Libro de Cielo
(antes un preámbulo algo largo como invitación a la lectura del Libro de Cielo, que comienza en la página 34)

Se ruega contactar con salthom@gmail.com para su impresión


ÍNDICE

Página
NOTICIA DE AMOR -1-
INTRODUCCIÓN -1-
VOLUMENES
1 37
2 83 Febrero 28, 1899
3 152 Noviembre 1, 1899
4 223 Septiembre 5, 1900
5 334 Marzo 19, 1903
6 351 Noviembre 1, 1903
7 418 Enero 30, 1906
8 460 Junio 23, 1907
9 494 Marzo 10, 1909
10 523 Noviembre 9, 1910
11 555 Febrero 10, 1912
12 642 Marzo 16, 1917
13 748 Mayo 1, 1921
14 798 Febrero 4, 1922
15 864 Diciembre 8, 1922
16 901 Julio 15, 1923
17 978 Junio 10, 1924
18 1041 Agosto 9, 1925
19 1079 Febrero 23, 1926
20 1169 Septiembre 17, 1926
21 1260 Febrero 23, 1927
22 1298 Junio 1, 1927
23 1334 Septiembre 17, 1927
24 1398 Marzo 19, 1928
25 1464 Octubre 7, 1928
26 1509 Abril 7, 1928
27 1549 Septiembre 23, 1929
28 1593 Febrero 22, 1930
29 1636 Febrero 13, 1931
30 1700 Noviembre 4, 1931
31 1767 Julio 24, 1932
32 1810 Marzo 12, 1933
33 1853 Noviembre 19, 1933
34 1920 Diciembre 2, 1935
35 1985 Agosto 9,1937
36 2056 Abril 12, 1938
Oraciones 2135

Noviembre 21 del 2004 Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

Muy queridos hermanos Obispos, Sacerdotes y Religiosos en nuestro Señor Jesucristo:

Dios en Su Providencia y en Sus designios, me ha llevado a proclamarles de nuevo las palabras de Su Angel:
“… OS ANUNCIO UNA GRAN ALEGRÍA QUE LO SERÁ PARA TODO EL PUEBLO” Lucas. 2: 10.

Es con el amor y gozo de Dios que les envío aquí noticia del más grande Tesoro que el Señor nos quiere manifestar en este momento de la historia de la humanidad, pues el tiempo se ha cumplido para que finalmente Su Infinito valor sea conocido.

Aunque este Tesoro es para todos, pues ha sido dado por Nuestro Señor Jesucristo y transmitido a través de nuestra Santa Madre Iglesia como podrán verificar más adelante, Él, en Sus Designios, puso en mi corazón la urgencia y responsabilidad de hacer llegar esta comunicación que he tenido el privilegio de recibir, solamente a Obispos, Sacerdotes y Religiosos. Es tan solo en mi confianza absoluta en Dios, que me atrevo a dirigirme a Uds.

La importancia de lo que en este Tesoro se encierra es trascendental, y con la Gracia de Dios, les presento lo que en mi pobrísimo modo les puedo compartir como corta introducción y Noticia de Amor al respecto. Les adjunto a esta, el contenido total de este Tesoro.

Les introduzco a todo lo que en este Tesoro se encierra, en sintonía y comunión con las siguientes citas de la Sagrada Escritura, orando
“…para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, en el Cuál están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”. Colosenses 2: 2, 3.

“…hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo”. Efesios 4: 13.

1

“…no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la Gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente”…Efesios 1: 16, 17.

“Y el Dios de la Paz… os disponga con toda clase de bienes para cumplir Su Voluntad, realizando Él en nosotros lo que es agradable a Sus ojos, por mediación de Jesucristo, a Quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Hebreos 13: 20, 21.

CONSAGRO ESTA COMUNICACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL VERDADERO DIOS POR QUIEN SE VIVE Y MADRE NUESTRA, PORTADORA DE NUESTRO SEÑOR Y REINA DE SU REINO; LA QUE LE APLASTA LA CABEZA A LA SERPIENTE; LA QUE DARÁ A LUZ A SU HIJO EN CADA ALMA QUE QUIERA RECIBIRLO. LE PIDO A ELLA QUE CON SU AMOR MATERNO INUNDE LOS CORAZONES DE TODAS LAS ALMAS, PARA QUE SE DISPONGAN A ACOGER EL GRANDIOSO DON QUE AHORA EN ESTE TIEMPO DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD ÉL QUIERE DARNOS, Y PARA EL CUÁL, ÉL MISMO NOS ENSEÑÓ A PEDIR Y HA MANTENIDO A TODA SU IGLESIA PIDIENDO POR 2,000 AÑOS:
“PADRE… VENGA TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO”
Mateo 6: 10.

La Buena Noticia de Amor

2

“….y Yo te estoy preparando una ERA DE AMOR…! … en la que mi amor se desahogará en modo maravilloso e inaudito…… Yo te quiero junto conmigo preparando esta ERA DE AMOR CELESTIAL Y DIVINO….”
Jesús Nuestro Señor – 8 de febrero de 1921.

En esta comunicación encontrarán por primera vez, todos los escritos que contienen las Verdades y Conocimientos que fueron participados por Jesucristo Nuestro Señor, a la ahora Sierva de Dios, Luisa Piccarreta*(página 22), cuya Causa de Beatificación fue abierta por la Iglesia el 24 de Noviembre de 1994, fiesta Solemnidad de Cristo Rey. El contenido de estos escritos fue recibido por Luisa directamente del Señor Jesús, y ella, bajo estricta obediencia de sus confesores, lo escribió durante un período de 40 años. Estos escritos estuvieron guardados en los Archivos del Vaticano por casi 60 años, hasta que fueron hechos accesible al Tribunal de la Causa de Beatificación en febrero de 1996. Más detalles a continuación.

La sublime importancia de estos escritos es continuamente manifestada por nuestro Señor a Luisa, y es a través de Su Iglesia que esta Noticia llegará a todos. En una de las tantísimas citas al respecto, menciono aquí la del 10 de Febrero de 1924, donde Jesús le dice: “Yo, en mi Omnividencia veo que estos escritos serán para mi Iglesia como un nuevo sol que surgirá en medio de Ella…. Por lo cuál, RENOVÁNDOSE MI IGLESIA, TRANSFORMARÁN LA FAZ DE LA TIERRA. …Tú lo verás desde el Cielo, verás el gran bien, cuando la Iglesia reciba este Alimento Celestial, que fortificándola, la hará resurgir en SU PLENO TRIUNFO”.

El Señor le dice a Luisa el 14 de Agosto de 1926, poco después de que los primeros 19 volúmenes recibieron el Imprimatur y Nihil Obstat de la Iglesia: “Has de saber que para que mi Suprema Voluntad sea conocida, he debido preparar las cosas, disponer los medios, arrollar al Obispo… He debido de hacer uno de mis más grandes prodigios. ¿Crees tú que es cosa fácil obtener la aprobación de un Obispo?…. ¿No ves tú en la aprobación del Obispo el triunfo de mi Voluntad, y por lo tanto mi gran gloria y LA NECESIDAD DE QUE LOS CONOCIMIENTOS DEL SUPREMO QUERER SEAN CONOCIDOS…?”
A continuación expongo en orden cronológico, algunas otras citas de varios volúmenes, en las cuáles se manifiesta muy claramente, varios aspectos de la importancia transcendental de lo que en estos escritos se encierra:


3

El 29 de enero de 1919 el Señor le dice a Luisa:
“Hija mía amada, quiero hacerte conocer el orden de mi Providencia. En cada período de dos mil años, he renovado al mundo: en los primeros los renové con el diluvio. En los segundos dos mil años lo renové con mi venida a la tierra, en la cuál manifesté mi Humanidad, de la Cuál como de tantas fisuras, se traslucía mi Divinidad; y los buenos y los mismos Santos de estos terceros dos mil años han vivido de los frutos de mi Humanidad y como a gotas han gozado de mi Divinidad. Ahora estamos cerca del fin de los terceros dos mil años y habrá una TERCERA RENOVACIÓN.

He aquí el porqué de la confusión general de todo: no es sino la preparación a la tercera renovación. Y si en la segunda renovación manifesté lo que hacía y sufría mi Humanidad y poquísimo lo que obraba la Divinidad, ahora, en esta tercera renovación, DESPUÉS DE QUE LA TIERRA HABRÁ SIDO PURGADA…, seré aún más magnánimo con las criaturas y llevaré a cabo la renovación con manifestar lo que mi Divinidad hacía en mi Humanidad… Mi amor quiere desahogarse y quiere dar a conocer los excesos que mi Divinidad obraba en mi Humanidad a favor de las criaturas, que superan por mucho, los excesos que externamente obraba mi Humanidad.”

11 de julio de 1923
“…tres veces la Divinidad decidió obrar “ab-extra”: la primera fue en la Creación……la segunda fue en la Redención……y la tercera es el cumplimiento de mi Voluntad, que se haga COMO EN EL CIELO ASÍ EN LA TIERRA….”

14 de julio de 1923
“….el mundo se encuentra precisamente en el punto como cuando Yo debía venir a la tierra; todos estaban en espera de un gran acontecimiento, de una era nueva, como de hecho, así sucedió; y así ahora, debiendo venir el gran Advenimiento, la ERA NUEVA en la que LA VOLUNTAD DE DIOS SE HAGA EN LA TIERRA como en el cielo, todos están en expectativa de esta era nueva, cansados de la presente, pero sin saber cuál es esta novedad…esta expectativa es una señal cierta de que la hora está cercana”.

22 de septiembre de 1924
“Hija mía, son precisamente los demonios. Quisieran que no escribieras sobre mi Voluntad…TEMEN MUCHO QUE PUDIERAN PUBLICARSE

4

ESTOS ESCRITOS SOBRE MI VOLUNTAD, PORQUE VEN PERDIDO
SU REINO EN LA TIERRA…Tratan con todo su poder de impedir tan grande Bien.”

17 de mayo de 1925
“ …pues si la Creación se atribuye al Padre, mientras que estamos siempre unidas las Divinas Personas en el Obrar, la Redención se atribuye al Hijo, y EL FIAT VOLUNTAS TUA SE ATRIBUYE AL ESPÍRITU SANTO. Es
precisamente en el Fiat Voluntas Tua donde el Espíritu Santo hará desahogo de Su Obra.”

14 de Agosto de 1926
“Hija mía, el Reino de mi Divina Voluntad es invencible, Y EN ESTOS CONOCIMIENTOS HE PUESTO SOBREABUNDANTE LUZ, GRACIA Y
ATRACTIVOS PARA HACERLO VICTORIOSO…Estos conocimientos serán muro altísimo y fortísimo, más que en el Edén terrenal, que IMPEDIRÁ AL ENEMIGO INFERNAL ENTRAR DENTRO para molestar a aquellos que vencidos por Ella, pasarán a vivir en el Reino de mi Divina Voluntad”.

de septiembre de 1938
“Yo me serviré de todos los medios de amor, de gracias, de castigos; tocaré por todos lados a las criaturas para hacer Reinar mi Voluntad. Y cuando parezca como si el verdadero bien debiera morir, RESURGIRÁ MÁS BELLO Y MAJESTUOSO. …Todo lo que he dicho sobre mi Voluntad, puedo decir que es UNA NUEVA CREACIÓN”.

Vemos también cómo el Señor en muchísimas ocasiones le habla a Luisa de Su dolor al quedar estos escritos desconocidos hasta el momento. A continuación expongo algunas de las tantas citas al respecto:

de marzo de 1928
“Hija mía, tú estás contenta y Yo estoy afligido, si tú supieras que peso enorme gravitaba sobre aquellos de Messina, pues mientras tenían interés de tener los escritos, los tenían para dormir; ellos eran reos de una Voluntad Divina, y viendo la inactividad con la cual los tenían, he permitido que los regresaran.

Ahora este peso gravita sobre aquellos que con tanto interés los han hecho venir; si no se ocupan, también ellos serán reos de una Voluntad Divina, y si supieras lo que significa ser reo de una Voluntad tan Santa: significa tenerla

5

trabada, impedida, mientras que Ella anhela, suspira, que sean quitados los impedimentos, y ESTOS SE QUITARÁN CON HACERLA CONOCER.
Ella está llena de Vida, se mueve por doquier, envuelve todo, y esta Vida vive como sofocada en medio de las criaturas PORQUE NO ES CONOCIDA. Ella gime porque quiere la libertad de su Vida y está obligada a tener en Ella misma los rayos de su Luz interminable, porque no es conocida. Ahora,
¿quién es el culpable de tantas penas de mi Voluntad Divina? -Quien debe interesarse en hacerla conocer y no lo hace.

¿Será que tal vez mi finalidad ha sido dar tantas noticias acerca de mi Fiat, sin el fruto deseado de hacerla conocer? No, no, quiero la Vida de lo que he dicho, quiero hacer resplandecer el nuevo Sol, quiero el fruto de tantos conocimientos que he manifestado, quiero que mi trabajo reciba el suspirado efecto. En efecto, ¿cuánto no he trabajado para disponerte a recibir conocimientos tan importantes sobre mi Voluntad? Y tú misma,
¿cuántos sacrificios no has hecho y cuántas gracias no te he dado para hacértelos hacer?

Mi trabajo ha sido largo, y cuando te veía sacrificada, miraba al gran bien que habrían hecho mis conocimientos sobre el Fiat en medio de las criaturas, LA NUEVA ERA que debía despuntar en virtud de ellos, y mi tierno Corazón mientras sufría en sacrificarte, tomaba un inmenso placer al ver el bien, la paz, el orden, la felicidad, que en virtud de ello debían recibir mis otros hijos. Cuando Yo hago cosas grandes a un alma, le manifiesto verdades importantes y las renovaciones que quiero hacer en medio de la familia humana, no es sólo para la criatura que lo manifiesto, sino porque quiero encerrar a todos en aquel bien; quiero que mis verdades resplandezcan como sol, sobre de cada uno, a fin de que quien quiera, tome la luz de ellas.

…Ve entonces cómo es necesario que sus conocimientos sean conocidos y se abran camino en medio de las criaturas, para llevar a cada una la Vida de mi Voluntad con la fuente de los bienes que Ella contiene. … pero si a estos conocimientos los dejan dormir sin ponerlos en medio de las criaturas, dejarán sin fruto los acontecimientos que estoy preparando; ¿qué cuentas me darán? Mientras que con estos conocimientos estoy preparando LA RENOVACIÓN Y LA RESTAURACIÓN DE LA FAMILIA HUMANA.”

10 de octubre de 1928


6

“Y como todo lo que te he dicho yace en el anonimato, Yo siento una opresión sobre mi Corazón que me comprime e impide que mis llamas de amor se eleven y hagan sus caminos. Por eso en cuanto oía leer y tomar la decisión de ocuparse para publicar estos escritos, me sentía quitar la pesadumbre y quitar el peso que comprimen las llamas de mi Corazón…”

21 de octubre de 1929
“…frecuentemente parece que hacen rumor, que quieren hacer conocer mi Divina Voluntad con publicarla, ¿pero qué? Quién es presa del temor, quién teme comprometerse, quién no acepta el sacrificarse; ahora con un pretexto y ahora con otro todo termina en palabras, y mi Divina Voluntad queda exiliada en medio de las criaturas”.

17 de mayo de 1938
“…ocultar una Verdad, que Nosotros con tanto amor dejamos salir de nuestro Seno Paterno, es el más grande delito, y priva a las generaciones humanas del bien más grande”

Queridos hermanos en el Señor, como ya dicho anteriormente, Él puso en mi corazón la urgencia y responsabilidad de hacerles llegar esta Noticia, así como la totalidad de los escritos. Quizás Él, en Sus designios, quiera llevar a algunos de Uds. a ser los heraldos de esta Noticia. A continuación encontrarán algunas citas respecto a este crítico tema para su discernimiento:

Nuestro Señor Jesús a Luisa el 6 de noviembre de 1926:
“Hija mía… así sucederá para el Reino del FIAT Supremo. Lo haremos juntos hija mía… y cuando todo haya terminado, CONFIARÉ A MIS MINISTROS MI REINO… ¿Crees tú que sea casualidad la venida del Padre di Francia, que muestra tanto interés y que ha tomado en serio la publicación de lo que se refiere a mi Voluntad? No, no, lo dispuse Yo, es un acto providencial de la Suprema Voluntad que lo quiere como primer apóstol del Fiat Divino y anunciador de Él, y como es fundador de una obra le es más fácil acercarse a OBISPOS, SACERDOTES y personas en su mismo instituto para anunciar el Reino de mi Voluntad…”

Nuestro Señor a Luisa el 18 de enero de 1928:


7

“Porque Yo me sirvo de mis obras del SACERDOCIO, y así como tuve el Sacerdocio para preparar al pueblo antes de mi venida y el Sacerdocio de mi Iglesia para confirmar mi venida y todo lo que Yo hice y dije, así tendré el SACERDOCIO DEL REINO DE MI DIVINA VOLUNTAD. …gozo al
ver el interés que toman LOS SACERDOTES por estos escritos que formarán el Reino de mi Voluntad. Esto significa que aprecian el gran bien de ellos y cada uno quisiera tener consigo un tesoro tan grande, para ser los primeros en comunicarlos a los demás… Yo gozo con que otros ministros míos conozcan que existe este tesoro tan grande de hacer conocer el Reino de mi Divino Querer, y Yo me sirvo de esto para formar a LOS PRIMEROS SACERDOTES DE MI FUTURO REINO DE MI FIAT. Hija mía, es una
gran necesidad el formar LOS PRIMEROS SACERDOTES…”

Nuestro Señor a Luisa el 10 de Octubre de 1928:
“Mi Amor reprimido es una pena para Mí de las más grandes, que me vuelve taciturno y triste, porque no teniendo vida mis primeras llamas, no puedo sacar fuera las otras que me devoran y me consumen; y por eso a AQUELLOS SACERDOTES que se quieren ocupar en quitarme esta pesadumbre con el hacer conocer mis tantos secretos con publicarlos, Yo les daré tanta gracia sorprendente, fuerza para hacerlo y luz para conocer, ellos por primeros, lo que harán conocer a los demás. Yo estaré en medio a ellos y guiaré todo.”

Nuestro Señor a Luisa el 13 de enero de 1929:
“Cómo es necesario que los conocimientos sobre mi Fiat se conozcan, y no sólo eso, sino que se haga conocer que mi Divina Voluntad ya quiere venir a reinar como en el Cielo así en la tierra en medio a las criaturas; y a los SACERDOTES, como nuevos profetas, les toca el trabajo, y con la palabra, con lo escrito y con las obras, hacer de heraldos para hacer conocer lo que concierne a mi Fiat Divino”.

Luisa en la hora 24 de los Giros en la Divina Voluntad:
“Jesús mío, después de haber resucitado no partes de inmediato para el Cielo, esto me confirma que quieres establecer el Reino de la Divina Voluntad en la tierra… Te sigo paso a paso con mi “te amo…” mientras te apareces a tu Mamá…, a Magdalena, a los Apóstoles, y pides que tu Divina Voluntad sea conocida por todos, PERO EN MODO ESPECIAL POR LOS SACERDOTES, los cuáles a su vez, como nuevos apóstoles, la hagan conocer a todo el mundo”.


8

Es también totalmente evidente en los escritos, que el Señor pide que estos escritos sean leídos EN EL ORDEN EN QUE FUERON DADOS, y SIN OMITIR O CAMBIAR NADA, y EN SU TOTALIDAD, así como pide
también, e incesantemente, QUE SEAN CONOCIDOS. En una carta con fecha 4 de diciembre de 1926, su confesor extraordinario y ahora Santo, Annibale María di Francia, le escribe a Luisa lo siguiente:
“La señora obediencia os impone escribir de día o de noche, todo, todo, todo cuanto el Señor os revela, NADA DEBE DE FALTAR. Es palabra de la Sabiduría Increada, y una palabra vale más que todo el universo, por eso no es lícito el descuidar ni siquiera una sílaba”.

El Señor dice a Luisa el 16 de Julio de 1922: “…he aquí por qué mi premura de que se conozca todo lo que te he dicho, y si esto no hicieras, vendrías como a restringir mi Querer, a aprisionar en Mí las llamas que me devoran y a hacerme retardar la completa gloria que me debe la Creación. SOLAMENTE QUIERO QUE LAS COSAS SALGAN ORDENADAS,
porque una palabra que falte, un nexo, una conexión que falte, un capítulo a medias, EN LUGAR DE ILUMINAR ARROJARÁ TINIEBLAS, y en vez de
hacerme dar gloria y amor, las criaturas quedarán indiferentes, por eso sé atenta, quiero que lo que Yo he dicho SALGA ENTERO”.

También le dice el 30 de enero de 1927: “He aquí por qué la necesidad de los conocimientos… Por esto es necesario que se haga conocer TODO, para hacer que mi Reino esté TODO COMPLETO y para hacer que NADA falte…”.

En Marzo 25 de 1928 le dice: “Por eso, hasta que mi Voluntad Divina no sea conocida CON TODOS SUS CONOCIMIENTOS, sus pasos estarán obstaculizados, y suspendido el bien que quiere hacer a las criaturas”.

En julio 24 de 1934 también le dice:
“…y cuando TODAS las verdades que hemos dispuesto sacar sean manifestadas, TODAS JUNTAS estas nobles reinas, nos darán el asalto a nuestro Ser Divino, y como ejército invencible, con nuestras mismas armas divinas nos vencerán, y obtendrán el triunfo del Reino de la Divina Voluntad sobre la tierra…”.

9

Tan solo cuando estos escritos son leídos en orden, y en el contexto de su totalidad, y en vista a la Sagrada Escritura, al Catecismo y a la Tradición de la Iglesia, se puede entender y acoger lo que en ellos se encierra. Así como en los Evangelios, en estos escritos se encuentran también aparentes contradicciones, afirmaciones parciales, afirmaciones que aparentan tener otro significado, etc., etc., etc.; por lo tanto, sólo leyéndolos de esta manera, y en su contexto total, se puede llegar a una concordancia completa de su contenido, y a entender que estas Verdades y Conocimientos se expanden gradualmente a través de los escritos y se apoyan y concuerdan totalmente entre Ellas, y con la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia.

Por supuesto, es también absolutamente necesario que para leer estos escritos, debemos antes pedir con total humildad y pureza de corazón que el Espíritu Santo abra nuestros corazones y nuestras mentes a lo que el Señor nos quiere dar a través de ellos. De otra forma, sería imposible ir más allá de la superficie de lo que en ellos se encuentra, y esto en el mejor de los casos.

El 2 de Agosto de 1930 el Señor le dice a Luisa:
“Hija mía, todas las cosas acá abajo, tanto en el orden natural como en el orden sobrenatural, están veladas; sólo en el Cielo están develadas, … Yo mismo, Verbo del Padre, tenía el velo de mi Humanidad, todas mis palabras, mi Evangelio bajo formas de ejemplos y de semejanzas, y sólo me comprendía quien se acercaba a escucharme con la FE EN EL CORAZÓN, CON LA HUMILDAD, Y CON EL QUERER CONOCER LAS VERDADES QUE YO LES MANIFESTABA PARA PONERLAS EN PRÁCTICA… Así
son mis Verdades que Yo con tanto Amor te he manifestado sobre mi Divina Voluntad… de otra manera quedarán ciegos, y Yo les repetiré el dicho del Evangelio: ‘Tenéis ojos y no miráis, oídos y no escucháis, lengua y sois mudos’.”

Ahora bien, en el año 1996, por orden de la Congregación de la Doctrina de la Fe, y como fruto de la apertura de la Causa de Beatificación de Luisa, y como fruto también de la ya entonces recibida Beatificación de su confesor extraordinario y censor de sus escritos, el ahora Santo, Annibale Maria di Francia, los volúmenes escritos por Luisa que se encontraban en los Archivos del Vaticano por casi 60 años, fueron copiados por representantes del Obispo de Trani como ya dicho anteriormente.


10

En cuanto al estado actual de los escritos con la Santa Sede, la Congregación para la Doctrina de la Fe no ha hecho ningún pronunciamiento sobre ellos, sin embargo, el haber recibido el Obispo de Trani el “Non Obstare” de la Santa Sede permitiendo que se abriera la Causa de Beatificación de Luisa, efectivamente remueve cualquier juicio negativo, al ser tal, una declaración de que nada conocido a Roma prohíbió o fue obstáculo a la apertura de su Causa. De la misma manera, la Beatificación ya hecha en aquel tiempo del ahora Santo, Annibale Maria di Francia, representaba la misma realidad, pues fue él quien impartió su Nihil Obstat a los primeros 19 volúmenes en 1926, poco antes de su muerte, y a los cuáles Su Excellencia Arzobispo S.E. Giuseppe Maria Leo dio también el Imprimatur, sello y garantía del Espíritu Santo. Todo es ahora confirmado: La Canonización del Beato Annibale tuvo lugar el domingo 16 de Mayo de 2004.

El Obispo de Trani es la autoridad eclesiástica para la Causa de Beatificación de Luisa hasta que esta sea entregada a la Congregación para la Causa de los Santos. Al presente, la Postulación del Tribunal de la Causa está terminando el Proceso Diocesano de juzgar la vida y virtudes heroicas vividas por Luisa. La edición crítica de los escritos, con comentario, siendo producida por la Postulación, será consignada a la Santa Sede, pues solo ella puede dar a los escritos un juicio y explicación definitiva. Como requisito para todo este proceso, dos eminentes teólogos fueron comisionados independientemente por el Tribunal de la Causa para la evaluación de todos los escritos, y en 1997 los dos coincidieron en afirmar que estos escritos no contienen nada que sea contrario a la fe o moral Católica.

En diciembre 18, 1997, el Rev. Cosimo Reho, Profesor de Teología Dogmática, envió su evaluación al Tribunal de la Causa de Beatificación como respuesta a la petición que le habían hecho. Lo mismo fue hecho por el Rev. Antonio Resta, Rector del Instituto Teológico Pontificio del Sur de Italia el 2 de junio de 1997.

Estos dos teólogos independientemente comisionados por el Tribunal para hacer tales evaluaciones de los escritos, llegaron a la misma conclusión que otros teólogos e individuos de grande reputación dentro de la Iglesia, quienes evaluaron los primeros Volúmenes durante la primera parte del siglo
XX. En la Introducción adjunta sobre la vida de Luisa, podrán leer algunos de estos testimonios. Les reitero nuevamente que de estos escritos, los primeros 19 volúmenes tienen ya un Imprimatur y Nihil Obstat, sello oficial de la autoridad Eclesiástica.

11

Quiero hacer notar que la totalidad de los 36 volúmenes escritos por Luisa que se encuentran en esta comunicación, han sido traducidos directamente de los manuscritos originales, y que contienen algunas faltas de ortografía, pobre redacción y pobrísima puntuación, probablemente algunos errores de transcripción, y otros pequeños errores.

Todo esto es mayormente debido a la magnitud tan extraordinaria de este inmenso trabajo, traducido al español del lenguaje italiano en el que fueron manuscrito, lenguaje que está mezclado con el dialecto del área donde Luisa vivía, y realidad que los hace poco fácil de traducir. Esta traducción es preliminar y rudimentaria, pero preserva la sustancia y esencia del contenido con fidelidad.

En vista a todo lo que aquí se encierra, he discernido en intensa oración, que es tan críticamente importante que estos escritos sean ya leídos en orden y en su contenido total por Uds., que no puedo esperar antes de enviárselos a tener una versión perfecta, a que sean corregidos nuevamente, o a esperar a la publicación oficial de la Iglesia, la cuál tomará años y la cuál espero con increíble anticipación y gozo. He aquí pues, que con confianza absoluta en el Señor y en nuestra Santísima Madre, se los entrego.

Ahora, en cuanto a Luisa, podemos también decir con absoluta certeza y convicción, que ella vivió una vida santa, de oración y sufrimiento, y que hasta hoy ha durado la fama de santidad atestiguada a ella por los contemporáneos de esta Sierva de Dios. Ella estuvo siempre bajo la continua custodia y dirección de la Santa Madre Iglesia, como pocos, o ningún otro, jamás ha estado, y fue siempre obediente y sumisa a Ella en todo. Esto ha sido muy precisamente documentado por el cuidado de sus confesores, escogidos por sus Obispos desde el año 1884 hasta su muerte en 1947.

Es apoyado en todo esto y mucho más, incluyendo lo ya dicho, que el Arzobispo de Trani, después de recibir de la Santa Sede el “Non Obstare”, abrió su Causa de Beatificación en 1994 y Luisa fue designada por la Santa Iglesia como Sierva de Dios. Las investigaciones hasta hoy han confirmado todo esto sin encontrar duda alguna.

Ella escribió todo lo que el Señor le manifestó durante ese período de 40 años, en simples cuadernos como los de escuela. Escribió un total de 36 cuadernos, los cuales fueron simplemente numerados sucesivamente del 1 al
36. Estos son conocidos ahora como volúmenes.

12

Es todo un conjunto progresivo de enseñanzas de los Conocimientos y Verdades que el Señor le comunicaba “sorbo a sorbo”, y que Luisa escribía, meditaba, ponía en práctica y HACÍA VIDA EN ELLA.

Todo le fue dado en un modo ordenado para su crecimiento progresivo, primero en santidad humana (ejercicio de virtudes, etc.-evidente en los volúmenes 1 al 10), y después en Santidad Divina (ejercicio de virtudes en modo divino y de “vida en la Divina Voluntad”, como vivida por naturaleza propia por el Señor en su Humanidad como sede de Su Divinidad, y por Gracia por nuestra Santísima Madre – evidente en los volúmenes 11 al 36).

El Señor en Sus designios hizo conocer y dio Gracias extraordinarias a Luisa para que pudiera acoger y hacer Vida en ella estas Verdades y Conocimientos sobre la Divina Voluntad de Dios, para que por medio de ella, puedan ser comunicadas a todos, y así también nosotros, con Su Gracia, podamos conocerlas, acogerlas y hacerlas vida en cada uno de nosotros, a la medida y plenitud que El ha designado para cada uno en nuestra misión terrenal de crecer “a Su Imagen y Semejanza” Génesis 1: 26, y de ser “partícipes de Su Vida Divina”, 2 Pedro 1: 4, Catecismo # 375, L.G. 2, 2, finalidad para la cuál fuimos creados por El.
En estos escritos NO HAY una “nueva revelación”, pues todo lo que en ellos el Señor nos enseña, fue ya hecho y vivido por Él. Como ya sabemos: “TODO LO QUE CRISTO VIVIÓ HACE QUE PODAMOS VIVIRLO EN EL, Y QUE ÉL LO VIVA EN NOSOTROS” (Catecismo #521) y es “por Él,
con Él, y en Él”, que todo es y existe. Juan 1: 1-3. “…porque en Él fueron creadas todas las cosas …todo fue creado por Él y para Él.” Col. 1: 16. “Porque en Él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en Él…” Col. 2: 9,10. “Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no por Él”. Juan 14: 6.

Ahora bien, también nos dice el Evangelio que “Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribiera una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran”. Juan 21: 25, y que como Él nos dice: “…el Espíritu de la Verdad os guiará a la verdad completa… porque recibirá de lo Mío y os lo anunciará a vosotros” Juan 16: 13, 14.


Sabemos también a través del Catecismo, que “AUNQUE LA REVELACIÓN E S T A A C A B A D A , N O E S T Á C O M P L E T A M E N T E

13

EXPLICITADA” (Catecismo #66). Esto es obvio cuando vemos cómo el Espíritu Santo durante los últimos 2000 años, continúa Su tarea de develarnos progresivamente a través de Su Iglesia, todo lo que es necesario para restaurar nuestras vidas en Dios.

Así como la Iglesia nos ha ido proclamando Dogmas y Decretos sobre nuestra Fe a través de los siglos; así como el Señor nos reveló sobre Su Sagrado Corazón a través de Santa Margarita Alacoque, y así como nos reveló a través de Santa Faustina sobre Su Misericordia, así nos manifiesta ahora a través de Luisa sobre Su Divina Voluntad.

En estos escritos, el Señor nos enseña por primera vez, y a través de estos Conocimientos y Verdades, cómo quiere que al conocer lo que en Ellas se encierra, nosotros querramos voluntariamente acoger y hacer vida en nosotros este Don de Su Voluntad reinante y obrante en nosotros como Vida primaria de nuestros actos y de toda nuestra vida, para que animados por Ella y obrando en UNIDAD con Ella, podamos así ser restaurados al orden, al puesto y a la finalidad para la cuál fuimos creados, pues es solamente en Ella reinante y obrante en nosotros, y nosotros en Ella, que podremos ser nuevamente “a Su Imagen y Semejanza” y “partícipes de Su Vida Divina”.

Es esta nuestra naturaleza original en la que Dios nos creó en total perfección. Solo así podremos también dar a Dios el amor, honor y Gloria que de cada uno a El pertenece, tal como era, y tal como hacía nuestro Padre Adán antes de separarse de la Voluntad Divina (“árbol de la Vida” -Génesis 2: 9), Vida y Acto primario de su vida y de sus actos. Por supuesto que no nos podemos separar de la Voluntad Divina como fuente de Vida, ya que es Inmensa, Infinita, etc., y en Ella Dios se encuentra en todo y en todos, pero sí podemos con nuestro libre albedrío, rechazarla como Vida primaria de nuestra vida y de nuestros actos, tal y como hizo Luzbel, y después nuestro Padre Adán, de quien heredamos todos nuestra presente condición.

Es en estos escritos que el Señor nos dio a través de Su Iglesia, donde Él nos manifiesta explicitadamente el “Misterio de Su Voluntad” (Efesios 1: 9 – Apocalipsis 10: 7) y no solo nos reitera cómo hacer Su Voluntad (ya manifestado en los Mandamientos, Las Escrituras y el Catecismo y Magisterio de la Iglesia), sino que también nos enseña esta dimensión de cómo “VIVIR EN SU VOLUNTAD” y todo lo que esto encierra.

14

Esto es tan increíblemente importante, pero también tan increíblemente simple, que pocos lo querrán creer al principio, pues aunque es este el modo en que Dios restaurará todo y todos a su origen, tan solo requiere que conozcamos este Don, que lo querramos libremente, que lo acojamos totalmente y que lo hagámos vida en nosotros, y por supuesto, que siempre hagamos en TODO, la Voluntad de Dios, pues sería imposible “vivir en Su Voluntad” si no hacemos siempre Su Voluntad. Dios hará todo lo demás.

“Vivir en la Divina Voluntad”, es decir, “hacer la Voluntad de Dios como en el Cielo así en la tierra”, es el Reino que pide el Señor en el Padre Nuestro (“…VENGA a nosotros Tu Reino, hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo” Mateo 6: 10), que hemos estado pidiendo por los últimos 2000 años. Es por esto que me atrevo a decir: si Jesús, Verbo Encarnado, lo pidió y dejó a Su Iglesia pidiéndolo, ¿cómo entonces no ha de venir?

Cuando libremente acojamos y hagamos vida en nosotros el Don de Su Divina Voluntad reinante y obrante en nosotros que Él ahora nos quiere nuevamente dar, llegaremos finalmente a cumplir en plenitud esta oración, y como fruto de tal cumplimiento, el poder llegar a la plenitud de lo que El mismo pide al Padre:“Padre, que todos sean UNO, como Tú Padre en Mí, y Yo en Ti. Que sean UNO en Nosotros”. Juan 17: 21.

Este es el único Reino del que habla La Escritura, que ha de venir antes del fin del mundo, y en el que ya vivieron en la tierra nuestro Señor Jesucristo y nuestra Santísima Madre, REY Y REINA DE ESTE REINO, y que ahora, a través de los Conocimientos y Verdades que el Señor nos manifiesta en estos escritos, progresivamente Reinará “en la tierra como en el Cielo”, pues sabemos que “en Cristo, Dios nos ha dado a conocer el Misterio de Su Voluntad… para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que TODO tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los Cielos y LO QUE ESTÁ EN LA TIERRA.” (Efesios 1: 9, 10), y que REINARÁ HASTA QUE
“LUEGO, AL FINAL, Cristo entregue a Dios Padre el Reino, DESPUÉS de haber destruido todo principado, dominación y potestad, PORQUE DEBE ÉL REINAR HASTA QUE PONGA TODOS SUS ENEMIGOS
BAJO SUS PIES 1 Cor. 15: 24, 25- Hebreos 10: 13 pues “al presente no vemos todavía que le está sometido todo” Hebreos 2: 8.


Es a través de los Conocimientos y Verdades que el Señor nos da ahora en estos escritos dentro del ámbito de Su Iglesia, que además de conocer lo

15

que hizo Él en Sus Actos exteriores, conoceremos también lo que hizo en Su interior; no sólo lo que hizo Su Humanidad en Su Divinidad, y de cuyos frutos han vivido los que acogen a Cristo Jesús como Rey y Salvador, sino también lo que hizo Su Divinidad en Su Humanidad, para que también ahora “podamos así nosotros vivirlo en Él”, y Él vivirlo en nosotros” (Catecismo
# 521) en esta otra dimensión que ya nuestro Señor hizo, pero que a nosotros nos falta hacer, pues no es hasta ahora que Él quizo que la conociéramos, ya que todavía “no había llegado la hora”.

Es en vista a todo esto que podemos ahora entender las palabras de San Bernardo: “Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquellas son visible, pero esta no… De manera que, en la primera venida el Señor vino en carne y debilidad; EN ESTA SEGUNDA EN ESPÍRITU Y PODER; y en la última en Gloria y Majestad”. ( Liturgia de las Horas-Tiempo de Adviento).

Es con toda esta perspectiva que podremos también ahora entender con mucha más claridad lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en los números 671 al 675 (inclusive) sobre este tema, así como en 2 Tesalonicenses 2: 1- 12. Les exhorto a leerlo. CRISTO REY Reinará en cada corazón en la tierra, como Reina en el Cielo.

Les repito lo que el Señor le dice a Luisa el 17 de mayo de 1925:
“…si la Creación se atribuye al Padre, mientras que estamos siempre unidas las Divinas Personas en el obrar, la Redención se atribuye al Hijo y el “FIAT VOLUNTAS TUA” SE ATRIBUIRÁ AL ESPÍRITU SANTO. Es
precisamente en el “FIAT VOLUNTAS TUA” donde el Espíritu Santo hará desahogo de Su obra”.

Creo que con esto podemos también entender más claramente lo que le dice el Señor el 21de diciembre de 1937:
“Hija mía buena, está decretado en el consistorio de la Trinidad Sacrosanta que mi Voluntad Divina tendrá su reino sobre la tierra, y cuantos prodigios se necesiten los haremos, no ahorraremos nada para tener lo que Nosotros queremos. Pero Nosotros en el obrar usamos siempre los modos más simples, pero potentes, tanto, de arrollar Cielo y tierra y todas las criaturas en el acto que queremos.
Tú debes saber que en la Creación, para infundir la vida al hombre no se necesitó más que nuestro Aliento Omnipotente, ¡pero cuántos prodigios


16

encerrados en aquel Aliento! Creamos al alma dotándola con las tres potencias, verdadera Imagen de nuestra Trinidad adorable…

Mira hija mía, el hombre con no vivir en nuestro Querer Divino, sus tres potencias han sido obscurecidas, y deformada nuestra Imagen adorable en él, de modo que ha perdido el primer Latido de Amor de Dios en el suyo; ha perdido el Respiro Divino en su respiro humano; más bien, no que lo haya perdido, sino que no lo siente, por eso no siente la circulación de la Vida Divina, el movimiento del bien, el calor del Amor Supremo, la Palabra de Dios en la suya, la vista para poder mirar a su Creador; todo ha quedado obscurecido, entorpecido, debilitado y tal vez también deformado.

Ahora, ¿qué cosa se necesita para restablecer a este hombre?
VOLVEREMOS A INFUNDIRLE NUESTRO ALIENTO con más fuerte y
creciente amor, le infundiremos el Aliento en el fondo del alma, pondremos nuestro Aliento más fuertemente en el centro de su voluntad rebelde, pero tan fuerte de sacudirle los males a los cuales está unido; sus pasiones quedarán aterradas y aterrorizadas ante la potencia de nuestro Aliento; se sentirán quemar por nuestro fuego divino, y la voluntad humana sentirá la Vida palpitante de su Creador, al Cual, ella como velo Lo esconderá en sí misma y volverá a ser la portadora de su Creador. ¡Oh, cómo se sentirá feliz! Con nuestro Aliento la restaurararemos, la sanaremos, la restableceremos…

Mira entonces qué se necesita para hacer venir a reinar a nuestra Voluntad sobre la tierra: LA POTENCIA DE NUESTRO ALIENTO OMNIPOTENTE; con él renovaremos nuestra Vida en el hombre. Todas las verdades que he manifestado sobre los grandes prodigios del vivir en mi Querer, serán las propiedades más bellas, más grandes, de las cuales les haré don. También esto es una señal segura de que vendrá el reino de mi Voluntad a la tierra, porque si hablo, primero hago los hechos y después hablo, mi palabra es la confirmación del don, de los prodigios que quiero hacer; por eso, ¿qué finalidad tendría el manifestar mis propiedades divinas, hacerlas conocer, si no debiera venir su reino a la tierra?”


Y también lo que le dice el 2 de octubre de 1938:
“Hija mía buena, ánimo, si tú te abates perderás la fuerza de vivir siempre en mi Querer, no te preocupes por lo que dicen y hacen, toda nuestra

17

victoria está en que no nos pueden impedir hacer lo que queremos, así que Yo puedo hablarte de mi Querer Divino, y tú puedes escucharme, ninguna potencia nos lo puede impedir. Lo que Yo te digo acerca de mi Querer no es otra cosa que el desenvolvimiento de nuestro decreto, hecho ‘ab eterno’ en el consistorio de nuestra Trinidad Sacrosanta: ‘Que nuestro Querer debe tener su reino sobre la tierra.’ Y nuestros decretos son infalibles, nadie nos puede impedir que se lleven a cabo.
Así como fue decreto la Creación y la Redención, así es decreto nuestro el reino de nuestra Voluntad sobre la tierra, por eso, para cumplir este nuestro decreto, Yo debía manifestar los bienes que hay en él, sus cualidades, sus bellezas y maravillas; he aquí la necesidad por la cual Yo debía hablarte tanto, para poder cumplir este decreto.

Hija, para llegar a esto Yo quería vencer al hombre por caminos de Amor, pero la perfidia humana me lo impide, por eso usaré la Justicia, barreré la tierra, quitaré a todas las criaturas nocivas, que como plantas venenosas envenenan las plantas inocentes.

CUANDO HAYA PURIFICADO TODO, mis verdades encontrarán el camino para dar a los sobrevivientes la Vida, el bálsamo, la paz que mis verdades contienen, y todos las recibirán, les darán el beso de paz, y para confusión de quien no las haya creído, más bien las ha condenado, reinará y tendré mi reino sobre la tierra: ‘Que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra.’

Por eso te repito, no nos apartemos en nada, hagamos nuestro camino y cantaremos victoria, y ellos que hagan su camino, en el cual encontrarán confusión y vergüenza de ellos mismos. Les sucederá a ellos como a los ciegos que no creen en la luz del sol porque ellos no la ven, ellos quedarán en su ceguera y aquellos que la ven y creen gozarán, se llenarán de júbilo con los bienes de la luz, con sumo contento para ellos.”

Es este también el Reino de Jesús en la Eucaristía, pues es solo en Su Voluntad Reinante y obrante en nuestras almas como vida y acto primario de todo nuestro ser, de toda nuestra vida y de todos nuestros actos (nuestra naturaleza original), que podremos acoger en plenitud Su Vida que nos da en este Santísimo Sacramento. Será entonces que podremos verdaderamente

18

“acoger, ver, sentir y vivir” en nuestras almas, Su Presencia real en la Eucaristía, y será entonces que podremos también tener la capacidad para darle verdadera correspondencia a Su Infinito Amor, con Su misma Vida.

El 25 de septiembre de 1913 Jesús le dice a Luisa:
“¡Pobre de Mí, cómo me tratan en el Santísimo Sacramento! Y tantas almas devotas que me reciben, tal vez todos los días; deberían ser otras tantas santas si bastara el centro de la Eucaristía, y en cambio, cosa de llorar, están siempre en el mismo punto: vanidosas, iracundas, escrupulosas, etc., ¡pobre centro del Santísimo Sacramento, cómo quedo deshonrado!
… te digo que los mismos Sacramentos producen sus frutos según las almas están sujetas a mi Voluntad, y según la conexión que tienen con mi Querer así producen sus efectos. Y si conexión con mi Querer no hay, me comulgarán pero quedarán en ayunas, se confesarán pero quedarán siempre sucias, vendrán a mi Presencia Sacramental, pero si nuestros quereres no se identifican, estaré para ellas como muerto, porque sólo mi Voluntad en el alma que se hace sojuzgar por Ella, produce todos los bienes y da vida a los mismos Sacramentos….”

El Señor le dice el 5 de noviembre de 1925:
“Tu amor no se detenga, recorra todos los Tabernáculos, cada Hostia Sacramental, y en cada Hostia oirás gemir al Espíritu Santo con dolor inenarrable. El Sacramento de la Eucaristía no es sólo Su Vida a la Gracia lo que reciben las almas, sino es mi misma Vida que se da a ellas, así que el fruto de este sacramento es FORMAR MI VIDA EN ELLAS, y cada Comunión sirve para hacer crecer mi Vida, para desarrollarla, DE MODO DE PODER DECIR: “YO SOY OTRO CRISTO.”

Pero, ¡ay de Mí! cuan pocos lo aprovechan, es más, cuántas veces desciendo en los corazones y me hacen encontrar las armas para herirme y me repiten la tragedia de mi Pasión, y en cuanto se consumen las especies sacramentales, en vez de incitarme a quedarme con ellas, soy obligado a irme bañado en lágrimas, llorando mi suerte sacramental, y no encuentro quien calme mi llanto y mis gemidos dolientes.
Si tú pudieses romper esos velos de la Hostia que me cubren, me encontrarías bañado en llanto conociendo la suerte que me espera al descender en los corazones”.

El 17 de octubre de 1928 le dice:
“Yo aquí en este Tabernáculo, ruego continuamente, ¿pero sabes tú cuál es

19

mi primera petición? Que mi Voluntad sea conocida, que Su Imperio que me tiene escondido impere sobre todas las criaturas y reine y domine en ellas, porque ENTONCES MI VIDA SACRAMENTAL TENDRÁ SU FRUTO COMPLETO…”

Después de haber leído todos estos escritos y aunque en mi indigna y pequeñísima capacidad, me atrevo a decir que el tiempo se ha cumplido, y que el Reino de Dios EN LA TIERRA: el Reino de Su Divina Voluntad “EN LA TIERRA (en nosotros) como en el Cielo (como en Dios)”, se establecerá progresivamente, pues es en cada uno de nosotros que se debe primero constituír este Reino hasta que llegue a la plenitud universal, aunque en diversos grados según Sus Designios, y según la disposición de cada alma a este Don.

Esto es un decreto Divino y tomará lugar según Sus Designios y en cumplimiento de Las Sagradas Escrituras, pero que requiere primero esa prueba final a la Iglesia a la cuál el Catecismo en el # 675 hace referencia.

ES ESTA LA VERDADERA NUEVA ERA ESPERADA POR TODOS, Y ES NUESTRA SANTÍSIMA MADRE QUIEN HA ESTADO DISPONIENDO A TODAS LAS ALMAS Y A TODOS LOS PUEBLOS PARA RECIBIR ESTE REINO.

ES ELLA LA REINA Y LA PORTADORA DEL REY. Es Ella Quien
nos trae el Reino. Me refugio pues en Su Inmaculado Corazón y oro incesantemente pidiendo a Ella, Quien por designio de Dios, es también Corredentora, Medianera y Abogada nuestra, que nos ayude a disponernos y a prepararnos a recibir nuevamente este Don de vivir en Su Divina Voluntad, que en Jesús Nuestro Señor y POR EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO, nuevamente hará Reinar a Dios, UNO y TRINO, en cada uno de nosotros, pues repito: sólo en la Divina Voluntad Reinante y obrante en nosotros, y nosotros obrante en Ella, como Vida de todos nuestros actos y de todo nuestro ser, podremos nuevamente ser UNO en Él.

El Señor le dice a Luisa durante la 1ra Solemnidad de la fiesta de Cristo Rey en 1925: “Vengo como Rey en medio de los pueblos……MI MADRE CELESTIAL OS HARÁ DE MADRE Y REINA. Ya Ella va girando en medio de los pueblos y las naciones, para disponerlas y prepararlas a recibir el dominio del Reino de mi Voluntad……a Ella le confío, a su amor Materno,


20

el que me disponga las almas y los pueblos para recibir un Don tan grande.”

Luisa nos dice el 7 de octubre de 1928
“…así como la Soberana Señora venció a Su Creador y entretejiéndolo con sus cadenas de amor lo atrajo del Cielo a la tierra para hacerle formar el Reino de la Redención, así mismo, LA CORONA DULCE Y PODEROSA DE SU ROSARIO LA HARÁ DE NUEVO VICTORIOSA, triunfadora delante de la Divinidad, para conquistar el Reino de la Divina Voluntad….”

El Señor le dice a Luisa el 19 de mayo de 1931
“Mi Voluntad es Potencia que debilita todos los males y todas las potencias infernales; es Luz que se hace conocer por todos, y donde Ella Reina hace sentir Su Potencia, que ni siquiera a los mismos demonios les es posible desconocer, por eso LA REINA DEL CIELO ERA Y ES, EL TERROR DE TODO EL INFIERNO”.

Le dice el 13 de marzo de 1932
“Así que este Reino fue ya formado por Mí y por la Celestial Señora. Ya existe, solo que se debe dar a las criaturas; para darlo es necesario conocerlo, y como Ella es la criatura más santa y más grande, y que no conoció otro reino que el de mi Divina Voluntad, Este ocupa el primer lugar en Ella, y por derecho, LA CELESTIAL REINA SERÁ LA ANUNCIADORA, LA MENSAJERA Y LA CONDUCTORA DE UN REINO TAN SANTO. Por
eso, ruégale e invócala, y Ella te servirá de guía y de maestra…”

Y también el 14 de mayo de 1935
“Sin embargo, hija mía, el Reino de mi Divina Voluntad infaliblemente llegará. Tú calculas humanamente y por eso su Advenimiento te parece difícil…y además, ¿no está acaso la Reina del Cielo, que con su dulce imperio ruega continuamente que este Reino venga a la tierra? ¿Y cuándo le hemos negado algo a esta Madre Celestial? Ella impetra con pleno derecho este Santo Reino, el cuál indudablemente le será concedido, y por eso, será también llamado: EL REINO DE LA REINA CELESTIAL.”

El 10 de febrero de 1937, La Santísima Virgen le dice a Luisa:
“Hija de mi materno corazón, EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD SERÁ MI REINO. A mí la Trinidad Sacrosanta me lo confió cuando me confió al Verbo Eterno; cuando descendió del Cielo a la tierra, así me confió su Reino y el mío.

21

Por eso mis suspiros son ardientes, mis oraciones incesantes, no hago mas que asaltar a la Trinidad Santísima con mi amor, con mis derechos de Reina y de Madre que me dio, a fin de que lo que me confió salga a la luz y forme su vida, para que mi Reino triunfe en la faz de la tierra.”

En La Llamada Materna de la Reina del Cielo le dice:
“Has de saber que yo recorreré todo el mundo, iré a cada alma, a todas las familias, a todas LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS, a todas las naciones, a todos los pueblos, y, si es necesario, recorreré siglos enteros, hasta que como Reina, haya formado a mi pueblo, y como Madre, a mis hijos, los cuales conocerán y harán reinar por doquier a la Divina Voluntad”.

Como conclusión, y pidiendo nuevamente la unción del Espíritu Santo para mí y para Ustedes en este momento, me atrevo a presentarles este diálogo entre Luisa y el Señor, que aunque es de uno de los volúmenes finales, siento que debo exponerlo aquí, ya que en estas palabras del Señor podremos entender algo, aunque muy poco sin haber leído los volúmenes anteriores, de lo que quiere decir “…que la Voluntad de Dios se haga en la tierra como en el Cielo”, y “que todos sean UNO en Nosotros”:

9 de agosto de 1937
“Entonces pensaba entre mí: “Dios mío, ¿quién podrá corresponderte y pagarte por tanto Amor tuyo? ¡Ah! tal vez sólo la Reina del Cielo puede vanagloriarse de haber correspondido a su Creador en amor, ¿y yo? ¿Y yo?” Y me sentía oprimida, y mi siempre amable Jesús haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho: “Hija de mi Voluntad, no temas, para quien vive en mi Voluntad hay sumo acuerdo en el amor, porque MI VOLUNTAD POSEYENDO SU VIDA EN LA CRIATURA, duplica su Amor, y cuando quiere amar, ama en Sí misma y ama dentro del alma, porque en ella posee su Vida; en mi Querer el amor está en sumo acuerdo; los gozos, la felicidad del puro amor están en pleno vigor.


Nuestra paterna bondad es tanta para quien vive en nuestro Querer, que numeramos los respiros, los latidos, los pensamientos, las palabras, los movimientos, para corresponderlos con los nuestros y llenarlos todos de amor, y en nuestro énfasis de amor le decimos: “Nos ama y la debemos amar.”


22

Y mientras la amamos hacemos desahogo de tales dones y gracias, de dejar estupefactos a Cielo y tierra; esto hicimos con nuestra Reina, desahogamos tanto; ¿pero sabes tú qué significa este nuestro desahogar? Nos miramos a Nosotros mismos y queremos dar lo que somos y lo que poseemos, la desemejanza nos pondría en pena, y la criatura viéndose desemejante de Nosotros, no estaría con Nosotros con aquella confianza de hija y con aquel dominio de cuando se poseen los mismos bienes, los mismos dones; esta disparidad sería un obstáculo para formar UNA SOLA VIDA y para amarnos con un solo amor, mientras QUE EL VIVIR EN NUESTRO QUERER DIVINO ES PROPIAMENTE ESTO, UNA SOLA VOLUNTAD, UN SOLO AMOR, BIENES COMUNES, Y TODO LO QUE PODRÍA FALTAR A LA CRIATURA SE LO DAMOS DE LO NUESTRO PARA SUPLIRLA EN TODO Y PODER DECIR: “LO QUE QUEREMOS NOSOTROS QUIERE ELLA, NUESTRO AMOR Y EL SUYO ES UNO SOLO, Y ASÍ COMO LA AMAMOS NOSOTROS, ELLA NOS AMA.”

Hija mía, nos faltaría la fuerza si no eleváramos a la criatura que vive en nuestra Voluntad hasta el nivel de nuestra semejanza y hacerla poseer nuestros bienes, tan es verdad, que mi Madre Celestial, como vivía en mi Voluntad poseía la misma Vida de Ella, nos amamos con un solo amor y amamos a las almas con un amor gemelo”.

En el siguiente capítulo, el 15 de agosto de 1937 el Señor le dice a Luisa:
“Hija mía, no hay nada de que maravillarse, lo que te digo es la pura verdad, mi Voluntad es todo y puede todo, y no poner en nuestras condiciones a quien vive en Ella no es de nuestro Ser Supremo, a lo más se puede ver que EN NOSOTROS ES NATURALEZA, Y PARA QUIEN
VIVE EN ELLA ES GRACIA, participación, desahogo de nuestro amor, Voluntad nuestra que quiere que así sea la criatura. Por eso queremos que viva en nuestro Querer, para hacer que sus actos y los nuestros estén fundidos juntos y suenen con un mismo sonido, tengan un mismo valor, un solo amor.


Resistir a un acto nuestro ni podemos ni queremos, es más, tú debes saber que el vivir en nuestro Querer es UNIDAD, tanto, que si la criatura ama, Dios está a la cabeza de su amor, así que el amor del uno y de la otra es uno solo; si piensa, Dios está a la cabeza de su pensamiento; si habla,


23

Dios es principio de su palabra; si la criatura obra, Dios es el primer actor y obrador de sus obras; si camina, Dios se pone a la cabeza de sus pasos.

POR ESO EL VIVIR EN MI VOLUNTAD NO ES OTRA COSA QUE LA VIDA DE LA CRIATURA EN DIOS, Y LA DE DIOS EN ELLA;
dejar separada de nuestro amor, de nuestra potencia, de nuestros actos a quien vive en nuestro Querer nos resulta imposible, SI UNA ES LA VOLUNTAD todo lo demás va junto, unidad de amor, de obras y de todo.

He aquí por eso que el vivir en nuestro Fiat Divino es el prodigio de los más grandes prodigios, jamás visto ni oído; es nuestro amor exuberante, que no pudiendo contenerlo queríamos hacer este prodigio que sólo un Dios podía hacer en la criatura, pero que ingrata no aceptó; pero Nosotros no hemos cambiado Voluntad a pesar de que hemos sido combatidos, y reprimido nuestro amor en forma que nos hace sentir espasmos; usaremos tales excesos de amor, tales industrias y estratagemas, que lograremos nuestro intento: QUE UNA SEA NUESTRA VOLUNTAD CON LA DE LA CRIATURA.”

——————————————————————————————–

“En Cristo, Dios nos ha dado a conocer EL MISTERIO DE SU VOLUNTAD… para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los Cielos y LO QUE ESTÁ EN LA TIERRA”. (Efesios 1: 9, 10).

——————————————————————————————–
Queridos hermanos en el Señor, en vista a todo lo que les presento en esta introducción, me atrevo también a exhortarlos a meditar y discernir varias citas de la Santa Biblia que considero relevante a este tema:
Isaias 11: 2, 4, 6-9, Isaias 65: 17, 19, 20, 25, Hechos 3: 20, 21, Romanos
8: 19-23, 2 Pedro 3: 13, Apocalipsis 1: 4, 8,19, Apocalipsis 11: 17,
Apocalipsis 19: 13, 15, 16, Apocalipsis 21: 3, 4, 7, Apocalipsis 22: 3, 4, 5,
13, 14.
——————————————————————————————–
“…Por Su Voluntad todas las cosas existen y fueron creadas”
Apocalypsis 4:11

“La Voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad”

24

1 Tim. 2: 4

“La Voluntad de Dios es vuestra Santificación; …Asi pues, el que esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os hace Don de Su Espiritu Santo”
1Tes. 4: 3, 8


“!YA NO HABRÁ DILACIÓN! SINO QUE EN LOS DÍAS EN QUE SE OIGA LA VOZ DEL SÉPTIMO ANGEL, CUANDO SE PONGA A TOCAR LA TROMPETA, SE HABRÁ CONSUMADO EL MISTERIO DE DIOS, SEGÚN LO HABÍA ANUNCIADO COMO BUENA NUEVA A SUS SIERVOS
LOS PROFETAS”. Apocalípsis 10: 7.
———————–
El 27 de agosto de 1926, el Señor le hacía ver a Luisa al Padre Annibale di Francia cuando Él le decía:
“Hijo mío, el título que darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será este:
EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD ENTRE LAS CRIATURAS – LIBRO DE CIELO- EL LLAMADO A LA CRIATURA AL ORDEN, AL PUESTO Y AL FIN PARA EL CUAL FUE CREADA POR DIOS”.

——————————————————————————————–
Oremos incesantemente para que la Iglesia pueda pronto publicar la versión oficial de estos escritos y difundirlos en el mundo entero.
——————————————————————————————–

Con estas citas y por Gracia de Dios, concluyo esta comunicación en el Amor del Señor y de nuestra Santísima Madre. ¡Que la Paz y la Gracia del Señor sea con vosotros!

Vuestro hermano en Cristo Jesús.

NOTA DEL AUTOR DE ESTA COMUNICACIÓN:

Después de discernir en intensa oración, sentí la necesidad de hacer esta comunicación de una manera anónima, pues lo importante es el mensaje y no el mensajero. ¡Que vuestros corazones se abran a la Luz del Espíritu Santo para que os ilumine sobre esta comunicación!

25

——————————————————————————————–

LES RECUERDO NUEVAMENTE QUE EL SEÑOR PIDE QUE ESTOS ESCRITOS SEAN LEÍDOS EN EL ORDEN EN QUE FUERON DADOS,
Y EN SU TOTALIDAD. Les exhorto también a que los hagan llegar a aquellos hermanos Sacerdotes y Religiosos a los que el Espíritu Santo les guíe.

——————————————————————————————–

Es mi sugerencia que bajen los escritos a un CD, y de este vayan imprimiendo los volúmenes según los lean. Les exhorto a que la lectura de estos escritos sea parte integral de sus lecturas diarias de la Sagrada Escritura, y que también sean releídas continuamente.

El 24 de diciembre de 1929 el Señor le dice a Luisa:
“Si tu supieras cuánta Luz hay en todo lo que te he manifestado acerca de mi Divina Voluntad (volúmenes 11 al 36), y cuánta más Luz resplandecería si fueran leídas y releídas, tu misma quedarías eclipsada y maravillada por el gran bien que harán.

…si mis Verdades manifestadas son puestas en el olvido, y no son puestas en un puesto de honor, quedan como sepultadas, pero los vivos no se sepultan; ellas son Luz que poseen y llevan Vida”…

——————————————————————————————-

“La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estarán con nosotros según la verdad y el amor”.
2nda Epístola de San Juan vs. 3.

————————————————————————–

26

El 29 de octubre del 2005, S.E. Monseñor Giovanni Battista Pichierri, Arzobispo de Trani, concluyó la fase Diocesana para
la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios,
Luisa Piccarreta.
LA CAUSA HA SIDO OFICIALMENTE TRANSFERIDA AL VATICANO.

—————————————————–
——————————


El tiempo se ha cumplido! He aquí el Triunfo Final del Inmaculado Corazón de María!

————————————————————————-

DEO GRATIAS


——————————————————————————————–

*( de la página 3) El 23 de abril de 1865, domingo “in Albis”, nació y fue bautizada Luisa Piccarreta, a quien Jesús llamó a ofrecerse como “víctima” para dar satisfacción con Él a la Divina Justicia y así obtener abundante Misericordia para sus hermanos. SETENTA AÑOS después, Ntro. Señor dijo repetidas veces por medio de Santa Faustina Kowalska, que el domingo “in Albis” tenía que ser para la Iglesia la fiesta de la Divina Misericordia. Precisamente el 23 de Abril de 1995, coincidiendo de nuevo el domingo “in Albis”, el Papa Juan Pablo II instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia. En el año 2005, después de otros SETENTA AÑOS, el ahora Siervo de Dios Juan Pablo II fue llamado a la Casa del Padre durante el comienzo de la celebración litúrgica de esta Fiesta. En el número 1588 del diario de Santa Faustina, el Señor le dice que “Antes del día de la justicia, envía el día de la Misericordia”.

EL OSSERVATORE ROMANO Domingo 4 de septiembre de 2005 -09-06


27

APOSTOL DEL SUFRIMIENTO SALVIFICO ALIMENTADA DE ESPIRITUALIDAD EUCARISTICA.
La conclusión de la fase diocesana de la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta.

El próximo 29 de octubre en la Iglesia Matrice de la ciudad de Corato de la región de la Puglia, Mons. Giovan Battista Pichierri, Arzobispo de Trani- Barletta- Bisceglie, cerrará la fase diocesana de la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta (1865-1947), humilde y oculta Terciaria Dominica, (crucificada) en una cama por más de sesenta años. Los Ordinarios Diocesanos, uno tras otro en el tiempo, con gran prudencia y mucha constancia -empezando con el dominicano Mons. Reginaldo Guiseppe Maria Addazi, seguido por Mons. Guiseppe Carata- se dieron a la tarea de redescubrir y rescatar su límpido testimonio de vida, mientras que los fieles continuaban perseverando en la siempre más extendida devoción hacia un alma tan excelsa.

Redescubrimiento y valorización

En los casi sesenta años trascurridos desde su muerte, se ha ido intensificando la meticulosa búsqueda de textos manuscritos o impresos de Luisa Piccarreta; han surgido grupos y asociaciones privadas inspiradas en su espiritualidad, sacando mucho provecho de la lectura de las obras publicadas.
Se obtuvo de la Santa Sede la autorización para trasladar los restos mortales de la Terciaria Dominica del Cementerio de Corato a su iglesia parroquial de Santa Maria Greca. Se rescató la casa que fue habitación de la Sierva de Dios por tantos años en Via Nazario Sauro, y fue erigida canónicamente la Pía Asociación de los “Pequeños Hijos de la Divina Voluntad”. Por caminos misteriosos, abiertos por la Divina Providencia, la figura y la espiritualidad de Luisa Piccarreta fue descubierta y valorada por un gran número de fieles de las dos Américas.
En la feliz concatenación de pasos de revalorización, el Arzobispo Mons. Carmelo Cassati obtuvo de las Congregaciones Romanas competentes el “nihil obstat” para la apertura de la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios, que tuvo lugar el 20 de noviembre de 1994, solemnidad de Cristo Rey del Universo; y ahora, finalmente hemos llegado a la conclusión de esta primera fase de la larga ascensión hacia el honor de los altares.


28

El recuerdo de Luisa nunca ha estado sepultado, ni sus humildes y extraordinarias enseñanzas, ni el testimonio de su existencia evangélica, ni la edificación espiritual que atrae a las almas a seguir su ejemplo, ni el bien que continua derramando con su intercesión en el Cielo.
Tres acontecimientos verdaderamente históricos han coronado el camino de afirmación de Luisa Piccarreta en estos últimos años. Los Congresos Internacionales que se han tenido: en San José, Costa Rica, en diciembre de 1995; en Corato en octubre del 2002 y próximamente, también en Corato, del 27 al 29 de octubre. El Congreso Internacional de Costa Rica duró once días, se desarrolló teniendo cinco ricas conferencias cada día, más bien “meditaciones”, todas basadas en la Divina Voluntad así como fue vivida y enseñada por Luisa Piccarreta, se tenía por supuesto la Celebración Eucarística y adoración permanente (diurna y nocturna) al Santísimo Sacramento.
Algunos datos sirven para evidenciar la magnitud de aquél memorable Congreso: cerca de doscientos congresistas proveniente de dieciséis naciones de América, una representación de Italia y de la India, distintos obispos (entre los cuales el Ordinario de Trani-Barletta-Bisceglie, Mons. Cassati), cerca de trescientos sacerdotes, ciento cincuenta seminaristas y muchísimas religiosas.

Hacia el Congreso de octubre

El Congreso del 2002, que se desarrolló en el “Oasi di Nazareth de Corato”, con muchos participantes provenientes del extranjero, sirvió para poner de relieve el estado de la Causa. El último Congreso Internacional, previsto para el próximo mes de octubre, con ocasión de la clausura de la fase diocesana de la Causa de Beatificación de Luisa, contribuirá a poner en evidencia los aspectos sobresalientes respecto a la persona, la espiritualidad y la santidad de vida de Luisa Piccarreta, a la luz de los testimonios y de los documentos hallados en el curso de estos últimos años.
A propósito de la Causa, ya en 1994, apenas constituido el Tribunal Eclesiástico y publicado el edicto arzobispal para la recolección de los nombres de los testigos que se debían interrogar y de los escritos de Luisa Piccarreta, se ha verificado como la confluencia de una multitud de fieles en torno al lecho de la Sierva de Dios para escuchar sus sencillas y luminosas lecciones todas basadas en el Divino Querer, del mismo modo que ocurría cuando ella vivía. De hecho, el primer resultado del trabajo procesal ha sido el hallazgo y la catalogación de los diarios y de las publicaciones de las obras piccarretianas.

29

En 1996, el Arzobispo Mons. Cassati, presentando una solicitud al entonces Card. Joseph Ratzinger, obtuvo del ex Santo Oficio fotocopia de los treinta y cuatro cuadernos autógrafos de la Sierva de Dios -recogidos en 1938 por el susodicho Dicasterio- y nombró a algunos insignes teólogos para la reexaminación de tales escritos y para un juicio sobre la ortodoxia del pensamiento de Luisa, que se debe adjuntar a las actas judiciales.
En el lapso de tiempo transcurrido desde su muerte, el fuego de estos escritos casi ha estallado y ahora el Tribunal ha podido constatar toda la benéfica entidad y alcance: ¡verdaderamente una mina de espiritualidad! También la difusión de las obras traducidas en las diversas lenguas constituye como un devoto peregrinaje y una religiosa escucha de su sencilla, humilde y eficaz palabra proclamada con la vida y con los opúsculos.
No se crea, sin embargo, que la Sierva de Dios haya sido una grafómana o alguien que tendía a hacer publicidad en torno a su persona. Por el contrario, fue extremadamente reticente a dictar o a poner por escrito el fruto de sus prolongadas contemplaciones nocturnas y de sus amorosos diálogos con su esposo Jesús. Cedió sólo a la obediencia a sus Confesores, el primero de los cuales fue el sacerdote Don Gennaro De Gennaro y San Annibale Maria Di Francia, su director y promotor de las primeras publicaciones.
Ha sido urgencia del Tribunal hacer propio de las actas un nutrido dossier de testimonios recogidos y verbalizados extra y antes del Proceso formal en los años 70 por el P. Bernardino Giuseppe Bucci y la autorización de Mons. Carata, para que no se perdieran, dada la avanzada edad de los testigos de visu et ex auditu, ahora ya fallecidos.
Por lo que se refiere al desarrollo de las sesiones para la ejecución de los testimonios sobrevivientes citados -todos invitados a las declaraciones juradas- se confirmó el consenso unánime acerca de la santidad y el ejercicio heroico de las virtudes teologales y cardinales de la Sierva de Dios; y no se viola ningún secreto si se afirma su unánime juicio, tanto más válido si se considera en el contexto de la invariada y creciente unanimidad de devoción siempre en acto de la opinión popular. A los miembros del Tribunal, bajo la guía del Postulador de la Causa, Don Lattanzio, les parecía revivir a través de las respuestas escuchadas, el entusiasmo de los cuatro días de exposición de los restos mortales de Luisa y del triunfal funeral del fatídico marzo de 1947, apoteosis y coronación de su existencia terrena.
Queriendo esbozar aunque sea un pálido perfil, los rasgos que quedan impresos podrían ser: Luisa Piccarreta gozaba, en la voz del pueblo, ya en vida del apelativo de “santa” y, como ya se señaló, todos la llamaban y aun la llaman “Luisa la Santa”.

30

Esto no pretende adelantar el inapelable juicio que corresponde sólo a la Santa madre Iglesia -!no obstante haya un ardiente voto!- sino que denota sólo un juicio del pueblo, fuertemente golpeado por la simplicidad, transparencia y santidad de ella. Nunca hubo en ella actitudes clamorosas o de fenómenos extraordinarios: una existencia marcada por más de sesenta años de sufrimiento, de unión con Jesús sufriente; de uniformidad a la voluntad de Dios, a la cual se consagra con voto de víctima y con la gracia por ella querida de no tener signos visibles en el cuerpo; del trabajo a ella posible (recamado de bolillos) enseñado a las alumnas; de pobreza y de despego absoluto de los bienes terrenos, en un estado de continua oración. En la cotidianidad de sus deberes, un solo fenómeno extraordinario: el régimen de su alimentación y la rigidez corpórea nocturna que ella llamaba “su estado habitual”. Por el decir de cuantos la asistieron, Luisa se alimentaba poquísimo, sin algún daño a su salud. De una cosa no podía prescindir: de la Santísima Eucaristía.
Cuenta en su autobiografía que siendo adolescente: «la Comunión se convirtió en mi pasión predominante. En Ella concentré todos mis afectos. Era feliz al oír hablar a Jesús, y cuánto me costó el quedar privada de Ella, porque era obligada por la familia a ir con ella a la masada, donde debía permanecer por largos meses sin la Misa y sin la Comunión.”

En coloquio con el Esposo

Su coloquio con el Esposo Divino se extendía largamente en la noche, provocándole la rigidez de los miembros, de lo cual sólo podía espabilarse mediante la obediencia al sacerdote que acudía cotidianamente a casa para la celebración de la Santa Misa o para la Comunión Eucarística. El resto de la jornada lo transcurría entre el trabajo y la acogida sonriente a aquellos que venían a pedir consejo o consuelo. Afirma Don Benedetto Calvi, último confesor e incomparable difusor de su figura y de sus escritos: “Su pequeño lecho se convertía en una maravillosa cátedra de la cual, con sabiduría y unción divina, íntimamente cambiaba a las almas. No pocas salían de su habitación visiblemente cambiadas, asombradas y conmovidas, y dispuestas a purificarse con una Santa Confesión”. Para todos, el ejemplo de una santidad normal, cotidiana, ordinaria, consistente en la simplicidad y humildad de vida, en sus breves exhortaciones, en el esfuerzo de intenciones sobrenaturales y en la perfección de sus actos: es el estilo de santidad que actualmente es buscada por la mayor parte de los fieles.

31

La espiritualidad caracterizante de la vida, del hablar y de los escritos de la Sierva de Dios, fue el “hacer la Voluntad de Dios», “el ser la pequeña Hija del Divino Querer” y “la misionera del Reino de la Voluntad de Dios», a la luz de la afirmación de Jesús: “Mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me ha enviado» (Jn 4, 34) y de la célebre oración del Santo dominico Alberto Magno: «Señor, yo quisiera ser Tu amadísima Voluntad». Por lo tanto, las exhortaciones, los diarios, los libros y los consejos eran hechos, a la luz del “fiat voluntas Tua”, así como Jesús hizo, enseñó y nos sugiere en la oración del Padre Nuestro.
Desde este punto principal se explica el ejercicio constante y heroico de las virtudes de Luisa, especialmente su imperturbable serenidad en las pruebas que debió sufrir. Durante la vida se vio muchas veces visitada, examinada, observada e interrogada por autoridades eclesiásticas, por superiores, por sacerdotes y religiosos de notable cultura teológica y ascética, pero permaneció perfectamente serena y sobre todo humilde y obediente a la voluntad de Dios que se manifiesta a través de la Iglesia y sus ministros. Y ahora parece que sea únicamente la augusta voluntad divina a remover los obstáculos y a promover la difusión de una espiritualidad tan necesaria actualmente para la salvación de la humanidad.

Maestra y misionera del Divino Querer, lo propone no “con palabras de sabiduría humana”, en un areópago de sabios de la tierra, sino como fruto de su amor a Dios, como humildísima mujer del pueblo, con un grado de cultura apenas elemental, con una existencia casi de sepultada y “escondida con Cristo en Dios” (Col 3, 3).

Espíritu de Obediencia
Resplandece en la Sierva de Dios su espíritu y la práctica de la obediencia a la Santa Iglesia. Ya se ha hecho mención de los actos de obediencia respecto a los escritos y para la liberación cotidiana de “su habitual estado”. Su plena sumisión al juicio de los superiores eclesiásticos ha sido la perla más fúlgida de su alma. Ella misma –es bueno resaltarlo – infundía tal sentimiento en los sacerdotes, que parecían involucrados en su caso. Por eso, fue siempre tenida en gran estima por todos los Arzobispos que se sucedieron en la Diócesis, por los sacerdotes del lugar y por los religiosos que se interesaron en ella. Luisa queda en el cielo como una luminaria de esta virtud en una época no exenta de contestaciones, fruto del “non serviam” serpenteante en las relaciones de Iglesia, de familia, de naciones y de convivencia social.

32

Un último toque para un perfil espiritual casi completo de la Sierva de Dios se evidencia de las conclusiones del Proceso, y son: apóstol del sufrimiento salvífico.
El hombre contemporáneo, que se fía de las certezas de sus conquistas científicas, tecnológicas y sociales, rehuye el misterio de la cruz, del dolor del sufrimiento, lo interpreta casi como aniquilamiento de su dignidad, no lo comprende, y trata de eliminarlo de la historia.
Con sabiduría evangélica, Luisa Piccarreta propone la cruz con términos concretos y populares y con incisivos ejemplos, como remedio y salud del mundo. En ella la cruz es dolor fecundo en unión con Cristo crucificado y siempre místicamente inmolado en la Eucaristía; es un dolor lleno de amor, es dolor voluntariamente escondido y siempre en línea y en sintonía con el Fiat, pronunciado en Nazareth y renovado en el Calvario por María Santísima, de quien Luisa fue tan devota.
Por lo tanto, nunca lamentos, sino sólo unión con Cristo víctima de reparación delante de la Justicia de Dios en favor de los hombres: al cáliz desbordante de los méritos de Cristo paciente, ella nos recuerda que es necesario agregar la gota del hombre para cooperar a su misma Redención. A cuantos se dirigían a ella para implorar de Dios consuelo en las penas de la vida, nunca escondió esta sublimación del sufrimiento, Vía Crucis seguido por ella hasta el Getsemaní y hasta el “consummatum est” del 4 de marzo de 1947.
Creemos que no exageramos si afirmamos que Luisa Piccarreta se ha convertido en una criatura que ha dejado signos indelebles de los carismas, de las funciones y del apostolado desarrollado y, por misteriosa disposición de la voluntad de Dios, brilla como estrella en el firmamento de la santidad de Cristo, reflejada en innumerables aspectos en los hermanos y hermanas unidos a ella. El espíritu de las virtudes practicadas por ella queda y se convierte siempre más, no obstante haya pasado tanto tiempo, en estímulo y ejemplo para todos para recorrer el mismo camino de santidad.
Esta humilde laica, anciana y perennemente joven en la frescura de su carne tan martirizada por tan larga e inexplicable enfermedad (no se ha hallado ningún diagnostico preciso), toda paz, serenidad, humildad e inocencia, de lo
alto de los Cielos interceda protección celestial. por nosotros peregrinos y nos obtenga la
SABINO LATTANZIO
Postulador PIETRO CIRASELLI
Juez Delegado


33


1
M. I.

1-1
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Por pura obediencia comienzo a escribir.
Tú sabes, oh Señor, el sacrificio que me cuesta hacerlo, y que me sometería a mil muertes antes que escribir una sola línea de las cosas que han pasado entre Tú y yo. ¡Oh mi Dios! Mi naturaleza se estremece, se siente aplastada y casi deshecha al sólo pensarlo.
¡Ah, dame la fuerza, oh vida de mi vida, a fin de que pueda cumplir la santa obediencia! Tú que diste la inspiración al confesor, dame la gracia de poder cumplir lo que me es mandado.
¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada! Sin tu ayuda estoy cierta que no tendré fuerza de cumplir esta obediencia que tanto me cuesta, me vencerá el enemigo y temo ser repudiada justamente por Ti por mi desobediencia. ¡Ah! Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo santo en estos tus brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de luz en mi alma. ¡Oh! Mi místico Sol Jesús, resplandezca esta luz en mi mente, a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. ¡Oh! Sol Eterno, manda otro rayo de luz a lo íntimo de mi corazón y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en tu Amor, a fin de que él, que más que todo ha probado las dulzuras de tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien está obligado. ¡Oh! Mi Sol Jesús, manda otro rayo de luz aun sobre mis labios para que pueda decir la pura verdad, con la única finalidad de conocer si eres verdaderamente Tú o bien ilusión del enemigo. Pero, ¡oh! Jesús, cuán escasa de luz me veo aun en estos brazos tuyos. ¡Ah! Conténtame, Tú que tanto me amas, continúa mandándome luz. ¡Oh! Mi Sol, mi bello, propiamente quiero entrar en el centro, a fin de quedar toda abismada en esta luz purísima. Haz, oh Sol Divino, que esta luz me preceda delante, me siga junto, me circunde por doquier, se introduzca en los más íntimos escondites de mi interior, a fin de que consumiendo mi ser terreno, lo transformes todo en tu Ser Divino.
Virgen Santísima, Madre amable, ven en mi auxilio, obtenme de tu y mi dulce Jesús gracia y fuerza para cumplir esta obediencia.
San José, amado protector mío, asísteme en esta circunstancia. Arcángel San Miguel, defiéndeme del enemigo infernal, que tantos obstáculos me pone en la mente para hacerme faltar a esta obediencia. Arcángel San Rafael y tú mi Ángel custodio, vengan a asistirme y a acompañarme, a dirigir mi mano a fin de que pueda escribir sólo la verdad.
Sea todo para honor y gloria de Dios, y a mí toda la confusión. ¡Oh, Esposo Santo, ven en mi ayuda! Al considerar las tantas gracias que has hecho a mi alma, me siento toda espantada, toda llena de confusión y vergüenza al verme aún tan mala y sin corresponder a tus gracias. Pero mi amable y dulce Jesús, perdóname, no te retires de mí, continúa derramando en mí tu gracia, a fin de que puedas hacer de mí un triunfo de tu Misericordia. Empieza su narración a los 17 años y sólo pone las primeras dos meditaciones.

1 Todos los libros presentados en la obra “Libro de Cielo” han sido traducidos directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta. En este primer volumen presentamos los primeros cuatro libros escritos por Luisa. El día 28 de Febrero de 1899, ella recibe la orden de su confesor, Don Gennaro Di Gennaro de comenzar a escribir conforme Jesús le habla, y además, escribir todo lo que había pasado entre ellos hasta ese momento, así que el libro N° 1 es el único que no fue escrito conforme Nuestro Señor le hablaba. Aunque es en forma continua, se distinguen varios temas muy bien definidos, pero no queremos marcarlos para no alterar la forma como lo escribió. Al inicio de este libro se encuentran las dos primeras meditaciones de la novena de navidad, las siete restantes se encuentran al final; por lo dicho anteriormente queremos dejar el orden que ella usó al escribir dicho volumen, por lo que aparentemente queda inconclusa, pero al final se encuentran las meditaciones que faltan. Además, esta novena se pone completa al final del libro.

Y ahora comienzo _ Novena de la Santa Navidad. A la edad de diecisiete años, me preparé a la fiesta de la Santa Navidad practicando diferentes actos de virtud y mortificación, honrando especialmente los nueve meses que Jesús estuvo en el seno materno con nueve horas de meditación al día, referentes siempre al misterio de la Encarnación.
1º.- Como por ejemplo, en una hora me ponía con el pensamiento en el paraíso y me imaginaba a la Santísima Trinidad: Al Padre que mandaba al Hijo a la tierra, al Hijo que prontamente obedecía al Querer del Padre, y al Espíritu Santo que consentía en ello. Mi mente se confundía tanto al contemplar un misterio tan grande, un amor tan recíproco, tan igual, tan fuerte entre Ellos y hacia los hombres; y en la ingratitud de estos, especialmente la mía; que en esto me habría quedado no una hora sino todo el día, pero una voz interna me decía:
“Basta, ven y mira otros excesos más grandes de mi Amor”.
2º.- Entonces mi mente se ponía en el seno materno, y quedaba estupefacta al considerar a aquel Dios tan grande en el Cielo, y ahora tan humillado, empequeñecido, restringido, que casi no podía moverse, ni siquiera respirar. La voz interior me decía:
“¿Ves cuánto te he amado? ¡Ah! dame un lugar en tu corazón, quita todo lo que no es mío, porque así me darás más facilidad para poderme mover y respirar”.
Mi corazón se deshacía, le pedía perdón, prometía ser toda suya, me desahogaba en llanto, sin embargo, lo digo para mi confusión, volvía a mis habituales defectos. ¡Oh! Jesús, cuán bueno has sido con esta miserable criatura.
Y así pasaba la segunda hora del día, y después, poco a poco el resto, que decirlo todo sería aburrir. Y esto lo hacía a veces de rodillas y cuando era impedida a hacerlo por la familia, lo hacía aun trabajando, porque la voz interna no me daba ni tregua ni paz si no hacía lo que quería, así que el trabajo no me era impedimento para hacer lo que debía hacer. Así pasé los días de la novena, cuando llegó la víspera me sentía más que nunca encendida por un insólito fervor, estaba sola en la recámara cuando se me presenta delante el niño Jesús, todo bello, sí, pero titiritando, en actitud de quererme abrazar, yo me levanté y corrí para abrazarlo, pero en el momento en que iba a estrecharlo desapareció, esto se repitió tres veces. Quedé tan conmovida y encendida de amor, que no sé explicarlo; pero después de algún tiempo no lo tomé más en cuenta, y no se lo dije a nadie, de vez en cuando caía en las acostumbradas faltas. La voz interna no me dejó nunca más, en cada cosa me reprendía, me corregía, me animaba, en una palabra, el Señor hizo conmigo como un buen padre con un hijo que tiende a desviarse, y él usa todas las diligencias, los cuidados para mantenerlo en el recto camino, de modo de formar de él su honor, su gloria, su corona. Pero, ¡oh! Señor, demasiado ingrata te he sido.

Le enseña el desapego. Desapego del mundo exterior

Después el Divino Maestro da principio, pone su mano para desapegar mi corazón de todas las criaturas, y con voz interior me decía:
“Yo soy el único que merece ser amado; mira, si tú no quitas este pequeño mundo que te rodea, esto es, pensamientos de criaturas, imaginaciones, Yo no puedo entrar libremente en tu corazón, este murmullo en tu mente es impedimento para dejarte oír más clara mi voz, para derramar mis gracias y para hacerte enamorar verdaderamente de Mí. Prométeme ser toda mía y Yo mismo pondré manos a la obra. Tú tienes razón en que no puedes nada, no temas, Yo haré todo, dame tu voluntad y eso me basta”.
Y esto sucedía más frecuentemente en la Comunión; entonces le prometía ser toda suya, le pedía perdón por que hasta aquel momento no lo había sido, le decía que verdaderamente lo quería amar y le rogaba que no me dejase nunca más sola sin Él. Y la voz continuaba:
“No, no, vendré junto contigo a observar todas tus acciones, movimientos y deseos”.

Todo el día lo sentía sobre de mí, me reprendía de todo, como por ejemplo si me entretenía demasiado platicando con la familia de cosas indiferentes, no necesarias, la voz interna me decía:
“Estas pláticas te llenan la mente de cosas que no me pertenecen a Mí, te circundan el corazón de polvo, de modo que te hace sentir débil mi Gracia, no más viva.
¡Ah! Imítame a Mí cuando estaba en la casa de Nazaret, mi mente no se ocupaba de otra cosa que de la gloria del Padre y de la salvación de las almas, mi boca no decía otra cosa que discursos santos, con mis palabras buscaba reparar las ofensas al Padre, trataba de asaetear los corazones y atraerlos a mi Amor, y primariamente a mi Madre y a San José, en una palabra, todo nombraba a Dios, todo se obraba por Dios y todo a Él se refería. ¿Por qué no podrías hacer tú otro tanto?”
Yo quedaba muda, toda confundida, trataba por cuanto más podía de estarme sola, le confesaba mi debilidad, le pedía ayuda y gracia para poder hacer lo que Él quería, porque por mí sola no sabía hacer otra cosa que mal. Si durante el día mi mente se ocupaba en pensar en personas a las cuales yo quería, enseguida me reprendía diciéndome:
“¿Esto es lo bien que me quieres? ¿Quién te ha amado como Yo? Mira, si tú no terminas con esto Yo te dejo”.
A veces me sentía dar tales y tantos reproches amargos, que no hacía otra cosa que llorar. Especialmente una mañana, después de la Comunión me dio una luz tan clara sobre el gran amor que Él me daba y sobre la volubilidad e inconstancia de las criaturas, que mi corazón quedó tan convencido, que de ahí en adelante ya no ha sido capaz de amar a ninguna persona. Me enseñó el modo de como amar a las personas sin separarme de Él, esto es, con mirar a las criaturas como imagen de Dios, de modo que si recibía el bien de las criaturas, debía pensar que sólo Dios era el primer autor de aquél bien y que se había servido de la criatura para dármelo, entonces mi corazón se unía más a Dios. Si recibía mortificaciones debía mirarlas también como instrumentos en las manos de Dios para mi santificación, por esto mi corazón no quedaba resentido con mi prójimo. Entonces por este modo sucedía que yo miraba a las criaturas todas en Dios, por cualquier falta que viera en ellas jamás les perdía la estima, si se burlaban de mí me sentía obligada con ellas pensando que me hacían hacer nuevas adquisiciones para mi alma, si me alababan, recibía con desprecio estas alabanzas diciendo: “Hoy esto, mañana pueden odiarme, pensando en su inconstancia”. En suma, mi corazón adquirió una libertad que yo misma no sé explicar.

Purificación interior. Purificación del interior de su alma.

Cuando el Divino Maestro me liberó del mundo externo, entonces puso mano a purificar el interior, y con voz interna me decía:
“Ahora hemos quedado solos, no hay ya quien nos disturbe, ¿no estás ahora más contenta que antes que debías contentar a tantos y tantos? Mira, es más fácil contentar a uno solo, debes hacer de cuenta que Yo y tú estamos solos en el mundo, prométeme ser fiel y Yo verteré en ti tales y tantas gracias que tú misma quedarás maravillada”.
Luego continuó diciéndome: “Sobre ti he hecho grandes designios, siempre y cuando tú me correspondas, quiero hacer de ti una perfecta imagen mía, comenzando desde que nací hasta que morí; Yo mismo te enseñaré un poco cada vez el modo como lo harás”.
Y sucedía así: Cada mañana, después de la Comunión me decía lo que debía hacer en el día. Lo diré todo brevemente, porque después de tanto tiempo es imposible poder decirlo todo. No recuerdo bien, pero me parece que la primera cosa que me decía que era necesaria para purificar el interior de mi corazón, era el aniquilamiento de mí misma, esto es, la humildad. Y continuaba diciéndome:
“Mira, para hacer que Yo derrame mis gracias en tu corazón, quiero hacerte comprender que por ti nada puedes. Yo me cuido muy bien de aquellas almas que se

atribuyen a ellas mismas lo que hacen, queriéndome hacer tantos hurtos de mis gracias. En cambio con aquellas que se conocen a sí mismas, Yo soy generoso en verter a torrentes mis gracias, sabiendo muy bien que nada refieren a ellas mismas, me agradecen y tienen la estima que conviene, viven con continuo temor de que si no me corresponden puedo quitarles lo que les he dado, sabiendo que no es cosa de ellas. Todo lo contrario en los corazones que apestan de soberbia, ni siquiera puedo entrar en su corazón, porque inflado de ellos mismos no hay lugar donde poderme poner; las miserables no toman en cuenta mis gracias y van de caída en caída hasta la ruina. Por eso quiero que en este día hagas continuos actos de humildad, quiero que tú estés como un niño envuelto en pañales, que no puede mover ni un pie para dar un paso, ni una mano para obrar, sino que todo lo espera de la madre, así tú te estarás junto a Mí como un niño, rogándome siempre que te asista, que te ayude, confesándome siempre tu nada, en suma, esperando todo de Mí”.
Entonces buscaba hacer cuanto más podía para contentarlo, me empequeñecía, me aniquilaba, y a veces llegaba a tanto, de sentir casi deshecho mi ser, de modo que no podía obrar, ni dar un paso, ni siquiera un respiro si Él no me sostenía. Además me veía tan mala que tenía vergüenza de dejarme ver por las personas, sabiendo que soy la más fea, como en realidad lo soy aún, así que por cuanto más podía las rehuía y decía entre mí: “¡Oh, si supieran cómo soy mala, y si pudieran ver las gracias que el Señor me está haciendo, (porque yo no decía nada a nadie) y que yo soy siempre la misma; oh, cómo me tendrían horror!”.
Después, en la mañana cuando iba de nuevo a comulgar, me parecía que al venir Jesús a mí hacía fiesta por el contento que sentía al verme tan aniquilada, me decía otras cosas sobre el aniquilamiento de mí misma, pero siempre de manera diferente a la anterior, yo creo que no una, sino cientos de veces me ha hablado, y si me hubiera hablado miles de veces tendría siempre nuevos modos para hablar sobre la misma virtud, ¡oh! mi Divino Maestro, cuán sabio eres, si al menos te hubiera correspondido.
Recuerdo que una mañana mientras me hablaba sobre la misma virtud, me dijo que por falta de humildad había cometido muchos pecados, y que si yo hubiera sido humilde me habría tenido más cerca a Él y no habría hecho tanto mal; me hizo entender como era feo el pecado, la afrenta que este miserable gusano había hecho a Jesucristo, la ingratitud horrenda, la impiedad enorme, el daño que le había venido a mi alma. Quedé tan espantada que no sabía qué hacer para reparar, hacía algunas mortificaciones, pedía otras al confesor, pero pocas me eran concedidas, así que todas me parecían sombras y no hacía otra cosa que pensar en mis pecados, pero siempre más estrechada a Él. Tenía tal temor de alejarme de Él y de actuar peor que antes, que yo misma no sé explicarlo. No hacía otra cosa cuando me encontraba con Él que decirle la pena que sentía por haberlo ofendido, le pedía siempre perdón, le agradecía porque había sido tan bueno conmigo, y le decía de corazón: “Mira, ¡oh! Señor el tiempo que he perdido, mientras que habría podido amarte”. Entonces no sabía decir otra cosa que el grave mal que había hecho; finalmente, un día reprendiéndome me dijo:

Olvido de las culpas. Olvido de las culpas.

“No quiero que pienses más en esto, porque cuando un alma se ha humillado, convencida de haber hecho mal y ha lavado su alma en el sacramento de la confesión y está dispuesta a morir antes que ofenderme, el pensar en ello es una afrenta a mi Misericordia, es un impedimento para estrecharla a mi Amor, porque siempre busca con su mente envolverse en el fango pasado y me impide hacerle tomar el vuelo hacia el Cielo, porque siempre con aquellas ideas se encierra en sí misma, si es que busca pensar en ellas. Y además, mira, Yo no recuerdo ya nada, lo he olvidado perfectamente; ¿ves tú alguna sombra de rencor de parte mía?”
Y yo le decía: “No, Señor, eres tan bueno”. Pero sentía rompérseme el corazón de ternura.
Y Él: “Y bien, ¿querrás mantener delante estas cosas?”

Y yo: “No, no, no quiero”.
Y Él: “Pensemos en amarnos y en contentarnos mutuamente”.
De ahí en adelante no pensé más en eso, hacía cuanto más podía por contentarlo y le pedía que Él mismo me enseñase el modo como debía hacer para reparar el tiempo pasado. Y Él me decía:

Imitación de su Vida. Imitación de la vida de Jesús.

“Estoy pronto a hacer lo que tú quieres. Mira, la primera cosa que te dije que quería de ti era la imitación de mi Vida, así que veamos qué cosa te falta”.
“Señor”, le decía, “me falta todo, no tengo nada”.
“Y bien”, me decía: “No temas, poco a poco haremos todo, Yo mismo conozco cuán débil eres, pero es de Mí que debes tomar fuerza”. (No lo recuerdo en orden, pero como pueda lo diré) Y agregaba:

Espíritu de rectitud.

“Quiero que seas siempre recta en tu obrar, con un ojo me debes mirar a Mí y con el otro debes mirar lo que estás haciendo; quiero que las criaturas te desaparezcan del todo. Si te vienen dadas ordenes no mires a las personas, no, sino debes pensar que Yo mismo quiero que tú hagas lo que te es ordenado, entonces con el ojo fijo en Mí no juzgarás a ninguno, no mirarás si la cosa te es penosa o te gusta, si puedes o no puedes hacerla, cerrando los ojos a todo esto los abrirás para mirarme sólo a Mí, me llevarás junto a ti pensando que te estoy mirando fijamente y me dirás: “Señor, sólo por Ti lo hago, sólo por Ti quiero obrar, no más esclava de las criaturas”. Así que si caminas, si obras, si hablas, en cualquier cosa que hagas, tu único fin debe ser de agradarme sólo a Mí. ¡Oh! Cuántos defectos evitarás si haces así”.
Otras veces me decía: “También quiero que si las personas te mortifican, te injurian, te contradicen, la mirada también fija en Mí, pensando que con mi misma boca te digo: “Hija, soy propiamente Yo que quiero que sufras esto, no las criaturas, aleja la mirada de ellas, sino sólo Yo y tú siempre, todas las demás destrúyelas. Mira, quiero hacerte bella por medio de estos sufrimientos, te quiero enriquecer con méritos, quiero trabajar tu alma, volverte similar a Mí. Tú me harás un regalo, me agradecerás afectuosamente, serás agradecida con aquellas personas que te dan ocasión de sufrir, recompensándolas con algún beneficio. Haciendo así caminarás recta ante Mí, ninguna cosa te dará más inquietud y gozarás siempre paz”.

Espíritu de mortificación.

Después de algún tiempo en que traté de ejercitarme en estas cosas, a veces haciendo y a veces cayendo (si bien veo claro que aun me falta este espíritu de rectitud y siempre quedo más confundida pensando en tanta ingratitud mía), Jesús me habló y me hizo entender la necesidad del espíritu de mortificación, (si bien me recuerdo que en todas estas cosas que me decía, me agregaba siempre que todo debía ser hecho por amor suyo, y que las virtudes más bellas, los sacrificios más grandes, se volvían insípidos si no tenían principio en el amor. La caridad, me decía, es una virtud que da vida y esplendor a todas las demás, de modo que sin ella todas están muertas y mis ojos no sienten ningún atractivo, y no tienen ninguna fuerza sobre mi corazón; estate pues atenta y haz que tus obras, aun las mínimas estén investidas por la caridad, esto es, en Mí, conmigo y por Mí). Ahora vayamos directamente a la mortificación.
“Quiero”, me decía, “que en todas tus cosas, hasta las necesarias, sean hechas con espíritu de sacrificio. Mira, tus obras no pueden ser reconocidas por Mí como mías si no tienen la marca de la mortificación. Así como la moneda no es reconocida por los pueblos si no contiene en sí misma la imagen de su rey, es más, es despreciada y no

tomada en cuenta, así es de tus obras, si no tienen el injerto con mi cruz no pueden tener ningún valor. Mira, ahora no se trata de destruir a las criaturas, sino a ti misma, de hacerte morir para vivir solamente en Mí y de mi misma Vida. Es verdad que te costará más que lo que has hecho, pero ten valor, no temas, no lo harás tú sino Yo que obraré en ti”.
Entonces recibía otras luces sobre la aniquilación de mí misma y me decía:
“Tú no eres otra cosa que una sombra, que mientras quieres tomarla te huye, tú eres nada”.
Yo me sentía tan aniquilada que habría querido esconderme en los más profundos abismos, pero me veía imposibilitada para hacerlo, sentía tal vergüenza que quedaba muda. Mientras estaba en este reconocimiento de mi nada, Él me decía:
“Ponte junto a Mí, apóyate en mi brazo, Yo te sostendré con mis manos y tú recibirás fuerza. Tú estás ciega, pero mi luz te servirá de guía. Mira, me pondré delante y tú no harás otra cosa que mirarme para imitarme”.
Después me decía: “La primera cosa que quiero que mortifiques es tu voluntad, aquel “yo” se debe destruir en ti, quiero que la tengas sacrificada como víctima ante Mí, para hacer que de tu voluntad y de la mía se forme una sola. ¿No estás contenta?”
Sí Señor, pero dame la Gracia, porque veo que por mí nada puedo. Y Él continuaba diciéndome:
“Sí, Yo mismo te contradiré en todo, y a veces por medio de las criaturas”.
Y sucedía así. Por ejemplo: Si en la mañana me despertaba y no me levantaba enseguida, la voz interna me decía: “Tú descansas, y Yo no tuve otro lecho que la cruz, pronto, pronto, no tanta satisfacción”.
Si caminaba y mi vista se iba un poco lejos, pronto me reprendía: “No quiero, tu vista no la alejes de ti más allá que la distancia de un paso a otro, para hacer que no tropieces”.
Si me encontraba en el campo y veía flores, árboles, me decía: “Yo todo lo he creado por amor tuyo, tú priva a tu vista de este contento por amor mío”.
Aun en las cosas más inocentes y santas, como por ejemplo los ornamentos de los altares, las procesiones, me decía: “No debes tomar otro placer que en Mí solo”.
Si mientras trabajaba estaba sentada, me decía: “Estás demasiado cómoda, ¿no te acuerdas que mi Vida fue un continuo penar? ¿Y tú? ¿Y tú?”.
Enseguida, para contentarlo me sentaba en la mitad de la silla y la otra mitad la dejaba vacía, y algunas veces en broma le decía: “Mira, oh Señor, la mitad de la silla está vacía, ven a sentarte junto a mí”. Alguna vez me parecía que me contentaba y sentía tanto gusto que yo misma no sé decirlo. Algunas veces que estaba trabajando con lentitud y desganada me decía: “Pronto, apúrate, que el tiempo que ganarás apurándote vendrás a pasarlo junto Conmigo en la oración”.
A veces Él mismo me indicaba cuánto trabajo debía hacer. Yo le pedía que viniera a ayudarme. “Sí, sí,” me respondía, “lo haremos juntos a fin de que después que hayas terminado quedemos más libres”. Y sucedía que en una hora o dos hacía lo que debía hacer en todo el día, después me iba a hacer oración y me daba tantas luces y me decía tantas cosas, que el querer decirlas sería demasiado largo. Recuerdo que mientras estaba sola trabajando, veía que no alcanzaba el hilo para completar aquel trabajo y que tendría necesidad de ir con la familia para buscarlo, entonces me dirigía a Él y le decía: “En qué aprovecha amado mío el haberme ayudado, pues ahora veo que tengo necesidad de ir a la familia, y puedo encontrar personas y me impedirán venir de nuevo, y entonces nuestra conversación terminará”. “Qué, qué,” me decía, “¿y tú tienes fe?” “Sí”. “Pues no temas, te haré terminar todo”. Y así sucedía, y luego me ponía a rezar.
Si llegaba la hora de la comida y comía alguna cosa agradable, súbito me reprendía internamente diciendo: “¿Tal vez te has olvidado que Yo no tuve otro gusto que sufrir por amor tuyo, y que tú no debes tener otro gusto que el mortificarte por amor mío? Déjalo y come lo que no te agrada”. Y yo enseguida lo tomaba y lo llevaba a la persona que ayudaba en el servicio, o bien decía que ya no quería, y muchas veces me la pasaba casi

en ayunas, pero cuando iba a la oración recibía tanta fuerza y sentía tal saciedad, que sentía náusea de todo lo demás.
Otras veces para contradecirme, si no tenía ganas de comer, me decía: “Quiero que comas por amor mío, y mientras el alimento se une al cuerpo, pídeme que mi Amor se una con tu alma y quedarán santificadas todas las cosas”.
En una palabra, sin ir más lejos, aun en las cosas más mínimas trataba de hacer morir mi voluntad, para hacer que viviera sólo para Él. Permitía que hasta el confesor me contradijera, como por ejemplo: Sentía un gran deseo de recibir la comunión, todo el día y la noche no hacía otra cosa que prepararme, mis ojos no se podían cerrar al sueño por los continuos latidos del corazón y le decía: “Señor, apresúrate porque no puedo estar sin Ti, acelera las horas, haz que surja pronto el sol porque yo no puedo más, mi corazón desfallece”. Él mismo me hacía ciertas invitaciones amorosas con las que me sentía despedazar el corazón; me decía: “Mira, Yo estoy solo, no sientas pena de que no puedes dormir, se trata de hacer compañía a tu Dios, a tu Esposo, a tu Todo, que es continuamente ofendido, ¡ah! no me niegues este consuelo, que después en tus aflicciones Yo no te dejaré”. Mientras estaba con estas disposiciones, por la mañana iba con el confesor y sin saber por qué, la primera cosa que me decía era: “No quiero que recibas la Comunión”. Digo la verdad, me resultaba tan amargo que a veces no hacía otra cosa que llorar, al confesor no me atrevía a decirle nada, porque así quería Jesús que hiciera, de otra manera me reprendía; pero yo iba con Él y le decía mi pena: “Ah Bien mío, ¿para esto la vigilia que hemos hecho esta noche, que después de tanto esperar y desear, debía quedar privada de Ti? Sé bien que debo obedecer, pero dime, ¿puedo estar sin Ti? ¿Quién me dará la fuerza? Y además, ¿cómo tendré el valor de irme de esta iglesia sin llevarte conmigo? Yo no sé qué hacer, pero Tú puedes remediar a todo”. Mientras así me desahogaba, sentía venir un fuego junto a mí, entrar una llama en el corazón y lo sentía dentro de mí, y enseguida me decía: “Cálmate, cálmate, heme aquí, estoy ya en tu corazón, ¿de qué temes ahora? No te aflijas más, Yo mismo te quiero enjugar las lágrimas, tienes razón, tú no podías estar sin Mí, ¿no es verdad?”.
Yo entonces quedaba tan aniquilada en mí misma por esto, y le decía que si yo fuera buena, Él no lo habría dispuesto así, y le pedía que no me dejara más, que sin Él no quería estar.
Después de estas cosas, un día, después de la Comunión lo sentía en mí todo amor, y que me amaba tanto, que yo misma quedaba maravillada, porque me veía tan mala y sin corresponder, y decía dentro de mí: “Al menos fuera buena y le correspondiera, tengo temor de que me deje (este temor de que me deje lo he tenido siempre y aún lo tengo, y a veces es tanta la pena que siento, que creo que la pena de la muerte sería menor, y si Él mismo no viene a calmarme no sé darme paz) y en cambio quiere estrecharse más íntimamente a mí”. Y mientras así me lo sentía dentro de mí, con voz interna me dijo:

Meditación de la Pasión de Nuestro Señor.

“Amada mía, las cosas pasadas no han sido más que un preparativo, ahora quiero venir a los hechos, y para disponer tu corazón para hacer lo que quiero de ti, esto es, la imitación de mi Vida, quiero que te internes en el mar inmenso de mi Pasión, y cuando tú hayas comprendido bien la acerbidad de mis penas, el amor con el que las sufrí, quién soy Yo que tanto sufrí, y quién eres tú vilísima criatura, ah, tu corazón no osará oponerse a los golpes, a la cruz, que Yo sólo por tu bien le tengo preparada. Más bien al sólo pensar que Yo, tu maestro, he sufrido tanto, tus penas te parecerán sombras comparadas con las mías, el sufrir te será dulce y llegarás a no poder estar sin sufrimientos”.
Mi naturaleza temblaba al solo pensar en los sufrimientos, le pedía que Él mismo me diera la fuerza, porque sin Él, me habría servido de sus mismos dones para ofender al donador. Entonces me puse toda a meditar la Pasión, y esto hizo tanto bien a mi alma, que

creo que todo el bien me ha venido de esta fuente. Veía la Pasión de Jesucristo como un mar inmenso de luz, que con sus innumerables rayos me herían toda, esto es, rayos de paciencia, de humildad, de obediencia y de tantas otras virtudes; me veía toda rodeada por esta luz, y quedaba aniquilada al verme tan desemejante de Él. Aquellos rayos que me inundaban eran para mí otros tantos reproches que me decían:
“Un Dios paciente, ¿y tú? Un Dios humilde y sometido aun a sus mismos enemigos, ¿y tú? Un Dios que sufre tanto por amor tuyo, y tus sufrimientos por amor suyo,
¿dónde están?”
A veces Él mismo me narraba las penas sufridas por Él, y quedaba tan conmovida que lloraba amargamente. Un día, mientras trabajaba, estaba considerando las penas acerbísimas que sufrió mi buen Jesús, mi corazón me lo sentía tan oprimido por la pena, que me faltaba la respiración; temiendo que me sucediera algo quise distraerme asomándome al balcón, vi hacia la calle, pero, ¿qué veo? Veo la calle llena de gente, y en medio a mi amante Jesús con la cruz sobre la espalda; quien lo empujaba por un lado y quien por el otro, todo agitado, con el rostro chorreando sangre, que levantaba los ojos hacia mí en actitud de pedirme ayuda. ¿Quién podrá decir el dolor que sentí, la impresión que hizo sobre mi alma una escena tan lastimera? Rápidamente entré en mi habitación, yo misma no sabía dónde me encontraba, el corazón me lo sentía despedazar por el dolor, gritaba y llorando le decía: “¡Jesús mío, si al menos te pudiera ayudar, te pudiese liberar de esos lobos tan enfurecidos! ¡Ay! al menos quisiera sufrir esas penas en lugar tuyo para dar alivio a mi dolor. Ah, mi Bien, dame el sufrir, porque no es justo que Tú sufras tanto y yo, pecadora, esté sin sufrir”.

Deseo de sufrir.


Desde entonces, recuerdo que se encendió en mí tanto deseo de sufrir que no se ha apagado hasta ahora. Recuerdo también que después de la Comunión le pedía ardientemente que me concediera el sufrir, y Él, a veces para contentarme me parecía que tomaba las espinas de su corona y las clavaba en mi corazón; otras veces sentía que tomaba mi corazón entre sus manos y lo estrechaba tan fuerte, que por el dolor sentía que perdía los sentidos. Cuando advertía que las personas se podrían dar cuenta de algo, y a Él dispuesto a darme estas penas, pronto le decía: “Señor, ¿qué haces? Te pido que me des el sufrir, pero que nadie se dé cuenta”. Durante algún tiempo me contentó, pero mis pecados me hicieron indigna de sufrir ocultamente, sin que nadie se diera cuenta.
Recuerdo que muchas veces después de la Comunión me decía: “No podrás verdaderamente asemejarte a Mí sino por medio de los sufrimientos. Hasta ahora he estado junto a ti, ahora quiero dejarte sola un poco, sin hacerme sentir. Mira, hasta ahora te he llevado de la mano, enseñándote y corrigiéndote en todo, y tú no has hecho otra cosa que seguirme. Ahora quiero que hagas por ti misma, pero más atenta que antes, pensando que te estoy mirando fijamente, pero sin hacerme sentir, y que cuando vuelva a hacerme sentir vendré,o para premiarte si me has sido fiel, o para castigarte si has sido ingrata”.
Quedaba tan espantada y abatida por esta noticia, que le decía: “Señor, mi todo y mi vida, ¿cómo podré subsistir sin Ti, quién me dará la fuerza? Cómo, después que me has hecho dejar todo, de modo que siento como si nadie existiera para mí, me quieres dejar sola y abandonada ¿Qué, te has tal vez olvidado de cuán mala soy, y que sin Ti nada puedo?” Y por esta recriminación, tomando un aspecto más serio, agregaba:
“Es que te quiero hacer comprender bien quién eres tú. Mira, lo hago por tu bien, no te entristezcas, quiero preparar tu corazón a recibir las gracias que he diseñado sobre ti. Hasta ahora te he asistido sensiblemente, ahora será menos sensible, te haré tocar con la mano tu nada, te cimentaré bien en la profunda humildad para poder edificar sobre ti muros altísimos, así que en vez de afligirte, deberías alegrarte y agradecerme, pues cuanto más pronto te haga pasar el mar tempestuoso, tanto más pronto llegarás a puerto seguro, a

cuantas más duras pruebas te sujetaré, tantas gracias más grandes te daré. Así que, ánimo, ánimo, y después pronto vendré”.
Y al decirme esto me parecía que me bendecía y se fue. ¿Quién podrá decir la pena que sentía, el vacío que dejaba en mi interior, las amargas lágrimas que derramé? Sin embargo me resigné a su Santa Voluntad, parecía que de lejos le besaba la mano que me había bendecido diciéndole: “Adiós, oh Esposo Santo, adiós”. Veía que todo para mí había terminado, ya que sólo lo tenía a Él, y faltándome Él, no me quedaba ningún otro consuelo, sino que todo se convertía en amarguísimas penas. Más bien las mismas criaturas me recrudecían la pena, de modo que todas las cosas que veía, parecía que me decían: “Mira, somos obras de tu Amado, y Él, ¿dónde está?” Si miraba agua, fuego, flores, hasta las mismas piedras, enseguida el pensamiento me decía: “Ah, estas son obras de tu Esposo. Ellas tienen el bien de verlo y tú no lo ves”. ¡Ah! obras de mi Señor, denme noticias, díganme, ¿dónde se encuentra? Me dijo que pronto volvería, pero quién sabe cuando”.
A veces llegaba a tan amarga desolación que me sentía faltar la respiración, me sentía helar toda, y sentía un escalofrío por toda mi persona. A veces se daba cuenta la familia y lo atribuían a algún mal físico y querían ponerme en tratamiento, llamar a médicos; a veces insistían tanto que lo lograban, pero yo, sin embargo, hacía cuanto más podía para quedarme sola, así que pocas veces lo advertían. Recordaba también todas las gracias, las palabras, las correcciones, las reprensiones, veía claramente que todo lo obrado hasta ahí, todo, todo había sido obra de su gracia, y que de mí no quedaba más que la pura nada y la inclinación al mal; tocaba con la mano que sin Él no sentía más el amor tan sensible, aquellas luces tan claras en la meditación, de modo que permanecía hasta dos o tres horas, hacía cuanto más podía por hacer lo que hacía cuando lo sentía, porque oía repetir aquellas palabras: “Si me eres fiel vendré para premiarte, si ingrata para castigarte”.
Así pasaba a veces dos días, a veces cuatro, más o menos como a Él le agradaba, mi único consuelo era recibirlo en el Sacramento… Ah, sí, ciertamente, ahí lo encontraba, no podía dudar, y recuerdo que pocas veces no se hacía oír, porque tanto le pedía y volvía a pedir y lo importunaba, que me contentaba, pero no amoroso y amable, sino severo.
Después que pasaban aquellos días en aquel estado descrito arriba, especialmente si le había sido fiel, me lo sentía regresar dentro de mí, me hablaba más claramente, y como en los días pasados no había podido concebir dentro de mí ni una palabra, ni oír nada, entonces entendí que no era mi fantasía, como muchas veces lo pensaba antes, tanto que de lo dicho hasta aquí no decía nada ni al confesor ni a ninguna otra alma viviente, sin embargo hacía cuanto más podía para corresponderle, porque de otra manera me hacía tanta guerra que no tenía paz. ¡Ah Señor, has sido tan bueno conmigo, y yo tan mala aún!

Modo de triunfar en las pruebas.

Siguiendo con lo que había comenzado, me lo sentía dentro de mí, lo abrazaba, me lo estrechaba, le decía: “Amado Bien, mira cuán amarga me ha resultado nuestra separación”. Y Él me decía:
“Es nada lo que has pasado, prepárate a pruebas más duras; por esto he venido, para disponer tu corazón y fortalecerlo. Ahora me dirás todo lo que has pasado, tus dudas y temores, todas tus dificultades para poderte enseñar el modo de como comportarte en mi ausencia”.
Entonces le hacía la narración de mis penas diciéndole: “Señor, mira, sin Ti no he podido hacer nada bien, la meditación la he hecho toda distraída, fea, tanto que no tenía ánimo de ofrecértela. En la comunión no he podido estar las horas enteras como cuando te sentía, me veía sola, no tenía con quien entenderme, me sentía toda vacía, la pena de tu ausencia me hacía probar agonías mortales, mi naturaleza quería despacharse pronto para huir de esa pena, mucho más que me parecía que no hacía otra cosa que perder el tiempo,

y el temor de que al regresar Tú me castigaras por no haber sido fiel, entonces no sabía qué hacer. Además, la pena de que Tú eres continuamente ofendido, y que yo no sabiendo cuando, como antes me enseñabas, hacer esos actos de reparación, esas visitas al Santísimo Sacramento por las ofensas que Tú recibes. Entonces dime, ¿cómo debo hacer?” Y Él, instruyéndome benignamente me decía:
1º.- “Has hecho mal al estarte tan turbada, ¿no sabes tú que Yo soy Espíritu de paz?, y la primera cosa que te recomiendo es no disturbar la paz del corazón; cuando en la oración no puedes recogerte, no quiero que pienses en esto o aquello, cómo es o cómo no es, haciendo así tú misma llamas a la distracción. Más bien, cuando te encuentres en ese estado, la primera cosa es que te humilles, confesándote merecedora de esas penas, poniéndote como un humilde corderillo en manos del verdugo, que mientras lo mata le lame las manos; así tú, mientras te ves golpeada, abatida, sola, te resignarás a mis santas disposiciones, me agradecerás de todo corazón, besarás la mano que te golpea, reconociéndote indigna de esas penas, después me ofrecerás aquellas amarguras, angustias y tedios, pidiéndome que los acepte como un sacrificio de alabanza, de satisfacción por tus culpas, de reparación por las ofensas que me hacen. Haciendo así, tu oración subirá ante mi trono como incienso olorosísimo, herirá mi corazón y atraerá sobre ti nuevas gracias y nuevos carismas; el demonio viéndote humilde y resignada, toda abismada en tu nada, no tendrá fuerza de acercarse. He aquí que donde tú creías perder, harás grandes adquisiciones.
2º.- Respecto a la Comunión no quiero que te aflijas de que no sabes estar, debes saber que es una sombra de las penas que sufrí en el Getsemaní, ¿qué será cuando te haga partícipe de los flagelos, de las espinas y de los clavos? El pensamiento de las penas mayores te hará sufrir con más ánimo las penas menores, por tanto, cuando en la Comunión te encuentres sola, agonizante, piensa que te quiero un poco en mi compañía en la agonía del huerto. Por tanto ponte junto a Mí y haz una comparación entre tus penas y las mías, mira, tú sola y privada de Mí, y Yo también solo, abandonado por mis más fieles amigos que están adormilados, dejado solo hasta por mi Divino Padre, y además en medio de penas acerbísimas, rodeado de serpientes, de víboras y de perros enfurecidos, los cuales eran los pecados de los hombres, y donde estaban también los tuyos, que hacían su parte, que me parecía que me querían devorar vivo, mi corazón sintió tanta opresión que me lo sentí como si estuviera bajo una prensa, tanto que sudé viva sangre. Dime, tú
¿cuándo has llegado a sufrir tanto? Entonces, cuando te encuentres privada de Mí, afligida, vacía de todo consuelo, llena de tristezas, de afanes, de penas, ven junto a Mí, límpiame esa sangre, ofréceme esas penas como alivio de mi amarguísima agonía. Haciendo así encontrarás el modo de entretenerte Conmigo después de la Comunión; no que no sufras, porque la pena más amarga que puedo dar a mis almas queridas es el privarlas de Mí, pero tú, pensando que con tu sufrir me das consuelo, estarás contenta.
3º.- En cuanto a las visitas y actos de reparación, tú debes saber que todo lo que hice en el curso de los treinta y tres años, desde que nací hasta que morí, lo continúo en el sacramento del altar, por eso quiero que me visites treinta y tres veces al día, honrando todos mis años y uniéndote Conmigo en el Sacramento, con mis mismas intenciones, esto es, de reparación, de adoración. Esto lo harás en todos los momentos del día: El primer pensamiento de la mañana de inmediato vuele ante el sagrario donde estoy por amor tuyo, y me visites, el último pensamiento de la tarde, mientras duermes por la noche, antes y después de comer, al principio de cada acción tuya, caminando, trabajando”.
Mientras así me decía, me sentía toda confundida, y no sabiendo si podría lograr hacerlo le dije: “Señor, te pido que estés junto a mí hasta que tenga la costumbre de hacerlo, porque conozco que Contigo todo puedo, pero sin Ti, ¿qué puedo hacer yo, miserable?” Y Él benignamente agregaba:
“Sí, sí, te contentaré, ¿cuándo te he faltado? Quiero tu buena voluntad, y cualquier ayuda que quieras te la daré”.
Y así lo hacía. Después de que hubo pasado algún tiempo, a veces con Él, a veces privada de Él, un día, después de la Comunión me sentí más íntimamente unida a

Él, me hacía varias preguntas, como por ejemplo: Si lo quería, si estaba dispuesta a hacer lo que Él quería, aun el sacrificio de la vida por amor suyo; y me decía:
“Y tú dime qué quieres, si tú estás pronta a hacer lo que quiero, también Yo haré lo que quieras tú”.

La quiere purificar de todo mínimo defecto. Modo como la purifica del todo.


Yo me sentía toda confundida, no comprendía su modo de obrar, pero con el tiempo he entendido que ese modo de obrar lo usa cuando quiere disponer al alma a nuevas y más pesadas cruces, y la sabe atraer tanto a Él con esas estratagemas, que el alma no se atreve a oponerse a lo que Él quiere. Entonces le decía: “Sí, te amo, pero dime Tú mismo, ¿puedo encontrar objeto más bello, más santo, más amable que Tú? Además,
¿por qué me preguntas si estoy dispuesta a hacer lo que quieres, si desde hace tanto tiempo te entregué mi voluntad y te pedí que no evitaras ni aun el hacerme pedazos con tal que te pudiera dar gusto? Yo me abandono en Ti. Oh Esposo Santo, obra libremente, haz de mí lo que quieras, dame tu Gracia, pues por mí nada soy y nada puedo”. Y Él me decía:
“¿Verdaderamente estás dispuesta a todo lo que quiero?”.
Yo entonces me sentía más confundida y anonadada, y decía: “Sí, estoy dispuesta”. Pero casi temblando, y Él compadeciéndome seguía diciendo: “No temas, seré tu fuerza, no sufrirás tú, sino seré Yo quien sufrirá y combatirá en ti. Mira, quiero purificar tu alma de todo mínimo defecto que pudiera impedir mi Amor en ti, quiero probar tu fidelidad,
¿pero cómo puedo ver si esto es verdad, si no es poniéndote en medio de la batalla? Debes saber que quiero ponerte en medio de los demonios, les daré libertad de atormentarte y de tentarte a fin de que cuando hayas combatido los vicios con las virtudes opuestas, te encontrarás ya en posesión de esas mismas virtudes que creías perder, y después, tu alma purificada, embellecida, enriquecida, será como un rey que regresa vencedor de una ferocísima guerra, que mientras creía perder lo que tenía, vuelve en cambio más glorioso y lleno de inmensas riquezas. Y entonces vendré Yo, formaré en ti mi morada, y estaremos siempre juntos. Es verdad que será doloroso tu estado, los demonios no te darán paz, ni de día ni de noche, estarán siempre en acto de hacerte ferocísima guerra, pero tú ten siempre en la mira lo que quiero hacer de ti, esto es, hacerte semejante a Mí, y que no podrás llegar a esto sino por medio de muchas y grandes tribulaciones, y así tendrás más ánimo para soportar las penas”.
¿Quién puede decir cómo quedé asustada ante tal anuncio? Me sentí helar la sangre, erizar los cabellos y mi imaginación quedó llena de negros espectros que parecía que me querían devorar viva. Me parecía que el Señor, antes de ponerme en este estado doloroso, daba libertad a todo lo que debía sufrir, y me veía rodeada por todo eso, entonces me dirigí a Él y le dije: “Señor, ¡ten piedad de mí! Ah, no me dejes sola y abandonada, veo que es tanta la rabia de los demonios, que no dejarán de mí ni siquiera el polvo, ¿cómo podré resistirles? Para Ti es bien conocida mi miseria y cuán mala soy, por eso dame nueva gracia para no ofenderte. Señor mío, la pena que más desgarra mi alma, es ver que también Tú debes dejarme. Ah, ¿a quién podré decir alguna palabra, quién me debe enseñar? Pero sea hecha siempre tu Voluntad, bendigo tu Santo Querer”. Y Él benignamente continuó diciéndome:
“No te aflijas tanto, debes saber que jamás permitiré que te tienten más allá de tus fuerzas, si esto lo permito es para tu bien, jamás pongo a las almas en la batalla para hacer que perezcan, primero mido sus fuerzas, les doy mi gracia y después las introduzco, y si alguna alma se precipita, es porque no se mantiene unida a Mí con la oración, no sintiendo más la sensibilidad de mi Amor van mendigando amor de las criaturas, mientras que sólo Yo puedo saciar el corazón humano, no se dejan guiar por el camino seguro de la obediencia, creyendo más en el juicio propio que en quien las guía en mi lugar, entonces,
¿qué maravilla si se precipitan? Por eso lo que te recomiendo es la oración, aunque debieras sufrir penas de muerte, jamás debes descuidar lo que acostumbras hacer, es

más, cuanto más te veas en el precipicio, tanto más invocarás la ayuda de quien puede liberarte. Además, quiero que te pongas ciegamente en las manos del confesor, sin examinar lo que te viene dicho, tú estarás circundada de tinieblas y serás como uno que no tiene ojos y que necesita de una mano que lo guíe, el ojo para ti será la voz del confesor que como luz te iluminará las tinieblas, la mano será la obediencia que te será guía y sostén para hacerte llegar a puerto seguro. La última cosa que te recomiendo es el valor, quiero que con intrepidez entres en la batalla, la cosa que más hace temer a un ejército enemigo es ver el coraje, la fortaleza, el modo con el cual desafían los más peligrosos combates, sin temer nada. Así son los demonios, nada temen más que a un alma valerosa, toda apoyada en Mí, que con ánimo fuerte va en medio a ellos no para ser herida, sino con la resolución de herirlos y exterminarlos; los demonios quedan espantados, aterrados y quisieran huir, pero no pueden, porque atados por mi Voluntad, están obligados a estarse para su mayor tormento. Así que no temas de ellos, que nada pueden hacerte sin mi Querer. Y además, cuando te vea que no puedes resistir más y estés a punto de desfallecer, si me eres fiel inmediatamente vendré y pondré a todos en fuga y te daré gracia y fortaleza. ¡Ánimo, ánimo!”.

Pelea con el demonio.


Ahora, ¿quién puede decir el cambio que sucedió en mi interior? Todo era horror para mí, aquel amor que antes sentía en mí, ahora lo veía convertido en odio atroz, qué pena el no poderlo amar más. Me desgarraba el alma el pensar en aquel Señor que había sido tan bueno conmigo, y ahora verme obligada a aborrecerlo, a blasfemarlo como si fuese el más cruel enemigo, el no poderlo mirar ni siquiera en sus imágenes, porque al mirarlas, al tener rosarios entre las manos, al besarlos, me venían tales ímpetus de odio, y tanta fuerza en contra, que hacerlo y reducirlos a pedazos era lo mismo, y a veces hacía tanta resistencia, que mi naturaleza temblaba de pies a cabeza. ¡Oh Dios, qué pena amarguísima!” Yo creo que si en el infierno, no hubiera otras penas, la sola pena de no poder amar a Dios formaría el infierno más horrible. Muchas veces el demonio me ponía delante las gracias que el Señor me había hecho, ahora como un trabajo de mi fantasía y por eso poder llevar una vida más libre, más cómoda; y ahora como verdaderas, y me decían: “¿Esto es lo bien que te quería? Esta es la recompensa, que te ha dejado en nuestras manos, eres nuestra, eres nuestra, para ti todo ha terminado, no hay más que esperar”. Y en mi interior me sentía poner tales ímpetus de aversión contra el Señor y de desesperación, que algunas veces teniendo alguna imagen entre las manos, era tanta la fuerza del desprecio que las rompía, pero mientras esto hacía, lloraba y las besaba, pero no sé decir como era obligada a hacerlo. ¿Quién puede decir el desgarro de mi alma? Los demonios hacían fiesta y reían, unos hacían ruido desde un lugar, otros lo hacían desde otro, unos hacían estrépitos, otros me ensordecían con gritos diciendo: “Mira como eres nuestra, no nos queda otra cosa más que llevarte al infierno, alma y cuerpo, verás que lo haremos”. A veces me sentía jalar, ahora los vestidos, ahora la silla donde estaba arrodillada y tanto la movían y hacían ruido que no podía rezar, a veces era tanto el temor, que creyendo librarme me iba a acostar en la cama, (porque estos escándalos sucedían la mayor parte en la noche) pero también ahí seguían jalándome la almohada, las cobijas.
¿Pero quién puede decir el espanto, el temor que sentía? Yo misma no sabía dónde me encontraba, si en la tierra o en el infierno; era tanto el temor de que en verdad me llevaran, que mis ojos no podían cerrarse al sueño; estaba como uno que tiene un cruel enemigo que ha jurado que a cualquier costo le debe quitar la vida, y creía que esto me sucedería en cuanto cerrara los ojos; así que sentía como si alguien me pusiera algo dentro de los ojos, de modo que estaba obligada a tenerlos abiertos para ver cuando me debían llevar, tal vez podría oponerme a lo que querrían hacer, entonces me sentía erizar los cabellos sobre mi cabeza uno por uno, un sudor frío en todo mi cuerpo que me penetraba hasta los huesos y me sentía desunir los nervios y los huesos, y se agitaban juntos por el miedo.

Otras veces me sentía incitar a tales tentaciones de desesperación y de suicidio, que alguna vez habiéndome encontrado cerca de un pozo, o bien de un cuchillo, me sentía jalar para conducirme dentro o bien tomar el cuchillo y matarme, y era tanta la fuerza que debía hacer para huir, que sentía penas de muerte, y mientras huía, sentía que iban junto conmigo y oía sugerirme que para mí era inútil el vivir después de haber cometido tantos pecados, que Dios me había abandonado porque no había sido fiel; es más, veía que había hecho tantas infamias, que jamás alma alguna en el mundo había cometido, que para mí no había más misericordia que esperar. En el fondo de mi alma oía repetir: “¿Cómo puedes vivir siendo enemiga de Dios? ¿Sabes tú quién es ese Dios a quien tanto has ultrajado, blasfemado, odiado? Ah, es ese Dios inmenso que por todas partes te circundaba, y tú ante sus ojos te has atrevido a ofenderlo. Ah, perdido el Dios de tu alma,
¿quién te dará paz? ¿Quién te librará de tantos enemigos?” Era tanta la pena que no hacía otra cosa que llorar; a veces me ponía a rezar, y los demonios para acrecentar mi tormento, los sentía venir encima de mí, y quien me golpeaba, quien me pinchaba, y quien me apretaba la garganta. Recuerdo que una vez mientras rezaba, me sentí jalar los pies desde abajo, abrirse la tierra y salir las llamas, y que yo caía dentro; fue tal el espanto y el dolor que quedé medio muerta, tanto que para recuperarme de aquel estado tuvo que venir Jesús y me reanimó, me hizo entender que no era verdad que había puesto la voluntad en ofenderlo, y que yo misma lo podía saber por la pena amarguísima que sentía, que el demonio era un mentiroso y que no debía hacerle caso, que por ahora debía tener paciencia en sufrir esas molestias, y que después debía venir la paz. Esto sucedía de vez en cuando, cuando llegaba a los extremos, y a veces para ponerme en más duros tormentos. En el momento de ese consuelo el alma se convencía, porque ante esa luz es imposible que el alma no aprenda la verdad, pero después cuando me encontraba en la lucha me encontraba en el mismo estado de antes.
Me tentaba también a no recibir la Comunión, persuadiéndome de que después de que había cometido tantos pecados, era un atrevimiento acercarme, y que si me atrevía, no Jesucristo habría venido, sino el demonio, y que tantos tormentos me habría de dar, que me daría la muerte, pero la obediencia la vencía, es verdad que a veces sufría penas mortales, así que trabajosamente podía recuperarme después de la Comunión, pero como el confesor quería absolutamente que la recibiera, no podía hacer de otro modo. Recuerdo que varias veces no la recibí.
También recuerdo que a veces mientras rezaba en la noche, me apagaban la lámpara; a veces hacían tales rugidos de dar miedo; otras veces voces débiles, como si fueran moribundos, ¿pero quién puede decir todo lo que hacían?
Ahora, esta dura batalla, aunque no recuerdo muy bien, duró tres años, aunque había días o semanas de intervalo, no que cesaran del todo, sino que empezaron a disminuir.
Recuerdo que después de una Comunión, el Señor me enseñó el modo como debía hacer para ponerlos en fuga, y era el despreciarlos y no prestarles ninguna atención, y que debía hacer de cuenta como si fueran tantas hormigas. Me sentí infundir tanta fuerza que no sentía más aquel temor de antes, y hacía así: Cuando hacían estrépito, rumores, les decía: “Se ve que no tenéis nada qué hacer, y que para pasar el tiempo estáis haciendo tantas tonteras; hagan, hagan, que después cuando os canséis, lo terminaréis”. A veces cesaban, otras veces se enojaban tanto que hacían ruidos más fuertes. Me los sentía junto a mí haciéndose más fuertes y hacían violencia para llevarme, olía la horrible peste, sentía el calor del fuego. Es verdad que en mi interior sentía un estremecimiento, pero me forzaba y les decía: “Mentirosos que sois, si esto fuera cierto desde el primer día lo habríais hecho, pero como es falso es que no tenéis ningún poder sobre mí, sino sólo aquél que os viene dado de lo alto, por eso digan, digan, y después cuando os canséis, reventareis”. Si emitían lamentos y gritos les decía: “Qué, ¿no os han salido las cuentas hoy?” Es decir, “¿os lamentáis porque os ha sido quitada alguna alma?” Pobrecitos, no se sienten bien, sin embargo quiero también yo haceros lamentar otro poco”. Y me ponía a rezar por los pecadores, o bien a hacer actos de reparación. A veces me reía cuando empezaban a

hacer las acostumbradas cosas y les decía: “¿Cómo puedo temeros, raza vil? Si fuerais seres serios no habríais hecho tantas tonterías, ustedes mismos, ¿no os avergonzáis? No hagáis que os tome a burla”. Después, si me ponían tentaciones de blasfemar o de odio contra Dios, ofrecía aquella pena amarguísima, aquella violencia que me hacía, porque mientras veía que el Señor merecía todo el amor, todas las alabanzas, yo era forzada a hacer lo contrario, en reparación de tantos que libremente lo blasfeman y que ni siquiera se recuerdan que existe un Dios, que están obligados a amarlo. Si me incitaban a desesperación, en mi interior decía: “No pongo atención ni del paraíso ni del infierno, lo único que me apura es amar a mi Dios, este no es tiempo de pensar en otra cosa, sino que es tiempo de amar cuanto más pueda a mi buen Dios, el paraíso y el infierno los dejo en sus manos, Él, que es tan bueno me dará lo que más me conviene, y me dará un lugar donde pueda glorificarlo más”.
Jesucristo me enseñó que el medio más eficaz para hacer que el alma quede libre de toda vana aprehensión, de toda duda, de todo temor, era el declarar delante al Cielo, a la tierra y ante los mismos demonios, no querer ofender a Dios, aun a costa de la propia vida, no querer consentir a cualquier tentación del demonio, y esto en cuanto el alma advierte que viene la tentación, si puede en el momento de la batalla, y apenas se empieza a sentir libre, y también durante el curso del día. Haciendo así, el alma no perderá tiempo en pensar si consintió o no, porque el sólo recordar la promesa le restituirá la calma, y si el demonio busca inquietarla, podrá responderle que si hubiera tenido intención de ofender a Dios, no habría declarado lo contrario, y así quedará libre de todo temor.
Ahora, ¿quién puede decir la rabia del demonio, pues actuando de este modo todas sus astucias resultaban para su confusión, y donde creía ganar perdía, ya que de sus mismas tentaciones y artificios el alma se servía para poder hacer actos de reparación y amor a su Dios?
El otro modo que me enseñó para alejar las tentaciones fue el siguiente: Si me tentaban a suicidio yo debía responder: “No tenéis ningún permiso de Dios, es más, para vuestro despecho quiero vivir para poder amar más a mi Dios”. Si me golpeaban, yo me debía humillar, arrodillarme y agradecer a mi Dios porque esto sucedía como penitencia de mis pecados, y no sólo eso, sino ofrecer todo como actos de reparación por todas las ofensas hechas a Dios en el mundo.
Finalmente, una fea tentación que me duró poco, fue que debido al contacto continuo por cerca de año y medio con los tan feos demonios, yo debía quedar encinta y parir luego un pequeño demonio con cuernos. Mi fantasía crecía tanto, que yo me veía delante una confusión horrible, por lo que se habría dicho de mí por tan espantoso suceso.
Después de cerca de año y medio de esta lucha, finalmente terminaron las crueldades de los demonios y comenzó una vida toda nueva, pero los demonios no dejaron de molestarme de vez en cuando, pero no eran tan frecuentes, no tan feroz la batalla, y yo me acostumbré a despreciarlos.
La vida nueva que comenzó fue en la casa de campo llamada “Torre Disperata”. Un día, en que más que nunca había sido atormentada por el demonio, tanto que sentí perder las fuerzas y desmayar, por la tarde, mientras así estaba sentí venirme una cosa mortal y perdí los sentidos, en este estado vi a Jesucristo rodeado de muchos enemigos, quien lo golpeaba, quien lo abofeteaba, quien le clavaba las espinas en la cabeza, quien le rompía las piernas, quien los brazos. Después que lo redujeron casi en pedazos lo pusieron en los brazos de la Virgen, y esto sucedía un poco lejos de mí. Después que la Virgen Santísima lo tomó entre sus brazos, se acercó a mí y llorando me dijo:
“Hija, mira como es tratado mi Hijo por los hombres, las horribles ofensas que cometen jamás le dan tregua, míralo como sufre”.
Yo trataba de verlo y lo veía todo sangre, todo llagas, y casi despedazado, reducido a un estado mortal, sentía tales penas que hubiera querido morir mil veces antes que ver sufrir tanto a mi Señor, me avergonzaba de mis pequeños sufrimientos. La Santísima Virgen agregó, pero siempre llorando:

Luisa es escogida como víctima. Confesores


“Acércate a besar las llagas de mi Hijo, Él te escoge como víctima, y si tantos lo ofenden, tú ofreciéndote a sufrir lo que Él sufre le darás un alivio en tanto sufrir, ¿no lo aceptas?”
Yo me sentía tan aniquilada, me veía tan mala (como lo soy todavía) e indigna, que no osaba decir “sí”. Mi naturaleza temblaba, me sentía tan débil por las penas pasadas, que apenas me quedaba un hilo de vida. Además, no sé como, de lejos veía a los demonios que alborotaban tanto, hacían mucho ruido, y veía que todo lo que había visto que le habían hecho al Señor debían hacérmelo a mí si aceptaba. En mí misma sentía tales penas, dolores, estiramientos de nervios, que creí que dejaría la vida. Finalmente me acerqué y le besé las llagas, parecía que al hacerlo aquellos miembros tan lacerados se curaban, y el Señor que antes parecía casi muerto empezaba a reanimarse a nueva vida. Internamente recibía tales luces sobre las ofensas que se cometen, atracciones para aceptar ser víctima aunque debiese sufrir mil muertes, porque el Señor todo merecía, y que yo no podría oponerme a lo que Él quería. Esto sucedía mientras estábamos en silencio, pero aquellas miradas que mutuamente nos dábamos eran tantas invitaciones, tantas saetas ardientes que me traspasaban el corazón. Especialmente la Santísima Virgen me incitaba a aceptar, ¿pero quién puede decir todo lo que pasé? Finalmente el Señor mirándome benignamente me dijo:
“Tú has visto cuánto me ofenden y cuántos caminan por los caminos de la iniquidad, y sin advertirlo se precipitan en el abismo. Ven a ofrecerte ante la Divina Justicia como víctima de reparación por las ofensas que se hacen y por la conversión de los pecadores, que a ojos cerrados beben en la fuente envenenada del pecado. Un inmenso campo se abre ante ti, de sufrimientos, sí, pero también de gracias; Yo no te dejaré más, vendré en ti a sufrir todo lo que me hacen los hombres, haciéndote participar de mis penas. Como ayuda y consuelo te doy a mi Madre”.
Y parecía que me entregaba a Ella, y Ella me aceptaba. Yo también me ofrecí toda a Él y a la Virgen, dispuesta a hacer lo que Él quería, y así terminó la primera vez.
Después de que me recobré de aquél estado, sentía tales penas, tal aniquilamiento de mí misma, que me veía como un miserable gusano que no sabía hacer más que arrastrarse por tierra, y decía al Señor: “Ayuda, tu Omnipotencia me aterra, veo que si Tú no me levantas, mi nada se deshace y va a dispersarse. Dame el sufrir, pero te ruego me des la fuerza, porque me siento morir”. Y así empezó un alternarse de visitas de Nuestro Señor y de tormentos por parte de los demonios; por cuanto más me resignaba, tanto más aumentaba su rabia.
Pocos días después de lo dicho anteriormente, sentí de nuevo perder los sentidos (recuerdo que al principio, cada vez que me sucedía esto creía que debía dejar la vida). Mientras perdí los sentidos se hizo ver otra vez Nuestro Señor con la corona de espinas en la cabeza, todo chorreando sangre, y dirigiéndose a mí dijo:
“Hija, mira lo que me hacen los hombres; en estos tristes tiempos es tanta su soberbia que han infestado todo el aire, y es tanta la peste que por todas partes se esparce, tanto, que ha llegado hasta mi trono en el empíreo. Hacen de tal modo que ellos mismos se cierran el Cielo; los miserables, no tienen ojos para ver la verdad porque están ofuscados por el pecado de la soberbia, con el cortejo de los demás vicios que llevan consigo. Ah, dame un alivio a tan acerbos dolores y una reparación a tantas ofensas que me hacen”.
Diciendo esto se quitó la corona, que no parecía corona sino toda una madeja, de modo que ni siquiera una mínima parte de la cabeza quedaba libre, sino que toda era traspasada por aquellas espinas. Mientras se quitó la corona se acercó a mí y me preguntó si la aceptaba. Yo me sentía tan aniquilada, sentía tales penas por las ofensas que se le hacen, que me sentía destrozar el corazón y le dije: “Señor, haz de mí lo que quieras”. Y así lo hizo y me la hundió sobre mi cabeza y desapreció.

¿Quién puede decir el dolor que sentí al volver en mí misma? A cada movimiento de la cabeza creía expirar, tantos eran los dolores, las pinchaduras que sentía en la cabeza, en los ojos, en las orejas, detrás en la nuca, aquellas espinas me las sentía penetrar hasta en la boca, y ésta se me apretaba de tal modo que no podía abrirla para tomar el alimento, y estaba a veces dos y a veces tres días sin poder tomar nada. Cuando de algún modo se mitigaban, sentía sensiblemente una mano que me oprimía la cabeza y me renovaba las penas, y a veces eran tantos los dolores que perdía los sentidos. Al principio esto sucedía algunos días sí y otros no, de vez en cuando se repetía tres o cuatro veces al día, a veces duraba un cuarto de hora, otras veces media hora y otras una hora, y después quedaba libre, sólo que me sentía muy débil y sufriente, en la medida en que en aquel estado de adormecimiento me habían sido comunicadas las penas, así quedaba más o menos sufriente.
Recuerdo también como algunas veces por los sufrimientos de la cabeza, como dije arriba, no podía abrir la boca para tomar el alimento, y como la familia sabía que no tenía ganas de estar en el campo, cuando veían que no comía lo atribuían a un capricho mío, y naturalmente se enojaban, se inquietaban y me reprendían. Mi naturaleza quería resentirse por esto, porque veía que no era verdad lo que ellos decían, pero el Señor no quería este resentimiento, y he aquí como sucedió:
Una noche, mientras estábamos a la mesa y yo en este estado de no poder abrir la boca, la familia empezó a inquietarse, yo lo sentía tanto que comencé a llorar, y para no ser vista me levanté y me fui a otra habitación para seguir llorando, y le pedía a Jesucristo y a la Virgen Santísima que me dieran ayuda y fuerza para soportar esa prueba, pero mientras esto hacía sentí que empezaba a perder los sentidos. ¡Oh Dios, qué pena el solo pensar que la familia me vería, siendo que hasta entonces no lo había advertido! Mientras estaba en esto le decía: “Señor, no permitas que me vean”. Y yo tenía tal vergüenza de que me vieran, aunque no sé decir por qué, y trataba por cuanto más podía de esconderme en lugares donde no podía ser vista; cuando era sorprendida imprevistamente por ese estado, de modo que no tenía tiempo de esconderme o al menos de arrodillarme, porque en la posición en que me encontraba así quedaba, y podrían decir que estaba rezando, entonces me descubrían. Mientras perdí los sentidos se hizo ver Nuestro Señor en medio de muchos enemigos que le lanzaban toda clase de insultos, especialmente lo agarraban y lo pisoteaban bajo los pies, lo blasfemaban, le jalaban los cabellos; me parecía que mi buen Jesús quería huir de debajo de aquellos fétidos pies e iba buscando una mano amiga que lo liberara, pero no encontraba a nadie. Mientras esto veía, yo no hacía otra cosa que llorar sobre las penas de mi Señor, hubiera querido ir en medio de esos enemigos, tal vez podría liberarlo, pero no me atrevía y le decía: “Señor, hazme participar en tus penas. ¡Ah, si pudiera aliviarte y liberarte!” Mientras esto decía, aquellos enemigos, como si hubieran entendido, se venían contra mí, pero tan enfurecidos que empezaron a golpearme, a jalarme los cabellos, a pisotearme, yo tenía gran temor, sufría, sí, pero dentro de mí estaba contenta porque veía que daba al Señor un poco de tregua. Después aquellos enemigos desaparecían y yo quedé sola con mi Jesús. Traté de compadecerlo pero no me atrevía a decirle nada, y Él rompiendo el silencio me dijo:
“Todo lo que tú has visto es nada en comparación de las ofensas que continuamente me hacen, es tanta su ceguera, el entregarse a las cosas terrenas, que llegan a volverse no sólo crueles enemigos míos, sino también de ellos mismos, y como sus ojos están fijos en el fango, por eso llegan a despreciar lo eterno. ¿Quién me reparará por tanta ingratitud? ¿Quién tendrá compasión de tanta gente que me cuesta sangre y que vive casi sepultada en la mugre de las cosas terrenas? Ah, ven y reza, llora junto Conmigo por tantos ciegos que son todo ojos para todo lo que sabe a tierra, y desprecian y pisotean mis gracias bajo sus inmundos pies, como si éstas fueran fango. Ah, elévate sobre todo lo que es tierra, aborrece y desprecia todo lo que a Mí no pertenece, no te importen las burlas que recibas de la familia después de que me has visto sufrir tanto, sólo te importe mi honor, las ofensas que continuamente me hacen y la pérdida de tantas almas. Ah, no me dejes solo en medio de tantas penas que me destrozan el corazón, todo lo que tú sufres ahora es

poco en comparación con las penas que sufrirás, ¿no te he dicho siempre que lo que quiero de ti es la imitación de mi Vida? Mira cuán desemejante eres de Mí, por eso ánimo y no temas”.
Después de esto volví en mí misma y me di cuenta que estaba rodeada por la familia, todos lloraban y estaban alarmados y tenían tal temor de que se repitiera ese estado, pensando que moriría, que decidieron volver a Corato lo más pronto posible para hacerme observar por los médicos. No sé decir por qué sentía tanta pena al pensar que debía ser examinada por los médicos, muchas veces lloraba y me lamentaba con el Señor diciéndole: “Cuántas veces, oh Señor, te he rogado que me hagas sufrir ocultamente, esto era mi único contento, y ahora también de esto estoy privada. ¡Ah! Dime, ¿cómo haré? Sólo Tú puedes ayudarme y consolarme en mi aflicción, ¿no ves tantas cosas que dicen? Unos piensan de un modo y otros de otro, quien quiere aplicarme un remedio y quien otro, son todo ojos sobre mí, de modo que no tengo más paz. Ah, socórreme en tantas penas, porque me siento faltar la vida”. Y el Señor benignamente agregó:
“No quieras afligirte por esto, lo que quiero de ti es que te abandones como muerta entre mis brazos. Hasta en tanto tú tengas los ojos abiertos para ver lo que Yo hago y lo que hacen y dicen las criaturas, Yo no puedo libremente obrar sobre ti. ¿No quieres fiarte de Mí? ¿No sabes cuánto te amo y que todo lo que permito, o por medio de las criaturas o por medio de los demonios, o por medio mío directamente, es para tu verdadero bien y no sirve para otra cosa que para conducir a tu alma al estado para el cual la he elegido? Por eso quiero que a ojos cerrados te estés entre mis brazos, sin mirar ni investigar esto o aquello, fiándote enteramente de Mí y dejándome obrar libremente. Si en cambio quieres hacer lo contrario, perderás tiempo y llegarás a lo opuesto de lo que quiero hacer de ti. Respecto a las criaturas usa un profundo silencio, sé benigna y dócil con todos, haz que tu vida, tu respiro, tus pensamientos y afectos, sean continuos actos de reparación que aplaquen mi Justicia, ofreciéndome también las molestias que te dan las criaturas, que no serán pocas”.
Después de esto hice cuanto más pude para resignarme a la Voluntad de Dios, si bien muchas veces era puesta en tales aprietos por parte de las criaturas, que a veces no hacía otra cosa que llorar. Llegó el momento de recibir la visita del médico, y juzgó que mi estado no era otra cosa que un problema nervioso, por lo que recetó medicinas, distracciones, paseos, baños fríos, recomendó a la familia que me cuidaran bien cuando era sorprendida por aquel estado, porque, les decía, si la mueven, la pueden lastimar en vez de ayudarla, porque yo cuando era sorprendida por ese estado quedaba petrificada.
Entonces empezó una guerra por parte de la familia, me impedían ir a la iglesia, no me daban ya la libertad de quedarme sola, era observada continuamente, por lo que frecuentemente advertían que caía en ese estado. Muchas veces me lamentaba con el Señor diciéndole:
“Mi buen Jesús, cuánto han aumentado mis penas, hasta de las cosas más amadas estoy privada, como son los Sacramentos. Jamás pensé que debía llegar a esto, quién sabe donde iré a terminar. ¡Ah! Dame ayuda y fuerza, porque mi naturaleza desfallece”. Muchas veces se dignaba bondadosamente decirme algunas palabras, por ejemplo:
“Yo soy tu ayuda, ¿de qué temes? ¿No recuerdas que también Yo sufrí de parte de toda clase de gente? Unos pensaban de Mí de un modo, y otros de otro, las cosas más santas que Yo hacía eran juzgadas por ellos como defectuosas, malas, hasta me dijeron que era un endemoniado, tanto que me veían con ojos siniestros, me tenían entre ellos pero de mala gana, y maquinaban entre ellos quitarme la vida lo más pronto posible, porque mi presencia se había vuelto intolerable para ellos. Entonces, ¿no quieres que te haga semejante a Mí haciéndote sufrir por parte de las criaturas?”.
Y así pasé algunos años sufriendo por parte de las criaturas, de los demonios y directamente de Dios, a veces llegaba a tanta amargura por parte de las criaturas, y por el modo como pensaban, que tenía vergüenza de que me viera cualquier persona, tanto, que mi más grande sacrificio era aparecer en medio a las personas; tanta era la vergüenza y la

confusión que me sentía atontada. Hubo otras visitas de otros médicos, pero no sirvieron para nada, a veces derramando amargas lágrimas le decía con todo el corazón: “Señor, como se han vuelto públicos mis sufrimientos, ahora no sólo la familia lo sabe sino también los extraños me veo toda cubierta de confusión, me parece que todos me señalan con el dedo, como si estos sufrimientos fueran las más malas acciones, yo misma no sé decir qué cosa me sucede. ¡Ah! Sólo Tú puedes liberarme de tal publicidad y hacerme sufrir ocultamente. Te lo pido, te lo suplico, escúchame favorablemente”.
A veces también el Señor mostraba no escucharme y aumentaban mis penas, otras veces me compadecía diciéndome:
“Pobre hija, ven a Mí que te quiero consolar, tú tienes razón en que sufres, pero es que no recuerdas, que también Yo, oh, cuánto más sufrí. Hasta cierto momento mis penas fueron ocultas, pero cuando llegó la Voluntad del Padre de sufrir en público, rápidamente salí a encontrar confusiones, oprobios, desprecios, hasta ser despojado de mis vestidos, estar desnudo en medio a un pueblo numerosísimo, ¿podrías tú imaginar confusión más grande que ésta? Mi naturaleza sentía mucho esta clase de sufrimientos, pero tenía los ojos fijos a la Voluntad del Padre, y ofrecía esas penas en reparación de tantos que cometen las más nefandas acciones públicamente, ante los ojos de muchos, vanagloriándose sin la más mínima vergüenza, y le decía: “Padre, acepta mis confusiones y mis oprobios en reparación de tantos que tienen la desfachatez de ofenderte tan libremente sin el mínimo disgusto; perdónalos, dales luz a fin de que vean la fealdad del pecado y se conviertan”. También a ti te quiero hacer partícipe de esta clase de sufrimientos. ¿No sabes tú que los más bellos regalos que puedo dar a las almas que amo son las cruces y las penas? Tú eres niña aún en el camino de la cruz, por eso te sientes demasiado débil, cuando hayas crecido y hayas conocido cuán precioso es el sufrir, entonces te sentirás más fuerte. Por eso apóyate en Mí, repósate porque así adquirirás fuerza”.
Después de que pasé algún tiempo en este estado descrito arriba, cerca de seis o siete meses, los sufrimientos se acrecentaron más, tanto que me vi obligada a estarme en la cama, frecuentemente se multiplicaba aquel estado de perder los sentidos, y casi no tenía ni siquiera una hora libre, me reduje a un estado de extrema debilidad, la boca se apretaba de tal modo que no la podía abrir y en algún momento libre que tenía apenas algunas gotas de algún líquido podía tomar, si es que lo conseguía, y después era obligada a devolverlo por los continuos vómitos que he tenido siempre. Después de que estuve como dieciocho días en este estado continuo, se mandó llamar al confesor para confesarme. Cuando vino el confesor me encontró en ese estado de letargo. Cuando me recuperé me preguntó qué cosa tenía, solamente le dije, callando todo el resto, y como continuaban las molestias de los demonios y las visitas de Nuestro Señor, entonces le dije: “Padre, es el demonio”. Él me dijo que no tuviera miedo, porque no es el demonio, y si es él, el sacerdote te libera. Así dándome la obediencia y persignándome con la cruz y ayudándome a mover los brazos, porque sentía todo el cuerpo petrificado como si se hubiera convertido todo en una sola pieza, logró que los brazos recobraran el movimiento, logró hacer que la boca se abriera luego de que estaba inmóvil para todo. Esto lo atribuí a la santidad de mi confesor, que en verdad era un santo sacerdote, lo consideré casi un milagro, tanto que decía entre mí misma: “Mira, estabas a punto de morir”. Porque en realidad me sentía mal, y si hubiese durado aquel estado, yo creo que habría dejado la vida. Si bien recuerdo que estaba resignada y cuando me vi liberada sentí un cierto pesar porque no había muerto.
Después de que el confesor se fue, y yo quedé libre volví al mismo estado de antes, y así sucedía que pasaba, a veces semanas, a veces quince días y hasta meses en que era sorprendida de vez en cuando por aquel estado durante el día, pero por mí misma lograba liberarme; después cuando era sorprendida con más frecuencia, como dije más arriba, entonces los familiares mandaban llamar al confesor, pues habían visto que la primera vez había quedado liberada por él, cuando todos creían que no me habría de recuperar más de aquel estado, y en cambio hasta pude ir a la iglesia, debido a esto

llamaban al confesor y entonces quedaba libre. Nunca me pasó por la mente que para tal estado se necesitara el sacerdote para liberarme, ni que mi mal fuera una cosa extraordinaria; es cierto que cuando perdía los sentidos veía a Jesucristo, pero esto lo atribuía a la bondad de Nuestro Señor y decía para mí misma: “Mira cuán bueno es el Señor hacia mí, que en este estado de sufrimientos viene a darme la fuerza, de otra manera ¿cómo podría sostenerme, quién me daría la fuerza?” También es cierto que cuando debía caer en ese estado, en la mañana en la Comunión Jesús me lo decía, y cayendo en ese estado de Él mismo me venían los sufrimientos, pero no le daba importancia a nada. Con sólo pensar alguna vez en decirlo al confesor yo creía ser el alma más soberbia que existiera en el mundo si me atrevía a hablar de estas cosas de ver a Jesucristo; y sentía tal vergüenza que fue imposible decir algo a ese confesor a pesar de lo bueno y santo que era. Tan es verdad, que no creía que se necesitara al sacerdote para liberarme y que esto sucedía por la santidad del confesor, que cuando llegó el tiempo, él se fue al campo, entonces una mañana, después de la Comunión el Señor me hizo entender que debía ser sorprendida por ese estado, me invitó a hacerle compañía con participar en sus penas, pero yo súbito le dije: “Señor, ¿cómo haré? El confesor no está, ¿quién me debe liberar? ¿Quieres acaso hacerme morir?” Y el Señor me dijo solamente:
“Tu confianza debe estar sólo en Mí, estate resignada, pues la resignación hace al alma luminosa, hace estar en su lugar a las pasiones, de modo que Yo, atraído por esos rayos de luz, voy al alma y la uniformo toda en Mí, y la hago vivir de mi misma Vida”.
Yo me resigné a su Santa Voluntad, ofrecí aquella Comunión como la última de mi vida, le di el último adiós a Jesús en el Sacramento, y si bien estaba resignada, pero mi naturaleza lo sentía tanto, que todo aquel día no hice otra cosa que llorar y pedir al Señor que me diese la fuerza. En verdad me resultó demasiado amargo todo ese hecho, y sin pensarlo ni saberlo me encontré con una nueva y pesada cruz que creo que haya sido la más pesada que he tenido en mi vida. Mientras estaba en aquel estado de sufrimientos, yo no pensaba en otra cosa más que en morir y en hacer la Voluntad de Dios. Los familiares, que también sufrían al verme en aquel estado, trataron de llamar algún sacerdote, pero ninguno quiso venir, uno por una cosa, y otro por otra; después de diez días vino el sacerdote que me confesaba cuando era pequeña, y sucedió que también él me hizo salir de ese estado, y entonces me di cuenta de la red en la que el Señor me había envuelto.
De aquí me vino una guerra por parte de los sacerdotes, quién decía que era fingimiento, quién que se necesitaban los palos, otros que quería pasar por santa, quién agregaba que estaba endemoniada y muchas otras cosas, que decirlas todas sería hacer demasiado larga la historia. Con estas ideas en sus mentes, cuando sucedían los sufrimientos y la familia mandaba llamar a alguno, no querían venir, diciendo todas aquellas cosas, y la pobre familia ha sufrido mucho, especialmente mi pobre mamá, cuántas lágrimas ha derramado por mí. ¡Ah! Señor, recompénsala Tú. ¡Oh mi buen Señor, cuánto he sufrido desde entonces, sólo Tú sabes todo!
Quién puede decir cuán amargo me resultó este hecho, que para liberarme de ese estado de sufrimientos se necesitaba al sacerdote ¡Cuántas veces he pedido derramando lágrimas amarguísimas, que me libere de esto! Muchas veces hice positivas resistencias al Señor cuando Él quería que me ofreciera como víctima, y aceptara las penas, y le decía: “Señor, prométeme que Tú mismo me liberarás, y entonces acepto todo, de otra manera no, no quiero aceptar”. Y resistía el primer día, el segundo, el tercero,
¿pero quién puede resistir a Dios? Me insistía tanto que al fin me veía obligada a someterme a la cruz. Otras veces le decía de corazón y con confianza: “Señor, ¿cómo es que haces esto? ¿Cómo es que entre Tú y yo, has querido poner a un tercero? Y este tercero no quiere prestarse. Mira, podríamos estar muy contentos Tú y yo solos. Cuando me querías para sufrir, yo inmediatamente aceptaba, porque sabía que Tú mismo me debías liberar, pero ahora no, se necesita otra mano, Te ruego, libérame, pues así estaremos ambos más contentos”.
A veces fingía no escucharme y no me decía nada, otras veces me decía:

“No temas, Yo soy quien da las tinieblas y la luz, vendrá el tiempo de la luz, es mi costumbre que mis obras las manifiesto por medio de los sacerdotes”.
Así pasé tres o cuatro años de estas contradicciones por parte de los sacerdotes, muchas veces me sujetaban a pruebas durísimas, llegaban a dejarme en ese estado de sufrimientos, esto es petrificada, incapaz de cualquier mínimo movimiento, ni siquiera de poder tomar una gota de agua, hasta dieciocho días cuando así lo querían. Sólo el Señor sabe lo que yo pasaba en ese estado, y luego cuando venían no tenía ni siquiera el bien de oír: “Ten paciencia, haz la Voluntad de Dios”. Sino que era reprendida como una caprichosa y desobediente. ¡Oh Dios, qué pena!, cuántas lágrimas he derramado; cuántas veces pensaba que era desobediente y decía entre mí: “Cómo esa virtud de la obediencia que para el Señor es la más agradable está tan lejana de mí, ¿qué cosa puede hacer y esperar de bien un alma desobediente?” Muchas veces me lamentaba con Nuestro Señor y a veces llegaba hasta resentirme, y cuando Él quería que aceptara los sufrimientos, yo resistía cuanto más podía. Pero el Señor cuando veía que empezaba a resistir hacía ver que no me ponía atención y no me decía nada más, y luego de improviso venía a sorprenderme. Lo que después decía el confesor es porque no quería que cayera en aquel estado, pero esto no estaba en mi poder, es verdad que he sido desobediente, y que jamás he sido buena para nada. Pero recuerdo también que la pena más dolorosa para mí era el no poder obedecer.
En este periodo de tiempo, recuerdo que hubo una epidemia de cólera, y que un día que pedía a mi buen Jesús que hiciera cesar ese flagelo, Él me dijo:
“Te contentaré con tal que aceptes ofrecerte a sufrir lo que Yo quiera”.
Yo le dije: “Señor, no, no puedo, Tú sabes como la piensan, a menos que todo pase sólo entre Tú y yo, sólo así estaría dispuesta a aceptar todo”.
Y Él me dijo: “Hija mía, si Yo hubiera pensado en lo que los hombres pensaban y en lo que querían hacer de Mí, no habría hecho la Redención del género humano, pero yo tenía mi mirada fija en su salvación, y el amor grande que me devoraba me hacía hacer que cuando veía personas que pensaban mal de Mí y que daban ocasión de hacerme sufrir más, Yo ofrecía esas mismas penas que ellos me daban por su misma salvación. ¿Te has olvidado que lo que quiero de ti es la imitación de mi Vida, y que quiero que participes en todo lo que sufrí? ¿No sabes tú que el acto más bello, más heroico, y más agradable a Mí y que debes ofrecerme, es el de ofrecerte por aquellos mismos que te son contrarios?”.
Yo quedé muda, no supe qué responderle, acepté todo lo que el Señor quería, y así hasta la tarde fui sorprendida por ese estado de sufrimientos en el que estuve tres días continuos, y después que volví en mí no oí más que hubiera cólera.
Después de esto me vino otra mortificación, y fue la de tener que cambiar confesor, porque siendo él religioso fue llamado al convento. Yo estaba contenta con él, y la mayor parte de las cosas dichas arriba sucedían cuando él estaba en el campo, especialmente el último año que fue mi confesor, pues por el cólera que había en la ciudad permaneció seis meses en el campo; por eso no participó tanto en esas cosas, él me hacía estar un día en ese estado de sufrimientos y venía. Después de volver del campo no pasó ni un mes cuando supo que debía irse; esto fue doloroso para mí, no porque estuviera apegada a él, sino por la necesidad que tenía. Entonces dije al Señor mi pena, y Él me dijo:
“No te aflijas por esto, Yo soy el dueño de los corazones, y puedo moverlos como a Mí me parece y me place. Si él te ha hecho el bien no ha sido más que un instrumento que recibía de Mí y te lo daba a ti, así haré con los demás, ¿de qué temes entonces? Amada mía, mientras tú tengas tu mirada puesta, ahora a la derecha, ahora a la izquierda, y la dejes que se pose ahora en una cosa, ahora en otra, y no la mantengas fija en Mí, no podrás caminar libremente el camino del Cielo, sino que irás siempre tropezando y no podrás seguir el influjo de la gracia. Por eso quiero que con santa indiferencia mires todas las cosas que suceden en torno a ti, estando toda atenta solamente a Mí”.
Después de estas palabras mi corazón adquirió tanta fuerza, que poco o nada sufrí por la pérdida de ese confesor que tanto bien había hecho a mi alma. Así fue como cambié confesor y volví al que me confesaba cuando era pequeña. Sea siempre bendito el

Señor, que se sirve de esos mismos caminos que a nosotros nos parecen contrarios y que casi como que deberían llevar un daño a nuestra alma, para nuestro mayor bien y para su gloria. Así sucedió que comencé a abrirle a él mi alma, porque hasta ese momento no había dicho nada a ninguno, por cuanto me dijeran no lo lograba, más bien más impotente me veía para decir las cosas de mi interior, era tanta la vergüenza que sentía al solo pensar en decir estas cosas, que me era más fácil decir los más feos pecados. De dónde procedía esto, no sé decirlo, por parte del confesor creo que no, porque él era muy bueno, me inspiraba confianza, era dulce y paciente para escuchar, tomaba cuidado detallado de mi alma, tenía la mirada en todo para que se pudiera caminar derecho. Por parte mía tampoco, porque sentía un obstáculo en mi alma y tenía toda la voluntad de vencerlo y de saber al menos como pensaba el confesor, pero me sentía imposibilitada para hacerlo. Yo creo que fue una permisión del Señor.
Entonces encontrándome con el nuevo confesor, empecé, poco a poco a abrir mi interior, el Señor muchas veces me ordenaba que manifestara al confesor lo que Él me decía, y cuando yo no lo hacía, el Señor me reprendía severamente y a veces llegaba a decirme que si no lo hacía, Él no vendría más; esto es para mí la pena más amarga, ante la cual todas las demás penas no me parecen más que hilos de paja; por eso, tanto era el temor de que no volviera más, que hacía cuanto más podía para manifestar mi interior. Es verdad que a veces me costaba mucho, pero el temor de perder a mi amado Jesús me hacía superar todo. Por parte del confesor también me veía empujada a decirle de donde procedía tal estado mío, qué cosa me sucedía cuando estaba en aquel adormecimiento y cuál era la causa; ahora me ordenaba manifestarlo, ahora me obligaba con precepto de obediencia, y luego me ponía delante el temor de que pudiese vivir en la ilusión y en el engaño, viviendo para mí misma, mientras que si lo manifestaba al sacerdote podría estar más segura y tranquila, y que el Señor no permite jamás que el sacerdote se engañe cuando el alma es obediente. Así, Jesucristo me empujaba por una parte y el confesor por la otra; a veces me parecía que se ponían de acuerdo entre ellos. Así pude llegar a manifestar mi interior. Esto no lo hacía el confesor anterior, no me hacía ninguna pregunta, no trataba de saber qué cosas me sucedían en aquel estado de adormecimiento, por lo que yo misma no sabía como empezar a hablar de estas cosas. El único cuidado que tomaba era que estuviese resignada, uniformada al Querer de Dios, que soportara la cruz que el Señor me había dado, tanto que si a veces me veía un poco fastidiada, experimentaba gran disgusto.
Después sucedió que pasé cerca de otro año con este confesor, en el mismo estado dicho arriba, pero como sabía de donde provenía ese estado de sufrimiento, me decía que cuando Jesucristo quisiera que me vinieran los sufrimientos, fuera a pedirle a él la obediencia para sufrir. Recuerdo que una mañana después de la comunión el Señor me dijo:
“Hija, son tantas las iniquidades que se cometen, que la balanza de mi Justicia está por desbordarse. Has de saber que pesados flagelos haré caer sobre los hombres, especialmente una feroz guerra en la cual haré masacre de la carne humana”. “Ah sí”, prosiguió casi llorando, “Yo he dado los cuerpos a los hombres a fin de que fueran tantos santuarios donde debía ir a deleitarme, pero los han cambiado en cloacas de inmundicias, y es tanta la peste que me obligan a estar lejos de ellos. Ve la recompensa que recibo ante tanto amor y tantas penas que he sufrido por ellos. ¿Quién ha sido tratado como Yo? Ah, ninguno, ¿pero quién es la causa? Es el tanto amor que les tengo. Por eso probaré con los castigos”.
Yo me sentía romper el corazón por el dolor, me parecía que eran tantas las ofensas que le hacían, que para huir quería esconderse en mí, como para encontrar refugio. Sentía también tal pena porque los hombres debían ser castigados, que me parecía que no ellos, sino yo misma debía sufrir, más bien me parecía que si yo hubiese podido, me habría sido más soportable sufrir yo todos aquellos castigos, antes que ver sufrir a los demás.

Traté de compadecerlo cuanto más pude y con todo el corazón le dije: “Oh Esposo Santo, evita los flagelos que tu Justicia tiene preparados, si la multiplicidad de las iniquidades de los hombres es grande, está el mar inmenso de tu sangre donde, puedes sepultarlas, y así tu Justicia quedará satisfecha. Si no tienes donde ir para deleitarte, ven en mí, te doy todo mi corazón, para que reposes, y te deleites con él, es verdad que también yo soy un lugar inmundo de vicios, pero Tú me puedes purificar y hacerme como Tú me quieres. Pero aplácate, si es necesario el sacrificio de mi vida, ah, de buena gana lo haré con tal de ver a tus mismas imágenes libradas”. Y el Señor interrumpiendo mi hablar continuó diciéndome:
“Precisamente esto es lo que quiero, si tú te ofreces a sufrir, no ya como hasta ahora, de vez en cuando, sino continuamente, cada día y por un corto tiempo, Yo libraré a los hombres. Mira como lo haré, te pondré entre mi Justicia y las iniquidades de las criaturas, y cuando mi Justicia se vea llena de las iniquidades, de modo que no pueda contenerlas y se vea obligada a mandar los flagelos para castigar a las criaturas, encontrándote tú en medio, en vez de golpearlos a ellos quedarás golpeada tú. Sólo de este modo podré contentarte en librar a los hombres, de otro modo, no”.
Yo quedé toda confundida, y no sabía qué decirle, mi naturaleza hacía su parte, se espantaba y temblaba, pero veía a mi buen Jesús que esperaba una respuesta, si aceptaba o no, entonces viéndome casi obligada a hablar le dije: “Oh Divinísimo Esposo mío, por parte mía estaría pronta a aceptar, pero cómo se arreglará por parte del confesor, si no quiere venir de vez en cuando, cómo será posible que quiera venir todos los días; libérame de esta cruz de necesitar al confesor para liberarme, y entonces todo quedará arreglado entre Tú y yo”. Entonces el Señor me dijo:
“Ve con el confesor y pídele la obediencia, si quiere le dirás todo lo que te he dicho y harás lo que él diga. Mira, no será solamente para bien de las criaturas por lo que quiero estos sufrimientos continuos, sino también para tu bien, en este estado de sufrimientos purificaré muy bien tu alma, de modo de disponerte a formar Conmigo un místico desposorio, y después de esto haré la última transformación, de modo que los dos seremos como dos velas que puestas en el fuego, una se transforma en la otra y se forma una sola, así transformaré a Mí en ti, y tú quedarás crucificada Conmigo. Ah, ¿no estarías contenta si pudieras decir: “El Esposo crucificado, pero también la esposa está crucificada? Ah sí, no hay ninguna cosa que me haga desemejante de Él”.
Entonces, cuando pude hablar con el confesor le dije todo lo que el Señor me había dicho, y como aquella palabra que el Señor me dijo: “Por un cierto tiempo”, sin decirme el tiempo preciso que debía estar continuamente sufriendo, yo la tomé como por cuarenta días, más o menos, pero ya han pasado cerca de doce años que continúo así, pero siempre sea bendito Dios, sean adorados siempre sus inescrutables juicios, yo creo que si el Señor bendito me hubiera hecho entender con claridad el tiempo que debía estar en cama, mi naturaleza se habría espantado mucho, y difícilmente se hubiera sometido, si bien recuerdo que he estado siempre resignada, pero entonces no conocía la preciosidad de la cruz como el Señor me la ha hecho conocer en el transcurso de estos doce años, ni el confesor hubiera accedido a darme la obediencia. Entonces así le dije al confesor, que por cuarenta días el Señor quería que me diera la obediencia de estar continuamente sufriendo, y también le dije lo demás. Con gran sorpresa mía, porque yo lo creía imposible, el confesor me dijo que si era verdaderamente Voluntad de Dios, él me daba la obediencia, que en realidad no era que él no pudiera venir, sino más bien un poco de respeto humano. Mi alma se alegró mucho porque podía contentar al Señor, y también librar a las criaturas, pero mi naturaleza se afligió mucho al recibir esta obediencia, tanto que por algunos días estuve muy afligida, también el alma la sentía pensativa porque debía estar tanto tiempo sin poder recibir a Jesús en el Sacramento, mi único consuelo; a veces sentía una guerra tan feroz en mí, que yo misma no sabía qué cosa me había sucedido, muchas cosas las agregaba el demonio, pero mi buen Jesús puso remedio a todo, y he aquí como sucedió.

Diferentes modos de hablar de Jesús.


Pero antes de continuar, por orden del confesor actual debo manifestar los varios modos con los cuales el Señor me ha hablado: A mí me parece que los modos con los que Dios me habla sean cuatro, pero estos cuatro modos de hablar de Jesús son muy diferentes de las inspiraciones.
1.- El primer modo es cuando el alma sale fuera de sí. Pero antes quiero explicar lo mejor que pueda este salir fuera de mí misma. Esto sucede de dos modos: El primero es instantáneo, casi como relámpago, y es tan repentino que me parece que el cuerpo se eleva un poco de la cama, para seguir al alma, pero después queda en la cama y a mí me parece que el cuerpo queda muerto, y el alma en cambio sigue a Jesús caminando por todo el universo, la tierra, el aire, los mares, los montes, el purgatorio y el Cielo, donde muchas veces me ha hecho ver el lugar donde yo estaré después de muerta.
El otro modo de salir el alma es más tranquilo, parece que el cuerpo se adormece insensiblemente y queda como petrificado ante la presencia de Jesucristo, pero el alma permanece con el cuerpo, y éste no siente nada de las cosas externas, aunque se trastornara todo el universo, aunque me quemaran y me redujeran en pedazos.
Estos dos modos tan diferentes de salir fuera de mí misma, yo los he notado sensiblemente, porque en el primer modo, debiendo yo obedecer al confesor que venía a despertarme, lo he visto desde el lugar a donde me conducía Jesús; es decir, desde los confines de la tierra, o del aire, o de los montes, o del mar, o del purgatorio, o aun desde el mismo Paraíso, más bien me parecía que no tenía tiempo de poder volver para que el confesor encontrara mi alma en el cuerpo, y poder obedecer, y como me encontraba con el alma tan lejos, me ajetreaba toda, me angustiaba y me afligía pensando que no tendría tiempo de volver al cuerpo para que el confesor me encontrara, y por tanto no tener tiempo de obedecer, sin embargo debo confesar que siempre me he encontrado a tiempo, y me parecía que el alma entrase al cuerpo antes de que el confesor comenzase a darme la obediencia de despertar.
Es más, digo la verdad, muchas veces yo veía de lejos al confesor que venía, pero para no dejar a Jesús, parecía que no pensara en confesor que venía y entonces Jesús mismo me apresura a volver con el alma al cuerpo para poder obedecer al confesor, y entonces yo sentía una gran repugnancia, por dejar a Jesús, pero la obediencia vencía, y dejando a Jesús, Él mismo, o me besaba o me abrazaba o hacía otra cosa para despedirse de mí. Y yo dejando a mi amado Jesús le decía: “Voy con el confesor, pero Tú mi buen Jesús, vuelve pronto en cuanto el confesor se vaya”.
Estos son los dos modos con los cuales el alma parecía que saliese del cuerpo, y en estos dos modos de salir el alma, Dios me habla. Este modo de hablar, Él mismo lo llama hablar intelectual. Trataré de explicarlo: El alma salida del cuerpo y encontrándose delante a Jesús, no tiene necesidad de palabras para entender lo que el Señor le quiere decir, ni el alma tiene necesidad de hablar para hacerse entender, sino que todo es por medio del intelecto, ¡oh, qué bien nos entendemos cuando nos encontramos juntos! De una luz que de Jesús me viene a la inteligencia, siento imprimir en mí todo lo que mi Jesús quiere hacerme entender. Este modo es muy alto y sublime, tanto que la naturaleza difícilmente sabe explicarlo con palabras, apenas puede decir alguna idea, este modo en que Jesús se hace entender es rapidísimo, en un simple instante se aprenden muchas más cosas sublimes que leyendo libros enteros. ¡Oh, qué maestro ingeniosísimo es Jesús, que en un simple instante enseña muchas cosas, mientras que cualquier otro necesitaría años enteros, si es que lo logra, porque el maestro terreno no tiene potencia para poder atraer la voluntad del discípulo, ni de poderle infundir en la mente sin esfuerzos ni fatigas lo que le quiere enseñar, pero con Jesús no es así, tanta es su dulzura, la amabilidad de su trato, la suavidad de su hablar, y además es tan bello, que el alma apenas lo ve se siente tan atraída, que a veces es tanta la velocidad con la que corre al lado de Jesús, que casi sin advertirlo se encuentra transformada en el objeto amado, de modo que el alma no sabe

discernir más su ser terreno, tanto queda identificada con el Ser Divino. ¿Quién puede decir lo que el alma experimenta en este estado? Se necesitaría a Jesús mismo, o bien a un alma separada perfectamente del cuerpo, porque el alma encontrándose otra vez circundada por los muros de este cuerpo, y perdiendo esa luz que antes la tenía abismada, mucho pierde y queda oscurecida, de tal modo que si quisiera decir algo, lo diría burdamente. Para dar una idea digo que me imagino a un ciego de nacimiento, que nunca ha tenido el bien de ver lo que hay en el universo entero, y que por pocos minutos tuviese el bien de abrir los ojos a la luz, y pudiese ver todo lo que contiene el mundo: el sol, el cielo, el mar, las tantas ciudades, las tantas máquinas, las variedades de las flores y las tantas otras cosas que hay en el mundo, y después de aquellos pocos minutos de luz, volviera a la ceguera de antes. ¿Podría él decir claramente todo lo que ha visto? Solamente podría hacer un esbozo, decir alguna cosa confusamente. Esto es una semejanza de lo que sucede cuando el alma se encuentra separada, y después en el cuerpo, no sé si digo desatinos; así como a aquel pobre ciego le quedaría la pena de la pérdida de la vista, así el alma, vive gimiendo y casi en un estado violento, porque el alma se siente violentada siempre hacia el sumo Bien, es tanta la atracción que Jesús deja en el alma de Sí, que el alma quisiera estar siempre abstraída en su Dios, pero esto no puede ser, y por eso se vive como si se viviese en el purgatorio. Agrego que el alma no tiene nada de lo suyo en este estado, todo es operación que hace el Señor.
Ahora trataré de explicar el segundo modo que tiene Jesús para hablar, y es que el alma encontrándose fuera de sí misma ve la persona de Jesucristo, como por ejemplo de niño, o crucificado, o en cualquier otro aspecto, y el alma ve que el Señor con su boca pronuncia las palabras y el alma con su boca responde, a veces sucede que el alma se pone a conversar con Jesús como harían dos íntimos esposos. Si bien el hablar de Jesús es poquísimo, apenas cuatro o cinco palabras y a veces aun una sola, rarísimas veces se extiende más, pero en ese poquísimo hablar, ¡ah, cuánta luz pone en el alma! Me parece ver a primera vista un pequeño arroyo, pero viendo bien, en vez de un arroyo se ve un vastísimo mar, así es una sola palabra dicha por Jesús, es tanta la inmensidad de la luz que queda en el alma, que rumiándola muy bien descubre tantas cosas sublimes y provechosas a su alma, que queda asombrada.
Yo creo que si se juntaran todos los sabios, quedarían todos confundidos y mudos ante una sola palabra de Jesús. Ahora, este modo es más accesible a la naturaleza humana, y fácilmente se sabe manifestar, porque el alma entrando en sí misma se lleva consigo lo que ha oído decir de la boca de Nuestro Señor y lo comunica al cuerpo; no resulta tan fácil cuando es por medio del intelecto. Yo considero que Jesús tiene este modo de hablar para adaptarse a la naturaleza humana, no que tenga necesidad de la palabra para hacerse entender, sino porque de este modo el alma más fácilmente comprende y puede manifestarlo al confesor. En suma, Jesús hace como un maestro doctísimo, sabio, inteligente, que posee en grado eminentísimo todas las ciencias y que nadie puede igualarlo, pero como se encuentra entre discípulos que no han aprendido aún las primeras letras del alfabeto, reteniendo todos los otros conocimientos en sí, enseña a los discípulos sólo el a, b, c, etc. ¡Oh, cómo es bueno Jesús!, se adapta a los doctos y les habla de modo altísimo, de modo que para entenderlo deben estudiar muy bien lo que les dice, se adapta a los ignorantes y se finge también Él ignorante, y habla en modo bajo, de manera que nadie puede quedar en ayunas de las lecciones de este Divino Maestro.
El tercer modo con el que Jesús me habla es cuando hablando participa al alma su misma sustancia. A mí me parece como cuando el Señor creó el mundo, con una sola palabra fueron creadas las cosas, así, siendo su palabra creadora, en el acto mismo en que dice la palabra, crea en el alma aquella misma cosa que dice, como por ejemplo, Jesús dice al alma: “Mira como son bellas las cosas, por cuanto tus ojos puedan recorrer la tierra o el cielo, jamás encontrarán belleza similar a Mí”. En este hablar de Jesús, el alma siente entrar en ella un algo divino y queda muy atraída hacia esta belleza, y al mismo tiempo pierde el atractivo de todas las otras cosas, por cuán bellas y preciosas fueran no le causan ninguna impresión, lo que le queda fijo y casi transmutado en sí es la belleza de Jesús, en

eso piensa, de esa belleza se siente investida, y queda tan enamorada, que si el Señor no obrara otro milagro se le rompería el corazón, y de puro amor por esta belleza de Jesús expiraría el alma para volar al Cielo a gozar de esta belleza de Jesús. Yo misma no sé si digo desatinos.
Para explicar mejor este hablar sustancial de Jesús digo otra cosa, Jesús dice: “Mira cuán puro soy, también en ti quiero pureza en todo”. En estas palabras el alma siente entrar en sí una pureza divina, esta pureza se trasmuta en ella misma y llega a vivir como si no tuviera más cuerpo, y así de las otras virtudes. ¡Oh, cómo es deseable este hablar de Jesús! Yo daría todo lo que está sobre la tierra, si fuera la dueña de todo, con tal de tener una sola de estas palabras de Jesús.
El cuarto modo en que Jesús me habla es cuando me encuentro en mí misma, esto es en el estado natural, y este hablar es también de dos modos: El primero es cuando encontrándome en mí misma, recogida, en el interior del corazón, sin articulación de voz o sonidos al oído del cuerpo, Jesús internamente habla. El segundo es como hacemos nosotros, y esto sucede a veces estando aun distraída o bien hablando con otras personas. Pero una sola de estas palabras basta para recogerme si estoy distraída, o para darme la paz si estoy turbada, para consolarme si estoy afligida.

Nuevas reglas de vida. Jesús le indica el nuevo sistema de vida.


Ahora continúo narrando desde donde me quedé, y he aquí como puso remedio:
En la mañana fui a comulgar, y en cuanto recibí a Jesús, súbito le dije: “Señor mío, mira en qué tempestad me encuentro, debería agradecerte porque le has dado luz al confesor para darme la obediencia de sufrir, en cambio mi naturaleza lo siente tanto, que yo misma quedo confundida al verme tan mala. Pero todo esto es nada, porque Tú que quieres el sacrificio me darás también la fuerza. Pero la razón de más peso en mí es tener que estar tanto tiempo sin poderte recibir en el Sacramento, ¿quién podrá resistir sin Ti?
¿Quién me dará la fuerza? ¿Dónde podré encontrar un consuelo en mis aflicciones?” Y mientras esto decía, sentía tales penas en el corazón por esta separación de Jesús Sacramentado, que lloraba copiosamente. Entonces el Señor compadeciendo mi debilidad me dijo:
“No temas, Yo mismo sostendré tu debilidad, tú no sabes qué gracias te he preparado, por eso temes tanto. ¿No soy Yo Omnipotente? ¿No podré Yo suplir a la privación de que me recibas en el Sacramento? Por eso resígnate, ponte como muerta en mis brazos, ofrécete víctima voluntaria para repararme las ofensas, por los pecadores y para evitarles a los hombres los merecidos flagelos. Y Yo te doy en prenda mi palabra de no dejar ni siquiera un solo día sin venirte a visitar. Hasta ahora tú has venido a Mí, de ahora en adelante vendré Yo a ti. ¿No estás contenta?”
Así me resigné a la Santa Voluntad de Dios, y fui sorprendida por este estado de sufrimientos. ¿Quién puede decir las gracias que el Señor empezó a darme? Es imposible poder decirlo todo detalladamente, podré decir alguna cosa confusamente, pero por cuanto pueda y para cumplir la santa obediencia que así lo quiere, me esforzaré en decir por cuanto me sea posible.
Recuerdo que desde el principio de este estar continuamente en la cama, mi amante Jesús muy frecuentemente se hacía ver, lo que no había hecho en el pasado. Desde el principio me dijo que quería que llevara un nuevo sistema de vida para disponerme a aquel místico desposorio que me había prometido, me decía:
“Amada de mi corazón, te he puesto en este estado a fin de poder venir más libremente y conversar contigo, mira, te he liberado de todas las ocupaciones externas a fin de que no sólo el alma, sino también el cuerpo esté a mi disposición, y así tú puedas estar en continuo holocausto ante Mí. Si no te hubiese puesto en esta cama, debiendo tú desempeñar los deberes de familia y sujetarte a otros sacrificios, no podría Yo venir tan frecuentemente y hacerte partícipe de las ofensas conforme las recibo, a lo más debería

esperar a que cumplieras tus deberes, pero ahora no, ahora hemos quedado libres, no hay ya nadie que nos moleste y que interrumpa nuestra conversación, de ahora en adelante mis aflicciones serán tuyas, y las tuyas, mías; mis sufrimientos tuyos, y los tuyos míos; mis consolaciones tuyas, y las tuyas mías; uniremos todas las cosas juntas y tú tomarás interés de mis cosas como si fuesen tuyas, y así haré Yo de las tuyas. No habrá más entre nosotros dos, esto es mío y esto es tuyo, sino que todo será común por ambas partes.
¿Sabes cómo he hecho contigo? Como un rey cuando quiere hablar con su esposa reina, y ésta se encuentra con sus damas en otras ocupaciones. El rey, ¿qué hace? La toma y la lleva dentro de su habitación, cierra las puertas para que ninguno pueda entrar a interrumpir su conversación y oír sus secretos, y así estando solos se comunican recíprocamente sus aflicciones y sus consuelos. Ahora, si algún imprudente fuera a tocar la puerta, a gritar tras ella y no los dejara gozar en paz su conversación, ¿el rey no lo tomaría a mal? Así he hecho Yo contigo, y si alguien te quisiera distraer de este estado, también me disgustaría”.
Y continuó diciéndome: “Quiero de ti perfecta conformidad a mi Voluntad, de tal modo de deshacer tu voluntad en la mía, desapego absoluto de toda cosa, tanto que todo lo que es tierra quiero que sea tenido por ti como estiércol y podredumbre que da horror al sólo mirarlo, y esto porque las cosas terrenas, aunque no se tuviera apego a ellas, sólo con tenerlas en torno y mirarlas ensombrecen las cosas celestiales e impiden realizar ese místico desposorio que te he prometido. Además quiero que así como Yo fui pobre, también me imites en la pobreza, debes considerarte en esta cama como una pobrecita, los pobres se contentan con lo que tienen, y me agradecen primero a Mí, y luego a sus benefactores. Así tú conténtate con lo que te es dado, sin pedir ni esto ni aquello, porque podría ser un estorbo en tu mente y con santa indiferencia, sin pensar si eso te haría bien o mal sométete a la voluntad de los demás”.
Esto me costó mucho al principio, especialmente por las obediencias que me daba el confesor, no sé por qué, pero quería que tomara quinina, y tenía impuesta la obediencia de que cada vez que volviera el estómago otras tantas debía volver a tomar alimento. Ahora, la quinina me estimulaba el apetito y a veces sentía mucha hambre, tomaba el alimento y en cuanto lo tomaba, y a veces en el momento mismo de tomarlo, por los continuos conatos de vómito estaba obligada a devolverlo, y permanecía con la misma hambre de antes. La palabra “pobre” que Jesús me había dicho no me dejaba atreverme a pedir nada, y yo misma tenía vergüenza de pedir; pensaba entre mí: “¿Qué dirá la familia, ha vuelto el estómago y quiere comer? Si me dan alguna cosa la tomo, si no, el Señor se ocupará”. Así me la pasaba contenta de poder ofrecer alguna cosa a mi amado Jesús. Esto no duró mucho tiempo, sino aproximadamente cuatro meses. Un día el Señor me dijo:
“Pide al confesor que te dé la obediencia de no tomar quinina y de no hacerte tomar el alimento tantas veces, que Yo le daré luz”.
Después vino el confesor y se lo dije, y él me dijo: “Para no mostrar singularidades, de ahora en adelante quiero que tomes el alimento una sola vez al día, y suspendió también la quinina”. Así quedé más tranquila y se me pasó el hambre, pero el vómito no cesó, esa única vez que tomaba el alimento era obligada a devolverlo, el Señor a veces me decía que pidiera la obediencia de no comer, pero el confesor no me ha dado jamás esta obediencia, me decía: “No importa que vomites, es otra mortificación”.
Yo entonces se lo decía al Señor y Él me decía: “Quiero que hagas la petición, pero con santa indiferencia, quiero que estés a lo que te dice la obediencia”.
Y así continué haciéndolo. Cuando hubieron pasado cerca de cuarenta días, que yo consideraba por las palabras que me había dicho el Señor (por un cierto tiempo) y que yo así había dicho al confesor, los sufrimientos continuaban sorprendiéndome diariamente y él se veía obligado a venir todos los días, entonces el confesor empezó a darme la obediencia de no deber estar más en aquel estado, y agregaba que si caía en los sufrimientos, él no vendría. Por mi parte me sentía dispuesta a obedecer, especialmente mi naturaleza quería liberarse de aquel estar continuamente en la cama, que por cuán bello fuera, era siempre cama, aquél tener que sujetarse a todos, aun en las cosas más

repugnantes y necesarias a la naturaleza, y estar obligada a decirlas a los demás es un verdadero sacrificio. Por eso la naturaleza hizo su oficio, toda se consoló al sentirse dar esta obediencia, mi alma estaba dispuesta a obedecer o a permanecer en cama si el Señor así lo quería, porque había empezado a experimentar cuán bueno había sido el Señor conmigo y que la verdadera resignación sabe cambiar la naturaleza a las cosas y lo amargo lo convierte en dulce.
Cuando me dio la obediencia de no tener que estar más en la cama, yo comencé a resistir y decía al Señor: “¿Qué quieres de mí? No puedo más, porque la obediencia no quiere, pero si Tú quieres dale luz al confesor entonces yo estoy dispuesta a hacer lo que quieres”. Y pasé toda una noche discutiendo con el Señor; cuando venía le decía: “Mi amado Jesús, ten paciencia, no vengas, porque la obediencia no permite que me hagas participar en tus sufrimientos”. Hasta en la mañana yo vencí, me sentía en mí misma y libre de sufrimientos, cuando en un instante vino el Señor y me atrajo de tal manera a Él que no pude resistirle, perdí los sentidos, y me encontré junto con Él, pero tan estrechada que por cuanta oposición hacía, no pude separarme de Jesús. Estando con Jesús yo me sentía toda aniquilada, y tenía una cierta vergüenza por las tantas oposiciones que le había hecho durante la noche, y le dije: “Esposo Santo perdóname, es el confesor que así lo quiere”. Y Él me dijo:
“No temas, cuando es la obediencia Yo no me ofendo”. Y continuó: “Ven, ven a Mí, hoy es año nuevo, quiero darte tu regalo”.
(Justo aquella mañana era el primer día del año). Entonces acercó sus purísimos labios a los míos y vertió una leche dulcísima, me besó, y tomó un anillo de dentro de su costado, y me dijo:
“Hoy quiero hacerte ver el anillo que te he preparado para cuando te despose”. Después me dijo: “Dile al confesor que es Voluntad mía que continúes estando en la cama, y como señal de que soy Yo dile que hay guerra entre Italia y África, y que si él te da la obediencia de hacerte continuar sufriendo no dejaré hacer nada a ambas partes, se pondrán en paz”.
En el mismo instante de decir estas palabras, me sentí circundada por sufrimientos como por un vestido, y por mí misma no pude liberarme, pensaba entre mí: “¿Qué dirá el confesor?” Pero no estaba más en mi poder. Aquella leche que Jesús vertió en mí me producía tal amor hacia Él, que me sentía languidecer, y sentía tanta saciedad y dulzura, que después de que vino el confesor y me hizo volver de aquel estado, y la familia me llevó alimento, me sentía tan satisfecha que el alimento no bajaba, pero para cumplir la obediencia que así quería, tomé un poco, pero pronto fui obligada a devolverlo, mezclado con aquella leche dulce que me había dado Jesús. y Él como bromeando me dijo:
“¿No te bastó lo que te he dado? ¿No estás contenta aún?” Yo me ruborice toda, pero rápido le dije: “¿Qué quieres de mí? Es la obediencia”. Cuando vino el confesor se empezó a intranquilizar y a decirme que era desobediente, o bien me decía: “Es una enfermedad. Si fuera cosa de Dios te habría hecho obedecer, por eso en vez de llamar al confesor debes llamar a los médicos”. Cuando él terminó de hablar, yo le dije todo lo que me había dicho el Señor, como he dicho arriba, y él me dijo que era verdad que había guerra entre África e Italia, y dijo: Veremos si no pasa nada”. Y así quedó persuadido de hacerme continuar sufriendo.
Después de cerca de cuatro meses, un día vino el confesor y me dijo que habían llegado noticias de que la guerra que había entre África e Italia, sin hacerse ningún daño entre ellas, había terminado, firmando la paz. Así el confesor quedó más persuadido y me dejó quedar en paz
Entonces mi dulce Jesús no hacía otra cosa que disponerme a aquel místico desposorio que me había prometido, se hacía ver estando yo en ese estado, a veces tres o cuatro veces al día, según le placía, y a veces era un continuo ir y venir, me parecía un enamorado que no sabe estar sin su esposa, así hacía Jesús conmigo, y a veces llegaba a decírmelo:

“Mira, te amo tanto que no sé estar si no vengo, me siento casi inquieto pensando que tú estás sufriendo por Mí y que estás sola, por eso he venido para ver si tienes necesidad de alguna cosa”.
Y mientras así decía, Él mismo me levantaba la cabeza, ponía su brazo detrás de mi cuello y me abrazaba, y mientras así me tenía, me besaba, y si era tiempo de verano y hacía calor, de su boca mandaba un aliento refrescante, o bien tomaba alguna cosa en su mano y me abanicaba y después me preguntaba:
“¿Cómo te sientes? ¿No te sientes mejor?”.
Yo le decía: “En cualquier modo que se está Contigo se está siempre bien”. Otras veces venía, y si me veía muy débil por el continuo estar en aquellos sufrimientos, especialmente si el confesor venía en la noche, mi amante Jesús venía, y viéndome en aquel estado de extrema debilidad, tanto que a veces me sentía morir, se acercaba a mí y de su boca vertía en la mía aquella leche, o bien me hacía ponerme a su costado y yo chupaba torrentes de dulzuras, de delicias y de fortaleza, y Él me decía:
“Quiero ser propiamente Yo tu todo, y también tu alimento del alma y del cuerpo”.
¿Quién puede decir lo que yo experimentaba, tanto en el alma como en el cuerpo, por estas gracias que Jesús me hacía? Si yo lo quisiera decir me extendería demasiado. Recuerdo que a veces cuando no venía pronto, me lamentaba con Él diciéndole: “Ah, Esposo Santo, como me has hecho esperar, tanto que no podía resistir más, me sentía morir sin Ti”. Y mientras así decía, era tanta la pena que sentía que lloraba, y Él toda me compadecía, me enjugaba las lágrimas, me besaba, me abrazaba y decía:
“No quiero que llores. Mira, ahora estoy contigo, dime qué quieres”.
Yo le decía: “No quiero otra cosa que a Ti, y sólo dejaré de llorar cuando me prometas que no me harás esperar tanto”.
Y Él me decía: “Sí, sí, te contentaré”.
Un día, mientras estábamos en esto y era tanta la pena que yo sentía que no podía dejar de llorar, mi buen Jesús me dijo:
“Quiero contentarte en todo, me siento tan atraído hacia ti que no puedo hacer menos que hacer lo que tú quieres. Si hasta ahora te he quitado la vida exterior y me he manifestado a ti, ahora quiero atraer tu alma hacia Mí, a fin de que dondequiera que Yo vaya puedas venir junto Conmigo, así podrás gozarme más y estrecharte más íntimamente a Mí, lo que no has hecho en el pasado”.
Una mañana, no recuerdo muy bien, creo que habían pasado cerca de tres meses desde que empecé a estar continuamente en la cama, mientras estaba en mi acostumbrado estado, vino mi dulce Jesús con un aspecto todo amable, como un joven, como de dieciocho años. ¡Oh cómo era bello!, con su cabellera dorada y toda rizada, parecía que encadenaba los pensamientos, los afectos, el corazón. Su frente serena y amplia, donde se miraba como dentro de un cristal el interior de su mente, y se descubría su infinita sabiduría, su paz imperturbable. ¡Oh cómo me sentía tranquilizar mi mente, mi corazón, es más, mis mismas pasiones ante Jesús caían por tierra y no se atrevían a darme la mínima molestia. Yo creo, no sé si me equivoco, que no se puede ver a este Jesús tan bello si no se está en la calma más profunda, tanto que el mínimo asomo de intranquilidad impide tener una vista tan bella. ¡Ah sí! al solo ver la serenidad de su frente adorable, es tanta la infusión de paz que se recibe en el interior, que creo que no hay desastre, guerra más feroz que ante Jesús no se calme. Oh mi todo y bello Jesús, si por pocos momentos que te manifiestas en esta vida comunicas tanta paz, de modo que se pueden sufrir los más dolorosos martirios, las penas más humillantes con la más perfecta tranquilidad, me parece una mezcla de paz y de dolor, ¿qué será en el Paraíso? Oh, cómo son bellos sus ojos purísimos, centellantes de luz; no es como la luz del sol que queriendo mirarla daña nuestra vista, no, en Jesús mientras es luz, se puede muy bien fijar la mirada, y con sólo mirar el interior de su pupila, de un color celeste oscuro, oh, cuántas cosas me decía. Es tanta la belleza de sus ojos, que una sola mirada suya basta para hacerme salir fuera de mí misma, y hacerme correr tras Él por caminos y por montes, por la tierra y por el

cielo, basta una sola mirada para transformarme en Él y sentir descender en mí algo de Divino. ¿Quién puede decir además la belleza de su rostro adorable? Su tez blanca parecida a la nieve teñida de un color de rosas, de las más bellas; en sus mejillas sonrosadas se descubre la grandeza de su persona, con un aspecto majestuosísimo y todo Divino, que infunde temor y reverencia, y al mismo tiempo da tanta confianza, que en cuanto a mí jamás he encontrado persona alguna que me dé al menos una sombra de la confianza que da mi amado Jesús, ni en mis papás, ni en los confesores, ni en mis hermanas. Ah sí, ese rostro santo, mientras es tan majestuoso, al mismo tiempo es tan amable, y esa amabilidad atrae tanto, de modo que el alma no tiene la mínima duda de ser acogida por Jesús, por cuán fea y pecadora se vea. Bella es también su nariz afilada, proporcionada a su sacratísimo rostro. Graciosa es su boca, pequeña, pero extremadamente bella, sus labios finísimos de un color escarlata, mientras habla contiene tanta gracia que es imposible poderlo describir. Es dulce la voz de mi Jesús, es suave, es armoniosa, mientras habla sale de su boca un perfume tal, que parece que no se encuentra sobre la tierra, es penetrante, en modo que penetra todo, se siente descender por el oído al corazón, y oh, cuántos afectos produce, ¿pero quién puede decirlo todo? Además es tan agradable que creo que no se pueden encontrar otros placeres como los que se pueden encontrar en una sola palabra de Jesús. La voz de mi Jesús es potentísima, es obrante, y en el mismo acto que habla obra lo que dice. Ah sí, es bella su boca, pero muestra más su hermosa gracia en el acto de hablar, entonces se ven sus dientes tan nítidos y bien alineados, y exhala su aliento de amor que incendia, saetea, consume el corazón. Bellas son sus manos, suaves, blancas, delicadísimas, con sus dedos proporcionados, y los mueve con una maestría tal, que es un encanto. ¡Oh, cómo eres bello, todo bello, oh mi dulce Jesús! Lo que he dicho de tu belleza es nada, es más, me parece que he dicho muchos desatinos, ¿pero qué quieres de mí? Perdóname, es la obediencia que así lo quiere, por mí no me hubiera atrevido a decir ni una palabra, conociendo mi incapacidad.
Ahora, mientras veía a Jesús con el aspecto ya descrito, de su boca me envió un aliento que me investía toda el alma, y me parecía que Jesús me atraía con ese aliento tras Él y comencé a sentir que el alma salía del cuerpo, me la sentía realmente salir de todas partes, de la cabeza, de las manos y hasta de los pies, siendo ésta la primera vez que me sucedía, dentro de mí comencé a decir: “Ahora muero, el Señor ha venido a llevarme”. Cuando me vi fuera del cuerpo, el alma tenía la misma sensación del cuerpo, con esta diferencia, que el cuerpo contiene carne, nervios y huesos, el alma no, es un cuerpo de luz, por tanto sentí un temor, pero Jesús continuaba enviándome ese aliento y me dijo:
“Si tanto te da pena el estar privada de Mí, ahora ven junto Conmigo porque quiero consolarte”.
Y Jesús tomó su vuelo y yo tomé el mío junto, a Él, giramos por toda la bóveda del cielo. ¡Oh! Cómo era bello pasear junto con Jesús, ahora apoyaba la cabeza sobre su hombro y con un brazo detrás de su espalda y con la otra mano en su mano, ahora se apoyaba Jesús en mí, cuando llegábamos a ciertos lugares donde la iniquidad más abundaba, ¡oh, cuánto sufría mi buen Jesús!, yo veía con más claridad los sufrimientos de su corazón adorable, lo veía casi desfallecer, y le decía: “Apóyate en mí y hazme partícipe de tus penas, pues no resiste mi alma el verte sufrir solo”. Y Jesús me decía:
“Amada mía, ayúdame que no puedo más”.
Y mientras así decía acercaba sus labios a los míos y vertía una amargura tal, que sentía penas mortales cuando entraba en mí ese licor tan amarguísimo; sentía entrar como tantos cuchillos, puntas, saetas que me traspasaban de lado a lado, en suma, en todos mis miembros se formaba un dolor atroz y volviendo el alma al cuerpo le participaba estos sufrimientos al cuerpo, ¿quién puede decir las penas? Sólo Jesús mismo que era testigo, porque los demás no podían mitigar mis penas estando en aquel estado de pérdida de los sentidos, y se esperaba cuando estaba presente el confesor, porque también con la obediencia se mitigaban. Por tanto sólo Jesús me podía ayudar cuando veía que mi naturaleza no podía más y que llegaba propiamente a los extremos y no me quedaba más que dar el último respiro. ¡Oh, cuántas veces la muerte se ha burlado de mí, pero vendrá

un día en que yo me burlaré de ella! Entonces venía Jesús, me tomaba entre sus brazos, me acercaba a su corazón, y oh, como me sentía regresar la vida, después, de sus labios vertía un licor dulcísimo, y así se mitigaban las penas. Otras veces, mientras me llevaba junto con Él girando, si eran pecados de blasfemias, contra la caridad y otros, vertía ese amargo venenoso; si eran pecados de deshonestidad, vertía una cosa de podredumbre apestosa, y cuando volvía en mí misma sentía tan bien aquella peste, y era tanto el hedor que me revolvía el estómago y me sentía desfallecer, y a veces tomando el alimento, cuando lo devolvía, sentía que salía de mi boca aquella podredumbre mezclada con el alimento. Alguna vez me llevaba a las iglesias, y también ahí mi buen Jesús era ofendido. Oh, como llegaban mal a su corazón aquellas obras, santas, sí, pero descuidadamente hechas, aquellas oraciones vacías de espíritu interior, aquella piedad fingida, aparente, parecía que más bien insultaban a Jesús en vez de darle honor. ¡Ah! Sí, aquel corazón santo, puro, recto, no podía recibir esas obras tan mal hechas. ¡Oh! cuántas veces se lamentaba diciendo:
“Hija, también la gente que se dice devota, mira cuántas ofensas me hacen, aun en los lugares más santos, al recibir los mismos Sacramentos, en vez de salir purificados salen más enfangados”.
¡Ah! Sí, cuánta pena daba a Jesús ver gente que comulgaba sacrílegamente, sacerdotes que celebraban el Santo Sacrificio de la misa en pecado mortal, por costumbre, y algunos, da horror decirlo, por fines de interés. ¡Oh! Cuántas veces mi Jesús me ha hecho ver estas escenas tan dolorosas. Cuántas veces mientras el sacerdote celebraba el Sacrosanto Misterio, Jesús es obligado a bajar, porque era llamado por la potestad sacerdotal, a las manos del sacerdote, se veían aquellas manos que goteaban podredumbre, sangre, o bien estaban sucias de fango. ¡Oh! Cómo daba compasión el estado de Jesús, tan santo, tan puro, en aquellas manos que daban horror el sólo mirarlas, parecía que Jesús quería huir de aquellas manos, pero era obligado a permanecer hasta que se consumían las especies del pan y del vino. A veces, mientras permanecía ahí, con el sacerdote, al mismo tiempo se venía apresuradamente a mí y se lamentaba, y antes de que yo se lo dijera, Él mismo me decía:
“Hija, déjame derramar en ti, porque no puedo más, ten compasión de mi estado que es demasiado doloroso, ten paciencia, suframos juntos”.
Y mientras esto decía derramaba de su boca en la mía, ¿pero quién puede decir lo que derramaba? Parecía un veneno amargo, una podredumbre hedionda, mezclada con un alimento tan duro, repugnante y nauseante, que a veces no podía yo tragar, ¿quién puede decir los sufrimientos que me producía este derramar de Jesús? Si Él mismo no me hubiese sostenido, ciertamente habría muerto víctima de ello; sin embargo sólo derramaba en mí la mínima parte, ¿qué será de Jesús que contiene tanto y tanto? ¡Oh, como es feo el pecado! ¡Ah! Señor, hazlo conocer a todos, a fin de que todos huyan de este monstruo tan horrible; pero mientras veía estas escenas tan dolorosas, otras veces me hacía ver también escenas tan consoladoras y bellas, que raptaban, y éstas eran ver a buenos y santos sacerdotes que celebraban los Sacrosantos Misterios. ¡Oh Dios, como es alto, grande, sublime su ministerio! Cómo era bello ver al sacerdote que celebraba la misa y a Jesús transformado en él, parecía que no el sacerdote, sino que Jesús mismo celebraba el Divino Sacrificio, y a veces hacía desaparecer del todo al sacerdote y Jesús solo celebraba la misa y yo la escuchaba, ¡oh, cómo era conmovedor ver a Jesús recitar aquellas oraciones, hacer todas aquellas ceremonias y movimientos que hace el sacerdote! ¿Quién puede decir cuán consolador me resultaba ver estas misas junto con Jesús? ¡Cuántas gracias recibía, cuántas luces, cuántas cosas comprendía! Pero como son cosas pasadas y no las recuerdo claramente, por eso las paso en silencio.
Pero mientras esto decía, Jesús se ha movido en mi interior, me ha llamado, y no quiere que deje esto en silencio. ¡Ah, Señor, cuánta paciencia se necesita Contigo! Pues bien, te contentaré. ¡Oh! Dulce amor, diré alguna pequeña cosa, pero dame tu gracia para poder manifestarlo, porque por mí no me atrevería a poner ni una palabra sobre misterios tan profundos y sublimes.


La Santa Misa. Qué cosa es la Misa.


Ahora, mientras veía a Jesús o al sacerdote que celebraba el Divino Sacrificio, Jesús me hacía entender que en la misa está todo el fundamento de nuestra sacrosanta religión. ¡Ah! Sí, la misa nos dice todo y nos habla de todo. La misa nos recuerda nuestra Redención, nos habla detalladamente de las penas que Jesús sufrió por nosotros, nos manifiesta también su Amor inmenso que no estuvo contento con morir sobre la cruz, sino que quiso continuar el estado de víctima en la Santísima Eucaristía. La misa nos dice también que nuestros cuerpos deshechos, reducidos a cenizas por la muerte, resurgirán en el día del juicio junto con Cristo a vida inmortal y gloriosa. Jesús me hacía comprender que la cosa más consoladora para un cristiano y los misterios más altos y sublimes de nuestra santa religión son: Jesús en el Sacramento y la resurrección de nuestros cuerpos a la gloria. Son misterios profundos que los comprenderemos sólo más allá de las estrellas. Pero Jesús en el Sacramento nos lo hace casi tocar con la mano en varios modos: En primer lugar su Resurrección, en segundo su estado de aniquilamiento bajo de aquellas especies, pero también es cierto que está en ellas vivo y verdadero, pero consumidas esas especies su real presencia no existe más; después, consagradas las especies de nuevo, Jesús adquiere nuevamente su estado Sacramental. Así, Jesús en el Sacramento nos recuerda la resurrección de nuestros cuerpos a la gloria, y así como Jesús, cesando su estado Sacramentado reside en el seno de Dios, su Padre, así nosotros, cesando nuestra vida, nuestras almas van a hacer su morada en el Cielo, en el seno de Dios, y nuestros cuerpos quedan consumidos, así que se puede decir que no existen más, pero después con un prodigio de la Omnipotencia de Dios, nuestros cuerpos adquirirán nueva vida, y uniéndose con el alma irán juntos a gozar la bienaventuranza eterna. ¿Se puede dar cosa más consoladora para el corazón humano, que no sólo el alma, sino también el cuerpo debe complacerse en los eternos contentos? A mí me parece que en aquel gran día sucederá como cuando el cielo está estrellado y sale el sol, ¿qué sucede? El sol, con su inmensa luz absorbe las estrellas y las hace desaparecer, pero las estrellas existen. El sol es Dios y todas las almas bienaventuradas son estrellas, Dios con su inmensa luz nos absorberá a todos en Sí, de modo que existiremos en Dios y nadaremos en el mar inmenso de Dios. ¡Oh, cuántas cosas nos dice Jesús en el Sacramento! ¿Pero quién puede decirlas todas? Ciertamente me extendería demasiado, si el Señor lo permite reservaré para otra ocasión decir alguna otra cosa.

Desposorio. El desposorio con Jesús.


Ahora, en estas salidas del cuerpo que el Señor me hacía hacer, a veces me renovaba la promesa del desposorio ya dicho. ¿Quién puede decir los encendidos deseos que el Señor infundía en mí de que se efectuara este místico desposorio? Muchas veces le rogaba diciéndole: “Esposo dulcísimo, hazlo pronto, no retrases más mi íntima unión Contigo, ah, estrechémonos con vínculos más fuertes de amor, de modo que nadie nos pueda separar ni por pocos instantes”. Y Jesús ahora me corregía de una cosa, ahora de otra. Recuerdo que un día me dijo:
“Todo lo que es terreno, todo, todo debes quitar, no sólo de tu corazón sino también de tu cuerpo, tú no puedes entender cuan dañino es y qué impedimentos son a mi Amor aun las mínimas sombras terrenas”.
Yo enseguida le dije: “Si tengo alguna otra cosa que quitar, dímelo, porque estoy dispuesta a hacerlo”. Pero mientras esto decía, yo misma advertí que tenía un anillo de oro en el dedo que representaba la imagen del Crucificado, e inmediatamente le dije: “Esposo santo, ¿quieres que me lo quite?” Y Él me dijo:

“Debiéndote dar Yo un anillo más precioso, más bello, y en el que a lo vivo estará impresa mi imagen, tanto que cada vez que lo veas nuevas flechas de amor recibirá tu corazón, por eso este anillo no es necesario”.
Y yo prontamente me lo quité. Finalmente llegó el suspirado día, después de no poco sufrir. Recuerdo que faltaba poco para cumplir el año de estar continuamente en la cama, era día de la Pureza de María Santísima. La noche precedente de ese día, mi amante Jesús se hizo ver en actitud festiva, se acercó a mí y tomó mi corazón entre sus manos y lo miró y miró, lo desempolvó y después me lo restituyó de nuevo. Después tomó una vestidura de inmensa belleza, me parecía que el fondo era como de oro veteado de varios colores y me vistió con ella, después tomó dos gemas como si fueran aretes y los puso en mis orejas, luego me adornó el cuello y los brazos y me ciñó la frente con una corona de inmenso valor, adornada de piedras y gemas preciosas, toda resplandeciente de luz, y me parecía que esas luces eran tantas voces que resonaban entre ellas y a claras notas hablaban de la belleza, potencia, fuerza y de todas las otras virtudes de mi esposo Jesús. ¿Quién puede decir lo que comprendí y en qué mar de consuelo nadaba mi alma? Es imposible poderlo decir. Ahora, mientras Jesús me ciñó la frente me dijo:
“Esposa dulcísima, esta corona te la pongo a fin de que nada falte para hacerte digna de ser mi esposa, pero después de que se realice nuestro desposorio me la llevaré al Cielo para reservártela para el momento de la muerte”.
Finalmente tomó un velo y con él me cubrió toda, desde la cabeza hasta los pies y así me dejó. ¡Ah! Me parecía que en ese velo hubiera un gran significado, porque los demonios al verme cubierta con él quedaban tan espantados y sentían tal miedo de mí, que huían aterrados. Los mismos ángeles estaban a mi alrededor con tal veneración que yo misma quedaba confundida y toda llena de vergüenza.
La mañana de dicho día, Jesús se hizo ver de nuevo todo afable, dulce y majestuoso, junto con su Madre Santísima y Santa Catalina. Primero los ángeles cantaron un himno, Santa Catalina me asistía, la Mamá me tomó la mano y Jesús puso en mi dedo el anillo, después nos abrazamos y me besó, y así hizo también la Mamá. Después tuvimos un coloquio todo de amor, Jesús me hablaba del gran amor que me tenía, y yo le decía a Él también del amor con el que lo quería. La Santísima Virgen me hizo comprender la gran gracia que había recibido y la correspondencia que debía dar al Amor de Jesús.
Mi esposo Jesús me dio nuevas reglas para vivir más perfectamente, pero como ha pasado mucho tiempo no las recuerdo muy bien, por eso no las digo, y así terminó aquel día.
¿Quién puede decir las finezas de amor que Jesús hacía a mi alma? Eran tales y tantas, que es imposible describirlas, pero lo poco que recuerdo trataré de decirlo. A veces transportándome con Él me llevaba al Paraíso, y ahí escuchaba los cánticos de los bienaventurados, veía a la Divinidad, a los diversos coros de los ángeles, las órdenes de los santos, todos inmersos, absorbidos e identificados en la Divinidad de Dios. Me parecía que en torno al trono había muchas luces, como si fueran más que soles resplandecientes y a claras notas estas luces denotaban todas las virtudes y los atributos de Dios. Los bienaventurados reflejándose en una de estas luces quedaban raptados, pero no llegaban a penetrar toda la inmensidad de aquella luz, de modo que pasaban a una segunda luz sin comprender a fondo la primera. Así que los bienaventurados en el Cielo no pueden comprender perfectamente a Dios, porque es tanta la Inmensidad, la Grandeza, la Santidad de Dios, que mente creada no puede comprender a un Ser increado. Ahora, los bienaventurados reflejándose en estas luces, me parecía que venían a participar en las virtudes de estas luces, así que el alma en el Cielo se asemeja a Dios, con esta diferencia: Que Dios es aquel Sol grandísimo, y el alma es un pequeño sol. ¿Pero quién puede decir todo lo que en esa beata morada se comprende? Mientras el alma se encuentra en esta cárcel del cuerpo es imposible, mientras en la mente se escucha algo, los labios no encuentran palabras para poderse explicar, me parece como un niño que empieza a balbucear, que quisiera decir tantas y tantas cosas, pero al fin resulta que no sabe decir ni una palabra clara, por eso pongo punto sin ir más allá. Sólo diré que a veces mientras me

encontraba en aquella bienaventurada patria, paseaba junto con Jesús en medio de los coros de los ángeles y de los santos, y como yo era nueva esposa todos los bienaventurados se unían con nosotros para participar en las alegrías de nuestro desposorio, me parecía que olvidaban sus contentos para ocuparse de los nuestros, y Jesús me mostraba a los santos diciéndoles:
“Vean esta alma, es un triunfo de mi Amor, mi Amor todo ha superado en ella”.
Otras veces me hacía ponerme en el lugar que me tocaba y me decía: “Este es tu lugar, nadie te lo puede quitar”. Y a veces yo llegaba a creer que no debía volver más a la tierra, pero en un simple instante me encontraba encerrada en el muro de este cuerpo.
¿Quién puede decir cuán amargo me resultaba este regresar? A mí me parecía, por las cosas del Cielo, que las de esta tierra todo era podredumbre, insípido, fastidioso; las cosas que tanto deleitan a los demás, para mí resultaban amargas, las personas más amadas, más respetables, que los demás quién sabe qué hubieran hecho para entretenerse con ellas, a mí me resultaban indiferentes y hasta fastidiosas, sólo viéndolas como imágenes de Dios me parecía que podía soportarlas, pero mi alma había perdido toda satisfacción, ninguna cosa le daba la menor sombra de contento, y era tanta la pena que sentía que no hacía más que llorar y lamentarme con mi amado Jesús. ¡Ah! Mi corazón vivía inquieto, entre continuas ansias y deseos, me lo sentía más en el Cielo que en la tierra, sentía en mi interior una cosa que me roía continuamente, tanto, que me resultaba amargo y doloroso tener que continuar viviendo. Pero la obediencia puso un freno a estas penas mías, mandándome absolutamente que no deseara morir, y que sólo debía morir cuando el confesor me diera la obediencia. Entonces para cumplir esta santa obediencia hacía cuanto más podía para no pensar en eso, porque mi interior era una continua jaculatoria de deseos de quererme ir. Así, en gran parte mi corazón se tranquilizó, pero no del todo. Confieso la verdad, mucho falté en esto, ¿pero qué podía hacer? No sabía frenarme, para mí era un verdadero martirio. Mi benigno Jesús me decía:
“Cálmate, ¿cuál es la cosa que tanto te hace desear el Cielo?”
Y yo le decía: “Porque quiero estar siempre unida Contigo, mi alma no resiste más estar separada de Ti, no sólo por un día, ni siquiera por un momento, por eso a cualquier costo quiero irme”.
“Pues bien”. Me decía. “Si es por Mí te quiero contentar, vendré a estarme contigo”.
Yo le decía: “Pero luego me dejas y yo te pierdo de vista, en cambio en el Cielo no es así, allá jamás te perderé de vista”.
A veces también Jesús quería bromear, y he aquí cómo: Mientras estaba con estas ansias, venía todo de prisa y me decía: “¿Quieres venir?” Y yo le decía: “¿adónde?” Y Él: “Al Cielo”. Y yo: “¿Me lo dices de verdad?” Y Él: “Apresúrate, ven, no tardes”. Y yo: “Está bien, vayamos, pero temo que quieres bromear conmigo”. Y Jesús: “No, no, de verdad quiero llevarte Conmigo”. Y mientras así decía sentía salir mi alma del cuerpo, y junto con Jesús tomaba el vuelo al Cielo. ¡Oh, cómo me sentía contenta entonces creyendo que debía dejar la tierra, la vida me parecía un sueño, el sufrir poquísimo! Mientras llegábamos a un punto alto del Cielo oía el canto de los bienaventurados, yo apresuraba a Jesús a que me introdujera en esa bienaventurada morada, pero Jesús lo tomaba con calma. En mi interior comenzaba a sospechar que no era cierto y decía: “¿Quién sabe si no es una broma que me ha hecho?” De vez en cuando le decía: “Jesús mío, amado, hazlo pronto”. Y Él me decía: “Espera otro poco, descendamos otra vez a la tierra, mira, ahí está por perderse un pecador, vayamos, tal vez se convierta. Pidamos juntos al Eterno Padre que tenga misericordia de él. ¿No quieres tú que se salve? ¿No estás dispuesta a sufrir cualquier pena por la salvación de una sola alma?” Y yo: “Sí, cualquier cosa que Tú quieras que sufra, estoy dispuesta, con tal de que la salves”. Así íbamos a ese pecador, tratábamos de convencerlo, poníamos ante su mente las más poderosas razones para rendirlo, pero en vano. Entonces Jesús todo afligido me decía: “Esposa mía, vuelve otra vez a tu cuerpo, toma sobre ti las penas que le son merecidas, así la Divina Justicia, aplacada, podrá usar con él misericordia. Tú has visto, las palabras no lo han sacudido, ni

siquiera las razones, no queda otra cosa que las penas, que son los medios más poderosos para satisfacer a la Justicia y para rendir al pecador”. Así me llevaba de nuevo al cuerpo. ¿Quién puede decir los sufrimientos que me venían? Lo sabe sólo el Señor que de ellos era testigo. Después de algunos días me hacía ver aquella alma convertida y salvada, oh, como estaba contento Jesús y yo también.
¿Quién puede decir cuántas veces Jesús ha hecho estos juegos? Cuando se llegaba al punto de entrar al Cielo, y a veces aun después de haber entrado, ahora decía que no tenía la obediencia del confesor, y por eso era conveniente volver a la tierra, y yo le decía: “Mientras he estado con el confesor estaba obligada a obedecerlo, pero ahora que estoy Contigo, debo obedecerte a Ti, porque Tú eres el primero de todos. Y Jesús me decía: “No, no, quiero que obedezcas al confesor”. Entonces, para no alargarme demasiado, ahora por un pretexto, ahora por otro, me hacía regresar a la tierra.
Muy dolorosos me resultaban estos juegos, basta decir que me hice tan impertinente, que el Señor para castigar mis impertinencias no permitía tan frecuentemente estas bromas.

Renovación del desposorio. Desposorio ante la Santísima Trinidad. La instruye sobre la Fe, la Esperanza y la Caridad.


En este estado que he mencionado, pasé cerca de tres años, y continuaba estando en la cama. Cuando una mañana Jesús me hizo entender que quería renovar el desposorio, pero no ya en la tierra como la primera vez, sino en el Cielo ante la presencia de toda la corte Celestial, así que estuviese preparada para una gracia tan grande. Yo hice cuanto más pude para disponerme, pero qué, siendo yo tan miserable e insuficiente para hacer ninguna sombra de bien, se necesitaba la mano del Artífice Divino para disponerme, porque por mí jamás habría logrado purificar mi alma.
Una mañana, era la víspera de la natividad de María Santísima, mi siempre benigno Jesús vino Él mismo a disponerme. No hacía más que ir y venir continuamente, ahora me hablaba de la fe y me dejaba, yo me sentía infundir en el alma una vida de fe, mi alma, tosca como la sentía antes, ahora, después del hablar de Jesús me la sentía ligerísima, en modo de penetrar en Dios, y ahora miraba la Potencia, ahora la Santidad, ahora la Bondad y demás, y mi alma quedaba estupefacta, en un mar de asombro y decía: “Potente Dios, ¿qué potencia ante Ti no queda deshecha? Santidad inmensa de Dios, ¿qué otra santidad por cuán sublime sea, osará comparecer ante tu presencia?” Después me sentía descender en mí misma y veía mi nada, la nulidad de las cosas terrenas, como todo es nada delante de Dios. Yo me veía como un pequeño gusano todo lleno de polvo que me arrastraba para dar algún paso, y que para destruirme no se necesitaba sino que alguien me pusiera el pie encima, y con eso quedaba deshecha. Entonces, viéndome tan fea, casi no me atrevía a ir ante Dios, pero ante mi mente se presentaba su bondad, y me sentía atraída como por un imán para ir hacia Él y decía entre mí: “Si es Santo, también es Misericordioso; si es Potente, contiene también en Sí plena y suma Bondad”. Me parecía que la bondad lo circundaba por fuera, y lo inundaba por dentro. Cuando miraba la Bondad de Dios me parecía que sobrepasaba a todos los demás atributos, pero después mirando los demás, los veía todos iguales en sí mismos, inmensos, inconmensurables e incomprensibles a la naturaleza humana. Mientras mi alma estaba en este estado, Jesús regresaba y hablaba de la Esperanza.
Recuerdo algo confusamente, porque después de tanto tiempo es imposible recordar claramente, pero para cumplir la obediencia que así quiere, diré por cuanto pueda.
Entonces decía Jesús, regresando a la fe: “Para obtenerla se necesita creer. Así como a la cabeza sin la vista de los ojos todo es tinieblas, todo es confusión, tanto que si quisiera caminar, ahora caería en un punto, ahora en otro y terminaría con precipitarse del todo, así el alma sin fe, no hace otra cosa que ir de precipicio en precipicio, porque la fe sirve de vista al alma y como luz que la guía a la vida eterna. Ahora, ¿de qué es alimentada

esta luz de la fe? Por la esperanza. ¿Y de que sustancia es esta luz de la fe y este alimento de la esperanza? La caridad. Estas tres virtudes están injertadas entre ellas, de modo que una no puede estar sin la otra”.
En efecto, ¿de qué le sirve al hombre creer en las inmensas riquezas de la fe si no las espera para él? Las verá, sí, pero con mirada indiferente porque sabe que no son suyas, pero la esperanza suministra las alas a la luz de la fe, y esperando en los méritos de Jesucristo las mira como suyas y viene a amarlas.
“La esperanza”. Decía Jesús, “suministra al alma una vestidura de fuerza, casi de hierro, de modo que todos los enemigos con sus flechas no pueden herirla, y no sólo herirla, sino que ni siquiera causarle la mínima molestia. Todo es tranquilidad en ella, todo es paz. ¡Oh! Es bello ver a esta alma investida por la esperanza, toda apoyada en su amado, toda desconfiada de sí, y toda confiada en Dios; desafía a los enemigos más fieros, es reina de sus pasiones, regula todo su interior, sus inclinaciones, los deseos, los latidos, los pensamientos, con una maestría tal, que Jesús mismo queda enamorado porque ve que esta alma obra con tal coraje y fortaleza; pero ella los toma y lo espera todo de Él, tanto que Jesús viendo esta firme esperanza, nada sabe negar a esta alma”.
Ahora, mientras Jesús hablaba de la esperanza, se retiraba un poco, dejándome una luz en la inteligencia. ¿Quién puede decir lo que comprendía sobre la esperanza? Si las otras virtudes, todas sirven para embellecer al alma, pero nos pueden hacer vacilar y volvernos inconstantes, en cambio la esperanza vuelve al alma firme y estable, como aquellos montes altos que no se pueden mover ni un poco. A mí me parece que al alma investida por la esperanza le sucede como a ciertos montes altísimos, que todas las inclemencias del aire no les pueden hacer ningún daño, sobre de estos montes no penetra ni nieve, ni vientos, ni calor, cualquier cosa se podría poner sobre ellos, y se puede estar seguro que aunque pasaran cientos de años, que ahí donde se puso, ahí se encuentra. Así es el alma vestida por la esperanza, ninguna cosa la puede dañar, ni la tribulación, ni la pobreza, ni todos los accidentes de la vida, a lo más la desaniman un instante, pero dice entre sí: “Yo todo puedo obrar, todo puedo soportar, todo sufrir esperando en Jesús que es el objeto de todas mis esperanzas”. La esperanza vuelve al alma casi omnipotente, invencible y le suministra la perseverancia final, tanto que sólo cesa de esperar y perseverar cuando ha tomado posesión del reino del Cielo, entonces deja la esperanza y toda se arroja en el océano inmenso del Amor Divino. Mientras mi alma se perdía en el mar inmenso de la esperanza, mi amado Jesús regresaba y hablaba de la caridad diciéndome:
“A la fe y a la esperanza se une la caridad, y ésta une todo lo de las otras dos, de modo de formar una sola mientras que son tres. He aquí, oh esposa mía, simbolizada en las tres virtudes teologales a la Trinidad de las Divinas Personas”.
Luego prosiguió: “Si la fe hace creer, la esperanza hace esperar, la caridad hace amar. Si la fe es luz y sirve de vista al alma, la esperanza que es el alimento de la fe suministra al alma el valor, la paz, la perseverancia y todo lo demás; la caridad que es la sustancia de esta luz y de este alimento, es como aquel ungüento dulcísimo y olorosísimo que penetrando por todas partes, aplaca, endulza las penas de la vida. La caridad vuelve dulce el sufrir y hace llegar al alma aun a desear este sufrimiento. El alma que posee la caridad expande olor por todas partes, sus obras hechas todas por amor despiden olor gratísimo, ¿y cuál es este olor? Es el olor de Dios mismo. Las otras virtudes vuelven al alma solitaria y casi rustica con las criaturas; la caridad en cambio, siendo sustancia que une, une los corazones, ¿pero en dónde? En Dios. La caridad siendo ungüento olorosísimo se expande por todas partes y por todos. La caridad hace sufrir con alegría los más despiadados tormentos, y llega a no saber estar sin el sufrir, y cuando se ve privada de él dice a su esposo Jesús: “Sostenme con los frutos, como es el sufrir, porque languidezco de amor, ¿y en qué otra manera puedo mostrarte mi amor sino en el sufrir por Ti? La caridad quema, consume todas las otras cosas, y aun las mismas virtudes, y convierte todo en ella. En suma, es como reina que quiere reinar en todas partes, y que no quiere ceder este reinar a ninguno”.

¿Quién puede decir lo que me quedó después de este hablar de Jesús? Digo sólo que se encendió en mí tal deseo de sufrir, y no sólo deseo, sino que siento en mí como una infusión, como una cosa natural, tanto, que tengo para mí como la más grande desgracia el no sufrir. Después de esto, aquella mañana, Jesús para disponer mayormente mi corazón, habló sobre el aniquilamiento de mí misma, también me habló sobre el deseo grandísimo que debía excitarme para disponerme a recibir la gracia. Me decía que el deseo suple a las faltas e imperfecciones que puedan existir en el alma, que es como un manto que cubre todo. Pero esto no era un hablar simplemente, era un infundir en mí lo que decía.
Mientras mi alma estaba excitándose en encendidos deseos de recibir la gracia que Jesús mismo me quería hacer, Él regresó y me transportó fuera de mí misma, hasta el paraíso, y ahí, ante la presencia de la Santísima Trinidad y de toda la corte celestial renovó los desposorios. Jesús sacó el anillo adornado con tres piedras preciosas, blanca, roja y verde y lo entregó al Padre quien lo bendijo y lo devolvió al Hijo, el Espíritu Santo me tomó la mano derecha y Jesús me puso el anillo en el dedo anular. Después fui admitida al beso de la Tres Divinas Personas y me bendijeron.
¿Quién puede decir mi confusión cuando me encontré delante de la Santísima Trinidad? Sólo digo que en cuanto me encontré ante su presencia caí rostro en tierra y ahí habría permanecido si no hubiera sido por Jesús que me animó para ir a su presencia, tanta era la luz, la Santidad de Dios. Sólo digo esto, las otras cosas las dejo porque las recuerdo confusamente.
Después de esto, recuerdo que pasaron pocos días, y al recibir la Comunión perdí los sentidos y vi a la Santísima Trinidad que había visto en el Cielo presente ante mí, enseguida me postré ante su presencia, la adoré, confesé mi nada. Recuerdo que me sentía tan abismada en mí misma que no me atrevía a decir una sola palabra, cuando una voz salió de en medio de Ellos y dijo:
“No temas, date ánimo, hemos venido para confirmarte como nuestra y tomar posesión de tu corazón”.
Mientras esta voz así decía, vi que la Santísima Trinidad descendió en mi corazón y se posesionaron de él y ahí formaron su sede. ¿Quién puede decir el cambio que sucedió en mí? Me sentía divinizada, no más vivía yo sino Ellos vivían en mí. A mí me parecía que mi cuerpo fuera como una habitación, y que dentro habitase el Dios viviente, porque yo sentía la presencia real sensiblemente en mi interior, oía su voz clara que salía de dentro de mi interior y resonaba en los oídos del cuerpo. Sucedía precisamente como cuando hay gente dentro de una habitación, que hablan y sus voces se oyen claras y distintas aun desde fuera.
Desde entonces no tuve más la necesidad de ir en su busca a otros lugares para encontrarlo, sino que lo encontraba dentro de mi corazón. Y cuando algunas veces se ocultaba y yo he ido en busca de Jesús girando por el cielo y por la tierra, buscando a mi sumo y único Bien, mientras me encontraba en la hoguera de las lágrimas, en la intensidad de los deseos, en las penas inenarrables por haberlo perdido, Jesús salía de dentro de mi interior y me decía:
“Estoy aquí contigo, no me busques en otra parte”.
Yo, entre el asombro y el contento de haberlo encontrado le decía: “Mi Jesús,
¿cómo toda esta mañana me has hecho tanto girar y girar para encontrarte y estabas aquí? Me lo podrías haber dicho, así no me hubiera afanado tanto. Dulce Bien mío, amada Vida mía, mira como estoy cansada, no tengo más fuerzas, me siento desfallecer, ah, sostenme entre tus brazos porque me siento morir. Y Jesús me tomaba entre sus brazos y me hacía reposar, y mientras reposaba me sentía restituir las fuerzas perdidas.
Otras veces, en este ocultamiento que Jesús hacía y yo que iba en busca de Él, cuando se hacía oír dentro de mí y que después salía de dentro de mí no sólo Jesús, sino las Tres Divinas Personas, las encontraba ahora en forma de tres niños graciosos y sumamente bellos, ahora un solo cuerpo y tres cabezas distintas, pero de una misma semejanza, las tres igual de atractivas. ¿Quién puede decir mi contento? Especialmente

cuando veía a los tres niños y que yo los contenía a los tres entre mis brazos, ahora besaba a uno, ahora al otro, y Ellos me besaban a mí, ahora uno se apoyaba en un hombro mío y otro en el otro y uno me quedaba de frente, y mientras me gozaba en ellos, con gran asombro hacía por mirar, y de tres encontraba a uno sólo.
Otra cosa que me maravillaba cuando me encontraba a estos tres niños era que lo mismo pesaba uno que los tres juntos. Tanto amor sentía yo por uno de estos niños como por los tres, y los tres me atraían del mismo modo.
Para terminar de hablar de estos desposorios, tuve que pasar por alto algunas cosas para seguir el hilo, pero ahora me dispongo a decirlas.

Desposorio de la cruz. Le habla de este desposorio y narra las crucifixiones que sufrió.


Regresando al principio, cuando Jesús se dignaba venir, frecuentemente me hablaba de su Pasión y ponía atención a disponer mi alma a la imitación de su Vida y de sus penas, diciéndome que además del desposorio ya descrito quedaba otro por hacer, y este era el desposorio de la cruz. Recuerdo que me decía:
“Esposa mía, las virtudes se vuelven débiles si no son corroboradas, fortificadas por el injerto de la cruz. Antes de mi venida a la tierra, las penas, las confusiones, los oprobios, las calumnias, los dolores, la pobreza, las enfermedades, especialmente la cruz, eran consideradas como oprobios, pero desde que fueron llevados por Mí, todos quedaron santificados y divinizados por mi contacto, así que todos han cambiado aspecto y se han vuelto dulces, gratos, y el alma que tiene el bien de tener alguno de ellos queda honrada, y esto porque ha recibido la divisa de Mí, Hijo de Dios. Y sólo experimenta lo contrario quien sólo ve y se detiene en la corteza de la cruz, y encontrando lo amargo se disgusta, se lamenta y parece que le haya llegado una desgracia, pero quien penetra dentro, encontrando lo sabroso, ahí forma su felicidad. Hija mía amada, no deseo otra cosa que el crucificarte en el alma y en el cuerpo”.
Y mientras esto decía me sentía infundir tales deseos de ser crucificada con Jesucristo, que frecuentemente iba repitiendo: “Jesús mío, Amor mío, hazlo pronto, crucifícame Contigo”. Y cuando regresaba Jesús, las primeras peticiones que le hacía y que me parecían más importantes eran estas: El dolor de mis pecados y la gracia de que me crucificara con Él. Me parecía que si obtenía esto habría obtenido todo.
Entonces, una mañana, mi amantísimo Jesús se presentó ante mí Crucificado y me dijo que quería crucificarme con Él, y mientras esto decía vi que de sus santísimas llagas salieron rayos de luz, y dentro de estos rayos los clavos que venían hacia mí. Mientras estaba en esto, no sé por qué, mientras deseaba tanto que me crucificara, tanto que me sentía consumir, fui sorprendida por un gran temor que me hacía temblar de la cabeza a los pies, sentía tal aniquilamiento de mí misma, me veía tan indigna de recibir esta gracia, que no me atrevía a decir: “Señor, crucifícame Contigo”. Parecía que Jesús estaba en suspenso esperando mi querer. ¿Quién puede decir cómo en lo íntimo de mi alma lo deseaba ardientemente, pero a la vez me veía indigna? Mi naturaleza se espantaba y temblaba. Mientras me encontraba en esto, mi amado Jesús intelectualmente me pedía que aceptara, entonces con todo el corazón le dije: “Esposo santo, crucificado por mí, te pido que me concedas la gracia de crucificarme, y al mismo tiempo te pido que no hagas aparecer ninguna señal externa. Sí, dame el dolor, dame las llagas, pero haz que todo quede oculto entre Tú y yo”.
Y así, aquellos rayos de luz junto con los clavos me traspasaron las manos y los pies, y el corazón fue traspasado con un rayo de luz junto con una lanza. ¿Quién puede decir el dolor y el contento? Por cuanto antes fui sorprendida por el temor, otro tanto después mi alma nadaba en el mar de la paz, del contento y del dolor. Era tanto el dolor que sentía en las manos, en los pies y en el corazón, que me sentía morir; los huesos de las manos y de los pies sentía que me los hacían pequeñísimos pedazos, sentía como si

estuviera un clavo dentro, pero al mismo tiempo me causaba tal contento, que no sé explicar, y me suministraba tal fuerza, que mientras me sentía morir por el dolor, esos mismos dolores me sostenían para hacer que no muriera. Pero en la parte externa del cuerpo nada aparecía, pero sentía los dolores corporalmente, tan es verdad, que cuando venía el confesor para llamarme a la obediencia y me soltaba los brazos y las manos contraídos, cada vez que me tocaba en ese punto de las manos, donde había traspasado el rayo de luz junto con el clavo, sentía penas mortales. Sin embargo cuando el confesor ordenaba por obediencia que cesaran esos dolores, muchos se mitigaban, porque esos dolores eran tan fuertes que me hacían perder los sentidos, y si no se hubieran mitigado ante la obediencia, difícilmente me hubiera prestado a obedecer. ¡Oh prodigio de la santa obediencia, tú has sido todo para mí! Cuántas veces me he encontrado en contraste con la muerte, tanta era la fuerza de los dolores, y la obediencia me ha casi restituido la vida. Sea siempre bendito el Señor, sea todo para gloria suya.
Ahora, mientras me sentía en mí misma, nada veía, pero cuando perdía los sentidos veía las partes marcadas por las llagas de Jesús, me parecía que las llagas de Jesús mismo se habían trasladado a mis manos. Esta fue la primera vez que Jesús me crucificó, porque de estas crucifixiones ha habido tantas, que es imposible numerarlas todas, diré solamente las cosas principales relacionadas con esto.
Ahora, regresando Jesús le decía: “Amado, mi Jesús, dame el dolor de mis pecados, así, mis pecados consumidos por el dolor, por el arrepentimiento de haberte ofendido, pueden ser borrados de mi alma y también de tu memoria, sí, dame tanto dolor por cuanto he osado ofenderte. Más bien haz que el dolor supere esto, así podré estrecharme más íntimamente Contigo”.
Recuerdo que una vez mientras estaba diciendo esto, mi siempre benigno Jesús me dijo:
“Ya que tanto te disgusta haberme ofendido, quiero Yo mismo disponerte a hacerte sentir el dolor de tus pecados, y así veas cuán feo es el pecado, y qué acerbo dolor sufrió mi corazón. Por eso di junto Conmigo: “Si paso el mar, en el mar Tú estás, aunque no te veo; piso la tierra y estás bajo mis pies, pequé”.
Luego Jesús, en voz baja agregó casi llorando:
“Sin embargo te amé, y al mismo tiempo te conservé”.
Mientras Jesús decía esto y yo lo repetía junto con Él, fui sorprendida por tal dolor por las ofensas hechas que caí rostro a tierra, y Jesús desapareció.
Pocas fueron las palabras, pero yo entendí tantas cosas que es imposible decir todo lo que comprendí. En las primeras palabras comprendí la inmensidad, la grandeza, la presencia de Dios en cada cosa presente, sin que pueda escapar de Él ni siquiera la sombra de nuestro pensamiento, comprendí también mi nada en comparación de una Majestad tan grande y santa. En la palabra “pequé”, comprendía la fealdad del pecado, la malicia, la osadía que yo había tenido al ofenderlo. Ahora, mientras mi alma estaba considerando esto, al oír decir a Jesucristo: “Y sin embargo te amé y al mismo tiempo te conservé”. Mi corazón fue tomado por tal dolor que me sentía morir, porque comprendía el amor inmenso que el Señor me tenía en el acto mismo en que yo buscaba ofenderlo, y aun matarlo. ¡Ah Señor, cómo has sido bueno conmigo, y yo siempre ingrata y tan mala aún!
Recuerdo que cada vez que venía era un alternarse, ahora le pedía el dolor de mis pecados, y ahora la crucifixión, y también otras cosas. Como una mañana mientras me encontraba en mis acostumbrados sufrimientos, mi amado Jesús me transportó fuera de mí misma y me hizo ver a un hombre que era asesinado a balazos, y que en cuanto expiraba iba al infierno. ¡Oh, cuánta pena daba a Jesús la pérdida de aquella alma! Si todo el mundo supiera cuánto sufre Jesús por la pérdida de las almas, no digo por ellas, sino al menos para ahorrar esa pena a nuestro Señor, usarían todos los medios posibles para no perderse eternamente. Ahora, mientras junto con Jesús me encontraba en medio de las balas, Jesús acercó sus labios a mi oído y me dijo:
“Hija mía, ¿quieres tú ofrecerte víctima por la salvación de esta alma y tomar sobre ti las penas que merece por sus grandísimos pecados?”

Yo respondí: “Señor, estoy dispuesta, pero con el pacto de que lo salves y le restituyas la vida”. ¿Quién puede decir los sufrimientos que me llegaron? Fueron tales y tantos que yo misma no sé como quedé con vida. Ahora, mientras me encontraba en este estado de sufrimientos desde hacía más de una hora, vino mi confesor para llamarme a la obediencia, y encontrándome muy sufriente, con dificultad pude obedecer, por eso me preguntó la razón de tal estado, yo le dije el hecho así como lo describí arriba, diciéndole el punto de la ciudad donde me parecía que había sucedido. El confesor me dijo que era cierto el hecho y que lo daban por muerto, pero después se supo que estaba gravísimo y que poco a poco se restableció y vive todavía. Sea siempre bendito el Señor.
Recuerdo que siguiendo con mi petición de la crucifixión y transportándome Jesús fuera de mí misma, me llevó a los lugares santos de Jerusalén, donde Nuestro Señor padeció su dolorosa Pasión, y ahí encontramos muchas cruces y mi amado Jesús me dijo:
“Si tú supieras qué bien contiene en sí la cruz, cómo vuelve preciosa al alma, qué gema de inestimable valor adquiere quien tiene el bien de poseer los sufrimientos, basta decirte solamente que viniendo a la tierra no escogí las riquezas, los placeres, sino que tuve como amadas e íntimas hermanas a la cruz, a la pobreza, a los sufrimientos e ignominias”.
Mientras así decía, mostraba un gusto tal, una alegría por el sufrimiento, que esas palabras me traspasaban el corazón como tantos dardos ardientes, tanto que me sentía faltar la vida si el Señor no me concedía el sufrir, y con toda la fuerza y la voz que tenía no hacía otra cosa que decirle: “Esposo Santo, dame el sufrir, dame las cruces, sólo con esto conoceré que me amas, si me contentas con las cruces y con los sufrimientos”. Y entonces tomaba una de aquellas cruces más grandes que veía, me ponía sobre ella y rogaba a Jesús que viniera a crucificarme, y Él se complacía en tomar mi mano y comenzaba a traspasarla con el clavo, de vez en cuando el bendito Jesús me preguntaba:
“Qué, ¿te duele mucho? ¿Quieres que no continúe?”
Y yo: “No, no, amado mío, continúa, me duele, sí, pero estoy contenta”. Y tenía tal temor que no terminara de crucificarme, que no hacía otra cosa que decirle: “Hazlo pronto, oh Jesús, hazlo pronto, no tardes tanto”. Pero qué, cuando tenía que clavar la otra mano, los brazos de la cruz se encontraban cortos, mientras que antes me habían parecido suficientes para poder crucificarme. ¿Quién puede decir cómo quedaba mortificada? Esto se repetía en muchas ocasiones, y a veces si los brazos de la cruz eran adecuados, la largura del asta no alcanzaba para poder distender los pies, en una palabra, faltaba siempre alguna cosa para no poderse cumplir del todo la crucifixión. ¿Quién puede decir la amargura de mi alma y los lamentos que hacía con Nuestro Señor porque no me concedía el verdadero sufrir? Le decía: “Amado mío, todo termina en burla, me decías que querías llevarme al Cielo, y luego de nuevo me hacías volver a la tierra, me dices que quieres crucificarme, y jamás llegamos a la completa crucifixión”. Y Jesús de nuevo me prometía que me iba a crucificar.

+ + +

1-2
Septiembre 14, 1899

Una mañana, era el día de la exaltación de la cruz, mi dulce Jesús me transportó a los lugares santos, pero antes me dijo tantas cosas de la virtud de la cruz, no lo recuerdo todo, apenas alguna cosa:
“Amada mía, ¿quieres ser bella? La cruz te dará los rasgos más bellos que se puedan encontrar tanto en el Cielo como en la tierra, tanto, de enamorar a Dios que contiene en Sí todas las bellezas”.
Y continuaba Jesús: “¿Quieres tú estar llena de inmensas riquezas, no por breve tiempo sino por toda la eternidad? Pues bien, la cruz te suministrará todas las especies de riquezas, desde los más pequeños centavos, como son las pequeñas cruces, hasta las

sumas más grandes, que son las cruces más pesadas, sin embargo los hombres que son tan ávidos por ganar dinero temporal, que pronto deberán dejar, no se preocupan por adquirir un centavo eterno, y cuando Yo, teniendo compasión de ellos, viendo su despreocupación por todo lo que se refiere a lo eterno, benignamente les llevo la ocasión, en vez de tomarlo a bien se indignan y me ofenden, ¡qué locura humana, parece que la entienden al revés! Amada mía, en la cruz están todos los triunfos, todas las victorias y las más grandes adquisiciones, para ti no debe haber otra mira más que la cruz, y esta te bastará por todo. Hoy quiero contentarte, aquella cruz que hasta ahora no bastaba para poderte extender y crucificarte completamente, es la cruz que tú has llevado hasta ahora, por tanto, debiéndote crucificar completamente, tienes necesidad de que haga descender nuevas cruces sobre ti, entonces aquella cruz que hasta ahora has llevado me la llevaré al Cielo para mostrarla a toda la corte celestial como prenda de tu amor, y otra más grande haré descender del Cielo para poder satisfacer mis ardientes anhelos que tengo sobre ti”.
Mientras Jesús decía esto, se presentó ante mí aquella cruz que había visto las otras veces, yo la tomé y me extendí sobre ella, mientras estaba así se abrió el Cielo y de él descendió el evangelista san Juan, y traía la cruz que Jesús me había indicado; la Reina Madre y muchos ángeles, cuando llegaron junto a mí, me quitaron de sobre aquella cruz y me pusieron sobre la que me habían traído, mucho más grande, un ángel tomó aquella cruz de antes y se la llevó al Cielo. Después de esto, Jesús con sus propias manos comenzó a clavarme sobre aquella cruz, la Mamá Reina me asistía, los ángeles y san Juan proporcionaban los clavos. Mi dulce Jesús mostraba tal contento y alegría al crucificarme, que sólo por darle ese contento a Jesús no sólo habría sufrido la cruz, sino otras penas aun. ¡Ah, me parecía que el Cielo hacía nueva fiesta por mí al ver el contento de Jesús! Muchas almas del purgatorio fueron liberadas emprendiendo el vuelo hacia el Cielo, y algunos pecadores fueron convertidos, porque mi Divino Esposo a todos hizo partícipes del bien de mis sufrimientos. ¿Quién puede decir además los dolores intensos que sufrí al estar bien extendida sobre la cruz y ser traspasadas las manos y los pies con los clavos? Pero especialmente en los pies era tanta la atrocidad de las penas, que no pueden describirse. Cuando terminaron de crucificarme y yo me sentía nadar en el mar de las penas y de los dolores, la Mamá Reina dijo a Jesús: “Hijo mío, hoy es día de gracia, quiero que le participes todas tus penas, no queda más que le traspases el corazón con la lanza y le renueves la corona de espinas”. Entonces Jesús tomó la lanza y me traspasó el corazón de lado a lado, los ángeles tomaron una corona de espinas muy tupida, se la dieron en la mano a la Santísima Virgen, y Ella misma me la clavó en la cabeza.
¡Qué memorable día fue para mí!, de dolores, sí, pero también de contentos, de penas indecibles, pero también de alegrías. Basta decir que era tanta la fuerza de los dolores, que Jesús todo ese día no se movió de mi lado para sostener mi naturaleza que desfallecía por la intensidad de las penas. Aquellas almas del purgatorio que habían volado al Cielo, descendían junto con los ángeles y rodeaban mi cama recreándome con sus cánticos y agradeciendo afectuosamente que por mis sufrimientos las había liberado de aquellas penas.
Luego sucedió que habiendo pasado cinco o seis días de aquellas penas tan intensas, con gran aflicción mía comenzaron a disminuir, y entonces solicitaba a mi amado Jesús que de nuevo me renovara la crucifixión, y Él, a veces pronto y a veces no, se complacía en transportarme a los lugares santos y me participaba las penas de su dolorosa Pasión. Ahora la corona de espinas, ahora la flagelación, ahora llevaba la cruz al calvario y ahora la crucifixión. A veces un misterio al día y a veces todo en un día, según a Él le placía, y esto era a mi alma de sumo dolor y contento. Pero me resultaba amarguísimo cuando se cambiaba la escena, y en vez de sufrir yo, era espectadora de ver sufrir a mi amadísimo Jesús las penas de la dolorosa Pasión. ¡Ah, cuántas veces me encontraba en medio de los judíos junto con la Mamá Reina para ver sufrir a mi amado Jesús! ¡Ah, sí, cómo es verdad que resulta más fácil sufrir uno mismo que ver sufrir a la persona amada! Otras veces, renovando mi dulce Jesús estas crucifixiones, recuerdo que me dijo:

“Amada mía, la cruz hace distinguir a los réprobos de los predestinados. Así como en el día del juicio los buenos se alegrarán al ver la cruz, así desde ahora se puede ver si alguno se salvará o se perderá, si al presentarse la cruz el alma la abraza, la lleva con resignación, con paciencia y besa y agradece a la mano que la envía, es señal de que es salvo; si al contrario, al presentarse la cruz se irritan, la desprecian y llegan hasta ofenderme, puedes decir que es una señal de que esa alma se encamina por la vía del infierno; así harán los réprobos en el día del juicio, que al ver la cruz se afligirán y blasfemarán. La cruz dice todo, la cruz es un libro que sin engaño y a claras notas te dice y te hace distinguir al santo del pecador, al perfecto del imperfecto, al fervoroso del tibio. La cruz comunica tal luz al alma, que desde ahora no sólo hace distinguir al bueno del reo, sino hace conocer quién debe ser más o menos glorioso en el Cielo, quién debe ocupar un puesto superior o un puesto menor. Todas las otras virtudes están humildes y reverentes ante la virtud de la cruz, e injertándose con ella reciben mayor lustre y esplendor”.
¿Quién puede decir qué llamas de deseos ardientes ponía en mi corazón este hablar de Jesús? Me sentía devorar por el hambre de sufrir, y Él para satisfacer mis ansias, o bien, para decirlo mejor, lo que Él mismo me infundía, me renovaba la crucifixión.
Recuerdo que a veces, después de renovadas estas crucifixiones me decía:
“Amada de mi corazón, deseo ardientemente no sólo crucificarte el alma y comunicarte los dolores de la cruz al cuerpo, sino deseo sellarte también el cuerpo con el sello de mis llagas, y quiero enseñarte la oración para obtener esta gracia, la oración es esta: “Yo me presento ante el trono supremo de Dios, bañada en la sangre de Jesucristo, pidiéndole que por el mérito de sus preclarísimas virtudes y de su Divinidad, me conceda la gracia de crucificarme”.
Y yo, a pesar de que siempre he tenido aversión a todo lo que puede aparecer exteriormente, como aún la tengo, en el acto en que Jesús decía, esto me sentía infundir tal anhelo de satisfacer el deseo que Él mismo decía, que también yo me atrevía a decir a Jesús que me crucificara en el alma y en el cuerpo, y algunas veces le decía: “Esposo Santo, cosas exteriores no quisiera, y si alguna vez me atrevo a decirlo, es porque Tú mismo me lo dices, y también para dar una señal al confesor de que eres Tú quien obra en mí. Por lo demás no quisiera otra cosa sino que aquellos dolores que me haces sufrir cuando me renuevas la crucifixión, fuesen permanentes, no quisiera esa disminución después de algún tiempo, y sólo eso me basta, y que de la apariencia externa, por cuanto más lo puedas mantener oculto, tanto más me contentarás”.

Confesión con Jesús. Luisa se confiesa con Jesús.

Recuerdo confusamente que como le pedía frecuentemente, cuando me encontraba junto con Nuestro Señor, el dolor de mis pecados y la gracia de que me perdonara todo lo que de mal había hecho, y a veces llegaba a decirle que estaría contenta cuando de su propia boca me dijera: “Te perdono todos tus pecados”. Y Jesús bendito, que nada sabe negar cuando es para nuestro bien, una mañana se hizo ver y me dijo:
“Esta vez quiero hacer Yo mismo el oficio de confesor, y tú me confesarás a Mí todas tus culpas, y en el momento en que hagas esto te haré comprender uno por uno los dolores que has dado a mi corazón al ofenderme, a fin de que comprendiendo tú, por cuanto puede una criatura, qué cosa es el pecado, tomes la resolución de preferir morir que ofenderme. Mientras tanto tú entra en tu nada y recita el yo pecador”.
Yo, entrando en mí misma, advertía toda mi miseria y mis maldades y ante su presencia temblaba toda, y me faltaba la fuerza de pronunciar las palabras del yo pecador, y si el Señor no hubiese infundido en mí nueva fuerza diciéndome: “No temas, si bien soy juez, soy también tu padre, ánimo, sigamos adelante”. Ahí habría permanecido sin decir ni siquiera una palabra. Entonces dije el yo pecador toda llena de confusión y de humillación, y como me veía toda cubierta por mis culpas, dando una mirada descubrí que la culpa que más había ofendido a Nuestro Señor era la soberbia y por eso dije: “Señor, me acuso ante tu presencia de que he pecado de soberbia”. Y Él:

“Acércate a mi corazón y pon tu oído, y oirás el desgarro cruel que has hecho a mi corazón con este pecado”.
Toda temblando puse mi oído sobre su corazón adorable, ¿pero quién puede decir lo que oí y comprendí en aquel instante? Pero después de tanto tiempo diré sólo alguna cosa confusamente. Recuerdo que su corazón latía tan fuerte que parecía que quería romperle el pecho, luego me parecía que se despedazaba y por el dolor quedaba casi destruido. ¡Ah, si hubiera podido habría llegado a destruir al Ser Divino con la soberbia! Pongo una semejanza para hacerme entender, de otra manera no tengo palabras para expresarme: Imaginad un rey y a sus pies un gusano, que elevándose e inflándose se comienza a creer alguna cosa y que llega a tal atrevimiento, que elevándose poco a poco, llega a la cabeza del rey y le quiere quitar la corona para ponérsela sobre su cabeza, luego lo despoja de sus vestiduras reales, lo arroja del trono y finalmente trata de matarlo. Pero lo peor de este gusano es que él mismo no conoce su propio ser, se engaña a sí mismo, pues para deshacerse de él sólo se necesita que el rey lo ponga bajo los pies y lo aplaste, y así terminarían sus días. Esto causa enojo y compasión, y al mismo tiempo ridiculiza el orgullo de este gusano, si esto se pudiera dar. Así me veía yo ante Dios, cosa que me llenó de tal confusión y dolor que me sentí renovar en mi corazón el desgarro que sufría el bendito Jesús.
Después de esto me dejó, y yo sentía tal pena y comprendía que tan feo es este pecado de soberbia, que es imposible describirlo. Cuando hube meditado muy bien todo esto en mí misma, mi buen Jesús regresó y me dijo que continuara la confesión de mis culpas, y yo temblando toda seguí acusándome de los pensamientos, palabras, obras, causas y omisiones, y cuando veía que yo no podía seguir haciendo la confesión por la pena que sentía de haberlo ofendido tanto, porque tenía una claridad tan viva delante a aquel Sol divino, especialmente porque en Él descubría la pequeñez, la nulidad de mi ser y quedaba asombrada de como había tenido yo tanta osadía, de donde había tomado yo ese valor de ofender a un Dios tan bueno que en el acto mismo en que lo ofendía, Él me asistía, me conservaba, me alimentaba, y si tenía algún rencor conmigo, era hacia el pecado que yo hacía, y que odiaba sumamente, en cambio a mí me amaba inmensamente, me excusaba ante la Divina Justicia, y se ocupaba todo para quitar aquel muro de división que había producido el pecado entre el alma y Dios. ¡Oh, si todos pudiesen ver quién es Dios, y quién es el alma en el momento en que se peca, todos morirían de dolor y creo que el pecado sería exiliado de la tierra!
Entonces, cuando Jesús bendito veía que por la pena no podía más, se retiraba y me dejaba para que comprendiera muy bien el mal que había hecho, y después regresaba de nuevo y yo continuaba acusando mis culpas.
¿Pero quién puede decir todo lo que comprendí, y explicar una por una las diversas afrentas y los dolores especiales que con mis culpas había ocasionado a Nuestro Señor? Me siento casi imposibilitada para explicarme y también porque no lo recuerdo muy bien. Cuando terminé mi acusación, que duró cerca de siete horas, el amable Jesús tomó el aspecto de padre amorosísimo, y como yo me encontraba agotada de fuerzas por el dolor, y mucho más porque veía que no era un dolor suficiente para dolerme como convenía a mis culpas, Él para animarme me dijo:
“Quiero suplir Yo por ti, y aplico a tu alma el mérito del dolor que tuve en el huerto del Getsemaní. Sólo esto puede satisfacer a la Divina Justicia”.
Después de que aplicó a mi alma su dolor, entonces me pareció estar dispuesta para recibir la absolución. Toda humillada y confundida como estaba, y postrada a los pies del buen padre Jesús, con los rayos que enviaba a mi mente trataba de excitarme mayormente al dolor diciendo, si bien no recuerdo todo: “Grande, sumo ha sido el mal que he hecho hacia Ti. Estas potencias mías y estos sentidos del cuerpo debían haber sido tantas lenguas para alabarte, ah, en cambio han sido como tantas víboras venenosas que te mordían y buscaban aun el matarte. Pero, Padre Santo, perdóname, no quieras arrojarme de Ti por el gran mal que te he hecho pecando”.

Y Jesús: “Y tú, ¿prometes no pecar más y alejar de tu corazón cualquier sombra de mal que pudiera ofender a tu Creador?”
Y yo: “Ah sí, con todo el corazón te lo prometo. Más bien quiero mil veces morir que volver a pecar, nunca más, nunca más”.
Y Jesús: “Y Yo te perdono y aplico a tu alma los méritos de mi Pasión y quiero lavarla en mi sangre”.
Y mientras esto decía, levantó su bendita mano derecha y pronunció las palabras de la absolución, exactas a las palabras que dice el sacerdote cuando da la absolución, y en el acto en que esto hacía, de su mano corría un río de sangre, y mi alma quedaba toda inundada por ella.
Después de esto me dijo: “Ven, oh hija, ven a hacer penitencia por tus pecados besándome mis llagas”.
Toda temblando me levanté y le besé sus sacratísimas llagas y después me dijo:
“Hija mía, sé más atenta y vigilante, porque hoy te doy la gracia de no caer más en el pecado venial voluntario”.
Después me hizo otras exhortaciones que no recuerdo bien y desapareció.
¿Quién puede decir los efectos de esta confesión hecha a Nuestro Señor? Me sentía toda empapada en la gracia, y me quedó tan grabada que no puedo olvidarla, y cada vez que me acuerdo, siento correr un escalofrío en los huesos, y a la vez siento horror al pensar cuál es mi correspondencia a tantas gracias que el Señor me ha hecho.
Otras veces el Señor se ha dignado darme Él mismo la absolución, a veces tomando el aspecto de sacerdote, y yo me confesaba como si fuese sacerdote, si bien sentía diversos efectos, y después de terminada se hacía conocer que era Jesús; y a veces abiertamente venía haciéndose conocer que era Jesús; también algunas veces tomaba el aspecto del confesor, tanto que yo creía que hablaba con el confesor y le decía todos mis temores, mis dudas; pero por el modo de responderme, por la suavidad de la voz, entrelazada ahora como la voz del confesor y ahora como la de Jesús, por su trato amable y por los efectos internos, descubría yo quién era. ¡Ah, si yo quisiera decir todo acerca de estas cosas me extendería demasiado! Por eso termino y pongo punto.
Recuerdo que hubo una segunda guerra entre África e Italia, y el bendito Jesús, un día, cerca de nueve meses antes, me transportó fuera de mí misma y me hizo ver un camino larguísimo, lleno de cadáveres inmersos en la sangre que a ríos inundaba ese camino. Daba horror ver esos cadáveres expuestos al aire libre, sin tener ni siquiera quien los sepultara. Yo toda asustada le dije a Nuestro Señor: “¿Qué cosa es esto?”
Y Él: “El año que viene habrá guerra. Se sirven de la carne para ofenderme, y Yo sobre su carne quiero hacer mi justa venganza”.
Dijo otras cosas, pero ha pasado tanto tiempo que no las recuerdo.
Ahora, sucedió que pasado aquel periodo de tiempo se empezó a oír que entre Italia y África había guerra. Yo le rogaba al buen Jesús que librara a muchas víctimas y que tuviera piedad de tantas almas que iban al infierno.
Una mañana, según lo acostumbrado me transportó fuera de mí misma y veía que casi todas las gentes estaban convencidas de que debía vencer Italia, me pareció encontrarme en Roma y veía a los diputados que tenían consejo ente ellos acerca del modo como debían conducir la guerra para estar seguros de hacer vencer a Italia. Estaban tan inflados de ellos mismos que daban piedad, pero lo que más me impresionó fue el ver que estos tales, casi todos eran sectarios, almas vendidas al demonio. ¡Qué tristes tiempos! parecía que propiamente reinaba el reino satánico, y su confianza en vez de ponerla en Dios la ponían en el demonio. Ahora, mientras estaban deliberando, mi bendito Jesús me dijo:
“Vayamos a oír que se dicen”.
Entonces me pareció entrar en su círculo junto con Jesús. Jesús se paseaba en medio de ellos y derramaba lágrimas sobre su miserable estado. Cuando terminaron de deliberar sobre el modo de como debían hacer, vanagloriándose de estar seguros de la victoria, Jesús se dirigió a ellos y les dijo amenazándolos:

“Confiáis en vosotros mismos y por eso os humillaré, esta vez perderá Italia”.
+ + +

Termino de la novena de navidad. Las 7 meditaciones restantes de la novena de navidad.

Ahora, para obedecer regreso a decir lo que dejé en la página 6 de este primer volumen, esto es, la novena de Navidad, en que de la segunda meditación pasaba a la tercera y una voz interior me decía:
3º.- “Hija mía, apoya tu cabeza sobre el seno de mi Mamá, mira dentro de él a mi pequeña Humanidad, mi Amor me devoraba, los incendios, los océanos, los mares inmensos del Amor de mi Divinidad me inundaban, me incineraban, levantaban tan alto sus llamas que se elevaban y se extendían por doquier, a todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre y mi pequeña Humanidad era devorada en medio de tantas llamas, ¿pero sabes tú qué cosa me quería hacer devorar mi Eterno Amor? ¡Ah, a las almas! Y sólo estuve contento cuando las devoré todas, quedando todas concebidas Conmigo, era Dios, debía obrar como Dios, debía tomarlas a todas; mi Amor no me habría dado paz si hubiera excluido a alguna. Ah hija mía, mira bien en el seno de mi Mamá, fija bien los ojos en mi Humanidad recién concebida y en Ella encontrarás a tu alma concebida Conmigo, y también las llamas de mi Amor que te devoraron. ¡Oh, cuánto te he amado y te amo!”.
Yo me perdía en medio a tanto amor, no sabía salir de ahí, pero una voz me llamaba fuerte diciéndome:
“Hija mía, esto es nada aún, estréchate más a Mí, dale tus manos a mi amada Mamá a fin de que te tenga estrechada sobre su seno materno, y tú da otra mirada a mi pequeña Humanidad concebida y mira el cuarto exceso de mi Amor”.
4º.- “Hija mía, del amor devorante pasa a mirar mi Amor obrante. Cada alma concebida me llevó el fardo de sus pecados, de sus debilidades y pasiones, y mi Amor me ordenó tomar el fardo de cada uno, y no sólo concebí a las almas, sino las penas de cada una, las satisfacciones que cada una de ellas debía dar a mi Celestial Padre. Así que mi Pasión fue concebida junto Conmigo. Mírame bien en el seno de mi Celestial Mamá. Oh cómo mi pequeña Humanidad era desgarrada, mira bien como mi pequeña cabecita está circundada por una corona de espinas, que ciñéndome fuerte las sienes me hace derramar ríos de lágrimas de los ojos, y no puedo moverme para secarlas. Ah, muévete a compasión de Mí, sécame los ojos de tanto llanto, tú que tienes los brazos libres para podérmelo hacer, estas espinas son la corona de los tantos pensamientos malos que se agolpan en las mentes humanas, oh, como me pinchan más estos pensamientos que las espinas que produce la tierra, pero mira qué larga crucifixión de nueve meses, no podía mover ni un dedo, ni una mano, ni un pie, estaba aquí siempre inmóvil, no había lugar para poderme mover un poquito, qué larga y dura crucifixión, con el agregado de que todas las obras malas, tomando forma de clavos, me traspasaban manos y pies repetidamente”. Y así continuaba narrándome pena por pena todos los martirios de su pequeña Humanidad, y que quererlas decir todas sería demasiado extenso. Entonces yo me abandonaba al llanto, y oía decir en mi interior:
“Hija mía, quisiera abrazarte pero no lo puedo hacer, no hay espacio, estoy inmóvil, no lo puedo hacer; quisiera ir a ti pero no puedo caminar. Por ahora abrázame y ven tú a Mí, después cuando salga del seno materno iré Yo a ti”.
Pero mientras con mi fantasía me lo abrazaba, me lo estrechaba fuertemente a mi corazón, una voz interior me decía:
“Basta por ahora hija mía, y pasa a considerar el quinto exceso de mi Amor”.
5º.- Entonces la voz interior seguía: “Hija mía, no te alejes de Mí, no me dejes solo, mi Amor quiere compañía, este es otro exceso de mi Amor el no querer estar solo.
¿Pero sabes tú de quién quiere esta compañía? De la criatura. Mira, en el seno de mi Mamá, Conmigo están todas las criaturas concebidas junto Conmigo. Yo estoy con ellas

todo amor, quiero decirles cuánto las amo, quiero hablar con ellas para decirles mis alegrías y mis dolores, para decirles que he venido en medio de ellas para hacerlas felices, para consolarlas, y que estaré en medio de ellas como su hermanito dando a cada una todos mis bienes, mi reino, a costa de mi muerte. Quiero darles mis besos, mis caricias; quiero entretenerme con ellas, pero, ay, cuántos dolores me dan, quién me huye, quién se hace la sorda y me reduce al silencio, quién desprecia mis bienes y no se preocupan de mi reino y corresponden mis besos y caricias con el descuido y el olvido de Mí, y mi entretenimiento lo convierten en amargo llanto. ¡Oh, cómo estoy solo, a pesar de estar en medio de tantos! ¡Oh, cómo me pesa mi soledad! no tengo a quien decir una palabra, con quien hacer un desahogo de amor; estoy siempre triste y taciturno, porque si hablo no soy escuchado. ¡Ah, hija mía, te pido, te suplico que no me dejes solo en tanta soledad! dame el bien de hacerme hablar con escucharme, presta oídos a mis enseñanzas, Yo soy el maestro de los maestros. Cuántas cosas quiero enseñarte. Si me escuchas me harás dejar de llorar y me entretendré contigo, ¿no quieres tú entretenerte Conmigo?”. Y mientras me abandonaba en Él, compadeciéndolo en su soledad, la voz interior continuaba:
“Basta, basta, pasa a considerar el 6º exceso de mi Amor”.
6º.- “Hija mía, ven, ruega a mi amada Mamá que te haga un lugarcito en su seno materno, a fin de que tú misma veas el estado doloroso en el cual me encuentro”.
Entonces me parecía con el pensamiento, que nuestra Reina Mamá, para contentar a Jesús me hacía un pequeño lugar y me ponía dentro. Pero era tal y tanta la oscuridad que no lo veía, sólo oía su respiro y Él en mi interior seguía diciéndome:
“Hija mía, mira otro exceso de mi Amor. Yo soy la luz eterna, el sol es una sombra de mi luz, pero ve adonde me ha conducido mi Amor, en qué oscura prisión estoy, no hay ni un rayo de luz, siempre es noche para Mí, pero noche sin estrellas, sin reposo, siempre despierto, ¡qué pena!, la estrechez de la prisión, sin poderme mínimamente mover, las tinieblas tupidas; hasta el respiro, respiro por medio del respiro de mi Mamá, ¡oh, cómo es cansado! Y además, agrega las tinieblas de las culpas de las criaturas, cada culpa era una noche para Mí, las que uniéndose juntas formaban un abismo de oscuridad sin confines.
¡Qué pena! ¡oh exceso de mi Amor, hacerme pasar de una inmensidad de luz, de amplitud, a una profundidad de densas tinieblas y de tales estrecheces, hasta faltarme la libertad del respiro, y esto, todo por amor de las criaturas!”
Y mientras esto decía gemía, casi con gemidos sofocados por falta de espacio, y lloraba. Yo me deshacía en llanto, le agradecía, lo compadecía, quería hacerle un poco de luz con mi amor como Él me decía, ¿pero quién puede decirlo todo? La misma voz interna agregaba:
“Basta por ahora. Pasa al séptimo exceso de mi Amor”.
7º.- La voz interior continuaba: “Hija mía, no me dejes solo en tanta soledad y en tanta oscuridad, no salgas del seno de mi Mamá para que veas el séptimo exceso de mi Amor. Escúchame, en el seno de mi Padre Celestial Yo era plenamente feliz, no había bien que no poseyera, alegría, felicidad, todo estaba a mi disposición; los ángeles reverentes me adoraban y estaban a mis órdenes. Ah, el exceso de mi Amor, podría decir que me hizo cambiar fortuna, me restringió en esta tétrica prisión, me despojó de todas mis alegrías, felicidad y bienes para vestirme con todas las infelicidades de las criaturas, y todo esto para hacer el cambio, para dar a ellas mi fortuna, mis alegrías y mi felicidad eterna. Pero esto habría sido nada si no hubiera encontrado en ellas suma ingratitud y obstinada perfidia. Oh, cómo mi Amor eterno quedó sorprendido ante tanta ingratitud y lloró la obstinación y perfidia del hombre. La ingratitud fue la espina más punzante que me traspasó el corazón desde mi concepción hasta el último instante de mi Vida, hasta mi muerte. Mira mi corazoncito, está herido y gotea sangre. ¡Qué pena! ¡Qué dolor siento! Hija mía, no seas ingrata; la ingratitud es la pena más dura para tu Jesús, es cerrarme en la cara las puertas para dejarme afuera, aterido de frío. Pero ante tanta ingratitud mi Amor no se detuvo y se puso en actitud de Amor suplicante, orante, gimiente y mendigante, y éste es el octavo exceso de mi Amor”.

8º.- “Hija mía, no me dejes solo, apoya tu cabeza sobre el seno de mi amada Mamá, porque también desde afuera oirás mis gemidos, mis súplicas, y viendo que ni mis gemidos ni mis súplicas mueven a compasión de mi Amor a la criatura, me pongo en actitud del más pobre de los mendigos y extendiendo mi pequeña manita, pido por piedad, al menos a título de limosna sus almas, sus afectos y sus corazones. Mi Amor quería vencer a cualquier costo el corazón del hombre, y viendo que después de siete excesos de mi Amor permanecía reacio, se hacía el sordo, no se ocupaba de Mí ni se quería dar a Mí, mi Amor quiso ir más allá, debería haberse detenido, pero no, quiso salir más allá de sus límites, y desde el seno de mi Mamá Yo hacía llegar mi voz a cada corazón con los modos más insinuantes, con los ruegos más fervientes, con las palabras más penetrantes. ¿Pero sabes qué les decía? “Hijo mío, dame tu corazón, todo lo que tú quieras Yo te daré con tal que me des a cambio tu corazón; he descendido del Cielo para tomarlo, ¡ah, no me lo niegues! ¡no defraudes mis esperanzas!” Y viéndolo reacio, y que muchos me volteaban la espalda, pasaba a los gemidos, juntaba mis pequeñas manitas y llorando, con voz sofocada por los sollozos le añadía: “¡Ay, ay! soy el pequeño mendigo, ¿ni siquiera de limosna quieres darme tu corazón?” ¿No es esto un exceso más grande de mi Amor, que el Creador para acercarse a la criatura tome la forma de un pequeño niño para no infundirle temor, y pida al menos como limosna el corazón de la criatura, y viendo que ella no se lo quiere dar ruega, gime y llora?”.
Después me decía: “¿Y tú no quieres darme tu corazón? ¿Tal vez también tú quieres que gima, que ruegue y llore para que me des tu corazón? ¿Quieres negarme la limosna que te pido?”.
Y mientras esto decía oía como si sollozara, y yo le dije: “Mi Jesús, no llores, te dono mi corazón y toda yo misma”. Entonces la voz interna continuaba: “Sigue más adelante, y pasa al noveno exceso de mi Amor”.
9º.- “Hija mía, mi estado es siempre más doloroso, si me amas, tu mirada tenla fija en Mí, para que veas si puedes dar a tu pequeño Jesús algún consuelo, una palabrita de amor, una caricia, un beso, que dé tregua a mi llanto y a mis aflicciones. Escucha hija mía, después de haber dado ocho excesos de mi Amor, y que el hombre tan malamente me correspondió, mi Amor no se dio por vencido, y al octavo exceso quiso agregar el noveno, y este fueron las ansias, los suspiros de fuego, las llamas de los deseos de que quería salir del seno materno para abrazar al hombre, y esto reducía a mi pequeña Humanidad aun no nacida a una agonía tal que estaba a punto de dar mi último respiro. Y mientras estaba por darlo, mi Divinidad que era inseparable de Mí, me daba sorbos de vida, y así retomaba de nuevo la vida para continuar mi agonía y volver a morir nuevamente. Este fue el noveno exceso de mi Amor, agonizar y morir continuamente de amor por la criatura. ¡Oh, qué larga agonía de nueve meses! ¡Oh, cómo el amor me sofocaba y me hacía morir! Y si no hubiera tenido la Divinidad Conmigo, que me daba continuamente la vida cada vez que estaba por morir, el amor me habría consumado antes de salir a la luz del día”. Después agregaba:
“Mírame, escúchame como agonizo, como mi pequeño corazón late, se afana, arde; mírame, ahora muero”.
Y hacía un profundo silencio. Yo me sentía morir, se me helaba la sangre en las venas y temblando le decía: “Amor mío, Vida mía, no mueras, no me dejes sola, Tú quieres amor y yo te amaré, no te dejaré más, dame tus llamas para poderte amar más y consumarme toda por Ti”.


1
M. I.

2-1
Febrero 28, 1899

Por orden del confesor empiezo a escribir lo que pasa entre Nuestro Señor y yo día por día. Año 1899, mes de Febrero, día 28.

Confieso la verdad, siento una gran repugnancia, es tanto el esfuerzo que debo hacer para vencerme, que sólo el Señor puede saber el desgarro de mi alma. Pero, ¡oh santa obediencia, qué atadura tan potente eres! Sólo tú podías vencerme y superar todas mis repugnancias, que son como montes insuperables, y me atas a la Voluntad de Dios y del confesor. Pero, ¡oh! Esposo santo, por cuan grande es el sacrificio, otro tanto tengo necesidad de ayuda, no quiero otra cosa sino que me introduzcas en tus brazos y me sostengas. Así, asistida por Ti podré decir sólo la verdad, sólo por tu gloria y para confusión mía.
Esta mañana, habiendo celebrado la misa el confesor, he recibido también la comunión. Mi mente se encontraba en un mar de confusión por causa de esta obediencia que me viene dada por el confesor de escribir todo lo que pasa en mi interior. Apenas he recibido a Jesús he comenzado a decirle mis penas, especialmente mi insuficiencia y tantas otras cosas, pero parecía que Jesús no daba importancia a lo mío y no respondía a nada. Me ha venido una luz a mi mente y he dicho: “Tal vez soy yo misma la causa de que Jesús no se muestre según su costumbre”. Entonces con todo el corazón le he dicho: “¡Ah! Mi Bien y mi todo, no te muestres conmigo tan indiferente, me despedazas el corazón por el dolor, si es por lo escrito, venga, que venga, aunque me cueste el sacrificio de la vida te prometo hacerlo”. Entonces Jesús ha cambiado aspecto y todo benigno me ha dicho:
“¿De qué temes? ¿No te he asistido Yo las otras veces? Mi luz te circundará por todas partes y así tú podrás manifestarlo”.
Mientras así decía, no sé como he visto al confesor junto a Jesús y el Señor le ha dicho: “Mira, todo lo que haces pasa al Cielo, por eso ve la pureza con la cual debes obrar, pensando que todos tus pasos, palabras y obras vienen a mi presencia, y si son puros, esto es, hechos por Mí, Yo siento por ello un gozo grandísimo y los siento en derredor Mío, como tantos mensajeros que me recuerdan continuamente de ti; pero si son hechos por fines bajos y terrenos, siento fastidio”. Y mientras así decía, parecía que le tomaba las manos y levantándolas hacia el Cielo le decía: “Los ojos siempre en alto; eres del Cielo, obra para el Cielo”.
Mientras veía al confesor y a Jesús que así le decía, en mi mente me parecía que si se obrara así, sucedería como cuando una persona debe desalojar una casa para mudarse a otra, ¿qué hace? Primero manda todas las cosas y todo lo que ella tiene y después se va ella. Así nosotros, primero mandamos nuestras obras a tomar el lugar para nosotros en el Cielo, y después, cuando llegue nuestro tiempo iremos nosotros. ¡Oh, qué hermoso cortejo nos harán!
Ahora, mientras veía al confesor, me acordé que me había dicho que debía escribir sobre la fe, el modo como Jesús me había hablado sobre esta virtud. Mientras en esto pensaba, en un instante el Señor me ha atraído de tal forma a Sí, que me he sentido fuera de mí misma en el Cielo, junto con Jesús, y me ha dicho estas precisas palabras:
“La Fe es Dios”.
Pero estas dos palabras contenían una luz inmensa, que es imposible explicarlas, pero como pueda lo diré: En la palabra “fe” comprendía que la fe es Dios mismo. Así como el alimento material da vida al cuerpo para que no muera, así la fe da la vida al alma; sin la fe el alma está muerta. La fe vivifica, la fe santifica, la fe espiritualiza al hombre y lo hace

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

tener fijos los ojos en un Ser Supremo, de modo que nada aprende de las cosas de acá abajo, y si las aprende, las aprende en Dios. ¡Oh! La felicidad de un alma que vive de fe, su vuelo es siempre hacia el Cielo, en todo lo que le sucede se mira siempre en Dios y he aquí como en la tribulación la fe la eleva en Dios y no se aflige, ni siquiera un lamento, sabiendo que no debe formar aquí su contento, sino en el Cielo. Así si la alegría, la riqueza, los placeres, la circundan, la fe la eleva en Dios y dice entre sí: “¡Oh, cuánto más contenta y más rica seré en el Cielo!” Así que de estos bienes terrenos toma fastidio, los desprecia, y se los pone bajo los pies. A mí me parece que a un alma que vive de fe, le sucede como a una persona que posee millones y millones de monedas y hasta reinos enteros, y otra persona le quiere ofrecer un centavo. Ahora, ¿qué diría aquella? ¿No se indignaría, no se lo arrojaría a la cara? Y agrego: ¿Y si ese centavo estuviera todo enlodado, como son las cosas terrenas, y además, si le fuera dado sólo en préstamo? Entonces ella diría: “Inmensas riquezas gozo y poseo, ¿y tú osas ofrecerme este vil centavo tan enlodado y por poco tiempo?” Yo creo que voltearía enseguida la mirada y no aceptaría el don. Así hace el alma que vive de fe respecto a las cosas terrenas.
Ahora vayamos otra vez a la idea del alimento: El cuerpo, tomando el alimento no sólo se sostiene, sino que participa de la sustancia del alimento que se transforma en el mismo cuerpo. Ahora así el alma que vive de fe; como la fe es Dios mismo, el alma viene a vivir del mismo Dios, y alimentándose del mismo Dios viene a participar de la sustancia de Dios, y participando viene a semejarse a Él y a transformarse con el mismo Dios, por lo tanto al alma que vive de fe le sucede que santo es Dios, santa es el alma; potente Dios, potente el alma; sabio, fuerte, justo Dios, sabia, fuerte, justa el alma, y así de todos los demás atributos de Dios. En suma, el alma llega a ser un pequeño dios. ¡Oh, la bienaventuranza de esta alma en la tierra, para ser luego más bienaventurada en el Cielo!.
Comprendí también que lo que significan esas palabras que el Señor dice a sus almas predilectas: “Te desposaré en la fe”. Que el Señor en este místico desposorio viene a dotar a las almas de sus mismas virtudes. Me parece como dos esposos que uniendo sus propiedades, no se disciernen más las cosas del uno y las del otro y ambos se hacen dueños de todo. Pero en nuestro caso, el alma es pobre, todo el bien es por parte del Señor que la vuelve partícipe de sus sustancias.
Vida del alma es Dios, la fe es Dios y el alma poseyendo la fe, viene a injertar en sí todas las demás virtudes, de manera que la fe está como rey en el corazón y las demás virtudes están a su alrededor, como súbditas sirviendo a la fe, así que las mismas virtudes, sin la fe, son virtudes que no tienen vida.
Me parece a mí que Dios en dos modos comunica la fe al hombre: La primera es en el santo bautismo; la segunda es cuando Dios bendito, depositando una partecita de su sustancia en el alma, le comunica la virtud de hacer milagros, como la de poder resucitar a los muertos, sanar a los enfermos, detener el sol y demás. ¡Oh, si el mundo tuviera fe, se cambiaría en un paraíso terrestre!.
¡Oh! Cuán alto y sublime es el vuelo del alma que se ejercita en la fe. A mí me parece que el alma, ejercitándose en la fe, hace como aquellos tímidos pajaritos que temiendo ser tomados presos por los cazadores o bien por cualquier otra insidia, hacen su morada en la cima de los árboles, o bien en las alturas, cuando después son obligados a tomar el alimento descienden, toman el alimento y rápidamente vuelan a su morada; y alguno, más prudente, toma el alimento y ni siquiera se lo come en la tierra, para estar más seguro se lo lleva a la cima de los árboles y allá se lo come. Así el alma que vive de fe, es tan tímida de las cosas terrenas, que por temor de ser asechada, ni siquiera les dirige una mirada, su morada está en lo alto, encima de todas las cosas de la tierra y especialmente en las llagas de Jesucristo, y desde dentro de aquellas beatas moradas gime, llora, reza y sufre junto con su Esposo Jesús sobre la condición y miseria en que yace el género humano. Mientras ella vive en esas moradas de las llagas de Jesús, el Señor le da una partecita de sus virtudes, y el alma siente en sí aquellas virtudes como si fueran suyas, pero sin embargo advierte que si bien las ve suyas, el poseerlas le es dado, que han sido comunicadas por el Señor. Sucede como a una persona que ha recibido un don que ella no

poseía, ahora ¿qué hace? Lo toma y se hace dueña de él, pero cada vez que lo mira dice entre sí: “Esto es mío, pero me fue dado por esa persona”. Así hace el alma a la cual el Señor desprendiendo de Sí una partecita de su Ser Divino, la cambia en Sí mismo.
Ahora, esta alma, cómo aborrece el pecado, pero al mismo tiempo compadece a los demás, ruega por aquél que ve que camina en el camino del precipicio, se une junto con Jesucristo y se ofrece víctima para sufrir y así aplacar la divina justicia y para librar a las criaturas de los merecidos castigos, y si fuese necesario el sacrificio de su vida ¡oh! de buena gana lo haría para la salvación de una sola alma.
Habiéndome dicho el confesor que le explicara como veo la Divinidad de Nuestro Señor, le he respondido que era imposible saberle decir algo, pero en la noche se me apareció el bendito Jesús y casi me reprendió por esta negación mía y entonces me hizo relampaguear como dos rayos luminosísimos; con el primero comprendí en mi inteligencia que la fe es Dios y Dios es la fe. Ya intenté decir alguna cosa sobre la fe, ahora trataré de decir como veo a Dios, y éste fue el segundo rayo.
Ahora, mientras me encuentro fuera de mí misma y encontrándome en lo alto de los cielos me ha parecido ver a Dios dentro de una luz y Él mismo parecía también luz y en esta luz se encontraba belleza, fuerza, sabiduría, inmensidad, altura, profundidad sin límites ni confines, así que también en el aire que respiramos es Dios mismo que se respira, así que cada uno lo puede hacer como vida propia, como de hecho lo es. Así que ninguna cosa le escapa y ninguna le puede escapar. Esta luz parece que sea toda voz sin que hable, toda obrante mientras siempre reposa; se encuentra por todas partes sin estorbar en nada, y mientras se encuentra en todas partes, tiene también su centro. ¡Oh Dios, cómo eres incomprensible!, Te veo, te siento, eres mi Vida, te restringes en mí, mientras quedas siempre inmenso y nada pierdes de Ti, sin embargo me siento balbuceante y me parece no saber ni decir nada.
Para poderme explicar mejor según nuestro lenguaje humano, diré que veo una sombra de Dios en todo lo creado, porque en todo lo creado, dónde ha arrojado la sombra de su belleza, donde sus perfumes, dónde su luz, como en el sol, donde yo veo una sombra especial de Dios, lo veo como delineado en este astro, que es como rey de los planetas. ¿Qué cosa es el sol? No es otra cosa que un globo de fuego, uno es el globo, pero muchos son los rayos, de modo que entonces podemos comprender fácilmente:
1° El globo es Dios, los rayos los inmensos atributos de Dios.
2°. El sol es fuego, pero al mismo tiempo es luz y es calor, así que la Santísima Trinidad está representada en el sol: El fuego es el Padre, la luz es el Hijo, el calor es el Espíritu Santo, pero uno es el sol, y así como no se puede dividir el fuego de la luz y del calor, así una es la potencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que entre Ellos no se pueden realmente separar. Y así como el fuego en el mismo instante produce la luz y el calor, así que no se puede concebir el fuego sin concebirse también la luz y el calor, así no se puede concebir al Padre antes del Hijo y del Espíritu Santo y así recíprocamente, tienen los Tres el mismo principio eterno.
Agrego que la luz del sol se expande por todas partes; así Dios, con su inmensidad dondequiera penetra, sin embargo recordemos que no es más que una sombra, porque el sol no llegaría a donde no puede penetrar con su luz, pero Dios penetra dondequiera. Dios es Espíritu purísimo y nosotros lo podemos simbolizar en el sol que hace penetrar sus rayos dondequiera, sin que ninguno los pueda tomar entre las manos, Dios mira todo, las iniquidades, las infamias de los hombres y Él queda siempre lo que es, puro, santo, inmaculado. Sombra de Dios es el sol que manda su luz sobre las inmundicias y queda inmaculado, expande su luz en el fuego y no se quema, en el mar, en los ríos y no se ahoga, da luz a todos, fecunda todo, da vida a todo con su calor y no empobrece de luz, ni pierde nada de su calor y mucho más, mientras hace tanto bien a todos, él de ninguno tiene necesidad y queda siempre lo que es, majestuoso, resplandeciente, sin cambiarse jamás. ¡Oh! Cómo se representan bien en el sol las cualidades divinas, Dios, con su inmensidad se encuentra en el fuego y no arde, en el mar y no se ahoga, bajo nuestros pasos y no lo pisamos, da a todos y no empobrece y de nadie tiene necesidad, ve todo,

más bien es todo ojos y no hay cosa que no sienta, está al día de cada fibra de nuestro corazón, de cada pensamiento de nuestra mente, y siendo Espíritu purísimo no tiene ni oídos, ni ojos, y pase lo que pase no cambia jamás. El sol, invistiendo al mundo con su luz no se fatiga, así Dios, dando vida a todos, ayudando y rigiendo al mundo, no se fatiga. Para no gozar más la luz del sol y sus benéficos efectos, el hombre puede esconderse, puede poner obstáculos, pero al sol nada le hace, permanece como es, el mal caerá todo sobre el hombre. Así el pecador, con el pecado puede alejarse de Dios y no gozar más sus benéficos influjos, pero a Dios nada le hace, todo el mal es suyo.
También la redondez del sol me simboliza la eternidad de Dios, que no tiene ni principio ni fin. La misma luz penetrante del sol, que nadie puede contener en su ojo, y que si alguien quisiera mirarlo fijamente en pleno mediodía quedaría deslumbrado, y si el sol se quisiera acercar al hombre, éste quedaría reducido a cenizas. Así del Sol Divino, ninguna mente creada puede restringirlo en su pequeña mente para comprenderlo en todo lo que es, y si quisiera esforzarse quedaría deslumbrada y confundida, y si este Sol Divino quisiera hacer ostentación de todo su amor, haciéndoselo sentir al hombre mientras está aun en carne mortal, el hombre quedaría incinerado. Por lo tanto, Dios ha puesto una sombra de Sí y de sus perfecciones en todo lo creado, así que parece que lo vemos y lo tocamos y por Él quedamos tocados continuamente.
Además de esto, después de que el Señor dijo aquellas palabras: “La fe es Dios”. Yo le dije: “Jesús, ¿me quieres?”
Y Él ha agregado: “Y tú, ¿me quieres?”
Yo enseguida he dicho: “Sí, Jesús, y Tú lo sabes, que sin Ti siento que me falta la vida”.
“Pues bien”. Ha añadido Jesús. “Tú me quieres, Yo también, por lo tanto amémonos y estemos siempre juntos”.
Así ha terminado por esta mañana. Ahora, ¿quién puede decir cuánto ha comprendido mi mente de este Sol Divino? Me parece verlo y tocarlo por todas partes, es más, me siento revestida por Él dentro y fuera de mí misma, pero mi capacidad es pequeña, pequeña, que mientras parece que comprende alguna cosa de Dios, al verlo parece que no he comprendido nada, más bien me parece haber dicho disparates, espero que Jesús me los perdone.

+ + + +

2-2
Marzo 10, 1899

El Señor le hace ver muchos castigos.

Estando en mi habitual estado se ha hecho ver mi siempre amable Jesús, todo amargado y afligido y me ha dicho:
“Hija mía, mi justicia se ha vuelto muy pesada, y son tantas las ofensas que me hacen los hombres que no puedo sostenerlas más. Por lo tanto la guadaña de la muerte está a punto de matar a muchos, de improviso y de enfermedades, y además son tantos los castigos que verteré sobre el mundo, que serán una especie de juicio”.
¿Quién puede decir los tantos castigos que me ha hecho ver, y el modo como yo he quedado aterrorizada y espantada? Es tanta la pena que siente mi alma, que creo es mejor pasarla en silencio.
Continúo diciendo porque la obediencia lo quiere; entonces me parecía ver las calles llenas de carne humana y la sangre que inundaba la tierra, ciudades sitiadas por enemigos que no perdonaban ni siquiera a los niños; me parecían como tantos animales salidos del infierno, no respetaron ni iglesias ni sacerdotes. Parecía que el Señor mandaba un castigo del Cielo, cuál sea no sé decirlo, sólo me parecía que todos recibiremos un golpe mortal, y quién quedará víctima de la muerte y quién se repondrá. Me parecía también ver las plantas secas y muchos otros males que deben venir sobre las cosechas. ¡Oh Dios, qué pena ver estas cosas y estar obligada a manifestarlas! ¡Ah Señor, aplácate, yo espero que tu sangre y tus llagas sean nuestro remedio, o bien viértelos sobre esta pecadora, pues los merezco, de otra manera tómame y entonces estarás libre de hacer lo que quieras, pero mientras viva haré cuanto pueda para oponerme!

+ + + +

2-3
Marzo 13, 1899

La caridad no es otra cosa que el desahogo del Ser Divino. Todo lo creado habla del amor de Dios hacia el hombre, y le enseña el modo como debe amar a Dios.

Esta mañana el amado Jesús no se hacía ver según lo acostumbrado, todo amabilidad y dulzura, sino severo, mi mente me la sentía en un mar de confusión y mi alma tan afligida y aniquilada, especialmente por los castigos vistos en los días pasados; viéndolo en aquel aspecto no me atrevía a decirle nada, nos mirábamos pero en silencio.
¡Oh Dios, qué pena! Cuando de pronto he visto también al confesor y Jesús mandando un rayo de luz intelectual ha dicho estas palabras:
“Caridad, la caridad no es otra cosa que un desahogo del Ser Divino, y este desahogo lo he difundido sobre todo lo creado, de modo que todo lo creado habla del amor que le tengo al hombre, y todo lo creado le enseña el modo como debe amarme; comenzando desde el ser más grande hasta la más pequeña florecita del campo dice al hombre: “Con mi suave perfume y con estarme siempre dirigida hacia el cielo, intento enviar un homenaje a mi Creador; también tú, haz que todas tus acciones sean olorosas, santas, puras, no hagas que el mal olor de tus acciones ofenda a mi Creador”. ¡Ah, hombre! repite la florecita, “no seas tan insensato de tener los ojos fijos a la tierra, sino elévalos al Cielo, mira, allá arriba está tu destino, tu patria, allá arriba está el Creador mío y tuyo que te espera”. El agua que continuamente corre bajo nuestros ojos nos dice también: “Mira, de las tinieblas he salido y tanto debo correr y correr hasta que llegue a sepultarme en el lugar de donde salí, también tú, ¡oh hombre! corre, pero corre al seno de Dios de donde saliste; ¡ah! te pido, no corras los caminos torcidos, los caminos que conducen al precipicio, de otra manera, ¡ay de ti!” También las bestias más salvajes nos repiten: “Mira,

¡oh! hombre cómo debes ser selvático para todo lo que no es Dios; mira, cuando nosotros vemos que alguien se acerca a nosotros, con nuestros rugidos ponemos tanto espanto, que ninguno se atreve a acercarse más a perturbar nuestra soledad, también tú, cuando el hedor de las cosas terrenas, o sea tus pasiones violentas, estén por enfangarte y hacerte caer en el precipicio de las culpas, con los rugidos de tu oración y con retirarte de las ocasiones en las cuales te encuentras, estarás a salvo de cualquier peligro”. Así todos los demás seres, que decirlos todos sería demasiado largo, con voz unánime resuenan entre ellos y nos repiten: “Mira, ¡oh! hombre, por amor tuyo nos ha creado nuestro Creador y todos estamos a tu servicio, tú no seas tan ingrato, ama, te rogamos, te repetimos, ama a nuestro Creador!”.
Después de esto, mi amable Jesús me dijo: “Esto es todo lo que quiero: “Amar a Dios y al prójimo por amor mío”. Ve cuánto he amado al hombre, y él es tan ingrato; ¿cómo quieres tú que no lo castigue?”.
En el mismo instante me parecía ver una granizada terrible y un terremoto que debe hacer notable daño, hasta destruir las plantas y los hombres. Entonces, con toda la amargura de mi alma le he dicho: “Mi siempre amable Jesús, ¿por qué estás tan indignado? Si el hombre es ingrato, no es tanto por malicia sino por debilidad. ¡Oh! Si te conocieran un poco, cómo serían humildes y amorosos, por eso, cálmate, al menos te encomiendo Corato y a aquellos que me pertenecen”.
En el momento de decir esto, me parecía que también en Corato debía suceder algo, pero en comparación con lo que sucederá en los demás lugares será nada.

+ + + +

2-4
Marzo 14, 1899

Jesús se refugia en el corazón y llora la suerte de las criaturas. El alma hace de todo para consolarlo y llora junto con Jesús.

Esta mañana mi dulcísimo Jesús, transportándome junto con Él, me hacía ver la multiplicidad de los pecados que se cometen, y eran tales y tantos, que es imposible describirlos; veía también en el aire una estrella de desmesurado tamaño, y en su circunferencia contenía fuego negro y sangre; infundía tal temor y espanto al mirarla, que parecía que fuera menor mal la muerte que vivir en tiempos tan tristes. En otros lugares se veían los volcanes, que abriendo otros tantos cráteres debían inundar aun los pueblos vecinos; se veían también gentes sectarias que irán favoreciendo los incendios, etc. Mientras esto veía, mi amable pero afligido Jesús me dijo:
“¿Has visto cuánto me ofenden y lo que tengo preparado? Yo me retiro del hombre”.
Y mientras esto decía nos retiramos los dos en la cama, y veía que en este retirarse de Jesús, los hombres se ponían a hacer acciones más feas, más homicidios, en una palabra, me parecía ver gente contra gente. Cuando nos retiramos, parecía que Jesús se metía en mi corazón y comenzó a llorar y a sollozar diciendo:
“¡Oh hombre, cuánto te he amado! ¡Si tú supieras cuánto me duele tener que castigarte! Pero a esto me obliga mi justicia. ¡Oh hombre, oh hombre, cuánto lloro y me duele tu suerte!”
Después daba desahogo al llanto y de nuevo repetía las palabras. ¿Quién puede decir la pena, el temor, el desgarro que se hacía en mi alma, especialmente al ver a Jesús tan afligido y llorando? Hacía cuanto más podía para esconder mi dolor, y para consolarlo le decía: “¡Oh Señor, no sea jamás que castigues a los hombres! Esposo Santo, no llores, tal como habéis hecho otras veces así harás ahora, derramarás en mí, me harás sufrir a mí, y así vuestra justicia no os obligará a castigar a las gentes”. Y Jesús continuaba llorando y yo repetía: “Pero escúchame un poco, ¿no me habéis puesto en esta cama para que sea víctima por los demás? ¿Acaso no he estado dispuesta a sufrir las otras veces

para evitar los castigos a las criaturas? ¿Por qué ahora no queréis hacerme caso?” Pero con todo y mis pobres palabras Jesús no se calmaba de llorar, entonces no pudiendo resistir más, también yo rompí en llanto diciéndole: “Señor, si vuestra intención es de castigar a los hombres, no me da el ánimo ver sufrir tanto a las criaturas, por eso, si verdaderamente queréis mandar los flagelos y mis pecados no me hacen merecer más el sufrir yo en vez de los demás, quiero irme al Cielo, no quiero estar más sobre esta tierra”.
Después ha venido el confesor y habiéndome llamado a la obediencia, Jesús se ha retirado y así ha terminado.
La siguiente mañana continuaba viendo a Jesús retirado en mi corazón, y veía que las personas venían hasta dentro de mi corazón y lo pisoteaban, lo ponían bajo los pies. Yo hacía cuanto más podía por liberarlo y Jesús dirigiéndose a mí me ha dicho:
“¿Ves hasta dónde llega la ingratitud de los hombres? Ellos mismos me obligan a castigarlos, sin que pueda hacer de otra manera. Y tú, querida mía, después de que me has visto sufrir tanto, te sean más amadas las cruces y sientas como deleites las penas”.

+ + + +

2-5
Marzo 18, 1899

Continúa viendo a Jesús retirado en su corazón.
Él le dice como le es querida la caridad.

Esta mañana mi querido Jesús seguía haciéndose ver desde dentro de mi corazón, y viéndolo un poco más amable, me armé de valor y empecé a pedirle que no mandara tantos castigos, y Jesús me dijo:
“¿Qué te mueve, oh hija mía, a pedirme que no castigue a las criaturas?”
Yo enseguida respondí: “Porque son tus imágenes y debiendo las criaturas sufrir, vendrías Tú mismo a sufrir”. Entonces Jesús dando un suspiro me dijo:
“Me es tan querida la caridad, que tú no puedes comprenderlo. La caridad es simple, como mi Ser, que si bien es inmenso, es también simplísimo, tanto que no hay parte en la cual no penetre. Así la caridad, siendo simple, se difunde por todas partes, no tiene deferencia por ninguno, amigo o enemigo, vecino o forastero, a todos ama”.

+ + + +

2-6
Marzo 19, 1899

Temores. Jesús la tranquiliza. El demonio puede hablar de virtud, pero no puede infundirla en el alma.

Esta mañana, mientras Jesús se hacía ver, yo temía que no fuese verdaderamente Jesús, sino el demonio que me quisiera engañar; después de que hice las acostumbradas protestas Jesús me ha dicho:
“Hija, no temas, no soy el demonio, y además, ése, si habla de las virtudes es una virtud pintada, no verdadera virtud, ni tiene poder para infundirla en el alma, sino solamente de hablar de ella, y si alguna vez muestra que quiere hacer practicar un poco de bien, no es perseverante y en el mismo acto en que el alma hace ese poco bien, el alma está desganada y agitada, sólo Yo tengo la potencia de infundirme en el corazón y de hacer practicar las virtudes y hacer sufrir con ánimo y tranquilidad y con perseverancia. Además,
¿cuándo el demonio ha ido en busca de virtud? Su búsqueda son los vicios. Por eso no temas, estate tranquila”.

+ + + +

2-7
Marzo 20, 1899

Jesús vierte sus amarguras y le dice la causa de los males del mundo.

Esta mañana Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me ha hecho ver mucha gente, toda en discordia. ¡Oh, cuánta pena daba a Jesús! Yo, viéndolo sufrir mucho le he pedido que vertiera en mí sus amarguras, pero como continuaba queriendo castigar al mundo, Jesús no quería derramarlas en mí, pero después de haberle pedido y vuelto a pedir, para contentarme ha derramado un poco. Entonces, habiéndose aliviado un poco me ha dicho:
“La causa por la que el mundo se ha reducido a este triste estado, es por haber perdido la subordinación a las cabezas, y como la primera cabeza es Dios, al Cual se han rebelado, como consecuencia ha sucedido que han perdido toda sujeción y dependencia a la Iglesia, a las leyes, y a todos los demás que se dicen cabezas. ¡Ah! Hija mía, ¿qué será de tantos miembros infectados por este mal ejemplo dado por aquellos mismos que se dicen cabezas, esto es, por superiores, por padres y por tantos otros? ¡Ah, llegarán a tanto, que no se reconocerán más ni padres, ni hermanos, ni reyes, ni príncipes, estos miembros serán como tantas víboras que recíprocamente se envenenarán, por eso, mira como son necesarios los castigos en estos tiempos, y que la muerte casi destruya a esta gente, a fin de que los pocos que queden aprendan a costa de los demás a ser humildes y obedientes! Por eso déjame hacer, no quieras oponerte a que castigue a las gentes”.

+ + + +

2-8
Marzo 31, 1899

Jesús habla de la virtud de la cruz.

Esta mañana mi adorable Jesús se hizo ver crucificado, y después de haberme comunicado sus penas me ha dicho:
“Muchas son las llagas que me hicieron sufrir en mi pasión, pero una fue la cruz; esto significa que muchos son los caminos por los cuales atraigo a las almas a la perfección, pero uno es el Cielo en el cual estas almas deben unirse, así que equivocado aquel Cielo, no hay algún otro que pueda volverlas bienaventuradas para siempre”.
Después ha agregado: “Mira un poco, una es la cruz, pero de varios leños fue formada dicha cruz; esto quiere decir que uno es el Cielo, pero varios los lugares que este Cielo contiene, más o menos gloriosos, y a medida de los sufrimientos sufridos acá abajo, más o menos pesados, serán distribuidos estos lugares. ¡Oh!, Si todos conocieran la preciosidad del sufrir, harían competencia a ver quién quisiera sufrir más, pero esta ciencia no es conocida por el mundo, por eso aborrecen todo lo que puede volverlos más ricos in eterno”.

+ + + +

2-9
Mes de Abril, 1899

Cómo la humildad es la pequeña planta. La humildad sin confianza es virtud falsa.

Después de haber pasado algunos días de privación y de lágrimas, yo me encontraba toda confundida y aniquilada en mí misma, en mi interior iba diciendo continuamente: “Dime, oh mi Bien, ¿por qué te has alejado de mí, en qué te he ofendido que no te dejas ver más, y si te muestras es casi ensombrecido y en silencio? ¡Ah, no más me hagas esperar y esperar, que mi corazón no puede más!”.
Finalmente Jesús se ha mostrado un poco más claro, y viéndome tan aniquilada me ha dicho:
“¡Si tú supieras cuánto me agrada la humildad! La humildad es la planta más pequeña que se pueda encontrar, pero sus ramas son tan altas que llegan hasta el Cielo, están en torno a mi trono y penetran hasta dentro de mi corazón. La pequeña planta es la humildad, las ramas que produce esta planta es la confianza, así que no se puede dar verdadera humildad sin confianza. La humildad sin confianza es virtud falsa”.
Por las palabras de mi Jesús se ve que mi corazón no sólo estaba aniquilado, sino también un poco desanimado.

+ + + +

2-10
Abril 5, 1899

Cómo Jesús la tiene cubierta en su amor.

Mi alma continuaba en su aniquilamiento y con temor de perder al dulce Jesús, cuando en un instante, de golpe se ha hecho ver y me ha dicho:
“Te tengo bajo la sombra de mi caridad. Entonces, así como la luz penetra por todas partes, así mi amor te tiene cubierta por todas partes y en todo. ¿De qué temes entonces?
¿Y cómo puedo Yo dejarte mientras te tengo tan abismada en mi amor?”
Mientras Jesús así decía, yo quería preguntarle por qué no se hacía ver según su costumbre, pero Jesús enseguida desapareció y no me ha dado tiempo de decirle ni siquiera una palabra. ¡Oh Dios, qué pena!

+ + + +

2-11
Abril 7, 1899

Luisa consuela a Jesús. Él le dice: Quiero hacer de ti un objeto de mis complacencias.

Continúa el mismo estado, pero especialmente esta mañana la he pasado amarguísima, casi había perdido la esperanza de que Jesús viniera. ¡Oh, cuántas lágrimas he tenido que derramar! Era propiamente la última hora y Jesús no venía aún. ¡Oh Dios!
¿qué hacer? Mi corazón estaba con un dolor tan fuerte y en un continuo palpitar, tan fuerte, que sentía una agonía mortal. En mi interior le decía: “Mi buen Jesús, ¿no ves Tú mismo que me siento faltar la vida? ¿Al menos dime cómo se puede hacer para estar sin Ti?
¿Cómo se puede vivir? Si bien soy ingrata ante tantas gracias, sin embargo te amo y te ofrezco esta pena amarguísima de tu ausencia para repararte por mi ingratitud; pero ven, Jesús ten paciencia, eres tan bueno, no me hagas esperar, ven. ¡Ah! ¿Tal vez no sabes Tú mismo qué cruel tirano es el amor, y por eso no tienes compasión de mí?” Mientras estaba en este estado tan doloroso, Jesús ha venido y todo compasión me ha dicho:
“He aquí que he venido, no llores más, ven a Mí”.
En un instante me he encontrado fuera de mí misma junto con Él, y yo lo miraba, pero con tal temor que de nuevo pudiera perderlo, que a ríos me escurrían las lágrimas de los ojos. Jesús ha continuado diciéndome:

“No, no llores más, mira un poco cuánto estoy sufriendo, mírame la cabeza, las espinas han penetrado tan adentro, que no queda nada afuera. ¿Ves cuántos desgarros y sangre cubren mi cuerpo? Acércate, dame un alivio”.
Ocupándome de las penas de Jesús he olvidado un poco las mías, y así he comenzado por su cabeza, ¡oh! cómo era desgarrador ver aquellas espinas tan metidas dentro, que apenas se podían jalar. Mientras esto hacía, Jesús se lamentaba, tanto era el dolor que sufría. Después que he sacado aquella corona de espinas, toda despedazada, la uní de nuevo, y conociendo que el mayor placer que se pueda dar a Jesús es el sufrir por Él, la he tomado y la he hundido sobre mi cabeza.
Después, una por una se ha hecho besar las llagas y en algunas de ellas quería que chupara la sangre. Yo trataba de hacer todo lo que Él quería, pero en mudo silencio, cuando se ha presentado la Virgen Santísima y me ha dicho:
“Pregunta a Jesús qué cosa quiere hacer de ti”.
Yo no me atrevía, pero la Mamá me incitaba a hacerlo; para contentarla he acercado los labios al oído de Jesús, y quedito quedito le he dicho: “¿Qué cosa quieres hacer de mí?” Y Él ha respondido:
“Quiero hacer de ti un objeto de mis complacencias”.
Y en el acto mismo de decir estas palabras desapareció, y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

2-12
Abril 9, 1899

Jesús lleva a Luisa fuera de sí misma, unida a Él,
no quiere dejarla y Jesús la tiene consigo en la custodia.

Esta mañana Jesús se ha hecho ver y me ha transportado dentro de una iglesia, allí he oído la Santa Misa y recibí la comunión de las manos de Jesús. Después de esto me abracé a los pies de Él, tan fuertemente que no podía separarme. El pensamiento de las penas de los días pasados, esto es, de la privación de Jesús, me hacía temer tanto el perderlo de nuevo, que estando a sus pies lloraba y le decía: “Esta vez, oh Jesús, no te dejaré más, porque Tú cuando te vas de mí me haces sufrir y esperar mucho”.
Entonces Jesús me dijo: “Ven entre mis brazos que quiero aliviarte de las penas pasadas en estos días”.
Yo casi no me atrevía a hacerlo, pero Jesús extendió las manos y me levantó de sus pies, me abrazó y dijo:
“No temas, que no te dejo, esta mañana quiero contentarte, ven a estarte Conmigo en la custodia”.
Y los dos nos retiramos en la custodia. ¿Quién puede decir lo que hicimos? Ahora me besaba y yo a Él, ahora yo me reposaba en Él y Jesús en mí, ahora veía las ofensas que recibía, y yo hacía actos de reparación por las diferentes ofensas. ¿Quién puede decir la paciencia de Jesús en el Sacramento? Es tal y tanta que da terror el solo pensarlo. Pero mientras estaba haciendo esto, Jesús me hizo ver al confesor que venía a llamarme en mí misma y me ha dicho:
“Basta por ahora, ve, que la obediencia te llama”.
Y así me parecía que mi alma regresaba al cuerpo, y en efecto el confesor me llamaba a la obediencia.

+ + + +


Jesús dice a Luisa: Tú eres mi tabernáculo, es más,

2-13
Abril 12, 1899

me siento más contento en ti porque te participo mis penas.

Hoy, sin hacerme esperar tanto, Jesús ha venido pronto y me ha dicho:
“Tú eres mi tabernáculo; para Mí es lo mismo estar en el sacramento que en tu corazón, es más, en ti se encuentra otra cosa de más, que es el poderte participar mis penas y tenerte junto Conmigo como víctima viviente ante la divina justicia, lo que no encuentro en el Sacramento”.
Y mientras decía estas palabras se encerró dentro de mí. Estando en mí Jesús me hacía sentir ahora las pinchaduras de las espinas, ahora los dolores de la cruz, los afanes y los sufrimientos del corazón. En torno a su corazón veía un trenzado de puntas de hierro que hacía sufrir mucho a Jesús. ¡Ah! Cuánta pena me daba verlo sufrir tanto, hubiera querido sufrir todo yo antes que hacer sufrir a mi dulce Jesús, y de corazón le pedía que a mí me diera las penas, a mí el sufrir. Entonces Jesús me dijo:
“Hija, las ofensas que más traspasan mi corazón son las Misas dichas sacrílegamente, y las hipocresías”.
¿Quién puede decir lo que comprendí en estas dos palabras? A mí me parece que externamente se hace ver que se ama, se alaba al Señor, pero internamente se tiene el veneno listo para matarlo; externamente se hace ver que se quiere la gloria, el honor de Dios, pero internamente se busca el honor, la estima propia. Todas las obras hechas con hipocresía, aun las más santas, son obras todas envenenadas que amargan el corazón de Jesús.

+ + + +

2-14
Abril 16, 1899

Jesús quiere girar junto con Luisa y le hace ver como es tratado por las almas.

Estando en mi habitual estado, Jesús me invitó a girar para ver qué cosa hacían las criaturas. Yo le dije: “Mi adorable Jesús, esta mañana no tengo ganas de girar y ver las ofensas que te hacen, estémonos aquí los dos juntos”. Pero Jesús insistía en que quería girar, entonces para contentarlo le dije: “Si quieres salir, vamos, pero vamos dentro de alguna iglesia, pues ahí son pocas las ofensas que te hacen”.
Y así hemos ido dentro de una iglesia, pero también ahí era ofendido, y más que en otros lugares, no porque en las iglesias se hagan más pecados que en el mundo, sino porque son ofensas hechas por sus más amados, por aquellos mismos que deberían poner alma y cuerpo para defender el honor y la gloria de Dios, por eso resultan más dolorosas a su corazón adorable. Entonces veía almas devotas, que por bagatelas de nada no se preparaban bien a la comunión; su mente en vez de pensar en Jesús pensaba en sus pequeñas disturbios, en tantas cosas de nada, y ésta era su preparación. Cuánta pena daban estas almas a Jesús y cuánta compasión daban ellas, porque daban importancia a tantas pajitas, a tantas ociosidades y en cambio no se dignaban dirigirle una mirada a Jesús. Entonces Él me ha dicho:
“Hija mía, cuánto impiden estas almas que mi Gracia se derrame en ellas, Yo no me fijo en las minucias, sino en el amor con el cual se acercan, y ellas al contrario, más se fijan en las pajas que en el amor, es más, el amor destruye las pajas, pero con muchas pajas no se acrecienta ni un poquito el amor, más bien lo disminuye. Pero lo que es peor de estas almas es que se disturban mucho, pierden mucho tiempo, quisieran estar con los

confesores horas enteras para decir todas estas minucias, pero jamás ponen manos a la obra con una buena y valiente resolución para extirpar estas pajas.
¿Qué decirte además, ¡oh! hija mía, de ciertos sacerdotes de estos tiempos? Se puede decir que obran casi satánicamente, llegando a hacerse ídolos de las almas. ¡Ah! Sí, mi corazón es más traspasado por mis hijos, porque si los otros me ofenden más, ofenden las partes de mi cuerpo, pero los míos me ofenden las partes más sensibles y tiernas, hasta en lo más íntimo de mi corazón”.
¿Quién puede decir la amargura de Jesús? Al decir estas palabras lloraba amargamente. Yo hacía cuanto más podía por compadecerlo y repararlo, pero mientras esto hacía nos retiramos juntos en el lecho.

+ + + +

2-15
Abril 21, 1899

Ve a Jesús como niño mientras se encuentra sola. Temor de que fuera alguien para hacerle mal. Pregunta quién es, y le dice que es el pobre de los pobres y que quisiera estar con ella.

Esta mañana, estando en mi habitual estado, en un momento me he encontrado en mí misma, pero sin poderme mover, cuando de pronto sentí que alguien entraba en mi recámara, después ha cerrado de nuevo la puerta y he oído que se acercaba a mi cama. En mi mente pensaba que alguien había entrado furtivamente, sin que nadie de la familia lo hubiera visto y había penetrado hasta mi recámara. ¿Quién sabe qué cosa me pueda hacer? Era tanto el temor que me sentí helar la sangre en las venas y temblaba toda. ¡Oh Dios! ¿Qué hacer? Decía entre mí: “La familia no lo ha visto, yo me siento toda inmóvil y no puedo defenderme ni puedo pedir ayuda; Jesús, María, Mamá mía, ayúdenme, San José, defiéndeme de este peligro”. Cuando he sentido que subía a la cama y se acurrucaba junto a mí ha sido tanto el temor, que he abierto los ojos y le he dicho: “Dime, ¿quién eres tú?”
Él ha respondido: “Yo soy el pobre de los pobres, no tengo donde estar; he venido a ti para ver si me quieres tener contigo en tu recámara, mira, soy tan pobre que ni siquiera tengo vestidos, pero tú pensarás en todo”.
Yo lo miré bien, era un niño de cinco o seis años, sin vestidos, sin calzado, pero sumamente bello y gracioso, enseguida le respondí: “Por mí con gusto te tendría, ¿pero qué dirá mi papá? No soy persona libre que pueda hacer lo que quiera, tengo mis padres que lo impiden. Vestirte sí puedo hacerlo con mis pobres trabajos, haré cualquier sacrificio, pero tenerte conmigo es imposible. Y además, ¿no tienes padre, no tienes madre, no tienes dónde quedarte?”
Pero el niño amargamente respondió: “No tengo a nadie, ¡ah, no me hagas vagar más, déjame estar contigo!”
Yo misma no sabía qué hacer, como tenerlo. Un pensamiento me pasó por la mente: “¿Quién sabe, a lo mejor es Jesús, o bien será algún demonio para disturbarme?” Así que de nuevo le dije: “Pero dime la verdad, ¿quién eres tú?” Y Él repitió:
“Yo soy el pobre de los pobres”.
Yo repliqué: “¿Has aprendido a santiguarte?”
“Sí”. Respondió.
Pues entonces hazlo, quiero ver como lo haces.
Él se persignó con la señal de la cruz.
Yo agregué: “¿Y el Ave María la sabes decir?”
“Sí, pero si quieres que la diga, digámosla juntos”.
Yo empecé el Ave María y Él la decía junto conmigo, en ese momento una luz purísima se ha desprendido de su frente adorable y he conocido que el pobre de los pobres era Jesús. En un instante, con aquella luz que Jesús me enviaba me ha hecho perder de

nuevo los sentidos y me sacó fuera de mí misma. Yo estaba toda confundida delante de Jesús, especialmente por tantos rechazos y rápidamente le dije:
“Querido mío, perdóname, si te hubiese conocido no te habría prohibido la entrada. Además, ¿por qué no me has dicho, que eras Tú? Tengo tantas cosas que decirte, te las habría dicho, no habría perdido el tiempo en tantas inutilidades y temores. Para tenerte a Ti no tengo necesidad de los míos, puedo tenerte libremente porque Tú no te dejas ver por ninguno”. Pero mientras esto decía, Jesús ha desaparecido y así ha terminado todo, dejándome una pena por no haberle dicho nada de lo que quería decirle.

+ + + +

2-16
Abril 23, 1899

Las alabanzas y desprecios de los demás

Hoy he meditado acerca del daño que puede venir a nuestras almas por las alabanzas que nos dan las criaturas. Mientras me lo aplicaba a mí misma para ver si había en mí la complacencia por las alabanzas humanas, Jesús se ha acercado a mí y me ha dicho:
“Cuando el corazón está lleno del conocimiento de sí mismo, las alabanzas de los hombres son como aquellas olas del mar, que se elevan y desbordan pero jamás salen de sus límites, así las alabanzas humanas hacen estrépito, alborotan, se acercan hasta el corazón, pero encontrándolo lleno y bien circundado por los fuertes muros del conocimiento de sí mismo, no teniendo por lo tanto donde quedarse, se vuelven atrás sin hacer ningún daño al alma, por eso debes estar atenta a esto, que las alabanzas y los desprecios de las criaturas no hay que tomarlos en cuenta”.

+ + + +

2-17
Abril 26, 1899

Jesús la contenta con respecto al confesor. Le habla de las almas desapegadas, que mientras no tienen nada, todo poseen.

Cuando hoy mi amante Jesús se hacía ver, me parecía que me enviaba tantos rayos de luz, que toda me penetraban, cuando en un instante nos hemos encontrado fuera de mí misma y junto se encontraba el confesor. Yo enseguida le pedí a mi querido Jesús que le diera un beso al confesor y que estuviera un poco en sus brazos, (Jesús era niño). Para contentarme pronto ha besado al confesor en el rostro, pero sin quererse separar de mí, yo he quedado toda afligida y le dije: “Tesorito mío, no era esta mi intención, de hacerte besar su rostro, sino la boca, a fin de que tocada por tus purísimos labios quedara santificada y fortificada de aquella debilidad, así podrá anunciar más libremente la santa palabra y santificar a los demás. ¡Ah, te ruego que me contentes!” Así, Jesús ha dado otro beso, pero ahora en la boca de él, y después me ha dicho:
“Me son tan agradables las almas desapegadas de todo, no sólo en el afecto, sino también en efecto, que a medida que van despojándose, así mi luz las va invistiendo y llegan a ser como cristales, en los que la luz del sol no encuentra impedimento para penetrar dentro de ellos, como lo encuentra en las construcciones y en las demás cosas materiales”.
¡Ah! dijo después: “Creen despojarse, pero en cambio vienen a vestirse no sólo de las cosas espirituales, sino también de las corporales, porque mi providencia tiene un cuidado todo especial y particular por estas almas desapegadas, mi providencia las cubre por todas partes; sucede que nada tienen, pero todo poseen”.
Después de esto nos retiramos del confesor y encontramos muchas personas religiosas que parecía que tenían toda la intención de trabajar por fines de intereses, Jesús pasando en medio de ellas dijo:
“¡Ay, ay de aquél que trabaja por la finalidad de adquirir dinero, ya han recibido en vida su paga!”

+ + + +

2-18
Mayo 2, 1899

Cómo en la Iglesia está reflejado todo el Cielo.

Esta mañana Jesús daba mucha compasión, estaba tan afligido y sufriente que yo no me atrevía a hacerle ninguna pregunta, nos mirábamos en silencio, de vez en cuando me daba un beso y yo a Él, y así ha seguido haciéndose ver algunas veces. La última vez me hizo ver la Iglesia diciéndome estas palabras:
“En mi Iglesia está representado todo el Cielo: Así como en el Cielo una es la cabeza, que es Dios, y muchos son los santos, de diferentes condiciones, órdenes y méritos, así en mi Iglesia, una es la cabeza, que es el Papa, y hasta en la tiara que rodea su cabeza está representada la Trinidad Sacrosanta, y muchos son los miembros que de esta cabeza dependen, o sea, diferentes dignidades, diferentes órdenes, superiores e inferiores, desde el más pequeño hasta el más grande, todos sirven para embellecer mi Iglesia, y cada uno, según su grado, tiene un oficio que le ha sido dado, y con el exacto cumplimiento de las virtudes viene a dar de sí en mi Iglesia un esplendor olorosísimo, de modo que la tierra y el Cielo quedan perfumados e iluminados, y las gentes quedan tan atraídas por esta luz y por este perfume, que resulta casi imposible no rendirse a la verdad. Te dejo a ti el considerar a aquellos miembros infectados, que en vez de producir luz dan tinieblas, ¡cuántos destrozos hacen en mi Iglesia!”

Mientras Jesús así me decía, he visto al confesor junto a Él, Jesús con su mirada penetrante lo miraba fijamente; después, dirigiéndose a mí me ha dicho:
“Quiero que tengas plena confianza con el confesor, aun en las mínimas cosas, tanto que entre Yo y él no debe haber diferencia alguna, porque en la medida de tu confianza y de la fe que des a sus palabras, así concurriré Yo”.
En el momento que Jesús decía estas palabras me acordé de ciertas tentaciones del demonio que habían producido en mí un poco de desconfianza, pero Jesús con su ojo vigilante, de inmediato me ha tomado nuevamente junto a Sí, y en ese mismo instante me sentí quitar de mi interior esa desconfianza. Sea siempre bendito el Señor, que tiene tanto cuidado de esta alma tan miserable y pecadora.

+ + + +

2-19
Mayo 6, 1899

Luisa busca a Jesús entre los ángeles.

Esta mañana a duras penas se ha hecho ver Jesús, mi mente la sentía tan confundida que casi no comprendía la pérdida de Jesús, en ese momento me sentí circundada de muchos espíritus, tal vez eran ángeles, pero no sé decirlo con seguridad. Mientras me encontraba en medio de ellos, de vez en cuando me ponía a indagar, pues,
¿quién sabe? A lo mejor pudiera oír el aliento de mi amado, pero por más que hacía no advertía nada que indicara que ahí estuviera mi amante Bien. Cuando de repente, de atrás de mi espalda he sentido venir un aliento dulce, súbito he gritado: “¡Jesús, mi Señor!”
Él respondió: “Luisa, ¿qué quieres?”
“Jesús, hermoso mío, ven, no estés atrás de mi espalda porque no puedo verte, estuve toda esta mañana esperándote e indagando, pues a lo mejor hubiera podido verte en medio de estos espíritus angélicos que rodeaban la cama, pero no he tenido éxito, por esto me siento muy cansada, porque sin Ti no puedo encontrar reposo, ven para reposar juntos”. Así Jesús se ha puesto junto a mí y me sostenía la cabeza. Aquellos espíritus han dicho: “Señor, qué rápidamente te ha conocido, no por la voz, sino que con el solo aliento pronto te ha llamado”.
Jesús les respondió: “Ella me conoce a Mí y Yo la conozco a ella. Me es tan querida, como me es querida la pupila de mis ojos”.
Y mientras así decía me he encontrado en los ojos de Jesús. ¿Quién puede decir lo que he sentido estando en aquellos ojos purísimos? Es imposible manifestarlo con palabras, los mismos ángeles han quedado sorprendidos.

+ + + +

2-20
Mayo 7, 1899

De la pureza de intención y la verdadera caridad.
Mientras que en el día he hecho la meditación, Jesús continuaba haciéndose ver junto a mí y me ha dicho:
“Mi persona está circundada por todas las obras que hacen las almas como por un vestido, y a medida de la pureza de intención y de la intensidad del amor con el cual se hacen, así me dan más esplendor, y Yo daré a ellas más gloria, tanto que en el día del juicio las mostraré a todo el mundo para hacer conocer el modo como me han honrado mis hijos y el modo como Yo los honro a ellos”.
Luego, tomando un aire más afligido ha agregado:

“Hija mía, ¿qué será de tantas obras, aun buenas, hechas sin recta intención, por costumbre y con fines de interés? ¿Cuál no será su vergüenza en el día del juicio, al ver tantas obras buenas en sí mismas, pero marchitas por su intención, que en vez de darles honor como a tantos otros, las mismas acciones les producirán vergüenza? Porque no son las obras grandes lo que miro, sino la intención con la cual se hacen, aquí está toda mi atención”.
Por un rato Jesús ha hecho silencio y yo pensaba en las palabras que había dicho, y mientras las estaba rumiando en mi mente, especialmente sobre la pureza de intención y cómo haciendo el bien a las criaturas, las mismas criaturas deben desaparecer, haciendo una a la criatura con el mismo Señor, y hacer como si las criaturas no existieran, Jesús ha vuelto a hablar diciéndome:
“No obstante así es. Mira, mi corazón es grandísimo, pero la puerta es estrechísima, ninguno puede llenar el vacío de este corazón, sino sólo las almas desapegadas, desnudas y simples, porque como tú ves, siendo la puerta pequeña, cualquier impedimento, aun mínimo, es decir, una sombra de apego, de intención errónea, una obra sin el fin de agradarme, impide que entren a deleitarse en mi corazón. El amor del prójimo mucho le agrada a mi corazón, pero debe estar tan unido al mío, que debe formar uno solo, sin poderse distinguir uno del otro; pero aquel otro amor al prójimo que no está transformado en mi amor, Yo no lo miro como cosa que me pertenezca”.

+ + + +

2-21
Mayo 9, 1899

Lamentos, peticiones, coloquio con Jesús.

Esta mañana me encontraba en un mar de aflicción por la pérdida de Jesús. Después de mucho esperar ha venido, y se estrechaba tanto a mí, que no podía ni siquiera verlo, llegaba a poner su frente sobre la mía, apoyaba su rostro sobre el mío y así todos los demás miembros. Ahora, mientras Jesús estaba en esta posición le he dicho: “Mi adorable Jesús, ¿ya no me quieres?”
Y Él: “Si no te amara no me estaría tan cerca de ti”.
Y yo he vuelto a decirle: “¿Cómo me dices que me amas si no me haces más sufrir como antes? Temo que no me quieras más en este estado, al menos libérame entonces del fastidio del confesor”.
Mientras esto decía, parecía que Jesús no hacía caso a mis palabras y me hacía ver una multitud de gente que cometía toda clase de infamias, y Jesús indignado con ellos, hacía caer entre ellos diferentes clases de enfermedades contagiosas, y muchos morían negros como carbones, parecía que Jesús exterminaba de la faz de la tierra a aquella multitud de gente. Mientras esto veía, le pedí a Jesús que vertiera en mí sus amarguras a fin de que pudiera yo librar a la gente, pero ni siquiera en esto me hacía caso; y respondiéndome a las palabras que antes le había dicho ha agregado:
“El más grande castigo que puedo darte a ti, al sacerdote y al pueblo, es si te liberase de este estado de sufrimientos. Mi Justicia se desahogaría con todo su furor, porque no encontraría más alguna oposición. Tan es verdad, que el peor mal para alguien es ser puesto en un oficio y después ser depuesto, mejor para él si no se le hubiera encargado aquel oficio, porque abusando y no aprovechando se vuelve indigno”.
Después Jesús ha seguido viniendo varias veces el día de hoy, pero tan afligido que daba piedad y hasta hacía llorar, tal vez hasta las mismas piedras. Por cuanto pude busqué consolarlo, ahora lo abrazaba, ahora le sostenía la cabeza tan sufriente, ahora le decía: “Corazón de mi corazón, Jesús, nunca ha sido tu costumbre aparecerte a mí tan afligido, si otras veces te has hecho ver afligido, con verter en mí tus amarguras pronto has cambiado aspecto, pero ahora me es negado darte este alivio. ¿Quién lo diría, que después de tanto

tiempo que te has dignado derramar tus amarguras en mí y hacerme partícipe de tus sufrimientos, y que Tú mismo has hecho tanto para disponerme, ahora deba quedar privada? El sufrir por tu amor era mi único alivio, era el sufrir lo que me hacía soportar el exilio del Cielo, pero ahora, faltándome esto siento que no tengo ya donde apoyarme y la vida me da fastidio. ¡Ah! Esposo santo, amado Bien, amada Vida mía, haz que vuelvan a mí las penas, dame el sufrir, no mires mi indignidad y mis graves pecados, sino tu gran Misericordia que no está agotada”.
Mientras me desahogaba con Jesús, Él, acercándose más a mí me ha dicho:
“Hija mía, es mi Justicia que quiere desahogarse sobre las criaturas; el número de pecados de los hombres está casi completo, y la Justicia quiere salir fuera para hacer gala de su furor y repararse de las injusticias de los hombres. Bueno, para hacerte ver como estoy amargado y para contentarte un poco, quiero verter en ti sólo mi aliento”.
Y así, acercando sus labios a los míos me enviaba su respiro, que era tan amargo que me sentía amargar la boca, el corazón y toda mi persona. Si su solo aliento era tan amargo, ¿qué será del resto de Jesús? Me dejó tanta pena, que me sentí traspasar el corazón.

+ + + +

2-22
Mayo 12, 1899

Jesús la contenta, vierte de su costado dulzuras y amarguras. Pasa la jornada junto con Jesús.

Esta mañana mi adorable Jesús continuaba haciéndose ver afligido, me transportó fuera de mí misma y me hacía ver las ofensas que recibía, y yo comencé a pedir de nuevo que derramara en mí sus amarguras. Jesús al principio no me hacía caso y sólo me ha dicho:
“Hija mía, la caridad sólo es perfecta cuando es hecha con el solo fin de agradarme, y entonces es verdadera y es reconocida por Mí cuando está despojada del todo”.
Yo, tomando ocasión de sus mismas palabras le he dicho: “Amado Jesús mío, es por esto precisamente por lo que quiero que Tú derrames en mí tus amarguras, para poderte aliviar en tantas penas, y si te pido que libres también a las criaturas, es porque recuerdo bien que Tú en otras ocasiones, después de haberlas castigado, al verlas sufrir tanto la pobreza y otras cosas, mucho has sufrido también Tú. En cambio cuando yo he estado atenta y te he pedido e importunado hasta cansarte que derramaras en mí tus amarguras, tanto que te complacías en derramar en mí, librándolas a ellas, después Tú has quedado muy contento, ¿no lo recuerdas? Y además ¿no son tus imágenes?”
Jesús, viéndose convencido me ha dicho: “Por ti es necesario contentarte, acércate y bebe de mi costado”.
Así hice, me acerqué para beber de su costado, pero en vez de salir la amargura chupaba una sangre dulcísima, que toda me embriagaba de amor y de dulzura; sí, por ello estaba contenta, pero no era esta mi intención, por eso dirigiéndome a Él le dije: “Querido Bien mío, ¿qué haces? No es amargo lo que me das sino dulce. ¡Ah, te ruego, derrama Tú en mí tus amarguras!” Y Jesús mirándome benignamente me dijo:
“Continúa bebiendo, que detrás vendrá lo amargo”.
Así, poniéndome nuevamente en su costado, después de que siguió saliendo lo dulce, salió también lo amargo. ¿Pero quién puede decir la intensidad de la amargura? Después que me sacié de beber me retiré y viendo su cabeza que tenía la corona de espinas, se la quité y la hundí en mi cabeza, y Jesús parecía todo condescendiente, mientras que en otras ocasiones no había permitido esto. ¡Cómo era bello ver a Jesús después de que derramó sus amarguras! Parecía casi desarmado, sin fuerza, todo sosegado, como un humilde corderillo, todo condescendiente. Yo advertí que la hora era

tardísima, y como el confesor había venido temprano esta mañana para llamarme a la obediencia, no es que yo supiera que debía ser llamada por la obediencia, porque ante la obediencia Jesús me deja libre, por eso vuelta hacia Él le dije: “Jesús dulcísimo, no permitas que yo sirva de molestia a la familia y de fastidio al confesor con hacerlo venir de nuevo, ¡ah, te lo pido, hazme Tú mismo regresar en mí!” Y Jesús me ha dicho:
“Hija mía, no te quiero dejar este día”.
Y yo: “Tampoco yo tengo corazón para dejarte, pero sólo por un poquito, para hacer ver a la familia que estoy en mí misma y después volveremos a estar juntos”. Así, después de un largo debate, dándonos un adiós recíproco me dejó un poco. Era exactamente la hora de la comida y la familia venía a llamarme, y si bien me sentía en mí misma, pero me sentía toda llena de sufrimiento, la cabeza no la aguantaba, lo amargo y lo dulce bebido del costado de Jesús me daba tal saciedad y sufrimiento al mismo tiempo, que me resultaba imposible poder tomar alguna otra cosa. La palabra dada a Jesús me hacía sentirme entre espinas; así, con el pretexto de que me dolía la cabeza dije a la familia: “Déjenme sola, que no quiero nada”. Y así quedé libre de nuevo y enseguida empecé a llamar al dulce Jesús, y Él siempre benigno ha regresado; ¿pero quién puede decir lo que pasé hoy, cuántas gracias hizo Jesús a mi alma, cuántas cosas me hizo entender? Es imposible poderlo expresar con palabras. Así, después de estar un largo rato, Jesús para calmar mis sufrimientos, de su boca ha vertido una leche dulce y después hacia la noche me ha dejado dándome su palabra de que pronto regresaría, y así me he encontrado de nuevo en mí misma, pero un poco más libre de sufrimientos.

+ + + +

2-23
Mayo 16, 1899

Jesús habla de la cruz y se lamenta de las almas devotas.

Jesús ha seguido por otros días manifestándose del mismo modo, no queriendo separarse de mí. Parecía que aquel poco de sufrimientos que había vertido en mí lo atraían tanto, que no sabía estar sin mí. Esta mañana ha vertido otro poco de amargura de su boca en la mía y después me ha dicho:
“La cruz dispone al alma a la paciencia. La cruz abre el Cielo y une juntos Cielo y tierra, esto es, Dios y el alma. La virtud de la cruz es potente y cuando entra en un alma tiene la virtud de quitar la herrumbre de todas las cosas terrenas, no sólo eso, sino que da el aburrimiento, el fastidio, el desprecio de las cosas de la tierra, y a cambio le da el sabor, el agrado de las cosas celestiales, pero por pocos es reconocida la virtud de la cruz, por eso la desprecian”.
¿Quién puede decir cuántas cosas he comprendido de la cruz mientras Jesús hablaba? El hablar de Jesús no es como el nuestro, que tanto se entiende por cuanto se dice, sino que una sola palabra deja una luz inmensa, que rumiándola bien podría hacer estar ocupado todo el día en profundísima meditación. Por eso si yo quisiera decirlo todo me extendería demasiado y me faltaría el tiempo para hacerlo. Después de un poco Jesús ha regresado de nuevo, pero un poco más afligido. Yo rápidamente le he preguntado la causa, y Jesús me ha hecho ver muchas almas devotas y me ha dicho:
“Hija mía, lo que miro en un alma es cuando se despoja de la propia voluntad, entonces mi Voluntad la inviste, la diviniza y la hace toda mía. Mira un poco a estas almas, se dicen devotas mientras las cosas van a su modo, después una pequeña cosa, si no son largas sus confesiones, si el confesor no las satisface, pierden la paz y algunas llegan a no querer hacer ya nada más. Esto dice que no es mi Voluntad la que predomina, sino la de ellas. Créeme entonces hija mía, han equivocado el camino, porque cuando veo que en verdad quieren amarme, tengo tantos modos de poder dar mi Gracia”.

Cuánta pena daba ver sufrir a Jesús por este tipo de gente. He buscado compadecerlo por cuanto he podido y así ha terminado.

+ + + +

2-24
Mayo 19, 1899

La humildad da la seguridad de los favores celestiales.

Esta mañana sentía temor que no fuera Jesús sino el demonio que me quería engañar. Entonces Jesús ha venido y viéndome con este temor me ha dicho:
“La humildad es la seguridad de los favores celestiales. La humildad viste al alma de tal seguridad, que las astucias del enemigo no penetran dentro. La humildad pone a salvo todas las gracias celestiales, tanto, que donde veo la humildad hago correr abundantemente cualquier clase de favores celestiales. Por eso no quieras inquietarte por esto, sino con ojo simple mira siempre en tu interior si estás investida por la bella humildad, y de todo lo demás no te preocupes”.
Después me ha hecho ver muchas personas religiosas, y entre ellas, sacerdotes, también de santa vida, pero por cuan buenos fueran, no había en ellos ese espíritu de simplicidad para creer en las tantas gracias y en los tantos diversos modos que el Señor tiene con las almas. Y Jesús me ha dicho:
“Yo me comunico a los humildes y a los sencillos porque pronto creen en mis gracias y las tienen en gran estima, aunque sean ignorantes y pobres; pero con estos otros que tú ves Yo soy muy reacio, porque el primer paso que acerca el alma a Mí es el creer; entonces sucede que estos, con toda su ciencia, doctrina y hasta santidad, no prueban nunca un rayo de luz celestial, esto es, caminan por el camino natural y jamás llegan a tocar ni siquiera por un momento lo que es sobrenatural. Ésta es también la causa de por qué en el curso de mi vida mortal no hubo ni siquiera un docto, un sacerdote, un poderoso en mi seguimiento, sino todos ignorantes y de baja condición, porque mientras más humildes y simples, son también más fáciles a hacer grandes sacrificios por Mí”.

+ + + +


zzz
Jesús bromea y habla del verdadero desapego.

2-25
Mayo 23, 1899

Esta vez mi adorable Jesús quería jugar un poco; venía, hacía ver que me quería escuchar, pero mientras me ponía a hablar, como un rayo desaparecía. ¡Oh Dios, qué pena! Mientras mi corazón nadaba en esta pena amarguísima de la lejanía de Jesús y estaba casi un poco inquieto, Jesús ha regresado de nuevo diciéndome:
“¿Qué hay, qué hay? ¡Más tranquila, más calmada! Di, di, ¿qué quieres?”
Pero en el momento de responderle ha desaparecido. Yo hacía cuanto podía para calmarme, pero qué, después de algún tiempo mi corazón volvió a no saber darse paz sin su único y solo consuelo y quizá más que antes. Jesús volviendo de nuevo me ha dicho:
“Hija mía, la dulzura tiene la virtud de hacer cambiar la naturaleza a las cosas, sabe convertir lo amargo en dulce, por eso, más dulce, más dulce”.
Pero no me dio tiempo de decir una sola palabra. Así he pasado esta mañana.
Después de esto me he sentido fuera de mí misma junto con Jesús. Había muchas personas, quién ambicionaba las riquezas, quién el honor, quién la gloria y quién hasta la santidad, y tantas otras cosas, pero no por Dios, sino para ser tomadas en cuenta como algo grande por las demás criaturas. Jesús dirigiéndose a ellas, moviendo la cabeza les dijo:
“Qué tontos sois, os estáis formando la red para enredaros”.
Después, dirigiéndose a mí me ha dicho:
“Hija mía, por eso la primera cosa que tanto recomiendo es el desapego de todas las cosas y hasta de sí mismo, y cuando el alma se ha despegado de todo, no tiene necesidad de hacerse fuerza para estar lejos de todas las cosas de la tierra, que por ellas mismas se ponen a su alrededor, pero viendo que no son tomadas en cuenta, más bien despreciadas, dándole un adiós se despiden para no darle más molestia”.

+ + + +

2-26
Mayo 26, 1899

Luisa ve su propia nada. Jesús le enseña acerca del desprecio de uno mismo.

Esta mañana me encontraba en un aniquilamiento tal de mí misma, hasta sentirme odiosa y fastidiada, me parecía ser la más abominable que se pudiera encontrar; me veía como un pequeño gusano que se movía y se movía pero siempre quedaba allí, en el fango, sin poder dar un paso. ¡Oh Dios, qué miseria humana! No obstante después de tantas gracias que me has dado, soy tan mala todavía. Y mi buen Jesús, siempre benigno con esta miserable pecadora, ha venido y me ha dicho:
“El desprecio de ti misma sólo es loable cuando está bien investido por el espíritu de fe, pero cuando no está investido por el espíritu de fe, en vez de hacerte bien te podrá dañar, porque viéndote tal y como tú eres, que no puedes hacer nada de bien, desconfiarás, permanecerás abatida, sin animarte a dar un paso en el camino del bien, pero apoyándote en Mí, esto es, invistiéndote del espíritu de fe, vendrás a conocer y a despreciarte a ti, y al mismo tiempo a conocerme a Mí, confiando del todo en poder obrar todo con mi ayuda, y he aquí que haciendo de esta manera caminarás según la verdad”.
Cuánto bien hizo a mi alma este hablar de Jesús, he comprendido que debo entrar en mi nada y conocer quién soy yo, pero no debo detenerme ahí, sino que enseguida, después de haberme conocido a mí misma, debo volar al mar inmenso de Dios y ahí

detenerme a tomar todas las gracias que se necesitan para mi alma, de otra manera la naturaleza queda debilitada y el demonio buscará medios para arrojarla en la desconfianza.
Sea siempre bendito el Señor y siempre sea todo para gloria suya.

+ + + +

2-27
Mayo 31, 1899

Jesús se lamenta del confesor.

Esta mañana, estando en mi habitual estado, mi adorable Jesús ha venido y al mismo tiempo vi al confesor. Jesús se mostraba un poco disgustado con él, porque parecía que el confesor quería que todos aprobasen que lo mío era obra de Dios, y casi quería convencer a otros sacerdotes con manifestarles algunas cosas de mi interior. Jesús se ha vuelto al confesor y le ha dicho:
“Esto es imposible, hasta Yo tuve contrarios, y esto en personas de las más notables y también sacerdotes y otras dignidades, tuvieron que decir sobre mis santas obras, hasta tacharme de endemoniado. Estas oposiciones, aun por personas religiosas, Yo las permito para hacer que a su tiempo pueda relucir más la verdad. Que quieras hacerte aconsejar por dos o tres sacerdotes de los más buenos y santos y aun doctos, para tener luz y hasta para hacer lo que quiero Yo en las cosas que se deben hacer, como es el consejo de los buenos y la oración, esto Yo lo permito, pero el resto no, no, sería querer hacer un derroche de mis obras y ponerlas en burla, lo que mucho me disgusta”.
Después me dijo a mí: “Lo que quiero de ti es un obrar recto y simple, que del pro y del contra de las criaturas no te preocupes, déjalas pensar como quieran, sin tomarte el más mínimo fastidio, pues el querer que todos sean favorables es un querer desviarse de la imitación de mi Vida”.

+ + + +

2-28
Junio 2, 1899

Acerca del conocimiento de nosotros mismos.

Esta mañana mi dulcísimo Jesús quiso hacerme tocar con mis propias manos mi nada. En el momento en que se hizo ver, las primeras palabras que me ha dirigido han sido:
“¿Quién soy Yo, y quién eres tú?”
En estas dos palabras vi dos luces inmensas: En una comprendía a Dios, en la otra veía mi miseria, mi nada. Me veía ser no otra cosa que una sombra, como aquel reflejo que hace el sol al iluminar la tierra, que depende del sol, y que pasando a otros puntos el reflejo termina de existir. Así mi sombra, esto es, mi ser, depende del místico Sol Dios, y que en un simple instante puede deshacer esta sombra. ¿Qué decir además de cómo he deformado esta sombra que el Señor me ha dado, no siendo ni siquiera mía? Da horror pensarlo, maloliente, putrefacta, toda agusanada, y sin embargo en este estado tan horrendo estaba obligada a estar delante de un Dios tan santo, ¡oh, cómo habría estado contenta si me fuera dado esconderme en los más oscuros abismos!
Después de esto Jesús me ha dicho: “El favor más grande que puedo hacer a un alma es el hacerse conocer a sí misma. El conocimiento de sí y el conocimiento de Dios van de la mano, por cuanto te conozcas a ti misma otro tanto conocerás a Dios. El alma que se ha conocido a sí, viendo que por sí misma no puede obrar nada de bien, esta sombra de su ser la transforma en Dios y de esto sucede que en Dios hace todas sus

operaciones. Sucede que el alma está en Dios y camina junto a Él, sin mirar, sin investigar, sin hablar, en una palabra, como muerta, porque conociendo a fondo su nada no se atreve a hacer nada por sí misma, sino que ciegamente sigue las operaciones del Verbo”.
A mí me parece que al alma que se conoce a sí misma le sucede como a esas personas que van en un transporte, que mientras pasan de un lugar a otro sin dar un paso por ellas mismas, hacen largos viajes, pero todo esto en virtud del transporte que las lleva. Así el alma, metiéndose en Dios, como las personas en el transporte, hace sublimes vuelos en el camino de la perfección, pero conociendo plenamente que no ella, sino en virtud de aquel Dios bendito que la lleva en Sí mismo. ¡Oh! Cómo el Señor favorece, enriquece, concede las gracias más grandes al alma que sabiendo que no a sí misma, sino todo a Él atribuye. ¡Oh, alma que te conoces a ti misma, como eres afortunada!

+ + + +

2-29
Junio 3, 1899

Jesús vierte sus amarguras en Luisa.

Esta mañana me encontraba en un mar de aflicción porque Jesús no había venido aún, sentía tal pena, que me sentía arrancar el corazón. Cuando ha venido el confesor para llamarme a la obediencia porque debía celebrar la santa misa, y Jesús sin hacerse ver, ni siquiera una sombra como es su costumbre, que cuando no viene se hace ver una mano o un brazo, especialmente cuando es día de recibir la comunión, como esta mañana, Él mismo viene, me purifica, me prepara para recibirlo a Él mismo sacramentalmente. Y decía entre mí: “Esposo santo, Jesús amable, ¿por qué no vienes Tú mismo a prepararme?
¿Cómo podré recibirte?” Mientras tanto, el tiempo ha llegado, el confesor ha venido, y Jesús sin venir. ¡Qué pena desgarradora, cuántas lágrimas amargas!
El confesor me ha dicho: “Lo verás en la comunión y le preguntarás por obediencia el por qué no viene y qué cosa quiere de ti”.
Después de la comunión he visto a mi buen Jesús, siempre benigno con esta miserable pecadora. Me ha transportado fuera de mí misma y yo lo tenía en brazos, era como niño, todo afligido. Yo, rápidamente he comenzado a decirle: “Niñito mío, único y solo Bien mío, ¿cómo es que no vienes? ¿En qué te he ofendido? ¿Qué cosa quieres de mí que me haces llorar tanto?” Pero en el acto de decir esto, era tanta la pena, que con todo y que lo tenía entre mis brazos continuaba llorando. Pero aun antes de que terminara de decir la última palabra, Jesús acercando su boca a la mía ha vertido sus amarguras, sin responderme una sola palabra. Cuando terminaba de verter yo comenzaba de nuevo a decir, pero Jesús sin ponerme atención se ponía de nuevo a verter en mí. Después de esto, sin responderme nada de lo que yo quería me ha dicho:
“Hazme verter en ti, de otra manera, así como he destruido con el granizo otros lugares, así destruiré los vuestros; por eso hazme verter y no pienses en otra cosa”.
Así, sin decirme otra cosa ha terminado.

+ + + +

2-30
Junio 5, 1899

Luisa reza junto con Jesús.

Continúa aún el estado de aniquilamiento, pero hasta tal punto que no osaba decir una palabra a mi amado Jesús. Pero esta mañana, Jesús teniendo compasión de mi miserable estado, Él mismo ha querido aliviarme y he aquí como: Mientras se hizo ver y yo

me sentía toda aniquilada y avergonzada delante de Él, Jesús se ha acercado a mí, pero tan estrechamente, que me parecía que Él estuviese en mí y yo en Él, y me ha dicho:
“Hija mía amada ¿qué tienes que estás tan afligida? Dime todo, que te contentaré y remediaré todo”.
Pero como continuaba viéndome a mí misma, como dije el día anterior, entonces viéndome tan mala, ni siquiera he osado decirle nada, pero Jesús replicó: “Pronto, pronto, dime qué quieres, no tardes”.
Viéndome casi obligada y rompiendo en abundante llanto le he dicho: “Jesús santo, cómo quieres que no esté afligida, después de tantas gracias no debía ser tan mala, a veces aun las obras buenas que busco hacer, en las mismas oraciones, mezclo tantos defectos e imperfecciones que yo misma siento horror. ¿Qué será ante Ti que eres tan perfecto y santo? Y además, el escasísimo sufrir en comparación con el de antes, tu gran tardanza en venir, todo me dice claramente que mis pecados, mis grandes ingratitudes son la causa, y que Tú, enojado conmigo, me niegas también el pan cotidiano que Tú concedes a todos generalmente, como es la cruz; así que después terminarás con abandonarme del todo. ¿Se puede dar tal vez mayor aflicción que esta?” Jesús, compadeciéndome toda, me ha estrechado a su corazón y me ha dicho:
“No temas, esta mañana haremos las cosas juntos, así Yo supliré a las tuyas”.
Entonces me pareció que Jesús contenía una fuente de agua y otra de sangre en su pecho, y en esas dos fuentes ha sumergido mi alma, primero en el agua y después en la sangre. ¿Quién puede decir cómo ha quedado purificada y embellecida mi alma? Después nos hemos puesto a rezar juntos recitando tres “Gloria Patri” y esto me ha dicho que lo hacía para suplir a mis oraciones y adoraciones a la Majestad de Dios. ¡Oh, cómo era bello y conmovedor rezar junto con Jesús! Después de esto Jesús me ha dicho:
“No te aflija el no sufrir, ¿quieres tú anticipar la hora designada por Mí? Mi obrar no es apresurado, sino todo a su tiempo, cumpliremos cada cosa, pero a su debido tiempo”.
Después, por un hecho todo providencial, inesperadamente, habiendo salido el viático de la iglesia para ir a otros enfermos, recibí también yo la comunión. ¿Quién puede decir todo lo que ha pasado entre Jesús y yo, los besos, las caricias que Jesús me hacía? Es imposible poder decirlo todo. Me parecía que después de la comunión veía la sagrada partícula, y ahora veía en la partícula la boca de Jesús, ahora los ojos, ahora una mano y después se hizo ver todo Él. Me ha transportado fuera de mí misma y ahora me encontraba en la bóveda de los cielos y ahora me encontraba sobre la tierra, en medio de los hombres, pero siempre junto con Jesús. Él de vez en cuando iba repitiendo:
“¡Oh, cómo eres bella amada mía, si tú supieras cuánto te amo! Y tú, ¿cuánto me amas?”
Al oír que me decía estas palabras, sentí tal confusión que me sentía morir, pero con todo esto he tenido el valor de decirle: “Jesús mío, hermoso, sí, te amo mucho, y Tú si verdaderamente me amas tanto, dime también: ¿Tú me perdonas por todo el mal que he hecho? Y también concédeme el sufrir”.
Y Jesús: “Sí que te perdono y quiero contentarte con derramar en abundancia mis amarguras en ti”.
Así Jesús ha vertido sus amarguras. Me parecía que tuviese una fuente de amarguras en su corazón, recibidas por las ofensas de los hombres, y la mayor parte la derramaba en mí. Después Jesús me ha dicho:
“Dime ¿qué otra cosa quieres?”
Y yo: “Jesús santo, te encomiendo a mi confesor, házmelo santo y dale también la salud del cuerpo, y además, ¿es Voluntad tuya que venga este sacerdote?”
Y Jesús: “Sí”.
Y yo: “Si fuera tu Voluntad lo harías estar bien”.
Y Él: “Estate quieta, no quieras investigar demasiado mis juicios”.
Y en ese mismo instante me hacía ver el mejoramiento de la salud del cuerpo y la santidad del alma del confesor, y ha agregado:
“Tú quieres ser apresurada, pero Yo hago todo a su tiempo”.

Después le encomendé las personas que me pertenecen y pedí por los pecadores diciendo a Jesús: “¡Oh, cuánto deseo que mi cuerpo se redujera en pequeñísimos pedazos, con tal que los pecadores se convirtiesen!” Y besé la frente, los ojos, el rostro, la boca de Jesús, haciendo varias adoraciones y reparaciones por las ofensas que le hacían los pecadores. ¡Oh, cómo estaba contento Jesús y yo también! Después, haciéndome prometer por Jesús que no me volvería a dejar, he regresado en mí misma y así ha terminado.

+ + + +

2-31
Junio 8, 1899

Jesús chupa a ella y ella chupa el pecho a Jesús.

Mi adorable Jesús continúa haciéndose ver todo benignidad y dulzura. Esta mañana mientras me encontraba junto con Él, de nuevo me ha repetido: “Dime, ¿qué quieres?” Y yo enseguida le dije: “Querido Jesús mío, lo que en verdad quisiera es que todo el mundo se convirtiera”. (Qué petición tan disparatada) Pero aun así mi amante Jesús me ha dicho:
“Te contentaría con tal que todos tuvieran la buena voluntad de salvarse, sin embargo para hacerte ver que de buena gana consentiría a todo lo que has dicho, vayamos juntos en medio del mundo, y todos aquellos que encontremos con la buena voluntad de salvarse, por cuan malos sean, Yo te los daré”.
Así hemos salido en medio de las gentes para ver quién tenía la buena voluntad de salvarse, y con sumo disgusto nuestro encontramos un número tan escaso, que da pena el sólo pensarlo. Y entre este escasísimo número estaba mi confesor y la mayor parte de los sacerdotes y parte de las almas devotas, pero no todos de Corato. Después me ha hecho ver las varias ofensas que recibía, yo le he pedido que me hiciera partícipe de sus sufrimientos, y Jesús ha vertido de su boca en la mía sus amarguras. Después de esto me ha dicho:
“Hija mía, siento la boca demasiado amargada, anda, ¡ah! te pido que la endulces”.
Yo le he dicho: “Con gusto te daría todo, pero no tengo nada, dime Tú mismo qué cosa te podría dar”. Y Él me ha dicho:
“Hazme chupar la leche de tus pechos, y así podrás endulzarme”.
Y en el mismo instante de decirlo se ha acurrucado entre mis brazos y se puso a chupar. Mientras esto hacía me ha venido un temor, que no fuese el niño Jesús, sino el demonio, por eso puse mi mano sobre su frente y le hice la señal de la cruz: “Per signum Crucis”. Y Jesús me miró todo festivo, y en el acto mismo de chupar sonreía, y con aquellos ojos vivaces parecía que me decía: “No soy demonio, no soy demonio”.
Después cuando parecía que se había saciado, se puso de pie en mis brazos y me besaba toda. Ahora, sintiéndome también yo la boca amarga por las amarguras que había vertido en mí, me sentía venir las ganas de chupar los pechos de Jesús, pero no me atrevía, entonces Jesús me ha invitado a hacerlo y así he tomado valor y me he puesto a chupar, ¡oh, qué dulzura de paraíso venía de aquel pecho santo! ¿Pero quién puede decirla? Entonces me encontré en mí misma toda inundada de dulzuras y de contentos.
Ahora explico que cuando Jesús chupa de mis pechos, el cuerpo no participa para nada, pues es cuando me encuentro fuera de mí misma, parece que la cosa sucede sólo entre el alma y Jesús, y Él cuando quiere hacer esto, es siempre como niño. Es tan cierto que es sólo el alma y no el cuerpo, que cuando sucede esto yo me encuentro siempre, o en la bóveda del cielo, o bien girando por otros puntos de la tierra. Ahora, como en algunas ocasiones he dicho que regresando en mí misma sentía un dolor en aquella parte en que el niño Jesús había chupado, es porque al chupar, a veces parecía que lo hacía un poco fuerte, tanto que parecía que con aquellas chupadas quería jalar el corazón de dentro del

pecho. Por eso sentía sensiblemente un dolor y el alma regresando en mí misma lo participaba al cuerpo.
Esto además sucede también en las otras cosas, como por ejemplo cuando el Señor me transporta fuera de mí misma y me hace partícipe de la crucifixión. Jesús mismo me extiende sobre la cruz, me traspasa las manos y los pies con los clavos y siento un dolor tal, que me siento morir, después, encontrándome en mí misma, los siento muy bien en el cuerpo, tan es verdad que no puedo mover los dedos, los brazos, y así de los demás sufrimientos de los que el Señor me hace partícipe, si tuviera que decir todo, me alargaría demasiado.
Recuerdo también que mientras Jesús hacía esto de chupar mis pechos, en ellos ponía la boca, pero del corazón era de donde me sentía salir aquella cosa que chupaba, tanto, que mientras esto hacía, a veces me sentía arrancar el corazón del pecho y algunas veces sintiendo vivísimo dolor le decía: “Querido mío, de veras que eres demasiado impertinente, hazlo más quedo, pues me duele mucho”. Y Él se reía.
Así también cuando me encuentro yo chupando a Jesús, es de su corazón que saco esa leche, o bien sangre, tanto que para mí, es lo mismo chupar de su pecho que si bebo de su costado. Agrego también otra cosa, que el Señor de vez en cuando se digna verter de la boca una leche dulcísima, o bien me hace beber de su costado su preciosísima sangre, y cuando hace esto de querer chupar de mí, no chupa otra cosa que aquello mismo que Él me ha dado, porque yo no tengo nada para endulzarlo, sino mucho para amargarlo. Tan es verdad, que a veces en el momento mismo que Él chupaba de mí, yo chupaba de Él y advertía claramente que lo que salía de mí no era otra cosa sino lo mismo que Él me daba, parece que me he explicado suficientemente por cuanto he podido.

+ + + +

2-32
Junio 9, 1899

Jesús le hace ver las ofensas que recibe.

Esta mañana la he pasado muy angustiada por la vista de las tantas ofensas que hacían los hombres, especialmente por ciertas deshonestidades horrendas. Cuánta pena daba a Jesús la pérdida de las almas, mucho más la de un niño recién nacido que querían matar sin administrarle el santo bautismo. A mí me parece que este pecado pesa tanto en la balanza de la divina justicia, que es de los que más claman venganza ante Dios, no obstante muy frecuentemente se renuevan estas escenas dolorosas. Mi dulcísimo Jesús estaba tan afligido que daba piedad. Viéndolo en tal estado no me atreví a decirle nada y Jesús sólo me ha dicho:
“Hija mía, une tus sufrimientos con los míos, tus oraciones a las mías, así, delante a la majestad de Dios son más aceptables y aparecen no como cosas tuyas, sino como obras mías”.
Después ha seguido haciéndose ver otras veces, pero siempre en silencio. Sea siempre bendito el Señor.

+ + + +

2-33
Junio 11, 1899

Efectos que recibirán aquellos que se acerquen a Luisa.

Mi dulce Jesús continúa haciéndose ver poquísimas veces y casi siempre en silencio. Mi mente me la sentía toda confundida y llena de temor de perder a mi solo y único Bien y por tantas otras cosas que no es necesario decir aquí. ¡Oh Dios, qué pena! Mientras estaba en este estado, en cuanto se hizo ver, parecía que traía una luz, y de esta luz salían muchos globitos de luz y Jesús me ha dicho:
“Quita todo temor de tu corazón. Mira, te he traído este globo de luz para ponerlo entre tú y Yo y entre aquellos que se acercan a ti. A aquellos que se te acerquen con corazón recto y para hacerte el bien, estos globitos de luz que salen penetrarán en sus mentes, descenderán en sus corazones y los llenarán de gozo y de gracias celestiales y comprenderán con claridad lo que obro en ti; aquellos que vengan con otras intenciones experimentarán lo contrario, y por estos globitos de luz quedarán deslumbrados y confundidos.”
Así he quedado más tranquila. Sea todo para gloria de Dios.

+ + + +

2-34
Junio 12, 1899

Jesús mismo la prepara para la comunión.

Esta mañana, debiendo recibir la comunión, estaba pidiendo al buen Jesús que viniera Él mismo a prepararme, antes de que viniera el confesor para celebrar la santa misa. ¿De otra manera cómo podré recibirte, siendo tan mala y estando indispuesta? Mientras esto hacía, mi dulce Jesús se ha complacido en venir, en el momento mismo en que lo vi, me parecía que no hacía otra cosa que saetearme con sus miradas purísimas y resplandecientes de luz. ¿Quién puede decir lo que obraban en mí aquellas miradas penetrantes que no dejaban escapar ni siquiera la sombra de un pequeño defecto? Es

imposible poderlo decir; es más, habría querido dejar todo esto en silencio, porque las operaciones internas de la gracia difícilmente se saben exponer tal cual son con la boca, parece más bien que se desfiguran. Pero la señora obediencia no quiere y cuando es por ella, se necesita cerrar los ojos y ceder sin decir nada más, de otra manera, ¡ay! por todas partes, porque siendo señora, por sí misma se hace respetar.
Entonces sigo diciendo: “En la primera mirada, le he pedido a Jesús que me purificase, y así me parecía que de mi alma se sacudiera todo lo que la ensombrecía. En la segunda mirada, le he pedido que me iluminara, porque ¿en qué le aprovecha a una piedra preciosa ser pura si no está resplandeciente para atraer las miradas de aquellos que la miran? La mirarán, sí, pero con ojos indiferentes. Tanto más Yo, que no sólo debía ser mirada, sino identificada con mi dulce Jesús, tenía necesidad de aquella luz, que no sólo me volvía el alma resplandeciente, sino que me hacía entender la gran acción que estaba por realizar, por eso no me bastaba ser purificada, sino también iluminada. Entonces Jesús en aquella mirada parecía que me penetrara, como la luz del sol penetra el cristal. Después de esto, viendo que Jesús seguía mirándome, le he dicho: “Amantísimo Jesús, ya que te has complacido primero en purificarme y después en iluminarme, dígnate ahora santificarme, mucho más, que debiendo recibirte a Ti, que eres el Santo de los santos, no es justo que yo sea tan diversa de Ti”.
Entonces Jesús, siempre benigno hacia esta miserable, se inclinó hacia mí, tomó mi alma entre sus brazos y parecía que con sus propias manos toda la retocaba, ¿quién puede decir lo que obraban en mí aquellos toques de esas manos creadoras? Cómo mis pasiones ante aquellos toques se ponían en su puesto, mis deseos, inclinaciones, afectos, latidos y mis demás sentidos, santificados por aquellos toques divinos se cambiaban en algo totalmente diferente y unidos entre ellos, no más discordantes como antes, formaban una dulce armonía al oído de mi amado Jesús; me parecía que fueran tantos rayos de luz que herían su corazón adorable, ¡oh! cómo se recreaba Jesús y qué momentos felices han sido para mí. ¡Ah! yo experimentaba la paz de los santos, para mí era un paraíso de contentos y de delicias.
Después de esto parecía que Jesús vestía a mi alma con el vestido de la fe, de la esperanza y de la caridad, y en el acto mismo que me vestía, Jesús me sugería el modo como debía ejercitarme en estas tres virtudes. Ahora, mientras estaba haciendo esto, Jesús, mandando otro rayo de luz me ha hecho entender mi nada, ¡ah! me parecía que fuera como un grano de arena en medio de un vastísimo mar, cual es Dios, y este pequeño grano iba a perderse en aquel mar inmenso, pero se perdía en Dios. Después me ha transportado fuera de mí misma, llevándome entre sus brazos y me iba sugiriendo varios actos de contrición de mis pecados; recuerdo solamente que he sido un abismo de iniquidad. ¡Señor, cuántas negras ingratitudes he tenido hacia Ti!
Mientras hacía esto he mirado a Jesús y tenía la corona de espinas en la cabeza, extendí la mano y se la quité diciéndole: “Dame a mí las espinas, ¡oh! Jesús, que soy pecadora, a mí me convienen las espinas, no a Ti que eres el Justo, el Santo”. Así Jesús mismo la ha clavado sobre mi cabeza. Después, no sé como, desde lejos vi al confesor, enseguida le pedí a Jesús que fuera a preparar al confesor para poder recibirlo en la comunión; entonces parecía que Jesús iba con él. Después de un poco ha regresado y me ha dicho:
“Uno quiero que sea el modo de tratar entre Yo y tú y el confesor, y así quiero también de él, que te mire y trate contigo como si fueras otro Yo, porque siendo tú víctima como fui Yo, no quiero diferencia alguna, y esto para hacer que todo sea purificado y que en todo resplandezca sólo mi amor”.
Yo le he dicho: “Señor, esto parece imposible, que pueda tratar con el confesor como lo hago Contigo, especialmente al ver la inestabilidad”. Y Jesús:
“Sin embargo es así, la verdadera virtud, el verdadero amor, todo hace desaparecer, todo destruye y con una maestría que encanta, en todo su obrar no hace resplandecer otra cosa que sólo Dios y todo lo mira en Dios”.

Después de esto ha venido el confesor para llamarme a la obediencia y así celebrar la santa misa, y por esto ha terminado. Entonces he escuchado la santa misa y recibí la comunión. ¿Quién puede decir la intimidad que ha habido entre Jesús y yo? Es imposible poderla manifestar, no tengo palabras para hacerme entender, por eso lo dejo en silencio.

+ + + +

2-35
Junio 14, 1899

Expectación. Jesús quiere castigar.

Esta mañana el amantísimo Jesús no venía, y en mi interior iba pensando: ¿Cómo es que no viene? ¿Qué hay de nuevo? ¡Ayer vino frecuentemente, y hoy ya es tarde y no se hace ver aún, qué dolor, cuánta paciencia se necesita con Jesús! Todo mi interior me parecía que se levantara en armas, porque querían a Jesús y me hacían una guerra que me daba penas de muerte. La voluntad, como superior a todo, buscaba poner paz con persuadir a mis sentidos, inclinaciones, deseos, afectos y a todo el resto de aquietarse, porque Jesús debía venir. Así, después de un largo penar, Jesús ha venido trayendo una taza en la mano, llena de sangre coagulada, putrefacta y pestilente y me ha dicho:
“Mira esta taza de sangre, la derramaré sobre el mundo”.
Mientras así decía, ha venido la Mamá, la Virgen Santísima, y junto con Ella mi confesor y pedían a Jesús que no lo derramara sobre el mundo, sino que me la hiciera beber a mí, el confesor le ha dicho: “Señor, ¿en qué aprovecha tenerla como víctima si no quieres derramarla sobre de ella? Absolutamente quiero que la hagas sufrir y perdones a la gente”.
La Mamá lloraba e insistía ante Jesús y ante el confesor para que no desistiera de rogar hasta que Jesús no se hubiera contentado con aceptar el cambio. Jesús insistía en que la quería derramar sobre todo el mundo y parecía que se enfadaba. Yo me veía toda confundida, no sabía decir nada porque era tanto el horror que se sentía al ver aquella tasa llena de sangre tan espantosa, que daba estremecimiento en toda la naturaleza; ¿qué sería el beberla? Sin embargo estaba resignada, porque si el Señor me la hubiera dado la habría aceptado. ¿Quién puede decir, además, los castigos que se contenían en aquella sangre si el Señor la derramara en el mundo? Precisamente desde este día parece que tiene preparada una granizada que hará mucho daño, y parece que debe continuar los días siguientes.
Después, Jesús parecía un poco más calmado, tanto que parecía que abrazaba al confesor porque le había rogado en aquel modo, pero sin llegar a ninguna determinación si la debe derramar sobre las gentes o no. Así ha terminado, dejándome una pena indescriptible por lo que podrá suceder.

+ + + +

2-36
Junio 16, 1899

Obtiene que Jesús perdone en parte a su ciudad.

Jesús continúa haciéndose ver que quiere castigar. Yo le he rogado que vertiera en mí sus amarguras para librar a todo el mundo, y si esto no fuese posible, al menos a aquellos que me pertenecen y a mi ciudad. A esta intención parecía que se unía también la intención del confesor, así parecía que Jesús, vencido por las oraciones, ha derramado un poco de su boca, pero no aquella taza descrita antes. Este poco que ha vertido, parecía que lo hacía para librar en algún modo a mi ciudad, pero no del todo, y a aquellos que me pertenecen.
Sin embargo esta mañana yo he sido causa de hacer afligir a Jesús, pues como después de haber vertido lo he visto más tranquilo, sin pensarlo le he dicho: “Amable Jesús mío, te pido que me liberes del fastidio que doy al confesor, de hacerlo venir todos los días,
¿qué te cuesta a Ti el liberarme, que Tú mismo me pongas en los sufrimientos y Tú mismo me liberes? Ciertamente que no te cuesta nada y si quieres todo puedes”. Mientras esto le decía, Jesús ponía un rostro tan afligido, que esa aflicción me la sentía penetrar hasta en lo íntimo de mi corazón y sin decirme palabra ha desaparecido. Cómo he quedado mortificada al pensar especialmente que no vendría más, lo sabe sólo el Señor, pero poco después ha regresado, pero con mayor aflicción, trayendo un rostro todo hinchado y lleno de sangre, porque en ese momento le habían hecho aquellas ofensas, Jesús todo triste ha dicho:
.“¿Ves lo que me han hecho, cómo dices que no quieres que castigue a las criaturas? Los castigos son necesarios para humillarlas y no dejarlas enorgullecerse más”.

+ + + +

2-37
Junio 17, 1899

Contiende con Jesús y lo convence de no dormir.

Continúa siempre lo mismo, pero especialmente esta mañana he estado contendiendo con mi amado Jesús; Él que quería continuar mandando el granizo como ha hecho en días pasados, y yo que no quería; cuando en lo mejor de esta contienda, parecía que se preparaba un temporal y daba ordenes a los demonios que destruyeran con el flagelo del granizo varios lugares. En ese momento veía que de lejos me llamaba el confesor, dándome la obediencia de que fuera a poner en fuga a los demonios para no dejarlos hacer nada. Mientras he salido para ir, Jesús vino a mi encuentro haciéndome volver atrás y yo le he dicho: “Señor bendito, no puedo, porque es la obediencia la que me ha mandado y Tú sabes que yo y Tú debemos ceder ante esta virtud, sin podernos oponer”.
Entonces Jesús: “Bien, lo haré Yo por ti”.
Y así ha ordenado a los demonios que se fueran a lugares más lejanos y que por ahora no tocaran las tierras pertenecientes a nuestra ciudad.
Después me dijo a mí: “Volvamos”.
Así hemos regresado, yo a la cama y Jesús junto a mí. Apenas hemos llegado Jesús quería reposar, diciendo que estaba muy cansado, yo lo he detenido diciéndole: “¿Quién sabe que es este sueño que quieres hacer? Y además, qué bonita obediencia me has hecho hacer, porque quieres dormir. ¿Esto es lo mucho que me quieres y que quieres contentarme en todo? ¿Quieres dormir? Duerme pues, basta que me des tu palabra que no harás nada”. Entonces, disgustándose por mi descontento me ha dicho:
“Hija mía, no obstante quisiera contentarte, hagamos así: Salgamos juntos de nuevo entre la gente, y a aquellos que veamos que es necesario castigar por sus tantas acciones

infames, y que quizá al menos bajo el flagelo se arrepentirán, al que tú quieras de ellos y a aquellos que es menos necesario castigar y que tú no quieras que los castigue, Yo los libraré”.
Y yo: “Señor, gracias te doy por tu suma bondad al quererme contentar, pero con todo y esto no puedo hacer lo que me dices, no siento la fuerza de poner mi voluntad para castigar a ninguna de tus criaturas, y además, qué tormento será para mi pobre corazón cuando oiga que tal persona o aquella otra ha sido castigada y que yo puse mi voluntad Jamás sea, jamás sea, ¡oh Señor!”
Después ha venido el confesor para llamarme en mí misma y así ha terminado.

+ + + +

2-38
Junio 19, 1899

Quien se hace desaparecer a sí mismo, jamás comete pecados.

Habiendo pasado ayer una jornada de purgatorio por la privación casi total de mi sumo Bien, y por las tantas tentaciones que me ponía el demonio, me parecía que cometía muchos pecados. ¡Oh Dios, qué pena el ofender a Dios!
Esta mañana, en cuanto vi a Jesús, rápidamente le he dicho: “Jesús bueno, perdóname los tantos pecados que hice ayer”. Y quería decirle todo el mal que sentía que había hecho. Él, interrumpiéndome me ha dicho:
“Si te haces desaparecer a ti misma, no cometerás pecados jamás”.
Yo quería seguir hablando, pero Jesús haciéndome ver muchas almas devotas y mostrándome que no quería oír lo que le quería decir, ha continuado diciendo:
“Lo que más me disgusta de estas almas es la inestabilidad en hacer el bien, basta una pequeña cosa, un disgusto, aun un defecto, mientras que es entonces el tiempo más necesario para estrecharse más a Mí, éstas en cambio, se irritan, se molestan y dejan a medias el bien comenzado. Cuántas veces les he preparado gracias para dárselas, pero viéndolas tan inestables, he sido obligado a retenerlas”.
Después, conociendo que no quería saber nada de lo que quería decirle y viendo que mi confesor estaba un poco mal en el cuerpo, he rogado largamente por él, y le hacía a Jesús varias preguntas que no es necesario decir aquí. Y Jesús, benignamente me ha respondido a todo y así ha terminado.

+ + + +

2-39
Junio 20, 1899

Cómo todo está en el amor.

Continúa casi siempre lo mismo. Esta mañana, parece que Jesús ha querido aliviarme un poco, después de que por algún tiempo he ido en busca de Él. De lejos vi a un niño, y como rayo que cae del cielo acudí, en cuanto llegué lo he tomado entre mis brazos y viniéndome una duda de que no fuera Jesús le he dicho:
“Tesorito mío querido, dime, ¿quién eres?”
Y Él: “Yo soy tu querido y amado Jesús”.
Y yo a Él: “Niñito mío hermoso, te pido que tomes mi corazón y lo lleves Contigo al Paraíso, pues junto con el corazón se irá mi alma”.
Parecía que Jesús tomase mi corazón y lo unía de tal manera al suyo, que se hacían uno solo. Después se ha abierto el Cielo, pareciendo que se preparaba a una fiesta

grandísima, en el mismo momento descendió del Cielo un joven de hermoso aspecto, todo centelleante de fuego y llamas. Jesús me ha dicho:
“Mañana es la fiesta de mi querido Luis, debo asistir”.
Y yo: “Entonces a mí me dejas sola, ¿cómo haré?”
Y Él: “También tú vendrás, mira cómo es bello Luis, pero lo que fue más en él, que lo distinguió en la tierra, era el amor con el cual obraba, todo era amor en él, el amor le ocupaba el interior, el amor lo circundaba en el exterior, así que también el respiro se podía decir que era amor, por eso de él se dice que no sufrió jamás distracción, porque el amor lo inundaba por todas partes y por este amor será inundado eternamente, como tú ves”.
Y así parecía que era tan grandísimo el amor de San Luis, que podía incinerar a todo el mundo. Después Jesús ha agregado:
“Yo paseo sobre los montes más altos y en ellos formo mi delicia”.
Yo no entendí el significado, y ha continuado diciendo:
“Los montes más altos son los santos que más me han amado, y Yo hago de ellos mi delicia cuando están sobre la tierra y cuando pasan al Cielo, así que el todo está en el amor”.
Después de esto pedí a Jesús que me bendijera y a aquellos que en ese momento veía, y Él dando la bendición ha desaparecido.

+ + + +

2-40
Junio 21, 1899

Temores. Jesús le promete no dejarla jamás.

Como Jesús no venía, estaba pensando entre mí: “Quién sabe, a lo mejor Jesús no viene más y me deja abandonada”. Y no decía otra cosa que: “¡Ven mi amado, ven!” De improviso ha venido y me ha dicho:
“No te dejaré, jamás te abandonaré, también tú, ven, ven a Mí”.
Yo enseguida he corrido para meterme en sus brazos, y mientras estaba así Jesús ha vuelto a decir:
“No sólo no te dejaré a ti, sino que por amor tuyo no dejaré Corato”.
Después, casi sin darme cuenta, en un instante desapareció y yo quedé deseándolo más que antes e iba diciendo: “¿Qué me has hecho? ¿Cómo tan pronto te has ido sin ni siquiera decirme adiós?”
Mientras desahogaba mi pena, la imagen del Niño Jesús que tengo cerca de mí, parecía que se hacía viva y de vez en cuando sacaba la cabeza de la cubierta de cristal para ver que cosa hacía yo, cuando veía que me daba cuenta, enseguida se metía. Yo le he dicho: “Se ve que eres demasiado impertinente y que quieres portarte como niño, yo me siento enloquecer por la pena de que no vienes y Tú te pones a jugar, bueno pues, juega y bromea también, que yo tendré paciencia”.


+ + + +

2-41
Junio 22, 1899

Jesús juega y le hace bromas.

Esta mañana mi dulce Jesús quería continuar entreteniéndose y queriendo bromear, venía, me ponía sus manos en la cara como si quisiera hacerme una caricia, pero en el momento de hacerla desaparecía, de nuevo venía, extendía sus brazos hacia mi cuello en acto de quererme abrazar, pero mientras extendía los míos para abrazarlo, me huía como un relámpago, sin poderlo encontrar, ¿quién puede decir las penas de mi corazón?

Mientras mi pobre corazón nadaba en este mar de dolor inmenso, hasta sentirme desfallecer, ha venido la Mamá Reina trayéndolo como niño entre sus brazos y así nos hemos abrazado los tres juntos, la Mamá, el Hijo y yo, entonces tuve tiempo de decirle: “Señor mío Jesús, me parece que has retirado tu gracia de mí”.
Y Él: “¡Tonta, tontita que eres! ¿Cómo dices que te he retirado mi gracia mientras estoy en ti? ¿Y qué cosa es mi gracia sino Yo mismo?”.
He quedado más confundida que antes viendo que no sabía hablar y que en aquellas dos palabras que había dicho, no había dicho otra cosa que desatinos. Después la Reina Madre ha desaparecido y Jesús parecía que se encerraba dentro de mi interior y ahí se quedaba.
Hoy, después de la meditación, se hacía ver que dormía dentro de mí, yo lo estaba mirando, deleitándome en su bello rostro, pero sin despertarlo, contenta de verlo al menos, cuando en un instante ha venido de nuevo la bella Mamá Reina, lo ha tomado de dentro de mi corazón, moviéndolo todo deprisa para despertarlo; después de despertarlo lo ha puesto de nuevo en mis brazos diciéndome:
“Hija mía, no lo dejes dormir, porque si duerme vas a ver lo que sucederá”.
Era un temporal lo que se preparaba. Así el niño, medio durmiendo, ha puesto sus manitas en mi cuello y estrechándome me ha dicho:
“Mamá mía, mamá mía, déjame dormir”.
Y yo: Niño, niño mío bello, no soy yo quien no quiere dejarte dormir, es nuestra Señora Mamá la que no quiere, y yo te pido que la contentes, ciertamente que nada se le niega a la Mamá, y sobre todo a esa Mamá.
Después de haberlo tenido despierto unos momentos ha desaparecido y así ha terminado.

+ + + +

2-42
Junio 23, 1899

Ve al confesor junto con Jesús y pide por él.

Habiendo escuchado la santa misa y recibido la comunión, mi amante Jesús se hacía ver desde dentro de mi corazón, después me he sentido salir fuera de mí misma, pero sin Jesús. He visto a mi confesor, y como él me había dicho que después de la comunión vendría Nuestro Señor, y que le pidiera por él, entonces en cuanto lo vi le dije: “Padre, usted me dijo que Jesús debía venir y no ha venido”. Y Él me ha dicho:
“Porque no lo sabes encontrar, por eso dices que no ha venido, mira bien, pues está en tu interior”.
Miré en mí y vi los pies de Jesús que salían de mi interior, enseguida los tomé con la mano y saqué a Jesús, lo abracé y viéndolo con la corona de espinas en la cabeza se la quité y se la di en la mano al confesor diciéndole que la clavara en mi cabeza y así lo hizo, pero qué, por cuanta fuerza hacía no lograba hacer penetrar ni una sola espina; yo le he dicho: “Más fuerte, no tema que yo vaya a sufrir mucho, porque como usted ve está Jesús que me da la fuerza”. Pero por más que intentaba, todo resultaba inútil, entonces me ha dicho: “No está en mis fuerzas el poder hacer esto, porque siendo hueso lo que deben penetrar estas espinas, yo no las tengo”.
Entonces me he dirigido a mi dulce Jesús diciendo: “Tú ves que el padre no sabe ponerla, introdúcela un poco Tú mismo”. Y Jesús extendió sus manos y en un instante ha hecho penetrar en mi cabeza todas aquellas espinas, con indecible dolor y contento.
Después de esto, junto con el confesor hemos pedido a Jesús que derramara sus amarguras en mí, para librar a las gentes de tantos flagelos que está mandado sobre ellas, como hoy, que estaba preparada una granizada un poco lejos de nosotros, entonces el Señor para condescender a nuestras oraciones, ha derramado un poco.

Además de esto, como seguía viendo al confesor, he comenzado a rogar a Jesús por él, diciéndole: “Mi buen y amado Jesús, te pido que concedas la gracia a mi confesor, de hacerlo todo tuyo, según tu corazón, y al mismo tiempo dale la salud corporal. Tú has visto como ha cooperado junto conmigo a aliviarte, tanto la cabeza de las espinas, como en hacerte verter tus amarguras, y si no ha tenido éxito en clavarme las espinas en la cabeza, no ha sido por no aliviarte, ni por su voluntad, sino porque no tenía la fuerza; por eso, también por esto me debes escuchar; así que dime, oh mi solo y único Bien, ¿lo harás estar bien tanto en el alma como en el cuerpo?”
Pero Jesús me oía y no me respondía, y yo más me esmeraba en rogarle diciendo: “Esta mañana no te dejaré ni dejaré de rogar si no me das tu palabra de que me oirás favorablemente en lo que te pido para él”.
Pero Jesús no decía una palabra. De repente nos encontramos rodeados de personas, estas parecía que se sentaban alrededor de una mesa, comiendo, y en ella también estaba mi porción, y Jesús me ha dicho:
“Hija mía, tengo hambre”.
Y yo: “Mi porción te la doy, ¿no estás contento?”
Y Jesús: “Sí, pero no quiero que vean que estoy aquí”.
Y yo: “Está bien, haré ver que la tomo para mí, y sin que se den cuenta te lo daré”. Y así lo hemos hecho.
Poco después, Jesús poniéndose de pie y acercando sus labios a mi cara, ha comenzado a hacer un ruido con su boca, como un sonido de trompeta, todas aquellas gentes palidecían y temblaban, diciendo entre ellas: “¿Qué pasa, qué pasa? ¡Ahora moriremos!”
Yo le he dicho: “Señor mío Jesús, ¿qué haces? Cómo, hasta ahora no querías ser visto y luego te pones a hacer ruido, estate quieto, estate quieto, no hagas que la gente tenga miedo, ¿no ves cómo todos se espantan?”
Y Jesús: “Ahora es nada, ¿qué será cuando de repente haga sonar más fuerte? Será tal el temor del que serán presa, que muchos y muchos dejarán la vida”.
Y yo: “Adorable Jesús mío, ¿qué dices? Siempre en eso, que quieres hacer justicia, pero no, misericordia, misericordia te pido para tu pueblo”.
Después, tomando su aspecto dulce y benigno, y volviendo a ver al confesor, he comenzado de nuevo a importunarlo y Jesús me ha dicho:
“Haré con tu confesor como con aquel árbol injertado, que no se reconoce más el árbol viejo, tanto en el alma como en el cuerpo, y en prenda de esto te he dado a ti en sus manos como víctima, para que se sirva de ello”.


+ + + +

2-43
Junio 25, 1899

Continúa en lo mismo y Jesús habla de la Fe.

Esta mañana Jesús continúa haciéndose ver de vez en cuando, participándome un poco de sus sufrimientos y a veces veía al confesor con Él, y como él me había dicho que rezara por ciertas necesidades suyas, viéndolo junto con Nuestro Señor he comenzado a rogar a Jesús que le concediera lo que él quería. Mientras yo le rogaba, Jesús, todo bondad se dirigió al confesor y le ha dicho:
“Quiero que la fe te inunde por todas partes, como aquellas barcas que son inundadas por las aguas del mar, y como la fe soy Yo mismo, siendo inundado por Mí, que todo poseo, puedo y doy libremente a quien en Mí confía, sin que tú pienses en lo que vendrá, y al cuándo y el cómo y qué harás, Yo mismo, según tus necesidades me prestaré a socorrerte”.
Después ha agregado: “Si te ejercitas en esta fe, casi nadando en ella, en recompensa te infundiré en el corazón tres gozos espirituales: El primero, que penetrarás

las cosas de Dios con claridad y al hacer cosas santas te sentirás inundado por una alegría, por un gozo tal, que te sentirás como empapado, y esto es la unción de mi gracia.
El segundo es un fastidio de las cosas terrenas y sentirás en tu corazón alegría por las cosas celestiales.
El tercero es un desapego total de todo, y en donde antes sentías inclinación, sentirás un fastidio, como desde hace tiempo lo estoy infundiendo en tu corazón, y tú ya lo estás experimentando. Y por esto tu corazón será inundado por la alegría que gozan las almas totalmente desapegadas, que tienen su corazón tan inundado de mi amor, que de las cosas que las rodean externamente no reciben ninguna impresión”.

+ + + +

2-44
Julio 4, 1899

Jesús habla de la Mamá Celestial. Las turbaciones.

Esta mañana, habiéndome renovado Jesús las penas de la crucifixión, se encontraba también nuestra Mamá Reina, y Jesús hablando de Ella ha dicho:
“Mi propio reino estuvo en el corazón de mi Madre, y esto porque su corazón no fue jamás ni mínimamente turbado, tanto, que en el mar inmenso de la Pasión sufrió penas inmensas, su corazón fue traspasado de lado a lado por la espada del dolor, pero no recibió ni un mínimo aliento de turbación. Por eso, siendo mi reino un reino de paz, pude extender en Ella mi reino, y sin encontrar ningún obstáculo pude libremente reinar”.
Habiendo venido Jesús más veces y viéndome toda llena de pecados le he dicho: “Señor mío Jesús, me siento toda cubierta de llagas y pecados graves; ah, te pido, ten piedad de esta miserable”.
Y Jesús: “No temas, que no hay culpas graves, y además, se debe tener horror de la culpa, pero no turbarse, porque la agitación, de donde venga, jamás hace bien al alma”.
Después ha agregado: “Hija mía, tú eres víctima como lo soy Yo, haz que todas tus obras resplandezcan con mis mismas intenciones, puras y santas, a fin de que encontrando en ti mi misma imagen pueda libremente derramar el influjo de mis gracias, y adornada así podré ofrecerte como víctima perfumada ante la divina justicia”.

+ + + +

2-45
Julio 9, 1899

Jesús participa a Luisa sus penas.

Esta mañana Jesús ha querido renovarme las penas de la crucifixión, primero me ha transportado fuera de mí misma, sobre un monte y me ha preguntado si quería ser crucificada, yo le dije: “Sí Jesús mío, no deseo otra cosa que la cruz”. Mientras esto decía, se ha presentado una cruz grandísima, y me ha extendido sobre ella y me clavó con sus propias manos. Qué penas atroces sufría al sentirme traspasar las manos y los pies por aquellos clavos, que por añadidura estaban despuntados, y para hacerlos penetrar costaba trabajo y se sufría mucho, pero con Jesús todo resultaba tolerable. Después de que ha terminado de crucificarme me ha dicho:
“Hija mía, me sirvo de ti para poder continuar mi Pasión. Como mi cuerpo glorificado no es capaz de sufrir más, viniendo a ti me sirvo de tu cuerpo como me serví del mío en el curso de mi Vida mortal, para poder continuar sufriendo mi Pasión y así poderte ofrecer ante la divina justicia como víctima viviente de reparación y propiciación”.

Después de esto parecía que se abriese el Cielo y descendía una multitud de santos, todos armados con espadas, una voz como de trueno salió de entre aquella multitud, y decía: “Venimos a defender la justicia de Dios y a castigar a los hombres que tanto han abusado de su misericordia”. ¿Quién puede decir lo que sucedía sobre la tierra en este descenso de los santos? Sólo sé decir, que quién guerreaba en un punto y quién en otro, quién huía, quién se escondía, parecía que todos estaban consternados.

+ + + +

2-46
Julio 14, 1899

Jesús no puede dejar a quien lo ama.

Mi adorable Jesús continúa estos días haciéndose ver poquísimas veces, su visita es como un rayo, que mientras se quiere seguir viéndolo huye, y si alguna vez se detiene un poco es casi siempre en silencio, otras veces dice alguna cosa, pero en cuanto se va me parece que se lleva esa palabra junto con la luz que me viene de su palabra, tanto que después no recuerdo nada de lo que ha dicho, y mi mente queda en la misma confusión de antes. ¡Qué miserable estado! Mi amado Jesús, ten piedad de esta miserable, continúa haciendo uso de tu misericordia. Ahora, para no alargarme y decir día por día lo que he pasado, diré aquí todo junto, algunas palabras que me ha dicho en estos días pasados.
Recuerdo que después de haber derramado lágrimas amarguísimas, Jesús, haciéndose ver y yo lamentándome con Él porque me había dejado, llamó a muchos ángeles y santos y dirigiéndose a ellos les dijo: “Oigan lo que dice, que Yo la he dejado, díganle, ¿puedo Yo dejar a aquellos que me aman? Ella me ha amado, ¿cómo puedo dejarla?” Y los santos estuvieron de acuerdo con el Señor y yo quedé más humillada y confundida que antes.
En otra ocasión, diciéndole que: “Al final terminarás por dejarme del todo”. Jesús me dijo:
“Hija, no puedo dejarte, y como prenda de esto he puesto en ti mis sufrimientos”.
Después, encontrándome ocupada con el pensamiento: “Cómo has permitido Señor que viniera el sacerdote, todo habría podido pasar entre Tú y yo”. En un instante me he encontrado fuera de mí misma, extendida sobre una cruz, pero no había ninguno que me pudiera clavar, yo he comenzado a pedirle al Señor que viniera a crucificarme y Jesús ha venido y me ha dicho:
“Ve cómo es necesario que el sacerdote esté en medio de mis obras, y esto es ayuda también para cumplir la crucifixión; es cierto que si no hay nadie, por ti sola no puedes crucificarte, siempre se necesita de la ayuda de los demás”.

+ + + +

2-47
Julio 18, 1899

(1) Continúa casi siempre lo mismo. Esta vez me parecía que en mi corazón estuviese Jesús Sacramentado, y desde la hostia santa esparcía tantos rayos de luz en mi interior, y a mi corazón le salían tantos hilos de luz, que se entrelazaban todos esos rayos de luz, me parecía que Jesús con su amor atraía todo mi corazón, y mi corazón con aquellos hilos atraía y ataba a Jesús a estarse conmigo.

+ + + +


2-48
Julio 22, 1899

Cómo la cruz vuelve al alma transparente.

Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver con una cruz de oro colgada del cuello, toda resplandeciente, y que al mirarla se complacía inmensamente. De repente se ha encontrado presente el confesor y Jesús le ha dicho: “Los sufrimientos de los días pasados han acrecentado el resplandor a la cruz, tanto, que mirándola siento mucho agrado”.
Después se ha dirigido a mí y me ha dicho: “La cruz comunica tal resplandor al alma, de volverla transparente y así como cuando un objeto es transparente se le pueden dar todos los colores que se quiera, así la cruz, con su luz da todos los lineamientos y formas más bellas que jamás se puedan imaginar, no sólo por los demás sino también por la misma alma que los experimenta. Además de esto, en un objeto transparente enseguida se descubre el polvo, las pequeñas manchas y hasta cualquier oscurecimiento; así es la cruz, como hace transparente al alma, enseguida le descubre los pequeños defectos, las mínimas imperfecciones, tanto que no hay mano maestra más hábil que la cruz, para tener al alma preparada para volverla digna habitación del Dios del Cielo”.
¿Quién puede decir lo que he comprendido de la cruz y cuán envidiable es el alma que la posee?
Después de esto me ha transportado fuera de mí misma y me he encontrado sobre una escalera altísima, bajo la cual había un precipicio y por añadidura los escalones de esta escalera eran movibles y tan estrechos que apenas se podía apoyar la punta de los pies; lo que más daba terror era el precipicio y el no poder encontrar apoyo de ningún tipo, y queriéndose aferrar de los escalones, estos se caían junto; el ver que casi todas las demás personas se caían infundía escalofrío en los huesos; sin embargo no se podía evitar el pasar por aquella escalera. Entonces lo he intentado, pero en cuanto subí dos o tres escalones, viendo el gran peligro que corría de caer en el abismo, he comenzado a llamar a Jesús para que viniera en mi ayuda, entonces, sin saber cómo, he encontrado a Jesús junto a mí y me ha dicho:
“Hija mía, esto que tú has visto es el camino que recorren todos los hombres en esta tierra; los escalones móviles, sobre los que no pueden apoyarse para tener un sostén, son los apoyos humanos, las cosas terrenas, que queriéndose apoyar sobre ellas, en vez de darles una ayuda les dan un empujón para precipitarse más pronto en el infierno. El medio más seguro es el caminar casi volando, sin apoyarse sobre la tierra, a fuerza de los propios brazos, con los ojos en sí mismos, sin mirar a los demás y también teniéndolos todos atentos a Mí para tener ayuda y fuerza, así se podrá fácilmente evitar el precipicio”.

+ + + +

2-49
Julio 28, 1899

La vida humana es un juego. También Jesús juega.

Esta mañana mi adorable Jesús ha venido con un aspecto admirable y misterioso, traía en el cuello una cadena que pendía sobre todo el pecho, por una parte se veía como un arco, por la otra parte de la cadena como una aljaba llena de piedras preciosas y de gemas, que era uno de los más bellos adornos al pecho de mi dulce Jesús y con una lanza en la mano. Mientras estaba en este aspecto me ha dicho:
“La vida humana es un juego: quién juega el placer, quién el dinero y quién la propia vida, y tantos otros juegos que hacen. También Yo me deleito de jugar con las almas,
¿pero cuáles son estos juegos que hago? Son las cruces que envío, si las reciben con

resignación y me lo agradecen, Yo me recreo y juego con ellas, complaciéndome inmensamente, recibiendo por ello gran honor y gloria y a ellas les hago hacer grandes adquisiciones”.
En el acto de decir esto ha comenzado a tocarme con la lanza, con el arco, y con la aljaba, y todas aquellas piedras preciosas que contenía la aljaba salían y se cambiaban en tantas cruces y saetas que herían a las criaturas. Algunas, pero en número muy escaso, se alegraban, las besaban y se lo agradecían, y venían a formar un juego con Jesús; otras las tomaban y se las arrojaban en la cara a Jesús, ¡oh, cómo quedaba afligido y qué gran pérdida tenían esas almas! Después Jesús ha agregado:
“Esta es la sed que grité en la cruz, porque no pudiendo satisfacerla completamente entonces, me complazco en apagarla en las almas de mis amados que sufren. Por lo tanto, sufriendo, vienes a dar un alivio a mi sed”.
Volviendo otras veces a rogarle que liberase al confesor porque sufría, me ha dicho:
“Hija mía, ¿no sabes tú que la marca más noble que puedo imprimir en mis amados hijos es la cruz?”

+ + + +

2-50
Julio 30, 1899

Sobre la caridad y sobre la estima de la palabra de Jesús.

Continua casi siempre lo mismo. Esta mañana, transportándome Jesús según su costumbre fuera de mí misma, hemos pasado en medio de mucha gente, y la mayor parte de ellas estaban atentas a juzgar las acciones de los demás, sin mirar las propias, y mi amado Jesús me ha dicho:
“El medio más seguro para ser recto con el prójimo es no mirar en absoluto lo que hacen, porque mirar, pensar y juzgar es lo mismo, además, mirando al prójimo vienes a defraudar la propia alma, por lo que sucede que no se es recto ni consigo mismo, ni con el prójimo, ni con Dios”.
Después de esto le he dicho: “Mi único Bien, ya hace tiempo que no me has dado ni siquiera un beso”. Y así nos hemos besado. Y queriéndome casi corregir ha agregado:
“Hija mía, lo que te recomiendo es conservar y estimar mis palabras, porque mi palabra es eterna y santa como Yo mismo, y conservándola en tu corazón y aprovechándola, tendrás tu santificación y por ello recibirás en recompensa un esplendor eterno, producido por mi palabra; haciendo de otra manera tu alma recibirá un vacío y quedarás deudora de Mí”.

+ + + +

2-51
Julio 31, 1899

(Sin título)
(1) Jesús ha venido esta mañana, pero siempre en silencio, yo estaba contentísima por tener a mi tesoro Jesús, porque teniéndolo a Él tenía todos mis contentos, al verlo comprendía muchas cosas de su belleza, de su bondad y demás, pero como era todo por medio de la inteligencia y por vía de comunicación intelectual, por eso la boca no sabe expresar nada, por eso mejor hago silencio.

+ + + +


2-52

Agosto 1, 1899

Silencio y llanto de Jesús por las criaturas. Habla acerca de la pureza.

Esta mañana mi suavísimo Jesús, transportándome fuera de mí misma, me hacía ver la corrupción en la cual ha caído el género humano. ¡Da horror pensarlo! Mientras me encontraba en medio de estas gentes, Jesús decía casi llorando:
“¡Oh hombre, cómo te has desfigurado, deformado, desnoblecido!, ¡oh hombre, Yo te hice para que fueras mi templo vivo, y tú en cambio te has hecho habitación del demonio!; mira aun las plantas, con estar cubiertas de hojas, de flores y frutos, te enseñan la honestidad, el pudor que tú debes tener de tu cuerpo, y tú habiendo perdido todo pudor y también la vergüenza natural que deberías tener, te has vuelto peor que las bestias, tanto que no tengo más a quien compararte. Tú eras mi imagen, pero ahora no te reconoces más, más bien me das tanto horror por tus impurezas, que me da náuseas el verte, y tú mismo me obligas a huir de ti”.
Mientras Jesús así decía, yo me sentía desgarrar por el dolor al ver tan amargado a mi amado Jesús, por eso le he dicho: “Señor, tienes razón de que no encuentras más nada de bien en el hombre y que ha llegado a tal ceguera, que no sabe ya ni siquiera respetar las leyes de la naturaleza, entonces si quieres ver al hombre, no harás otra cosa que mandar castigos, por eso te pido que mires tu misericordia y así será remediado todo”. Mientras así decía, Jesús me ha dicho:
“Hija, dame tú un alivio a mis penas”.
Al decir esto, se ha quitado la corona de espinas que parecía encarnada en su adorable cabeza y me la ha clavado en la mía, yo sentía un dolor fortísimo, pero estaba contenta de que Jesús se reconfortara. Después de esto me ha dicho:
“Hija, Yo amo grandemente a las almas puras, y así como de las impuras estoy obligado a huir, de las puras en cambio como por un imán soy atraído a hacer morada en ellas. A las almas puras con gusto les presto mi boca para hacerlas hablar con mi misma lengua, así que no se fatigan para convertir a las almas; en dichas almas Yo me complazco no sólo de continuar en ellas mi Pasión, y así continuar aun la Redención, sino lo que es más, me complazco sumamente de glorificar en ellas mis mismas virtudes”.

+ + + +

2-53
Agosto 2, 1899

Amenazas de castigos. Habla sobre la correspondencia.

Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver todo afligido y casi enfadado con los hombres, amenazando con los acostumbrados castigos y de hacer morir gente de improviso bajo rayos, granizadas y fuego, yo le he pedido mucho que se aplacara y Jesús me ha dicho:
“Son tantas las iniquidades que se elevan de la tierra al Cielo, que si faltara por un cuarto de hora la oración y almas que sean víctimas ante Mí, Yo haría salir fuego de la tierra y con él inundaría a las gentes”.
Después ha agregado: “Mira cuántas gracias debía verter sobre las criaturas, pero como no encuentro correspondencia estoy obligado a retenerlas en Mí, es más, me las hacen cambiar en castigos. Pon atención tú hija mía, a corresponderme a las tantas gracias que estoy derramando en ti, porque la correspondencia es la puerta abierta para dejarme entrar en el corazón y ahí formar mi habitación. La correspondencia es como

aquella buena acogida, aquella estima que se da a las personas cuando vienen a hacer una visita, de modo que atraídas por ese respeto, por esas maneras afables que se usan con ellas, están obligadas a venir otras veces y llegan a no saberse separar. El todo está en corresponderme, y a medida que las criaturas me corresponden y me tratan en la tierra, así Yo me comportaré con ellas en el Cielo, haciéndoles encontrar las puertas abiertas, invitaré a toda la corte celestial a acogerlos y los colocaré en el más sublime trono, pero será todo lo contrario para quien no me corresponde”.

+ + + +

2-54
Agosto 7, 1899

Sobre la nada de nosotros mismos.

Esta mañana mi amable Jesús no venía, y después de tanto esperar y esperar, finalmente ha venido; era tanta mi confusión y mi aniquilamiento, que no sabía decirle nada y Jesús me ha dicho:
“Por cuanto más te aniquiles y conozcas tu nada, tanto más mi Humanidad, mandando rayos de luz, te comunicará mis virtudes”.
Yo le he dicho: “Señor, soy tan mala y fea que me doy horror a mí misma, ¿qué será ante Ti?”
Y Jesús: “Si tú eres fea, soy Yo quien te puede volver bella”.
Y en el mismo momento de decir esto ha mandado una luz salida de Él a mi alma, y parecía que le comunicaba su belleza, y después, abrazándome ha comenzado a decir:
“Cómo eres bella, pero bella de mi misma belleza, por eso soy atraído a amarte”.
¿Quién puede decir cómo he quedado confundida? Pero todo sea para su gloria.

+ + + +

2-55
Agosto 8, 1899

El alma resignada está siempre en reposo.

Continúa haciéndose ver apenas y casi enojado con los hombres y por más que le he pedido que derramara en mí sus amarguras, ha sido imposible y sin prestarme atención a lo que le decía, me ha dicho:
“La resignación absorbe todo lo que puede ser de pena o de disgusto a la naturaleza y lo convierte en dulce; y siendo mi Ser pacífico, tranquilo, de modo que cualquier cosa que pueda suceder en el Cielo y en la tierra no puede recibir ni siquiera el más mínimo aliento de turbación, entonces la resignación tiene la virtud de injertar en el alma estas mismas virtudes mías. El alma resignada está siempre en reposo, no sólo ella, sino que me hace reposar tranquilamente también a Mí en ella.”

+ + + +

2-56
Agosto 10, 1899

Habla de la justicia y cómo Jesús queda herido por la simplicidad.

Esta mañana ha venido mi dulce Jesús, me ha transportado fuera de mí misma y ha desaparecido, y habiéndome dejado sola, he visto que del cielo descendían como dos

candelabros de fuego y después, dividiéndose en muchos pedazos, se formaban muchos rayos y granizadas que descendían a la tierra y hacían una grandísima destrucción en plantas y hombres. Era tanto el horror y la furia del temporal, que ni siquiera se podía rezar y las personas no podían llegar a sus casas. ¿Quién puede decir cómo quedé asustada? Entonces me he puesto a rezar para aplacar al Señor, y Él regresando, he visto que traía en la mano como una vara de hierro y en la punta una bola de fuego y me ha dicho:
“Mi justicia ha sido largamente retenida y con razón quiere tomar venganza contra las criaturas, pues han osado destruir en ellas toda justicia. ¡Ah, sí, nada de justo encuentro en el hombre!; se ha desfigurado todo, en las palabras, en las obras y en los pasos, todo es engaño, todo es fraude, todo es injusto, así que penetrando en el corazón, interno y externo, no es otra cosa que una bodega de vicios. ¡Pobre hombre, cómo te has reducido!”.
Mientras así decía, la vara que tenía en la mano la movía en acto de herir al hombre. Yo le he dicho: “Señor, ¿qué haces?”.
Y Él: “No temas, mira, esta bola de fuego hará fuego, y no castigará más que a los malos, los buenos no recibirán daño”.
Y yo he agregado: “¡Ah Señor! ¿Quién es bueno? Todos somos malos, te pido que no nos mires a nosotros sino a tu infinita misericordia, y así quedarás aplacado por todos”. Después de esto ha agregado:
“Hija de la justicia es la verdad. Así como Yo soy Verdad eterna que no engaño ni me pueden engañar, así el alma que posee la justicia hace relucir en todas sus acciones la verdad; por lo tanto, conociendo por experiencia la verdadera luz de la verdad, si alguien quiere engañarla, al advertir la falta de la luz que tiene en sí, pronto conoce el engaño, entonces sucede que con esta luz de la verdad no se engaña a sí misma, ni al prójimo, ni puede recibir engaño.
Fruto que produce esta justicia y esta verdad, es la simplicidad, otra cualidad de mi Ser, el ser simple, tanto que penetro en todas partes, no hay cosa que pueda oponerse a que Yo penetre dentro, penetro en el Cielo y en los abismos, en el bien y en el mal, pero mi Ser simplísimo, penetrando aun en el mal; no se ensucia, es más, ni siquiera recibe la más mínima sombra. Así el alma, con la justicia y con la verdad, recogiendo en sí este bello fruto de la simplicidad, penetra en el Cielo, se introduce en los corazones para conducirlos a Mí, penetra en todo lo que es bien y encontrándose con los pecadores para ver el mal que hacen, no queda manchada, porque siendo simple prontamente se apresura, sin recibir daño alguno. Es tan bella la simplicidad, que mi corazón queda herido a una sola mirada de un alma simple, y ella es causa de admiración a los ángeles y a los hombres”.

+ + + +

2-57
Agosto 12, 1899

Jesús la transforma toda en Sí y le enseña la caridad.

Esta mañana mi adorable Jesús, después que me ha hecho esperar por algún tiempo, ha venido diciéndome:
“Hija mía, esta mañana quiero uniformarte toda a Mí: Quiero que pienses con mi misma mente, que mires con mis mismos ojos, que escuches con mis mismos oídos, que hables con mi misma lengua, que obres con mis mismas manos, que camines con mis mismos pies, y que ames con mi mismo corazón”.
Después de esto, Jesús unía sus sentidos mencionados arriba con los míos, y veía que me daba su misma forma; no sólo eso, sino me daba la gracia de usarlos como lo hizo Él mismo, y después ha continuado diciendo:
“Gracias grandes vierto en ti, te recomiendo que las sepas conservar”.

Y yo: “Temo mucho, oh mi amado Jesús, al conocerme que estoy toda llena de miserias, y que en vez de hacer bien, hago mal uso de tus gracias. Pero lo que más me hace temer es la lengua, que frecuentemente me hace faltar en la caridad hacia el prójimo”.
Y Jesús: “No temas, te enseñaré Yo mismo el modo que debes tener al hablar con el prójimo»:
La primera cosa: Cuando se te dice algo respecto al prójimo, hecha una mirada sobre ti misma y observa si tú eres culpable de ese mismo defecto, y entonces el querer corregir es un querer indignarme y escandalizar al prójimo.
La segunda: Si tú te ves libre de aquel defecto, entonces elévate y busca hablar como habría hablado Yo, así hablarás con mi misma lengua. Haciendo así jamás faltarás en la caridad del prójimo, es más, con tus palabras harás bien a ti, al prójimo, y a Mí me darás honor y gloria”.

+ + + +

2-58
Agosto 13, 1899

Amenaza de castigos e intenta calmarlo.

Esta mañana Jesús continuaba haciéndose ver, amenazando siempre con castigos, y mientras yo me ponía a rogarle que se aplacara, como un relámpago desaparecía. La última vez que ha venido se hacía ver crucificado, entonces me puse cerca para besar sus santísimas llagas, haciendo varias adoraciones, pero mientras esto hacía, en vez de Jesucristo he visto mi misma imagen. He quedado sorprendida y he dicho: “¡Señor! ¿Qué estoy haciendo? ¿A mí misma estoy haciendo las adoraciones? Esto no se puede hacer”. En ese momento se ha cambiado en la persona de Jesucristo y me ha dicho:
“No te asombres de que haya tomado tu misma imagen; si Yo sufro continuamente en ti, ¿qué maravilla es que haya tomado tu misma forma? Y además, ¿no es para hacerte imagen mía por lo que te hago sufrir?”
Yo he quedado toda confundida y Jesús ha desaparecido. Sea todo para gloria suya, sea bendito siempre su santo nombre.

+ + + +

2-59
Agosto 15, 1899

Jesús le ordena la caridad. Fiesta de la Mamá Celestial. Le da el oficio de mamá en la tierra.

Esta mañana mi dulcísimo Jesús ha venido todo alegre, trayendo entre las manos un ramo de bellísimas flores, y poniéndose en mi corazón, con aquellas flores ahora se circundaba la cabeza, ahora las tenía entre sus manos, recreándose y complaciéndose todo. Mientras se divertía con estas flores, como si hubiera hecho una gran adquisición, se ha volteado hacia mí y me ha dicho:
“Amada mía, esta mañana he venido para poner en orden en tu corazón todas las virtudes. Las otras virtudes pueden estar separadas la una de la otra, pero la caridad ata y ordena todo. He aquí lo que quiero hacer en ti, ordenar la caridad”.
Yo le he dicho: “Solo y único Bien mío, ¿cómo puedes hacer esto siendo yo tan mala y llena de defectos e imperfecciones? Si la caridad es orden, ¿estos defectos y pecados no son desorden que tienen todo en desorden y revuelta mi alma?”
Y Jesús: “Yo purificaré todo y la caridad pondrá todo en orden. Y además, cuando a un alma la hago partícipe de las penas de mi Pasión, no puede haber culpas graves, a lo

más algún defecto venial involuntario, pero mi amor, siendo fuego, consumirá todo lo que es imperfecto en tu alma”.
Así parecía que Jesús me purificaba y ordenaba toda; después derramaba como un río de miel de su corazón en el mío y con esa miel regaba todo mi interior, de modo que todo lo que estaba en mí quedaba ordenado, unido, y con la marca de la caridad.
Después de esto me he sentido salir fuera de mí misma en la bóveda de los cielos, junto con mi amante Jesús; parecía que todo estaba en fiesta, Cielo, tierra y purgatorio; todos estaban inundados de un nuevo gozo y júbilo. Muchas almas salían del purgatorio y como rayos llegaban al Cielo para asistir a la fiesta de nuestra Reina Mamá. También yo me ponía en medio de aquella multitud inmensa de gente, es decir, ángeles, santos y almas del purgatorio, que ocupaban aquel nuevo Cielo, que era tan inmenso, que el nuestro que vemos, comparado con aquél me parecía un pequeño agujero, mucho más que tenía la obediencia del confesor. Pero mientras hacía por mirar, no veía otra cosa que un Sol luminosísimo que esparcía rayos que me penetraban toda, de lado a lado, y me volvían como un cristal, tanto que se descubrían muy bien los pequeños defectos y la infinita distancia que hay entre el Creador y la criatura; tanto más que aquellos rayos, cada uno tenía su marca: Uno delineaba la Santidad de Dios, otro la pureza, otro la potencia, otro la sabiduría, y todas las otras virtudes y atributos de Dios. Así que el alma, viendo su nada, sus miserias y su pobreza, se sentía aniquilada y en vez de mirar, se postraba con la cara en la tierra ante aquel Sol Eterno, ante el Cuál no hay ninguno que pueda estar frente a Él.
Pero lo más era que para ver la fiesta de nuestra Mamá Reina, se debía ver desde dentro de aquel Sol, tanto parecía inmersa en Dios la Virgen Santísima, que mirando desde otros puntos no se veía nada. Ahora, mientras me encontraba en estas condiciones de aniquilamiento ante el Sol Divino y la Mamá Reina teniendo en sus brazos al niñito, Jesús me ha dicho:
“Nuestra Mamá está en el Cielo, te doy a ti el oficio de hacerme de mamá en la tierra, y como mi vida está sujeta continuamente a los desprecios, a la pobreza, a las penas, a los abandonos de los hombres, y mi Madre estando en la tierra fue mi fiel compañera en todas estas penas, y no sólo eso, sino buscaba aliviarme en todo, por cuanto podían sus fuerzas, así también tú, haciéndome de madre me harás fiel compañía en todas mis penas, sufriendo tú en vez mía por cuanto puedas, y donde no puedas, buscarás darme al menos un consuelo. Debes saber que te quiero toda atenta en Mí. Seré celoso aun de tu respiro si no lo haces por Mí, y cuando vea que no estás toda atenta para contentarme, no te daré ni paz ni reposo”.
Después de esto he comenzado a hacerle de mamá, pero ¡oh! cuánta atención se necesitaba para contentarlo. Para verlo contento no se podía ni siquiera dirigir una mirada a otra parte. Ahora quería dormir, ahora quería beber, ahora quería que lo acariciara y yo debía encontrarme pronta a todo lo que quería; ahora decía: “Mamá mía, me duele la cabeza, ¡ah, alíviame!” Y yo enseguida le revisaba la cabeza, y encontrando espinas se las quitaba, y poniéndole mi brazo bajo la cabeza lo hacía reposar. Mientras hacía que reposara, de repente se levantaba y decía: “Siento un peso y un sufrimiento en el corazón, tanto de sentirme morir; ve que hay”. Y observando en el interior del corazón, he encontrado todos los instrumentos de la Pasión, y uno a uno los he quitado y los he puesto en mi corazón. Después, viéndolo aliviado, he comenzado a acariciarlo y a besarlo y le he dicho: “Mi solo y único tesoro, ni siquiera me has dejado ver la fiesta de nuestra Reina Madre, ni escuchar los primeros cánticos que le cantaron los ángeles y los santos en el ingreso que hizo en el Paraíso”.
Y Jesús: “El primer canto que hicieron a mi Mamá fue el Ave María, porque en el Ave María están las alabanzas más bellas, los honores más grandes, y se le renueva el gozo que tuvo al ser hecha Madre de Dios, por eso, recitémosla juntos para honrarla y cuando tú vengas al Paraíso te la haré encontrar como si la hubieras dicho junto con los ángeles aquella primera vez en el Cielo”.

Y así hemos recitado la primera parte del Ave María juntos. ¡Oh, cómo era tierno y conmovedor saludar a nuestra Mamá Santísima junto con su amado Hijo! Cada palabra que Él decía, llevaba una luz inmensa en la cual se comprendían muchas cosas sobre la Virgen Santísima, ¿pero quién puede decirlas todas? Mucho más por mi incapacidad, por eso las paso en silencio.


+ + + +

2-60
Agosto 16, 1899

Continúa haciendo de mamá a Jesús.

Jesús continúa queriendo que le haga de mamá, y haciéndose ver como graciosísimo niñito lloraba, y para calmarle el llanto, teniéndolo entre mis brazos he comenzado a cantar, y sucedía que cuando yo cantaba cesaba de llorar, y cuando no, volvía a llorar. Yo hubiera querido dejar en el silencio lo que cantaba, primero porque no lo recuerdo todo, pues estando fuera de mí misma difícilmente recuerdo todas las cosas que pasan, y también porque creo que son desatinos, pero la señora obediencia, siendo demasiado impertinente no me lo quiere conceder; basta con que se haga como ella quiere, se contenta aunque sean desatinos. Yo no sé, se dice que esta señora obediencia es ciega, pero a mí me parece más bien que es toda ojos, porque mira hasta las mínimas cosas, y cuando no se hace como ella dice, se vuelve tan impertinente que no te da paz. Así que para tener paz de parte de esta bella señora obediencia, porque además es tan buena cuando se hace como ella dice, que todo lo que se quiere, por medio suyo se obtiene, por eso me dispongo a decir lo que recuerdo que cantaba:
Niñito, eres pequeño y fuerte, de Ti espero todo consuelo;
niñito gracioso y bello,
Tú enamoras aun a las estrellas; niñito, róbame el corazón para llenarlo de tu amor;
niñito tiernito, hazme a mí niñita;
niñito, eres un Paraíso,
¡ah! hazme ir
a divertirme en la eterna sonrisa.

+ + + +

2-61
Agosto 17, 1899

Jesús habla de la obediencia.

Esta mañana, habiendo recibido la Comunión, estaba diciéndole a mi amable Jesús: “¿Cómo es que esta virtud de la obediencia es tan impertinente y a veces tan fuerte, que llega a volverse caprichosa?”
Y Él: “¿Sabes por qué esta noble señora obediencia es como tú dices? Porque da muerte a todos los vicios, y naturalmente alguien que debe hacer sufrir la muerte a otro debe ser fuerte, valeroso, y si no lo logra con esto se sirve de las impertinencias y de los caprichos. Si esto es necesario para matar el cuerpo que es tan frágil, mucho más para dar muerte a los vicios y a las propias pasiones, que es tan difícil que muchas veces mientras parecen muertas, comienzan a revivir de nuevo. He aquí el por qué esta diligente señora está siempre en movimiento y continuamente está vigilando, y si ve que el alma pone la

más mínima dificultad a lo que le es mandado, entonces temiendo que algún vicio pueda comenzar a revivir en su corazón, le hace tanta guerra y no le da paz hasta que el alma se postra a sus pies y adora en mudo silencio lo que ella quiere; he aquí por qué es tan impertinente y casi caprichosa como tú dices. ¡Ah! sí, no hay verdadera paz sin obediencia, y si parece que se goza de paz, es paz falsa, y digo parece, porque va de acuerdo con las propias pasiones, pero jamás con las virtudes y se termina con arruinarse, porque separándose de la obediencia se separan de Mí, que fui el Rey de esta noble virtud. Además, la obediencia mata la propia voluntad y a torrentes vierte la Divina, tanto, que se puede decir que el alma obediente no vive de su voluntad, sino de la Divina; ¿y se puede dar vida más bella, más santa, que el vivir de la Voluntad de Dios mismo? Por eso, con las otras virtudes, aun con las más sublimes, puede estar junto el amor propio, pero con la obediencia jamás”.

+ + + +

2-62
Agosto 18, 1899

Cómo la palabra de Dios no sólo es verdad, sino también luz.

Viniendo esta mañana el amantísimo Jesús le he dicho: “Mi amado Jesús, yo creo que todo lo que escribo son muchos disparates”.
Y Jesús: “Mi palabra no sólo es verdad, sino también luz, y cuando una luz entra en un cuarto oscuro, ¿qué hace? Disipa las tinieblas y hace descubrir los objetos que hay, feos o bellos, si están en orden o en desorden, y del modo como se encuentra ese cuarto se juzga a la persona que ocupa aquella habitación. Ahora, la vida humana es el cuarto oscuro, y cuando la luz de la verdad entra en un alma, disipa las tinieblas, esto es, hace descubrir lo verdadero de lo falso, lo temporal de lo eterno, así que arroja de sí los vicios y se mete al orden de las virtudes, porque siendo mi luz santa, que es mi misma Divinidad, no podrá comunicar otra cosa que santidad y orden, por lo tanto el alma siente salir de sí, luz de paciencia, de humildad, de caridad y más. Si mi palabra produce en ti estas señales,
¿por qué temes?”
Después de esto, Jesús me ha hecho oír que rogaba al Padre por mí, diciendo: “Padre Santo, te pido por esta alma, haz que cumpla en todo perfectamente nuestra Santísima Voluntad, haz oh Padre adorable que sus acciones estén tan conformadas con las mías, pero en modo tal que no se puedan distinguir las unas de las otras, y así poder cumplir sobre ella lo que he diseñado”.
¿Pero quién puede decir la fuerza que me sentía infundir en mi alma por esta oración de Jesús? Me sentía vestir el alma por una fuerza tal, que para cumplir la Voluntad Santísima de Dios no me hubiera importado sufrir mil martirios, si así fuera su beneplácito. Siempre sean dadas las gracias al Señor, que tanta misericordia usa con esta pobre pecadora.

+ + + +

2-63
Agosto 21, 1899

Efectos de agradar sólo a Jesús.

Después de haber pasado dos días de sufrimientos, mi benigno Jesús se mostraba todo afabilidad y dulzura. En mi interior yo decía: “Cómo es bueno conmigo el Señor, sin embargo no encuentro en mí nada bueno que le pueda agradar”. Y Jesús respondiéndome me ha dicho:

“Amada mía, así como tú no encuentras otro placer ni otro contento, que entretenerte y conversar Conmigo y darme gusto sólo a Mí, de modo que todas las otras cosas que no son mías te disgustan, así Yo, mi placer y mi consolación es el venir a entretenerme y hablar contigo. Tú no puedes entender la fuerza que tiene sobre mi corazón, de atraerme a ella, un alma que tiene la única finalidad de agradarme sólo a Mí; me siento tan unido con ella que estoy obligado a hacer lo que ella quiere”.
Mientras Jesús así decía, comprendí que hablaba en el modo como en días pasados, mientras sufría acerbos dolores, en mi interior iba diciendo: “Jesús mío, todo por amor tuyo, estos dolores sean tantos actos de alabanza, de honor, de homenaje que te ofrezco, estos dolores sean tantas voces que te glorifiquen y tantos testimonios que digan que te amo”.

+ + + +

2-64
Agosto 22, 1899

Jesús le comunica sus virtudes.

Mi amado Jesús continúa viniendo, todo amable y majestuoso; mientras estaba en este aspecto me ha dicho:
“La pureza de mis miradas resplandezca en todas tus obras, de modo que subiendo de nuevo a mis ojos me produzca un resplandor y me distraiga de las porquerías que hacen las criaturas”.
Yo he quedado toda confundida ante estas palabras, tanto que no osaba decirle nada, pero Jesús alentándome, para darme confianza ha comenzado a decirme:
“Dime, ¿qué quieres?”
Y yo: “Cuando te tengo a Ti, ¿hay alguna otra cosa que pudiera desear?”
Pero Jesús ha insistió más de una vez que le dijera lo que quería; y yo mirándolo, he visto la belleza de sus virtudes y le he dicho: “Mi dulcísimo Jesús, dame tus virtudes”.
Y Él abriendo su corazón hacía salir tantos rayos distintos de sus virtudes, que al entrar en el mío me sentía reforzar en las virtudes.
Después ha agregado: “¿Qué otra cosa quieres?”
Y yo, acordándome que en los días pasados por un dolor que sufría no lograba que mis sentidos se perdieran en Dios, le he dicho: “Mi benigno Jesús, haz que el dolor no me impida el poder perderme en Ti”.
Y Jesús tocándome con su mano la parte donde sufría, ha mitigado la agudeza del dolor, de modo que puedo recogerme y perderme en Él.

+ + + +

2-65
Agosto 27, 1899

El efecto cuando Jesús va al alma.

Esta mañana mientras veía a mi dulce Jesús, sentía un temor de que no fuese Él sino el demonio para engañarme. Y Jesús respondiendo a mi temor me ha dicho:
“Cuando soy Yo quien se presenta al alma, todas las potencias interiores se aniquilan y conocen su nada, y Yo, viendo al alma humillada, hago sobreabundar mi amor, como tantos ríos, en modo de inundarla toda y fortificarla en el bien. Todo lo contrario sucede cuando es el demonio”.

+ + + +

2-66
Agosto 30, 1899

Jesús le hace ver el estado lamentable del mundo.

Esta mañana mi amado Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me ha hecho ver la decadencia de la religión en los hombres y un preparativo de guerra. Yo le he dicho: “¡Oh Señor, en qué estado tan lamentable se encuentra el mundo en estos tiempos en cuanto a la religión! Parece que el mundo no reconoce más a Aquel que ennoblece al hombre y lo hace aspirar a un fin eterno, pero lo que más hace llorar, es que parte de aquellos mismos que se dicen religiosos, que deberían poner la propia vida para defender la religión y hacerla resurgir, la ignoran”. Y Jesús, tomando un aspecto afligidísimo me ha dicho:
“Hija mía, esta es la causa de que el hombre viva como bestia, porque ha perdido la religión; pero tiempos más tristes vendrán para el hombre en castigo de la ceguera en la cual él mismo se ha sumergido, tanto, que se me oprime el corazón al verlo. Pero la sangre hará revivir esta santa religión, esta sangre que haré derramar por toda clase de gente, por seglares y religiosos, regará al resto de las gentes que viven como salvajes, y civilizándolas les restituirá de nuevo su nobleza. He aquí la necesidad de que la sangre se derrame y que las mismas iglesias queden casi abatidas, para hacer que regresen de nuevo y existan con su primer brillo y esplendor”.
¿Pero quién puede decir el desgarro cruel que harán en los tiempos por venir? Lo paso en silencio porque no lo recuerdo bien y no lo veo tan claro; si el Señor quiere que lo diga me dará más claridad y entonces tomaré de nuevo la pluma sobre este argumento, por eso, por ahora pongo punto.

+ + + +

2-67
Agosto 31, 1899

El confesor da la obediencia de rechazar a Jesús y no hablar con Él.

Habiendo dado el confesor la obediencia de que cuando viniera Jesús debía decir: “No puedo hablar, aléjate”. Yo lo he tomado como una broma, no como obediencia formal, por eso cuando ha venido Jesús, casi no tomando en cuenta la orden recibida, he osado decirle: “Mi buen Jesús, mira un poco lo que quiere hacer el padre”.
Y Él me ha dicho: “Hija, abnegación”.
Y yo: “¡Pero Señor, la cosa es seria: se trata de que no debo quererte! ¿Cómo puedo hacerlo?”
Y Él, por segunda vez: “Abnegación”.
Y yo: “¡Pero Señor! ¿Qué dices? ¿Crees Tú que pueda estar sin Ti?”
Y Él por tercera vez: “Hija mía, abnegación”.
Y ha desaparecido. ¿Quién puede decir cómo he quedado al ver que Jesús quería que me dispusiera a la obediencia?

+ + + +

2-68
Septiembre 1, 1899

Continúa la obediencia, pero un poco más moderada.

Habiendo venido el confesor me ha preguntado si había cumplido la obediencia, y habiéndole dicho lo que había pasado, ha renovado la obediencia de que no debía absolutamente hablar con Jesús, mi solo y único consuelo, y que debía despedirlo si venía. Y he aquí que habiendo entendido que la obediencia que se me daba era verdadera, en mi interior he dicho el “Fiat Voluntas Tua” también en esto; pero, ¡oh, cuánto me cuesta y qué cruel martirio! Siento como un clavo clavado en el corazón, que me lo traspasa de lado a lado; y como mi corazón está habituado a pedir y desear a Jesús continuamente, tanto, que así como es continuo el respirar y el latir, así me parece que es continuo el desear y querer a mi único Bien, así que querer impedir esto sería lo mismo que querer impedir a alguien el respirar y el latir del corazón, ¿cómo se podría vivir? Sin embargo se necesita hacer prevalecer la obediencia. ¡Oh Dios, qué pena, qué desgarro tan atroz! ¿Cómo impedir al corazón que pida su misma vida? ¿Cómo frenarlo? La voluntad se ponía con toda su fuerza a frenarlo, pero cómo se necesitaba continua y gran vigilancia, de vez en cuando se cansaba y se distraía y el corazón hacía su escapada y pedía a Jesús; la voluntad dándose cuenta de esto se ponía con mayor fuerza a frenarlo, pero era vencida frecuentemente; por lo que me parecía que hacía continuos actos de desobediencia. ¡Oh, en qué contrastes, qué sangrienta guerra, qué agonías mortales sufría mi pobre corazón! Me encontraba en tales estrecheces y en tales sufrimientos, que creía que se me iba la vida, no obstante esto hubiera sido un consuelo para mí si pudiese morir, pero no, y lo que era peor era que sentía penas de muerte, pero sin poder morir.
Entonces, después de haber derramado lágrimas amarguísimas todo el día, en la noche, encontrándome en mi habitual estado, mi siempre benigno Jesús ha venido, y yo, obligada por la obediencia le he dicho: “Señor, no vengas, porque la obediencia no quiere”.

Y Él compadeciéndome y queriéndome fortalecer en los sufrimientos en los que me encontraba, con su mano creadora ha marcado mi persona con un signo grande de cruz y me ha dejado.
¿Pero quién puede decir el purgatorio en el que me encontraba? Lo peor era que no podía lanzarme hacia mi sumo y único Bien. ¡Ah sí, me era negado el pedir y desear a Jesús! ¡Ah! a las almas benditas del purgatorio les es permitido pedir, desear, arrojarse hacia el sumo Bien, sólo que les está prohibido el tomar posesión de Él, a mí, no, a mí me era negado aun este consuelo. Entonces, toda la noche no he hecho otra cosa que llorar; cuando mi débil naturaleza no podía más, el amable Jesús ha regresado en actitud de querer hablar conmigo, y yo enseguida, recordando la obediencia que quiere reinar sobre todo, le he dicho: “Amada Vida mía, no puedo hablar, y no vengas, porque la obediencia no quiere. Si quieres hacer entender tu Voluntad, ve con el confesor”.
Mientras esto decía he visto al confesor, y Jesús acercándose a él le ha dicho: “Esto es imposible, a mis almas las tengo tan sumergidas en Mí, que formamos una misma sustancia, tanto que no se distingue más la una de la otra, y así como cuando dos sustancias se unen, una se transmite en la otra, y después, aunque se quiera separarlas, resulta inútil aun el pensarlo, así es imposible que mis almas puedan estar separadas de Mí”.
Y habiendo dicho esto se ha ido, y yo he quedado más afligida que antes, el corazón me latía tan fuerte que sentía abrírseme el pecho. Después de esto, no sé decir como, me he encontrado fuera de mí misma, y olvidándome no sé como de la obediencia recibida, he girado por la bóveda del cielo llorando, gritando y buscando a mi dulce Jesús, cuando de repente lo he visto venir, arrojándose entre mis brazos, todo prendado de amor y languideciendo, pero pronto he recordado el mandato recibido y le he dicho: “Señor, no me quieras tentar esta mañana, ¿no sabes que la obediencia no quiere?”

Y Él: “Me ha mandado el confesor, por eso he venido”.
Y yo: “No es verdad, ¿eres tal vez algún demonio que quiere engañarme y hacerme faltar a la obediencia?”
Y Jesús: “No soy demonio”.
Y yo: “Si no eres demonio hagámonos juntos la señal de la cruz”. Y los dos nos signamos con la cruz. Después he continuado diciéndole: “Si es verdad que te ha mandado el confesor, vayamos a él, a fin de que él mismo pueda ver si eres Jesucristo o bien el demonio, y entonces podré estar segura”.
Así hemos ido con el confesor, y como Jesús estaba en forma de niño se lo he dado en sus brazos diciéndole: “Padre, vea usted mismo, ¿es mi dulce Jesús, o no?”
Ahora, mientras Jesús bendito estaba con el padre le he dicho: “Si eres verdaderamente Jesús, bésale la mano al confesor”. Y en mi mente pensaba que si era el Señor habría hecho esa humillación de besarle la mano, pero si era un demonio, no. Y Jesús se la besó, pero no al hombre, sino a la potestad sacerdotal, así la ha besado. Después de esto parecía que el confesor lo conjuraba para ver si era demonio, y no encontrándolo tal me lo ha regresado. Pero con todo esto mi pobre corazón no podía gozar los abrazos de mi amado Jesús, porque la obediencia lo tenía como atado, obstaculizado, mucho más porque aún no había ninguna orden contraria, por eso mi corazón no osaba desahogarse, ni siquiera decir una palabra de amor…
¡Oh santa obediencia, cómo eres fuerte y potente! Yo te veo en estos días de martirio ante mí como un guerrero potentísimo, armado de la cabeza a los pies con espadas, saetas, flechas, lleno de todos aquellos instrumentos aptos para herir, y cuando ves que mi pobre corazón cansado y abatido quiere consolarse buscando su refrigerio, su vida, el centro al cual se siente atraer como por un imán, tú, mirándome con mil ojos, por todas partes me hieres con heridas mortales. ¡Ah, ten piedad de mí y no seas tan cruel conmigo!
Pero mientras digo esto, la voz de mi adorable Jesús se hace escuchar en mis oídos que dice:
“La obediencia fue todo para Mí, la obediencia quiero que sea todo para ti. La obediencia me hizo nacer, la obediencia me hizo morir, las llagas que tengo en mi cuerpo son heridas y marcas que me hizo la obediencia. Con razón has dicho que es un guerrero potentísimo, armado con toda clase de armas aptas para herir, porque en Mí no me dejó ni siquiera una gota de sangre, me arrancó a pedazos las carnes, me dislocó los huesos, y mi pobre corazón, destrozado, sangrante, iba buscando un alivio, alguien que tuviera compasión de Mí. La obediencia entonces, haciéndose para Mí más que cruel tirano, sólo se contentó cuando me sacrificó en la cruz y me vio expirar víctima por su amor. ¿Y por qué esto? Porque el oficio de este potentísimo guerrero es de sacrificar a las almas, por eso no hace otra cosa que mover guerra encarnizada a quien no se sacrifica todo por ella, por eso no tiene ninguna consideración si el alma sufre o goza, si vive o muere, sus ojos están atentos para ver si ella vence, que de las otras cosas no se toma molestia. Por eso el nombre de este guerrero es “victoria”, porque concede todas las victorias al alma obediente, y cuando parece que esta muere, entonces comienza la verdadera vida. ¿Y qué cosa no me concedió la obediencia? Por su medio vencí a la muerte, derroté al infierno, desaté al hombre encadenado, abrí el Cielo, y como Rey victorioso tomé posesión de mi reino, no sólo para Mí sino para todos mis hijos que se habrían aprovechado de mi Redención. ¡Ah! sí, es verdad que me costó la vida, pero la palabra “obediencia” me suena dulce al oído y por eso amo tanto a las almas que son obedientes”.
Vuelvo a hablar desde donde dejé.
Después de un poco ha venido el confesor, y habiéndole dicho todo lo que he dicho arriba, me ha renovado la obediencia de continuar de la misma manera, y habiéndole dicho: “Padre, permita al menos darle la libertad a mi corazón de rogarle a Jesús, que la obediencia de decirle cuando viene, no vengas y no puedo conversar, la hago”.
Y Él: “Haz cuanto puedas por frenarlo, y cuando no puedas, entonces dale libertad”.

+ + + +

2-69
Septiembre 2, 1899

El confesor la deja libre.

Ahora, con esta obediencia un poco más mitigada, mi pobre corazón parecía que de estar muerto comenzara a revivir un poco, pero con todo y esto no dejaba de estar desgarrado de mil maneras, porque la obediencia, cuando veía que el corazón se detenía un poco más en busca de su Creador, como si quisiera reposarse en Él porque estaba sin fuerza, se me venía encima y con sus armas me hería toda. Y además, ese tener que repetir aquel estribillo cuando el bendito Jesús se hacía ver: “No vengas, no puedo conversar porque la obediencia no quiere”, era para mí el más atroz y cruel martirio. Entonces mi dulce Jesús, encontrándome yo en mi habitual estado, ha venido y yo le he manifestado la orden recibida, y Él se ha ido. Una sola vez mientras yo le estaba diciendo: “No vengas, que la obediencia no quiere”, me ha dicho:
“Hija mía, ten siempre ante tu mente la luz de mi Pasión, porque al ver mis acerbísimas penas, las tuyas te parecerán pequeñas, y al considerar la causa por la que sufrí tantos dolores inmensos, que fue el pecado, los más pequeños defectos te parecerán graves. En cambio, si no te miras en Mí, las más pequeñas penas te parecerán pesadas y los defectos graves los tomarás como cosa de nada”. Y ha desaparecido.
Después de un poco ha venido el confesor, y habiéndole preguntado si aún debía continuar esta obediencia, me ha dicho: “No, puedes decirle lo que quieras y tenlo cuanto quieras”.
Parece que he sido dejada libre y ya no tengo tanto que hacer con este guerrero tan potente, de otra manera esta vez se habría hecho tan fuerte que me hubiera dado la muerte, pero me habría hecho hacer una gran ganancia porque me habría unido para siempre al sumo Bien, y no a intervalos, y se lo hubiera agradecido, es más, le habría cantado el cántico de la obediencia, o sea el cántico de las victorias, así que me habría reído de toda su fuerza… Pero mientras decía esto, ante mí ha aparecido un ojo resplandeciente y bello, y una voz que decía: “Y yo me habría unido junto contigo y me habría complacido de reír, porque habría sido mía la victoria”.
Y yo: “¡Oh! amada obediencia, después de habernos reído juntas te habría dejado a las puertas del Paraíso para decirte adiós y no vernos más, y así no tener que ver más contigo, y me hubiera cuidado muy bien de no dejarte entrar”.


+ + + +

2-70
Septiembre 5, 1899

Cómo Jesús obra la perfección en el alma poco a poco.

Esta mañana me encontraba en tal abatimiento de ánimo y me veía tan mala, que yo misma me volvía insoportable. Habiendo venido Jesús le he dicho mis penas y el miserable estado en el cual me encontraba, y Él me ha dicho:
“Hija mía, no quieras perder el ánimo, esta es mi costumbre, el obrar la perfección paso a paso y no todo en un instante, a fin de que el alma, viendo siempre que le falta alguna cosa, se impulse, haga todos los esfuerzos para alcanzar lo que le falta, a fin de agradarme más y de santificarse mayormente, entonces Yo, atraído por esos actos me siento forzado a darle nuevas gracias y favores celestiales, y con esto se viene a formar un comercio todo divino entre el alma y Dios, de otra manera, poseyendo el alma en sí la plenitud de la perfección, y por lo tanto de todas las virtudes, no encontraría modos de

cómo esforzarse, cómo agradarle más y vendría a faltar la yesca para encender el fuego entre la criatura y el Creador”.
¡Sea siempre bendito el Señor!

+ + + +

2-71
Septiembre 9, 1899

Jesús le habla de la nada y del amor que le lleva.

Jesús continúa viniendo, pero con un aspecto todo nuevo. Parecía que de su corazón bendito salía un tronco de árbol que tenía tres raíces distintas, y este tronco, de su corazón entraba en el mío, y saliendo de mi corazón el tronco formaba tantas bellas ramas cargadas de flores, de frutos, de perlas y de piedras preciosas, resplandecientes como estrellas fulgidísimas. Ahora, mi amante Jesús, viéndose a la sombra de este árbol, se recreaba todo, mucho más que del árbol caían tantas perlas que formaban un bello adorno a su Santísima Humanidad. Mientras estaba en esta posición me ha dicho:
“Hija mía amadísima, las tres raíces que ves que contiene este árbol son: la fe, la esperanza y la caridad. Y lo que tú ves que este tronco sale de Mí y se introduce en tu corazón, significa que no hay bien que posean las almas que no venga de Mí; así que después de la fe, la esperanza y la caridad, el primer desarrollo que hace este tronco es el hacer conocer que todo el bien viene de Dios, que de ellas no tienen otra cosa que su propia nada, y que esta nada no hace otra cosa que darme la libertad de hacerme entrar en ellas y hacerme obrar lo que quiero; mientras que hay otras nadas, esto es, otras almas, que con la libre voluntad que tienen se oponen, entonces, faltando este conocimiento, el tronco no produce ni ramas ni frutos, ni ninguna otra cosa de bueno. Las ramas que contiene este árbol, con todo el aparato de las flores, frutos, perlas y piedras preciosas, son todas las diversas virtudes que puede poseer el alma. Ahora, ¿quién ha dado la vida a este árbol tan bello? Ciertamente las raíces, esto significa que la fe, la esperanza y la caridad abrazan todo, contienen todas las virtudes, tanto, que son puestas como base y fundamento del árbol, y sin ellas no se puede producir ninguna otra virtud”.
Así que he comprendido también que las flores significan las virtudes, los frutos los sufrimientos, las piedras preciosas y las perlas el sufrir únicamente por el solo amor de Dios. He aquí por qué aquellas perlas que caían formaban ese bello ornamento a Nuestro Señor. Ahora, mientras Jesús se sentaba a la sombra de este árbol, me miraba con ternura toda paterna, entonces, tomado por un rapto amoroso, que parecía que no podía contener en Sí, abrazándome fuertemente ha comenzado a decir:
“¡Cómo eres bella! Tú eres mi candorosa paloma, mi amada morada, mi templo vivo, en el cual unido con el Padre y el Espíritu Santo me complazco en deleitarme. Tu continuo penar por Mí me alivia y consuela de las continuas ofensas que me hacen las criaturas. Debes saber que es tanto el amor que te tengo, que estoy obligado a esconderlo en parte, para hacer que tú no enloquezcas y puedas vivir, porque si te lo hiciese ver no sólo enloquecerías, sino que no podrías continuar viviendo, tu débil naturaleza quedaría consumada por las llamas de mi amor”.
Mientras esto decía yo me sentía toda confundir y aniquilar, y me sentía hundir en el abismo de mi nada, porque me veía toda imperfecta, especialmente notaba mi ingratitud y frialdad a las tantas gracias que el Señor me hace. Pero espero que todo redunde a su gloria y honor, esperando con firme confianza que en un esfuerzo de su amor quiera vencer mi dureza.

+ + + +


2-72
Septiembre 16, 1899

Divergencia con Jesús. Efectos del sufrir sólo por Dios.

Esta mañana, mi adorable Jesús ha venido, y temiendo que fuese el demonio le he dicho: “Permíteme que te signe la frente con la cruz”, y enseguida lo he persignado y así he quedado más segura y tranquila.
Ahora, Jesús bendito parecía cansado y se quería reposar en mí, y como también yo me sentía cansada por los sufrimientos de los días pasados, especialmente por sus poquísimas venidas, sentía la necesidad de reposarme en Él. Entonces, después de haber discutido un poco me ha dicho:
“La vida del corazón es el amor. Yo soy como un enfermo que arde por la fiebre, que va buscando un refrigerio, un alivio para el fuego que lo devora. Mi fiebre es el amor; ¿pero dónde obtengo los refrigerios, los alivios más aptos para el fuego que me consume? De las penas y aflicciones sufridos por mis almas predilectas sólo por mi amor; muchas veces estoy esperando y esperando a que el alma se vuelva a Mí para decirme: “Señor, sólo por amor tuyo quiero sufrir esta pena”. ¡Ah sí, estos son mis refrigerios y los alivios más aptos que me alivian y me apagan el fuego que me consume!”
Después de esto se ha arrojado en mis brazos languideciendo para reposarse. Mientras Jesús reposaba yo comprendía muchas cosas sobre las palabras dichas por Él, especialmente sobre el sufrir por amor suyo. ¡Oh, qué moneda de inestimable valor! Si todos la conociéramos haríamos competencia a ver quién pudiera sufrir más; pero yo creo que todos somos cortos de vista para conocer esta moneda tan preciosa, por eso no se llega a tener conocimiento de ella.

+ + + +

2-73
Septiembre 19, 1899

Jesús habla de la fe, de la esperanza y caridad.

Encontrándome esta mañana un poco turbada, especialmente por el temor de que no sea Jesús quien viene sino el demonio, y de que mi estado no sea Voluntad de Dios, mientras me encontraba en esta agitación, ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho:
“Hija mía, no quiero que pierdas el tiempo, pensando en esto tú te distraes de Mí y me haces faltar el alimento para nutrirme, lo que quiero es que pienses solamente en amarme y en estarte toda abandonada en Mí, así me prepararás un alimento muy agradable, y no de vez en cuando como harías si continuases haciendo así, sino continuamente. ¿Y no sería esto tu grandísimo contento, que tu voluntad, con estar abandonada en Mí y con el amarme, fuese alimento para Mí, tu Dios?”
Después de esto me ha hecho ver su corazón y dentro tenía tres globos de luz distintos, que después formaban uno solo, y Jesús volviendo a hablar me ha dicho:
“Los globos de luz que ves en mi corazón son la fe, la esperanza y la caridad, que traje a la tierra para hacer feliz al hombre sufriente, ofreciéndoselos en don; ahora, también a ti te quiero hacer un don más especial”.
Y mientras así decía, de aquellos globos de luz salían como tantos hilos de luz que inundaban mi alma, formando como una especie de red, y yo quedaba dentro.
Y Jesús: “Mira en lo que quiero que ocupes tu alma: Primero vuela con las alas de la fe y sumergiéndote en esa luz conocerás y adquirirás siempre nuevas noticias de Mí, tu Dios, pero al conocerme más tu nada se sentirá casi dispersa, y no tendrás donde apoyarte. Pero tú elévate más y arrojándote en el mar inmenso de la esperanza, el cual son todos mis méritos que adquirí en el curso de mi vida mortal, y todas las penas de mi Pasión que también de ellas hice don al hombre, y sólo por medio de estos puedes esperar los bienes inmensos de la fe, porque no hay otro medio para poderlos obtener. Entonces, sirviéndote de estos mis méritos como si fuesen tuyos, tu nada no se sentirá más dispersa y hundida en el abismo de la nada, sino que adquiriendo nueva vida quedará embellecida, enriquecida en modo tal de atraerse las mismas miradas divinas; y entonces no más tímida, sino que la esperanza le suministrará el valor, la fuerza, de modo de volver al alma estable como columna, expuesta a todas las inclemencias del aire, como son las diferentes tribulaciones de la vida, que no la moverán nada, y la esperanza hará que el alma no sólo se sumerja sin temor en las inmensas riquezas de la fe, sino que se volverá dueña y llegará a tanto con la esperanza, de hacer suyo al mismo Dios. ¡Ah! sí, la esperanza hace llegar al alma hasta donde quiere, la esperanza es la puerta del Cielo, así que sólo por su medio se abre, porque quien todo espera, todo obtiene. Entonces el alma, cuando haya llegado a hacer suyo al mismo Dios, súbito, sin ningún obstáculo se encontrará en el océano inmenso de la caridad, y ahí llevando consigo la fe y la esperanza, se sumergirá dentro y hará una sola cosa Conmigo, su Dios”.
El amantísimo Jesús continúa diciendo: “Si la fe es el rey y la caridad es la reina, la esperanza es como madre pacificadora que pone paz en todo, porque con la fe y la caridad puede haber tribulaciones, pero la esperanza, siendo vínculo de paz, convierte todo en paz. La esperanza es sostén, la esperanza es alivio, y cuando el alma elevándose con la fe ve la belleza, la santidad, el amor con el cual es amada por Dios, se siente atraída a amarlo, pero viendo su insuficiencia, lo poco que hace por Dios, el cómo debería amarlo y no lo ama, se siente desconsolada, turbada y casi no se atreve a acercarse a Dios; entonces, enseguida sale esta madre pacificadora de la esperanza, y poniéndose en medio de la fe y la caridad comienza a hacer su oficio de poner paz, así que pone en paz de nuevo al alma, la empuja, la eleva, le da nuevas fuerzas y llevándola ante el rey de la fe y la reina de la caridad, excusa al alma, pone ante el alma nueva efusión de sus méritos y les pide que la quieran recibir, y la fe y la caridad, teniendo en la mira sólo a esta madre pacificadora, tan

tierna y llena de compasión, reciben al alma y Dios forma la delicia del alma, y el alma la delicia de Dios”.
¡Oh santa esperanza, cómo eres admirable! Yo me imagino ver al alma que es poseída por esta bella esperanza, como un noble viajero que camina para ir a tomar posesión de unas tierras que formarán toda su fortuna, pero como es desconocido y viaja por tierras que no son suyas, quién lo escarnece, quién lo insulta, quién lo despoja de sus vestidos y quién llega hasta golpearlo y a amenazarlo con quitarle la piel, ¿y el noble viajero qué hace en todas estas dificultades? ¿Se turbará? ¡Ah, no, jamás!, más bien no tomará en cuenta a aquellos que le hacen todo esto, y conociendo bien que mientras más sufrirá, tanto más será honrado y glorificado cuando llegue a tomar posesión de sus tierras, por eso él mismo incita a la gente para que lo atormenten más. Pero él siempre está tranquilo, goza la más perfecta paz, y en medio de estos insultos está tan calmado, que mientras los demás están despiertos a su alrededor, él está durmiendo en el seno de su suspirado Dios. ¿Quién suministrará a este viajero tanta paz y tanta firmeza para seguir el viaje emprendido? Ciertamente la esperanza de los bienes eternos que serán suyos, y así superará todo para tomar posesión de ellos. Ahora pensando que son suyos, viene a amarlos, y he aquí que la esperanza hace nacer la caridad.
¿Quién puede decir lo que Jesús bendito me hace ver con aquella luz? Hubiera querido pasarlo en silencio, pero veo que la señora obediencia dejando el vestido amigable, toma el aspecto de guerrero y toma sus armas para hacerme guerra y herirme.
¡Ah, no te armes tan pronto!, deja tus garras, estate tranquila, que por cuanto pueda haré como tú dices, y así permaneceremos siempre amigas.
Ahora, cuando el alma se pone en el extensísimo mar de la caridad, prueba delicias inefables, goza alegrías inenarrables a un alma mortal. Todo es amor; sus suspiros, sus latidos, sus pensamientos, son tantas voces sonoras que hace resonar en torno a su amadísimo Dios, voces todas de amor que lo llaman a ella, de modo que Dios bendito, atraído, herido por estas voces amorosas, le corresponde, y sucede que los suspiros, los latidos y todo el Ser Divino llaman continuamente al alma hacia Dios.
¿Quién puede decir cómo queda herida el alma por estas voces? ¿Cómo comienza a delirar como si tuviera fiebre altísima, cómo corre como enloquecida y va a arrojarse en el amoroso corazón de su Amado para encontrar refrigerio y a torrentes chupa las delicias divinas? Ella queda ebria de amor, y en su embriaguez entona cantos todos amorosos a su Esposo dulcísimo. ¿Pero quién puede decir todo lo que pasa entre el alma y Dios? ¿Quién puede decir algo sobre esta caridad que es Dios mismo?
En este momento veo una luz grandísima y mi mente ahora queda asombrada, ahora se fija en un punto, ahora en otro, y hago por ponerlo en el papel pero me siento balbuceante al explicarlo. Así que no sabiendo qué hacer, por ahora hago silencio; y espero que la señora obediencia por esta vez quiera perdonarme, pues si ella quiere enojarse conmigo, esta vez no tiene tanta razón, porque la culpa es suya, porque no me da una lengua ágil para saber decirlo. ¿Ha comprendido, reverendísima obediencia? Quedamos en paz, ¿no es verdad?

+ + + +

2-74
Septiembre 21, 1899

Divergencias con la obediencia. La causa de su estado.

Sin embargo, ¿quién lo diría? A pesar de que la culpa es suya, que no me da la capacidad para saberlo manifestar, la señora obediencia se lo ha tomado a mal y ha comenzado a hacerla de tirano cruel, y ha llegado a tal crueldad que me ha quitado la vista de mi amado Bien, mi solo y único consuelo. Se ve que a veces hasta se comporta como niña, que cuando quiere salirse con la suya en un capricho, si no lo logra por la buena llena la casa con gritos, con llantos, tanto, que se ve uno obligado a contentarla por la fuerza. No hay razones, no hay medios para persuadirla; así hace la señora obediencia, es tenaz, no te hubiera creído así, y como ella quiere vencer, quiere que aun balbuceante escriba sobre la caridad. ¡Oh Dios santo! Tú mismo vuélvela más razonable, porque en este modo no se puede seguir adelante. Y tú, ¡oh! obediencia, devuélveme a mi dulce Jesús, no me toques más a lo vivo y te pido que no me quites la vista de mi sumo Bien, y yo te prometo que aun balbuceante escribiré como quieres tú. Sólo te pido la gracia de que me dejes reanimarme durante algunos días, porque mi mente, demasiado pequeña, no resiste más el estar sumergida en aquel vasto océano de la caridad divina, especialmente que ahí descubro más mis miserias y mi fealdad, y al ver el amor que Dios me tiene, me siento casi enloquecer, así que mi débil naturaleza se siente desfallecer y no puede más. Pero al mismo tiempo me ocuparé en escribir otras cosas, para después seguir con la caridad.
Sigo con mi pobre decir. Encontrándose mi mente ocupada en las cosas dichas antes, pensaba entre mí: “¿En qué aprovecharía escribir esto si yo misma no practicase lo que escribo? Este escrito ciertamente sería una condena para mí”. Mientras esto pensaba, ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
“Este escrito servirá para hacer conocer quién es Aquel que te habla y ocupa tu persona; y además, si no te sirve a ti, mi luz servirá a otros que leerán lo que te hago escribir”.
¿Quién puede decir cómo he quedado mortificada al pensar que otros aprovecharán las gracias que me hace si leen estos escritos, y yo que las recibo no? ¿No me condenarán ellos? Y además, con sólo pensar que llegarán a manos de otros se me oprime el corazón por la pena y por la vergüenza de mí misma. Ahora, permaneciendo en grandísima aflicción, iba repitiendo: “¿En qué aprovecha mi estado si servirá de condena?”
Y el amorosísimo Jesús regresando me ha dicho: “Mi Vida fue necesaria para la salvación de los pueblos, y como no la pude continuar sobre la tierra, por eso elijo a quien me place para continuarla en ellos, para poder continuar la salvación de los pueblos, he aquí el provecho de tu estado”.

+ + + +

2-75
Septiembre 22, 1899

Jesús le habla de sus escritos. Contiendas con la obediencia.

Sintiéndome un clavo clavado en el corazón por las palabras que ayer dijo mi dulce Jesús, y siendo Él siempre benigno con esta miserable pecadora, para aliviar mis penas ha venido, y compadeciéndome toda me ha dicho:
“Hija mía, no quieras afligirte más. Debes saber que todo lo que te hago escribir, o sobre las virtudes o bajo alguna semejanza, no es otra cosa que hacer que te pintes tú misma, y a aquella perfección a la cual he hecho llegar tu alma”.
¡Oh Dios! Qué gran repugnancia siento al escribir estas palabras, porque no me parece que sea verdad lo que dice. Siento que no entiendo aún qué cosa sea virtud y perfección, pero la obediencia así lo quiere, y es mejor morir que tener que ver con ella.

Mucho más que tiene dos caras: Si se hace como ella dice, toma el aspecto de señora y te acaricia como amiga fiel, y hasta te promete todos los bienes que hay en el Cielo y en la tierra; pero si después descubre una sombra de dificultad en contra, súbito, sin que uno lo advierta, si uno la mira se encuentra como un guerrero que está preparando sus armas para herirte y destruirte. ¡Oh mi Jesús! ¿Qué tipo de virtud es esta obediencia que hace temblar con solo pensar en ella?
Entonces, mientras Jesús me decía aquellas palabras, yo le he dicho: “Mi buen Jesús, ¿en qué aprovecha a mi alma el tener tantas gracias, si después me amargan toda mi vida, especialmente en las horas de tu privación? Porque el comprender quién eres Tú y de quién estoy privada, es un continuo martirio para mí; por lo tanto no me sirven más que para hacerme vivir continuamente amargada”.
Y Él ha agregado: “Cuando una persona ha gustado lo dulce de un alimento y después es obligada a tomar lo amargo, para quitar esa amargura se duplica el deseo de gustar lo dulce, y esto sirve mucho a aquella persona, porque si gustara siempre lo dulce sin probar jamás lo amargo, no tendría gran aprecio por lo dulce, y si siempre gustara lo amargo sin conocer lo dulce, no conociéndolo ni siquiera lo desearía, por eso lo uno y lo otro sirven, y así te sirven también a ti”.
Y yo: “Pacientísimo Jesús mío, perdóname por tener que soportar a un alma tan mísera e ingrata, me parece que esta vez quiero investigar demasiado”.
Y Jesús: “No te turbes, soy Yo mismo el que pongo las dificultades en tu interior para tener ocasión de conversar contigo, y a la vez para instruirte en todo”.

+ + + +

2-76
Septiembre 25, 1899

Temor de que sus escritos puedan encontrarse en manos de otros.

En mi mente estaba pensando: “Si estos escritos llegaran a manos de alguien, tal vez dirá: “Ha de ser una buena cristiana porque el Señor le hace tantas gracias”, sin saber que a pesar de todo esto soy todavía muy mala. He aquí cómo las personas se pueden engañar tanto en el bien, como en el mal. ¡Ah Señor, sólo Tú conoces la verdad y el fondo de los corazones!” Mientras esto pensaba ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
“Amada mía, ¿y si las gentes supieran que tú eres mi defensora, y la de ellas?”
Y yo: “Mi Jesús, ¿qué dices?”
Y Él: “¡Cómo! ¿No es verdad que tú me defiendes de las penas que ellas me dan al ponerte en medio entre Yo y ellas, y tomas sobre ti el golpe que Yo estaba por recibir en Mí, y el que Yo debía descargar sobre ellas? Y si alguna vez no los recibes sobre ti es porque no te lo permito, y esto con una gran pena, hasta lamentarte Conmigo; ¿lo puedes acaso negar?”
“No Señor, no puedo negarlo, pero veo que es una cosa que Tú mismo has infundido en mí, por eso digo que el hecho no es que yo sea buena, y me siento toda confundida al oír que me dices estas palabras”.

+ + + +

2-77
Septiembre 26, 1899

Causa por la que Jesús no toma en cuenta las oposiciones. Vista abstractiva e intuitiva del alma.

Esta mañana, habiendo venido mi adorable Jesús, me ha transportado fuera de mí misma, pero con mi suma pena lo veía de espaldas, y por cuanto le he rogado que me dejara ver su santísimo rostro me resultaba imposible. En mi interior iba diciendo: “Quién sabe, a lo mejor son mis oposiciones a la obediencia de escribir, por lo que no se digna hacer ver su rostro adorable”. Y mientras esto decía lloraba. Después de que me ha hecho llorar se ha volteado y me ha dicho:
“Yo no tomo en cuenta tus oposiciones, porque tu voluntad está tan fundida con la mía que no puedes querer sino lo que quiero Yo; por eso mientras te repugna, al mismo tiempo te sientes atraída como por un imán a hacerlo, así que tus repugnancias no sirven para otra cosa que para volver más bella y resplandeciente la virtud de la obediencia, por eso no las tomo en cuenta”.
Después he visto su bellísimo rostro, y en mi interior sentía un contento indescriptible, y dirigiéndome a Él le he dicho: “Dulcísimo Amor mío, si yo siento tanto deleite al verte,
¿qué habrá sentido nuestra Mamá Reina cuando te encerraste en su seno purísimo? ¿Qué contentos, cuántas gracias no le diste?”
Y Él: “Hija mía, fueron tales y tantas las delicias y las gracias que vertí en Ella, que basta decirte que lo que Yo soy por naturaleza, nuestra Madre lo llegó a ser por gracia; mucho más, pues no teniendo culpa, mi gracia pudo dominar en Ella libremente, así que no hay cosa de mi Ser, que no le conferí a Ella”.
En aquel instante me parecía ver a nuestra Reina Madre como si fuese otro Dios, con esta sola diferencia: Que en Dios es naturaleza propia, y en María Santísima es gracia conseguida. ¿Quién puede decir cómo he quedado asombrada? ¿Cómo mi mente se perdía al ver un portento de gracia tan prodigioso? Entonces, dirigiéndome a Él le he dicho: “Amado Bien mío, nuestra Madre tuvo tanto bien porque te hacías ver intuitivamente; yo quisiera saber cómo te muestras a mí, con la vista abstractiva o intuitiva. Quién sabe si es también abstractiva”.
Y Él: “Quiero hacerte entender la diferencia que hay entre una y otra. En la abstractiva el alma mira a Dios, en la intuitiva entra dentro de Él y consigue las gracias, esto es, recibe en sí la participación del Ser Divino; y tú, ¿cuántas veces no has participado de mi Ser? Ese sufrir que en ti parece como si fuera connatural, esa pureza que llegas hasta sentir como si no tuvieras cuerpo, y tantas otras cosas, ¿no te las he dado cuando te he atraído a Mí intuitivamente?”
“¡Ah! Señor, es verdad, y yo, ¿cuáles agradecimientos te he dado por todo esto?
¿Cuál ha sido mi correspondencia? Siento vergüenza de sólo pensarlo, pero ¡ah! perdóname y haz que me puedan conocer en el Cielo y en la tierra como un sujeto de tus infinitas misericordias.

+ + + +

2-78
Septiembre 30, 1899

Tentaciones. Cómo la paciencia en sufrir las tentaciones es como un alimento sustancioso.

Primero debo decir que he pasado una hora de infierno. Luego, rápidamente he mirado una imagen del niño Jesús, y un pensamiento como rayo ha dicho al niño: “¡Cómo eres feo!” He tratado de no darle importancia ni turbarme para evitar cualquier juego con el demonio, pero a pesar de esto aquel rayo diabólico me ha penetrado en el corazón, y sentía que mi pobre corazón odiaba a Jesús. ¡Ah sí, me sentía en el infierno haciendo compañía a los condenados, sentía el amor cambiado en odio! ¡Oh Dios, qué pena el no poderte amar! Decía: “Señor, es verdad que no soy digna de amarte, pero al menos acepta esta pena, que quisiera amarte y no puedo”.

Después de haber pasado en el infierno más de una hora, parece que he salido, gracias a Dios, ¿pero quién puede decir cuán afligido ha quedado mi pobre corazón, débil por la guerra sostenida entre el odio y el amor? Sentía tal postración de fuerzas que me parecía no tener más vida. Entonces fui sorprendida por mi habitual estado, pero oh, cómo estaba decaída, mi corazón y todas las potencias interiores, que con ansia inenarrable desean y van en busca de su sumo y único Bien y sólo se detienen cuando lo han encontrado, y con sumo contento se lo gozan, esta vez no se atrevían a moverse, estaban tan aniquiladas, confundidas y abismadas en su propia nada, que no se hacían sentir. ¡Oh Dios, qué golpe cruel ha tenido que sufrir mi pobre corazón! Con todo esto mi siempre benigno Jesús ha venido y su vista consoladora me ha hecho olvidar rápidamente el haber estado en el infierno, tanto, que ni siquiera he pedido perdón a Jesús. Las potencias interiores, humilladas, cansadas como estaban, parecía que se reposaban en Él; todo era silencio, por ambas partes no había más que alguna mirada amorosa con la que nos heríamos el corazón uno al otro. Después de haber estado por algún tiempo es este profundo silencio, Jesús me ha dicho:
“Hija mía, tengo hambre, dame alguna cosa”.
Y yo: “No tengo nada que darte”. Pero en ese mismo instante he visto un pan y se lo he dado, y parecía que Él con todo gusto se lo comía. Ahora, en mi interior iba diciendo: “Hace ya algunos días que no me dice nada”. Y Jesús ha respondido a mi pensamiento:
“A veces el esposo se complace en tratar con su esposa, confiarle sus más íntimos secretos; otras veces se deleita con más gusto en descansar y en contemplarse mutuamente su belleza, mientras que el hablar impide el reposarse, y el solo pensamiento de lo que se debe decir o de qué cosa se debe tratar, no deja poner atención en ver la belleza del esposo y de la esposa, pero sin embargo esto sirve, porque después de haberse reposado y comprendido de más su belleza, vienen a amarse más y con mayor fuerza salen para trabajar, tratar y defender sus intereses. Así estoy haciendo contigo, ¿no estás contenta?”
Después de esto, un pensamiento me ha relampagueado en la mente, acerca de la hora pasada en el infierno y súbito he dicho: “Señor, perdóname cuantas ofensas te he hecho”.
Y Él: “No quieras afligirte ni turbarte, soy Yo quien conduce al alma hasta en lo profundo del abismo, para poder después conducirla más rápido al Cielo”.
Después me hizo comprender que aquel pan que encontré en mí no era otra cosa que la paciencia con la cual había soportado esa hora de sangrienta batalla, así que la paciencia, la humillación, el ofrecimiento a Dios de lo que se sufre en tiempo de tentación, es un pan sustancioso que se da a Nuestro Señor y que Él acepta con mucho gusto.

+ + + +

2-79
Octubre 1, 1899

Jesús habla con amargura de los abusos de los sacramentos.

Esta mañana Jesús seguía haciéndose ver en silencio, pero con un aspecto afligidísimo, y tenía clavada en la cabeza una tupida corona de espinas; mis potencias interiores las sentía en silencio y no se atrevían a decir una sola palabra; viendo que sufría mucho en la cabeza he extendido mis manos y poco a poco le he quitado la corona, pero,
¡qué acerbo espasmo sufría, cómo se abrían las heridas y la sangre corría a ríos! A decir verdad era cosa que desgarraba el alma. Después de haberle quitado la corona de espinas la he puesto sobre mi cabeza, y Él mismo ayudaba a que penetrara bien, pero todo era silencio por ambas partes. Pero cuál ha sido mi asombro, porque poco después lo he mirado de nuevo y le estaban poniendo otra corona de espinas con las ofensas que le hacían. ¡Oh perfidia humana! ¡Oh incomparable paciencia de mi Jesús, cuán grande eres!

Y Jesús callaba y casi no los veía para no saber quiénes eran sus ofensores. Entonces de nuevo se la he quitado, y avivándose todas mis potencias interiores por una tierna compasión, le he dicho:
“Amado Bien mío, dulce vida mía, ¿dime por qué no me dices nada? No ha sido jamás tu costumbre esconderme tus secretos. ¡Ah!, hablemos un poco, así desahogaremos un poco el dolor y el amor que nos oprime”.
Y Él: “Hija mía, tú eres el alivio en mis penas. Sin embargo debes saber que no te digo nada porque tú me obligas siempre a no castigar a las gentes, quieres oponerte a mi justicia, y si no hago como tú quieres quedas descontenta y Yo siento una pena de más, o sea el no tenerte contenta, así que para evitar disgustos por ambas partes mejor hago silencio”.
Y yo: “Mi buen Jesús, ¿acaso has olvidado cuánto sufres Tú mismo después de que has usado la justicia? El verte sufrir en las criaturas es lo que me decide a forzarte para que no castigues a la gente. Y además, ese ver a las mismas criaturas volverse contra Ti como tantas víboras venenosas, que si estuviera en su poder ya te hubieran quitado la vida, porque se ven bajo tus flagelos, y así irritan más tu justicia, no me da valor para decir Fiat Voluntas Tua”.
Y Él: “Mi justicia no puede seguir más allá; me siento herir por todos, por sacerdotes, por devotos, por seglares, especialmente por el abuso de los sacramentos: Quién no les presta ninguna atención, agregando los desprecios; quienes frecuentándolos, de ellos hacen una plática de placer, y quién no estando satisfecho en sus caprichos, llega por esto a ofenderme. ¡Oh! cómo queda desgarrado mi corazón al ver reducidos los sacramentos como aquellas cuadros pintados, o como aquellas estatuas de piedra que de lejos parecen vivas, pero si se acerca uno se comienza a descubrir el engaño; y entonces si se hace por tocarlas, ¿qué cosa se encuentra? Papel, piedra, madera, objetos inanimados, y se queda desengañado del todo. Así son reducidos los sacramentos, para la mayor parte no hay otra cosa que la sola apariencia y quedan más sucios que limpios. Y además, el espíritu de interés que reina en los religiosos, es para llorar, ¿no te parece que son todo ojos ahí donde hay una miserable ganancia, hasta llegar a envilecer su dignidad? Pero donde no está el interés no tienen manos ni pies para moverse ni siquiera un poquito. Este espíritu de interés les llena tanto el interior, que desborda al exterior y hasta los mismos seglares sienten la peste, y escandalizados no tienen fe en sus palabras. ¡Ah sí, ninguno deja de ofenderme!; hay quien me ofende directamente, y quien, pudiendo impedir tanto mal, no se preocupa en hacerlo, así que no tengo a quién dirigirme. Pero Yo los castigaré de manera de hacerlos inútiles, y a quién destruiré perfectamente, llegarán a tanto, que quedarán desiertas las iglesias, sin tener quién administre los sacramentos”.
Interrumpiendo su decir, toda espantada he dicho: “Señor, ¿qué dices? Si hay quienes abusan de los sacramentos, también hay muchas hijas buenas que los reciben con las debidas disposiciones y sufren mucho si no los frecuentan”.
Y Él: “Demasiado escaso es su número, y además su pena por no poder recibirlos, servirá como una reparación a Mí y para ser víctimas por aquellos que abusan”.
¿Quién puede decir cómo he quedado herida por este hablar de Jesús bendito? Pero espero que quiera aplacarse por su infinita misericordia.

+ + + +

2-80
Octubre 3, 1899

Divergencias con la obediencia, y cómo ésta es Jesús mismo.

Esta mañana, Jesús continuaba haciéndose ver afligido. Yo no tenía valor de decirle ni una palabra a mi pacientísimo Jesús, por temor de que volviera a lamentarse por el estado religioso, y esto porque la obediencia quiere que escriba todo, también lo que

respecta a la caridad del prójimo, y esto es tan penoso para mí que he debido luchar a brazo partido con la señora obediencia, la que tomó su aspecto de guerrero potentísimo, armado con sus armas para darme la muerte. En verdad me he encontrado en tales estrecheces, que yo misma no sabía qué hacer. Escribir según la luz con la que Jesús me hacía ver la caridad del prójimo, me parecía imposible, me sentía herir el corazón por mil espinas, me sentía enmudecer la boca y disminuir el ánimo y le decía: “Amada obediencia, tú sabes cuánto te amo y que de buena gana por amor tuyo daría la vida, pero veo que aquí no puedo, y tú misma ves el desgarro de mi alma. ¡Ah! no te vuelvas enemiga, no seas despiadada conmigo, sé más indulgente con quien tanto te ama. Ven conmigo tú misma y veamos juntas lo que más nos conviene decir”.
Así parece que ha depuesto su furor y ella misma dictaba lo que era más necesario, encerrando en pocas palabras todo el sentido de las diferentes cosas respecto a la caridad, aunque a veces quería ser más detallada y yo le decía, basta, que con un poco de reflexión entiendan lo que significa, ¿no es mejor encerrar en una palabra todo el significado, que en tantas palabras?.
A veces cedía la obediencia, a veces yo, y así parece que hemos estado de acuerdo. Cuánta paciencia se necesita con esta bendita señora obediencia, verdaderamente señora, porque basta que se le dé el derecho de dominar, y cambia su aspecto por el de un mansísimo cordero, ella misma hace el sacrificio del trabajo y hace reposar al alma con su Señor, poniéndose ella alrededor con ojo vigilante, para hacer que nadie ose molestarla ni interrumpir su sueño; y mientras el alma duerme, esta noble señora ¿qué hace? Ella está sudando de su frente, apurándose en el trabajo que le tocaba al alma, cosa que verdaderamente hace asombrar a cualquier mente humana inteligente, y mueve a los corazones a amarla.
Ahora, mientras esto digo, en mi interior pienso: “¿Pero qué cosa es esta obediencia?
¿De qué está formada? ¿Cuál es el alimento que la sostiene?” Y Jesús hace oír su armoniosa voz en mi oído que dice:
“¿Quieres saber qué cosa es la obediencia? La obediencia es la quintaesencia del amor; la obediencia es el amor más fino, más puro, más perfecto, extraído por el sacrificio más doloroso, cual es el destruirse a sí mismo para vivir de Dios. La obediencia, siendo nobilísima y divina, no admite en el alma nada de humano y que no sea suyo, por eso toda su atención es destruir en el alma todo lo que no pertenece a su nobleza divina, como es el amor propio, y hecho esto, poco le interesa que sea ella sola la que se esfuerce y se fatigue por lo que debería hacer el alma, y a ésta la hace reposar tranquilamente. Finalmente, la obediencia soy Yo mismo”.
¿Quién puede decir cómo he quedado maravillada y estática al oír este hablar de Jesús bendito? ¡Oh! santa obediencia, cómo eres incomprensible, yo me postro a tus pies y te adoro; te pido que seas mi guía, maestra, luz en el desastroso camino de la vida, para que guiada, enseñada, escoltada por tu luz purísima pueda con seguridad tomar posesión del puerto eterno. Termino casi esforzándome en salir de esta virtud de la obediencia, de otra manera no terminaría jamás de hablar. Es tanta la luz que veo de esta virtud, que podría escribir siempre sobre de ella, pero otras cosas me llaman, por eso hago silencio y sigo donde dejé.
Entonces veía a mi dulce Jesús afligido, y recordando que la obediencia me había dicho que rezara por una persona, con todo el corazón la he encomendado, y Jesús me ha dicho:
“Hija mía, que haga de manera que todas sus obras resplandezcan sólo de virtud, pero especialmente le recomiendo que no se inmiscuya en las cosas de familia; si tiene alguna cosa, que se deshaga de ella, si no tiene, no quiero que él se entrometa; que deje que las cosas las haga quien debe y él permanezca libre, sin enfangarse en las cosas terrenas, de otra manera vendría a incurrir en la desventura de los demás, que al principio, habiendo querido inmiscuirse en alguna cosa de familia, despues todo el peso ha quedado en sus hombros, y Yo, sólo por mi misericordia he debido permitir que no prosperaran, sino más bien que empobrecieran y así hacerles tocar con la mano cuán inconveniente es a un

ministro mío enfangarse en las cosas terrenas, mientras, palabra salida de mi boca, que a los ministros de mi santuario, siempre y cuando no toquen las cosas terrenas, jamás les habría faltado el alimento cotidiano. Ahora, si a estos Yo los hubiera hecho prosperar, habrían enfangado su corazón y no habrían puesto atención ni a Dios ni a las cosas pertenecientes a su ministerio; ahora, aburridos, cansados de su estado, quisieran liberarse pero no pueden y esto es en castigo por lo que no deberían hacer”.
Después le encomendé a un enfermo, y Jesús me mostraba sus llagas, que le había hecho aquel enfermo. Yo he tratado de rogarle, aplacarlo y repararlo y parecía que aquellas llagas se cerraban. Y Jesús, todo bondad me ha dicho:
“Hija mía, hoy tú has hecho el oficio de un médico expertísimo, que no sólo ha tratado de aliviar, de vendar, sino también de curar las llagas que me hizo ese enfermo, por eso me siento muy aliviado y aplacado”.
Entonces he comprendido que rezando por los enfermos se hace el oficio de médico a Nuestro Señor, que sufre en sus mismas imágenes.

+ + + +

2-81
Octubre 7, 1899

Ve a Jesús enojado contra las gentes

Esta mañana el bendito Jesús no venía y he debido armarme de paciencia para esperarlo. En mi interior decía: “Mi amado Jesús, ven, no me hagas esperar tanto. Desde ayer en la noche no te veo y ahora ya es demasiado tarde y Tú no vienes aún. Mira con cuánta paciencia te he esperado. ¡Ah! no hagas que llegue a impacientarme porque tardas tanto en venir, pues la causa eres Tú con tus tardanzas. Por eso ven, porque no puedo más”.
Ahora, mientras estaba diciendo estos y otros disparates, mi único Bien ha venido, pero con sumo dolor mío, lo he visto enojado con las gentes. Súbito le he dicho: “Mi buen Jesús, te pido que hagas la paz con el mundo”.
Y Él: “Hija, no puedo; Yo soy como un rey que quiere entrar en una casa, pero aquella casa está llena de cosas inmundas, de podredumbre y de muchas otras porquerías. El rey, como rey tiene el poder de entrar, no hay nadie que se lo pueda impedir y aun puede limpiar aquella habitación con sus propias manos, pero no quiere hacerlo, porque no es decoroso a su real persona descender a tantas bajezas, y mientras que la habitación no sea limpiada por otros, con todo y que tenga el poder, el querer y un gran deseo, hasta a sufrir, no se dignará poner en ella el pie. Así soy Yo. Soy Rey que puedo y quiero, pero quiero su voluntad, quiero que quiten la podredumbre de las culpas para entrar y hacer la paz con ellos. No, no es decoroso a mi realeza el entrar y ponerme en paz con ellos, es más, no haré otra cosa que mandar castigos. El fuego de la tribulación los inundará por todas partes, hasta aterrarlos, a fin de que se recuerden que existe un Dios, el único que puede ayudarlos y liberarlos”.
Y yo, interrumpiendo su hablar le he dicho: “Señor, si quieres echar mano de los castigos, yo me quiero ir al Cielo, no quiero estar más en esta tierra. ¿Cómo podrá resistir mi corazón el ver sufrir a tus criaturas?” Y Jesús tomando un aspecto benigno me ha dicho:
“¿Si tú te vienes, Yo a dónde iré a morar en esta tierra? Por ahora pensemos en estar juntos acá, porque en el Cielo tendremos largo tiempo para estar juntos, como es toda la eternidad. Y además, demasiado pronto has olvidado el oficio de hacerme de madre en la tierra. Por lo tanto, mientras castigue a las gentes Yo vendré a refugiarme y moraré contigo”.
Y yo: “Ah Señor, ¿de qué ha servido mi estado de víctima por tantos años? ¿Qué bien les ha llegado a los pueblos, ya que Tú me decías que me querías como víctima para

evitar los castigos a las gentes? Y ahora me haces ver que esos castigos, en vez de que sucedieran tantos años atrás, van a suceder ahora, ni más ni menos que esto”.
Y Él: “Hija mía, no digas eso; mi magnanimidad ha sido por amor tuyo, y el bien que ha venido de esto, ha sido que terribles castigos que debían hacer estragos por muchísimo tiempo, ahora por eso serán más breves. ¿Y no es esto un bien, que alguien, en vez de estar por muchos años bajo el peso de un castigo, sólo lo esté por pocos? Además, en el curso de estos años pasados, guerras, muertes imprevistas que no debían tener tiempo de convertirse, ahora en cambio lo han tenido y se han salvado, ¿no es esto un gran bien? Amada mía, por ahora no es necesario hacerte comprender el provecho de tu estado para ti y para los pueblos, pero te lo mostraré cuando vengas al Cielo y el día del juicio lo mostraré a todas las naciones. Por eso, no hables más de este modo”.

+ + + +

2-82
Octubre 14, 1899

Jesús dice cómo son necesarios los castigos, y habla en modo conmovedor de la esperanza.

Esta mañana me sentía un poco turbada y toda aniquilada en mí misma. Me veía como si el Señor me quisiera arrojar de Sí. ¡Oh Dios, qué pena tan desgarradora es esta! Mientras me encontraba en tal estado, el bendito Jesús ha venido con una cuerdita en la mano y golpeando mi corazón tres veces, me ha dicho:
“Paz, paz, paz, ¿no sabes tú que el reino de la esperanza es reino de paz, y el derecho de esta esperanza es la justicia? Tú, cuando veas que mi justicia se arma contra las gentes, entra en el reino de la esperanza, e invistiéndote de las cualidades más potentes que ella posee, sube hasta mi trono y haz cuanto puedas para desarmar mi brazo armado; y esto lo harás con las voces más elocuentes, más tiernas, más piadosas, con las razones más poderosas, con las oraciones más ardientes, que la misma esperanza te dictará. Pero cuando veas que la misma esperanza está por sostener ciertos derechos de justicia que son absolutamente necesarios, y que quererlos ceder sería un querer hacer afrenta a sí misma, lo que no puede ser jamás, entonces confórmate a Mí y cede a la justicia”.
Y yo, más aterrada que nunca, porque debía ceder a la justicia le he dicho: “Ah Señor, ¿cómo puedo hacer esto? Me parece imposible, el solo pensamiento de que debes castigar a las gentes, siendo tus imágenes, no puedo tolerarlo, si al menos fueran criaturas que no te pertenecieran. Sin embargo, esto es nada, lo que más me desgarra es que te debo ver a Ti, casi estoy por decir, golpeado por Ti mismo, abofeteado, flagelado, afligido, porque los castigos caerán sobre tus mismos miembros, no sobre los otros, y por eso Tú mismo vendrás a sufrir. Dime, mi solo y único Bien, ¿cómo podrá resistir mi corazón el verte sufrir, golpeado por Ti mismo? Que te hagan sufrir las criaturas, son siempre criaturas y es más tolerable, pero esto es tan duro, que no puedo aceptarlo, por eso no puedo conformarme Contigo, ni ceder”.
Y Él, apiadándose y enterneciéndose todo por este hablar mío, tomando un aspecto afligido y benigno me ha dicho:
“Hija mía, tú tienes razón en que quedaré golpeado en mis mismos miembros, tanto que al oírte hablar, todas mis entrañas me las siento conmovidas y mover a misericordia y el corazón me lo siento destrozar de ternura. Pero créeme a Mí que son necesarios los castigos, y si tú no quieres verme golpeado ahora un poco, me verás golpeado después más terriblemente, porque más me ofenderán, ¿y esto no te disgustaría más? Por eso confórmate Conmigo, de otra manera me obligarás, para no verte disgustada, a no decirte ya nada, y con esto vendrás a negarme el alivio que siento al conversar contigo. ¡Ah! sí, me reducirás al silencio sin tener con quién desahogar mis penas”.

¿Quién puede decir cómo he quedado amargada por su hablar? Y Jesús como si me quisiera distraer de mi aflicción, continuó hablando sobre la esperanza diciéndome:
“Hija mía, no te turbes, la esperanza es paz, y así como Yo, en el momento mismo de hacer justicia estoy en la más perfecta paz, así tú, sumergiéndote en la esperanza estate en paz. El alma que está en la esperanza, al quererse afligir, turbar, desconfiar, incurriría en la desventura de aquella que, mientras posee millones y millones de monedas y es reina de varios reinos, va imaginando y dando lamentos diciendo: “¿De qué voy a vivir? ¿Cómo me vestiré? ¡Ay, me muero por el hambre! ¡Soy muy infeliz! ¡Me reduciré a la más estrecha miseria y terminaré con perecer!” Y al decir esto llora, suspira y pasa sus días triste, escuálida, inmersa en la más grande tristeza. Y esto no es todo, lo que es peor es que si ve sus tesoros, si camina por sus propiedades, en vez de alegrarse se aflige más pensando en su fin próximo y viendo el alimento no lo quiere tocar para sostenerse, y si alguno quiere persuadirla haciéndole tocar con la mano sus riquezas mostrándoselas y diciéndole que no puede ser que se reduzca a la más estrecha miseria, ella no se convence, queda aturdida y llora todavía más su triste suerte. Ahora, ¿qué diría la gente de ella? Que está loca, que se ve que no tiene razón, que ha perdido el cerebro; la razón está clara, no puede ser de otra manera. No obstante, puede darse el que esta tal pueda caer en la desventura que se imagina, ¿pero de qué modo? Saliendo de sus reinos, abandonando todas sus riquezas y yendo a tierras extranjeras, en medio de gente bárbara, donde nadie se digne darle ni una migaja de pan. Y he aquí que su fantasía se ha hecho realidad; lo que era falso ahora es verdad. ¿Pero quién ha sido la causa? ¿A quién se culparía de un cambio de estado tan triste? A su pérfida y obstinada voluntad. Precisamente así es un alma que se encuentra en posesión de la esperanza: el quererse turbar, desanimar, es ya la más grande locura”.
Y yo: “¡Ah! Señor, ¿cómo puede ser que el alma pueda estar siempre en paz viviendo en la esperanza? ¿Y si el alma comete algún pecado, cómo puede estar en paz?”.
Y Jesús: “En el momento en el que el alma peca, se sale del reino de la esperanza, ya que pecado y esperanza no pueden estar juntos. Cualquier razón acepta que cada uno está obligado a respetar, conservar y cultivar lo que es suyo, ¿quién es aquel hombre que va a sus terrenos y quema lo que posee? ¿Quién es quien no tiene celosamente custodiadas sus pertenencias? Creo que ninguno. Ahora, el alma que vive en la esperanza, con el pecado ofende a la misma esperanza y si estuviese en su poder, quemaría todos los bienes que posee la esperanza, y entonces se encontraría en la desventura de aquella tal que, abandonando sus bienes va a vivir a tierras extrañas. Así el alma, con el pecado, alejándose de esta madre pacífica, de la esperanza tan tierna y piadosa, que llega a alimentarla con sus mismas carnes, como es Jesús en el Sacramento, objeto primario de nuestra esperanza, se va a vivir en medio de gente bárbara como son los demonios, que negándole hasta el más mínimo consuelo, no la alimentarán de otra cosa más que de veneno, que es el pecado. No obstante, esta madre piadosa. ¿Qué hace? ¿Mientras el alma se aleja de ella, se quedará indiferente? ¡Ah no! Llora, reza, la llama con las voces más tiernas, más conmovedoras, va junto a ella y sólo se contenta cuando la regresa a su reino”.
Mi dulce Jesús continua diciéndome: “La naturaleza de la esperanza es paz, y lo que ella es por naturaleza, el alma que vive en el seno de esta madre pacífica lo consigue por gracia”.
Y en el momento mismo en que Jesús bendito dice estas palabras, con una luz intelectual me hace ver bajo la semejanza de una madre lo que ha hecho esta esperanza por el hombre. ¡Oh, qué escena tan conmovedora y ternísima, que si todos la pudiesen ver, llorarían de pena hasta los corazones más duros y todos se aficionarían, la querrían tanto, que resultaría imposible separarse por un solo momento de sus rodillas maternas. Y ahora trataré de decir lo que comprendo y puedo:
El hombre vivía encadenado, esclavo del demonio, condenado a la muerte eterna, sin esperanza de poder resurgir a la vida eterna; todo estaba perdido y su suerte estaba en ruinas. Esta madre vivía en el Empíreo, unida con el Padre y el Espíritu Santo, bienaventurada, feliz con Ellos; pero parecía que no estuviera contenta, quería a sus hijos,

a sus amadas imágenes en torno a ella, la obra más bella salida de sus manos. Ahora, mientras estaba en el Cielo, su ojo estaba atento al hombre que estaba perdido en la tierra. Toda ella se ocupa de la manera de salvar a estos sus amados hijos, y viendo que estos hijos no pueden absolutamente satisfacer a la Divinidad, aun a costa de cualquier sacrificio, pues son muy inferiores a Ella, ¿qué cosa hace esta madre piadosa? Ve que no hay otro medio para salvar a estos hijos que dar la propia vida para salvar la de ellos, y tomar sobre sí sus penas y miserias y hacer todo lo que ellos debían hacer por ellos mismos, entonces,
¿qué piensa hacer? Esta madre amorosa se presenta ante la divina justicia con lágrimas en los ojos, con las voces más tiernas, con las razones más potentes que su magnánimo corazón le dicta y dice: “Gracia te pido para mis perdidos hijos, no me resiste el ánimo verlos separados de Mí, a cualquier costo quiero salvarlos, y si bien veo que no hay otro medio que poner mi propia vida, la quiero poner con tal de que readquieran la de ellos.
¿Qué cosa quieres de ellos? ¿Reparación? Reparo yo por ellos. ¿Gloria, honor? Yo te honro y glorifico por ellos. ¿Agradecimientos? Yo te agradezco, todo lo que quieres de ellos te lo doy Yo, con tal que los pueda tener junto Conmigo reinando”.
La Divinidad queda conmovida al ver las lágrimas, el amor de esta piadosa madre, y convencida por sus potentes razones se siente inclinada a amar a estos hijos, y lloran juntos su desventura, y poniéndose de acuerdo concluyen que aceptan el sacrificio de la vida de esta madre, quedando por ello plenamente satisfechos, para readquirir a estos hijos. No apenas es firmado el decreto, desciende enseguida del Cielo y viene a la tierra, y dejando sus vestiduras reales que tenía en el Cielo se viste de las miserias humanas, como si fuese la más vil esclava y vive en la pobreza más extrema, en los sufrimientos más inauditos, en los desprecios más insoportables a la naturaleza humana; no hace otra cosa que llorar e interceder por sus amados hijos. Pero lo que más lo hace a uno quedar asombrado, tanto de esta madre como de estos hijos, es que mientras ella ama tanto a estos hijos, éstos, en vez de recibir a esta madre con los brazos abiertos, ya que viene a salvarlos, hacen lo contrario; ninguno la quiere recibir ni reconocer, es más, la obligan a ir errante, la desprecian y empiezan a planear cómo matar a esta madre tan tierna y excesivamente amante de ellos. ¿Qué hará esta madre tan tierna al verse tan malamente correspondida por sus ingratos hijos? ¿Se detendrá acaso? ¡Ah! no, más bien se enciende más de amor por ellos y corre de un punto a otro para reunirlos y ponérselos en su regazo.
¡Oh, cómo se fatiga, cómo se cansa, hasta gotear sudor, no sólo de agua sino también de sangre! No se da un momento de tregua, está siempre en actitud de efectuar su salvación, provee a todas sus necesidades, remedia todos sus males pasados, presentes y futuros; en suma, no hay cosa que no ordene y disponga para su bien.
¿Pero qué cosa hacen estos hijos? ¿Se han tal vez arrepentido de la ingratitud que tuvieron al recibirla? ¿Han cambiado sus pensamientos en favor de esta madre? ¡Ah! no, la miran con malos ojos, la deshonran con las calumnias más negras, le procuran oprobios, desprecios, confusiones, la golpean con todo tipo de flagelos, reduciéndola toda a una llaga, y terminan con hacerla morir con una muerte, la más infame que se pueda encontrar, en medio de crueles espasmos y dolores. Pero, ¿qué cosa hace esta madre en medio de tantas penas? ¿Odiará tal vez a estos hijos tan rebeldes e insolentes? ¡Ah no, jamás!, ahora más que nunca los ama extremadamente, ofrece sus penas por su misma salvación y expira con la palabra de la paz y del perdón.
¡Oh! Madre mía bella, ¡oh amada esperanza, cuán amable eres en ti misma, yo te amo! ¡Ah! Tenme siempre en tu regazo y seré la más feliz del mundo. Mientras estoy determinada a dejar de hablar de la esperanza, una voz me resuena por todas partes que dice:
“La esperanza contiene todo el bien presente y futuro, y quien vive en su regazo y crece sobre sus rodillas, todo lo que quiere obtiene. ¿Qué cosa quiere el alma: gloria, honor? La esperanza le dará todo el honor y la gloria más grande en la tierra, ante todas las gentes, y en el Cielo la glorificará eternamente. ¿Querrá tal vez riqueza? ¡Oh! Esta madre esperanza es riquísima, y lo que es más, dando sus bienes a sus hijos, no disminuyen sus riquezas en nada; además, estas riquezas no son fugaces y pasajeras,

sino eternas. ¿Querrá placeres, contentos? ¡Ah! Sí, esta esperanza contiene en sí todos los placeres y gustos posibles, que se puedan encontrar en el Cielo y en la tierra, que ningún otro jamás podrá igualarla, y quien a su seno se nutre, los gusta hasta la saciedad, y ¡oh! cómo es feliz y contenta. ¿Querrá ser docta, sabia? Esta Madre esperanza contiene en sí las ciencias más sublimes, más bien es la maestra de todos los maestros, y quien se hace enseñar por ella aprende la ciencia de la verdadera santidad”.
En suma, la esperanza nos suministra todo, de modo que, si uno es débil, le dará la fuerza; si otro está manchado, la esperanza instituyó los Sacramentos y ahí preparó el lavado de sus manchas; si siente hambre y sed, esta Madre piadosa nos da el alimento más bello, más sabroso, como son sus delicadísimas carnes y por bebida su preciosísima sangre. ¿Qué otra cosa de más puede hacer esta madre pacífica de la esperanza? ¿Quién se le asemejará? ¡Ah!, Sólo ella ha puesto en paz el Cielo y la tierra, la esperanza ha unido con ella la fe y la caridad y ha formado ese anillo indisoluble entre la naturaleza humana y la Divina. ¿Pero quién es esta Madre? ¿Quién es esta esperanza? Es Jesucristo, que obró nuestra Redención y formó la esperanza del hombre descarriado.

+ + + +

2-83
Octubre 16, 1899

Expectaciones. Jesús habla de castigos.

Esta mañana mi dulce Jesús no venía y desde ayer en la noche no lo he visto, cuando se hizo ver con un aspecto que daba piedad y terror al mismo tiempo, se quería esconder para no ver los castigos que Él mismo estaba mandando a la gente y el modo como debía destruirlas. ¡Oh Dios, qué espectáculo tan desgarrador, jamás visto! Mientras esperaba y esperaba, en mi interior iba diciendo: “¿Cómo es que no viene? Quién sabe, tal vez no venga porque yo no me conformo a su justicia, ¿pero, cómo puedo hacerlo? Me parece casi imposible decir “Fiat Voluntas Tua”. Decía también: “No viene porque el confesor no me lo manda”. Ahora, mientras esto pensaba, cuando apenas y casi su sombra he visto, me ha dicho:
“No temas, la potestad a los sacerdotes es limitada; sólo que en la medida que se presten a pedirme que venga a ti y a ofrecerte para hacerte sufrir con el fin de lograr que perdone a las gentes, así Yo, cuando envíe los castigos los curaré y los libraré, pero si no se dan ningún pensamiento, tampoco Yo tendré consideración por ellos”.
Dicho esto ha desaparecido, dejándome en un mar de aflicción y de lágrimas.

+ + + +

2-84
Octubre 21, 1899

Los bienes terrenos deben servir para la santificación, no para ser ídolos para el hombre. Causa de los castigos.

Después de haber pasado días amarguísimos de privación, me sentía cansada y sin fuerzas, si bien iba ofreciendo estas mismas penas diciendo: “Señor, Tú sabes cuánto me cuesta el estar privada de Ti, pero me resigno a tu Santa Voluntad, ofreciendo esta pena acerbísima como medio para atestiguarte mi amor y aplacarte. Estos tedios, fastidios, flaquezas, frialdades que siento, tengo intención de enviártelos como mensajeros de alabanzas y de reparaciones por mí y por todas las criaturas; esto tengo y esto te ofrezco. Es cierto que Tú aceptas el sacrificio de la buena voluntad cuando se te ofrece lo que uno puede sin reserva alguna, pero ven, porque no puedo más”.

Muchas veces me venía la tentación de conformarme a la justicia y pensaba que la causa por la que no venía era yo misma, porque cuando Jesús, en los días pasados me había dicho que si no me conformaba lo obligaría a que no viniera y a no decirme más nada para no tenerme descontenta, pero no tenía ánimo de hacerlo, mucho más porque la obediencia no lo consentía. Mientras me encontraba entre estas amarguras, primero ha venido una luz, con una voz que decía:
“A medida que el hombre se entromete en las cosas terrenas, así se aleja y pierde la estima de los bienes eternos. Yo he dado las riquezas para que se sirvan de ellas para su santificación, pero se han servido de ellas para ofenderme y formar un ídolo para su corazón, y yo destruiré a las personas y a las riquezas junto con ellas”.
Después de esto he visto a mi amadísimo Jesús, pero tan sufriente, ofendido y airado con las gentes, que daba terror. Yo súbito he comenzado a decirle: “Señor, te ofrezco tus llagas, tu sangre, el uso santísimo de tus santísimos sentidos que hiciste en el curso de tu vida mortal, para repararte las ofensas y el mal uso de los sentidos que hacen las criaturas”.
Y Jesús, tomando un aspecto serio y casi airado ha dicho:
“¿Sabes tú cómo han llegado a ser los sentidos de las criaturas? Como aquellos rugidos de las bestias feroces, que con sus rugidos alejan a los hombres en vez de atraerlos. Es tanta la podredumbre y la multiplicidad de las culpas que sale de sus sentidos, que me obligan a huir”.
Y yo: “¡Ah! Señor, como te veo enojado. Si Tú quieres continuar mandando castigos, yo me quiero ir al Cielo, o bien quiero salir de este estado. ¿En qué aprovecha estar en él si ya no puedo más ofrecerme víctima para librar a las gentes?” Y Él, hablándome serio, tanto que me sentía aterrar, me ha dicho:
“Tú quieres tocar los dos extremos, o que no haga nada, o que tú te quieres venir.
¿No te contentas conque las gentes sean perdonadas en parte? ¿Crees tú que Corato sea el mejor y el que menos me ofende? ¿Y el que lo haya perdonado en parte en comparación de las otras ciudades es cosa de nada? Por eso conténtate y cálmate, y mientras Yo me ocupo en castigar a las gentes, tú acompáñame con tus suspiros y con tus sufrimientos, pidiéndome que los mismos castigos sirvan para la conversión de los pueblos”.

+ + + +

2-85
Octubre 22, 1899

La cruz, un camino tachonado de estrellas.

Continúa Jesús haciéndose ver afligido. En cuanto ha venido se ha arrojado en mis brazos, todo extenuado como queriendo un alivio. Me ha participado un poco de sus sufrimientos y después me ha dicho:
“Hija mía, el camino de la cruz es un camino lleno de estrellas, conforme se camina, esas estrellas se cambian en soles luminosísimos. ¿Qué felicidad será para el alma por toda la eternidad el estar circundada por estos soles? Además, el premio grande que doy a la cruz es tal, que no hay medida, ni de largo ni de ancho, es casi incomprensible a las mentes humanas, y esto porque al soportar las cruces no puede haber nada de humano, sino todo divino”.

+ + + +


2-86
Octubre 24, 1899

El hombre es una reproducción del Ser Divino.

Esta mañana mi adorable Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma, en medio a las gentes, y parecía que Jesús miraba con ojos de compasión a las criaturas, y los mismos castigos aparecían como infinita misericordia suya, salida de lo más íntimo de su corazón amorosísimo; entonces, vuelto hacia mí me ha dicho:
“Hija mía, el hombre es una reproducción del Ser Divino, y como nuestro alimento es el amor, siempre recíproco, conforme y constante entre las Tres Divinas Personas, por eso, el hombre habiendo salido de nuestras manos y del amor puro y desinteresado, es como una partícula de nuestro alimento. Ahora, esta partícula se ha vuelto amarga; no sólo eso, sino que la mayor parte, separándose de Nosotros se ha hecho pasto de las llamas infernales y alimento del odio implacable de los demonios, nuestros y sus capitales enemigos. He aquí la causa principal de nuestro descontento por la pérdida de las almas: Porque son nuestras, son cosa que nos pertenece; y también la causa que me empuja a castigarlos es el gran amor que tengo por ellos, para poder poner a salvo sus almas”.
Y yo: “¡Ah! Señor, parece que esta vez no tienes otras palabras que decir más que de castigos, tu Potencia tiene tantos otros medios para salvar estas almas. Y además, si estuviera cierta que toda la pena caería sobre ellos y Tú quedaras libre, sin sufrir en ellos, me contentaría, pero veo que ya estás sufriendo mucho por aquellos castigos que has mandado, ¿qué será si continúas mandando otros castigos?”
Y Jesús: “A pesar de todo lo que sufro, el amor me obliga a enviar flagelos más pesados, y esto porque no hay medio más potente para hacer entrar en sí mismo al hombre y hacerle conocer qué cosa es su ser, que el hacer que se vea a sí mismo deshecho; los otros medios parece que lo robustecen de más, por eso confórmate a mi justicia. Veo bien que el amor que tú me tienes es lo que te empuja a no conformarte Conmigo y no tienes corazón de verme sufrir; pero también mi Madre me amó más que todas las criaturas, tanto, que ninguna otra podrá jamás igualarla, sin embargo, para salvar a las almas se conformó a la justicia y se contentó con verme sufrir tanto. Si esto hizo mi Madre, ¿cómo no lo podrías hacer tú?”
Y en el momento en que Jesús hablaba me sentía atraer tanto mi voluntad a la suya, que casi no sabía resistir a conformarme con su justicia, no sabía qué decir, tan convencida me sentía; sin embargo no manifesté mi voluntad. Jesús ha desaparecido y yo he quedado en esta duda, si debo o no conformarme.

+ + + +

2-87
Octubre 25, 1899

Jesús habla de su gran amor por las criaturas.

Mi dulcísimo Jesús continúa manifestándose casi siempre igual. Esta mañana ha agregado:
“Hija mía, es tanto el amor hacia las criaturas, que como un eco resuena en las regiones celestiales, llena la atmósfera y se difunde sobre toda la tierra. ¿Pero cuál es la correspondencia que dan las criaturas a este eco amoroso? ¡Ay! me corresponden con un eco de ingratitud, venenoso, lleno de todo tipo de amarguras y de pecados, con un eco casi asesino, apto sólo para herirme. Pero yo despoblaré la faz de la tierra, a fin de que este eco lleno de veneno no aturda más mis oídos”.
Y yo: “¡Ah! Señor, ¿qué dices?”

Y Jesús: “Yo no hago más que como un médico piadoso, que tiene los remedios extremos para sus hijos, y estos hijos están llenos de llagas, ¿qué hace este padre y médico que ama a sus hijos más que la propia vida? ¿Dejará que se gangrenen estas llagas? ¿Los dejará morir por temor de que aplicando el fuego y los instrumentos ellos sufran? ¡No, jamás! Aunque sentirá como si sobre él se aplicaran tales instrumentos, con todo y esto tomará los instrumentos, desgarra y corta las carnes, aplica el remedio, el fuego, para impedir que la corrupción avance más. Si bien muchas veces sucede que en estas operaciones los pobres hijos se mueren, pero no era esta la voluntad del padre médico, sino que su voluntad es verlos curados. Así soy Yo, hiero para curarlos, los destruyo para resucitarlos. Que muchos perezcan, no es esa mi Voluntad, esto es efecto de su malvada y obstinada voluntad, es efecto de este eco venenoso que, hasta no verse destruidos, quieren enviármelo”.
Y yo: “Dime, mi único Bien, ¿cómo podría endulzarte este eco venenoso que tanto te aflige?”
Y Él: “El único medio es que tú hagas siempre todas tu obras con la sola finalidad de agradarme y que uses todos tus sentidos y potencias con la finalidad de amarme y glorificarme. Haz que cada pensamiento tuyo, palabra y todo lo demás, no quiera otra cosa que el amor que tienes hacia Mí, así tu eco subirá agradable a mi trono y endulzará mi oído”.

+ + + +

2-88
Octubre 28, 1899

¿Quién eres tú y quién soy Yo?

Esta mañana mi amable Jesús ha venido en medio de una luz, y mirándome como si me penetrara por todos lados, tanto que me sentía aniquilada, me ha dicho:
“¿Quién soy Yo, y quién eres tú?”
Estas palabras me penetraban hasta la médula de los huesos y descubría la infinita distancia que hay entre el Infinito y el finito, entre el Todo y la nada; y no sólo eso, sino que descubría también la malicia de esta nada y el modo como se había enfangado, me parecía como un pez que nada en las aguas, así mi alma nadaba en la podredumbre, en los gusanos y en tantas otras cosas aptas solamente para dar horror a la vista. ¡Oh Dios, qué vista tan abominable! Mi alma quería huir de la vista de Dios tres veces Santo, pero con otras dos palabras me ató: “¿Cuál es mi Amor hacia ti? Y, ¿cuál es tu correspondencia hacia Mí?”
Ahora, mientras a la primera palabra habría querido huir espantada por su presencia, a la segunda palabra, ¿cuál es mi Amor hacia ti? Me he encontrado abismada, atada por todas partes por su amor, así que mi existencia era un producto de su amor, y si este amor cesaba, yo no existía más. Entonces, me parecía que los latidos del corazón, la inteligencia y hasta el respiro eran todos una reproducción de su Amor, yo nadaba en Él y aun el querer huir me parecía imposible, porque su amor me circundaba por todos lados. Mi amor me parecía como una gotita de agua arrojada en el mar, que desaparece y no se puede distinguir más.
Cuántas cosas he comprendido, pero si las quisiera decir todas me alargaría demasiado. Entonces Jesús ha desaparecido y yo he quedado toda confundida, me veía toda pecado y en mi interior imploraba perdón y misericordia. Poco después mi único Bien ha regresado y yo me sentía toda bañada por la amargura y por el dolor de mis pecados, y Él me ha dicho:
“Hija mía, cuando un alma está convencida de haber hecho mal al ofenderme, hace ya el oficio de la Magdalena que bañó mis pies con sus lágrimas, los ungió con bálsamo y los secó con sus cabellos. El alma, cuando comienza a ver en sí misma el mal que ha

hecho, me prepara un baño a mis llagas. Viendo el mal siente amargura y prueba dolor, y con esto viene a ungir mis llagas con un bálsamo exquisito. Por este conocimiento el alma quisiera hacer una reparación, y viendo la ingratitud pasada, siente nacer en ella el amor hacia un Dios tan bueno y quisiera dar su vida para testimoniar su amor, y esto son los cabellos, que como tantas cadenas de oro la unen a mi amor”.

+ + + +

2-89
Octubre 29, 1899

Jesús la lleva en brazos y la instruye.

Continúa viniendo mi adorable Jesús, pero esta mañana, en cuanto ha venido me ha tomado entre sus brazos y me ha transportado fuera de mí misma; y yo, encontrándome en aquellos brazos comprendía muchas cosas y especialmente que para poder estar libremente en los brazos de Nuestro Señor y también para entrar buenamente en su corazón y salir de él como al alma más le plazca, y para no ser de peso y fastidio al bendito Jesús, es absolutamente necesario despojarse de todo. Por tanto, con todo el corazón le he dicho: “Mi amado y único Bien, lo que te pido para mí es que me despojes de todo, porque bien veo que para ser revestida por Ti y vivir en Ti, y que Tú vivas en mí, es necesario que no tenga ni siquiera la sombra de lo que no te pertenece”. Y Él todo benignidad, me ha dicho:
“Hija mía, la cosa principal para que Yo entre en un alma y forme mi habitación en ella, es el desapego total de toda cosa. Sin esto no sólo no puedo morar en ella, sino que ni siquiera alguna virtud puede tomar habitación en el alma. Después que el alma ha hecho salir todo de sí, entonces Yo entro en ella y unido con la voluntad del alma fabricamos una casa, los cimientos de esta casa se basan en la humildad, y cuanto más profundos sean, tanto más altos y fuertes resultan los muros; estos muros serán fabricados con piedras de mortificación, cubiertos de oro purísimo de caridad. Después de que se han construido los muros, Yo, como excelentísimo pintor, no con cal y agua, sino con los méritos de mi Pasión, simbolizados por la cal, y con los colores de mi sangre, simbolizados por el agua, los recubro y en ellos formo las más excelentísimas pinturas, y esto sirve para protegerla bien de las lluvias, de las nevadas y de cualquier golpe. Inmediatamente después vienen las puertas, y para hacer que éstas sean sólidas como madera, no sujetas a la polilla, es necesario el silencio, que forma la muerte de los sentidos exteriores. Para custodiar esta casa es necesario un guardián que vigile por todas partes, por dentro y por fuera, y éste es el santo temor de Dios, que la guarda de cualquier inconveniente, viento, o cualquier otra cosa que pueda amenazarla. Este temor será la salvaguardia de esta casa, que hará obrar al alma no por temor de la pena, sino por temor de ofender al propietario de esta casa. Este santo temor debe hacer que todo se haga para agradar a Dios, sin ninguna otra intención. Enseguida se debe adornar esta casa y llenarla de tesoros, estos tesoros no deben ser otra cosa que deseos santos, lágrimas; estos eran los tesoros del Antiguo Testamento y en ellos encontraron su salvación, en el cumplimiento de sus votos su consolación, la fuerza en los sufrimientos; en suma, toda su fortuna la basaban en el deseo del futuro Redentor y en este deseo obraban como atletas. El alma sin deseo obra casi como muerta; aun las mismas virtudes, todo es tedio, fastidio, animadversión, ninguna cosa le agrada, camina casi arrastrándose por el camino del bien. Todo lo contrario el alma que desea, ninguna cosa le causa peso, todo es alegría, vuela, en las mismas penas encuentra sus gustos, y esto porque había un anticipado deseo, y las cosas que primero se desean, después vienen a amarse, y amándose, se encuentran los placeres más agradables. Por eso este deseo debe acompañar al alma desde antes de que se fabrique esta casa.
Los adornos de esta casa serán las piedras más preciosas, las perlas, las gemas más costosas de esta mi vida, basada siempre en el sufrir y el puro sufrir; y como Aquel que la

habita es el dador de todo bien, pone en ella el ajuar de todas las virtudes, la perfuma con los más suaves olores, siembra las flores más encantadoras y perfumadas, hace sonar una música celestial de las más agradables, hace respirar un aire de Paraíso.
He olvidado decir que se necesita ver si hay paz doméstica, y ésta no debe ser otra cosa que el recogimiento y el silencio de los sentidos interiores”.
Después de esto, yo continuaba estando en los brazos de Nuestro Señor y me encontraba despojada de todo; mientras estaba en esto, veía al confesor presente y Jesús me ha dicho, pero me parecía que quería hacer una broma para ver qué cosa decía yo:
“Hija mía, tú te has despojado de todo, y tú sabes que cuando uno se despoja se necesita otra persona que piense en vestirlo, en alimentarlo y que le dé un lugar donde vivir. Tú, ¿dónde quieres estar, en los brazos del confesor o en los míos?”
Y mientras decía esto, hacía el intento de ponerme en los brazos del confesor. Yo he comenzado a insistir que no quería ir, y Él que sí quería. Después de un poco de disputa me ha dicho:
“No temas, te tengo en mis brazos”.
Y así hemos quedado en paz.

+ + + +

2-90
Octubre 30, 1899

Amenaza de castigos. No se conforma a la Justicia.

Esta mañana mi benigno Jesús ha venido todo afligido, y las primeras palabras que me ha dicho han sido:
“¡Pobre Roma, cómo serás destruida! ¡Al verte Yo te compadezco!”
Y lo decía con tal ternura que daba compasión; pero no he entendido si serán sólo las personas o también los edificios. Yo, como tenía la obediencia de no conformarme a la justicia, sino de rezar, por eso le he dicho: “Mi amado Jesús, cuando se habla de castigos no se necesita oponerse más, sino solamente rezar”. Y así he comenzado a rezar, a besar sus llagas y a hacer actos de reparación. Y mientras esto hacía, Él de vez en cuando me decía:
“Hija mía, no me hagas violencia, haciendo esto tú quieres forzarme, por eso estate quieta”.
Y yo: “Señor, es la obediencia que así lo quiere, no soy yo la que lo quiero”.
Él ha agregado: “El río de la iniquidad es tanto, que llega a impedir la redención de las almas, y sólo la oración y mis llagas impiden que este río impetuoso las arrastre a todas en él”.

+ + + +

Deo Gratias.


Nihil obstat
Canonico Annibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
M. I.

3-1
Noviembre 1, 1899

Purificación de la Iglesia. Las almas víctimas son su sostén.

Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, dentro de una iglesia, y ahí había un sacerdote que celebraba el divino sacrificio, y mientras esto hacía lloraba amargamente y decía: “La columna de mi Iglesia no tiene donde apoyarse”.
En el momento que decía esto he visto una columna, cuya cima tocaba el cielo, y abajo de esta columna estaban sacerdotes, obispos, cardenales y todas las demás dignidades que sostenían dicha columna, pero con mi sorpresa, al mirar he visto que de estas personas, quién era muy débil, quién medio acabado, quién enfermo, quién lleno de fango; escasísimo era el número de aquellos que se encontraban en estado de sostenerla, así que esta pobre columna, tantas eran las sacudidas que recibía desde abajo, que se tambaleaba sin poder estar firme. Hasta arriba de esta columna estaba el Santo Padre, que con cadenas de oro y con los rayos que despedía de toda su persona, hacía cuanto más podía para sostenerla, para encadenar e iluminar a las personas que moraban en la parte baja, si bien alguna se escapaba para tener más oportunidad de degradarse y enfangarse, y no sólo a estas personas sino que trataba de atar e iluminar a todo el mundo.
Mientras yo veía esto, aquel sacerdote que celebraba la misa (aunque tengo duda si era sacerdote o bien Nuestro Señor, me parece que era Él, pero no lo sé decir con certeza), me ha llamado junto a Él y me ha dicho:
“Hija mía, mira en qué estado lamentable se encuentra mi Iglesia, las mismas personas que debían sostenerla, desfallecen, y con sus obras la abaten, la golpean, y llegan a denigrarla. El único remedio es que haga derramar tanta sangre, hasta formar un baño para poder lavar ese purulento fango y sanar sus profundas llagas, para que sanadas, reforzadas, embellecidas por esa sangre, puedan ser instrumentos hábiles para mantenerla estable y firme”.
Después ha agregado: “Te he llamado para decirte: ¿Quieres tú ser víctima y así ser como un puntal para sostener esta columna en tiempos tan incorregibles?”.
Yo en principio me sentí correr un escalofrío por temor, y porque quizá no tendría la fuerza, pero enseguida me he ofrecido y he pronunciado el Fiat. Mientras estaba en esto, me he encontrado rodeada por muchos santos, ángeles y almas purgantes que con flagelos y otros instrumentos me atormentaban; y yo, si bien al principio sentía temor, pero después, por cuanto más sufría, tanto más me venía el deseo de sufrir y saboreaba el sufrir, como un dulcísimo néctar. Y mucho más porque me vino un pensamiento: “Quién sabe si esas penas pudiesen ser medio para consumar la vida, y así poder emprender el último vuelo hacia mi sumo y único Bien”. Pero con suma pena, después de haber sufrido acerbas penas, he visto que esas penas no me consumaban la vida. ¡Oh Dios, qué pena, que esta frágil carne me impida unirme con mi Bien Eterno!
Después de esto, he visto la sangrienta masacre que se hacía de aquellas personas que estaban bajo la columna. ¡Qué horrible catástrofe! Escasísimo era el número de los que no caían víctimas, llegaban a tal atrevimiento, que trataban de matar al Santo Padre. Pero después parecía que aquella sangre derramada, aquellas sangrientas víctimas destrozadas, eran medios para hacer fuertes a aquellos que quedaban, de modo que sostenían la columna sin hacerla bambolear más. ¡Oh, qué felices días!. Después de esto despuntaban días de triunfos y de paz, la faz de la tierra parecía renovada, la columna adquiría su primer lustre y esplendor. ¡Oh días felices, desde lejos yo os saludo, pues tanta gloria daréis a la Iglesia y tanto honor a Dios que es su Cabeza!

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.


+ + + +

3-2
Noviembre 3, 1899

Entretenimiento de Jesús con Luisa.

Esta mañana mi amable Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma, dentro de una iglesia y ha desaparecido, y yo me he quedado sola. Ahora, encontrándome ante la presencia del Santísimo Sacramento, he hecho mi acostumbrada adoración, pero mientras esto hacía, me parecía que me hubiera vuelto toda ojos para ver si podía descubrir a mi dulce Jesús. Mientras estaba en esto lo he visto sobre el altar, como niño, que me llamaba con su graciosa manita. ¿Quién puede decir mi contento? Volé a Él, y sin pensar en otra cosa, lo he estrechado entre mis brazos y lo he besado, pero en el momento de hacer esto ha tomado un aspecto serio, y mostraba que no le agradaban mis besos y ha comenzado a rechazarme. Yo, no tomando en cuenta esto, continué y le dije: “Querido mío, bello, el otro día Tú quisiste desahogarte conmigo con besos y con abrazos, y yo te di toda la libertad; hoy quiero contigo desahogarme también yo, ah, dame la libertad”. Pero Él seguía rechazándome, y viendo que yo no cesaba ha desaparecido. ¿Quién puede decir cuán mortificada y pensativa quedé al encontrarme en mí misma? Pero después de un poco ha regresado, y yo le pedía perdón por mis impertinencias; me ha perdonado queriendo Él desahogarse conmigo, y mientras me besaba me ha dicho:
“Amada de mi corazón, mi Divinidad habita en ti habitualmente, y a medida que tú vas inventando nuevas cosas para deleitarme contigo, así Yo, para estar a la par, uso nuevos modos para hacer que te deleites Conmigo”.
Con esto entendí que fue una broma que Jesús quería hacer.

+ + + +

3-3
Noviembre 4, 1899

Efectos diferentes entre la presencia de Jesús y la del demonio.

Como esta mañana el bendito Jesús no venía, el demonio trataba de tomar su aspecto y hacerse ver, pero yo no advirtiendo los acostumbrados efectos, he comenzado a dudar y me he persignado con la cruz, primero yo y después a él, y el demonio viéndose persignado temblaba; enseguida lo rechacé de mí sin mirarlo. Poco después ha venido mi amado Jesús, y temiendo que fuese otra vez el espíritu maligno, trataba de rechazarlo e invocar la ayuda de Jesús y de la Reina Mamá, pero Él para asegurarme que no era el demonio me ha dicho:
“Hija mía, para asegurarte si soy Yo, o no soy Yo, tu atención debe estar en los efectos internos, si se mueven a virtud o a vicio, ya que como mi naturaleza es virtud, de ninguna otra cosa hago herederos a mis hijos, más que de virtud. Esto lo puedes comprender también en la naturaleza humana, que siendo carne, sucede que si tiene alguna llaga, la carne se cambia en pus y se puede decir que no es más carne; así mi naturaleza, si mínimamente pudiese retener en sí la sombra del vicio, cesaría de ser aquel Dios que es, lo que no puede suceder jamás”.

+ + + +


3-4
Noviembre 6, 1899

Pureza de intención.

Esta mañana, habiendo venido el adorable Jesús y transportándome fuera de mí misma, me ha hecho ver calles llenas de cadáveres. ¡Qué despiadada carnicería! Da horror pensarlo. Después me ha hecho ver que sucedía una cosa en el aire y muchos morían de improviso; esto lo vi también por el mes de marzo. Yo empecé, según mi costumbre, a rogarle que se aplacara y que librara a sus mismas imágenes de suplicios tan crueles, de guerras tan sangrientas, y como tenía la corona de espinas se la he quitado para ponérmela yo, y esto para aplacarlo mayormente; pero con suma pena he visto que casi todas las espinas quedaban rotas en su santísima cabeza, así que poquísimo me quedaba para sufrir a mí. Jesús se mostraba severo; casi sin ponerme atención me ha transportado de nuevo a mi cama, y como yo me encontraba con los brazos en cruz, sufriendo los dolores de la crucifixión que Él mismo me había participado antes, ha tomado mis brazos y me los unió, atándolos con una cuerdecilla de oro. Yo, no poniendo atención a qué significaba aquello, para romper ese aire severo que tenía le he dicho: “Dulcísimo amor mío, te ofrezco estos movimientos de mi cuerpo que Tú mismo me has hecho y todos los demás que pueda yo hacer, con el único fin de agradarte y glorificarte. Ah sí, quisiera que también los movimientos de los párpados, los de mis ojos, de mis labios y de toda yo misma sean hechos con el único fin de agradarte sólo a Ti. Haz, oh buen Jesús, que todos mis huesos, mis nervios, resuenen entre ellos y con clara voz te atestigüen mi amor”.
Y Él me ha dicho: “Todo lo que se hace con la única finalidad de agradarme, resplandece ante Mí de una manera tal, que atrae mis miradas divinas, y me agrada tanto, que a esas acciones, aunque fuesen sólo un movimiento de pestañas, les doy el valor como si fueran hechas por Mí. En cambio las otras acciones, que en sí mismas son buenas y aun grandes, no hechas únicamente para Mí, son como ese oro enlodado y lleno de herrumbre que no resplandece, y Yo no me digno ni siquiera mirarlas”.
Y yo: “Ah Señor, qué fácil es que el polvo ensucie nuestras acciones”.
Y Él: “No se necesita poner atención al polvo, porque este se sacude, a lo que hay que atender es a la intención”.
Ahora, mientras esto se decía, Jesús se ocupaba en atarme los brazos. Yo le he dicho: “Señor, ¿qué haces?”
Y Él: “Hago esto porque tú estando en la posición de la crucifixión me aplacas, y Yo como quiero castigar a las gentes te los estoy atando”.
Y dicho esto desapareció.

+ + + +

3-5
Noviembre 10, 1899

La obediencia al confesor.

Después de haber pasado algunos días en contienda con Jesús, porque yo quería ser desatada y Él no quería, ahora se hacía ver que dormía, ahora me imponía silencio; finalmente esta mañana, mientras lo he visto, veía al confesor que me ordenaba absolutamente que me hiciera desatar por Jesús, y esto más de una vez, pero Jesús no hacía caso, y yo obligada por la obediencia le he dicho: “Mi amable Jesús, ¿cuándo te has opuesto a la obediencia? No soy yo que quiero ser desatada, es el confesor que quiere que me hagas sufrir la crucifixión, por eso ríndete a esta virtud tan predilecta por Ti, que entreteje toda tu vida, y formó el último eslabón, uniendo todo en uno el sacrificio de la cruz”.
Y Jesús: “Tú me quieres hacer violencia tocándome ese eslabón que unió la Divinidad y la humanidad, y formó un solo eslabón, que es la obediencia”.
Y mientras esto decía ha tomado el aspecto de Crucificado y, casi forzado por la potestad sacerdotal me participó los dolores de la crucifixión. Sea siempre bendito el Señor y sea todo para gloria suya. Así parece que he quedado desatada.

+ + + +

3-6
Noviembre 11, 1899

La obediencia le impide ajustarse a la justicia.

Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y me parecía que giraba por la tierra. ¡Oh, cómo estaba inundada por todo tipo de iniquidades, da horror pensarlo! Ahora, mientras giraba he llegado a un punto y he encontrado a un sacerdote de vida santa, y en otro punto una virgen de vida pura y santa. Nos hemos unido los tres y empezamos a hablar sobre los tantos castigos que el Señor está enviando y tantos otros que tiene preparados. Yo les he dicho: “Y vosotros, ¿qué hacéis? ¿Os habéis acaso conformado a la divina justicia?” Y ellos:
“Viendo la extrema necesidad de estos tristes tiempos, y que el hombre no se rendiría ni aunque viniera un apóstol, ni si el Señor enviara a otro San Vicente Ferrer, que con milagros y señales portentosas lo pudiese inducir a la conversión, es más, viendo que el hombre ha llegado a tal obstinación y a una especie de locura, que la misma fuerza de los milagros lo volvería más incrédulo, entonces, obligados por esta apremiante necesidad, por el bien de ellos y para detener este mar purulento que inunda la faz de la tierra, y para gloria de nuestro Dios tan ultrajado, nos hemos conformado a la justicia, sólo estamos rogando y ofreciéndonos víctimas para hacer que estos castigos sirvan para la conversión de los pueblos. Y tú, ¿qué haces? ¿No te has conformado con nosotros?”
Y yo: “Ah no, no puedo, porque la obediencia no quiere, si bien Jesús quiere que me uniforme, pero como la obediencia no quiere, debe prevalecer sobre todo, debo estar siempre en oposición con Jesús bendito, cosa que me aflige mucho”.
Y Ellos: “Cuando está la obediencia, seguro que no necesita adherirse”.
Después de esto, encontrándome en mí misma, en cuanto he visto al amadísimo Jesús quise saber de qué parte eran aquel sacerdote y aquella virgen, y Él me ha dicho que eran del Perú.

+ + + +


3-7
Noviembre 12, 1899

Luisa evita algunos castigos.

Esta mañana, el amable Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma, y veía como si debiera moverse del cielo una cosa y tocar la tierra. He quedado tan espantada que he gritado y le he dicho: “Ah Señor, ¿qué haces? Cuánta ruina habrá si esto sucede. Me dices que me amas mucho y me quieres asustar, ¿lo has visto, no? No lo hagas, no, no, no puedes hacerlo, porque yo no quiero”. Y Jesús, compadeciéndome me ha dicho:
“Hija mía, no tengas temor. Además, ¿cuándo quieres tú que Yo haga algo? No debo dejarte ver nada cuando castigo a las gentes, de otra manera me atas por todas partes. Y bien, fortificaré tu corazón con fuerza, y haré surgir de él como un tronco para poder mantener firme lo que tú ves, y después derramaré en ti tantas gracias, de modo de poderme nutrir Yo y mis hijos”.
Mientras estaba en esto ha salido de dentro de mi corazón como un tronco, y en la cima como dos ramas en forma de horqueta, que elevándose en el aire tomaba por la mitad lo que estaba por moverse, y así quedaba detenida; sólo en un punto lejano parecía que tocaba la tierra. Después me he encontrado en mí misma y le he rogado que se aplacara, y parecía que se rendía, tanto que me ha participado los dolores de la cruz, y ha desaparecido.

+ + + +

3-8
Noviembre 13, 1899

Jesús sufre al ver sufrir a las criaturas. Luisa se ofrece para consolarlo.

Esta mañana mi adorable Jesús parecía inquieto, no hacía otra cosa que ir y venir, ahora se entretenía conmigo, ahora casi atraído por su ardiente amor hacia las criaturas iba a ver lo que hacían, y todo se condolía por lo que sufrían, como si Él mismo y no ellas estuviera sufriendo. Muchas veces he visto al confesor, que con su potestad sacerdotal obligaba a Jesús a hacerme sufrir sus penas para poder aplacarlo, y Él, mientras parecía que no quería ser aplacado, después se mostraba contento y agradecía de corazón a quien se ocupaba en sostener su brazo indignado, y ahora me participaba un sufrimiento y ahora otro. ¡Oh, cómo era tierno y conmovedor verlo en este estado! Hacía destrozar el corazón de compasión. Muchas veces me ha dicho:
“Confórmate a mi Justicia, que no puedo más. ¡Ah! el hombre es demasiado ingrato y casi me obliga por todas partes a castigarlo, me arranca él mismo de mis manos los castigos. ¡Si tú supieras cuánto sufro al hacer uso de mi justicia, pero es el hombre mismo el que me hace violencia! ¡Ah! si no hubiera hecho otra cosa que comprar a precio de sangre su libertad, aun así debería ser agradecido Conmigo; pero el hombre, para hacerme mayor agravio va inventando nuevos modos para hacer inútil mi desembolso”.
Y mientras esto decía lloraba amargamente, y yo para consolarlo le he dicho: “Dulce Bien mío, no te aflijas, veo que tu aflicción es mayor porque te sientes obligado a castigar a las gentes. ¡Ah no, no sea jamás! Si Tú eres todo para mí, yo quiero ser toda para Ti, así que sobre mí manda los flagelos, aquí está la víctima siempre dispuesta y a tu disposición, puedes hacerme sufrir lo que quieras y así quedará tu justicia en algún modo aplacada, y Tú aliviado de la aflicción que sientes al ver sufrir a las criaturas. Ha sido siempre esta mi intención al no conformarme a la justicia, porque sufriendo el hombre sufrirás más Tú que él mismo”.

Mientras esto estaba diciendo ha venido nuestra Mamá Reina, y yo he recordado que habiendo pedido al confesor la obediencia de conformarme a la justicia, me había dicho que le preguntara a la Virgen Santísima si quería que me uniformara. Se lo he dicho y Ella me ha dicho: “No, no, más bien reza hija mía, y en estos días trata por cuanto más puedas de tenerte a Jesús junto contigo y aplacarlo, porque muchos castigos están preparados”.

+ + + +

3-9
Noviembre 17, 1899

La potestad sacerdotal debe concurrir con la víctima.

Continúa mi amable Jesús haciéndose ver afligido. Esta mañana junto con Él ha venido nuestra Reina Mamá, y me parecía que Ella me lo traía a fin de que lo aplacara y le rogara junto con Ella que me hiciera sufrir a mí para librar a las gentes, y me ha dicho que si en estos días pasados no me hubiera interpuesto, y el confesor no hubiese hecho uso de la potestad sacerdotal para concurrir con sus intenciones de hacerme sufrir, muchas catástrofes habrían sucedido. Mientras estaba en esto he visto al confesor, y yo enseguida he rogado por él a Jesús y a la Reina Madre, y Jesús todo benignidad ha dicho:
“A medida que tome en cuenta mis intereses, con el pedirme y también con empeñarse en renovar la intención de hacerte sufrir, con el fin de librar a las gentes, así tomaré cuidado de él y lo libraré. Yo estaría dispuesto a hacer este pacto con él”.
Después de esto he hecho por mirar a mi dulce y único Bien, y he visto que en sus manos tenía dos rayos, en uno contenía como preparado un fuerte terremoto y una guerra; en el otro muchas clases de muertes imprevistas y enfermedades contagiosas. Yo le he comenzado a rogar que vertiera sobre mí aquellos rayos, y casi se los quería quitar de sus manos, pero Él para no dejarme llegar a esto, ha comenzado a alejarse de mí, yo buscaba seguirlo y por eso me he encontrado fuera de mí misma; Jesús ha desaparecido y yo he quedado sola.
Ahora, encontrándome sola he girado un poco y he llegado a un lugar donde en esta estación hacen la siega, parecía que ahí había ruidos de guerra y yo quería ir para ayudar a esas pobres gentes, pero los demonios me impedían ir a donde estaban por suceder tales cosas, y me golpeaban para que no pudiese ayudar, ni tampoco impedir sus artificios, y han usado tanta fuerza que me hicieron retroceder.

+ + + +

3-10
Noviembre 19, 1899

Males de la soberbia.

Continúa viniendo mi adorable Jesús, y como mi mente, antes de que viniera estaba pensando en ciertas cosas que me había dicho en años pasados, y que no recuerdo bien, Él, como para recordarme me ha dicho:
“Hija mía, la soberbia roe la gracia. En los corazones de los soberbios no hay otra cosa que un vacío todo lleno de humo, que produce la ceguera. La soberbia no hace más que hacer de sí mismo un ídolo, así que el alma soberbia no tiene a su Dios consigo; con el pecado ha buscado destruirlo en su corazón, y levantando un altar en él, se pone encima y se adora a sí mismo”.
¡Oh! Dios, qué monstruo abominable es este vicio, a mí me parece que si el alma está atenta a no dejarlo entrar en ella, estará libre de todos los otros vicios, pero si por su

desventura se deja dominar por él, como es madre monstruosa y mala, le parirá todos sus hijos díscolos, los cuales son los demás pecados. ¡Ah Señor, tenla lejos de mí!

+ + + +

3-11
Noviembre 21, 1899

Jesús quiere deleitarse mirándose en Luisa, y ella es auxiliada por la Santísima Virgen.

Esta mañana mi amadísimo Jesús, apenas ha venido me ha dicho:
“Hija mía, todo tu deleite debe ser el contemplarte en Mí, y si esto lo haces siempre, tomarás en ti todas mis cualidades, mi fisonomía, mis mismos lineamientos, y Yo en correspondencia encontraré todo mi gusto y sumo contento en deleitarme mirándome en ti”.
Dicho esto ha desaparecido, y yo estaba rumiando en mi mente esas palabras, cuando de improviso ha regresado, me ha puesto su santa mano en la cabeza y volviendo mi cara hacia Él agregó:
“Hoy quiero deleitarme un poco mirándome en ti”.
Un estremecimiento me corrió por todo el cuerpo, un espanto de sentirme morir porque veía que me miraba fijo, fijo, queriéndose deleitar en mis pensamientos, miradas, palabras y en todo lo demás, con el contemplarse en mí. ¡Oh Dios! ¿Soy causa de deleitarte o de amargarte? Iba repitiendo en mi interior. Mientras estaba en esto ha venido nuestra amada Mamá Reina en mi ayuda, trayendo una vestidura blanquísima entre las manos, y toda amabilidad me dijo:
“Hija, no temas, quiero suplir Yo misma por ti vistiéndote con mi inocencia, para que así mi Hijo al contemplarse en ti pueda encontrar el mayor deleite que se pueda encontrar en una criatura humana”.
Entonces me vistió con esa vestidura y me presentó a mi amado Bien Jesús diciéndole:
“Amado Hijo, acéptala por consideración a Mí y deléitate en ella”.
Así se me quitó todo temor y Jesús se ha deleitado en mí y yo en Él.

+ + + +

3-12
Noviembre 24, 1899

Luisa quiere recibir las amarguras de Jesús.

Esta mañana mi dulce Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma. Ahora, como lo he visto todo lleno de amargura, le pedí y volví a pedirle que la derramara en mí, pero por cuanto le rogué no he logrado obtener que vertiera en mí sus amarguras, y conforme me acercaba a su boca para recibirlas salía un aliento amargo. Mientras hacía esto veía a un sacerdote que moría, pero no supe bien quién era, y como tenía la intención de rezar por un sacerdote enfermo, no reconociéndolo me confundí si era él o algún otro. Entonces he dicho a Jesús: “Señor, ¿qué haces? ¿No ves cuánta escasez de sacerdotes hay en Corato, y quieres quitarnos otros?” Jesús no poniéndome atención y amenazando con la mano decía:
“Los destruiré de más”.

+ + + +


3-13
Noviembre 26, 1899

Complacencia de la Santísima Trinidad ante el sufrir de Luisa.

Encontrándome en medio de grandes sufrimientos, mi amable Jesús ha venido y me ha puesto el brazo por detrás del cuello, en acto de sostenerme. Ahora, estando cerca de Él empecé a hacer mis habituales adoraciones a todos sus santos miembros, empezando por su sacratísima cabeza. En el momento que esto hacía me ha dicho:
“Amada mía, tengo sed, quítame la sed con tu amor, que no resisto más”.
Y tomando aspecto de niño se puso entre mis brazos y se puso a mamar, parecía que sentía un gusto grandísimo y quedaba todo reconfortado y calmaba su sed. Después de esto, queriendo como jugar conmigo, con una lanza que tenía en la mano me traspasaba el corazón de lado a lado. Yo sentía un dolor acerbísimo, pero ¡oh! cómo estaba contenta de sufrir, especialmente porque eran las mismas manos de mi solo y único Bien las que me daban el sufrir, y lo incitaba a desgarrarme mayormente, tanto era el gusto y la dulzura que yo sentía. Y Jesús bendito, para contentarme más me ha arrancado el corazón, tomándolo entre sus manos, y con esa misma lanza lo abrió por la mitad y encontró una cruz resplandeciente y blanquísima, la ha tomado entre sus manos complaciéndose grandemente y me ha dicho:
“Esta cruz la produjo el amor y la pureza con que sufres, me complazco tanto en el modo con el que tú sufres, que no sólo Yo, sino que llamo al Padre y al Espíritu Santo a complacerse Conmigo”.
En un instante miré y vi Tres Personas que circundándome se deleitaban en mirar esta cruz, pero yo, lamentándome con Ellos dije:
“Gran Dios, demasiado poco es mi sufrir, no estoy contenta sólo con la cruz, sino que quiero también las espinas y los clavos, y si yo no lo merezco, porque soy indigna y pecadora, Vosotros, ciertamente podéis darme las disposiciones para merecerlo”.
Y Jesús enviándome un rayo de luz intelectual me hizo comprender que quería que hiciera la confesión de mis culpas. Me sentí aterrar ante las Tres Divinas Personas, pero la Humanidad de Nuestro Señor me inspiraba confianza, así que dirigiéndome a Él dije el “yo pecador”, y después empecé a hacer la confesión de mis culpas. Ahora, mientras me encontraba toda inmersa en mi miseria, una voz ha salido de en medio de Ellos que decía:
“Te perdonamos, y tú, no peques más”.
Yo esperaba recibir la absolución de Nuestro Señor, pero en ese momento desapareció.
Poco después volvió crucificado y me participó los dolores de la cruz.


+ + + +

3-14
Noviembre 27, 1899

La gracia hace feliz al alma.

Esta mañana mi amado Jesús no venía, pero después de mucho esperar, en cuanto lo he visto me lamenté con Él por su tardanza, diciéndole: “Señor bendito, ¿cómo es que tardas tanto, tal vez te has olvidado que no puedo estar sin Ti? ¿O acaso perdí tu gracia y por eso no vienes?” Y Él interrumpiendo mis lamentos me ha dicho:
“Hija mía, ¿sabes tú qué cosa hace mi gracia? Mi gracia hace feliz el alma de los bienaventurados comprensores, y vuelve feliz el alma de los viadores, con esta sola diferencia, que los comprensores gozándose y deleitándose, y los viadores trabajando y poniéndola en comercio. Así que quien posee la gracia tiene en sí misma el paraíso, porque la gracia no es otra cosa que poseerme a Mí mismo, y siendo Yo sólo el objeto

encantador que encanta a todo el paraíso y que formo todos los contentos de los bienaventurados, el alma, poseyendo la gracia, dondequiera que se encuentre posee su paraíso”.

+ + + +

3-15
Noviembre 28, 1899

Luisa acepta sufrir en el purgatorio para liberar algunas almas.

Mi amado Jesús ha venido todo afabilidad, me parecía como un íntimo amigo que tiene tantas formalidades para otro amigo para demostrarle su amor, y las primeras palabras que me ha dicho han sido:
“Amada mía, si tú supieras cuánto te amo. Me siento atraído grandemente a amarte, mis mismas demoras en venir me fuerzan y son nuevas causas de hacerme venir y colmarte de nuevas gracias y carismas celestiales. Si tú pudieras comprender cuánto te amo; tu amor comparado con el mío apenas lo percibirías”.
Y yo: “Mi dulce Jesús, es verdad lo que dices, pero también yo siento que te amo mucho, y si Tú dices que mi amor comparado con el tuyo apenas se percibe, esto es porque tu poder es sin límites y el mío es limitado, y por tanto, puedo hacer por cuanto de Ti mismo me viene dado; tan es verdad, que cuando tengo voluntad de sufrir más para demostrarte mayormente mi amor, si Tú no me concedes las penas, no está en mi poder el sufrir, y estoy obligada a resignarme aun en esto, y ser ese ser inútil que por mí he sido siempre. En cambio en Ti está en tu poder el mismo sufrir, y en cualquier modo que quieras manifestarme tu amor, lo puedes hacer. Amado mío, dame a mí el poder y te haré ver cuánto sé hacer por amor tuyo, porque en la medida que me das, en esa misma medida te daré”.
Él escuchaba con sumo placer mi hablar disparatado, y casi queriéndome poner a prueba me ha transportado fuera de mí misma, cerca de un lugar profundo, lleno de fuego líquido y tenebroso, daba horror y espanto el sólo verlo. Jesús me ha dicho:
“Aquí está el purgatorio, y muchas almas están concentradas en este fuego. Irás tú a ese lugar a sufrir para liberar a aquellas almas que me agradan, y esto lo harás por amor mío”.
Yo inmediatamente, si bien temblando un poco le he dicho: “Todo por amor tuyo, estoy dispuesta, pero debes venir Tú junto conmigo, de otra manera, si me dejas, no te dejas encontrar más, y después me haces llorar mucho”.
Y Él: “Si voy junto contigo, ¿cuál sería tu purgatorio? Esas penas con mi presencia, para ti se cambiarían en alegrías y en contentos”.
Y yo: “Sola no quiero ir, y además, mientras estemos en ese fuego Tú estarás detrás de mis espaldas, así no te veo y aceptaré este sufrimiento”.
Así he ido a ese lugar lleno de densas tinieblas, y Él me seguía por atrás, y yo por temor de que me dejase le he tomado las manos, teniéndolas estrechadas a mis hombros. Habiendo llegado abajo, ¿quién puede decir las penas que sufrían aquellas almas? Ciertamente son inenarrables a personas vestidas de humana carne. Entonces, al ir yo a ese fuego, éste se apagaba y se despejaban las tinieblas, y muchas almas salían, otras quedaban aliviadas. Después de haber estado cerca de un cuarto de hora, hemos salido, y Jesús se lamentaba, y yo rápidamente le he dicho: “Dime mi Bien, ¿por qué te lamentas? Amada vida mía, ¿tal vez he sido yo la causa porque no he querido ir sola a ese lugar de penas? Dime, dime, ¿habéis sufrido mucho al ver a esas almas sufrir? ¿Qué cosa sientes?”
Y Jesús: “Amada mía, me siento todo lleno de amarguras, tanto, que no pudiéndolas contener más, estoy por derramarlas sobre la tierra”.

Y yo: “No, no mi dulce amor, las derramarás en mí, ¿no es verdad?” Y acercándome a su boca ha vertido un licor amarguísimo, en tanta abundancia que yo no podía contenerlo, y le pedía a Él mismo que me diera la fuerza para sostenerlo, de otra manera, lo que no había dejado hacer a Nuestro Señor lo habría hecho yo, derramarlo sobre la tierra, y hacer esto me molestaba mucho; sin embargo parece que me dio la fuerza, si bien eran tantos los sufrimientos que me sentía desfallecer, pero Jesús tomándome entre sus brazos me sostenía y me decía:
“Contigo hay que ceder por fuerza, te vuelves tan molesta que me siento casi con la necesidad de contentarte”.

+ + + +

3-16
Noviembre 30, 1899

Miembros enfermos y miembros sanos en el cuerpo místico de Jesús.

Continúa viniendo mi adorable Jesús, y esta vez lo veía en el momento cuando estaba atado a la columna; Él, desatándose se arrojaba en mis brazos para ser compadecido por mí. Yo me lo he estrechado y he comenzado a arreglarle los cabellos, todos con coágulos de sangre, a secarle los ojos y el rostro, y al mismo tiempo lo besaba y hacía diversos actos de reparación. Cuando llegué a las manos y le quité la cadena, con suma maravilla vi que la cabeza era de Nuestro Señor, pero los miembros eran de tantas otras personas, especialmente religiosas. ¡Oh! cuántos miembros infectados que daban más tinieblas que luz; en el lado izquierdo estaban los que daban más sufrimiento a Jesús, se veían miembros enfermos, llenos de llagas agusanadas y profundas, otros que apenas quedaban unidos por un nervio a aquel cuerpo, oh, cómo se dolía y vacilaba aquella cabeza divina sobre aquellos miembros. Al lado derecho se veían aquellos que eran más buenos, esto es, miembros sanos, resplandecientes, cubiertos de flores y de rocío celestial, perfumados con fragantes olores, y entre estos miembros se descubría alguno que despedía un perfume apagado.
Esta cabeza divina sobre estos miembros sufría mucho; es verdad que había miembros resplandecientes, que casi se asemejaban a la luz de aquella cabeza, que la recreaban y le daban grandísima gloria, pero eran en número más grande los miembros infectados. Jesús, abriendo su dulcísima boca me dijo:
“Hija mía, ¡cuántos dolores me dan estos miembros! Este cuerpo que tú ves es el cuerpo místico de mi Iglesia, del cual me glorío de ser su cabeza, ¡pero qué cruel desgarro hacen estos miembros en este cuerpo! Parece que se azuzan entre ellos para ver quien puede darme más tormento”.
Ha dicho otras cosas que no recuerdo bien sobre este cuerpo, por eso pongo punto.

+ + + +

3-17
Diciembre 2, 1899

Elocuente elogio de la cruz.

Encontrándome muy afligida por ciertas cosas que no es lícito decir aquí, el amable Jesús, queriéndome aliviar en mi aflicción ha venido con un aspecto todo nuevo, me parecía vestido de color celeste, todo adornado de campanitas pequeñas de oro, que golpeándose entre ellas resonaban con un sonido jamás oído. Ante el aspecto de Jesús y el armonioso sonido me he sentido encantar y aliviar en mi aflicción, que como humo se

alejaba de mí. Yo habría permanecido allí, en silencio, tanto me sentía encantar las potencias de mi alma, si el bendito Jesús no hubiese roto mi silencio al decirme:
“Amada hija mía, todas estas campanitas son tantas voces que te hablan de mi amor y que te llaman a amarme. Ahora, déjame ver cuántas campanitas tienes tú, que me hablen de tu amor y que me llamen a amarte”.
Y yo, toda llena de vergüenza le dije: “¡Ah Señor! ¿Qué dices? Yo no tengo nada, no tengo otra cosa que defectos”.
Entonces Jesús compadeciendo mi miseria, continuó diciéndome:
“Tú no tienes nada, es verdad, pues bien, quiero adornarte Yo con mis mismas campanitas, a fin de que puedas tener tantas voces para llamarme y para demostrarme tu amor”.
Así parecía que como una faja adornada de estas campanitas me ceñía la cintura. Después de esto, he quedado en silencio y Él ha agregado:
“Hoy quiero entretenerme contigo, dime alguna cosa”.
Y yo: “Tú sabes que todo mi contento es estar junto Contigo, y teniéndote a Ti lo tengo todo, por eso poseyéndote a Ti, me parece que no tengo otra cosa que desear, ni que decir”.
Y Jesús: “Hazme oír tu voz que recrea mi oído, conversemos un poco juntos, Yo te he hablado tantas veces de la cruz, hoy déjame oírte hablar a ti de la cruz”.
Yo me sentía toda confundida, no sabía que decir, pero Él me ha mandado un rayo de luz intelectual, y para contentarlo he comenzado a decir: “Amado mío, ¿quién te puede decir qué cosa es la cruz?, sólo tu boca puede hablar dignamente de la sublimidad de la cruz, pero ya que quieres que hable yo, está bien, lo hago: La cruz sufrida por Ti me liberó de la esclavitud del demonio y me desposó con la Divinidad con nudo indisoluble; la cruz es fecunda y me pare la gracia; la cruz es luz y me desengaña de lo temporal, y me descubre lo eterno; la cruz es fuego, y todo lo que no es de Dios lo vuelve cenizas, hasta vaciarme el corazón del más mínimo hilo de hierba que pueda estar en él; la cruz es moneda de inestimable precio, y si yo tengo, Esposo Santo, la fortuna de poseerla, me enriqueceré de monedas eternas, hasta volverme la más rica del paraíso, porque la moneda que corre en el Cielo es la cruz sufrida en la tierra; la cruz me hace conocerme más a mí misma, y no sólo eso, sino me da el conocimiento de Dios; la cruz me injerta todas las virtudes; la cruz es la noble cátedra de la Sabiduría increada, que me enseña las doctrinas más altas, sutiles y sublimes; así que sólo la cruz me develará los misterios más escondidos, las cosas más recónditas, la perfección más perfecta escondida a los más doctos y sabios del mundo. La cruz es como agua benéfica que me purifica, no sólo eso, sino que me suministra el nutrimento a las virtudes, me las hace crecer y sólo me deja cuando me conduce a la vida eterna. La cruz es como rocío celeste que me conserva y me embellece el bello lirio de la pureza; la cruz es el alimento de la esperanza; la cruz es la antorcha de la fe obrante; la cruz es aquel leño sólido que conserva y mantiene siempre encendido el fuego de la caridad; la cruz es aquel leño seco que hace desvanecer y poner en fuga todos los humos de soberbia y de vanagloria, y produce en el alma la humilde violeta de la humildad; la cruz es el arma más potente que hiere a los demonios y me defiende de sus garras. Así que el alma que posee la cruz, es de envidia y admiración a los mismos ángeles y santos; de rabia y desdén a los demonios. La cruz es mi paraíso en la tierra, de modo que si el paraíso de allá, de los bienaventurados, son los gozos; el paraíso de acá son los sufrimientos. La cruz es la cadena de oro purísimo que me une Contigo, mi sumo Bien, y forma la unión más íntima que se pueda dar, hasta hacer desaparecer mi ser y me transforma en Ti, mi objeto amado, tanto de sentirme perdida en Ti y vivo de tu misma vida”.
Después que dije esto, (no sé si son desatinos) mi amable Jesús al oírme, todo se complacía y llevado por un entusiasmo de amor, toda me besaba y me ha dicho:
“Bravo, bravo a mi amada hija, has dicho bien. Mi amor es fuego, pero no como el fuego terreno que dondequiera que penetra todo lo vuelve estéril y reduce todo a cenizas. Mi fuego es fecundo y sólo esteriliza lo que no es virtud, pero a todo lo demás da vida y

hace germinar las bellas flores, hace producir los más exquisitos frutos y convierte al alma en el más delicioso jardín celestial.
La cruz es tan potente y le he comunicado tanta gracia, que la volví más eficaz que los mismos sacramentos, y esto porque al recibir el sacramento de mi cuerpo, se necesitan las disposiciones y el libre concurso del alma para recibir mis gracias, que muchas veces pueden faltar, pero la cruz tiene virtud de disponer al alma a la gracia”.

+ + + +

3-18
Diciembre 21, 1899

Luisa habla de la virginidad y de la pureza.

Después de un largo silencio, esta mañana mi amable Jesús, interrumpiéndolo, me ha dicho:
“Yo soy el receptáculo de las almas puras”.
Y en estas sus palabras tuve una luz intelectual que me hacía comprender muchas cosas sobre la pureza, pero poco o nada sé poner en palabras de lo que oigo en el intelecto. Pero la honorabilísima señora obediencia quiere que escriba alguna cosa, aun desatinando, y para contentarla diré mis desatinos sobre la pureza.
Me parecía que la pureza fuese la gema más noble que el alma pueda poseer. El alma que posee la pureza está investida de cándida luz, de modo que Dios bendito, mirándola encuentra su misma Imagen, se siente atraído a amarla, tanto que llega a enamorarse de ella, y es tomado por tanto amor que le da por ciudad su purísimo corazón, porque sólo lo que es puro y limpísimo entra en Dios, nada entra manchado en aquel seno purísimo. El alma que posee la pureza conserva en sí su primer esplendor que Dios le dio al crearla, nada hay en ella desfigurado, desnoblecido, sino que como reina que aspira a las nupcias del Rey celestial, conserva su nobleza hasta que esta noble flor es transplantada en los jardines celestiales. ¡Oh, cómo esta flor virginal está perfumada con aroma especial! Se eleva siempre sobre todas las demás flores, y aun sobre los mismos ángeles. ¡Cómo resalta con variadas bellezas! Así que todos son tomados por estima y amor, y libremente todos le dan el paso hasta hacerla llegar al Esposo Divino, de modo que el primer puesto en torno a Nuestro Señor es de estas nobles flores. Entonces Nuestro Señor se deleita grandemente en pasear en medio a estos lirios que perfuman la tierra y el Cielo, y mucho más se complace en estar circundado por estos lirios, porque siendo Él el primer noble lirio y el modelo, es el ejemplar de todos los demás. ¡Oh, cómo es bello ver un alma virgen! Su corazón no emite otro aliento que de pureza y de candor, ni siquiera tiene la sombra de otro amor que no sea Dios, también su cuerpo exhala olor de pureza; todo es puro en ella: Pura en los pasos, pura en el obrar, en el hablar, en el mirar, también en el moverse, así que al solo verla se siente la fragancia y se descubre un alma virgen de verdad. ¡Qué carismas, qué gracias, qué recíproco amor, qué estratagemas amorosas entre esta alma y el Esposo Jesús! Sólo quien las siente puede decir alguna cosa, porque ni siquiera se puede narrar todo, y yo no me siento en deber de hablar sobre esto, por eso hago silencio y paso adelante.

+ + + +

3-19
Diciembre 22, 1899

Cómo Dios nos atrae a amarlo en tres modos, y cómo en tres modos se manifiesta al alma.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía. Después de mucho esperar y seguir esperando, apenas, casi como un rayo que huye se dejó ver varias veces, pero me parecía ver más bien una luz que a Jesús, y en esta luz una voz que decía la primera vez que vino:
(2) “Yo te atraigo a amarme en tres modos: A fuerza de beneficios, a fuerza de atracciones y a fuerza de persuasiones”.
(3) ¿Quién puede decir cuántas cosas comprendía en estas tres palabras? Me parecía que Jesús bendito, para atraerse mi amor y también el de las otras criaturas, hace llover beneficios en favor nuestro, y viendo que esta lluvia de beneficios no llega al punto de ganarse nuestro amor, llega a hacerse atrayente. ¿Y cuál es esta atracción? Son sus penas sufridas por amor nuestro, hasta morir chorreando sangre sobre una cruz, donde se volvió tan atrayente que enamoró de Sí a sus mismos verdugos y a sus más fieros enemigos. Además, para atraernos mayormente y volver más fuerte y estable nuestro amor, nos ha dejado la luz de sus santísimos ejemplos, unidos a su celestial doctrina, y que como luz nos despejan las tinieblas de esta vida y nos conducen a la eterna salvación.
(4) La segunda vez que ha venido me ha dicho:
(5) “Yo me manifiesto al alma en tres diversos modos: Con la potencia, con la noticia y con el amor. La potencia es el Padre, la noticia es el Verbo, el amor es el Espíritu Santo”.
(6) ¡Oh, cuántas otras cosas comprendía! Pero demasiado escaso es lo que sé manifestar. Me parecía que con la potencia se manifiesta Dios al alma en todo lo creado, desde el primero al último ser es manifestada la omnipotencia de Dios. El cielo, las estrellas y todos los demás seres nos hablan, si bien en mudo lenguaje, de un Ente Supremo, de un Ser Increado, de su omnipotencia, porque el hombre más instruido, con toda su ciencia no puede llegar a crear el más vil mosquito, y esto nos dice que debe haber un Ser Increado potentísimo que ha creado todo y da vida y subsistencia a todos los seres.
¡Oh, cómo todo el universo a claras notas y con caracteres imborrables nos habla de Dios y de su omnipotencia! Así que quien no lo ve es ciego voluntario.
(7) Con la noticia, me parecía que Jesús bendito al descender del Cielo viniera en persona a la tierra a darnos noticia de lo que para nosotros es invisible, ¿y en cuántos modos no se manifestó Él? Creo que cada uno, por sí mismo, comprenderá todo el resto, por eso no me alargo más.

+ + + +

3-20
Diciembre 25, 1899

Jesús quiere de Luisa continua actitud de sacrificio.

(1) Después de haber pasado algunos días casi de privación total de mi sumo y único Bien, acompañados por una dureza de corazón, sin poder ni siquiera llorar mi gran pérdida, si bien ofrecía a Dios también aquella dureza diciéndole: “Señor, acéptala como sacrificio, sólo Tú puedes ablandar este corazón tan duro”. Finalmente, después de un largo penar, ha venido mi amada Mamá Reina trayendo en su regazo al celestial Niño envuelto en un pañal, todo tembloroso; me lo ha dado entre mis brazos diciéndome:
(2) “Hija mía, caliéntalo con tus afectos, porque mi Hijo nació en extrema pobreza, en total abandono de los hombres y en suma mortificación”.
(3) ¡Oh, cómo era agradable con su celestial belleza! Lo he tomado entre mis brazos y me lo he estrechado para calentarlo, porque estaba casi entumecido por el frío, no teniendo otra cosa que lo cubriera que un sólo pañal. Después de haberlo calentado por cuanto he podido, mi tierno Niñito, entreabriendo sus purpúreos labios me ha dicho:
(4) “¿Me prometes tú ser siempre víctima por amor mío, como Yo lo soy por amor tuyo?”
(5) Y yo: “Sí tesorito mío, te lo prometo”.
(6) Y Él: “No estoy contento sólo con las palabras, quiero un juramento y también una firma con tu sangre”.

(7) Y yo: “Si quiere la obediencia lo haré”.
(8) Él parecía todo contento, y ha agregado:
(9) “Mi corazón desde que nací lo tuve siempre ofrecido en sacrificio para glorificar al Padre, para la conversión de los pecadores y por las personas que me rodeaban y que más me fueron fieles compañeros en mis penas. Así quiero que tu corazón esté en continua actitud, ofrecido en espíritu de sacrificio por estos tres fines”.
(10) Mientras esto decía, la Reina Mamá quería al Niño para alimentarlo con su leche dulcísima. Se lo he devuelto y Ella sacó su pecho para ponerlo en la boca del Divino Niño, y yo astuta, queriendo hacer una broma, he puesto mi boca para chupar, he sacado pocas gotas, y en el momento de hacer esto han desaparecido, dejándome contenta y descontenta.
(11) Sea todo para gloria de Dios y para confusión de esta miserable pecadora.

+ + + +

3-21
Diciembre 27, 1899

La caridad debe ser como un manto que debe cubrir las acciones.

(1) Jesús continúa haciéndose ver como sombra y como rayo. Mientras me encontraba en un mar de amargura por su ausencia, en un instante se ha hecho ver diciéndome:
(2) “La caridad debe ser como un manto que debe cubrir todas tus acciones, de modo que todo debe relucir de perfecta caridad. ¿Qué significa ese disgustarte cuando no sufres? Que tu caridad no es perfecta, porque el sufrir por amor mío y el no sufrir por mi amor, sin tu voluntad, todo es lo mismo”.
(3) Y ha desaparecido dejándome más amargada que antes, queriendo tocar una nota muy delicada para mí, y que Él mismo me ha infundido. Entonces después de haber derramado amargas lágrimas en mi estado miserable, y por la ausencia de mi adorable Jesús, ha regresado y me ha dicho:
(4) “Con las almas justas me porto con justicia, más bien las recompenso duplicadamente por su justicia, favoreciéndolas con las gracias más grandes y con hablarles con palabras justas y de santidad”.
(5) Sin embargo yo me encontraba tan confundida y mala, que no me atrevía a decir una sola palabra, es más, continuaba vertiendo lágrimas sobre mi miseria. Y Jesús queriéndome infundir confianza ha puesto su mano bajo mi cabeza para levantarla, porque no la sostenía, y ha agregado:
(6) “No temas, Yo soy el escudo de los atribulados”.
(7) Y ha desaparecido.

+ + + +

3-22
Diciembre 30, 1899

Efectos de la humillación y la mortificación.

(1) Esta mañana en cuanto he visto a mi adorable Jesús, y como la obediencia me había dicho que rezara por una persona, por eso en cuanto Jesús ha venido, se la he encomendado, y Él me ha dicho:
(2) “La humillación no sólo se debe aceptar, sino también amarla, tanto como para masticarla como un alimento, y como cuando un alimento es amargo, por cuanto más se mastica tanto más se siente la amargura, así la humillación bien masticada hace nacer la mortificación, y estos son dos potentísimos medios, esto es, la humillación y la

mortificación, para salvar ciertos obstáculos y obtener las gracias que se necesitan. Y mientras parecen dañinos a la naturaleza humana, como el alimento amargo parece que quiera causar más mal que bien, así la humillación y la mortificación, pero no. Cuando el fierro es más golpeado sobre el yunque, tanto más arroja chispas de fuego y queda puro, así el alma, cuanto más es humillada y golpeada bajo el yunque de la mortificación, tanto más arroja chispas de fuego celestial, y queda purgada si verdaderamente quiere caminar la vía del bien; pero si es falsa sucede todo lo contrario”.

+ + + +

3-23
Enero 1, 1900

Efecto del conocimiento de sí mismo.

(1) Encontrándome muy afligida por la privación de mi sumo y único Bien, después de mucho esperar y esperar, finalmente lo he visto salir llorando de dentro de mi corazón, haciéndome señal con los ojos que le dolía la herida hecha en la circuncisión, y por eso lloraba, y que esperaba de mí que le secara la sangre que corría de la herida y endulzara el dolor del corte. Yo era toda compasión y confusión al mismo tiempo, tanto que no me atrevía a hacerlo, pero atraída por el amor, no sé como me he encontrado un trapo en la mano y he tratado por cuanto he podido de limpiar la sangre al niño Jesús. Mientras esto hacía, me sentía toda llena de pecado, y pensaba que yo era la causa de ese dolor de Jesús. ¡Oh, cómo me daba pena, me sentía absorbida en aquella amargura, y el bendito niño compadeciendo mi miserable estado me ha dicho:
(2) “Por cuanto más el alma se humilla y se conoce a sí misma, tanto más se acerca a la verdad, y encontrándose en la verdad busca dirigirse al camino de las virtudes, del cual se ve muy lejana, y si ve que se encuentra en este camino, pronto descubre lo mucho que le queda por hacer, porque las virtudes no tienen término, son infinitas como soy Yo. Entonces, el alma encontrándose en la verdad, busca siempre perfeccionarse, pero jamás llegará a verse perfecta, y esto le sirve y hará que el alma esté continuamente trabajando, esforzándose para mayormente perfeccionarse, sin perder el tiempo en ociosidades; y Yo, complaciéndome de este trabajo, poco a poco la voy retocando para pintar en ella mi semejanza. He aquí el por qué quise ser circuncidado, para dar un ejemplo de grandísima humildad, que hizo desconcertar a los mismos ángeles del Cielo”.

+ + + +

3-24
Enero 3, 1900

La paz.

(1) Continúo viéndome toda llena de miserias, y no sólo eso, sino también inquieta. Me parece que todo mi interior se ha puesto en armas por la pérdida de Jesús. Estaba pensando entre mí, que mis grandes pecados me habían merecido el que mi adorable Jesús me hubiese dejado, y por eso no lo vería más. ¡Oh, qué muerte cruel es este pensamiento para mí! Es más, pensamiento más despiadado que cualquier muerte. ¡No ver más a Jesús! ¡No oír más la suavidad de su voz! ¡Perder a Aquel del cual depende mi vida y del cual me viene todo bien! ¿Cómo poder vivir sin Él? ¡Ah, si pierdo a Jesús para mí todo ha terminado! Con estos pensamientos sentía una agonía de muerte, todo mi interior trastornado porque quería a Jesús, y Él, en un destello de luz se ha manifestado a mi alma diciéndome:

(2) “Paz, paz, no quieras turbarte. Así como una flor olorosísima perfuma el lugar donde se pone, así la paz llena de Dios al alma que la posee”.
(3) Y como relámpago se ha ido. Ah Señor, cuán bueno eres con esta pecadora, y en confianza te digo también: Cómo eres impertinente, pues nada menos debo perderte a Ti, y ni siquiera quieres que me turbe o me inquiete, y si lo hago, me haces entender que yo misma me alejo de Ti, porque con la paz me lleno de Dios y con turbarme me lleno de tentaciones diabólicas. ¡Oh mi dulce Jesús, cuánta paciencia se necesita Contigo, porque cualquier cosa que me suceda, ni siquiera puedo inquietarme, ni turbarme, sino que quieres que me esté en perfecta calma y paz.

+ + + +

3-25
Enero 5, 1900

Efectos del pecado y de la confesión.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he sentido salir fuera de mí misma y he encontrado a mi adorable Jesús, pero ¡oh, cómo me veía llena de pecados ante su presencia! En mi interior sentía un fuerte deseo de confesarme con Nuestro Señor, por eso dirigiéndome a Él he comenzado a decir mis culpas, y Jesús me escuchaba. Cuando terminé de hablar, dirigiéndose a mí con un rostro lleno de tristeza me dijo:
(2) “Hija mía, el pecado, si es grave, es un abrazo venenoso y mortífero al alma, y no sólo a ella, sino también a todas las virtudes que se encuentran en el alma; si es venial, es un abrazo que hiere, que vuelve al alma muy débil y enferma, y junto con ella se enferman las virtudes que había adquirido. ¡Qué arma mortal es el pecado! ¡Sólo el pecado puede herir y dar muerte al alma! Ninguna otra cosa puede dañarla, ninguna otra cosa la vuelve ignominiosa, odiosa ante Mí, sino sólo el pecado”.
(3) Mientras decía esto, yo comprendía la fealdad del pecado y sentía tal pena, que ni siquiera sé explicarla. Y Jesús viéndome toda compenetrada, alzó su bendita mano derecha y pronunció las palabras de la absolución. Después agregó:
(4) “Así como el pecado hiere y da muerte al alma, así el sacramento de la confesión da la vida y la cura de las heridas, y restituye el vigor a las virtudes, y esto más o menos, según las disposiciones del alma, así obra la virtud del sacramento”.
(5) Me pareció que mi alma recibía nueva vida, después de que Jesús me dio la absolución no sentía más aquel fastidio de antes. Sea siempre glorificado el Señor y siempre le sean dadas las gracias.

+ + + +

3-26
Enero 6, 1900

La confianza: Escalera para subir a la Divinidad.

(1) Esta mañana he recibido la comunión y me he encontrado con Jesús, estaba también la Mamá Reina, y ¡oh! maravilla, veía a la Madre y veía el corazón de Ella transformado en Jesús Niño, miraba al Hijo y veía en el corazón del Niño a la Madre. Mientras estaba en esto recordé que hoy es la Epifanía, y yo, a ejemplo de los santos magos debía ofrecer alguna cosa al Niño Jesús, pero veía que no tenía nada que darle. Entonces, viendo mi miseria, me ha venido el pensamiento de ofrecerle por mirra mi cuerpo con todos los sufrimientos de los doce años que he estado en cama dispuesta a sufrir y a estar todo el tiempo que Él quisiera2; por oro la pena que siento cuando me priva de su presencia, que es la cosa más penosa y dolorosa para mí; por incienso mis pobres oraciones unidas a las de la Reina Mamá, a fin de que fueran más aceptables al Niño Jesús. Entonces hice el ofrecimiento con toda la confianza de que el Niño aceptaría todo. Parecía que Jesús con mucho gusto aceptaba mis pobres ofrecimientos, pero lo que más le gustaba era la confianza con la que se los había ofrecido. Entonces me ha dicho:
(2) “La confianza tiene dos brazos, con uno se abraza a mi Humanidad y se sirve de Ella como escalera para subir a mi Divinidad, con el otro se abraza a la Divinidad y a torrentes toma las gracias celestiales, así que el alma queda toda inundada por el Ser Divino. Cuando el alma confía, está segura de obtener lo que pide, Yo me hago atar los brazos, la


2 O sea que se puso en este estado en el año 1888, a la edad de 23 años.

hago hacer lo que quiere, la hago penetrar hasta dentro de mi corazón y por sí misma le hago tomar lo que me ha pedido. Si no hiciera esto me sentiría en un estado de violencia”.
(3) Mientras esto decía, del pecho del Niño y del de la Madre salían tantos ríos de licor (pero no sé decir propiamente cómo se llamaba eso que digo licor), que me inundaban el alma. Y la Reina Madre ha desaparecido.
(4) Después de esto, junto con el Niño hemos salido fuera, en la bóveda de los cielos, su gracioso rostro lo veía triste y he dicho entre mí: “Tal vez quiere leche y por eso está triste”. Entonces le he dicho: “¿Quieres mamar de mí, porque la Reina Mamá no está?” Pero antes de hacer esto he sentido temor de que fuera demonio, entonces para asegurarme lo he persignado varias veces con la cruz y le he dicho: “¿Eres Tú realmente Jesús Nazareno, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo de María Virgen Madre de Dios?” El Niño aseguraba que sí. Entonces asegurada, lo he puesto a mamar de mí. El Niño parecía que se reanimaba tomando un aspecto alegre, y yo veía que chupaba parte de aquellos ríos de los que Él mismo me había inundado. Y mientras esto hacía me sentía jalar el corazón, porque parecía que de él venía aquella leche que Jesús chupaba de mí. ¿Quién puede decir lo que pasaba entre el Niño Jesús y yo? No tengo lengua para poderlo manifestar, no tengo palabras para poderlo describir.

+ + + +

3-27
Enero 8, 1900

Aun los errores serán útiles.

(1) Estaba pensando entre mí: “Quién sabe cuántos desatinos, cuántos errores contienen estas cosas que escribo”. Entre tanto he sentido que perdía los sentidos, y ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, aun los errores servirán, y esto para hacer conocer que no hay ningún artificio por parte tuya, ni que tú seas algún doctor, porque si esto fuera, tú misma habrías advertido donde te equivocabas, y esto también hará resplandecer de más que soy Yo quien te hablo, si ven las cosas con sencillez; sin embargo te aseguro que no encontrarán ni la sombra del vicio, ni cosa que no hable de virtud, porque mientras tú escribes, Yo mismo te estoy guiando la mano; a lo más podrán encontrar algún error a primera vista, pero si lo observan bien, ahí encontrarán la verdad”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, pero después de algunas horas ha regresado y yo me sentía toda titubeante y pensativa acerca de las palabras que me había dicho, y Él ha agregado:
(4) “Mi patrimonio es la firmeza y la estabilidad, no estoy sujeto a ningún cambio, y el alma, por cuanto más se acerca a Mí y se adentra en el camino de las virtudes, tanto más se siente firme y estable en el obrar el bien, y por cuanto más lejana está de Mí, tanto más estará sujeta a cambiarse y a inclinarse ahora al bien y ahora al mal”.

+ + + +

3-28
Enero 12, 1900

Diferencia entre el conocimiento de sí mismo y la humildad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi amable Jesús ha venido en un estado que daba compasión. Tenía las manos atadas fuertemente y el rostro cubierto de salivazos, y algunas personas lo abofeteaban horriblemente, y Él permanecía quieto, plácido, sin hacer ni un movimiento ni emitir un lamento, ni siquiera un movimiento de pestañas, para demostrar que Él quería sufrir estos ultrajes, y esto no sólo externamente, sino también internamente. ¡Qué espectáculo tan conmovedor, de hacer despedazar los corazones más duros! ¡Cuántas cosas decía aquel rostro con los salivazos en él, ensuciado de fango! Yo me sentía horrorizar, temblaba, me veía toda soberbia delante de Jesús. Mientras estaba en este aspecto, Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, sólo los pequeños se dejan manejar como se quiere, no aquellos que son pequeños de razón humana, sino aquellos que son pequeños pero llenos de razón divina. Sólo Yo puedo decir que soy humilde, porque en el hombre lo que se dice humildad, más bien se debe decir conocimiento de sí mismo, y quien no se conoce a sí mismo camina ya en la falsedad”.
(3) Durante algunos minutos Jesús hizo silencio y yo lo contemplaba. Mientras esto hacía he visto una mano que traía una luz, que hurgando en mi interior, en los más íntimos escondites, quería ver si había en mí el conocimiento de mí misma y el amor a las humillaciones, a las confusiones y a los oprobios; aquella luz encontraba un vacío en mi interior, y yo también veía que debía ser llenado con humillaciones y confusiones a ejemplo del bendito Jesús. ¡Oh, cuántas cosas me hacía comprender aquella luz y aquel rostro santo que estaba frente a mí! Decía entre mí: “Un Dios, humillado por amor mío, confundido, y yo, pecadora, sin estas divisas. Un Dios estable, firme en soportar tantas injurias, tanto que no se mueve ni un poquito para liberarse de esos escupitajos fétidos, –
¡ah! me parece ver su interior ante la Divinidad, y el exterior ante los hombres – sin embargo, si quiere lo puede hacer, porque no son las cadenas las que lo atan, sino su estable Voluntad, que a cualquier costo quiere salvar al género humano. ¿Y yo? ¿Y yo?
¿Dónde están mis humillaciones, dónde la firmeza, la constancia en el hacer el bien por amor de mi Jesús y por amor de mi prójimo? ¡Ay, qué diferentes víctimas somos yo y Jesús, porque de hecho no nos parecemos en nada!” Mientras mi pequeño cerebro se perdía en esto, mi adorable Jesús me ha dicho:
(4) “Mi Humanidad estuvo llena solamente de oprobios y humillaciones, tanto, de derramarse fuera, he aquí por qué ante mis virtudes tiembla el Cielo y la tierra, y las almas que me aman se sirven de mi Humanidad como escalera para subir a probar algunas gotitas de mis virtudes. Dime, ante mi humildad, ¿dónde está la tuya? Sólo Yo puedo gloriarme de poseer la verdadera humildad, mi Divinidad unida a mi Humanidad podía obrar prodigios en cada paso, palabra y obra, en cambio voluntariamente me restringía en el cerco de mi Humanidad y me mostraba como el más pobre, y llegaba a confundirme con los mismos pecadores.
(5) La obra de la Redención en poquísimo tiempo podía hacerla, aun con una sola palabra, pero quise durante el curso de tantos años, con tantos trabajos y sufrimientos, hacer mías las miserias del hombre, quise ejercitarme en tantas diversas acciones para hacer que el hombre fuese todo renovado, divinizado, aun en las mínimas obras, porque realizadas por Mí, que era Dios y Hombre, recibían nuevo esplendor y quedaban con la marca de obras divinas. Mi Divinidad escondida en mi Humanidad, con descender a tanta bajeza, sujetarse al curso de las acciones humanas mientras que con un solo acto de Voluntad habría podido crear infinitos mundos,con sentir las miserias, las debilidades de otros como si fuesen suyas, con verse cubierta de todos los pecados de los hombres ante la divina justicia, y que debía pagar con el precio de penas inauditas y con el desembolso de toda su sangre, ejercitaba continuos actos de profunda y heroica humildad.

(6) He aquí oh hija mía, la diferencia grandísima de mi humildad con la humildad de las criaturas, que ante la mía, apenas es una sombra; aun la de todos mis santos, porque la criatura es siempre criatura y no conoce cuánto pesa la culpa como la conozco Yo, aunque sean almas heroicas que a mi ejemplo se han ofrecido a sufrir las penas de otros, pero éstas no son diferentes de aquellas, de las otras criaturas, no son cosas nuevas para ellas, porque están formadas del mismo barro. Además, el sólo pensar que esas penas son causa de nuevas adquisiciones y que glorifican a Dios, es un gran honor para ellas. Además de esto, la criatura está restringida en el cerco donde Dios la ha puesto, y no puede salir de esos límites con los que Dios la rodeó. ¡Oh! si estuviese en su poder el hacer y el deshacer, cuántas otras cosas harían, cada uno llegaría a las estrellas. Pero mi Humanidad divinizada no tenía límites, sino que voluntariamente se restringía en Sí misma, y esto era un entretejer todas mis obras de heroica humildad. Había sido esta la causa de todos los males que inundan la tierra, esto es, la falta de humildad, y Yo con el ejercicio de esta virtud debía atraer de la divina justicia todos los bienes. ¡Ah, sí, que no parten de mi trono rescritos de gracias sino por medio de la humildad! Ningún billete puede ser recibido por Mí, si no contiene la firma de la humildad, ninguna oración escuchan mis oídos y mueve a compasión mi corazón, si no está perfumada con el aroma de la humildad. Si la criatura no llega a destruir el germen de honor, de estima, y esto se destruye con llegar a amar el ser despreciada, humillada, confundida, sentirá un entrelazamiento de espinas alrededor de su corazón, advertirá un vacío en su corazón que le dará siempre fastidio y la volverá muy desemejante de mi Santísima Humanidad, y si no llega a amar las humillaciones, a lo más podrá conocerse un poco a sí misma, pero no resplandecerá ante Mí vestida por la bella y agradable vestidura de la humildad”.
(7) ¿Quién puede decir cuántas cosas comprendía sobre esta virtud y la diferencia entre el conocerse a sí mismo y la humildad? Me parecía tocar con la mano la diferencia de estas dos virtudes, pero no tengo palabras para explicarme. Para decir alguna cosa me sirvo de una idea, por ejemplo: Un pobre dice que es pobre, y aun a personas que no lo conocen y que tal vez pueden creer que posee alguna cosa, él les manifiesta con franqueza su pobreza, se puede decir que se conoce a sí mismo y dice la verdad, y por esto es más amado, mueve a los demás a compasión de su miserable estado y todos lo ayudan, esto es el conocerse a sí mismo. Si después, aquel pobre avergonzándose de manifestar su pobreza se jactara de que él es rico, mientras que todos saben que no tiene ni siquiera vestidos para cubrirse y que se muere de hambre, ¿qué sucedería? Todos lo desprecian, nadie lo ayuda y llega a ser sujeto de burla y de ridiculez a cualquiera que lo conoce, y el miserable, yendo de mal en peor, termina con perecer. Tal es la soberbia ante Dios y aun ante los hombres, y he aquí que quien no se conoce a sí mismo, ya está fuera de la verdad y se precipita por el camino de la falsedad.
(8) Ahora, la diferencia con la humildad, si bien me parece que son dos hermanas nacidas en un mismo parto y que jamás se puede ser humilde si no se conoce a sí mismo, es por ejemplo un rico, que despojándose por amor a las humillaciones de sus nobles vestiduras, se cubre con miserables harapos, vive desconocido, a nadie manifiesta quien es él, se confunde con los más pobres, vive con los pobres como si fuera igual que ellos, hace de los desprecios y confusiones sus delicias, y esta es la bella hermana del conocimiento de sí mismo, esto es la humildad. ¡Ah! sí, la humildad llama a la gracia; la humildad rompe las cadenas más fuertes, como son el pecado; la humildad supera cualquier muro de división entre el alma y Dios, y a Él la regresa. La humildad es la pequeña planta, pero siempre verde y florida, no sujeta a ser roída por los gusanos, ni los vientos, ni las granizadas, ni el calor podrán hacerle daño ni marchitarla mínimamente. La humildad, si bien es la más pequeña planta, siempre saca ramas altísimas que penetran hasta en el cielo y se entrelazan entorno al corazón de Nuestro Señor, y sólo las ramas que salen de esta pequeña planta tienen libre la entrada en ese corazón adorable. La humildad es el ancla de la paz en las tempestades de las olas del mar de esta vida. La humildad es sal que condimenta todas las virtudes, y preserva al alma de la corrupción del pecado. La humildad es la hierba que brota en el camino pisado por los caminantes, que mientras es

pisoteada desaparece, pero enseguida se ve surgir de nuevo más bella que antes. La humildad es como injerto noble que ennoblece a la planta silvestre. La humildad es el ocaso de la culpa. La humildad es la recién nacida de la gracia. La humildad es como luna que nos guía en las tinieblas de la noche de esta vida. La humildad es como aquel avaro negociante que sabe negociar bien sus riquezas,y no despilfarra ni siquiera un centavo de la gracia que le viene dada. La humildad es la llave de la puerta del Cielo, así que ninguno puede entrar en él si no tiene bien custodiada esta llave. Finalmente, de otra manera no terminaría nunca y me alargaría demasiado, la humildad es la sonrisa de Dios y de todo el Empíreo, y el llanto de todo el infierno.

+ + + +

3-29
Enero 17, 1900

La maldad y astucia del hombre.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús iba y venía, pero siempre en silencio. Después me he sentido salir fuera de mí misma, y oía a Jesús que desde atrás me decía:
(2) “El hombre dice – porque no hay ya rectitud – : “Hasta en tanto que las cosas estén de este modo no podremos tener ningún éxito en nuestros planes, finjamos virtud, finjámonos rectos, mostrémonos verdaderos amigos externamente, porque así será más fácil tejer nuestras redes y atraerlos al engaño, y cuando salgamos para atraparlos y hacerles mal, cada uno, creyéndonos amigos, los tendremos en nuestras manos”. Ve un poco hasta donde llega la astucia del hombre”.
(3) Después de esto el bendito Jesús queriendo un acto de reparación especial, parecía que me truncaba la vida ofreciéndome a la divina justicia. En el momento que esto hacía, yo creía que Jesús me hacía terminar esta vida, entonces le he dicho: “Señor, no quiero ir al Cielo sin tus insignias, primero crucifícame y después llévame”.
(4) Así me ha traspasado las manos y los pies con los clavos, y mientras esto hacía, con suma amargura mía, Él desapareció y yo me encontré en mí misma, y dije entre mí: “Aquí estoy aún. ¡Ah!, cuántas veces me la haces mi amado Jesús, tienes un arte especial para saberlo hacer, porque me haces creer que debo morir, y entonces yo me río del mundo, de las penas, me río de Ti mismo porque ha terminado el tiempo de estar separados, no habrá más intervalos de separación. Pero apenas comienzo a reír cuando me encuentro otra vez atada por las cadenas de la cárcel de este frágil cuerpo,y olvidando el haber comenzado a reír, continúo el llanto, los gemidos, los suspiros de mi separación de Ti. ¡Ah Señor, hazlo pronto, porque me siento violentada a irme!”

+ + + +

3-30
Enero 22, 1900

Correspondencia a la gracia.

(1) Después de haber pasado días amarguísimos de privación, mi pobre corazón luchaba entre el temor de haberlo perdido y la esperanza de tal vez poderlo ver de nuevo.
¡Oh! Dios, qué guerra sangrienta ha debido sostener este mi pobre corazón; era tanta la pena que ahora se congelaba y ahora era exprimido como bajo una prensa y goteaba sangre. Mientras me encontraba en este estado me he sentido cerca de mi dulce Jesús, que quitándome un velo que me impedía verlo, finalmente pude hacerlo. Enseguida le he dicho: “Ah Señor, ¿ya no me amas?”
(2) Y Él: “Sí, sí, lo que te recomiendo es la correspondencia a mi gracia, y para ser fiel debes ser como aquel eco que resuena dentro de un vacío, que no apenas comienza a emitirse la voz, inmediatamente, sin el mínimo retardo se escucha resonar el eco. Así tú, no apenas empieces a recibir mi gracia, sin ni siquiera esperar a que la termine de dar, inmediatamente comienza el eco de tu correspondencia”.

+ + + +

3-31
Enero 27, 1900

El orden de las virtudes en el alma.

(1) Continúo quedando casi privada de mi dulce Jesús, mi vida desfallece por la pena, siento un tedio, un fastidio, un cansancio de la vida. Iba diciendo en mi interior: “¡Oh, cómo se ha prolongado mi exilio! ¡Qué felicidad sería la mía si pudiera desatar las ataduras de este cuerpo y así mi alma emprendería libre el vuelo hacia mi sumo Bien!” Entonces un pensamiento me ha dicho: “¿Y si tú vas al infierno?” Y yo, para no llamar al demonio a combatirme, enseguida lo rechacé diciendo: “Pues bien, también desde el infierno enviaré mis suspiros a mi dulce Jesús, también ahí quiero amarlo”. Mientras me encontraba en estos y otros pensamientos, que sería demasiada larga la historia si los dijera todos, el amable Jesús por poco tiempo se ha hecho ver, pero con un aspecto serio, y me ha dicho:
(2) “No ha llegado aún tu tiempo”.
(3) Después, con una luz intelectual me hacía comprender que en el alma todo debe estar ordenado. El alma posee muchos pequeños apartamentos donde cada virtud toma su lugar, y si bien se puede decir que una sola virtud contiene en sí a todas las demás, y que el alma poseyendo una sola, es cortejada por todas las otras virtudes; pero a pesar de esto todas son distintas entre ellas, tanto, que cada una tiene su lugar en el alma, y he aquí que todas las virtudes tienen su principio en el misterio de la Sacrosanta Trinidad, que mientras es Una, son Tres Personas distintas, y mientras son Tres son Una. Comprendía también que estos apartamentos en el alma, o están llenos de virtud o del vicio opuesto a aquella virtud, y si no está ni la virtud ni el vicio, quedan vacíos. A mí me parecía como una casa que contiene muchas habitaciones, todas vacías, o bien, una llena de serpientes, otra de fango, otra llena de algunos muebles cubiertos de polvo, otra oscura. ¡Ah Señor, sólo Tú puedes poner en orden mi pobre alma!


+ + + +

3-32
Enero 28, 1900

La mortificación.

(1) Continúa lo mismo. Esta mañana Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y después de tanto tiempo parece que he visto a Jesús con claridad, pero me veía tan mala que no me atrevía a decir una sola palabra, nos mirábamos, pero en silencio; en aquellas mutuas miradas comprendía que mi buen Jesús estaba lleno de amargura, pero no me atrevía a decirle que las derramara en mí. Entonces Él mismo se ha acercado y ha comenzado a derramarlas, y yo no pudiendo contenerlas, conforme las recibía las echaba por tierra. Entonces Él me dijo:
(2) “¿Qué haces? ¿No quieres participar más en mis amarguras? ¿No quieres darme más alivio en mis penas?”
(3) Y yo: “Señor, no es mi voluntad, yo misma no sé qué cosa me ha sucedido, me siento tan llena que no tengo donde contenerlas, sólo un prodigio tuyo puede ensanchar mi interior y así podré recibir tus amarguras”.
(4) Entonces Jesús me ha signado con una señal grande de cruz y ha derramado de nuevo, así parece que he podido contenerlas, y después ha agregado:
(5) “Hija mía, la mortificación es como el fuego que hace secar todos los humores; así la mortificación seca todos los humores malos que hay en el alma y la inunda de un humor santificante, de modo que hace germinar las más bellas virtudes”.

+ + + +

3-33
Enero 31, 1900

Correspondencia a la gracia.

(1) Después de que Jesús ha venido varias veces, pero siempre en silencio, yo me sentía un vacío y una pena porque no oía la voz dulcísima de mi dulce Jesús y Él, regresando, casi para contentarme me ha dicho:
(2) “La gracia es la vida del alma. Así como al cuerpo le da vida el alma, así la gracia da vida al alma. Pero al cuerpo no le basta para tener vida el tener sólo al alma, sino que necesita también de un alimento para nutrirse y crecer a debida estatura, así al alma no le basta tener la gracia para tener vida, sino que necesita un alimento para nutrirla y conducirla a debida estatura, ¿y cuál es este alimento? Es la correspondencia. Así que la gracia y la correspondencia forman esa cadena que la conduce al Cielo, y a medida que el alma corresponde a la gracia, son formados los eslabones de esta cadena”.
(3) Después ha agregado: “¿Cuál es el pasaporte para entrar en el reino de la gracia? Es la humildad. El alma, mirando siempre su nada y descubriendo que no es otra cosa que polvo, que viento, toda su confianza la pondrá en la gracia, tanto que la hará dueña, y la gracia tomando el dominio sobre toda el alma, la conduce por el sendero de todas las virtudes y la hace llegar a la cima de la perfección”.
(4) ¿Qué será el alma sin gracia? Me parecía como el cuerpo sin el alma, que se vuelve pestilente y se llena de gusanos y podredumbre por todas partes, tanto que se hace objeto de horror a la misma vista humana; así el alma sin la gracia, se vuelve tan abominable que da horror a la vista, no de los hombres, sino de aquel Dios tres veces Santo.
(5) ¡Ah Señor, líbrame de tanta desgracia y del monstruo abominable del pecado!

+ + + +

3-34
Febrero 4, 1900

Desconfianza.

(1) Encontrándome en un estado lleno de desaliento, especialmente por la privación de mi sumo Bien, esta mañana, apenas dejándose ver, me ha dicho:
(2) “El desaliento es un humor infeccioso que infecta las más bellas flores y los más agradables frutos y penetra hasta el fondo de la raíz, de modo que aquel humor infeccioso, invadiendo todo el árbol, lo marchita, lo vuelve escuálido, y si no se le pone remedio regándolo con el humor contrario, como aquel humor malo se ha introducido hasta la raíz, seca la raíz y hace caer por tierra al árbol. Así le sucede al alma que se embebe de este humor infeccioso del desaliento”.
(3) A pesar de todo esto yo me sentía todavía desalentada, toda encogida en mí misma y me veía tan mala que no me atrevía a arrojarme hacia mi dulce Jesús. Mi mente estaba ocupada pensando en que para mí era inútil esperar como antes las continuas visitas de Él, sus gracias, sus carismas, todo para mí había terminado. Y Él, casi reprendiéndome, ha agregado:
(4) “¿Qué haces? ¿Qué haces? ¿No sabes tú que la desconfianza deja moribunda al alma? que pensando en que debe morir no piensa más en nada, ni en adquirir, ni en comerciar, ni en embellecerse más, ni en poner remedio a sus males, no piensa otra cosa sino que para ella todo ha terminado. Y no sólo vuelve al alma moribunda, sino que la desconfianza pone a todas las virtudes en peligro de expirar”.
(5) ¡Ah Señor!, me imagino ver a este espectro de la desconfianza, triste, mustio, medroso y todo tembloroso, y toda su maestría, no con otra astucia sino sólo con el temor, conduce las almas a la tumba. Pero lo que es peor, es que este espectro no se muestra como enemigo, porque entonces el alma podría burlarse de su miedo, sino que se muestra como amigo, y se infiltra tan dulcemente en el alma, que si el alma no está atenta, pareciéndole que es un amigo fiel que agoniza junto y llega a morir junto con ella, difícilmente se sabrá liberar de su artificiosa maestría.

+ + + +

3-35
Febrero 5, 1900

(1) Continuando el mismo estado, con un poco más de ánimo, aunque no perfectamente libre, mi amadísimo Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, a veces el alma siente una lucha en alguna virtud, y el alma esforzándose supera aquel combate; entonces la virtud queda más resplandeciente y más radicada en el alma. Pero el alma debe estar atenta para evitar que ella misma no suministre la cuerda para hacerse atar por la desconfianza, y esto lo hará al restringirse siempre, sin salir jamás, en el círculo de la verdad, que es el conocimiento de la propia nada”.

+ + + +

3-36
Febrero 12, 1900

Los defectos voluntarios forman nubes.

(1) Encontrándome en un estado de abandono por parte de mi adorable Jesús, a mi pobre corazón me lo sentía, por el dolor, exprimir como bajo una prensa. ¡Oh Dios, qué pena inenarrable! Mientras me encontraba en este estado, casi como sombra he visto a mi amado Bien, pero no claramente, sólo he visto claramente una mano que me parecía que llevaba una lámpara encendida, y mojaba el dedo en el aceite de la lámpara y me ungía la parte del corazón, exacerbada a lo sumo por el dolor de su privación. En este momento he oído una voz que decía:
(2) “La verdad es luz, que llevó el Verbo a la tierra. Así como el sol ilumina, vivifica y fecunda la tierra, así la luz de la verdad da vida, luz, y vuelve fecundas de virtud a las almas. Si bien muchas nubes, las cuales son las iniquidades de los hombres, ofuscan esta luz de verdad, pero a pesar de esto no deja, desde atrás de las nubes, de mandar destellos de luz vivificante, y así calentar a las almas, y si estas nubes son nubes de imperfecciones y de defectos involuntarios, esta luz, desgarrándolas con su calor las disipa y libremente se introduce en el alma”.
(3) Entonces comprendía que el alma debe estar atenta a no caer en la sombra del defecto voluntario, porque estos son aquellas nubes peligrosas que impiden la entrada a la luz divina.

+ + + +

3-37
Febrero 13, 1900

La mortificación es como la cal.

(1) Esta mañana después de haber recibido la comunión he visto a mi adorable Jesús, pero todo cambiado de aspecto. Me parecía serio, todo reservado, en acto de reprenderme. ¡Qué desgarrador cambio! Mi pobre corazón, en vez de ser aliviado, me lo sentía más oprimido, más traspasado ante el aspecto tan insólito de Jesús. Sin embargo sentía toda la necesidad de un alivio por las penas sufridas en los pasados días por su privación, en que me parecía que vivía, pero agonizante y en continua violencia. Pero Jesús bendito, queriendo reprenderme porque iba buscando alivio debido a su presencia, mientras que no debía buscar otra cosa que sufrir, me ha dicho:
(2) “Así como la cal tiene virtud de quemar los objetos que se meten en ella, así la mortificación tiene virtud de quemar todas las imperfecciones y los defectos que se encuentran en el alma, y llega a tanto, que espiritualiza aun el cuerpo, y como un cerco se pone alrededor, y ahí sella todas las virtudes. Hasta en tanto que la mortificación no te queme bien, tanto el alma como el cuerpo, hasta deshacerlo, no podré sellar perfectamente en ti la marca de mi crucifixión”.
(3) Después de esto, no sé decir bien quién fuese, pero me parecía que fuese un ángel, me ha traspasado las manos y los pies, y Jesús con una lanza que salía de su corazón, me ha traspasado el mío con extremo dolor y ha desaparecido dejándome más afligida que antes. ¡Oh, cómo comprendía bien la necesidad de la mortificación, mi inseparable amiga, y que en mí no existía ni siquiera la sombra de amistad con ella! ¡Ah! Señor, átame Tú con indisoluble amistad a esta buena amiga, porque por mí no sé mostrarme más que toda rudeza, y ella no viéndose acogida por mí con buena cara, usa conmigo todas las consideraciones, me va rehuyendo siempre, temiendo que le vaya a voltear la espalda del todo, y jamás cumple conmigo su bello y majestuoso trabajo, porque debido a que estamos

un poco lejanos, sus manos prodigiosas no llegan hasta mí para poderme trabajar y presentarme ante Ti como obra digna de sus santísimas manos.

+ + + +

3-38
Febrero 16, 1900

La mortificación debe ser el respiro del alma.

(1) Continúa casi siempre lo mismo. Esta mañana, después de haberme renovado las penas de la crucifixión me ha dicho:
(2) “La mortificación debe ser el respiro del alma. Así como al cuerpo le es necesaria la respiración, y del aire bueno o malo que se respira así queda infectado o purificado, también por la respiración se conoce si está sano o enfermo el interior del hombre, si todas las partes vitales están de acuerdo, así el alma: si respira el aire de la mortificación, todo estará en ella purificado, todos sus sentidos sonarán con un mismo sonido concordante, su interior exhalará un respiro balsámico, saludable, fortificante; pero si no respira el aire de la mortificación todo será discordante en el alma, exhalará un respiro maloliente y nauseante; mientras está por domar una pasión, otra se desenfrena. En suma, su vida no será otra cosa que un juego de niños”.
(3) Me parecía ver a la mortificación como un instrumento musical, en el cual, si todas las cuerdas están buenas y fuertes, produce un sonido armonioso y agradable, pero si las cuerdas no son buenas, ahora hay que reparar una, ahora hay que afinar otra, por lo que todo el tiempo lo emplea en ajustarlo, pero jamás en tocarlo, a lo más podrá emitir un sonido discordante y desagradable, por eso jamás hará nada de bueno.

+ + + +

3-39
Febrero 19, 1900

Amenaza de castigos.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma, veía mucha gente, toda en movimiento, me parecía, pero no estoy segura, como una guerra, o bien una revolución, y a Nuestro Señor no hacían más que tejerle coronas de espinas, tanto que mientras yo estaba toda atenta a quitarle una, otra más dolorosa le ponían. ¡Ah, sí, parece que nuestro siglo será célebre por la soberbia! La más grande desventura es el perder la cabeza, porque habiendo perdido la cabeza con el cerebro, todos los otros miembros se vuelven inhábiles, o se vuelven enemigos de sí mismos y de los demás, por eso sucede que la persona abre un camino a todos los demás vicios.
(2) Mi paciente Jesús toleraba todas esas coronas de espinas, y yo apenas tenía tiempo de quitárselas, entonces se volteó hacia esa gente y les ha dicho:
(3) “Moriréis, quien en la guerra, quien en las cárceles y quien en terremotos, pocos permaneceréis. La soberbia ha formado el curso de las acciones de vuestra vida, y la soberbia os dará la muerte”.
(4) Después de esto, el bendito Jesús me ha sacado de en medio de aquella gente, y haciéndose niño yo lo llevaba en mis brazos para hacerlo reposar. Él, pidiéndome un refrigerio quería mamar de mí, yo, temiendo que fuese demonio lo he persignado varias veces con la cruz, y después le dije: “Si verdaderamente eres Jesús, recemos juntos el Ave María a nuestra Reina Mamá”. Y Jesús ha recitado la primera parte, y yo el Santa María. Después, Él mismo ha querido decir el Padre Nuestro, ¡oh! cómo era conmovedora su oración, enternecía tanto, que el corazón parecía que se derretía. Después ha agregado:

(5) “Hija, mi vida la tuve del corazón, a diferencia de los demás; he aquí una razón por lo que soy todo corazón para las almas, y por qué soy llevado a querer el corazón, y no tolero en él ni siquiera una sombra de lo que no es mío. Entonces entre tú y Yo quiero que todo sea totalmente para Mí, y lo que darás a las criaturas no será otra cosa que el desbordamiento de nuestro amor”.

+ + + +

3-40
Febrero 20, 1900

Jesús es la luz del Cielo, de la cual todos toman sus pequeñas luces.

(1) Continua viniendo mi benigno Jesús. Después de haber recibido la Comunión me ha renovado las penas de la crucifixión, y yo he quedado tan entumecida que sentía necesidad de un alivio, pero no me atrevía a pedirlo. Después de un poco ha regresado como niño y me besaba toda, y de sus labios corría leche, y yo he bebido a grandes sorbos esa leche dulcísima de sus purísimos labios. Ahora, mientras esto hacía me ha dicho:
(2) “Yo soy la flor del edén celestial, y es tanto el perfume que expando, que ante mi fragancia queda atraído todo el empíreo, y como Yo soy la luz que manda luz a todos, tanto, de tenerlos abismados, todos mis santos toman de Mí sus pequeñas lucecitas, así que no hay luz en el Cielo que no haya sido tomada de esta Luz”.
(3) ¡Ah sí! no hay ni siquiera olor de virtud sin Jesús, y no hay luz, aunque se fuera a lo más alto de los Cielos, sin Él.

+ + + +

3-41
Febrero 21, 1900

El don de la pureza es gracia conseguida, y esta se obtiene con la mortificación.

(1) Esta mañana mi amable Jesús ha comenzado a hacer sus acostumbradas demoras. Sea siempre bendito; de verdad que se necesita una paciencia de santo para soportarlo, y hay que tratar con Jesús para saber cuánta paciencia se necesita. Quien no lo experimenta no puede creerlo, y es casi imposible no tener algún pequeño disgusto con Él. Entonces, después de haber usado la paciencia al esperarlo y esperarlo, finalmente ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el don de la pureza no es don natural, sino que es gracia conseguida, y esta se obtiene con volverse atractiva, y el alma se hace tal con la mortificación y los sufrimientos. ¡Oh, cómo se vuelve atractiva el alma mortificada y sufriente, cómo es hermosa, y Yo siento tal atracción hacia ella que enloquezco por esta alma y todo lo que quiere le doy. Tú, cuando estés privada de Mí, sufre mi privación, que es la pena más dolorosa para ti, por amor mío, y Yo sentiré más atracción que antes y te concederé nuevos dones”.

+ + + +

3-42
Febrero 23, 1900

La señal más cierta para conocer si un estado es Voluntad de Dios.

(1) Esta mañana después de haber perdido casi la esperanza de que el bendito Jesús viniera, de improviso ha venido y me ha renovado las penas de la crucifixión y me ha dicho:
(2) “El tiempo ha llegado, el fin se acerca, pero la hora es incierta”.
(3) Y yo, sin poner atención al significado de las palabras que decía, quedé en duda si debía atribuirlo a mi completa crucifixión o bien a los castigos, y le dije: “Señor, cuánto temo que mi estado no sea Voluntad de Dios”.
(4) Y Él: “La señal más cierta para conocer si es Voluntad mía un estado, es que uno siente la fuerza para sostener ese estado”.
(5) Y yo: “Si fuese tu Voluntad no sucedería este cambio, que no vienes como antes”.
(6) Y Él: “Cuando una persona se vuelve familiar en una familia, no se usan tanto esas ceremonias, esas consideraciones que se usaban antes cuando era extraña. Así hago Yo. Sin embargo, esto no es señal que sea voluntad de esa familia no quererla tener con ellos, ni que no la amen más que antes. Por eso estate quieta, déjame hacer a Mí, no quieras atormentarte el cerebro ni turbar la paz del corazón; cuando llegue el tiempo oportuno conocerás mi obrar”.

+ + + +

3-43
Febrero 24, 1900

Luisa resiste a la obediencia.

(1) Esta mañana me encontraba toda llena de temor, creía que todo era fantasía, o sea, demonio que quería ilusionarme. Entonces todo lo que veía lo despreciaba y me disgustaba: Veía al confesor que ponía la intención de que Jesús me renovara los dolores de la crucifixión, y yo trataba de resistir. El bendito Jesús al principio me toleraba, pero como el confesor renovaba la intención, entonces Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, parece que esta vez faltaremos a la obediencia. ¿No sabes tú que la obediencia debe sellar al alma, y que la obediencia debe hacer al alma como blanda cera, de modo que el confesor pueda darle la forma que quiera?”
(3) Así, no tomando en cuenta mis resistencias me ha participado los dolores de la crucifixión, y yo, no pudiendo resistir más a todo esto, porque no quería por el temor de que no fuese Jesús, he debido sucumbir bajo el peso de los dolores. Sea siempre bendito y todo sea para glorificarlo en todo y siempre.

+ + + +

3-44
Febrero 26, 1900

La Divina Voluntad es felicidad de todos.

(1) Después de haber pasado algunos días de privación, cuando a lo más venía alguna vez como sombra y huía, yo sentía tal pena que me deshacía en lágrimas, y el bendito Jesús teniendo compasión de mi dolor, ha venido y me veía y me veía, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, que no te dejo; ahora, cuando estés sin mi presencia no quiero que te desanimes, más bien, de hoy en adelante cuando estés privada de Mí, quiero que tomes mi Voluntad y que en Ella te deleites, amándome y glorificándome en Ella y teniendo a mi Voluntad como si fuese mi misma Persona. Haciéndolo así tú me tendrás en tus mismas manos. ¿Qué cosa forma la bienaventuranza del Paraíso? Ciertamente mi Divinidad. Ahora, ¿qué formará la bienaventuranza de mis amados en la tierra? Con certeza mi Voluntad. Ella no te podrá huir jamás, la tendrás siempre en tu posesión, y si tú

permaneces en el círculo de mi Voluntad, ahí sentirás las alegrías más inefables y los placeres más puros. El alma, no saliendo jamás del círculo de mi Voluntad, se vuelve noble, se diviniza y todas sus obras repercuten en el centro del Sol divino, así como los rayos del sol repercuten en la superficie de la tierra, y ni uno solo sale del centro que es Dios. El alma que hace mi Voluntad es la única noble reina que se nutre de mi aliento, porque su alimento y su bebida no las toma más que de mi Voluntad, y nutriéndose de mi Voluntad toda santa, en sus venas correrá una sangre purísima, su aliento exhalará un fragante perfume que me recreará, porque será producido por mi mismo aliento. Por eso no quiero otra cosa de ti, sino que formes tu bienaventuranza en el giro de mi Voluntad, sin salir jamás, ni siquiera por un breve instante”.
(3) Mientras esto decía, en mi interior sentía una inquietud y un temor, porque el hablar de Jesús indicaba que no iba a venir, y que yo debía aquietarme en su Voluntad. ¡Oh Dios, qué pena mortal! ¡Qué estrechuras de corazón! Pero Jesús siempre benigno ha agregado:
(4) “¿Cómo puedo dejarte si tú eres víctima? Sólo dejaré de venir cuando tú dejes de ser víctima, pero mientras seas víctima me sentiré siempre atraído a venir”.
(5) Así parece que quedé tranquila; pero me siento como circundada por la adorable Voluntad de Dios, de modo que no encuentro ninguna abertura por la cual salir. Espero que me quiera tener siempre en este cerco que me une toda a Dios.

+ + + +

3-45
Febrero 27, 1900

La Divina Voluntad ata a Jesús al alma. El gran mal de la murmuración.

(1) Habiéndome abandonado toda en la amable Voluntad de Nuestro Señor, yo me veía toda circundada por mi dulce Jesús, por fuera y por dentro. Con el haberme abandonado en Él me veía como si mi ser se hubiera vuelto transparente y a cualquier parte que volteaba veía a mi sumo Bien, pero lo que me hacía maravillar era que mientras me veía rodeada por dentro y por fuera por Jesús, así yo, mi pobre ser, mi voluntad, circundaba a Jesús como dentro de un círculo, de modo que Él no encontraba la abertura para poderse salir, porque mi voluntad unida a la suya lo tenía encadenado, sin que me pudiera huir.
¡Oh, admirable secreto de la Voluntad de mi Señor, indescriptible es tu felicidad! Ahora, mientras me encontraba en este estado, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, en el alma toda transformada en mi Querer Yo encuentro un dulce reposo. El alma se convierte para Mí como aquellos objetos suaves que no dan ninguna molestia a quien quiere reposarse en ellos, es más, aunque fueran personas cansadas y adoloridas, es tanta la suavidad y el placer que toman al reposarse sobre estos objetos, que al despertarse se encuentran fuertes y sanos. Así es para Mí el alma conformada a mi Querer, y Yo en recompensa me hago atar por su voluntad y en ella hago resplandecer el Sol Divino como en el pleno mediodía”.
(3) Dicho esto ha desaparecido. Poco después, habiendo recibido la comunión ha regresado y me ha transportado fuera de mí misma. Veía mucha gente y Jesús me decía:
(4) “Diles, diles qué grande es el mal que hacen con murmurar uno del otro, porque atraen mi indignación, y esto con justicia, porque veo que mientras están sujetos a las mismas miserias y debilidades, no hacen otra cosa que erigir tribunales uno en contra del otro. Si así hacen entre ellos, ¿qué haré Yo, que soy santo y puro, con ellos? De acuerdo a la caridad que ejerciten unos con otros, así Yo me siento atraído a usar misericordia con ellos”.
(5) Jesús me lo decía a mí, y yo lo repetía a esa gente, y después nos hemos retirado.

+ + + +


3-46
Marzo 2, 1900

La unión de los quereres ata el alma a Jesús.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la santa comunión, mi dulce Jesús se hacía ver crucificado, e internamente me sentía atraída a mirarme en Él, para poder semejarme a Él, y Jesús se reflejaba en mí para atraerme a su semejanza. Mientras esto hacía yo me sentía infundir en mí los dolores de mi crucificado Señor, que con toda bondad me ha dicho:
(2) “Quiero que tu alimento sea el sufrir, no por sufrir solamente, sino como fruto de mi Voluntad. El beso más sincero que ata más fuerte nuestra amistad, es la unión de nuestros quereres, y el nudo indisoluble que nos estrechará en continuos abrazos será el continuo sufrir”.
(3) Mientras esto decía, el bendito Jesús se ha desclavado y ha tomado su cruz y la extendió en el interior de mi cuerpo, y yo quedaba tan extendida en ella que me sentía dislocar los huesos, además, una mano que no sé decir con certeza de quién era, me traspasaba las manos y los pies, y Jesús que estaba sentado sobre la cruz que estaba distendida en mi interior, todo se complacía en mi sufrir y en quien me traspasaba las manos, y ha agregado:
(4) “Ahora puedo reposar tranquilamente, no tengo que tomar ni siquiera la molestia de crucificarte, porque la obediencia quiere hacerlo todo, y Yo libremente te dejo en las manos de la obediencia”.
(5) Y levantándose de la cruz se ha puesto sobre mi corazón para reposarse. ¿Quién puede decir cómo he quedado sufriente estando en esa posición? Después de haber estado largo tiempo, Jesús no se apresuraba en aliviarme como las otras veces para hacerme regresar a mi estado natural, y a aquella mano que me había puesto sobre la cruz no la veía más, esto se lo decía a Jesús, quien me respondía:
(6) “¿Quién te ha puesto sobre la cruz? ¿Tal vez he sido Yo? Ha sido la obediencia, y la obediencia te debe quitar de ahí”.
(7) Parece que esta vez tenía ganas de jugar, y como suma gracia he obtenido que me liberara el bendito Jesús.


+ + + +

3-47
Marzo 7, 1900

El alma conformada al Divino Querer, llega a atar a Dios.

(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma, he tenido que girar y girar para encontrar al bendito Jesús. Por fortuna he entrado a una iglesia y lo he encontrado sobre un altar donde se celebraba el divino sacrificio. Súbitamente he corrido y me lo he abrazado diciéndole: “¡Finalmente te he encontrado! Me has hecho girar tanto hasta cansarme, y Tú estabas aquí”. Y Él mirándome serio, no con su acostumbrada benignidad me ha dicho:
(2) “Esta mañana me siento muy amargado y siento toda la necesidad de poner mano a los castigos para desagraviarme”.
(3) Yo, enseguida: “Amado mío, no es nada, remediaremos esto ahora mismo, derramarás en mí tus amarguras y así quedarás desagraviado, ¿no es verdad?”
(4) Y Él condescendiendo a mi petición ha derramado en mí sus amarguras. Después, estrechándome a Él, como si se hubiera liberado de un grave peso, ha agregado:
(5) “El alma conformada a mi Querer se sabe infiltrar tanto en mi potencia, que llega a atarme todo y a su gusto me desarma como quiere. ¡Ah, tú, tú, cuántas veces me atas!”

(6) Y mientras esto decía ha tomado su acostumbrado aspecto dulce y benigno.

+ + + +

3-48
Marzo 9, 1900

La gracia es como el sol.

(1) Encontrándome un poco turbada por una cosa que no es necesario decir aquí, mi mente quería andar vagando para cerciorarse sobre mi turbación y así quedar en paz, pero el bendito Jesús queriendo contradecir mi querer, me impedía que yo pudiera ver lo que quería, y como yo insistía en querer ver me ha dicho:
(2) “¿Por qué quieres ir vagando? ¿No sabes tú que quien sale de mi Voluntad sale de la luz y se confina en las tinieblas?”
(3) Y queriéndome casi distraer de lo que yo quería, me ha transportado fuera de mí misma, y cambiando tema ha agregado:
(4) “Mira un poco cómo me son ingratos los hombres. Así como la luz del sol llena toda la tierra, desde un punto al otro, de modo que no hay tierra que no goce el beneficio de su luz, ni hay persona que pueda lamentarse de estar privada de sus benéficos influjos, tan es verdad, que el sol, invistiendo a todo el universo, para poder dar luz a todos, lo toma como en su mano, sólo puede lamentarse de no gozar de su luz quien huyendo de su mano va a esconderse en lugares tenebrosos; sin embargo el sol continuando su caritativo oficio no deja de enviarle algún rayo de luz de entre sus dedos; así mi gracia es una imagen del sol, que por todas partes inunda a las gentes, pobres y ricos, ignorantes y doctos, cristianos e infieles, ninguno, ninguno puede decir que está privado de ella, porque la luz de la verdad y el influjo de mi gracia llena la tierra, y más que el sol en su pleno mediodía. ¿Pero cuál no es mi pena al ver a las gentes, que cruzando esta luz a ojos cerrados y afrontando mi gracia con el torrente pestífero de sus iniquidades, se desvían de esta luz y voluntariamente viven en lugares tenebrosos, en medio de crueles enemigos? Ellas están expuestas a mil peligros, porque no teniendo luz, no pueden conocer claramente si se encuentran en medio de amigos o de enemigos, ni huir de los peligros que los rodean.
(5) ¡Ah, si el sol tuviera razón, y los hombres pudieran hacerle esta afrenta a su luz, y que algunos llegando a tal ingratitud, que para despreciar y no ver su resplandor, se arrancaran los ojos, y así quedan más seguros de vivir en las tinieblas, ay, el sol en vez de mandar luz mandaría lamentos y lágrimas de dolor, hasta trastornar toda la naturaleza! No obstante, lo que los hombres tendrían horror de hacer a la luz natural, llegan a tal exceso de afrontar de ese modo a mi gracia. Pero mi gracia siempre benigna con ellos, en medio de las mismas tinieblas y de la locura de su ceguera, manda siempre resplandores de luz, porque mi gracia jamás deja a ninguno, sino que el hombre voluntariamente se sale de ella, y la gracia no teniéndolo en sí, trata de seguirlo con el fulgor de su luz”.
(6) Mientras esto decía, el dulce Jesús estaba extremadamente afligido, y yo hacía cuanto más podía, para consolarlo, pidiéndole que derramara en mí sus amarguras, y Él ha agregado:
(7) “Compadéceme si te soy causa de aflicción, porque de vez en cuando siento toda la necesidad de desahogar en palabras, con mis almas dilectas, mi dolor sobre la ingratitud de los hombres, para mover sus corazones a repararme en tantos excesos, y a compasión de los mismos hombres”.
(8) Y yo: “Señor, lo que quisiera es que no me evitaras participar en tus penas”. Y queriendo yo decir más, ha desaparecido y he regresado en mí misma.

+ + + +


3-49
Marzo 10, 1900

Efectos del sufrimiento.

(1) Esta mañana habiendo recibido la santa comunión, veía a mi amado Jesús como Niño, con una lanza en la mano, en actitud de quererme traspasar el corazón, y como le había dicho una cosa al confesor, Jesús, queriéndome reprender me ha dicho: “Tú quieres alejar el sufrir, y Yo quiero que comiences una nueva vida de sufrimientos y de obediencia”.
(2) Y mientras esto decía me ha traspasado el corazón con la lanza y después ha agregado:
(3) “Así como el fuego arde según la leña que se le pone, y así tiene mayor actividad en quemar y consumir los objetos que se arrojan en él, y por cuanto mayor es el fuego, otro tanto es mayor el calor y la luz que contiene, así el sufrimiento y la obediencia, por cuanto es mayor, tanto más el alma se hace hábil para destruir lo que es material, y la obediencia, como a blanda cera le da la forma que quiere”.

+ + + +

3-50
Marzo 11, 1900

Encuentro con un alma del purgatorio.

(1) Continúa casi siempre lo mismo. Esta mañana veía al buen Jesús más afligido que de costumbre, amenazando con una mortandad de gente, y veía en ciertos lugares que muchos morían. Después he pasado por el purgatorio y reconociendo a una amiga difunta le preguntaba varias cosas sobre mi estado, especialmente si es Voluntad de Dios este estado, si es verdad que es Jesús el que viene, o bien el demonio, porque le decía: “Como tú te encuentras delante de la Verdad y conoces con claridad las cosas, sin que te puedas engañar, puedes decirme la verdad acerca de mis circunstancias”.
(2) Y ella me ha dicho: “No temas, tu estado es Voluntad de Dios y Jesús te ama mucho, por eso se manifiesta a ti”.
(3) Y yo, diciéndole algunas de mis dudas, le he pedido que viera ante la luz de la verdad si eran verdaderas o falsas y me hiciera la caridad de venírmelo a decir, y que si esto hacía, yo en recompensa le mandaría celebrar una misa en sufragio, y ella ha agregado:
(4) “Si lo quiere el Señor, porque nosotros estamos tan inmersos en Dios, que no podemos ni siquiera mover las pestañas si no concurre Él; nosotros habitamos en Dios como una persona que habitara en otro cuerpo, que tanto puede pensar, hablar, ver, obrar, caminar, por cuanto le viene dado por aquel cuerpo que la circunda por fuera, porque en nosotros no es como en vosotros que tenéis el libre albedrío, la propia voluntad, para nosotros toda voluntad ha terminado, nuestra voluntad es sólo la Voluntad de Dios, de Ella vivimos, en Ella encontramos todo nuestro contento y Ella forma todo nuestro bien y nuestra gloria”.
(5) Y mostrando un contento indecible por esta Voluntad de Dios, nos hemos separado.

+ + + +

3-51
Marzo 14, 1900

Modo para atraer a las almas al catolicismo.

(1) Habiéndome dado el confesor la obediencia de pedirle al Señor que me manifestara el modo cómo hacer para atraer a las almas al catolicismo, y para quitar tanta incredulidad, yo se lo he pedido varios días y el Señor no se dignaba manifestarse sobre este punto. Finalmente, esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, transportada dentro de un jardín que me parecía que fuera el jardín de la Iglesia, y ahí estaban muchos sacerdotes y otras dignidades que discutían sobre este tema, y mientras discutían salía un perro de desmesurado tamaño y fuerza, y la mayor parte de esas personas quedaban tan asustados y debilitados, que llegaban a hacerse morder por aquella bestia, y después se retiraban como cobardes de la empresa. Aquel perro enfurecido no tenía fuerza de morder a aquellos que tenían como centro a Jesús, en el propio corazón, que por lo tanto venía a formar el centro de todas sus acciones, pensamientos y deseos. ¡Ah sí! Jesús formaba el sello de estas personas, y aquella bestia quedaba tan débil que no tenía fuerza ni siquiera de respirar.
(2) Ahora, mientras discutían, yo oía a Jesús que desde atrás de mi espalda decía:
(3) “Todas las demás sociedades conocen quien pertenece a su partido, sólo mi Iglesia no conoce quienes son sus hijos. El primer paso es conocer quienes son aquellos que le pertenecen, y a éstos los podéis conocer, al establecer un día una reunión en la que invitaréis a los que son católicos a que vayan al lugar destinado para tal reunión, y ahí con la ayuda de los católicos seglares, establecer lo que conviene hacer. El segundo paso es obligar a la confesión a aquellos católicos que intervengan en esto, pues esta es la cosa principal que renueva al hombre y forma los verdaderos católicos, y esto no sólo a aquellos que se encuentren presentes, sino obligar a los que son patrones a que obliguen a sus súbditos a la confesión, y si no lo logran por las buenas, aun con despedirlos de su servicio. Cuando cada sacerdote haya formado el cuerpo de sus católicos, entonces podrán encaminarse a otros pasos superiores, porque el reconocer la oportunidad del tiempo, cómo meterse en los partidos y la prudencia en exponerse, es como la poda a los árboles, que hace producir frutos grandes y maduros, pero si el árbol no es podado, produce, sí, un bello conjunto de follaje y de flores, pero apenas cae una helada, sopla un viento, no teniendo el árbol humor suficiente y fuerza para sostener tantas flores para cambiarlas en frutos, las flores se caen y el árbol queda desnudo. Así sucede en las cosas de religión: Primero debéis formaros un conveniente cuerpo de católicos para poder hacer frente a los otros partidos, y después podéis llegar a introduciros en los otros partidos para formar uno solo”.
(4) Dicho esto, no lo he oído más, y sin ni siquiera verlo me he encontrado en mí misma.
¿Quién puede decir mi pena por no haber visto al bendito Jesús durante todo el día, y las lágrimas que tuve que derramar?

+ + + +

3-52
Marzo 15, 1900

Jesús se siente desarmado por las almas victimas.

(1) Jesús continúa sin venir, yo me consumía en dolor y sentía una fiebre que me hacía delirar. Ahora, como el confesor ha venido a celebrar el divino sacrificio, he comulgado, pero no veía, según lo acostumbrado, a mi amado Jesús, por eso he comenzado a decir mis disparates: “Dime mi Bien, ¿por qué no te haces ver? Esta vez me parece que no te he dado ocasión para que te ocultes. ¿Cómo, a la buena, a la buena me dejas? Ay, ni siquiera los amigos de esta tierra actúan de esta manera; cuando deben alejarse al menos dicen adiós, ¿y Tú ni siquiera me dices adiós? Cómo, ¿así se hace? Perdóname si así hablo, es la fiebre que me hace delirar y me hace llegar a la locura”. ¿Quién puede decir todos mis desatinos que le he dicho? Sería querer perder el tiempo. Ahora, mientras estaba delirando y llorando, Jesús hacía ver ahora una mano, ahora un brazo, entonces vi al confesor que

me daba la obediencia de sufrir la crucifixión, y Jesús como obligado por la obediencia se ha hecho ver y yo enseguida le dije: “¿Por qué no te hacías ver?” Y Él, mostrando un aspecto serio ha dicho:
(2) “No es nada, no es nada, es que quiero castigar a la tierra, y Yo, estando bien aun con una sola criatura, me siento desarmado y no tengo fuerza para echar mano de los castigos, y al hacerme ver tú empiezas a decirme, si ves que debo mandar castigos: “Derrama en mí, hazme sufrir a mí”. Y Yo me siento vencer por ti y jamás echo mano de los castigos, y los hombres no hacen otra cosa que ensoberbecerse de más”.
(3) Ahora, repitiendo el confesor la obediencia de hacerme sufrir la crucifixión, Jesús se mostraba lento en hacerme hacer esta obediencia, no como las otras veces que enseguida quería que me sometiera, y me ha dicho:
(4) “Y tú ¿qué quieres hacer?”
(5) Y yo: “Señor, lo que Tú quieras”.
(6) Entonces, dirigiéndose al confesor con aspecto serio le ha dicho:
(7) “¿También tú quieres atarme con darle esta obediencia de hacerla sufrir?”
(8) Y mientras esto decía ha comenzado a participarme los dolores de la cruz, y después, mostrándose más calmado ha vertido sus amarguras, luego ha agregado:
(9) “El confesor, ¿dónde está?”
(10) Y yo: “Señor, no sé a donde ha ido, es cierto que no lo veo más con nosotros”.
(11) Y Él: “Lo quiero, porque como él me ha confortado a Mí, así Yo lo quiero confortar a él”.


+ + + +

3-53
Marzo 17, 1900

Dolor del Papa. La humildad.

(1) Esta mañana el bendito Jesús me hacía ver al Santo Padre con las alas abiertas, que iba en busca de sus hijos para recogerlos bajo sus alas, y oía sus lamentos que decían: “Hijos míos, hijos míos, cuántas veces he buscado reuniros bajo mis alas y ustedes me huís! ¡Ah, escuchen mis lamentos y tengan compasión de mi dolor!” Y mientras esto decía lloraba amargamente, y parecía que no eran sólo los seglares los que se apartaban del Papa, sino también los sacerdotes, y éstos daban más dolor al Santo Padre. ¡Cuánta pena daba ver al Papa en esta posición! Después de esto he visto a Jesús que hacía eco a los lamentos del Santo Padre y añadía:
(2) “Pocos son los que han permanecido fieles, y estos pocos viven como zorros ocultos en sus propias cuevas, tienen temor de exponerse para arrancar a sus propios hijos de la boca de los lobos; hablan, proponen, pero todas son palabras dichas al viento, jamás llegan a los hechos”.
(3) Dicho esto ha desaparecido. Después de poco tiempo ha regresado y yo me sentía toda aniquilada en mí misma ante la presencia de Jesús, y Él, viéndome así me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuanto más te abajas en ti misma, tanto más me siento atraído a abajarme hacia ti y llenarte de mi gracia, he aquí por qué la humildad es precursora de la luz”.

+ + + +

3-54
Marzo 20, 1900

Advertencia de castigos.

(1) Habiendo recibido la comunión, veía a mi dulce Jesús que me invitaba a salir con Él, pero con el pacto de que al ir junto con Él, donde veía que Jesús estaba obligado a mandar

castigos por los pecados, no debía discutir con Él para que no los mandara. Con esta condición hemos salido, recorriendo la tierra. En primer lugar he comenzado a ver, no muy lejos de nosotros, especialmente en ciertos puntos, todo seco, entonces dirigiéndome a Él he dicho: “Señor, ¿cómo harán estas pobres gentes si les falta el alimento para nutrirse?
¡Ah! Tú puedes todo, así como lo has hecho secar, así haz que reverdezca”. Y como tenía la corona de espinas he extendido la mano diciéndole: “Mi Bien, ¿qué cosa te han hecho estas gentes? Quizá te han puesto esta corona de espinas; pues bien, dámela a mí, así quedarás aplacado y les darás el alimento para no dejarlas morir”. Y quitándosela la he puesto sobre mi cabeza. Mientras esto hacía, Jesús me ha dicho:
(2) “Se ve que no puedo llevarte junto Conmigo, porque llevarte y no poder hacer nada es lo mismo”.
(3) Y yo: “Señor, no he hecho nada, perdóname si crees que he hecho mal, pero llévame junto Contigo”.
(4) Y Él: “Tu modo de obrar me ata por todas partes”.
(5) Y yo: “No soy yo quien hago así, eres Tú mismo que me haces obrar de este modo, porque encontrándome Contigo, veo que todas las cosas son tuyas, y si no tomara cuidado de tus cosas, me parece que vendría a no tomara cuidado de Ti mismo. Por eso debes perdonarme si obro de esta manera, ya que lo hago por amor tuyo y no debes alejarme por esto”.
(6) Después, hemos continuado girando. Yo hacía cuanto más podía para no decirle nada de que no castigara en algunos puntos, para no darle ocasión que me mandara retirarme y así perder su amable presencia; pero donde no podía empezaba a discutir con Él. Hemos llegado a un punto de Italia donde estaban haciendo un convenio que debía causar un gran desorden, pero no he entendido qué cosa fuera, porque habiendo empezado a decir, Señor, no lo permitas, pobre gente, ¿cómo harán? Viendo Jesús que yo me afanaba y quería impedírselo, me ha dicho con imperio:
(7) “Retírate, retírate”.
(8) Y quitándose una cinta de clavos, de alfileres que tenía encajada en su cuerpo, que lo hacía sufrir mucho, ha agregado:
(9) “Retírate y llévate esta cinta contigo, así me aliviarás mucho”.
(10) Y yo: “Sí, me la pondré yo en lugar tuyo, pero déjame estar Contigo”.
(11) Y Él: “No, retírate”.
(12) Y lo ha dicho con tal imperio, que no pudiendo resistir, en un instante me he encontrado en mí misma, y no he podido entender cuál era aquel convenio.

+ + + +

3-55
Marzo 25, 1900

El Verbo de Dios al encarnarse se vuelve luz de las almas.

(1) Esta mañana, mi adorable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Así como el sol es la luz del mundo, así el Verbo de Dios al encarnarse se hizo luz de las almas, y así como el sol material da luz a todos en general y a cada uno en particular, tanto que cada uno lo puede gozar como si fuera propio, así el Verbo, mientras da luz en general, es sol para cada uno en particular, tan es verdad, que a este sol divino cada uno lo puede tener consigo como si fuera para él solo”.
(3) ¿Quién puede decir lo que comprendía acerca de esta luz y los benéficos efectos que produce en las almas que tienen este Sol como si fuera propio? Me parecía que el alma poseyendo esta luz pone en fuga las tinieblas, como el sol material al surgir sobre nuestro horizonte pone en fuga las tinieblas de la noche. Esta luz divina, si el alma es fría, la calienta; si está desnuda de virtudes, la hace fecunda; si está inundada por la dañina enfermedad de la tibieza, con su calor absorbe aquel humor malo; en una palabra, para no

alargarme demasiado, este sol divino, introduciendo al alma en el centro de su esfera, la cubre con todos sus rayos y llega a transformarla en su misma luz.
(4) Después de esto, como yo me sentía toda abatida, Jesús queriéndome aliviar me ha dicho:
(5) “Esta mañana quiero deleitarme en ti”.
(6) Y ha comenzado a hacer sus acostumbradas estratagemas amorosas.

+ + + +

3-56
Abril 1, 1900

Las pasiones cambiadas en virtudes.

(1) Después de esperar y esperar, mi dulce Jesús se hacía ver dentro de mi corazón. Me parecía ver un sol que expandía rayos, y mirando en el centro de este sol descubría el rostro de Nuestro Señor, pero lo que me hizo asombrar es que veía en mi corazón muchas doncellas vestidas de blanco, con coronas en la cabeza que rodeaban a este sol divino, nutriéndose de aquellos rayos que expandía este sol. ¡Oh, cómo eran bellas, modestas, humildes y todas atentas, y deleitándose en Jesús! Entonces, no conociendo el significado de esto, con un poco de temor he pedido a Jesús que me hiciera saber quienes eran aquellas doncellas, y Él me ha dicho:
(2) “Estas doncellas eran tus pasiones, que ahora con mi gracia he cambiado en otras tantas virtudes que me hacen noble cortejo, estando todas a mi disposición, y Yo en recompensa las voy nutriendo con mi continua gracia”.
(3) ¡Ah Señor, sin embargo me siento tan mala que me avergüenzo de mí misma!

+ + + +

3-57
Abril 2, 1900

Jesús juzga no según las obras que se hacen, sino según la voluntad con que se obra.

(1) Esta mañana he sufrido mucho por la ausencia de mi amado Jesús, pero Él recompensó mis penas satisfaciendo un deseo mío de querer saber una cosa que desde hace mucho tiempo deseaba. Entonces, después de haber girado y girado en busca de Jesús, y que ahora lo llamaba con la oración, ahora con las lágrimas, ahora con el canto, pues tal vez pudiera quedar herido por mi voz y se dejara encontrar, pero todo en vano. He repetido mis gemidos; a quien encontraba le preguntaba sobre Él, finalmente, cuando mi corazón se sentía despedazar y que no podía más, lo he encontrado, pero lo veía de espaldas, y acordándome de una resistencia que le hice, la que diré en el libro del confesor3, le he pedido perdón y así parece que nos hemos puesto de acuerdo, tanto que Él mismo me preguntó qué cosa quería, y yo le dije: “Dígnate hacerme conocer tu Voluntad acerca de mi estado, especialmente qué debo hacer cuando me encuentro con pocos sufrimientos y Tú no vienes, y si vienes es casi como sombra; entonces, no viéndote, mis sentidos los siento en mí misma, y encontrándome en esta posición siento como si pusiera de lo mío y no fuese necesario esperar la venida del confesor para salir de aquel estado”.
(2) Y Jesús: “Sufras o no sufras, venga Yo o no venga, tu estado es siempre de víctima, mucho más que esta es mi Voluntad y la tuya, y Yo juzgo no según las obras que se hacen, sino según la voluntad con que se obra”.
(3) Y yo: “Señor mío, está bien como dices, pero me parece que estoy inútil y se pierde mucho tiempo, y siento un fastidio, un temor, y además hacer venir al confesor, me atormenta el alma que no fuera Voluntad tuya”.
(4) Y Él: “¿Piensas tú que sea pecado hacer venir al confesor?”
(5) Y yo: “No, pero temo que no sea tu Voluntad”.
(6) Y Él: “Debes huir del pecado, aun de la sombra de éste, pero de lo demás no debes preocuparte”.
(7) Y yo: “Y si no fuera tu Voluntad, ¿en qué aprovecharía estar así?”
(8) Y Él: “Ah, me parece que mi hija quiere rehuir el estado de víctima, ¿no es verdad?”

3 No se tiene noticia de este libro

(9) Y yo enrojeciendo toda he dicho: “No Señor, digo esto por las veces que no me haces sufrir y no vienes, por lo demás hazme sufrir y yo no me preocuparé”.
(10) Y Jesús: “Y a Mí me parece que quieres rehuirlo. Además, ¿acaso sabes tú qué hora he reservado para venir y comunicarte mis penas, si la primera, la segunda, la tercera, o quizá la última hora? Por lo que distrayéndote de Mí y esforzándote por salir te ocuparás en otra cosa, y Yo viniendo no te encontraré preparada, daré la vuelta y me iré a otra parte”.
(11) Y yo toda espantada: “Jamás sea, oh Señor. No quiero saber otra cosa que tu Santísima Voluntad”.
(12) Y Él: “Permanece calmada y espera al confesor”.
(13) Dicho esto ha desaparecido. Parece que me siento aliviada de un gran peso por este hablar de Jesús, pero con todo esto no ha disminuido en mí la pena dolorosa cuando Jesús me priva de Él.

+ + + +

3-58
Abril 9, 1900

Abandono en Dios.

(1) Habiendo recibido la comunión esta mañana, me encontraba en un mar de amarguras porque no veía a mi sumo Bien Jesús, todo mi interior me lo sentía inquieto, cuando en un instante se ha hecho ver y me ha dicho casi reprendiéndome:
(2) “¿No sabes tú que el no abandonarse en Mí es un querer usurpar los derechos de mi Divinidad, haciéndome una gran afrenta? Por eso abandónate y aquieta tu interior todo en Mí y encontrarás la paz, y encontrando la paz me encontrarás a Mí mismo”.
(3) Dicho esto, como relámpago ha desaparecido sin hacerse ver más. ¡Ah Señor, tenme Tú toda abandonada y bien estrechada en tus brazos, de modo que no pueda huir jamás, de otra manera haré siempre mis escapaditas!

+ + + +

3-59
Abril 10, 1900

Los deseos de ver a Jesús lo atraen al alma.

(1) Continúa el bendito Jesús sin venir. ¡Oh Dios, qué pena indecible es su privación! Buscaba cuanto más podía el estarme en paz y toda abandonada en Él, pero qué, mi pobre corazón no podía más, hacía lo más que podía para calmarlo, le decía: “Corazón mío, esperemos otro poco, a lo mejor viene, usemos alguna estratagema de amor para atraerlo a que venga”. Y dirigiéndome a Él le decía: “Señor, ven, se hace tarde y Tú no vienes aún. Esta mañana busco por cuanto puedo el estarme calmada, no obstante no te haces encontrar. Señor, te ofrezco el martirio de tu privación como testimonio de amor, y para hacerte un presente para atraerte a venir. Es verdad que no soy digna, pero no es porque sea digna que te busco, sino por amor, y porque sin Ti me siento faltar la vida”. Y como no venía, le decía: “Señor, o vienes o te cansaré con mis palabras, y cuando estés cansado,
¿ni siquiera entonces vendrás?” ¿Pero quién puede decir todos mis desatinos? Le decía tantos, que me alargaría demasiado si quisiera decirlos todos.
(2) Después de esto veía a mi dulce Jesús que se movía dentro de mi interior, como si se despertase de un sueño, luego se ha hecho ver más claro, y transportándome fuera de mí misma me ha dicho:

(3) “Así como el pájaro cuando debe volar mueve las alas, así el alma en los vuelos de los deseos mueve las alas de la humildad, y en esos movimientos envía un imán que me atrae, de modo que mientras ella emprende su vuelo para venir a Mí, Yo emprendo el mío para ir a ella”.
(4) ¡Ah Señor, se ve que me falta el imán de la humildad! Si yo en mi camino expandiera por doquier el imán de la humildad, no sufriría tanto en esperar y esperar tu venida!

+ + + +

3-60
Abril 16, 1900

Las tres firmas del pasaporte de la bienaventuranza en la tierra.

(1) Después de haber pasado días amargos de privación y de reproches del bendito Jesús por mis ingratitudes y resistencias a su Querer y a sus gracias, esta mañana al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, el pasaporte para entrar en la felicidad que el alma puede poseer sobre esta tierra, debe ser firmado con tres firmas, y estas son: la resignación, la humildad y la obediencia.
(3) La resignación perfecta a mi Querer es cera que funde nuestros quereres y de ellos forma uno solo, es azúcar y miel, pero si hay una pequeña resistencia a mi Querer la cera se desune, la azúcar se vuelve amarga y la miel se convierte en veneno. Ahora, no basta estar resignada, sino que el alma debe estar convencida que el mayor bien para sí misma y el mayor modo de glorificarme es el hacer siempre mi Voluntad. He aquí la necesidad de la firma de la humildad, porque la humildad produce este conocimiento. ¿Pero quién ennoblece estas dos virtudes? ¿Quién las fortifica? ¿Quién las hace perseverantes?
¿Quién las encadena juntas en modo de no poderse separar? ¿Quién las corona? La obediencia. ¡Ah sí! La obediencia destruyendo del todo el propio querer y todo lo que es material, espiritualiza todo, y como corona se pone alrededor, así que la resignación y la humildad sin la obediencia estarán sujetas a inestabilidad, pero con la obediencia serán firmes y estables, y he aquí la estrecha necesidad de la firma de la obediencia, para hacer que este pasaporte pueda correr para pasar al reino de la bienaventuranza espiritual que el alma puede gozar desde aquí. Sin estas tres firmas el pasaporte no tendrá valor, y el alma será siempre rechazada del reino de la bienaventuranza y estará obligada a estar en el reino de la inquietud, de los temores y de los peligros, y para su desgracia tendrá por dios a su propio yo, y este yo estará cortejado por la soberbia y por la rebelión”.
(4) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma, dentro de un jardín, que parecía que era el jardín de la Iglesia, en el cual veía que se desviaban, a causa de cinco o seis personas, sacerdotes y seglares, que uniéndose con los enemigos de la Iglesia movían una revolución. ¡Qué pena daba ver a Jesús bendito llorar el triste estado de estas personas! Después he visto en el aire y veía una nube de agua llena de grandes pedazos de hielo que caían sobre la tierra. ¡Oh, cuánto destrozo hacían sobre las cosechas y sobre la humanidad!. Pero espero que quiera aplacarse. Entonces, más afligida que antes he regresado en mí misma.

+ + + +

3-61
Abril 20, 1900

La cruz nos da los lineamientos y la semejanza de Jesús.

(1) Continúa mi adorable Jesús viniendo apenas y como sombra, y al venir no dice nada. Esta mañana, después de haberme renovado los dolores de la cruz por dos veces, mirándome con ternura mientras estaba sufriendo el dolor de las perforaciones de los clavos, me ha dicho:
(2) “La cruz es un espejo donde el alma ve la Divinidad, y contemplándose en él adquiere los lineamientos, la semejanza más perfecta con Dios. La cruz no sólo se debe amar, desear, sino tener como honor y gloria a la misma cruz, y esto es obrar como Dios y llegar a ser como Dios por participación, porque sólo Yo me glorié de la cruz y consideré como un honor el sufrir, y la amé tanto, que en toda mi vida no quise estar un momento sin la cruz”.
(3) ¿Quién puede decir lo que comprendía de la cruz por este hablar del bendito Jesús? Pero me siento muda para expresarlo con palabras. ¡Ah! Señor, te pido que me tengas siempre clavada en la cruz, a fin de que teniendo siempre delante este espejo divino, pueda limpiar todas mis manchas y embellecerme siempre más a tu semejanza.

+ + + +

3-62
Abril 21, 1921

Más que el sacramento, la cruz sella a Dios en el alma.

(1) Encontrándome en mi mismo estado, es más, con un poco de temor por una cosa que no es necesario decir aquí, mi dulce Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Y aun siendo vasos sagrados, es necesario de vez en cuando sacudirlos; vuestros cuerpos son tantos vasos sagrados en los cuales hago mi morada, por eso es necesario que de vez en cuando les dé una sacudidita, esto es, que los visite con alguna tribulación para hacer que Yo esté en ellos con más decoro. Por eso estate tranquila”.
(3) Después de esto, habiendo recibido la comunión y habiéndome renovado los dolores de la crucifixión, ha agregado:
(4) “Hija mía, cómo es preciosa la cruz, mira un poco: El sacramento de mi cuerpo al darse al alma, la une Conmigo, la transforma hasta volverla una misma cosa Conmigo, pero al consumirse las especies se desune la unión realmente contraída; pero la cruz no, ella toma a Dios y lo une con el alma para siempre, y para mayor seguridad ella se pone como sello. Por lo tanto la cruz sella a Dios en el alma, de modo que jamás hay separación entre Dios y el alma crucificada”.

+ + + +

3-63
Abril 23, 1900

La resignación es aceite que unge.

(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma, veía a mi dulce Jesús que sufría mucho, y le he pedido que me diera parte de sus penas, y Él me ha dicho:
(2) “También tú sufres, mejor Yo me pongo en tu lugar y tú me haces el oficio de enfermera”.
(3) Entonces parecía que Jesús se metía en mi cama, y yo a su lado comenzaba a examinarle la cabeza, y una a una le he quitado las espinas que estaban clavadas. Después he seguido con su cuerpo y he recorrido todas sus llagas, les secaba la sangre, las besaba, pero no tenía con qué ungirlas para mitigar el dolor, entonces vi que de mí salía un aceite y yo lo tomaba y ungía las llagas de Jesús, pero con cierto temor porque no comprendía qué cosa significaba aquel aceite que salía de mí. Pero Jesús bendito me ha hecho entender que la resignación al Querer Divino es aceite, que mientras unge y mitiga nuestras penas, al mismo tiempo es aceite que unge y mitiga el dolor de las llagas de Jesús. Entonces, después de haber estado por un buen tiempo haciendo este oficio a mi amado Jesús, ha desaparecido y yo he regresado en mí misma.

+ + + +

3-64
Abril 24, 1900

La Eucaristía y el sufrimiento.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la comunión me parecía que el confesor ponía la intención de hacerme sufrir la crucifixión, y al instante he visto al ángel custodio que me extendía sobre la cruz para hacérmela sufrir. Después de esto he visto a mi dulce Jesús que me compadecía toda y me ha dicho:
(2) “Tu refrigerio soy Yo, mi refrigerio es tu sufrir”.
(3) Y mostraba un contento indecible por mi sufrir y por el confesor, porque con la obediencia que me había dado de sufrir le había procurado aquel alivio, después ha agregado:
(4) “Como el sacramento de la Eucaristía es fruto de la cruz, por eso me siento más dispuesto a concederte el sufrir cuando recibes mi cuerpo, porque viéndote sufrir, me parece que no místicamente, sino realmente continúo en ti mi Pasión en provecho de las almas, y esto es para Mí un gran alivio, porque recojo el verdadero fruto de mi cruz y de la Eucaristía”.
(5) Después de esto ha dicho: “Hasta ahora ha sido la obediencia quien te ha hecho sufrir, ¿quieres tú que me divierta Yo un poco con renovarte de nuevo la crucifixión con mis propias manos?”
(6) Y yo, si bien me sentía muy sufriente y aun frescos los dolores de la cruz participados, he dicho: “Señor, estoy en tus manos, haz de mí lo que quieras”.
(7) Entonces Jesús todo contento ha comenzado a clavarme de nuevo los calvos en las manos y en los pies, sentía tal intensidad de dolor, que yo misma no sé como he quedado viva, sin embargo estaba contenta porque contentaba a Jesús. Después de que remachó los clavos, poniéndose junto a mí empezó a decir:
(8) “¡Cómo eres bella! ¡Pero cuánto más crece tu belleza con tu sufrir! ¡Oh, cómo me eres amada, mis ojos quedan heridos al verte, porque descubren en ti mi misma imagen!”
(9) Y decía tantas otras cosas que sería inútil decirlas, primero porque soy mala, y segundo porque no viéndome como el Señor me dice, siento una confusión y una vergüenza al decir estas cosas, por eso espero que el Señor me haga verdaderamente

buena y bella, y entonces, disminuyendo mi vergüenza podré describirlas, por eso pongo punto.

+ + + +

3-65
Abril 25, 1900

La pureza en el obrar es luz.

(1) Encontrándome fuera de mí misma y no encontrando a mi dulce Jesús, tuve que girar mucho para ir en busca de Él. Al final lo he encontrado en brazos de la Reina Mamá tomando la leche de su pecho, y por cuanto yo le decía y hacía, parecía que no me prestaba atención, más bien ni siquiera me miraba. ¿Quién puede decir la pena de mi pobre corazón al ver que Jesús no me hacía caso? Después de haber dado rienda suelta a las lágrimas, teniendo compasión de mí ha venido entre mis brazos y ha derramado en mi boca un poco de esa leche que había chupado de la Mamá Reina.
(2) Después de esto he mirado su pecho, y tenía una pequeña perla, tan resplandeciente que investía de luz la Humanidad Santísima de Nuestro Señor. Entonces, queriendo saber el significado, le he preguntado a Jesús qué cosa era esa perla, que mientras parecía tan pequeña expandía tanta luz. Y Jesús:
(3) “Es la pureza de tu sufrir, porque aunque es pequeño, pero como sufres sólo por amor mío y estarías dispuesta a sufrir más si Yo te lo concediera, esta es la causa de tanta luz. Hija mía, la pureza en el obrar es tan grande, que quien obra con el único fin de agradarme a Mí solo, no hace otra cosa que mandar luz en todo su obrar. Quien no obra rectamente, aun el bien, no hace otra cosa que esparcir tinieblas”.
(4) Entonces he visto en el pecho de Nuestro Señor, y tenía un espejo tersísimo, y parecía que quien caminaba rectamente quedaba todo absorbido en ese espejo, quien no, quedaba fuera, sin que pudieran recibir ninguna marca de la imagen del bendito Jesús. ¡Ah Señor! tenme toda absorbida en este espejo divino, a fin de que ninguna otra sombra de intención tenga yo en mi obrar.

+ + + +

3-66
Mayo 1, 1900

Frutos de la cruz.

(1) Habiendo recibido la comunión, mi dulce Jesús se ha hecho ver todo afabilidad, y como parecía que el confesor ponía la intención de la crucifixión, mi naturaleza sentía casi repugnancia de someterse. Entonces mi dulce Jesús para animarme me ha dicho:
(2) “Hija mía, si la Eucaristía es garantía de la futura gloria, la cruz es desembolso para comprarla. Si la Eucaristía es semilla que impide la corrupción, y es como esas hierbas aromáticas, con las que ungiéndose los cadáveres no se corrompen, y dona la inmortalidad al alma y al cuerpo, la cruz la embellece y es tan potente, que si hay deudas contraídas ella se hace fiadora y con mayor seguridad hace que se le restituya la escritura de la deuda contraída, y después de que ha satisfecho todo adeudo, con ello forma al alma el trono más deslumbrante en la futura gloria. ¡Ah! sí, la cruz y la Eucaristía se alternan juntas, y una obra más potentemente que la otra”.
(3) Después ha agregado: “La cruz es mi lecho florido, no porque no sufriera dolores atroces, sino porque por medio de la cruz daba a luz a tantas almas a la gracia, veía brotar tantas bellas flores que producían tantos frutos celestiales, así que viendo tanto bien, tenía para delicia mía aquel lecho de dolor y me deleitaba de la cruz y del sufrir. También tú hija

mía, toma como delicias las penas y deléitate de estarte crucificada en mi cruz. No, no quiero que temas el sufrir, como si quisieras obrar como holgazana, ánimo, obra con animosidad y exponte por ti misma al sufrir”.
(4) Mientras esto decía, veía a mi buen ángel que estaba preparado para crucificarme, y yo por mí misma he extendido los brazos, y el ángel me crucificaba. ¡Oh, cómo gozaba el buen Jesús de mi sufrir, y cómo estaba yo contenta, porque podía dar gusto a Jesús siendo un alma tan miserable! Me parecía que fuera un gran honor para mí el sufrir por amor suyo.

+ + + +

3-67
Mayo 3, 1900

Fiesta a la cruz en el Cielo.

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma y veía todo el cielo sembrado de cruces, pequeñas, grandes, medianas. Las más grandes, más resplandor daban. Era un encanto dulcísimo el ver tantas cruces que embellecían el firmamento, más resplandecientes que el sol. Después de esto pareció que se abría el Cielo y se veía y oía la fiesta que los bienaventurados hacían a la cruz. Quien más había sufrido era más festejado en este día. Se distinguían en modo especial los mártires y quienes habían sufrido ocultamente. ¡Oh, cómo se estimaba en esa bienaventurada morada la cruz y a quien más había sufrido! Mientras esto veía, una voz ha resonado por todo el empíreo que decía:
(2) “Si el Señor no mandase las cruces sobre la tierra, sería como aquel padre que no tiene amor por los propios hijos, que en vez de querer verlos honrados y ricos, los quiere ver pobres y deshonrados”.
(3) El resto que vi de esta fiesta no tengo palabras para explicarlo, lo siento en mí pero no sé manifestarlo, por eso hago silencio.

+ + + +

3-68
Mayo 9, 1900

Luisa ve el misterio de la Santísima Trinidad en la forma de tres soles.

(1) Después de haber pasado días de privación, y no sólo eso, sino también de turbación, esta mañana, encontrándome más turbada sobre mi miserable estado, el adorable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Tú, con estar inquieta, haz turbado mi dulce reposo. ¡Ah! sí, no me dejas reposar más”.
(3) ¿Quién puede decir cómo he quedado mortificada al oír que le había quitado el reposo a Jesucristo? A pesar de todo esto, por algunas horas me he calmado, pero después me he encontrado más inquieta que antes, tanto que yo misma no sé esta vez donde iré a terminar.
(4) Después de aquellas pocas palabras que ha dicho Jesús, me he encontrado fuera de mí misma, y mirando la bóveda de los cielos, en ella descubría tres soles: Uno parecía que se posaba en el oriente, otro en el occidente, el tercero en medio día. Era tanto el esplendor de los rayos que emanaban, que se unían unos con otros, de modo que formaban uno solo. Me parecía ver el misterio de la Santísima Trinidad, y el hombre formado con las tres potencias a imagen de Ella. Comprendía también que quien estaba en aquella luz, su voluntad quedaba transformada en el Padre, la inteligencia en el Hijo y la memoria en el Espíritu Santo. ¡Cuántas cosas comprendía! pero no sé manifestarlo.


+ + + +

3-69
Mayo 13, 1900

Privación de Jesús.

(1) Continúa el mismo estado y tal vez aun peor, si bien hago cuanto puedo para estarme quieta sin turbarme, porque así quiere la obediencia, pero con todo esto no dejo de sentir el peso del abandono que me oprime y llega hasta aplastarme. ¡Oh Dios! ¿qué estado es este? ¿Dime al menos en qué te he ofendido? ¿Cuál es la causa? ¡Ah Señor, si quieres continuar en este modo creo que no podré resistir más!
(2) Por eso, en cuanto se ha hecho ver, poniéndome una mano bajo la barbilla en actitud de compadecerme, me ha dicho:
(3) “¡Pobre hija, a qué estado te has reducido!”
(4) Y haciéndome partícipe de sus penas, como rayo ha desaparecido dejándome más afligida que antes, como si no hubiese venido, es más, me siento como si no hubiese venido desde hace mucho tiempo, y siento tal aflicción por esto, que vivo, pero mi vivir es un continuo agonizar. ¡Ah Señor, dame ayuda y no me dejes en el abandono, si bien lo merezco!

+ + + +

3-70
Mayo 17, 1900

Potencia de las almas víctimas.

(1) Continúa el mismo estado de privación y de abandono. Entonces, encontrándome fuera de mí misma veía una inundación de agua mezclada con granizo, parecía que varias ciudades quedaban inundadas con notables daños. Mientras esto veía, me encontraba en gran consternación porque quería impedir aquella inundación, pero como me encontraba sola y sobre todo no tenía conmigo a Jesús, mis pobres brazos los sentía débiles para poder hacerlo. Entonces, con gran sorpresa he visto venir una virgen (me parecía que era de América), y ella de un punto y yo del otro hemos logrado impedir en gran parte el flagelo que nos amenazaba. Después de esto, habiéndonos reunido, veía aquella virgen con las insignias de la pasión y coronada con corona de espinas, como también me encontraba yo, y a una persona que me parecía que fuese un ángel que decía:
(2) “¡Oh potencia de las almas víctimas! Lo que no nos es dado hacer a nosotros, ángeles, ellas con sus sufrimientos lo pueden hacer. ¡Oh! si los hombres supieran el bien que les viene de ellas, porque están para el bien público y particular, no harían otra cosa que implorar a Dios que multiplique estas almas sobre la tierra”.
(3) Después de esto, habiéndonos dicho que nos encomendáramos mutuamente al Señor, nos hemos separado.

+ + + +

3-71
Mayo 18, 1900

Llenar el interior de Dios.

(1) Me encuentro aún privada de mi adorable Jesús, a lo más alguna sombra veo, ¡oh cuánto me cuesta amarlo, cuántas lágrimas debo derramar! Esta mañana, después de haberlo buscado y esperado mucho, lo he encontrado en mi misma cama, todo afligido, con la corona de espinas que le traspasaba la cabeza; se la he quitado poco a poco y la he puesto sobre la mía. ¡Oh, cuán mala me veía ante su presencia! No tenía fuerza para decir una sola palabra. Jesús, teniendo compasión de mí me ha dicho:
(2) “Ten valor, no temas, procura llenar tu interior de Mí y enriquecerlo con todas las virtudes, hasta que se desborden fuera, y cuando llegues a desbordarlas, entonces te llevaré al Cielo y terminarán todas tus privaciones”.
(3) Después de esto, ha agregado tomando un aire afligido: “Hija mía, reza, porque están preparados tres diferentes días, uno lejos del otro, de tempestades, granizadas, rayos, inundaciones, que causarán gran daño a los hombres y a las plantas”.
(4) Dicho esto ha desaparecido, dejándome un poco más aliviada en el estado en el que me encuentro, pero con un pensamiento: “Quién sabe cuándo llegaré a desbordarme, y si no lo hago, tal vez me tocará estarme siempre lejana de Él”.

+ + + +

3-72
Mayo 20, 1900

Todas las cosas tienen principio de la nada. Necesidad del reposo y del silencio interior.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, me parecía que fuese de noche y veía todo el universo, todo el orden de la naturaleza, el cielo estrellado, el silencio nocturno, en suma, me parecía que todo tenía un significado. Mientras esto miraba, me parecía que veía a Nuestro Señor, que tomando la palabra acerca de lo que veía ha dicho:
(2) “Toda la naturaleza invita al reposo, ¿pero cuál es el verdadero reposo? Es el reposo interior y el silencio de todo lo que no es Dios. Mira, las estrellas centelleantes de luz moderada, no deslumbrante como el sol; el sueño y el silencio de toda la naturaleza, de los hombres y hasta de los animales, y que todos buscan un lugar, una cueva donde estarse en silencio y reposarse del cansancio de la vida. Si esto es necesario para el cuerpo, mucho más para el alma es necesario reposarse en su propio centro que es Dios. Pero para poderse reposar en Dios es necesario el silencio interior, como al cuerpo le es necesario el silencio exterior para poderse plácidamente adormecer. ¿Pero cuál es este silencio interior? Es hacer callar las propias pasiones teniéndolas en su lugar, es imponer silencio a los deseos, a las inclinaciones, a los afectos, en suma, a todo lo que no llama a Dios. Ahora, ¿cuál es el medio para llegar a esto? El único medio y de absoluta necesidad es deshacer el propio ser y reducirse a la nada, como era antes de que fuera creada, y cuando haya reducido a la nada su ser, retomarlo en Dios.
(3) Hija mía, todas las cosas tienen principio de la nada, esta misma máquina del universo que tú ves con tanto orden, si antes de crearla hubiera estado llena de otras cosas, no habría podido poner mi mano creadora para hacerla con tanta maestría y dejarla tan espléndida y adornada, a lo más habría podido deshacer todo lo que podía estar, y después rehacerla como a Mí me agradaba; pero estamos siempre ahí, en que todas mis obras tienen principio de la nada, y cuando hay mezcla de otras cosas, no es decoroso para mi Majestad descender y obrar en el alma, pero cuando el alma se reduce a la nada y sube a Mí, y toma su ser en el mío, entonces Yo obro como el Dios que soy, y el alma ahí encuentra el verdadero reposo. He aquí cómo todas las virtudes tienen principio en la humildad y en el aniquilamiento de sí mismo”.
(4) ¿Quién puede decir cuánto comprendía sobre lo que me decía el bendito Jesús? ¡Oh, cómo sería feliz mi alma si pudiese llegar a deshacer mi pobre ser, para poder recibir de mi Dios su Ser Divino! ¡Oh, cómo me ennoblecería, cómo quedaría santificada! ¿Pero qué

tontería es la mía, dónde tengo el cerebro si aún no lo hago? ¡Qué miseria humana, que en vez de buscar su verdadero bien y de emprender su vuelo a lo alto, se contenta con arrastrarse por tierra y vivir en el fango y en la podredumbre!
(5) Después de esto mi amado Jesús me ha transportado dentro de un jardín en el que había mucha gente que se preparaba para asistir a una fiesta, pero sólo aquellos que recibían una divisa podían asistir, pero eran pocos los que recibían esta divisa; a mí me vino un gran deseo de recibirla, y tanto hice que logré mi propósito. Después, habiendo llegado al punto donde los recibían, una matrona venerable primero me vistió de blanco, después me puso una banda celestial de la cual pendía una medalla marcada con el rostro de Jesús, y que mientras era rostro al mismo tiempo era espejo, que al contemplarse en él se descubrían las más pequeñas manchas, y que el alma con la ayuda de una luz que venía de dentro de aquel rostro, fácilmente se podía quitar. Me parecía que esa medalla encerraba un significado misterioso. Después ha tomado un manto de oro finísimo y me cubrió toda. Me parecía que vestida así podía competir con las vírgenes bienaventuradas. Mientras esto sucedía Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, volvamos a ver lo que hacen los hombres, por ahora basta conque estés vestida, cuando sea la fiesta entonces te llevaré para asistir”.
(7) Así, después de haber girado un poco, me ha transportado a mi cama.

+ + + +

3-73
Mayo 21, 1900

El estado más sublime es deshacer nuestro querer en el Querer de Dios, y vivir de su Voluntad.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía; después de mucho esperar vino y acariciándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿sabes cuál es mi mira sobre ti, y el estado que quiero de ti?”
(3) Y deteniéndose un poco ha agregado: “La mira que tengo sobre ti no es de cosas prodigiosas, y de tantas otras cosas que podría obrar en ti para mostrar mi obra, sino que mi mira es absorberte en mi Voluntad y hacerte una sola cosa con Ella, y hacer de ti un ejemplar perfecto de uniformidad de tu querer con el mío. Este es el estado más sublime, es el prodigio más grande, es el milagro de los milagros lo que de ti quiero hacer.
(4) Hija mía, para llegar perfectamente a hacer uno nuestro querer, el alma debe volverse invisible, debe imitarme a Mí, que mientras lleno el mundo con tenerlo absorbido en Mí y con no quedar absorbido en él, me vuelvo invisible y de ninguno me dejo ver. Esto significa que no hay ninguna materia en Mí, sino que todo es purísimo Espíritu, y si en mi Humanidad asumida tomé la materia, fue para semejarme en todo al hombre y darle un ejemplar perfectísimo de cómo espiritualizar esta misma materia. Entonces el alma debe espiritualizar todo y llegar a volverse invisible para poder hacer fácilmente una su voluntad con mi Voluntad, porque lo que es invisible puede ser absorbido en otro objeto. De dos objetos con los que se quiere formar uno solo, es necesario que uno pierda la propia forma, de otra manera jamás se llegaría a formar un solo ser.
(5) ¡Qué fortuna sería la tuya si destruyéndote a ti misma, hasta hacerte invisible, pudieras recibir una forma toda divina! Es más, tú con quedar absorbida en Mí y Yo en ti, formando un solo ser, vendrías a retener en ti la fuente divina, y como mi Voluntad contiene todo el bien que puede existir, vendrías a retener todos los bienes, todos los dones, todas las gracias, y no tendrías que buscarlos en otra parte sino en ti misma. Y si las virtudes no tienen confines, estando en mi Voluntad según la criatura pueda llegar, encontrará su término, porque mi Voluntad hace llegar a adquirir las virtudes más heroicas y más sublimes que la criatura por sí sola no puede superar.

(6) Es tanta la altura de la perfección del alma deshecha en mi Querer, que llega a obrar como Dios, y esto no es de asombrar, porque como no vive más su voluntad en ella, sino la Voluntad de Dios mismo, cesa todo asombro si viviendo con esta Voluntad posee la potencia, la sabiduría, la santidad y todas las otras virtudes que contiene el mismo Dios. Basta decirte, para hacer que tú te enamores y cooperes cuanto puedas por parte tuya para llegar a tanto, que el alma que llega a vivir sólo de mi Querer es reina de todas las reinas y su trono es tan alto, que llega hasta el trono del Eterno, y entra en los secretos de la Augustísima Trinidad y participa en el amor recíproco del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Oh, cómo todos los ángeles y santos la honran, los hombres la admiran y los demonios la temen, descubriendo en ella al Ser Divino!”.
(7) ¡Ah Señor! ¿Cuándo me harás llegar a esto, porque por mí nada puedo? Ahora,
¿quién puede decir lo que el Señor infundía en mí con luz intelectual sobre esta uniformidad de quereres? Es tanta la altura de los conceptos, que mi lengua no bien adiestrada no tiene palabras para expresarlos, apenas he podido decir esto poco, si bien disparatando, de lo que el Señor con luz vivísima me ha hecho comprender.

+ + + +

3-74
Mayo 26, 1900

El querer de Luisa es uno con el de Jesús.

(1) Encontrándome muy afligida por la privación de mi adorable Jesús, que a lo más viene como sombra y relámpago, siento que no puedo seguir adelante si Él quiere continuar así. Entonces, encontrándome en lo sumo de la aflicción, por poco se ha hecho ver, todo cansado, como si tuviera necesidad de un alivio, y poniendo sus brazos a mi cuello me ha dicho:
(2) “Amada mía, tráeme flores y circúndame todo, porque me siento languidecer de amor. Hija mía, el oloroso perfume de tus flores me será de alivio y pondrá un remedio a mis males, porque languidezco y desfallezco”.
(3) Yo enseguida he agregado: “Y Tú, amado Jesús mío, dame frutos, porque el ocio y el escaso sufrir aumentan de tal manera mi languidecer, que desfallezco hasta sentirme morir; y entonces no sólo flores, sino que podré darte frutos para poder consolar mayormente tu languidecer”. Y Jesús ha vuelto a hablar y me ha dicho:
(4) “¡Oh, cómo nos ajustamos bien, ¿no es verdad? Parece que tu querer es uno con el mío”.
(5) Por un momento parecía que quedaba aliviada, como si quisiera cesar el estado en el cual me encontraba, pero después de un poco me he encontrado inmersa en el mismo letargo de antes, privada de mi Sumo Bien, abandonada y sola.

+ + + +

3-75
Mayo 27, 1900

El amor y la gracia penetran en las más íntimas partes del hombre.

(1) Esta mañana, sintiéndome más que nunca afligida por la privación de mi sumo Bien, en cuanto se ha hecho ver me ha dicho:
(2) “Así como un viento impetuoso inviste a las personas y penetra hasta en las vísceras, de modo de sacudir a toda la persona, así mi amor y mi gracia volando sobre las alas de los vientos, invisten y penetran en el corazón, en la mente y en las más íntimas partes del

hombre. Con todo esto, el hombre ingrato rechaza mi gracia y me ofende, ¡oh! ¿cuál no es mi acerbo dolor?”
(3) Yo estaba toda confundida y aniquilada en mí misma y no osaba decir una sola palabra, sólo pensaba: “¿Como es que no viene?” Y también: Si viene no lo veo claro, parece que he perdido la claridad, ¿quién sabe si veré develado su hermoso rostro como antes?” Mientras así pensaba, mi benigno Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿por qué temes, si tu estado está en los Cielos por la unión de nuestros quereres?”
(5) Y queriéndome animar y compadecer mi estado doloroso me ha dicho:
(6) “Tú eres mi nuevo Job. No te oprimas demasiado si no me ves con claridad, te lo dije desde el otro día, que no vengo según lo acostumbrado porque quiero castigar a las gentes, y si tú me vieras con claridad comprenderías lo que Yo estoy haciendo, y tu corazón, como ha recibido el injerto del mío, por eso conozco lo que tú vendrías a sufrir, como está sufriendo mi corazón porque me veo obligado a castigar a mis criaturas. Así que para ahorrarte estas penas no me hago ver con claridad”.
(7) ¿Quién puede decir las heridas que ha dejado a mi pobre corazón? ¡Ah Señor, dame la fuerza para sostener el dolor!

+ + + +

3-76
Mayo 29, 1900

Amenaza de castigos.

(1) Continuo estando en el mismo estado, me sentía toda oprimida y tenía toda la necesidad de un apoyo para poder soportar la privación de mi sumo Bien. El bendito Jesús, teniendo compasión de mí, por algunos minutos ha mostrado su rostro desde dentro de mi corazón, pero no con claridad, y haciéndome oír su suavísima voz me ha dicho:
(2) “Ten ánimo otro poco hija mía, déjame terminar de castigar y después vendré como antes”.
(3) Mientras decía esto, en mi mente pensaba: “¿Cuáles son los castigos que ha comenzado a mandar?” Y Él ha agregado:
(4) “La lluvia continuada es más que granizada, que está haciendo y traerá tristes consecuencias sobre las gentes”.
(5) Dicho esto ha desaparecido y yo me he encontrado fuera de mí misma, dentro de un jardín, y desde ahí dentro se veían las cosechas y las viñas secas, y dentro de mí iba diciendo: “Pobres gentes, pobres gentes, ¿cómo harán?” Mientras esto decía, dentro de aquel jardín estaba un niñito que lloraba y gritaba tan fuerte que ensordecía Cielo y tierra, pero ninguno tenía compasión de él, si bien todos lo oían que lloraba tanto, no lo tomaban en cuenta y lo dejaban solo y abandonado. Un pensamiento me ha pasado por la mente: “¿Quién sabe? A lo mejor es Jesús”. Pero no estaba segura. Entonces, acercándome a Él le dije: “¿Qué tienes que lloras niño amado? ¿Quieres venir conmigo, ya que todos te han dejado abandonado a tus lágrimas y al dolor que te oprime tanto que te hace gritar tan fuerte?” Pero qué, ¿quién podía calmarlo? Apenas entre sollozos ha respondido que sí, que quería venir. Entonces lo he tomado de la mano para conducirlo junto conmigo, y en el momento mismo de hacer esto me he encontrado en mí misma.

+ + + +


3-77
Junio 3, 1900

La falta de estima hacia las personas, es falta de verdadera humildad.

(1) Encontrándome en el mismo estado, esta mañana, por un poco he visto a mi adorable Jesús, que estaba dentro de mi corazón y dormía, y su sueño atraía a mi alma a adormecerse junto con Él, tanto que sentía todas las potencias interiores adormecidas, sin obrar más. A veces me esforzaba en salir de aquel sueño, pero no podía, cuando por un poco se ha despertado el bendito Jesús y ha mandado por tres veces su aliento dentro de mí, y me parecía que Él quedaba todo absorbido en mí. Después me parecía que Jesús atrajera otra vez dentro de Él esos tres alientos que me había enviado, y yo me he encontrado toda transformada en Él. ¿Quién puede decir lo que sucedía en mí por estos soplos divinos? De aquella unión inseparable entre Jesús y yo, no tengo palabras para expresarla. Después de esto parece que me pude despertar y Jesús, rompiendo el silencio me ha dicho:
(2) “Hija mía, he mirado y he vuelto a mirar, he buscado y he vuelto a buscar, recorriendo toda la tierra, pero en ti he fijado mis miradas y he encontrado mis complacencias, y te he elegido entre miles”.
(3) Después, dirigiéndose a ciertas personas que veía, las ha reprendido diciéndoles:
(4) “La falta de estima por las demás personas es falta de verdadera humildad cristiana y de dulzura, porque un espíritu humilde y dulce sabe respetar a todos e interpreta siempre bien los actos de los demás”.
(5) Dicho esto ha desaparecido sin decirle ni siquiera una palabra. Sea siempre bendito que así quiere, y todo sea para su gloria.

+ + + +

3-78
Junio 6, 1900

Luisa crucificada, evita algunos castigos sobre Corato.

(1) Como mi adorable Jesús continuaba sin hacerse ver con claridad, esta mañana, habiendo recibido la comunión, el confesor puso la intención de la crucifixión; mientras me encontraba en esos sufrimientos, el bendito Jesús, casi atraído por mis penas se ha mostrado con claridad. ¡Oh Dios! ¿quién puede decir los sufrimientos que sufría Jesús y el estado violento en el cuál se encontraba, porque mientras estaba obligado a mandar los castigos, sentía tal violencia que no quería mandarlos? Daba tanta compasión verlo en este estado, que si los hombres lo pudiesen ver, aunque sus corazones fueran de diamante se romperían como frágil vidrio por la ternura. Entonces he comenzado a rogarle que se aplacara y que se contentara en hacerme sufrir a mí, y que perdonara al pueblo. Después he añadido: “Señor, si no quieres escuchar mis oraciones, sé que lo merezco; si no quieres tener compasión de los pueblos, tienes razón, porque grandes son nuestras iniquidades, pero te pido en gracia que tengas compasión de Ti mismo, ten piedad de la violencia que te haces al castigar a tus imágenes. ¡Ah! sí, te lo pido por amor de Ti mismo, que no mandes castigos hasta llegar a quitar el pan a tus hijos y hacerlos perecer. ¡Ah! no, no es de la naturaleza de tu corazón obrar de este modo, por eso es la violencia que sientes, que si pudiera te daría la muerte”.
(2) Y Él, todo afligido me ha dicho: “Hija mía, es la justicia que me hace violencia, y el amor que tengo hacia los hombres me hace violencia más fuerte, tanto, de poner a mi corazón en angustias de muerte al castigar a las criaturas”.
(3) Y yo: “Por eso Señor, descarga sobre mí la justicia, y tu amor no será más violentado por la justicia y no se encontrará en conflicto por castigar a las gentes, porque en verdad,
¿cómo harán si Tú actúas, como me haces comprender, secando todo lo que sirve de alimento al hombre? Ah, te pido, déjame sufrir a mí y perdónalos a ellos, si no en todo al menos en parte”.
(4) Y Jesús, como si se viera obligado por mis oraciones, se ha acercado a mi boca y ha derramado de la suya un poco de amargura, densa y nauseante, que en cuanto la tragué me produjo tales y tantas especies de penas que me sentía morir. Entonces el bendito Jesús, sosteniéndome en esas penas, de lo contrario hubiera quedado víctima, (y sin embargo no había derramado más que un poco, ¿qué será de su corazón adorable que tanta contenía?), ha suspirado como si se hubiera aliviado de un peso y me ha dicho:
(5) “Hija mía, mi justicia había decidido destruir todo, pero ahora descargándose un poco sobre ti, por amor tuyo concede un tercio de lo que sirve de alimento al hombre”.
(6) Y yo: “¡Ah Señor, es muy poco, al menos la mitad!”
(7) Y Él: “No hija mía, conténtate”.
(8) Y yo: “No Señor, si no me quieres contentar por todos, al menos conténtame por Corato y por aquellos que me pertenecen”.
(9) Y Jesús: “Hoy está preparada una granizada que debe hacer gran daño, tú estás con los dolores de la cruz, sal fuera de ti misma y en forma crucificada ve en el aire y pon en fuga los demonios de encima de Corato, porque ante tu forma crucificada no podrán resistir y se irán a otra parte”.
(10) Así he salido fuera de mí misma, crucificada, y he visto la granizada y los rayos que estaban por desencadenarse sobre Corato. ¿Quién puede decir el espanto de los demonios, cómo a la vista de mi forma crucificada corrían, se mordían los dedos de rabia y llegaban a tomarla contra el confesor que esta mañana me había dado la obediencia de sufrir la crucifixión, ya que contra mí no se la podían tomar, es más, eran obligados a huir de mí por la señal de la Redención que advertían? Entonces, después de haberlos puesto en fuga he regresado en mí misma, encontrándome con una buena dosis de sufrimientos. Sea todo para la gloria de Dios.

+ + + +

3-79
Junio 7, 1900

Jesús le entrega las llaves de la justicia y una luz para descubrirla.

(1) Como me encontraba en algún modo sufriente, me parecía que aquellos sufrimientos eran una dulce cadena que atraía a mi buen Jesús a hacerlo venir casi de continuo, y me parecía que aquellas penas llamaban a Jesús para hacerlo derramar en mí otras amarguras. Entonces, al venir, ahora me sostenía en sus brazos para darme fuerza, y ahora derramaba de nuevo. Yo de vez en cuando le decía: “Señor, ahora siento en mí parte de tus penas, te ruego que me contentes, como te dije ayer de darme al menos la mitad de lo que sirve para alimento del hombre”.
(2) Y Él: “Hija mía, para contentarte te entrego las llaves de la justicia y el conocimiento de cuánto es necesario absolutamente castigar al hombre, y con esto harás lo que te plazca, ¿no estás contenta por ello?”
(3) Al oírme decir esto me consolé y decía en mi interior: “Si está en mí, de hecho no castigaré a ninguno”. Pero cómo quedé desengañada cuando el bendito Jesús me dio una llave y me puso en medio de una luz, y mirando desde en medio de aquella luz descubría todos los atributos de Dios, y también los de la justicia. ¡Oh, cómo todo está ordenado en Dios! Y si la justicia castiga, es orden; y si no castiga no estaría en orden con los demás atributos. Ahora me veía como miserable gusano en medio de aquella luz, y que si quisiera impedir el curso a la justicia, estropearía el orden e iría en contra de los mismos hombres, porque comprendía que la misma justicia es amor purísimo hacia ellos. Entonces me he encontrado toda confundida y molesta, por eso para desentenderme he dicho a nuestro Señor: “Con esta luz de la cual me habéis rodeado entiendo las cosas diversamente, y si me dejaras obrar a mí lo haría peor que Tú, por eso no acepto este conocimiento y renuncio a las llaves de la justicia; lo que acepto y quiero es que me hagas sufrir a mí y que liberes a las gentes; del resto no quiero saber nada”.
(4) Y Jesús sonriendo ante mi hablar me ha dicho:
(5) “¡Cómo! tan pronto quieres desentenderte, no queriendo conocer ninguna razón y queriéndome hacer violencia más fuerte te quieres salir con dos palabras: Hazme sufrir a mí y libéralos”.
(6) Y yo: “Señor, no es que no quiera saber ninguna razón, sino que no es oficio mío, sino tuyo. Mi oficio es el de ser víctima, por eso Tú haz tu oficio y yo hago el mío, ¿no es verdad mi amado Jesús?”
(7) Y Él, mostrando como una aprobación ha desaparecido.

+ + + +

3-80
Junio 10, 1900

Oficio de víctima. Castigos.

(1) Me parece que mi adorable Jesús continúa dividiendo en dos a la justicia al derramar un poco en mí y el resto en las gentes. Esta mañana, especialmente cuando me he encontrado con Jesús, se me desgarraba el alma al ver la tortura de su dulcísimo corazón al castigar a las criaturas. Era tanto el estado sufriente en el cual se encontraba, que no hacía otra cosa que emitir continuos gemidos, tenía en la cabeza una tupida corona de espinas, toda encarnada, tanto que la cabeza parecía un conjunto de espinas. Entonces, para aliviarlo un poco le he dicho: “Dime Bien mío, ¿qué tienes que estás tan sufriente? Permíteme que te quite estas espinas que no poco te atormentan”. Pero Jesús no me

respondía, es más, ni siquiera escuchaba lo que yo decía. Entonces me he puesto a quitar aquellas espinas, una por una, y después las he puesto sobre mi cabeza. Ahora, mientras esto hacía, he visto que en lugares lejanos debía suceder un terremoto que haría matanza de gente. Después Jesús ha desaparecido y yo he regresado en mí misma, pero con suma aflicción mía al pensar en el estado sufriente de Jesús y en las desgracias de la miserable humanidad.

+ + + +

3-81
Junio 12, 1900

La obediencia la hace pedir a Jesús que la haga sufrir para impedir los castigos.

(1) Esta mañana al venir mi amable Jesús he comenzado a decir: “Señor, ¿qué haces? Parece que te adentras demasiado con la justicia”. Y mientras quería continuar hablando para excusar las miserias humanas, Jesús me ha impuesto silencio diciéndome:
(2) “Calla, si quieres que me entretenga contigo ven a besarme y a sanar con tus acostumbradas adoraciones todos mis miembros sufrientes”.
(3) Así he comenzado por la cabeza, y después, poco a poco por los otros miembros.
¡Oh, cuántas llagas profundas tenía aquel cuerpo sacrosanto, que el sólo mirarlas daba horror! Entonces, no apenas había terminado ha desaparecido, dejándome con poquísimo sufrimiento y con un temor: quién sabe cómo se derramará sobre las gentes, porque no se ha dignado derramar sobre mí sus amarguras.
(4) Poco después ha venido el confesor y le he dicho lo anterior, y él me dijo que hoy, por obediencia absoluta, cuando haga la meditación debes pedirle que te haga sufrir la crucifixión y que deje de mandar los flagelos. Entonces, cuando hice la meditación, en cuanto se hizo ver le he rogado de acuerdo a la obediencia recibida, pero no me puso atención, es más, ahora se hacía ver que volteaba la espalda a la gente, ahora que dormía para no ser importunado por mí, y que sé yo, me sentía morir porque no se preocupaba por hacerme hacer la obediencia; entonces he tomado valor, y poniendo toda la confianza en la santa obediencia lo he tomado por un brazo, y moviéndolo para despertarlo le he dicho: “Señor, ¿qué haces? ¿Este es el amor que le tienes a tu virtud predilecta de la obediencia?
¿Estos son los elogios que tantas veces le habéis dado? ¿Estos son los honores que le habéis prodigado, hasta decir que te sientes sacudido y no puedes resistir a la virtud de la obediencia y te sientes cautivar por el alma que se dona a esta virtud, que ahora parece que no te importa el hacerme obedecer? Mientras esto y otras cosas decía, y que me alargaría demasiado si quisiera escribirlas, el bendito Jesús se ha sacudido, y como golpeado por un vivísimo dolor, ha roto en abundante llanto, y sollozando ha dicho:
(5) “Tampoco Yo quiero mandar flagelos, es la justicia que me obliga casi a fuerza, pero tú con este hablar me quieres herir a lo vivo y tocarme una fibra muy delicada para Mí y muy amada por Mí, tanto que no quise otro honor ni otro título que el de obediente. Y para hacerte ver que no es que no me importe hacerte obedecer, con todo lo que la justicia me obliga a no hacerlo, te participo en parte los dolores de la cruz”.
(6) Mientras esto hacía, ha desaparecido, dejándome contenta porque me ha hecho obedecer y con un disgusto en el alma, como si hubiese sido causa de hacer llorar al Señor con mi hablar. ¡Ah Señor, te pido que me perdones!

+ + + +


3-82
Junio 14, 1900

Efectos de la cruz.

(1) Encontrándome no poco sufriente, mi adorable Jesús al venir toda me compadecía y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué tienes que sufres tanto? Déjame aliviarte un poco”.
(3) Y (pero Jesús estaba más sufriente que yo) así me ha dado un beso, y como estaba crucificado me atrajo fuera de mí misma y ha puesto mis manos en las suyas, mis pies en los suyos, mi cabeza apoyaba sobre la suya y la suya sobre la mía. ¡Cómo estaba contenta al encontrarme en esta posición! Si bien los clavos y las espinas de Jesús me causaban dolor, eran dolores que me daban alegría porque eran sufridos por amor a mi amado Bien; es más, hubiera querido que aumentaran. También Jesús parecía contento de mí porque me tenía en aquel modo atraída a Él. Me parecía que Jesús me consolaba y yo era consuelo para Él.
(4) Entonces, en esta posición hemos salido fuera, y habiendo encontrado al confesor, enseguida pedí por sus necesidades y le he dicho al Señor que se dignara hacer oír al confesor cómo es dulce y suave su voz. Jesús para contentarme se dirigió a él y le habló de la cruz diciéndole:
(5) “La cruz absorbe en el alma mi Divinidad, la asemeja a mi Humanidad y copia en sí misma mis mismas obras”.
(6) Después hemos continuado girando otro poco y, ¡oh, cuántas escenas dolorosas que traspasaban el alma de lado a lado! Las graves iniquidades de los hombres, que ni siquiera se doblegan ante la justicia, al contrario, se arrojan con mayor furor, como si quisieran dar dobles heridas por cada herida, y la gran miseria que ellos mismos se están preparando. Entonces, con suma amargura nuestra nos hemos retirado; Jesús ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

3-83
Junio 17, 1900

Ponerse en Dios y no salir de los confines de la paz, es lo mismo.

(1) Como esta mañana el bendito Jesús no venía, en mi interior me sentía suscitar alguna sombra de turbación sobre el por qué no venía; Entonces al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, contenerse en Dios y no salir de los confines de la paz es todo lo mismo. Así que si tú adviertes un poco de turbación, es señal de que sales un poco de dentro de Dios, porque contenerse en Él y no tener perfecta paz es imposible, mucho más que los confines de la paz son interminables, más bien todo lo que pertenece a Dios, todo es paz”.
(3) Después ha agregado: “¿No sabes tú que las privaciones al alma sirven como el invierno a las plantas, que hace que profundicen más las raíces, las fortifica y las hace reverdecer y florecer en mayo?”
(4) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma, y habiéndole encomendado varias necesidades, desapareció, y yo me he encontrado en mí misma, con el deseo de mantenerme siempre dentro de Dios, a fin de que me pudiera encontrar dentro de los confines de la paz.

+ + + +


3-84
Junio 18, 1900

Todo lo creado nos enseña el amor de Dios, el cuerpo llagado de Jesús, el amor del prójimo.

(1) Jesús sigue sin venir, y yo trataba de ocuparme en considerar el misterio de la flagelación. Mientras esto hacía he visto al bendito Jesús todo llagado y chorreando sangre y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el cielo con todo lo creado te enseña el amor de Dios; mi cuerpo llagado te enseña el amor del prójimo, tanto, que mi Humanidad unida a mi Divinidad, de dos naturalezas hice una sola y las volví inseparables, porque no sólo satisfice a la divina justicia, sino realicé la salvación de los hombres. Y para hacer que todos asumieran esta obligación de amar a Dios y al prójimo, no sólo hice de esto una sola obligación, sino que llegué a hacer de esta obligación un precepto divino. Así que mis llagas y mi sangre son tantas lenguas que enseñan a cada cual el modo de amarse, y la obligación que todos tienen de poner atención a la salvación de los demás”.
(3) Después, tomando un aspecto más afligido ha agregado:
(4) “Qué despiadado tirano es para mí el amor, porque no sólo empleé todo el curso de mi vida mortal en continuos sacrificios, hasta morir desangrado sobre una cruz, sino que me dejé como víctima perenne en el sacramento de la Eucaristía. Y no sólo esto, sino que a todos mis miembros predilectos los tengo víctimas vivientes en continuos sufrimientos, empeñados en la salvación de los hombres, como entre tantos te elegí a ti para tenerte sacrificada por amor mío y por los hombres. ¡Ah sí! Mi corazón no encuentra descanso ni reposo si no encuentra al hombre, y el hombre, ¿cómo me corresponde? ¡Con ingratitudes enormísimas!”
(5) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

3-85
Junio 20, 1900

La humildad más perfecta produce en el alma la unión más íntima con Dios.

(1) Esta mañana, estando fuera de mí misma y no encontrando a mi sumo Bien, he debido girar y girar en busca de Él; cuando me he cansado hasta sentirme desfallecer, lo sentí detrás de mi espalda, que me sostenía. Entonces estiré el brazo y lo jalé hacia el frente diciéndole: “Amado mío, sabes que no puedo estar sin Ti, no obstante me haces esperar tanto, hasta hacerme desfallecer. Dime al menos, ¿cuál es la causa, en qué te he ofendido que me sometes a desgarros tan crueles, a martirios tan dolorosos como es tu privación?” Y Jesús interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(2) “Hija mía, hija mía, no agregues más desgarros a mi corazón exacerbado a lo sumo, pues se encuentra en continua lucha por las violencias que constantemente todos me hacen: Violencia me hacen las iniquidades de los hombres, que atrayendo sobre ellos la justicia me fuerzan a castigarlos, y la justicia poniéndose en continua lucha con el amor que tengo hacia los hombres, me desgarra el corazón en modo tan doloroso, de hacerme morir continuamente; violencia me haces tú, porque viniendo Yo y conociendo tú los castigos que estoy enviando, no te estás quieta, no, sino que me fuerzas, me haces violencia y no quieres que castigue, y sabiendo Yo que tú no puedes hacer de otra manera ante mi presencia, para no exponer mi corazón a una lucha más fiera, me abstengo de venir. Por eso no quieras violentarme en hacerme venir ahora; déjame desahogar mi furor y no quieras acrecentar mis penas con tus palabras. En lo demás no quiero que pienses, porque

la humildad más perfecta, más sublime, es la de perder toda razón y no discurrir acerca del por qué y del cómo, sino deshacerse en la propia nada, y mientras el alma hace esto, sin advertirlo se encuentra perdida en Dios, y esto produce en ella la unión más íntima, el amor más perfecto hacia el sumo Bien. Esto con sumo provecho del alma, porque perdiendo la propia razón adquiere la razón divina, y perdiendo todo pensamiento sobre sí misma, esto es, si está fría o caliente, si son favorables o adversas las cosas que le suceden, se interesará y adquirirá un lenguaje todo celestial y divino.
(3) Además de esto, la humildad produce en el alma una vestidura de seguridad, por lo que envuelta en este vestido de seguridad, el alma se está en la calma más profunda, embelleciéndose toda para agradar a su querido y amado Jesús”.
(4) ¿Quién puede decir cómo he quedado sorprendida por este hablar de Jesús? No tuve ni una palabra para responderle. Poco después desapareció y yo me he encontrado en mí misma, quieta, sí, pero afligida a lo sumo, primero por las aflicciones y las luchas en las cuales se encontraba mi amado Jesús, y después por el temor de que no viniera. ¿Quién podrá resistir? ¿Cómo haré para soportarme a mí misma por su ausencia? ¡Ah Señor, dame la fuerza para soportar tan duro martirio, tan insoportable a mi pobre alma! Por lo demás, di lo que quieras, porque por mí no dejaré ningún medio, intentaré todos los caminos, usaré todas las estratagemas para atraerte a que vengas.

+ + + +

3-86
Junio 24, 1900

La cruz es el alimento de la humildad.

(1) Después de haber pasado algunos días de privación, en que a lo más se hacía ver como sombra, como un relámpago, mis potencias las sentía todas adormecidas, de modo que yo misma no entendía lo que sucedía en mi interior. En este adormecimiento una sola pena se despertaba en mi interior, y era que me parecía que me había pasado como a uno que mientras duerme pierde la vista, o bien es despojado de todas sus riquezas, por lo que el miserable no puede ni dolerse, ni defenderse, ni usar algún medio para liberarse de sus infortunios. ¡Pobrecito, en qué estado tan desastroso se encuentra! Pero, ¿cuál es la causa? El sueño, porque si estuviera despierto ciertamente se sabría defender de sus desventuras. Así es mi mísero estado, no me es dado ni siquiera dar un gemido, un suspiro, derramar una lágrima, porque he perdido de vista a Aquel que es todo mi amor, todo mi bien y que forma todo mi contento. Parece que para que yo no sufra por su privación me ha adormecido y me ha dejado. ¡Ah! Señor, despiértame Tú, a fin de que pueda ver mis miserias y conocer al menos de qué estoy privada.
(2) Ahora, mientras me encontraba en este estado, desde dentro de mi interior he oído al bendito Jesús que se lamentaba continuamente. Aquellos lamentos han herido mis oídos y despertándome un poco he dicho: “Mi solo y único Bien, por tus lamentos advierto el estado tan sufriente en el cual te encuentras, esto te sucede porque quieres sufrir solo y no quieres hacerme partícipe de tus penas, es más, para no tenerme en tu compañía me has adormecido y me has dejado sin hacerme entender más nada. Entiendo el por qué de todo esto, para estar más libre en castigar, pero ¡ah! ten compasión de mí, pues sin Ti estoy ciega, y ten compasión de Ti, porque siempre es bueno en todas las circunstancias tener quien te haga compañía, que te consuele y que de algún modo mitigue tu furor, porque por ahora estás firme en mandar flagelos, pero cuando veas a tus imágenes perecer por la miseria, te lamentarás más que ahora y tal vez me dirás: “¡Ah, si tú te hubieras empeñado más en aplacarme, si hubieras tomado sobre ti las penas de las criaturas, no vería tan destrozados a mis mismos miembros!” ¿No es verdad mi pacientísimo Jesús? ¡Ah, consuélate un poco y déjame sufrir en lugar tuyo!”

(3) Mientras esto decía, Él se lamentaba continuamente, casi en acto de querer ser compadecido y aliviado, pero quería que le arrancara casi por fuerza este mismo alivio, por lo que tras mis ruegos ha extendido en mi interior sus manos y pies clavados y me ha participado un poco sus penas. Después de esto, dando un poco de tregua a sus lamentos me ha dicho:
(4) “Hija mía, son los tristes tiempos que a esto me obligan, porque los hombres se han fortalecido y ensoberbecido tanto, que cada uno cree ser dios para sí mismo, y si Yo no pongo mano a los flagelos haría un daño a sus almas, porque sólo la cruz es el alimento de la humildad. Entonces, si no hiciera esto, Yo mismo les haría faltar el medio para humillarlos y rendirlos de su extraña locura, si bien la mayor parte me ofenden más, pero Yo hago como un padre que reparte a todos el pan para alimentarlos; que algunos hijos no lo quieran tomar, más bien que se sirvan de él para arrojarlo en la cara al padre, ¿qué culpa tiene de ello el pobre padre? Así soy Yo. Por eso compadéceme en mis aflicciones”.
(5) Dicho esto ha desaparecido dejándome medio despierta y medio adormecida, no sabiendo yo misma ni si debo despertarme perfectamente, ni si debo dormirme otra vez.

+ + + +

3-87
Junio 27, 1900

El alma debe reconocerse en Jesús, no en sí misma.

(1) Continúo estando adormecida. Esta mañana por pocos minutos me he encontrado despierta y comprendía mi estado miserable, sentía la amargura de la privación de mi sumo y único Bien; apenas pude derramar dos lágrimas diciéndole: “Mi siempre buen Jesús, ¿cómo es que no vienes? Estas son cosas que no se hacen, herir a un alma de Ti y después dejarla. Y además, para no hacerle conocer lo que haces la dejas en poder del sueño. ¡Ah, ven, no me hagas esperar tanto!” Mientras esto y otros desatinos más decía, en un instante ha venido y me ha transportado fuera de mí misma; y como yo quería decirle mi pobre estado, Jesús imponiéndome silencio me ha dicho:
(2) “Hija mía, lo que quiero de ti es que no te reconozcas más en ti misma, sino que te reconozcas solamente en Mí; así que de ti no te recordarás más, ni tendrás más reconocimiento de ti, sino te recordarás de Mí, y desconociéndote a ti misma adquirirás sólo mi reconocimiento, y a medida que te olvides y te destruyas a ti misma, así avanzarás en mi conocimiento y te reconocerás solamente en Mí, cuando hayas hecho esto, no más pensarás con tu mente sino con la mía, no mirarás con tus ojos, no más hablarás con tu boca, ni palpitarás con tu corazón, ni obrarás con tus manos, ni caminarás con tus pies, sino todo con lo mío, porque para reconocerse solamente en Dios, el alma tiene necesidad de ir a su origen y regresar a su principio, Dios, esto es, de donde salió, y que se uniforme toda sí misma a su Creador; y que todo lo que retiene de sí misma y que no es conforme a su principio, lo debe deshacer y reducirse a la nada. Sólo en este modo, desnuda, deshecha, puede regresar a su origen y reconocerse sólo en Dios, y obrar según el fin para el cual ha sido creada. He aquí entonces que para uniformarse toda en Mí, el alma debe volverse indivisible Conmigo”.
(3) Mientras esto decía yo veía el castigo terrible de las plantas secas y como debe avanzar más. Apenas he podido decir: “¡Ah! Señor, ¿cómo harán las pobres gentes?” Y Él, para no prestarme atención, como un relámpago ha huido y desapareció. ¿Quién puede decir la amargura de mi alma al encontrarme en mí misma, por no haberle podido decir ni siquiera una palabra por mí y por mi prójimo, y por la tendencia al sueño, porque de nuevo estoy en ese estado?

+ + + +


3-88
Junio 28, 1900

Los castigos presentes, no son otra cosa que una preparación a los castigos futuros.

(1) Esta mañana, encontrándome sumamente afligida por la privación de mi amante Jesús, en cuanto lo he visto me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuántas máscaras se quitarán en estos tiempos de castigos, porque estos castigos presentes no son otra cosa que una preparación a todos los castigos que te manifesté en el curso del año pasado”.
(3) Mientras esto decía, yo en mi interior pensaba: “Si el Señor continúa haciendo en el mismo modo en que está haciendo, esto es, que como quiere mandar castigos no viene, no me participa sus penas, me trata con modos insólitos, ¿quién podrá resistir? ¿Quién me dará la fuerza para permanecer en este estado?” Y Jesús respondiendo a mi pensamiento ha agregado en actitud de compadecerme:
(4) “Y entonces, ¿quieres tú que suspenda por un poco el estado de víctima y después te lo haga retomar?”
(5) Mientras esto decía he sentido confusión y amargura, veía que el Señor con esa propuesta me arrojaba de Sí, porque no he sabido decir ni sí, ni no, o bien para oír qué cosa decide la obediencia. Entonces, sin esperar mi respuesta ha desaparecido, dejándome como un clavo fijo en el corazón al pensar que Jesús me arrojaba de Sí. Era tanto el dolor que no hice otra cosa que derramar lágrimas amargas.

+ + + +

3-89
Junio 29, 1900

Jesús y Luisa se reconfortan recíprocamente.

(1) Estando aún amargada, mi adorable Jesús teniendo compasión de mí ha venido, y parecía que me sostenía entre sus brazos. Después, transportándome fuera de mí misma veía que reinaba un profundo silencio, una tristeza, un luto por todas partes. Era tanta la impresión que causaba en el ánimo el ver en aquel modo a las gentes, que se sentía una estrechura en el corazón. Entonces el bendito Jesús, llevándome aparte me ha dicho:
(2) “Hija mía, alejemos por poco lo que nos aflige y reconfortémonos mutuamente”.
(3) Mientras esto decía ha comenzado a acariciarme y a besarme, pero era tanta mi confusión que no me atrevía a devolverle los besos y las caricias, y Él ha agregado:
(4) “¡Cómo! Yo te reconforto a ti con besos y con caricias, ¿y tú no quieres reconfortarme a Mí dándome tus besos y tus caricias?”
(5) Así me he sentido con la confianza de pagarle con la misma moneda; y mientras esto hacía ha desaparecido.

+ + + +

3-90
Julio 2, 1900

Con sus sufrimientos, Luisa evita un castigo.

(1) Continúo estando amargada y afligida, como una tonta. Esta mañana no había venido Jesús, pero vino el confesor y ha puesto la intención de la crucifixión. Pero el bendito Jesús

no concurría, y después de haberle rogado que se dignara hacerme obedecer, en cuanto se hizo ver me ha dicho:
(2) “¿Qué quieres? ¿Por qué me quieren hacer violencia a la fuerza una vez que es necesario castigar a los pueblos?”
(3) Y yo: “Señor, no soy yo, es la obediencia que así lo quiere”.
(4) Y Él: “Si es la obediencia, está bien, quiero participarte mi crucifixión y a la vez quiero reconfortarme un poco”.
(5) Mientras esto decía me participó los dolores de la cruz, y mientras yo sufría, Jesús se ha puesto junto a mí y parecía que se reconfortaba un poco. Ahora, mientras me encontraba en esta posición junto con Él, me ha hecho ver en el aire, que por una parte venía una nube negra, negra, que al sólo verla daba terror y espanto, y todos decían: “Esta vez morimos”. Mientras todos estaban aterrados, se ha levantado en medio de Jesús y yo una cruz resplandeciente, que poniéndose contra aquella borrasca la puso en fuga en gran parte, tanto que parecía que las gentes se calmaban. No sé decirlo ciertamente, pero me parece que era un huracán acompañado de rayos y de granizadas tan fuertes, que tenía fuerza de arrancar las construcciones; y la cruz que la puso en fuga en gran parte, me parecía que era mi pequeño sufrir que Jesús me ha participado. Sea bendito el Señor y todo sea para su gloria y honor.

+ + + +

3-91
Julio 3, 1900

Castigos con enfermedades contagiosas.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la comunión, en cuanto vi a mi adorable Jesús le he dicho: “Mi amado Señor, ¿cómo es que mandas tantos castigos? ¿Por qué esta vez no quieres a ningún costo aplacarte? Parece que todos los medios son inútiles, ni el rogar, ni el decir “Señor, derrama en mí tus amarguras”. ¡Ay, no ha sido tu costumbre obrar en este modo!” Mientras esto decía, Jesús bendito interrumpiendo mi hablar ha respondido:
(2) “Sin embargo hija mía, los castigos que estoy mandando son nada aún en comparación de aquellos que están preparados. Por eso no quieras afligirte por esto, porque no son materia de gran aflicción”.
(3) Mientras esto decía, delante de mí veía a muchas personas infectadas con enfermedades contagiosas, que morían por ellas, entonces, presa de espanto le he dicho: “¡Ah Señor! ¿Se necesita también esto? ¿Qué haces? ¿Qué haces? Si esto quieres hacer, sácame de esta tierra, pues no me resiste el ánimo ver espectáculos tan funestos. Y además, ¿quién podrá resistir continuar en este estado en el que me has puesto, de que no vienes, o vienes como sombra, y no sólo eso, sino que me dejas atontada, adormecida, que no me haces entender más nada? Sin embargo me dijiste que me habrías dejado así hasta que de algún modo desahogaras tu furor. Ahora quieres agregar furor a furor, parece que no terminarás por ahora, así que, ¡pobre de mí, pobre de mí! ¿Quién me dará la fuerza para estar en este estado? ¿Quién podrá resistir?”
(4) Mientras desahogaba mi aflicción, Jesús, compadeciéndome me ha dicho:
(5) “Hija mía, no temas de tu estado de adormecimiento, esto dice que así como Yo estoy con las gentes, como si durmiera, como si no las oyese y viese, así te he puesto a ti en el mismo estado. Por lo demás, si te disgusta, te lo dije la otra vez, ¿quieres que te suspenda el estado de víctima?”
(6) Y yo: “Señor, la obediencia no quiere que acepte la suspensión”.
(7) Y Él: “Y bien, ¿qué quieres de Mí? Estate quieta y obedece”.
(8) ¿Quién puede decir qué tan afligida quedé? Y no sólo esto, sino que me parece que quedaron tan adormecidas mis potencias internas, que vivo como si no viviera. ¡Ah Señor, ten piedad de mí, no me dejes en abandono, en un estado tan lamentable y doloroso!


+ + + +

3-92
Julio 9, 1900

Vivir no sólo para Dios sino en Dios.

(1) Continúa el mismo estado y tal vez aún peor, y si alguna vez se hace ver es como sombra y rayo, y casi siempre en silencio. Esta mañana, encontrándome en lo sumo de la aflicción y de la torpeza por el sueño continuo, en cuanto se ha hecho ver me ha dicho:

(2) “Ánimo hija mía, el alma verdaderamente mía no sólo debe vivir para Dios, sino en Dios. Tú busca vivir en Mí, porque en Mí encontrarás el receptáculo de todas las virtudes, y paseando en medio de ellas te alimentarás de su perfume, tanto, de quedar llena de ellas, y tú misma no harás otra cosa que enviar luz y perfume celestial, porque el vivir en Mí es la verdadera virtud, y tiene virtud de dar al alma la misma forma de la Divina Persona en la cual hace su morada, y de transformarla en las mismas virtudes divinas de las cuales se nutre”.
(3) Después de esto como relámpago ha desaparecido, y mi alma corriendo detrás de aquel relámpago se ha encontrado fuera de mí misma, pero ya había huido y no me ha sido dado el encontrarlo de nuevo, y sufrí la amargura de ver granizadas terribles que habían hecho grandes estragos, rayos que habían producido incendios y otras cosas que estaban preparadas. Después de haber visto esto, me he encontrado en mí misma, más afligida que antes.

+ + + +

3-93
Julio 10, 1900

Diferencia entre vivir para Dios y vivir en Dios.

(1) Encontrándome en la misma confusión, como un relámpago se ha hecho ver y me ha hecho entender que no había escrito todo lo que Él me había dicho ayer, esto es, que el alma no sólo debe vivir para Dios, sino en Dios. Entonces el bendito Jesús me repitió la diferencia que hay entre el vivir para Dios y el vivir en Dios, diciéndome:
(2) “En el vivir para Dios, el alma puede estar sujeta a las turbaciones, a las amarguras, a ser inconstante, a sentir el peso de las pasiones, a mezclarse en las cosas terrenas. Pero en el vivir en Dios no, todo es diferente, porque la cosa principal para hacer que una persona pueda entrar a habitar en otra persona, es dejar todo lo que es suyo, esto es, despojarse de todo, dejar las propias pasiones, en una palabra, dejar todo para encontrar todo en Dios. Ahora, cuando el alma no sólo se ha despojado, sino se ha reducido muy bien, entonces podrá entrar por la puerta estrecha de mi corazón a vivir en Mí, a mi modo y de mi misma vida, porque si bien mi corazón es grandísimo, tanto que no hay termino a sus confines, pero la puerta es estrechísima y sólo puede entrar quien está despojado de todo; y esto con razón, porque siendo Yo santísimo, no admitiría jamás a vivir en Mí alguien que fuese extraño a mi Santidad. Por eso hija mía, busca vivir en Mí y poseerás el paraíso anticipado”.
(3) ¿Quién puede decir cuánto comprendía sobre este vivir en Dios? Pero después ha desaparecido y he quedado en mi mismo estado.

+ + + +


3-94
Julio 11, 1900

Los sufrimientos de Luisa hacen menos rigurosos los castigos.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la comunión y continuando el mismo estado de confusión, estaba toda recogida en mí misma, cuando vi a mi adorable Jesús que venía deprisa hacia mí diciéndome:
(2) “¡Hija mía, mitiga un poco mi furor, de otra manera… !”.
(3) Y yo, toda asustada he dicho: “¿Qué quieres que haga para calmar tu furor?”
(4) Y Él: “Con llamar en ti mis sufrimientos vendrás a aplacar mi furor”.
(5) Mientras estaba en esto veía como si llamara al confesor, mandando un rayo de luz, y él enseguida ha puesto la intención de hacerme sufrir la crucifixión. El Señor bendito prontamente ha concurrido y yo me he encontrado en tantos sufrimientos, que por la fuerza de los dolores me sentí salir el alma del cuerpo; cuando creí que estaba a punto de expirar, y yo contenta de que Jesús recibiera mi alma, vi al confesor que con decir “basta, basta”, me llamaba nuevamente en mí misma.
(6) Entonces Jesús me ha dicho: “La obediencia te llama”.
(7) Y yo: “¡Ah Señor, me quiero venir!”
(8) Y Jesús: “¿Qué quieres de Mí? La obediencia continúa llamándote”.
(9) Y así parece que esta nueva obediencia no dejó ir más allá los sufrimientos, pero obediencia ciertamente cruel para mí, porque mientras me parecía llegar al puerto, he sido arrojada fuera a navegar el camino. Después, si bien quedé sufriente, pero ya no me sentía morir, y mi benigno Señor ha continuado diciéndome:
(10) “Hija mía, si tú hoy no hubieras calmado mi furor, habría llegado al colmo, que no sólo habría destruido las plantas, sino también a los hombres, y si el mismo confesor no se hubiese interpuesto con llamar nuevamente en ti mis sufrimientos, no habría ni siquiera tenido consideración de él. Es verdad que son necesarios los castigos, pero es necesario que de vez en cuando, cuando mi furor avance, tú me lo calmes, de lo contrario hija mía,
¡cuántos flagelos de más mandaré!”
(11) Y mientras esto decía, me parecía verlo todo cansado, que lamentándose, ahora decía: “¡Hija mía!”, y ahora: “¡Hijos míos! ¡Pobres hijos míos, cómo os veo reducidos!” Y con mi sorpresa me ha hecho entender que después de haberse calmado un poco debía volver a tomar el furor para continuar los castigos, y que esto había servido sólo para hacer que no castigara demasiado a las gentes. ¡Ah Señor, aplácate y ten piedad de aquellos que Tú mismo llamas “hijos míos”!

+ + + +

3-95
Julio 14, 1900

El decreto de los castigos está firmado.

(1) Parece que he pasado varios días sin estar sumergida en el letargo del sueño, y estando un poco junto a Jesús bendito, dándonos mutuamente un poco de alivio. Pero cuánto temo que me tenga que arrojar otra vez en aquel sueño tan profundo. Entonces esta mañana, después de haberme reconfortado con la leche que escurría de su boca al derramarla en mí, y yo lo reconforté quitándole la corona de espinas para clavarla en mi cabeza, todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, el decreto de los castigos está firmado, no queda más que decidir el tiempo de su ejecución”.

+ + + +

3-96
Julio 16, 1900

Los castigos sirven para bien de las criaturas.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía. Después de mucho esperar ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la mejor cosa es ponerte en Mí y en mi Querer, entonces, poniéndote en Mí, y siendo Yo paz, aunque vieras mandar castigos quedarías en paz, sin sentir turbación”.
(3) Y yo: “¡Ah Señor, siempre estás en eso, en los castigos! Aplácate de una vez y no castigues más! Además, no puedo abandonarme en tu Querer en esto”.
(4) Y Él ha agregado: “No puedo aplacarme. ¿Qué dirías tú si vieras a una persona desnuda, que en vez de cubrir su desnudez pusiera atención a adornarse con bagatelas, dejando las partes más íntimas expuestas a la desnudez?”
(5) Y yo: “Me daría horror verla y ciertamente la desaprobaría”.
(6) Y Él: “Pues bien, así son las almas, desnudas del todo, no tienen más virtudes que las cubran. Por eso es necesario que las golpee, las castigue, las despoje, para hacerlas entrar en ellas mismas y que se fijen en la desnudez de sus almas, cosa más necesaria que la del cuerpo. Y si esto no hiciera, pondría más atención a las bagatelas, como la persona desaprobada por ti, las cuales son cosas que se refieren al cuerpo y no pondría atención a la cosa más esencial, cual es el alma, a la que han vuelto tan monstruosa que no se reconoce más”.
(7) Después de esto me parecía que tuviera en la mano una cuerdita, que pasándola por detrás del cuello me ataba y después ataba el suyo a esa misma cuerda, y así ha hecho al corazón y a las manos, y con esto parecía que me ataba toda a su Querer. Habiendo hecho esto ha desaparecido.

+ + + +

3-97
Julio 17, 1900

Luisa da un alivio a Jesús. Él le hace considerar los castigos que evita.

(1) Habiendo recibido la comunión, no veía según la costumbre al bendito Jesús. Después de haber esperado mucho, me he sentido salir fuera de mí misma y lo he encontrado. En cuanto lo he visto me ha dicho:
(2) “Hija, estaba esperándote para poderme reposar un poco en ti, porque no puedo más. ¡Ah, dame un alivio!”
(3) Inmediatamente lo he tomado entre mis brazos para contentarlo, y vi que tenía una llaga profunda en el hombro, que daba compasión y horror mirarla. Entonces por pocos minutos se ha reposado; después de ese breve reposo vi y la llaga había casi sanado, y entre la maravilla y el asombro, y viéndolo más aliviado, he tomado valor y le he dicho: “Señor bendito, mi pobre corazón está desgarrado por el temor de que ya no me ames, temo que haya incurrido en tu indignación y por eso ya no vienes como antes y no derramas más en mí tus amarguras, y no me das más mi bien, cual es el sufrir, y negándome esto vienes a negarme a Ti mismo. ¡Ah, da la paz a un pobre corazón! Dime, asegúrame, júrame, ¿me amas? ¿Continúas amándome?”
(4) Y Él: “Sí, sí, sí, te amo”.
(5) Y yo: “¿Cómo puedo estar segura de esto, si cuando a una persona se le ama en verdad todo lo que quiere se le da? Yo te digo: “no castigues a las gentes”, y Tú las

castigas; te digo, “derrama en mí tus amarguras”, y no las derramas, más bien parece que esta vez avanzas demasiado en los castigos. Entonces, ¿en dónde puedo apoyarme para saber que me amas?”
(6) Y Él: “Hija mía, tú tomas en cuenta los castigos que mando, pero los que ahorro no los tomas en cuenta. ¿Cuántos otros castigos habría mandado, cuántas más matanzas y más sangre habría hecho derramar si no tomara en consideración a aquellos pocos que me aman, y a los que Yo amo con un amor especial?”
(7) Después de esto, parecía que Jesús tomaba el camino para ir a donde sucedían destrozos de carne humana, y yo, queriendo seguirlo, no me fue dado hacerlo, y con suma amargura mía me he encontrado en mí misma.

+ + + +

3-98
Julio 18, 1900

Los pecados de las gentes caen sobre ellas mismas, formando su ruina.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, vi a mi adorable Jesús todo afligido dentro de mi corazón, y al mismo tiempo he visto mucha gente que cometían muchos pecados, estos pecados tomaban el vuelo hacia mí para venir a herir a mi amado Señor hasta dentro de mi corazón, pero Jesús los rechazaba de Sí, y caían sobre las mismas gentes, y cayendo sobre ellas formaban su misma ruina, cambiándose en tantas especies de flagelos sobre los pueblos, que daba horror aun a los corazones más duros. Entonces Jesús, afligiéndose todo me ha dicho:
(2) “Hija mía, hasta donde llega la ceguera de los hombres, pues mientras tratan de herirme a Mí, se hieren ellos mismos con sus propias manos”.

+ + + +

3-99
Julio 19, 1900

Luisa se ofrece a sufrir para evitar el sufrimiento a las gentes.

(1) Esta mañana, después de haber estado toda la noche y gran parte de la mañana esperando a mi adorable Jesús, Él no se dignaba venir. Entonces, cansada de esperarlo me esforzaba por salir de mi habitual estado, pensando que no era más Voluntad de Dios. Mientras me esforzaba por salir, estando casi impaciente, mi benigno Jesús se ha movido dentro de mi corazón, haciéndose ver apenas y mirándome en silencio. Impaciente como estaba le he dicho: “Mi buen Jesús, ¡cómo eres cruel! ¿Se puede dar crueldad más grande que ésta, de abandonar a un alma en poder del despiadado tirano del amor que la hace vivir en continua agonía? ¡Oh, cómo has cambiado, de amante a cruel!” Mientras esto decía, ante mí veía muchos miembros de gente mutilada, y por eso agregué: “¡Ah Señor, cuánta carne humana mutilada! ¡Cuántas amarguras y penas! ¡Ay! ¿No habría sido menor crueldad si te hubieras satisfecho en este cuerpo mío, y lo hubieras reducido a tantos pedazos por cuantos pedazos hiciste estos miembros? ¿No era menor mal ver sufrir a una sola que a tantos pobres pueblos?”
(2) Mientras esto decía, Jesús continuaba viéndome fijamente, como si quedara herido, no sé decir si también disgustado, y me ha dicho:
(3) “Sin embargo es el principio del juego, aún es nada en comparación de lo que vendrá”.
(4) Dicho esto se ha escondido a mi vista, sin poderlo ver más, dejándome en un mar de amarguras.


+ + + +

3-100
Julio 21, 1900

Necesidad de la purgación.

(1) Después de haber pasado un día adormecida y tan somnolienta que no sabía de mí misma, y habiendo recibido la comunión, me he sentido salir fuera de mí misma, y no encontrando a mi sumo y único Bien, he comenzado a girar y girar, llegando al delirio. Mientras esto hacía, he sentido a una persona entre los brazos, toda velada, sin poder ver quién era, entonces, no pudiendo resistir más desgarré aquel velo y vi a mi suspirado Todo. Al verlo sentí que quería prorrumpir en quejas y desatinos, pero Jesús para terminar con mi impaciencia y mi delirio me ha dado un beso. Ese beso me infundió la vida, la calma, acabó con mi impaciencia, tanto que no supe decir nada más. Entonces, olvidando todas mis miserias, y tengo muchas, me acordé de las pobres gentes y le dije a Jesús: “Aplácate, libra a tantos pueblos de destrozos tan crueles; vayamos juntos a aquellos lugares donde suceden tales cosas, a fin de que reanimemos y consolemos a aquellos pobres cristianos que se encuentran en estado tan triste”.
(2) Y Él: “Hija mía, no quiero llevarte porque tu corazón no resistiría ver matanza tan desgarradora”.
(3) Y yo: “Ah Señor, ¿cómo ha sido que permitiste esto?”
(4) Y Él: “Es necesario, absolutamente, para la purga en todas las partes, porque en el campo sembrado por Mí han crecido tanto las malas hierbas, las espinas, que se han hecho árboles, y estos árboles espinosos no hacen otra cosa que inundar mi campo de aguas venenosas y pestíferas, que si alguna espiga se mantiene intacta, no recibe otra cosa que pinchazos y fetidez, tanto que no pueden germinar otras espigas, primero porque les falta el terreno, ocupado por tantas plantas nocivas; segundo, por los continuos pinchazos que reciben que no les dan paz. He aquí la necesidad de la matanza, para extirpar tantas plantas malas, y el derramamiento de sangre para purgar mi campo de las aguas venenosas y pestíferas. Por eso no te quieras entristecer al principio, porque no sólo allá donde he mandado ya los flagelos, sino en todas las otras partes se necesita la purga”.
(5) ¿Quién puede decir la consternación de mi corazón al oír este hablar de Jesús? Entonces de nuevo he insistido que quería ir a ver, pero Jesús no prestándome atención ha desaparecido, y yo quedándome sola he tomado el camino para ir, pero ahora encontraba a un ángel que me hacía retroceder, y ahora a almas purgantes, tanto que he sido obligada a regresar en mí misma.

+ + + +

3-101
Julio 25, 1900

En Jesús no hay crueldad alguna, sino que todo es amor.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús ha venido y me ha hecho ver una máquina donde parecía que se trituraran muchos miembros humanos, y en el aire como dos señales de castigos que daban terror. ¿Quién puede decir la consternación de mi corazón al ver todo esto? Pero el bendito Jesús viéndome tan amargada me ha dicho:
(2) “Hija mía, alejemos por un poco lo que tanto nos aflige y reconfortémonos con jugar un poco juntos”.
(3) ¿Quién puede decir lo que ha pasado entre Jesús y yo en este juego, las finezas de amor, las estratagemas, los besos, las caricias que recíprocamente nos dábamos? Si bien

me sobrepasaba mi amado Jesús, porque yo, siendo débil, me sentía desfallecer, tan es verdad, que no pudiendo contener en mí lo que Él me daba he dicho: “Amado mío, basta, basta, que no puedo más, yo desfallezco, mi pobre corazón no es tan grande para ser capaz de recibir tanto, por eso basta por ahora”.
(4) Entonces, queriéndome reprochar mi hablar del otro día, dulcemente me ha dicho:
(5) “Dime tus querellas, dilo, dilo, ¿soy cruel? ¿Mi Amor hacia ti se ha cambiado en crueldad?”
(6) Y yo avergonzándome toda he dicho: “No Señor, no eres cruel cuando vienes, pero cuando no vienes, entonces diré que eres cruel”.
(7) Y Él sonriendo ante mis palabras ha agregado:
(8) “Sin embargo continuas diciendo que cuando no vengo soy cruel, no, no, en Mí no puede haber ninguna crueldad, sino que todo es amor; y debes saber que si es como tú dices, entonces el mismo ser cruel, es amor más grande”.


+ + + +

3-102
Julio 27, 1900

Ve los ataques a la Iglesia en la guerra de China.

(1) Me encontraba toda preocupada por mi miserable estado, especialmente de que éste no fuera más Voluntad de Dios, considerando como indicio cierto el escaso sufrir y sus continuas privaciones. Mientras estaba consumiendo mi pequeño cerebro en esto y esforzándome en salir de este estado, mi siempre buen Jesús, como relámpago se ha hecho ver diciéndome:
(2) “Hija mía, ¿qué quieres tú que haga? Dime, Yo haré lo que tú quieres”.
(3) Ante esta propuesta tan inesperada no supe qué decir, sentía tal confusión de que el bendito Jesús debiese hacer lo que yo quería, mientras que soy yo la que debe hacer lo que Él quiere, que he quedado muda. Entonces, al ver que yo no decía nada, como relámpago ha huido, y yo, corriendo tras esa luz me he encontrado fuera de mí misma, pero no lo he encontrado y he girado por la tierra, por el cielo, por las estrellas, y ahora lo llamaba con la voz, y ahora con el canto, pensando entre mí que el bendito Jesús al oír mi voz y mi canto quedaría herido y con seguridad lo encontraría. Ahora, mientras giraba, he visto la matanza cruel que se continúa haciendo en la guerra de China, las iglesias demolidas, las imágenes de Nuestro Señor arrojadas por tierra, y esto es nada aún, lo que me ha dado más espanto ha sido el ver que si ahora lo hacen los bárbaros, los seglares, después lo harán los fingidos religiosos, que desenmascarándose y haciéndose conocer quienes son, uniéndose con los enemigos abiertos de la Iglesia, darán tal asalto, que parece increíble a mente humana. ¡Oh, cuántas matanzas más crueles aún! Parece que han jurado entre ellos terminar con la Iglesia. Pero el Señor tomará venganza de ellos destruyéndolos, por eso, sangre por una parte y sangre por la otra. Entonces me he encontrado dentro de un jardín que me parecía que era la Iglesia, y dentro había una multitud de gente bajo aspecto de dragones, de víboras y de otras bestias enfurecidas, que devastando aquel jardín y luego saliendo de él, formaban la ruina de las gentes. Mientras esto veía he encontrado en mis brazos a mi amado Señor y le he dicho: “Finalmente te has dejado encontrar, ¿eres Tú verdaderamente mi amado Jesús?”
(4) Y Él: “Sí, sí, soy tu Jesús”.
(5) Yo quería decirle que librara a tantas gentes, pero Él no haciéndome caso, todo afligido ha agregado:
(6) “Hija mía, estoy bastante cansado, vamos al lecho a reposar si quieres que me entretenga contigo”.
(7) Y yo, temiendo que se fuera hice silencio, haciéndole conciliar el sueño. Poco después ha reentrado en mi interior, dejándome reanimada, sí, pero sumamente afligida.

+ + + +

3-103
Julio 30, 1900

Luisa detiene la espada de la Justicia.

(1) He pasado una noche y un día inquieta. Desde el principio me sentía salir fuera de mí misma, sin que pudiese encontrar a mi adorable Jesús; no veía más que cosas que me daban terror y espanto. Veía que en Italia se levantaba un fuego y otro que se estaba levantando en China, que poco a poco, uniéndose, se confundían en uno solo. En este fuego veía al rey de Italia, muerto repentinamente por engaño, y esto era como medio para avivar y engrandecer el incendio. En suma, veía una rebelión, un tumulto, una matanza de gentes. Habiendo visto estas cosas me sentí en mí misma, y sentía desgarrárseme el alma, hasta sentirme morir, mucho más que no veía a mi adorable Jesús. Después de mucho esperar se ha hecho ver con una espada en la mano, en acto de usarla sobre las gentes. Yo, toda espantada y siendo un poco atrevida cogí la espada con la mano diciéndole: “Señor, ¿qué haces? ¿No ves cuántas aflicciones sucederán si usas esta espada? Lo que más me aflige es que veo que tomas en medio a Italia. ¡Ah Señor, aplácate! ¡Ten piedad de tus imágenes! Y si dices que me amas, evítame este acerbo dolor”. Y mientras esto decía detenía la espada con toda la fuerza que podía. Jesús, dando un suspiro, todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, déjala, déjala caer sobre las gentes, porque no puedo más”.
(3) Y yo tomándola más fuerte: “No puedo dejarla, no tengo valor para hacerlo”.
(4) Y Él: “No te lo he dicho muchas veces, que estoy obligado a no hacerte ver nada, de otra manera no soy libre de hacer lo que quiero”.
(5) Y mientras esto decía, bajó el brazo con la espada y se puso en actitud de calmarse de su furor. Poco después ha desaparecido y yo he quedado con un cierto temor, quién sabe y a lo mejor sin dejarme ver me jalara la espada y la usara sobre las gentes. ¡Oh Dios, qué angustia al solo acordarme!

+ + + +

3-104
Agosto 1, 1900

La Humanidad de Jesús es el espejo de la Divinidad. Castigos.

(1) Continúa mi adorable Jesús viniendo poquísimas veces y por poco tiempo. Esta mañana me sentía toda aniquilada y casi no me atrevía a ir en busca de mi sumo Bien; pero Él siempre benigno ha venido, y queriéndome infundir confianza me ha dicho:
(2) “Hija mía, ante mi Majestad y pureza no hay quien pueda estar de frente, más bien todos están obligados a estar por tierra y golpeados por el fulgor de mi Santidad. El hombre quisiera casi huir de Mí, porque es tal y tanta su miseria, que no tiene valor para sostenerse delante del Ser Divino. Entonces haciendo uso de mi misericordia asumí mi Humanidad, la que atenuando los rayos de la Divinidad, es medio para infundir confianza y ánimo al hombre para venir a Mí, el cual poniéndose de frente a mi Humanidad, que expande rayos atenuados de la Divinidad, tiene el bien de poderse purificar, santificar y hasta divinizar en mi misma Humanidad deificada. Por eso tú estate siempre de frente a mi Humanidad, teniéndola como espejo en el cual limpiarás todas tus manchas; y no sólo esto, sino como espejo en el cual reflejándote adquirirás la belleza, y poco a poco irás adornándote a semejanza de Mí mismo, porque es propiedad del espejo hacer aparecer dentro de sí la imagen similar a aquella de quien se mira en él; si así es el espejo material, mucho más es

el divino, porque mi Humanidad sirve al hombre como espejo para mirar mi Divinidad. He aquí por esto que todos los bienes para el hombre derivan de mi Humanidad”.
(3) Mientras esto decía, me sentía infundir tal confianza, que me ha venido el pensamiento de quererle hablar de los castigos, tal vez me escuchara y haría el intento de aplacarlo del todo. Pero mientras me disponía a esto, como rayo ha desaparecido, y mi alma corriendo detrás de Él se ha encontrado fuera de mí misma; pero no lo he podido reencontrar más, y con suma amargura mía he visto muchas personas que iban a las cárceles, a otros sectarios que salían para atentar contra otras vidas de reyes y de otros jefes; veía que se carcomían de rabia porque les falta el medio para salir entre los pueblos y hacer matazón, sin embargo llegará su tiempo. Después de esto me he encontrado en mí misma, toda oprimida y afligida.

+ + + +

3-105
Agosto 3, 1900

Dios obra sólo sobre la nada.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba deseando y buscando a mi amante Jesús. Después de haberlo esperado largamente, ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué me buscas fuera de ti, mientras que podrías encontrarme más fácilmente dentro de ti? Cuando tú me quieras encontrar entra en ti, llega hasta tu nada y ahí, sin ti, en el brevísimo giro de tu nada descubrirás los cimientos que ha puesto en ti y las construcciones que ha levantado en ti el Ser Divino. Esfuérzate y ve”.
(3) Yo he mirado y he visto los sólidos cimientos y los muros altísimos que llegaban hasta el cielo, pero lo que más me asombraba era que veía que el Señor había hecho este gran trabajo sobre mi nada, y los muros estaban todos cerrados, sin ninguna abertura. Se veía sólo en el techo una abertura que correspondía al Cielo, y en esta abertura residía nuestro Señor, sobre de una columna estable que sobresalía de los cimientos formados sobre la nada. Ahora, mientras estaba toda asombrada mirando, el bendito Jesús ha agregado:
(4) “Los cimientos formados en la nada significan que la mano divina obra ahí, donde está la nada, y jamás mezcla sus obras con las obras materiales. Los muros sin abertura alrededor, significan que el alma no debe tener ninguna correspondencia con las cosas terrenas, tanto, que no haya ningún peligro que pueda entrar ni siquiera un poco de polvo, porque todo está bien cerrado. La única correspondencia que dan estos muros es para el Cielo, esto es, de la nada al Cielo, y del Cielo a la nada, este es el significado de la abertura hecha en el techo. La estabilidad de la columna significa que el alma está tan estable en el bien, que no hay viento contrario que la pueda mover. Y Yo que resido sobre ésta, es indicio cierto que la obra hecha es toda divina”.
(5) ¿Quién puede decir lo que comprendía sobre esto? Pero mi mente se pierde y no sabe decir nada. Sea siempre bendito el Señor y sea todo para su gloria y honor.

+ + + +

3-106
Agosto 9, 1900

Todo lo que se quiere y desea, se debe querer y desear porque lo quiere Dios.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía, y después de esperarlo mucho, en cuanto se hizo ver me ha dicho:

(2) “Así como un instrumento musical suena agradable al oído de quien lo escucha, así tus deseos, tus esperas, tus suspiros, tus lágrimas, resuenan a mi oído como una música de las más agradables. Pero para hacer que descienda más dulce y placentera, te quiero enseñar otro modo, esto es, desearme no como deseo tuyo, sino como deseo mío, porque Yo amo grandemente manifestarme contigo. En suma, todo lo que tú quieres y deseas, debes quererlo y desearlo porque lo quiero Yo, esto es, tomarlo de dentro de Mí y hacerlo tuyo. Así será más agradable tu música a mi oído, porque es música salida de Mí mismo”.
(3) Después ha agregado: “Todo lo que sale de Mí entra en Mí, es por esto que los hombres se lamentande que no obtienen tan fácilmente lo que me piden, porque no son cosas que salen de Mí, y no siendo cosas que salen de Mí, no es tan fácil que entren en Mí y salgan después para darse a ellos, porque sale de Mí y entra en Mí todo lo que es santo, puro y celestial. Entonces, ¿por qué asombrarse si les viene cerrada la audiencia si lo que piden no es así? Por eso tú ten en tu mente que todo lo que sale de Dios entra en Dios”.
(4) ¿Quién puede decir lo que comprendía sobre estas palabras? Pero no tengo palabras para poderme explicar. ¡Ah Señor, dame la gracia de que pueda pedir todo lo que es santo y que sea deseo y Voluntad tuya, así podrás comunicarte conmigo más abundantemente!

+ + + +

3-107
Agosto 19, 1900

El amor estéril y el amor obrante.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la comunión, mi amado Jesús se ha hecho ver en acto de quererme instruir, y poniendo como un ejemplo me ha dicho:
(2) “Hija mía, si un joven tomara esposa, y ella, llevada de amor hacia él, quisiera estar siempre junto a él, sin separarse ni un momento, sin poner atención a las otras cosas que le corresponden a una esposa para hacer feliz a este joven, ¿qué diría él? Agradecería el amor de ella, pero ciertamente no estaría contento de su conducta, porque este modo de amar no sería más que un amor estéril, infecundo, que le causaría daño a ese pobre joven en vez de bien, y poco a poco este extraño amor produciría fastidio en vez de gusto, porque toda la satisfacción de este amor es de la joven. Y como el amor estéril no tiene leña para fomentar el fuego, muy pronto se reduciría a cenizas, porque sólo el amor obrante es duradero, los demás amores, como humo se disipan en el aire, y después se llega al fastidio, a no tomar en cuenta y quizá a despreciar lo que tanto se amaba.
(3) Así es la conducta de las almas que ponen atención sólo a sí mismas, esto es, a su satisfacción, a los fervores y a todo lo que les agrada, diciendo que esto es amor por Mí, mientras que todo es satisfacción de ellas, porque se ve con los hechos que no ponen atención a mis intereses y a las cosas que me pertenecen, y si llega a faltar lo que les satisface, no ponen más atención de Mí, y llegan aun a ofenderme. ¡Ah! hija, sólo el amor obrante es el que distingue a los verdaderos de los falsos amantes, porque todo lo demás es humo”.
(4) Mientras esto decía, veía a personas y como si yo quisiera poner atención a ellas, pero Jesús me ha distraído al decirme:
(5) “No quieras entrometerte en los actos ajenos, dejémoslos hacer, porque cada cosa tiene su tiempo. Cuando sea el tiempo del juicio entonces será el tiempo de discernir todas las cosas, porque cribándolas muy bien se vendrá a conocer el grano, las pajas y la semilla estéril y nociva. ¡Oh, cuántas cosas que parecen grano se encontrarán en aquel día como pajas y semillas estériles, dignas sólo de ser arrojadas al fuego!”

+ + + +

3-108
Agosto 20, 1900

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía, entonces después de mucho esperar, cuando mi pobre corazón no podía más, se ha hecho ver desde dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no quieras afligirte porque no me ves, porque estoy dentro de ti, y desde aquí, por medio tuyo estoy viendo al mundo”.
(3) Después ha continuado haciéndose ver de vez en cuando, sin decirme nada más.

+ + + +

3-109
Agosto 24, 1900

Todo se convierte en bien para quien verdaderamente ama a Jesús.

(1) Habiendo pasado un día inquieta, me sentía toda llena de tentaciones y pecados. ¡Oh Dios, qué desgarradora pena es el ofenderte! Hacía cuanto más podía por estarme en Dios, por resignarme a su santo Querer, para ofrecerle por amor suyo ese mismo estado inquieto, para no ponerle atención al enemigo mostrándome con suma indiferencia, a fin de que no lo incitara yo misma a tentarme mayormente, pero con todo esto no podía hacer menos que oír el murmullo que el enemigo suscitaba a mi alrededor. Entonces, encontrándome en mi habitual estado, no me atrevía a desear a mi amado Jesús, tan fea y miserable me veía. Pero Él siempre benigno con esta pecadora, sin que yo lo pidiera ha venido, y como si me compadeciera me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no temas. ¿No sabes tú que ciertas aguas frías e impetuosas son más potentes para purificar de cualquier mínima mancha que el mismo fuego? Y además, todo se convierte en bien para quien verdaderamente me ama”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, dejándome reanimada, sí, pero débil, como si hubiese sufrido una fiebre.

+ + + +

3-110
Agosto 30, 1900

Luisa va al purgatorio para aliviar al difunto rey de Italia.

(1) Habiendo pasado algunos días de privación y de amargura, en que a lo más he visto a Jesús alguna vez como sombra y relámpago. Esta mañana encontrándome en lo sumo de la amargura, y no sólo eso, sino como si hubiese perdido la esperanza de volverlo a ver. Después de haber recibido la comunión me parecía que el confesor ponía la intención de la crucifixión, entonces el bendito Jesús para hacerme obedecer se ha mostrado y me ha participado sus penas. Mientras tanto he visto a la Reina Mamá, que tomándome me ofrecía a Él a fin de que se aplacara. Y Jesús, teniendo consideración de la Mamá, aceptó el ofrecimiento y parecía que se aplacaba un poco. Después de esto la Mamá Reina me ha dicho:
(2) “¿Quieres ir al purgatorio para aliviar al rey de las penas horribles en las cuales se encuentra?”
(3) Y yo: “Mamá mía, como Tú quieras”.
(4) En un instante me ha tomado, y me ha transportado a un lugar de suplicios atroces, todos mortales. Ahí estaba aquel miserable, que de un suplicio pasaba al otro, parecía que por cuantas almas se habían perdido por causa suya, otras tantas muertes él debía sufrir.

Entonces, después de haber pasado yo por algunos de aquellos suplicios, él ha quedado un poco más aliviado y la Mamá Reina me sustrajo de ese lugar de penas y me encontré en mí misma.

+ + + +

3-111
Agosto 31, 1900

En las almas interiores no puede estar la turbación.

(1) Encontrándome en mi habitual estado y no viniendo mi adorable Jesús, estaba toda afligida y un poco pensativa sobre el por qué no venía. Después de mucho esperar y esperar ha venido, y viendo que de sus manos brotaba sangre, le pedí que de su mano izquierda derramara sangre sobre el mundo en provecho de los pecadores que estaban por morir y en peligro de perderse, y de la mano derecha que derramara su sangre en el purgatorio; y Él escuchándome benignamente se sacudió y derramó su sangre sobre una y otra parte. Después de esto me ha dicho:
(2) “Hija mía, en las almas interiores no puede estar la turbación, y si ésta entra es porque el alma se sale fuera de sí misma, y haciendo esto hace de verdugo a sí misma, porque saliendo fuera de ella se aferra a tantas cosas que ve y que no son Dios, y a veces ni siquiera cosas que se refieren al verdadero bien del alma, por lo que regresando en sí misma y llevando cosas que le son extrañas, se tortura por ella misma y con esto viene a enfermarse a sí misma y a la gracia. Por eso, estate siempre en ti misma y estarás siempre en calma”.
(3) ¿Quién puede decir cómo comprendía con claridad, y cómo encontraba la verdad en estas palabras de Jesús? ¡Ah Señor, si te dignas instruirme, dame gracia para aprovechar tus santas enseñanzas, de otra manera todo será para mi condena!

+ + + +

3-112
Septiembre 1, 1900

La obediencia pone la paz entre Dios y el alma.

(1) Continuando Jesús sin venir, estaba yo diciendo: “Mi buen Jesús, ven, no me hagas esperar tanto, esta mañana no tengo ganas de inquietarme y de buscarte hasta llegar a cansarme. Ven de una vez, pronto, pronto, así, por la buena”. Y viendo que no venía continuaba diciendo: “Se ve que quieres que me canse y que llegue hasta inquietarme, de otra manera no vienes”.
(2) Mientras esto y otros desatinos decía, Jesús vino y me ha dicho:
(3) “¿Me sabrías decir qué mantiene la correspondencia entre el alma y Dios?”
(4) Y yo, pero siempre con una luz que me venía de Él he dicho: “La oración”.
(5) Y Jesús, aprobando lo que dije ha agregado: “¿Pero qué atrae a Dios a conversaciones familiares con el alma?”
(6) Y yo no sabía responder, pero enseguida la luz se ha movido en mi inteligencia y he dicho: “Si la oración vocal sirve para mantener la correspondencia, ciertamente la meditación interior debe servir de alimento para mantener la conversación entre Dios y el alma”.
(7) Él, contento de esto, ha replicado: “Ahora, ¿me sabrías tú decir quién rompe las dulces controversias, quién quita los amorosos enfados que pueden surgir entre Dios y el alma?”
(8) Y yo al no responder, Él mismo ha dicho:

(9)“Hija mía, sólo la obediencia tiene este oficio, porque ella sola decide las cosas relacionadas entre el alma y Yo, y surgiendo controversias, o bien algún enfado para mortificar al alma, al llegar la obediencia rompe las contiendas, quita los enojos y pone paz entre Dios y el alma”.
(10) Y yo: “¡Ah! Señor, muchas veces parece que tampoco la obediencia quiere tomarse la molestia y se queda indiferente, y la pobre alma es obligada a estarse en aquel estado de controversias y de enfado”.
(11) Y Jesús: “Esto lo hace por un cierto tiempo, queriendo también ella complacerse en asistir a esas amables controversias, pero después toma su oficio y pacifica todo. Así que la obediencia pone la paz entre el alma y Dios”.
(12) Dicho esto, ha desaparecido.

+ + + +

3-113
Septiembre 4, 1900

La impureza y las obras buenas imperfectamente hechas, son alimento repugnante para Jesús.

(1) Habiendo recibido la comunión, mi adorable Jesús me ha transportado fuera de mí misma, haciéndose ver sumamente afligido y amargado. Entonces le pedí que derramara en mí sus amarguras, pero Jesús no me hacía caso, pero insistiendo, después de mucho tiempo se ha complacido en derramarlas. Después de haber derramado un poco de amargura le pregunté: “Señor, ¿no te sientes mejor ahora?”
(2) Y Él: “Sí, pero no era lo que derramé lo que me causaba tanta pena, sino un alimento nauseante e insípido que no me deja reposar”.
(3) Y yo: “Derrama un poco en mí, así te aliviarás un poco”.
(4) Y Él: “Si no puedo digerirlo y soportarlo Yo, ¿cómo lo podrás tú?”
(5) Y yo: “Conozco que mi debilidad es grande, pero Tú me darás gracia y fuerza, y así tendré éxito en contenerlo en mí”. Comprendía que ese alimento nauseante eran las impurezas, lo insípido, las obras buenas malamente hechas, todas deterioradas, que a Nuestro Señor le son más bien de fastidio, de peso y casi desdeña recibirlas, porque no pudiendo soportarlas las quiere arrojar de su boca. ¡Quién sabe cuántas de las mías estaban ahí! Entonces, como obligado por mí ha derramado también un poco de aquel alimento. ¡Cuánta razón tenía Jesús, que era más tolerable lo amargo que aquel alimento nauseante e insípido! ¡Si no fuese por su amor, a ningún costo lo habría aceptado!
(6) Después de esto, el bendito Jesús me ha puesto el brazo detrás del cuello, y apoyando su cabeza sobre mi hombro se ha puesto en actitud de tomar reposo. Mientras reposaba me he encontrado en un lugar donde había por piso muchas tablas móviles, y abajo el abismo. Yo, temiendo precipitarme, lo desperté, invocando su ayuda, y Él me ha dicho:
(7) “No temas, es el camino que todos recorren. No se necesita otra cosa que toda la atención, y como la mayor parte caminan distraídos, esta es la causa por la que muchos se precipitan al abismo, y pocos son lo que llegan al puerto de la salvación”.
(8) Después de esto ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.


+ + + +

Deo Gratias.

Nihil obstat Canonico Annibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.
Año 1900

4-1
Septiembre 5, 1900

La Esperanza, alimento del Amor.

(1) Como en los días pasados mi adorable Jesús no se hacía ver, yo me sentía desconfiada en la esperanza de tenerlo de nuevo; más bien creía que todo había terminado para mí: visitas de Nuestro Señor y estado de víctima. Pero esta mañana al venir el bendito Jesús, traía una horrible corona de espinas, y se puso junto a mí, lamentándose todo, en actitud de querer un alivio; entonces yo se la he quitado poco a poco, y para darle más gusto la he puesto sobre mi cabeza. Poco después me ha dicho:
(2) “Hija mía, el verdadero amor es cuando está sostenido por la esperanza, y por la esperanza perseverante, porque si hoy espero y mañana no, el amor se enferma, porque el amor siendo alimentado por la esperanza, por cuanto alimento se le suministra tanto más fuerte se vuelve, más robusto, más vivo el amor, y si esto viene a faltar, primero se enferma el pobre amor, y si queda solo, sin sostén, termina con morir del todo. Por eso, por cuán grandes sean tus dificultades, jamás, ni siquiera por un instante debes apartarte de la esperanza con el temor de perderme, más bien debes hacer de modo que la esperanza, superando todo, te haga encontrarte siempre unida Conmigo, y entonces el amor tendrá vida perpetua”.
(3) Después de esto continuó viniendo sin decirme nada más.

+ + + +

4-2
Septiembre 6, 1900

Estado de víctima.

(1) Continúa viniendo mi dulcísimo Jesús. Esta mañana en cuanto ha venido quiso verter un poco sus amarguras en mí, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo quiero dormir un poco, tú haz mi oficio de sufrir, rogar y aplacar la justicia”.
(3) Así Él se ha dormido, y yo me he puesto a rezar junto a Jesús. Después, despertándose, hemos girado un poco entre las gentes, y me ha hecho ver diversos planes que están ideando para hacer revoluciones, y especialmente veía que estaban maquinando un ataque de improviso para tener mejor resultado en su propósito, y para hacer que ninguno se pueda defender ni prevenirse contra el enemigo. ¡Cuántos espectáculos funestos! Pero parece que el Señor aún no les da libertad para hacer eso, y no sabiendo ellos la razón se roen de rabia, porque a pesar de su perversa voluntad se ven impotentes para realizarlo. No se necesita otra cosa sino que el Señor les conceda esta libertad, porque todo está preparado. Después de esto hemos regresado, y Jesús se mostraba todo llagado y me ha dicho:
(4) “Mira cuántas llagas me han abierto y la necesidad del estado continuo de víctima, de tus sufrimientos, porque no hay momento en que dejen de ofenderme, y siendo continuas las ofensas, continuos deben ser los sufrimientos y las plegarias para aliviarme en algo; y si te ves suspendido el sufrir, tiembla y teme, porque no viéndome aliviado en mis penas, no vaya a ser que les conceda a los enemigos esa libertad tan deseada por ellos”.

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

(5) Al oír esto, me he puesto a rogarle que me hiciera sufrir a mí, y mientras estaba en esto veía al confesor que con sus intenciones forzaba a Jesús a hacerme sufrir. Entonces el bendito Señor me ha participado tales y tantas penas, que yo misma no sé cómo he quedado viva, pero el Señor en mis penas no me ha dejado sola, más bien parecía que no resistía su corazón el dejarme, y he pasado algunos días junto con Jesús, y me ha comunicado tantas gracias y me hacía comprender muchas cosas; pero, parte por el estado de sufrimiento, y parte porque no sé expresarme, paso adelante y hago silencio.

+ + + +

4-3
Septiembre 9, 1900

Jesús prepara el alma de Luisa para la comunión. Amenaza contra los gobernantes de los pueblos.

(1) Continúa viniendo, pero he estado la mayor parte de la noche sin Jesús, entonces al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué quieres que con tanta ansia me estás esperando? ¿Acaso necesitas alguna cosa?”
(3) Y yo como sabía que tenía que comulgar he dicho:
(4) “Señor, toda la noche te estuve esperando, sobre todo que debiendo recibir la comunión temía que mi corazón no estuviese bien dispuesto para poderte recibir, por eso tengo necesidad de que mi alma sea revisada por Ti, para poderse disponer a unirme Contigo sacramentalmente”.
(5) Y Jesús, benignamente ha revisado mi alma para prepararme a recibirlo, y después me ha transportado fuera de mí misma, y junto he encontrado a nuestra Reina Mamá que le decía a Jesús:
(6) “Hijo mío, esta alma estará siempre dispuesta a hacer y a sufrir lo que Nosotros queramos; y esto es como una atadura que ata a la justicia, por eso Tú evita tantas matanzas y tanta sangre que deben derramar las gentes”.
(7) Y Jesús ha dicho: “Madre mía, es necesario el derramamiento de sangre porque quiero que esta estirpe del rey caiga de su reinar, y esto no puede ser sin sangre, y también para purgar a mi Iglesia porque está muy infectada; a lo más puedo conceder el evitar en parte, en consideración de los sufrimientos”.
(8) Mientras estaba en esto veía a la mayor parte de los diputados que estaban planeando cómo hacer caer al rey, y pensaban poner en el trono a uno de aquellos diputados que estaban maquinando. Después de esto me he encontrado en mí misma.
¡Cuántas miserias humanas! ¡Ah Señor, ten compasión de la ceguera en la cual está inmersa la pobre humanidad! Después, al continuar viendo al Señor y a la Reina Madre, he visto al confesor junto a ellos, y la Virgen Santísima ha dicho:
(9) “Mira Hijo mío, tenemos un tercero, que es el confesor, que se quiere unir con Nosotros y hacer su trabajo comprometiéndose a concurrir para hacerla sufrir, para satisfacer a la divina justicia, y también esto es un volver más fuerte la cuerda que te ata para aplacarte; y además, ¿cuándo has resistido a la fuerza de la unión de quien sufre y ruega y de quien concurre Contigo solamente con el único fin de glorificarte y para el bien de los pueblos?”
(10) Jesús oía a la Madre, tenía consideración del confesor, pero no ha pronunciado sentencia del todo favorable, sino que se limitaba a evitar en parte.

+ + + +


4-4
Septiembre 10, 1900

Amenaza contra los perversos.

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma y veía las tantas infamias y pecados enormes que se comenten, así como también los cometidos contra la Iglesia y el Santo Padre. Después, regresando en mí misma ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho:
(2) “¿Qué dices tú del mundo?”
(3) Y yo, sin saber a donde quería llegar con esta pregunta, impresionada como estaba por las cosas vistas, he dicho: “Señor bendito, ¿quién puede decir la perversidad, la dureza, la fealdad del mundo? No tengo palabras para decirte cuán malo es”.
(4) Y Él, tomando ocasión de mis mismas palabras ha agregado: “¿Has visto cómo es perverso? Tú misma lo has dicho, no hay modo de hacer que se rinda, después de que casi le he quitado el pan, permanece en la misma obstinación, más bien peor, y por ahora va a procurárselo con los robos y con las rapiñas, haciendo daño a sus semejantes, por tanto es necesario que le toque la piel, de otra manera se pervertirá mayormente”.
(5) Quién puede decir cómo he quedado petrificada ante este hablar de Jesús, me parece que he sido yo la ocasión para hacer que se irritara contra el mundo; en vez de excusarlo lo he pintado negro, después he hecho cuanto he podido por disculparlo, pero no me ha prestado atención; el mal ya estaba hecho. ¡Ah Señor, perdóname esta falta de caridad y usa misericordia!

+ + + +

4-5
Septiembre 12, 1900

Sufrimiento despiadado, Jesús la alivia.
Maquinaciones de revoluciones contra la Iglesia.

(1) Continúa casi lo mismo, esta mañana al venir ha derramado sus amarguras, y yo he quedado tan sufriente que he comenzado a pedirle al Señor que me diese la fuerza y que me aliviase un poco, porque no podía resistir. Mientras estaba en eso, me ha venido una luz a la mente haciendo que pensara que cometía pecado al hacer esto, y además, ¿qué dirá el bendito Jesús?, mientras en otras ocasiones le he rogado tanto que derramara, esta vez que sin hacerse rogar había derramado, estaba buscando alivio, de parece que me voy haciendo más mala, y llega a tanto mi maldad, que aun delante de Él mismo no me abstengo de cometer defectos y pecados. Entonces, no sabiendo qué hacer para reparar, he resuelto en mi interior que por esta vez, para hacer un mayor sacrificio y darme una penitencia a fin de que mi naturaleza en otra ocasión no osara buscar alivio, renunciar a la venida de Nuestro Señor, y si viniese debía decirle: “No vengas amor, ten compasión de mí, no me alivies”. Así he hecho y he pasado algunas horas en intenso sufrimiento y sin Jesús; cuán amargo me resultaba. Pero Jesús teniendo compasión de mí, sin que lo buscara ha venido, y yo pronto le he dicho: “Ten paciencia, no vengas, que no quiero alivio”.
(2) Y Él: “Hija mía, estoy contento de tu sacrificio, pero tienes necesidad de un consuelo, de otro modo desfallecerías”.
(3) Y yo: “No Señor, no quiero alivio”.
(4) Pero Él acercándose a mi boca, casi a la fuerza ha derramado de su boca alguna gota de leche dulce, que han mitigado mi sufrir; quién puede decir la confusión, la vergüenza que sentía delante de Él, esperándome un regaño, pero Jesús como si no

hubiera advertido mi falta se mostraba más afable, más dulce. Yo, viéndolo así he dicho: “Mi adorable Jesús, una vez que has derramado en mí y yo sufro, debes perdonar al mundo, ¿no es verdad?”.
(5) Y Él: “Hija mía, ¿crees tú que Yo haya derramado todo en ti? Y además, ¿cómo podrías afrontar todo lo que de castigo derramaré sobre el mundo? Tú misma has visto que aquel poco que he derramado no podías resistirlo, y si no hubiese venido a ayudarte habrías sucumbido, ahora, ¿qué sería si derramara todo en ti? Amada mía, te he dado mi palabra, te contentaré en parte”.
(6) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma, en medio de las gentes, y continuaba viendo los tantos males, especialmente maquinaciones de revoluciones contra la Iglesia, y entre la sociedad, planes para matar al Santo Padre y a sacerdotes. Yo me sentía desgarrar el alma al ver estas cosas, y pensaba entre mí: “Si, jamás sea, llegaran a efectuarse estas maquinaciones, ¿qué pasará? ¿Cuántos males vendrán?” Y toda afligida he mirado a Jesús, y Él me ha dicho:
(7) “Y de aquella revuelta sucedida acá, ¿qué dices tú?”.
(8) Y yo: “¿Cuál revuelta? En mi país no ha sucedido nada”.
(9) Y Él: “¿No te acuerdas de la revuelta de Andria?”.
(10)“Sí Señor”.
(11) “Y bien, parece que es nada, pero no es así, aquella fue toda una ocasión, y es un fomento, una fuerza para otras ciudades para moverse y derramar sangre, causando ultraje a las personas consagradas, y a mis templos, y como cada uno quiere mostrar cuánto es más fiero en exaltar el mal, harán competencia para ver quién puede hacer más mal”.
(12) Y yo: “¡Ah Señor, da la paz a la Iglesia y no permitas tantas desgracias!” Y queriendo decir más, se me desapareció, dejándome toda afligida y pensativa.

+ + + +

4-6
Septiembre 14, 1900

Jesús vierte para aplacar su justicia. El heroísmo de la verdadera virtud.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía, y después de mucho esperar se hacía ver dentro de mi interior, que apoyándose en mi corazón ceñía sus brazos a su alrededor y apoyaba su sacratísima cabeza en él, todo afligido, serio, de modo que te imponía silencio, y volteado de espaldas al mundo. Después de haber estado un poco en mudo silencio, porque el aspecto con que se mostraba no permitía el atreverse a decir una palabra, se ha quitado de esa posición y me ha dicho:
(2) “Había resuelto no derramar, pero han llegado a tal punto las cosas, que si no derramara estallarían inminentemente tales alborotos, de mover revoluciones que harían sangrientas matanzas”.
(3) Y yo: “Sí Señor, derrama, este es mi único deseo, que desahogues sobre mí tu ira y perdones a las criaturas”. Así ha derramado un poco. Después, como si se hubiese calmado ha agregado:
(4) “Hija mía, como cordero me hice conducir al matadero y estuve mudo ante quien me sacrificó, así será de aquellos pocos buenos de estos tiempos; sin embargo esto es el heroísmo de la verdadera virtud”.
(5) De nuevo ha agregado: “He derramado, ¿quieres tú que derrame otro poco, así me aligero más?”
(6) Y yo: “Señor mío, no me lo preguntes siquiera, estoy a vuestra disposición, puedes hacer de mí lo que quieras”. Así ha derramado de nuevo y ha desaparecido dejándome sufriente y contenta por el pensamiento de que había aligerado las penas de mi amado Jesús.

+ + + +

4-7
Septiembre 16, 1900

Andria

(1) Mi amable Jesús continúa viniendo, y me ha participado algunas penas de su Pasión, y después me ha transportado fuera de mí misma, haciéndome ver los pueblos circunvecinos, especialmente me parecía que fuese Andria, que si el Señor no hace uso de su omnipotencia para su castigo, las revueltas se harán serias, mucho más que parecía que había incitación por parte de algunos sacerdotes para estas revueltas, lo que amargaba más a Nuestro Señor. Entonces, después de haber visitado varias iglesias junto con Jesús bendito, haciendo actos de reparación y adoración por las tantas profanaciones que se cometen en las iglesias, Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, déjame derramar un poco, pues son tales y tantas las amarguras que no puedo sufrirlas solo, y mi corazón no las puede soportar”.
(3) Así ha derramado y ha desaparecido, regresando otras veces sin decirme más nada.

+ + + +

4-8
Septiembre 18, 1900

La Caridad al prójimo. Le ruega que se la lleve al Cielo.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me hacía ver los muchos males que se cometen contra la caridad del prójimo, cuánta pena daban al pacientísimo Jesús, parecía que los recibía Él mismo; entonces todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien hace daño al prójimo se hace daño a sí mismo, y matando al prójimo mata su alma, y así como la caridad predispone al alma a todas las virtudes, así el no tener la caridad predispone al alma a cometer toda suerte de vicios”.
(3) Después de esto nos hemos retirado, y como desde hacía varios días sufría un dolor intenso en las costillas, me sentía por ello sin fuerzas. Y el bendito Jesús, compadeciéndome me ha dicho:
(4) “Amada mía, tú te quisieras venir, ¿no es verdad?”
(5) Y yo: “Quiera el Cielo Señor mío, que este dolor fuese causa para venir a Ti; cómo le estaría agradecida, cuán querido me sería, y lo tendría por uno de mis más fieles amigos, pero creo que quieres tentarme como las otras veces, y excitarme con tus invitaciones, y quedando después desilusionada vendrás a hacer más crudo y desgarrador mi martirio. Pero, ¡ah, ten compasión de mí y no me dejes mucho más tiempo sobre la tierra!, absorbe en Ti este mísero gusano que tiene razón, porque de Ti mismo ha salido”. El amable Jesús enterneciéndose todo al oírme, me ha dicho:
(6) “Pobre hija, no temas, porque es cierto que vendrá tu día en el cual quedarás absorbida en Mí, sin embargo, debes saber que tus continuas violencias de venir a Mí, especialmente tras mis invitaciones, te sirven mucho y te hacen vivir en la atmósfera del aire, sin la sombra de ningún peso terreno; tanto, que tú eres como aquellas flores que no tienen ni siquiera la raíz en la tierra, y viviendo así suspendida en el aire, vienes a recrear al Cielo y a la tierra, y tú mirando el Cielo, sólo en él te recreas y te nutres de todo lo que es celestial, y viendo la tierra tienes compasión de ella, y la ayudas por cuanto puedes por parte tuya; pero en comparación con el olor del Cielo adviertes inmediatamente la peste que exhala de la tierra y la aborreces. ¿Podría ponerte en una posición para Mí y para el Cielo más querida, y para ti y para el mundo más provechosa?”

(7) Y yo: “Sin embargo, oh Señor mío, deberías tener compasión de mí con no alargar mi morada aquí, por las tantas razones que tengo; especialmente por los tristes tiempos que se preparan; ¿quién tendrá corazón para ver carnicería tan sangrienta? Y además, por tus continuas privaciones que me cuestan más que la muerte”. Mientras esto decía, he visto una multitud de ángeles entorno a Nuestro Señor que decían:
(8) “Señor y Dios nuestro, no os hagáis más importunar, conténtala, nosotros con ansia la esperamos. Heridos por su voz hemos venido aquí para escucharla, y estamos impacientes por llevarla con nosotros. Y tú, oh elegida, ven a alegrarnos en nuestra celestial morada”.
(9) El bendito Jesús, conmovido, parecía que quisiera condescender y ha desaparecido, y encontrándome en mí misma me sentía aumentado el dolor, tanto, que deliraba continuamente; pero no me entendía a mí misma por el contento.

+ + + +

4-9
Septiembre 19, 1900

Obediencia de pedir alivio en las penas a Jesús.

(1) Duplicándose siempre más el espasmo del dolor, habría querido esconderlo y hacer que nadie se diera cuenta, y habría querido tenerlo en secreto, sin decir al confesor lo que he dicho arriba; pero era tan fuerte el espasmo que me ha resultado imposible, y el confesor valiéndose de su acostumbrada arma de la obediencia, me ha ordenado que le manifestara todo; entonces, después de haberle manifestado todas las cosas, me ha dicho que por obediencia debía pedirle al Señor que me liberara, de otra manera cometería pecado. ¡Oh, qué clase de obediencia es esta, es siempre ella la que se atraviesa en mis planes! Entonces, de mala gana he aceptado esta nueva obediencia, pero a pesar de esto no tenía corazón para rogar al Señor que me liberara de un amigo tan querido, como lo es el dolor, mucho más que esperaba salir del exilio de esta vida. El bendito Jesús me toleraba, y al venir me ha dicho:
(2) “Tú sufres mucho, ¿quieres que te libere?”
(3) Y yo, habiéndoseme olvidado un momento la obediencia he dicho: “No Señor, no, no me liberes, me quiero ir; y además Tú sabes que no sé amarte, soy fría, no hago grandes cosas por Ti, al menos te ofrezco este sufrir para satisfacer a lo que no sé hacer por amor tuyo”.
(4) Y Él: “Y Yo hija mía, infundiré tanto amor y tanta gracia en ti, de modo que ninguno me pueda amar y desear como tú, ¿no estás contenta?”
(5) “Sí, pero me quiero venir”. Jesús ha desaparecido, y yo volviendo en mí misma me he acordado de la obediencia recibida, y he tenido que acusarme con el confesor, y me ha ordenado que absolutamente no quería que me fuera, y que el Señor me debía liberar.
¡Qué pena sentía al recibir esta obediencia! parece que quiere tocar los extremos de mi paciencia.

+ + + +

4-10
Septiembre 20, 1900

Signos de cruz para recobrar la salud.

(1) Continúo sufriendo, es más, más que nunca sentía un resentimiento en mi interior porque me era negado el poder morir. Entonces al venir mi adorable Jesús me ha reprendido por mi tardanza en el obedecer, porque hasta entonces parecía que me

tolerase; mientras tanto veía al confesor y Jesús volteándose hacia él le ha tomado la mano y le ha dicho:
(2) “Cuando vengas márcala con la señal de la cruz en la parte del dolor, que la haré obedecer”.
(3) Y ha desaparecido. Entonces, quedando sola sentía más intenso el dolor. Después ha venido el confesor y encontrándome sufriente, también él me ha reprendido porque no obedecía, y habiéndole dicho lo que había visto y lo que Nuestro Señor había dicho al confesor, él al oírme me hizo la señal de la cruz en la parte donde sufría, y en dos minutos he podido respirar y moverme, mientras que antes no podía hacerlo sin sentir espasmos atroces; me parece que la obediencia y aquellas señales de cruz han atado el dolor, de modo que no puedo más dolerme, y he aquí por qué he quedado desilusionada en mis planes, porque esta señora obediencia ha tomado tal poder sobre mí, que no me deja hacer nada de lo que quiero, hasta en el mismo sufrir quiere ella dominar, y debo estar en todo y para todo bajo su imperio.

+ + + +

4-11
Septiembre 21, 1900

Fuerza de la obediencia. La obediencia debe ser todo para ella.

(1) ¿Quién puede decir mi aflicción al quedar privada de mi amadísimo amigo dolor? Admiraba, sí, el prodigioso imperio de la santa obediencia, como también la virtud que el Señor había comunicado al confesor, que con la obediencia y con hacerme la señal de la cruz me había liberado de un mal que yo consideraba grave, y que era suficiente para deshacer mi cuerpo; pero con todo esto no podía hacer menos que sentir la pena de estar privada de un dolor tan bueno, que apiadaba y enternecía al bendito Jesús, de modo que lo hacía venir casi continuamente. Entonces al venir Nuestro Señor me he lamentado con Él diciéndole: “Amado Bien mío, ¿qué me has hecho? Me has hecho liberar por el confesor, por tanto he perdido la esperanza de dejar por ahora la tierra, y además para qué tantos rodeos, podías Tú mismo liberarme, ¿por qué pusiste al padre en medio? ¡Ah! quizá no quisiste disgustarme directamente, ¿no es verdad?”
(2) Y Él: “¡Ah hija mía, qué pronto has olvidado que la obediencia fue todo para Mí; la obediencia quiero que sea todo para ti! Y además he puesto en medio al padre para hacer que tú lo tengas en consideración como a mi misma persona”.
(3) Dicho esto ha desaparecido dejándome toda amargada. ¡Cuántas sabe hacer la señora obediencia!, se necesita conocerla y tener que ver con ella por largo tiempo, no por poco, para poder decir realmente quién es ella, y bravo, bravo a la señora obediencia, cuanto más se está en contacto con ella más se hace conocer. Yo por mí, para decir la verdad, te admiro, estoy obligada también a amarte; así que no puedo hacer menos que no sentirme enojada Contigo, especialmente cuando me haces una grande. Por eso te pido, oh amada obediencia, ser más indulgente, más indulgente en hacerme sufrir.

+ + + +

4-12
Septiembre 22, 1900

Por cuantas veces se dispone a hacer el sacrificio de la muerte, otras tantas veces Jesús le vuelve a dar el mérito como si realmente muriera.

(1) Encontrándome toda oprimida y afligida, al venir mi adorable Jesús me ha dicho:

“Hija mía, ¿por qué te estás toda sumergida en tu aflicción?”
(2) Y yo: “Ah, Amado mío, ¿cómo no debo estar afligida si aun no me quieres llevar contigo y me dejas más tiempo sobre esta tierra?”
(3) Y Él: “Ah no, no quiero que tú respires este aire triste, porque todo lo que he puesto dentro y fuera de ti, todo es santo, tan es verdad, que si se acerca a ti alguna cosa o persona que no es recta y santa, tú sientes fastidio, advirtiendo inmediatamente la peste de lo que no es santo. Ahora, ¿por qué quieres ensombrecer con este aire de tristeza lo que he puesto dentro de ti? Sin embargo debes saber que cada vez que te dispones a hacer el sacrificio de la muerte, otras tantas veces te doy el mérito, como si realmente murieses, y esto debe ser de gran consolación para ti, mucho más porque te conformas mayormente a Mí, porque mi Vida fue un continuo morir”.
(4) Y yo: “Ah Señor, no me parece que la muerte sea un sacrificio, más bien, sacrificio me parece la vida”. Y queriendo decir más ha desaparecido.

+ + + +

4-13
Septiembre 29, 1900

Las almas víctimas son apoyos y puntales para Jesús.

(1) Habiendo pasado algunos días de silencio entre Jesús y yo, y con poco sufrimiento, a lo más me parece que quisiera continuar tentándome para hacerme ejercitar un poco más la paciencia, y he aquí cómo:
(2) Al venir decía: “Amada mía, desde el Cielo te suspiro, en el Cielo, en el Cielo te espero”.
(3) Y como rayo desaparecía. Después, regresando repetía: “Cesa ya de tus encendidos suspiros, que me haces languidecer continuamente, hasta desfallecer”.
(4) Otras veces: “Tu ardiente amor, tus ansias son consuelo a mi triste corazón”.
(5) ¿Pero quién puede decirlo todo? Me parecía que tenía ganas de hacer versos, y estos versos a veces los expresaba cantándolos; pero sin darme tiempo de decirle una palabra, pronto huía. Después, esta mañana habiendo puesto el confesor la intención de hacerme sufrir la crucifixión, he visto a la Reina Mamá que lloraba y casi discutía con Jesús para librar al mundo de los tantos castigos, pero Él se mostraba reacio, y sólo para contentar a la Mamá ha concurrido para hacerme sufrir. Poco después, como si se hubiera aplacado un poco ha dicho:
(6) “Hija mía, es verdad que quiero castigar al mundo, tengo en la mano los castigos para golpearlo, pero es también verdad que si os interesáis tanto tú como el confesor en rogarme y sufrir, es siempre un apoyo, y vendríais a poner tantos puntales para librar al mundo, al menos en parte, de otro modo no encontrando ningún apoyo y puntal, a manos libres me desahogaré sobre las gentes”.
(7) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-14
Septiembre 30, 1900

Jesús le pide consolar a su afligida Mamá.

(1) Esta mañana mi dulcísimo Jesús no venía y he debido tener mucha paciencia en esperarlo, llegué hasta esforzarme en salir de mi habitual estado porque no tenía fuerza para continuar en él. Jesús no venía, el sufrir me parecía que había huido de mí, los sentidos me los sentía en mí misma, no me quedaba más que hacer un esfuerzo para salir,

pero mientras esto hacía, el bendito Jesús ha venido y ha hecho un cerco alrededor de mi cabeza con sus brazos, y desde ese momento no me he sentido más en mí misma, y veía a Nuestro Señor muy indignado con el mundo, y al querer aplacarlo me ha dicho:
(2) “Por ahora no quieras ocuparte de Mí, sino que te pido que te ocupes de mi Mamá, consuélala porque está muy afligida por los castigos más pesados que estoy por derramar sobre la tierra”.
(3) ¿Quién puede decir cuán afligida quedé?

+ + + +

4-15
Octubre 2, 1900

Estado de victima por Italia y Corato.

(1) Temiendo que no fuera más Voluntad de Dios mi estado, al venir el bendito Jesús he dicho: “Cuánto temo que no sea ya Voluntad tuya mi estado, porque veo que me faltan las dos cosas principales que me tenían atada, esto es: El sufrir y tu presencia”.
(2) Y Él: “Hija mía, no es que no quiera tenerte más en este estado, pero como quiero castigar al mundo, por eso no vengo y te hago faltar el sufrir”.
(3) Y yo: “¿Con qué provecho estoy en este estado?”
(4) Y Él: “Tu posición de víctima y tu continuo esperarme me desarman los brazos, porque tú no me ves, Yo en cambio te veo muy bien y numero todos tus suspiros, tus penas, tus deseos de quererme, y este tu estar toda atenta en Mí, es siempre un acto de reparación por tantos que no se preocupan de Mí, ni me desean, más bien me desprecian y están todos atentos a las cosas terrenas, enfangados en la suciedad de los vicios. Entonces, tu estado siendo totalmente opuesto al de ellos, viene siempre a desarmar la justicia, tanto, que tenerte a ti en este estado y comenzar las guerras sangrientas en Italia, me resulta casi imposible”.
(5) Y yo: “¡Ah! Señor, estar en este estado sin sufrir me resulta casi imposible, siento que me faltan las fuerzas, porque la fuerza para estar en este estado me viene de los sufrimientos. Entonces faltándome éstos, algún día que no vengas yo trataré de salirme, te lo digo antes a fin de que no te disgustes”.
(6) Y Él: “Ah sí, sí, saldrás de este estado cuando empiece la matanza en Italia, entonces te lo suspenderé del todo”.
(7) Mientras esto decía me hacía ver las guerras fierísimas que deberán suceder tanto entre los seglares, como aquellas en contra de la Iglesia; la sangre inundaba las ciudades como cuando hay una lluvia tupida, mi pobre corazón se retorcía por el dolor al ver esto, y acordándome de mi ciudad he dicho: “¡Ah! Señor, ¿si Tú dices que me suspenderás del todo, das a entender que ni siquiera del pobre Corato tendrás compasión, ni lo perdonarás?”.
(8) Y Él: “Si los pecados llegan a un cierto número, de modo que no merezcan tener almas víctimas, y aquellos que te tienen víctima no se interesan, Yo no tendré ninguna consideración de Corato”.
(9) Dicho esto desapareció, y yo quedé toda afligida y oprimida.

+ + + +

4-16
Octubre 4, 1900

Jesús sufre al castigar al hombre porque son sus imágenes.

(1) Después de haber pasado un día de privación y con escaso sufrimiento, me sentía convencida de que el Señor no quería tenerme más en este estado; sin embargo la obediencia, aun en esto, no quiere ceder, y quiere que continúe estando en él, aunque deba morir. Sea siempre bendito el Señor y en todo sea hecho su santo y amable Querer. Entonces, esta mañana al venir el bendito Jesús, se hacía ver en un estado que daba compasión, parecía que sufría en sus miembros, y su cuerpo era cortado en tantos pedazos que era imposible numerarlos; y con voz lastimosa decía:
(2) “Hija mía, ¡qué siento! ¡Qué siento! son penas inenarrables e incomprensibles a la naturaleza humana; es carne de mis hijos que es lacerada, y es tanto el dolor que siento, que me siento lacerar mi misma carne”.
(3) Y mientras esto decía gemía y se dolía. Yo me sentía enternecer al verlo en este estado, y he hecho cuanto he podido por compadecerlo y rogarle que me participara sus penas. Me contentó en parte y apenas he podido decirle: “Ah Señor, ¿no te lo decía yo, que no echaras mano de los castigos, porque lo que más me disgusta es que quedarás herido en tus mismos miembros? ¡Ah, esta vez no hubo modos ni oraciones para aplacarte!” Pero Jesús no puso atención a mis palabras, parecía que tenía una cosa seria en el corazón que lo llevaba a otra parte, y en un instante me ha transportado fuera de mí misma, llevándome a lugares donde sucedían matanzas sangrientas. ¡Oh, cuántas escenas dolorosas se veían en el mundo, cuántas carnes humanas atormentadas, hechas pedazos, pisoteadas como se pisa la tierra y dejadas sin sepultar; cuántas desgracias, cuántas miserias!, y lo peor era que otras cosas más terribles debían suceder. El bendito Señor ha mirado, y conmoviéndose todo se ha puesto a llorar amargamente. Yo, no pudiendo resistir he llorado junto con Él la triste condición del mundo, tanto que mis lágrimas se mezclaban con las de Jesús. Después de haber llorado un buen rato, admiré otro rasgo de la bondad de Nuestro Señor: Para hacer que dejara de llorar ha ocultado su rostro de mí, se ha secado las lágrimas, y luego volteándose de nuevo con rostro alegre me ha dicho:
(4) “Amada mía, no llores, basta, basta, lo que ves sirve para justificar mi Justicia”.
(5) Y yo: “Ah Señor, digo bien que ya no es Voluntad tuya mi estado, ¿en qué aprovecha mi estado de víctima si no me es dado librar a tus queridísimos miembros y exentar al mundo de tantos castigos?”
(6) Y Él: “No es como tú dices; también Yo fui víctima, y a pesar de serlo no me fue dado librar al mundo de todos los castigos; le abrí el Cielo, lo libre de la culpa, sí, llevé sobre Mí sus penas, pero es justicia que el hombre reciba sobre sí parte de aquellos castigos que él mismo se atrae pecando. Y si no fuera por las víctimas merecería no sólo el simple castigo, o sea la destrucción del cuerpo, sino también la pérdida del alma; y he aquí la necesidad de las víctimas, que quien se quiera servir de ellas, porque el hombre es siempre libre en su voluntad, puede encontrar el perdón de la pena y el puerto de su salvación”.
(7) Y yo: “¡Ah Señor, cómo me quisiera ir antes que avancen más estos castigos!”
(8) Y Él: “Si el mundo llega a tal impiedad de no merecer ninguna víctima, seguro que te llevaré”.
(9) Al oír esto he dicho: “Señor, no permitas que permanezca acá, y asistir a escenas tan dolorosas”.
(10) Y Jesús, casi reprochándome ha agregado: “En vez de pedirme que los libre, tú dices que te quieres venir; si Yo me llevara a todos los míos, ¿qué sería del pobre mundo? Ciertamente que no tendría más qué hacer con él, y no le tendría ya ninguna consideración”.
(11) Después de esto he pedido por varias personas, Él ha desaparecido y yo he regresado en mí misma.

+ + + +


4-17
Octubre 10, 1900

Estos escritos manifiestan claramente al mundo el modo como Jesús ama a las almas. El alma sólo puede salir del cuerpo, por fuerza del dolor o del amor.

(1) Mientras escribía estaba pensando entre mí: “Quién sabe cuántos desatinos habrá en estos escritos, merecen ser arrojados al fuego, si la obediencia me lo concediera, de buena gana lo haría, porque siento como un enfado en el alma, especialmente si llegaran a ser vistos por alguna persona, ya que en algunos puntos hacen ver como si amara o hiciera alguna cosa por Dios, mientras que no hago nada, no lo amo, y soy el alma más fría que se pueda encontrar en el mundo, y entonces me tendrían en un concepto diferente de lo que soy, y esto es una pena para mí; pero como es la obediencia la que quiere que escriba, siendo esto para mí uno de los más grandes sacrificios, por tanto me entrego toda a ella, con la esperanza cierta que ella me excusará y justificará mi causa ante Dios y ante los hombres”. Pero mientras esto digo, el bendito Jesús se ha movido en mi interior y me está reprochando y quiere que retire lo que he dicho, y si no lo hago no quiere que siga escribiendo. Me está diciendo que al decir esto me he apartado de la verdad, siendo que la cosa más esencial de un alma es el no salir jamás del círculo de la verdad. ¡Cómo! ¿no me amas tú? Con qué intrepidez lo dices, ¿no quieres tú sufrir por Mí?”.
(2) Y yo avergonzándome toda: “Sí Señor”.
(3) Y Él: “Y bien, ¿cómo es que vienes a salirte de la verdad?”
(4) Dicho esto se ha retirado en mi interior, sin hacerse oír más, quedando yo como si hubiera recibido un golpe. ¡Cuántas me hace la señora obediencia, si no fuera por ella no me encontraría en estas luchas con mi amado Jesús!; ¡cuánta paciencia se necesita con esta bendita obediencia!
(5) Ahora, voy a decir lo que debía decir, pues el Señor me distrajo un poco de lo que había comenzado, entonces, al venir el bendito Jesús ha respondido a mi pensamiento diciéndome:
(6) “Seguro que merecen ser quemados estos escritos tuyos, ¿pero quieres saber en cuál fuego? En el fuego de mi amor, porque no hay página en ellos que no manifieste claramente el modo como amo a las almas; tanto si son cosas que se refieren a ti, como si se refieren al mundo; y mi amor en estos tus escritos encuentra un desahogo a mis preocupados y amorosos desfallecimientos”.
(7) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma, y encontrándome sola, sin cuerpo, he dicho: “Mi amado y único Bien, qué castigo es para mí tener que regresar tantas veces a mi cuerpo, porque es cierto que ahora no lo tengo, es sólo mi alma la que está junto Contigo; y después, no sé cómo me encuentro aprisionada en mi mísero cuerpo como dentro de una cárcel tenebrosa, y ahí pierdo aquella libertad que me viene dada al salir de él. ¿No es esto un castigo para mí, el más duro que se pueda dar?”
(8) Y Jesús: “Hija mía, no es castigo lo que tú dices, ni por culpa tuya que esto te sucede, más bien debes saber que sólo por dos razones el alma puede salir del cuerpo: Por fuerza del dolor, porque sucede la muerte natural; o por fuerza de amor recíproco entre el alma y Yo, porque siendo este amor tan fuerte, ni el alma aguantaría, ni Yo puedo aguantar mucho sin gozar de ella, por eso la voy atrayendo a Mí, y luego la devuelvo a su estado natural; y el alma más que atraída por un hilo eléctrico va y viene como a Mí me place. He aquí que lo que tú crees castigo es amor finísimo”.
(9) Y yo: “¡Ah Señor, si mi amor fuera bastante y fuerte, creo que tendría la fuerza de subsistir ante Ti, y no estaría sujeta a regresar a mi cuerpo; pero como es muy débil, por eso es que estoy sujeta a estas vicisitudes”.

(10) Y Él: “Más bien te digo que es amor más grande, es extraído del amor del sacrificio, porque por amor mío y por amor de tus hermanos te privas y regresas a las miserias de la vida”.
(11) Después de esto el bendito Jesús me ha transportado a una ciudad, donde eran tantas las culpas que se cometían, que salía como una neblina densísima, maloliente, que se levantaba hacia el cielo; y del cielo descendía otra neblina tupida, y dentro estaban condensados tantos castigos, que parecía que fueran suficientes para exterminar esta ciudad, entonces yo he dicho: “Señor, ¿dónde nos encontramos? ¿Qué lugares son estos?”
(12) Y Él: “Aquí es Roma, donde son tantas las maldades que se cometen, no sólo por los seglares sino también por los religiosos, que merecen que esta niebla los termine de cegar, mereciéndose con ello su exterminio”.
(13) En un instante he visto el estrago que sucedía, y parecía que el Vaticano recibía parte de las sacudidas; no eran librados ni siquiera los sacerdotes, por eso toda consternada he dicho: “Mi Señor, libra a tu ciudad predilecta, a tantos ministros tuyos, al Papa. ¡Oh, de buena gana te ofrezco a mí misma para sufrir sus tormentos, con tal de que los perdones!”
(14) Y Jesús conmovido me ha dicho: “Ven Conmigo y te haré ver hasta donde llega la malicia humana”.
(15) Y me ha transportado dentro de un palacio, y en una habitación secreta estaban cinco o seis diputados y decían entre ellos: “Sólo cederemos cuando hayamos destruido a los cristianos”. Y parecía que querían obligar al rey a escribir de su propio puño el decreto de muerte contra los cristianos, y la promesa de dejarlos adueñarse de los bienes de éstos, diciéndole que con tal de que consintiera con ellos, él no haría nada, porque no lo harían por ahora, sino que en tiempo y circunstancias oportunas lo habrían hecho. Después de esto me ha transportado a otra parte, y me hacía ver que debía morir uno de aquellos que se dicen jefes, y este tal parecía tan unido con el demonio, que ni siquiera en ese punto se apartaba, toda su fuerza la tomaba de los demonios que lo cortejaban como su fiel amigo. Los demonios al verme se han agitado, y alguno me quería golpear, otro me quería hacer una cosa y otro otra, sin embargo yo, no haciendo caso a sus molestias, porque me importaba más la salvación de aquella alma, me he esforzado y he llegado junto a aquel hombre. ¡Oh Dios, qué vista tan espantosa, más que los mismos demonios! ¡en qué estado tan lamentable yacía él! Más duro que piedra, en nada lo conmovió nuestra presencia, más bien parecía que se burlaba. Jesús enseguida me quitó de ese lugar, y yo empecé a rogarle por la salvación de esa alma.

+ + + +

4-18
Octubre 12, 1900

Los enemigos más potentes del hombre son: El amor a los placeres, a las riquezas y a los honores.

(1) Continúa viniendo mi adorable Jesús; esta mañana traía una tupida corona de espinas; se la he quitado poco a poco y la he puesto en mi cabeza, y he dicho: “Señor, ayúdame a clavarla”.
(2) Y Él: “Esta vez quiero que tú misma te la claves, quiero ver qué cosa saber hacer, y cómo quieres sufrir por amor mío”.
(3) Yo la he clavado muy bien, mucho más que se trataba de hacerle ver hasta donde llegaba mi amor de sufrir por Él, tanto que Él mismo, todo enternecido y estrechándome me ha dicho:
(4) “Basta, basta, que mi corazón no resiste más el verte sufrir”.

(5) Y dejándome muy sufriente, mi amado Jesús no hacía otra cosa que ir y venir. Después de esto ha tomado el aspecto de crucificado y me ha participado sus penas, y me ha dicho:
(6) “Hija mía, los enemigos más potentes del hombre son: El amor a los placeres, a las riquezas y a los honores, que hacen infeliz al hombre, porque estos enemigos se introducen hasta en el corazón y lo roen continuamente, lo amargan, lo abaten, tanto, de hacerle perder toda la felicidad, y Yo sobre el Calvario derroté a estos tres enemigos, y obtuve gracia para el hombre de que pudiera vencerlos también él, y le restituí la felicidad perdida, pero el hombre siempre ingrato y desagradecido rechaza mi gracia y ama rabiosamente estos enemigos, que ponen el corazón humano en una tortura continua”.
(7) Dicho esto ha desaparecido y yo comprendía con tal claridad la verdad de estas palabras, que sentía una repugnancia, un odio hacia estos enemigos.
(8) Sea siempre bendito el Señor y todo sea para su gloria.


+ + + +

4-19
Octubre 14, 1900

El peligroso flagelo de los burgueses. Sólo la inocencia atrae la misericordia y mitiga la justa indignación.

(1) Esta mañana me sentía tan aturdida, que no reaccionaba, ni podía ir según lo acostumbrado en busca de mi sumo Bien. De vez en cuando se movía dentro de mi interior y se hacía ver, y abrazándome toda y compadeciéndome me decía:
(2) “Pobre hija, tienes razón de no poder estar sin Mí, ¿cómo podrías vivir sin tu amado?”
(3) Y yo, turbada por sus palabras he dicho: “Ah, amado mío, qué duro martirio es la vida por los intervalos en que estoy obligada a estar sin Ti. Tú mismo lo dices, que tengo razón en esto, ¿y luego me dejas?”
(4) Y Él, furtivamente se ha escondido como si no quisiera que oyera lo que me decía, y yo he quedado de nuevo en mi turbación, sin poder decir más nada; cuando me ha visto de nuevo turbada ha salido y dijo:
(5) “Tú eres todo mi contento, en tu corazón encuentro el verdadero reposo, y reposándome siento en él las más queridas delicias”.
(6) Y yo sacudiéndome de nuevo le he dicho: “También para mí Tú eres todo mi contento, tanto, que todas las otras cosas no son para mí más que amarguras”.
(7) Y Él retirándose de nuevo me dejó a medio hablar, quedando más turbada que antes, y así continuó esta mañana, parecía que tenía ganas de jugar un poco. Después de esto me he sentido fuera de mí misma, y he visto que venían personas desconocidas vestidas de burgueses, y la gente al verlas, todas se horrorizaban y daban un grito de espanto y de dolor, especialmente los niños, y decían: “Si estos nos caen encima, para nosotros todo terminó”, y agregaban: “Escondan a las jóvenes; pobre juventud si llega a manos de estos”. Entonces yo, dirigiéndome al Señor le dije: “Piedad, misericordia, aleja este flagelo tan peligroso para la mísera humanidad, te muevan a compasión las lágrimas de la inocencia”.
(8) Y Él: “¡Ah! hija mía, sólo por la inocencia tengo consideración de los otros, sólo ella me arranca la misericordia y mitiga mi justa ira”.

+ + + +

4-20
Octubre 15, 1900

Lucha entre el confesor y Jesús por la crucifixión de Luisa.

(1) Esta mañana habiendo recibido la comunión, el bendito Jesús me hizo oír su voz que decía:
(2) “Hija mía, esta mañana siento toda la necesidad de ser reconfortado, ¡ah, toma un poco mis penas sobre ti, y déjame reposar en tu corazón!”
(3) Y yo: “Sí mi Bien, hazme partícipe de tus penas, y mientras yo sufro en lugar tuyo, tendrás todo el tiempo para poderte restaurar y tomar un dulce reposo; sólo te pido que esperes otro poco hasta que me quede sola, porque me parece que está el confesor todavía, a fin de que nadie me pueda ver sufrir”.
(4) Y Él: “Qué importa que esté presente el padre, ¿no sería mejor que en vez de tener uno que me alivie, tenga dos, tú sufriendo y él concurriendo conmigo con mi misma intención?”
(5) Entre tanto, he visto al confesor que ponía la intención de la crucifixión, y de inmediato el Señor, sin la mínima demora me ha participado las penas de la cruz. Después de haber estado un poco en aquellos sufrimientos, el confesor me llamó a la obediencia, Jesús se retiró y yo trataba de someterme a quien me ordenaba. Cuando en un instante, de nuevo ha venido mi dulce Jesús que me quería someter por segunda vez a las penas de la crucifixión, y el padre no quería; y yo, cuando me uniformaba con Jesús, esto es a sufrir, Él venía; cuando el confesor veía que empezaba a sufrir, con la obediencia detenía el sufrir y Jesús se retiraba, yo sufría una pena grande al verlo retirarse, pero hacía cuanto más podía por obedecer, y a veces, como veía presente al confesor, los dejaba hacer a Ellos, esperando a ver quién vencía: La obediencia o Nuestro Señor. Ah, me parecía ver luchar a la obediencia y a Jesús, ambos potentes, capaces de poder enfrentar una lucha. Después de que han luchado, en el momento de ver quién vencía, ha venido la Reina Mamá, que acercándose al padre le dijo:
(6) “Hijo mío, esta mañana en que Él mismo quiere que sufra, déjalo hacer, de otra manera no seréis librados, ni siquiera en parte de los castigos”.
(7) En aquel momento, el padre cesó, como si se hubiera distraído en sostener la lucha, y Jesús vencedor me ha sometido de nuevo a las penas, pero con tal vehemencia y acerbos dolores, que yo misma no sé cómo he quedado viva; cuando creía morir, la obediencia me ha llamado de nuevo y me he encontrado en mí misma. Reconfortado el bendito Jesús, pero no contento aún, regresando quería repetir por tercera vez, pero la obediencia armándose de fuerza, esta vez se hizo vencedora, perdiendo mi amado Jesús. Con todo esto de vez en cuando lo intentaba, quién sabe y a lo mejor podría vencer nuevamente Él, tanto que no me daba calma, y he debido decir: “Pero Señor mío, estate un poco quieto y déjame en paz; ¿no ves que la obediencia se puso en armas, y no quiere ceder? Por eso ten paciencia, y si quieres repetir la tercera vez prométeme que me harás morir”.
(8) Y Jesús: “Sí, ven”.
(9) Se lo he dicho al padre y también en esto la obediencia se volvió inexorable, a pesar de que mi dulce Bien me llamaba diciéndome: “Luisa ven”, yo le decía que me llamaba, pero me respondía con un no terminante. Qué obediencia es esta que quiere hacer en todo, y sobre todo, de señora, se quiere meter en cosas que a ella no le pertenecen, como es el morir; y además, bonita cosa, expone a una pobre infeliz a los peligros de morir, le hace tocar con la mano el puerto de la felicidad eterna, y luego para hacer ver que en todo sabe hacer de señora, por la fuerza que posee la detiene y la hace permanecer en la mísera prisión del cuerpo, y si se le pregunta por qué todo esto, primero no te contesta, y después en su mudo lenguaje te dice: “¿Por qué? Porque soy señora y tengo imperio sobre todo”. Parece que si se quiere estar en paz con esta bendita obediencia, se necesita una paciencia de santo, y no sólo, sino la misma de Nuestro Señor; de otra manera se está en continuas fricciones, porque se trata de que quiere tocar los extremos. Entonces viendo que no podía vencer en nada, el bendito Señor se ha calmado ante la obediencia y me ha dejado en paz, me ha mitigado las penas que sufría y me ha dicho:
(10) “Amada mía, en las penas que has sufrido, he querido hacerte sentir el furor de mi justicia al derramarla un poco sobre ti. Si tú pudieras ver con claridad el punto hasta donde

la han hecho llegar los hombres, y cómo el furor de mi justicia se ha armado contra ellos, tú temblarías de pies a cabeza, y no harías otra cosa que pedirme que lluevan sobre ti las penas”.
(11) Entonces parecía que me sostenía en mis sufrimientos, y para animarme me decía:
(12) “Yo me siento mejor, ¿y tú?”
(13) Y yo: “¡Ah! Señor, ¿quién puede decirte lo que siento?, me parece como si hubiera sido triturada dentro de una máquina, siento tal aniquilamiento de fuerzas, que si Tú no me infundes vigor no puedo recuperarme”.
(14) Y Él: “Amada mía, es necesario que al menos de vez en cuando sientas con intensidad las penas; primero por ti, porque por cuan bueno sea un fierro, si se deja largamente sin ponerlo al fuego, siempre adquiere algo de herrumbre; segundo por Mí, que si por largo tiempo no me descargara sobre ti, mi furor se encendería en tal modo, que no tendría ninguna consideración, ni libraría a nadie, y si no pusiera sobre ti mis penas, ¿cómo podría mantenerte la palabra de perdonar en parte al mundo de los castigos?”
(15) Después de esto ha venido el confesor a llamarme a la obediencia, y así he regresado en mí misma.

+ + + +

4-21
Octubre 17, 1900

Un alma sufriente y una oración humilde, hacen perder toda la fuerza a Jesús, y lo vuelve tan débil de dejarse atar por aquella alma. El aspecto de la justicia.

(1) Al venir mi adorable Jesús, me parecía verlo tan sufriente que daba compasión, y arrojándose entre mis brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, calma el furor de mi justicia, de otra manera”…
(3) Mientras estaba en esto, me ha parecido ver a la justicia divina armada de espadas, de saetas de fuego, que daba terror, y al mismo tiempo la fuerza con la que puede obrar. Por eso toda asustada he dicho: “¿Cómo puedo calmar tu furor si te veo tan fuerte que puedes en un simple instante aniquilar cielo y tierra?”
(4) Y Él: “Sin embargo un alma sufriente, y una oración humildísima, me hacen perder toda mi fuerza, y me hacen tan débil que me dejo atar por esa alma como a ella le parece y le place”.
(5) Y yo: “¡Ah Señor, en qué aspecto tan feo se hace ver la justicia!”.
(6) Y Jesús ha agregado: “No es fea, si tú la ves tan armada, esto lo han provocado los hombres, pero en sí misma es buena y santa, como mis otros atributos, porque en Mí no puede haber ni siquiera la sombra del mal; es verdad que su aspecto aparece áspero, punzante, amargo, pero los frutos son dulces y sabrosos”.
(7) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-22
Octubre 20, 1900

La Justicia quiere la satisfacción de lo que es injusto, así el amor quiere el desahogo de amar y de ser amado.

(1) Esta mañana, al venir mi adorable Jesús me hacía ver sus atributos y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todos mis atributos están en continua actitud hacia los hombres, y todos exigen su tributo”.

(3) Después ha agregado: “Así como la justicia quiere la satisfacción de lo que es injusto, así mi amor quiere el desahogo de amar y de ser amado. Tú ponte en la justicia y reza, repara, y cuando recibas algún golpe ten la paciencia de soportarlo; después pasa a mi amor y dame el desahogo del amor, de otra manera quedaría defraudado en el amor. Esta vez siento toda la necesidad de dar desahogo a mi amor reprimido, y si me fuera dado hacerlo, languidecería y desfallecería”.
(4) Mientras esto decía ha comenzado a besarme, a acariciarme y a hacerme tantas ternuras de amor, que no tengo palabras para saberlas manifestar; y quería que yo le correspondiera, diciéndome:
(5) “Así como Yo siento la necesidad de desahogarme contigo en amor, así tú tienes necesidad de desahogarte en amor Conmigo, ¿no es verdad?”
(6) Entonces, después de habernos desahogado mutuamente en amor, ha desaparecido.

+ + + +

4-23
Octubre 22, 1900

Dudas de Luisa acerca de las cosas que le suceden, ella quiere saber si son de Dios o del demonio. La obediencia no tiene razón humana, su razón es divina.

(1) Esta mañana me encontraba toda oprimida y con temor de que no fuera Jesús bendito el que obraba en mí, sino el demonio, pero a pesar de esto no me sabía contener en buscarlo y desearlo, y en cuanto se ha dignado venir me ha dicho:
(2) “¿Qué es lo que asegura que sale el sol sino la luz que pone en fuga las tinieblas nocturnas y el calor que expande en la misma luz? Si se dijera que ha salido el sol, y sin embargo se ve más densa la oscuridad de la noche y no se siente ningún calor, ¿qué dirías tú? Que no es sol verdadero el que salió, sino falso, porque no se ven los efectos del sol. Ahora, si mi vista te aleja las tinieblas y te muestra la luz de la verdad, haciéndote sentir el calor de mi gracia, ¿por qué quieres cansarte el cerebro pensando que no soy Yo quien obra en ti?”
(3) Agrego porque así lo quiere la obediencia, que el otro día estaba pensando que si de verdad suceden tantos castigos que he escrito en estos cuadernos, ¿quién tendrá corazón de ser espectador? Y el bendito Señor con claridad me hizo comprender que algunos se realizarán mientras esté todavía sobre esta tierra, otros después de mi muerte, y algunos otros serán disminuidos en parte. Así que quedé un poco más aliviada pensando que no me tocaba verlos todos. He aquí satisfecha la señora obediencia, que había empezado a fruncir el ceño, a dar lamentos y a regañar; parece que esta bendita señora no quiere en ningún modo adaptarse a la razón humana, no quiere investirse de ninguna circunstancia, más bien parece que no tiene razón, y en verdad es un martirio tener que ver con alguien que no tiene razón, porque para poder estar un poco bien es necesario perder la propia razón, porque la señorita se va jactando: “Yo no tengo ninguna razón humana, por eso no sé adaptarme a la manera humana, mi razón es divina, y quien quiera vivir en paz Conmigo es absolutamente necesario que pierda la suya, para hacer adquisición de la mía”. Así es como razona la señorita, ¿qué se puede decir? Es mejor callar, porque al derecho o al revés siempre quiere la razón, y se gloría de negártela siempre.

+ + + +


4-24
Octubre 23, 1900

El verdadero amor jamás está solo.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la comunión, mi adorable Jesús me hacía ver al confesor que ponía la intención de hacerme sufrir la crucifixión; mi pobre naturaleza sentía repugnancia, no porque no quisiera sufrir, sino por otras razones que no es necesario describirlas aquí, pero Jesús, como lamentándose de mí decía al padre:
(2) “No quiere someterse”.
(3) Yo me he enternecido ante el lamento, el padre ha renovado la orden y me he sometido. Después de haber sufrido un poco, como veía al padre presente, el Señor ha dicho:
(4) “Amada mía, he aquí el símbolo de la Sacrosanta Trinidad: Yo, el padre y tú. Mi amor desde “ab eterno” jamás ha estado solo, sino siempre unido en perfecta y recíproca unión con las Divinas Personas, porque el verdadero amor jamás está solo, sino que produce otros amores y goza el ser amado por los amores que él mismo ha producido, y si está solo, o no es de la naturaleza del amor divino, o bien está solo aparentemente. Si supieras cuanto me complazco y me gusta poder continuar en las criaturas aquel amor que desde “ab eterno” reinaba y reina todavía ahora en la Santísima Trinidad. He aquí el por qué digo que quiero el consentimiento de la intención del confesor unido Conmigo, para poder continuar más perfectamente este amor que simboliza a la Trinidad Sacrosanta”.

+ + + +

4-25
Octubre 29, 1900

La cosa más esencial y necesaria en un alma es la caridad.

(1) Después de haber pasado algunos días de privación y de silencio, esta mañana al venir el bendito Jesús he dicho: “Se ve que no es más Voluntad tuya mi estado”.
(2) Y Él: “Sí, sí; levántate y ven a mis brazos”.
(3) Por este hablar he olvidado el penoso estado de los días pasados y corrí a sus brazos, y como se veía el costado abierto he dicho: “Amado mío, hace ya algún tiempo que no me has admitido a chupar de tu costado, te pido que me admitas hoy”.
(4) Y Jesús: “Amada mía, bebe pues a tu placer y sáciate”.
(5) ¿Quién puede decir mi contento y con qué avidez puse mi boca para beber de aquella fuente divina? Después que he bebido a saciedad, hasta no tener más donde poner ni siquiera otra gota, me separé, y Jesús me ha dicho:
(6) “¿Te has saciado? Si no, sigue bebiendo”.
(7) Y yo: “Saciada no, porque de esta fuente por cuanto más se bebe, más crece la sed, sólo que siendo muy pequeña mi capacidad, no soy capaz de contener más”.
(8) Después de esto veía junto con Jesús a otras personas, y ha dicho:
(9) “La cosa más esencial y necesaria en un alma, es la caridad; si no hay caridad, sucede como a aquellas familias o reinos que no tienen regidores, todo está trastornado, las cosas más bellas quedan oscurecidas, no se ve ninguna armonía, quién quiere hacer una cosa y quién otra. Así sucede en el alma donde no reina la caridad, todo está en desorden, las más bellas virtudes no armonizan entre ellas, por esto la caridad se llama reina, porque tiene régimen, orden, y dispone todo”.

+ + + +

4-26
Octubre 31, 1900

La medicina más saludable y eficaz en los momentos más tristes de la vida, es la resignación.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he sentido fuera de mí misma, y he encontrado a la Reina Mamá; en cuanto me vio comenzó a hablar de la justicia, de cómo está por descargarse con todo el furor contra las gentes; dijo muchas cosas sobre esto, pero no tengo palabras para expresarlo, y mientras estaba en eso veía todo el cielo lleno de puntas de espadas contra el mundo. Después ha agregado:
(2) “Hija mía, tú, muchas veces has desarmado a la justicia divina, y te has contentado en recibir sobre ti sus golpes, ahora que la ves en el colmo del furor no te desalientes, sino sé animosa, con ánimo lleno de santa fortaleza entra en esa justicia y desármala, no tengas temor de las espadas, del fuego y de todo lo que puedas encontrar; para obtener este propósito, si te ves herida, golpeada, quemada, rechazada, no retrocedas, sino más bien te sea de estímulo para proseguir. Mira, para hacer esto he venido Yo en tu ayuda trayéndote una vestidura, con la cual, usándola tu alma, adquirirás valor y fortaleza para no temer nada”.
(3) Dicho esto, de su manto sacó una vestidura entretejida de oro jaspeado de varios colores y vistió mi alma; luego me dio a su Hijo diciéndome:
(4) “Y he aquí que como prenda de mi amor te doy en custodia a mi amadísimo Hijo para que lo custodies, lo ames y lo contentes en todo; trates de hacer mis veces, para que encontrando en ti todo su contento, el disgusto que le dan los demás no le pueda causar tanta pena”.
(5) ¿Quién puede decir cómo he quedado feliz y fortificada al ser vestida por esa vestidura, y con la amorosa prenda entre mis brazos? Felicidad más grande ciertamente no podría desear. Entonces la Reina Mamá ha desaparecido y yo he quedado con mi dulce Jesús. Hemos girado un poco por la tierra, y entre tantos encuentros nos hemos encontrado con un alma en poder de la desesperación; teniendo compasión de ella nos hemos acercado, y Jesús quiso que yo le hablara para hacerle comprender el mal que hacía, y con una luz que Jesús mismo me infundía le he dicho:
(6) “La medicina más provechosa y eficaz en las circunstancias más tristes de la vida es la resignación. Tú con desesperarte, en vez de tomar la medicina estás tomando el veneno para matar tu alma. ¿No sabes tú que el remedio más oportuno para todos los males, la cosa principal que nos hace nobles, nos diviniza y nos asemeja a Nuestro Señor y tiene virtud de convertir en dulzura las mismas amarguras, es la resignación? ¿Qué cosa fue la vida de Jesús sobre la tierra sino un continuar el Querer del Padre, y mientras estaba en la tierra estaba unido con el Padre en el Cielo? Así el alma resignada, mientras vive en la tierra, el alma y su voluntad está unida con Dios en el Cielo. ¿Se puede dar cosa más querida y deseable que ésta?”
(7) Aquella alma, como sacudida ha comenzado a calmarse, y yo junto con Jesús nos hemos retirado. Sea todo para gloria de Dios y sea siempre bendito.

+ + + +

4-27
Noviembre 2, 1900

Quien mora en Jesús, nada en el océano de todos los contentos.

(1) Esta mañana me sentía toda oprimida y afligida, con la añadidura que el bendito Jesús no se hacía ver; después de mucho esperar ha salido de dentro de mi interior, y abriéndome su corazón me ponía dentro diciéndome:

(2) “Estate dentro de Mí, sólo aquí encontrarás la verdadera paz y estable contento, porque dentro de Mí no penetra nada de lo que no pertenece a la paz y felicidad, y quien mora en Mí no hace otra cosa que nadar en el océano de todos los contentos; mientras que al salir fuera de Mí, aunque el alma no se tomara la molestia de nada, sólo con ver las ofensas que me hacen y el modo como me disgustan, ya viene a participar en las aflicciones, y queda perturbada por ello; por eso tú de vez en cuando olvídate de todo, entra dentro de Mí y ven a gustar mi paz y felicidad, después sal fuera y hazme el oficio de reparadora mía”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-28
Noviembre 8, 1900

La obediencia restituye al alma su estado original.

(1) Continuando sus acostumbradas demoras al venir, yo sentía todo el peso de su privación; cuando repentinamente ha venido y sin saber por qué me ha hecho esta pregunta:
(2) “¿Me sabrías decir por qué la obediencia es tan glorificada y causa tanto honor de imprimir en el alma la imagen divina?”
(3) Yo toda confundida no he sabido qué responder, pero el bendito Jesús con una luz intelectual que me mandaba, me ha respondido Él mismo, pero como es por medio de luz y no de palabras, no tengo palabras para expresarlo, pero la obediencia quiere que lo intente para ver si logro escribirlo, aunque creo que diré disparates y escribiré cosas que no concordarán, pero pongo toda mi fe en la obediencia, especialmente que son cosas que se refieren directamente a ella, y ahora empiezo a intentarlo. Entonces parecía que me decía:
(4) “La obediencia es tan glorificada porque tiene virtud de descubrir, desde las raíces, las pasiones humanas, destruye en el alma todo lo que es terreno y material, y con gran honor suyo le restituye al alma su estado original, esto es, como fue creada por Dios en la justicia original, antes de ser arrojada del Edén terrestre, y en este sublime estado el alma se siente atraída fuertemente a todo lo que es bien, siente connatural a ella todo lo que es bueno, santo y perfecto, con un horror grandísimo aun a la sombra del mal. Con esta naturaleza feliz, recibida por la expertísima mano de la obediencia, el alma no experimenta más dificultad para seguir las órdenes recibidas, mucho más que quien manda, debe mandar siempre lo bueno, y he aquí cómo la obediencia sabe imprimir bien la imagen divina, y no sólo eso, sino cambia la naturaleza humana en la divina, porque como Dios es bueno, santo y perfectísimo, y es llevado a todo lo que es bueno y odia sumamente el mal, así la obediencia tiene virtud de divinizar la naturaleza humana y de hacerle adquirir las propiedades divinas; y cuanto más el alma se deja manejar por esta expertísima mano, tanto más adquiere de divino y destruye el propio ser. Por eso es tan glorificada y honrada, tanto que Yo mismo me sometí a ella y por ella quedé honrado y glorificado, y restituí por medio suyo el honor y la gloria a todos mis hijos que por la desobediencia habían perdido”.
(5) Esto más o menos he sabido manifestar, lo demás lo tengo en la mente pero me faltan las palabras, porque es tanta la altura del concepto de esta virtud, que mi pobre lenguaje humano no sabe adaptarse a ponerlo en palabras…

+ + + +


4-29
Noviembre 10, 1900

Jesús le enseña donde está el verdadero amor.

(1) Continuaba sin venir, y yo me sentía inmersa en la más grande amargura, mi alma quedaba desgarrada de mil modos. Sentía como una sombra junto a mí y oía la voz de mi adorable Jesús, pero sin verlo, que me ha dicho:
(2) “El amor más perfecto está en la verdadera confianza que se debe tener hacia el objeto amado, y aunque se viera perdido el objeto que se ama, entonces más que nunca es tiempo de demostrar esta viva confianza. Este es el medio más fácil para ponerse en posesión de lo que ardientemente se ama”.
(3) Dicho esto ha desaparecido la sombra y la voz. ¿Quién puede decir la pena que siento por no haber visto a mi amado Bien?

+ + + +

4-30
Noviembre 11, 1900

Saliendo del Divino Querer se pierde el conocimiento de Dios y de sí mismo.

(1) Parece que el Señor bendito quiere ejercitarme en la paciencia, no tiene compasión ni de mis lágrimas ni de mi dolorosísimo estado. Yo sin Él me veo inmersa en las más grandes miserias, creo que no haya alma más perversa que la mía, si bien estando con Jesús me veo más que nunca mala, pero como me encuentro con Él que posee todos los bienes, mi alma encuentra el remedio a todos los males. Así que faltándome Él, todo para mí termina, no hay ningún remedio a mis grandes miserias, mucho más me oprime el pensamiento de que no sea más Voluntad suya mi estado, y no estando en su Querer me parece estar fuera del centro, y muchas veces pienso en el modo cómo poder salir. Ahora, estando con estas disposiciones lo he oído atrás de mi espalda que me decía:
(2) “Te has cansado, ¿no es verdad?”
(3) Y yo: “Sí Señor, me siento bastante cansada”.
(4) Y Él continuó: “¡Ah! hija mía, no salgas de mi Querer, porque saliendo de dentro de Él vienes a perder mi conocimiento, y no conociéndome vienes a perder el conocimiento de ti misma, porque sólo se distingue con claridad si hay oro o fango con los reflejos de la luz, porque si todo es tinieblas fácilmente se pueden confundir los objetos. Ahora, luz es mi Querer, que dándote mi conocimiento, a los reflejos de esta luz vienes a conocer quién eres tú, y viendo tu debilidad, tu pura nada, te pegas a mis brazos y unida con mi Querer vives Conmigo en el Cielo. Pero si quieres salir de mi Querer, lo primero que perderás es la verdadera humildad, y después vendrás a vivir sobre la tierra y estarás obligada a sentir el peso terreno, a gemir y suspirar como todos los demás desventurados que viven fuera de mi Voluntad”.
(5) Dicho esto se ha retirado sin ni siquiera hacerse ver. ¿Quién puede decir el desgarro de mi alma?

+ + + +

4-31
Noviembre 13, 1900

Ve las muchas miserias humanas, el envilecimiento y despojamiento de la Iglesia la misma degradación de los sacerdotes.

(1) Después de haber pasado varios días de privaciones amarguísimas, habiendo recibido la santa comunión, dentro de mi interior he visto tres niños; era tanta su belleza e igualdad, que parecían los tres nacidos de un mismo parto. Mi alma quedó sorprendida y estupefacta al ver tanta belleza encerrada en el círculo de mi interior tan miserable, y más crecía mi asombro porque veía a estos tres Niños como si tuvieran en la mano muchas cuerdas de oro, con las cuales se ataban totalmente a mí y ataban todo mi corazón a ellos. Luego, como si cada uno tomara su lugar, empezaron a discutir entre ellos; pero yo no entendía y no encuentro palabras para poder repetir su altísimo lenguaje, sólo puedo decir que en un abrir y cerrar de ojos he visto las tantas miserias humanas, el envilecimiento y despojo de la Iglesia, la misma degradación de los sacerdotes, que en vez de ser luz para los pueblos, son tinieblas, entonces toda amargada por estas escenas he dicho: “Santísimo Dios, da la paz a la Iglesia, haz que le restituyan lo que le han quitado, no permitas que los malos rían a espaldas de los buenos”. Y mientras esto decía, los niños han dicho:
(2) “Son arcanos incomprensibles de Dios”.
(3) Dicho esto han desaparecido y yo he regresado en mí misma.

+ + + +

4-32
Noviembre 14, 1900

La Reina Mamá reconforta a Jesús. La transporta al Purgatorio.

(1) Esta mañana al venir mi adorable Jesús, me ha transportado fuera de mí misma y me ha pedido un consuelo a sus penas, yo, no teniendo nada he dicho: “Dulcísimo amor mío, si estuviera la Reina Mamá podría reanimarte con su leche, porque yo no tengo otra cosa que miserias”. En ese momento ha venido la Santísima Reina, y yo enseguida le he dicho: “Jesús siente la necesidad de un alivio, dale tu dulcísima leche para que quede aliviado”. Entonces nuestra amadísima Mamá le ha dado su leche, y mi amado Jesús ha quedado todo aliviado. Después dirigiéndose a mí ha dicho:
(2) “Yo me siento reconfortado, también tú acércate a mis labios y bebe parte de esa leche que he recibido de mi Madre, para que podamos quedar ambos reanimados”.
(3) Así lo he hecho; ¿pero quién puede decir la virtud de aquella leche que salía a borbotones de Jesús, y que contenía tanta que parecía una fuente inmensa, que aunque bebieran todos los hombres no disminuiría en nada? Después de esto hemos girado un poco por la tierra, y en un lugar parecía que estaban gentes sentadas alrededor de una mesita que decían: “Habrá una guerra en Europa, y lo que será más doloroso es que será producida por parientes”. Jesús escuchaba pero no decía nada referente a eso; por eso no estoy segura si sucederá o no, siendo los juicios humanos mutables y lo que hoy dicen mañana desdicen. Después me ha transportado dentro de un jardín en el que sobresalía un edificio grandísimo, como si fuera un monasterio, poblado de tanta gente que resultaba difícil contarla. Mi adorable Jesús a la vista de aquella gente se volteó de espaldas y se abrazó a mí, poniendo su cabeza apoyada en mi hombro junto al cuello y me ha dicho:
(4) “Amada mía, no me las hagas ver, de otra manera sufriría mucho”.
(5) También yo lo abracé, y acercándome a una de aquellas almas he dicho: “Al menos decidme quiénes sois”. Y ella ha respondido: “Todas somos almas purgantes, y nuestra liberación está condicionada a la satisfacción de aquellos piadosos legados que dejamos a

nuestros sucesores, y como no se satisfacen nosotras estamos obligadas a estarnos aquí, lejos de nuestro Dios; qué pena es para nosotras, porque Dios es para nosotras un Ser necesario, del cual no podemos prescindir, sentimos una continua muerte que nos martiriza en el modo más despiadado, y si no morimos es porque nuestra alma no está sujeta a eso, así que dolientes como estamos, quedando privadas de un objeto que forma toda nuestra vida, imploramos a Dios que haga sentir a los mortales una mínima parte de nuestras penas, con privarlos de lo que es necesario al mantenimiento de la vida corporal, a fin de que aprendan por su propia cuenta cómo es doloroso el estar privado de lo que es absolutamente necesario”.
(6) Después de esto el Señor me ha transportado a otra parte, y yo sintiendo compasión por aquellas almas he dicho: “¡Cómo, oh mi buen Jesús! Volteaste tu rostro de aquellas almas benditas que tanto te suspiran, mientras que bastaba sólo hacerte ver para hacer que quedaran libres de las penas y quedaran beatificadas”.
(7) Y Él: “Ah hija mía, si Yo me mostrase a ellas, como no están del todo purgadas no habrían podido sostener mi presencia, y en vez de arrojarse entre mis brazos, confundidas se habrían retirado y no habría hecho otra cosa que acrecentar mi martirio y el suyo. Por eso hice así”.
(8) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-33
Noviembre 16, 1900

Jesús le quita el corazón, y le da su amor por corazón.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la comunión, mi adorable Jesús hacía ver todo mi interior lleno de flores, como si fuera una cabaña, y a Él que estaba dentro recreándose y complaciéndose todo. Yo, viéndolo en esa actitud le he dicho: “Mi dulcísimo Jesús,
¿cuándo será que tomes este corazón mío para uniformarlo todo al tuyo, de modo que pueda vivir de la vida de tu corazón?” Mientras esto decía, mi sumo y único bien ha tomado una lanza y me ha abierto la parte que corresponde al corazón; después con sus manos lo ha sacado y lo miraba todo para ver si estaba despojado, y tuviese las cualidades para poder estar en su santísimo corazón. También yo lo he mirado, y con mi sorpresa he visto impresa en una parte la cruz, la esponja y la corona de espinas, pero queriendo verlo por la otra parte y por dentro porque parecía hinchado, como si pudiera abrirse, mi amado Jesús me lo ha impedido diciéndome:
(2) “Quiero mortificarte no dejándote ver todo lo que he derramado en este corazón. Ah, sí, aquí, dentro de este corazón están todos los tesoros de mis gracias, que humana naturaleza puede llegar a contener”.
(3) En ese momento lo encerró en su santísimo corazón, agregando:
(4) “Tu corazón ha tomado posesión en mi corazón, y Yo por corazón te doy mi amor, que te dará vida”.
(5) Y acercándose a esa parte ha mandado tres respiros conteniendo luz, que tomaban el lugar del corazón, y después ha cerrado la herida diciéndome:
(6) “Ahora más que nunca te conviene fijarte en el centro de mi Querer, teniendo por corazón sólo mi amor; ni siquiera por un solo instante debes salir de Él, y mi amor sólo encontrará en ti su verdadero alimento, si encuentra en ti, en todo y por todo, mi Voluntad, en Ella encontrará su contento y la verdadera y fiel correspondencia”.
(7) Después acercándose a la boca me ha mandado otros tres respiros, y al mismo tiempo ha derramado un licor dulcísimo que toda me embriagaba. Entonces, como llevado por entusiasmo decía:
(8) “Mira, tu corazón está en el mío, así que no es más tuyo”.

(9) Y me besaba y me volvía a besar, y me hacía mil finezas de amor; ¿pero quién puede decirlas todas? Me resulta imposible manifestarlas. ¿Quién puede decir lo que sentía al encontrarme en mí misma? Sólo sé decir que me sentía como si no fuera más yo, sin pasiones, sin inclinaciones, sin deseos, toda abismada en Dios; en la parte del corazón sentía un frío sensible en comparación con las otras partes.

+ + + +

4-34
Noviembre 18, 1900

La unión del corazón con el de Jesús, hace pasar al estado de perfecta consumación.

(1) Jesús sigue teniendo mi corazón en su corazón, y de vez en cuando se digna hacérmelo ver, haciendo fiesta como si hubiera hecho una gran adquisición, y en estos días encontrándome fuera de mí misma, en la parte que corresponde al corazón, en vez del corazón veo la luz que el bendito Jesús me envió en aquellos tres respiros. Después, esta mañana al venir, mostrándome su corazón me ha dicho:
(2) “Amada mía, ¿cuál quieres, mi corazón o el tuyo? Si quieres el mío te tocará sufrir más; pero debes de saber que he hecho esto para hacerte pasar a otro estado, porque cuando se llega a la unión se pasa a otro estado, que es el de la consumación, y el alma para pasar a este estado de perfecta consumación, tiene necesidad, o de mi corazón para vivir, o del suyo todo transformado en el mío, de otra manera no puede pasar a este estado de consumación”.
(3) Y yo temiendo toda respondí: “Dulce amor mío, mi voluntad no es más mía sino tuya, haz lo que quieras y yo estaré más contenta”. Después de esto me he acordado de algunas dificultades del confesor, y Jesús viendo mi pensamiento me ha hecho ver como si yo estuviera dentro de un cristal, y éste impedía hacer ver a los demás lo que el Señor obraba en mí, y ha agregado:
(4) “Sólo se conoce el cristal y lo que contiene dentro, a los reflejos de la luz; así es para ti, quien trae la luz de la creencia tocará con mano lo que Yo obro en ti, si no, advertirá las cosas naturalmente”.

+ + + +

4-35
Noviembre 20, 1900

Debiendo vivir del corazón de Jesús, Él le da reglas para aprender un vivir más perfecto.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, mi adorable Jesús continúa haciéndome ver mi corazón en el suyo, pero tan transformado que no reconozco más cuál es el mío y cual el de Jesús. Lo ha conformado perfectamente con el suyo, le ha impreso todas las insignias de la Pasión, haciéndome entender que su corazón, desde que fue concebido, fue concebido con estas insignias de la Pasión, tanto, que lo que sufrió en lo último de su vida fue un desbordamiento de lo que su corazón había sufrido continuamente. Me parecía verlos como el uno así el otro. Me parecía ver a mi amado Jesús ocupado en preparar el lugar donde tenía que poner el corazón, perfumándolo y adornándolo con tantas diversas flores, y mientras esto hacía me ha dicho:
(2) “Amada mía, debiendo vivir de mi corazón te conviene emprender un modo de vivir más perfecto, por eso quiero de ti:

(3) 1º Uniformidad perfecta a mi Voluntad, porque jamás podrás amarme perfectamente sino hasta que me ames con mi misma Voluntad; más bien te digo que amándome con mi misma Voluntad, llegarás a amarme a Mí y al prójimo con mi mismo modo de amar.
(4) 2º Humildad profunda, poniéndote ante Mí y ante las criaturas como la última de todas.
(5) 3º Pureza en todo, porque cualquier mínima falta de pureza, tanto en el amar como en el obrar, todo se refleja en el corazón, y éste queda manchado, por eso quiero que la pureza sea como el rocío sobre las flores al despuntar el sol, en el que reflejándose los rayos, transmuta esas pequeñas gotitas como en tantas perlas preciosas que encantan a las gentes. Así todas tus obras, pensamientos y palabras, latidos y afectos, deseos e inclinaciones, si están adornadas por el rocío celestial de la pureza, tejerás un dulce encanto no sólo a los ojos humanos, sino a todo el Empíreo.
(6) 4º La obediencia va unida con mi Voluntad, porque si esta virtud se refiere a los superiores que te he dado en la tierra, mi Voluntad es obediencia que se refiere a Mí directamente, tanto que se puede decir que la una y la otra, ambas son virtud de obediencia, con esta sola diferencia, que una se refiere a Dios y la otra se refiere a los hombres, las dos tienen el mismo valor y no puede estar la una sin la otra, por lo que a las dos las debes amar de una misma manera”.
(7) Después ha agregado: “Debes saber que de ahora en adelante vivirás con mi corazón, y debes entendértela a modo de mi corazón, para encontrar en ti mis complacencias, por eso te lo encomiendo, porque no es más corazón tuyo, sino corazón mío”.

+ + + +

4-36
Noviembre 22, 1900

Jesús se pone en el lugar del corazón de Luisa.
Le dice el alimento que quiere de ella.

(1) Continúa haciéndose ver mi adorable Jesús. Esta mañana, habiendo recibido la comunión, lo veía en mi interior, y los dos corazones tan fundidos que parecían uno, y mi dulcísimo Jesús me ha dicho:
(2) “Hoy he decidido darte en lugar del corazón, a Mí mismo”.
(3) En ese momento he visto que Jesús tomaba lugar en aquel punto donde está el corazón, y de dentro de Jesús recibía la respiración y sentía el latido del corazón; ¡cómo me sentía feliz viviendo de esta manera!.
(4) Después de esto ha agregado: “Habiendo Yo tomado el lugar del corazón, te conviene tener un alimento siempre preparado para nutrirme, el alimento será mi Querer, y todo lo que te mortificarás y de lo que te privarás por amor mío”.
(5) Pero quién puede decir todo lo que en mi interior ha pasado entre Jesús y yo, creo que es mejor callar, de otra manera siento como si lo estropeara. No estando mi lengua adiestrada para hablar de gracias tan grandes que el Señor ha hecho a mi alma, no me queda otra cosa que agradecer al Señor que tiene consideración de un alma tan miserable y pecadora.

+ + + +

4-37
Noviembre 23, 1900

Modo en el cual están las almas en Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi amante Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y saliendo de dentro de mi interior se hacía ver tan grande que absorbía en Él toda la tierra, y extendía tanto su grandeza que mi alma no encontraba el término, me sentía dispersa en Dios, no sólo yo, sino todas las criaturas quedaban dispersas; y ¡oh, cómo parecía impropio, qué afrenta se hace a Nuestro Señor, el que nosotros, pequeños gusanos, viviendo en Él osemos ofenderlo! ¡Oh, si todos pudieran ver el modo como estamos en Dios, cómo se cuidarían de no darle ni siquiera la sombra de un disgusto! Después se hacía tan alto que absorbía en Él todo el Cielo, así que en Dios mismo veía a todos los ángeles y santos, oía su canto, entendía muchas cosas de la felicidad eterna. Después de esto veía que de Jesús salían muchos arroyos de leche y yo bebía de ellos, pero siendo yo muy restringida, y Jesús tan grande y alto que no tenía límite ni de grandeza ni de altura, no lograba absorberlo todo en mí; muchos corrían fuera, si bien permanecían en Dios mismo, y yo sentía un disgusto por ello y hubiera querido que todos corrieran a beber de estos arroyos, pero escasísimo era el número de los viadores que bebían; Nuestro Señor disgustado también por esto me ha dicho:
(2) “Esto que tú ves es la misericordia contenida, y esto irrita mayormente a la justicia;
¿cómo no debo hacer justicia, mientras que ellos mismos me impiden la misericordia?”
(3) Y yo, tomándole las manos lo he estrechado diciendo: “No Señor, no puedes hacer justicia, no lo quiero yo, y no queriéndolo yo tampoco Tú lo quieres, porque mi voluntad no es más mía, sino tuya, y siendo tuya, todo lo que yo no quiero tampoco Tú lo quieres; ¿no me lo has dicho Tú mismo, que debo vivir en todo y por todo de tu Querer?”
(4) Mi hablar ha desarmado a mi dulce Jesús, se ha empequeñecido de nuevo y se ha encerrado en mi interior, y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-38
Noviembre 25, 1900

La naturaleza del verdadero amor es de transformar las penas en alegrías, las amarguras en dulzuras.

(1) Tardando en venir mi dulcísimo Jesús, me sentí casi con temor, y aún no venía, pero después con mi sorpresa, todo de improviso ha venido y me ha dicho:
(2) “Amada mía, ¿quieres saber cuándo una obra se hace por la persona amada? Cuando encontrando sacrificios, amarguras y penas, tiene virtud de cambiarlas en dulzuras y delicias, porque esta es la naturaleza del verdadero amor, la de transformar las penas en alegrías, las amarguras en dulzuras, si se experimenta lo contrario es señal de que no es el verdadero amor el que obra. ¡Oh, en cuántas obras se dice: lo hago por Dios, pero en las dificultades retroceden!, con esto hacen ver que no era por Dios, sino por el propio interés y el placer que sentían”.
(3) Después ha agregado: “Generalmente se dice que la propia voluntad estropea todas las cosas e infecta las obras más santas, sin embargo si esta voluntad propia está conectada con la Voluntad de Dios, no hay otra virtud que la pueda superar, porque donde hay voluntad hay vida en el obrar el bien, pero donde no hay voluntad hay muerte en el obrar, o bien se obrará fatigosamente como si se estuviera en agonía”.

+ + + +


4-39
Diciembre 3, 1900

La naturaleza de la Santísima Trinidad está formada de amor purísimo, simplísimo y comunicativo.

(1) Esta mañana encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado con el niño Jesús entre los brazos, y mientras me deleitaba en mirarlo, sin saber como, del mismo Niño ha salido un segundo, y después de breves instantes un tercer Niño, los dos semejantes al primero, si bien distintos entre ellos. Asombrada al mirar esto he dicho: “¡Oh, cómo se toca con la mano el misterio sacrosanto de la Santísima Trinidad, que mientras sois Uno, sois también Tres!” Me parecía que los Tres me decían, pero al salir la palabra formaba una sola voz:
(2) “Nuestra naturaleza está formada de amor purísimo, simplísimo y comunicativo, y la naturaleza del verdadero Amor tiene como propiedad especial producir de sí mismo imágenes todas semejantes en la potencia, en la bondad, en la belleza y en todo lo que él contiene, y sólo para dar un realce más sublime a nuestra omnipotencia pone la marca de la distinción, de modo que esta nuestra naturaleza, derritiéndose en amor, como es simple, sin ninguna materia que pudiera impedir la unión, de ella forma Tres y volviéndose a derretir forma Uno solo. Y es tan cierto que la naturaleza del verdadero Amor tiene esto de producir imágenes todas similares a sí, o de asumir la imagen de quien se ama, que la Segunda Persona al redimir al género humano asumió la naturaleza y la imagen del hombre, y comunicó al hombre la Divinidad”.
(3) Mientras esto decían, yo distinguía muy bien a mi amado Jesús, reconociendo en Él la imagen de la naturaleza humana, y sólo por Él tenía la confianza de permanecer ante la presencia de ellos, ¿de otra manera ¿quién se habría atrevido? Ah, sí, me parecía que la Humanidad asumida por Jesús había abierto el comercio a la criatura, a fin de hacerla subir hasta el trono de la Divinidad para ser admitida a su conversación, y obtener reescritos de gracias. ¡Oh, qué momentos felices he gustado, cuántas cosas comprendía!; pero para escribir algunas cosas necesitaría describirlas cuando mi alma se encuentra con mi amado Jesús, porque entonces me parece liberada del cuerpo, pero al encontrarme de nuevo aprisionada, las tinieblas de la prisión, la lejanía de mi místico Sol, la pena de no verlo, me vuelven incapaz de describirlas y me hacen vivir muriendo, pero estoy obligada a vivir atada, encarcelada en este mísero cuerpo. ¡Ah! Señor, ten compasión de una miserable pecadora que vive enferma y prisionera, rompe pronto los muros de esta cárcel para volar a Ti y no regresar más.


+ + + +

4-40
Diciembre 23, 1900

Delante a la Santidad de la Divina Voluntad, las pasiones no osan presentarse, y pierden por sí mismas la vida.

(1) Después de haber pasado largos días de silencio entre el bendito Jesús y yo, sentía un vacío en mi interior; y esta mañana al venir me ha dicho:
(2) “Amada mía, ¿qué cosa quieres decirme que tanto ansías hablar Conmigo?”
(3) Y yo avergonzándome toda he dicho: “Mi dulce Jesús, quiero decirte que ansío ardientemente el quererte a Ti y a tu Santo Querer, y si esto me concedes me harás totalmente feliz y contenta”. Y Él ha agregado:
(4) “Tú en una palabra has aferrado todo, pidiéndome lo más grande que hay en el Cielo y en la tierra, y Yo, en este Santo Querer deseo y quiero mayormente conformarte, y para hacer que te sea más dulce y gustoso mi Querer, ponte en el círculo de mi Voluntad y

observa en Ella sus diversas virtudes y cualidades, deteniéndote ahora en la Santidad de mi Querer, ahora en la bondad, ahora en la humildad, ahora en la belleza, ahora en la pacífica morada que produce mi Querer, y en estas paradas que hagas adquirirás siempre más nuevas e inauditas noticias de mi Santo Querer, y por eso quedarás tan atada y enamorada, que no saldrás nunca más de Él, y esto te traerá un gran provecho, porque estando tú en mi Voluntad no tendrás necesidad de combatir con tus pasiones y de estar siempre en armas contra ellas, pues mientras parece que mueren renacen nuevamente más fuertes y vivas, sino que sin combatir, sin estrépito, dulcemente se mueren, porque ante la Santidad de mi Voluntad las pasiones no se atreven a presentarse, y pierden por sí mismas la vida, y si el alma siente los movimientos de sus pasiones, es señal que no hace morada continua en los confines de mi Querer, que hace sus salidas, sus escapaditas a su propio querer, y está obligada a sentir la peste de la naturaleza corrupta. Mientras que si estás fija en mi Voluntad, estarás libre del todo y tu única ocupación será el amarme y ser amada por Mí”.
(5) Después de esto, mirando al bendito Jesús, vi que tenía la corona de espinas y se la he quitado poco a poco y la he puesto sobre mi cabeza, y Él me la encajó y desapareció, y yo me he encontrado en mí misma, con un deseo ardiente de estar siempre en su Santísima Voluntad.

+ + + +

4-41
Diciembre 25, 1900

Ve el Nacimiento de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me he sentido fuera de mí misma, y después de haber girado me encontré dentro de una cueva, y he visto a la Reina Mamá que estaba en el momento de dar a luz al Niñito Jesús. ¡Qué estupendo prodigio! Me parecía que tanto la Madre como el Hijo estaban cambiados en luz purísima, pero en esa luz se distinguía muy bien la naturaleza humana de Jesús, que contenía en sí la Divinidad, que le servía como de velo para cubrir a la Divinidad, de modo que abriendo el velo de la naturaleza humana era Dios, y cubierto con ese velo era hombre, y he aquí el prodigio de los prodigios: Dios y Hombre, Hombre y Dios, que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene a habitar con nosotros y toma carne humana, porque el verdadero amor no se desune jamás. Ahora, me ha parecido que la Madre y el Hijo en ese felicísimo instante quedaron como espiritualizados, y sin el mínimo obstáculo Jesús salió del seno materno, desbordándose ambos en un exceso de amor, o sea, esos Santísimos cuerpos transformados en Luz, sin el mínimo impedimento, Jesús luz ha salido de dentro de la luz Madre, quedando sanos e intactos tanto el Uno como la Otra, regresando después al estado natural. ¿Pero quién puede decir la belleza del Niñito, que en ese momento de su nacimiento traslucía aun externamente los rayos de su Divinidad? ¿Quién puede decir la belleza de la Madre que quedaba toda absorbida en aquellos rayos Divinos? Me parecía que San José no estaba presente en el momento del parto, sino que permanecía en otro rincón de la cueva, todo absorto en aquel profundo misterio, y si no vio con los ojos del cuerpo, vio muy bien con los ojos del alma, porque estaba raptado en éxtasis sublime.
(2) Ahora, en el momento en que el Niñito salió a la luz, yo habría querido volar para tomarlo entre mis brazos, pero los ángeles me lo impidieron, diciéndome que le correspondía a la Madre el honor de ser la primera en tomarlo. Entonces la Virgen Santísima como sacudida ha vuelto en sí, y de las manos de un ángel recibió al Hijo en sus brazos, lo estrechó tan fuerte en el arrebato de amor en que se encontraba, que parecía que lo quisiera meter de nuevo en Ella, después queriendo dar un desahogo a su ardiente amor, lo puso a mamar de sus pechos. Mientras tanto yo permanecía toda aniquilada,

esperando ser llamada para no recibir otro regaño de los ángeles. Entonces la Reina me dijo:
(3) “Ven, ven a tomar a tu amado y gózalo también tú, desahoga con Él tu amor”.
En cuanto dijo esto me acerqué, y la Mamá me lo puso en los brazos. ¿Quién puede decir mi contento, los besos, los abrazos, las ternuras? Después de que me desahogué un poco le dije: “Amado mío, Tú has tomado leche de nuestra Mamá, hazme partícipe”. Y Él condescendiendo, de su boca derramó parte de esa leche en la mía, y después me ha dicho:
(4) “Amada mía, Yo fui concebido unido al dolor, nací al dolor y morí en el dolor, y con los tres clavos con que me crucificaron clavé las tres potencias: inteligencia, memoria y voluntad de aquellas almas que desean amarme, haciéndolas quedar todas atraídas a Mí, porque la culpa las había vuelto enfermas, dispersas de su Creador y sin ningún freno”.
(5) Y mientras esto decía, ha dado una mirada al mundo y comenzó a llorar sus miserias. Yo, viéndolo llorar he dicho: “Amable Niño, no entristezcas una noche tan alegre con tu llanto a quien te ama, en lugar de dar desahogo al llanto demos desahogo al canto”. Y así diciendo comencé a cantar; Jesús se distrajo al oírme cantar y dejó de llorar. Al terminar mi verso Él cantó el suyo, con una voz tan fuerte y armoniosa, que todas las demás voces desaparecían ante su voz dulcísima. Después de esto le pedí al Niño Jesús por mi confesor, por aquellos que me pertenecen, y finalmente por todos, y Él parecía todo condescendiente. Mientras estaba en esto ha desaparecido y yo volví en mí misma.

+ + + +

4-42
Diciembre 26, 1900

Continúa en la gruta.

(1) Al continuar viendo al santo Niño, veía a la Reina Madre de un lado y a San José del otro, que estaban adorando profundamente al infante divino. Estando todos atentos a Él, me parecía que la continua presencia del Niñito los tenía absortos en éxtasis continuo, y si obraban era un prodigio que el Señor obraba en ellos, de otra manera habrían quedado inmóviles, sin poder externamente atender a sus deberes. También yo he hecho mi adoración y me he encontrado en mí misma.


+ + + +

4-43
Diciembre 27, 1900

Dios no está sujeto a cambiarse, el demonio y la naturaleza humana frecuentemente se cambian.

(1) Esta mañana me encontraba con temor sobre mi estado, que no fuera el Señor el que obrara en mí, con el agregado de que no se dignaba venir; entonces, después de mucho esperar, en cuanto lo he visto le he expuesto mi temor y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, antes que todo, para ponerte en este estado está el concurso de mi potencia, y después, ¿quién te habría dado la fuerza, la paciencia de estar por tan largo tiempo en este estado dentro de una cama? La sola perseverancia es una señal cierta de que la obra es mía, porque solamente Dios no está sujeto a cambiarse, pero el demonio y la naturaleza humana muy frecuentemente se cambian, y lo que hoy aman, mañana aborrecen, y lo que hoy aborrecen, mañana aman y encuentran en eso su satisfacción”.

+ + + +


4-44
Enero 4, 1901

Estado infeliz de un alma sin Dios.

(1) Después de haber pasado días amarguísimos de privación y de turbación, me sentía dentro de mí un místico infierno; sin Jesús todas mis pasiones han salido a la luz, y expandiendo cada una sus tinieblas me han obscurecido de tal manera, que no sabía más donde me encontraba. ¡Cuán infeliz es el estado de un alma sin Dios! Basta decir que sin Dios el alma siente viviente dentro de sí el infierno; tal era mi estado, me sentía desgarrar el alma por penas infernales. ¿Quién puede decir lo que he pasado? Para no alargarme paso adelante. Entonces, esta mañana habiendo comulgado y estando en lo sumo de la aflicción, he sentido moverse dentro de mí a Nuestro Señor, yo al ver su imagen quise ver si era de madera, o estaba vivo, de carne; he mirado y era el Crucificado vivo, de carne, que mirándome me ha dicho:
(2) “Si mi imagen dentro de ti fuera de madera, el amor sería aparente, porque sólo el amor verdadero y sincero, unido a la mortificación, me hace renacer vivo, crucificado en el corazón de quien me ama”.
(3) Yo al ver al Señor habría querido sustraerme de su presencia, tan mala me veía, pero Él prosiguió diciendo:
(4) “¿Adónde quieres ir? Yo soy luz, y mi luz dondequiera que vayas te inviste por todas partes”.
(5) A la presencia de Jesús, ante su luz, a su voz, mis pasiones han desaparecido, no sé yo misma a dónde se han ido, he quedado como una niña y he regresado en mí misma, toda cambiada. Sea todo para gloria de Dios y para bien de mi alma.

+ + + +

4-45
Enero 5, 1901

La Humanidad de Jesús fue hecha expresamente para obedecer y para destruir la desobediencia. Luisa reconforta a Jesús.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, veía al confesor que ponía la intención de la crucifixión, yo temía someterme, pero Jesús me ha dicho:
(2) “¿Qué quieres de Mí? Yo no puedo hacer más que obedecer, porque mi Humanidad fue hecha expresamente para obedecer y para destruir la desobediencia, y estando tan unida Conmigo esta virtud, que en Mí se puede decir que la obediencia es naturaleza, y el distintivo para Mí más querido y glorioso, tanto, que si mi Humanidad no tuviera esto como propio, la aborrecería y jamás me habría unido con Ella. Entonces, ¿quieres tú desobedecer? Puedes hacerlo, pero lo harás tú, no Yo”.
(3) Yo, toda confundida al ver un Dios tan obediente he dicho: “También yo quiero obedecer”. Y me he sometido, y Jesús me ha participado los dolores de la cruz.
(4) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma y Jesús bendito me dio un beso, y mientras esto hacía ha salido un aliento amargo, y estaba en actitud de querer verter sus amarguras, pero no lo ha hecho, porque para hacerlo quería que yo se lo pidiera. Yo enseguida he dicho: “¿Quieres alguna reparación? Hagámosla juntos, así mis reparaciones unidas a las tuyas tendrán sus efectos, porque por mí sola creo que te disgustarán más”. Entonces he tomado su mano que chorreaba sangre, y besándola he recitado el Laudate Dominum con el Gloria Patri; Jesús rezó una parte y yo la otra, para reparar las tantas obras malas que se hacen, poniendo la intención de alabarlo tantas veces por cuantas ofensas recibe por las malas obras. ¡Cómo era conmovedor ver orar a Jesús! Después hice lo mismo a la otra mano, poniendo la intención de alabarlo tantas veces por cuantas ofensas recibe por los pecados de acción. Enseguida los pies con la intención de alabarlo tantas veces por cuantos pasos malos y por tantos caminos torcidos recorridos, aun bajo aspecto de piedad y santidad. Al último el corazón, con la intención de alabarlo tantas veces por cuantas veces el corazón humano no late para Dios, no ama a Dios, no desea a Dios. Mi amado Jesús parecía todo reconfortado con estas reparaciones hechas junto con Él, pero no contento aún, parecía que quería verter, y yo he dicho: “Señor, si quieres verter, te pido que lo hagas”. Y Él ha vertido sus amarguras, y después ha agregado:
(5) “Hija mía, cuánto me ofenden los hombres, pero vendrá el tiempo en que los castigaré de modo que saldrán muchos gusanillos (hombres viles y despreciables) que producirán nubes de mosquitos (personas de cuerpo minúsculo) y mucho los oprimirán. Entonces, después saldrá el Papa”.
(6) Y yo: “¿Y por qué saldrá el Papa?”
(7) Y Él: “Saldrá para consolar a los pueblos, que oprimidos, cansados, abatidos, traicionados por tantas falsedades, buscarán ellos mismos el puerto de la verdad, y todos humillados pedirán al Santo Padre que vaya en medio de ellos para liberarlos de tantos males y ponerlos en el puerto de la salvación”.
(8) Y yo: “Señor, ¿esto sucederá después de las guerras que otras veces Tú has dicho?”
(9) Y Él: “Sí”.
(10) Y yo: “Cómo me quisiera ir antes de que estas cosas sucedan”.
(11) Y Él: “¿Y entonces Yo a dónde iré a entretenerme?”
(12) “Ah Señor, hay tantas almas buenas con las cuales puedes entretenerte, que comparándome yo con ellas, ¡oh! cuán mala me veo”. Pero Jesús no poniéndome atención ha desaparecido, y yo he regresado en mí misma.

+ + + +


4-46
Enero 6, 1901

Jesús se comunica a los tres magos con el amor, con la belleza y con la potencia.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, me parecía ver cuando los santos Magos llegaron a la cueva de Belén; apenas llegados a la presencia del Niño, Él se complació en hacer relucir externamente los rayos de su Divinidad, comunicándose a los Magos en tres modos: Con el amor, con la belleza y con la potencia. De modo que quedaron raptados y postrados ante la presencia del Niñito Jesús; tanto, que si el Señor no hubiera retirado a su interior los rayos de su Divinidad, habrían permanecido ahí para siempre sin poderse mover más. Entonces, en cuanto el Niño retiró la Divinidad, volvieron en sí mismos los santos Magos, se sacudieron estupefactos al ver un exceso de amor tan grande, porque en esa luz el Señor les había hecho comprender el misterio de la Encarnación. Luego se levantaron y ofrecieron los dones a la Reina Madre, y Ella habló largamente con ellos, pero no sé decir todo lo que dijo, sólo recuerdo que les inculcó fuertemente no sólo su salvación, sino que tomaran a pecho la salvación de sus pueblos, no teniendo temor ni siquiera de exponer sus vidas para obtener el intento.
(2) Después de esto me he retirado en mí misma y me he encontrado junto con Jesús, y Él quería que yo le dijera alguna cosa, pero yo me veía tan mala y confundida que no me atrevía a decirle nada; entonces viendo que no decía nada, Él mismo prosiguió hablando sobre los santos Magos diciéndome:
(3) “Con haberme comunicado en tres modos a los Magos, les obtuve tres efectos, porque jamás me comunico a las almas inútilmente, sino que siempre reciben algún provecho. Entonces, comunicándome con el amor obtuvieron el desapego de ellos mismos, con la belleza obtuvieron el desprecio de las cosas terrenas, y con la potencia quedaron sus corazones atados a Mí, y obtuvieron el valor de arriesgar la sangre y la vida por Mí”.
(4) Después ha agregado: “Y tú, ¿qué quieres? Dime, ¿me quieres mucho? ¿Cómo me quisieras amar?”.
(5) Y yo, no sabiendo qué decir, aumentando mi confusión he dicho: “Señor, no quisiera otra cosa que a Ti, y si me preguntas que si te quiero, no tengo palabras para saberlo manifestar, sólo sé decir que siento esta pasión de que nadie me pueda ganar en amarte, y que yo sea la primera en amarte sobre todos, y que ninguno me pueda sobrepasar, pero esto no me contenta aún, para estar contenta quisiera amarte con tu mismo amor, y así poderte amar como te amas Tú mismo. ¡Ah sí! Sólo entonces cesarían mis temores sobre el amarte”.
(6) Y Jesús, contento, se puede decir de mis desatinos, me ha estrechado tanto a Él, de modo que me veía dentro y fuera transfundida en Él, y me ha comunicado parte de su amor. Después de esto he regresado en mí misma, y me parecía que por cuanto amor me es dado, tanto poseo a mi Bien; y si poco lo amo, poco lo poseo.

+ + + +

4-47
Enero 9, 1901

Jesús la quiere unida a Él como un rayo al sol, del cual recibe la vida, el calor y el esplendor.

(1) Esta mañana me sentía toda oprimida y aplastada, tanto, que estaba en busca de alivio; mi único Bien me ha hecho esperar largamente su venida, y al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿no tomé Yo sobre Mí por amor tuyo tus pasiones, miserias y debilidades?
¿Y no quisieras tú tomar sobre ti las de los demás por amor mío?”
(3) Después ha agregado: “Lo que quiero es que tú estés siempre unida Conmigo, como un rayo de sol que está siempre fijo en el centro del sol, y que de él recibe la vida, el calor y el esplendor. Supón tú que un rayo se pudiera separar del centro del sol, ¿en qué se convertiría? En cuanto saliera perdería la vida, la luz y el calor, y volvería a las tinieblas reduciéndose a la nada. Tal es el alma, mientras está unida Conmigo, en mi centro, se puede decir que es como un rayo de sol que vive y recibe luz del sol, camina donde él quiere, en suma, está en todo a disposición y a la voluntad del sol; si después se distrae de Mí, se desune, queda toda en tinieblas, fría, y no siente en sí aquel impulso supremo de Vida Divina”.
(4) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

Jesús le dice que ella forma su más grande martirio.

4-48
Enero 15, 1901

(1) Como en los días pasados mi amado Jesús se ha hecho ver en cierto modo enojado con el mundo, esta mañana al no verlo venir pensaba entre mí: “Quién sabe, quizá no viene porque quiere mandar algún castigo, ¿y qué culpa tengo yo de que como quiere mandar castigos no se digna venir a mí? Que bonita cosa, que mientras quiere castigar a los otros, me da a mí el más grande de los castigos, que es su privación”. Ahora, mientras decía estos y otros desatinos, mi amable Jesús apenas se hizo ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú formas para Mí el más grande martirio, porque debiendo mandar algún castigo no puedo estar contigo, porque me atas por todas partes y no quieres que haga nada, y no viniendo, tú me ensordeces con tus demandas, con tus lamentos y tus esperas, tanto, que mientras me ocupo en castigar estoy obligado a pensar en ti, a oírte, y mi corazón es lacerado al verte en tu estado doloroso de mi privación, porque el martirio más doloroso es el martirio del amor, y por cuanto más se aman dos personas, tanto más resultan dolorosas esas penas, que no por otros, sino por medio de ellos mismos se suscitan, por eso estate tranquila, calmada, no quieras acrecentar mis penas por medio de tus penas”.
(3) Entonces Él ha desaparecido y yo he quedado toda mortificada al pensar que yo formo el martirio de mi amado Jesús, y que para no hacerlo sufrir tanto, cuando no viene debo estarme tranquila, ¿pero quién puede hacer este sacrificio? Me parece imposible, y estaré obligada a seguir martirizándonos mutuamente.


+ + + +

4-49
Enero 16, 1901

Jesucristo le explica el orden de la caridad.

(1) Como continúo viéndolo un poco enojado con el mundo, yo quería ocuparme en aplacarlo, pero Él me distrajo diciéndome:
(2) “La caridad más aceptable a Mí es la que se hace por aquellos que me están más cercanos, y los más cercanos a Mí son las almas purgantes, porque ya están confirmadas en mi gracia y no hay ninguna oposición entre mi Voluntad y la suya, viven continuamente en Mí, me aman ardientemente, y estoy obligado a verlas sufrir en Mí mismo, impotentes por sí mismas para darse el más mínimo alivio. ¡Oh! cómo es lacerado mi corazón por el estado de esas almas, porque no están lejos de Mí sino cerca, no sólo cerca, sino dentro de Mí y, cómo es grato a mi corazón quien se interesa por ellas. Supón tú que tuvieras una madre, una hermana, que convivieran contigo en un estado de dolor, incapaces de ayudarse por sí mismas, y un extraño que viviera fuera de tu habitación, también en un estado de dolores, pero que se puede ayudar por sí mismo; ¿no agradecerías más si alguna persona se ocupara en aliviar a tu madre o a tu hermana, que al extraño que puede ayudarse por sí mismo?”
(3) Y yo: “Ciertamente, oh Señor”.
(4) Después ha agregado: “La segunda caridad más aceptable a mi corazón, es por aquellas que, si bien viven sobre esta tierra, pero son casi como las almas purgantes, esto es, me aman, hacen siempre mi Voluntad, se interesan de mis cosas como si fueran propias; ahora, si éstas se encuentran oprimidas, necesitadas, en un estado de sufrimientos, y alguien se ocupa en aliviarlas y ayudarlas, a mi corazón le resulta más agradable que si se les hicieran a otros”.
(5) Jesús se ha retirado, y yo, encontrándome en mí misma, me parecía que eran cosas que no iban según la verdad. Entonces al regresar mi adorable Jesús, me ha hecho entender que esto que me había dicho era según la verdad, sólo quedaba hablar sobre los miembros separados de Él, que son los pecadores, y que quien se ocupa en reunir estos miembros sería muy aceptable a su corazón. La diferencia que hay es esta: Que encontrándose un pecador oprimido por una desventura y uno se ocupa no en convertirlo, sino en aliviarlo y ayudarlo materialmente, el Señor agradecería más esto que si se hiciera a aquellos que están en el orden de la gracia, porque si estos sufren, es siempre un producto, o del amor de Dios hacia ellos o del amor de ellos hacia Dios, y si los pecadores sufren, el Señor ve en ellos la marca de la culpa y de su obstinada voluntad. Me parece que así he entendido; pero dejo el juicio a quien tiene el derecho de juzgarme, si va o no va según la verdad.

+ + + +

4-50
Enero 24, 1901

Luisa pregunta a Jesús la causa de su privación. Jesús la reprende.

(1) Habiendo pasado los días anteriores en silencio y algunas veces también privada de mi adorable Jesús, esta mañana al venir me he lamentado con Él diciendo: “Señor, cómo es que no vienes, cómo han cambiado las cosas, se ve que es, o por castigo de mis pecados que me privas de tu amable presencia, o que no me quieres más en este estado de víctima, ¡ah! te pido que me hagas conocer tu Voluntad; si no pude oponerme cuando quisiste de mí el sacrificio, mucho menos ahora, que no siendo más merecedora de ser víctima me quieres quitar”.
(2) Y Jesús, interrumpiendo mi hablar me ha dicho: “Hija mía, Yo, con haberme hecho víctima por el género humano, tomando sobre Mí todas las debilidades, las miserias, y todo lo que merecía el hombre, ante la Divinidad represento la cabeza de todos, y la naturaleza humana, siendo Yo la cabeza ante la Divinidad, encuentra en Mí un escudo potentísimo que la defiende, protege, excusa e intercede. Ahora, como tú te encuentras en el estado de víctima, vienes a representar ante Mí la cabeza de la generación presente, por lo que

debiendo mandar algún castigo para bien de los pueblos y para llamarlos a Mí, si Yo viniera contigo según mi costumbre, sólo con mostrarme a ti ya me siento aliviado y los dolores se mitigan, y me sucede como a uno que sintiera un fuerte dolor y por el espasmo grita, si a este le cesara el dolor dejaría de gritar y lamentarse. Así me sucede a Mí, mitigándose mis penas, naturalmente no siento más la necesidad de mandar ese castigo; además tú, al verme, también naturalmente buscas repararme y tomar sobre ti las penas de los demás, no puedes hacer menos que hacer tu oficio de víctima ante mi presencia, y si tú no lo hicieras, lo que no puede ser jamás, Yo quedaría disgustado contigo. He aquí la causa de mi privación, no es porque quiera castigar tus pecados, tengo otros modos para purificarte, sin embargo te recompensaré, en los días que venga te duplicaré mis visitas, ¿no estás contenta por ello?”
(3) Y yo: “No Señor, te quiero siempre, cualquiera que sea la causa no cedo en quedarme un solo día privada de Ti”. Mientras esto decía, Jesús ha desaparecido y yo he regresado en mí misma.

+ + + +

4-51
Enero 27, 1901

La firmeza de la fe está en la firmeza de la caridad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús por poco se ha hecho ver, y no sé por qué me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la solidez de la fe católica está en la solidez de la caridad, que une los corazones y los hace vivir en Mí”.
(3) Después, arrojándose entre mis brazos quería que yo lo reconfortara. Habiendo hecho por cuanto he podido, luego Él me lo hizo a mí y desapareció.

+ + + +

4-52
Enero 30, 1901

Las virtudes, los meritos de Jesús, son tantas torres de fuerza, en las cuales cada uno puede apoyarse en el camino a la Eternidad. El veneno del interés.

(1) Esta mañana al venir el bendito Jesús me ha transportado fuera de mí misma, en medio de muchas personas de diferentes condiciones: Sacerdotes, monjas, seglares, y Jesús dando un doloroso lamento ha dicho:
(2) “Hija mía, el veneno del interés ha entrado en todos los corazones, y como esponjas han quedado empapados de este veneno. Este veneno pestífero ha penetrado en los monasterios, en los sacerdotes, en los seglares. Hija mía, lo que no cede a la luz de la verdad y a la potencia de la virtud, cede ante un vilísimo interés, y las virtudes más sublimes y excelsas, ante este veneno, como frágil vidrio caen hechas pedazos”.
(3) Y mientras esto decía lloraba amargamente. Ahora, ¿quién puede decir el desgarro de mi alma al ver llorar a mi amorosísimo Jesús? No sabiendo qué hacer para que dejara de llorar he dicho disparates: “Amado mío, ¡ah! no llores, si los demás no te aman, te ofenden y tienen los ojos cegados por el veneno del interés, de modo que por él quedan todos embebidos, estoy yo que te amo, te alabo, y miro como inmundicia todo lo que es terreno, y no anhelo más que a Ti, por eso deberías quedar contento con mi amor y dejar de llorar, y si te sientes amargado derrama en mí tus amarguras, que estaré más contenta, antes que verte llorar”.

(4) Al oírme dejó de llorar, derramó un poco y luego me participó los dolores de la cruz, y después ha agregado:
(5) “Mis virtudes y los méritos adquiridos para el hombre en mi Pasión, son tantas torres de fortaleza en las cuales cada uno puede apoyarse en el camino hacia la Eternidad, pero el hombre ingrato, huyendo de estas torres de fortaleza, se apoya en el fango, y se conduce por el camino de la perdición”.
(6) Entonces Jesús ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-53
Enero 31, 1901

Jesucristo le explica la grandeza de la virtud de la paciencia.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús no venía, y después de mucho esperar, en cuanto lo he visto me ha dicho:
(2) “Hija mía, la paciencia es superior a la pureza, porque sin paciencia el alma fácilmente se desenfrena y es difícil mantenerse pura, y cuando una virtud tiene necesidad de otra para tener vida, se dice que ésta es superior a aquella, es más, se puede decir que la paciencia es custodia de la pureza, y no sólo, sino es escalera para subir al monte de la fortaleza, de modo que si uno subiera sin la escalera de la paciencia, pronto se precipitaría de lo más alto a lo más bajo. Además de esto, la paciencia es germen de la perseverancia, y este germen produce unas ramas llamadas firmeza. ¡Oh! cómo es firme y estable en el bien emprendido el alma paciente, no toma en cuenta ni la lluvia, ni la escarcha, ni el hielo, ni el fuego, sino que toda su atención está en llevar a término el bien comenzado, porque no hay insensatez mayor de aquel que hoy, porque le gusta hace un bien, y mañana porque no encuentra más gusto lo deja. ¿Qué se diría de un ojo que a cierta hora posee la vista, y a otra hora queda ciego? ¿De una lengua que ahora habla, y ahora queda muda?
¡Ah sí, hija mía, sólo la paciencia es la llave secreta para abrir el tesoro de las virtudes, sin el secreto de esta llave, las otras virtudes no salen para dar vida al alma y ennoblecerla!”.

+ + + +

4-54
Febrero 5, 1901

Ve dos doncellas que sirven a la justicia: La tolerancia y la disimulación.

(1) Esta mañana el bendito Jesús me ha transportado fuera de mí misma, se hacía ver en un estado que movía a compasión aun a las piedras. ¡Oh! cómo sufría, y parecía que no pudiendo aguantar más quería aliviarse un poco, casi como buscando ayuda. Mi pobre corazón me lo sentía despedazar por la ternura, y enseguida le quité la corona de espinas poniéndomela yo para darle alivio, luego le he dicho: “Dulce Bien mío, hace tiempo que no me has renovado las penas de la cruz, te ruego que me las renueves hoy, así quedarás más aliviado”.
(2) Y Él: “Amada mía, para hacerlo es necesario preguntarle a la justicia para hacerlo, porque han llegado a tanto las cosas que no puede permitir que tú sufras”.
(3) Yo no sabía cómo hacer para preguntarle a la justicia, cuando se han presentado dos doncellas que parecía que servían a la justicia, una tenía nombre de tolerancia, la otra de disimulación; y habiéndoles pedido a ellas que me crucificaran, la tolerancia me tomó una mano y me la ha clavado, sin querer terminar. Entonces he dicho: “¡Oh! santa disimulación, termina tú de crucificarme, ¿no ves que la tolerancia me ha dejado? Haz ver cómo eres

más hábil en disimular”. Entonces ha terminado de crucificarme, pero con tal espasmo que si el Señor no me hubiera sostenido entre sus brazos, ciertamente habría muerto por el dolor. Después de esto, el bendito Jesús ha agregado:
(4) “Hija, es necesario que a lo menos algunas veces sufras estas penas, si así no fuera,
¡ay del mundo! ¿Qué sería de él?”
(5) Luego le pedí por varias personas y me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-55
Febrero 6, 1901

La perfecta complacencia de Jesús, es al encontrarse a Sí mismo en el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando mi gracia se encuentra en posesión de muchas personas, festeja más; sucede como con aquellas reinas que por cuantas más doncellas están atentas de sus órdenes y les hacen corona alrededor, tanto más gozan y hacen fiesta. Tú quédate fija en Mí y mírame, y quedarás tan adherida a Mí, que todo lo material quedará muerto para ti, y tanto debes fijarte en Mí, hasta atraerme todo en ti, porque Yo encontrando en ti a Mí mismo, puedo encontrar en ti mi perfecta complacencia. Ahora, encontrando en ti todos mis placeres posibles que puedo encontrar en una criatura humana, no puede disgustarme tanto lo que me hacen los demás”.
(3) Y mientras esto decía se ha internado dentro de mí y todo se complacía. Cómo sería afortunada si llegara a atraer en mí a todo mi amado Jesús.

+ + + +

4-56
Febrero 10, 1901

La obediencia tiene una vista aguda, el amor propio es muy corto de vista.

(1) Al venir mi adorable Jesús, se hacía ver con los ojos resplandecientes de vivísima y purísima luz; yo he quedado cautivada y sorprendida ante aquella luz deslumbrante, y Jesús viéndome tan cautivada, sin que le dijera nada me ha dicho:
(2) “Amada mía, la obediencia tiene la vista agudísima y vence en belleza y en penetración a la misma luz del sol, mientras que el amor propio es muy corto de vista, tanto que no puede dar un paso sin tropezar. Y no creas tú que esta vista agudísima la tienen las almas que están siempre agitadas y haciendo escrúpulo de todo, más bien ésta es una red que les teje el amor propio, porque siendo muy corto de vista, primero las hace caer y luego les suscita mil turbaciones y escrúpulos, y lo que hoy detestan con tantos escrúpulos y temores, mañana caen en eso nuevamente, tanto, que su vivir se reduce a estarse siempre sumergidos en esta red artificiosa que les sabe tejer muy bien el amor propio, a diferencia de la vista agudísima de la obediencia que es homicida del amor propio, porque siendo agudísima y clarísima, inmediatamente prevé donde puede dar un paso en falso, y con ánimo generoso se abstiene de darlo y goza la santa libertad de los hijos de Dios. Y así como las tinieblas atraen más tinieblas y la luz atrae más luz, así esta luz llega a atraer la luz del Verbo, y uniéndose tejen la luz de todas las virtudes”.
(3) Sorprendiéndome al oír esto he dicho: “Señor, ¿qué dices? A mí me parece que es santidad ese modo de vivir escrupuloso”.

(4) Y Él con tono más serio ha agregado: “Más bien te digo que ésta es la verdadera marca de la obediencia, y la otra es la verdadera marca del amor propio, y ese modo de vivir me mueve más a indignación que a amor, porque cuando es la luz de la verdad la que hace ver una falta, aun mínima, debería haber una enmienda, pero como es la vista corta del amor propio, no hace otra cosa que tenerlas oprimidas, sin que avancen en el camino de la verdadera santidad”.

+ + + +

4-57
Febrero 17, 1901

El hombre viene de Dios y debe regresar a Dios.

(1) Esta mañana, encontrándome toda oprimida y sufriente, he visto a mi amado Jesús, y a muchas gentes sumergidas en muchas miserias, y Él rompiendo el silencio que tenía desde hace muchos días me ha dicho:
(2) “Hija mía, el hombre primero nace en Mí, y por eso recibe la marca de la Divinidad, y saliendo de Mí para renacer del seno materno le doy orden de caminar un pequeño tramo de camino, y al término de ese camino, haciéndome encontrar por él, lo recibo de nuevo en Mí, haciéndolo vivir eternamente Conmigo. Mira un poco cuán noble es el hombre, de donde viene, a donde va y cuál es su destino. Ahora, ¿cuál debería ser la santidad de este hombre saliendo de un Dios tan Santo? Pero el hombre al recorrer el camino para venir otra vez a Mí, destruye en él lo que ha recibido de divino, se corrompe de modo que en el encuentro que tenemos para recibirlo en Mí no lo reconozco más, no descubro más en él la marca divina, nada encuentro de mío en él, y no reconociéndolo más, mi justicia lo condena a andar disperso en el camino de la perdición”.
(3) Cuán tierno era oír hablar a Jesucristo sobre esto, cuántas cosas hacía comprender, pero mi estado de sufrimientos no me permite escribir más extensamente.

+ + + +

4-58
Marzo 8, 1901

Jesús le dice que la cruz lo hizo conocer como Dios. Le explica acerca de la cruz del dolor y del amor.

(1) Continuando mi pobre estado y el silencio de Jesús bendito, esta mañana, encontrándome más que nunca oprimida, al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, no las obras, ni la predicación, ni la misma potencia de los milagros me hicieron conocer con claridad como el Dios que soy, sino cuando fui puesto en la cruz y levantado sobre ella como sobre mi propio trono, entonces fui reconocido como Dios; así que sólo la cruz reveló al mundo y a todo el infierno quién era Yo verdaderamente; entonces todos quedaron sacudidos, y reconocieron a su Creador. Así que es la cruz la que revela a Dios al alma, y hace conocer si el alma es verdaderamente de Dios, se puede decir que la cruz descubre todas las partes íntimas del alma y revela a Dios y a los hombres quién es esta alma”.
(3) Después ha agregado: “Sobre dos cruces Yo consumo a las almas, una es de dolor, la otra es de amor; y así como en el Cielo todos los nueve coros angélicos me aman, sin embargo cada uno tiene su oficio especial, como los Serafines, que su oficio especial es el amor y su coro es puesto más enfrente para recibir las reverberaciones de mi amor, tanto que mi amor y el de ellos saeteándose juntos se acoplan continuamente. Así a las almas sobre la tierra les doy su oficio diferente, a quien la vuelvo mártir de dolor, y a quien de amor, siendo ambos hábiles maestros en sacrificar a las almas y hacerlas dignas de mis complacencias”.

+ + + +

4-59
Marzo 19, 1901

Le explica el modo de sufrir.

(1) Esta mañana, encontrándome toda oprimida y sufriente, sobre todo por la privación de mi dulce Jesús, después de mucho esperar, en cuanto lo he visto me ha dicho:
(2) “Hija mía, el verdadero modo de sufrir es no mirar de quién vienen los sufrimientos, ni qué cosa se sufre, sino al bien que debe venir de los sufrimientos; este fue mi modo de sufrir, no miré ni a los verdugos, ni al sufrir, sino al bien que quería hacer por medio de mi sufrir, aun a aquellos mismos que me daban el sufrimiento, y mirando el bien que debía producir a los hombres desprecié todo lo demás, y con intrepidez seguí el curso de mi sufrir. Hija mía, este es el modo más fácil y más provechoso para sufrir no sólo con paciencia, sino con ánimo invicto y animoso”.

+ + + +

4-60
Marzo 22, 1901

Ve los grandes pecados de Roma. Jesús quiere castigar y ella se opone.

(1) Continuando mi estado de privación, y por tanto, de amarguras indecibles, esta mañana mi adorable Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma, me parecía que fuera Roma. Qué espectáculos se veían en todas las clases de personas, hasta en el Vaticano se veían cosas que daban horror. ¿Y qué decir de los enemigos de la Iglesia?

Cómo se roen de rabia contra Ella, cuántos estragos van maquinando, pero no pueden efectuarlos porque Nuestro Señor los tiene como atados todavía. Pero lo que más me ha espantado, es que veía a mi amante Jesús casi en acto de darles la libertad. ¿Quién puede decir cuán consternada quedé? Entonces, viendo Jesús mi consternación me ha dicho:
(2) “Hija, son absolutamente necesarios los castigos, en todas las clases ha entrado la podredumbre y la gangrena, por lo que es necesario el fierro y el fuego para hacer que no perezcan todos, por eso esta es la última vez que te digo que te conformes a mi Querer, y Yo te prometo perdonar en parte”.
(3) Y yo: “Amado Bien mío, no tengo corazón para conformarme contigo en castigar a las gentes”.
(4) Y Él: “Si tú no te conformas, siendo de absoluta necesidad hacer esto, Yo no vendré según mi costumbre y no te manifestaré cuándo enviaré los castigos, y no sabiéndolo tú, y no encontrando Yo quien de algún modo rompa mi justa indignación, daré libre desahogo a mi furor y no tendrás ni siquiera el bien de hacer perdonar en parte el castigo. Además de esto, el no venir y no derramar en ti aquellas gracias que habría querido derramar, es también una amargura para Mí, como en estos días pasados en que no he venido tanto, tengo la gracia contenida en Mí”.
(5) Y mientras esto decía mostraba que quería aligerarse, y acercándose a mi boca ha derramado una leche dulcísima y ha desaparecido.

+ + + +

4-61
Marzo 30, 1901

Jesús le habla acerca de la Divina Voluntad y de la perseverancia.

(1) Continuando el estado de privación me sentía como un tedio y un cansancio de mi pobre situación, y mi pobre naturaleza quería liberarse de dicho estado. Mi adorable Jesús teniendo compasión de mí, ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto te retiras de mi Querer, así empiezas a vivir de ti misma, en cambio si te estás fija en mi Voluntad, vivirás siempre de Mí mismo, muriendo del todo a ti misma”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, ten paciencia, resígnate en todo a mi Voluntad, y no por poco sino siempre, siempre, porque sólo la perseverancia en el bien es lo que hace conocer si el alma es verdaderamente virtuosa, sólo ella es la que une todas las virtudes, se puede decir que sólo la perseverancia une perpetuamente a Dios y al alma, virtudes y gracias, y como cadena se pone alrededor y atando todo junto forma el nudo segurísimo de la salvación; pero donde no hay perseverancia hay mucho que temer”.
(4) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-62
Marzo 31, 1901

Inconstancia y volubilidad.

(1) Esta mañana, sintiéndome toda amargada, me veía aún tan mala que casi no me atrevía a ir en busca de mi sumo y único Bien, pero el Señor no mirando mis miserias, se ha dignado venir diciéndome:
(2) “Hija mía, es a Mí a quien quieres, pues bien, he venido a alegrarte, estémonos juntos, pero estémonos en silencio”.

(3) Después de haber estado así por un poco, me ha transportado fuera de mí misma, y veía que la Iglesia festejaba el día de las palmas, y Jesús rompiendo el silencio me ha dicho:
(4) “¡Cuánta volubilidad, cuánta inconstancia! Así como hoy gritaron hosanna proclamándome como su Rey, otro día gritaron crucifícalo, crucifícalo. Hija mía, la cosa que más me disgusta es la inconstancia y la volubilidad, porque esto es señal de que la verdad no ha tomado posesión de tales almas, y aun en cosas de religión puede ser que encuentren su satisfacción, su propia comodidad y el interés, o bien porque se encuentran en tal partido, pero mañana pueden cambiar estas cosas y se pueden encontrar en medio de otros partidos, y he aquí que se desvían de la religión, y sin disgusto se entregan a sectas; porque cuando la verdadera luz de la verdad entra en un alma y se posesiona de un corazón, esta alma no está sujeta a inconstancia, más bien todo lo sacrifica por amor de aquella y para hacerse dominar por ella, y con ánimo firme desprecia todo lo demás que no pertenece a la verdad”.
(5) Y mientras esto decía, lloraba sobre la condición de la presente generación, que peor que antes está sujeta a la inconstancia según soplan los vientos.

+ + + +

4-63
Abril 5, 1901

Compadeciendo a la Mamá se compadece a Jesús.
En el calvario, en la crucifixión, ve en Jesús a todas las generaciones.

(1) Continuando el estado de privación, esta mañana parece que lo he visto por un poco junto con la Reina Madre, y como el adorable Jesús tenía la corona de espinas, se la he quitado y lo compadecí todo; y mientras esto hacía me ha dicho:
(2) “Compadece al mismo tiempo a mi Madre, porque siendo mi sufrir la razón de sus dolores, compadeciéndola a Ella vienes a compadecerme a Mí mismo”.
(3) Después de esto me parecía encontrarme en el monte Calvario en el momento de la crucifixión de Nuestro Señor, y mientras sufría la crucifixión veía, no sé cómo, en Jesús a todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, y cómo Jesús teniéndonos a todos en Él, sentía todas las ofensas que cada uno de nosotros le hacía y sufría por todos en general y por cada individuo en particular, de modo que descubría también mis culpas y las penas que por mí sufría especialmente, como también veía el remedio que a cada uno de nosotros, sin castigar a ninguno, nos suministraba para nuestros males y para nuestra salvación eterna. ¿Pero quién puede decir todo lo que veía en Jesús bendito? Desde el primero hasta el último hombre. Ahora, estando fuera de mí misma veía las cosas claras y distintas, pero encontrándome en mí misma las veo todas confusas. Así que para evitar disparates termino.


+ + + +

4-64
Abril 7, 1901

Ve la Resurrección de Jesús. Habla de la obediencia.

(1) Mi adorable Jesús continúa privándome de su presencia, siento una amargura y como traspasado el corazón por un cuchillo, que me da tal dolor, de hacerme llorar y gritar como un niño. ¡Ah! verdaderamente me parece haber llegado a ser como un niño, que por poco que se aleje la madre llora y grita tanto, que trastorna toda la casa, y no hay ningún remedio para hacer que deje de llorar mientras no se vea de nuevo en los brazos de la

madre. Así soy yo, verdadera niña en la virtud, que si me fuera posible trastornaría Cielos y tierra para encontrar a mi sumo y único Bien, y sólo me calmo cuando me encuentro en posesión de Jesús. Pobre niña que soy, siento todavía que los pañales de la infancia me cubren, no sé caminar por mí sola, soy muy débil, no tengo la capacidad de los adultos que se dejan guiar por la razón, y esta es la suma necesidad que tengo de estar con Jesús, con razón o sin razón, no quiero saber nada, lo que quiero saber es que quiero a Jesús. Espero que el Señor quiera perdonar a esta pobre niñita, que a veces comete desatinos.
(2) Entonces, encontrándome en este estado, por poco tiempo he visto a mi adorable Jesús en el momento de su Resurrección, con un rostro tan resplandeciente que no se puede comparar a ningún otro esplendor, y me parecía que la Humanidad Santísima de Nuestro Señor, si bien era carne viva, pero estaba resplandeciente y transparente de modo que se veía con claridad la Divinidad unida a la Humanidad. Ahora, mientras lo veía tan glorioso, una luz que venía de Él, parecía que me dijera:
(3) “Tanta gloria le vino a mi Humanidad por medio de la perfecta obediencia, que destruyendo del todo la naturaleza antigua Me dio la nueva naturaleza gloriosa e inmortal. Así el alma por medio de la obediencia puede formar en sí la perfecta resurrección a las virtudes, como por ejemplo: Si el alma está afligida, la obediencia la hará resurgir a la alegría; si está agitada, la obediencia la hará resurgir a la paz; si tentada, la obediencia le suministrará la cadena más fuerte para atar al enemigo y la hará resurgir victoriosa de las insidias diabólicas; si asediada por pasiones y vicios, la obediencia matándolos la hará resurgir a las virtudes. Esto al alma, y a su tiempo formará también la resurrección del cuerpo”.
(4) Después de esto la luz se ha retirado, Jesús ha desaparecido, y yo he quedado con tal dolor, viéndome de nuevo privada de Él, que me sentía como si tuviera una fiebre ardiente que me hace agitar y dar en delirio. ¡Ah Señor, dame la fuerza para aguantarte en estas tardanzas, porque me siento desfallecer!

+ + + +

4-65
Abril 9, 1901

Si los fervores y virtudes no están bien arraigados en la Humanidad de Jesús, ante las tribulaciones, ante los infortunios, rápidamente se secan.

(1) Encontrándome en la plenitud del delirio, decía disparates, y creo que mezclaba también defectos; mi pobre naturaleza sentía todo el peso de mi estado, la cama le parecía peor que el estado de los condenados a las cárceles, hubiera querido desvincularse de este estado, con el agregado de mi estribillo, que mi estado no es más Voluntad de Dios y por eso Jesús no viene, e iba pensando lo que debía hacer. Mientras esto hacía, mi paciente Jesús ha salido de dentro de mi interior, pero con un aspecto grave y serio que daba temor, y me ha dicho:
(2) “¿Qué piensas tú que habría hecho Yo si me encontrara en tu situación?”
(3) En mi interior decía: “Ciertamente la Voluntad de Dios”.
(4) Y Él de nuevo: “Pues bien, eso haz tú”.
(5) Y ha desaparecido. Era tanta la gravedad de Nuestro Señor, que en aquellas palabras que dijo sentía toda la fuerza de su palabra, no sólo creadora, sino también destructora. Mi interior ha quedado de tal manera sacudido, oprimido y amargado por estas palabras, que no hacía otra cosa que llorar, especialmente recordaba la gravedad con la cual Jesús me había hablado y no me atrevía a decirle “ven”.
(6) Ahora, estando durante el día en este estado he hecho mi meditación sin llamarlo, cuando en lo mejor ha venido y con un aspecto dulce, todo cambiado en comparación de la mañana me ha dicho:

(7) “Hija mía, ¡qué ruina, qué destrucción está por suceder!”
(8) Y mientras esto decía he sentido todo mi interior cambiado, porque no era por otra cosa que no venía, sino por los castigos; y mientras estaba en esto veía a cuatro personas venerables que lloraban ante las palabras que Jesús había dicho; pero Jesús bendito, como queriéndose distraer dijo algunas pocas palabras sobre las virtudes:
(9) “Hay ciertos fervores y ciertas virtudes que se asemejan a aquellos arbustos que nacen en torno a ciertos árboles, y que no estando bien arraigados en el tronco, un viento impetuoso, una helada un poco fuerte y se secan, y si bien después de algún tiempo puede ser que reverdezcan de nuevo, pero estando expuestos a la intemperie y por tanto a cambiarse, jamás llegan a ser árboles hechos. Así son esos fervores y esas virtudes que no están bien arraigados en el tronco del árbol de la obediencia, esto es, en el tronco del árbol de mi Humanidad que fue toda obediencia, ante las tribulaciones, los infortunios, súbito se secan y jamás llegan a producir frutos para la vida eterna”.

+ + + +

4-66
Abril 19, 1901

Lamentos por la privación. Jesús la consuela y le explica algo acerca de la Gracia.

(1) Continúo mis días privada de mi adorable Jesús, a lo más viene como sombra o como rayo, mi pobre corazón está sobremanera amargado, siento tanto su privación, que todas mis fibras, los nervios, mis huesos, hasta las gotas de mi sangre, me contienden continuamente y me dicen: “¿Dónde está Jesús? ¡Cómo! ¿lo has perdido? ¿Qué has hecho que no viene más? ¿Cómo haremos para estarnos sin Él? ¿Quién nos consolará habiendo perdido la fuente de toda consolación? ¿Quién nos fortificará en la debilidad, quién nos corregirá y descubrirá nuestros defectos, habiendo quedado privada de aquella luz, que más que hilo eléctrico penetraba los más íntimos escondites, y con la dulzura más inefable corregía y sanaba nuestras llagas? Todo es miseria, todo es escuálido, todo es tétrico sin Él, ¿cómo haremos?” Y aunque en el fondo de mi voluntad me siento resignada y voy ofreciendo su misma privación como el sacrificio más grande por amor suyo, todo lo demás me hace guerra continua y me ponen en tortura. ¡Ah Señor! cuánto me cuesta el haberte conocido, y a qué alto precio me haces pagar tus pasadas visitas. Ahora, estando en este estado, por breves instantes se ha hecho ver y me ha dicho:
(2) “Siendo mi Gracia parte de Mí mismo, poseyéndola tú, con razón y de estrecha necesidad todo lo que forma tu ser no puede estar sin Mí, he aquí la razón por la que todo te pide a Mí y eres torturada continuamente, porque estando embebida de Mí y llena sólo en parte de Mí mismo, entonces no se están en paz, pues sólo tienen paz y quedan contentas cuando me poseen no sólo en parte, sino en todo”.
(3) Y habiéndome lamentado de mi dura situación ha agregado:
(4) “También Yo en el curso de mi Pasión sentí un extremo abandono, si bien mi Voluntad estuvo siempre unida con el Padre y con el Espíritu Santo; esto lo quise sufrir para divinizar en todo la cruz, tanto, que contemplándome a Mí y contemplando la cruz, encontrarás el mismo esplendor, las mismas enseñanzas y el mismo espejo en el cual podrías reflejarte continuamente, sin diferencia entre uno y otro”.

+ + + +


4-67
Abril 21, 1901

La necesidad de los castigos es para no permitir que el hombre se corrompa mayormente.

(1) Continuando mi habitual estado, he visto a mi dulce Jesús con una cruz en la mano, en actitud de arrojarla sobre las gentes y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el mundo es siempre corrupto, pero hay ciertos tiempos en que llega a tal corrupción, que si Yo no derramara sobre las gentes parte de mi cruz, perecerían todos en la corrupción, como fue en los tiempos en que vine Yo al mundo, la sola cruz salvó a muchos de la corrupción en la cual estaban inmersos. Así en estos tiempos, ha llegado a tanto la corrupción, que si Yo no vertiera los flagelos, las espinas, las cruces, haciéndoles derramar hasta la sangre, quedarían sumergidos en las olas de la corrupción”.
(3) Y mientras esto decía parecía que agitaba aquella cruz sobre las gentes y sucedían castigos.

+ + + +

4-68
Abril 22, 1901

Jesús la instruye sobre la imitación de su Vida.

(1) Sintiéndome toda afligida y confundida, y casi sin esperanza de volver a ver a mi adorable Jesús, de improviso ha venido y me ha dicho:
(2) “¿Sabes qué quiero de ti? Te quiero en todo similar a Mí, así en el obrar como en la intención; quiero que seas respetuosa con todos, porque respetar a todos da paz a sí mismo y paz a los demás; que te tengas como la mínima de todos, y que todas mis enseñanzas las rumies siempre en tu mente y las conserves en tu corazón, a fin de que en las diversas ocasiones las encuentres siempre listas para servirte de ellas y ponerlas en ejecución, en suma, quiero que tu vida sea un desbordamiento de la mía”.
(3) Y mientras esto decía, veía que por detrás del Señor descendía sobre la tierra un hielo y un fuego que hacían daño a las cosechas, y al decir yo: “Señor ¿qué haces? ¡Pobre gente!” No haciéndome caso ha desaparecido.


+ + + +

4-69
Junio 13, 1901

La cruz y las tribulaciones son el pan de la bienaventuranza eterna.

(1) Después de un largo silencio por parte de mi adorable Jesús, en que a lo más decía alguna cosa sobre los flagelos que quiere derramar, esta mañana encontrándome oprimida, cansada por mi dura situación, especialmente por las continuas privaciones a las cuales estoy frecuentemente sujeta, lo he visto por breves instantes y me ha dicho:
(2) “Hija mía, las cruces y las tribulaciones son el pan de la eterna bienaventuranza”.
(3) Por tanto comprendía que sufriendo mayormente, más abundante y más sabroso será el pan que nos nutrirá en la celestial morada, o sea que por cuanto más se sufre, más garantía recibimos de la futura gloria.

+ + + +


4-70
Junio 18, 1901

Jesús exige su gloria de todas las partículas de nuestro ser. Del estado de unión se pasa a la consumación.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por unos instantes he visto a mi dulce Jesús, y me he lamentado de mi pobre estado por sus privaciones, y de una especie de cansancio físico y moral, como si me sintiera destrozar mi pobre naturaleza y que por todas partes me siento desfallecer. Entonces, habiendo dicho todo esto a mi Jesús, me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas porque te sientes desfallecer por todas partes, ¿no sabes tú que todo debe ser sacrificado por Mí, no sólo el alma sino también el cuerpo? ¿Y que de todas las mínimas partes de ti Yo exijo mi gloria? Y además, ¿no sabes tú que del estado de unión se pasa a otro que es el de la consumación? Es verdad que no vengo según mi costumbre para castigar a las gentes, pero me sirvo de esto también para tu provecho, que es no sólo tenerte unida Conmigo, sino de consumirte por amor mío. En efecto, no viniendo Yo y sintiéndote desfallecer por mi ausencia, ¿no vienes a consumirte por Mí? Por lo demás, no tienes razón de afligirte, primero porque cuando me ves es siempre de tu interior que me ves salir, y esto es una señal cierta que estoy contigo, y después porque aun deben pasar días sin que puedas decir que me has visto perfectamente”.
(3) Después de esto, tomando un tono de voz más dulce y benigno ha agregado:
(4) “Hija mía, te recomiendo mucho, mucho, que no hagas salir de ti ni el mínimo acto que no sea paciencia, resignación, dulzura, igualdad de ti misma, tranquilidad en todo, de otra manera vendrías a deshonrarme; y sucedería como a un rey que habitara dentro de un palacio muy enriquecido, y por fuera se viera todo lleno de grietas, sucio, casi por derrumbarse; no dirían, ¿cómo habita un rey en este palacio si por fuera se ve tan feo, que hasta da temor acercarse? ¿Quién sabe qué rey será éste? ¿Y esto no sería un deshonor para aquel rey? Ahora, piensa que si de ti sale alguna cosa que no sea virtud, lo mismo dirían de ti y de Mí, y Yo quedaría deshonrado porque habito dentro”.


+ + + +

4-71
Junio 30, 1901

Señales para saber si el alma posee la Gracia.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo mi dulcísimo Jesús se ha hecho ver todo fundido en mí, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber cuáles son las señales para conocer si el alma posee mi Gracia?”
(3) Y yo: “Señor, como le plazca a tu santísima bondad”.
(4) Entonces Él ha proseguido: “La primera señal para ver si el alma posee mi gracia, es que todo lo que pueda oír o ver en el exterior, que pertenece a Dios, en el interior siente una dulzura, una suavidad toda divina, no comparable a ninguna cosa humana y terrena; sucede como a una madre, que aun al respiro, a la voz, conoce al parto de sus vísceras en la persona de un hijo y se regocija de alegría; o como a dos íntimas amigas que conversando manifiestan recíprocamente los mismos sentimientos, inclinaciones, alegrías, aflicciones, y encontrando esculpidas una en la otra sus mismas cosas, sienten placer, gozo y se toman tanto amor que no saben separarse. Así la gracia interna que reside en el alma, al ver exteriormente el parto de sus mismas entrañas, o sea al hallarse en aquellas mismas cosas que forman su esencia, se acoplan y hace sentir en el alma tal alegría y dulzura, que no se sabe expresar.

(5) La segunda señal es que el hablar del alma que posee la gracia es pacífico y tiene virtud de arrojar en los demás la paz, tanto que las mismas cosas dichas por quien no posee la gracia, no producen ninguna impresión y ninguna paz, mientras que dichas por quien posee la gracia obran maravillosamente y restituyen la paz a las almas.
(6) Además hija mía, la gracia despoja al alma de todo, y de la humanidad hace un velo para estar cubierta, de modo que roto ese velo se encuentra el paraíso en el alma de quien la posee. Entonces, no es maravilla si en esa alma se encuentra la verdadera humildad, obediencia y demás, porque de ella no queda otra cosa que un simple velo y ve con claridad que dentro de ella está toda la gracia, que obra y que le tiene en orden todas las virtudes y la hace estar en continua actitud para Dios”.

+ + + +

4-72
Julio 5, 1901

Jesús es el principio, el medio y el fin de todos los deseos.

(1) Estando con temor sobre el estado de mi alma, de improviso ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, porque Yo solo soy el principio, el medio y el fin de todos tus deseos”.
(3) Con estas palabras me he calmado en Jesús. Sea todo para gloria de Dios y bendito su Santo Nombre.


+ + + +

4-73
Julio 16, 1901

El principio del mal en el hombre. Diferencia entre el amor de Jesús y el amor humano. Para entrar en el Cielo,
el alma debe estar toda transformada en Jesús.

(1) Después de varios días de privación, esta mañana se ha dignado venir transportándome fuera de mí misma. Ahora, encontrándome ante Jesús bendito, veía mucha gente, y los males de la generación presente. Mi adorable Jesús los miraba con compasión y dirigiéndose a mí me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber de dónde comenzó el mal en el hombre? El principio es que el hombre en cuanto se conoce a sí mismo, o sea, empieza a adquirir el uso de la razón, se dice a sí mismo: “Yo soy algo”, y creyéndose alguna cosa, se separa de Mí, no se fía de Mí que soy el Todo, y toda la confianza y fuerza la toma de él mismo, y de esto sucede que pierde hasta todo buen principio, y perdiendo el buen principio, ¿cuál será su fin? Imagínalo tú misma hija mía.
(3) Después, separándose de Mí que contengo todo bien, ¿qué puede esperar de bien el hombre, siendo él un océano de mal? Sin Mí todo es corrupción, miseria y sin ninguna sombra de verdadero bien, y esta es la sociedad presente”.
(4) Yo al oír esto sentía tal aflicción que no sabía expresarla, pero Jesús queriéndome consolar me ha transportado a otra parte, y yo encontrándome sola con mi amado Jesús le he dicho: “Dime, ¿me amas?”
(5) Y Él: “Sí”.
(6) Y yo: “No estoy contenta con el sí sólo, quisiera que me explicaras mejor cuánto me amas”.

(7) Y Él: “Es tanto mi amor por ti, que no sólo no tiene principio, sino que no tendrá fin, y en estas dos palabras puedes comprender cuán grande, fuerte y constante es mi amor por ti”.
(8) He considerado todo esto por un poco de tiempo, y veía un abismo de distancia entre mi amor y el suyo, y toda confundida he dicho: “Señor, ¡qué diferencia entre mi amor y el tuyo! El mío no sólo tiene principio, sino que en el pasado veo vacíos en mi alma de no haberte amado”.
(9) Y Jesús compadeciéndome toda me ha dicho:
(10) “Amada mía, no puede haber igualdad entre el amor del Creador y el de la criatura; sin embargo hoy te quiero decir una cosa que te será de consolación y que no has entendido: Debes saber que cada alma durante todo el curso de su vida está obligada a amarme constantemente, sin ningún intervalo, y no amándome siempre, quedan en el alma tantos vacíos por cuantos días, horas, minutos ha dejado de amarme, y nadie podrá entrar al Cielo si no ha llenado estos vacíos, y sólo podrá llenarlos, o amándome doblemente el resto de su vida, o si no alcanza los llenará a fuerza de fuego en el purgatorio. Ahora, tú cuando estás privada de Mí, la privación del objeto amado hace duplicar el amor, y con esto vienes a llenar los vacíos que hay en tu alma”.
(11) Después de esto le he dicho: “Dulce Bien mío, déjame ir junto contigo al Cielo, y si no quieres para siempre, al menos por un poco, ¡ah, te lo pido, conténtame!” Y Él me ha dicho:
(12) “¿No sabes tú que para entrar en esa bienaventurada morada el alma debe estar toda transformada en Mí, de manera que debe aparecer como otro Cristo? De otra manera,
¿qué papel harías en medio de los demás bienaventurados? Tú misma tendrías vergüenza de estar junto con ellos”.
(13) Y yo: “Es verdad que soy muy desemejante de Ti, pero si quieres puedes volverme tal”. Entonces para contentarme me encerró toda en Él, de modo que no me veía más a mí misma, sino a Jesucristo, y en este modo nos elevamos hacia el Cielo; llegados a un punto nos hemos encontrado ante una luz indescriptible, delante a aquella luz se experimentaba nueva vida, alegría insólita, jamás sentida, ¡cómo me sentía feliz! más bien me parecía encontrarme en la plenitud de toda la felicidad. Ahora, mientras nos adentramos en esa luz, yo sentía temor, hubiera querido alabarlo, agradecerlo, pero no sabiendo qué decir, he recitado tres Gloria Patri, y Jesús respondía junto conmigo; pero apenas terminadas, como relámpago me he encontrado en la mísera prisión de mi cuerpo. Ah Señor, ¿cómo es que tan poco ha durado mi felicidad? Parece que es demasiado duro el barro de mi cuerpo, pues se necesita mucho para romperse, e impide a mi alma marcharse de esta miserable tierra. Pero espero que algún golpe impetuoso lo quiera no sólo romper, sino pulverizar, y entonces, no teniendo ya casa donde podernos estar aquí, tengas compasión de mí y me acojas para siempre en la celestial morada.

+ + + +

4-74
Julio 20, 1901

Cómo le es dulce a Jesús la voz del alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús no venía. Después de haber esperado y haber casi perdido la esperanza de volverlo a ver, de improviso ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tu voz me es dulce, como al pequeño pajarito le es dulce la voz de la madre que regresa después de haberlo dejado para ir en busca del alimento para nutrirlo, y el pajarito al oír su voz siente una dulzura y hace fiesta, y después de que la madre le pone el alimento en la boca, se acurruca todo y se esconde bajo el ala materna para calentarse, librarse de las inclemencias del tiempo y tomar reposo seguro; ¡oh! cómo le resulta querido

y agradable al pequeño pajarito este estarse bajo el ala materna. Así eres tú para Mí, eres ala que me calienta, me repara, me defiende y me haces tomar seguro reposo. ¡Oh! cómo me es querido y agradable el estarme debajo de esta ala”.
(3) Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado toda confundida y llena de vergüenza sabiéndome tan mala, pero la obediencia ha querido acrecentar mi confusión queriendo que escribiera esto. Sea hecha siempre la Santísima Voluntad de Dios.

+ + + +

4-75
Julio 23, 1901

Jesús habla de su Voluntad y de la caridad.

(1) Encontrándome con muchas dudas acerca de mi estado, al venir mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija, no temas, lo que te recomiendo es que estés siempre uniformada a mi Voluntad, porque cuando en el alma está la Voluntad Divina, no tienen fuerza de entrar en ella ni la voluntad diabólica ni la humana, para hacerse un juguete del alma”.
(3) Después de esto me parecía verlo crucificado, y habiéndome participado el Señor no sólo sus penas, sino algunos sufrimientos de otra persona, ha agregado:
(4) “Esta es la verdadera caridad: Destruirse a sí mismo para dar la vida a otros, y tomar sobre sí los males de los otros y darme los bienes propios”.

+ + + +

4-76
Julio 27, 1901

Dudas del confesor, respuesta de Jesús.

(1) Habiendo tenido algunas dudas el confesor, al venir el bendito Jesús lo veía junto a él, y le iba diciendo:
(2) “Mi obrar está siempre apoyado en la verdad, y si bien muchas veces parece oscuro, bajo enigmas, sin embargo no se puede hacer menos que decir que es la verdad, y si bien la criatura no entiende con claridad mi obrar, esto no destruye la verdad, más bien hace comprender mucho mejor que es modo de obrar divino, porque siendo la criatura finita no puede abrazar y comprender lo infinito, a lo más puede comprender y abrazar algún destello, así como en tantas cosas dichas por Mí en las escrituras, y mi modo de obrar en los santos, ¿han sido tal vez comprendidas con toda claridad? ¡Oh! cuántas cosas han dejado en la oscuridad y en el enigma. ¿Sin embargo cuántas mentes de doctos y sabios se han fatigado en interpretarlas? ¿Y qué cosa han comprendido? Se puede decir que nada en comparación de lo que queda por conocer. ¿Esto acaso perjudica a la verdad? Para nada, más bien la hace resplandecer mayormente. Por eso tu ojo debe estar atento a si hay la verdadera virtud, si se siente en todo, y aunque a veces a lo oscuro, que esté la verdad, y de lo demás se necesita estar tranquilo y en santa paz”.
(3) Dicho esto ha desaparecido y yo he regresado en mí misma.

+ + + +


4-77
Julio 30, 1901

Ve el mundo, y cómo la mayor parte son ciegos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús me ha transportado fuera de mí misma en medio de mucha gente. ¡Qué ceguera! casi todos eran ciegos, unos pocos de corta vista; apenas uno que otro se notaba como sol en medio de las estrellas, de vista agudísima, todo concentrado en el Sol divino, y esta vista le era concedida porque la tenía fija en la luz del Verbo Humanado. Jesús, compadeciéndose todo me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo ha arruinado al mundo la soberbia, ha llegado a destruir esa pequeña lucecita de razón que todos llevan consigo desde que nacen; pero debes saber que la virtud que más exalta Dios es la humildad, y la virtud que más exalta a la criatura ante Dios y ante los hombres es la humildad”.
(3) Dicho esto ha desaparecido; más tarde ha regresado todo angustiado y afligido y ha agregado:
(4) “Hija mía, están por suceder tres terribles castigos”.
(5) Y como relámpago ha desaparecido sin darme tiempo de decirle ni una palabra.


+ + + +

4-78
Agosto 3, 1901

El alma que posee la Gracia tiene potestad sobre el infierno, sobre los hombres y sobre Dios.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía, y después de mucho esperar ha venido la Virgen Mamá conduciéndolo casi por la fuerza, pero Jesús huía. Entonces la Virgen Santísima me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te canses en pedirle, más bien sé inoportuna, porque este huir que hace es señal de que quiere enviar algún castigo, por eso huye de la vista de las personas amadas, pero tú no te detengas, porque el alma que posee la gracia tiene potestad sobre el infierno, sobre los hombres y sobre Dios mismo, porque siendo la Gracia parte de Dios mismo, poseyéndola el alma, ¿no tiene tal vez el poder sobre lo que ella misma posee?”
(3) Entonces después de mucho esperar, obligado por la Mamá Reina e importunado por mí, ha venido, pero con un aspecto imponente y serio, de modo que no me atrevía a hablar, no sabía cómo hacer para quitarle aquel aspecto tan imponente. Pensé comenzar a hablar con disparates diciéndole: “Mi dulce Bien, amémonos, si no nos amamos nosotros,
¿quién nos debe amar? Y si no te contentas con mi amor, ¿quién podrá contentarte? ¡Ah! dame una señal cierta de que estás contento de mi amor, de otra manera yo desfallezco, yo muero”. ¿Pero quién puede decir todos los disparates que he dicho? Creo que es mejor pasarlos por alto; pero con esto parece que he tenido éxito en quitarle aquel aire imponente que tenía, y me ha dicho:
(4) “Sólo estaré contento de tu amor cuando éste sobrepase el río de la iniquidad de los hombres, por eso piensa en acrecentar tu amor, porque así más estaré contento de ti”.
(5) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +


4-79
Agosto 5, 1901

Cómo las mortificaciones son los ojos del alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi bendito Jesús tardaba en venir y yo me sentía morir por la pena de su privación, cuando de improviso ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como los ojos son la vista del cuerpo, así la mortificación es la vista del alma, así que la mortificación se puede decir ojos del alma”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

4-80
Agosto 6, 1901

El amor de los bienaventurados es propiedad divina, pero el amor de los viadores es propiedad que está en acto de hacer adquisición de él.

(1) Esta mañana habiendo recibido la comunión, mi adorable Jesús se hacía ver tan sufriente y ofendido que movía a compasión; yo lo he estrechado a mí y le he dicho: “Dulce Bien mío, cuán amable y deseable eres, ¿cómo es posible que los hombres no te amen, más bien te ofenden? Amándote a Ti todo se encuentra, y el amarte contiene todos los bienes, y no amándote todo bien nos desaparece, sin embargo, ¿quién es aquél que te ama? Pero ah, tesoro mío amadísimo, haz a un lado las ofensas de los hombres y por un poco desahoguémonos en amor”. Entonces Jesús ha llamado a toda la corte celestial a ser espectadora de nuestro amor, y ha dicho:
(2) “El amor de todo el Cielo no sería suficiente pago, ni me haría feliz, si no estuviera el tuyo unido, mucho más que ese amor es propiedad mía que nadie me puede quitar, pero el amor de los viadores es como propiedad que estoy en acto de adquirir, y como mi Gracia es parte de Mí mismo, al entrar en los corazones, siendo mi Ser activísimo, los viadores pueden comerciar con el amor, y este comercio engrandece las propiedades de mi amor, y Yo siento tal gusto y placer, que faltándome éste quedaría amargado. Por eso es que sin tu amor, el amor de todo el Cielo no me dejaría plenamente contento, y tú debes saber comerciar bien con mi amor, porque amándome en todo me harás feliz y contento”.
(3) Quién puede decir cómo he quedado asombrada al oír esto, y cuántas cosas comprendía sobre este amor, pero mi lengua se vuelve balbuceante, por eso pongo punto.

+ + + +

4-81
Agosto 21, 1901

La Celestial Mamá le enseña el secreto de la felicidad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y después de haber girado y girado en busca de Jesús, he encontrado en cambio a la Reina Mamá, y oprimida y cansada como estaba le he dicho: “Dulcísima Mamá mía, he perdido el camino para encontrar a Jesús, no sé más a donde ir ni qué hacer para encontrarlo de nuevo”. Y mientras esto decía lloraba, y Ella me ha dicho:
(2) “Hija mía, ven junto a Mí y encontrarás el camino a Jesús, es más, quiero enseñarte el secreto para poder estar siempre con Jesús y para vivir siempre contenta y feliz aun

sobre esta tierra, y éste es, tener fijo en tu interior que sólo Jesús y tú están en el mundo, y nadie más, y sólo a Él debes agradar, complacer y amar, y sólo de Él debes esperar ser amada y contentada en todo. Estando en este modo tú y Jesús, no te hará más impresión si estarás circundada de desprecios o alabanzas, de parientes o extraños, de amigos o enemigos, sólo Jesús será todo tu contento y sólo Jesús te bastará por todos. Hija mía, hasta en tanto que todo lo que existe acá abajo no desaparezca del todo del alma, no se puede encontrar verdadero y perpetuo contento”.
(3) Ahora, mientras esto decía, como de dentro de un rayo ha salido Jesús en medio de nosotras, y yo lo he tomado, lo he llevado conmigo y me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-82
Septiembre 2, 1901

Jesús habla de la Iglesia y de la sociedad presente.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver unido con el santo Padre y parecía que le dijera:
(2) “Las cosas hasta aquí sufridas no son más que todo lo que Yo pasé desde el principio de mi Pasión hasta que fui condenado a la muerte; hijo mío, no te queda otra cosa que llevar la cruz al Calvario”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que Jesús bendito tomaba la cruz y la ponía sobre la espalda del Santo Padre, ayudándolo Él mismo a llevarla. Ahora, mientras esto hacía ha agregado:
(4) “Mi Iglesia parece que está como moribunda, especialmente respecto a las condiciones sociales, que con ansia esperan el grito de muerte; pero ánimo hijo mío, después de que hayas llegado al monte, cuando levanten la cruz, todos se sacudirán y la Iglesia dejará el aspecto de moribunda y recobrará su pleno vigor. Sólo la cruz será el medio para esto, como sólo la cruz fue el único medio para llenar el vacío que el pecado había hecho y para unir el abismo de distancia infinita que había entre Dios y el hombre, así en estos tiempos sólo la cruz hará levantar la frente de mi Iglesia, valerosa y resplandeciente para confundir y poner en fuga a los enemigos”.
(5) Dicho esto ha desaparecido, y después de un poco ha regresado mi amado Jesús, todo afligido, y continuó diciendo:
(6) “Hija mía, cuánto me duele la sociedad presente, son mis miembros y no puedo hacer menos que amarlos; me sucede como a un tal que tuviera un brazo, una mano infectada y llagada, ¿tal vez la odia, la aborrece? ¡Ah! no, más bien le procura todos los cuidados, quién sabe cuánto gaste para verse curado, y mientras no llega a obtener la curación es causa de hacerle sufrir todo el cuerpo, de tenerlo oprimido, afligido. Así es mi condición, veo mis miembros infectados, llagados, y por ello siento dolor y pena, y por esto me siento más atraído a amarlos. ¡Oh, cómo es diferente mi amor al de las criaturas! Yo estoy obligado a amarlas porque son cosa mía, pero ellas no me aman como cosa de ellas, y si me aman, me aman por su propio bien”.
(7) Después de esto ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-83
Septiembre 4, 1901

Ardores del corazón de Jesús por la gloria de la Majestad Divina y por el bien de las almas.

(1) Mi adorable Jesús continúa viniendo, y esta mañana apenas lo he visto sentía un ansia de preguntarle si me había perdonado mis pecados, por eso le he dicho: “Dulce amor mío, cuánto anhelo oír de tu boca si me has perdonado mis tantos pecados”. Y Jesús se ha acercado a mi oído, y con su mirada parecía que escrutase todo mi interior y me ha dicho:
(2) “Todo está perdonado y te los perdono, no te queda otra cosa que algunos defectos cometidos por ti inadvertidamente, y también te los perdono”.
(3) Después de esto parecía que Jesús se ponía a mis espaldas, y tocándome los riñones con su mano me los fortificaba. ¿Quién puede decir lo que sentía con aquel toque? Solamente sé decir que sentía un fuego refrigerante, una pureza unida a una fuerza; después que me tocó los riñones le he pedido que hiciera lo mismo al corazón, y Jesús para complacerme ha condescendido, y después me parecía como si Jesús bendito

estuviera cansado por causa mía, y le he dicho: “Dulce vida mía, estás cansado por causa mía, ¿no es verdad?”
(4) Y Él: “Sí. Al menos sé agradecida por las gracias que te estoy haciendo, porque la gratitud es la llave para poder abrir a placer los tesoros que Dios contiene; pero debes saber que esto que he hecho te servirá para preservarte de la corrupción, para corroborarte y para disponer tu alma y tu cuerpo a la gloria eterna”.
(5) Después de esto parecía que me transportase fuera de mí misma y me hacía ver la multitud de las gentes y el bien que podían hacer y no hacen, y por lo tanto la gloria que Dios debe recibir y no recibe, y Jesús todo afligido ha agregado:
(6) “Amada mía, mi corazón arde por el honor de mi gloria y por el bien de las almas. Por todo el bien que omiten, tantos vacíos recibe mi gloria, y sus almas aunque no hicieran el mal, no haciendo el bien que podrían hacer son como aquellas habitaciones vacías, que si bien son bellas, pero no hay nada para admirar que atraiga la mirada, y por tanto ninguna gloria recibe el dueño, y si hacen un bien y otro lo omiten, son como aquellas habitaciones todas despobladas, en que apenas algún objeto se descubre sin ningún orden. Amada mía, entra a tomar parte de estas penas, de los ardores que mi corazón siente por la gloria de la Majestad Divina y por el bien de las almas, trata de llenar estos vacíos de mi gloria, y podrás hacerlo no dejando pasar momento de tu vida que no esté unido con la mía, esto es, en todas tus acciones, sea oración o sufrimiento, reposo o trabajo, silencio o conversación, tristeza o alegría, aun el alimento que tomes, en suma, en todo lo que te pueda suceder pondrás la intención de darme toda la gloria que en tales acciones deberían darme y de suplir al bien que deberían hacer y no hacen, intentando repetir la intención por cuanta gloria no recibo y por cuanto bien omiten. Si esto haces llenarás en algún modo el vacío de la gloria que debo recibir de las criaturas, y mi corazón sentirá un refrigerio a mis ardores, y por este refrigerio correrán ríos de gracia en provecho de los mortales, que les infundirán mayor fuerza para hacer el bien”.
(7) Después de esto me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-84
Septiembre 5, 1901

El verdadero amor suple a todo.

(1) Al volver mi amable Jesús me sentía casi con temor de no corresponder a las gracias que el Señor me hace, habiéndome dejado impresas aquellas palabras que me dijo antes: “Al menos sé agradecida”. Y Él, viéndome con este temor me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no temas, el amor suplirá a todo; además, habiendo puesto la voluntad de verdaderamente hacer lo que Yo quiero, aunque alguna vez faltaras Yo supliré por ti, por eso no temas. Debes saber que el verdadero amor es ingenioso, y el verdadero ingenio llega a todo; mucho más cuando en el alma hay un amor amante, un amor que se duele de las penas de la persona amada como si fueran propias, y un amor que llega a tomar sobre sí, a sufrir lo que debería sufrir la persona que se ama, es el más heroico y se asemeja a mi amor; siendo muy difícil encontrar quien ponga la propia piel. Entonces, si en toda tú no hay más que amor, si no me complacerás en un modo lo harás en otro; es más, si estás en posesión de estos tres amores, me sucederá a Mí como a aquel que siendo injuriado, ofendido con todo tipo de afrentas por todos, entre tantos hay uno que lo ama, lo compadece, le paga por todos, y aquel, ¿qué hace? Fija la mirada en la persona amada y encontrando su recompensa olvida todos los ultrajes, y da favores y gracias a los mismos que lo ultrajan”.

+ + + +


4-85
Septiembre 9, 1901

Eficacia de las intenciones.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía. Entonces, mientras mi mente estaba ocupada en considerar el misterio de la coronación de espinas, me he acordado que estando ocupada otras veces en este misterio, el Señor se complacía en quitarse de su cabeza la corona de espinas y clavarla en la mía, y he dicho en mi interior: “Ah Señor, ya no soy digna de sufrir tus espinas”.
(2) Y Él, ha venido de improviso y me ha dicho:
(3) “Hija mía, cuando tú sufres mis mismas espinas, tú me consuelas, y sufriéndolas tú Yo me siento completamente libre de esas penas; cuando te humillas y te crees indigna de sufrirlas, entonces me reparas los pecados de soberbia que se cometen en el mundo”.
(4) Yo he agregado: “¡Ah! Señor, por cuantas gotas derramaste, por cuantas espinas sufriste, por cuantas heridas, tanta gloria intento darte por cuanta gloria deberían darte todas las criaturas si no existiera el pecado de soberbia, y tantas gracias intento pedirte para todas las criaturas para hacer que este pecado se destruya”.
(5) Mientras esto decía, he visto que Jesús contenía en Él a todo el mundo, como una máquina contiene en sí los objetos, y todas las criaturas se han movido en Él, y Jesús se movía hacia ellas, y parecía que Él tuviese la gloria de mi intención y las criaturas hubieran regresado a Él para poder recibir el bien prestado por mí para ellas. Yo he quedado estupefacta, y Jesús viendo mi estupor ha dicho:
(6) “Parece sorprendente todo esto, ¿no es verdad? No obstante parece cosa de nada lo que tú has hecho, sin embargo no es así; ¿cuánto bien se podría hacer con repetir esta intención y no se hace?”
(7) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-86
Septiembre 10, 1901

El unir nuestras acciones con Jesús es continuar su Vida sobre la tierra.

(1) Continúo haciendo lo que Jesús bendito me enseñó el día 4 de este mes, si bien alguna vez me distraigo, pero mientras alguna vez me olvido, parece que Jesús en mi interior se pone en guardia y lo hace Él por mí, entonces yo, viendo esto me ruborizo y enseguida me uno a Él y le hago el ofrecimiento de lo que en el momento estoy haciendo, así sea aun una mirada, una palabra, voy diciendo: “Señor, toda esa gloria que las criaturas deberían darte con la boca y no te dan, yo intento dártela con la mía, e impetro a ellas el hacer un buen y santo uso de la boca, uniéndome siempre a la misma boca de Jesús”. Entonces mientras en todas mis cosas esto hacía, vino y me ha dicho:
(2) “He aquí la continuación de mi Vida, que era la gloria del Padre y el bien de las almas; si en esto perseveras tú formarás mi Vida y Yo la tuya, tú serás mi respiro y Yo el tuyo”.
(3) Después de esto Jesús se ponía a reposar sobre mi corazón, y yo sobre el corazón de Él, y parecía que Jesús tomaba el respiro de mí, y yo lo tomaba por medio de Jesús.
¡Qué felicidad, qué gozo, qué vida celestial experimentaba en esa posición! Sea siempre agradecido y bendecido el Señor, que tanta misericordia usa con esta pecadora.

+ + + +


4-87
Septiembre 14, 1901

El principio y el fin de nuestras acciones debe ser el amor de Dios.

(1) Después de haber pasado varios días de privación, hoy, mientras me disponía a hacer la meditación, mi mente se distrajo en otra cosa, y por medio de una luz comprendía que el alma al salir del cuerpo entra en Dios; y como Dios es purísimo amor, el alma entra en Dios sólo cuando es un complejo de amor, porque Dios a ninguno recibe en Sí si no es en todo semejante a Él, y encontrándola complejo de amor la recibe y le participa todas sus dotes. Así que estaremos en Dios más allá del cielo, como aquí estamos en nuestra propia habitación.
(2) Ahora, esto me parecía que se podría hacer también en el curso de nuestra vida para ahorrar trabajo al fuego del purgatorio, y a nosotros la pena, y así ser introducidos inmediatamente, sin ninguna dificultad, en nuestro sumo Bien Dios. Entonces me parecía que el alimento del fuego es la leña, y para estar seguro que la leña se ha convertido en fuego, es cuando se advierte que ya no produce humo. Ahora, principio y fin de todas nuestras acciones debe ser el fuego del amor de Dios; la leña que debe alimentar este fuego son las cruces, las mortificaciones; el humo que se eleva entre la leña y el fuego son las pasiones, las inclinaciones, que muy frecuentemente asoman la cabeza; entonces la señal de que todo en nosotros se ha consumido en fuego, es si nuestras pasiones están en su lugar y no sentimos más inclinaciones a todo lo que no se refiere a Dios.
(3) Parece que con esto pasaremos libremente, sin ningún obstáculo a habitar en nuestro Dios, y llegaremos aun desde acá a gozar el paraíso anticipado.

+ + + +

4-88
Septiembre 15, 1901

Huyendo de la cruz se permanece en lo oscuro.

(1) Esta mañana, mi adorable Jesús ha venido glorioso, con las llagas resplandecientes más que sol y con una cruz en la mano. Mientras estaba en esto veía también una rueda de la que salían cuatro ángulos; parecía que en un ángulo escapaba la luz y quedaba a oscuras, en esta oscuridad quedaba la gente como abandonada por Dios y sucedían guerras sangrientas contra la Iglesia y contra la gente misma. ¡Ah!, parecía que las cosas dichas antes por Jesús bendito se van acercando a pasos veloces. Ahora, Nuestro Señor viendo todo esto, movido a compasión se ha acercado a la parte oscura y arrojó encima la cruz que tenía en la mano, diciendo con voz sonora:
(2) “Gloria a la cruz”.
(3) Y parecía que aquella cruz llamaba de nuevo la luz, y los pueblos sacudiéndose imploraban ayuda y socorro. Y Jesús ha repetido:
(4) “Todo el triunfo y la gloria serán de la cruz, de otra manera los remedios empeorarán los mismos males; por lo tanto la cruz, la cruz”.
(5) ¿Quién puede decir cómo he quedado afligida y pensativa en lo que podrá suceder?

+ + + +


4-89
Octubre 2, 1901

Jesús la lleva al Cielo y los ángeles le piden que la haga conocer a todas las gentes. Ella nada en Dios y
trata de comprender el interior Divino.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma, en medio de las gentes; ¿quién puede decir los males, los horrores que se veían? Entonces todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué peste exhala la tierra; mientras que debería ser una con el Cielo, y como en el Cielo no se hace otra cosa que amarme, alabarme, agradecerme, el eco del Cielo debería absorber la tierra y formar uno solo, pero la tierra se ha vuelto insoportable, por eso ven tú y únete con el Cielo, y a nombre de todos ven a darme una satisfacción por ellos”.
(3) En un instante me he encontrado en medio de los ángeles y santos; no sé decir como me he sentido una infusión de lo que cantaban y decían los ángeles y los santos, y yo a la par de ellos he hecho mi parte a nombre de toda la tierra. Mi dulce Jesús todo contento, después de esto dijo dirigiéndose a todos:
(4) “He aquí de la tierra una nota angélica, cómo me siento satisfecho”.
(5) Y mientras esto decía, como para recompensarme me ha tomado entre sus brazos, me besaba y besaba, y me mostraba a toda la corte Celestial como objeto de sus más queridas complacencias. Al ver esto, los ángeles han dicho:
(6) “Señor, te pedimos que muestres lo que has obrado en esta alma a las gentes con una señal prodigiosa de vuestra omnipotencia, para gloria vuestra y para el bien de las almas, no tengas más escondidos los tesoros derramados en ella, y así viendo y tocando ellos mismos vuestra omnipotencia en otra criatura, pueda servir de arrepentimiento a los malos y de mayor estímulo a quien quiere ser bueno”.
(7) Yo al oír esto me sentí sorprender por un temor, y toda anulándome, tanto que me veía como un pequeño pececillo, me he arrojado en el corazón de Jesús diciendo: “Señor, no quiero otra cosa que a Ti y estar escondida en Ti; y esto te he pedido siempre, y esto te pido que me confirmes”. Y dicho esto me he encerrado en el interior de Jesús, como nadando en los vastísimos mares del interior de Dios. Y Jesús ha dicho a todos:
(8) “¿No la habéis escuchado? No quiere otra cosa que a Mí y estar escondida en Mí, este es su más grande contento; y Yo al ver una intención tan pura me siento más atraído hacia ella, y viendo su disgusto si mostrase a las gentes con una señal prodigiosa mi obra, para no entristecerla no os concedo lo que me habéis pedido”.
(9) Los ángeles parecía que insistían, pero yo no he prestado atención a ninguno, no hacía otra cosa que nadar en Dios para comprender el interior Divino, pero qué, me parecía ser como un niñito que quiere tomar en su pequeña manita un objeto de desmesurada grandeza, que mientras lo toma se le escapa y apenas logra tocarlo, así que no puede decir ni cuánto pesa, ni qué amplitud tenía aquel objeto; o bien como otro niño que no conociendo toda la profundidad de los estudios, dice con ansias que quiere aprender todo en breve tiempo, y apenas logra aprender las primeras letras del alfabeto. Así la criatura no puede decir otra cosa que: “Lo he tocado, es bello, es grande, no hay bien que no posea.” Pero qué tan bello es, cuánta grandeza contiene, cuántos bienes posee, no sé decirlo, o sea, puede decir de Dios las primeras letras del alfabeto, dejando atrás toda la profundidad de los estudios. Así que, mis amadísimos hermanos, ángeles y santos, aun estando en el Cielo, como criaturas no tienen la capacidad de comprender en todo a su Creador, son como tantos recipientes llenos de Dios, que queriéndolos llenar de más se derraman fuera. Creo que estoy diciendo muchos desatinos, por eso pongo punto.

+ + + +


4-90
Octubre 3, 1901

Luisa se ofrece en modo especial. No hay obstáculo mayor para la unión con Dios, que la voluntad humana.

(1) Habiendo recibido la comunión, estaba pensando cómo ofrecer una cosa más especial a Jesús, cómo atestiguarle mi amor y darle un mayor gusto; entonces le he dicho: “Amadísimo Jesús mío, te ofrezco mi corazón para tu satisfacción y como eterna alabanza, y te ofrezco a toda mí misma, aun las mínimas partículas de mi cuerpo, como tantos muros para ponerlos ante Ti para impedir cualquier ofensa que te sea hecha, aceptándolas todas sobre mí si fuese posible, y a tu placer hasta el día del juicio; y porque quiero que mi ofrecimiento sea completo y te satisfaga por todos, tengo intención de que todas las penas que sufriré al recibir sobre mí las ofensas, te recompensen de toda aquella gloria que te debían dar los santos que están en el Cielo cuando estaban en la tierra, aquella que te debían dar las almas del purgatorio y aquella gloria que te debían dar todos los hombres pasados, presentes y futuros, te la ofrezco por todos en general y por cada uno en particular”. En cuanto he terminado de decir esto, el bendito Jesús, todo conmovido por tal ofrecimiento me ha dicho:
(2) “Amada mía, tú misma no puedes entender el gran contento que me has dado con el ofrecerte de este modo, me has curado todas mis heridas y me has dado una satisfacción por todas las ofensas pasadas, presentes y futuras, y Yo la tendré en cuenta por toda la eternidad como una gema preciosa que me glorificará eternamente, y cada vez que la vea te daré nueva y mayor gloria eterna.
(3) Hija mía, no puede haber obstáculo mayor que impida la unión entre Yo y las criaturas, y que se oponga a mi Gracia, que la propia voluntad. Tú con ofrecerme tu corazón para mi satisfacción, te has vaciado de ti misma, y vaciándote de ti, Yo me verteré todo en ti, y de tu corazón me vendrá una alabanza que me traerá las mismas notas de las alabanzas de mi corazón, que continuamente da a mi Padre para satisfacer a la gloria que no le dan los hombres”.
(4) Mientras esto decía, veía que mediante mi ofrecimiento salían de todas las partes de mí misma muchos ríos que se derramaban sobre el bendito Jesús, y que después, con ímpetu y más abundantes los derramaba sobre toda la corte celestial, sobre el purgatorio y sobre todas las gentes. ¡Oh bondad de mi Jesús al aceptar un tan mísero ofrecimiento, que lo recompensa con tanta gracia! ¡Oh! prodigio de las santas y piadosas intenciones, si en todas nuestras obras, aun triviales, nos sirviéramos de ellas, ¿qué negocio no haríamos?
¿Cuántas propiedades eternas no adquiriríamos? ¿Cuánta gloria de más no daríamos al Señor?

+ + + +

4-91
Octubre 8, 1901

Cuando el alma obra unida con Jesús, sus actos tienen los mismos efectos del obrar de Él. Valor de la intención.

(1) Esta mañana he padecido mucho por esperar a mi adorable Jesús, pero mientras lo esperaba hacía cuanto más podía por unir todo lo que estaba haciendo en mi interior con el interior de Nuestro Señor, intentando darle toda aquella gloria y reparación que le daba su Humanidad Santísima. Ahora, mientras esto hacía, el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:

(2) “Hija mía, cuando el alma se sirve de mi Humanidad como medio para obrar, aunque sea sólo un pensamiento, un respiro, un acto cualquiera, son como tantas gemas que salen de mi Humanidad y se presentan ante la Divinidad, y como salen por medio de mi Humanidad, tienen los mismos efectos de mi obrar cuando estaba sobre la tierra”.
(3) Y yo: “¡Ah Señor! siento como una duda, ¿cómo puede ser que con la simple intención en el obrar, aun en las más mínimas cosas, mientras que considerándolas son cosas de nada, vacías, y parece que la sola intención de la unión Contigo y de agradarte sólo a Ti, las llena, y Tú las elevas en aquel modo supremo haciéndolas aparecer como cosas grandísimas?”
(4) “¡Ah hija mía! Vacío es el obrar de la criatura, aunque fuese una obra grande; es la unión Conmigo y la simple intención de agradarme a Mí lo que lo llena, y como mi obrar, aunque fuese un respiro, excede en modo infinito a todas las obras de las criaturas juntas, he aquí la causa que lo hace tan grande, y además, ¿no sabes tú que quien se sirve de mi Humanidad como medio para obrar sus acciones, viene a nutrirse de los frutos de mi misma Humanidad, y a alimentarse de mi mismo alimento? Además de esto, ¿no es acaso la buena intención lo que hace al hombre santo, y la mala intención lo que lo hace perverso? No siempre se hacen cosas diversas, sino que con las mismas acciones uno se santifica y el otro se pervierte”.
(5) Mientras decía esto, veía dentro de nuestro Señor un árbol verde, lleno de bellos frutos, y a aquellas almas que obraban para agradar sólo a Dios y por medio de su Humanidad las veía dentro de Él, sobre de este árbol, y su Humanidad servía de habitación a estas almas. ¡Pero qué escasísimo era su número!

+ + + +

4-92
Octubre 11, 1901

Silencio de Jesús. El alimento más necesario es la paz.

(1) Habiendo pasado varios días de privación y de silencio, esta mañana al venir continuaba su silencio, y si bien lo he tenido casi siempre conmigo, por cuanto he hecho no he logrado hacerlo decir una sola palabra, parecía que tenía una cosa en su interior que lo amargaba, tanto, que lo dejaba taciturno y no quería que yo lo supiera. Ahora, mientras Jesús estaba conmigo, me pareció ver a la Reina Mamá, y al ver a Jesús conmigo me ha dicho:
(2) “¿Tú lo tienes? Menos mal que está contigo, porque si debe desahogar su justo furor, estando contigo lo detienes; hija mía, pídele que detenga los flagelos, porque los malos están todos listos para salir, pero se ven atados por una potencia suprema que lo impide, y también porque si la justicia divina no permite que lo hagan cuando les plazca a ellos, se tendrá este bien, que conocerán la autoridad divina sobre ellos y dirán: “Lo hemos hecho porque nos ha sido dado el poder de lo alto”. Hija mía, qué guerra se encuba en el mundo moral, da horror verlo; no obstante, el primer alimento que se debería buscar en la sociedad, en las familias y por cada alma, debería ser la paz, todos los demás alimentos se vuelven insalubres sin ella, aunque sean las mismas virtudes, la caridad, el arrepentimiento, sin la paz no llevan ni salud ni verdadera santidad; sin embargo en el mundo de hoy se ha descartado este alimento de la paz tan necesario y saludable, y no se quiere mas que turbulencias y guerras. Hija mía, ruega, ruega”.

+ + + +


4-93
Octubre 14, 1901

Jesús se muestra como un relámpago, y le hace comprender alguna cosa de los atributos divinos.

(1) El bendito Jesús viene de prisa, casi como un relámpago, y en ese relámpago hace salir de dentro de su interior, ahora un distintivo especial de un atributo suyo, y ahora algún otro, cuántas cosas hace comprender en aquel relámpago; pero retirándose aquel relámpago la mente permanece a oscuras y no sabe decir lo que ha comprendido en aquel relámpago de luz, mucho más que siendo cosas que se refieren a la Divinidad, la lengua humana se ve en dificultades para poderlas decir, y por cuanto más se esfuerza, más muda queda, más bien en estas cosas es siempre una niñita recién nacida. Pero la obediencia quiere que me esfuerce en decir lo poco que pueda, y helo aquí: “Me parecía que todos los bienes Dios los contiene en Sí mismo, de modo que, encontrando en Dios todos los bienes que Él contiene, no es necesario ir a otra parte para ver la amplitud de sus confines, no, sino que Él solo basta para encontrar todo lo que es suyo. Ahora, en un relámpago mostraba un distintivo especial de su belleza; ¿pero quién puede decir cuán bello es? Sólo sé decir que comparadas todas las bellezas angélicas y humanas, las bellezas de la variedad de las flores y de los frutos, el espléndido azul y estrellado cielo, que parece que mirándolo nos hipnotiza y nos habla de una belleza suprema, son sombras o aliento que Dios ha mandado de la belleza que en Él contiene, o sea, como pequeñas gotas de rocío comparadas con las inmensas aguas del mar. Paso adelante pues mi mente empieza a perderse. En otro relámpago mostraba un distintivo especial del atributo de la caridad, pero, ¡oh Dios tres veces Santo! ¿Cómo podré yo, miserable, hablar sobre este atributo, que es la fuente de la cual se derivan todos los otros atributos? Diré sólo lo que comprendí de él con respecto a la naturaleza humana. Comprendí que Dios al crearnos, este atributo de la caridad se vierte en nosotros y nos llena todo de Sí, de modo que si el alma correspondiese, estando llena del soplo de la caridad de Dios, la misma naturaleza debería transformarse en caridad hacia Dios. En cambio, conforme el alma se va difundiendo en el amor de las criaturas, o de los placeres, o del interés, o de cualquier otra cosa, aquel soplo divino va saliendo del alma, y si llega a difundirse en todo, el alma queda vacía de la caridad divina. Y como al Cielo no se entra si no se es un complejo de caridad purísima, toda divina, si el alma se salva, este soplo recibido al ser creada, lo irá a readquirir a fuerza de fuego en las llamas purgantes, y sólo saldrá cuando llegue a desbordarse de esta caridad, entonces quién sabe qué larga etapa tendrá que pasar en aquel lugar expiatorio. Ahora, si así tiene que ser la criatura, ¿qué será el Creador? Creo que estoy diciendo muchos disparates, pero no me maravillo porque no soy para nada ninguna docta, soy siempre una ignorante, y si hay alguna cosa de verdad en estos escritos no es mía, sino de Dios, y yo quedo siempre la ignorante que soy.

+ + + +

4-94
Octubre 21, 1901

La recta intención. Todo lo que no se hace por Dios queda perdido como polvo ante un viento impetuoso.

(1) Esta mañana, el bendito Jesús al venir parecía que hacía un cerco con sus brazos como para encerrarme dentro, y mientras me estrechaba me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma hace todo por Mí, todo queda encerrado dentro de este cerco, nada queda fuera, así fuera un suspiro, un latido, un movimiento cualquiera, todo

entra en Mí, y en Mí todo queda numerado y Yo en recompensa los derramo en el alma, pero duplicados de gracia, de modo que el alma derramándolos nuevamente en Mí, y Yo en ella, llega a adquirir un capital sorprendente de gracia, y todo esto es mi deleite, esto es: “Dar a la criatura lo que me ha dado como si fuese cosa suya, agregando siempre de lo mío”. Y quien con su ingratitud impide que le dé lo que quiero, impide mis inocentes delicias. Ahora, quien no obra por Mí, todo queda fuera de mi cerco, dispersado como el polvo por un viento impetuoso”.

+ + + +

4-95
Octubre 25, 1901

La privación hace conocer de dónde vienen las cosas y la preciosidad del objeto perdido.

(1) Después de haber pasado varios días de temores y dudas sobre mi estado, creyéndolo todo un trabajo de mi fantasía, y a veces se fijaba tanto mi mente en esto, que llegaba a lamentarme y a disgustarme con Nuestro Señor diciendo: “¡Qué pena, qué desgracia la mía ser víctima de mi fantasía, creía verte a Ti y en cambio era todo alucinación de la fantasía, creía cumplir tu Querer estando por tanto tiempo en este lecho, y quién sabe si no ha sido también un fruto de la fantasía! Señor, da pena, da espanto el sólo pensarlo; tu Querer endulzaba todo, pero esto me amarga hasta la médula de los huesos;
¡ah! dame la fuerza de salir de este estado de fantasía”. Y lo tenía tan fijo que no me podía distraer, tanto, que llegaba a pensar que la fantasía me habría preparado un lugar en el infierno; si bien buscaba liberarme diciendo: “Pues bien, me serviré de la fantasía para poderlo amar en el infierno.
(2) Ahora, mientras me encontraba en esta fijación, el bendito Jesús ha querido acrecentar mi dolorosa situación, con moverse dentro de mí diciendo: “No prestes atención a esto, de otra manera Yo te dejo y te haré ver si soy Yo quien vengo o es tu fantasía que engaña”.
(3) A pesar de esto no me he preocupado por entonces diciendo: “¡Ah!, no tendrá ánimo de hacerlo, es tan bueno.” Sin embargo, en efecto lo hizo.
(4) Es inútil decir lo que pasé algunos días privada de Jesús, me alargaría demasiado, sólo al recordarme se me hiela la sangre en las venas, por eso paso adelante. Ahora, habiendo dicho todo esto al confesor, parece que él fue mi mediador. Habiendo comenzado a pedir juntos que se dignara venir, me sentí perder los sentidos y se hacía ver de muy lejos, casi enfadado que no quería venir. Yo no me atrevía, pero el confesor insistía uniendo la intención de que me participara la crucifixión, entonces para contentar al confesor se ha acercado y me ha participado los dolores de la cruz, y después como si hubiera hecho las paces me ha dicho:
(5) “Era necesario que te privara de Mí, de otra manera no te habrías convencido si soy Yo o bien tu fantasía. La privación sirve para hacer conocer de donde vienen las cosas y la preciosidad del objeto perdido, y para estimarlo más cuando se recobra”.

+ + + +

4-96
Noviembre 22, 1901

El yo lleva la marca de todas las ruinas, sin el yo todo es seguridad.

(1) Después de haber pasado días amarguísimos de lágrimas, de privaciones y de silencio, mi pobre corazón no puede más; tanto es el dolor fuera de mi centro Dios, que

continuamente soy arrojada entre profundas olas de fiera tempestad, en estado de fuerte violencia en que sufro a cada momento la muerte, y lo que es más, no poder morir. Entonces, encontrándome en esta situación, por poco se ha hecho ver y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando un alma hace en todo la voluntad de otra, se dice que tiene confianza en aquella, por eso vive del querer de la otra y no del suyo, así cuando el alma hace en todo mi Voluntad, Yo digo que tiene fe, así que el Divino Querer y la fe son ramas producidas de un solo tronco, y como la fe es simple, la fe y el Divino Querer producen la tercera rama de la simplicidad, y así el alma readquiere en todo las características de paloma. ¿No quieres tú entonces ser mi paloma?”
(3) En otra ocasión me dijo:
(4) “Hija mía, las perlas, el oro, las gemas, las cosas más preciosas, se tienen bien custodiadas dentro de algún cofre y con doble llave. ¿Por qué temes tú entonces si te tengo bien custodiada en el cofre de la santa obediencia, custodia segurísima donde no una, sino dos llaves tienen bien cerrada la puerta para tener prohibido el ingreso a cualquier ladrón, y aun a la sombra de cualquier defecto? Sólo el yo lleva la marca de todas las ruinas, pero sin el yo todo es seguridad”.

+ + + +

4-97
Diciembre 27, 1901

Jesús: suministrador de la Santísima Trinidad. Separación de los sacerdotes.

(1) Es inútil el decir mi pobre estado, cómo me he reducido, sería un querer recrudecer y hacer más profundas las llagas de mi alma, por eso paso todo en silencio haciendo un ofrecimiento al Señor. Entonces esta mañana mientras lloraba la pérdida de mi adorable Jesús, ha venido el confesor y me ha dado la obediencia de pedir al Señor que se dignara venir. Parece que ha venido, y habiendo puesto el confesor la intención de la crucifixión, me ha participado los dolores de la cruz, y mientras esto hacía ha dicho al confesor:
(2) “Yo fui suministrador de la Santísima Trinidad, esto es: Suministré a las gentes la potencia, la sabiduría, la caridad de las Divinas Personas. Tú, siendo mi representante, no debes hacer otra cosa que continuar mi misma obra hacia las almas, y si no te interesas vienes a destrozar la obra empezada por Mí, y Yo me siento defraudado en la ejecución de mis designios, y soy obligado a retirar la potencia, la sabiduría, la caridad que os habría suministrado si hubieras cumplido la obra que te confié”.
(3) Después de esto parecía que me transportaba fuera de mí misma, y desde lejos se veía una multitud de personas, de la cual venía una peste insoportable y Jesús ha dicho:
(4) “Hija mía, qué escisión harán los sacerdotes entre ellos, y esto será el último golpe para fomentar entre los pueblos partidos y revoluciones”.
(5) Y lo decía tan amargado que daba compasión. Después de esto, recordándome de mi estado le he dicho: “Dime Señor mío, ¿quieres que me haga dar la obediencia para terminar de estar en este estado? Sobre todo que no sufriendo más como antes me siento inútil”. Y Él me ha respondido:
(6) “Justo”.
(7) Pero muy afligido, y mi corazón quedó inquieto como si no hubiera querido que me hubiera dicho eso. Entonces he replicado: “Pero Señor, no porque yo quiera salir, sino que quiero conocer tu Santo Querer, porque como mi estado era porque Tú venías a mí y me participabas tus sufrimientos, habiendo cesado esto, temo que ni siquiera quisieras que continúe estando en la cama”. Y Jesús ha dicho:
(8) “Tienes razón, tienes razón”.
(9)¿Pero qué? El corazón me lo sentía romper por las respuestas que me daba Jesús bendito, y he agregado: “Pero mi Señor, dime al menos cual es mayor gloria para Ti, ¿que

continúe estando así aunque tenga que morir, o que me haga dar la obediencia que termine mi estado?” Y Jesús, viendo que no terminaba con esto, Él mismo ha cambiado tema diciéndome:
(10) “Hija mía, me siento ofendido por todos, mira, aun las almas devotas tienen los ojos fijos para examinar si lo que hacen es o no es culpa, pero enmendarse, extirpar la culpa, eso no, y esto es señal de que no hay ni dolor ni amor, porque el dolor y el amor son dos ungüentos eficacísimos, que aplicados al alma la dejan perfectamente curada; y uno corrobora y fortifica mayormente al otro”.
(11) Pero yo pensaba en mi pobre situación, y quería decirle de nuevo para conocer la Voluntad del Señor con claridad; pero Jesús me ha desaparecido, y yo retornando en mí misma me veía toda confundida sobre qué hacer, entonces para estar segura he expuesto todo a la obediencia, la cual quiere que continúe estando en mi estado. Sea siempre hecha la Voluntad del Señor.

+ + + +

4-98
Diciembre 29, 1901

Las tribulaciones son necesarias a quien vive a la sombra de Jesús.

(1) Estando toda oprimida, apenas he visto a mi adorable Jesús, el cual mirándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, para quien vive a mi sombra es necesario que soplen los vientos de las tribulaciones, a fin de que el aire infectado de alrededor no pueda penetrar en él aunque esté bajo mi sombra; así que los vientos continuos, agitando siempre este aire malsano, lo tienen siempre lejano y hacen soplar un aire purísimo y saludable”.
(3) Al terminar ha desaparecido, y yo comprendía muchas cosas sobre esto, pero no es necesario explicarlas porque creo que es fácil comprender el significado.


+ + + +

4-99
Enero 6, 1902

Efectos portentosos del unir nuestra vida con la de Jesús. Dos palabras sobre la muerte.

(1) Estando en mi habitual estado, después de haber esperado mucho, vino por poco mi amadísimo Jesús, y poniéndose junto a mí me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien busca uniformarse en todo a mi vida, no hace otra cosa que agregar un perfume de más y distinto a todo lo que hice en mi vida, de modo de perfumar el Cielo, toda la Iglesia, y aun los mismos malos sienten exhalar este perfume celestial, tanto, que todos los santos no son otra cosa que tantos perfumes, y lo que más regocija a la Iglesia y al Cielo es que son distintos entre ellos. No sólo esto, sino que quien busca continuar mi vida, obrando lo que hice, hasta donde puede, y donde no puede, al menos con el deseo y con la intención, Yo lo tengo en mis manos como si estuviera continuando toda mi vida en dicha alma, no como cosa pasada, sino como si en el presente viviera, y esto es un tesoro en mis manos, que duplicando el tesoro de todo lo que obré, lo dispongo para bien de todo el género humano. Entonces, ¿no quisieras tú ser uno de éstos?”
(3) Yo me he sentido toda confundida y no he sabido qué responder, y Jesús ha desaparecido; pero poco después ha vuelto, y al mismo tiempo veía varias personas que temían mucho a la muerte. Entonces yo, viendo esto he dicho: “Amable Jesús mío, ¿será defecto en mí este no temer la muerte, mientras veo que tanto la temen los demás?, y yo en cambio, pensando sólo en que la muerte me unirá para siempre Contigo y terminará el

martirio de mi dura separación, el pensamiento de la muerte no sólo no me da ningún temor, sino que me es de alivio, me da paz y hago fiesta por ello, dejando de lado todas las demás consecuencias que lleva consigo la muerte”.
(4) Y Jesús: “Hija, en verdad ese temor extravagante de morir es locura, ya que cada uno tiene todos mis méritos, virtudes y obras como pasaporte para entrar al Cielo, habiéndoselos dado en donación a todos, y mucho más si aprovechando esta donación mía ha agregado lo suyo, y con todas estas cosas, ¿qué temor se puede tener de la muerte? Mientras que con este segurísimo pasaporte el alma puede entrar donde quiera, y todos por consideración del pasaporte la respetan y le dan el paso. En cuanto a ti, este no temer para nada la muerte es por haber tratado Conmigo, y haber experimentado cómo es dulce y amada la unión con el sumo Bien, pero debes saber que el homenaje más agradable que se me pueda ofrecer, es desear morir para unirse Conmigo, y es la más bella disposición del alma para purgarse y sin ningún intervalo pasar directamente por el camino al Cielo”.
Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-100
Enero 11, 1902

El amor para ser perfecto debe ser triple. Habla del divorcio.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la santa comunión, por un poco he visto a mi adorable Jesús, y yo, en cuanto lo vi le dije: “Dulce Bien mío, dime, ¿continúas amándome?”
(2) Y Él: “Sí, pero soy amante y celoso, celoso y amante, más bien te digo que para ser perfecto el amor debe ser triple, y en Mí hay esta triple condición de amor: Primero, te amo como Creador, como Redentor y como Amante. Segundo, te amo en mi omnipotencia, que me sirvió para crearte y crear todo por amor tuyo, de modo que el aire, el agua, el fuego y todo lo demás te dicen que te amo y que por amor tuyo los hice; te amo como mi imagen, y te amo por ti misma. Tercero, te amo ab eterno, te amo en el tiempo y te amo por toda la eternidad. Y esto no es otra cosa que un aliento que ha salido fuera de mi amor; imagina tú qué será aquel amor que contengo en Mí mismo.
(3) Ahora, tú estás obligada a corresponderme este triple amor, amándome como tu Dios, en el cual te debes fijar toda tú, y no hacer salir nada de ti que no sea amor por Mí, amándome por cuenta tuya y por el bien que a ti te viene, y amarme por todos y en todos”.
(4) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma y me he encontrado en medio de muchas personas que decían: “Si se confirma esta ley, pobre mujer, todo le será para mal”. Y todos esperaban con ansia oír el pro o el contra, y se veía en otro lugar apartado que estaban muchas personas discutiendo entre ellas, y uno de estos tomaba la palabra y los hacía callar a todos, y después de haber fatigado mucho ha salido a la puerta y ha dicho: Ciertamente sí, en favor de la mujer. Al oír esto, todos los de afuera hacían fiesta, y los de adentro quedaban todos confundidos, tanto que ni siquiera tenían valor de salir.
(5) Creo que sea esta ley del divorcio que dicen, y yo comprendía que no la confirmaron.

+ + + +


4-101
Enero 12, 1902

La ceguera de los hombres. Jesús habla del divorcio. Las contradicciones son perlas preciosas.

(1) Parece que continua viniendo un poco mi adorable Jesús, es más, esta mañana transportándome fuera de mí misma me hacía ver los graves males de la sociedad, y sus grandes amarguras, y ha vertido abundantemente en mí parte de lo que lo amargaba, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira un poco hasta donde ha llegado la ceguera de los hombres, hasta querer formar leyes inicuas y contra ellos mismos y su bienestar social; hija mía, por esto te llamo de nuevo a los sufrimientos, a fin de que ofreciéndote Conmigo a la Divina Justicia, aquellos que deben combatir esta ley del divorcio obtengan luz y gracia eficaz para resultar victoriosos. Hija mía, Yo tolero que hagan guerras, revoluciones, que la sangre de los nuevos mártires inunde el mundo, esto es honor para Mí y para mi Iglesia, pero esta ley brutal es una afrenta a la Iglesia, y a Mí me es abominable e intolerable”.
(3) Mientras esto decía, he visto un hombre que luchaba contra esta ley, cansado y sin fuerzas, en actitud de quererse retirar de la empresa; entonces junto con el Señor lo hemos alentado y él ha respondido: “Me veo casi solo para luchar, e imposibilitado para obtener el propósito”. Yo le dije: “Ánimo, porque las contradicciones son tantas perlas de las que el Señor se servirá para adornaros en el Cielo”. Y él ha tomado aliento y ha seguido con la empresa.
(4) Después de esto he visto a otro todo afanado, pensativo, no sabiendo qué decidir, y algunos le decían: “¿Sabes qué quieres hacer? Sal, sal de Roma”. Y él: “No, no puedo, es palabra dada a mi padre, expondré mi vida, pero salir jamás”.
(5) Después nos hemos retirado, Jesús ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma

+ + + +.

4-102
Enero 14, 1902

No se es digno de Jesús si no se vacía de todo.
En qué consiste la verdadera exaltación.

(1) Estando en mi habitual estado ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no puede ser verdaderamente digno de Mí, sino sólo quien ha vaciado todo de dentro de sí, y se ha llenado todo de Mí, de modo de formar de sí mismo un objeto todo de amor divino, tanto, que mi amor debe llegar a formar su vida y a amarme no con su amor, sino con mi amor”.
(3) Después ha agregado: “¿Qué significan aquellas palabras: “Ha depuesto del trono a los poderosos y ha exaltado a los pequeños?” Que el alma destruyéndose del todo a sí misma se llena toda de Dios, y amando a Dios con Dios mismo, Dios exalta al alma a un amor eterno, y esta es la verdadera y la más grande exaltación y a la vez la verdadera humildad”.
(4) Después ha continuado: “La verdadera señal para conocer si se posee este amor, es si el alma no se ocupa de ninguna otra cosa más que de amar a Dios, de hacerlo conocer, y hacer que todos lo amen”.
(5) Después, retirándose en mi interior he oído que rezaba diciendo:
(6) “Siempre Santa e indivisible Trinidad, os adoro profundamente, os amo intensamente, os agradezco perpetuamente por todos y en los corazones de todos”.

(7) Y así la he pasado, oyendo casi siempre que rezaba dentro de mí y yo junto con Él.

+ + + +

La fiebre del amor hace emprender al alma el vuelo hacia el Cielo. Reproches de Jesús.

4-103
Enero 25, 1902

(1) Esta mañana después de haber esperado mucho, ha venido mi adorable Jesús, y apenas lo he visto le he dicho: “Amado Bien mío, no puedo más, llévame de una vez para siempre contigo al Cielo, o bien quédate para siempre conmigo sobre esta tierra”.
(2) Y Él: “Hazme observar hasta donde ha llegado la fiebre de tu amor, porque así como la fiebre natural cuando llega a un grado alto tiene virtud de consumir el cuerpo y hacerlo morir, así la fiebre del amor, si llega a un grado altísimo tiene virtud de deshacer el cuerpo y hacer tomar el vuelo al alma, nada menos que hacia el Cielo”.
(3) Y mientras esto decía ha tomado mi corazón entre sus manos como para revisarlo, y prosiguió diciéndome:
(4) “Hija mía, la fuerza de la fiebre del amor no ha llegado al punto; se necesita otro poco”.
(5) Después hacía ver que quería verter, pero yo no le decía nada, y Él, casi reprochándome, dulcemente ha agregado:
(6) “¿No sabes tu deber? ¿No sabes que la primera cosa que deberías hacer al verme, es ver si hay en Mí alguna cosa que me aflige y amarga y pedirme que la vierta sobre ti? Este es el verdadero amor, sufrir las penas de la persona amada, para poder ver en todo contenta a la persona que se ama”.
(7) Yo, avergonzándome de esto he dicho: “Señor, vierte”. Y Él ha vertido y ha desaparecido.

+ + + +

4-104
Enero 26, 1902

La Reina Mamá está enriquecida con las tres prerrogativas de la Santísima Trinidad.

(1) Esta mañana mientras me encontraba en mi habitual estado, veía ante mí una luz interminable, y comprendía que en aquella luz moraba la Santísima Trinidad, y al mismo tiempo veía delante a esa luz a la Reina Mamá que quedaba toda absorbida por la Santísima Trinidad, y Ella absorbía en Sí a las Tres Divinas Personas, de modo tal, que quedaba enriquecida con las tres prerrogativas de la Trinidad Sacrosanta, es decir: Potencia, Sabiduría y Caridad, y así como Dios ama al género humano como parte de Sí, y como partícula salida de Sí, y desea ardientemente que esta parte de Sí mismo regrese a Él mismo, así la Mamá Reina, participando en esto ama al género humano con amor apasionado.
(2) Ahora, mientras esto comprendía he visto al confesor y le pedí a la Virgen Santísima que intercediera ante la Santísima Trinidad por él; Ella hizo una inclinación llevando mi oración al Trono de Dios, y he visto que del Trono Divino salía un flujo de luz que cubría todo al confesor, y me he encontrado en mí misma.

+ + + +


4-105
Febrero 3, 1902

Ofrece su vida para que no se apruebe la ley del divorcio.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma con mi adorable Niño Jesús entre mis brazos; primero ha derramado un poco de lo que lo amargaba, y después hacía como si se quisiera ir, y yo estrechándolo entre mis brazos le he dicho: “Amado mío y vida de mi vida, ¿qué haces? ¿Te quieres ir? ¿Y yo cómo hago?
¿No ves que cuando estoy privada de Ti es para mí un continuo morir? Y además, tu corazón que es la misma bondad no tendrá valor de hacerlo, y yo jamás te dejaré partir”. Y lo estrechaba fuerte como si mis brazos se hubieran vuelto cadenas, así que no pudiendo soltarse se ha quedado conmigo, callado, y yo, viendo que los males de la sociedad se agravaban mayormente, le he dicho: “Dulce Bien mío, dime qué será de este divorcio que dicen, ¿llegarán a formar esta ley impía o no?”
(2) Y Él me ha dicho: “Hija mía, el interior del hombre contiene un tumor gangrenoso, lleno de podredumbre, como si hubiera llegado a supurar, y no pudiendo contenerlo más dentro, quieren cortar este tumor, pero no para curarse, sino para hacer que saliendo parte de esta podredumbre pueda contaminar, contagiar a toda la sociedad. Pero el Sol divino, casi nadando en medio de la sociedad grita continuamente diciendo: “Oh hombre, ¿no recuerdas de qué fuente de pureza has salido, que como aura de luz te llamaba a tu camino? Cómo, no sólo te has contaminado, sino que quieres llegar a obrar contra naturaleza, casi queriendo dar otra forma a la naturaleza que te he dado, y del modo por Mí establecido”.
(3) Después dijo muchas otras cosas que yo no sé decir, pero lo decía con tanta amargura, que yo no pudiendo resistir el verlo en aquel modo, he dicho:
(4) “Señor, retirémonos, ¿no ves cómo te amargan los hombres y casi no te dan paz?”.Así nos hemos retirado a la cama, y queriendo aliviar a mi buen Jesús le he dicho: “Si tanto te aflige que los hombres hagan esto, yo te ofrezco mi vida para sufrir cualquier pena y obtener que no lleguen a eso, y para hacer que de ningún modo sea lanzada nuevamente, lo uno a tu sacrificio para poder obtener con seguridad un reescrito de gracia”. Mientras esto decía, parecía que el Señor presentaba mi ofrecimiento a la divina justicia. Él ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.
(5) Parece que los hombres a cualquier costo quieren confirmar al menos algún artículo de esta ley, no pudiendo obtener que la confirmaran toda como ellos quieren y les place.

+ + + +

4-106
Febrero 8, 1902

Significados de la Pasión de Jesús.

(1) Esta mañana, al venir mi adorable Jesús me ha participado parte de su Pasión. Ahora, mientras me encontraba sufriendo, el Señor para aliviarme me ha dicho:
(2) “Hija mía, el primer significado de la Pasión contiene gloria, alabanza, honor, agradecimiento, reparación a la Divinidad. El segundo es la salvación de las almas y todas las gracias que se necesitan para obtener esta finalidad. Entonces, quien participa en las penas de mi Pasión, su vida contiene estos mismos significados, no sólo, sino que toma la misma forma de mi Humanidad, y como dicha Humanidad está unida con la Divinidad, también el alma que participa en mis penas está en contacto con la Divinidad y puede obtener lo que quiere. Es más, sus penas son como llaves para abrir los tesoros divinos, esto mientras vive acá abajo, y después allá en el Cielo también le está reservada una

gloria distinta que le es dada por mi Humanidad y Divinidad, en modo de semejarse a mi misma luz y gloria, y será una gloria más especial para toda la corte celestial, que le será dada por medio de esta alma, por lo que Yo le he comunicado, porque por cuantas más almas se han semejado a Mí en las penas, tanto más de dentro de la Divinidad saldrá luz y gloria, y toda la corte celestial participará de esta gloria”.
(3) Sea siempre bendito el Señor, y todo sea para su gloria y honor.

+ + + +

4-107
Febrero 9, 1902

Jesús se pone a disposición del alma. Ella pide el milagro de que no se confirme la ley del divorcio.

(1) Esta mañana mi dulcísimo Jesús al venir me ha participado en abundancia sus penas, tanto, que me sentía como si debiera morir. Mientras me sentía en tal estado, el bendito Jesús enternecido y conmovido al verme sufrir se ha puesto en mi interior, y doblando las manos me ha dicho:
(2) “Hija mía, como tú has estado a mi disposición para sufrir, así también Yo para corresponderte me pongo a tu disposición, dime que quieres que haga, porque estoy pronto para hacer lo que tú quieres”.
(3) Entonces yo, recordándome cuánto le disgustaría si los hombres confirmasen la ley del divorcio y los males que a la sociedad le vendrían, le he dicho: “Dulce Bien mío, ya que te dignas ponerte a mi disposición, quiero que con tu omnipotencia obres un prodigio, que encadenando la voluntad de las criaturas no puedan confirmar esta ley”. Y el Señor parecía que aceptaba mi propuesta, diciéndome: “Casi todas las víctimas que ha habido sobre la tierra y que ahora se encuentran en el Cielo, tienen alguna estrella brillantísima en sus coronas, que las hacen distinguir bien por el lugar que ocupan, y estas estrellas no son otra cosa que alguna gloria grande que le han procurado a Dios, y al mismo tiempo, por su medio un bien grande a la humanidad. Tú quieres que obre un prodigio para no dejar que se confirme este divorcio, pues de otra manera no se podría evitar esto, pues bien, por amor tuyo realizaré este prodigio, y esta será la estrella más refulgente que resplandecerá en tu corona, esto es, por haber impedido con tus sufrimientos que mi justicia, en estos tristes tiempos, a las tantas maldades que cometen, permita también este mal que ellos mismos han querido. Así que, ¿se puede dar gloria más grande a Dios y más bien a los hombres?”

+ + + +

4-108
Febrero 17, 1902

Le explica qué cosa es la muerte.

(1) Esta mañana, después de haber esperado mucho, finalmente he encontrado a mi dulcísimo Jesús y quejándome con Él le he dicho: “Amado Bien mío, ¿cómo me haces esperar tanto? ¿Acaso no sabes que sin Ti no puedo vivir y mi alma siente un continuo morir?”
(2) Y Él: “Amada mía, cada vez que tú me buscas a Mí, te dispones a morir, porque en realidad, ¿qué cosa es la muerte sino la unión estable y permanente Conmigo? Tal fue mi vida, un continuo morir por amor tuyo, y esta continua muerte fue la preparación al gran sacrificio de morir en la cruz por ti. Debes saber que quien vive en mi Humanidad y se alimenta de las obras de Ella, forma de sí mismo un gran árbol, lleno de flores y frutos

abundantes, y éstos forman el alimento de Dios y del alma. Quien vive fuera de mi Humanidad, sus obras son odiosas a Dios e infructuosas para sí mismo”.
(3) Después de esto, el Señor ha vertido abundantemente en mí amarguras y dulzuras mezcladas, luego giramos un poco en medio de las gentes, y yo no podía separar mi mirada del rostro de mi amado Jesús, y Él viendo esto me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien se deja seducir por las obras del Creador, deja suspendidas las obras de las criaturas”.
(5) Él ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-109
Febrero 19, 1902

El alma es como tela que recibe en sí el retrato de la imagen divina.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver que dormía en mi interior, irradiando de Sí muchos rayos de luz dorados. Yo estaba contenta de verlo, pero al mismo tiempo descontenta por no poder oír la dulzura y suavidad de su voz creadora. Entonces, después de mucho esperar ha vuelto a hacerse ver, y viendo mi descontento me ha dicho:
(2) “Hija mía, en el ministerio público es necesario el uso de la voz para hacerme entender, pero en el ministerio privado mi sola presencia basta para todo, porque verme y entender la armonía de mis virtudes para copiarlas en sí misma, es lo mismo, por lo tanto la atención del alma debe estar en verme y en uniformarse en todo a las operaciones interiores del Verbo, porque cuando Yo atraigo al alma a Mí, se puede decir, al menos por ese tiempo, que la tengo en mi presencia, que hace vida divina. Siendo mi luz como pincel para pintar, mis virtudes suministran los diferentes colores, y el alma es como tela que recibe en sí el retrato de la imagen divina. Sucede como aquellos puentes altos, que por cuanto más altos tanto más precipitan a lo bajo una lluvia abundante; así el alma, ante mi presencia se pone en el estado que le conviene, o sea en lo bajo, en la nada, tanto que se siente destruir, y la Divinidad a torrentes hace llover la gracia sobre ella y llega a sumergirla en Sí mismo, por eso debes estar contenta de todo, si hablo, y contenta si no hablo”.
(3) Mientras esto decía me he sentido como sumergir en Dios, y después me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-110
Febrero 21, 1902

La palabra de Jesús fue simple, la entendían los doctos como los más ignorantes. Los predicadores de estos tiempos dan tantas vueltas, que los pueblos quedan en ayunas y fastidiados;
se ve que no la toman de la fuente divina.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver en mi interior como queriendo descansar, pero mientras parecía que reposaba, como si hubiera recibido una ofensa que no podía soportar, despertándose me ha dicho:
(2) “Hija mía, ten paciencia, hazme verter en ti esta amargura que no me da reposo”.
(3) Y así diciendo, vertió en mí lo que lo amargaba, y ha tomado su aspecto dulce de modo de poder reposar, y continuaba estando en mi interior, esparciendo tantos rayos de luz, de modo de formar una red de luz para tomar a todos los hombres dentro de aquella

red, sólo que unos recibían más de aquella luz y otros menos. Ahora mientras esto veía, Nuestro Señor me ha dicho:
(4) “Amada mía, cuando hago silencio es señal que quiero reposo, es decir que tú te reposes en Mí y Yo en ti. Cuando hablo es señal de que quiero vida activa, es decir que me ayudes en la obra de la salvación de las almas; porque siendo mis imágenes, lo que a ellas se hace lo considero hecho a Mí mismo”.
(5) Al decir esto veía algunos sacerdotes, y Jesús como lamentándose con ellos ha agregado:
(6) “Mi hablar fue simple, tanto que lo hacía comprender a los doctos y a los más ignorantes, como se ve con claridad en el santo evangelio. En cambio los predicadores de estos tiempos, tantas vueltas y vueltas mezclan, que los pueblos quedan en ayunas y fastidiados, se ve que no lo toman de la fuente de mi manantial”.

+ + + +

4-111
Febrero 24, 1902

La Reina Mamá le habla de sus dolores. Continúa hablando acerca del divorcio.

(1) Estando en mi habitual estado, ha venido la Reina Madre y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mis dolores, como dicen los profetas, fueron un mar de dolores, y en el Cielo se han cambiado en un mar de gloria, y cada uno de mis dolores ha fructificado otros tantos tesoros de gracia; y así como en la tierra me llaman estrella del mar, que con seguridad guía al puerto, así en el Cielo me llaman estrella de luz para todos los bienaventurados, de modo que son recreados por esta luz que me produjeron mis dolores”.
(3) Mientras estaba en esto ha venido mi adorable Jesús diciéndome:
(4) “Amada mía, no hay cosa que me sea más querida y agradable que un corazón justo que me ama, y viéndome sufrir me pide sufrir ella lo que sufro Yo, esto me ata tanto, y tiene tanta fuerza sobre mi corazón, que por recompensa le doy todo Yo mismo, y le concedo las gracias más grandes y lo que ella quiere; y si no hiciera esto, habiéndole hecho donación de Mí, siento que por cuantas cosas no le doy, tantos hurtos le hago, o sea, tantas deudas contraigo con ella”.
(5) Después me ha transportado fuera de mí misma, y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, hay ciertas ofensas que superan por mucho los mismos sufrimientos que sufrí en mi Pasión, como el día de hoy en que he recibido varias, que si no vertiera parte, mi justicia me obligaría a mandar sobre la tierra fieros flagelos; por eso déjame verter en ti”.
(7) Después de que vertió, no sé como, oyéndolo hablar de las ofensas le he dicho: “Señor, esta ley del divorcio que dicen, ¿es cierto que no la confirmarán?”
(8) Y Él: “Por ahora es cierto, porque después, de aquí a cinco, diez, veinte años, o que te suspenda de víctima o te pueda llamar al Cielo, podrán hacerlo, pero el prodigio de encadenar su voluntad y de confundirlos, por ahora lo he hecho; pero si supieras la rabia que tienen los demonios y aquellos que querían esta ley, que tenían por seguro obtenerla, es tanta, que si pudieran destruirían cualquier autoridad y harían estragos por todas partes. Entonces para mitigar esta rabia y para impedir en parte estos estragos, ¿quieres tú exponerte un poco a su furor?”
(9) Y yo: “Sí, a condición que vengas conmigo”. Y así hemos ido a un lugar donde estaban demonios y personas que parecían furibundos, enfurecidos y enloquecidos; en cuanto me vieron han corrido sobre mí como tantos lobos, y quien me golpeaba, quien me desgarraba las carnes, habrían querido destruirme, pero no tenían el poder. Pero yo, si bien he sufrido mucho, no los temía porque tenía a Jesús conmigo. Después de esto me he reencontrado en mí misma, llena de varias penas. Sea siempre bendito el Señor.

+ + + +

4-112
Marzo 2, 1902

Efectos de la fe.

(1) Esta mañana me sentía toda pensativa, como si el Señor quisiera nuevamente sustraerme su presencia, y por tanto quitarme los sufrimientos, también sentía un poco de desconfianza. Entonces, después de mucho esperar, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien de la fe se nutre adquiere vida divina, y adquiriendo vida divina destruye la humana, esto es, destruye en sí los gérmenes que produjo la culpa original, readquiriendo la naturaleza perfecta como salió de mis manos, semejante a Mí, y con esto viene a superar en nobleza a la misma naturaleza angélica”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.


+ + + +

4-113
Marzo 3, 1902

Los castigos son necesarios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús no venía, y yo me sentía morir por su ausencia. Después, hacia la última hora, movido a compasión de mí, ha venido y besándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, es necesario que alguna vez no venga, ¿de otra manera cómo daría desahogo a mi justicia? Y los hombres viendo que Yo no los castigo no harían otra cosa que enorgullecerse siempre más; por eso son necesarias las guerras, los estragos; el principio y el medio serán dolorosísimos, pero el fin será gozosísimo, y además tú lo sabes, que la primera cosa es la resignación a mi Voluntad”.

+ + + +

4-114
Marzo 5, 1902

El mal ejemplo de las cabezas.

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y después de haber ido en busca de mi adorable Jesús lo he reencontrado, pero para mi sorpresa he visto que tenía clavadas en los pies, en las plantas, muchas espinas que le daban dolor y le impedían caminar; todo afligido se ha arrojado en mis brazos como queriendo encontrar reposo y que yo le quitara aquellas espinas, yo me lo he estrechado y le he dicho: “Dulce amor mío, si hubieras venido en los días pasados no te habrías clavado tantas espinas, a lo más, conforme se te clavara alguna te la habría sacado, he aquí lo que has hecho con no venir”. Y mientras esto le decía, le iba quitando todas aquellas espinas, y los pies del bendito Jesús derramaban sangre, y Él sufría por el fuerte dolor. Después de esto, como si se hubiera aliviado ha querido también verter y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡qué corrupción en los pueblos, qué torcidos senderos recorren!, pero en esto ha influido el mal ejemplo de las cabezas, mientras que en quien posee la mínima de cualquier autoridad, el espíritu de desinterés debería ser luz para hacerlo distinguir que es cabeza, y la justicia ejercitada por él debería ser como fulgor para herir los ojos de los presentes, de modo de no poder separarlos de él y de sus ejemplos”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.


+ + + +

4-115
Marzo 6, 1902

Jesús es despojado de todo principado, de todo régimen y de toda soberanía.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús al venir se hacía ver todo desnudo, como buscando cubrirse en mi interior, y me decía:
(2) “Hija mía, me han despojado de todo principado, de todo régimen, de toda soberanía, y para readquirir estos mis derechos sobre las criaturas, es necesario que las despoje a ellas y casi las destruya, y con esto conocerán que donde no está Dios por principio, por

régimen y por soberano, todo lleva a la destrucción de ellos mismos, y por lo tanto a la fuente de todos los males”.

+ + + +

4-116
Marzo 7, 1902

El alma delante de la presencia Divina adquiere en sí misma y copia los modos del obrar divino.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto he visto a mi amante Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando atraigo al alma a mi presencia tiene este bien, que adquiere en sí misma y copia los modos del obrar divino, de manera que tratando después con las criaturas, sienten en ellas mismas la fuerza del obrar divino que dicha alma posee”.
(3) Después de esto sentía un temor, y era que si aquellas cosas que hago en mi interior eran aceptables o no al Señor, y Él ha agregado:
(4) “¿Por qué temes mientras tu vida está injertada con la mía? Y además, todo lo que haces en tu interior ha sido infundido por Mí, y muchas veces lo he hecho Yo junto contigo, sugiriéndote el modo cómo hacerlas para que fueran agradables a Mí; otras veces he llamado a los ángeles y juntos han hecho lo que tú hacías en tu interior, esto significa que me agrada lo que tú haces, y que Yo mismo te he enseñado; por eso sigue y no temas”.
(5) Así he quedado tranquilizada.

+ + + +

4-117
Marzo 10, 1902

La pena del amor es más terrible que el infierno.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía fuera de mí misma, y como iba buscando a mi adorable Jesús y no lo encontraba, repetía las búsquedas, los llantos, pero todo en vano, no sabía qué hacer, mi pobre corazón agonizaba y sentía un dolor tan agudo que no lo sé explicar, sólo sé decir que no sé como he quedado viva. Mientras me encontraba en esta dolorosa situación, pero siempre buscándolo, sin poder ni un momento abstenerme de hacer nuevas búsquedas, finalmente lo he encontrado y le he dicho: “¿Señor, cómo te haces cruel conmigo? Mira un poco Tú mismo si son penas que yo pueda tolerar”. Y toda sin fuerzas me he abandonado en sus brazos, y Jesús compadeciéndome toda y mirándome me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, tienes razón, cálmate, cálmate que estoy contigo y no te dejaré; pobre hija, cómo sufres, la pena del amor es más terrible que el infierno. ¿Qué cosa tiraniza más, el infierno, un amor contrapuesto, un amor odiado? ¿Qué cosa puede tiranizar a un alma más que el infierno? Un amor amado. Si tú supieras cuánto sufro Yo al verte por causa mía tiranizada por este amor; para no hacerme sufrir tanto deberías estar más tranquila cuando te privo de mi presencia. Imagínate tú misma, si Yo sufro tanto al ver sufrir a quien no me ama y me ofende, ¿cuánto más sufriré al ver sufrir a quien me ama?”
(3) Entonces yo al oír esto, toda conmovida he dicho: “Señor, dime al menos si quieres que me esfuerce en salir de este estado sin esperar al confesor cuando Tú no vienes”.
(4) Y Él ha agregado: “No, no quiero que tú salgas de este estado antes que venga el confesor, deja todo temor, Yo me pongo en tu interior teniendo tus manos en las mías, y al contacto de mis manos conocerás que estoy contigo”.

(5) Así, cuando me viene el ansia de quererlo, me siento estrechar las manos por las de Jesús, y sintiendo el contacto divino me tranquilizo y digo: “Es verdad, está conmigo”. Otras veces viniéndome más fuerte el deseo de verlo, me siento estrechar más fuerte las manos por las suyas y me dice:
(6) “Luisa, hija mía, estoy aquí, aquí estoy, no me busques en otra parte”.
(7) Y así parece que estoy más tranquila.

+ + + +

4-118
Marzo 12, 1902

Amenaza de castigos.

(1) He seguido viendo en el mismo modo a mi adorable Jesús, es decir en mi interior, pero lo veía dentro de mí de espaldas al mundo, con un flagelo en la mano en actitud de mandarlo sobre las criaturas, y con esto parecía que sucedían castigos sobre las cosechas, mortalidad de gente; y en el momento de mandar aquel flagelo ha dicho palabras de amenaza, entre las cuales solamente recuerdo:
(2) “Yo no quería, pero vosotros mismos habéis buscado que os exterminara, pues bien, os exterminaré”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-119
Marzo 16, 1902

No se deben buscar las propias comodidades ni la estima y el agradar a otros, sino sólo y únicamente agradar a Dios.

(1) Oh, cuánto cuesta el hacerlo venir un poco, es un continuo dolor y también temor de que no venga más. ¡Oh Dios!, qué pena, no sé cómo vivo, si bien vivo muriendo. Entonces por poco tiempo se ha hecho ver en un estado que daba compasión, con un brazo mutilado, y todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira lo que me hacen las criaturas, ¿cómo quieres tú que no las castigue?”
(3) Y mientras esto decía parecía que tomaba una cruz alta, de cuyos brazos pendían seis o siete ciudades, y sucedían diversos castigos. Al ver esto he sufrido mucho, y Él queriéndome distraer de aquella pena ha agregado:
(4) “Hija mía, tú sufres mucho cuando te privo de mi presencia, y esto por necesidad te debe suceder, porque habiendo estado por tanto tiempo cercana, identificada con el contacto de la Divinidad, has gozado a tus anchas todo lo agradable de la luz divina, y por cuanto más uno ha gozado la luz, tanto más siente la privación de dicha luz, y los aburrimientos, los fastidios y las penas que llevan consigo las tinieblas”.
(5) Después ha repetido: “Pero la cosa principal de cada uno es que en cada pensamiento suyo, palabra y obra, no busque el propio interés, ni la estima y el agradar a los demás, sino sólo y únicamente el agradar a Dios”.

+ + + +


4-120
Marzo 18, 1902

La inquietud hace sufrir a Jesús.

(1) Esta mañana me sentía inquieta por la ausencia de mi adorable Jesús, y habiendo recibido la comunión, en cuanto ha venido a mi corazón he comenzado a decir muchos disparates: “Dulce Bien mío, no es cosa de estarse quieta cuando no vienes, pues Tú al verme tranquila abusas y no te das ningún pensamiento de venir, por lo tanto es necesario dar pasos, de otra manera no se logra”. Él, al oírme se ha movido en mi interior y se ha hecho ver en acto de sonreír, porque oía mis disparates y me ha dicho:
(2) “Entonces tú quieres que sufra, porque sabiendo que si estás inquieta Yo vengo a sufrir, así que el no tratar de estar tranquila es lo mismo que querer hacerme sufrir más”.
(3) Y yo, loca como estaba he dicho: “Mejor que sufras, porque por tu mismo sufrimiento puedes tener más compasión de mi sufrimiento; y además, el sufrimiento que te viene por el pecado es feo, y basta con que no sea ese sufrimiento”.
(4) Y Jesús: “Pero si vengo me obligas a no enviar castigos, mientras que son tan necesarios. Entonces deberías uniformarte conmigo y querer lo que quiero Yo”.
(5) Y yo, recordándome lo que había visto en los días pasados he dicho: “¿Qué castigos? ¿Que quieres hacer morir a las gentes? Hazlas morir, alguna vez deben ir a Ti y a su propia patria, con tal que los salves; lo que quiero es que los liberes de los males contagiosos”. El Señor no me ha prestado atención y ha desaparecido. Al regresar se hacía ver siempre con la espalda volteada al mundo, y por más que hacía no he logrado que lo mirase, y cuando lo quería obligar por la fuerza me ha dicho:
(6) “No me fuerces, pues de esta manera me obligas a privarte de mi presencia”.
(7) Entonces he quedado con un remordimiento y siento que cometí muchos defectos.

+ + + +

4-121
Marzo 19, 1902

Las criaturas se han corrompido por propia voluntad.
Jesús no quiere tener compasión de ellas.

(1) Continuaba con el remordimiento, pero el Señor ha continuado viniendo, y queriendo reparar lo que había hecho el día anterior le he dicho: “Señor, vamos a ver lo que hacen las criaturas, son tus imágenes, ¿no quieres tener compasión de ellas?”
(2) Y Él: “No, no quiero ir, por voluntad propia se han corrompido y Yo permitiré que lo que sirve para su alimento les sirva de infección; ¿quieres ir tú a ayudar, a consolar, a hacer alguna cosa? Ve, pero Yo no”.
(3) Así he dejado a mi amado Jesús, y yo he ido en medio de las criaturas, he ayudado a bien morir a alguno, y después he visto de donde venía el aire infectado e hice varias penitencias para alejarlo, y después he regresado; y continuaba haciéndose ver el bendito Jesús, pero en silencio.

+ + + +

4-122
Marzo 23, 1902

El apoyo de la verdadera santidad es el conocimiento de sí mismo.

(1) Después de haber esperado mucho ha venido mi dulcísimo Jesús, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el apoyo de la verdadera santidad está en el conocimiento de sí mismo”.
(3) Y yo: “¿De veras?
(4) Y Él: “Cierto, porque el conocimiento de sí mismo deshace a sí mismo y se apoya todo en el conocimiento que adquiere de Dios, de modo que su obrar es el mismo obrar divino, no quedando más nada del propio ser”.
(5) Después ha agregado: “Cuando el interior se embebe, se ocupa todo de Dios y de todo lo que a Él pertenece, Dios se comunica todo Sí mismo al alma; pero cuando el interior se ocupa, ahora de Dios, ahora de otras cosas, Dios se comunica en parte al alma”.

+ + + +

4-123
Marzo 27, 1902

Enseñanza de Jesús acerca la Justicia.

(1) Encontrándome fuera de mí misma buscaba a mi dulcísimo Jesús, y mientras giraba lo he visto en brazos de la Reina Madre. Cansada como estaba, toda atrevida, casi se lo he arrebatado y lo he tomado entre mis brazos diciéndole: “Amor mío, ¿esta es la promesa de que no me dejarías, si en los días pasados poco o nada has venido?”
(2) Y Él: “Hija mía, estaba contigo, sólo que no me has visto con claridad, y además, si tus deseos hubieran sido tan ardientes de quemar el velo que te impedía el verme, ciertamente me habrías visto”.
(3) Después, como si quisiera hacerme una exhortación ha agregado:
(4) “No sólo debes ser recta, sino justa, y en la justicia entra el amarme, alabarme, glorificarme, agradecerme, bendecirme, repararme, adorarme, no sólo por sí, sino por todas las otras criaturas; estos son derechos de justicia que exijo de toda criatura, y que como Creador me corresponden, y quien me niega uno solo de estos derechos no puede decirse jamás justo. Por eso piensa en cumplir tu deber de justicia, porque en la justicia encontrarás el principio, el medio y el fin de la santidad”.


+ + + +

4-124
Marzo 30, 1902

Ve la Resurrección. Vestido de luz de la Humanidad resucitada de Jesús.

(1) Esta mañana encontrándome fuera de mí misma, he visto por poco tiempo a mi adorable Jesús en el momento de su Resurrección, todo vestido de luz resplandeciente, tanto, que el sol quedaba oscurecido ante aquella luz. Yo he quedado encantada y he dicho: “Señor, si no soy digna de tocar tu Humanidad glorificada, hazme tocar al menos tus vestidos”.
(2) Y Él me ha dicho: “Amada mía, ¿qué dices? Después de que resucité no tuve más necesidad de vestidos materiales, sino que mis vestiduras son de sol, de luz purísima que cubre mi Humanidad y que resplandecerá eternamente dando gozo indecible a todos los sentidos de los bienaventurados. Y esto fue concedido a mi Humanidad porque no hubo parte de Ella que no fuera cubierta de oprobios, de dolores y de llagas”.
(3) Dicho esto ha desaparecido sin que haya tocado ni su Humanidad ni los vestidos, porque mientras tomaba entre mis manos sus sagradas vestiduras, se me escapaban y no las encontraba.

+ + + +


4-125
Abril 4, 1902

Destruyendo los bienes morales, se destruyen también los bienes físicos y temporales.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús viene pero casi siempre en silencio, o bien me dice alguna cosa respecto a la verdad, y sucede que mientras está el Señor la comprendo y me parece que la sabré decir, pero desapareciendo siento que me quita esa luz de verdad que me había infundido y no sé decir nada. Después, esta mañana he tenido que sufrir mucho por esperarlo, y al venir me ha transportado fuera de mí misma, haciéndose ver muy indignado. Entonces yo para aplacarlo he hecho varios actos de arrepentimiento, pero a Jesús parecía que no le agradaba ninguno; yo toda me afanaba en variar los actos de arrepentimiento, a lo mejor alguno pudiera gustarle, y al final le he dicho:
(2) “Señor, me arrepiento de las ofensas hechas por mí y por todas las criaturas de la tierra, y me arrepiento y me disgusta por la única razón de que te hemos ofendido a Ti, sumo Bien, porque mientras mereces amor, nosotros hemos osado darte ofensas”.
(3) Con este último pareció que el Señor quedaba complacido y mitigado. Después de esto me ha transportado en medio de un camino donde estaban dos hombres en forma de bestias, todos ocupados en destruir todo tipo de bien moral. Parecían fuertes como leones y ebrios de pasión, el sólo verlos daba terror y miedo. Y el bendito Jesús me ha dicho:
(4) “Si quieres aplacarme un poco ve y pasa en medio de aquellos hombres, para convencerlos del mal que hacen, enfrentando su furor”.
(5) Si bien un poco tímida, pero he ido y en cuanto me vieron me querían devorar, pero yo les he dicho: “Permitan que hable y después hagan lo que quieran, debéis saber que si lográis vuestro propósito de destruir todo bien moral perteneciente a religión, virtud, dependencia y bienestar social, vosotros sin daros cuenta del error, vendréis a destruir al mismo tiempo todos los bienes físicos y temporales, porque por cuanto se quitan los bienes morales, otro tanto se multiplican los males físicos; por tanto sin daros cuenta vais contra vosotros mismos destruyendo todos aquellos bienes caducos y pasajeros que tanto amáis, y no sólo eso, sino que vais buscando destruir vuestra misma vida, y seréis causa de hacer derramar lágrimas amargas a vuestros descendientes”.
(6) Después he hecho un acto grandísimo de humildad, que ni siquiera lo sé decir, y aquellos han quedado como uno al que le pasa el estado de locura, y tan débiles que no tenían fuerza ni siquiera de tocarme; así he pasado libre y comprendía que no hay fuerza que pueda resistir a la fuerza de la razón y de la humildad.

+ + + +

4-126
Abril 16, 1902

Modo de reprimir las pasiones. La importancia de los primeros movimientos de ellas.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía, entonces yo, no viéndolo venir he dicho: “¿Qué estoy haciendo en este estado, si el objeto que me tenía embelesada no viene más? Mejor que la termine de una vez”. Mientras esto decía, mi dulce Jesús ha venido por poco y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo el punto está en reprimir los primeros movimientos, si el alma está atenta a esto, todo irá bien; si no, a los primeros movimientos no reprimidos saldrán fuera las pasiones, y romperán la fuerza divina, que como cerca circunda al alma para tenerla bien custodiada y alejarle los enemigos que siempre buscan insidiar y dañar a la pobre

alma; pero si en cuanto los advierte entra en sí misma, se humilla, se arrepiente y con valor pone remedio, la fuerza divina se cierra de nuevo en torno al alma; pero si no pone remedio, rota ya la fuerza divina, dará el paso a todos los vicios. Por eso está atenta a los primeros movimientos, pensamientos, palabras que no sean rectos y santos, porque si se te escapan los primeros, no es más el alma la que reina, sino las pasiones, si quieres que la fuerza no te deje sola un solo instante”.

+ + + +

4-127
Abril 25, 1902

La cruz es Sacramento.

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y después de haber ido en busca de mi dulce Jesús, lo he encontrado, pero en actitud tan lamentable que hacía rompérseme el corazón; tenía las manos llagadas, tan contraídas por la aspereza del dolor que no se podían tocar; yo he tratado de tocarlas para poder estirarle los dedos y curar las llagas, pero no he podido porque el bendito Jesús lloraba por el fuerte dolor. Entonces, no sabiendo qué hacer lo he estrechado y le he dicho: “Amante Bien mío, desde hace tiempo no me has participado los dolores de tus llagas, tal vez por eso se han exacerbado tanto, te pido que me hagas partícipe de tus penas, así, sufriendo yo se podrán mitigar tus sufrimientos”. Mientras esto decía ha salido un ángel con un clavo en la mano y me ha traspasado las manos y los pies, y conforme iba clavando el clavo en mis manos, se iban aflojando los dedos y quedaban sanadas las llagas de mi amado Jesús. Y mientras yo sufría el Señor me ha dicho:
(2) “Hija mía, la cruz es sacramento; cada uno de los sacramentos contiene sus efectos especiales: Uno quita la culpa, otro confiere la gracia, otro une con Dios, otro dona la fuerza, y tantos otros efectos; ahora, sólo la cruz contiene todos juntos estos efectos produciéndolos en el alma con tal eficacia, de volverla en poquísimo tiempo semejante al original de donde salió”.
(3) Después de esto, como si quisiera tomar reposo se ha retirado en mi interior.

+ + + +

4-128
Abril 29, 1902

Quien quiere todo Dios, se debe dar todo a Dios.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús ha venido por poco tiempo diciéndome:
(2) “Hija mía, quien todo quiere de Dios, debe darse todo sí mismo a Dios”.
(3) Y se ha detenido sin decirme nada más; entonces yo viéndolo cerca de mí le he dicho: “Señor, ten compasión de mí, ¿no ves cómo todo está árido y seco? Me parece que me he vuelto tan seca como si jamás hubiera tenido ni gota de lluvia”.
(4) Y Él: “Mejor así. ¿No sabes tú que por cuanto más la leña está seca, tanto más fácil el fuego la devora y la convierte en fuego? Basta una sola chispa para encenderla, pero si está llena de humores y no bien seca, se necesita gran fuego para encenderla y mucho tiempo para convertirla en fuego. Así en el alma, cuando todo está seco basta una sola chispa para convertirla toda en fuego de amor divino”.
(5) Y yo: “Señor, ¿te burlas de mí? ¿Cómo entonces todo es feo, y además, qué cosa debes quemar si todo está seco?”
(6) Y Él: “No me burlo, y tú misma no comprendes que cuando no está seco todo en el alma, humor es la complacencia, humor es la satisfacción, humor el propio gusto, humor es

la estima propia; en cambio cuando todo está seco y el alma obra, estos humores no tienen de donde nacer y el fuego divino encontrando sólo al alma desnuda, seca como fue creada por Él, sin otros humores extraños, siendo cosa suya le resulta facilísimo convertirla en su mismo fuego divino. Y después de esto Yo le infundo un hábito de paz, siendo conservada esta paz por la obediencia interior y custodiada por la obediencia exterior, esta paz pare a todo Dios en el alma, esto es todas las obras, las virtudes, los modos del Verbo humanado, de modo que se descubre en ella su simplicidad, la humildad, la dependencia de su vida infantil, la perfección de sus virtudes adultas, la mortificación y crucifixión de su morir; pero esto comienza siempre, en que quien quiere todo Cristo, debe dar todo a Cristo”.

+ + + +

4-129
Mayo 16, 1902

Dos estados sublimes.

(1) Esta mañana después de haber esperado mucho, ha venido mi dulcísimo Jesús, y yo en cuanto lo he visto me lo he estrechado y le he dicho: “Amado Bien mío, esta vez te estrecharé tanto que no podrás huir más”. Mientras estaba en esto me he sentido toda llena de Dios, como si estuviera inundada, de modo que mis potencias del alma han quedado como embelesadas e inactivas, sólo contemplaban. Después de haber estado un poco en esta inactiva, pero dulce y agradable posición, mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, algunas veces lleno tanto de Mí mismo al alma, que el alma perdiéndose en Mí queda como ociosa; otras veces le dejo alguna parte vacía, y entonces el alma ante mi presencia negocia admirablemente, prorrumpiendo en actos de alabanza, de agradecimiento, de amor, de reparación y demás, de modo que llena con ellos aquellos vacíos que le dejo. Sin embargo, estos dos estados, ambos son sublimes y se dan recíprocamente la mano”.

+ + + +

4-130
Mayo 22, 1902

La Santísima Virgen incita a Jesús a hacer sufrir a Luisa.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús no venía, y ¡oh! cuánto he tenido que sufrir y cuántos desatinos he dicho, es inútil decirlo. Entonces, después de haberme cansado mucho, he sentido que había una persona cercana a mí, pero no le veía el rostro, he extendido la mano para encontrarlo y he sentido que su cabeza estaba apoyada sobre mi hombro, desmayado; lo vi y reconocí a mi dulce Jesús, me parecía desmayado por los tantos desatinos que había dicho: por eso en cuanto lo vi que volvía en sí, no sé cuántos otros desatinos quería decirle, pero Jesús me ha dicho:
(2) “Cálmate, cálmate, no quieras hablar más, de otra manera me harás desfallecer; tu callar me hará tomar vigor y así podré al menos besarte, abrazarte y hacerte contenta”.
(3) Así pues me he quedado en silencio, y ambos nos hemos besado muchas veces, y Jesús me hacía tantas demostraciones de amor, pero no sé explicarlo. Después de esto me he encontrado fuera de mí misma, e iba buscando al amado de mi alma, y no encontrándolo levanté los ojos al cielo, quién sabe y a lo mejor lo pudiera de nuevo hallar, y vi que estaba la Reina Madre y Jesucristo volteado de espaldas, que discutían, y como no quería hacerle caso a la Madre por eso estaba volteado de espaldas, todo lleno de furor, y parecía que de la boca le salía el fuego de su ira. Yo sólo he entendido que Nuestro Señor,

en aquel día quería con el fuego de su ira destruir todo lo que servía de alimento al hombre, y la Santísima Virgen no quería y Jesús decía:
(4) “¿Pero en quién desahogaré este fuego encendido de mi ira?”
(5) Y la Madre decía: “Estás con quien puedes desahogarlo, señalándome a mí, ¿no ves que siempre está dispuesta a nuestros quereres?” Jesús al oír esto se volteó hacia la Madre, como si se hubieran puesto de acuerdo, llamaron a los ángeles dándoles a cada uno de ellos una chispa de aquel fuego que salía de Jesucristo, y ellos las han llevado a mí, poniéndolas una en la boca y las otras en las manos, en los pies y en el corazón; yo sufría, me sentía devorar, amargar por aquel fuego, pero me sentía resignada a soportar todo. El bendito Jesús y la Madre eran espectadores de mis sufrimientos, y Jesús parecía en algún modo calmado. Mientras estaba en esto me he encontrado en mí misma y estaba el confesor para llamarme a la obediencia según lo acostumbrado, pero en vez de llamarme a la obediencia puso la intención de hacerme sufrir la crucifixión. Jesús concurrió participándome sus penas; parecía que el confesor había completado la obra comenzada por la Reina Madre. Sea todo para gloria de Dios y sea siempre bendito.


+ + + +

4-131
Junio 2, 1902

El Trono de Jesús está compuesto de virtudes. El alma que posee las virtudes lo hace reinar en su corazón.

(1) Esta mañana después de haber esperado mucho, Jesús bendito se ha movido en mi interior y he visto que estaba dentro de mí, abrazado, sostenido como por otra persona, yo he quedado maravillada al ver esto, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el interior del alma es un cúmulo de pasiones, y conforme el alma va abatiendo las pasiones, así toma lugar cada una de las virtudes, cortejada por grados de gracia, y según la virtud va perfeccionándose, así la gracia le suministra sus grados. Y como mi trono está compuesto de virtudes, así el alma que posee las virtudes me suministra los brazos, el trono para poder reinar en su corazón y tenerme continuamente abrazado y cortejado, hasta deleitarme con ella. Ahora, siendo que el alma puede mancharse, pero la virtud queda siempre intacta, y hasta en tanto que el alma la sabe tener, está con ella, cuando no, se regresa a Mí, o sea, de donde salió. Por eso no te maravilles si me has visto así en tu interior”.

+ + + +

4-132
Junio 15, 1902

El Amor no es un atributo de Dios, sino su misma Naturaleza. El alma que verdaderamente ama a Jesús no puede perderse.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las virtudes puede decirse que son mis dotes y mis atributos, pero el amor no puede decirse que sea un atributo mío, sino mi misma naturaleza. Por eso todas las virtudes forman mi trono y mis cualidades, pero el amor me forma a Mí mismo”.

(3) Al oír esto me he acordado que el día anterior había dicho a una persona que temía por la inseguridad de la salvación, que quien verdaderamente ama a Jesucristo puede estar seguro de salvarse; yo para mí considero imposible que Nuestro Señor aleje de Sí a un alma que de todo corazón lo ama, por eso pensemos en amarlo y tendremos en nuestro

propio puño nuestra salvación. Entonces he preguntado al amante Jesús si había dicho mal, y Él ha agregado:
(4) “Amada mía, con razón tú dijiste esto, porque el amor tiene esto de propio, el formar de dos objetos uno solo, de dos voluntades una sola; así que el alma que me ama forma Conmigo una sola cosa, una sola voluntad, entonces, ¿cómo puede separarse de Mí? Mucho más que siendo mi naturaleza amor, donde encuentra alguna chispa de amor en la naturaleza humana, enseguida la une al amor eterno. Entonces, así como es imposible formar de un alma, dos almas, de un cuerpo, dos cuerpos, así es imposible que se pierda quien verdaderamente me ama”.

+ + + +

4-133
Junio 17, 1902

La mortificación produce la gloria.

(1) Esta mañana cuando vi a mi amado Jesús, parecía que tenía un papel escrito en la mano en el que se leía:
(2) “La mortificación produce la gloria. Quien quiere encontrar la fuente de todos los placeres, debe alejarse de todo lo que pueda disgustar a Dios”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

4-134
Junio 29, 1902

Jesús habla de Francia.

(1) Esta mañana en cuanto he visto a mi adorable Jesús he oído que decía, sin saber el por qué:
(2) “Pobre Francia, pobre Francia, te has ensoberbecido y has roto y destrozado las leyes más sagradas, desconociéndome como tu Dios, y te has vuelto ejemplo a las otras naciones para atraerlas al mal, y tu ejemplo tiene tanta fuerza, que las otras naciones están por arruinarse; pero debes saber que en castigo serás conquistada”.
(3) Después de esto se ha retirado en mi interior, y oía que buscaba ayuda, piedad, compasión a tantas penas suyas. ¡Era tan desgarrador oír que Jesús bendito quería ayuda de sus criaturas!

+ + + +

4-135
Julio 1, 1902

Las verdaderas victimas deben exponerse a las penas de Jesús. Maquinaciones en contra de la Iglesia y en contra del Papa.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, arrodillada sobre un altar junto con otras dos personas. Mientras estaba en esto ha venido Jesucristo sobre este altar y ha dicho:
(2) “Las verdaderas víctimas deben tener comunicación con mi misma vida, deben disfrutar de Mí mismo y exponerse a mis mismas penas”.
(3) Mientras esto decía, ha tomado un copón en la mano y a los tres nos ha dado la comunión. Detrás de aquel altar parecía que estaba una puerta que daba a una calle llena de gente y atestada de demonios, de modo que no se podía caminar sin ser oprimido por ellos, porque estando llenos de espinas agudísimas no se podía hacer movimiento sin sentirse pinchar por todas partes. A cualquier costo habría querido huir de aquellos diabólicos furores, y casi me esforzaba en hacerlo, pero no sé quien me lo ha impedido diciéndome:
(4) “Todo lo que tú ves son maquinaciones contra la Iglesia y contra el Papa; quisieran que el Papa saliera de Roma para invadir el Vaticano y apropiárselo, y si tú quieres sustraerte de estas molestias, los hombres y los demonios tomarán fuerza y harán salir estas espinas que pincharán a la Iglesia acerbamente, y si tú aceptas sufrirlas, quedarán debilitados los unos y los otros”.

(5) Al oír esto, me he detenido, pero quién puede decir lo que he pasado y sufrido; creía que no debía salir ya de en medio de aquellos diabólicos espíritus, pero después de haber estado casi una noche, la protección divina me ha liberado.

+ + + +

4-136
Julio 3, 1902

Jesús le habla de su Vida Eucarística.

(1) Continuando mi acostumbrado estado me he encontrado fuera de mí misma, dentro de una iglesia, y no encontrando a mi adorable Jesús, he ido a tocar a una custodia para que Él me abriera, y no abriéndome, volviéndome atrevida yo misma la abrí y encontré a mi solo y único Bien. ¿Quién puede decir mi contento? He quedado como estática al ver su belleza indecible. Y Jesús al verme se arrojó en mis brazos y me dijo:
(2) “Hija mía, cada período de mi Vida debe recibir del hombre distintos y especiales actos y grados de imitación, de amor, de reparación y más. Pero el período de mi Vida Eucarística, como es toda vida de escondimiento, de transformación y de continua consumación, tanto que puedo decir que mi amor, después que ha llegado al exceso y aun haberse consumado, no pudo encontrar en mi infinita sabiduría otras señales externas de demostración de amor para el hombre. Y así como la encarnación, la vida, pasión y muerte de cruz obtienen amor, alabanza, agradecimiento, imitación, así la vida sacramental obtiene del hombre un amor extático, amor de dispersión en Mí, amor de perfecta consumación, y consumándose el alma en mi misma vida sacramental, puede decir que hace ante la Divinidad los mismos oficios que continuamente estoy haciendo Yo ante Dios por amor de los hombres. Y esta consumación hará que el alma desemboque a la vida eterna”.

+ + + +

4-137
Julio 7, 1902

La humillación con Cristo hace comenzar la exaltación con Cristo.

(1) Esta mañana no viniendo el bendito Jesús, me sentía toda confundida y humillada; después de haber esperado mucho, se ha hecho ver diciéndome:
(2) “Luisa humillada siempre con Cristo”.
(3) Y yo, complaciéndome y deseando ser con Cristo humillada, he dicho: “¡Siempre, oh Señor!”
(4) Y Él ha continuado: “Y el siempre de la humillación con Cristo hará comenzar el siempre de la exaltación con Cristo”.
(5) Así que comprendía que por cuantas humillaciones sufre el alma con Cristo y por amor de Cristo, y si estas son continuas, el Señor otras tantas veces la exaltará, y esta exaltación la hará continuamente ante toda la corte celestial, ante los hombres, y hasta ante los mismos demonios.


+ + + +

4-138
Julio 28, 1902

Efectos de la oración continua.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y he encontrado a mi adorable Jesús, que no queriéndome dejar ver los males del mundo me ha dicho:
(2) “Hija mía, retírate, no quieras ver los males gravísimos que hay en el mundo”.
(3) Y al decir esto me ha retirado Él mismo, y al conducirme ha dicho:
(4) “Lo que te recomiendo es el espíritu de continua oración. Este buscar siempre el alma el conversar Conmigo, sea con el corazón, sea con la mente, sea con la boca y hasta con la simple intención, la hace tan bella a mi vista, que las notas de su corazón armonizan con las notas de mi corazón, y Yo me siento tan atraído para conversar con esta alma, que no sólo le manifiesto las obras “ad extra” de mi Humanidad, sino que le voy manifestando algunas cosas de las obras “ad intra” que la Divinidad hacía en mi Humanidad; y no sólo esto, sino que es tanta la belleza que hace adquirir el espíritu de continua oración, que el demonio queda golpeado como por un rayo y queda frustrado en las insidias con las que intenta dañar a esta alma”.
(5) Dicho esto ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-139
Julio 31, 1902

La verdadera Caridad debe ser desinteresada.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, algunas veces he visto a mi adorable Jesús, pero siempre en silencio; yo me sentía toda confundida y no me atrevía a preguntarle nada, pero parecía que quería decirme alguna cosa que hería su sagrado corazón. Finalmente, la última vez que vino me dijo:
(2) “Hija mía, la verdadera caridad debe ser desinteresada por parte de quien la hace, y por parte de quien la recibe, y si existe el interés, ese fango produce un humo que ciega la mente e impide recibir el influjo y los efectos de la caridad divina. He aquí por qué en tantas obras, aun santas que se hacen, tantos cuidados caritativos que se realizan, se siente como un vacío y no reciben el fruto de la caridad que hacen”.

+ + + +

4-140
Agosto 2, 1902

Jesús en todo el curso de su vida reparaba por todos en general, y por cada uno en particular.

(2) Esta mañana mi adorable Jesús después de haberme hecho esperar mucho, de improviso ha venido expandiendo rayos de luz, y yo he quedado investida por aquella luz, y no sé cómo me he encontrado dentro de Jesucristo. ¿Quién puede decir cuántas cosas comprendía dentro de aquella Humanidad Santísima? Sólo sé decir que la Divinidad dirigía en todo a la Humanidad, y como la Divinidad en un mismo instante puede hacer tantos actos cuantos cada uno de nosotros puede hacer en todo el período de la vida, y cuantos más quiera hacer, entonces, siendo que en la Humanidad de Jesucristo obraba la Divinidad, comprendía con claridad que Jesús bendito en todo el curso de la vida rehacía por todos en general, y por cada uno en particular todo lo que cada uno está obligado a hacer hacia Dios, de modo que adoraba a Dios por cada uno en particular, agradecía, reparaba, glorificaba por cada uno, alababa, sufría, rogaba por cada uno. Entonces comprendía que todo lo que cada uno debe hacer, ya ha sido hecho primero en el corazón de Jesucristo.


+ + + +

Privaciones, lamentos, y necesidad de los castigos.

4-141
Agosto 10, 1902

(1) Encontrándome sumamente afligida por la pérdida de mi sumo Bien, mi pobre corazón es lacerado continuamente y sufre una muerte continua. Ahora, viniendo el confesor estaba diciéndole mi pobre estado, y él empezó a llamarlo y a poner intención, pero qué, mi mente quedaba suspendida, por unos instantes veía como un relámpago y huía y regresaba en mí misma sin verlo. ¡Oh Dios, qué pena! Son penas que ni siquiera se pueden explicar. Entonces, después de haber esperado mucho, finalmente ha venido, y al quejarme con Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, si no supieras la causa de mi ausencia tendrías quizá alguna razón para lamentarte, pero sabiendo que no vengo porque quiero castigar al mundo, injustamente te lamentas”.
(3) Y yo: “¿Qué tiene que ver el mundo conmigo?”
(4) Y Él: “Sí tiene que ver, porque al venir tú me dices: “Señor, quiero darte satisfacción por ellos, quiero sufrir por ellos.’ Y Yo siendo justísimo no puedo recibir de uno y de otro la satisfacción de una deuda, y queriendo tomar de ti la satisfacción, el mundo no haría otra cosa que ensoberbecerse siempre más. Mientras que en estos tiempos de rebelión son tan necesarios los castigos, y si no hago esto se volverán tan densas las tinieblas, que todos quedarán cegados”.
(5) Mientras esto decía me he encontrado fuera de mí misma y veía la tierra toda llena de tinieblas, apenas alguna estela de luz. ¿Qué será del pobre mundo? Dan mucho qué pensar las cosas tristísimas que sucederán.

+ + + +

4-142
Septiembre 3, 1902

Dice Jesús: Todo lo que merecí en mi vida, lo cedí a todas las criaturas, y en modo especial y sobreabundante a quien es victima por amor mío.

(1) Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, sentí que me venía un mal natural, tan fuerte que me sentía morir. Entonces, temiendo que pudiera pasar del tiempo a la eternidad, y mucho más temía porque el bendito Jesús apenas viene, y a lo más como sombra, porque si viniera según su costumbre yo no temería para nada, entonces para hacer que me pudiera encontrar en buen momento, rogaba al Señor que me cediera el ejercicio de su santa mente para satisfacer por los males que haya podido hacer con mis pensamientos, sus ojos, su boca, sus manos, sus pies, su corazón y todo su sacratísimo cuerpo para satisfacer por todos los males que haya podido cometer, y por todo el bien que debía hacer y no he hecho. Mientras esto hacía, el bendito Jesús ha venido vestido de fiesta, en acto de recibirme entre sus brazos y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que merecí lo cedí a todas las criaturas, y de modo especial y sobreabundante a quien es víctima por amor mío; entonces todo lo que quieras te lo cedo no sólo a ti, sino a quien quieras tú”.
(3) Y yo recordándome del confesor le he dicho: “Señor, si me llevas te pido que contentes al padre”.

(4) Y Él: “Es cierto que alguna recompensa ha recibido gracias a la caridad que te ha hecho, y como él ha cooperado, viniendo tú a Mí en el ambiente de la eternidad, otra recompensa le daré”.
(5) El mal aumentaba siempre más, pero me sentía feliz encontrándome en el puerto de la Eternidad. Mientras estaba en esto ha venido el confesor y me ha llamado a la obediencia. Yo habría querido callar todo, pero él me ha obligado a decir todo, y ha salido con el acostumbrado estribillo de que no debo morir por obediencia. A pesar de todo esto el mal no cesaba.

+ + + +

4-143
Septiembre 4, 1902

El confesor pide a Jesús que no la haga morir.

(1) Continuo sintiéndome mal, y al mismo tiempo sentía una inquietud por esta extraña obediencia, como si no pudiera emprender el vuelo hacia mi sumo y único Bien, con la añadidura de que debiendo celebrar la santa misa el confesor, no quería darme la comunión por los continuos conatos de vómito que me molestaban. Pero Jesús bendito, como el confesor me había dicho que por obediencia me hiciera tocar el estomago por Jesucristo, en cuanto ha venido me lo ha tocado y se han detenido los vómitos continuos, pero el mal no cesaba, y Jesús viéndome tan inquieta me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué haces? ¿No sabes que si la muerte te sorprende encontrándote inquieta te deberá tocar el purgatorio? Porque si la mente no se encuentra unida a la mía, si la voluntad no es una con la mía, los deseos no son mis mismos deseos, por necesidad te conviene la purgación para transformarte toda en Mí; por eso está atenta, piensa sólo en estarte unida Conmigo, y yo pensaré en lo demás”.
(3) Mientras esto decía veía la Iglesia, al Papa, y parte de Ella se apoyaba sobre mi espalda, y al mismo tiempo veía al confesor que forzaba a Jesús a no llevarme por ahora, y el bendito Señor ha dicho:
(4) “Los males son gravísimos y los pecados están por llegar al punto de no merecer más almas víctimas, es decir, quién sostenga y proteja al mundo ante Mí; si este punto toca la justicia, ciertamente me la llevaré”.
(5) Así que comprendía que las cosas son condicionadas.

+ + + +

4-144
Septiembre 5, 1902

Jesús, los ángeles y los santos la incitan a irse con ellos; el confesor se opone.

(1) Continuaba sintiéndome mal, y el confesor continuaba estando firme, es más, comenzaba a inquietarse porque no lo obedecía en lo que respecta a no morir, y le pedía al Señor que me quitara el sufrimiento. Por otra parte me sentía incitada por Jesús bendito, por los santos, por los ángeles, a irme con ellos, y ahora me encontraba con Jesús, y ahora con los ciudadanos celestiales. En este estado me sentía torturada, yo misma no sabía qué hacer, sin embargo permanecía tranquila, temiendo que si me llevaba no me encontrara lista para irme directa con Jesús, por eso toda me abandonaba en sus manos. Ahora, mientras me encontraba en esta situación veía al confesor y a otros que pedían para que no me hiciera morir, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, me siento violentado, ¿no ves que no quieren que Yo te lleve?”
(3) Y yo: “También yo me siento violentada, en verdad que poner a una pobre criatura en esta tortura merecería una pena”.
(4) Y Jesús: “¿Qué pena quieres que les dé?”
(5) Y yo, no sabiendo qué decir ante aquella fuente de caridad inagotable he dicho: “Dulce Señor mío, como la santidad lleva consigo el sacrificio, hazlos santos, porque así obtendrán el propósito de tenerme con ellos y yo obtendré el propósito de verlos santos, y así ellos sentirán la pena que lleva consigo la santidad”.
(6) Jesús al oírme se ha complacido y me ha besado diciéndome:
(7) “Bravo a mi amada, has sabido escoger lo óptimo para su bien y para mi gloria. Así que por ahora se debe ceder, reservándome para otra ocasión el llevarte pronto, no dándoles tiempo de podernos hacer violencia”.
(8) Entonces Jesús ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma, mitigados en gran parte mis sufrimientos, con un nuevo vigor como si hubiera vuelto a nacer. Pero sólo Dios sabe la pena, el desgarro de mi alma, espero al menos que quiera aceptar la dureza de este sacrificio.

+ + + +

4-145
Septiembre 10, 1902

Las prerrogativas del amor.

(1) Creía que el bendito Jesús volvería según lo habitual, pero cuál no ha sido mi desengaño, porque después de haber decidido que por ahora no me llevará, ha comenzado a hacerme esperar para verlo, y las más de las veces como sombra y como rayo. Entonces, esta mañana, sintiéndome muy cansada y agotada de fuerzas por el continuo desear y esperar, parece que ha venido y transportándome fuera de mí misma me ha dicho:
(2) “Hija mía, si estás cansada ven a mi corazón, bebe y te repondrás”.
(3) Así que me he acercado a aquel corazón divino, y he bebido a grandes sorbos una leche mezclada con sangre dulcísima. Después de esto me ha dicho:
(4) “Las prerrogativas del amor son tres: Amor constante sin término, amor fuerte y amor que une junto a Dios y al prójimo. Si en el alma no se descubren estas prerrogativas, se puede decir que no es de la calidad del verdadero amor”.

+ + + +


4-146
Octubre 22, 1902

Amenazas para Italia.

(1) Esta mañana por pocos instantes ha venido mi adorable Jesús, todo indignado y me ha dicho:
(2) “Cuando Italia haya bebido hasta el fondo las más fétidas suciedades, hasta ahogarse, tanto que se dirá está muerta, está muerta, entonces resurgirá”.
(3) Después, estando más calmado ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando Yo quiero una cosa de mis criaturas, infundo en ellas las disposiciones naturales, en modo de cambiar la misma naturaleza para querer la cosa que quiero; por eso tú tranquilízate en el estado en el que te encuentras”.
(5) Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado pensativa acerca de lo que me ha dicho.

+ + + +

4-147
Octubre 30, 1902

Jesucristo vino a unir nuevamente a Dios y al hombre.

(1) Esta mañana, encontrándome en un mar de aflicciones y de lágrimas por el abandono total de mi sumo Bien, mientras me sentía consumir por el dolor, me he sentido perder la mente, y veía a Jesús bendito que me sostenía la frente con su mano, y como una luz que contenía dentro muchas palabras de verdad, y yo apenas recuerdo esto: Que nuestra humanidad desatando el nudo de la obediencia que Dios había hecho entre Él y la criatura, se dispersó, y Jesucristo tomando la naturaleza humana y haciéndose nuestra cabeza, vino a reunir a la humanidad dispersa, y con su obediencia a los quereres del Padre vino a unir otra vez a Dios y al hombre. Pero esta unión indisoluble es mayormente reforzada a medida de nuestra obediencia a los quereres divinos.
(2) Después de esto no he visto más a mi amado Jesús, retirándose junto con Él la luz.

+ + + +

4-148
Noviembre 1, 1902

La verdadera seriedad se encuentra en la religión, y la verdadera religión consiste en mirar al prójimo
en Dios y a Dios en el prójimo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he sentido salir fuera de mí misma, y he encontrado un niño que lloraba, y varios hombres, entre los cuales, uno más serio tomó una bebida amarguísima y la ha dado a aquel niño que lloraba, el cual al pasarla ha sufrido tanto, que parecía que se le cerraba la garganta. Yo, no sabiendo quién era, por compasión lo he tomado en brazos diciéndole: “Y eso que es un hombre serio, y te ha hecho esto, pobrecito, ven a mí que te quiero secar el llanto”.
(2) Y Él me ha dicho: “La verdadera seriedad se encuentra en la religión, y la verdadera religión consiste en mirar al prójimo en Dios y a Dios en el prójimo”.
(3) Después, acercándose al oído, tanto que sus labios me tocaban y su voz resonaba en mi interior, ha agregado:

(4) “La palabra religión para el mundo es palabra ridícula, y parece que no vale nada, pero ante Mí cada palabra que pertenece a la religión es una virtud de valor infinito, tanto, que me serví de la palabra para propagar la fe en todo el universo, y quien en esto se ejercita me sirve de boca para manifestar a las criaturas mi Voluntad”.
(5) Mientras esto decía, comprendía muy bien que era Jesús, al oír su voz clara, que desde hace tanto tiempo no oía, me sentía resurgir de la muerte a la vida, y estaba esperando que terminara de hablar pues debía decirle mis extremas necesidades, pero qué, no apenas terminé de oír su voz ha desaparecido, y yo he quedado desconsolada y afligida.

+ + + +

4-149
Noviembre 5, 1902

Ve un árbol en el corazón de Jesús, y Él le explica el significado.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver en mi interior, y parecía que tenía un árbol plantado en el corazón, y tan enraizado que parecía que las raíces brotaban desde la punta del corazón; en suma, parecía nacido junto con su misma naturaleza. Yo he quedado maravillada al ver la belleza, la perfección y la altura que parecía que tocaba el cielo, y sus ramas se extendían hasta los últimos confines del mundo. Entonces, Jesús bendito al verme tan maravillada me ha dicho:
(2) “Hija mía, este árbol fue concebido junto Conmigo, dentro del centro de mi corazón, y desde entonces Yo sentí en lo más profundo del corazón todo lo que de bien y de mal debía hacer el hombre gracias a este árbol de Redención, llamado árbol de vida, tanto que todas aquellas almas que se mantienen unidas a este árbol recibirán vida de gracia en el tiempo, y cuando los haya hecho crecer bien les suministrará vida de gloria en la eternidad. Sin embargo, ¿cuál no es mi dolor? Que si bien no pueden arrancar el árbol, no pueden tocar el tronco, muchos tratan de cortarme las ramas para hacer que las almas no reciban la vida, y quitarme toda la gloria y el placer que este árbol de vida me habría producido”.
(3) Mientras decía esto ha desaparecido.

+ + + +

4-150
Noviembre 9, 1902

Diferencia entre el obrar de Jesús, y el obrar del hombre.

(1) Mientras estaba deseando a mi adorable Jesús, ha venido con el aspecto cuando sus enemigos lo abofeteaban, le cubrían el rostro de escupitinas y le vendaban los ojos. Él, con admirable paciencia todo lo sufría, es más, parecía que ni siquiera los miraba, tan ocupado estaba en su interior viendo el fruto que aquellos padecimientos le habrían producido. Yo miraba todo con asombro, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, en mi obrar y sufrir no miré jamás hacia fuera, sino siempre hacia dentro, y viendo el fruto, cualquier cosa que fuera, no sólo la sufría, sino la sufría con deseo y avidez. En cambio el hombre, todo lo contrario, al obrar el bien no mira hacia dentro de la obra, y no viendo el fruto fácilmente se aburre, se fastidia todo y muchas veces deja de hacer el bien; si sufre, fácilmente se impacienta, y si hace el mal, no mirando hacia dentro de aquel mal, con facilidad lo hace”.
(3) Después ha agregado: “Las criaturas no quieren persuadirse de que la vida va acompañada de varios y diferentes acontecimientos, ahora sufrimientos y ahora

consolaciones; y son las plantas, las flores las que dan el ejemplo con estar sometidas a los vientos, nevadas, granizadas y calores”.

+ + + +

4-151
Noviembre 16, 1902

La palabra de Dios es alegría. El confesor le dice que Monseñor ordenaba que por ningún motivo debía venir más el sacerdote para hacerla salir de su acostumbrado estado.

(1) Esta noche la he pasado muy angustiada, veía al confesor en actitud de darme prohibiciones y órdenes. El bendito Jesús por poco tiempo ha venido y sólo me dijo:
(2) “Hija mía, la palabra de Dios es alegría, y quien la escucha y no la hace fructificar con las obras, le pone una tinta negra y la enfanga”.
(3) Entonces, sintiéndome muy sufriente he tratado de no poner atención a lo que veía, y encontrándome en este estado ha venido el confesor diciéndome que Monseñor ordenaba que por ningún motivo debía venir más el sacerdote a hacerme salir de mi habitual estado, sino que por mí misma debía salir de él, cosa que durante dieciocho años jamás he podido obtener, por más lágrimas y oraciones, votos y promesas que haya hecho al Altísimo, porque, lo confieso ante Dios, que todo lo que he podido pasar de sufrimientos no han sido para mí verdaderas cruces, sino gustos y gracias de Dios, y la única y verdadera cruz para mí ha sido la venida del sacerdote. Entonces, conociendo por tantos años de experiencia la imposibilidad del éxito, mi corazón era lacerado por el temor de no poder obedecer, no haciendo otra cosa que derramar lágrimas amarguísimas, rogándole a aquel Dios que es el único que observa el fondo del corazón, que tuviera piedad de la situación en la cual me encontraba. Mientras rezaba llorando he visto un rayo de luz y una voz que decía:
(4) “Hija mía, para hacer conocer que soy Yo, lo obedeceré a él, y después de que haya dado pruebas de obediencia, él me obedecerá a Mí”.
(5) Y diciendo yo: “Señor, temo demasiado el no poder obedecer”. Él ha agregado:
(6) “La obediencia desata y encadena, y como es cadena ata al Querer Divino con el humano y de ellos forma uno solo, de modo que el alma no obra con el poder de su voluntad, sino con el poder de la Voluntad Divina, y además no serás tú la que obedecerá, sino Yo que obedeceré en ti”.
(7) Después, todo afligido ha agregado: “Hija mía, ¿no te lo decía, que tenerte en este estado de víctima y comenzar los estragos en Italia me es casi imposible?”
(8) Entonces yo he quedado un poco más tranquila, pero no sabía en qué modo debía realizarse esta obediencia.


+ + + +

4-152
Noviembre 17, 1902

Imposibilidad de perder los sentidos. Es decreto de la Voluntad de Dios servirse del sacerdote para recobrarla del estado de sufrimiento.

(1) Siendo la hora de ser sorprendida por mi habitual estado, con gran amargura mía, pero amargura tal que semejante no he sentido en mi vida, mi mente no sabía más perder los sentidos. Y mi vida, mi tesoro, Aquél que formaba todo mi gusto, mi todo amable Jesús no venía, trataba de recogerme por cuanto podía, pero sentía tan despierta mi mente que no podía perder los sentidos, ni dormir, por eso no hacía otra cosa que quitar el freno a las lágrimas, hacía cuanto podía para seguir en mi interior lo que hacía en el estado de pérdida de los sentidos, y una por una recordaba las enseñanzas, las palabras del modo como

debía estarme siempre unida con Él, y éstas eran tantas flechas que herían mi corazón acerbamente diciéndome: “¡Ay! después de quince años que lo has visto cada día, cuándo más, cuándo menos, cuándo tres o cuatro veces, y cuándo una, cuándo te ha hablado y cuándo en silencio, pero siempre lo has visto; pero ahora lo has perdido, no lo ves más, no oyes más su voz dulce y suave, para ti todo ha terminado”. Y mi pobre corazón se llenaba tanto de amarguras y de dolor, que puedo decir que mi pan era el dolor y mi bebida las lágrimas, y tan saciada estaba de ellas que ni una gota de agua entraba en mi garganta. A esto se agregaba otra espina, el que muchas veces había dicho a mi adorable Jesús: “¡Cuánto temo que mi estado sea todo fantasía mía, que sea fingimiento!”
(2) Y Él me decía: “Quita estos temores, después verás que vendrán días que a costa de cualquier esfuerzo y sacrificio que querrás hacer para perder los sentidos, no lo podrás hacer”.
(3) A pesar de todo esto sentía calma en mi interior, porque al menos obedecía, si bien me costaba la vida. De donde creía que así debían continuar las cosas, convenciéndome de que el Señor, como no me quería más en aquel estado, se había servido de Monseñor para darme esa obediencia. Por lo que después de haber pasado dos días, en la noche me disponía a hacer la adoración al crucificado, y un rayo de luz se hacía ante mi mente, me sentía abrir el corazón, y una voz me decía:
(4) “Por pocos días te tendré suspendida, y después te haré caer de nuevo”.
(5) Y yo: “Señor, ¿me harás Tú mismo volver en mí si me haces caer?”
(6) Y la voz: “No, es decreto de mi Voluntad servirme de la obra del sacerdote para hacerte recobrar de ese estado de sufrimientos, y si quieren saber el por qué, que vengan a Mí a preguntarlo. Mi Sabiduría es incomprensible y tiene muchos modos inusitados para la salvación de las almas, y si bien incomprensible, si quieren encontrar la razón, vayan al fondo que la encontrarán clara como el sol. Mi justicia está como una nube cargada de granizo, truenos y saetas, y en ti encontraba un dique para no descargarse sobre los pueblos, por eso no quieran anticipar el tiempo de mi ira”.
(7) Y yo: “Sólo para mí estaba reservado este castigo, sin esperanza de ser liberada; habéis hecho tantas gracias a las demás almas, han sufrido tanto por amor tuyo, sin embargo no tenían necesidad de ninguna obra de sacerdote”.
(8) Y la voz ha continuado: “Serás liberada, no ahora, sino cuando comiencen los estragos en Italia”.
(9) Esto ha sido para mí nuevo motivo de dolores y de lágrimas amarguísimas, tanto que mi amabilísimo Jesús, teniendo compasión de mí, se ha movido en mi interior, poniendo como un velo delante de lo que me había dicho, y sin hacerse ver me hacía oír su voz que decía:
(10) “Hija mía, ven a Mí, no quieras afligirte, alejemos un poco la justicia, demos lugar al amor, de otra manera sucumbes; escúchame, tengo tantas cosas que enseñarte, ¿crees tú que he terminado de hablarte? No”.
(11) Y como yo lloraba, habiéndose convertido mis ojos en dos ríos de lágrimas ha agregado:
(12) “No llores amada mía, escúchame, esta mañana quiero oír la misa junto contigo, enseñándote el modo como debes oírla”.
(13) Y así Él decía y yo lo seguía, pero como no lo veía mi corazón era despedazado continuamente por el dolor, y para interrumpir de vez en cuando mi llanto, me llamaba continuamente, ahora enseñándome alguna cosa de la Pasión, explicándome el significado, y ahora me enseñaba a hacer lo que hacía en su interior en el curso de su Pasión, que por ahora omito escribir, reservándolo para otro tiempo si Dios quiere. Así he continuado por otros dos días.

+ + + +


4-153
Noviembre 21, 1902

Jesús se sirve de la naturaleza de Luisa para continuar el curso de sus sufrimientos en ella.

(1) Continuaba sin poder perder los sentidos, ni dormir, mi pobre naturaleza no podía más, y mi amadísimo Jesús, cuando yo me sentía más que nunca convencida de que no lo vería más, de improviso ha venido y me ha hecho perder los sentidos, y quedé como si hubiera sido golpeada como por un rayo. Quién puede decir mi temor, pero qué, no era más dueña de mí misma, no estaba más en mi poder el recuperar mis sentidos. Y Jesús me dijo:
(2) “Hija mía, no temas, he venido para fortalecerte; ¿no ves tú misma que no puedes más, y cómo tu naturaleza sin Mí desfallece?”
(3) Y yo le he dicho llorando: “¡Ah! vida mía, sin Ti estoy muerta, no siento ya fuerzas vitales; Tú formabas todo mi ser, y faltándome Tú me falta todo; seguro que si Tú sigues sin venir, yo me moriré de dolor”.
(4) Y Él: “Hija amada mía, tú dices que Yo soy tu vida, y Yo te digo que tú eres mi vida viviente. Así como me serví de mi Humanidad para sufrir, así me sirvo de tu naturaleza para continuar el curso de mis padecimientos en ti; por eso toda mía tú eres, más bien eres mi misma Vida”.
(5) Mientras decía esto me acordé de la obediencia y le he dicho: “Dulce Bien mío, ¿me harás obedecer al hacer recuperarme por mí misma?”
(6) Y Él: “Hija mía, Yo, Creador, obedecí a la criatura teniéndote suspendida estos días, es muy justo que la criatura obedezca a su Creador sometiéndose a mi Voluntad, porque frente a mi Voluntad Divina la razón humana no vale, y la razón más fuerte ante la Voluntad Suprema se resuelve en humo”.
(7) Quién puede decir cómo he quedado amargada, más sin embargo resignada, haciendo voto al Señor de jamás retirar mi voluntad de la suya ni siquiera por un parpadeo de ojos, y como me habían dicho que si era sorprendida por este estado y no me recuperaba por mí misma me dejarían morir, por eso me estaba preparando a la muerte, considerándola como gran fortuna, y le pedía al Señor que me tomara entre sus brazos.
(8) Mientras esto hacía ha venido el confesor para hacerme volver en mí, amargándome mayormente, tanto que el Señor al verme tan amargada me dijo en mi interior:
(9) “Dile que me conceda otros dos días de suspensión, para darles tiempo a poderse regular”.
(10) Y así se ha ido, dejándome toda traspasada y como llena de amargura; y Jesús haciendo oír de nuevo su voz me ha dicho:
(11) “Pobre hija, cómo la amargan, me siento lacerar el corazón al verte, ánimo, no temas hija mía; además recuerda que por la intervención de la obediencia fuiste suspendida de este estado, si ahora no quieren ya, Yo te haré obedecer, ¿no es este el clavo que más te traspasa, el no obedecer?”
(12) Y yo: “Sí”.
(13) “Pues bien, Yo te he prometido que te haré obedecer, por lo tanto no quiero que te amargues. Sin embargo diles: ¿Quieren jugar Conmigo? ¡Ay de quien quiera jugar Conmigo y luchar contra mi Voluntad!”.
(14) Y yo: “¿Sin Ti cómo hago? Porque si no soy sorprendida por ese estado yo no te veo”.
(15) “Y Él: “Como no es tu voluntad salir de este estado de sacrificio, Yo encontraré otros modos para hacerme ver y entretenerme contigo; ¿no estás contenta?”.
(16) Así a la mañana siguiente, sin perder los sentidos se ha hecho ver sensiblemente dándome algunas gotas de leche para fortalecerme, pues era extrema mi debilidad.

+ + + +

4-154
Noviembre 22, 1902

Corre peligro de morir, la obediencia se opone.

(1) El día 22 de noviembre continuaba sintiéndome mal, y de nuevo el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Amada mía, ¿te quieres venir?”
(3) Y yo: “Sí, no me dejes más sobre esta tierra”.
(4) Y Él: “Sí, te quiero contentar esta vez”.
(5) Y mientras esto decía me he sentido cerrar el estómago y la garganta, de modo que ya no entraba nada, apenas podía respirar, sintiéndome sofocar. Después he visto que Jesús bendito llamaba a los ángeles y les decía: “Ahora que la víctima se viene, suspendan las fuerzas, a fin de que los pueblos hagan lo que quieran”.
(6) Y yo: “Señor, ¿quiénes son ellos?”
(7) Y Él: “Son los ángeles que custodian las ciudades, hasta en tanto que las ciudades son asistidas por la fuerza de la protección divina comunicada a los ángeles, no pueden hacer nada, cuando esta protección les es quitada por las graves culpas que cometen, dejándolas en poder de ellos mismos, pueden hacer revoluciones y cualquier tipo de mal”.
(8) Entonces yo me sentía plácida y viéndome sola con mi amado Jesús y abandonada por todas las criaturas, de corazón le agradecía al Señor y le pedía que se dignara no dejar que viniera nadie a darme molestia. Mientras estaba en esta situación, ha venido mi hermana y viéndome mal ha mandado a llamar al confesor, el cual por camino de obediencia ha logrado hacerme abrir un poco la garganta y se fue dándome la obediencia de no morir. Pobre quien tiene que vérselas con las criaturas, porque no conociendo a fondo todas las penas y desgarros de una pobre alma, agregan a las penas mayores dolores, y es más fácil obtener compasión de Dios, ayuda y consuelo, que de las criaturas, es más, parece que atizan mayormente. Pero sea siempre bendito el Señor que todo dispone para su gloria y para el bien de las almas.

+ + + +

4-155
Noviembre 30, 1902

Temor de que su estado fuera obra del demonio. Jesús
le enseña cómo conocer cuándo es Él, y cuándo el demonio.

(1) Encontrándome con temores, dudas, agitaciones, de que todo fuera obra del demonio, viniendo mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo soy Sol que lleno de luz al mundo, y yendo al alma se reproduce en ella otro Sol, de modo que por camino de rayos de luz se saetean mutuamente de continuo. Ahora, en medio a estos dos Soles se producen nubes, que son las mortificaciones, las humillaciones, contrariedades, sufrimientos y demás; si estos son verdaderamente Soles, tienen tanta fuerza, que con saetearse continuamente triunfan sobre estas nubes y las convierten en luz; pero si son soles aparentes y falsos, estas nubes que se producen en medio tienen fuerza de convertir a estos soles en tinieblas. Esta es la señal más cierta para conocer si soy Yo o el demonio, y después de que una persona ha recibido esta señal, puede arriesgar la vida por confesar la verdad, que es luz y no tinieblas”.
(3) He estado rumiando en mi mente si se encuentran en mí estas señales, y me veo tan defectuosa que no tengo palabras para manifestar mi maldad. Sin embargo no desconfío,

más bien espero que la misericordia del Señor quiera tener compasión de esta pobre criatura.

+ + + +

4-156
Diciembre 3, 1902

Turbaciones por la obediencia, Jesús la tranquiliza.

(1) Esta mañana, encontrándome en mi habitual estado y continuando mis temores, al venir el bendito Jesús le he dicho: “Vida de mi vida, ¿de dónde viene que no me haces obedecer las órdenes de los superiores?”
(2) Y Él: “Y tú, hija mía, ¿no ves de dónde viene el conflicto? De que el querer humano no se una con el Divino y se den el beso juntos, de modo de formar uno solo, y cuando hay conflicto entre estos dos quereres, siendo superior el Querer Divino, el querer humano debe perder por fuerza. Y además, ¿qué otra cosa quieren? Yo te he dicho que si quieren te hago caer en este estado, si no quieren te hago obedecer con relación a la obediencia de que Yo te debo hacer caer y Yo debo hacerte volver en ti sin que ellos vengan, dejando la cosa independiente de ellos y toda a mi disposición. Queda a Mí si te quiero tener un minuto o media hora en este estado, si te debo hacer sufrir o no, esto queda todo a mi cargo, y queriendo ellos hacer diversamente sería un querer dictarme leyes del modo, del cómo y del cuándo debo hacer Yo las cosas; esto sería un quererse meter demasiado en mis juicios y querer hacerme de maestro, a quien la criatura está obligada a adorar, y no a investigar”.
(3) Me ha dejado en tal modo que no sabía qué responder. Viendo que no respondía ha agregado:
(4) “Este no quererse persuadir me disgusta demasiado; tú, sin embargo, en los conflictos y mortificaciones no tengas la mirada en ellos, sino fíjala en Mí que fui el centro de las contradicciones, y sufriéndolas tú vendrás a ser más semejante a Mí; así tu naturaleza no podrá separarse, sino que permanecerás calmada y tranquila. Quiero que de parte tuya hagas cuanto puedas por obedecerlos, el resto déjalo a mi cargo, sin turbarte”.

+ + + +

4-157
Diciembre 4, 1902

Jesús manifiesta las razones de su obrar.

(1) Estaba pensando en mi mente en esta obediencia diciendo: “Ellos tienen razón de ordenarme eso, y luego no es una gran cosa que el Señor me haga obedecer en el modo querido por ellos. Además de que ellos dicen: “O que te haga obedecer, o bien que diga la razón por la que quiere que venga el sacerdote a hacerte recuperar de ese estado”. Mientras esto pensaba, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, Yo quería que ellos mismos hubieran encontrado la razón de mi obrar, porque en mi Vida, desde que nací hasta que morí, habiendo encerrado en Mí la vida de toda la Iglesia, todo se encuentra, las cuestiones más difíciles confrontadas a algún suceso de mi Vida donde se puedan uniformar, se resuelven; las cosas más enredadas se sueltan, y las más oscuras y obtusas en que la mente humana casi se pierde en esa oscuridad, encuentran la luz más clara y resplandeciente. Esto significa que no tienen por regla de su obrar mi vida, de otra manera habrían encontrado la razón. Pero ya que no han encontrado ellos la razón, es necesario que Yo hable y la manifieste”.
(3) Después de esto se ha levantado y con imperio, tanto que yo temía, ha dicho:

(4) “¿Qué significa aquél ¿ostende te sacerdoti?”.
(5) Después haciéndose un poco más dulce ha agregado:
(6) “Mi Potencia se extendía por doquier, y desde cualquier lugar que me encontrara podía realizar los más estrepitosos milagros, sin embargo, en casi todos los milagros quise asistir personalmente, como al resucitar a Lázaro, fui, hice quitar la lápida, lo hice desatar, y después con el imperio de mi voz lo volví a llamar a la vida. Al resucitar a la niña, la tomé de la mano con mi mano derecha llamándola nuevamente a vida, y tantas otras cosas que están registradas en el Evangelio, que a todos son conocidas, quise asistir con mi presencia. Esto enseña, estando encerrada la vida futura de la Iglesia en la mía, el modo como debe comportarse el sacerdote en su obrar. Y estas son cosas que se refieren a ti, pero en modo general, tu lugar propio lo encontrarán sobre el calvario. Yo, sacerdote y víctima y levantado sobre el leño de la cruz, quise un sacerdote que me asistiera en aquel estado de víctima, el cual fue san Juan, que representaba la Iglesia naciente; en él Yo veía a todos: Papas, obispos, sacerdotes y todos los fieles juntos, y él mientras me asistía, me ofrecía como víctima para la gloria del Padre y para el buen éxito de la Iglesia naciente. Esto no sucedió por casualidad, que un sacerdote me asistiera en ese estado de víctima, sino que todo fue un profundo misterio, predestinado desde “ab eterno” en la mente divina, significando que al escoger a una alma víctima por las graves necesidades que en la Iglesia hay, un sacerdote Me la ofrezca, Me la asista, la ayude y la anime a sufrir; si estas cosas se comprenden, está bien, ellos mismos recibirán el fruto de la obra que prestan, como san Juan, ¿cuántos bienes no recibió por haberme asistido en el monte calvario? Si en cambio no, no hacen otra cosa que poner mi obra en continuos conflictos, desviando mis más bellos designios.
(7) Además de esto, mi sabiduría es infinita y al enviar alguna cruz al alma para santificarse, no sólo toma una, sino cinco, diez, cuantas Me placen, a fin de que no sólo una, sino todas éstas juntas se santifiquen. Como en el calvario, no estuve Yo solo, además de tener un sacerdote tuve una Madre, tuve amigos y hasta enemigos, que al ver el prodigio de mi paciencia, muchos creyeron en Mí como el Dios que era y se convirtieron; si Yo hubiera estado solo, ¿habrían recibido estos grandes bienes? Ciertamente que no”.
(8) ¿Pero quién puede decir todo lo que me ha dicho, y explicar los más minuciosos significados? Lo he dicho lo mejor que he podido, como en mi rusticidad he sabido decirlo, lo demás espero que lo haga el Señor, iluminándolos para hacerlos comprender lo que yo no he sabido manifestar bien.

+ + + +

4-158
Diciembre 5, 1902

Ve a una mujer que llora el estado de los pueblos, ella le pide no salir de su estado de víctima.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús me ha comunicado sus penas, y estando sufriendo veía a una mujer que lloraba copiosamente y decía: “Los reyes se han aliado y los pueblos perecen, y éstos no viéndose ayudados, protegidos, sino más bien despojados, se perderán, y los reyes sin los pueblos no pueden subsistir. Pero lo que me hace llorar más es que veo faltar las fortalezas de la justicia, cuales son las víctimas, único y solo sostén que mantiene la justicia en estos tiempos tristísimos; ¿al menos me das tú la palabra de no salirte de este estado de víctima?”
(2) Y yo, no sé porque, me he sentido tan decidida que he respondido: “Esta palabra no la doy, no, permaneceré hasta que el Señor quiera, pero en cuanto Él me diga que ha terminado el tiempo de hacer esta penitencia, no permaneceré ni siquiera un minuto más”. Y ella al oír mi irremovible voluntad, más lloraba, como queriendo con su llanto que yo dijera sí, y yo más que nunca resuelta he dicho: “No, no”.

(3) Y ella llorando ha dicho: “Así que habrá justicia, castigos, matanzas, sin ninguna disminución”.
(4) Sin embargo, habiéndolo dicho al confesor, me ha dicho que por obediencia retirara el no.

+ + + +

4-159
Diciembre 7, 1902

Francia e Italia no reconocen más a Jesús. Jesús la suspende de su estado de víctima, pero ella no acepta y lucha para
que no se redacte la ley del divorcio.

(1) Encontrándome fuera de mí misma me he encontrado en una densísima oscuridad, y en ella estaban miles de personas, dicha oscuridad las volvía ciegas, tanto que ellas mismas no comprendían lo que hacían. Parecía que fuese parte de Italia y parte de Francia. ¡Oh! cuántos errores se advertían en Francia, peores que los de Italia, parecía que habían perdido la razón humana, primera dote del hombre y que lo distingue de las bestias, y se habían vuelto peor que éstas mismas. Cerca de esta oscuridad se veía una luz, me he acercado y encontré a mi amante Jesús, pero tan afligido e indignado contra aquella gente, que yo temía y temblaba de pies a cabeza, y sólo he dicho:
(2) “Señor, cálmate y hazme sufrir a mí, derramando sobre mí tu indignación”.
(3) Y Él me ha dicho: “¿Cómo puedo aplacarme si me quieren apartar de ellos, como si no fueran obra creada por Mí? ¿No ves cómo Francia me ha arrojado de sí, considerándose honrada de no reconocerme más? Y cómo Italia quiere seguir a Francia, habiendo algunos que darían el alma al diablo con tal de poder formar la ley del divorcio, tantas veces intentada por ellos y que han quedado aplastados y confundidos; más que aplacarme y derramar sobre ti mi indignación te suspendo del estado de víctima, porque cuando mi justicia ha probado varias veces, usando todo su poder para no dar aquel castigo querido por el mismo hombre, y con todo esto lo quiere, es necesario que la justicia suspenda a quien la detiene y haga caer el castigo”.
(4) Y yo: “Señor, si me quisieras suspender por otros castigos, fácilmente habría aceptado porque es justo que la criatura se uniforme en todo a tu Santo Querer, pero aceptarlo por este mal gravísimo, mi alma no puede tolerar esta suspensión, más bien invísteme de tu poder y hazme ir en medio de esos tales que quieren esto”.
(5) Mientras esto decía me he encontrado con ellos, parecían investidos por fuerzas diabólicas, especialmente uno que parecía furibundo, como si quisiera trastornar todo. He dicho y vuelto a decir y apenas logré arrojarles alguna pequeña luz de razón, haciéndoles conocer el error que cometían, y después de esto me he encontrado en mí misma con escasísimos sufrimientos.

+ + + +

El confesor usa la potestad de la Iglesia para tener

4-160
Diciembre 8, 1902

crucificado a Jesús en Luisa, crucificándola juntamente para impedir la ley del divorcio.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, hoy quiero tenerte suspendida sin hacerte sufrir”.
(3) Y yo he comenzado a temer y a lamentarme con Él, y ha agregado:

(4) “No temas, Yo me estaré contigo, más bien, cuando tú ocupas el estado de víctima estás expuesta a la justicia, y además de los otros sufrimientos muchas veces te toca sufrir mi misma privación y la oscuridad, en suma, todo lo que merece el hombre por sus culpas, pero suspendiéndote el oficio de víctima todo será misericordia y amor que mostraré hacia ti”.
(5) Yo me sentía liberada, si bien veía a mi amado Jesús y comprendía muy bien que no era su venida lo que hacía necesaria la venida del sacerdote para hacerme recuperar, sino más bien los sufrimientos que Jesús me daba. Entonces, no sé decir por qué, mi alma sentía una pena, pero mi naturaleza sentía una gran satisfacción y decía: “Por lo menos ahorraré al confesor el sacrificio de venir”. Pero mientras esto pensaba, he visto junto con Nuestro Señor un sacerdote vestido de blanco, me parecía que fuera el Papa y junto el confesor, y ellos le rogaban que me hiciera sufrir para impedir que redactaran esta ley del divorcio. Pero Jesús no les hacía caso, entonces el confesor no haciendo caso de que no lo oía, con ímpetu extraordinario, que parecía que no fuera él, ha tomado a Jesucristo en brazos y a fuerza lo ha puesto dentro de mí diciendo: “Te estarás crucificado en ella, crucificándola, pero esta ley no la queremos”.
(6) Jesús ha quedado como atado dentro de mí, crucificado por aquella imposición, sintiendo yo acerbamente los dolores de la cruz, y ha dicho:
(7) “Hija, es la Iglesia que lo quiere, y su potestad unida a la fuerza de la oración me ata”.

+ + + +

4-161
Diciembre 9, 1902

Luisa se encuentra junto con Jesucristo, como clavada con Él. Hablan acerca del divorcio.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma junto con Jesucristo, como clavada con Él, y como yo sufría permanecía en silencio. Mientras tanto vi al confesor junto con el ángel custodio que le decía:
(2) “Esta pobrecita está sufriendo mucho, tanto que le impide hablar, dale un poco de tregua, porque cuando dos amantes desahogan entre ellos lo que tienen en su interior, terminan concediéndose mutuamente lo que quieren”.
(3) Entonces me he sentido aliviar los sufrimientos, y primeramente he dicho ciertas necesidades del padre, al rogarle que lo hiciera todo de Dios, porque cuando uno llega a ser tal, no puede encontrar ninguna dificultad para que le concedan lo que quiere, porque no podrá buscar otra cosa sino lo que agrada a Dios; después he dicho: “Señor, ¿esta ley del divorcio llegarán los hombres a formarla en Italia?”
(4) Y Él: “Hija mía, hay peligro, a menos que algún rayo chino llegue a impedirles este propósito”.
(5) Y yo: “Señor, ¿cómo? ¿Es tal vez alguno de China, que mientras estén por hacer esto tomará algún rayo y lo arrojará entre ellos para matarlos, de modo que aquellos asustados emprenderán la fuga?”
(6) Y Jesús: “Cuando no comprendas es mejor que calles”.
(7) Yo he quedado confundida y no me he atrevido a hablar más, y sin haber comprendido el significado. Pero el ángel custodio estaba diciendo al confesor que además de la intención de la cruz uniera la de hacerlo derramar, que si esto conseguía vencería el punto y no podrán hacerlo.

+ + + +


4-162
Diciembre 15, 1902

Queda clavada con Jesús. El hombre está por ser aplastado por el peso de la justicia divina.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y he encontrado a mi adorable Jesús arrojado por tierra, crucificado, que todos lo pisoteaban, y yo para impedir que esto hicieran me he extendido sobre Él para recibir sobre mí lo que le hacían a Nuestro Señor. Y mientras estaba en aquella posición he dicho: “Señor, ¿qué te cuesta que esos mismos clavos que te traspasan, me traspasen a mí al mismo tiempo?” Mientras estaba en esto me he encontrado clavada con aquellos mismos clavos que tenían clavado al bendito Jesús, Él abajo y yo arriba; y en esta posición nos hemos encontrado en medio de aquellos hombres que quieren el divorcio, y Jesús les mandaba tantos rayos de luz producidos por los sufrimientos que Jesús y yo sufríamos, y ellos quedaban deslumbrados y confundidos. Y comprendía que si el Señor querrá hacerme sufrir cuando ellos vengan para hacer esto, fracasarán y no concluirán nada.
(2) Después de esto ha desaparecido, quedando yo sola a sufrir, después ha regresado de nuevo pero no crucificado, y se ha arrojado en mis brazos, pero se volvió tan pesado que mis pobres brazos no resistían y estaba a punto de dejarlo caer a tierra. Entonces, viendo que por más que hacía y me esforzaba no podía sostener ese peso, era tanta la pena que sentía que lloraba abundantemente, y Él viendo el peligro de caer y mi llanto, lloraba junto conmigo. ¡Qué desgarradora escena! Entonces, haciéndome violencia lo he besado en el rostro, y besándome Él también le he dicho: “Vida y fuerza mía, por mí soy débil y nada puedo, pero Contigo todo puedo; por eso fortifica mi debilidad infundiéndome tu misma fuerza, y así podré sostener el peso de tu persona, único medio para podernos recíprocamente evitar este disgusto, yo de hacerte caer y Tú de sufrir la caída”. Al oír esto Jesús me ha dicho:
(3) “Hija mía, ¿y tú no comprendes el significado de mi pesantez? Debes saber que es el peso enorme de la justicia que ni Yo puedo soportarlo más, ni tú podrás contenerlo, y el hombre está por ser aplastado por el peso de la justicia divina”.
(4) Yo al oír esto lloraba, y Él, para distraerme, como antes de venir tenía un fuerte temor de que no debiese obedecer sobre ciertas cosas, ha agregado:
(5) “Y tú amada mía, ¿por qué temes tanto que no te hiciese obedecer? ¿No sabes que cuando atraigo, uno, identifico a un alma Conmigo, comunicándole mis secretos, la primera tecla que pongo, la que suena más bello y que comunica el sonido a todas las demás teclas, es la tecla de la obediencia? Tanto, que si las demás teclas no están en comunicación con la primera tecla, sonarán de un modo discordante, que jamás podrá ser agradable a mi oído. Por eso no temas, y además, no tú sino Yo obedeceré en ti, y siendo una obediencia que me corresponde hacer a Mí, déjame actuar a Mí, sin preocuparte, porque sólo Yo sé lo que conviene, y el modo para hacerme conocer”.
(6) Dicho esto ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma. Sea siempre bendito el Señor.

+ + + +

4-163
Diciembre 17, 1902

Para poder ser víctima es necesaria la unión permanente con Jesús.

(1) Esta mañana, al venir mi adorable Jesús, le estaba rogando que se aplacara, diciéndole: “Señor, si no puedo yo sola sostener el peso de tu justicia, hay tantas almas

buenas, que dividiendo un poco en cada una, resultará más fácil sostener el peso, y así las gentes podrán ser perdonadas”.
(2) Y Él: “Y tú, hija mía, ¿no sabes que para que mi justicia pueda descargar sobre alguna alma el peso del castigo de otros, se debe encontrar en posesión de mi unión permanente, de modo que todo lo que obra, sufre, intercede y obtiene, le viene dado por virtud de mi unión establecida en ella, no haciendo otra cosa el alma que poner su voluntad y unificándola con la mía; ni mi justicia podría hacerlo si antes no le da las gracias necesarias para poder poner al alma a sufrir por causa de los demás?”
(3) Y yo: “¿Cómo, tu unión es permanente en mí? Me veo tan mala”.
(4) Y Él interrumpiendo mi hablar ha agregado: “Tonta, ¿qué dices? ¿No me oyes continuamente en ti, no adviertes los movimientos sensibles que hago en tu interior? La oración continua que en tu interior se eleva, no pudiendo tú hacer de otra manera, ¿acaso eres tú o Yo que habito en ti? A lo más no me ves alguna vez, y esto no dice que mi unión no sea permanente en ti”.
(5) Yo he quedado confundida y no he sabido qué responder.


+ + + +

4-164
Diciembre 18, 1902

Jesús la lleva de nuevo a sufrir con Él, para vencer a aquellos que quieren el divorcio.

(1) No apenas me he encontrado en mi habitual estado, el bendito Jesús ha venido, pero sufriendo tanto que daba compasión; entonces todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, ven de nuevo a sufrir Conmigo para poder vencer la obstinación de aquellos que quieren el divorcio, probemos otra vez, tú estarás siempre dispuesta a sufrir lo que quiero, ¿no es verdad? ¿Me das tu consentimiento?”
(3) Y yo: “Sí Señor, haz lo que quieras”.
(4) No apenas había dicho sí, el bendito Jesús se ha extendido dentro de mí, crucificado, y como mi naturaleza era más pequeña que la suya, me ha estirado hasta hacerme llegar a su mismo tamaño, después ha vertido poquísimo, sí, pero tan amargo y lleno de sufrimientos, que no sólo sentía los clavos en los puntos de la crucifixión, sino todo el cuerpo me lo sentía clavado por tantos clavos, de modo que me sentía toda destrozada. Entonces, por poco tiempo me dejó en esa posición y me he encontrado en medio de los demonios, que viéndome tan sufriente decían: “Hasta el último esta maldita debe vencer otra vez para que no hagamos la ley del divorcio. Maldita tu existencia, tú buscas dañarnos y desbaratar nuestros planes, arruinando nuestras tantas fatigas mandándolas al vacío, pero te la haremos pagar, te pondremos en contra obispos, sacerdotes y gentes, de modo que en otra ocasión haremos que se te pase el capricho de aceptar los sufrimientos”. Y mientras esto decían me enviaban torbellinos de llamas y humo. Yo me sentía tan sufriente que no me daba cuenta ni de mí misma. El bendito Jesús ha regresado y los demonios han huido ante su vista, y de nuevo me renovó los mismos sufrimientos, más fuertes que antes, y así lo repitió otras dos veces, y si bien estuve casi siempre con Jesús, como me encontraba como oprimida por fuertes sufrimientos no le he dicho nada, sólo Él me decía:
(5) “Hija mía, por ahora es necesario que sufras, ten paciencia. ¿No quieres cuidar de mis intereses como si fueran tuyos?”
(6) Y ahora me sostenía entre sus brazos, no pudiendo mi naturaleza sostener por sí sola el peso de aquellos sufrimientos. Después me ha dicho:
(7) “Amada, ¿quieres ver el mal que ha sucedido en aquellos días que te tuve suspendida de este estado?”
(8) En ese momento no sé cómo, he visto la justicia, y la veía llena de luz, de gracia, de castigos y de tinieblas, y por cuantos días había estado suspendida, tantos ríos de tinieblas descendían sobre la tierra, y aquellos que quieren hacer mal y hablar mal quedaban más

ciegos y tomaban fuerza para ejecutarlo, lanzándose contra la Iglesia y las personas sagradas. Yo he quedado asombrada y Jesús me ha dicho:
(9) “Tú creías que era nada, tanto que no te preocupabas, pero no era así, has visto cuánto mal ha venido y cuánta fuerza han tomado los enemigos, hasta llegar a hacer lo que durante el tiempo en que te he tenido siempre en este estado no habían podido”.
(10) Después de esto ha desaparecido.

+ + + +

4-165
Diciembre 24, 1902

Efectos del sufrir. Valor de la soberbia.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y he encontrado a Nuestro Señor, que junto tenía una cruz toda entretejida de espinas. Entonces la tomó y me la puso sobre los hombros, ordenándome que la llevara en medio de una multitud de gente para dar prueba de su misericordia y aplacar la justicia divina. Era tan pesada que la llevaba encorvada y casi arrastrándome. Mientras la llevaba Jesús ha desaparecido, y aquél que me guiaba cuando llegué a un punto me ha dicho:
(2) “Deja la Cruz y desnúdate, porque debe regresar Nuestro Señor y te debe encontrar lista para la crucifixión”.
(3) Yo me he desnudado y he retenido los vestidos en la mano por la vergüenza que la naturaleza sentía, y he dicho entre mí: “En cuanto venga los dejaré”. Mientras estaba en esto ha regresado y encontrándome con los vestidos en la mano me ha dicho:
(4) “Ni siquiera te has desnudado del todo para poderte rápidamente crucificar, entonces lo dejaremos para otro tiempo”.
(5) Yo he quedado confundida y afligida sin poder articular palabra, y Jesús para consolarme me ha tomado de la mano y me ha dicho:
(6) “Dime, ¿qué quieres que te done?”
(7) Y yo: “Señor, el sufrir”.
(8) Y Él: “¿Y qué más?”
(9) Y yo: “No sé pedirte otra cosa que sufrir”.
(10) Y Jesús: ¿Y amor no quieres?”
(11) Y yo: “No, sufrir, porque dándome el sufrimiento me darás más amor, y esto lo sé por experiencia, que para obtener las gracias, el amor más fuerte y a todo Tú mismo, no se obtiene por otra cosa sino por medio del sufrimiento, y para merecerme todas tus atracciones, gustos y complacencias, el único medio es el sufrir por amor tuyo”.
(12) Y Él: “Amada mía, te he querido probar para reencender en ti mayormente el deseo de sufrir por amor mío”.
(13) Después de esto he visto personas que se creían algo más que los demás, y el bendito Jesús ha dicho:
(14) “Hija mía, quien ante Mí y ante los hombres se cree alguna cosa, vale nada; y quien se cree nada vale todo. Primero ante Mí, porque si hace alguna cosa, no cree que la hace porque puede hacerla, porque tiene la fuerza, la capacidad, sino que la hace porque recibe de Dios la gracia, las ayudas, las luces, por lo tanto se puede decir que la hace en virtud del poder divino, y quien tiene consigo el poder divino, ya vale todo. Segundo, ante los hombres, este obrar en virtud del poder divino, la hace obrar todo diferente, y no hace otra cosa que trasmitir luz del poder divino que en sí contiene, de modo que los más perversos, sin quererlo, sienten la fuerza de esta luz y se someten a sus quereres, y he aquí que también ante los hombres vale todo. Todo al contrario quien se cree alguna cosa, además de que vale nada, me es abominable, y por los modos ostentosos y refinados que tienen, creyéndose ellos alguna cosa, burlándose de los demás, los hombres los tienen señalados con el dedo como sujetos de escarnio y de persecución”.


+ + + +

4-166
Diciembre 26, 1902

Las calumnias, las persecuciones, las oposiciones, sirven para justificar al hombre.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda oprimida y con temor de recibir persecuciones, oposiciones, calumnias, no sólo yo, pues de mí no me preocupo porque soy una pobre criatura que valgo nada, sino por el confesor con otros sacerdotes. Así que sentía el corazón aplastado por este peso, sin poder encontrar calma. En este momento ha venido mi adorable Jesús diciéndome:
(2) “Hija mía, ¿por qué estarte turbada e inquieta perdiendo el tiempo? Por tus cosas no hay nada, y además todo es providencia divina que permite las calumnias, las persecuciones, las oposiciones, para justificar al hombre y hacerlo regresar a la unión con el Creador, a solas, sin apoyo humano, como salió al ser creado. Y he aquí cómo el hombre, por cuan bueno y santo fuese, siempre le queda alguna cosa de espíritu humano en su interior, como también en su exterior no es perfectamente libre, siempre tiene alguna cosa de humano en la que espera, confía y se apoya, y por la cual quiere obtener estima y respeto, así que la providencia divina hace que sople un poco el viento de las calumnias, persecuciones y oposiciones, ¡oh!, qué destructora granizada recibe el espíritu humano, porque el hombre viéndose combatido, mal visto, despreciado por las criaturas, no encuentra más satisfacción entre ellas; más bien le viene a faltar todo junto: Ayudas, apoyos, confianza y estima, y si antes iba en busca de ellas, después él mismo les huye, porque adonde se vuelve no encuentra más que amarguras y espinas. Así que, reducido a este estado permanece solo, y el hombre no puede estar, ni está hecho para estarse solo,
¿qué hará el pobrecito? Se volverá todo, sin el mínimo estorbo a su centro Dios, y Dios se dará todo a él, y el hombre se dará todo a Dios, aplicando su inteligencia en conocerlo, su memoria en recordarse de Dios y de sus beneficios, la voluntad a amarlo. Y he aquí hija mía, justificado, santificado y rehecha en su alma la finalidad para la cual fue creado. Y aunque después le convendrá tratar con las criaturas, si ve que se le ofrecen ayudas, apoyos, estima, los recibe con indiferencia, conociendo por experiencia quiénes son, y si se sirve de ellas lo hace sólo cuando ve en ello el honor y la gloria de Dios, quedándose siempre sólo Dios y él”.

+ + + +

4-167
Diciembre 30, 1902

El Señor la hace ver terremotos, destrucción de ciudades y le habla de su Voluntad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me parecía ver a la Santísima Trinidad y yo en medio de ellos, como si quisieran resolver qué cosa debían hacer con el mundo. Entonces parecía que decían:
(2) “Si al mundo no se le mandan fortísimos flagelos, todo habrá terminado para él en materia de religión, y se volverán peor que los mismos bárbaros”.
(3) Y mientras esto decían, parecía que descendían a la tierra guerras de toda especie, terremotos que destruían ciudades enteras y enfermedades. Yo al ver esto, temblando toda he dicho: “Majestad Suprema, perdonad la ingratitud humana, ahora más que nunca el corazón del hombre se ha rebelado, si se ve castigado se rebelará mayormente, agregando ultrajes a ultrajes a vuestra Majestad”. Y una voz que salía de en medio de ellos decía:
(4) “El hombre se puede rebelar cuando sólo es mortificado, pero cuando es destruido cesa su rebelión. Ahora, aquí no se habla de mortificaciones sino de destrucción”.
(5) Después de esto han desaparecido; pero quién puede decir cómo he quedado, mucho más porque sentía como una disposición de querer salir de este estado de sufrimientos, y una voluntad no perfectamente resignada al Querer Divino. Veía con claridad que la más fea afrenta que puede hacer la criatura al Creador es oponerse a su Querer Santísimo, por ello sentía la pena, temía fuertemente que pudiera hacer un acto

opuesto a su Querer, y con todo esto no podía calmarme. Entonces, después de mucho esperar ha regresado mi adorable Jesús y me ha dicho:
(6) “Hija mía, muchas veces Yo me complazco en elegir a las almas, en rodearlas de fuerza divina de modo que ningún enemigo pueda entrar en ella, y ahí establezco mi perpetua morada, y en este morar que hago me abajo, se puede decir, a los más pequeños servicios, la limpio, le extirpo todas las espinas, le destruyo todo lo que de mal ha producido la naturaleza humana, y en ella planto todo lo que de bello y de bueno en Mí se encuentra, tanto de formar el más bello jardín de mis delicias, del cual me sirvo a mi gusto y según las circunstancias de mi gloria y del bien de los demás, tanto, que se puede decir que no tiene ya nada de lo suyo, sirviéndome sólo para habitación mía. Entonces, ¿sabes tú qué se necesita para destruir todo esto? Un acto opuesto a mi Voluntad, y todo esto lo harás tú si te opones a mi Voluntad”.
(7) Y yo: “Temo Señor que los superiores me puedan dar la obediencia de la otra vez”.
(8) Y Él: “Eso no es cosa tuya, y Yo me las veré con ellos, pero en esto está tu querer”.
(9) A pesar de todo esto no me podía calmar e iba repitiendo en mi interior: “¡Qué cambio funesto me sucedió! ¿Quién ha desunido mi querer del Querer de mi Dios, que parecía que formaba uno solo?”

+ + + +

4-168
Diciembre 31, 1902

Jesús ama tanto a Luisa, que llega a amarla cuanto se ama a Sí mismo aunque algunas veces no puede verla y le es repugnante. Explicaciones.

(1) Continuaba con el temor de que pudiese oponerme al Querer de mi adorable Jesús, me sentía toda oprimida y angustiada, y estaba pidiéndole que me liberara, diciéndole: “Señor, ten piedad de mí, ¿no ves el peligro en el cual me encuentro? ¿Es posible que yo, vilísimo gusanillo me atreva a tanto, de sentirme opuesta a tu Santo Querer? Y además,
¿qué bien puedo encontrar y en qué precipicio caeré si me encuentro desunida de tu Voluntad?” Mientras esto decía, el bendito Jesús se ha movido en mi interior, y con una luz que me mandaba parecía que me decía:
(2) “Tú no comprendes nunca nada, este estado es estado de víctima; cuando te ofrecieron víctima por Corato tú aceptaste; ahora, ¿qué cosa hay de mal en Corato? ¿No hay tal vez la rebelión hacia el Creador por parte de la criatura, entre sacerdotes y seglares, entre partidos y partidos? Y bien, tu estado de rebelión no querido, el temor, tus penas, es estado expiatorio, y este estado de expiación Yo lo sufrí en el Getsemaní, tanto, que llegué a decir: “Si es posible pase de Mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Mientras que en todo el curso de mi Vida la había deseado tanto, hasta sentirme consumir”.
(3) Al oír esto, parece que me he tranquilizado y me sentí fortificada, y le he pedido que derramara en mí sus amarguras, y habiéndome acercado a su boca, por cuanto chupaba no salía nada, sólo un aliento amarguísimo que me amargaba todo el interior, entonces yo, viendo que nada derramaba he dicho: “Señor, ¿ya no me quieres? Si no quieres derramar amarguras al menos derrama tus dulzuras”.
(4) Y Él: “Más bien te amo más, y si tú pudieras entrar en mi interior verías con claridad en todas mis partículas el amor especial hacia ti, y algunas veces te amo tanto, que llego a amarte cuanto me amo a Mí mismo, si bien algunas veces no te puedo ver y me eres nauseante”.
(5) Estas últimas palabras fueron como un relámpago a mi pobre corazón, pensar que no siempre era amada por mi amante Jesús, y que en ocasiones llegaba a ser un alma

abominable. Si Él mismo no hubiera corrido a explicarme el significado, yo no habría podido vivir más. Entonces ha agregado:
(6) “Pobre hija, ¿te es demasiado duro esto? Has encontrado mi misma suerte, Yo era siempre el que era, uno con la Trinidad Sacrosanta y nos amábamos con un amor eterno, indisoluble, no obstante cubierto como víctima de todas las iniquidades de los hombres, mi exterior era abominable ante la Divinidad, tanto que la justicia divina no me perdonó en ninguna parte, volviéndose inexorable hasta abandonarme. Tú eres siempre como eres Conmigo, pero como desempeñas el estado de víctima, tu exterior aparece ante la divina justicia cubierto de las culpas de los demás, he aquí el por qué te dije esas palabras; sin embargo tú tranquilízate, porque te amo siempre”.
(7) Dicho esto ha desaparecido. Parece que el bendito Jesús esta vez tenía ganas de inquietarme, si bien enseguida me da la paz. Sea siempre bendito y agradecido.

+ + + +

4-169
Enero 5, 1903

La libertad es necesaria para conocer al bueno y al malo.

(1) Esta mañana me sentía casi libre de los sufrimientos, yo misma no sabía qué hacer, cuando de repente me he sentido fuera de mí misma y veía personas de nuestra ciudad, que además de las palabras y calumnias que habían dicho, planeaban llegar a los hechos. Mientras estaba en esto he visto al bendito Jesús y he dicho: “Señor, demasiada libertad das a estos hombres infernales, hasta ahora han sido palabras de infierno, y ahora quieren llegar a poner las manos sobre tus ministros; átalos y ten compasión de ellos, y al mismo tiempo defiende a aquellos que te pertenecen”.
(2) Y Él: “Hija, es necesaria esta libertad para conocer al bueno y al malo, pero debes saber que estoy cansado del hombre, y tan cansado que te lo participo a ti, de modo que cuando sientes ese cansancio de tu estado de víctima y casi la voluntad de querer salir de él, te viene de Mí, pero te advierto que estés atenta en no meter ninguna voluntad, porque Yo voy buscando la voluntad de la criatura para apoyarme y castigar a los rebeldes. Sin embargo probemos, todavía te haré sufrir, y aquellos quedarán sin fuerza y no podrán hacer nada de lo que quieren”.
(3) Quién puede decir lo que he sufrido y cuántas veces me ha renovado la crucifixión, y mientras esto hacía me ha dicho alzando su mano hacia el cielo:
(4) “Hija mía, al hombre no lo hice para la tierra sino para el Cielo, y su mente, su corazón, y todo lo que su interior contiene debían existir en el Cielo, y si esto hiciera, recibiría en las tres potencias el influjo de la Santísima Trinidad, y Ella quedaría copiada en él mismo; pero como se ocupa de tierra, recibe en sí el fango, la podredumbre y toda la cloaca de vicios que la tierra contiene”.

+ + + +

4-170
Enero 7, 1903

Pide a Jesús que le aclare su estado, y Él se lo esclarece.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando: “¿Será posible, puede ser verdad que por pocos sufrimientos míos el Señor suspenda los castigos, que debilite las fuerzas humanas para que no hagan revoluciones y para no formar leyes inicuas? Y además,
¿quién soy yo para merecer con pocos sufrimientos todo esto?” Mientras esto pensaba, ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:

(2) “Hija mía, ni tú, ni quien te dirige han comprendido tu estado; tú en el estado de sufrimientos desapareces del todo, y Yo solo, no místicamente, sino en carne viva reproduzco mis mismos sufrimientos que sufrió mi Humanidad. ¿Y no fueron tal vez mis sufrimientos los que debilitaron a los demonios, iluminaron las mentes cegadas, en una palabra, los que formaron la redención del hombre? Y si lo pudieron hacer entonces en mi Humanidad, ¿no lo podrán acaso hacer ahora en la tuya? Si un rey fuera a habitar en un pequeño tugurio, y desde ahí dispensara gracias, ayuda, monedas, continuara su oficio de rey, si alguien no lo creyera se diría que es tonto, pues si es rey puede hacer el bien tanto en el palacio real como en el pequeño tugurio; es más, se admira más su bondad, porque siendo rey no desdeña habitar en pequeñas pocilgas y viles chozas; así es tu situación”.
(3) Yo comprendía con claridad todo esto y he dicho: “Señor mío, todo está bien como dices, toda la dificultad de mi estado está en la venida del sacerdote”.
(4) Y Él: “Hija mía, aunque un rey habitara en pequeñas pocilgas, por las circunstancias, por las necesidades, por la condición de rey, es conveniente que sus ministros no lo dejen solo, sino que le hagan compañía sirviéndolo y obedeciéndolo en lo que él quiere”.
(5) He quedado tan convencida, que no supe qué más decir.

+ + + +

4-171
Enero 9, 1903

Todo está escrito en el corazón de quien cree, espera y ama.

(1) Esta mañana me sentía toda oprimida, pues había venido Monseñor a visitarme porque decía que no era cierto que fuera Jesucristo quien obraba en mí; y al venir el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, para comprender bien a un sujeto se necesita creer, porque sin esto todo es oscuridad en el intelecto humano, mientras que el sólo creer enciende en la mente una luz, y por medio de esta luz descubre con claridad la verdad y la falsedad, cuándo obra la gracia y cuándo la naturaleza y cuándo lo diabólico. Mira, el Evangelio es conocido por todos, ¿pero quién comprende el significado de mis palabras, las verdades que él contiene? Quién las conserva en su propio corazón y hace de ellas un tesoro para comprarse el reino eterno, o sea, quien cree. Y todos los demás no sólo no comprenden nada, sino que se sirven de ellas para hacer escarnio y burlarse de las cosas más santas. Por lo tanto se puede decir que todo está escrito en los corazones de quien cree, espera y ama, y para todos los demás, nada está escrito para ellos. Así es de ti, quien cree un poco ve las cosas con claridad y encuentra la verdad; quien no, ve las cosas todas confusas”.

+ + + +

4-172
Enero 10, 1903

Las palabras que más consuelan a la dulce Mamá son: “Dominus Tecum”. 2

(1) Esta mañana, después de haber esperado mucho ha venido la Reina Madre con el Niño en brazos, y me lo ha dado diciéndome que lo tuviera cortejado con actos continuos de amor. Por cuanto he podido lo he hecho, y mientras esto hacía Jesús me ha dicho:
(2) “Amada mía, las palabras más agradables y que más consuelan a mi Madre son el “Dominus Tecum”, porque no apenas fueron pronunciadas por el arcángel, sintió

2 El Señor es contigo.

comunicarse en Ella todo el Ser Divino, y por eso se sintió investida del poder divino, de modo que el suyo, frente al poder divino se perdió, y mi Madre quedó con el poder divino en sus manos”.

+ + + +

4-173
Enero 11, 1903

Ve a Monseñor que combate por la religión.

(1) Habiéndome dicho el confesor que rezara según las intenciones de Monseñor, veía, encontrándome fuera de mí misma, que no concernía a Monseñor sino a otras personas, y entre éstas veía a una mujer buenísima, pero toda consternada y que lloraba, y Monseñor bajo los brazos de una cruz con Cristo clavado encima de ella, que defendía, y debía tener ocasión para combatir por la religión, y el bendito Jesús que decía:
(2) “Los confundiré”.

+ + + +

4-174
Enero 13, 1903

Ve a la Santísima Trinidad. Males de las adulaciones.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me parecía ver a la Santísima Trinidad que recíprocamente se miraban, y era tanta su belleza que quedaban estáticos con sólo mirarse, y en este estado se desbordaban fuera en amor, y por este amor quedaban como sacudidos, y permanecían más intensamente estáticos, así que todo su bien y complacencia estaban comprendidos en Ellos mismos, y toda su eterna vida y bienaventuranza, y funcionamiento, estaban encerrados en esta única palabra: “amor”. Y toda la bienaventuranza de los santos estaba formada por este obrar perfecto de la Santísima Trinidad.
(2) Mientras esto veía, el Hijo ha tomado la forma de Crucifijo, y saliendo de entre Ellos vino a mí, participándome las penas de la crucifixión, y mientras estaba conmigo se ha puesto de nuevo en medio de Ellos y ha ofrecido sus y mis sufrimientos, y dio satisfacción por el amor que le debían todas las criaturas. Quién puede decir su complacencia, y cómo quedaban satisfechos por el ofrecimiento del Hijo. Parecía que así como al crear a las criaturas no había salido otra cosa de su interior que llamas contenidas de amor, pues para dar desahogo a este amor se pusieron a crear tantas otras imágenes de Ellos, entonces quedaban satisfechos cuando recibían lo que habían dado, esto es: Amor han dado, amor quieren; así que la más fea ofensa es el no amarlos. Sin embargo, ¡oh Dios tres veces Santo! ¿Quién es aquél que te ama?
(3) Después de esto han desaparecido. ¿Pero quién puede decir lo que comprendía? Mi mente se perdía y la lengua no sabe articular palabra. Entonces, poco después volvió el bendito Jesús con el rostro cubierto de escupitinas y de fango, y me ha dicho:
(4) “Hija mía, las alabanzas, las adulaciones, son escupitinas y fango que ensucian y enlodan al alma y ciegan la mente, para no dejarle conocer quién verdaderamente es ella, especialmente si no parten de la verdad, porque si parten de la verdad y la persona es digna de alabanzas, conociendo la verdad me dará a Mí la Gloria, pero si parten de la falsedad, empujan a tal exceso al alma, que se confirma mayormente en el mal”.

+ + + +


4-175
Enero 31, 1903

Efectos de la corona de espinas de Jesús.

(1) Después de haber esperado mucho, he visto al bendito Jesús en mi interior que tenía la corona de espinas, y yo me puse a contemplarlo y a compadecerlo, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, quise sufrir estas espinas en mi cabeza, además de para expiar todos los pecados de pensamiento, para unir la inteligencia divina a la humana, porque la inteligencia divina estaba como dispersa en las mentes humanas, y mis espinas la llamaron del Cielo y la injertaron de nuevo. No sólo esto, sino que obtuve, para quien debía manifestar las cosas divinas, ayuda, fuerza, lucidez para hacerla conocer a los demás”.

+ + + +

4-176
Febrero 1, 1903

La Reina Mamá la reprende. Se abre una iglesia protestante en Corato.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda afligida, especialmente porque mi confesor me había dicho que esta mañana se abría en Corato una iglesia protestante, y que yo debía rogar al Señor que hiciera suceder alguna cosa para confundirlos, a costa de cualquier sufrimiento mío, y viendo que el Señor no venía y por lo tanto yo no sentía grandes sufrimientos, único medio para obtener esta especie de gracias, sentía una aflicción grandísima. Después de mucho esperar ha venido el bendito Jesús, y veía al confesor que insistía mucho y rogaba para hacerme sufrir; así parece que me participó las penas de la cruz, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, te he hecho sufrir obligado por la potestad sacerdotal, y permitiré que aquellos que vayan, en vez de quedar convencidos de lo que los protestantes digan, los tomarán a burla, y además, como el castigo cayó sobre Corato en los días que te tuve suspendida del estado de víctima, debe tener su curso, y si tú continúas sufriendo dispondré de modo tal a los corazones, que a tiempo oportuno me serviré de alguna ocasión para hacerlos quedar del todo confundidos y destruidos”.
(3) Después, ha venido la Reina Madre, como si hubiera querido usar conmigo un trato de justicia me ha reprendido ásperamente por algún pensamiento y palabra, especialmente cuando viéndome con poquísimos sufrimientos digo que no es ya Voluntad de Dios, y entonces quiero salir de este estado. ¿Quién puede decir con qué rigor me ha reprendido? Y me ha dicho: “Que el Señor permita que algunos días te suspenda, puede ser; pero que te dispongas tú, esto es intolerable ante Dios, viniendo tú casi a dictar leyes del modo como te quiere tener”. Sentí tanto la fuerza del rigor, que estaba por desmayarme, tanto que el bendito Jesús teniendo compasión de mí, me sostuvo entre sus brazos.

+ + + +

4-177
Febrero 9, 1903

Los bienes que tiene la Iglesia católica, y los males de los protestantes.

(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma veía al confesor con otro sacerdote santo, el cual decía: “Quítate todo pensamiento de que no es Voluntad de Dios tu situación”.

(2) Después ha hablado sobre estos protestantes que dicen de Corato, y ha dicho: “Poco o nada harán, porque los protestantes no tienen el anzuelo de la verdad para pescar los corazones, como lo tiene la Iglesia católica, les falta la barca de la verdadera virtud para ponerlos a salvo, están desprovistos de velas, de remos, de ancla, los cuales son los ejemplos y enseñanzas de Jesucristo, y llegan a no tener ni un pan para quitarse el hambre, ni agua para quitarse la sed y lavarse, como son los sacramentos, y lo que es más, les falta hasta el mar de la Gracia para poder ir a pescar almas. Así que faltando todo esto, ¿qué progresos podrán hacer?” Y ha dicho tantas otras cosas que yo no sé repetir bien. Después ha venido mi amable Jesús y me ha dicho:
(3) “Hija mía, quien me ama se fija de frente al centro Divino, pero quien se resigna y hace en todo la Voluntad Divina, posee en sí mismo el centro de la Divinidad”.
(4) Y como relámpago ha desaparecido. Poco después ha regresado, y yo le estaba agradeciendo por la Creación y Redención y por tantos otros beneficios. Y Él ha agregado:
(5) “En la Creación formé el mundo material, y en la Redención formé el mundo espiritual”.

+ + + +

4-178
Febrero 22, 1903

El pecado es veneno, y el dolor es el contraveneno.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo he visto a mi adorable Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el pecado ofende a Dios e hiere al hombre, y como fue cometido por el hombre, y fue ofendido Dios, para recibir una plena satisfacción se necesitaba un hombre y un Dios que satisficiera. Y los treinta años de mi Vida mortal dieron satisfacción por las tres edades del mundo, por los tres diferentes estados de ley: La natural, la escrita y la de la gracia, y por las tres diversas edades de cada hombre: Adolescencia, juventud y vejez. Yo por todos di satisfacción, merecí e impetré; y mi Humanidad sirve de escalera para subir al Cielo; pero si el hombre no sube esta escalera con el ejercicio de las propias virtudes, en vano intenta subir y volverá inútil para sí mismo mi obrar”.
(3) Entonces yo, oyendo nombrar el pecado he dicho: “Señor, háblame un poco de por qué te complace tanto cuando un alma se duele de haberte ofendido”.
(4) Y Él: “El pecado es un veneno que envenena toda el alma y la vuelve tan deforme, que llega a hacer desaparecer en ella mi imagen, y el dolor destruye este veneno y le restituye mi imagen, el verdadero dolor es un contraveneno, y conforme el dolor destruye el veneno, hace un vacío en el alma, y este vacío lo llena mi gracia; esta es la causa de mi agrado, porque veo resucitada por medio del dolor la obra de mi Redención”.

+ + + +

4-179
Febrero 23, 1903

No quieren por cabeza a Nuestro Señor.
La Iglesia será siempre Iglesia.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado cerca de un jardín que parecía que fuera la Iglesia, cerca del cual estaban personas que maquinaban un atentado a la Iglesia y al Papa, y en medio de estos estaba Nuestro Señor crucificado, pero sin cabeza.
¿Quién puede decir la pena, el horror que daba ver su santísimo cuerpo en aquel estado? Y comprendía que los hombres no quieren a Jesucristo por su cabeza, y como la Iglesia lo

representa sobre esta tierra, por eso buscan destruir a aquel que hace sus veces. Después me he encontrado en otro lugar, en el cual estaban otras personas que me preguntaban: “¿Qué dices tú de la Iglesia?”
(2) Y yo, sintiendo una luz en la mente he dicho: “La Iglesia será siempre Iglesia, a lo más podrá lavarse en su propia sangre, pero este lavado la volverá más bella y gloriosa”.
(3) Ellos al oír esto han dicho: “Es falso, llamemos a nuestro dios y veamos qué cosa dice”.
(4) Entonces ha salido un hombre que superaba a todos en altura, con corona en la cabeza, y ha dicho: “La Iglesia será destruida, no existirán funciones públicas, a lo más alguna escondida, y la Virgen no será más reconocida”.
(5) Yo al oír esto he dicho: “¿Y quién eres tú que te atreves a decir esto? ¿No eres tú acaso aquella serpiente condenada por Dios a arrastrarse por la tierra? Y ahora te atreves a tanto que haces creer que eres rey, engañando a las gentes, te ordeno que te hagas conocer por lo que eres”.
(6) Mientras esto decía, de alto se ha hecho bajo, bajo, ha tomado la forma de serpiente, y provocando un relámpago se ha precipitado; y yo me he encontrado en mí misma.


+ + + +

4-180
Marzo 5, 1903

Jesús se hace ver llevando un fajo de cruces en los brazos, y le dice que son las cruces del desengaño, que tiene listas para cada uno.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado junto con el bendito Jesús, que llevaba un fajo de cruces, de espinas en los brazos, todo cansado y afanado. Y yo, viéndolo en aquel estado he dicho: “Señor, ¿con qué fin afanarte tanto con este fajo en los brazos?”
(2) Y Él: “Hija mía, estas son las cruces del desengaño, que tengo siempre listas para desengañar a las criaturas”.
(3) Ahora, mientras esto decía, nos hemos encontrado en medio de las gentes, y el bendito Jesús, no apenas veía a uno que se apegaba a las criaturas, tomaba de aquel fajo la cruz de la persecución y se la daba, y aquél viéndose perseguido, mal visto, quedaba desengañado y comprendía qué eran las criaturas y que sólo Dios merece ser amado. Si algún otro se apegaba a las riquezas, tomaba de aquel fajo la cruz de la pobreza y se la daba, y aquél viéndose esfumadas las riquezas, empobrecido, comprendía que todo es humo acá abajo y que verdaderas riquezas son las eternas, y por lo tanto a todo lo que es eterno apegaba su corazón. Si otro se ataba a la propia estima, al saber, el bendito Jesús con toda dulzura tomaba la cruz de las calumnias y de las confusiones y se la daba, y aquél, confundido, calumniado, se quitaba como una máscara y comprendía su nada, su ser, y todo su interior lo ordenaba en orden sólo a Dios y no más a sí mismo. Y así de todas las otras cruces. Después de esto mi adorable Jesús me ha dicho:
(4) “¿Has visto la causa por la que tengo este fajo de cruces en los brazos? El amor hacia las criaturas me obliga a tenerlo, estando en continua actitud hacia ellas; siendo la cruz el desengaño primario y el primero que juzga el obrar de las criaturas, de modo que si la criatura se rinde, la cruz le hará evitar el juicio de Dios, dándome por satisfecho cuando uno en vida se somete al juicio de la cruz; pero si no se rinde, se encontrará en el ambiente del segundo desengaño de la muerte, y será juzgado con un estrechísimo rigor por Dios, mucho más por haber escapado del juicio de la cruz, que es juicio todo de amor”.
(5) Después de esto ha desaparecido, y yo comprendía también que es verdad que Jesús ama la cruz, pero muchas veces el hombre mismo incita, provoca a Jesús a darle la cruz, porque si estuviese ordenado en orden a Dios, a sí mismo y a las criaturas, no viendo en él ningún desorden, el Señor se las quedaría y daría la paz.


+ + + +

4-181
Marzo 6, 1903

Jesús la lleva a ver el mundo y dice “Ecce homo”. 3

(1) Después de haber esperado mucho, el bendito Jesús se hacía ver dentro de mi interior, diciéndome:
(2) “¿Quieres que vayamos a ver si las criaturas me quieren?”
(3) Y yo: “Seguro que te querrán; siendo Tú el Ser más amable, ¿quién tendrá la osadía de no quererte?”
(4) Y Él: “Vayamos y después verás lo que harán”.
(5) Nos hemos ido, y cuando llegamos a un punto donde había mucha gente, ha sacado su cabeza de dentro de mi interior y ha dicho aquellas palabras que dijo Pilatos cuando lo mostró al pueblo: “Ecce Homo”. Y comprendía que aquellas palabras significaban si querían que el Señor reinase como su Rey, y tuviese el dominio en sus corazones, en las mentes, y obras; y aquellos respondieron: “Quítenlo, no lo queremos, más bien crucifíquenlo, a fin de que sea destruida toda memoria suya”. ¡Oh, cuántas veces se repiten estas escenas! Entonces el Señor ha dicho a todos: “Ecce Homo”.
(6) Al decir esto sucedió un murmullo, una confusión, quién decía: “No lo quiero por Rey mío, quiero la riqueza, otro el placer, otro el honor, quién las dignidades y quién tantas otras cosas más. Con horror yo escuchaba estas voces y el Señor me ha dicho:
(7) “Has comprendido como nadie me quiere, sin embargo esto es nada, dirijámonos a la clase religiosa y veamos si me quieren”.
(8) Entonces me he encontrado en medio de sacerdotes, obispos, religiosas, consagrados; y Jesús con voz sonora ha repetido: “Ecce Homo”.
(9) Y aquellos decían: “Lo queremos, pero queremos también nuestra conveniencia”. Otros: “Lo queremos, pero junto con el interés”. Respondían otros: “Lo queremos pero unido a la estima, al honor, ¿qué hace un religioso sin estima?” Replicaban otros: “Lo queremos, pero unido a alguna satisfacción de criatura, ¿cómo se puede vivir solo y sin que nadie nos satisfaga?” Y algunos llegaban a querer al menos la satisfacción en el sacramento de la confesión. Pero solo, solo, casi ninguno lo quería, no faltando también que alguno no se ocupara de hecho de Jesucristo.
(10) Entonces todo afligido me ha dicho: “Hija mía, retirémonos, has visto cómo ninguno me quiere, o a lo más me quieren unido con alguna cosa que a ellos les agrada, Yo no me contento con esto, porque el verdadero reinar es cuando se reina solo”.
(11) Mientras esto decía me he encontrado en mí misma.

+ + + +

4-182
Marzo 9, 1903

Jesús habla de la humildad y de la correspondencia.

(1) Continuando mi habitual estado, oía que en mi interior el bendito Jesús rezaba diciendo:
(2) “Padre Santo, glorifica tu nombre, confunde y ocúltate a los soberbios y manifiéstate a los humildes, porque sólo el humilde te reconoce por su Creador, y se reconoce como tu criatura”.

3 He aquí al hombre.

(3) Dicho esto no se dejó oír más, si bien yo comprendía la fuerza de la humildad ante Dios, me parecía que no tiene ninguna duda en confiarle los más preciosos tesoros, más bien todo está abierto para los humildes, ninguna cosa está bajo llave; todo lo contrario para los soberbios, más bien parece que les pone un lazo en los pies para confundirlos a cada paso. Poco después se ha hecho ver otra vez y me ha dicho:
(4) “Hija mía, si un cuerpo está vivo se conoce por el calor interno continuo, porque se puede dar que mediante algún calor externo se pueda calentar, pero no viniendo de la verdadera vida pronto vuelve a enfriarse. Así el alma, se puede conocer si está viva a la gracia si su vida interna está viva en el obrar, en amarme, si siente la fuerza de mi misma vida en la suya; si en cambio, es por cualquier causa aparente que se calienta, hace algún bien y después se enfría, regresa a los vicios, comete las acostumbradas debilidades, hay una gran certeza de que está muerta a la gracia, o bien está en los últimos extremos de la vida. Así se puede conocer si verdaderamente soy Yo quien voy al alma, si siente mi gracia en su interior y todo su bien se funda en su interior; si en cambio todo es externo y nada advierte en su interior de bien, puede ser obra del demonio”.
(5) Mientras esto decía ha desaparecido, pero poco después regresó y ha agregado:
(6) “Hija mía, qué terrible puede ser para las almas que han sido muy fecundadas por mi gracia y no han correspondido. La nación hebrea, la más predilecta, la más fecundada, no obstante la más estéril, y toda mi persona no produjo aquel fruto que produjo Pablo en las otras naciones menos fecundadas, pero más correspondientes, porque la incorrespondencia a la gracia ciega al alma, y la hace equivocarse y la dispone a la obstinación, aun frente a cualquier milagro”.

+ + + +

4-183
Marzo 12, 1903

Lamentos. Jesús habla de su vida y de la Eucaristía.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me veía sola y abandonada, entonces, después de haber esperado mucho se ha hecho ver en mi interior, y yo le he dicho:
(2) “Dulce vida mía, cómo me has dejado sola, cuando Tú me pusiste en este estado todo fue unión, y todo lo concertábamos juntos, y con dulce fuerza me atrajiste toda a Ti.
¡Oh! cómo se ha cambiado la escena, no sólo me has abandonado, no sólo no me haces ninguna fuerza para tenerme en aquel estado, sino que estoy obligada a hacerte una continua fuerza para no salir de este estado, y este forzarte es para mí un continuo morir”.
(3) Y Él me ha dicho: “Hija mía, lo mismo sucedió cuando en el consistorio de la Sacrosanta Trinidad se decretó el misterio de la Encarnación para salvar al género humano, y Yo unido con su Voluntad acepté y me ofrecí víctima por el hombre; todo fue unión entre las Tres Divinas Personas y todo fue planeado juntos, pero cuando me puse a la obra llegó un momento, especialmente cuando me encontré en el ambiente de las penas, de los oprobios, cargado de todas las maldades de las criaturas, que me quedé solo y abandonado por todos, hasta por mi amado Padre; y no sólo esto, sino que así, cargado de todas las penas como estaba, debía forzar al Omnipotente que aceptara y que me hiciera continuar mi sacrificio por la salvación de todo el género humano, presente, pasado y futuro. Y esto lo obtuve. El sacrificio dura aún, el esfuerzo es continuo, si bien esfuerzo todo de amor, ¿y quieres saber dónde y cómo? En el sacramento de la Eucaristía, en él el sacrificio es continuo, perpetuo, es la fuerza que hago al Padre para que use misericordia con las criaturas y con las almas para obtener su amor, y me encuentro en continuo contraste de morir continuamente, si bien todas muertes de amor. Entonces, ¿no estás contenta de que te haga partícipe de los períodos de mi misma vida?”

+ + + +

4-184
Marzo 18, 1903

Jesús dice que quien hace su Querer escoge lo mejor.

(1) Esta mañana habiéndome preguntado el confesor si sentía el deseo de sufrir, yo le he respondido: “Sí”, pero me sentía más tranquila, gozaba más paz y contento cuando no quería otra cosa sino lo que quiere Dios; por eso en aquello quería detenerme. Después, habiendo venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú has escogido lo mejor, porque quien está siempre en mi Voluntad, me ata en modo de hacer salir de Mí una continua virtud para tenerla en continua actitud hacia Mí, tanto, que ella forma mi alimento y Yo el suyo. En cambio, aunque el alma hiciese cosas grandes, santas y buenas, como no es virtud que haya salido de Mí, no podrá ser para Mí alimento sabroso, porque no las reconozco como obras de mi Voluntad”.

Deo Gratias



Nihil obstat Canonico Annibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926


1
I. M. I.

5-1

(1) En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
(2) Señor, ven en mi ayuda, ata esta mi voluntad rebelde que quiere siempre resistir contra la santa obediencia, y me pone en tal estrechez, que mientras a veces parece muerta, entonces más que nunca, como serpiente la siento viva y me roe por dentro, por eso átame con nuevas cuerdas, es más, lléname de tu santa y adorable Voluntad hasta desbordar fuera, de manera que mi voluntad quede consumida en la tuya, y entonces podré tener la felicidad de no luchar más contra la santa obediencia. Y tú, oh santa obediencia, perdóname si te hago siempre la guerra y dame la fuerza para poderte seguir en todo plácidamente, aunque a veces parece que yo tenga toda la razón. ¡Cómo luchar contra ti, como en este escribir por cuenta del confesor! pero bueno, hagamos silencio, no hagamos más demoras y comencemos a escribir.
(3) Como mi pasado confesor se encontraba muy ocupado, mucho más que en el curso de los años en que él me dirigía, cuando no podía él venir venía el confesor presente, pero yo no había pensado jamás que debía encontrarme en las manos de éste, sobre todo que yo estaba contenta con aquel y en él tenía toda mi confianza. Cerca de un año y medio antes de que el presente fuera mi confesor, estando en mi acostumbrado estado, el bendito Jesús me dijo no estar contento con que mi pasado confesor no se ocupara más de mi interior, y del modo como él concurría con Nuestro Señor sobre mi estado, diciéndome que:
(4) “Cuando pongo en las manos del confesor almas víctimas, el trabajo de su interior debe ser continuo, por eso dile: O me corresponde, o te pongo en manos de cualquier otro”.
(5) Y yo: “Señor, ¿qué dices, quién será tan paciente que deberá tomar esta cruz de venir cada día a sacrificarse como este confesor?”
(6) Y Jesús: “Le daré luz, nombrando al presente confesor, y vendrá”.
(7) Y yo: “Cuán imposible es que él tome esta cruz”.
(8) Y Jesús: “Sí, vendrá, y además, cuando no me oiga a Mí mandaré a mi Madre, y él que la ama, no le negará este favor; porque, ciertamente que a quien verdaderamente se ama no se le niega nada. Sin embargo quiero ver otro poco qué cosa hace éste, y dile todo lo que te he dicho”.
(9) Cuando vino el confesor le narré todo, pero pobrecito, una nueva ocupación tomada por él lo imposibilitaba a ocuparse de mi interior, se veía que no era su voluntad, sino la impotencia por lo que no podía ocuparse de mí. Cuando se lo decía se empeñaba más, pero pronto volvía a no ocuparse de mí, como antes. Jesús bendito se lamentaba de él, y yo se lo volvía a decir al confesor. Un día él mismo me mandó al padre presente, y yo también con él abrí mi alma diciéndole todo lo que he dicho, él aceptó venir y yo quedé maravillada de que había dicho que sí, y decía entre mí: “Tenía razón Jesús”. Pero pronto cesó la maravilla, no sé decir cómo, duró apenas cuanto dura una sombra que rápido huye, vino apenas dos o tres días y no se vio más, también como sombra huyó y yo continuaba estando en las manos del confesor pasado, adorando las disposiciones de Dios, yo estaba contenta con él, que tantos sacrificios había hecho por causa mía. Después de que pasó cerca de otro año, y yo sintiendo una necesidad de conciencia lo dije al confesor pasado y me dijo: “Te mando a Don Genaro”. Es decir al padre presente, invistiéndose de mi necesidad.
(10) Pensativa sobre una tempestad sucedida entre ellos, Jesús ha repetido: “No muevas las cosas, todo lo he dispuesto Yo y todo lo que ha sido hecho, ha sido bien hecho”.

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.


+ + + +

5-2
Marzo 19, 1903

El verdadero amor es aquél que sufriendo por Dios, quiere sufrir más.

(1) Esta mañana veía al confesor todo humillado, y junto el bendito Jesús y San José, el cual le ha dicho: “Ponte a la obra y el Señor está pronto a darte la gracia que quieres”.
(2) Después de esto, viendo a mi amado Jesús sufriente como en el curso de la Pasión le he dicho: “Señor, ¿no sentías cansancio al sufrir tantas diversas penas?”
(3) Y Él: “No, antes bien un sufrimiento encendía más el corazón para sufrir otro, estos son los modos del sufrir divino; no sólo, sino que en el sufrir y en el obrar no mira otra cosa que el fruto que de ello recibe. Yo en mis llagas y en mi sangre veía las naciones salvadas, el bien que recibían las criaturas, y mi corazón antes que sentir fatigas sentía alegría y ardiente deseo de sufrir más. Entonces, esta es la señal si lo que se sufre es participación de mis penas: Si une sufrir y alegría de sufrir más, y si en su obrar obra por Mí, si no mira a lo que hace, sino a la gloria que da a Dios y al fruto que de esto recibe.

+ + + +

5-3
Marzo 20, 1903

Jesús y San José consuelan al padre en sus dificultades.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, veía al padre con dificultades respecto a la gracia que quiere, y Jesús bendito otra vez con San José le decían:
(2) “Si te pones a la obra, todas tus dificultades desaparecerán, y se caerán como escamas de pez”.

+ + + +

5-4
Marzo 23, 1903

Si el amor es santo forma la vida de la santificación, si es perverso la vida de la condenación.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado mucho he visto por poco tiempo a mi adorable Jesús entre mis brazos y una luz que salía de su frente, y en esta luz estaban escritas las siguientes palabras: “El amor es todo para Dios y para el hombre, si cesa el amor cesaría la vida, sin embargo hay dos especies de amor, uno espiritual y divino, y el otro corporal y desordenado, y entre estos amores hay gran diferencia entre ellos por la intensidad, multiplicidad, diversidad, se puede casi decir que es la diferencia que hay entre el pensar de la mente y el obrar de las manos; la mente en brevísimo tiempo puede pensar en cientos de cosas, donde las manos apenas pueden hacer una sola obra. Dios Creador, si crea a las criaturas, es el amor lo que hace que las creé; si tiene en continua actitud sus atributos hacia las criaturas, es el amor el que a esto lo empuja, y sus mismos atributos del amor reciben la vida. El mismo amor desordenado, como a las riquezas, a los placeres y a tantas otras cosas, no son éstas las que forman la vida del hombre, pero si siente amor a estas cosas, no sólo forman la vida, sino que llega a

hacer de ellas un ídolo propio. Así que si el amor es santo forma la vida de la santificación, si es perverso forma la vida de la condenación”.

+ + + +

5-5
Marzo 24, 1903

Mientras se es nada, se puede ser todo estando con Jesús.

(1) Esta mañana, después de haber pasado días amarguísimos, el bendito Jesús ha venido y se entretenía familiarmente conmigo; tanto que yo creía que debía poseerlo siempre; pero cuando estaba en lo mejor, como un relámpago ha desaparecido; ¿quién puede decir mi pena? Me sentía enloquecer, mucho más que estaba casi segura que no lo perdería más. Ahora, mientras me consumía en penas, como un relámpago ha regresado, y con una voz sonora y seria me ha dicho:
(2) “¿Quién eres tú que pretendes tenerme siempre contigo?”
(3) Y yo, loca como estaba, toda atrevida he respondido: “Estando Contigo soy todo, siento que no soy otra cosa que una voluntad salida del seno de mi Creador, y esta voluntad hasta en tanto que esté unida Contigo, siente la vida, la existencia, la paz, todo su bien. Sin Ti la siento sin vida, destruir, dispersa, inquieta, puedo decir que pruebo todos los males, y para tener vida y no dispersarme, esta voluntad salida de Ti busca tu seno, tu centro, y ahí quiere permanecer para siempre”. Parecía que Jesús se enternecía todo, pero de nuevo ha repetido:
(4) “¿Pero quién eres tú?
(5) Y yo: “Señor, no soy otra cosa que una gota de agua, y esta gota de agua mientras se encuentra en tu mar, le parece ser todo el mar; y si del mar no sale se mantiene limpia y clara, de modo de poder estar frente a las otras aguas; pero si sale del mar se enfangará, y por su pequeñez se desvanecerá”. Todo conmovido se ha inclinado hacia mí dándome un abrazo y me ha dicho:
(6) “Hija mía, quien quiere estar siempre en mi Voluntad conserva en ella a mi misma Persona, y si bien puede salir de mi Voluntad, habiéndola creado libre de voluntad, mi potencia obra un prodigio suministrándole continuamente la participación de la Vida Divina, y por esta participación que recibe siente tal fuerza y atracción de unión con la Voluntad Divina, que aunque lo quisiera hacer no lo puede hacer, y ésta es la continua virtud de la que te hablé el otro día, que sale de Mí hacia quien hace siempre mi Voluntad.

+ + + +


Temores por su estado.

5-6
Abril 7, 1903

(1) Después de haber pasado días amarguísimos por las continuas privaciones de mi adorable Jesús, esta mañana me sentía al colmo de la aflicción, cansada y sin fuerzas, estaba pensando que verdaderamente no me quería más en este estado, y casi me decidía a salir de él. Mientras esto hacía, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y se hacía oír que rezaba por mí, y sólo comprendía que imploraba la potencia, la fuerza y la providencia del Padre para mí, agregando:
(2) “¿No ves, !oh¡ Padre, cómo tiene mayor necesidad de ayuda, porque después de tantas gracias se quiere volver pecadora saliendo de nuestra Voluntad?”
(3) Quién puede decir como me sentía destrozar el corazón al oír estas palabras de Jesús. Después ha salido de dentro de mi interior, y yo después de haberme asegurado que fuera el bendito Jesús he dicho: “Señor, ¿es Voluntad tuya que continúe en este

estado de víctima? Porque yo no sintiéndome en la misma posición que al principio, me veo como si no fuera necesaria la venida del sacerdote, y cuando menos ahorraré el sacrificio al confesor.
(4) Y Él: “Por ahora no es mi Voluntad que tú salgas; respecto al sacrificio del sacerdote, le restituiré centuplicada la caridad que hace”.
(5) Después, todo afligido ha agregado: “Hija mía, los socialistas han planeado entre ellos golpear a la Iglesia, y esto lo han hecho en Francia públicamente, y en Italia más oculto; y mi justicia va encontrando vacíos para echar mano de los castigos”.

+ + + +

5-7
Abril 10, 1903

Como los hombres no se rinden, Jesús hará resonar la trompeta de nuevos y graves flagelos.

(1) Encontrándome fuera de mí misma veía a nuestro Señor con una vara en la mano que tocaba a las gentes, y éstas al ser tocadas se dispersaban y se revelaban, y el Señor les ha dicho:
(2) “Los he tocado para reuniros en torno a Mí, y en vez de reuniros os reveláis y os dispersáis de Mí, por eso es necesario que Yo suene la trompeta”.
(3) Y mientras esto decía se ha puesto a tocar la trompeta. Y yo comprendía que el Señor mandará algún castigo, y los hombres en vez de humillarse tomarán ocasión para ofenderlo y alejarse, y el Señor al ver esto hará resonar la trompeta de otros graves flagelos.

+ + + +

5-8
Abril 21, 1903

Jesús suspende a Luisa de su habitual estado para poder castigar.

(1) Habiendo pasado días amarguísimos de privaciones y lágrimas, con la añadidura de verme en posibilidad de que el Señor me suspendiera del estado de víctima, como de hecho me ha sucedido, que por cuanto me esforzaba no podía perder los sentidos, más bien he quedado sorprendida por muchos dolores internos que me inquietaban, sin que lo pudiera comprender. Apenas un sueño en la noche, en el que me parecía ver un ángel que me llevaba dentro de un jardín, en el cual estaban todas las plantas ennegrecidas, pero yo no he hecho caso y sólo pensaba en cómo Jesús me había expulsado de Sí. Entonces, hacia la tarde ha venido el confesor, y encontrándome en mí misma me ha dicho que se habían helado las viñas. He quedado afligidísima al pensar en la pobre gente, y en el temor de que no me hiciera caer en mi acostumbrado estado para poder libremente castigar. Sin embargo esta mañana el bendito Jesús ha venido haciéndome caer en mi acostumbrado estado, y yo apenas lo vi le he dicho:
(2) “¡Ah! Señor, ¿y ayer que hiciste? Así que te saliste con la tuya, y además, ni siquiera me dijiste nada, que al menos habría rogado para evitar en parte el castigo”.
(3) Y Él: “Hija mía, era necesario que te suspendiera, de otra manera tú me habrías obstaculizado, y Yo no podría estar libre; y además, ¿cuántas veces no he hecho Yo lo que tú has querido? ¡Ah! hija mía, es necesario que en el mundo lluevan los flagelos, de otra manera por cuidar los cuerpos se perderán las almas”.
(4) Dicho esto ha desaparecido y yo me he encontrado fuera de mí misma, sin mi dulce Jesús, por eso lo iba buscando, y en ese momento veía en el cielo un Sol diferente del sol

que nosotros vemos, y junto una multitud de santos, los cuales al ver el estado del mundo, la corrupción, y cómo se hacen befas de Dios, todos a una voz gritaban: “Venganza de tu honor, de tu gloria, haz uso de la justicia mientras el hombre no quiere reconocer más los derechos de su Creador; pero como hablaban en latín, yo pensaba que fuera éste el significado; al oír esto yo temblaba, me sentía helar e imploraba piedad y misericordia.

+ + + +

5-9
Mayo 8, 1903

Cuando el hombre se dispone al bien, recibe el bien; y si se dispone al mal, el mal recibe.

(1) Continuando mi amarguísimo estado de privaciones, en que a lo más Jesús se dejaba ver taciturno y por breves instantes. Esta mañana, empeñándose el confesor en hacerlo venir, al perder los sentidos, por poco y casi por la fuerza se hacía ver y volteándose hacia el confesor le ha dicho con aspecto serio y afligido:
(2) “¿Qué cosa quieres?”
(3) El padre parecía que quedaba confundido y no sabía decir nada, entonces yo he dicho: “Señor, tal vez es el hecho de la misa lo que quiere”.
(4) Y el Señor ha agregado: “Disponte y la tendrás, y además tú tienes la víctima, cuanto más próximo estés con el pensamiento y con la intención, tanto más te sentirás fuerte y libre para poder hacer lo que quieres”.
(5) Después he dicho: “Señor, ¿por qué no vienes?” Y Él ha continuado:
(6) “¿Quieres oír? Escucha”.
(7) Y en ese momento, se oían tantos gritos de voces de todas las partes del mundo que decían: “Muerte al Papa, destrucción de religión, iglesias echadas por tierra, destrucción de todo dominio, ninguno debe existir sobre nosotros”, y tantas otras voces satánicas que me parece inútil decirlas. Entonces nuestro Señor ha agregado:
(8) “Hija mía, el hombre cuando se dispone al bien recibe el bien, y si se dispone al mal, el mal recibe. Todas estas voces que escuchas llegan a mi trono, y no una vez sino reiteradas veces, y mi justicia cuando ve que el hombre no sólo quiere el mal, sino con duplicada insistencia lo demanda, con justicia estoy obligado a concederlo para hacerle conocer el mal que quiere, porque sólo entonces se conoce verdaderamente el mal, cuando en el mismo mal se encuentra. He aquí la causa por la que mi justicia va buscando vacíos para castigar al hombre, pero no ha llegado todavía el tiempo de tu suspensión, a lo más algún día por ahora, para hacer que la justicia ponga su mano un poco sobre el hombre, no pudiendo más resistir al peso de tanta atrocidad, y al mismo tiempo hacer agachar la frente del hombre muy ensoberbecida”.

+ + + +

5-10
Mayo 11, 1903

La paz pone en su lugar a las pasiones. La recta intención todo santifica.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas he visto a mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “La paz pone en su lugar a todas las pasiones, pero lo que triunfa sobre todo, que establece todo el bien en el alma y que todo santifica, es el hacer todo por Dios, es decir, obrar con recta intención de agradar sólo a Dios. El recto obrar es lo que dirige, lo que

domina, que rectifica las mismas virtudes, hasta la misma obediencia; en suma es como un maestro que dirige la música espiritual del alma”.
(3) Dicho esto, como un relámpago ha desaparecido.

+ + + +

5-11
Mayo 20, 1903

Ofrece su vida por la Iglesia y por el triunfo de la verdad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, con el bendito Jesús en brazos en medio de mucha gente, las cuales con fierros, espadas, cuchillos, trataban, quién de golpear, quién herir, y quién cortar los miembros de Nuestro Señor; pero por cuanto hacían y se esforzaban no podían hacer ningún mal, por el contrario, los mismos cuchillos, por cuan afilados y cortantes, perdían su actividad y se volvían inútiles. Jesús y yo estábamos sumamente afligidos al ver la brutalidad de aquellos corazones deshumanizados, que si bien veían que no podían hacer nada, al mismo tiempo repetían los golpes tratando de tener éxito en su intento; y que si ningún daño hacían era porque no podían. Aquellos se enfadaban porque sus armas resultaban inútiles, y no podían efectuar su resuelta voluntad de hacer daño a Nuestro Señor, y decían entre ellos: “¿Y por qué no podemos hacer nada? ¿Cuál es la causa? Parece que otras veces habíamos podido alguna cosa, pero encontrándose en brazos de ésta no podemos hacer nada; probemos para ver si podemos hacer daño a ésta y quitárnosla de enfrente”. Mientras esto decían, Jesús se ha puesto a mi lado y ha dado libertad a aquellos de hacer lo que quisieran. Entonces, antes que aquellos me pusieran la mano encima he dicho: “Señor, ofrezco mi vida por la Iglesia y por el triunfo de la verdad, acepta te ruego mi sacrificio”.
(2) Y aquellos han tomado una espada y me truncaban la cabeza. Jesús bendito aceptaba mi sacrificio, pero mientras esto hacían, en el acto de cumplir el sacrificio me he encontrado en mí misma con sumo disgusto mío, mientras creía haber llegado al punto de mis deseos, por el contrario he quedado desilusionada.

+ + + +

5-12
Junio 6, 1903

Jesús le enseña cómo debe comportarse en el estado de abandono y de sufrimiento.

(1) Después de haber pasado días amargos de privaciones y sufrimientos, esta mañana me he encontrado fuera de mí misma con el niño Jesús en brazos, y yo apenas lo he visto he dicho: “¡Ah querido Jesús, cómo me dejaste sola, al menos enséñame cómo debo comportarme en este estado de abandono y de sufrimiento!”.
(2) Y Él: “Hija mía, todo lo que tú sufres en los brazos, en las piernas y en el corazón, ofrécelo junto con los sufrimientos de mis miembros recitando cinco gloria patri, y ofrécelo a la divina justicia por la satisfacción de las obras, de los pasos, y de los malos deseos de los corazones, que continuamente son cometidos por las criaturas; une además los sufrimientos de las espinas y de los hombros recitando tres gloria patri y ofrécelos por la satisfacción de las tres potencias del hombre, tan deformadas, de no reconocer más mi imagen en ellos, y trata de mantener tu voluntad siempre unida a Mí, y en continua actitud de amarme; tu memoria sea la campana que continuamente resuena en ti y te recuerde lo que he hecho y sufrido por ti, y cuántas gracias he hecho a tu alma, para serme agradecida, porque el agradecimiento es la llave que abre los tesoros divinos; tu inteligencia no piense, no se ocupe en otra cosa que en Dios. Si esto haces encontraré en ti mi imagen y en ella tomaré la satisfacción que no puedo recibir de las otras criaturas; esto lo harás continuamente, porque si continua es la ofensa, continua debe ser la satisfacción”.
(3) Entonces yo he continuado: “¡Ah! Señor, cómo me he hecho mala, hasta golosa me he vuelto.
(4) Y Él: “Hija mía, no temas, cuando un alma hace todo por Mí, todo lo que toma, hasta los mismos consuelos, Yo lo recibo como si restaurase mi cuerpo sufriente, y aquellos que le son dados los considero como si los dieran a Mí mismo, tanto que si no los dieran Yo sentiría pena por ello; pero para quitarte toda duda, cada vez que te den algún alivio y sientas la necesidad de tomarlo, no sólo lo harás por Mí, sino que agregarás: “Señor, intento reconfortar tu cuerpo sufriente en el mío”.
(5) Mientras esto decía, poco a poco se ha retirado en mi interior, y yo no lo veía más y no podía hablarle más. Sentía tal pena, que por el dolor me habría hecho pedazos para poderlo encontrar de nuevo, entonces me he puesto a rasgar en la parte del interior porque se había encerrado, y así lo he encontrado y con sumo dolor he dicho: “¡Ah! Señor, ¿me dejas? ¿No eres tal vez Tú mi vida, y sin Ti no sólo el alma, sino también el cuerpo se destroza todo y no resiste la fuerza del dolor de tu privación? Tanto, que entonces, en este caso me parece que deba morir, mi único y solo consuelo es la muerte”. Pero mientras esto decía Jesús me ha bendecido, y de nuevo se ha retirado en mi interior y ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

5-13
Junio 15, 1903

Quien se sirve de los sentidos para glorificar a Nuestro Señor, conserva en sí su obra Creadora.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús, no sé cómo, lo veía dentro de mi ojo. Entonces yo me he maravillado y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien se sirve de los sentidos para ofenderme deforma en sí mi imagen, por eso el pecado da la muerte al alma, no porque verdaderamente muera, sino porque da

la muerte a todo lo que es Divino. Si por el contrario se sirve de los sentidos para glorificarme, puedo decir: “Tú eres mi ojo, mi oído, mi boca, mis manos y mis pies”. Y con esto conserva en sí mi obra Creadora, y si al glorificarme agrega el sufrir, el satisfacer, el reparar por otros, conserva en sí mi obra redentora, y perfeccionando estas mis obras en sí misma, resurge mi obra santificadora, santificando todo y conservándolo en la propia alma, porque de todo lo que he hecho en la obra creadora, redentora y santificadora, he transfundido en el alma una participación de mi mismo obrar, pero todo está en si el alma corresponde a mi obra”.

+ + + +

5-14
Junio 16, 1903

Lo que vuelve al alma más amada, más bella, más amable y más íntima con Dios, es la perseverancia en el obrar sólo por agradarle a Él.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y veía al niño Jesús que tenía en la mano una taza llena de amargura y una vara, y Él me ha dicho:
(2) “Mira hija mía que copa de amargura me da a beber continuamente el mundo”.
(3) Y yo: “Señor, particípame algo a mí, así no sufrirás solo”.
(4) Entonces me ha dado a beber un poquito de aquella amargura, y después con la vara que tenía en la mano se ha puesto a traspasarme el corazón, tanto, que hacía un agujero de donde salía un río de aquella amargura que había bebido, pero cambiada en leche dulce, e iba a la boca del niño, el cual todo se endulzaba y reconfortaba, y después me ha dicho:
(5) “Hija mía, cuando doy al alma lo amargo, las tribulaciones, si el alma se uniforma a mi Voluntad, si me agradece por ello, y de eso me hace un presente ofreciéndomelo a Mí mismo, para ella es amargo, es sufrimiento, y para Mí se cambia en dulzura y alivio, pero lo que más me alegra y me da placer, es ver si el alma cuando obra y padece está atenta a agradarme solamente a Mí, sin otro fin o propósito de recompensa, sin embargo lo que hace más querida al alma, más bella, más amable, más íntima en el Ser Divino, es la perseverancia en este modo de comportarse, volviéndola inmutable junto con el inmutable Dios; porque si hoy hace y mañana no; si una vez tiene un fin, y otra vez otro; hoy trata de agradar a Dios, mañana a las criaturas, es imagen de quien hoy es reina y mañana es vilísima sierva, hoy se alimenta de exquisitos alimentos y mañana de porquerías”.
(6) Poco después ha desaparecido, pero luego ha regresado agregando:
(7) “El sol está para beneficio de todos, pero no todos gozan sus benéficos efectos. Así el Sol Divino, a todos da su luz, ¿pero quién goza sus benéficos efectos? Quien tiene abiertos los ojos a la luz de la verdad, todos los otros, a pesar de que el Sol está expuesto quedan en la oscuridad; pero propiamente goza, recibe toda la plenitud de este Sol, quien está todo ocupado en agradarme”.


+ + + +

5-15
Junio 30, 1903

Belleza del alma interior.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, he visto a la Reina Madre, y postrándome a sus pies le he dicho: “Dulcísima Madre mía, en qué terrible estrechez me encuentro privada del único bien mío y de mi misma vida, me siento llegar a los extremos”.

(2) Y mientras esto decía lloraba, y la Virgen Santísima abriéndose una parte del corazón, como si se abriera una custodia ha tomado al niño de dentro y me lo ha dado diciéndome:
(3) “Hija mía, no llores, aquí está tu bien, tu vida, tu todo, tómalo y tenlo siempre contigo, y mientras lo tengas contigo, ten tu mirada fija en tu interior sobre Él, no te preocupes si no te dice nada, o si tú no sabes decir nada, sólo míralo en tu interior, porque con mirarlo comprenderás todo, harás todo, y satisfarás por todos; esta es la belleza del alma interior, que sin voz, sin instrucciones, como no hay ninguna cosa externa que la atraiga o la inquiete, sino que toda su atracción, todos sus bienes están encerrados en el interior, fácilmente, con el simple mirar a Jesús todo entiende y todo obra. En este modo caminarás hasta a la cumbre del Calvario, y una vez que hayas llegado, no más como niño lo verás, sino Crucificado y tú quedarás junto con Él crucificada”.
(4) Por eso parecía que con el niño en brazos y la Virgen Santísima hacíamos el camino del Calvario; mientras se caminaba alguna vez encontraba alguno que me quería quitar a Jesús, y llamaba en ayuda a la Reina Madre diciéndole: “Mamá mía, ayúdame, que quieren quitarme a Jesús”. Y Ella me respondía: “No temas, tu empeño sea tener la mirada interna fija sobre Él, y esto tiene tanta fuerza, que todas las otras fuerzas humanas y diabólicas quedarán debilitadas y derrotadas”.
(5) Ahora, mientras se caminaba hemos encontrado un templo en el que se celebraba la santa misa, en el momento de recibir la comunión yo he volado con el niño en los brazos al altar para recibirla, pero cuál no ha sido mi sorpresa, que en cuanto Jesucristo ha entrado dentro de mí, me ha desaparecido de los brazos, y poco después me he encontrado en mí misma.

+ + + +

5-16
Julio 3, 1903

Quien se da a Jesús en vida, Jesús se da a ella en la muerte y la exenta del purgatorio.

(1) Esta mañana encontrándome sumamente afligida por la pérdida de mi adorable Jesús, se ha hecho ver en mi interior, que llenaba toda mi persona, es decir mi cabeza, mis brazos y así de todo lo demás. Y mientras esto veía me ha dicho, como queriéndome explicar el significado de cómo se hacía ver:
(2) “Hija mía, ¿por qué te afliges siendo Yo el dueño de toda tú? Cuando un alma llega a hacerme dueño de su mente, de los brazos, del corazón y de los pies, el pecado no puede reinar, y si alguna cosa involuntaria entra en ella, siendo Yo el dueño, y el alma estando bajo el influjo de mi dominio, está en continua actitud de expiación y rápidamente sale. Además de esto, siendo Yo santo, resulta difícil retener en sí cualquier cosa que no sea santa; además, habiéndome dado a toda sí misma en vida, es justicia que Yo le dé a todo Yo mismo en la muerte, admitiéndola sin ninguna tardanza a la visión beatífica. Así que a quien todo a Mí se da, las llamas del purgatorio nada tienen que hacer con ella”.

+ + + +

5-17
Agosto 3, 1903

Cuanto más el alma se despoja de las cosas naturales, tanto más adquiere las cosas sobrenaturales y divinas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús me hacía oír su dulcísima voz que decía:
(2) “Por cuanto más el alma se despoja de las cosas naturales, tanto más adquiere las cosas sobrenaturales y divinas; por cuanto más se despoja del amor propio, tanto más conquista del amor de Dios; cuanto menos se fatiga en conocer las ciencias humanas, en gozar los placeres de la vida, tanto de conocimiento de más adquiere de las cosas del Cielo, de la virtud, y tanto más las gustará convirtiendo las amargas en dulces. En suma, todas son cosas que van de la mano, de modo que si nada se siente de sobrenatural, si el amor de Dios está apagado en el alma, si no se conoce nada de las virtudes y de las cosas del Cielo, y ningún gusto se siente por ellas, la razón es bien conocida”.

+ + + +

5-18
Octubre 2, 1903

Quien busca de estar unido con Jesús, crece en su misma vida y da el desarrollo al injerto hecho por Él en la Redención, agregando otras ramas al árbol de su Humanidad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, toda amargada y afligida y casi aturdida por la privación de mi adorable Jesús, no sabiendo yo misma dónde me encontrase, si en el infierno o sobre la tierra, como rayo que huye apenas lo he visto que decía:
(2) “Quien se encuentra en el camino de las virtudes está en mi misma vida, y quien se encuentra en el camino del vicio, se encuentra en contradicción Conmigo”. Y ha desaparecido.
(3) Poco después, en otra aparición como de rayo ha agregado:
(4) “Mi Encarnación injertó la humanidad a la Divinidad, y quien busca estar unido Conmigo, con la voluntad, con las obras y con el corazón, tratando de desenvolver su vida a norma de la mía, se puede decir que crece en mi misma vida y da el desarrollo al injerto hecho por Mí, agregando otras ramas al árbol de mi Humanidad. Si no se une Conmigo, además de que no crece en Mí, no da ningún desarrollo al injerto, pero como quien no está Conmigo no puede tener vida, entonces con la perdición se pierde este injerto”.
(5) Y de nuevo ha desaparecido. Después de esto me he encontrado fuera de mí misma, dentro de un jardín donde estaban varios matorrales de rosas, alguna bellas, abiertas en justa proporción, otras semicerradas, y otras con todas las hojas cayéndose, que apenas se necesitaba un ligero movimiento para hacerlas deshojar quedando solamente el tallo de la rosa desnudo, y un joven, no sabiendo quién fuese, me ha dicho:
(6) “Las primeras rosas son las almas interiores, que obran en su interior, son símbolo de las hojas de la rosa que se contienen en el interior, dando un contraste de belleza, de frescura y de solidez, sin temer que alguna hoja caiga por tierra; las hojas externas son símbolo del desahogo que hace el alma interior al exterior, porque teniendo vida por dentro son obras perfumadas de caridad santa, que casi como luces golpean los ojos de Dios y del prójimo. Las segundas matas de rosas son las almas exteriores, que el poco bien que hacen todo es externo, y a la vista de todos, por eso, no siendo un desahogo del interior, no puede estar la sola finalidad del amor de Dios, por eso, donde no hay esto, las hojas no pueden estar fijas, es decir las virtudes, por lo que llegando el ligero soplo de la soberbia, el soplo de la complacencia, del amor propio, del respeto humano, de las contradicciones, de las mortificaciones, hacen caer las hojas apenas las tocan, así que la pobre rosa queda siempre desnuda, sin hojas, quedándole solamente espinas que le punzan la conciencia”.
(7) Después de esto me he encontrado en mí misma.

+ + + +


5-19
Octubre 3, 1903

Jesús continúa su Vida en el mundo no sólo en el Santísimo Sacramento, sino también en las almas que se encuentran en gracia.

(1) Mientras estaba pensando en la hora de la Pasión cuando Jesús se despidió de su Madre para ir a la muerte y se bendijeron mutuamente, y estaba ofreciendo esta hora para reparar por aquellos que no bendicen en cada cosa al Señor, sino más bien lo ofenden, para impetrar todas aquellas bendiciones que son necesarias para conservarnos en gracia de Dios y para llenar el vacío de la gloria de Dios, como si todas las criaturas lo bendijeran. Mientras esto hacía, lo he sentido moverse en mi interior, y decía:
(2) “Hija mía, en el acto de bendecir a mi Madre intenté también bendecir a cada una de las criaturas en particular y en general, de modo que todo está bendecido por Mí: Los pensamientos, las palabras, los latidos, los pasos, los movimientos hechos por Mí, todo, todo está avalado con mi bendición. También te digo que todo lo bueno que hacen las criaturas, todo fue hecho por mi Humanidad, para hacer que todo el obrar de las criaturas fuera primero divinizado por Mí. Además de esto, mi vida continúa todavía real y verdadera en el mundo, no sólo en el Santísimo Sacramento, sino también en las almas que se encuentran en mi Gracia, y siendo muy restringida la capacidad de la criatura, no pudiendo tomar de una sola todo lo que Yo hice, hago de manera que un alma continúe mis reparaciones, otra las alabanzas, alguna otra el agradecimiento, alguna otra el celo de la salud de las almas, otra mis sufrimientos y así de todo lo demás, y según me correspondan así desarrollo mi vida en ellas, así que piensa en que estrechuras y penas me ponen, pues mientras Yo quiero obrar en ellos, ellos no me hacen caso”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

5-20
Octubre 7, 1903

Las almas víctima, son los ángeles humanos que deben reparar, impetrar y proteger a la humanidad.

(1) Habiendo dicho al confesor que me dejara en la Voluntad de Nuestro Señor, quitándome la obediencia de que sin importar si Él me quería o no, debía continuar en este estado de víctima, y él, primero que no quería, y después que sí, si yo asumía la responsabilidad de responder a Jesucristo de lo que podía suceder en el mundo, por eso, que pensara primero y después respondiera, y queriendo decir que yo no quería oponerme al Querer Divino, sólo que si el Señor lo quiere yo quiero, y si no quiere yo no quiero; ¿en qué aprovecha esta responsabilidad? Y él: “Piensa primero y mañana responderás”. Así que pensando en mi interior, Jesús me ha dicho:
(2) “La justicia lo quiere, el amor no”.
(3) Después, encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas lo he visto me ha dicho:
(4) “Los ángeles, obtengan o no obtengan, hacen siempre su oficio, no se retiran de la obra confiada por Dios, de la custodia de las almas, y a pesar de que vean que casi a despecho de su cuidado, diligencia, industria, sus continuas asistencias, las almas se pierden, están siempre allá, en sus puestos; ni si obtienen o no obtienen dan mayor o menor gloria de Dios, porque su voluntad es siempre estable para cumplir el trabajo confiado a ellos. Las almas víctimas, son los ángeles humanos que deben reparar, impetrar, proteger a la humanidad, y si obtienen o no obtienen, no deben cesar en su trabajo; a menos que les sea asegurado de lo alto”.

+ + + +

5-21
Octubre 12, 1903

Significado de la coronación de espinas.

(1) Esta mañana veía a mi adorable Jesús en mi interior coronado de espinas, y viéndolo en aquel modo le he dicho: “Dulce Señor mío, ¿por qué vuestra cabeza envidió a vuestro flagelado cuerpo que había sufrido tanto y tanta sangre había derramado, y no queriendo la cabeza quedarse atrás del cuerpo, honrado con el adorno del sufrir, instigaste Tú mismo a los enemigos a coronarte con una corona de espinas tan dolorosa y tormentosa?”.
(2) Y Jesús: “Hija mía, muchos significados tiene esta coronación de espinas, y por cuanto dijera queda siempre mucho por decir, porque es casi incomprensible a la mente creada el por qué mi cabeza quiso ser honrada con tener su porción distinta y especial, no general, de un sufrimiento y esparcimiento de sangre, haciendo casi competencia con el cuerpo, el por qué fue que siendo la cabeza la que une todo el cuerpo y toda el alma, de modo que el cuerpo sin la cabeza es nada tanto que se puede vivir sin los otros miembros, pero sin la cabeza es imposible, siendo la parte esencial de todo el hombre, tan es verdad, que si el cuerpo peca o hace el bien, es la cabeza la que dirige, no siendo el cuerpo otra cosa que un instrumento, entonces, debiendo mi cabeza restituir el régimen y el dominio, y merecer que en las mentes humanas entraran nuevos cielos de gracias, nuevos mundos de verdad, y destruir los nuevos infiernos de pecados, por los que llegarían hasta hacerse viles esclavos de viles pasiones, y queriendo coronar a toda la familia humana de gloria, de honor y de decoro, por eso quise coronar y honrar en primer lugar mi Humanidad, si bien con una corona de espinas dolorosísima, símbolo de la corona inmortal que restituía a las criaturas, quitada por el pecado. Además de esto, la corona de espinas significa que no hay gloria y honor sin espinas, que no puede haber jamás dominio de pasiones, adquisición de

virtudes, sin sentirse pinchar hasta dentro de la carne y el espíritu, y que el verdadero reinar está en el donarse a sí mismo, con las pinchaduras de la mortificación y del sacrificio; además estas espinas significaban que verdadero y único Rey soy Yo, y sólo quien me constituye Rey del propio corazón, goza de paz y felicidad, y Yo la constituyo reina de mi propio reino. Además, todos aquellos ríos de sangre que brotaban de mi cabeza eran tantos riachuelos que ataban la inteligencia humana al conocimiento de mi supremacía sobre ellos”.
(3) ¿Pero quién puede decir todo lo que oigo en mi interior? No tengo palabras para expresarlo; más bien lo poco que he dicho me parece haberlo dicho incoherente, y así creo que debe ser al hablar de las cosas de Dios, por cuan alto y sublime uno pueda hablar, siendo Él increado y nosotros creados, no se puede decir de Dios mas que balbuceos.

+ + + +

5-22
Octubre 16, 1903

La Divina Voluntad es luz, y quien la hace se nutre de luz.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me sentía toda llena de pecados y de amarguras, entonces se ha hecho como un destello de luz en mi interior, y apenas he visto a mi adorable Jesús, sin embargo ante su presencia los pecados han desaparecido, y yo temiendo he dicho: “Señor mío, ¿cómo es que ante tu presencia, con la cual yo debo conocer más mis pecados, sucede lo contrario?
(2) Y Él: “Hija mía, mi presencia es mar que no tiene confines, y quien se encuentra en mi presencia es como una gotita, que ya sea negra o blanca, en mi mar se pierde, ¿cómo se puede reconocer más? Además mi toque divino purga todo, y lo negro lo hace blanco,
¿cómo temes entonces? Además de esto mi Voluntad es luz, y tú, haciendo siempre mi Voluntad te nutres de luz, convirtiéndose tus mortificaciones, privaciones y sufrimientos en alimento de luz para el alma, porque sólo el alimento sustancioso y que da verdadera vida es mi Voluntad. ¿Y no sabes tú que con este continuo nutrirse de luz, aun cuando el alma contraiga cualquier defecto, la purga continuamente?”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

5-23
Octubre 18, 1903

El pecado es un acto opuesto de la voluntad humana a la Divina. El verdadero amor es vivir en la voluntad del amado.

(1) Continuando mi habitual estado, por breves instantes he visto a mi adorable Jesús, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿sabes tú qué cosa forma el pecado? Un acto opuesto de la voluntad humana a la Divina. Imagínate dos amigos que están en contradicción, si la cosa es leve tú dices que no es perfecta y leal su amistad, aunque fuesen cosas pequeñas; ¿cómo amarse y contradecirse? El verdadero amor es vivir en la voluntad del otro, incluso a costa de sacrificio; pero si la cosa es grave, no sólo no son amigos, sino feroces enemigos. Tal es el pecado. Oponerse al Querer Divino es lo mismo que hacerse enemigo de Dios, aunque sea en cosas pequeñas, es siempre la criatura que se pone en contradicción con el Creador”.

+ + + +


5-24
Octubre 24, 1903

Imagen de la Iglesia.

(1) Habiendo dicho al confesor mis temores de que no fuera Voluntad de Dios mi estado, y que al menos como prueba quisiera tratar a esforzarme en salir, y ver si lo conseguía o no. Y el confesor, sin poner su acostumbrada dificultad ha dicho: “Está bien, mañana probarás”.
(2) Entonces yo he quedado como si hubiera sido liberada de un peso enorme. Ahora, habiendo oído la santa misa y recibido la comunión, en cuanto he visto a mi adorable Jesús en mi interior que me miraba fijamente, con las manos juntas, en acto de pedir piedad y ayuda. Y en ese momento me he encontrado fuera de mí misma, dentro de una estancia donde estaba una mujer majestuosa y venerable, pero gravemente enferma, dentro de un lecho con la cabecera tan alta que casi tocaba el techo; y yo era obligada a estar encima de esta cabecera en brazos de un sacerdote para tenerla firme, y mirar a la pobre enferma. Entonces yo, mientras estaba en esta posición, veía a unos pocos religiosos que rodeaban y daban cuidados a la paciente, y con profunda amargura decían entre ellos: “Está mal, está mal, no se necesita otra cosa que una pequeña sacudida”. Y yo pensaba en tener firme la cabecera del lecho por temor de que moviéndose el lecho pudiese morir. Pero viendo que la cosa iba para largo y casi fastidiándome del mismo ocio, decía a aquel que me tenía, por caridad, bájame, no estoy haciendo ningún bien, ni dando ninguna ayuda,
¿en qué aprovecha el estarme así inútil?, si bajo al menos puedo servirla, ayudarla”.
(3) Y aquél: “¿No has oído que aun con una pequeña sacudida puede empeorar y sucederle cosas tristísimas? Así que si tú desciendes, no habiendo quien mantenga firme el lecho puede incluso morir”.
(4) Y yo: “¿Pero puede ser posible que haciendo sólo esto le pueda venir este bien? Yo no lo creo, por piedad bájame”. Entonces, después de haber repetido varias veces estas palabras, me ha bajado al piso, y yo sola, sin que ninguno me detuviera me he acercado a la enferma, y con sorpresa y dolor veía que el lecho se movía. A aquellos movimientos se le ponía lívida la cara, temblaba, aparecía el estertor de la agonía. Aquellos pocos religiosos lloraban y decían: “No hay más tiempo, está ya en los momentos extremos”. Después entraban personas enemigas, soldados, capitanes para golpear a la enferma, y aquella mujer moribunda se ha levantado con intrepidez y majestad para ser llagada y golpeada. Yo al ver esto temblaba como una caña y decía entre mí: “He sido yo la causa, yo he dado el empujón para que sucediera tanto mal”. Y comprendía que aquella mujer representaba la Iglesia enferma en sus miembros, con tantos otros significados que me parece inútil explicar, porque se comprende leyendo lo que he escrito. Entonces me he encontrado en mí misma y Jesús en mi interior ha dicho:
(5) “Si te suspendo para siempre, los enemigos comenzarán a hacer derramar sangre a mi Iglesia”.
(6) Y yo: “Señor, no es que no quiera estar, el Cielo me guarde que yo me aleje de tu Voluntad aun por un abrir y cerrar de ojos, sólo que si quieres me estaré, si no quieres me quitaré”.
(7) Y Él: “Hija mía, apenas el confesor te ha liberado, esto es, cuando te dijo: “Está bien, mañana probamos”. El nudo de víctima se ha soltado, porque sólo el adorno de la obediencia es lo que constituye la víctima, y jamás la aceptaría por tal sin este adorno, aun a costa, si fuese necesario, de hacer un milagro de mi omnipotencia para dar luz a quien dirige, para hacer dar esta obediencia. Yo sufrí, sufrí voluntariamente, pero quien me constituyó víctima fue la obediencia a mi amado Padre, que quiso adornar todas mis obras, desde la más grande hasta la más pequeña con el adorno honorífico de la obediencia”.

(8) Mas tarde encontrándome en mí misma, sentía temor de tratar de salir, pero después me las arreglaba diciendo: “Debía pensar quien me ha dado la obediencia, y además, si el Señor lo quiere, yo estoy dispuesta”.

+ + + +

5-25
Octubre 25, 1903

El alma en Gracia enamora a Dios.

(1) Llegando la hora de mi habitual estado, pensaba entre mí, que si el Señor no venía debía intentar esforzarme al menos para ver si lo lograba. Entonces primero resultaba, pero después ha venido mi adorable Jesús y me hacía ver que cuando yo pensaba en estarme, Él se acercaba y me encadenaba a Sí, de modo que yo no podía; pero cuando pensaba en quitarme, Él se alejaba y me dejaba libre; de modo que podía hacerlo, así que no me sabía decidir y decía entre mí: “Cómo quisiera ver al confesor para preguntarle qué cosa debo hacer”. Entonces, poco después he visto al confesor junto con Nuestro Señor y rápido he dicho: “Dime, ¿debo estar, sí o no?” Y mientras esto decía veía en el interior del confesor que había retirado la obediencia que me había dado el día anterior, entonces me decidí a estarme, pensando entre mí que si fuera verdad que había retirado la obediencia, estaba bien; pero si era mi fantasía que esto veía, mientras podía ser falso, cuando el confesor viniera entonces se pensaría, pudiendo probar otro día, y así me he tranquilizado. Después, continuando a hacerse ver, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la belleza del alma en gracia es tanta, de enamorar al mismo Dios, los ángeles y los santos quedan asombrados al ver este prodigioso portento, de un alma aún terrenal poseída por la gracia, ante la fragancia del olor celestial le corren en torno, y con sumo placer encuentran en ella a aquel mismo Jesús que los beatifica en el Cielo, de modo que para ellos es indiferente tanto estar arriba en el Cielo, como acá abajo junto a esta alma. ¿Pero quién mantiene y conserva este portento, dándole continuamente nuevas tintas de belleza al alma que vive en mi Voluntad? ¿Quién quita cualquier herrumbre e imperfección y le suministra el conocimiento del objeto que posee? Mi Voluntad. ¿Quién consolida, establece y la hace quedar confirmada en la gracia? Mi Voluntad. El vivir en mi Querer es todo el punto de la Santidad, y da continuo crecimiento de gracia. Pero quien un día hace mi Voluntad, y otro la suya, jamás quedará confirmado en la gracia, no hace otra cosa que crecer y decrecer; y esto cuánto mal acarrea al alma, de cuánta alegría priva a Dios y a sí misma. Es imagen de quien hoy es rica y mañana pobre, no quedará confirmada ni en la riqueza ni en la pobreza, por lo tanto no se puede saber dónde irá a terminar”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, y poco después ha venido el confesor y habiendo dicho lo que he escrito, me ha asegurado que verdaderamente había retirado la obediencia que me había dado.
(4) Para obedecer al confesor regreso a decir los otros significados que comprendí el día 24 del corriente: La mujer representaba la Iglesia que estando enferma, no en sí misma sino en sus miembros, y si bien abatida y ultrajada por los enemigos, y enferma en sus mismos miembros, jamás pierde su majestad y veneración; de la cama donde se encontraba, comprendía que la Iglesia mientras parece oprimida, enferma e impedida, también reposa con un reposo perpetuo y eterno, y con paz y seguridad en el seno paterno de Dios, como un niño en el seno de su propia madre; el respaldo del lecho que tocaba el techo, comprendía que era la protección divina que asiste siempre a la Iglesia, y que todo lo que ella contiene, todo ha venido del Cielo: Sacramentos, doctrina y todo lo demás, todo es celestial, santo y puro, de modo que entre el Cielo y la Iglesia hay continua comunicación, jamás interrumpida. En los pocos religiosos que prestaban cuidados, asistencia a la mujer, comprendía que pocos son aquellos que a capa y espada defienden

a la Iglesia, teniendo como propios los males que recibe, la recámara donde estaba, compuesta de piedras, representaba la solidez y firmeza y también la dureza de la Iglesia para no ceder a ningún derecho que le pertenece. La mujer moribunda que con intrepidez y coraje se hace golpear por los enemigos, representaba la Iglesia, que mientras parece que muere, entonces resurge más intrépida, ¿pero cómo? Con los sufrimientos y el derramamiento de sangre, verdadero espíritu de la Iglesia, siempre pronta a las mortificaciones, como lo estuvo Jesucristo.

+ + + +

5-26
Octubre 27, 1903

El modo de obrar divino es por el solo amor del Padre y de los hombres.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo he visto a mi adorable Jesús diciéndome:
(2) “Hija mía, el aceptar las mortificaciones y sufrimientos como penitencia y como castigo, es laudable, es bueno, pero no tiene ningún nexo con el modo de obrar divino, porque Yo hice mucho, sufrí mucho, pero el modo que tuve en todo esto fue sólo el amor del Padre y de los hombres. Así que, se descubre rápidamente si la criatura tiene el modo de obrar y de sufrir a lo divino, si sólo el amor y a sufrir la empuja. Si tiene otros modos, aunque fueran buenos, es siempre modo de criatura, por eso se encontrará el mérito que puede adquirir una criatura, no el mérito que puede adquirir el Creador, no habiendo unión de modos. Mientras que si tiene mi modo, el fuego del amor destruirá toda disparidad y desigualdad, y formará una sola cosa entre mi obra y la de la criatura.

+ + + +

5-27
Octubre 29, 1903

Cuando el alma tiene en sí misma impreso el fin de la Creación, Jesús le corresponde dándole parte de la felicidad celestial.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver en mi interior, como si se hubiese encarnado en mi misma persona, y mirándome ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando veo en el alma impreso el carácter del fin de mi Creación, sintiéndome satisfecho de ella, porque veo cumplida muy bien la obra creada por Mí, me siento en deber, esto es, no deber, ha agregado rápidamente, porque en Mí no hay deberes, sino que mi deber es un amor más intenso de corresponderla, anticipando para ella parte de la felicidad celestial, esto es, manifestando a su inteligencia el conocimiento de mi Divinidad, y atrayéndola con el alimento de las verdades eternas; a su vista recreándola con mi belleza; a su oído haciendo resonar la suavidad de mi voz; a la boca con mis besos; al corazón los abrazos y todas mis ternuras, y esto corresponde al fin de haberla creado, el cual es: Conocerme, amarme, servirme”.
(3) Y ha desaparecido.
(4) Entonces yo, encontrándome fuera de mí misma, veía al confesor y le decía lo que el bendito Jesús me ha dicho; le preguntaba si estaba en lo correcto, y me decía: “Sí”. No sólo esto, sino que añadía que se conocía bien el hablar Divino, porque cuando habla Dios y el alma lo relata, el que escucha no sólo ve la verdad de las palabras, sino que siente en su interior una emoción que sólo el Espíritu Divino posee.

+ + + +


5-28
Octubre 30, 1903

Enseñanzas sobre la paz.

(1) Esta mañana, no viniendo mi adorable Jesús, estaba pensando en mi interior: “Quién sabe si fuera verdad que era nuestro Señor el que venía, o más bien el enemigo para engañarme; ¿cómo Jesucristo debía dejarme tan feamente sin ninguna piedad?” Ahora mientras esto pensaba, por pocos instantes se ha hecho ver levantando su diestra, y oprimiéndome la boca con el pulgar me ha dicho:
(2) “Calla, calla, y además, sería gracioso que uno que ha visto el sol, sólo porque no lo ve dice que no era sol lo que había visto; ¿no sería más verdadero y razonable si dijera que el sol se ha escondido?” Y ha desaparecido.
(3) Pero aunque no lo veía, sentía que con sus manos me iba tocando toda y frotando la boca, la mente y demás cosas, y me dejaba toda luminosa; y como no lo veía, la mente seguía dudando, y Él haciéndose ver de nuevo ha agregado:
(4) “¿Todavía no quieres terminar con esto? Tú quieres hacer desaparecer mi obra en ti, porque dudando no estás en paz, y siendo Yo fuente de paz, no viéndote en paz harás dudar a quien te guía, que no es el Rey de la paz el que habita en ti. ¡Ah, no quieres estar atenta! Es verdad que Yo hago todo en el alma, de modo que sin Mí no haría nada, pero es también verdad que dejo siempre un hilo de voluntad al alma, para que también ella pueda decir: “Todo lo hago por mi propia voluntad”. Así que, estando inquieta rompes aquel hilo de unión Conmigo, y me atas los brazos sin que Yo pueda obrar en ti, esperando hasta que te pongas en paz para volver a tomar el hilo de tu voluntad y continuar mi obra”.

+ + + +

Deo Gratias.


1
I. M. I.


6-1
Noviembre 1, 1903

Cuando el alma hace todas sus acciones por el único fin de amar a Jesús, camina siempre de día, para ella jamás es noche.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y me veía como un pequeño vaporcito, y yo quedaba toda maravillada al verme reducida en esa forma. Mientras estaba en esto ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la vida del hombre es vapor, y así como al vapor es sólo el fuego el que lo hace caminar, y a medida de que el fuego sea vivo y mucho, así corre más veloz, y si es poco camina a paso lento, y si está apagado queda detenido; así el alma, si el fuego del amor de Dios es mucho, se puede decir que vuela sobre todas las cosas de la tierra, y siempre corre y vuela a su centro que es Dios; ahora, si es poco se puede decir que camina con dificultad, arrastrándose y enfangándose de todo lo que es tierra; si está apagado queda detenida, sin vida de Dios en ella, como muerta a todo lo que es divino. Hija mía, cuando el alma en todas sus acciones no las hace por otra cosa más que con el único fin de amarme, y ninguna otra recompensa quiere de su obrar más que mi amor, camina siempre de día, jamás para ella es noche, más bien camina en el mismo sol, que casi como vapor la circunda para hacerla caminar en él, haciéndole gozar toda la plenitud de la luz, y no sólo eso, sino que sus mismas acciones le sirven de luz para su camino y le agregan siempre nueva luz”.


+ + + +

6-2
Noviembre 8, 1903

Jesús dice cómo debe ser el amor del prójimo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba rogando por ciertas necesidades del prójimo, y el bendito Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “¿Con qué fin rezas por estas personas?”
(3) Y yo: “Señor, ¿y Tú por cuál fin nos amaste?”
(4) Y Él: “Os amo porque sois cosa mía, y cuando el objeto es propio, se siente como obligado, es como una necesidad el amarlo”.
(5) Y yo: “Señor, estoy rezando por estas personas porque son cosa tuya, de otra manera no me habría interesado”. Y Él poniéndome la mano en la frente, casi oprimiéndola ha agregado:
(6) “¡Ah! ¿Entonces es porque son cosa mía? Así está bien el amor del prójimo”.

+ + + +

6-3
Noviembre 10, 1903

Cómo el verdadero amor se olvida de sí mismo.

(1) Continuando en mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús, me decía:


1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

(2) “Hija mía, el verdadero amor se olvida de sí mismo y vive a los intereses, a las penas y a todo lo que pertenece a la persona amada”.
(3) Y yo: “Señor, ¿cómo se puede olvidar de sí mismo mientras lo sentimos tanto, no es que sea una cosa lejana de nosotros, o bien dividida que fácilmente se pueda olvidar?” Y de nuevo ha agregado que ahí está el sacrificio del verdadero amor, porque mientras se tiene a sí mismo debe vivir a todo lo que pertenece a la persona amada, es más, si se recuerda de sí mismo, este recuerdo debe servir para ingeniarse mayormente en cómo poderse consumir por el objeto amado, y el amado si ve que el alma se da toda a Él, la sabrá recompensar bien dándole todo Sí mismo y haciéndola vivir de su Vida Divina; así que quien todo olvida, todo encuentra. Además de esto, es necesario ver la diferencia que hay entre lo que se olvida y lo que se encuentra: Se olvida lo feo y se encuentra lo bello, se olvida la naturaleza y se encuentra la gracia, se olvidan las pasiones y se encuentran las virtudes, se olvida la pobreza y se encuentra la riqueza, se olvida la ignorancia y se encuentra la sabiduría, se olvida el mundo y se encuentra el Cielo”.


+ + + +

6-4
Noviembre 16, 1903

No hay sacrificio sin olvido de sí mismo, y el sacrificio
y el olvido de sí mismo hacen nacer el amor más puro y perfecto.

(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el niño Jesús en brazos, y una virgen que me ha extendido en tierra para hacerme sufrir la crucifixión, pero no con clavos, sino con fuego, poniéndome un carbón de fuego en las manos y en los pies, y el bendito Jesús que me asistía mientras sufría, me decía:
(2) “Hija mía, no hay sacrificio sin olvido de sí mismo, y el sacrificio y el olvido de sí hace nacer el amor más puro y perfecto, y siendo sagrado el sacrificio, sucede que éste me consagra al alma como digno santuario mío para hacer ahí mi perpetua morada. Entonces haz que el sacrificio trabaje en ti para volverte sagrados el alma y el cuerpo, para que todo sea en ti sagrado, y conságrame todo a Mí”.

+ + + +

6-5
Noviembre 19, 1903

Mientras se es nada se puede ser todo.

(1) Continuando mi habitual estado, he visto en mi interior al bendito Jesús, y una luz en mi inteligencia que decía:
(2) “Mientras se es nada se puede ser todo, ¿pero en qué modo? Se llega a ser todo con el sufrir. El sufrir hace que el alma se vuelva pontífice, sacerdote, rey, príncipe, ministro, juez, abogado, reparador, protector, defensor. Y como el verdadero sufrir es el sufrir querido por Dios en nosotros, si el alma se une en todo a su Querer, esta unión, unida al sufrir, hace que el alma impere sobre la justicia, sobre la misericordia de Dios, sobre los hombres y sobre todas las cosas. Ahora, así como a Cristo el sufrir le dio todas las más bellas cualidades y todos los honores y oficios que naturaleza humana puede contener, así el alma, participando en el sufrir de Cristo participa de las cualidades, de los honores y de los oficios de Cristo, que es el todo”.


+ + + +

6-6
Noviembre 23, 1903

No hay belleza que iguale al sufrir sólo por Dios.

(1) En mi interior me sentía impresionada por lo que había escrito arriba, como si no estuviera conforme a la verdad, por eso en cuanto he visto al bendito Jesús he dicho: “Señor, lo que escribí no está bien, ¿cómo puede ser todo eso con el sólo sufrir?”
(2) Y Él: “Hija mía, no te asombres, porque no hay belleza que iguale al sufrir por el solo amor de Dios. De Mí parten continuamente dos saetas, una de mi corazón, que es de amor e hiere a todos aquellos que están en mi regazo, esto es, que están en mi gracia, y esta saeta produce llagas, mortifica, sana, aflige, atrae, revela, consuela y continúa mi Pasión y Redención en aquellos que están en mi regazo; la otra parte de mi trono y la confío a los ángeles, los cuales como ministros míos hacen correr esta saeta sobre cualquier especie de personas, castigándolas y excitando a todos a la conversión”.
(3) Ahora, mientras esto decía me ha participado sus penas diciéndome:
(4) “He aquí también en ti la continuación de mi Redención”.

+ + + +

6-7
Noviembre 24, 1903

Cómo cada palabra de Jesús son tantos eslabones de gracia.

(1) Continuando mi habitual estado, apenas he visto al bendito Jesús en mi interior, y como si quisiera continuar quitándome las dudas me ha dicho:
(2) “Hija, Yo soy la verdad misma, y jamás puede salir de Mí la falsedad, a lo más alguna cosa que el hombre no comprende, y esto lo hago para hacer ver que si no se comprende bien la palabra, ¿cómo se puede comprender en todo al Creador? Pero sin embargo el alma debe corresponder poniendo en práctica mi palabra, porque cada palabra son tantos eslabones de gracia que salen de Mí, de los cuales hago don a la criatura, y si corresponde, estos eslabones los encadena a los otros ya adquiridos; si no, los regresa a su Creador, y no solo esto, sino que Yo solamente hablo cuando veo la capacidad de la criatura que puede recibir ese don, y correspondiéndome no sólo adquiere tantos eslabones de gracia, sino que adquiere también tantos eslabones de sabiduría divina, y si los veo encadenados con la correspondencia, me dispone a darle otros dones; pero si veo mis dones rechazados, me retiro guardando silencio”.

+ + + +

6-8
Diciembre 3, 1903

Con la Divina Voluntad somos todo, sin Ella somos nada.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido mi bendito Jesús diciéndome:
(2) “Hija mía, cualquier acción humana que no tiene ningún nexo con la Voluntad Divina, pone fuera a Dios de su propia creación; aun el mismo sufrir, por cuán santo, noble y

precioso fuese a mis ojos, no obstante, si no es parto de mi Voluntad, en vez de agradarme me indigna y me es desagradable”.
(3) ¡Oh! potencia de la Voluntad Divina, cómo eres santa, adorable y amable, Contigo somos todo, aunque nada hagamos, porque tu Voluntad es fecunda y nos da a luz todos los bienes, y sin Ti somos nada, aunque todo hagamos, porque la voluntad humana es estéril y esteriliza todas las cosas.

+ + + +

6-9
Diciembre 5, 1903

Cómo el santo deseo de recibir a Jesús suple el sacramento, haciendo que el alma respire a Dios, y que Dios respire al alma.

(1) No habiendo podido recibir la comunión esta mañana, estaba toda afligida, pero resignada, y pensaba entre mí que si no hubiera sido porque me encontraba en esta posición de estar en la cama, y de ser víctima, ciertamente la habría podido recibir, y decía al Señor: “Mira, el estado de víctima me somete al sacrificio de privarme de recibirte en el sacramento, al menos acepta el sacrificio de privarme de Ti para contentarte, como un acto más intenso de amor por Ti, porque al menos el pensar que tu misma privación atestigua de más mi amor por Ti, endulza la amargura de tu privación”. Y mientras esto decía, las lágrimas me descendían de los ojos, pero, oh bondad de mi buen Jesús, no apenas me he adormecido, sin hacerme esperar tanto y buscar según lo acostumbrado, ha venido súbito y poniéndome sus manos en la cara, me acariciaba y me decía:
(2) “Hija mía, pobre hija, ánimo, mi privación excita mayormente el deseo, y en este deseo excitado el alma respira a Dios, y Dios sintiéndose más encendido por esta excitación del alma, respira al alma, y en este respirarse mutuamente Dios y el alma, se enciende mayormente la sed del amor, y siendo el amor fuego, forma el purgatorio del alma, y este purgatorio de amor le sirve no de una sola comunión al día, como permite la Iglesia, sino de una continua comunión, por cuanto es continuo el respiro, pero todas comuniones de purísimo amor, sólo de espíritu y no de cuerpo, y siendo el espíritu más perfecto, sucede que el amor es más intenso. Así recompenso Yo, no a quien no quiere recibirme, sino a quien no puede recibirme, privándose de Mí para complacerme a Mí”.

+ + + +

6-10
Diciembre 10, 1903

Quien busca al Señor, cada vez recibe una tinta un lineamiento divino.

(1) Continuando mi estado, sentía un peso sobre mi alma por la privación del bendito Jesús, como si sobre de mí gravitara todo el peso del mundo, y en mi inmensa amargura hacía cuanto más podía por buscarlo. Después, habiendo venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que el alma me busca recibe una tinta, un lineamiento divino, y otras tantas veces renace en Mí y Yo renazco en ella”.
(3) Mientras esto decía, estaba pensando en lo que había dicho, casi maravillándome y diciendo: “Señor, ¿qué dices?”
(4) Y Él ha agregado: “¡Oh, si supieras la gloria, el gusto que siente todo el Cielo al recibir esta nota de la tierra, de un alma que busca siempre a Dios, toda conforme a la nota de ellos! ¿Qué cosa es la vida de los bienaventurados? ¿Quién la forma? Este renacer

continuamente en Dios y Dios en ellos; esto es aquel dicho: “Que Dios es siempre viejo y siempre nuevo”. Jamás sienten cansancio, porque están en continua actitud de nueva vida en Dios”.

+ + + +

6-11
Diciembre 17, 1903

El verdadero espíritu de adoración consiste en esto: Que la criatura se pierda a sí misma y se encuentre en el ambiente divino, y adore todo lo que Dios obra, y que se una con Él.

(1) Continuando mi habitual estado, por pocos instantes he visto al bendito Jesús con la cruz sobre la espalda, en el momento de encontrarse con su Santísima Madre, y yo le he dicho: “Señor, ¿qué cosa hizo tu Madre en este encuentro dolorosísimo?”
(2) Y Él: “Hija mía, no hizo otra cosa que un acto de adoración profundísimo y simplísimo, y como el acto por cuanto más simple, tanto más fácil para unirse con Dios, Espíritu simplísimo, por eso en este acto se fundió en Mí y continuó lo que obraba Yo mismo en mi interior; y esto me fue sumamente más grato que si me hubiese hecho cualquier otra cosa más grande, porque el verdadero espíritu de adoración consiste en esto, que la criatura se pierda a sí misma y se encuentre en el ambiente divino, y adore todo lo que obra Dios, y con Él se una. ¿Crees tú que sea verdadera adoración aquella en que la boca adora mientras la mente está en otra parte, o sea, la mente adora y la voluntad está lejos de Mí? O bien, ¿que una potencia me adora y las otras están todas desordenadas? No, Yo quiero todo para Mí, y todo lo que le he dado en Mí, y éste es el acto de culto y de adoración más grande que la criatura puede hacerme”.

+ + + +

6-12
Diciembre 21, 1903

Gloria que goza en el Cielo la Celestial Mamá

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y viendo en la bóveda del cielo veía siete soles muy resplandecientes, pero la forma era diversa del sol que nosotros vemos, comenzaban en forma de cruz y terminaban en punta, y esta punta estaba dentro de un corazón. Al principio no se veía bien, porque era tanta la luz de estos soles que no dejaba ver quién estaba adentro, pero por cuanto más me acercaba, más se distinguía que dentro estaba la Reina Mamá, y en mi interior iba diciendo: “Cuánto quisiera preguntarle si quiere que me esfuerce en salir de este estado sin que esperara al sacerdote”. Mientras esto pasaba me he encontrado a su lado y se lo he dicho, y me ha respondido un “no” tajante. Yo he quedado mortificada por esta respuesta, y la Santísima Virgen se ha volteado hacia una multitud de personas que le hacían corona y les ha dicho:
(2) “Escuchen lo que quiere hacer”.
(3) Y todos han dicho: “No, no”.
(4) Después, acercándose a mí, toda bondad me ha dicho:
(5) “Hija mía, ánimo en el camino del dolor, ve estos siete soles que me salen del corazón, son mis siete dolores que me fructificaron tanta gloria y esplendor, estos soles, fruto de mis dolores, saetean continuamente el trono de la Santísima Trinidad, la cual, sintiéndose herida me mandan siete canales de gracia continuamente, convirtiéndome en

dueña y Yo los dispongo para gloria de todo el Cielo, para alivio de las almas purgantes, y para beneficio de todos los viadores”.
(6) Mientras esto decía ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

6-13
Diciembre 22, 1903

La cruz forma la encarnación de Jesús en el seno de las almas, y la encarnación del alma en Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, ha venido mi adorable Jesús crucificado, y habiéndome participado sus penas, mientras yo sufría me ha dicho:
(2) “Hija mía, en la Creación Yo di al alma mi imagen, en la Encarnación di mi Divinidad, divinizando a la humanidad. Y en el mismo acto en que se encarnó la Divinidad en la humanidad, en aquel mismo instante se encarnó en la cruz, así que desde que fui concebido me concebí unido con la cruz, y se puede decir que así como la cruz fue unida Conmigo en la encarnación en el seno de mi Madre, así la cruz forma otras tantas encarnaciones mías en el seno de las almas; y así como forma mi encarnación en las almas, así la cruz es la encarnación del alma en Dios, destruyéndole todo lo que es de naturaleza, y llenándose tanto de la Divinidad, de formar una especie de encarnación: Dios en el alma y el alma en Dios”.
(3) Yo he quedado como extasiada al oír que la cruz es la encarnación del alma en Dios, y Él ha repetido:
(4) “No digo unión, sino encarnación, porque la cruz se entromete tanto en la naturaleza, de llegar a transformar la misma naturaleza en dolor, y donde está el dolor ahí está Dios, sin poder estar separados Dios y el dolor; y la cruz formando esta especie de encarnación vuelve la unión más estable, y muy difícil la separación de Dios con el alma, así como es difícil separar el dolor de la naturaleza. Mientras que con la unión, fácilmente puede ocurrir la separación. Se entiende que no son encarnaciones, sino semejanzas de encarnaciones”.
(5) Dicho esto ha desaparecido, pero poco después ha regresado en el momento de su Pasión cuando fue cubierto de oprobios, de ignominias, de escupitajos, y yo le he dicho: “Señor, enséñame que cosa puedo hacer para alejar de Ti estos oprobios y restituirte los honores, las alabanzas y adoraciones”.
(6) Y Él ha dicho: “Hija mía, en torno a mi trono hay un vacío, y este vacío debe ser llenado por la gloria que me debe la Creación; por eso, quien me ve despreciado por las otras criaturas y me honra, no sólo por sí, sino por los demás, me hace renacer los honores en este vacío; cuando no me ve amado y me ama, me hace renacer el amor; cuando ve que colmo a las criaturas de beneficios y no me reconocen y ni siquiera me agradecen, y ella me agradece como si se hubieran hecho a ella los beneficios, me hace renacer en este vacío la flor de la gratitud y del agradecimiento, y así de todo lo demás que me debe la Creación, y que con negra ingratitud me niega. Ahora, siendo todo esto una sobreabundancia de la caridad del alma, que no sólo me devuelve lo que me debe por sí, sino que lo que desborda de sí me lo hace por las otras, siendo esta gloria fruto de la caridad, estas flores que me manda en este vacío en torno a mi trono, reciben un color más bello y a Mí muy agradable”.

+ + + +

6-14
Diciembre 24, 1903

El deseo hace que Jesús nazca en el alma. Lo mismo hace el demonio.

(1) Esta mañana, encontrándome en mi habitual estado ha venido el niño Jesús, y yo viéndolo muy pequeño, como si acabara de nacer, le he dicho: “Querido mío, ¿cuál fue la causa, quién te hizo venir del Cielo y nacer tan pequeño en el mundo?”
(2) Y Él: “El amor fue la causa, y no sólo esto, sino que mi nacimiento en el tiempo fue el desahogo de amor de la Santísima Trinidad hacia las criaturas. En un desahogo de amor de mi Madre nací de su seno, y en un desahogo de amor renazco en las almas. Pero este desahogo es formado por el deseo, en cuanto el alma comienza a desearme, Yo quedo ya concebido, cuanto más se adentra en el deseo, así me voy agrandando en el ama, cuando este deseo llena todo el interior y llega a desbordar fuera, entonces renazco en todo el hombre, esto es, en la mente, en la boca, en las obras y en los pasos.
(3) De igual manera, también el demonio hace sus nacimientos en las almas, en cuanto el alma comienza a desear y a querer el mal, queda concebido el demonio con sus obras perversas, y si este deseo viene alimentado, el demonio se engrandece y llena todo el interior de pasiones, las más feas y asquerosas, y llega a desbordar fuera, dando el hombre la ruta de todos los vicios. Hija mía, cuantos nacimientos hace el demonio en estos tristísimos tiempos, si tuvieran poder, los hombres y los demonios habrían destruido mis nacimientos en las almas”.

+ + + +

6-15
Diciembre 28, 1903

Cómo todas las vidas están en Cristo.

(1) Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido mi bendito Jesús, me hacía ver muchas almas humanas en su Humanidad, y mientras esto veía me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las vidas humanas están en mi Humanidad en el Cielo como dentro de un claustro, y estando dentro de mi claustro, de Mí parte el régimen de sus vidas, no sólo esto, sino que mi Humanidad siendo claustro, hace las vidas de cada alma; cual no es mi alegría cuando las almas se están en este claustro, y el eco que sale de mi Humanidad se combina con el eco de cada vida humana de la tierra; y cual es mi amargura cuando veo que las almas no están contentas y se salen, y otras se están, pero forzadas y de mala gana, no se someten a las reglas y al régimen de mi claustro, por eso los ecos no se combinan juntos”.

+ + + +

6-16
Enero 6, 1904

La raza humana es toda una familia; cuando uno hace alguna obra buena y la ofrece a Dios, toda la familia humana participa en aquel ofrecimiento,
y para Él es como si todos se la ofrecieran.

(1) Continuando mi habitual estado ha venido el bendito niño Jesús, y después de haberse puesto entre mis brazos y haberme bendecido con sus manitas, me ha dicho:
(2) “Hija mía, siendo la raza humana toda una familia, cuando alguno hace alguna obra buena y me ofrece alguna cosa, toda la familia humana participa en aquel ofrecimiento y me está presente como si todos me la ofrecieran. Como hoy los magos, al ofrecerme sus

dones Yo tuve en sus personas presente a toda la generación humana, y todos participaron del mérito de su buena obra. La primera cosa que me ofrecieron fue el oro, y Yo en correspondencia les di la inteligencia y el conocimiento de la verdad; ¿pero sabes tú cuál es el oro que quiero ahora de las almas? No el oro material, no, sino el oro espiritual, esto es, el oro de su voluntad, el oro de los afectos, de los deseos, de los propios gustos, el oro de todo el interior del hombre, este es todo el oro que el alma tiene, y lo quiero todo para Mí. Ahora, para darme esto, al alma le resulta muy difícil dármelo sin sacrificarse y mortificarse, y esta es la mirra, que como hilo eléctrico ata el interior del hombre y lo hace más resplandeciente, y le da la tinta de múltiples colores, dándole al alma todas las especies de bellezas; pero esto no es todo, se requiere quien mantenga siempre vivos los colores, la frescura, que como perfume y vientecillo exhala del interior del alma, se requiere quien ofrezca y quien obtenga dones mayores de aquellos que dona, como también se requiere todavía quien obligue a morar en el propio interior a Aquél que recibe y Aquél que da y tenerlo en continua conversación y en continuo comercio con él, entonces, ¿quién hace todo esto? La oración, en especial el espíritu de oración interior, que sabe convertir no sólo las obras internas en oro, sino también las obras externas, y este es el incienso”.

+ + + +

6-17
Febrero 7, 1904

Cómo es difícil encontrar un alma que se dé toda a Dios. Para poder hacer que Dios se dé todo de ella.

(1) He pasado todo el mes pasado muy sufriente, por eso he descuidado el escribir, y continuaba sintiéndome muy débil y sufriente, me viene frecuentemente un temor, porque no es que no pueda escribir, sino que no quiero, y por excusa digo que no puedo; es verdad que siento mucha repugnancia y debo hacer un gran esfuerzo para escribir, y sólo la obediencia podía vencerme. Por lo cual, para quitar cualquier duda me he decidido a no escribir todo, sino sólo algunas palabras que recuerdo, para ver si verdaderamente puedo o no puedo. Recuerdo que un día sintiéndome mal me dijo:
(2) “Hija mía, ¿qué será si cesa la música en el mundo?”
(3) Y yo: “Señor, ¿qué música puede cesar?”
(4) Y Él ha agregado: “Tu música amada mía, porque cuando el alma sufre por Mí, ruega, repara, alaba, agradece continuamente, es una continua música a mi oído, y me quita de sentir la iniquidad de la tierra, y por lo tanto de castigar como conviene, y no sólo eso, sino que es música en las mentes humanas y las aleja de hacer cosas peores. Entonces, si Yo te llevo, ¿no cesará la música? Para Mí es nada, porque no será otra cosa que transportarla de la tierra al Cielo, y en vez de tenerla en la tierra la tendré en el Cielo,
¿pero el mundo cómo hará?”
(5) Entonces yo pensaba para mí: “Estos son los acostumbrados pretextos para no llevarme, hay tantas almas buenas en el mundo y que tanto hacen por Dios, y que yo entre todas ellas no ocupo sino tal vez el último lugar, sin embargo dice que si me lleva cesará la música. Hay tantas que se la hacen mejor”. Mientras esto pensaba, como un rayo ha venido y ha agregado:
(6) “Hija mía, esto que dices es verdad, que hay muchas almas buenas y que mucho hacen por Mí, pero cómo es difícil encontrar una que me dé todo para poderme dar todo; quién se retiene un poco de amor propio, quién la propia estima, quién un afecto incluso a personas aun santas, quién una pequeña vanidad, quién se retiene un poco de apego a la tierra, quién al interés, en suma, quién a una cosita y quién a otra, todos retienen alguna cosa de propio y esto impide que todo sea divino en ellos. Entonces, no siendo todo divino lo que sale de ellos, no podrá su música producir aquellos efectos a mi oído y a las mentes humanas. Por consiguiente, el mucho hacer de ellos no podrá producir aquellos efectos, ni

agradarme tanto, como el pequeño hacer de quien no retiene nada para sí y que toda a Mí se da”.

+ + + +

6-18
Febrero 8, 1904

Una de las cualidades de Jesús es el dolor. Para quien vive de su Santísima Voluntad no existe el purgatorio.

(1) Recuerdo que otro día, continuando con mi sufrimiento, veía que el confesor rogaba a Nuestro Señor que me tocara donde yo sufría para calmarme los sufrimientos, y Jesús bendito me ha dicho:
(2) “Hija mía, tu confesor quiere que te toque para aligerar las penas, pero entre tantas cualidades mías Yo soy puro dolor, y tocándote, en vez de disminuir puede aumentar el dolor, porque mi Humanidad en la cosa en que más se deleitó fue en el dolor, y se deleita aún en comunicarlo a quien ama”.
(3) Y parecía que en realidad me tocaba y me hacía sentir más dolor, entonces yo he agregado: “Dulce bien mío, en cuanto a mí, no quiero otra cosa que tu Santísima Voluntad, yo no miro ni si me duele, ni si gozo, sino que tu Querer es todo para mí”.
(4) Y Él ha agregado: Y esto es lo que Yo quiero, y es mi mira sobre ti, y esto me basta y me contenta, y es el culto más grande, más honorable que me puede hacer la criatura, y que me debe como a su Creador, y el alma haciendo así, se puede decir que su mente vive y piensa en mi mente; sus ojos, encontrándose en los míos, miran por medio de mis ojos; su boca habla por medio de mi boca; su corazón ama por medio del mío; sus manos obran en mis mismas manos; los pies caminan en mis pies, y Yo puedo decir: “Tú eres mi ojo, mi boca, mi corazón, mis manos y mis pies”. Y el alma puede decir al revés: “Jesucristo es mi ojo, mi boca, mi corazón, mis manos y mis pies”. Y el alma encontrándose en esta unión, no sólo de voluntad, sino personal, muriendo, nada le queda por purgar, y por eso el purgatorio no la puede tocar, porque el purgatorio toca a aquellos que viven fuera de Mí, en todo, o en parte”.

+ + + +

6-19
Febrero 12, 1904

Lamentos del alma, Jesús la tranquiliza.

(1) Continuando en mi habitual estado, sufriendo más, ha venido el bendito Jesús y de todas partes de su Humanidad salían tantos riachuelos de luz que se comunicaban a todas las partes de mi cuerpo, y de estos ríos que yo recibía salían de mí otros tantos ríos que se comunicaban a la Humanidad de nuestro Señor. Mientras estaba en esto me he encontrado rodeada por una multitud de santos, que mirándome decían entre ellos: “Si el Señor no concurre con un milagro no podrá vivir más, porque le faltan los humores vitales, el curso de la sangre ya no es natural, por eso, según las leyes naturales debe morir”. Y rogaban a Jesús bendito que hiciera este milagro, que yo continuara viviendo, y nuestro Señor les ha dicho:
(2) Por la comunicación de los ríos, como ven, significa que todo lo que ella hace, aun las cosas naturales están identificadas con mi Humanidad, y cuando Yo hago llegar al alma a este punto, de todo lo que obra el alma y el cuerpo nada se pierde, todo permanece en Mí; mientras que si el alma no ha llegado a identificarse en todo con mi Humanidad,

muchas obras que hace se pierden. Y habiéndola hecho llegar a este punto, ¿por qué no puedo Yo llevármela?”
(3) Ahora, mientras esto decían, pensaba entre mí: “Parece que todos están en mi contra, la obediencia no quiere que yo muera, estos están rogando al Señor que no me lleve, ¿qué cosa quieren de mí? Yo no sé por qué casi a la fuerza quieren que esté en esta tierra, lejana de mi sumo bien”. Y toda me afligía. Mientras esto pensaba Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía amada, no quieras afligirte, las cosas del mundo se ponen tristísimas y siempre más empeorarán, si llega el punto en que deba dar libre desahogo a mi justicia te llevaré, y entonces no escucharé más a ninguno”.

+ + + +

6-20
Febrero 21, 1904

Promesa.

(1) Ante la presencia de la Santísima Trinidad, de la Reina Madre María Santísima, de mi ángel custodio, y de toda la corte celestial, y por obedecer a mi confesor, prometo que si el Señor por su infinita misericordia me hiciera la gracia de morir, cuando me encuentre junto con mi Esposo Celestial, rogaré y suplicaré el triunfo de la Iglesia y la confusión y conversión de sus enemigos; que en nuestro país triunfe el partido católico y que la iglesia de San Cataldo se reabra al culto, que mi confesor quede libre de sus acostumbrados sufrimientos, con una santa libertad de espíritu y la santidad de un verdadero apóstol de nuestro Señor, y que si el Señor permite el mandarme a él, al menos una vez al mes para referirle las cosas celestiales y cosas pertenecientes al bien de su alma. Esto prometo, cuanto está de mi parte y lo juro.

+ + + +

6-21
Febrero 22, 1904

El gran don de tener una víctima.

(1) Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús veía personas que sufrían, y yo rogaba a Jesús que las liberara de aquellos sufrimientos aun a costa de sufrir yo en lugar de ellos, y Él me ha dicho:
(2) Si tú quieres sufrir tanto porque eres víctima, qué pasará después cuando no esté la víctima, entonces verán el vacío que sentirán aquellos que te rodean, el propio país y también los reinos. ¡Oh! Cómo conocerán entonces, con la pérdida, el gran bien que Yo les había dado dándoles una víctima”.

+ + + +

6-22
Febrero 12, 1904 2

Habla con algunos sacerdotes sobre la iglesia de San Cataldo.

2 Este capítulo tiene fecha 12/02/04 porque debido a un olvido no lo puso en lo que escribió en dicha fecha, y por orden del confesor lo hace ahora. Ella repite esta fecha en el encabezado aunque no corresponde.


(1) Había olvidado decir cuanto estoy por escribir, que ahora por obediencia lo digo, si bien no son cosas ciertas, sino dudas, porque faltaba la presencia de nuestro Señor:
(2) Me encontraba fuera de mí misma y parecía que me encontraba dentro de una iglesia, donde estaban algunos sacerdotes venerables, y unidas almas del purgatorio y personas santas que estaban discutiendo entre ellos sobre la iglesia de San Cataldo, y decían casi con certeza que se había obtenido el abrirla al culto, y yo escuchando esto he dicho: “Cómo puede ser esto, el otro día corrían rumores de que el Capítulo había perdido la causa, entonces, por medio del tribunal no se ha podido obtener, el municipio no la quiere dar, ¿y ustedes dicen que se debe obtener?” Y ellos han agregado: “A pesar de todas estas dificultades, no obstante no está perdida, y aunque se llegue a poner manos a la obra para derrumbarla, no se podrá decir perdida, porque San Cataldo sabrá defender bien su templo, pero, pobre Corato si a esto llegan”. Mientras esto decían han repetido: “Ya se han llevado las primeras cosas, la Virgen coronada ya ha sido llevada a su casa, ve tú ante la Virgen y ruégale que habiendo comenzado la gracia, la cumpla”. Yo he salido de aquella iglesia para ir a rogar, pero mientras esto hacía me he encontrado en mí misma.

+ + + +

6-23
Marzo 4, 1904

El alma debe vivir en lo alto. Quien vive en lo alto no puede ser dañado.

(1) Encontrándome muy afligida y sufriente por la pérdida de mi buen Jesús, en cuanto lo he visto me ha dicho:
(2) “Hija mía, tu alma debe tratar de tener el vuelo del águila, es decir, morar en lo alto, sobre todas las cosas bajas de esta tierra, y tan alto, que ningún enemigo la pueda dañar, porque quien vive en lo alto puede herir a los enemigos, pero no ser herida. Y no sólo debe vivir en lo alto, sino que debe tratar de tener pureza y agudeza de ojos similares a los del águila. Así, teniendo esta vista y viviendo en lo alto, con la agudeza de su vista penetra las cosas divinas, no de paso, sino masticándolas hasta hacer de ellas su alimento predilecto, disgustándose de cualquier otra cosa, pero también penetra las necesidades del prójimo y no teme descender entre ellos y hacerles el bien, y si es necesario pone su propia vida. Y con la pureza de la vista, de dos amores hace uno, el amor de Dios y el amor del prójimo, haciéndolo todo por Dios, tal debe ser el alma si quiere agradarme”.

+ + + +

6-24
Marzo 5, 1904

La cruz sirve de citatorio, abogado y juez al alma, para tomar posesión del reino eterno.

(1) Esta mañana sintiéndome muy sufriente, con la añadidura de su privación, después de haber esperado mucho, apenas por pocos instantes ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, los sufrimientos, las cruces, son como tantos citatorios que Yo envío a las almas, si el alma acepta estos citatorios, ya sea que anuncien al alma que debe pagar alguna deuda, o que sean un aviso para que haga alguna adquisición para la vida eterna, si el alma me responde con la resignación a mi Voluntad, con el agradecimiento, con la adoración a mis santas disposiciones, inmediatamente nos ponemos de acuerdo, y el alma evitará muchos inconvenientes, como ser citada nuevamente, poner abogados, hacer juicio

y sufrir la condena del juez. Con sólo responder a la cita con la resignación y con el agradecimiento suplirá a todo esto, porque la cruz le será citatorio, abogado y juez, sin necesitar otra cosa para tomar posesión del reino eterno. Pero si no acepta estos citatorios, piénsalo tú misma, en cuántos abismos de desgracias, de problemas se mete el alma, y cuál será el rigor del juez al condenarla por no haber aceptado a la cruz por juez, la cual es mucho más moderada, más compasiva, más inclinada a enriquecerla en vez de juzgarla, más atenta a embellecerla que a condenarla”.

+ + + +

6-25
Marzo 12, 1904

Amenaza de guerras. Toda Europa está sobre los hombros de Luisa.

(1) Estando enferma Luisa, le he ordenado que ella dictara, y no pudiendo desobedecer ha dictado cuanto sigue, con gran repugnancia.
(2) Habiéndome lamentado con nuestro Señor de que sintiéndome sufriente, sin embargo no me llevaba al Cielo, el bendito Jesús me ha dicho:
(3) “Hija mía, ánimo en el sufrir, no quiero que te abata el no verte todavía llevada al Cielo. Debes saber que toda Europa está sobre tus hombros, y el éxito bueno o malo para Europa pende de tus sufrimientos. Si tú eres fuerte y constante en el sufrir, las cosas serán más soportables; si tú no eres fuerte y constante en el sufrir, o bien Yo te llevo al Cielo, serán tan graves que estará la amenaza de ser invadida y gobernada por los extranjeros”.
(4) Es más, agregó que: “Si tú permaneces en la tierra y sufres mucho con deseo y constancia, todo lo que sucederá de castigos en Europa servirá para que venga el triunfo de la Iglesia. Y si a pesar de todo esto Europa no lo aprovecha y queda obstinada en el pecado, tus sufrimientos servirán como preparativo a tu muerte, sin que Europa lo aproveche”.
Sac. Gennaro Di Gennaro

+ + + +

6-26
Marzo 14, 1904

Por la necesidad de los tiempos, Jesús pide el silencio porque quiere castigar.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, después de mucho esperar, el bendito Jesús ha salido de mi interior, y yo queriendo hablar me ha puesto el dedo en la boca diciéndome:
(2) “Calla, calla”.
(3) Yo he quedado mortificadísima y no he tenido más valor de abrir la boca, y el bendito Jesús viéndome tan mortificada ha agregado:
(4) “Hija mía queridísima, la necesidad de los tiempos trae el silencio, porque si tú me hablas, tu palabra ata mis manos y jamás llego a los hechos de castigar como conviene, y estamos siempre de cabeza, por eso es necesario que entre tú y Yo tenga lugar por algún tiempo el silencio”.
(5) Y mientras esto decía ha sacado un cartel en el cual estaba escrito: “Están decretados flagelos, penas y guerras”. Y ha desaparecido.

+ + + +

6-27
Marzo 16, 1904

La verdadera resignación no pone a escrutinio las cosas, sino que adora en silencio las divinas disposiciones. La cruz es alegre, jubilosa, gozosa, anhelante.

(1) Esta mañana encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado sobre una persona que tenía el aspecto como si estuviera vestida como una oveja, y yo era llevada sobre sus espaldas, pero iba a paso lento; adelante iba una especie de máquina más veloz, y yo en mi interior he dicho: “Éste va lento, quisiera ir dentro de aquella máquina que camina más veloz”. No sé el por qué, pero apenas pensado esto me he encontrado dentro de ella en compañía de los que iban en ella, y ellos me han dicho: “¿Qué has hecho? ¿Cómo has dejado al pastor? Y qué pastor, pues estando su vida en los campos son suyas todas las hierbas medicinales, nocivas y salutíferas, y estando con Él se puede estar siempre con buena salud, y si lo ves vestido de oveja es para volverse similar a las ovejas, haciendo que ellas se le acerquen sin ningún temor, y si bien va a paso lento, pero es más seguro”. Yo al oír esto he dicho en mi interior: “Ya que es así, quisiera decirle alguna cosa sobre mi enfermedad”. Mientras esto pensaba me lo he encontrado cerca de mí, y yo toda contenta me he acercado a su oído y le he dicho: “Pastor bueno, si eres tan experto dame algún remedio para mis males, pues yo me encuentro en este estado de sufrimientos”. Y queriendo decir más, me ha callado al decirme:
(2) “La verdadera resignación, no fantástica, no pone a escrutinio las cosas, sino que adora en silencio las divinas disposiciones”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que se rompía la piel de lana y veía el rostro de Nuestro Señor, y su cabeza coronada de espinas. Yo al oír que me decía esto, no sabía más qué decir, me quedaba en silencio contenta de estar junto con Él, y Él ha continuado:
(4) “Tú has olvidado decirle al confesor otra cosa sobre la cruz”.
(5) Y yo: “Adorable Señor mío, yo no recuerdo, repítemela y la diré”.
(6) Y Él: “Hija mía, entre tantos títulos que tiene la cruz, tiene el título de un día festivo, porque cuando se recibe un don, ¿qué cosa sucede? Se hace fiesta, se goza, se está más alegre; ahora, la cruz siendo el don más precioso, más noble y hecho por la persona más grande y única que existe, resulta más agradable y lleva más fiesta, más gozo que todos los otros dones. Entonces, tú misma puedes decir qué otros títulos se puede dar a la cruz”.
(7) Y yo: “Como Tú dices, se puede decir que la cruz es festiva, jubilosa, gozosa, anhelante”.
(8) Y Él: “Bien, has dicho bien, pero el alma llega a experimentar estos efectos de la cruz cuando está perfectamente resignada a mi Voluntad, y se ha dado toda sí misma a Mí, sin retener nada para sí, y Yo para no dejarme vencer en amor por la criatura, le doy todo Yo mismo, y en el donarme a Mí mismo dono también mi cruz, y el alma reconociéndola como don mío hace fiesta y goza”.

+ + + +

6-28
Marzo 20, 1904

Todas las cosas tienen origen en la fe.

(1) Esta mañana me sentía desanimada y entristecida por la pérdida de mi adorable Jesús, y mientras estaba en este estado, ha hecho oír su dulcísima voz que me decía:
(2) “Hija mía, todas las cosas tienen origen en la fe. Quien es fuerte en la fe es fuerte en el sufrir, la fe hace encontrar a Dios en cada lugar, hace que se descubra en cada acción, lo toca en cada movimiento, y cada nueva ocasión que se presenta es una nueva

revelación divina que recibe. Por eso sé fuerte en la fe, porque si estás fuerte en ella en todos los estados y vicisitudes, la fe te suministrará la fuerza y te hará estar siempre unida con Dios”.

+ + + +

6-29
Abril 9, 1904

Basta un acto perfecto de resignación a la Voluntad Divina para quedar purgado de todas las imperfecciones en las cuales el alma no ha puesto nada de lo suyo.

(1) Debiendo recibir esta mañana la comunión, estaba pensando entre mí: “¿Qué dirá mi bendito Jesús cuando venga a mi alma? Dirá: “Cómo es fea esta alma, mala, fría, abominable”. Cuan rápido hará consumir las especies para no estar en contacto con esta alma tan fea, ¿pero qué quieres de mí? A pesar de que soy tan mala, sin embargo debes tener paciencia para venir, porque de todos modos me eres necesario, y no puedo hacer otra cosa”. Mientras esto decía ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no quieras afligirte por esto, no se requiere nada para remediarlo, basta un acto perfecto de resignación a mi Voluntad para poder quedar purgado de todas estas fealdades que tú dices, y Yo te diré lo contrario de lo que piensas, te diré: “Cómo eres bella, siento el fuego de mi amor en ti, y el perfume de mis fragancias, en ti quiero hacer mi perfecta morada”.
(3) Y ha desaparecido. Entonces, habiendo venido el confesor le he dicho todo, y él me ha dicho que no estaba bien, porque es el dolor el que purga al alma, y que la resignación no entraba en esto. Por eso, después de haber recibido la comunión he dicho: “Señor, el padre me ha dicho que no está bien lo que me has dicho, explícate mejor y hazme conocer la verdad”. Y Él bondadosamente ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando se trata de pecado voluntario, entonces se requiere el dolor, pero cuando se trata de imperfecciones, de debilidades, de frialdades y otras cosas, y que el alma no ha puesto nada de lo suyo, entonces basta un acto de perfecta resignación, y se tiene necesidad también de este estado para quedar purgado, porque el alma al hacer este acto primero se encuentra con la Voluntad Divina que purga la voluntad humana y la embellece con sus cualidades, y después se funde conmigo”.

+ + + +

6-30
Abril 10, 1904

Las tres cuerdas que atan por todos lados y estrechan más íntimamente a Jesús con el alma, son: Sufrimientos asiduos, reparación perpetua, amor perseverante.

(1) Esta mañana, encontrándome con el temor de que el bendito Jesús viéndome aún tan mala me hubiera dejado, lo he sentido salir de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué te ocupas en pensamientos inútiles y en cosas que no existen? Debes saber que hay tres títulos ante Mí que como tres cuerdas me atan por todas partes y me estrechan más íntimamente a ti, de modo que no puedo dejarte, y son: Sufrimientos asiduos, reparación perpetua, amor perseverante. Si tú como criatura eres continua en esto, ¿tal vez el Creador será menos que la criatura? ¿O se dejará vencer por ella? Esto no es posible”.


+ + + +

6-31
Abril 11. 1904

Jesús agradece a Luisa.

(1) Continuando mi acostumbrado estado, después de haber esperado mucho, en cuanto he visto a mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Tú que tanto me querías contigo, ¿qué cosa quieres, qué te importa más?”
(3) Y yo: “Señor, nada quiero, lo que más me importa eres sólo Tú”.
(4) Y Él ha repetido: “Cómo, ¿no quieres nada? Pídeme cualquier cosa, la santidad, mi gracia, las virtudes, que Yo todo te puedo dar”.
(5) Y yo de nuevo he dicho: “Nada, nada, te quiero sólo a Ti y lo que quieres Tú”.
(6) Y de nuevo ha agregado: “¿Entonces no quieres nada más? ¿Yo solo te basto?
¿Tus deseos no tienen otra vida en ti que Yo sólo? Entonces toda tu confianza debe estar sólo en Mí, y a pesar de que no quieres nada obtendrás todo”.
(7) Y sin darme más tiempo, como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he quedado muy disgustada, especialmente porque por cuanto más lo llamaba, no regresaba, y pensaba entre mí: “Yo no quiero nada, no pienso, no me ocupo sino solamente de Él, y Él parece que no se interesa de mí, no sé como su buen corazón puede llegar a tanto”. Y tantos otros disparates que yo decía. Ahora, mientras estaba en esto, ha regresado y me ha dicho:
(8) “Gracias, gracias. ¿Qué es más, cuando el Creador agradece a la criatura o cuando la criatura agradece al Creador? Ahora, debes saber que cuando tú me esperas y tardo en venir, Yo te agradezco a ti; cuando vengo pronto, tú estás obligada a agradecerme a Mí. Entonces, ¿te parece poco que tu Creador te dé la ocasión de poder quedar obligado contigo y agradecerte?”
(9) Yo he quedado toda confundida.

+ + + +

6-32
Abril 12, 1904

La paz es el más grande tesoro.

(1) Esta mañana me sentía turbada por la ausencia del bendito Jesús, entonces después de haber esperado mucho, en cuanto lo he visto me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando un río está expuesto a los rayos del sol, viendo dentro de él se ve el mismo sol que está en el cielo, pero esto sucede cuando el río está calmado, sin que ningún viento perturbe las aguas; pero si las aguas están turbadas, a pesar de que el río está todo expuesto al sol, nada se ve, todo es confusión. Así el alma cuando está expuesta a los rayos del Sol Divino, si está calmada advierte el Sol divino en sí misma, siente el calor, ve la luz y comprende la verdad; pero si está turbada, a pesar de que lo tiene en sí misma, no siente otra cosa que confusión y turbación. Por eso considera a la paz como el más grande tesoro, si ansías estar unida Conmigo”.

+ + + +

6-33
Abril 14, 1904

Si el alma da a Dios el alimento del amor paciente, Dios dará el pan dulce de la Gracia.

(1) Continuando mi habitual estado, pero siempre con inmensa amargura en mi alma por la privación del bendito Jesús, y que a lo más viene cuando ya no puedo más, y después de que casi estoy persuadida de que no vendrá más. Entonces, cuando apenas lo he visto llevando un cáliz en la mano me ha dicho:
(2) “Hija mía, si además del alimento del amor me das el pan de tu paciencia, porque el amor paciente y sufriente es alimento más sólido, más sustancioso y tonificante, porque si el amor no es paciente se puede decir que es amor vacío, ligero y sin ninguna sustancia, así que se puede decir que faltan las materias necesarias para formar el pan de la paciencia. Por eso si tú me das este pan, Yo te daré el pan dulce de la gracia”.
(3) Y mientras esto decía me ha dado a beber lo que estaba dentro del cáliz que llevaba en la mano, que parecía dulce, como una especie de licor que no sé distinguir, y ha desaparecido.
(4) Después de esto veía en torno a mi lecho a muchas personas forasteras: sacerdotes, hombres de bien, mujeres que parecía que debían venir a encontrarme, y algunos de ellos parecía que decían al confesor: “Danos noticias de esta alma, de todo lo que el Señor le ha manifestado, las gracias que le ha hecho, porque nos ha manifestado el Señor desde 1882 que escogía una víctima, y la señal de esta víctima sería que el Señor la habría mantenido siempre en este estado como jovencita, tal cual como cuando la eligió, sin envejecerse o cambiarse la misma naturaleza”. Ahora, mientras esto decían, no sé cómo yo me veía tal cual como cuando me acosté en el lecho, sin que hubiera cambiado en nada por haber estado tantos años en este estado de sufrimiento”.

+ + + +

6-34
Abril 16. 1904

Jesús y Dios Padre hablan sobre la Misericordia.

(1) Continuando mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y veía una multitud de gentes, y en medio de ellas se oían rumores de bombas y estallidos, y las personas caían muertas y heridas, los que quedaban huían a un palacio cercano, pero los enemigos lo asaltaban y los mataban con más seguridad que a aquellos que permanecían al descubierto. Entonces yo decía entre mí: “Cómo quisiera ver si está el Señor entre estas gentes para decirle: “Ten misericordia, piedad de esta pobre gente”. Entonces he girado y vuelto a girar y lo he visto como pequeño niñito, pero poco a poco iba creciendo hasta que ha llegado a edad perfecta, entonces yo me he acercado y le he dicho: “Amable Señor, ¿no ves la tragedia que sucede? ¿No quieres hacer más uso de la misericordia, tal vez quieres tener inútil este atributo que siempre ha glorificado con tanto honor tu Divinidad encarnada, haciendo con ella una corona especial a tu augusta cabeza y adornándote una segunda corona tan querida y amada por Ti, como son las almas?” Ahora, mientras esto decía, Él me ha dicho:
(2) “Basta, basta, no sigas adelante, tú quieres hablar de misericordia, ¿y de la justicia qué haremos? Lo he dicho y te lo repito, es necesario que la justicia tenga su curso”.
(3) Por lo tanto he repetido: “No hay remedio, ¿y para qué dejarme en esta tierra cuando no puedo aplacarte más y sufrir yo en lugar de mi prójimo? Siendo así es mejor que me hagas morir”. Mientras estaba en esto veía a otra persona detrás de las espaldas de Jesús bendito, y me ha dicho casi haciéndome señas con los ojos: “Preséntate a mi Padre y ve qué cosa te dice”. Yo me he presentado toda temblando, y apenas me ha visto me ha dicho:
(4) “¿Qué quieres que has venido a Mí?”

(5) Y yo: “Bondad adorable, misericordia infinita, sabiendo que Tú eres la misma misericordia, he venido a pedirte misericordia, misericordia para tus mismas imágenes, misericordia para las obras creadas por Ti, misericordia no para otros, sino para tus mismas criaturas”. Y Él me ha dicho:
(6) “¿Entonces es misericordia lo que tú quieres? Pero si quieres verdadera misericordia, la justicia después de que se haya desahogado, producirá grandes y abundantes frutos de misericordia”.
(7) Entonces, no sabiendo más qué decir, he dicho: “Padre infinitamente santo, cuando los siervos, los necesitados se presentan a los patrones, a los ricos, si son buenos, si no dan todo lo que es necesario, les dan siempre alguna cosa, y yo, que he tenido el bien de presentarme ante Ti, dueño absoluto, rico sin término, bondad infinita, nada quieres dar a esta pobrecita de lo que te ha pedido, ¿no queda acaso más honrado y contento el patrón cuando da que cuando niega lo que es necesario a sus siervos? Después de un momento de silencio ha agregado:
(8) “Por amor tuyo, en vez de hacer por diez haré por cinco”.
(9) Dicho esto han desaparecido, y yo veía en más partes de la tierra, y especialmente en Europa, multiplicarse guerras, guerras civiles y revoluciones.

+ + + +

6-35
Abril 21, 1904

Quien tiene el título de víctima puede luchar con la justicia.

(1) Continuando mi habitual estado, oía alrededor de mi lecho a personas que rogaban a nuestro Señor, yo no ponía atención a escuchar qué cosa querían, ponía atención sólo a que ya era tarde y que Jesús bendito no se hacía ver todavía. ¡Oh! cómo se destrozaba mi corazón temiendo que no viniera, y decía entre mí: “Señor bendito, estamos ya en la última hora, ¿y no vienes aún? ¡Ay! no me des este disgusto, al menos hazte ver”. Mientras esto decía ha salido de dentro de mi interior y ha dicho a aquellos que estaban a mi alrededor:
(2) “Luchar con mi justicia no es lícito a las criaturas, sino sólo le es lícito a quien tiene el título de víctima, y no sólo de luchar sino de jugar con la justicia, y esto porque al luchar o jugar fácilmente se reciben los golpes, las derrotas, las pérdidas, y la víctima está pronta a recibir sobre sí los golpes, resignarse en las derrotas y pérdidas sin que ponga atención a sus pérdidas, a los sufrimientos, sino sólo a la gloria de Dios y al bien del prójimo. Si Yo me quisiera aplacar, tengo aquí a mi víctima que está pronta a luchar y a recibir sobre sí todo el furor de mi justicia”.
(3) Se ve que estaban rogando para aplacar al Señor, yo he quedado mortificada y más amargada al escuchar esto de nuestro Señor.

+ + + +

6-36
Abril 26, 1904

El hábito no hace al monje.

(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el niño Jesús en brazos, rodeada de varias personas devotas, sacerdotes, muchos de los cuales estaban atentos a la vanidad, al lujo y a la moda, y parecía que decían entre ellos aquel dicho antiguo: “El hábito no hace al monje”. Y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Amada mía, ¡oh! cuán defraudado me siento por la gloria que me debe la criatura, y que con tanta desfachatez me niega, y hasta por las personas que se dicen devotas”.

(3) Yo al oír esto he dicho: “Querido de mi corazón, recitemos tres Gloria Patri poniendo la intención de dar toda la gloria que debe la criatura a vuestra Divinidad, así recibirá al menos una reparación”.
(4) Y Él: “Sí, sí, recitémoslas”.
(5) Y las hemos recitado juntos, después hemos recitado un Ave María, poniendo también la intención de dar a la Reina Madre toda la gloria que le deben las criaturas. ¡Oh! cómo era bello rezar con el bendito Jesús, me encontraba tan bien que he continuado: “Amado mío, cómo quisiera hacer la profesión de fe en tus manos al recitar junto contigo el Credo”.
(6) Y Él: “El Credo lo recitarás tú sola, porque a ti te corresponde, no a Mí, y lo dirás a nombre de todas las criaturas para darme más gloria y honor”.
(7) Entonces yo he puesto mis manos en las suyas y he recitado el Credo, después de esto el bendito Jesús me ha dicho:
(8) “Hija mía, parece que me siento más aliviado y alejada aquella nube negra de la ingratitud humana, especialmente de las devotas. ¡Ah! hija mía, la acción externa tiene tanta fuerza de penetrar en el interior, que forma un vestido material al alma, y cuando el toque divino la toca, no lo sienten vivo, porque tienen la vestidura fangosa invistiendo al alma, y no sintiendo la vivacidad de la gracia, la gracia, o es rechazada o queda infructuosa. ¡Oh! cómo es difícil gozar los placeres, vestir de lujo externamente, y despreciarlos internamente, más bien sucede lo contrario, esto es, amar en el interior y gozar de lo que externamente nos rodea. Hija mía, considera tú misma cuál no es el dolor de mi corazón en estos tiempos, ver mi gracia rechazada por todo tipo de gente, mientras que todo mi consuelo es el socorrer a las criaturas, y toda la vida de las criaturas es la ayuda divina, y las criaturas me rechazan mi socorro y mi ayuda. Entra tú a tomar parte de mi dolor y compadece mis amarguras”.
(9) Dicho esto ha desaparecido, quedando toda afligida por las penas de mi adorable Jesús.

+ + + +

6-37
Abril 29, 1904

La vida de Dios se manifiesta en las criaturas con las palabras, con las obras y con los sufrimientos, pero
lo que la manifiesta más claramente son los sufrimientos.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado rodeada por tres vírgenes, las cuales tomándome querían a viva fuerza crucificarme sobre una cruz, y yo como no veía al bendito Jesús, temiendo, ponía resistencia, y ellas viendo mi resistencia me han dicho: “Hermana queridísima, no temas que no esté nuestro Esposo, deja que te comencemos a crucificar, que el Señor atraído por la virtud de los sufrimientos vendrá, nosotras venimos del Cielo, y como hemos visto males gravísimos que están por suceder en Europa, para hacer que al menos sucedan más benignos hemos venido a hacerte sufrir”. Mientras tanto me han traspasado con clavos las manos y los pies, pero con tal crudeza de dolor que me sentía morir. Ahora, mientras sufría ha venido el bendito Jesús, y viéndome con severidad me ha dicho:
(2) “¿Quién te ha ordenado ponerte en estos sufrimientos? Entonces ¿para qué me sirves? ¿Para no poder ni siquiera ser libre de hacer lo que quiero, y para ser un continuo estorbo a mi justicia?”
(3) Yo en mi interior decía: “Qué quiere de mí, yo ni siquiera quería, han sido ellas las que me han inducido, y la toma contra mí”. Pero no podía hablar por lo acerbo del dolor; aquellas vírgenes viendo la severidad de nuestro Señor, más me hacían sufrir sacando y volviendo a meter los clavos, y me acercaban a Él mostrándole mis sufrimientos, y cuanto

más sufría, más parecía que el Señor se apaciguaba, y cuando lo han visto más apaciguado y casi enternecido por mi sufrir, me han dejado y se han ido, dejándome sola con nuestro Señor. Entonces Él mismo me asistía y sostenía, y viéndome sufrir, para reanimarme me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Vida se manifiesta en las criaturas con las palabras, con las obras y con los sufrimientos, pero lo que la manifiesta más claramente son los sufrimientos”.
(5) Mientras estaba en esto ha venido el confesor para llamarme a la obediencia, y en parte por los sufrimientos, y en parte porque el Señor no me dejaba, no podía obedecer. Entonces me he lamentado con mi Jesús, diciéndole: “Señor, ¿Cómo es que se encuentra el confesor a esta hora? ¿Justo ahora debía venir?”
(6) Y Él: “Hija mía, déjalo que esté un poco con nosotros y que participe también en mis gracias. Cuando uno continuamente frecuenta una casa, participa del llanto y de la risa, de la pobreza y de la riqueza; así es del confesor, ¿no ha participado de tus mortificaciones y privaciones? Ahora participa de mi presencia”.
(7) Entonces parecía que le participaba la fuerza divina diciéndole: “La Vida de Dios en el alma es la esperanza, y por cuanto esperes, tanto de Vida Divina contienes en ti mismo, y así como la Vida Divina contiene potencia, sabiduría, fortaleza, amor y otras cosas, así el alma se siente regar por tantos arroyos por cuantas son las virtudes divinas, y la Vida Divina crece siempre en ti mismo; pero si no esperas, en lo espiritual, y por lo espiritual participará también lo corporal, la Vida Divina se irá consumiendo hasta apagarse del todo, por eso espera, espera siempre”.
(8) Después, con esfuerzo he recibido la comunión, y después me he encontrado fuera de mí misma y veía tres hombres en forma de tres caballos indómitos que se desenfrenaban en Europa, haciendo tantos estragos de sangre, y parecía que querían envolver como dentro de una red a la mayor parte de Europa en guerras encarnizadas, todos temblaban a la vista de estos diablos encarnados, y muchos quedaban destruidos.

+ + + +

6-38
Mayo 1, 1904

El ojo que se deleita sólo de las cosas del Cielo, tiene la virtud de ver a Jesús, y quien se deleita de las cosas de la tierra, tiene la virtud de ver las cosas de la tierra.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en nuestro Señor, cuando habiendo llegado al monte calvario fue desnudado del todo y amargado con hiel, y le rogaba diciéndole: “Adorable Señor mío, no veo en Ti mas que una vestidura de sangre adornada de llagas, y por gusto y deleite amarguras de hiel, por honor y gloria confusiones, oprobios y cruces. ¡Ah! no permitas que después de que Tú has sufrido tanto, que yo no vea las cosas de esta tierra más que como estiércol y fango, que no me tome otro placer que en Ti sólo, y que todo mi honor no sea otro que la cruz”. Y Él haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú hicieras de manera diferente perderías la pureza de la mirada, porque haciéndose un velo a la vista perderías el bien de verme, porque el ojo que se recrea sólo de las cosas del Cielo tiene la virtud de verme, y quien se recrea de las cosas de la tierra tiene la virtud de ver las cosas de la tierra, porque el ojo, viéndolas diferentes de lo que son, las ve y las ama”.

+ + + +

6-39
Mayo 28, 1904


La mortificación derrumba todo e inmola todo a Dios.

(1) Continuando mi habitual estado, y estando con suma amargura por las continuas privaciones de mi adorable Jesús, se ha hecho ver diciéndome:
(2) “Hija mía, la primera mina que se debe arrojar en el interior del alma es la mortificación, y cuando esta mina se pone en el alma echa por tierra todo, e inmola todo a Dios, porque en el alma hay como tantos palacios, pero todos de vicios, como sería el orgullo, la desobediencia y tantos otros vicios, y la mina de la mortificación derrumbándolo todo reedifica muchos otros palacios de virtudes, inmolándolos y sacrificándolos todos a la gloria de Dios”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, y después ha venido el demonio que sólo quería molestarme, y yo sin sentir miedo le he dicho: “¿Qué ganas con molestarme? Quieres aparentar ser más valiente, toma un palo y golpéame hasta no dejarme ni siquiera una gota de sangre, entendiendo sin embargo, que cada gota de sangre que derrame es un testimonio de más de amor, de reparación y de gloria que intento dar a mi Dios”.
(4) Y aquél: “No encuentro palos para poderte golpear, y si voy a buscarlo tú no me esperas”.
(5) Y yo: “Ve entonces que aquí te espero”. Y así se ha ido, quedando yo con la firme voluntad de esperarlo, cuando con mi sorpresa he visto que habiéndose encontrado con otro demonio iban diciendo: “Es inútil que regresemos, ¿en qué aprovecha el golpear si debe servir para nuestro daño y con nuestra pérdida? Es bueno hacer sufrir a quien no quiere sufrir, porque éste ofende a Dios, pero a quien quiere sufrir, nos hacemos mal con nuestras manos”. Y no ha regresado, quedando yo mortificada.

+ + + +

6-40
Mayo 30, 1904

La Pasión sirve como vestido al hombre. La soberbia transforma en demonios las imágenes de Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando y ofreciendo la Pasión de Nuestro Señor, especialmente la corona de espinas, y le rogaba que diera luz a tantas mentes cegadas, que se hiciera conocer, porque es imposible conocerlo y no amarlo. Mientras esto decía, mi adorable Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuánta ruina hace en el alma la soberbia, basta decirte que forma un muro de división entre la criatura y Dios, y de imágenes mías las transforma en demonios. Y además, si tanto te duele y te desagrada que las criaturas sean tan ciegas que ellas mismas no entiendan ni vean el precipicio en el cual se encuentran, y tanto deseas que Yo las ayude, mi Pasión sirve como vestido al hombre, que le cubre las más grandes miserias, lo embellece y le restituye todo el bien que por el pecado se había quitado y había perdido, por lo cual Yo te hago don de mi Pasión, a fin de que te sirva a ti y para quien quieras tú”.
(3) Al escuchar esto me ha venido tal temor viendo la grandeza del don, y temiendo que no supiera utilizar este don, y por eso desagradar al mismo Donador; entonces he dicho: “Señor, no siento la fuerza de aceptar tal don, soy muy indigna de tal favor, mejor quédatelo Tú que eres el Todo y todo conoces, conoces a quién es necesario y conviene aplicar este vestido tan precioso y de inmenso valor, porque yo, pobrecita, ¿qué cosa puedo conocer? Y si es necesario aplicarlo a alguien y yo no lo hago, ¿qué rigurosa cuenta no me pedirás?”
(4) Y Jesús: “No temas, el mismo Donador te dará la gracia de no tener inútil el don que te ha dado, ¿crees tú que Yo te hago un don para hacerte daño? No, jamás”.

(5) Entonces yo no he sabido qué responder, pero he quedado espantada y en ascuas, reservándome para oír cómo pensaba la señora obediencia. Se entiende sin embargo que este vestido, no quiere significar otra cosa que todo lo que obró, mereció y sufrió nuestro Señor, donde la criatura encuentra el vestido para cubrirse la desnudez despojada de virtud, las riquezas para enriquecerse, las bellezas para volverse bella y embellecerse, y el remedio a todos sus males. Después, habiéndolo dicho a la obediencia, me ha dicho que lo aceptara.

+ + + +

6-41
Junio 3, 1904

Quien se deja dominar por la cruz, destruye en el alma tres reinos malos que son: El mundo, el demonio y la carne, y establece otros tres reinos buenos que son: El reino espiritual, el divino y el eterno.

(1) Esta mañana, como no venía el bendito Jesús, me sentía toda oprimida y cansada.
Después, al venir ha dicho:
(2) “Hija mía, no quieras cansarte en el sufrir, haz como si a cada instante comenzaras a sufrir, porque quien se deja dominar por la cruz destruye en el alma tres reinos malos, que son: El mundo, el demonio y la carne, y establece otros tres reinos buenos que son: El reino espiritual, el divino y el eterno”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

6-42
Junio 6, 1904

Ánimo, fidelidad y suma atención se necesita para seguir lo que la Divinidad obra en nosotros.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver desde dentro de mi interior, primero Él sólo y después las Tres Divinas Personas, pero todas en profundo silencio, y yo continuaba ante su presencia con mi acostumbrado trabajo interior, y parecía que el Hijo se unía conmigo, y yo no hacía otra cosa que seguirlo, pero todo era silencio, y no se hacía otra cosa en este silencio que fundirse con Dios, y todo el interior, afectos, latidos, deseos, respiros, se convertían en profundas adoraciones a la Majestad Suprema. Entonces, después de haber estado un poco de tiempo en este estado, parecía que las Tres hablaban, pero formaban una sola voz, y me han dicho:
(2) “Hija querida nuestra, ánimo, fidelidad y atención suma al seguir lo que la Divinidad obra en ti, porque todo lo que haces no lo haces tú, sino que no haces otra cosa que dar tu alma por habitación a la Divinidad. Te sucede a ti como a una pobre que teniendo un pequeño cuartucho, el rey lo pide por habitación, y ella lo da y hace todo lo que quiere el rey; entonces, habitando el rey aquel pequeño cuartucho, contiene riquezas, nobleza, gloria y todos los bienes, ¿pero de quién son? Del rey, y si el rey lo quiere dejar, a la pobre ¿qué cosa le queda? Le queda siempre su pobreza”.

+ + + +

6-43
Junio 10, 1904


Jesús habla de la belleza del hombre.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús, todo afligido y doliente me ha dicho:
(2) “¡Ah! hija mía, si el hombre se conociera a sí mismo, ¡oh! cómo se cuidaría de mancharse, porque es tal y tanta su belleza, su nobleza, su hermosura, que todas las bellezas y diversidad de las cosas creadas las reúne en sí, y esto porque siendo creadas todas las otras cosas de la naturaleza para servicio del hombre, y el hombre debía ser superior a todas, por lo tanto, para ser superior debía reunir en sí todas las cualidades de las otras cosas creadas, y no sólo eso, sino que habiendo sido creadas las otras cosas para el hombre y el hombre sólo para Dios y para su delicia, por consecuencia no sólo debía reunir en sí todo lo creado, sino que debía superarlo hasta recibir en sí mismo la imagen de la Majestad Suprema. Y el hombre a pesar de todo esto, no cuidando todos estos bienes, no hace otra cosa que ensuciarse con las más feas porquerías”.
(3) Y ha desaparecido. Entonces yo comprendía que a nosotros nos sucede como a una pobre, que habiendo recibido un vestido tejido de oro, enriquecido con gemas y con piedras preciosas, como no entiende ni conoce su valor, lo tiene expuesto al polvo, lo ensucia fácilmente y lo tiene como un vestido tosco y de poco valor, de modo que si se le quita, poco o ningún disgusto siente. Así es nuestra ceguera respecto a nosotros mismos.

+ + + +

6-44
Junio 15, 1904

La criatura no es otra cosa que un pequeño recipiente lleno de dosis de todas las partículas divinas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, me es tan querida la criatura y la amo tanto, que si la criatura lo comprendiera le estallaría el corazón de amor, y esto es tan cierto, que al crearla no la hice otra cosa que un pequeño recipiente lleno de partículas de los atributos divinos, de modo que de todo mi Ser, atributos, virtudes, perfecciones, el alma contiene muchas pequeñas partículas de todo ello, según la capacidad dada por Mí, y esto a fin de que pudiera encontrar en ella otros tantos pequeños distintivos correspondientes a mis atributos y así poder deleitarme y juguetear perfectamente con ella. Ahora, este pequeño recipiente lleno de lo divino, cuando el alma se ocupa de las cosas materiales y las hace entrar en ella, hecha afuera alguna cosa de lo divino y toma su lugar alguna cosa material; qué afrenta recibe la Divinidad y qué daño el alma; pero si por necesidad se ocupa de las cosas materiales, ¡cuánta atención se requiere para no hacerlas entrar! Tú, hija, está atenta, de otra manera, si veo en ti alguna cosa que no sea divina, Yo no me haré ver más”.

+ + + +

6-45
Junio 17, 1904

La consumación de la voluntad humana en la divina, nos vuelve una sola cosa con Dios, y pone en nuestras manos el divino poder.

(1) Esta mañana, después de mucho esperar, el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:

(2) “Hija mía, mira cuántas cosas se dicen de virtud, de perfección, sin embargo van a terminar todas en un solo punto, es decir, en la consumación de la voluntad humana en la Divina. Así que quien más está consumado en ésta, se puede decir que contiene todo y es el más perfecto de todos, porque todas las virtudes y obras buenas son tantas llaves que nos abren los tesoros divinos, nos hacen adquirir más amistad, más intimidad, más trato con Dios, pero sólo la consumación es la que nos vuelve una cosa con Él y pone en nuestras manos el divino poder, y esto porque la vida debe tener una voluntad para vivir, ahora, viviendo de la Voluntad Divina, naturalmente se vuelve dueña”.

+ + + +

6-46
Junio 19, 1904

Habla de castigos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, oía a mi adorable Jesús que decía junto a mí:
(2) “Hija mía, en qué momento tan doloroso está por entrar la Iglesia, pero toda la gloria en estos tiempos es de aquellos espíritus atléticos que no poniendo atención a cuerdas, cadenas y penas, no hacen otra cosa que romper el sendero espinoso que divide la sociedad de Dios”.
(3) Después ha continuado: “En el hombre se ve una avidez de sangre humana. Él desde la tierra, y Yo desde el Cielo concurriré con terremotos, incendios, huracanes, desgracias, para hacerlos morir en buena parte”.

+ + + +

6-47
Junio 20, 1904

Las almas víctimas son hijas de la Misericordia.

(1) Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ha llegado a tanto la perfidia humana, de agotar por su parte mi misericordia, pero mi bondad es tanta, de constituir las hijas de la misericordia, a fin de que también por parte de las criaturas no quede agotado este atributo, y éstas son las víctimas que están en plena posesión de la Voluntad Divina por haber destruido la propia, porque en éstas, el recipiente dado a ellas por Mí al crearlas está en pleno vigor, y habiendo recibido la partícula de mi Misericordia, siendo hija la suministra a otros. Se entiende sin embargo que para administrar la misericordia a otros se debe encontrar ella en la justicia”.
(3) Y yo: “Señor, ¿quién se puede encontrar en la justicia?”
(4) Y Él: “Quien no comete pecados graves y quien se abstiene de cometer pecados veniales ligerísimos, por propia voluntad”.

+ + + +

6-48
Junio 29, 1904

Signo para conocer que Dios se retira del hombre.

(1) Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, apenas se ha hecho ver mi adorable Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, la señal de que mi justicia no puede soportar más al hombre y está en acto de mandar graves castigos, es cuando el hombre no puede soportarse más a sí mismo, porque Dios rechazado por el hombre, de él se retira y hace sentir al hombre todo el peso de la naturaleza, del pecado y de las miserias, y el hombre no pudiendo soportar el peso de la naturaleza sin la ayuda divina, busca él mismo el modo de destruirse. En tal estado se encuentra ahora la presente generación”.

+ + + +

6-49
Julio 14, 1904

La vida es una consumación continua.

(1) Mis días se van haciendo siempre más dolorosos por las casi continuas privaciones de mi adorable Jesús, yo misma no sé por qué me siento devorar el alma y también el cuerpo por esta separación. ¡Qué duro martirio! Mi único y solo consuelo es la Voluntad de Dios, porque si todo lo he perdido, incluso a Jesús, sólo esta santa y dulcísima Voluntad de Dios está en mi poder, pero como también siento que se me devora el cuerpo, me ilusiono de que no está tan lejana la separación de él, porque lo siento sucumbir, y por eso espero que un día u otro el Señor me llame a Sí y terminar esta dura separación. Por eso, esta mañana después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, la vida es una consumación continua, quién la consume por los placeres, quién por las criaturas, quién por pecar, otros por los intereses, alguno por caprichos, hay tantos tipos de consumación. Ahora, quien esta consumación la forma toda en Dios, puede decir con toda certeza: ‘Señor, mi vida se ha consumido de amor por Ti, y no sólo me he consumido, sino que estoy muerta sólo por tu amor”. Por eso, si tú te sientes consumir continuamente por mi separación, puedes decir que mueres continuamente en Mí, y tantas muertes sufres por amor mío. Y si tú consumes tu ser por Mí, por cuanto se consume de ti, otro tanto adquieres de divino en ti misma”

+ + + +

6-50
Julio 22, 1904

Sólo la estabilidad es la que hace conocer el progreso de la Vida Divina en el alma.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma se propone no pecar, o bien el hacer un bien y no sigue los propósitos hechos, significa que no se hacen con toda la voluntad, y que la luz divina no ha tenido contacto con el alma, porque cuando la voluntad es verdadera y la luz es divina, les hace conocer el mal a evitar o el bien por hacer, y difícilmente el alma no sigue lo que se ha propuesto, y esto porque la luz divina no viendo la estabilidad de la voluntad, no suministra la luz necesaria para evitar lo uno y para hacer lo otro, a lo más pueden ser momentos de desventura, abandonos de criaturas, o cualquier otro accidente por lo que el alma parece que se quisiera destruir por Dios, que quiere cambiar de vida, pero apenas el viento de los accidentes se cambia, qué pronto se cambia la voluntad humana. Así que en lugar de voluntad y luz, se puede decir que hay una mezcla de pasiones según los cambios de los vientos. Así que sólo la estabilidad es la que hace conocer el progreso de la Vida Divina en el alma, porque siendo Dios inmutable, quien lo posee participa de su inmutabilidad en el bien”.

+ + + +

6-51
Julio 27, 1904

Todo debe ser sellado por el amor.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús ha salido de mi interior, y teniéndome levantada la cabeza, que por lo prolongado del tiempo que lo he esperado estaba muy cansada, me ha dicho:
(2) “Hija mía, a quien verdaderamente me ama, todo lo que le sucede, interior y exterior, devora todo en una sola cosa, en la Voluntad Divina. De todas las cosas ninguna le parece extraña, mirándolas como un producto de Divina Voluntad, por eso en Ella todo consume, su centro, su mira, es única y solamente la Voluntad de Dios; así que en Ella siempre gira como dentro de un anillo, sin encontrar jamás el camino para salirse, haciendo de Ella su alimento continuo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, y después habiendo regresado ha agregado:
(4) “Hija, haz que todo te sea sellado por el amor, así que si piensas, debes sólo pensar en el amor, si hablas, si obras, si lates, si deseas; incluso un solo deseo que salga de ti que no sea amor, restríngelo en ti misma y conviértelo en amor, y después dale la libertad de salir”.
(5) Y mientras esto decía, parecía que con su mano tocaba toda mi persona, poniendo tantos sellos de amor.

+ + + +

6-52
Julio 28, 1904

El alma desapegada de todo, en todo encuentra a Dios.

(1) Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, por unos momentos ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma está desapegada de todo, en todas las cosas encuentra a Dios, lo encuentra en sí misma, lo encuentra fuera de sí misma, lo encuentra en las criaturas, así que puede decir que todas las cosas se convierten en Dios para el alma desapegada de todo, más aún, no sólo lo encuentra, sino lo mira, lo siente, lo abraza, y como en todo lo encuentra, así todas las cosas le suministran la ocasión de adorarlo, de implorarlo, de agradecerle, de estrecharse más íntimamente a Él, y además, tus lamentos por mi privación no son razonables, pues si tú me sientes en tu interior, es señal de que no sólo estoy fuera, sino también dentro, como en mi propio centro”.
(3) He olvidado decir al principio, que me lo ha traído la Reina Mamá, y como le rogaba que me contentara y no me dejara privada de Él, Jesús bendito ha respondido como está escrito arriba.

+ + + +

6-53
Julio 29, 1904

La fe hace conocer a Dios, pero la confianza lo hace encontrar.

(1) Continuando mi habitual estado, apenas he visto a mi adorable Jesús le he dicho: “Señor mío y Dios mío”. Y Él ha dicho:
(2) “Dios, Dios, sólo Dios; hija, la fe hace conocer a Dios, pero la confianza lo hace encontrar, así que la fe sin la confianza es fe estéril. Y a pesar de que la fe posee inmensas riquezas para que el alma pueda enriquecerse, si falta la confianza queda siempre pobre y desprovista de todo”.
(3) Entonces, mientras esto decía me sentía atraída a Dios, y quedaba absorbida en Él como una gotita de agua en el inmenso mar, por más que miraba no encontraba ni los confines a lo ancho ni a lo largo, ni a lo alto, Cielos y tierra, viadores y bienaventurados, todos estaban inmersos en Dios. Después veía también las guerras, como la de Rusia con Japón, los miles de soldados que morían o que morirán, y que por justicia, aun natural, la victoria será del Japón;3 también otras naciones europeas están tramando maquinaciones de guerra contra las mismas naciones de Europa. ¿Pero quién puede decir todo lo que se veía de Dios y en Dios? Para terminar pongo punto.

+ + + +

6-54
Julio 30, 1904

Desapego que deben tener los sacerdotes.

(1) Esta mañana el bendito Jesús no venía, y yo encontrándome fuera de mí misma giraba y volvía a girar en busca de mi sumo y único bien, y no encontrándolo, mi alma se sentía morir a cada instante, pero lo que acrecentaba mi dolor era que mientras me sentía morir, no moría, porque si yo pudiera morir habría alcanzado mi finalidad, al encontrarme para siempre en el centro Dios. ¡Oh! separación, cómo eres amarga y dolorosa, no hay pena que pueda compararse a ti. ¡Oh! privación divina, tú consumes, tú traspasas, tú eres un cuchillo de dos filos, que de un lado corta y del otro quema, el dolor que provocas es tan inmenso por cuanto es inmenso Dios.
(2) Ahora, mientras andaba vagando me he encontrado en el purgatorio, y mi dolor, mi llanto, parecía que acrecentaba el dolor de aquellas pobres almas privadas de su vida: “Dios”. Entonces, entre estas almas parecía que habían sacerdotes, uno de los cuales parecía que sufría más que los otros, y éste me ha dicho:
(3) “Mis graves sufrimientos provienen de que en vida fui muy apegado a los intereses de la familia, a las cosas terrenas y un poco de apego a alguna persona, y esto produce tanto mal al sacerdote, que forma una coraza de fierro enfangada, que como vestido lo envuelve, y sólo el fuego del purgatorio y el fuego de la privación de Dios, que comparado con el primer fuego, desaparece el primero, puede destruir esa coraza. ¡Oh, cuánto sufro! Mis penas son inenarrables, ruega, ruega por mí”.
(4) Entonces yo me sentía más afligida y me he encontrado en mí misma, y después, apenas he visto la sombra del bendito Jesús y me ha dicho:
(5) “Hija mía, ¿qué has estado buscando? Para ti no hay otros alivios y ayudas que Yo sólo”.
(6) Y como un relámpago ha desaparecido. Y yo he quedado diciendo: ¡Ah! ¿Él mismo me lo dice? Que sólo Él es todo para mí, sin embargo tiene la valor de dejarme privada y sin Él”.

+ + + +

6-55

3 El 2 de enero de 1905 se rindió el general ruso Anatoli Mijáilovich Stësel.

Julio 31, 1904

La voluntad humana falsifica y profana aun las obras más santas.

(1) Continuando mi pobre estado, parece que Jesús ha venido más de una vez, y parecía que lo veía niño circundado como por una sombra, y me ha dicho:
(2) “Hija, ¿no sientes la frescura de mi sombra? Repósate en ella porque encontrarás alivio”.
(3) Y parecía que reposábamos juntos a su sombra, y me sentía toda reanimada junto a Él, y después ha continuado:
(4) “Amada mía, si tú me amas, no quiero que tú mires ni en ti misma ni fuera de ti, ni si estás caliente o fría, ni si haces mucho o poco, ni si sufres o gozas, todo esto debe ser destruido en ti y sólo debes fijarte si haces cuanto más puedes por Mí y todo por agradarme, los otros modos, por cuan altos, sublimes y laboriosos, no pueden agradarme y contentar mi amor. ¡Oh! cuántas almas falsifican la verdadera devoción y profanan las obras más santas con la propia voluntad, buscándose siempre a sí mismas. Y si también en las cosas santas se busca el modo y el gusto propio y la satisfacción de sí misma, se encuentra a sí misma, huye Dios, y no lo encuentra”.

+ + + +

6-56
Agosto 4, 1904

La gloria de los bienaventurados en el Cielo será de acuerdo a los modos como se han comportado con Dios en la tierra. Del modo como es Dios para el alma, se puede ver cómo el alma es para Dios.

(1) Esta mañana, habiendo venido el bendito Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y tomándome con la mano me ha conducido hasta la bóveda del cielo, desde donde se veían los bienaventurados, se oía su canto. ¡Oh! cómo los bienaventurados nadaban en Dios, se veía la vida de ellos en Dios, y la vida de Dios en ellos, a mí esto me parece que es lo esencial de su felicidad. Me parece también que cada bienaventurado es un nuevo cielo en aquella bienaventurada morada, pero todos distintos entre ellos, no hay uno igual a otro, y esto viene de acuerdo a los modos con que se han comportado con Dios sobre la tierra: Uno ha buscado amarlo más, este lo amará más en el Cielo y recibirá de Dios siempre nuevo y más creciente amor, y este cielo quedará con una tinta y un lineamiento divino todo especial. Otro ha buscado glorificarlo de más, Dios bendito le dará siempre más creciente gloria, para quedar este nuevo cielo más glorioso y glorificado de la misma gloria divina. Y así de todos los otros modos distintos que cada uno ha tenido con Dios en la tierra, que si yo quisiera decirlo todo me alargaría demasiado. Así que se puede decir que lo que se hace para Dios en la tierra, lo continuaremos en el Cielo, pero con mayor perfección, entonces el bien que hacemos no es temporal, sino que durará para toda la eternidad y resplandecerá ante Dios y en torno a nosotros continuamente. ¡Oh! cómo seremos felices viendo que todo nuestro bien y la gloria que dimos a Dios, y la nuestra, viene de aquel poco de bien iniciado imperfectamente sobre la tierra; si todos lo pudieran ver, ¡oh! cómo se apresurarían para amar, alabar, agradecer y más al Señor, para poderlo hacer con mayor intensidad en el Cielo. ¿Pero quién puede decirlo todo? Más bien me parece que estoy diciendo tantos desatinos de aquella bienaventurada morada, la mente lo capta de un modo, la boca no encuentra las palabras para saberse manifestar, por eso paso a otra cosa.

(2) Después me ha transportado a la tierra. ¡Oh! cómo los males de la tierra son espeluznantes en estos tristes tiempos, sin embargo parecen nada aún en comparación de lo que vendrá, tanto en el estado religioso, que parece que sus mismos hijos desgarrarán a pedazos a esta buena y santa madre, la Iglesia; como en el estado seglar. Entonces, después de esto me ha reanimado y me ha dicho:
(3) “Hija mía, dime un poco qué soy Yo para ti”.
(4) Y yo: “Todo, todo eres para mí, ninguna cosa entra en mí excepto Tú solo, todo corre fuera”.
(5) Y Él: “Y Yo soy todo, todo para ti, nada de ti sale fuera de Mí, sino que todo me deleito en ti. Así que del mismo modo que Yo soy para ti, puedes ver cómo tú eres para Mí”.
(6) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

6-57
Agosto 5, 1904

Jesús es regidor de los reyes y señor de los dominadores.

(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús ha venido en acto de regir y dominar todo, y de reinar con la corona de rey en la cabeza y con el cetro de mando en la mano, y mientras lo veía en esta actitud me ha dicho, pero en latín, por lo que yo lo digo según he entendido:
(2) “Hija mía, Yo soy el regidor de los reyes y Señor de los dominadores, y sólo a Mí me corresponde este derecho de justicia que me debe la criatura, y que no dándomelo, me desconoce como Creador y dueño de todo”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que tomaba en un puño el mundo y lo agitaba de arriba a abajo para hacer que las criaturas se sometieran a su régimen y dominio. Y al mismo tiempo veía también cómo nuestro Señor regía y dominaba mi alma con una maestría tal, que me sentía toda abismada en Él, y de Él partía el régimen de mi mente, de los afectos, de los deseos, así que entre Él y yo había tantos hilos eléctricos, que todo dirigía y dominaba.

+ + + +

6-58
Agosto 6, 1904

La privación es pena de fuego que enciende, consume, aniquila, y su finalidad es destruir la vida humana, para dar lugar a la vida divina.

(1) Esta mañana me la he pasado muy amargada por la privación de mi sumo y único bien, era tanto el dolor de la privación, que encontrándome fuera de mí misma, era tanta la pena del alma, que la misma pena le suministraba tal fuerza, que lo que encontraba quería destruir como si fuera un obstáculo para encontrar su todo, Dios, y no encontrándolo gritaba, lloraba, corría más que el viento, quería trastornar todo, poner todo de cabeza para encontrar la vida que le faltaba. ¡Oh! privación, cuán intensa es tu amargura, tu dolor es siempre nuevo, y porque es siempre nuevo el alma siente siempre nueva la acerbidad de la pena; mi alma siente como si una sola carne se separara en tantos pedazos, y todos aquellos pedazos piden con justicia la propia vida, y sólo la encontrarán si encuentran a Dios más que vida propia. Pero ¿quién puede decir el estado en que me encontraba? Mientras estaba en esto han concurrido santos, ángeles, almas purgantes haciéndome

corona alrededor e impidiéndome correr, compadeciéndome y asistiéndome, pero para mí era todo inútil, porque entre ellos no encontraba a Aquél que era el único que podía mitigar mi dolor y restituirme la vida, y más gritaba llorando: “Díganme, ¿dónde, dónde lo puedo encontrar? Si quieren tener piedad de mí, no tarden en indicármelo, porque no puedo más”. Entonces, después de esto ha salido del fondo de mi alma, parecía que fingía dormir sin sentir pena de la dureza de mi pobre estado, y a pesar de que Él no sentía pena y dormía, al sólo verlo he respirado la propia vida como se respira el aire, diciendo: “Ah, está aquí conmigo” Sin embargo no exenta de pena al ver que ni siquiera me ponía atención. Por eso, después de mucho penar, como si se hubiera despertado me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las otras tribulaciones pueden ser penitencias, expiaciones, satisfacciones, pero sólo la privación es pena de fuego que enciende, consume, aniquila, y no se rinde si no ve destruida la vida humana, pero mientras consume, vivifica y constituye la Vida Divina”.

+ + + +

6-59
Agosto 7, 1904

Los primeros en perseguir a la Iglesia serán los religiosos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado rodeada de ángeles y santos, los cuales me han dicho:
(2) “Es necesario que tú sufras más por las cosas inminentes que están por suceder contra la Iglesia, porque si no suceden inmediatamente, el tiempo las hará suceder más moderadas y con menor ofensa de Dios”.
(3) Y yo he dicho: “¿Está acaso en mi poder el sufrir? Si el Señor me lo da, de buena gana sufriré”. Mientras tanto me han tomado y me han conducido ante el trono de nuestro Señor, y todos rogaban que me hiciera sufrir, y Jesús bendito, viniendo a nuestro encuentro en forma de crucificado me participaba sus penas, y no sólo una vez, sino que casi toda la mañana me la he pasado en continuas renovaciones de la crucifixión, y después me ha dicho:
(4) “Hija mía, los sufrimientos desvían mi justo enojo y se renueva la luz de la gracia en las mentes humanas. ¡Ah! hija, ¿crees tú que serán los seglares los primeros en perseguir a mi Iglesia? ¡Ah! no, serán los religiosos, las mismas cabezas, que fingiéndose por ahora hijos, pastores, pero en el fondo son serpientes venenosas que se envenenan a sí mismos y a los demás, los que empezarán a dañar entre ellos mismos a esta buena madre, y después seguirán los seglares”.
(5) Y después, habiéndome llamado la obediencia, el Señor se ha retirado pero todo amargado.

+ + + +

6-60
Agosto 8, 1904

Buscar a Jesús en el interior de nosotros, no en el exterior.
Todo debe estar encerrado en una palabra: “Amor”.
Quien ama a Jesús es otro Jesús.

(1) Continuaba esperando, y en cuanto ha venido mi adorable Jesús, si bien lo sentía cercano, pero hacía por tocarlo y huía, y casi me impedía salir fuera de mí misma para ir en su busca. Después de haber esperado mucho, en cuanto se ha hecho ver me ha dicho:

(2) “Hija mía, no me busques fuera de ti sino dentro de ti, en el fondo de tu alma, porque si sales fuera y no me encuentras sufrirás mucho y no podrás resistir; si me puedes encontrar con más facilidad, ¿por qué quieres fatigarte?”
(3) Y yo: “Creo que si no te encuentro rápido en mí, puedo encontrarte fuera, es el amor lo que a esto me empuja”.
(4) Y Él: “¡Ah! ¿Es el amor lo que a esto te empuja? Todo, todo debería estar encerrado en una sola palabra: “Amor”, y quien no encierra todo en esto, se puede decir que del amarme el alma no conoce ni siquiera una jota, y a medida que el alma me ame, así le engrandezco el don del sufrir”.
(5) Y yo interrumpiendo su hablar, toda sorprendida y afligida he dicho: “Vida mía y todo mi bien, entonces yo poco o nada sufro, por consiguiente poco o nada te amo, qué espanto, al sólo pensar que no te amo mi alma siente por ello un vivo disgusto, y casi me siento ofendida por Ti”.
(6) Y Él ha agregado: “Yo no intento disgustarte, tu disgusto oprimiría más mi corazón que el tuyo, y además no debes mirar sólo los sufrimientos corporales, sino también los espirituales, la voluntad verdadera que tienes de sufrir, porque el querer el alma verdaderamente sufrir, ante Mí es como si el alma lo hubiera sufrido, por eso tranquilízate y no te turbes, y déjame continuar mi decir: ¿No has visto alguna vez a dos íntimos amigos?
¡Oh! Cómo tratan de imitarse el uno al otro y de retratar en sí mismo al amigo, por lo tanto imitan la voz, los modos, los pasos, las obras, los vestidos, así que el amigo puede decir: ‘Aquél que me ama es otro yo mismo, y siendo yo mismo no puedo hacer menos que amarlo”. Así hago Yo por el alma que se encierra a toda sí misma como dentro de un breve giro de amor, todo Yo me siento como retratado en ella misma, y encontrándome Yo mismo, de todo corazón la amo, y no puedo hacer otra cosa que estarme con ella, porque si la dejo me dejaría a Mí mismo”.
(7) Mientras esto decía ha desaparecido.

+ + + +

6-61
Agosto 9, 1904

No son las obras las que constituyen el mérito del hombre, sino sólo la obediencia, como parto de la Voluntad Divina.

(1) Habiendo tardado en venir, de repente, como un golpe de luz ha venido y he quedado dentro y fuera toda llena de luz, pero no sé decir lo que en esta luz ha comprendido y probado mi alma, sólo digo que después el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, no son las obras las que constituyen el mérito del hombre, sino sólo la obediencia es la que constituye todos los méritos como parto de la Voluntad Divina, tanto, que todo lo que hice y sufrí en el curso de mi Vida, todo fue parto de la Voluntad del Padre, por eso mis méritos son innumerables, porque todos fueron constituidos por la obediencia divina. Por eso Yo no miro tanto a la multiplicidad y grandeza de las obras, sino a la conexión que tienen, directamente a la obediencia divina, o indirectamente a la obediencia de quien me representa”.

+ + + +

6-62
Agosto 10, 1904

Dios sabe el número, el valor, el peso de todas las cosas creadas.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado girando en las iglesias, haciendo el peregrinaje a Jesús Sacramentado con el ángel custodio, y habiendo dicho dentro de una iglesia: “Prisionero de amor, Tú estás abandonado y solo, y yo he venido a hacerte compañía, y mientras te hago compañía intento amarte por quien te ofende, alabarte por quien te desprecia, agradecerte por quien derramaste gracias y no te rinde el tributo del agradecimiento, consolarte por quien te aflige, repararte cualquier ofensa, en una palabra, intento hacerte todo lo que están obligadas a hacerte las criaturas por haberte quedado en el Santísimo Sacramento, y tantas veces intento repetirlas por cuantas gotas de agua, cuantos peces y granos de arena hay en el mar”. Mientras esto decía, ante mi mente se han puesto todas las aguas del mar y dentro de mí decía: “Mi vista no puede abarcar toda la bastedad del mar, ni conoce la profundidad y el peso de aquellas inmensas aguas, pero el Señor conoce el número, su peso y medida”. Y me quedaba toda maravillada. Mientras estaba en esto, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Tonta, tonta que eres, ¿por qué te maravillas tanto? Lo que a la criatura le es difícil e imposible, al Creador le es fácil y posible, e incluso natural; sucede en esto como a alguien que mirando en un abrir y cerrar de ojos millones y millones de monedas, dice para sí: “Son innumerables, ¿quién las puede contar? Pero el que las ha puesto en ese lugar, en una palabra lo puede decir todo, son tantas, valen tanto, pesan tanto; hija mía, Yo sé cuántas gotas de agua puse Yo mismo en el mar, y ninguno puede perderme ni siquiera una sola, Yo numeré todo, pesé todo y valué todo, y así de todas las otras cosas; entonces, qué maravilla que sepa todo”.
(3) Al oír esto he dejado de admirarme, más bien me he admirado de mi locura.

+ + + +

6-63
Agosto 12, 1904

El hombre destruye la belleza con la cual Dios lo ha creado.

(1) Continuaba esperando, cuando de improviso me he encontrado toda yo misma dentro de nuestro Señor, y de la cabeza de Él descendía un hilo luminoso a la mía que me ataba toda para quedarme dentro de Jesús. ¡Oh! Cómo estaba feliz de estarme dentro de Él, por cuanto miraba no descubría otra cosa que a Él solo, y ésta es mi máxima felicidad, sólo, sólo Jesús y nada más, ¡oh! cómo se está bien. Mientras tanto me ha dicho:
(2) “Ánimo hija mía, ¿no ves cómo el hilo de mi Voluntad te ata toda dentro de Mí? Así que si alguna otra voluntad te quiere atar, si no es santa no lo puede, porque estando dentro de Mí, si no es santa no puede entrar en Mí”.
(3) Y mientras esto decía me veía y veía, y después ha agregado:
(4) “He creado al alma de una belleza singular, la he dotado de una luz superior a cualquier luz creada, no obstante el hombre destruye esta belleza en la fealdad y esta luz en las tinieblas”.

+ + + +

6-64
Agosto 14, 1904

El alma, cuanto más golpes de la cruz la abaten, tanta más luz adquiere.

(1) Encontrándome un poco sufriente, el bendito Jesús al venir me ha dicho:

(2) “Hija amada mía, cuanto más golpeado es el fierro, más brillo adquiere, y aunque el fierro no tuviera herrumbre, los golpes sirven para mantenerlo brillante y sin polvo; así que cualquiera que se acerca fácilmente se mira reflejado en aquel fierro como si fuera un espejo. Así el alma, cuanto más los golpes de la cruz la abaten, tanta más luz adquiere y se mantiene desempolvada de cualquier mínima cosa, de modo que cualquiera que se acerca se mira dentro como si fuera espejo, y naturalmente siendo espejo hace su oficio, esto es, de hacer ver si los rostros están manchados o limpios, si bellos o feos, y no sólo eso, sino que Yo mismo me deleito de ir a mirarme en ella, pues no encuentro en ella ni polvo ni otra cosa que me impida hacer reflejar en ella mi imagen, por eso la amo siempre más”.

+ + + +

6-65
Agosto 15, 1904

La melancolía es al alma como el invierno a las plantas. El triunfo de la Iglesia no está lejano.

(1) Esta mañana me sentía muy oprimida, y sentía una melancolía que me llenaba toda el alma. Parece que el bendito Jesús no me ha hecho esperar tanto, y al verme tan oprimida me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué tienes con esta melancolía? ¿No sabes tú que la melancolía es al alma como el invierno a las plantas, que las despoja de hojas y les impide producir flores y frutos, tanto que si no viniese la alegría de la primavera y del calor, las pobres plantas quedarían inhabilitadas y terminarían por secarse? Así es la melancolía al alma, la despoja de la frescura divina que es como lluvia que le hace reverdecer todas las virtudes; la inhabilita para hacer el bien, y si lo hace, lo hace fatigosamente y casi por necesidad, pero no por virtud; impide crecer en la gracia, y si no se sacude con una santa alegría, que es una lluvia primaveral que da en brevísimo tiempo el desarrollo a las plantas, terminará por secarse en el bien”.
(3) Ahora, mientras esto decía, dentro de un relámpago he visto toda la Iglesia, las guerras que deben sufrir los religiosos y que deben recibir de los demás; guerras entre la sociedad, parecía una riña general; parecía también que el Santo Padre debía servirse de poquísimas personas religiosas, tanto para reducir a buen orden el estado de la Iglesia, los sacerdotes y otros, como por la sociedad en este estado de desconcierto. Ahora, mientras esto veía, el bendito Jesús me ha dicho:
(4) “¿Crees tú que el triunfo de la Iglesia está lejano?”
(5) Y yo: “Cierto, ¿quién debe poner el orden a tantas cosas trastornadas?
(6) Y Él: “Al contrario, te digo que está cercano, es un choque que debe suceder, pero fuerte, y por eso lo permitiré todo junto entre los religiosos y los seglares para abreviar tiempo. Y en este choque que traerá un trastorno fuerte, sucederá el choque bueno y ordenado, pero en tal estado de mortificación, que los hombres se verán perdidos, y ahí les daré tanta gracia y luz, para conocer el mal y abrazar la verdad, haciéndote sufrir también por este propósito. Si con todo esto no me escuchan, entonces te llevaré al Cielo, y las cosas sucederán todavía más graves y esperarán más para que llegue el deseado triunfo”.

+ + + +

6-66
Agosto 23, 1904

Castigos, también en Italia.

(1) Esta mañana me la he pasado amarguísima, privada casi del todo de mi bendito Jesús, sólo que me encontraba fuera de mí misma en medio de guerras y personas muertas, países sitiados, y parecía que sucedía también en Italia. Qué espanto sentía, quería sustraerme de escenas tan dolorosas, pero no podía, una potencia suprema me tenía ahí clavada; si fuese ángel o santo no sé decirlo con seguridad, me ha dicho:
(2) “Pobre Italia, cómo será destrozada por guerras”.
(3) Yo al oír esto he quedado más espantada, y me he encontrado en mí misma, y no habiendo visto todavía a Aquél que es mi vida, y con todas aquellas escenas en la mente, me sentía morir. Entonces he visto apenas un brazo y me ha dicho:
(4) “Ciertamente habrá alguna cosa en Italia”.

+ + + +

6-67
Septiembre 2, 1904

Sólo Dios tiene poder para entrar en los corazones y dominarlos como le place. Nuevo modo como deben comportarse los sacerdotes.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me sentía toda oprimida, con el agregado del temor de que mi pobre estado fuese todo obra diabólica, y me sentía consumir alma y cuerpo. Después, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué te perturbas tanto? ¿No sabes tú que si se unieran juntas todas las potencias diabólicas, no pueden entrar dentro de un corazón y tomar dominio de él, a menos que el alma misma, por propia voluntad les dé la entrada? Sólo Dios tiene este poder de entrar en los corazones y dominarlos como le place”.
(3) Y yo: “Señor, ¿por qué me siento consumir alma y cuerpo cuando me privas de Ti?
¿No es esto el soplo diabólico que ha penetrado en mi alma y que así me atormenta?”
(4) Y Él: “Más bien te digo que es el soplo del Espíritu Santo, que soplando sobre ti continuamente te tiene siempre encendida, y te consume por amor suyo”.
(5) Después de esto me he encontrado fuera de mí misma y veía al Santo Padre asistido por nuestro Señor, que estaba escribiendo un nuevo modo como deben comportarse los sacerdotes, qué cosa deben hacer y lo que no deben hacer, a dónde no deben ir, e imponía castigos a quien no se sometía a su obediencia.

+ + + +

6-68
Septiembre 7, 1904

La atención para no cometer pecado, suple al dolor del pecado.

(1) Estaba pensativa por haber leído en un libro, que el motivo de tantas vocaciones frustradas es la continua falta del dolor del pecado, y como yo no pienso en esto y sólo pienso en Jesús bendito y en el modo como hacerlo venir, y de ninguna otra cosa me ocupo, por tanto pensaba entre mí que me encontraba en mal estado. Después, encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la atención en no cometer pecado suple al dolor, y aunque uno se doliese, y con todo y eso cometiera pecado, su dolor sería vano e infructuoso, mientras que la atención continua para no cometer pecados no sólo tiene el lugar del dolor, sino que fuerza a la gracia a ayudarla continuamente en modo especial a no caer en pecado, y mantiene al

alma siempre limpia. Por eso continúa estando atenta a no ofenderme ni mínimamente, y esto suplirá lo demás”.

+ + + +

6-69
Septiembre 8, 1904

El desaliento mata más almas que todos los otros vicios. El coraje hace revivir, y es el acto más loable que el alma pueda hacer.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús no venía. Entonces, habiendo esperado mucho me sentía toda desalentada y temía mucho que esta mañana no viniera. Después, en cuanto vino me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿no sabes tú que el desaliento mata más almas que el resto de los vicios? Por eso, ánimo, valor, porque así como el desaliento mata, así el valor, el coraje hacen revivir, y es el acto más loable que el alma pueda hacer, porque mientras se siente desalentada, del mismo desaliento toma valor, se anula a sí misma y espera; y deshaciéndose a sí misma, ya se encuentra rehecha en Dios”.

+ + + +

6-70
Septiembre 9, 1904

En cuanto el alma sale del fondo de la paz, así sale del ambiente divino. La paz hace descubrir si el alma busca a Dios por Dios, o por sí misma.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía turbada por la ausencia de mi adorable Jesús. Por eso después de haber esperado mucho, ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto el alma sale del fondo de la paz, sale del ambiente divino y se encuentra en el ambiente, o diabólico o humano. Sólo la paz es la que hace descubrir si el alma busca a Dios por Dios o por sí misma, y si obra por Dios, o bien por sí o por las criaturas, porque si es por Dios, el alma no es jamás turbada, se puede decir que la paz de Dios y la paz del alma se entrelazan juntas, y alrededor del alma se ensanchan los confines de la paz, de modo que todo convierte en paz, aun las mismas guerras. Y si el alma está turbada, auque fuera en las cosas más santas, en el fondo se ve que no está Dios, sino el propio yo o cualquier fin humano. Por eso, cuando no te sientes en calma, examínate un poco a ti misma para ver qué cosa hay en el fondo, destrúyelo y encontrarás paz”.

+ + + +

6-71
Septiembre 13, 1904

La verdadera donación es tener sacrificada continuamente la propia voluntad, y esto es un martirio de atención continua que el alma hace a Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado mucho, Jesús se ha hecho ver que estaba estrechado a mí, teniendo mi corazón entre sus manos, y mirándome fijamente me ha dicho:

(2) “Hija mía, cuando un alma me ha dado su voluntad, no es dueña de hacer más lo que le place, de otra manera no sería verdadera donación. Mientras que la verdadera donación es tener sacrificada continuamente la propia voluntad a Aquél que le fue donada, y esto es un martirio de atención continua que el alma hace a Dios. ¿Qué dirías tú de un mártir que hoy se ofrece a sufrir cualquier tipo de penas, y mañana se retira? Dirías que no tenía verdadera disposición al martirio, y que un día u otro terminará por renegar de la fe. Lo mismo digo Yo al alma que no me deja hacer de su voluntad lo que me place, y ahora me la da y luego me la quita, y le digo: ‘Hija, no estás dispuesta a sacrificarte y martirizarte por Mí, porque el verdadero martirio consiste en la continuación, podrás decirte resignada, uniformada, pero no mártir, y un día u otro podrás terminarla retirándote de Mí, haciendo un juego de niños de todo”. Por eso está atenta y dame la plena libertad de hacer contigo según el modo que más me plazca”.

+ + + +

6-72
Septiembre 26, 1904

Todas las penas que Jesús sufrió en su Pasión fueron triples. Esto no fue casual, sino que todo fue para restituir completa la gloria debida al Padre, la reparación que le debían las criaturas, y el bien que merecían las mismas criaturas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, oía una voz que me decía: “Hay una luz que cualquiera que se acerque a ella puede encender cuantas lámparas quiera, y estas lámparas sirven para hacer corona de honor a la luz, y dar luz a quien las enciende”. Yo decía para mí: “Qué bella luz es ésta, que tiene tanta luz y tanta potencia, que mientras da a los demás cuanta luz quieren, ella siempre queda lo que es, sin empobrecer en luz;
¿pero quién será aquél que la tiene?” Mientras esto pensaba, he oído que me decían:
(2) “La luz es la Gracia y la tiene Dios, y el acercarse significa la buena voluntad del alma de hacer el bien, porque cuantos bienes se quieren tomar de la Gracia, se toman, y las lámparas que se forman son las diversas virtudes, que mientras dan gloria a Dios dan luz al alma”.
(3) Después de esto, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho: Hija mía; y esto porque estaba pensando que Nuestro Señor no sólo una vez, sino por tres veces se hizo coronar de espinas, y cómo aquellas espinas quedaban rotas dentro de la cabeza, y al clavarla de nuevo, más adentro entraban las que ya estaban, y yo decía: “Dulce amor mío,
¿y por qué por tres veces quisiste sufrir tan doloroso martirio? ¿No bastaba una vez para pagar tantos malos pensamientos nuestros?” Así que me ha dicho:
(4) “Hija mía, no sólo la coronación de espinas fue triple, sino casi todas las penas que sufrí en mi Pasión fueron triples. Triples fueron las tres horas de la agonía del huerto; triple fue la flagelación, flagelándome con tres diferentes flagelos; tres veces me desnudaron; por tres veces fui condenado a muerte: de noche, de madrugada, y en pleno día; tres fueron las caídas bajo la cruz; tres los clavos; tres veces mi corazón derramó sangre, esto es, en el huerto por sí mismo; de su propio centro en el acto de la crucifixión cuando fui estirado sobre la cruz, tanto, que todo mi cuerpo quedó dislocado y mi corazón se destrozó dentro, y derramó sangre; y después de mi muerte cuando con una lanza me fue abierto el costado; triples las tres horas de la agonía sobre la cruz. Si todo se quisiera examinar, ¡oh! cuántas cosas triples se encontrarían. Esto no fue por casualidad, sino que todo fue por el orden divino, y para completar la gloria debida al Padre, la reparación que se le debía por parte de las criaturas, y merecer el bien para las mismas criaturas, porque el don más grande que la criatura ha recibido de Dios, ha sido el crearla a su imagen y semejanza, y dotarla con tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad, y no hay culpa que cometa la criatura en que estas tres potencias no concurran, y por eso mancha, estropea la bella

imagen divina que contiene en sí misma, sirviéndose del don para ofender al donador; y Yo para rehacer de nuevo esta imagen divina en la criatura, y para dar toda aquella gloria que la criatura le debía a Dios, he concurrido con toda mi inteligencia, memoria y voluntad, y en modo especial en estas cosas triples sufridas por Mí, para volver completa tanto la gloria que se debía al Padre, como el bien que era necesario a las criaturas”.

+ + + +

6-73
Septiembre 27, 1904

Lo que agrada más a Jesús es el sacrificio voluntario. Las dotes naturales son luz que sirve al hombre para encaminarlo en el camino del bien.

(1) Continuando mi habitual estado, he visto a mi bendito Jesús casi en acto de castigar a las gentes, y habiéndole rogado que se aplacara me ha dicho:
(2) “Hija mía, la ingratitud humana es horrenda; no sólo los sacramentos, la gracia, las luces, las ayudas que doy al hombre, sino también las mismas dotes naturales que le he dado, todas son luces que sirven para encaminarlo en el camino del bien, y por lo tanto para encontrar la propia felicidad, y el hombre convirtiendo todo esto en tinieblas, busca allí la propia ruina, y mientras allí busca la ruina dice que busca mi propio bien; ésta es la condición del hombre, ¿se puede dar ceguera e ingratitud más grande que ésta? Hija, mi único consuelo y gusto que me puede dar la criatura en estos tiempos, es el sacrificarse voluntariamente por Mí, porque habiendo sido mi sacrificio todo voluntario por ellos, donde encuentro la voluntad de sacrificarse por Mí, me siento como recompensado por lo que hice por ellos. Por eso, si quieres aliviarme y darme gusto, sacrifícate voluntariamente por Mí”.

+ + + +

6-74
Septiembre 28, 1904

Reprimirse a sí mismo vale más que adquirir un reino.

(1) Esta mañana, no habiendo venido el dulcísimo Jesús me la he pasado muy mal, y no hacía otra cosa que reprimirme y forzarme a mí misma, y decía entre mí: “¿Qué más voy a hacer? ¿Para qué me sirve este reprimirme continuamente a mí misma?” Y mientras esto pensaba, como un relámpago ha venido y me ha dicho:
(2) “Vale más reprimirse a sí mismo que adquirir un reino”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

6-75
Octubre 17, 1904

Para encontrar la Divinidad, se debe obrar unido con la Humanidad de Cristo,
con su misma Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, es necesario obrar a través del velo de la Humanidad de Cristo para encontrar la Divinidad, es decir, obrar unido con su Humanidad, con la misma Voluntad de Cristo, como si la suya y la de la criatura fuesen una sola, para agradarlo sólo a Él, obrando con sus mismos modos, dirigiendo todo a Cristo, llamándolo junto a ella en todo lo que hacemos, como si Él mismo debiera hacer sus mismas acciones; haciendo así, el alma se encuentra en continuo contacto con Dios, porque la Humanidad a Cristo no le era otra cosa que una especie de velo que cubría la Divinidad; entonces, obrando en medio a estos velos ya se encuentra con Dios. Y aquél que no quiere obrar por medio de su Humanidad Santísima, y quiere encontrar a Cristo, es como aquel que quiere encontrar el fruto sin encontrar la cáscara; ¡esto es imposible!”

+ + + +

6-76
Octubre 20, 1904

Ve sacerdotes que se muerden entre ellos.

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, en medio de una calle donde estaban muchos perritos que se mordían unos a otros, y al principio de esta calle un religioso que los veía morderse, los oía y se impresionaba, porque veía naturalmente, y los perritos le decían sin profundizar y analizar bien las cosas y sin una luz sobrenatural, que les hiciera conocer la verdad. Mientras esto veía he oído una voz que decía:
(2) “Todos estos son sacerdotes que se muerden entre ellos”.
(3) Y aquel religioso que viendo a los sacerdotes morderse entre ellos, parecía que fuera el visitador, y los dejaba sin la asistencia Divina.

+ + + +

6-77
Octubre 25, 1904

Verbo significa manifestación, comunicación, unión divina a lo humano. Si el Verbo no hubiera tomado carne, no habría
medio para poder unir a Dios y al hombre.

(1) Continuando mi habitual estado, después de haber esperado mucho ha venido, y apenas lo he visto le he dicho: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Y el bendito Jesús ha agregado:
(2) “El Verbo tomó carne, pero no quedó carne, quedó lo que era, y así como Verbo significa palabra y no hay cosa que más influya que la palabra, así el Verbo significa manifestación, comunicación, unión divina a lo humano. Así que si el Verbo no hubiera tomado carne, no habría medio cómo poder unir juntos a Dios y al hombre”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

6-78
Octubre 27, 1904

Luisa queda sin sufrir para hacer un poco de vacío a la Justicia, y así pueda castigar a la gente.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me la he pasado muy agitada, no sólo por la casi total privación de mi único y solo bien, sino también porque encontrándome fuera de mí misma veía que los hombres se debían matar como tantos perros, veía cómo Italia será comprometida en guerra con otras naciones; veía a tantos soldados que partían en turbas y turbas, y que habiendo sido matados éstos, llamaban a otros. Quién puede decir cómo me sentía oprimida, mucho más que me sentía casi sin sufrimientos. Entonces me estaba lamentando diciendo entre mí: “¿Qué provecho tiene el vivir? Jesús no viene, el sufrir me falta, mis más amados e inseparables compañeros, Jesús y el dolor me han dejado, no obstante yo vivo; yo creía que sin el uno y el otro no habría podido vivir, tan inseparables eran de mí, sin embargo vivo aún. ¡Oh Dios! Qué cambio, qué punto tan doloroso, qué desgarro indecible, qué crueldad inaudita, a otras almas las has dejado privadas de Ti, pero jamás sin el dolor, a nadie has hecho esta afrenta tan ignominiosa, sólo a mí, sólo para mí estaba preparado este desaire tan terrible, sólo yo merecía este castigo tan insoportable. Pero justo castigo por mis pecados, es más, merecía algo peor”. Mientras estaba en esto, como un relámpago ha venido diciéndome con imponencia:
(2) ¿Qué tienes que hablas así? Te basta mi Voluntad para todo; sería castigo si te pusiera fuera del ambiente divino y te hiciera faltar el alimento de mi Voluntad, el cual quiero que sobre todo lo tengas en cuenta y estima. Además es necesario que por algún tiempo te falte el sufrir para hacer un poco de vacío a la justicia, y así poder castigar a las gentes”.

+ + + +

6-79
Octubre 29, 1904

La cadena de gracias está unida a las obras perseverantes. Todos los males están encerrados en la no perseverancia.

(1) Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma se dispone a hacer un bien, aunque fuera decir una “Ave María”, la gracia concurre a hacer junto con ella dicho bien; pero si el alma no es perseverante en hacer este bien, se ve con claridad que no estima y no valora este don recibido, y hace burla de la misma gracia. Cuántos males están encerrados en este modo de obrar: ‘Hoy sí y mañana no; me agrada y lo hago; para hacer este bien se requiere un sacrificio, no quiero hacerlo’. Sucede como a aquél que habiendo recibido un don de un señor, hoy se lo recibe, mañana lo rechaza; aquel señor por su bondad lo manda de nuevo, y aquél después de haberlo tenido por algún tiempo, cansado de tener consigo aquel don, nuevamente lo rechaza. Ahora, ¿qué dirá aquel señor? Se ve que no estima mi don, si empobrece o muere, no quiero tener más que ver con él. Todo, todo está unido al modo de obrar con perseverancia, la cadena de mis gracias está entretejida a las obras perseverantes; así que, si el alma se da sus escapadas rompe esta cadena, ¿y quién le asegura que la unirá de nuevo? Mis designios se cumplen solamente en quien une sus obras a la perseverancia. La perfección, la santidad, todo, todo va unido con ella, así que si el alma es intermitente, siendo una especie de fiebre intermitente, el no obrar con perseverancia manda al vacío los designios divinos, pierde su perfección, y frustra su santidad”.

+ + + +

6-80
Noviembre 13, 1904

La criatura no habría sido jamás digna del amor divino sin el libre albedrío.

(1) Continuando en mi habitual estado, mis amarguras van siempre aumentando por las privaciones y silencio de mi Santísimo y único Bien. Todo es, en sus visitas, sombra y relámpago, y huye. Me siento oprimida y tonta, no comprendo más nada, porque Aquél que contiene la luz está lejano de mí, y como relámpago que mientras estalla aclara, pero después se hace más oscuro que antes. Mi única herencia que me ha quedado es el Querer Divino. Entonces, después de haber esperado mucho y sentir que no podía seguir adelante, por breves instantes ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Humanidad, siendo Hombre y Dios, veía presentes todos los pecados, los castigos, las almas perdidas; habría querido aferrar en un solo punto todo esto y destruir pecados, castigos y salvar a las almas, así que habría querido sufrir no un día de Pasión, sino todos los días para poder contener todo en Sí estas penas, y ahorrarlas a las pobres criaturas. Con todo esto que habría querido, y podido, habría podido destruir el libre albedrío de las criaturas y habría destruido este cúmulo de males, ¿pero qué sería del hombre sin méritos propios? ¿Sin su voluntad al obrar el bien? ¿Qué papel haría él?
¿Sería objeto digno de mi Sabiduría creadora? No, ciertamente. ¡Oh! ¿No habría sido como un hijo en una familia extraña, que no habiendo trabajado junto con los hijos propios no tiene ningún derecho y alguna herencia? Y por este motivo, si come, si bebe, está siempre lleno de rubor, porque sabe que no ha hecho ningún acto propicio para atestiguar su amor hacia aquel padre; entonces por eso jamás puede ser digno del amor de aquel padre hacia él, así que la criatura no habría sido jamás digna del Amor Divino sin el libre albedrío. Por otra parte, mi Humanidad no debía infringir mi Sabiduría creadora, la debía adorar como la adoró y se resignó a recibir los vacíos de la justicia en la Humanidad, pero no en la Divinidad, porque estos vacíos de la justicia divina son llenados con castigos en esta vida, en el infierno y en el purgatorio. Entonces, si mi Humanidad se resignó a todo esto, ¿tal vez quisieras tú superarme y no recibir ningún vacío de sufrir sobre ti, para no hacerme castigar a la gente? Hija, unifícate Conmigo y estate en paz”.

+ + + +

6-81
Noviembre 17, 1904

Nosotros podemos ser alimento para Jesús.

(1) Habiendo recibido la comunión, estaba pensando en la bondad de Nuestro Señor al darse en alimento a una tan pobre criatura, la cual soy yo, y en cómo podría corresponder a un favor tan grande. Mientras esto pensaba, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como Yo me hago alimento de la criatura, así la criatura puede hacerse mi alimento, convirtiendo todo su interior para mi alimento, de modo que pensamientos, afectos, deseos, inclinaciones, latidos, suspiros, amor, todo, todo deberían dirigir hacia Mí, y Yo viendo el verdadero fruto de mi alimento, el cual es divinizar al alma y convertir todo en Mí, me vendría a alimentar del alma, esto es, de sus pensamientos, de su amor y de todo el resto suyo. Así el alma me podría decir: Así como Tú has llegado a hacerte mi alimento y darme todo, también yo me he hecho alimento tuyo, no queda otra cosa que darte, porque todo lo que soy, todo es tuyo”.
(3) Mientras estaba en esto comprendía la ingratitud enorme de las criaturas, porque mientras Jesús se dignaba llegar a tal exceso de amor de hacerse nuestro alimento, después nosotros le negamos su alimento, y lo hacemos quedarse en ayunas”.

+ + + +

6-82
Noviembre 18, 1904

El Cielo de Jesús sobre la tierra son las almas que dan habitación a su Divinidad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi cielo cuando vine a la tierra fue mi Humanidad; y así como en el cielo se ven la multitud de las estrellas, el sol, la luna, los planetas, la amplitud, todo puesto en bello orden, y éste es imagen del cielo que existe por encima, donde todo está ordenado; así mi Humanidad, siendo mi cielo, debía traslucir fuera el orden de la Divinidad que habitaba dentro, es decir: Las virtudes, la potencia, la gracia, la sabiduría y lo demás. Ahora, cuando el cielo de mi Humanidad, después de la Resurrección ascendió al Cielo empíreo, mi cielo sobre la tierra debía continuar existiendo, y éste son las almas que dan la habitación a mi Divinidad, y Yo habitando en ellas formo mi cielo y también hago traslucir fuera el orden de las virtudes que están dentro. ¡Oh, qué honor es para la criatura el prestar el cielo al Creador! Pero ¡oh, cuántos me lo niegan! Y tú, ¿no quisieras ser mi cielo? Dime qué quieres”.
(3) Y yo: “Señor, no quiero otra cosa que ser reconocida en tu sangre, en tus llagas, en tu Humanidad, en tus virtudes, sólo en esto quisiera ser reconocida, para ser tu cielo y ser desconocida por todos”. Parecía que aprobaba mi propuesta y ha desaparecido.

+ + + +

6-83
Noviembre 24, 1904

Para dar y para recibir se requiere la unión de quereres.

(1) Estando toda afligida y oprimida, y viendo al buen Jesús que chorreaba sangre, he dicho: “Señor bendito, y a mí ¿no quieres darme al menos una gota de sangre para remedio de todos mis males? Y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, para dar se requiere la voluntad de quien debe dar, y la voluntad de quien debe recibir, de otra manera si una persona quiere dar y la otra no quiere recibir, a pesar de que la primera quiera dar, no puede dar, y viceversa, si la primera no quiere dar, la otra no puede recibir, se requiere la unión de los quereres. ¡Ay! Cuántas veces mi gracia es sofocada, mi sangre rechazada y pisoteada”.
(3) Y mientras esto decía, veía que en la sangre del dulce Jesús se movían todas las gentes, y muchos se salían de ella, no queriendo estar dentro de aquella sangre donde estaban contenidos todos nuestros bienes, y cualquier remedio a nuestros males.

+ + + +

6-84
Noviembre 29, 1904

La Divinidad de Jesús en su Humanidad descendió en el abismo más profundo de todas las humillaciones
humanas, y divinizó y santificó todos los actos humanos.

(1) Esta mañana, estaba ofreciendo todas las acciones de la Humanidad de Nuestro Señor para reparar todas nuestras acciones humanas hechas, o indiferentes sin un fin

sobrenatural, o bien pecaminosas, para impetrar que todas las criaturas hagan sus acciones con la intención y unión de las acciones de Jesús bendito, y para llenar el vacío de la gloria que la criatura debiera dar a Dios si esto hiciera. Mientras esto hacía, mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divinidad en mi Humanidad descendió en el abismo más profundo de todas las humillaciones humanas, tanto que no hubo ningún acto humano, por cuan bajo y pequeño, que Yo no divinizara y santificara. Y esto para restituir al hombre redoblada soberanía, la perdida en la Creación, y la que le adquirí en la Redención. Pero el hombre siempre ingrato y enemigo de sí mismo, ama el ser esclavo en vez de soberano, mientras que podía con un medio tan fácil, esto es con la intención de unir sus acciones a las mías, volver sus acciones merecedoras del mérito divino, de ellas hace un desperdicio y pierde la divisa de rey y la soberanía de sí mismo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido y me he encontrado en mí misma.

+ + + +

6-85
Diciembre 3, 1904

Dos preguntas para conocer si es Dios o el demonio quien obra en Luisa.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, arrojada en la tierra, de cara al sol, sus rayos me penetraban dentro y fuera haciéndome quedar como extasiada. Después de mucho tiempo, habiéndome cansado de aquella posición, me arrastraba por tierra porque no tenía fuerza para levantarme y caminar; luego de mucho esperar ha venido una virgen, que tomándome por la mano me ha conducido dentro de una habitación, sobre una camita, donde estaba el niño Jesús que plácidamente dormía. Yo, contenta por haberlo encontrado me he acercado a Él, pero sin despertarlo. Después de algún tiempo, habiéndose despertado, se ha puesto a pasear sobre el lecho, y temiendo que desapareciera he dicho: “Querido de mi corazón, Tú sabes que eres mi vida, ¡ah! no me dejes”.
(2) Y Él: “Establezcamos cuántas veces debo venir”.
(3) Y yo: “Único bien mío, ¿qué dices? La vida es necesaria siempre, por eso siempre, siempre”. Mientras estaba en esto han venido dos sacerdotes, y el niño se ha puesto en los brazos de uno de ellos ordenándome que yo platicara con el otro, éste quería cuentas de mis escritos, y uno por uno los estaba revisando, entonces yo, temiendo, le he dicho: “Quién sabe cuántos errores tienen”.
(4) Y él con una seriedad afable ha dicho: “Qué, ¿errores contra la ley cristiana?”
(5) Y yo: “No, errores de gramática”.
(6) Y él: “Eso no importa”.
(7) Y yo tomando confianza he agregado: “Temo que todo sea ilusión”.
(8) Y él, mirándome a la cara ha dicho: “¿Crees que tengo necesidad de revisar tus escritos para saber si eres ilusa o no? Yo con dos preguntas que te haga conoceré si es Dios o el demonio quien obra en ti. Primero, ¿crees tú que todas las gracias que Dios te ha hecho tú te las has merecido, o bien, han sido don y gracia de Dios?”
(9) Y yo: “Todo por gracia de Dios”.
(10) “Segundo, ¿crees tú que en todas las gracias que el Señor te ha hecho, tu buena voluntad ha precedido a la gracia, o la gracia te ha precedido a ti?”
(11) Y yo: “Cierto, la gracia me ha precedido siempre”.
(12) Y él: “Estas respuestas me hacen saber que tú no eres ilusa”.
(13) En ese momento me he encontrado en mí misma.

+ + + +


6-86
Diciembre 4, 1904

Es más fácil combatir con Dios que con la obediencia.

(1) Estando muy agitada, y con el temor de que el bendito Jesús no me quería más en este estado, sentía una fuerza interna para salir, y tanta era la fuerza que sentía, que no pudiendo contenerla iba repitiendo: “Me siento cansada, no puedo más”. Y en mi interior oía decirme: “También Yo me siento cansado, no puedo más, algún día es necesario que quedes suspendida del todo del estado de víctima, para hacerlos tomar la decisión de las guerras, y después te haré caer de nuevo, y cuando se hagan las guerras se pensará qué se hará de ti”. Yo no sabía qué hacer, la obediencia no quería, y combatir con la obediencia es lo mismo que superar un monte que llena la tierra y toca el cielo y no hay camino para poder caminar, por lo tanto es inaccesible. Yo creo, no sé si sea una locura, que es más fácil combatir con Dios que con esta terrible virtud. Entonces, agitada como estaba me he encontrado fuera de mí misma ante un crucifijo y decía: “Señor, no puedo más, mi naturaleza desfallece, me falta la fuerza necesaria para continuar el estado de víctima, si quieres que continúe dame la fuerza, de otra manera yo me retiro”. Mientras esto decía, aquel crucifijo hacía brotar una fuente de sangre hacia el Cielo, que volviendo a caer a la tierra se convertía en fuego. Y algunas vírgenes decían: Por Francia, Italia, Austria e Inglaterra, y nombraban otras naciones que yo no he entendido bien. Hay gravísimas guerras preparadas, civiles y de gobiernos. Yo al oír esto me he asustado mucho, y me he encontrado en mí misma, y no sabía yo misma decidir a quién debía seguir, o a la fuerza interna que me impulsaba a levantarme, o a la fuerza de la obediencia que me impulsaba a quedarme, porque ambas son fuertes y potentes sobre mi débil y pobre corazón. Hasta ahora parece que prevalece la obediencia, si bien trabajosamente, y no sé dónde iré a terminar.

+ + + +

6-87
Diciembre 6, 1904

El principio de la bienaventuranza eterna es el perder todo gusto propio.

(1) Continuaba esperando, y en cuanto ha venido el bendito Jesús yo me veía desnuda, despojada de todo; tal vez alma más miserable no se puede encontrar, tan extrema es mi miseria. ¡Qué cambio tan funesto! Si el Señor no hace un nuevo milagro de su omnipotencia para hacerme resurgir de este estado, seguro me moriré de miseria. Entonces el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, el principio de la bienaventuranza eterna es el perder todo gusto propio, porque según el alma va perdiendo los propios gustos, así los gustos divinos toman posesión en ella, y el alma habiéndose deshecho y perdido a sí misma, no se reconoce más a sí misma, no encuentra más nada suyo, ni siquiera las cosas espirituales; y Dios viendo al alma que no tiene más nada de lo suyo, la llena de todo Sí mismo y la llena de todas las felicidades divinas, y entonces el alma puede decirse verdaderamente bienaventurada, porque mientras tenía alguna cosa propia no podía estar exenta de amarguras y temores, ni Dios podía comunicarle la propia felicidad. Cada alma que entra en el puerto de la bienaventuranza eterna, no puede estar exenta de este punto, doloroso, sí, pero necesario, ni puede hacer menos. Generalmente lo hacen en el punto de la muerte, y el purgatorio les da la última mano, por eso si se pregunta a las criaturas qué cosa es gusto de Dios, qué significa bienaventuranza divina, son cosas hasta entonces

desconocidas, y no saben articular palabra. Pero a mis almas queridas, no quiero, habiéndose dado todas a Mí, que su bienaventuranza tenga principio allá en el Cielo, sino que tenga principio acá en la tierra, y no sólo quiero llenarlas de la felicidad, de la gloria del Cielo, sino que quiero llenarlas de los bienes, de los sufrimientos, de las virtudes que tuvo mi Humanidad en la tierra, por eso las despojo no sólo de los gustos materiales, que el alma llega a considerar como estiércol, sino también de los gustos espirituales, para llenarlas todas de mis bienes y darles el principio de la verdadera bienaventuranza”.

+ + + +

6-88
Diciembre 22, 1904

Por cuanto más el alma está vacía y es humilde, tanto más la luz divina la llena y le comunica sus gracias y perfecciones.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, veía al niño Jesús con un puño de luz en la mano, y de los dedos le corrían los rayos fuera. Yo he quedado admirada y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, la perfección es luz, y quien dice querer alcanzarla no hace otra cosa que como quien quisiera tomar en un puño un cuerpo de luz, que mientras hace por tomarlo, la misma luz se le escapa por entre los dedos, sólo que la mano queda sumergida en la misma luz. Ahora, la luz es Dios, y sólo Dios es perfecto, y el alma que quiere ser perfecta no hace otra cosa que aferrar las sombras, las gotitas de Dios, y a veces no hace otra cosa que vivir sólo en la luz, esto es, en la Verdad. Y así como la luz, por cuanto más vacío encuentra y cuanto más profundo es el lugar, tanto más adentro se introduce, y así más espacio toma, así la luz divina, cuanto más vacía y humilde es el alma, tanto más la luz la llena y le comunica sus gracias y perfecciones”.

+ + + +

6-89
Diciembre 29, 1904

La debilidad humana es falta de vigilancia y de atención.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en los acontecimientos más humillantes que sufrió Nuestro Señor, y en mí misma sentía horror, pero después decía entre mí: “Señor, perdona a aquellos que te renuevan estos momentos dolorosos, porque es la mucha debilidad que el hombre contiene”. Mientras estaba en esto, el bendito Jesús, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, lo que se dice debilidad humana, las más de las veces es falta de vigilancia y de atención de quien es cabeza, es decir: Padres y superiores, porque la criatura cuando es vigilada y observada, y no se da la libertad que quiere, la debilidad no teniendo su alimento (el secundar la debilidad es alimento para empeorar en la debilidad), por sí misma se destruye”.
(3) Después ha continuado: “¡Ah! Hija mía, así como la virtud impregna al alma de luz, de belleza, de gracia, de amor, como una esponja seca se impregna de agua, así el pecado, las debilidades secundadas impregnan al alma, como una esponja se impregna de fango, de tinieblas y fealdad, y hasta de odio contra Dios”.


+ + + +

6-90
Enero 21, 1905

Quien deshonra la obediencia, deshonra a Dios.

(1) Habiendo expuesto ciertas dudas al confesor, mi mente no se aquietaba con lo que me decía, entonces habiendo venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien razona sobre la obediencia, el sólo razonar viene a deshonrarla, y quien deshonra la obediencia deshonra a Dios”.

+ + + +

6-91
Enero 28, 1905

La cruz es semilla de virtudes.

(1) Estando sufriendo más de lo acostumbrado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la cruz es semilla de virtud, y así como quien siembra cosecha por diez, veinte, treinta, e incluso por cien, así la cruz, siendo semilla multiplica las virtudes, las perfecciona, las embellece de maravilla; así que cuantas más cruces se acumulan en torno a ti, tantas semillas de virtudes se arrojan en tu alma. Por eso en vez de afligirte cuando te llegue una nueva cruz, deberías alegrarte pensando en hacer adquisición de otra semilla para poderte enriquecer y también completar tu corona”.

+ + + +

6-92
Febrero 8, 1905

Características de los hijos de Dios: Amor a la cruz, amor a la gloria de Dios, y amor a
la gloria de la Iglesia.

(1) Continuando mi pobre estado de privaciones y de amargura indecible, a lo más se hace ver en silencio, y esta mañana me ha dicho:
(2) “Hija mía, las características de mis hijos son: Amor a la cruz, amor a la gloria de Dios, y amor a la gloria de la Iglesia, hasta exponer la propia vida. Quien no tiene estas tres características, en vano se dice mi hijo; quien se atreve a decirlo es un embustero y traidor, que traiciona a Dios y a sí mismo. Mira un poco en ti si las tienes”. Y ha desaparecido.

+ + + +

6-93
Febrero 10, 1905

Cuáles son los contentos del alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, sentía un descontento de mí misma, y habiendo venido el bendito Jesús me he sentido entrar en tal contento, que he dicho: “¡Ah! Señor, sólo Tú eres el verdadero contento”.
(2) “Y Él ha continuado: “Y Yo te digo que el primer contento del alma es sólo Dios; el segundo contento es cuando el alma dentro de sí, y fuera de sí, no mira otra cosa que a Dios; el tercero es cuando el alma encontrándose en este ambiente divino, ningún objeto creado, ni criaturas, ni riquezas, rompen la Imagen divina en su mente, porque la mente se alimenta de lo que piensa, y mirando sólo a Dios, de las cosas de acá abajo ve sólo aquellas que quiere Dios, no preocupándose de todo lo demás, y así se queda siempre en Dios; el cuarto contento es el sufrir por Dios, porque el alma y Dios, ora por mantener la conversación, ora por estrecharse más íntimamente, ora por declararse el Uno a la otra lo mucho que se quieren, Dios la llama y el alma responde, Dios se acerca y el alma lo abraza, Dios le da el sufrir y el alma voluntariamente sufre, es más, desea sufrir más por amor suyo, para poderle decir: “¿Ves cómo te amo?” Y este es el mayor de todos los contentos”.

+ + + +

6-94
Febrero 24, 1905

Habla sobre la humildad.

(1) Esta mañana, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la humildad es una flor sin espinas, se puede tomar en la mano, se puede estrechar, se puede poner donde se quiera, sin temor de recibir molestia o picarse. Así es el alma humilde, se puede decir que no tiene las pinchaduras de los defectos, y como es sin pinchaduras se puede hacer lo que se quiera, y no teniendo espinas, naturalmente no pica ni da molestias a los otros, porque las espinas las da quien las tiene, pero quien no las tiene, ¿cómo puede darlas?
(3) Y no sólo esto, sino que la humildad es una flor que fortifica y aclara la vista, y con su claridad se sabe estar lejano de las mismas espinas”.

+ + + +

6-95
Marzo 2, 1905

Jesús le da la llave de su Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, estando fuera de mí misma me he encontrado en la mano una llave; y si bien recorría un camino largo y de vez en cuando me distraía, apenas pensaba en la llave me la encontraba siempre en la mano. Ahora, veía que esta llave servía para abrir un palacio, y dentro estaba el niño Jesús que dormía, yo todo lo veía de lejos, y tenía toda la premura, la prisa para ir a abrir, temiendo que se despertara, que llorara, y que yo no me encontrara a su lado. Por eso me apuraba, pero cuando estuve ahí para subir, me he encontrado en mí misma, por eso he quedado pensativa. Después, habiendo venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la llave que te encontrabas siempre en la mano es la llave de mi Voluntad, que Yo he puesto en tus manos, y quien tiene en la mano un objeto, puede hacer con él lo que quiere”.


+ + + +

6-96
Marzo 5, 1905

Habla de la cruz.

(1) Estando sufriendo un poco más de lo acostumbrado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la cruz es sostén de los débiles, es fortaleza de los fuertes, es germen y custodia de la virginidad”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

6-97
Marzo 20, 1905

El verdadero amor y las verdaderas virtudes, deben tener su principio en Dios.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el amor que no tiene el principio en Dios, no puede decirse amor verdadero, y las mismas virtudes que no tienen principio en Dios, son virtudes falsificadas, porque todo lo que no tiene principio en Dios no puede decirse ni amor, ni virtud, más bien luz aparente que termina por convertirse en tinieblas”.
(3) Después ha agregado:
(4) “Como por ejemplo: Un confesor trabaja, se sacrifica tanto por un alma, esto es cosa santa, aparentemente llega al heroísmo; sin embargo, si esto lo hace porque ha obtenido, o espera obtener alguna cosa, el principio de su sacrificio no está en Dios, sino en sí mismo y por sí mismo, por lo tanto no puede decirse virtud”.

+ + + +

6-98
Marzo 23, 1905

Gloria y complacencia de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús y yo le he dicho: “Señor, ¿es tu gloria mi estado?”
(2) Y Él: “Hija mía, toda mi gloria y toda mi complacencia, es que te quiero toda más en Mí”.
(3) Después ha agregado: “El todo está en la desconfianza y temor del alma en sí misma, y en la confianza y firmeza en Dios”.
(4) Dicho esto ha desaparecido.


+ + + +

6-99
Marzo 28, 1905

Efectos de la turbación. Encuentro continuo de Jesús con el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas ha venido el bendito Jesús, y habiendo yo dicho a un alma turbada: “Piensa en no querer estar turbada, no sólo por tu bien, sino mucho más por amor de Nuestro Señor, porque el alma turbada no sólo está ella turbada, sino que hace turbarse a Jesucristo”. Después he dicho entre mí: “Qué disparate he dicho, Jesús no puede turbarse jamás”. Entonces al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, en lugar de un disparate has dicho una verdad, porque en cada alma formo una Vida Divina, y si el alma está turbada, esta Vida Divina que Yo voy formando queda también turbada; y no sólo esto, sino que jamás llega a cumplirse perfectamente”.
(3) Y como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he continuado mi acostumbrado trabajo interior sobre la Pasión, y habiendo llegado a aquel momento del encuentro de Jesús y María en el camino a la cruz, de nuevo se ha hecho ver y me ha dicho:
(4) “Hija mía, también con el alma me encuentro continuamente, y si en el encuentro que hago con el alma la encuentro en acto de ejercitar las virtudes y unida Conmigo, me recompensa del dolor que sufrí cuando encontré a mi Madre tan adolorida por mi causa”.

+ + + +

6-100
Abril 11, 1905

La perseverancia es sello de la vida eterna, y desarrollo de la vida divina.

(1) Estando muy afligida por la privación de mi adorable Jesús, estaba diciendo para mí: “Cómo se ha hecho cruel conmigo, yo misma no sé entender como su buen corazón puede llegar a hacerlo, y además, si el perseverar le agrada tanto, ¿cómo es que mi perseverar no conmueve su buen corazón?” Mientras decía éstos y otros disparates, de improviso ha venido y me ha dicho:
(2) “Cierto que la cosa que más me agrada del alma es la perseverancia, porque la perseverancia es sello de la vida eterna y desarrollo de la Vida Divina. Porque así como Dios es siempre antiguo y siempre nuevo e inmutable, así el alma con la perseverancia, con haberla practicado siempre es antigua, y con la actitud de hacerla es siempre nueva, y cada vez que la hace se renueva en Dios, quedando en Él inmutable, y sin darse cuenta. Y como con la perseverancia hace adquisición continua de la Vida Divina en sí misma, adquiriendo a Dios sella la vida eterna. ¿Puede haber sello más seguro que Dios mismo?”

+ + + +

6-101
Abril 16, 1905

El sufrir es reinar.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver mi amable Jesús con un clavo dentro del corazón, y acercándose a mi corazón me lo tocaba con su mismo clavo, yo sentía penas mortales, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, este clavo me lo pone el mundo hasta dentro de mi corazón, y me da una muerte continua, así que por justicia, como ellos me dan muerte continua, así permitiré que se den muerte entre ellos, matándose como perros”.
(3) Y mientras esto decía, me hacía oír los gritos de los revoltosos, tanto que he quedado ensordecida por cuatro o cinco días. Por eso, estando sufriendo mucho, poco después ha regresado y me ha dicho:
(4) “Hoy es el día de las palmas en el cual fui proclamado Rey. Todos deben aspirar a un reino, y para adquirir el reino eterno es necesario que la criatura adquiera el régimen de sí misma con el dominio de sus pasiones. El único medio para esto es el sufrir, porque el sufrir es reinar, esto es, con la paciencia se pone en orden a sí mismo, haciéndose rey de sí mismo y del reino eterno”.

+ + + +

6-102
Abril 20, 1905

La humanidad en estos tiempos se encuentra como un hueso fuera de lugar. Cómo conocer si se han dominado las pasiones.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas ha venido el bendito Jesús, casi en acto de castigar a las gentes, me ha dicho:
(2) “Hija mía, las criaturas me laceran la carne, pisotean mi sangre continuamente, y Yo permitiré que sus carnes sean laceradas y su sangre derramada. La humanidad en estos tiempos se encuentra como un hueso fuera de lugar, fuera de su centro, y para ponerlo en su lugar y hacerlo entrar nuevamente en su centro, es necesario que lo destruya”.
(3) Después, calmándose un poco ha continuado: “Hija mía, el alma puede conocer si ha dominado sus pasiones, si cuando es tocada por las tentaciones o por las personas, no las toma en cuenta, como por ejemplo: Es tentada por la impureza; si ha dominado esta pasión el alma no hace caso y la misma naturaleza queda en su puesto; si no la ha dominado, el alma se acongoja, se aflige, y en su cuerpo siente correr un río purulento. O bien una persona mortifica, injuria a otra; si ésta ha dominado la pasión de la soberbia se queda en paz, si no es así, siente correr un río de fuego, de desprecio, de altanería, que la pone toda alterada, porque la pasión cuando existe, al llegar la ocasión sale, y así de todo lo demás”.

+ + + +

6-103
Mayo 2, 1905

Tres tipos de resurrección contiene el sufrir.

(1) Continuando un poco más de lo acostumbrado mis sufrimientos, mi buen Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, el sufrir contiene tres tipos de resurrección, esto es: El sufrir hace resurgir al alma a la gracia; segundo, adentrándose el sufrir reúne las virtudes y resurge a la santidad; tercero, continuando el sufrir, el sufrir perfecciona las virtudes, las embellece de esplendor, formando una bella corona, y coronada el alma resurge a la gloria en la tierra, y a la gloria en el Cielo”.

(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

6-104
Mayo 5, 1905

Efectos de la Gracia.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, cuando vino el bendito Jesús, parecía que de dentro de su interior salía otra imagen toda igual a Él, sólo que más pequeña. Yo he quedado maravillada al ver esto y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que puede salir de dentro de una persona se llama parto, y este parto se vuelve hijo de quien lo pare. Ahora, esta hija mía es la Gracia, que saliendo de Mí se comunica a todas las almas que la quieren recibir, y las convierte en otros tantos hijos míos; y no sólo eso, sino que todo lo que puede salir de bien, de virtud de estos segundos hijos, se vuelven hijos de la Gracia. Ve un poco qué larga generación de hijos se forma la Gracia sólo conque la reciban; pero cuántos la rechazan, y mi hija se regresa a mi seno sola y sin prole”.
(3) Mientras esto decía, aquella imagen se ha encerrado dentro de mí, llenándome toda de sí misma.

+ + + +

6-105
Mayo 9, 1905

El alma unida a la Gracia, puede hacer lo que debe hacer la muerte a la naturaleza.

(1) Continuando mi habitual estado, me parecía que mi adorable Jesús salía de dentro de mi interior y con una voz dulce y afable decía:
(2) “¿Y por qué hija mía todo lo que debe hacer la muerte a la naturaleza, no puede hacerlo anticipadamente el alma unida a la Gracia? Esto es, hacerla morir anticipadamente, por amor de Dios, a todo lo que deberá morir. Pero esta bienaventurada muerte llega a hacerla quien solamente hace continua morada con mi Gracia, porque viviendo con Dios le resulta más fácil morir a todo lo que es caduco. Y el alma viviendo en Dios y muriendo a todo lo demás, la misma naturaleza viene a anticipar los privilegios que la deben enriquecer en la resurrección, es decir, se sentirá espiritualizada, deificada e incorruptible, además de todos los bienes en que participará el alma sintiéndose partícipe de todos los privilegios de la Vida Divina, y además de esto, la diferencia de gloria que estas almas tendrán en el Cielo, serán tan diferentes de las otras, como es distinto el Cielo de la tierra”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

6-106
Mayo 12, 1905

Medio para no perder el amor de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, cuando vino mi bendito Jesús, yo, sólo al verlo, no sé por qué he dicho:

(2) “Señor, sin embargo hay una cosa que lacera mi alma, el pensamiento de que puedo perder tu amor”.
(3) Y Él: “Hija mía, ¿quién te lo ha dicho? En todas las cosas mi paterna bondad ha suministrado los medios para ayudar a la criatura, siempre y cuando estos medios no sean rechazados. Por tanto, el medio para no perder mi amor, es hacer de él y de todo lo que me concierne, como si fueran cosas propias; ¿puede perder uno todo lo que es suyo? No, ciertamente, a lo más si no tiene estima de sus cosas no tendrá cuidado de custodiarlas, pero si no las estima y no la custodia es señal de que no las ama, por tanto aquel objeto no contiene más vida de amor y no se puede incluir entre las cosas propias. Pero mi amor cuando se hace propio, se estima, se custodia, se tiene siempre a la vista, de modo que no puede perder lo que es suyo, ni en vida ni en muerte”.

+ + + +

6-107
Mayo 15, 1905

El camino de la virtud es fácil.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, dicen que el camino de la virtud es difícil. Falso, es difícil para quien no camina, porque no conociendo ni las gracias, ni los consuelos que debe recibir de Dios, ni la facilitación al caminar, le parece difícil, y sin caminar siente todo el peso del camino. Pero para quien camina le resulta facilísimo, porque la gracia que la inunda la fortalece, la belleza de las virtudes la atrae, el Divino Esposo de las almas la lleva apoyada en el propio brazo, acompañándola en el camino, y el alma en vez de sentir el peso, la dificultad del caminar, quiere apresurar el camino para llegar más rápido al final del camino y de su propio centro”.

+ + + +

6-108
Mayo 18, 1905

El amor merece la preferencia sobre todo.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el temor quita la vida al amor; y no sólo esto, sino que también las mismas virtudes que no tienen principio en el amor, disminuyen la vida del amor en el alma; mientras en todas las cosas el amor merece la preferencia, porque el amor hace fácil todas las cosas; mientras las mismas virtudes que no tienen principio en el amor, son como tantas víctimas que van a terminar al matadero, es decir, a la destrucción de las mismas virtudes”.

+ + + +

6-109
Mayo 20, 1905

Modo de sufrir.

(1) Esta mañana estaba pensando cuando el bendito Jesús quedó todo dislocado sobre la cruz, y decía entre mí: “¡Ah! Señor, cuán compenetrado pudiste quedar de estos atroces

sufrimientos, y cómo tu alma pudo quedar afligida”. Y mientras tanto, casi como una sombra ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo no me ocupaba de mis sufrimientos, sino que me ocupaba de la finalidad de mis penas, y como en mis penas veía cumplida la Voluntad del Padre, sufría, y en mi mismo sufrir encontraba el más dulce reposo, porque el hacer la Voluntad Divina contiene este bien, que mientras se sufre ahí se encuentra el más bello reposo; y si se goza, y este gozar no es querido por Dios, en el mismo gozar se encuentra el más atroz tormento. Es más, cuanto más me acercaba al término de las penas anhelando cumplir en todo la Voluntad de Padre, así me sentía más aligerado y mi reposo se hacía más bello.
¡Oh! Cómo es diverso el modo que tienen las almas, si sufren u obran no tienen ni la mira en el fruto que pueden recabar, ni el cumplimiento de la Voluntad Divina, se concentran todas en la cosa que hacen, y no viendo los bienes que pueden ganar, ni el dulce reposo que lleva la Voluntad de Dios, viven fastidiadas y atormentadas, y rechazan cuanto más pueden el sufrir y el obrar, creyendo encontrar reposo y quedan más atormentadas que al principio”.

+ + + +

6-110
Mayo 23, 1905

Para no sentir turbaciones, el alma debe apoyarse bien en Dios.

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y sentía una persona en mis brazos y la cabeza apoyada sobre el hombro, y yo no alcanzaba a ver quien era, por eso lo he jalado con fuerza diciéndole: “Dime al menos quién eres”.
(2) Y Él: “Yo soy el todo”.
(3) Y yo al escuchar decir que era el todo, he dicho: “Y yo soy la nada. Mira Señor cuánta razón tengo en querer que esta nada esté unida con el Todo, de otra manera será como un puño de polvo que, el viento esparce”. Mientras estaba en esto, veía una persona que dudaba y decía: “¿Por qué será que por cada mínima cosa se siente tanta turbación?” Y yo, por una luz que venía del bendito Jesús he dicho: “Para no sentir turbaciones el alma debe fundirse bien en Dios, y toda sí misma tender a Dios como a un solo punto, y ver las otras cosas con ojo indiferente, pero si hace de otra manera, en cada cosa que haga, vea o sienta, el alma se sentirá investida de un malestar, como de una fiebre que vuelve al alma toda apartada, turbada, sin poderse entender ella misma.

+ + + +

6-111
Mayo 25, 1905

La imagen de Jesús en el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, veía al bendito Jesús fuera y dentro de mi interior, si fuera lo veía niño, niño lo veía dentro; si lo veía crucificado por fuera, lo mismo lo veía dentro. Yo he quedado admirada y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando mi imagen está completamente formada en el interior del alma, cualquier forma que quiero tomar externamente para volverme a mirar, ella toma mi misma imagen que he formado en el alma. ¿Qué maravilla entonces?”


+ + + +

6-112
Mayo 26, 1905

Cuando el alma es toda de Jesús, Él siente su murmullo en su Ser.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado con el niño Jesús en brazos y estaba diciéndole: “Querido mío, toda y siempre tuya soy; ¡ah! no permitas que corra en mí nada, aunque sea una sombra que no sea tuya”.
(2) Y Él: “Hija mía, cuando el alma es toda mía, Yo siento un murmullo continuo de su ser en Mí; este su murmullo continuo me lo siento correr en mi voz, en mi corazón, en la mente, en las manos, en mis pasos y hasta en mi sangre. ¡Oh! Cómo me es dulce este su murmullo en Mí, y conforme lo siento voy repitiendo: “Todo, todo, todo lo de esta alma es mío, y Yo te amo, te amo mucho”. Y sello el murmullo de mi amor en ella; entonces, en cuanto yo siento el suyo, así el alma siente mi murmullo en todo su ser, así que si el alma en toda sí misma se siente correr mi murmullo, es señal de que es toda mía”.

+ + + +

6-113
Mayo 29, 1905

Quien reposa en brazos de la obediencia, recibe todos los colores divinos.

(1) Esta mañana al venir el bendito Jesús se ha arrojado en mis brazos como si quisiera reposar y me ha dicho:
(2) “Como un niño se reposa seguro en los brazos de la madre, así el alma debe reposar en los brazos de la obediencia, y quien reposa en los brazos de la obediencia recibe todos los colores divinos, porque con quien verdaderamente duerme se puede hacer lo que se quiere; así quien verdaderamente reposa en los brazos de la obediencia, se puede decir que duerme, y Dios puede hacer al alma lo que Él quiere”.

+ + + +

6-114
Mayo 30, 1905

La vida de amor de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba diciendo: “Señor, ¿qué quieres de mí? Manifiéstame tu Santa Voluntad”.
(2) Y Él: “Hija mía, te quiero toda en Mí, a fin de que pueda encontrar todo en ti. Así como todas las criaturas tuvieron vida en mi Humanidad, y satisfice por todas, así estando toda en Mí, me harás encontrar a todas las criaturas en ti, es decir, unida Conmigo me harás encontrar en ti la reparación por todos, la satisfacción, el agradecimiento, la alabanza, y todo lo que las criaturas están obligadas a darme. El amor, además de la Vida Divina y humana me suministró la tercera vida, que me hizo germinar todas las vidas de las criaturas en mi Humanidad, es esta vida de amor, y que mientras me daba vida, me daba muerte continua, me hería y me fortalecía, me humillaba y me ensalzaba, me amargaba y me endulzaba, me atormentaba y me daba delicias. ¿Qué cosa no contiene esta vida de

amor infatigable y dispuesta a cualquier cosa? Todo, todo en ella se encuentra, su vida es siempre nueva y eterna. ¡Oh! Cómo quisiera encontrar en ti esta vida de amor para tenerte siempre en Mí, y encontrar todo en ti”.

+ + + +

6-115
Junio 2, 1905

La paciencia es el alimento de la perseverancia.

(1) Esta mañana, el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, la paciencia es el alimento de la perseverancia, porque la paciencia mantiene en su lugar a las pasiones y corrobora todas las virtudes, y las virtudes, recibiendo de la paciencia la actitud de la vida continua, no sienten el cansancio que produce la inconstancia, tan fácil a la criatura. Por eso el alma no se abate si es mortificada o humillada, porque rápidamente la paciencia le suministra el alimento necesario, y forma un vínculo más fuerte y estable de perseverancia. Ni si es consolada y ensalzada se eleva mucho, porque la paciencia alimentando a la perseverancia, se contiene en la moderación sin salir de sus límites. Además de esto, así como la paciencia es alimento, y hasta en tanto una persona se alimenta se puede decir que tiene vida, no está muerta; así el alma, hasta en tanto que tenga paciencia, gozará la vida de la perseverancia”.

+ + + +

6-116
Junio 5, 1905

Las cruces son fuentes bautismales.

(1) Esta mañana al venir el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la cruces, las mortificaciones, son otras tantas fuentes bautismales, y cualquier especie de cruz que está empapada en el pensamiento de mi Pasión, pierde la mitad de la aspereza y disminuye la mitad del peso”.
(3) Y como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he quedado haciendo ciertas adoraciones y reparaciones en mi interior, y de nuevo ha regresado y ha agregado:
(4) “Cuál no es mi consuelo al ver rehecho en ti lo que mi Humanidad hizo tantos siglos antes, porque cualquier cosa que Yo determiné que cada alma hiciera, fue hecha primero en mi Humanidad, y si el alma me corresponde, lo que Yo hice por ella lo rehace de nuevo en sí misma, y si no, queda sólo hecho en Mí mismo, y Yo siento por ello una amargura indecible”.

+ + + +

6-117
Junio 23, 1905

Quien está unido con la Humanidad de Jesús, se encuentra a la puerta de su Divinidad.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en cómo murió Jesucristo y que Él no podía de ningún modo temer a la muerte, porque estando tan unido con la Divinidad, más aún, transmutado, ya se encontraba seguro como uno en su propio palacio; pero para

el alma, ¡oh! cómo es diferente. Mientras éstos y otros desatinos pensaba, el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien se está unido con mi Humanidad ya se encuentra a la puerta de mi Divinidad, porque mi Humanidad es espejo al alma, del cual se refleja la Divinidad en ella; quien se encuentra en los reflejos de este espejo, se entiende que todo su ser es transformado en amor, porque hija mía, todo lo que de la criatura sale, aun el movimiento de los ojos, de los labios, el mover de los pensamientos y todo lo demás, todo debería ser amor y hecho por amor, porque siendo mi Ser todo amor, donde encuentra amor absorbo todo en Mí, y el alma habita segura en Mí, como uno en su propio palacio; entonces, ¿qué temor puede tener el alma al morir de venir a Mí, si ya se encuentra en Mí?”

+ + + +

6-118
Julio 3, 1905

Declaraciones de Jesús sobre el estado de Luisa.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y he encontrado a la Reina Mamá con el niño Jesús en brazos, que le estaba dando su dulcísima leche; yo al ver que el niño chupaba la leche del pecho de nuestra Madre, despacito lo he quitado del pecho y me he puesto yo a chupar. Al verme hacer esto, ambos han sonreído de mi astucia, pero me han dejado chupar. Entonces después de esto, la Reina Madre me ha dicho:
(2) “Toma a tu Querido y gózalo”.
(3) Yo lo he tomado en brazos y mientras, fuera se escuchaban rumores de armas y Él me ha dicho:
(4) “Este gobierno caerá”.
(5) Y yo: “¿Cuándo?”
(6) Tocándose la extremidad de la punta del dedo ha continuado: “Otra punta de dedo”.
(7) Y yo: “Quién sabe cuánto será esta punta de dedo ante Ti”. Él no me ha prestado atención, y yo no queriéndolo saber estaba diciendo: “Cómo quisiera conocer la Voluntad de Dios respecto a mí”.
(8) Y Él me ha dicho: “Toma un papel, que Yo mismo te escribiré y declararé mi Voluntad sobre ti”.
(9) Yo no tenía y he ido a buscarlo y se lo he dado, y el niño escribía:
(10) “Declaro ante el Cielo y la tierra que es mi Voluntad que la he elegido víctima; declaro que me ha hecho donación del alma y del cuerpo, y siendo Yo el absoluto dueño, cuando a Mí me place le participo las penas de mi Pasión, y Yo en correspondencia le he abierto la puerta de mi Divinidad; declaro que en este acceso me ruega continuamente cada día por los pecadores, y toma un flujo continuo de vida en provecho de los mismos pecadores”.
(11) Y ha escrito tantas otras cosas que yo no recuerdo muy bien, por eso las omito. Yo al oír esto me he sentido toda confundida y he dicho: “Señor, perdóname si me vuelvo impertinente, esto que has escrito no quería saberlo, me basta que lo sepas Tú solo, lo que quería saber es si es Voluntad tuya que continúe en este estado”. Yo en mi mente continuaba pensando en si es Voluntad suya que venga el confesor a llamarme a la obediencia, o bien es mi fantasía el tiempo que pierdo con el confesor, pero no he querido decirlo temiendo querer saber demasiado, convenciéndome yo misma que si es Voluntad suya una cosa, será Voluntad suya la otra”. Y el niño Jesús ha continuado escribiendo:
(12) “Declaro que es Voluntad mía que continúes en este estado, que venga a llamarte a la obediencia el confesor y el tiempo que pierdes con él, y es Voluntad mía que te sorprenda el temor de no ser Voluntad mía tu estado, este temor y duda te purifica de todo mínimo defecto”.

(13) La Reina Madre y Jesús me han bendecido, le he besado la mano y me he encontrado en mí misma.

+ + + +

6-119
Julio 5, 1905

La Humanidad de Jesús es música a la Divinidad.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba haciendo mis acostumbradas prácticas internas, y el bendito Jesús viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Humanidad es música a la Divinidad, porque todas mis acciones formaban tantas teclas para formar la música más perfecta y armoniosa, para recrear el oído divino; y el alma que se uniforma a mis mismas acciones internas y externas, continúa la música de mi misma Humanidad a la Divinidad”.

+ + + +

6-120
Julio 18, 1905

El alma no debe abrir su interior a los demás, sólo al confesor.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, apenas ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando un confesor manifiesta su modo de obrar interno a las almas, pierde el ímpetu de continuar obrando, y el alma, conociendo el propósito que el confesor tiene sobre ella, se volverá descuidada y debilitada en su obrar. Así el alma, si manifiesta su interior a los demás, al descubrir su secreto evaporará el ímpetu, permaneciendo toda debilitada; y si esto no ocurre con abrirse al confesor, es porque la fuerza del sacramento mantiene el vapor y aumenta la fuerza y pone su sello”.

+ + + +

6-121
Julio 20, 1905

Cuando el alma no es fiel a los deseos de Dios, Dios interrumpe sus designios sobre ella.

(1) Esta mañana estaba rezando por un sacerdote enfermo que había sido mi director, y pensaba entre mí: “¿Si hubiera continuado mi dirección, habría estado enfermo o no? Y el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quién goza los bienes que hay dentro de una casa? Ciertamente quien está dentro, y a pesar de que una persona haya estado primero dentro, es siempre quien está en el presente el que los goza. Como un patrón, hasta en tanto que un siervo está con él, le paga y le hace gozar de los bienes que hay en su casa, cuando se va llama a otro, le paga y le participa de sus bienes. Así hago cuando una cosa es querida por Mí, y es dejada por uno, la transmito a otro, dándole todo lo que estaba destinado para el primero, así que si hubiera continuado tu dirección, estando tu estado de víctima hubiera gozado de los bienes de tu estado, y unidos a quien actualmente te guía, por eso no estaría enfermo. Y si el guía presente, a pesar de su santidad, no obtiene el resto que

quiere, es porque no hace plenamente lo que quiero, y a pesar de que goza de los bienes, también algunos carismas no se los merece”.

+ + + +

6-122
Julio 22, 1905

Dios no mira la obra, sino la intensidad del amor en el obrar.

(1) Estando molesta por no poder hacer ciertas mortificaciones, pareciendo que el Señor me aborrecía y por eso no permitía que las hiciera, el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien verdaderamente me ama no se molesta jamás de nada, y busca convertir todas las cosas en amor. ¿Por cuál motivo querías tú mortificarte? Ciertamente por amor mío, y Yo te digo: “Por amor mío mortifícate, por amor mío toma los consuelos, y el uno y el otro serán ante Mí de igual peso”. De acuerdo a la dosis de amor que contiene una acción, aunque sea indiferente, así se aumenta el peso, porque Yo no miro la obra, sino la intensidad del amor que el obrar contiene, por eso no quiero ningún fastidio en ti, sino siempre paz, porque los fastidios, las turbaciones, es siempre el amor propio que quiere salir a reinar, o el enemigo para hacer daño”.

+ + + +

6-123
Agosto 9, 1905

Efectos de la paz y de la turbación.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía un poco turbada, y el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma en paz y que todo su ser tiende a Mí, gotea de su alma gotas de luz que caen sobre mis vestidos y forman mi adorno; por el contrario, el alma turbada gotea tinieblas y forman el adorno diabólico. Y no sólo esto, sino que la turbación impide el camino a la gracia, y vuelve inútil a la criatura para obrar el bien”.
(3) Después ha agregado: “Si el alma a cada cosa se turba, es señal de que está llena de sí misma; si a una cosa que le sucede se turba y a otra no, es señal de que tiene alguna cosa de Dios, pero hay muchas vacíos por llenar; si nada la turba, es señal de que toda está llena de Dios. ¡Oh! Cuánto mal hace la turbación al alma, hasta rechazar a Dios y llenarla toda de sí misma”.

+ + + +

6-124
Agosto 17, 1905

Toda la gloria de un alma, es oír decir que de todo lo que tiene, nada es suyo, sino todo es de Dios.

(1) Continuando mi habitual estado veía a la Reina Mamá que decía a nuestro Señor: “Venga, venga a su jardín a deleitarse.” Pareciendo que me señalaba a mí. Yo al oír esto me sentía llena de vergüenza y decía entre mí: “Yo no tengo ni pizca de bien, ¿cómo se podrá deleitar? Mientras esto pensaba el bendito Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, ¿por qué te ruborizas? Toda la gloria de un alma es oír decir que todo lo que tiene, nada es suyo, sino que todo es de Dios. Y Yo en correspondencia le digo que todo lo que es mío es suyo”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que mi pequeño jardín hecho por Él mismo, se unía con el suyo grandísimo que tenía en su corazón, y se hacían uno sólo y nos deleitábamos juntos, y después me he encontrado en mí misma.

+ + + +

6-125
Agosto 20, 1905

La Gracia toma tantas imágenes en torno al alma, por cuantas son las perfecciones y virtudes divinas.

(1) Esta mañana el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, si el alma en todas sus acciones obra todo por Dios y para agradar sólo a Dios, la gracia entra por todas las partes en el alma, como una casa cuando están abiertos balcones, puertas, ventanas, la luz del sol entra por todas partes y goza toda la plenitud de la luz, así el alma goza toda la plenitud de la luz divina. Y esta luz con la correspondencia del alma va siempre aumentando, hasta convertirse toda ella en luz; pero si después hace diversamente, la luz entra por las fisuras y en el alma todo es tinieblas. Hija mía, a quien me da todo, doy todo, por lo cual mi Gracia, no siendo el alma capaz de recibir todo junto mi Ser, toma tantas imágenes en torno al alma por cuantas son mis perfecciones y virtudes, así que toma la imagen de la belleza y comunica la luz de la belleza en el alma; la imagen de la sabiduría, y comunica la luz de la sabiduría; la imagen de la bondad, y comunica la bondad; la imagen de la santidad, de la justicia, de la fuerza, de la potencia, de la pureza, y le comunica la luz de la santidad, de la justicia, fuerza, potencia y pureza, y así de todo lo demás; así que el alma está adornada no por un sol, sino por tantos soles por cuantas son mis perfecciones, y estas imágenes están en torno de cada alma, sólo que para quien está abierta y corresponde, están todas en actividad, trabajando; para quien no, están como adormecidas para aquellas almas, así que poco o nada pueden emplear su actividad”.

+ + + +

6-126
Agosto 22, 1905

Quien divide con Jesús el peso de sus sufrimientos, esto es, el trabajo de la Redención, viene a participar de las ganancias del trabajo de la Redención.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y me participaba sus sufrimientos. Después me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando dos personas se dividen el peso de un trabajo, juntas dividen la paga que reciben por aquel trabajo, y tanto uno como otro pueden hacer bien a quien quieran con aquella paga. Entonces, dividiendo tú Conmigo el peso de mis sufrimientos, esto es, el trabajo de mi Redención, vienes a participar en la ganancia del trabajo de la Redención; y siendo dividida entre Yo y tú la paga de nuestras penas, Yo puedo hacer bien a quien quiero, en general y también en modo especial; así tú, eres libre de hacer bien a quien quieras con la paga que a ti te corresponde. Esta es la ganancia de quien divide Conmigo mis penas, que sólo es concedido al estado de víctima, y la ganancia de quien le está más cercano, porque estando cerca, más fácilmente participa de los bienes que uno

posee; por eso hija mía, alégrate cuando más te participo mis penas, porque más grande será la porción de tu paga”.

+ + + +

6-127
Agosto 23, 1905

Si el alma hace todo por Dios, permanece extinguida en la llama del amor divino. El pensar en sí mismo jamás es virtud, sino siempre vicio.

(1) Continuando mi habitual estado, mi bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, si el alma hace todo por Mí, imita a aquellas pequeñas mariposas que giran y giran en torno a una llama y quedan extintas en aquella misma llama. Así el alma, según el perfume de sus acciones, de sus movimientos y deseos ofrecidos a Mí, así gira en torno a Mí, ahora en torno a los ojos, ahora al rostro, ahora a las manos, ahora al corazón; según los diversos ofrecimientos que me va haciendo, y con su continuo girar en torno a Mí permanece toda extinta en la llama de mi amor, sin tocar las llamas del purgatorio”.
(3) Después ha desaparecido, y habiendo regresado ha agregado:
(4) “El pensar en sí mismo, es lo mismo que salir de Dios y regresar a vivir en sí mismo. Además, el pensar en sí mismo jamás es virtud, sino siempre vicio, aunque fuera bajo aspecto de bien”.

+ + + +

6-128
Agosto 25, 1905

Las verdaderas virtudes deben tener las raíces en el corazón de Jesús, y desarrollarse en el corazón de la criatura.

(1) Esta mañana al venir el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma debe vivir en mi corazón, y las mismas virtudes, debe hacer de modo que las raíces estén en mi corazón y desarrollarlas en su corazón; de otra manera se pueden tener las virtudes naturales, o bien de simpatía, las cuales se llaman virtudes a tiempo y circunstancia, y son mutables; mientras las virtudes que la raíz está fija en mi corazón y desarrollada en el alma, son estables y se adaptan a todos los tiempos y a todas las circunstancias, y son iguales para todos, en cambio aquellas otras no, y sucede que sienten una caridad ilimitada por una persona, o sea, a un tiempo son todo fuego, hacen verdaderos sacrificios, quisieran poner la vida; pero se presenta otra, y aunque resulte más necesitada que la primera, en un momento se cambia la escena, se hacen de hielo, ni siquiera quieren hacer el sacrificio ni de oír, ni de decir una palabra, están desganadas y la despiden irritadas, furiosas; ¿es acaso esta caridad aquella que la raíz está fija en mi corazón? Ciertamente que no, por el contrario, es caridad viciosa, toda humana y de simpatía, que a un momento parece que florece, y en otro momento se seca y desaparece. Alguna otra es obediente a una persona, sumisa, humilde, se hace un harapo, de modo que aquella persona puede hacer con ella lo que quiera; pero con otra es desobediente, reacia, soberbia; ¿es acaso esta obediencia la que sale de mi corazón, que obedece a todos, hasta a los mismos verdugos? No, ciertamente. Otra es paciente en ciertas ocasiones, aun en sufrimientos serios, parece un cordero que ni siquiera abre la boca para lamentarse; pero ante otro sufrimiento, quizá más pequeño, monta en furia, se irrita, maldice; ¿es tal vez ésta la paciencia que la raíz está fija en mi corazón? No, ciertamente.

Otra, un día es todo fervor, ora siempre, hasta transgredir los deberes del propio estado; otro día ha recibido un encuentro un poco desagradable, se siente fría, abandona de hecho la oración hasta transgredir los deberes de un cristiano, las oraciones de obligación; ¿es acaso éste mi espíritu de oración, que llegué hasta sudar sangre, a sentir la agonía de la muerte, y sin embargo no descuidé un solo momento la oración? Ciertamente que no, y así de todas las otras virtudes. Sólo las virtudes que están radicadas en mi corazón e injertadas en el alma son estables y permanecen, y resplandecen llenas de luz; las otras, mientras aparecen como virtudes son vicios, aparecen como luz y son tinieblas”.
(3) Dicho esta ha desaparecido. Yo continuaba deseándolo, y ha regresado y ha agregado:
(4) “El alma que me desea siempre se embebe de Mí continuamente, y Yo sintiéndome embebido por el alma me embebo del alma, de modo que dondequiera que volteo, la encuentro con sus deseos y la toco continuamente”.

+ + + +

6-129
Agosto 28, 1905

El corazón de Jesús se ata con los corazones humanos, y estos toman todo del corazón de Él, hasta su misma Vida, si le corresponden.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús al venir me hacía ver su amabilísimo corazón, y de dentro salían como tantos hilos resplandecientes de oro, de plata, rojos, y parecía que formaban una red, e hilo por hilo ataba todos los corazones humanos. Yo he quedado admirada al ver esto, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi corazón se ata con estos hilos a todos los afectos, los deseos, los latidos, el amor y hasta la misma vida de los corazones humanos, en todo similares a mi corazón humano, sólo diferentes en la santidad, y habiéndolos atado, desde el Cielo, según se muevan mis deseos, el hilo de los deseos excita los deseos de ellos; si se mueven los afectos, el hilo de los afectos mueve los afectos de ellos; si amo, el hilo del amor excita el amor de ellos; y el hilo de mi vida les da la vida. ¡Oh! Qué armonía entre el Cielo y la tierra, entre mi corazón y los corazones humanos, pero esto lo advierte sólo quien me corresponde; pero quien hace algo de mala gana, con el vigor de su voluntad nada advierte y manda al vacío las operaciones de mi corazón humano”.

+ + + +

6-130
Septiembre 4, 1905

En todos los tiempos, Dios ha tenido almas que han recibido, por cuanto puede una criatura, la finalidad de la Creación, Redención y Santificación.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús me hacía ver su Sacratísima Humanidad, todas sus llagas, sus penas; y desde dentro de sus llagas y hasta de sus gotas de sangre salían tantas ramas cargadas de frutos y flores, y parecía que me comunicaba sus sufrimientos y todas sus ramas cargadas de flores y frutos. Yo he quedado maravillada al ver la bondad de nuestro Señor que me participaba todos sus bienes, sin excluirme de nada de todo lo que Él contenía; y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, no te maravilles de lo que ves, porque no estás sola o eres única, porque en todos los tiempos he tenido almas, que por cuanto puede una criatura, en algún

modo pudiese recibir la finalidad de la Creación, Redención y Santificación, y pudiese la criatura recibir todos los bienes por los cuales la he creado, redimido y santificado; de otra manera, si Yo no tuviera en todo tiempo, aunque sea una sola, se frustraría toda mi obra, al menos por algún tiempo. Esto es orden de mi providencia, de mi justicia y de mi amor, que en cada tiempo tuviera al menos una sola a la que Yo pudiera participar todos los bienes, y que la criatura me diese todo lo que me debe como criatura, de otra manera, ¿en qué aprovecharía mantener el mundo? En un momento lo destrozaría; y por eso precisamente me elijo a las almas víctimas, porque así como la divina justicia encontró en Mí todo lo que debería encontrar en todas las criaturas, y me participó todos juntos los bienes que habría participado a todas las criaturas, en modo que mi Humanidad contenía todo, así en las víctimas encuentro todo en ellas y les participo todos mis bienes. En el tiempo de mi Pasión tuve a mi amadísima Madre, que mientras le participaba todas mis penas y todos mis bienes, Ella como criatura estaba atentísima a reunir en Sí todo lo que me habrían hecho las criaturas, así que Yo encontraba en Ella toda mi satisfacción y toda la gratitud, el agradecimiento, la alabanza, la reparación, la correspondencia que debía encontrar en todos los demás. Enseguida venía la Magdalena, Juan, y así en todos los tiempos de la Iglesia, por eso, para hacer que dichas almas me fueran más agradables y pudiera sentirme atraído a darles todo, las prevengo primero y luego les ennoblezco el alma, el cuerpo, el trato, y hasta la voz, de modo que una sola palabra tiene tanta fuerza, es tan graciosa, dulce, penetrante, que todo me conmueve y me enternece, me cambia, y digo:
¡Ah! Es ésta la voz de mi amada, no puedo hacer menos que escucharla, sería como si quisiera negarme a Mí mismo lo que quiere, si no debo escucharla me conviene quitarle la voluntad de hacerla hablar, pero mandarla vacía jamás; así que entre ella y Yo hay tal electricidad de unión, que el alma misma no puede comprender todo en esta vida, si bien lo comprenderá con toda claridad en la otra”.

+ + + +

6-131
Septiembre 6, 1905

El mal de la distracción.

(1) Esta mañana después de haber esperado mucho, veía a nuestro Señor crucificado, y yo estaba besando las llagas de sus manos, reparando y rogando que santificara, perfeccionara, purificara todas las obras humanas por amor de cuanto había sufrido en sus santísimas manos, y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las obras que más irritan mis manos, y que más me amargan y agrandan mis llagas son las obras buenas hechas con distracción, porque la distracción quita la vida a las obras buenas, y las cosas que no tienen vida están siempre próximas a pudrirse, por eso a Mí me dan nauseas, y al ojo humano es más escándalo la obra buena hecha sin atención, que el mismo pecado, porque el pecado se sabe que es tiniebla, y no es maravilla que las tinieblas no den luz; pero la obra buena que es luz y da tinieblas ofende tanto al ojo humano, que no sabe más dónde encontrar la luz, y por eso encuentra un obstáculo en el camino del bien”.

+ + + +

6-132
Septiembre 8, 1905

La verdadera caridad es hacer el bien al prójimo, porque es imagen de Dios.

(1) Encontrándome en mi acostumbrado estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la verdadera caridad es cuando haciendo el bien al prójimo, lo hace porque es mi imagen. Toda la caridad que sale de este ambiente no se puede decir caridad; si el alma quiere el mérito de la caridad no debe salir jamás de este ambiente de ver en todo mi imagen. Tan es verdad que en esto está la verdadera caridad, que mi misma caridad no sale jamás de este ambiente, tanto ama a la criatura porque es imagen mía, y si con el pecado deforma esta mi imagen, no siento más amarla, más bien la aborrezco; y conservo las plantas, los animales, porque sirven a mis imágenes, y la criatura debe adaptarse toda sí misma a ejemplo de su Creador”.

+ + + +

6-133
Septiembre 17, 1905

Cómo se puede participar de los dolores de la Reina Mamá.

(1) Habiendo sufrido mucho por la privación de mi dulcísimo Jesús, esta mañana, día de los dolores de María Santísima, después de haberme en algún modo fatigado, ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué quieres que tanto me anhelas?
(3) Y yo: “Señor, lo que tienes para Ti, es lo que anhelo para mí”.
(4) Y Él: “Hija mía, para Mí tengo espinas, clavos y cruz”.
(5) Y yo: “Pues bien, eso quiero para mí”. Y me ha dado su corona de espinas y me participaba los dolores de la cruz, y después ha agregado:
(6) “Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron de los dolores de mi Madre. Quien anticipadamente se pone en las manos de la providencia, ofreciéndose a sufrir cualquier tipo de penas, miserias, enfermedades, calumnias y todo lo que el Señor disponga sobre ella, viene a participar del primer dolor de la profecía de Simeón. Quien actualmente se encuentra en los sufrimientos y está resignado y está más estrechado Conmigo, no me ofende, y como si me salvara de las manos de Herodes, y sano y salvo me custodia en el Egipto de su corazón, participa del segundo dolor. Quien se encuentra abatido de ánimo, árido y privado de mi presencia, y está firme y fiel a sus acostumbrados ejercicios, es más, busca la ocasión de amarme y buscarme más, sin cansarse, viene a participar de los méritos y bienes que adquirió mi Madre en mi extravío. Quien en cualquier ocasión que se encuentre, especialmente de verme ofendido gravemente, despreciado, pisoteado, y busca repararme, compadecerme y rogar por aquellos mismos que me ofenden, es como si encontrara en aquella alma a mi misma Madre, que si hubiera podido me hubiera liberado de mis enemigos, y participa en el cuarto dolor. Quien crucifica sus sentidos por amor de mi crucifixión, y trata de copiar en sí las virtudes de mi crucifixión, participa del quinto. Quien está en continua actitud de adorar, de besar mis llagas, de reparaciones, de agradecimientos y más, a nombre de todo el género humano, es como si me tuviera en sus brazos, como me tuvo mi Madre cuando fui depuesto de la cruz, y participa del sexto dolor. Quien se mantiene en mi gracia y me corresponde, y no da a ningún otro albergue en el propio corazón sino a Mí sólo, es como si me sepultara en el centro del corazón, y participa en el séptimo”.

+ + + +

6-134
Octubre 10, 1905

La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida con Jesús, es si está unida con todos los prójimos.

(1) Estando muy afligida por las fatigas que el bendito Jesús me hace sufrir al esperarlo, esta mañana al momento de hacerse ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, me desagrada tu pesadumbre y el verte como inmersa en amarga aflicción por mi privación. Siento tanta pena de tu aflicción, especialmente porque es por causa mía, que la siento como si fuera mía, y es tan grande, que si se unieran todas las aflicciones de los otros, no me daría tanta pena como la tuya sola, porque es sólo por causa mía. Por eso, muéstrame tu rostro alegre y hazme ver que estás contenta”.
(3) Después se ha estrechado fuertemente a mí y ha agregado:
(4) “La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida Conmigo, es si está unida con todos los prójimos. Así como ninguna nota discordante y entremezclada debe existir con aquellos que están visibles en la tierra, así ninguna nota discordante de desunión puede existir con el invisible Dios”.

+ + + +

6-135
Octubre 12, 1905

El conocimiento de sí misma, vacía al alma de sí misma y la llena de Dios.

(1) Continuando mi acostumbrado estado, cuando ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el conocimiento de sí misma vacía al alma de sí misma y la llena de Dios; y no sólo esto, en el alma hay muchos armarios, y todo lo que en el mundo se ve, de acuerdo al concepto que se forma de ello, así, quién más, quién menos, toman su lugar en estos armarios. Ahora, el alma que se conoce a sí misma y está llena de Dios, conociendo que ella es nada, más bien se sabe un vaso frágil, putrefacto, fétido, se cuida bien de hacer entrar en su interior otras podredumbres fétidas, como son las cosas que se ven en el mundo. Sería un loco aquél que teniendo una llaga putrefacta va juntando más podredumbre para ponerla sobre su llaga; conocerse a sí misma lleva consigo el conocimiento de las cosas del mundo, por eso, como todo es vanidad, fugacidad, bienes sólo disfrazados, engaños, inconstancia de criatura, entonces conociendo cuáles son las cosas en sí mismas, se cuida bien de hacerlas entrar en sí misma, y todos aquellos armarios quedan llenos de las virtudes de Dios”.

+ + + +

6-136
Octubre 16, 1905

Cuanto más el alma se acerca al amor de Dios, más perderá las virtudes.

(1) Habiendo leído un libro que trataba de las virtudes, mirándome a mí misma estaba pensativa porque no veía en mí ninguna virtud; si no fuera sólo porque quiero amarlo, lo

quiero, lo amo, y quiero ser amada por Jesús bendito, nada, nada existiría en mí de Dios. Ahora, encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuanto más el alma llega al término, para acercarse a la fuente de todo bien, cual es el verdadero y perfecto amor de Dios, donde todo quedará sumergido y sólo el amor existirá para ser el motor de todo, así el alma perderá todas las virtudes que ha practicado en el viaje, para encerrar todo en el amor y reposarse de todo para sólo amar;
¿no pierden todo los bienaventurados por sólo amar? Así el alma, mientras más camina, menos siente el diverso trabajo de las virtudes, porque el amor invistiéndolas todas, las convierte todas en sí, teniéndolas en sí mismo en reposo, como tantas nobles princesas, trabajando él sólo y dándoles vida a todas, y mientras el alma no las advierte, en el amor las encuentra todas, pero más bellas, más puras, más perfectas, más ennoblecidas, y si el alma las advierte es señal de que están divididas del amor. Como por ejemplo, uno recibe una orden, y el alma ejercita la obediencia por obedecer al que da la orden para adquirir la virtud, para sacrificar la voluntad propia, y tantas otras razones que puede haber; ahora, haciendo así se advierte que se ejercita la obediencia, se siente la fatiga, el sacrificio que lleva consigo esta virtud. Otra obedece, no por obedecer al que da la orden, ni por otras razones, pero sabiendo que Dios se disgustaría por su desobediencia, ve a Dios en aquél que ordena, y por amor suyo sacrifica todo y obedece. El alma no advierte que obedece, sino sólo que ama, porque sólo por amor ha obedecido, de otra manera habría desobedecido lo mismo, y así de todo lo demás. Por eso, ánimo en el camino, que por cuanto más se camina, tanto más rápido saborearás la bienaventuranza eterna del único y verdadero amor, aun desde aquí”.

+ + + +

6-137
Octubre 18, 1905

El todo está en acrecentar el amor, y estarse cercano a Jesús.

(1) Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, ha venido Jesús de improviso y me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué tontería, hasta en las cosas santas piensan en cómo contentarse a sí mismos, si en las cosas santas me hacen a un lado, ¿dónde encontraré Yo un lugar en las acciones de mis criaturas? ¡Qué engaño! Mientras que el todo está en que las acciones sean precedidas por el amor, en llevarlas a cabo, reunir cuantas más cosas pueda para acrecentar el amor, y estarse tan cercano a Mí para beber de la fuente de mi amor, para sumergirse todo en mi amor. Sin embargo, ¡qué error! Hacen todo de manera diversa”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

6-138
Octubre 20, 1905

La Justicia Divina convierte el fuego del pecado en fuego de castigo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el bendito Jesús, casi en acto de mandar castigos, me ha dicho:
(2) “Hija mía, el pecado es fuego, mi justicia es fuego. Ahora, debiendo mi justicia mantenerse siempre igual, siempre justa en su obrar, y no recibir en sí ningún fuego profano, cuando el fuego del pecado quiere unirse al suyo, lo derrama sobre la tierra, convirtiéndolo en fuego de castigo”.

+ + + +

6-139
Octubre 24, 1905

Las miserias de la naturaleza humana, sirven para reordenar en ella el orden de todas las virtudes.

(1) Considerando mi miseria, la debilidad de la naturaleza humana, me sentía ser un objeto abominable a mí misma, e imaginaba cómo soy más abominable ante Dios, y decía entre mí: “Señor, cómo se ha hecho fea la naturaleza humana”. Y viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, nada ha salido de mis manos que no sea bueno, más bien he creado la naturaleza humana bella, pero de apariencia engañosa, y si el alma la ve despreciable, purulenta, débil, abominable, esto sirve a la naturaleza humana como sirve el estiércol a la tierra, que quien no entiende del todo diría: Loco aquél que ensucia el terreno con esta suciedad, mientras que quien entiende sabe que esa suciedad; sirve para fecundar la tierra, para hacer crecer las plantas y hacer más bellos y sabrosos los frutos. Así que he creado la naturaleza humana con estas miserias para reordenar en ella el orden de todas las virtudes, de otra manera quedaría sin el ejercicio de las verdaderas virtudes”.
(3) Entonces veía en mi mente la naturaleza humana como si estuviera toda llena de hoyos, y en estos hoyos estaba el pus, el fango, y de dentro salían ramas cargadas de flores y frutos. Por eso comprendía que el todo está en el uso que hagamos de ella, incluso de las mismas miserias.

+ + + +

6-140
Noviembre 2, 1905

El alma debe uniformarse a la Divina Voluntad, y el alma que se comporta de este modo, Jesús la hace vivir de Él y en Él.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba muy afligida por la privación de mi adorable Jesús, y estaba diciendo: “¡Ah Señor! Yo no quiero otra cosa que a Ti, no encuentro otro contento mas que en Ti sólo, ¿y Tú me has dejado tan cruelmente?” Mientras esto decía, ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “¡Ah! Así es, Yo solo soy tu contento, y Yo encuentro todo mi contento en ti, así que si no tuviera a otro, tú sola me volverías feliz. Hija mía, un poco de paciencia hasta que comiencen las guerras, que después nos pondremos en orden como antes”.
(3) Y yo sin saber qué cosa decía, yo misma, he dicho: “Señor, hazlas comenzar”. Pero rápidamente he agregado: “Señor, me he equivocado”.
(4) Y Él: “Tu voluntad debe ser la mía, nada debes querer, aunque sea cosa santa, que no sea uniforme a mi Voluntad. En el giro de mi Voluntad quiero que tú gires siempre, sin salir un instante, para poderte volver dueña de Mí mismo; Yo quiero la guerra, también tú. Y con el alma que se comporta de este modo, Yo hago de mi Ser un circulo en torno a ella, de modo de hacerla vivir de Mí y en Mí”.
(5) Y ha desaparecido.

+ + + +

6-141
Noviembre 6, 1905

Jesús en sus penas, su finalidad era principalmente complacer en todo y por todos al Padre,
y después la redención de las almas.

(1) Pensando en la Pasión de Nuestro Señor, decía entre mí misma: Cuánto quisiera entrar en el interior de Jesucristo para poder ver todo lo que Él hacía, y para ver lo que más agradaba a su corazón, para poderlo hacer también yo y mitigar sus penas ofreciéndole lo que a Él más le agradaba”. Mientras esto decía, el bendito Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi interior estaba ocupado en las penas, principalmente a complacer en todo y por todos a mi amado Padre, y después en la redención de las almas; y la cosa que más agradaba a mi corazón era el ver la complacencia que me mostraba el Padre al verme sufrir tanto por amor suyo, así que todo lo reunía en Sí, ni siquiera un respiro, un suspiro se dispersó, sino que todo lo recogió para poderse complacer y mostrarme su complacencia. Y Yo estaba tan satisfecho de esto, que si no tuviera otra cosa, la sola complacencia de mi Padre me bastaba para sentirme satisfecho por lo que sufría; mientras que por parte de las criaturas, mucho, mucho de mi Pasión quedó dispersó. Y tanta era la complacencia del Padre, que a torrentes derramaba en mi Humanidad los tesoros de la Divinidad. Por eso acompaña mi Pasión de esta manera, que me darás mucho gusto”.

+ + + +

6-142
Noviembre 8, 1905

El alma que se resigna a la Divina Voluntad, llega a hacer de Dios su alimento cotidiano.

(1) Habiendo esperado mucho, en cuanto Jesús ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, al alma que se resigna a mi Voluntad, le sucede como a aquél que acercándose a ver un bello alimento siente el deseo de comerlo, y excitándose el deseo pasa a disfrutar aquel alimento y convertirlo en su carne y en su sangre. Si no hubiera visto el bello alimento no podía venir el deseo, ni podía sentir el gusto, y continuaría permaneciendo en ayunas. Así es la resignación al alma, mientras se resigna, en la misma resignación descubre una luz divina, y esta luz despeja la niebla que impide ver a Dios, y viéndolo, desea gustar de Dios, y mientras lo gusta siente como si lo comiera, de modo que lo siente todo transformado en sí al mismo Dios. Así que de esto se entiende que el primer paso es el resignarse, el segundo es el deseo de hacer en todo la Voluntad de Dios, el tercero hacer de Él su alimento exquisito cotidianamente, el cuarto es consumar la Voluntad de Dios en la suya. Pero si no hace el primer paso quedará en ayunas de Dios”.

+ + + +

6-143
Diciembre 12, 1905

La palabra de Dios es palabra fecunda que germina virtudes.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando la criatura obra el bien, parte de ella una luz que va al Creador, y esta luz da gloria al Creador de la luz, y embellece con una belleza divina al alma”.

(3) Después veía al confesor que tomaba el libro escrito por mí para leerlo, y junto estaba Nuestro Señor que decía:
(4) “Mi palabra es lluvia, y así como la lluvia fecunda la tierra, así la señal para saber si lo que está escrito en este libro es lluvia de mi palabra, es ver si es palabra fecunda que germina virtudes”.

+ + + +

6-144
Diciembre 15, 1905

Jesús quiso ser crucificado y levantado en la cruz, para hacer que las almas, según lo quieran, lo encuentren.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en la Pasión de Jesús bendito, y haciéndose ver crucificado me participaba un poco de sus dolores diciéndome:
(2) “Hija mía, quise ser crucificado y levantado en la cruz para hacer que las almas, según me quieran me encuentren. Así que uno me quiere como maestro porque siente la necesidad de ser enseñado, y Yo me abajo a enseñarle tanto las cosas pequeñas como las más altas y sublimes para hacerlo el más docto. Otro gime en el abandono, en el olvido, quisiera encontrar un padre, viene a los pies de mi cruz, y Yo me hago padre dándole habitación en mis llagas, por bebida mi sangre, por alimento mis carnes, y por herencia mi mismo reino. Aquél otro está enfermo y me encuentra médico, que no sólo lo curo, sino que le doy los remedios seguros para no caer más en las enfermedades. Este otro está oprimido por calumnias, por desprecios, y a los pies de mi cruz encuentra a su defensor, hasta cambiarle las calumnias, los desprecios, en honores divinos; y así de todo lo demás, así que quien me quiere juez me encuentra juez, quién amigo, quién esposo, quién abogado, quién sacerdote, así me encuentran. Por eso quise ser clavado de manos y pies, para no oponerme a nada de lo que quieren, para hacerme como quieren; pero, ¡ay! de quien viendo que Yo no puedo moverme, ni siquiera un dedo, se atreven a ofenderme”.
(3) Mientras esto decía he dicho: “Señor, ¿quiénes son los que más te ofenden?” Y Él ha agregado:
(4) “Aquellos que más me hacen sufrir son los religiosos, los cuales viviendo en mi Humanidad me atormentan y laceran mis carnes en mi misma Humanidad; mientras que quien vive fuera de mi Humanidad, me lacera de lejos”.

+ + + +

6-145
Enero 6, 1906

La oración es música al oído de Jesús, especialmente si es de un alma uniformada a su Voluntad.

(1) Continuando mi acostumbrado estado, en cuanto ha venido mi bendito Jesús y en el acto en que estaba orando, estrechándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, la oración es música a mi oído, especialmente cuando un alma está toda uniformada a mi Voluntad, de modo que no se advierte en todo su interior mas que una continua actitud de vida de Voluntad Divina. Esta alma es como si saliera otro Dios y me hiciera esta música, ¡oh! cómo es agradable encontrar quien me pague con la misma moneda y pueda darme los honore divinos. Sólo quien vive en mi Querer puede llegar a tanto, porque todas las demás almas, aunque hicieran y oraran mucho, serán siempre cosas y oraciones humanas las que harán, no divinas, por eso no tendrán aquella potencia y aquel atractivo a mi oído”.


+ + + +

6-146
Enero 14, 1906

Jesús forma su imagen en la luz que sale del alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo no estoy contento cuando salen del alma reflejos de luz, quiero que sea luz el pensamiento, luz la palabra, luz el deseo, luz las obras, luz los pasos, y estas luces unidas forman un sol, y en este sol viene formada toda mi imagen, y esto sucede cuando hace todo, todo por Mí, se vuelve toda luz, y así como quien quiere entrar dentro de la luz solar no encuentra obstáculo para poder entrar, así Yo no encuentro obstáculo en este sol que la criatura ha formado de todo su ser; en cambio, en quien no es toda luz encuentro muchos impedimentos para formar mi imagen”.

+ + + +

6-147
Enero 16, 1906

Quien vive en el ambiente de la Voluntad Divina está en el puerto de todas las riquezas.

(1) Continuando mi acostumbrado estado, por poco tiempo ha venido mi bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “A la verdad nadie puede resistir, ni el hombre puede decir que no es verdad; por cuan malo y estúpido no puede decir uno que el blanco es negro, y que el negro es blanco, que la luz es tinieblas, y que las tinieblas son luz; sólo que quien la ama la abraza y la pone en acción, y quien no la ama queda turbado y atormentado”.
(3) Y como relámpago ha desaparecido, y poco después ha regresado y ha agregado:
(4) “Hija mía, quien vive en el ambiente de mi Voluntad está en el puerto de todas las riquezas, y quien vive fuera de este ambiente de mi Voluntad, está en el puerto de todas las miserias, por eso se dice en el Evangelio que a quien tiene le será dado, y a quien no tiene le será quitado aquel poco que tiene, porque quien vive en mi Voluntad, estando en el puerto de todas las riquezas, no es maravilla que se irá enriqueciendo siempre más con todos los bienes, porque vive en Mí como en su propia casa, y Yo, teniéndolo en Mí, ¿seré acaso avaro? ¿No iré dándole día con día, ahora un favor, ahora otro, y jamás cesaré de darle hasta en tanto que no le haya participado todos mis bienes? Sí, ciertamente, en cambio quien vive en el puerto de las miserias, fuera de mi Voluntad, ya por sí misma la propia voluntad es la más grande de las miserias y la destructora de todo bien, ¿qué maravilla entonces que si tiene un poco de bien, no teniendo contacto con mi Voluntad y viéndolo inútil en aquella alma le sea quitado?”

Deo Gratias.


Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.

7-1
Enero 30, 1906

La constancia ordena todo.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es necesario que el alma sea constante en hacer el bien que ha comenzado, porque si bien tiene principio, pero no tendrá fin, y no teniendo fin es necesario que se uniforme a los modos del Eterno Dios. Dios es justo, es santo, es misericordioso, es Aquél que contiene todo, ¿pero tal vez por un solo día? No, siempre, siempre, así el alma no debe ser un día paciente, humilde, obediente, y otro día impaciente, soberbia, caprichosa. Estas son virtudes rotas, es un mezclar negro y blanco, luz y tinieblas, todo es desorden, todo es confusión, modos todos diferentes a los de su Creador. En tales almas hay guerra continua, porque las pasiones le hacen guerra, porque viéndose nutridas frecuentemente esperan que la victoria sea de ellas; guerra por parte de los demonios, de las criaturas y aun por parte de las mismas virtudes, las que viéndose desilusionadas le hacen guerra encarnizada y terminan con nausearla, y si se salvan estas almas, ¡oh! cuánto tendrá que trabajar el fuego del purgatorio. En cambio para el alma constante todo es paz, ya la sola constancia hace que todo esté en su puesto, las pasiones se sienten morir, y ¿quién es aquél que estando cercano a morir piensa en hacer guerra a alguien? La constancia es espada que pone todo en fuga, es cadena que ata todas las virtudes, de modo que se siente acariciada continuamente por ellas, y el fuego del purgatorio no trabajará nada porque la constancia ha ordenado todo y la ha hecho similar a los modos del Creador”.

+ + + +

7-2
Febrero 9, 1906

La unión de nuestras acciones con las de Jesús, es garantía de salvación.

(1) Continuando mi habitual estado, he visto la sombra del bendito Jesús, todo afligido y casi en acto de mandar castigos. Yo al verlo he dicho: “En el modo como está, ¿quién podrá salvarse, no sólo de los castigos, sino también la misma salvación?” Y Él, cambiando aspecto ha dicho:
(2) “Hija mía, la unión de las obras humanas con las mías, es garantía para salvarse, porque si dos personas trabajan en un mismo terreno, el trabajar en aquel terreno es garantía de que ambas deberán cosechar; así quien une sus obras con las mías, es como si trabajara en mi terreno, por lo tanto, ¿no deberá cosechar en mi reino? ¿Tal vez deberá trabajar junto Conmigo en mi terreno, y deberá cosechar en un reino extraño a Mí?
¡Ciertamente que no!”

+ + + +

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.


7-3
Febrero 12, 1906

Las virtudes nos hacen llegar a cierta altura.
En la Divina Voluntad no hay confines.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda oprimida por la privación de mi bendito Jesús, entonces, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las virtudes en las criaturas fabrican un muro de determinada altura, pero el muro del alma que vive en la Voluntad de Dios es un muro tan alto y profundo, que no se encuentra ni la profundidad, ni la altura, y es todo de oro puro y macizo, no sujeto a ningún infortunio, porque estando este muro en el Divino Querer, esto es, en Dios, Dios mismo lo custodia, y contra Dios no hay potencia que valga, y el alma mientras vive en este Querer Divino, es revestida por una luz toda semejante a la de Aquél en el cual vive, tanto, que aun en el Cielo resplandecerá más que todos los demás y será para los mismos santos ocasión de mayor gloria. ¡Ah! Hija mía, piensa un poco que ambiente de paz, de bienes contiene la sola palabra: “Voluntad de Dios”, el alma, con el solo pensamiento de querer vivir en este ambiente, ya se siente cambiada, siente un aire divino que la inviste, se siente perder su ser humano, se siente divinizada; de impaciente se hace paciente; de soberbia, humilde, dócil, caritativa, obediente; en suma, de pobre se hace rica; todas las otras virtudes surgen para hacerle corona a este muro tan alto que no tiene confines; porque como Dios no tiene confines, el alma queda perdida en Dios y pierde sus propios confines y adquiere los confines de la Voluntad de Dios”.

+ + + +

7-4
Febrero 23, 1906

Cómo Jesús quedó clavado en la cruz en la Voluntad del Padre.

(1) Esta mañana estaba pensando en Nuestro Señor, en el momento en que lo clavaban en la cruz y lo estaba compadeciendo, y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, no fueron sólo las manos y los pies los que fueron clavados en la cruz, sino todas las partículas de mi Humanidad, del alma y de la Divinidad quedaron clavadas todas en la Voluntad del Padre, porque la crucifixión fue Voluntad del Padre, por eso quedé todo, en su Voluntad, clavado y transmutado, esto era necesario porque ¿qué cosa es el pecado sino un retirarse de la Voluntad de Dios, de todo lo que es bueno y santo que Dios nos ha dado, creerse por sí mismo algo, y ofender al mismo Creador? Y Yo para reparar esta audacia y este ídolo propio que se hace la criatura de sí misma, quise perder del todo mi voluntad y vivir de la Voluntad del Padre, a costa de gran sacrificio”.

+ + + +

7-5
Febrero 28, 1906

El honor más grande que la criatura puede dar a Dios es el depender en todo de su Voluntad Divina.
Modo como se comunica la Gracia.

(1) Esta mañana, el bendito Jesús en cuanto se ha hecho ver me ha dicho:

(2) “Hija mía, el honor más grande que la criatura puede dar a Dios como Creador, es el de depender en todo de su Voluntad Divina, y el Creador viendo que la criatura hace su deber de criatura hacia el Creador, le comunica su Gracia”.
(3) Y mientras esto decía, salía una luz de Jesús bendito y me hacía comprender el modo como comunica la Gracia. Y yo comprendía así: Que el alma, por ejemplo, siente en ella un aniquilamiento de sí misma, ve su nada, su miseria, inhabilitada para hacer ni siquiera una sombra de bien, ahora, mientras se siente en este estado, Dios comunica su Gracia, y la Gracia de la verdad, así que el alma descubre en todo la verdad sin engaño, sin tinieblas, y entonces lo que Dios es por naturaleza: Verdad Eterna, que no puede engañar, ni ser engañada, el alma lo llega a ser por Gracia, o sea, el alma siente un desapego de las cosas de la tierra, ve su fugacidad, su inestabilidad, ve como todo es falso, todo podredumbre, que merecen ser aborrecidas en vez de amadas. Dios mientras el alma se siente en este estado, comunica su Gracia, y la Gracia del verdadero amor y del amor eterno; comunica su belleza, de tal modo que hace enloquecer al alma amante, y el alma queda llena del amor y de la belleza de Dios, y entonces lo que Dios es por naturaleza: Amor y belleza eterna, el alma lo llega a ser por Gracia, y así de todas las otras virtudes divinas, porque si lo quisiera decir todo sería demasiado largo. Sólo agrego que la Gracia previene al alma, la excita, pero sólo se comunica y entra a tomar posesión cuando el alma mastica esas verdades y como alimento las traga, por eso no todos reciben los efectos dichos arriba, porque como relámpagos los dejan huir de la mente y no les hacen un lugar.

+ + + +

7-6
Marzo 4, 1906

Broma que hace Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba diciendo interiormente: “Señor, manifiéstame tu Voluntad, si debo o no estar en este estado. ¿Qué pierdes con decirme un sí o un no?” Mientras esto decía el bendito Jesús se ha hecho oír en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, digo que quiero que salgas de este estado de víctima, pero si lo haces, ¡ay de ti!”
(3) Y yo: “Si Tú mismo me dices que quisieras que salga, ¿no debo hacerlo?
(4) Y Él: “Debo decírtelo, empujarte, violentarte, y no debes hacerlo, porque una hija que está siempre con su padre debe conocer el temperamento del padre, el tiempo, la causa; debe ponderar bien todo, y si es necesario debe disuadir al propio padre de darle aquella orden”.
(5) Y yo: “No lo he hecho porque la obediencia no quiere”.
(6) Y Él sin darme tiempo: “Y si te lo permite, ¡pobre de aquél que lo haga!”
(7) Yo al oír esto he dicho: “Señor, parece que esta vez quieres tentarme y crearme tantas turbaciones; yo misma no sé ya qué debo hacer”.
(8) Y Él: “He querido jugar un poco contigo; ¿no juegan acaso alguna vez los esposos entre ellos, y Yo no puedo hacer otro tanto?”

+ + + +

7-7
Marzo 5, 1906

Jesús le pide que lo consuele. Ve suicidarse a un hombre.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, junto con el niño Jesús todo afligido. Yo al verlo tan afligido he dicho: “Querido mío, dime ¿qué cosa quieres? ¿Por qué sufres? Para poder aliviarte”. Entonces Él se ha puesto con el rostro en tierra y rezaba para que yo pudiera interpretar su Voluntad, pero yo no entendía nada; lo he levantado de la tierra, lo he besado muchas veces y he dicho: “Amado mío, no entiendo que cosa quieres, ¿quieres que sufra la crucifixión?”
(2) Y Él: “No”.
(3) Y ha tomado mi brazo en su mano y me desataba el puño de la camisa, y yo al ver esto he dicho: “¿Quieres que mi brazo esté descubierto? Siento mucha pena, pero por amor tuyo me someto”.
(4) Mientras estaba en esto, veía a un hombre que llevado por la desesperación y por la estima propia de sí mismo se suicidaba, y esto en nuestra ciudad. Entonces el niño me ha dicho:
(5) “No puedo contener tanta amargura, recibe tu parte”.
(6) Y ha derramado en mi boca un poco de su amargura. Yo he corrido hacia aquel hombre para ayudarlo a arrepentirse del mal que había hecho, los demonios tomaban aquella alma y la arrojaban al fuego, la volteaban y la volteaban como si la estuvieran asando. Yo por dos veces la he liberado, y me he encontrado en mí misma rogando al Señor que usara su misericordia con aquella desventurada alma. El bendito Jesús ha regresado con la corona de espinas y tan encajada en la cabeza, que las espinas parecía que estaban hasta en la boca, y me ha dicho:
(7) “¡Ah! Hija mía, muchos no lo creen, que las espinas penetraron hasta dentro de la boca. Es tan feo el pecado de la soberbia, que es veneno para el alma y el cual la mata; así como quien tiene una cosa atravesada en la boca, y ésta le impide que tome algún alimento para darle vida al cuerpo; así la soberbia impide la Vida de Dios en el alma; por eso quise sufrir tanto por la soberbia humana; y con todo esto, la criatura llega a tanta soberbia, que ebria de soberbia pierde el conocimiento de sí misma y llega a matar su cuerpo y su alma”.
(8) Esto lo digo por obedecer: Que habiendo dicho al padre lo que está escrito arriba, me aseguró que esta mañana un hombre se había suicidado”.

+ + + +

7-8
Marzo 9, 1906

Ve las almas purgantes ir en auxilio de los pueblos.

(1) Continuando mi habitual estado, he visto al bendito Jesús y a muchas almas purgantes que Jesucristo mandaba en ayuda de los pueblos, en los cuales parecía que debían suceder muchas desgracias de enfermedades contagiosas, en algún lugar terremotos; además, quien se suicidaba, quien se arrojaba en los pozos, en los mares, y quien mataba a otros, parecía que el hombre estaba cansado de sí mismo, porque sin Dios no siente la fuerza de continuar la vida. ¡Oh Dios, cuántos castigos y cuántos miles de personas serán victimas de estos flagelos!

+ + + +

7-9
Marzo 13, 1906

Si el alma no puede estar sin Jesús, es señal que ella es necesaria a su amor.

(1) Esta mañana, el bendito Jesús no venía, y yo decía entre mí: “Señor, ¿no ves como siento que me falta la vida? Siento tanta necesidad de Ti, que si Tú no vienes siento que se destruye mi ser, no me niegues lo que me es absolutamente necesario; no te pido besos, caricias, favores, sino sólo lo que me es de necesidad”. Mientras esto decía me he encontrado toda absorbida en Él, de tal manera perdido todo mi ser, que no podía hacer ni ver otra cosa que lo que hacía y veía Él mismo. Me sentía dichosa, feliz, todas mis potencias adormecidas, como uno que va al fondo del mar, donde todo es agua, y si hace por mirar, mira el agua; si habla, el agua le impide la palabra y le entra hasta las vísceras; si quiere oír, sólo el murmullo de las aguas le entra por las orejas, con esta diferencia, que en el mar hay peligro de perder la vida, y no se siente ni dichosa ni feliz, en cambio en Dios se readquiere la Vida Divina, la felicidad y bienaventuranza. Entonces el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú no puedes estar sin Mí, y tanto te soy necesario, es señal de que tú eres necesaria a mi amor, porque según uno se vuelve necesario a otro, es señal que aquél es necesario al otro; por eso, si bien alguna vez parece que no debo venir y tú te fatigas, y veo la necesidad que tienes de Mí, y según crece en ti la necesidad, crece también en Mí, y digo entre Mí: Voy a ella a tomar este alivio a mi Amor, y es por eso que después de que te has fatigado, Yo vengo”.

+ + + +

7-10
Abril 17, 1906

Dios armará los elementos en contra del hombre.

(1) Esta mañana me la he pasado mal, me encontraba fuera de mí misma y no veía otra cosa que fuego, parecía que se abría la tierra y amenazaba con tragarse ciudades, montes y hombres, era como si el Señor quisiera destruir la tierra, pero en modo especial en tres diferentes puntos, uno distante del otro, y alguno de estos en Italia; parecían tres bocas volcánicas, que alguna hacía salir fuego e inundaba las ciudades, y donde se abría la tierra y sucedían horribles sacudidas de terremotos; yo no entendía bien si estaba sucediendo ahora o deberá suceder en el futuro. Cuánta ruina, y la causa de todo esto es únicamente el pecado, y el hombre no quiere rendirse, parece que se ha puesto contra Dios, y Dios armará los elementos en contra del hombre, el agua, el fuego, el viento y tantas otras cosas, y estos harán morir a muchísimos . ¡Qué espanto, qué horror! Me sentía morir al ver todas estas escenas dolorosas, hubiera querido sufrir cualquier cosa para aplacar al Señor. Entonces Él se ha hecho ver, pero, ¿quién puede decir cómo? Le he dicho alguna cosa para aplacarlo, pero no me prestaba atención y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, no encuentro ya donde reposar en mi creación. Hazme reposar en ti y tú repósate en Mí y calla”.

+ + + +

7-11
Abril 25, 1906

Sufre junto con Jesús. Él le da todos sus sufrimientos y todo Sí mismo en don.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me parecía ver a mi bendito Jesús todo afligido dentro de mí, en el momento de sufrir la crucifixión, y parecía que yo sufría un poco junto con Él, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo es tuyo: Mis sufrimientos, y todo Yo mismo, te hago don de todo”.

(3) Después ha agregado: “Hija mía, ¡cuánto me hacen las criaturas, que sed tienen de pecados, que sed de sangre!; no quisiera Yo hacer otra cosa que abrir las entrañas de la tierra e incendiarlos a todos”.
(4) Y yo: “Señor, ¿qué dices? Me dijiste que eres todo mío, y uno que se da a otro no es ya dueño de sí mismo; yo no quiero que hagas esto, y Tú no debes hacerlo. Si quieres satisfacción de mí, hazme sufrir lo que quieras, estoy dispuesta a todo”.
(5) Entonces me lo sentía dentro de mí como si lo tuviera atado, y Él me repetía varias veces:
(6) “¡Déjame hacer porque no puedo más, déjame hacer porque no puedo más!”
(7) Y yo repetía: “No quiero Señor, no quiero”. Pero mientras esto decía, sentía que se me rompía el corazón de ternura al ver su bondad tan condescendiente hacia un alma pecadora cual soy yo. Comprendía tantas cosas de la bondad divina, pero no sé decirlas bien.

+ + + +

7-12
Abril 26, 1906

Jesús no le deja ver los castigos para no afligirla.

(1) Continuando mi pobre estado, sentía que había algunas personas alrededor de mi cama que querían que yo viera los castigos que estaban sucediendo en el mundo, esto es: Terremotos, guerras y otras cosas más que yo no entendía bien, para que implorara ante el Señor; me parecía que eran santos, pero no sé decirlo con certeza. Mientras estaba en esto ha salido de mi interior el bendito Jesús, y les ha dicho:
(2) “No me la molesten, no la aflijan con querer hacerle ver escenas dolorosas, más bien hagan que esté tranquila, y déjenla en paz Conmigo”.
(3) Ellas se han ido y yo he quedado pensando: ¿Quién sabe qué está sucediendo, y ni siquiera quiere que lo vea? Después me he encontrado fuera de mí misma y veía a un sacerdote que hablaba de los terremotos que habían sucedido en los días pasados y decía: “El Señor está muy indignado, creo que no han terminado aún los castigos”.
(4) Y yo: “¿Quién sabe si seremos perdonados nosotros?” Y él, avivándose, parecía que el corazón le latía tan fuerte que yo lo oía, y esos latidos repercutían en mi corazón; yo no comprendía quién era, sentía comunicárseme un no sé qué, y aquél ha dicho:
(5) “¿Cómo pueden suceder cosas graves de ruina, de morir gente, donde hay un corazón que ama por todos? A lo más se podrá sentir alguna sacudida, pero sin daño notable”.
(6) Yo, al oír “un corazón que ama por todos”, me he sentido como enfadada, y yo misma no sé decir cómo es que he dicho: “¿Qué dices, un corazón que ama por todos? No sólo que ama por todos, sino que repara por todos, que sufre, que agradece, que alaba, que adora, que respeta la santa ley por todos; porque yo no considero verdadero amor hacia la persona amada si no le da todo el amor y toda la satisfacción que le deberían dar todos los demás, de modo que en esa persona pueda encontrar todo el bien y el contento que debería encontrar en todos”.
(7) Él, al escucharme, más se encendía, se acercaba queriéndome estrechar; yo temía, sentía vergüenza por haber hablado así; mi corazón golpeado por sus latidos me latía fuerte. Entonces parecía que Él se transformaba como si fuera Nuestro Señor, pero no sé decirlo con certeza. Y sin poderme oponer me ha estrechado a Sí diciéndome:
(8) “Todas las mañanas vendré a ti y desayunaremos juntos”.
(9) Mientras estaba en esto me he encontrado en mí misma.

+ + + +


7-13
Abril 29, 1906

El alma vacía de todo es como el agua que corre siempre.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús, llenando todo mi interior de Sí mismo me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma vacía es como el agua que corre siempre, y sólo se detiene cuando llega al centro de donde ha salido; y así como el agua que no tiene color puede recibir en sí todos los colores que en ella se reflejen, así el alma vacía, corre siempre hacia el centro divino de donde salió, y sólo se detiene cuando llega a llenarse toda, toda de Dios, porque estando vacía nada se le escapa del Ser Divino, y como no tiene color propio recibe en sí todos los colores divinos. Ahora, sólo el alma vacía, porque está vacía de todo, comprende las cosas según la verdad, por ejemplo: La preciosidad del sufrir, el verdadero bien de la virtud, la sola necesidad de lo eterno, porque para amar una cosa es de absoluta necesidad que se odie la cosa contraria a la que se ama, y sólo el alma vacía es la que llega a tanta felicidad”.

+ + + +

7-14
Mayo 4, 1906

Temores y lágrimas del alma. Jesús le pide que sea más precisa en el escribir.

(1) Estaba muy afligida por no haber visto claramente a mi adorable Jesús, con el agregado de que el pensamiento me decía que Jesús, Aquél que es mi vida, ya no me amaba. ¡Oh Dios, qué penas mortales sentía mi pobre corazón, no sabía qué hacer para liberarme de esto! He derramado lágrimas amargas, y para liberarme he dicho: “No me quiere más, pero a despecho de que Él no me quiere más, lo querré más que antes”. He escrito esto para obedecer.
(2) Después de mucho esperar ha venido y ponía mis lágrimas sobre su rostro; yo no entendía bien el por qué, pero me parecía que como aquel pensamiento me había excitado y casi empujado a amarlo de más, Él complaciéndose por eso me ha dicho:
(3) “¿Cómo, no te amo? Te amo tanto, que aun de tus lágrimas llevo cuenta, y las llevo sobre mi rostro para mi contento”.
(4) Después ha agregado: “Hija mía, quiero que seas más precisa, más exacta, que manifiestes todo al escribir, porque muchas cosas las omites, si bien tú las tomas sin escribir, pero muchas servirán para los demás”.
(5) Yo al oír esto he quedado confundida, porque ciertamente lo hago, pero es tanta la repugnancia de escribir, que sólo los milagros que sabe hacer la obediencia pueden vencerme, porque de mi voluntad no sería buena para escribir ni siquiera una coma.
(6) Sea todo para gloria de Dios y para mi confusión.

+ + + +

7-15
Mayo 6, 1906

Dios es alimento y vida del alma.

(1) Continuando mi habitual estado, ha venido el bendito Jesús con un pan en la mano, como si me quisiera fortalecer, porque por sus continuas privaciones me siento tan mal, que parece que sólo un hilo de vida me mantenga viva, y que bajo este hilo quedaría incinerada y consumida. Después de haberme fortificado con aquel pan me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como el pan material es alimento y vida del cuerpo, y no hay partícula del cuerpo que no reciba vida de este pan, así Dios es alimento y vida del alma, y no debe haber partícula que no tome vida y alimento de Dios, esto es, animar a todo sí mismo en Dios, como nutrir sus deseos en Dios, los afectos, las inclinaciones, el amor, hacerlos tomar vida y alimento en Dios, de modo que ningún otro alimento debería gustar que Dios solo, pero, ¡oh, cuántos hacen que sus almas se alimenten de toda clase de porquerías!”
(3) Dicho esto ha desaparecido y me he encontrado dentro de una iglesia, y parecía que varias personas decían: “¡Maldito, maldito! Como si quisieran maldecir al Señor bendito, y también a las mismas criaturas. Yo no sé cómo comprendía todo el peso de aquellas maldiciones, como si significaran destrucción de Dios y de ellos mismos, y yo lloraba amargamente por estas maldiciones. Después veía en el altar a un sacerdote que celebraba, como si fuera Nuestro Señor, que yendo en medio de aquellos que habían dicho esas maldiciones, con voz solemne y con autoridad ha dicho: “¡Maledicti, maledicti! Esto lo ha dicho al menos por una veintena de veces o más, y mientras esto decía, parecía que caían muertas miles y miles de personas, quién por revolución, quién por terremotos, quién en el fuego y quién en el agua, y me parecía que estos castigos eran precursores de las cercanas guerras. Yo lloraba, y Él acercándose a mí me ha dicho:
(4) “Hija mía, no temas, a ti no te maldigo, más bien te digo: “¡Bendita mil y mil veces! Llora y reza por estos pueblos”.

+ + + +

7-16
Mayo 7, 1906

Jesús no quiere salir del interior de Luisa.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la comunión, veía al bendito Jesús en mi interior y le decía: “Amado mío, sal de ahí, ven fuera a fin de que te pueda estrechar, besar y hablarte”. Y Él haciéndome una señal con la mano me ha dicho:
(2) “Hija mía, no quiero salir, estoy bien en ti, porque si salgo de tu humanidad, siendo que la humanidad contiene ternura, compasión, debilidad, temor, sería como si saliera de dentro de mi Humanidad viviente, y ocupando tú el mismo oficio mío de víctima, debería hacerte sentir el peso de las penas de los demás, y por lo tanto perdonarlos en parte. Saldré, sí, pero no de dentro de ti, sino fuera de Dios, sin Humanidad y mi justicia hará su curso como conviene para castigar a las criaturas”.
(3) Y parecía que más se adentraba, y yo le repetía: “Señor, sal, perdona en parte a tus hijos, tus mismos miembros, tus imágenes”. Y Él haciendo señas con la mano repetía:
(4) “No salgo, no salgo”.
(5) Esto lo ha repetido más y más veces. Me ha comunicado tantas cosas de lo que contiene la humanidad, pero no sé decirlas, las tengo en la mente y no puedo explicarlas con palabras. No hubiera querido escribir esto, pero la obediencia lo ha querido. Fiat, siempre Fiat.

+ + + +


7-17
Mayo 15, 1906

El alma es como una esponja, que si se exprime a sí misma, se impregna de Dios.

(1) Continuando mi habitual estado, sentía una extrema aflicción por la privación del bendito Jesús, cansada y casi extenuada de fuerzas. Ahora, en cuanto se ha hecho ver en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, lo que el alma debe hacer es un continuo exprimirse a sí misma, porque el alma es como una esponja, se exprime a sí misma y se impregna de Dios, y embebiéndose de Dios siente la Vida de Dios en sí misma, y por eso siente el amor a la virtud, siente tendencias santas, se siente vacía de sí misma y transformada en Dios, y si no se exprime a sí misma queda impregnada de sí misma, y por lo tanto siente todos los efectos que contiene la corrupta naturaleza, todos los vicios asoman la cabeza: La soberbia, la envidia, la desobediencia, la impureza, etc, etc”.

+ + + +

7-18
Mayo 18, 1906

El alma sufre mientras Jesús reposa.

(1) Estaba sufriendo tanto en el alma y en el cuerpo, que yo misma no sé cómo es que vivo, entonces he visto en mi interior al bendito Jesús que reposaba y dormía tranquilamente; yo lo llamaba, lo jalaba, pero Él no me prestaba atención. Después de mucho esperar me ha dicho:
(2) “Amada mía, no quieras turbar mi reposo, ¿no me has dicho que tú quieres sufrir en lugar mío, y que quieres sufrir en tu humanidad todo lo que Yo debía sufrir en la mía si estuviera viviente, intentando reconfortar mis miembros sufrientes con tus sufrimientos, sufriendo tú para dejarme libre? Por eso mientras tú sufres Yo reposo”.
(3) Y mientras esto decía se ha dormido más profundamente, y ha desaparecido. Esto que me ha dicho son mis continuas intenciones en mis sufrimientos.

+ + + +

7-19
Junio 13, 1906

El alma, con tal de ser más amada por su sumo y único Bien, haría cualquier cosa.

(1) Me la paso siempre en continuas privaciones, a lo más se hace ver por instantes, o en mi interior descansando y durmiendo, sin decirme una palabra, y si hago por lamentarme se desinteresa diciéndome:
(2) “Injustamente te lamentas, ¿es a Mí al qué quieres? Y bien, me tienes en lo íntimo de tu interior, ¿qué más quieres? O bien, ¿si me tienes todo en ti por qué te afliges? O si es porque no te hablo, con sólo verme ya nos entendemos”. O bien se la saca con un beso, con un abrazo, con una caricia; y si ve que no me tranquilizo me reprende severamente diciéndome:
(3) “Sólo me desagrada tu desagrado, si no te tranquilizas te haré desagradar de verdad ocultándome del todo”.

(4) ¿Quién puede decir la amargura de mi alma? Me siento como tonta y no sé manifestar lo que siento, y además, en ciertos estados de ánimo es mejor callar y seguir adelante. Esta mañana, en cuanto lo he visto me he sentido transportar fuera de mí, y no sé decir bien si fuera el paraíso, estaban muchos santos, todos incendiados de amor, pero lo asombroso era que todos amaban, pero el amor de uno era distinto del amor del otro; yo, encontrándome con ellos trataba de distinguirme y superarlos a todos en el amor, queriendo ser la primera de todos en amarlo, no soportando mi corazón, demasiado orgulloso, que los demás me igualaran, porque me parecía ver que quien más ama está más cerca a Jesús, y es más amado por Él. ¡Oh! El alma llegaría a todos los excesos, no tomaría en cuenta ni vida ni muerte, ni piensa si le conviene o no, en suma, haría aun locuras para obtener este intento, de estar más cerca de Él y de ser amada un poquitito de más por su sumo y único Bien. Pero con mi sumo pesar, después de breve tiempo, una fuerza irresistible me ha conducido en mí misma.

+ + + +

7-20
Junio 15, 1906

Toda la Vida Divina recibe vida del amor.

(1) Después de haber esperado mucho, mi bendito Jesús ha venido como relámpago y me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la Vida Divina, se puede decir que recibe vida del amor: El amor la hace generar, el amor la hace producir, el amor la hace crear, el amor la hace conservar y da continua vida a todas sus operaciones, así que si no tuviera amor, no obraría y no tendría vida. Ahora, las criaturas no son otra cosa que chispas salidas del gran fuego de amor Dios, y su vida recibe vida y actitud de obrar de esta chispa, así que también la vida humana recibe vida del amor; pero no todos se sirven de ella para amar, para obrar lo bello, lo bueno, para todo su obrar, sino que transformando esta chispa la usan: Quién para amarse a sí mismo, quién a las criaturas, quién a las riquezas, y quién hasta a las bestias, todo esto con sumo desagrado de su Creador, que habiendo hecho salir estas chispas de su gran fuego, anhela recibirlas todas de nuevo en Sí, pero más engrandecidas, como otras tantas imágenes de su Vida Divina. Pocos son aquellos que corresponden a la imitación de su Creador. Por eso amada mía ámame y haz que también tu respiro sea un continuo acto de amor para Mí, para hacer que de esta chispita se pueda formar un pequeño incendio, y así dar desahogo al amor de tu Creador”.

+ + + +

7-21
Junio 20, 1906

Todo debe reducirse a un punto solo, esto es: Volverse todo una llama.

(1) Me sentía muy sufriente de alma y de cuerpo, y habiendo pasado la noche con fiebre me sentía quemar y consumir, y toda sin fuerzas me sentía morir, con el agregado de que Jesús no venía, verdaderamente no podía más. Ahora, después de mucho me he sentido salir fuera de mí misma, y veía a Nuestro Señor dentro de una luz grandísima, y a mí misma toda clavada, aun las más pequeñas partículas de mis miembros, así que no eran sólo las manos y pies como otras veces, sino que cada uno de mis huesos tenía su clavo metido dentro. ¡Oh! Cuántos acerbos dolores sentía yo, a cada pequeño movimiento me sentía desgarrar por aquellos clavos y desfallecía, y de vez en cuando me sentía morir,

pero resignada y abismada en el Divino Querer, el cual me parecía que fuera una llave que abría los tesoros divinos para tomar la fuerza para sostenerme en aquel estado de sufrimiento, hasta volverme contenta y feliz; sin embargo yo me quemaba y estos clavos parecía que producían fuego, y yo estaba sumergida en este fuego. El bendito Jesús me veía y parecía que se complacía por mi estado, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo debe reducirse a un solo punto, esto es: Llegar a ser todo una llama, y de esta llama cernida, prensada, golpeada, sale una luz purísima, no como luz de fuego sino de sol, toda semejante a la luz que me circunda, y el alma convertida en luz no puede estar lejana de la luz divina, más bien mi luz la absorbe en sí misma y la lleva al Cielo. Por eso ánimo, es la completa crucifixión de alma y cuerpo; ¿no ves que tu luz está ya por salir de la llama, y mi luz la espera para absorberla?”
(3) Mientras esto decía, yo me he mirado y veía dentro de mí una llama grande, y de ésta salía un pequeño rayito de luz que estaba por separarse y emprender el vuelo.
¿Quién puede decir mi contento? Ante el pensamiento de morir, el pensamiento de estar siempre con mi único y sumo Bien, con mi vida, con mi centro, me siento en el paraíso anticipadamente.

+ + + +

7-22
Junio 22, 1906

Vestido misterioso semejante al de Jesús.

(1) Continuando mi estado de sufrimientos, el bendito Jesús ha venido por poco tiempo y me hacía ver un vestido todo adornado, sin costura ni abertura, que estaba suspendido sobre mi persona. Mientras esto veía me ha dicho:
(2) “Amada mía, esta vestidura es semejante a la mía, que se te ha comunicado a ti por haberte participado las penas de mi Pasión, y por haberte elegido por víctima. Este vestido cubre, protege al mundo, y siendo sin costura ni abertura ninguno escapa de su protección, pero el mundo con sus abusos no merece más que este vestido lo cubra, y así hacerlos sentir todo el peso de la ira divina. Y Yo estoy a punto de traérmela para poder desahogar mi justicia desde hace mucho tiempo contenida por esta vestidura”.
(3) Mientras estaba en esto, parecía que la luz que había visto en días pasados estaba dentro de esta vestidura, y el Señor esperaba a la una y a la otra para absorberlas en Sí mismo.

+ + + +

7-23
Junio 23, 1906

La obediencia la hace seguir viviendo en el mundo como víctima.

(1) Continuando a sentirme mal había dicho al confesor lo que he escrito antes, callando algunas cosas que corresponden a lo mismo, parte por la debilidad extrema que sentía, no teniendo fuerzas para hablar, y parte por temor de que la obediencia me pudiese poner alguna trampa. ¡Oh! Dios Santo, qué temor, sólo Dios sabe como vivo, vivo muriendo continuamente, y mi único consuelo sería morir para reencontrar mi vida en Dios, pero la obediencia la quiere hacer de cruel verdugo, quiere tenerme muriendo continuamente y no a vivir para siempre en Dios. ¡Oh obediencia, cómo eres terrible y fuerte! Entonces el confesor me ha dicho que no lo permitía y que debía decir al Señor que la obediencia no quería. ¡Qué pena amarguísima! Después, encontrándome en mi habitual estado veía a

Nuestro Señor, y al confesor que le pedía que no me hiciera morir. Yo, temiendo que le hiciera caso, lloraba, y el Señor ha dicho:
(2) “Hija, tranquilízate, no me aflijas con tu llanto, Yo tengo toda la razón en traerte, porque quiero castigar al mundo, y sólo por ti y por tus sufrimientos me siento como atado. El confesor también tiene razón en quererte tener en la tierra, porque, pobre mundo, pobre Corato, en el estado en el cual se encuentra, ¿qué será de él si ninguno lo protege? Y también por él mismo, porque estando tú, algunas veces Yo me sirvo de él por medio tuyo, alguna vez directamente diciendo alguna cosa que le concierne, y alguna vez indirectamente para llamarlo, cuando para estimularlo, y cuando para disuadirlo de hacer alguna cosa que no me agrade; entonces llamándote a Mí, me serviré de los sufrimientos. Pero, ánimo, que como están las cosas Yo me siento más inclinado a contentarte a ti que al confesor, y Yo mismo sabré cambiar su voluntad”.
(3) Luego me he encontrado en mí misma, no pensaba escribir esto porque no me parecía necesario el decirlo, pues viendo al confesor junto con Nuestro Señor, me parecía que ya lo sabía todo.

+ + + +

7-24
Junio 24, 1906

Continúa suspirando el Cielo.

(1) Diciendo al confesor lo que he dicho arriba, se ha inquietado porque quería, absolutamente, que yo me opusiera al Señor, que la obediencia no quería; porque yo me sentía más mal, el pensamiento de tantas privaciones del bendito Jesús que me habían quemado tanto y vuelto a quemar a lo vivo, me hacía anhelar el Cielo. Mi pobre humanidad la sentía a lo vivo e iba refunfuñando contra la obediencia. Mi pobre alma me la sentía como bajo de una prensa y no sabía que decidir. Mientras estaba en esto ha venido Nuestro Señor con un arco de luz entre sus manos, y ha salido una guadaña también de luz y tocaba el arco que Jesús tenía entre sus manos, y el arco tocado ha quedado absorbido en Cristo, y ha desaparecido sin darme tiempo de decirle lo que la obediencia quería. Yo comprendía que el arco era mi alma y la guadaña la muerte.

+ + + +

7-25
Junio 26, 1906

Ve a Jesús niño, la besa y la compadece.

(1) Continuando lo mismo, ha venido el confesor y ha seguido dándome la misma obediencia, y habiendo venido el niño Jesús le he dicho mis amarguras sobre la obediencia, y Él me acariciaba, me compadecía y me daba muchos besos. Con estos besos me infundía un aliento de vida, y encontrándome en mí misma sentía como fortalecida mi humanidad. Sólo Dios puede entender estas mis penas, porque son penas que yo no sé decir. Al menos espero que el Señor quiera dar luz a quienes dan esta clase de obediencia. El Señor me perdone, el dolor me hace decir disparates.

+ + + +


7-26
Julio 2, 1906

Con sus sufrimientos forma un anillo a Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado y continuando mis sufrimientos un poco más, ha venido mi bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, verdaderamente ya te quiero traer, porque quiero estar libre para desempeñarme con el mundo”.
(3) Parece que quería tentarme, pero yo no le he dicho nada de llevarme, porque la obediencia quiere lo contrario, y también porque me duelo del mundo. Mientras esto pensaba, Jesús me ha mostrado su mano, en la que lucía un bellísimo anillo con una gema blanca, y de esta gema pendían muchas argollitas de oro entrelazadas, que formaban un bello adorno a la mano de Nuestro Señor, y Él lo iba mostrando, tanto le agradaba, y después ha agregado:
(4) “Este anillo me lo has hecho tú en estos días pasados por medio de tus sufrimientos, y Yo estoy preparando uno más bello para ti”.

+ + + +

7-27
Julio 3, 1906

La Voluntad de Dios es el paraíso del alma en la tierra, y el alma que hace la Voluntad de Dios, forma
el paraíso a Dios sobre la tierra.

(1) Habiendo recibido la comunión, me sentía toda unida y estrechada a mi divinísimo Jesús, y mientras me estrechaba, yo me reposaba en Él, y Él se reposaba en mí; y después me ha dicho:
(2) “Amada mía, el alma que vive en mi Voluntad reposa, porque la Voluntad Divina hace todo por ella, y Yo, mientras obra por ella, ahí encuentro el más bello reposo, así que la Voluntad de Dios es reposo del alma y reposo de Dios en el alma. Y el alma mientras reposa en mi Voluntad está siempre pegada a mi boca, y de ella absorbe en sí misma la Vida Divina, formando de Ella su alimento continuo. La Voluntad de Dios es el paraíso del alma en la tierra, y el alma que hace la Voluntad de Dios viene a formar el paraíso a Dios sobre la tierra.
(3) La Voluntad de Dios es la única llave que abre los tesoros de los secretos divinos, y el alma adquiere tal familiaridad en la casa de Dios, que domina como si fuera la dueña”.
(4) ¿Quién puede decir lo que comprendía de esta Divina Voluntad? ¡Oh, Voluntad de Dios, cómo eres admirable, amable, deseable, bella, basta decir que encontrándome en Ti, me siento perder todas mis miserias, todos mis males, y adquirir un nuevo ser con la plenitud de todos los bienes divinos!

+ + + +

7-28
Julio 8, 1906

Jesús la atrae hacia Él con una luz.

(1) Continúa casi siempre lo mismo, solamente siento un poco más de vigor; que Dios sea siempre bendito, todo es poco por su amor, aun su misma privación, el estar lejana del Cielo, y sólo por obedecer.
(2) Ahora la obediencia quiere que escriba alguna cosa acerca de la luz que aún sigo viendo de vez en cuando. A veces me parece ver a Nuestro Señor dentro de mí, y de su Humanidad sale una imagen toda luz, y su Humanidad enciende siempre más el fuego, y veo la imagen de la luz de Cristo, como si tamizara este fuego, y de este fuego tamizado sale una luz toda semejante a su imagen de luz, y todo se complace y con ansia la espera para unirla a Sí, y después se incorpora otra vez en su Humanidad. Otras veces me encuentro fuera de mí misma y me veo toda fuego, y una luz que está por desprenderse del fuego, y Nuestro Señor, con su aliento sopla en la luz, y la luz se eleva y toma el camino hacia la boca de Jesucristo, y Él con su aliento la aleja y la atrae, la engrandece y la vuelve más reluciente, y la pobre luz se debate y hace todos los esfuerzos porque quiere ir a su boca, a mí me parece que si esto sucediera expiraría, no obstante estoy obligada a decir en mi interior: La obediencia dada por el confesor no lo quiere, a pesar de que el decir esto me cuesta la propia vida. Y el Señor parece que se deleita con hacer tantos juegos con esta luz. Ahora, me parece que Nuestro Señor viene y quiere volver a ver todo lo que Él mismo me ha dado, si está todo ordenado y desempolvado, por tanto me toma de la mano y me quita los anillos que me dio cuando me desposó con Él, uno lo ha encontrado intacto y el resto los ha desempolvado con su aliento y me los volvía a poner, después, como si me vistiera toda, se pone a mi lado y dice:
(3) “Ahora sí que estás bella, ven a Mí, no puedo estar sin ti; o tú vienes a Mí o Yo voy a ti, eres mi amada, mi alegría, mi contento”.
(4) Mientras esto dice, la luz se debate y hace todos los esfuerzos porque quiere estar en Jesús, y mientras toma su vuelo veo que el confesor con sus manos la para y la quiere encerrar dentro de mí, y a Jesús que se está quieto y lo deja hacer. ¡Oh Dios, qué pena! Cada vez que esto sucede me parece que debo morir y llegar a mi puerto, y la obediencia me hace encontrar de nuevo en camino. Si yo quisiera decir todo de esta luz no terminaría jamás, pero me hace tanto mal escribir esto, que no puedo seguir adelante, aunado a que muchas cosas no sé decirlas, por eso hago silencio.

+ + + +

7-29
Julio 10, 1906

Quien todo se dona a Jesús, recibe todo Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por breve tiempo ha venido Nuestro Señor y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien toda a Mí se da, merece que Yo todo a ella me dé. Heme aquí todo a tu disposición, lo que quieras, tómalo”.
(3) Yo no le he pedido nada, sólo le he dicho: “Mi Bien, no quiero nada, únicamente te quiero a Ti sólo; sólo Tú me bastas para todo, porque teniéndote a Ti tengo todo.”
Y Él: “Muy bien, has sabido pedir, pues mientras no quieres nada has querido todo”.

+ + + +

7-30
Julio 12, 1906

Todo lo que a la criatura le sirve de sufrimiento, toca a Dios.

(1) Habiendo sufrido mucho al esperar a mi bendito Jesús, me sentía cansada y sin fuerzas. Entonces ha venido casi de escapada y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que a la criatura le sirve de sufrimiento o de dolor, por una parte hiere a la criatura, y por otra parte toca a Dios; y Dios sintiéndose tocado, da siempre a cada toque que siente da alguna cosa de divino a la criatura”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

7-31
Julio 17, 1906

Cómo a quien vive en la Voluntad de Dios, Jesús le da la llave de sus tesoros, y no hay gracia que salga de Dios en que ella no tome parte.

(1) Esta mañana veía al bendito Jesús con una llave en la mano y me decía:
(2) “Hija mía, esta llave es la llave de mi Voluntad; para quien vive en Ella le conviene que tenga la llave para abrir y cerrar según le plazca, y tomar lo que le agrade de mis tesoros, porque viviendo de mi Querer tendrá cuidado de ellos más que si fueran suyos, porque todo lo que es mío es suyo, y no hará despilfarro de ello, más bien los dará a otros y tomará para ella lo que pueda darme más honor y gloria. Por eso te entrego la llave y ten cuidado de mis tesoros”.
(3) Mientras esto decía, me sentía toda inmersa en la Divina Voluntad, tanto, que no veía otra cosa que Voluntad de Dios, y me la he pasado todo el día en este paraíso de su Voluntad. ¡Qué felicidad, qué alegría! Y durante la noche, encontrándome fuera de mí misma, continuaba en este ambiente, y el Señor ha agregado:
(4) “Mira amada mía, para quien vive en mi Querer no hay gracia que salga de mi Voluntad hacia todas las criaturas del Cielo y de la tierra, en que ella no sea la primera en tomar parte. Y esto es natural, porque quien vive en la casa de su padre abunda de todo, y si los que están fuera reciben alguna cosa, es de lo que les sobra a aquellos que viven dentro”.
(5) ¿Pero quién puede decir lo que comprendía de esta Divina Voluntad? Son cosas que no se pueden explicar. Sea todo para gloria de Dios

+ + + +

7-32
Julio 21, 1906

La recta intención purifica la acción

(1) Habiendo venido por poco tiempo, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las acciones humanas, aun santas, hechas sin una intención especial para Mí, salen del alma llenas de tinieblas, pero hechas con recta y especial intención de agradarme, salen llenas de luz, porque la intención purifica la acción”.

+ + + +

7-33
Julio 27, 1906

En la cruz Jesús dotó a las almas, y las desposó a Él.

(1) Esta mañana se hacía ver mi adorable Jesús abrazando la cruz, y yo pensaba en mi interior cuáles habían sido sus pensamientos al recibirla”.
(2) Y Él me ha dicho: “Hija mía, cuando recibí la cruz la abracé como a mi más amado tesoro, porque en la cruz dote a las almas y las desposé Conmigo. Ahora, mirando la cruz, su largura y anchura, Yo me alegré porque veía en ella las dotes suficientes para todas mis esposas, y ninguna podía temer el no poder desposarse Conmigo, teniendo Yo en mis propias manos, en la cruz, el precio de su dote, pero con esta sola condición, que si el alma acepta los pequeños donativos que Yo le envío, los cuales son las cruces, como prenda de que me acepta por Esposo, el desposorio es formado y le hago la donación de la dote. Pero si no acepta los donativos, esto es, no resignándose a mi Voluntad, queda todo anulado, y a pesar de que Yo quiero dotarla no puedo, porque para formar un esponsalicio se necesita siempre la voluntad de ambas partes, y el alma no aceptando los donativos, significa que no quiere aceptar el esponsalicio”.

+ + + +

7-34
Julio 28, 1906

Audacia del alma, Jesús la defiende.

(1) Continuando mi habitual estado, por breve tiempo ha venido el bendito Jesús, y yo en cuanto lo he visto lo detuve y lo he abrazado, pero tan fuerte como si quisiera encerrarlo en mi corazón. Mientras estaba en esto veía personas en torno a mí que decían: “Cómo es atrevida, se toma demasiada confianza, y cuando uno se trata con confianza no se tiene la estima y respeto que se debe tener”. Yo me sentía sonrojar al oír esto, pero no podía hacer de otra manera; y el Señor les ha dicho:
(2) “Sólo se pude decir que se ama, se estima y se respeta un objeto, cuando se lo quiere hacer propio; y cuando no se lo quiere hacer propio, significa que no lo ama, y por lo tanto no se le tiene estima ni respeto, como por ejemplo: Si se quiere conocer si alguien ama las riquezas, hablando de ellas se ve que las tiene en gran estima, respeta a las personas ricas, no por otra cosa sino porque son ricas, y todas las riquezas quisiera hacerlas suyas; si en cambio no las ama, al sólo oír hablar de ellas se fastidia, y así de todas las otras cosas.
(3) Entonces, en vez de criticarla merece alabanzas, y si me quiere hacer suyo significa que me ama, me estima y me respeta”.

+ + + +

7-35
Julio 31, 1906

Jesús habla de la simplicidad.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, y abrazándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, la simplicidad es a las virtudes como el condimento a las comidas. Para el alma simple no hay ni llaves ni puertas para entrar en Mí, ni Yo para entrar en ella, porque por todas las partes puede entrar en Mí y Yo en ella, más bien, para decir mejor, se encuentra en Mí sin entrar, porque por su simplicidad viene a semejarse a Mí que soy Espíritu simplísimo, y que sólo porque soy simplísimo me encuentro por todas partes y nada puede huir de mi mano. El alma simple es como la luz del sol, que a pesar de cualquier niebla, o de que sus rayos pasen por cualquier inmundicia, permanece siempre luz, y da luz a todos, pero jamás se cambia. Así el alma simple, cualquier mortificación o

disgusto que pueda recibir, no cesa de ser luz para sí misma y para aquellos que la han mortificado, y si ve cosas malas, ella no queda manchada, queda siempre luz, ni jamás se cambia, porque la simplicidad es la virtud que más se asemeja al Ser Divino, y sólo por esta virtud se viene a participar de las otras cualidades divinas, y sólo en el alma simple no hay impedimentos ni obstáculos para que entre a obrar la Gracia Divina, porque siendo luz una y luz la otra, fácilmente una luz se une, se transforma en la otra luz”.
(3) ¿Pero quién puede decir lo que comprendía de esta simplicidad? Siento en mi mente como un mar, y que apenas puedo manifestar una gotitas de este mar, y desconectadas entre ellas.
(4) Deo Gratias

+ + + +

7-36
Agosto 8, 1906

Cómo es necesario correr sin detenerse jamás.

(1) Esta mañana estando muy cansada por su privación, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, a la criatura para alcanzar su punto central le es necesario correr siempre, sin detenerse jamás, porque corriendo se hace más fácil el camino, y conforme camina le será manifestado el punto a donde debe llegar para encontrar su centro, y a lo largo del camino le será suministrada la Gracia necesaria para el camino, y ayudada por la Gracia no sentirá el peso de la fatiga ni de la vida. Todo lo contrario para aquél que camina y se detiene, ya que sólo con detenerse sentirá el cansancio de los pasos que ha dado, perderá el tesón en seguir el camino, y no caminando no podrá ver su punto final, que es un bien sumo y no quedará cautivado, la Gracia no viéndolo correr no se dará en vano, y la vida se volverá insoportable, porque el ocio produce tedio y fastidio”.

+ + + +

7-37
Agosto 10, 1906

Un contento de menos en la tierra, es un paraíso de más en el Cielo.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuantos mínimos placeres el alma se priva en esta vida por amor mío, otros tantos paraísos de más le daré en la otra vida; así que un contento de menos aquí, es un paraíso de más allá. Imagínate un poco cuántas privaciones has tenido tú en estos veinte años de cama por causa mía, y cuántos paraísos de más Yo te daré en el Cielo”.
(3) Y yo al oír esto he dicho: “Mi bien, ¿qué dices? Yo me siento honrada y casi deudora de Ti porque me das la ocasión de poderme privar por amor tuyo, ¿y me dices que me darás otros tantos paraísos?”
(4) Y Él ha agregado: “Y es exactamente así”.
(5) Deo Gratias

+ + + +


7-38
Agosto 11, 1906

Jesús le dice que la cruz es un tesoro.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, veía a mi adorable Jesús con una cruz en la mano, toda llena de perlas blancas, y haciéndome don de ella, la apoyaba sobre mi pecho, la cruz se ha internado dentro de mi corazón, como dentro de una estancia, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la cruz es un tesoro, y el lugar más seguro para poner a salvo este preciado tesoro es la propia alma; o sea, es lugar seguro cuando el alma está dispuesta con la paciencia, con la resignación, y con las otras virtudes a recibir este tesoro, porque las virtudes son tantas llaves que lo custodian para no malgastarlo y exponerlo a los ladrones, pero si no tiene, especialmente la llave de oro de la paciencia, este tesoro encontrará tantos ladrones que lo robarán y harán despilfarro de él”.

+ + + +

7-39
Agosto 25, 1906

El interés y las ciencias humanas en los sacerdotes.

(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma, me parecía ver sacerdotes, prelados atentos al interés y a las ciencias humanas, que no son necesarios para su estado, agregando a esto un espíritu de rebelión a las autoridades superiores. Nuestro Señor, muy afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, el interés, las ciencias humanas, y todo lo que al sacerdote no le pertenece, le forma una segunda naturaleza, fangosa y putrefacta, y las obras que salen de éstos, aun santas, me provocan náuseas por la peste que exhalan, tanto, que me son intolerables. Reza y repárame estas ofensas, porque no puedo más”.

+ + + +

7-40
Septiembre 2, 1906

Luisa quiere hacer cuentas con Jesús, Él le dice que es su pequeña hija.

(1) Debiendo recibir esta mañana la comunión, estaba preparada para hacer el día de retiro, esto es, prepararme para la muerte, y después de recibida la comunión iba a decirle a Jesús bendito: “Hagamos ahora las cuentas, para no dejarlas para el último momento de la vida; yo misma no sé como me encuentro, no hago ninguna reflexión sobre mí misma, y no reflexionando no sé como estoy, y por lo tanto no siento ni temores, ni escrúpulos, ni agitaciones, mientras que veo y escucho que los otros, mucho más buenos que yo, y aun en las mismas vidas de los santos que leo, todos hacen reflexiones sobre sí mismos, si son fríos o calientes, si tentados o tranquilos, si se confiesan bien o mal, y casi todos estaban tímidos, agitados y escrupulosos. En cambio toda mi atención está en quererte, en amarte, y en no ofenderte, el resto no lo tomo en cuenta para nada, parece que no tengo tiempo de pensar en otra cosa, y si me empeño en hacerlo una voz interna me sacude, me reprende y dice: “Quieres perder el tiempo, pon atención en hacer tus cosas con Dios”. Por eso yo misma no sé en que estado me encuentro, si fría, si árida, si caliente, y si alguien me pidiera cuentas yo no sabría darlas, yo creo que erraría. Por eso hagamos ahora las

cuentas, a fin de que pueda poner remedio a todo”. Después de haberle rogado y vuelto a rogar me ha dicho:
(2) Hija mía, Yo te tengo siempre sobre mis rodillas, tan estrechada que no te doy tiempo de pensar en ti misma. Te tengo como un padre puede tener a su hijo pequeño sobre sus rodillas, que ahora le da un beso, ahora una caricia, ahora le da con sus manos el alimento, ahora, si el pequeño hijo inadvertidamente se ensucia, el mismo padre lo limpia. Pero si el padre está afligido, el pequeño lo consuela, le seca las lágrimas; si el padre está irritado, el pequeño lo calma; en suma, el padre es la vida del pequeño, y éste ningún pensamiento toma de sí mismo, ni si debe comer, ni si se mancha, ni si debe vestirse, ni siquiera si debe dormir, porque el padre haciendo con sus brazos una cuna lo arrulla para hacerlo dormir, y lo hace dormir en su propio seno; y el pequeño es todo el alivio y la vida del padre, mientras que los otros hijos grandes ponen atención en arreglar la casa, en lavarse ellos solos, y en todos los demás quehaceres. Así hago Yo contigo, como a una hija pequeña te tengo sobre mis rodillas, tan íntimamente unida a Mí que no te dejo sentirte a ti misma, y Yo pienso y me ocupo de todo lo tuyo, en limpiarte si estás manchada, en alimentarte si tienes necesidad de alimento, en suma, todo lo preveo desde antes, de modo que tú misma no adviertes tus necesidades, y con tenerte estrechada íntimamente a Mí es una gracia que te hago, porque así te libras de muchos y muchos defectos, mientras que si tuvieras el pensamiento de ti misma, ¡oh, en cuántos defectos habrías caído! Por eso piensa en hacer tu oficio hacia Mí, el de hija pequeña, y no pienses en nada más”.

+ + + +

7-41
Septiembre 11, 1906

Todo lo que no es hecho para gloria de Dios, queda oscurecido.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado con el niño Jesús en brazos, en medio de mucha gente, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las obras, palabras y pensamientos de las criaturas deben estar sellados con la marca “Gloriam Dei, Gloriam Dei”. Y todo lo que no está sellado con esta marca queda oscurecido y como sepultado en tinieblas, manchado, sin ningún valor, así que la criatura no hace otra cosa que hacer salir de sí misma tinieblas y cosas abominables, porque la criatura no obrando para la gloria de Dios, se sale de la finalidad para la cual ha sido creada, queda como separada de Dios, abandonada a sí misma. Sólo Dios es luz, y sólo por Dios las acciones humanas adquieren valor; entonces por qué maravillarse de que la criatura no obrando para gloria de Dios quede sepultada en sus mismas tinieblas, y no adquiera nada con sus fatigas, más bien que acumule graves deudas”.
(3) Con gran amargura veíamos a toda aquella gente como sepultada en tinieblas. Entonces yo para distraer de aquella amargura al bendito Jesús, lo abrazaba y besaba, y le decía como queriendo jugar con Él: Di junto conmigo, doy tal potencia a la oración de esta alma, de concederle lo que me pide. Pero Él no me ponía atención, y yo queriéndolo obligar a repetir lo que había dicho, repetía los besos, los abrazos y repetía: Di, di junto conmigo las palabras dichas antes. He insistido tanto que me parecía que Él las había dicho, y me he encontrado en mí misma, asombrándome de mi atrevimiento y locura, y me avergonzaba de mí misma.

+ + + +


7-42
Septiembre 12, 1906

Donde no está Dios, no puede haber ni firmeza, ni verdadero bien.

(1) Estaba pensando en mi estado, en el que todo parece paz, amor, que nada me turba, que todo es bueno, nada es pecado, y decía entre mí: “¿Qué será si en el punto de mi muerte se cambia la escena y veré todo lo contrario, esto es, que todas las cosas me turbarán, y que todo lo que he hecho habrá sido una cadena de males?” Mientras esto pensaba me ha dicho:
(2) “Hija mía, parece que te quieres turbar a la fuerza y quitarme mi continuo reposo en ti. Dime, ¿crees que es cosa tuya la paciencia, la constancia, la paz de este tu estado, o bien fruto y gracia de quien habita en ti? Sólo Yo poseo estos dones, y por la constancia, paz y paciencia puedes conocer quién es el que obra en ti, porque cuando es la naturaleza o el demonio, el alma se siente dominada por continuos cambios, así que ahora se siente dominada por un humor, ahora por algún otro, ahora toda paciencia, ahora toda iracunda; en suma, la pobrecita es dominada como una caña por un viento vigoroso. ¡Ah! Hija mía, donde no está Dios no puede haber ni firmeza, ni verdadero bien, por eso no quieras turbar más mi y tu reposo, más bien sé agradecida.

+ + + +

7-43
Septiembre 14, 1906

Puesto de las almas en la Humanidad de Jesús.

(1) Esta mañana me encontraba fuera de mí misma y veía al niño Jesús dentro de un espejo tersísimo y grandísimo, de modo que desde cualquier parte en que me encontraba lo podía ver muy bien. Yo le hacía señas con la mano para que viniera a mí, y Jesús me hacía señas para que fuera a Él. Mientras estaba en esto veía personas devotas y sacerdotes, como si se pusieran entre Jesús y yo, y hablaban de mí; yo no les ponía atención, mi mira era mi dulce Jesús. Pero Él ha salido apresuradamente de dentro del espejo, y quería dominar a aquellos que murmuraban diciéndoles:
(2) “Que ninguno me la toque, porque tocando a quien me ama me siento más ofendido que si me tocasen a Mí directamente, y os haré ver cómo sé tomar la defensa de quien toda se ha dado a Mí, y de su inocencia”.
(3) Y con un brazo me estrechaba y con el otro amenazaba a aquellos. Y a mí nada me importaba que hablaran mal de mí, sólo me disgustaba que Él los quisiera castigar, y le he dicho: “Dulce vida mía, no quiero que ninguno sufra por causa mía, y por esto conoceré que me amas, si te calmas y no los castigas, de otra manera quedaré descontenta”. Así parece que se ha calmado y me ha alejado de aquella gente conduciéndome en mí. Después continuaba viéndolo pero no más como niño, sino crucificado, y le he dicho:
(4) “Adorable bien mío, cuando sufriste la crucifixión todas las almas tenían un puesto en tu Humanidad, ¿y mi puesto en qué parte se encontraba?”
(5) Y Él: “Hija mía, el puesto de las almas amantes era en mi corazón, pero a ti, además de tenerte en el corazón, debiendo coadyuvar a la Redención con el estado de víctima, te tenía en todos mis miembros, como en ayuda y consuelo”.

+ + + +


7-44
Septiembre 16, 1906

La pura y simple verdad, es el imán más poderoso para atraer los corazones.

(1) Habiéndome dicho el confesor que Monseñor no quería que vinieran personas a visitarme para que no me distrajera, yo le he dicho: “Más de una vez habéis dado esta obediencia, pero jamás se realiza, se cumple por poco tiempo, pero después todo queda como antes; si ustedes me dan la obediencia de no hablar más, mi silencio haría que se alejaran todos”. Después, habiendo recibido la comunión, he dicho al Señor: “Si es de tu agrado quisiera saber como están las cosas ante Ti; Tú sabes el estado de violencia en el cual me encuentro cuando estoy con las personas, porque sólo Contigo me encuentro bien. Yo no sé entender el por qué quieren venir, yo me muestro huraña, no hago uso de nada para atraerlos, más bien modos desagradables. El por qué quieran venir yo no lo sé. ¡Oh, quiera el Cielo que pudiera quedarme sola!” Entonces Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, la verdadera, pura y simple verdad, es el imán más potente para atraer a los corazones y disponerlos a afrontar cualquier sacrificio por amor de la verdad y de las personas que revelan esta verdad. ¿Quién ha dispuesto a los mártires a dar su sangre? La verdad. ¿Quién ha dado la fuerza para mantener la vida pura, honrada, a tantos santos en medio de tantas batallas? La verdad, y la pura verdad, simple, desinteresada. He aquí el por qué las criaturas quieren venir a ti. ¡Ah! Hija mía, en estos tristes tiempos, cómo es difícil encontrar quien manifieste esta pura verdad, aun entre el clero, religiosos, y entre las almas devotas. En su hablar y obrar se oculta siempre dentro alguna cosa de humano, de interés o de otras cosas, y la verdad es manifestada como cubierta o velada, así que la persona que la escucha no es tocada por la pura verdad, sino por el interés o por cualquier otro fin humano, en el cual ha sido envuelta la verdad, y esa persona no recibe la gracia y los influjos que contiene la verdad. He aquí el por qué de tantos sacramentos, confesiones desperdiciados, profanados y sin fruto. Si bien Yo no dejo de darles luz, pero no me escuchan porque piensan para ellos, que si dijeran la pura verdad perderían su prestigio, la benevolencia, y la naturaleza no encontraría más satisfacciones, e irían en detrimento sus intereses. Pero, ¡oh! cómo se engañan, porque quien todo deja por amor de la verdad, sobreabundará de todo más abundantemente que los demás; por eso, por cuanto puedas, no dejes de manifestar esta pura y simple verdad, pero se entiende que estando siempre en obediencia a quien te dirige”.
(3) Todo lo que concierne a la caridad lo he dicho velado, y habiéndome dicho la obediencia que escribiera todo minuciosamente, sentía como una sentencia, porque aún no había obedecido, y habiendo preguntado a Nuestro Señor, me ha dicho que estaba bien como lo había dicho, porque quien se encuentra en esos defectos, ya entiende.

+ + + +

7-45
Septiembre 18, 1906

La paz es luz al alma, luz al prójimo y luz a Dios.

(1) Después de haber esperado mucho, me sentía toda oprimida y un poco turbada, pensando en el por qué no venía mi adorable Jesús. Entonces ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la paz es luz al alma, luz al prójimo y luz a Dios, así que un alma en paz es siempre luz, y siendo luz está siempre unida a la Luz eterna, de la cual toma siempre nueva luz para poder dar también luz a los demás; así que si quieres siempre nueva luz, estate en paz”.


+ + + +

7-46
Septiembre 23, 1906

Cómo el obrar por Cristo destruye la obra humana, y Jesús la hace resurgir en obra divina.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, y abrazándome me ha dicho:
(2) “Amada hija mía, el obrar por Cristo y en Cristo hace desaparecer la obra humana, porque obrando en Cristo, y siendo Cristo fuego, consume la obra humana, y habiéndola consumido, su fuego la hace resurgir en obra divina, por eso obra junto Conmigo, como si estuviéramos juntos haciendo la misma cosa; si sufres, como si estuvieras sufriendo junto Conmigo; si rezas, si trabajas, todo en Mí y junto Conmigo, y así perderás en todo las obras humanas y las reencontrarás divinas. ¡Oh, cuántas riquezas inmensas podrían adquirir las criaturas, y no las hacen suyas!”
(3) Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado con un gran deseo de verlo de nuevo. Después me encontraba fuera de mí misma y lo iba buscando por todas partes, y no encontrándolo decía: “¡Ah Señor, cómo eres cruel con un alma que es toda para Ti, y que no hace otra cosa que sufrir continuas muertes por amor tuyo! Mira, mi voluntad te busca a Ti, y no encontrándote muere de continuo, porque no te encuentra a Ti que eres vida de mi querer; mis deseos mueren de continuo, porque deseándote y no encontrándote no encuentran su vida, así que el respiro, los latidos del corazón, la memoria, la inteligencia, todo, todo, están sufriendo muertes crueles, y Tú no tienes compasión de mí”. Mientras me encontraba en esto he vuelto en mí y lo he encontrado en mí misma, y como si me quisiera pagar con la misma moneda me decía:
(4) “Mira, estoy todo en ti y todo para ti”.
(5) Parecía que tenía la corona de espinas, y oprimiéndosela en la cabeza salía sangre y decía: “Esta sangre la derramo por amor tuyo”.
(6) Me hacía ver sus llagas y agregaba: “Éstas, todas para ti”.
(7) ¡Oh, cómo me sentía confundida viendo que mi amor confrontado con el suyo no era otra cosa que apenas una sombra!

+ + + +

7-47
Octubre 2, 1906

Cómo nuestros sufrimientos pueden aliviar a Jesús.

(1) Habiendo recibido la comunión, me he sentido fuera de mí y veía una persona muy oprimida por varias cruces, y a Jesús bendito que decía:
(2) “Dile que en el acto en el que ella se siente como acosada por persecuciones, por dolores, por sufrimientos, piense que Yo le estoy presente, y que puede servirse de sus sufrimientos para curar y cicatrizar mis llagas; así que sus sufrimientos me servirán ahora para curarme el costado, ahora la cabeza, ahora las manos y los pies, llagas demasiado adoloridas, irritadas por las graves ofensas que me hacen las criaturas, y esto es un gran honor que le hago, dándole Yo mismo la medicina para curar mis llagas, y al mismo tiempo darle el mérito de la caridad de haberme curado”.
(3) Mientras así decía, veía muchas almas purgantes, las cuales al oír esto, todas asombradas han dicho:

(4) “Afortunadas ustedes que recibís tantas sublimes enseñanzas, que adquirís méritos de curar a un Dios, méritos que sobrepasan a todos los demás méritos, y vuestra gloria será distinta de la de los demás, como es distinto el Cielo de la tierra. ¡Oh! Si hubiéramos recibido nosotras tales enseñanzas, que nuestros sufrimientos podrían haber servido para curar a un Dios, ¿cuántas riquezas de méritos hubiéramos adquirido, y de los cuales ahora nos vemos privadas?”

+ + + +

7-48
Octubre 3, 1906

Jesús le habla de la simplicidad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la simplicidad llena el alma de Gracia hasta difundirse fuera, así que si se quiere restringir la Gracia en ella no se puede, porque así como el Espíritu de Dios por ser simplísimo se difunde por todas partes sin esfuerzo ni fatiga, más bien naturalmente, así el alma que posee la virtud de la simplicidad difunde la Gracia en otros sin ni siquiera advertirlo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

7-49
Octubre 4, 1906

Cómo el recto obrar es viento para encender el fuego del amor.

(1) Habiendo recibido la obediencia de decir pocas palabras si alguien viniera, estaba con temor de haber faltado a la obediencia, con el agregado de que el bendito Jesús no venía. ¿Quién puede decir el desgarro de mi alma, al pensar que por haber cometido pecado no venía? Es siempre desgarro cruel su privación, pero el pensamiento de haber dado ocasión por alguna falta, es desgarro que hace enloquecer y que mata de un solo golpe. Entonces, después de haber esperado mucho ha venido y me ha tocado tres veces diciéndome:
(2) “Hija mía, te renuevo en la Potencia del Padre, en mi Sabiduría, y en el Amor del Espíritu Santo”.
(3) Lo que he sentido, no sé decirlo, después parecía que se acostaba en mí, y apoyaba su cabeza coronada de espinas sobre mi corazón, y ha agregado:
(4) “El recto obrar mantiene siempre encendido el Amor Divino en el alma, y el obrar no recto lo va siempre apagando, y si hace por encenderlo, ahora viene el soplo del amor propio y lo apaga, ahora el respeto humano, ahora la propia estima, ahora el soplo del deseo de agradar a los demás, en suma, tantos soplos que lo van siempre apagando, en cambio, el recto obrar, no son tantos soplos que encienden este fuego divino en el alma, sino un continuo soplo que lo tiene siempre encendido, y es el soplo omnipotente de un Dios”.

+ + + +


7-50
Octubre 5, 1906

Jesús es dueño del alma.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma junto con Jesús niño. Esta vez parecía que tenía ganas de jugar, se apretaba a mi pecho, a mis brazos, y mientras me miraba con mucho amor, ahora me abrazaba, ahora con su cabecita me empujaba casi golpeándome, ahora me besaba tan fuerte que parecía que me quisiera encerrar y fundirme dentro de Sí, y mientras esto hacía yo sentía un gran dolor, tanto que me sentía desfallecer, y Él a pesar de que me veía sufrir así, no me prestaba atención, es más, si veía en mi rostro que yo sufría, porque no me atrevía a decirle nada, lo hacía más fuerte, me hacía sufrir más. Ahora, después de que se ha desahogado bien me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo soy tu dueño y puedo hacer de ti lo que quiero. Has de saber que siendo tú cosa mía, no eres dueña de ti, y si actúas por tu propio arbitrio, aun en un pensamiento, en un deseo, en un latido, debes saber que me harías un hurto”.
(3) En este momento veía al confesor, que no estando bien quería como aliviar sus sufrimientos sobre mí, y Jesús a toda prisa con la mano lo ha rechazado, y ha dicho:
(4) “Primero debo aliviarme Yo de mis penas, que son muchas, y después tú”.
(5) Y mientras esto decía se ha acercado a mí boca y ha derramado un líquido amarguísimo, y yo le he encomendado al confesor, pidiéndole que lo tocase con su manita y que lo hiciera estar bien. Lo ha tocado y ha dicho: “Sí, sí”. Y ha desaparecido.

+ + + +

7-51
Octubre 8, 1906

La cruz sirve al hombre como la rienda al caballo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la cruz sirve a la criatura como la rienda al caballo; ¿qué cosa sería del caballo si el hombre no usara la rienda? Sería indómito, desenfrenado, y no haría otra cosa que ir de precipicio en precipicio, hasta enfurecerse y hacerse nocivo para el hombre y para sí mismo; en cambio con la rienda se somete, se hace manso, camina por camino recto y sirve a las necesidades del hombre como un fiel amigo, y queda a salvo de cualquier precipicio, porque el hombre lo custodia y lo protege. Tal es la cruz al hombre, la cruz lo doma, lo frena, le detiene el curso de precipitarse en los caminos de las pasiones que siente en sí, que como fuego lo devoran; por lo tanto, en lugar de enfurecerse contra Dios y hacerse daño a sí mismo, la cruz le apaga las pasiones, lo amansa, lo conduce y sirve a la gloria de Dios y a la propia salvación. ¡Oh, si no fuera por la cruz, que la Divina Providencia por su infinita Misericordia tiene como rienda para frenar al hombre, ¡oh! en cuántos otros males yacería la pobre humanidad”.

+ + + +

7-52
Octubre 10, 1906

Jesús concurre en todas las acciones humanas.

(1) Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver dentro de un torrente de luz, y de esta luz quedaban inundadas las criaturas, de modo que todas las acciones humanas recibían la actitud de obrar de esta luz. Mientras esto veía el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo estoy continuamente concurriendo en cada mínima acción humana, aunque fuese un pensamiento, un respiro, un movimiento; pero las criaturas no piensan en esta mi actitud hacia ellas, y además de que no hacen para Mí sus obras, que soy de quien reciben la vida de su mismo obrar, se atribuyen a ellas lo que hacen. ¡Oh! Si pensaran en ésta mi continua actitud hacia ellas, no usurparían lo que es mío, con detrimento de mi gloria y de su bien; mientras que deberían hacer todo para Mí, y dármelo a Mí, porque todo lo que es hecho para Mí puede entrar en Mí, y Yo lo tengo en Mí en depósito para darlo todo a ella en la otra vida, mientras que lo que no es hecho para Mí no puede entrar en Mí, porque no son obras dignas de Mí, más bien siento náuseas y las rechazo, a pesar de que ha concurrido mi actitud”.

+ + + +

7-53
Octubre 13, 1906

Desapego. Necesidad de estos escritos que son espejo divino.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver mi buen Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, para conocer si un alma está despojada de todo, basta con ver, si se suscitan deseos santos o aun indiferentes y está dispuesta a sacrificarlos al Querer Divino con santa paz, significa que está despojada; pero si en cambio se turba, se inquieta, significa que retiene para sí alguna cosa”.
(3) Y yo, oyendo decir deseo, he dicho: “Mi sumo bien, mi deseo es que no quisiera escribir más, cuánto me pesa, si no fuera por temor de salir de tu Querer y desagradarte, no lo haría”. Y Él truncando mi hablar ha agregado:
(4) “Tú no lo quieres, pero Yo lo quiero, quiero aquello que te digo, y tú para obedecer escribe. Por ahora esto que escribes sirve de espejo a ti y a aquellos que toman parte en tu dirección, pero vendrá el tiempo en que servirá de espejo a los demás, así que lo que tú escribes dicho por Mí, se puede llamar espejo divino, ¿y tú quisieras quitar este espejo divino a mis criaturas? Piénsalo seriamente hija mía, y no quieras restringir este espejo de Gracia con no escribir todo”.
(5) Yo al oír esto he quedado confundida y humillada y con gran repugnancia de escribir estas últimas palabras suyas, pero la obediencia me lo ha impuesto absolutamente, y sólo por obedecer he escrito.
(6) Deo Gratias

+ + + +

7-54
Octubre 14, 1906

La propia estima envenena la Gracia. Purgatorio de un alma por haber descuidado la comunión.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma con Jesús niño, y parecía que decía a un sacerdote:
(2) “La estima propia envenena la Gracia en ti y en los demás, porque debiendo por tu oficio suministrar la Gracia, si las almas advierten, porque fácilmente se advierte cuando

hay este veneno, que lo que dices y haces lo haces para ser estimado, la Gracia ya no entra sola, sino junto con el veneno que tú tienes, y por lo tanto en vez de resurgir a la vida encuentran la muerte”.
(3) Después ha agregado: “Es necesario vaciarte de todo para poderte llenar del Todo que es Dios, y teniendo en ti el Todo, darás el Todo a todos aquellos que vendrán a ti, y dando el Todo a los demás encontrarás todo a tu disposición, de modo que ninguno sabrá negarte nada, ni siquiera la estima, es más, de humana la tendrás divina como conviene al Todo que habita en ti”.
(4) Después de esto veía a un alma del purgatorio que al vernos se escondía y nos rehuía, y era tal la vergüenza que ella sentía que permanecía como aplastada. Yo he quedado asombrada, porque en vez de correr hacia el niño, huía; Jesús ha desaparecido y yo me he acercado a ella preguntándole la causa de esta actitud, pero ella estaba tan avergonzada que no podía decir palabra, y habiéndola forzado me ha dicho:
(5) “Justa justicia de Dios, que ha sellado sobre mi frente la confusión y tal temor de su presencia, que estoy obligada a rehuirlo, obro contra mi mismo querer, porque mientras me consumo por quererlo, otra pena me inunda y huyo de Él. ¡Oh Dios, verlo y huir de Él son penas mortales e inexpresables! Pero me he merecido estas penas distintas de las de otras almas, porque llevando una vida devota dejé muchas veces de comulgar por cosas de nada, por tentaciones, por frialdades, por temores, y también, alguna vez para poder acusarme de ello ante el confesor y hacerme oír que no recibía la comunión. Entre las almas esto se tiene como una nada, pero Dios hace de ello un severísimo juicio, dándoles penas que superan a las otras penas, porque son faltas más directas al amor. Además de todo esto, Jesucristo en el Santísimo Sacramento arde de amor y por el deseo de darse a las almas, se siente morir continuamente de amor, y el alma pudiendo acercarse a recibirlo y no haciéndolo, es más, se queda indiferente con tantos inútiles pretextos, es una afrenta y un desprecio tal que Él recibe, que se siente delirar, quemar, y no puede dar desahogo a sus llamas, se siente como sofocar por su amor, sin que encuentre a quien darle parte, y casi enloqueciendo va repitiendo:
(6) “Los excesos de mis amores no son tomados en cuenta, más bien son olvidados, aun aquellas que se dicen mis esposas no tienen ansias de recibirme y de hacerme desahogar al menos con ellas, ¡ah, en nada soy correspondido! ¡Ah, no soy amado, no soy amado!”
(7) Y el Señor, para hacerme purgar estas faltas me ha hecho tomar parte en la pena que Él sufre cuando las almas no lo reciben. Esta es una pena, es un tormento, es un fuego que comparado al mismo fuego del purgatorio, se puede decir que éste es nada”.
(8) Después de esto me he encontrado en mí misma, atónita pensando en la pena de aquella alma, mientras que para nosotros se tiene verdaderamente como una nada el dejar la santa comunión.

+ + + +

7-55
Octubre 16, 1906

Cómo cada bienaventurado es una música distinta en el Cielo.

(1) Habiendo dejado de escribir lo que sigue, la obediencia me ha ordenado que lo hiciera y por eso lo escribo. Me parecía encontrarme fuera de mí misma, y que en el Cielo se hacía una fiesta especial, y yo estaba invitada a esta fiesta, y parecía que cantaba junto con los bienaventurados, porque allá no hay necesidad de aprender, sino que se siente como una infusión en el interior, y lo que cantan o hacen los demás lo sabe hacer uno mismo. Ahora, me parecía que cada beato fuera una tecla, o sea que él mismo fuera una música, pero todos acordes entre ellos, una distinta de la otra; quién canta las notas de la alabanza, quién las notas de la gloria, quién las del agradecimiento, quién las de las bendiciones, pero todas estas notas van a reunirse en una sola nota, y ésta nota es amor.

Parece que una sola voz reúne todas aquellas voces y termina con la palabra amor. Es un resonar tan dulce y fuerte este grito, “amor”, que todas las otras voces quedan como apagadas en este canto, “amor”. Parecía que todos los bienaventurados quedaban por este canto – alto, armonioso, bello del “amor”, que ensordecía todo el Cielo, – estáticos, embelesados, avivados, arrobados, participaban, se puede decir, de un paraíso de más;
¿pero quienes eran los afortunados que gritaban de más y que hacían resonar en todo esta nota, “amor”, y que aportaban tanta felicidad al Cielo? Eran aquellos que habían amado más al Señor cuando vivían sobre la tierra, ¡ah!, no eran aquellos que habían hecho cosas grandes, penitencias, milagros, ¡ah, no, jamás! Sólo el amor es el que está sobre todo, y todo queda detrás de él; así que quien ama mucho y no quien hace mucho, será más agradable al Señor. Parece que estoy diciendo disparates, ¿pero qué puedo hacer? La obediencia tiene la culpa, ¿quién no sabe que las cosas de allá no se pueden decir acá? Por eso para no decir más desatinos termino.

+ + + +

7-56
Octubre 18, 1906

Las obras que más agradan a Jesús, son las obras ocultas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, después de haberme hecho esperar mucho ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, las obras que más me agradan son las obras ocultas, porque exentas de cualquier espíritu humano contienen tanto valor en ellas, que Yo las tengo como las cosas más excelentes dentro de mi corazón; tanto, que confrontadas mil obras externas y públicas con una obra interna y oculta, las mil externas quedan por debajo de la obra interna, porque en las obras externas el espíritu humano toma siempre su parte”.

+ + + +

7-57
Octubre 20, 1906

Jesús se lamenta por el estado de sus Ministros.

(1) Encontrándome fuera de mí misma me he encontrado dentro de una iglesia, en el cual había mucha gente asistiendo a las funciones sagradas. En ese momento parecía que por autoridad del gobierno entraban otras personas a profanar el lugar santo. Quién bailaba, quién violentaba y quién metía mano al Santísimo y a los sacerdotes. Yo al ver esto lloraba y rogaba diciendo al Señor: “No permitas que lleguen a esto, a profanar vuestros sagrados templos, porque quién sabe cuántos castigos tremendos descargarás sobre tus criaturas por estos horrendos pecados”. Mientras esto decía me ha dicho:
(2) “Hija mía, la causa de todos estos enormes delitos han sido los pecados de los sacerdotes, porque un pecado es causa y castigo de hacer caer en otros pecados. Primero me lo han profanado ellos, ocultamente, mi santo templo con las misas sacrílegas, con mezclar los actos impuros en la administración de los sacramentos, y han llegado, bajo el aspecto de cosas santas no sólo a profanar mis templos de piedra, sino a profanar y a violentar mis templos vivos, que son las almas y a profanar mi mismo Cuerpo. De todo esto los seglares han tenido un indicio, y no viendo en ellos la luz necesaria para su camino, es más, no han encontrado otra cosa en ellos que tinieblas, han quedado tan obscurecidos que han perdido la bella luz de la fe, y sin luz no es de asombrarse que lleguen a tan graves excesos.

(3) Por eso reza por los sacerdotes, a fin de que sean luz en los pueblos, para que renaciendo la luz, los seglares puedan adquirir la vida y ver los errores que cometen, y viéndolos tendrán horror de cometer estos graves excesos, que serán causa de graves castigos”.

+ + + +

7-58
Octubre 23, 1906

Cómo en estos tiempos todo es afeminado.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido mi adorable Jesús, y todo agobiado y afligido ha querido derramar en mí sus amarguras, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, son tales las amarguras que me dan las criaturas, que no puedo contenerlas, por eso he querido participártelas. En estos tiempos todo es afeminado; los mismos sacerdotes parece que han perdido el carácter masculino y adquirido el carácter femenino, así que raramente se encuentra un sacerdote varonil, y el resto todos afeminados. ¡Ah! En qué estado deplorable se encuentra la pobre humanidad”.
(3) Dicho esto ha desaparecido. Yo misma no comprendo el significado de esto, pero la obediencia ha querido que lo escriba.

+ + + +

7-59
Octubre 25, 1906

La Gracia para quien la recibe es luz, y para quien no, es fuego.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y parecía que había algunas personas que me querían crucificar, y mientras me extendían sobre la cruz veía a Nuestro Señor dentro de mí, y conforme me extendía yo, así se extendía Él, así que en mis manos estaban sus manos y el clavo traspasaba mis manos y sus manos, así que lo que sufría yo sufría Él. Era tal el dolor que esos clavos despuntados nos daban, que me sentía morir; pero que dulce morir junto con Jesús, sólo temía el no morir.
(2) Ahora, mientras esas personas se aprestaban a crucificarme los pies, Jesús ha salido de dentro de mí y se ponía frente a mí, y mis sufrimientos tomaban como forma de luz y se ponían delante al Señor como en acto de adoración, y después de esto me ha dicho:
(3) “Hija mía, la Gracia para quien la recibe es luz, es camino, es alimento, es fuerza, es consuelo; para quien no la recibe, además de que no encuentra luz y se siente faltar el camino bajo sus pies, como permanece en ayuno queda sin fuerza, y la Gracia se convierte en fuego y castigo”.
(4) Mientras esto decía, de su mano salía un torrente de luz que descendía sobre las criaturas, y esta luz, para quien quedaba como luz, y para quién como fuego.

+ + + +

7-60
Octubre 28, 1906

Todo lo que es luz, viene de Dios.

(1) Habiendo recibido la comunión, me encontraba dentro de una gran luz, era el mismo Jesús, el cual me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que es luz, todo es mío, nada es de la criatura. Sucede como con una persona que se encuentra investida por los rayos del sol, si quisiera atribuirse a sí misma la luz que goza sería una tonta y sin cerebro. Lo único que podría hacer es esto, que la persona en vez de gozar la luz del sol, podría decir, yo quiero caminar a la sombra, y retirarse de la luz, y el alma retirándose de mi luz queda en tinieblas, y las tinieblas no pueden producir otra cosa que mal”.

+ + + +

7-61
Octubre 31, 1906

Cómo el alma, por cada sufrimiento adquiere un reino de más en sí misma.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, y solamente me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada sufrimiento que el alma padece es un dominio de más que adquiere de sí misma, porque la paciencia en el sufrir es régimen, y rigiéndose a sí misma, por cuanto más sufre tantos dominios de más adquiere, y no hace otra cosa que ampliar y engrandecer su reino del Cielo, adquiriendo riquezas inmensas para la vida eterna. Así que cada cosa de más que tú sufres, debes tener en cuenta que adquieres un reino de más en tu alma, esto es, un reino de gracia correspondiente a un reino de virtud y de gloria”.

+ + + +

7-62
Noviembre 6, 1906

La fe y la esperanza en el alma que vive en el Divino Querer.

(1) Mientras estaba rezando, y según mi costumbre que lo que hago lo hago como si lo estuviera haciendo con Nuestro Señor y con sus mismas intenciones, así estaba recitando el credo, y no poniendo atención decía que intentaba tener la fe de Jesucristo para reparar tantas incredulidades y para impetrar que todos tuviesen el don de la fe. Mientras estaba en esto se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Te equivocas, Yo no tenía ni fe, ni esperanza, ni las podía tener porque Yo era el mismo Dios, Yo era sólo Amor”.
(3) Al oír amor, me agradaba tanto el poder llegar a ser sólo amor, que no poniendo atención he dicho otro disparate, esto es: “Señor mío, también yo quisiera ser como Tú, toda amor y nada más”. Y Él ha agregado:
(4) “Esta es mi idea, por eso te voy hablando frecuentemente de la perfecta resignación, porque viviendo de mi Querer el alma adquiere el amor más heroico, y llega a amarme con mi mismo amor y se vuelve toda amor, y volviéndose toda amor, está continuamente en contacto Conmigo, así que está conmigo, en Mí, y por Mí hace todo lo que quiero, no se mueve, ni desea otra cosa que mi Querer, en el cual está encerrado todo el amor del Eterno, y donde queda ella encerrada; y viviendo de este modo el alma llega casi a perder la fe y la esperanza, porque llegando a vivir del Querer Divino, el alma no se siente más en contacto de la fe y de la esperanza, pues si vive de su Querer, ¿qué cosa debe creer si lo ha encontrado y hace de Él su alimento? ¿Y qué cosa debe esperar si ya lo posee, viviendo no fuera de Dios sino en Dios? Por eso la verdadera y perfecta resignación es el

sello de la segura predestinación, y la certeza de la posesión de Dios que el alma adquiere.
¿Has entendido? Piénsalo bien”.
(5) Yo he quedado como arrebatada y decía entre mí: “¿Pero es que se puede llegar a esto? Y casi dudaba diciendo: “Tal vez ha querido ponerme una tentación para ver lo que hago yo, y darme ocasión de decir más disparates y hacerme ver hasta dónde llega mi soberbia; sin embargo creo que es bueno decir algún disparate, porque al menos se le obliga a Él a decir alguna cosa, y se tiene el bien de oír su voz, que hace regresar de la muerte a la vida”. Y pensaba qué otro disparate podría decir. Mientras estaba en esto se ha movido de nuevo y ha replicado:
(6) “Tú quieres tentarme, no Yo, y además, deja de dudar de mis verdades”.
(7) Y ha hecho silencio. Yo me sentía confundida e iba pensando en lo que me había dicho, pero quién puede decirlo todo, son cosas que no se pueden expresar.

+ + + +

7-63
Noviembre 9, 1906

Efectos de meditar siempre en la Pasión.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en la Pasión de Nuestro Señor, y mientras esto hacía ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, me es tan querido quien siempre va pensando en mi Pasión, y siente desagrado y me compadece, que me siento como retribuido por todo lo que sufrí en el curso de mi Pasión, y el alma rumiándola siempre, viene a formar un alimento continuo, en el que hay tantos diversos condimentos y sabores que producen diversos efectos. Así que si en el curso de mi Pasión me dieron cadenas y cuerdas para atarme, el alma me desata y me da la libertad; aquellos me despreciaron, me escupieron y me deshonraban, ella me aprecia, me limpia de esas escupitinas y me honra; aquellos me desnudaron y me flagelaron, ella me cura y me viste; aquellos me coronaron de espinas tratándome como rey de burla, me amargaron la boca con hiel y me crucificaron, el alma rumiando todas mis penas me corona de gloria y me honra como su Rey, me llena la boca de dulzura dándome el alimento más exquisito como es el recuerdo de mis mismas obras, y desclavándome de la cruz me hace resucitar en su corazón, dándole Yo por recompensa, cada vez que hace esto, una nueva vida de gracia, así que ella es mi alimento y Yo me hago su alimento continuo. Así que la cosa que más me agrada es que el alma piense siempre en mi Pasión”.

+ + + +

7-64
Noviembre 12, 1906

El alma da a Jesús la habitación en el tiempo, y Él la da al alma en la Eternidad

(1) Continuando mi acostumbrado estado, estaba diciendo al bendito Jesús: “¡Oh, cuánto quisiera amarte para ser más amada por Ti!” Y Él en mi interior me ha dicho:
(2) “Te amo tanto, que jamás te dejo, y habito en ti continuamente”.
(3) Y yo: “Gracias por tu bondad de habitar en mí, pero no estoy tan contenta, estaría más contenta y me sentiría más segura si yo pudiese habitar en Ti”.
(4) Y Él: “¡Ah! Hija mía, en el tiempo tú me darás habitación a Mí, en la eternidad Yo te la daré a ti, y debes estar contenta y segura porque Aquél que habita en ti tiene potencia para mantener consolidada y libre de todo peligro su habitación”.


+ + + +

7-65
Noviembre 14, 1906

La cruz ensancha los confines del reino del Cielo.

(1) ¡Oh! Cuánto he esperado y sufrido por su privación. Entonces, después de mucho esperar, por breves instantes se ha hecho ver y me ha dicho:
(2) “Hija mía, si la perfecta resignación es la señal cierta y segura de la predestinación, la cruz ensancha los confines del reino del Cielo”.
Y como relámpago ha desaparecido.

+ + + +

7-66
Noviembre 16, 1906

Diferencia que hay entre las ofensas de los religiosos y las de los seglares.

(1) Encontrándome fuera de mí misma veía las tantas ofensas que cometen los sacerdotes y personas religiosas, y el gran desagrado que el bendito Jesús sentía por ellas. Entonces yo, casi asombrándome he dicho: “Dulce vida mía, es verdad que las personas religiosas te ofenden, pero a mí me parece que los seglares te ofenden mayormente, no obstante muestras más disgusto por las ofensas de aquellas que por las de éstos, parece que eres todo ojos para mirar todo lo que hacen los primeros, y aparentas no ver lo que hacen los segundos”.
(2) Y Él: “¡Ah! Hija mía, tú no puedes comprender la diferencia que hay entre las ofensas de los religiosos y las de los seglares, por eso te asombras. Los religiosos han declarado pertenecerme, amarme y servirme, y Yo les he confiado los tesoros de mi Gracia, y a otros los tesoros de los sacramentos, como es el caso de los sacerdotes. Ahora, fingiendo en lo exterior que me pertenecen, en su interior, si es necesario, están lejos de Mí, aparentan amarme y servirme, en cambio me ofenden y se sirven de las cosas santas para servir a sus pasiones, por eso soy todo ojos para no dejarlos desperdiciar mis dones, mis gracias, pero a pesar de mis premuras llegan a malgastar mis dones aun en aquellas mismas cosas externas con las que externamente parece que me están glorificando. Esta es una ofensa tan grave, que si tú la pudieses comprender morirías de aflicción. En cambio los seglares declaran no pertenecerme, no conocerme y no quererme servir, y esta es la primera cosa, que están libres del espíritu de hipocresía, la cosa que más me disgusta; por eso, habiéndose ellos declarado, no les he podido confiar mis dones, si bien la Gracia los exhorta y les hace la guerra, pero no se ha donado porque no la quieren. Sucede como a un rey que ha combatido para liberar los pueblos de la esclavitud en la cual eran tenidos por otros reyes, a fuerza de sangre ha logrado liberar a una parte de aquellos pueblos y los ha puesto bajo su dominio, proveyéndolos de todo, y si fuera necesario haciéndolos habitar su misma habitación. Ahora, ¿de quién se desagradaría más si lo ofendieran, de aquellos pueblos que han quedado lejanos de él, que también quería liberar, o de aquellos que viven con él?”

+ + + +


7-67
Noviembre 18, 1906

Las obras sin espíritu interior y sin recta intención, envanecen el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, como una sombra he visto al bendito Jesús, y sólo me ha dicho:
(2) “Hija mía, si a un alimento se le pudiera separar la sustancia y una persona lo comiera, valdría nada, más bien serviría para inflar su estómago. Así son las obras sin espíritu interior y sin recta intención, vacías de sustancia divina, valen nada y sirven sólo para inflar a la persona, así que recibe más daño que bien”.

+ + + +

7-68
Noviembre 20, 1906

La obediencia comunica al alma la fuerza divina.

(1) Continua mi pobre estado lleno de amarguras, pero de paz, por las casi continuas privaciones que sufro; entonces como relámpago lo he visto diciéndome:
(2) “Hija mía, la obediencia es un muro irremovible, y tal vuelve al alma, y no sólo esto, sino que para ser irremovible es necesario ser fuerte, robusto, y la obediencia comunica la fuerza divina, de modo que todas las cosas ante la fuerza divina que el alma tiene, quedan débiles, así que ella puede remover todo, pero a ella no la puede remover ninguno”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

7-69
Noviembre 28, 1906

El bien de obrar junto con Jesús.

(1) Continuando mi pobre estado, en cuanto he visto al bendito Jesús parecía que se transformaba todo en mí, de modo que si yo respiraba sentía su respiro en el mío; si yo movía un brazo, sentía mover el suyo en el mío, y así de todo lo demás. Mientras esto hacía me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, mira en qué estrecha unión estoy Yo contigo, así te quiero a ti, toda unida y estrechada Conmigo; y esto no creas que lo debes hacer sólo cuando sufres o rezas, sino siempre, siempre; si te mueves, si respiras, si trabajas, si comes, si duermes, todo, todo lo debes hacer como si lo hicieras en mi Humanidad y saliera de Mí tu obrar, de modo que no deberías ser tú otra cosa que la cáscara, y rota la cáscara de tu obra se debería encontrar el fruto de la obra divina, y esto debes hacerlo en favor de toda la humanidad, de modo que mi Humanidad se debe encontrar como viviente en medio de las criaturas, porque haciendo tú todo, aun las acciones más indiferentes con esta intención de recibir de Mí la vida, tu acción adquiere el mérito de mi Humanidad, porque siendo Yo Hombre y Dios, en mi respiro contenía los respiros de todos, los movimientos, las acciones, los pensamientos, todo contenía en Mí, así que los santificaba, los divinizaba, los reparaba. Por eso, haciendo todo con la intención de recibir de Mí tu obrar, también tú vendrás a abrazar y a contener a todas las criaturas en ti, y tu obrar se difundirá para bien de todos; así que aunque los demás no me den nada, Yo tomaré todo de ti”.

(3) Parece que estoy diciendo muchos disparates. Son cosas íntimas y no sé decirlas bien, quisiera escribirlas como las tengo en la mente pero no puedo. Me parece que tomo una gota de luz y cientos se me escapan, hubiera sido mejor callar, pero todo sea para gloria de Dios.

+ + + +

7-70
Diciembre 3, 1906

La dulzura y la paz en el alma.

(1) No viniendo el bendito Jesús, sentía gran amargura, no sólo, sino como un choque en mi interior que me dejaba casi inquieta. ¡Oh! Dios, qué pena, que comparada a todas las otras penas, éstas no son otra cosa que sombras, más bien son refrigerios; es solamente a tu privación a la que debe dársele el nombre de pena. Ahora, mientras deliraba ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “¿Qué tienes? Cálmate, cálmate, aquí estoy, no sólo estoy contigo sino en ti; además no quiero este ánimo inquieto, todo debe ser dulzura y paz en ti, de manera que se pueda decir de ti lo que se dice de Mí: Que no escurre de Mí otra cosa que miel y leche, figurando la miel a la dulzura y la leche a la paz; Yo estoy tan lleno y empapado de éstos, que escurren de mis ojos, de mi boca y en todo mi obrar, y si tú no eres así Yo me siento deshonrado por ti, porque mientras habita en ti Aquél que es todo paz y dulzura, tú no me honras, mostrando, aunque fuese la más mínima sombra de un ánimo enfadado e inquieto. Yo amo tanto esta dulzura y paz, que a pesar de que se tratara de cosas grandes, de mi honor y gloria, no quiero, no apruebo jamás aquellos modos enfadados, violentos, fogosos, sino aquellos modos dulces, pacíficos, porque sólo la dulzura es aquella que como cadena encadena los corazones, de modo que no se pueden soltar, es como brea que se pega y no se pueden liberar, y estoy obligado a decir: “En esta alma está el dedo de Dios”. Y además si no me agrada a Mí el modo enfadado, no agradará ni siquiera a las criaturas. Uno que habla, que trata aun cosas de Dios con modos no dulces y pacíficos, es señal de que no tiene sus pasiones ordenadas, y quien no se tiene a sí mismo ordenado no puede ordenar a los demás. Por eso sé atenta a todo lo que no sea dulzura y paz, si no quieres deshonrarme”.

+ + + +

7-71
Diciembre 6, 1906

Jesús se esconde para ver que cosa hace el alma.

(1) Continuando el estado de casi total privación, en que a lo más como relámpago o como una sombra se hace ver, decía en mi interior: “Vida de mi vida, ¿por qué no vienes?
¡Oh, cómo te has hecho cruel conmigo! Cómo se ha endurecido tu corazón que llegas a no escucharme, ¿dónde están tus promesas, dónde tu amor si me dejas desamparada en el abismo de mis miserias? Sin embargo me prometías no dejarme jamás, me decías que me amabas mucho, ¿y ahora, y ahora? Tú mismo me lo has dicho, que por la constancia se conoce si alguien te ama de verdad; y si no hay constancia no se puede hacer ningún cálculo sobre este amor, y esto lo quieres de mí, que no formo tu vida, y Tú que eres mi vida ¿me la niegas?” Pero quién puede decir todos mis desatinos, me alargaría demasiado. Mientras estaba en esto se ha movido en mi interior, y poniendo su brazo en acto de sostenerme me ha dicho:

(3) “Estoy en ti, y me escondo más en ti para ver qué cosa haces. No he faltado en nada, ni a las promesas, ni al amor, ni a la constancia, si tú lo haces en modo imperfecto, Yo lo hago en la plenitud de la perfección hacia ti”.
(4) Y ha desaparecido.

+ + + +

7-72
Diciembre 15, 1906

La Divina Voluntad contiene todos los bienes.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía más que nunca amargada por su privación. En un instante me he sentido como absorbida en la Voluntad de Dios, y sentía todo mi interior tranquilo, de modo de no sentirme más a mí misma, sino en todo al Querer Divino, aun su misma privación, y yo decía para mí: “¡Qué fuerza, qué encanto, qué atractivo contiene esta Divina Voluntad, que hace que me olvide de mí misma, y hace correr en todo al Querer Divino!” Mientras estaba en esto se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, como la Divina Voluntad es el único alimento sustancioso, que contiene todos los sabores y los gustos adecuados al alma, en Ella el alma encuentra su alimento exquisito y se tranquiliza; el deseo encuentra su alimento y piensa en apacentarse lentamente, y se forma sin desear otra cosa; la inclinación no tiene hacia donde tender, porque ha encontrado el alimento que la satisface; la propia voluntad no tiene otra cosa que querer, porque se ha dejado a sí misma, que formaba su tormento y ha encontrado la Voluntad Divina que forma su felicidad; ha dejado la pobreza y ha encontrado la riqueza, no humana sino Divina; en suma, todo el interior del alma encuentra su alimento, es decir su trabajo en el cual queda ocupada y absorbida, tanto que no puede hacer nada más, porque en este alimento y trabajo, mientras encuentra todos los contentos, encuentra tanto qué hacer y aprender, y gustar siempre nuevas cosas, que el alma de una ciencia menor aprende ciencias mayores, y siempre queda qué aprender; de cosas pequeñas pasa a cosas grandes, de un gusto pasa a otros gustos, y siempre queda algo más de nuevo por gustar en este ambiente de la Divina Voluntad”.

+ + + +

7-73
Enero 3, 1907

La verdadera confianza reproduce la Vida Divina en el alma.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien mucho teme, es señal de que mucho confía en sí misma, porque no descubriendo en sí misma otra cosa que debilidades y miserias, naturalmente y justamente teme; y quien nada teme, es señal de que confía en Dios, porque confiando en Dios, las miserias y las debilidades quedan perdidas en Dios; sintiéndose investida por el Ser Divino, no más obra ella, sino Dios en ella, ¿y qué puede temer? Así que la verdadera confianza reproduce la Vida Divina en el alma”.

+ + + +


7-74
Enero 5, 1907

La verdadera santidad consiste en recibir como especialidad de amor divino todo aquello
que nos pueda suceder.

(1) Habiendo leído que un alma hacía escrúpulo de todo y temía que todo fuera pecado, estaba pensando en mí misma: “Y yo, cómo soy liberal, quisiera pensar también yo que todo fuera pecado para estar más atenta a no ofender al Señor”. Entonces, viniendo el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, estas son tonterías, y el alma con esto queda detenida en el camino de la santidad, mientras que la verdadera y estable santidad consiste en recibir como especialidad de amor divino todo lo que le pueda suceder y todo lo que pueda hacer, aunque sea la cosa más indiferente, como sería el recibir un alimento agradable o desagradable; especialidad de amor en el agradable, pensando que Jesús produce aquel gusto en el alimento, porque la ama tanto, hasta darle gusto aun en las cosas materiales; especialidad de amor en el desagradable, pensando que la ama tanto que le ha producido aquel desagrado para semejarla a Él en la mortificación, dándole Él mismo una monedita para ofrecérsela a Él; especialidad de amor divino si es humillada, si es exaltada, si está sana, si está enferma; si es pobre o rica; especialidad de amor el respiro, la vista, la lengua, todo, todo, y así como todo, todo lo debe recibir como especialidad de amor divino, así ella debe dar de nuevo todo a Dios como un especial amor suyo, así que debe recibir la ola del amor de Dios, y debe dar a Dios la ola de su amor. ¡Oh! Qué baño santificante es esta ola del amor, la purifica, la santifica y la hace progresar sin que ella misma lo advierta; es más vida de Cielo que de tierra. Es esto lo que quiero Yo de ti; el pecado, el pensamiento del pecado no debe existir en ti”.

+ + + +

7-75
Enero 10, 1907

El mal que forma el propio gusto.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, es tanto el apego de las criaturas al propio gusto, que estoy obligado a contener en Mí mis dones, porque en lugar de apegarse al Donador, se apegan a mis dones, idolatrando mis dones con ofensa al Donador, así que si encuentran su propio gusto hacen algo, más bien, no hacen, sino que satisfacen el propio gusto; si no hay gusto no hacen nada, así que el propio gusto forma una segunda vida en las criaturas. Miserables, no saben que donde está el propio gusto, difícilmente puede estar el gusto divino, aun en las cosas santas. Así que recibiendo mis dones, las gracias, los favores, no deben apropiárselos como cosas suyas, formando de ellos un gusto propio, sino tenerlos como gustos divinos, sirviéndose de ellos para amar mayormente al Señor y prontos a sacrificarlos al mismo amor”.

+ + + +


7-76
Enero 13, 1907

Jesús quiso sufrir en su Humanidad para rehacer la naturaleza humana.

(1) Continuando mi habitual estado, por un instante he visto a mi bendito Jesús, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuánto amo a las almas, mira: La naturaleza humana estaba corrompida, humillada, sin esperanza de gloria y de resurgimiento, y Yo quise sufrir todas las humillaciones en mi Humanidad, especialmente quise ser desnudado, flagelado y que a pedazos cayeran mis carnes bajo los azotes, casi deshaciendo mi Humanidad para rehacer la humanidad de las criaturas, y hacerla resurgir llena de vida, de honor y de gloria a la vida eterna. ¿Qué otra cosa podía hacer y que no haya hecho?”


+ + + +

7-77
Enero 20, 1907

La mayor santidad es el vivir en el Divino Querer.

(1) Habiendo leído dos vidas de santas, una que ansiaba mucho el sufrir, y la otra que quería ser pequeña, yo pensaba en mi interior cuál de las dos sería mejor para poderla imitar, y no sabiendo resolver esto me sentía como confundida, y para poder estar libre y pensar sólo en amarlo he dicho entre mí: “Yo no quiero aspirar a nada sino solamente a amarlo y cumplir perfectamente su santo Querer”. Mientras me encontraba en esto, el Señor en mi interior me ha dicho:
(2) “Y Yo aquí te quiero, en mi Querer; hasta en tanto que el grano de trigo no es sepultado bajo tierra y muere del todo, no puede renacer a vida nueva y multiplicarse y dar vida a otros granos; así el alma, hasta que no se sepulta en mi Voluntad, hasta morir del todo en Ella con deshacer todo su querer en el mío, no puede resurgir a nueva Vida Divina con el resurgimiento de todas las virtudes de Cristo, que contienen la verdadera santidad, por eso mi Voluntad sea el sello que te marque el interior y el exterior, y cuando mi Voluntad haya resurgido toda en ti, en Ella encontrarás el verdadero amor, y esta es la mejor de todas las otras santidades a las cuales puede uno aspirar”.

+ + + +

7-78
Enero 21, 1907

Quien siempre ama a Jesús no lo puede desagradar.

(1) Encontrándome en mi habitual estado estaba diciendo en mi interior: “Señor, haz que sea toda tuya y que esté siempre, siempre Contigo, y que jamás me separe de Ti; pero mientras yo esté Contigo no permitas que yo sea aguijón que te amargue, que te dé fastidio, que te dé disgustos, sino puntal que esté en Ti para sostenerte cuando estás cansado y oprimido, que te consuele cuando estés fastidiado de las otras criaturas”. Mientras esto decía el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien está en continua actitud de amarme está siempre Conmigo, y no puede ser jamás aguijón que pueda darme fastidio, sino puntal que me sostiene, me consuela, me endulza, porque el verdadero amor tiene la propiedad de hacer feliz a la persona amada, y además, quien siempre me ama no podrá jamás desagradarme, porque

el amor absorbe toda la persona, a lo más podrá haber pequeñas cosas que el alma misma ni siquiera advierte que me puedan desagradar, y el amor mismo toma el empeño de purificarla para hacer que Yo pueda encontrar siempre en ella mis delicias”.

+ + + +

7-79
Enero 25, 1907

Castigos. Ve ciudades desiertas.

(1) Paso días amarguísimos por las privaciones casi continuas del bendito Jesús, a lo más por un instante y como relámpago se hace ver y en seguida se esconde tan adentro en mi interior, que no lo puedo encontrar, y siempre en silencio. Ahora, habiéndolo visto después de mucho esperar, pero muy amargado y oprimido, le he dicho: “Pero dime al menos qué cosa te hace sufrir tanto?” Y Él, de mala gana, sólo por contentarme me ha dicho:
(2) “¡Ah! Hija mía, tú no sabes lo que debe suceder, si te lo dijera romperías mi indignación y no haría lo que debo hacer. He aquí el por qué guardo silencio. Tú tranquilízate acerca del modo que tengo contigo en este periodo de tiempo, ten valor, te será demasiado amargo, pero hazla de atleta, de generosa, viviendo siempre, y muerta, en mi Voluntad, sin ni siquiera llorar”.
(3) Dicho esto se ha escondido más adentro en mi interior, dejándome como petrificada, sin ni siquiera poder llorar su privación.
(4) Ahora para obedecer escribo que desde antes del mes de enero hasta ahora, no hago otra cosa que encontrarme fuera de mí misma, tal vez sea sólo un sueño, pero me parecía ver lugares desolados, ciudades desiertas, calles enteras con las casas cerradas sin que ninguno camine por ellas, gentes muertas, y es tanto el espanto al ver estas cosas que me quedo como atontada y quisiera imitar a mi buen Jesús estándome yo también taciturna y silenciosa. El por qué de esto no lo sé decir, porque mi luz Jesús no me dice nada. Lo he escrito sólo por obedecer.
(5) Deo Gratias.

+ + + +

7-80
Febrero 20, 1907

La incorrespondencia a la Gracia.

(1) Continúa siempre en silencio y viniendo por un instante y como relámpago; paso mis días en la amargura y como atónita, todo mi interior ha quedado golpeado como por un rayo, sin poder caminar hacia adelante ni hacia atrás, yo misma no sé decir lo que ha sucedido en mi interior, creo que sea mejor callar que hablar de ello. Entonces, esta mañana en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien no corresponde a mi gracia, vive como esas aves que viven de rapiña, así el alma no hace otra cosa que vivir de rapiña, me roba la gracia, vive y no me reconoce y además me ofende”.
(3) Y como relámpago ha desaparecido dejándome más admirada que antes.

+ + + +


7-81
Marzo 2, 1907

No hay nada que iguale al sufrir voluntario.

(1) Continuando mi habitual estado, y habiendo oído que casi todo el país estaba con la epidemia de influencia y que moría mucha gente, estaba pidiendo a Nuestro Señor que se complaciera en evitar tantas víctimas y que me hiciera sufrir a mí para perdonar a aquellos, porque ahora como nunca poco o nada sufro, porque aun esto me ha quitado. Mientras esto pensaba, en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, de Mí se dijo que era necesario que muriera uno para salvar a todo el pueblo. Era una verdad, pero en aquel tiempo no comprendida. Así en todos los tiempos es necesario que sufra uno para perdonar a los demás, y este uno para ser acepto debe ofrecerse voluntariamente y sólo por amor de Dios y por amor del prójimo, sufriendo él para evitar a todos los demás el sufrimiento; y el sufrir de éste no puede equivaler al sufrimiento de todos los demás juntos, no hay valor que lo iguale. ¿Crees tú que es nada el vacío de tu sufrir? No obstante no es un vacío del todo, y si te suspendo del todo, ¿dónde irán a terminar los pueblos? ¡Ay, ay, las cosas no terminan aquí!”

+ + + +

7-82
Marzo 13, 1907

Luisa le pide a Jesús que al morir su madre no pase por el Purgatorio.

(1) Continúa casi siempre lo mismo, y a lo más se hace ver en silencio. Ahora, en estos días, Jesús, habiéndose dejado ver me acariciaba y me besaba, y estando mi mamá enferma me hacía comprender que pronto se la iba a llevar, y yo le decía: “Señor mío, Tú lo quieres y yo te la doy antes de que te la lleves, no quiero esperar a que te la lleves sin que antes te la done, pero quiero de Ti la recompensa por el don que te hago, dándome en premio que te la lleves directo al paraíso, sin hacerla pasar por el purgatorio, a costa de sufrir yo el purgatorio que le correspondiera a mi mamá”. Y Jesús bendito me decía:
(2) “Hija mía, déjame hacer a Mí”.
Yo continuaba pidiéndole diciendo: “Pero dulce amor mío, quien tendrá corazón para ver sufrir a mi mamá en el purgatorio, a ella que ha sufrido tanto, que ha llorado tanto por causa mía. Es el peso de la gratitud lo que me empuja, lo que me apremia y me fuerza, en todas las demás cosas haz lo que quieras, pero en esto no, no cedo. Me contentarás y harás lo que quiero”.
(3) Y Él: “Pero amada mía, no te vuelvas demasiado fastidiosa, eres incansable, y con el volverte incansable en pedir me obligas a contentarte”.
(4) Pero sin embargo no me daba una respuesta precisa, y yo insistía y lloraba como una niña, y pidiéndole y volviéndole a pedir iba ofreciendo minuto a minuto, hora tras hora todo lo que Él sufrió en su Pasión, aplicando todo esto al alma de mi madre para hacerla quedar purificada y embellecida, y así poder obtener lo que yo quería. Y Él secándome las lágrimas agregaba:
(5) “Pero querida amada mía, no llores, tú sabes que te quiero mucho, ¿podría no contentarte? Mira, con el continuo ofrecimiento de mi Pasión, no dejando escapar nada de lo que Yo sufrí en beneficio de tu madre, su alma está dentro de un mar inmenso, y este mar la lava, la embellece, la enriquece, la inunda de luz, y para asegurarte que te contentaré, cuando muera tu madre serás sorprendida por un fuego por el que te sentirás quemar”.

(6) Yo he quedado contenta pero no segura, porque no me había dicho aún nada de que la llevaría directa al paraíso.

+ + + +

7-83
Mayo 9, 1907

Muerte y purgatorio de los padres de Luisa.

(1) Hace más de un mes que no escribo, y con gran repugnancia y sólo por obedecer me pongo de nuevo a escribir. ¡Oh! Qué pena siento, sólo el pensamiento de que podría decir a mi amado Jesús: “Mira cómo te amo de más y cómo crece mi amor, que sólo por amor tuyo me someto a este duro sacrificio, y por cuanto duro, otro tanto puedo decir que más te amo”. Y pensando que puedo decir a mi Jesús que lo amo más, siento la fuerza para cumplir el sacrificio de obedecer.
(2) Entonces no recordando todo perfectamente, diré todo junto y un poco confuso lo que ha pasado, comenzando donde lo dejé cuando estaba rogándole que se llevara a mi madre al paraíso sin pasar por el purgatorio;
(3) El día 19 de Marzo, consagrado a San José, por la mañana encontrándome en mi habitual estado, mi madre pasaba de esta vida al ambiente de la eternidad, y el bendito Jesús haciéndome ver que se la llevaba me ha dicho:
(4) “Hija mía, el Creador se lleva a la criatura”.
(5) En este momento me he sentido investir por dentro y por fuera por un fuego tan vivo que me sentía quemar las vísceras, el estomago y todo el resto, y si tomaba alguna cosa se convertía en fuego y era obligada a vomitarla en cuanto me la comía; este fuego me consumía y me mantenía en vida. ¡Oh! Cómo comprendía el fuego devorador del purgatorio, que mientras consume da la vida. El fuego hace el oficio de alimento, de agua, de muerte y de vida, pero en este estado yo era feliz, pero habiendo visto solamente que Jesús se la había llevado, pero no me había hecho ver a dónde la había llevado, mi felicidad no era completa, y por mis mismos sufrimientos sentía inquietud por cuáles serían los sufrimientos de mi madre si estuviese en el purgatorio, y viendo al bendito Jesús, que en estos días casi no me ha dejado sola, lloraba y le decía: “Dulce Amor mío, dime adonde la has llevado. Yo estoy contenta conque te la hayas llevado porque la tienes Contigo, pero si no la tienes Contigo, esto no lo tolero y llorare tanto hasta que me contentes”. Y Él parecía que gozaba con mi llanto y me abrazaba, me sostenía, me secaba las lágrimas y me decía:
(6) “Hija mía, no temas, tranquilízate, y cuando te hayas tranquilizado te la haré ver, y por ello estarás contenta; además, el fuego que tú sientes te sirva como prueba de que te he contentado”.
(7) Pero yo seguía llorando, especialmente cuando lo veía, porque sentía en mi interior que todavía faltaba alguna cosa a la beatitud de mi madre; lloraba tanto, que las personas que me circundaban, que habían venido por la muerte de mi madre, viéndome llorar así, creyendo que lloraba por la muerte de ella quedaban casi escandalizadas, pensando que yo me había separado de la Voluntad Divina, cuando que yo más que nunca nadaba en este ambiente de la Divina Voluntad. Pero yo no me acojo a ningún tribunal humano, porque todos son falsos, sino sólo al divino porque está lleno de verdad. Si el buen Jesús no me condenaba, más bien me compadecía, y para sostenerme venía más seguido, dándome casi un motivo para hacerme llorar, porque si Él no venía, ¿con quién debía llorar para conseguir lo que quiero? Aquellos tenían razón porque juzgaban lo externo, además, siendo yo tan mala no es de maravillarse que los otros se escandalizaran de mí. Después de algunos días, viniendo el buen Jesús me ha dicho:
(8) “Hija mía, consuélate, porque quiero decirte y hacerte ver dónde está tu madre y como tú, tanto antes como después de habérmela Yo traído me has ofrecido

continuamente lo que Yo merecí, hice y sufrí en el curso de mi Vida en su favor, por esto ella ahora se encuentra tomando parte en todo lo que Yo hice y goza de mi Humanidad, quedándole aún oculta mi Divinidad, que en breve le será también develada, y el fuego que tú sientes y tus oraciones han servido para exentarla de cualquier otra pena de sentido, que a todos corresponden, porque mi justicia, tomando de ti la satisfacción, no podía tomarla de las dos”.
(9) En ese momento, me parecía ver a mi madre dentro de una inmensidad que no tenía confines, y en esta inmensidad había tantos gozos y alegrías por cuantas palabras, pensamientos, suspiros, obras y sufrimientos, latidos, en suma, todo lo que contenía la Humanidad Santísima de Jesucristo. Comprendía que es un segundo paraíso para los bienaventurados, y que todos para entrar al paraíso de la Divinidad deben pasar por éste de la Humanidad de Cristo. Así que para mi madre había sido un singularísimo privilegio reservado a poquísimos, el no haber tocado otro purgatorio; sin embargo comprendía que si bien no estaba en tormentos, sino más bien en gozos, su felicidad no era perfecta, sino casi a la mitad.
(10) Sean dadas las gracias al Señor por esto. Yo continué sufriendo durante doce días, tanto que me encontré al borde de la muerte, pero habiéndose interpuesto la obediencia para hacer que ese hilo de vida que me quedaba no se rompiera, he regresado a mi estado natural. Yo no sé, parece que esta obediencia tiene un arte mágico sobre mí, pero el Señor pronto la hará perder su autoridad para llevarme con Él. Yo sentía un descontento porque la obediencia se atraviesa para no dejarme ir al Cielo, y en esto Jesús me ha dicho;
(11) “Hija mía, los bienaventurados en el Cielo me dan tanta gloria por la unión perfecta de su voluntad con la mía, que su vida es una reproducción de mi Querer, hay tanta armonía entre Yo y ellos, que su aliento, su respiro, los movimientos, los gozos, y todo lo que constituye la bienaventuranza de ellos, es efecto de mi Querer; sin embargo te digo que el alma aún viadora, si está unida con mi Querer de modo que no se separa jamás de Él, su vida es de Cielo, y Yo recibo de ella la misma gloria, pero tomo más gusto y complacencia de ella, porque lo que hacen los bienaventurados lo hacen sin sacrificios y con gozos, mientras que lo que hacen los viadores lo hacen con sacrificio y con padecimientos, y donde hay sacrificio Yo tomo más gusto y me complazco de más, y los mismos bienaventurados, viviendo en mi Querer, como el alma también viviendo en mi Voluntad forma una misma vida, participan en el gusto que Yo tomo del alma viadora”.
(12) Recuerdo que en otra ocasión estando yo con el temor de que mi estado fuera obra del demonio, el buen Jesús me dijo:
(13) “Hija mía, el demonio también sabe hablar de virtud, pero mientras habla de virtud, en el interior arroja repugnancia, odio a la misma virtud; así que la pobre alma se encuentra en contradicción y sin fuerza para practicar el bien. En cambio cuando soy Yo el que habla, siendo Yo verdad, mi palabra está llena de vida, no es estéril sino fecunda, así que mientras hablo infundo amor a la virtud y produzco la misma virtud en el alma, porque la verdad es fuerza, es luz, es sostén y una segunda naturaleza para el alma que se deja guiar por la verdad”.
(14) Continúo diciendo que apenas habían pasado unos diez días de la muerte de mi madre, mi padre cayó gravemente enfermo, y el Señor me hacía comprender que también él iba a morir; yo le hice el don anticipado y repetí lo que había hecho por mi madre para que tampoco a mi padre lo hiciera tocar el purgatorio, pero el Señor se mostraba más reacio y no me escuchaba; yo temía mucho, no por su salvación porque el buen Jesús me había hecho la solemne promesa, desde hace casi quince años, de que de todos los míos y de aquellos que me pertenecen ninguno se perdería; pero temía mucho por el purgatorio. Yo le rogaba continuamente, el buen Jesús casi no venía. Sólo el día en que mi padre moría, después de una enfermedad de quince días, el bendito Jesús se hizo ver todo benigno, vestido de blanco, como si estuviera de fiesta y me dijo:
(15) “Hoy espero a tu padre, y por amor tuyo me haré encontrar no como juez, sino como padre benigno, lo acogeré entre mis brazos”.

(16) Yo insistí por lo del purgatorio, pero no me prestó atención, y desapareció. Muerto mi padre, no me vino ningún sufrimiento nuevo como sucedió con mi madre, y por esto entendí que había ido al purgatorio. Yo rogaba y volvía a rogar, pero Jesús se hacía ver sólo como relámpago, sin darme tiempo de nada, y por añadidura ni siquiera podía llorar, porque no tenía con quien hacerlo, y Aquél que es el único que podía escuchar mi llanto me rehuía. Adorables juicios de Dios en sus modos.
(17) Después de dos días de penas internas, mientras veía al bendito Jesús y le preguntaba por mi padre, lo oí detrás de las espaldas de Jesucristo, como si estallara en llanto y pedía ayuda, y desaparecieron. Yo quedé lacerada en el alma por esto y rezaba, finalmente, después de seis días, encontrándome en mi acostumbrado estado, me encontré fuera de mí misma, dentro de una iglesia en la que estaban muchas almas purgantes, yo pedía a Nuestro Señor que al menos hiciera venir a mi padre dentro de la iglesia a hacer su purgatorio, porque veía que estas almas, en las iglesias, están en constantes alivios por las oraciones y misas que se dicen, pero mucho más por la presencia real de Jesús Sacramentado, que parece que es para ellas un continuo refrigerio. Mientras estaba en esto vi a mi padre, con un aspecto venerable, y Nuestro Señor lo puso cerca del tabernáculo. Con esto he quedado menos lacerada en mi interior.
(18) Recuerdo confusamente que otro día viniendo el buen Jesús me hacía comprender la preciosidad del sufrir, y yo le pedía que hiciera comprender a todos el bien que hay en el sufrir. Y Él me dijo:
(19) “Hija mía, la cruz es un fruto espinoso, que por fuera es molesto y punzante, pero quitadas las espinas y la cáscara se encuentra un fruto precioso y exquisito, que sólo quien tiene la paciencia de soportar las molestias de los pinchazos puede llegar a descubrir el secreto de la preciosidad y sabor de aquel fruto; y sólo aquél que ha llegado a descubrir este secreto lo mira con amor, y con avidez va en busca de ese fruto sin cuidarse de los pinchazos, y todos los demás lo miran con desdén y lo desprecian”.

(20) Y yo: “Pero dulce Señor mío, ¿cuál es este secreto que hay en el fruto de la cruz?”
(21) Y Él: “El secreto de la eterna bienaventuranza, porque en el fruto de la cruz se encuentran tantas moneditas que sólo sirven para entrar al Cielo, y el alma con estas moneditas se enriquece y se vuelve bienaventurada eternamente”.
(22) El resto lo recuerdo confusamente y no lo siento ordenado en mi mente, por eso paso adelante y hago punto en esto.

+ + + +

7-84
Mayo 30, 1907

Eficacia de la oración.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por breve tiempo he visto al bendito Jesús, y yo le rogaba por mí y por otras personas, pero lo hacía con alguna dificultad fuera de lo acostumbrado, como si no hubiera podido obtener tanto como si hubiera rogado sólo por mí, y el buen Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la oración es un punto solo, y mientras ella es un punto, puede aferrar todos los demás puntos juntos; así que tanto puede conseguir la oración si se reza para sí sola como si se reza por los demás, una es su eficacia”.

Deo Gratias.


Nihil obstat Imprimatur

Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I


8-1
Junio 23, 1907

El acto más bello es el abandono en la Voluntad de Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús no venía, y yo estaba pensando entre mí cuál sería el acto más bello y más a Nuestro Señor, que pudiese más fácilmente inducirlo a venir: El dolor de las propias culpas o la resignación. Mientras estaba en esto, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija, el acto más bello y que más me agrada es el abandono en mi Voluntad, pero tanto, que no se recuerde que existe el propio ser, sino que todo para ella sea el Divino Querer. Si bien el dolor de las propias culpas es bueno y laudable, pero no destruye el propio ser; en cambio el abandonarse del todo en mi Voluntad destruye el propio ser y readquiere el Ser Divino. Entonces, el alma con abandonarse en mi Voluntad, me da más honor, porque me da todo lo que Yo puedo exigir de la criatura, y vengo a readquirir en Mí lo que de Mí había salido, y el alma readquiere lo único que debería readquirir, a Dios con todos los bienes que el mismo Dios posee, sólo que, hasta que el alma está del todo en la Voluntad de Dios, readquiere a Dios, y si se sale de mi Voluntad readquiere su propio ser junto con todos los males de la corrompida naturaleza”.

+ + + +

8-2
Junio 25, 1907

El alma detenida o caminando, debe estar siempre en la Divina Voluntad.

(1) Esta mañana estaba pensando en que me sentía como detenida, sin ir ni hacia adelante ni hacia atrás, y decía: “Señor, yo misma no sé decir lo que siento, si estoy atrás, o detenida, o adelante, pero del resto no me aflijo, pues con tal que esté en tu Voluntad estoy siempre bien, en cualquier punto o en cualquier modo que pueda estar, tu Voluntad es siempre santa y yo en cualquier modo que esté, estaré siempre bien”.
(2) En ese momento el bendito Jesús ha venido por poco tiempo y me ha dicho:
(3) “Hija mía, ánimo, no temas si te sientes detenida, pero está atenta a que esas detenidas las hagas en mi Voluntad, sin salirte en nada de mi Querer. También Yo me detengo, pero en un abrir y cerrar de ojos hago más de lo que no he hecho por años y años; mira, para el mundo parece que Yo estuviera detenido, porque mereciendo ser severamente castigado y no haciéndolo, parece que no esté caminando, pero si tomo la vara en mis manos, verás como me reharé de todas mis paradas. Así tú, estando siempre en mi Voluntad, si ves que mi Voluntad te quiere detenida, detente entonces y goza de mi Voluntad; si ves que mi Voluntad quiere que camines, camina pues, pero camina siempre en mi Querer, porque caminando en mi Voluntad caminarás Conmigo mismo y tendrás la misma Voluntad de mi caminar, por eso estate siempre en mi Voluntad, detenida o en camino, y estarás siempre bien”.

+ + + +

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.


8-3
Julio 1, 1907

En la Divina Voluntad se olvidan los pecados.

(1) Estaba leyendo de una santa que siempre pensaba en las propias culpas, y que pedía a Dios dolor y perdón. Y yo en mi interior decía: “Señor, qué diferencia entre esta santa y yo, yo nunca pienso en los pecados, y ella que siempre piensa en ellos, se ve que me he equivocado”. En ese instante lo he sentido moverse en mi interior y se hizo como un relámpago de luz en mi mente, y oí que me decían:
(2) “Necia, necia que eres, ¿no quieres entenderlo? ¿cuándo mi Voluntad ha producido pecados, imperfecciones? Mi Voluntad es siempre santa, y quien vive en Ella queda ya santificado, y goza, se alimenta y piensa en todo lo que mi Voluntad contiene, y aunque en el pasado haya cometido pecados, encontrándose en la belleza, en la santidad, en la inmensidad de los bienes que contiene mi Voluntad, olvida lo feo de su pasado y se recuerda sólo del presente, con la condición de que no salga de mi Querer; pero si llegara a salir, regresando al propio ser, no es de asombrarse que recuerde pecados y miserias. Ten presente en tu mente que en mi Voluntad no entran ni pueden entrar estos pensamientos de pecados y de sí misma, y si el alma los siente significa que no es estable ni está fija dentro de Mí, sino que se da sus escapadas”.
(3) Encontrándome después en mi habitual estado, en cuanto lo he visto me ha dicho:
(4) “Hija mía, la verdad, por cuanto sea perseguida, no se puede hacer menos que reconocer que es verdad, y llegará el tiempo en que esa misma verdad perseguida venga a ser reconocida y amada. En estos tristes tiempos todo es falsedad y doblez, y para hacer que la verdad pueda señorear, el hombre necesita ser castigado y destruido; y estos golpes, parte se los darán ellos mismos y se destruirán mutuamente, otros vendrán de Mí, especialmente para Francia, donde habrá gran mortalidad, tanto, que quedará casi despoblada”.

+ + + +

8-4
Julio 4, 1907

El alma debe rumiar en su mente las verdades aprendidas.

(1) Estaba pensando: “Cómo me he vuelto mala, no obstante el Señor no me corrige, no me reprende”. Mientras esto pensaba lo he sentido moverse en mi interior, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, camina, camina. Si Yo soy bondad, misericordia, dulzura, soy también justicia, fortaleza, potencia; si Yo te viera retroceder o cometer defectos voluntarios, ante tantas gracias que te he hecho, merecerías ser fulminada, y en verdad te fulminaría; y si no lo hago tú misma comprendes el por qué, y si no te hablo siempre, debes rumiar continuamente en tu mente cuantas verdades te he enseñado, después entra en tu interior, únete Conmigo, y Yo estaré siempre junto contigo para obrar interiormente”.

+ + + +

8-5
Julio 10, 1907

Se comienza a vivir de verdad, cuando se comienza a ser víctima.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma junto con mi adorable Jesús, y viéndolo coronado de espinas le he quitado la corona y con ambas manos la he puesto sobre mi cabeza, oprimiéndola muy bien. ¡Oh! cómo sentía que me penetraban las espinas, pero me sentía feliz de sufrir, para aligerar las penas de Jesús. Después he dicho: “Mi buen Jesús, dime, ¿falta mucho tiempo para que me lleves al Cielo?”
(2) Y Él: “Más bien, poquísimo”.
(3) Y yo: “Tu poco pueden ser diez, veinte años, y ya tengo cuarenta y dos”.
(4) Y Él: “No es verdad; tus años no son más que desde que comenzaste a ser víctima. Entonces mi bondad te llamó, y tú puedes decir que desde entonces comenzaste a vivir de verdad. Y así como te llamé a vivir mi Vida en la tierra, así dentro de poco te llamaré a vivir mi Vida en el Cielo”.
(5) Mientras estaba en esto,he visto que de las manos del bendito Jesús salían dos columnas que luego formaban una sola, y las tenía apoyadas fuertemente sobre mis hombros, sin que yo pudiera quitarme de abajo; y si me llamaba no había quien viniera a poner los hombros bajo aquellas columnas y permanecían suspendidas en sus manos, y estando suspendidas sucedían estragos de todo tipo; comprendía que estas columnas eran la Iglesia y el mundo, salidos de sus santísimas manos y que los tenía en sus santas llagas, y siempre estarán ahí, pero si el buen Jesús no tiene donde apoyarlas, se cansará muy pronto de tenerlas suspendidas en sus manos, y ay, pero ay que harán horrorizar, son tales y tantos estos ay, que creo que es mejor hacer silencio.

+ + + +

8-6
Julio 14, 1907

Todo en el alma debe ser amor.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, y yo sin pensarlo he preguntado: “Señor, ayer me confesé; si hubiera muerto, siendo que la confesión perdona las culpas, ¿me habrías llevado directamente al paraíso?”
(2) Y Él: “Hija mía, es verdad que la confesión perdona las culpas, pero la cosa más segura y cierta para exentar el purgatorio es el amor, así que en el alma el amor debe ser la pasión predominante: Amor el pensamiento, la palabra, los movimientos, todo, todo debe ser envuelto por este amor, y así, el Amor Increado encontrando todo amor, absorbe en Sí al amor creado. En efecto, qué otra cosa hace el purgatorio sino llenar los vacíos de amor que hay en el alma, y cuando llena estos vacíos la manda al Cielo. Si no hay estos vacíos, no es cosa que pertenezca al purgatorio”.

+ + + +

8-7
Julio 17, 1907

Verdadera señal para conocer si se vive en la Divina Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la verdadera señal para conocer si el alma vive en mi Voluntad, es que todo lo que le sucede, en cualquier cosa se desenvuelve la paz, porque mi Voluntad es tan perfecta y santa que no puede producir ni siquiera la sombra de la turbación. Así que si en los conflictos, mortificaciones, amarguras, se siente turbada, no puede decir que está dentro de mi Voluntad; a lo más, si se siente resignada y al mismo tiempo turbada, puede

decir que está a la sombra de mi Voluntad, porque estando fuera es dueña de sentirse a sí misma, pero adentro no”.

+ + + +

8-8
Julio 19, 1907

En la Divina Voluntad no entran ni arideces, ni tentaciones, ni defectos.

(1) Habiendo hablado con una persona sobre la Voluntad de Dios, se me había salido decirle que estando en la Voluntad de Dios y sintiéndose árida se encontraría también en paz. Después, encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús me ha corregido diciéndome:
(2) “Hija mía, pon mucha atención cuando hablas de mi Voluntad, porque mi Voluntad es tan feliz, que forma nuestra misma bienaventuranza, y la voluntad humana es tan infeliz, que si pudiese entrar en la nuestra destruiría nuestra felicidad y nos haría guerra; por eso en mi Voluntad no entran ni arideces, ni tentaciones, ni defectos, ni inquietudes, ni frialdades, porque mi Voluntad es luz y contiene todos los gustos posibles; la voluntad humana no es otra cosa que una gotita de tinieblas, toda llena de disgustos. Así que si el alma está ya dentro de mi Querer, antes de entrar, al contacto con mi Querer la luz le ha disipado la gotita de las tinieblas para poderla tener en sí, el calor ha derretido el hielo y la aridez, los gustos divinos han quitado los disgustos, mi felicidad la ha liberado de todas las infelicidades”.

+ + + +

8-9
Agosto 6, 1907

No ve otra cosa que castigos.

(1) Continuando mi habitual estado, me encontraba fuera de mí misma dentro de una iglesia, y me parecía ver a una bellísima señora con sus senos tan llenos de leche, que parecía que se le quisiera abrir la piel. Después, llamándome me dijo:
(2) “Hija mía, éste es el estado de la Iglesia, está llena de amarguras internas, y aunado a éstas está en acto de recibir las amarguras externas. Sufre tú un poco para mitigarlas en algo”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que se abriese los senos, y llenando su mano con leche me la daba a beber; era amarguísima y producía tantos sufrimientos que yo misma no sé decirlo. En ese momento veía que hacían revoluciones, entraban en las iglesias, despojaban altares, los quemaban, atentaban contra sacerdotes, rompían estatuas, y miles de otros insultos e infamias. Mientras esto hacían, el Señor mandaba otros castigos del Cielo, muchos quedaban muertos o heridos, parecía una riña general contra la Iglesia, contra el gobierno y entre ellos mismos. Yo he quedado espantada y me he encontrado en mí misma, y continuaba viendo a la Reina Madre, junto con otros santos, que rogaban a Jesucristo que me hiciera sufrir, pero parecía que Él no prestaba atención, y entraban en conflicto, y molesto ha respondido el bendito Jesús:
(4) “No me molesten, estense tranquilos, de otra manera me la traigo”.
(5) Pero a pesar de esto parece que he sufrido un poco.
(6) Ahora digo todo junto, que en todos estos días, encontrándome en mi habitual estado, no he visto otra cosa que revoluciones y castigos. El bendito Jesús está casi siempre taciturno, y de vez en cuando sólo me dice:
(7) “Hija mía, no me hagas violencia, de otra manera te haré salir de este estado”.

(8) Y yo digo: “Mi vida y mi todo, si quieres ser dejado libre para hacer lo que quieres, llévame, y después podrás hacer lo que quieras”.
(9) Parece que en estos días se necesita gran paciencia para tratar con Jesús bendito.

+ + + +

8-10
Agosto 22, 1907

El alma debe estar en el mundo como si sólo estuvieran Dios y ella. La causa que más renueva la Pasión a Jesús es el incumplimiento de los propósitos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, para que la Gracia pueda tener libre la entrada en el alma, ésta debe estar en el mundo como si no hubiera otra cosa que Dios y ella, porque cualquier otro pensamiento o cosa se interponen entre el alma y la Gracia, e impiden a la Gracia entrar en el alma, y al alma recibir la Gracia”.
(3) Otro día me dijo: “Hija mía, la causa que más me renueva la Pasión es el incumplimiento de los propósitos; ¡ah! ni siquiera entre ellos son tan viles de no mantener lo que se prometen, sólo Conmigo llegan a tal vileza de desconocer sus promesas, a pesar que saben que sufro mucho porque en un momento prometen, y en otro desdicen lo que prometen”.

+ + + +

8-11
Septiembre, 1907

Por cuanto más el alma es igual en todo, tanto más se acerca a la perfección divina.

(1) Paso días amarguísimos, con continuas privaciones, a lo más se hace ver como sombra o relámpago, y casi siempre con continuas amenazas de mandar castigos. ¡Oh! Dios, qué desorden, el mundo parece trastornado, todos están en actitud de hacer revoluciones, de matarse; el Señor parece que retira su Gracia y los hombres se vuelven tantas bestias feroces, pero es mejor callar estas cosas, porque hablar de ellas amarga demasiado mi pobre alma, bastante saturada de amarguras. Después, esta mañana en cuanto ha venido el bendito Jesús, me ha dicho:
(2) “Todas las obras de Dios son perfectas, y su perfección se conoce por ser redondas o a lo más cuadradas, tanto que ninguna piedra es colocada en la Jerusalén Celestial que no sea redonda o cuadrada”.
(3) Yo no entendía nada de esto, pero hacía por ver la bóveda del cielo y veía en ella las estrellas, el sol, la luna, y también la misma forma de la tierra, todas redondas, pero no entendía el significado de esto, y el Señor ha agregado:
(4) “La redondez es la igualdad en todas las partes, así que el alma para ser perfecta debe ser igual en todos los estados, en todas las circunstancias, sean prósperas o adversas, dulces o amargas. La igualdad debe circundarla en todo, para formarla al modo de un objeto redondo, de otra manera, si no es igual en todas las cosas, no podrá entrar bella y pulida a formar parte de la Jerusalén Celestial, y no podrá adornar a modo de estrella la patria de los bienaventurados, así que por cuanto más el alma es igual en todo, tanto más se acerca a la perfección divina”.

+ + + +

8-12
Octubre 3, 1907

Cómo el propio yo vuelve esclavo a Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús no venía, y yo estaba desgarrada por el dolor de su privación, y no sólo por esto, sino por el pensamiento de que mi estado de víctima no fuera más Voluntad de Dios; me parece haberme vuelto nauseante ante la presencia de Dios, digna sólo de ser aborrecida. Ahora, mientras esto pensaba, en cuanto ha venido Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien elige al propio yo, aun por un momento, reprime la Gracia, se hace dueño de sí mismo y vuelve esclavo a Dios”.
(3) Después ha agregado: “La Voluntad de Dios hace tomar la posesión Divina, pero la obediencia es la llave para abrir la puerta y entrar en esta posesión”.
(4) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

8-13
Octubre 4, 1907

La cruz injerta la Divinidad en la humanidad.

(1) Continuando mi habitual estado de privaciones, y por lo tanto con pocos sufrimientos, estaba diciendo para mí: “No sólo de Jesús estoy privada, sino que también el bien de los sufrimientos me es quitado. ¡Oh Dios!, por todas partes quieres usar fierro y fuego y tocarme en las cosas más amadas por mí, y que formaban mi misma vida: Jesús y la cruz. Si a Jesús le soy abominable por mis ingratitudes, tiene razón en no venir, pero tú, oh cruz, a ti ¿qué te he hecho que tan bárbaramente me has dejado? ¡Ah! ¿tal vez no te he puesto buena cara cuando has venido? Recuerdo que te amaba tanto que no sabía estar sin ti, y algunas veces te prefería aun sobre el mismo Jesús; yo no sabía qué cosa me habías hecho que no sabía estar sin ti, ¿no obstante me has dejado? Es verdad que muchos bienes me has hecho, tú eras el camino, la puerta, la estancia, el secreto, la luz en la cual encontraba a Jesús, por eso te amaba tanto, y ahora todo ha terminado para mí”. Mientras esto pensaba, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija, la cruz es parte de la vida, y solamente no la ama quien no ama la propia vida, porque sólo con la cruz injerté la Divinidad a la humanidad perdida; sólo la cruz es la que continúa la Redención en el mundo, injertando a cualquiera que la recibe en la Divinidad; y quien no la ama significa que no sabe nada ni de virtudes, ni de perfección, ni de amor de Dios, ni de verdadera vida; sucede como a un rico que habiendo perdido las riquezas se le presenta un medio para adquirirlas de nuevo, y tal vez de más; ¿cuánto no amaría este medio? ¿Y no pondría acaso la propia vida en este medio para encontrar de nuevo la vida en las riquezas? Así es la cruz, el hombre se había vuelto pobrísimo, y la cruz es el medio no sólo para salvarlo de la miseria, sino para enriquecerlo con todos los bienes; por eso la cruz es la riqueza del alma”.
(3) Y ha desaparecido, y yo he quedado más amargada pensando en la pérdida que había sufrido.

+ + + +


8-14
Octubre 12, 1907

Ve lugares devastados por la Justicia.

(1) Después de haber pasado días de privación y de lágrimas, finalmente esta mañana ha venido Jesús y me ha dicho:
(2) “¡Ah! hija mía, tú no sabes nada de lo que debe suceder de aquí a un año. ¡Oh, cuántas cosas sucederán! Mira un poco”.
(3) Mientras me encontraba en esto me he encontrado fuera de mí misma junto con Jesús, y veía, dónde lugares hundidos y ciudades enteras sepultadas, donde lugares inundados y desaparecido lo que en aquellos lugares existía, en otros puntos terremotos con daño notable, gente muerta, revoluciones en más lugares, y en ciertos puntos tan violentas, que no se podía poner un pie en la tierra sin pisar sangre humana. ¿Pero quién puede decir lo que de trágico se veía? Después de esto el buen Jesús ha agregado:
(4) “¿Has visto? ¡Ah! hija mía, ánimo, paciencia en el estado en el que te encuentras, la justicia queriendo descargarse sobre las criaturas evita descargarse sobre de ti, y el vacío de tus sufrimientos llenará el vacío de los sufrimientos de ellas; dejemos correr un poco la justicia, es necesario; las criaturas se ensoberbecen demasiado, después terminará todo y Yo estaré contigo como antes”.

+ + + +

8-15
Octubre 29, 1907

El verdadero amor y el sacrificio.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y veía al niño Jesús, que poniéndose sobre mi cama me golpeaba con sus manos todo el cuerpo, dándome también patadas. Cuando me ha abatido muy bien y pisoteado, ha desaparecido. Volviendo en mí misma no entendía el por qué de estos golpes, pero estaba contenta porque recordaba que yo misma me ponía bajo Jesús para ser más golpeada. Después, sintiéndome toda magullada, de nuevo he sido sorprendida por el bendito Jesús, que quitándose la corona de espinas, Él mismo la ha clavado en mi cabeza, pero con tal fuerza que todas las espinas me penetraban dentro; después, metiéndose en mi interior, casi en acto de seguir más adelante me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿cómo estamos? Vayamos, vayamos más adelante en castigar al mundo”.
(3) Yo me he espantado al oír que unía mi voluntad a la suya en el ir más allá en los castigos. Y Él ha agregado:
(4) “Lo que Yo te digo no lo debes olvidar. Recuérdate que tiempo atrás Yo te hacía ver los castigos presentes y aquellos que debía mandar, y tú, presentándote ante mi justicia, tanto imploraste en favor del genero humano, ofreciéndote tú a sufrir cualquier cosa, que te fue concedido como limosna que en vez de hacer por diez haría por cinco en consideración tuya. Por eso esta mañana te he golpeado, para poderte conceder tu deseo, que debiendo hacer por diez haga sólo por cinco”.
(5) De nuevo ha agregado: “Hija mía, el amor es lo que ennoblece al alma y la pone en posesión de todas mis riquezas, porque el verdadero amor no tolera división de clase o condición, por mucho que uno pueda ser inferior al otro. Lo que es mío es tuyo, éste es el lenguaje de dos seres que en verdad se aman, porque el verdadero amor es transformación; por lo tanto, la belleza de uno quita la fealdad del otro y lo vuelve bello; si es pobre lo vuelve rico; si es ignorante lo vuelve docto; si es innoble lo vuelve noble; uno es el latido, uno el respiro, una la voluntad en dos seres que se aman, y si algún otro latido o

respiro quisiera entrar en ellos, se sienten sofocados, agitados y lacerados, y quedan enfermos. Así que el verdadero amor es salud y santidad, y en él se respira un aire balsámico, perfumado, cual es el respiro y la vida del mismo amor, pero donde este amor queda más ennoblecido, más consolidado, más confirmado y más acrecentado, es en el sacrificio, así que el amor es la llama, el sacrificio la leña; entonces donde hay más leña, más altas son las llamas, y el fuego es siempre mayor. ¿Qué cosa es el sacrificio? Es el desvivirse uno en el amor y en el ser de la persona amada, y por cuanto más uno se sacrifica, tanto más queda consumado en el ser amado, perdiendo su ser y retomando todos los lineamientos y nobleza del Ser Divino. Mira, también en el mundo natural la cosa pasa así, si bien en modo muy imperfecto, ¿quién adquiere nombre, nobleza, heroísmo, un soldado que se sacrifica, se expone a las batallas, expone la vida por amor del rey, o algún otro que se está con los brazos cruzados? Ciertamente el primero. Así un siervo, ¿quién puede esperar sentarse a la mesa de su amo, el siervo fiel que se sacrifica, que pone la propia vida, que tiene más cuidado de los intereses de su amo que de los suyos por amor a su amo, o aquél siervo que si bien hace su deber, cuando puede rehuir el sacrificio lo rehuye? Cierto que el primero. Y así el hijo con el padre, el amigo con el amigo, etc. Así que el amor ennoblece y une y forma una sola cosa; el sacrificio es la leña para engrandecer el fuego del amor, y la obediencia lo ordena todo”.

+ + + +

8-16
Noviembre 3, 1907

El alma en la Divina Voluntad debe concurrir a todo.

(1) Esta mañana, encontrándome en mi habitual estado he sentidoa mi amable Jesús moverse en mi interior, y repetía:
(2) “Vayamos más adelante”.
(3) Yo al oír esto me he encogido de hombros diciendo: “Señor, ¿por qué dices vayamos más adelante? Más bien di, iré más adelante en los castigos, yo tengo miedo de poner en esto mi voluntad”.
(4) Y Él: “Hija mía, mi Voluntad y la tuya son una, y si digo vayamos más adelante en los castigos, ¿no digo lo mismo en el bien que hago a las criaturas, que es, ¡oh! cuánto más que los castigos? Y en los tantos otros castigos que no mando, ¿no estás tú unida Conmigo? Entonces, quien está unido en el bien, ¿no debe estar unido en las mortificaciones? Entre Yo y tú no debe haber divisiones. Tú no eres otra cosa que aquella pequeña hierbita que Dios se ha complacido en dotar con una maravillosa virtud, y así como a la pequeña hierbita de la que no se conoce la virtud que contiene se pisa y ni siquiera se mira, así quien no conoce el don que he puesto en ti y la virtud que contiene mi hierbita, no sólo te pisa, sino que no comprende cuánto me complazco Yo con dar valor a las cosas más pequeñas”.
(5) Después de esto parecía que apoyaba su cabeza sobre la mía, y yo he dicho: “¡Ah, hazme sentir tus espinas!”
(6) Y Él: “¿Quieres que te golpee?”
(7) Y yo: “Sí”. En este momento se ha encontrado en manos de Jesús una vara con bolas de fuego, y yo viendo el fuego: “Señor, tengo miedo del fuego, golpéame sólo con la vara”.
(8) Y Él: “No quieres ser golpeada, Yo me voy”.
(9) Y ha desaparecido sin darme tiempo de pedirle que me golpeara como a Él le agradara. ¡Oh! cómo he quedado pensativa y afligida, pero Él que es tan bueno me perdonará.

+ + + +


8-17
Noviembre 18, 1907

El alma viviendo su nada se llena de Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado ha venido el bendito Jesús, y en cuanto lo he visto he dicho: “Dulce vida mía, cómo me he hecho mala, me siento reducida en la nada, nada siento en mí, todo es vacío, sólo siento en mi interior un embeleso, y en este embeleso te espero a Ti, que me llenes, pero en vano espero este llenarme, más bien me siento regresar siempre en la nada”.
(2) Y Jesús: “¡Ah! hija mía, ¿y tú te afliges porque te sientes reducida en la nada? Más bien te digo que por cuanto más la criatura se reduce en la nada, tanto más es llenada del Todo, y si fuera aun una sombra de sí que deja, esa sombra impide que Yo me pueda dar todo, todo al alma; y tu regresar siempre en la nada significa que vas perdiendo tu ser humano para readquirir el Divino”.

+ + + +

8-18
Noviembre 21, 1907

Amor y unión que hay entre Creador y criatura.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba uniéndome con Nuestro Señor, haciendo uno solo su pensamiento, su latido, su respiro y todos sus movimientos con los míos, y ponía la intención de ir a todas las criaturas para dar a todas todo esto, y como estaba unida a Jesús en el huerto de los olivos, daba también a todos y a cada uno, y aun a las almas purgantes, todas sus gotas de sangre, sus oraciones, sus penas y todo el bien que Él hizo, a fin de que todos los respiros, los movimientos, los latidos de las criaturas quedasen reparados, purificados, divinizados, y la fuente de todo bien, la cual son sus penas, fueran remedio para todos. Mientras esto hacía, el bendito Jesús en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, con estas intenciones tuyas me hieres continuamente, y como las haces frecuentemente, una flecha no espera a la otra y siempre quedo herido de nuevo”.
(3) Y yo he dicho: “¿Cómo puede ser posible que quedes herido y te escondes y me haces penar tanto en esperar tu venida? ¿Éstas son las heridas, esto es lo mucho que me quieres?”
(4) Y Él: “Más bien no he dicho nada de todo lo que debería decirte, y el alma misma no puede comprender, mientras es viadora, todo el bien y el amor que corre entre las criaturas y el Creador, porque su obrar, el hablar, el sufrir, está todo en mi Vida, porque sólo haciéndolo así puede disponer para bien de todos. Sólo te digo que cada pensamiento tuyo, latido y movimiento, cada miembro tuyo, cualquier hueso tuyo sufriente, son tantas luces que salen de ti, que tocándome a Mí las difundo para bien de todos, y Yo te mando triplicadas tantas otras luces de gracia, y en el Cielo te las daré de gloria. Basta decirte que es tanta la unión, la estrechez que hay, que el Creador es el órgano y la criatura el sonido; el Creador es el sol, la criatura los rayos; el Creador la flor, la criatura el olor; ¿puede estar acaso el uno sin el otro? Ciertamente que no. ¿Crees tú que no tengo cuenta de todo tu trabajo interno y de tus penas? ¿Cómo puedo olvidarlas si salen de Mí mismo, y son una sola cosa Conmigo? Agrego aún que cada vez que se hace memoria de mi Pasión, siendo ésta un tesoro expuesto para bien de todos, es como si el alma pusiera este tesoro en el banco para multiplicarlo y distribuirlo para bien de todos”.

+ + + +


8-19
Noviembre 23, 1907

Si el alma sufre distracciones en la comunión, es señal de que no se ha dado toda a Dios.

(1) Habiéndome enterado por una persona, que fácilmente se distraía en la comunión, estaba diciendo en mi interior: “¿Cómo es posible distraerse estando Contigo? ¿Acaso no queda toda absorbida en Ti?” Después, encontrándome en mi habitual estado, estaba haciendo mis acostumbradas cosas internas, y veía como si quisiera entrar en mí alguna distracción, y a Jesús bendito que poniendo sus manos impedía que entrara, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, si el alma sufre distracciones, disturbios, es señal de que no se ha dado toda a Mí, porque cuando el alma se ha dado toda a Mí, siendo cosa mía sé tener bien custodiado mi don; mientras que, cuando en virtud del libre albedrío no me dan todo, Yo no puedo tener esa custodia especial, y estoy obligado a sufrir las cosas molestas que turban mi unión con ellas, mientras que cuando es toda mía, el alma no hace ningún esfuerzo para estarse tranquila, el empeño es todo mío para no dejar entrar ninguna cosa que pudiera turbar nuestra unión”.

+ + + +

8-20
Diciembre, 1907

La intención del alma en todo su obrar, debe ser encontrarse con Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en el momento en el que el bendito Jesús encontró a su bendita Madre en el camino del calvario, y mientras los compadecía, el dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Madre salió el día de mi Pasión sólo para poder encontrar y aliviar a su Hijo. Así el alma verdaderamente amante, en todo su obrar, su intención es únicamente la de encontrar a su querido amado y aliviarlo del peso de la cruz, y como la vida humana es una continua actitud de acciones, sea internas o externas, el alma no hace otra cosa que continuos encuentros con su amado; ¿y solamente lo encontrará? No, no, lo saludará, lo abrazará, lo besará, lo consuela, lo ama, y aunque sea con una sola palabrita que le diga de prisa, Él quedará satisfecho y contento, y conteniendo la acción siempre un sacrificio, si la acción sirve para encontrar el sacrificio que hay dentro de la acción, servirá para aliviarme del peso de mi cruz. ¿Cuál será la felicidad de esta alma que en su obrar está en continuo contacto Conmigo? Cómo crecerá siempre más mi amor en cada encuentro que haga Conmigo mediante su obrar. Pero cuán pocos se sirven de esto para encontrar el brevísimo camino de sus acciones para venir a Mí y estrecharse, aliviarme de tantas aflicciones que me dan las criaturas”.

+ + + +

8-21
Enero 23, 1908

Jesús jamás va al alma inútilmente. El contemporizar da tiempo y lugar a los enemigos para mover batalla.

(1) Habiendo venido M., me ha dicho que en estas venidas de Nuestro Señor yo no merecía nada, y que sólo merecía cuando practicaba las virtudes; y también me ha pedido que rezara por ciertas necesidades suyas. Después, en el curso del día he estado pensativa por lo que había oído, y para quitarme de encima este pensamiento decía entre mí:
(2) “Adorable bien mío, Tú sabes que jamás he puesto atención a los méritos, sino sólo a amarte, me parece que me quisiera hacer sierva en tu casa si me ocupara en la adquisición de méritos; pero no, no quiero ser sierva, sino hija, más bien Tú mi amado y yo la tuya”.
(3) Pero a pesar de esto el pensamiento volvía frecuentemente. Ahora, encontrándome en mi habitual estado, mi bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(4) “Hija mía, M. no te ha dicho la verdad, porque cuando voy a un alma, jamás voy inútilmente, sino que siempre le llevo algún beneficio, ahora le hablo de las virtudes, ahora la corrijo, ahora le comunico mi belleza, de modo que todas las otras cosas le parecen feas, y tantas otras cosas, y aunque no dijese nada, ciertamente que el amor se desenvuelve de más en el alma, y por cuanto más me ama, más vengo Yo a amarla, y los méritos del amor son tan grandes, nobles y divinos, que comparados a los otros méritos se puede decir: Aquellos de plomo, y éstos de oro puro. Y además, él ha venido, y ciertamente que no ha venido como una estatua, ha tratado de decirte alguna palabra, de hacerte algún beneficio, aunque como criatura, ¿y Yo, que soy Creador, haré cosas inútiles?”.
(5) En este momento he recordado las necesidades que me había dicho M., y rogaba a Nuestro Señor que lo atendiera. Entonces me parecía verlo con un vestido color plateado, y de la cabeza descendía un velo negro que le cubría parte de los ojos, y este velo parecía que se extendiera también a otra persona que estaba atrás de él. Yo no entendía nada de esto y el bendito Jesús me ha dicho:
(6) “El vestido plateado que le ves es su pureza en el obrar, y el velo negro es porque mezcla de lo humano, y esto de humano que mezcla es como velo que cubriéndole la luz de la verdad que le resplandece en la mente, lo hace obrar algunas veces con temor, o bien para contentar a algún otro, y no según la verdad que mi Gracia le hace resplandecer en su mente”.
(7) Y yo: “Señor, escúchalo y concédele lo que me ha dicho, pues es cosa que concierne tanto a tu Gloria”.
(8) Y Él: “El contemporizar, a un alma indecisa, da tiempo y lugar a los enemigos de hacerle la guerra; mientras que no dando tiempo y mostrándose resuelto e irremovible se cierran las puertas a los enemigos, y se tiene el bien de no exponerse ni siquiera a la disputa, así que si quiere llegar pronto al fin, éstos son los medios, y Yo estaré con Él y saldrá victorioso; y después, los mismos que ahora le son contrarios le serán más favorables y lo admirarán más al ver que destruyó sus consideraciones humanas”.

+ + + +

8-22
Febrero 6, 1908

Signos para conocer si el alma está en Gracia.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, para conocer si el alma está en Gracia mía, la señal es que cuando se comunica mi Gracia, el alma se encuentra lista para seguir lo que la Gracia quiere, de modo que la Gracia que estaba antes en el interior y la que se comunica después, se dan la mano recíprocamente y unidas con la voluntad del alma se ponen en actitud de obrar. Pero si no se encuentra pronta y dispuesta, hay mucho qué dudar. La Gracia es simbolizada por la corriente eléctrica, que enciende sólo aquellas cosas en las que se han hecho los preparativos para recibir la corriente eléctrica, pero donde no hay estos

preparativos, o bien se ha roto algún hilo o consumido, a pesar de que esté la corriente, la luz no puede comunicarse”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

8-23
Febrero 7, 1908

La vida es un peso que se cambiará en un tesoro.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en el peso enorme que el bendito Jesús sintió al llevar la cruz, y decía entre mí: “Señor, también la vida es un peso, ¡pero qué peso! especialmente por la lejanía de Ti, mi sumo Bien”. Mientras estaba en esto, ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, es cierto que la vida es un peso, pero cuando este peso es llevado junto Conmigo, al final de la vida se ve que este peso se puede descargar en Mí, y encontrará este peso cambiado en tesoro, donde encontrará las alhajas, las piedras preciosas, los brillantes y todas las riquezas que lo harán feliz eternamente”.

+ + + +

8-24
Febrero 9, 1908

El modo en el cual el alma debe estar con Jesús. La necesidad de amor de Jesús.

(1) Habiendo recibido la comunión estaba diciendo: “Señor, tenme siempre estrechada Contigo, porque soy demasiado pequeña, y si no me tienes estrechada, siendo pequeña puedo extraviarme”.
(2) Y Él: “Quiero enseñarte el modo como debes estar Conmigo: Primero, debes entrar dentro de Mí y transformarte en Mí, y tomar lo que encuentres en Mí. Segundo, cuando te hayas llenado toda de Mí, sal fuera y obra junto Conmigo, como si Yo y tú fuéramos una sola cosa, de modo que si me muevo Yo, muévete tú; si pienso, piensa tú en la misma cosa pensada por Mí, en suma, cualquier cosa que haga Yo la harás tú. Tercero, con esto que hemos obrado juntos, aléjate por un instante de Mí y ve en medio de las criaturas, dando a todos y a cada uno todo lo que hemos obrado juntos, esto es dando a cada uno mi Vida Divina, regresando rápidamente en Mí para darme a nombre de todos toda aquella gloria que deberían darme, rogando, excusándolas, reparando, amando; ¡ah! sí, ámame por todos, sáciame de amor; en Mí no hay pasiones, pero si pudiera tener alguna pasión, la sola y única pasión sería el amor. Pero el amor en Mí es más que pasión, es mi Vida, y si las pasiones se pueden destruir, la vida no. Ve en qué necesidad de ser amado me encuentro, por eso ámame, ámame”.

+ + + +

8-25
Febrero 12, 1908

Hace más el alma animosa en un día, que la tímida en un año.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, la timidez reprime la Gracia y traba al alma. Un alma tímida jamás será buena para obrar cosas grandes, ni para Dios, ni para el prójimo, ni para sí misma. Un alma tímida es como si tuviera atadas las piernas, y no pudiendo caminar libremente, tiene los ojos puestos siempre en sí y en el esfuerzo que realiza para caminar. La timidez hace tener los ojos dirigidos siempre a lo bajo, jamás a lo alto; la fuerza para obrar no la toma de Dios sino de sí misma, y por lo tanto en vez de fortificarse se debilita. La Gracia, si siembra, le sucede como a aquel pobre agricultor que habiendo sembrado y trabajado su campito, poco o nada recoge; en cambio un alma animosa hace más en un día que la tímida en un año”.

+ + + +

8-26
Febrero 16, 1908

Cómo la señal más cierta de que amamos al Señor es la cruz.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando por qué sólo la cruz nos hace conocer si verdaderamente amamos al Señor, siendo que hay tantas otras cosas como las virtudes, la oración, los sacramentos, que nos podrían hacer conocer si amamos al Señor. Mientras esto pensaba, el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, es exactamente así, sólo la cruz es la que hace conocer si verdaderamente se ama al Señor, pero la cruz llevada con paciencia y resignación, porque donde hay paciencia y resignación en las cruces, hay Vida Divina. Siendo la naturaleza tan reacia al sufrir, si hay paciencia no puede ser cosa natural sino divina, y el alma no ama más sólo con su amor al Señor, sino unida con el amor de la Vida Divina, entonces, ¿qué duda puede tener si ama o no, si llega a amarlo con su mismo amor? Mientras que en las otras cosas, y también en los mismos sacramentos, puede haber quien ama, quien contenga en sí esta Vida Divina, pero no pueden dar la certeza que da la cruz, puede ser, o no puede ser, y esto por falta de disposiciones; uno puede hacer muy bien la confesión, pero si faltan las disposiciones no puede decir ciertamente que ama y que ha recibido en sí esta Vida Divina; otro recibe la comunión, ciertamente recibe en sí la Vida Divina, pero puede decir que esa Vida permanece en él sólo si tenía las verdaderas disposiciones, porque se ve que algunos reciben la comunión, se confiesan, y ante las ocasiones y circunstancias no se ve en ellos la paciencia de la Vida Divina, y si falta la paciencia falta el amor, porque el amor se conoce sólo con el sacrificio, he aquí las dudas; mientras que la paciencia, la resignación, son los frutos que sólo produce la Gracia y el amor”.

+ + + +

8-27
Marzo 9, 1908

Las vidas de todos palpitaban en el corazón de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús, parecía que se acercaba a mí y me hacía oír los latidos de su corazón, los oía muy fuerte, y en su latido palpitaban muchos otros pequeños latidos. Y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, en este estado se encontraba mi corazón en el momento de mi Pasión. En mi corazón palpitaban todas las vidas humanas, que con sus pecados estaban todas en actitud de darme la muerte, y mi corazón a pesar de su ingratitud, llevado por la violencia de amor les restituía a todos la vida, por eso palpitaba tan fuerte, y en mi latido encerraba todos los latidos humanos, haciéndolos resurgir en latidos de gracia, de amor y de delicias divinas”.

(3) Y ha desaparecido. Después de esto, habiendo pasado una jornada de muchas visitas, me sentía cansada, y en mi interior me lamentaba con Nuestro Señor diciendo: “Aleja de mí a las criaturas; me siento muy oprimida, no sé qué cosa encuentran o quieren de mí, ten piedad de la violencia que me hago continuamente para entretenerme Contigo en mi interior y con las criaturas en el exterior”. En ese momento ha venido la Reina Mamá y me ha dicho levantando su mano derecha y señalando hacia mi interior en el que parecía que estaba el amable Jesús:
(4) “Hija amada mía, no te oprimas, las criaturas corren a donde está el tesoro, y como en ti está el tesoro de los sufrimientos, donde está encerrado mi dulce Hijo, por eso vienen a ti. Pero tú mientras tratas con ellos no te distraigas de tu tesoro, haciendo amar a cada uno el tesoro que en ti contienes, cual es la cruz y mi Hijo, así los demás se irán enriquecidos”.

+ + + +

8-28
Marzo 13, 1908

El calor de la unión con Jesús, disipa del alma el frío de las inclinaciones humanas.

(1) Estando en mi habitual estado ha venido un demonio que hacía cosas extrañas. En cuanto ha desaparecido yo no he vuelto a pensar en él, tanto de olvidarme de sus extrañezas, ocupándome sólo de mi único y sumo Bien. Pero después me ha venido el pensamiento: “Cómo soy mala, insípida, ninguna cosa me causa impresión”. Y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, hay ciertas regiones en las que las plantas no están sujetas a los fríos, a las heladas, a las nevadas, y por eso no son despojadas de sus hojas, de sus flores y de sus frutos, y si tienen épocas de reposo es por breve tiempo, porque cuando se cosechan los frutos se necesita poco tiempo para hacer crecer otros frutos, porque el calor las fecunda admirablemente y no están sujetas a largos períodos de inactividad, como lo están las plantas en las regiones frías, porque las pobres plantas por las heladas y las nevadas a que están sujetas por largos meses, son obligadas a dar por breve tiempo poquísimos frutos, casi cansando la paciencia del agricultor que los debe recoger. Así son las almas que han llegado a la unión Conmigo, el calor de mi unión disipa de ellas el frío de las inclinaciones humanas, que como frío para las plantas las vuelve estériles y despojadas de hojas y de frutos divinos. Las heladas de las pasiones, las nevadas de las turbaciones, impiden en el alma los frutos de la Gracia. Estando el alma a la sombra de mi unión nada le hace impresión, ninguna cosa entra en su interior que disturbe nuestra unión y nuestro reposo, toda su vida gira en torno a mi centro, así que sus inclinaciones, sus pasiones, son para Dios, y si alguna vez se hace una breve pausa, no es otra cosa que un simple ocultamiento mío para darle después una sorpresa de mayores alegrías y así poder gustar en ella frutos más exquisitos de paciencia y de heroísmo, que ha ejercitado durante mi ocultamiento. Todo lo contrario sucede a las almas imperfectas, parecen las plantas nacidas en las regiones frías, están sujetas a todas las impresiones, así que su vida vive más de impresiones que de razones y de virtudes; las inclinaciones, las pasiones, las tentaciones, las turbaciones y todos los eventos de la vida son tantos fríos, heladas, nevadas, granizadas, que impiden el desarrollo de mi unión con ellas, y cuando parece que han hecho una bella floración, basta un nuevo suceso, una cosa que les haga impresión, para hacer que se marchite esta bella floración y hacerla caer por tierra; así que se encuentran siempre al principio. y poquísimos frutos producen, y casi cansan mi paciencia en cultivarlas”.

+ + + +


8-29
Marzo 15, 1908

Las almas cuando están llenas de Dios, las tempestades no tienen la fuerza para agitarlas.

(1) Esta mañana me sentía más que nunca oprimida por la privación de mi sumo y único Bien, pero al mismo tiempo apacible, sin aquellas ansias que me hacían girar Cielo y tierra, y que sólo me detenía cuando lo encontraba. Y decía entre mí: “Qué cambio, me siento paralizada por el dolor de tu ausencia, sin embargo no lloro, me siento una paz profunda que toda me inviste, ningún aliento en contrario entra en mí”. En este momento, el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te quieras afligir, debes saber que cuando hay una fuerte tempestad en el mar, donde las aguas son profundas la tempestad no es más que superficialmente, la profundidad del mar está en la más perfecta calma, las aguas permanecen tranquilas y los peces cuando advierten la tempestad, para estar más seguros se van a refugiar donde las aguas son más profundas, así que toda la tempestad se descarga donde el mar contiene poquísima agua, porque como las aguas son pocas, la tempestad tiene la fuerza para agitarlas desde la superficie hasta el fondo y transportarlas a otros puntos del mar. Así sucede a las almas cuando están todas llenas de Dios, hasta el borde, hasta derramarse fuera, las tempestades no tienen la fuerza para agitarlas en lo más mínimo, porque contra Dios no hay fuerza que valga, a lo más la sentirán superficialmente, pero en cuanto advierten la tempestad ponen en orden las virtudes y se refugian en lo más profundo de Dios; así que exteriormente parece que haya tempestad, pero todo es falso, porque es entonces cuando el alma goza de más paz y se reposa tranquila en el seno de Dios, como los peces en el seno del mar.
(3) Todo lo contrario para las almas vacías de Dios, o que contienen algún poco de Dios, las tempestades las agitan todas, así que si tienen algo de Dios lo disminuyen, no se necesitan fuertes tempestades para agitarlas, basta un ligero viento para hacer huir de ellas las virtudes. Es más, las mismas cosas santas, que para las almas llenas de Dios forman su alimento excelente y toman de él hasta saciarse, para las otras se convierten en tempestades, son sacudidas por todos los vientos, por todas partes, jamás es bonanza para ellas, porque la razón lo exige, que donde no está todo Dios, la herencia de la paz está lejana de ellas”.

+ + + +

8-30
Marzo 22, 1908

El estado de Luisa es estado de oración continua, de sacrificio y de unión con Dios.

(1) Continuando mi habitual estado, me encontraba fuera de mí misma y me parecía ver a M. y a otros sacerdotes, y habiendo salido un joven de belleza divina, acercándose a mí me suministraba un alimento. Yo le he rogado que de ese alimento que me daba a mí diera también a M. y a los otros. Entonces, acercándose a M. le daba una buena parte diciéndole:
(2) “Yo te comparto de mi alimento, pero tú quítame el hambre a Mí dándome las almas”, señalándole la obra que M. quiere hacer, y al mismo tiempo lo incitaba fuertemente en su interior dándole impulsos e inspiraciones. Después ha hecho partícipes a los demás del alimento. En este momento ha salido una mujer venerable, y aquellos que habían recibido

el alimento del joven se han puesto en torno a Ella y le han preguntado cuál era mi estado; y la mujer ha respondido:
(3) “El estado de esta alma es estado de oración continua, de sacrificio y de unión con Dios; y mientras está en este estado está expuesta a todos los eventos de la Iglesia, del mundo y de la justicia de Dios, y reza, repara, desarma e impide, por cuanto puede, los castigos que la justicia quiere descargar sobre las criaturas, así que las cosas están todas suspendidas”.
(4) Ahora, mientras esto escuchaba, decía entre mí: “Soy tan mala y a pesar de esto dicen que ese es mi estado”. Yo me encontraba cerca de una ventanita alta, alta y desde ahí veía todo lo que se hacía en la Iglesia y en el mundo, y los flagelos que estaban por caer, ¿pero quién puede decirlos todos? Mejor sigo adelante para no extenderme demasiado. Pero yo, ¡oh! cómo gemía y rogaba, y habría querido deshacerme en pedazos para impedir todo, pero cuando estaba en esto todo ha desaparecido y me he encontrado en mí misma.

+ + + +

8-31
Marzo 25, 1908

Las tentaciones se vencen fácilmente. Donde hay pasión el demonio tiene más fuerza.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido Jesús me ha dicho:
(2) “Hija, las tentaciones se vencen fácilmente, porque el demonio es la criatura más vil que pueda existir, y basta un acto en contra, un desprecio, una oración, para hacerlo huir, porque estos actos lo hacen aún más vil de lo que es, y él para no tener que soportar aquella confusión, en cuanto ve al alma resuelta que no quiere hacer caso a su vileza, huye aterrorizado.
(3) Ahora, si el alma no se puede liberar fácilmente, significa que no es sólo tentación, sino pasión radicada en el alma, que la tiraniza unida a la tentación, por eso no puede liberarse, y donde hay pasión el demonio tiene más fuerza para hacer del alma un juguete”.

+ + + +

8-32
Marzo 29, 1908

Las almas pacíficas son la delicia de Dios.

(1) Esta mañana, al venir el bendito Jesús, parecía que traía un manto negro, y acercándose, parecía que me ponía bajo el manto diciéndome:
(2) “Así envolveré a las criaturas, como bajo de un manto negro”.
(3) Y ha desaparecido. Yo he quedado preocupada pensando en algún castigo, y le pedía que regresara porque no podía estar más sin Él, pero como enojada por lo que había visto antes. Después de mucho esperar ha venido, trayendo una copa llena de un licor; me ha dado a beber y después ha agregado:
(4) “Hija mía, las almas pacíficas comen en mi misma mesa y beben de mi copa, y el Divino arquero no hace más que flecharlas continuamente, y ninguna flecha falla, todas hieren al alma amante, y el alma languidece y el Divino arquero continúa lanzándole sus flechas, las cuales, ahora la hacen morir de amor, ahora le restituyen nueva vida de amor, y el alma de sus heridas lanza dardos para herir a quien tanto la ha herido. Así que el alma pacífica es la delicia y el entretenimiento de Dios; mientras que las almas turbias,

turbulentas, si el Divino arquero les manda sus flechas, éstas fallan y Él queda amargado, y estas almas forman el juego y el gusto diabólico”.

+ + + +

8-33
Abril 5, 1908

Todo lo que contiene la Reina Mamá, tiene su principio en el Fiat.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma dentro de un jardín, en el cual veía a la Reina Mamá sentada sobre un altísimo trono. Yo ardía por el deseo de subir hasta arriba para besarle la mano, y mientras me esforzaba por subir, Ella ha venido a mi encuentro dándome un beso en el rostro. Al mirarla he visto en su interior como un globo de luz, y dentro de aquella luz estaba la palabra Fiat, y de esa palabra descendían tantos, diversos, interminables mares de virtud, de gracias, de grandezas, de gloria, de alegrías, de bellezas, y de todo lo que contiene nuestra Reina Mamá, así que todo estaba radicado en aquel Fiat, y del Fiat tenían principio todos sus bienes. ¡Oh, Fiat omnipotente, fecundo, santo, ¿quién te puede comprender? Yo me siento muda; es tan grande que no sé decir nada; por eso mejor pongo punto. Entonces yo la miraba maravillada y Ella me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda mi Santidad ha salido de dentro de la palabra Fiat. Yo no me movía ni siquiera para un respiro, para un paso, ni ninguna otra acción, si no lo hacía dentro de la Voluntad de Dios; mi vida era la Voluntad de Dios, mi alimento, mi todo, y esto me producía santidad, riquezas, glorias, honores, pero no humanos sino Divinos. Así que por cuanto más el alma está unida, fundida con la Voluntad de Dios, tanto más se puede decir santa, tanto más es amada por Dios, y por cuanto más amada más favorita, porque la vida de esa alma no es otra cosa que la reproducción de la Voluntad de Dios, ¿y podrá no amarla si es Ella misma? Así que no se debe mirar lo mucho o lo poco que se hace, sino más bien si es querido por Dios, porque el Señor mira más el pequeño hacer si es según su Voluntad, que el grande sin ella”.

+ + + +

8-34
Abril 8, 1908

La Divina Voluntad es continua comunión.
Cómo saber si un estado es Voluntad de Dios.

(1) Estaba molesta por no poder recibir la comunión todos los días, y el buen Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, no quiero que ninguna cosa te dé fastidio. Es verdad que es cosa grande el recibir la comunión, ¿pero cuánto dura la unión estrecha del alma Conmigo? A lo más un cuarto de hora, así que la cosa que te debe importar más es el deshacer completamente tu voluntad en la mía, porque para quién vive de mi Voluntad la unión estrecha Conmigo no es sólo de un cuarto de hora, sino siempre, siempre. Así que mi Voluntad es continua comunión con el alma, por lo tanto no una vez al día, sino todas las horas, todos los momentos, es siempre comunión para quien hace mi Voluntad”.
(3) Ahora, habiendo pasado días amarguísimos por la privación de mi sumo y único Bien, pensando y temiendo que mi estado fuera una ficción, el estar en la cama sin ningún movimiento, sin ninguna ocupación, esperando la venida del confesor y sin mi acostumbrado adormecimiento, me angustiaba y martirizaba tanto, que me hacía caer

enferma por el dolor y por las continuas lágrimas. Muchas veces he rogado al confesor que me diera el permiso y la obediencia de que, cuando no estuviera adormecida y Jesucristo no se complaciera en participarme, como víctima, un misterio de su Pasión, yo me pudiera sentar en la cama según mi costumbre y dedicarme a mi trabajo de tejer, pero él continua y absolutamente me lo ha prohibido, es más, ha agregado que este estado mío, si bien con la privación de mi sumo Bien, debía considerarse como estado de víctima por la violencia y el dolor en la dicha privación y por la obediencia. Yo he obedecido siempre, pero continuamente el martirio del corazón me decía: “¿Y no es ésta una ficción? ¿Dónde está tu adormecimiento? ¿Dónde el estado de víctima? ¿Y tú qué cosa sufres de los misterios de la Pasión? Levántate, levántate, no hagas simulaciones, trabaja, trabaja, ¿no ves que este fingimiento te llevará a la condenación? ¿Y tú no temes? ¿Y no piensas en el juicio tremendo de Dios? ¿No ves que después de tantos años no has hecho otra cosa que cavarte un abismo del cual no saldrás en toda la eternidad?” ¡Oh, Dios! ¿Quién puede decir el tormento del corazón y los crueles sufrimientos que me atormentan el alma, me oprimen y me arrojan en un mar de dolores? Pero la tirana obediencia no me ha permitido ni siquiera un átomo de mi voluntad. Sea hecha la Divina Voluntad que así dispone.
(4) Mientras estaba en estos crueles tormentos, esta noche, encontrándome en mi habitual estado me veía circundada por personas que decían:
(5) “Reza un Padre Nuestro, un Ave María, y un gloria en honor de San Francisco de Paúl, y él te traerá algún alivio a tus sufrimientos”.
(6) Entonces yo los he rezado, y en cuanto los he terminado ha aparecido el santo trayéndome una pequeña hogaza de pan, me la ha dado diciéndome:
(7) “Cómela”.
(8) Yo he comido y me he sentido toda fortificada, y después le he dicho: “Amado santo, quisiera decirte alguna cosa”.
(9) Y Él con toda afabilidad: “Di, ¿qué cosa quieres decirme?”
(10) Y yo: “Temo tanto que mi estado no sea Voluntad de Dios. Mira, en los primeros años de esta enfermedad me sucedía a intervalos, sentía que Nuestro Señor me llamaba porque me quería víctima, y al mismo tiempo me sentía sorprender por dolores y heridas internas, tanto, que externamente parecía como si hubiera tenido un accidente, por lo tanto temo que mi fantasía me producía esos males”.
(11) Y el santo: “La señal segura para conocer si un estado es Voluntad de Dios, es si el alma está dispuesta a hacer diversamente si conociera que la Voluntad de Dios no fuera más aquella”.
(12) Y yo, no quedando convencida he agregado: “Querido santo, no te he dicho todo, escucha, las primeras veces fue a intervalos, pero desde que Nuestro Señor me llamó a la inmolación continua ya van 21 años que estoy siempre en cama, ¿y quién te podrá decir las vicisitudes? A veces parece que me deja, me quita el sufrir que es mi único y fiel amigo en mi estado, y yo quedo triturada sin Dios, sin el sostén del mismo sufrir, por esto las dudas, los temores de que mi estado no es Voluntad de Dios”.
(13) Y Él todo dulzura: “Te repito lo que te dije antes, si estás dispuesta a hacer la Voluntad de Dios si la conocieras, tu estado es de su Voluntad”.
(14) Y como yo siento en el alma, que si conociera la Voluntad de Dios con toda claridad estaría dispuesta a costa de mi propia vida, a seguir su Santo Querer, por eso he quedado más tranquila.
(15) Sean siempre dadas las gracias al Señor.

+ + + +

8-35
Mayo 3, 1908

Efectos de la circulación del Divino Querer en el alma.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto he sentido junto a mí a Nuestro Señor, me ha dicho:
(2) “Hija mía, en el alma que hace mi Voluntad circula mi Querer en todo su ser, como le circula la sangre, así que está en continuo contacto conmigo, con mi potencia, sabiduría, caridad, belleza, así que toma parte en todo lo mío. Por eso, no viviendo más de su querer, su querer vive en el mío, y así como el mío circula en el suyo, así el suyo circula en todo mi Ser y siento continuamente su contacto, y sintiéndome continuamente tocado por ella, tú no puedes comprender cuánto siento amarla, cuánto quiero favorecerla y consentir en todo lo que me pide, y si se lo negase, me lo negaría a Mí mismo, porque a fin de cuentas, viviendo de mi Querer no pide otra cosa que lo que quiero Yo, esto quiere y sólo esto la hace feliz, tanto para ella como para los demás, porque su vida está más en el Cielo que en la tierra, este es el fruto que produce mi Voluntad, beatificarla anticipadamente”.

+ + + +

8-36
Mayo 12, 1908

Los ricos, con su mal ejemplo han envenenado a los pobres.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba rogando a Nuestro Señor que se dignara poner paz en los ánimos que están todos en discordia, los pobres quieren agredir a los ricos; hay una agitación, una avidez de sangre humana, que parece que ellos mismos no saben contenerse más. Si el Señor no pone su mano, estamos ya a punto de recibir los castigos que tantas veces ha manifestado. Después, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, justa justicia mía, los ricos han sido los primeros en dar mal ejemplo a los pobres, los primeros que se han alejado de la religión, de cumplir sus deberes, hasta avergonzarse de entrar en la iglesia, de escuchar la misa, de cumplir los preceptos. Los pobres se han nutrido de su baba venenosa, y habiéndose nutrido muy bien del veneno de su mal ejemplo, con ese mismo veneno dado por los ricos, no pudiéndolo contener más, buscan agredirlos y aun matarlos. No hay orden sin sujeción, los ricos se han sustraído de Dios, los pueblos se rebelan contra Dios, contra los ricos y contra todos, la balanza de mi justicia está llena y no puedo contenerla más”.

+ + + +

8-37
Mayo 15, 1908

Ve guerras y revoluciones

(1) Estando en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma en medio de revoluciones, parece que se obstinan siempre más en querer derramar sangre. Yo rogaba al Señor, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, son dos tempestades que los hombres están preparando: Una contra el gobierno, y la otra contra la Iglesia”.
(3) En ese momento me parecía ver a los jefes huyendo, al rey que corría peligro de quedar prisionero y se ponía en fuga, no sé decirlo bien, pero me parecía que caía en las manos de los enemigos. Todos los ricos estaban en graves peligros, y quién caía víctima, pero lo que más me daba pena era ver que entre los jefes de las revoluciones, aun contra la Iglesia, no faltaban los sacerdotes; cuando después las cosas llegaban a los últimos excesos, parecía que intervenía una potencia extranjera. No sigo más adelante porque son cosas dichas otras veces.

+ + + +

8-38
Junio 22, 1908

La Divina Voluntad triunfa sobre todo.

(1) Esta mañana me sentía muy oprimida por la privación de mi adorable Jesús, y decía entre mí: “No puedo más, ¿cómo puedo vivir sin mi Vida? ¡Qué paciencia se necesita sin Ti! ¿Cuál será la virtud que podrá inducirlo a venir?” Mientras estaba en esto, ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la virtud que triunfa sobre todo, que conquista todo, que allana todo, que endulza todo, es la Voluntad de Dios, porque ésta contiene tal potencia que no hay cosa que pueda resistirle”.
(3) Mientras esto decía aparecía ante mí un camino todo lleno de piedras, de espinas y de montes escarpados. Todo esto, puesto en la Voluntad de Dios, con su potencia las piedras quedaban pulverizadas, las espinas cambiadas en flores y los montes allanados, así que en la Voluntad de Dios todas las cosas tienen un solo aspecto, todas toman el mismo color. ¡Sea siempre bendita su Santísima Voluntad!

+ + + +

8-39
Junio 31, 1908

El verdadero espíritu de caridad en los ricos y en los sacerdotes.

(1) Continuando mi habitual estado lleno de amarguras y de privaciones, después de haber esperado mucho, me parecía ver a los pueblos en actitud de rebelarse y agudizar la lucha contra los ricos. En este momento, el lamento del dulcísimo Jesús se hacía oír en mi oído, todo amargado que decía:
(2) “Soy Yo quien da la libertad a los pobres, estoy cansado de los ricos, mucho han hecho: Cuánto dinero gastado en bailes, en teatros, en inútiles viajes, en vanidades y también en pecados, ¿y los pobres? No han podido tener suficiente pan para saciar su hambre, oprimidos, cansados, amargados; si les hubieran dado sólo lo que han gastado en cosas no necesarias, mis pobres habrían sido felices, pero los ricos los han tenido como una familia que no pertenecía a ellos, es más, los han despreciado, teniéndose para ellos las comodidades, las diversiones, como cosas pertenecientes a su condición, y dejando a los pobres en la miseria como cosa de su condición”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que retiraba la gracia a los pobres, y estos enfurecían contra los ricos, de manera que sucedían cosas graves. Entonces yo al ver esto he dicho: “Amada vida mía y todo mi bien, es cierto que hay ricos malos, pero también hay buenos, las tantas señoras devotas que dan limosnas a las iglesias, tus sacerdotes que hacen tanto bien a todos”.
(4) “¡Ah! hija mía, calla y no me toques una herida para Mí tan dolorosa, podría decir que no las reconozco a éstas tales devotas, dan las limosnas donde quieren ellas, para lograr sus propósitos, para tener a las personas a su disposición; para quien les simpatiza gastan aun millones de liras, pero donde es necesario no se dignan dar ni una moneda. ¿Podría decir que lo hacen por Mí? ¿Podría reconocer este su obrar? Y tú misma, por sus actitudes, podrás reconocer si lo hacen por Mí si se encuentran dispuestas a resolver cualquier necesidad; pero si no cambian y dan lo mucho donde no es tan necesario y niegan lo poco donde es necesario, se puede decir que no hay espíritu de verdadera caridad, ni recto obrar. Así que mis pobres son dejados en el olvido aun por estas señoras

devotas. ¿Y los sacerdotes? ¡Ah! hija mía, peor aún, ¿hacen bien a todos? Tú te engañas, hacen el bien a los ricos, tienen tiempo para los ricos, también de ellos han quedado casi excluidos los pobres; para los pobres no tienen tiempo, para los pobres no tienen una palabra de consuelo, de ayuda que darles, los rechazan, llegan a decirse enfermos. Podría decir que si los pobres se han alejado de los sacramentos, ellos han contribuido, porque no siempre han tenido tiempo para confesarlos, y los pobres se han cansado y no han regresado más. Todo lo contrario si se ha presentado un rico, no han dudado un momento, tiempo, palabras, consuelos, ayudas, todo se ha encontrado para los ricos. ¿Puedo decir que tienen espíritu de verdadera caridad los sacerdotes si llegan a seleccionar a quienes deben escuchar? ¿Y los demás? O los rechazan o los atienden tan precipitadamente, que si mi gracia no ayudara en modo especial a los pobres, estos se habrían alejado de mi Iglesia. Con excepción de algún sacerdote, por todos los demás podría decir que la verdadera caridad y el espíritu recto se han marchado de la tierra”.
(5) Yo he quedado más que nunca amargada, implorando misericordia.

+ + + +

8-40
Julio 26, 1908

La obediencia.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la obediencia es el aire para mi estancia en el alma, donde no hay este aire de la obediencia, puedo decir que no hay lugar para Mí dentro de aquella alma, y estoy obligado a estarme afuera”.

+ + + +

8-41
Agosto 10, 1908

El trabajo del amor.

(1) Continúo mi habitual estado, pero lleno de amarguras y de privaciones. Después, habiendo recibido la comunión estaba lamentándome con el bendito Jesús por el modo como Él me había dejado y por la inutilidad de mi estado. Y Él teniendo compasión de mis lamentos me ha dicho:
(2) “Hija mía, nada ha disminuido los bienes que hay entre tú y Yo, porque todo el bien está en el principio del fundamento. Cuando dos personas se unen con vínculo de amistad o en unión de matrimonio, y además se han hecho dones, y se han amado tanto de volverse indivisibles, tanto que uno ha tomado y ha copiado en tal grado al otro, que siente en sí mismo el ser de la persona amada, si por alguna extrema necesidad están obligados a estar el uno lejos del otro, ¿vienen acaso a disminuir aquellos dones o a decrecer el amor? Nada de eso, más bien la lejanía los hace crecer más en el amor y hace que se conserven con más cautela los dones recibidos, esperando recibir al regreso algún imprevisto don mayor. Más aún, habiendo copiado en sí a la persona amada, parece que para ella no hay lejanía, porque en su voz siente correr la voz del amado, pues lo ha imitado; se lo siente correr en su mente, en sus obras, en sus pasos, así que está lejano y cercano, lo mira y le desaparece, lo toca pero no puede estrecharlo, así que el alma está en un continuo martirio de amor. Entonces, si la justicia me obliga a privarte de Mí y a estar por algún tiempo lejano, ¿puedes decir por eso que te he quitado los dones que te he dado y que hay disminución de amor?”

(3) Y yo: “Es demasiado duro mi estado, amada vida mía, y ¿en qué aprovecha el permanecer en este estado si no me haces sufrir para evitar los castigos a mi prójimo? Has dicho tantas veces que no harás llover, y no llueve; así que no puedo vencerte más en nada, lo que dices lo haces, mientras que si te tuviera junto a mí como antes, te rogaría tanto que me harías vencer. ¿Cómo dices que no es nada la lejanía?”
(4) Y Él: “Es exactamente por esto por lo que me veo obligado a estarme alejado, para no hacerte vencer y dar lugar a la justicia. Pero con tenerte en este estado, también hay un bien, porque la falta de agua llamará a la carestía, y los pueblos en este tiempo quedarán humillados, y siguiendo los estragos y las guerras, la gracia los encontrará más dispuestos para salvarlos; ¿no es esto también un bien, que mientras las guerras estaban por llegar antes que la carestía, pero por tenerte en este estado, las guerras serán alejadas y así habrá más almas salvadas?”
(5) Después ha agregado: “El amor jamás dice basta. Aunque el amor la flagelara, la hiciera pedazos, aquellos pedazos gritarían amor. El amor nunca dice basta, y no está aun contento con eso, entonces aquellos pedazos los pulveriza, los reduce a la nada y en aquella nada sopla su fuego, le da su misma forma, nada mezcla de humano sino todo de divino, y entonces el amor canta sus glorias, sus hazañas, sus proezas, sus prodigios, y dice: “Estoy contento, mi amor ha vencido, ha destruido lo humano y ha edificado lo divino”. Le sucede al amor como a aquel experto artesano que teniendo muchos objetos que no le agradan, los hace pedazos, los mete en el fuego y los hace estar ahí, hasta licuarlos y hacerles perder toda su forma, y después con ese líquido forma muchos otros objetos bellísimos y agradables, dignos de su maestría. Pero también es verdad que para lo humano es demasiado duro este obrar del amor, pero cuando vea su adquisición, verá que la belleza se ha sustituido a la fealdad, la riqueza a la pobreza, la nobleza a la rudeza, y también ella cantará las glorias del amor”.

+ + + +

8-42
Agosto 14, 1908

La voluntad humana sirve de pincel a Jesús para pintar su Imagen en el corazón.

(1) Habiendo recibido la comunión, veía al niño dentro de mi interior, como si buscara una cosa importante, y yo he dicho: “Querido mío, ¿qué estás buscando con tanta atención?” Y Él me ha respondido:
(2) “Hija, estoy buscando el pincel de tu voluntad para poder pintar mi imagen en tu corazón, porque si no me das tu voluntad me falta el pincel para poder pintarme libremente en ti, y así como la voluntad me sirve de pincel en mis manos, así el amor me sirve de pintura para poder imprimir la variedad de los colores de mi imagen. Además de esto, así como la voluntad humana me sirve de pincel, así mi Voluntad sirve de pincel en manos del alma para pintar su imagen en mi corazón, y en Mí encontrará abundante tinta de amor para la variedad de los colores”.

+ + + +

8-43
Agosto 19, 1908

El alma debe sembrar el bien con todo su ser.

(1) Habiendo hecho la meditación acerca de que quien siembra el bien cosechará el bien, y quien siembra vicios cosechará males, estaba pensando en cuál sería el bien que

yo podría sembrar estando en mi posición, miseria e inhabilidad mías. En este momento me he sentido recogida y oía decirme en mi interior:
(2) “Con todo, con todo su ser el alma debe sembrar el bien; el alma tiene una inteligencia mental, y ésta la debe aplicar a comprender a Dios, a pensar siempre en el bien, jamás dejar entrar en la mente alguna mala semilla, y esto es sembrar bien con la mente; así de la boca, jamás sembrar semillas malas, esto es, palabras malas, indignas de un cristiano, sino siempre decir palabras santas, útiles, buenas, esto es sembrar bien con la boca; así con el corazón, amar sólo a Dios, desear, palpitar, tender a Dios, esto es sembrar bien con el corazón; con las manos hacer obras santas, con los pies caminar tras los ejemplos de Nuestro Señor, y he aquí otra semilla buena”.
(3) Yo, al oír esto pensaba entre mí: “Así que en mi posición puedo también yo sembrar bien a pesar de mi extrema miseria”. Pero lo pensaba con cierto temor por las cuentas que el dueño del campo me pedirá si he sembrado bien o no; y en mi interior oía repetir:
(4) “Mi bondad es tan grande que hace muy mal quien me da a conocer como severo y muy exigente, rigorista, ¡oh! qué afrenta hacen a mi amor, Yo no pediré otra cuenta que del pequeño terreno que les he dado, y no por otra cosa pediré las cuentas sino para darles el fruto de sus cosechas, dando a la inteligencia, por cuanto más me haya comprendido en vida, otro tanto de más me comprenderá en el Cielo, y por cuanto más me comprenderá, con tanto más de gozo y bienaventuranza será inundada, dando a la boca el fruto de los varios gustos divinos, armonizando su voz sobre todos los otros bienaventurados; a sus obras dándoles la cosecha de mis dones, y así de todo lo demás”.

+ + + +

8-44
Agosto 23, 1908

Señal para conocer si hay culpa en el alma durante la privación.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba muy pensativa acerca del estado de mi alma y decía entre mí: “¿Quién sabe qué mal hay en mi alma que el Señor me priva de Él y me deja abandonada a mí misma?”
(2) Mientras estaba en esto, en cuanto ha venido me ha llenado toda, toda de Él, y todo mi ser a Él se dirigía, ni siquiera una fibra ni un movimiento que no tendiera a Él. Después me ha dicho:
(3) “¿Has visto hija mía? La señal cuando en el alma hay alguna culpa cuando se encuentra privada de Mí, es que regresando Yo a hacerme ver, no queda toda llena de Dios, ni su ser se encuentra dispuesto a sumergirse todo en Mí, de modo que ni siquiera una fibra quede que no esté fijada en su centro. Donde hay culpa o alguna cosa que no es toda mía, ni Yo puedo llenarla, ni el alma puede sumergirse en Mí. La culpa, la materia, no pueden entrar en Dios ni correr hacia Él, por eso tranquilízate y no quieras turbarte”.

+ + + +

8-45
Agosto 26, 1908

La constancia en el bien hace crecer la Vida Divina en el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba toda afligida y casi aturdida por las acostumbradas privaciones. Entonces como de huída ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, a lo que quiero que prestes más atención es a la constancia en el bien, tanto en el interior como en el exterior, porque la repetición de amarme, de tantos actos interiores y del bien constante, hace crecer siempre la Vida Divina en el alma, pero con tal

energía que puede compararse a aquel bebé que creciendo en un aire bueno y con alimentos sanos, crece siempre bien, con plena salud, hasta que llega a debida estatura sin haber tenido necesidad ni de médicos ni de medicinas, es más, es tan robusto y fuerte que alivia y ayuda a los demás. Mientras que quien no es constante, crece como aquel niño que no se nutre siempre de alimentos sanos, y vive en un aire pútrido, crece enfermizo, y como los miembros no tienen fuerza para desarrollarse y crecer por falta de buen alimento, se desarrollan con defectos, por lo tanto, dónde se forma un tumor, dónde un absceso, así que camina vacilante, habla fatigosamente, se puede decir que es un pobre lisiado, y si bien se ven mezclados algunos miembros buenos, la mayoría son defectuosos, y a pesar de que consulte médicos y tome medicinas, poco o nada le ayudan, porque la sangre está infectada por el aire pútrido, y los miembros son débiles y defectuosos por su mal nutrirse; así que será un hombre, pero no llegará a debida estatura y tendrá necesidad de ayuda sin poder ayudar a los demás. Así es el alma inconstante, la inconstancia en el bien es como si el alma se nutriera con alimentos no buenos, y ocupándose de otras cosas que no son Dios, es como si respirara aire pútrido; por tanto la Vida Divina crece endeble, miserable, faltándole la fuerza, el vigor de la constancia”.

+ + + +

8-46
Septiembre 2, 1908

La verdadera virtud, de Dios comienza y en Dios termina.

(1) Paso días amargos por las continuas privaciones del bendito Jesús. Después, en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, la señal para conocer si uno tiene verdadera caridad es si ama a los pobres, porque si ama a los ricos y a ellos se da, puede ser porque espera o porque obtiene algo, o porque le simpatizan, o por la nobleza, por el ingenio, por el buen hablar y aun por temor; pero si ama a los pobres, los ayuda, los socorre, es porque ve en ellos la imagen de Dios, así que no ve la rusticidad, la ignorancia, la descortesía, la miseria, sino que a través de estas miserias, como dentro de un espejo ve a Dios, del cual todo espera, y los ama, los ayuda, los consuela como si lo hiciera a Dios mismo. Éste es el sello de la verdadera virtud, que de Dios comienza y en Dios termina; pero lo que comienza de la materia, materia produce y en la materia termina, y por cuan espléndida y virtuosa parezca la caridad, no sintiendo el toque divino, ni quien la hace ni quien la recibe, quedan fastidiados, aburridos y cansados, y si tienen necesidad se sirven de ello para cometer defectos”.

+ + + +

8-47
Septiembre 3, 1908

Jesús es luz, y la luz es verdad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado el bendito Jesús se hacía ver todo luz, y ha dicho estas simples palabras:
(2) “Yo soy luz; ¿pero de qué está formada esta luz, cuál es el fondo de ella? ¡La verdad! Así que soy luz porque soy verdad, por eso el alma para ser luz, y para tener luz en todas sus acciones, éstas deben salir de la verdad. Donde hay artificio, engaño, doblez, no puede haber luz, sino tinieblas”.
(3) Y como relámpago ha desaparecido.

+ + + +

8-48
Septiembre 5, 1908

Según su estado, el alma siente los diversos efectos de la presencia de Dios.

(1) Hablando con el confesor, él decía: “¡Qué terrible será ver a Dios indignado! Tan es verdad, que en el día del juicio los malos dirán: “¡Montes, sepúltenos, destrúyanos, a fin de que no veamos la cara de Dios indignado!”
(2)Y yo decía: “En Dios no puede haber indignación, enojo, más bien es según el estado del alma, si es buena, la presencia divina, sus cualidades, sus atributos, la atraen toda en Dios y ella se consume sumergiéndose toda en Él; si es mala su presencia la oprime, la rechaza lejos de Él, y el alma viéndose rechazada y no sintiendo en ella ningún germen de amor hacia un Dios tan Santo, tan Bello, y ella tan fea y mala, quisiera quitarse de su presencia, aun destruyéndose a sí misma si fuera posible. Por tanto en Dios no hay mutación, sino que según somos nosotros, así se sienten los efectos”. Después pensaba entre mí: “Cuántos desatinos he dicho”. Por eso, al hacer la meditación durante el día, en cuanto Jesús ha venido me ha dicho:
(3) “Hija mía, está bien dicho que Yo no me cambio, sino que según cambia la criatura así siente los diversos efectos de mi presencia. En efecto, ¿cómo puede temer quien me ama, si siente correr todo mi Ser en el suyo y Él forma su misma vida? ¿Puede temer de mi Santidad si ella toma parte de esa misma Santidad? ¿Puede avergonzarse ante mi Belleza, si siempre busca embellecerse más para agradarme y para asemejarse más a Mí? ¿Si siente correr en su sangre, en sus manos, en sus pies, en su corazón, en su mente, todo, todo el Ser Divino, de modo que es cosa suya, todo suyo, y puede temer, puede avergonzarse de sí misma? ¡Esto es imposible! ¡Ah! hija mía, es el pecado lo que arroja tal confusión y desorden en la criatura, hasta el punto de quererse destruir para no sostener mi presencia. El día del juicio será terrible para los malos, pues no viendo en ellos germen de amor, más bien odio hacia Mí, mi justicia me impone no amarlos, y así como a las personas que no se aman no se les quiere tener cerca, y se usan todos los medios para alejarlas, Yo no querré tenerlos Conmigo, ni ellos querrán estar, nos rechazaremos recíprocamente, sólo el amor es lo que une todo y hace feliz a todo”.

+ + + +

8-49
Septiembre 6, 1908

Jesús quiso sufrir para reunir todo a Sí.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en el misterio de la flagelación, y al venir Jesús, poniendo su mano en mi hombro, en mi interior he oído decir:
(2) “Hija mía, quise que mi carne fuera esparcida en pedazos, mi sangre vertida por toda mi Humanidad para reunir a toda la humanidad dispersa, en efecto, con haber hecho que todo lo que de mi Humanidad fue arrancado: Carne, sangre, cabellos, quedara disperso, en la Resurrección nada quedará disperso sino todo reunido de nuevo en mi Humanidad, con esto Yo reincorporaba a todas las criaturas en Mí; así que después de esto, quien de Mí queda separado, es por su obstinada voluntad que de Mí se arranca para ir a perderse”.

+ + + +


8-50
Septiembre 7, 1908

De cuantas cosas el alma se priva en la tierra, otras tantas tendrá en el Cielo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho;
(2) “Hija mía, de cuantas más cosas el alma se priva acá, otras tantas de más tendrá allá, en el Cielo; así que cuanto más pobre en la tierra, tanto más rica en el Cielo; cuanto más privada de gustos, de placeres, de diversiones, de viajes, de paseos en la tierra, tantos gustos, placeres tomará en Dios. ¡Oh! cómo paseará en los espacios de los Cielos, especialmente en los Cielos inmensurables de los atributos de Dios, porque cada atributo es un Cielo y un Paraíso de más, y de entre los bienaventurados, quién entra apenas, y se puede decir que queda como al principio de los atributos de Dios; quién camina a la mitad, quién todavía más adentro, y por cuanto más camina y se adentra más, gusta más, goza más, se divierte más. Así que quien deja tierra toma Cielo, aunque fuese una mínima cosa. De aquí se sigue que: Quien más despreciado más honrado, quien más pequeño, más grande, quien más sumiso más dominio, y así de todo lo demás. Pero a pesar de esto, de entre los mortales, ¿quién es el que piensa en privarse de alguna cosa en la tierra para tenerla eternamente en el Cielo? ¡Casi ninguno!”

+ + + +

8-51
Octubre 3, 1908

En quien está en continua actitud de obrar el bien, la Gracia está con ella.

(1) Esta mañana el bendito Jesús, en cuanto ha hecho ver apenas su sombra me ha dicho:
(2) “Hija mía, mientras el alma está en continua actitud de obrar el bien, la gracia está con ella y da vida a todo su obrar. Si después está indiferente en hacer el bien, o en acto de obrar el mal, la Gracia se retira porque no son cosas suyas, y no pudiendo tomar parte ni suministrarle su misma Vida, con sumo pesar se aleja, apesadumbrándose sumamente; por eso, ¿quieres que la gracia esté siempre contigo, que mi misma Vida forme la tuya? Estate en continuo acto de hacer el bien y así tendrás en ti desarrollado todo mi Ser, y no tendrás que dolerte tanto si alguna vez no tienes mi presencia, porque no me verás pero me tocarás en todo tu obrar, y esto diminuirá en parte el dolor de mi privación”.

+ + + +

8-52
Octubre 23, 1908

Cómo la ciencia divina está en el recto obrar.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la ciencia divina se contiene en el recto obrar, porque en lo recto se contiene todo lo bello y lo bueno que se pueda encontrar: Se encuentra el orden, la utilidad, la belleza, la maestría. Por tanto, un trabajo es bueno por cuanto es ordenado bueno, pero si los hilos se ven torcidos y conducidos erróneamente, no se entiende nada, no se ve más

que una cosa desordenada que no será ni útil ni buena, por eso Yo, desde las cosas más grandes hasta las más pequeñas que he hecho, se ven todas ordenadas y todas sirven a una finalidad útil, porque la fuente de donde han salido ha sido mi recto obrar.
(3) Ahora la criatura, por cuanto sea buena, tanta ciencia divina contendrá en sí, y tantas cosas buenas saldrán de ella por cuanto sea recta, basta un hilo torcido en su obrar para desordenarse a sí misma y a las obras que de ella salen, y ofuscar la ciencia divina que contiene. Quien sale de lo recto sale de lo justo, de lo santo, de lo bello, de lo útil, y sale de los límites en los cuales Dios la ha puesto, y saliendo de esto será como una planta que no tuviera mucha tierra por abajo y que, ahora los rayos de un ardiente sol, y ahora las heladas y los vientos le secarán los influjos de la ciencia divina. Así es el torcido obrar, heladas, vientos y rayos de sol ardiente, y faltándole mucho terreno de ciencia divina, no hará otra cosa que secarse en su desorden”.

+ + + +

8-53
Noviembre 20, 1908

Cuando el alma hace del amor su alimento, este amor se hace estable y serio.

(1) Continuando mi habitual estado, lleno de amarguras y de privaciones, esta mañana ha venido por poco tiempo el bendito Jesús, y yo me lamentaba con Él por mi estado, y en lugar de responderme se estrechaba más conmigo. Después, sin responder a lo que yo le decía me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma verdaderamente amante no se contenta con amarme con ansiedad, con deseos, con fervores, sino que sólo está contenta cuando llega a hacer del amor su alimento cotidiano, entonces el amor se hace estable, serio, va perdiendo todas aquellas ligerezas de amor a las cuales está sujeta la criatura, y como ha hecho del amor su alimento, el amor se ha difundido en todos los miembros, y estando difundido en todo tiene la fuerza de sostener las llamas del amor que la consumen y le dan vida, y conteniendo el amor en sí misma, poseyéndolo, no siente más aquellos vivos deseos, aquellas ansiedades, sino que sólo siente amar más el amor que posee. Éste es el amor de los bienaventurados en el Cielo, éste es mi mismo amor; los bienaventurados arden en amor, pero sin ansiedad, sin estrépito, con estabilidad, con seriedad admirables. La señal si el alma llega a nutrirse de amor, es cuando ha perdido el semblante del amor humano, porque si se ven sólo deseos, ansiedades, fervores, es señal de que el amor no es su alimento, sino que sólo alguna partecita de sí ha dedicado al amor, y entonces, no siendo toda, no tiene fuerza de contenerlo, y tiene aquellos arranques del amor humano, siendo estas personas muy volubles, sin estabilidad en sus cosas; en cambio las primeras son estables, como aquellos montes que jamás se mueven”.

+ + + +

8-54
Diciembre 16, 1908

La privación de Jesús es la más grande de las penas.

(1) Pasando días amarguísimos estaba lamentándome con Nuestro Señor diciéndole: “¡Cómo tan cruelmente me has dejado! Me decías que me habías elegido como tu pequeña hija y que debías tenerme siempre en tus brazos, ¿y ahora? Me has arrojado por tierra, y en vez de pequeña hija veo que me has cambiado en pequeña mártir, pero por cuan

pequeño el martirio, otro tanto es cruel y duro, amargo e intenso”. Mientras esto decía se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú te equivocas, no es mi Voluntad el hacerte pequeña mártir, sino gran mártir, pues te doy la fuerza de soportar con paciencia y resignación mi privación, que es la cosa más dolorosa, más amarga que se puede encontrar, y en la tierra y en el Cielo no hay otra pena que la iguale ni que la asemeje. ¿No es esto heroísmo de paciencia y último grado de amor, ante el cual todos los otros amores permanecen atrás y quedan casi anulados, y no hay amor que pueda comparársele y hacerle frente? ¿No es esto, por lo tanto, gran martirio? Tú dices que eres pequeña mártir porque sientes que no sufres mucho, pero no es que no sufras, sino que el martirio de mi privación absorbe las otras penas, haciéndolas aun desaparecer, porque pensando que estás privada de Mí no te ocupas ni consideras tus otros sufrimientos, y no ocupándote de ellos llegas a no sentir su peso; por eso dices que no sufres. Además, no te he arrojado por tierra, más bien te tengo más que nunca estrechada entre mis brazos. Ahora te digo que si a Pablo le di mi Gracia eficaz al principio de su conversión, a ti te la doy casi de continuo, y la señal de esto es que sigues haciendo en tu interior todo lo que hacías cuando Yo estaba casi de continuo contigo y que ahora parece que lo haces sola. Ése sentirte toda inmersa en Mí y atada Conmigo, pensar siempre en Mí a pesar de que no me ves, no es cosa tuya, ni gracia ordinaria, sino gracia especial y eficaz. Y si mucho te doy, es señal de que te amo mucho y mucho quiero ser amado por ti”.

+ + + +

8-55
Diciembre 25, 1908

Para hacer nacer y crecer a Jesús en nuestro corazón.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba deseando al niño Jesús, y después de mucho esperar se ha hecho ver en mi interior como pequeño niño, y me decía:
(2) “Hija mía, el mejor modo para hacerme nacer en el propio corazón es vaciarse de todo, porque encontrando el vacío puedo poner en él todos mis bienes, y sólo puedo permanecer ahí para siempre si hay lugar para poder poner todo lo que me pertenece, todo lo mío en ella. Una persona que fuera a habitar a casa de otra persona, sólo se podría sentir contenta cuando en aquella casa encontrara espacio para poder poner todas sus cosas, de otra manera se volvería infeliz. Así soy Yo.
(3) La segunda cosa para hacerme nacer y acrecentar mi felicidad, es que todo lo que el alma contiene, sea interno o externo, todo debe ser hecho para Mí, todo debe servir para honrarme, para seguir mis órdenes, porque si aun una sola cosa, un pensamiento, una palabra, no es para Mí, Yo me siento infeliz, y debiendo ser dueño me hacen esclavo,
¿puedo Yo tolerar todo esto?
(4) La tercera cosa es amor heroico, amor engrandecido, amor de sacrificio. Estos tres amores harán crecer en modo maravilloso mi felicidad, porque el alma se arriesga a hacer obras superiores a sus fuerzas, haciéndolas únicamente con mi fuerza, éstas la engrandecerán con hacer que no sólo ella, sino también los demás me amen, y llegará a soportar cualquier cosa, aun la misma muerte, para poder triunfar en todo y poderme decir: “No tengo nada más, todo es sólo amor por Ti”. Este modo no sólo me hará nacer, sino que me hará crecer y me formará un bello paraíso en su propio corazón”.
(5) Mientras esto decía yo lo miraba, y de pequeño, en un instante se ha hecho grande, de modo que yo quedaba toda llena de Él, y todo ha desaparecido.

+ + + +


8-56
Diciembre 27, 1908

El te amo de la criatura es correspondido con el te amo del Creador.

(1) Estaba meditando en el momento cuando la Reina Mamá daba la leche al niño Jesús y decía entre mí: “¿Qué podía pasar entre la Mamá Santísima y el pequeño Jesús en este acto?” En este momento lo sentí moverse en mi interior, y oí que me decía:
(2) “Hija mía, cuando chupaba la leche del pecho de mi dulcísima Madre, unido a la leche chupaba el amor de su corazón, y era más amor que chupaba que leche; y Yo como en aquellas chupadas oía decirme: “Te amo, te amo, ¡oh, Hijo!”. Yo le repetía a Ella: “Te amo, te amo, ¡oh, Mamá!”. Y no era Yo solo el que lo decía, a mi te amo, el Padre y el Espíritu Santo, la Creación toda, los ángeles, los santos, las estrellas, el sol, las gotas de agua, las plantas, las flores, los granitos de arena, todos los elementos corrían junto a mi te amo y repetían: “Te amamos, te amamos oh Madre de nuestro Dios en el amor de nuestro Creador”.
(3) Mi Madre veía todo esto y quedaba inundada, no encontraba ni siquiera un pequeño espacio en el que no oyera decirse que Yo la amaba; su amor quedaba atrás y casi solo, y repetía: “Te amo, te amo”. Pero jamás podía igualarme, porque el amor de la criatura tiene sus límites, su tiempo; mi amor es increado, interminable, eterno. Y esto sucede a cada alma, cuando me dice te amo también Yo le repito te amo, y Conmigo está toda la Creación para amarla en mi amor. ¡Oh, si las criaturas comprendieran cual es el bien, el honor que se procuran con sólo decirme te amo!, bastaría que supieran sólo esto, que un Dios a su lado, honrándolas, les responda: También Yo te amo”.

+ + + +

8-57
Diciembre 28, 1908

Terremotos en Sicilia y en Calabria.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, sentía como si la tierra hiciera oscilaciones y nos quisiera faltar por debajo. Yo he quedado impresionada y decía entre mí: “¿Señor, Señor, qué pasa?” Y Él en mi interior ha dicho:
(2) “Terremotos”.
(3) Y ha hecho silencio. Yo casi no le he prestado atención, y estando casi en mí misma continuaba mis acostumbradas cosas internas, cuando en lo mejor de ellas, después de haber pasado unas cinco horas de la palabra que me había dicho, he sentido sensiblemente el terremoto. En cuanto terminé de sentirlo me he encontrado fuera de mí misma, y casi confundida veía cosas desgarradoras, pero súbito me ha sido quitada la vista de esto y me he encontrado dentro de una iglesia; del altar ha salido un joven vestido de blanco, creo que era Nuestro Señor, pero no sé decirlo con seguridad, y acercándose a mí, con un aspecto imponente me ha dicho:
(4) “Ven”.
(5) Yo me he aferrado a sus hombros pero sin levantarme, porque pensado entre mí que en aquella hora estaba castigando y destruyendo, he dicho casi rechazando la invitación: “¡Eh! Señor, ¿justo ahora quieres llevarme? Entonces aquel joven se ha arrojado en mis brazos, y en mi interior oía que me decían:
(6) “Ven, oh hija, a fin de que pueda terminarla con el mundo, así lo destruiré en gran parte, con los terremotos, con las aguas y con las guerras”.
(7) Después de esto me he encontrado en mí misma.

+ + + +

8-58
Diciembre 30, 1908

La infancia de Jesús para divinizar la infancia de todos.

(1) Estaba meditando el misterio de la infancia de Jesús y decía entre mí: “Niño mío, a cuántas penas quisiste sujetarte. No te bastaba con venir ya grande, has querido venir niño, sufrir la estrechez de los pañales, el silencio, la inmovilidad de tu pequeña Humanidad, de los pies, de las manos. ¿En qué aprovecha todo esto?” Mientras esto decía se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mis obras son perfectas; quise venir pequeño infante para divinizar todos los sacrificios y todas las pequeñas acciones que hay en la infancia; así que, hasta en tanto que los niños no llegan a cometer pecados, todo queda absorbido en mi infancia y divinizado por Mí. Cuando después comienza el pecado, entonces comienza la separación entre Yo y la criatura, separación dolorosa para Mí, y para ella luctuosa”.
(3) Y yo: “Cómo puede ser esto, si los niños no tienen uso de razón y no son capaces de merecer”.
(4) Y Él: “El mérito lo doy, primero por gracia mía, segundo porque no es de su voluntad el no querer merecer,sino que es porque así es el estado de infancia dispuesto por Mí. Y además, no sólo queda honrado sino que también recoge el fruto un jardinero que ha plantado una planta, a pesar de que la planta no tiene razón; el escultor que hace una estatua, y tantas otras cosas. Sólo el pecado es lo que destruye todo y separa a la criatura de Mí, pues todo lo demás, de Mí parte hacia las criaturas y a Mí regresa, aun las acciones más triviales, con la marca del honor de mi Creación”.

+ + + +

8-59
Enero 2, 1909

Continúa hablando de los terremotos.

(1) Con suma repugnancia y sólo por obedecer continúo diciendo lo que ha pasado desde el día 28 de diciembre en relación con el terremoto.
(2) Estaba pensando entre mí en la suerte de tanta pobre gente viva bajo los escombros, y en la suerte de mi Sacramentado Señor, vivo también Él, sepultado bajo las piedras y decía entre mí, parece que el Señor dice a esos pueblos:
(3) “He sufrido vuestra misma suerte por vuestros pecados, estoy junto con ustedes para ayudaros, para daros fuerza; os amo tanto que estoy esperando un último acto de amor para salvaros a todos, no teniendo cuenta de todo el mal que habéis hecho en el pasado”.
(4) ¡Ah! mi bien, mi vida y mi todo, te mando mis adoraciones bajo los escombros, dondequiera que Tú te encuentres te envío mis abrazos, mis besos y todas mis potencias para hacerte continua compañía, ¡oh, cómo quisiera ir a desenterrarte para ponerte en un lugar más cómodo y más digno de Ti! Mientras estaba en esto, mi adorable Jesús me ha dicho en mi interior:
(5) “Hija mía, en algún modo has interpretado mis excesos de amor, que aun mientras castigo tengo hacia los pueblos, pero no es todo, hay más, pero debes saber que mi suerte Sacramental es tal vez menos infeliz, menos nauseante bajo los escombros que en los tabernáculos; es tal y tanto el número de los sacrilegios que cometen los sacerdotes y también el pueblo, que estaba cansado de descender en sus manos y en sus corazones, y me obligan a destruirlos casi a todos. Además, qué decirte de las ambiciones, de los escándalos de los sacerdotes, todo es tiniebla en ellos, no más luz como deben ser, y

cuando los sacerdotes llegan a no dar luz, los pueblos llegan a los excesos y mi justicia es obligada a destruirlos”.
(6) Estaba también pensando en sus privaciones, y sentía un temor, como si fuera a suceder también aquí un fuerte terremoto. Viéndome tan sola, sin Jesús, me sentía tan oprimida que me sentía morir. Entonces, teniendo compasión de mí, el buen Jesús ha venido como una sombra y me ha dicho:
(7) “Hija mía, no te aflijas tanto, en consideración tuya evitaré graves daños a esta ciudad. Mira si Yo no debo continuar castigando, en lugar de convertirse, de rendirse, al oír las destrucciones de las otras provincias dicen que allá son los lugares, los terrenos los que hacen que esto suceda, y continúan ofendiéndome. ¡Cómo son ciegos y tontos! ¿No está toda la tierra en mi propio puño? ¿Tal vez no puedo Yo abrir las vorágines de la tierra y hacer que se trague a todos aun en otros lugares? Y para hacérselos ver haré que haya terremotos en otros lugares, donde no es costumbre que tiemble”.
(8) Mientras esto decía, parecía que ponía su mano en el centro de la tierra, de ahí tomaba fuego y lo acercaba a la superficie, y la tierra se sacudía y se sentía el terremoto, dónde más fuerte y dónde menos, y ha agregado:
(9) “Esto no es más que el principio de los castigos; ¿qué será el fin?”

+ + + +

8-60
Enero 8, 1909

El fruto y la finalidad de la comunión.

(1) Habiendo recibido la comunión, estaba pensando cómo podía estrecharme más que nunca con el bendito Jesús, y Él me ha dicho:
(2) “Para estrecharte más íntimamente Conmigo, hasta llegar a perder tu ser en Mí, así como Yo me transfundo en el tuyo, debes en todo tomar lo que es mío y en todo dejar lo que es tuyo; de modo que si tú piensas siempre en cosas santas y que se refieren solamente al bien, al honor y a la gloria de Dios, dejas tu mente y tomas la divina; si hablas, si obras bien y sólo por amor de Dios, dejas tu boca, tus manos y tomas mi boca y mis manos; si caminas los caminos santos y rectos, caminarás con mis mismos pies; si tu corazón me ama sólo a Mí, dejarás tu corazón y tomarás el mío y me amarás con mi mismo amor, y así de todo lo demás, así que tú quedarás revestida de todas mis cosas, y Yo de todas las cosas tuyas. ¿Puede haber una unión más estrecha que ésta? Si el alma llega a no reconocerse más a sí misma, sino al Ser Divino en ella, estos son los frutos de las buenas comuniones, y ésta es la finalidad divina al quererse dar en comunión a las almas, pero cuánto queda frustrado mi amor, y qué pocos frutos recogen las almas de este sacramento, hasta quedar la mayor parte indiferentes y aun nauseados de este alimento divino”.

+ + + +

8-61
Enero 22, 1909

Cuando Dios es deudor del alma.

(1) Estaba pensando en las tantas privaciones de Nuestro Señor, y en que años atrás, una vez, habiendo esperado varias horas a Nuestro Señor, cuando vino yo me lamentaba con Él porque me había hecho esperar para venir, y el bendito Jesús me dijo:
(2) “Hija mía, cuando Yo te sorprendo previniendo tus deseos de quererme y vengo sin hacerte esperar, tú quedas deudora de Mí; pero cuando te hago esperar un poco y

después vengo, Yo quedo deudor tuyo, ¿te parece poco que un Dios te dé la ocasión de ser deudor tuyo?”
(3) Y decía entre mí: Entonces eran horas, pero ahora que son días, ¿quién sabe cuántas deudas ha contraído conmigo? Creo que son innumerables, porque muchas me está haciendo. Pero después pensaba entre mí: “¿Y para qué me sirve tener un Dios deudor? Creo que para Jesús lo mismo es tenerlo como deudor que ser uno deudor de Él, porque Él en un momento puede dar tanto al alma, que equivalga y sobrepase las deudas que tenga, y he aquí que las deudas quedan anuladas”. Pero mientras esto pensaba, el bendito Jesús en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú dices disparates, además de los dones espontáneos que Yo doy a las almas, están los dones de vínculo. A las almas, dones espontáneos puedo darles o puedo no darles, en Mí está la elección, porque ningún vínculo me ata, pero a las almas de los dones de vínculo, como en tu caso, me siento vinculado, obligado a darle lo que quiere, a concederle mis dones. Imagínate un señor y dos personas, una de estas dos personas tiene su dinero en manos de aquel señor, la otra no; tanto a una como a otra ese señor puede dar lo que quiera, ¿pero quién está más segura de obtener del señor en caso de una necesidad, la que tiene su dinero en manos de aquel señor o la que no tiene? Ciertamente la que tiene su dinero depositado tendrá las buenas disposiciones, el valor, la confianza para ir a pedir lo que está depositado en las manos de aquel señor, y si lo ve titubear en darle, le dirá francamente: “Dámelo pronto, porque finalmente no te pido lo tuyo, sino lo mío”. Mientras que si va la otra persona que no tiene nada en manos de aquel señor, irá tímida, sin confianza y estará a lo que aquél quiera, si quiere darle alguna ayuda o no. Esta es la diferencia que hay entre el tenerme de deudor y no tenerme como tal. ¡Si tú comprendieras los bienes inmensos que produce este contraer crédito Conmigo!”
(5) Agrego que mientras escribía, pensaba entre mí otra tontería: “Cuando esté en el Cielo, mi amado Jesús, sentirás enfado de haber contraído tantas deudas conmigo, mientras que si vienes aquí, quedando yo deudora, Tú que eres tan bueno, en el primer encuentro que tengamos me perdonarás todas mis deudas, pero yo que soy mala no lo haré, me haré pagar aun un respiro de espera”. Pero mientras esto pensaba, en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, no sentiré enfado sino contento, porque mis deudas son deudas de amor, y deseo más ser deudor que tenerte como deudora mía, porque estas deudas que contraigo contigo, mientras son deudas para Mí, serán prendas y tesoros que conservaré en mi corazón eternamente, que te darán el derecho de ser amada por Mí más que a los demás, y esto será una alegría, una gloria de más para Mí, y tú tendrás pagado aun el respiro, el minuto, el deseo, el latido; y por cuanto más seas prepotente y avara en el exigir, más me darás gusto y más te daré. ¿Estás contenta así?”
(7) Yo he quedado confundida y no he podido decir nada más.

+ + + +

8-62
Enero 27, 1909

Luisa de la Pasión del Tabernáculo.

(1) Continuando mi habitual estado decía entre mí: “Qué vida inútil es la mía, ¿cuál es el bien que hago? Todo ha terminado, no hay más participación de espinas, de cruces, de clavos, parece que todo ha acabado; me siento, sí, sufriente, tanto que no puedo moverme, es un estado de reumatismo general de dolor, pero es cosa totalmente natural, sólo me queda el pensamiento continuo de la Pasión, la unión de mi voluntad con la de Jesús, ofreciendo lo que Él sufrió y a toda yo misma como Él quiere, por quien quiere, así que no queda otra cosa que una escuálida miseria, entonces, ¿cuál es la finalidad de mi vida?” Mientras esto pensaba, como un relámpago Jesús se ha dejado ver y me ha dicho:

(2) “Hija mía, ¿sabes quién eres tú? Tú eres Luisa de la Pasión del Tabernáculo; cuando te participo las penas, entonces eres del calvario; cuando no, permaneces del Tabernáculo, mira cómo es así: Yo en el Tabernáculo nada tengo de exterioridades, ni de cruces, ni de espinas, sin embargo la inmolación es la del mismo calvario, las peticiones son las mismas, el ofrecimiento de mi Vida continúa aún, mi Voluntad no ha cambiado en nada, me quema la sed de la salvación de las almas, así que puedo decir que las cosas de mi Vida Sacramental unidas con mi Vida mortal están siempre en un punto, y no han disminuido en nada, pero todo es interno, así que si tu voluntad es la misma de cuando Yo te participaba mis penas, tus ofrecimientos son semejantes, tu interior está unido Conmigo, con mi Voluntad, ¿no tengo razón en decirte que eres Luisa de la Pasión del Tabernáculo? Con esta sola diferencia, que cuando te participo mis penas tomas parte en mi Vida mortal, y Yo exento al mundo de los más graves castigos; cuando no te las participo, castigo al mundo y tú tomas parte en mi Vida Sacramental, pero siempre una es la vida”.

+ + + +

8-63
Enero 28, 1909

Qué cosa es ser víctima.

(1) Habiendo leído un libro que hablaba de la variedad de los modos de obrar interiormente, y cómo recompensaba Jesús a estas almas con grandes capitales de gracia y con sobreabundancia de amor, yo comparaba todo lo que había leído con los tantos y diversos modos que Jesús me había enseñado en mi interior, y puestos éstos en comparación con los del libro me parecían tan vastos, como puede ser el mar en comparación de un pequeño río y decía entre mí: “Si esto es verdad, ¿quién sabe cuánta gracia verterá en mí y cuánto me amará mi siempre amable Jesús? Después encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el buen Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú aún no sabes bien qué significa ser elegida víctima. Yo con ser víctima encerré en Mí todo el obrar de las criaturas, sus satisfacciones, reparaciones, adoraciones y agradecimientos, así que por todos y por cada uno Yo hice lo que ellos tenían que hacer. Así que tú siendo víctima, es inútil compararte con los demás, pues debiendo encerrar en ti no el modo de uno, sino la variedad del modo de cada uno, y debiendo hacerte suplir por todos y por cada uno, por consecuencia debo darte la gracia, no que doy a uno solo, sino la gracia que equivalga a la que doy a todo el conjunto de las criaturas. Por lo tanto también el amor debe superar al amor con el que amo a todo el conjunto de las criaturas, porque gracia y amor van siempre unidos juntos, tienen un solo paso, una sola medida, un solo querer, el amor jala a la gracia, la gracia jala al amor, son inseparables. He aquí por qué tú ves el mar vastísimo que Yo he puesto en ti, y el pequeño río en los demás”.
(3) Yo he quedado aturdida comparando tanta gracia a tanta ingratitud y maldad mías.

+ + + +

8-64
Enero 30, 1909

La historia del ¿por qué?

(1) Encontrándome en mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, me parecía ver a un alma del purgatorio, conocida mía y yo le decía: “Mira un poco cómo estoy ante Dios, temo tanto, especialmente por el estado en el cual me encuentro”. Y ella me ha dicho:

(2) “Se necesita poco para saber si estás bien o mal, si tú aprecias el sufrir estás bien, si no, estás mal, porque quién aprecia el sufrir aprecia a Dios, y apreciándolo jamás se le puede disgustar, porque las cosas que se aprecian se estiman, se aman, se tienen amadas y custodiadas más que a sí mismo, ¿y puede ser posible que uno se quiera mal a sí mismo? Así que es imposible que pueda desagradar a Dios apreciándolo”.
(3) Después, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, las criaturas, en casi todos los eventos que suceden, van repitiendo y diciendo siempre: ¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Por qué esta enfermedad? ¿Por qué este estado de ánimo? ¿Por qué este castigo? Y tantos otros ¿por qué? La explicación del ¿por qué? no está escrita en la tierra sino en el Cielo, y allá la leerán todos. ¿Sabes tú qué cosa es el por qué? Es el egoísmo que da alimento continuo al amor propio. ¿Sabes tú dónde fue creado el por qué? En el infierno. ¿Quién fue el primero en pronunciarlo? Un demonio. Los efectos que produjo el primer ¿por qué? fueron la pérdida de la inocencia en el mismo Edén, la guerra de las pasiones implacables, la ruina de muchas almas, los males de la vida. La historia del ¿por qué? es larga, basta decirte que no hay mal en el mundo que no tenga la marca del ¿por qué? El ¿por qué? es destrucción de la sabiduría divina en la almas. ¿Y sabes tú dónde será sepultado el por qué? En el Infierno, para dejar a todos los condenados intranquilos eternamente, sin darles jamás paz. El arte del ¿por qué? es hacer la guerra a las almas sin jamás darles tregua”.

Deo Gratias.


Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.


9-1
Marzo 10, 1909

El Padre hace una sola cosa con Jesús. Jesús se da continuamente a las almas.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma con el niño Jesús en brazos, y yo le he dicho: “Dime querido mío, ¿qué cosa hace el Padre?”
(2) Y Él: “Hace una sola cosa Conmigo; así que lo que hace el Padre hago Yo”.
(3) Entonces yo he agregado: “¿Y con los santos qué cosa haces?”
(4) Y Él: “Darme continuamente, así que Yo soy vida de ellos, gozo, felicidad, bien inmenso, sin término y sin confines. De Mí están llenos, en Mí todo encuentran, Yo soy todo para ellos, y ellos son todos para Mí”.
(5) Yo, al oír esto quería como enojarme y le he dicho: “A los santos te das continuamente, en cambio a mí tan limitado, tan avaramente y a intervalos, hasta hacerme pasar parte del día sin que vengas, y a veces tardas tanto que me viene el temor de que ni siquiera en la noche vendrás, por eso yo vivo muriendo, pero de la muerte más cruel y despiadada, y sin embrago decías que me amabas mucho”.
(6) Y Él: “Hija mía, también a ti me doy continuamente, ahora personalmente, ahora con la Gracia, ahora con la luz, y en tantos otros modos. Y además, ¿quién te dice que no te amo tanto, tanto?”
(7) Ahora, mientras estaba en esto me ha venido un pensamiento, que preguntara si era Voluntad de Dios mi estado, pues esto era más necesario que lo que le estaba diciendo, y se lo he preguntado. Y Él en lugar de responderme se ha acercado y me puso su lengua en mi boca, y yo no pude hablar más, sólo chupaba una cosa que no sé decir; y al retirarla apenas he podido decir: “Señor, regresa pronto, quién sabe cuando vendrás”.
(8) Y Él ha respondido: “Esta noche vendré de nuevo”.
(9) Y ha desaparecido.

+ + + +

9-2
Abril 1, 1909

Jesús enjoya al alma con las gemas que produce el dolor.

(1) Me sentía muy sufriente, hasta el punto de no poderme mover, y estaba ofreciendo mis pequeños sufrimientos junto con los de Jesús y con la intensidad de amor con la cual Él quería glorificar al Padre, reparar nuestras culpas y obtener todos los bienes que nos consiguió con sus sufrimientos, y decía entre mí: “Hago de cuenta que estos mis sufrimientos sean mi martirio, que los dolores sean los verdugos, que la cama es el lugar de tortura, que la inmovilidad es la soga que me tiene atada para hacer que llegue a ser más amada y amante de mi sumo bien; pero verdugos yo no veo, entonces ¿quién es mi verdugo, que no sólo en el exterior del cuerpo, sino también en las partes más íntimas, hasta en el fondo de mi alma me lacera, me despedaza, tanto que el cerco de la vida me parece que quisiera romperse? ¡Ah, mi verdugo es propiamente Jesús bendito!” Y en ese momento, casi como dentro de un relámpago me ha dicho:
(2) “Hija mía, es demasiado honor para ti el ser Yo tu verdugo. Yo no hago otra cosa que como alguno que debiendo desposar a la novia y hacerla aparecer en público, para hacer que tenga una bella presentación y para hacerla digna de él, no se fía de ninguno, ni

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

siquiera de ella misma, sino que él mismo la quiere limpiar, peinar, vestir, adornar con gemas, con brillantes. Esto es un gran honor para la esposa, y además no tendrá ningún pensamiento acerca de si agradará a su esposo o no, si le agradará como se he adornado o la tomará por una tonta al no haber sabido adivinar el modo para agradarle más. Así hago Yo con mis esposas amadas, es tanto el amor que les tengo que no me fío de ninguno; me veo obligado a hacerla de verdugo, pero verdugo amoroso. Y ahora la lavo, ahora la peino, ahora la visto con el vestido más bello, ahora la enjoyo, pero no con joyas salidas de la tierra, que son cosas superficiales, sino con joyas que hago salir del fondo del alma, de las partes más íntimas, que se forman con el toque de mis dedos que crean el dolor, y del dolor salen las joyas; convierte la voluntad en oro y esta voluntad convertida en oro por mis mismas manos, hará salir joyas preciosas de todos los colores y las coronas más bellas, los vestidos más magníficos y las flores más perfumadas, las músicas más agradables; y Yo con mis mismas manos, a medida que la hago producir, así la iré arreglando toda para adornarla siempre más. Todo esto pasa con las almas sufrientes, así que, ¿no tengo tal vez razón en decirte que es un gran honor para ti?”

+ + + +

9-3
Mayo 5, 1909

Los sufrimientos imprimen la Santidad de Jesús en el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi benigno Jesús se ha hecho oír con su dulce voz diciéndome:
(2) “Hija mía, las mortificaciones, miserias, privaciones, dolores, cruces, sirven a quien se sirve de ellos para imprimir mi santidad en el alma, y para irse embellecido de todas las variedades de los colores divinos; además no son otra cosa que tantos perfumes de Cielo, con los cuales el alma queda toda perfumada”.
+ + + +


Quien mucho habla está vacío de Dios.

9-4
Mayo 8, 1909

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto mi amable Jesús se hizo ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien mucho habla es señal de que está vacío en su interior, mientras que quien está lleno de Dios, encontrando más gusto en su interior no quiere perder aquel gusto, le cuesta trabajo hablar y sólo por necesidad habla, y aun hablando no se aparta jamás de su interior, y trata, por cuanto está en él, de imprimir en los otros lo que siente en sí. Mientras que quien mucho habla no sólo está vacío de Dios, sino que con su mucho hablar trata de vaciar de Dios a los demás”.

+ + + +

9-5
Mayo 16, 1909

El sol es símbolo de la Gracia.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el sol es como un símbolo de la gracia, el cual donde encuentra vacío, aunque fuera una caverna, un subterráneo, una fisura, un agujero, con tal que estén vacíos y haya alguna pequeña abertura para entrar, entra y todo lo llena de luz; con esto no disminuye su luz en los otros espacios donde está, y si la luz no ilumina más, no es que le falte la luz, sino que le falta el terreno para poder difundir de más su luz. Así es mi gracia,

más que sol majestuoso envuelve a todas las criaturas con su benéfico influjo, pero no entra sino sólo en los corazones vacíos, y por cuanto vacío encuentra, tanta luz hace penetrar dentro de los corazones. Pero, ¿cómo se forman estos vacíos? La humildad es la pala que excava y forma el vacío; el desapego de todo, aun de sí mismo, es el vacío mismo; la ventana para hacer entrar la luz de la gracia en este vacío es la confianza en Dios y la desconfianza de sí mismo; así que por cuanto confía en Dios, otro tanto ensancha la puerta para hacer entrar la luz y tomar de ella mayor gracia; la custodia que guarda la luz y la engrandece, es la paz”.

+ + + +

9-6
Mayo 20, 1909

El amor a Dios supera todo.

(1) Continuando mi habitual estado, Jesús apenas como relámpago se ha hecho ver y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no hay cosa que pueda superar al amor, ni la doctrina, ni la dignidad, mucho menos la nobleza. A lo más, quien se ocupa en hacer a veces especulaciones en torno a mi Ser me puede conocer más o menos, ¿pero quién llega a hacerme su propio objeto? El amor. ¿Quién llega a comerme como se hace con un alimento? El amor. Quien ama me devora; quien me ama, en cada partícula de su ser encuentra fundido mi Ser. Hay diferencia entre quien me ama de verdad y los demás, de cualquier condición o cualidades que sean, la diferencia es como la que hay entre quien conoce un objeto precioso, lo aprecia, lo estima, pero no es cosa suya, y entre quien posee aquel objeto precioso como propio. ¿Quién es más afortunado entre estos, quien lo conoce o quien lo posee? Ciertamente quien lo posee. Así que el amor suple la doctrina y la supera, suple a la dignidad y supera todas las dignidades, dándole la dignidad divina, suple por todo y supera todo”.

+ + + +

9-7
Mayo 22, 1909

Las dulces notas de amor.

(1) Esta mañana habiendo recibido la comunión, el bendito Jesús no ha venido, y después de haber estado mucho tiempo esperando, entre la vigilia y el sueño, viendo que pasaba la hora y Jesús no venía, quería salir de mi sueño, y al mismo tiempo quería quedarme, por el desgarro que sentía en el corazón por no haberlo visto; me sentía como un niño que queriendo dormir es despertado por la fuerza y hace un berrinche y llora, pero en mi berrinche, mientras me esforzaba por despertarme, decía en mi interior: “¡Qué amarga separación! Me siento sin vida, sin embargo vivo, pero la vida es más dura que la muerte, sin embargo, sea por amor tuyo tu misma privación, por amor tuyo la amargura que siento, por amor tuyo mi corazón desgarrado, por amor tuyo la vida que no siento aunque vivo, y para hacer que te sea más grato, uno este mi sufrir en la inmensidad de tu amor y te ofrezco con el mío tu mismo amor”. Pero mientras esto decía se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Cómo es dulce y deleitable a mi oído la nota del amor, dila, dila otra vez, repítela de nuevo, recrea mi oído con estas notas de amor tan armoniosas que me descienden hasta en el corazón y todo me endulzan”.

(3) Sin embargo, ¿quién lo creería? Tengo vergüenza de decirlo, en mi berrinche he respondido: “No quiero decirlo, Tú te endulzas y yo me amargo más”. Mi dulce Jesús ha hecho silencio, como si se disgustara por mi respuesta; y en cuanto me he despertado he repetido muchas veces mis notas de amor, pero no se ha hecho oír más, ni ver en todo el día.

+ + + +

9-8
Mayo 25, 1909

Jesús confunde al alma de amor.

(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús no venía, pero yo he sentido todo el día como a alguien que me apuraba, que no me dejaba perder ni un minuto de tiempo, sino que me tenía siempre en continua oración. Un pensamiento me quería distraer al decirme: “Cuando el Señor no viene tú rezas más, estás más atenta, y con esto das ocasión para que no venga, porque el Señor dirá: Ya que se porta mejor cuando no vengo, es mejor que la prive de Mí”. Yo no pudiendo perder tiempo y escuchar lo que decía el pensamiento, para cerrarle la puerta en la cara he dicho: “Por cuanto más Él no venga, yo más lo confundiré en amor, yo no quiero darle ocasión, esto puedo y esto quiero hacer, y Él es dueño de hacer lo que quiera”. Y sin pensar en el desatino que me había dicho el pensamiento continué lo que debía hacer. Y en la noche, cuando ya ni siquiera me acordaba de eso, el bendito Jesús ha venido y sonriéndome me ha dicho:
(2) “Bravo, bravo a mi amante que quiere confundirme en amor, sin embargo te digo: Jamás me confundirás, y si alguna vez pareciera que me confundas en amor, soy Yo quien te da la libertad de hacerlo, porque el único alivio y la cosa que más gozo por parte de las criaturas es el amor. De hecho era Yo quien te sugería rezar, que rezaba contigo, que no te daba reposo, así que en vez de confundirme tú, Yo te confundía en amor, y como tú te sentías toda llena de amor y por eso quedabas confundida, viendo qué tanto vertía en ti mi amor, creías que me confundías a Mí con tu amor; pero te digo, con tal de que tú busques amarme más, gozo de éstos tus desatinos y hago de ellos un entretenimiento entre tú y Yo”.

+ + + +

9-9
Julio 14, 1909

Sólo Dios puede infundir paz en el alma.

(1) Me la he pasado amargamente con la privación del bendito Jesús; a lo más se hace ver como una sombra o un relámpago, y algunas veces también la fulguración parecía que huía. Mi mente era molestada por el pensamiento de que siendo Jesús tan bueno, cuán cruelmente me ha dejado, ¡ah, tal vez no era Él el que venía, su bondad no me lo habría hecho! Quién sabe si no haya sido el demonio, o mi fantasía, o bien sueños, pero en la parte íntima el alma no quería saber de esto, quería estarse en paz, y parecía que se apartaba de todo, se adentraba siempre más en la Voluntad de Dios, se escondía en Ella tomando un sueño profundo en su Santo Querer, y no hay modo de que se despierte; parece que el buen Jesús la encierra tanto en su Querer, que ni siquiera deja que se encuentre la puerta para poder tocar y hacerle oír que Jesús la ha dejado, y ella duerme y se está en paz. La mente, no encontrando ninguna respuesta dice entre sí: “¿Sólo yo debo enojarme? También yo quiero tranquilizarme y hacer la Voluntad de Dios; venga, que venga con tal que haga su Santa Voluntad”. Éste es mi estado presente.

(2) Ahora, esta mañana pensando en lo que he escrito arriba, el buen Jesús me ha dicho:
(3) “Hija mía, si fueran fantasías, sueños, demonios, no tendrían tanta fuerza de hacerte poseer la aureola de la paz, y no por un día, sino por veinticinco años, ninguno hubiera podido hacerte respirar esa aura de suave paz dentro y fuera de ti, sólo Aquél que es todo paz, y que si un aliento de turbación pudiera sorprenderlo, dejaría de ser Dios, quedaría ofuscada su Majestad, empequeñecida su grandeza, débil su potencia, en suma, todo el Ser Divino recibiría una sacudida. Aquél que te posee y que tú posees te resguarda, te defiende continuamente de todo aliento de turbación. Recuerda que en todas mis visitas siempre te he corregido si había en ti algún aliento de turbación, y de ninguna otra cosa me he disgustado tanto, como de no verte en paz; y solamente me he ido cuando te he tranquilizado toda. La fantasía, el sueño, mucho menos el demonio, tienen esta virtud, y mucho menos la pueden infundir a los demás, por eso tranquilízate y no me seas ingrata”.

+ + + +

9-10
Julio 24, 1909

Todo lo que el alma hace por amor de Dios, entra en Él y se transforma en sus mismas obras.

(1) Estaba pensando en la miseria de mi estado presente y decía entre mí: “Todo ha terminado para mí, Jesús ha olvidado todo, no se recuerda más de mis fatigas, de los sufrimientos que en tantos años de cama he pasado por amor suyo”. Y entonces mi mente iba repasando algunos sufrimientos, de los más graves que he pasado. Mientras estaba en esto el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que es hecho por amor mío entra en Mí y se transforma en mis mismas obras, y así como mis obras están a beneficio de todos, esto es, de los viandantes, de los purgantes y de los triunfantes, así todo lo que tú has hecho y sufrido por Mí, está en Mí y hacen su oficio en bien de todos, como los míos. ¿Quisieras tú retirártelos en ti?”
(3) Yo he respondido: “Jamás Señor”. Pero a pesar de todo esto continuaba pensando y estando un poco distraída de mi acostumbrado obrar interior, y el buen Jesús ha repetido:
(4) “¿No la quieres terminar tú? Te la hago terminar Yo”.
(5) Y se ha puesto en mi interior a rezar en voz alta y a decir todo lo que debía decir yo. Viendo esto he quedado confundida y he seguido al buen Jesús, y en cuanto ha visto que ya no prestaba atención a nada, entonces ha hecho silencio y yo he quedado sola haciendo lo que tengo costumbre de hacer.

+ + + +

9-11
Julio 27, 1909

El alma es el juguete de Jesús en la tierra.

(1) Encontrándome en mi habitual estado pensaba entre mí: “¿Qué haré? No sirvo para nada; Él no viene y yo he quedado como un objeto inútil, porque sin Él no valgo nada, no sufro nada, ¿entonces para qué tenerme sobre esta tierra? Y Él, en cuanto se ha hecho ver, como un relámpago me ha dicho:
(2) “Hija mía, te tengo como juguete, pero los juguetes no siempre se tienen en las manos, muchas veces, aun por meses y meses no se tocan, pero a pesar de esto, cuando el dueño de aquel juguete lo quiere, éste no deja de formar su diversión. ¿Quieres tú acaso

que ni siquiera un juguete tenga Yo sobre la tierra? Haz que me entretenga contigo a mi agrado sobre la tierra, y Yo en correspondencia te haré entretenerte Conmigo en el Cielo”.

+ + + +

9-12
Julio 29, 1909

La paz es virtud divina.

(1) Continuando mi habitual estado decía entre mí: “¿Por qué el Señor quiere que no entre en mí ni un aliento de turbación, y que en todas las cosas me mantenga siempre en paz? Parece que ninguna cosa le agrada, aunque fueran obras grandes, virtudes heroicas, sufrimientos atroces; parece que Él olfatea en el alma, y a pesar de todas estas obras, virtudes y sufrimientos, si no hay paz queda nauseado y descontento del alma”. En ese momento se ha hecho oír, y con una voz digna e imponente, respondiendo a mi ¿por qué?, me ha dicho:
(2) “Porque la paz es virtud divina, y las otras virtudes son humanas; así que, cualquier virtud, si no está coronada por la paz, no se puede llamar virtud, sino vicio. He aquí el por qué me importa tanto la paz, porque la paz es la señal más cierta de que se sufre y se obra por Mí, y es la herencia que doy a mis hijos, la paz eterna que gozarán Conmigo en el Cielo”.

+ + + +

9-13
Agosto 2, 1909

El alma, juguete de oro y de brillantes.

(1) Estaba pensando en lo que había escrito el 27 del mes pasado, y decía entre mí: “Yo creía que era alguna cosa en las manos del Señor, pero no soy otra cosa que un juguete. Que objeto vilísimo soy yo. Los juguetes pueden ser de barro, de tierra, de papel, de masa elástica, que basta que caigan a tierra o un mínimo golpe para romperse, y no sirviendo más para jugar se desechan. ¡Oh! mi Bien, cómo me siento oprimida pensando que un día u otro me podrás arrojar de Ti”. Y el buen Jesús se ha hecho oír diciéndome:
(2) “Hija mía, no te oprimas, cuando los juguetes son de materiales viles y se rompen, se desechan, pero si son de oro o de brillantes, o de otro material precioso, se mandan reparar y sirven siempre para formar el entretenimiento de quien tiene el bien de poseerlos. Tal eres tú para Mí, un juguete de brillantes y de oro purísimo, por tener en ti mi Imagen y por haber desembolsado el precio de mi sangre para adquirirte, y porque estás adornada con la semejanza de mis sufrimientos. Así que no eres un objeto vil que pueda desecharte, me cuestas mucho, puedes estar tranquila, porque no hay peligro de que pueda desecharte”.

+ + + +

9-14
Octubre 1, 1909

Jesús numera, pesa y mide todo en el alma, a fin
de que nada quede disperso y de todo sea recompensada.

(1) Encontrándome muy afligida por mi pobre estado, me sentía nauseante a mí misma y abominable ante Dios. Me sentía como si el Señor me hubiera dejado a la mitad del camino, y sin Él no puedo seguir más adelante, siento que no quiere servirse más de mí para evitar los castigos al mundo y por eso ha alejado de mí las cruces, las espinas, ha interrumpido toda la participación de la Pasión y las comunicaciones; lo único que veo es que está alerta para hacerme estar en paz. Mi Dios, qué pena, si Tú mismo no me tuvieras distraída de esta mi pérdida de cruces, de Ti, y de todo, yo moriría de dolor. ¡Ah, si no fuera por tu Santo Querer, en qué mar de males habría caído! ¡Ah! tenme siempre en tu Santo Querer, y eso me basta”.
(2) Después, encontrándome en mi habitual estado, lloraba y decía entre mí: “El buen Jesús no me ha tomado en cuenta ni los años de cama, ni los sacrificios, no ha tomado en cuenta nada, de otra manera no me habría dejado”; y lloraba, lloraba. En ese momento lo he sentido que se movía en mi interior y perdí los sentidos, pero aun fuera de mí continuaba llorando. Y entonces, como si se hubiera abierto una puerta en mi interior he visto a Jesús. Yo me sentía enfadada y no le decía nada, sólo lloraba; y Jesús me ha dicho:
(3) “Cálmate, cálmate, no llores, si tú lloras Yo me siento tocar el corazón y desmayar de amor por ti. ¿Quieres tú acrecentar mis penas por causa de tu amor?”
(4) Después ha agregado, tomando una actitud majestuosa y como sentándose en mi corazón sobre de un trono, parecía que tenía una pluma en la mano y escribía, y dirigiéndose a mí me ha dicho:
(5) “Mira si no tengo cuenta de tus cosas, y no sólo de los años de cama, de los sacrificios, sino también de los pensamientos que haces para Mí; escribo tus afectos, tus deseos, todo, todo, y también lo que quisieras hacer, lo que quisieras sufrir, y porque Yo no te lo concedo tú no lo haces. Todo numero, peso y mido, a fin de que nada se pierda y de todo seas recompensada; y como lo escribo todo lo conservo en mi mismo corazón”.
(6) Después, no sé decir cómo, mientras primero estaba en mi interior, después yo me encontraba en Jesús; parecía que la cabeza de Jesús estuviera en el lugar de mi cabeza y todos mis miembros le servían de cuerpo, y ha dicho:
(7) “Mira cómo te tengo, como miembros de mi mismo cuerpo”.
(8) Y ha desaparecido. Después de un poco, habiendo regresado Jesús, como yo continuaba estando afligida y de vez en cuando rompía en llanto, me ha dicho:
(9) “Hija mía, ánimo, no te he dejado, más bien estoy oculto, porque si me hiciera ver como antes tú me atarías todo, y Yo no podría en nada castigar al mundo; ni te he dejado a medio camino, ¿no recuerdas cuáles son estos años del último periodo de tu vivir? Son los años queridos por tu confesor, ¿no recuerdas que no una vez, sino que cuatro o cinco veces te has encontrado luchando Conmigo, Yo que te quería traer y tú decías que la obediencia no quería, y mientras Yo te había preparado para poderte traer Conmigo, era obligado a dejarte de nuevo. Mira ahora las consecuencias de eso, son años de espera y de paciencia; la caridad y la obediencia tienen sus espinas, que hacen grandes heridas y hacen sangrar el corazón, pero también hacen brotar las rosas más grandes, olorosas y bellas; porque viendo en tu confesor el fruto de su buen querer y la caridad y el temor de que el mundo pudiera ser castigado, por eso Yo he concurrido en algún modo; pero si Yo no hubiera encontrado a ninguno que me hubiese rogado y se hubiera interpuesto, ciertamente ya no estarías aquí. Pero, vamos, ánimo, no será tan largo el exilio, y te prometo que vendrá un día en que no me haré vencer por ninguno”.
(10) Quién puede decir en qué amarguras me encuentro, confortada, sí, pero amargada hasta la médula de los huesos, y no puedo recordarme de esto sin llorar, tanto, que al decírselo al confesor, eran tantas las lágrimas que parecía que me impacientaba con él, y verdaderamente le he dicho: “Usted ha sido la causa de mis males”.

+ + + +


9-15
Octubre 4, 1909

El pensamiento de sí mismo se debe interrumpir para hacer lo que hace Jesús.

(1) Continuando mi estado de aflicción y de pérdida de mi bendito Jesús, estaba según mi costumbre toda ocupada en mi interior en las horas de la Pasión, justo en la hora en la que Jesús carga el pesado madero de la cruz. Todo el mundo me estaba presente: Presente, pasado y futuro, mi fantasía parecía que viera todas las culpas de todas las generaciones que prensaban y casi aplastaban al benigno Jesús, así que la cruz no era otra cosa que una brizna de paja, una sombra de peso en comparación con el peso de todos los pecados; yo trataba de estrecharme a Jesús y decía: “Mira mi vida, mi bien, estoy yo a nombre de todos ellos. ¿Ves cuantas olas de blasfemias? Y yo para repararte te bendigo por todos. ¿Ves cuántas olas de amarguras, de odios, de desprecios, de ingratitudes, de poquísimo amor? Y yo quiero endulzarte por todos, amarte por todos, agradecerte, adorarte, honrarte por todos, pero mis reparaciones son frías, mezquinas, finitas; Tú que eres el ofendido eres Infinito, por lo que también mis reparaciones, mi amor, quiero hacerlos infinitos, y para hacerlos infinitos, inmensos, interminables, me uno a Ti, con tu misma Divinidad, es más, junto con el Padre y con el Espíritu Santo y te bendigo con vuestras bendiciones, te amo con vuestro amor, te endulzo con vuestras mismas dulzuras, te honro, te adoro como hacéis entre las Divinas Personas”. ¿Pero quién puede decir todos los desatinos que decía? No terminaría jamás si lo quisiera decir todo. Cuando me encuentro en las horas de la Pasión, siento que junto con Jesús yo también abrazara la inmensidad de su obrar, y por todos y por cada uno glorifico a Dios, reparo, impetro por todos, y por eso el decirlo todo me resulta difícil. Entonces, mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “Piensas en los pecados de los demás, ¿y los tuyos? Piensa en ti, repara por ti”. Así que traté de pensar en mis males, en mis grandes miserias, en las privaciones de Jesús, que son causa de mis pecados, y distrayéndome de las cosas acostumbradas de mi interior lloraba mi gran desventura. Mientras estaba en esto, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior, y con voz sensible me ha dicho:
(2) “¿Quieres tú juzgarte? El obrar de tu interior no es tuyo, sino mío, tú no haces otra cosa que seguirme, el resto lo hago todo por Mí. El pensamiento de ti misma lo debes quitar, no debes hacer otra cosa que lo que quiero Yo, y Yo pensaré en tus males y en tus bienes. ¿Quién puede hacerte más bien, tú o Yo?”
(3) Y mostraba que se disgustaba. Entonces me he puesto a seguirlo, pero poco después, llegando a otro punto del camino del calvario, en el cual más que nunca me internaba en las diversas intenciones de Jesús, el pensamiento me ha dicho: “No sólo debes quitar el pensamiento de santificarte, sino también el de salvarte, ¿no ves que por ti misma no eres buena para nada? ¿En qué te aprovechará hacer por los demás?” Yo dirigiéndome a Jesús le he dicho: “Jesús mío, ¿tu sangre no es para mí, tus penas, tu cruz? He sido tan mala que habiéndolas pisoteado bajo mis pies con mis culpas, Tú tal vez las has agotado para mí, ah, perdóname, pero si no quieres perdonarme déjame tu Querer y estaré contenta, tu Voluntad es todo para mí; he quedado sola sin Ti, y sólo Tú puedes conocer la pérdida que he tenido, no tengo a nadie, las criaturas sin Ti me fastidian, me siento en esta cárcel de mi cuerpo como esclava en cadenas; al menos por piedad no me quites tu Santo Querer”. Y mientas esto pensaba me he distraído de nuevo de mi interior, y Jesús de nuevo me hizo oír su voz, fuerte e imponente que decía:
(4) “¿No quieres terminar con eso? ¿Quieres tú estropear mi obra en ti?”
(5) Y no sé, pero como si hubiera puesto silencio en mi mente he tratado de seguirlo y de terminar con esos pensamientos.

+ + + +


9-16
Octubre 6, 1909

Las virtudes del verdadero amor son: Purificar todo, triunfar sobre todo y llegar a todo.

(1) Habiendo recibido la comunión ha venido por un poquito mi siempre amable Jesús, y habiendo tenido una discusión con el confesor sobre la naturaleza del verdadero amor, yo quería preguntarle a Jesús si yo tenía razón o no, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, es exactamente así, como tú decías, que el verdadero amor facilita todo, excluye todo temor, toda duda, y todo su arte es posesionarse de la persona amada, y cuando la ha hecho suya, el amor mismo le suministra los medios para conservar el objeto adquirido. Ahora, ¿qué temor, qué duda puede tener el alma de una cosa suya? ¿Qué cosa no espera? Es más, cuando ha llegado a tomar posesión de ella, el amor se hace intrépido y llega hasta pretender los excesos y a lo increíble, no hay más tuyo o mío, el amor verdadero puede decir: “Tuyo soy yo, y mío eres tú, así que podemos disponer juntos, hacernos felices juntos, gozárnosla juntos”. Si te he adquirido quiero servirme de ti como me place. Y ¿cómo el alma en este estado de verdadero amor puede ir pescando defectos, miserias, debilidades, si el objeto adquirido todo le ha condonando, de todo la enriquece, y el objeto que posee la va purificando continuamente? Estas son las virtudes del verdadero amor: Purificar todo, triunfar sobre todo, y a todo llegar. En efecto, ¿qué amor podría haber por una persona a la que se teme, de la que se duda, de la que no se espera todo? El amor perdería lo más bello de sus cualidades; es verdad que también en los santos se ve esto, y eso dice que en los santos el amor puede ser imperfecto y puede tener sus variedades según los estados en los que se encuentran. En ti la cosa es muy diferente, debiendo estar ya tú Conmigo en el Cielo, y habiéndolo sacrificado por amor a la obediencia y del prójimo, el amor ha quedado confirmado en ti, la voluntad confirmada a no ofenderme, así que tu vida es como una vida que ya ha pasado, por eso no adviertes el peso de las miserias humanas. Por eso mantente atenta a lo que te conviene, y a amarme hasta el infinito Amor”.

+ + + +

9-17
Octubre 7, 1909

Cautela y celo de Jesús el circundar a las criaturas de espinas en el alma y en el cuerpo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, es tal y tanto el celo, la cautela que tengo con mis criaturas, que para no dejarlas dañarse estoy obligado a circundarles de espinas el alma y el cuerpo, a fin de que las espinas tengan alejado el fango que podría ensuciarlas. Es por esto hija mía que aun mis más grandes favores con los que favorezco a las almas a Mí más amadas los circundo de espinas, esto es, de amarguras, de privaciones, de estados de ánimo, a fin de que estas espinas no sólo me las custodien, sino que no las dejen ensuciarse con el fango del amor propio y de otras cosas”.
(3) Y ha desaparecido

+ + + +


9-18
Octubre 14, 1909

Pruebas de que es Jesús quien va a Luisa.

(1) Continuando mi habitual estado, me parecía encontrar en mis brazos al niño Jesús; y de uno se han hecho tres, y yo me sentía toda inmersa en ellos. Después, en la mañana cuando vino el confesor, me ha preguntado si había venido Jesús, y yo le dije como está escrito arriba, sin agregar otra cosa. Entonces el confesor me dijo:
(2) “¿Nada te han dicho? ¿Nada has comprendido?
(3) Y yo: “No sé decirlo bien”. Y él continuaba diciéndome:
(4) “Ha sido toda la Trinidad, ¿y no sabes decir nada? Te has vuelto más tonta, se ve que son sueños”.
(5) Y yo: “Sí, es verdad que son sueños”. Y ha seguido diciéndome otras cosas, y mientras el confesor hablaba yo me he sentido estrechar fuerte, fuerte por los brazos de Jesús, tanto de perder los sentidos, y Jesús me decía:
(6) “¿Quién es el que quiere molestar a mi hija?”
(7) Y yo: “El padre tiene razón, porque yo no sé decir nada; no tienen ninguna señal de que quien viene a mí seas Tú, Jesucristo”. Y Jesús continuó diciéndome:
(8) “Yo hago contigo como haría el mar a una persona que fuera a arrojarse a lo profundo de él. Yo te arrojo toda en mi Ser, de modo que todos tus sentidos quedan inundados, y si quieres hablar de mi inmensidad, profundidad y altura, podrás decir que era tanta que la vista se te perdía; si quieres hablar de mis delicias, de mis cualidades, podrás decir que son tales y tantas, que tratabas de abrir la boca para numerarlas y quedabas ahogada, y así de todo lo demás. Además, ¿cómo que ninguna señal he dado de que soy Yo? Falso. ¿Quién te ha mantenido veintidós años en cama, sin interrupciones, y con plena calma y paciencia? ¿Ha sido tal vez virtud de ellos, o virtud mía? ¿Y las pruebas que hicieron durante los primeros años de este tu estado? Y el hacerte permanecer inmóvil por 10, por 7, por 18 días sin tomar nada de los alimentos necesarios, ¿eran tal vez ellos los que te mantenían, o Yo?”
(9) Después, habiéndome llamado el padre he regresado en mí misma, y habiendo celebrado la santa Misa he recibido la comunión, y después ha regresado Jesús, y yo me he lamentado con Él porque no venía como antes, que su tanto amor con el que me amaba me parecía convertido en frialdad, es verdad que lamentándome Contigo siempre me pones excusas, que porque quieres castigar y por eso no vienes, pero yo no lo creo, quién sabe que mal hay en mi alma y por eso es que no vienes, al menos dímelo, que a cualquier costo, aun a costa de mi vida lo quitaré, pero sin Ti no puedo estar, piensa lo que quieras, pero así yo no puedo seguir adelante, o Contigo en la tierra, o Contigo en el Cielo”. Y Jesús bendito, interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(10) “Cálmate, cálmate, no estoy lejos de ti, estoy siempre contigo; no me ves siempre, pero siempre estoy contigo, más bien me estoy en lo más íntimo de tu corazón para reposarme, y conforme tú me buscas y con paciencia toleras mis privaciones, así me circundas de flores para aliviarme y hacerme reposar más pacífico”.
(11) Y mientras esto decía, parecía que en torno a Jesús había tanta variedad de flores que casi lo ocultaban. Después ha agregado:
(12) “Tú no crees que es por castigar al mundo que te tengo privada de Mí, sin embargo es así. Cuando menos lo esperes oirás cosas que sucederán”.
(13) Y mientras esto decía me hacía ver en el mundo guerras, revoluciones contra la Iglesia, iglesias incendiadas, y todo parecía casi inminente.

+ + + +


9-19
Noviembre 2, 1909

No mirar el pasado sino el presente.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en mis cosas pasadas, y el bendito Jesús haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, no mires al pasado, porque el pasado ya está en Mí y te puede servir de distracción, y te puede hacer errar el poco camino que te queda por hacer, porque ese voltear al pasado te hace aflojar el paso para el presente camino, y por lo tanto pierdes tiempo y no haces más camino. En cambio mirando sólo al presente, tendrás más ánimo, te estarás más estrechada Conmigo y harás más camino, y no pasarás peligro de equivocarlo”.

+ + + +

Con su beatitud Dios vuelve beato a todo el Cielo, porque en Él todo es armonía.

9-20
Noviembre 4, 1909

(1) Habiendo recibido la comunión estaba diciendo a mi adorable Jesús: “Ya estoy estrechada contigo, más bien fundida, y si somos ya una sola cosa, yo dejo mi ser en Ti y tomo el tuyo. Así que te dejo mi mente y tomo la tuya, te dejo mis ojos, mi boca, mi corazón, mis manos, mis pies. ¡Oh! cómo seré feliz, de ahora en adelante pensaré con tu mente, miraré con tus ojos, hablaré con tu boca, te amaré con tu corazón, obraré con tus manos, caminaré con tus pies, y si alguna cosa me sucede, diré: Mi ser lo he dejado en Jesús y he tomado el suyo, vayan a Jesús que Él os responderá por mí. ¡Oh! cómo me siento feliz. ¡Ah! sí, también tomo tu beatitud, ¿no es verdad Jesús? Pero vida mía y todo mi bien, Tú con tu beatitud vuelves beato a todo el Cielo, y yo tomando tu beatitud no vuelvo beato a ninguno”. Y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, también tú puedes, con tomar todo mi Ser y junto con Él mi beatitud, hacer beatos a los demás. ¿Por qué mi Ser tiene virtud de beatificar? Porque todo es armonía en Mí, una virtud armoniza con la otra, la justicia con la misericordia, la santidad con la belleza, la sabiduría con la fortaleza, la inmensidad con la profundidad y altura, y así de todo lo demás, todo es armonía en Mí, nada es discordante; estas armonías me vuelven beato a Mí mismo, y vuelvo beatos a todos aquellos que a Mí se acercan. Entonces tú, tomando mi Ser, debes estar atenta a que todas las virtudes armonicen entre ellas, y esta armonía comunicará la felicidad a cualquiera que se acerque a ti, porque viendo en ti bondad, dulzura, paciencia, caridad, igualdad en todo, se sentirán felices estando cerca de ti”.

+ + + +

9-21
Noviembre 6, 1909

La privación de Jesús purifica y consume al alma.

(1) Estaba lamentándome con Jesús por sus privaciones, y en cuanto se ha hecho ver me ha dicho:

(2) “Hija mía, la cruz une siempre más Conmigo. Estas privaciones que tú sufres te hacen volar sobre de ti misma, porque no encontrando en ti a Aquél que amas, te fastidia la vida, las cosas que te circundan te aburren, no tienes dónde apoyarte, pues te parece que en ti falta Aquél en el cual solamente puedes apoyarte, y por eso el alma sobrevuela hasta purificarse de todo, hasta consumirse, y en esto tu Jesús te dará el último beso y te encontrarás en el Cielo. ¿No estás contenta?”

+ + + +

9-22
Noviembre 9, 1909

Diversión de Jesús con el obrar del alma junto con Él.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me parecía ver a Nuestro Señor que extendía sus brazos dentro de mí, y con sus manos parecía como si hiciera una sonatina con un órgano, y Jesús se divertía al hacerlo sonar. Yo le he dicho: “¡Oh, cómo te diviertes!”
(2) Y Jesús: “Sí que me divierto. Debes saber que habiendo hecho tú las cosas junto Conmigo, es decir, habiéndome amado con mi amor, adorado con mis adoraciones, reparado con mis mismas reparaciones, y así de todo lo demás, entonces en ti las cosas son inmensas como las mías, y esta unión de obrar ha formado este órgano; pero cada vez que tú sufres alguna cosa de más, le agregas otra tecla, y Yo de inmediato vengo a hacer mi sonatina para ver qué sonido produce esta nueva tecla, y con ello tomo una diversión más, por eso por cuanto más sufres, tanta más armonía aumentas a mi órgano, y Yo más me divierto”.

+ + + +

9-23
Noviembre 16, 1909

El pecado es el único desorden en el alma.

(1) Después de haber pasado días amargos de privación, habiendo recibido la comunión me lamentaba con Jesús bendito diciéndole: “Parece que en verdad me quieres dejar del todo, pero al menos dime, ¿quieres que salga de este estado? Quién sabe qué desorden hay en mí que te has alejado, dímelo, que de corazón te prometo que seré más buena”.
(2) Y Jesús: “Hija mía, no te alarmes, cuando te hago perder los sentidos estate pacífica, cuando no, estate más pacífica, sin perder tiempo, y según te sucedan las cosas tómalas todas de mis manos; ¿no puedo suspenderte algún día? En cuanto al desorden te lo habría dicho, y, ¿sabes quién pone el desorden en el alma? Sólo el pecado, aun mínimo. ¡Oh! cómo la deforma, la decolora, la debilita, pero los estados de ánimo, las privaciones, no le hacen ningún daño. Por eso está atenta a no ofenderme aun mínimamente, y no tengas temor de que haya desorden en tu alma”.
(3) Y yo: “Pero Señor, alguna cosa debe haber de mal en mí, antes no hacías otra cosa que un ir y venir, y cada vez que venías me participabas cruces, clavos, espinas; pero cuando la naturaleza se había acostumbrado, tanto que se volvía como connatural y le era más fácil el sufrir que el no sufrir, te retiras; ¿cómo es posible que no haya en mí alguna cosa grave?” Y Jesús benignamente me ha dicho:
(4) “Escucha hija mía, Yo debía disponer tu alma para hacerte llegar a este punto de hacerte feliz con el sufrimiento y hacer con él mi trabajo, y por eso debía probarte, sorprenderte, cargarte de sufrimientos, para hacer que tu naturaleza resurgiera a vida nueva; entonces este trabajo lo he hecho ya, y ha quedado en ti permanente, a veces más, a veces menos la participación de mis penas. Ahora, habiendo hecho este trabajo, me lo

estoy gozando, ¿no quieres tú que me repose? Mira, no quieras preocuparte, deja hacer a Jesús que te quiere tanto, y Yo sé cuándo es necesario mi trabajo en ti, y cuándo debo reposar de mi trabajo”.

+ + + +

9-24
Noviembre 20, 1909

Óptica humana y óptica divina de la cruz.

(1) Estando en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien toma la cruz bajo la óptica humana la encuentra enfangada, y por lo tanto más pesada y amarga; en cambio quien toma la cruz según la óptica divina la encuentra llena de luz, ligera y dulce, porque la óptica humana está privada de gracia, de fuerza y de luz, y por eso siente la arrogancia de decir: ¿Por qué aquél me ha hecho esta ofensa? ¿Por qué éste me ha dado este disgusto, esta calumnia? Y el alma se llena de indignación, de ira, de venganza, y la cruz se enfanga, se obscurece y se vuelve pesada y amarga. En cambio la óptica divina está llena de gracia, de fuerza y de luz, y por eso no se siente la osadía de decir: “Señor, ¿por qué me has hecho esto?” Más bien se humilla, se resigna, y la cruz se hace ligera y le lleva luz y dulzura”.

+ + + +

9-25
Noviembre 25, 1909

Tanto en Jesús como en las almas, el primer trabajo lo hace el amor.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en la agonía de Jesús en el huerto; y apenas haciéndose ver el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, los hombres no hicieron otra cosa que trabajar la corteza de mi Humanidad, y el amor eterno me trabajó todo lo de adentro, así que en mi agonía, no los hombres, sino el amor eterno, el amor inmenso, el amor incalculable, el amor oculto, fue el que me abrió grandes heridas, me traspasó con clavos abrasadores, me coronó con espinas ardientes, me dio de beber hiel hirviente, así que mi pobre Humanidad no pudiendo contener tantas especies de martirios a un mismo tiempo, hizo salir fuera ríos de sangre, se contorsionaba y llegó a decir: “Padre, si es posible quita de Mí este cáliz, pero no la mía, sino que se haga tu Voluntad”. Lo que no hizo en el resto de la Pasión. Así que todo lo que sufrí en el curso de la Pasión, lo sufrí todo junto en la agonía del huerto, pero en modo más intenso, más doloroso, más íntimo, porque el amor me penetró hasta en la médula de los huesos y en las fibras más íntimas del corazón, donde jamás podían llegar las criaturas, pero el amor a todo llega, no hay cosa que le pueda resistir. Así que mi primer verdugo fue el amor. Por eso en el curso de la Pasión no hubo en Mí ni siquiera una mirada amenazadora hacia quien me hacía de verdugo, porque tenía un verdugo más cruel, más activo en Mí, el cual era el amor, y donde los verdugos externos no llegaban, o cualquier punto que quedaba sin tocar, el amor hacía su trabajo y en nada me perdonaba. Y así es en todas las almas, el primer trabajo lo hace el amor, y cuando el amor ha trabajado y la ha llenado de sí, lo que se ve de bien en el exterior no es otra cosa que el desahogo del trabajo que el amor ha hecho en el interior”.

+ + + +


9-26
Diciembre 22, 1909

El por qué de los estados de abandono en las almas santas antes de morir.

(1) Habiendo recibido la comunión estaba lamentándome con el bendito Jesús por sus privaciones, pues si viene es casi siempre como relámpago, o bien todo silencioso. Y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, casi a todas las almas a las que me he comunicado en modo extraordinario, he permitido al fin de la vida estos estados de abandono, y esto no sólo para otros fines míos, sino para quedar honrado y justificado en toda mi conducta, porque muchos dicen: “Seguro que estas almas debían llegar a un punto tan alto de santidad y a amarlo tanto, con tantos favores, con tantas gracias y carismas, deberían ser muy ingratas si no hubieran llegado a eso. Si los hubiéramos recibido nosotros, también nosotros habríamos llegado, y hasta más alto que ellas”. Y Yo para justificar mi conducta, manifestaré a ellos los abandonos, las privaciones en las que he puesto a estas almas, que es un purgatorio viviente para ellas, y también mostraré su fidelidad, el heroísmo de sus virtudes, y cómo es más fácil y tolerable sufrir la pobreza sin conocer las riquezas, que nacer rico, habituarse a vivir rico y después perder las riquezas y vivir pobre; mucho más que las riquezas sobrenaturales no son como las materiales, que sirven al cuerpo, y a lo más se difunden al exterior; las sobrenaturales penetran hasta en la médula, en las fibras más íntimas, en la parte más noble de la inteligencia, basta decir que es más que martirio. Yo mismo me apiado tanto, que casi se me despedaza el corazón de ternura, y estoy obligado a sentírmelo despedazar tan frecuentemente que no puedo resistir, y también para darles la fuerza para poder cumplir su consumación. Todos los ángeles y santos tienen la mirada fija sobre ellas y me las vigilan para no dejarlas sucumbir, sabiendo el crudo martirio que sufren. Hija mía, ánimo, tú tienes razón, pero debes saber que todo es amor en Mí”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que más se alejaba. Yo me sentía consumir aun la misma naturaleza y resolverme en la nada. Aquellas semillas de fortaleza que me parecía sentir, de luz, de conocimiento, todo se resolvía en la nada; yo me sentía morir, y sin embargo vivo. Mientras estaba en esto Jesús ha regresado, y parecía que tomándome en brazos sostenía mi nada y me dijera:
(4) “Mira hija mía, cómo al deshacerse la pequeña semilla de tu fortaleza, la fuentecita de tu luz, el pequeño conocimiento que tienes de Mí, y todas tus otras pequeñas dotes, entran en su lugar mi fortaleza, mi luz, mi sabiduría, mi belleza y todas mis demás dotes a llenar ésta tu nada? ¿No estás contenta?”
(5) Y yo le he dicho: “Escucha Jesús, si continúas así perderás el gusto de tenerme en la tierra”. Y lo he repetido varias veces. Y Jesús no queriendo oír lo que yo decía me respondió:
(6) “Escucha hija mía, Yo no perderé jamás tu gusto, si te tengo en la tierra, tendré en tierra el gusto; si te traigo al Cielo, tendré tu gusto en el Cielo. ¿Sabes más bien quién perderá el gusto? Tu confesor”.

+ + + +

9-27
Febrero 24, 1910

Luisa no puede manifestarse al confesor.

(1) Esta mañana, en la comunión, me lamentaba con Jesús de que no sé manifestar mi estado a quien debo; me siento, sí, muchas veces llena de Él, me parece que por doquier lo toco, y aun tocándome a mí misma toco a Jesús, pero no sé decir ni una palabra; no quisiera otra cosa que perderme en Jesús, en la profundidad del más absoluto silencio, y si soy obligada a hablar, ¡oh! Dios, qué esfuerzo debo hacer, y me siento como una niña que tiene un sueño pesado y la quieren despertar por la fuerza, y por consiguiente hace berrinche. Entonces decía a Jesús: “De todo me has privado, de tus sufrimientos, de tus favores, de hacerme oír tu voz armoniosa, dulce y suave, no me reconozco más por como me he reducido; si me haces entender alguna cosa, es tan adentro, que no encuentra el camino para salir fuera. Dime vida mía, ¿cómo debo comportarme?” Y Jesús:
(2) “Hija mía, si me tienes a Mí, tienes todo, y esto te basta. Si te sientes llena de Mí, es señal de que te tengo en la casa de mi Divinidad. Si un rico admitiera en su casa a un pobre, es señal de que dará al pobre todo lo que le sea necesario, a pesar de que no le hable siempre, de que no lo acaricie, de otra manera sería un deshonor para el rico. ¿Y no soy Yo más que el rico? Entonces cálmate y trata de manifestar a la obediencia lo que puedas, el resto déjalo todo a mi cuidado”.

+ + + +

9-28
Febrero 26, 1910

Antes de morir, el alma debe hacer morir todo en el Divino Querer y en el amor.

(1) Continúa mi habitual estado de privación, y tal vez aún peor. ¡Oh Dios, qué bajo he caído, jamás hubiera imaginado llegar a tal término, pero espero al menos no salir nunca jamás del cerco de su Santísimo Querer, esto es todo para mí!. Quisiera llorar por mi lastimoso estado, y alguna vez lo hago, pero Jesús me lo reprocha diciéndome:
(2) “¿Quieres tú ser siempre niña? Se ve que tengo que tratar con una niña, no puedo fiarme de ti, esperaba encontrar en ti el heroísmo del sacrificio por Mí, en cambio encuentro las lágrimas de una niña que no quiere el sacrificio”.
(3) Y por tanto, si lloro se muestra más duro y hace una de sus bravuras, no viene ese día. Por eso debo forzarme para no llorar, y digo a Jesús: “Tú dices que por amor me privas de Ti, y yo por amor tuyo acepto tu privación, por amor tuyo no lloro”. Y si llego a hacerlo se muestra un poco más indulgente, de otra manera me castiga más fuerte haciéndome morir continuamente y vivir con su privación. Entonces, habiendo pasado una jornada semejante, por cuanto he hecho no he podido frenar las lágrimas, y Jesús me ha hecho pagar como lo merecía; hasta que avanzada la noche, teniendo compasión de mí, como si se hubiera abierto una ventana de luz en mi mente, Jesús se ha hecho ver y me dijo:
(4) “No lo quieres comprender, que antes de morir debes morir a todo, al sufrir, a los deseos, a los fervores, a todo, y todo debe morir en mi Querer y en mi amor. Lo que es eterno en el Cielo es mi Voluntad y el amor, todas las otras virtudes terminan: Paciencia, obediencia, sufrimiento, deseos, sólo mi Voluntad y el amor no terminan jamás, por eso en mi Voluntad y en el amor debes hacer morir todo anticipadamente. A todos mis santos, y Yo mismo, no quise evitarme el ser abandonado por el Padre, para morir en todo en el Querer y en el amor del Padre. ¡Oh, cómo hubiera querido sufrir más! ¡Oh, cuánto deseaba hacer más por las almas! Pero todo esto murió en la Voluntad y en el amor del Padre, y así han hecho las almas que verdaderamente me han amado, y tú no lo quieres comprender”.

+ + + +


9-29
Marzo 8, 1910

La recta intención es luz al alma.

(1) Esta mañana, brevemente el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la recta intención es luz al alma, la convierte en luz y le da el modo de obrar a lo divino. El alma no es otra cosa que una estancia obscura, y la recta intención es como sol que entra y la ilumina; con esta diferencia, que el sol no convierte los muros en luz, y el recto obrar transforma todo en luz”.

+ + + +

9-30
Marzo 12 1910

La Divina Voluntad perfecciona el amor, lo modifica,
lo restringe, lo engrandece en lo que es más santo y perfecto.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, apenas y como de huída ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad perfecciona el amor, lo modifica, lo restringe, lo engrandece en lo que es más santo y perfecto. El amor a veces quisiera escapar y devorar todo; mi Voluntad domina al amor y le dice: “Calma, no escapes, pues escapándote te puedes hacer mal, y con querer devorar todo puedes fallar”. Por lo tanto, el amor es puro por cuanto es uniforme a mi Querer, caminan juntos y se besan continuamente con el beso de paz. Otras veces, por estado de ánimo o porque en sus escapadas no ha resultado como él quería, quisiera restringirse y casi indolentemente sentarse; mi Voluntad lo incita y le dice: “Camina, los verdaderos amantes no son negligentes, no están ociosos”. El amor sólo está seguro cuando está encerrado en mi Querer, así que el amor hace apreciar, desear, llegar a la locura, a los excesos; pero mi Voluntad modera, tranquiliza al mismo amor, y nutre de alimento más sólido y divino al alma amante. Así que en el amor pueden haber muchas imperfecciones, y también en las cosas santas; en mi Voluntad jamás, todo en Ella es perfecto. Hija mía, esto sucede especialmente en las almas amantes y que han sido favorecidas con mis visitas, con mis besos y caricias, que quedan en poder del amor, y cuando Yo las privo de Mí el amor se adueña de ellas y las hace anhelantes, delirantes, libres, inquietas, impacientes, así que si no fuera por mi Voluntad que las nutre, las aquieta, las calma, las corrobora, el amor les daría la muerte, si bien el amor no es otra cosa que el hijo primogénito de mi Voluntad, pero necesita estar siempre corregido por mi Querer; y Yo la amo tanto como me amo a mí mismo”.

+ + + +

9-31
Marzo 16, 1910

El camino estrecho de la salvación.

(1) Hablando con el confesor, me había dicho que es difícil el salvarse, y Jesucristo mismo lo ha dicho: “La puerta es estrecha, debéis esforzaros para entrar”. Después, habiendo recibido la comunión, Jesús me ha dicho:
(2) Pobre de Mí, cómo me consideran estrecho. Di al confesor que desde su estrechura juzgan la mía; no me tienen por aquel Ser grande, inmenso, interminable, potente, infinito

en todas mis perfecciones, y que por mis estrecheces puedo hacer pasar grandes turbas de gentes, más que por las mismas anchuras”.
(3) Y mientras esto decía me parecía ver un camino estrecho, estrecho, que terminaba en una puertecita también estrecha, pero llena, llena de pueblos que casi peleaban entre ellos para ver quien podía caminar hacia el frente y entrar. Y Jesús ha agregado:
(4) “Mira hija mía qué gran turba se apiña y hacen competencia por llegar primero, en la competencia hay mucho quehacer, en cambio si el camino fuera amplio ninguno se daría prisa, sabiendo que hay espacio para caminar cuando a ellos les agrade, y dándose tiempo puede venir la muerte, y no encontrándose en el camino estrecho se encontrarían en la desembocadura de la puerta ancha del infierno. ¡Oh! cuánto ayuda esta estrechez; aun entre ustedes sucede esto, si se hace una fiesta, una función, si se sabe que el lugar es estrecho, muchos se dan prisa y más son los espectadores que gozan de aquella fiesta o función; pero si se sabe que el lugar es amplio, nadie se da prisa y pocos son los espectadores, porque sabiendo que hay lugar para todos se toman su tiempo, y quién llega a la mitad, quién al final, y quién encuentra que ya todo terminó y no goza nada. Así habría sido si el camino que lleva a la salvación fuera ancho, pocos se darían prisa, y de pocos habría sido la fiesta del Cielo”.

+ + + +

9-32
Marzo 23, 1910

El vivir en la Divina Voluntad, es más que la misma comunión.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, y lamentándome por sus privaciones, apenas como de huída ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, te recomiendo que no salgas de dentro de mi Voluntad, porque mi Voluntad contiene tal potencia, que es un nuevo bautismo para el alma, es más, más que el mismo bautismo, porque en los sacramentos hay parte de mi Gracia, en cambio en mi Voluntad está toda la plenitud; en el bautismo se quita la mancha del pecado original pero quedan las pasiones, las debilidades; en mi Voluntad, destruyendo el alma el propio querer, destruye las pasiones, las debilidades y todo lo que es humano, y vive de las virtudes, de la fortaleza y de todas las cualidades divinas”.
(3) Yo al oír esto decía entre mí: “Dentro de poco dirá que su Voluntad es más que la misma comunión”. Y Él ha agregado:
(4) “Cierto, cierto, porque la comunión Sacramental dura pocos minutos; mi Voluntad es comunión perenne, más bien es eterna, que se eterniza en el Cielo. La comunión Sacramental está sujeta a obstáculos por enfermedades, por necesidades, o por parte de quien la debe administrar, mientras que la comunión de mi Voluntad no está sujeta a ningún estorbo, sólo conque el alma la quiera y todo está hecho, ninguno puede impedirle un bien tan grande, que forma la felicidad de la tierra y del Cielo, ni los demonios, ni las criaturas, ni mi misma omnipotencia. El alma es libre, nadie tiene derecho sobre ella en este punto de mi Voluntad. Por eso Yo la insinúo, quiero tanto que la tomen mis criaturas, es la cosa que más me importa, que más me interesa; todas las otras cosas no me interesan, ni aun las cosas más santas, y cuando obtengo que el alma viva de mi Voluntad me siento triunfante, porque encierra el mayor bien que puede haber en el Cielo y en la tierra”.

+ + + +


9-33
Abril 10, 1910

Preparación y agradecimiento en la comunión.

(1) Escribo por obedecer, pero siento que se me rompe el corazón por el esfuerzo que hago, pero viva la obediencia, viva la Voluntad de Dios. Escribo, pero tiemblo, y no sé yo misma lo que digo; la obediencia quiere que escriba algo acerca de cómo me preparo y cómo agradezco a Jesús bendito en la comunión. Yo no sé decir nada, porque mi dulce Jesús viendo mi incapacidad y que no soy buena para nada, hace todo por Sí mismo: Él prepara mi alma, y Él mismo me suministra el agradecimiento y yo lo sigo. Ahora, el modo de Jesús es siempre inmenso, y yo junto con Jesús me siento inmensa y como si supiera hacer alguna cosa, y si Jesús se retira yo quedo siempre como la tonta que soy, la ignorante, la mala, y es exactamente por esto por lo que Jesús me ama tanto, porque soy ignorante y porque nada soy y nada puedo, pero sabiendo que a cualquier costo lo quiero recibir, para no hacerse un deshonor al venir en mí, sino sumo honor, prepara Él mismo mi pobre alma, me da sus mismas cosas, sus méritos, sus vestiduras, sus obras, sus deseos, en suma, todo Sí mismo, y si se necesita, también lo que ha hecho la Mamá Santísima, lo que han hecho los santos, porque todo es suyo, y yo digo a todos: “Jesús, hazte honor al venir en mí, Mamá, Reina mía, santos, ángeles todos, yo soy pobre, pobre, todo lo que es vuestro ponedlo en mi corazón, no para mí, sino para honor de Jesús”. Y siento que todo el Cielo concurre a prepararme. Y después Jesús desciende en mí, y me parece verlo todo complacido al verse honrado por sus mismas cosas, y a veces me dice:
(2) “¡Bravo, bravo a mi hija, cómo estoy contento, cuánto me complazco, dondequiera que miro en ti encuentro cosas dignas de Mí, pues todo lo que es mío es tuyo, cuántas cosas bellas me has hecho encontrar”.
(3) Yo, sabiendo que soy pobre, pobre, que nada he hecho y nada es mío, me alegro por el contento de Jesús y digo: “Menos mal que Jesús piensa de este modo; basta con que haya venido y esto me basta, no importa que me haya servido de sus mismas cosas, los pobres deben recibir de los ricos”. Ahora, es verdad que permanece en mí algún recuerdo de esto o de aquello, del modo como Jesús me prepara en la comunión, pero estos recuerdos no los sé reunir juntos y formar una preparación y un agradecimiento, me falta la capacidad, me parece que me preparo en Jesús mismo y con Jesús mismo hago mi agradecimiento.

+ + + +

9-34
Mayo 24, 1910

Quien vive en lo alto, en el Querer Divino, no está sujeto a cambios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía un ser verdaderamente inútil, no sabía pensar ni en pecados, ni en frialdades, ni en fervores; todas las cosas las miraba de un mismo modo, me sentía indiferente a todo, de ninguna cosa me ocupo sino sólo del Querer Santo de Dios, pero sin ansiedad, mas bien en la más perfecta calma. Entonces decía entre mí misma: “¿Qué estado es el mío? Tuviese al menos el pensamiento de mis pecados, y sin embargo parece que estoy contenta. ¡Oh! Dios Santo, qué desgracia es la mía”. Mientras esto decía, el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, aquellos que viven en lo bajo, respirando el aire que todos respiran, están obligados a sentir los diversos cambios de los tiempos, es decir, el frío, el calor, la lluvia, el granizo, los vientos, la noche, el día, pero quien vive en lo alto, donde el aire termina, no

está sujeto a sentir estos cambios de tiempo, pues aquí no hay otra cosa que perfecto día, y no sintiendo estos cambios, naturalmente no tiene ningún pensamiento de ellos. Así sucede a quien vive en lo alto y sólo de aire divino, siendo mi Ser no sujeto a cambios, siempre igual, siempre pacífico y en pleno contento, qué maravilla que quien vive en Mí, de mi Querer y de mi mismo aire, de ninguna cosa se dé pensamiento; así que ¿tú quisieras vivir en lo bajo, como vive la generalidad, es decir fuera de Mí, de aire humano, de pasiones, etc.?”

+ + + +

9-35
Junio 2, 1910

El alma debe morir a todo para resurgir más bella.

(1) Sintiéndome muy mal y como si todo hubiera terminado, me lamentaba con Jesús de este su total abandono, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, éstos son los modos divinos, morir y resurgir continuamente. Mira, la misma naturaleza está sujeta a estas muertes y a estos resurgimientos, la flor nace y muere, pero para resurgir más bella, mientras que si nunca muriera envejecería, perdería la vivacidad de su colorido, la fragancia de su olor; y he aquí también la semejanza de mi Ser, siempre viejo y siempre nuevo. La semilla es puesta bajo tierra, como sepultada para hacerla morir, y en efecto muere, hasta pulverizarse, y después resurge más bella, es más, multiplicada, y así de todo lo demás; y si esto es en el orden natural, mucho más en el orden espiritual el alma debe estar sujeta a estas muertes y a estos resurgimientos, porque mientras parece que sobre de todo ha triunfado y abunda de fervor, de gracia, de unión Conmigo, de virtudes, y parece que en todo ha adquirido tantas nuevas vidas, Yo me oculto y parece que todo le muere en torno; Yo doy golpes como verdadero maestro y le ayudo a hacerle morir todo, y cuando me parece que todo le ha muerto, Yo, como sol, salgo, me develo y Conmigo todo resurge más bello, más vigoroso, más fiel, más reconociente, más humilde, de modo que si había alguna cosa de humano, la muerte lo ha destruido y hace resurgir todo a nueva vida”.

+ + + +

9-36
Julio 4, 1910

La agonía del huerto fue en modo especial para ayuda de los moribundos, la agonía de la cruz fue para ayuda del último punto, propiamente para el último respiro.

(1) Continuando mi habitual estado lleno de privaciones y de amargura, estaba pensando en la agonía de Nuestro Señor, y entonces Él me dijo:
(2) “Hija mía, quise sufrir en modo especial la agonía del huerto para dar ayuda a todos los moribundos para bien morir. Mira bien cómo se combina mi agonía con la agonía de los cristianos: Tedios, tristezas, angustias, sudor de sangre; sentía la muerte de todos y de cada uno como si realmente muriese por cada uno en particular, por lo tanto sentía en Mí los tedios, las tristezas, las angustias de cada uno, y con esto daba a todos ayuda, consuelo, esperanza, para hacer que como Yo sentía sus muertes en Mí, así ellos pudieran tener la gracia de morir todos en Mí, como dentro de un solo aliento, con mi aliento, y súbito beatificarlos con mi Divinidad.
(3) Si la agonía del huerto fue en modo especial para los moribundos, la agonía de la cruz fue para ayuda del último momento, especialmente para el último respiro. Ambas son

agonías, pero una distinta de la otra: La agonía del huerto llena de tristezas, de temores, de afanes, de espantos; la agonía de la cruz, llena de paz, de calma imperturbable, y si grité tengo sed, era sed insaciable de que todos pudieran expirar en mi último respiro; y viendo que muchos se salían de mi último respiro, por el dolor grité tengo sed, y este tengo sed lo continúo gritando a todos y a cada uno, como timbre a la puerta de cada corazón: “Tengo sed de ti, oh alma. Ah, no salgas de Mí, sino entra en Mí y expira Conmigo”. Así que son seis horas de mi Pasión que di a los hombres para bien morir, las tres del huerto fueron para ayuda de la agonía, las tres de la cruz para ayuda en el último suspiro de la muerte. Después de esto, ¿quién no debe mirar sonriente a la muerte? Mucho más para quien me ama, para quien busca sacrificarse sobre mi misma cruz. Mira cómo es bella la muerte y cómo hace cambiar las cosas, en vida fui despreciado, los mismos milagros no hicieron los efectos de mi muerte; aún sobre la cruz hubo insultos, pero en cuanto expiré, la muerte tuvo la fuerza de cambiar las cosas, todos se golpeaban el pecho confesándome por verdadero Hijo de Dios, mis mismos discípulos tomaron valor, y aun aquellos ocultos se hicieron atrevidos y pidieron mi cuerpo dándome honorable sepultura; Cielo y tierra a plena voz me confesaron Hijo de Dios. La muerte es una cosa grande, sublime; y esto sucede también para mis mismos hijos, en vida despreciados, pisoteados, aquellas mismas virtudes que como luz deberían brillar entre quienes los rodeaban, quedan medio veladas, sus heroísmos en el sufrir, sus abnegaciones, su celo por las almas, arrojan claridad y dudas en los presentes, y Yo mismo permito estos velos para conservar con más seguridad la virtud de mis amados hijos. Pero apenas mueren, estos velos, no siendo más necesarios, Yo los retiro y las dudas se hacen certezas, la luz se hace clara, y esta luz hace apreciar su heroísmo, se hace entonces aprecio de todo, aun de las cosas más pequeñas, así que lo que no se puede hacer en vida, lo suple la muerte, y esto es para lo que sucede acá abajo; y por lo que sucede allá arriba es propiamente sorprenderte y envidiable a todos los mortales”.

+ + + +

9-37
Julio 8, 1910

El cuerpo es como el Tabernáculo, el alma como el copón para Jesús.

(1) Estaba muy afligida por la privación de mi sumo bien, y habiendo recibido la comunión, al recibir la santa partícula se detuvo en la garganta, y yo succionándola para hacerla descender chupaba un humor dulce y exquisito, y después de haber chupado mucho ha descendido, y veía la partícula cambiada en niño que decía:
(2) “Tu cuerpo es mi Tabernáculo, tu alma es el copón que me contiene, el latido de tu corazón es como partícula que me sirve para transformarme en ti como dentro de una hostia, con esta diferencia, que en la hostia, al consumirse estoy sujeto a continuas muertes; en cambio el latido de tu corazón, simbolizado por tu amor, no estando sujeto a consumirse, mi Vida es continua, ¿entonces por qué tanto afligirte por mis privaciones? Si no me ves, me oyes, si no me oyes me tocas, y ahora con la fragancia de mis perfumes que expando a tu alrededor, ahora con la luz de que te sientes investir, ahora con hacer descender en ti un licor que no se encuentra sobre la tierra, ahora con el solo tocarte, y en tantos otros modos a ti invisibles”.
(3) Ahora, por obedecer escribo estas cosas que Jesús dice que me suceden frecuentemente, y aun estando en plena vigilia. Estos perfumes que yo misma no sé decir de qué especie sean, yo los llamo los perfumes del amor, y estos los percibo en la comunión, si rezo, si trabajo, especialmente si no he visto a Jesús, y digo entre mí: “Hoy no has venido, ¿no sabes, oh Jesús, que sin Ti no puedo, no quiero estar? Y súbito y casi de

improviso me siento como investir por aquel perfume. Otras veces, moviéndome o quitándome las sábanas siento salir aquel perfume y en mi interior oigo: “Aquí estoy”.
(4) Otras veces, mientras estoy toda afligida, hago por levantar los ojos, y un rayo de luz se hace ante mi vista. Pero yo a estas cosas no les presto atención ni me satisfacen, lo único que me vuelve feliz es Jesús, todo el resto lo recibo con cierta indiferencia.
(5) Lo he escrito sólo por obedecer.

+ + + +

9-38
Julio 29, 1910

Las dos columnas donde el alma debe apoyarse.

(1) Continuando mi habitual estado me sentía muy mala, y me sentía impresionada porque también el confesor me dice que estoy muy cambiada de mi estado primero, y que si no fuese así Jesús vendría. Entonces, habiendo recibido la comunión, me lamentaba con el bendito Jesús de estas sus privaciones, y le pedía que tuviera la bondad de decirme cual es el mal que hago, porque con gusto daría la vida antes que desagradarlo, y le decía: “Cuántas veces te he dicho que si ves que estoy por ofenderte, aun mínimamente, me hagas morir”. Y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te aflijas. Si no lo hubiese dicho años atrás, que por castigar al mundo era por lo que no venía tan a menudo a desahogarme contigo, y por consecuencia no he venido tan frecuentemente, pero jamás te he dejado, y para suplir mi frecuente ir y venir permito la misa y la comunión todos los días, para que pudieras tomar la fuerza que tomabas de mis visitas continuas, tanto que llegué a amenazar al confesor si no se prestaba a esto; ¿y quién no sabe los castigos que han sucedido en este tiempo? Ciudades enteras destruidas, las rebeliones, el retiro de la gracia de los malos, y aún de los mismos religiosos malos, de modo que aquellos venenos, aquellas llagas que tenían dentro las van sacando fuera. ¡Ah! no puedo más, los sacrilegios son enormes, sin embargo todo esto es nada aún en comparación a los castigos que vendrán, así que si no lo hubiera dicho antes tendrías cierta razón para alarmarte. Las columnas sobre las cuales debes apoyarte para poder vivir con plena seguridad, una es mi Voluntad: En mi Voluntad no puede haber pecados; mi Voluntad hace pedazos todas las pasiones y pecados, más bien los pulveriza hasta destruir sus mismas raíces. Apoyada en la columna de mi Voluntad, las tinieblas se cambiarán en luz, las dudas en certeza, la esperanza en posesión. La segunda columna sobre la cual debes apoyarte es la voluntad firme y atención continua a no ofenderme, aun mínimamente; disponer tu propio querer a sufrir todo, a afrontar todo, a someterse a todos antes que desagradarme. Cuando el alma ve que está continuamente apoyada sobre estas columnas, que forman más que su propia vida, puede vivir más segura que si viviera en continuos favores míos. Mucho más que este estado tuyo lo permito para disponerte a partir de esta tierra”.

+ + + +

9-39
Agosto 3, 1910

El pecado voluntario descompone los humores en el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Escucha, hija mía, las miserias, las debilidades, son medios para encontrarse en el puerto de la Divinidad, porque el alma sintiendo el fardo de las miserias humanas, se

aburre, se fastidia y busca desembarazarse de sí, y desembarazándose de sí ya se encuentra en Dios”.
(3) Después, habiéndose puesto mi brazo en su cuello se estrechaba a mi cara, y ha desaparecido. Luego, al regresar yo he vuelto a lamentarme porque huía como un relámpago, y sin darme tiempo me ha dicho:
(4) “Ya que te desagrada, tómame, átame como quieras y no me dejes huir”.
(5) Y yo: “Bravo, bravo Jesús, qué bella propuesta me haces, ¿pero Contigo se puede hacer esto? Mientras te dejas atar, estrecharte por cuanto más se puede, en lo mejor desapareces y no te dejas encontrar más, bravo por Jesús que quiere burlarse de mí; pero del resto haz lo que Tú quieras, lo que me importa es que me digas en qué te ofendo, y en qué cosa te he desagradado que ya no vienes como antes”.
(6) Y Jesús ha agregado: “Hija mía, no te afanes, cuando hay verdadera culpa no es necesario que lo diga Yo, el alma por sí sola lo advierte, porque el pecado, cuando es voluntario, trastorna los humores naturales, y el hombre recibe como una transformación en el mal, siente como una impregnación en la culpa que voluntariamente se comete, así como también la verdadera virtud transforma al alma en el bien y los humores quedan todos concertados entre ellos, la naturaleza siente como impregnarse de dulzura, de caridad, de paz; así es el pecado. Entonces, ¿tú has advertido alguna vez este desconcierto? ¿Te has sentido como impregnada de impaciencia, de ira, de disturbios?”
(7) Y mientras esto decía, parecía que me miraba hasta muy dentro para ver si algo de eso había en mí, y parecía que no había nada, y ha continuado:
(8) “¿Has visto tú misma?”
(9) Y no sé por qué, pero mientras esto decía me hacía ver terremotos con destrucción de ciudades enteras, revoluciones, y tantas otras desgracias, y ha desaparecido.

+ + + +

9-40
Agosto 12, 1910

El principio y todo el mal del sacerdote, consiste en tratar con las almas de cosas humanas.

(1) Estando en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y veía a sacerdotes, y a Jesús que se hacía ver en mi interior todo dislocado y con los miembros separados, y Él señalaba a aquellos sacerdotes, y hacía comprender que a pesar de que eran sacerdotes, eran también miembros separados de su cuerpo, y lamentándose decía:
(2) “Hija mía, cómo soy ofendido por sacerdotes. Los superiores no vigilan sobre mi suerte sacramental, y me exponen a sacrilegios enormes. Estos que tú ves son miembros separados, que si bien me ofenden mucho, pero mi cuerpo no tiene más contacto con sus acciones perversas, pero los otros que fingen no estar separados de Mí y continúan su actividad de sacerdotes, ¡oh! cuánto más me ofenden, a qué atroz tormento estoy expuesto, cuántos castigos atraen, Yo no puedo soportarlos más”.
(3) Y mientras esto decía, yo veía muchos sacerdotes que escapaban de la Iglesia y se volteaban contra Ella para hacerle guerra; por eso miraba a aquellos sacerdotes con sumo disgusto, y veía una luz que me hacía comprender que el principio y todo el mal del sacerdote consiste en tratar con las almas de cosas humanas, de naturaleza toda material sin una estrecha necesidad; estas cosas humanas forman una red para los sacerdotes que les ciega la mente, les endurece el corazón para las cosas divinas, y les impide el paso en el camino que conviene hacer en el ejercicio de su ministerio; y no sólo esto, sino que es red para las almas, porque llevan lo humano y lo humano reciben, y la gracia queda como excluida de ellas. ¡Oh, cuánto mal se comete por estos tales, cuántos estragos de almas hacen! El Señor quiera iluminarlos a todos.

+ + + +

9-41
Agosto 19, 1910

Jesús vierte sus amarguras. Temor de que fuese el demonio.

(1) Continuando en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma dentro de una iglesia, y sobre el altar estaba la Reina Celestial y el niño Jesús que lloraba. La celestial Mamá haciéndome señas con los ojos, me hacía comprender que tomara al niño en brazos e hiciera cuanto más pudiera por calmarlo. Yo me he acercado y lo he tomado en mis brazos, me lo he estrechado y le he dicho: “Querido mío, ¿qué tienes? Desahógate conmigo, ¿no es el amor el paliativo, el adormecimiento a todos los pesares? ¿No es el amor lo que hace olvidar todo, lo que endulza todo, que pone paz en cualquier controversia? Si lloras es porque debe haber alguna cosa discordante entre tu amor y el de las criaturas, por eso amémonos, dame tu amor y con tu mismo amor te amaré”. ¿Pero quién puede decir todos los disparates que le he dicho? Entonces parecía haberse calmado, pero no del todo, y ha desaparecido. Al día siguiente de nuevo me he encontrado fuera de mí misma, dentro de un jardín, y yo iba haciendo el vía crucis, y mientras esto hacía me encontré con Jesús en brazos. Habiendo llegado a la undécima estación, no pudiendo soportar más, el bendito Jesús me ha detenido y acercando su boca a la mía ha derramado una cosa espesa y una líquida; la líquida podía pasármela, pero la espesa no me bajaba, tanto que en cuanto Jesús alejó su boca de la mía la he arrojado por tierra, y después he mirado a Jesús y he visto que de su boca le escurría un líquido espeso y negro, negro; yo me he asustado tanto que le dije: “Me parece que no eres Jesús, Hijo de Dios y de María, Madre de Dios, sino el demonio. Es verdad que te quiero, que te amo, pero es siempre a Jesús a quien quiero, jamás al demonio, con él no quiero tener nada que hacer. Me contento con estar sin Jesús antes que tener algo que ver con el demonio”. Y para estar más segura, he signado a Jesús con la señal de la cruz, y a mí también. Entonces Jesús, para quitarme el espanto ha retirado dentro de Sí aquel líquido negro que yo no quería ver, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no soy demonio; esto que tú ves no es otra cosa que las grandes iniquidades que me hacen las criaturas, que no pudiéndolas más contener, las derramaré sobre de ellas mismas. He vertido en ti, y tú no has podido contener todo y lo has derramado por tierra; Yo continuaré derramándolo sobre ellas”.
(3) Y mientras esto decía, me hacía comprender qué castigos hará llover del Cielo; envolverá a los pueblos en luto, en lágrimas amarguísimas y desgarradoras, y lo poco que derramó en mí evitará, si no del todo, sí en parte los castigos a mi ciudad. Después hacía ver gran mortalidad de gentes por epidemias, por terremotos y otros infortunios. ¡Cuánta desolación, cuánta miseria!

+ + + +

9-42
Agosto 22, 1910

Jesús huye y busca consuelo.

(1) Continuando mi habitual estado, habiendo perdido los sentidos veía muchas personas que ponían en fuga al bendito Jesús, y Jesús huía, huía, pero a donde iba no encontraba lugar y huía. Finalmente ha venido a mí, sudoroso, cansado, afligido, se ha arrojado en mis brazos, se ha estrechado fuerte, y dijo a aquellos que lo seguían: “De esta alma no me podéis hacer huir”. Y aquellos, avergonzados se han retirado, y a mí me ha dicho:

(2)“Hija, no puedo más, dame algún alivio”.
(3) Y se ha puesto a chupar mi seno, y después me encontré en mí misma.

+ + + +

9-43
Septiembre 2, 1910

Se debe poner atención a lo que se debe hacer, y no a las habladurías.

(1) Estaba pensando en Jesús cuando llevaba la cruz al calvario, especialmente cuando encontró a las mujeres, que olvidó sus dolores y se ocupó en consolar, oír, instruir a aquellas pobres mujeres. Cómo todo era amor en Jesús; Él tenía necesidad de ser consolado, en cambio consuela, y en qué estado consuela, estaba todo cubierto de llagas, traspasada la cabeza por punzantes espinas, jadeante y casi muriendo bajo la cruz, y consuela a los demás, ¡qué ejemplo! ¡Qué vergüenza para nosotros, que basta una pequeña cruz para hacernos olvidar el deber de consolar a los demás! Entonces recordaba cuantas veces, encontrándome yo oprimida por los sufrimientos o por las privaciones de Jesús que me traspasaban, me laceraban de lado a lado mi interior, y encontrándome rodeada de personas, Jesús me incitaba a imitarlo en este paso de su Pasión, y yo, si bien amargada hasta la médula de los huesos, me esforzaba en olvidarme de mí misma para consolar e instruir a los demás. Y ahora, encontrándome libre y exenta de tratar con personas, gracias a la obediencia, agradecía a Jesús que no me encontraba más en estas circunstancias; ahora siento que respiro un aire más libre para poderme ocupar sólo de mí misma. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, sin embargo para Mí era un alivio y me sentía como restaurado, especialmente en aquellos que venían para hacer el bien. En estos tiempos falta verdaderamente quien infunda el verdadero espíritu interno en las almas, porque no teniéndolo, no saben infundirlo en los demás, y las almas aprenden a ser susceptibles, escrupulosas, ligeras, sin verdadero fondo de desapego de todo y de todos, y esto produce virtudes estériles, que hacen por florecer y mueren. Algunos creen hacer progreso en las almas porque llegan a la minuciosidad y a la escrupulosidad; pero en lugar de progreso son verdaderos obstáculos que arruinan las almas, y mi amor queda en ayunas en ellas. Entonces, habiéndote Yo dado mucha luz sobre los caminos internos, y habiéndote hecho comprender la verdad de las verdaderas virtudes y del verdadero amor, encontrándote tú en la verdad, Yo podría por boca tuya hacer comprender a los demás la verdad del verdadero camino de las virtudes, y Yo por ello me sentiría contento”.
(3) Y yo: “Pero Jesús bendito, después del sacrificio que yo hacía, esas personas iban diciendo chismes y habladurías, y la obediencia justamente ha prohibido que vengan las personas”.
(4) Y Jesús: “Esta es la equivocación, que se ponga atención a las habladurías y no al bien que se debe hacer. También de Mí se dijeron muchos chismes, y si hubiera puesto atención a esto no habría cumplido la Redención del hombre, por eso se debe pensar en lo que se debe hacer, y no en lo que se dice; las habladurías quedan a cuenta de quien las dice”.

+ + + +

9-44
Septiembre 3, 1910

Lo que Jesús hace a un alma, lo hace con efectos a todos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús ha venido como niño; me besaba, me abrazaba, me acariciaba, y muchas veces volvía con besos y abrazos. Yo me maravillaba de que Jesús había llegado al exceso de entretenerse conmigo, vilísima, con besos y abrazos. Yo le correspondía, pero tímidamente, y Jesús con una luz que salía de Él me ha hecho comprender que el venir, es siempre un bien grande, no sólo para mí sino para el mundo entero, porque al amar y desahogarse con un alma, lo hace con toda la familia humana, porque en aquella alma hay tantos vínculos que unen a todos: Vínculos de semejanza, vínculos de paternidad y de filiación, vínculos de hermandad, vínculos por haber salido y haber sido creados todos por sus manos, vínculos por haber sido todos redimidos por Él, y porque nos ve marcados con su sangre. Así que viendo todo esto, amando y favoreciendo a un alma quedan amados y favorecidos los demás, si no en todo al menos en parte. Entonces, viniendo a mí Jesús bendito, y encontrándonos en tiempo de castigos, besándome, abrazándome, acariciándome y mirándome, quería hacerlo a todos los demás y evitarles, si no del todo, sí en parte, los flagelos.
(2) Después de esto veía a un joven, creo que era un ángel que iba marcando a aquellos que debían ser tocados por el castigo. Parecía que era un gran número de personas.

+ + + +

9-45
Septiembre 9, 1910

Lamentos del alma por no poder evitar los castigos.

(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús no venía y yo estaba diciendo entre mí: “Cómo ha cambiado Jesús conmigo, no me quiere ya como antes; antes de ponerme permanentemente en cama, cuando estaba el cólera, Él mismo me pedía que si aceptaba los sufrimientos por algunos días haría cesar el cólera, y aceptándolo cesó el flagelo. Ahora me tiene continuamente en cama, se oye del cólera, de los estragos que hace en las pobres gentes, y no me pone atención. Ya no quiere servirse de mí”. Mientras esto decía, hago por mirar en mí y veo que Jesús estaba con la cabeza levantada, que me miraba, y todo enternecido me estaba escuchando, y cuando vio que yo advertí que me estaba mirando me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, cómo eres fastidiosa, quieres vencer por la fuerza, ¿no es verdad? Está bien, está bien, no me molestes más”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

9-46
Septiembre 11, 1910

Jesús quiere amor, verdad y rectitud de las almas. Un alma unida perfectamente a la Divina Voluntad, hace vencer la Misericordia sobre la Justicia.

(1) Continuando mi habitual estado, parecía que el confesor ponía la intención de hacerme sufrir la crucifixión. Después de un poco de espera, el bendito Jesús ha concurrido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, por el mundo no puedo más, mucho me mueven a indignación, me arrancan por la fuerza los flagelos de las manos”.
(3) Y mientras esto decía, veía un fuerte aguacero que dañaba los viñedos. Después he rezado por el confesor, que parecía presente; quería tomarle las manos para hacérselas

tocar por Jesús, y parecía que Jesús lo hacía, le pedía que le dijera al padre lo que quería de él, y Jesús le ha dicho:
(4) “Quiero amor, verdad y rectitud. Lo que vuelve al hombre más desemejante de Mí es el no estar armado de estas prerrogativas”.
(5) Y mientras decía amor, parecía que le sellaba de amor todos los miembros, el corazón, la inteligencia. ¡Oh, cómo es bueno Jesús!
(6) Después, habiendo dicho al padre lo que he escrito el día 9, he quedado dudosa y decía entre mí: “Cuánto quisiera no escribir estas cosas, si es verdad que Jesús suspende el castigo para contentarme, o si es mi fantasía”.
(7) Y Jesús me ha dicho: “Hija mía, la Justicia y la Misericordia están en continua lucha, y son más las victorias de la Misericordia que las de la Justicia. Ahora, cuando un alma está perfectamente unida con mi Voluntad, toma parte en mis acciones ad extra, y satisfaciendo con sus sufrimientos, la misericordia logra sus más bellas victorias sobre la justicia, y como Yo me complazco en coronar todos mis atributos con la misericordia, aun la misma justicia, viéndome importunado por esta alma unida Conmigo, para contentarla cedo ante ella, pues ella ha cedido todas sus cosas en mi Voluntad. Por eso, cuando no quiero ceder no vengo, porque no me confío en poder resistir a no ceder; entonces, ¿cuál es tu duda?”

+ + + +

9-47
Septiembre 22, 1910

Cada virtud es un Cielo que el alma adquiere.

(1) Esta mañana, continuando mi habitual estado, en cuanto vino el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada virtud es un cielo que el alma adquiere; así que, por cuantas virtudes se adquieren, tantos cielos el alma va formando, y estos cielos derrotan todas las inclinaciones humanas, destruyen lo que es terreno y hacen espaciar al alma en las atmósferas más puras, en las delicias más santas, en los perfumes celestiales del sumo bien, anticipándole parte de los gozos eternos”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

9-48
Octubre 1, 1910

El amor a Jesús forma la transformación del alma en Él.

(1) Habiendo recibido la comunión, me sentía toda transformada en Jesús bendito, y decía entre mí: “¿Cómo se hace para mantener esta transformación con Jesús?” Y en mi interior parecía que Jesús me decía:
(2) “Hija mía, si quieres estar siempre transformada en Mí, más bien, ser una sola cosa Conmigo, ámame siempre y mantendrás la transformación Conmigo, porque el amor es fuego, y cualquier leño que se arroja en el fuego, pequeño o grande, verde o seco, todos toman la forma de fuego y se convierten en el mismo fuego, y después que estos leños han quedado quemados, no se discierne más cuál era un leño y cuál el otro, ni el verde ni el seco, no se ve otra cosa que fuego, así el alma cuando no cesa jamás de amarme. El amor es fuego que transforma en Dios, el amor une, sus llamas invisten todas las obras humanas y les da la forma de las obras divinas”.

+ + + +


9-49
Octubre 17, 1910

Por cuanto amor y unión con Jesús tiene el alma, tanto valor tienen sus sacrificios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba rezando a mi amoroso Jesús por el feliz paso al Cielo de un sacerdote que hace años fue mi confesor, y decía a mi amado Jesús: “Recuerda cuántos sacrificios hizo, cuánto celo tuvo por tu honor y gloria, y además,
¿cuánto no hizo por mí? ¿Cuánto no sufrió? En este punto le debes corresponder haciéndolo pasar directamente al Cielo”. Y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo no miro tanto los sacrificios, sino al amor con el cual se hacen y a la unión que tienen Conmigo, así que cuanto más el alma está unida Conmigo, tanto más aprecio sus sacrificios. Así que si el alma está más estrechamente unida Conmigo, los más pequeños sacrificios los tomo como grandes, porque en la unión está el cálculo del amor, y el cálculo del amor es cálculo eterno que no tiene término ni límites; mientras que el alma se puede sacrificar mucho, pero si no está unida Conmigo, Yo miro su sacrificio como el de una persona extraña, y le doy la recompensa que merece, esto es, limitada. Supón a un padre y a un hijo que se aman; el hijo hace unos pequeños sacrificios, el padre por el vínculo de unión de paternidad y de filiación, y de amor, que es el vínculo más fuerte, mira estos pequeños sacrificios como cosa grande, por ellos se siente triunfante, se siente honrado, y da al hijo todas sus riquezas, y dedica para el hijo todas las atenciones y sus cuidados. Ahora supón un siervo, trabaja toda la jornada, se expone al calor, al frío, en todo está a sus órdenes, si es necesario vigila aun por la noche por cuenta del patrón, ¿y qué cosa recibe? El mísero pago de una jornada, de modo que si no trabaja todos los días estará obligado a sentir el hambre. Tal es la diferencia que hay entre el alma que posee mi unión y el alma que no la posee”.
(3) Mientras esto decía me he sentido fuera de mí misma junto con el bendito Jesús, y de nuevo he dicho: “Dulce amor mío, dime, ¿dónde se encuentra esa alma?”
(4) Y Jesús: “En el purgatorio, pero si tú vieras en qué luz nada, quedarías maravillada”.
(5) Y yo: “¿Dices que está en el purgatorio, y dices que nada en la luz?”
(6) Y Jesús: “Sí, se encuentra nadando en la luz, porque esta luz la tenía en depósito, y en el acto de morir esta luz lo ha investido y no lo dejará jamás”.
(7) Yo entendía que esa luz eran sus obras buenas hechas con pureza de intención.

+ + + +

9-50
Octubre 24, 1910

La turbación, sus efectos. Todo sale de los dedos de Dios.

(1) Estaba sumamente afligida por la privación de mi amable Jesús, y habiendo recibido la comunión me lamentaba de su ausencia, y Jesús me ha dicho en mi interior:
(2) “Hija mía, están sucediendo y sucederán cosas tristes, tristísimas”.
(3) Yo quedé aterrorizada. Después he pasado varios días sin Jesús, sólo que frecuentemente oía que me decía:
(4) “Hija mía buena, paciencia porque no vengo, después te diré el por qué”.
(5) Entonces me la pasaba amargada, sí, pero pacífica; luego tuve un sueño que me ha entristecido mucho y también turbado, mucho más que no viendo a Jesús, no tenía a quién dirigirme para ser circundada por la atmósfera de paz que sólo Jesús posee. ¡Oh! cuánto es de compadecer un alma turbada, la turbación es un aire infernal que se respira, y este aire de infierno hace salir el aire celestial de la paz y toma el puesto de Dios en el alma; la

turbación resoplando este aire infernal en el alma la domina tanto, que aún las cosas más santas, más puras, con su soplo infernal las hace aparecer como las cosas más feas y perniciosas, pone todo en desorden, y el alma cansada de este desorden es infectada por este aire de infierno, se fastidia de todo y siente aburrimiento y tedio hasta del mismo Dios.
(6) Yo sentía este aire de infierno, no dentro de mí, sino sólo en torno a mí, sin embargo me ha hecho tanto mal que ya ni pensaba en que Jesús no venía, es más, me parecía que ni siquiera lo quería. Es verdad que la cosa era muy seria y no una bagatela; se trataba de que me era asegurado que no me encontraba en buen estado, por lo tanto los sufrimientos, las venidas de Jesús no eran Voluntad de Dios, y que debía terminar con eso de una vez por todas. No digo todo al respecto porque no lo creo necesario; lo he escrito sólo por obedecer.
(7) Después, la noche siguiente veía que del Cielo descendía agua como un diluvio y que hacía mucho daño inundando pueblos enteros, y era tanta la impresión del sueño que yo no quería ver nada. En ese momento una paloma que volaba a mi alrededor me dijo:
(8) “El moverse de las hojas, de la hierba, el murmullo de las aguas, la luz que invade la tierra, el motor de toda la naturaleza, todo, todo sale de los dedos de Dios, piensa tú si sólo tu estado no debe salir de los dedos de Dios”.
(9) Luego, viniendo el confesor le he dicho todo mi estado, y él me dijo que había sido el demonio para molestarme. He quedado un poco más calmada, pero como una que acaba de sufrir una grave enfermedad.

+ + + +

9-51
Octubre 29, 1910

Las tres armas para vencer la turbación.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, Jesús se hizo ver un poco y yo le dije: “Vida de mi vida, mi amado Jesús, en estos días pasados he estado turbada, y Tú que eres tan celoso de mi paz, no has tenido en estos días pasados una sola palabra para darme la paz tan querida por Ti”. Y Él:
(2) “Ah, hija mía, Yo estaba flagelando y destruyendo pueblos y sepultando vidas humanas, por eso no he venido. Pero en este día de tregua, porque después de nuevo tomaré el flagelo en la mano, pronto he venido a verte; ahora, debes saber que las cosas hechas con pureza de intención, las obras justas y todo lo que se hace por mi amor, si Yo no lo premiase faltaría a un deber de justicia y todos mis demás atributos quedarían obscurecidos. Por lo tanto, estas son las tres armas más potentes para destruir esta baba venenosa e infernal de la turbación. Entonces, si la necesidad de flagelar me obliga a no venir por algunos días, y este aire de infiero te quisiera investir, combátelo con estas tres armas: La pureza de intención, la obra justa y buena en sí misma de víctima, y sacrificarte por Mí con la sola finalidad de amarme. Con esto vencerás cualquier turbación y la encerrarás en lo más profundo del infierno, y con el no preocuparte girarás la llave para no dejarla salir más y que te pueda molestar”.

+ + + +

9-52
Noviembre 1, 1910

La consumación en la unidad de voluntades, forma la unidad suprema.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, la unidad suprema es cuando el alma llega a tal estrechez de unión con mi Voluntad, que consume cualquier sombra de su querer, de modo que no se discierne más cuál sea mi Querer y cuál el suyo. Así que mi Querer es la vida de esta alma, de manera que cualquier cosa que dispongo tanto sobre ella como sobre los demás, en todo está contenta, cualquier cosa le parece conveniente para ella, la muerte, la vida, la cruz, la pobreza, etc., las mira todas como cosas suyas y que sirven para mantener su vida. Llega a tanto, que aun los castigos no la asustan más, sino que en todo está contenta del Querer Divino, tanto que le parece que si Yo lo quiero ella lo quiere, y si ella lo quiere el Señor lo hace, Yo hago lo que quiere ella, y ella hace lo que quiero Yo. Éste es el último punto de la consumación de tu voluntad en la mía, que tantas veces te he pedido, y que la obediencia y la caridad hacia el prójimo no te lo han permitido, tanto, que muchas veces Yo he cedido ante ti en no castigar, pero tú no has cedido a Mí, por eso estoy obligado a esconderme de ti, para estar libre cuando la justicia me forza y los hombres llegan a provocarme para tomar el flagelo en mi mano para castigar a la gente. Si te tuviera Conmigo, con mi Voluntad en el acto de flagelar, tal vez habría disminuido el flagelo, porque no hay potencia mayor ni en el Cielo ni en la tierra, que un alma que en todo y por todo está consumada en mi Voluntad; ésta llega a debilitarme y me desarma como le place. Esta es la unidad suprema; además está la unidad baja, en la cual el alma está resignada, sí, pero no ve mis disposiciones como cosa suya, como vida suya, ni se hace feliz en ella, ni pierde su voluntad en la mía. A ésta la veo, sí, pero no llega a enamorarme, ni llego a enloquecer por ella como lo hago con aquellas de la unidad suprema”.

+ + + +

9-53
Noviembre 3, 1910

El alma: Paraíso de Jesús en la tierra.

(1) Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver en mi interior en acto de recrearse y aliviarse de tantas amarguras que le dan las criaturas, y ha dicho estas simples palabras:
(2) “Tú eres mi Paraíso en la tierra, mi consuelo”.
(3) Y ha desaparecido.

Deo gratias.


Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926


1
I. M. I.


10-1
Noviembre 9, 1910

Nocivos efectos de las obras santas hechas con fin humano.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba encomendando a mi bendito Jesús las tantas necesidades de la Iglesia, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las obras más santas hechas con fines humanos, son como aquellos recipientes rotos, que poniéndose dentro de ellos algún liquido, poco a poco escurre a tierra, y si durante la necesidad se van a tomar aquellos recipientes, se encuentran vacíos. He aquí el por qué los hijos de mi Iglesia se han reducido a tal estado, porque en su obrar todo es con fines humanos, por eso en las necesidades, en los peligros, en las ofensas, se han encontrado vacíos de gracia, y por lo tanto, debilitados, extenuados y casi cegados por el espíritu humano se dan a los excesos; ¡oh! cuánto deberían haber vigilado los jefes de la Iglesia para no hacerme ser el hazmerreír y casi la tapadera de sus indignas acciones, es verdad que se haría mucho escándalo si se juzgaran y se castigaran, pero eso me sería de menor ofensa que los tantos sacrilegios que cometen. ¡Ah! me es demasiado duro el tolerarlos. Ruega, ruega hija mía, porque muchas cosas tristes están por salir de dentro de los hijos de la Iglesia”.
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +

10-2
Noviembre 12, 1910

Por cuantos modos se dona el alma a Dios, en otros tantos se dona Él al alma.

(1) Estaba pensando en el bendito Jesús cuando llevaba la cruz al calvario, especialmente cuando encontró a la Verónica, que le ofreció el lienzo para secar su rostro bañado en sangre, y decía a mi amable Jesús: “Amor mío, Jesús, corazón de mi corazón, si la Verónica te ofreció el lienzo, yo no quiero ofrecerte lienzos para secarte la sangre, sino que te ofrezco mi corazón, mi latido continuo, todo mi amor, mi pequeña inteligencia, el respiro, la circulación de mi sangre, los movimientos, todo mi ser para enjugarte la sangre, y no sólo de tu rostro sino de toda tu santísima Humanidad, intento desmenuzarme en tantos pedazos por cuantas son tus llagas, tus dolores, tus amarguras, las gotas de sangre que derramas, para poner en todos tus sufrimientos, dónde mi amor, dónde un alivio, dónde un beso, dónde una reparación, dónde un compadecimiento, dónde un agradecimiento, etc., no quiero que quede ninguna parte de mi ser, ninguna gota de mi sangre que no se ocupe de Ti, pero, ¿sabes oh Jesús qué recompensa quiero? Que en todas las partes de mi ser me imprimas, me selles tu imagen, a fin de que encontrándote en todo y dondequiera, pueda multiplicar mi amor”. Y tantos otros disparates que decía. Ahora, habiendo recibido la comunión, y mirando en mí misma, veía en todas las partecitas de mi ser a Jesús todo entero dentro de una llama, y esta llama decía amor, y Jesús me ha dicho:
(2) “He aquí que he contentado a mi hija; por cuantos modos se ha dado a Mí, en otros tantos y triplicados modos me he donado a ella”.

+ + + +

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.


10-3
Noviembre 23, 1910

El amor basta para todo, y cambia las virtudes naturales en divinas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en la pureza, y en cómo yo a esta bella virtud no le dedico ni un pensamiento, ni a favor ni en contra; me parece que en este punto de la pureza, ni ella me molesta a mí, ni yo me doy un pensamiento de ella. Y decía entre mí: “Yo misma no sé cómo me encuentro en relación a esta virtud, pero no quiero entrometerme en eso, me basta el amor para todo”. Y Jesús, retomando mis palabras me ha dicho:
(2) “Hija mía, el amor encierra todo, encadena todo, da vida a todo, sobre todo triunfa, todo embellece, todo enriquece. La pureza se contenta con no hacer ningún acto, mirada, pensamiento, palabra, que no sea honesto, el resto lo tolera, con esto no se reduce a otra cosa que a adquirir la pureza natural; el amor es celoso de todo, aun del pensamiento, del respiro, aunque fueran honestos, todo lo quiere para sí, y con esto da al alma la pureza no natural sino divina, y así de todas las otras virtudes. Así que el amor se puede decir que es paciencia, el amor es obediencia, es dulzura, es fuerza, es paz, es todo, así que todas las virtudes, si no tienen vida del amor, a lo más se pueden llamar virtudes naturales, pero el amor las cambia en virtudes divinas. ¡Oh!, qué diferencia entre las unas y las otras, las virtudes naturales son siervas y las divinas reinas, por eso para todo te baste el amor”.

+ + + +

10-4
Noviembre 28, 1910

La falta de amor ha arrojado al mundo en una red de vicios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado veía a mi siempre amable Jesús, y yo me sentía en mi interior toda transformada en el amor de mi amado Jesús, y ahora me encontraba dentro de Jesús y prorrumpía en actos de amor junto con Él, y amaba como amaba Jesús, pero no sé decirlo bien, me faltan palabras; ahora encontraba a mi dulce Jesús en mí y prorrumpía yo sola en actos de amor, y Jesús los oía y decía:
(2) “Di, di, repite de nuevo, alíviame con tu amor; la falta del amor ha arrojado al mundo en una red de vicios”.
(3) Y hacía silencio para oírme, y yo repetía de nuevo los actos de amor; diré lo poco que recuerdo:
(4) “En todos los momentos, en todas las horas, quiero siempre amarte con tu corazón. En todos los respiros de mi vida, respirando te amaré; en todos los latidos de mi corazón, amor, amor repetiré; en todas las gotas de mi sangre, amor, amor gritaré; en todos los movimientos de mi cuerpo, sólo amor abrazaré. Sólo de amor quiero hablar, sólo al amor quiero mirar, sólo al amor quiero escuchar, siempre en el amor quiero pensar. Sólo de amor quiero arder, sólo de amor quiero consumir, sólo el amor quiero gustar, sólo al amor quiero contentar. Sólo de amor quiero vivir, y en el amor quiero morir. En todos los instantes, en todas las horas, a todos al amor quiero llamar. Sola y siempre con Jesús, y en Jesús siempre viviré, en su corazón me sumergiré, y junto con Jesús y con su corazón, amor, amor, te amaré”.
(5) ¿Pero quién puede decirlo todo? Al hacer esto me sentía toda yo misma dividida en muchas pequeñas llamitas, y después se hacían una sola llama.

+ + + +


10-5
Noviembre 29, 1910

Jesús es celoso de que nadie dé alivio al alma.

(1) Debiendo venir un bueno y santo sacerdote, estaba un poco ansiosa porque quería conversar con él, especialmente sobre mi estado presente para conocer la Divina Voluntad, pero habiendo venido la primera y la segunda vez, he visto que no se concluía nada de lo que yo quería. Ahora, habiendo recibido la comunión, toda afligida comunicaba a mi afectuoso Jesús mi suma aflicción diciéndole: “Mi vida, mi bien y mi todo, se ve que sólo Tú eres todo para mí, no he encontrado jamás en ninguna criatura, por cuan buena y santa sea, una palabra, un consuelo, un epílogo a mi más mínima duda, se ve que no debe haber ninguno para mí, sino Tú solo, sólo el Todo para mí, y yo sola, sola, y siempre sola para Ti, y yo me abandono toda y siempre en Ti, por cuan mala soy ten la bondad de tenerme entre tus brazos y de no dejarme un solo instante”. Mientras esto decía, mi bendito Jesús se hacía ver que miraba dentro de mi interior, revolvía todo para ver si había alguna cosa que a Él no le agradase, y mientras revolvía, ha tomado en sus manos como un grano de arena blanca y lo ha arrojado a tierra, después me ha dicho:
(2) “Hija mía amadísima, es sumamente justo que quien es toda para Mí, solamente Yo sea todo para ella, soy demasiado celoso de que otro pudiese darle el mínimo alivio. Yo solo, solísimo, quiero suplirte por todos y en todo, ¿qué cosa te aflige? ¿Qué quieres? Hago todo para que estés contenta, ¿ves aquél grano blanco que te he quitado? No era otra cosa que un poco de ansiedad, porque querías saber por medio de otros mi Voluntad, te lo he quitado y lo he arrojado a tierra para dejarte en la santa indiferencia, tal como Yo te quiero, y ahora te digo cuál es mi Querer: La misa la quiero, la comunión también; respecto a si debes o no esperar al sacerdote para recobrarte, serás indiferente, si te sientes adormecida no te esforzarás por recobrarte, y si te estás despierta no te esforzarás por adormecerte. Sin embargo debes saber que te quiero siempre pronta y siempre en el puesto de víctima, aunque no siempre sufras, te quiero como aquellos soldados en el campo de batalla, que aunque el acto de pelear no es continuo, están sin embargo con las armas preparadas, y si es necesario, sentados en el cuartel, para que cada vez que el enemigo quiera emprender la batalla estén listos a derrotarlo. Así tú hija mía, estarás siempre lista, siempre en tu puesto, para que cada vez que quiera hacerte sufrir para mi alivio o para perdonar flagelos, o por otra causa, Yo te encuentre siempre lista, no debo siempre llamarte ni disponerte cada vez al sacrificio, sino que te estarás como si siempre te llamara, aunque no siempre te tenga en acto de sufrir. Así que nos hemos entendido, ¿no es verdad? Estate tranquila y no temas de nada”.

+ + + +

10-6
Diciembre 2, 1910

La llamita de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y yo me veía a mí misma como una llamita, y esta llamita giraba en torno a mi amado Jesús, y ahora se detenía en la cabeza, ahora en los ojos, ahora entraba en la boca y descendía dentro, hasta lo íntimo de su corazón adorable, después salía de él y giraba, y Jesús se la ponía hasta debajo de sus pies, y en vez de extinguirse al calor de las plantas divinas se encendía de mas y con más velocidad salía de debajo de sus pies y giraba de nuevo en torno a Jesús, y ahora rezaba con Jesús, ahora amaba, ahora reparaba, en suma, hacía lo que hacía Jesús y con Jesús, esta llamita se hacía inmensa, abrazaba a todos en la

oración, no le escapaba ninguno, se encontraba en el amor de todos y por todos amaba, reparaba, suplía por todos y por todo. ¡Oh, cómo es admirable e inenarrable lo que se hace con Jesús!, me faltan las palabras para poder poner en el papel las expresiones de amor y de otras cosas que se hacen con Jesús; la obediencia quisiera, pero la mente se va a lo alto para tomar de Jesús las palabras y desciende a lo bajo, hace por encontrar las expresiones, las palabras del lenguaje natural y no encuentra el camino para sacarlo fuera, por eso no puedo. Entonces mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú eres la llamita de Jesús, la llamita puede estar en cualquier parte, puede penetrar en todo, no ocupa lugar, a lo más vive en lo alto y gira, y también es deleitable”.
(3) Y yo: “Ah Jesús, es muy débil y es fácil de apagarse la llamita, y si se apaga no hay forma de darle nueva vida, así que pobre de mí si llego a apagarme”.
(4) Y Jesús: “No, no, la llamita de Jesús no se puede apagar, porque su vida es alimentada por el fuego de Jesús, y las llamitas que tienen vida de mi fuego no están sujetas a muerte, y si mueren, mueren en el mismo fuego de Jesús. Te he hecho llamita para poder divertirme más contigo, y por la pequeñez de la llamita puedo servirme de ella para hacerla girar continuamente dentro y fuera de Mí y tenerla en cualquier parte que quiera de Mí mismo, en los ojos, en los oídos, en la boca, bajo los pies, donde mejor me plazca”.

+ + + +

10-7
Diciembre 22, 1910

Para poder obrar cosas grandes para Dios, es necesario destruir la estima propia, el respeto humano y la propia naturaleza.

(1) Continuando mi habitual estado, veía ante mi mente a varios sacerdotes, y el bendito Jesús decía:
(2) “Para ser hábil en obrar cosas grandes para Dios, es necesario destruir la estima propia, el respeto humano y la propia naturaleza, para revivir de la Vida Divina y preocuparse sólo de la estima de Nuestro Señor y de lo que corresponde al honor y gloria suya; es necesario triturar, pulverizar lo que concierne a lo humano para poder vivir de Dios; y he aquí que, no ustedes, sino Dios en ustedes hablará, obrará, y las almas y las obras a ustedes confiadas tendrán espléndidos efectos, y tendrán los frutos deseados por ustedes y por Mí, como la obra de las reuniones de los sacerdotes que te dije antes, y uno de estos podría ser hábil para promover y también efectuar esta obra, pero un poco de estima propia, de vano temor, de respeto humano lo vuelve inhábil, y la gracia cuando encuentra al alma circundada por estas bajezas, vuela y no se detiene y el sacerdote queda hombre y obra como hombre, y tiene en su obrar los efectos que puede tener un hombre, no ya los efectos que puede tener un sacerdote animado por el Espíritu de Jesucristo”.

+ + + +

10-8
Diciembre 24, 1910

Las almas indecisas no son buenas para nada.

(1) Habiendo recibido la comunión rogaba al buen Jesús por un sacerdote que quería saber si el Señor lo llamaba al estado religioso, y el buen Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, Yo lo llamo y él está siempre indeciso. Las almas que no son decididas no son buenas para nada; lo contrario cuando son decididas y resueltas, entonces todas las dificultades las supera, las soluciona, aquellos mismos que suscitan las dificultades, viéndolo tan resuelto, se debilitan y no tienen el valor de oponerse. Es un poco de apego lo que lo ata, y Yo no quiero contaminar mi gracia en los corazones que no están libres de todo; si se separa de todo y de todos, entonces mi gracia lo inundará de más y sentirá la fuerza necesaria para seguir mi llamada”.

+ + + +

10-9
Diciembre 25, 1910

Los sacerdotes se han apegado a las familias, al interés, a las cosas exteriores, etc., ésta es la necesidad de las casas de reunión de sacerdotes.

(1) Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver pequeño, pequeño, pero tan gracioso y bello que me raptaba en dulce encanto, después se volvía más benévolo porque con sus pequeñas manitas tomaba pequeños clavos y me clavaba con una maestría digna sólo de mi siempre amable Jesús, y después me colmaba de besos y de amor, y yo a Él. Después de esto me parecía que me encontraba en la gruta de mi recién nacido Jesús, y mi pequeño Jesús me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, ¿quién vino a visitarme en la gruta de mi nacimiento? Los pastores fueron los primeros visitantes, los únicos que hacían un ir y venir y me ofrecían dones y cosas de ellos, y los primeros que tuvieron el conocimiento de mi venida al mundo, y por consecuencia los primeros favorecidos llenos de mi gracia. He aquí por qué escojo siempre personas pobres, ignorantes, despreciables, y de ellas hago portentos de gracia, porque son siempre las más dispuestas, las más dispuestas a oírme, a creerme sin poner tantas dificultades, tantas cavilaciones, como lo hacen las personas cultas. Después vinieron los magos, pero no se vio ningún sacerdote, mientras que ellos debían ser los primeros en hacerme cortejo, porque ellos sabían más que todos los demás según las escrituras que estudiaban, sabían el tiempo, el lugar, y era más fácil el venir a visitarme, pero ninguno, ninguno se movió, es más, mientras que ellos lo señalaron a los magos, ellos no se movieron, ni se incomodaron en dar un paso para ir en busca de mi venida. Esto fue un dolor, para Mí amarguísimo, en mi nacimiento, porque en aquellos sacerdotes era tanto el apego a las riquezas, al interés, a las familias y a las cosas exteriores, que como resplandores les cegaba la vista, les endurecía el corazón y volvía torpe la inteligencia para conocer las verdades más sagradas, más ciertas, y estaban tan engolfados en las cosas bajas de la tierra, que jamás habrían creído que un Dios pudiese venir a la tierra en tanta pobreza y en tanta humillación, y no sólo en mi nacimiento, sino también en el curso de mi vida, cuando hacía los milagros más estrepitosos, ninguno me siguió, más bien planearon mi muerte y me asesinaron sobre la cruz. Y Yo, después de haber usado todo mi arte para atraerlos a Mí, los puse en el olvido y escogí personas pobres, ignorantes, como fueron mis apóstoles y formé mi Iglesia, los segregué de las familias, los liberé de cualquier vínculo de riquezas, los llené de los tesoros de mi gracia y los volví hábiles para la dirección de mi Iglesia y de las almas. Ahora, debes saber que este dolor aún me dura, porque los sacerdotes de estos tiempos se han hermanado con los sacerdotes de aquellos tiempos, se han dado la mano en el apego a las familias, al interés, a las cosas exteriores y poco o nada ponen atención al interior, es más, algunos se han degradado tanto, que han llegado a hacer entender a los mismos seglares que no están contentos de su estado, abajando su dignidad hasta lo ínfimo y por debajo de los mismos seglares. ¡Ah! hija mía, ¿qué prestigio puede tener su palabra en las gentes? Más bien los pueblos por su causa van descendiendo en la fe y en el abismo de peores males, caminan a tropezones y en las

tinieblas, porque luz en los sacerdotes no ven más. Esta es la necesidad de las casas de reunión de sacerdotes, a fin de que liberado el sacerdote de las tinieblas de las cuales está invadido, de las familias, del interés y de los cuidados de las cosas exteriores, pueda dar luz de verdaderas virtudes y los pueblos puedan salir de los errores en los que han caído. Son tan necesarias estas reuniones, que cada vez que la Iglesia ha llegado a lo ínfimo, casi siempre éste ha sido el medio para hacerla resurgir más bella y majestuosa”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “Mi sumo y único bien, dulce vida mía, compadezco tu dolor y quisiera endulzarlo con mi amor, pero Tú sabes bien quién soy yo, cómo soy pobre, ignorante, mala, y además, extremadamente presa por la pasión de mi ocultamiento, amo tanto el que pudiera esconderme tanto en Ti, que ninguno pudiera creer que yo existo más, y Tú en cambio quieres que hable de estas cosas que tanto afligen tu amantísimo corazón y tan necesarias para la Iglesia. ¡Oh! mi Jesús, a mí háblame de amor, y ve en busca de otras almas buenas y santas a hablar de estas cosas tan útiles para la Iglesia”. Y el buen Jesús ha dicho:
(4) “Hija mía, también Yo amaba el ocultamiento, pero cada cosa tiene su tiempo, cuando el honor y la gloria del Padre y el bien de las almas lo requirió, me manifesté e hice mi vida pública. Así hago con las almas, a veces las tengo escondidas, otras veces las manifiesto, y tú debes ser indiferente a todo, queriendo sólo lo que Yo quiero, es más, te bendigo el corazón, la boca, y hablaré Yo en ti con mi misma boca y con mi mismo dolor”.
(5) Y así me ha bendecido y ha desaparecido.

+ + + +

10-10
Enero 8, 1911

La familia mata al sacerdote. El interés es la polilla del sacerdote.

(1) Ahora, por obedecer escribo cosas pasadas y explico sobre estas reuniones de sacerdotes que el bendito Jesús quiere. Habiendo venido un santo sacerdote en el pasado mes de noviembre, y habiéndome pedido que preguntara a Jesús qué cosa quería de él, mi siempre amable Jesús me dijo:
(2) “La misión del sacerdote escogido por Mí será alta y sublime, se trata de salvar la parte más noble, más sagrada, la cual son los sacerdotes, que en estos tiempos se han vuelto el escarnio de las gentes. El medio más adecuado sería formar estas casas de reunión de sacerdotes para segregarlos de la familia, porque la familia mata al sacerdote; estas casas él las debe promover, impulsar, aunque tenga que amenazar. Si me salva a éstos, me ha salvado a todos las gentes”.
(3) Después tuve cuatro comunicaciones de Jesús con respecto a estas reuniones, las escribí y se las di a aquel sacerdote, por eso no creía necesario repetirlas en mis escritos, pero la obediencia quiere que las escriba, y yo hago el sacrificio:
(4) 1.- Mi adorable Jesús me ha dicho: “La misión que le daré es alta y sublime, en modo especial por los sacerdotes. La fe en las gentes está casi apagada, y si hay alguna llamita está como escondida bajo las cenizas; la vida de los sacerdotes y sus malos ejemplos, la vida casi toda secular y quizá peor aún, se dan la mano para hacer morir aquella llamita, ¿y qué será de las gentes? Por eso lo he llamado, a fin de que se interese en mi causa, y con el ejemplo, con la palabra, con las obras y con el sacrificio, ponga un remedio. El remedio más apto, más oportuno y eficaz sería formar las casas de reunión de los sacerdotes en los diferentes pueblos, segregarlos de la familia, porque la familia mata al sacerdote y arroja en las gentes tinieblas de interés, tinieblas de aprecio de cosas mundanas, tinieblas de corrupción, en suma, le quita todo el brillo, el esplendor de la dignidad sacerdotal y lo hace volverse la burla del pueblo. Yo le daré intrepidez, valor y gracia si se pone a la obra”.

(5) Además de esto, parecía que el bendito Jesús le embellecía el corazón, ahora de amor y ahora de dolor, haciéndolo partícipe de sus penas.
(6) 2.- Continúa mi sumo y único bien diciéndome el gran bien que le vendría a la Iglesia con formar estas casas de reunión: “Los buenos se harán más buenos; los imperfectos, los tibios, los debilitados, se harán buenos; los malos malos saldrán fuera, y entonces he aquí cribado y purificado el cuerpo de los ministros de mi Iglesia, y quedando purificada la parte más elegida, más sagrada, las gentes quedarán reformadas”.
(7) Mientras estaba en esto, veía ante mi mente como dentro de un cuadro a Corato, y a los sacerdotes que debían ponerse a la cabeza de la obra, pero dirigida por el padre G., los sacerdotes parecía que eran don C., D., B., y D., C., F., seguidos por otros, y parecía que debían poner parte de sus pertenencias. Y mi amable Jesús ha agregado:
(8) “Es necesario organizar bien la cosa para no hacer huir a ninguno, y procurarles los medios necesarios para no oprimir al pueblo; para esto he aquí la paga, las entradas de la parroquia, hay que comprometer a éstos que harán parte de estas reuniones, y ellos mantendrán el coro y todos los otros oficios pertenecientes a su ministerio. Al principio se suscitarán contradicciones y persecuciones, pero a lo más dentro de los mismos sacerdotes, pero pronto cambiarán las cosas y el pueblo estará con ellos, y a manos llenas los proveerán y gozarán la paz y el fruto de sus fatigas, porque a quien está Conmigo, Yo permito que todos estén con ellos”.
(9) Después, mi siempre amable Jesús se ha arrojado en mis brazos, todo afligido y suplicante, tanto de enternecer a las mismas piedras, y ha dicho:
(10) “Di al padre G. que le pido, le suplico que ayude a que se salven, y que no deje perecer a mis hijos”.
(11) 3.- Continúa mi siempre amable Jesús sobre el mismo argumento. Estando presentes los padres veía el Cielo abierto y a mi adorable Jesús y a la Celestial Mamá que venían a mí, y a los santos que del Cielo nos miraban, y mi benigno Jesús decía:
(12) “Hija mía, di al padre G. que absolutamente quiero la obra; ya comienzan a poner dificultades, dile que no se necesita otra cosa que arrojo, valor y desinterés, es necesario cerrar los oídos a todo lo que es humano y abrirlos a lo que es divino, de otra manera las dificultades humanas serán la red que los enredará, de tal modo que no sabrán salir fuera, y Yo justamente los castigaré volviéndolos los guiñapos de los pueblos; pero si en cambio prometen ponerse a la obra, Yo seré todo para ellos, y ellos no serán otra cosa que las sombras que seguirán la obra tan deseada por Mí, y no sólo, sino que tendrán otro gran bien, porque es necesario que la Iglesia sea purgada y lavada con el derramamiento de sangre, porque mucho, mucho se ha ensuciado, tanto, de darme nausea; y donde se purifiquen en este modo, Yo evitaré la sangre, ¿qué más quieren?”.
(13) Después, volteándose como si mirase a un sacerdote ha agregado:
(14) “Yo te escojo a ti por cabeza de esta obra por haber puesto en ti un germen de arrojo, esto es un don que te he dado, y este don no quiero que lo tengas inútil, hasta ahora lo has malgastado en cosas frívolas, en locuras y en política, y éstas te han pagado amargándote y no dándote jamás paz; ahora basta, basta, ponte a la obra mía, pon el valor que te he dado todo para Mí, y Yo seré todo para ti y te pagaré dándote paz, gracia, y te haré adquirir aquella estima que has ido buscando en el pasado y no la has obtenido, es más, no te daré la estima humana, sino la divina”.
(15) Después ha dicho al padre G.: “Hijo mío, ánimo, defiende mi causa, sostén, ayuda a aquellos sacerdotes que veas un poco dispuestos para esta obra, promete todo bien a nombre mío a aquellos que se metan, amenaza a aquellos que susciten contradicciones y obstáculos. Di a los obispos y a los jefes que si quieren salvar al rebaño, este es el único medio, toca a ellos salvar a los pastores, y a los pastores toca salvar al rebaño, y si los obispos no ponen a salvo a los pastores, cómo puede salvarse el rebaño?”
(16) 4.- Habiendo yo entendido las dificultades de los sacerdotes en formar las casas de reunión, rogaba al buen Jesús que si era voluntad suya que esto se hiciera, quitase todos los obstáculos que impedían tan gran bien, y mi adorable Jesús al venir me ha dicho:

(17) “Hija mía, todos los obstáculos provienen de que cada uno mira las cosas según sus propias condiciones y disposiciones, y naturalmente mil lazos y obstáculos encuentran que les impiden el paso, pero si miraran la obra según mi honor, mi gloria, y el solo bien de sus almas y de las almas de los demás, todos los lazos quedarían rotos y los obstáculos desvanecidos. No obstante, si se afilian Yo estaré con ellos y los protegeré tanto, que si algún sacerdote quiere oponerse y obstaculizar mi obra, estoy dispuesto a quitarle aun la vida”.
(18) Después mi siempre amable Jesús ha agregado todo afligido: “Ah hija mía, ¿sabes tú cuál es el obstáculo más infranqueable y el lazo más fuerte? Es el interés, el interés es la polilla del sacerdote, porque lo vuelve leño podrido apto sólo para ser quemado en el infierno. El interés vuelve al sacerdote el juguete del demonio, el hazmerreír del pueblo y el ídolo de las propias familias, por eso el demonio pondrá muchos obstáculos para impedir que hagan esto, porque ve rota la red que los tenía atados y esclavos en su dominio. Por eso di al padre G. que infunda valor a quien vea dispuesto, que no los deje si no ve la obra encarrilada, de otra manera comenzarán solamente a hacer proyectos y no concluirán nada. Que diga también a los obispos que no acepten ordenaciones de otros, si no están dispuestos a vivir segregados de la familia; diles también que muchos lo herirán mofándose de él y desacreditándolo, pero que él no les dé importancia, todo el sufrir le será dulce si es por causa mía”.

+ + + +

10-11
Enero 10, 1911

Cuando los sacerdotes no se ocupan sólo de Dios, quedan áridos, porque no participan de los influjos de la Gracia.

(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, yo estaba rogándole que quitara los obstáculos que impedían estas reuniones y que nos manifestara cómo le agradaría que esto se hiciera, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el punto que más me importa y me interesa, es el separar perfectamente al sacerdote de su familia. Que den todo lo que tienen a la familia, y para ellos se queden solamente con lo personal, y como ellos deben mantenerse de la Iglesia, justo es que las cosas, de donde vienen, allí vayan a parar, esto es, que todo lo que puedan tener debe servir para mantenerse ellos y engrandecer las obras de mi gloria y para el bien del pueblo, de otra manera Yo no haré que la gente sea dadivosa con ellos; pero no sólo esto, sino que si ellos se separan físicamente de su familia, pero no con el corazón, de esto surgirá la avidez por ver quien puede tener más ganancias para poder dar más a su familia, y esto causará envidias entre ellos si se asigna un puesto de mayor lucro a uno que a otro; en la práctica verán cuántos males vendrán, cuántas desuniones, celos, rencores y más si no corrigen este punto tan esencial. Yo prefiero quedarme con pocos sacerdotes y no con muchos que corrompan la obra tan querida por Mí. ¡Ah hija mía, cuántos Ananías saldrán! Y cómo sabrán defender, patrocinar, excusar este tan bien querido ídolo del interés. ¡Ah! sólo de quien se consagra a Mí tengo esta desventura, que en vez de poner atención a Mí, a mi honor, a mi gloria y a la santificación que conviene a su estado, Yo les sirvo sólo de tapadera, y su finalidad es de poner atención a sus familias, a los sobrinos. ¡Ah! no así en quien se da al mundo, más bien buscan escatimar con sus familias, y si no pueden hacerlo llegan a desconocer a los propios padres.
(3) Cuando el sacerdote no se ocupa solamente de mi gloria y de los oficios pertenecientes a su ministerio sacerdotal, no es otra cosa que un hueso dislocado que me da dolor a Mí, dolor a sí mismo y dolor al pueblo, y deja frustrada su vocación; y así como cuando un hueso no está en su lugar da siempre dolor, y con no participar de los humores

del cuerpo con el tiempo se atrofia, y es necesario separarlo tanto por la inutilidad como por el dolor que causa a los otros miembros, así los sacerdotes cuando no se ocupan sólo de Mí, siendo huesos separados de mi cuerpo quedan secos, porque no participan en los influjos de mi gracia, y Yo los retengo y los retengo, pero si veo su dureza los arrojo lejos de Mí, ¿y sabes dónde? En lo más profundo del infierno”.
(4) Después ha agregado: “Escribe, manda decir a aquel padre al cual confío esta misión de sacerdotes, que esté firme en este punto, que me lo vuelva inviolable, dile también que lo quiero en la cruz y siempre Conmigo crucificado”.

+ + + +

10-12
Enero 15, 1911

El interés es el veneno del sacerdote. Dios no es comprendido por quien no está
despojado de todo y de todos.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver llorando, porque me lo había traído la Celestial Mamá para que lo tranquilizara, y yo hacía cuanto podía por lograrlo, lo besaba, lo acariciaba, me lo estrechaba, le decía: “¿Qué quieres de mí? ¿No quieres amor para que te sientas feliz y calmar tu llanto? ¿No me has dicho Tú mismo otras veces, que tu felicidad es mi amor? Y yo te amo mucho, mucho, pero te amo junto Contigo, porque por mí sola no sé amarte; dame tu aliento ardiente que convierte todo mi ser en una llama de amor, y después te amo por todos, te amo con todos, te amo en los corazones de todos”. ¿Pero quién puede decir todos mis desatinos? Entonces parecía que se tranquilizaba un poco, y para hacer que mi dulce Jesús no llorara más le he dicho: “Vida mía y mi todo, consuélate, ahora que hagan las casas de reunión de sacerdotes, ¡oh! cómo quedarás consolado”.
(2) Y Él rápidamente: ¡Ah, hija mía, el interés es el veneno del sacerdote, y se ha infiltrado tanto en ellos que les ha envenenado el corazón, la sangre y hasta la médula de los huesos. ¡Oh! cómo los ha sabido enredar el demonio, habiendo encontrado en ellos la voluntad dispuesta para ser entretejida. Mi Gracia ha usado todo su arte para formar en ellos el tejido del amor y darles el contraveneno del interés, pero no encontrando su voluntad dispuesta, poco o nada ha tejido de divino, por eso el demonio no pudiendo impedir del todo estas casas de reunión de sacerdotes, lo cual le ha provocado mucha pérdida, se contenta con mantener la tela que les ha tejido con el veneno del interés. ¡Oh! si tú vieras cuán pocos son los que están dispuestos a segregarse de la familia y a derramar este veneno del interés, llorarías conmigo, ¿no ves cómo discuten entre ellos respecto a este punto, cómo quedan agitados, cómo se enardecen los ánimos? Más bien creen que es un disparate y que eso no se aplica a su estado”.
(3) Mientras esto decía, yo veía a los sacerdotes dispuestos para esto, y cuán escaso era el número de ellos. Jesús ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma. Ahora, sintiendo repugnancia de escribir estas cosas que corresponden a los sacerdotes, pero habiendo hecho el sacrificio porque así lo quiere la obediencia, mi amado Jesús ha venido y me ha dado un beso para recompensarme por el sacrificio hecho y ha agregado:
(4) “Hija amada mía, no has dicho todo sobre los inconvenientes que traería si el sacerdote queda estorbado por la atadura de la familia, las tantas vocaciones equivocadas por las cuales la Iglesia llora amargamente en estos tristes tiempos; ciertamente no se verían tantos modernistas, tantos sacerdotes vacíos de verdadera piedad, tantos de ellos dados a los placeres, a la incontinencia y tantos otros que ven cómo se pierden las almas como si no fuera nada, sin la mínima amargura, y tantos otros desatinos que hacen, estos son signos de vocaciones equivocadas. Y si las familias ven que no hay nada más que esperar por parte de los sacerdotes, a ninguno le vendrán ganas de incitar a sus hijos para

hacerse sacerdotes, ni a los hijos les vendrá el pensamiento de enriquecerse, de elevar a la familia por medio de su ministerio”.
(5) Y yo: “¡Ah! mi dulce Jesús, en lugar de decirme a mí estas cosas, ve a los dirigentes, a los obispos, porque ellos que tienen la autoridad pueden lograr contentarte en este punto, pero yo, tan pobre, ¿qué puedo hacer? No otra cosa que compadecerte, amarte y repararte”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, ¿a los dirigentes, a los obispos? El veneno del interés ha invadido a todos, y como casi todos están presos por esta fiebre pestífera, les falta el valor de corregir y de poner un freno a quienes dependen de ellos. Y además, Yo no soy comprendido por quien no está despojado de todo y de todos, mi voz suena muy mal a sus oídos, más bien les parece un absurdo, una cosa que no es conveniente a la condición humana; pero si hablo contigo nos comprendemos suficientemente, y si no encuentro otra cosa, encuentro un desahogo a mi dolor y tú me amarás de más, porque sabes que estoy amargado”.

+ + + +

10-13
Enero 17, 1911

Los gobernantes civiles escucharán más a Jesús que los jefes eclesiásticos. Las casas de reunión de sacerdotes se llamarán casas del resurgimiento de la fe.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, pero tan afligido y tan ardiente de amor, que deliraba y pedía un refrigerio, y poniendo sus brazos a mi cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, dame amor, este es el único refrigerio para calmar mis desvaríos de amor”.
(3) Después ha agregado: “Hija, lo que has escrito con relación a las reuniones de los sacerdotes, si me escuchan, no es otra cosa que casi un proceso que hago con ellos, si no, como los jefes de los eclesiásticos no me escucharán, estando también ellos atados por los lazos del interés y siendo esclavos de las miserias humanas, casi lamiéndolas, en lugar de dominar sobre las miserias, o sea, sobre el interés, sobre el deseo de realeza y otros, las miserias los dominarán a ellos, así que ensordecidos por lo que es humano no seré escuchado ni comprendido, entonces Yo me dirigiré a los jefes civiles, que más fácilmente me prestarán atención, los cuales, entre para ver al sacerdote humillado, y siendo éstos tal vez un poco más despojados que los mismos eclesiásticos, mi voz será más escuchada, y lo que los eclesiásticos no quieren hacer por amor, haré que lo hagan por necesidad y por la fuerza, y haré que les sea quitado por el gobierno el residuo que les ha quedado”.
(4) Y yo: “Mi sumo y único bien, ¿cuál será el nombre que se les dará a estas casas y cuáles las reglas?”
(5) Y Él: “El nombre será: “Las casas del resurgimiento de la fe”. Con respecto a las reglas, pueden servirse de las mismas reglas del oratorio de San Felipe Neri”.
(6) Después ha agregado: “Di al padre B. que tú serás el órgano y él el sonido para esta obra, y que si recibirá burlas y será mal querido por los interesados, los buenos y los pocos verdaderamente buenos comprenderán la necesidad y la verdad que él anuncia, y se harán un deber de conciencia el agregarse a la obra, y además, si recibe burlas tendrá el honor de hacerse más semejante a Mí”.

+ + + +


10-14
Enero 19, 1911

La palabra de Jesús es eterna. Jesús quiere al sacerdote libre de las ataduras de la familia. El espíritu de los sacerdotes de estos tiempos es: Espíritu de venganza, de odio, de interés, de sangre.

(1) Escuchando las dificultades de los sacerdotes, especialmente sobre el romper del todo la atadura de la familia, y que era imposible llevarlo a cabo en el modo como decía el bendito Jesús, y que si fuera verdad que Él así lo quiere, que le hablara al Papa, para que él que tiene autoridad pudiese ordenar a todos y ponerse a la cabeza de la obra, yo estaba diciéndole otra vez al bendito Jesús todo esto, y me lamentaba con Él diciendo: “Sumo amor mío, ¿no tenía yo razón al decirte que fueras a las cabezas para decirles a ellos estas cosas, en vez de decírmelas a mí, ignorante? ¿Qué puedo hacer yo?” Y mi siempre amable Jesús ha dicho:
(2) “Hija mía, escribe, no temas, Yo estoy contigo, mi palabra es eterna, y lo que no puede hacer de bien aquí, puede hacer bien en otra parte, lo que no se puede llevar a cabo en estos tiempos, se llevará a cabo en otros tiempos, pero así quiero al sacerdote, libre de la atadura de la familia. ¡Ah! tú no sabes cuál es el espíritu de los sacerdotes de estos tiempos, no es nada diferente del de los seglares, espíritu de venganza, de odio, de interés, de sangre. Ahora, debiendo vivir juntos, si uno gana más que el otro. y no deja su ganancia para bien de todos, quién se sentirá antepuesto, quién defraudado, quién humillado, creyendo que también él es bueno para hacer aquella ganancia, y por lo tanto aparecen las riñas, los rencores, los disgustos y llegarán aún a las manos. Te lo ha dicho tu Jesús y basta, este punto es necesario, es la columna, es el fundamento, es la vida, es el alimento de esta obra; si pudiese ir a los jefes Yo no habría insistido tanto. Además, mira un poco hija mía cómo son burdos e ignorantes en las cosas divinas, Yo no tengo su modo de pensar, que van buscando, humillándose y poniéndose a las órdenes de las dignidades, Yo al comunicarme a las almas no miro a las dignidades, ni si son obispos o papas, sino que miro si están despojados de todo y de todos, miro si en ellos, todo, todo es amor para Mí, miro si se hacen escrúpulo de volverse jefes aun de un solo respiro, de un latido, y encontrándolos todo amor, no miro si son ignorantes, bajos, pobres, despreciados y polvo; el mismo polvo lo convierto en oro, lo transformo en Mí, le comunico todo Mí mismo, le confío los más íntimos secretos míos, le doy parte en mis alegrías y en mis dolores, es más, viviendo en Mí en virtud del amor, no es de maravillar que estén al día de mi Voluntad sobre las almas y sobre mi Iglesia. Una es la vida de ellos Conmigo, uno el Querer y una es la luz con la cual ven la verdad según el punto de vista divino y no según el humano, y por eso Yo no tengo que trabajar en comunicarme a estas almas, y las elevo por encima de todas las dignidades”.
(3) Después, estrechándome y besándome me ha dicho:
(4) “Bella hija mía, pero bella de mi misma belleza, ¿te afliges por las cosas que dicen? No te aflijas, pregunta al padre B. pobre hijo mío, cuánto ha sufrido por causa mía por los superiores, por sus compañeros y por los demás, hasta declararlo necio, hechicero, hasta llegar a creer un deber el castigarlo, ¿y cuál era su delito? ¡El amor! Sintiendo los otros vergüenza de su vida frente a la suya, le han hecho guerra y le hacen guerra. ¡Ah, cómo es costoso el delito del amor! Mucho me cuesta a Mí el amor y mucho les cuesta a mis amados hijos. Pero Yo lo amo mucho, y por lo que ha sufrido, en premio le he dado a Mí mismo y moro en él. Pobre hijo mío, no lo dejan libre, lo espían por todas partes, lo que no hacen con los demás, quien sabe y a lo mejor puedan encontrar materia para corregirlo y mortificarlo, pero Yo estando con él vuelvo vanas sus artes, dale ánimos, pero, ¡oh, cómo será terrible el juicio que haré de estos tales que osan maltratar a mis amados hijos!”

+ + + +

10-15
Enero 28, 1911

El amor fuerza a Dios a romper los velos de la fe.
La Iglesia está agonizante, pero no morirá.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, se hacía ver el corazón de mi dulce Jesús, y mirando dentro de Jesús veía su corazón en Él, y mirando en mí, veía también en mí su corazón santísimo. ¡Oh! cuánta suavidad, cuántas delicias, cuántas armonías se sentían en aquel corazón! Entonces, mientras me estaba deleitando junto con Jesús, oía su voz suavísima que le salía de dentro de su corazón que me decía:
(2) “Hija, deléitate de mi corazón, el amor quiere sus desahogos, de otra manera no se podría seguir adelante, especialmente para quien me ama verdaderamente y no admite en sí otro placer, otro gusto, otra vida que el amor. Yo me siento tan atraído hacía ellos, que el amor mismo me fuerza a romper los velos de la fe, y me revelo y le hago gustar aun desde acá el paraíso a intervalos; el amor no me da tiempo a esperar la muerte para quien me ama de verdad, sino que lo anticipo aun desde esta vida. Goza, siente mis delicias, mira cuántos contentos hay en mi corazón, toma parte en todo, desahógate en mi amor a fin de que el tuyo se ensanche de más y pueda amarme más”.
(3) Mientras esto decía veía algunos sacerdotes, y Jesús ha continuado diciéndome:
(4) “Hija mía, la Iglesia en estos tiempos está agonizante, pero no morirá, más bien resurgirá más bella. Los sacerdotes buenos luchan por llevar una vida más desapegada, más sacrificada, más pura; los malos sacerdotes luchan por una vida más interesada, más cómoda, más sensual, toda terrena. Yo hablo a los primeros pero no a los segundos, hablo a los primeros, o sea a los pocos buenos, aunque sea uno solo por ciudad o país, a éstos hablo y mando, ruego, suplico que hagan estas casas de reunión, salvándome a los sacerdotes que vendrán a estos asilos, volviéndolos libres del todo de cualquier vínculo de familia, y por estos pocos buenos se recuperará mi Iglesia de su agonía, éstos son mi apoyo, mis columnas, la continuación de la vida de la Iglesia. Yo no hablo a los segundos, a todos aquellos que no quieren desvincularse de los vínculos de la familia, porque si hablo ciertamente no soy escuchado, es más, al sólo pensar en romper cualquier vínculo quedan indignados, ¡ah! desgraciadamente están habituados a beber la taza del interés y otras más, que mientras es dulzura a la carne, es veneno para el alma, estos tales terminarán por beber la cloaca del mundo. Yo quiero salvarlos a cualquier costo, pero no soy escuchado, por eso hablo, pero para ellos es como si no hablase”.

+ + + +

10-16
Febrero 4, 1911

Donde se hagan las casas de reunión de sacerdotes, las persecuciones serán más benignas.

(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, di al padre G. que solicite las reuniones de sacerdotes, que no hagan que las persecuciones se anticipen porque, ¡ay! por ellos, porque donde se hagan estas reuniones serán más mitigadas las persecuciones, o perdonadas las plagas. Es grande la podredumbre y demasiado maloliente, y por necesidad se requiere del fierro y del fuego, el fierro para cortar las carnes gangrenadas, y el fuego para purificar. Por lo tanto, pronto, pronto”.

+ + + +

10-17
Febrero 8, 1911

El amor vuelve feliz a Jesús. Luisa, el Paraíso de Jesús en la tierra.

(1) Continuando mi habitual estado, he pasado cerca de seis días inmersa en el amor de mi bendito Jesús, tanto, que a veces sentía que no podía más y le decía: “Basta, basta porque no puedo más”. Me sentía como dentro de un baño de amor que me penetraba hasta la medula de los huesos, ahora me hablaba Jesús de amor y de cuánto me amaba, y ahora le hablaba yo de amor. Lo bello era que a veces Jesús no se dejaba ver, y yo nadando en este baño de amor sentía rompérseme el cerco de la pobre naturaleza, y me lamentaba con Jesús, y Él me susurraba al oído:
(2) “El Amor soy Yo, y si tú sientes el amor, cierto es que estoy contigo”.
(3) Otras veces, lamentándome, me decía al oído, pero todo de improviso:
(4) “Luisa, tú eres mi paraíso en la tierra, y tu amor me vuelve feliz”.
(5) Y yo: “Jesús, mi amor, ¿qué dices? ¿Quieres burlarte de mí? Tú eres feliz por Ti mismo, ¿por qué dices que eres feliz por mí?”
(6) Y Él: “Escúchame bien hija mía y comprenderás lo que Yo te digo. No hay cosa creada que no tenga vida de mi corazón, todas las criaturas son como tantas cuerdas que salen de mi corazón y que tienen vida de Mí, por eso por necesidad y naturalmente todo lo que hacen repercute en mi corazón, aunque sea un solo movimiento; por consecuencia, si hacen mal, si no me aman, me dan continua molestia, aquella cuerda hace sonar en mi corazón sonidos de disgustos, de amarguras, de pecados y forma sonidos lúgubres que me vuelven infeliz por parte de aquella cuerda o vida que sale de Mí; en cambio si me ama y está toda atenta a contentarme, aquella cuerda me da continuo placer y forma sonidos festivos, dulces, que armonizan con mi misma Vida, y por parte de aquella cuerda Yo gozo tanto, hasta volverme feliz y gozar por causa suya mi mismo paraíso. Si comprendes bien todo esto, no dirás más que me burlo de ti”.
(7) Y ahora digo lo que decía yo de amor y lo que decía Jesús, lo diré disparatando y quizá revuelto, porque la mente no se adapta del todo a las palabras:
(8) “¡Oh! mi Jesús, amor eres Tú, eres todo amor, y amor yo quiero, amor deseo, amor suspiro, amor yo suplico y te ruego amor, amor me invita, el amor me es vida, amor me rapta el corazón hasta el seno de mi Señor. De amor me embriaga, de amor me hace feliz.
¡Yo sola, sola y sólo para Ti! ¡Tú solo, y sólo para mí! Ahora que estamos solos hablemos de amor, ¡ah! hazme entender cuánto me amas, porque sólo en tu corazón, amor se comprende!”
(9)“De amor quieres tú que te hable? Escucha hija amada mía mi vida de amor: Si respiro te amo; si me late el corazón, mi latido te dice amor, amor, son locuras de amor por ti; si me muevo, amor te agrego, de amor te inundo, de amor te circundo, de amor te acaricio, de amor te flecho, de amor te saeteo, de amor te atraigo, de amor te alimento y agudos dardos te mando al corazón”.
(10) “Basta ¡oh! mi Jesús por ahora, ya me siento desfallecer de amor, sostenme entre tus brazos, enciérrame en tu corazón y desde dentro de él hazme desahogar también a mí de amor, de otra manera muero de amor, de amor deliro, de amor me quemo, de amor hago fiesta, de amor languidezco, de amor me consumo, el amor me mata y me hace resurgir más bella a una vida nueva. Mi vida me huye y siento sólo la vida de Jesús, mi amor, y en Jesús mi amor me siento inmensa y amo a todos, me llaga de amor, me enferma de amor, de amor me embellece y me hace más rica aún. Decir más no sé, ¡oh! Amor, sólo Tú me entiendes, Tú solo me comprendes, mi silencio te dice más todavía, en tu bello corazón se dice más con el callar que con el hablar, y amando se aprende a amar. Amor, Amor, habla sólo Tú, porque siendo amor sabes hablar de amor”.

(11) “¿Amor tú quieres oír? Todo lo creado te dice amor: Si brillan las estrellas amor te dicen; si nace el sol, amor te manda; si resplandece de toda su luz en su pleno mediodía, dardos de amor te manda al corazón; si el sol se pone te dice: “Jesús muere por ti de amor”. En los truenos y relámpagos amor te mando y toques de besos te doy al corazón; sobre las alas de los vientos es amor que corre; si murmuran las aguas te extiendo los brazos; si se mueven las hojas, te estrecho al corazón; si perfuma la flor, te recreo de amor. Todo lo creado en mudo lenguaje te dice al corazón: Sólo de ti quiero vida de amor. Amor Yo quiero, amor deseo, amor mendigo desde dentro del corazón, sólo estoy contento si me das amor”.
(12) “Mi bien, mi todo, amor insaciable, si quieres amor, amor dame; si me quieres feliz, amor me dices; si me quieres contenta, amor me entregas. Amor me inviste, amor me eleva, me lleva al trono de mi Creador; el amor me señala la sabiduría increada y me conduce al eterno amor y ahí yo hago mi morada.
(13) Vida de amor viviré en tu corazón, te amaré por todos, te amaré con todos, te amaré en todos. Jesús, séllame toda de amor dentro de tu corazón, ábreme las venas y en vez de sangre haz correr amor; quítame el respiro y haz que respire aire de amor; quémame los huesos y las carnes y téjeme toda, toda de amor. El amor me transforme, el amor me conforme, el amor me enseñe a sufrir Contigo, el amor me crucifique y me vuelva toda similar a Ti”.

+ + + +

10-18
Marzo 24, 1911

Ruega por las necesidades de la Iglesia.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y yo le rogaba por ciertas necesidades de la Iglesia y por un cierto B. que ha editado libros de infierno, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no ha hecho otra cosa que arrojarse mayormente en el fango; una mente de sano criterio pronto verá cómo es necio y cómo Yo lo he cegado, pues no ha puesto fuera ninguna verdadera fuerza de razón en lo que él afirma. No quiero que los sacerdotes se den premura de leerlo, volviéndose demasiado viles si lo hacen, y pasarán los límites de su dignidad, como si quisieran poner atención al disparate de un niño, y por eso le darán campo para que haga otros disparates, pero si no le prestan atención, al menos le darán el dolor de que nadie tome en serio lo que él hace, y de que ninguno lo aprecie. Responderán con obras dignas de su ministerio, esta es la más bella respuesta. ¡Ah! a aquél le sucederá que caerá en la trampa que prepara para los demás”.

+ + + +

El único consuelo que consuela a Jesús es el amor.

10-19
Marzo 26, 1911

(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma veía a la Celestial Mamá con el niño en brazos; el divino niño me ha llamado con su pequeña manita, y yo he volado a ponerme de rodillas ante la Mamá Reina, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, hoy quiero que hables con nuestra Mamá”.
(3) Y yo he dicho: “Celestial Mamá mía, dime, ¿hay alguna cosa en mí que disguste a Jesús?”

(4) Y Ella: “Amadísima hija mía, estate tranquila, por ahora no veo nada que disguste a mi Hijo, si, jamás sea, llegas a incurrir en alguna cosa que pueda disgustarlo, rápidamente te avisaré, confíate en tu Mamá y no temas”.
(5) Como la Celestial Reina me aseguraba lo anterior, me sentía infundir nueva vida, y he agregado: “Dulcísima Mamá mía, ¿en qué tristes tiempos estamos, dime, es verdad que Jesús quiere las casas de reunión de los sacerdotes?”
(6) Y Ella: “Ciertamente las quiere, porque las olas están por elevarse demasiado alto, y estas reuniones serán las anclas, las lamparitas, el timón con el cual la Iglesia se salvará del naufragio en la tempestad, porque mientras parecerá que la tempestad haya sumergido todo, después de la tempestad se verá que han permanecido las anclas, las lamparitas, el timón, o sea las cosas más estables para continuar la vida de la Iglesia. Pero, ¡oh! cómo son viles, cobardes y duros de corazón, casi ninguno se mueve mientras que son tiempos de obras, los enemigos no reposan, y ellos se están negligentemente, pero peor será para ellos”.
(7) Después ha agregado: “Hija mía, busca suplir todo con el amor, una sola cosa te importe, amar, un solo pensamiento, una sola palabra, una sola vida, amor; si quieres contentar y agradar a Jesús, ámalo y dale siempre ocasión de hablar de amor, éste es su único consuelo que lo reconforta, el amor; dile que te hable de amor y Él se pondrá en fiesta”.
(8) Y yo: “Tierno Jesús mío, ¿escuchas lo que dice nuestra Mamá? Que te pida amor y que hables de amor”.
(9) Y Jesús festejando ha dicho tales y tantas cosas de la virtud, de la altura, de la nobleza del amor, que no me es dado saber decirlo con mi lenguaje humano, por eso mejor pongo punto final.

+ + + +

10-20
Mayo 16, 1911

Jesús no quiere confundir a los enemigos de la Iglesia, y llora por las llagas dolorosas que
hay en el cuerpo de Ella.

(1) Estaba rogando al bendito Jesús que confundiese a los enemigos de la Iglesia, y mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, podría confundir a los enemigos de la santa Iglesia, pero no quiero, si esto hiciera, ¿quién purgaría a mi Iglesia? Los miembros de la Iglesia, y especialmente quien está en puestos y en altura de dignidades, tienen los ojos cegados y se equivocan grandemente, tanto, que llegan a proteger a los fingidos virtuosos y a oprimir y condenar a los verdaderos buenos, esto me disgusta sobre manera, ver a aquellos pocos verdaderos hijos míos bajo el peso de la injusticia, aquellos hijos de los cuales debe resurgir la Iglesia y a los que Yo estoy dando mucha gracia para disponerlos a esto, Yo los veo puestos de espaldas al muro y atados para impedirles los pasos, esto me duele tanto, que me siento todo furor por ellos.
(3) Escucha hija mía, Yo soy todo dulzura, benigno, clemente y misericordioso, tanto, que por mi dulzura rapto los corazones, pero también soy fuerte, de desgarrar e incinerar a aquellos que no sólo oprimen a los buenos, sino que llegan a impedir el bien que quieren hacer. ¡Ah! tú lloras por los seglares, y Yo lloro las llagas dolorosas que hay en el cuerpo de la Iglesia, las que me adoloran tanto, de sobrepasar las llagas de los seglares, porque son por la parte que no me esperaba, y que me hacen disponer a los seglares a clamar en contra de ellos”.

+ + + +


10-21
Mayo 19, 1911

La confianza rapta a Jesús. Él quiere que el alma se olvide de sí misma y se ocupe sólo de Él.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo afligido, y yo me estaba junto a Él para compadecerlo, amarlo, abrazarlo y consolarlo con toda la plenitud de la confianza, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú eres mi contento, así me agrada, que el alma se olvide de sí misma, de sus miserias, que se ocupe sólo de Mí, de mis aflicciones, de mis amarguras, de mi amor, y que con toda confianza se esté junto a Mí. Esta confianza me rapta el corazón y me inunda de mucha alegría, porque como el alma se olvida de sí por Mí, así Yo olvido todo por ella y la hago una sola cosa para Mí, y llego no sólo a darle, sino a hacerle tomar lo que quiere. Al contrario el alma que no olvida todo por Mí, aun sus miserias y se quiere estar en torno a Mí con todo respeto, con temor y sin la confianza que me rapta el corazón, y como si quisiera estar con temerosa compostura Conmigo y toda reservada, a esta tal nada le doy y nada puede tomar, porque falta la llave de la confianza, de la soltura, de la simplicidad, cosas todas necesarias, para Mí para dar, y para ella para tomar; por lo tanto, con las miserias viene y con las miserias queda”.

+ + + +

10-22
Mayo 24, 1911

Lo que Dios es por naturaleza, el alma lo es por gracia.

(1) Estaba pensando en la incomprensible grandeza y sabiduría divina, que al darnos sus bienes Él no disminuye en nada, más bien parece que Él con dar adquiere la gloria que le da la criatura por haber recibido los bienes del Señor. Y el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, también tú posees esta dote, no en el cuerpo sino en el alma, comunicada a ti por mi bondad; en efecto, con buscar infundir en las almas el bien, la virtud, el amor, la paciencia, la dulzura, tú no disminuyes en lo más mínimo, más bien con infundirlos en los otros, si ves que ellos aprovechan, tú gozas por ello una complacencia mayor. Entonces, lo que tú eres por gracia en el alma, Yo lo soy por naturaleza, y no sólo de los bienes de virtud, sino de todos los bienes posibles, naturales, espirituales y de cualquier género”.

+ + + +

10-23
Junio 7, 1911

Dolor de Jesús por los sacerdotes. Amor que se esconde, ¡ay!

(1) Pasando días amarguísimos de privación de mi adorable Jesús, le rogaba que se complaciese en venir; y apenas como un relámpago ha venido y me ha dicho:
(2) “Amor que se esconde, ¡ay!”
(3) Y rogándole por la Iglesia y que tuviese piedad de tantas almas que van por el camino de la perdición, porque quieren hacer guerra a la Iglesia y a sus ministros, Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, no te aflijas, es necesario que los enemigos purguen a mi Iglesia, y después que la hayan purgado, la paciencia, las virtudes de los buenos serán luz a los enemigos, y se salvarán aquellos y éstos”.
(5) Y yo: “Pero al menos no permitas que las faltas de tus ministros las lleguen a conocer los seglares, de otra manera afligirán más a tu Iglesia”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, no me pidas esto porque me indigno, quiero que la materia salga fuera, no puedo más, no puedo más, los sacrilegios son enormes, con cubrirlos daría campo para hacer que cometieran males mayores; tú tendrás paciencia para soportar mi ausencia, la harás de heroína, quiero fiarme de ti que eres mi hija, mientras Yo me ocuparé en preparar los flagelos para seglares y sacerdotes”.

+ + + +

10-24
Junio 21, 1911

No hay santidad si el alma no muere en Jesús.

(1) Estaba pensando en la Celestial Mamá cuando tenía a mi siempre amable Jesús muerto en sus brazos, en qué hacía y cómo se ocupaba de Jesús. Y una luz acompañada de una voz en mi interior decía:
(2) “Hija mía, el amor obraba potentemente en mi Madre. El amor la consumía toda en Mí, en mis llagas, en mi sangre, en mi misma muerte y la hacía morir en mi amor; y mi amor, consumiendo el amor y a toda mi Madre, la hacía resurgir de amor nuevo, o sea, toda de mi amor. Así que su amor la hacía morir, mi amor la hacía resurgir a una vida nueva toda en Mí, de una mayor santidad y toda divina. Así que no hay santidad si el alma no muere en Mí; no hay verdadera vida si no se consume toda en mi amor”.

+ + + +

10-25
Junio 23, 1911

El amor no está sujeto a muerte. No hay poder ni derechos por encima del amor.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el amor no está sujeto a muerte, no hay poder, no hay derechos por encima del amor; el amor es eterno, y para quien ama, es eterno Conmigo. El amor no teme de nada, no duda de nada, y los mismos males los convierte en amor. El Amor soy Yo mismo, y amo tanto a quien en todo me ama y que todo lo hace por amor, que ¡ay! por quien lo toca, los haré quedar quemados por el fuego de mi tremenda Justicia”.

+ + + +

10-26
Julio 2, 1911

Donde hay amor hay vida, sin el amor todo está muerto.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, donde hay amor hay vida, y no vida humana sino vida divina; así que todas las obras, aun buenas y no hechas por amor, son como un fuego pintado que no da calor, o

como agua pintada que no quita la sed y no purifica. ¡Oh! cuántas obras pintadas, o bien muertas van siendo hechas por las personas, aún por aquellas consagradas a Mí, porque sólo el amor es el que contiene la vida, ninguna otra cosa contiene tanta potencia de dar vida a todo, es más, sin el amor todo está muerto”.

+ + + +

10-27
Septiembre 6, 1911

Quien pone atención a sí mismo crece enflaquecido.

(1) Continúa casi siempre lo mismo, o sea con privaciones amarguísimas y con silencio de Jesús; a lo más solamente se hace ver y me dice cosas repetidas, por eso no las escribo. Recuerdo que cuando yo emito algún lamento por mi estado, me dice en mi interior:
(2) “Hija mía, paciencia, pórtate como una valiente, como una heroína, ánimo, por ahora déjame castigar y después vendré como antes”.
(3) Recuerdo también que estando pensativa acera de mi estado me dijo:
(4) “Hija mía, quien quiere poner atención a las dificultades, a las dudas, a sí mismo, es como aquellas personas melindrosas que hacen asco de todo, y en lugar de pensar en alimentarse piensan en las asquerosidades, aunque no las hubiera, y por tanto crecen enflaquecidas, cadavéricas y así mueren; así es de las almas que de todo quedan pensativas, crecen enflaquecidas y así mueren”.
(5) Me ha dicho alguna otra cosita, pero no la recuerdo bien. Entonces esta mañana encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado al niño Jesús en mis brazos, que lloraba fuerte, fuerte, porque oía decir que lo querían arrojar de Italia. Tomamos camino hacia Francia, y no lo querían recibir, y mi siempre amable Jesús, llorando decía:
(6) “Todos me arrojan, ninguno me quiere, y Yo, obligado por ellos mismos los flagelaré”.
(7) Mientras estaba en esto veía calles llenas de piedras, de fuego, con gran daño de ciudades.
(8) “¿Has visto? Retirémonos hija mía, retirémonos”.
(9) Y así nos hemos retirado en mi cama y ha desaparecido. Después de otros días, rogándole que se calmara, por los tantos flagelos que se oyen, me ha dicho:
(10) “Hija mía, me tratan como a un perro, y Yo los haré matarse entre ellos como perros”.
(11) ¡Oh! Dios, qué espanto. Aplácate oh Señor, aplácate!

+ + + +

10-28
Octubre 6, 1911

Jesús se esconde para poder castigar. Con Jesús el alma puede todo, sin Él no puede nada.

(1) Estaba pensando para mí misma: “Cómo es posible que Jesús bendito, para castigar a los pueblos me deba privar de su amable presencia; quisiera ver si no es que va a otras almas para hacerse ver; creo que sean excusas, o que hay en mí alguna cosa que le impida venir”. Y Jesús, haciéndose apenas ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, es verdad que por los castigos no vengo frecuentemente; y aun admitiendo que vaya a alguna otra alma, esto no dice nada, porque el todo está en el estado al cual han llegado las almas con mi gracia, por ejemplo: Si Yo fuera a un alma principiante, o bien que no haya llegado a la posesión de Mí como si fuera todo suyo, poco o nada me haría,

no tendría aquel atrevimiento, aquella confianza de desarmarme, de atarme como le plazca. Éstas están ante Mí todas tímidas, y con razón, porque no han entrado en Mí como dueñas para poder disponer como quieran, en cambio, el alma cuando ha llegado a poseerme es atrevida, confiada, conoce todos los secretos divinos y puede decirme, y con razón: “Si eres mío, quiero hacer lo que quiero”. He aquí por qué para poder obrar me escondo, porque sufrirían mucho al unirse Conmigo en castigar, o bien me lo impedirían. He aquí hija mía la necesidad de que no me manifieste, de otra manera, quiero oírlo de ti misma, ¿qué me harías? ¿Cuánto no te opondrías?”
(3) Y yo: “Cierto Señor, debería comportarme en todo como me has enseñado Tú mismo, amar a las criaturas como tus imágenes y como Tú mismo. Si yo te viese como antes, jamás podrías permitir la guerra en Italia, Tú te escondes y yo permanezco nada y la pura nada, Contigo puedo todo, sin Ti no puedo nada”.
(4) Y Jesús: “¿Has visto? Lo dices tú misma, así que viniendo a ti la guerra se reduciría a un juego, mientras que mi Voluntad es que lleve tristes y graves consecuencias. Por eso te repito mi estribillo: “Animo, estate en paz, seme fiel, no te comportes como niña que a cada cosa hace berrinches, sino como heroína. No te dejo verdaderamente, sino que me estaré escondido en tu corazón, y tú continuarás viviendo de mi Querer; y si no hacemos así, los pueblos llegarán a tales excesos, que dará terror y espanto”.

+ + + +

10-29
Octubre 8, 1911

Amenaza con hacer invadir Italia por extranjeros.

(1) Continuando mi habitual estado, apenas he visto a mi adorable Jesús, pero tan afligido que podría hacer llorar a las piedras. Me hacía ver ciudades asediadas, como si gente extranjera quisiera invadir Italia; todos emitían un grito de dolor y espanto, quién se escondía. Y Jesús todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué tristes tiempos, pobre Italia, ella misma se va preparando el desembarco para perecer, mucho le he dado, la he favorecido más que a todas las otras naciones, y en correspondencia me ha dado más amarguras”.
(3) Y yo quería pedirle que se aplacase vertiendo en mí sus amarguras, pero ha desaparecido.

+ + + +

10-30
Octubre 10, 1911

Jesús la atrae a hacer su Querer.

(1) Me siento morir por el dolor y voy repitiendo frecuentemente mi estribillo: “Pobres hermanos míos, pobres hermanos míos”. Jesús ha acrecentado mi dolor haciéndome ver la tragedia de la guerra; cuánta sangre parecía que se derramaba y se derramará. Jesús parecía inexorable y decía:
(2) “No puedo más, quiero terminar con esto, tú harás mi Querer, ¿no es verdad?”
(3) “Cierto, como Tú quieras, ¿pero puedo acaso olvidar que son tus hijos salidos de tus mismas manos?”
(4) Y Jesús: “Pero estos hijos me hacen sufrir mucho, y no sólo quieren matar a su propio Padre, sino que se quieren volver homicidas de ellos mismos. Si tú supieras cuánto me hacen sufrir, tú te uniformarías Conmigo”.

(5) Y mientras esto decía, parecía que me ataba las manos y me estrechaba Consigo, y me sentía tan transformada en su Querer, que perdía la fuerza de hacerle violencia, y ha agregado:
(6) “Así está bien, toda en mi Voluntad”.
(7) Yo, viendo mi inhabilidad y al mismo tiempo la tragedia, he roto en llanto y decía: “Mi Jesús, ¿cómo harán? No hay medios para salvarlos, salva al menos sus almas, ¿quién podrá resistir? Al menos llévame a mí primero”.
(8) Y Jesús: “¿Has visto? Si tú continúas llorando Yo me voy y te dejo sola, también tú quieres afligirme. Yo salvaré a todos aquellos que están dispuestos, por eso no llores, te daré sus almas, estate contenta. ¿Tal vez no puedo llevarte más al Cielo, y será por lo que tanto te afliges? ¿Sabes tú por qué no te llevo?”
(9) Y como yo continuaba llorando, Jesús hacía como que se retiraba, y yo he debido gritar fuerte diciéndole: “Jesús, no me dejes, que no lloro más”.

+ + + +

10-31
Octubre 11, 1911

El verdadero amor está en la unión de los quereres.
Jesús no sabe negar nada a quien lo ama.

(1) Continúa mi siempre amable Jesús viniendo por poco tiempo, pero siempre con el estribillo de hacer que sucedan tragedias, y no sólo eso, sino de hacer invadir a Italia por personas extranjeras. Si esto sucede, grandes ¡ay! habrán para Italia. Entonces decía a Jesús: “La guerra, las guerras, los terremotos, las ciudades destruidas, y ahora quieres agregar también esto, quieres adentrarte demasiado, ¿pero quién podrá resistir?”
(2) Y Jesús: “Ah, hija mía, es necesario, es necesario. Tú no comprendes bien a qué excesos ha llegado el hombre, y de todas las clases, sacerdotes, religiosos, ¿quién los purgará? ¿No es bueno servirme de gente extranjera para purificar todas las cosas y hacerlos bajar la cabeza altanera y soberbia?
(3) Y yo: “No lo puedes hacer, al menos esto de hacer venir a los extranjeros, te venceré con mi amor, ¡pero qué digo! Más bien con tu amor. ¿No has dicho Tú mismo que no sabes negar nada a quien te ama?”
(4) Y Jesús: “¿Quieres vencerme? Parece que me quieres combatir, ¿pero no sabes que el verdadero amor está en la unión de los quereres?”
(5) Y yo animándome de más he dicho: “Cierto, en todo unida con tu Querer, pero no en esto, aquí entra el daño a los otros, combatiremos pero no vencerás”.
(6) Y Jesús: Bravo, bravo, quieres combatir Conmigo”.
(7) Y yo: “Mejor combatir Contigo que con cualquier otro, porque Tú solo eres el bueno, el santo, el amable, que tomas cuidado de tus hijos”.
(8) Y Jesús: “Ven un poco junto Conmigo, vayamos a ver”.
(9) Y yo: “No quiero ir, no quieres darme nada, ¿qué voy a hacer?” Pero después nos hemos ido y ¿quién puede decir los males que se veían y las razones por la que Jesús quiere casi destruirnos? Son tantos que no sé por donde comenzar, por eso mejor pongo punto.

+ + + +

10-32
Octubre 12, 1911

Habla de los castigos.

(1) Continúa haciéndose ver por instantes, pero en actitud de atraer tanto mi querer hacia Él, que me sentía casi como si yo quisiera los castigos, ¡qué pena! Parece que me ha hecho sufrir un poquito diciéndome.
(2) “Las cosas serán graves, este tu pequeño sufrir sirve para contentarte y para mantener mi palabra de perdonar en parte”.
(3) Y yo: “Gracias ¡oh! Jesús, pero no estoy contenta, espero vencerte y aplacarte, porque por las noticias que se oyen de la guerra, parece que Italia vence, así que venciendo Italia no se llegará jamás a ese punto de que los extranjeros puedan invadirla”.
(4) Y Jesús: “¡Ah, hija mía, cómo se engañan! Permitiré que los primeros triunfos los hagan cegarse, y el enemigo le tramará su derrota. Las cosas no se resuelven aún, los triunfos que dicen son sin combatir, por eso sin seguridad”.
(5) Y yo: “Ah, lo he visto Jesús, tenme contenta, aplácate”.
(6) Y Él: “¡Ah, hija mía, hija mía!”

+ + + +

10-33
Octubre 14, 1911

El todo está en el amor. Cómo es escaso el número de aquellos que funden su vida toda en el amor.

(1) Mi siempre amable Jesús se hacía ver como queriendo dormir dentro de mí, y yo distrayéndolo le he dicho: “Jesús, ¿qué haces? No es tiempo de dormir, los tiempos son tristes y se necesita mucha vigilia, o qué, ¿quieres hacer que suceda hoy alguna cosa grave?”
(2) Y Jesús: “Déjame dormir, porque siento necesidad de ello, y tú reposa junto Conmigo”.
(3) Y yo: “No Señor, Tú sufres mucho y te es necesario el reposo, yo no”.
(4) Y Él: “Entonces Yo duermo y tú detén el peso del mundo, ¿a ver si lo haces?”
(5) Y yo: “Ciertamente que por mí no lo haré, pero junto Contigo sí, del resto, ¿no es el amor para Ti más que el reposo? Yo quiero amarte mucho, mucho, pero con tu amor, para poder darte el amor de todos; con el amor te aliviaré todo dolor, te haré olvidar todos los disgustos, supliré a todo lo que las criaturas deberían hacer, ¿no es verdad ¡oh! Jesús?”
(6) Y Él: “Es verdad lo que tú dices, pero el amor es también justo. ¡Oh, cuán escaso es el número de aquellos que funden toda su vida en el amor! Te recomiendo hija mía, haz conocer a todos aquellos que puedas que el todo está en el amor, la necesidad del amor, y que todo lo que no es amor, aunque sean cosas santas, en lugar de hacerles caminar hacia delante los hacen ir hacia atrás; tú misión sea enseñar la verdadera vida de amor, que es donde está todo lo bello de las criaturas y todo lo más bello que me pueden dar”.
(7) Y yo: “Cuánto se necesita para hacerlos comprender eso, a algunos les parece extrañeza que el todo esté en el amor, y que amando, el amor asume el empeño de hacerlas similares a Ti que eres todo amor, pero haré todo cuanto pueda”. En eso veía a Jesús que quería retirarse, y yo: “No me dejes, ¿ahora que estamos hablando de amor quieres retirarte? El amor te agrada tanto”. Pero después de un poco ha desaparecido.
(8) Agrego que el día 11 había dicho a Jesús: “O me tendrás en la cruz o te tendré en la cruz”. Y como Jesús me había hecho ver que Él llevaba un ataúd todo negro sobre la espalda, Él todo curvado bajo de aquel ataúd me dijo:
(9) “Este ataúd es Italia, no resisto más el llevarla, me siento aplastar bajo su peso”.
(10) Y parecía que levantándose, el ataúd se tambaleaba e Italia recibía una terrible sacudida”.

+ + + +


10-34
Octubre 15, 1911

Pide a Jesús que incendie a todos en amor.

(1) Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver quemándose de amor, el aliento que le salía era tan ardiente, que parecía que fuera suficiente para quemar a todos de amor si lo quisiera, entonces le he dicho: “Jesús, mi amor, cómo es ardiente tu aliento, quema a todos, da amor a todos, especialmente a aquellos que lo quieren”.
(2) Y Él: “Quema tú a todos aquellos que se acercan a ti”.
(3) Y yo: “¿Cómo puedo quemarlos si no estoy quemada yo?” Y en ese momento parecía que quería hablar de castigos, y yo. “Quieres comportarte como impertinente, ahora no, después se pensará en eso”. Entonces parecía que los santos rogaban a mi dulce Jesús para ver si me podían llevar con ellos al Cielo, y yo: “Mira Jesús como son buenos los santos que me quieren llevar con ellos, y Tú no, no que no seas bueno, pero no eres bueno conmigo porque no me llevas. ¡Oh, cómo todos son crueles, crueldad mayor que ésta no se puede dar, que me quieren tener atada a la tierra!” Jesús se ha retirado dejándome amargada.

+ + + +

10-35
Octubre 16, 1911

Más amenazas de hacer que Italia sea invadida por los extranjeros, y ella se enoja con Jesús.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús amenazaba fuerte con hacer invadir a Italia por gente extranjera, y yo disgustándome con Él he dicho: “Quieres hacer propiamente como impertinente, dices que me quieres mucho y no quieres contentarme en nada, y bravo por Jesús, ¿esto es lo mucho que me quieres?”
(2) Y Jesús: “Para hacerte ver que te quiero mucho, por amor tuyo perdonaré tu pueblo,
¿no estás contenta?”
(3) Y yo gritando fuerte: “No Señor, no lo puedes hacer”.
(4) Y Jesús: “Qué ¿te enojas?”
(5) Y yo: “Sí, hoy quedo enojada Contigo”. Y ha desaparecido. Pero yo espero que se aplaque. Y parecía que me ataba fuertemente a Él para hacerme hacer su Querer.

+ + + +

10-36
Octubre 17, 1911

Jesús toma más gusto del amor del alma viadora que del de los santos.

(1) Mi dulcísimo Jesús parece que ha venido un poco más de lo acostumbrado. Parecía que tenía la corona de espinas, y yo, quitándosela la he clavado en mi cabeza, pero después de un poco, mirando a Jesús lo veía de nuevo coronado de espinas:
(2) “Y Jesús: “Mira hija mía cómo me ofenden, una corona me has quitado y otra más me han tejido, no me dejan libre, continuamente me tejen coronas de espinas”.
(3) Y yo nuevamente se la he quitado, y Jesús complaciéndose se ha acercado a mi boca y ha vertido un poco de licor dulcísimo, y yo: “Jesús, ¿qué haces? Tú estás lleno de amarguras, ¿y a mí me das dulzuras? Esto no conviene”.

(4) Y Jesús: “Déjame hacer a Mí, también tú tenías necesidad de ser confortada, es más, quiero que tomes un poco de reposo en mi corazón”.
(5) ¡Oh, cómo se estaba bien! Después me ha puesto fuera, y yo: ¿Por qué me pones fuera? Estaba tan bien en tu corazón, ¡cómo era bello!”
(6) Y Jesús: “Cuando te tengo dentro de Mí te gozo Yo solo, cuando te pongo fuera te gozan todos, y tú puedes tomar la defensa de tus hermanos, puedes perorar, puedes hacer que los perdone, tan es verdad, que los santos dicen que Yo te contento más a ti que a ellos, que tomo más gusto de tu amor que del de ellos, y Yo les digo que esto lo hago con amor y con justicia, porque contigo puedo dividir mis penas, con ellos no, pues tú siendo viadora puedes tomar las penas de otros y las mías sobre de ti, y con eso tienes la fuerza para desarmarme, a menos que Yo no quisiera, como ayer que te até fuertemente los brazos para hacer que no te opusieras a mi Querer, mientras que ellos, estas armas no las tienen más en su poder, tanto, que cuando debo castigar me escondo de ti, pues me puedes hacer alguna fuerza, de ellos no me escondo”.
(7) Y yo: “Cierto, cierto ¡oh! Jesús que debes tomar más contento de mi amor que del de ellos, porque su amor es de habitantes del Cielo, te ven, te gozan continuamente y están absorbidos en tu Santísimo y Divino Querer, todos se han perdido en Ti, por eso, ¿qué gran cosa es su amor, recibiendo vida continua de Ti? Mientras que yo, pobrecita de mí, que sólo tus privaciones me dan muerte continua”.
(8) Y Jesús: “Pobre hija mía, tienes razón”.

+ + + +

10-37
Octubre 18, 1911

Jesús juega con el alma.

(1) Esta mañana mi dulcísimo Jesús se hacía ver en actitud de ponerme el dedo en la boca, casi como si quisiera que alzara la voz para hablarle, y me decía:
(2) “Hazme un canto de amor, quiero distraerme un poco de lo que me hacen las criaturas, háblame de amor, alíviame”.
(3) Y yo: “Házmelo Tú primero, que de Ti aprenderé para hacértelo yo”. Y Jesús me decía tantas cosas de amor, y agregaba, ¿quieres jugar? Y yo: “Sí”. Y parecía que tomase una flecha de dentro de su corazón y la mandase al mío, yo me sentía morir de dolor, y de amor me contorsionaba.
(4) Y Jesús: “Yo te la he hecho, házmela tú a Mí”.
(5) Y yo: “No sé qué poner para hacértela, me debo servir de la tuya”. Y así he tomado su flecha y la he lanzado dentro de su corazón, y Jesús quedaba herido y desfallecía, y yo lo sostenía entre mis brazos, ¿pero quién puede decir todos lo que hacíamos?
(6) Ahora, cuando estaba en lo mejor ha desaparecido sin ni siquiera ayudarme a volver, me parecía que me quería ayudar el ángel, y yo: “No, quiero a Jesús, ángel mío, llámalo, llámalo, de otra manera aquí me estoy”. Y gritaba fuerte: “Ven, ven ¡oh! Jesús”. Y parecía que Jesús venía, lo he vencido; bravo por Jesús, y así ayudándome a volver me ha dicho:
(7) “Tú ofendes al ángel”.
(8) Y yo: “No es verdad, quiero todo de Ti, y además él lo sabe, que entre todos yo te debo querer mucho a Ti”. Jesús ha sonreído y ha desaparecido.

+ + + +


10-38
Octubre 19, 1911

El amor de la tierra deja más contento a Jesús, porque el amor del Cielo es suyo, en cambio de aquél
de la tierra quiere hacer adquisición.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús quería huir de mí, y yo lo he estrechado fuertemente entre mis brazos, Jesús quería soltarse y yo le he dicho:
(2) “Tú me enseñas, anteayer Tú me ataste fuerte, de modo que no era capaz de hacer un movimiento, y yo te dejé hacer. Ahora estate quieto, déjame hacer, quiero hablarte al oído, mucho más que no siento ganas de gritar, porque parece que en estos días pasados tenías ganas de hacerme gritar, fingiendo, al hacerte el sordo de no entenderme, y yo era obligada a repetir y a gritar para hacerme entender, yo no sé, cada vez haces algo nuevo”.
(3) Y Jesús: “Yo estaba ensordecido por las ofensas de las criaturas, y para distraerme y aliviarme quería oír tu voz amorosa y fingía no oír. ¡Ah, tú no sabes qué eco de maldiciones me viene de la tierra! Las voces de amor, de alabanzas, etc., rompen este eco pestilente y me alivian un poco”.
(4) Mientras estaba en esto me parecía que venía la Mamá, y yo: “¡Oh, la Mamá, la Mamá, ven ¡oh! Jesús, ¡oh!, la Mamá!”
(5) Y Ella: “Ama mucho a Jesús, tenlo contento, el amor es su felicidad”.
(6) Y yo: “Parece que de algún modo está contento, hago cuanto puedo por amarlo; pero me parece que Tú puedes tenerlo más contento que yo”.
(7) Y Ella: “Hija mía, el amor del Cielo es suyo, del amor de la tierra quiere hacer adquisición, he aquí por qué de esta parte tú puedes volverlo más contento amándolo, y mucho más sufriendo”.
(8) Y yo: “Si supieras, ¡oh! Mamá mía cuánto me hace sufrir, me deja, llega a negarme los sufrimientos para castigar, escucha qué me dijo anteayer, que quiere hacer venir gente extranjera a Italia, ¿cuánta ruina no harán? Propiamente quiere hacer impertinencias, y para hacerme ceder a su Voluntad me ató fuertemente”.
(9) Y Jesús: “Qué, ¿me acusas?”
(10) Y yo: “Ciertamente debo acusarte con la Mamá, porque Ella te confía a mí encomendándome que esté muy atenta para no dejarte mandar castigos, y me dijo que fuera aun osada en desarmarte; ¿no es verdad Mamá?”.
(11) Y Ella: “Sí, es verdad, y quiero que continúes, porque castigos graves están preparados, por eso ámalo mucho, porque el amor al menos lo endulzará”.
(12) Y yo: “Haré cuanto pueda, siento que lo amo sólo a Él, tanto que sin Ti sé estar, pero sin Jesús no, y Tú no te disgustas por esto, ¿no es verdad? Porque lo sabes y lo quieres, que entre todos debo amar más a Jesús”.
(13) Y la Mamá parecía contenta.

+ + + +

10-39
Octubre 20, 1911

Jesús llora y quiere ser consolado. Nuevas amenazas para Italia.

(1) Mi adorable Jesús daba compasión, lloraba mucho, apoyaba su rostro sobre el mío y sentía sus lágrimas sobre mí. Yo, viéndolo llorar lloraba también y le decía: “¿Qué tienes, oh Jesús, que lloras? Te ruego que no llores, vierte sobre mí tus penas, hazme tomar parte de tus amarguras, pero no llores porque me siento morir por el dolor. Pobre Jesús, ¿qué te han hecho?” Y lo acariciaba, lo besaba para calmarle el llanto.

(2) Y Jesús: “Ah hija mía, tú no sabes cuánto me hacen, si tú lo vieras morirías por el dolor. Tú dices que no debo hacer venir a los extranjeros, pero por lo que están haciendo ellos mismos me están arrancando este castigo, ellos me han arrancado el flagelo de la guerra, ellos me han arrancado el castigo de que les destruyese las ciudades, por eso hija mía, paciencia”.
(3) Y yo: “Al verte llorar me siento rotos los brazos y no sé decirte que no lo hagas, sólo te digo que me lleves a mí primero, porque estando en el Cielo pensaré como aquellos del Cielo, pero estando en la tierra no pensaré como ellos, y por eso no puedo resistir ver todo esto”. Entonces parecía que era tanto el dolor de Jesús y la necesidad de que alguien lo aliviase, que se ha estado casi siempre junto conmigo, y yo ahora le hablaba de amor, ahora lo reparaba, ahora rogábamos juntos, ahora le veía la cabeza para ver si tenía la corona de espinas para quitársela. Jesús tenía deseos de estarse conmigo, todo se dejaba hacer; eran tantos los pecados que se cometían que no quería ir en medio a las gentes. Después ha vertido un poco de licor dulce diciéndome:
(4) “También tú tienes necesidad de ser confortada”.
(5) ¡Oh, cómo es bueno Jesús!

+ + + +

10-40
Octubre 23, 1911

Debemos hacer que la vida de nuestro corazón sea toda amor, porque Jesús quiere tomar alimento de dentro del corazón.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús ha venido, pero quién puede decir cuánto sufría. Parece que siente en Sí todas las penas de las criaturas, y son tantas que busca alivio y consuelo. Ahora, después de haberlo tenido conmigo en silencio, yo para consolarlo le decía mis locuras de amor, agregando besos y caricias, así parecía que se aliviase y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, haz que la vida de tu corazón sea toda de amor, no hagas que entre otra cosa, porque Yo quiero tomar alimento de dentro de tu corazón, y si no encuentro todo amor, para Mí no será alimento sabroso. En cuanto a las otras partes de ti, les podrás dar a cada una su oficio, esto es, a la mente, a la boca, a los pies, a todos tus sentidos, a quien le darás la adoración, a quien la reparación, a quien las alabanzas, el agradecimiento y todo lo demás, pero del corazón quiero sólo amor”.

+ + + +

10-41
Octubre 26, 1911

Jesús tiene necesidad de desahogo en el amor, y los desahogos de amor los puede hacer sólo con quien lo ama y es todo amor por Él.

(1) Continúa haciéndose ver, pero que quiere esconderse en mí para no ver los males de las criaturas. Parecía que me encontraba fuera de mí misma, veía hombres venerables, todos consternados que hablaban de la guerra y temían fuertemente. Después se dejaba ver la Reina Mamá, y yo: “Bella Mamá mía, ¿qué será de la guerra?”
(2) Y Ella: “Hija mía, reza, ¡oh, cuántos ay! Reza, reza hija mía”.
(3) Yo he quedado consternada y rogaba al buen Jesús, pero parece que no me quiere hacer caso, más bien parece que ni siquiera quiere que se hable de esto, parece que sólo

quiere consuelo, y consuelo de amor; en vez de derramar amarguras derrama dulzuras, y si se le dice: “Tú estás lleno de amarguras; ¿y en mí viertes las dulzuras?” Jesús dice:
(4) “Hija mía, las amarguras las puedo desahogar con todos, pero los desahogos de amor, las dulzuras, sólo las puedo verter en quien me ama y es todo amor por Mí. ¿No sabes tú que también el amor es necesidad en Mí, y que tengo necesidad de él más que de todo?”

+ + + +

10-42
Noviembre 2, 1911

Jesús le da un corazón de luz, y le dice que hará todo por medio de este corazón.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me lamentaba con Él de que venía brevemente, y que no me daba tiempo de decirle nada de las tantas necesidades que hay, con la añadidura de que al venir, ahora me estrecha fuerte, ahora me transforma tanto en su Voluntad que no me deja ni siquiera un pequeño espacio para poder perorar por sus criaturas, y Jesús me ha dicho:
(2) “Pero hija mía, siempre quieres saberlo todo, está bien, te lo digo. Las cosas serán graves, gravísimas, he ahí todo el por qué, y si me pusiera en confianza contigo, tú me atarías y no me dejarías hacer nada, en cambio debes tener paciencia y por ahora Yo te ataré a ti”.
(3) Después ha tomado un corazón de luz y me lo ha puesto dentro de mi interior agregando:
(4) “Amarás, hablarás, pensarás, repararás, todo lo harás por medio de este corazón”.

+ + + +

10-43
Noviembre 18, 1911

En qué consiste la verdadera crucifixión. La crucifixión exterior duró apenas tres horas, pero la crucifixión de todas las partículas de su Ser, y la crucifixión de su voluntad humana en la
Voluntad del Padre, le duró toda la Vida.

(1) Lamentándome con Jesús de sus privaciones, especialmente en estos días en que ni siquiera me hacía ver nada, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, aquí estoy en tu corazón, y si no te hago ver nada es porque he dejado el mundo en poder de sí mismo, y habiéndome retirado Yo de ellos, te he retirado también a ti, y por eso en estos días no ves lo que sucede, pero para ti estoy siempre atento a ver y escuchar que quieres, ¿me has pedido acaso alguna cosa? ¿Has tenido necesidad de mis enseñanzas y no te he hecho caso? Más bien te estoy asistiendo tanto, que te he puesto en condición de no sentir necesidad de nada, tu única necesidad es mi Querer y que se cumpla en ti la consumación del amor. Mi Voluntad es como un resorte, y por cuanto más el alma penetra dentro de mi Querer, tanto más este resorte de mi Voluntad se amplía, y el alma toma más parte en todos mis bienes, así que en este período de tu vida te quiero toda atenta a formar la perfecta consumación de ti en el amor”.
(3) Y yo: “Pero dulce amor mío, yo temo mucho por mi estado presente, mi amor, ¡qué cambio! Tú lo sabes, también el sufrir me ha dejado, parece que tiene miedo de venir a mí,
¿no es esta una señal funesta?”

(4) Y Jesús: “Lo que tú dices es falso hija mía, si Yo no te tuviera como atada tú te levantarías, ¿qué significa ese no poder moverte por ti misma? ¿Tener necesidad de los demás en tus cosas? ¿No significa acaso que te tengo atada? Habiéndote liberado de las ataduras de mi presencia, mi amor usa otros artificios para tenerte atada Conmigo, y debes saber que la verdadera crucifixión no consiste en ser crucificada en las manos y pies, sino en todas las partículas del alma y del cuerpo, así que ahora te tengo más crucificada que antes. Para Mí, ¿cuánto duró la crucifixión exterior en las manos y pies? Apenas tres horas, pero la crucifixión de todas las partículas de mi Ser, y la crucifixión de mi voluntad en la Voluntad del Padre me duraron toda la vida. ¿No quieres tú imitarme también en esto? ¡Ah! si Yo te quisiera liberar en verdad, tú quedarías bien, como si no hubieras estado en la cama ni siquiera un día. Pero te prometo que volveré pronto”.

+ + + +

10-44
Diciembre 14, 1911

La palabra de Jesús es sol, nutre la mente y sacia el corazón de amor.

(1) Continúo con mis días amarguísimos pero resignada al Querer de Dios. Mi siempre amable Jesús, si se hace ver, es siempre afligido y taciturno, parece que no me quiere prestar atención. Esta mañana, haciéndose ver, me ponía dos aretes, tan brillantes que parecían dos soles, y después me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, para quien está toda atenta a escucharme, mi palabra es sol que no sólo alegra el oído, sino que nutre la mente y sacia el corazón de Mí y de mi amor. ¡Ah!, no se quiere comprender que toda mi intención es de tenerlos a todos ocupados en Mí, sin poner cuidado en otra cosa. Mira a aquella, señalando a una persona, con ese modo que examina todo, pone atención a todo, se impresiona de todo, hasta de los excesos y también de las cosas santas, no es otra cosa que un vivir fuera de Mí, y a quien vive fuera de Mí, por necesidad le viene que se siente mucho a sí misma, cree hacerme honor, pero es todo lo contrario”.

+ + + +

10-45
Diciembre 21, 1911

La Divina Voluntad es Sol, y quien vive del Querer Divino se vuelve sol.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, y poniéndose frente a mí me miraba toda, esas miradas me penetraban dentro y fuera y yo quedaba toda luz, y por cuanto más me miraba tanto más resplandecía, y a través de esta luz Él miraba a todo el mundo, y después de haberme mirado fijamente me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es Sol, y quien vive de mi Querer se vuelve sol, y Yo, sólo a través de este sol miro el mundo y vierto gracias y beneficios para provecho de todos. Si no estuviera este Sol de mi Querer en alguna alma, la tierra se volvería extraña para Mí y rompería cualquier comunicación entre la tierra y el Cielo, así que el alma que hace perfectamente mi Voluntad, es como sol en el mundo, con esta diferencia, que el sol material hace bien, da luz y hace bien material; en cambio el Sol de mi Voluntad en el alma consigue gracias espirituales y temporales, y da luz a las almas. Hija mía, que lo que más te interese sea mi Querer, mi Querer sea tu vida, tu todo, también en las cosas más santas,

hasta en mi misma privación. Tú, ciertamente no me darás este disgusto de alejarte, aun por poco, de mi Voluntad, ¿no es verdad?”
(3) Yo he quedado maravillada y ha desaparecido. Y pienso entre mí qué quiere decir este hablar de Jesús, ¡ah! tal vez me quiere hacer alguna de las suyas, o sea privarme de Él, ah, sea siempre bendito y adorado su Santísimo Querer”.

+ + + +

10-46
Enero 5, 1912

Jesús se vuelve deudor del alma. Efectos de la oración continua.

(1) Habiendo leído en mis escritos que cuando el bendito Jesús nos priva de Él se hace nuestro deudor, yo pensaba entre mí: “Si Jesús lleva cuenta de todas las privaciones, los disgustos, los berrinches, que hago especialmente en estos tiempos, ¿quién sabe cuántas deudas ha contraído conmigo? Pero temo que no siendo Voluntad suya mi estado, en vez de hacerlo deudor me vuelva yo deudora”. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Estoy propiamente para mirar qué haces tú, si te apartas, si cambias sistema; mientras no te separes, está segura de que siempre hago firma de nuevos débitos, tu espera, tu tolerancia y perseverancia me suministran el pagaré donde poner mi firma, pero si esto no hicieras, primero no tendría donde poner mi firma; segundo tú no tendrías ningún documento en la mano para rescatar estas deudas, y queriendo tú exigir, te respondería franco: “No te conozco, ¿dónde están los documentos que muestren que Yo soy tu deudor?” Y tú quedarías confundida. Es verdad que Yo me hago deudor cuando privo de mi presencia, de la gracia sensible, pero cuando esto lo dispone mi sabiduría y ellos no me dan ocasión de privarlas de Mí; pero cuando ellos me dan la ocasión, o que privándolos de Mí no me son fieles, no me esperan, entonces en lugar de hacerme deudor Yo, ellos se hacen deudores. Yo, si contraigo deudas tengo con qué pagar y permanezco siempre el que soy, pero si las contraes tú, ¿cómo me pagarás? Por eso permanece atenta en tu puesto, a tu estado de victima, como quiera que te tenga, si es que quieres hacerme tu deudor”.
(3) Yo le he dicho: “¿Quién sabe, ¡oh! Jesús, cómo estará el padre, porque hoy no se sentía bien, y no me he acordado de él para pedirte de continuo como hice anteayer”.
(4) Y Jesús: “Continúa estando más aliviado, porque cuando tú me pides de continuo, Yo siento la fuerza de la oración y casi me impide el hacerlo sentir más sufriente, con el tiempo, cesando esta oración continua, esta fuerza va perdiéndose y Yo quedo libre de hacerlo sufrir más”.

+ + + +

10-47
Enero 11, 1912

El amor quiere la correspondencia del amor.

(1) Habiendo recibido la comunión, mi siempre amable Jesús se hacía ver en todo mi alrededor, y yo en medio, como dentro de un túnel; Jesús era el túnel y yo la nada que me estaba en medio de este túnel. Ahora, ¿quién puede decir lo que yo experimentaba en ese túnel? Me sentía inmensa, sin embargo de mí no existía más que la nada, sentía que Jesús me infundía su aliento, sentía este su aliento en torno a mí y por todas partes, pero no tengo palabras para expresarme, soy demasiado ignorante, lo he escrito sólo por obedecer. Después Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, ve cuánto te amo y cómo te tengo custodiada dentro de mi túnel, esto es, dentro de Mí, así deberías tenerme tú custodiado y reparado dentro de ti. El amor quiere la correspondencia del amor para poder tener el gusto de hacer una sorpresa mayor de amor, por eso no salgas jamás de dentro de mi amor, de dentro de mis deseos, de dentro de mis obras, de dentro de mi todo”.

+ + + +

10-48
Enero 19, 1912

Jesús ata los corazones para unirlos Consigo y hacer que pierdan todo lo que es humano.
La ingratitud humana.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver con una cuerda en la mano, y con ella iba atando los corazones y los estrechaba fuertemente a Él, de manera que hacía que no se sintieran más a ellos mismos, sino que sintieran en todo a Jesús. Los corazones, sintiéndose tan apretados se debatían, y mientras se debatían se aflojaba el nudo que Jesús les había hecho, pensando que el no sentirse más ellos mismos era una perjuicio para ellos. Jesús todo afligido por este obrar de las almas me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿has visto cómo las almas vuelven vanas mis ternuras de amor? Yo voy atando los corazones para unirlos tanto Conmigo, de hacerles perder todo lo que es humano, y ellos en lugar de dejarme hacer, viendo perdido lo que es humano pierden el aire, se afanan, se debaten y quieren también mirarse un poquito ellos mismos cómo son fríos, áridos, calientes. Con este mirarse ellos mismos, afanarse, debatirse, se afloja el nudo hecho por Mí y quieren estar Conmigo pero algo lejos, no estrechados en modo de no sentirse más ellos mismos, esto me aflige sobremanera y me impiden mis juegos de amor; y no te creas que son las almas que están lejos de ti, son también aquellas que te circundan, tú les harás entender bien este disgusto que me dan, y que si no se dejan estrechar por Mí hasta perder el propio sentir, jamás podré extender en ellos mis gracias, mis carismas, ¿has entendido?”
(3) Y yo: “Sí, ¡oh! Jesús, he entendido. Pobrecitos, si comprendieran el secreto que hay en tus estrecheces no lo harían, te dejarían hacer, más bien ellos mismos se empequeñecerían de más para hacer que aprietes más el nudo”. Mientras tanto yo me he hecho pequeña, pequeña, Jesús me ha estrechado, y yo en lugar de debatirme me he dejado apretar más fuerte, y conforme me estrechaba, así sentía la vida de Jesús y perdía la mía. ¡Oh, cómo me sentía feliz con la vida de Jesús! Podía amar de más y llegaba a todo lo que quería Jesús.

+ + + +

10-49
Enero 20, 1912

El amor cuando no une por las buenas, busca unir con las aflicciones, con los contrastes y aun con las santas maldades.

(1) Regresando mi siempre amable Jesús, se hacía ver que iba estrechando los corazones; y las almas resistiendo a estas estrecheces hacían que la gracia quedara inhabilitada, y Jesús tomaba esta gracia en su puño y la llevaba a aquellos pocos que se dejaban ceñir; me ha traído una buena parte también a mí. Yo al ver esto le he dicho: “Dulce vida mía, Tú eres tan bueno conmigo al darme parte de la gracia que los otros rechazan, sin embargo yo no advierto estrecheces, más bien me siento libre, y tanto, que

no sé ver ni la anchura, ni la altura, ni la profundidad de los confines en los cuales me encuentro”.
(2) Y Jesús: “Hija amada mía, mis estrechuras las advierte quien no dejándose atar muy bien por Mí, no puede entrar a vivir en Mí, pero quien se deja atar por Mí como Yo quiero, pasa a vivir en Mí, y viviendo en Mí todo es amplitud, estrecheces no existen más, la estrechez dura hasta que el alma tiene la paciencia de dejarse estrechar por Mí, hasta deshacer su ser humano, para vivir en la Vida Divina, y después, pasando a vivir en Mí, Yo la tengo al seguro, la hago espaciar en mis interminables confines, no tengo más necesidad de usar ataduras, más bien, muchas veces debo forzarlas para ponerlas un poco fuera, para hacerles ver los males de la tierra y hacerlas perorar con mayor ansia la salvación de mis hijos, y conseguirles el perdón por los merecidos castigos, y ellas se sienten como sobre espinas y me fuerzan porque quieren entrar en Mí, lamentándose de que no es para ellas la tierra. ¿Cuántas veces no lo he hecho contigo? He debido mostrarme indignado para hacerte estar un poco en tu lugar, de otra manera no habrías durado un minuto fuera de Mí, mi corazón sabe lo que he sufrido al verte fuera de Mí, agitarte, afanarte, llorar, mientras los otros hacen esto para no dejarse atar tú lo hacías por vivir en Mí, y ¿cuántas veces no tú misma te has enfadado por este mi obrar? ¿No recuerdas que también hemos estado en controversia?”
(3) Y yo: “¡Ah!, sí, lo recuerdo, precisamente anteayer estaba ya por enojarme porque me pusiste fuera de Ti, pero como te vi llorar por los males de la tierra, lloré junto Contigo y se me pasó el enojo; eres propiamente un pilluelo, ¡oh! Jesús, ¿pero sabes por qué eres pilluelo? Por amor. Para dar amor y para tener amor llegas a las diabluras, ¿no es verdad Jesús? Después de un enojo, de un disgusto, una aflicción que pasamos juntos, ¿no nos amamos de más?”
(4) Y Él: “Cierto, cierto, es necesario amar para poder comprender el amor, y el amor cuando no une por las buenas, busca unir con las aflicciones, con los contrastes y también con las santas maldades”.

+ + + +

10-50
Enero 27, 1912

El alma quiere estar oculta.

(1) Esta mañana Jesús me hacía ver a un alma que lloraba, pero parecía más bien llanto de amor; Jesús se la estrechaba y parecía que dentro de su corazón estaba una cruz, la cual, oprimiéndole el corazón le hacía sentir abandonos, frialdades, agonías, distracciones, opresiones, y el alma se debatía y alguna vez huía de los brazos de Jesús para ponerse a los pies, Jesús quería que en este estado resistiese a estarse en sus brazos diciéndole: “Si sabes resistir en este estado a estar en mis brazos, sin vacilar, esta cruz será tu santificación, de otra manera estarás siempre en un punto”.
(2) Yo al ver esto he dicho: “Jesús, ¿qué quieren de mí estos tales? Me parece que me quieren quitar la santa libertad y entrar en los secretos que hay entre Tú y yo”.
(3) Y Jesús: “Hija mía, si he permitido esto, de hacer oír alguna cosa de cuanto tú hablas Conmigo, ha sido por causa de su gran fe, y si no lo hiciera me sentiría como si los defraudase; que prueben los demás y verás que no te hago ni siquiera respirar”.
(4) Y yo: “Temo, oh Jesús, que también en esta hora no estamos solos, y si Tú las cosas las haces salir fuera, ¿donde estará mi ocultamiento en Ti? Escucha ¡oh! Jesús, te lo digo poco a poco, que mis locuras no quiero que salgan fuera, sólo Tú debes saberlas, porque sólo Tú conoces cuan loca y mala soy, tanto, que llego aun a hacer impertinencias Contigo, a hacer berrinches como si fuera una niña, ¿quién llega a tanto? Ninguno, sólo mis locuras, mi soberbia, mi gran maldad, y como veo que me quieres mucho, por eso yo para tener

más amor de Ti, continúo mis ridiculeces, no poniendo atención en nada más que en tu entretenimiento, ¿qué saben de esto los demás, ¡oh! amado Jesús?”
(5) “Hija mía, no te aflijas, Yo te lo dije, que tampoco Yo lo quiero habitualmente, a lo más una vez de cien”.
(6) Y casi para distraerme ha agregado:
(7) “Dime, ¿qué quieres decir a aquellos que están en el Cielo?”
(8) Y yo: “Por mí no sé decir nada a ninguno, sólo a Ti sé decir todo, así que por medio tuyo les dirás que obsequio y saludo a todos, a la dulce Mamá, a los santos y ángeles, mis hermanos, a las vírgenes, mis hermanas, y les dirás que recuerden a la pobre exiliada”.

+ + + +

10-51
Febrero 2, 1912

Cómo debe ser el alma víctima.

(1) Esta mañana habiendo ofrecido a un alma como víctima a Jesús, Él ha aceptado el ofrecimiento y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la 1a cosa que quiero es la unión de los quereres, debe abandonarse en mi Voluntad, debe ser el entretenimiento de mi Querer, estaré tan atento a mirar si todo lo que hace está conectado con mi Querer, especialmente si es voluntario, que de los involuntarios no llevaré cuenta, porque cuando me diga que quiere ser mi víctima, lo tendré como no dicho.
(3) 2°.- A la unión con mi Querer, agrega víctima de amor: Seré celoso de todo, el verdadero amor no es dueño de sí, sino que es propiedad de la persona amada.
(4) 3°.- Víctima de inmolación: Todo debe hacer en actitud de sacrificarse por Mí, aun en las cosas más indiferentes.
(5) A esto se agregará la víctima de reparación: De todo debe dolerse, repararme por todo, compadecerme por todo, y esto será el 4°.
(6) Si se comporta fiel en esto, entonces podré aceptarla víctima de sacrificio, de dolor, de heroísmo, de consumación. Recomiéndale fidelidad, si me es fiel todo está hecho”.
(7) Y yo: “Sí, te será fiel”.
(8) Y Él: “Veremos”.

+ + + +

10-52
Febrero 3, 1912

Si no se encuentra en un alma la pureza, el recto obrar y el amor, no puede ser espejo de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y poniéndome su santa mano bajo el mentón me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú eres el reflejo de mi gloria”.
(3) Después ha agregado: “En el mundo me son necesarios espejos donde ir a mirarme. Una fuente sólo puede servir como espejo para que las personas puedan mirarse, cuando la fuente es pura, pero no ayuda el que la fuente sea pura si las aguas son turbias; es inútil a aquella fuente el vanagloriarse de la preciosidad de las piedras en las cuales está fundamentada si las aguas son turbias; ni el sol puede hacer perpendiculares sus rayos para hacer aquellas aguas plateadas y comunicarles la variedad de los colores; ni las personas pueden mirarse en ellas. Hija mía, las almas vírgenes son la similitud de la pureza de la fuente, las aguas cristalinas y puras son el recto obrar, el sol que hace

perpendiculares sus rayos soy Yo, la variedad de los colores es el amor. Así que si no encuentro en un alma la pureza, el recto obrar y el amor, no puede ser mi espejo, estos son mis espejos en los cuales hago reflejar mi gloria, todos los demás, a pesar de que sean vírgenes, no sólo no me puedo mirar en ellos, sino que queriéndolo hacer no me reconozco en ellos. Y el signo de todo esto es la paz, por esto conocerás cuán escasos espejos tengo en el mundo, porque poquísimas son las almas pacíficas”.

+ + + +

10-53
Febrero 10, 1912

Señal para saber si uno ha dejado todo por Dios y ha llegado a obrar y amar todo divinamente.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto se ha hecho ver mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, para quien deja todo y obra por Mí, y ama todo divinamente, todas las cosas están a su disposición. Y la señal para saber si se ha dejado todo por Mí y ha llegado a obrar y a amar todo divinamente, es si en el obrar, en el hablar, en el rezar, en todo, no encuentra más obstáculos, disgustos, oposiciones, porque delante a esta potencia de obrar y amar divinamente, todos inclinan la cabeza y no se atreven ni siquiera a respirar. Yo, Padre benévolo, estoy siempre a guarda del corazón humano, y viéndolo irse de Mí, esto es, obrar y amar humanamente, le pongo las espinas, los disgustos, las amarguras, las cuales pinchan y amargan aquella obra y aquel amor humano, y el alma viéndose mortificada, descubre que aquel su modo no es divino, entra en sí misma y obra diversamente, porque las pinchaduras son los centinelas del corazón humano y le suministran los ojos para hacerle ver quién es quien la mueve: Dios o la criatura. En cambio cuando un alma deja todo, obra y ama todo divinamente, goza mi paz, y en lugar de tener los centinelas y los ojos de las pinchaduras, tiene el centinela de la paz que le aleja todo lo que la puede turbar, y los ojos del amor, los cuales ponen en fuga y queman a aquellos que quieren turbarla, por eso éstos se están en paz con respecto a aquella alma y le dan paz y se ponen a su disposición. Parece que el alma puede decir: “Ninguno me toca porque soy divina y soy toda de mi dulce amor Jesús; ninguno osa turbar mi dulce reposo con mi Sumo Bien, y si se atreve, con la Potencia de Jesús que es mía, lo pondré en fuga”.
(3) Parece que he dicho muchos disparates, pero Jesús ciertamente me perdonará, porque lo he hecho por obedecer, parece que me da el tema en palabras, pero yo siendo ignorante y niña no tengo capacidad de desarrollarlo”.

Deo Gratias.



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926


1
I. M. I.


Viva Jesús, viva María.

11-1

El adiós de la tarde a Jesús Sacramentado.

(1) ¡Oh Jesús mío! Prisionero celestial, ya el sol está en el ocaso y las tinieblas invaden la tierra, y Tú quedas solo en el tabernáculo de amor. Me parece verte triste por la soledad de la noche, no teniendo en torno a Ti la corona de tus hijos y de tus tiernas esposas, que al menos te hagan compañía en tu voluntario cautiverio.
(2) Oh mi prisionero divino, también yo siento que el corazón se me oprime por tener que alejarme de Ti, y me veo forzada a decirte adiós, pero qué digo, ¡oh Jesús!, nunca jamás adiós, no tengo ánimo de dejarte solo, adiós te digo con los labios pero no con el corazón, más bien mi corazón lo dejo junto Contigo en el sagrario, contaré tus latidos y te corresponderé, por cada uno, con un latido de amor; numeraré tus afanosos suspiros, y para darte consuelo te haré descansar en mis brazos; seré tu vigilante centinela, estaré atenta para ver si alguna cosa te aflige o te da dolor, no sólo para no dejarte nunca solo, sino para tomar parte en todas tus penas.
(3) ¡Oh, corazón de mi corazón! ¡Oh amor de mi amor! Deja ese aire de tristeza y consuélate, no resisto verte afligido. Mientras con los labios te digo adiós, te dejo mis respiros, mis afectos, mis pensamientos, mis deseos y todos mis movimientos, que enlazando entre ellos continuos actos de amor, unidos a los tuyos te formarán una corona, te amarán por todos. ¿No estás contento, ¡oh! Jesús. Parece que me dices que sí, ¿no es verdad?
(4) Adiós, ¡oh! amante prisionero, pero aún no he terminado, antes de irme quiero dejar también mi cuerpo ante Ti, intento hacer de mi carne, de mis huesos, tantos diminutos pedazos para formar tantas lámparas por cuantos sagrarios existen en el mundo, y de mi sangre hacer tantas llamitas para encender estas lámparas, y en cada sagrario quiero poner mi lámpara, que uniéndose a la lámpara del sagrario que te ilumina la noche, te dirá: “Te amo, te adoro, te bendigo, te ofrezco reparación y te doy las gracias por mí y por todos”.
(5) Adiós, ¡oh! Jesús, pero escucha una última cosa: “Hagamos un pacto, y el pacto sea que nos amemos más; Tú me darás más amor, me encerrarás en tu amor, me harás vivir de amor y me sepultarás en tu amor; estrechemos más fuertemente el vínculo del amor”. Sólo estaré contenta si me das tu amor para poder amarte de verdad.
(6) Adiós ¡oh! Jesús, bendíceme, bendice a todos, estréchame a tu corazón, aprisióname en tu amor, y dándote un beso en el corazón te dejo, adiós, adiós.

+ + + +


1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

11-2

Los buenos días a Jesús.

(1) ¡Oh Jesús mío! Dulce prisionero de amor, heme aquí Contigo de nuevo, te dejé con decirte “adiós”, y ahora vuelvo a Ti diciéndote: “Buenos días”. Me consumía el ansia de volverte a ver en esta prisión de amor para darte mis amorosos saludos, mis latidos afectuosos, mis respiros encendidos, mis deseos ardientes, y toda yo misma para infundirme toda en Ti y dejarme toda en Ti en perpetuo recuerdo y prenda de mi amor constante hacia Ti.
(2) ¡Oh, mi siempre adorable amor Sacramentado!, ¿Sabes? Mientras he venido para entregarme toda yo misma a Ti, he venido también para recibir de Ti todo Tú mismo, yo no puedo estar sin una vida para vivir, y por eso quiero la tuya, pues a quien todo da todo se le da, ¿no es cierto, ¡oh! Jesús? Así pues, hoy amaré con tu latido de amante apasionado, respiraré con tu respiro afanoso en busca de almas, desearé con tus deseos inconmensurables tu gloria y el bien de las almas; en tu latido divino correrán todos los latidos de las criaturas, las tomaremos todas, las salvaremos, no dejaremos que escape ninguna, aun a costa de cualquier sacrificio, aunque tenga que sufrir yo todas sus penas. Si Tú me echases de tu presencia, me arrojaré aún más adentro, gritaré más fuerte para implorar junto Contigo la salvación de tus hijos y hermanos míos.
(3) ¡Oh mi Jesús! Mi vida y mi todo, cuántas cosas me dice este voluntario cautiverio tuyo, pero el emblema con el cual te veo todo marcado es el emblema de las almas, y las cadenas que tan fuerte te atan son el amor. Las palabras almas y amor parece que te hacen sonreír, te debilitan y te obligan a ceder en todo, y yo, valorando bien estos tus excesos amorosos, estaré siempre en torno a Ti, y junto Contigo, con mi estribillo de siempre: “Almas y amor”. Por eso en este día te quiero a Ti, siempre junto conmigo, en la oración, en el trabajo, en los gustos y en los disgustos, en el alimento, en cada paso, en el sueño, en todo, y estoy segura que no pudiendo obtener nada por mí misma, Contigo obtendré todo, y todo lo que haremos servirá para aliviarte cada dolor, endulzarte cada amargura, repararte cualquier ofensa, compensarte por todo y conseguir cualquier conversión, aunque fuese difícil y desesperada. Iremos mendigando a todos los corazones un poco de amor para hacerte más contento y más feliz, ¿no está bien así, ¡oh! Jesús?
(4) ¡Oh amado prisionero de amor, átame con tus cadenas, séllame con tu amor! ¡Ah!, muéstrame tu bello rostro. ¡Oh Jesús, qué hermoso eres!, Tus cabellos rubios atan y santifican todos mis pensamientos; tu frente calmada y serena en medio de tantas afrentas, me da la paz y me deja en la más perfecta calma, aun en medio de las más grandes tempestades, en medio de tus mismas privaciones, y de tus caprichos que me cuestan la vida. ¡Ah! Tú lo sabes, pero sigo adelante, esto te lo dice el corazón que te lo sabe decir mejor que yo. ¡Oh amor! tus bellos ojos azules, refulgentes de luz divina me raptan al Cielo y me hacen olvidar la tierra, pero, ¡ay de mí! con sumo dolor mío se prolonga mi destierro todavía. Pronto, pronto, ¡oh Jesús! Sí, eres bello oh Jesús, me parece verte en ese tabernáculo de amor, la belleza y majestad de tu rostro me enamora y me hace vivir en el Cielo; allá, tu boca graciosa me da sus besos en cada momento; tu voz suave me llama e invita a amarte en cada momento, tus rodillas me sostienen, tus brazos me estrechan con vínculo indisoluble, y yo mil y mil veces pondré mis besos ardientes sobre tu rostro adorable. Jesús, Jesús, sea uno nuestro querer, uno el amor, único nuestro contento, no me dejes nunca sola que soy nada, y la nada no puede estar sin el Todo, ¿me lo prometes,
¡oh! Jesús? Parece que me dices que sí. Y ahora bendíceme, bendice a todos, y en compañía de los ángeles, de los santos, y de la dulce Mamá y de todas las criaturas te digo: “Buenos días, ¡oh! Jesús, buenos días”.

+ + + +

(5) Ahora, después de haber escrito las oraciones anteriores bajo el influjo de Jesús, en la noche al venir Jesús me hacía ver que el adiós y el buenos días los tenía conservados en su corazón, y me ha dicho:
(6) “Hija mía, estas oraciones han salido del fondo de mi corazón, y quien las rece con la intención de estarse Conmigo, como está expresado en ellas, Yo lo tendré Conmigo y en Mí haciendo lo que hago Yo, y no sólo los enfervorizaré en mi Amor, sino que cada vez que lo haga aumentaré mi amor hacia el alma, admitiéndola a la unión de la vida divina y de mis mismos deseos de salvar a todas las almas”.
(7) Quisiera a Jesús en la mente, a Jesús en los labios, a Jesús en mi corazón, quisiera mirar sólo a Jesús, escuchar sólo a Jesús, estrecharme sólo con Jesús, quiero hacer todo junto con Jesús, amar con Jesús, sufrir con Jesús, jugar con Jesús, llorar con Jesús, escribir con Jesús, y sin Jesús no quiero ni siquiera respirar, me estaré como una bebita llorona sin hacer nada, a fin de que Jesús venga a hacer todo junto conmigo, contentándome con ser su juguete, abandonándome a su Amor, a sus castigos, a sus cruces y a sus amorosos caprichos siempre y cuando todo lo haga junto con Jesús.
¿Sabes ¡oh! mi Jesús? Esta es mi voluntad y no me cambiaré, ¿lo has oído? Así que ahora ven a escribir conmigo.

+ + + +

11-3
Febrero 14, 1912

Jesús dice que en su Voluntad, todas las cosas tienen el mismo valor y habla de su Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido y le he dicho: “Dime, ¡oh! Jesús, ¿cómo es que después de que has dispuesto al alma a sufrir, y de que ella conociendo el bien que hay en el sufrir, ama el sufrir y sufre casi con pasión, y cuando cree que su patrimonio es el sufrir, en lo más bello Tú le quitas este tesoro?”
(2) Y Jesús: “Hija mía, mi Amor es grande, mi régimen es insuperable, mis enseñanzas son sublimes, mis instrucciones son divinas, creadoras e inimitables; entonces, para hacer que todas las cosas, sean grandes o pequeñas, sufrir o gozar, naturales o espirituales, adquieran un solo color y tengan un solo valor, permito que cuando el alma se ha adiestrado a sufrir y llega a amarlo, Yo le hago pasar el sufrir como propiedad en la voluntad, así que cada vez que Yo le mande el sufrir, teniendo la propiedad, las disposiciones en la voluntad, se encontrará siempre dispuesta a sufrir y a amar el sufrimiento. Así que Yo miro las cosas en la voluntad, y entonces es para el alma como si siempre sufriera, a pesar de que no sufra; y a fin de que el gozar tenga el mismo valor que el sufrir, y el rezar, el obrar, el comer, el dormir, en suma, todo, porque el todo está en si las cosas son de mi Voluntad; para hacer que cualesquiera que sean las cosas tengan un solo valor, permito que el alma se adiestre a todas las cosas en mi Voluntad con santa indiferencia. Así que para el alma parece que mientras Yo le doy una cosa, luego se la quito, pero no es verdad, más bien es que en un principio, cuando el alma no está bien adiestrada, siente la sensibilidad en el sufrir, en el rezar, en el amar, pero cuando con el adiestrarse pasan como propiedad en la voluntad, cesa la sensibilidad, pero al llegarle la ocasión de tener necesidad de servirse de estas propiedades divinas que le he hecho adquirir, con paso firme y con ánimo imperturbable se pone a ejercitarse en la ocasión que se presenta, como por ejemplo: ¿Se presenta el sufrir? Entonces encuentra en ella la fuerza, la vida del sufrir; ¿debe rezar? Encuentra en ella la vida de la oración, y así de todo lo demás”.
(3) Según lo que dice Jesús a mí me parece así: Supongamos que yo haya recibido un don; mientras no me decida dónde debo guardar y conservar ese don, lo miro, lo aprecio y siento una cierta sensibilidad en amar aquel don; pero si lo conservo bajo llave, no viéndolo

más la sensibilidad cesa, pero no por esto puedo decir que el don ya no es mío, al contrario, ciertamente es más mío porque lo tengo bajo llave, mientras al principio estaba en peligro de que me lo robaran.
(4) Jesús ha continuado: “En mi Voluntad todas las cosas se dan la mano entre ellas, todas se asemejan, todas están en sumo acuerdo, así que el sufrir da su lugar al gozar y dice: “He hecho mi parte en la Voluntad de Dios, haz ahora la tuya, y sólo cuando Jesús lo quiera me pondré de nuevo a obrar”. El fervor dice a la frialdad: “Tú serás más ardiente que yo si te contentas con estar en la Voluntad de mi eterno Amor”. Y así la oración al trabajo, el sueño a la vigilia, la enfermedad a la salud, todas, todas las cosas entre ellas, parece que una cede su puesto a la otra para estar en acto, pero todas tienen su puesto distinto. Además, quien vive en mi Voluntad no es necesario que haga el camino para ponerse en actitud de hacer lo que Yo quiero, sino que como cable eléctrico se encuentra ya en Mí haciendo lo que Yo quiero”.

+ + + +

11-4
Febrero, 1912

Ofrecimiento de una víctima.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver crucificado y con un alma junto a Él, la cual se ofrecía víctima a Jesús, y Jesús le ha dicho:
(2) “Hija mía, te acepto como víctima del dolor. Todo lo que puedas sufrir lo sufrirás como si estuvieras Conmigo en la cruz, y con tus sufrimientos me consolarás; muchas veces se te escapa esto de consolarme con tus sufrimientos, debes saber que Yo fui víctima y hostia pacífica y así también tú, no te quiero víctima oprimida, sino pacífica y alegre, serás como un corderito dócil y tu balar, esto es tus oraciones, tus sufrimientos, tus obras, servirán para endulzar mis amargas llagas”.

+ + + +

11-5
Febrero 18, 1912

Cómo quien vive de la vida de Jesús, puede decir que su vida ha terminado.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre y todo amable Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que haces por Mí, aún un respiro, entra en Mí como prenda de tu amor por Mí, y Yo en correspondencia te doy mis prendas de amor, así que el alma puede decir: “Yo vivo de las prendas que me da mi amado Jesús”.
(3) Después ha agregado:
(4) “Hija amada mía, viviendo tú de mi Vida, se puede decir que tu vida ha terminado, que no vives más, así que no viviendo más tú, sino Yo en ti, todo lo que te hacen, agradable o desagradable, Yo lo recibo como hecho propiamente a Mí; y esto lo puedes comprender porque ante eso que te hacen, agradable o desagradable, tú no sientes nada, esto significa que debe ser otro quien siente ese gusto o ese disgusto, ¿y quién otro lo puede sentir sino Yo que vivo en ti y que te amo tanto, tanto?”

+ + + +


11-6
Febrero 24, 1912

El alma que hace la Divina Voluntad pierde su temperamento, y adquiere el temperamento de Jesús. Sonrisa de Jesús.

(1) Habiendo visto varias almas alrededor de Jesús, especialmente una muy sensible, Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las almas de temperamento sensible, si se ponen al bien, hacen más progreso que las otras, porque su sensibilidad las lleva a empresas grandes y arduas”.
(3) Yo le he rogado que le quitara ese resto de sensibilidad humana que le quedaba, que la estrechara más a Él, que le dijera que la amaba, pues al oírse decir que la amaba la conquistaría del todo; verás que lo lograrás, ¿no me has vencido a mí así, diciéndome que me amabas tanto, tanto?
(4) Y Jesús: “Sí, sí, lo haré, pero necesito su cooperación, necesito que huya cuanto más pueda de las personas que le excitan la sensibilidad”.
(5) Entonces yo he agregado: “Amor mío, dime, y mi temperamento, ¿cuál es?”
(6) Y Jesús: “Quien vive en mi Voluntad pierde su temperamento y adquiere el mío. Así que en el alma que hace mi Voluntad se descubre un temperamento afable, atrayente, penetrante, digno y a la vez sencillo, de una sencillez infantil, en suma, me asemeja en todo. Más bien, más todavía, tiene en su poder el temperamento como lo quiere y como se necesita, pues como vive en mi Voluntad toma parte en mi Potencia, por lo tanto tiene las cosas y a sí misma a su disposición, así que según las circunstancias y las personas con las que trata, toma mi temperamento y lo desarrolla”.
(7) Y yo: “Dime, ¿me das un primer puesto en tu Querer?”
(8) Jesús sonriendo: “Sí, sí, te lo prometo, de mi Voluntad no te haré salir jamás, y tomarás y harás lo que quieras”.
(9) Y yo: “Jesús, quiero ser pobre, pobre y pequeña, pequeña; de tus mismas cosas no quiero nada, mejor que las tengas Tú mismo, yo sólo te quiero a Ti, y conforme necesite las cosas Tú me las darás, ¿no es verdad, ¡oh! Jesús?”
(10) Y Jesús: “Bravo, bravo a mi hija, finalmente he encontrado una que no quiere nada; todos quieren alguna cosa de Mí, pero no el Todo, esto es, a Mí mismo; en cambio tú, con no querer nada has querido todo, y aquí está toda la fineza y la astucia del verdadero amor”.
(11) Yo he sonreído y Jesús ha desaparecido.

+ + + +

11-7
Febrero 26, 1912

El mendigo de amor. La criatura está hecha sólo de amor.

(1) Regresando mi todo y siempre amable Jesús, me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo soy Amor, e hice a las criaturas todo amor: los nervios, los huesos, las carnes, son tejidos de amor; y después de haberlas tejido de amor hice correr en todas sus partículas, como cubriéndolas con un vestido, la sangre, para darles vida de amor, así que la criatura no es otra cosa que un complejo de amor, y no se mueve por ninguna otra cosa sino sólo por amor; a lo más puede haber diversidad de amores, pero siempre por amor se mueve, puede haber amor divino, amor de sí misma, amor de criaturas, amor perverso, pero siempre amor, no pude hacer de otra manera porque su vida es amor, creada por el Amor Eterno, por lo tanto, llevada por una fuerza irresistible al amor, así que la criatura,

aún en el mal, en el pecado, en el fondo debe tener un amor que la empuja a hacer ese mal. ¡Ah, hija mía! ¿Cuál no será mi dolor al ver en las criaturas la propiedad de mi Amor que he puesto en ellas, profanado, contaminado en otro uso? Yo, para custodiar este amor salido de Mí y dado a las criaturas, me estoy en torno a ellas como un pobre mendigo, y conforme la criatura se mueve, late, respira, obra, habla, camina, le voy mendigando todo, y le pido, le suplico y le ruego que me dé todo a Mí diciéndole: “Hija, no te pido sino lo que te he dado, es por tu bien, no me robes lo que es mío: El respiro es mío, respira sólo para Mí; el latido, el movimiento son míos, late y muévete sólo por Mí, y así de todo lo demás”. Pero con sumo dolor soy obligado a ver que el latido toma un camino, el respiro otro camino, y Yo, el pobre mendigo, me quedo en ayunas, mientras que el amor de sí misma, de las criaturas, de las mismas pasiones, quedan saciados; ¿puede haber injusticia mayor que ésta? Hija mía, quiero desahogar contigo mi Amor y mi dolor, pues sólo quien me ama me puede compadecer”.

+ + + +

11-8
Febrero 28, 1912

Señales para conocer si se ama sólo al Señor.

(1) Esta mañana al ver a mi adorable Jesús le he dicho: “¡Oh! corazón mío, vida mía y todo mío, ¿cómo se puede conocer si se ama sólo a Ti, o se ama otras cosas o personas?”
(2) Y Él: “Hija mía, si el alma está toda llena de Mí hasta el borde, hasta derramarse fuera, esto es, no piensa, no busca, no habla, no ama sino a Mí solo, y todo lo demás parece que no exista para ella, más bien todo lo demás la aburre, la fastidia y a lo más le cede la escoria y el último lugar a lo que no es Dios, como por ejemplo un pensamiento, una palabra, un acto para una cosa necesaria de la vida natural, esto no es otra cosa que dar la escoria a la naturaleza, esto lo han hecho los santos, lo hice también Yo Conmigo, con los apóstoles dando algunas disposiciones, dónde se debía pernoctar, qué comer, etc.; entonces dar esto a la naturaleza no daña ni al amor ni a la santidad verdadera, y esto es señal de que me ama sólo a Mí. En cambio si el alma está con mezcla de varias cosas, ahora piensa en Mí, ahora en otra cosa; ahora habla de Mí y después habla largamente de otras cosas, y así de lo demás, es señal de que no me ama sólo a Mí y Yo no estoy contento, en fin, si el último pensamiento, la última palabra, un último acto es sólo para Mí, es señal de que no me ama, y si me da alguna cosa no es más que la escoria que me da, y sin embargo esto es lo que hace la mayoría de las criaturas. ¡Ah hija mía! Los que me aman están unidos Conmigo como las ramas están unidas al tronco del árbol, ¿puede haber separación, olvido, alimento diferente entre las ramas y el tronco? Una es la vida, una su finalidad, de ambos los frutos; es más, el tronco es la vida de las ramas, y las ramas son la gloria del tronco, uno y las otras son la misma cosa. Así son Conmigo las almas que me aman”.


+ + + +

11-9
Marzo 3, 1912

El temperamento de Jesús lo forma su Voluntad, y el alma que hace la Voluntad de Dios toma parte en todas las cualidades de su temperamento.

(1) Continuando mi habitual estado, ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien hace mi Voluntad pierde su temperamento y toma el mío, y como en mi temperamento hay tantas músicas que forman el paraíso de los bienaventurados, esto

es: música es mi temperamento dulce, música es la Bondad, música la Santidad, música la Belleza, la Potencia, la Sabiduría, la Inmensidad, y así de todo lo demás de mi Ser, entonces el alma tomando parte en todas las cualidades de mi temperamento, recibe en ella todas las variedades de estas músicas, y conforme va haciendo aun las más pequeñas acciones, me hace una música y Yo al oírla conozco inmediatamente que es música que el alma ha tomado de mi Voluntad, esto es de mi temperamento, y corro y la voy a oír, y me agrada tanto que quedo recreado y resarcido por todas las afrentas que me hacen todas las demás criaturas. Hija mía, ¿qué será cuando estas músicas pasen al Cielo? Al alma la pondré frente a Mí, Yo haré mi música y ella la suya, nos saetearemos recíprocamente, el sonido de uno será el eco del sonido de la otra, las armonías se confundirán, y con toda claridad se conocerá por todos los bienaventurados que esta alma no es otra cosa que fruto de mi Querer, portento de mi Voluntad, y todo el Cielo por ella gozará de un paraíso de más. Estas son las almas a las cuales voy repitiendo: “Si no hubiera creado el Cielo, por ti sola lo crearía”. Distiendo el cielo de mi Querer en ellas, y en ellas hago mis verdaderas imágenes, en estos cielos me voy espaciando, divirtiéndome y entreteniéndome con ellas; a estos cielos les repito: “Si no me hubiera quedado en el Sacramento, por ustedes solas me quedaría”. Porque ellas son mis verdaderas hostias, y Yo, así como no podría vivir sin un Querer, así tampoco puedo vivir sin estos cielos de mi Voluntad; es más, no sólo son mis verdaderas hostias, sino mi calvario y mi misma Vida. Estos cielos de mi Querer me son más queridos y son más privilegiados que los tabernáculos y que las mismas hostias consagradas, porque en la hostia, con el consumirse las especies mi Vida termina, en cambio en estos cielos de mi Querer mi Vida no termina jamás, más bien me sirven de hostias en la tierra y serán hostias eternas en el Cielo. A estos cielos de mi Querer agrego: “Si no me hubiera encarnado en el seno de mi Madre, por estas almas me habría encarnado, por éstas habría sufrido la Pasión”. Porque en ellas encuentro el verdadero fruto completo de mi Encarnación y de mi Pasión”.

+ + + +

11-10
Marzo 8, 1912

Qué significa víctima.

(1) Esta mañana se ha ofrecido víctima el Padre G. a Nuestro Señor, y yo estaba pidiendo y ofreciéndolo para que lo aceptara, y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo lo acepto de buen grado, dile que su vida no será más la suya sino la mía; es más, lo elijo víctima de mi Vida oculta. Mi Vida oculta fue víctima de todo el interior del hombre, así que dio satisfacción por los pensamientos, deseos, tendencias, afectos malos. Todo lo que el hombre hace exteriormente, no es otra cosa que el desahogo de su interior, y si tanto mal se ve en el exterior, ¿qué será del interior? Así pues, bastante me costó el rehacer el interior del hombre, basta decir que en eso empleé la prolijidad de treinta años; mi pensamiento, mi latido, el respiro, los deseos, estaban siempre dedicados a correr hacia el pensamiento, el latido, el respiro, el deseo del hombre para repararlos, para santificarlos y para dar satisfacción por ellos; es así como lo elijo a él víctima para este punto de mi Vida oculta, así que quiero todo su interior unido Conmigo y ofrecido a Mí para darme satisfacción por el interior malvado de las demás criaturas; y muy a propósito lo elijo para esto, pues siendo él sacerdote conoce más que los demás el interior de las almas, el fango, la podredumbre que hay dentro de ellas, y por esto puede conocer mejor cuánto me costó este mi estado de víctima, en el que quiero que tome parte, y no sólo él, sino también los demás que él conoce y trata. Hija mía, dile que le hago una gracia grande aceptándolo como víctima, porque el hacerse víctima no es otra cosa que un segundo bautismo, más bien, más que el bautismo, porque se trata de resurgir en mi misma Vida, y debiendo la víctima vivir Conmigo y de Mí, me es necesario lavarla de toda mancha,

dándole un nuevo bautismo y reafirmarla en la gracia para poder admitirla a vivir Conmigo, así que de ahora en adelante todo lo que él haga no dirá que es cosa suya, sino mía, así que si reza, si habla, si obra, dirá que son cosas mías”.
(3) Después de esto parecía que Jesús miraba en torno a mí, y le he dicho: “¿Qué miras,
¡oh! Jesús? ¿No estamos solos?”
(4) Y Él: “No, hay otras personas, las atraigo en torno a ti para tenerlas más estrechadas Conmigo”.
(5) Y yo: “¿Las amas mucho?”
(6) Y Él: “Sí, pero las quisiera más desenvueltas, más confiadas, más audaces y más íntimas Conmigo, sin ningún pensamiento de ellas mismas, porque deben saber que las víctimas no son más dueñas de ellas mismas, de otra manera anulan el estado de víctima”.
(7) Entonces yo, teniendo un poco de tos le he dicho: “Jesús, hazme morir de tisis, pronto, pronto, hazme ir, llévame Contigo”.
(8) Y Jesús: “No me hagas ver que quedas descontenta, pues así Yo sufro. Sí, morirás de tisis, pero falta todavía un poco, y si no mueres de tisis corporal morirás de tisis de amor. ¡Ah!, no salgas de mi Voluntad, porque mi Voluntad será tu paraíso, más bien el paraíso de mi Querer; por cuantos días estés en la tierra, otros tantos paraísos más te daré en el Cielo”.

+ + + +

11-11
Marzo 13, 1912

Efectos del estado de víctima. Jesús continúa hablando acerca del estado de víctima y me ha dicho:

(1) “Hija mía, el bautismo del nacimiento es de agua, por eso tiene virtud de purificar, pero no de quitar las tendencias, las pasiones; en cambio el bautismo de víctima es bautismo de fuego, por eso tiene virtud no sólo de purificar sino de consumar cualquier pasión y tendencia mala; es más, Yo mismo la voy bautizando parte por parte: Mi pensamiento bautiza el pensamiento del alma, mi latido su latido, mi deseo su deseo y así de todo lo demás. Este bautismo se desarrolla entre Yo y el alma a medida que ella se da a Mí y no vuelve a tomar lo que me ha dado, he aquí porqué hija mía no adviertes malas tendencias ni otras cosas, esto te sucede por el estado de víctima, y te lo digo para tu consuelo, por eso di al padre G. que esté bien atento, que ésta es la misión de las misiones y el apostolado de los apostolados, dile que siempre conmigo lo quiero y todo atento a Mí”.


+ + + +

11-12
Marzo 15, 1912

Quien hace la Voluntad de Dios obra a lo Divino. La Divina Voluntad es la Santidad de las santidades.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía un gran deseo de hacer la Voluntad Santísima de Jesús bendito, y Él al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es la Santidad de las santidades, así que el alma que hace mi Voluntad, por cuanto fuera pequeña, ignorante, ignorada, deja atrás a todos los demás santos, a pesar de los portentos, de las conversiones estrepitosas, de los milagros que hayan hecho, es más, confrontándolos, las almas que hacen mi Voluntad son reinas, y todas las demás están como a su servicio. El alma que hace mi Voluntad parece que no hace nada, pero hace todo, porque estando en mi Voluntad obran a lo divino, ocultamente y en modo sorprendente, así que son luz que ilumina, son vientos que purifican, son fuego

que quema, son milagros que hacen hacer los milagros, y quienes los hacen son sólo los canales, porque en ellas es donde reside la potencia para hacerlos, así que son el pie del misionero, la lengua de los predicadores, la fuerza de los débiles, la paciencia de los enfermos, el régimen de los superiores, la obediencia de los súbditos, la tolerancia de los calumniados, la firmeza en los peligros, el heroísmo de los héroes, el valor de los mártires, la santidad de los santos, y así de todo lo demás, porque estando en mi Voluntad concurren a todo el bien que puede haber en el Cielo y en la tierra. He aquí porqué puedo decir que son mis verdaderas hostias, pero hostias vivas, no muertas, porque los accidentes que forman la hostia no están llenos de vida ni fluyen a mi Vida, en cambio el alma está llena de vida, y haciendo mi Voluntad fluye y concurre a todo lo que hago Yo, he aquí por qué me son más queridas estas hostias consagradas por mi Voluntad que las mismas hostias sacramentales, y si tengo alguna razón de existir en éstas, es para formar las hostias sacramentales de mi Voluntad. Hija mía, es tanto el placer que tomo de mi Voluntad, que al sólo oír hablar de Ella me estremezco de alegría y llamo a todo el Cielo a hacer fiesta; imagínate tú misma qué será de aquellas almas que la hacen. Yo encuentro todos los contentos en ellas y doy todos los contentos a ellas, su vida es la vida de los bienaventurados, solamente dos cosas les interesan, desean, añoran: Mi Voluntad y el Amor. Poco tienen que hacer, mientras hacen todo, las misma virtudes quedan absorbidas en mi Voluntad y en el Amor, así que no tienen más qué hacer con ellas, porque mi Voluntad contiene, posee, absorbe todo, pero en modo divino, inmenso e interminable; esta es la vida de los bienaventurados”.

+ + + +

11-13
Marzo 20, 1912

El todo está en darse todo a Jesús y hacer en todo y siempre su Querer.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo doliente y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no lo quieren comprender, que el todo está en darse todo a Mí y hacer en todo y siempre mi Querer; cuando Yo he obtenido esto, Yo mismo voy empujando a las almas diciéndole a cada una: “Hija mía, toma este gusto, esta comodidad, este consuelo, este descanso”, con esta diferencia, que antes de darse toda a Mí y de hacer en todo y siempre mi Voluntad, si se los tomaba eran humanos, en cambio después son divinos, y Yo, siendo cosas mías, ya no me dan celos y digo entre Mí: “Si toma el lícito placer lo toma porque lo quiero Yo, si trata con personas, si lícitamente conversa, es porque lo quiero Yo, y si Yo no lo quisiera ella está dispuesta y lista a dejarlo todo”, y por esto Yo pongo las cosas a su disposición, porque todo lo que hace es todo efecto de mi Querer, no más del suyo. Dime ¡oh! hija mía, ¿qué cosa te ha faltado desde que te diste toda a Mí? Te he dado mis gustos, mis placeres y todo Yo mismo para tu contento, esto en el orden sobrenatural, y en el orden natural tampoco te he hecho faltar nada, confesores, comuniones, y todo lo demás, es más, tú queriéndome sólo a Mí no querías a los confesores tan frecuentemente, pero Yo queriendo que abundase de todo quien de todo se quería privar por Mí, no te he prestado atención. Hija, ¡qué dolor siento en mi corazón al ver que las almas no lo quieren comprender, ni siquiera las almas que se dicen las más buenas!”.

+ + + +


11-14
Abril 4, 1912

La Divina Voluntad debe ser el centro de todo.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es el centro, las otras virtudes son la circunferencia. Imagínate un rueda en la que en el centro están concentrados todos los rayos, si uno de estos rayos quisiera separarse del centro, ¿qué sería de él? Primero que haría el ridículo, y segundo quedaría inoperante, porque no estando más unido al centro no recibiría más vida y quedaría muerto, y la rueda al rodar se desharía de él, así es para el alma mi Voluntad, mi Voluntad es el centro, cualquier cosa, aun santa, virtudes, obras buenas que no son hechas en mi Voluntad y sólo para cumplir mi Querer, son como rayos separados del centro de la rueda, y son obras y virtudes sin vida, por tanto jamás pueden agradarme, más bien hago de todo para deshacerme de ellas y castigarlas”.

+ + + +

11-15
Abril 10, 1912

Las almas que tienen más confianza son el desahogo y el entretenimiento del Amor de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las almas que más resplandecerán, como refulgentes gemas en la corona de mi Misericordia, son las almas que tienen más confianza, porque por cuanta más confianza tienen, tanto más dan campo al atributo de mi Misericordia para derramar cualquier gracia que esas almas quieran; en cambio quien no tiene verdadera confianza, ella misma me encierra las gracias dentro de Mí y permanece siempre pobre y desprovista, y mi Amor queda contenido en Mí y sufro grandemente, y para no sufrir tanto y para poder más libremente desahogar mi Amor, trato más con las almas que tienen confianza que con las otras, porque con éstas puedo desahogar mi Amor, puedo jugar, puedo tomar amorosos contrastes, porque no tengo que temer que se enfaden, que se dejen llevar por el temor, más bien se hacen más atrevidas y en todo encuentran como amarme más. Así que las almas con confianza son el desahogo y el entretenimiento de mi Amor, son las más agraciadas y las más ricas”.

+ + + +

11-16
Abril 20, 1912

La naturaleza tiende a la felicidad.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la naturaleza es llevada por una fuerza irresistible hacia la felicidad, y esto con razón, pues ha sido hecha para ser feliz, y de una felicidad divina y eterna, pero con gran daño suyo se va apegando, quién a un gusto, quién a dos, quién a tres y quién a cuatro, y el resto de la naturaleza queda, o vacía y sin gusto, o bien amargada, fastidiada y nauseada, porque los gustos humanos y aún los gustos santos están mezclados con un poco de humano, no tienen la fuerza de absorber toda la naturaleza y de arrollarla toda en el gusto, mucho más que Yo voy amargando estos gustos para poder darle todos mis

gustos, porque siendo ellos innumerables tienen fuerza para absorber toda la naturaleza en el gusto. ¿Se puede dar amor más grande, que para dar lo más les quito lo poco, y para dar el todo les quito la nada? Sin embargo este mi obrar es tomado a mal por las criaturas”.

+ + + +

11-17
Abril 23, 1912

Cómo en todas las cosas Jesús nos demuestra su Amor. La verdadera santidad está en hacer la Divina Voluntad, y en reordenar todas las cosas en Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, brevemente el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, algunas veces permito la culpa en alguna alma que me ama para estrecharla más fuertemente a Mí y para obligarla a hacer cosas mayores para mi gloria, porque por cuanto más le doy, permitiendo2 la misma culpa para enternecerme más de sus miserias y para amarla mayormente colmándola de mis carismas, tanto más la obligo a hacer cosas grandes por Mí; estos son los excesos de mi Amor. Hija mía, mi Amor por la criatura es grande, mira cómo la luz del sol invade la tierra, si tú pudieras deshacer esa luz en tantos átomos, en aquellos átomos de luz oirías mi voz melodiosa, que te repetirían uno tras otro: “Te amo, te amo, te amo”. De modo que no te darían tiempo para numerarlos, quedarías ahogada en el amor. Y en realidad te amo: te amo en la luz que llena tus ojos, te amo en el aire que respiras, te amo en el murmullo del viento que llega a tus oídos, te amo en el calor y en el frío que siente tu cuerpo, te amo en la sangre que corre en tus venas, te amo en el latido de tu corazón te dice mi latido, te amo te repito en cada pensamiento de tu mente, te amo en cada movimiento de tus manos, te amo en cada paso de tus pies, te amo en cada palabra, porque nada sucede dentro y fuera de ti si no concurre un acto mío de amor hacia ti, así que un te amo mío no espera al otro; y de tus te amo, ¿cuántos son para Mí?”
(3) Yo he quedado confundida, me sentía ensordecida dentro y fuera de mí por el te amo, a plenos coros de mi dulce Jesús; y mis te amo eran tan escasos, tan limitados que he dicho: “Oh, mi amante Jesús, ¿quién podrá jamás igualarte?” Pero a pesar de todo lo que he dicho, parece que no he dicho nada de lo que Jesús me hacía comprender.
(4) Después ha agregado: “La verdadera santidad está en el hacer mi Voluntad y en reordenar todas las cosas en Mí; así como Yo tengo todo ordenado para la criatura, así la criatura debería ordenar todas las cosas para Mí y en Mí, mi Voluntad hace estar en orden todas las cosas”.

+ + + +

11-18
Mayo 9, 1912

Como nos podemos consumir en el amor.


2 En los manuscritos de Luisa se encuentran múltiples correcciones y añadiduras de Annibale di Francia, para muestra están el volumen 01, cuya traducción consta de más de 120 páginas en el corregido por Annibale, y sólo 77 en la traducción del manuscrito. El otro es el volumen 17, donde se omitieron páginas y en ocasiones capítulos enteros. En la presente traducción hemos tenido un cuidado extremo para poner solamente lo que Luisa escribió, y tal como lo escribió, con una sola excepción, que es ésta: La palabra que estaba originalmente donde Annibale puso “permitiendo”, fue tachada de tal modo que resulta imposible saber qué decía originalmente, y por eso hemos dejado la que agregó el beato Annibale di Francia. Dios quiera y con el tiempo se pueda descifrar dicha palabra.

(1) Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando cómo nos podemos consumar en el amor, y el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, si la voluntad no quiere otra cosa que a Mí solo, si la inteligencia no se ocupa de otra cosa que de conocerme a Mí, si la memoria no se recuerda de otra cosa sino sólo de Mí, he aquí consumadas las tres potencias del alma en el amor. Así también de los sentidos: Si habla sólo de Mí, si escucha sólo lo que se refiere a Mí, si se gustan sólo las cosas mías, si se obra y se camina sólo por Mí, si el corazón me ama sólo a Mí, si los deseos me desean sólo a Mí, he aquí la consumación del amor formada en los sentidos. Hija mía, el amor tiene un dulce encanto y hace al alma ciega a todo lo que no es amor, y la vuelve toda ojo a todo lo que es amor, así que para quien ama, cualquier cosa que la voluntad encuentra, si es amor, se vuelve toda ojo, si no, se vuelve ciega, tonta y no comprende nada; así la lengua, si debe hablar de amor se siente correr en su palabra tantos ojos de luz y se hace elocuente, si no, se vuelve balbuceante y termina por enmudecer; y así de todo el resto”.

+ + + +

11-19
Mayo 22, 1912

El verdadero amor no está sujeto a descontentos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, brevemente ha venido el bendito Jesús, y sintiendo en mí un cierto descontento me ha dicho:
(2) “Hija mía, el verdadero amor no está sujeto a descontentos, más bien, de los mismos descontentos toma ocasión para cambiarlos en los más bellos contentos por virtud del amor, mucho más, que siendo Yo el contento de los contentos, no puedo tolerar algún descontento en el alma que me ama, pues sintiendo Yo su descontento como si fuera más mío que suyo, estoy obligado a darle la cosa que la vuelve contenta para tenerla toda uniforme a Mí, de otra manera habría algunas fibras, latidos, pensamientos discordantes, desemejantes, que harían que se perdiera lo más bello de nuestra armonía, y Yo no puedo tolerar todo esto en quien verdaderamente me ama. Además, el verdadero amor por amor obra y por amor no obra, por amor pide y por amor cede, así que el verdadero amor hace terminar todo en el amor, por amor muere y por amor resurge”.
(3) Y yo: “Jesús, parece que quieres rehuirme con este hablar, pero debes saber que yo no cedo; por ahora por amor cede Tú a mí, hazme un acto de amor y cede a lo que me es tan necesario y que a tanto estoy obligada, del resto cedo todo ante Ti, de otra manera me quedaría descontenta”.
(4) Y Jesús: “Quieres vencer por caminos de descontentos”.
(5) Ha sonreído y ha desaparecido.

+ + + +

11-20
Mayo 25, 1912

El alma en la Voluntad de Dios es un objeto moldeable.

(1) Esta mañana, mi siempre amable Jesús, viéndome muy oprimida me ha hecho beber de su corazón y luego me ha dicho:
(2) “Hija mía, si un objeto es duro y se le quiere hacer un hoyo o darle otra forma, se arruina o queda hecho pedazos, en cambio, si es blando o de algún material moldeable se puede hacer el hoyo, se le puede dar la forma que se quiere sin temor que se pueda romper, y si se quisiera darle de nuevo su forma original, sin ninguna dificultad el objeto se

prestaría a todo; así es el alma en mi Voluntad, es un objeto moldeable, y Yo hago de ella lo que quiero: Ahora la hiero, ahora la embellezco, ahora la engrandezco y en un instante la rehago de nuevo, y el alma se presta a todo, no se opone a nada y Yo la llevo siempre en mis manos y me complazco de ella continuamente”.

+ + + +

11-21
Mayo 30, 1912

Para el alma que verdaderamente ama a Jesús, no puede haber separación de Él.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía oprimida por la privación de mi siempre amable Jesús, y viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando estés privada de Mí sírvete de mi misma privación para duplicar, triplicar, centuplicar los actos de amor hacia Mí, de manera de formarte un ambiente, dentro y fuera de ti, todo de amor, de manera que en este ambiente me encontrarás más bello y como renacido a nueva vida, porque donde hay amor ahí estoy Yo, y por eso para el alma que verdaderamente me ama no puede haber separación, más bien formamos una misma cosa, porque el amor parece que me crea, me da vida, me alimenta, me hace crecer; en el amor encuentro mi centro y me siento recreado, renacido, mientras que soy eterno, sin principio y sin fin, pero esto es por causa del alma que me ama; me agrada tanto el amor que me siento como rehecho. Además de esto, en este amor Yo encuentro mi verdadero reposo, se reposa mi inteligencia en la inteligencia que me ama, se reposa mi corazón, mi deseo, mis manos, mis pies, en el corazón que me ama, en el deseo que me ama y me desea sólo a Mí, en las manos que obran por Mí, en los pies que caminan sólo por Mí, así que parte por parte Yo voy reposando en el alma que me ama, y el alma con su amor me encuentra en todo y por todas partes, y se reposa toda en Mí, y en mi Amor queda renacida, embellecida y crece en modo admirable en mi mismo Amor”.



+ + + +

11-22
Junio 2, 1912

Sólo las cosa extrañas a Jesús nos pueden separar de Él.

(1) Continuando mi habitual estado me lamentaba con Jesús de sus privaciones, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando en el alma no hay nada extraño a Mí o que no me pertenezca, no puede haber separación entre Yo y el alma; más bien te digo que si no hay ningún pensamiento, afecto, deseo, latido que no sea mío, Yo tengo al alma Conmigo en el Cielo, o bien permanezco con ella en la tierra. Solamente esto me puede dividir del alma, si hay cosas extrañas a Mí, y si esto no lo adviertes en ti, ¿por qué temes que me pueda separar de ti?”

+ + + +


11-23
Junio 9, 1912

Para el alma que hace la Divina Voluntad y vive del Querer Divino no hay muertes.

(1) Sintiéndome un poco sufriente estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “¿Cuándo me llevarás Contigo? ¡Ah, pronto Jesús, haz que la muerte me quite esta vida y me reúna Contigo en el Cielo!”
(2) Y Jesús: “Hija mía, para el alma que hace mi Voluntad y vive en mi Querer no hay ni existen muertes. La muerte está para quien no hace mi Voluntad, porque debe morir a tantas cosas: a sí mismo, a las pasiones, a la tierra; pero quien hace mi Voluntad no tiene a que cosa morir, ya está habituado a vivir de Cielo, no es otra cosa que dejar sus harapos, como uno que dejara los vestidos de pobre para vestirse con las vestiduras de rey para dejar el exilio y llegar a la patria, porque el alma que hace mi Voluntad no está sujeta a la muerte, no tiene juicio, su vivir es eterno, lo que debía hacer la muerte lo ha hecho anticipadamente el amor, y mi Querer la ha reordenado toda en Mí, de manera que no tengo de qué juzgarla. Por eso estate en mi Voluntad, y cuando menos lo pienses te encontrarás en mi Voluntad en el Cielo”.

+ + + +

11-24
Junio 28, 1912

En el cielo que es el alma, el Sol es Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, mi bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma que hace mi Voluntad es cielo, pero cielo sin sol y sin estrellas, porque el Sol soy Yo y las estrellas que embellecen este cielo son mis mismas virtudes.
¡Qué bello es este cielo, de hacer enamorar a cualquiera que lo pueda conocer! Y mucho más quedo Yo enamorado, porque como Sol me pongo en el centro de este cielo y lo voy saeteando continuamente de nueva luz, de nuevo amor, de nuevas gracias. Bello este cielo al verse si resplandece el Sol, esto es cuando me manifiesto y acaricio al alma y la colmo de mis carismas, la abrazo, y tocado por su amor desfallezco y me reposo en ella, todos los santos vienen en torno a Mí mientras reposo y quedan sorprendidos al mirar este cielo donde Yo soy el Sol, y quedan extasiados por este portento prodigioso, que ni en la tierra ni en el Cielo se puede encontrar cosa más bella, más agradable para Mí y para todos. Bello este cielo si el Sol se esconde, esto es si la privo de Mí, ¡oh! Cómo se admira entonces la armonía de las estrellas, porque el aire de este cielo no está sujeto a nubes, a temporales, a tempestades, porque el Sol escondido está escondido en el centro del alma, y su calor es tan ardiente que destruye las nubes, temporales y tempestades. El aire de este cielo es siempre tranquilo, sereno, aromático, las estrellas que más resplandecen son paz perenne y amor sin término. Escondida, o ella en el Sol, y desaparecen las estrellas; o el Sol en ella, y entonces se ve la armonía de las estrellas. Bello en todos modos, este cielo es mi contento, mi reposo, mi amor, mi paraíso”.

+ + + +


11-25
Julio 4, 1912

La Divina Voluntad debe ser el sepulcro del alma.

(1) Esta mañana, después de la comunión estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “¡A que estado me he reducido, parece que todo me huye, sufrimientos, virtudes, todo!”
(2) Entonces Jesús: “Hija mía, ¿qué tienes? ¿Quieres perder el tiempo? ¿Quieres salir de tu nada? Ponte en tu puesto, en tu nada, a fin de que el Todo pueda tener su lugar en ti. Has de saber que toda tú debes morir en mi Voluntad, el sufrir, las virtudes, todo; mi Querer debe ser la tumba del alma y así como en la tumba la naturaleza se consume hasta en realidad desaparecer, y de esa misma consumación resurgirá a vida más bella y nueva, así el alma sepultada en mi Voluntad como dentro de una tumba, morirá al sufrir, a sus virtudes, a sus bienes espirituales y resurgirá en todo a la Vida Divina.
(3) ¡Ah! hija mía, parece que quieres imitar a los mundanos que son llevados a lo que está en el tiempo y termina, y a lo que es eterno no lo toman en cuenta. Amada mía, ¿por qué no quieres aprender a vivir sólo de mi Querer? ¿Por qué no quieres vivir sólo de la vida del Cielo aun estando en la tierra? Mi Querer es el Amor, lo que no muere jamás, así que para ti el sepulcro debe ser mi Voluntad, la lápida que te debe encerrar, lapidar, sin darte la esperanza de salir es el amor. Y además, cada pensamiento que se refiere a sí mismo, aun sobre las mismas virtudes, es siempre un ganar para sí mismo y huir de la Vida Divina; en cambio, si el alma piensa sólo en Mí, me ve sólo a Mí, toma en ella la Vida Divina, y tomando la Vida Divina huye la humana y toma todos los bienes posibles. ¿Nos hemos entendido?”

+ + + +

11-26
Julio 19, 1912

El verdadero amor debe ser solo.

(1) Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, siento tu aliento y recibo consuelo, y no sólo cuando me estoy junto a ti tu aliento me da consuelo, sino también cuando los demás hablan de ti y de las cosas dichas por Mí para bien suyo, siento por medio de ellos tu aliento y me complazco, y mi consuelo se duplica y digo: “También por medio de los demás mi hija me envía su consuelo, porque si no hubiera estado atenta en escucharme, jamás habría podido hacer el bien a los demás, por eso es siempre ella que me da este consuelo”. Por eso te quiero más y me siento inclinado a venir a conversar contigo”.
(3) Después ha agregado: “El verdadero amor debe ser solo; en cambio cuando está apoyado en algún otro, aunque sea santo, aunque sea persona espiritual, me da nausea y en lugar de contento me da amargura y fastidio, porque el amor sólo cuando es solo me da completo dominio y puedo hacer lo que quiero del alma; además el ser solo es de la naturaleza del verdadero amor. En cambio cuando no es solo, una cosa se puede hacer, pero otra no; es un dominio restringido que no me da plena libertad, y por lo tanto el amor se encuentra a disgusto y restringido”.

+ + + +


11-27
Julio 23, 1912

El corazón debe estar vacío de todo.

(1) Encontrándome con mi siempre amable Jesús, me lamentaba con Él de que además de sus privaciones sentía mi pobre corazón insensible, frío, indiferente a todo y como si no tuviera ya vida. ¡Que estado tan lamentable es el mío! No obstante yo misma no sé llorar mi desventura, y ya que yo misma no sé tener compasión de mí misma, ten Tú compasión de este corazón, que has amado tanto y que tanto te prometía recibir.
(2) Y Jesús: “Hija mía, no te aflijas por cosas que no merecen ninguna aflicción, y Yo en vez de tener compasión de estos lamentos y de tu corazón, me complazco en ellos y te digo: Alégrate conmigo porque he hecho perfecta adquisición de tu corazón, y no sintiendo más nada de tus mismos contentos y de la vida de tu corazón, vengo Yo mismo a gozar de tu contento y de tu misma vida. Entonces, debes saber que cuando no sientes nada de tu corazón, Yo pongo tu corazón en mi corazón y lo tengo reposando en dulce sueño y me lo voy gozando; si después lo sientes, entonces el gozo es entre los dos juntos. Si tú me dejas hacer, Yo, después de haberte dado reposo en mi corazón y haber gozado de ti, vendré a reposar en ti y te haré gozar de los contentos de mi corazón. ¡Ah! hija mía, este estado es necesario para ti, para Mí, y para el mundo.
(3) Para ti: Si tú estuvieras despierta habrías sufrido mucho al ver los castigos que estoy mandando y los otros que mandaré, por eso es necesario adormecerte para no hacerte sufrir tanto.
(4) Es necesario para Mí: Cuánto habría sufrido si no te contentara, si no hubiera condescendido a lo que tú quieres, y tú no me hubieras permitido que Yo mandase los castigos, entonces era necesario adormecerte. En ciertos tiempos tristes y de necesidad de castigos, es necesario elegir el camino intermedio para hacernos menos infelices.
(5) Es necesario para el mundo: Si Yo quisiera desahogarme contigo y hacerte sufrir como lo hacía anteriormente, y por eso contentarte no dando al mundo los castigos, la fe, la religión, la salvación, habrían casi desaparecido del mundo, especialmente como se encuentran dispuestos los ánimos en estos tiempos.
(6) ¡Ah! hija mía, déjame hacer a Mí, cuando te deba tener despierta y cuando adormecida; ¿no me has dicho que haga de ti lo que Yo quiera? ¿Quieres acaso retirar tu palabra?”
(7) Y yo: “Jamás ¡oh! Jesús, más bien temo que yo me haya hecho mala y por eso me sienta en este estado”.
(8) Y Jesús: “Escucha hija mía, ¿acaso ha entrado en ti algún pensamiento, afecto, deseo, que no sea para Mí? Si algo de esto hubiera entrado deberías temer, pero si nada de esto hay, es señal de que tu corazón lo tengo en Mí y lo hago dormir. Vendrá, vendrá el tiempo en que lo haré despertar, y entonces verás que tomarás la actividad de antes, y como has estado en reposo la actividad será mayor”.
(9) Después ha agregado: “Yo hago de todos los modos, hago las adormecidas de amor, las ignorantes de amor, las locas de amor, las doctas de amor, ¿pero de todo esto sabes cuál es la cosa que más me importa? Que todo sea amor, todo lo demás que no es amor ni siquiera es digno de una mirada”.

+ + + +

11-28
Agosto 12, 1912

El Amor de Dios simbolizado por el sol.

(1) Esta mañana, en cuanto ha venido mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Amor está simbolizado por el sol: El sol surge majestuoso, pero mientras parece que surge, él está siempre fijo y no surge nunca, con su luz invade toda la tierra, con su calor fecunda todas las plantas, no hay ojo que de él no goce, se podría decir que casi no hay bien que sobre la tierra se encuentre que no venga de su benéfico influjo,
¿cuántas cosas no tendrían vida sin él? No obstante hace todo sin estrépito, sin decir ni siquiera una palabra, sin pretender nada, no da fastidio a ninguno, es más, no ocupa espacio alguno de la misma tierra que invade con su luz; el hombre puede hacer lo que quiera con ella, es más, mientras gozan del bien del sol no le ponen ninguna atención y lo tienen inobservado en medio de ellos. Así es mi Amor simbolizado por el sol: Como sol majestuoso surge en medio a todos, no hay mente que no esté iluminada con mi luz, no hay corazón que no sienta mi calor, no hay alma que no esté abrazada por mi Amor. Más que sol me estoy en medio a todos, pero, ¡ay!, cuán pocos me ponen atención, estoy casi inobservado en medio de ellos, no soy correspondido y continúo dando luz, calor, amor; pero si algún alma me pone atención, entonces Yo me vuelvo loco, pero sin estrépitos, porque mi Amor, siendo sólido, fijo, veraz, no está sujeto a debilidades. Así quisiera tu amor hacia Mí, y si así fuera vendrías a ser también sol para Mí y para todos, porque el verdadero amor tiene todas las cualidades del sol, en cambio el amor no sólido, no fijo, no veraz, es símbolo del fuego de acá abajo, sujeto a variedad, su luz no es capaz de iluminar a todos, y es una luz muy débil, mezclada con humo, su calor es limitado, y si no se alimenta con la leña se apaga y se vuelve cenizas, y si la leña es verde hace estrépito y humo. Así son las almas que no son todas para Mí, ni mis verdaderas amantes, si hacen un poco de bien es más el estrépito que hacen y más el humo que sale de sus acciones que la luz, y si no son alimentadas con algún afán humano, aun bajo aspecto de santidad, de conciencia, se apagan y se vuelven frías, más que cenizas, su característica es la inconstancia: Ahora fuego, ahora cenizas”.

+ + + +

11-29
Agosto 14, 1912

Con su vida oculta, Jesús santificó y divinizó todas las acciones humanas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, para que el alma pueda olvidarse de sí misma, debe hacer de manera que todo lo que hace y que le es necesario, lo haga como si Yo lo quisiera hacer en ella: Si reza debe decir, es Jesús que quiere rezar, y yo rezo juntamente con ella; si debe trabajar, es Jesús que quiere trabajar, es Jesús que quiere caminar, es Jesús que quiere tomar alimento, que quiere dormir, que quiere levantarse, que quiere divertirse, y así de todo lo demás de la vida. Sólo así puede el alma olvidarse de sí misma, porque no sólo hará todo porque lo quiero Yo, sino que, porque lo quiero hacer Yo, me necesita propiamente a Mí”.
(3) Ahora, un día estaba trabajando y pensaba: “¿Cómo puede ser que mientras yo trabajo es Jesús que trabaja en mí, y que sea Él mismo quien quiere hacer este trabajo?” Y Jesús:
(4) “Precisamente Yo, y mis dedos que están en los tuyos trabajan; hija mía, cuando Yo estuve en la tierra, ¿mis manos no se abajaban a trabajar la madera, a martillar los clavos, a ayudar en los trabajos de carpintería a mi padre putativo José? Y mientras esto hacía, con esas mismas manos, con esos dedos, creaba las almas, a otras las llamaba a la otra vida, divinizaba todas las acciones humanas, las santificaba dando a cada una un mérito divino, en los movimientos de mis dedos llamaba a reseña todos los movimientos de tus dedos y de los de todas las demás criaturas, y si Yo veía que los harían por Mí o porque Yo los quería hacer en ellas, Yo continuaba mi vida de Nazaret en ellas y me sentía como

pagado por parte de ellas por los sacrificios, las humillaciones de mi vida oculta, dándoles a ellas el mérito de mi misma Vida. Hija, la vida oculta que hice en Nazaret no es valorizada por los hombres, sin embargo no podía haberles hecho más bien que con esa vida, después de la Pasión, porque abajándome Yo a todos aquellos actos pequeños y bajos, a aquellos actos que los hombres hacen en su vida diaria, como el comer, el dormir, el beber, el trabajar, el encender fuego, el barrer, etc., actos todos que nadie puede dejar de hacer, Yo hacía correr en sus manos una monedita divina y de precio incalculable. Así que si la Pasión los redimió, mi vida oculta cortejaba cada acción humana, aun la más indiferente, con mérito divino y de precio infinito.
(5) Mira, mientras tú trabajas, trabajando porque Yo quiero trabajar, mis dedos corren en los tuyos, y mientras trabajo en ti, en el mismo instante con mis manos creadoras, ¿a cuántos estoy sacando a la luz de este mundo? ¿A cuántos otros los llamo? ¿A cuántos otros santifico, a otros corrijo, a otros castigo, etc.? Entonces, tú estás también junto Conmigo creando, llamando, corrigiendo y demás, y así como tú no estás sola obrando, tampoco lo estoy Yo en mi obrar. ¿Te podría dar honor más grande?”
(6) Pero ¿quién puede decir lo que comprendía, el bien que se puede hacer tanto a nosotros como a todos los demás haciendo las cosas porque Jesús las quiere hacer en nosotros? Mi mente se pierde y por eso pongo punto.

+ + + +

11-30
Agosto 16, 1912

El pensar en sí mismo ciega la mente; el pensar sólo en Dios es luz a la mente.

(1) Esta mañana, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el pensar en vosotros mismos ciega la mente y os forma una especie de encanto humano, y este encanto humano forma una red en torno al hombre; esta red está formada de debilidad, de opresiones, de melancolías, de temores y de todo lo que de mal contiene la naturaleza humana, y por cuanto más se piensa en sí mismo, aun bajo aspecto de bien, más densa se hace la red y más ciega queda el alma. En cambio, el no pensar en sí mismo, sino pensar sólo en Mí, sólo en amarme, cualesquiera que sean las cosas, es luz a la mente y en ella se forma un dulce encanto divino, y este encanto divino también teje en la mente su red, y esta red está formada toda de luz, de fortaleza, de gozo, de confianza, en suma, de todos los bienes que poseo Yo mismo, y cuanto menos se piensa en sí mismo, más densa se forma esta red, así que no se reconoce más. ¡Cómo es bello ver al alma envuelta en esta red que en ella ha tejido el encanto divino, cómo es agradable, graciosa y amada por todo el Cielo!, lo contrario para el alma que piensa en sí misma”.

+ + + +

11-31
Agosto 17, 1912

El pensamiento de sí mismo empequeñece al alma.

(1) Orando, mi bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el pensamiento de sí mismo empequeñece al alma, y desde su pequeñez mide mi grandeza, y casi quisiera restringirme, en cambio quien no piensa en sí mismo, pensando en Mí se engrandece en mi inmensidad y me da el honor a Mí debido”.

+ + + +


11-32
Agosto 20, 1912

Se debe llamar a Jesús en todo para obrar junto con Él. El hombre propone y Dios dispone.

(1) Continuando, mi siempre amable Jesús apenas se ha hecho oír y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuánto me desagrada ver al alma encogida en sí misma, verla obrar sola, mientras estando Yo junto a ella la miro, y viéndola muchas veces que no sabe hacer bien lo que hace, Yo estoy esperando que me llame y me diga: “Quiero hacer esta cosa y no sé hacerla, ven Tú a hacerla junto conmigo, y todo sabré hacer bien”. Por ejemplo: “Quiero amar, ven junto conmigo a amar; quiero rezar, ven Tú a rezar junto conmigo; quiero hacer este sacrificio, ven Tú a darme tu fuerza pues yo me siento débil”. Y así de todo lo demás, y Yo con mucho gusto, con sumo placer mío me prestaría a todo. Yo soy como un maestro que habiendo dado el tema a un alumno suyo, se está junto a él para ver qué hace su discípulo, y el alumno no sabiéndolo hacer bien se enoja, se afana, se turba, quizá llora, pero no dice: “Maestro, enséñame cómo debo hacer esto”. ¿Cuál no será la mortificación del maestro viéndose tratado por el alumno como una nada? Tal es mi condición”.
(3) Después ha agregado: “Se dice: “El hombre propone y Dios dispone”. En cuanto el alma se propone hacer un bien, ser santa, Yo inmediatamente dispongo a su alrededor las cosas que se necesitan: Luz, gracias, conocimiento de Mí, desapegos, y si con esto no lo logro, entonces por vía de mortificaciones nada le hago faltar para darle la cosa que el alma se ha propuesto, pero, ¡oh, cuántas por la fuerza se salen de este trabajo que mi Amor les ha tejido alrededor! Pocas son las que resisten y me hacen cumplir mi trabajo”.

+ + + +

11-33
Agosto 28, 1912

El amor es lo que transforma al alma en Dios, y quiere encontrar a las almas desocupadas de todo.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las otras virtudes, por cuan altas y sublimes sean, hacen siempre distinguir a la criatura y al Creador, sólo el amor es lo que transforma al alma en Dios y la forma una sola cosa con Él. Así que sólo el amor es lo que triunfa sobre todas las imperfecciones humanas, el único que consume lo que impide que el alma llegue a tomar Vida Divina en Dios. Pero no puede haber verdadero amor si no recibe vida, alimento de mi Voluntad, así que mi Voluntad unida al amor es la que forma la verdadera transformación Conmigo, pues el alma está en continuo contacto con mi Potencia, con mi Santidad y con todo lo que Yo soy, así que puede decir que es otro Yo. Todo es precioso, todo es santidad para aquella alma; se puede decir que su respiro, el contacto con la tierra que pisa es precioso, es santo, porque no son otra cosa que efectos de mi Querer”.
(3) Después ha agregado: “¡Oh! si todos conocieran mi Amor y mi Querer, dejarían de apoyarse en ellos mismos, y mucho más en los demás, los apoyos humanos terminarían.
¡Oh! cómo los encontrarían insignificantes, dolorosos, incómodos, todos se apoyarían solamente en mi Amor, porque siendo espíritu purísimo, no conteniendo materia, se encontrarían muy a gusto apoyados en Mí, y los efectos queridos por ellos.
(4) Hija mía, el Amor quiere encontrar a las almas liberadas de todo, de otra manera no puede vestirlas con el vestido del amor, sucedería como a alguien que queriendo ponerse un vestido lo encuentre lleno de estorbos por dentro, por lo tanto no se lo puede poner,

quiere sacar un brazo y encuentra un estorbo, así que el pobrecito, o debe dejar de intentarlo o hace el ridículo. Así el Amor, cuando quiere vestir al alma de Sí, si no encuentra al alma escombrada del todo, amargado se retira”.

+ + + +

11-34
Agosto 31, 1912

El Amor simbolizado por el sol deslumbrante.

(1) Rezando por una persona, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, al Amor, simbolizando por el sol, le sucede como a aquellas personas que mientras tienen los ojos dirigidos a lo bajo, la luz del sol desciende suavemente sobre sus ojos, por eso pueden hacer muy bien sus acciones, pero si quieren fijar los ojos en el sol, especialmente si es mediodía, la vista queda deslumbrada y se ven obligados a bajarlos, de otra manera estarían obligados a cesar en sus acciones, y el daño sería para ellos, al sol no le harían ningún daño, continuaría con majestad su curso. Así es hija mía para quien me ama de verdad, el amor para ellos es más que sol majestuoso, imponente; las personas, si lo miran de lejos, la luz del amor desciende suave sobre sus ojos, por eso pueden hacer proyectos, tramar insidias, hablar mal de ellos, pero si hacen por acercarse a él, fijarlo, la luz del amor resplandecerá en sus ojos y terminarán con alejarse y por no pensar más en él, y el alma amante continuará su camino sin ni siquiera pensar si la miran o no la miran, porque sabe que el amor la defenderá de todo y la tendrá al seguro”.

+ + + +

11-35
Septiembre 2, 1912

Las reflexiones, las preocupaciones sobre sí mismo, aun sobre el bien, para quien ama a Dios son
tantos vacíos que forman al amor.

(1) Estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “Mi único temor es que Tú me pudieras dejar, retirándote de mí”.
(2) Y Jesús: “Hija mía, no puedo dejarte porque tú no haces ninguna reflexión sobre de ti misma, ni tomas ningún cuidado de ti; las reflexiones, los cuidados personales aun sobre el bien, para quien me ama de verdad son tantos vacíos que forma al amor, por lo tanto mi Vida no llena toda, toda el alma, estoy como al margen, en un rincón y me dan así ocasión de darme mis escapadas; en cambio quien no es llevado a las reflexiones de los cuidados propios, y piensa sólo en amarme, y toma cuidado sólo de Mí, Yo lo lleno todo, no hay punto de su vida en que no encuentre la mía, y queriendo darme mis escapadas debería destruirme a Mí mismo, lo cual no puede ser jamás.
(3) Hija mía, si supieran las almas el mal que hacen las reflexiones propias, encorvan al alma, la abajan, la hacen tener el rostro vuelto hacia sí mismas, y mientras más se miran más humanas se vuelven, más reflexionan, más sienten las miserias y más empobrecen, en cambio el solo pensamiento de Mí, en amarme, en estarse toda abandonada en Mí, hace recta al alma, y con tener el rostro dirigido a mirarme sólo a Mí, se elevan y crecen; más me miran más divinas se hacen, mientras más reflexionan sobre Mí más se sienten ricas, fuertes y valerosas”.
(4) Después ha agregado: “Hija mía, las almas que están unidas con mi Querer y que me hacen hacer mi Vida en ellas y piensan sólo en amarme, están unidas Conmigo como los rayos al sol; ¿quién forma los rayos? ¿Quién les da vida? El sol; si el sol no pudiera formar

los rayos no podría extender su luz ni su calor, así que los rayos ayudan al sol a hacer su curso y lo embellecen de más. Así Yo, sólo por medio de estos rayos que forman una sola cosa Conmigo, me extiendo sobre todas las regiones y doy luz, gracia, calor, y me siento más embellecido que si no los tuviera.
(5) Ahora, ¿se podría preguntar a un rayo de sol cuántos caminos ha hecho, cuánta luz, cuánto calor ha dado? Si tuviera razón respondería: “No me quiero ocupar de esto, lo sabe el sol y basta; pero si hubiera otras tierras a las cuales dar luz y calor los daría, porque el sol que me da vida, a todo puede llegar”. Y si el rayo quisiera reflexionar, volverse hacia atrás a lo que ha hecho, perdería su curso y se oscurecería. Así son mis almas amantes, son mis rayos vivientes, no reflexionan sobre lo que hacen, estarse en el Sol Divino es toda su intención, y si quisieran reflexionar les sucedería a ellas como al rayo del sol y mucho perderían”.

+ + + +

11-36
Septiembre 6, 1912

Para recibir los beneficios de la presencia de Jesús, hay que acercarse a Él con la voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto el bendito Jesús ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo estoy con las almas, dentro y fuera, pero ¿quién experimenta los efectos? Quien se acerca con su voluntad a la mía, quien me llama, quien reza, quien conoce mi Poder y el bien que puedo hacerle, de otra manera sucede como a aquél que tiene agua en su casa pero no se acerca para tomarla y beber, a pesar de que está el agua no goza del beneficio del agua y arde por la sed; así si siente frío, y a pesar de que hay fuego no se acerca a él para calentarse, no gozará el beneficio del calor, y así de todo lo demás. ¡Cuál no es mi desagrado, que mientras quiero dar no hay quien tome mis beneficios!”

+ + + +

11-37
Septiembre 29, 1912

El alma preferida de Jesús.

(1) Escribo cosas pasadas. Estaba pensando entre mí: “El Señor, a quién ha hablado de su Pasión, a quién de su corazón, a quién de la cruz y tantas otras cosas; yo quisiera saber quién ha sido la más preferida de Jesús”. Y mi amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿sabes quién ha sido la más preferida por Mí? El alma a la cual he manifestado los prodigios, la potencia de mi Santísimo Querer. Todas las demás cosas son parte de Mí, en cambio mi Voluntad es el centro y la vida, la rectora de todo; así que mi Voluntad ha dirigido la Pasión, ha dado vida a mi corazón, ha sublimado la cruz, mi Voluntad abarca y comprende todo, aferra todo y da efecto a todo, así que mi Voluntad es más que todo, por consecuencia a quien he hablado de mi Querer, ella ha sido la más preferida de todos y sobre de todo. ¡Cuánto deberías agradecerme por haberte admitido en los secretos de mi Querer! Mucho más, quien está en mi Voluntad es mi Pasión, es mi corazón, es mi cruz, y es mi misma Redención, no hay cosas disímiles entre Yo y ella, por eso toda en mi Voluntad te quiero si es que quieres tomar parte en todos mis bienes”.

Para quien obra en la Divina Voluntad, Jesús dispone las intenciones.

(3) Otra vez estaba pensando cómo sería mejor ofrecer nuestras acciones, oraciones, etc., si como reparaciones, como adoraciones, etc. Y mi siempre benigno Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien está en mi Voluntad y hace sus cosas porque las quiero Yo, no es necesario que disponga ella sus intenciones, estando en mi Voluntad, conforme obra, reza, sufre, así Yo mismo las dispongo como más me place, ¿me place la reparación? Las tomo por reparación; ¿me place por amor? Lo tomo como amor. Siendo Yo el dueño hago con ellas lo que quiero; no así con quien no está en mi Voluntad, disponen ellos y Yo quedo a voluntad de ellos”.

Uso de los bienes naturales en la Divina Voluntad.

(5) Otro día, habiendo leído en un libro de una santa, que primero casi no tenía necesidad de alimento y después tenía que comer frecuentemente y era tanta la necesidad que llegaba a llorar si nada le daban, yo me he quedado pensativa meditando en mi estado, pues antes tomaba poquísimo alimento y era obligada a devolverlo, pero ahora tomo más y no lo devuelvo, y decía para mí: “Jesús bendito, ¿cómo es eso? Esto para mí lo tengo como falta de mortificación y es mi maldad la que me lleva a estas miserias”. Y Jesús bendito al venir me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿quieres saber el porqué? Heme aquí para contentarte. Primero, al alma para hacerla toda mía, para vaciarla de todo lo sensible y ponerle todo lo celestial, lo divino, la alejo aun de la necesidad del alimento, de modo que casi no tiene necesidad de éste, así que encontrándose en estas condiciones, toca con la mano que sólo Jesús basta, que nada más le es necesario, y el alma se eleva a lo alto, desprecia todo, no se preocupa de nada, su vida es celestial. Después de haberla fundado bien por años y años, no teniendo Yo más temor de que lo sensible le lleve la sombra de las impresiones, porque después de haber gustado lo celestial es casi imposible que el alma guste los desechos, el estiércol, Yo entonces la restituyo a la vida ordinaria, porque quiero que mis hijos tomen parte en las cosas creadas por Mí por amor de ellos según mi Voluntad, no según la de ellos, y es sólo por amor de estos hijos que estoy obligado a alimentar a los otros; y no sólo esto, sino que es para Mí la más bella reparación por todos aquellos que no usan de las cosas naturales según mi Voluntad, el ver a estos hijos celestiales tomar las cosas necesarias con sacrificio, con desapego y según mi Voluntad. ¿Cómo quieres decir tú que por esto hay maldad en ti? Nada en absoluto, ¿qué mal hay en el tomar un poco de más o de menos en mi Voluntad de lo que no es sino escoria? Nada, nada. En mi Voluntad nada puede haber de mal, sino siempre bien, hasta en las cosas más indiferentes”.

+ + + +

11-38
Octubre 14, 1912

Lo que Jesús obra en las almas es eterno.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me lamentaba con Jesús bendito de mi pobre estado, y decía: “¿De qué me sirve que en el pasado me hayas hecho tantas gracias, habiendo llegado hasta a crucificarme Contigo, si ahora todo ha terminado?” Y Jesús:
(2) “Hija mía, ¿qué dices? ¿Cómo, nada te sirve? ¿Todo ha terminado? Falso, te engañas, nada ha terminado y todo te es útil. Tú debes saber que todo lo que hago al alma está sellado con el sello de lo eterno, y no hay potencia que pueda quitar al alma lo que mi gracia ha obrado. Así que todo lo que he hecho a tu alma, todo existe y tiene vida en ti, y te da alimento continuo, así que si te he crucificado, la crucifixión existe y existe por cuantas veces te he crucificado. Yo muchas veces me deleito en obrar en las almas y poner todo en depósito en ellas, y después renuevo mi obrar sin quitar lo que he hecho antes. Entonces,

¿cómo puedes decir que nada te sirve y que todo ha terminado? ¡Ah, hija mía, los tiempos son tan tristes que mi Justicia llega a rechazar las almas que toman los castigos sobre ellas y les impiden caer sobre el mundo! Éstas son mis más queridas víctimas de mi corazón, y el mundo me empuja a tenerlas casi inactivas, pero no es inactividad la suya, porque estando en mi Voluntad, mientras parece que no hacen nada hacen todo, más bien abrazan lo inmenso, lo eterno, sólo que el mundo por su maldad no goza todos los efectos”.

+ + + +

11-39
Octubre 18, 1912

Jesús y Luisa lloran juntos.

(1) Esta mañana, en cuanto ha venido mi siempre amable Jesús, todo afligido y lloroso, yo he llorado junto con Él, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué es lo que nos hace llorar y nos oprime tanto? La causa del mundo,
¿no es verdad?”
(3) Y yo: “Sí”.
(4) Y Él: “Es por una causa tan santa y tan desinteresada que nosotros lloramos, no obstante, ¿quién es el que lo toma en cuenta? Más bien se burlan de la aflicción que sentimos por causa de ellos. ¡Ay, las cosas aún están al principio! Limpiaré la faz de la tierra con la sangre de ellos mismos”.
(5) Y yo veía esparcirse tanta sangre humana que he dicho: “¡Ah! Jesús, ¿qué haces? Jesús, ¿qué haces?”

+ + + +

11-40
Noviembre 1, 1912

Quien piensa en sí mismo empobrece, y siente necesidad de todo.

(1) Estando muy afligida por la privación de mi adorable Jesús, estaba rezando y reparando por todos, y en mi extrema amargura he dirigido el pensamiento hacia mí y he dicho: “Piedad de mí, Jesús perdona a esta alma, tu sangre, tus penas ¿no son también mías? ¿Valen acaso menos para mí?” Y mientras esto decía, mi amable Jesús desde dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “¡Ah!, hija mía, ¿qué haces pensando en ti? Tú así desciendes y de dueña te reduces a la mísera condición de pedir, pobre hija, con pensar en ti misma te empobreces, pues estando en mi Voluntad tú eres dueña y por ti misma puedes tomar lo que quieras; si hay algo que hacer en mi Voluntad es rezar, reparar por los demás”.
(3) Y yo: “Dulcísimo Jesús, Tú amas tanto que quien está en tu Voluntad no piense en sí mismo, y Tú ¿piensas en ti mismo?” (Que pregunta tan disparatada)
(4) Y Jesús: “No, no pienso en Mí mismo, piensa en sí mismo quien tiene necesidad de alguna cosa, Yo no tengo necesidad de nada, Yo soy la misma santidad, la misma felicidad, la misma inmensidad, altura, profundidad, nada, nada me falta, mi Ser contiene en Sí mismo todos los bienes posibles e imaginables. Si algún pensamiento me pudiera ocupar es el pensamiento del género humano, que habiéndolo sacado de Mí quiero que regrese a Mí, y en tales condiciones pongo a las almas que quieren hacer verdaderamente mi Voluntad, son una sola cosa Conmigo, las vuelvo dueñas de mis bienes, porque en mi Voluntad no hay esclavitud, lo que es mío es de ellas, y lo que quiero Yo lo quieren ellas. Entonces, si uno siente necesidad de alguna cosa, significa que no está en verdad en mi

Voluntad, o bien que se da sus escapadas, como estás haciendo tú ahora, ni más ni menos. ¿No te parece extraño que quien ha formado una sola cosa, un solo querer Conmigo, me pida piedad, perdón, mi sangre, mis penas, mientras que la he constituido dueña junto Conmigo? Yo no sé que piedad, que perdón darle, pues le he dado todo, a lo más debería tener piedad, perdonarme a Mí mismo de alguna falla, lo que no puede ser jamás. Por tanto te recomiendo que no salgas de mi Voluntad, y que continúes no pensando en ti misma sino en los demás, como has hecho hasta ahora, de otra manera vendrías a empobrecer y a sentir necesidad de todo”.

+ + + +

11-41
Noviembre 2, 1912

Debemos reconocernos solamente en Dios.

(1) Continuando mi aflicción decía entre mí: “No me reconozco más, dulce vida mía,
¿dónde estás? ¿Qué cosa debería hacer para reencontrarte? Faltando Tú, amor mío, no encuentro la belleza que me embellece, la fortaleza que me fortifica, la vida que me vivifica, me falta todo, todo es muerte para mí, y la misma vida sin Ti es más desgarradora que cualquier muerte, ¡ah, es siempre morir! Ven Jesús, no puedo más. ¡Oh luz suprema, ven, no me hagas esperar más! Me haces sentir los toques de tus manos, y mientras hago por asirte me huyes; me haces ver tu sombra, y mientras hago por mirar dentro de la sombra la majestad, la belleza de mi Sol Jesús, pierdo sombra y Sol. ¡Ah, piedad, mi corazón está atormentado, está desgarrado en pedazos, no puedo vivir más! ¡Ah, si pudiera morir al menos!” Mientras esto decía, en cuanto ha venido mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, estoy aquí dentro de ti, si quieres reconocerte ven en Mí, y dentro de Mí ven a reconocerte; si vienes en Mí a reconocerte te pondrás en el orden, porque en Mí encontrarás tu imagen hecha por Mí y semejante a Mí, encontrarás todo lo que se necesita para conservar y embellecer esta imagen, y viniendo a reconocerte en Mí, reconocerás también al prójimo en Mí, y viendo cómo te amo a ti y cómo amo al prójimo, te elevarás al grado del verdadero amor divino, y todo, dentro y fuera de ti, las cosas tomarán el verdadero orden, que es el orden divino. En cambio si te quieres reconocer dentro de ti, en primer lugar no te reconocerás en verdad, pues te faltará la luz divina; en segundo lugar, todas las cosas las encontrarás en desorden y reñirán entre ellas; la miseria, la debilidad, las tinieblas, las pasiones y todo lo demás, será el desorden que encontrarás dentro y fuera de ti, que no sólo te harán la guerra a ti, sino también entre ellas para ver cuál te hace más mal, e imagínate tú misma en que orden te pondrán al prójimo. Y no sólo quiero que debas reconocerte en Mí, sino que si quieres recordarte de ti debes venir a hacerlo en Mí, de otra manera si quieres recordarte de ti sin Mí, harás más mal que bien”.

+ + + +

11-42
Noviembre 25, 1912

Las acciones de las almas que hacen su vida en la Vida de Jesús, son todas de oro y de precio incalculable porque son divinas.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús parece que ha venido según la costumbre de antes, si bien me ha parecido como si fuera sólo de pasada, y tenía ansia de verme y de entretenerse conmigo a lo familiar. Yo, viéndolo tan bueno, dulce y benigno he olvidado todos sus contrastes, las privaciones, y viéndolo con una corona de espinas grande y muy

tupida le he dicho: “Dulce amor mío y vida mía, hazme ver que continúas amándome, esta corona que te ciñe la cabeza quítala de Ti y pónmela a mí con tus mismas manos”. Y el amable Jesús de inmediato se la ha quitado y con sus mismas manos la ha colocado y oprimido en mi cabeza. ¡Oh, cómo me sentía feliz con las espinas de Jesús, punzantes, sí, pero dulces! Él me miraba con amorosa ternura, y yo, viéndome tan tiernamente mirada, tomando ánimo he agregado: “Jesús, corazón mío, no me bastan las espinas para estar segura que me quieres como antes, ¿no tienes los clavos para crucificarme? Pronto, ¡oh! Jesús, no me tengas más en duda, pues la sola duda de no ser siempre más amada por Ti, me da muerte continua, ¡crucifícame!”
(2) Y Él: “Hija mía, no encuentro clavos, pero para contentarte te traspasaré con una lanza”.
(3) Y así, tomando mis manos me las ha desgarrado, y después los pies; yo sufría, sí, sentía que nadaba en una mar de dolor, pero también de amor y dulzura al mismo tiempo, y parecía que Jesús no podía separar de mí sus tiernas y amorosas miradas, y poniéndome y cubriéndome toda con su manto real me ha dicho:
(4) “Dulce hija mía, deja ya toda duda sobre mi Amor por ti; es más, te digo para darte ánimo, que en cualquier modo en que me muestre, ya sea que me veas airado, o que me veas como relámpago, o que no te hable, recuerda que bastará sólo con una renovación de espinas, de clavos que te haga, para ponernos de nuevo en las estrecheces amorosas e intimidades más aún que antes, por eso quédate contenta, y Yo continuaré con los flagelos en el mundo”.
(5) Me ha dicho otras cosas, pero la fuerza de los dolores no me deja recordarlas bien. Entonces me he quedado de nuevo sola, sin Jesús y me he desahogado con mi dulce Mamá llorando y pidiéndole que hiciera volver a Jesús, y mi Mamá me ha dicho:
(6) “Dulce hija mía, no llores, debes agradecer a Jesús cómo se comporta contigo y la gracia que te da, que en estos tiempos de flagelos no te hace separarte de su Santísima Voluntad, gracia más grande no podría darte”.
(7) Después ha regresado Jesús, y viéndome que había llorado me ha dicho:
(8) “¿Por qué has llorado?”
(9) Y yo: “He llorado con mi Mamá, no es que haya llorado con algún otro, y he llorado porque Tú no estabas”. Y Jesús tomando mis manos en las suyas parecía que me mitigaba los dolores, y luego me ha hecho ver dos escaleras altas de la tierra al Cielo, en una había mucha gente y en la otra poquísima. En la que había pocos era de oro macizo y los pocos que subían por ella parecía que eran otros tantos Jesús, así que cada uno de ellos era un Jesús; en la otra, donde había más gente, parecía de madera, y se distinguía quiénes eran las personas, casi todas bajas y sin gran desarrollo. Y Jesús me ha dicho:
(10) “Hija mía, en la escalera de oro suben aquellos que hacen su vida en mi Vida, así que puedo decir: “Son mis pies, mis manos, mi corazón, todo Yo mismo”. Como tú ves, porque son otros Yo ellos son todos para Mí y Yo soy vida de ellos, sus acciones son todas de oro y de precio incalculable, porque son divinas, su altura nadie la podrá alcanzar jamás, porque son mi misma vida, casi ninguno los conoce porque viven escondidos en Mí, sólo en el Cielo se tendrá perfecto conocimiento de ellos. La escalera de madera en la cual hay más gente, son las almas que caminan por el camino de las virtudes, sí, pero no con la unión de mi Vida y con la conexión continua con mi Voluntad, sus acciones son de madera, porque únicamente la unión Conmigo forma la acción de oro, por lo tanto son de precio mínimo, son bajas de altura, casi raquíticas, porque en sus acciones buenas muchos fines humanos mezclan, y los fines humanos no dan crecimiento; son conocidas por todos porque no viven escondidas en Mí, sino viven en ellas mismas, por lo que nadie las cubre, al Cielo no harán ninguna sorpresa pues eran conocidas aun en la tierra. Por eso hija mía toda en mi Vida te quiero, nada en la tuya, y te recomiendo a los que tú sabes y ves, que se mantengan fuertes y constantes en la escalera de mi Vida”.
(11) Y me señalaba a algunos que yo conozco, y ha desaparecido.
(12) Sea todo a gloria suya.

+ + + +

11-43
Diciembre 14, 1912

Quien está en la Divina Voluntad abrazando todo, rezando y reparando por todos, toma para sí sola el Amor que Dios tiene para todos. Quien está del todo en la Divina Voluntad no está sujeto a tentaciones.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús al venir me ataba con un hilo de oro diciéndome:
(2) “Hija mía, no te quiero atar con sogas y cadenas; con los rebeldes se usan cuerdas y cadenas de hierro, pero con los dóciles, con quienes no quieren otra vida que mi Voluntad y no toman otro alimento que mi Amor, apenas un hilo se necesita para tenerlos unidos Conmigo, y muchas veces ni siquiera me sirvo de este hilo, pues están tan adentrados en Mí que forman una sola cosa Conmigo, y si lo uso es casi para entretenerme en torno a ellos”.
(3) Entonces, mientras Jesús me ataba yo me he encontrado en el mar interminable de la Voluntad de mi dulce Jesús, y por consecuencia en todas las criaturas, e iba extendiéndome en la mente de Jesús, en los ojos de Jesús, en la boca, en el corazón, y así, en la mente, en los ojos y en todo lo demás de las criaturas y hacía todo lo que hacía Jesús. ¡Oh! cómo con Jesús se abraza todo, no queda excluido ninguno. Después Jesús ha agregado:
(4) “Quien está en mi Voluntad abrazando todo, rezando y reparando por todos, toma en sí sola el amor que tengo por todos, así que el amor que tengo por todos lo encierra ella sola, y por cuanto la amo, otro tanto me es querida, otro tanto bella, así que todo deja atrás de ella”.
(5) Entonces yo, habiendo leído que quien no es tentado no es agradable a Dios, y pareciéndome que desde hace mucho tiempo no sé qué sea tentación, se lo he dicho a Jesús y Él me ha dicho:
(6) “Hija mía, quien está del todo en mi Voluntad no está sujeto a tentaciones, porque el demonio no tiene el poder de entrar en mi Voluntad, y no sólo esto, sino que el demonio mismo no quiere entrar, porque mi Voluntad es luz, y el alma ante esta luz conocería muy bien sus astucias, por lo tanto se burlaría del enemigo, el cual no tolera estas burlas y le son más terribles que el mismo infiero, y con todas sus fuerzas las rehuye. Prueba a salir de mi Voluntad y verás cuantos enemigos te lloverán encima. Quien está en mi Voluntad lleva siempre en alto la bandera de la victoria, y de los enemigos ninguno osa hacer frente a esta bandera inexpugnable”.

+ + + +

11-44
Diciembre 20, 1912

Por cuanta más sustancia de Divina Voluntad contiene el alma, tanto más amor produce.
(1) Estos días pasados parecía que mi siempre amable Jesús tenía ganas de hablar de su Santo Querer, venía, decía dos palabras y huía. Recuerdo que en una ocasión me dijo:
(2) “Hija mía, con quien hace mi Voluntad me siento como en deber de darle mis virtudes, mi belleza, mi fortaleza, en una palabra, todo lo que Yo soy, y si no se lo diera me lo negaría a Mí mismo”.
(3) En otra ocasión, leyendo acerca de lo terrible del juicio, y quedando muy entristecida, mi dulce Jesús me dijo:

(4) “Hija mía, ¿por qué quieres entristecerme?”
(5) Y yo: “No intento entristecerte a Ti, sino a mí”.
(6) Y Él: “¡Ah!, no lo quieres comprender, que los disgustos, las tristezas y cualquier cosa que pudiera sufrir quien hace mi Voluntad, recaen sobre Mí y las siento como propias, y puedo decir a quien hace mi Voluntad: “Las leyes no son para ti, para ti no hay juicios”. Y si quisiera juzgarla sería como uno que quisiera ir contra sí mismo, es más, quien hace mi Voluntad, en vez de ser juzgada entra en el derecho de juzgar a los demás”.
(7) Después ha agregado: “La buena voluntad del alma en hacer el bien es una potencia sobre mi corazón, y esta potencia me maneja tanto, que me obliga a darle lo que quiere”.
(8) Después estaba pensando en qué le gustará más al bendito Jesús, “el amor o su Voluntad”.
(9) Y Jesús: “Hija mía, sobre todo debe tener la primacía mi Querer. Mira un poco tú misma, tienes un cuerpo, un alma, estás compuesta de inteligencia, de carne, de huesos, de nervios, pero no eres de frío mármol, contienes también un calor, así que el alma, la inteligencia, el cuerpo, la carne, los huesos, los nervios, deben ser mi Voluntad, y el calor que contiene, el amor. Mira la llama, el fuego; la llama, el fuego, debe ser mi Voluntad, y el calor que produce la llama y el fuego, el amor. Así que en todas las cosas la sustancia debe ser mi Voluntad, los efectos el amor; el uno y la otra están tan conectados juntos, que no puede estar el uno sin la otra, así que cuanta más sustancia de mi Voluntad el alma contiene, más amor produce”.

+ + + +

11-45
Enero 22, 1913

Las tres Pasiones de Jesús.

(1) Estaba pensando en la Pasión de mi siempre amable Jesús, especialmente en lo que sufrió en el huerto, entonces me he encontrado toda sumergida en Jesús y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi primera Pasión fue el amor, porque el hombre al pecar, el primer paso que da en el mal es la falta de amor, por lo tanto, faltando el amor se precipita en la culpa; por eso, el Amor para rehacerse en Mí de esta falta de amor de las criaturas, me hizo sufrir más que todos, casi me trituró más que bajo una prensa, me dio tantas muertes por cuantas criaturas reciben la vida.
(3) El segundo paso que sucede en la culpa es defraudar la gloria de Dios, y el Padre para rehacerse de la gloria quitada por las criaturas me hizo sufrir la Pasión del pecado, esto es, que cada culpa me daba una pasión especial; si la pasión fue una, el pecado en cambio me dio tantas pasiones por cuantas culpas se cometerán hasta el fin del mundo; y así se rehizo la gloria del Padre.
(4) El tercer efecto que produce la culpa es la debilidad en el hombre, y por eso quise sufrir la Pasión por manos de los judíos, esta es mi tercera Pasión, para rehacer al hombre de la fuerza perdida.
(5) Así que con la Pasión del amor se rehizo y se puso en justo nivel el Amor, con la Pasión del pecado se rehizo y se puso a nivel la gloria del Padre, con la Pasión de los judíos se puso a nivel y se rehizo la fuerza de las criaturas. Todo esto lo sufrí en el huerto, fue tal y tanto el sufrimiento, las muertes que sufrí, los espasmos atroces, que habría muerto de verdad si la Voluntad del Padre hubiera llegado a que Yo muriera”.
(6) Después continué meditando cuando mi amable Jesús fue arrojado por los enemigos al torrente Cedrón. El bendito Jesús se hacía ver en un aspecto que movía a piedad, todo bañado con aquellas aguas puercas y me ha dicho:
(7) “Hija mía, al crear el alma la vestí de un manto de luz y de belleza; el pecado quita este manto de luz y de belleza y la cubre con un manto de tinieblas y de fealdad, volviéndola repugnante y nauseante, y Yo para quitar este manto tan nauseabundo que el

pecado pone al alma, permití que los judíos me arrojaran en este torrente, donde quedé como recubierto dentro y fuera de Mí, porque estas aguas pútridas me entraron hasta en las orejas, en las narices, en la boca, tanto, que los judíos tenían asco de tocarme. ¡Ah, cuánto me costó el amor de las criaturas, hasta volverme nauseabundo a Mí mismo!”

+ + + +

11-46
Febrero 5, 1913

Quien no hace la Voluntad de Dios todo lo roba.

(1) Esta mañana, mi siempre amable Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien no hace mi Voluntad no tiene razón de vivir en la tierra, la vida se vuelve sin finalidad, sin medio y sin fin. Es propiamente como un árbol que no sabe y no puede producir ningún fruto, o a lo más frutos venenosos, que envenenan siempre más a él mismo, y envenenan a cualquiera que imprudentemente los pudiera comer, este árbol no hace otra cosa que robar las pobres fatigas del agricultor, que con fatiga y sudores está a su alrededor removiéndole la tierra. Así el alma que no hace mi Voluntad está en continua actitud de robarme, y los hurtos que me hace los convierte en veneno; así que está a mi alrededor sólo para robarme, me roba la obra de la Creación, la de la Redención y la de la Santificación con relación a ella; me roba la luz del sol, el alimento que toma, el aire que respira, el agua que le quita la sed, el fuego que la calienta, la tierra que pisa, porque todo esto es de quien hace mi Voluntad, todo lo que es mío es de ellos; en cambio quien no hace mi Voluntad no tiene ningún derecho, y por eso me siento continuamente robado. Así que quien no hace mi Voluntad se debe tener como extranjero nocivo y fraudulento, y por eso es necesario encadenarlo y arrojarlo en las cárceles más profundas”.
(3) Dicho esto ha desaparecido como relámpago. Otro día, al venir me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿quieres saber qué diferencia hay entre mi Voluntad y el Amor? Mi Voluntad es Sol, el amor es fuego. Mi Voluntad como sol no tiene necesidad de alimento, ni crece ni decrece en la luz y en el calor, siempre, siempre igual a sí mismo, siempre purísima su luz. En cambio el fuego que simboliza el amor, tiene necesidad de leña para alimentarse, y si falta la leña llega hasta a apagarse, crece y decrece según la leña que se pone, por lo tanto está sujeto a inestabilidad, y su luz es siempre obscura, mezclada con humo, especialmente si el amor no está regulado por mi Voluntad”.
(5) Dicho esto ha desaparecido y me ha quedado en mi mente una luz en la que comprendía que la Voluntad de Dios para el alma es como un sol, porque las acciones que se hacen como queridas por Dios forman una sola cosa con la Voluntad Divina, y así se forma el sol, la leña que mantiene este sol es la acción humana y todo el propio ser unido a la acción y al Ser Divino, así que el alma se hace leña ella misma, suministrada por la Voluntad Divina, y esta leña no puede faltar, por eso este sol no tiene necesidad de alimento, ni crece ni decrece, es siempre igual a Sí mismo, es purísima su luz, porque toma parte en todo, y el Ser Divino y la leña divina nunca se acaban y no están sujetas a humo. No explico más porque creo que el resto se comprende por sí solo, o sea lo referente al amor.

+ + + +

11-47
Febrero 19, 1913

La Voluntad de Dios es opio que adormece lo humano en el alma.

(1) Continuando mi habitual estado, y habiendo hecho la Santa Comunión, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es como el opio al cuerpo. Los pobres pacientes debiendo sufrir una operación, la amputación de una pierna, de un brazo, los adormecen con el opio, con esto no sienten la agudeza del dolor, y después, ya despiertos, se encuentran con los efectos de la operación hecha; y si no han sufrido tanto, la virtud ha sido solamente del opio. Tal es mi Voluntad, es opio del alma que adormece la inteligencia, el amor propio, la propia estima, todo lo que es humano, y no deja penetrar hasta el fondo un disgusto, la calumnia, el sufrimiento, un estado de penas internas del alma, porque el opio de mi Voluntad la tiene como adormecida, pero con todo y esto se encuentran los mismos efectos y los mismos méritos, es más, ¡oh! cuánto los supera, como si hubiese sentido muy bien aquel sufrimiento, pero con esta diferencia: Que el opio para el cuerpo se compra y no se puede usar frecuentemente, ni todos los días, y si se quisiera abusar quedaría la persona entontecida, especialmente si es de constitución débil; en cambio el opio de mi Voluntad lo doy gratis y se puede tomar en todos los momentos, y por cuanto más frecuentemente lo tome, tanta más luz de razón adquiere, y si es débil adquiere la fortaleza divina”.
(3) Después de esto me parecía ver a varias personas a mi alrededor y le he dicho a Jesús: ¿Quiénes son?”
(4) Y Jesús: “Son las que te confié desde hace algún tiempo, te las recomiendo, vigila sobre ellas, por esto quiero formar este nudo de unión entre tú y ellas, para tenerlas siempre en torno a Mí”.
(5) Y me ha señalado a una en modo especial. Y yo: “¡Ah!, Jesús, ¿has olvidado mi miseria y nulidad, y la necesidad extrema que tengo? ¿Qué haré?”
(6) Y Jesús: “Hija mía, tú no harás nada, como nada has hecho jamás. Yo hablaré y haré en ti, y hablaré por medio de tu boca, basta con que me dejes hacerlo tú y que haya buena disposición en ellas, y Yo me prestaré a todo, y aunque te tenga adormecida en mi Voluntad, cuando sea necesario te despertaré y te haré hablarles a ellas, y Yo me deleitaré más en ti oyéndote hablar, ya sea en la vigilia o en el sueño de mi Voluntad”.

+ + + +

11-48
Marzo 16, 1913

El fervor en rezar. El hielo en la Voluntad de Dios es fuego. Alimento de las almas.

(1) Escribo pequeñas cositas que el bendito Jesús me ha dicho en todos estos días pasados. Recuerdo que me sentía indiferente, fría, pero a pesar de eso hacía lo que es mi costumbre hacer, y pensaba para mí: “¿Quién sabe cuanta gloria de más daba a Nuestro Señor cuando me sentía al contrario de como me siento hoy?” Y Jesús bendito me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma reza con fervor es el incienso con humo, en cambio cuando reza fría, pero sin que haya hecho entrar en ella alguna cosa extraña a Mí, es el incienso sin humo; así que el uno o el otro me son agradables, pero más el incienso sin humo, porque el humo da siempre alguna molestia a los ojos”.
(3) Sintiéndome igual, el amable Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, el hielo en mi Voluntad es más ardiente que el fuego. ¿Qué te impresionaría más, ver que el hielo tiene virtud de quemar y de destruir cualquier cosa que lo pueda tocar, o el fuego que convierte las cosas en fuego? Ciertamente que el hielo. ¡Ah! hija mía, en mi Voluntad las cosas cambian naturaleza, así que el hielo en mi Voluntad tiene virtud de destruir cualquier cosa que no sea digna de mi santidad, y vuelve al alma pura, nítida y santa, tal como me gusta a Mí, no según le gusta a ella. Ésta es la ceguera de las criaturas, y aun de aquellas que se dicen buenas, al sentirse frías, miserables,

débiles, oprimidas y demás, y por cuanto más se sienten mal, tanto más se agazapan en su voluntad y se tejen un laberinto para envolverse de más en sus males, en vez de dar un salto a mi Voluntad donde encontrarían el hielo fuego, la miseria riqueza, la debilidad fortaleza, la opresión alegría. Yo con toda intención las hago sentir así de mal, para darles en mi Voluntad lo contrario de los males que tienen, pero las criaturas no queriéndolo entender de una vez para siempre, echan al vacío mis designios sobre ellas. ¡Qué ceguera!
¡Qué ceguera!”
(5) Otro día Jesús me dijo:
(6) “Hija mía, mira de qué se nutre quien hace mi Voluntad”.
(7) Entonces yo veía un sol que expandía innumerables rayos, tan espléndido, que el nuestro parecía apenas una sombra, y pocas almas sumergidas en esta luz, y estaban con la boca en estos rayos como si fueran pechos para mamar, ajenas a todas las demás cosas, como si nada hicieran, y mientras parecía que hacían nada, de ellas salía todo el obrar divino. Mi siempre amable Jesús ha agregado:
(8) “¿Has visto la felicidad de quien hace mi Voluntad, y cómo sólo de estas almas sale la repetición de mis obras? Así que quien hace mi Voluntad se nutre de luz, o sea de Mí, y mientras hace nada hace todo, por eso puede estar segura que lo que piensa, obra y dice es efecto del alimento que toma, o sea, que todo es fruto de mi Querer”.

+ + + +

11-49
Marzo 21, 1913

El abandono del alma en la Voluntad de Dios es opio para Jesús. El aire de las almas.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba diciendo al dulce Jesús que tuviera a bien hacerme participar en sus penas, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, el opio del alma es mi Voluntad, mi opio es la voluntad del alma abandonada en la mía, unida al puro amor. Este opio que el alma me da tiene la virtud de que las espinas pierdan en Mí la virtud de pinchar, los clavos de perforar, las llagas de dar dolor, todo me calma y adormece, así que si tú me has dado el opio, ¿cómo quieres que te haga parte de mis penas? Si no las tengo para Mí menos para ti”.
(3) Y yo: “Ah Jesús, cómo te sabes salir, parece que quieres jugar y para no contentarme te zafas con esas palabras”.
(4) Y Él: “No, no, es verdad, es exactamente así. Tengo necesidad de mucho opio, y te quiero tan abandonada en Mí que no te sienta más a ti misma, así que no reconoceré más quién eres tú, sino que solamente me reconoceré a Mí en ti, así que te diré que eres mi alma, mi carne, mis huesos. En estos tiempos tengo necesidad de mucho opio, porque si me despierto, en diluvio haré caer los flagelos”.
(5) Y ha desaparecido. Poco después ha regresado y ha agregado:
(6) “Hija mía, muchas veces sucede a las almas lo que sucede en el aire: El aire, por los hedores que exhala la tierra se ensucia y se siente un aire pesado, oprimente y nauseante, de modo que son necesarios los vientos para limpiar el aire, de manera que purificado el aire se respira después un vientecillo finísimo, que se estaría a boca abierta para respirar este aire purificado. Todo esto sucede en las almas, muchas veces la complacencia, la estima propia, el yo y todo lo que es humano ensucian el aire del alma, y Yo me veo obligado a mandarles el viento de la frialdad, el viento de la tentación, de la aridez, de la calumnia, de modo que estos vientos limpian el aire del alma y la purifican, la reducen a la nada, y la nada abre la puerta al Todo, a Dios, y el Todo hace soplar tantos vientecillos perfumados, de modo que a boca abierta toma este aire y la deja toda santificada”.

+ + + +


11-50
Marzo 24, 1913

Jesús es el contento de los contentos.

(1) Sentía un cierto descontento por las privaciones de mi siempre amable Jesús, y Él en cuanto ha venido me dijo:
(2) “Hija mía, ¿qué haces? Yo soy el contento de los contentos; estando en ti y sintiendo algunos descontentos vengo a reconocer que eres tú, y por lo tanto no me reconozco solo en ti, porque los descontentos son parte de la naturaleza humana, no de la divina, mientras que mi Voluntad es que lo humano no exista más en ti, sino sólo mi Vida Divina”.
(3) Agrego que pensaba entre mí en la dulce Mamá, y Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, a mi querida Mamá nunca se le escapó el pensamiento de mi Pasión, y a fuerza de repetirla se llenó toda, toda de Mí. Así sucede al alma, a fuerza de repetir lo que Yo sufrí viene a llenarse de Mí”.

+ + + +

11-51
Abril 2, 1913

El alma que hace la Voluntad de Dios es su respiro.

(1) Estando toda afligida por las privaciones de mi dulce Jesús, Él ha venido por detrás de mis hombros y pasando una mano por delante de mi boca, me ha alejado las sábanas que estaban tan cerca de mí que me impedían respirar libremente, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien hace mi Voluntad es mi respiro, y conteniendo mi respiro todos los respiros de las criaturas, desde dentro del alma que hace mi Voluntad suministro el respiro a todos, he aquí porqué te he alejado las sábanas, porque me sentía también Yo obstaculizada la respiración”.
(3) Y yo: “¡Ah! Jesús, ¿qué dices? Yo más bien siento que me has dejado y que has olvidado tantas promesas que me has hecho”.
(4) Y Él: “Hija mía, no me digas eso pues me ofendes y me forzas a hacerte probar en verdad lo que significa dejarte”.
(5) Después ha agregado con toda dulzura: “Quien hace mi Voluntad representa a lo vivo el periodo de mi Vida en la tierra, que mientras externamente parecía hombre, al mismo tiempo era siempre el Hijo amado de mi querido Padre. Así el alma que hace mi Voluntad, externamente tiene la piel de la humanidad, pero por dentro se encuentra mi persona, inseparable como Yo en el Amor y en la Voluntad de la Trinidad Sacrosanta, así que la Divinidad dice: Ésta es otra hija que tenemos sobre la tierra, por amor a ella sostengamos la tierra, porque hace en todo nuestras veces”.

+ + + +

11-52
Abril 10, 1913

Efectos del ejercicio de las horas de la Pasión.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús ha venido, y estrechándome a su corazón me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien piensa siempre en mi Pasión forma en su corazón una fuente, y por cuanto más piensa en ella, tanto más esta fuente se agranda, y como las aguas que brotan

son aguas comunes a todos, así esta fuente de mi Pasión que se forma en el corazón sirve para bien del alma, para gloria mía y para bien de las criaturas”.
(3) Y yo: “Dime bien mío, ¿qué cosa darás en recompensa a aquellos que harán las horas de la Pasión como Tú me las has enseñado?”
(4) Y Él: “Hija mía, estas horas no las consideraré como cosas vuestras, sino como hechas por Mí, os daré mis mismos méritos como si Yo estuviera sufriendo en acto mi Pasión y los mismos efectos según las disposiciones de las almas, esto en la tierra, premio mayor no podría darles; luego en el Cielo a estas almas me las pondré de frente, saeteándolas con saetas de amor y de contentos por cuantas veces han hecho las horas de mi Pasión, y ellas me saetearán a Mí. ¡Qué dulce encanto será esto para todos los bienaventurados!”
(5) Después ha agregado: “Mi Amor es fuego, pero no como el fuego material que destruye las cosas y las convierte en cenizas, mi fuego vivifica, perfecciona, y si quema y consume lo hace con todo lo que no es santo, los deseos, los afectos, los pensamientos que no son buenos; esta es la virtud de mi fuego: Quema el mal y da vida al bien; así que si el alma no siente en sí ninguna tendencia al mal, puede estar segura de que está en ella mi fuego, pero si siente en sí fuego y mezcla de mal, hay mucho que dudar que sea mi verdadero fuego”.

+ + + +

11-53
Mayo 9, 1913

Jesús y su Mamá fueron inseparables. Esto les sucede también a las almas cuando están verdaderamente unidas con Jesús.

(1) Mientras rezaba estaba pensando en el momento cuando Jesús se despidió de la Madre Santísima para ir a sufrir su Pasión, y decía entre mí: “¿Cómo es posible que Jesús se haya podido separar de la querida Mamá, y Ella de Jesús?” Y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ciertamente que no podía haber separación entre Yo y mi dulce Mamá, la separación fue sólo aparentemente, Yo y Ella estábamos fundidos juntos, y era tal y tanta la fusión que Yo quedé con Ella, y Ella vino Conmigo, así que se puede decir que hubo una especie de bilocación. Esto sucede también a las almas cuando están unidas verdaderamente Conmigo, y si rezando hacen entrar en sus almas como vida la oración, sucede una especie de fusión y de bilocación, Yo dondequiera que me encuentre las llevo Conmigo y Yo quedo con ellas.
(3) Hija mía, tú no puedes comprender bien lo que fue mi querida Mamá para Mí. Yo, viniendo a la tierra no podía estar sin Cielo, y mi Cielo fue mi Mamá. Entre Yo y Ella pasaba tal electricidad, que ni siquiera un pensamiento hubo en Ella que no lo tomara de mi mente, y este tomar de Mí la palabra, y la voluntad, y el deseo, y la acción, y el paso, en suma, todo, formaba en este Cielo el sol, las estrellas, la luna y todos los gozos posibles que puede darme la criatura y que puede ella misma gozar. ¡Oh cómo me deleitaba en este Cielo, cómo me sentía consolado y rehecho de todo! También los besos que me daba mi Mamá encerraban el beso de toda la humanidad y me restituían el beso de todas las criaturas; en todo me sentía a mi dulce Mamá, me la sentía en el respiro, y si era afanoso me lo aliviaba; me la sentía en el corazón, y si estaba amargado me lo endulzaba; en el paso, y si estaba cansado me daba aliento y reposo; ¿y quién puede decirte como me la sentía en la Pasión? En cada flagelo, en cada espina, en cada llaga, en cada gota de mi sangre, en todo me la sentía y me hacía el oficio de mi verdadera Madre. ¡Ah, si las almas me correspondieran, si todo tomaran de Mí, cuántos cielos y cuántas madres tendría sobre la tierra!”


+ + + +

11-54
Mayo 21, 1913

Cómo se forma la verdadera consumación.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo quiero la verdadera consumación en ti, no fantástica sino verdadera, pero en modo simple y factible. Supón que te viniera un pensamiento que no es para Mí, tú debes destruirlo y sustituirlo con el divino, y así habrás hecho la consumación del pensamiento humano y habrás adquirido la vida del pensamiento divino; así también si el ojo quiere mirar alguna cosa que me disgusta o que no se refiere a Mí, y el alma se mortifica, ha consumado el ojo humano y ha adquirido el ojo de la Vida Divina, y así el resto de tu ser. ¡Oh!, Cómo estas nuevas Vidas Divinas me las siento correr en Mí y toman parte en todo mi obrar, amo tanto estas vidas, que por amor de ellas cedo a todo. Estas almas son las primeras delante de Mí, y si las bendigo, a través de ellas vienen bendecidas las demás; son las primeras beneficiadas, amadas, y por medio de ellas vienen beneficiadas y amadas las demás”.

+ + + +

11-55
Junio 12, 1913

La Santísima Trinidad en las almas.

(1) Mientras rezaba estaba uniendo mi mente a la de Jesús, mis ojos a los de Jesús, y así de todo lo demás, tratando de hacer lo que hacía Jesús con su mente, con sus ojos, con su boca, con su corazón, y así de todo de todo lo demás, y como parecía que la mente de Jesús, sus ojos, etc., se difundían para bien de todos, así parecía que yo uniéndome y ensimismándome con Jesús me difundía también para bien de todos. Entonces pensaba entre mí: “¿Qué meditación es ésta? ¿Qué oración? ¡Ah, no soy buena para nada, no sé ni siquiera meditar nada!” Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿cómo es que te afliges por esto? En vez de afligirte deberías alegrarte, porque cuando tú meditabas y tantas bellas reflexiones surgían en tu mente, tú no hacías otra cosa que tomar de Mí parte de mis cualidades y de mis virtudes; ahora, habiéndote quedado sólo el poder unirte y ensimismarte a Mí, tomas de Mí todo, y no siendo buena para nada, Conmigo eres buena para todo, porque Conmigo quieres el bien de todos, y sólo con el desear, el querer el bien, produce en el alma una fortaleza que la hace crecer y la fija en la Vida Divina. Además, con unirse y ensimismarse Conmigo, se une con mi mente, y así tantas vidas de pensamientos santos produce en las mentes de las criaturas; conforme se une con mis ojos, así produce en las criaturas tantas vidas de miradas santas; así si se une con mi boca dará vida a las palabras; si se une a mi corazón, a mis deseos, a mis manos, a mis pasos, así a cada latido dará una vida, vida a los deseos, a las acciones, a los pasos, pero vidas santas, porque conteniendo en Mí la potencia creadora, junto Conmigo el alma crea y hace lo que hago Yo. Ahora, esta unión Conmigo, parte por parte, mente por mente, corazón por corazón, etc., produce en ti, en grado más alto, la Vida de mi Voluntad y de mi Amor, y en esta Voluntad viene formado el Padre, en el Amor el Espíritu Santo, y del obrar, de las palabras, de las obras, de los pensamientos y de todo lo demás que puede salir de esta Voluntad y de este Amor viene formado el Hijo, y he aquí la Trinidad en las almas, así que si debemos obrar, es indiferente obrar en la Trinidad en el

Cielo o en la Trinidad de las almas en la tierra. He aquí el por qué voy quitándote todo lo demás, si bien cosas buenas y santas, para poderte dar lo más bueno y lo más santo, que soy Yo mismo, y poder hacer de ti otro Yo mismo, en cuanto a criatura es posible. Creo que no te lamentarás más, ¿no es verdad?”
(3) Y yo: “¡Ah, Jesús, Jesús!, yo en cambio siento que me he hecho mala, mala, y el mayor mal es que no sé encontrar esta maldad mía, porque encontrándola, al menos haría cuanto puedo para quitarla”.
(4) Y Jesús: “Basta, basta, tú quieres adentrarte demasiado en el pensamiento de ti misma, piensa en Mí y Yo pensaré en tu maldad, ¿has entendido?”

+ + + +

11-56
Junio 24, 1913

(Sin título)

(1) El alma que no apetece el bien, siente como una náusea y un rechazo de dicho bien, y por eso esas almas son el rechazo de Dios

+ + + +

11-57
Agosto 20, 1913

Para vivir en la Divina Voluntad, la vida de la propia voluntad debe terminar.

(1) Mientras rezaba veía en mí a mi siempre amable Jesús y a otras almas en torno a mí, las cuales decían: “Señor, todo has puesto en esta alma”. Y extendiendo sus manos hacia mí me decían: “Ya que Jesús está en ti, y con Él todos los bienes, toma y danos a nosotras”. Yo he quedado confundida, y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, en mi Voluntad están todos los bienes posibles, y el alma que vive en Ella es necesario que esté con confianza obrando junto Conmigo como dueña. Todo esperan las criaturas de esta alma, y si no lo tienen se sienten defraudadas; ¿y cómo puede dar si no está con toda confianza obrando junto Conmigo? Por eso al alma que vive en mi Voluntad le es necesaria la confianza para dar, la simplicidad para comunicarse a todos, con el desinterés de sí para poder vivir toda para Mí y para el prójimo. Tal soy Yo”.
(3) Luego ha agregado: “Hija mía, a quien en verdad hace mi Voluntad le sucede como al árbol injertado, que la fuerza del injerto tiene virtud de hacer destruir la vida del árbol que recibe el injerto, así que no más los frutos, las hojas del primer árbol se ven, sino los del injerto, y si el primer árbol dijera al injerto, “quiero retener para mí al menos una pequeña ramita para poder dar también yo algún fruto para poder hacer conocer a todos que yo existo aún”, el injerto le respondería: “Tú no tienes ya razón de existir, después de que te has sometido a recibir mi injerto la vida será toda mía”. Así el alma que hace mi Voluntad puede decir: “Mi vida ha terminado, no más mis obras saldrán de mí, mis pensamientos, mis palabras, sino las obras, los pensamientos, las palabras de Aquél cuya Voluntad es mi vida”. Así que Yo digo a quien hace mi Querer: “Tú eres vida mía, sangre mía, huesos míos”. Entonces sucede la verdadera, real, Sacramental transformación, no en virtud de las palabras del sacerdote, sino en virtud de mi Voluntad. En cuanto el alma se decide a vivir en mi Querer, mi Voluntad me crea a Mí mismo en el alma, y a medida que mi Querer corre en la voluntad, en las obras, en los pasos del alma, tantas creaciones mías recibe. Sucede propiamente como a un cáliz lleno de partículas consagradas, por cuantas partículas hay, tantos Jesús están, uno en cada partícula. Así el alma, en virtud de mi Voluntad me

contiene en todo y en cada parte de su ser; quien hace mi Voluntad hace la verdadera comunión eterna, y comunión con fruto completo”.

+ + + +

11-58
Agosto 27, 1913

El enemigo por vía indirecta busca turbar al alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba lamentándome con mi siempre amable Jesús por mi pobre estado presente, y con toda la amargura de mi alma le decía: “Vida de mi vida, ¿no quieres ya tener compasión de mí? ¿Para qué vivir? No quieres más servirte de mí, todo ha terminado, es tal y tanta mi amargura que por el dolor me siento petrificada, pero lo que es más, que mientras yo me estoy toda abandonada en tus brazos, como si ni siquiera diera un pensamiento a mi gran desventura, los demás, y Tú sabes quienes son, me susurran al oído: “Y, ¿cómo? Y, ¿por qué? ¿Entonces has cometido pecados? Te has distraído”. Y lo que es peor, mientras me dicen esto, yo siento que no quiero oírlos, pues es como si interrumpieran el sueño que Tú me haces hacer en los brazos de tu Voluntad. ¡Ah! Jesús, tal vez no te has dado cuenta de cuán duro me es este dolor, pues de otra manera vendrías a socorrerme”. Y otras muchas tonterías le decía. Entonces el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, pobre hija mía, te quieren afligir, ¿no es verdad? ¡Ah, hija mía, hago tanto para tenerte en paz y ellos te quieren turbar! No, no, debes saber que el primero en disgustarse si tú osaras ofenderme sería Yo, y por eso sería el primero en decírtelo, y si nada te digo, no te preocupes. Pero, ¿quieres saber quién es la causa de todo esto? Es el demonio. Él se corroe de rabia y cada vez que hablas de los efectos de mi Voluntad a quien se te acerca, monta en furor, y no pudiendo él acercarse a quien hace mi Voluntad directamente, da la vuelta y va a quien puede acercársete bajo aspecto de bien, para tener al menos el mísero intento de turbar el cielo sereno del alma en la que me deleito morar, por eso desde lejos truena y relampaguea creyendo hacer con esto alguna cosa, pero pobrecito, la fuerza de mi Voluntad rompe sus piernas y hace caer truenos y relámpagos sobre él mismo, y queda más enfurecido que antes. Además, no es cierto como tú dices:
¿A que aprovecha mi estado? Debes saber que en el alma que hace en verdad mi Voluntad, es tal y tanta la virtud de mi Querer, que en el lugar donde esté dicha alma, si Yo me acerco para mandar castigos, encontrando mi Voluntad y mi mismo Amor, no me quiero castigar a Mí mismo en esa alma, es más, por ella quedo herido y sin fuerzas, y en lugar de castigar me voy a arrojar en brazos de esa alma que contiene mi Querer y mi Amor, me reposo y quedo descansando. ¡Ah, si tú supieras en qué aprietos de amor me pones y cuánto sufro cuando te veo mínimamente descontenta o turbada por causa mía, estarías más contenta y los otros dejarían de causarte molestia!”.
(3) Y yo: “¿Ves, ¡oh! Jesús, cuántos males hago, hasta hacerte sufrir tanto?” Y Jesús inmediatamente:
(4) “Hija mía, no te turbes por esto, los sufrimientos que me vienen del amor del alma contienen a la vez grandes gozos, porque el amor verdadero por cuanto lleva sufrimientos, no está jamás separado de gran gozo y de indecibles contentos”.

+ + + +


11-59
Septiembre 3, 1913

Cuando Jesús pone al alma en su Voluntad, y ella hace estable morada en su Querer, el alma se pone en las mismas condiciones de Jesús.

(1) Mientras estaba rezando, pero yo no sé explicarme bien, puede ser también una fina soberbia mía, pero yo no pienso nunca en mí misma, en mis grandes miserias, sino siempre en reparar, para consolar a Jesús, por los pecadores, por todos, pero no es que lo piense desde antes, no, sólo basta que me ponga a rezar y me encuentro en ese punto. Ahora, yo estaba pensando en esto, y mi siempre amable Jesús viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿cómo? ¿Te preocupas por esto? Tú debes saber que cuando Yo pongo al alma en mi Voluntad y ella hace estable morada en mi Querer, siendo que mi Voluntad contiene todos los bienes posibles e imaginables, por eso el alma se siente que abunda de todo y se pone en mis mismas condiciones, esto es, que siente necesidad de dar en vez de recibir, siente que ella de nada tiene necesidad, y si algo quiere puede tomar lo que quiere, no pedirlo. Y como mi Voluntad contiene una fuerza irresistible de querer dar, sólo queda contenta cuando da, y mientras da queda más sedienta de dar, ¡y en qué aprietos se encuentra cuando quiere dar y no encuentra a quien dar! Hija, al alma que hace mi Voluntad la pongo en mis mismas condiciones, y le doy parte en mis grandes gozos y amarguras, y todo su obrar está sellado con el desinterés de sí misma. ¡Ah!, sí, quien hace mi Querer es el verdadero sol que da luz y calor a todos, y siente la necesidad de dar esta luz y calor; y mientras da a todos, el sol no toma nada de ninguno, porque él es superior a todo y no hay sobre la tierra quien pueda igualarlo en la luz y en el gran fuego que contiene. ¡Ah!, si las criaturas pudieran ver a un alma que hace mi Voluntad, la verían más que sol majestuoso en acto de hacer bien a todos, y lo que es más, descubrirían en este sol a Mí mismo. Así que la señal de que el alma ha llegado a hacer mi Voluntad, es si se siente en condiciones de dar. ¿Has comprendido?”

+ + + +

11-60
Septiembre 6, 1913

Las horas de la Pasión son las mismas oraciones de Jesús.

(1) Estaba pensando en las horas de la Pasión escritas, y en que como están sin indulgencias, quien las hace no gana nada, mientras que hay tantas oraciones enriquecidas con tantas indulgencias. Mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, todo benignidad me ha dicho:
(2) “Hija mía, con las oraciones indulgenciadas se gana alguna cosa, en cambio las horas de mi Pasión, que son mis mismas oraciones, mis reparaciones y todo amor, han salido propiamente del fondo de mi corazón. ¿Has acaso olvidado cuántas veces me he unido contigo para hacerlas juntos y he cambiado los flagelos en gracias para toda la tierra? Por eso es tal y tanta mi complacencia, que en lugar de la indulgencia le doy al alma un puñado de amor, que contiene precio incalculable de infinito valor, y además, cuando las cosas son hechas por puro amor, mi Amor encuentra en eso su desahogo, y no es indiferente que la criatura dé alivio y desahogo al Amor de su Creador”.

+ + + +


11-61
Septiembre 12, 1913

El éxtasis en la Humanidad de Jesús y el éxtasis de la Divina Voluntad.

(1) Estaba pensando en cómo Jesús bendito ha cambiado las cosas, aún viniendo Él yo no quedo petrificada como antes, sino que en cuanto se va me siento en estado natural; yo no sé que me ha sucedido, pero lo que es más, es que me da fastidio si me viene el pensamiento, o bien que quien tiene autoridad sobre mí quiere conocer mis cosas. Entonces el buen Jesús que me vigila cada pensamiento, y ni siquiera una de estas mis cosas quiere que mi mente olvide, al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quisieras acaso tú que Yo usara cuerdas y cadenas para tenerte atada? En un tiempo eran necesarias, y Yo con todo amor te tenía atada y me hacía el sordo ante cualquier lamento tuyo, recuérdalo. Pero ahora no lo veo ya necesario, hace ya más de dos años que he querido usar contigo cadenas más nobles, como es mi Voluntad, por eso en este tiempo te he hablado siempre de mi Querer y de los efectos sublimes e indescriptibles que mi Querer contiene y que a ninguno hasta ahora he manifestado. Mira cuantos libros quieras y verás que en ninguno encontrarás lo que te he dicho a ti de mi Voluntad. Esto era necesario para disponer tu alma al estado presente en el cual te encuentras; después de haberte tenido siempre conmigo, lo sabía muy bien, que tú no habrías podido soportar el sufrir la falta de mi presencia continua si no la hubiera sustituido con una cosa toda mía, que invadiendo toda tu alma debía tenerte raptada mucho más que como lo haría mi misma presencia, así que mi Voluntad es la que la sustituye para tenerte raptado cada pensamiento tuyo, afecto, deseo, palabra, tanto, que tu lengua habla de mi Voluntad con tal elocuencia y entusiasmo, porque está raptada por mi Querer. Por eso sientes fastidio cuando se te pregunta cómo y porqué Jesús no viene como antes, porque estás raptada por mi Voluntad, y tu alma sufre cuando te quieren romper el dulce encanto de mi Querer”.
(3) Y yo: “Jesús, ¿qué dices? Déjame, déjame, vete, son mis maldades las que me han reducido a este estado”. Jesús ha sonreído al oír decirse: “Vete”, y estrechándome más a Él me ha dicho:
(4) “No puedo irme, ¿puedo acaso separarme de mi Voluntad? Si tú tienes mi Voluntad debo estarme siempre contigo, mi Querer y Yo somos uno solo, no somos dos, pero vayamos a los hechos, dime, ¿cuáles son tus maldades?”
(5) Y yo: “Amor mío, no lo sé. Tú mismo lo has dicho, que tu Voluntad me tiene raptada,
¿cómo puedo conocerlas? “
(6) Y Jesús: “¡Ah! ¿no las conoces?”
(7) Y yo: “No puedo conocerlas, porque Tú me tienes siempre arriba y no me das tiempo para pensar en mí misma, y en el acto en el que quiero pensar en mí, Tú, o me reprendes severamente hasta decirme que debería avergonzarme por hacerlo, o bien amorosamente atrayéndome a Ti con tal fuerza, que haces que me olvide de mí misma, ¿cómo puedo hacerlo?”
(8) Y Jesús: “Si no puedes hacerlo significa que Yo me complazco más en que no lo hagas, manteniendo en ti mi Voluntad en lugar de todo y viéndose quitada alguna cosa de lo suyo, por eso te está encima y te impide pensar en ti misma, sabiendo que donde tiene en todo el lugar mi Querer, maldades no puede haber. Por eso, celoso me mantengo vigilante”.
(9) Y yo: “Jesús, ¿te burlas de mí?”
(10) Y Jesús: “Hija mía, me obligas a hablar para hacerte comprender cómo están las cosas. Escucha, para hacerte llegar a un punto tan noble y divino, Yo he hecho contigo como dos amantes que se aman hasta la locura; jamás habrías tú amado tanto mi Voluntad si no me hubieras conocido, por eso primero te he dado el éxtasis de mi Humanidad, a fin de que conociendo quién soy Yo, tú me amaras, y para atraer todo tu amor he usado contigo muchas estratagemas de amor, y tú las recuerdas, no es necesario que te las

enumere. Ahora, después de haberte atraído bien, bien, a amar mi persona, tú has sido tomada por mi Voluntad, y la amas, y no pudiendo estar sin Mí después de tanto tiempo, como si hubiéramos vivido juntos, era necesario que el éxtasis de mi Voluntad tomara el lugar de mi Humanidad, y todo lo que he hecho antes han sido gracias para disponerte al éxtasis de mi Voluntad, porque cuando Yo dispongo a un alma a vivir en modo más alto en mi Voluntad, estoy obligado a manifestarme para infundir gracias tan grandes”.
(11) Y yo sorprendida he dicho: “¡Qué dices, oh Jesús! ¿Cómo, tu Voluntad es éxtasis?”
(12) Y Jesús: “¡Sí, verdadero y perfecto éxtasis es mi Querer! Y entonces tú rompes este éxtasis cuando quieres pensar en ti, pero Yo no te dejo vencer. Por lo tanto, los tiempos que exigen grandes castigos vendrán, si bien tú no lo crees, pero creerás tú y quien te dirige cuando oigan de ellos, por eso es necesario que el éxtasis de mi Humanidad sea interrumpido, pero no del todo, de otra manera tú me atarías por todos lados, así que haré entrar el dulce encanto de mi Querer para hacerte sufrir menos al ver los castigos”.

+ + + +

11-62
Septiembre 20, 1913

Todo lo que sucede fuera y dentro del alma, no es más que el trabajo continuo de Jesús para hacer cumplir
y desenvolver en ella su Voluntad.

(1) Estaba pensando en mi estado presente en el que poco o nada sufro, y Jesús rápidamente me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que sucede en torno y dentro del alma, amarguras, placeres, contrastes, muertes, privaciones, contentos y demás, no es mas que mi trabajo continuo de hacer cumplir y desarrollar en ellos mi Voluntad, cuando obtengo esto todo está hecho, y por eso todo le da paz, aun el mismo sufrir parece que quiere estar lejos de esta alma, viendo que el Querer Divino es más que él, y que el alma lo tiene en lugar de todo y supera todo; parece que todos le hagan reverencia, y Yo mismo cuando el alma llega a este punto en el que de todo se sirve para hacerme cumplir el trabajo de mi Querer, la dispongo para el Cielo”.

+ + + +

11-63
Septiembre 21, 1913

Todas las cosas que el alma hace en la Divina Voluntad y junto con Jesús, adquieren sus mismas cualidades. Todas las obras de Jesús están siempre en acto.

(1) Esta mañana, mi siempre amable Jesús se ha hecho ver con una dulzura y afabilidad indescriptibles, como si me quisiera decir una cosa para Él muy querida y para mí de gran sorpresa. Entonces, abrazándome y estrechándome a su corazón me ha dicho:
(2) “Hija querida mía, todas las cosas que el alma hace en mi Voluntad y junto Conmigo, esto es, oraciones, acciones, pasos, etc., adquieren mis mismas cualidades, la misma vida y el mismo valor. Mira, todo lo que Yo hice en la tierra, oraciones, sufrimientos, obras, están todos en acto y estarán eternamente para bien de quien los quiera. Mi obrar difiere del obrar de las criaturas, pues conteniendo en Mí la potencia creadora, hablo y creo, así como un día hablé y creé el sol, y este sol está siempre lleno de luz y calor, y da siempre luz y calor sin disminuir jamás, como si estuviese en acto de recibir de Mí creación continua. Tal fue mi obrar en la tierra, conteniendo en Mí la potencia creadora, así como el

sol está en continuo acto de dar luz, así las oraciones que hice, los pasos, las obras, la sangre derramada, están en continuo acto de rezar, de obrar, de caminar, etc., así que mis oraciones continúan, mis pasos están siempre en acto de correr hacia las almas, y así de todo lo demás, de otra manera, ¿qué gran diferencia habría entonces entre mi obrar y el de mis santos?
(3) Ahora, escucha hija mía una cosa muy bella, y aun no comprendida por las criaturas: Todo lo que el alma hace junto Conmigo y en mi Voluntad, tal como son mis cosas así quedan las suyas, y debido a la conexión con mi Voluntad y por el obrar junto Conmigo, participa de mi misma potencia creadora”.
(4) Yo he quedado extática y con un gozo tal que no podía contener, y le he dicho: “¿Es posible, ¡oh! Jesús todo esto?”
(5) Y Él: “Quien no comprende esto puede decir que no me conoce”.
(6) Y ha desaparecido. Pero yo no sé decir bien, ni sé explicarme mejor, ¿quién puede decir lo que Jesús me hacía comprender? Es más, me parece haber dicho disparates.

+ + + +

11-64
Septiembre 25, 1913

Los Sacramentos producen sus frutos según las almas estén sometidas a la Divina Voluntad, y según la conexión que tengan con el Divino Querer así producen los efectos.

(1) Habiendo dicho al confesor que Jesús me había dicho que la Voluntad de Dios es el centro del alma, y que este centro está en el fondo del alma, que como sol expandiendo sus rayos da luz a la mente, santidad a las acciones, fuerza a los pasos, vida al corazón, potencia a la palabra, a todo; y no sólo esto, sino que este centro de la Voluntad de Dios, mientras nos está dentro para hacer que nunca la podamos dejar, y para estar a nuestra continua disposición y ni siquiera un minuto dejarnos solos ni separados, nos está al frente, a la derecha, a la izquierda, por detrás y por doquier, y aun en el Cielo será nuestro centro, el confesor decía en cambio que nuestro centro es el Santísimo Sacramento. Entonces, al venir el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo debía hacer de modo que la santidad debía ser fácil y accesible a todos, excepto para quien no la quisiera, y en todas las condiciones, en todas las circunstancias y en todos los lugares. Es verdad que el Santísimo Sacramento es centro, pero, ¿quién lo instituyó? ¿Quién sojuzgó a mi Humanidad a encerrarse en el breve giro de una hostia?
¿No fue mi Voluntad? Por lo tanto mi Voluntad tiene siempre la supremacía sobre todo; y además, si el todo está en la Eucaristía, los sacerdotes que me llaman del Cielo en sus manos y que están más que todos en contacto con mi carne sacramental deberían ser los más santos, los más buenos, y en cambio muchos son los más malos. ¡Pobre de Mí, cómo me tratan en el Santísimo Sacramento! Y tantas almas devotas que me reciben, tal vez todos los días, deberían ser otras tantas santas si bastara el centro de la Eucaristía, y en cambio, cosa de llorar, están siempre en el mismo punto: Vanidosas, iracundas, escrupulosas, etc., ¡pobre centro del Santísimo Sacramento, cómo quedo deshonrado! En cambio una madre de familia que hace mi Voluntad y que por sus condiciones, no que no quiera, no puede recibirme todos los días, se ve paciente, caritativa, lleva en sí el perfume de mis virtudes eucarísticas; ¡ah!, ¿es acaso el Sacramento, o mi Voluntad, a la que ella se ha sometido la que la tiene sojuzgada y que suple al Santísimo Sacramento? Es más, te digo que los mismos Sacramentos producen sus frutos según las almas están sujetas a mi Voluntad, y según la conexión que tienen con mi Querer así producen sus efectos, y si conexión con mi Querer no hay, me comulgarán pero quedarán en ayunas; se confesarán, pero quedarán siempre sucias; vendrán a mi presencia Sacramental, pero si nuestros quereres no se identifican estaré para ellas como muerto, porque sólo mi Voluntad en el

alma que se hace sojuzgar por Ella produce todos los bienes y da vida a los mismos Sacramentos, y quien esto no comprende, significa que es niño en la religión”.

+ + + +

11-65
Octubre 2, 1913

Quien hace la Voluntad de Dios, puede decir que su vida ha terminado.

(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús se hacía ver dentro de mí, pero tan fundido conmigo que veía sus ojos en los míos, su boca en la mía, y así de todo lo demás, y mientras así lo veía me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira a quien hace mi Voluntad y cómo me fundo y me hago una sola cosa con ella, me hago su vida propia, porque mi Voluntad está dentro y fuera del alma, se puede decir que es como el aire que ella respira, que da vida a todo en ella; como luz que hace ver todo y hace comprender todo; calor que calienta, que fecunda y hace crecer; corazón que palpita; manos que obran; pie que camina, y cuando la voluntad humana se une a mi Querer, se forma mi Vida en el alma”.
(3) Después, habiendo recibido la comunión estaba diciendo a Jesús: “Te amo”. Y Él me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿quieres amarme en verdad? Di: “Jesús, te amo con tu Voluntad”. Y como mi Voluntad llena Cielo y tierra, tu amor me circundará por doquier, y tu te amo se repercutirá arriba en los Cielos y hasta en lo profundo de los abismos; así si quieres decir te adoro, te bendigo, te alabo, lo dirás unida con mi Voluntad, y llenarás Cielos y tierra de adoraciones, de bendiciones, de alabanzas, de agradecimientos. En mi Voluntad las cosas son simples, fáciles e inmensas, mi Voluntad es todo, tanto, que mis mismos atributos,
¿qué son? Un acto simple de mi Voluntad, así que si la Justicia, la Bondad, la Sabiduría, la Fortaleza hacen su curso, mi Voluntad los precede, los acompaña, los pone en actitud de obrar, en suma, no se apartan un punto de mi Querer. Por eso quien toma mi Voluntad toma todo, es más, puede decir que su vida ha terminado, terminadas las debilidades, las tentaciones, las pasiones, las miserias, porque en quien hace mi Querer todas las cosas pierden sus derechos, porque mi Querer tiene el primado sobre todo y derecho a todo”.

+ + + +

11-66
Noviembre 18, 1913

Tanto bien puede producir la cruz, por cuanta conexión tiene el alma con la Voluntad de Dios.

(1) Estaba pensando en mi pobre estado y cómo aun la cruz se ha alejado de mí, y Jesús en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando dos voluntades están opuestas entre ellas, una forma la cruz de la otra; así es entre Yo y las criaturas: Cuando su voluntad está opuesta a la Mía, Yo formo la cruz de ellas y ellas la cruz mía, así que Yo soy el asta larga de la cruz y ellas la corta, que cruzándose forman la cruz. Ahora, cuando la voluntad del alma se une con la Mía, las astas no quedan más cruzadas, sino unidas entre ellas, y por lo tanto la cruz no es más cruz,
¿has entendido? Y además, Yo santifiqué a la cruz, no la cruz a Mí, así que no es la cruz la que santifica, es la resignación a mi Voluntad lo que santifica la cruz; por lo tanto, también la cruz tanto de bien puede obrar por cuanta conexión se tiene con mi Voluntad, no sólo esto, la cruz santifica, crucifica parte de la persona, pero a mi Voluntad no se le escapa nada, santifica todo y crucifica los pensamientos, los deseos, la voluntad, los afectos, el

corazón, todo, y siendo luz, mi Voluntad hace ver al alma la necesidad de esta santificación y crucifixión completa, de modo que ella misma me incita a querer cumplir el trabajo de mi Voluntad en ella. Así que la cruz y todas las demás virtudes se contentan con tener alguna cosa, y si pueden clavar a la criatura con tres clavos se alegran y cantan victoria; en cambio mi Voluntad, no sabiendo hacer obras incompletas, no se contenta con tres clavos, sino con tantos clavos por cuantos actos de mi Voluntad dispongo sobre la criatura”.

+ + + +

11-67
Noviembre 27, 1913

La Divina Voluntad es el punto más alto que puede existir en el Cielo y en la tierra.

(1) Mi siempre amable Jesús continúa hablándome de su santísima Voluntad:
(2) “Hija mía, por cuantos actos completos de mi Voluntad hace la criatura, tantas partes de Mí toma en sí, y por cuanto más toma de mi Voluntad, tanta más luz adquiere y dentro de sí forma el sol, y como este sol se ha formado de la luz que toma de mi Voluntad, los rayos de este sol están concatenados con los rayos de mi Sol Divino, así que uno se refleja en el otro, uno saetea al otro y mutuamente se saetean, y mientras esto hacen, el sol que mi Voluntad ha formado en el alma se va engrandeciendo siempre más”.
(3) Y yo: “Jesús, siempre estamos aquí, en tu Voluntad, parece que no tienes otra cosa qué decir”.
(4) Y Jesús: “Mi Voluntad es el punto más alto que puede existir en el Cielo y en la tierra, y cuando el alma ha llegado a Ella, ha sojuzgado todo y ha hecho todo, y no le queda más que morar en lo alto de estas alturas, gozárselas y comprender siempre más esta mi Voluntad, aún no bien comprendida ni en el Cielo ni en la tierra. Se necesita tiempo para estarnos, porque poquísimo has comprendido y mucho te queda por comprender, mi Voluntad es tal, que quien la hace puede decirse dios de la tierra, y como mi Voluntad forma la beatitud del Cielo, así estos dioses que hacen mi Voluntad forman la beatitud de la tierra y de quienes les están junto, y no hay bien que sobre la tierra exista, que no se deba atribuir a estos dioses de mi Voluntad, o como causa directa o indirecta, pero todo a ellos se debe. Y así como en el Cielo no hay felicidad que de Mí no salga, así en la tierra no hay bien que exista que no venga de ellos”.

+ + + +

11-68
Marzo 8, 1914

Quien está en la Divina Voluntad, todo lo que haceJesús, puede decir es mío. Viviendo y muriendo en el Divino Querer no hay bien que el alma no se lleve con ella.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús no ha dejado de hablarme continuamente de su Santísima Voluntad; diré lo poco que recuerdo. Entonces, no estando bien, al venir el bendito Jesús me dijo:
(2) “Hija mía, quien está en mi Voluntad, todo lo que Yo hago, el alma puede decir es mío, porque la voluntad del alma está tan fundida con la mía, que lo que hace mi Voluntad hace ella, así que viviendo y muriendo en mi Querer no hay bien que con ella no se lleve, porque no hay bien que mi Voluntad no contenga, y de todos los bienes que hacen las criaturas mi Voluntad es la vida, entonces, muriendo el alma en mi Voluntad se lleva consigo todas las misas que se celebran, las oraciones y las obras buenas que se hacen,

porque todas son frutos de mi Voluntad, y además, todo esto es mucho menos en comparación del obrar mismo de mi Voluntad que el alma se lleva consigo como suyo, basta un instante del obrar de mi Voluntad para sobrepasar todo el obrar de todas las criaturas pasadas, presentes y futuras, así que el alma muriendo en mi Voluntad, no hay belleza que la iguale, ni altura, ni riqueza, ni santidad, ni sabiduría, ni amor, nada, nada la puede igualar, así que el alma que muere en mi Voluntad, al ingreso que hará en la patria celestial no sólo se abrirán las puertas del Cielo, sino que todo el Cielo se abajará para hacerla entrar en la celestial morada, para hacer honor al obrar de mi Voluntad; qué decirte además, la fiesta, la sorpresa de todos los bienaventurados al ver esta alma toda sellada por el obrar de la Voluntad Divina; al ver en esta alma que todo lo ha hecho en mi Querer, que todo lo que ha hecho en vida, cada palabra, cada pensamiento, obra, acción, etc., son tantos soles que la adornan y uno diverso del otro en la luz y en la belleza; al ver en esta alma los tantos ríos divinos que inundarán a todos los bienaventurados, y que no pudiéndolos contener el Cielo correrán también en la tierra para bien de los viadores.
(3) ¡Ah!, hija mía, mi Voluntad es el portento de los portentos, es el secreto para encontrar la luz, la santidad, las riquezas; es el secreto de todos los bienes, y no es conocido, y por lo tanto ni apreciado ni amado. Al menos tú aprécialo y ámalo, y hazlo conocer a cuantos veas dispuestos”.
(4) Otro día, estando sufriendo sentía que no podía hacer nada y me sentía oprimida por esto, y Jesús estrechándome toda me dijo:
(5) “Hija mía, no te inquietes, busca solamente el estar abandonada en mi Voluntad, y Yo haré todo por ti, porque es más un solo instante en mi Voluntad, que todo lo que podrías hacer de bien en toda tu vida”.
(6) Recuerdo también que otro día me dijo:
(7) “Hija mía, quien verdaderamente hace mi Voluntad, puede decir que todo lo que se desarrolla en ella, tanto en el alma como en el cuerpo, lo que siente, lo que sufre, puede decir: “Jesús sufre, Jesús está oprimido”. Porque todo lo que las criaturas me hacen me llega hasta en el alma en la cual habito, porque hace mi Voluntad, así que si las frialdades de las criaturas me llegan, mi Voluntad las siente, y siendo mi Voluntad vida de esa alma, por consecuencia sucede que también el alma las siente, así que en vez de afligirse por estas frialdades como suyas, debe estar en torno a Mí para consolarme y repararme por las frialdades que mandan las criaturas; así si siente distracciones, opresiones y otras cosas, debe estar en torno a Mí para aliviarme y repararme, no como cosas suyas sino como mías, por eso el alma que vive de mi Voluntad sentirá muy diversas penas, según las ofensas que me hacen las criaturas, pero las sentirá repentinamente y casi de sobresalto, como también sentirá gozos y contentos indescriptibles, y si en las penas debe ocuparse en consolarme y en repararme, en las alegrías y en los contentos debe ocuparse en gozárselos, y entonces mi Voluntad encuentra su compensación, de otra manera quedará contristada y sin poder desarrollar lo que contiene mi Querer”.
(8) Otro día me dijo: “Hija mía, quien hace mi Voluntad, absolutamente no puede ir al purgatorio, porque mi Voluntad purga al alma de todo, y habiéndola tenido en vida tan celosamente custodiada en mi Querer, ¿cómo podré permitir que el fuego del purgatorio la toque? Además, a lo más le podrá faltar algún adorno, y mi Voluntad antes de develarle la Divinidad, la va adornando de todo lo que le falta y luego me develo”.

+ + + +

11-69
Marzo 14, 1914

El alma que hace la Voluntad de Dios, toma a todo Jesús.

(1) Hoy estaba fundiéndome toda en Jesús, pero tanto, de sentir a lo vivo y real a todo Jesús en mí, y mientras lo sentía me ha dicho, pero en un modo tan tierno y conmovedor, que mi pobre corazón me lo sentía romper:
(2) “Hija mía, me es demasiado duro no contentar a quien hace mi Voluntad. Como tú ves no tengo más manos, ni pies, ni corazón, ni ojos, ni boca, nada me queda; en mi Voluntad que has tomado, de todo te has adueñado, y a Mí nada me queda. He aquí el por qué ante los tantos males que inundan la tierra no llueven los flagelos merecidos, porque me es duro no contentarte, y además cómo lo puedo hacer si no tengo manos, y tú no me las cedes. Si me llegan a ser absolutamente necesarias, me veré obligado a hacerte un robo, o bien a convencerte, de manera que tú misma me las cedas. ¡Cómo me es duro, cómo me es duro desagradar a quien hace mi Voluntad! Me desagradaría a Mí mismo”.
(3) Yo he quedado asombrada por este hablar de Jesús, y no sólo eso, sino que en verdad veía que yo tenía las manos, los pies, los ojos de Jesús, y le he dicho: “Jesús, hazme ir ya al Cielo”.
(4) Y Él: “Dame otro poco de vida en ti, y después vendrás”.

+ + + +

11-70
Marzo 17, 1914

Quien hace la Voluntad de Dios entra a tomar parte de las acciones ad intra de las Divinas Personas, y se vuelve inseparable de Ellas.

(1) Continuando mi habitual estado, mi amable Jesús continuaba haciéndose ver en toda yo, y que yo poseía todos sus miembros, y se mostraba tan contento, que pareciendo que no podía contener este contento me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien hace mi Voluntad entra a tomar parte de las acciones “ad intra” de las Divinas Personas; solo para quien hace mi Querer está reservado este privilegio, no sólo de tomar parte en todas nuestras obras “ad extra”, sino que de estas pasa a las obras “ad intra”. He aquí porqué me es duro no contentar a quien vive de mi Querer, porque estando el alma en mi Voluntad, está en lo íntimo de nuestro corazón, de nuestros deseos, de nuestros afectos, de los pensamientos; su latido, su respiro y el nuestro son uno solo, así que son tales y tantos los contentos que nos da, las complacencias, la gloria, el amor, todos de modos y de naturaleza infinitos, nada desemejantes de los nuestros, que así como en nuestro Amor eterno, Uno rapta al Otro, el Uno forma el contento del Otro, tanto, que no pudiendo muchas veces contener este Amor y estos contentos salimos en obras “ad extra”, así quedamos raptados y felicitados por esta alma que hace nuestro Querer. Por tanto, ¿cómo dejar descontenta a quien tanto nos contenta? ¿Cómo no amar como nos amamos a Nosotros mismos, no como amamos a las demás criaturas, a quien nos ama con nuestro Amor? Con esta alma no hay velos de secretos entre Nosotros y ella, no hay nuestro y tuyo, sino todo es en común, y lo que Nosotros somos por naturaleza, impecables, santos, etc., al alma la hacemos por gracia, a fin de que ninguna disparidad haya entre ella y Nosotros. Y así como Nosotros no pudiendo contener nuestro Amor salimos en obras “ad extra”, así no pudiendo contener el amor de quien hace nuestro Querer, la sacamos fuera de Nosotros y la señalamos ante los pueblos como nuestra favorita, nuestra amada, y que sólo por ella y por las almas semejantes hacemos descender los bienes sobre la tierra, y que sólo por amor a ellas conservamos la tierra; luego a esa alma la encerramos dentro de Nosotros para gozárnosla, porque así como las Divinas Personas somos inseparables, así se vuelve inseparable quien hace nuestro Querer”.

+ + + +


11-71
Marzo 19, 1914

El alma en la Divina Voluntad es el joyel de Dios.

(1) Parece que el bendito Jesús tiene ganas de hablar de su Santísimo Querer. Yo me estaba difundiendo en todo el interior de Él, en sus pensamientos, deseos, afectos, en su Voluntad, en su Amor, en todo, y Jesús con una dulzura infinita me ha dicho:
(2) “¡Oh, si tú supieras el contento que me da quien hace mi Voluntad, tu corazón estallaría de gozo! Mira, a medida que tú te difundías en mis pensamientos, deseos, etc., así formabas el entretenimiento de mis pensamientos, deseos, y mis deseos fundiéndose en los tuyos jugaban juntos; tus afectos unidos a tu voluntad y a tu amor, corriendo y volando en mis afectos, en mi Querer y Amor, se besaban juntos, y derramándose como rápidos ríos en el mar inmenso del Eterno, se entretenían con las Divinas Personas, ahora con el Padre, ahora Conmigo, y ahora con el Espíritu Santo, y ahora, no queriendo ceder el tiempo el Uno al Otro, nos entreteníamos los Tres juntos y de ella formábamos nuestro joyel, y este joyel nos es tan querido, que debiendo formar nuestro entretenimiento lo tenemos celosamente “ad intra”, en lo íntimo de nuestra Voluntad, y cuando las criaturas nos amargan, nos ofenden, para serenarnos tomamos nuestro joyel y nos entretenemos juntos”.

+ + + +

11-72
Marzo 21, 1914

Irresistible necesidad de Jesús de hacer conocer al alma como la ama, y todos los dones
con los cuales la va llenando.

(1) Jesús continúa: “Hija mía, Yo amo tanto a quien hace mi Voluntad, que no puedo manifestarlo todo, ni todo junto el amor con el que la amo, la gracia con la que la voy enriqueciendo, la belleza con la que la voy embelleciendo, ni todos los bienes con los que la voy llenando; si Yo le manifestase todo junto el alma moriría de alegría, el corazón le estallaría, de manera que no podría vivir más sobre la tierra, y de golpe tomaría el vuelo hacia el Cielo; sin embargo Yo siento una irresistible necesidad de hacer conocer lo mucho que la amo, es demasiado duro amar, hacer el bien y no hacerse conocer. Mi corazón me lo siento como romper, y no pudiendo resistir a tanto amor le voy manifestando poco a poco como la amo, y todos los dones con los cuales la voy llenando, y cuando el alma se sentirá llena hasta el borde, hasta no poderlos contener más, en una de estas manifestaciones mías desaparecerá de la tierra y desembocará en el seno del Eterno”.
(2) Y yo: “Jesús, vida mía, me parece que exageras un poco al manifestarme hasta dónde puede llegar un alma que hace tu Voluntad”. Y Jesús, compadeciendo mi ignorancia, sonriendo me ha dicho:
(3) “No, no amada mía, no exagero, quien exagera parece que quiere engañar; tu Jesús no sabe engañarte, más bien es nada lo que te he dicho, recibirás mayores sorpresas cuando rota la cárcel de tu cuerpo y nadando en mi seno, abiertamente te será develado hasta dónde mi Querer te ha hecho llegar”.

+ + + +


11-73
Marzo 24, 1914

La Humanidad de Jesús es limitada, mientras su Voluntad es interminable.

(1) Continuando mi habitual estado me lamentaba con Jesús porque no venía aún, y viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad esconde en Sí a mi misma Humanidad, he aquí porqué hablándote de mi Voluntad, alguna vez te escondo mi Humanidad y te sientes rodeada de luz, oyes la voz y no me ves, porque mi Voluntad la absorbe en Sí, pues ésta tiene sus límites, mientras que mi Voluntad es eterna y sin límites. En efecto, mi Humanidad estando en la tierra no ocupó todos los lugares, todos los tiempos ni todas las circunstancias, y adonde no pudo Ella llegar, suplió y llegó mi Voluntad interminable; y cuando encuentro a las almas que en todo viven de mi Querer, suplen a mi Humanidad, a los tiempos, a los lugares y a las circunstancias y hasta a los sufrimientos, porque viviendo en ellas mi Querer, Yo me sirvo de ellas como me serví de mi Humanidad. Qué cosa fue mi Humanidad sino un órgano de mi Voluntad”. Y tales son quienes hacen mi Voluntad”.

+ + + +

11-74
Abril 5, 1914

Todo lo que se hace en la Voluntad de Dios se vuelve luz.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver dentro de una inmensidad de luz, y yo nadaba en esa luz, así que me la sentía correr en los oídos, en los ojos, en la boca, en todo, y entonces Jesús me dijo:
(2) “Hija mía, quien hace mi Voluntad, si obra, la obra se vuelve luz, si habla, si piensa, si desea, si camina, etc., las palabras, los pensamientos, los deseos, los pasos, se cambian todos en luz, pero luz tomada de mi Sol, así que mi Voluntad atrae con tanta fuerza a quien hace mi Querer, que lo hace girar siempre en torno a esta luz, y a medida que gira, más luz toma, luz que la tiene como raptada en Mí”.

+ + + +

11-75
Abril 10, 1914

El centro de Jesús en la tierra es el alma que hace su Voluntad. La Divina Voluntad es reposo perpetuo.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús ha venido crucificado y me participaba sus penas, y me ha atraído hacia Él en el mar de su Pasión, tanto, que casi paso a paso la seguía. ¿Pero quién puede decir todo lo que comprendía? Es tanto que no sé por dónde empezar, diré sólo que al verle arrancar la corona de espinas, las espinas mismas obstruían el paso a la sangre y no la dejaban salir del todo, pero al arrancarle la corona de espinas esa sangre ha brotado fuera por aquellas heridas y le chorreaba a grandes ríos sobre el rostro, sobre los cabellos y después descendía por toda la persona de Jesús.
(2) Y Jesús: “Hija, estas espinas que me atraviesan la cabeza, pincharán el orgullo, la soberbia, las llagas más ocultas de las almas para hacerles salir fuera el pus que contienen, y las espinas tintas en mi sangre las sanarán y les restituirán la corona que el pecado les había quitado”.

(3) Luego Jesús me hacía pasar a otros momentos de la Pasión, pero yo me sentía traspasar el corazón al verlo sufrir tanto, y Él casi para consolarme continuó hablando de su Santo Querer:
(4) “Hija mía, mi centro sobre la tierra es el alma que hace mi Voluntad. Mira, el sol sobre la tierra expande su luz por todas partes, pero él tiene su centro. Yo en el Cielo soy vida de cada uno de los bienaventurados, pero tengo mi centro, mi trono; así en la tierra me encuentro por todas partes, pero mi centro, el lugar donde erijo mi trono para reinar, mis carismas, mis complacencias, mis triunfos, y mi mismo corazón palpitante, todo Yo mismo, se encuentra todo como en su propio centro en el alma que hace mi Santísima Voluntad. Tan fundida está Conmigo esa alma, que se hace inseparable de Mí, y toda mi sabiduría y mi potencia no saben encontrar medios cómo separarse mínimamente de ella”.
(5) Después ha continuado: “El amor tiene sus ansias, sus deseos, sus ardores, sus inquietudes; mi Voluntad es reposo perpetuo, ¿y sabes por qué? Porque el amor contiene el principio, el medio y el fin de la obra, por lo tanto para llegar al fin se suscitan las ansias, las inquietudes, y en éstas mucho de humano se mezcla y de imperfecciones, y si no se unen paso a paso mi Voluntad y el amor, pobre Amor, cómo queda deshonrado, aun en las obras más grandes y más santas. En cambio mi Voluntad obra en un acto simple, dando el alma toda la actitud de la obra a mi Voluntad, y mientras mi Voluntad obra el alma reposa, por lo tanto, no obrando el alma sino mi Voluntad en ella, no hay ansias ni inquietudes, y está libre de cualquier imperfección”.

+ + + +

11-76
Mayo 18, 1914

Las almas pacíficas son el apoyo de Jesús.

(1) Sintiéndome oprimida, estaba casi a punto de ser sorprendida por las venenosas olas de la turbación. Mi amable Jesús, mi centinela fiel, pronto ha corrido a impedir que la turbación entrara en mí, y gritándome ha dicho:
(2) “Hija, ¿qué haces? Es tal y tanto el amor y el interés que tengo de mantener al alma en paz, que estoy obligado a hacer milagros para conservar al alma en paz, y quien turba a estas almas quisiera hacerme frente e impedir este milagro mío todo de amor, por tanto te recomiendo que seas equilibrada en todo. Mi Ser está en pleno equilibrio en todo, males veo, los siento, amarguras no me faltan, sin embargo no me desequilibro jamás; mi paz es perenne, mis pensamientos son pacíficos, mis palabras están endulzadas con paz, el latido de mi corazón no es jamás agitado, aun en medio de inmensos gozos o de interminables amarguras, aun el mismo obrar de mis manos en el acto de flagelar corre en la tierra inmerso en olas de paz. Así que si tú no te conservas en paz, estando Yo en tu corazón me siento deshonrado, mi modo y el tuyo no van más de acuerdo, así que me sentiría en ti obstaculizado para desarrollar mis modos en ti, y por lo tanto me harías infeliz. Sólo las almas pacíficas son mis bastones donde me apoyo, y cuando las muchas iniquidades me arrancan los flagelos de las manos, apoyándome en estos bastones hago siempre menos de lo que debería hacer. ¡Ah, jamás sea, si me faltaran estos bastones, faltándome los apoyos reduciría todo a ruinas!”

+ + + +


11-77
Junio 29, 1914

Cómo la criatura que vive en el Querer Divino, entra a participar de las acciones “ad intra” de las Divinas Personas.

(1) Habiendo leído personas autorizadas lo que está escrito el 17 de marzo, esto es, que quien hace la Voluntad de Dios entra a participar de las acciones “ad intra” de las Divinas Personas, etc., han dicho que la cosa no estaba bien, y que la criatura no entra en esto. Yo he quedado pensativa, pero calmada y convencida de que Jesús haría conocer la verdad. Después, encontrándome en mi habitual estado, ante mi mente he visto un mar interminable, y dentro de este mar muchos objetos, algunos pequeños, algunos más grandes, algunos quedaban en la superficie del mar y quedaban sólo mojados, otros iban más al fondo y quedaban impregnados de agua por dentro y por fuera, y otros iban tan abajo que quedaban perdidos en el mar. Ahora, mientras esto veía, ha venido mi siempre amable Jesús y me ha dicho:
(2) “Querida hija mía, ¿has visto? El mar simboliza mi inmensidad, y los objetos diferentes en el tamaño, las almas que viven en mi Voluntad; los diferentes modos de estar en Ella, quién en la superficie, quién más adentro, y quién perdido en Mí, son según vivan en mi Querer, quién imperfecto, quién más perfecto, y quién llega a tanto de perderse del todo en mi Querer. Ahora hija mía, mi “ad intra” que te dije es propiamente esto, que ahora te tengo junto Conmigo, con mi Humanidad, y tú tomas parte en mis penas, en las obras y en las alegrías de mi Humanidad; y ahora, atrayéndote dentro de Mí, te hago perderte en mi Divinidad, ¿cuántas veces no te he hecho nadar en Mí, y te he tenido tan dentro de Mí que tú no podías ver otra cosa más que a Mí dentro y fuera de ti? Ahora, teniéndote en Mí tú has tomado parte en los gozos, en el amor y en todo lo demás, siempre según tu pequeña capacidad, y si bien nuestras obras “ad intra” son eternas, también las criaturas gozan de los efectos de esas obras en su vida según sea su amor. Ahora, ¿que maravilla si la voluntad del alma es una con la mía, poniéndola dentro de Mí y haciéndose indisoluble, siempre, hasta en tanto que no se aparte de mi Voluntad, he dicho que toma parte en las obras “ad intra”? Y además, por el modo como está desarrollado el tema en conjunto, si hubieran querido conocer la verdad, habrían podido muy bien conocer el significado de mi “ad intra”, porque la verdad es luz a la mente, y con la luz las cosas se ven tal cual son, en cambio si no se quiere conocer la verdad, la mente queda ciega y las cosas no se ven como son, por lo tanto suscitan dudas y dificultades y permanecen más ciegos que antes. Y además mi Ser está siempre en acto, no tiene ni principio ni fin, soy viejo y nuevo, por lo tanto nuestras obras “ad intra” han estado, están y estarán, y siempre en acto, por lo tanto el alma con la unión íntima con nuestra Voluntad, está ya dentro de Nosotros, y por tanto admira, contempla, ama, goza, y por eso toma parte en nuestro Amor, en nuestros gozos y en todo lo demás. ¿Por qué entonces ha sido un desatino el que Yo haya dicho que quien hace mi Voluntad toma parte en las acciones “ad intra”?
(3) Ahora, mientras Jesús decía esto, en mi mente me ha venido una semejanza: Un hombre que desposa a una mujer, de éstos nacen los hijos, éstos son ricos, virtuosos y tan buenos, que harían feliz a quien pudiera vivir con ellos. Ahora, una persona atraída por la bondad de estos esposos quiere vivir junto con ellos, y ¿no viene a tomar parte en las riquezas, en la felicidad de ellos, y con vivir junto no se sentirá infundir sus virtudes? Si esto se puede hacer humanamente, mucho más con nuestro amable Jesús.

+ + + +


11-78
Agosto 15, 1914

El alma mitiga los dolores de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús saliéndose de la costumbre que tiene conmigo en este periodo de mi vida, que si viene es por poco y como de escapada, y casi con la total cesación de los sufrimientos que al venir me comunicaba; sólo su Santo Querer es lo que me suple por todo. Ahora, esta mañana ha venido y ha permanecido conmigo varias horas, pero en un estado que hacía llorar hasta las piedras; todo Él se dolía y en todas las partes de su Santísima Humanidad quería ser confortado, parecía que si no fuera así, al mundo lo reduciría a escombros; parecía que no quería irse para no ver los estragos y los graves espectáculos del mundo, que casi lo obligaban a mandar peores flagelos. Entonces yo lo he estrechado, y queriéndole aliviar me fundía en su inteligencia, para poder encontrarme en todas las inteligencias de las criaturas, y así dar a cada pensamiento malo mi pensamiento bueno, para reparar y aliviar todos los pensamientos ofendidos de Jesús; así me fundía en sus deseos, para poderme encontrar en todos los deseos malos de las criaturas, para poner mi deseo bueno para aliviar los deseos ofendidos de Jesús; y así de todo lo demás. Luego, después que le he aliviado parte por parte, como si se hubiera repuesto me ha dejado.

+ + + +

11-79
Septiembre 25, 1914

Efectos de las oraciones hechas en la Divina Voluntad.

(1) Estaba ofreciendo mis pobres oraciones al bendito Jesús, y pensaba entre mí a quién sería mejor que Jesús bendito las aplicara. Entonces Él benignamente me ha dicho:
(2) “Hija mía, las oraciones hechas junto Conmigo y con mi misma Voluntad, pueden darse a todos, sin excluir a ninguno, y todos tienen su parte y sus efectos como si fueran ofrecidas para uno solo, pero actúan según las disposiciones de las criaturas, como la Comunión o mi Pasión, para todos y cada uno Yo las doy, pero los efectos son según las disposiciones de ellos, y si los reciben diez, no es menor el fruto que si los reciben cinco. Tal es la oración hecha junto Conmigo y con mi Voluntad”.

+ + + +

11-80
Octubre, 1914

Valor de las horas de la Pasión, y recompensa que dará a aquellos que las harán.

(1) Estaba escribiendo las horas de la Pasión y pensaba entre mí: “Cuántos sacrificios para escribir estas benditas horas de la Pasión, especialmente por tener que poner en el papel ciertos actos internos que sólo entre yo y Jesús han pasado, ¿cuál será la recompensa que Él me dará por esto?” Y Jesús haciéndome oír su voz tierna y dulce me ha dicho:
(2) “Hija mía, en recompensa por haber escrito las horas de mi Pasión, por cada palabra que has escrito te daré un beso, un alma”.
(3) Y yo: “Amor mío, esto a mí, y a aquellos que las harán, ¿qué les darás?”

(4) Y Jesús: “Si las hacen junto Conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que reciten les daré también un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas horas de mi Pasión está en la mayor o menor unión que tienen Conmigo, y haciéndolas con mi Voluntad, la criatura se esconde en mi Querer, y actuando mi Querer puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra, y esto cada vez que las hagan”.
(5) En otra ocasión estaba lamentándome con Jesús, porque después de tantos sacrificios para escribir las horas de la Pasión, eran muy pocas las almas que las hacían, y entonces Él me dijo:
(6) “Hija mía, no te lamentes, aunque fuera sólo una deberías estar contenta, ¿no habría sufrido Yo toda mi Pasión aunque se debiera salvar una sola alma? Así también tú, jamás se debe omitir el bien porque sean pocos los que lo aprovechen, todo el mal es para quien no lo aprovecha, y así como mi Pasión hizo adquirir el mérito a mi Humanidad como si todos se salvaran, a pesar de que no todos se salvan, porque mi Voluntad era la de salvarlos a todos, entonces merecí según lo que Yo quería, no según el provecho que las criaturas harían; así tú, según que tu voluntad se haya ensimismado con mi Voluntad, de querer y de hacer el bien a todos, así serás recompensada, todo el mal es de aquellos que pudiendo no las hacen, estas horas son las más preciosas de todas, pues no son otra cosa que repetir lo que Yo hice en el curso de mi Vida mortal, y lo que continúo en el Santísimo Sacramento. Cuando escucho estas horas de mi Pasión, escucho mi misma voz, mis mismas oraciones, veo mi Voluntad en esa alma, la cual es de querer el bien de todos y de reparar por todos, y Yo me siento transportado a morar en ella para poder hacer en ella lo que hace ella misma. ¡Oh, cuánto quisiera que aunque fuera una sola por región hiciera estas horas de mi Pasión!, me oiría a Mí mismo en cada lugar, y mi Justicia en estos tiempos tan grandemente indignada, quedaría en parte aplacada”.
(7) Agrego que un día estaba haciendo la hora cuando la Mamá Celestial dio sepultura a Jesús, y yo la seguía para hacerle compañía en su amarga desolación para compadecerla. No tenía la costumbre de hacer esta hora siempre, sólo algunas veces, y estaba indecisa si debía hacerla o no, y Jesús bendito, todo amor y como si me lo rogara me ha dicho:
(8) “Hija mía, no quiero que la descuides, la harás por amor mío en honor de mi Mamá. Debes saber que cada vez que tú la haces, mi Mamá se siente como si estuviera en persona en la tierra y repetir su vida, y por lo tanto recibe Ella la gloria y el amor que me dio a Mí en la tierra, y Yo siento como si estuviera de nuevo mi Mamá en la tierra, sus ternuras maternas, su amor y toda la gloria que Ella me dio, por eso te tendré en consideración de madre”.
(9) Entonces, abrazándome, oía que me decía quedo, quedo: “Mamá mía, mamá”. Y me sugería lo que hizo y sufrió en esta hora la dulce Mamá, y yo la seguía. Desde ese día en adelante no la he descuidado, ayudada por su gracia.

+ + + +

11-81
Octubre 29, 1914

Los actos unidos con la Voluntad de Dios, son actos completos y perfectos.

(1) Estaba lamentándome con Jesús bendito por sus privaciones y mi pobre corazón oprimido deliraba, y desatinando he dicho: “Amor mío, cómo, ¿has olvidado que sin Ti no sé ni puedo estar? O Contigo en la tierra o Contigo en el Cielo, ¿acaso quieres que te lo recuerde? ¿Quieres estar en silencio, dormir, enojado? Está bien, siempre y cuando estés conmigo, pero siento que me has puesto fuera de tu corazón. ¡Ah! ¿Has tenido corazón para hacerlo?” Pero mientras decía estos y otros desatinos, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me dijo:
(2) “Hija mía, cálmate, estoy aquí, y diciéndome que te he puesto fuera de mi corazón es un insulto que me haces, pues te tengo en el fondo de mi corazón, y tan estrechada, que

todo mi Ser corre en ti y el tuyo en Mí, por lo tanto se atenta a que de este Ser mío que corre en ti nada te escape, y que cada acto tuyo esté unido con mi Voluntad, porque mi Voluntad contiene actos cumplidos, basta un solo acto de mi Voluntad para crear miles de mundos, y todos perfectos y completos, no tengo necesidad de actos subsiguientes, uno solo me basta por todos. Entonces tú, haciendo el acto más simple unido con mi Voluntad, me darás un acto completo de amor, de alabanza, de reparación, de todo, en suma, todo encerrarás en este acto, es más, me encerrarás también a Mí mismo y me darás a Mí a Mí mismo. ¡Ah! sí, sólo estos actos unidos con mi Voluntad me pueden estar enfrente, porque para un Ser perfecto que no sabe hacer actos incompletos, se necesitan actos completos y perfectos para darle honor y complacencia, y la criatura sólo en mi Voluntad encontrará estos actos completos y perfectos; fuera de mi Voluntad, por cuan buenos fuesen sus actos, serán siempre imperfectos e incompletos, porque la criatura tiene necesidad de actos subsiguientes para completar y perfeccionar una obra, si acaso lo logra; por lo tanto, a todo lo que la criatura hace fuera de mi Voluntad Yo lo veo como una nada. Por eso mi Voluntad sea tu vida, tu régimen, tu todo, y así, encerrando mi Voluntad tú estarás en Mí y Yo en ti, y te cuidarás muy bien de no decir otra vez que te he puesto fuera de mi corazón”.

+ + + +

11-82
Noviembre 4, 1914

Complacencia de Jesús por las horas de la Pasión.

(1) Estaba haciendo las horas de la Pasión, y Jesús complaciéndose me ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú supieras la gran complacencia que siento al verte repetir estas horas de mi Pasión, y siempre repetirlas, y de nuevo repetirlas, quedarías feliz. Es verdad que mis santos han meditado mi Pasión y han comprendido cuánto sufrí y se han deshecho en lágrimas de compasión, tanto, de sentirse consumar de amor por mis penas, pero no lo han hecho así de continuo y siempre repetido con este orden, así que puedo decir que tú eres la primera que me da este gusto tan grande y especial, y al ir desmenuzando en ti hora por hora mi Vida y lo que sufrí, Yo me siento tan atraído, que hora por hora te voy dando el alimento y como contigo el mismo alimento, y hago junto contigo lo que haces tú. Debes saber que te recompensaré abundantemente con nueva luz y nuevas gracias, y aun después de tu muerte, cada vez que sean hechas por las almas en la tierra estas horas de mi Pasión, Yo en el Cielo te cubriré siempre de nueva luz y gloria”.

+ + + +

11-83
Noviembre 6, 1914

Quien hace las horas de la Pasión hace suya la Vida de Jesús, y toma el mismo oficio de Él.

(1) Continuando las acostumbradas horas de la Pasión, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el mundo está en continuo acto de renovar mi Pasión, y como mi inmensidad envuelve a todos, dentro y fuera de las criaturas, por eso estoy obligado por su contacto a recibir clavos, espinas, flagelos, desprecios, escupitajos y todo lo demás que sufrí en la Pasión, y aun más. Ahora, quien hace estas horas de mi Pasión, a su contacto me siento sacar los clavos, romper las espinas, endulzar las llagas, quitar los salivazos, me siento cambiar en bien el mal que me hacen los demás, y Yo, sintiendo que su contacto no me hace mal, sino bien, me apoyo siempre más sobre ella”.

(3) Después de esto, volviendo el bendito Jesús a hablar de estas horas de la Pasión ha dicho:
(4) “Hija mía, has de saber que con hacer estas horas, el alma toma mis pensamientos y los hace suyos, mis reparaciones, las oraciones, los deseos, los afectos y aun mis más íntimas fibras y las hace suyas, y elevándose entre el Cielo y la tierra hace mi mismo oficio, y como corredentora dice junto Conmigo: “Ecce ego mitte me”, quiero repararte por todos, responderte por todos e implorar el bien para todos”.

+ + + +

11-84
Noviembre 20, 1914

Necesidad de escribir sobre los castigos. La Divina Voluntad y el Amor forman en el alma la
Vida y Pasión de Jesús.

(1) Me sentía muy afligida por las privaciones de Jesús bendito, mucho más por los flagelos que actualmente están lloviendo sobre la tierra, y que Jesús hace tantos años, tantas veces me había dicho. Me parece que en los tantos que me ha tenido en cama, dividíamos juntos el peso del mundo, sufríamos y trabajábamos juntos en provecho de todas las criaturas. Me parece que el estado de víctima en el que el amable Jesús me había puesto, concatenaba juntas entre yo y Él a todas las criaturas, no había cosa que Jesús hiciera o castigo que debiera mandar, que no me lo hiciera saber, y yo hacía tanto ante Él, que o disminuía el castigo o lo suprimía. Oh, cómo me aflige el pensamiento de que Jesús se haya retirado en Sí todo el peso de las criaturas, y que a mí como indigna de trabajar junto con Él me haya dejado a un lado. Pero otras aflicciones aún, porque Jesús en sus escapadas que hace, continúa diciéndome que las guerras y los flagelos que ahora caen son nada aún, mientras que parece que son demasiado, y otras naciones se pondrán en guerra, y no sólo, sino que con el tiempo desatarán guerras contra la Iglesia, atacarán personas sagradas y las matarán. ¡Cuántas Iglesias serán profanadas! Yo, en verdad, he omitido por cerca de dos años escribir acerca de los castigos que Jesús frecuentemente me ha manifestado, en parte porque son cosas repetidas, y en parte porque escribir acerca de los castigos me hace tanto mal que no puedo continuar; pero Jesús, una tarde mientras escribía lo que me había dicho sobre su Santísima Voluntad, y habiendo pasado por alto lo que me había dicho de los castigos, reprochándomelo dulcemente me dijo:
(2) “¿Por qué no has escrito todo?”
(3) Y yo: “Amor mío, no me parecía necesario, además, Tú sabes cuánto sufro”.
(4) Y Jesús: “Hija mía, si no fuera necesario no te lo diría, además, estando tu estado de víctima unido con los eventos que mi providencia dispone sobre las criaturas, y viéndose en tus escritos este entrelazamiento entre tú y Yo y las criaturas, y entre tus sufrimientos para impedir los flagelos, ahora viéndose este vacío la cosa parecerá discordante e incompleta, y Yo cosas discordantes e incompletas no sé hacer”.
(5) Y yo, encogiéndome de hombros he dicho: “Me es demasiado duro hacerlo, y además, ¿quién se recordará de todo?”
(6) Y Jesús sonriendo agregó: “¿Y si después de tu muerte te doy una pena de fuego en las manos en el Purgatorio, qué dirás?”
(7) Esta es la causa por la que me he decidido a escribir sobre los castigos, espero que Jesús perdonará mi omisión, y prometo ser atenta en el futuro.
(8) Ahora, regreso a decir que estando muy afligida, Jesús al venir, para animarme me tomó entre sus brazos y me dijo:
(9) “Hija mía, anímate, quien hace mi Voluntad jamás queda sin mi compañía, más bien está junto Conmigo en las obras que hago, en mis deseos, en mi Amor, en todo, y por doquier está junto Conmigo. Además puedo decir que como quiero todo para Mí, afectos,

deseos, etc., de todas las criaturas, no teniéndolos, Yo estoy en actitud en torno a las criaturas para hacer adquisición de ellos; ahora, encontrando en quien hace mi Voluntad el cumplimiento de mis deseos, mi deseo se reposa en ella, mi Amor toma reposo en su amor, y así de todo lo demás”.
(10) Luego ha agregado: “Te he dado dos cosas grandísimas, que se puede decir que formaban mi misma Vida; mi Vida estuvo encerrada en estos dos puntos: Voluntad Divina y Amor. Y esta Voluntad desenvolvió en Mí mi Vida y cumplió mi Pasión. No quiero otra cosa de ti, que mi Voluntad sea tu vida, tu regla, y que ninguna cosa, sea pequeña o grande, escape de Ella, y esta Voluntad desarrollará en ti mi Pasión, y por cuanto más estrechada a mi Voluntad estés, tanto más sentirás en ti mi Pasión. Si haces correr en ti como vida a mi Voluntad, Ella hará correr en ti mi Pasión, así que la sentirás correr en cada uno de tus pensamientos, en tu boca sentirás impregnada la lengua y tu palabra saldrá caliente de mi sangre y elocuentemente hablarás de mis penas; tu corazón estará lleno de mis penas, y en cada latido que hará, a todo tu ser llevará la marca de mi Pasión, y Yo te iré siempre repitiendo: “He aquí mi Vida, he aquí mi Vida”. Y me deleitaré en darte sorpresas, narrándote ahora una pena y ahora otra, aún no conocida ni comprendida por ti. ¿No estás contenta?”

+ + + +

11-85
Diciembre 17, 1914

La Divina Voluntad forma la verdadera y perfecta consagración de la Vida Divina en el alma.

(1) Continuando mi habitual estado y estando muy afligida por las privaciones de Jesús, después de mucho esperarlo ha venido, haciéndose ver en todo mi pobre ser, y yo, me parecía como si fuera la vestidura de Jesús, y rompiendo su silencio me dijo:
(2) “Hija mía, también tú puedes formar hostias y consagrarlas. ¿Ves la vestidura que me cubre en el Sacramento? Son los accidentes del pan con los cuales es formada la hostia, la Vida que existe en esta hostia es mi cuerpo, mi sangre y mi Divinidad, la actitud que contiene esta Vida es mi Suprema Voluntad, y esta Voluntad desarrolla el amor, la reparación, la inmolación y todo lo demás que hago en el Sacramento, el cual no se separa ni un punto de mi Querer; no hay cosa que salga de Mí de la cual mi Querer no vaya delante. Y he aquí cómo también tú puedes formar la hostia: La hostia es material y hechura del todo humana; también tú tienes un cuerpo material y una voluntad humana, este cuerpo tuyo y esta tu voluntad, si los mantienes puros, rectos, alejados de cualquier sombra de pecado, son los accidentes, los velos para poderme consagrar y vivir escondido en ti. Pero esto no basta, sería como en la hostia sin la consagración, por eso se necesita mi Vida; mi Vida está compuesta de santidad, de amor, de sabiduría, de potencia, etc., pero el motor de todo es mi Voluntad, por eso después de que has preparado la hostia, debes hacer morir tu voluntad en esa hostia, la debes cocer bien, bien, para hacer que no renazca más, y debes hacer entrar en todo tu ser a mi Voluntad, y Ésta, que contiene toda mi Vida, formará la verdadera y perfecta consagración. Así que no tendrá más vida el pensamiento humano, sino el pensamiento de mi Querer, y esta consagración creará mi sabiduría en tu mente, no más vida de lo humano, la debilidad, la inconstancia, porque mi Voluntad formará la consagración de la Vida Divina, de la fortaleza, de la firmeza y de todo lo que Yo soy. Entonces, cada vez que hagas correr tu voluntad en la mía, en tus deseos y en todo lo que eres y puedes hacer, Yo renovaré la consagración, y como en hostia viviente, no muerta como son las hostias sin Mí, Yo continuaré mi Vida en ti. Pero esto no es todo, en las hostias consagradas, en los copones, en los sagrarios, todo está muerto, mudo, no hay sensiblemente un latido, un ímpetu de amor que pueda responder a tanto amor mío. Si no fuera porque espero a los corazones para darme a ellos, Yo sería bien

infeliz, quedaría defraudado en mi Amor y sin finalidad mi Vida Sacramental; y si esto lo tolero en los tabernáculos, no lo toleraré en las hostias vivientes. A la vida le es necesaria la nutrición, y Yo en el Sacramento quiero ser alimentado, pero quiero ser nutrido y alimentado con mi mismo alimento, esto es, el alma hará suya mi Voluntad, mi Amor, mis oraciones, las reparaciones, los sacrificios, y me los dará a Mí como cosas suyas, y Yo me nutriré. El alma se unirá Conmigo, escuchará atenta para oír lo que estoy haciendo para hacerlo junto Conmigo, y conforme repita mis mismos actos me dará su alimento, y Yo por ello seré feliz, y sólo en estas hostias vivientes encontraré la compensación de la soledad, del ayuno y de lo que sufro en los tabernáculos”.

+ + + +

11-86
Diciembre 21, 1914

El tener compañía en las penas es el más grande consuelo para Jesús.

(1) Estaba en mi habitual estado, y el bendito Jesús viniendo todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, no puedo más con el mundo, consuélame tú por todos, hazme palpitar en tu corazón, a fin de que sintiendo por medio de tu corazón los latidos de todos, los pecados no me lleguen directos, sino indirectos por medio de tu corazón, de otra manera mi Justicia hará salir todos los castigos que no han salido nunca”.
(3) Y en el acto de decir esto ha ensimismado su corazón al mío y me hizo sentir su latido, pero quién puede decir lo que se sentía, los pecados como saetas herían aquel corazón, y mientras yo tomaba parte, Jesús tenía alivio. Luego, sintiéndome toda fundida en Él, parecía que yo encerraba su inteligencia, sus manos, sus pies, y así todo lo demás, y yo tomaba parte en recibir todas las ofensas de cada uno de los sentidos de las criaturas,
¿pero quién puede decir cómo sucedía esto? Luego Jesús agregó:
(4) “Tener compañía en las penas es el más grande alivio para Mí, he aquí porqué mi Padre Divino después de la Encarnación no fue tan inexorable, sino más benigno, porque las ofensas no las recibía directas, sino indirectas, esto es, a través de mi Humanidad, la cual le hacía continuas reparaciones. Así Yo voy buscando almas que se pongan entre Mí y las criaturas, de otra manera reduciría el mundo a ruinas”.

+ + + +

11-87
Febrero 8, 1915

La unión de Voluntad forma toda la perfección de las Tres Divinas Personas.

(1) Me la paso afligidísima por los modos que mi siempre amable Jesús tiene conmigo, pero resignada a su Santísimo Querer. Si me lamento con Jesús por sus privaciones y por su silencio, Él me dice:
(2) “No es tiempo de poner atención a esto, estas son niñerías y de almas muy débiles que ponen atención a sí mismas y no a Mí, que piensan en lo que sienten y no lo que les conviene hacer, estas almas apestan a humano y no puedo fiarme de ellas. De ti no espero esto, quiero el heroísmo de las almas que olvidándose de sí mismas ponen atención sólo a Mí, y unidas Conmigo se ocupan de la salvación de mis hijos, porque el demonio usa de todas sus astucias para arrancarlos de mis brazos. Quiero que te adaptes a los tiempos, ahora dolorosos, ahora luctuosos y ahora trágicos, y junto Conmigo reces y llores por la ceguera de las criaturas; tu vida debe desaparecer haciendo entrar en ti toda mi Vida.

Haciéndolo así, sentiré en ti el perfume de mi Divinidad, me fiaré de ti en estos tiempos tan tristes, que sin embargo no son mas que los preludios de los castigos, ¿qué será cuando las cosas avancen más? ¡Pobres hijos, pobres hijos!”
(3) Y parece que Jesús sufre tanto que se queda sin palabras y se oculta más adentro de mi corazón, de modo que desaparece del todo. Y cuando cansada de mi estado doloroso renuevo los lamentos, lo llamo y le digo: “Jesús, ¿no sabes las tragedias que están sucediendo? ¿Cómo es posible que tu piadoso corazón pueda soportar tales estragos en tus hijos?” Y parece que Él apenas se mueve en mi interior, como si no se quisiera hacer sentir, y siento dentro de mi respiro otro respiro afanoso, como si estuviera en agonía, es el respiro de Jesús, porque advierto que es dulce, pero mientras me consuela toda me hace sentir penas mortales, porque en aquel respiro siento el respiro de todos, especialmente los de tantas vidas muriendo y que Jesús sufre con ellos el estertor de la agonía. Otras veces parece que se duele tanto, que manda tristes lamentos, de mover a piedad los corazones más duros. Ahora, continuando con mis lamentos, esta mañana al venir me ha dicho:
(4) “Hija mía, la unión de nuestros quereres es tanta, que no se distingue cuál sea el querer del Uno y cual el del Otro; y esta unión de Voluntad, que forma toda la perfección de las Tres Divinas Personas, porque como somos uniformes en la Voluntad, esta uniformidad lleva uniformidad de santidad, de sabiduría, de belleza, de potencia, de amor y de todo lo demás de nuestro Ser, así que nos vemos como en un espejo recíprocamente Uno en el Otro, y es tanta nuestra complacencia al mirarnos, que nos vuelve plenamente felices. Entonces Uno refleja en el Otro, y cada cualidad de nuestro Ser, como tantos mares inmensos diferentes en sus gozos, uno descarga en el otro, por eso, si alguna cosa fuera disímil entre Nosotros, nuestro Ser no podría ser ni perfecto ni plenamente feliz. Ahora, al crear al hombre infundimos en él nuestra imagen y semejanza para poder arrollar al hombre en nuestra felicidad, y reflejarnos y hacernos felices en él, pero el hombre rompió el primer anillo de conjunción, de voluntad entre él y el Creador, y por lo tanto perdió la verdadera felicidad, es más, cayeron sobre él todos los males, por eso ni podemos reflejarnos en él ni hacernos felices, sólo en el alma que hace en todo nuestro Querer lo hacemos y gozamos el fruto completo de la Creación; porque aun en aquellos que tienen alguna virtud, que rezan, que frecuentan los Sacramentos, pero si no son uniformes a nuestro Querer no podemos reflejarnos en ellos, porque como está separada la voluntad de ellos de la nuestra, todas las cosas están desordenadas y revueltas. ¡Ah, hija mía, sólo nuestra Voluntad es acepta, porque reordena, hace feliz y lleva consigo todos los bienes! Por eso siempre y en todo haz mi Voluntad, no pongas atención a otra cosa”.
(5) Y yo: “Amor mío y vida mía, ¿cómo puedo uniformarme a tu Voluntad, a los tantos flagelos que estás mandando? Se necesita demasiado para decir “Fiat”, y además,
¿cuántas veces me has dicho que si yo hacía tu Querer, Tú habrías hecho el mío? Y ahora, cómo has cambiado”.
(6) Y Jesús: “No soy Yo quien ha cambiado, es que ha llegado a tanto la criatura que se ha hecho insoportable. Acércate y chupa de mi boca las ofensas que las criaturas me envían, y si tú puedes tragarlas, Yo suspenderé los castigos”.
(7) Entonces me he acercado a su boca y con avidez chupaba, pero con sumo dolor mío me esforzaba por tragarlo y no podía, me sofocaba, volvía a hacer nuevos esfuerzos y no lo lograba, entonces Jesús con voz tierna y sollozando me ha dicho:
(8) “¿Has visto? No puedes pasarlo, arrójalo a tierra y caerá sobre las criaturas”.
(9) Entonces yo lo he arrojado, y también Jesús lo arrojaba de su boca sobre la tierra diciendo: “¡Es nada aún, es nada aún”.
(10) Y ha desaparecido.

+ + + +


11-88
Marzo 6, 1915

Jesús suspende en parte el estado de victima de Luisa para dar curso a la Justicia.

(1) Estando en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús vino por poco, y como el confesor no estaba bien de salud, y habiéndose interrumpido mi estado, no como una vez cuando volvía en mí por la llamada por la obediencia, por eso le he dicho a Jesús: “¿Qué quieres que haga? ¿Debo permanecer, o bien tratar de volver en mí cuando me sienta libre?”
(2) Y Jesús: “Hija mía, ¿quieres acaso tú que actúe como antes, que no sólo te ordenaba estar firme, sino que te ataba en tal modo que no podías volver en ti sino sólo con la obediencia? Si lo hiciera así ahora, mi Amor se encontraría en estrecheces y mi Justicia encontraría un obstáculo para desahogarse plenamente sobre las criaturas, y tú podrías decirme: “Como me tienes atada como víctima de sufrimiento por amor tuyo y por las criaturas, así yo te ato, en modo de detener a tu Justicia para que no se desahogue sobre las criaturas”. Así que las guerras, los preparativos que están haciendo otras naciones para ponerse en guerra terminarían todas en un juego. ¡No lo puedo, no lo puedo! A lo más, si quieres estar tú o te quiere tener el confesor, si así lo hacen tendré alguna consideración por Corato, le evitaré alguna cosa, pero mientras tanto las cosas van avanzando más y mi Justicia quiere que no estés más en este estado, para poder de inmediato mandar otros flagelos y hacer entrar a otras naciones en guerra y humillar la soberbia de las criaturas, porque donde creen que habrá victorias encontrarán derrotas. ¡Ah, mi amor lo llora, pero mi Justicia exige su satisfacción! Hija mía, paciencia”.
(3) Y habiendo dicho esto ha desaparecido. ¿Pero quién puede decir cómo quedé? Me sentía morir, porque si salgo por mí sola de mi estado, podría pensar que yo habría sido la causa de hacer aumentar los flagelos, y por lo tanto de hacer entrar a otras naciones en guerra, especialmente a Italia. ¡Qué dolor, qué pena! Sentía todo el peso de la suspensión de mi estado por parte de Jesús y pensaba entre mí: “Quien sabe, tal vez Jesús no permite que el confesor esté bien para poner en guerra a Italia”. Cuántas dudas y temores, y habiendo salido por mí misma de mi estado, he pasado una jornada de lágrimas y de intensa amargura.

+ + + +

11-89
Marzo 7, 1915

Castigos. Los hijos de la Iglesia serán sus más fieros enemigos.

(1) El pensamiento de los flagelos y de que yo los pudiera fomentar por salirme por mí de mi estado, me traspasaba el corazón. El confesor continuaba sin estar bien, y yo rezaba y lloraba, y no sabía decidirme. El bendito Jesús venía como relámpago y huía y me dejaba libre. Finalmente, movido a compasión vino y compadeciéndome y acariciándome me dijo:
(2) “Hija mía, tu constancia me vence. El amor y la oración me atan y casi me hacen guerra, por eso he venido a entretenerme un poco contigo, no pudiendo resistir más; pobre hija, no llores, heme aquí todo para ti, paciencia, ánimo, no te abatas. Si tú supieras cuánto sufro, pero la ingratitud de las criaturas a esto me obliga, los pecados enormes, la incredulidad, el querer casi desafiarme, y todo esto es lo menos, si te dijera de la parte religiosa, ¡cuántos sacrilegios! ¡Cuántas rebeliones! ¡Cuántos que se fingen hijos míos y son mis más encarnizados enemigos! Estos fingidos hijos son usurpadores, interesados, incrédulos, sus corazones son cloacas de vicios, y estos hijos serán los primeros en

desatar la guerra contra la Iglesia y buscarán matar a su propia Madre, ¡oh, cuántos están ya listos para desatarla! Por ahora la guerra es entre gobiernos, naciones, pero dentro de poco harán guerra a la Iglesia, y sus más grandes enemigos serán sus propios hijos. Mi corazón está lacerado por el dolor, pero a pesar de esto tolero que pase esta borrasca y que la faz de la tierra, las iglesias, sean lavadas por la sangre de aquellos mismos que la han ensuciado y contaminado. También tú únete con mi dolor, reza y ten paciencia mientras ves pasar esta borrasca”.
(3) ¿Pero quién puede decir mi dolor? Me sentía más muerta que viva. Sea siempre bendito Jesús y sea hecho siempre su Santo Querer.

+ + + +

11-90
Abril 3, 1915

La Divina Voluntad es como cielo y sol del alma.

(1) Mi siempre amable Jesús continúa viniendo de vez en cuando, pero sin cambiar su actitud de amenazas y de flagelos, y si tarda en venir, viene con un aspecto que da piedad, cansado, desfallecido, me atrae hacia Él y me transforma en Él, luego entra en mí y se transforma en mí, quiere que yo bese una por una sus llagas, que las adore y repare. Y después de que se ha hecho aliviar su Santísima Humanidad me dice:
(2) “Hija mía, hija mía, es necesario que venga a ti de vez en cuando a tomar reposo, a hacerme aliviar, a desahogarme, de otra manera al mundo lo haría devorar por el fuego”.
(3) Y sin darme tiempo para decirle nada huye. Ahora, esta mañana encontrándome en mi habitual estado y tardando Él en venir, pensaba entre mí: “¿Que habría sido de mí en estas privaciones de mi dulce Jesús si no fuera por el Santo Querer Divino? ¿Quién me habría dado vida, fuerza, ayuda? ¡Oh Santo Querer Divino, en Ti me encierro, en Ti me abandono, en Ti reposo! ¡Ah, todos me huyen, también el sufrir, y también el mismo Jesús que parecía que no sabía estar sin mí! Sólo Tú no me huyes, ¡oh Querer Santo, te ruego que cuando veas que mis débiles fuerzas no pueden más, muéstrame a mi dulce Jesús que se esconde de mí y que Tú posees!” ¡Oh Querer Santo, te adoro, te beso, te agradezco, pero no seas cruel conmigo!” Y mientras así pensaba y rezaba, me he sentido investir por una luz purísima, y el Querer Santo develándome a Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, el alma sin mi Voluntad habría sido como la tierra si no hubiera tenido ni cielo, ni estrellas, ni sol, ni luna; la tierra por sí misma no es otra cosa que precipicios, montañas, aguas, tinieblas, si la tierra no tuviera un cielo, un sol encima de ella para alumbrar al hombre el camino para hacerle conocer los diversos peligros que la tierra contiene, el hombre iría al encuentro, ahora de precipitarse, ahora de ahogarse, etc., pero el cielo le está encima, especialmente el sol, el cual en su mudo lenguaje dice al hombre: “Mira, yo no tengo ojos, ni manos, ni pies, sin embargo soy la luz de tu ojo, la acción de tu mano, el paso de tu pie, y cuando debo iluminar otras regiones, te dejo el centelleo de las estrellas y la claridad de la luna para continuar mi oficio. Ahora, habiendo dado al hombre un cielo para bien de la naturaleza, también al alma, siendo ésta más noble, le he dado el cielo de mi Voluntad, porque también el alma contiene precipicios, alturas y barrancos, cuales son las pasiones, las virtudes, las tendencias y otras cosas. Ahora, si el alma se quita de debajo del cielo de mi Voluntad, no hará otra cosa que precipitarse de culpa en culpa, las pasiones la ahogarán y las alturas de las virtudes se cambiarán en abismos. Así que como en la tierra sin el cielo estaría todo en desorden e infecundo, así el alma sin mi Voluntad”.

+ + + +


11-91
Abril 24, 1915

Cómo lo que sufrió Jesús en la corona espinas es incomprensible a mente creada. Mucho más dolorosos que aquellas espinas se
clavaban en su mente todos los malos pensamientos de las criaturas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando cuánto sufrió el bendito Jesús al ser coronado de espinas, y Jesús haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, los dolores que sufrí son incomprensibles a mente creada; pero mucho más dolorosos que aquellas espinas se clavaban en mi mente todos los pensamientos malos de las criaturas, de modo que de todos estos pensamientos de las criaturas ninguno se me escapaba, todos los sentía en Mí, así que no sólo sentía las espinas, sino también el horror de las culpas que aquellas espinas clavaban en Mí”.
(3) Entonces, traté de ver al amable Jesús, y veía su santísima cabeza circundada como por una corona de espinas que le salían de dentro. Todos los pensamientos de las criaturas estaban en Jesús, y de Jesús pasaban a ellas y de ellas a Jesús y en Él quedaban como concatenados juntos. ¡Oh, cómo sufría Jesús! Después ha agregado:
(4) “Hija mía, sólo las almas que viven en mi Voluntad pueden darme verdaderas reparaciones y endulzarme espinas tan punzantes, porque viviendo en mi Voluntad, mi Voluntad se encuentra en todas partes, y ellas encontrándose en Mí y en todos, descienden en las criaturas y suben a Mí y me traen todas las reparaciones y me endulzan, y hacen cambiar en las mentes las tinieblas en luz”.

+ + + +

11-92
Mayo 2, 1915

Penas de Jesús por los castigos.

(1) Mis días son siempre más amargos. Esta mañana mi dulce Jesús ha venido en un estado tan sufriente que no se puede expresar, al verlo tan sufriente, yo a cualquier costo habría querido darle un alivio, pero no sabiendo qué hacer me lo he estrechado al corazón y acercándome a su boca, con la mía buscaba extraer parte de sus amarguras internas,
¿pero qué? Por cuanta fuerza hacía al chupar no salía nada, volvía a intentarlo con más esfuerzos, pero todo era inútil, Jesús lloraba, yo lloraba al ver que en nada podía aliviar sus penas. ¡Qué suplicio cruel! Jesús lloraba porque quería hacer salir todo, pero su Justicia lo impedía, yo lloraba al verlo llorar y porque no podía ayudarlo; son penas que faltan las palabras para expresarlas. Y Jesús sollozando me ha dicho:
(2) “Hija mía, los pecados arrancan de mis manos los flagelos, las guerras, Yo estoy obligado a permitirlas, pero al mismo tiempo lloro y sufro con la criatura”.
(3) Yo me sentía morir por el dolor, y Jesús queriéndome distraer ha agregado:
(4) “Hija mía, no te abatas, también esto está en mi Voluntad, porque únicamente las almas que viven en mi Voluntad son las que pueden hacer frente a mi Justicia, sólo aquellas que viven de mi Querer tienen libre el acceso para entrar a participar en los decretos divinos, y abogar en favor de sus hermanos. Quienes habitan en mi Voluntad son los que poseen todos los frutos de mi Humanidad, porque mi Humanidad tenía sus límites, mientras que mi Voluntad no tiene límites, y mi Humanidad vivía en mi Voluntad, cubierta por Ella, por dentro y fuera. Ahora, las almas que viven en mi Voluntad son las más inmediatas a mi Humanidad, y haciéndola de ellas, porque a ellas se las he dado, pueden presentarse investidas de Ella, como otro Yo mismo delante de la Divinidad y desarmar la Justicia Divina e impetrar rescritos de perdón para las pervertidas criaturas. Ellas, viviendo

en mi Voluntad viven en Mí, y como Yo vivo en todos, también ellas viven en todos y en pro de todos. Viven libres en el aire como soles, y sus oraciones, sus actos, las reparaciones y todo lo que hacen son como rayos que descienden de ellas en pro de todos”.

+ + + +

11-93
Mayo 18, 1915

Castigos. Jesús tendrá cuidado de las almas que viven de su Querer.

(1) Continuando mi pobre estado, mi pobre naturaleza me la sentía sucumbir. Me encuentro en estado de violencia continua, quiero hacer violencia a mi amable Jesús, y Él para no hacerse violentar más, se esconde, y después, cuando ve que no estoy en acto de hacerle violencia por su ocultamiento, de improviso se hace ver y rompe en llanto por lo que está sufriendo y sufrirá la mísera humanidad. Otras veces, con un acento conmovedor y casi suplicante me dice:
(2) “Hija, no me violentes, ya mi estado es violento por sí solo por causa de los graves males que sufren y sufrirán las criaturas, pero debo dar los derechos a la Justicia”.
(3) Y mientras dice esto llora, y yo lloro junto con Él, y muchas veces parece que transformándose todo en mí, llora por medio de mis ojos, por eso, en mi mente pasan todas las tragedias, las carnes humanas mutiladas, los ríos de sangre, los pueblos destruidos, las iglesias profanadas que Jesús me ha hecho ver desde hace tantos años. Mi pobre corazón está lacerado por el dolor, ahora me lo siento contorsionar por los espasmos, ahora helar, y mientras sufro esto, oigo la voz de Jesús que dice:
(4) “¡Cómo me duele, cómo me duele!” Y se pone a llorar, ¿pero quién puede decirlo todo?
(5) Ahora, estando en este estado, mi dulce Jesús para calmar de alguna manera mis temores me dijo:
(6) “Hija mía, ánimo, es cierto que grande será la tragedia, pero has de saber que tendré cuidado de las almas y de los lugares donde haya almas que vivan en mi Querer. Así como los reyes de la tierra tienen sus cortes, sus gabinetes donde están al seguro en medio de los peligros y de los enemigos más fieros, porque es tanta la fuerza que tienen, que los mismos enemigos mientras destruyen otros puntos, aquel punto no lo miran por temor de ser derrotados, así también Yo, Rey del Cielo, tengo mis gabinetes, mis cortes sobre la tierra, y son las almas que viven de mi Querer donde Yo vivo en ellas, y la corte del Cielo está concentrado en torno a ellas, y la fuerza de mi Voluntad las tienen al seguro, volviendo inofensivas las balas y rechazando hacia atrás a los enemigos más fieros. Hija mía, los mismos bienaventurados, ¿por qué están al seguro y son plenamente felices cuando ven que las criaturas sufren y la tierra está en llamas? Precisamente porque viven del todo en mi Voluntad. Entonces has de saber que Yo pongo en las mismas condiciones de los bienaventurados a las almas que en la tierra viven del todo de mi Querer, por eso vive en mi Querer y no temas de nada, más bien quiero que no sólo vivas en mi Voluntad, sino que vivas también en medio de tus hermanos, entre Yo y ellos en estos tiempos de carnicería humana y me tendrás estrechado en ti y defendido de las ofensas que me mandan las criaturas, y haciéndote don de mi Humanidad y de cuanto sufrí, mientras me tendrás defendido, darás a tus hermanos mi sangre, mis llagas, las espinas, mis méritos, para su salvación”.

+ + + +


11-94
Mayo 25, 1915

Los hombres son obedientes a los gobiernos que usan la fuerza, pero no a Dios que usa el amor.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús, en cuanto se ha hecho ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, el flagelo es grande, pero a pesar de esto los pueblos no se estremecen, más bien permanecen casi indiferentes, como si debieran asistir ala representación de una escena trágica y no a una realidad; en lugar de venir todos humillados a mis pies a llorar y a implorar piedad, perdón, están más bien atentos a oír lo que sucede. ¡Ah, hija mía, qué grande es la perfidia humana! Mira como son obedientes a los gobiernos; sacerdotes, seglares, no pretenden nada, no rehúsan ningún sacrificio y deben estar dispuestos a dar la propia vida; ah, sólo para Mí no hay obediencia ni sacrificios, y si alguna cosa hacen, son más las pretensiones y los intereses, y esto porque los gobiernos usan la fuerza, pero Yo uso el amor; para las criaturas este amor es desconocido y ante él se están indiferentes, como si Yo no mereciera nada de ellas”.
(3) Pero mientras esto decía ha roto en llanto, ¡qué dolor tan cruel ver llorar a Jesús! Luego continuó:
(4) “Pero la sangre y el fuego purificarán todo y harán que el hombre se arrepienta, pero mientras más se tarde en volver, tanta más sangre correrá y será tal la carnicería, que el hombre jamás lo hubiera pensado”.
(5) Y mientras esto decía me hacía ver esta carnicería humana. Qué dolor vivir en estos tiempos, pero sea siempre hecho el Querer Divino.

+ + + +

11-95
Junio 6, 1915

En la Voluntad de Dios todo se reduce en amor para Dios y para el prójimo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús mientras se mantiene oculto, me quiere toda atenta a Él y para abogar continuamente por mis hermanos, y mientras rezaba y lloraba por la salvación de los pobres combatientes, queriéndome estrechar con Jesús para suplicarle de tal manera que ninguno de ellos se perdiera, llegaba a decirle desatinos, y Jesús, si bien afligido, parecía que gozaba por mis insistencias y como que cedía a lo que yo le pedía, pero un pensamiento ha volado en mi mente: “Que yo debería pensar más bien en mi propia salvación”. Y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mientras pensabas en ti has producido una sensación humana, y mi Voluntad toda Divina la ha notado. En mi Voluntad todo se resuelve en amor para Mí y para el prójimo, no hay cosas propias, porque conteniendo sólo mi Voluntad, el alma contiene para sí todos los bienes posibles, y si los contiene, ¿por qué pedírmelos? ¿No es justo más bien que se ocupe en rezar por quien no tiene? Ah, si supieras por qué desgracias pasará la mísera humanidad, serías más activa en mi Voluntad en favor de ella”.
(3) Y mientras esto decía me hacía oír todos los males que están maquinando los masones en contra de la humanidad.

+ + + +


11-96
Junio 17, 1915

Todo debe terminar en la Voluntad de Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba lamentándome con Jesús diciéndole: “Vida mía Jesús, todo ha terminado, no me queda nada, sino a lo más tus visitas como de relámpago, tu sombra. Y Jesús interrumpiendo mi hablar me dijo:
(2) “Hija mía, todo debe terminar en mi Voluntad, y cuando el alma ha llegado a esto, ha hecho todo, y si hubiera hecho mucho y no lo hubiera encerrado en mi Voluntad, se puede decir que habría hecho nada, porque de todo lo que termina en mi Voluntad Yo tengo cuenta, pues sólo en Ella está como empeñada mi misma Vida, y es justo que como cosa mía Yo tenga cuenta hasta de las más pequeñas cosas y aun de las mismas naderías, porque en cada pequeño acto que la criatura hace unida con mi Voluntad, siento que primero lo toma de Mí y luego obra, así que en el más pequeño acto va encerrada toda mi Santidad, mi Potencia, Sabiduría, Amor y todo lo que soy, por eso siento en ese acto hecho unido con mi Voluntad repetir mi Vida, mis obras, mi palabra, mi pensamiento y todo lo demás. Entonces, si tus cosas han terminado en mi Voluntad, ¿qué puedes querer de más? Todas las cosas tienen un solo punto final: El sol tiene un solo punto, que su luz invada toda la tierra; el agricultor siembra, palea, trabaja la tierra, sufre frío y calor, pero todo eso no es su punto final, no, sino su punto es el de recoger los frutos para hacer de ellos su alimento; y así de tantas otras cosas, que son muchas, pero que se resuelven dentro de un solo punto, y éste es la vida del hombre. Así el alma todo lo debe hacer terminar en el punto solo de mi Voluntad, y Ésta constituirá su vida, y Yo de ella haré mi alimento”.
(3) Después ha agregado: “Yo y tú en estos tristes tiempos pasaremos un periodo demasiado doloroso, las cosas empeorarán más, pero debes saber que si te quito mi cruz de madera, te doy la cruz de mi Voluntad, que no tiene altura ni anchura, sino que es interminable, cruz más noble no podría darte, no es de madera sino de luz, y en esta luz, quemante más que cualquier fuego, sufriremos juntos en cada criatura, en sus agonías y torturas, y buscaremos ser vida de todas”.

+ + + +

11-97
Julio 9, 1915

Quien en verdad hace la Divina Voluntad, es puesto en las mismas condiciones de la Humanidad de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía muy mal y mi siempre amable Jesús, moviéndose a compasión de mi pobre estado, vino por poco tiempo y besándome me ha dicho:
(2) “Pobre hija, pero no temas, no te dejo ni puedo dejarte, porque quien hace mi Voluntad es mi imán que obra potentemente sobre Mí, y me atrae hacia sí con tal violencia, que no puedo resistir. Demasiado se necesita para separarme de quien hace mi Voluntad, debería separarme de Mí mismo, lo que no es posible”.
(3) Después ha agregado: “Hija, quien hace de verdad mi Voluntad es puesto en las mismas condiciones en las que fue puesta mi Humanidad. Yo era Hombre y Dios, como Dios contenía en Mí todas las felicidades, bienaventuranzas, bellezas y todos los bienes que poseo. Mi Humanidad por una parte tomaba parte de mi Divinidad, y por lo tanto era bienaventurada, feliz, su visión beatífica no se le separaba jamás; por otro lado, habiendo mi Humanidad tomado sobre Ella la satisfacción de las criaturas ante la Divina Justicia, era

atormentada por la vista clara de todas las culpas, y debiendo tomarlas sobre Ella para satisfacerlas, sentía lo horrible de cada pecado con su tormento especial, por lo tanto, al mismo tiempo sentía alegría y dolor, sentía amor por parte de mi Divinidad, frialdad por parte de las criaturas; santidad por una parte, pecado por la otra, no había cosa que me escapara, ni aun la más mínima de las que las criaturas hacían. Ahora, mi Humanidad no es capaz ya de sufrir, por eso en quien hace mi Voluntad Yo vivo en ella, y ella me sirve de humanidad, por eso el alma siente por una parte amor, paz, firmeza en el bien, fortaleza y demás; y por la otra parte frialdad, molestias, cansancio, etc. Entonces, si el alma se está del todo en mi Voluntad y toma todas esas cosas no como cosas suyas, sino como cosas que sufro Yo, no se abatirá, sino me compadecerá y tendrá como un honor que la haga participar de mis penas, porque ella no es otra cosa que un velo que me cubre, y no sentirá más que las molestias de las espinas, del hielo, pero es en Mí, en mi corazón en quien serán clavadas”.

+ + + +

11-98
Julio 25, 1915

Cómo Jesús es desventurado en el amor. Jesús quiere consuelo.

(1) Continuando mi habitual estado me lamentaba con Jesús por sus acostumbradas privaciones, y Él siempre benigno me compadecía diciéndome:
(2) “Hija mía, sé valiente, seme fiel en estos tiempos de tragedias y carnicerías horrendas, y de amarguras intensas para mi corazón”.
(3) Y casi sollozando ha agregado: “Hija mía, en estos tiempos Yo me siento como un desventurado: Me siento desventurado con el herido sobre el campo de batalla, desventurado por el que muere en su propia sangre abandonado por todos, desventurado con el pobre que siente el peso del hambre, siento la desventura de tantas madres que les sangra el corazón por sus hijos en la guerra, ¡ah, todas las desventuras pesan sobre mi corazón y por ellas quedo traspasado! Y de frente a todas estas desventuras veo a la Divina Justicia que quiere hacer salir en campo el divino furor contra las criaturas, desgraciadamente rebeldes e ingratas, y además, ¿quién te puede decir cuán desventurado soy en el amor? ¡Ah, las criaturas no me aman, y a tanto amor mío soy correspondido con repetidas ofensas!
(4) Hija mía, en tantas desventuras mías, en vez de consolar quiero consuelo, quiero las almas que me aman en torno a Mí, que me hagan fiel compañía, y todas sus penas me las den a Mí para alivio de mis desventuras y para implorar gracia a los pobres desventurados, y según me sean fieles las almas en estos tiempos de flagelos y de desventuras, cuando la Divina Justicia se haya aplacado, recompensaré a las almas que me han sido fieles y han tomado parte en mis desventuras”.

+ + + +

11-99
Julio 28, 1915

El alma que vive en la Divina Voluntad forma un solo corazón con el de Jesús.

(1) Repetía mis lamentos con Jesús diciéndole: “¿Cómo me has dejado? Me prometiste que todos los días, al menos una vez vendrías, y hoy ha pasado la mañana, el día está terminando y aún no vienes. Jesús, que desgarro es tu privación, que muerte continua, pero a pesar de todo estoy abandonada del todo en tu Voluntad, es más, te ofrezco esta tu

privación como Tú me enseñas, para dar la salvación a tantas otras almas por cuantos instantes estoy privada de Ti. Las penas que sufro mientras estoy privada de Ti, las pongo como corona en torno a tu corazón, para impedir que las ofensas de las criaturas entren en tu corazón, y para impedirte a Ti que condenes a alguna alma al infierno. Pero con todo esto, ¡oh! mi Jesús, la naturaleza me la siento trastornar, e incesantemente te llamo, te busco, te suspiro. Mientras estaba en esto, mi amable Jesús me ha puesto sus brazos alrededor de mi cuello, y estrechándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, dime ¿qué deseas, qué quieres hacer, qué amas?”
(3) Y yo: “Te deseo a Ti, y que todas las almas se salven; quiero hacer tu Voluntad y te amo a Ti solamente”.
(4) Y Él: “Así que deseas lo que quiero Yo, con esto me tienes en tu propio puño, y Yo a ti, ni tú puedes desunirte de Mí, ni Yo de ti. ¿Cómo dices entonces que te he dejado?”
(5) Luego ha agregado con acento tierno: “Hija mía, quien hace mi Voluntad está tan fundido Conmigo, que su corazón y el mío forman uno solo, y como todas las almas que se salvan se salvan por medio de este corazón, y conforme se forma el latido así toman el vuelo a la salvación saliendo de la boca de este corazón, así que daré al alma el mérito de aquellas almas salvadas, porque ha querido ella junto Conmigo la salvación de aquellas almas y por haberme servido de ella como vida de mi propio corazón”.

+ + + +

11-100
Agosto 12, 1915

Amenazas de Jesús. Dureza de los pueblos y como quieren ser tocados en su propia piel para rendirse ante Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido por poco tiempo diciéndome:
(2) “Hija mía, qué duros son los pueblos. El flagelo de la guerra no basta, la miseria no es en dosis suficiente para rendirlos, así que quieren ser tocados en su propia piel, de otra manera no se llega a hacerlos reaccionar. ¿No ves como triunfa la religión sobre el campo de batalla? ¿Y por qué? Porque son tocados en su propia piel, he aquí la necesidad de que no haya pueblo que no sea tomado en la red, quién de un modo, quién de otro, pero casi todos quedarán expuestos a ser tocados en su propia piel. Yo no quiero hacerlo, pero su dureza me obliga”.
(3) Y al decir esto Jesús lloraba, yo lloraba junto con Él y le pedía que hiciera que los pueblos se rindieran sin derramamiento de sangre y que todos se salvaran. Y Jesús:
(4) “Hija mía, en la unión de nuestros quereres quedará todo encerrado, tu voluntad correrá junto con la mía e impetrará gracia suficiente para salvar a las almas, tu amor correrá en el mío, y tus deseos, tu latido, correrá en el mío y pedirá con un latido eterno almas. Todo esto formará una red en torno a ti y a Mí, y quedaremos como entretejidos dentro, y esto servirá como baluarte de defensa, que mientras me defenderá a Mí, quedarás también tú defendida de cualquier peligro. Cómo me es dulce sentir en mi latido un latido de criatura que dice en el mío: “¡Almas, almas!” Me siento como encadenado y vencido, y cedo”.

+ + + +


11-101
Agosto 14, 1915

Todo lo que hizo y sufrió Jesús, está en acto y sirve de apoyo a las almas para salvarse.

(1) Continuando mi habitual estado, Jesús ha venido, y estaba tan cansado y extenuado, que Él mismo me ha llamado a besar sus llagas y secarle la sangre que por todas partes de su Santísima Humanidad le escurría. Después de haber repasado todos sus miembros haciendo varias adoraciones y reparaciones, mi dulce Jesús aliviado y apoyándose en mí me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Pasión, mis llagas, mi sangre, todo lo que hice y sufrí, está todo en medio a las almas en continuo acto, como si ahora mismo obrara y sufriera, y me sirven como puntales para apoyarme y como puntales para que se apoyen las almas para no caer en la culpa y salvarse. Ahora, en estos tiempos de flagelos Yo estoy como una persona que vive en el aire, que le falta el piso bajo los pies y entre continuos choques, la Justicia me golpea desde el Cielo, las criaturas con la culpa desde la tierra. Ahora, por cuanto más el alma se está en torno a Mí besándome las llagas, reparándome, ofreciendo mi sangre, en un palabra, rehaciendo ella lo que Yo hice en el curso de mi Vida y Pasión, tantos otros puntales forma para poderme apoyar y no dejarme caer, y más se ensancha el círculo donde las almas encuentran el apoyo para no caer en la culpa y salvarse. No te canses hija mía de estar en torno a Mí, y de repetir, y volver a repetir tu recorrido por mis llagas, Yo mismo te suministraré los pensamientos, los afectos, las palabras, para darte el campo de estarte en torno a Mí. Seme fiel, los tiempos apremian, la Justicia quiere desplegar su furor, las criaturas la irritan, es necesario que se multipliquen más los puntales, así que no falles en esta obra”.

+ + + +

11-102
Agosto 24, 1915

La única cosa que hace que la criatura se asemeje a Dios, es la Divina Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto vino mi siempre amable Jesús yo le he dado un beso diciéndole: “Mi Jesús, si me fuera posible quisiera darte el beso de todas las criaturas, así contentaría a tu amor trayéndolas todas a Ti”. Y Jesús:
(2) “Hija mía, si quieres darme el beso de todos, bésame en mi Voluntad, porque mi Voluntad conteniendo la virtud creadora, contiene la potencia de multiplicar un acto en tantos actos por cuantos se quieran, y así me darás el contento como si todos me besaran, y tú tendrás el mérito como si por todos me hubieras hecho besar, y todas las criaturas tendrán sus efectos según sus propias disposiciones.
(3) Un acto en mi Voluntad contiene todos los bienes posibles e imaginables. Una imagen la encontrarás en la luz del sol: La luz es una, pero esta luz se multiplica en todas las miradas de las criaturas; la luz es siempre una y un solo acto, pero no todas las miradas de las criaturas gozan la misma luz, algunos, de vista débil tienen necesidad de ponerse la mano sobre los ojos para no sentirse cegar por la luz; otros, ciegos, no la gozan en nada, pero esto no por defecto de la luz, sino por defecto de la vista de las criaturas. Así hija mía, si tú deseas amarme por todos, si lo haces en mi Voluntad, tu amor correrá en Ella, y llenando de mi Voluntad el Cielo y la tierra me sentiré repetir tu te amo en el Cielo, en torno a Mí, dentro de Mí, en la tierra, y en todos los puntos se multiplicará por cuantos actos

puede hacer mi Voluntad. Por lo tanto puedes darme la satisfacción del amor de todos, porque la criatura es limitada y finita, en cambio mi Voluntad es inmensa e infinita.
(4) ¿Cómo se pueden explicar aquellas palabras dichas por Mí al crear al hombre: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza?” ¿Pero cómo la criatura, tan inhábil podía asemejarme y ser mi imagen? Sólo en mi Voluntad podía llegar a esto, porque haciéndola suya viene a obrar a lo divino, y con la repetición de estos actos divinos viene a asemejarse a Mí, a volverse mi perfecta imagen. Sucede como al niño que con repetir los actos que ve en el maestro, se asemeja al maestro. Así que la única cosa que hace asemejarse a la criatura a Mí, es mi Voluntad, por eso tengo tanto interés en que la criatura, haciéndola suya, cumpla la verdadera finalidad por la cual ha sido creada”.

+ + + +

11-103
Agosto 27, 1915

El alma que vive en la Divina Voluntad se llena de las cualidades divinas.

(1) Estaba fundiéndome en la Santísima Voluntad de Jesús bendito, y mientras esto hacía me he encontrado en Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando una alma se funde en mi Voluntad sucede como con dos recipientes llenos de diferentes líquidos, que uno se vierte en el otro, y uno queda lleno de lo que contenía el otro, y éste de lo que contenía el primero. Así la criatura queda llena de Mí y Yo de ella, y como mi Voluntad contiene santidad, belleza, potencia, amor, etc., así el alma, llenándose de Mí, fundiéndose y abandonándose en mi Voluntad, viene a llenarse de mi Santidad, de mi Amor, de mi Belleza, etc., en el modo más perfecto que a criatura es dado, y Yo me siento lleno de ella, y encontrando en ella mi Santidad, mi Belleza, mi Amor, etc., las miro como si fueran cosas suyas, y me agrada tanto que me enamoro de tal manera, que la tengo celosamente custodiada en lo más íntimo de Mí, y la voy continuamente enriqueciendo y embelleciendo con mis atributos divinos, para así poder siempre más complacerme y enamorarme”.

+ + + +

11-104
Septiembre 20, 1915

El alma debe atar todos sus actos al Fiat.

(1) Continuando mi habitual estado, mi amable Jesús se hacía ver con los flagelos en las manos, que tocaba y golpeaba a las criaturas, y parecía que los castigos se iban haciendo cada vez mayores; y entre tantas cosas parecía que se estaba urdiendo una conjura contra la Iglesia, y nombraban a Roma. El bendito Jesús estaba afligido y como cubierto por un manto negro y me ha dicho:
(2) “Hija mía, los flagelos harán resurgir los pueblos, pero serán tantos, que todos los pueblos serán recubiertos de dolor y de luto, y siendo las criaturas mis miembros, por eso estoy cubierto por un manto negro por causa de ellas”.
(3) Yo me consternaba toda y le suplicaba que se aplacara, y Él para consolarme me ha dicho:
(4) “Hija mía, el Fiat debe ser el dulce nudo que ate todos tus actos, así que mi Voluntad y la tuya formarán el nudo, y has de saber que cada pensamiento, palabra, acto, anudado con mi Voluntad, son otros tantos canales de comunicación que se abren entre Yo y la

criatura; si todos tus actos son anudados con mi Voluntad, ningún canal de comunicación divina estará cerrado entre Yo y tú”.

+ + + +

11-105
Octubre 2, 1915

El alma trata de tomar parte en las amarguras de Jesús.

(1) Después de haber sufrido mucho por las privaciones de mi siempre amable Jesús, Él vino por poco, pero tan sufriente que aterrorizaba. Yo me hice el ánimo y me acerqué a su boca y habiéndolo besado me puse a chupar, quién sabe, tal vez lograra aliviarlo extrayéndole parte de sus amarguras. Con mi sorpresa, lo que otras veces no había podido hacer, he tenido éxito en extraerle un poco de amargura, pero Jesús estaba tan sufriente que parecía que no lo advertía, pero después que hice esto, como si se estremeciera me ha mirado y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no puedo más, no puedo más, la criatura ha llegado al colmo y me llena de tal amargura, que mi Justicia estaba a punto de decretar la destrucción general, pero tú has llegado a extraerme un poco de amargura, así mi Justicia podrá esperar aún, pero los castigos se acrecentarán más. ¡Ah, el hombre me incita, me dispone a llenarlo y casi a saturarlo de dolores y de castigos, de otra manera no se convertirá”.
(3) Entonces yo me apresuré a pedirle que se aplacase, y Él con un acento conmovedor me ha dicho: “¡Ah hija mía, ah hija mía!” Y ha desaparecido.

+ + + +

11-106
Octubre 25, 1915

Complacencia de Jesús al sentir repetir por el alma lo que Él hizo.

(1) Continuando mi habitual estado entre privaciones y amarguras, estaba pensando en la Pasión de mi amable Jesús, y Él me iba repitiendo:
(2) “Vida mía, vida mía. Mamá mía, mamá mía”.
(3) Yo sorprendida le de dicho: “¿Qué quiere decir esto?”
(4) Y Jesús: “Hija mía, conforme siento repetir en ti mis pensamientos, mis palabras, amar con mi amor, querer con mi Voluntad, desear con mis deseos y todo lo demás, así siento correr mi Vida en ti y repetir los mismos actos míos, y por eso es tanta mi complacencia que voy repitiendo: “Vida mía, vida mía”. Y cuando pienso en lo que sufrió mi querida Mamá que quería tomar todas mis penas para sufrirlas Ella en lugar mío, y como tú buscas imitarla pidiéndome sufrir tú las penas que las criaturas me dan, voy repitiendo: “Mamá mía, mamá mía”. En tantas amarguras de mi corazón por los tantos miembros lacerados que siento en mi Humanidad de tantas criaturas, mi único alivio es sentir repetir mi Vida, así siento los miembros de las criaturas consolidarse en Mí”.

+ + + +

11-107
Octubre 28, 1915

La Vida de Jesús es simiente.

(1) Esta mañana, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:

(2) “Hija mía, mi Vida sobre la tierra no fue otra cosa que semilla sembrada, donde mis hijos cosecharán siempre que se estén en el terreno donde he sembrado esta semilla, y según su actitud de cosechar, mi semilla reproducirá su fruto. Ahora, esta semilla son mis obras, palabras, pensamientos, también mis respiros, etc., entonces si el alma las cosecha todas, haciéndolas suyas, se enriquecerá de tal manera que podrá comprar el reino de los Cielos, pero si no, esta semilla le servirá de condena”.

+ + + +

11-108
Noviembre 1, 1915

Jesús quiere desahogarse en el amor.

(1) Esta mañana mi dulce Jesús no me ha hecho esperar mucho, ha venido, pero afanado, inquieto, y arrojándose en mis brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, dame reposo, hazme desahogar en amor. Si la Justicia quiere su desahogo puede desahogarse con todas las criaturas, mi Amor en cambio puede desahogarse solamente con quien me ama, con quien está herido por mi mismo Amor, y delirando va buscando desahogo en mi Amor, pidiéndome más amor, y si mi Amor no encontrase una criatura que me hiciera desahogar, mi Justicia se encendería mayormente y daría el último golpe para destruir a las pobres criaturas”.
(3) Y mientras esto decía me besaba, volvía a besarme y me decía:
(4) “Te amo, pero con amor eterno; te amo, pero con amor inmenso; te amo, pero con un amor incomprensible para ti; te amo, pero con un amor que jamás tendrá límites ni fin; te amo con un amor que nunca me podrás igualar”.
(5) ¿Pero quién puede decir todos los títulos que Jesús decía del amor con que me ama? Y a cada modo de los que decía esperaba mi respuesta, yo, no sabiendo qué decirle, ni teniendo movimiento suficiente para poderlo igualar le he dicho: “Vida mía, Tú sabes que no tengo nada y que todo lo que hago lo tomo de Ti, y luego lo dejo en Ti de nuevo para hacer que mis cosas, estando en Ti, tengan continua actitud y vida en Ti, y yo permanezco siempre nada, por eso tomo tu amor y lo hago mío y te digo: “Te amo con amor eterno, inmenso, con un amor que no tiene límites ni fin y que es igual al tuyo”. Y lo besaba y lo volvía a besar, y a medida que repetía “te amo”, Jesús se aquietaba y tomaba reposo y ha desaparecido. Después, volviendo, hacía ver su Santísima Humanidad magullada, herida, desgarrada, dislocada, toda sangre. Yo ante eso he quedado horrorizada y Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, mira, tengo en Mí a todos los pobres heridos que están bajo las balas y sufro junto con ellos, y quiero que también tú tomes parte en estas penas para su salvación”.
(7) Y Jesús, transformándose en mí, me hacía sentir ahora agonizante, ahora doliente, en suma, sentía lo que sentía Jesús.

+ + + +

11-109
Noviembre 4, 1915

Dolor de la Santísima Virgen por el flagelo de la guerra.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me encontraba fuera de mí misma junto con la Reina Mamá, y le pedía que se interpusiera ante Jesús para hacer cesar el flagelo de la guerra, le decía: “Mamá mía, piedad de tantas pobres víctimas, ¿no ves cuánta sangre, cuántos miembros destrozados, cuántos gemidos y lágrimas? Eres la Mamá de Jesús, pero

también nuestra, por lo tanto te corresponde a Ti pacificar a tus hijos”. Y mientras le rogaba, Ella lloraba, pero a pesar de que lloraba parecía inflexible. Yo lloraba también y continuaba rogando por la paz, y mi querida Mamá me ha dicho:
(2) “Hija mía, la tierra no está aún purificada, los pueblos se mantienen endurecidos; y además, si el flagelo termina, ¿quién salvará a los sacerdotes? ¿Quién los convertirá? La vestidura que en muchos cubre sus vidas es tan deplorable, que los mismos seglares tienen repugnancia de acercárseles. Recemos, recemos”.

+ + + +

11-110
Noviembre 11, 1915

Las almas que viven en la Divina Voluntad son otros Cristos, y éstos obtienen misericordia.

(1) Esta mañana sentía tal compasión por las ofensas que Jesús recibe, y por tantas pobres criaturas que tienen la desventura de ofenderlo, que quisiera afrontar cualquier pena con tal de impedir la culpa, y rezaba y reparaba de corazón. Mientras estaba en esto, el bendito Jesús ha venido y parecía que tenía las mismas heridas de mi corazón, pero
¡oh!, cuánto más grandes, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divinidad al hacer salir a la criatura quedó como herida por mi mismo Amor por amor a ella, y esta herida me hizo descender del Cielo a la tierra y llorar y derramar mi sangre, y hacer todo lo que hice. Ahora, el alma que vive en mi Voluntad siente a lo vivo esta herida mía como si fuera de ella, y llora y reza y quisiera sufrir todo para poner a salvo a la pobre criatura, y para que esta mi herida de amor no sea recrudecida por las ofensas de las criaturas. ¡Ah! hija mía, estas lágrimas, oraciones, penas, reparaciones, endulzan mi herida y descienden en mi pecho como fúlgidas gemas, que me glorío de tenerlas sobre mi pecho para mostrarlas a mi Padre para inclinarlo a piedad de las criaturas. Así que entre ellas y Yo desciende y asciende una vena divina que les va consumando la sangre humana, y por cuanto más toman parte en mi herida, en mi misma Vida, tanto más esta vena divina se agranda, se agranda tanto de volverse ellas otros tantos Cristos, y Yo voy repitiendo al Padre: “Yo estoy en el Cielo, pero hay otros Cristos sobre la tierra que están heridos con mi misma herida, que lloran como Yo, que sufren, que rezan, etc., por lo tanto debemos derramar sobre la tierra nuestras misericordias”. Ah sí, sólo estas almas que viven en mi Querer, que toman parte en mi herida, me asemejan en la tierra y me asemejarán en el Cielo con el tomar parte en la misma gloria de mi Humanidad”.

+ + + +

11-111
Noviembre 13, 1915

Necesidad de Jesús de comulgarse a Sí mismo antes de darse a los demás. Cómo debe el alma ofrecer la Comunión.

(1) Después de haber recibido la Santa Comunión, pensaba para mí cómo debía ofrecerla para complacer a Jesús. Y Él, siempre benigno, me dijo:
(2) “Hija mía, si quieres agradarme, ofrécela como la ofreció mi misma Humanidad. Yo, antes de darme en comunión a los demás, me comulgué a Mí mismo, y quise hacer esto para dar al Padre la gloria completa de todas las Comuniones de las criaturas, para encerrar en Mí todas las reparaciones de todos los sacrilegios, de todas las ofensas que habría de recibir en el Sacramento. Mi Humanidad, encerrando la Voluntad Divina,

encerraba todas las reparaciones de todos los tiempos, y recibiéndome a Mí mismo, me recibía dignamente; y como todas las obras de las criaturas fueron divinizadas por mi Humanidad, así también quise sellar con mi comunión las comuniones de las criaturas; de otra manera, ¿cómo podía la criatura recibir a un Dios? Fue mi Humanidad la que abrió esta puerta a las criaturas y les mereció recibirme a Mí mismo. Ahora tú hija mía, recíbela en mi Voluntad, únete a mi Humanidad y así encerrarás todo y Yo encontraré en ti las reparaciones de todos, la retribución de todo y mi complacencia, más bien encontraré otra vez a Mí mismo en ti”.

+ + + +

11-112
Noviembre 21, 1915

El hombre obliga a Dios a los castigos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto vi a mi siempre amable Jesús le pedí que por piedad cambiara los decretos de la Divina Justicia, y le dije: “Jesús mío, no más, mi pobre corazón se deshace al oír tantas tragedias; Jesús, basta, son tus queridas imágenes, tus amados hijos que gimen, lloran, se duelen bajo el peso de medios casi infernales”.
(2) Y Él: “¡Ah hija mía, sin embargo todo lo que de terrible sucede ahora, no es más que el esbozo del proyecto! ¿No ves qué amplio giro estoy trazando? ¿Qué será cuando ejecute el proyecto? En muchos lugares se dirá: “Aquí estaba tal ciudad, tales edificios”. Habrá lugares totalmente destruidos, el tiempo apremia, el hombre ha llegado hasta a obligarme para que lo castigue, ha querido casi desafiarme, incitarme, y Yo he tenido paciencia, pero todos los tiempos llegan. No me han querido conocer por vía de amor y de misericordia; me conocerán entonces por vía de justicia. Por tanto, ánimo, no te abatas tan pronto”.

+ + + +

11-113
Diciembre 10, 1915

El alma debe hacer suyas las oraciones, las obras, los sufrimientos de Jesús y todo el bien que produjeron.

(1) Me sentía afligidísima porque mi dulce Jesús, mi vida, mi todo, no se hacía ver. Yo me lamentaba, si me fuera posible quisiera ensordecer con mis lamentos al Cielo y a la tierra para moverlo a compasión de mi pobre estado. ¡Qué gran desventura, conocerlo, amarlo y quedar privada de Él! ¿Se puede dar desventura mayor? Pero mientras me lamentaba, el bendito Jesús haciéndose ver en mi interior, me ha dicho con un aspecto severo:
(2) “Hija mía, no me tientes. Te lo he dicho todo para hacerte estar tranquila, te he dicho que cuando me abstengo de venir es porque debo apretar en los castigos, pues esto lo exige mi Justicia; y te he explicado también las razones. Primero no me creías que era para castigar por lo que Yo no venía como de costumbre, porque no oías que en el mundo sucedían grandes castigos; ahora sí lo oyes, y a pesar de esto dudas aún, ¿no es esto tentarme?”
(3) Yo temblaba al ver y al oír a Jesús tan severo, y para tranquilizarme ha cambiado su aspecto y todo benignidad agregó:
(4) “Hija mía, ánimo, Yo no te dejo, sino estoy dentro de ti, si bien no siempre me ves; y tú únete siempre Conmigo, si rezas tu oración corra en la mía y hazla tuya, así todo lo que

hice con mis oraciones, la gloria que di al Padre, el bien que impetré a todos, lo harás también tú; si obras, haz que tu acto corra en el mío, y éste hazlo tuyo, así tendrás en tu poder todo el bien que hizo mi Humanidad, que santificó y divinizó todo; si sufres, tu sufrir corra en el mío, y éste hazlo tuyo, y así tendrás en tu poder todo el bien que hice en la Redención. Con esto tomarás los tres puntos esenciales de mi Vida, y a medida que lo hagas, saldrán de ti mares inmensos de gracia que se derramarán para bien de todos, y Yo veré tu vida no como tuya, sino como mía”.

+ + + +

11-114
Enero 12, 1916

Todas las naciones se han unido en el ofender a Dios, y han conspirado contra Él.

(1) Estaba lamentándome con Jesús bendito de sus acostumbradas privaciones, y lloraba amargamente, y mi adorable Jesús ha venido, pero en un estado doloroso, y me hacía ver cómo las cosas irán empeorando siempre más, y esto me hacía llorar aún más, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú lloras por los tiempos presentes, pero Yo lloro por los futuros. ¡Oh, en qué laberinto se encontrarán las naciones, tanto que una formará el terror y la muerte de la otra, y no sabrán reaccionar por ellas mismas, harán cosas de locos, de ciegos, hasta actuar contra ellas mismas. Este es el laberinto en el que se encuentra la pobre Italia, cuántos golpes recibirá! Recuerda que hace años te dije que merecía el castigo, que la haría invadir por naciones extranjeras, y esta es la trama que le están tejiendo. Cómo quedará humillada y aniquilada. Demasiado ingrata me ha sido. Mis naciones predilectas: Italia y Francia, son aquellas que más me han desconocido, se han dado la mano para ofenderme; justo castigo, se darán la mano en quedar humilladas, pero serán también ellas las que más harán la guerra a mi Iglesia. ¡Ah hija mía, casi todas las naciones se han unido en ofenderme, han conjurado contra Mí. ¿Qué mal les he hecho? Así que casi todas merecen el castigo”.
(3) ¿Pero quién puede decir el dolor de Jesús, el estado de violencia en el que se encontraba y mi espanto, mi miedo? Y decía a mi Jesús: ¿Cómo puedo vivir entre tantas tragedias? O haces que yo sea la víctima y perdonas a los pueblos, o bien llévame Contigo”.

+ + + +

11-115
Enero 28, 1916

El amor reprimido es la amargura más grande. Suspensión del estado de víctima.

(1) Me sentía oprimida y pensaba entre mí: “Todo ha terminado, estado de víctima, sufrimientos, Jesús, todo”. Con el agregado de que el confesor no estaba bien y por eso tal vez me tocaría estar sin la comunión. Sentía todo el peso de la suspensión de víctima por parte de Jesús, y por parte de la obediencia no tenía ninguna orden, ni en favor ni en contra, y esto aumentaba mi aflicción recordando que en marzo del año pasado no estando bien el confesor y encontrándome en las mismas condiciones, Jesús me había dicho que si yo, o quien me guía me hubiera tenido en el estado de víctima, habría protegido a Corato, y por eso ahora surgen nuevos temores de que yo pueda ser la causa de algún grave mal aun para Corato. ¿Pero quién puede decir todas mis aprehensiones y amarguras? Eran

tantas que me sentía petrificar. Ahora, el bendito Jesús teniendo compasión de mí, se hizo ver en mi interior y parecía que tenía una mano apoyada en la frente, todo afligido, tanto que yo no me sentía con valor de llamarlo y en voz baja le dije: “Jesús, Jesús”. Y Él me ha mirado, pero, ¡oh! Cómo era triste su mirada, y me dijo:
(2) “Hija mía, ¡cuánto sufro! Si tú supieras las penas de quien te ama no harías otra cosa que llorar. Sufro también por ti, porque no viniendo frecuentemente, mi Amor está reprimido y no me desahogo, y al ver que tampoco tú te desahogas porque no me ves, y viéndote sufrir Yo sufro más. ¡Ah! hija mía, el amor reprimido es la más grande amargura y lo que más tortura a un pobre corazón. Pero si tú sufriendo te estás tranquila, Yo no sufro tanto, en cambio si te afliges y te afanas en tu sufrir, Yo enloquezco y deliro, y me veo obligado a venir para desahogarme y hacerte a ti desahogar, porque mis penas y las tuyas son hermanas; y además, tu estado de víctima no ha terminado, mis obras son eternas, y si bien las suspendo, no es sin causa justa, pero no es que las haga terminar, y además Yo veo las cosas en la voluntad y por lo tanto tú eres tal como eras, porque tu voluntad no ha cambiado, y faltándote las penas no eres tú quien recibe daño, sino más bien las criaturas porque no reciben los efectos de tus penas, esto es, la supresión de los castigos. Sucede como con las criaturas que ocupan oficios públicos, puestos de gobierno por un tiempo dado, y que después de retirarse tienen su paga de por vida a pesar de que no ocupen ya aquellos puestos. ¿Y Yo debería ser menos que las criaturas? ¡Ah, no! Si a los gobernantes y a los administradores les dan pensiones de por vida, Yo las doy “in eterno”; por lo tanto no debes preocuparte por las pausas que hago. Y además, ¿de qué temes?
¿Has olvidado cuánto te amo? Quien te guía será previsor, conociendo todas las cosas como están y como han ido, y Yo tendré cuidado de Corato. Y a ti te tendré estrechada en mis brazos en cualquier cosa que pueda suceder”.

+ + + +

11-116
Enero 30, 1916

La Divina Voluntad cristaliza al alma que vive en Ella.

(1) Estaba fundiéndome toda en mi siempre amable Jesús, y mientras esto hacía, Jesús viniendo se fundía todo en mí, y me dijo:
(2) “Hija mía, cuando el alma vive del todo en mi Voluntad, si piensa, sus pensamientos se reflejan en mi mente en el Cielo; si desea, si habla, si ama, todo se refleja en Mí y todo lo que Yo hago se refleja en ella. Sucede como cuando el sol se refleja en un espejo, se ve en éste otro sol, todo semejante al sol del cielo, pero con la diferencia que el sol en el cielo está fijo y está siempre en su lugar, en cambio en el espejo es pasajero. Mi Voluntad cristaliza al alma, y todo su obrar se refleja en Mí y Yo, herido, raptado por estos reflejos le envío toda mi luz, de modo de formar en ella otro sol, así que parece un sol en el cielo y otro sol en la tierra. ¡Qué encanto, qué armonía entre ellos! ¿Cuántos bienes no se derraman en favor de todos! Pero si el alma no está fija en mi Querer, puede suceder como al sol que se forma en el espejo, donde es un sol pasajero y luego el espejo queda en la oscuridad, y el sol del cielo queda solo”.

+ + + +

11-117
Febrero 5, 1916

Las criaturas querrán destruir a Dios, y hacerse un dios por su propia cuenta.

(1) Continúo mis días muy afligida, especialmente por las amenazas casi continuas por parte de Jesús que los flagelos se harán mayores. Esta noche, he quedado aterrorizada, pues me encontré fuera de mí misma y encontré a mi afligido Jesús; yo me sentía renacer a nueva vida al verlo, ¿pero qué? En cuanto me dispuse a consolarlo varias personas me lo arrebataron y lo redujeron a pedazos. ¡Qué dolor! ¡Qué horror! Yo me eché por tierra cerca de uno de esos pedazos, y una voz del Cielo ha resonado en aquel lugar:
(2) “Firmeza, ánimo a los pocos buenos, no se separen en nada, no descuiden nada, serán expuestos a grandes pruebas por Dios y por los hombres. Sólo la fidelidad no los dejará titubear y serán salvos. La tierra será cubierta por flagelos jamás vistos, las criaturas querrán deshacer al Creador y querrán tener un dios por su propia cuenta, y satisfacer sus caprichos a costo de cualquier carnicería, y con todo esto, no logrando su intento llegarán a las más bajas bestialidades. Todo será terror y pavor”.
(3) Después de esto me he encontrado en mí misma, yo temblaba, el pensamiento de cómo habían reducido a mi Jesús me daba muerte, y a cualquier costo habría querido verlo, al menos por un instante para saber qué había sido de Él. Y Jesús, siempre bueno, vino y yo me tranquilicé. Sea siempre bendito.

+ + + +

11-118
Marzo 2, 1916

El alma que vive en la Divina Voluntad, conforme va obrando el bien, hace salir de Dios ese bien.

(1) Continúo mis días amarguísimos, Jesús bendito viene muy poco, y si me lamento, o me responde con un sollozo, o bien me dice:
(2) “Hija mía, tú sabes que no vengo frecuentemente porque los castigos se van haciendo más severos, entonces, ¿por qué te lamentas?”
(3) Pero yo llegué a un punto en que no podía más y rompí en llanto, y Jesús para tranquilizarme y reforzarme ha venido, y casi toda la noche la pasé con Jesús; ahora me besaba, me acariciaba, me sostenía, ahora se arrojaba en mis brazos para tomar reposo, ahora me hacía ver el terror de las gentes, quién huía de un punto y quién de otro. Recuerdo que me dijo:
(4) “Hija mía, lo que Yo contengo en la potencia, el alma lo contiene en la voluntad, así que todo el bien que verdaderamente quiere hacer, Yo lo veo como si en realidad el alma lo hubiera hecho. Yo tengo Querer y Poder, si quiero puedo, en cambio el alma muchas cosas no las puede, y el querer suple al poder, y así se va asemejando a Mí, y Yo voy enriqueciendo al alma con todos aquellos méritos que contiene su buena voluntad y que quiere hacer su voluntad”.
(5) Luego agregó: “Hija mía, cuando el alma se da toda a Mí, Yo establezco en ella mi morada, muchas veces me place cerrar todo y estarme a oscuras, otras veces me place dormir, y al alma la pongo como centinela a fin de que no deje venir a nadie a molestarme e interrumpir mi sueño, y si es necesario debe afrontar ella las molestias y responder por Mí. Otras veces me place abrir todo y hacer entrar los vientos, las frialdades de las criaturas, los dardos de las culpas que me mandan, y tantas otras cosas, y el alma debe estar contenta de todo, debe dejarme hacer lo que quiero, es más, debe hacer suyas mis cosas, y si no soy libre de hacer lo que quiero, sería un infeliz en ese corazón si debiera estar atento en hacerle sentir cuánto gozo, y ocultar, a pesar mío, cuánto sufro, así que,
¿dónde estaría mi libertad? ¡Ah! Todo está en mi Voluntad, y si el alma toma Ésta, toma toda la sustancia de mi Ser y me encierra a todo Yo en ella, y conforme va obrando el bien, teniendo en ella la sustancia de mi Vida, hace salir ese bien de Mí mismo, y saliendo de Mí, como rayo de luz corre para bien de todas las criaturas”.

+ + + +

11-119
Abril 1, 1916

Qué desapego se requiere del alma, para que su latido sea uno con el latido de Jesús.

(1) Esta mañana, mi dulce Jesús se hacía ver en mi corazón, y su latido latía en el mío. Yo lo he mirado y Él me dijo:
(2) “Hija mía, quien verdaderamente me ama y en todo hace mi Querer, su latido y el mío son uno solo, así que Yo los llamo latidos míos, y como tales los quiero en torno y aun dentro del latido de mi corazón, todos dedicados a consolarme, a endulzar todos mis latidos dolorosos, y su latido en el mío formará dulce armonía que me repetirá toda mi Vida, me hablará de las almas obligándome a salvarlas. Pero, hija mía, para hacer eco a mi latido, ¡qué desapego se necesita, debe ser más vida de Cielo que de tierra, más Divina que humana! Basta sólo una sombra, una pequeña cosa para hacer que el alma no sienta la fuerza, las armonías, la santidad de mi latido, y por lo tanto no haga eco al mío, no armonice junto Conmigo, y Yo me veo obligado a quedarme solo en mis dolores o en mis gozos, y estos dolores los tengo por las almas que, quién sabe cuánto me prometían, pero a la hora de llevarlas a cabo he quedado defraudado de sus promesas”.

+ + + +

11-120
Abril 15, 1916

Siendo Jesús el Verbo, todo en Él habla amorosamente a las criaturas.

(1) Por las continuas privaciones de mi dulce Jesús vivo muriendo. Esta mañana me encontré toda en Jesús, como si nadara en la inmensidad de mi Sumo Bien. Luego veía en mí y veía a Jesús en mí, y sentía que todo el Ser de Jesús hablaba: Los pies, las manos, el corazón, la boca, en suma todo eran voces, no sólo esto, sino la maravilla era que estas voces se hacían inmensas, se multiplicaban por cada criatura, los pies de Jesús hablaban a los pies y a cada paso de criatura, las manos a las obras, los ojos a las miradas, los pensamientos a cada pensamiento. ¡Qué armonías entre Creador y criatura! ¡Qué encantadora vista! ¡Qué amor! Pero, ay de mí, todas estas armonías eran destrozadas por las ingratitudes y por los pecados, el amor era correspondido con las ofensas. Y Jesús todo afligido me dijo:
(2) “Hija mía, Yo soy el Verbo, es decir la Palabra, y es tanto el amor hacia la criatura, que me multiplico en tantas voces por cuantos actos, pensamientos, afectos, deseos, etc., hace cada criatura, para recibir de ellas la correspondencia de sus actos hechos por amor mío. Doy amor y quiero amor, pero recibo ofensas; doy vida, y si pudieran me darían muerte; pero a pesar de todo Yo continúo mi oficio amoroso.
(3) Ahora, has de saber que quien vive unido Conmigo y de mi Querer, también el alma, nadando en mi inmensidad es toda voz junto Conmigo, así que si camina, sus pies hablan al pecador; sus pensamientos son voces a las mentes, y así de todo lo demás; y solamente en estas almas Yo encuentro como una recompensa en la obra de la Creación, y al ver que no pueden nada por sí solas para corresponder a mi Amor y mantener las armonías entre Yo y ellas, entran en mi Querer y se hacen dueñas, y obran a lo divino, mi Amor entonces encuentra su desahogo, y las amo más que a todas las demás criaturas”.

+ + + +


11-121
Abril 21, 1916

Vestiduras de espinas que las criaturas han puesto sobre la Humanidad de Jesús.

(1) Continúan mis días amarguísimos, temo que Jesús algún día no venga ni siquiera por un instante, y en mi dolor voy repitiendo: “Jesús, no me lo hagas; que no quieres hablar, está bien; no quieres hacerme sufrir, me resigno; no quieres hacerme don de tus carismas, “Fiat”; pero que no debas venir, esto no, Tú sabes que me costaría la vida y la misma naturaleza sin Ti hasta la noche, se disolvería”. Y mientras esto decía, el bendito Jesús acrecentando mis amarguras, se hizo ver diciéndome:
(2) “Has de saber que si no vengo un poco a desahogarme contigo, el mundo estaría por recibir el último golpe de destrucción y de toda clase de flagelos”.
(3) ¡Qué espanto! Entonces quedé aterrada y petrificada por el dolor. Por tanto continuaba rezando y decía: “Jesús mío, cada momento de tu privación te pide que en las almas sea creada una nueva Vida de Ti, y esta gracia me la debes dar, sólo con este pacto acepto tu privación. No es una cosa de nada que me privo, sino de Ti, bien inmenso, infinito, eterno, el precio es inmenso, por eso hagamos el pacto”.
(4) Y Jesús puso su brazo en mi cuello como aceptando; y mirándolo, pero ay de mí, qué vista tan dolorosa, estaba circundado de espinas, no sólo la cabeza sino toda su Santísima Humanidad, tanto, que abrazándolo me picaban, pero a cualquier costo yo quería entrar en Jesús, y Él todo bondad rasgó esa vestidura de espinas en la parte del corazón y me puso dentro, y yo veía la Divinidad de Jesús, y si bien era una sola cosa con su Humanidad, aunque la Humanidad quedaba desgarrada, la Divinidad permanecía intangible. Y Jesús me ha dicho:
(5) “Hija mía, ¿has visto qué vestido tan doloroso me han hecho las criaturas, y cómo estas espinas están encarnadas en mi Humanidad? Estas espinas han cerrado la puerta a la Divinidad, al haber circundado toda mi Humanidad de la cual, sólo salía mi Divinidad en beneficio de las criaturas. Ahora es necesario que tire parte de estas espinas y las vierta sobre las criaturas, y corriendo por medio de las espinas la luz de mi Divinidad, pueda poner a salvo sus almas, por esto es necesario que la tierra sea inundada de castigos, de terremotos, carestías, guerras, etc., para que se rompa esta vestidura de espinas que las criaturas me han puesto, y así la luz de la Divinidad, penetrando en sus almas, las pueda desengañar y haga surgir tiempos mejores”.

+ + + +

11-122
Abril 23, 1916

A cada pensamiento sobre la Pasión, el alma toma luz de la Humanidad de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver todo circundado de luz que le salía de dentro de su Santísima Humanidad, que lo embellecía en modo tal de formar una vista encantadora y raptora, yo quedé sorprendida y Jesús me dijo:
(2) “Hija mía, cada pena que sufrí, cada gota de sangre, cada llaga, oración, palabra, acción, paso, etc., produjo una luz en mi Humanidad capaz de embellecerme en modo tal, de tener raptados a todos los bienaventurados. Ahora, el alma a cada pensamiento de mi Pasión, a cada condolencia, a cada reparación, etc., que hace, no hace otra cosa que tomar luz de mi Humanidad y embellecerse a mi semejanza, así que un pensamiento de más de mi Pasión, será una luz de más que le llevará un gozo eterno”.


+ + + +

11-123
Mayo 3, 1916

El alma en la Divina Voluntad ora como Jesús, satisface al Padre y repara por todos tal como lo hizo Él.

(1) Mientras estaba rezando, mi amable Jesús se puso junto, y oía que también Él rezaba y yo me puse a oírlo, entonces me dijo:
(2) “Hija mía, reza, pero reza como rezo Yo, es decir, vuélcate toda en mi Voluntad, y en Ella encontrarás a Dios y a todas las criaturas, y haciendo tuyas todas las cosas de las criaturas, las darás a Dios como si fuera una sola criatura, porque el Querer Divino es el dueño de todas, y pondrás a los pies de la Divinidad los actos buenos para darle honor, y los malos para repararlos con la santidad, potencia e inmensidad de la Divina Voluntad a la que nada escapa. Esta fue la Vida de mi Humanidad en la tierra, por cuan Santa era mi Humanidad, tenía necesidad de este Divino Querer para dar completa satisfacción al Padre, y redimir a las generaciones humanas, porque sólo en este Divino Querer Yo encontraba todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, y todos sus actos, pensamientos, palabras, etc., como en acto. Y en este Santo Querer, sin que nada me escapara, Yo tomaba todos los pensamientos en mi mente, y por cada uno en particular Yo me presentaba ante la Majestad Suprema y los reparaba, y en esta misma Voluntad descendía en cada mente de criatura, dándole el bien que había impetrado para su inteligencia; en mis miradas tomaba todos los ojos de las criaturas; en mi voz sus palabras; en mis movimientos los suyos; en mis manos sus obras; en mi corazón los afectos, los deseos; en mis pies los pasos; y haciéndolos como míos, en este Divino Querer mi Humanidad satisfacía al Padre y Yo ponía a salvo a las pobres criaturas, y el Padre Divino quedaba satisfecho, no podía rechazarme siendo el Santo Querer Él mismo, ¿se habría rechazado Él mismo? Ciertamente que no; mucho más que en estos actos encontraba santidad perfecta, belleza inalcanzable y raptora, amor sumo, actos inmensos y eternos, potencia invencible. Esta fue toda la Vida de mi Humanidad en la tierra, desde el primer instante de mi concepción hasta el último respiro, para continuarla luego en el Cielo y en el Santísimo Sacramento. Ahora, ¿por qué no puedes hacerlo también tú? Para quien me ama todo es posible, unida Conmigo en mi Voluntad, toma y lleva ante la Majestad Divina en tus pensamientos, los pensamientos de todos; en tus ojos, las miradas de todos; en tus palabras, en los movimientos, en los afectos, en los deseos, todos los de tus hermanos para repararlos, para impetrar para ellos luz, gracia, amor. En mi Querer te encontrarás en Mí y en todos, harás mi Vida, rezarás como Yo, y el Padre Divino por esto quedará contento y todo el Cielo te dirá: “¿Quién nos llama en la tierra? ¿Quién es quien quiere encerrar este Santo Querer en sí, encerrando a todos nosotros juntos?” ¿Y cuánto bien no puede obtener la tierra haciendo descender el Cielo a la tierra?”

+ + + +

11-124
Mayo 25, 1916

Trabajo de Jesús en el alma. Cómo es necesaria la correspondencia para poder producir frutos abundantes.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba toda afligida, especialmente porque en días pasados el bendito Jesús me hizo ver cómo soldados extranjeros invadían Italia y la gran carnicería que causaban en nuestros soldados, los ríos de sangre, de los cuales Jesús

mismo tenía horror. Mi pobre corazón me lo sentía despedazar por el dolor y le decía a Jesús: “Salva a mis hermanos, tus imágenes, desde dentro de ese lago de sangre y no permitas que ninguna alma caiga al infierno”. Y viendo que la Divina Justicia encenderá más su furor contra las pobres criaturas, yo me sentía morir, y Jesús casi para distraerme de estas escenas tan desgarradoras me ha dicho:
(2) “Hija mía, es tanto el amor con que amo a las almas, que en cuanto el alma se decide a darse a Mí, Yo la circundo de abundante gracia, la acaricio, la conmuevo, la hago recogida, la doto de gracias sensibles, de fervores, de inspiraciones, de necesidades del corazón, y entonces el alma viéndose tan agraciada comienza a amarme, hace como un fondo de oraciones en su corazón, de prácticas piadosas y se decide a ejercitarse en las virtudes, todo esto forma un prado florido en el alma, pero mi Amor no queda contento con las solas flores, sino que quiere frutos y por eso comienza a hacer caer las flores, es decir, la despoja del amor sensible, del fervor y de todo lo demás para hacer nacer los frutos. Si el alma es fiel, continúa sus prácticas piadosas, sus virtudes, no toma gusto de ninguna otra cosa humana, si no piensa en sí sino sólo en Mí, confía en Mí, con esto pondrá el sabor a los frutos; con la fidelidad hará madurar los frutos, y con su valentía, tolerancia y tranquilidad los hará crecer y serán frutos abundantes, y Yo, el Celestial Agricultor cosecharé estos frutos y haré de ellos mi alimento, y plantaré otro huerto más bello y más florido en el que nacerán frutos heroicos, que arrancarán de mi corazón gracias inauditas. Pero si es infiel, desconfiada, se agita, toma gusto de las cosas humanas, etc., los frutos serán acerbos, insípidos, amargos, sucios y servirán para amargarme y hacerme retirar del alma”.

+ + + +

11-125
Junio 4, 1916

Jesús vierte sus amarguras en el alma, y sobre los pueblos.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús ha venido, yo me lo estreché al corazón, y Él me dio un beso; pero mientras me besaba sentí correr de su boca a la mía un líquido amarguísimo. Yo quedé maravillada al ver que sin pedírselo, el dulce Jesús derramaba sus amarguras en mí, mientras que otras veces se lo había tanto pedido y no me lo había concedido. Entonces, cuando me llené de aquel líquido amarguísimo, Jesús continuó derramándolo y caía hacia fuera, caía por tierra y continuaba derramándolo, haciendo en torno a mí y a Él un lago de aquel líquido amarguísimo. Y como si con esto se hubiera aliviado un poco me ha dicho:
(2) “Hija, ¿has visto cuántas amarguras me dan las criaturas? Son tantas, que no pudiéndolas contener he querido derramarlas en ti, pero ni siquiera tú has podido contenerlas, y por eso han caído por tierra y se derramarán sobre los pueblos”.
(3) Y mientras esto decía, señalaba varios puntos y pueblos que debían ser golpeados por las invasiones de gentes extranjeras, unos huían, otros quedaban al desnudo, en ayunas, otros quedaban dispersos, quien muerto, por doquier había horror y espanto. Jesús mismo quería retirar la mirada de tantas tragedias, y yo, espantada y aterrorizada, quería impedir que Jesús hiciera todo esto, pero parecía irremovible, y entonces me dijo:
(4) “Hija mía, son las mismas amarguras de ellos las que la Divina Justicia derrama sobre los pueblos. He querido primero derramarlas en ti para evitarlas en algunos lugares para contentarte, pero todo lo demás lo he derramado sobre ellos, mi Justicia necesita su satisfacción”.
(5) Y yo: “Amor mío y vida mía, yo no entiendo de Justicia; si te pido es misericordia, apelo a tu amor, a tus llagas, a tu sangre; además, son siempre tus hijos, tus queridas imágenes. Pobres hermanos míos, ¿cómo harán? ¿En qué apuros serán puestos? Me

dices para contentarme que has derramado en mí tus amarguras, pero son demasiado pocos los lugares que proteges”.
(6) Y Él: “Más bien es demasiado, y es porque te amo, de otra manera no habría evitado nada. Además, ¿no has visto tú misma que no podías contener más?”
(7) Y yo rompiendo en llanto agregué: “Sin embargo me dices que me amas, pero,
¿dónde está todo esto que me amas? El verdadero amor sabe contentar en todo a la persona amada, entonces, ¿por qué no me ensanchas más para poder contener más amarguras y evitárselas a mis hermanos?”
(8) Jesús ha llorado junto conmigo y ha desaparecido.

+ + + +

11-126
Junio 15, 1916

En el Divino Querer todo es completo. Las oraciones más potentes sobre el corazón de Jesús y que más lo enternecen, es revestirse de todo aquello que obró y sufrió Él mismo.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, me ha transformado toda en Él y luego me ha dicho:
(2) “Hija, derrámate en mi Querer para hacerme reparaciones completas, mi Amor siente la irresistible necesidad, ante tantas ofensas de las criaturas, de que al menos haya una, que interponiéndose entre Yo y ellas me dé reparaciones completas, amor por todas, y arrebate de Mí gracias para todas, y esto lo puedes hacer sólo en mi Querer, donde me encontrarás a Mí y a todas las criaturas. ¡Oh! Con qué ansias estoy esperando que entres en mi Querer para poder encontrar en ti las complacencias y las reparaciones de todas, pues sólo en mi Querer encontrarás todas las cosas en acto, porque Yo soy motor, actor y espectador de todo”.
(3) Y mientras esto decía me he fundido en su Querer, ¿pero quién puede decir lo que veía? Me encontraba en contacto con cada pensamiento de criatura, cuya vida de cada pensamiento venía de Dios, y yo en su Querer me multiplicaba en cada pensamiento, y con la santidad de su Querer reparaba todo, tenía un gracias por todos, un amor por todos, y así me multiplicaba en las miradas, en las palabras y en todo lo demás, ¿pero quién puede decir cómo sucedía todo esto? A mí me faltan las palabras, tal vez las mismas lenguas angélicas serían balbucientes, por eso pongo punto.
(4) Y así toda la noche me la pasé con Jesús en su Querer. Después sentí a la Reina Mamá junto a mí y me dijo:
(5) “Hija mía, reza”.
(6) Y yo: “Mamá mía, recemos juntas, pues por mí sola yo no sé rezar”.
(7) Y Ella ha agregado: “Las oraciones más potentes sobre el corazón de mi Hijo y que más lo enternecen, es cuando la criatura se reviste con todo lo que Él mismo obró y sufrió, habiendo dado todo eso como don a la criatura. Por tanto hija mía, reviste tu cabeza con las espinas de Jesús, adorna tus ojos con sus lágrimas, impregna tu lengua con su amargura, reviste tu alma con su sangre, adórnate con sus llagas, traspasa tus manos y pies con sus clavos, y como otro Cristo preséntate ante su Divina Majestad. Este espectáculo lo conmoverá, de manera que no sabrá rehusar nada al alma revestida con sus mismas divisas, pero, ¡oh, cuán poco saben las criaturas servirse de los dones que mi Hijo les ha dado! Estas eran mis oraciones en la tierra, y éstas lo son aún en el Cielo”.
(8) Entonces juntas nos hemos revestido con las divisas de Jesús, y juntas nos hemos presentado ante el trono divino, cosa que conmovía a todos, los ángeles nos querían ver y quedaban sorprendidos. Yo agradecí a la Mamá y me encontré en mí misma.

+ + + +


11-127
Agosto 3, 1916

Cada acto que la criatura hace es un paraíso de más que adquiere para el Cielo.

(1) Continuando mi habitual estado, mi amable Jesús se hace ver por un instante, o dice sólo alguna palabrita y huye, o bien se oculta en mi interior. Recuerdo que un día me dijo:
(2) “Hija mía, Yo soy el centro y toda la Creación recibe vida de este centro, así que Yo soy vida de cada pensamiento, de cada palabra, de cada acción de todos, y las criaturas se sirven de esta vida que les doy para tomar ocasión de ofenderme, Yo doy vida, y si ellas pudieran me darían muerte”.
(3) Recuerdo también que rezando para que disminuyera los flagelos, me dijo:
(4) “Hija, ¿crees tú que sea Yo quien quiere flagelarlos? ¡Ah no! Más bien es tanto el amor, que toda mi Vida la consumé en rehacer lo que el hombre estaba obligado a hacer ante la Majestad Suprema, y como mis actos eran divinos, los multipliqué en tantos para rehacer por todos y por cada uno, en modo de llenar Cielo y tierra y dejarlos en defensa del hombre, para hacer que la Justicia no pudiera golpearlo, pero el hombre con el pecado rompe esta defensa, y rota la defensa los flagelos golpean al hombre”.
(5) ¿Pero quién puede decir todas las pequeñas cosas que me ha dicho? Esta mañana estaba rezando y me lamentaba con Jesús de que no me escuchaba favorablemente, especialmente porque no termina de castigar, y le decía: “¿Para qué rezar si no quieres escucharme favorablemente? Es más, dices que los males empeorarán”. Entonces Él me dijo:
(6) “Hija mía, el bien es siempre bien, es más, has de saber que cada oración, cada reparación, cada acto de amor, cualquier cosa santa que hace la criatura es un paraíso de más que adquiere, así que el acto más simple, santo, será un paraíso de más; un acto de menos, un paraíso de menos, porque cada acto bueno viene de Dios, y por lo tanto el alma en cada acto bueno toma a Dios, y como Dios contiene gozos infinitos, innumerables, eternos, inmensos, tanto que los mismos bienaventurados por toda la eternidad no llegarán a gustarlos todos, entonces no es de asombrarse que cada acto bueno, tomando a Dios, Dios queda como comprometido en sustituirlos por otros tantos contentos. Entonces si el alma sufre también las distracciones por amor mío, en el Cielo su inteligencia tendrá más luz y gustará tantos paraísos de más por cuantas veces sacrificó su inteligencia, y tanto más comprenderá de Dios. Si sufre las frialdades por amor mío, tantos paraísos gustará y de la variedad de los contentos que hay en mi Amor; si sufre la oscuridad, tantos contentos de más en mi luz inaccesible, y así de todo lo demás, esto es lo que significa una oración de más o de menos”.

+ + + +

11-128
Agosto 6, 1916

Necesidad de Jesús que se multipliquen las almas que vivan del Divino Querer.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús por un instante vino y me dijo:
(2) “Hija mía, mi Amor siente una irresistible necesidad de que se multipliquen las almas que viven de mi Querer, porque estas almas son los lugares de mis reencuentros. Mi Amor quiere hacer el bien a todos, pero las culpas me impiden verter sobre ellas mis beneficios, por eso voy buscando a estas almas, y como en estas almas no soy impedido de derramar mis gracias, las derramo, y por medio de estas almas toman parte los pueblos y las

personas que las circundan. Por eso, por cuantas más encuentros de tal género tenga en la tierra, tanto más desahogo tiene mi Amor y más se derrama en beneficios en pro de la humanidad”.

+ + + +

11-129
Agosto 10, 1916

Cómo en la Voluntad de Dios nuestras penas se encuentran junto con las penas de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía amargada por la privación de mi amable Jesús, y me lamentaba con Él de que cada privación que me hacía era una muerte que me daba, y muerte cruel, pues mientras se siente la muerte, no se puede morir, y decía: “¿Cómo tienes corazón de darme tantas muertes?” Y Jesús viniendo por unos instantes me dijo:
(2) “Hija mía, no te abatas, mi Humanidad estando en la tierra contenía todas las vidas de las criaturas, y todas estas vidas salían de Mí, pero, ¿cuántas no volvían a Mí porque morían y se sepultaban en el infierno? Y Yo sentía la muerte de cada una, en forma tal que se desgarraba mi Humanidad. Estas muertes fueron la pena más dolorosa y cruel de toda mi Vida, hasta el último respiro. Hija mía, ¿no quieres tomar parte en mis penas? La muerte que sientes por mi privación no es otra cosa que una sombra de las penas de la muerte que sentí por la pérdida de las almas, por eso dame tu pena para endulzar las tantas muertes crueles que sufrió mi Humanidad, esta pena hazla correr en mi Voluntad y ahí encontrarás la mía, y uniéndose juntas correrán para bien de todos, especialmente por aquellas que están por caer en el abismo; si la tienes sólo para ti, se formarán nubes entre Yo y tú y la corriente de mi Querer quedará rota entre tú y Yo, tus penas no encontrarán las mías y no te podrás difundir para bien de todos, y sentirás todo el peso de tu pena. En cambio, si todo lo que puedas sufrir, piensas cómo hacerlo correr en mi Querer, para ti no habrá nubes y las mismas penas te llevarán luz y abrirán nuevas corrientes de unión, de amor y de gracias”.

+ + + +

11-130
Agosto 12, 1916

Gloria de las almas que vivirán en el Querer Divino en la tierra.

(1) Estaba fundiéndome en el Santísimo Querer, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, sólo por quien vive en mi Querer me siento como correspondido por la Creación, por la Redención y por la Santificación, y me glorifica en el modo como la criatura debe glorificarme, por eso estas almas serán gemas de mi trono y tomarán en ellas todos los contentos, la gloria que cada bienaventurado tendrá para sí solo, estas almas estarán como reinas en torno a mi trono, y todos los bienaventurados les estarán en torno, y como los bienaventurados serán tantos soles que resplandecerán en la Jerusalén Celestial, las almas que habrán vivido en mi Querer resplandecerán en mi mismo Sol, estarán como fundidas con mi Sol, y los bienaventurados verán a estas almas dentro de Mí mismo, pues es justo que habiendo vivido en la tierra unidas Conmigo, con mi Querer, no habiendo vivido vida propia, es muy justo que en el Cielo tengan un puesto diferente de todos los demás, y continúen en el Cielo la vida que llevaron en la tierra, todas transformadas en Mí e inabismadas en el océano de mis contentos”.

+ + + +

11-131
Septiembre 8, 1916

Por cuanto tiempo el alma está en la Divina Voluntad, tanto de Vida Divina puede decir que hace sobre la tierra. Los actos en la Divina Voluntad son los actos más simples, pero como
son simples se comunican a todos.

(1) Esta mañana después de la comunión, sentí que mi amable Jesús en modo especial me absorbía toda en su Querer, y yo nadaba dentro de Él, ¿pero quién puede decir lo que yo sentía? Yo no tengo palabras para expresarme, y Jesús me dijo:
(2) “Hija mía, por cuanto tiempo el alma está en mi Voluntad, tanto de Vida Divina puede decir que hace en la tierra. ¡Oh, cómo me agrada cuando veo que el alma entra en mi Voluntad para hacer Vida Divina! Mucho me agrada ver a las almas que repiten en mi Voluntad lo que hacía mi Humanidad en Ella. Yo hice la comunión, me recibí a Mí mismo en la Voluntad del Padre, y con esto no sólo reparaba todo, sino que encontrando en la Divina Voluntad la inmensidad, la omnividencia de todo y de todos, por eso Yo abrazaba a todos, me daba en comunión a todos, y viendo que muchos no habrían tomado parte en el Sacramento, y al Padre ofendido porque no querían recibir la vida, Yo daba al Padre la satisfacción, la gloria, como si todos hubieran recibido la comunión, dando al Padre por cada uno la satisfacción y la gloria de una Vida Divina. También tú recibe la comunión en mi Voluntad, repite lo que hice Yo, y así no sólo repararás todo, sino que me darás a Mí mismo a todos como Yo quería darme a todos, y me darás la gloria como si todos hubieran recibido la comunión. Mi corazón se siente enternecido cuando ve que la criatura no pudiendo darme nada de ella que sea digno de Mí, toma mis cosas, las hace suyas, imita como las hice Yo, y para agradarme me las da, y Yo en mi complacencia le voy repitiendo: Bravo hija mía, has hecho precisamente lo que hacía Yo”.
(3) Luego agregó: “Los actos en mi Voluntad son los actos más simples, y porque son simples se comunican a todos. La luz del sol, porque es simple, es luz de todo ojo, pero el sol es uno; un acto solo en mi Voluntad, como luz simplísima se difunde en cada corazón, en cada obra, en todos, pero el acto es uno, mi mismo Ser, porque es simplísimo, es un acto solo, pero un acto que contiene todo, no tiene pies pero es el paso de todos, no tiene ojos pero es ojo y luz de todos, da vida a todo, pero sin esfuerzo, sin cansancio, pero da el acto de obrar a todos, entonces, el alma en mi Voluntad se simplifica y junto Conmigo se multiplica en todos, hace bien a todos. ¡Oh, si todos comprendieran el valor inmenso de los actos, aun los más pequeños actos hechos en mi Voluntad, ningún acto dejarían escapar!”

+ + + +

11-132
Octubre 2, 1916

Efectos de la comunión en la Divina Voluntad.

(1) Esta mañana recibí la comunión como Jesús me había enseñado, esto es, unida con su Humanidad, Divinidad y Voluntad suya, y Jesús se hizo ver y yo lo besé y lo estreché a mi corazón, y Él devolviéndome el beso y el abrazo, me dijo:
(2) “¡Hija mía, cómo estoy contento de que hayas venido a recibirme unida con mi Humanidad, mi Divinidad y mi Voluntad! Me has renovado todo el contento que sentí al recibirme en comunión a Mí mismo, y mientras tú me besabas y me abrazabas, estando en ti todo Yo mismo, contenías todas las criaturas, y Yo sentía darme el beso de todas, los abrazos de todas, porque ésta era tu voluntad, igual que fue la mía al recibirme en la

comunión, rehacer al Padre por todo el amor de las criaturas y a pesar de que muchos no lo amarían, y el Padre se rehacía en Mí del amor de todas las criaturas, y Yo me rehago en ti del amor de todas las criaturas, y habiendo encontrado en mi Voluntad quien me ama, me repara, etc., a nombre de todas, porque en mi Voluntad no hay cosa que el alma no pueda darme, me siento amar a las criaturas a pesar de que me ofendan, y voy inventando estratagemas de amor en torno a los corazones más duros para convertirlos. Sólo por amor de estas almas que hacen todo en mi Querer, Yo me siento como encadenado y raptado y les concedo los prodigios de las más grandes conversiones”.

+ + + +

11-133
Octubre 13, 1916

Los ángeles están en torno al alma que hace las horas de la Pasión.
Estas horas son los pequeños sorbos dulces que las almas dan a Jesús.

(1) Estaba haciendo las horas de la Pasión, y el bendito Jesús me dijo:
(2) “Hija mía, en el curso de mi Vida mortal, millones y millones de ángeles cortejaban a mi Humanidad y recogían todo lo que Yo hacía, los pasos, las obras, las palabras y aun los suspiros, las penas, las gotas de sangre, en suma, todo. Eran ángeles destinados a mi custodia, a darme honor, obedientes a todas mis señales, subían y bajaban del Cielo para llevar al Padre todo lo que Yo hacía. Ahora estos ángeles tienen un oficio especial, y conforme el alma hace memoria de mi Vida, de mi Pasión, de mi sangre, de mis llagas, de mis oraciones, se ponen en torno a esta alma y recogen sus palabras, sus oraciones y condolencias que me hacen, las lágrimas, los ofrecimientos, los unen con los míos y los llevan ante mi Majestad para renovarme la gloria de mi misma Vida, es tanta la complacencia de los ángeles, que reverentes están en torno para oír lo que dice el alma y rezan junto con ella, por eso con qué atención y respeto el alma debe hacer estas horas, pensando que los ángeles están pendientes de sus labios, para repetir junto a ella lo que ella dice”.
(3) Luego ha agregado: “Ante tantas amarguras que las criaturas me dan, estas horas son los pequeños sorbos dulces que las almas me dan, pero ante tantos sorbos amargos que recibo, son demasiado pocos los dulces, por eso, más difusión, más difusión”.

+ + + +

11-134
Octubre 20, 1916

La gracia, como luz del sol se da a todos.

(1) Estaba fundiéndome en la Divina Voluntad y me vino el pensamiento de encomendar especialmente a varias personas, y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la particularización va ya de por sí misma, a pesar de que no se ponga ninguna intención. En el orden de la gracia sucede como en el orden natural: El sol da luz a todos, sin embargo no todos gozan los mismos efectos, pero esto no es por parte del sol, sino por parte de las criaturas; una persona se sirve de la luz del sol para trabajar, para ingeniarse, para aprender, para apreciar las cosas, ésta se hace rica, se constituye y no va mendigando el pan a los demás; otra persona se está ociosa, no quiere ocuparse en nada, la luz del sol la inunda por todos lados, pero para ella es inútil, no quiere hacer nada, ésta es pobre, enfermiza, porque el ocio produce muchos males, físicos y morales, y si siente hambre tiene necesidad de mendigar el pan a los demás. Ahora, de éstas dos, la causa de su diferente estado será tal vez el sol? O bien ¿qué a una da más luz y a la otra menos?

Ciertamente que no, la única diferencia está en que una se aprovecha en modo especial de la luz y la otra no. Ahora, así en el orden de la gracia, la cual más que luz inunda las almas, y ahora se hace toda voz para llamarlas, voz para instruirlas, para corregirlas, ahora se hace fuego y les quema las cosas de acá abajo, y con sus llamas les pone en fuga las criaturas, los placeres, con sus quemaduras forma los dolores, las cruces para dar al alma la forma de la santidad que quiere de ella, ahora se hace agua y la purifica, la embellece y la llena toda de gracia; ¿pero quiénes son los que están atentos para recibir todos estos flujos de gracias, quiénes son los que aceptan? ¡Ah, demasiado pocos! Y luego se atreven a decir que a unos doy la gracia para hacerse santos y a otros no, casi como queriendo echarme la culpa, y se contentan con llevar una vida ociosa, como si la luz de la gracia no estuviera para ellos”.
(3) Luego agregó: “Hija mía, Yo amo tanto a la criatura, que Yo mismo me pongo como centinela de cada corazón para vigilarlo, para defenderlo y trabajar con mis mismas manos su propia santificación. ¿Pero a cuántas amarguras no me sujeto? Unos me rechazan, otros no me atienden y me desprecian, otros se lamentan de mi vigilancia, otros me cierran las puertas en la cara haciendo inútil mi trabajo, y no sólo me pongo Yo a hacerla de centinela, sino que también para esto elijo a las almas que viven en mi Querer, porque encontrándose en todo Yo, las pongo junto Conmigo como segundo centinela en cada corazón, y estas segundas centinelas me consuelan, me corresponden por cada uno y me hacen compañía en la soledad a la que me obligan muchos corazones, y me obligan a no dejarlos. ¡Gracia más grande no podría dar a las criaturas, que darles a estas almas que viven de mi Querer, que son el portento de los portentos”.



+ + + +

11-135
Octubre 30, 1916

Advertencias de castigos, especialmente para Italia.

(1) Estaba lamentándome con mi siempre amable Jesús, que en estos días pasados apenas por unos instantes venía, es más, en cuanto yo advertía su sombra Él huía. Y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué pronto olvidas la causa por la que en estos días no vengo tanto y huyo de ti, no es más que para que los castigos aprieten. Las cosas empeorarán siempre más,
¡ah, el hombre ha llegado a tal perversidad que para rendirlo no basta con tocarle la piel, sino que parece que me quiere hacer llegar a pulverizarlo! Por eso una nación invadirá a la otra y se herirán, la sangre correrá en los países como agua, es más, en ciertas naciones se harán enemigos de ellos mismos y se destruirán, se matarán, harán cosas de locos.
¡Ah, cuánto me duele el hombre! Yo lo lloro”.
(3) Ante el decir de Jesús he roto en llanto y le rogaba para que perdonara a la pobre Italia, pero Jesús me respondió:
(4) “Italia, Italia, ¡ah, si tú supieras cuánto de mal está preparando! ¡Cuántas conjuras contra mi Iglesia! No le basta con la sangre que está derramando en batalla, sino que está sedienta de más sangre, y quiere la sangre de mis hijos, la sangre de los sacerdotes, se quiere manchar de tales delitos en tal forma que se atraerá la venganza del Cielo y de las demás naciones”.
(5) Yo quedé aterrorizada y temiendo mucho, pero espero que el Señor se aplaque.

+ + + +


11-136
Noviembre 15, 1916

El alma en la tierra se forma su paraíso.

(1) Me estaba lamentando con mi dulce Jesús porque no me amaba como antes, y Él todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, no amar a quien me ama me es imposible, es más, me siento tan atraído hacia ella, que al más pequeño acto de amor que me hace, Yo le respondo con amor triplicado y pongo en su corazón una vena divina que le suministra ciencia divina, santidad y virtud divina, y por cuanto más el alma me ama, tanto más esta vena divina surge, e irrigando todas las potencias del alma se difunde para bien de las demás criaturas. Esta vena la he puesto en ti, y cuando te falte mi presencia y no oigas mi voz, esta vena suplirá a todo y te será voz para ti y para las demás criaturas”.
(3) Otro día estaba, según mi costumbre, fundiéndome toda en la Voluntad del bendito Jesús, y Él me ha dicho:
(4) “Hija mía, por cuanto más te fundes en Mí, tanto más Yo me fundo en ti, así que el alma su paraíso se lo forma en la tierra según se ha llenado de pensamientos santos, de afectos, de deseos, de palabras, de obras, de pasos santos, así va formando su paraíso. A un pensamiento santo de más, a una palabra, corresponderá un contento de más y tantas variedades de belleza, de contentos y de gloria por cuanto bien de más habrá hecho. ¿Y cuál no será la sorpresa del alma cuando rota la cárcel del cuerpo se encuentre en el océano de tantos placeres, felicidad, luz, belleza, por cuanto de bien hizo, aunque haya sido un solo pensamiento?”

+ + + +

11-137
Noviembre 30, 1916

Beneficios de reparar por los demás.

(1) Estaba muy afligida por la privación de mi adorable Jesús y lloraba amargamente, y como estaba haciendo las horas de la Pasión, un pensamiento me atormentaba diciéndome: “Ve para qué te han servido las reparaciones por los demás, para hacer huir a Jesús”. Y pensaba otros desatinos, y el bendito Jesús movido a compasión de mis lágrimas me estrechó a su corazón y me dijo:
(2) “Hija mía, tú eres mi aguijón, mi Amor se encuentra en aprietos con tus violencias. Si supieras cuánto sufro al verte sufrir por causa mía, pero la Justicia que se quiere desahogar y tus violencias mismas me obligan a esconderme, y como las cosas empeorarán, por eso se necesita paciencia, y además has de saber que las reparaciones hechas por los demás te han servido muchísimo, porque reparando por los demás tú querías hacer lo que hice Yo, y Yo reparaba por todos y también por ti, pedía perdón por todos, me dolía por las ofensas de todos, como también pedía perdón por ti, y por ti también me dolía. Entonces, al hacer tú lo que hice Yo, vienes a tomar juntas las reparaciones, el perdón y el dolor que tuve por ti. ¿Y qué te podría servir más, mis reparaciones, mi perdón, mi dolor, o los tuyos? Además, Yo no me dejo vencer nunca en amor, y cuando veo que el alma por amor mío está toda atenta a repararme, a amarme, a pedir perdón por los pecadores, Yo, para ponerme a la par, en modo especial pido perdón por ella, reparo y amo por parte suya, y voy embelleciendo su alma con mi Amor, con mis reparaciones y perdón, por eso continúa reparando y no suscites contrastes entre tú y Yo”.

+ + + +


11-138
Diciembre 5, 1916

Bienes que hace el alma que vive en la Voluntad de Dios.

(1) Estaba haciendo la meditación y según mi costumbre estaba fundiéndome toda en el Querer de mi dulce Jesús. En ese momento, ante mi mente veía una máquina que contenía innumerables fuentes que hacían brotar olas de agua, de luz, de fuego, que elevándose hasta el Cielo se derramaban sobre todas las criaturas; no había criatura que no quedara inundada por esas olas, la única diferencia era que algunas entraban dentro y otras quedaban sólo por fuera, y mi siempre amable Jesús me dijo:
(2) “¡Hija mía, la máquina soy Yo! Mi Amor mantiene en movimiento a la máquina y en todos se derrama; sólo que quien quiere recibir estas olas, está vacía y me ama, estas olas entran dentro, los demás quedan tocados para disponerlos a recibir tanto bien, pero las almas que hacen y viven en mi Voluntad están en la misma máquina, y como viven de Mí, pueden disponer para bien de los demás las olas que brotan, y ahora son luz que ilumina, ahora fuego que enciende, agua que purifica. ¡Qué bello es ver a estas almas que viven de mi Querer que salen de dentro de mi máquina como otras tantas pequeñas máquinas, difundiéndose para bien de todos, y luego vuelven en mi máquina y desaparecen de entre las criaturas, y viven de Mí y sólo de Mí!”

+ + + +

11-139
Diciembre 9, 1916

Jesús quiere encontrarse a Sí mismo en el alma, y que haga lo que hizo Él.

(1) Estaba afligida por la privación de mi dulce Jesús, y si viene, mientras siento que respiro un poco de vida, quedo más afligida al verlo más afligido que yo y que no quiere saber de aplacarse, pues las criaturas lo obligan, le arrancan otros flagelos; pero mientras flagela llora por la suerte del mundo y se oculta dentro de mi corazón, casi para no ver lo que sufre el hombre, parece que no se puede vivir más en estos tristes tiempos, y además parece que se está solo al principio de ellos. Entonces mi dulce Jesús, estando yo pensativa por mi dura y triste suerte de deber estar casi continuamente privada de Él, vino y poniéndome un brazo al hombro me ha dicho:
(2) “Hija mía, no acrecientes mis penas con afligirte, son ya demasiadas, Yo no espero esto de ti, es más, quiero que hagas tuyas mis penas, mis oraciones y todo Yo mismo, de modo que pueda encontrar en ti otro Yo mismo, en estos tiempos quiero grandes satisfacciones y sólo quien hace suyo a Mí mismo me las puede dar. Y lo que en Mí encontró el Padre, es decir, gloria, complacencia, amor, satisfacción, completas y perfectas, para bien de todos, Yo lo quiero encontrar en estas almas, como otros tantos Jesús que lo hagan a la par de Mí, y estas intenciones las debes repetir en cada hora de la Pasión que hagas, en cada acción, en todo, y si no encuentro mis satisfacciones, ¡ah, para el mundo será el fin! Los flagelos lloverán a torrentes. ¡Ah hija mía! ¡Ah hija mía!”
(3) Y ha desaparecido.

+ + + +


11-140
Diciembre 14, 1916

Jesús durmió y obró para dar a las almas el verdadero reposo en Dios.

(1) Estaba ofreciendo mi sueño a Jesús diciéndole: “Tomo tu sueño y lo hago mío, y durmiendo con tu sueño quiero darte el contento como si otro Jesús durmiera”. Y sin dejarme terminar lo que quería decirle, Él me dijo:
(2) “Ah, sí hija mía, duerme con mi sueño a fin de que mirándote pueda ver mi reflejo en ti, y mirándome pueda encontrar en ti a todo Yo mismo, y ya que duermes con mi sueño, y a fin de que mirándote tú en Mí, podamos los dos estar de acuerdo en todo. Quiero decirte porqué mi Humanidad se sometió a la debilidad del sueño: Hija mía, la criatura fue hecha por Mí, y como cosa mía la quería tener sobre mi seno, en mis brazos, en continuo reposo, por tanto el alma debía reposarse en mi Voluntad y Santidad, en mi Amor, en mi Belleza, Potencia, Sabiduría, etc., todos estos, actos que constituyen el verdadero reposo, ¡pero qué dolor! La criatura huye de mi seno, y esforzándose por soltarse de mis brazos en los que la tengo abrazada, va en busca de vigilia: Vigilia son las pasiones, el pecado, los apegos, los placeres; vigilia los temores, las ansiedades, las agitaciones, etc., así que por cuanto la lloro y la llamo a reposarse en Mí, no soy escuchado, esta era una ofensa grande, una afrenta a mi Amor, que la criatura ni siquiera considera y no se preocupa en lo más mínimo en reparar. He aquí porqué yo quise dormir, para dar la satisfacción al Padre del reposo que no toman las almas en Él, correspondiéndole por todos, y mientras reposaba impetraba para todos el verdadero reposo, haciéndome Yo vigilante de cada corazón para librarlo de la vigilia de la culpa, y amo tanto este reposo de la criatura en Mí, que no sólo quise dormir, sino que quise caminar para darle reposo a sus pies, obrar para darle reposo a sus manos, latir, amar, para darle el reposo al corazón, en suma, quise hacer todo para hacer que el alma hiciera todo en Mí y tomara reposo, y Yo hiciera todo por ella, siempre y cuando la tuviera al seguro en Mí”.

+ + + +

11-141
Diciembre 22, 1916

Todo lo que el alma hace en la Voluntad de Dios, Jesús lo hace junto con el alma.

(1) Habiendo recibido la comunión estaba uniéndome toda con Jesús y fundiéndome toda en su Querer, y le decía: “Yo no sé hacer nada ni decir nada, por eso siento la gran necesidad de hacer lo que haces Tú y repetir tus mismas palabras; en tu Querer encuentro presentes y como en acto los actos que Tú mismo hiciste al recibirte Sacramentado, y yo los hago míos y te los repito”. Y así trataba de entretejerme en todo lo que había hecho Jesús al recibirse Sacramentado, y mientras esto hacía me dijo:
(2) “Hija mía, quien hace mi Voluntad y todo lo que hace lo hace en mi Querer, me obliga a hacer junto con ella lo que ella hace. Así que si recibe la comunión en mi Querer, Yo repito los actos que hice al comulgarme, y renuevo el fruto completo de mi Vida Sacramental; si reza en mi Querer, Yo rezo con ella y renuevo el fruto de mis oraciones; si sufre, si obra, si habla en mi Voluntad, Yo sufro junto y renuevo el fruto de mis penas, obro y hablo junto y renuevo el fruto de mis obras y palabras, y así de todo lo demás”.

+ + + +


11-142
Diciembre 30, 1916

Cómo Jesús nos ha hecho libres en la voluntad y en el amor. Efectos de eso.

(1) Continuando mi estado, yo pensaba en las penas de mi amable Jesús, y ofrecía mi martirio interior unido a las penas de Jesús, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, los verdugos pudieron lacerar mi cuerpo, insultarme, pisotearme, etc., pero no pudieron tocar ni mi Voluntad, ni mi Amor, estos los quise libres a fin de que como dos corrientes pudieran correr, correr sin que ninguno pudiera impedirlas, vertiéndome para bien de todos, aun de los mismos enemigos. ¡Oh, cómo triunfaba mi Voluntad, mi Amor en medio de mis enemigos! Ellos me golpeaban con los flagelos y Yo golpeaba sus corazones con mi Amor, y con mi Voluntad los encadenaba; ellos me pinchaban la cabeza con espinas, y mi Amor encendía la luz en sus mentes para hacerme conocer; ellos me abrían llagas, y mi Amor sanaba las llagas de las almas de ellos; ellos me daban muerte y mi Amor les restituía la vida, tanto, que mientras expiraba sobre la cruz, las llamas de mi Amor, tocando sus corazones los constriñó a postrarse ante Mí y a confesarme por verdadero Dios; nunca fui tan glorioso y triunfador como lo fui en las penas en el curso de mi Vida mortal acá abajo. Ahora hija mía, a mi semejanza doté al alma de libertad en la voluntad y en el amor, de manera que los demás pueden adueñarse del obrar externo de la criatura, pero del obrar interior, de la voluntad y del amor, ¡ninguno, ninguno! Y Yo mismo la quise libre en esto, a fin de que, libremente, no forzada, pudieran correr esta voluntad y este amor hacia Mí, y sumergiéndose en Mí pudiera ofrecerme los actos más nobles y puros que la criatura puede darme, y siendo Yo libre y ella también, podemos verternos mutuamente y correr, correr hacia el Cielo para amar y glorificar al Padre, y morar juntos con la Trinidad Sacrosanta, correr hacia la tierra para hacer el bien a todos, correr en los corazones de todos para golpearlos de Amor, y con la Voluntad encadenarlos y hacer de ella una conquista, así que dote más grande no podía dar a la criatura; ¿pero dónde la criatura puede hacer desahogo de esta libre voluntad y de este amor? En el sufrir. En el sufrir el amor crece, se engrandece la voluntad y como reina se rige a sí misma, ata mi corazón, y sus penas como corona me circundan, me apiadan y me hago dominar, así que no sé resistir a las penas de un alma amante, y como reina la tengo a mi lado, y es tanto el dominio de esta criatura en las penas, que le hacen adquirir modos nobles, dignos, insinuantes, heroicos, desinteresados, semejantes a mis modos, que las demás criaturas hacen competencia para hacerse dominar por esta alma. Y por cuanto más el alma obra Conmigo, está unida Conmigo, se funde en Mí, tanto más me siento absorbido por el alma, así que conforme piensa, me siento absorber mi pensamiento en su mente; conforme mira, conforme habla, conforme respira, así me siento absorber la mirada, la voz, el respiro, la acción, el paso, el latido, todo me absorbe, y mientras me absorbe hace siempre adquisición de mis modos, de mi semejanza, y Yo voy continuamente mirándome en ella y me encuentro a Mí mismo”.

+ + + +

11-143
Enero 10, 1917

Cómo la santidad está formada de cosas pequeñas.

(1) Esta mañana mi amable Jesús me ha dicho: “Hija mía, la santidad está formada de pequeñas cosas, así que quien desprecia las pequeñas cosas no puede ser santo, sería como quien desprecia las pequeñas semillas de los granos que unidas forman la masa del

grano, y que si no se tuviera cuidado de unirlas faltaría el alimento necesario y cotidiano de la vida humana. Así a quien no cuida de unir juntos tantos pequeños actos, le faltará el alimento a la santidad, y como sin alimento no se puede vivir, así sin el alimento de los pequeños actos faltaría la verdadera forma de la santidad y la masa suficiente para formar la santidad”.

+ + + +

11-144
Febrero 2, 1917

El mundo se ha desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de la Pasión.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y he encontrado a mi siempre amable Jesús, todo chorreando sangre, con una horrible corona de espinas, y con dificultad me miraba por entre las espinas, y me dijo:
(2) “Hija mía, el mundo se ha desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de mi Pasión. En las tinieblas no ha encontrado la luz de mi Pasión que lo ilumine, que haciéndole conocer mi Amor y cuántas penas me cuestan las almas, pueda reaccionar y amar a quien verdaderamente lo ha amado, y la luz de mi Pasión, guiándolo, lo ponía en guardia de todos los peligros; en la debilidad no ha encontrado la fuerza de mi Pasión que lo sostenga; en la impaciencia no ha encontrado el espejo de mi paciencia que le infunda la calma, resignación, y ante mi paciencia, avergonzándose tenga como un deber dominarse a sí mismo; en las penas no ha encontrado el consuelo de las penas de un Dios, que sosteniendo las suyas le infunda amor al sufrir; en el pecado no ha encontrado mi santidad, que haciéndole frente le infunda odio a la culpa. ¡Ah! en todo ha prevaricado el hombre porque se ha separado en todo de quien podía ayudarlo, por eso el mundo ha perdido el equilibrio, ha hecho como un niño que no ha querido conocer más a su madre, como un discípulo que desconociendo al maestro no ha querido escuchar más sus enseñanzas ni aprender sus lecciones, ¿qué será de este niño y de este discípulo? Serán el dolor de sí mismos y el terror y el dolor de la sociedad. Tal se ha hecho el hombre, terror y dolor, pero dolor sin piedad, ¡ah, el hombre empeora, empeora siempre más y Yo lo lloro con lágrimas de sangre!”

+ + + +

11-145
Febrero 24, 1917

El alma al recibir la comunión debe consumarse en Jesús, y dar la gloria completa de la Vida Sacramental de Jesús a nombre de todos.

(1) Habiendo recibido la comunión, tenía estrechado a mi corazón a mi dulce Jesús y le decía: “Vida mía, cuánto quisiera hacer lo que hiciste Tú mismo cuando te recibiste Sacramentado, a fin de que Tú puedas encontrar en mí tus mismos contentos, tus mismas oraciones, tus reparaciones”. Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, en este breve giro de la hostia Yo encierro todo, y por esto quise recibirme a Mí mismo, para hacer actos completos que glorificaran al Padre dignamente, porque las criaturas recibían a un Dios, y daba a las criaturas el fruto completo de mi Vida Sacramental, de otra manera habría sido incompleto para la gloria del Padre y para el bien de las criaturas, y por eso en cada hostia están mis oraciones, mis agradecimientos, y todo lo demás que se necesitaba para glorificar al Padre, y lo que la criatura debía hacerme; así

que si la criatura falta, Yo en cada hostia continúo mi labor como si por cada alma me recibiera otra vez a Mí mismo, entonces el alma debe transformarse en Mí y hacerse una sola cosa Conmigo, y hacer suya mi Vida, mis oraciones, mis gemidos de amor, mis penas, mis latidos de fuego con los que quisiera hacerlas arder, pero no encuentro quien se deje en poder de mis llamas. Y Yo en la hostia renazco, vivo y muero, y me consumo, pero no encuentro quien se consuma por Mí, y si el alma repite lo que hago Yo, me siento repetir como si otra vez me hubiera recibido a Mí mismo, y encuentro gloria completa, contentos divinos, desahogos de amor a la par de Mí, y doy gracia al alma de consumarse en mi misma consumación”.

+ + + +



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926


1
I. M. I.


12-1
Marzo 16, 1917

Cómo la unión estrecha entre el alma y Dios nunca se rompe.

(1) Continúa mi habitual estado, y mi siempre amable Jesús, apenas como relámpago y a la carrera se hace ver, y si me lamento me dice:
(2)“Hija mía, hija mía, pobre hija, si supieras que sucederá tú sufrirías mucho, y Yo para no hacerte sufrir tanto, trato de rehuirte”.
(3) Y volviendo a lamentarme al decirle: “Vida mía, no me lo esperaba de Ti, Tú que parecía que no podías ni sabías estar sin mí, y ahora pasan horas y horas, y alguna vez parece que quieres dejar pasar también el día entero. Jesús, no me lo hagas, cómo has cambiado”. Y Jesús me sorprende y me dice:
(4) “Cálmate, cálmate, no he cambiado, Yo soy inmutable, más bien te digo que cuando me comunico al alma, la he tenido estrechada Conmigo, le he hablado, he desahogado mi amor, esto no se rompe jamás entre el alma y Yo, a lo más cambio el modo, ahora en un modo, ahora en otro, pero siempre voy inventando cómo hablar y desahogarme con ella en amor. ¿No ves tú misma que si no te he dicho nada en la mañana, estoy esperando la noche para decirte una palabra? Y cuando los demás leen las aplicaciones de mi Pasión, estando en ti, Yo me derramo hasta el borde de tu alma y te hablo de mis cosas más íntimas que hasta ahora no había manifestado, y cómo el alma debe seguirme en aquel mi obrar; aquellas aplicaciones serán el espejo de mi Vida interna, y quien en ella se mire, copiará en sí mi misma Vida, ¡oh! cómo revelan mi amor, la sed de las almas, y en cada una de las fibras de mi corazón, en cada respiro mío, pensamiento, etc., por eso Yo te hablo más que nunca, pero apenas termino me escondo, y tú no viéndome me dices que he cambiado, pero más bien te digo que cuando no quieres repetir con tu voz lo que te digo en tu interior, tú impides mi desahogo de amor”.

+ + + +

12-2
Marzo 18, 1917

Efectos del fundirse en Jesús.

(1) Estaba rezando fundiéndome toda en Jesús, y quería en mi poder cada pensamiento de Jesús para poder tener vida en cada pensamiento de criatura, para poder reparar con el mismo pensamiento de Jesús, y así de todo lo demás. Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Humanidad sobre la tierra no hacía otra cosa que unir cada pensamiento de criatura con los míos, así que cada pensamiento de criatura se repercutía en mi mente, cada palabra en mi voz, cada latido en mi corazón, cada acción en mis manos, cada paso en mis pies, y así de todo lo demás; con esto daba al Padre reparaciones divinas. Ahora, todo lo que hice en la tierra lo continúo en el Cielo, y conforme las criaturas piensan, sus pensamientos se vierten en mi mente; conforme miran, siento sus miradas en las mías, así que pasa entre ellas y Yo como una electricidad continua, como los miembros están en continua comunicación con la cabeza, y digo al Padre: “Padre mío, no soy sólo Yo que te ruego, que reparo, que satisfago, que te aplaco,


1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

sino que hay otras criaturas que hacen en Mí lo que hago Yo, más bien suplen con su sufrir a mi Humanidad, que gloriosa es incapaz de sufrir”.
(3) El alma con fundirse en Mí repite todo lo que hice y continúo haciendo, ¿pero cuál será el contento de estas almas que han hecho su vida en Mí, abrazando junto Conmigo todas las criaturas, todas las reparaciones, cuando estén conmigo en el Cielo? Su vida la continuarán en Mí, y conforme las criaturas piensen o me ofendan con los pensamientos, estos pensamientos se repercutirán en su mente y continuarán con las reparaciones que hicieron en la tierra; serán junto Conmigo ante el trono divino, los centinelas de honor, y conforme las criaturas me ofendan en la tierra, ellas harán los actos opuestos en el Cielo, vigilarán mi trono, tendrán su puesto de honor, serán las que más me comprenderán, las más gloriosas, su gloria estará toda fundida en la mía y la mía en la de ellas. Así que tu vida esté toda fundida en la mía, no hagas ningún acto que no lo hagas pasar en Mí, y cada vez que tú te fundas en Mí, Yo derramaré en ti nueva gracia y nueva luz, y me haré vigilante centinela de tu corazón, para tenerte alejada cualquier sombra de pecado, te custodiaré como a mi misma Humanidad, mandaré a los ángeles que te hagan corona, a fin de que quedes defendida de todo y de todos”.

+ + + +

12-3
Marzo 28, 1917

Efectos del “te amo” de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, apenas se hacía ver mi siempre amable Jesús, pero tan afligido que daba piedad, yo le he dicho: “¿Qué tienes Jesús?” Y Él:
(2) “Hija mía, habrán y sucederán cosas imprevistas, de improviso y estallarán revoluciones por todas partes. ¡Oh, cómo empeorarán las cosas!”
(3) Y todo afligido ha quedado en silencio. Y yo: “Vida de mi vida, dime otra palabra”. Y Jesús, como si me infundiera su aliento ha agregado:
(4) “Te amo”.
(5) Pero en aquel “te amo” parecía que todos, y todas las cosas recibieran nueva vida, y yo he repetido: “Jesús, dime otra palabra aún”.
(6) Y Él: “Palabra más bella no podría decirte que un te amo, este mi te amo llena Cielo y tierra, circula en los santos, y reciben nueva gloria; desciende en los corazones de los viadores, y quién recibe gracia de conversión, quién de santificación; penetra en el Purgatorio, y como benéfico rocío cae sobre las almas, y sienten refrigerio; los mismos elementos se sienten investir de nueva vida en el fecundar, en el crecer, así que todos advierten el te amo de tu Jesús. ¿Y sabes cuándo el alma se atrae un te amo mío? Cuando fundiéndose en Mí toma la actitud divina, y perdiéndose en Mí hace todo lo que hago Yo”.
(7) Y yo: “Amor mío, muchas veces resulta difícil tener siempre esta actitud divina”.
(8) Y Jesús: “Hija mía, lo que el alma no puede hacer siempre con sus actos inmediatos en Mí, puede suplirlo con la actitud de su buena voluntad, y Yo la estimaré tanto, que me haré centinela vigilante de cada pensamiento, de cada palabra, de cada latido, etc., y me los pondré en cortejo dentro y fuera de Mí, mirándolos con tal amor, como fruto del buen querer de la criatura. Cuando después el alma fundiéndose en Mí hace sus actos inmediatos Conmigo, entonces me siento tan atraído hacia ella que hago junto con ella lo que ella hace, y cambio en divino el obrar de la criatura; Yo llevo cuenta de todo y premio todo, aún las más pequeñas cosas y hasta un solo acto bueno de voluntad no queda defraudado en la criatura”.

+ + + +

12-4
Abril 2, 1917

Las penas de la privación de Jesús son penas divinas.

(1) Estaba lamentándome con mi siempre amable Jesús de sus acostumbradas privaciones y le decía: “Amor mío, que muerte continua, cada privación tuya es una muerte que siento, pero muerte tan cruel y despiadada, que mientras hace sentir los efectos de la muerte, pero no hace morir. Yo no entiendo cómo la bondad de tu corazón puede resistir el verme sufrir tantas muertes continuas, y después hacerme vivir todavía”. Y el bendito Jesús ha venido por poco tiempo y estrechándome a su corazón me ha dicho:
(2) “Hija mía, estréchate a mi corazón y toma vida. Has de saber que la pena más satisfactoria, más agradable, más potente, que más me iguala y puede hacerme frente, es la pena de mi privación, porque es pena divina. Tú debes saber que las almas están tan unidas Conmigo que forman muchos eslabones unidos juntos en mi Humanidad, y conforme las almas se pierden rompen estos eslabones, y Yo siento por ello un dolor como si se arrancase un miembro del otro. Ahora, ¿quién me puede unir estos anillos? ¿Quién soldarlos de nuevo en modo de hacer desaparecer la rotura? ¿Quién podrá hacerlos entrar de nuevo en Mí para darles vida? Las penas de mi privación, porque es divina. Mi pena por la pérdida de las almas es divina; la pena del alma que no me ve, no me siente es divina, y como las dos son penas divinas, pueden besarse, unirse, hacerse frente, y tener tal poder, de tomar las almas desvinculadas y unirlas en mi Humanidad. Hija mía, ¿te cuesta mucho mi privación? Entonces, si te cuesta, no tengas inútil una pena de tanto costo. Así como Yo te hago don de ella, no la tengas para ti, sino hazla volar en medio de los combatientes y arranca las almas de en medio de las balas y enciérralas en Mí, y como cerradura y sello pon tu pena, y después tu pena hazla girar por todo el mundo para hacerla pescar almas y conducirlas nuevamente a todas en Mí, y a medida que sientas las penas de mis privaciones, así irás poniendo el sello de nueva unión”.

+ + + +

12-5
Abril 12, 1917

No es el sufrir lo que vuelve infeliz a la criatura, se vuelve infeliz cuando le falta alguna cosa a su amor por Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y como yo estaba sufriendo un poco me ha tomado entre sus brazos diciéndome:
(2) “Querida hija mía, amada hija mía, repósate en Mí, más bien, tus penas no las tengas contigo, mándalas sobre mi cruz a fin de que hagan cortejo a mis penas y me alivien, y mis penas cortejen a las tuyas y te sostengan, ardan de un mismo fuego y se consuman juntas, y Yo miraré tus penas como mías, les daré los mismos efectos, el mismo valor, y harán los mismos oficios que hice Yo sobre la cruz hacia el Padre y hacia las almas; es más, ven tú misma sobre la cruz, cómo seremos felices estando juntos, aun sufriendo, porque no es el sufrir lo que vuelve infeliz a la criatura, más bien el sufrir la vuelve victoriosa, gloriosa, rica, bella, se hace infeliz cuando le falta alguna cosa a su amor. Tú, unida Conmigo sobre la cruz serás colmada en todo en el amor, tus penas serán amor, tu vida será amor, toda amor, y por eso serás feliz”.

+ + + +

12-6
Abril 18, 1917

El volcarse en la Divina Voluntad y fundirse en Jesús, forma benéfico rocío sobre todas las criaturas.

(1) Estaba fundiéndome en mi dulce Jesús para poderme difundir en todas las criaturas y fundirlas todas en Jesús, y yo me ponía entre las criaturas y Jesús para impedir que mi amado fuera ofendido y que las criaturas lo pudieran ofender. Ahora, mientras esto hacía me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto te vuelcas en mi Voluntad y te fundes en Mí, así en ti se forma un sol; conforme vas pensando, amando, reparando, etc., se forman los rayos, y mi Voluntad como fondo se hace corona de estos rayos y se forma el sol, el cual elevándose en el aire, se vuelve benéfico rocío sobre todas las criaturas, así que por cuantas más veces te fundes en Mí, tantos soles de más vas formando. ¡Oh, cómo es bello ver estos soles, que elevándose, elevándose, quedan fundidos en mi mismo Sol y hacen llover rocío benéfico sobre todos! ¿Cuántas gracias no reciben las criaturas? Yo estoy tan complacido y arrobado por esto, que en cuanto se funden en el mío, Yo lluevo sobre ellas abundantes rocíos de toda clase de gracias, de modo que puedan formar soles más grandes para poder derramar más abundantemente este benéfico rocío sobre todas las criaturas”.
(3) Y conforme yo me fundía, sentía llover sobre mi cabeza luz, amor, gracias.

+ + + +

12-7
Mayo 2, 1917

Cómo Jesús moría poco a poco.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba lamentándome con mi dulce Jesús de sus privaciones diciéndole: “Amor mío, ¿quién podía pensarlo, que tu privación me debía costar tanto? Me siento morir poco a poco, cada acto mío es una muerte que siento, porque no encuentro la vida, pero morir y vivir es más cruel aún, más bien, es doble muerte”. Y mi amable Jesús, de carrera ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo y firmeza en todo, o qué, ¿no quieres imitarme? También Yo moría poco a poco, conforme las criaturas me ofendían en sus pasos, Yo sentía el desgarro en mis pies, pero con tal acerbidad de espasmos, capaces de darme la muerte, y mientras me sentía morir no moría; conforme me ofendían con sus obras Yo sentía la muerte en mis manos, y por el cruel desgarro Yo agonizaba, me sentía desfallecer, pero la Voluntad del Padre me sostenía, moría y no moría; conforme las malas palabras, las blasfemias horrendas de las criaturas se repercutían en mi voz, Yo me sentía sofocar, ahogar, amargar la palabra y sentía la muerte en mi voz, pero no moría. Y mi desgarrado corazón conforme palpitaba, sentía en mi latido las vidas malas, las almas que se arrancaban, y mi corazón estaba en continuos desgarros y laceraciones; agonizaba y moría continuamente en cada criatura, en cada ofensa, no obstante el amor, el Querer Divino, me obligaban a vivir. He aquí el por qué de tu morir poco a poco, te quiero junto Conmigo, quiero tu compañía en mis muertes, ¿no estás contenta?”

+ + + +

12-8
Mayo 10, 1917

Con su respiro Jesús da movimiento y vida a todas las criaturas.

(1) Continuando mi pobre estado, según mi costumbre buscaba fundirme en mi dulce Jesús, pero por cuanto me esforzaba todo me resultaba inútil, el mismo Jesús me distraía, y suspirando fuerte me ha dicho:
(2) “Hija mía, la criatura no es otra cosa que mi respiro. Conforme respiro así doy vida a todo; toda la vida está en el respiro, si falta el respiro el corazón no late más, la sangre no circula, las manos quedan inertes, la mente se siente morir la inteligencia, y así de todo lo demás; así que toda la vida humana está en el recibir y dar este respiro, pero mientras con mi respiro doy vida y movimiento a todas las criaturas, y con mi santo respiro las quiero santificar, amar, embellecer, enriquecer, etc., ellas al darme el respiro que de Mí reciben me mandan ofensas, rebeliones, ingratitudes, blasfemias, desconocimientos, y todo lo demás. Así que mando el respiro puro y me regresa impuro, lo mando bendiciendo y me regresa maldiciendo, lo mando todo amor y me regresa ofendiéndome hasta en lo íntimo de mi corazón, pero el amor me hace continuar enviando mi respiro para mantener estas máquinas de vidas humanas, de otra manera no funcionarían más y terminarían por deshacerse. ¡Ah!, hija mía, ¿has visto cómo es mantenida la vida humana? Por mi respiro, y cuando encuentro un alma que me ama, cómo es dulce su respiro, cómo me recrea, me consuela; entre ella y Yo se forma un eco de armonías, así que quedan distintas de las otras criaturas, y serán distintas también en el Cielo. Hija mía, no podía contener mi amor y he querido desahogarme contigo”.
(3) Así hoy no he podido fundirme en Jesús, porque Él mismo me ha tenido ocupada en su respiro. Cuántas cosas he comprendido, pero no sé decirlas bien y por eso mejor callo.

+ + + +

12-9
Mayo 12, 1917

Quien duda del amor de Jesús lo entristece.

(1) No habiendo venido mi siempre amable Jesús y estando muy afligida, mientras rezaba un pensamiento ha volado en mi mente: “¿A ti no te ha venido jamás el pensamiento de que te podrías perder?” Verdaderamente jamás pienso en esto, y he quedado un poco sorprendida, pero el buen Jesús que me vigila en todo, pronto se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, estas son verdaderas extrañezas y que afligen mucho a mi amor. Si una hija dice a su padre, no soy tu hija, no me darás parte de tu herencia, no quieres darme el alimento, no quieres tenerme en casa, y se aflige y por ello se lamenta, ¿qué diría el pobre padre? Extrañezas, esta hija está loca y con todo amor le diría: “Entonces dime, si no eres mi hija, ¿de quién eres hija? Vives bajo mi mismo techo, comes en la misma mesa, te visto con las monedas ganadas con mis sudores, si estás enferma te asisto y procuro los medios para curarte, ¿por qué dudas entonces que eres mi hija?” Con más razón Yo diría a quien duda de mi amor y temiera perderse: “¡Cómo! te doy mis carnes por alimento, vives en todo de lo mío, si estás enferma te curo con los sacramentos, si estás manchada te lavo con mi sangre, puedo decir que estoy casi a tu disposición, ¿y tú dudas? ¿Quieres entristecerme? O dime entonces, ¿amas tú a algún otro? ¿Reconoces a otro ser por padre? ¿Quién dice que no eres mi hija?” Pero si nada de esto hay, ¿por qué quieres afligirte y entristecerme, no bastan las amarguras que me dan los demás, quieres también tú poner penas en mi corazón?”


+ + + +

12-10
Mayo 16, 1917

Efectos de las horas de la Pasión.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba fundiéndome toda en mi dulce Jesús, y luego me volcaba toda en las criaturas, para darles a todas ellas a Jesús; y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que la criatura se funde en Mí, da a todas las criaturas el influjo de Vida Divina, y según tienen necesidad obtienen su efecto: Quien es débil siente la fuerza, quien es obstinada en la culpa recibe la luz, quien sufre recibe el consuelo, y así de todo lo demás”.
(3) Después me he encontrado fuera de mí misma, me encontraba en medio de muchas almas que me hablaban, –parecía que fueran almas purgantes y santos–, y nombraban a una persona conocida mía, muerta no hacía mucho, y me decían: “Él se siente feliz al ver que no hay alma que entre en el Purgatorio que no lleve el sello de las horas de la Pasión, y cortejadas, ayudadas por estas horas, toma sitio en lugar seguro; y no hay alma que vuele al Paraíso que no sea acompañada por estas horas de la Pasión; estas horas hacen llover del Cielo continuo rocío sobre la tierra, en el Purgatorio y hasta en el Cielo”. Al oír esto decía entre mí: “Tal vez mi amado Jesús para mantener la palabra dada, que por cada palabra de las horas de la Pasión daría un alma, no hay alma que se salve que no se sirva de estas horas”.
(4) Después he vuelto en mí misma, y habiendo encontrado a mi dulce Jesús le he preguntado si eso era verdad.
(5) Y Él: “Estas horas son el orden del universo, y ponen en armonía el Cielo y la tierra y me disuaden de no destruir al mundo; siento poner en circulación mi sangre, mis llagas, mi amor y todo lo que Yo hice, y corren sobre todos para salvar a todos. Y conforme las almas hacen estas horas de la Pasión, me siento poner en camino mi sangre, mis llagas, mis ansias de salvar las almas, y me siento repetir mi Vida. ¿Cómo pueden obtener las criaturas algún bien si no es por medio de estas horas? ¿Por qué lo dudas? La cosa no es tuya, sino mía, tú has sido el esforzado y débil instrumento”.

+ + + +

12-11
Junio 7, 1917

El alma queda separada de Jesús cuando hace entrar en ella alguna cosa que no le pertenece a Él.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me lamentaba con mi dulce Jesús de sus privaciones y le decía: “Qué amarga separación, separada de Ti todo termina y me siento la criatura más infeliz que pueda existir”. Y Jesús interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué separación encuentras? El alma queda separada de Mí cuando hace entrar alguna cosa que no me pertenece a Mí. Por eso, si Yo entro en el alma y encuentro su voluntad mía, sus deseos, sus afectos, los pensamientos, el corazón, todo mío, Yo la absorbo en Mí y voy fundiendo con el fuego de mi amor su voluntad con la mía, y de ellas hago una sola; fundo sus deseos con los míos, los afectos, los pensamientos con los míos, y cuando de todo he formado un solo líquido, como celestial rocío lo vierto sobre toda mi Humanidad, el cual, dividiéndose en tantas gotas de rocío por cuantas ofensas recibe, me

besan, me aman, me reparan, me embalsaman mis llagas irritadas. Y como estoy siempre en acto de hacer el bien a todos, este rocío desciende a bien de todas las criaturas. Pero si encuentro en el alma alguna cosa extraña, que no me pertenece, entonces no puedo fundir lo suyo en lo mío, porque solamente el amor es lo que tiene virtud de fundirse y hacerse uno solo; las cosas similares son las que pueden intercambiarse, y que tienen el mismo valor, por lo que, si en el alma hay fierro, espinas, piedras, ¿cómo se pueden fundir? Y entonces son las separaciones, la infelicidad. Así que si en tu corazón no ha entrado nada, ¿cómo puedo separarme?”

+ + + +

12-12
Junio 14, 1917

Por cuanto más el alma se desnuda de sí, tanto más Jesús la viste de Él.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba rogando a mi amable Jesús que viniera en mí a amar, a rezar, a reparar, porque yo no sabía hacer nada, y el dulce Jesús movido a compasión por mi nulidad, ha venido, quedándose conmigo a rezar, amando y reparando junto conmigo, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuanto más el alma se despoja de sí, tanto más la visto de Mí; por cuanto más cree que no puede hacer nada, tanto más obro Yo en ella y hago todo; siento que la criatura pone en acto todo mi amor, mis oraciones, mis reparaciones, etc., y para hacerme honor a Mí mismo, veo qué cosa quiere hacer: ¿Amar? Voy a ella y amo junto con ella. ¿Quiere rezar? Rezo junto con ella; en suma, su despojarse de sí y su amor, que es mío, me atan y me obligan a hacer junto con ella lo que quiere hacer, y Yo doy al alma el mérito de mi amor, de mis oraciones y reparaciones, y con sumo contento mío siento repetir mi Vida, y hago descender a bien de todos, los efectos de mi obrar, porque no es de la criatura que está escondida en Mí, sino mío”.

+ + + +

12-13
Julio 4, 1917

Todas las penas de las criaturas fueron sufridas primero por Jesús. Quien hace la Divina Voluntad está
junto con Jesús en el tabernáculo.

(1) Continuando mi habitual estado, yo me sentía un poco sufriente, y mi adorable Jesús al venir se ha puesto frente a mí, y parecía que entre Jesús y yo habían muchos hilos eléctricos de comunicación, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada pena que el alma sufre es una comunicación de más que el alma adquiere, porque todas las penas que la criatura puede sufrir, primero fueron sufridas por Mí en mi Humanidad, y tomaron lugar en el orden divino; y como la criatura no puede sufrirlas todas juntas, mi bondad se las comunica poco a poco, y conforme las comunica así crecen las cadenas de unión Conmigo, y no sólo las penas producen este efecto, sino todo lo que la criatura puede hacer de bien, así se desarrollan los vínculos de unión entre Yo y ella”.
(3) Otro día estaba pensaba entre mí en el bien que las demás almas tienen de estarse ante el Santísimo sacramento, mientras que yo, pobrecita, estaba privada de ese bien, y el bendito Jesús me ha dicho:

(4) “Hija mía, quien hace mi Voluntad está junto Conmigo en el tabernáculo, y toma parte en mis penas, en las frialdades, en las irreverencias, en todo lo que las mismas almas hacen ante mi presencia Sacramental. Quien hace mi Voluntad debe tener la primacía en todo, le está reservado siempre el puesto de honor, por tanto, ¿quién recibe más bien, quien está delante a Mí o quien está Conmigo? Para quien hace mi Voluntad no tolero ni siquiera un paso de distancia entre Yo y ella, no división de penas o de alegrías; tal vez la tendré en la cruz, pero siempre Conmigo. He aquí por qué te quiero siempre en mi Querer, para darte el primer puesto en mi corazón Sacramentado; quiero sentir tu corazón palpitante en el mío, con mi mismo amor y dolor; quiero sentir tu querer en el mío, que multiplicándose en todos me dé con un solo acto las reparaciones de todos y el amor de todos; y mi Querer en el tuyo, que haciendo mía tu pobre humanidad, la eleva ante la Majestad del Padre como mi víctima continua”.

+ + + +

12-14
Julio 7, 1917

Para quien hace la Voluntad de Dios, todo está en acto presente.

(1) Estaba fundiéndome en mi dulce Jesús, pero me veía tan miserable que no sabía qué darle, y mi siempre amable Jesús para consolarme me ha dicho:
(2) “Hija mía, para quien hace mi Voluntad no existe pasado ni futuro, sino que todo está en acto presente, y así como todo lo que hice y sufrí está todo en acto presente, así que si quiero dar satisfacción al Padre, o hacer el bien a las criaturas, puedo hacerlo como si en acto estuviera sufriendo y obrando; así lo que puede sufrir o hacer la criatura en mi Voluntad, se unifica ya en mis penas y en mis obras y se hacen una sola, y el alma cuando quiere testimoniarme su amor con sus penas, puede tomar las penas sufridas otras veces, que están en acto, y dármelas para duplicar su amor, sus satisfacciones hacia Mí; y Yo al ver el ingenio de la criatura que pone como en un banco para multiplicar sus actos y ganar intereses para darme amor y satisfacciones, para enriquecerla mayormente y no dejarme vencer en amor, le daré mis penas, mis obras multiplicadas, para darle amor y hacerme amar”.

+ + + +

12-15
Julio 18, 1917

El alma que vive en la Divina Voluntad vive en Jesús y a expensas de Él.

(1) Continuando mi habitual estado, trataba de verterme toda en el Santo Querer de Jesús, y le pedía que Él se vertiera todo en mí, de manera de no sentirme más a mí misma, sino todo Jesús. Entonces el bendito Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma vive de mi Voluntad y todo lo que hace lo hace en mi Querer, Yo me la siento por todas partes, me la siento en la mente, sus pensamientos corren en los míos, y como Yo difundo la vida de la inteligencia en las criaturas, ella se difunde junto Conmigo en las mentes de las criaturas, y cuando ve que me ofenden ella siente mi dolor; me la siento en mi latido, más bien siento un latido en dos en mi corazón, y conforme mi amor se vierte en las criaturas, ella se vierte junto Conmigo y ama Conmigo, y si no soy amado, ella me ama por todos para corresponderme en el amor y me consuela;

en mis deseos siento el deseo del alma que vive en mi Querer; en mis obras siento las suyas, en todo; así que puede decir que vive de Mí, a expensas de Mí”.
(3) Y yo: “Amor mío, Tú haces todo por Ti mismo y no tienes necesidad de la criatura,
¿por qué entonces amas tanto que la criatura viva en tu y de tu Querer?”
(4) Y Jesús: “Cierto que de nada tengo necesidad y hago todo por Mí mismo, pero el amor para tener vida quiere su desahogo. Supón un sol que no tiene necesidad de luz porque tiene suficiente para sí y para los demás, pero habiendo otras pequeñas luces, a pesar de que no tiene necesidad las quiere en sí como compañía, para desahogarse y para engrandecer a las pequeñas luces, ¿qué injuria no harían las pequeñas luces si lo rechazaran? ¡Ah, hija mía, la voluntad cuando está sola es siempre estéril; el amor aislado languidece y se apaga, y Yo amo tanto a la criatura que la quiero unida con mi Voluntad para hacerla fecunda, para darle vida de amor; y en esto Yo encuentro mi desahogo, porque sólo para desahogarme en el amor he creado a la criatura, no para otra cosa, y por eso esto es todo mi empeño!”

+ + + +

12-16
Julio 25, 1917

Jesús purifica al alma para admitirla a vivir en su Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado me lamentaba con Jesús y al mismo tiempo le pedía que pusiera fin a tantos castigos, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿te lamentas? Sin embargo es nada todavía, vendrán los grandes castigos, la criatura se ha vuelto insufrible, bajo los castigos se rebela más, y ni siquiera quiere reconocer que es mi mano que castiga, no tengo otros medios que usar que exterminarla, así podré quitar tantas vidas que apestan la tierra y me matan la creciente generación, por tanto no esperes el fin por ahora, sino más bien otros males peores, no habrá parte de la tierra que no sea empapada de sangre”.
(3) Yo al oír esto me sentía lacerar el corazón, y Jesús queriéndome consolar me ha dicho:
(4) “Hija mía, ven en mi Voluntad para hacer lo que hago Yo, y en mi Querer podrás correr para bien de todas las criaturas, y desde dentro de la sangre donde nadan podrás salvarlas con la potencia de mi Querer, de modo que me las traerás lavadas por su propia sangre con el sello de mi Voluntad”.
(5) Y yo: “Vida mía, soy tan mala, ¿cómo puedo hacerlo?”
(6) Y Jesús: “Tú debes saber que el acto más noble, más sublime, más grande, más heroico, es hacer mi Voluntad y obrar en mi Querer, por eso, a este acto al que ningún otro podrá igualar, Yo le hago gala de todo mi amor y generosidad, y en cuanto el alma se decide a hacerlo, Yo, para darle el honor de tenerla en mi Querer, en el acto en el que los dos quereres se encuentran para fundirse el uno en el otro y hacerse uno solo, si está manchada la purifico, y si las espinas de la naturaleza humana la envuelven, las destrozo; si algún clavo la traspasa, esto es, el pecado, Yo lo pulverizo, porque nada puede entrar de mal en mi Voluntad; es más, todos mis atributos la invisten y le cambian la debilidad en fortaleza, la ignorancia en sabiduría, la miseria en riqueza, y así de todo lo demás. En los otros actos permanece siempre alguna cosa de sí, pero en éstos queda el alma despojada de toda sí misma, y Yo la lleno toda de Mí”.

+ + + +

12-17

Agosto 6, 1917

La Divina Voluntad hace feliz al alma,
aun en medio de las más grandes tempestades.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y estando yo muy afligida por las continuas amenazas de peores castigos, y por sus privaciones, me ha dicho:
(2) “Hija mía, anímate, no te abatas demasiado, mi Voluntad vuelve al alma feliz aun en medio de las más grandes tempestades, más bien se eleva tan alto, que las tempestades no la pueden tocar, si bien las ve y las siente. El lugar donde ella mora no está sujeto a tempestades, sino que es siempre sereno y con sol radiante, porque su origen está en el Cielo, su nobleza es divina, su santidad está en Dios, donde está custodiada por Dios mismo, porque celoso de la santidad de esta alma que vive de mi Querer, la custodio en lo más íntimo del corazón y digo: Nadie me la toque, porque mi Querer es intangible, es sagrado, y todos deben hacer honor a mi Querer”.

+ + + +

12-18
Agosto 14, 1917

Jesús no hacía otra cosa que darse en poder de la Voluntad del Padre. Ejemplo de la Santidad
del vivir en el Divino Querer.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús, de prisa ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo no hacía otra cosa que darme en poder de la Voluntad del Padre, si pensaba, pensaba en la mente del Padre; si hablaba, hablaba en la boca y con la lengua del Padre; si obraba, obraba en las manos del Padre; también el respiro respiraba en Él, y todo lo que hacía iba ordenado como Él quería. Así que podía decir que mi Vida la desarrollaba en el Padre, y Yo era el portador del Padre, porque todo encerré en su Querer y nada hacía por Mí, mi punto principal era la Voluntad del Padre, porque Yo no ponía atención a Mí mismo, ni por las ofensas que me hacían interrumpía mi curso, sino que siempre volaba más a mi centro, y mi Vida natural terminó cuando en todo cumplí la Voluntad del Padre. Así tú hija mía, si te das en poder de mi Voluntad, no tendrás más pensamiento de nada, mi misma privación que tanto te atormenta y te consume, corriendo en mi Voluntad encontrará el sostén, mis besos escondidos, mi Vida en ti vestida de ti, en tu mismo latido sentirás el mío, ardiente y doliente, y si no me ves, me sientes, mis brazos te estrechan, y ¿cuántas veces no sientes mi movimiento, mi aliento refrescante que calma tus ardores? Tú sientes todo esto, y cuando haces por ver quién te ha estrechado, quién te ha dado su aliento, y no me ves, Yo te sonrío y te beso con los besos de mi Querer y me escondo más en ti, para sorprenderte de nuevo y para darte un avance de más en mi Voluntad. Por eso no me amargues con afligirte, sino déjame hacer, el vuelo de mi Querer no se detenga jamás en ti, de otra manera obstaculizarías mi Vida en ti, mientras que con el vivir de mi Querer, Yo no encuentro impedimento y hago crecer y desarrollo mi Vida como quiero”.
(3) Ahora, para obedecer quiero decir dos palabras acerca de la diferencia del vivir resignado a la Divina Voluntad, y el vivir en el Divino Querer:
(4) Primero, vivir resignado según mi pobre parecer, significa resignarse en todo a la Voluntad Divina, tanto en las cosas prosperas como en las adversas, mirando en todas las cosas a la Divina Voluntad, el orden de las disposiciones divinas que tiene sobre todas las

criaturas, y que ni siquiera un cabello puede caer de nuestra cabeza si el Señor no lo quiere. Me parece que es como un buen hijo que va adonde quiere el padre, sufre lo que quiere el padre; rico o pobre le es indiferente, porque está contento sólo con ser lo que el padre quiere; si recibe o pide órdenes de ir a alguna parte para el desempeño de alguna empresa, él va solamente porque lo ha querido el padre, pero mientras dura el tiempo de estar lejos debe tomar un descanso, detenerse para reposar, tomar el alimento, tratar con personas, por tanto debe poner mucho de su querer a pesar de que va porque lo ha querido el padre, pero en tantas cosas se encuentra en la ocasión de hacer por sí mismo, por lo tanto puede estar los días, los meses, lejos del padre, sin estar en todas las cosas especificada la voluntad del padre. Así que a quien vive resignado al Divino Querer le es casi imposible no mezclar su voluntad en lo que hace, será un buen hijo, pero no tendrá en todo los pensamientos, las palabras, la vida del padre retratada del todo en él, porque debiendo ir, regresar, seguir, tratar con otros, el amor queda roto, porque sólo la unión continuada hace crecer el amor, y jamás se rompe, y la corriente de la voluntad del padre no está en comunicación continua con la corriente de la voluntad del hijo, y en aquellos intervalos el hijo puede habituarse a hacer la propia voluntad; sin embargo creo que es el primer paso hacia la santidad.
(5) Segundo, vivir en el Divino Querer, quisiera la mano de mi amable Jesús para escribirlo. ¡Ah! sólo Él podría decir todo lo bello, lo bueno y lo santo del vivir en el Divino Querer, yo soy incapaz, tengo muchos conceptos en la mente pero me faltan las palabras. Jesús mío, vuélcate en mi palabra, y yo diré lo que puedo:
(6) Vivir en el Divino Querer significa inseparabilidad, no hacer nada por sí mismo, porque delante al Divino Querer se siente incapaz de todo, no pide órdenes ni las recibe, porque se siente incapaz de ir solo y dice: “Si quieres que haga, hagamos juntos, y si quieres que vaya, vayamos juntos”. Así que hace todo lo que hace el Padre: Si el Padre piensa, hace suyos los pensamientos del Padre, y no hace ni un pensamiento de más de los que hace el Padre; si el Padre mira, si habla, si obra, si camina, si sufre, si ama, también ella mira lo que mira el Padre, repite las palabras del Padre, obra con las manos del Padre, camina con los pies del Padre, sufre las mismas penas del Padre y ama con el amor del Padre; vive no fuera sino dentro del Padre, así que es el reflejo y el retrato perfecto del Padre; lo que no es para quien vive solamente resignado. A este hijo es imposible encontrarlo sin el Padre, ni al Padre sin él, y no sólo externamente, sino que todo su interior se ve como entretejido con el interior del Padre, transformado, perdido todo, todo en Dios. ¡Oh, los vuelos rápidos y sublimes de este hijo en el Querer Divino! Este Querer Divino es inmenso, a cada instante circula en todos, da vida y ordena todo, y el alma espaciándose en esta inmensidad vuela hacia todos, ayuda a todos, ama a todos, pero como ayuda y ama el mismo Jesús, lo que no puede hacer quien vive sólo resignado, así que a quien vive en el Divino Querer le es imposible hacer por sí solo, más bien siente náusea de su obrar humano, aunque sea santo, porque en el Divino Querer, las cosas, aún las más pequeñas, toman otro aspecto, adquieren nobleza, esplendor, santidad divina, potencia y belleza divinas, se multiplican al infinito, y en un instante hace todo y después que ha hecho todo, dice: “No he hecho nada, lo ha hecho Jesús, y este es todo mi contento, que miserable cual soy, Jesús me ha dado el honor de tenerme en el Divino Querer para hacerme hacer lo que ha hecho Él”. Así que el enemigo no puede molestar a esta hija en si ha hecho bien o mal, poco o mucho, porque todo lo ha hecho Jesús, y ella junto con Jesús, ésta es la más pacífica, no está sujeta a ansiedades, no ama a ninguno y ama a todos, pero divinamente, se puede decir: “Es la repetidora de la Vida de Jesús, el órgano de su voz, el latido de su corazón, el mar de sus gracias”.
(7) Sólo en esto, creo, consiste la verdadera santidad; todas las demás cosas son sombras, larvas, espectros de santidad. En el Querer Divino las virtudes toman puesto en el orden divino; en cambio fuera de Él, en el orden humano, están sujetas a estima propia, a vanagloria, a pasiones. ¡Oh! cuántas obras buenas y cuántos sacramentos frecuentados son de llorarse delante a Dios, y de repararse, porque están vacíos del Divino Querer, por

tanto sin frutos. Quiera el Cielo que todos comprendieran la verdadera santidad, ¡oh! cómo todas las demás cosas desaparecerían.
(8) Por tanto, muchos se encuentran en el camino falso de la santidad, muchos la ponen en las pías prácticas de piedad, y ¡ay de quien se las estorbe! ¡Oh! cómo se engañan, si sus quereres no están unidos con Jesús, y también transformados en Él, lo que es continua oración, con todas sus pías prácticas su santidad es falsa, y se ve que estas almas pasan con mucha facilidad de las pías prácticas a los defectos, a las diversiones, a sembrar discordias y a tantas otras cosas. ¡Oh, cómo es deshonrosa esta especie de santidad! Otros ponen la santidad en ir a la iglesia y asistir a todas las funciones, pero su querer está lejano de Jesús, y se ve que estas almas poca atención ponen a sus propios deberes, y si son impedidas se enfurecen, lloran porque su santidad se les va por el aire, se lamentan, desobedecen, son las llagas de las familias; ¡oh, qué falsa santidad! Otros la ponen en las confesiones frecuentes, en la dirección pormenorizada, en hacer escrúpulo de todo, pero luego no se hacen escrúpulo de que su querer no corre junto con el Querer de Jesús, y ¡ay de quien las contradice!; estas almas son como los globos inflados, que en cuanto se les hace un pequeño agujero, se sale el aire y su santidad se esfuma, y caen por tierra, estos pobres globos tienen siempre qué decir, son fácilmente llevados a la tristeza, viven siempre en la duda, y por eso quisieran un director para ellos, que en cada pequeña cosa los aconseje, los tranquilice, los consuele, pero pronto están más agitados que antes. Pobre santidad, cómo es falsificada, quisiera las lágrimas de mi Jesús para llorar junto con Él sobre estas santidades falsas y hacer conocer a todos cómo la verdadera santidad está en el hacer la Divina Voluntad y vivir en el Divino Querer, esta santidad echa sus raíces tan profundas, que no hay peligro de que oscile, porque llena Cielo y tierra, y dondequiera encuentra su apoyo; es firme, no sujeta a inconstancias, a defectos voluntarios, atenta a los propios deberes, es la más sacrificada, desapegada de todos y de todo, aun de las mismas direcciones, y como sus raíces son profundas, se eleva tan alto, que las flores y los frutos florecen en el Cielo, y está tan escondida en Dios que la tierra poco o nada ve de esta alma; el Querer Divino la tiene absorbida en Él; sólo Jesús es el artífice, la vida, la forma de la santidad de esta envidiable criatura, no tiene nada de suyo, sino todo es en común con Jesús, su pasión es el Divino Querer; su característica es el Querer de su Jesús, y el Fiat es su movimiento continuo.
(9) En cambio la pobre y falsa santidad de los globos está sujeta a continuas inconstancias, y mientras parece que los globos de su santidad se inflan tanto, que parece que vuelan por el aire a una cierta altura, tanto que muchos y los mismos directores quedan admirados, pero pronto se desengañan; y basta para hacer desinflar estos globos, una humillación, una preferencia usada por los directores con cualquier otra persona, creyéndolas un robo que les hacen, pues se creen las más necesitadas, por tanto, mientras se hacen escrúpulo de tonterías, después llegan a desobedecer; es la envidia y la polilla de estos globos, que royéndoles el bien que hacen, les va sacando el aire y el pobre globo se desinfla y cae por tierra, llegando a ensuciarse de tierra, y entonces se ve la santidad que había en el globo; ¿y qué cosa se encuentra? Amor propio, resentimiento, pasiones escondidas bajo aspecto de bien, y se tiene ocasión para decir: Se han hecho juguete del demonio; así que de toda la santidad, no se ha encontrado otra cosa que un amasijo de defectos, aparentemente disfrazados de virtud. Pero, ¿quién puede decir todo? Sólo Jesús sabe los males peores de esta falsa santidad, de esta vida devota sin fundamento, porque está apoyada sobre una falsa piedad. Estas falsas santidades son las vidas espirituales sin fruto, estériles, que son causa de hacer llorar, quién sabe cuánto, a mi amable Jesús; son el malhumor de la sociedad, las cruces de los mismos directores, de las familias. Se puede decir que llevan junto a ellos un aire maléfico que daña a todos.
(10) ¡Oh, qué diferente es la santidad del alma que vive en el Querer Divino! Estas almas son la sonrisa de Jesús, están alejadas de todos, aun de los mismos directores, sólo Jesús es todo para ellas, así que no son suplicio para ninguno; el aire benéfico que poseen embalsama a todos, son el orden y la armonía de todos. Jesús, celoso de estas almas, se

hace actor y espectador de lo que hacen, ni siquiera un latido, un respiro, un pensamiento que Él no regule y domine. Jesús las tiene tan absorbidas en el Divino Querer, que difícilmente pueden recordarse que viven en el exilio.

+ + + +

12-19
Septiembre 18, 1917

Efectos de la constancia en el bien.

(1) Continuando mi habitual estado, me la he pasado en penas, mucho más que mi Mamá Celestial se había hecho ver llorando, y habiéndole preguntado, ¿Mamá mía, por qué lloras? Me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿cómo no debo llorar si el fuego de la justicia divina quisiera devorar todo? El fuego de las culpas devora todo el bien de las almas, y el fuego de la justicia quiere destruir todo lo que pertenece a las criaturas, y viendo que el fuego corre, lloro, por eso, reza, reza”.
(3) Después me lamentaba con Jesús por sus privaciones, me parecía que sin Él no podía más, y mi amable Jesús, movido a compasión de mi pobre alma, ha venido y transformándome en Él me ha dicho:
(4) “Hija mía, paciencia, la constancia en el bien pone todo a salvo, más bien te digo que cuando tú, privada de Mí, luchas entre la vida y la muerte por el dolor de estar privada de tu Jesús, y a pesar de todo esto eres constante en el bien y nada descuidas, no haces otra cosa que exprimirte a ti misma, y al exprimirte sale el amor propio, las satisfacciones naturales, la naturaleza queda como deshecha y queda sólo un zumo tan puro y dulce, que Yo con mucho gusto tomo y me endulzo y te miro con tanto amor y ternura, de sentir tus penas como si fueran mías. Así si estás fría, árida o de otro modo y eres constante, son otras tantas exprimidas que te das a ti misma, y más zumo formas para mi corazón amargado. Sucede como con un fruto espinoso y de cáscara dura, pero que dentro contiene una sustancia dulce y útil; si la persona es constante en quitar las espinas, al exprimir aquel fruto extraerá toda la sustancia del fruto y gustará lo exquisito de ese fruto, así que el pobre fruto ha quedado vacío de lo exquisito que contenía y las espinas y la cáscara han sido tiradas. Así el alma, en la frialdad, en la aridez, arroja a tierra las satisfacciones naturales, se vacía de sí misma y con la constancia se exprime a sí misma, y el alma queda con el fruto puro del bien, y Yo disfruto lo dulce de éste. Así que si eres constante, todo te servirá para bien, y Yo apoyaré con seguridad mis gracias”.

+ + + +

12-20
Septiembre 28, 1917

Los actos hechos en la Divina Voluntad son soles que iluminan a todos, y servirán para hacer que se salve quien tenga un poco de buena voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las tinieblas son densas, y las criaturas se precipitan cada vez más; es más, en estas tinieblas van cavando el precipicio donde perecerán. La mente del hombre ha quedado ciega, no tiene más luz para mirar el bien, sino sólo el mal, y el mal lo inundará y lo hará perecer, así que donde creía encontrar salvación, encontrará la muerte. ¡Ah, hija mía! ¡Ah, hija mía!”

(3) Después ha agregado: “Los actos hechos en mi Voluntad son como soles que iluminan a todos, y mientras dura el acto de la criatura en mi Voluntad, un sol de más resplandece en las mentes ciegas, y quien tiene un poco de buena voluntad encontrará luz para salvarse del precipicio, los demás, todos perecerán, por eso en estos tiempos de densas tinieblas, cuánto bien hacen los actos de la criatura hechos en mi Voluntad, quien se salve será únicamente en virtud de estos actos”.
(4) Dicho esto se ha retirado. Después ha regresado de nuevo y ha agregado:
(5) “El alma que hace mi Voluntad y vive en Ella, puedo decir que es mi carroza y Yo tengo las riendas de todo; tengo las riendas de la mente, de los afectos, de los deseos, y ni siquiera una dejo en su poder, y sentándome sobre su corazón para estar más cómodo, mi dominio es completo y hago lo que quiero, ahora hago correr la carroza, ahora la hago volar, ahora me lleva al Cielo, ahora giro toda la tierra, ahora me detengo, ¡oh, cómo soy glorioso, victorioso y domino e impero! Si después el alma no hace mi Voluntad y vive del querer humano, la carroza se deshace, me quita las riendas y Yo quedo sin dominio, como un pobre rey expulsado de su reino, y el enemigo toma mi puesto, y las riendas quedan en poder de las propias pasiones”.

+ + + +

12-21
Octubre 4, 1917

Las penas, la sangre de Jesús corren junto al hombre para sanarlo y salvarlo.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús me ha transportado fuera de mí misma, Él estaba en mis brazos y su rostro tan cerca al mío, que suavemente me besaba, como si no quisiera que yo lo advirtiera, pero habiendo repetido sus besos yo no he podido contenerme de corresponderle con mis besos, pero mientras lo besaba me ha venido el pensamiento de besar sus santísimos labios e intentar chupar las amarguras que contenía, pues, quien sabe, tal vez Jesús no quiera dármelas. Más tardé en pensarlo que en hacerlo, lo he besado y me he puesto a chupar, pero no salía nada, le he rogado que derramara en mí sus amarguras y de nuevo y con más fuerza he chupado, pero nada. Mi Jesús parecía que sufría por los esfuerzos que le hacía, y habiéndome puesto a chupar con más fuerza la tercera vez, sentía venir en mí el aliento amarguísimo de Jesús, y he visto a través de su garganta una cosa dura que no podía salir, e impedía que las amarguras que Él contenía salieran para verterlas en mí. Y mi afligido Jesús, casi llorando me ha dicho:
(2) “Hija mía, hija mía, resígnate, ¿no ves qué obstáculo me ha puesto el hombre con el pecado que me impide hacer partícipe de mis amarguras a quien me ama? ¡Ah!, ¿no recuerdas cuando antes te decía: “Déjame hacer, de otra manera el hombre llegará al punto de hacer tanto mal de agotar el mismo mal, y no saber ya qué otro mal hacer?”. Y tú no querías que castigara al hombre, y el hombre empeora siempre, ha reunido en sí tanta pus, que ni la guerra ha podido hacer salir esta pus; la guerra no ha derribado al hombre, más bien lo ha envalentonado de más; la revolución lo hará enfurecerse, la miseria lo hará desesperar y entregarse en brazos del delito, y todo esto servirá para hacer salir de alguna manera toda la podredumbre que contiene el hombre, y entonces mi bondad, no indirectamente por medio de las criaturas, sino directamente desde el Cielo castigará al hombre, y estos castigos serán como benéfico rocío que bajará del Cielo, que abatirá al hombre, y tocado por mi mano se reconocerá a sí mismo, se despertará del sueño de la culpa y reconocerá a su Creador. Por eso hija, ruega para que todo sea para bien del hombre”.

(3) Jesús ha quedado con su amargura, y yo afligida porque no he podido aliviarlo, pues apenas sentía su aliento amargo y me he encontrado en mí misma. Me sentía inquieta, las palabras de Jesús me atormentaban, ante mí mente veía el terrible futuro, y Jesús para tranquilizarme ha regresado, y casi para distraerme me ha dicho:
(4) “¡Cuánto amor, cuánto amor! Mira, mientras Yo sufría y la pena se detenía en Mí, Yo le decía: “Pena mía, ve, corre, corre, ve en busca del hombre, ayúdalo, y mis penas sean la fuerza de las suyas”. Mientras derramaba mi sangre decía a cada gota: “Corran, corran, sálvenme al hombre, y si está muerto denle la vida, pero la Vida Divina, y si huye corran detrás de él, circúndenlo por todos lados, confúndanlo de amor hasta que se rinda”. Al irse formando las llagas en mi cuerpo bajo los flagelos, repetía: “Llagas mías, no os estéis Conmigo, sino buscad al hombre y si lo encontráis llagado por la culpa, poneos como medicina para sanarlo”. Así que todo lo que hacía y decía, todo lo ponía en torno al hombre para ponerlo a salvo. Ahora, también tú, por amor mío, nada tengas para ti, sino que todo hazlo correr junto al hombre para salvarlo, y Yo te miraré como otro Yo mismo”.

+ + + +

12-22
Octubre 8, 1917

Todo lo que ha sido hecho por Jesús es eterno.
Las almas que aman a Jesús lo suplen.

(1) Continuando mi habitual estado, mi amable Jesús en cuanto ha venido, estando yo con muchas penas, me ha dicho:
(2) “Hija mía, lo que ha sido hecho por Mí, todo es eterno, así que mi Humanidad sufriente no debía ser para un tiempo, sino hasta que el mundo sea mundo, y como mi Humanidad en el Cielo no es ya capaz de sufrir, me sirvo de la humanidad de las criaturas, haciéndolas participar de mis penas para continuar mi Humanidad en la tierra; y esto con justicia, porque estando Yo en la tierra incorporé en Mí todas las humanidades de las criaturas para ponerlas a salvo y hacer todo para ellas; ahora estando en el Cielo difundo esta mi Humanidad en ellas, especialmente en quien me ama, difundo mis penas y todo lo que hizo mi Humanidad para el bien de las almas descarriadas, para decir al Padre: “Mi Humanidad está en el Cielo, pero también en la tierra, en las almas que me aman y sufren”. Por eso mi satisfacción hacia el Padre es siempre completa, mis penas están siempre en acto, porque las almas que me aman me suplen, por eso consuélate cuando sufres, porque recibes el honor de suplirme”.

+ + + +

12-23
Octubre 20, 1917

Cómo el alma puede hacerse hostia por amor de Jesús.

(1) Habiendo recibido a mi Jesús, estaba pensando cómo podría devolver amor por amor, y me resultaba imposible el poderme restringir, empequeñecerme, como hace Jesús en la hostia por amor mío; esto no está en mi poder, como sí lo está en el de Jesús. Y mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, si no puedes restringirte toda tú dentro del breve giro de una hostia por amor mío, puedes muy bien restringirte toda tú en mi Voluntad, para poder formar la hostia de ti en mi Voluntad. Cada acto que hagas en mi Voluntad me formarás una hostia, y Yo me alimentaré de ti como tú de Mí. ¿Qué cosa forma la hostia? Mi Vida en ella. ¿Qué

cosa es mi Voluntad? ¿No es toda mi Vida? Así que también tú puedes hacerte hostia por amor mío; por cuantos más actos hagas en mi Voluntad, tantas hostias de más formarás para restituirme amor por amor”.

+ + + +

12-24
Octubre 23, 1917

Primer acto que hizo Jesús al recibirse Sacramentado.

(1) Esta mañana, después de haber recibido al bendito Jesús estaba diciéndole: “Vida mía Jesús, dime, ¿cuál fue el primer acto que hiciste cuando te recibiste a Ti mismo Sacramentalmente”.
(2) Y Jesús: “Hija mía, el primer acto que hice fue el de multiplicar mi Vida en tantas Vidas mías por cuantas criaturas puedan existir en el mundo, a fin de que cada una tuviera una Vida mía únicamente para ella, que continuamente reza, agradece, da satisfacción, ama, por ella sola, como también multiplicaba mis penas por cada alma, como si por ella sola sufriera y no por otros. En aquel momento supremo de recibirme a Mí mismo, Yo me daba a todos, y a sufrir en cada uno de los corazones mi Pasión, para poder sojuzgar los corazones por vía de penas y de amor, y dándoles todo lo mío divino, venía a tomar el dominio de todos. Pero, ¡ay de Mí! mi amor quedó desilusionado por muchos y espero con ansia los corazones amantes, que recibiéndome se unan Conmigo para multiplicarse en todos, deseando y queriendo lo que quiero Yo, para tomar al menos de ellos lo que no me dan los otros, y para recibir el contento de tenerlos conforme a mi deseo y a mi Voluntad. Por eso hija mía, cuando me recibas haz lo que hice Yo, y Yo tendré el contento de que al menos seamos dos que queremos la misma cosa”.
(3) Pero mientras esto decía, Jesús estaba muy afligido, y yo le he dicho: “Jesús, ¿qué tienes que estás tan afligido?”
(4) “¡Ay, ay, cuantos males como torrente impetuosa inundarán los países, cuántos males, cuántos males! Italia está atravesando horas tristes, tristísimas. Estréchense más a Mí, estén de acuerdo entre ustedes, rueguen a fin de que los males no sean peores”.
(5) Y yo: “¡Ah! mi Jesús, ¿qué será de mi país? No será que ya no me quieres como antes, porque queriéndome Tú perdonabas en algo los castigos”.
(6) Y Él casi llorando: “No es verdad, te quiero bien”.

+ + + +

12-25
Noviembre 2, 1917

Lamentos de Jesús. Amenazas de castigos para Italia.

(1) Continuando mi habitual estado, entre privaciones, penas y amarguras, especialmente por tantos males que se oyen, y por la entrada de los extranjeros en Italia, rogaba al buen Jesús que detuviera a los enemigos y le decía: “¿Era ésta tal vez la inundación que Tú decías en días pasados?” y el buen Jesús, viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, esta era la inundación que te decía, y la invasión continuará avanzando, los extranjeros continuarán invadiendo Italia, mucho se lo han merecido. Yo había escogido a Italia como una segunda Jerusalén; ella por correspondencia ha desconocido mis leyes, me ha negado los derechos que me correspondían; ¡ah! puedo decir que no se comporta más como hombre, sino como bestia y ni siquiera bajo el pesado flagelo de la

guerra me ha reconocido y quiere seguir adelante como mi enemigo. Justamente se ha merecido la derrota y la continuaré humillando hasta el polvo”.
(3) Y yo interrumpiéndolo: “Jesús, ¿qué dices? ¡Pobre patria mía, cómo serás lacerada!
¡Jesús, piedad, detén la corriente de los extranjeros!”
(4) Y Jesús: “Hija mía, con sumo dolor debo permitir que los extranjeros avancen; tú porque no amas a las almas tanto como Yo quisieras la victoria, pero si Italia vence será la ruina para las almas, su soberbia llegaría a tanto que arruinaría el poco avance de bien que hay en la nación, y se pondría como ejemplo ante los pueblos como nación que sabe hacer las cosas sin Dios. ¡Ah, hija mía, los flagelos continuarán, los países serán devastados, los despojaré de todo, el pobre y el rico serán una misma cosa. No han querido conocer mis leyes; de la tierra se han hecho un dios para cada uno, y Yo con despojarlos les haré conocer qué cosa es la tierra; con el fuego la purificaré, porque es tanta la peste que exhala, que no puedo tolerarla; muchos quedarán sepultados en el fuego, y así volveré juiciosa la tierra. Es necesario, lo requiere la salvación de las almas; te había dicho desde hace ya mucho tiempo de estos flagelos, y ahora el tiempo ha llegado, pero no del todo aún, otros males vendrán. Enmendaré la tierra, enmendaré la tierra”.
(5) Y yo: “Jesús mío, aplácate, basta por ahora”.
(6) Y Él: “¡Ah, no! Tú reza y Yo haré menos cruel al enemigo”.

+ + + +

12-26
Noviembre 20, 1917

Jesús hará reaparecer la santidad del vivir en su Voluntad.

(1) Continuando mi estado aún más doloroso, mi siempre amable Jesús viene y huye como un relámpago, y no me da tiempo ni siquiera de rogarle por los tantos males que la pobre humanidad sufre, especialmente mi amada patria. Qué golpe para mi corazón la entrada de los extranjeros en ella, creía que Jesús me lo había dicho antes para hacerme rezar; y si al venir le suplico me dice: “Seré inexorable”. Y si le insisto diciéndole: “Jesús,
¿no quieres tener compasión? ¿No ves cómo las ciudades son destruidas, cómo la gente queda desnuda y hambrienta? ¡Ah Jesús, cómo te has hecho duro!” Él me responde:
(2) “Hija mía, a Mí no me interesan las ciudades, las grandezas de la tierra, sino me importan las almas. Las ciudades, las iglesias y lo demás, después de destruidas se podrán rehacer; en el diluvio, ¿no destruí Yo todo? Y después, ¿no se rehizo de nuevo? Pero las almas, si se pierden es para siempre, no hay quien me las dé nuevamente. ¡Ah, Yo lloro por las almas! Por la tierra han desconocido el Cielo, Yo destruiré la tierra, haré desaparecer las cosas más bellas que como cadenas atan al hombre”.
(3) Y yo: “Jesús, ¿qué dices?”
(4) Y Él: “Ánimo, no te abatas, seguiré adelante; tú ven en mi Querer, vive en Él, a fin de que la tierra no sea más tu habitación, sino que tu habitación sea Yo mismo, así estarás del todo al seguro. Mi Querer tiene el poder de volver al alma transparente, y entonces, como el alma es transparente, lo que Yo hago se refleja en ella: si Yo pienso, mi pensamiento se refleja en su mente y se hace luz, y el suyo como luz se refleja en el mío; si miro, si hablo, si amo, etc., como tantas luces se reflejan en ella, y ella en Mí, así que estamos en continuos reflejos, en comunicación perenne, en amor recíproco, y como Yo me encuentro en todas partes, los reflejos de estas almas me llegan en el Cielo, en la tierra, en las hostias Sacramentales, en los corazones de las criaturas; dondequiera y siempre luz doy y luz me envían, amor doy y amor me dan, son mis habitaciones terrestres donde me refugio de las náuseas que me dan las demás criaturas. ¡Oh! el bello vivir en mi Querer, me agrada tanto, que haré desaparecer todas las demás santidades, bajo cualquier otro aspecto de virtud en las futuras generaciones, y haré reaparecer la santidad

del vivir en mi Voluntad, que son y serán no las santidades humanas, sino divinas, y su santidad será tan alta, que como soles eclipsarán las estrellas más bellas de los santos de las pasadas generaciones, por esto quiero purgar la tierra, porque es indigna de estos portentos de santidad”.

+ + + +

12-27
Noviembre 27, 1917

La Santidad del vivir en el Divino Querer está exenta de interés personal y de pérdida de tiempo.

(1) Continúo sólo por obedecer. Mi siempre amable Jesús parece que tiene ganas de hablar del vivir en su Santísimo Querer; parece que mientras habla de su Santísima Voluntad olvida todo y hace olvidar todo; el alma no encuentra otra cosa que la necesidad, otro bien, que vivir en su Querer. Entonces mi dulce Jesús, después de haber escrito el día 20 de Noviembre acerca de su Querer, disgustándose conmigo me ha dicho:
(2) “Hija mía, no has dicho todo, quiero que no dejes de escribir ninguna cosa cuando Yo te hablo de mi Querer, aun las más pequeñas cosas, porque todas servirán para bien de los que vendrán. En todas las santidades ha habido siempre los santos que han dado inicio a las diferentes especies de santidad, así que hubo el santo que inicio la santidad de los penitentes, otro que inició la santidad de la obediencia, otro la de la humildad y así de todas las otras santidades. Ahora, el inicio de la santidad del vivir en mi Querer quiero que seas tú. Hija mía, todas las demás santidades no están exentas de pérdida de tiempo y de interés personal, como por ejemplo: Un alma que vive en todo a la obediencia tiene mucha pérdida de tiempo; aquel hablar y hablar continuado la distraen de Mí, pone la virtud en lugar mío, y si no tiene la oportunidad de tomar todas las órdenes, vive inquieta. Otra que sufre tentaciones, ¡oh! cuánta pérdida de tiempo, no se cansa de decir todos sus obstáculos y pone la virtud del sufrimiento en lugar mío, y muchas veces estas santidades se esfuman. Pero la santidad del vivir en mi Querer está exenta de interés personal, de pérdida de tiempo, no hay peligro de que Me cambien por la virtud, porque el vivir en mi Querer soy Yo mismo. Esta fue la santidad de mi Humanidad en la tierra, y por eso hizo todo y por todos, y sin la sombra del interés. El interés propio quita el sello de la santidad divina, por esto jamás puede ser sol, a lo más, por cuan bella sea, puede ser una estrella. Por eso quiero la santidad del vivir en mi Querer; en estos tiempos tan tristes la generación tiene necesidad de estos soles que la calienten, la iluminen, la fecunden; el desinterés de estos ángeles terrestres, todo para bien de los demás, sin la sombra de interés propio, abrirá el camino en los corazones de todos para recibir mi gracia.
(3) Además, las iglesias son pocas, muchas serán destruidas; muchas veces no encuentro sacerdotes que me consagren, otras veces permiten que almas indignas me reciban, y que almas dignas no me reciban, otras veces las almas no pueden recibirme, así que mi amor se encuentra obstaculizado. Por eso quiero hacer la santidad del vivir en mi Querer, en ella no tendré necesidad de sacerdotes para consagrarme, ni de iglesias, ni de tabernáculos, ni de hostias, sino que estas almas serán todo junto: Sacerdotes, iglesias, tabernáculos y hostias. Mi amor estará más libre, cada vez que quiera consagrarme lo podré hacer, a cada momento, de día, de noche, en cualquier lugar donde esas almas se encuentren, ¡oh, cómo mi amor tendrá su desahogo completo! ¡Ah, hija mía, la presente generación merece ser destruida del todo, y si permitiré que algo poco quede de ella, es para formar estos soles de la santidad del vivir en mi Querer, que a ejemplo mío me reharán de todo lo que me debían las otras criaturas, pasadas, presentes y futuras. Entonces la tierra me dará verdadera gloria y mi Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, tendrá su cumplimiento y conclusión”.


+ + + +

12-28
Diciembre 6, 1917

Por qué a Jesús jamás le pueden agradar los actos hechos fuera de su Querer.

(1) Después de haber recibido a Jesús en el sacramento, estaba diciéndole: “Te beso con el beso de tu Querer, Tú no estás contento si te doy solamente mi beso, sino que quieres el beso de todas las criaturas, y yo por eso te doy el beso en tu Querer, porque en Él encuentro a todas las criaturas, y sobre las alas de tu Querer tomo todas sus bocas y te doy el beso de todos, y mientras te beso, te beso con el beso de tu amor, a fin de que no con mi amor te bese, sino con tu mismo amor, y Tú sientas el contento, las dulzuras, la suavidad de tu mismo amor en los labios de todas las criaturas, de modo que atraído por tu mismo amor, te obligo a dar tu beso a todas las criaturas”. Pero, ¿quién puede decir mis tantos desatinos que decía a mi amable Jesús? Entonces mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo me es dulce ver, sentir al alma en mi Querer; sin que ella lo perciba se encuentra en las alturas de mis actos, de mis oraciones, del modo como Yo hacía estando sobre esta tierra, se pone casi a mi nivel. Yo en mis más pequeños actos encerraba a todas las criaturas, pasadas, presentes y futuras, para ofrecer al Padre actos completos a nombre de todas las criaturas, ni siquiera un respiro de criatura se me escapó de quedar encerrado en Mí, de otra manera el Padre habría podido encontrar excepciones en reconocer a las criaturas y todos los actos de ellas, por no haber sido hechos por Mí ni salido de Mí, y me hubiera podido decir: “No has hecho todo ni por todos, tu obra no está completa, no puedo reconocer a todos porque no a todos los has reincorporado en Ti, y Yo quiero reconocer sólo lo que has hecho Tú”. Por eso en la inmensidad de mi Querer, de mi amor y poder, hice todo y por todos. Entonces, ¿cómo me pueden agradar las demás cosas, por bellas que sean, fuera de mi Querer? Son siempre actos bajos y humanos y delimitados; en cambio los actos en mi Querer son nobles, divinos, sin término, infinitos, cual es mi Querer, son semejantes a los míos y Yo les doy el mismo valor, amor y poder de mis mismos actos, los multiplico en todos, los extiendo a todas las generaciones, a todos los tiempos. Qué me importa que sean pequeños, son siempre mis actos repetidos y basta; y además, el alma se pone en su verdadera nada, no en la humildad, en la cual siempre se siente algo de sí misma, y como nada entra en el Todo y obra Conmigo, en Mí y como Yo, toda despojada de sí, no poniendo atención ni al mérito ni al interés propio, sino toda atenta en darme contento, dándome dominio absoluto en sus actos, sin querer saber lo que hago con ellos, sólo un pensamiento la ocupa, el vivir en mi Querer, pidiéndome que le dé tal honor. He aquí por qué la amo tanto, y todas mis predilecciones, mi amor, son para esta alma que vive en mi Querer; y si amo a las demás es en virtud del amor con el que amo a esta alma y que desciende de ella, igual que como el Padre ama a las criaturas en virtud del amor con el que me ama a Mí”.
(3) Y yo: “Cómo es cierto lo que Tú dices, que en tu Querer no se quiere nada, ni se quiere saber nada. Si se quiere hacer algo es sólo porque lo has hecho Tú, se siente el deseo ardiente de repetir las cosas tuyas, todo lo demás desaparece, no se quiere hacer más nada!”.
(4) Y Jesús: “Y Yo la hago hacer todo, y le doy todo”.

+ + + +

12-29
Diciembre 12, 1917


El sol da una semejanza de los actos hechos en el Divino Querer.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba fundiéndome toda en el Santo Querer de mi dulce Jesús, y rezaba, amaba y reparaba; y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres una similitud de los actos hechos en mi Querer? Mira hacia lo alto y ahí encontrarás el sol, un círculo de luz que tiene sus límites, su forma, pero la luz que sale de este sol, de dentro de los límites de su redondez, llena la tierra, se extiende dondequiera, no en forma redonda sino donde encuentra tierra, montes, mares para iluminar y para revestir con su calor; tanto, que el sol con la majestad de su luz, con el benéfico influjo de su calor y con investir a todos, se vuelve el rey de todos los planetas y tiene la supremacía sobre todas las cosas creadas. Ahora, así son los actos hechos en mi Querer, y aún más, la criatura al obrar, su acto es pequeño, limitado, pero conforme entra en mi Querer se hace inmenso, inviste a todos, da luz y calor a todos, reina sobre todos, adquiere la supremacía sobre todos los demás actos de las criaturas, tiene derecho sobre todos; así que impera, gobierna, conquista, no obstante su acto es pequeño, pero con hacerlo en mi Querer ha sufrido una transformación increíble, que ni al ángel le es dado comprenderlo, sólo Yo puedo medir el justo valor de estos actos hechos en mi Voluntad, son el triunfo de mi gloria, el desahogo de mi amor, el cumplimiento de mi Redención, y me siento como compensado de la misma Creación, por eso siempre adelante en mi Querer”.

+ + + +

12-30
Diciembre 28, 1917

Jesús quiere los actos continuos de la criatura, no importa que sean pequeños, con tal que esté el movimiento, el germen, Él los une a los suyos y los hace grandes.

(1) Continuando mi habitual estado y estando un poco sufriente pensaba entre mí: “Cómo será que no me es dado poder encontrar reposo ni de noche ni de día; más bien, por cuanto más débil y sufriente, tanto más mi mente está despierta e imposibilitada para tomar reposo”. Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú no sabes la razón, pero Yo la sé y ahora te la digo a ti. Mi Humanidad no tuvo reposo, y en mi mismo sueño no tuve tregua, sino que intensamente trabajaba, y esto porque debiendo dar vida a todos y a todo, y rehacer en Mí todo, me convenía trabajar sin interrumpir un instante, y quien debe dar vida debe ser un continuo movimiento y un acto jamás interrumpido, así que Yo estaba en continuo acto de hacer salir de Mí vidas de criaturas y de recibirlas. Si Yo hubiera querido reposar, ¿cuántas vidas no hubieran salido, cuántas no teniendo mi acto continuo no se hubieran desarrollado y hubieran quedado marchitas, cuántas no hubieran entrado en Mí faltándoles el acto de vida de quien es el único que puede dar vida? Ahora hija mía, queriéndote junto Conmigo en mi Querer, quiero tu acto continuo, así que tu mente despierta es acto, el murmullo de tu oración es acto, los movimientos de tus manos, los latidos de tu corazón, el mover de tu mirada, son actos, serán pequeños, pero qué me importa, con tal que esté el movimiento, el germen Yo los uno a los míos y los hago grandes, y les doy virtud de producir vidas. Tampoco mis actos fueron todos aparentemente grandes, especialmente cuando Yo, pequeño, gemía, chupaba la leche de mi Mamá, me entretenía en besarla, acariciarla, entrelazar mis manitas a las suyas; más grande cortaba flores, tomaba el agua y otras cosas, éstos eran todos actos pequeños, pero estaban unidos en mi Querer, en mi Divinidad, y esto bastaba; y entonces se volvían tan grandes de poder crear millones y miles de millones de vidas. Así que mientras gemía, de mis gemidos salían vidas de criaturas; mamaba, besaba,

acariciaba, pero eran vidas que salían; en mis dedos entrelazados con las manos de mi Mamá corrían las almas, y mientras cortaba las flores y tomaba el agua, eran almas que salían del latido de mi increado corazón, y entraban; mi movimiento fue continuo, he aquí la razón de tu vigilia. Cuando veo tu movimiento, tus actos en mi Querer, que ahora se ponen a mi lado, ahora me corren en mis manos, ahora en mi voz, en mi mente, en mi corazón, Yo los hago movimiento de todos y a cada uno doy vida en mi Querer, dándoles la virtud de mis actos, y los hago correr para salvación y para bien de todos”.

+ + + +

12-31
Diciembre 30, 1917

Dolor de Jesús por quien le roba los afectos y los corazones de las criaturas.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver afligido, y se lamentaba por tantos que le roban los afectos y los corazones de las criaturas, poniéndose en su lugar en las almas y yo le he dicho: “Amor mío, ¿es tan feo este vicio que tanto te aflige?”
(2) Y Él: “Hija mía, no sólo es feo sino feísimo, es trastornar, poner de cabeza el orden del Creador y ponerse ellos encima, y a Mí debajo y decirme: “También yo soy bueno para ser Dios”. ¿Qué dirías tú si alguno robara un millón a otro y lo dejara pobre e infeliz?”
(3) Y yo: “O restituye lo robado o merece la condena”.
(4) Y Jesús: “Sin embargo cuando se me roban los afectos, los corazones, es más que robarme un millón, porque estas son cosas materiales y bajas, las otras son espirituales y altas; las primeras queriendo se pueden restituir, las segundas jamás, así que son hurtos irremediables e incancelables, y si el fuego del purgatorio purificará a estas almas, jamás podrá restituir y llenar el vacío de un solo afecto que me han quitado; sin embargo ni cuenta se dan, es más, algunos parece que van vendiendo estos afectos, y sólo están contentos cuando encuentran quien los compra para hacer adquisición de los afectos de los otros sin ningún escrúpulo. Hacen escrúpulo si roban a las criaturas, pero si se me roba a Mí, ni siquiera un solo pensamiento. ¡Ah! hija mía, Yo he dado todo a las criaturas, les he dicho: “Toma lo que quieras para ti, a Mí déjame sólo tu corazón”. No obstante se me niega, y no sólo eso, sino que me roban los afectos de los demás, y esto no es sólo por parte de los seglares, no, sino por parte de personas consagradas, por almas piadosas.
¡Oh! cuántos males hacen por ciertas direcciones espirituales demasiado dulces, por ciertas condescendencias no necesarias, por oír y oír usando modos atractivos, esto en lugar de hacer bien, es un laberinto que forman en torno a las almas, y cuando estoy obligado a entrar en esos corazones quisiera huir, viendo que los afectos no son míos, el corazón no es mío, y todo esto, ¿debido a quién? A quien debería reordenar las almas en Mí, más bien él ha tomado mi puesto, y Yo siento tales náuseas que no puedo acomodarme y estar en esos corazones, pero estoy obligado a estar hasta que los accidentes se consumen. ¡Qué estragos de almas! Estas son las verdaderas llagas de mi Iglesia. He aquí por qué tantos ministros arrancados de las iglesias, y por cuantas oraciones se me hagan Yo no puedo escucharlas, y para ellos no hay gracias, más bien respondo a ellos con el grito doliente de mi corazón: “Ladrones, vamos, salgan de mi Santuario, porque no puedo soportaros más!”
(5) Yo he quedado espantada y he dicho: “Aplácate oh Jesús, míranos en Ti como fruto de tu sangre, de tus llagas, y cambiarás los castigos en gracias”.
(6) Y Él ha agregado: “Las cosas seguirán adelante, humillaré al hombre hasta el polvo, y varios incidentes imprevistos continuarán sucediendo para confundir mayormente al hombre, y donde él cree encontrar salvación, encontrará una trampa; y donde creerá

encontrar una victoria, encontrará una derrota; donde luz, tinieblas; así que él mismo dirá: “Estoy ciego y no sé que más hacer”. Y la espada devastadora continuará devastando hasta que todo sea purificado”.

+ + + +

12-32
Enero 27, 1918

Las cosas empeorarán más.

(1) Los días son amarguísimos, el dulce Jesús casi no viene, o bien como relámpago, y en ese relámpago se hace ver secándose las lágrimas, y sin dar razón huye. Finalmente, después de mucho esperar me ha dicho:
(2) “Hija mía, después de tanto tiempo que tratas Conmigo no has aprendido a conocer mis modos y la causa de mi ausencia, muchas veces te lo he dicho, qué fácil eres para olvidar lo que te digo. Las cosas empeorarán más, ésta es la razón”.
(3) Después, encontrándome fuera de mí misma, veía y escuchaba que dos o tres naciones se debían volver impotentes para defenderse. ¡Cuántas miserias, cuántas ruinas, porque otras naciones las oprimían tanto, hasta ponerles las manos encima, de modo que quedarán impotentes!

+ + + +

12-33
Enero 31, 1918

Perderse en Jesús para poder decir: “Lo que es de Jesús es mío”.

(1) Me estaba abandonando toda en Jesús, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, piérdete en Mí, tu oración piérdela en la mía, de modo que la tuya y la mía sean una sola oración, y no se conozca cuál sea la tuya y cuál la mía; tus penas, tus obras, tu querer, tu amor, piérdelos todos con mis penas, con mis obras, etc., de manera que se mezclen las unas con las otras para formar una sola cosa, tanto que tú podrás decir: “Lo que es de Jesús es mío”. Y Yo diré: “Lo que es tuyo es mío”. Supón un vaso de agua que vacías en un recipiente grande de agua; ¿después sabrías distinguir el agua del vaso de la del recipiente? Ciertamente que no, por eso, para grandísima ganancia tuya y para sumo contento mío, repíteme frecuentemente en lo que haces: “Jesús, lo vierto en Ti, para poder hacer no mi Voluntad sino la tuya”. Y Yo rápidamente verteré mi obrar en ti”.

+ + + +

12-34
Febrero 12, 1918

Las iglesias desiertas y sin ministros.

(1) Continuando mi habitual estado, el siempre amable Jesús se hacía ver muy afligido y yo le he dicho: “Amor mío, ¿por qué estás tan afligido?”
(2) Y Él: “¡Ah! hija mía, cuando permita que las iglesias queden desiertas, los ministros dispersos, las misas disminuidas, significará que los sacrificios me son ofensas, las oraciones insultos, las adoraciones irreverencias, las confesiones pasatiempos y sin fruto;

por lo tanto, no encontrando más mi gloria, sino ofensas, ni el bien de ellos, no sirviéndome más los quito; pero este arrancar los ministros de mi Santuario significa que las cosas han llegado al punto más malo, y que la diversidad de los castigos se multiplicará. ¡Cómo es duro el hombre, cómo es duro!”

+ + + +

12-35
Febrero 17, 1918

El calor del Querer Divino destruye las imperfecciones.

(1) Me sentía un poco distraída y volcándome en el Santo Querer de Dios, pedía perdón de mi distracción, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el sol con su calor destruye los olores fétidos, la parte infecciosa que hay en el estiércol cuando éste es esparcido en la tierra para fecundar las plantas, de otra manera se podrirían y terminarían por secarse. Ahora, el calor de mi Voluntad, en cuanto el alma entra en Ella, destruye la infección, los defectos que el alma ha contraído en su distracción, por eso en cuanto adviertas la distracción, no te estés en ti misma, sino de inmediato entra en mi Querer, a fin de que mi calor te purifique e impida que te vayan a secar”.

+ + + +

12-36
Marzo 4, 1918

La firmeza produce el heroísmo.

(1) Continuando mi habitual estado me lamentaba con Jesús de mi pobre estado, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te apartes en nada, la firmeza es la virtud más grande, la firmeza produce el heroísmo, y es casi imposible que el hombre no sea, con la firmeza, un gran santo; es más, conforme va repitiendo sus actos, así va formando dos barreras, una a la derecha y la otra a la izquierda, que le sirven de apoyo y defensa, y reiterando sus actos se forma en sí una fuente de nuevo y creciente amor. La firmeza reafirma la gracia y pone el sello de la perseverancia final. Tu Jesús no teme que sus gracias puedan quedar sin efectos en las almas firmes, y por eso a torrentes Yo las vierto sobre el alma constante. Así que de un alma que hoy obra y mañana no, ahora hace un bien, ahora hace otro distinto, no hay mucho que esperar, no tendrá ningún apoyo, y ahora será lanzada a un lado y ahora a otro, morirá de hambre porque no tendrá la fuente de la firmeza que hace surgir el amor; la gracia teme derramarse, porque de Ella hará abuso y se servirá de Ella para ofenderme”.

+ + + +

12-37
Marzo 16, 1918

El alimento de Jesús.

(1) Sentía una gran necesidad y dirigía a Jesús mis dolorosos lamentos y Él, todo bondad ha salido de dentro de mi interior, vestido con una vestidura adornada de

diamantes fulgidísimos, y como despertándose de un profundo sueño, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué quieres? Tus lamentos han herido mi corazón y me he despertado para responder de inmediato a tus necesidades. Has de saber que Yo estaba en tu corazón, y a medida que tú hacías tus actos, tus oraciones, las reparaciones, conforme te vertías en mi Querer y me amabas, Yo tomaba todo para Mí y me servía de ello para alimentarme y embellecer mi vestidura de preciosos diamantes; tan es verdad esto, que mientras tú me amabas, rogabas y demás, Yo no quedaba en ayunas como si nada hicieras, Yo tomaba todo para Mí, pues tú me has dado plena libertad. Ahora, cuando el alma hace esto, Yo no sé estar en reposo en sus necesidades, y me hago todo para ella. Dime entonces, ¿qué quieres?”
(3) Yo le he dicho mis extremas necesidades, derramando amargas lágrimas, tanto, que bañaba las manos santísimas de Jesús, y el dulce Jesús me ha estrechado a su corazón, del cual vertía en el mío un agua dulcísima que toda me restauraba y luego ha agregado:
(4) “Hija mía, no temas, Yo seré todo para ti, si las criaturas te vienen a faltar, Yo haré todo, te ataré y te desataré, no te faltaré jamás, te amo demasiado, te he hecho crecer en mi Querer, eres parte de Mí mismo, te haré de guardia y diré a todos: “Nadie me la toque”. Por eso tranquilízate, que tu Jesús no te deja”.

+ + + +

12-38
Marzo 19, 1918

Jesús siente náusea por la desunión de los sacerdotes.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido todo afligido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué náusea siento por la desunión de los sacerdotes, me es intolerable. Su vida desordenada es la causa por la que mi justicia permitirá que mis enemigos les pongan las manos encima para maltratarlos; ya los malos están por echarse contra ellos, e Italia está por cometer el más grande pecado, el perseguir a mi Iglesia y mancharse las manos de sangre inocente”.
(3) Y mientras esto decía, me hacía ver a nuestras naciones aliadas devastadas, y muchos lugares desaparecidos y su soberbia abatida.

+ + + +

12-39
Marzo 26, 1918

Obrando en el Divino Querer, lo humano queda como suspendido y obra y toma lugar la Vida Divina.

(1) Continuando mi habitual estado, trataba de fundirme en el Divino Querer, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que el alma entra en mi Querer y reza, obra, sufre, etc., tantas nuevas bellezas divinas adquiere, así que un acto de más o de menos hecho en mi Voluntad, es una belleza de más o de menos que el alma adquiere, no sólo, sino que en cada acto de más que hace en mi Voluntad, toma una fuerza, una sabiduría, un amor, una santidad, y otras cosas divinas de más, y mientras toma las cualidades divinas deja las humanas, más bien obrando en mi Querer lo humano queda como suspendido, y obra y

toma lugar la Vida Divina, y mi amor tiene el desahogo de tomar actitud de obrar en la criatura”.

+ + + +

12-40
Marzo 27, 1918

Viviendo en el Divino Querer, el alma encuentra todo en modo divino e infinito.

(1) Me lamentaba con Jesús porque ni siquiera la santa misa podía oír, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien forma el sacrificio, ¿no soy Yo? Ahora, el alma que vive Conmigo y en mi Querer, encontrándome Yo en cada sacrificio, ella queda como sacrificada junto Conmigo, no en una misa, sino en todas las misas, y viviendo en mi Querer queda consagrada Conmigo en todas las hostias. No salgas jamás de mi Querer y Yo te haré llegar a donde quieras; más bien, entre Yo y tú pasará tal corriente eléctrica de comunicación, que tú no harás ningún acto sin Mí, y Yo no haré ningún acto sin ti. Así que cuando te falte alguna cosa, entra en mi Voluntad y encontrarás pronto lo que quieres, cuantas misas quieras, cuantas comuniones quieras, cuanto amor quieras; en mi Voluntad nada falta, y no sólo, sino que encontrarás las cosas en modo divino e infinito”.

+ + + +

12-41
Abril 8, 1918

Diferencia entre vivir unido con Jesús, y vivir en el Divino Querer.

(1) Volviendo sobre el punto del vivir en el Divino Querer, se me había dicho que es como vivir en el estado de unión con Dios, y mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, hay gran diferencia entre el vivir unido Conmigo, y vivir en mi Querer”.
(3) Y mientras esto decía, me ha extendido los brazos y me ha dicho:
(4) “Ven en mi Querer aunque sea por un solo instante y verás la gran diferencia”.
(5) Yo me he encontrado en Jesús, mi pequeño átomo nadaba en el Querer Eterno, y como este Querer Eterno es un acto solo que contiene todos los actos juntos, pasados, presentes y futuros, yo, estando en el Querer Eterno tomaba parte en aquel acto único que contiene todos los actos, por cuanto a criatura es posible. Yo tomaba parte también en los actos que no existen aún y que deberán existir hasta el fin de los siglos, y hasta que Dios sea Dios, y también por éstos yo lo amaba, lo agradecía, lo bendecía, etc., no había ni un solo acto que se me escapara, y ahora tomaba el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, lo hacía mío, como era mío su Querer, y lo daba a Ellos como mío. Cómo estaba contenta por poder darles el amor de Ellos como mío, y porque Ellos encontraban su pleno contento y su desahogo completo al recibir de mí su amor como mío; ¿pero quién puede decirlo todo? Me faltan las palabras. Entonces el bendito Jesús me ha dicho:
(6) “¿Has visto qué cosa es vivir en mi Querer? Es desaparecer, es entrar en el ámbito de la Eternidad; es penetrar en la omnividencia del Eterno, en la mente increada, y tomar parte en todo por cuanto a criatura es posible, y en cada acto divino; es disfrutar aún estando en la tierra de todas las cualidades divinas; es odiar el mal en modo divino; es expandirse a todos sin agotarse, porque la Voluntad que anima a esta criatura es Divina; es la santidad aún no conocida, que haré conocer, que pondrá el último adorno y el más

bello y el más refulgente de todas las demás santidades, y será corona y cumplimiento de todas ellas.
(7) Ahora, vivir unido Conmigo no es desaparecer, se ven dos seres juntos, y quien no desaparece no puede entrar en el ámbito de la eternidad para tomar parte en todos los actos divinos. Pondera bien y verás la gran diferencia”.

+ + + +

12-42
Abril 12, 1918

El alma debe apoyarse en Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado sentía una extrema necesidad de Jesús y de apoyarme toda en Él, y mi dulce Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, apóyate toda en Mí, siempre me encontrarás a tu disposición, no te faltaré jamás; más bien, por cuanto más te apoyes en Mí tanto más Yo me derramaré en ti, y sintiendo Yo muchas veces la necesidad de apoyarme, vendré a ti y me apoyaré en ti sirviéndome de mi mismo apoyo que he formado en ti, y cuando vea que tú desdeñas el apoyo de las criaturas, Yo te amaré el doble y te duplicaré mi apoyo”.
(3) Después ha agregado: “Cuando el alma hace todo para agradarme, para amarme y para vivir a expensas de mi Voluntad, viene a ser como miembro a mi cuerpo y Yo me glorío de estos miembros como míos; de otra manera son como miembros dislocados de Mí, que me dan dolor no sólo a Mí, sino también a ellos mismos y al prójimo, son miembros que hacen salir materia para infectar y secar el mismo bien que hacen”.

+ + + +

12-43
Abril 16, 1918

Jesús viene oculto en las penas.

(1) Continuando mi habitual estado, mi pobre corazón me lo sentía oprimido y en penas amargas que no es necesario decirlas aquí, y mi siempre amable Jesús viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo mando las penas a las criaturas a fin de que en las penas me encuentren a Mí. Yo estoy como envuelto en las penas, y si el alma sufre con paciencia, con amor, rompe la envoltura que me cubre y me encuentra a Mí, de otra manera Yo quedaré oculto en la pena y ella no tendrá el bien de encontrarme, y Yo no tendré el bien de revelarme”.
(3) Después ha agregado: “Yo siento una fuerza irresistible de expandirme hacia las criaturas, quisiera expandir mi belleza para hacerlas todas bellas, pero la criatura ensuciándose con la culpa rechaza la belleza divina y se cubre de fealdad; quisiera expandir mi amor, pero ellas amando lo que no es mío viven entumecidas por el frío y mi amor queda rechazado; todo quisiera comunicarme al hombre, cubrirlo todo en mis mismas cualidades, pero soy rechazado, y rechazándome forma un muro de división entre Yo y él, que llega a romper cualquier comunicación entre la criatura y el Creador. Pero a pesar de todo Yo continúo expandiéndome, no me retiro, para poder encontrar al menos uno que reciba mis cualidades, y encontrándolo le duplico las gracias, las centuplico, me vierto todo en él, hasta hacer de él un portento de gracia.
(4) Por eso quita esta opresión de tu corazón, derrámate en Mí y Yo me verteré en ti. Te lo ha dicho Jesús y basta, no pienses en nada y Yo haré y pensaré en todo”.


+ + + +

12-44
Abril 25, 1918

Jesús juega con Luisa. 2

(1) Estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Vida mía, que mala (cattiva) soy, pero si bien soy mala (cattiva), sé que Tú me quieres mucho”. Y mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Conquistadora (cattivella) mía, ciertamente que eres cautivadora (cattiva), has conquistado (cattivato) mi Voluntad. Si conquistabas (cattivavi) mi amor, mi potencia, mi sabiduría, etc., conquistabas (cattivavi) parte de Mí, pero con conquistar (cattivare) mi Voluntad, has conquistado (cattivato) toda la sustancia de mi Ser, que corona todas mis cualidades, por eso me has tomado a todo Mí mismo. He aquí el por qué te hablo frecuentemente no sólo de mi Voluntad, sino del vivir en mi Querer, porque habiéndolo conquistado (cattivato), quiero que conozcas de Él sus cualidades y el modo de cómo vivir en mi Querer, para poder hacer junto Conmigo vida común e inseparable, y revelarte los secretos de mi Querer. ¿Podrías ser más conquistadora (cattiva)?”
(3) Y yo: “Mi Jesús, te burlas de mí; yo quiero decirte que de verdad soy mala (cattiva) y que me ayudes para poder volverme buena”.
(4) Y Jesús: “Sí, sí”.
(5) Y ha desaparecido.

+ + + +

12-45
Mayo 7, 1918

La Divina Voluntad tritura lo humano.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, si no me ves como de costumbre por algunos días, no te aflijas, los males aumentarán y Cielo y tierra se unirán para golpear al hombre, y no quiero afligirte con hacerte ver tantos males”.
(3) Y yo: “¡Ah mi Jesús! la pena más grande para mí es tu privación, es muerte sin morir, pena indescriptible y sin término, Jesús, Jesús, ¿qué dices? ¿Yo sin Ti? ¿Sin vida? Espera Jesús, no me lo digas más”.
(4) Y Jesús ha agregado: “Hija mía, no te alarmes, no te he dicho que no deba venir del todo, sino que no será frecuentemente, y para no preocuparte te lo he dicho primero. Mi Voluntad suplirá a todo, porque lo humano en mi Voluntad queda triturado, y Yo extraigo la flor, el fruto, el trabajo de mi Querer, y lo pongo junto Conmigo a hacer vida común, y lo humano como bagazo queda separado y queda fuera, por eso deja que la máquina de mi Voluntad te triture bien, bien, para hacer que nada de humano quede en ti”.

+ + + +

2 Para entender este capítulo, es necesario saber que en Italiano la palabra “cattiva” quiere decir mala, cautivadora, o alguien que conquista algo o a alguien (hacer rehén a alguien). Por eso nuestro Señor juega con esta palabra a la que Luisa le da el valor de “mala” .


12-46
Mayo 20, 1918

La Voluntad de Dios concentra todo.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Cómo quisiera tener tus deseos, tu amor, tus afectos, tu corazón, etc., para poder desear, amar, etc., como Tú”. Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo no tengo deseos, afectos, sino que el todo está concentrado en mi Voluntad, mi Voluntad es todo en Mí. Desea quien no puede, pero Yo todo puedo; quisiera amar quien no tiene amor, pero en mi Voluntad está la plenitud, la fuente del verdadero amor, y siendo infinito, en un acto simple de mi Voluntad poseo todos los bienes, que desbordándose de mi Ser descienden para bien de todos. Si Yo tuviera deseos sería infeliz, me faltaría alguna cosa, pero Yo todo poseo, por eso soy feliz y hago felices a todos. Infinito significa poder todo, poseer todo, hacer felices a todos. La criatura, porque es finita, no posee todo, ni puede abrazar todo, he aquí por qué contiene deseos, ansias, afectos, etc., que como tantos escalones puede servirse de ellos para subir al Creador y tomar en ella las cualidades divinas y llenarse tanto, hasta desbordarse para bien de los demás. Si después el alma se concentra toda ella en mi Voluntad, perdiéndose toda en mi Querer, entonces no copiará mis cualidades, sino que de un solo sorbo me absorberá en sí, y no tendrá más en ella deseos y afectos propios, sino sólo la Vida de mi Querer, que dominándola toda, le hará desaparecer todo y le hará reaparecer en todo mi Voluntad”.

+ + + +

12-47
Mayo 23, 1918

Los vuelos del alma en el Querer Divino.

(1) Esta mañana mi dulce Jesús no ha venido, y yo la he pasado entre suspiros, ansias y amarguras, pero toda sumergida en su Voluntad. Llegada la noche no podía más, y lo llamaba y lo volvía a llamar, mis ojos no se podían cerrar, me sentía inquieta, a cualquier costo quería a Jesús; mientras me encontraba en esto ha venido y me ha dicho:
(2) “Paloma mía, ¿quién te puede decir los vuelos que haces en mi Querer, el espacio que recorres, las extensiones que vuelas? ¡Ninguno, ninguno, ni siquiera tú lo sabrías decir! Yo, sólo Yo lo puedo decir, Yo que mido las fibras, Yo que numero el vuelo de tus pensamientos, de tus latidos, y mientras vuelas veo los corazones que tocas; pero no te detengas, vuela a otros corazones y llama y vuelve a llamar y vuela de nuevo, y sobre tus alas lleva mi te amo a otros corazones para hacerme amar, y después, en un solo vuelo ven a mi corazón para tomar descanso, para después reiniciar vuelos más rápidos. Yo me divierto con mi paloma y llamo a los ángeles, a mi Mamita a divertirse Conmigo. Pero mira, no te lo digo todo, el resto te lo diré en el Cielo, ¡oh, cuántas cosas sorprendentes te diré!”
(3) Después me ha puesto la mano en la frente y ha agregado:
(4) “Te dejo la sombra de mi Voluntad, el aliento de mi Querer, duerme”.
(5) Y me he dormido.

+ + + +

12-48
Mayo 28, 1918

Es tanto el celo del amor de Jesús por Luisa, que le aleja todo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba diciendo a mi amado Jesús: “Jesús, ámame mucho, yo tengo más derecho que los demás a ser amada, porque ni yo amo a nadie, sino sólo a Ti, ni nadie me ama a mí, y si alguno parece que me ama, es por el bien que le llega, no por mí; así que entre mi amor y el tuyo no hay ningún otro amor en medio”. Y el dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, esto no es otra cosa que mi amor más fuerte, y es tanto, que el celo de mi amor por ti te aleja todo, y me pongo a guardia para que ni siquiera una sombra de amor de criatura te aliente, a lo más tolero que alguna te ame en Mí, no fuera de Mí, de otra manera la haría huir, y esto también significa que ni tú has entrado en ningún corazón, ni nadie ha entrado en el tuyo”.
(3) Después, por la noche ha regresado Jesús y la Reina Mamá, y llamándome por mi nombre, como si quisieran que pusiera atención. ¡Cómo era bello ver a la Mamá y a Jesús hablar entre ellos! Mi Mamá Celestial decía:
(4) “Hijo mío, ¿qué haces? Es demasiado lo que quieres hacer. Yo tengo los derechos de Madre y me duele que mis hijos deban sufrir tanto. Quieres abrir el Cielo a los castigos y destruir a las criaturas y los alimentos que servirán para alimentarlas; quieres inundarlos de males contagiosos; ¿cómo harán? Tú dices que amas mucho a esta hija mía, cuánto no sufrirá si haces eso. Para no amargarla no lo hagas”.
(5) Y lo acercaba hacia mí, pero Jesús respondía decidido:
(6) “No puedo, muchos males alejo por causa suya, pero todo no. Madre mía, hagamos correr el torbellino de los flagelos a fin de que se rindan”.
(7) Y después decían tantas otras cosas entre ellos, que yo no comprendía todo. He quedado abatida, pero espero que Jesús se aplaque.

+ + + +

12-49
Junio 4, 1918

Repetición de las reparaciones de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba diciendo a mi amado Jesús: “No desdeñes mis oraciones, son tus mismas palabras que repito, las mismas intenciones, quiero las almas como las quieres Tú, y con tu mismo Querer”. Y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando te oigo repetir mis palabras, mis oraciones, querer como quiero Yo, como por tantos imanes me siento atraer hacia ti, y conforme te oigo repetir mis palabras, tantas alegrías distintas siente mi corazón, y puedo decir que es una fiesta para Mí, y mientras gozo, me siento debilitado por el amor de tu alma y no tengo la fuerza de castigar a las criaturas; siento en ti las mismas cadenas que Yo ponía al Padre para reconciliar al género humano. ¡Ah! sí, repite lo que hice Yo, repítelo siempre si quieres que tu Jesús en tantas amarguras encuentre una alegría por parte de las criaturas”.
(3) Después ha agregado: “Si quieres estar al seguro repara siempre y repara junto conmigo, fúndete tanto Conmigo de formar un solo eco entre tú y Yo de reparaciones; donde hay reparaciones el alma está como bajo techo, donde está defendida del frío, del granizo y de todo; en cambio donde no hay reparación, es como quien se encuentra en medio de la calle, expuesta a los rayos, al granizo y a todos los males. Los tiempos son tristísimos, y si el cerco de las reparaciones no se ensancha, hay peligro de que los que están al descubierto queden fulminados por los rayos de la Divina Justicia”.

+ + + +

12-50
Junio 12, 1918

El hombre con el pecado va al encuentro de la Justicia Divina. Jesús ha hecho todo por nosotros.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “¿Cómo es posible, Tú has hecho todo por nosotros, has satisfecho todo, has reintegrado en todo la gloria del Padre por parte de las criaturas, de modo de cubrirnos a todos como con un manto de amor, de gracias, de bendiciones, y con todo esto los flagelos caen casi rompiendo el manto de protección con el cual nos has cubierto?” Y mi dulce Jesús, interrumpiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que tú dices es verdad, todo, todo lo he hecho por la criatura, el amor me empujaba tanto hacia ella, que para estar seguro de ponerla a salvo la quise envolver dentro de mi obrar como dentro de un manto de defensa, pero la ingrata criatura con el pecado voluntario rompe este manto de defensa, huye de debajo de mis bendiciones, gracias y amor, y poniéndose a cielo abierto es golpeada por los rayos de la justicia divina. No soy Yo que golpeo al hombre, es él que con el pecado viene al encuentro, a recibir los golpes. Reza, reza por la gran ceguera de las criaturas”.

+ + + +

12-51
Junio 14, 1918

Jesús la reprende por no escribir todo.

(1) Continúo, una tarde después de haber escrito, mi dulce Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que escribes, mi amor recibe un pequeño desahogo, un contento de más, y me siento más atraído a comunicarte mis gracias. Sin embargo debes saber que cuando no escribes todo, o bien pasas por alto mis intimidades contigo, sobre el desahogo de mi amor, Yo me siento como traicionado, porque en ese desahogo de amor, en esas mis intimidades contigo, Yo buscaba no sólo atraerte a ti a conocerme y amarme más, sino también a aquellos que habrían leído mis intimidades de amor, para recibir también de ellos un amor de más, y no escribiéndolo tú, este amor no lo tendré, y por eso Yo quedo como contristado y traicionado”.
(3) Y yo: “¡Ah, Jesús mío, se necesita un esfuerzo para poner en el papel ciertos secretos e intimidades Contigo, parece que se quiere salir del orden de los demás!”
(4) Y Jesús: “¡Ah, sí, esta es la debilidad de todos los buenos, que por humildad, por temor, me niegan el amor, y ocultándose ellos quieren ocultarme a Mí, en cambio deberían manifestar mi amor para hacerme amar; y Yo permanezco siempre el Jesús traicionado en el amor, aún por los buenos!”

+ + + +


Jesús haciendo el oficio de Sacerdote consagra las almas que viven en su Querer.

12-52
Junio 20, 1918

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver en torno a mí todo lleno de atenciones, parecía que me vigilaba en todo, y conforme lo hacía salía de su corazón

una cuerda que venía hacia mi corazón; y si yo estaba atenta la cuerda quedaba fija en el mío, y Jesús movía esta cuerda y se divertía. Y mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo soy todo atención para las almas, si me corresponden y hacen otras tantas atenciones hacia Mí, las cuerdas de mi amor quedan fijas en sus corazones, y Yo multiplico mis atenciones y me divierto; de otra manera las cuerdas quedan sueltas, y mi amor rechazado y desconsolado”.
(3) Después ha agregado: “Para quien hace mi Voluntad y vive en Ella, mi amor no encuentra obstáculo, y Yo lo amo y lo prefiero tanto que reservo para Mí solo el hacer todo lo que se necesita para ellos, y ayuda, dirección, socorros inesperados, gracias imprevistas. Más bien soy celoso de que otros le hagan alguna cosa; quiero hacerlo todo Yo, y llega a tanto mi celo de amor, que si doy la potestad a los sacerdotes de consagrarme en las hostias sacramentales para hacerme dar a las almas, en cambio a estas almas, conforme van repitiendo sus actos en mi Voluntad, conforme se resignan, conforme hacen salir el querer humano para hacer entrar al Querer Divino, Yo mismo me reservo el privilegio de consagrar a estas almas, y lo que hace el sacerdote sobre la hostia lo hago Yo con ellas, y no una sola vez, sino cada vez que repite sus actos en mi Voluntad, como imán potente me llama, y Yo, cual hostia privilegiada la consagro, le voy repitiendo las palabras de la Consagración, y esto lo hago con justicia, porque el alma con hacer mi Voluntad se sacrifica de más que las que comulgan y no hacen mi Voluntad, aquellas se vacían de sí mismas para ponerme a Mí, me dan pleno dominio, y si es necesario están dispuestas a sufrir cualquier pena para hacer mi Voluntad, y Yo no puedo esperar, mi amor no resiste para darme en comunión a ellas hasta que el sacerdote quiera darles una hostia sacramental, por eso hago todo por Mí. ¡Oh! cuántas veces me doy en comunión antes de que el sacerdote quiera darme él, si esto no fuera así, mi amor quedaría como obstaculizado y atado en los sacramentos. No, no, Yo soy libre, los sacramentos los tengo en mi corazón, Yo soy el dueño y puedo ejercitarlos cuando quiero”.
(4) Y mientras esto decía, parecía que giraba por todas partes para ver si había almas que hacían su Voluntad para consagrarlas. Cómo era bello ver al amable Jesús girar como de prisa, para hacer el oficio de sacerdote y oírlo repetir las palabras de la consagración sobre aquellas almas que hacían y viven en su Querer. ¡Oh! bienaventuradas las almas que reciben la consagración de Jesús, haciendo su Santísimo Querer.

+ + + +

12-53
Julio 2, 1918

En cuanto el alma se abandona en Jesús, Él se abandona en el alma.

(1) Estaba diciendo a mi amado Jesús: “Jesús, te amo, pero mi amor es pequeño, por eso te amo en tu amor para hacerlo grande; quiero adorarte con tus adoraciones, rezar en tu oración, agradecerte en tus agradecimientos”. Ahora, mientras esto decía, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto has puesto tu amor en el mío para amarme, tu amor ha quedado fijado en el mío y se ha agrandado y agrandado en el mío, y me he sentido amar como quisiera que la criatura me amase; y conforme adorabas en mis adoraciones, rezabas, agradecías, así quedaban fijas en Mí, y me sentía adorar, rezar y agradecer con mis adoraciones, oraciones y agradecimientos. ¡Ah! hija mía, se necesita gran abandono en Mí, y a medida que el alma se abandona en Mí, así Yo me abandono en ella, y llenándola de Mí hago Yo mismo lo que ella debe hacer para Mí; pero si no se abandona en Mí,

entonces lo que hace queda fijado en ella, no en Mí, y siento el obrar de la criatura lleno de imperfecciones y miserias, lo que no podrá agradarme”.

+ + + +

12-54
Julio 9, 1918

Quien vive en el Divino Querer hace vida en la fuente de amor de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo soy todo amor, soy como una fuente que no contiene otra cosa que amor, y todo lo que podría entrar en esta fuente pierde sus cualidades y se vuelve amor, así que en Mí la justicia, la sabiduría, la bondad, la fortaleza, etc., no son otra cosa que amor, ¿pero quién dirige esta fuente, este amor y todo lo demás? ¡Mi Querer! Mi Querer domina, rige, ordena; así que todas mis cualidades llevan el sello de mi Querer, la Vida de mi Voluntad, y donde encuentran mi Querer hacen fiesta, se besan mutuamente; donde no, enfadadas se retiran. Ahora hija mía, quien se deja dominar por mi Voluntad y vive en mi Querer, hace vida en mi misma fuente, siendo casi inseparable de Mí, y todo en él se cambia en amor, así que amor son los pensamientos, amor la palabra, el latido, la acción, el paso, todo; para él es siempre día, pero si se separa de mi Voluntad, para él es siempre noche y todo lo humano, las miserias, las pasiones, las debilidades, salen en campo y hacen su trabajo, pero qué clase de trabajo, trabajo para llorar”.

+ + + +

12-55
Julio 12, 1918

Efectos de la Pasión de Jesús.

(1) Estaba rezando con cierto temor y ansiedad por un alma moribunda, y mi amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes? ¿No sabes tú que por cada palabra sobre mi Pasión, pensamiento, compasión, reparación, recuerdo de mis penas, tantas vías de comunicación de electricidad se abren entre el alma y Yo, y por lo tanto de tantas variedades de belleza se va adornando el alma? Ella ha hecho las horas de mi Pasión y Yo la recibiré como hija de mi Pasión, vestida con mi sangre y adornada con mis llagas. Esta flor ha crecido en tu corazón y Yo la bendigo y la recibo en el mío como una flor predilecta”.
(3) Y mientras esto decía, se desprendía una flor de mi corazón, y emprendía el vuelo hacia Jesús.

+ + + +

12-56
Julio 16, 1918

Quien quiere hacer bien a todos, debe estar en la Voluntad de Dios.

(1) Esta mañana mi dulce Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te estés en ti, en tu voluntad, sino entra en Mí y en mi Voluntad. Yo soy inmenso, y sólo quien es inmenso puede multiplicar los actos por cuantos quiere; quien

está en lo alto puede dar luz a lo bajo, ¿no ves el sol? Porque está en lo alto es luz de cada ojo, es más, cada hombre puede tener al sol a su disposición como si fuera todo suyo; en cambio las plantas, los árboles, los ríos, los mares, porque están en lo bajo no están a disposición de todos, no pueden decir de ellos como del sol: “Si quiero lo hago todo mío, a pesar de que puedan gozarlo los demás”. Sin embargo” todas las cosas de lo bajo reciben el beneficio del sol, quién la luz, quién el calor, la fecundidad, el color, etc. Ahora, Yo soy la luz eterna, estoy en el punto más alto, y por cuanto más en alto, más me encuentro en todas partes y hasta en lo más bajo, y por eso soy vida de todos, y como si fuera sólo para cada uno. Entonces, si quieres hacer bien a todos, entra en mi inmensidad, vive en alto, desapegada de todo y aun de ti misma, de otra manera se hará tierra en torno a ti, y entonces podrás ser una planta, un árbol, jamás un sol, y en vez de dar debes recibir, y el bien que harás será tan limitado que se podrá numerar”.

+ + + +

12-57
Agosto 1, 1918

Efectos de la privación de Jesús.

(1) Me la paso entre privaciones y ansias, y frecuentemente me lamento con mi dulce Jesús, entonces Él ha venido y acercándose me ha estrechado a su corazón y me ha dicho:
(2) “Bebe de mi costado”.
(3) Yo he bebido la santísima sangre que brotaba de la llaga de su corazón. ¡Cómo me sentía feliz! Pero Jesús no contento con hacerme beber la primera vez, me ha dicho que bebiera la segunda y después la tercera vez. Yo he quedado maravillada de su bondad, pues sin pedirlo, Él mismo quería que yo bebiera. Después ha agregado:
(4) “Hija mía, cada vez que recuerdas que estás privada de Mí y sufres, tu corazón queda herido con una herida divina, la cual siendo divina tiene virtud de reflejarse en mi corazón y herirlo; esta herida es dulce, es bálsamo para mi corazón, y Yo me sirvo de ella para endulzarme de las heridas crueles que me hacen las criaturas, de la indiferencia hacia Mí, de los desprecios que me hacen, hasta llegar a olvidarse de Mí. Así, si el alma se siente fría, árida, distraída, y por eso siente pena por causa de Mí, queda herida y me hiere a Mí, y por ello quedo aliviado”.

+ + + +

12-58
Agosto 7, 1918

La consumación de Jesús en el alma.

(1) Me lamentaba con Jesús por su privación y decía entre mí: “Todo ha terminado, qué días tan amargos, mi Jesús se ha eclipsado, se ha retirado de mí, ¿cómo puedo seguir viviendo?” Mientras esto y otros desatinos decía, mi siempre amable Jesús, con una luz intelectual que de Él me venía me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi consumación sobre la cruz continúa aún en las almas. Cuando el alma está bien dispuesta y me da vida en ella, Yo revivo en ella como dentro de mi Humanidad. Las llamas de mi amor me queman, siento el deseo de testimoniarlo a las criaturas y de decir: “Vean cuánto os amo, no estoy contento con haberme consumado sobre la cruz por amor vuestro, sino que quiero consumarme en esta alma por amor vuestro, porque me ha dado vida en ella”. Y por esto hago sentir al alma la consumación de mi Vida en ella, y ella

se siente como estrechada, sufre agonías mortales, no sintiendo más la Vida de su Jesús en ella se siente consumir. Conforme siente faltar mi Vida en ella, de la cual estaba habituada a vivir, se debate, tiembla, casi como mi Humanidad sobre la cruz cuando mi Divinidad, sustrayéndole la fuerza la dejó morir. Esta consumación en el alma no es humana, sino toda divina, y Yo siento la satisfacción como si otra Vida mía Divina se hubiera consumido por amor mío; y como no es su vida la que se ha consumido, sino la mía, la que ya no siente más, que ya no ve, le parece que Yo haya muerto para ella. Y a las criaturas les renuevo los efectos de mi consumación y al alma le duplico la gracia y la gloria, siento el dulce encanto y los atractivos de mi Humanidad que me hacía hacer lo que Yo quería. Por eso déjame hacer también tú lo que quiero hacer en ti, déjame libre y Yo desarrollaré mi Vida”.
(3) Otro día me lamentaba y le decía: “Cómo, ¿me has dejado?
(4) Y Jesús, serio e imponente me ha dicho: “Calla, no digas tonterías, no te he dejado, estoy en el fondo de tu alma, por eso no me ves y cuando me ves es porque salgo a la superficie de tu alma. No te distraigas, Yo te quiero toda atenta en Mí para poderte tener para bien de todos”.

+ + + +

12-59
Agosto 12, 1918

La pasión predominante de Luisa, que Jesús la libere del estado en el cual su Voluntad la ha puesto.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando entre mí que si el Señor quisiera una cosa de mí, debía darme una señal, y era la de liberarme de la venida del sacerdote. Entonces el bendito Jesús se ha hecho ver en mi interior con una esfera en la mano, como queriendo arrojarla a la tierra, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, ésta es tu pasión predominante, que te libere de las condiciones en las cuales mi Voluntad te ha puesto. Yo te tengo en este estado por causa de todo el mundo, y me sirvo de ti para no arrojarlo y destruirlo del todo; en cambio, cualquier otra cosa con la cual tú pudieras hacer el bien, sería solamente una pequeña parte”.
(3) Y yo: “Jesús mío, yo no sé entenderlo, me tienes sin sufrir, parece que me tienes suspendida del estado de víctima, y luego me dices que te sirves de mí para no destruir al mundo del todo”.
(4) Y Jesús: “Sin embargo es falso que no sufres, a lo más no sufres penas tales para desarmarme del todo, y si alguna vez quedas suspendida no es por parte tuya, por tu querer, porque si fuera así entraría tu voluntad. ¡Ah! tú no puedes comprender la dulce violencia que me haces con tu esperar, con sentirte suspendida, con no verme como antes, y a pesar de esto permanecer en tu puesto, sin apartarte en nada; y además quiero ser libre sobre ti, cuando me agrade te tendré suspendida, cuando no te tendré atada; te quiero en poder de mi Voluntad, sin tu voluntad; si estás contenta así podemos continuar, de otra manera no”.
(5) Otro día me sentía mal, con el continuo devolver todo lo que como, y le estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Amor mío, ¿qué pierdes con darme la gracia de no sentir necesidad de tomar alimento, pues me veo obligada a devolverlo todo?” Lo digo sólo por obedecer. Y mi amable Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿qué dices? Calla, calla, no lo digas más. Debes saber que si tú no tuvieras necesidad de alimento, Yo haría morir de hambre a los pueblos, pero teniendo tú necesidad, pudiendo servir a tus necesidades, Yo, por amor tuyo y por causa tuya, doy las cosas necesarias a las criaturas, así que si te escuchara querrías mal a los demás; en cambio, con tomar el alimento y luego devolverlo, haces bien a los demás y tu sufrir me

glorifica. Es más, cuántas veces mientras devuelves te veo sufrir, y como sufres en mi Voluntad Yo tomo tu sufrir, lo multiplico y lo divido a bien de las criaturas y gozo y digo entre Mí: Este es el pan de mi hija que Yo doy para bien de mis hijos”.

+ + + +

12-60
Agosto 19, 1918

Jesús está cansado por las infamias de los sacerdotes.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver en mi interior como dentro de un cerco de luz, y mirándome me ha dicho:
(2) “Veamos qué hemos hecho de bien hoy”.
(3) Y miraba y miraba. Yo creo que aquel cerco de luz era su Santísima Voluntad, y que habiéndome unido yo con Ella, por eso decía así. Y ha agregado:
(4) “De alguna manera estoy cansado por las infamias de los sacerdotes, no puedo más, quisiera acabarlos. ¡Oh! cuántas almas devastadas, cuántas desfiguradas, cuántas idólatras! Servirse de las cosas santas para ofenderme es mi dolor más acerbo, es el pecado más abominable, es el sello de la ruina total que atrae las más grandes maldiciones y rompe cualquier comunicación entre el Cielo y la tierra. A estos seres quisiera extirparlos de la tierra; por eso los castigos continuarán y se multiplicarán, la muerte devastará las ciudades, muchas casas y caminos desaparecerán, no habrá quien las habite, el luto, la desolación reinarán por todas partes”.
(5) Yo le he rogado y suplicado, y habiéndose entretenido conmigo una buena parte de la noche, estaba Él tan sufriente que yo sentía despedazarme el corazón por el dolor, pero espero que mi Jesús se aplaque.

+ + + +

12-61
Septiembre 4, 1918

Lamentos de Jesús por los sacerdotes.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, las criaturas quieren desafiar mi justicia, no quieren rendirse y por eso mi justicia hace su curso contra las criaturas, y éstas de todas las clases, no faltando ni siquiera aquellos que se dicen mis ministros, y tal vez éstos más que los demás; que veneno contienen, envenenan a quien se les acerca, en lugar de ponerme a Mí en las almas quieren ponerse ellos, quieren hacerse rodear, hacerse conocer, y Yo quedo a un lado; su contacto venenoso en lugar de hacer a las almas recogidas, me las distraen; en vez de hacerlas retiradas, las hacen más disipadas, más defectuosas, tanto, que se ven almas que no tienen contacto con ellos más buenas, más recogidas, más retiradas, así que no puedo fiarme de ninguno; estoy obligado a permitir que las gentes se alejen de las iglesias, de los sacramentos, a fin de que su contacto no me las envenene más y las vuelva más malas. Mi dolor es grande, las heridas de mi corazón son profundas, por eso ruega, y unida con los pocos buenos que hay, compadece mi acerbo dolor”.


+ + + +

12-62
Septiembre 25, 1918

Oficio de víctima.

(1) Estaba muy afligida y sentía en mi interior una fuerza de querer salirme de mi habitual estado. ¡Oh, Dios, qué pena! Sentía una mortal agonía, sólo Jesús puede saber el dolor de mi alma, yo no tengo palabras para expresarlo; más bien quiero que sólo Jesús sepa todas mis penas, por eso continúo. Ahora, mientras nadaba en las amarguras, mi siempre amable Jesús, todo afligido ha venido y poniéndome un dedo en mi boca me ha dicho:
(2) “Te he contentado, callada, recuerda cuántas veces te he hecho ver grandes mortandades, ciudades despobladas y casi desiertas y tú me decías: “No, no lo hagas, y si quieres hacerlo debes permitir que tengan tiempo de recibir los sacramentos”. Y Yo lo estoy haciendo, ¿qué otra cosa quieres? Pero el corazón del hombre es duro y no está del todo cansado, no ha tocado aún la cúspide de todos los males y por eso no se ha saciado aún, y no se rinde y mira la misma epidemia con indiferencia. Pero éstos son los preludios, vendrá, vendrá el tiempo en el cual a esta generación tan maligna y perversa la haré casi desaparecer de la tierra”.
(3) Yo temblaba al oír esto y rezaba, y quería preguntar a Jesús: “¿Y yo qué debo hacer?” Pero no me atrevía, y Jesús ha agregado:
(4) “Lo que quiero es que por ti misma no te dispongas a hacerlo, si bien eres libre y puedes hacerlo, te quiero en poder de mi Voluntad. En estos días pasados era Yo quien te forzaba a salir de tu acostumbrado estado, quería agrandar el flagelo de la epidemia y no quería tenerte en tu estado para estar más libre”.

+ + + +

12-63
Octubre 3, 1918

Cómo la Justicia debe equilibrase.

(1) Estaba rogando al bendito Jesús que se aplacara, y en cuanto ha venido le he dicho: “Amor mío, Jesús, cómo es feo vivir en estos tiempos, por todas partes se oyen lagrimas y se ven dolores, el corazón me sangra y si tu Santo Querer no me sostuviera, seguro que no podría vivir más, pero, ¡oh, cuánto me sería más dulce la muerte!” Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, es mi justicia que debe equilibrarse, todo es equilibrio en Mí, por eso el flagelo de la muerte toca a las almas con la marca de la gracia, tanto, que casi todos piden los últimos sacramentos. El hombre ha llegado a tanto, que sólo cuando se ve tocado en su propia piel y se siente deshacer, se estremece, tan es así, que los demás que no son tocados viven despreocupados y continúan su vida de pecado. Es necesario que la muerte coseche, para quitar tantas vidas que no hacen otra cosa que hacer nacer espinas bajo sus pasos, y esto en todas las clases, seglares y religiosos. ¡Ah! Hija mía, son tiempos de paciencia, no te alarmes, y reza para que todo redunde en gloria mía y para bien de todos”.


+ + + +

12-64
Octubre 14, 1918

La verdadera paz viene de Dios. El más grande castigo es el triunfo de los malvados.

(1) Continuando mi habitual estado lleno de amarguras y de privaciones, mi dulce Jesús en cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, los gobiernos se sienten faltar el piso bajo sus pies, Yo usaré todos los medios para rendirlos, para hacerlos reentrar en ellos mismos y hacerles conocer que sólo de Mí pueden esperar verdadera y duradera paz; ahora humillo a uno y ahora al otro, ahora los hago volverse amigos y ahora enemigos, haré de todo para rendirlos, les haré faltar los brazos, haré cosas inesperadas e imprevistas para confundirlos y hacerles comprender la inestabilidad de las cosas humanas y de ellos mismos, para hacerlos comprender que sólo Dios es el Ser estable de quien pueden esperar todo bien, y que si quieren justicia y paz, deben venir a la fuente de la verdadera justicia y de la verdadera paz, de otra manera no concluirán nada, continuarán debatiéndose, y si parecerá que congenian, no será duradero, y comenzarán después más fuerte las contiendas. Hija mía, para como están las cosas sólo mi dedo omnipotente puede ajustarlas, y a su tiempo lo pondré, pero grandes pruebas se necesitan y habrán en el mundo, por eso se necesita gran paciencia”.
(3) Después ha agregado con un acento más conmovedor y doloroso:
(4) “Hija mía, el más grande castigo es el triunfo de los perversos, aun se necesitan purificaciones, y los malos con su triunfo purificarán mi Iglesia, pero después los trituraré y los esparciré como polvo al viento, por eso no te impresiones por los triunfos que oyes, sino llora Conmigo por su triste suerte”.

+ + + +

12-65
Octubre 16, 1918

Predice las guerras y la suerte de algunos países.

(1) Me sentía muy afligida por la privación de mi amable Jesús, y mi mente era afligida por el pensamiento de que todo había sido en mí, o trabajo de la fantasía o del enemigo, porque corren noticias de paz y de triunfo para Italia, y yo recordaba que mi dulce Jesús me había dicho que Italia será humillada. ¡Qué pena, qué agonía mortal, pensar que mi vida era un engaño continuo! Sentía que Jesús quería hablarme, y yo no quería escucharlo, lo rechazaba; he luchado así tres días con Jesús, y muchas veces estaba tan cansada que no tenía fuerzas para rechazarlo, y entonces Jesús decía y decía, y yo tomando fuerzas de su mismo hablar le decía: “No quiero saber nada”. Finalmente Jesús me ha rodeado el cuello con su brazo y me ha dicho:
(2) “Cálmate, cálmate, soy Yo, escúchame. No recuerdas que meses atrás lamentándote Conmigo de la pobre Italia te dije: “Hija mía, pierde quien vence y vence quien pierde”. Italia, Francia, han sido ya humilladas, y no serán más hasta que no sean purificadas y vuelvan a Mí libres, independientes y pacíficas. En el triunfo puramente aparente que gozan ya sufren la más grande de las humillaciones, porque no ellas, sino un extranjero que ni siquiera es europeo, es el que ha venido a arrojar al enemigo, así que si se pudiera decir triunfo, que no lo es, es del extranjero. Pero esto es nada, ahora más que

nunca pierden más, tanto en lo moral como en lo temporal, porque esto los hará disponerse a cometer mayores delitos, a encarnizadas revoluciones internas, que rebasarán la misma tragedia de la guerra. Y además, lo que te he dicho no se refiere sólo a los tiempos presentes, sino también a los futuros, y lo que no se realice ahora se realizará después, y si en esto alguno encuentra dificultades, dudas, significa que no entiende mi hablar, mi hablar es eterno, como soy Yo.
(3) Ahora quiero decirte una cosa consoladora: Italia y Francia ahora vencen y Alemania pierde. Todas las naciones tienen sus manchas negras y todas merecen humillaciones y que las aplasten. Habrá un desorden general, trastornos por todas partes; con el hierro, con el fuego y con el agua, con muertes repentinas, con males contagiosos, renovaré el mundo, haré cosas nuevas; las naciones harán una especie de torre de Babel, llegarán a no entenderse ni siquiera entre ellas mismas; los pueblos se rebelarán entre ellos, no querrán más reyes; todos serán humillados y la paz vendrá sólo de Mí, y si oyes hablar de paz, no será verdadera sino aparente. Cuando haya purificado todo pondré mi dedo en modo sorprendente y daré la verdadera paz, y entonces todos aquellos que serán humillados volverán a Mí, y Alemania será católica, tengo grandes designios sobre ella; en Inglaterra, en Rusia y dondequiera que se haya derramado la sangre resurgirá la fe y se incorporarán a mi Iglesia; será el gran triunfo y la unión de los pueblos. Por eso reza, se necesita paciencia, porque no será tan pronto, sino que se necesitará tiempo”.

+ + + +

12-66
Octubre 24, 1918

El alma debe revestirse de Jesús para recibirlo Sacramentado.

(1) Estaba preparándome para recibir a mi dulce Jesús en el sacramento y le pedía que cubriera Él mi gran miseria, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija, para hacer que la criatura pudiera tener todos los medios necesarios para recibirme, quise instituir este sacramento al final de mi Vida, para poder alinear en torno a cada hostia toda mi Vida, como preparativo para cada una de las criaturas que me habría de recibir. La criatura jamás podría recibirme si no tuviera a un Dios que preparara todo, que movido solamente por exceso de amor por quererse dar a la criatura, y no pudiendo ésta recibirme, ese mismo exceso me llevara a dar toda mi Vida para prepararla, así que ponía todos mis pasos, mis obras, mi amor, delante de los suyos, y como en Mí estaba también mi Pasión, ponía también mis penas para prepararla. Así que revístete de Mí, cúbrete con cada uno de mis actos y ven”.
(3) Después me he lamentado con Jesús porque ya no me hacía sufrir como antes, y Él ha agregado:
(4) “Hija mía, Yo no miro tanto el sufrir, sino la buena voluntad del alma y el amor con el que sufre, por eso el más pequeño sufrimiento se hace grande, las naderías toman vida en el todo y adquieran valor, y el no sufrir es más fuerte que el mismo sufrir. ¡Qué dulce violencia es para Mí ver a una criatura que quiere sufrir por amor mío! Qué me importa a Mí que no sufra, cuando veo que el no sufrir le es un clavo más doloroso que el mismo sufrir; en cambio, la no buena voluntad, las cosas forzadas y sin amor, por cuanto grandes, son pequeñas; Yo no las miro, más bien me son de peso”.

+ + + +

12-67
Noviembre 7, 1918

El alma que hace la Voluntad de Dios, aprisiona a Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba diciendo a mi dulce Jesús que si quería que saliera de mi habitual estado, que cómo era posible que después de tanto tiempo no me contentara en esto, y Él me ha dicho:
(2) “Hija, quien hace mi Voluntad y vive en mi Querer, pero no por poco tiempo, sino por un período de vida, me forma como una prisión en su corazón, toda de mi Voluntad, así que al ir haciendo mi Voluntad y tratando de vivir en mi Querer, así va levantando los muros de esta divina y celestial prisión, y Yo con sumo contento mío me quedo prisionero dentro, y conforme el alma me absorbe a Mí, Yo la absorbo a ella en Mí, de manera de formar en Mí su prisión; así que ella ha quedado aprisionada en Mí y Yo aprisionado en ella; entonces, cuando el alma quiere alguna cosa, Yo le digo: “Tú has hecho siempre mi Voluntad, es justo que Yo alguna vez haga la tuya”. Mucho más, que viviendo esta alma de mi Voluntad, lo que quiere puede ser fruto, deseo de mi misma Voluntad que vive en ella, por eso no te preocupes, cuando sea necesario Yo haré tu voluntad”.

+ + + +

12-68
Noviembre 15, 1918

Cómo se vive a expensas de la Santidad de Jesús.

(1) Estaba pensando qué sería mejor, pensar en santificarse a sí misma, o bien ocuparse solamente ante Jesús de repararlo, y a cualquier costo buscar junto con Él la salvación de las almas, y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien piensa sólo en repararme y en salvar las almas, vive a expensas de mi Santidad. Viendo Yo que el alma no quiere otra cosa que repararme, y que haciendo eco a mi ardiente latido me pide almas, Yo veo en ella las características de mi Humanidad, y loco por ella la hago vivir a expensas de mi Santidad, de mis deseos, de mi amor, a expensas de mi fuerza, de mi sangre, de mis llagas, etc., puedo decir que pongo a su disposición mi Santidad, sabiendo que no quiere otra cosa sino lo que quiero Yo. En cambio quien piensa en santificarse sólo a sí misma, vive a expensas de su santidad, de su fuerza, de su amor, ¡oh, cómo crecerá miserable, sentirá todo el peso de su miseria y vivirá en continua lucha consigo misma. En cambio quien vive a expensas de mi Santidad, su camino será placido, vivirá en paz consigo misma y Conmigo, Yo le vigilaré los pensamientos y cada una de las fibras de su corazón, y seré celoso de que ni una sola fibra deje de pedirme almas, y de que su ser deje de estar continuamente derramándose en Mí para repararme. ¿No adviertes tú este mi celo?”

+ + + +

12-69
Noviembre 16, 1918

Las humillaciones son fisuras por las cuales entra la luz.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús ha venido y parecía que sentía un fuerte dolor en el corazón, y pidiéndome ayuda me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué cadenas de delitos en estos días, qué triunfo satánico, la prosperidad del impío es la señal más mala, y son empujones con los cuales la fe parte de sus naciones, quedando como atrapados dentro de una oscura prisión; en cambio las humillaciones al impío son tantas fisuras por las cuales entra la luz, que haciéndolo

reentrar en sí mismo le lleva la fe a él y a las mismas naciones. Así que les hará más bien las humillaciones que cualquier victoria y conquista. ¡Qué momentos críticos y dolorosos atravesarán! El infierno y los malvados se roen de rabia por comenzar sus embrollos y maldades. ¡Pobres hijos míos, pobre Iglesia mía!”

+ + + +

12-70
Noviembre 29, 1918

Quien sale de la Divina Voluntad, sale de la luz.

(1) Encontrándome en mi habitual estado estaba rogando a mi siempre amable Jesús, que hoy, como me había prometido la otra vez, que cuando el alma hace siempre su Voluntad, alguna vez permite que Él haga la voluntad del alma; así que le decía: “Hoy justamente debes hacer mi voluntad”.
(2) Y Jesús al venir me ha dicho: “Hija mía, ¿no sabes tú que el alma saliendo de mi Voluntad es para ella como un jornada sin sol, sin calor, sin la vida de la actitud divina en ella?”
(3) Y yo: “Amor mío, el Cielo me guarde de hacer esto, preferiría morir que salir de tu Voluntad, por eso pon tu Voluntad en mí y luego dime que: Es Voluntad mía que hoy Yo haga tu voluntad”.
(4) Y Jesús: “Ah! traviesa, está bien, te contento, te tendré Conmigo hasta que quiera, y después Yo mismo te dejaré libre”.
(5) ¡Oh, cómo he quedado contenta de que sin hacer mi voluntad, Jesús, fundiendo su Voluntad a la mía, haciendo la Suya hacía la mía!
(6) Después, mi amable Jesús se ha entretenido conmigo y parecía que mojaba la punta de su dedo en su preciosísima sangre y lo pasaba por la frente, los ojos, la boca, el corazón, y después me ha besado. Yo al verlo tan afectuoso y dulce he tratado de chupar de su boca las amarguras que contenía su corazón, como lo hacía antes, pero Jesús rápidamente se ha alejado un poco y me hacía ver un envoltorio que tenía en las manos, lleno de otros flagelos y me ha dicho:
(7) “Mira cuantos otros flagelos hay para verter sobre la tierra, por eso no derramo en ti. Los enemigos han preparado todos los planos internos para hacer revoluciones, ahora no queda otra cosa que terminar de preparar los planos externos. ¡Ah, hija mía, cómo me duele el corazón, no tengo con quién desahogar mi dolor, por eso quiero desahogarlo contigo! Tú tendrás paciencia para oírme hablar frecuentemente de cosas tristes; sé que tú sufres por esto, pero es el amor el que a esto me empuja. El amor quiere hacer saber sus penas a la persona amada; casi no sabría estar si no viniera a desahogarme contigo”.
(8) Yo me sentía mal al ver a Jesús tan amargado, sentía sus penas en mi corazón, y Jesús para darme alivio me ha dado a beber pocos sorbos de una leche dulcísima, y después ha agregado:
(9) “Yo me retiro y te dejo libre”.

+ + + +

12-71
Diciembre 4, 1918

Efectos de la prisión de Jesús en la Pasión.

(1) Esta noche la he pasado junto con Jesús en la prisión, lo compadecía, me estrechaba a sus rodillas para sostenerlo, y Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, en mi Pasión quise sufrir también la prisión para liberar a la criatura de la prisión de la culpa. ¡Oh! qué prisión horrenda es para el hombre el pecado, sus pasiones lo encadenan como vil esclavo, y mi prisión y mis cadenas lo liberaban y lo desataban. Para las almas amantes mi prisión les formaba la prisión de amor, donde están al seguro y defendidas de todos y de todo, y las escogía para tenerlas como prisiones y tabernáculos vivientes, que me debían calentar de las frialdades de los tabernáculos de piedra, y mucho más de las frialdades de las criaturas, que aprisionándome en ellas me hacen morir de frío y de hambre; he aquí por qué muchas veces dejo las prisiones de los tabernáculos y vengo a tu corazón, para calentarme del frío, para restablecerme con tu amor, y cuando te veo ir en busca de Mí a los tabernáculos de las iglesias, Yo te digo: ¿No eres tú mi verdadera prisión de amor para Mí? Búscame en tu corazón y ámame”.

+ + + +

12-72
Diciembre 10, 1918

Efectos de las oraciones de las almas íntimas con Jesús.

(1) Estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Mira, yo no sé hacer nada ni tengo nada que darte, pero sin embargo quiero darte también mis naderías y las uno al Todo que eres Tú, y te pido almas, así que conforme respiro, mis respiros te piden almas; el latido de mi corazón con grito incesante te pide almas; el movimiento de mis brazos, la sangre que circula en mí, el movimiento de mis párpados, el mover de los labios, son almas que piden, y esto lo pido unida Contigo, con tu amor y en tu Querer, a fin de que todos puedan escuchar mi grito incesante que en Ti siempre pide almas”. Ahora, mientras esto y otras cosas decía, mi Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo me es dulce y agradable la oración de las almas íntimas Conmigo, siento repetir mi Vida oculta en Nazaret, sin ninguna exterioridad, sin gente alrededor, sin sonido de campanas, todo inobservado, solo, tanto, que apenas si era conocido. Yo me elevaba entre el Cielo y la tierra y pedía almas, y ni siquiera un respiro ni un latido se me escapaba en que no pidiera almas, y en cuanto esto hacía, mi sonido resonaba en el Cielo y atraía el amor del Padre a cederme las almas, y este sonido haciendo eco en los corazones gritaba con voz sonora: “Almas”. Cuántas maravillas no obré en mi Vida oculta sólo conocidas por mi Padre en el Cielo y por mi Mamá en la tierra. Así el alma oculta, íntima Conmigo, en cuanto reza, si ningún sonido se escucha en la tierra, sus oraciones como campanas suenan más vibrantes en el Cielo, y llaman a todo el Cielo a unirse con ella y hacer descender misericordia a la tierra, que sonando no al oído, sino a los corazones de las criaturas, las dispongan a convertirse”.

+ + + +

12-73
Diciembre 25, 1918

Jesús repite su Vida en el alma.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía toda afligida por varias razones, y el bendito Jesús ha venido y casi compadeciéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te oprimas demasiado, ánimo, Yo estoy contigo, más bien estoy en ti continuando mi Vida, esta es la causa por la que ahora sientes el peso de la justicia y quisieras que se descargara sobre ti, ahora la dolorosa separación de las almas que quieren perderse, ahora sientes el ansia de amarme por todos, pero viendo que no tienes

amor suficiente te arrojas en mi amor y tomas tanto amor por cuanto me deberían amar todos, y haciendo oír tu voz vibrante me amas por todos; y todo lo demás que haces,
¿crees que eres tú quien lo hace? De ninguna manera, soy Yo, soy Yo que repito mi Vida en ti; siento la necesidad de ser amado por ti, no con amor de criatura sino con el mío, por eso te transformo, te quiero en mi Querer, porque en ti quiero encontrar quien me supla a Mí y a todas las criaturas; te quiero como un órgano que se preste a emitir todos los sonidos que quiero hacer”.
(3) Y yo: “Amor mío, hay ciertos tiempos en los que se vuelve tan amarga la vida, especialmente por las condiciones en las que me has puesto”. Y Jesús, conociendo lo que quería decirle ha agregado:
(4) “¿Y tú de qué temes? Soy Yo quien pensará en todo, y cuando te dirige uno, doy la gracia a éste; cuando sea otro, se la daré a ese otro; además no son ellos quienes te asisten, sino Yo mismo, y según ellos aprecien mi obra, mis palabras y enseñanzas, así seré magnánimo con ellos”.
(5) Y yo: “Jesús mío, el confesor apreciaba mucho lo que Tú me decías, y ha trabajado tanto para hacerme escribir, Tú, ¿qué le darás?”
(6) Y Jesús: “Hija mía, le daré el Cielo como recompensa y lo tendré en cuenta en el oficio de San José y de mi Mamá, quienes habiéndome asistido en mi Vida en la tierra debieron sufrir fatigas para alimentarme y asistirme. Ahora, estando mi Vida en ti, su asistencia y sacrificios los considero como si de nuevo me los hicieran mi Mamá y San José. ¿No estás contenta?”
(7) Y yo: “Gracias, oh Jesús”.

+ + + +

12-74
Diciembre 27, 1918

La palabra de Jesús es sol.

(1) En estos días pasados no había escrito nada de lo que Jesús me había dicho; sentía un desgano, y Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué no escribes? Mi palabra es luz, y así como el sol resplandece en todos los ojos, de modo que todos tienen luz suficiente para todas sus necesidades, así cada palabra mía es más que un sol, que puede ser luz suficiente para iluminar cualquier mente y enfervorizar cualquier corazón. Así que cada palabra mía es un sol que sale de Mí, que por ahora te sirve sólo a ti, pero escribiéndola servirá para otros; y tú no escribiéndola vienes a sofocar este sol en Mí, y a impedir el desahogo de mi amor y todo el bien que podría hacer un sol”.
(3) Y yo: “¡Ah, Jesús mío! ¿Quién irá a valorar las palabras que Tú me dictas?”
(4) Y Él: “Esto no debe interesarte a ti, sino a Mí, y aunque no fueran valoradas, lo que no será, los tantos soles de mis palabras surgirán majestuosos, poniéndose para bien de todos; en cambio, si no las escribes impides que el sol surja, y harías tanto mal como uno que pudiera impedir que el sol surgiera sobre el cielo azul, ¿cuántos males no haría a la tierra? Él a la naturaleza, y tú a las almas. Además, es gloria del sol resplandecer majestuoso y tomar como en un puño la tierra y a todos con su luz, el mal es para quien no la aprovecha. Así será del sol de mis palabras, será gloria mía el hacer surgir tantos diferentes soles encantadores y bellos por cuantas palabras digo, el mal será para quien no las aproveche”.


+ + + +

12-75
Enero 2, 1919

Así como en Jesús, en las almas todo debe callar.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús se hacía ver bajo una tempestad de golpes, y con su dulce mirada me miraba pidiéndome ayuda y refugio. Yo me he arrojado hacia Él para quitarlo de aquellos golpes y encerrarlo en mi corazón, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Humanidad bajo los golpes de los flagelos callaba, y no sólo callaba la boca, sino todo en Mí callaba: Callaba la estima, la gloria, la potencia, el honor; pero con mudo lenguaje hablaban elocuentemente mi paciencia, las humillaciones, mis llagas, mi sangre, el aniquilamiento casi hasta el polvo de mi Ser; y mi amor ardiente por la salud de las almas ponía un eco a todas mis penas. He aquí hija mía el verdadero retrato de las almas amantes, todo debe callar en ellas y en torno a ellas: Estima, gloria, placeres, honores, grandezas, voluntad, criaturas, y si las hubiera, debe estar como sorda y como si nada viera, en cambio debe hacer entrar en ella mi paciencia, mi gloria, mi estima, mis penas, y en todo lo que hace, piensa, ama, no será otra cosa que amor, el cual tendrá un solo eco con el mío y me pedirá almas. Mi amor por las almas es grande, y como quiero que todos se salven, por eso voy en busca de almas que me amen y que tomadas por las mismas ansias de mi amor, sufran y me pidan almas. Pero, ¡ay de Mí, qué escaso es el número de los que me escuchan!”

+ + + +

12-76
Enero 4, 1919

Efectos de las penas sufridas en la Voluntad de Dios.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba toda afligida por la privación de mi dulce Jesús, sin embargo trataba de estarme unida con Él haciendo las horas de la Pasión, estaba haciendo la de Jesús sobre la cruz, cuando lo he escuchado en mi interior, que uniendo las manos y con voz articulada ha dicho:
(2) “Padre mío, acepta el sacrificio de esta hija mía, el dolor que siente por mi privación,
¿no ves cómo sufre? El dolor la deja como sin vida, privada de Mí, tanto, que si bien escondido estoy obligado a sufrirlo junto con ella para darle fuerza, de otra manera sucumbiría. ¡Ah! Padre, acéptalo unido al dolor que experimenté sobre la cruz cuando fui abandonado aun por Ti, y concede que la privación que siente de Mí sea luz, conocimiento, Vida Divina en las demás almas y todo lo que conseguí Yo con mi abandono”.
(3) Dicho esto se ha escondido de nuevo. Yo me sentía petrificada por el dolor, y si bien llorando, he dicho: “Vida mía, Jesús, ¡ah! sí, dame las almas, y el vínculo más fuerte que te obligue a dármelas sea la pena desgarradora de tu privación, y esta pena corre en tu Voluntad a fin de que todos sientan el toque de mi pena y mi grito incesante y se rindan”. Después, ya en la tarde, el bendito Jesús ha venido y ha agregado:
(4) “Hija y refugio mío, qué dulce armonía hacía hoy tu pena en mi Voluntad. Mi Voluntad está en el Cielo, y tu pena encontrándose en mi Voluntad armonizaba en el Cielo y con su grito pedía almas a la Trinidad Sacrosanta, y mi Voluntad corriendo en todos los ángeles y santos, hacía que tu pena les pidiera almas a todos, tanto que todos han quedado tocados por tu armonía, y junto con tu pena todos han gritado ante mi Majestad: “¡Almas, almas!” Mi Voluntad corría en todas las criaturas y tu pena ha tocado todos los

corazones y ha gritado a todos: “¡Salvaos, salvaos!” Mi Voluntad se concentraba en ti y como refulgente sol se ponía como guardia de todos para convertirlos. Mira qué gran bien, sin embargo, ¿quién se ocupa en conocer el valor, el precio incalculable de mi Querer?”

+ + + +

12-77
Enero 8, 1919

El Divino Querer tiene el poder de volver infinito todo lo que entra en la Divina Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba muy afligida, privada de mi dulce Jesús; pero de improviso ha venido, cansado y afligido, casi buscando refugio en mi corazón para sustraerse de las graves ofensas que le hacían, y dando un suspiro me ha dicho:
(2) “Hija mía, escóndeme, ¿no ves cómo me persiguen? ¡Ay de Mí! Me quieren echar fuera, o bien darme el último lugar. Hazme desahogar, desde hace muchos días no te he dicho nada de la suerte del mundo ni de los castigos que me arrancan con su maldad, y toda la pena está concentrada en mi corazón. Quiero decírtela para que tomes parte en ella y así dividiremos juntos la suerte de las criaturas, para poder rezar, sufrir y llorar juntos por el bien de ellas.
(3) ¡Ah, hija mía, habrá contiendas entre ellas, la muerte cosechará muchas vidas, aun de sacerdotes! ¡Oh! cuántas mascaras vestidas de sacerdotes, las quiero quitar antes de que surja la persecución a mi Iglesia y las revoluciones, tal vez se conviertan en el momento de la muerte; de otra manera, si las dejo, estas mascaras en la persecución se las quitarán, se unirán a los sectarios y serán los más fieros enemigos de la Iglesia, y su salvación resultará aún más difícil”.
(4) Y yo muy afligida he dicho: “¡Ah mi Jesús! Que pena oírte hablar de estos benditos castigos, ¿pero los pueblos cómo harán sin sacerdotes? Ya son demasiado pocos y quieres quitar otros, ¿quién administrará los sacramentos, quién enseñará tus leyes?”
(5) Y Jesús: “Hija mía, no te aflijas demasiado, lo escaso del número es nada, Yo daré a uno la gracia, la fuerza que doy a diez, a veinte, y uno valdrá por diez o por veinte, Yo a todo puedo suplir; y además, los muchos sacerdotes no buenos son el veneno de los pueblos, en lugar de bien hacen mal, y Yo no hago otra cosa que quitar los elementos primarios que envenenan a las gentes”.
(6) Jesús ha desaparecido y yo he quedado con un clavo en el corazón por lo que me ha dicho, y casi inquieta al pensar en las penas de mi dulce Jesús y en la suerte de las pobres criaturas. Y Jesús ha regresado, y poniéndome su brazo en el cuello ha agregado:
(7) “Amada mía, ánimo, entra en Mí, ven a nadar en el mar inmenso de mi Querer, de mi amor; escóndete en el Querer y en el amor increado de tu Creador; mi Querer tiene el poder de volver infinito todo lo que entra en mi Voluntad y de elevar y transformar los actos de las criaturas en actos eternos, porque lo que entra en mi Voluntad adquiere lo eterno, lo infinito, lo inmenso, perdiendo el principio, lo finito, la pequeñez; tal como es mi Querer así vuelve los actos de ellas. Por eso di, grita fuerte en mi Querer: “Te amo”. Yo escucharé la nota de mi amor eterno, sentiré el amor creado escondido en el Amor increado y me sentiré amado por la criatura con amor eterno, infinito, inmenso, y por tanto un amor digno de Mí, que me suple y puede suplirme al amor de todos”.
(8) Yo he quedado sorprendida y encantada, y le he dicho: “Jesús, ¿qué dices?”
(9) Y Él: “Amada mía, no te asombres, todo es eterno en Mí, ninguna cosa tiene principio ni tendrá fin, tú misma y todas las criaturas son eternas en mi mente; el amor con el cual formé la Creación, y que hice salir de Mí para dotar a cada corazón, es eterno.
¿Qué maravilla entonces que la criatura dejando el propio querer, entra en el mío y uniéndose al amor con el cual la cortejaba y amaba desde la eternidad, y concatenándose

con el amor eterno del que salió, hace sus actos, me ama, adquiere el valor y poder eterno, infinito, inmenso? ¡Oh, qué poco se conoce mi Querer, por eso no es amado ni apreciado, y por esto la criatura se contenta con estarse en lo bajo y obra como si no tuviera un principio eterno, sino temporal!”
(10) Yo misma no sé si estoy diciendo disparates. Mi amable Jesús pone tal luz en mi mente acerca de su Santísimo Querer, que no sólo no puedo contenerla, sino que me faltan las palabras justas para expresarme. Entonces, mientras mi mente se perdía en esta luz, el bendito Jesús me ha dado una semejanza diciéndome:
(11) “Para hacerte comprender mejor lo que te he dicho, imagínate un sol, este sol desprende muchas pequeñas luces que difunde sobre todo lo creado, dándoles plena libertad de vivir, o esparcidas en lo Creado, o bien en el mismo sol del que han salido; ¿no es justo que las pequeñas luces que viven en el sol, sus actos, su amor, adquieran el calor, el amor, el poder, la inmensidad del mismo sol? Además, ellas estaban en el sol, son parte del sol, viven a expensas del sol y hacen la misma vida del sol. A este sol en nada lo acrecientan o disminuyen, porque lo que es inmenso no está sujeto ni a crecer ni a decrecer, sólo recibe la gloria, el honor de que las pequeñas luces regresen a él y hagan vida común con él, y esto es todo el cumplimiento y la satisfacción del sol. El Sol soy Yo, las pequeñas luces que se salen del Sol es la Creación, las luces que viven en el Sol son las almas que viven en mi Voluntad. ¿Has ahora entendido?”
(12) “Creo que sí”. ¿Pero quién puede decir lo que comprendía? Habría querido callar, pero el Fiat de Jesús no ha querido y yo he besado su Fiat y he escrito en su Querer. Sea siempre bendito.

+ + + +

12-78
Enero 25, 1919

La Divina Voluntad es luz, y quien de Ella vive se vuelve luz. Jesús habita en quien vive en la Divina Voluntad como lo hizo en su Humanidad.

(1) Después de haber pasado días amarguísimos de privación de mi dulce Jesús, de mi vida, de mi todo, mi pobre corazón no podía más y decía entre mí: “Qué dura suerte me estaba reservada, después de tantas promesas me ha dejado. ¿Dónde está ahora su amor? ¡Ah, quién sabe si no he sido yo la causa de su abandono, haciéndome indigna de Él! ¡Ah, tal vez aquella noche en la que me quería hablar de las desgracias del mundo, y habiéndome comenzado a decir que el corazón del hombre aún está sediento de sangre y que las guerras aún no han terminado, porque la sed de sangre todavía no se apaga en el corazón humano, y yo le dije: “Jesús, siempre me quieres hablar de estas desgracias, hagámoslas a un lado, hablemos de otra cosa”. Y Él, afligido, hizo silencio. ¡Ah! tal vez se ofendió. Vida mía, perdóname, no lo volveré a hacer, pero ven”. Mientras esto y otros desatinos decía, he sentido perder los sentidos y veía dentro de mí a mi dulce Jesús, solo y taciturno que caminaba de un lugar a otro de mi interior, y como si ahora tropezara en un punto, ahora se golpeara en otro. Yo estaba toda confundida y no me atrevía a decirle nada, pero pensaba: “¿Quién sabe cuántos pecados hay en mí que hacen tropezar a Jesús?” Pero Él todo bondad me miraba, parecía cansado y goteaba sudor, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, pobre mártir, no de fe sino de amor, mártir no humana sino divina, porque tu más cruel martirio es mi privación, la cual te pone el sello de mártir divina, ¿por qué temes y dudas de mi amor? Y además, ¿cómo puedo dejarte? Yo habito en ti como en mi Humanidad, y como en Ella encerraba a todo el mundo entero, así lo encierro en ti; ¿no has visto que mientras caminaba, ahora tropezaba y ahora me golpeaba? Eran los

pecados, las almas malas que encontraba, qué dolor a mi corazón, es desde dentro de ti que divido la suerte del mundo, es tu humanidad que me da reparación, como hacía mi Humanidad a mi Divinidad. Si mi Divinidad no tuviera a mi Humanidad que le hiciera todas las reparaciones, las pobres criaturas no tendrían ninguna salvación, ni en el tiempo ni en la eternidad, y la divina justicia miraría a la criatura ya no como suya, que mereciera la conservación, sino como enemiga que merecería la destrucción. Ahora mi Humanidad es gloriosa, y me es necesaria una humanidad que pueda dolerse, sufrir, dividir junto Conmigo las penas, amar junto Conmigo a las almas y poner la vida para salvarlas, y te he escogido a ti, ¿no estás contenta por ello? Por eso quiero decirte todo, mis penas, los castigos que merecen las criaturas, a fin de que en todo tomes parte y hagas una sola cosa Conmigo. Y es por esto también por lo que te quiero a la altura de mi Voluntad, porque adonde no puedes llegar con tu voluntad, con la mía llegarás a todo lo que conviene al oficio de mi Humanidad; por eso no temas más, no me aflijas con tus penas, con los temores de que pueda abandonarte, tengo ya bastante con las demás criaturas;
¿quieres acrecentar mis penas con las tuyas? No, no, está segura, tu Jesús no te deja”.
(3) Después ha regresado de nuevo, haciéndose ver crucificado, y transformándome en Él, y en sus penas ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Voluntad es luz, y quien de Ella vive se convierte en luz, y como luz fácilmente entra en mi luz purísima y tiene la llave para abrir y tomar lo que quiera. Pero una llave para abrir debe estar sin herrumbre, no estar sucia, y la misma cerradura debe ser de fierro, de otra manera la llave no puede abrir. Así el alma, para abrir con la llave de mi Querer, no debe mezclar la herrumbre de su voluntad ni la sombra del fango de las cosas terrenas, sólo así podemos combinarnos juntos y ella hacer lo que quiere de Mí, y Yo lo que quiero de ella”.
(5) Después de esto he visto a mi Mamá y a mi confesor difunto, y yo quería decirles mi estado, y Ellos han dicho:
(6) “En estos días has estado en peligro de que el Señor te suspendiera del todo del estado de víctima, y Nosotros y todo el purgatorio y el Cielo hemos rogado mucho, y cuánto hemos hecho para que el Señor no lo hiciera. De esto podrás comprender cómo la justicia está colmada aún de graves castigos, por eso ten paciencia y no te canses”.

+ + + +

12-79
Enero 27, 1919

Las tres heridas mortales del corazón de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús, al venir me hacía ver su adorable corazón todo lleno de heridas de las que brotaban ríos de sangre, y todo doliente me ha dicho:
(2) “Hija mía, entre tantas heridas que contiene mi corazón, hay tres heridas que me dan penas mortales y tal acerbidad de dolor, que sobrepasan a todas las demás heridas juntas, y éstas son: Las penas de mis almas amantes. Cuando veo a un alma toda mía sufrir por causa mía, torturada, humillada, dispuesta a sufrir aun la muerte más dolorosa por Mí, Yo siento sus penas como si fueran mías, y tal vez más. ¡Ah! el amor sabe abrir heridas más profundas, de no dejar sentir las otras penas. En esta primera herida entra en primer lugar mi querida Mamá, ¡oh! cómo su corazón traspasado por causa de mis penas se vertía en el mío, y Yo sentía a lo vivo todas sus heridas, y al verla agonizante y no morir por causa de mi muerte, Yo sentía en mi corazón el desgarro, la crudeza de su martirio, y sentía las penas de mi muerte que sentía el corazón de mi amada Mamá, y por ello mi corazón moría junto, así que todas mis penas unidas con las penas de mi Mamá, sobrepasaban todo; por eso era justo que mi Celestial Mamá tuviera el primer puesto en mi corazón, tanto en el

dolor como en el amor, porque cada pena sufrida por amor mío, abría mares de gracias y de amor que se volcaban en su corazón traspasado; en esta herida entran todas las almas que sufren por causa mía y sólo por amor, en ésta entras tú, y aunque todos me ofendieran y no me amaran, Yo encuentro en ti el amor que puede suplirme por todos, y por eso, cuando las criaturas me arrojan, me obligan a huir de ellas, Yo rápido vengo a refugiarme en ti como a mi escondite, y encontrando mi amor, no el de ellas, y penante sólo por Mí, digo: “No me arrepiento de haber creado cielo y tierra y de haber sufrido tanto”. Un alma que me ama y que sufre por Mí es todo mi contento, mi felicidad, mi compensación de todo lo que he hecho, y haciendo a un lado todo lo demás, me deleito y me entretengo con ella. Sin embargo, esta herida de amor en mi corazón, mientras es la más dolorosa y sobrepasa todo, contiene dos efectos al mismo tiempo: Me da intenso dolor y suma alegría, amargura indecible y dulzura indescriptible, muerte dolorosa y vida gloriosa. Son los excesos de mi amor, inconcebibles a mente creada; y en efecto,
¿cuántos contentos no encontraba mi corazón en los dolores de mi traspasada Mamá?
(3) La segunda herida mortal de mi corazón es la ingratitud. La criatura con la ingratitud cierra mi corazón, más bien, ella misma da dos vueltas a la llave, y mi corazón se hincha porque quiere derramar gracias, amor, y no puede, porque la criatura me los ha encerrado y ha puesto el sello con la ingratitud, y Yo doy en delirio, desvarío sin esperanza de que esta herida me sea curada, porque la ingratitud me la va haciendo siempre más profunda, dándome pena mortal.
(4) La tercera es la obstinación. ¡Qué herida mortal a mi corazón! La obstinación es la destrucción de todos los bienes que he hecho para la criatura; es la firma de la declaración que la criatura hace de no conocerme, de no pertenecerme más, es la llave del infierno, al cual la criatura va a precipitarse; y mi corazón siente por ello el desgarro, se me hace pedazos, y me siento llevar uno de esos pedazos. ¡Qué herida mortal es la obstinación!
(5) Hija mía, entra en mi corazón y toma parte en estas mis heridas, compadece mi despedazado corazón, suframos juntos y roguemos”.
(6) Yo he entrado en su corazón, cómo era doloroso, pero bello, sufrir y rogar con Jesús.

+ + + +

12-80
Enero 29, 1919

Dios cumplirá la tercera renovación de la humanidad manifestando lo que hacía su Divinidad en su Humanidad.

(1) Estaba haciendo la adoración a las llagas de Jesús bendito, y por último he recitado el credo con la intención de entrar en la inmensidad del Querer Divino, donde están todos los actos de las criaturas pasadas, presentes y futuras, y los mismos que la criatura debería hacer y que por descuido o maldad no ha hecho, y yo decía: “Jesús mío, amor mío, entro en tu Querer y es mi intención con este credo, rehacer y reparar todos los actos de fe que las criaturas no han hecho, todas las incredulidades, la adoración debida a Dios como Creador”. Mientras éstas y otras cosas decía, sentía perdérseme la inteligencia en el Querer Divino, y una luz que investía mi entendimiento, dentro de la cual descubría a mi dulce Jesús, y esta luz que decía y decía, pero ¿quién puede decirlo todo? Lo diré confusamente, y además siento tal repugnancia, que si la obediencia no fuera tan severa, sino más indulgente, no me obligaría a ciertos sacrificios, pero Tú, Vida mía, dame la fuerza y no abandones a sí misma a esta pobre ignorante. Parecía entonces que me decía:
(2) “Hija amada mía, quiero hacerte saber el orden de mi providencia. En cada período de dos mil años he renovado al mundo, en los primeros lo renové con el diluvio; en los segundos dos mil lo renové con mi venida a la tierra, en la que manifesté mi Humanidad,

de la cual como de tantas fisuras se traslucía mi Divinidad, y los buenos y los mismos santos de estos terceros dos mil años han vivido de los frutos de mi Humanidad, y como a gotas han gozado de mi Divinidad. Ahora estamos cerca del final de los terceros dos mil años y habrá una tercera renovación, he aquí el por qué de la confusión general, no es otra cosa que la preparación a la tercera renovación, y si en la segunda renovación manifesté lo que hacía y sufría mi Humanidad y poquísimo lo que obraba la Divinidad, ahora en esta tercera renovación, después de que la tierra haya sido purgada y en gran parte destruida la presente generación, seré aún más magnánimo con las criaturas y llevaré a cabo la renovación con manifestar lo que hacía mi Divinidad en mi Humanidad, cómo obraba mi Querer Divino con mi querer humano, cómo todo quedaba concatenado en Mí, cómo hacía y rehacía todo, y hasta un pensamiento de cada criatura era rehecho por Mí y sellado con mi Querer Divino. Mi amor quiere desahogarse y quiere hacer conocer los excesos que obraba mi Divinidad en mi Humanidad en favor de las criaturas, que superan con mucho los excesos que externamente obraba mi Humanidad. He aquí por qué a menudo te hablo del vivir en mi Querer, lo que hasta ahora no he manifestado a ninguno, a lo más han conocido la sombra de mi Voluntad, la gracia, la dulzura que contiene el hacerla, pero penetrar dentro de Ella, abrazar la inmensidad, multiplicarse Conmigo y penetrar dondequiera, aun estando en la tierra, en el Cielo y en los corazones, abandonar los modos humanos y obrar con modos divinos, esto no es conocido aún, tanto que a no pocos parecerá extraño, y quien no tiene abierta la mente a la luz de la verdad no comprenderá nada, pero Yo poco a poco me abriré camino manifestando ahora una verdad, ahora otra de este vivir en mi Querer, de tal manera que terminarán por comprenderlo. Ahora bien, el primer eslabón que conjuntó el verdadero vivir en mi Querer fue mi Humanidad, mi Humanidad fundida con mi Divinidad nadaba en el Querer Eterno e iba encontrando todos los actos de las criaturas para hacerlos suyos, y dar al Padre por parte de las criaturas una gloria divina, y dar a todos los actos de las criaturas el valor, el amor y el beso del Querer Eterno. En este ambiente del Querer Eterno Yo veía todos los actos de las criaturas posibles de hacerse y no hechos, los mismos actos buenos malamente hechos, y Yo hacía los no hechos y rehacía los malamente hechos. Ahora, estos actos no hechos y hechos sólo por Mí, están todos suspendidos en mi Querer, y espero a las criaturas que vengan a vivir en mi Querer y repitan en mi Voluntad lo que hice Yo. Por eso te he escogido a ti como segundo eslabón de conjunción con mi Humanidad, haciéndose uno solo con el mío, viviendo en mi Querer, repitiendo mis mismos actos, de otra manera por esta parte mi amor quedaría sin desahogo, sin gloria por parte de las criaturas por todo lo que mi Divinidad obraba en mi Humanidad, y sin la perfecta finalidad de la Creación, la cual debe encerrarse y perfeccionarse en mi Querer. Sería como si hubiera derramado toda mi sangre, sufrido tanto y nadie lo hubiera sabido, ¿quién me habría amado? ¿Qué corazón habría quedado emocionado? ¡Ninguno! Y por tanto en ninguno habría tenido mis frutos, la gloria de la Redención”.
(3) Y yo interrumpiendo las palabras de Jesús he dicho: “Amor mío, si tanto bien hay en este vivir en el Querer Divino, ¿por qué no lo manifestaste antes?”
(4) Y Él: “Hija mía, primero debía hacer conocer lo que hizo y sufrió mi Humanidad por fuera, para poder disponer a las almas a conocer lo que hizo mi Divinidad por dentro; la criatura es incapaz de comprender todo junto mi obrar, por eso voy manifestándome poco a poco. Después, a tu eslabón de conjunción Conmigo serán unidos los demás eslabones de las criaturas, y tendré una multitud de almas, que viviendo en mi Querer reharán todos los actos de las criaturas y tendré la gloria de tantos actos suspendidos hechos sólo por Mi, hechos también por las criaturas, y éstas de todas las clases: Vírgenes, sacerdotes, seglares, según su oficio no obrarán más humanamente, sino que penetrando en mi Querer sus actos se multiplicarán por todos en modo todo divino, y tendré la gloria divina por parte de las criaturas de tantos sacramentos recibidos y administrados en modo humano, otros profanados, otros enfangados por el interés, y de tantas obras buenas en las cuales quedo más deshonrado que honrado. Suspiro tanto este tiempo, tú reza y

suspíralo junto Conmigo y no separes tu eslabón de unión con el mío, empezando tú la primera”.

+ + + +

12-81
Febrero 4, 1919

La Pasión interna que la Divinidad hizo sufrir a la Humanidad de Jesús en el transcurso de toda su Vida.

(1) Continuando mi habitual estado, por cerca de tres días me sentía perdida en Dios; muchas veces el buen Jesús me atraía dentro de su Santísima Humanidad, y yo nadaba en el mar inmenso de la Divinidad. ¡Oh! cuántas cosas se veían, cómo se veía claro todo lo que obraba la Divinidad en la Humanidad, y frecuentemente mi Jesús interrumpía mis sorpresas y me decía:
(2) “Mira hija mía con qué exceso de amor amé a la criatura, mi Divinidad fue celosa de confiar a las criaturas el trabajo de la Redención haciéndome sufrir la Pasión. La criatura era impotente para hacerme morir tantas veces por cuantas criaturas habían salido y deberían salir a la luz de lo creado, y por cuantos pecados mortales habrían tenido la desgracia de cometer. La Divinidad quería vida por cada vida de criatura, y vida por cada muerte que con el pecado mortal se daba. ¿Quién podría ser tan potente sobre Mí, para darme tantas muertes, sino mi Divinidad? ¿Quién habría tenido la fuerza, el amor, la constancia de verme morir tantas veces, sino mi Divinidad? La criatura se habría cansado y habría desfallecido. Y no creas que este trabajo de mi Divinidad empezó tarde, por el contrario, empezó en cuanto fue cumplida mi concepción, desde el seno de mi Mamá, la cual muchas veces tenía conocimiento de mis penas y quedaba martirizada y sentía la muerte junto Conmigo. Así que desde el seno materno mi Divinidad tomó el empeño de verdugo amoroso, pero precisamente por amoroso más exigente e inflexible, tanto, que ni siquiera una espina fue dispensada a mi gimiente Humanidad, ni un clavo, pero no como las espinas, los clavos, los flagelos que sufrí en la Pasión que me dieron las criaturas, que no se multiplicaban, cuantos me ponían, tantos quedaban; en cambio, los de mi Divinidad se multiplicaban por cada ofensa, así que tantas espinas por cuantos pensamientos malos, tantos clavos por cuantas obras indignas, tantos golpes por cuantos placeres, tantas penas por cuantas fueron las ofensas; por eso eran mares de penas, de espinas, de clavos, de golpes innumerables. Delante a la Pasión que me dio la Divinidad, la Pasión que me dieron las criaturas el último de mis días no fue otra cosa que sombra, imagen de lo que me hizo sufrir mi Divinidad en el curso de mi Vida, por eso amo tanto a las almas, son vidas que me cuestan, son penas inconcebibles a mente creada, por eso entra dentro de mi Divinidad y mira y toca con la mano lo que sufrí”.
(3) Yo no sé como me encontraba dentro de la inmensidad Divina, que erigía tronos de justicia por cada criatura, a lo cual el dulce Jesús debía responder por cada acto de criatura, sufrir las penas, la muerte, pagar el precio de todo; y Jesús como dulce corderito quedaba muerto por las manos divinas, para resurgir y sufrir otras muertes. ¡Oh, Dios!
¡Oh, Dios, qué penas tan desgarradoras, morir para resurgir y resurgir para someterse a muertes más dolorosas! Yo me sentía morir al ver muerto a mi dulce Jesús. Tantas veces hubiera querido evitar una sola muerte a Aquél que tanto me ama. ¡Oh, cómo comprendía bien que sólo la Divinidad podía hacer sufrir tanto a mi dulce Jesús, y que sólo Ella podía gloriarse de haber amado a los hombres hasta la locura y el exceso, con penas inauditas y con amor infinito! Por eso, ni el ángel ni el hombre tenían en su mano este poder, de poder amarnos con tanto heroísmo de sacrificio como un Dios. ¿Pero quién puede decirlo todo? Mi pobre mente nadaba en aquel mar inmenso de luz, de amor y de penas, y yo quedaba como ahogada sin saber salir de él; y si mi amable Jesús no me hubiera atraído

al pequeño mar de su Santísima Humanidad, en el que la mente no quedaba tan sumergida sin poder ver ningún confín, yo no habría podido decir ni nada. Después de esto mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija amada, parto de mi Vida, ven en mi Voluntad, ven a ver cuánto hay que sustituir a tantos actos míos suspendidos aún y no sustituidos por parte de las criaturas. Mi Voluntad debe ser en ti como la primera rueda del reloj, si ella camina todas las demás ruedas caminan, y el reloj señala las horas, los minutos, así que todo el acuerdo está en el movimiento de la primera rueda, y si la primera rueda no tiene movimiento, queda detenido. Así, la primera rueda en ti debe ser mi Voluntad, que debe dar movimiento a tus pensamientos, a tu corazón, a tus deseos, a todo, y como mi Voluntad es la rueda central de mi Ser, de la Creación, y de todo, tu movimiento saliendo de este centro vendrá a sustituir a tantos actos de las criaturas, multiplicándose en los movimientos de todos, como movimiento central, vendrá a poner a mi Trono por parte de las criaturas, los actos de ellas, sustituyéndose a todo. Por eso sé atenta, tu misión es grande, es toda divina”.

+ + + +

12-82
Febrero 6, 1919

El alma en la Divina Voluntad puede formar las hostias para alimentar a Jesús.

(1) Estaba fundiéndome toda en mi dulce Jesús, haciendo cuanto más podía por entrar en el Divino Querer, para encontrar la cadena de mi amor eterno, de las reparaciones, de mi grito continuo de querer almas, con el cual me cortejaba mi siempre amable Jesús ab eterno, y queriendo encadenar juntos mi pequeño amor en el tiempo a aquel amor con el cual Jesús me cortejaba eternamente, para poderle dar amor infinito, reparaciones infinitas, sustituirme a todo, justo como Jesús me había enseñado. Mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha venido de prisa y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tengo mucha hambre”.
(3) Y parecía que tomaba de dentro de mi boca muchas pequeñas bolitas blancas y se las comía. Luego, como si quisiera saciarse del todo, ha entrado dentro de mi corazón y con las dos manos tomaba muchas migajas grandes y pequeñas, y con mucha prisa se las comía; después, como si estuviera ya satisfecho, se ha apoyado sobre mi cama y me ha dicho:
(4) “Hija mía, conforme el alma va encerrando en ella mi Querer y me ama, en mi Querer me encierra a Mí, y amándome forma en torno a Mí los accidentes para aprisionarme dentro y forma una hostia para Mí; así si sufre, si repara, etc., y encierra mi Querer, me forma tantas hostias para que Yo me comulgue a Mí mismo y sacie mi hambre en modo divino y digno de Mí. Yo, en cuanto veo formadas estas hostias en el alma, voy a tomarlas para nutrirme, para saciar mi insaciable hambre que tengo de que la criatura me restituya amor por amor, así que puedes decirme: Tú te has dado en comunión a mí, también yo me he dado en comunión a Ti”.
(5) Y yo: “Jesús, mis hostias son tus mismas cosas, en cambio las tuyas son cosas tuyas, por lo tanto yo permanezco siempre por debajo de Ti”.
(6) Y Jesús: “Para quien ama de verdad, Yo no sé, ni quiero hacer cuentas, y además, en mis hostias es Jesús lo que te doy, y en las tuyas es todo Jesús lo que me das,
¿quieres verlo?”
(7) Y yo: “Si”. Entonces ha extendido su mano en mi corazón y ha tomado una pequeña bolita blanca, la ha roto y de dentro ha salido otro Jesús.
(8) Y Él: “¿Has visto? ¡Cómo estoy contento cuando la criatura llega a poder darme a Mí mismo, por eso hazme muchas hostias y Yo vendré a alimentarme en ti; me renovarás

el contento, la gloria, el amor de cuando al instituirme Sacramentado me comulgué a Mí mismo”.

+ + + +

12-83
Febrero 9, 1919

Temores de Luisa. Jesús le dice que la eligió desde la eternidad para la Santidad del vivir en la Divina Voluntad.

(1) Retomo lo que está escrito el 29 de enero. Estaba diciendo a mi dulce Jesús: “¿Será posible que yo sea el segundo anillo de conjunción con tu Humanidad? Hay almas tan queridas para Ti, ante las cuales yo no merezco ni estar bajo sus pies, y además está tu indivisible Mamá, la cual ocupa el primer lugar en todo y sobre todo, me parece dulce amor mío que quieres decirme mentiras, no obstante me veo obligada por la obediencia, con el más grande desgarro de mi alma, a ponerlo por escrito; Jesús mío, ten piedad de mi duro martirio”. Mientras esto decía, mi siempre amable Jesús, acariciándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué te inquietas? ¿No es acaso mi costumbre elegir de entre el polvo y formar de él grandes portentos, prodigios de Gracia? Todo el honor es mío, y cuanto más débil e ínfimo el sujeto, tanto más quedo en él glorificado. Y además, mi Mamá no entra en la parte secundaria de mi amor, de mi Querer, sino que forma un solo anillo Conmigo, y también es cierto que tengo muchas almas queridísimas por Mí, pero esto no excluye que pueda elegir a una en vez de otra a la altura de un oficio, y no sólo de oficio, sino altura tal de santidad, cual conviene para vivir en mi Querer. Las gracias que no eran necesarias a los demás a quienes no llamaba a vivir en esta inmensidad de santidad de mi Voluntad, son necesarias para ti, a quien elegí desde la eternidad. En estos tiempos tan tristes te elegí a ti, para que viviendo en mi Querer me dieras amor divino, reparaciones y satisfacciones divinas, las cuales se encuentran sólo en el vivir en mi Querer. Los tiempos, mi amor, mi Querer lo requería, el desahogarme más en amor ante tanta impiedad humana, ¿no puedo acaso hacer lo que quiero? ¿Acaso puede atarme alguien? No, no, por eso tranquilízate y seme fiel”.

+ + + +

12-84
Febrero 10, 1919

Jesús pregunta a Luisa si quiere vivir en su Querer, si quiere aceptar el oficio de segundo eslabón con su Humanidad y si quiere aceptar su Amor como propio y su Querer como Vida.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido y tomando mis manos en las suyas me las ha estrechado, y con una afabilidad majestuosa me ha dicho:
(2) “Hija mía, dime: ¿quieres vivir en mi Querer? ¿Quieres aceptar el oficio de segundo eslabón con mi Humanidad? ¿Quieres aceptar todo mi amor como tuyo, mi Querer como vida, mis mismas penas que la Divinidad inflingía a mi Humanidad, las cuales eran tantas, que mi amor siente una irresistible necesidad no sólo hacerlas conocer, sino de participarlas por cuanto a criatura es posible? Y sólo puedo hacerlas conocer y participarlas a quien vive en mi Querer, todo a expensas de mi amor. Hija mía, es mi costumbre pedir el “sí” de la criatura, para después obrar libremente con ella”.
(3) Jesús ha hecho silencio, como si esperara mi Fiat, y yo he quedado sorprendida y he dicho:

(4) “Vida mía, Jesús, tu Querer es mío, Tú únelos juntos y forma un solo Fiat, y yo digo “sí” junto Contigo, y te pido que tengas piedad de mí, mi miseria es grande, y sólo porque Tú lo quieres yo digo Fiat, Fiat”.
(5) Pero, ¡oh! cómo me sentía aniquilada y pulverizada en el abismo de mi nada, mucho más porque esta nada era llamada a hacer vida en el Todo. Entonces mi dulce Jesús ha unido los dos quereres y ha impreso un Fiat, y el mío ha entrado en el Querer Divino y parecía no un sí humano, sino divino, porque había sido pronunciado en el Querer de Jesús, y este sí en el Querer Divino se multiplicaba en tantos, por cuantos rechazos hacían todas las criaturas a mi dulce Jesús. Este sí hacía las más solemnes reparaciones, abrazaba a todos, como si quisiera llevar a todos a Jesús, sustituyéndose por todos; era un sí que tenía el sello y el poder del Querer Divino, no pronunciado ni por temor ni por interés de santidad personal, sino sólo por vivir en el Querer de Jesús y correr en bien de todos y llevar a Jesús gloria, amor, reparaciones divinas. Mi amable Jesús parecía tan contento por mi sí, que me ha dicho:
(6) “Ahora quiero adornarte y vestirte como Yo, a fin de que junto Conmigo vengas ante la Majestad del Eterno a repetir mi mismo oficio”.
(7) Entonces Jesús me ha vestido y como fundido con su Humanidad, y juntos nos hemos encontrado ante la Majestad Suprema. Yo no sé decirlo, esta Majestad era una Luz inaccesible, inmensa, variada, de belleza incomprensible, de la cual todo dependía. Yo he quedado perdida en Ella, y la misma Humanidad de mi Jesús permanecía pequeña, el solo entrar en el aire de esta Luz hacía feliz, embellecía, pero no sé cómo continuar diciéndolo, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(8) “Adora junto Conmigo en la inmensidad de mi Voluntad a la Potencia Increada, a fin de que no sólo Yo, sino también otra criatura adore en modo divino a nombre de todos sus hermanos de las generaciones de todos los siglos, a Aquél que todo lo ha creado y del cual todas las cosas dependen”.
(9) Cómo era bello adorar junto con Jesús, estas adoraciones se multiplicaban por todos, se ponían ante el Trono del Eterno como en defensa por quien no habría reconocido a la Eterna Majestad, es más, insultada, y corrían a bien de todos para hacerla conocer. Hemos hecho otros actos, siempre junto con Jesús, pero siento que no sé continuar escribiéndolos, mi mente oscila y no encuentra las palabras, por eso no continúo, si Jesús lo quiere regresaré sobre este punto. Entonces mi dulce Jesús me ha conducido de nuevo en mí misma, pero mi mente ha quedado atada como a un punto eterno, del cual no podía separarse. Jesús, Jesús, ayúdame a corresponder a tus gracias, ayuda a tu pequeña hija, ayuda a tu pequeña chispa.

+ + + +

12-85
Febrero 13, 1919

Jesús le habla de su nuevo oficio.

(1) Continuando mi habitual estado, buscaba con ansia a mi siempre amable Jesús, y Él todo bondad ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija amada de mi Querer, ¿quieres venir en mi Voluntad a sustituir en modo divino a tantos actos no hechos por todos nuestros hermanos? ¿A tantos otros hechos humanamente, y a otros actos santos, sí, pero humanos y no en orden divino? Yo todo lo he hecho en el orden divino, pero no estoy contento aún, quiero que la criatura entre en mi Voluntad y en modo divino venga a besar mis actos, sustituyéndose a todo como hice Yo; por eso ven, ven, lo suspiro, lo deseo tanto, que hago fiesta cuando veo que la criatura entra en este ambiente divino y multiplicándose junto Conmigo se multiplica en todos, y ama, repara, sustituye a todos y por cada uno en modo divino. Las cosas humanas no las

reconozco más en ella, sino todas son cosas mías, mi amor surge y se multiplica, las reparaciones se multiplican al infinito, las sustituciones son divinas; ¡qué alegría, qué fiesta! Los mismos santos se unen Conmigo y hacen fiesta, y esperan con ardor que una hermana suya sustituya sus mismos actos santos en el orden humano, pero no en el orden divino; me suplican que pronto haga entrar en este ambiente divino a la criatura, y que todos sus actos sean sustituidos sólo con el Querer Divino y con el sello del Eterno. Yo lo he hecho por todos, ahora quiero que lo hagas tú por todos”.
(3) Y yo: “Mi Jesús, tu hablar me confunde, y sé que Tú solo bastas para todo, y además, todo es cosa tuya”.
(4) Y Jesús: “Es cierto que Yo solo basto por todos; ¿y no soy Yo libre de elegir a una criatura, y junto Conmigo darle el oficio y hacerla bastar por todos? Y además, ¿qué te importa a ti que sea cosa mía? ¿Tal vez lo que es mío no puedo dártelo a ti? Éste es todo mi contento, darte todo, y si tú no me correspondes y no lo aceptas me dejarás descontento, y toda la cadena de gracias que te he hecho para hacerte llegar a este punto de llamarte a este oficio, me la dejas defraudada”.
(5) Yo he entrado en Jesús, y hacía lo que hacía Jesús. ¡Oh, cómo veía con claridad lo que Él me había dicho! Con Él quedaba multiplicada en todos, también en los santos. Pero volviendo en mí misma una duda se ha suscitado en mí, y Jesús ha agregado:
(6) “Un solo acto de mi Voluntad, y aun un solo instante, está lleno de Vida creadora, y quien contiene esta Vida, en ese instante puede dar vida a todo y conservar todo, así que de este solo acto de mi Voluntad, el sol recibe la vida de la luz, la tierra su conservación, las criaturas la vida; ¿por qué dudas tú entonces? Y además, tengo mi corte en el Cielo, pero quiero otra sobre la tierra. ¿Adivinas tú quién formará esta corte?”
(7) Y yo: “Las almas que vivirán en tu Querer”.
(8) Y Él: “Bravo, son propiamente ellas, que sin la sombra del interés y de la santidad personal, sino toda divina, vivirán para bien de sus hermanos y harán un solo eco con el Cielo”.

+ + + +

12-86
Febrero 20, 1919

En cada cosa creada, Dios ponía una relación, un canal de gracias, un amor especial entre la Majestad Suprema y la criatura.

(1) Continuando mi habitual estado me la he pasado junto con mi dulce Jesús, y ahora se hacía ver como niño, ahora crucificado, y transformándome en Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, entra en Mí, en mi Divinidad, y corre en mi eterna Voluntad, y ahí encontrarás la potencia creadora como en acto de crear la máquina de todo el universo. En cada cosa que creaba ponía una relación, un canal de gracias, un amor especial entre la Majestad Suprema y la criatura, pero como la criatura no tomaría en cuenta estas relaciones, estas gracias, este amor, debería haber suspendido la Creación no reconocida ni apreciada, pero al ver a mi Humanidad que tan bien debía apreciarla, y que por cada cosa creada iba a tener sus relaciones con el Eterno, iba a reconocerlo, a amarlo, no sólo por Ella sino por toda la familia humana, no miró la culpa de los otros hijos, y con sumo contento distendió el cielo, tapizándolo de estrellas, sabiendo que aquellas estrellas debían ser tantas y variadas relaciones, gracias sin número, ríos de amor que debían correr entre mi Humanidad y el Ente Supremo. El Eterno miró el cielo y quedó contento al ver las inmensas armonías, las comunicaciones de amor que abrió entre el Cielo y la tierra, por eso siguió adelante, y con una sola palabra creadora creó en este cielo el sol como relator continuo de su Ser Supremo, dotándolo de luz, de calor, dejándolo suspendido entre el cielo y la tierra en acto de regir todo, de fecundar, calentar, iluminar todo, y que con su ojo

de luz indagador parece que dice a todos: “Yo soy el más perfecto predicador del Ser Divino; miradme y lo reconoceréis, Él es luz inmensa, es amor interminable, da vida a todo, no tiene necesidad de nada, ninguno lo puede tocar; mírenme bien y lo reconoceréis, yo soy su sombra, el reflejo de su Majestad, su relator continuo”. ¡Oh, qué océanos de amor, de relaciones se abrieron entre mi Humanidad y la Majestad Suprema! Así que cada cosa que tú ves, hasta la más pequeña florecita del campo, era una relación más entre la criatura y el Creador, por eso era justo que por cada cosa quería un reconocimiento, un amor de más por parte de las criaturas. Yo me sustituí a todo, la reconocí y adoré por todos a la potencia creadora; pero mi amor ante tanta bondad no está contento, quisiera que otras criaturas reconocieran, amaran y adoraran a esta potencia creadora, y por cuanto a criatura es posible tomaran parte en estas relaciones que el Eterno ha esparcido en todo el mundo, y a nombre de todos rindieran homenaje a este acto de creación del Eterno; ¿pero sabes tú quién puede rendir este homenaje? Las almas que viven en mi Querer, porque conforme entran en Él encuentran como en acto todos los actos de la Majestad Suprema, y encontrándose esta Voluntad en todo y en todos, quedan multiplicados en todo y pueden rendir honor, gloria, adoración, amor por todos. Por eso ven en mi Querer, ven junto Conmigo ante la Alteza Divina, a rendir, tú la primera, los homenajes debidos como Creador de todo”.
(3) Yo no sé decir cómo he entrado en este Divino Querer, pero siempre junto con mi dulce Jesús, y veía a esta Suprema Majestad en acto de hacer salir todo lo creado. ¡Oh Dios, qué amor! Cada cosa creada recibía la marca del amor, la llave de comunicación, el mudo lenguaje para hablar elocuentemente de Dios, ¿pero a quién? A la criatura ingrata. Pero yo no sé continuar diciéndolo, mi pequeña inteligencia se perdía al ver tantos canales abiertos de comunicación, el amor inmenso que salía de ellos, y la criatura que hacía como extraños todos estos bienes. Entonces, junto con Jesús, multiplicándonos en todos hemos adorado, agradecido y reconocido a nombre de todos a la potencia creadora, y el Eterno recibía la gloria de la Creación.
(4) Jesús ha desaparecido y yo he vuelto en mí misma.

+ + + +

12-87
“”Febrero 24, 1919

El hombre, obra maestra de la Potencia creadora.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, nada has dicho de la creación del hombre, de la obra maestra de la potencia creadora, donde el Eterno, no a gotitas, sino a olas, a ríos ponía su amor, su belleza, su maestría, y llevado por el exceso de amor se ponía a Sí mismo como centro del hombre; pero Él quería al hombre como una digna habitación, ¿qué hace entonces esta Majestad increada? Crea al hombre a su imagen y semejanza, y desde el fondo de su amor hace salir un respiro, y con su aliento omnipotente le infunde la vida, dotando al hombre de todas sus cualidades, proporcionadas a criatura, haciéndolo un pequeño dios. Así que todo lo que ves en lo creado es nada en comparación a la creación del hombre;
¡oh! cuántos cielos, estrellas y soles mucho más bellos extendía en el alma creada, cuánta variedad de belleza, cuántas armonías, basta decir que miró al hombre creado y lo encontró tan bello, que se enamoró de él, y celoso de este su portento, Él mismo se hizo custodio y poseedor del hombre y dijo: “Todo lo he creado para ti, te doy el dominio de todo, todo es tuyo, y tú serás todo mío”. Tú no podrás comprender del todo los mares de amor, las relaciones íntimas y directas, la semejanza que corre entre Creador y criatura,
¡ah! hija de mi corazón, si la criatura conociera cuán bella es su alma, cuántas dotes divinas contiene, y cómo entre todas las cosas creadas sobrepasa a todo en belleza, en

potencia, en luz, tanto, que se puede decir: “Es un pequeño dios y un pequeño mundo que todo en sí contiene”. ¡Oh! cómo ella misma se estimaría de más, y no ensuciaría con la más leve culpa una belleza tan singular, un prodigio tan portentoso de la potencia creadora. Pero la criatura, casi ciega en el conocerse a sí misma, y mucho más ciega en el conocer a su Creador, se va ensuciando con mil suciedades, de desfigurar la obra del Creador, tanto, que difícilmente se reconoce. Piensa tú misma cuál es nuestro dolor; por eso ven en mi Querer, y junto Conmigo ven a sustituir por nuestros hermanos delante al trono del Eterno, por todos los actos que deberían hacer por haberlos creado como un prodigio de amor de su omnipotencia, y sin embargo tan ingratos”.
(3) En un instante nos hemos encontrado ante esta Majestad Suprema, y a nombre de todos hemos expresado nuestro amor, el agradecimiento, la adoración por habernos creado con tanto exceso de amor y dotado de tantas bellas cualidades.

+ + + +

12-88
Febrero 27, 1919

En la Divina Voluntad no hay obstáculos para el amor de Dios.

(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús al venir casi siempre me llama en su Querer a reparar, o a sustituir los actos de las criaturas en modo divino. Ahora, al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué peste exhala de la tierra, no encuentro ningún punto para Mí, y me veo obligado por la peste a huir la tierra; pero tú puedes hacerme un poco de aire perfumado,
¿sabes cómo? Con hacer lo que haces en mi Voluntad, y así conforme hagas tus actos me formarás un aire divino, y Yo vendré a respirarlo y encontraré un punto de la tierra para Mí, y como mi Voluntad circula en todas partes, así el aire que me formarás lo sentiré por todas partes y me disipará el aire pestilente que la tierra me manda”.
(3) Poco después ha regresado y ha agregado:
(4) “Hija mía, cuántas tinieblas, son tantas que la tierra parece cubierta por un manto negro, tanto, que las criaturas no ven más, han quedado o ciegas, o no tienen luz para ver; y Yo no sólo quiero el aire divino para Mí, sino también la luz, por eso tus actos sean continuos en mi Querer, porque no sólo harás el aire para tu Jesús, sino también la luz, serás mi reflector, mi reflejo, el reflejo de mi amor y de mi misma Luz; es más, te digo que en cuanto hagas tus actos en mi Querer erigirás tabernáculos, y no sólo eso, sino que conforme vayas formando los pensamientos, los deseos, las palabras, las reparaciones, los actos de amor, tantas hostias se desprenderán de ti, consagradas por mi Voluntad.
¡Oh, qué libre desahogo tendrá mi amor, tendré campo libre en todo, no más obstáculos, cuantos tabernáculos quiera los tendré, las hostias serán innumerables, a cada instante nos comulgaremos juntos, y también Yo gritaré: “Libertad, libertad, vengan todos en mi Voluntad y gozareis la verdadera libertad!” Fuera de mi Voluntad, cuántos obstáculos no encuentra el alma, pero en mi Voluntad es libre, yo la dejo libre de amarme como quiera, es más, le digo: “Deja tus harapos humanos, toma lo divino, Yo no soy avaro ni celoso de mis bienes, quiero que tomes todo, ámame inmensamente, toma todo mi amor, haz tuyo mi poder, mi belleza hazla tuya, por cuanto más tomes tanto más estará feliz tu Jesús”. La tierra me forma pocos tabernáculos, las hostias están casi numeradas, y además los sacrilegios, las irreverencias que me hacen, ¡oh! cómo es ofendido y obstaculizado mi amor, en cambio en mi Voluntad nada estorba, no hay ni la sombra de la ofensa, y la criatura me da amor, reparaciones divinas y correspondencia completa, y junto Conmigo se sustituye a todos los males de la familia humana. Sé atenta y no te apartes del punto donde te llamo y quiero”.


+ + + +

12-89
Marzo 3, 1919

El Divino Querer es el Edén del alma.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba toda inmersa en el Divino Querer, y mi siempre amable Jesús ha venido y me ha estrechado a su corazón diciéndome:
(2) “Tú eres mi hija primogénita de mi Voluntad, cómo te amo y cómo eres preciosa ante mis ojos, te tendré tan custodiada, que si al crear al hombre preparé un edén terrestre, para ti he preparado un edén divino; si en el edén terrestre el matrimonio fue humano entre los primeros progenitores, y a ellos les di a gozar las más bellas delicias de la tierra, y de Mí gozaban a intervalos, en el edén divino la unión es divina, te haré gozar las más bellas delicias celestiales, y de Mí gozarás cuanto quieras, es más, seré tu vida y dividiremos juntos los contentos, las alegrías, las dulzuras, y si es necesario también las penas. En el edén terrestre tuvo acceso el enemigo y fue cometido el primer pecado, en el edén divino está cerrada la entrada al demonio, a las pasiones, a las debilidades, más bien el demonio no quiere entrar sabiendo que mi Querer lo quemaría más que el mismo fuego del infierno, y sólo al sentir su sensación huye; y darás principio a los primeros actos en modo divino, los cuales son inmensos, eternos e infinitos, que abrazan todo y a todos”.
(3) Y yo interrumpiendo el hablar de Jesús he dicho: “Jesús, amor mío, por cuanto más hablas de este Querer Divino, tanto más me confundo y temo, y siento tal aniquilamiento que me siento destruir, y por tanto inhabilitada para corresponder a tus designios”. Y Él todo bondad ha agregado:
(4) “Es mi Querer que te destruye lo humano, y en lugar de temer deberías arrojarte en la inmensidad de mi Voluntad, mis designios sobre ti son altos, nobles y divinos, la misma obra de la Creación, ¡oh! cómo queda atrás de esta obra de llamarte a vivir en el Querer Divino para hacer en Él no vida humana sino Vida Divina; es un desahogo más fuerte de mi amor, es mi amor reprimido por las criaturas, que no pudiendo contenerlo lo derramo a torrentes sobre quien me ama, y para estar seguro de que mi amor no sea rechazado y maltratado, te llamo en mi Querer, de modo que ni tú ni lo que es mío quede sin su pleno efecto, y quede en plena defensa. Hija mía, no entristezcas con tus temores la obra de tu Jesús, continúa el vuelo a donde te llamo”.

+ + + +

12-90
Marzo, 6, 1919

Diferentes pasos que Jesús hace en el alma para hacerla vivir en el Divino Querer.

(1) Estaba pensando en lo que mi dulce Jesús me va diciendo sobre el Divino Querer, y decía entre mí: “¿Cómo es posible que el alma pueda llegar a tanto, y vivir más en el Cielo que en la tierra?” Y Jesús viniendo me ha dicho:
(2) “Hija mía, lo que es imposible a la criatura, todo es posible para Mí. Es verdad que es el prodigio más grande de mi omnipotencia y de mi amor, pero cuando quiero todo puedo, y lo que parece difícil para Mí es facilísimo, pero quiero el sí de la criatura, y que se preste como suave cera a todo lo que quiero hacer de ella. Es más, tú debes saber que antes de llamarla del todo a vivir en mi Querer, la voy llamando de vez en vez, la despojo de todo, le hago sufrir una especie de juicio, porque en mi Querer no hay juicios, las cosas

quedan todas confirmadas Conmigo, el juicio está fuera de mi Voluntad, pues a todo lo que entra en mi Querer, ¿quién puede atreverse a hacerle juicio? Y Yo jamás me juzgo a Mí mismo, y no sólo eso, sino que muchas veces la hago morir, aun corporalmente, y después de nuevo la devuelvo a la vida, y el alma vive como si no viviera, su corazón está en el Cielo y el vivir es su más grande martirio; ¿cuántas veces no lo he hecho contigo? Éstas son disposiciones para disponer al alma a vivir en mi Querer. Y además, las cadenas de mis gracias, de mis visitas repetidas, ¿cuántas no te he hecho? Todo era para disponerte a la altura de vivir en el mar inmenso de mi Voluntad, por eso no quieras investigar, sino continúa tu vuelo”.

+ + + +

12-91
Marzo 9, 1919

El Divino Querer debe ser centro y alimento del alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me atrae siempre a su Querer; qué abismo interminable, entonces me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira un poco como mi Humanidad nadaba en el Divino Querer, a la cual tú deberías imitar”.
(3) En ese momento me ha parecido ver ante mi mente un sol, pero no tan pequeño como el que resplandece sobre nuestro horizonte, sino tan grande que sobrepasaba toda la superficie de la tierra, es más, no se veía hasta dónde llegaban sus confines, y los rayos que expandía haciéndole encantadora armonía, llegaban a todas partes y penetraban dondequiera. En el centro de ese sol veía la Humanidad de Nuestro Señor, que se nutría del sol, el cual formaba toda su Vida, todo recibía del sol y todo se lo devolvía, y como lluvia benéfica se derramaba sobre toda la familia humana, ¡oh, qué vista tan encantadora! Entonces mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “¿Has visto cómo te quiero? El sol que tú ves es mi Voluntad, en la cual mi Humanidad estaba como en su propio centro, todo de mi Querer recibía, ningún otro alimento entró en Mí, ni siquiera el alimento de un pensamiento, una palabra o respiro entró en Mí que fuera nutrido con alimento extraño a mi Voluntad; era justo que todo lo debía devolver a Ella. Así te quiero a ti, en el centro de mi Querer, del cual tomarás el alimento de todo, cuídate bien de tomar otro alimento, descenderías de tu nobleza y te degradarías, como las reinas que se abajan a tomar alimentos viles y sucios, indignos de ellas, y conforme tomes debes inmediatamente devolverme todo, así que no harás otra cosa que tomar y darme, así también tú formarás una encantadora armonía entre tú y Yo”.

+ + + +

12-92
Marzo 12, 1919

La tierra es imagen de quien no vive en la Divina Voluntad.

(1) Continuando mi pobre estado, en cuanto ha venido mi dulce Jesús me ha estrechado a su santísimo corazón y me ha dicho:
(2) “Hija mía, si la tierra no fuera movible y montañosa, sino fija y toda una llanura, gozaría de más del beneficio del sol, para toda la tierra sería siempre pleno día, el calor sería igual en todos sus puntos, por tanto fructificaría mucho más, pero como es movible y está formada por alturas y profundidades, no recibe igual la luz y el calor del sol, y ahora queda una parte en la oscuridad, y ahora otra, otros puntos reciben poco la luz del sol,

muchos terrenos se vuelven estériles porque los montes con sus alturas impiden que la luz y el calor del sol penetren hasta sus profundidades, y cuántos, cuántos otros inconvenientes. Ahora hija mía, te digo que la tierra es imagen de quien no vive en mi Querer, los actos humanos la vuelven movible, las debilidades, las pasiones, los defectos, forman las montañas, las profundidades donde se forman cuevas de vicios, así que su movilidad les ocasiona oscuridad, frío, y si alguna poca de luz gozan, es a intervalos, porque las montañas de sus pasiones se interponen a la luz. ¡Cuánta miseria para quien no vive en mi Querer! En cambio para quien vive en mi Voluntad, mi Querer la vuelve fija y le allana todas las montañas de las pasiones, en modo de hacerla toda una llanura, y el sol de mi Querer le arroja dardos como quiere, y no hay rinconcito donde no resplandezca su Luz. Qué maravilla entonces si el alma se hace más santa en un día que viva en mi Querer, que en cien años fuera de mi Voluntad”.

+ + + +

12-93
Marzo 14, 1919

Efectos de un sufragio. Participación en las penas que la Divinidad dio a la Humanidad de Jesús.
Primera alma estigmatizada en el Querer Divino.

(1) Mientras me encontraba en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y veía a mi confesor difunto; un pensamiento me ha pasado por la mente: “Pregunta si aquello que no has dicho al confesor estás obligada a decirlo, y por tanto a escribirlo o no”. Yo le he preguntado diciéndole qué cosa era y él me ha dicho:
(2) “Ciertamente estás obligada”.
(3) Después ha agregado: “Tú una vez me hiciste un bello sufragio, si supieras el bien que me hiciste, el refrigerio que sentí, los años que desconté”.
(4) Y yo: “No recuerdo, dime cuál fue y te lo repito”.
(5) Y él: “Entraste en el Querer Divino y tomaste su poder, la inmensidad de su amor, el valor inmenso de las penas del Hijo de Dios y de todas las cualidades divinas, luego viniste y todo lo derramaste sobre mí, y conforme tú me lo derramabas, yo recibía el baño del amor que contiene el poder divino, el baño de la belleza, el baño de la sangre de Jesús y de todas las cualidades divinas; ¿quién te puede decir el bien que me hiciste? Todos eran baños que contenían un poder y una inmensidad divina; repítemelo, repítemelo”.
(6) Mientras esto decía me he encontrado en mí misma. Ahora, para obedecer y con suma confusión y repugnancia digo lo que había dejado de decir y escribir: Recuerdo que un día mi dulce Jesús, hablándome de su Santísimo Querer y de las penas que la Divinidad hacía sufrir a su santísima Humanidad en su Voluntad, me dijo:
(7) “Hija mía, como te he escogido por primera para hacer vida en mi Querer, quiero que también tomes parte en las penas que recibía mi Humanidad de mi Divinidad en mi Voluntad. Cada vez que entres en mi Querer encontrarás las penas que me dio la Divinidad, no las que me dieron las criaturas, si bien también queridas por la Voluntad Eterna, pero como me las dieron las criaturas, eran en modo finito. Por eso te quiero en mi Querer, donde encontrarás penas en modo infinito e innumerables, tendrás clavos sin número, múltiples coronas de espinas, muertes repetidas, penas sin termino, todas similares a las mías, en modo divino e inmensas, que se extenderán en modo infinito a todos, pasados, presentes y futuros; serás la primera que no numeradas veces, como las que participan en las llagas de mi Humanidad, sino tantas veces por cuantas me hizo sufrir mi Divinidad, junto Conmigo serás el corderito sacrificado por las manos de mi Padre, para resurgir y ser sacrificada de nuevo; quedarás crucificada Conmigo por las manos eternas, para recibir en ti la marca de las penas eternas, inmensas y divinas; nos presentaremos

juntos ante el trono del Eterno, y en nuestra frente escrito con caracteres imborrables: “Queremos muerte para dar vida a nuestros hermanos, queremos penas para librarlos de las penas eternas”. ¿No estás contenta por ello?”
(8) Y yo: “Jesús, Jesús, me siento demasiado indigna, creo que es un gran error tuyo el elegirme a mí, pobrecilla, por eso fíjate bien en lo que haces”. Y Jesús interrumpiendo mi hablar ha agregado:
(9) “¿Por qué temes? Sí, sí, me he fijado por más de treinta y dos años de cama en la que te he tenido, te he expuesto a muchas pruebas y aún a la muerte; he calculado todo y además, si me equivoco sería una equivocación de tu Jesús, que jamás podría hacerte mal, sino un bien inmenso; pero has de saber que tendré el honor, la gloria de la primera alma estigmatizada en mi Querer”.


+ + + +

12-94
Marzo 18, 1919

Jesús, en su concepción concibió a todas las almas, las penas y las muertes de todas ellas.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús, haciéndose ver, me ha atraído en la inmensidad de su Santísimo Querer, en el cual me hacía ver como en acto su concepción en el seno de la Mamá Celestial. ¡Oh Dios, qué abismo de amor! Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, ven a tomar parte en las primeras muertes y en las penas que sufrió mi pequeña Humanidad por parte de mi Divinidad en el acto de mi concepción. En cuanto fui concebido concebí junto Conmigo todas las almas, pasadas, presentes y futuras, como mi propia Vida, y concebí al mismo tiempo las penas y las muertes que por cada una debía sufrir. Debía incorporar todo en Mí, almas, penas y muertes que cada una debía sufrir, para decir al Padre: “Padre mío, no verás más a la criatura, sino sólo a Mí, y en Mí encontrarás a todos y Yo daré satisfacción por todos. Cuantas penas quieras, te las daré; quieres que sufra cada una de las muertes de cada uno, las sufriré; todo acepto con tal de que des vida a todos”. He aquí por qué se necesitaba un Querer y un poder divino, para darme tantas muertes y tantas penas, y un poder y Querer divino para hacerme sufrir; y como en mi Querer están en acto todas las almas y todas las cosas, así que no en modo abstracto o intencional como alguno puede pensar, sino en realidad, tenía en Mí a todas fundidas Conmigo, formaban mi misma Vida, en realidad moría por cada uno y sufría las penas de todos. Es verdad que concurría un milagro de mi omnipotencia, el prodigio de mi inmenso Querer; sin mi Voluntad mi Humanidad no habría podido encontrar y abrazar a todas las almas, ni habría podido morir tantas veces. Por esto mi pequeña Humanidad, en cuanto fue concebida comenzó a sufrir alternativamente las penas y las muertes, y todas las almas nadaban en Mí como dentro de un vastísimo mar, formaban miembros de mis miembros, sangre de mi sangre, corazón de mi corazón. Cuántas veces mi Mamá, tomando el primer puesto en mi Humanidad, sentía mis penas y mis muertes y por esto moría junto Conmigo, cómo me era dulce encontrar en el amor de mi Mamá el eco del mío, son misterios profundos donde la inteligencia humana, no comprendiendo bien, parece que se pierde, por eso ven en mi Querer y toma parte en las muertes y en las penas que sufrí no apenas fue cumplida mi concepción, así podrás comprender mejor lo que te digo”.
(3) No sé decir cómo me he encontrado en el seno de mi Reina Mamá, donde veía al Niño Jesús pequeño, pequeño, pero si bien pequeño contenía todo; de su corazón se ha desprendido un dardo de luz hacia el mío, y conforme me penetraba sentía que me daba la muerte, y conforme salía me regresaba la vida. Cada toque de aquel dardo me producía un dolor agudísimo, por el que sentía deshacerme y en realidad morir, y después con su

mismo toque me sentía revivir, pero no tengo las palabras justas para expresarme y por eso aquí pongo punto.

+ + + +


Las muertes y las penas que la Divinidad hacía sufrir a la Humanidad de Jesús por cada alma, no fueron sólo de intención, sino reales.

12-95
Marzo 20, 1919

(1) Sentía mi pobre mente sumergida en las penas de mi amable Jesús, y como me había sido dicho que parecía imposible que Jesús pudiese sufrir tantas muertes y tantas penas por cada uno como está dicho anteriormente, mi Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Querer contiene el poder de todo, bastaba sólo con quererlo para que todo sucediera, y si esto no fuera así, entonces mi Querer, en el poder, debía tener un límite, mientras que en todas mis cosas soy sin límite e infinito, y por eso todo lo que quiero lo hago. ¡Ah! qué poco soy comprendido por las criaturas, por eso no soy amado. Ven tú en mi Humanidad y te haré ver y tocar con la mano lo que te he dicho”.
(3) Entonces me he encontrado en Jesús, al cual le era inseparable la Divinidad y el Querer Eterno; y este Querer, sólo con quererlo, creaba las muertes repetidas, las penas sin número, los golpes sin flagelos, las pinchaduras agudísimas sin espinas, con una facilidad tal, como cuando con un solo Fiat creaba millones de estrellas, no se necesitaron tantos Fiat por cuantas estrellas creaba, sino que bastó uno solo, pero con éste no salió a la luz una sola estrella y las demás permanecieron en la mente divina, o bien en la intención, sino que todas en realidad salieron, y cada una tiene su luz propia para adornar nuestro firmamento; así era en el cielo de la Humanidad santísima de Nuestro Señor, que el Divino Querer con su Fiat creador creaba la vida y la muerte por cuantas veces quería. Entonces, encontrándome en Jesús, me he encontrado en aquel punto cuando Jesús sufría la flagelación por las manos divinas; sólo con que el Querer Eterno lo ha querido, sin golpes, sin látigos, las carnes de la Humanidad de Jesús caían a pedazos, se formaban los profundos desgarros, pero en modo desgarrador en las partes más íntimas. Era tanta la obediencia de Jesús a aquel Querer Divino, que por Sí mismo se sometía, pero en modo tan doloroso, que la flagelación que le dieron los judíos se puede decir que fue la imagen, o la sombra de la que sufría por parte del Querer Eterno, y además, sólo con que el Querer Divino lo quería, su Humanidad se recomponía; así sucedía cuando sufría las muertes por cada alma y todo lo demás. Yo he tomado parte en estas penas de Jesús, y ¡oh! cómo comprendía a lo vivo que el Querer Divino puede hacernos morir cuantas veces quiera y después darnos de nuevo la vida. ¡Oh, Dios, son cosas inenarrables, excesos de amor, misterios profundos, casi inconcebibles a mente creada! Yo me sentía incapaz de regresar a la vida, al uso de los sentidos, al movimiento después de aquellas penas sufridas, y mi bendito Jesús me ha dicho:
(4) “Hija de mi Querer, mi Querer te ha dado las penas, y mi Querer te da de nuevo la vida, el movimiento y todo. Te llamaré frecuentemente en mi Divinidad a tomar parte en las tantas muertes y penas que en realidad sufrí por cada una de las almas, no como piensan algunos, que fue sólo en mi Voluntad, o que sólo tenía intención de dar vida a cada uno. ¡Falso, falso! No conocen el prodigio, el amor y el poder de mi Querer; tú que has conocido en algún modo la realidad de las tantas muertes sufridas por todos, no tengas dudas, sino ámame y seme agradecida por todos, y mantente lista para cuando mi Querer te llame”.


+ + + +

12-96
Marzo 22, 1919

Todas las cosas salieron a la vida por el Fiat eterno.
Excesos de amor en la creación del hombre.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y veía todo el orden de las cosas creadas, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira qué armonía, qué orden en todas las cosas creadas, y cómo todas salieron a vida del Fiat eterno, así que todo me costó un Fiat. La más pequeña estrella como el refulgente y espléndido sol, la más pequeña planta como el gran árbol, el pequeño insecto como el animal más grande, parece que dicen entre ellos: “Somos nobles criaturas, nuestro origen es el Querer Eterno, todos tenemos el sello del Fiat Supremo, es verdad que somos distintos y diferentes entre nosotros, tenemos diversidad de oficios, de calor, de luz, pero esto dice nada, uno es nuestro valor, el Fiat de un Dios. Única la vida y nuestra conservación: El Fiat de la Majestad Eterna”. ¡Oh, cómo todo lo creado habla elocuentemente de la potencia de mi Querer y enseña que desde la cosa más grande hasta la más pequeña, uno es su valor, porque tienen vida por el Querer Divino! En efecto, una estrella diría al Sol: Es cierto que tú tienes mucha luz y calor, tu oficio es grande, tus bienes son inmensos, la tierra casi depende de ti, tanto que yo hago nada en comparación con lo que haces tú, pero tal te hizo el Fiat de un Dios, así que nuestro valor es igual, la gloria que damos a nuestro Creador es toda semejante”.
(3) Después ha agregado con un acento más afligido: “No fue así al crear al hombre. Es verdad que su origen es mi Fiat, pero no me bastó, sino que llevado por un exceso de amor le di el aliento queriendo infundirle mi misma Vida, lo doté de razón, lo hice libre y lo constituí rey de todo lo creado; pero el hombre ingrato, ¿cómo me ha correspondido? Entre todo lo creado sólo él se ha vuelto el dolor de mi corazón, la nota discordante. Y además, qué decirte de mi trabajo en la santificación de las almas, no solo un Fiat, no uno mi aliento, sino que pongo a su disposición mi misma Vida, mi amor, mi sabiduría, pero cuántos rechazos, cuántas derrotas recibe mi amor. ¡Ah, hija mía, compadece mi duro dolor y ven en mi Querer a sustituirme el amor de toda la familia humana, para endulzar mi corazón traspasado!”

+ + + +

12-97
Abril 7, 1919

Efectos del Querer Divino. Amenazas de castigos.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús ha venido todo cansado, en acto de pedirme ayuda, y apoyando su corazón sobre el mío me hacía sentir sus penas; cada pena que sentía era capaz de darme muerte, pero Jesús sosteniéndome me daba la fuerza para no morir. Después, mirándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, paciencia, en ciertos días me son más que nunca necesarias tus penas, para hacer que el mundo no se incendie del todo, por eso quiero hacerte sufrir más”.
(3) Y con una lanza que tenía en la mano me ha traspasado el corazón. Yo sufría mucho pero me sentía feliz pensando que mi Jesús dividía conmigo sus penas, y que desahogándose conmigo podía librar a las gentes de los inminentes y terribles flagelos que caerán. Después de algunas horas de intensas penas, mi amable Jesús me ha dicho:

(4) “Querida hija mía, tú sufres mucho, por eso ven en mi Querer para tomar descanso y juntos recemos por la pobre humanidad”.
(5) Yo no sé cómo me he encontrado en la inmensidad del Querer Divino, en brazos de Jesús, y Él como en voz baja decía y yo repetía junto con Él. Diré algo de lo que decía, porque el decirlo todo me resulta imposible.
(6) Recuerdo: En el Querer de Jesús veía todos los pensamientos de Jesús, todo el bien que nos había hecho con su inteligencia, y cómo de su mente recibían vida todas las inteligencias humanas, pero, ¡oh, Dios! qué abuso hacían de ellas, cuántas ofensas, y yo decía: “Jesús, multiplico mis pensamientos en tu Querer para dar a cada pensamiento tuyo el beso de un pensamiento divino, una adoración, un reconocimiento a Ti, una reparación, un amor de pensamiento divino, como si otro Jesús lo hiciera, y esto a nombre de todos y de todos los pensamientos humanos, presentes, pasados y futuros, e intento suplir a las mismas inteligencias de las almas perdidas. Quiero que la gloria por parte de las criaturas sea completa y que ninguno falte a la llamada, y lo que no hacen ellas, lo hago yo en tu Querer para darte gloria divina y completa”.
(7) Después, Jesús mirándome esperaba como si quisiera una reparación a sus ojos; y yo he dicho: “Jesús, me multiplico en tus miradas, para tener también yo tantas miradas por cuantas veces has mirado a la criatura con amor; en tus lágrimas para llorar también yo por todas las culpas de las criaturas, para poderte dar a nombre de todas, miradas de amor divino y lágrimas divinas, para darte gloria y reparación completa por todas las miradas de todas las criaturas”. Luego, Jesús ha querido que a todo, a la boca, al corazón, a los deseos, etc., continuara con las reparaciones, multiplicando todo en su Querer; y si lo dijera todo me extendería demasiado, por eso paso adelante. Después Jesús ha agregado:
(8) “Hija mía, conforme tú hacías tus actos en mi Querer, tantos soles se formaban entre el Cielo y la tierra, y Yo miro la tierra a través de estos soles, de otra manera es tanta la repugnancia que me da la tierra, que no podría mirarla. Pero ella poco recibe de estos soles, porque son tantas las tinieblas que expanden, que poniéndose de frente a estos soles no recibe ni toda la luz ni el calor”.
(9) Después me ha transportado en medio de las criaturas, ¿pero quién puede decir todo lo que hacían? Sólo digo que mi Jesús con acento doloroso ha agregado:
(10) “Qué desorden en el mundo, pero este desorden es culpa de las cabezas, tanto civiles como eclesiásticas; su vida interesada y corrupta no tiene fuerza para corregir a los súbditos, por tanto han cerrado los ojos ante los males de los miembros, porque hubieran recriminado los males propios, y si lo han hecho ha sido todo en modo superficial, porque no teniendo en ellos la vida de aquel bien, ¿cómo podían infundirla en los demás? Y cuántas veces estas perversas cabezas han antepuesto los malos a los buenos, tanto que los pocos buenos han quedado turbados por este actuar de las cabezas, por eso haré castigar a las cabezas en modo especial”.
(11) Y yo: “Perdona a las cabezas de la Iglesia, ya son pocos, si Tú los golpeas faltaran los regidores”.
(12) Y Jesús: “¿No recuerdas que con doce apóstoles fundé mi Iglesia? Así, los pocos que quedarán bastarán para reformar al mundo. El enemigo está ya a sus puertas, las revoluciones están ya en acto, las naciones nadarán en la sangre, las cabezas serán dispersadas; reza, reza y sufre, a fin de que el enemigo no tenga la libertad de convertir todo en ruinas”.

+ + + +

12-98
Abril 15, 1919

Las cosas mayores son hechas después de las menores,

y son cumplimiento y corona de éstas. La Humanidad resucitada de Jesús, símbolo de quien vivirá
en el Querer Divino.

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer de mi siempre amable Jesús, y junto con Él mi inteligencia se perdía en la obra de la Creación, adorando y agradeciendo por todo y por todos a la Majestad Suprema, y mi Jesús, todo afabilidad me ha dicho:
(2) “Hija mía, al crear el cielo, primero creé las estrellas como astros menores, y después creé el sol, astro mayor, dotándolo de tal luz, de eclipsar a todas las estrellas, como escondiéndolas en sí, constituyéndolo rey de las estrellas y de toda la naturaleza. Es mi costumbre hacer primero las cosas menores, como preparativo a las cosas mayores, y éstas como corona de las cosas menores. El sol, mientras es mi relator, al mismo tiempo simboliza a las almas que formarán su santidad en mi Querer; los santos que han vivido al reflejo de mi Humanidad y como a la sombra de mi Voluntad, serán las estrellas; y aquellas, si bien han venido después, serán los soles. Este orden lo tuve también en la Redención: Mi nacimiento fue sin estrépito, más bien ignorado; mi infancia, sin esplendor de cosas grandes ante los hombres; mi Vida de Nazaret fue tan oculta, que viví como ignorado por todos, me adaptaba a hacer las cosas más pequeñas y comunes a la vida humana; en la vida pública hubo alguna cosa de grande, pero sin embargo, ¿quién conoció mi Divinidad? Ninguno, ni siquiera los apóstoles, pasaba en medio de las multitudes como otro hombre, tanto que todos podían acercárseme, hablarme y hasta despreciarme”.
(3) Y yo, interrumpiendo el hablar de Jesús he dicho: “Jesús, amor mío, qué tiempos felices eran aquellos, más feliz aquella gente que podía, con sólo quererlo, acercarse a Ti, hablarte y estar Contigo”.
(4) Y Jesús: “¡Ah! hija mía, la verdadera felicidad la lleva mi Voluntad, sólo Ella encierra todos los bienes en el alma, y haciéndose corona en torno al alma, la constituye reina de la verdadera felicidad; solamente ellas serán reinas de mi trono, porque son parto de mi Querer. Tan es verdad esto, que aquella gente no fue feliz, muchos me vieron, pero no me conocieron, porque mi Querer no residía en ellos como centro de vida, por tanto, a pesar de que me vieron permanecieron infelices, y sólo aquellos que tuvieron el bien de recibir en sus corazones el germen de mi Querer, se dispusieron a recibir el bien de verme resucitado. Ahora, el portento de mi Redención fue la Resurrección, –que más que refulgente sol coronó mi Humanidad, haciendo resplandecer aún mis más pequeños actos con un esplendor y maravilla tal, que hicieron quedar estupefactos a Cielo y tierra–, que será principio, fundamento y cumplimiento de todos los bienes, corona y gloria de todos los bienaventurados; mi Resurrección es el verdadero sol que glorifica dignamente a mi Humanidad, es el sol de la Religión Católica, es la verdadera gloria de cada cristiano; sin la Resurrección habría sido como el cielo sin sol, sin calor y sin vida. Ahora, mi Resurrección es símbolo de las almas que formarán la santidad en mi Querer; los santos de los siglos pasados son símbolos de mi Humanidad, que si bien resignados, no han tenido actitud continua en mi Querer, por tanto no han recibido la marca del sol de mi Resurrección, sino la marca de las obras de mi Humanidad antes de la Resurrección, por eso serán muchos, casi como estrellas me formarán un bello ornamento al cielo de mi Humanidad, pero los santos del vivir en mi Querer, que simbolizarán mi Humanidad resucitada, serán pocos; en efecto, mi Humanidad antes de morir, fue vista por muchas turbas y multitudes de gentes, pero mi Humanidad resucitada la vieron pocos, solamente los creyentes, los más dispuestos, y podría decir que sólo aquellos que contenían el germen de mi Querer, porque si no lo hubieran tenido, les habría faltado la vista necesaria para poder ver a mi Humanidad gloriosa y resucitada, y por tanto ser espectadores de mi subida al Cielo.
(5) Ahora, si mi Resurrección simboliza a los santos del vivir en mi Querer, es con razón, porque cada acto, palabra, paso, etc., hecho en mi Querer es una resurrección divina que el alma recibe, es la marca de gloria que recibe, es un salir de sí para entrar en la Divinidad y esconderse en el refulgente sol de mi Querer, y ahí ama, obra, piensa; ¿qué maravilla

entonces si el alma queda toda resucitada y fundida en el mismo sol de mi gloria y simboliza mi Humanidad resucitada? Pero pocos son los que se disponen a esto, porque las almas, en la misma santidad, quieren alguna cosa de bien propio; en cambio la santidad del vivir en mi Querer, nada, nada tiene de propio, sino todo de Dios, y para disponerse las almas a despojarse de los bienes propios, se necesita demasiado, por eso no serán muchos. Tú no eres del número de los muchos, sino de los pocos; por eso está siempre atenta a la llamada y a tu vuelo continuo”.

+ + + +

12-99
Abril 19, 1919

Jesús hizo por cada una de las almas, todo lo que estaban obligadas a hacer hacia su Creador.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía toda afligida, y mi siempre amable Jesús al venir me ha estrechado, y rodeándome el cuello con su brazo me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué tienes? Tu aflicción pesa sobre mi corazón y me traspasa más que mis mismas penas; pobre hija, tú me has compadecido tantas veces y has tomado sobre ti mis penas, ahora quiero compadecerme de ti y tomar Yo tu pena”.
(3) Y me estrechaba toda a su corazón, y sacándome fuera de mí misma ha agregado:
(4) “Elévate hija mía, ven en mi Divinidad para poder comprender mejor y ver lo que hacía mi Humanidad en favor de las criaturas”.
(5) Yo no sé decir lo que he comprendido, en muchas cosas me faltan las palabras, digo sólo lo que me ha dicho mi dulce Jesús:
(6) “Hija mía, mi Humanidad fue el órgano que reordenó la armonía entre el Creador y la criatura. Yo hice por cada alma todo lo que estaban obligadas a hacer hacia su Creador, no excluyendo ni siquiera a las mismas almas perdidas, porque por todas las cosas creadas debía dar al Padre gloria, amor y satisfacción completas, con esta sola diferencia, que las almas que en alguna forma satisfacen sus deberes hacia el Creador, que casi ninguna llega a satisfacerlos todos, a la mía se une su gloria, y todo lo que hacen queda como injertado en la mía; en cambio las almas perdidas quedan como miembros áridos, que faltándoles los humores vitales no son aptas para recibir ningún injerto del bien que he hecho para ellas, sino que sólo son aptas para arder en el fuego eterno. Así que mi Humanidad restituyó la armonía perdida entre criaturas y Creador, y la selló a precio de sangre y de penas inauditas”.

+ + + +

12-100
Mayo 4, 1919

Jesús tiene su trono en la tierra en quien vive en su Voluntad.

(1) Vivo entre privaciones y amarguras, sólo el Querer de mi Jesús es mi única fuerza y vida. Entonces, por poco tiempo mi dulce Jesús se ha hecho ver en mi interior, todo afligido y pensativo, sosteniéndose la frente con su mano. Yo al verlo tan afligido le he dicho: “Jesús, ¿qué tienes que estás tan afligido y pensativo?” Y Él mirándome me ha dicho:
(2) “¡Ah! hija mía, desde dentro de tu corazón estoy dividiendo la suerte del mundo, tu corazón es el centro de mi trono en la tierra, y desde mi centro veo al mundo, sus locuras, el precipicio que están preparando, y a Mí como puesto a un lado, como si nada fuese para

ellos, y Yo estoy obligado no sólo a quitar la luz de la gracia, sino aun la misma luz de la razón natural, para confundirlos y hacerlos tocar con la mano quién es el hombre y qué puede hacer el hombre, y desde dentro de tu corazón lo veo y lloro y ruego por el hombre ingrato, y te quiero a ti junto Conmigo a llorar, rezar y sufrir para mi consuelo y compañía”.
(3) Y yo: “Pobre Jesús mío, cuánto te compadezco. ¡Ah! sí, lloraré y rogaré junto Contigo, pero dime amor mío, ¿cómo es posible que mi corazón sea el centro de tu trono en la tierra, mientras que hay tantas almas buenas en las cuales Tú habitas, mientras que yo soy tan mala?”
(4) Y Él ha agregado: “También en el Cielo tengo el centro de mi trono; mientras soy vida de cada uno de los bienaventurados, y con ser vida de cada uno de ellos no por eso queda excluido que hay un trono donde reside como punto de centro toda mi Majestad, mi omnipotencia, inmensidad, belleza y sabiduría, etc., las cuales ningún bienaventurado puede contener, no siendo capaces de contener toda la inmensidad de mi Ser. Así en la tierra tengo mi centro; y mientras habito también en los demás, tengo mi punto de centro desde donde decido, ordeno, obro, beneficio, castigo, lo que no hago en las otras moradas. ¿Y sabes por qué te he elegido a ti como lugar de centro? Porque te he escogido para hacer vida en mi Querer, y quien vive en mi Querer es capaz de contenerme todo como punto de mi centro, porque ella vive en el centro de mi Ser, y Yo vivo en el centro del suyo, pero mientras vivo en su centro, vivo como si estuviera en mi propio centro; mientras que quien no vive en mi Querer no puede abrazarme todo, así que a lo más puedo habitar, pero no erigir ahí mi trono. ¡Ah! si todos comprendieran el gran bien del vivir en mi Querer, harían competencia, pero, ¡ay de Mí! cuán pocos lo comprenden, y viven más en sí mismos que en Mí”.

+ + + +

12-101
Mayo 8, 1919

Causa y necesidad de las penas que la Divinidad dio a la Humanidad de Jesús. Causa por la que no las reveló antes.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en las penas de mi adorable Jesús, especialmente en aquellas que le hizo sufrir la Divinidad a la Santísima Humanidad de Nuestro Señor. Mientras estaba en esto me he sentido atraer al interior del corazón de mi Jesús, y en él tomaba parte en las penas de su corazón santísimo que le hacía sufrir la Divinidad en el curso de su Vida en la tierra. Estas penas son muy diversas de aquellas que el bendito Jesús sufrió en el curso de su Pasión por manos de los judíos, son penas que casi no se pueden decir. Yo, de aquél poco que tomaba parte, sé decir que sentía un dolor agudo, acerbo, acompañado de un desgarro del mismo corazón que me hacía sentir en realidad morir, pero después Jesús casi con un prodigio de su amor me daba nuevamente la vida. Entonces mi dulce Jesús, después de que he sufrido, me ha dicho:
(2) “Hija de mis penas, debes saber que las penas que me dieron los judíos fueron una sombra de las que me dio la Divinidad, y esto era justo para recibir plena satisfacción. El hombre, pecando, no sólo ofende a la Majestad Suprema externamente, sino también internamente, y desfigura en su interior la parte divina que le fue infundida al crearlo, así que el pecado se forma primero en el interior del hombre, y después sale al exterior, más bien, muchas veces lo que sale al exterior es la parte mínima, y la parte mayor queda en el interior. Ahora, las criaturas eran incapaces de penetrar en mi interior y hacerme satisfacer con penas la gloria del Padre, que con tantas ofensas de su interior le habían negado; mucho más que estas ofensas herían la parte más noble de la criatura, cual es la inteligencia, la memoria y la voluntad, donde está sellada la imagen divina. ¿Quién debía entonces tomar este empeño, si la criatura era incapaz? Por esto fue necesario que la

Divinidad misma tomara este empeño y me hiciera de verdugo amoroso, pero por cuanto amoroso, más exigente para recibir plena satisfacción por todos los pecados hechos en el interior del hombre. La Divinidad quería la obra completa y la plena satisfacción de la criatura, tanto del interior como del exterior, así que en la Pasión que me dieron los judíos, di satisfacción a la gloria externa del Padre, que las criaturas le habían quitado; en la Pasión que me dio la Divinidad en todo el curso de mi Vida, di satisfacción al Padre por todos los pecados del interior del hombre. De esto podrás comprender que las penas que sufrí de manos de la Divinidad, superan grandemente a las penas que me dieron las criaturas, más bien, casi no pueden compararse y son menos accesibles a la mente humana. Así como entre el interior del hombre y el exterior hay una gran diferencia, mucho más diferencia hay entre las penas que me infligió la Divinidad y las que me dieron las criaturas el último día de mi Vida, las primeras eran desgarros crueles, dolores sobrehumanos, capaces de darme muerte y repetidas muertes en las partes más íntimas, tanto del alma como del cuerpo, ni siquiera una fibra quedaba excluida. En las segundas eran dolores acerbos, pero no desgarros capaces de darme muerte a cada pena, como sí era capaz la Divinidad teniendo el poder y el querer. ¡Ah, cuánto me cuesta el hombre! Pero el hombre ingrato no se ocupa de Mí y no busca comprender cuánto lo he amado y cuánto he sufrido por él, tanto que ni siquiera ha llegado a comprender todo lo que sufrí en la Pasión que me dieron las criaturas, y si no comprenden lo menos, ¿cómo pueden comprender lo más de lo que he sufrido por ellos? Por esto me he tardado en revelar las penas innumerables e inauditas que me dio la Divinidad por causa de ellos, pero mi amor quiere desahogo y correspondencia de amor, por eso te llamo a ti en la inmensidad y altura de mi Querer, donde todas estas penas están en acto, y tú no sólo tomas parte en ellas, sino que a nombre de toda la familia humana las honras y das la correspondencia de amor, y junto Conmigo te sustituyes a todo lo que las criaturas están obligadas, pero con sumo dolor mío y daño para ellas, ni siquiera lo piensan”.

+ + + +

12-102
Mayo 10, 1919

Por cuanto dura la Divina Voluntad en el alma, tanto dura la Vida Divina en ella.

(1) Estaba muy afligida y casi preocupada acerca de mi pobre estado, y Jesús, queriéndome distraer del pensar en mí misma me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué haces? El pensamiento de ti misma te hace salir de mi Voluntad; ¿y no sabes tú que por cuanto dura mi Voluntad en ti, tanto dura la Vida Divina, y en cuanto cesa mi Querer así cesa la Vida Divina y retomas tu vida humana? ¡Bello cambio que haces! Así sucede a la obediencia, hasta en tanto que dura la obediencia dura la vida de quien ha mandado en quien obedece; en cuanto cesa la obediencia así se retoma la vida propia”.
(3) Después, como suspirando ha agregado: “¡Ah!, tú no sabes la destrucción que hará el mundo, y todo lo que ha sucedido hasta ahora se puede llamar juego en comparación de los castigos que vendrán; no te los hago ver todos para no oprimirte demasiado, y Yo viendo la obstinación del hombre me estoy como oculto en ti; tú ruega junto Conmigo y no quieras pensar en ti misma”.

+ + + +

12-103

Mayo 16, 1919

Efectos de los actos hechos en la Divina Voluntad. El sol es imagen de estos actos.

(1) Estaba pensando cómo puede ser que un solo acto hecho en el Querer Divino se multiplique en tantos para hacer bien a todos. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y con una luz que me enviaba a la mente me ha dicho:
(2) “Hija mía, una imagen de esto la encontrarás en el sol, uno es el sol, uno el calor, una la luz, sin embargo este sol se multiplica en todos, dando a cada uno su luz y su calor según las diversas circunstancias: Para el hombre es luz de cada ojo, de cada acción, de cada paso, y si la criatura cambia la acción o el camino, la luz la sigue, pero uno es el sol. El sol se multiplica en toda la naturaleza, dando a cada cosa sus diversos efectos; al despuntar embellece toda la naturaleza y su luz multiplicándose en la escarcha nocturna forma el rocío, extendiendo sobre todas las plantas un manto argentino, que da tal realce y belleza a toda la naturaleza, de dejar atónita y encantada la mirada humana, tanto, que el hombre con toda su industria no tiene poder de formar una sola gota de rocío; pasa más adelante, a las flores les da su color y su perfume, pero no un solo color, sino que a cada una su color y su perfume distinto; en cambio a los frutos, con su calor y luz les da la dulzura y la maduración, y a cada fruto diversidad de dulzura, pero uno es el sol; fecunda y hace crecer otras plantas; así que toda la naturaleza recibe vida del sol y cada cosa tiene el distinto efecto que le conviene.
(3) Ahora, si esto hace el sol porque está en lo alto y se hace vida de toda la creación que vive en lo bajo, a pesar de que el sol es uno, mucho más los actos hechos en mi Voluntad, porque el alma sube en Mí y obra en la altura de mi Voluntad, y más que sol se ponen a guardia de todas las criaturas para darles vida; a pesar de que uno es el acto, como sol dardea sobre todas las criaturas, y a quién embellece, a quién le fecunda la gracia, a quién lo libra del frío, a quién le ablanda el corazón, a quién le disipa las tinieblas, a quién la purifica y la enfervoriza, dando a cada una los diversos efectos que se necesitan, y según las disposiciones mayores o menores de cada una. Esto sucede también con el sol que resplandece sobre el horizonte, si el terreno es estéril, el sol da poco desarrollo a las plantas; si la semilla de la flor no está, el sol con toda su luz y calor no la hace brotar; si el hombre no quiere activarse en su obrar, el sol nada le hace ganar, así que el sol produce los bienes en la Creación según la fecundidad de los terrenos y de la actitud del hombre. Así estos actos hechos en mi Querer, a pesar de que corren para bien de todos, obran según las disposiciones de cada uno, y según la actitud del alma que vive en mi Querer, así que un acto de más hecho en mi Querer, es un sol de más que resplandece sobre todas las criaturas”.
(4) Después he tratado de fundirme en mi Jesús, en su Querer, multiplicando mis pensamientos en los suyos para reparar y sustituirme por todas las inteligencias creadas, presentes, pasadas y futuras, y decía de corazón a mi Jesús: “Cuánto quisiera darte con mi mente toda la gloria, el honor, la reparación por toda la familia humana, aun por las mismas almas perdidas, que con su inteligencia no te han dado”.
(5) Y Él, como complaciéndose me ha besado en la frente y me ha dicho:
(6) “Y Yo con mi beso sello todos tus pensamientos con los míos, a fin de que siempre encuentre en ti todas las mentes creadas, y a nombre de ellas Yo reciba continua gloria, honor y reparación”.

+ + + +

12-104
Mayo 22, 1919


Las almas en la era del vivir en el Divino Querer, completarán la gloria por parte de la Creación.

(1) Continuando mi habitual estado, mi pequeña mente se perdía en el Santo Querer de Dios, y no sé cómo, comprendía cómo la criatura no le da a Dios la gloria que está obligada a darle, y me sentía amargada. Y mi dulce Jesús queriéndome instruir y consolarme, con una luz intelectual me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas mis obras son completas, así que la gloria que me debe dar la criatura será completa, y no llegará el último día si toda la Creación no me da el honor y la gloria querida y establecida por Mí mismo; y lo que no me dan los unos, me lo tomo de los otros, y duplico las gracias en éstos, gracias que los otros me rechazaron, y de éstos recibo doble amor y gloria; en otros, según su disposición llego a dar gracias que daría a diez, a otros la que daría a cien, a otros la de mil, y a veces doy gracias que daría a una ciudad, a provincias, y aun a reinos enteros, y éstos me aman y me dan gloria por diez, por cien, por mil, etc., así mi gloria viene completada por parte de la Creación, y cuando veo que la criatura no puede llegar a más, a pesar de su buena voluntad, la atraigo en mi Querer, donde encuentra virtud de multiplicar un solo acto por cuantos quiere, y me da la gloria, honor, amor, que los demás no me dan. Por eso estoy preparando la era del vivir en mi Querer, para que lo que no han hecho en las generaciones pasadas, y que no harán, en esta era de mi Voluntad completarán el amor, la gloria, el honor de toda la Creación, dándoles gracias sorprendentes e inauditas. He aquí por qué te llamo a ti en mi Querer y te susurro al oído: “Jesús, pongo a tus pies la adoración, la sujeción de toda la familia humana; pongo en tu corazón el te amo de todos; en tus labios imprimo mi beso, para sellar con éste el beso de todas las generaciones; con mis brazos te estrecho, para estrecharte con los brazos de todos, para llevarte la gloria de todas las obras de las criaturas”. Y Yo siento en ti la adoración, el te amo, el beso, etc., de toda la familia humana. ¿Cómo no debería darte a ti el amor, los besos, las gracias que debería dar a los demás?
(3) Has de saber hija mía, que lo que hace la criatura en la tierra es el capital que se hace para el Cielo, así que si poco ha hecho, poco tendrá, si hace mucho, tendrá mucho, si una me ha amado y glorificado por diez, tendrá diez contentos de más, correspondientes a otra tanta gloria, y será amada por Mí diez veces más; si otra me ha amado y glorificado por cien, por mil, tendrá contentos, amor y gloria por cien o por mil. Así Yo daré a la Creación lo que he decidido dar, y la Creación me dará lo que Yo debo recibir de ella, y mi gloria será completada en todo”.

+ + + +

12-105
“”Mayo 24, 1919

El alma en la cual habita Jesús, siente lo que el mundo le manda a Él: Dureza, tinieblas, pecados, etc.

(1) Me sentía muy oprimida y afligida por la privación de mi dulce Jesús y le decía con todo el corazón: “Ven vida mía, sin Ti me siento agonizar, pero no para morir, sino para siempre agonizar; ven, no puedo más, no puedo más”. Mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y yo sentía que me besaba fuerte el corazón, y después haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, sentía una irresistible necesidad de desahogarme contigo en amor”.
Y yo de inmediato: “Jesús, cuánto me haces sufrir, tu privación me mata, todas las demás penas me serían nada, más bien serían sonrisas y besos tuyos, pero tu privación es

muerte sin piedad, ¡ah, Jesús, Jesús, cómo has cambiado!” Y Él interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(3) “Hija de mi amor, no quieres persuadirte que veo al mundo a través de ti y de que estás obligada, puesto que moro en ti, a sentir lo que me manda el mundo: dureza, tinieblas, pecados, furor de mi justicia, etc. Así que en lugar de pensar en mi privación, debes pensar en defenderme de los males que me mandan las criaturas, y en aplacar el furor de mi justicia, así Yo quedaré defendido en ti y las criaturas quedarán menos golpeadas”.

+ + + +

12-106
Junio 4, 1919

Para que la Redención fuera completa, Jesús debía sufrir la injusticia, el odio y las burlas, y como la Divinidad era incapaz de darle estas penas, el último de sus días sufrió la Pasión por parte de las criaturas.

(1) Estaba pensando en la Pasión de mi siempre amable Jesús, especialmente cuando se encontró bajo la tempestad de los flagelos y pensaba entre mí: “¿Cuándo Jesús pudo sufrir más, en las penas que la Divinidad le había hecho sufrir en todo el curso de su Vida, o bien en el último día en las que le dieron los judíos?” Y mi dulce Jesús con una luz que mandaba a mi inteligencia me ha dicho:
(2) “Hija mía, las penas que me dio la Divinidad superan por mucho las penas que me dieron las criaturas, tanto en la potencia como en la intensidad y multiplicidad y en la duración, pero no hubo ni injusticia ni odio, sino sumo amor, acuerdo de las Tres Divinas Personas, empeño que Yo había tomado sobre de Mí de salvar a las almas a costa de sufrir tantas muertes por cuantas criaturas salían a la luz de la Creación, y que el Padre con sumo amor me había otorgado. En la Divinidad no existe ni puede existir ni la injusticia ni el odio, por tanto era incapaz de hacerme sufrir estas penas, pero el hombre con el pecado había cometido suma injusticia, odio, etc., y Yo para glorificar al Padre completamente debía sufrir la injusticia, el odio, las burlas, etc., he aquí por qué el último de mis días mortales sufrí la Pasión por parte de las criaturas, donde fueron tantas las injusticias, los odios, las burlas, las venganzas, las humillaciones que me hicieron, que a mi pobre Humanidad la convirtieron en el oprobio de todos, hasta tal punto que no parecía que fuera hombre, me desfiguraron tanto que ellos mismos tenían horror de mirarme, era la abyección y el desecho de todos, así que podría llamarlas dos Pasiones distintas. Las criaturas no me podían dar tantas muertes ni tantas penas por cuantas criaturas y pecados habrían ellas de cometer, eran incapaces, y por eso la Divinidad tomo el empeño, pero con sumo amor y de acuerdo entre Nosotros. Por otro lado, la Divinidad era incapaz de injusticia, etc., y ahí entraron las criaturas, y completé en todo la obra de la Redención.
¡Cuánto me cuestan las almas, y es por esto que las amo tanto!”
(3) Otro día estaba pensando entre mí: “Mi amado Jesús me ha dicho tantas cosas, y yo, ¿he sido atenta en hacer lo que me ha enseñado? ¡Oh, cómo escaseo en el contentarlo! ¡Cómo me siento incapaz para todo! Así que sus tantas enseñanzas serán para mi condena”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿por qué te afliges? Las enseñanzas de tu Jesús jamás servirán para condenarte, y aunque hicieras una sola vez lo que te he enseñado, en el cielo de tu alma es siempre una estrella que pones, porque así como he extendido un cielo sobre la naturaleza humana y mi Fiat lo adornó de estrellas, así también he extendido un cielo en el fondo del alma, y el Fiat del bien que hace, porque todo bien es fruto de mi Querer, viene y embellece con estrellas este cielo, así que si hace diez bienes, pone diez estrellas; si mil

bienes, mil estrellas. Entonces, piensa más bien en repetir cuanto más puedas mis enseñanzas, para adornar de estrellas el cielo de tu alma, a fin de que este cielo de tu alma no sea inferior al cielo que resplandece sobre vuestro horizonte, y cada estrella llevará la marca de la enseñanza de tu Jesús. ¡Cuánto honor me darás!”

+ + + +

12-107
Junio 16, 1919

No hay santidad sin cruz. Ninguna virtud se adquiere sin la unión de las penas.

(1) Estaba pensando en mi interior: “¿Dónde están las penas que mi dulce Jesús me había dicho que me participaría, pues no sufro casi nada?” Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo te engañas, tú calculas las penas corporales y Yo calculo las penas corporales y morales. Cuantas veces estabas privada de Mí, era una muerte que tú sentías, y Yo me sentía reparado por las tantas muertes que se dan las almas con el pecado, y tú tomabas parte en las tantas muertes que he sufrido. Cuando te sentías fría era otra pequeña muerte que sentías, y venías a tomar parte en la frialdad de las criaturas, que quisieran enfriar mi amor, pero mi amor triunfante sobre su frialdad, la absorbe en Mí para sentir la muerte de su frialdad, y doy a ellas más ardiente amor; así de todas tus otras penas, eran los males opuestos de las criaturas, que como tantas pequeñas muertes te hacían tomar parte en mis muertes. Y además, ¿no sabes que mi justicia cuando está obligada por la impiedad de los pueblos a derramar nuevos flagelos te suspende las penas? Los males serán tan graves que hacen horrorizar, sé que esto es una pena para ti, pero también Yo tuve esta pena, habría querido liberar a las criaturas de todas las penas, tanto en el tiempo como en la eternidad, pero esto no me fue concedido por la Sabiduría del Padre, y debí resignarme. ¿Tal vez quisieras tú superar a mi misma Humanidad? ¡Ah, hija mía, ninguna especie de santidad es sin cruz, ninguna virtud se adquiere sin la unión con las penas! Sin embargo debes saber que te pagaré con usura todas mis privaciones y las mismas penas que querrías sufrir y no sufres”.

+ + + +

12-108
Junio 27, 1919

El corazón de Jesús: Manantial de gloria y de gracias.

(1) Continuando mi habitual estado, mi amable Jesús me hacía ver su corazón santísimo diciéndome:
(2) “Hija mía, por cuantas virtudes practicó mi corazón, tantas fuentes se formaron en él, y conforme se formaban, así salían innumerables ríos, que brotando hasta el Cielo glorificaban dignamente al Padre a nombre de todos, y estos ríos, desde el Cielo descendían para bien de todas las criaturas. Ahora, también las criaturas conforme practican las virtudes, en sus corazones se forman las pequeñas fuentes que hacen brotar sus pequeños ríos, que se cruzan con los míos, y brotando junto con los míos glorifican al Padre Celestial y descienden para provecho de todos, y forman tal armonía entre el Cielo y la tierra, que los mismos ángeles quedan sorprendidos ante tan encantadora vista. Por eso sé atenta en practicar las virtudes de mi corazón, para hacerme abrir los manantiales de mis gracias”.


+ + + +

12-109
Julio 11, 1919

Los cielos del alma.

(1) Paso días amarguísimos, mi amable Jesús poco o nada se hace ver, o como relámpago y de carrera. Recuerdo que una noche se hizo ver cansado y agotado, y traía como un atado de almas en los brazos, y mirándome me ha dicho:
(2) “¡Ah! hija mía, será tal y tan grande la matanza que harán, que se salvará sólo este puñado de almas que llevo entre mis brazos; ¡a qué locura ha llegado el hombre! Tú no te turbes, seme fiel en mi ausencia y después de la borrasca te pagaré con usura todas mis privaciones, multiplicándote al doble mis visitas y mis gracias”.
(3) Y casi llorando ha desaparecido. Es inútil decir el tormento de mi pobre corazón.
(4) Otro día, sólo pasando ante mí, me dejó una luz en la mente que me hacía comprender que el bendito Jesús, así como ha extendido el cielo sobre nuestra cabeza, así ha extendido un cielo en nuestra alma, pero no sólo uno, sino muchos más, así que cielo es nuestra inteligencia, cielo es nuestra mirada, cielo es la palabra, la acción, el deseo, el afecto, el corazón; con la diferencia de que el cielo externo no se cambia, ni crecen ni decrecen las estrellas, mientras que los cielos de nuestro interior están sujetos a cambios, así que si el cielo de nuestra mente piensa santamente, conforme se forman los pensamientos así se forman las estrellas, los soles, los bellos cometas, y nuestro ángel en cuanto los ve formados, los toma y los va colocando en el cielo de nuestra inteligencia; y si el cielo de la mente es santo, la mirada es santa, la palabra, el deseo, el latido son santos. Así que las miradas son estrellas, la palabra es luz, el deseo es cometa que se extiende, el latido es sol, y cada uno de los sentidos adorna su cielo. En cambio, si la mente es mala, nada de bello se forma, más bien se extienden tales tinieblas, que oscurecen todos los otros cielos; así que la mirada lanza relámpagos de impaciencia, la palabra profiere blasfemias, los deseos arrojan saetas de pasiones brutales, el corazón de su seno hace salir granizadas devastadoras sobre todo el obrar de la criatura; pobres cielos, cómo son oscuros, cómo dan piedad”.

+ + + +

12-110
Agosto 6, 1919

El abandono en Dios. Valor de los actos hechos en el Divino Querer.

(1) Paso mis días amarguísimos, mi pobre corazón está como petrificado por el dolor de la privación de quien forma mi vida, mi todo, y si bien resignada, sin embargo no puedo hacer menos que lamentarme con mi dulce Jesús cuando casi en forma fugaz, o me pasa delante, o se mueve en mi interior, y recuerdo que en estos lamentos una vez me dijo:
(2) “El abandono en Mí es imagen de dos torrentes, en donde uno se descarga en el otro con tal ímpetu, que las aguas se confunden al juntarse, y formando olas altísimas llegan hasta tocar el cielo, tanto, que el lecho de aquellos torrentes queda seco; y el estruendo de esas aguas, su murmullo, es tan dulce y armonioso, que el cielo al verse tocado por esas aguas se siente honrado y resplandece de nueva belleza, y los santos a coro dicen: “Este es el dulce sonido y la armonía que rapta, de un alma que se ha abandonado en Dios,
¡cómo es bello, cómo es bello!”

(3) Otro día me dijo: “¿De qué temes? Abandónate en Mí y quedarás circundada por Mí como dentro de un círculo, de manera que si vienen los enemigos, las ocasiones, los peligros, tendrán que vérselas Conmigo y no contigo y Yo responderé por ti. El verdadero abandono en Mí es reposo para el alma y trabajo para Mí, y si el alma está inquieta, significa que no está abandonada en Mí; justa pena para quien quiere vivir en sí misma es la inquietud, haciéndome a Mí una gran afrenta y a ella un gran daño”.
(4) Otro día me lamentaba más fuerte aún, y mi amable Jesús todo bondad me dijo:
(5) “Hija mía, cálmate, este estado tuyo es el vacío que se está formando para el segundo preparativo de los nuevos castigos que vendrán. Lee bien lo que te he hecho escribir y encontrarás que no todos los castigos se han verificado aún. Cuántas otras ciudades serán destruidas, las naciones continuarán poniéndose como enemigas una de la otra, ¿y de Italia? Sus naciones amigas se harán sus más fieros enemigos, por eso paciencia hija mía, cuando todo esté preparado para volver a llamar al hombre, vendré a ti como antes y rogaremos y lloraremos juntos por el hombre ingrato. Tú no salgas jamás de mi Querer, porque siendo eterno mi Querer, lo que se hace en mi Voluntad adquiere un valor eterno, inmenso, infinito, es como moneda que surge y que jamás se agota; los más pequeños actos hechos en mi Querer quedan escritos con caracteres imborrables y dicen: “Somos actos eternos, porque un Querer eterno nos ha animado, formado y cumplido”. Sucede como a un vaso de barro en el cual se pone oro liquido, y el artífice con ese oro licuado forma los objetos de oro, ¿acaso porque ese oro ha sido licuado en un vaso de barro se dice que no es oro? Ciertamente que no; el oro es siempre oro, sin importar en que vaso se pueda licuar. Ahora, el vaso de barro es el alma, mi Voluntad es el oro, el acto de obrar de la criatura en mi Voluntad funde mi Voluntad con la suya y se licuan juntas, y con ese líquido, Yo, divino artífice, formo los actos de oro eterno, de modo que Yo puedo decir que son míos, y el alma puede decir que son los suyos”.

+ + + +

12-11
Septiembre 3, 1919

El fundirse en Jesús equilibra las reparaciones.

(1) Estaba lamentándome con mi dulce Jesús por mi pobre estado, y porque me he vuelto un ser inútil que no hago ningún bien, entonces, ¿para qué sirve mi vida? Y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la razón de tu vida la sé Yo, no te corresponde a ti investigarla, pero debes saber que el sólo fundirte en Mí todos los días y varias veces al día, sirve para mantener el equilibrio de todas las reparaciones, porque sólo quien entra en Mí y toma de Mí el principio de todo lo que hace, puede equilibrar las reparaciones de todos y de todo, puede equilibrar por parte de las criaturas la gloria del Padre, porque estando en Mí un principio eterno, una Voluntad eterna, pude equilibrar todo: satisfacciones, reparaciones y gloria completa del Padre Celestial por parte de todos, así que conforme tú entras en Mí vienes a renovar el equilibrio de todas las reparaciones y de la gloria de la Majestad Eterna. ¿Te parece poco esto? ¿No sientes tú misma que no puedes hacer menos, y que Yo no te dejo si antes no te veo fundirte en todas mis partículas para recibir de ti el equilibrio de todas las reparaciones, sustituyéndote a nombre de toda la familia humana? Busca por cuanto está en ti repararme por todo. Si supieras cuánto bien recibe el mundo cuando un alma, sin la sombra del interés personal, sino sólo por mi amor, se eleva entre el Cielo y la tierra, y unida Conmigo equilibra las reparaciones de todos”.

+ + + +

12-112
Septiembre 13, 1919

Se debe morir a la propia vida para vivir de la vida de Jesús.

(1) Mis amarguras crecen y no hago otra cosa que lamentarme con mi siempre amable Jesús diciéndole: “Piedad Amor mío, piedad, ¿no ves a qué estado me he reducido? Siento que no tengo más vida, ni deseos, ni afectos, ni amor, todo mi interior está como muerto. ¡Ah, Jesús! ¿Dónde está en mí el fruto de tantas enseñanzas tuyas?” Mientras esto decía he sentido cerca a mi dulce Jesús, y con fuertes cadenas me ataba y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la señal más cierta y el sello de mis enseñanzas en ti es el no sentir nada propio, y además, ¿no es propiamente esto el vivir en mi Querer, el perderse en Mí?
¿Cómo vas buscando tus deseos, tus afectos y otras cosas, si los has perdido en mi Querer? Mi Voluntad es inmensa, y para encontrarlos se necesita demasiado, y para vivir de Mí conviene no vivir más de la vida propia, de otra manera haces ver que no estás contenta de vivir de mi Vida y toda perdida en Mí”.

+ + + +

12-113
Septiembre 26, 1919

Efectos del estado de víctima.

(1) No hago otra cosa que lamentarme con mi amable Jesús, y el bendito Jesús haciéndose oír me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien es víctima debe estar expuesta a recibir todos los golpes de la Justicia Divina, y debe probar en sí las penas de las criaturas y los rigores que estas penas merecen de la Justicia Divina. ¡Oh! cómo gemía mi despedazada Humanidad bajo estos rigores! Y no sólo esto, sino que de tu estado de privación y abandono puedes ver cómo las criaturas están Conmigo y cómo la Justicia Divina está por castigarlas con más terribles flagelos, el hombre ha llegado al estado de completa locura, y con los locos se usan los medios más duros”.
(3) Y yo: “¡Ah, mi Jesús, mi estado es demasiado duro, si no tuviese el encanto de tu Querer que me tiene como absorbida, yo no sé qué haría!”
(4) Y Jesús: “Mí justicia no puede tomarse de dos la satisfacción, por eso te tiene como suspendida de las penas de antes, pero como cuando Yo quise que te pusieras en este estado estuvo también el concurso de la obediencia, ahora la obediencia quiere mantenerte aún, es por eso que continúa teniéndote en tal estado, pero esto es siempre algo ante la Justicia Divina, porque la criatura quiere hacer su parte; tú no te apartes en nada y después verás lo que hará tu Jesús por ti”.

+ + + +

12-114
Octubre 8, 1919

Efectos de la confianza.

(1) Continuando mi habitual estado de penas y de privaciones, me la paso con Jesús casi en silencio, toda abandonada en Él como una pequeña bebita. Entonces mi dulce Jesús haciéndose ver en mi interior me ha dicho:

(2) “Hija mía, la confianza en Mí es la pequeña nube de luz en la cual queda el alma tan envuelta, que le hace desaparecer todos los temores, todas las dudas, todas las debilidades, porque la confianza en Mí no sólo le forma esta pequeña nube de luz que la envuelve toda, sino que la nutre con alimentos contrarios, que tienen la virtud de disipar todos los temores, dudas y debilidades. En efecto, la confianza en Mí disipa el temor y nutre al alma de puro amor, disipa las dudas y le da la certeza, quita la debilidad y le da la fortaleza, es más, la hace tan atrevida Conmigo, que se aferra a mis pechos y chupa, chupa y se nutre, no quiere otro alimento, y si ve que chupando no recibe nada, y esto lo permito para ejercitarla en la más alta confianza, ella ni se cansa ni se separa de mi pecho, más bien chupa más fuerte, golpea la cabeza en mi pecho, y Yo complacido la hago hacer. Así que el alma que verdaderamente confía en Mí es mi sonrisa y mi complacencia, quien confía en Mí me ama, me estima, me cree rico, potente, inmenso; en cambio, quien desconfía, no me ama en verdad, me deshonra, me cree pobre, impotente, pequeño, ¡qué afrenta a mi bondad!”

+ + + +

12-115
Octubre 15, 1919

El Querer Divino lleva el estado de seguridad.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando: “¿Cómo será? Soy tan mala, no soy buena para nada; con las privaciones de mi Jesús me he reducido a un estado de hacer llorar, y si se pudiera ver, aun las piedras llorarían, y con todo esto ni dudas, ni temores, ni de juicio ni de infierno, qué estado tan lamentable es el mío”. Mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto el alma entra en mi Querer y se decide a vivir en Él, huyen de ella todas las dudas y todos los temores. Sucede como a una hija de un rey, que por cuanto la gente quisiera decirle que no es hija de su padre, ella no les presta atención, más bien está orgullosa y dice a todos: “Es inútil que me digan lo contrario, que quieran infundirme dudas y temores, yo soy verdadera hija del rey, él es mi padre, vivo con él; es más, su mismo reino es mío.” Así que aunado a tantos otros bienes que lleva el vivir en mi Querer, lleva el estado de seguridad, y como hace suyo lo que es mío, ¿cómo puede temer de lo que posee? Así que el temor, la duda, el infierno, se pierden y no encuentran la puerta, el camino, la llave para entrar en el alma, es más, en cuanto el alma entra en el Querer Divino se desnuda de sí y Yo la visto de Mí con vestiduras reales, y estas vestiduras le ponen el sello de que es mi hija, de que mi reino, así como es mío es suyo, y defendiendo nuestros derechos toma parte en juzgar y en condenar a los demás. Entonces, ¿cómo quieres tú ir pescando temores?”

+ + + +

12-116
Noviembre 3, 1919

Participación de las penas del estado de víctima de Jesús.

(1) Estaba pensando acerca de mi pobre estado, el dolor de su privación me petrifica, pero estoy calmada y toda abandonada en mi dulce Jesús. El Cielo me parece cerrado, la tierra desde hace mucho ni siquiera la conozco, y si no la conozco, ¿cómo puedo esperar ayuda? Así que no tengo ni siquiera la dulce esperanza de esperar ayuda de personas de este pobre mundo. Si no tuviera la dulce esperanza en mi Jesús, en mi vida, en mi todo,

que es mi único apoyo, yo no sé qué cosa haría. Entonces mi siempre amable Jesús, viendo que no podía más, ha venido, y poniéndome su santa mano en la frente para darme fuerza me ha dicho:
(2) “Pobre hija, hija de mi corazón y de mis penas, ánimo, no te abatas, nada ha terminado para ti; más bien cuando parece que termina entonces comienza. De todo lo que tú piensas, nada es verdad, tu estado presente no es otro que un punto del estado de víctima de mi Humanidad. ¡Oh! cuántas veces se encontraba mi Humanidad en estas circunstancias dolorosas, Ella estaba fundida con mi Divinidad, más aún, era una sola cosa, sin embargo mi Divinidad que tenía todo el poder y quería la expiación de toda la familia humana, me hacía sentir el rechazo, el olvido, los rigores, la separación que merecía toda la naturaleza humana. Estas penas para Mí eran las más amargas, y por cuanto más fundido con la Divinidad, tanto más me resultaba doloroso sentir el alejamiento; mientras estaba unido y amado, sentirme olvidado; honrado y sentir el rechazo; santo y verme cubierto con todas las culpas; qué contraste, qué penas, tanto, que para sufrir esto se necesitaba un milagro de mi omnipotencia. Ahora, mi justicia quiere la renovación de estas penas de mi Humanidad, pero quién podía sentirlas sino a quien había fundido Conmigo, honrado tanto de llamarla a vivir en la altura de mi Querer, desde cuyo centro toma todas las partes de todas las generaciones, las une y me repara, me ama, se sustituye a todas las criaturas, y mientras esto hace siente el olvido, el rechazo, la separación de quien forma su misma vida. Estas son penas que sólo tu Jesús puede calcular, pero en ciertas circunstancias me son necesarias, tanto que estoy obligado a esconderte más en Mí para no hacerte sentir toda la acerbidad del dolor; y mientras te escondo, Yo repito lo que hacía y sufría mi Humanidad, por eso cálmate, este estado terminará para hacerte adentrar en otros pasos de mi Humanidad. Cuando sientas que no puedes más, abandónate más en Mí y oirás a tu Jesús que ruega, sufre, repara, y tú sígueme, y Yo seré actor y tú espectadora, y cuando hayas descansado tomarás la parte de actriz y Yo seré espectador; así nos alternaremos mutuamente”.

+ + + +

12-117
Diciembre 6, 1919

El alma en la Divina Voluntad da a Dios el amor que no darán las almas perdidas. Dios al crear al hombre lo dejó libre
y le dio el poder de hacer el bien que quiere.

(1) No siento la fuerza de escribir mis dolorosas penas, digo sólo algunas palabras que mi dulce Jesús me había dicho y que yo no pensaba escribir, pero Jesús reprochándomelo, me hizo decidir el escribirlas.
(2) Recuerdo que una noche estaba haciendo la adoración a mi crucificado Jesús y le decía: “Amor mío, en tu Querer encuentro todas las generaciones, y yo a nombre de toda la familia humana te adoro, te beso, te reparo por todos; tus llagas, tu sangre se las doy a todos, a fin de que todos encuentren su salvación. Y si las almas perdidas no pueden ya aprovecharse de tu santísima sangre, ni amarte, la tomo yo por ellas para hacer lo que deberían hacer ellas, no quiero que tu amor quede defraudado por parte de las criaturas, por todos quiero suplir, repararte, amarte, desde el primero hasta el último hombre”. Mientras esto y otras cosas decía, mi dulce Jesús me puso los brazos al cuello y estrechándome me dijo:
(3) “Hija mía, eco de mi Vida, mientras tú rezabas mi misericordia se endulzaba y mi justicia perdía la aspereza, y no sólo en el tiempo presente, sino también en el tiempo futuro, porque tu oración permanecerá en acto en mi Voluntad, y en virtud de ella mi misericordia dulcificada correrá más abundante, y mi justicia será menos rigorosa, y no

sólo esto, sino que escucharé las notas de amor de las almas perdidas, y mi corazón sentirá hacia ti un amor de especial ternura, al encontrar en ti el amor que me debían dar estas almas y derramaré en ti las gracias que tenía preparadas para ellas”.
(4) Otra vez me dijo: “Hija mía, amo tanto a la criatura, que al crear el cielo, las estrellas, el sol y toda la naturaleza, no les dejé ninguna libertad, así que el cielo no puede agregar una estrella más, ni quitar ninguna; ni el sol perder o agregar una gota de luz de más; en cambio al crear al hombre lo dejé libre, es más, lo quería junto Conmigo en crear las estrellas, el sol, para embellecer el cielo de su alma, y conforme debía hacer el bien, ejercitarse en las virtudes, le daba el poder de formarse las estrellas, los soles más espléndidos, y por cuanto más bien hacía, tantas más estrellas formaba, y por cuanta más intensidad de amor y de sacrificio, más esplendor y más luz agregaba a sus soles, y Yo, paseando junto con él en el cielo de su alma le decía: “Hijo mío, por cuanto más bello quieres hacerte, tanto más gusto me das; es más, amo tanto tu belleza que te incito, te enseño, y en cuanto te decides Yo corro y junto contigo renuevo la potencia creadora y te doy el poder de hacer el bien que quieres; te amo tanto que no te he hecho esclavo, sino libre, pero, ¡ay, cuánto abuso de este poder que te he dado, tienes el atrevimiento de convertirlo en tu ruina y en ofensa a tu Creador!”

+ + + +

12-118
Diciembre 15, 1919

La Divina Voluntad, fuente de bien y de santidad.

(1) Estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “Ya que no quieres decirme nada, al menos dime que me perdonas si en alguna cosa te he ofendido”. Y Él rápidamente ha respondido:
(2) “¿De qué quieres que te perdone? Quien hace mi Voluntad y vive en Ella ha perdido la fuente, el germen, el origen del mal, porque mi Voluntad contiene la fuente de la santidad, el germen de todos los bienes, el origen eterno, inmutable e inviolable, así que quien en esta fuente vive, es santa y el mal no tiene más contacto con ella, y si en alguna cosa aparentemente aparece el mal, el origen, el germen es santo, el mal no existe, y esto sucede también en Mí: Cuando la Justicia me forza a castigar a las criaturas, aparentemente parece que les hago el mal haciéndolas sufrir, y cuánto me dicen por ello, hasta decirme injusto, pero esto no puede ser faltando en Mí el origen, el germen del mal, más bien, en esa pena que mando hay en Mí un amor más tierno y más intenso. Sólo la voluntad humana es fuente que contiene el germen de todos los males, y si algún bien parece que haga, ese bien está infectado, y quien toca aquel bien quedará por él infectado y envenenado”.
(3) Entonces yo he continuado con lo mío, esto es, sustituirme por todos como Jesús me ha enseñado, como está explicado en anteriores escritos míos, y mientras esto hacía me ha dicho:
(4) “Hija mía, conforme vas repitiendo lo que te he enseñado, así me siento herido por mi mismo amor; cuando te lo enseñé Yo, te herí a ti con mi eterno amor, cuando me lo repites tú, me hieres a Mí, y aún con solo recordar mis palabras y enseñanzas, son heridas que me das. Si me amas, hiéreme siempre”.

+ + + +

12-119
Diciembre 26, 1919

Vivir en la Divina Voluntad es sacramento y sobrepasa a todos los demás sacramentos juntos.

(1) Estaba pensando entre mí: “¿Cómo puede ser que el hacer la Voluntad de Dios sobrepasa a los mismos sacramentos?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿y por qué los sacramentos se llaman sacramentos? Porque son sagrados, tienen el valor y el poder de conferir la gracia, la santidad, pero estos sacramentos obran según las disposiciones de las criaturas, tanto que muchas veces quedan hasta infructuosos, sin poder conferir los bienes que contienen. Ahora, mi Voluntad es sagrada, es santa, y contiene toda junta la virtud de todos los sacramentos, y no sólo esto, sino que no necesita trabajar para disponer al alma a recibir los bienes que contiene mi Voluntad, porque en cuanto el alma se ha dispuesto a hacer mi Voluntad, se ha dispuesto por sí misma a recibirlos, y mi Voluntad encontrando todo preparado y dispuesto, aun a costa de cualquier sacrificio, sin tardanza se comunica al alma, derrama en ella los bienes que contiene y forma los héroes, los mártires del Divino Querer, los portentos más inauditos, y además, qué hacen los sacramentos sino unir al alma con Dios. Y ¿qué cosa es hacer mi Voluntad? ¿No es acaso unir la voluntad de la criatura con su Creador? Perderse en el Querer eterno, la nada subir al Todo, el Todo descender en la nada; es el acto más noble, más divino, más puro, más bello, más heroico que la criatura puede hacer. ¡Ah! sí, te lo confirmo, te lo repito, mi Voluntad es sacramento y sobrepasa a todos los sacramentos juntos, pero en modo más admirable, sin intervención de nadie, sin ninguna materia; el sacramento de mi Voluntad se forma entre mi Voluntad y la del alma, las dos voluntades se anudan juntas y forman el sacramento; mi Voluntad es Vida y el alma está ya dispuesta a recibir la Vida; es santa, y recibe la santidad; es fuerte, y recibe la fuerza, y así de todo lo demás. En cambio mis otros sacramentos, cuánto deben trabajar para disponer a las almas, si es que lo logran. Y estos canales que he dejado a mi Iglesia,
¿cuántas veces quedan maltratados, despreciados, conculcados? Y algunos se sirven de ellos para ensuciarse y los ponen contra de Mí para ofenderme. ¡Ah, si tú supieras los sacrilegios enormes que se hacen en el sacramento de la confesión y los abusos horrendos del sacramento de la Eucaristía, llorarías junto Conmigo por el gran dolor! ¡Ah! sí, sólo el sacramento de mi Voluntad puede cantar gloria y victoria, sólo él es pleno en sus efectos y es intangible de ser ofendido por la criatura, porque para entrar en mi Voluntad debe dejar su voluntad, sus pasiones; y sólo entonces mi Voluntad se abaja a ella, la inviste, la funde, y de ella hace portentos. Por eso cuando hablo de mi Voluntad hago fiesta, no la termino jamás, es plena mi alegría, no entra amargura entre Yo y el alma; en cambio en los otros sacramentos mi corazón nada en el dolor, el hombre me los ha cambiado en fuentes de amarguras, mientras que Yo se los he dado como tantas fuentes de gracia”.

+ + + +


En cada acto que el alma hace en la Divina Voluntad,

12-120
Enero 1, 1920

Jesús queda multiplicado como en las Hostias Sacramentales.

(1) Continuando mi habitual estado, me parecía que mi siempre amable Jesús salía de mi interior, y mirándolo lo veía todo bañado en lágrimas, hasta sus vestidos, sus santísimas manos estaban cubiertas de lágrimas, ¡qué dolor! Yo he quedado conmovida y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué trastorno hará el mundo, los flagelos correrán más dolorosos que antes, tanto que no hago más que llorar su triste suerte”.

(3) Después ha agregado: “Hija mía, mi Voluntad es como una rueda, y quien en Ella entra queda encerrado dentro, y no encuentra abertura para salir de Ella, y todo lo que hace queda fijado al punto eterno y desemboca en la rueda de la eternidad. ¿Pero sabes cuáles son los vestidos del alma que vive en mi Querer? No son de oro, sino de luz purísima, y esta vestidura de luz le servirá como espejo para hacer ver a todo el Cielo cuantos actos ha hecho en mi Querer, porque en cada acto que ha hecho en mi Voluntad me ha encerrado a todo Yo, y esta vestidura estará adornada de tantos espejos, y en cada uno se verá todo Yo mismo, así que desde donde sea mirada, por delante, por detrás, por la derecha, por la izquierda, me verán a Mí y multiplicado en tantos por cuantos actos ha hecho en mi Querer. Vestidura más bella no podría darle, será el distintivo exclusivo de las almas que viven en mi Querer”.
(4) Yo he quedado un poco confundida al oír eso, y Él ha agregado:
(5) “Cómo, ¿dudas de esto? ¿Qué no sucede lo mismo en las hostias sacramentales? Si hay mil hostias, mil Jesús hay, y a mil almas me doy en comunión todo entero; y si hay cien hostias, hay cien Jesús y me puedo dar en comunión sólo a cien. Así en cada acto hecho en mi Voluntad, el alma me encierra dentro y Yo quedo sellado dentro de la voluntad del alma, así que estos actos hechos en mi Querer son comuniones eternas, no sujetas como las hostias sacramentales a consumirse las especies, y con el consumirse las especies mi Vida Sacramental termina; en cambio en las hostias de mi Voluntad no entra ni harina, ni ninguna otra materia, el alimento, la materia de estas hostias de mi Voluntad es mi misma Voluntad eterna unida con la voluntad del alma, eterna Conmigo, no sujetas estas dos voluntades a consumirse. Entonces, ¿qué de extraño tiene el que se vea tantas veces multiplicada toda mi persona por cuantos actos ha hecho en mi Voluntad, mucho más que Yo he quedado sellado en ella, y ella tantas veces en Mí? Así que también en Mí quedará multiplicada tantas veces el alma por cuantos actos ha hecho en mi Querer, son los prodigios de mi Querer, y esto basta para quitarte cualquier duda”.

+ + + +

12-121
Enero 9, 1920

Todas las cosas creadas llevan el Amor de Dios al hombre.

(1) Estaba rezando, y con mi pensamiento me fundía en el Querer Eterno, y poniéndome ante la Majestad Suprema decía: “Eterna Majestad, vengo a tus pies a nombre de toda la familia humana, desde el primero hasta el último hombre de todas las generaciones humanas, a adorarte profundamente; a tus pies santísimos quiero sellar las adoraciones de todos; vengo a reconocerte a nombre de todos como Creador y dominador absoluto de todo; vengo a amarte por todos y cada uno, vengo a corresponderte en amor por todos, por cada cosa creada en la que has puesto para nosotros tanto amor, que la criatura jamás podrá encontrar amor suficiente para corresponderte en amor, pero yo en tu Querer encuentro este amor, y queriendo que mi amor, así como todos mis demás actos, sean plenos, completos, y por todos, por eso he venido en tu Querer, donde todo es inmenso y eterno, y encuentro amor para poderte amar por todos, por tanto te amo por cada estrella que has creado, te amo por cuantas gotas de luz e intensidad de calor has puesto en el sol”. ¿Pero quién puede decir todo lo que mi pobre mente decía? Me extendería demasiado en decirlo todo, por eso mejor pongo punto. Ahora, mientras esto hacía, un pensamiento me ha dicho: “¿Cómo es eso, y en qué manera Nuestro Señor ha puesto en cada cosa creada ríos de amor hacia la criatura?” Y una luz ha respondido a mi pensamiento:
(2) “Cierto hija mía que en cada cosa creada mi amor se derramaba a torrentes hacia la criatura, te lo dije antes, te lo confirmo ahora, que mientras mi amor increado creaba el sol,

en él ponía océanos de amor, y en cada gota de luz que debía inundar al ojo, al paso, a la mano y todo lo de la criatura, corría mi amor, y casi tocándole dulcemente el ojo, la mano, el paso, la boca, le da mi beso eterno y le lleva mi amor; junto con la luz corre el calor, y golpeándola un poco más fuerte y casi impaciente por el amor de la criatura, hasta dardearla, le repito más fuerte mi “te amo” eterno, y si el sol con su luz y calor fecunda las plantas, es mi amor que corre a la nutrición del hombre; y si he extendido un cielo sobre la cabeza del hombre, adornándolo de estrellas, era mi amor que queriendo alegrar el ojo del hombre también en la noche, le decía en cada centelleo de estrella mi “te amo”, así que cada cosa creada lleva mi amor al hombre, y si no fuera así no tendría ninguna finalidad la Creación, y Yo no hago nada sin finalidad, todo ha sido hecho para el hombre, pero el hombre no lo reconoce y se ha cambiado para Mí en dolor. Por eso hija mía, si quieres mitigar mi dolor ven frecuentemente en mi Querer, y a nombre de todos dame adoración, amor, reconocimiento y agradecimiento por todos”.

+ + + +

12-122
Enero 15, 1920

Quien quiere amar, reparar, sustituirse
por todos, debe hacer vida en el Querer Divino.

(1) Estaba volcándome toda en el Divino Querer, para poderme sustituir a todo lo que la criatura está obligada a hacer hacia la Majestad Suprema, y mientras esto hacía he dicho entre mí: “¿Dónde podré encontrar tanto amor para poder dar a mi dulce Jesús amor por todos?” Y Jesús en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, en mi Voluntad encontrarás este amor que puede suplir al amor de todos, porque quien entra en mi Voluntad encontrará tantas fuentes que surgen, y por cuanto pueda tomar, jamás disminuye ni una gotita; así que está la fuente del amor, que impetuosa arroja sus olas, pero por cuanto arroja, siempre brota; está la fuente de la belleza, y por cuantas bellezas haga salir jamás se agota, más bien hace surgir siempre nuevas y más hermosas bellezas; está la fuente de la sabiduría, la fuente de los contentos, la fuente de la bondad, de la potencia, de la misericordia, de la justicia, y de todo el resto de mis cualidades, todas brotan y una se derrama en la otra, de manera que el amor es bello, es sabio, es potente, etc.; de la fuente de la belleza sale la belleza amor, sabia, potente, y con tal poder, de tener raptado a todo el Cielo sin cansarlos jamás. Estas fuentes brotantes forman tal armonía, tal contento y un espectáculo tan encantador, que todos los bienaventurados quedan dulcemente encantados, de no apartar ni siquiera una mirada para no perderse ninguno de estos contentos. Por eso es hija mía la estrecha necesidad, para quien quiere amar, reparar, sustituirse por todos, el hacer vida en mi Querer, donde todo brota, las cosas se multiplican por cuantas se quieran, donde todas las cosas quedan acuñadas con el sello divino, y este sello divino forma otras fuentes, cuyas olas impetuosas se elevan, y se elevan tanto, que al romper inundan todo y hacen bien a todos. Por eso siempre, siempre en mi Querer, ahí te espero, ahí te quiero”.

+ + + +

12-123
Enero 24, 1920

Dios creó al hombre para que le hiciera compañía.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba uniéndome con Jesús, pidiéndole que no me dejara sola, que viniera a hacerme compañía, y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “¡Hija mía, si supieras como deseo, suspiro, amo la compañía de la criatura! Es tanto, que si al crear al hombre dije: “No es bueno que el hombre esté solo, hagamos otra criatura que lo asemeje y le haga compañía, a fin de que uno forme la delicia del otro.” Estas mismas palabras, antes de crear al hombre las dije a mi amor: “No quiero estar solo, sino quiero a la criatura en mi compañía, quiero crearla para entretenerme con ella, para compartir con ella todos mis contentos, con su compañía me desahogaré en el amor”. Por eso la hice a mi semejanza, y conforme su inteligencia piensa en Mí, se ocupa de Mí, así hace compañía a mi sabiduría, y mis pensamientos haciendo compañía a los suyos, nos entretenemos juntos; si su mirada me mira a Mí y a las cosas creadas para amarme, siento la compañía de su mirada; si la lengua reza, enseña el bien, siento la compañía de su voz; si el corazón me ama, siento su compañía en mi amor; y así de todo lo demás. Pero si en cambio hace lo contrario, Yo me siento solo, como un rey abandonado, pero, ¡ay! cuántos me dejan solo y me desconocen”.

+ + + +

12-124
Marzo 14, 1920

El martirio del amor sobrepasa en modo casi infinito todos los otros martirios juntos.

(1) Mi estado es siempre más doloroso, y mientras nadaba en el mar inmenso de las privaciones de mi dulce Jesús, de mi Vida, de mi Todo, no podía hacer menos que lamentarme y decir algunos desatinos, y mi Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho suspirando:
(2) “Hija mía, tú eres para mi corazón el martirio más duro, el dolor más crudo, y cada vez que te veo gemir y petrificada por el dolor de mi privación, mi martirio se hace más acerbo, y es tanto el espasmo, que me veo obligado a suspirar y gimiendo exclamo: “¡Oh hombre, cuánto me cuestas! Tú formaste el martirio a mi Humanidad, la que arrebatada de locura de amor por ti se sometió a todas tus penas, y continúas formando el martirio de quien arrebatada de amor por Mí y por ti se ofrece víctima ante Mí por causa tuya”. Así que mi martirio es continuo, es más, lo siento más a lo vivo, porque es martirio de quien me ama, y el martirio del amor sobrepasa en modo casi infinito a todos los demás martirios juntos”.
(3) Después, acercando su boca al oído de mi corazón decía gimiendo:
(4) “¡Hija mía, hija mía! ¡Pobre hija! Sólo tu Jesús puede comprenderte y compadecerte, porque siento en mi corazón tu mismo martirio”.
(5) Después ha agregado: “Escucha hija mía, si el hombre con el castigo de la guerra se hubiera humillado y entrado en sí mismo, no serían necesarios otros castigos, pero el hombre se ha hecho más perverso, por tanto, para hacerlo entrar en sí mismo son necesarios castigos más terribles que la guerra misma, y vendrán, por eso la justicia va formando vacíos, y si supieras qué vacío se va formando en mi justicia con el no venir a ti, temblarías por ello, porque si Yo viniera a ti harías tuya mi justicia, y tomando sobre ti las penas llenarías los vacíos que el hombre hace con el pecado; ¿no lo has hecho por tantos años? Pero ahora la obstinación del hombre lo vuelve indigno de este gran bien, y por esto te privo frecuentemente de Mí, y viéndote martirizada por causa mía, es tanto mi dolor que deliro, gimo, suspiro, y estoy obligado a esconderte mis gemidos, sin ni siquiera poderlos desahogar contigo para no darte más penas”.


+ + + +

12-125
Marzo 19, 1920

Vivir en la Divina Voluntad es vivir a nombre de todos.

(1) Estaba lamentándome con mi siempre amable Jesús diciéndole: “¡Cómo has cambiado! ¿Será posible que ni siquiera el sufrir sea ya para mí? Todos sufren, sólo yo no soy digna de sufrir, es verdad que supero a todos en maldad, pero Tú ten piedad de mí y no me niegues al menos las migajas del sufrir que tan abundantemente no niegas a ninguno. Amor mío, cómo es terrible mi estado, ten piedad de mí, ten piedad”. Mientras esto decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “¡Ah hija mía, cálmate, de otra manera me haces mal, abres heridas más profundas en mi corazón! ¿Me quieres tú tal vez superar? También Yo habría querido encerrar en Mí todas las penas de las criaturas, era tanto el amor hacia ellas, que habría querido que ninguna pena las tocara, pero esto no lo pude obtener, debí someterme a la sabiduría y a la justicia del Padre, que mientras me permitía satisfacer en gran parte a las penas de las criaturas, no quiso mi satisfacción por todas las penas, y esto por decoro y por equilibrio de su justicia. Mi Humanidad habría querido sufrir tanto, para poder poner término al infierno, al purgatorio y a todos los castigos, pero la Divinidad no quiso y la justicia dijo a mi amor: “Tú has querido el derecho del amor, y te ha sido concedido, Yo quiero los derechos de la justicia”. Yo me resigné a la sabiduría de mi Padre, la vi justa, pero mi gimiente Humanidad sentía la pena por las penas que tocaban a las criaturas. Ahora al oír tus lamentos por no poder sufrir, escucho el eco de mis lamentos y corro a sostener tu corazón para darte fuerza, sabiendo cómo es dura esta pena, pero debes saber que ésta es una pena también de tu Jesús”.
(3) Yo me resigné por amor de Jesús también a no sufrir, pero el dolor de mi corazón era acerbísimo, y en mi mente se acumulaban muchas cosas, especialmente sobre lo que me había dicho acerca del Querer Divino, me parecía no ver en mí los efectos de su palabra, y Jesús benignamente ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando Yo te pregunté si tú consentías en querer hacer vida en mi Querer, y tú aceptaste diciendo: “Digo sí no en mi querer, sino en el tuyo, a fin de que el mío tenga todo el poder y el valor de un sí de un Querer Divino”. Aquel sí existe y existirá siempre, como existirá mi Querer, así que tu vida terminó, tu voluntad no tiene más razón de vivir y por eso te dije que estando en mi Voluntad todas las criaturas, a nombre de toda la familia humana vienes a deponer en modo divino, a los pies de mi trono, en tu mente los pensamientos de todos para darme la gloria de cada pensamiento, en tu mirada, en tu palabra, en tu acción, en el alimento que tomas, aun en el sueño, lo de todos; así que tu vida debe abrazar todo, por eso ves que cuando alguna vez, oprimida por el peso de mi privación, alguna cosa de lo que haces se te escapa y no unes a toda la familia humana junta, Yo te reclamo, y si no me pones atención, afligido te digo: “Si no quieres seguirme, Yo lo hago por Mí mismo.” La vida en mi Voluntad es vivir sin vida propia, sin reflexiones personales, sino que es la vida que abraza todas las vidas juntas. Sé atenta en esto y no temas”.

+ + + +

12-126
Marzo 23, 1920

El alma quiere ocultarse, pero Jesús la quiere como luz.


(1) Estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Quisiera esconderme tanto, de desaparecer de todos y que todos se olvidaran de mí, como si no existiera más en la tierra. Cómo me pesa el tener que tratar con personas, siento toda la necesidad de un profundo silencio”. Y Él, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Tú quieres esconderte, y Yo te quiero como candelero que debe dar luz, y este candelero será encendido por los reflejos de mi luz eterna; así que si tú quieres esconderte, no te escondes tú, sino a Mí, a mi luz, a mi palabra”.
(3) Después de esto continuaba rezando, y no sé cómo me he encontrado fuera de mí misma junto con Jesús, yo era pequeña y Jesús era grande, y Él me ha dicho:
(4) “Hija mía, hazte grande de modo que me iguales, quiero que tus brazos lleguen a los míos, tu boca a la mía”.
(5) Yo no sabía cómo hacer porque era demasiado pequeña, y Jesús ha puesto sus manos en las mías y me ha repetido: “Hazte grande, hazte grande”. Yo lo he intentado y me sentía como un resorte, que si quería hacerme más grande, me agrandaba, y si no, permanecía pequeña; entonces con facilidad me he hecho grande y he apoyado mi cabeza sobre un hombro de Jesús, y continuaba teniendo sus manos en las mías. Al contacto con sus santísimas manos me he recordado de las llagas de Jesús y le he dicho: “Amor mío, quieres que te iguale, ¿y por qué no me das tus dolores? Dámelos, no me los niegues”. Jesús me ha mirado y me ha estrechado fuerte a su corazón, como si me quisiera decir muchas cosas, y ha desaparecido, y yo me he encontrado en mi misma.

+ + + +

12-127
Abril 3, 1920

Toda la Voluntad de Dios al crear al hombre fue que en todo hiciera su Voluntad, para poder desarrollar en él su Vida.

(1) Continuando mi pobre estado, oía a mi amable Jesús en mi interior, que se unía a rezar junto conmigo y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda mi Voluntad al crear al hombre fue que en todo hiciera mi Voluntad, y conforme iba poco a poco haciendo esta mi Voluntad, así venía a completar mi Vida en él, de modo que después de repetidos actos hechos en mi Voluntad, formando mi Vida en él, Yo venía a él, y encontrándolo semejante a Mí, el sol de mi Vida, encontrando al sol de mi Vida que se había formado en el alma, lo habría absorbido en Mí, y transformándose juntos, como dos soles en uno, lo llevara a las delicias del Cielo. Ahora, la criatura con no hacer mi Voluntad, o bien con hacerla ahora y ahora no, mi Vida queda dividida con la vida humana, y la Vida Divina no puede completarse, con los actos humanos viene oscurecida, no recibe alimento abundante como para dar un desarrollo suficiente para poder formar una vida, por eso el alma está en continua oposición a la finalidad de la Creación, pero,
¡ay! cuántos hay que con vivir la vida del pecado, de las pasiones, forman en ellos la vida diabólica”.

+ + + +

12-128
Abril 15, 1920

Causa de las penas de Jesús: “El amor a las almas”.

(1) Estaba lamentándome con mi dulce Jesús de mi estado doloroso diciéndole: “Dime, Amor mío, ¿dónde estás? ¿Qué camino tomaste al irte, para poderte seguir? Hazme ver las huellas de tus pasos, y así paso a paso con certeza podré encontrarte. ¡Ah! Jesús, sin Ti no puedo más, pero si bien estás lejano, yo te envío mis besos. Beso la mano que no me abraza más, beso esa boca que no me habla más, beso ese rostro que ya no veo más, beso esos pies que no se encaminan más hacia mí, sino se dirigen a otras partes. ¡Ah, Jesús, cómo es triste mi estado, que final tan cruel me esperaba!” Mientras esto y otros desatinos decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cálmate, para quien vive en mi Querer todos los puntos son caminos seguros para encontrarme, mi Voluntad llena todo, cualquier camino que tome, no hay temor de que no pueda encontrarme. ¡Ah, hija mía, tu estado doloroso lo siento en mi corazón, siento repetirme la corriente del dolor que corría entre Yo y mi Mamá, Ella era crucificada por mis penas, Yo era crucificado por las suyas, pero la causa de todo, ¿quién era? El amor de las almas. Por amor de ellas mi querida Mamá toleraba todas mis penas, y hasta mi muerte, y Yo por amor de las almas toleraba todas sus penas, hasta privarla de Mí. ¡Oh! cuánto costó a mi amor y a su amor materno el privar de Mí a mi inseparable Mamá, pero el amor por las almas triunfó sobre todo. Ahora, tu estado de víctima al que te sometiste fue por el amor a las almas, y tú aceptaste por amor a ellas todas las penas que se han desarrollado en tu vida, la causa han sido las almas y los tristes tiempos que corren, por eso la justicia divina me impide estarme a lo familiar contigo, para hacer correr tiempos más propicios en lugar de tan tempestuosos y tenerte en la tierra. Son las almas, si no fuera por el amor a ellas tu exilio habría ya terminado y tú no tendrías el dolor de verte privada de Mí, ni Yo tendría el dolor de verte tan deshecha por mi privación, por eso paciencia, y haz que también en ti triunfe hasta lo último el amor por las almas”.

+ + + +

12-129
Mayo 1, 1920

La santidad para quien vive en el Querer Divino, es el Gloria Patri continuado.

(1) Mi miseria se hace sentir más, y en mi interior decía: “Mi Jesús, ¿qué vida es la mía?” Y Él sin darme tiempo de decir otra cosa, súbito ha respondido:
(2) “Hija mía, para quien vive en mi Querer, su santidad tiene un solo punto, es el Gloria Patri continuado, con la secuencia del sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum. No hay cosa en la cual no dé gloria a Dios, gloria del todo completa, siempre estable, siempre igual, siempre reina, sin jamás cambiarse. Esta Santidad no está sujeta a retrocesos, a pérdidas, es siempre reinar, así que su fondo es el Gloria Patri, su prerrogativa es el sicut erat in principio, etc.”.
(3) Continuando a lamentarme por sus privaciones y por la ausencia del sufrir, mientras que a los demás lo da abundantemente, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y apoyando su cabeza en mi hombro, todo afligido me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad vive en lo alto, y quien vive en lo alto puede mirar con más claridad en lo bajo, y debe tomar parte en las decisiones, en las aflicciones y en todo lo que conviene a las personas que viven en lo alto. No ves tú en el mundo algunas veces, padre y madre, y en ocasiones también a un hijo más grande que es capaz de tomar parte en las decisiones, en los dolores de los padres, que mientras estos están bajo el peso de penas dolorosas, de incertidumbres, de intrigas, de pérdidas, los otros hijos pequeños no saben nada de eso, más bien los hacen jugar y hacer la vida ordinaria de familia no queriendo amargar aquellas tiernas vidas sin una finalidad útil para ellos ni para los padres. Así sucede en el orden de la gracia, quien es pequeño y aún en estado de

crecimiento, vive en lo bajo, y por tanto le son necesarias las purgas, los medios necesarios para hacerlo crecer en la santidad; sería como los pequeños de la familia, a los que querer hablarles de asuntos, de intrigas, de penas, sería aturdirlos sin que comprendieran nada; pero quien vive en mi Querer, viviendo en lo alto debe sustituirse a las penas de quien vive en lo bajo, debe ver los peligros de éstos, ayudarlos, tomar serias decisiones que a veces hacen temblar, mientras que los pequeños están tranquilos. Por eso cálmate, y en mi Querer haremos vida en común, y junto Conmigo tomarás parte en los dolores de la familia humana, vigilarás sobre las grandes tempestades que surgirán, y mientras ellos en el peligro juegan, tú junto Conmigo llorarás su desventura”.

+ + + +

12-130
Mayo 15, 1920

La Divina Voluntad forma en el alma la crucifixión completa.

(1) Me lamentaba con mi dulce Jesús diciéndole: “¿Dónde están tus promesas? No más cruz, no más semejanza Contigo, todo se ha esfumado y no me queda más que llorar mi doloroso fin”. Y Jesús, moviéndose me ha dicho en mi interior:
(2) “Hija mía, mi crucifixión fue completa, ¿y sabes por qué? Porque fue hecha en la Voluntad Eterna de mi Padre. En esta Voluntad la cruz se hizo tan larga y tan ancha, de abrazar todos los siglos, para penetrar en cada corazón presente, pasado y futuro, de modo que quedaba crucificado en cada corazón de criatura; esta Divina Voluntad ponía clavos a todo mi interior, a mis deseos, a los afectos, a mis latidos, puedo decir que no tenía vida propia, sino la Vida de la Voluntad eterna, que encerraba en Mí a todas las criaturas y quería que respondiera por todo. Jamás mi crucifixión podía estar completa y tan extendida para abrazar a todos, si el Querer eterno no fuera el actor. También en ti quiero que la crucifixión sea completa y extendida a todos. He aquí el por qué de las continuas llamadas que te hago en mi Querer, son las incitaciones para llevar ante la Majestad Suprema a toda la familia humana, y a nombre de todos hacer los actos que ellos no hacen. El olvido de ti, la falta de reflexiones personales, no son otra cosa que clavos que pone mi Voluntad. Mi Voluntad no sabe hacer cosas incompletas o pequeñas, y haciéndose corona en torno al alma, la quiere en Sí, y extendiéndola en todo el ámbito de su Querer eterno, pone el sello de su cumplimiento. Mi Querer vacía todo lo humano del interior de la criatura, y pone todo lo divino, y para estar más seguro va sellando todo el interior con tantos clavos por cuantos actos humanos pueden tener vida en la criatura, sustituyéndolos con otros tantos actos divinos, y así forma las verdaderas crucifixiones, y no por un tiempo, sino por toda la vida”.

+ + + +

12-131
Mayo 24, 1920

Los actos hechos en la Divina Voluntad serán los defensores del Trono Divino, no sólo en el tiempo presente, sino hasta el fin de los siglos.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, los actos hechos en mi Voluntad pierden lo humano, y fundiéndose con mis actos divinos se elevan hasta el Cielo, circulan en todos, abrazan todos los siglos, todos los puntos y todas las criaturas, y como quedan fijos en mi Querer, en cada ofensa que las criaturas me hacen, no sólo en el tiempo presente sino hasta el fin de los siglos, estos

actos son y serán los defensores de mi trono, y elevándose en mi defensa harán las reparaciones opuestas a las ofensas que las criaturas harán. Los actos hechos en mi Querer tienen virtud de multiplicarse según las necesidades y las circunstancias que mi gloria requiere. ¿Cuál será la felicidad del alma cuando se encuentre ya allá en el Cielo y vea sus actos hechos en mi Querer como defensores de mi trono, que teniendo un eco continuo de reparación rechazarán el eco de las ofensas que viene de la tierra? Por eso para el alma que vive en mi Querer en la tierra, su gloria en el Cielo será diferente de la de los otros bienaventurados; los otros tomarán de Mí todos los contentos, estos en cambio no sólo los tomarán de Mí, sino que tendrán sus pequeños ríos en mi mismo mar, porque viviendo en mi Querer se los han formado ellas mismas en la tierra en mi mar. El pequeño río de felicidad y de contentos es justo que lo tengamos en el Cielo. Cómo son bellos estos ríos en mi mar, ellos se vierten en Mí y Yo en ellos, serán una vista encantadora ante la que todos los bienaventurados quedarán sorprendidos”.

+ + + +

12-132
Mayo 28, 1920

Los actos hechos en la Divina Voluntad entran en el ámbito de la eternidad y tienen supremacía sobre los actos humanos.

(1) Estaba ofreciéndome en el santo sacrificio de la misa junto con Jesús, a fin de que también yo pudiera sufrir su misma consagración, y Él, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, entra en mi Voluntad a fin de que pueda encontrarte en todas las hostias, no sólo presentes sino también futuras, y así junto Conmigo sufrirás tantas consagraciones por cuantas sufro Yo. En cada hostia Yo pongo una Vida mía, y por correspondencia quiero otra, pero, ¡cuántos no me la dan! Otros me reciben, Yo me doy a ellos, y ellos no se dan a Mí, y mi amor queda doliente, obstaculizado y sofocado, sin correspondencia, por eso en mi Voluntad ven a sufrir todas las consagraciones que sufro Yo, y así encontraré en cada hostia la correspondencia de tu vida, y no sólo mientras estés en la tierra, sino también cuando estés en el Cielo, porque habiéndote tú consagrado anticipadamente mientras estás en la tierra en mi Voluntad, al ir sufriendo Yo las consagraciones hasta la última, así también las sufrirás tú, y Yo encontraré hasta en el último de los días la correspondencia de tu vida”.
(3) Después ha agregado: “Los actos hechos en mi Voluntad son siempre los que tienen la primacía sobre todos y tienen la supremacía sobre todo, porque habiendo siendo hechos en mi Voluntad entran en el ámbito de la eternidad, y tomando ahí los primeros puestos, dejan atrás a todos los actos humanos, corriendo siempre ellos adelante, en nada influye que hayan sido hechos antes o después, si en una época o en otra, si pequeños o grandes, basta que hayan sido hechos en mi Voluntad para que estén siempre entre los primeros y corran adelante de todos los actos humanos. Una semejanza es el aceite puesto junto con otros comestibles, aunque éstos fueran de más valor, o de oro o de plata, o alimentos de mayor sustancia, todos quedan por debajo, y el aceite permanece encima, jamás queda por abajo, aunque fuera una mínima cantidad, con su espejito de luz parece que dice: “Yo estoy aquí para ser primero sobre todo, no me hago común con las otras cosas, ni me mezclo con ellas”. Así los actos hechos en mi Querer, como son hechos en mi Voluntad se vuelven luz, pero luz atada, fundida con la luz eterna; por eso no se mezclan con los actos humanos, más bien tienen la virtud de hacer cambiar los actos humanos en divinos, por eso todo dejan atrás y son los primeros entre todo”.


+ + + +

12-133
Junio 2, 1920

Jesús sintió la pena de la separación que el hombre había causado con el pecado.

(1) Continuando mi habitual estado y recogiéndome en la oración, veía un abismo en mí, donde no podía descubrir el fondo, y en medio de este abismo de profundidad y anchura, a mi dulce Jesús afligido y taciturno. Yo no sabía comprender cómo lo veía en mí, y me sentía lejana de Él, como si no estuviera para mí. Mi corazón quedaba torturado por ello y sentía el desgarro de una muerte cruel, y esto no una vez, sino cada vez que me encuentro en este abismo como separada de mi Todo, de mi Vida. Ahora, mientras mi corazón goteaba sangre, mi siempre amable Jesús saliendo de este abismo, me ha rodeado el cuello con sus brazos, poniéndose tras de mis espaldas y me ha dicho:
(2) “Querida hija mía, tú eres mi verdadero retrato, ¡oh! cuántas veces mi gimiente Humanidad se encontraba en estas torturas, Ella estaba fundida con la Divinidad, más bien eran una sola cosa, y mientras eran una sola cosa Yo sentía el desgarro del abismo, de la separación de la Divinidad, que mientras me envolvía dentro y fuera, fundido con Ella, me sentía lejano. Mi pobre Humanidad debía pagar la pena y la separación que con el pecado la humanidad prevaricadora había causado, y para volverla a unir a la Divinidad, debía sufrir toda la pena de su separación, pero cada instante de separación era para Mí una muerte despiadada.
(3) He aquí la causa de tus penas y del abismo que tú ves, es mi semejanza; también en estos tiempos desventurados, la humanidad corre como en precipitada fuga lejos de Mí, y tú debes sentir la pena de su separación para poderla unir nuevamente a Mí. Es verdad que tu estado es demasiado doloroso, pero es siempre una pena de tu Jesús, y Yo para darte fuerza te tendré estrechada desde atrás de tus espaldas, porque mientras te tengo más segura, doy más intensidad a tu pena, porque si me tuvieras delante, con sólo ver mis brazos junto a ti, la pena disminuiría y mi semejanza en ti se formaría más tarde”.

+ + + +

12-134
Junio 10, 1920

La Humanidad de Nuestro Señor vivía entre el Cielo y la tierra. Para quien vive en el Divino Querer, lo que Él hace lo debe hacer el alma.

(1) Me sentía sola y muy afligida, sin apoyo de nadie, y mi dulce Jesús me ha estrechado entre sus brazos, elevándome en el aire y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Humanidad cuando vivía sobre la tierra, vivía a medio aire, entre el Cielo y la tierra, teniendo toda la tierra debajo y todo el Cielo sobre de Mí, y viviendo de este modo Yo buscaba atraer a toda la tierra en Mí, y a todo el Cielo, y hacer de ellos una sola cosa. Si Yo hubiera querido vivir a ras de tierra no habría podido atraer todo en Mí, a lo más algún punto. Es cierto que el vivir a medio aire me costó mucho, no tenía ni dónde apoyarme ni en quién apoyarme, y sólo las cosas de estrecha necesidad eran dadas a mi Humanidad, por lo demás estaba siempre solo y sin ningún consuelo, pero esto era necesario, primero por la nobleza de mi persona a la que no convenía vivir en lo bajo, con apoyos humanos viles e inconstantes; segundo, por el gran oficio de la Redención, que

debía tener la supremacía sobre todo, por lo tanto me convenía vivir en lo alto, sobre todos.
(3) Ahora, a quien llamo a mi semejanza la pongo en las mismas condiciones en las que puse a mi Humanidad, por eso tu apoyo soy Yo, mis brazos son tu sostén, y haciéndote vivir en mis brazos a medio aire, te pueden llegar sólo las cosas de extrema necesidad. Para quien vive en mi Querer, desapegada de todos, dedicada toda a Mí, todo lo que no es de extrema necesidad son cosas viles y un degradarse de su nobleza, y si le vienen dados los apoyos humanos, siente el mal olor de lo humano y ella misma los aleja”.
(4) Después ha agregado: “Conforme el alma entra en mi Querer, su querer queda atado con mi Querer Eterno, y a pesar de que ella no piense en esto, habiendo quedado atado su querer al mío, lo que hace mi Querer hace el suyo, y corre junto Conmigo para bien de todos”.

+ + + +

12-135
Junio 22, 1920

La santidad de la Humanidad de Jesús fue el pleno desinterés.

(1) Estaba según mi costumbre llevando a mi dulce Jesús a toda la familia humana, rezando, reparando, sustituyéndome a nombre de todos por lo que cada uno está en deber de hacer, pero mientras esto hacía un pensamiento me ha dicho: “Piensa y ruega por ti misma, ¿no ves a qué estado tan penoso te has reducido?” Y casi me disponía a hacerlo, pero mi Jesús moviéndose en mi interior y atrayéndome hacia Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué quieres apartarte de mi semejanza? Yo jamás pensé en Mí mismo, la santidad de mi Humanidad fue el completo desinterés, nada hice para Mí, sino que todo lo sufrí y lo hice para las criaturas. Mi amor puede decirse verdadero porque estuvo sellado por mi propio desinterés, donde está el interés no se puede decir que hay una fuente de verdad; el alma con el desinterés propio se pone delante de todos, y mientras se pone delante, el mar de mi gracia la toma por detrás, inundándola, de manera que la hace quedar toda sumergida en él sin que ni siquiera ella lo advierta; en cambio quien piensa en sí misma es la última, y el mar de mi gracia le queda adelante y ella debe a fuerza de brazo surcar el mar, si es que lo logra, porque el pensamiento de sí misma le creará tantos obstáculos que le infundirá temor de arrojarse en mi mar y estará en peligro de quedarse en la orilla”.

+ + + +

12-136
Septiembre 2, 1920

Martirio de amor y de dolor de Jesús por la falta de la compañía de la criatura.

(1) Vivo casi en continuas privaciones, a lo más mi dulce Jesús se hace ver y como relámpago me huye. ¡Ah, sólo Jesús conoce el martirio de mi pobre corazón! Ahora, estaba pensando en el amor con el que tanto ha sufrido por nosotros, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi primer martirio fue el amor, y el amor me parió mi segundo martirio, el dolor. Cada pena era precedida por mares inmensos de amor, pero cuando mi amor se vio solo, abandonado por la mayor parte de las criaturas, Yo deliraba, enloquecía, y no encontrando a quién darse, se concentraba en Mí, ahogándome y dándome tales penas,

que todas las demás penas me parecían refrigerios en comparación de éstas. ¡Ah! si tuviera compañía en el amor me sentiría feliz, porque todas las cosas con la compañía adquieren la felicidad, se difunden, se multiplican; el amor junto a otro amor es feliz, aunque fuera un pequeño amor, porque encuentra a quién darse, a quién hacerse conocer, a quién poder dar vida con su mismo amor, pero junto a quien no lo ama, a quien lo desprecia, a quien no se ocupa de él, es muy infeliz porque no encuentra el camino para comunicarse y para darle vida. La belleza junto a la fealdad se siente deshonrada y parece que se rechazan mutuamente, porque la belleza odia a la fealdad, y la fealdad se siente más fea junto a la belleza, pero la belleza junto a otra belleza es feliz, y recíprocamente se comunican su belleza, y así de todas las demás cosas. ¿Para qué le sirve al maestro ser docto, haber estudiado tanto si no encuentra un alumno a quién enseñar? ¡Oh! cómo es infeliz al no encontrar a quién enseñar tanta doctrina; ¿para qué le sirve al médico haber comprendido el arte de la medicina, si ningún enfermo lo llama para hacer conocer su valor? ¿Para qué le sirve al rico ser rico si nadie le está junto, y estando solo, a pesar de sus riquezas, no encontrando el camino para hacerlas conocer y comunicarlas, tal vez se muera de hambre? Únicamente la compañía es lo que hace feliz a todos, lo que hace desarrollar el bien y lo hace crecer; el aislamiento hace infeliz y esteriliza todo. ¡Ah hija mía, cómo mi amor sufre este aislamiento! Y los pocos que me hacen compañía forman mi refrigerio y mi felicidad!”

+ + + +

12-137
Septiembre 21, 1920

Los actos hechos en la Divina Voluntad quedan confirmados en Ella.

(1) Estaba haciendo mis actos en el Querer Santísimo de mi Jesús, y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, a medida que el alma hace sus actos en mi Voluntad, así queda su acto confirmado en mi Voluntad; es decir, si reza en mi Voluntad, quedando confirmada en mi Voluntad recibe la vida de la oración, de manera que no tendrá más necesidad de esforzarse para rezar, sino sentirá en sí la actitud espontánea en el rezar, porque quedando confirmada en mi Voluntad, sentirá en sí misma la fuente de la vida de la oración, que así como un ojo sano no hace esfuerzo para ver, sino naturalmente ve los objetos, se alegra y goza porque contiene la vida de la luz en el ojo, pero un ojo enfermo, cuántos esfuerzos, cómo sufre al ver; así si sufre en mi Voluntad, si obra, sentirá en sí la vida de la paciencia, la vida del obrar santamente. Así que conforme quedan confirmados sus actos en mi Voluntad, pierden las debilidades, las miserias y lo humano, y quedan sustituidos por fuentes de Vida Divina”.

+ + + +

12-138
Septiembre 25, 1920

La verdad es luz. Semejanza con el sol.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, veía a mi siempre amable Jesús como si pusiera en mi interior un globo de luz, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi verdad es luz, y al comunicarla a las almas, siendo ellas seres limitados, les comunico mis verdades con luz limitada, pues no son capaces de recibir la luz inmensa; sucede como al sol, que mientras en lo alto del cielo se ve un globo de luz limitado,

circunscrito, la luz que expande inviste toda la tierra, la calienta, la fecunda, así que al hombre le resulta imposible numerar las plantas fecundadas, las tierras iluminadas y calentadas por el sol; mientras que en lo alto de los cielos, con una sola mirada a lo alto del cielo lo ve completo, pero no puede ver hasta dónde va a terminar la luz, ni el bien que hace. Así sucede a los soles de las verdades que comunico a las almas, dentro de ellas parecen limitadas, pero cuando estas verdades salen fuera, ¿cuántos corazones no tocan?
¿Cuántas mentes no iluminan? ¿Cuántos bienes no hacen? Por eso has visto que he puesto en ti un globo de luz, son mis verdades que te comunico, sé atenta en recibirlas, más atenta en comunicarlas para dar curso a la luz de mis verdades”.
(3) Después he vuelto a la oración y me he encontrado en brazos de mi Mamá Celestial, que estrechándome a su seno me acariciaba, pero después, no sé cómo lo he olvidado, y me estaba lamentado de que todos me habían dejado, y Jesús pasando por delante me ha dicho:
(4) “Poco antes ha venido mi Mamá que con mucho amor te ha estrechado entre sus brazos, (pero mientras lo decía, lo he recordado). Así sucede Conmigo, cuántas veces vengo y tu lo olvidas, ¿podría tal vez estar sin venir? Más bien hago como la mamá cuando su bebita duerme, la besa, la acaricia, pero la bebita no se da cuenta, y cuando se despierta se lamenta de que la mamá no la besa ni la ama, así haces tú”.
(5) Viva Jesús, artífice de amorosas estratagemas.

+ + + +

12-139
Octubre 12, 1920

La ayuda de quien vive en el Divino Querer es Jesús, y debe hacerse ayuda de los demás.

(1) Me sentía muy oprimida y sola, sin ni siquiera la esperanza de tener una palabra de ayuda, de seguridad, y aunque sean personas santas, me parece que si vienen a mí, quieren ayuda, consuelo, quitarse dudas, pero para mí nada. Entonces, mientras me sentía en este estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Querer es puesto en mis mismas condiciones. Supón que Yo pudiera tener necesidad de las criaturas, lo que no puede ser, las criaturas no son capaces de poder ayudar al Creador, sería como si el sol quisiera pedir luz y calor a las otras cosas creadas, ¿qué dirían éstas? Se espantarían y confundidas le dirían: “¿Cómo, tú pides luz y calor de nosotras, tú que con tu luz llenas el mundo y con tu calor fecundas toda la tierra?” Nuestra luz desaparece ante ti, más bien tú danos luz y calor. Así sucede a quien vive en mi Querer, poniéndose en mis condiciones y estando en ella el Sol de mi Querer, es ella la que debe dar luz, calor, es ella la que debe ayudar, dar seguridad y consolar; así que tu ayuda soy Yo sólo, y tú desde dentro de mi Querer ayudarás a los demás”.

+ + + +

12-140
Noviembre 15, 1920

El bien continuo hace que el alma se sienta transportada a obrar el bien.

(1) Mi estado es siempre más doloroso, sólo el Santísimo Querer es mi única ayuda. Entonces, encontrándome con mi dulce Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, cada obra hecha para Mí, pensamiento, palabra, oración, sufrimiento, y aun un simple recuerdo de Mí, son tantas cadenas que el alma va formando para atarme y para atarse a Mí, y estas cadenas tienen la virtud, que sin violentar la libertad humana, le suministran dulcemente la cadena de la perseverancia, haciendo que se forme el último eslabón y el último paso para hacerla tomar posesión de la gloria inmortal, porque el bien continuo tiene tal virtud, tal atracción sobre el alma, que sin que nadie la obligue o la violente, voluntariamente ella se siente transportada a obrar el bien”.

+ + + +

12-141
Noviembre 28, 1920

Cuando Jesús quiere dar, pide. Efectos de la bendición de Jesús.

(1) Estaba pensando cuando mi Jesús, para dar principio a su dolorosa Pasión, quiso ir con su Mamá a pedirle su bendición, y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuántas cosas dice este misterio, Yo quise ir a pedir la bendición a mi amada Mamá para darle ocasión de que también Ella me la pidiera a Mí. Eran demasiados los dolores que debía soportar, y era justo que mi bendición la reforzara. Es mi costumbre que cuando quiero dar, pido; y mi Mamá me comprendió inmediatamente, tan es verdad, que no me bendijo sino hasta que me pidió mi bendición, y después de haber sido bendecida por Mí, me bendijo Ella. Pero esto no es todo, para crear el universo pronuncié un Fiat, y con ese solo Fiat reordené y embellecí cielo y tierra. Al crear al hombre, mi aliento omnipotente le infundió la vida. Al dar principio a mi Pasión, quise con mi palabra creadora y omnipotente bendecir a mi Mamá, pero no era sólo a Ella a quien bendecía, en mi Mamá veía a todas las criaturas, era Ella quien tenía el primado sobre todo, y en Ella bendecía a todas y a cada una, es más, bendecía cada pensamiento, palabra, acto, etc., bendecía cada cosa que debía servir a la criatura, al igual que cuando mi Fiat omnipotente creó el sol, y este sol sin disminuir ni en su luz ni en su calor continúa su carrera para todos y para cada uno de los mortales; así mi palabra creadora, bendiciendo quedaba en acto de bendecir siempre, siempre, sin cesar nunca de bendecir, como jamás cesará de dar su luz el sol a todas las criaturas. Pero esto no es todo aún, con mi bendición quise renovar el valor de la Creación; quise llamar a mi Padre Celestial a bendecir para comunicar a la criatura la potencia; quise bendecirla a nombre mío y del Espíritu Santo para comunicarle la sabiduría y el amor, y así renovar la memoria, la inteligencia y la voluntad de la criatura, restableciéndola como soberana de todo. Debes saber que al dar, quiero, y mi amada Mamá comprendió y súbito me bendijo, no sólo por Ella sino a nombre de todos. ¡Oh! si todos pudieran ver esta mi bendición, la sentirían en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el alimento que toman, en el dolor que los aflige, en los gemidos de la oración, en los remordimientos de la culpa, en el abandono de las criaturas, en todo escucharían mi palabra creadora que les dice, pero desafortunadamente no escuchada: “Te bendigo en el nombre del Padre, de Mí, Hijo, y del Espíritu Santo, te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, para perdonarte, para consolarte, te bendigo para hacerte santo.” Y la criatura haría eco a mis bendiciones, bendiciéndome también ella en todo.
(3) Estos son los efectos de mi bendición, de la cual mi Iglesia, enseñada por Mí, me hace eco, y en casi todas las circunstancias, en la administración de los sacramentos y en otras ocasiones da su bendición”.

+ + + +

12-142

Diciembre 18, 1920

Correspondencia de amor y de agradecimiento por todo lo que Dios obró en la Mamá Celestial.

(1) Estaba muy afligida sin mi Jesús, y mientras rezaba lo he oído cerca, que me decía:
(2) “¡Ah! hija mía, las cosas empeoran, cual torbellino entrará para trastornar todo, reinará por cuanto dura un torbellino, y terminará como termina un torbellino. Al gobierno italiano le falta la tierra bajo los pies y no sabe dónde irá a parar. ¡Justicia de Dios!”
(3) Después de esto me he sentido fuera de mí misma y me he encontrado junto con mi dulce Jesús, pero tan estrechada con Él y Él conmigo, que casi no podía ver su Divina Persona; y no sé cómo le he dicho: “Mi dulce Jesús, mientras estoy estrechada a Ti quiero testimoniarte mi amor, mi agradecimiento y todo lo que la criatura está en deber de hacer por haber Tú creado a nuestra Reina Mamá Inmaculada, la más bella, la más santa, y un portento de gracia, enriqueciéndola con todos los dones y haciéndola nuestra Madre, y esto lo hago a nombre de las criaturas pasadas, presentes y futuras; quiero tomar cada acto de criatura, palabra, pensamiento, latido, paso, y en cada uno de ellos decirte que te amo, te agradezco, te bendigo, te adoro por todo lo que has hecho a mi y tu Celestial Mamá”. Jesús ha agradecido mi acto, pero tanto que me ha dicho:
(4) “Hija mía, con ansia esperaba este acto tuyo a nombre de todas las generaciones; mi justicia, mi amor, sentían la necesidad de esta correspondencia, porque grandes son las gracias que descienden sobre todos por haber enriquecido tanto a mi Mamá, sin embargo no tienen nunca una palabra, un gracias que decirme”.
(5) Otro día estaba diciendo a mi amable Jesús: “Todo para mí ha terminado, sufrimientos, visitas de Jesús, todo”.
(6) Y Él rápidamente: “¿Acaso has terminado de amarme, de hacer mi Voluntad?”
(7) Y yo: “No, no sea jamás”.
(8) Y Él: “Si esto no hay, nada ha terminado”.

+ + + +

12-143
Diciembre 22, 1920

La Potencia creadora está en la Divina Voluntad.
Las muertes que dan vida a los demás.

(1) Estaba pensando en la Santísima Voluntad de Dios diciendo entre mí: “Qué fuerza mágica tiene esta Divina Voluntad, qué potencia, qué encanto”. Ahora, mientras esto pensaba, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la sola palabra Voluntad de Dios contiene la potencia creadora, por tanto tiene el poder de crear, transformar, consumar y hacer correr en el alma nuevos torrentes de luz, de amor, de santidad. Sólo en el Fiat se encuentra la potencia creadora, y si el sacerdote me consagra en la hostia, es porque mi Voluntad, a las palabras que se dicen sobre la hostia santa, les dio el poder, así que todo sale y se encuentra en el Fiat. Y si al solo pensamiento de hacer mi Voluntad el alma se siente endulzada, fuerte, transformada, es porque con pensar en hacer mi Voluntad es como si se pusiera en camino para encontrar todos los bienes, ahora, ¿qué será el hacerla?”
(3) Después de esto he recordado que años atrás mi dulce Jesús me había dicho:
(4) “Nos presentaremos ante la Majestad Suprema, escrito sobre nuestra frente con caracteres imborrables: Queremos muerte para dar vida a nuestros hermanos, queremos penas para liberarlos de las penas eternas”.

(5) Y decía para mí: “¿Cómo puedo hacer esto si Él no viene? Lo podía hacer junto con Él, pero por mí sola no sé ir, y además, ¿cómo poder sufrir tantas muertes?” Y el bendito Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, siempre y a cada instante puedes hacerlo porque estoy siempre contigo, jamás te dejo; y además quiero decirte cómo son estas muertes y cómo se forman: Yo sufro la muerte cuando mi Voluntad quiere obrar un bien en la criatura, y partiéndose de Mí lleva consigo la gracia, las ayudas que se necesitan para hacer aquel bien; si la criatura se presta para hacer ese bien, mi Voluntad es como si multiplicara otra vida; en cambio si la criatura es reacia, es como si sufriera una muerte, ¡oh, cuántas muertes sufre mi Voluntad! La muerte en la criatura es cuando quiero que haga un bien, y no haciéndolo, su voluntad muere a aquel bien, así que si la criatura no está en continuo acto de hacer mi Voluntad, por cuantas veces no la hace, tantas muertes sufre, muere a aquella luz que debería tener haciendo ese bien, muere a aquella gracia, muere a aquellos carismas.
(7) Ahora te digo cuáles son tus muertes con las que puedes dar vida a nuestros hermanos: Cuando te sientes privada de Mí y tu corazón está lacerado y sientes una mano de hierro que te lo oprime, tú sientes una muerte, es más, más que muerte, porque la muerte para ti sería vida; esta muerte podría dar vida a nuestros hermanos, porque esta pena y esta muerte contienen una Vida Divina, una luz inmensa, una fuerza creadora, contienen todo, es una muerte y pena que contienen un valor infinito y eterno, por tanto,
¿cuántas vidas podrías dar a nuestros hermanos? Yo sufriré junto contigo estas muertes, les daré el valor de mi muerte, para hacer salir de la muerte la vida. Entonces, mira un poco cuántas muertes haces: Cuántas veces me quieres y no me encuentras, es para ti una muerte real, porque verdaderamente no me ves, no me sientes; para ti es muerte, es martirio, y lo que a ti es muerte, a los demás puede ser vida”.

+ + + +

12-144
Diciembre 25, 1920

La suerte Sacramental de Jesús es más dura aún que su suerte infantil.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y junto con Jesús hacía un largo camino, y en este camino ahora caminaba con Jesús, ahora me encontraba con la Mamá Reina; si desaparecía Jesús me encontraba la Mamá, y si desaparecía la Mamá encontraba a Jesús; en este camino me han dicho muchas cosas; Jesús y la Mamá eran muy afables, con una dulzura que encantaba, y yo he olvidado todo, mis amarguras, aun sus mismas privaciones, creía que no los perdería más. ¡Oh, cómo es fácil olvidar el mal ante el bien! Ahora, al final del camino la Celestial Mamá me ha tomado en sus brazos, yo era pequeña, pequeña y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quiero confirmarte en todo”.
(3) Y parecía que con su santa mano me signara la frente, como si escribiera y pusiera un sello; después como si escribiera en los ojos, en la boca, en el corazón, en las manos y pies, y luego ponía en ellos el sello. Yo quería ver lo que Ella me escribía, pero no sabía leer lo escrito, sólo en la boca he visto unas letras que decían: “Aniquilamiento de todo gusto”. Y de inmediato he dicho: “Gracias Mamá que me quitas todo gusto que no sea Jesús”. Quería comprender más, pero la Mamá me ha dicho:
(4) “No es necesario que lo sepas, ten confianza en Mí, te he hecho lo que se necesitaba”.
(5) Me ha bendecido y ha desaparecido, y me he encontrado en mí misma. Después ha regresado mi dulce Jesús, era un tierno niño, gemía, lloraba y temblaba por el frío; se ha arrojado en mis brazos para que lo calentara; yo me lo he estrechado fuerte, fuerte, y

según mi costumbre me fundía en su Querer para encontrar los pensamientos de todos junto con los míos y circundar al tembloroso Jesús con las adoraciones de todas las inteligencias creadas; las miradas de todos, para hacerlas mirar a Jesús y distraerlo del llanto; las bocas, las palabras, las voces de todas las criaturas, a fin de que todas lo besaran para no hacerlo gemir y con su aliento lo calentaran. Mientras esto hacía, el niñito Jesús no gemía más, ha cesado de llorar, y habiéndosele quitado el frío me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿has visto qué cosa me hacía temblar, llorar y gemir? El abandono de las criaturas. Tú me las has puesto a todas en torno a mí, me he sentido mirado, besado por todas y he calmado mi llanto, pero has de saber que mi suerte Sacramental es más dura aún que mi suerte infantil: La gruta, si bien fría, era espaciosa, tenía aire para respirar; la hostia también es fría, es tan pequeña que casi me falta el aire. En la gruta tuve un pesebre con un poco de heno por lecho, en mi Vida Sacramental aun el heno me falta, y por lecho no tengo más que metales duros y helados. En la gruta tenía a mi amada Mamá que frecuentemente me tomaba con sus purísimas manos y me cubría con besos ardientes para calentarme, me calmaba el llanto, me nutría con su leche dulcísima; todo lo contrario en mi Vida Sacramental, no tengo una Mamá, si me toman, siento el toque de manos indignas, manos que huelen a tierra y a estiércol; ¡oh! cómo siento más esta peste que la del estiércol de la gruta, en vez de cubrirme con besos me tocan con actos irreverentes, y en vez de leche me dan la hiel de los sacrilegios, de los descuidos, de las frialdades. En la gruta, San José no dejó que me faltara una lamparita de luz en las noches; aquí en el sacramento, ¿cuántas veces quedo en la oscuridad, aun en la noche? ¡Oh! cómo es más dolorosa mi suerte Sacramental, cuántas lágrimas ocultas no vistas por ninguno, cuántos gemidos no escuchados. Si te ha movido a piedad mi suerte infantil, mucho más te debe mover a piedad mi suerte Sacramental”.

+ + + +

12-145
Enero 5, 1921

La verdadera vida del alma hecha en el Divino Querer, no es otra cosa que la formación de su vida en la Vida de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba rezando, y mientras rezaba intentaba entrar en el Querer Divino, y entonces, haciendo mío todo lo que existe en el Querer Divino, del cual nada escapa, pasado, presente y futuro, y yo haciéndome corona de todos, a nombre de todos llevaba mi homenaje ante la Divina Majestad, mi amor, la satisfacción, etc. Entonces mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la verdadera vida del alma hecha en mi Querer, no es otra cosa que la formación de su vida en la mía, dar mi misma forma a todo lo que ella hace. Yo no hacía otra cosa que poner en vuelo en mi Querer todos los actos que hacía, internos o externos, ponía en vuelo cada pensamiento de mi mente, el cual volando sobre cada pensamiento de criatura, porque todos existían en mi Querer, el mío, sobrevolando sobre todos, hacía como corona de cada inteligencia humana y llevaba a la Majestad del Padre el homenaje, la adoración, la gloria, el amor, la reparación de cada pensamiento creado; y así mi mirada, mi palabra, el movimiento, el paso. Ahora, el alma para hacer vida en mi Querer, debe dar la forma de mi mente a la suya, la forma de mi mirada, de mis palabras, de mi movimiento, a los suyos. Entonces, haciendo esto, pierde su forma y adquiere la mía, no hace otra cosa que dar continuas muertes al ser humano y continua vida a la Voluntad Divina; así el alma podrá completar la Vida de mi Voluntad en ella, de otra manera jamás será cumplido este prodigio, esta forma del todo modelada sobre la mía. Es sólo mi Querer, porque es eterno e inmenso, el que hace encontrar todo, el pasado y el futuro lo reduce a un solo punto, y en este solo punto encuentra todos los corazones palpitantes, todas las mentes en

vida, todo mi obrar en acto, y el alma haciendo suyo este mi Querer, hace todo, satisface por todos, ama por todos, y hace bien a todos y a cada uno como si todos fueran uno solo.
¿Quién jamás puede llegar a tanto? Ninguna virtud, ningún heroísmo, ni siquiera el martirio pueden estar de frente a mi Querer; todos, todos quedan atrás del obrar en mi Voluntad, por eso sé atenta y haz que la misión de mi Querer tenga cumplimiento en ti”.

+ + + +

12-146
Enero 7, 1921

La sonrisa de Jesús cuando vea las primicias, las hijas de su Querer, vivir no en el ambiente humano, sino en el ambiente Divino.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido y me ha rodeado el cuello con su brazo; después se ha acercado a mi corazón, y tomándose entre sus manos su pecho, lo apretaba sobre mi corazón y de ahí salían ríos de leche, y de esos ríos de leche llenaba mi corazón, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cuánto te amo, he querido llenar todo tu corazón de la leche de la gracia y del amor, así que todo lo que dirás y harás no será otra cosa que el desahogo de la gracia de la que te he llenado. Tú nada harás, sólo pondrás tu querer en mi Voluntad y Yo haré todo; tú no serás otra cosa que el sonido de mi voz, la portadora de mi Querer, la destructora de las virtudes en modo humano y la que hará resurgir las virtudes en modo divino, selladas por un punto eterno, inmenso, infinito”.
(3) Dicho esto ha desaparecido. Poco después ha regresado y yo me sentía toda aniquilada, especialmente al pensar en ciertas cosas que no es necesario decir aquí. Mi aflicción era extrema, y decía entre mí: “¿Es posible que suceda esto? ¡Ah, Jesús mío, no lo permitas! Tal vez Tú quieras la voluntad, pero no el acto de este sacrificio, y además, en el duro estado en el que me encuentro no aspiro a otra cosa que al Cielo”. Y Jesús saliendo de mi interior ha sollozado; aquel sollozo se repercutía en el Cielo y en la tierra, pero mientras estaba por terminar el sollozo, ha tenido una sonrisa, que igual que el sollozo se repercutía en el Cielo y en la tierra. Yo he quedado encantada y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Amada hija mía, a tanto dolor que las criaturas me dan en estos tristes tiempos, tanto que me hacen llorar, y siendo llanto de un Dios por eso se repercute en el Cielo y en la tierra, pero este dolor se sustituirá por una sonrisa que llenará de alegría Cielo y tierra, y esta sonrisa despuntará sobre mis labios cuando vea las primicias, las hijas de mi Querer, vivir no en el ambiente humano sino en el ambiente divino, las veré selladas todas por el Querer eterno, inmenso, infinito; veré aquel punto eterno que tiene vida sólo en el Cielo correr sobre la tierra, y modelar las almas con sus principios infinitos, con el obrar divino, con la multiplicación de los actos en un solo acto; y así como la Creación salió del Fiat, así en el Fiat será completada, así que sólo las hijas de mi Querer, en el Fiat completarán todo, y en mi Fiat que tomará vida en ellas, tendré amor, gloria, reparaciones, agradecimientos y alabanzas completas, y por todo y por todos. Hija mía, las cosas, de donde salen allá regresan, todo salió del Fiat, y en el Fiat vendrá todo a Mí. Serán pocas, pero en el Fiat todo me darán”.

+ + + +

12-147
Enero 10, 1921

El Fiat Mihi de la Santísima Virgen. Dios quiere un

segundo “sí” en su Querer: El Fiat de Luisa.

(1) Estaba pensando acerca de lo que está escrito en el capítulo anterior, y decía entre mí: “Yo no sé que querrá Jesús de mí, Él sabe cuan mala soy y cómo no soy buena para nada”. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, recuérdate que años atrás te pregunté si querías hacer vida en mi Querer, y como te quería en mi Querer, quise que en mi mismo Querer pronunciaras tu “sí”; este “sí” quedó atado a un punto eterno y a una Voluntad que no tendrá fin; este “sí” está en el centro de mi Querer y rodeado por una inmensidad infinita, y queriéndose salir no encuentra el camino, por eso me río y me divierto con tus pequeñas oposiciones y descontentos, viéndote como una persona atada en el fondo del mar por su propia voluntad, que queriéndose salir no encuentra sino agua por todas partes, y como está atada en el fondo del mar siente la molestia de quererse salir, y para estarse tranquila y feliz se arroja más en el fondo del mar. Así Yo, viéndote inquieta, como si quisieras salir, y no pudiendo, atada por tu mismo “sí”, te arrojas más en el fondo de mi Querer, y Yo me río y me divierto. Y además, ¿crees tú que sea cosa de nada y fácil salirse de dentro de mi Querer? Te saldrías de un punto eterno, y si supieras qué significa apartarse de un punto eterno, temblarías de espanto por ello”.
(3) Luego ha agregado: “El primer “sí” en mi Fiat lo he pedido a mi querida Mamá, y ¡oh potencia de su Fiat en mi Querer! En cuanto el Fiat Divino se encontró con el Fiat de mi Mamá, se hicieron uno solo; mi Fiat la elevó, la divinizó, la cubrió, y sin obra humana me concibió a Mí, Hijo de Dios. Sólo en mi Fiat podía concebirme; mi Fiat le comunicó la inmensidad, la infinitud, la fecundidad en modo divino, y por eso pude quedar concebido en Ella, Yo, el inmenso, el eterno, el infinito. En cuanto dijo “Fiat Mihi”, no sólo se posesionó de Mí, sino cubrió también a todas las criaturas, a todas las cosas creadas, sentía todas las vidas de las criaturas en Ella, y desde entonces comenzó a hacerla de Madre y de Reina de todos. ¡Cuántos portentos no contiene este “sí” de mi Mamá! Si los quisiera decir todos, jamás terminarías de escucharlos!
(4) Ahora, un segundo “sí” en mi Querer te lo he pedido a ti, y tú, si bien temblando, lo pronunciaste; ahora este “sí” en mi Querer tendrá también sus portentos, tendrá un cumplimiento divino. Tú sígueme y profundízate más en el mar inmenso de mi Voluntad, y Yo me pensaré en todo. Mi Mamá no pensó cómo habría hecho para concebirme en Ella, sino sólo dijo “Fiat Mihi” y Yo pensé en el modo cómo concebirme. Así harás tú”.

+ + + +

12-148
Enero 17, 1921

El Fiat Mihi de la Santísima Virgen tuvo la misma potencia del Fiat creador. El tercer Fiat será el cumplimiento de la oración enseñada por Jesús: “El Fiat Voluntas Tua como en el Cielo en la tierra.”

(1) Mi pobre mente me la sentía inmersa en el mar inmenso del Querer Divino, por todas partes veía la marca del Fiat, la veía en el sol, y me parecía que el eco del Fiat en el sol me traía el amor divino que me hiere y me saetea; y yo, sobre las alas del Fiat en el sol, subía hasta el Eterno y llevaba a nombre de toda la familia humana el amor que saeteaba a la Majestad Suprema, que lo hería, y decía: “En tu Fiat me has dado todo este amor, y sólo en el Fiat puedo regresártelo”. Miraba las estrellas y en ellas veía el Fiat, y este Fiat me traía en sus dulces y mansos destellos el amor pacífico, el amor dulce, el amor escondido, el amor de compasión en la misma noche de la culpa, y yo en el Fiat de las estrellas llevaba al trono del Eterno, a nombre de todos, el amor pacífico para poner paz entre Cielo y tierra, el amor dulce de las almas amantes, el amor escondido de tantas otras, el amor de

las criaturas después de la culpa cuando vuelven a Dios. ¿Pero quién puede decir todo lo que comprendía y hacía en tantos Fiat, de los cuales veía cubierta a toda la Creación? Si yo lo quisiera decir me alargaría demasiado, por eso pongo punto.
(2) Después mi dulce Jesús ha tomado mis manos entre las suyas, y estrechándolas fuerte me ha dicho:
(3) “Hija mía, el Fiat está todo lleno de vida, más bien es la misma vida, y por eso de dentro del Fiat salen todas las vidas y todas las cosas. De mi Fiat salió la Creación, por eso en cada cosa creada se ve la marca del Fiat. Del Fiat Mihi de mi amada Mamá, dicho en mi Querer, el cual tuvo la misma potencia de mi Fiat Creador, salió la Redención, así que no hay cosa de la Redención que no contenga la marca del Fiat Mihi de mi Mamá; aun mi misma Humanidad, mis pasos, mis obras, mis palabras, estaban sellados por el Fiat Mihi de Ella; mis penas, mis llagas, las espinas, la cruz, mi sangre, todo tenía el sello de su Fiat Mihi, porque todas las cosas llevan el sello y la marca del origen de donde han salido. Mi origen en el tiempo fue el Fiat Mihi de mi Inmaculada Mamá, por eso todo mi obrar lleva el sello de su Fiat Mihi. Así que en cada hostia sacramental está su Fiat Mihi; si el hombre surge de la culpa, si el recién nacido es bautizado, si el Cielo se abre para recibir las almas, es el Fiat Mihi de mi Mamá que sella, que sigue y procede a todo. ¡Oh potencia del Fiat, Él surge a cada instante, se multiplica, se hace vida de todos los bienes!
(4) Ahora quiero decirte por qué te he pedido tu Fiat, tu “sí” en mi Querer. La oración que enseñé, el “Fiat Voluntas Tua Sicut in Coelo et in Terra”, esta oración de tantos siglos, de tantas generaciones, quiero que tenga su cumplimiento. He aquí por qué quiero otro “sí” en mi Querer, otro Fiat que contenga la potencia creadora, quiero el Fiat que surge a cada instante, que se multiplica a todos, quiero en un alma mi mismo Fiat que suba a mi trono y con su potencia creadora lleve a la tierra la Vida del Fiat como en el Cielo así en la tierra”.
(5) Yo, sorprendida y aniquilada al oír todo esto, he dicho: “Jesús, ¿qué dices? Tú sabes lo mala y lo incapaz que soy para todo”.
(6) Y Él: “Hija mía, es mi costumbre elegir las almas más viles, incapaces y pobres para mis obras más grandes; mi misma Mamá nada de extraordinario tenía en su vida exterior, ningún milagro, ninguna señal tenía que la hiciera distinguirse de las demás mujeres, su único distintivo era su perfecta virtud, que a muy pocos llamaba la atención; y si a los demás santos les he dado el distintivo de los milagros, y a otros los he adornado con mis llagas, a mi Mamá nada, nada, sin embargo era el portento de los portentos, el milagro de los milagros, la verdadera y perfecta crucificada, ningún otro similar a Ella.
(7) Yo tengo la costumbre de hacer como un amo que tiene dos servidores, uno parece un gigante hercúleo, hábil para todo; el otro, pequeño, débil, inhábil, parece que no sabe hacer nada, ningún servicio importante, y el amo, si lo tiene, es más por caridad que por otra cosa. Ahora, debiendo enviar una altísima suma de dinero a un país lejano, ¿qué hace? Llama al pequeño, al inhábil y le confía la gran suma y dice para sí: “Si la confío al gigante, todos le pondrán atención, los ladrones lo asaltarán, lo pueden robar, y si con su fuerza hercúlea se defiende, puede quedar herido, sé que él es valiente, pero quiero protegerlo, no quiero exponerlo a un evidente peligro; en cambio este pequeño, sabiéndolo inhábil, ninguno le pondrá atención, ninguno podrá pensar que pueda yo confiarle una suma tan importante, y volverá sano y salvo”. El pobre inhábil se asombrará de que su amo confíe en él mientras podía servirse del gigante, y todo tembloroso y humilde va a entregar la gran suma sin que ninguno se haya dignado mirarlo, y sano y salvo regresa a su amo, más tembloroso y humilde que antes. Así hago Yo, cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más escojo almas pequeñas, pobres, ignorantes, sin ninguna exterioridad que las señale, su estado de pequeñez sirve como segura custodia de mi obra, los ladrones de la propia estima, del amor propio, no le pondrán atención, conociendo su inhabilidad y ella, humilde y temblorosa desempeñará el oficio confiado por Mí, conociendo que no ella, sino Yo, he hecho todo en ella”.


+ + + +

12-149
Enero 24, 1921

El tercer Fiat completará la gloria, el honor del Fiat de la Creación
y será confirmación y desarrollo de los frutos del Fiat de la Redención.
Estos tres Fiat semejarán a la Sacrosanta Trinidad sobre la tierra.

(1) Yo me sentía aniquilada al pensar en este bendito Fiat, pero mi amable Jesús ha querido aumentar mi confusión, me parece que quiere jugar conmigo proponiéndome cosas sorprendentes y casi increíbles, tomándose placer al verme confundida y más anulada, pero lo que es peor, es que me veo obligada por la obediencia a ponerlas por escrito para mi mayor tormento. Entonces, mientras rezaba, mi dulce Jesús apoyaba su cabeza en la mía, y con su mano se sostenía la frente, y una luz que venía de su frente me ha dicho:
(2) “Hija mía, el primer Fiat fue dicho en la Creación, sin intervención de ninguna criatura. El segundo Fiat fue dicho en la Redención y quise la intervención de la criatura, y escogí a mi Mamá como cumplimiento del segundo Fiat. Ahora, a cumplimiento quiero decir el tercer Fiat, y lo quiero decir por medio tuyo, te he escogido a ti para cumplimiento del tercer Fiat. Este tercer Fiat completará la gloria, el honor del Fiat de la Creación, y será confirmación, desarrollo de los frutos del Fiat de la Redención. Estos tres Fiat representarán la Sacrosanta Trinidad sobre la tierra, y tendré el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Estos tres Fiat serán inseparables, el uno será vida del otro, serán uno y trino, pero distintos entre ellos. Mi amor lo quiere, mi gloria lo exige, porque habiendo sacado del seno de mi potencia creadora los primeros dos Fiat, quiere hacer salir el tercer Fiat, no pudiéndolo contener más mi amor, y esto para completar la obra que salió de Mí, de otra manera quedaría incompleta la obra de la Creación y de la Redención”.
(3) Yo al oír esto he quedado no sólo confundida, sino como aturdida y decía entre mí: “¿Será posible todo esto? Hay tantos, y si esto es verdad, que me ha escogido a mí, me parece que sea una de las acostumbradas locuras de Jesús. Además, ¿qué cosa podría hacer, decir, dentro de una cama, medio lisiada e inepta cual soy? ¿Podría yo hacer frente a la multiplicidad e infinitud del Fiat de la Creación y de la Redención? Siendo mi Fiat semejante a los otros dos Fiat debo correr junto con ellos, multiplicarme con ellos, hacer el bien que hacen ellos, entrelazarme con ellos. ¡Jesús, piensa lo que haces! Yo no sirvo para tanto”. ¿Pero quién puede decir todos los desatinos que decía? Entonces mi dulce Jesús ha regresado y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cálmate, Yo escojo a quien me place; has de saber que todas mis obras las inicio entre Yo y una sola criatura, después son difundidas. En efecto, ¿quién fue el primer espectador del Fiat de la Creación? Adán, y luego Eva; no fueron ciertamente una multitud de gentes, pero después de años y años han sido espectadores turbas y multitudes de pueblos.
(5) En el segundo Fiat fue espectadora solamente mi Mamá, ni siquiera San José supo algo, mi Mamá se encontraba en mayores condiciones que las tuyas, era tanta la grandeza de la fuerza creadora de mi obra que sentía en Sí, que confundida, no sentía la fuerza de decir una sola palabra a ninguno, y si después San José lo supo, fui Yo quien se lo manifesté. Y así en su seno virginal, como semilla germinó este Fiat, se formó la espiga para multiplicarlo, y luego salí a la luz del día, ¿pero quienes fueron los espectadores?
¡Poquísimos! Y en la estancia de Nazaret los únicos espectadores eran mi amada Mamá y San José; cuando mi Humanidad creció, salí y me hice conocer, pero no a todos, luego se difundió más y se difundirá aún.

(6) Así será del tercer Fiat, germinará en ti, se formará la espiga, sólo el sacerdote tendrá conocimiento, luego pocas almas, y después se difundirá, se difundirá y hará el mismo camino que la Creación y la Redención. Por cuanto más te sientes aniquilada, tanto más crece en ti y se fecunda la espiga del tercer Fiat, por eso sé atenta y fiel”.

+ + + +

12-150
Febrero 2, 1921

El tercer Fiat debe correr junto con los otros dos Fiat. Los tres Fiat tienen un mismo valor y poder porque contienen la Potencia Creadora.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba fundiéndome toda en el Querer Divino y decía entre mí: “Jesús mío, quiero amarte, y quiero tanto amor para suplir al amor de todas las generaciones humanas que han estado y estarán, ¿pero quién puede darme tanto amor para poder amar por todos? Amor mío, en tu Querer está la fuerza creadora, por tanto en tu Querer quiero yo misma crear tanto amor para suplir y sobrepasar al amor de todos, y a todo lo que todas las criaturas están obligadas a dar a Dios como nuestro Creador”. Pero mientras esto hacía he dicho: “¡Cuántos desatinos estoy diciendo!” Y mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, es cierto, en mi Querer está la fuerza creadora; de dentro de un solo Fiat mío salieron millones y millones de estrellas; del Fiat Mihi de mi Mamá, del cual tuvo origen mi Redención, salen millones y millones de actos de gracia que se comunican a las almas, estos actos de gracia son más bellos, más resplandecientes, más multiformes que las estrellas, y mientras las estrellas están fijas y no se multiplican, los actos de la gracia se multiplican al infinito, a cada instante corren, atraen a las criaturas, las hacen felices, las fortifican y les dan vida. ¡Ah, si las criaturas pudiesen ver en el orden sobrenatural de la gracia, oirían tales armonías, verían tal espectáculo encantador, que pensarían que fuera su paraíso! Ahora, también el tercer Fiat debe correr junto con los otros dos Fiat, debe multiplicarse al infinito y a cada instante, debe dar tantos actos por cuantos actos de gracia salen de mi seno, por cuantas estrellas, por cuantas gotas de agua y por cuantas cosas creadas hizo salir el Fiat de la Creación, debe confundirse junto y decir: “Cuantos actos sois vosotros, tantos hago también yo”. Estos tres Fiat tienen un mismo valor y poder, tú desapareces, es el Fiat el que actúa, y por eso, también tú en mi Fiat omnipotente puedes decir: “Quiero crear tanto amor, tantas adoraciones, tantas bendiciones, tanta gloria a mi Dios, para suplir a todos y a todo.” Tus actos llenarán Cielo y tierra, se multiplicarán con los actos de la Creación y de la Redención y se harán uno solo. Parecerá sorprendente e increíble a algunos todo esto, pero entonces deberían poner en duda mi potencia creadora, y además, cuando soy Yo quien lo quiere, quien da este poder, toda duda cesa. ¿Acaso no soy libre de hacer lo que quiero y de dar a quien quiero? Tú sé atenta, Yo estaré contigo, te cubriré con mi fuerza creadora y cumpliré lo que quiero en ti”.

+ + + +

12-151
Febrero 8, 1921

Mientras el mundo quiere expulsar a Jesús de la faz de la tierra, Él está preparando una era de amor: “La era del tercer Fiat”.

(1) Esta mañana, después de haber recibido la comunión, escuchaba en mi interior a mi siempre amable Jesús que decía:

(2) “¡Oh! inicuo mundo, tú estás haciendo de todo para echarme de la faz de la tierra, para arrojarme de la sociedad, de las escuelas, de las conversaciones, de todo; estás maquinando cómo abatir los templos y los altares, cómo destruir mi Iglesia y matar a mis ministros, y Yo te estoy preparando una era de amor, la era de mi tercer Fiat. Tú harás tu camino para echarme, y Yo te confundiré de amor, te seguiré por detrás, me haré encontrar por delante para confundirte en amor, y en donde tú me has arrojado Yo erigiré mi trono, y ahí reinaré más que antes, pero en modo más sorprendente, tanto, que tú mismo caerás a los pies de mi trono, como atado por la fuerza de mi amor”.
(3) Después ha agregado: “¡Ah! hija mía, la criatura se hace cada vez más perversa en el mal, cuántos artefactos de ruina están preparando, llegarán a tanto que agotarán al mal mismo, pero mientras ellas se ocupan en hacer su camino, Yo me ocuparé en que mi Fiat Voluntas Tua tenga su cumplimiento, que mi Voluntad reine sobre la tierra, pero en modo todo nuevo; me ocuparé en preparar la era del tercer Fiat, en la cual mi amor se desahogará en modo maravilloso e inaudito. ¡Ah! sí, quiero confundir al hombre todo en amor, por eso sé atenta, te quiero Conmigo a preparar esta era de amor, celestial y divina, nos ayudaremos mutuamente y obraremos juntos”.
(4) Luego se ha acercado a mi boca, e infundiéndome su aliento omnipotente en mi boca, me sentía infundir una nueva vida y ha desaparecido.

+ + + +

12-152
Febrero 16, 1921

Para entrar en el Divino Querer, la criatura no debe hacer otra cosa que quitar la piedrecilla de su voluntad.

(1) Mientras pensaba en el Santo Querer Divino, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, para entrar en mi Querer no hay caminos, ni puertas, ni llaves, porque mi Querer se encuentra por todas partes, corre bajo los pies, a derecha, a izquierda y sobre la cabeza, por todas partes; para entrar, la criatura no debe hacer otra cosa que quitar la piedrecilla de su voluntad, pues si bien está en mi Querer, no toma parte ni goza de sus efectos, volviéndose como extraña en mi Querer, porque la piedrecilla de su voluntad impide a mi Querer correr en ella, igual que las aguas son impedidas por las piedras de las playas para correr por doquier. Pero si el alma quita la piedra de su voluntad, en ese mismísimo instante ella corre en Mí y Yo en ella, y encuentra todos mis bienes a su disposición, fuerza, luz, ayuda, lo que quiera. He aquí por qué no hay caminos, ni puertas, ni llaves, basta que quiera y todo está hecho, mi Querer toma el empeño de todo y de darle lo que le falta, y la hace extenderse en los confines interminables de mi Voluntad. Todo lo contrario para las otras virtudes, cuántos esfuerzos se necesitan, cuántos combates, cuántos caminos largos, y mientras parece que la virtud le sonríe, una pasión un poco violenta, una tentación, un encuentro inesperado, la arrojan hacia atrás y la ponen de nuevo a empezar el camino”.

+ + + +

12-153
Febrero 22, 1921

El tercer Fiat dará tal gracia a la criatura, que la hará casi regresar al estado de origen, y entonces Dios tomará su perpetuo reposo en el último Fiat.

(1) Estaba en mi habitual estado, y mi dulce Jesús estaba silencioso, y le he dicho: “Amor mío, ¿por qué no me dices nada?”
(2) Y Jesús: “Hija mía, es mi costumbre después de haber hablado, el hacer silencio, quiero reposarme en mi misma palabra, es decir en mi misma obra salida de Mí, y esto lo hice en la Creación, después de haber dicho Fiat Lux y la luz fue; Fiat a todas las demás cosas, y las cosas salieron a la vida, quise reposar, y mi luz eterna reposó en la luz salida en el tiempo; mi amor reposó en el amor con el que investí a todo lo creado; mi belleza reposó en todo el universo, el cual adorné con mi misma belleza; como también reposó mi sabiduría y potencia, con las que ordené todo con tal sabiduría y potencia, que Yo mismo mirando todo, dije: “¡Cómo es bella la obra salida de Mí, quiero reposarme en ella!” Así hago con las almas, después de haber hablado quiero reposarme y gozar los efectos de mi palabra”.
(3) Después de esto ha agregado: “Digamos juntos Fiat”.
(4) Y todo, Cielo y tierra se llenaban de adoración a la Majestad Suprema.
(5) Y de nuevo ha repetido “Fiat”, y la sangre, las llagas, las penas de Jesús surgían, se multiplicaban al infinito.
(6) Y después por tercera vez “Fiat”, y este Fiat se multiplicaba en todas las voluntades de las criaturas para santificarlas.
(7) Después me ha dicho: “Hija mía, estos tres Fiat son el Creante, el Redimiente y el Santificante. Al crear al hombre lo doté con tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad. Con tres Fiat cumpliré la obra de santificación en el hombre. Ante el Fiat Creante la inteligencia del hombre queda como raptada, y cuántas cosas comprende de Mí, y de cómo lo amo, estando Yo oculto en todas las cosas creadas para hacerme conocer y darle amor para hacerme amar. En el Fiat de la Redención la memoria queda como encadenada por los excesos de mi amor al sufrir tanto para ayudar y salvar al hombre en el estado de la culpa. En el tercer Fiat mi amor quiere desahogar de más, quiero asaltar la voluntad humana, quiero poner como sostén de su voluntad mi misma Voluntad, de manera que la voluntad humana quedará no sólo raptada, encadenada, sino sostenida por una Voluntad Eterna, la cual haciéndose apoyo a todo, el hombre casi no le podrá escapar. No terminarán las generaciones si antes no reina mi Voluntad en la tierra. Mi Fiat Redentor se pondrá en medio, entre el Fiat Creante y el Fiat Santificante, se entrelazarán los tres juntos y cumplirán la santificación del hombre. El tercer Fiat dará tal gracia a la criatura, de hacerla regresar casi al estado de origen, y entonces, cuando haya visto al hombre como salió de Mí, mi obra será completa y tomaré mi perpetuo reposo en el último Fiat. Únicamente la vida en mi Querer dará de nuevo al hombre el estado de origen; por eso sé atenta, y junto Conmigo ayúdame a completar la santificación de la criatura”.
(8) Yo al oír todo esto le he dicho: “Jesús, amor mío, yo no sé hacer como haces Tú, ni como Tú me enseñaste, y casi tengo miedo de tus reproches si no hago bien lo que quieres de mí”. Y Él, todo bondad:
(9) “También Yo sé que no puedes hacer perfectamente lo que te digo, pero a donde tú no llegues te suplo Yo; pero es necesario que te animes y que comprendas lo que debes hacer, a fin de que si no haces el todo, hagas lo que puedas, pero mientras te hablo, tu voluntad queda encadenada a la mía y quisieras hacer lo que te digo, y Yo lo tomo como si todo lo hicieras”.
(10) Y yo: “¿Cómo se podrá divulgar y enseñar a los demás este modo de vivir en el Querer Divino, y quién es el que se prestará a esto?”
(11) Y Jesús: “Hija mía, si a pesar de haber descendido a la tierra ninguno se hubiera salvado, la obra de glorificar al Padre estaba ya completa; así ahora, a pesar de que ningún otro quisiera recibir este bien, lo que no será, tú sola me bastarás y me darás la gloria completa que quiero de todas las criaturas”.

+ + + +

12-154
Marzo 2, 1921

Jesús cambia a Luisa el oficio de víctima por aquel de preparar la era de su Voluntad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, el tercer Fiat, mi Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, será como el arco iris que se vio en el Cielo después del diluvio, que como iris de paz aseguraba a los hombres que el diluvio había cesado. Así será del tercer Fiat, conforme se conozca y almas amantes y desinteresadas entren a hacer vida en mi Fiat, serán como arco iris de paz, pacificarán el Cielo y la tierra, y harán huir el diluvio de tantas culpas que inundan la tierra. Estos iris de paz tendrán por vida el tercer Fiat, así que mi Fiat Voluntas Tua tendrá cumplimiento en ellas; y así como el segundo Fiat me llamó a la tierra a vivir entre los hombres, así el tercer Fiat llamará a mi Voluntad en las almas, y ahí reinará como en el Cielo así en la tierra”.
(3) Después ha agregado, estando yo triste por su ausencia:
(4) “Hija mía, elévate, ven en mi Voluntad, te he elegido entre miles y miles a fin de que mi Querer tenga pleno cumplimiento en ti, y seas cual iris de paz, que con sus siete colores atraiga a los demás a hacer vida en mi Voluntad, por eso, hagamos a un lado la tierra. Hasta ahora te he tenido junto Conmigo para aplacar mi justicia e impedir que castigos más duros llovieran sobre la tierra; ahora dejemos correr la corriente de la maldad humana, y tú junto Conmigo, en mi Querer, quiero que te ocupes en preparar la era de mi Voluntad. Conforme te adentrarás en el camino de mi Querer se formará el arco iris de paz, el cual formará el anillo de conjunción entre la Voluntad Divina y la humana, por lo cual tendrá vida mi Voluntad en la tierra y tendrá principio el cumplimiento de mi oración y de toda la Iglesia: “Venga tu Reino, hágase tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra”.

+ + + +

12-155
Marzo 8, 1921

La Virgen con su amor llamó al Verbo a encarnarse en su seno. Luisa con su amor y el fundirse en el Querer Divino, llama a la Divina Voluntad a hacer vida en ella en la tierra.

(1) Mientras rezaba estaba fundiéndome toda en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y poniendo un brazo en el cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Mamá con su amor, con sus oraciones y con su aniquilamiento, me llamó del Cielo a la tierra a encarnarme en su seno. Tú, con tu amor y con el perderte siempre en mi Querer, llamarás a mi Voluntad a hacer vida en ti en la tierra, y después me darás vida en las demás criaturas. Ahora, has de saber que mi Mamá con haberme llamado del Cielo a la tierra en su seno, siendo esto que hizo, acto único, que no se repetirá, Yo la enriquecí de todas las gracias, la doté de tanto amor, de hacerla sobrepasar el amor de todas las criaturas unidas juntas, la hice ser primera en los privilegios, en la gloria, en todo, podría decir que todo el Eterno se redujo a un solo punto y se vertió en Ella a torrentes, a mares inmensos, tanto, que todos quedan muy por debajo de Ella.
(3) Tú, con llamar a mi Voluntad en ti, es también acto único, por tanto, por decoro de mi Voluntad que debe habitar en ti, debo derramar tanta gracia y tanto amor de hacerte superar a todas las demás criaturas, y como mi Voluntad tiene la supremacía sobre todo, es eterna, inmensa, infinita, donde debe tener principio y cumplimiento la vida de mi

Voluntad, debo comunicarle, enriquecerla y dotarla con las mismas cualidades de mi Voluntad, dándole la supremacía sobre todo. Mi Querer eterno tomará el pasado, el presente y el futuro, los reducirá en un solo punto y lo derramará en ti. Mi Voluntad es eterna y quiere tomar vida donde encuentre lo eterno, es inmensa y quiere vida en la inmensidad, es infinita y quiere encontrar la infinitud, ¿y cómo puede encontrar todo esto si primero no lo pongo en ti?”
(4) Yo, al escuchar todo esto he quedado espantada y aturdida, y si lo he escrito es porque la obediencia se ha impuesto, y he dicho: “Jesús, ¿qué dices? Quieres confundirme y humillarme hasta el polvo, siento que ni siquiera puedo aguantar lo que dices, siento un terror que toda me espanta”.
(5) Y Jesús ha agregado: “Lo que te digo me servirá a Mí mismo, es necesario a la santidad y a la dignidad de mi Voluntad; Yo no me abajo a habitar donde no encuentro las cosas que me pertenecen, tú no serás otra cosa que la depositaria de un bien tan grande, y debes ser celosa en custodiarlo, por eso ten ánimo y no temas”.

+ + + +

12-156
Marzo 12, 1921

La Divina Voluntad: Grano que se hace alimento; Luisa: La paja que lo viste y lo defiende.

(1) Estaba diciendo entre mí: “Mí Reina Madre suministró su sangre para formar la Humanidad de Jesús en su seno, y yo, ¿qué suministraré para formar la Vida a la Divina Voluntad en mí?” Y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú me suministrarás la paja para formar la espiga en la cual el grano seré Yo, que como alimento daré mi Voluntad para nutrir a las almas que querrán alimentarse de mi Voluntad. Tú serás la paja que conservará el grano”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “Amor mío, mi oficio de servirte de paja es feo, porque la paja se tira y se quema, y no tiene ningún valor”.
(4) Y Jesús: “Sin embargo la paja es necesaria a la espiga del grano, si no fuera por la paja el grano no podría madurar ni multiplicarse. La pobre paja sirve de vestido y defensa al grano; si el ardiente sol lo inviste, la paja lo defiende del demasiado calor para no dejarlo secar; si la escarcha, la lluvia u otras cosas invaden al grano, la paja toma sobre ella todos estos males, así que se puede decir que la paja es la vida del grano, y si la paja se tira y se quema, es cuando ha sido separada del grano. El grano de mi Voluntad no está sujeto ni a crecer ni a decrecer, por mucho que tomen no disminuirá en nada, por lo tanto me será necesaria tu paja porque me servirá de vestidura, de defensa, defendiendo los derechos de mi Querer, por eso no hay peligro de que puedas ser separada de Mí”.
(5) Después de un poco ha regresado y le he dicho: “Vida mía, Jesús, si las almas que tendrán vida en tu Querer serán los arco iris, ¿cuáles serán los colores de estos arco iris de paz?” Y Jesús, todo bondad:
(6) “Sus cualidades y colores serán todos divinos, refulgirán con los más bellos y esplendorosos colores que son: Amor, bondad, potencia, sabiduría, santidad, misericordia, justicia. La variedad de estos colores será como luz en las tinieblas de la noche, que en virtud de estos colores harán que se haga el día en las mentes de las criaturas”.

+ + + +

12-157
Marzo 17, 1921


Jesús hace pasar a Luisa del oficio que tuvo su Humanidad en la tierra, al oficio que tuvo su Voluntad en su Humanidad.

(1) Estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Yo no sé, pero por cuanto más me dices que me das por medio de tu Santo Querer, yo me siento más vil y más mala, debería sentirme mejor, más buena, sin embargo es todo lo contrario”. Y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuanto más crece en ti el grano de mi Voluntad, tanto más sentirás la vileza de tu paja, porque cuando la espiga comienza a formarse, el grano y la paja son una sola cosa; en cambio, conforme se va formando la vida de la espiga, formándose el grano, la paja queda separada del grano y queda sólo en defensa del grano; así que por cuanto más vil te sientas, tanto más se va formando el grano de mi Voluntad en ti, y se va acercando a su maduración perfecta. La paja no es otra cosa en ti que tu débil naturaleza, que viviendo junto con la santidad y nobleza de mi Voluntad, siente mayormente su vileza”.
(3) Después ha agregado: “Querida mía, hasta ahora has ocupado el oficio tomado de Mí, que tuvo mi Humanidad en la tierra, ahora quiero cambiarte el oficio, dándote otro más noble, más basto, quiero darte el oficio que tuvo mi Voluntad en mi Humanidad; fíjate cómo es más alto, más sublime: Mi Humanidad tuvo un principio, mi Voluntad es eterna; mi Humanidad es circunscrita y limitada, mi Voluntad no tiene confines ni límites, es inmensa; oficio más noble y distinto no podía darte”.
(4) Yo al oír esto he dicho: “Mi dulce Jesús, yo no sé encontrar ninguna razón por la que quieras darme tal oficio, ni he hecho nada para poder merecer un favor tan grande”.
(5) Y Jesús: “¡Toda la razón es mi amor, tu pequeñez, tu vivir en mis brazos como una bebita que no se preocupa por nada, sino sólo de tu Jesús, el no rechazarme nunca ningún sacrificio que te he pedido! Yo no me dejo tomar por las cosas grandes, porque en las cosas grandes en apariencia siempre hay de lo humano, sino de las cosas pequeñas, pero pequeñas en apariencia y grandes en sí mismas. Y además, deberías haberlo comprendido tú misma, que debía darte una misión especial en mi Voluntad, ese hablarte siempre de mi Querer, ese hacerte comprender sus admirables efectos, lo que no he hecho con ninguno hasta ahora; contigo he hecho como un maestro cuando quiere que su discípulo se haga perfecto en la medicina o en la historia o en cualquier otra cosa, parece que no sabe hablar de otra cosa, siempre estará sobre aquel tema. Así he hecho Yo contigo, me he constituido en maestro de Voluntad Divina, como si ignorara todo lo demás; después de que te he instruido bien te he manifestado tu misión, y cómo en ti tendrá principio el cumplimiento del Fiat Voluntas Tua sobre la tierra. Ánimo hija mía, veo que te abates; no temas, tendrás toda mi Voluntad en tu ayuda y sostén”.
(6) Y mientras esto decía, con sus manos me acariciaba la cabeza, el rostro, el corazón, como si me confirmara lo que decía, y ha desaparecido.

+ + + +

12-158
Marzo 23, 1921

La Divina Voluntad vuelve pequeña al alma.
Luisa es la más pequeña entre todos.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma junto con Jesús y le he dicho: “Amor mío, quiero hacerte oír cómo hago para entrar en tu Querer, para ver si te agrada o no.” Entonces he dicho lo que tengo por costumbre decir cuando entro en su Querer, que no creo que sea necesario el decirlo habiéndolo dicho otras veces. Y Jesús me ha dado un beso, aprobando con su beso lo que yo le decía, y luego me ha dicho:

(2) “Hija mía, mi Voluntad tiene la virtud especial de volver a las almas pequeñas, de empequeñecerlas tanto, de sentir la extrema necesidad de que mi Voluntad les suministre la vida, es tanta su pequeñez, que no saben hacer un acto, un paso, que mi Voluntad no les suministre o el acto o el paso; así que viven todas a expensas de mi Voluntad, porque su pequeñez no pone ningún estorbo, ni cosas propias, ni amor propio, sino que todo lo toman de mi Voluntad, pero no para tenerlo con ellas, sino para dármelo a Mí, y como tienen necesidad de todo viven perdidas en mi Voluntad. Mira, Yo giré y giré por toda la tierra, miré una por una a todas las criaturas para encontrar a la más pequeña entre todas, y entre tantas te encontré a ti, la más pequeña entre todas; tu pequeñez me agradó y te escogí, te confié a mis ángeles a fin de que te custodiaran, no para hacerte grande, sino para que custodiaran tu pequeñez, y ahora quiero iniciar la gran obra del cumplimiento de mi Voluntad. Ni con esto te sentirás más grande, más bien mi Voluntad te hará más pequeña y continuarás siendo la pequeña hija de tu Jesús, la pequeña hija de mi Voluntad”.

+ + + +

12-159
Abril 2, 1921

El alma que obra en la Divina Voluntad da por todos y recibe por todos.

(1) Mi pobre mente me la sentía como aturdida, y me faltan las palabras para poner en el papel lo que siento, si mi Jesús quiere que escriba se dignará decir en palabras lo que infunde por vía de luz en mí. Recuerdo solamente que al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien en mi Voluntad reza, ama, repara, me besa, me adora, Yo siento en ella como si todos me rezaran, me amaran, etc., porque mi Voluntad envolviendo todo y a todos en mi Querer, el alma me da el beso, el amor y la adoración de todos, y Yo mirando a todos en ella, doy a ella tantos besos, tanto amor por cuanto debería dar a todos. El alma en mi Voluntad no está contenta si no me ve completado por el amor de todos, si no me ve besado, adorado, rogado por todos. En mi Voluntad no se pueden hacer cosas a la mitad sino completas, y Yo al alma que obra en mi Querer no le puedo dar cosas pequeñas, sino inmensas, que pueden ser suficientes para todos. Yo hago con el alma que obra en mi Querer, como una persona que necesitara un trabajo de diez personas, ahora de estas diez, sólo una se ofrece a hacer el trabajo, todas las demás lo rechazan.
¿No es justo que todo lo que debería dar a las diez, lo dé a una sola? De otra manera,
¿dónde estaría la diferencia entre quien obra en mi Querer, y entre quien obra en su voluntad?”

+ + + +

12-160
Abril 23, 1921

El Amor de Dios triunfará sobre todos los males de las criaturas.
Dios mirará los actos de las criaturas a través de los actos del alma hechos en el Divino Querer.

(1) Paso días amarguísimos, mi siempre amable Jesús se ha casi eclipsado. ¡Qué pena, qué desgarro! Siento mi mente más allá de las estrellas, en su Voluntad, y que quisiera tomar este Santo Querer y hacerlo bajar en medio de los hombres y darlo a cada uno como vida propia. Mi pobre mente se debate entre el Querer Divino y el querer humano de todos, para hacer de ellos uno solo. Ahora, estando en lo sumo de la amargura, mi dulce

Jesús apenas se ha movido en mi interior, y sacando sus manos ha tomado las mías en las suyas, y en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, vendré, vendré, tú no te ocupes de otra cosa que de mi Querer; dejemos a un lado la tierra, se cansaran en el mal, por todas partes irán sembrando terrores, espantos y matanzas, pero llegará el fin, mi amor triunfará sobre todos los males de ellos, por eso tú extiende tu querer en el mío, el cual como un segundo cielo, con tus actos vendrás a extenderlo sobre la cabeza de todos, y Yo miraré los actos de las criaturas a través de tus actos divinos, divinos porque todos parten de mi Querer, y obligarás a mi Querer Eterno a descender por debajo de las esferas celestiales para triunfar sobre la maldad de la voluntad humana, por eso, si quieres que mi Querer descienda y mi amor triunfe, tú debes subir más allá de las esferas celestiales, morar ahí, extender tus actos en mi Voluntad, y después descenderemos juntos, asaltaremos a las criaturas con mi Querer, con mi amor, las confundiremos en tal modo que no nos podrán resistir, por eso, por ahora dejémoslos hacer y tú vive en mi Querer y ten paciencia”.

+ + + +

12-161
Abril 26, 1921

Guerra que hará la Divina Voluntad a las criaturas.

(1) Continúo mi penoso estado, mi dulce Jesús apenas ha venido y atrayéndome fuertemente hacia Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, te lo repito, no mirar la tierra, dejémoslos hacer, quieren hacer guerra, háganla pues, y cuando se hayan cansado también Yo haré mi guerra. Su cansancio en el mal, sus desilusiones, los desengaños, las pérdidas súbitas, los dispondrán a recibir mi guerra; mi guerra será guerra de amor, mi Querer descenderá del Cielo en medio de ellos; todos tus actos y los de las criaturas hechos en mi Querer harán guerra a las criaturas, pero no guerra de sangre, pelearán con las armas del amor, dándoles dones, gracias, paz, darán cosas sorprendentes, tanto que dejarán asombrado al hombre ingrato. Esta mi Voluntad, milicia de Cielo, con armas divinas confundirá al hombre, lo arrollará, le dará la luz para ver, pero no el mal, sino los dones y las riquezas con las cuales quiero enriquecerlo. Los actos hechos en mi Querer, llevando en sí la potencia creadora, serán la nueva salvación del hombre, y descendiendo del Cielo llevarán todos los bienes a la tierra, llevarán la nueva era y el triunfo sobre la iniquidad humana. Por eso multiplica tus actos en mi Voluntad, para formar las armas, los dones, las gracias, para poder descender en medio de las criaturas y hacerles guerra de amor”.
(3) Después, con un acento más afligido ha agregado: “Hija mía, sucederá de Mí como a un pobre padre, cuyos hijos malvados no sólo lo ofenden, sino que quisieran matarlo, y si no lo hacen es porque no pueden. Ahora, estos hijos queriendo matar a su propio padre, no es de asombrarse si se matan entre ellos, si uno está contra otro, si empobrecen, lleguen a tanto que están todos en acto de perecer, y lo que es peor, ni siquiera se recuerden que tienen un padre. Ahora, ¿este padre qué hace? Exiliado por sus propios hijos, mientras éstos se pelean, se hieren, están por perecer por el hambre, el padre está sudando para adquirir nuevas riquezas, dones y remedios para sus hijos, y cuando los ve casi perdidos va en medio de ellos para hacerlos más ricos, les da los remedios para curar sus heridas y lleva a todos la paz y la felicidad. Ahora, estos hijos vencidos por tanto amor, se vincularán a su padre con paz duradera y lo amarán. Así sucederá de Mí, por eso te quiero en mi Voluntad como fiel hija de mi Querer, y junto Conmigo en el trabajo de la adquisición de las nuevas riquezas para dar a las criaturas. Seme fiel y no te ocupes de otra cosa”.

Deo Gratias.



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.

13-1
Mayo 1, 1921

La voluntad humana hace surgir la desemejanza entre Creador y criatura.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma en medio de una multitud de personas, y estaba también la Mamá Reina, que hablaba a aquella gente y lloraba, tanto, que teniendo un ramo de rosas en su regazo, las bañaba con sus lágrimas; yo no comprendía nada de lo que decía, sólo veía que la gente quería hacer tumultos, y la Celestial Mamá les pedía llorando que se calmaran. Después ha tomado una rosa y señalándome entre tanta gente me la ha dado, yo la he mirado, y la rosa estaba adornada con las lágrimas de mi querida Mamá, y esas lágrimas me invitaban a implorar por la paz de los pueblos.
(2) Después me he encontrado con mi dulce Jesús, y le he pedido por la paz de los pueblos, y Él atrayéndome a Sí me ha hablado de su Santísima Voluntad diciéndome:
(3) “Hija mía, mi Voluntad contiene la potencia creadora, y así como mi Voluntad dio vida a todas las cosas, así también tiene el poder para destruirlas. Ahora, el alma que vive en mi Querer tiene también el poder de dar vida al bien y muerte al mal, en su inmensidad se encuentra en el pasado, y donde hay vacíos de mi gloria, ofensas no reparadas, amor que no me fue dado, ella llena los vacíos de mi gloria, me hace las reparaciones más bellas y me da amor por todos. En mi Querer se difunde al presente, se extiende a los siglos futuros, y por doquier y por todos me da lo que la Creación me debe. Yo siento en el alma que vive en mi Querer el eco de mi poder, de mi amor, de mi santidad; en todos mis actos oigo el eco de los suyos, corre dondequiera, delante, atrás y hasta dentro de Mí; dondequiera que está mi Querer está el suyo, conforme se multiplican mis actos así se multiplican los suyos. Sólo la voluntad humana pone la desarmonía entre criatura y Creador, un solo acto de voluntad humana pone el desorden entre el Cielo y la tierra, arroja desemejanza entre Creador y criatura; en cambio para quien vive en mi Querer todo es armonía, sus cosas y las mías armonizan juntas, Yo estoy con ella en la tierra y ella está Conmigo en el Cielo; uno es el interés, una es la vida, una es la Voluntad. Mira la Creación, porque en nada se ha apartado de mi Voluntad, el cielo es siempre azul y estrellado, el sol está lleno de luz y calor, toda la Creación está en perfecta armonía, una cosa es sostén de la otra, es siempre bella, fresca, joven, jamás envejece ni pierde ni un rasgo de su belleza, más bien parece que cada día surge más majestuosa, dando un dulce encanto a todas las criaturas. Tal habría sido el hombre si no se hubiera sustraído de mi Querer, y así son las almas que viven en Él, son los nuevos cielos, los nuevos soles, la nueva tierra toda florida, más multiformes en belleza y en encanto”.

+ + + +

13-2
Mayo 21, 1921

Jesús encuentra reposo en las almas que viven en su Querer.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver en mis brazos, en actitud de tomar reposo, yo me lo he estrechado al corazón diciéndole: “Amor mío, dime una palabra, ¿por qué callas?”

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

(2) Y Jesús: “Querida hija mía, me es necesario el reposo después de haberte hablado tanto, quiero en ti los primeros efectos de mis palabras, tú trabaja haciendo lo que te he enseñado y Yo reposo, y cuando hayas puesto en práctica mis enseñanzas, Yo regresaré de nuevo a hablarte de cosas más altas y sublimes, para poder encontrar en ti un reposo más bello. Y además, si no reposo en las almas que viven en mi Querer, ¿en quién podría esperar reposo? Sólo las almas que viven en mi Querer son capaces de darme reposo; el vivir en mi Querer me forma la estancia, los actos hechos en mi Voluntad me forman el lecho, los actos repetidos y la constancia en repetirlos son los arrullos, la música y el opio para conciliar el sueño. Pero mientras duermo Yo te vigilo, de modo que tu voluntad no es otra cosa que el desahogo de la mía, tus pensamientos el desahogo de mi Inteligencia, tu palabra el desahogo de la mía, tu corazón el desahogo de mi corazón; así que si bien no me oyes hablar, estás tan perdida en Mí que no quieres, ni piensas, ni haces sino lo que quiero y hago Yo. Así que hasta en tanto vivas en mi Querer, puedes estar segura que todo lo que se desarrolla en ti, soy Yo”.

+ + + +

13-3
Junio 2, 1921

Jesús cuando vino a la tierra habló muy poco acerca de su Voluntad.

(1) Me sentía muy oprimida porque me han dicho que quieren publicar todo lo que mi dulce Jesús me había manifestado sobre su Santísimo Querer, y era tanta la angustia que me sentía también agitada, y mi dulce Jesús en mi interior me decía:
(2) “¿Quieres tú juzgarlo todo? Bonita cosa; ¿sólo porque un maestro ha querido dictar a un alumno su doctrina, no puede volverse pública la doctrina, ni el bien que se puede hacer con ella? Esto sería absurdo y disgustar al propio maestro, y además, de ti no hay nada, todo es doctrina mía, tú no has sido otra cosa que una escribana, ¿y sólo porque te he escogido a ti, tú quisieras sepultar mis enseñanzas, y por tanto también mi gloria?”
(3) Pero a pesar de todo me sentía inquieta, y mi siempre amable Jesús, saliendo de mi interior me ha rodeado el cuello con su brazo, y estrechándome fuerte me ha dicho:
(4) “Hija amada mía, cálmate, cálmate y contenta a tu Jesús”.
(5) Y yo: “Amor mío, es demasiado duro el sacrificio, al sólo pensar que todo lo que ha pasado entre Tú y yo debe hacerse público, me siento morir, y se me rompe el corazón por el dolor. Si he escrito ha sido sólo por obedecer y por el temor de que Tú pudieras disgustarte, y ahora mira en qué laberinto me pone la obediencia. Vida mía, ten piedad de mí y pon tu santa mano en todo esto”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, y si Yo quiero este sacrificio tú debes estar dispuesta a hacerlo, no debes negarme nada. Tú debes saber que Yo al venir a la tierra vine a manifestar mi doctrina celestial, y a hacer conocer mi Humanidad, mi patria, y el orden que la criatura debía tener para alcanzar el Cielo, en una palabra, el Evangelio; pero de mi Voluntad casi nada o poquísimo dije, casi la pasé por alto, haciendo entender que la cosa que más me importaba era la Voluntad de mi Padre. De sus cualidades, de su altura y grandeza, de los grandes bienes que la criatura recibe con vivir en mi Querer, casi nada dije, porque la criatura siendo demasiado niña en las cosas celestiales no habría entendido nada, sólo le enseñé a pedir: “Fiat Voluntas Tua, Sicut in Coelo et in Terra”, a fin de que se dispusiera a conocer mi Voluntad para amarla y hacerla, y por tanto recibir los bienes que Ella contiene. Ahora, lo que debía hacer entonces, las enseñanzas que debía haber dado a todos sobre mi Voluntad, te las he dado a ti, así que con hacerlas conocer no es otra cosa que suplir a lo que debía hacer Yo estando en la tierra, como cumplimiento de mi venida. Entonces,
¿no quieres tú que cumpla la finalidad de mi venida a la tierra? Por eso déjame hacer a Mí, Yo vigilaré todo y dispondré todo, tú sígueme y estate en paz”.


+ + + +

13-4
Junio 6, 1921

El milagro más grande que Dios puede hacer, es que un alma viva de su Fiat.

(1) Estaba perdiéndome en el Santo Querer de Jesús bendito y pensaba entre mí: “¿Cuál será más grande, más variada, más múltiple, la obra de la Creación o la obra de la Redención?” Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la obra Redimiente es más grande, más variada y múltiple que la obra de la Creación, tan es más grande, que cada acto de la obra Redimiente son mares inmensos que circundan la obra de la Creación, la cual, circundada por la obra Redimiente, no es más que pequeños riachuelos circundados por los vastísimos mares de la obra Redimiente. Ahora, quien vive en mi Voluntad, quien toma por vida mi Fiat Voluntas Tua, corre en estos mares inmensos de la obra Redimiente, se difunde y se ensancha junto, en modo que supera la misma obra de la Creación, por eso únicamente la vida de mi Fiat puede dar verdadero honor y gloria a la obra de la Creación, porque mi Fiat se multiplica, se extiende dondequiera, no tiene limites; en cambio la obra de la Creación tiene sus límites y no se puede hacer más grande de lo que es.
(3) Hija mía, el más grande milagro que puede obrar mi omnipotencia, es que un alma viva de mi Fiat. ¿Te parece poco que mi Voluntad santa, inmensa, eterna, descienda en una criatura, y poniendo juntas mi Voluntad con la suya la pierdo en Mí y me hago vida de todo el obrar de la criatura, aun de las más pequeñas cosas? Así que su latido, la palabra, el pensamiento, el movimiento, el respiro, es del Dios viviente en la criatura; esconde en ella Cielo y tierra y aparentemente se ve una simple criatura. Gracia más grande, prodigio más portentoso, santidad más heroica no podría dar que mi Fiat. Mira, la obra de la Creación es grande, la obra de la Redención es más grande aún, pero mi Fiat, el hacer vivir a la criatura en mi Voluntad supera a la una y a la otra, porque en la Creación mi Fiat creó y puso fuera mis obras, pero no quedó como centro de vida en las cosas creadas; en la Redención, mi Fiat quedó como centro de vida en mi Humanidad, pero no quedó como centro de vida en las criaturas, es más, si su voluntad no se adhiere a la mía, dejan inútiles los frutos de mi Redención; en cambio mi Fiat, al hacer vivir a la criatura en mi Querer, Yo quedo como centro de vida de la criatura, y por eso te repito, como otras veces, que mi Fiat Voluntas Tua será la verdadera gloria de la obra de la Creación, y el cumplimiento de los copiosos frutos de la obra de la Redención. He aquí la causa por la que no quiero otra cosa de ti, sino que mi Fiat sea tu vida, que no mires otra cosa que mi Querer, porque quiero ser centro de tu vida”.

+ + + +

13-5
Junio 12, 1921

Donde encuentre su Vida, Dios se detendrá y morará ahí por siempre, y entonces se reposará no en la obra de la Creación, sino en su misma Vida. El alma debe ser centro del Divino Querer.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús continúa hablándome de su Santo Querer diciéndome:

(2) “Querida hija mía, parto de mi Voluntad, Yo no te quiero cielo tachonado de estrellas, me agradaría, encontraría mi obra, pero no me satisfacería, porque no me encontraría a Mí mismo; no te quiero sol, si bien me agradaría, encontraría la sombra de mi luz y de mi calor, pero no encontrando mi Vida pasaría de largo; no te quiero tierra llena de flores, de plantas y de frutos, pues si bien me podría agradar porque encontraría el aliento de mis perfumes, las huellas de mi dulzura, la maestría de mi mano creadora, en suma, encontraría mis obras pero no mi Vida, por eso pasaría delante a todo, continuaría girando sin detenerme, ¿para encontrar qué cosa? Mi Vida. ¿Y dónde encontraré esta mi Vida? En el alma que vive de mi Voluntad. He aquí por qué no te quiero ni cielo, ni sol, ni tierra florida, sino centro de mi Querer. Donde encuentre mi Vida me detendré y ahí habitaré por siempre, y entonces estaré contento, me reposaré no en mi obra como en la Creación, sino en mi misma Vida.
(3) Has de saber que tu vida debe ser el Fiat, mi Fiat te sacó a la luz, y cual noble reina llevando en tu seno al Fiat Creador, debes caminar el campo de la vida sobre las alas del mismo Fiat, arrojando por todas partes la semilla de mi Voluntad, para poder formar otros tantos centros de mi Vida sobre la tierra, y después volver en mi mismo Fiat al Cielo. Seme fiel y mi Voluntad te será vida, mano para conducirte, pies para caminar, boca para hablar, en suma, se sustituirá a todo”.

+ + + +

13-6
Junio 20, 1921

Semejanza entre el sol y quien vive del Divino Querer.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, ero todo majestad y amor; me ha tomado la mano derecha con la suya y acercándose a mi corazón me lo ha besado; después, con ambas manos me ha tomado mi cabeza durante algunos momentos. ¿Quién puede decir lo que me sentía infundir? Sólo Él puede decir lo que infundía en mí. Después me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, mi Querer te llena, y para custodiar mi Querer en ti me ofrezco Yo mismo como custodia de mi misma Voluntad. Es tan grande el don que he puesto en ti, que no quiero dejarlo a merced tuya, porque no tendrías atención suficiente para custodiarlo, por eso no sólo estaré como defensa, sino que te ayudaré a que se derrame fuera de ti, de manera que donde quiera se verá la marca de mi Voluntad”.
(3) Después ha agregado: “Quien vive en mi Querer debe ser como centro de todo; mira el sol en lo alto, en el cielo se ve el centro de su luz, su circunferencia, pero la luz y el calor que expande tocan y llenan toda la tierra, haciéndose vida y luz de toda la naturaleza; así quien vive en mi Querer debe vivir como fundido en mi mismo centro, el cual es vida de todo; estas almas son más que sol, son luz, calor y fecundidad de todos los bienes, así que quienes no viven del todo en mi Querer, se pueden llamar plantas, flores, árboles, que reciben luz, calor, fecundidad y vida de estos soles, y viviendo en lo bajo están sujetos a crecer y a decrecer, están expuestos a los vientos, a las heladas, a las tempestades, en cambio quien vive en mi Querer, como sol tiene la primacía sobre todo, triunfa y conquista todo, y mientras él toca todo y se hace vida de todo, él es intangible, no se deja tocar por ninguno, porque viviendo en lo alto ninguno lo puede alcanzar”.

+ + + +

13-7
Junio 28, 1921

Las almas que viven en el Divino Querer, lo que hace Dios hacen ellas. El verdadero reinar
es no estar excluido de ninguna cosa creada por Dios.

(1) Me estaba poniendo toda en el Divino Querer y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las almas que viven en mi Querer son el reflejo de todos y de todo, y como reflejan en todo, por consecuencia reciben el reflejo de todos, y como mi Voluntad es vida de todo, ellas en mi Querer corren a dar vida a todo, así que también las cosas inanimadas y los vegetales reciben sus reflejos, y ellas reciben el reflejo de todo lo creado, armonizan en mi Querer con todas las cosas creadas por Mí, en mi Querer dan a todos, son amigas y hermanas con todos, y reciben amor y gloria de todos. Mi Querer me las vuelve inseparables, y por eso lo que hago Yo lo hacen ellas, mi Querer no sabe hacer cosas diferentes de Mí. El reino de mi Voluntad es reinar, por eso todas ellas son reinas, pero el verdadero reinar es no estar excluido de ninguna cosa creada por Mí”.

+ + + +

13-8
Julio 14, 1921

Así como el sol forma la vida de toda la naturaleza, el Divino Querer forma la vida de las almas.

(1) Mi voluntad nadaba en el Querer Eterno, y una luz incomprensible me hacía comprender y me decía:
(2) “Hija mía, para quien vive en mi Voluntad sucede como a la tierra que está expuesta al sol; el sol, rey de todo lo creado está por encima de todo, y toda la naturaleza parece que mendiga del sol lo que forma su vida, su belleza, su fecundidad: La flor mendiga del sol su belleza, su colorido, su perfume, y conforme va brotando y abriéndose, así abre la boca para recibir del sol el calor y la luz para colorearse, perfumarse y formar su vida; las plantas mendigan del sol la madurez, la dulzura, el sabor; todas las cosas mendigan del sol su vida.
(3) Mi Querer es más que sol, y conforme el alma entra en sus ardientes rayos, así recibe la vida, y al ir repitiendo sus actos en mi Querer, así recibe, ahora mi belleza, ahora mi dulzura y fecundidad, ahora mi bondad y santidad, así que cada vez que entra en los rayos de mi Querer, tantas cualidades divinas de más recibe. ¡Oh! cuántas variadas bellezas adquiere, cuánta vivacidad de colores, cuántos perfumes, si esto pudiera ser visto por las demás criaturas, formaría su paraíso en la tierra, tal es la belleza de estas almas, ellas son mis reflectores, mis verdaderas imágenes”.

+ + + +

13-9
Julio 20, 1921

Semejanza entre el agua y la Divina Voluntad.

(1) Continuando mi habitual estado me sentía muy amargada y decía entre mí: “Sólo tu Querer me queda, no tengo nada más, todo ha desaparecido”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es lo único que te debe quedar, Ella está simbolizada por el agua, que mientras se ve abundante en los mares, en los ríos, en los pozos, en el resto de la tierra se ve como si el agua no estuviera, sin embargo no hay punto de la tierra que no

esté impregnado por el agua, no hay edificios en los cuales el agua no haya sido el primer elemento para edificarlos, no hay alimento en el que el agua no tenga su lugar primario, de otra manera sería alimento árido que el hombre ni siquiera podría deglutir. Es tal y tanta la fuerza que contiene el agua, que si tuviera el campo libre para salir del lecho del mar, devastaría y abatiría toda la tierra. Más que agua es mi Voluntad; es verdad que en ciertos puntos, épocas y circunstancias ha estado como represa en vastísimos mares, ríos y pozos, pero no hay cosa, de la más grande a la más pequeña, en la cual mi Voluntad no corra y no tenga el puesto primario, pero como escondida, como está escondida el agua en la tierra, que aunque no aparece, es ella la que hace vegetar las plantas y da la vida a las raíces. Pero cuando mi amor haga despuntar la era de mi Voluntad, la nueva era del máximo beneficio sobre las criaturas, entonces se desbordarán los mares, los ríos de mi Querer, y poniendo fuera sus olas gigantescas arrollarán todo en mi Querer, pero no más como escondido, sino que sus olas fragorosas se harán ver por todos y tocarán a todos, y quien quiera resistir a la corriente estará en peligro de perder su vida.
(3) Ahora, habiéndote quedado sólo mi Querer, eres como el agua que tiene su lugar primario sobre todos los bienes, y en todas las cosas, en el Cielo y en la tierra, y cuando mi Querer salga de sus playas, tu querer fundido en el mío tendrá su primado. ¿Qué más quieres?”

+ + + +

13-10
Julio 26, 1921

El Querer Divino es más que vida del alma

(1) Mi dulce Jesús continúa hablándome de su Santo Querer:
(2) “Hija mía, si el sol es el rey del universo, si con su luz simboliza mi majestad y con su calor mi amor y mi justicia, que cuando encuentra la tierra que no quiere prestarse a su fecundidad, con su aliento ardiente la termina de secar y volverla estéril; el agua se puede decir reina de la tierra, porque simbolizando a mi Voluntad no hay punto donde no entre, ni hay criatura que pueda estar sin Ella; tal vez sin el sol se pueda vivir, pero sin el agua ninguno, ella entra en todo, hasta en las venas, en las vísceras humanas, como en las profundas entrañas de la tierra, ella en mudo silencio hace su curso continuado, se puede decir que el agua no sólo es reina, sino que es como el alma de la tierra, sin el agua la tierra sería como un cuerpo muerto. Tal es mi Voluntad, no sólo es reina, sino es más que alma de todas las cosas creadas, es vida de cada latido, de cada fibra del corazón. Mi Querer, como agua corre en todo, ahora silencioso y escondido, ahora palpitante y visible. El hombre se puede sustraer de mi luz, de mi amor, de mi gracia, pero de mi Voluntad jamás, sería como uno que quisiera vivir sin agua, es verdad que puede haber algún loco que odie el agua, pero a pesar de que la odie, que no la ame, estará obligado a beberla, o el agua o la muerte. Así es de mi Voluntad, siendo vida de todo, las criaturas, o la tendrán con ellas con amor o con odio, pero a pesar de todo estarán obligadas a hacer correr mi Querer en ellas, como la sangre en las venas, y quien quisiera sustraerse de mi Querer sería como suicidar la propia alma; pero mi Querer no lo dejaría, seguiría sobre él el curso de la justicia, no habiendo podido seguir sobre él el curso de los bienes que contiene mi Querer. Si el hombre supiera qué significa hacer o no hacer mi Voluntad, todos temblarían de espanto al solo pensamiento de sustraerse por un solo instante de mi Querer”.

+ + + +


13-11
Agosto 9, 1921

Efectos de los actos hechos en el Divino Querer

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma en medio de un vastísimo mar y veía una máquina, que conforme se movía el motor, así el agua brotaba por todas las partes de la máquina, que elevándose hasta el cielo estas oleadas de agua cubrían a todos los santos y ángeles, y llegando hasta el trono del Eterno se derramaban con ímpetu a sus pies y después descendían de nuevo al fondo del mismo mar. Yo he quedado maravillada al ver esto y decía entre mí: “¿Qué será esta máquina?” Y una luz que venía del mismo mar me ha dicho:
(2) “El mar es mi Voluntad, la máquina es el alma que vive en mi Querer, el motor es la voluntad humana que obra en el Divino Querer. Cada vez que el alma hace sus intenciones especiales en mi Querer, el motor pone en movimiento la máquina, y como mi Voluntad es vida de los bienaventurados, como también lo es de la máquina, no es maravilla que mi Voluntad, que brota de esta máquina, entre en el Cielo y resplandezca de luz, de gloria, derramándose sobre todos, hasta en mi trono y después descienda de nuevo en el mar de mi Voluntad en la tierra para bien de los viadores. Mi Voluntad está por todas partes, y los actos hechos en mi Voluntad corren por todas partes, en el Cielo y en la tierra; corren al pasado, porque mi Voluntad existía; al presente, porque nada ha perdido de su actividad; al futuro, porque existirá eternamente. Cómo son bellos los actos en mi Voluntad, y así como mi Voluntad contiene siempre nuevos contentos, así estos actos son los nuevos contentos de los mismos bienaventurados, son los suplentes de los actos de los santos que no han sido hechos en mi Querer, son las nuevas gracias de todas las criaturas”.
(3) Después he quedado toda afligida porque no había visto a mi dulce Jesús, y Él, moviéndose en mi interior, me ha estrechado en sus brazos diciéndome:
(4) “Hija mía, ¿por qué tan afligida? ¿No soy Yo mismo el mar?”

+ + + +

13-12
Agosto 13, 1921

La tristeza no entra en la Divina Voluntad. La Divina Voluntad contiene la sustancia de todas las alegrías, la fuente de todas las felicidades.

(1) Me sentía muy afligida, y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te quiero afligida, porque en quien vive en mi Voluntad aflora sobre todo su ser la sonrisa del Cielo, el contento de los bienaventurados, la paz de los santos. Mi Voluntad contiene la sustancia de todas las alegrías, la fuente de todas las felicidades, y quien vive en mi Querer, aun en el dolor siente mezclados juntos, dolor y alegría, lágrimas y sonrisas, amargura y dulzura; el contento es inseparable de mi Voluntad. Tú debes saber que conforme piensas en mi Voluntad, conforme hablas, conforme obras, conforme amas, etc., tantos hijos pares a mi Querer por cuantos pensamientos haces, por cuantas palabras dices, por cuantas obras y actos de amor emites; estos hijos se multiplican al infinito en mi Querer y giran por el Cielo y por toda la tierra, llevando al Cielo nueva alegría, nueva gloria y contento, y a la tierra nueva gracia, girando por todos lo corazones les llevan mis suspiros, mis gemidos, las súplicas de su Madre que los quiere salvos y que les quiere dar su Vida. Ahora, estos hijos, partos de mi

Querer, para ser reconocidos como hijos míos, deben semejar, tener los mismos modos de la Madre que los ha parido; si se ven tristes serán echados fuera del Cielo y se les dirá: “En nuestra morada no entra la tristeza”. Y a las criaturas no les harán impresión, porque viéndolos tristes dudarán que sean verdaderos hijos legítimos de mi Querer, y además, quien es triste no tiene la gracia de insinuarse en los demás, de vencerlos y dominarlos; quien es triste no es capaz de heroísmo ni de darse para bien de todos. Muchas veces estos hijos quedan abortados o mueren en el parto, sin salir a la luz del Divino Querer”.

+ + + +

13-13
Agosto 20, 1921

Los actos hechos en el Divino Querer son nuevos cielos de amor y de gloria.

(1) Continuando mi estado de privación y de amargura indecible, mi amado Jesús ha venido y circundándome con sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, hija de mi Querer, Yo amo tanto a quien vive en mi Voluntad, que me hago custodio y lo tengo defendido en mis mismos brazos. Soy celoso de que ni siquiera uno de sus actos quede perdido, porque en cada acto está comprometida mi misma Vida. El Fiat hizo salir la Creación y del Fiat recibe continua conservación, si mi Fiat se retirara se resolvería en la nada, y si se conserva íntegra, sin cambiarse, es porque del Fiat no se ha salido, pero Yo un nuevo Fiat no lo he repetido, de otra manera saldrían otros nuevos cielos, otros nuevos soles y estrellas, uno diferente del otro; pero en el alma que vive en mi Querer no es un solo Fiat, sino repetidos Fiat, por lo cual conforme el alma obra en mi Querer, Yo repito el Fiat y se extienden nuevos cielos, nuevos soles y estrellas, y como el alma contiene una inteligencia, estos cielos son nuevos cielos de amor, de gloria, de luz, de adoración, de conocimiento, que forman tal variedad de bellezas que Yo mismo quedo raptado; todo el Cielo, los santos, los ángeles, no saben separar la mirada, porque mientras están mirando la variedad de los cielos que contiene, otros nuevos se extienden, el uno más bello que el otro, ven la patria celestial reproducida en el alma que vive en mi Querer, la multiplicidad de las cosas nuevas se multiplican al infinito. ¿Cómo no debo tener custodiada esta alma y ser sumamente celoso de ella, si uno solo de sus actos vale mucho más que la misma Creación? Porque el cielo, el sol, son sin inteligencia, por eso, por parte de ellos no tienen ningún valor, todo el valor es mío; en cambio para quien vive en mi Querer, conteniendo una inteligencia, está su querer que corre en el mío, y la potencia de mi Fiat se sirve de él como materia para extender estos nuevos cielos, así que, conforme el alma obra en mi Querer, me da el deleite de formar nuevas creaciones. Estos actos son el cumplimiento, el desarrollo de la Vida de mi Voluntad, los prodigios de mi Querer, mi Fiat repetido, ¿cómo no debo amar a esta alma?

+ + + +

13-14
Agosto 25, 1921

Por cuanto más conocimiento se tiene del Divino Querer, tanto más valor adquieren los actos.

(1) Estaba toda fundiéndome en el Santo Querer Divino, y mi Jesús me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, cuantas veces de más te sumerges en mi Querer, tanto más se ensancha el círculo de tu voluntad en la mía. Es verdad que los actos hechos en mi

Querer llenan todo, como la luz del sol llena la tierra, pero con el repetir los actos en mi Querer se ensancha la circunferencia del mismo sol, y el alma adquiere mayor intensidad de luz y de calor; y conforme repite sus actos en mi Querer, tantas veces queda anudada su voluntad a la mía, y estos nudos hacen correr tantos ríos divinos sobre toda la tierra, que impiden el libre curso a la justicia”.
(3) Y yo: “Sin embargo, oh mi Jesús, muchos flagelos llenan la tierra, tanto de hacer estremecer”.
(4) Y Él: “¡Ah, hija mía, sin embargo se puede decir que es nada aún! Y si no fuera por estos ríos, por estos nudos de la voluntad humana hechos en la Voluntad Divina, Yo miraría la tierra como si no me perteneciera más, y entonces haría abrir vorágines por todas partes para tragársela. ¡Oh, cómo me pesa la tierra!”
(5) Pero lo decía con tal amargura de hacer llorar a las piedras. Luego ha agregado:
(6) “Cada vez que te hablo de mi Querer y tú adquieres nuevos conocimientos, tanto más valor tiene tu acto en mi Querer y más riquezas inmensas adquieres. Sucede como con alguno que tiene una joya y sabe que ésta tiene un valor de un centavo; él es rico en un centavo. Ahora, sucede que hace ver su joya por un experto, y éste le dice que su joya tiene un valor de cinco mil liras; entonces ya no posee un centavo, sino que es rico en cinco mil liras. Después de algún tiempo tiene ocasión de hacer ver su joya por otro perito más experto, y él le asegura que su joya tiene un valor de cien mil liras y que está dispuesto a comprarla si es que la quiere vender; ahora es rico en cien mil liras. Según conoce el valor de su joya, así se hace más rico y siente mayor amor y estima por su joya; la tiene guardada con mayor cuidado sabiendo que es toda su fortuna, mientras que antes la tenía como una cosa de nada. No obstante la joya no ha cambiado, ha quedado tal como era, el cambio se ha realizado en él con saber el valor que la joya contiene. Así sucede de mi Voluntad, como también de las virtudes, según el alma comprende su valor, adquiere mayor conocimiento sobre ella, así viene a adquirir nuevos valores y nuevas riquezas en sus actos. Así que por cuanto más conozcas de mi Voluntad, tanto más tu acto adquirirá su valor. ¡Oh, si supieras qué mares de gracias Yo abro entre tú y Yo cada vez que te hablo de los efectos de mi Querer, te morirías de felicidad y harías fiesta como si hubieses adquirido nuevos reinos para dominar!”

+ + + +

13-15
Septiembre 2, 1921

Quien sale del Divino Querer va al encuentro de todas las miserias. Un conocimiento de más prepara al alma a un conocimiento mayor.

(1) Me estaba lamentando con mi dulce Jesús por estos benditos escritos que quieren divulgar, y me sentía como si quisiera sustraerme de su Querer, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿cómo? ¿Quisieras sustraerte de mi Querer? Demasiado tarde, después de haberte atado tú misma en mi Voluntad, Ella para tenerte más segura te ha atado con dobles cadenas. Has vivido como reina en mi Voluntad, te has habituado a vivir con alimentos delicadísimos y sustanciosos, no dominada por ninguno sino dominadora de todo, hasta de ti misma; estás habituada a vivir con todas las comodidades, inmersa en inmensas riquezas. Si tú sales de mi Voluntad, de inmediato sentirías la miseria, el frío, el dominio perdido, todos los bienes te desaparecerán y de reina te convertirás en vilísima sierva. Así que tú misma, advirtiendo el gran contraste que hay entre el vivir en mi Querer y el salir fuera de Él, te arrojarías más al fondo de mi Voluntad, por eso te digo: “Demasiado tarde”. Además me quitarías un gran contento; tú debes saber que Yo he hecho contigo como un rey que quiere amar a un amigo muy desemejante de él en la

condición, pero es tanto su amor, que ha decidido hacerlo semejante a él. Ahora, este rey no puede hacer todo de un solo golpe y hacer al amigo rey como él mismo, sino que lo hace poco a poco, primero le prepara la morada real semejante a la suya, después le manda los ornamentos para adornar el palacio, le forma un pequeño ejército, a continuación le da la mitad del reino, de modo que puede decir: “Lo que posees tú poseo yo, rey soy yo, rey eres tú”. Pero cada vez que el rey le daba sus dones, veía su fidelidad, y el darle el don le era ocasión de nuevo contento, de mayor gloria suya y honor, y de una nueva fiesta. Si el rey hubiera querido dar al amigo de un solo golpe todo lo que le ha dado poco a poco, habría incomodado y turbado al amigo porque no estaba adiestrado a saber dominar, pero poco a poco, con su fidelidad, ha venido instruyéndose y todo le resulta fácil.
(3) Así he hecho contigo. Habiéndote elegido en modo especial a vivir en la altura de mi Voluntad, poco a poco te he instruido haciéndotela conocer, y conforme te la hacía conocer ensanchaba tu capacidad y la preparaba a un conocimiento mayor, y cada vez que te manifiesto un valor, un efecto de mi Querer, Yo siento por ello un contento mayor y junto con el Cielo hago fiesta. Ahora, conforme salen fuera estas mis verdades, tú duplicas mis contentos y mis fiestas, por eso déjame hacer a Mí, tú profundízate más en mi Querer”.

+ + + +

13-16
Septiembre 6, 1921

Conforme se conocen las verdades, así se forma nueva unión con Jesús. Jesús quiere hacer conocer lo que hacía su Voluntad en su Humanidad para hacer herederas
a las nuevas generaciones de su Voluntad, de los efectos, del valor que Ella contiene.

(1) Estaba fundiéndome toda en el Santo Querer de mi dulce Jesús, y le decía: “Amor mío, entro en tu Querer y aquí encuentro todos los pensamientos de tu mente y todos los de las criaturas, y yo hago corona con mis pensamientos y con los de todos mis hermanos en torno a los tuyos, y después los uno todos y hago de todos uno solo, para darte el homenaje, la adoración, la gloria, el amor, la reparación de tu misma inteligencia”. Y mientras esto decía, mi Jesús se ha movido en mi interior y poniéndose de pie me ha dicho:
(2) “Hija inseparable de mi Voluntad, cómo estoy contento al oír repetir lo que hacía mi Humanidad en mi Voluntad, y Yo beso tus pensamientos en los míos, tus palabras en las mías, tu latido en el mío”.
(3) Y mientras esto decía me cubría toda de besos. Luego le dije: “Vida mía, ¿por qué gozas tanto y haces fiesta cada vez que manifiestas otro efecto de tu Voluntad?”
(4) Y Jesús: “Tú debes saber que cada vez que te manifiesto una verdad de más sobre mi Voluntad, es una unión de más que formo entre tú y Yo y con toda la familia humana; es una unión mayor, un vínculo más estrecho, es un mayor participar en mi herencia, y conforme las manifiesto formo la escritura de donación, y viendo a mis hijos más ricos y que toman parte en la herencia, siento nuevos contentos y hago fiesta. Me sucede a Mí como a un padre, el cual posee muchas posesiones, pero estas posesiones no son conocidas por los hijos, así que no saben que son hijos de un padre tan rico. Ahora, el padre, llegados los hijos a edad mayor, día tras día les va diciendo que posee tal y tal hacienda; los hijos al oírlo hacen fiesta y se estrechan con un mayor vínculo de amor en torno al padre; éste, al ver la fiesta de los hijos, hace también fiesta y les prepara una sorpresa mayor y les dice: Tal provincia es mía, luego tal reino. Los hijos quedan encantados y no sólo hacen fiesta, sino que se sienten afortunados de ser hijos de un tal

padre. Pero el padre no sólo hace conocer sus posesiones a los hijos, sino que los constituye herederos de sus bienes. Así me sucede a Mí, hasta ahora he hecho conocer lo que hizo mi Humanidad, sus virtudes, sus penas, para constituir a la familia humana heredera de los bienes de mi Humanidad, pero ahora quiero ir más allá, quiero hacerles conocer lo que hacía mi Voluntad en mi Humanidad para constituir herederas de mi Voluntad, de los efectos, del valor que Ella contiene a las nuevas generaciones, por eso sé atenta en escucharme y no pierdas nada de los efectos y del valor de mi Voluntad, para que puedas ser fiel relatora de estos bienes y primer vínculo de unión con mi Querer y de comunicación para las demás criaturas”.

+ + + +

13-17
Septiembre 14, 1921

Cada vez que el alma hace sus actos en la Divina Voluntad, así crece siempre más en santidad.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que el alma hace sus actos en mi Voluntad, crece siempre más ante Mí en sabiduría, en bondad, potencia y belleza, porque conforme va repitiendo los actos en mi Voluntad, tantos bocados toma de sabiduría, de bondad, etc., y el alma crece de aquel alimento del cual se alimenta, por eso de Mí está escrito en el santo Evangelio que crecía en sabiduría ante Dios y ante los hombres; como Dios no podía ni crecer ni decrecer, mi crecer no era otra cosa que mi Humanidad, que conforme crecía en los años venía a multiplicar mis actos en el Querer Supremo, y un acto de más que hacía era un crecer de más en la Sabiduría de mi Padre Celestial, y era tan verdadero este mi crecimiento, que aun las criaturas lo notaban. Cada acto mío corría en el mar inmenso de la Voluntad Divina, y conforme obraba me nutría de este alimento celestial; sería demasiado extenso el decirte los mares de sabiduría, de bondad, de belleza, de potencia que recibía mi Humanidad en cada acto de más que hacía, así le sucede al alma. Hija mía, la santidad en mi Voluntad crece a cada instante, no hay cosa que se escape del crecer y que el alma no pueda hacer correr en el mar infinito de mi Voluntad; las cosas más indiferentes, el sueño, el alimento, el trabajo, etc., pueden entrar en mi Querer y tomar en Él su puesto de honor como obras de mi Querer; sólo conque el alma lo quiera, y todas las cosas, desde las más grandes hasta las más pequeñas pueden ser ocasiones para entrar en mi Querer, lo que no sucede con las virtudes, porque las virtudes si se quieren ejercitar, muchas veces falta la ocasión, si se quiere ejercitar la obediencia, se necesita a alguien que dé órdenes, y puede suceder que por días y por semanas falte quien dé nuevas órdenes para hacerla obedecer, y entonces, por cuanta buena voluntad tenga de obedecer, la pobre obediencia quedará ociosa; así de la paciencia, la humildad y todas las demás virtudes, pues como son virtudes de este bajo mundo, se necesita a las otras criaturas para ejercitarlas, en cambio mi Voluntad es virtud de Cielo, y Yo solo basto para tenerla a cada instante en continuo ejercicio, para Mí es fácil mantenerla tan elevada, así de noche o de día, para tenerla ejercitada en mi Querer”.

+ + + +

13-18
Septiembre 16, 1921

Jesús al obrar formaba nuestras obras en el Divino Querer.

(1) Estaba haciendo la hora de la Pasión cuando mi dulce Jesús se encontraba en el palacio de Herodes vestido de loco, recibiendo burlas, y mi siempre amable Jesús, haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, no solamente en aquel momento fui vestido de loco, escarnecido y recibí burlas, sino que las criaturas continúan dándome estas penas, más bien estoy bajo continuas burlas y por toda clase de personas. Si una persona se confiesa y no mantiene sus propósitos de no ofenderme, es una burla que me hace; si un sacerdote confiesa, predica, administra Sacramentos, y su vida no corresponde a las palabras que dice y a la dignidad de los Sacramentos que administra, tantas burlas me hace por cuantas palabras dice, por cuantos Sacramentos administra; y mientras Yo en los Sacramentos les doy la vida nueva, ellos me dan escarnios, burlas, y al profanarlos me preparan la vestidura para vestirme de loco; si los superiores ordenan a sus inferiores sacrificios, oración, virtud, desinterés, y ellos llevan una vida cómoda, viciosa, interesada, son tantas burlas que me hacen; si las cabezas civiles y eclesiásticas quieren la observancia de las leyes, y ellos son los primeros transgresores, son burlas que me hacen. ¡Oh, cuántas burlas me hacen! Son tantas que estoy cansado de ellas, especialmente cuando bajo apariencia de bien ponen el veneno del mal, ¡oh! cómo hacen de Mí un juego, como si Yo fuera su juguete y su pasatiempo, pero mi justicia tarde o temprano se burlará de ellos castigándolos severamente. Tú reza y repárame estas burlas que tanto me duelen, y que son la causa por la que no puedo hacer conocer quién soy Yo”.
(3) Después, habiendo venido nuevamente, y como yo estaba fundiéndome toda en el Divino Querer, me ha dicho:
(4) “Hija queridísima de mi Querer, Yo estoy esperando con ansia tus fusiones en mi Voluntad; tú debes saber que conforme Yo pensaba en mi Voluntad, así iba modelando tus pensamientos en Ella, preparándoles su lugar; al obrar, modelaba tus obras en mi Querer, y así de todo lo demás. Ahora, lo que Yo hacía no lo hacía para Mí, porque no tenía necesidad, sino para ti, y por eso te espero en mi Voluntad para que vengas a tomar los lugares que te preparó mi Humanidad, y sobre las obras que preparé ven a hacer las tuyas, y entonces por ello estaré contento y recibiré completa gloria cuando te vea hacer lo que Yo hice”.

+ + + +

13-19
Septiembre 21, 1921

Dios quiere dar sus bienes a sus hijos. El obrar en la Divina Voluntad es día.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, en qué dolorosas condiciones me ponen las criaturas. Yo soy como un padre riquísimo y que ama sumamente a sus hijos, pero sus hijos son sumamente ingratos, porque mientras el padre quiere vestirlos, éstos rechazan las vestiduras y quieren quedar desnudos; el padre les da el alimento, y éstos quieren quedar en ayunas, y si comen, se alimentan de alimentos sucios y viles; el padre les dona sus riquezas, los quiere tener a su alrededor, les da su misma habitación, y los hijos nada quieren aceptar y se contentan con andar errantes, sin techo y pobres. ¡Pobre padre, cuántos dolores, cuántas lágrimas no derrama! Sería menos infeliz si no tuviera qué dar, pero el tener los bienes y no tener qué hacer con ellos, y ver perecer a sus hijos, esto es un dolor que supera a cualquier dolor. Tal soy Yo, quiero dar y no hay quién tome, así que las criaturas son causa de hacerme derramar lágrimas amargas y de tener un dolor continuo; ¿pero sabes tú quién enjuga mis lágrimas y me cambia el dolor en alegría? Quien quiere estar siempre

junto Conmigo, quien toma con amor y con filial confianza mis riquezas, quien se alimenta a mi misma mesa y quien se viste con mis mismos vestidos; a estos Yo doy sin medida, son mis confidentes y los hago reposar sobre mi mismo seno”.
(3) Después de esto me he encontrado fuera de mí misma, y veía surgir nuevas revoluciones entre partidos y partidos, y cómo estas serán causa de mayores combates, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, si no se forman los partidos no pueden suceder las verdaderas revoluciones, especialmente contra la Iglesia, porque si no estuviera el partido faltaría el elemento contra el cual se quisiera combatir; pero cuántos de este partido que aparentemente se dice católico son verdaderos lobos cubiertos con el manto de corderos, y darán muchos dolores a mi Iglesia; muchos creen que con este partido será defendida la religión, pero será todo lo contrario, y los enemigos se servirán de él para maldecir mayormente contra Ella”.
(5) Después he regresado en mí misma, y era la hora cuando mi amado Jesús salía de la prisión y era llevado de nuevo ante Caifás, 2 yo he tratado de acompañarlo en este misterio, y Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, cuando fui presentado ante Caifás era pleno día, y era tanto el amor que Yo tenía hacia las criaturas, que salía en este último día ante el pontífice todo deformado, llagado, para recibir la condena de muerte; pero cuantas penas debía costarme esta condena, y Yo estas penas las convertía en días eternos, con los cuales circundaba a cada una de las criaturas, a fin de que alejándole las tinieblas, cada una encontrara la luz necesaria para salvarse y ponía a su disposición mi condena de muerte para que encontraran en ella su vida. Así que cada pena y cada bien que Yo hacía, era un día de más que daba a la criatura; y no sólo Yo, sino también el bien que hacen las criaturas es siempre día que forman, así como el mal es noche. Sucede como cuando una persona tiene una luz y se encuentran cerca de ella diez, veinte personas, a pesar de que la luz no es de todas, sino de una sola, las otras gozan de la luz, pueden trabajar, leer, y mientras ellas se aprovechan de la luz, no hacen ningún daño a la persona que la posee. Así sucede con el bien obrar, no sólo es día para ella, sino que puede hacer el día a quién sabe cuántas otras; el bien es siempre comunicativo y mi amor no sólo me incitaba a Mí, sino que daba la gracia a las criaturas que me aman de formar tantos días en provecho de sus hermanos, por cuantas obras buenas van haciendo”.

+ + + +

13-20
Septiembre 28, 1921

Jesús es luz y todo lo que de Él sale es luz, que difundiéndose en medio de todas las criaturas se sustituye como vida de cada una de ellas.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver junto a mí, con el corazón todo en llamas, y de cada latido que daba su corazón salía una luz, estas luces me circundaban toda y se difundían sobre toda la Creación. Yo he quedado sorprendida, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo soy luz eterna, y todo lo que sale de Mí es luz, así que no es solamente mi latido el que emana luz, sino cada pensamiento mío, respiro, palabra, paso, cada gota de mi sangre es luz que se desprende de Mí, y que difundiéndose en medio de todas las criaturas, se

2 Esta Hora corresponde a la de las 6 a 7 de la mañana. Lo interesante es ver como Luisa, de alguna manera, mide el tiempo de acuerdo al ejercicio de las Horas de la Pasión, las cuales formaban parte de su misma vida, esto nos da una explicación de como las podía, no meditar, sino vivir todos los días, pues no importando qué hacía, si no estaba en su “habitual estado” las tenía presentes.

sustituye como vida de cada una de ellas, queriendo la correspondencia de sus pequeñas luces, porque también ellas son luz, pues también ellas han salido de dentro de mi misma luz, pero el pecado convierte en tinieblas el obrar de la criatura.
(3) Hija mía, amo tanto a la criatura, que la concebí en mi aliento y la parí sobre mis rodillas, para hacerla reposar sobre mi seno y tenerla al seguro, pero la criatura me huye, y Yo, no sintiéndola en mi aliento ni encontrándola sobre mis rodillas, mi aliento la llama continuamente, y mis rodillas están cansadas de esperarla y la voy buscando por todas partes para tenerla Conmigo de regreso. ¡Ah, en qué estrecheces de dolor y de amor me ponen las criaturas!”
(4) Después de esto, habiendo yo oído hablar de la humildad, estoy convencida de que esta virtud no existe en mí, ni yo pienso en ella jamás; y al venir mi dulce Jesús le he dicho mi pena, y Él me ha dicho:
(5) “Hija mía, no temas, Yo te he crecido en el mar, y quien vive en el mar no se entiende de la tierra. Si se quisiera preguntar a los peces cómo es la tierra, cómo son sus frutos, las plantas, las flores, si tuvieran razón responderían: “Nosotros hemos nacido en el mar, vivimos en el mar, el agua nos nutre, y si los demás quedarían ahogados en él, nosotros nos movemos en él y él nos da la vida, y si a los demás seres les helaría la sangre en las venas, a nosotros nos da el calor, el mar es todo para nosotros, nos sirve de habitación, de cama, paseamos en él, somos los únicos seres afortunados que no debemos fatigarnos para encontrar el alimento; lo que queremos, todo está pronto a nuestra disposición, así que podemos platicar del mar, no de la tierra; el agua nos sirve para todo y en ella encontramos todo”. Pero si en cambio se les preguntara a los pájaros, éstos responderían: “Conocemos las plantas, la altura de los árboles, las flores, los frutos; dirían cuántas fatigas pasan para encontrar una semilla para alimentarse, un escondite para protegerse del frío, de la lluvia”.
(6) Similitud del mar es para quien vive en mi Voluntad; similitud de la tierra es para quien camina por el camino de las virtudes. Por eso viviendo tú en el mar de mi Voluntad, no es maravilla el que sólo mi Voluntad te baste para todo; si el agua sirve y hace tantos oficios diversos a los peces: de alimento, de calor, de lecho, de habitación, de todo, mucho más lo puede hacer y en modo más admirable mi Voluntad, es más, en mi Voluntad las virtudes son en el grado más heroico y divino. Mi Voluntad absorbe todo y licua todo en Sí, y el alma queda absorbida en mi Voluntad, de Ella se alimenta, en Ella camina, sólo a Ella conoce y le basta para todo, se puede decir que entre todas las criaturas es la única afortunada que no debe mendigar un pan, no, sino que el agua de mi Voluntad la inunda por encima, por debajo, a la derecha, a la izquierda, y si quiere el alimento come, si quiere la fuerza la encuentra, si quiere dormir encuentra la cama más suave para reposarse, todo está pronto y a su disposición”.

+ + + +

13-21
Octubre 6, 1921

El pecado es el punto negro del hombre,
el estado de gracia es el punto luminoso del hombre.

(1) Estaba rezando y adorando las llagas de mi crucificado Jesús, y pensaba entre mí: “Cómo es feo el pecado, que ha reducido a mi sumo bien a un estado tan desgarrador”. Y mi siempre amable Jesús, apoyando su santísima cabeza sobre mi hombro, suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, el pecado no sólo es feo, sino horrible, es el punto negro del hombre. Mientras peca sufre una transformación brutal, todo lo bello que le he dado se cubre de una fealdad horrible al verse, y no solamente el sentido que peca, sino todo el hombre corre junto, así que pecado el pensamiento, el latido, el respiro, el movimiento, el paso; la voluntad ha arrastrado al hombre a un solo punto, y de todo su ser salen densas tinieblas que lo ciegan y un aire venenoso que lo envenena, todo es negro en torno a él, todo es

mortal, y cualquiera que se acerca a él se pone en un estado de peligro, horrible y espantoso, tal es el hombre en el estado de pecado”.
(3) Yo he quedado aterrorizada y Jesús ha continuado:
(4) “Si horrible es el hombre en el estado de culpa, en el estado de gracia y de obrar el bien es bello; el bien, aunque sea el más pequeño, es el punto luminoso del hombre, mientras hace el bien sufre una transformación celestial, angélica y divina; su buen querer arrastra todo su ser a un solo punto, así que bien es el pensamiento, la palabra, el latido, el movimiento, el paso, todo es luz dentro y fuera de él, su aire es balsámico y vital, y cualquiera que se acerca se pone al seguro. Cómo es bella, graciosa, atrayente, amable, hermosa, el alma en gracia al hacer el bien, tanto que Yo mismo quedo enamorado, cada bien que hace es un matiz de belleza de más que adquiere, es una semejanza de más con su Creador que la hace distinguir por hija suya, es una posesión divina que pone en comercio. Cada bien que hace son los portavoces entre el Cielo y la tierra, son los postes, los hilos eléctricos que mantienen las comunicaciones con Dios”.


+ + + +

13-22
Octubre 9, 1921

La voluntad en el hombre es lo que más semeja a su Creador. La voluntad humana es el depósito de todo el obrar del hombre.

(1) Estaba pensando en el momento en el que mi dulce Jesús tomaba la última cena con sus discípulos, y mi amable Jesús en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mientras cenaba con mis discípulos, no era sólo a ellos a quienes tenía a mi alrededor, sino a toda la familia humana, una por una las tenía junto a Mí, las conocí todas, las llamé por su nombre; también te llamé a ti y te di el puesto de honor entre Juan y Yo y te constituí pequeña secretaria de mi Querer, y mientras dividía el cordero ofreciéndolo a mis apóstoles, lo daba a todos y a cada uno. Aquel cordero desvenado, asado, cortado en pedazos, hablaba de Mí, era el símbolo de mi Vida y de cómo debía reducirme por amor de todos, y Yo quise darlo a todos como alimento exquisito que representaba mi Pasión, porque todo lo que hice, dije y sufrí, mi amor lo convertía en alimento del hombre, ¿pero sabes tú por qué llamé a todos y les di el cordero a todos? Porque también Yo quería el alimento de ellos, cada cosa que hicieran quería que fuese alimento para Mí, quería el alimento de su amor, de sus obras, de sus palabras, de todo”.
(3) Y yo: “Amor mío, ¿cómo puede ser que se convierta en alimento para Ti nuestro obrar?”
(4) Y Jesús: “No es sólo de pan que se puede vivir, sino de todo aquello a lo que mi Voluntad da la virtud de poder hacer vivir, y si el pan alimenta al hombre es porque Yo lo quiero. Ahora, lo que la criatura dispone con su voluntad formarme con su obrar, esa forma toma su obrar, si de su obrar quiere formarme el alimento, me forma el alimento; si de su obrar quiere formarme amor, me da el amor; si reparación, me forma la reparación; y si en su voluntad me quiere ofender, con su obrar me forma el cuchillo para herirme, y tal vez aun para matarme”.
(5) Después ha agregado: “La voluntad en el hombre es lo que más lo asemeja a su Creador, en la voluntad humana he puesto parte de mi inmensidad y de mi Potencia, y dándole el puesto de honor la he constituido reina de todo el hombre y depositaria de todo su obrar. Así como las criaturas tienen cajas para conservar sus cosas para tenerlas custodiadas, así el alma tiene su voluntad para conservar y custodiar todo lo que piensa, lo que dice y lo que obra, ni siquiera un pensamiento perderá. Lo que no puede hacer con el ojo, con la boca, con las obras, lo puede hacer con la voluntad; en un instante puede querer mil bienes o mil males, la voluntad hace volar el pensamiento al Cielo, en las partes más lejanas y hasta en los abismos; a la criatura se le puede impedir que obre, que vea,

que hable, pero todo esto lo puede hacer en la voluntad, y todo lo que hace y quiere forma un acto y lo deja en depósito en su mismo querer; y como la voluntad se puede extender,
¿cuántos bienes y cuántos males no puede contener? Por eso, entre todo quiero el querer del hombre, porque si tengo esto, la fortaleza está vencida”.

+ + + +

13-23
Octubre 13, 1921

Todas las palabras de Jesús son fuentes que llevan y brotan hacia la Vida eterna.

(1) Estaba oprimida al pensar que estoy obligada a decir y a escribir aun las más pequeñas cosas que el buen Jesús me dice, y al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que Yo te hablo intento abrir una fuentecita en tu corazón, porque todas mis palabras son fuentes que llevan y brotan a la vida eterna, pero para formarse estas fuentes en tu corazón, tú debes poner también de lo tuyo, es decir, debes masticarlas muy bien para poderlas poner en tu corazón y abrir en él la fuente; con pensarlas y repensarlas tú formas la masticación; con decirlas a quien tiene autoridad sobre ti y siéndote asegurado que es palabra mía, tú sin duda la pasas y abres la fuente para ti, y según las ocasiones de tus necesidades, te sirves de ella y bebes a grandes sorbos en la fuente de mi verdad; con escribirlas abres los canales que pueden servir a cualquiera que quiera quitarse la sed para no dejarlo morir de sed. Ahora, con no decirlas tú no las piensas, y al no masticarlas no puedes pasarlas, por eso corres peligro de que la fuente no se forme y que el agua no brote, y cuando tengas necesidad de aquella agua, la primera en sufrir la sed serás tú, y si no escribes, no abriendo los canales, ¿de cuántos bienes no privarás a los demás?
(3) Ahora, mientras escribía pensaba entre mí: “Hace ya algún tiempo que mi dulce Jesús no me habla de su Santísima Voluntad, sino de otras verdades; yo me siento más llevada a escribir sobre su Santísimo Querer, siento más gusto y siento como si fuera cosa exclusivamente mía, y su Querer me basta para todo”. Y mi siempre benigno Jesús al venir me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te debes maravillar si sientes más gusto y te sientes más llevada a escribir sobre mi Querer, porque oír, decir, escribir sobre mi Querer es la cosa más sublime que pueda existir en el Cielo y en la tierra, es lo que más me glorifica y toma todos los bienes juntos y toda la santidad de un solo golpe, en cambio las otras verdades encierran cada una su bien distinto, se beben de sorbo en sorbo, se suben escalón por escalón, se adaptan al modo humano, en cambio mi Voluntad, es el alma la que se adapta al modo divino, no son sorbos que se beben, sino mares; no escalones que se suben, sino vuelos que en un abrir y cerrar de ojos toman el Cielo, ¡oh, mi Voluntad, mi Voluntad! Sólo al oírla de ti me trae tanta alegría y dulzura, y sintiéndome circundado por mi Voluntad que contiene la criatura, como por otra inmensidad mía, siento tanto gusto que me hace olvidar el mal de las otras criaturas, por eso debes saber que grandes cosas te he manifestado de mi Voluntad, pero que aun no las has masticado bien y no las has digerido, de modo de tomar toda la sustancia para formar la sangre de tu alma. Cuando hayas formado toda la sustancia, regresaré de nuevo y te manifestaré otras cosas más sublimes de mi Voluntad, y mientras espero que las digieras bien, te tendré ocupada con otras verdades que me pertenecen, para que si las criaturas no se quieren servir del mar, del sol de mi Voluntad para venir a Mí, se puedan servir de las fuentecitas, de los canales para venir a Mí y tomar para su bien las cosas que me pertenecen”.


+ + + +

13-24
Octubre 16, 1921

En cuanto Jesús fue concebido, hizo renacer todas las criaturas en Él.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me hacía ver cómo de dentro de su Santísima Humanidad salían todas las criaturas, y todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira el gran prodigio de la encarnación, en cuanto fui concebido y se formó mi Humanidad, así hacía renacer a todas las criaturas en Mí, así que en mi Humanidad, mientras renacían en Mí, sentía todos sus actos distintos: En la mente contenía cada pensamiento de criatura, buenos y malos, los buenos los confirmaba en el bien, los rodeaba con mi gracia, los investía con mi luz, a fin de que renaciendo de la santidad de mi mente, fueran dignos partos de mi inteligencia; los malos los reparaba, hacía la penitencia que les correspondía, multiplicaba mis pensamientos al infinito para dar al Padre la gloria por cada pensamiento de las criaturas. En mis miradas, en mis palabras, en mis manos, en mis pies y hasta en mi corazón, contenía las miradas, las palabras, las obras, los pasos, los corazones de cada uno, y renaciendo en Mí todo quedaba confirmado en la santidad de mi Humanidad, todo reparado, y por cada ofensa sufrí una pena especial. Y habiéndolos hecho renacer a todos en Mí, los llevé en Mí todo el tiempo de mi Vida, ¿y sabes cuando los parí? Los parí sobre la cruz, en el lecho de mis acerbos dolores, entre espasmos atroces, en el último suspiro de mi Vida, y en cuanto morí, así renacían todos a nueva vida, todos sellados y marcados con todo el obrar de mi Humanidad; y no contento con haberlos hecho renacer, a cada uno le daba todo lo que Yo había hecho para tenerlos defendidos y seguros. ¿Ves qué santidad contiene el hombre? La santidad de mi Humanidad, jamás habría podido dar a luz hijos indignos y desemejantes de Mí, por eso amo tanto al hombre, porque es parto mío, pero el hombre es siempre ingrato y llega a no conocer al Padre que lo ha parido con tanto amor y dolor”.
(3) Después de esto se hacía ver todo en llamas, y Jesús quedaba quemado y consumido en aquellas llamas, y no se veía más, no se veía otra cosa que fuego, pero después se veía renacer de nuevo, y después quedaba otra vez consumido en el fuego. Entonces ha agregado:
(4) “Hija mía, Yo ardo, el amor me consume, es tanto el amor, las llamas que me queman, que muero de amor por cada criatura. No fue solamente por las penas por lo que morí, sino que las muertes de amor son continuas, no obstante no hay quien me dé su amor por refrigerio”.

+ + + +

13-25
Octubre 18, 1921

La turbación del alma es noche e impide que despunte el Sol Jesús. La turbación no es otra cosa que falta de abandono en Dios.

(1) He pasado el día distraída por algunas cosas que he escuchado y que no es necesario decirlas aquí, y también un poco turbada, y por cuanto me esforzaba no lograba liberarme. Por todo el día no he visto a mi dulce Jesús, la vida de mi alma, como si la turbación fuese un velo que poniéndose entre Él y yo impedía el poderlo ver. Entonces, ya avanzada la noche, mi mente cansada se ha calmado, y mi amable Jesús, como si estuviera esperando, se ha hecho ver y doliente me ha dicho:
(2) “Hija mía, hoy con tu turbación has impedido que el sol de mi Persona despuntara en ti, la turbación es nube entre tú y Yo que impide que los rayos desciendan en ti, y si no descienden los rayos, ¿cómo puedes ver el sol? Si supieras qué significa no hacer despuntar mi sol, el gran mal para ti y para todo el mundo, estarías muy atenta a no turbarte jamás, porque para las almas turbadas es siempre noche, y en la noche no surge el sol; en cambio para las pacíficas es siempre día, y Yo, a cualquier hora que quiera surgir mi sol, el alma está siempre pronta a recibir el bien de mi venida. Además, la turbación no es otra cosa que falta de abandono en Mí, y Yo te quiero tan abandonada en mis brazos, que ni siquiera un pensamiento debes tener de ti, Yo pensaré en todo. No temas, tu Jesús no puede hacer menos que tomar cuidado de ti, tenerte defendida de todos, me cuestas mucho, mucho he puesto en ti, sólo Yo tengo derecho sobre ti. Entonces, si los derechos son míos, la custodia será toda mía, por esto estate en paz y no temas”.

+ + + +

13-26
Octubre 21, 1921

Todo lo que Jesús hizo y sufrió está en continuo acto de darse al hombre

(1) Estaba pensando en la Pasión de mi dulce Jesús, entonces Él, al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que el alma piensa en mi Pasión, recuerda lo que he sufrido o me compadece, en ella se renueva la aplicación de mis penas, surge mi sangre para inundarla y mis llagas se ponen en camino para sanarla si está llagada, o para embellecerla si está sana, y todos mis méritos para enriquecerla. El negocio que hace es sorprendente, es como si pusiera en el banco todo lo que hice y sufrí, y de ello obtiene el doble, porque todo lo que hice y sufrí está en continuo acto de darse al hombre, así como el sol está en continuo acto de dar luz y calor a la tierra; mi obrar no está sujeto a agotarse, solamente conque el alma lo quiera, y por cuantas veces lo quiera, recibe el fruto de mi Vida, así que si se recuerda veinte, cien, mil veces de mi Pasión, tantas veces de más gozará los efectos de Ella, pero qué pocos son los que de Ella hacen tesoro. Con todo el bien de mi Pasión se ven almas débiles, ciegas, sordas, mudas, cojas, cadáveres vivientes que dan repugnancia, porque mi Pasión ha sido puesta en el olvido. Mis penas, mis llagas, mi sangre, son fuerza que quita las debilidades, luz que da vista a los ciegos, lengua que desata las lenguas y abre el oído, es medio que endereza a los cojos, vida que resucita los cadáveres. Todos los remedios necesarios a la humanidad están en mi Vida y en mi Pasión, pero la criatura desprecia la medicina y no pone atención a los remedios, por eso se ve que con toda mi Redención, el hombre perece en su estado como afectado por una tisis incurable. Pero lo que más me duele es ver a personas religiosas que se fatigan para hacer adquisición de doctrinas, de especulaciones, de historias, pero de mi Pasión, nada, así que mi Pasión muchas veces está desterrada de las iglesias, de la boca de los

sacerdotes, así que su hablar es sin luz, y las gentes se quedan más en ayunas que antes”.
(3) Después de esto me he encontrado de frente a un sol, cuyos rayos llovían todos sobre mí, me penetraban dentro; me sentía investida de modo que me sentía en poder del sol, su luz vibrante no me impedía mirarlo, y cada vez que lo veía sentía una alegría y una felicidad mayor; entonces, de dentro de aquel sol ha salido mi dulce Jesús y me ha dicho:
(4) “Amada hija de mi Querer, como sol te inunda mi Querer, tú no eres otra cosa que la presa, el entretenimiento, el contento de mi Querer, y conforme te sumerges en Él, así mi Querer, como rayos solares derrama en ti los perfumes de mi santidad, de mi potencia, sabiduría, bondad, etc., y como mi Querer es eterno, por cuanto más tratas de estar en Él, y hacer de Él más que vida propia, vienes a absorber en ti mi inmutabilidad e impasibilidad. La eternidad como círculo gira en torno a ti para hacer que tomes parte en todo y que nada se te escape, y esto para hacer que mi Voluntad en ti quede honrada y plenamente glorificada. A la primera hija de mi Querer quiero que nada le falte, que no le falte ningún distintivo que me pertenece y que la haga distinguirse por todo el Cielo como el primer inicio de la santidad del vivir en mi Querer. Por eso sé atenta, de mi Querer no salgas jamás, a fin de que recibas todos lo perfumes de mi Divinidad, y haciendo salir todo lo tuyo, confirme todo lo que es mío, y mi Voluntad quede como centro de vida en ti”.

+ + + +

13-27
Octubre 23, 1921

Las verdades acerca del Divino Querer, son canales que se abren desde el mar de la Divina Voluntad para provecho de todas las criaturas.

(1) Me sentía toda inmersa en el Querer Divino, y mi amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, mira en tu interior como corre pacífico el mar inmenso de mi Voluntad, pero no creas que este mar corre en ti desde hace poco tiempo sólo porque ahora me oyes hablar frecuentemente de mi Voluntad, sino desde hace mucho, mucho, siendo mi costumbre primero hacer y después hablar. Es verdad que tu principio fue el mar de mi Pasión, porque no hay santidad que no pase por el puerto de mi Humanidad; hay santos que quedan en el puerto de mi Humanidad, otros pasan más allá. Pero después injerté inmediatamente el mar de mi Voluntad, y cuando te vi dispuesta y me cediste tu querer, el mío tomó vida en ti y este mar corría y crecía siempre, cada acto tuyo de más hecho en mi Querer era un crecimiento mayor; Yo poco te hablé de esto, pero nuestros quereres estaban unidos juntos y se comprendían sin hablarse, y además, con sólo vernos nos comprendíamos. Yo me hacía feliz en ti, sentía las delicias del Cielo en nada diferentes de las que me dan los santos, que mientras Yo los felicito a ellos, ellos me felicitan a Mí; porque estando inmersos en mi Querer no pueden hacer menos que darme alegrías y delicias. Pero mi felicidad no estaba completa, quería que también mis otros hijos participaran de un bien tan grande, por eso empecé a hablarte de mi Querer en modo sorprenderte, y por cuantas verdades, por cuantos efectos y valores te decía, tantos canales abría desde el mar de mi Voluntad en favor de ellos, a fin de que estos canales dieran agua abundante a toda la tierra. Mi obrar es comunicativo y siempre está en acto sin jamás detenerse, pero estos canales de las criaturas muchas veces son ensuciados, en otros arrojan piedras y el agua no corre, corre con dificultad; no es que el mar no quiera dar el agua, ni porque no esté limpia pueda penetrar en todas partes, sino que es la parte de las criaturas que se opone a tan gran bien; por eso si leen estas verdades y no están dispuestos no entenderán nada, quedarán confundidos y deslumbrados por la luz de mis verdades; para los dispuestos será luz que los iluminará y agua que, quitándoles la sed, no querrán separarse jamás de estos canales por el gran bien que sienten y por la nueva vida

que corre en ellos. Por eso también tú deberías estar contenta en abrir estos canales en favor de tus hermanos, no descuidando nada de mis verdades, ni la más pequeña, porque por más pequeña que sea puede servir a un hermano tuyo para tomar agua. Así que sé atenta en abrir estos canales y en contentar a tu Jesús que tanto ha hecho por ti”.

+ + + +

13-28
Octubre 27, 1921

La Divina Voluntad debe ser como alma al cuerpo.

(1) Estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “Hace ya mucho tiempo que no me pones dentro de Ti, yo ahí me sentía más segura, participaba más de tu Divinidad, y era como si la tierra no me perteneciera, y el Cielo fuera mi morada; ¿cuántas lágrimas no derramaba cuando tu Querer me ponía fuera de Ti? El sólo sentir el aire de la tierra me era de peso insoportable, pero tu Querer vencía y yo inclinando la frente me resignaba. Ahora te siento siempre dentro de mí, y cuando deliro por verte, sólo con moverte en mi interior, o bien sacando un brazo me calmas y me das la vida; dime, ¿cuál es la causa?”
(2) Y Jesús: “Hija mía, es justo, después de haberte llevado en mi interior toda mi Vida, es tu deber que me lleves a Mí en tu interior toda tu vida; y si te ponía en mi interior era para perfumar tu alma y extender en ti un nuevo cielo para volverla digna habitación de mi persona. Es verdad que te sentías más segura, y las alegrías llovían sobre ti, pero la tierra no es lugar de delicias, sino que el dolor es su herencia, y la cruz es el pan de los fuertes. Mucho más que debiendo establecer en ti el centro de mi Querer, era necesario que viviera en ti y que te sirviera como alma al cuerpo. Mi Voluntad jamás podía descender en un alma en modo singular y fuera de lo ordinario, si no tuviera sus prerrogativas distintas, como con mi amada Mamá, no podía descender Yo, Verbo Eterno, si Ella no hubiese tenido sus prerrogativas distintas y el soplo divino no hubiera soplado en Ella como a nueva creación, para volverla admirable a todos y superior a todas las cosas creadas. Así en ti, primero mi Humanidad ha querido hacer estable morada en ti para prepararte, y después te está dando la Vida de mi Voluntad como alma al cuerpo. Tú debes saber que mi Voluntad debe ser como alma al cuerpo; mira, también en Nosotros sucede esto, entre las Tres Divinas Personas, nuestro amor es grande, infinito, eterno, pero si no tuviéramos una Voluntad que anima y da vida a este amor, nuestro amor estaría sin vida, sin obras; nuestra sabiduría llega a lo increíble, nuestro poder puede pulverizar todo en un minuto, y en otro minuto puede rehacerlo todo, pero si no tuviéramos una Voluntad que quisiera manifestar la maestría de nuestra sabiduría, como la manifestó en la Creación, en la cual todo ordenó y armonizó junto, y con su poder le dio su lugar en tal modo que no puede apartarse ni un tantito, tanto mi sabiduría como mi poder habrían estado sin hacer nada, y así de todos nuestros demás atributos.
(3) Ahora, así lo quiero, que mi Voluntad sea como alma al cuerpo; el cuerpo sin el alma está sin vida, a pesar de que contiene todos los sentidos, pero no ve, ni habla, ni siente, ni obra, es casi una cosa inservible y tal vez aún insoportable, pero si está animado,
¿cuántas cosas no puede hacer? Y ¡oh! cuántos se vuelven inservibles e insoportables porque no están animados por mi Voluntad, parecen como instalaciones eléctricas sin luz, como máquinas sin movimiento, cubiertas de herrumbre y de polvo y casi impotentes al movimiento, ¡ah, cómo dan piedad! Entonces, cada cosa que no está animada por mi Voluntad es una vida de santidad que viene a faltar, por eso quiero ser en ti como alma al cuerpo, y mi Voluntad hará nuevas sorpresas de creaciones, da nueva vida a mi amor, nuevas obras y maestría de mi sabiduría, y da nuevo movimiento a mi poder, por eso sé atenta y déjame hacer, a fin de que cumpla mi gran designio: Que la criatura sea animada por mi Voluntad”.


+ + + +

13-29
Octubre 29, 1921

Las penas que sufrió Jesús en las tres horas de prisión

(1) Esta noche la he pasado en vigilia, y mi mente frecuentemente volaba a mi Jesús atado en la prisión, quería abrazarme a aquellas rodillas que temblaban por la cruel y dolorosa posición en la que los enemigos lo habían atado, quería limpiarlo de aquellos salivazos con los que lo habían ensuciado. Pero mientras esto pensaba, mi Jesús, mi vida, se ha dejado ver como entre densas tinieblas, en las cuales apenas se descubría su adorable persona, y sollozando me ha dicho:
(2) “Hija, los enemigos me dejaron solo en la prisión, atado horriblemente y en la oscuridad, así que en torno a Mí todo era densas tinieblas; ¡oh!, cómo me afligía esta oscuridad, tenía las vestiduras bañadas por las sucias aguas del torrente cedrón, sentía la peste de la prisión y de los salivazos con los que estaba cubierto, tenía los cabellos en desorden, sin una mano piadosa que me los quitara de los ojos y de la boca, las manos atadas por las cadenas, y la oscuridad no me permitía ver mi estado, ay de Mí, demasiado doloroso y humillante. ¡Oh, cuántas cosas decía este mi estado tan doloroso en esta prisión! En la prisión estuve tres horas, con esto quise rehabilitar las tres edades del mundo: La de la ley natural, la de la ley escrita, y la de la ley de la gracia; quería liberarlos a todos, reuniéndolos a todos juntos y darles la libertad de hijos míos. Con estar tres horas quise también rehabilitar las tres edades del hombre: La niñez, la juventud y la vejez, quise rehabilitarlo cuando peca por pasión, por voluntad y por obstinación. ¡Oh! cómo la oscuridad que veía en torno a Mí me hacía sentir las densas tinieblas que produce la culpa en el hombre, ¡oh! cómo lo lloraba y le decía: “Oh hombre, son tus culpas las que me han arrojado en estas densas tinieblas, las cuales sufro para darte la luz, son tus infamias quienes así me han ensuciado, a las cuales la oscuridad no me permite ni siquiera ver; mírame, soy la imagen de tus culpas, si quieres conocerlas míralas en Mí”.
(3) También debes saber que en la última hora que estuve en la prisión despuntó el alba, y por las fisuras entró algún resplandor de luz, ¡oh! cómo respiró mi corazón al poderme ver, mi estado tan doloroso, pero esto significaba cuando el hombre cansado de la noche de la culpa, la gracia como alba se pone en torno a él, mandándole resplandores de luz para llamarlo, por eso mi corazón dio un suspiro de alivio, y en esta alba te vi a ti, mi amada prisionera, a quien mi amor debía atar en este estado, y que no me habrías dejado solo en la oscuridad de la prisión, sino que esperando el alba a mis pies, y siguiendo mis suspiros, habrías llorado Conmigo la noche del hombre; esto me alivió y ofrecí mi prisión para darte la gracia de seguirme. Pero otro significado contenía esta prisión y esta oscuridad, y era mi larga permanencia en la prisión en los tabernáculos, la soledad en la cual soy dejado, en la que muchas veces no tengo a quién decir una palabra o darle una mirada de amor; otras veces siento en la santa hostia la impresión de los toques indignos, la peste de manos purulentas y enfangadas, y no hay quien me toque con manos puras y me perfume con su amor, y cuántas veces la ingratitud humana me deja en la oscuridad, sin la mísera luz de una lamparita, así que mi prisión continúa y continuará. Y como ambos somos prisioneros, tú prisionera en tu lecho sólo por amor a Mí, y Yo prisionero por ti, atemos, con las cadenas que me tienen atado, a todas las criaturas con mi amor, así nos haremos compañía recíprocamente y me ayudarás a extender las cadenas para atar todos los corazones a mi amor”.
(4) Después estaba pensando para mí: “Qué pocas cosas se saben de Jesús, mientras que ha hecho tanto, ¿por qué han hablado tan poco de todo lo que mi Jesús hizo y sufrió? Y regresando de nuevo ha agregado:

(5) “Hija mía, todos son avaros Conmigo, aun los buenos, cuánta avaricia tienen Conmigo, cuántas restricciones, cuántas cosas no manifiestan de lo que les digo y comprenden de Mí, y tú, ¿cuántas veces no eres avara Conmigo? Cuantas veces no escribes lo que te digo o no lo manifiestas, es un acto de avaricia que haces Conmigo, porque cada conocimiento de más que se tiene de Mí, es una gloria y un amor de más que recibo de las criaturas. Por tanto sé atenta, y sé más liberal Conmigo, y Yo seré más liberal contigo”.

+ + + +

13-30
Noviembre 4, 1921

La santidad en la criatura debe ser entre ella y Jesús, Él, dando su Vida y como fiel compañero comunicándole su Santidad, y ella como fiel e inseparable
compañera recibiéndola.

(1) Me sentía toda fundida con mi dulce Jesús, y al venir me he arrojado en sus brazos, abandonándome toda en Él como a mi centro; sentía una fuerza irresistible de estarme en sus brazos y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, es la criatura que busca el seno de su Creador y reposarse en sus brazos. Es tu deber venir a los brazos de tu Creador y reposarte en aquel seno de donde saliste, porque tú debes saber que entre la criatura y el Creador corren muchos hilos eléctricos de comunicación y de unión, que la vuelven casi inseparable de Mí, siempre que no se haya sustraído de mi Querer, porque sustraerse no es otra cosa que romper los hilos de comunicación, despedazar la unión; la Vida del Creador, más que electricidad corre en la criatura y ella corre en Mí, mi Vida está esparcida en la criatura; al crearla encadené mi sabiduría a su inteligencia, a fin de que no fuese otra cosa que el reflejo de la mía, y si el hombre llega a tanto con su ciencia, que de en lo increíble, es el reflejo de la mía que se refleja en la suya; si su ojo es animado por una luz, no es otra cosa que el reflejo de mi luz eterna que se refleja en su ojo.
(3) Entre las Divinas Personas no tenemos necesidad de hablarnos para entendernos, en la Creación quise usar la palabra y dije Fiat, y las cosas fueron hechas; a este Fiat ataba y daba el poder para que las criaturas tuvieran la palabra para entenderse, así que también las voces humanas están unidas como hilos eléctricos a mi primera palabra, de la que todas las demás descienden; y mientras creé al hombre lo animé con mi aliento, infundiéndole la vida, pero en esta vida que le infundí puse toda mi Vida según la capacidad humana podía contener, pero todo puse, no hubo cosa mía de la que no lo hiciera partícipe. Mira, también su aliento es el reflejo de mi aliento, con el cual doy vida continua, y el suyo se refleja en el mío y lo siento continuamente en Mí. Ve entonces cuántas relaciones hay entre la criatura y Yo, por eso la amo mucho, porque la veo como parto mío, exclusivamente mío. Y después, ¿cómo ennoblecí la voluntad del hombre? La encadené con la mía, dándole todas mis prerrogativas, la hice libre como la mía, y si al cuerpo le había dado dos pequeñas luces, limitadas, circunscritas, que partían de mi luz eterna, a la voluntad humana la hice toda ojo, así que cuantos actos hace la voluntad humana, tantos ojos puede decir que posee, ella mira a la derecha y a la izquierda, hacia adelante y hacia atrás, y si la vida humana no está animada por esta Voluntad, no hará nada de bien; Yo al crearla le dije: “Tú serás mi hermana en la tierra, mi Querer desde el Cielo animará el tuyo, estaremos en continuos reflejos, y lo que haré Yo lo harás tú, Yo por naturaleza y tú por gracia de mis continuos reflejos; te seguiré como sombra, no te dejaré jamás. Al crear a la criatura mi única finalidad fue que ella hiciera en todo mi Querer, con esto quería dar a la existencia nuevos partos de Mí mismo; quería hacer de ella un prodigio

portentoso, digno de Mí y todo semejante a Mí; pero, ¡ay de Mí, la primera en ponerse contra Mí debía ser la voluntad humana! Mira un poco, todas las cosas se hacen entre dos: Tú tienes un ojo, pero si no tuvieras una luz externa que te iluminara nada podrías ver; tú tienes manos, pero si no tuvieras las cosas necesarias para formar los trabajos nada harías, y así de todo lo demás. Ahora, así quiero la santidad en la criatura, entre ella y Yo, entre dos, Yo por una parte y ella por la otra, Yo a dar mi Vida y como fiel compañero a comunicarle mi santidad, y ella como fiel e inseparable compañera a recibirla. Así, ella sería el ojo que ve, y Yo el sol que le doy la luz; ella la boca, y Yo la palabra; ella las manos, y Yo que le suministro el trabajo para obrar; ella el pie, y Yo el paso; ella el corazón, y Yo el latido. ¿Pero sabes tú quién forma esta santidad? Mi Voluntad, es la única que mantiene en orden la finalidad de la Creación, la santidad en mi Querer es la que mantiene el perfecto equilibrio entre criaturas y Creador, porque son las verdaderas imágenes salidas de Mí”.

+ + + +

13-31
Noviembre 8, 1921

Vivir en el Divino Querer significa multiplicar la Vida de Jesús con todo el bien que contiene.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se ha hecho ver tomando una luz que estaba en mi interior y se la llevaba. Yo he gritado: “Jesús, ¿qué haces, me quieres dejar a oscuras?” Y Él con toda dulzura me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, me llevo tu pequeña luz y te dejo la mía. Esta pequeña luz no es otra cosa que tu voluntad, que habiéndose puesto de frente a la mía ha recibido el reflejo de mi Voluntad, por eso se ha hecho luz. Yo me la llevo para hacerla girar, la llevaré al Cielo como la cosa más rara y más bella, cual es la voluntad humana que ha recibido el reflejo de la Voluntad de su Creador; la haré girar entre las Divinas Personas, a fin de que reciban los homenajes, las adoraciones de sus reflejos, sólo dignos de Ellas, y después la mostraré a todos los santos, a fin de que también ellos reciban la gloria de los reflejos de la Voluntad Divina en la voluntad humana, y después la haré correr por toda la tierra, a fin de que todos tomen parte en tan gran bien”.
(3) Yo en seguida he añadido: “Amor mío, perdóname, creía que me querías dejar a oscuras, por eso he dicho ¿qué haces? Pero tratándose de mi voluntad llévatela y haz lo que quieras”. Ahora, mientras Jesús se llevaba esta pequeña luz en sus manos, no sé decir lo que sucedía, me faltan las palabras para expresarme, sólo recuerdo que la pequeña luz la ponía de frente a su persona, y la pequeña luz recibía todos sus reflejos, de modo que formaba otro Jesús, y cada vez que mi voluntad repetía los actos, tantos Jesús se multiplicaban. Y mi Jesús me ha dicho:
(4) “¿Ves qué significa vivir en mi Querer? Es multiplicar mi Vida por cuantas veces se quiere, es repetir todo el bien que mi Vida contiene”.
(5) Después de esto estaba diciendo a mi Jesús: “Vida mía, entro en tu Querer para poderme extender en todos y a todo, desde el primero al último pensamiento, de la primera a la última palabra, de la primera a la última acción y paso que se han hecho, se hacen y se harán; quiero sellar todo con tu Querer a fin de que recibas de todo la gloria de tu santidad, de tu amor, de tu potencia, y todo lo que es humano quede cubierto, escondido, marcado por tu Querer, a fin de que nada, nada quede de humano en lo cual Tú no recibas gloria divina”.
(6) Mientras esto y otras cosas hacía, mi dulce Jesús ha venido todo jubiloso, acompañado de innumerables bienaventurados, y Él me ha dicho:
(7) “Toda la Creación me dice gloria mía, gloria mía”.

(8) Y todos los santos han respondido: “He aquí, oh, Señor, que por todo te damos gloria divina”. Se oía un eco por todas partes que decía: “De todo te damos amor y gloria divina”. Y Jesús ha agregado:
(9) “Bendita tú eres, y todas las generaciones te llamarán bienaventurada. Mi brazo hará obras de potencia en ti; serás el reflejo divino, que llenando toda la tierra me harás rescatar de todas las generaciones la gloria que ellas me niegan”.
(10) Yo he quedado confundida y aniquilada al oír esto, y no quería escribir; y Él acariciándome me ha dicho:
(11) “No, no, lo harás, lo quiero Yo; lo que he dicho servirá para honor de mi Voluntad, he querido Yo mismo rendir el homenaje justo que conviene a la santidad en mi Querer; más bien no he dicho nada en comparación de lo que podría decir”.

+ + + +

13-32
Noviembre 12, 1921

La santidad en el Divino Querer no tiene confines, es la santidad que más se acerca al Creador; tendrá el
primado sobre todas las demás santidades y será su vida.

(1) Escribo sólo por obedecer, de otra manera no habría sido buena para poner una sola palabra, sólo el temor de poder entristecer a mi dulce Jesús si no lo hiciera, me da aliento y fuerza. Ahora continúa hablando de su Santísimo Querer, y al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, la santidad en mi Querer no es conocida aún, es por esto por lo que se maravillan, porque cuando una cosa es conocida los asombros cesan. Todas las santidades simbolizan alguna cosa de las que están esparcidas en la creación: Están las santidades que simbolizan los montes, otras los árboles, otras las plantas, la pequeña flor, las estrellas, y tantas otras similitudes. Todas estas santidades tienen su bien limitado e individual, tienen su principio y su fin, no pueden abrazar todo y hacer bien a todos, como no lo puede hacer un árbol y una flor. Ahora, la santidad en mi Querer simbolizará al sol; el sol ha estado y estará siempre, y si bien tuvo un principio en iluminar al mundo, siendo él luz que tuvo origen de mi luz eterna, se puede decir que no tiene principio. El sol hace bien a todos, se extiende a todos con su luz, no hace particularidad con ninguno; con su majestad y con su dominio impera sobre todo y da vida a todo, aún a la más pequeña flor, pero silencioso, sin hacer ruido y casi inobservado. ¡Oh! si una planta hiciera una pequeña cosa, una sombra de lo que hace el sol, como dar calor a otra planta, gritarían todos diciendo que es un milagro, todos lo quisieran ver, hablarían de ella con asombro. En cambio del sol que da vida y calor a todo y que es milagro continuado, ninguno habla de él, ningún asombro, y esto sucede porque el hombre tiene siempre los ojos en lo bajo y a las cosas terrenas, jamás en lo alto y a las cosas celestiales.
(3) Ahora, la santidad en mi Querer, simbolizando al sol, saldrá del centro de mi santidad, será un rayo parido por mi santidad que no tiene principio, así que estas almas existían en mi santidad, existen y existirán; estaban junto Conmigo en el bien que hacía, jamás salían del rayo en el cual las había hecho salir a la luz, no alejándose jamás de mi Querer Yo me entretenía con ellas y me entretengo todavía ahora. Mi unión con ellas es permanente; las veo sobrevolar sobre todo; los apoyos humanos para ellas no existen, igual que el sol no se apoya en ningún punto, vive en lo alto como aislado, pero con su luz todo encierra en sí. Así estas almas, viven en lo alto como el sol, pero su luz desciende hasta lo más bajo, se extiende a todos. Yo me sentiría como si las defraudara si no las hiciera partícipes, y no las hiciera hacer lo que hago Yo, así que no hay bien que de ellas no descienda. En esta santidad Yo veo mis sombras, mis imágenes sobrevolar sobre toda la tierra, en el aire, en el Cielo, y por esto amo y amaré al mundo, porque espero que mi

santidad tenga su eco sobre la tierra, que mis rayos salgan fuera, a la luz, y me den gloria completa, restituyéndome el amor, el honor que los demás no me han dado. Pero al igual que el sol serán las más inobservadas, sin ningún estrépito, pero si las querrán mirar, será tanto mi celo, que correrán peligro de quedar cegadas y estarán obligados a bajar la mirada para recuperar la vista. ¿Ves cómo es bella la santidad en mi Querer? Es la santidad que más se acerca a tu Creador, por eso tendrá el primado sobre todas las demás santidades, encerrará en sí todas las otras santidades juntas, y será vida de todas las otras santidades.
(4) ¡Qué gracia para ti el conocerla! ¡Ser la primera, como rayo solar, en salir del centro de mi Santidad sin separarse jamás! Gracia más grande no podría hacerte, milagro más portentoso no podría obrar en ti; sé atenta hija mía, rayo mío, porque cada vez que entras en mi Querer y obras, sucede como el sol cuando toca los cristales, tantos soles en ellos se forman, así tantas veces repites mi Vida, la multiplicas, das nueva vida a mi amor”.
(5) Después de esto estaba pensando entre mí: “En esta Santa Voluntad no se ven milagros, cosas portentosas de las que las criaturas son tan ávidas e irían por medio mundo con tal de tener alguno, sino que todo pasa entre el alma y Dios, y si las criaturas reciben el bien, no saben de donde ha venido el bien. Verdaderamente son como el sol, que mientras da vida y calor a todo, nadie lo señala”. Ahora, mientras esto pensaba, mi Jesús regresando ha agregado, pero con aspecto imponente:
(6) “¡Qué milagros, qué milagros! ¿No es tal vez el más grande milagro el hacer mi Voluntad? Mi Voluntad es eterna y es milagro eterno que jamás termina, es milagro de cada instante el que la voluntad humana tenga conexión continua con la Voluntad Divina. El resucitar muertos, dar vista a los ciegos y todo eso, no son cosas eternas, están sujetas a perecer, por eso se pueden llamar sombras de milagros, milagros fugaces comparados al milagro grande y permanente de vivir en mi Voluntad. Tú no pongas atención a estos milagros, Yo sé cuándo convienen y cuándo se necesitan”.

+ + + +

13-33
Noviembre 16, 1921

El pecado es cadena que ata al hombre, y Jesús quiso ser atado para romper sus cadenas.

(1) Esta mañana, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo atado, atadas las manos, los pies, la cintura; del cuello le descendía una doble cadena de fierro, pero estaba atado tan fuertemente, que le quitaba el movimiento a su Divina Persona. Qué dura posición era ésta, de hacer llorar aun a las piedras, y mi sumo bien Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, en el curso de mi Pasión todas las otras penas hacían competencia entre ellas, pero una cedía el lugar a la otra, y se mantenían vigilantes para hacerme sufrir lo peor, para darse la vanagloria de que una había sido más dura que las demás, pero las cuerdas no me las quitaron jamás, desde que me apresaron hasta el monte calvario estuve siempre atado, es más, agregaban siempre más cuerdas y cadenas por temor de que pudiese huir, y para hacer más burla y juego de Mí; cuántos dolores, confusiones, humillaciones y caídas me causaron estas cadenas. Pero debes saber que en estas cadenas había un gran misterio y una gran expiación: El hombre, al empezar a caer en el pecado queda atado con las mismas cadenas de su pecado, si es grave son cadenas de fierro, si venial son cuerdas; entonces, si quiere caminar en el bien, siente las trabas de las cadenas y queda obstaculizado en su paso, el estorbo que siente lo agota, lo debilita, y lo lleva a nuevas caídas; si obra siente el impedimento en las manos y casi queda como si no tuviera manos para hacer el bien; las pasiones, viéndolo tan atado hacen fiesta y dicen: “Es nuestra la victoria”. Y de rey que es el hombre, lo vuelven esclavo de pasiones

brutales. Cómo es abominable el hombre en el estado de culpa, y Yo para romper sus cadenas quise ser atado, y no quise estar en ningún momento sin cadenas, para tener siempre listas las mías para romper las suyas, y cuando los golpes, los empujones me hacían caer, Yo le extendía las manos para desatarlo y hacerlo libre de nuevo”.
(3) Pero mientras esto decía, yo veía a casi todas las gentes atadas por cadenas, que daban piedad, y rogaba a Jesús que tocara con sus cadenas las cadenas de ellas, a fin de que por el toque de las suyas quedaran rotas las de las criaturas.

+ + + +

13-34
Noviembre 19, 1921

Los dos apoyos. Para conocer las verdades es necesario que esté la voluntad y el deseo de conocerlas. Las verdades deben ser simples.

(1) Estaba haciendo compañía a mi Jesús agonizante en el Huerto de Getsemaní, y por cuanto me era posible lo compadecía, lo estrechaba fuerte a mi corazón tratando de secarle el sudor mortal, y mi doliente Jesús, con voz apagada y agonizante me ha dicho:
(2) “Hija mía, dura y penosa fue mi agonía en el Huerto, quizá más penosa que la de la cruz, porque si ésta fue el cumplimiento y el triunfo sobre todos, aquí en el Huerto fue el principio, y los males se sienten más al principio que cuando están por terminar, en esta agonía la pena más desgarradora fue cuando se me hicieron presentes uno por uno todos los pecados, mi Humanidad comprendió toda la enormidad de ellos y cada delito llevaba el sello de “muerte a un Dios”, y estaba armado con espada para matarme. Delante a la Divinidad la culpa me aparecía tan horrenda y más horrible que la misma muerte; sólo al comprender qué significa pecado, Yo me sentía morir y moría en realidad, grité al Padre y fue inexorable, no hubo uno solo que al menos me diera una ayuda para no hacerme morir, grité a todas las criaturas que tuvieran piedad de Mí, pero en vano, así que mi Humanidad languidecía y estaba por recibir el último golpe de la muerte, pero ¿sabes tú quién impidió la ejecución y sostuvo mi Humanidad para no morir? Primero fue mi inseparable Mamá, Ella al oírme pedir ayuda voló a mi lado y me sostuvo, y Yo apoyé mi brazo derecho en Ella, la miré casi agonizante y encontré en Ella la inmensidad de mi Voluntad íntegra, sin haber habido nunca ruptura alguna entre mi Voluntad y la suya. Mi Voluntad es Vida, y como la Voluntad del Padre era inamovible, y la muerte me venía de las criaturas, otra criatura que encerraba la Vida de mi Voluntad me daba la vida. Y he aquí que mi Mamá, que en el portento de mi Voluntad me concibió y me hizo nacer en el tiempo, y ahora me da por segunda vez la vida para hacerme cumplir la obra de la Redención. Después miré a la izquierda y encontré a la pequeña hija de mi Querer, te encontré a ti como primera, con el séquito de las otras hijas de mi Voluntad, y así como a mi Mamá la quise Conmigo como primer eslabón de la misericordia, con el cual debíamos abrir las puertas a todas las criaturas, por eso quise apoyar en Ella la derecha; a ti te quise como primer eslabón de la justicia, para impedir que se descargase sobre todas las criaturas como se merecen, por eso quise apoyar la izquierda, a fin de que la sostuvieras junto Conmigo. Entonces, con estos dos apoyos Yo me sentí dar nuevamente la vida, y como si nada hubiera sufrido, con paso firme fui al encuentro de mis enemigos, y en todas las penas que sufrí en mi Pasión, muchas de ellas capaces de darme la muerte, estos dos apoyos no me dejaban jamás, y cuando me veían a punto de morir, con mi Voluntad que contenían me sostenían y me daban como tantos sorbos de vida. ¡Oh! los prodigios de mi Querer, ¿quién puede jamás numerarlos y calcular su valor? Por eso amo tanto a quien vive de mi Querer, reconozco en ella mi retrato, mis nobles rasgos, siento en ella mi mismo aliento, mi voz, y si no la amase me defraudaría a Mí mismo, sería como un padre sin generación, sin el noble cortejo de su corte y sin la corona de sus hijos, y si no tuviera la generación, la corte, la corona, ¿cómo podría llamarme Rey? Así que mi reino es formado por aquellos que viven en mi Voluntad, y de este reino escojo la Madre, la Reina, los hijos, los ministros, el ejército, el pueblo, Yo soy todo para ellos y ellos son todos para Mí”.
(3) Después estaba pensando en lo que Jesús me decía, y decía entre mí: “¿Cómo se hace para poner en práctica esto?” Y Jesús regresando ha agregado:
(4) “Hija mía, las verdades para conocerlas, es necesario que haya voluntad y el deseo de conocerlas. Supón una estancia con las persianas cerradas, por cuanto sol haya afuera la estancia está siempre en oscuridad; ahora, abrir las persianas significa querer la luz, pero esto no basta si no se aprovecha la luz para reordenar la estancia, sacudirla, ponerse a trabajar, porque si no, es como matar esa luz y hacerse ingrato por la luz recibida. Así

no basta tener voluntad de conocer las verdades, si a la luz de la verdad que lo ilumina no busca sacudirse de sus debilidades y reordenarse según la luz de la verdad que conoce, y junto con la luz de la verdad ponerse a trabajar haciendo de ella sustancia propia,“” en modo de trasparentar por su boca, por sus manos, por su comportamiento, la luz de la verdad que ha absorbido, entonces sería como si asesinara la verdad, y con no ponerla en práctica sería estarse en pleno desorden delante de esa luz. Pobre estancia, llena de luz pero toda desordenada, trastornada y en pleno desorden, y una persona dentro que no se preocupa de reordenarla, ¿qué compasión no daría? Tal es quien conoce las verdades y no las pone en práctica.
(5) Has de saber que en todas las verdades, como primer alimento entra la simplicidad, si las verdades no fueran simples, no serían luz y no podrían penetrar en las mentes humanas para iluminarlas, y donde no hay luz no se pueden distinguir los objetos; la simplicidad no sólo es luz, sino es como el aire que se respira, que aunque no se ve da la respiración a todo, y si no fuese por el aire, la tierra y todos quedarían sin movimiento, así que si las virtudes, las verdades, no llevan la marca de la simplicidad, serán sin luz y sin aire”.

+ + + +

13-35
Noviembre 22, 1921

Los actos hechos en la Divina Voluntad son luz. La pena que más traspasó a Jesús en su Pasión fue el fingimiento.

(1) Continuando mi habitual estado y pasando casi toda la noche en vela, mi pensamiento frecuentemente volaba a mi prisionero Jesús, y Él haciéndose ver entre densas tinieblas, tanto, que oía su respiro afanoso, sentía la proximidad de su persona, pero no lo veía; entonces he buscado fundirme en su Santísima Voluntad haciendo mis acostumbradas compasiones y reparaciones, y un rayo de luz más luminoso que el sol ha salido de dentro de mi interior e iluminaba el rostro de Jesús. Con esta luz su santísimo rostro se ha iluminado, y haciéndose de día se han disipado las tinieblas y yo he podido abrazarme a sus rodillas, y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, los actos hechos en mi Voluntad son días para Mí, y si el hombre con sus culpas me circunda de tinieblas, estos actos, más que rayos solares me defienden de las tinieblas y me circundan de luz, y me dan la mano para hacer conocer a las criaturas quién soy Yo. Por eso amo tanto a quien vive en mi Querer, porque en mi Voluntad puede darme todo y me defiende de todos, y Yo me siento llevado a darle todo y a encerrar en ella todos los bienes que debería dar a todos los demás. Supón que el sol tuviese razón, y que las plantas fueran racionales, y que voluntariamente rechazaran la luz y el calor del sol, que no desearan ni fecundar ni producir frutos; sólo una planta recibe con amor la luz del sol y quisiera dar al sol todos los frutos que las otras plantas no quieren producir, ¿no sería justo que el sol retirando de todas las demás plantas su luz, hiciera llover sobre esta planta toda su luz y su calor? Creo que sí. Ahora, lo que no sucede al sol porque está privado de razón, puede suceder entre el alma y Yo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido. Después ha regresado y ha agregado:
(4) “Hija mía, la pena que más me traspasó en mi Pasión fue el fingimiento de los fariseos, fingían justicia y eran los más injustos; fingían santidad, legalidad, orden, y eran los más perversos, fuera de toda regla y en pleno desorden, y mientras fingían honrar a Dios, se honraban a sí mismos, su propio interés, su propia conveniencia, por eso la luz no podía entrar en ellos, porque sus modos fingidos les cerraban las puertas, y el fingimiento era la llave que a doble giro de cerradura, cerrándola a muerte, obstinadamente impedía aun cualquier resplandor de luz, tanto que Pilatos, idólatra, encontró más luz que los

mismos fariseos, porque todo lo que él hizo y dijo no partía del fingimiento, sino a lo más del temor, y Yo me siento más atraído hacia el pecador más perverso, no fingido, que hacia aquellos que son más buenos, pero fingidos. ¡Oh!, cómo me da repugnancia quien aparentemente hace el bien, finge ser bueno, reza, pero por dentro anida el mal, el propio interés, y mientras los labios rezan su corazón está lejano de Mí, y en el mismo acto de hacer el bien piensa cómo satisfacer sus pasiones brutales. Además, el hombre fingido en el bien que aparentemente hace y dice, no es capaz de dar luz a los demás, habiéndole cerrado las puertas a la luz, así que obran como demonios encarnados, que muchas veces bajo aspecto de bien atraen al hombre, y éstos viendo el bien se dejan atraer, pero cuando van en lo mejor del camino los precipitan en las culpas más graves. ¡Oh! cómo son más seguras las tentaciones bajo aspecto de culpa, que aquellas bajo aspecto de bien, así es más seguro tratar con personas perversas, que con personas buenas pero fingidas,
¿cuánto veneno no esconden, cuantas almas no envenenan? Si no fuera por los fingimientos y todos se hicieran conocer por lo que son, se quitarían la raíces del mal de la faz de la tierra, y todos quedarían desengañados”.

+ + + +

13-36
Noviembre 26, 1921

Concentración de la finalidad de la Creación, Redención y Glorificación.

(1) Estaba pensando en lo que está escrito el pasado día 19 y decía entre mí: “¿Cómo puede ser posible que después de mi Mamá pueda ser yo el segundo apoyo?” Y mi dulce Jesús, atrayéndome a Él dentro de una luz inmensa me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué lo dudas? ¿Cuál es el motivo?”
(3) Y yo: “Mi gran miseria”.
(4) Y Él: “Esto hazlo a un lado; y además, si no te elegía a ti, ciertamente debía elegir a otra de la familia humana, porque ésta se rebeló a mi Voluntad, y con el rebelarse me quitó la finalidad de la gloria y del honor que la Creación debía darme, por lo tanto, otra de la misma familia humana, con tener una continua conexión con mi Querer, con vivir más con mi Voluntad que con la suya, abrazando todo en mi Querer debía elevarse sobre todo para poner a los pies de mi trono la gloria, el honor, el amor que todos los demás no me han dado.
(5) Única finalidad de la Creación fue que todos cumplieran mi Querer; no fue que el hombre hiciera cosas grandes, más bien, éstas las veo como una nada y con desprecio si no son frutos de mi Voluntad, y por eso muchas obras en su mejor momento se deshacen, porque la Vida de mi Voluntad no estaba dentro. Entonces el hombre, habiendo roto su voluntad con la mía, me destruyó lo más bello, la finalidad para la que lo había creado; él se arruinó completamente y me negó todos los derechos que me debía dar como a su Creador. Pero mis obras llevan el sello de lo eterno, y mi infinita sabiduría y mi eterno amor no podían dejar la obra de la Creación sin sus efectos y los derechos que me correspondían; he aquí el por qué de la Redención. Quise expiar con tantas penas las culpas del hombre, y con no hacer jamás mi voluntad sino siempre la de la Divinidad, y aun en las cosas más pequeñas, como el respirar, el mirar, el hablar, etc.; mi Humanidad no se movía, ni tenía vida si no era animada por la Voluntad de mi Padre, me habría contentado con morir miles de veces antes que dar un respiro sin su Querer, con esto anudé de nuevo la voluntad humana con la Divina, y en mi persona, siendo Yo verdadero hombre y verdadero Dios, daba a mi Padre toda la gloria y los derechos que le correspondían. Pero mi Querer y mi amor no quieren estar solos en mis obras, quieren hacer otras imágenes semejantes a Mí, y habiendo mi Humanidad rehecho la finalidad de la Creación, vi por la ingratitud del hombre, peligrar la finalidad de la Redención, y para muchos quedar casi

arruinada, por esto para hacer que la Redención me diera gloria completa y me diera todos los derechos que se me debían, tomé otra criatura de la familia humana, la cual fue mi Mamá, copia fiel de mi Vida, en quien mi Voluntad se conservaba íntegra, y concentré en Ella todos los frutos de la Redención, así puse a salvo la finalidad de la Creación y Redención, y mi Mamá, si ninguno hubiese aprovechado la Redención, me daría Ella todo lo que las criaturas me habrían dado.
(6) Ahora vengo a ti; Yo era verdadero Hombre y verdadero Dios, mi querida Mamá era inocente y santa, y nuestro amor nos llevó más allá, queríamos otra criatura, que concebida como todos los demás hijos de los hombres tomara el tercer puesto a mi lado, – no estaba contento de que sólo Yo y mi Mamá fuéramos íntegros con la Voluntad Divina, queríamos a los otros hijos – que a nombre de todos, viviendo en pleno acuerdo con nuestra Voluntad, nos dieran gloria y amor divino por todos, por eso te llamé a ti “ab eterno”, cuando nada existía aún acá abajo, y así como cortejaba a mi querida Mamá, deleitándome, acariciándola y haciendo llover sobre Ella a torrentes todos los bienes de la Divinidad, así te cortejaba a ti, te acariciaba, y los torrentes que llovían sobre mi Mamá te inundaban a ti, por cuanto eras capaz de contener, y te preparaban, te prevenían y embelleciéndote te daban la gracia de que mi Voluntad fuera íntegra en ti, y que no la tuya, sino la mía, animara aun tus más pequeños actos; en cada acto tuyo corría mi Vida, mi Querer y todo mi amor. ¡Qué contento, cuántas alegrías no sentía Yo! He aquí por qué te llamo segundo apoyo después de mi Mamá, no sobre de ti me apoyaba, porque tú eras nada y no podía apoyarme, sino sobre mi Voluntad que tú debías contener. Mi Voluntad es vida, y quien la posee, posee la vida y puede sostener al autor de la misma vida. Entonces, así como en Mí concentré la finalidad de la Creación, en mi Mamá concentré los frutos de la Redención, así en ti concentré la finalidad de la gloria, como si en todos fuera íntegro mi Querer, y de aquí vendrá la corte de las otras criaturas. No terminarán las generaciones si no obtengo mi intento”.
(7) Entonces yo, asombrada he dicho: “Amor mío, ¿es posible que tu Voluntad esté íntegra en mí, y que en toda mi vida no haya habido ninguna rotura entre tu Voluntad y la mía? Parece que te burlas de mí”. Y Jesús con acento más dulce aun:
(8) “No, no bromeo, es verdad que no ha habido ruptura, a lo más leves lesiones alguna vez, pero mi amor como fuerte cemento ha reparado estas lesiones y ha hecho aun más fuerte la integridad. Yo he estado a guardia de cada acto tuyo, y rápidamente hacía correr mi Querer a su punto de honor en cada uno de ellos, Yo sabía que muchas gracias se necesitaban, debiendo hacer el más grande milagro que existe en el mundo, como es el vivir continuado en mi Querer, en que el alma debe absorber a todo un Dios en su acto para darlo de nuevo íntegro como lo ha absorbido, y luego absorberlo de nuevo, por eso sobrepasa al mismo milagro de la Eucaristía, donde los accidentes no tienen razón, ni voluntad, ni deseos que puedan oponerse a mi Vida Sacramental, así que nada pone la hostia, todo el obrar es mío, si lo quiero lo hago, en cambio para realizar el milagro de vivir en mi Querer, debo plegar una razón, una voluntad humana, un deseo, un amor puramente libre, ¿y cuánto no se necesita? Por eso abundan almas que comulgan y participan en el milagro de la Eucaristía, porque para esto se sacrifican menos, pero debiéndose sacrificar más en el hacer que se realice el milagro de que mi Voluntad tenga vida en ellas, poquísimas son las que se disponen”.

+ + + +

13-37
Noviembre 28, 1921

El mar de la Divina Voluntad y la barquita de luz.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado en un mar inmenso de luz, no se veía ni donde terminaba ni donde comenzaba, había una barquita, pero formada también ella de luz, de luz era el fondo de la barca, de luz las velas, en suma toda era luz, sin embargo las diversas partes que se necesitaban para formar la barca se distinguían entre ellas por la diversidad de la luz, una más resplandeciente que la otra; esta barquita navegaba este mar de luz con una velocidad increíble. Yo he quedado encantada, y mucho más al ver que la barquita ahora se perdía en el mar y no aparecía más, ahora salía y mientras estaba lejana, sumergiéndose en el mar se encontraba en el mismo punto donde había salido antes. Por esto mi siempre amable Jesús se divertía mucho al ver a esta barquita, y llamándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, el mar que tú ves es mi Voluntad, Ella es luz y nadie puede navegar este mar sino quien quiere vivir de luz. La barca que ves con tanta gracia navegar este mar es el alma que vive en mi Querer; con su continuo vivir en mi Querer ha respirado el aire de mi Voluntad y mi Voluntad la ha vaciado de la madera, de las velas, del ancla, del mástil y la ha convertido toda en luz, así que el alma, conforme va haciendo sus actos en mi Querer, se vacía de sí y se llena de luz. El capitán de esta barca soy Yo, Yo la guío de acuerdo a su velocidad, Yo la sumerjo para darle reposo y tener tiempo para confiarle los secretos de mi Querer, ninguno podría ser hábil en guiarla, porque no conociendo el mar no pueden conocer el modo como guiarla, ni Yo me fiaría de ninguno, a lo más escojo una guía como espectador y oyente de los grandes prodigios que hace mi Querer. ¿Quién puede ser hábil para guiar la carrera en mi Querer? En cambio Yo, en un solo instante la hago hacer la carrera que otro guía la haría hacer en un siglo”.
(3) Luego agregó: “Mira como es bella, corre, se sumerge y se encuentra al principio, es el ámbito de la eternidad que la envuelve, siempre detenida en un punto solo; es mi Voluntad inmutable la que la hace correr en su ámbito que no tiene principio ni fin, que mientras corre se encuentra en aquel punto fijo de mi inmutabilidad. Mira el sol, está fijo, no se mueve, pero su luz en un instante recorre toda la tierra, así esta barca, ella es inmutable Conmigo, no se mueve de aquel punto de donde mi Querer la sacó, de un punto eterno salió y ahí está fija, y si se le ve correr, son sus actos los que corren, que como luz solar corren por todas partes y dondequiera, esta es la maravilla, correr y estar fija, así soy Yo y así debo volver a quien vive en mi Querer, ¿pero quieres saber quién es esta barca? Es el alma que vive en mi Querer, ella conforme hace sus actos en mi Querer hace sus carreras, da la ocasión a mi Voluntad de hacer salir de dentro de su centro tantos otros actos vitales de gracia, de amor, de gloria, y Yo, su capitán, guío ese acto, corro junto a fin de que sea un acto al cual nada le falte y que sea digno de mi Querer; en estas cosas Yo me divierto mucho, veo a la pequeña hija de mi Querer que junto Conmigo corre y está detenida, no tiene pies pero es el paso de todos, no tiene manos y es el movimiento de todas las obras, no tiene ojos y en la luz de mi Querer es más que ojo y luz de todo. ¡Oh, cómo imita bien a su Creador! ¡Cómo se hace semejante a Mí! Sólo en mi Querer puede haber verdadera imitación, siento resonar en mi oído mi voz dulcísima y creadora: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Y con gozo interminable exclamo: “He aquí a mis imágenes, los derechos de la Creación me son dados nuevamente, la finalidad para la que he creado al hombre está cumplida”. Cómo estoy contento, y llamo a todo el Cielo a hacer fiesta”.

+ + + +

13-38
Diciembre 3, 1921

La Redención es salvación, la Divina Voluntad es Santidad.

(1) Me sentía aniquilada y con dudas sobre todo lo que mi Jesús dice de su Divino Querer, y pensaba entre mí: “¿Será posible que haya dejado pasar tantos siglos sin hacer conocer estos prodigios del Divino Querer, y que no haya elegido entre tantos santos uno donde dar principio a esta Santidad toda divina? Estuvieron los apóstoles, tantos otros grandes santos que han asombrado a todo el mundo”. Ahora, mientras esto pensaba, no dándome tiempo e interrumpiendo mi pensamiento, ha venido y me ha dicho:
(2) “La pequeña hija de mi Querer no quiere persuadirse, ¿por qué dudas aún?”
(3) “Porque me veo mala, y por cuanto más dices tanto más me siento aniquilar”.
(4) Y Jesús: “Y esto quiero Yo, tu aniquilamiento, y por cuanto más te hablo de mi Querer, siendo mi palabra creadora, crea mi Querer en el tuyo, y el tuyo ante la potencia del mío queda aniquilado y perdido, he aquí el por qué de tu aniquilamiento. Debes saber que tu querer debe deshacerse en el mío, como viene deshecha la nieve bajo los rayos de un sol ardiente. Ahora, debes saber que por cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tantos más preparativos se necesitan. ¿Cuántas profecías, cuántos preparativos, cuántos siglos no precedieron mi Redención? ¿Cuántos símbolos y figuras no previnieron la Concepción de mi Celestial Mamá? Ahora, después de cumplida la Redención debía reafirmar al hombre en los bienes de la Redención, y para esto escogí a los apóstoles como confirmadores de los frutos de la Redención, donde con los Sacramentos debían buscar al hombre perdido y ponerlo a salvo, así que la Redención es salvación, es salvar al hombre de cualquier precipicio, por eso en una ocasión te dije que el hacer vivir al alma en mi Querer es cosa más grande que la misma Redención, porque salvarse, con hacer una vida mediana, ahora caer y ahora levantarse, no es tan difícil y esto lo consiguió mi Redención, porque quería salvar al hombre a cualquier costo y esto lo confié a mis apóstoles como depositarios de los frutos de la Redención. Así que debiendo hacer lo menos en ese entonces, dejé para ahora lo más, reservándome otras épocas para el cumplimiento de mis altos designios.
(5) Ahora, el vivir en mi Querer no es sólo salvación, sino es santidad que debe elevarse sobre todas las demás santidades, que debe llevar el sello de la santidad de su Creador, por eso debían primero venir las santidades menores como cortejo, como precursoras, como mensajeras, como preparativos de esta santidad toda Divina. Y así como en la Redención elegí a mi inigualable Madre como eslabón de unión Conmigo, del cual debían descender todos los frutos de la Redención, así te he elegido a ti como eslabón de unión, del cual debía tener principio la santidad del vivir en mi Querer, y habiendo salido de mi Voluntad para traerme la gloria completa del fin por el cual fue creado el hombre, debía retornar sobre el mismo camino de mi Querer para volver a su Creador. ¿Cuál es entonces tu asombro? Estas son cosas establecidas ”ab eterno” y nadie me las podrá cambiar. Y como la cosa es grande, es establecer mi reino en el alma aún en la tierra, he hecho como un rey cuando debe tomar posesión de un reino, él no va primero, sino que antes se hace preparar la morada real, después envía a sus soldados a preparar el reino y a disponer a los pueblos a que se sujeten, después siguen las guardias de honor, los ministros y el último es el rey; esto es decoroso para un rey. Así lo he hecho Yo, me he hecho preparar mi morada real, que es la Iglesia; los soldados han sido los santos, para hacerme conocer por los pueblos; después han llegado los santos que han sembrado milagros, como mis ministros más íntimos; ahora como rey vengo Yo para reinar, por lo que debía elegir un alma donde hacer mi primera morada y fundar este reino de mi Voluntad. Por eso hazme reinar y dame plena libertad”.

+ + + +

13-39
Diciembre 5, 1921

Quien no recibe los bienes de Dios es un ingrato. Dudas y dificultades.


(1) Después de haber escrito lo que esta dicho arriba me sentía toda compenetrada y más que nunca aniquilada, y habiéndome puesto a rezar, mi siempre amable Jesús ha venido y estrechándome fuerte a su corazón me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, ¿por qué no quieres reconocer los dones que tu Jesús quiere darte? Esta es suma ingratitud. Supón un rey rodeado por sus fieles ministros, y que un pobre joven descalzo, andrajoso, que llevado por amor de ver al rey va al palacio y haciéndose más pequeño de lo que es, por detrás de los ministros mira al rey y luego se esconde temiendo ser descubierto, pero el rey poniendo en él su atención, mientras el muchacho se está agazapado tras los ministros, lo llama, lo conduce aparte; el pequeño tiembla, enrojece, teme ser castigado, pero el rey se lo estrecha al corazón y le dice: “No temas, te he llamado aparte para decirte que quiero elevarte por encima de todos, todos los dones que he dado a mis ministros quiero que tú los superes, no quiero que salgas de mi palacio”. Si el muchacho es bueno aceptará con amor la propuesta del rey, dirá a todos cuan bueno es el rey, lo dirá a los ministros, llamando a todos para agradecer al rey, pero si es ingrato se negará a aceptar diciendo: “¿Qué quieres de mí? Soy un pequeño pobre, andrajoso, descalzo, no son para mí esos dones”. Y guardará en su corazón el secreto de su ingratitud; ¿no es ésta una horrenda ingratitud? ¿Y qué será de este muchacho? Así eres tú, porque te ves indigna quieres desembarazarte de mis dones”.
(3) Y yo: “Amor mío, Tú tienes razón, pero lo que me causa más impresión es que siempre quieres hablar de mí”.
(4) Y Él: “Es justo, es necesario que hable de ti. ¿Sería correcto que un esposo que quiere casarse con su esposa deba tratar con los otros y no con ella? Mientras que es necesario que se confíen sus secretos, que uno sepa lo que tiene el otro, que los papás den la dote a estos esposos y que anticipadamente uno se habitúe a los modos del otro”.
(5) Y yo he agregado: “Dime vida mía, ¿quién es mi familia? ¿Cuál es mi dote y la tuya?” Y sonriendo ha continuado:
(6) “Tu familia es la Trinidad. ¿No te acuerdas que en los primeros años de cama te llevé al Cielo, y ante la Trinidad Sacrosanta nos unimos? Y Ella te dotó de tantos dones que tú misma no los has conocido aún, y conforme te hablo de mi Querer, de sus efectos y de su valor, son descubiertos los dones con que desde entonces fuiste dotada. De mi dote no te hablo, porque lo que es mío es tuyo. Y además, después de pocos días descendimos del Cielo y las Tres Divinas Personas tomamos posesión de tu corazón y formamos nuestra perpetua morada; Nosotros tomamos el gobierno de tu inteligencia, de tu corazón, de toda tú, y cada cosa que tú hacías era un desahogo de nuestra Voluntad Creadora en ti, eran confirmaciones de que tu querer estaba animado de un Querer Eterno. El trabajo ya está hecho, sólo queda hacerlo conocer para hacer que no sólo tú, sino también otros puedan tomar parte en estos tan grandes bienes, y esto lo estoy haciendo llamando ahora a un ministro mío, y ahora a otro, y hasta ministros de lugares lejanos para hacerles conocer estas grandes verdades. La cosa es mía, no tuya, así que déjame hacer; es más, debes saber que cada vez que manifiestas un valor de más de mi Querer, me siento tan contento que te amo con amor multiplicado”.
(7) Y yo enrojeciendo por mis dificultades he dicho: “Mi sumo y único Bien, mira cómo me he hecho más mala, antes no tenía dudas en lo que Tú me decías, pero ahora no, cuántas dudas, cuántas dificultades, yo misma no sé de dónde las saco”.
(8) Y Jesús: “No te aflijas ni siquiera por esto, soy Yo mismo quien muchas veces suscito estas dificultades para responder no sólo a ti y confirmarte las verdades que te digo, sino para responder a todos aquellos que leyendo estas verdades puedan encontrar dudas y dificultades, y Yo les respondo desde antes, a fin de que puedan encontrar la luz y la respuesta a todas sus dificultades. Críticas no faltarán, por eso todo es necesario”.

+ + + +

13-40
Diciembre 10, 1921

La fecundidad de un acto en el Divino Querer.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido diciéndome:
(2) “Hija mía, cómo es grande un acto hecho en mi Querer. Mira, si tú preguntaras al sol, ¿cuántas semillas has fecundado? ¿Cuántas has multiplicado desde que surgiste sobre nuestro horizonte? Ni el sol, ni ninguna criatura, por muy docta que fuera te podría responder, ni siquiera con un número aproximado, ni cuantas semillas ha fecundado, ni cuantas ha multiplicado. Ahora, un acto hecho en mi Querer es más que sol, que multiplica las semillas, no humanas sino divinas, al infinito. ¡Oh! cómo sobrepasa a la fecundidad y la multiplicidad de las semillas que ha fecundado el sol, sucede una innovación en el mundo espiritual, una armonía por la cual todos son atraídos. Los más dispuestos al oír la armonía se enfervorizan, miles y miles de efectos surgen como tantas semillas, y como el acto hecho en mi Querer lleva consigo la potencia creadora, fecunda esas semillas en modo incalculable para la mente limitada, así que los actos hechos en mi Querer son semillas divinas que llevan consigo la potencia creadora, que más que sol fecundan, no sólo eso, sino que crean las semillas y las multiplican a lo infinito. Estos actos me dan lugar para nuevas creaciones, ponen en movimiento mi potencia, son los portadores de la Vida Divina”.

+ + + +

13-41
Diciembre 15, 1921

Sólo los actos hechos en el Divino Querer se restituyen al principio donde el alma fue creada, y toman vida en el ámbito de la eternidad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, reordénate en Mí, ¿pero sabes cómo puedes reordenarte en Mí? Fundiéndote enteramente en mi Querer; aun el respiro, el latido, el aire que respiras, no deben ser otra cosa que fusiones en mi Querer, así entra el orden entre Creador y criatura y ésta regresa al principio de donde salió. Todas las cosas están en el orden, tienen su lugar de honor, son perfectas, cuando no se apartan del principio de donde han salido; separadas de este principio todo es desorden, deshonor e imperfección. Sólo los actos hechos en mi Querer se restituyen al principio en donde el alma fue creada, y toman vida en el ámbito de la eternidad, llevando a su Creador los homenajes divinos, la gloria de su mismo Querer, todos los demás actos quedan en lo bajo, esperando la última ora de la vida para sufrir cada uno su juicio y la pena que merece, porque no hay acto hecho fuera de mi Voluntad, aun bueno, que pueda decirse puro, solamente con no tener por objeto a mi Voluntad es echar lodo sobre las obras más bellas, y además, con el solo separarse de su principio merece una pena. La Creación salió sobre las alas de mi Querer, y sobre las mismas alas quisiera que regresara a Mí, pero en vano la espero, he aquí por qué todo es desorden y confusión. Por eso ven en mi Querer, para darme a nombre de todos la reparación de tanto desorden”.

+ + + +

13-42
Diciembre 18, 1921

La paz es la primavera del alma.

(1) Me sentía muy oprimida y angustiada por la privación de mi dulce Jesús. Entonces, después de una jornada de pena, ya avanzada la noche ha venido, y poniéndome sus brazos al cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué hay? Veo en ti un humor, una sombra que te vuelven desemejante de Mí y rompen la corriente de la bienaventuranza que entre Yo y tú casi siempre ha existido. Todo es paz en Mí, por eso no soporto en ti ni siquiera una sombra que pueda opacar tu alma; la paz es la primavera del alma, todas las virtudes nacen, crecen y sonríen, como las plantas y las flores, a los rayos del sol primaveral, que disponen a toda la naturaleza a producir su fruto. Si no fuera por la primavera, que con su sonrisa encantadora sacude a las plantas del entumecimiento del frío y viste la tierra como de un manto florido, que llama a todos con su dulce encanto para hacerse mirar, la tierra sería horrible y las plantas acabarían secándose. Así que la paz es la sonrisa divina que sacude al alma de todo entumecimiento, que como primavera celestial sacude al alma del frío de las pasiones, de las debilidades, de las ligerezas, etc., y con su sonrisa hace surgir, más que campo florido, todas las flores y hace crecer todas las plantas, entre las cuales el Agricultor Celestial se digna pasear y tomar de ellas los frutos para hacer de ellos su alimento, así que el alma pacífica es mi jardín, en el cual Yo me recreo y me entretengo. La paz es luz, y todo lo que el alma piensa, habla y obra, es luz que emite y el enemigo no puede acercarse porque se siente golpeado por esta luz, herido y deslumbrado, y para no quedar ciego está obligado a huir. La paz es dominio, no sólo de sí mismo, sino de los demás, así que delante a un alma pacífica quedan, o conquistados, o confundidos y

humillados, por esto, o se hacen dominar haciéndose amigos, o se van confundidos no pudiendo sostener la dignidad, la imperturbabilidad, la dulzura de un alma que posee la paz; aun los más perversos sienten la potencia que esa alma contiene. Por eso me glorío tanto en hacerme llamar Dios de la paz, Príncipe de paz, y no hay paz sin Mí, sólo Yo la poseo y la doy a mis hijos como a hijos legítimos, los cuales quedan vinculados como herederos de todos mis bienes.
(3) El mundo, las criaturas, no tienen esta paz, y lo que no se tiene no se puede dar, a lo más pueden dar una paz aparente, que por dentro los desgarra, una paz falsa, que contiene dentro una bebida venenosa, y este veneno adormece los remordimientos de la conciencia y la conduce al reino del vicio, por eso la verdadera paz soy Yo, y quiero mantenerte a la sombra de mi paz, para hacer que jamás estés turbada, y la sombra de mi paz, como luz deslumbrante, pueda mantener lejos de ti cualquier cosa, o a cualquiera que quisiera ensombrecer tu paz”.

+ + + +

13-43
Diciembre 22, 1921

La finalidad de amar a Dios, abre al alma para recibir la corriente de todas sus gracias. La Divina Voluntad es la más grande de todas las virtudes.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver dentro de una luz deslumbrante, y esta luz deshaciéndose en lluvia de luz caía sobre las almas, pero muchas no recibían esta corriente de luz porque estaban como cerradas, y la corriente corría hasta donde encontraba almas abiertas para recibirla, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la corriente de mi gracia entra en las almas que obran por puro amor, la sola finalidad de amarme tiene abiertas a las almas para recibir la corriente de todas mis gracias. Amor soy Yo, amor son ellas, así que ellas están en continuas corrientes hacia Mí y Yo hacia ellas; en cambio quienes obran por fines humanos están cerradas para Mí, su corriente está abierta a todo lo que es humano, y la corriente de lo que es humano reciben; quien obra con el fin de pecar recibe la corriente de la culpa, y quien obra por fines diabólicos recibe la corriente del infierno. La finalidad del obrar da las diversas tintas al hombre, que lo transforma, o en bello o en horrible, o en luz o en tinieblas, o en santidad o en pecado; cual es la finalidad del obrar, tal es el hombre, por eso mi corriente no a todos entra, y como es rechazada por las almas que están cerradas a _Mí, entonces se descarga con más ímpetu y abundancia a las almas abiertas a Mí”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, pero después ha regresado y ha agregado:
(4) “¿Me sabrías decir por qué el sol ilumina toda la tierra? Porque es mucho más grande que la tierra, y como es más grande tiene la capacidad de tomar en su luz toda la circunferencia de la tierra.; si fuera más pequeño iluminaría una parte, pero no toda, así que las cosas más pequeñas son envueltas y absorbidas por las cosas más grandes. Ahora, mi Voluntad es la más grande de todas las virtudes, por eso todas las virtudes quedan empequeñecidas y perdidas en mi Querer, es más, ante la virtud de la santidad de mi Querer, las otras virtudes tiemblan por reverencia ante mi Querer, sin Él, las virtudes creen hacer algo grande, pero al contacto con la santidad y potencia de la virtud de mi Voluntad, ven que no han hecho nada, y para darles el sello de virtud estoy obligado a sumergirlas en el mar inmenso de mi Voluntad. Mi Voluntad no sólo tiene el primado sobre todo, sino que da las diferentes tintas de belleza a las virtudes, pone en ellas las tintas divinas, el esmalte celestial, su luz deslumbrante; entonces, si las virtudes no son recubiertas por mi Querer, serán buenas, pero no bellas con la belleza que arrebata, que encanta, que enamora a Cielo y tierra”.

(5) Después mi dulce Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y me hacía ver que bajo el mar se abrían canales de agua, que haciéndose camino bajo tierra inundaban los cimientos de las ciudades, y en algunas partes se derrumbaban edificios, en otras los hacían desaparecer, abriéndose estas vorágines de agua se tragaban todo bajo tierra, y Jesús todo afligido me dijo:
(6) “El hombre no quiere corregirse y mi justicia es obligada a golpearlo, muchas serán las ciudades que serán castigadas por el agua, por el fuego, por terremotos”.
(7) Y yo: “Amor mío, ¿qué dices? No lo harás”. Y mientras quería rogarle desapareció”.

+ + + +

13-44
Diciembre 23, 1921

Quien obra y vive en el Querer Divino le da el campo a Jesús para hacer salir nuevas obras, nuevo amor y nueva potencia. Efectos del sueño de Jesús.

(1) Me sentía toda sumergida en el Divino Querer, y mi dulce Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, conforme obras y vives en mi Querer, así haces salir de mi Voluntad otros actos nuevos de dentro de Ella, me das el campo para nuevas obras, para nuevo amor, y para nueva potencia. Cómo me siento feliz de que la criatura viviendo en mi Querer me da el campo para obrar, en cambio quien no vive en mi Voluntad me ata las manos y hace inútil mi Querer para ella, mientras que mi Ser es llevado por la fuerza irresistible de mi amor al movimiento, a la obra, y sólo quien vive en mi Voluntad me da libre campo, y Yo animo hasta sus más pequeños actos con mi Querer Divino, no desdeño ni las cosas más bajas para poner en ellas el sello de virtud divina. He aquí por qué amo tanto a quien vive en mi Querer, y circundo cada uno de sus actos con tanta gracia, con tanta dignidad y decoro, porque quiero el honor, la gloria de mi obrar divino, por eso sé atenta y piensa bien que si todo lo que haces no lo haces en mi Voluntad, darás la inutilidad a tu Jesús. ¡Ah!, si supieras cuánto me pesa el ocio, cómo me contrista, estarías más atenta, ¿no es verdad?”
(3) Después de esto estaba por cerrar los ojos al sueño y decía para mí: “También mi sueño en tu Querer, es más, mi respiro se transforme en el tuyo, a fin de que lo que hacía Jesús cuando dormía lo haga también yo, pero, ¿verdaderamente mi Jesús dormía? Y Jesús ha regresado y ha agregado:
(4) “Hija mía, brevísimo era mi sueño, pero dormía, pero no dormía para Mí sino para las criaturas. Yo, como cabeza representaba a toda la familia humana y debía extender mi Humanidad sobre todos, para darles reposo. Yo veía a todas las criaturas cubiertas por un manto de turbaciones, de luchas, de inquietudes; quién caía en la culpa y quedaba triste, quién dominado por tiránicas pasiones a las que quería vencer y quedaba turbado, quién quería hacer el bien y luchaba por hacerlo; en suma, no había paz, porque la verdadera paz se posee cuando la voluntad de la criatura regresa a la Voluntad de su Creador, de donde salió; fuera de su centro, separada de su principio no hay paz. Entonces, mi Humanidad durmiendo se extendía sobre todos, envolviéndolos como dentro de un manto, como la gallina cuando llama a sus pollitos bajo sus alas maternas para hacerlos dormir; así, extendiéndome sobre todos, llamaba a todos mis hijos bajo mis alas para dar, a quién, el perdón de la culpa, a quién la victoria sobre las pasiones, a quién la fuerza en la lucha, para dar a todos la paz y el reposo, y para no darles temor y darles ánimo lo hacía durmiendo, ¿quién teme de una persona que duerme?
(5) Ahora, el mundo no ha cambiado, es más, está más que nunca en luchas y por eso quiero a quien duerma en mi Querer, para poder repetir los efectos del sueño de mi Humanidad”.

(6) Luego con acento afligido ha repetido: “¿Y mis demás hijos dónde están? ¿Por qué no vienen todos a Mí para recibir el reposo y la paz? Llámamelos, llámamelos juntos”.
(7) Y parecía que Jesús los llamaba por nombre, uno por uno, pero pocos eran los que venían.

+ + + +

13-45
Diciembre 25, 1921

Cómo la Humanidad de Jesús fue alimentada por su Querer. Quien vive en la Divina Voluntad es la más inmediata a Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver como niño, temblando de frío y arrojándose a mis brazos me ha dicho:
(2) “¡Qué frío, qué frío! Caliéntame por piedad, no me dejes más helar”.
(3) Yo me lo he estrechado al corazón diciéndole: “En mi corazón poseo tu Querer, así que el calor de Él es más que suficiente para calentarte”. Y Jesús todo contento:
(4) “Hija mía, mi Querer contiene todo, y quien lo posee todo puede darme. Mi Voluntad fue todo para Mí, me concibió, me formó, me hizo crecer y me hizo nacer, y si mi amada Mamá contribuyó dándome la sangre, lo pudo hacer porque contenía mi Voluntad absorbida en Ella, si no hubiera tenido mi Querer, no habría podido contribuir a formar mi Humanidad, así que mi Voluntad directamente y mi Voluntad absorbida en mi Mamá me dieron la vida. Lo humano no tenía poder sobre de Mí para darme nada, sino sólo el Querer Divino con su aliento me alimentó y me hizo nacer. ¿Pero crees tú que fue el frío del ambiente lo que me heló? ¡Ah, no! Fue el frío de los corazones lo que me hizo temblar de frío, y la ingratitud de ellos la que al salir a la luz me hizo llorar amargamente. Pero mi querida Mamá me calmó el llanto, si bien lloró también Ella, y nuestras lágrimas se mezclaron, y dándonos los primeros besos nos desahogamos en amor. Pero nuestra vida debía ser el dolor y el llanto, y me hice poner en el pesebre para volver al llanto y llamar con mis sollozos y con mis lágrimas a mis hijos, quería enternecerlos con mis lágrimas y con mis gemidos para hacerme escuchar, ¿pero sabes tú quién fue la primera después de mi Mamá a quien llamé con mis lágrimas junto a Mi en el mismo pesebre para desahogarme en amor? Fuiste tú, la pequeña hija de mi Querer, tú eras tan pequeña que superaste a mi amada Mamá,3 pero en la pequeñez, tanto que te pude tener junto a Mí en el mismo pesebre y pude derramar mis lágrimas en tu corazón, estas lágrimas sellaron en ti mi Querer y te constituían hija legítima de mi Voluntad. Mi corazón se alegró, viendo regresar en ti, íntegro en mi Voluntad, lo que en la Creación mi Querer había hecho salir, esto para Mí era importante e indispensable; debía, al salir a la luz de este mundo, consolidar los derechos de la Creación y recibir la gloria como si la criatura no se hubiera salido nunca de mi Querer. Así que para ti fue el primer beso y los primeros dones de mi edad infantil”.
(5) Y yo: “Amor mío, ¿cómo podía haber sido esto si yo no existía entonces?”


3 A esta frase que puede causar confusión, se le podrían buscar mil explicaciones, pero creo que no llegaríamos a entenderla en toda su magnitud. En primer lugar hay que ver la frese anterior, donde Nuestro Señor le aclara que es la primera “DESPUÉS” de su Mamá. En segundo lugar, la frase que sigue, donde Él mismo da la explicación: “PERO EN LA PEQUEÑEZ.” Podríamos hablar de pequeñez espiritual, pero también cabría la posibilidad de pequeñez física, y por eso sería que a su Mamá la tenía fuera del pesebre y a Luisa la tenía dentro, en el mismo pesebre. Será el Espíritu Santo quien nos hará entender en plenitud esta frase. Lo único que quisiera resaltar, es que no es adecuado quitar la frase sólo porque no la entendemos o parece contradictoria, o peor aún, equivocada, no, es necesario ponerla para estar acordes con lo que ella escribió y con lo que Jesús le dijo, y no es con mi criterio con lo que debo medir qué se pone y qué no. Por último, cabe mencionar que Annibale di Francia, que revisó este libro, no quitó la frase, a pesar de que él era tan llevado a corregirlos. Así que en nombre de la fidelidad la pongo tal y como Luisa la escribió.

(6) Y Jesús: “En mi Voluntad todo existía y todas las cosas eran para Mí un punto solo, te veía entonces como te veo ahora, y todas las gracias que te he dado no son otra cosa que la confirmación de lo que ”ab eterno” te había sido dado, y no solamente te veía a ti, sino que veía en ti a mi pequeña familia que viviría en mi Querer. ¡Cómo estuve contento! Todas estas almas me calmaban el llanto, me calentaban y haciéndome corona alrededor mío me defendían de la perfidia de las demás criaturas”.
(7) Yo he quedado pensativa y dudosa.
(8) Y Jesús: “¿Cómo, lo dudas? No te he dicho nada aún de las relaciones que hay entre Yo y el alma que vive en mi Querer. Te diré por ahora que mi Humanidad vivía del continuo desahogo de la Voluntad Divina, si hubiera hecho un solo respiro que no fuera animado por el Querer Divino, habría sido un degradarme y un desnoblecerme. Ahora, quien vive en mi Voluntad es la más inmediata a Mí, y de todo lo que hizo y sufrió mi Humanidad, es la primera entre todas en recibir los frutos y los efectos que Ella contiene”.

+ + + +

13-46
Diciembre 27, 1921

El alma que vive en la Divina Voluntad pone en vigor la finalidad de la Creación, y en cada cosa que hace es un desahogo de Jesús que le viene.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que el alma entra en mi Querer viene a reflejarse en el espejo de mi Divinidad, y reflejándose recibe los rasgos divinos, y estos rasgos la vinculan a la Divinidad, y encontrando en ella su misma fisonomía la reconocen como una de su familia, le dan lugar en medio de las Divinas Personas, la admiten en sus secretos, y reconociendo en ella como centro de vida a su Querer, la admiten en aquel punto eterno y la enriquecen de todo lo que la eternidad contiene. ¡Oh! cómo es bello ver esta pequeña imagen nuestra inundada de todo lo que la eternidad contiene, ella, como es pequeña se siente perdida, ahogada, no pudiendo contenerlo dentro de sí, pero el amor, el desarrollo de la Vida de nuestro Querer en ella, la lleva a volverse a reflejar en Nosotros, y nuestras olas eternas continúan, como máquina que no cesa jamás su movimiento. ¡Oh! cómo nos divertimos, era ésta la única finalidad de la creación del hombre, con el intercambio de nuestros quereres, él con Nosotros y Nosotros con él, formarnos nuestro entretenimiento, y al mismo tiempo hacer en todo feliz al hombre. Rota la unión con nuestro Querer por el hombre, comenzaron nuestras amarguras y su infelicidad, así que la finalidad de la Creación nos falló. Ahora, ¿quién rehace esta falla, quién pone en vigor los derechos de la Creación? El alma que vive en nuestro Querer, ella deja atrás a todas las generaciones, y como si fuera la primera creada por Nosotros se pone en orden en la finalidad con la cual creamos al hombre; nuestro Querer y el suyo hacen uno solo, y obrando con el Querer Divino, nuestra Voluntad obra en el querer humano, y he aquí que comienzan nuestros réditos divinos en la voluntad humana, la finalidad de la Creación está ya en vigor, y como nuestra Voluntad tiene modos infinitos, con tal que encuentre un alma que se preste para hacer obrar a nuestro Querer, pronto viene a rehacerse del fallo de todas las otras voluntades humanas; he aquí por qué la amamos tanto, hasta superar todo el amor de todas las demás criaturas juntas. A nuestra Voluntad conculcada y despreciada en las otras criaturas, ella le devuelve el decoro, el honor, la gloria, el régimen, la vida, ¿cómo no debemos dar todo a ella?”
(3) Después, como si no pudiera contener el amor, me ha estrechado a su corazón y ha agregado:

(4) “Todo, todo a la pequeña hija de mi Querer; estaré en continuo desahogo sobre de ti, tus pensamientos serán el desahogo de mi sabiduría, tus miradas serán el desahogo de mi luz, tu respiro, tu latido, tu acción, serán precedidos por mis desahogos, y luego tendrán vida. Sé atenta y en cada cosa que hagas, piensa que es un desahogo de Jesús que te viene”.

+ + + +

13-47
Diciembre 28, 1921

Temores. Jesús le da la paz. Luisa quiere que Jesús haga su voluntad.

(1) Me sentía muy afligida, y con una opresión tal que me sentía morir por ciertas cosas que no es necesario escribir. Ahora, mi dulce Jesús al venir me ha tomado entre sus brazos para sostenerme y darme fuerza, y después todo dulzura y bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué pasa, qué pasa? Mucho te oprimes, y Yo no lo quiero”.
(3) Y yo: “Mi Jesús, ayúdame, no me abandones en tanta amargura, pero lo que más me oprime es que siento surgir en mí un querer que quisiera decirte: “Esta vez Tú harás mi voluntad, no yo la tuya”. Y el sólo pensar esto me da la muerte. ¡Oh! cómo es verdad que tu Voluntad es vida, pero las circunstancias me empujan, ¡ah, ayúdame!” Y he roto en llanto, y Jesús haciéndose bañar sus manos por mis lágrimas, y estrechándome más ha agregado:
(4) “Hija mía, ánimo, no temas, Yo soy todo para ti, mira cómo son bellas mis manos perladas por las lágrimas de quien teme no hacer mi Querer, ni siquiera una ha caído por tierra. Ahora cálmate y escúchame, Yo haré lo que quieres tú, pero no porque lo quieres tú, sino como si lo quisiera Yo, ¿no estás contenta? Del resto es necesario un poco de suspensión de tu estado, no tengo a quien confiarte, ¿quién podría hacerlo? Tienen el corazón cubierto de una coraza de hierro, mis voces no son ni escuchadas ni comprendidas, los pecados son horrendos, los sacrilegios enormes, los flagelos están ya a las puertas de la ciudad, habrá gran mortandad, por eso se necesita un poco de suspensión de tu estado que impide el curso a mi justicia. Tú me darás el tiempo libre para venir y Yo, retirándome, sin hacerte salir de mi Voluntad te daré lo que te sea necesario”.
(5) Yo he quedado más que nunca amargada por tantas otras cosas que Jesús me ha dicho acerca de nuestros tristes tiempos, pero calmada porque me ha asegurado que no me hacía salir de su Querer. Al otro día ha venido mi Mamá Reina y trayéndome al niñito Jesús me lo ha puesto en los brazos y me ha dicho:
(6) “Hija mía, tenlo estrechado, no lo dejes ir, si supieras que quiere hacer, rézale, rézale, la oración en su Querer lo arrebata, lo encadena, así al menos se ahorrarán en parte los flagelos”.
(7) Dicho esto ha desaparecido, y yo he vuelto a la trágica duda de haber inducido a Jesús a hacer mi querer.

+ + + +

13-48
Enero 3, 1922

Relaciones entre la Voluntad Divina y la voluntad humana.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, ven en mi Voluntad a fin de que conozcas las relaciones que hay entre la Voluntad Divina y la voluntad humana, que la criatura rompió desde el edén

terrestre, y que el alma que no conoce otra vida que la Vida de mi Voluntad, mi Voluntad la reedifica, la une nuevamente, restituyéndole todas las relaciones que había roto: 1. Relaciones de creación, de principio de existencia, estos eran vínculos de unión entre Creador y criatura. 2. Relaciones de semejanza, santidad, ciencia, potencia, todo lo que Yo contengo lo puse en relación con el hombre. 3. Relaciones en orden a todas las cosas creadas, entre las cuales le di el primado sobre todo.
(3) Ahora, el hombre con sustraerse de mi Voluntad rompió todas estas relaciones y se puso en relación con el pecado, con las pasiones, con su más feroz enemigo; por eso el alma que vive en mi Querer se eleva tan en alto, que deja atrás a todos, pone el orden entre ella y Yo, se restituye al principio y pone en vigor todas las relaciones rotas; todas las cosas creadas le hacen cortejo y la reconocen como su legítima hermana y se sienten honradas en hacerse dominar por ella; la finalidad para la cual fueron creadas, el ser mandadas y obedecer a sus más pequeñas indicaciones queda ya cumplida, así que toda la naturaleza está reverente a su alrededor y exulta al ver que finalmente su Dios recibe la gloria de la finalidad para la cual las había creado, esto es, servir al hombre; entonces el fuego, la luz, el agua, el frío, se harán mandar por ella y obedecerán fielmente, y así como mi amor preparó de inmediato el remedio para salvar al hombre, descendiendo del Cielo haciéndome hombre, así esta alma que vive en mi Querer, restituyéndose al principio, a su origen eterno de donde salió, ya que antes de que mi Humanidad se formase, ya besaba y adoraba mi sangre, mis llagas, veneraba mis pasos, mis obras y hacía digno cortejo a mi Humanidad. ¡Oh! alma que vives en mi Querer, eres tú sola la finalidad de la gloria de la Creación, el decoro, el honor de mis obras y el cumplimiento de mi Redención; en ti concentro todo, todas las relaciones te son restituidas, y si tú por debilidad en algo fallases, Yo por decoro y honor de mi Voluntad te supliré en todo, por eso sé atenta y da este sumo contento a tu Jesús”.

+ + + +

13-49
Enero 5, 1922

El Ser Divino es llevado por una fuerza irresistible a comunicarse a la criatura.

(1) Me sentía muy amargada, y mi dulce Jesús al venir, estrechándome a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, tu aflicción pesa sobre mi corazón más que si fuera mía, y no puedo sufrir que tú estés tan afligida, a cualquier costo quiero verte feliz, quiero ver despuntar sobre tus labios de nuevo la sonrisa que contiene la beatitud de mi Querer; dime entonces, ¿qué quieres para estar de nuevo feliz? ¿Será posible que después de tanto tiempo en que tú nada me has negado, Yo no deba darte lo que tú quieres y hacerte contenta?”
(3) Y yo: “Amor mío, lo que quiero es que me des la gracia de que yo haga siempre, siempre tu Querer, esto me basta; cuánto temo que esto no hiciera. ¿No es esta la más grande desventura, que no hiciera aún en la más pequeña cosa tu Voluntad? Sin embargo tus propuestas, tus mismas premuras a esto me inducen, porque veo que no porque sea tu Voluntad, sino porque quieres hacerme feliz y vaciar mi corazón de la amargura de la cual está como inundado, Tú quieres hacer mi voluntad, ¡ah! Jesús, Jesús, no lo permitas, y si quieres hacerme feliz, a tu potencia no le faltan otros modos para quitarme de mi aflicción”.
(4) Y Jesús: “Hija mía, hija mía, hija de mi Voluntad, no, no temas, esto no será jamás, que nuestros quereres queden ni siquiera lesionados, si es necesario un milagro lo haré, pero nuestros quereres no se desunirán jamás, por eso tranquilízate a este respecto y consuélate. Escucha, mi Ser es llevado por una fuerza irresistible a comunicarse a la criatura, tengo tantas otras cosas qué decirte aún, tantas otras verdades que tú no

conoces, y todas mis verdades llevan la felicidad que cada una posee, y por cuantas verdades el alma conoce, tantas diversas felicidades adquiere. Ahora, encontrando tu corazón amargado, esas verdades sienten ensombrecida su felicidad y no pueden comunicarse libremente. Yo soy como un padre feliz que posee la plenitud de toda la felicidad y que quiere hacer felices a todos sus hijos; ahora, si ve un hijo suyo que verdaderamente lo ama, y lo ve triste, pensativo, a cualquier costo quiere hacer feliz a su hijo y sacarlo de esa situación, y si el padre sabe que esa tristeza es por causa del amor que da al padre, ¡oh! entonces no se da paz y usa todas las artes y hace cualquier sacrificio para hacer feliz a su hijo. Así soy Yo, y como sé que tu aflicción es por causa mía, si no te veo regresar de nuevo a tu estado de alegría, y sellada por mi felicidad, Yo seré infeliz esperando que vuelvas a los brazos de mi felicidad”.

+ + + +

13-50
Enero 11, 1922

Las almas que viven en el Divino Querer, serán al cuerpo místico de la Iglesia como piel al cuerpo,
y llevarán a todos sus miembros la circulación de vida.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en el Santo Querer Divino y decía entre mí: “Todos los hijos de la Iglesia son miembros del cuerpo místico, del cual Jesús es la cabeza; ¿cuál será el lugar que ocuparán las almas que hacen la Voluntad de Dios en este cuerpo místico?” Y Jesús, siempre benigno, al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, la Iglesia es mi cuerpo místico, del cual Yo me glorío de ser la cabeza, pero para poder entrar en este cuerpo místico los miembros deben crecer a debida estatura, de otra manera deformarían mi cuerpo; pero ¡ay! cuántos no sólo no tienen la debida proporción, sino que están putrefactos, llagados, tanto que dan asco a mi cabeza y a los otros miembros sanos. Ahora, las almas que viven en mi Querer o vivirán, serán al cuerpo de mi Iglesia como la piel al cuerpo; el cuerpo contiene piel interna y piel externa, y como en la piel está la circulación de la sangre que da vida a todo el cuerpo, y es en virtud de esta circulación que los miembros llegan a debida estatura, si no fuera por la piel y por la circulación de la sangre, el cuerpo humano sería horrible a la vista y los miembros no crecerían a debida proporción. Ve entonces cuánto me son necesarias estas almas que viven en mi Querer, habiéndolas destinado como piel al cuerpo de mi Iglesia y como circulación de vida a todos los miembros, serán ellas las que darán el debido crecimiento a los miembros no crecidos, las que sanarán los miembros llagados y las que con su continuo vivir en mi Querer restituirán la frescura, la belleza, el esplendor a todo el cuerpo místico, haciéndolo todo igual a la cabeza, que reinará con toda majestad sobre estos miembros. He aquí por qué no podrá llegar el fin de los días si no tengo estas almas que vivan como perdidas en mi Querer, ellas me interesan más que todo. ¿Qué ridículo haría este cuerpo místico en la Jerusalén celestial sin ellas? Y si esto es lo que me interesa más que todo a Mí, también debe interesarte más que todo a ti, si me amas, y Yo, de ahora en adelante daré a todos tus actos hechos en mi Querer virtud de circulación de vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia, como circulación de sangre al cuerpo humano, tus actos extendidos en la inmensidad de mi Querer se extenderán sobre todos, y como piel cubrirán estos miembros, dándoles el debido crecimiento, por eso sé atenta y fiel”.
(3) Después estaba rezando toda abandonada en el Querer de Jesús, y casi sin pensarlo he dicho: “Amor mío, todo en tu Querer: mis pequeñas penas, mis oraciones, mi latido, mi respiro, todo lo que soy y puedo unido a todo lo que eres Tú para dar el debido crecimiento a los miembros del cuerpo místico”. Jesús al oírme, de nuevo se ha hecho ver y sonriendo de satisfacción ha agregado:
(4) “Cómo es bello ver en tu corazón mis verdades como fuentes de vida, que inmediatamente tienen su desarrollo y el efecto para el cual se han comunicado. Por eso, corresponde, y Yo tendré el honor de que en cuanto vea desarrollada una verdad, una nueva fuente de verdad haré surgir”.

+ + + +

13-51
Enero 14, 1922

La Santísima Trinidad da vida a todo.

(1) Me he encontrado fuera de mí misma, y veía el Cielo abierto y una luz inaccesible a toda criatura; de dentro de esta luz descendían rayos que investían a todas las criaturas, celestiales, terrestres y purgantes. Algunos rayos eran tan deslumbrantes, que si bien quedaba uno revestido, arrebatado, felicitado, pero no se sabía decir nada de lo que conte- nían; otros rayos eran menos deslumbrantes y se podía decir algo de la belleza, la felicidad, las verdades que contenían, pero era tanta la fuerza de la luz, que yo misma no sabía si mi pequeña mente fuera aún capaz de volver a mí misma. Si mi Jesús no me hubiese sacudido con sus palabras, ninguna fuerza humana habría podido retirarme de aquella luz para llamarme nuevamente a la vida, pero ay de mí, no soy digna aún de mi amada y celestial patria, mi indignidad me obliga a vagar en el exilio, pero, ¡oh! cuán duro me es. Entonces Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, volvamos juntos a tu cama. Lo que tú ves es la Trinidad Santísima, la cual tiene como en un puño a todas las criaturas, y como de su simple aliento da vida, conserva, purifica y felicita, no hay criatura que de Ella no dependa. Su Luz es inaccesible a mente creada; si alguno quisiera entrar le sucedería como a una persona que quisiese entrar en un gran fuego, no teniendo calor y fuerza suficientes para este fuego, quedaría consumida por él, por eso quedando consumida, jamás podría decir ni cuánto, ni qué calor contenía ese fuego. Los rayos son las virtudes divinas, algunas de estas virtudes son menos adaptables a la mente creada, por eso se hace feliz, las ve, pero no sabe hablar de ellas; de las otras virtudes divinas más adaptables a la mente humana sí se puede hablar, pero balbuceante, porque nadie puede hablar de ellas en manera digna y justa. Las virtudes más adaptables a la mente humana son: El amor, la misericordia, la bondad, la belleza, la justicia, la ciencia. Por eso, junto Conmigo demos nuestros homenajes a nombre de todos para agradecerla, alabarla, bendecirla por tanta bondad hacia todas las criaturas”.
Después de haber rezado junto con Jesús he vuelto en mí misma.

+ + + +

13-52
Enero 17, 1922

Cada bien que la criatura hace, es un sorbo de vida que da a su alma.

(1) Estaba siguiendo la Pasión de mi dulce Jesús, cuando en un instante me he encontrado fuera de mí misma y veía que mi siempre amable Jesús venía arrastrado por el camino, pisoteado, golpeado más que en la misma Pasión, tratado en forma tan bárbara que daba horror verlo; yo me he acercado a mi Jesús para sacarlo de entre los pies de aquellos enemigos que parecían tantos demonios encarnados. Él se ha arrojado en mis brazos como si esperase que yo lo defendiera, y lo he traído a mi cama. Entonces, después de algunos minutos de silencio, como si quisiera descansar me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿has visto cómo triunfa el vicio, las pasiones en estos tristes tiempos, cómo caminan victoriosos por todos los caminos y el bien es pisoteado, golpeado y aniquilado? El bien soy Yo, no hay bien que la criatura haga en el que Yo no entre, y cada bien que la criatura hace es un sorbo de vida que da a su alma, así que por cuantos actos buenos hace la criatura, tanto más crece la vida de su alma, la hace más fuerte y más dispuesta para realizar otros actos buenos; pero para que estos actos estén exentos de cualquier sustancia venenosa deben ser rectos, sin finalidad humana, sólo para agradarme

a Mí, de otra manera los actos más bellos, más santos aparentemente, quién sabe cuánto veneno contienen, y Yo siendo puro bien huyo de estos actos contaminados y no comunico la vida, por lo tanto, a pesar que parece que hacen el bien, su bien está vacío de vida y se nutren de alimentos que les dan la muerte. El mal despoja al alma de la vestidura de la gracia, la deforma, la obliga a tomar veneno para hacerla morir pronto. Pobres criaturas, hechas para la vida, para la felicidad, para la belleza, y el pecado no hace otra cosa que darles sorbos de muerte, sorbos de infelicidad, sorbos de fealdad, que quitándoles todos los humores vitales las hace leña seca para arder con más intensidad en el infierno”.

+ + + +

13-53
Enero 20, 1922

Lo que el alma que vive en la Divina Voluntad debe hacer con sus harapos.

(1) Estaba pensativa, y además me veía tan mala que sólo Jesús puede saber el estado miserable de mi alma, y Él, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué te oprimes? ¿Sabes cómo son en mi Voluntad las cosas propias? Como tantos viles harapos, trapos viejos que son más un deshonor que un honor para el alma, y que le hacen recordar que ella era una pobre y que ni siquiera un solo vestido decente poseía. Yo cuando quiero llamar un alma a mi Querer para hacer que establezca en Él su morada, hago como un gran señor que quisiera llevar a su palacio a una de las más pobres, para hacer que dejando sus harapos de pobre se vistiese a la altura de su condición de él, haciendo vida junto con él y haciéndola partícipe de todos sus bienes. Pues bien, este señor va por todas las calles de la ciudad y cuando encuentra una de las más pobres, sin techo, sin cama, cubierta sólo con repugnantes harapos, la toma y la lleva como triunfo de su caridad a su palacio, sin embargo le ordena que deje sus harapos, que se lave y se vista con los más hermosos vestidos, y que para no tener memoria de su pobreza, queme sus harapos, porque siendo él muy rico no admite en su casa cosas que signifiquen pobreza. Ahora, si la pobre llora por sus harapos y se aflige porque no ha llevado nada suyo, ¿no ofendería la bondad, la magnanimidad de ese señor? Así soy Yo, y si aquel señor recorre una ciudad, Yo recorro todo el mundo y tal vez todas las generaciones, y cuando encuentro a la más pequeña, la más pobre, la tomo y la pongo en el ámbito eterno de mi Querer y le digo: “Trabaja junto Conmigo en mi Voluntad, lo que es mío es tuyo, si tienes alguna cosa propia déjala, porque en la santidad e inmensas riquezas de mi Voluntad no son otra cosa que míseros harapos”. El querer tener méritos propios es de siervos, de esclavos, no de los hijos, lo que es del padre es de los hijos, y además, ¿qué cosa son todos los méritos que podrías adquirir en comparación con un acto solo de mi Voluntad? Todos los méritos tienen su pequeño valor, peso y medida, ¿pero quién podría jamás medir un acto solo de mi Voluntad? Ninguno, ninguno, y además,
¿qué son tus méritos en comparación de los míos? En mi Querer los encontrarás todos, y de ellos Yo te hago dueña, ¿no estás contenta?
(3) Escucha hija mía, quiero que dejes todo a un lado, tu misión es grandísima, y más que el decir es el hacer lo que espero de ti, quiero que toda tú estés en continuo acto en mi Querer, quiero el paseo de tus pensamientos en mi Querer, para que paseando sobre todas las inteligencias humanas extiendas el manto de mi Querer sobre todas las mentes creadas, y elevándote hasta el trono del Eterno ofrezcas todos los pensamientos humanos sellados con el honor y la gloria de mi Voluntad Divina, después extiende el manto de mi Querer sobre todas las miradas humanas, sobre todas las palabras, como si hicieras pasear tus ojos y tus palabras sobre todas las de ellas, y sellándolas con mi Querer te eleves de nuevo ante la Majestad Suprema, y ofrezcas el homenaje como si todos hubiesen hecho uso de la vista y de las palabras según mi Querer, y lo mismo si obras, si

respiras, si tu corazón palpita, tu paseo será continuo; tu camino es larguísimo, es toda la eternidad lo que debes recorrer; si supieras cuanto pierdes cada vez que te detienes y que me privas a Mí no de un honor humano, sino de un honor divino. Estos son los méritos que tú deberías temer perder, no tus harapos y tus miserias, por eso más atención en hacer tus giros en mi Querer”.

+ + + +

13-54
Enero 25, 1922

Cada verdad contiene en sí una bienaventuranza, felicidad, alegría y belleza distinta. Qué significará conocer una verdad de más acerca de la Divina Voluntad cuando el alma esté en el cielo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuantas verdades de más te manifiesto, tantas especialidades de bienaventuranzas te hago en don; cada verdad contiene en sí una beatitud, felicidad, alegría y belleza distinta, así que cada verdad de más que conoces pone en ti una bienaventuranza, una felicidad, alegría, belleza, de las cuales tú quedas enriquecida; son semillas divinas que el alma recibe, y que manifestándolas a los demás les comunica estas semillas y enriquece a quien las recibe. Ahora, las verdades conocidas en la tierra, siendo semillas divinas que germinan beatitud, alegría, etc., en el Cielo, cuando el alma esté en su patria serán hilos eléctricos de comunicación, por medio de los cuales la Divinidad hará salir de su seno tantos actos de beatitud por cuantas verdades el alma ha conocido, ¡oh! cómo quedará inundada por tantos diversos mares inmensos. Ya la semilla la tienes, con tener la semilla tienes el vacío donde poder recibir estos mares inmensos de felicidad, de alegría y de belleza; quien no tiene la semilla, quien no ha conocido una verdad en la tierra, le falta el vacío para poder recibir estas bienaventuranzas. Sucede como cuando un pequeño no ha querido estudiar otros idiomas, haciéndose grande y oyendo hablar en aquellos idiomas que no quiso o no pudo estudiar, no entenderá nada, porque su inteligencia con no querer estudiarlos quedó cerrada y no hizo ningún esfuerzo para preparar un lugarcito para comprender esas lenguas, a lo más quedará admirado, gozará de la felicidad de los demás, pero él ni la poseerá ni será causa de felicidad a los demás. Ve entonces qué significa conocer una verdad de más o una verdad de menos, si todos supieran qué grandes bienes se pierden, harían competencia para hacer adquisición de verdades. Ahora, las verdades son las secretarias de mis bienaventuranzas, y si Yo no las manifiesto a las almas, esas verdades no rompen el secreto que contienen y continúan nadando en mi Divinidad esperando su turno para hacerla de agentes divinos y hacerme conocer, cuántas beatitudes de más contengo, y por cuanto más largamente han estado ocultas en mi seno, con tanto más fragor y majestad salen fuera para inundar a las criaturas y manifestar mi gloria. ¿Crees tú que todo el Cielo esté al día de todos mis bienes? ¡No, no! ¡Oh, cuánto les queda por gozar y que hoy no gozan! Cada criatura que entra en el Cielo y que ha conocido una verdad de más, no conocida por los demás, llevará en ella la semilla para hacer salir de Mí nuevos contentos, nuevas alegrías y nueva belleza, de los cuales esa alma será como causa y fuente, y los demás tomarán parte. No llegará el último de los días si no encuentro almas dispuestas para revelar todas mis verdades, para hacer que la Jerusalén Celestial resuene de mi completa gloria, y todos los bienaventurados tomen parte en todas mis bienaventuranzas, quién como causa directa por haber conocido esa verdad, y quién como causa indirecta, por medio de aquella que la ha conocido.

(3) Ahora hija mía, quiero decirte para consolarte y para hacer que seas atenta en escuchar mis verdades, que las verdades que más me glorifican son las que se refieren a mi Voluntad, causa primaria por la que cree al hombre, que su voluntad fuera una con la de su Creador; pero el hombre habiéndose sustraído de mi Voluntad se hizo indigno de conocer el valor y los efectos y todas las verdades que Ella contiene. He aquí el por qué de todas mis premuras contigo, para hacer que entre Yo y tú los quereres corrieran juntos y estuvieran siempre en sumo acuerdo, porque para hacer que el alma pueda abrir las puertas y disponerse a conocer las verdades que mi Voluntad contiene, lo primero es querer vivir de mi Querer, lo segundo es querer conocerlo, lo tercero es apreciarlo. Por eso contigo he abierto las puertas de mi Voluntad, a fin de que conocieras sus secretos que el hombre había sepultado en mi seno, los efectos y el valor que Ella contiene, y por cuantas verdades conoces de mi Voluntad tantas semillas recibes y tantos secretarios divinos te hacen cortejo. ¡Oh! cómo hacen fiesta en torno a ti, pues han encontrado a quien confiar su secreto, pero la fiesta más bella la harán cuando te conduzcan al Cielo, cuando la Divinidad, a tu primer entrar, hará salir tantas diversas bienaventuranzas distintas entre ellas, de alegría, de felicidad y de belleza, que no sólo te inundarán a ti, sino que todos los bienaventurados tomarán parte. ¡Oh, cómo el Cielo espera tu llegada para gozar de estos nuevos contentos!”

+ + + +

13-55
Enero 28, 1922

Jesús nos abrió tantas fuentes en su Querer.

(1) Estaba rezando y mi dulce Jesús me ha atraído a Él, y transformándome toda en Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, recemos juntos para poder tomar el Cielo en un puño e impedir a la tierra que se precipite más en la corriente del mal”.
(3) Entonces hemos rezado juntos, y después ha agregado:
(4) “Mi Humanidad estando en la tierra se veía muy estrecha ante la Divinidad, y como era inseparable de Ella no hacía otra cosa que entrar en la inmensidad de la Voluntad Eterna y abría innumerables fuentes en favor de las criaturas, porque siendo abiertas por un Hombre Dios, daba a la familia humana el derecho de acercarse a estas fuentes y tomar de ellas lo que quisieran. Así pues formé la fuente del amor, la de la oración, otra de la reparación, la fuente del perdón, la de mi sangre, la de la gloria. Ahora, ¿quieres saber quién agita estas fuentes para hacerlas brotar y hacerlas derramarse de modo que toda la tierra quede inundada? El alma que entra en mi Querer; conforme entra, si quiere amar se acerca a la fuente del amor, y amando, o con sólo poner la intención de amar, agita la fuente, las aguas al ser agitadas crecen, se desbordan e inundan toda la tierra y a veces son tan fuertes estas agitaciones, que las olas se elevan tanto que llegan a tocar el Cielo e inundan la patria celestial; si quiere rezar, reparar, conseguir el perdón a los pecadores, darme gloria, agita la fuente de la oración, de la reparación, del perdón, y éstas brotan, se desbordan e inundan a todos. ¿Cuántos bienes no ha conseguido al hombre mi Humanidad? Dejé las puertas abiertas para que pudieran entrar cuando quisieran, pero qué pocos son aquellos que entran”.

+ + + +

13-56
Enero 30, 1922

Las verdades son nuevas creaciones. La verdad es luz, y la luz por sí misma se extiende, pero para extenderse es necesario hacerla conocer, el resto lo hará por ella misma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús al venir, viéndome toda reacia en manifestar y en escribir lo que Él me dice, con una actitud imponente que me hacía temblar me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi palabra es creadora, y cuando hablo haciendo conocer una verdad que me pertenece, no es otra cosa que nuevas creaciones divinas que hago en el alma. Y así como cuando creé el cielo, con un solo Fiat extendí los cielos y los tachoné de millones de estrellas, tanto, que no hay lugar de la tierra desde el que no se vea este cielo, y si de algún punto no se viera sería un deshonor a la potencia creadora, y podrían decir que la fuerza creadora no tenía poder para extenderse por todas partes, así mis verdades son más que cielo que quisiera hacer conocer a todos, desde un extremo al otro de la tierra, y como tantas estrellas pasar de boca en boca para adornarme el cielo de las verdades que he manifestado. Si la criatura quisiera ocultar mis verdades, haría como si me quisiera impedir que creara el cielo, y con el secreto en el que quiere dejarme me daría el deshonor, como si una persona quisiera impedir que los demás mirasen el cielo, el sol, y todas las cosas creadas por Mí para no hacerme conocer. ¡Ah! hija mía, la verdad es luz, y la luz por sí misma se extiende, pero para extenderse es necesario hacerla conocer, el resto lo hará por sí misma, de otra manera quedará reprimida, sin el bien de poder iluminar y hacer el camino que quiere. Por eso sé atenta y no me impidas el poder extender la luz de mis verdades”.

+ + + +

13-57
Febrero 2, 1922

La Divina Voluntad es semilla que multiplica las imágenes de Dios. Para que Jesús obre en nosotros, se necesita suma igualdad en todas nuestras cosas.

(1) Esta mañana, mi siempre amable Jesús ha venido todo bondad y dulzura; traía una cuerda al cuello y en la mano un instrumento, como si quisiera hacer alguna cosa. Entonces se ha quitado la cuerda del cuello y ha ceñido el mío, después ha fijado el instrumento en el centro de mi persona, y con una cuerda que hacía girar por una rueda que estaba en el centro de aquel instrumento me medía toda, para ver si todas las partes de mi persona las encontraba iguales; Él estaba todo atento para ver si la cuerda al girar encontraba la perfecta igualdad, y habiéndola encontrado ha dado un suspiro de gran contento diciendo:
(2) “Si no la hubiera encontrado igual no habría podido cumplir lo que quiero, a cualquier costo estoy decidido a hacer de ella un portento de la gracia”.
(3) Ahora, aquella rueda que estaba en el centro parecía que era una rueda de sol, y Jesús se miraba en ella para ver si su adorable persona aparecía toda entera en esa rueda de sol, y apareciendo, satisfecho parecía que rezaba. Mientras estaba en esto ha descendido del Cielo otra rueda de luz, similar a la que tenía yo en el centro de mi persona, pero sin separar sus rayos del Cielo, y se han fundido juntas, y Jesús las ha sellado en mí con sus santísimas manos y ha agregado:
(4) “Por ahora la incisión la he hecho, el sello lo he puesto, después pensaré en desarrollar lo que he hecho”.
(5) Y ha desaparecido. Yo he quedado asombrada, pero no sé qué cosa sea, sólo he entendido que para que Jesús obre en nosotros se necesita suma igualdad en todas las

cosas, de otra manera Él obra en un punto de nuestra alma, y nosotros destruimos en otro punto. Las cosas desiguales son siempre molestas, defectuosas, y si se quiere apoyar alguna cosa hay peligro de que la parte desigual la haga caer por tierra. Un día, un alma que no es siempre igual quiere hacer el bien, quiere soportar todo, otro día no se reconoce más, desganada, impaciente, así que no se puede hacer ningún proyecto sobre ella. Después de esto mi Jesús ha regresado y atrayéndome en su Querer me ha dicho:
(6) “Hija mía, la tierra, cuando se pone la semilla dentro de ella hace germinar y multiplica la semilla que se ha puesto. Mi Voluntad se extiende más que tierra y pone la semilla de mi Querer en las almas, y hace germinar y multiplicar tantas otras imágenes mías, semejantes a Mí. Mi Querer hace germinar mis hijos y los multiplica. Debes saber que los actos hechos en mi Querer son como el sol, del que todos toman la luz, el calor y el bien que contiene el sol, pero nadie puede impedir que se goce de los bienes de él, sin que uno defraude al otro todos gozan de él, todos son propietarios del sol, cada uno puede decir: “El sol es mío”. Así los actos hechos en mi Querer, más que sol, son deseados y pretendidos por todos, los esperan las generaciones pasadas, para recibir sobre todo lo que han hecho la luz deslumbrante de mi Querer; los esperan los presentes, para sentirse fecundar e investir por esta luz; los esperan los futuros para cumplimiento del bien que harán. En suma, mi Voluntad soy Yo, y los actos hechos en mi Querer girarán siempre en la rueda interminable de la eternidad para constituirse vida, luz y calor de todos”.

+ + + +


Las almas que viven en la Divina Voluntad toman parte de la actividad eterna de la Divina Voluntad.

13-58
Febrero 4, 1922

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, las almas que viven en mi Voluntad son las pequeñas ruedas que giran en la gran rueda de la eternidad. Mi Voluntad es el movimiento y la vida de la rueda de la eternidad interminable; conforme ellas entren en mi Querer para orar, para amar, para obrar, etc., la rueda de la eternidad las hace girar en su circunferencia interminable, y ellas, como en esa rueda encuentran todo lo que se ha hecho y lo que se debe hacer, todo lo que debería hacerse y no se hace, a medida que giran derraman luz y oleadas divinas en lo que se ha hecho y se debe hacer, dando a nombre de todos el honor divino a su Creador, y rehacen lo que no ha sido hecho por las criaturas. ¡Oh! Cómo es bello ver entrar a un alma en mi Querer, en cuanto entra, la gran rueda de la eternidad le da la cuerda para hacerla girar en su gran mole, y la pequeña rueda hace giros eternos; la cuerda de la gran rueda la pone en comunicación con todas las cuerdas divinas, y mientras gira hace lo que hace su mismo Creador, por eso estas almas son como las primeras creadas por Mí, y como las últimas, porque al girar se encuentran al principio, en medio y al final; así que serán la corona de toda la familia humana, la gloria, el honor y el suplemento de todo, y el regreso a Dios de todo el orden de las cosas creadas por Él. Por eso tus giros sean continuos en mi Querer, Yo te daré la cuerda y tú te prestarás a recibirla, ¿no es verdad?”
(3) Después ha agregado: “No has dicho todos los giros que hace la ruedecilla de tu voluntad en la gran rueda de la eternidad”.
(4) Y yo: “¿Cómo podía decirlos si no lo sé?”
(5) Y Él: “En cuanto el alma entra en mi Voluntad, aun con una simple adhesión, con un abandono, Yo le doy la cuerda para hacerla girar, ¿y sabes cuántas veces gira? Gira por cuantas inteligencias piensan, por cuantas miradas dirigen las criaturas, por cuantas palabras dicen, por cuantas obras y por cuantos pasos se hacen, giran a cada acto divino, a cada movimiento, a cada gracia que del Cielo desciende, en suma, en todo lo que se

hace en el Cielo y en la tierra ellas forman el giro; los giros de estas ruedecillas son veloces, rápidos, así que son incalculables a ellas mismas, pero Yo los numero todos, primero para tomarme la gloria, el amor eterno que me dan, y después para fundir todo el bien eterno, para darles la capacidad de hacerlas sobrepasar todo, para poder abrazar a todos y hacerse corona de todo”.

+ + + +

Deo Gratias.

Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.

Amor mío y vida mía, guía Tú mi mano y estate junto conmigo al escribir, así que no yo, sino Tú harás todo, me dictarás las palabras a fin de que sean luz de verdad, no permitas que ponga nada de mí, más bien haz que yo desaparezca a fin de que todo lo hagas Tú, y tuyo sea el honor y la gloria. Yo hago esto sólo por obedecer, y Tú no me niegues tu gracia.

+ + + +

14-1
Febrero 4, 1922

El amor errante y rechazado da en sollozos de llanto.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo afligido, su respiro era fuego, y estrechándome a Él me a dicho:
(2) “Hija mía, quiero un refrigerio a mis llamas, quiero desahogar mi amor, pero mi amor es rechazado por las criaturas. Tú debes saber que Yo al crear al hombre, puse fuera de dentro de mi Divinidad, una cantidad de amor que debía servir como vida primaria de las criaturas para enriquecerse, para sostenerse, para fortalecerse, y para ayuda en todas sus necesidades; pero el hombre rechaza este amor, y mi amor va errante desde que fue creado el hombre y gira siempre sin detenerse jamás, y rechazado por uno corre a algún otro para darse, y como es rechazado rompe en llanto, así que la incorrespondencia forma el llanto del amor. Ahora, mientras mi amor va errante y corre para darse, si ve a uno débil, pobre, rompe en llanto y le dice: “¡Ay! si no me hicieras andar errante y me hubieras dado alojo en tu corazón, habrías estado fuerte y nada te faltaría”. Si ve a otro caído en la culpa, rompe en sollozos diciéndole: “¡Ay! si me hubieras dado entrada en tu corazón no habrías caído”. Ante aquél otro que ve arrastrado por las pasiones, ensuciado de tierra, el amor llora y sollozando le repite: “¡Ay! si hubieras tomado mi amor, las pasiones no tendrían vida en ti, la tierra no te tocaría, mi amor te bastaría para todo”. Así que en cada mal del hombre, pequeño o grande, él tiene un sollozo y continúa yendo errante para darse al hombre, y cuando en el huerto de Getsemaní se presentaron todos los pecados delante de mi Humanidad, cada culpa tenía un sollozo de mi amor, y todas las penas de mi Pasión, cada golpe de flagelo, cada espina, cada llaga, eran acompañados por el sollozo de mi amor, porque si el hombre me hubiera amado, ningún mal le podía venir; la falta de amor ha germinado todos los males y también mis mismas penas.
(3) Yo, al crear al hombre hice como un rey, que queriendo hacer feliz su reino toma un millón y lo pone a disposición de todos, para que quien quiera tome, pero a pesar de que está a disposición de todos, sólo alguno toma algunos centavos. Ahora, el rey está ansioso de saber si los pueblos toman el bien que les quiere dar, y pregunta si su millón se ha agotado para poner otros millones, y le viene respondido: “Majestad, apenas algún centavo”. El rey siente dolor al oír que su pueblo no recibe sus dones ni los aprecia. Entonces, saliendo en medio de sus súbditos empieza a ver, a quién cubierto de harapos, a quién enfermo, a quién en ayunas, a quién temblando de frío, a quién sin techo, y el rey en su dolor rompe en llantos y sollozos y dice: “¡Ah!, si hubieran tomado de mi dinero no vería a ninguno que me haga deshonor cubiertos con harapos, sino bien vestidos; no vería enfermos sino sanos; no vería a ninguno en ayunas y casi muerto de hambre, sino satisfechos; si hubieran tomado mi dinero ninguno estaría sin techo, habrían podido muy bien construirse una casa para abrigarse”. En suma, en cada desventura que ve en su

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

reino él tiene un dolor, una lágrima, y llora sobre el millón que la ingratitud del pueblo le rechaza. Pero es tanta la bondad de este rey, que a pesar de tanta ingratitud no retira ese millón, continúa dejándolo a disposición de todos, esperando que otras generaciones puedan tomar el bien que los otros han rechazado, y así recibir la gloria del bien que ha hecho a su reino. Así hago Yo, mi amor que he sacado no lo retiraré, continuará yendo errante, su sollozo durará aún, hasta que encuentre almas que tomen de este mi amor hasta el último centavo, a fin de que cese mi llanto y pueda recibir la gloria de la dote del amor que he puesto fuera para bien de las criaturas. ¿Pero sabes tú quienes serán las afortunadas que harán cesar el llanto al amor? Las almas que vivirán en mi Querer, ellas tomarán todo el amor rechazado por las otras generaciones, con la potencia de mi Voluntad creadora lo multiplicarán cuanto quieran y por cuantas criaturas me lo han rechazado, y entonces cesará su sollozo, y en su lugar entrará la sonrisa de la alegría, y el amor satisfecho dará a esas afortunadas todos los bienes, y la felicidad que las demás no han querido”.

+ + + +


14-2
Febrero 9, 1922

El cuerpo desgarrado de Jesús es el verdadero retrato del hombre que comete pecado. Jesús en la flagelación se hizo arrancar a pedazos la carne, se redujo todo a una llaga para dar
nuevamente la vida al hombre.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba siguiendo las horas de la Pasión y mi dulce Jesús, mientras lo acompañaba en el misterio de su dolorosa flagelación, se hacía ver todo descarnado, su cuerpo desnudo no sólo de sus vestiduras, sino también de su carne; sus huesos se podían numerar uno por uno; su aspecto era no sólo desgarrador sino horrible al verse, tanto que infundía temor, espanto, reverencia y amor a la vez. Yo me sentía muda ante esta escena tan desgarradora, habría querido hacer no sé qué cosa para aliviar a mi Jesús, pero no sabía hacer nada, la vista de sus penas me daba la muerte, y Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Querida hija mía, mírame bien para que conozcas a fondo mis penas. Mi cuerpo es el verdadero retrato del hombre que comete pecado; el pecado lo despoja de la vestidura de mi gracia, y Yo para dársela nuevamente me hice despojar de mis vestidos; el pecado lo deforma, y mientras es la más bella criatura que salió de mis manos, se vuelve la más fea y da asco y horror. Yo era el más bello de los hombres, y para darle de nuevo la belleza al hombre, puedo decir que mi Humanidad tomó la forma más fea; mírame cómo estoy horrible, me hice quitar la piel por los azotes y quedé irreconocible. El pecado no sólo quita la belleza, sino que forma llagas profundas, putrefactas y gangrenosas que corroen las partes más íntimas, consumen los humores vitales, así que todo lo que el hombre hace en estado de pecado son obras muertas, esqueléticas, el pecado le arranca la nobleza de su origen, la luz de su razón y se vuelve ciego, y Yo para llenar la profundidad de sus llagas me hice arrancar a pedazos la carne, me reduje todo a una sola llaga, y con derramar a ríos mi sangre hice correr los humores vitales en su alma, para darle nuevamente la vida. ¡Ah! si no tuviera en Mí la fuente de la vida de mi Divinidad, Yo habría muerto desde el principio de mi Pasión, porque a cada pena que me daban mi Humanidad moría, pero ella me restituía la vida.
(3) Ahora, mis penas, mi sangre, mis carnes arrancadas a pedazos están siempre en acto de dar vida al hombre, pero el hombre rechaza mi sangre para no recibir la vida, pisotea mis carnes para quedar llagado, ¡oh! cómo siento el peso de la ingratitud”.

(4) Y arrojándose en mis brazos ha roto en llanto. Yo me lo he estrechado a mi corazón, pero Él lloraba fuertemente, ¡qué desgarro ver llorar a Jesús! Habría querido sufrir cualquier pena para no hacerlo llorar. Entonces lo he compadecido, le he besado sus llagas, le he secado las lágrimas, y Él como reconfortado ha agregado:
(5) “¿Sabes cómo hago Yo? Como un padre que ama mucho a su hijo, y este hijo es ciego, deforme, tullido; y el padre que lo ama hasta la locura, ¿qué hace? Se saca los ojos, se arranca las piernas, se quita la piel y se lo da todo al hijo y dice: ‘Estoy más contento con quedar ciego, cojo, deforme, con tal que te vea a ti, hijo mío, que puedes ver, que puedes caminar, que eres bello”. ¡Oh, cómo está contento aquel padre porque ve a su hijo mirar con sus ojos, caminar con sus piernas y cubierto con su belleza! ¿Pero cuál sería el dolor del padre si viera que su hijo, ingrato, arroja de sí los ojos, las piernas, la piel, y se contenta con permanecer feo como está? Así soy Yo, en todo he pensado, pero ellos, ingratos, forman mi más acerbo dolor”.

+ + + +

14-3
Febrero 14, 1922

El contento de Jesús cuando se escribe de Él.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver todo complacido y con un contento indescriptible, y yo le he dicho: “¿Qué tienes Jesús? ¿Buenas nuevas me traes que estás tan contento?”
(2) Y Jesús: “Hija mía, ¿sabes por qué estoy tan contento? Toda mi alegría, mi fiesta, es cuando te veo escribir, veo verter en las palabras escritas mi gloria, mi Vida, el conocimiento de Mí que se multiplica siempre más, la luz de la Divinidad, la potencia de mi Voluntad, el desahogo de mi amor, todo lo veo puesto en el papel, y Yo en cada palabra siento la fragancia de todos mis perfumes, después veo aquellas palabras escritas correr, correr en medio de los pueblos para llevar nuevos conocimientos, mi amor desbordante, los secretos de mi Querer; ¡oh! cómo me alegro por ello, tanto, que no sé que te haría cuando escribes; y conforme tú escribes cosas nuevas sobre Mí y sobre lo que se relaciona Conmigo, así Yo voy inventando nuevos favores para recompensarte, y me dispongo a decirte nuevas verdades para darte nuevos favores.
(3) Yo he amado siempre de más y he reservado gracias más grandes a quienes han escrito de Mí, porque ellos son la continuación de mi Vida evangélica, los portavoces de mi palabra, y lo que no dije en mi Evangelio, me lo reservé para decirlo a quien habría escrito de Mí. Yo no terminé entonces de predicar, Yo debo predicar siempre, mientras existan las generaciones”.
(4) Y yo: “Amor mío, escribir las verdades que Tú me dices es sacrificio, pero el sacrificio se siente más duro y casi no siento la fuerza cuando estoy obligada a escribir mis intimidades entre Tú y yo, y lo que se refiere a mí no sé qué haría para no ponerlo en el papel”.
(5) Y Jesús: “Tú quedas siempre aparte, es siempre de Mí que tú hablas, de lo que te hago, del amor con el que te quiero y de hasta dónde llega mi amor por las criaturas. Esto incitará a los demás a amarme, a fin de que también ellos puedan recibir el bien que te hago a ti, y además este mezclar a ti y a Mí al escribir es también necesario, de otra forma se podría decir: ¿A quién ha dicho esto? ¿Con quién ha sido tan magnánimo en favorecerla? ¿Quizá al viento, al aire? ¿No se dice en mi vida que Yo fui tan magnánimo con mi Mamá? ¿Que hablé con los apóstoles, a las muchedumbres, y que sané a tal enfermo? Entonces todo es necesario, y debes estar segura que en todo lo que escribes, es siempre a Mí a quien haces conocer”.


+ + + +


14-4
Febrero 17, 122

El amor es la cuna del hombre.

(1) Me sentía oprimida por la privación de mi dulce Jesús y no hacía otra cosa que llamarlo, desearlo, pero en vano. Entonces, después de haber esperado mucho, cuando ya no podía más, ha venido, y yo quién sabe cuántas cosas quería decirle, pero Él se elevó en alto sin darme tiempo, yo lo miraba y lo llamaba: “Jesús, Jesús, ven”. También Él me miraba y hacía llover de su persona un rocío sobre mí que me embellecía toda, y este rocío lo atraía hacia mí, de manera que se ha abajado hacia mí y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el deseo de quererme ver rompe el velo que existe entre el tiempo y la eternidad, y el repetido deseo le da el vuelo para acercarse a Mí. Mi amor está casi inquieto cuando veo que el alma me anhela y Yo no me hago ver, y solamente se calma cuando no sólo me hago ver, sino que le doy nuevos carismas y nuevas prendas de amor. Mi amor está siempre en acto de querer dar nuevas prendas de amor a la criatura, y en cuanto veo que mi Voluntad toma la parte obrante, dirigente de darse a la criatura, mi amor hace fiesta, corre, vuela hacia ella, se hace cuna del hombre, y si ve que no reposa en su cuna, lo mece, le canta para hacerlo reposar y dormir en su seno, y mientras duerme él le da su aliento en la boca para darle nueva vida de amor. Si ve, por su respiro entrecortado, que su corazón no es feliz, con el aliento que le da, mi amor le forma la cuna en el corazón para quitarle las amarguras, los estorbos, las molestias y hacerlo feliz de amor. Y cuando se despierta, oh, cómo se alegra mi amor al verla renacida, feliz y llena de vida y le dice: “Mira, te he arrullado en mi seno para darte reposo, he vigilado a tu lado en tu sueño para hacer que te despertaras fuerte, feliz y toda diferente de la que eras, ahora quiero ser cuna a tus pasos, a tus obras, a tus palabras, a todo, piensa que estás mecido por mí, y en la cuna de mi amor pon tu amor, a fin de que fundiéndonos nos hagamos felices recíprocamente, pero ten cuidado de poner alguna otra cosa, porque entonces me entristecería y me harías llorar amargamente”.
(3) Es mi amor lo que más se acerca al hombre, más bien es la cuna donde él ha nacido, si bien en mi Divinidad todo es armonía, como están en plena armonía los miembros al cuerpo. Así como en el hombre la inteligencia toma la parte dirigente, pues es donde reside la voluntad del hombre, y si ella no quiere se puede decir que el ojo no ve, la mano no obra, el pie no camina; en cambio si quiere, el ojo ve, la mano obra, el pie corre, todos los miembros se ponen de acuerdo; así mi Divinidad, mi Voluntad toma la parte dirigente y todos los otros atributos se ponen en plena armonía para seguir lo que mi Querer quiere, así que concurre la sabiduría, la potencia, la ciencia, la bondad, etc., pero como todos mis atributos, si bien distintos ente ellos, viven en la fuente del amor, desbordan de amor, he aquí el por qué mientras es el amor el que corre, que obra, que se dona, todos mis otros atributos concurren junto.
(4) Además, lo que al hombre le es más necesario es el amor, el amor es como el pan a la vida natural, así que puede prescindir de la ciencia, de la potencia, de la sabiduría, porque a lo más son cosas que se necesitan en algún tiempo o circunstancia, ¿pero qué se diría si Yo hubiera creado al hombre y no lo amara? Y además, ¿para qué crearlo si no debiera amarlo? Esto me serviría para deshonor y sería una obra no digna de Mí, que no sé hacer otra cosa que amar; ¿y qué sería del hombre si no tuviera un principio de amor y no pudiera amar? Sería un bruto y no sería digno ni de ser mirado, por eso en todo debe correr el amor, el amor debería correr en todas las acciones humanas como corre la imagen del rey en la moneda del reino; y si en la moneda no está impresa la imagen del

rey, no es reconocida por moneda; así, si no corre el amor, no es reconocida por obra mía”.

+ + + +

14-5
Febrero 21, 1922

El amor hace morir y vivir continuamente.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre adorable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi amor por la criatura me hacía morir a cada instante. La naturaleza del verdadero amor es morir y vivir continuamente por la persona amada; el amor de quererla consigo le hace sentir la muerte, le procura un martirio, tal vez de los más dolorosos y prolongados, pero el mismo amor, más fuerte que la misma muerte, en el mismo instante que muere le da la vida, pero ¿para hacer qué cosa? Para dar vida a la persona amada y formar con ella una sola vida, aquellas llamas tienen virtud de consumir una vida para fundirla en la otra. Es propiamente esta la virtud de mi amor, hacerme morir, y de mi consumación formar tantas semillas para ponerlas en los corazones de todas las criaturas, para hacerme resurgir de nuevo y formar con ellas una sola vida Conmigo.
(3) Ahora, también tú puedes morir quién sabe cuántas veces por amor mío, y tal vez a cada instante, cada vez que me quieres ver y no me ves, tu voluntad siente la muerte de mi privación, pero en realidad, porque no viéndome, tu voluntad muere porque no encuentra la vida que busca, pero después de que en ese acto se ha consumado, Yo renazco en ti y tú en Mí y reencuentras así la vida querida por ti, pero para volver de nuevo a morir para vivir en Mí; así también si me deseas, tu deseo no satisfecho siente la muerte, pero haciéndome ver encuentra nuevamente su vida, y así tu amor, tu inteligencia, tu corazón, pueden estar en continuo acto de morir y vivir por Mí. Si lo he hecho Yo por ti, es justo que tú lo hagas por Mí”.

+ + + +

14-6
Febrero 24, 1922

Nuestra cruz sufrida en la Voluntad de Dios se hace tan grande como la de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre adorable Jesús se hacía ver en el momento de tomar la cruz para ponerla sobre su santísimo hombro, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando recibí la cruz la miré de arriba a abajo para ver el lugar que tomaba en mi cruz cada alma, y entre tantas, miré con más amor y puse atención especial a aquéllas que habrían estado resignadas y habrían hecho vida en mi Voluntad, las miré y vi su cruz ancha y larga como la mía, porque mi Voluntad suplía a lo que a su cruz le faltaba, y la alargaba y ensanchaba como la mía. ¡Oh! cómo sobresalía tu cruz larga, larga por tantos años de cama, sufrida sólo para cumplir mi Voluntad. La mía era sólo para cumplir la Voluntad de mi Padre Celestial, la tuya para cumplir la mía; una hacía honor a la otra, y como una y otra contenían la misma medida se confundían juntas.
(3) Ahora, mi Voluntad tiene la virtud de ablandar la dureza, de endulzar la amargura, de alargar y ensanchar las cosas pequeñas, por eso cuando sentí la cruz sobre mi hombro, sentí también la suavidad, la dulzura de la cruz de las almas que habrían sufrido en mi Querer, ¡ah! mi corazón tuvo un respiro de alivio, y la suavidad de las cruces de ellas hizo adaptar la cruz sobre mi hombro, y se hundió tanto que me hizo una llaga profunda, y si

bien me dio un dolor acerbo, sentía al mismo tiempo la suavidad y la dulzura de las almas que habrían sufrido en mi Querer. Y como mi Voluntad es eterna, su sufrir, sus reparaciones, sus actos, corrían en cada gota de mi sangre, corrían en cada llaga, en cada ofensa; mi Querer las hacía encontrarse como presentes a las ofensas pasadas, desde que el primer hombre pecó; a las presentes y a las futuras; eran propiamente ellas las que me daban nuevamente los derechos de mi Querer, y Yo, por amor de ellas decretaba la Redención, y si los demás toman parte de Ella, es por causa de éstas que pueden hacerlo. No hay bien que Yo conceda, ni en el Cielo ni en la tierra, que no sea por causa de ellas.”

+ + + +

14-7
Febrero 26, 1922

Jesús nos cubrió de belleza en la Redención.

(1) Estaba pensando en el gran bien que el bendito Jesús nos ha hecho con redimirnos, y Él todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo creé a la criatura bella, noble, de origen eterno y divino, plena de felicidad y digna de Mí; el pecado la derribó de esta altura y la hizo caer hasta el fondo, la desnobleció, la deformó y la volvió la criatura más infeliz, sin poder crecer, porque el pecado le impedía el crecimiento y la cubría de llagas, que daba horror el sólo verla. Ahora, mi Redención rescató a la criatura de la culpa, y mi Humanidad no hizo otra cosa que, como una tierna madre con su recién nacido, que no pudiendo tomar otro alimento, para dar la vida a su bebé, se abre el seno, pone a su pecho a su niño, y de su sangre convertida en leche le suministra el alimento para darle la vida. Más que madre mi Humanidad se hizo abrir en Sí misma, a golpes de látigo, tantos orificios, casi como tantos pechos que hacían salir ríos de sangre para hacer que mis hijos, pegándose a ellos pudieran chupar el alimento para recibir la vida y desarrollar su crecimiento, y con mis llagas cubría su deformidad y los volvía más bellos que al principio, y si al crearlos los hice cielos tersísimos y nobles, en la Redención los adorné tachonándolos con las estrellas brillantísimas de mis llagas para cubrir su fealdad y volverlos más bellos; en sus llagas y deformidad Yo ponía los diamantes, las perlas, los brillantes de mis penas, para ocultar todos sus males y vestirlos con tal magnificencia de superar el estado de su origen, por eso con razón la Iglesia dice: ‘Feliz culpa’, porque por la culpa vino la Redención, y mi Humanidad no sólo los alimentó con su sangre, no sólo los vistió con su misma Persona y los adornó con su misma belleza, sino que mis pechos están siempre llenos para alimentar a mis hijos. ¿Cuál no será la condena de aquellos que no quieren pegarse a ellas para recibir la vida y crecer, y para ser cubiertos en su deformidad?”

+ + + +

14-8
Marzo 1, 1922

Cómo Jesús queda encadenado por el alma que hace su Voluntad, y el alma por Jesús.

(1) Estaba muy afligida por la privación de mi dulce Jesús, y después de mucho esperar ha venido, y de sus llagas hacía correr su sangre alrededor de mi cuello y sobre mi pecho, y conforme caían sobre mí esas gotas de sangre se formaban como tantos rubíes brillantísimos, que formaban el más bello de los adornos. Y Jesús me miraba y me ha dicho:

(2) “Hija mía, cómo te queda bien el collar de mi sangre, cómo te embellece, mira, mira tú misma cómo te hace aparecer bella”.
(3) Y Yo, un poco molesta porque me había hecho esperar tanto he dicho:
(4) “Amor mío y vida mía, ¡oh! cuánto quisiera por collar tu brazo estrechado a mi cuello, eso sí me agradaría, porque sentiría la vida y me aferraría tanto a Ti, que no te dejaría más huir. Tus cosas, es verdad, son bellas, pero cuando las separas de Ti yo no te encuentro a Ti, no encuentro la vida, y a pesar de tener tus cosas mi corazón delira, desvaría y sangra por el dolor, porque Tú no estás conmigo. ¡Ah! si supieras en qué tortura me pones cuando no vienes, tendrías más cuidado de no hacerme esperar tanto”.
(5) Y Jesús todo enternecido ha circundado mi cuello con su brazo, tomándome una mano en la suya, y ha agregado:
(6) “Lo sé, sé cuánto sufres, y para contentarte he aquí mi brazo como collar alrededor de tu cuello, ¿no estás ahora contenta? Debes saber que a quien hace mi Voluntad no puedo hacer menos que contentarla, porque conforme respira así forma el aire de mi Querer en torno a Mí, de modo que no sólo me ciñe el cuello, sino toda la vida, y Yo quedo como encadenado e impedido por el alma con la misma fuerza de mi Voluntad, pero esto no me disgusta, más bien por el gran contento que siento, la encadeno a ella, y si tú no sabes estar sin Mí, son mis cadenas, mis grilletes que te tienen tan estrechada, que basta un momento sin Mí para darte un martirio tan doloroso, que no hay otro igual. Pobre hija, pobre hija, tienes razón, Yo tendré cuenta de todo, pero no te dejo, más bien me encierro en ti para gozarme el aire de mi Querer que me formas tú misma, porque aire de mi Voluntad es tu latido, tu pensamiento, tu deseo, tu movimiento, y Yo en este aire encontraré mi apoyo, mi defensa y el más bello reposo sobre tu pecho”.

+ + + +

14-9
Marzo 3, 1922

El Agricultor Celestial siembra su palabra.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús vino pero sin decirme nada, todo taciturno y sumamente afligido, y le dije:
(2) “¿Qué tienes Jesús que no hablas? Tú me eres vida, tu palabra me es alimento, y yo no puedo estar en ayunas, soy muy débil y siento la necesidad continua del alimento para crecer y mantenerme fuerte”.
(3) Y Jesús todo bondad me ha dicho: “Hija mía, también Yo siento la necesidad de un alimento, y después de que te he alimentado con mi palabra, esa misma palabra masticada por ti, habiéndose convertido en sangre, germina el alimento para Mí, y si tú no puedes estar en ayunas, tampoco Yo quiero estar en ayunas, quiero la correspondencia del alimento que te he dado, y después volveré de nuevo a alimentarte. Siento mucha hambre, pronto, quítame el hambre”.
(4) Yo he quedado confundida y no sabía qué darle, porque nunca he tenido nada, pero Jesús con sus dos manos tomaba mi latido, mi respiro, mis pensamientos, los afectos, los deseos, cambiados en tantos globitos de luz, y se los comía diciendo:
(5) “Esto es el fruto de mi palabra, es cosa mía, es justo que me los coma”.
(6) Entonces parecía que tomaba un poco de reposo, y después ha agregado”.
(7) “Hija mía, ahora conviene que me ponga de nuevo al trabajo, para trabajar el terreno de tu alma, para poder sembrar la semilla de mi palabra para alimentarte. Yo hago como el campesino cuando quiere sembrar su terreno, forma las zanjas, hace los surcos y después arroja la semilla en ellos, luego regresa a cubrir de tierra las zanjas y los surcos donde ha arrojado la semilla, para tenerla defendida y darle tiempo para hacerla germinar, para recogerla centuplicada para hacer de ella su alimento, pero debe estar atento a no

ponerle mucha tierra, de otra manera sofocaría su semilla y la haría morir bajo tierra y él correría peligro de quedarse en ayunas. Así hago Yo, preparo las zanjas, formo los surcos, ensancho la capacidad de su inteligencia para poder sembrar mi palabra divina, y así poder formar el alimento para Mí y para ella, después cubro las zanjas y los surcos de tierra, y esta tierra es la humildad, la nada, el aniquilamiento del alma, alguna pequeña debilidad o miseria, esto es tierra y es necesario que la tome de ella, porque a Mí me falta esta tierra y así cubro todo y espero con alegría mi cosecha. Ahora, ¿quieres saber qué pasa cuando sobre mi semilla se pone mucha tierra? Cuando el alma siente sus miserias, sus debilidades, su nada, y se aflige, piensa tanto en esto que pierde el tiempo y el enemigo se sirve de ello para arrojarla en la turbación, en la desconfianza y en el abatimiento; todo esto es tierra de más sobre mi semilla. ¡Oh, cómo mi semilla se siente morir, cómo se le dificulta germinar bajo esta tierra! Muchas veces estas almas cansan al Agricultor Celestial y él se retira. ¡Oh! cuántas de estas almas hay”.
(8) Y yo: “Amor mío, ¿soy yo una de esas?”
(9) Y Él: “No, no, quien hace mi Voluntad no está sujeto a poder formar tierra para sofocar mi semilla, es más, muchas veces no se encuentra ni siquiera la humildad, sino solo su nada que produce poca tierra, y apenas una capa puedo poner sobre mi semilla, y el Sol de mi Voluntad la fecunda y pronto germina, y Yo hago grandes cosechas y regreso pronto para arrojar mi semilla, y puedes estar segura de esto, ¿no ves cómo vuelvo continuamente a sembrar nuevas semillas de verdad en tu alma?”
(10) Ahora, mientras esto decía, sobre el rostro de Jesús se veía una tristeza, y tomándome de la mano me ha transportado fuera de mí misma y me hacía ver diputados y ministros, todos trastornados y como si ellos mismos hubieran preparado un gran fuego, en el cual quedaban envueltos en las llamas; se veían los jefes sectarios, que cansados de esperar, de maldecir contra la Iglesia, o querían ser dejados libres para iniciar luchas sangrientas contra Ella, o bien se querían retirar de gobernar, veían faltarles el piso bajo sus pies, tanto por finanzas como por otras cosas, y para no hacer el ridículo querían retirarse de regir la suerte de la nación, ¿pero quién puede decirlo todo? Y Jesús, todo doliente ha dicho:
(11) “Terribles, terribles son los preparativos, quieren hacerlo todo sin Mí, pero todo servirá para confundirlos”.

+ + + +

14-10
Marzo 7, 1922

Las palabras de Jesús están llenas de verdad y de luz, y llevan consigo la sustancia y la virtud de transmutar al alma en la misma verdad,
en la misma luz, y en el mismo bien que contienen.

(1) Estaba pensando en lo que está escrito y decía entre mí: “¿Es realmente Jesús el que me habla, o bien es un juego del enemigo y de mi fantasía?” Y Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, mis palabras están llenas de verdad y de luz, y llevan consigo la sustancia y la virtud de trasmutar al alma en la misma verdad, en la misma luz y en el mismo bien que contienen, de modo que el alma no sólo conoce la verdad, sino que siente en ella la sustancia de obrar según la verdad que ha conocido, además, mis verdades están llenas de belleza y de atractivos, de modo que el alma arrobada por su belleza se hace raptar por ellas. En Mí todo es orden, armonía y belleza, mira, creé el cielo y podía bastar él solo, pero no, lo quise adornar de estrellas, casi cubriéndolo de belleza para hacer que el ojo humano pudiera gozar más de las obras de su Creador; creé la tierra y la adorné con tantas plantas y flores; ninguna cosa creé que no tuviera su ornamento, y si esto es en el

orden de las cosas creadas, mucho más en mis verdades que tienen su sede en mi Divinidad, que mientras parece que llegan al alma, son como rayos solares que mientras tocan y calientan la tierra, pero jamás se separan del centro del sol, y el alma queda tan enamorada de mis verdades que le resulta casi imposible, aun a costa de la propia vida, el no poner en práctica la verdad que ha conocido. En cambio cuando es el enemigo o especulaciones de la fantasía quienes quieren hablar de verdad, no llevan ni luz ni sustancia, ni belleza, ni aliciente, son verdades vacías, sin vida, y el alma no siente la gracia de sacrificarse para practicarlas, pero las verdades que te dice tu Jesús están llenas de vida y de todo lo que mis verdades contienen, ¿por qué dudas?”

+ + + +


Quien hace la Divina Voluntad es reina de todo.

14-11
Marzo 10, 1923

(1) Estaba haciendo las horas de la Pasión, y según mi costumbre me volcaba en el Santo Querer de Dios, ofreciéndolas para bien de todos, pero mi voluntad como si quisiera apropiárselas, frecuentemente decía: “Jesús mío, en modo especial para ayuda, para alivio, para liberación de aquella alma”. Y mi dulce Jesús reprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que se hace en mi Voluntad es como sol que se difunde a todos, y conforme se reza en mi Voluntad, se ofrece mi sangre, mis penas, mis llagas, todo se convierte en tantos rayos de luz que se difunden a todos, descienden con rapidez en la más profunda cárcel del purgatorio y convierten sus penas y tinieblas en luz; entonces la cosa es siempre igual para todos, y si hubiera diferencia, jamás será por parte de quien dona, sino por parte de quien recibe, según las disposiciones de cada una. Sucede como con el sol, que da la luz a todos igualmente, toca y calienta un punto de terreno como el otro, ¿pero quién saca provecho de esto? Quien trabaja. ¿Qué terreno produce el fruto? Donde fue arrojada la semilla, el otro con toda la luz del sol queda infecundo; por lo tanto la especialidad en mi Voluntad no existe, de por sí misma corre, se difunde y se quiere dar a todos, quien quiere toma de Ella”.
(3) Yo he quedado afligida al oír esto, y Jesús ha agregado:
(4) “¡Ah! Tú quisieras hacer como el sol si quisiera concentrar en un punto más fuertemente su luz, su calor, para poder calentarlo e iluminarlo tanto, de convertir aquel punto en el mismo sol, mientras hace su curso regular sobre todas las otras cosas”.
(5) Y yo: “Sí, sí, es propiamente esto, es el peso de la gratitud que siento lo que me empuja a esto”. Jesús ha sonreído al oírme, y ha continuado:
(6) “Si es así, hazlo entonces, pero tú debes saber que como mi Voluntad domina todo, se encuentra por todas partes, sostiene a todos, es conocida por el Cielo, por la tierra y hasta por los demonios, no hay ninguno que pueda oponerse a Ella. Así el alma que hace mi Voluntad debe dominar todo, encontrarse por todas partes, sostener todo, y quiero que sea conocida por todos”.
(7) Y yo: “Amor mío, yo no soy conocida por ninguno”.
(8) Y Él: “Cómo, ¿no te conoce ninguno? Te conocen todos los santos y ángeles, uno por uno, y con ansia esperan tu obrar en mi Querer, como nota divina y la más armoniosa que corre sobre todo lo que han hecho en vida, para darles mayor esplendor y contento; te conocen todas las almas purgantes, sintiendo sobre de ellas el continuo refrigerio que lleva el obrar en mi Querer; te conocen los demonios por la fuerza de mi Voluntad que sienten en ti; y si la tierra no te conoce aún, te conocerá dentro de poco. Para quien hace mi Voluntad, sucede y hago como hice con mi Madre Celestial, que la constituí Reina de todo y ordené a todos que la reconocieran y la honraran como a su Reina, y a Ella le encargué

que aplastara con su pie la cabeza del dragón infernal; así hago con quien vive en mi Voluntad, todo está bajo su dominio, y no hay bien que de ellos no venga”.

+ + + +

14-12
Marzo 13, 1922

El gran bien que lleva el oír las verdades.

(1) Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado en medio de un valle florido en el cual he encontrado a mi confesor difunto, muerto el día 10 del corriente,2 y según su costumbre de cuando vivía acá abajo me ha dicho:
(2) “Dime: ¿qué te ha dicho Jesús?”
(3) Y yo: “Me ha hablado en mi interior, con palabras no me ha dicho nada, y usted sabe que las cosas que escucho en mi interior no las tomo en cuenta”.
(4) Y él: “Quiero oír también lo que te ha dicho en tu interior”.
(5) Y yo, como obligada, me ha dicho:
(6) “Hija mía, te llevo en mis brazos; mis brazos te servirán de barquita para hacerte navegar en el mar interminable de mi Voluntad, tú, después, conforme hagas tus actos en mi Querer formarás las velas, el mástil, el ancla, que servirán no sólo como adorno de la barquita, sino para hacerla caminar con más velocidad. Es tanto el amor que tengo a quien vive en mi Querer, que la llevo en mis brazos sin dejarla jamás”.
(7) Pero mientras esto decía he visto los brazos de Jesús en forma de barquita, y yo en medio de ella. El Confesor al oír esto me ha dicho:
(8) “Debes saber que cuando Jesús te habla y te manifiesta sus verdades, son rayos de luz que llueven sobre ti, después tú, cuando me las manifestabas a mí, no teniendo su virtud, me las manifestabas a gotas, y mi alma quedaba toda llena de aquellas gotas de luz, y aquella luz me incitaba más y me daba más deseos de escuchar otras verdades para poder recibir más luz, porque las verdades llevan el perfume celestial, la sensación divina, y esto sólo al oírlas, ¿qué será para el que las practique? Es por esto que amaba y deseaba tanto escuchar lo que te decía Jesús, y quería decirlo a los demás, era la luz, el perfume que sentía y quería que otros tomaran parte en ello. ¡Si supieras el gran bien que ha recibido mi alma al escuchar las verdades que te decía Jesús! Cómo todavía gotea luz y expande perfume celestial, que no sólo me da refrigerio, sino que me sirve de luz a mí, y a quien está cerca de mí, y conforme tú haces tus actos en el Querer Divino, yo tomo parte especial, porque me siento la semilla que tú pusiste en mí de su Querer Santísimo”.
(9) Y yo: “Déjeme ver su alma, como es que gotea luz.” Y él abriéndose por la parte del corazón me hacía ver su alma toda chorreando luz; esas gotas se unían, se separaban, una corría sobre la otra, era muy bello verlo.
(10) Y él: “¿Has visto? ¡Cómo es bello escuchar las verdades! Quien no escucha las verdades gotea tinieblas que dan horror”.

+ + + +

14-13
Marzo 16, 1922

Vivir en la Divina Voluntad no tiene nada de grande exteriormente, todo se desenvuelve entre el alma y Dios.


2 El tercer confesor, Don Gennaro di Gennaro.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando entre mí: “Me siento la más mala de todos, sin embargo mi dulce Jesús me dice que sus designios sobre mí son grandes, que la obra que realiza en mí es tan importante que no quiere confiarla ni siquiera a los ángeles, sino que Él mismo quiere ser el custodio, el actor y el espectador, pero, ¿qué cosa hago de grande? Nada, mi vida externa es tan ordinaria que hago menos que los demás”. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, interrumpiendo mi pensamiento me ha dicho:
(2) “Hija mía, se ve que sin tu Jesús no sabes pensar, ni decir otra cosa que disparates, tampoco mi querida Mamá hacía nada de extraordinario en su vida exterior, es más, aparentemente hizo menos que cualquier otro, Ella se abajaba a las acciones más ordinarias de la vida, hilaba, cosía, barría, encendía el fuego, ¿quién habría pensado que Ella era la Madre de Dios? Sus acciones externas nada hacían entreverlo, y cuando me llevó en su seno, conteniendo en Ella al Verbo Eterno, cada movimiento suyo, cada acción humana de Ella obtenía adoración de todo lo creado, de Ella salía la vida y la conservación de todas las criaturas, el sol dependía de Ella y de Ella esperaba la conservación de su luz y de su calor, la tierra el desarrollo de la vida de las plantas, todo giraba en torno a Ella, Cielos y tierra estaban pendientes de sus indicaciones, sin embargo ¿quién veía algo? Nadie. Toda su grandeza, potencia y santidad, los mares inmensos de bienes que de Ella salían era de su interior; cada latido suyo, respiro, pensamiento, palabra, eran un desahogo en su Creador. Entre Ella y Dios había continuas corrientes que recibía y daba, nada salía de Ella que no hiriese a su Creador y en lo que no quedase herida por Él. Estas corrientes la engrandecían, la elevaban, la hacían superar todo, pero nadie veía nada, sólo Yo, su Dios e Hijo estaba al corriente de todo; entre Yo y mi Mamá corría tal corriente, que su latido corría en el mío y el mío corría en el suyo, así que Ella vivía de mi latido eterno y Yo de su latido materno, por eso, nuestras vidas se confundían juntas, y era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre. Las acciones externas no me satisfacen, ni me agradan, si no parten de un interior del que Yo formo la vida.
(3) Entonces, ¿por qué te maravillas de que tu vida externa sea del todo ordinaria? Es mi costumbre cubrir con las cosas más ordinarias mis obras más grandes, a fin de que nadie me las señale, y Yo quedo más libre para obrar, y cuando he realizado todo, entonces doy la sorpresa y las manifiesto a todos, haciendo maravillarse a todos. Es cierto que la obra que hago en ti es grande, ¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer, y la corriente de mi Querer corra en los tuyos, y mientras estas corrientes corren, forman un solo acto con todos los actos de las criaturas, haciendo correr sobre todos un Querer Divino, haciéndose actor de cada acto de cada uno, sustituyendo por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria divina y eterna? ¿Y te parece poco que la corriente de una voluntad humana esté en continua relación con una Voluntad Divina, y que una desemboque en la otra? Hija mía, lo que te recomiendo es que seas atenta y me sigas fielmente”.
(4) Y yo: “Amor mío, en estos días han sido tantas las circunstancias, que me sentía distraída”.
(5) Y Él: “Por eso sé atenta, porque cuando lo que haces no corre en mi Querer, sucede como si el sol detuviese su curso, y cuando estás distraída formas las nubes delante del sol, y tú quedas oscurecida; pero cuando las distracciones son involuntarias, basta un acto fuerte y decidido de tu voluntad de correr en mi Querer, para hacer poner en camino al sol, y como un rápido vientecillo poner en fuga las nubes, para hacer resplandecer más bello el Sol de mi Querer”.

+ + + +

14-14
Marzo 18, 1922


La culpa encadena al alma y le impide hacer el bien.

(1) Estaba acompañando a mi dulce Jesús en sus penas de la Pasión, y Él haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, la culpa encadena al alma y le impide hacer el bien: La mente siente la cadena de la culpa y queda impedida para comprender el bien, la voluntad siente la cadena que la ata y se siente entorpecida, y en lugar de querer el bien quiere el mal, el deseo encadenado siente que le cortan las alas para volar a Dios. ¡Oh, cómo me da compasión ver al hombre encadenado por sus mismas culpas! He aquí por qué la primera pena que quise sufrir en la Pasión fueron las cadenas, quise estar atado para liberar al hombre de sus cadenas. Aquellas cadenas que Yo sufrí se convirtieron, en cuanto me tocaron, en cadenas de amor, las cuales tocando al hombre quemaban y rompían las suyas y lo ataban con mis amorosas cadenas. Mi amor es operativo, no sabe estar si no obra, por eso para todos y para cada uno preparé lo que se necesita para rehabilitarlo, para sanarlo, para embellecerlo de nuevo, todo hice a fin de que si se decide encuentre todo preparado y a su disposición, por eso tengo listas mis cadenas para quemar las suyas; los pedazos de mi carne para cubrir sus llagas y adornarlo de belleza; mi sangre para darle nuevamente la vida; todo lo tengo listo. Tengo en reserva para cada uno lo que se necesita, mi amor quiere darse, quiere obrar, siento una intranquilidad, una fuerza irresistible que no me da paz si no doy, ¿y sabes qué hago? Cuando veo que ninguno toma, concentro mis cadenas, los pedazos de mi carne, mi sangre, en quien los quiere y me ama, y lo cubro de belleza, envolviéndolo todo con mis cadenas de amor, le centuplico la vida de gracia, y así mi amor se desahoga y se tranquiliza”.
(3) Pero mientras esto decía, yo veía que sus cadenas, los pedazos de su carne, su sangre, corrían sobre mí, y Él se divertía aplicándolos sobre de mí y envolviéndome toda.
¡Cómo es bueno Jesús, sea siempre bendito! Después ha regresado y ha agregado:
(4) “Hija mía, siento la necesidad de que la criatura repose en Mí y Yo en ella, ¿pero sabes cuando la criatura reposa en Mí y Yo en ella? Cuando su inteligencia piensa en Mí y me comprende, ella reposa en la inteligencia de su Creador, y la del Creador encuentra su reposo en la mente creada; cuando la voluntad humana se une con la Voluntad Divina, las dos voluntades se abrazan y reposan juntas; si el amor humano se eleva sobre todas las cosas creadas y ama sólo a su Dios, ¡qué bello reposo encuentran mutuamente Dios y el alma! Quien da reposo, lo encuentra, Yo le hago de lecho y la tengo en el más dulce sueño, estrechada entre mis brazos, por eso ven y reposa en mi seno”.

+ + + +

14-15
Marzo 21, 1922

El doble sello del Fiat en todas las cosas creadas.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en el Santo Querer Divino, y mi siempre adorable Jesús me ha estrechado entre sus brazos, y suspirando fuerte yo sentía su aliento que me penetraba hasta en el corazón, y después me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, mi aliento omnipotente te da la vida de mi Querer, porque a quien hace mi Voluntad mi Querer le suministra su aliento por vida, y conforme le da el aliento le aleja todo lo que no pertenece a Mí, y ella no respira otra cosa que el aire de mi Voluntad, y así como el aire que se respira se recibe y se saca, así el alma es un continuo recibirme a Mí, y un darse en cada respiro a Mí.
(3) Sobre todo lo creado aletea mi Voluntad, no hay cosa en la que mi Querer no tenga su sello; en cuanto pronuncié el Fiat al crear las cosas, mi Querer tomó sobre ellas el

dominio y se hizo vida y conservación de todas las cosas. Ahora, este mi Querer quiere que todas las cosas sean encerradas en Él, para recibir la correspondencia de sus mismos actos nobles y divinos, quiere ver aletear sobre todos los actos humanos el aire, el viento, el perfume, la Luz de su Querer, de manera que aleteando juntos los actos suyos con los de la criatura, se confundan y formen una sola cosa. Esto fue el único fin de la Creación, que las emanaciones de los quereres fueran continuas; lo quiero, lo pretendo, lo espero, por eso tengo tanta premura de que se conozca mi Querer, su valor y sus efectos, para hacer que las almas que vivan en mi Querer, con sus emanaciones continuas en mi Voluntad, conforme hagan sus actos, como aire los difundirán sobre todo, se multiplicarán en todos los actos humanos, invistiendo y cubriendo todo, como actos de mi Voluntad, y entonces tendré la finalidad de la Creación, mi Voluntad se reposará en ellas y formará la nueva generación, y todas las cosas creadas tendrán el doble sello de mi Querer: El Fiat de la Creación y el eco de mi Fiat de las criaturas”.
+ + + +

14-16
Marzo 24, 1922

Quien vive en la Divina Voluntad, con sus actos suplirá a la multiplicación de la Vida Sacramental de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, conforme el alma hace sus actos en mi Querer, así multiplica mi Vida, de manera que si hace diez actos en mi Voluntad, diez veces me multiplica; si hace veinte, cien, mil, o aún más, tantas veces de más quedo multiplicado. Sucede como en la Consagración Sacramental, cuantas hostias ponen, tantas veces quedo multiplicado, la diferencia que hay es que en la Consagración Sacramental tengo necesidad de las hostias para multiplicarme y del sacerdote que me consagre. En mi Voluntad para quedar multiplicado, tengo necesidad de los actos de la criatura, donde más que hostia viva, no muerta como las hostias antes de Consagrarme, mi Voluntad me Consagra y me encierra en el acto de la criatura, y Yo quedo multiplicado en cada acto suyo hecho en mi Voluntad, por eso mi amor tiene su desahogo completo con las almas que hacen mi Voluntad y viven en mi Querer, son siempre ellas las que suplen no sólo a todos los actos que me deben las criaturas, sino a mi misma Vida Sacramental. Cuántas veces queda obstaculizada mi Vida Sacramental en las pocas hostias en las que Yo quedo consagrado, porque son pocos los que comulgan, otras veces faltan sacerdotes que me consagren, y mi Vida Sacramental no sólo no queda multiplicada cuanto quisiera, sino que queda sin existencia. ¡Oh! cómo sufre por ello mi amor, quisiera multiplicar mi Vida todos los días en tantas hostias por cuantas criaturas existen para darme a ellas, pero en vano espero, mi Voluntad queda sin efecto. Pero lo que he decidido, todo tendrá cumplimiento, por eso tomo otro camino y me multiplico en cada acto de la criatura hecho en mi Querer, para hacerme suplir a la multiplicación de las Vidas Sacramentales. Ah, sí, sólo las almas que vivan en mi Querer suplirán a todas las comuniones que no reciben las criaturas, a todas las consagraciones que no son hechas por los sacerdotes; en ellas encontraré todo, aun la misma multiplicación de mi Vida Sacramental. Por eso te repito que tu misión es grande, a misión más alta, más noble, sublime y divina no podría escogerte, no hay cosa que no concentraré en ti, aun la multiplicación de mi Vida, haré nuevos prodigios de gracia jamás hechos hasta ahora; por eso te pido, sé atenta, seme fiel, haz que mi Voluntad tenga vida siempre en ti, y Yo en mi mismo Querer en ti, encontraré toda completada la obra de la Creación, con mis plenos derechos, y todo lo que quiero”.

+ + + +

14-17
Marzo 28, 1922

Todo lo que Jesús hizo en la tierra, está en continua actitud de darse al hombre.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba fundiéndome toda en el Santo Querer de mi amable Jesús, y Él me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, si supieras los portentos, los prodigios que suceden cuando te fundes en mi Querer, tú quedarías estupefacta; escucha un poco: Todo lo que Yo hice sobre la tierra está en continua actitud de darse al hombre, haciéndole corona: Mis pensamientos forman corona en torno a la inteligencia de la criatura, mis palabras, mis obras, mis pasos, etc., forman corona en torno a sus palabras, a sus obras y a sus pasos, a fin de que entrelazando sus cosas con las mías pueda decir a mi Padre Celestial que su obrar es como el mío. Ahora, ¿quién toma esta mi actitud continua? ¿Quién se deja entrelazar por mis obras con las que coroné a toda la familia humana? Quien vive en mi Querer. Conforme tú fundías tus pensamientos en mi Querer, mis pensamientos que te hacían corona sentían el eco de los míos en tu mente, y fundiéndose junto con los tuyos, multiplicaban los tuyos con los míos y formaba una doble corona en torno a la inteligencia humana, y mi Padre recibía no sólo de Mí, sino también de ti la gloria divina por parte de todas las inteligencias creadas, y así de las palabras y de todo lo demás. Y no sólo por parte de las criaturas rescata esta gloria divina, sino por parte de todas las otras cosas creadas, porque todas las cosas fueron creadas para hacer correr continuo amor hacia el hombre, y el hombre por justicia debería dar por cada cosa creada, homenaje, amor a su Creador. Ahora, ¿quién suple a esto? ¿Quién hace suyo este Fiat por el cual todas las cosas fueron hechas, para difundir sobre todo un homenaje, una adoración, un amor Divino a su Creador? ¡Quien vive en mi Querer! Casi a cada palabra suya hace suyo aquel Fiat Omnipotente, el eco del Fiat eterno hace eco en su Fiat Divino en el cual vive y se difunde, corre, vuela, y en cada cosa creada imprime otro Fiat, y da nuevamente a su Creador el homenaje, el amor por Él queridos. Esto lo hice Yo cuando estuve en la tierra, no hubo cosa alguna por la que Yo no correspondiera a mi Divino Padre por parte de todas las criaturas; ahora lo hace, lo quiero, lo espero, de quien vive en mi Querer. Si tú vieras cómo es bello ver en cada parpadeo de estrella, en cada gota de luz del sol mi gloria, mi amor, mi profunda adoración unida a la tuya, ¡oh! cómo corre, cómo vuela sobre las alas de los vientos llenando toda la atmósfera, cómo recorre las aguas del mar, cómo se apoya en cada planta, en cada flor, cómo se multiplica en cada movimiento; es una voz que hace eco sobre todo y dice: ‘Amor, gloria, adoración a mi Creador’. Por eso quien vive en mi Voluntad es el eco de mi voz, la repetidora de mi Vida, la perfecta gloria de mi Creación,
¿cómo no debo amarla? ¿Cómo no debo darle todo lo que debería dar a todas las otras criaturas juntas, y hacerla tener el primado sobre todo? ¡Ah! mi amor se metería en estrechuras si no lo hiciera!”

+ + + +

14-18
Abril 1, 1922

El momento más humillante de la Pasión de Jesús fue el ser vestido y tratado como loco. Cada pena que sufrió Jesús, no era otra cosa que el eco de las penas que merecían las criaturas.

(1) Paso días amarguísimos por la privación de mi dulce Jesús, y si se hace ver es casi como rayo que huye. ¡Qué pena! ¡Qué desgarro! Mi mente era molestada por el

pensamiento de que no habría regresado más mi vida, mi todo. ¡Ah, todo para mí ha terminado! ¿Qué haré para volverlo a encontrar? ¿A quién me dirigiré? ¡Ah! nadie se mueve a piedad de mí. Mientras esto y más pensaba, mi amable Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Pobre hija mía, pobre hija mía, cuánto sufres, tu estado doloroso sobrepasa al mismo estado de las almas purgantes, porque si éstas están privadas de Mí, son las culpas con las que se ven ensuciadas las que les impiden verme y ellas mismas no osan venir ante Mí, porque frente a mi Santidad infinita no hay pequeño defecto que pueda resistir mi presencia; y si esto lo permitiera, que estuvieran sucias ante Mí, para ellas sería el más grande tormento, que superaría las mismas penas del infierno. La más grande tortura que podría dar a un alma, sería tenerla manchada ante Mí, y Yo para no torturarla mayormente la dejo purgar primero y después la admito en mi presencia. Pero entre Yo y la pequeña hija de mi Querer no son las culpas las que me impiden hacerme ver, es mi justicia que se interpone entre Yo y ella, por eso tu pena de no verme supera cualquier pena. Pobre hija, ánimo, te ha tocado mi misma suerte, cómo son terribles las penas de la justicia, y puedo participarlas sólo a quien vive en mi Voluntad, porque se necesita una fuerza divina para sostenerla, pero no temas, volveré pronto a los modos habituales. Deja que los rayos de la justicia toquen a las criaturas, también mi justicia debe hacer su curso, no la podrías sostener tú toda y después estaré contigo como antes. Pero a pesar de esto no te dejo, Yo también sé que no puedes estar sin Mí, por eso estaré en el fondo de tu corazón y conversaremos juntos”.
(3) Después he seguido las horas de la Pasión, y seguía a mi dulce Jesús en el momento en que fue vestido y tratado como loco; mi mente se perdía en este misterio, y Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, el paso más humillante de mi Pasión fue propiamente éste, el ser vestido y tratado como loco, llegué a ser el juguete de los judíos, su harapo; humillación más grande no podría tener mi infinita sabiduría; no obstante era necesario que Yo, Hijo de Dios, sufriera esta pena. El hombre pecando se vuelve loco; locura más grande no puede darse, y de rey cual es, se convierte en esclavo y juguete de vilísimas pasiones que lo tiranizan, y más que a un loco lo encadenan a su antojo, arrojándolo en el fango y cubriéndolo con las cosas más sucias. ¡Oh! qué gran locura es el pecado, en este estado el hombre jamás podía ser admitido ante la Majestad Suprema, por eso quise sufrir esta pena tan humillante, para conseguirle al hombre que saliera de este estado de locura, ofreciéndome Yo a mi Padre Celestial para sufrir las penas que merecía su locura. Cada pena que sufrí en mi Pasión no era otra cosa que el eco de las penas que merecían las criaturas; este eco retumbaba en Mí y me sometía a penas, a desprecios, a burlas y a todos los tormentos”.

+ + + +

14-19
Abril 6, 1922

Efectos de los actos hechos en el Divino Querer. En la Divina Voluntad el alma se pone al nivel de su Creador.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me hacía ver muchedumbres de pueblos que lloraban, sin techo, en poder de la más grande desolación; ciudades derrumbadas, calles desiertas e inhabitables; no se veía otra cosa que montones de piedras y escombros; sólo un punto quedaba intacto, sin ser tocado por el flagelo, ¡Dios mío, qué pena ver estas cosas y vivir! Yo miraba a mi dulce Jesús, pero Él no quería verme, sino que lloraba amargamente, y con voz entrecortada por el llanto me ha dicho:

(2) “Hija mía, el hombre por la tierra ha olvidado el Cielo, es justo que le venga quitado lo que es tierra y vaya errante sin poder encontrar dónde refugiarse, a fin de que se recuerde que existe el Cielo. El hombre por el cuerpo ha olvidado el alma, así que todo al cuerpo: Los placeres, las comodidades, las suntuosidades, el lujo y demás, mientras que el alma está en ayunas, privada de todo y en muchos muerta, como si no la tuvieran; entonces es justo que sea privado el cuerpo, a fin de que se recuerden que tienen un alma, pero, ¡oh, cómo es duro el hombre! Su dureza me obliga a golpearlo de más, tal vez bajo los castigos pueda ablandarse”.
(3) Yo me sentía desgarrar el corazón y Él continuó:
(4) “Tú sufres mucho al ver que el mundo quisiera estremecerse, y el agua y el fuego salir de sus confines y lanzarse contra el hombre, por eso volvamos juntos a tu cama y recemos juntos por la suerte del hombre. En mi Querer sentiré tu corazón palpitante sobre toda la faz de la tierra, que me dará un latido por todos, que me dice: ‘Amor’; y mientras castigaré a las criaturas, tu latido se interpondrá para hacer que los castigos sean menos duros, y lleven al tocarlos el bálsamo de mi amor y del tuyo”.
(5) Entonces yo he quedado afligidísima, mucho más porque al retirarnos mi dulce Jesús se escondía en mi interior, tan adentro que casi no se hacía sentir más. ¡Qué pena! ¡Qué dolor! El pensamiento de los flagelos me aterrorizaba, su privación me daba penas mortales. Ahora, en este estado trataba de fundirme en el Santo Querer de Dios y decía: “Amor mío, en tu Querer lo que es tuyo es mío, todas las cosas creadas son mías, el sol es mío, y yo te lo doy en correspondencia, a fin de que toda la luz y el calor del sol, en cada rayo de luz, de calor, te diga que yo te amo, te adoro, te bendigo, y te pido por todos. Las estrellas son mías, y en cada centellear de estrella sello mi te amo inmenso e infinito por todos. Las plantas, las flores, el agua, el fuego, el aire, son míos, y yo te los doy en correspondencia, para que todos te digan, y a nombre de todos, te amo con aquel amor eterno con el cual nos creaste”. Pero si quisiera decirlo todo me extendería demasiado. Entonces Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, cómo son bellas las oraciones y los actos hechos en mi Querer, la criatura se transforma en el mismo Dios Creador y le da la correspondencia de lo que Él le ha dado. Todo lo creé para el hombre y todo a él lo doné. En mi Voluntad la criatura se eleva en su Dios Creador y lo encuentra en el acto en el cual creó todas las cosas para dárselas en don, y ella, temblorosa ante la multiplicidad de tantos dones y no teniendo en ella la fuerza creadora para poder crear tantas cosas por cuantas ha recibido, ofrece sus mismas cosas para corresponderlo en amor. Sol, estrellas, flores, agua, fuego, aire, te he dado para darte amor, y tú, con reconocimiento los has aceptado, y poniendo en comercio mi amor me has dado la correspondencia, así que sol te di y sol me has dado, estrellas, flores, agua, etc., te di, y tú me los has dado a Mí. Las notas de mi amor han resonado de nuevo sobre todas las cosas creadas, y con voz unánime me han dado el amor que hice correr sobre toda la Creación.
(7) En mi Voluntad el alma se pone al nivel de su Creador, y en su mismo Querer recibe y da. ¡Oh, qué competencia entre criatura y Creador! Si todos la pudiesen ver quedarían estupefactos al ver que en mi Voluntad el alma llega a ser un pequeño dios, pero todo en virtud de la potencia de mi Voluntad”.

+ + + +

14-20
Abril 8, 1922

La Santísima Trinidad reflejada en el alma. Dolor de Jesús al ver deformadas la voluntad, la inteligencia y la memoria del hombre.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en el dolor que sufrió mi dulce Jesús en el huerto de Getsemaní, cuando se presentaron ante su santidad todas nuestras culpas, y Jesús todo afligido, en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi dolor fue grande e incomprensible a la mente creada, especialmente cuando vi la inteligencia humana deformada, mi bella imagen que hice reproducir en ella, no más bella, sino fea, horrible. Yo doté al hombre de voluntad, inteligencia y memoria; en la primera refulgía mi Padre Celestial, el cual como acto primero comunicaba su potencia, su santidad, su altura, por lo cual elevaba a la voluntad humana invistiéndola de su misma santidad, potencia y nobleza, dejando todas las corrientes abiertas entre Él y la voluntad humana, a fin de que siempre más se enriqueciera de los tesoros de mi Divinidad; entre la voluntad humana y la Divina no había tuyo ni mío, sino todo en común, con acuerdo recíproco, era imagen nuestra, cosa nuestra, así que ella nos reflejaba, por lo tanto nuestra Vida debía ser la suya, y por eso constituía como acto primero su voluntad libre, independiente, como era acto primero la Voluntad de mi Padre Celestial, pero esta voluntad cuánto se ha desfigurado, de libre se ha vuelto esclava de vilísimas pasiones.
¡Ah! es ella el principio de todos los males del hombre, no se reconoce más, cómo ha descendido de su nobleza, da asco mirarla.
(3) Después, como acto segundo concurrí Yo, Hijo de Dios, dotando al hombre de inteligencia, comunicándole mi sabiduría, la ciencia de todas las cosas, a fin de que conociéndolas pudiese gustar y hacerse feliz en el bien. Pero, ¡ay de Mí! Qué mar de vicios es la inteligencia de la criatura, de la ciencia se ha servido para desconocer a su Creador.
(4) Y después, como acto tercero concurrió el Espíritu Santo, dotándolo de memoria, a fin de que recordándose de tantos beneficios, pudiera estar en continuas corrientes de amor, en continuas relaciones, el amor debía coronarla, abrazarla e informar toda su vida. Pero cómo queda contristado el Eterno Amor! Esta memoria se recuerda de los placeres, de las riquezas y hasta de pecar, y la Trinidad Sacrosanta es puesta fuera de los dones dados a su criatura. Mi dolor fue indescriptible al ver la deformidad de las tres potencias del hombre, habíamos formado nuestra morada en él, y él nos había arrojado fuera”.

+ + + +


14-21
Abril 12, 1922

El pecado rompe la corriente del amor, y abre la corriente de la justicia.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver todo afligido, casi en acto de dar curso a la justicia, pero como forzado por las mismas criaturas. Yo le he pedido que disminuyera los castigos y Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, entre Creador y criatura no hay otra cosa que corrientes de amor, el pecado rompe esta corriente y abre la corriente de la justicia; mi justicia defiende los derechos de mi amor ultrajado, de mi amor despedazado entre Creador y criatura, y haciéndose camino en medio de ellas quisiera reunir este amor despedazado. ¡Ah! si el hombre no pecara, mi justicia no tendría qué hacer con la criatura, conforme comienza la culpa, así la justicia se pone en camino, ¿crees tú que Yo quisiera castigar al hombre? No, no, más bien me duele, me es duro el tocarlo, pero es él mismo quien me fuerza y me induce a castigarlo. Tú reza para que el hombre se arrepienta, así la justicia reuniendo rápidamente la corriente del amor, podrá retirarse”.

+ + + +

14-22
Abril 13, 1922

El alma que vive en el Querer Divino vive en el seno de la Santísima Trinidad.

(1) Estaba rezando mis acostumbradas oraciones, y mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome por detrás, me ha llamado por mi nombre diciéndome:
(2) “Luisa, Hija de mi Querer, ¿quieres tú vivir siempre en mi Querer?”
(3) Y yo: “Sí, oh Jesús”.
(4) Y Él: “¿Pero realmente es verdad que quieres vivir en mi Voluntad?”
(5) Y yo: “Es en verdad Amor mío, no sabría ni me adaptaría a vivir de otra voluntad”.
(6) Y de nuevo Jesús: “¿Pero lo dices firmemente?”
(7) Entonces, sintiéndome confundida y casi temiendo he agregado: “Vida mía, Jesús, Tú me haces temer con estas preguntas, explícate mejor, firmemente lo digo, pero siempre ayudada por Ti y en la fuerza de tu Voluntad, que envolviéndome toda no podría hacer menos que vivir en tu Querer”.
(8) Y Él, dando un suspiro de alivio ha dicho: “Cómo estoy contento de tu triple afirmación, no temas, no son otra cosa que garantías, reafirmaciones y confirmaciones para sellar en ti el triple sello del Querer de las Tres Divinas Personas. Tú debes saber que quien vive en mi Voluntad debe elevarse a lo alto, pero tan alto, de vivir en el seno de la Trinidad Sacrosanta; tu vida y la nuestra debe ser una sola, por lo tanto es necesario, es decoroso que sepas dónde estás, con quién estás, y te uniformes en todo lo que hacemos Nosotros, y que no forzada, sino voluntariamente, con amor y con pleno conocimiento vivas en nuestro seno. Ahora, ¿sabes tú cuál es nuestra Vida Divina? Nosotros nos divertimos mucho en hacer salir de Nosotros nuevas imágenes de Nosotros mismos; estamos en acto continuo de formar imágenes nuestras, tanto que Cielo y tierra están llenos de nuestras imágenes, las sombras de éstas corren por todas partes: Imagen nuestra es el sol, y su luz es la sombra de la nuestra que cubre toda la tierra; imagen nuestra es el cielo que se extiende por todas partes, y que lleva la sombra de nuestra Inmensidad; imagen nuestra es el hombre, que lleva en sí nuestra potencia, sabiduría y amor, así que Nosotros no hacemos otra cosa que producir continuas imágenes nuestras que nos asemejan. Ahora, quien debe vivir en nuestro Querer, viviendo en nuestro seno debe junto con Nosotros formar tantas otras copias de Nosotros mismos, debe estar junto con Nosotros en nuestro trabajo, debe hacer salir de sí copias nuestras, llenando de ellas toda la tierra y el Cielo. Ahora, al crear el primer hombre lo formamos con nuestras manos, e infundiéndole el aliento le dimos la vida; así que habiendo hecho el primero, todos los demás tienen origen y son copias de él, nuestra potencia corriendo en todas las generaciones repite las copias. Ahora, constituyéndote hija primogénita de nuestro Querer, es necesario que vivas con Nosotros para formar la primera copia del alma que vive en nuestro Querer, de modo que, conforme vivas en Nosotros, así recibas nuestra actitud y aprendas con nuestra potencia a obrar al modo nuestro, y cuando hayamos hecho de ti la primera copia del alma que vive en nuestro Querer, entonces vendrán las otras copias.
(9) El camino de nuestro Querer es larguísimo, abarca la eternidad, y mientras parece que se haya recorrido el camino, queda mucho por hacer y por recibir de Nosotros para aprender nuestros modos y formar la primera copia del alma que vive en nuestro Querer. Es la obra más grande que debemos hacer, por eso mucho debemos darte y mucho conviene disponerte para hacerte recibir. He aquí la razón de mis repetidas preguntas, es para disponerte, para ensancharte y elevarte para cumplir mis designios. Esto me es tan importante, que dejaría todo a un lado con tal de alcanzar mi finalidad. Por eso sé atenta y fiel”.

+ + + +

14-23
Abril 17, 1922

El Querer Divino se vuelve actor y constituye al alma reina de todo.

(1) Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y he encontrado a mi dulce Jesús, mi vida, mi todo; de Él salían innumerables soles de luz que lo circundaban. Yo he volado en medio de aquella luz, y arrojándome en sus brazos me lo he estrechado fuerte, fuerte, diciéndole: “Finalmente te he encontrado, ahora no te dejo más. Tú me haces esperar mucho y yo sin Ti quedo sin vida, pero sin vida no puedo estar, por eso ahora ya no te dejo más”. Y me lo estrechaba más fuerte por temor de que huyera, y Jesús como si gozara de mis abrazos, me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, tampoco Yo te dejo más, si tú no sabes estar sin Mí, tampoco Yo sé estar sin ti, y para que estés segura de que no te dejo, quiero encadenarte con mi misma luz”.
(3) Yo quedaba tan inmersa y entrelazada en la luz de Jesús, que me parecía que no podría encontrar el camino para salir de ella. Cómo me sentía feliz y cuántas cosas comprendía en aquella luz, me faltan las palabras para expresarme, sólo recuerdo que me dijo:
(4) “Hija de mi Querer, esta luz que tú ves no es otra cosa que mi Voluntad, que quiere consumir tu voluntad para darte la forma de nuestra imagen, esto es, de las Tres Divinas Personas, de modo que transformándote toda en Nosotros, dejaremos en ti nuestro Querer como actor divino que nos semeje en nuestras obras y nos dé la correspondencia de lo que hacemos Nosotros, así que saldrán de Nosotros nuestras imágenes, y nuestro Querer obrante en ti hará otro tanto. ¡Oh! como la finalidad de la Creación será completada, el eco de nuestro Querer será el eco de nuestro Querer poseído por ti, la correspondencia será recíproca, el amor será recíproco, estaremos en plena armonía, la criatura desaparecerá en su Creador y entonces nada faltará a nuestra alegría, a nuestra felicidad, por las cuales hicimos salir fuera a la Creación, el hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza tendrá su efecto, y sólo nuestro Querer, como actor en la criatura, dará cumplimiento a todo, y la Creación nos traerá la finalidad divina y la recibiremos en nuestro regazo como obra nuestra, como la hicimos salir. Y además, si no puedes estar sin Mí, es el eco de mi amor que resuena en tu corazón, porque no sabiendo estar sin ti, te llama y tú, sacudida, buscas a Aquél que tanto te ama, y Yo al verme buscado siento el eco de tu amor en el mío, y me siento atraído a enviarte nueva corriente de amor para hacer que más me busques”.
(5) Y yo: “¡Ah! Amor mío, a veces por cuanto te busco Tú no vienes, por eso ahora que te he encontrado no te dejo más, no volveré más a mi lecho, no lo puedo, demasiado me has hecho esperar y temo que regresando Tú repetirás tus privaciones”. Y me lo estrechaba más fuerte repitiendo: “No te dejo más, no te dejo más”. Y Jesús, si bien gozaba de mis abrazos me ha dicho:
(6) “Hija amada mía, tú tienes razón en que no puedes estar sin Mí, sin tu vida; pero, ¿y de mi Voluntad qué haremos? Mientras sea mi Voluntad la que quiere que regreses a tu cama, no temas, Yo no te dejo; dejaré entre tú y Yo la corriente de la luz de mi Voluntad, y tú cuando me quieras, tocarás la corriente de la luz de mi Querer, y Yo de inmediato sobre las alas de Ella vendré a ti; por eso regresa, no por otra cosa, sino sólo para que mi Querer cumpla sus designios y haga el camino que quiere hacer en ti, te acompañaré Yo mismo para darte la fuerza de hacerte regresar”.
(7) Pero, ¡oh! bondad de Jesús, parecía que si no tenía mi consentimiento, tampoco Él quería hacerme volver, y no apenas he dicho: “Jesús, haz lo que quieras”. Me he encontrado en mí misma.

(8) Ahora, todo el día me he sentido circundada de luz, y cuando lo quería tocaba la luz y Él venía. Al día siguiente me ha transportado fuera de mí misma y me hacía ver todas las cosas creadas, de las cuales Jesús era no sólo el Creador y dominador, sino que de Él salía la vida de la conservación de todas las cosas, la corriente de la potencia creadora estaba en continua relación con ellas, y si ésta faltara, todas las cosas se resolverían en la nada. Entonces mi dulce Jesús me ha dicho:
(9) “A la hija de mi Querer quiero darle la supremacía sobre todo, mi dominio y el suyo deben ser uno solo, si Yo soy Rey, ella debe ser reina, y si de todo te he dado conocimiento, es porque quiero que no sólo conozcas mis dominios, sino que junto Conmigo domines y concurras a la conservación de todas las cosas creadas. Mi Querer, así como se extiende de Mí sobre todos, quiero que se extienda desde ti”.
(10) Después me ha hecho notar un lugar en el mundo del cual salía un humo negro, y me dicho:
(11) “Mira, ahí hay hombres de estado que quieren decidir la suerte de los reinos, pero hacen sin Mí, y donde no estoy Yo no puede haber luz, no tienen otra cosa que el humo de sus pasiones que los ciega mayormente, por eso nada de bueno concluirán, sino que todo servirá para exasperarse recíprocamente y suscitar más graves consecuencias. Pobres pueblos, dirigidos por hombres ciegos e interesados, estos hombres serán señalados como una fábula de la historia, buenos sólo para llevar ruina y desorden, pero retirémonos, dejémoslos a expensas de ellos mismos, a fin de que puedan conocer qué significa hacer sin Mí”.
(12) Entonces Él ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.


+ + + +

14-24
Abril 21, 1922

Efectos de la oración hecha en la Santísima Voluntad de Dios.

(1) Todo lo que he escrito y escribo es sólo por obedecer, y mucho más por temor de que mi Jesús, disgustándose pudiera encontrar pretexto para privarme de Él, sólo Él sabe cuánto me cuesta. Ahora, he pasado un día sin Jesús, apenas alguna sombra suya, ¡oh! Dios, qué pena, y decía entre mí: “¡Cómo tan pronto ha faltado a su palabra de no dejarme! ¡Oh! santa Voluntad Eterna, tráeme a mi sumo bien, a mi todo”. Y era tanta la pena que sentía, que me sentía molesta, pero en este estado trataba de fundirme en su Santo Querer. Mientras estaba en esto ha venido, haciéndose ver que lloraba amargamente, con el corazón roto en muchos pedazos, yo al verlo llorar he hecho a un lado mi enfado y abrazándolo y secándole las lágrimas le he dicho: “¿Qué tienes Jesús que lloras? Dime, ¿qué te han hecho?”
(2) Y Él: “¡Ah! hija mía, quieren desafiarme, es un horrible desafío que me están preparando, y esto por los jefes; es tanto mi dolor que me siento romper en pedazos mi corazón. ¡Ah! cómo es justo que mi justicia se desahogue contra las criaturas, por eso ven junto Conmigo en mi Querer, elevémonos entre el Cielo y la tierra y adoremos juntos a la Majestad Suprema, bendigámosla y démosle homenaje por todos, a fin de que Cielo y tierra puedan llenarse de adoraciones, homenajes y bendiciones y todos puedan recibir los efectos”.
(3) Entonces he pasado una mañana rezando junto con Jesús en su Querer, pero, ¡oh sorpresa! Mientras rezábamos, una era la palabra, pero el Querer Divino la difundía sobre todas las cosas creadas y en todas quedaba su marca; la llevaba al empíreo y todos los bienaventurados no sólo recibían la marca, sino les era causa de nueva bienaventuranza; descendía en lo bajo de la tierra y hasta al Purgatorio, y todos recibían los efectos, ¿pero quién puede decir cómo se rezaba con Jesús, y todos los efectos que producía? Entonces, después de haber rezado juntos me ha dicho:

(4) “Hija mía, ¿has visto qué significa rezar en mi Querer? Cómo no hay punto en el cual mi Querer no exista, Él circula en todo y en todos, es vida, actor y espectador de todo; así los actos hechos en mi Querer se vuelven vida, actores y espectadores de todo, hasta de la misma alegría, bienaventuranza y felicidad de los santos, llevan por todas partes la luz, el aire balsámico y celestial que hace salir alegrías y felicidad, por esto no salgas jamás de mi Querer, Cielo y tierra te esperan para recibir nueva alegría y nuevo esplendor”.

+ + + +

14-25
Abril 25, 1922

Miles de ángeles custodian los actos hechos en el Querer Divino.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía toda inmersa en el Divino Querer, y mi dulce Jesús ha dicho:
(2) “Hija mía, así como el sol no deja la planta, la acaricia con su luz, la fecunda con su calor, hasta en tanto no produce flores y frutos, y celoso los hace madurar, los custodia con su luz y sólo deja al fruto cuando el agricultor lo toma para hacerlo su alimento, así de los actos hechos en mi Querer, es tanto mi amor, mi celo hacia ellos, que la gracia los acaricia, mi amor los concibe y los fecunda, los madura, pongo millones de ángeles a custodia de un solo acto hecho en mi Querer, porque siendo estos actos hechos en mi Querer semillas para que mi Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo, todos son celosos de estos actos. Su rocío es mi aliento, su sombra es mi luz, los ángeles quedan arrobados y reverentes los adoran, porque ven en estos actos la Voluntad eterna que merece toda su adoración, y estos actos son dejados sólo cuando encuentro otras almas que, tomándolos como frutos divinos, los hacen alimento para sus almas. ¡Oh! la fecundidad y multiplicidad de estos actos, la misma criatura que los hace no puede numerarlos”.
(3) Entonces pensaba entre mí: “¿Será posible que estos actos sean tan grandes; y por qué los mismos ángeles quedan raptados? Y Jesús estrechándome más fuerte entre sus brazos ha agregado:
(4) “Hija mía, son tan grandes estos actos, que conforme el alma los va cumpliendo, no hay cosa ni en el Cielo ni en la tierra que no tome parte, y ella queda en comunicación con todas las cosas creadas, todo el bien, los efectos, el valor del cielo, del sol, de las estrellas, del agua, del fuego, etc., están no sólo en continuas relaciones con ella, sino que son cosas suyas; ella armoniza con todo lo creado, y lo creado armoniza en ella. ¿El por qué? Porque quienes viven en mi Querer son las depositarias, las conservadoras, las sostenedoras, las defensoras de mi Voluntad, ellas prevén lo que quiero y sin que Yo lo ordene cumplen lo que quiero, y comprenden la grandeza, la santidad de mi Querer, celosamente lo custodian y lo defienden. ¿Cómo no deberían quedar todos arrobados al ver a estas almas que forman el sostén de su Dios, en virtud del prodigio de mi Voluntad?
¿Quién puede defender mis derechos sino quien vive en mi Querer? ¿Quién puede amarme de verdad, con amor desinteresado semejante al mío, sino quien vive en mi Voluntad? Yo me siento más fuerte en estas almas, pero fuerte de mi misma fuerza. Soy como un rey rodeado de fieles ministros, que se siente más fuerte, más glorioso, más sostenido en medio de estos sus fieles ministros que solo; si queda solo llora a sus ministros porque no tiene con quién desahogar y a quién confiar la suerte del reino. Así soy Yo, y ¿quién puede serme más fiel que quien vive en mi Voluntad? Siento mi Voluntad duplicada, por lo tanto me siento más glorioso, desahogo con ellas y de ellas me fío”.

+ + + +

14-26
Abril 29, 1922

Quien vive en el Divino Querer vive de un latido eterno.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, veía mi alma y todo mi interior: pensamientos, afectos, latidos, tendencias, cambiados en tantos hilos de luz, y éstos se alargaban y se ensanchaban tanto, que saliendo de mi interior armonizaban con el sol, subían más alto y tocaban el cielo, se difundían sobre toda la tierra, y mientras miraba esto he visto a mi dulce Jesús que tenía en su mano todos aquellos hilos de luz, y con una maestría encantadora los dirigía, los alargaba, los multiplicaba y ensanchaba cuanto quería. Al toque de aquella luz todas las cosas creadas se abajaban y armonizaban juntas, y hacían fiesta. Entonces mi Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿has visto con qué amor me divierto y dirijo los actos hechos en mi Querer? Es tal mi celo que no los confío a nadie, ni siquiera a la propia alma, ni un pensamiento, ni una fibra dejo sin encerrar en ella toda la potencia de mi Voluntad, cada acto de estos contiene una Vida Divina, por eso al toque de estos actos todas las cosas creadas sienten la Vida de su Creador, sienten de nuevo la fuerza de aquel Fiat Omnipotente del cual tuvieron la existencia y hacen fiesta, así que estos actos son para ellas nueva gloria y nueva fiesta. Ahora, esta bella armonía, estos hilos de luz que salen de tu interior, si tu corazón no corriera en mi Querer sino en tu voluntad o en otra voluntad, en tu corazón faltarían tantos latidos de Vida Divina, quedando tantos latidos humanos por cuantos le faltan a la Divina, y así también de las fibras, de los afectos, y como lo humano no es capaz de formar luz, sino tinieblas, por tanto se formarían tantos hilos de tinieblas, y mi Querer quedaría entristecido, no pudiendo desenvolver en ti toda la potencia de mi Voluntad”.
(3) Mientras esto decía, yo quería ver si en mi alma había estos latidos humanos que interrumpieran la vida del latido divino, y por cuanto miraba no los encontraba.
(4) Y Jesús: “Por ahora no hay nada, te lo he dicho para hacerte estar atenta y hacerte conocer qué significa vivir en mi Querer, significa vivir de un latido eterno y divino, vivir con mi aliento omnipotente”.

+ + + +

14-27
Mayo 8, 1922

Las penas de quien ama a Jesús están en continuas corrientes con su corazón.

(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús se hacía ver como rayo que huye; ahora hacía ver la sombra de su luz, ahora su mano. Yo sentía una pena indescriptible y Él, acariciándome la cara con su mano me ha dicho:
(2) “Pobre hija, cuánto sufres”.
(3) Y rápidamente se ha retirado. Entonces yo pensaba entre mí: “Tantas veces Jesús me ha dicho que me ama tanto y que sufre mucho cuando me ve sufrir por causa de su privación, ¿quién sabe cuanto sufra ahora al verme petrificada por el dolor de su privación? Entonces para no hacerlo sufrir tanto, quiero hacerme fuerza a mí misma, tratando de estar más contenta, menos oprimida, más atenta en mantener mi vuelo, mi actitud en su Voluntad, a fin de que le lleve mi beso no amargado, sino pacífico y contento, que no lo entristezca sino lo consuele”. Mientras esto pensaba, ha salido de mi interior todo doliente y con su corazón todo herido, y en su centro se veía una herida de la que salía una llamita, y me ha dicho:

(4) “Hija mía, es cierto que por cuanto más te veo sufrir cuando te privo de Mí, tanto más siento Yo la pena, porque siendo tu pena ocasionada por mi privación, no es otra cosa que efecto del amor que tienes por Mí, por lo tanto si tú estas amargada, oprimida, tu latido hace eco en mi corazón y siento tu amargura y tu opresión. ¡Ah! si supieras cuánto sufro cuando te veo sufrir por causa mía, usarías siempre esta cautela, esta atención para no amargarme de más; son las penas de quien más me ama las que están en continuas corrientes con mi corazón. Mira, la herida que ves en el centro de mi corazón, de donde brota la llamita, es precisamente la tuya, pero consuélate, porque si me da sumo dolor, también me da sumo amor. Tú quédate tranquila y Yo seguiré adelante en cumplir mi justicia, pero no te dejo, volveré frecuentemente, aunque sea como relámpago, no dejaré de hacerte mis pequeñas visitas”.

+ + + +

14-28
Mayo 12, 1922

La santidad en el Divino Querer: No hacer nada propio, sino hacer lo que hace Dios.

(1) Estaba pensando entre mí: “¿Quién sabe en qué cosa lo he ofendido, que mi dulce Jesús no viene según su costumbre? ¿Cómo puede ser posible que sin motivo alguno, la bondad de su corazón santísimo, que fácilmente cede ante quien lo ama, deba resistir a tantas llamadas mías?” Ahora, mientras éstas y otras cosas pensaba, ha salido de mi interior, cubriéndome toda bajo un manto de brillantísima luz, de modo que yo no veía otra cosa que luz, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿de qué temes? Mira, para hacerte estar segura y bien defendida te he circundado bajo este manto de luz, a fin de que ninguna criatura, ni ninguna cosa pueda hacerte daño, y además, ¿por qué quieres perder el tiempo con pensar que me has ofendido? Para quien vive en mi Querer, el veneno de la culpa no ha entrado, y además tu Jesús te fulminaría si te viese aun con pequeñas manchas de pecados y te pondría fuera del cerco de mi Voluntad, y tú perderías rápidamente la actitud de obrar en mi Querer. ¡Ah! hija, la santidad en mi Querer no es aún conocida; cada especie de santidad tiene su distintivo especial, muchos, al oír que vengo tan frecuentemente a ti se asombran, no habiendo sido mi costumbre hacerlo con otras almas. La santidad en mi Querer es inseparable de Mí, y para elevar al alma al nivel divino me es necesario tenerla, o ensimismada con mi Humanidad, o en la luz de mi Divinidad, de otra manera ¿cómo podría tener el alma la actitud de su obrar en mi Querer, si mi obrar y el suyo no fuese uno solo? Ahora, el alma que vive en mi Querer toma parte en todos mis atributos y junto Conmigo corre en cada acto mío, por lo tanto debe correr Conmigo aun en los actos de justicia. He aquí por qué cuando quiero castigar te oculto mi Humanidad, la cual es más accesible a la naturaleza humana, y tú a los reflejos de mi Humanidad sientes el amor y la compasión que tengo hacia las almas, y me arrancas los flagelos con los cuales quiero castigarlas, pero cuando ellas hacen tanto que me obligan a castigarlas, ocultándote mi Humanidad te elevo en la luz de mi Divinidad, la cual absorbiéndote y haciéndote feliz en Ella, tú no sientes los reflejos de mi Humanidad, y Yo quedando libre castigo a las criaturas, así que, o te manifiesto mi Humanidad haciéndote concurrir junto Conmigo a los actos de misericordia hacia las criaturas, o te absorbo en la luz de mi Divinidad haciéndote concurrir a los actos de justicia. Es siempre Conmigo que estás, es más, cuando te absorbo en la luz de mi Divinidad, es más grande la gracia que te hago, y tú porque no ves mi Humanidad te lamentas de que te privo de Mí, y no aprecias la gracia que recibes”.
(3) Y yo al oír que concurría a los actos de justicia, espantada le dije: “Amor mío, ¿así que ahora que estás castigando a las criaturas haciendo caer las casas, estoy yo junto

Contigo en el hacer eso? ¡No, no, el Cielo me guarde de tocar a mis hermanos! Cuando Tú quieras castigarlos yo me haré pequeña en tu Querer, no me difundiré en Él, para no tomar parte en lo que haces Tú; en todo quiero hacer lo que Tú haces, pero en esto de castigar a las criaturas, no, jamás”.
(4) Y Jesús: “¿Por qué te espantas? En mi Querer no puedes eximirte de hacer lo que hago Yo, la cosa es connatural y es propiamente esta la santidad en mi Querer, el no hacer nada propio, sino hacer lo que hace Dios. Y además, mi justicia es santidad y amor, es equilibrar los derechos divinos; si no tuviese la justicia faltaría toda la plenitud de la perfección a mi Divinidad, así que si tú quieres vivir en mi Querer y no quieres tomar parte en los actos de justicia, la santidad hecha en mi Querer no tendría su pleno cumplimiento, son dos aguas fundidas juntas, en que una está obligada a hacer lo que hace la otra; en cambio si están separadas, cada una hace su camino. Así mi Voluntad y la tuya son las dos aguas fundidas juntas, y lo que hace una debe hacer la otra, por eso siempre en mi Voluntad te quiero”.
(5) Entonces me he abandonado toda en su Voluntad, pero sentía gran repugnancia por la justicia, y mi dulce Jesús regresando me ha dicho:
(6) “Si supieras cómo me pesa usar la justicia y cuánto amo a las criaturas. Toda la Creación es para Mí como el cuerpo al alma, como la cáscara al fruto, Yo estoy en continuo acto inmediato con el hombre, pero las cosas creadas me ocultan, como el cuerpo esconde al alma, pero si no fuese por el alma el cuerpo no tendría vida, así si me retirase de las cosas creadas todas quedarían sin vida, así que en todas las cosas creadas Yo visito al hombre, lo toco y le doy la vida: Estoy oculto en el fuego y lo visito con el calor, si Yo no estuviera, el fuego no tendría calor, sería fuego dibujado y sin vida, y mientras Yo visito al hombre en el fuego, él no me reconoce ni me da un saludo. Estoy en el agua y lo visito con quitarle la sed, si Yo no estuviera, el agua no quitaría la sed, sería agua muerta, y mientas Yo lo visito, él me pasa por delante sin hacerme ni una inclinación. Estoy escondido en el alimento y visito al hombre con darle la sustancia, la fuerza, el gusto, si Yo no estuviera, el hombre tomando el alimento quedaría en ayunas, no obstante, ingrato, mientras se alimenta de Mí me vuelve la espalda. Estoy escondido en el sol y lo visito con mi luz casi a cada instante, pero ingrato me corresponde con continuas ofensas. En todas las cosas lo visito, en el aire que respira, en la flor que perfuma, en el vientecillo que refresca, en el trueno que cae, en todo; mis visitas son innumerables, ¿ves cuánto lo amo? Y tú estando en mi Voluntad estás junto Conmigo en visitar al hombre y en darle la vida, por eso no te espantes si alguna vez concurres a la justicia”.

+ + + +

14-29
Mayo 15, 1922

Lamentos y temores de Luisa. Jesús le hace ver cuánto la ama.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía toda oprimida por la privación de mi dulce Jesús. Ahora, mientras rezaba he sentido como si una persona estuviera detrás de mi espalda, y yo no sabiendo que era Jesús tuve un escalofrío de miedo, y Él ha extendido su brazo, y tomando mi mano en la suya me ha dicho:
(2) “Luisa, no temas, soy Yo”.
(3) Y yo, oprimida como estaba y cansada de esperarlo he dicho: “Se ve, ¡oh! Jesús, que ya no me quieres como antes, me has quitado todo, hasta el sufrir; me habías quedado sólo Tú, y frecuentemente te desapareces y no sé cómo hacer, ni donde encontrarte; ¡ah! es verdad, ya no me quieres”. Y Jesús tomando aspecto digno, que hacía temer, ha agregado:

(4) Tú me ofendes al decirme que ya no te quiero como antes, pon mucha atención, pues la sola sospecha de que no te amo es para Mí la más grande afrenta ¡Cómo, no te amo! ¡Cómo, no te amo! ¿Así que tienes por nada todas las gracias que te estoy haciendo?”
(5) Yo he quedado confundida y temblaba de verdad al ver el aspecto severo de Jesús, y en el fondo de mi corazón imploraba perdón y piedad, y Él, tomando un aspecto más suave:
(6) “Prométeme no decirlo más, y para hacerte ver que te amo quiero hacerte sufrir dándote parte en mis penas”.
(7) Entonces después de haber sufrido un poco, ha continuado:
(8) “Ahora quiero hacerte ver cómo te amo”.
(9) Y me hacía ver su corazón abierto, y de dentro salían mares inmensos de potencia, de sabiduría, de bondad, de amor, de belleza, de santidad, y en el centro de cada uno de estos mares estaba escrito: “Luisa, hija de mi inmensidad, hija de mi potencia, hija de mi sabiduría, hija de mi bondad, hija de mi amor, hija de mi belleza, hija de mi santidad”. Yo por cuanto más veía, tanto más quedaba confundida, y Jesús continuó:
(10) “¿Has visto cuánto te amo, y cómo no sólo en mi corazón, sino en todos mi atributos llevo escrito tu nombre? Y este nombre tuyo escrito en Mí hace abrir siempre nuevas corrientes de gracia, de luz, de amor, etc., hacia ti, ¿y no obstante dices que no te amo?
¿Cómo puedes siquiera sospecharlo?”
(11) Sólo Jesús sabe cómo he quedado aplastada, pensando que había ofendido a mi Jesús, y además en su presencia. ¡Oh, Dios, qué pena, cómo es fea la culpa!

+ + + +


14-30
Mayo 19, 1922

El Divino Querer en el Cielo es felicitante, en la tierra es obrante y multiplica su Vida, sus bienes, en el acto de la criatura.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver dentro de mi interior, en el cual abriéndose una como puertecita, apoyaba sus brazos y asomaba su cabeza para ver qué cosa hacían las otras criaturas. Yo miraba junto con Jesús, ¿pero quién puede decir los males que se veían, las ofensas que se hacían y los castigos que lloverán? Era horrorizante esta vista tan dolorosa; y también veía a nuestro pobre país golpeado por el flagelo divino. Entonces yo, viendo que Jesús miraba con una ternura de amor y de dolor, mientras que días antes me había sido imposible hacerlo dirigir su rostro y su mirada hacia las criaturas, le he dicho:
(2) “Amor mío y vida mía, mira cuánto sufren nuestros queridos hermanos, ¿no quieres tener piedad? Con cuántas ganas sufriría todo con tal de hacer que ellos fueran perdonados. Mira, esto es un deber que me impone el estado de víctima, tu imitación; ¿no sufriste todo por nosotros? ¿Y cómo quieres que no sufra yo para librarlos de los castigos, y que no te imite, mientras que Tú sufriste tanto?” Y Jesús interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(3) “Ah, hija mía, ha llegado a tanto el hombre que no puedo mirarlo sino con horror, y si lo miro es sólo desde dentro de ti, porque encontrando en ti todas las ternuras de mi Humanidad, mis oraciones, me siento movido a mirarlo con compasión, y por amor tuyo preservaré sus vidas. El hombre tiene necesidad de purificaciones fuertes, de otra manera no se desengaña, y por eso arrollaré todo para renovar todo, haré cosas imprevistas, castigos nuevos de los cuales el hombre no podrá encontrar la causa, y esto para

confundirlo, pero tú no temas, por amor tuyo disminuiré alguna cosa. Siento en ti como sentía en mi Humanidad la corriente de las comunicaciones con todas las criaturas, y por esto me es duro no darte y no contentarte en nada”.
(4) Más tarde me he encontrado fuera de mí misma, en un punto altísimo y he encontrado a mi Mamá Celestial, a nuestro Arzobispo difunto, a mis padres y a mi dulce Jesús en los brazos del obispo, el cual, en cuanto me ha visto me lo ha puesto en mis brazos diciéndome: “Tómalo hija mía y gózalo”. Y Jesús hacía fiesta en mis brazos y ha dicho:
(5) “Hija amadísima de mi Querer, quiero renovar el vínculo del gran don de hacerte vivir en mi Querer, y por esto he querido presentes como testigos a mi amada Mamá, al Obispo que tomó parte en tu dirección cuando estuvo en la tierra, y a tus papás, a fin de que tú quedes mayormente confirmada en mi Voluntad y recibas toda la corriente y los bienes que mi Voluntad contiene, y ellos sean los primeros en recibir la gloria del obrar del vivir en mi Querer. Tú no eres otra cosa que un átomo en mi Querer, pero en este átomo Yo pongo todo el peso de mi Voluntad, a fin de que conforme te muevas, el mar inmenso de mi Querer reciba su movimiento, las aguas se encrespen y como agitadas exhalen su frescura, sus perfumes, y desborden en bien del Cielo y de la tierra. El átomo es pequeño, ligerísimo, y no es capaz de agitar todo el mar inmenso de mi Voluntad, pero puesto dentro de él todo el peso de Ella, será capaz de todo, y me darás campo para dar de Mí otros actos divinos, serás como la piedrecilla arrojada en la fuente, que conforme cae, las aguas se encrespan, se agitan y exhalan su frescura y su perfume; pero la piedrecilla no contiene el peso de mi Voluntad y por eso no puede hacer que la fuente se desborde, pero tu átomo con el peso de mi Querer, no sólo puede arrastrar mi mar, sino inundar Cielo y tierra.
(6) Como dentro de un solo respiro vendrás a absorber toda mi Voluntad con todos los bienes que Ella contiene, y de otro respiro la pondrás fuera, y mientras esto haces, cuantas veces la aspires y cuantas veces la emitas, tantas veces multiplicarás mi Vida, mis bienes. En el Cielo los bienaventurados gozan de toda la beatitud que contiene mi Querer, viven en Él como en su propio centro, pero no lo multiplican, pues en ellos están ya fijos sus méritos; pero tú eres más feliz que ellos pudiendo multiplicar mi Vida, mi Querer, mis bienes; en ellos mi Querer es felicitante, en ti es obrante y pido tus actos para multiplicarme. Cuando tú obras estoy mirando con ansias si obras en mi Querer para recibir el contento de verme multiplicado en tu acto. ¡Cuánto deberías estar atenta, y no dejar pasar nada!”

+ + + +

14-31
Mayo 27, 1922

El acto preventivo y el acto actual.

(1) Estaba pensando entre mí: “Si es tan grande un acto hecho en su Querer, ¿cuántos, ay de mí, no dejo escapar?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, existe el acto preventivo y el acto actual. El preventivo es aquel cuando el alma, desde el primer surgir del día fija su voluntad en la mía, y se decide y se confirma de querer vivir y obrar sólo en mi Querer, previene todos sus actos y los hace correr todos en mi Querer. Con la voluntad preventiva mi Sol surge, mi Vida queda duplicada en todos tus actos como dentro de un solo acto, y esto suple al acto actual. Sin embargo, el acto preventivo puede ser opacado, oscurecido por los modos humanos, por la voluntad propia, por la propia estima, por el descuido y otras cosas, que son como nubes delante al sol, que vuelven menos vívida su luz sobre la faz de la tierra. En cambio el acto actual no está sujeto a nubes, sino que tiene virtud de despejar las nubes, si es que las hay, y hace surgir tantos otros soles en los cuales queda duplicada mi Vida, con tal intensidad de luz y calor,

de formar otros tantos nuevos soles, el uno más bello que el otro. Sin embargo los dos actos son necesarios, el preventivo da la mano, dispone y forma el plano al actual, y el actual conserva y ensancha el plano del preventivo”.

+ + + +

14-32
Junio 1, 1922

Qué cosa es la verdad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba siguiendo las horas de la Pasión de mi dulce Jesús, especialmente cuando fue presentado a Pilatos, el cual le preguntó cuál era su reino, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, fue la primera vez en mi Vida terrena que tuve que tratar con un gobernante gentil, el cuál me preguntó cuál era mi reino, y Yo le respondí que mi reino no es de este mundo, que si de este mundo fuera, millones de legiones de ángeles me defenderían. Con esto abría a los gentiles mi reino y les comunicaba mi celestial doctrina, tanto que Pilatos me preguntó: ‘¿Cómo, Tú eres rey?’ Y Yo inmediatamente le respondí: ‘Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la verdad.’ Con esto Yo quería abrirme camino en su mente para hacerme conocer, y él, sintiéndose como golpeado me preguntó: ‘¿Qué cosa es la verdad?’ Pero no esperó mi respuesta, no tuve el bien de hacerme comprender, le habría dicho: ‘La verdad soy Yo, todo en Mí es verdad; verdad es mi paciencia en medio de tantos insultos; verdad es mi mirada dulce entre tantas burlas, calumnias, desprecios; verdad son mis modos afables, atrayentes, en medio de tantos enemigos, que mientras ellos me odian Yo los amo, y mientras quieren darme la muerte Yo quiero abrazarlos y darles la vida; verdad son mis palabras dignas y llenas de sabiduría celestial; todo en Mí es verdad”. La verdad es más que sol majestuoso, que por cuanto se quiera pisotear, surge más bello, más luminoso y hace avergonzar a los mismos enemigos, haciéndolos caer por tierra, a sus pies. Pilatos me preguntó con ánimo sincero, y Yo le respondí inmediatamente, en cambio Herodes me preguntó con maldad y por curiosidad, y Yo no le respondí, así que a quien quiere saber las cosas santas con sinceridad, Yo me revelo más allá de lo que se quiere; en cambio, a quien quiere saberlas con maldad y para curiosear, Yo me le escondo, y mientras éstos quieren hacer burla de Mí, Yo los confundo y me burlo de ellos. Pero como mi persona llevaba consigo la verdad, también ante Herodes hizo su oficio, mi silencio ante sus tempestuosas preguntas, mi mirada modesta, el aspecto todo lleno de dulzura, de dignidad, de nobleza de mi misma persona, eran todas verdades, y verdades operantes”.

+ + + +

14-33
Junio 6, 1922

Viviendo en la Divina Voluntad, la cruz y la santidad se hacen semejantes a las de Jesús.

(1) Estaba pensando entre mí: “Mi buen Jesús ha cambiado conmigo, antes se deleitaba en hacerme sufrir, todo era participación de clavos y cruz, ahora todo ha desaparecido, no se deleita más en hacerme sufrir, y si alguna vez sufro me mira con indi- ferencia y no muestra más aquel gusto de antes”. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, suspirando me ha dicho:

(2) “Hija mía, cuando se tienen gustos mayores, los gustos menores pierden su deleite, su atractivo, y por eso se ven con indiferencia. La cruz ata a la gracia, ¿pero quién la alimenta, quién la hace crecer a la debida estatura? Mi Voluntad. Es sólo Ella que completa todo y hace cumplir mis más altos designios en el alma, y si no fuera por mi Voluntad, la misma cruz, por cuanto poder y grandeza contiene, puede hacer que las almas permanezcan a medio camino. ¡Oh! cuántos sufren, pero como les falta el alimento continuo de mi Voluntad, no llegan a la meta, a la destrucción del querer humano, y el Querer Divino no puede dar el último toque, la última pincelada de la santidad Divina. Mira, tú dices que han desaparecido clavos y cruz, falso hija mía, falso, antes tu cruz era pequeña, incompleta, ahora mi Voluntad elevándote en Ella, hace que tu cruz sea grande, y cada acto que haces en mi Querer es un clavo que recibe tu querer, y viviendo en mi Voluntad, la tuya se extiende tanto, que te difundes en cada criatura, y me da por cada una la vida que les he dado para devolverme el honor, la gloria, la finalidad para las que las he creado. Mira, tu cruz se extiende no sólo por ti, sino por cada una de las criaturas, así que por todas partes veo tu cruz; primero la veía sólo en ti, ahora la veo por dondequiera. Este fundirte en mi Voluntad sin ningún interés personal, sino sólo para darme lo que todos deberían darme, y para dar a todos todo el bien que mi Querer contiene, es sólo de la Vida Divina, no de la humana; así que sólo mi Voluntad es la que forma esta Santidad divina en el alma. Entonces tus cruces anteriores eran santidad humana, y lo humano por cuan santo sea, no sabe hacer cosas grandes sino pequeñas, mucho menos elevar al alma a la santidad y a la fusión del obrar de su Creador, queda siempre en la restricción de criatura, pero mi Voluntad derribando todas las barreras humanas, la arroja en la inmensidad divina, y todo se hace inmenso en ella: Cruz, clavos, santidad, amor, reparación, todo; mi mira sobre ti no era la santidad humana, si bien era necesario que primero hiciera las cosas pequeñas en ti, y por eso me deleitaba tanto.
(3) Ahora, habiéndote hecho pasar más adelante y debiéndote hacer vivir en mi Querer, viendo tu pequeñez, tu átomo, abrazar la inmensidad para darme por todos y por cada uno amor y gloria para volverme a dar todos los derechos de toda la Creación, esto me deleita tanto, que todas las otras cosas no me dan más gusto. Entonces tu cruz, tus clavos, serán mi Voluntad, la que teniendo crucificada a la tuya completará en ti la verdadera crucifixión, no a intervalos sino perpetua, toda semejante a la mía, que fui concebido crucificado y morí crucificado, alimentada mi cruz de la sola Voluntad eterna, y por eso, por todos y por cada uno Yo fui crucificado. Mi cruz selló a todos con su emblema”.

+ + + +

14-34
Junio 9, 1922

Jesús quiere reposarse en el alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús venía muy frecuentemente, y ahora apoyaba su cabeza sobre la mía y decía:
(2) “Hija mía, tengo necesidad de reposo; la inteligencia increada quiere reposarse en la inteligencia creada, pero para encontrar el verdadero reposo debería encontrar en tu inteligencia toda la gloria, el contento que todas las otras inteligencias deberían darme, por eso mi Voluntad quiere ensanchar tu capacidad para poder encontrar este reposo. No, no estoy contento si mi Voluntad no pone en ti todo lo que los otros me deberían dar”.
(3) Entonces parecía que infundía su aliento a mi inteligencia, y ella quedaba encadenada como por tantos hilos de luz por cuantas mentes creadas salían de las manos de nuestro Creador, y cada hilo de luz decía: “Gloria, reconocimiento, honor, etc., a mi Dios tres veces Santo”.

(4) Y Jesús decía: “Ah, sí, ahora puedo reposarme, encuentro la correspondencia de la inteligencia de la Creación, la mente creada se confunde con la mente increada”.
(5) Después ha apoyado su cabeza en mi corazón, y parecía que no encontraba completo reposo, entonces ha puesto su boca sobre mi corazón y le infundía su aliento, y a cada soplo mi corazón se agrandaba, y después ha agregado:
(6) “Hija, estoy resuelto a reposarme, por eso quiero llenar tanto tu corazón de mi aliento, para poner en él todo el amor que todo el resto de la Creación debería darme; mi reposo no puede ser perfecto si no encuentro la correspondencia del amor que ha salido de Mí, por eso quiero encontrar en este corazón el amor que todos deberían darme, mi Querer hará este prodigio en ti y tu corazón tendrá una nota por todos que me dirá: amor”.
(7) Después ha puesto de nuevo su cabeza sobre mi corazón y se reposaba, ¡cómo era bello ver reposar a Jesús! Luego desaparecía y regresaba, y ahora quería reposarse en mis manos, ahora sobre mi espalda; parecía que quería ver si toda mi persona se prestaba para hacerlo reposar.
(8) Después me ha dicho: “Amada mía, cuánto amor siento hacia ti, todo el amor que debería dar a los demás y que ellos rechazan, lo concentro en ti. Oigo en ti el eco de mi palabra creadora: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza’, y veo su cumplimiento. ¡Ah! sólo nuestro Querer hará regresar al hombre a su primer origen, nuestro Querer pondrá todas las impresiones divinas en el querer humano, y arrollando un querer en el otro lo llevará sobre sus alas a los brazos de su Creador, pero no feo como lo ha hecho la culpa, sino puro, bello y semejante a su Creador, por eso quiero que tú recibas todas las impresiones de mi Voluntad en la tuya, a fin de que Cielo y tierra no puedan distinguir sino sólo la Voluntad Divina obrante en ti, por la cual se sentirán como envueltos, y todos recibirán el bien del obrar divino en la criatura, por eso préstate en todo y seme fiel”.
(9) Después de esto ha regresado de nuevo, pero todo afligido y me ha dicho:
(10) “Yo quedo afligido cuando piensan de Mí que soy severo y que hago más uso de la justicia que de la misericordia; están Conmigo como si por cualquier cosa Yo debiera castigarlos, ¡oh! cuán deshonrado me siento por ellos, porque esto los lleva a estar a cierta distancia de Mí, y quien está distante no puede recibir toda la fusión de mi amor; y mientras son ellos los que no me aman, piensan de Mí que soy severo y casi un Ser que infundo temor, mientras que con solo dar una mirada a mi Vida, pueden ver que sólo un acto de justicia hice, el cual fue para defender la casa de mi Padre, tomé cuerdas en mis manos y golpeé a derecha e izquierda para arrojar a los profanadores, pero todo lo demás fue todo misericordia: Misericordia mi concepción, mi nacimiento, mis palabras, mis obras, mis pasos, mi sangre derramada, mis penas, todo era en Mí amor misericordioso. Sin embargo se teme de Mí, mientras que deberían temer más de ellos mismos que de Mí”.

+ + + +

14-35
Junio 11, 1922

La vida natural simboliza la vida espiritual.

(1) Estaba pensando entre mí: “Cómo será que también la vida espiritual sufre tantos cambios, mientras se está convencido de que éste debe ser mi camino, cuando menos se piensa ya se ha saltado a otro lado, sufriendo quién sabe cuantos desgarros dolorosos que hacen sangrar al corazón, se puede decir que por los tantos cambios que se sufren, es un continuo martirio”. Entonces mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, es verdad que la vida espiritual debe ser un continuo martirio, porque debe ser semejante al primero y al más grande de los mártires, el cual fui Yo, y si no fuera así, no se puede dar verdadero nombre de vida espiritual, sino larva y sombra de ella.

Además, es necesario que sufra varios cambios, y esto es para hacerla llegar a debida estatura y para volverla noble, bella y perfecta. Si la misma naturaleza humana, menos importante, sufre quién sabe cuántos cambios para hacerla llegar a la debida estatura, mucho más la espiritual que es más importante y superior a la vida natural, es más, la vida natural simboliza a la vida espiritual. Observa un poco cuántos cambios sufre la vida natural: Ella es concebida dentro del seno materno y está ahí por nueve meses para formar bien el cuerpecito, y cuando está formado es obligado a salir, y si quisiera continuar dentro moriría, porque faltando el espacio para crecer se sofocaría, arriesgando su vida y la de su mamá. Ahora, si esta concepción se formase fuera de un seno materno, ¿quién debería prestar la sangre, el calor para formar el cuerpecito? Y además, siendo los miembros ternísimos, el aire mismo lo mataría; luego, ¿cuánta cautela no se necesita para el recién nacido? El calor, el frío, la misma estrechez del seno materno le pueden ser de muerte; he aquí el por qué de pañales, cuna, leche; si se quisiera dar otro alimento, el pequeño no sabría como masticarlo, así que se pondría en peligro su vida; pero después llega el tiempo en el cual se hace capaz de tomar otro alimento, de quitarse los pañales, y se aprende a dar los primeros pasos. Mira, no estamos más que en la infancia y ya ha sufrido tres cambios; ahora, ¿qué se diría si este pequeño viéndose puesto en tierra para hacerle dar el primer paso, temiendo ser soltado por los brazos de la mamá, grita, llora y no quiere saber nada? Sería de lamentarse, porque en brazos de la mamá jamás se haría hombre, sin movimiento no se volvería fuerte ni desarrollado.
(3) Ahora vengamos a la verdadera vida espiritual, ella se concibe en mi seno; mi sangre, mi amor, mi aliento la forman; después la alimento a mi pecho, la fajo con mis gracias; luego paso a hacerla caminar con mis verdades, pero no es mi propósito formar una niña juguetona, sino formar una copia toda semejante a Mí, por eso entran los cambios, que no son para otra cosa que para hacerla llegar a edad madura y darle todos aquellos privilegios y prerrogativas que contiene la verdadera vida espiritual, de otra manera permanecerá como niña en pañales, que en lugar de formar mi honor y mi gloria, formaría mi dolor y deshonor, y cuántas hay que permanecen solamente recién nacidas, o a lo más en pañales, y poquísimas son las que trabajan junto Conmigo para hacer de ellas una copia de Mí”.

+ + + +

14-36
Junio 15, 1922

El latido divino es la celda del alma que vive en el Querer Divino, y Éste armoniza todo en la criatura.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en el Santo Querer de Dios, y mientras me fundía en Él, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad eterna fue el punto central de mi Vida, desde el primer acto de mi concepción hasta el último respiro me precedió, me acompañó, haciéndose vida de cada acto, y me seguía, encerrando mi acto en el ámbito eterno de mi Querer, del cual no encontraba la salida; y como mi Voluntad eterna era inmensa, no había punto que no abarcara, ni generación en la cual Ella no debía dominar, así que era para Ella como connatural formar mis actos, multiplicarlos por todos como si fuese para uno solo. Uno puede dar lo que tiene, por cuanta potencia tenga no puede dar más de lo que posee; ahora, mi Voluntad poseía la Inmensidad, el poder de la multiplicación de los actos por cuantos quería, poseía la eternidad en la que envolvía todas las cosas presentes a todos, como al principio de todas las cosas como hasta el fin. He aquí por qué desde el primer instante de mi concepción, la potencia de mi Querer formaba tantas concepciones mías por cuantas criaturas salían a la existencia; mis palabras, los pensamientos, las obras, los

pasos, los multiplicaba, los extendía desde el primero hasta el último de los hombres. La potencia del Querer eterno, mi sangre, mis penas, las convertía en mares inmensos de los que todos podían servirse, si no fuera por el prodigio del Querer Supremo, mi misma Redención hubiera sido individual, circunscrita y sólo para alguna generación.
(3) Ahora, mi Voluntad no ha cambiado, tal cual era, es y será, mucho más pues habiendo venido Yo a la tierra, vine a atar nuevamente la Voluntad Divina a la humana, y quien no huye de este nudo y se da en poder de Ella, haciéndose preceder, acompañar y seguir, encerrando su acto dentro de mi Querer, lo que sucedió de Mí sucede del alma. Mira, a medida que tú fundías tus pensamientos, tus palabras, tus obras, tus reparaciones, tu pequeño amor en mi Querer, los extendía, los multiplicaba y se hacían antídoto de cada pensamiento, de cada palabra, de cada obra, se hacían reparación de cada ofensa, amor por cada amor que se me debe, y si esto no sucede es por defecto de la voluntad humana, que no dejándose del todo en poder de la Voluntad Divina, no toma todo ni puede darse a todos, por lo tanto siente las sensaciones de lo humano que la hacen infeliz, la limitan, la empobrecen y la hacen parcial. He aquí el por qué todo mi interés es que tu querer haga vida en el mío, y que comprendas bien qué significa vivir en Él, por cuanto a criatura es posible, porque si haces esto habrás obtenido todo y me darás todo”.
(4) Dicho esto desapareció. Pero después ha agregado de nuevo y se hacía ver todo llagado, pero esas llagas formaban tantas celdas en las cuales Jesús llamaba a las almas para encerrarlas en ellas y ponerlas al seguro, entonces yo le he dicho: “Amor mío, ¿y mi celda cuál es? A fin de que encerrándome en ella no salga más”.
(5) Y Jesús: “Hija mía, para ti no hay celdas en mi cuerpo, porque quien vive en mi Querer no puede vivir en un apartamento mío, sino debe vivir en el latido de mi corazón. El latido es el centro y la vida del cuerpo humano, si cesa el latido cesa la vida, el latido mantiene la circulación de la sangre, el calor, la respiración, por consiguiente la fuerza, la actividad de los miembros; si el latido no es regular toda la actividad humana está en desorden, aun la misma inteligencia pierde la vivacidad, el ingenio, la plenitud de la luz intelectual, porque al crear al hombre le puse en el corazón un sonido especial, al cual até la armonía eterna, de manera que si el latido está sano, todo es armonía en la criatura. Ahora, mi Voluntad es como el latido en la criatura, si Ella late armoniza la santidad, armonizan las virtudes, armoniza entre el Cielo y la tierra; su armonía se extiende hasta la Trinidad Sacrosanta, he aquí por qué para ti es mi latido el que se ofrece como celda para encerrarte dentro, y latiendo con un solo latido armonices entre el Cielo y la tierra, circules en el pasado, en el presente y en el futuro, en todo te encuentres tú circulante en Mí y Yo en ti”.

+ + + +

14-37
Junio 19, 1922

Cada vez que el alma obra en el Divino Querer da campo a Jesús para poner fuera nuevas bienaventuranzas y nuevos contentos.

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía abismada en el Querer Supremo de mi dulce Jesús, me parecía que cada pequeño acto mío hecho en el Divino Querer hacía salir nuevos contentos desde dentro de la Majestad Divina, y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, yo poseo tales contentos, felicidad y bienaventuranzas, que podría dar a cada instante siempre nuevas alegrías y bienaventuranzas, así que cada vez que el alma obra en mi Querer, me da el campo para hacer salir nuevas bienaventuranzas y nuevos contentos que Yo poseo, y como mi Querer es inmenso e invade a todos y a todo, así, conforme salen corren sobre el alma que está obrando en mi Querer, como causa primaria de que mis bienaventuranzas sean hechas salir, y después circulan en todos, en el Cielo y

en la tierra. Entonces, por cuantas veces obres en mi Querer, tantas bienaventuranzas y alegrías de más me haces poner fuera, y Yo siento el contento de participar las alegrías que poseo. Mi Voluntad quiere hacer salir lo que posee, pero va buscando quién le dé la ocasión, quién esté dispuesto a recibirlo, quién prepare un lugarcito en su alma donde poner estos mis nuevos contentos. Ahora, el alma con querer hacer mi Voluntad, abre las puertas de mi Querer, y vaciándose de su querer me prepara un lugarcito donde poner mis bienes, y entrando a obrar en mi Voluntad me da la ocasión de hacer salir de Mí nuevas bienaventuranzas, por eso con ansia espero que el alma venga a obrar en mi Querer eterno, para hacer salir de Mí una nueva alegría y hacerme conocer que soy aquel Dios que no me agoto jamás, y que siempre tengo que dar a quien hace mi Voluntad”.

+ + + +

14-38
Junio 23, 1922

Las verdades son más que soles. Quien no está vacío del todo de su querer, no puede tener un cierto conocimiento del Querer Divino.

(1) Estaba pensando entre mí: “Jesús dice tantas cosas de su Santísimo Querer, pero parece que no es comprendido, y aun los mismos confesores parecen dudosos, y delante a una luz tan inmensa no quedan ni iluminados, ni movidos a amar a un Querer tan amable”. Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, poniéndome un brazo en el cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te asombres por esto, quien no está vacío del todo de su querer, no puede tener un cierto conocimiento del mío, porque el querer humano forma las nubes entre mi Querer y el suyo, e impide el conocimiento del valor y efectos que el mío contiene; pero a pesar de esto no pueden decir que no es luz. Mira, tampoco las cosas que se ven aquí en la tierra son comprendidas por el hombre, ¿quién puede decir cómo hice para crear el sol, cuánta luz y calor contiene? Sin embargo lo ven, gozan de sus efectos, todo el día está con ellos, su calor y luz los siguen por todos lados, y con todo esto ni saben ni pueden decir su altura, la luz y el calor que posee, y si alguno quisiera elevarse para conocer esto, la luz lo eclipsaría y el calor lo quemaría, así que el hombre está obligado a tener los ojos bajos y gozarse la luz sin poderlo investigar, y contentarse con decir: ‘Es sol”. Entonces, si esto sucede con el sol que se ve y que Yo creé para el bien natural del hombre, mucho más con las verdades que contienen, ¡oh! cuánta más luz y calor que el mismo sol, especialmente las verdades que se refieren a mi Voluntad, que contienen efectos, bienes y valor eternos; ¿quién puede medir todo lo que Ella contiene? Sería quererse eclipsar, sería mejor bajar la frente y gozarse la luz que lleva mi verdad, amarla y hacer suya aquella pequeña luz que comprende la inteligencia humana y no hacer que, porque no comprenden toda la plenitud de la luz, la hagan a un lado como cosa que a ellos no pertenece; así que del sol no comprendido se goza de su luz por cuanto más se puede, se sirve de ella para obrar, para caminar, para mirar, y ¡oh! cómo se suspira el día para que la luz les haga compañía y viva con ellos. Además, mis verdades, que son más que luz, que hacen despuntar el sol del día en las mentes humanas, no son tomadas en cuenta, ni amadas, ni suspiradas y se tienen como naderías, ¡qué dolor! Pero Yo cuando veo que ellos hacen a un lado mis verdades, Yo los hago a un lado a ellos, y hago hacer su curso a mis verdades con las almas que las aman y las suspiran, y se sirven de la luz de ellas para modelar sus vidas y hacerse con ellas una sola cosa. ¿Crees tú que te haya dicho todo de las verdades, de los efectos y valor que mi verdad contiene? ¡Oh! cuántos otros soles debo hacer surgir, no te asombres si no comprendes todo, conténtate con vivir de su luz, y esto me basta”.


+ + + +

14-39
Junio 26, 1922

El aislamiento y la soledad de Jesús en medio de las criaturas.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y como desde hace algunos días yo me encontraba como atada, tanto que me sentía impotente aun para moverme, me ha dicho tomando mis manos en las suyas:
(2) “Hija mía, deja que Yo te desate”.
(3) Y poniéndose junto a mí ha puesto mis brazos sobre sus hombros diciéndome:
(4) “Ahora estás libre, estréchame a ti, pues he venido para hacerte compañía y recibir en correspondencia la tuya. Mira, Yo soy el Dios aislado por las criaturas, vivo en medio de ellas, soy vida de cada uno de sus actos y me tienen como si no existiera con ellas.
¡Oh! cómo lloro mi soledad, me ha tocado la misma suerte del sol, que mientras él vive con su luz y calor en medio de todos, no hay fecundidad que de él no venga, con su calor purifica la tierra de tantas inmundicias, sus bienes son incalculables y con magnanimidad los hace descender sobre todos, pero él en lo alto vive siempre solo, y el hombre ingrato no le da jamás un gracias, un testimonio de agradecimiento. Así estoy Yo, ¡solo!, siempre solo, mientras que estando en medio de ellos soy luz de cada pensamiento, sonido de cada palabra, movimiento de cada obra, paso de cada pie, latido de cada corazón, y el hombre ingrato me deja solo, no me dice un gracias, un te amo; quedo aislado en la inteligencia, porque de la luz que les doy se sirven para ellos y tal vez para ofenderme; quedo aislado en las palabras, porque el sonido que forman muchas veces sirve para blasfemarme; quedo aislado en sus obras, de las que se sirve para darme muerte; en los pasos, en el corazón, atentos sólo a desobedecerme y a amar lo que a Mí no pertenece.
¡Oh, cómo me pesa esta soledad! Pero mi amor, mi magnanimidad son tan grandes, que más que sol continúo mi curso, y en mi curso voy investigando si alguno quiere hacerme compañía en tanta soledad, y encontrándolo, con él formo mi compañía perenne y lo abundo de todas mis gracias. He aquí por qué he venido a ti, estaba cansado de tanta soledad, no me dejes jamás solo hija mía”.

+ + + +

14-40
Julio 6, 1922

Bendición de Jesús a su Mamá. Quien vive en la Divina Voluntad es depositaria de la Vida Sacramental de Jesús.

(1) Estaba pensando y acompañando a Jesús en la hora de la Pasión cuando fue ante la Divina Mamá para pedirle su santa bendición, y mi dulcísimo Jesús en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, antes de mi Pasión quise bendecir a mi Mamá y ser bendecido por Ella, pero no fue únicamente a mi Mamá a quien bendije, sino a todas las criaturas, no sólo animadas sino también inanimadas; vi a las criaturas débiles, cubiertas de llagas, pobres, mi corazón tuvo un latido de dolor y de tierna compasión y dije: ‘¡Pobre humanidad, cómo estás decaída, quiero bendecirte a fin de que resurjas de tu decaimiento; mi bendición imprima en ti el triple sello de la potencia, de la sabiduría y del amor de las Tres Divinas Personas y te restituya la fuerza, te sane y te enriquezca, y para circundarte de defensas bendigo todas las cosas creadas por Mí, a fin de que las recibas bendecidas por Mí: te

bendigo la luz, el aire, el agua, el fuego, el alimento, a fin de que quedes como abismada y cubierta con mis bendiciones, pero como tú no las merecías, por eso quise bendecir a mi Mamá, sirviéndome de Ella como canal para hacer llegar a ti mis bendiciones”. Y así como me correspondió mi Mamá con sus bendiciones, así quiero que las criaturas me correspondan con sus bendiciones; pero, ¡ay de Mí!, en vez de correspondencia de bendiciones, me corresponden con ofensas y maldiciones, por eso hija mía, entra en mi Querer, y poniéndote sobre todas las cosas creadas sella todas con las bendiciones que todos me deben, y trae a mi doliente y tierno corazón las bendiciones de todos”.
(3) Después de haber hecho esto, como para recompensarme me ha dicho:
(4) “Amada hija mía, te bendigo en modo especial, te bendigo el corazón, la mente, el movimiento, la palabra, el respiro, toda y todo te bendigo”.
(5) Después de esto he continuado con las demás horas de la Pasión, y mientras seguía la cena eucarística, mi dulce Jesús se movió en mi interior y con la punta de su dedo ha tocado fuerte en mi interior, tanto que lo he oído con mis oídos y he dicho entre mí: “¿Qué querrá Jesús que llama?” Y Él llamándome me ha dicho:
(6) “No bastaba tocar para hacerme oír, sino también llamarte para ser escuchado. Escucha hija mía, mientras instituía la cena Eucarística llamé a todos en torno a Mí, miré todas las generaciones, del primero al último hombre, para dar a todos mi Vida Sacramental, y no una vez, sino tantas veces por cuantas veces tiene necesidad del alimento corporal. Yo quería constituirme como alimento del alma, pero me encontré muy mal al ver que esta mi Vida Sacramental quedaba rodeada por desprecios, por descuidos y aun por muerte despiadada. Me sentí mal, sentí todas las congojas de la muerte de mi Vida Sacramental tan dolorosa y repetida; pero miré mejor, hice uso de la potencia de mi Querer y llamé en torno a Mí a las almas que habrían vivido en mi Querer, ¡oh, cómo me sentía feliz! Me sentía rodeado por estas almas a las cuales la potencia de mi Voluntad las tenía como abismadas, y que como centro de su vida estaba mi Querer; vi en ellas mi inmensidad y me encontré bien defendido por todas, y a ellas confié mi Vida Sacramental, la deposité en ellas para que no sólo me cuidaran sino que me correspondieran por cada hostia Consagrada con una vida de ellas, y esto sucede como connatural, porque mi Vida Sacramental está animada por mi Voluntad eterna, y la vida de estas almas tiene como centro de vida mi Querer, así que cuando se forma mi Vida Sacramental, mi Querer obrante en Mí obra en ellas y Yo siento su vida en mi Vida Sacramental, se multiplican Conmigo en cada una de las hostias, y Yo siento que me dan vida por vida. ¡Oh, cómo exulté al verte a ti como primera, que en modo especial te llamé a formar vida en mi Querer! Hice en ti mi primer depósito de todas mis Vidas Sacramentales, te confié a la potencia y a la inmensidad del Querer Supremo, a fin de que te hicieran capaz de recibir este depósito, y desde entonces tú estabas presente a Mí y te constituí depositaria de mi Vida Sacramental, y en ti a todas las demás almas que habrían vivido en mi Querer. Te di el primado sobre todo, y con razón, porque mi Querer no está puesto por debajo de ninguno, aun sobre los apóstoles, sobre los sacerdotes, porque si bien ellos me Consagran pero no quedan vida junto Conmigo, más bien me dejan solo, olvidado, no teniendo cuidado de Mí; en cambio esas almas habrían sido vida en mi misma Vida, inseparables de Mí, por eso te amo tanto, es a mi mismo Querer que amo en ti”.

+ + + +

14-41
Julio 10, 1922

El vivir en el Divino Querer es repetir la Vida real de Jesús no solamente en el alma, sino también en el cuerpo.

(1) Continuando mi habitual estado, sentía a mi siempre amable Jesús en mi interior, pero tan real, que ahora sentía que me estrechaba tan fuerte el corazón que me hacía sufrir, ahora estrechaba sus brazos a mi cuello y me sofocaba, ahora se sentaba sobre mi corazón, tomando un aire imperante y de mando, y yo me sentía como aniquilar y luego resurgir a nueva vida bajo su mandato, ¿pero quién puede decir lo que Él hacía en mi interior y lo que yo sentía? Creo que es mejor pasarlo en silencio. Entonces mientras sentía su presencia real en mi interior me decía:
(2) “Hija mía, elévate, elévate más, pero tanto de llegar al seno de la Divinidad, entre las Divinas Personas será tu vida. Mira, para hacerte llegar a esto he formado mi Vida en ti, he encerrado mi Querer eterno en lo que tú haces, y ahí corre en modo maravilloso y sorprendente; mi Querer está obrante en ti en continuo acto inmediato. Ahora, después de haber formado mi Vida en ti, con mi Querer obrante en ti, en tus actos, tu querer ha quedado impregnado, transfundido en el mío, de modo que mi Querer tiene una vida sobre la tierra. Ahora es necesario que te eleves y lleves contigo mi Vida, mi Querer, a fin de que mi Querer de la tierra y el del Cielo se fundan juntos y tú hagas vida por algún tiempo en el seno de la Divinidad, donde tu querer será obrante en el mío para poderlo ensanchar por cuanto la criatura puede ser capaz, después descenderás de nuevo sobre la tierra llevando la potencia, los prodigios de mi Querer, por los cuales las criaturas serán sacudidas, abrirán los ojos y muchos conocerán qué significa vivir en mi Querer, vivir a semejanza de su Creador. Esto será el principio de que mi reino venga sobre la tierra y que mi Querer tenga su último cumplimiento.
(3) ¿Crees que sea cosa de nada el vivir en mi Querer? No hay cosa que lo iguale, ni santidad que lo iguale; es la Vida real, no fantástica como alguno puede imaginar, y ésta mi Vida está no sólo en el alma, sino también en el cuerpo, ¿pero sabes tú cómo es formada esta mi Vida? Mi Querer eterno es el del alma, y mi latido, latiendo en su corazón forma mi concepción; su amor, sus penas y todos sus actos hechos en mi Querer forman mi Humanidad, y me hacen crecer tanto que no puedo mantenerme escondido, ni ella puede hacer menos que sentirme. ¿No me sientes tú, vivo en tu interior? Por eso te he dicho que a la santidad del vivir en mi Querer no hay nada que la iguale, todas las otras santidades serán las pequeñas luces, y ella será el gran sol transfundido en su Creador”.
(4) Ahora, por obedecer y con gran repugnancia digo cómo siento a Jesús en mi interior: Lo siento en el lugar de mi corazón, casi en modo visible, ahora oigo que reza y muchas veces lo oigo con los oídos del cuerpo, y yo rezo junto con Él; ahora que sufre y me hace sentir su respiro entrecortado, afanoso, y lo siento en mi respiro, tanto que estoy obligada a afanarme junto con Él, y como en Él están contenidas todas las criaturas, siento su respiro que como vida se difunde en todos los movimientos y respiros humanos, y yo me difundo junto con Él. Ahora lo siento gemir, agonizar; ahora lo siento mover los brazos y los extiende en los míos; ahora que duerme, quedando en mi interior un profundo silencio;
¿pero quién pude decirlo todo? Sólo Jesús puede decir lo que obra en mí, porque yo no tengo palabras suficientes para manifestarlo. Lo he hecho sólo por obedecer, con sumo desgarro de mi alma y por temor de que mi Jesús pudiera disgustarse, porque Él me tolera siempre que la obediencia no me mande, pero si la obediencia manda, sólo me queda Fiat, de otra manera me aniquilaría. Espero que sea todo para gloria suya y para confusión mía.

+ + + +


14-42
Julio 14, 1922


Dios es llevado a generar seres similares a Él. Luisa, generadora del Reino de la Divina Voluntad en los demás.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús me ha transportado fuera de mí misma, hasta el seno del Eterno; pero mientras nadaba en aquel seno, sin saber decir lo que sentía y comprendía, porque me faltan las palabras para expresarme, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija amada de nuestra Voluntad, te he traído al seno de nuestra Divinidad a fin de que tu querer se extienda mayormente en el nuestro y tome parte en nuestro modo de obrar. Nuestra Divinidad es llevada naturalmente a la generación, no hace otra cosa que generar continuamente, y todas las cosas creadas por Nosotros llevan consigo la virtud de generar: El sol genera la luz en cada ojo humano, en cada obra y paso, parece que se multiplica por cada hombre, por cada planta y por cada punto de la tierra, si no tuviera la virtud, la conexión con su Creador generador, el sol jamás podría dar luz a todos ni estar a disposición de cada uno; la flor genera otra flor toda igual a ella; la semilla genera otra semilla; el hombre genera otro hombre; así que todas las cosas llevan consigo la virtud de su Creador de generar, así que somos llevados naturalmente a generar y a reproducir seres semejantes a Nosotros, por eso te he llamado en nuestro seno, a fin de que viviendo con Nosotros, tu querer, difundiéndose en el nuestro se agrande, genere junto con Nosotros santidad, luz, amor, y multiplicándose junto con Nosotros en todos, genere en los demás lo que ha recibido de Nosotros. Lo único que nos queda por hacer respecto a la Creación, es que nuestra Voluntad obre en la criatura como obra en Nosotros; nuestro amor quiere hacer salir de nuestro seno a nuestra Voluntad para ponerla en la criatura, pero va buscando a quien esté dispuesta, quien la conozca y la aprecie, y genera en ella lo que genera en Nosotros. He aquí por qué tantas gracias, tantas manifestaciones sobre mi Voluntad, es la santidad de mi Querer que lo exige, que antes que sea puesta en el alma sea conocida, amada y reverenciada, y que pueda desenvolver en ella toda su virtud y potencia, y sea cortejada por nuestras mismas gracias. Así que todo lo que te hago a ti, no es otra cosa que amueblar y adornar la morada a mi Voluntad, por eso sé atenta, aquí en nuestro seno aprenderás mejor nuestros modos y recibirás todas las prerrogativas que conviene a los designios que hemos formado sobre ti”.

+ + + +

14-43
Julio 16, 1922

Para reinar, la Santidad del vivir en el Divino Querer debe ser conocida.

(1) Habiéndome dicho el confesor que debía hacer copiar de mis escritos lo que sobre las diversas virtudes el bendito Jesús me ha hecho escribir, sentía en mí una pena, un martirio por hacer salir lo que Jesús me había dicho; entonces, al venir el bendito Jesús le he dicho: “Amor mío, sólo para mí este martirio, que yo misma deba ser instrumento para hacer salir lo que Tú me has manifestado, mucho más porque debiendo hacer salir lo que me has dicho, me veo obligada en ciertas cosas a ponerme fuera también a mi misma. Mi Jesús, qué martirio, sin embargo, si bien con sumo dolor de mi alma estoy obligada a obedecer. Dame la fuerza, ayúdame, sólo para mí esto; has dicho tantas cosas a otros, les has hecho tantas gracias y ninguno ha sabido nada, y si bien después de su muerte se ha conocido alguna cosa, el resto ha quedado todo sepultado con ellos, sólo a mí me toca este martirio”. Y Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te abatas demasiado, Yo estaré contigo también en esto. Ante mi Querer el tuyo debe desaparecer, y además es la santidad de mi Querer que quiere ser

conocida, esta es la causa. La santidad del vivir en mi Querer no tiene camino, ni puertas, ni llaves, ni habitaciones, invade todo, es como el aire que se respira, que todos deben y pueden respirarlo, basta sólo con que lo quieran y que hagan a un lado el querer humano, el Querer Divino se hará respirar por el alma y le dará la vida, los efectos, el valor de la Vida de mi Querer, y si no es conocido, ¿cómo podrán amar y querer un vivir tan santo, que es la gloria más grande que puede darme la criatura? La santidad de las otras virtudes es bastante conocida en toda la Iglesia, y quien quiere puede copiarla, por eso no tengo premura por multiplicar su conocimiento; pero la santidad del vivir en mi Querer, los efectos, el valor que contiene, la última pincelada que dará mi mano creadora a la criatura para volverla semejante a Mi, no es conocida aún, he aquí por qué toda mi premura de que se publique todo lo que te he dicho, y si esto no hicieras vendrías como a restringir mi Querer, a aprisionar en Mí las llamas que me devoran, y a hacerme retardar la completa gloria que me debe la Creación. Sólo quiero que las cosas salgan ordenadas, porque una palabra que falte, un nexo, una conexión, un período truncado, en vez de dar luz arrojará tinieblas, y en vez de hacer que me den gloria y amor, las criaturas quedarán indiferentes, por eso sé atenta, lo que he dicho Yo quiero que salga entero”.
(3) Y yo: “Pero para poner entera tu parte estoy obligada a poner parte de lo mío.”
(4) Y Jesús: “¿Y con esto qué quieres decir? Si el camino lo hemos hecho juntos,
¿quieres que salga sólo Yo? Además, ¿a quién debo señalar y poner como ejemplo para imitar, si aquélla a quien he enseñado y tiene la práctica del modo de cómo vivir en mi Querer no quiere ser conocida? Hija mía, esto es absurdo”.
(5) “¡Ah! Jesús, en qué laberinto me pones, me siento morir. Espero que tu Fiat me dé la fuerza”.
(6) “Por eso quita tu querer, y mi Fiat hará todo”.

+ + + +

14-44
Julio 20, 1922

El vivir en el Divino Querer injerta en el alma todo lo que la Divina Voluntad hizo y le hizo sufrir a la Humanidad de Jesús.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido y me ha sumergido tanto en su Querer, que aun el querer salir de Él me resultaba imposible; me sucedía como a una persona que voluntariamente se ha arrojado desde su pequeño lugar a otro lugar interminable, la cual, viendo lo largo del camino, del cual no conoce ni siquiera los confines, deja el pensamiento de encontrar a su pequeño lugar, pero es feliz de su suerte. Entonces, mientras nadaba en el mar inmenso del Querer Divino, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija amadísima de mi Querer, quiero hacer de ti una repetidora de mi Vida; el vivir en mi Querer debe injertar en el alma todo lo que mi Voluntad hizo y me hizo sufrir en mi Humanidad, no tolera ninguna desemejanza. Mira, mi Voluntad eterna impuso a mi Humanidad que aceptara tantas muertes por cuantas criaturas debían tener vida a la luz del día, y mi Humanidad aceptó con amor estas muertes, tanto que el Querer eterno hizo tantas marcas en mi Humanidad por cuantas muertes debía sufrir. Ahora, ¿quisieras tú que Yo marcara la tuya con tantas marcas por cuantas fue marcada la mía, a fin de que cuantas muertes sufrí Yo sufras tú?”
(3) Yo he dicho Fiat, y Jesús con una maestría y velocidad al mismo tiempo, ha marcado la mía con tantas marcas de muerte por cuantas tenía Él, diciéndome:
(4) “Sé atenta y fuerte en sufrir estas muertes, mucho más porque de estas muertes saldrá la vida para tantas otras criaturas”.

(5) Ahora, mientras esto decía, con sus mismas manos creadoras me tocaba, y conforme me tocaba creaba el dolor, tanto, de hacerme sentir penas mortales, me arrancaba el corazón, lo hería de mil modos, ahora con flechas de fuego, y ahora con flechas de hielo que me hacían titiritar, ahora lo apretaba tan fuerte que lo dejaba inmóvil;
¿pero quién puede decirlo todo? Sólo Él puede decir lo que hace. Yo me sentía aplastada, aniquilada y casi temía que no tuviera la fuerza, y Él, como queriendo reposar de las penas que me había dado, ha vuelto a decir:
(6) “¿De qué temes? ¿Tal vez que mi Querer no tenga fuerza suficiente para sostenerte en las penas que quiero darte? ¿O bien que pudieras salir de los confines de mi Querer? Esto no será jamás, ¿no ves cuántos mares inmensos ha extendido mi Querer en torno a ti, de modo que tú misma no encuentras el camino para salir de Él? Todas las verdades, los efectos, los valores, los conocimientos que te he manifestado, han sido tantos mares de los cuales has quedado circundada, y otros mares continuaré extendiendo. Ánimo hija mía, todo esto es necesario a la santidad del vivir en mi Querer, generar semejanza entre Yo y el alma. Esto hice con mi Mamá, no toleré ni siquiera una pequeña pena, ni ningún acto o bien que hice, en que Ella no tomase parte; una era la Voluntad que nos animaba, y por lo tanto cuando Yo sufría las muertes, las penas, cuando obraba, Ella moría, penaba, obraba junto Conmigo, en su alma debía ser copia fiel mía, de modo que reflejándome en Ella debía encontrar otro Yo mismo. Ahora, lo que hice con mi Mamá lo quiero hacer contigo, después de Ella te pongo a ti, quiero que sea reflejada la Santísima Trinidad sobre la tierra: Yo, mi Mamá y tú. Y esto es necesario, que por medio de una criatura mi Querer tenga Vida obrante sobre la tierra, ¿y cómo puedo tener esta Vida obrante si no doy lo que mi Querer contiene y lo que hizo sufrir a mi Humanidad? Mi Querer tuvo verdadera Vida obrante en Mí y en mi inseparable Mamá; ahora quiero que la tenga en ti, una criatura me es absolutamente necesaria, así mi Querer lo ha establecido, las demás serán condicionadas”.
(7) Entonces yo me sentía toda confundida, comprendía lo que Jesús decía, y más me sentía aniquilar, deshacer mi pobre ser; me sentía tan indigna que pensaba entre mí: “Qué equivocación comete Jesús, hay tantas almas buenas a las cuales podría elegir”. Pero mientras esto pensaba en mí, Él ha agregado:
(8) “Pobre hija, tu pequeñez junto a Mí se pierde, pero así lo he decidido, de la raza humana debía tomarla; si no te tomaba a ti, tomaba a otra criatura, pero porque tú eres más pequeña te he hecho crecer sobre mis rodillas, te he nutrido a mi seno como una pequeña niña, así que siento en ti mi misma Vida y por eso he fijado sobre ti mis miradas, te he mirado y vuelto a mirar, y complaciéndome he llamado al Padre y al Espíritu Santo a mirarte, y por consenso unánime te hemos elegido, por eso no te queda otra que serme fiel, y abrazar con amor la vida, las penas, los efectos, y todo lo que quiere nuestro Querer”.

+ + + +

14-45
Julio 24, 1922

Vínculos entre Jesús y todas las almas. Correspondencia a la Gracia.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido con una majestad y amor encantadores y me ha hecho ver todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre, cada uno de los cuales estaba vinculado y atado junto con mi dulce Jesús, y era tanta la unión, que parecía que Jesús se multiplicaba para cada una de las criaturas, de modo que cada uno lo tenía todo para sí, y que Jesús daba su Vida para sufrir cualquier pena y muerte que cada una debía sufrir, para poder decir al Padre

Celestial: “Padre mío, en cada criatura tendrás otros tantos Yo mismo que te darán por cada una lo que cada una te debe”. Mientras esto veía, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres también tú aceptar el vínculo de cada ser, a fin de que entre Yo y tú no haya ninguna desemejanza?”
(3) Yo no sé cómo sentía como si el peso de todos se apoyase sobre mis espaldas, veía mi indignidad y debilidad, y sentía tal repugnancia que me sentía aniquilar, tanto que el bendito Jesús teniendo compasión de mí me ha tomado entre sus brazos y me ha estrechado a su corazón, haciéndome poner la boca en la herida que lo traspasaba diciéndome:
(4) “Bebe hija mía la sangre que brota de esta herida para recibir la fuerza que te falta, ánimo, no temas, Yo estaré contigo, dividiremos juntos todo el peso, el trabajo, las penas y las muertes, por eso te digo, sé atenta y fiel, porque mi Gracia quiere correspondencia, de otra manera se necesita nada para descender. ¿Qué se necesita para abrir y cerrar los ojos? No se necesita nada, sin embargo que gran bien lleva el tenerlos abiertos, y que gran mal el tenerlos cerrados, con tenerlos abiertos los ojos se llenan de luz, de sol; con esta luz la mano puede obrar, el pie caminar seguro y sin tropezar, distingue los objetos, si son buenos o malos, reordena las cosas, lee, escribe; ahora, ¿qué se necesita para perder todo este bien? Cerrar los ojos, entonces la mano no puede obrar, el pie no puede caminar y si camina está sujeto a tropezar, no distingue más los objetos, se reduce a la inhabilidad. Tal es la correspondencia, no es otra cosa que abrir los ojos del alma, y en cuanto los abre se hace luz en la mente, mi imagen se refleja en todo lo que va haciendo, copiándome fielmente, de manera que no hace otra cosa que recibir continua luz de Mí, tanto que llega a convertir todo su ser en luz. En cambio la incorrespondencia arroja al alma en las tinieblas y la vuelve inactiva”.

+ + + +

14-46
Julio 28, 1922

Semejanza del alma con Jesús, no sólo en las muertes de dolor, sino también en las del amor.

(1) Me sentía toda inmersa en su Santísimo Querer, y mi dulce Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, funde tu inteligencia con la mía, a fin de que circule en todas las inteligencias de las criaturas, y reciba el vínculo de cada uno de los pensamientos de ellas para sustituirlos con tantos otros pensamientos hechos en mi Querer, y Yo reciba la gloria como si todos los pensamientos fuesen hechos en modo divino. Ensancha tu querer en el mío, ninguna cosa debe escapar que no quede atrapada en la red de la tuya y mía Voluntad; mi Querer en Mí y mi Querer en ti deben confundirse juntos y tener los mismos confines interminables, pero tengo necesidad de que tu querer se preste a extenderse en el mío y no se le escape ninguna cosa creada por Mí, a fin de que en todas las cosas escuche el eco de la Voluntad Divina en la voluntad humana, a fin de que ahí genere mi semejanza. Mira hija mía, Yo sufrí doble muerte por cada una de las criaturas, una de amor y la otra de pena, porque al crearla la creé un complejo todo de amor, por lo cual no debía salir de ella otra cosa que amor, tanto que mi amor y el suyo debían estar en continuas corrientes, pero el hombre no sólo no me amó, sino que ingrato me ofendió, y Yo debía rehacer a mi Divino Padre de esta falta de amor, y debí aceptar una muerte de amor por cada uno, y otra de dolor por las ofensas”.
(3) Pero mientras esto decía, veía a mi dulce Jesús todo una llama, que lo consumía y le daba muerte por cada uno, es más, veía que cada pensamiento, palabra, movimiento, obra, paso, etc., eran tantas llamas que consumían a Jesús y lovivificaban.

(4) Entonces Jesús ha agregado: “¿No quisieras tú mi semejanza? ¿No quisieras tú aceptar las muertes de amor como aceptaste las muertes de dolor?”
(5) Y yo: “¡Ah! mi Jesús, yo no sé qué me haya sucedido, siento aún gran repugnancia por haber aceptado las de dolor, ¿cómo podría aceptar las de amor que me parecen más duras? Yo tiemblo al sólo pensarlo, mi pobre naturaleza se aniquila más, se deshace. Ayúdame, dame la fuerza porque siento que no puedo seguir adelante”.
(6) Y Jesús todo bondad y decidido ha agregado: “Pobre hija mía, ánimo, no temas ni quieras turbarte por la repugnancia que sientes; es más, para tranquilizarte te digo que también ésta es una semejanza mía. Debes saber que también mi Humanidad, por cuan santa, deseosa a lo sumo de sufrir, sentía esta repugnancia, pero no era mía, eran todas las repugnancias de las criaturas que sentían en hacer el bien, en aceptar las penas que merecían, y Yo debía sufrir estas penas que me torturaban no poco, para dar a ellas la inclinación al bien y hacerles más dulces las penas, tanto, que en el huerto grité al Padre: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz”. ¿Crees tú que fui Yo? ¡Ah no! Te engañas, Yo amaba el sufrir hasta la locura, amaba la muerte para dar vida a mis hijos, era el grito de toda la familia humana que resonaba en mi Humanidad, y Yo, gritando junto con ellos para darles fuerzas repetí tres veces: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz’. Yo hablaba a nombre de todos, como si fueran cosa mía, pero me sentía aplastar; así que la repugnancia que sientes no es tuya, es el eco de la mía, si fuera tuya me habría retirado, por eso hija mía, queriendo generar de Mí otra imagen mía, quiero que aceptes, y Yo mismo quiero imprimir en tu voluntad ensanchada y consumida en la mía estas mis muertes de amor”.
(7) Y mientras esto decía, con su santa mano me las imprimía, y ha desaparecido. Sea todo para gloria de Dios.

+ + + +


14-47
Julio 30, 1922

Luisa siente repugnancia de publicar los escritos. Lamentos de Jesús.

(1) Haciendo copiar, según la obediencia del confesor, de mis escritos lo que Jesús me había dicho sobre las virtudes, yo quería hacerlo copiar sin decir que me lo había dicho Jesús, y Él al venir, disgustándose me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué quieres ocultarme? ¿Soy Yo acaso un deshonrado y por eso no quieres que se haga mención de Mí? Cuando se dice un bien, un dicho, una obra, una verdad de una persona deshonrada, no se quiere decir quién sea para no hacer perder la estima, la gloria, el prestigio y el efecto que hay en aquel bien, en aquel dicho, etc., porque si se dice quién es, no será apreciado y perderá todo lo bello, sabiendo que la fuente de donde viene no merece ningún aprecio, en cambio, si es persona de bien y honorable, primero se dice el nombre de la persona para hacer resaltar y apreciar mayormente lo que ha dicho o hecho, y después se dice lo que ha hecho o dicho. ¿Así que Yo no merezco que mi nombre sea puesto por delante de mis palabras? ¡Ah, cómo me tratas mal! No esperaba esta pena de ti, y sin embargo he sido tan magnánimo contigo, te he manifestado tantas cosas de Mí, te he hecho conocer tantas cosas, y las más íntimas de Mí, lo que no he hecho con los demás. Deberías haber sido más magnánima en hacerme conocer, en cambio has sido la más tacaña. Los otros, aquél poco que les he dicho, habrían querido tocar trompetas para hacerme conocer y amar, en cambio tú quieres ocultarme, esto en verdad no me agrada”.
(3) Y yo, casi confundida y humillada a lo sumo le he dicho:

(4) “Mi Jesús, perdóname, Tú tienes razón, es la gran repugnancia que siento, ese deber poner mi voluntad en el modo como debo salir me tortura. Tú ten piedad de mí, dame más fuerza y gracia y ensancha más mi corazón, a fin de que jamás pueda darte esta pena”.
(5) Y Jesús: “Te bendigo a fin de que tu corazón reciba más Gracia y sea más dado en hacerme conocer y amar”.

+ + + +


14-48
Agosto 2, 1922

Semejanza en la pena más grande de Jesús: El alejamiento de la Divinidad en las penas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me veía toda confundida y como separada de mi dulce Jesús, tanto que al venir le he dicho: “Amor mío, cómo han cambiado las cosas para mí, antes me sentía tan fundida Contigo que no advertía ninguna división entre Tú y yo, y en las mismas penas que sufría Tú estabas conmigo. Ahora todo al contrario, si sufro me siento dividida de Ti, y si te veo ante mí o dentro de mí, es con aspecto de un juez que me condena a la pena, a la muerte, y ya no tomas parte en las penas que Tú mismo me das, sin embargo me dices: Elévate siempre más; en cambio yo desciendo”. Y Jesús interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo te engañas, esto sucede porque tú has aceptado, y Yo he marcado en ti las muertes y las penas que Yo sufrí por cada criatura. También mi Humanidad se encontraba en estas dolorosas condiciones, Ella era inseparable de mi Divinidad, sin embargo, siendo mi Divinidad intangible en las penas, y no capaz de poder sufrir sombra de penas, mi Humanidad se encontraba sola en el sufrir, y mi Divinidad era sólo espectadora de las penas y muertes que Yo sufría, más bien me era juez inexorable que quería el pago de cada pena de cada criatura. ¡Oh, cómo mi Humanidad temblaba, quedaba aplastada ante aquella luz y Majestad Suprema al verme cubierto por las culpas de todos, y de las penas y muertes que cada uno merecía! Fue la pena más grande de mi Vida, que mientras era una sola cosa con la Divinidad e inseparable, en las penas permanecía solo y como apartado. Por eso, si te he llamado a mi semejanza, ¿qué maravilla que mientras me sientes en ti me ves espectador de tus penas que Yo mismo te infrinjo y te sientes como separada de Mí? No obstante tu pena no es otra cosa que la sombra de la mía, y así como mi Humanidad no quedó jamás separada de la Divinidad, así te aseguro que jamás quedas separada de Mí, son los efectos lo que sientes, pero entonces más que nunca formo una sola cosa contigo, por eso ánimo, fidelidad y no temas”.

+ + + +


14-49
Agosto 6, 1922

La Voluntad de Dios es equilibrio y orden.

(1) Me sentía toda inmersa en el Santo Querer de Dios, y mi dulce Jesús al venir me ha dicho:

(2) “Hija mía, todas las cosas son para Mí de igual peso, tanto me pesa el Cielo cuanto la tierra. Mi Voluntad contiene perfecto equilibrio; el equilibrio lleva el orden, el régimen, lo útil, la armonía, todas las cosas armonizan juntas como si fueran una sola cosa. El orden lleva la igualdad, la igualdad lleva la semejanza, he aquí por qué tanta armonía, orden y semejanza en las Tres Divinas Personas; y todas las cosas creadas están en perfecta armonía, la una es el sostén, la fuerza y la vida de la otra, si una sola cosa creada desarmonizara, todas las demás rodarían y se destruirían. Sólo el hombre se apartó de Nosotros, del equilibrio de nuestra Voluntad, ¡oh! cómo rodó el hombre, y del más alto puesto cayó en lo más profundo del abismo! Y con toda mi Redención, no toda la familia humana ha vuelto a su estado primero, esto significa que la cosa más grave es que se sustraiga del equilibrio de nuestra Voluntad, significa arrojarse en la confusión, en el desorden, en el océano de todos los males. Ahora hija mía, por eso te he llamado a ti en modo especial en este equilibrio de mi Querer, a fin de que viviendo tú en Él, vengas a equilibrar todo el obrar de la trastornada humanidad. Viviendo en mi Querer te equilibrarás a ti misma, estarás en el orden y en perfecta armonía entre Nosotros y todas las cosas creadas por Nosotros, así que armonizando todo, sentiremos en ti que corriendo en el ámbito de nuestra Voluntad nos darás el orden, la armonía de todas las inteligencias, de las palabras, obras y pasos de todos; constituiremos tus actos en nuestro Querer como regidores de todos los demás y nos reharemos del caos de la desventurada humanidad. Cada acto tuyo será el sello del orden que Nosotros recibiremos a nombre de todos los demás, mucho tienes que hacer en nuestro Querer, serás como reina que nos llevarás todas las conquistas, todas las armonías; nuestro Querer te suministrará todo lo que es necesario para poder suplir por todos y llenar el vacío del equilibrio de la voluntad humana, que tanto daño ha recibido al sustraerse del equilibrio de nuestra Voluntad”.

+ + + +


14-50
Agosto 12, 1922

Valor y efectos del sacrificio.

(1) Me sentía oprimida y en penas, que sólo mi dulce Jesús puede saberlas, Él examina cada fibra de mi pobre corazón y ve toda la intensidad de mi dolor, y teniendo compasión de mí, viniendo me ha sostenido entre sus brazos diciéndome:
(2) “Hija mía, ánimo, estoy Yo para ti, ¿de qué temes? ¿Acaso alguna vez te he faltado? Y si tú no quieres a ningún costo separarte mínimamente de mi Querer, mucho menos quiero Yo no estar contigo y no ser vida de cada acto y pena tuya. Ahora tú debes saber que mi Voluntad es oro purísimo, y para hacer que el hilo de fierro de tu voluntad humana pueda convertirse en oro purísimo, de modo que entretejiéndose el hilo de tu voluntad con la mía no se distinga cuál sea la tuya y cuál la mía, es sólo el sacrificio, las penas, que consumiendo el hilo de tu voluntad humana lo sustituye con el hilo de oro divino, que fundiéndose con el mío forma uno sólo, y entrelazando toda la gran rueda de la eternidad se extiende por todas partes y se encuentra por todas partes; pero si mi Querer es oro y el tuyo es fierro, permanecerás atrás y el mío no descenderá a entretejerse con el tuyo. Si tú tomas dos objetos de oro, a pesar de que cada uno tenga una forma diversa, licuándolos podrás formar uno solo, sin poder discernir más cuál era el oro de uno y cuál el del otro; pero si un objeto es de oro y el otro de fierro, uno no se adherirá al otro y no se podrá formar un solo objeto de oro. Así que es sólo el sacrificio lo que cambia la naturaleza a la voluntad humana.
(3) El sacrificio es fuego ardiente y diluye y consume, el sacrificio es sagrado y tiene virtud de consagrar la Voluntad Divina en la humana, el sacrificio es gracia e imprime en

ella con su hábil pincel la forma y los lineamientos divinos, he aquí el por qué del aumento de tus penas, son las últimas pinceladas que se necesitan para dar la última extensión y entrelazamiento de tu querer con el mío”.
(4) Y yo: “¡Ah! mi Jesús, todas mis penas, por cuán dolorosas, que parece que me aniquilan, no me oprimen, y si a Ti te place multiplícamelas aún, pero Tú sabes cuál es la pena que me desgarra, sólo de esa imploro compasión de Ti, porque me parece que no puedo seguir soportándola. ¡Ah! por piedad, ayúdame y libérame si a Ti te place”.
(5) Y Jesús: “Hija mía, también en esta pena estaré contigo, seré tu ayuda, te daré mi fuerza para sostenerla; podría contentarte, pero no es decoroso que lo haga. A una obra tan alta, a una misión tan sublime y única, de llamarte a hacer vida en mi Querer, me sonaría mal si no la hiciera pasar por medio del órgano de mi Iglesia. Además, con mi Voluntad y con la intervención de la obediencia de un ministro mío te pusiste en este estado, ahora bien, si él no quiere continuar puede darte la obediencia, a fin de que tú haciéndolo por obedecer, entre tú y Yo quedemos en pleno acuerdo, porque si lo haces sola, por tu voluntad, no sólo no quedaremos de acuerdo, sino quedarías deshonrada; sin embargo deben saber que el mundo se encuentra actualmente sobre de una hoguera, si no quieren que alzando más sus llamas incinere todo, hagan lo que quiero”.
(6) Yo he quedado aterrada y más afligida que antes, pero dispuesta a hacer su Santísima Voluntad, no la mía.

+ + + +

14-51
Agosto 15, 1922

Los actos de Jesús y los de la Santísima Virgen en la Divina Voluntad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba abandonándome en los brazos de la Santísima Voluntad de Dios, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, en mi Querer no sólo encontrarás todos los actos que hizo mi Humanidad, en los cuales entretejía a todas las criaturas juntas, sino que encontrarás también todo lo que hizo mi amada Mamá, que entretejiéndose junto Conmigo, sus actos formaban uno solo con los míos. En cuanto fui concebido en su seno, Ella empezó el entretejido con mis actos, y como mi Humanidad no tenía otra vida, otro alimento, otra finalidad que la sola Voluntad de mi Padre, que corriendo en todo me constituía acto de cada criatura, para restituir al Padre los derechos de Creador por parte de las criaturas, y para darme como vida a todas ellas, por eso, en cuanto comenzó su entrelazamiento Conmigo, así también Ella restituía a nombre de todos, los derechos de Creador, y se daba a todas las criaturas, así que todas las criaturas recibían como vida, junto a mis actos los de mi Mamá.
(3) Ahora en el Cielo abraza toda la gloria de cada criatura, y por parte de cada una mi Querer le da tal gloria, que no hay gloria que Ella no contenga, ni gloria que de Ella no descienda. Y como entretejió Conmigo sus obras, su amor, sus penas, etc., ahora en el Cielo está circundada de tal gloria por cuantos entretejidos hizo en mi Voluntad, por eso supera todo, abraza todo y concurre a todo. He aquí qué significa vivir en mi Querer. Jamás mi amada Mamá habría podido recibir tanta gloria, si todos sus actos no hubieran corrido en mi Querer, los cuales la constituyen Reina y corona de todos.
(4) Ahora te quiero a ti en mi Querer, a fin de que el entretejido no sea entre dos sino entre tres; mi Voluntad quiere ensancharse, a fin de que encuentre en una criatura a todas las criaturas juntas. Mira el gran bien que te vendrá, cuánta gloria me darás, y cuánto bien harás a todos”.

+ + + +

14-52
Agosto 19, 1922

La penas que la Divinidad infligía en el interior de Jesús. Las penas de la Pasión fueron sombras y semejanzas de las penas internas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, el dulce Jesús me hacía sufrir parte de sus penas y de sus muertes que sufrió por cada una de las criaturas. Por mis pequeñas penas comprendía cuán atroces y mortales habían sido las penas de Jesús, entonces me ha dicho:
(2) “Hija mía, mis penas son incomprensibles a la naturaleza humana, las mismas penas de mi Pasión fueron sombras o semejanzas de mis penas internas. Mis penas internas me eran infligidas por un Dios Omnipotente, al cual ninguna fibra podía esquivar el golpe; las de mi Pasión me eran infligidas por los hombres, los cuales no teniendo ni la omnipotencia ni la omnividencia, no podían hacer lo que ellos mismos querían, ni podían penetrar en todas mis fibras internas. Mis penas internas estaban encarnadas y mi misma Humanidad era transformada en clavos, en espinas, en flagelos, en llagas, en martirio, tan crueles que me daban muertes continuas, éstas eran inseparables de Mí, formaban mi misma Vida; en cambio las de mi Pasión eran extrañas a Mí, eran espinas y clavos que se podían clavar, y queriendo se podían también quitar, y el solo pensamiento de que una pena se puede quitar es un alivio; pero mis penas internas, que eran formadas por la misma carne, no había ninguna esperanza de que se me pudieran quitar, ni disminuir la agudeza de una espina, del traspasarme con clavos. Mis penas internas fueron tales y tantas, que las penas de mi Pasión las podría llamar alivios y besos que daban a mis penas internas, que uniéndose juntas daban el último testimonio de mi grande y excesivo amor por salvar a las almas. Mis penas externas eran voces que llamaban a todos a entrar en el océano de mis penas internas, para hacerlos comprender cuánto me costaba su salvación. Y además, por tus mismas penas internas, comunicadas por Mí, puedes comprender en algún modo la intensidad continua de las mías. Por eso date ánimo, es el amor lo que a esto me empuja”.

+ + + +

14-53
Agosto 23, 1922

En el alma que vive en la Divina Voluntad se forma la fuente de todos los dolores y también la de todas las alegrías.

(1) Me sentía oprimida y sufriente, y mi interior como si estuviese en continuo acto de sufrir nuevas destrucciones y aniquilamiento de mi pobre ser. Entonces pedía a Jesús que me diese la fuerza, y Él al venir me ha tomado en sus brazos para infundirme nueva vida, pero esta nueva vida era para darme ocasión de sufrir una nueva muerte, para después infundirme otra nueva vida. Entonces me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad abraza todo, encierra en Sí todas las penas, todos los martirios, todos los dolores que hay en el giro de todos los siglos, he aquí por qué mi Humanidad abrazó todo, cada pena, cada martirio de criatura, porque mi Vida no fue otra cosa que la Vida de la Divina Voluntad, y esto era conveniente para cumplir la obra de la Redención, y no sólo para ello, sino para poderme constituir Rey, ayuda y fuerza de todos los martirios, dolores y penas. Si no tuviera en Mí la fuente de todos los martirios, dolores y penas, ¿cómo podría llamarme Rey de todos y poseer en Mí la fuente de todas las ayudas, apoyos, fuerza y gracia que se necesitan en cada pena de criatura? Es necesario tener para dar, he aquí por qué te he dicho tantas veces que la misión de llamar a un alma

a vivir en mi Querer es la más grande, la más alta y sublime, no hay otra que la pueda igualar. La inmensidad de mi Querer le hará llegar todos los martirios, penas y dolores, mi misma Voluntad le dará la fuerza divina para sostenerlos, y formará en ella fuentes de martirios y dolores, y mi mismo Querer la constituirá reina de todos los martirios, dolores y penas. ¿Ves qué significa vivir en mi Querer? Sufrir no sólo un martirio, sino todos los martirios; no una pena y dolor, sino todas las penas y todos los dolores. He aquí por qué la necesidad de que mi Voluntad le sea vida, de otra manera, ¿quién le daría la fuerza en tanto sufrir? Y si esto no fuera así, ¿cómo se podría decir que el alma que vive en mi Querer es la fuerza del mártir? Si no tuviera en ella la sustancia de esa pena, ¿cómo podría ser fuerza de otro? Sería solamente un modo de decir, una cosa fantástica, no una realidad.
(3) Veo que te asustas al oír esto, no, no temas, tantos martirios, dolores y penas serán correspondidos con innumerables alegrías, contentos y gracias, de los cuales mi mismo Querer formará fuentes inagotables. Es justo, si en el alma que vive en mi Querer formará la fuente de los dolores para ayuda de toda la familia humana, es también justo que forme la fuente de las alegrías y de las gracias; con esta diferencia, que la de los dolores tendrá un fin, porque las cosas de acá abajo, por cuan grandes sean, están siempre determinadas, en cambio la fuente de las alegrías, son de allá arriba, son divinas, por lo tanto sin termino, por eso ánimo en hacer el camino en mi Voluntad”.

+ + + +

14-54
Agosto 26, 1922

Las verdades, por cuanto más se piensan, se leen, etc., expanden más su perfume.

(1) Estaba viendo en mis escritos, de acuerdo a la obediencia, lo que debía señalar para hacerlos copiar y pensaba entre mí: “¿En qué aprovechará tantos sacrificios, qué bien vendrá de esto?” Y mientras esto pensaba y hacía, el bendito Jesús me ha tomado la mano entre las suyas, y estrechándola fuertemente me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como las flores al ser tocadas expanden con más intensidad su perfume, tanto que si no son tocadas parece que no contengan tanto perfume, y el aire no queda embalsamado por aquel olor, así mis verdades, por cuanto más se piensan, se leen, se escriben, se habla de ellas, se difunden, tanto más perfume expanden, de modo que perfuman todo, hasta el Cielo, y Yo siento el perfume de mis verdades y me siento llevado a manifestar otras verdades, viendo que las verdades manifestadas expanden la luz y el perfume que contienen. En cambio, si mis verdades no son tocadas, el perfume y la luz quedan como reprimidos y no se expanden, y el bien y lo útil que contienen mis verdades queda sin efecto y Yo me siento defraudado en la finalidad por la cual he manifestado mis verdades. Así que, aunque no fuera por otra cosa que hacerme sentir el perfume de mis palabras para volverme contento, deberías estar feliz de hacer el sacrificio”.

+ + + +

14-55
Agosto 29, 1922

El alma en la Divina Voluntad recibe todos los bienes del obrar de Jesús.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en todo lo que mi dulce Jesús ha hecho y sufrido para salvar las almas, y Él al venir me ha dicho:

(2) “Hija mía, todo lo que hizo mi Humanidad, oraciones, palabras, obras, pasos y penas, está en acto de darse al hombre, pero, ¿quién lo toma? ¿Quién recibe el injerto de mi obrar? Quien se acerca a Mí y uniéndose Conmigo reza, recibe el injerto de mi oración y los bienes que ella contiene; quien habla, enseña, unido Conmigo, recibe el injerto y los frutos de mis palabras; y así quien obra, quien sufre unido Conmigo, recibe el injerto y los bienes que hay en mis penas y obras, de otra manera todos los bienes que adquirí para la criatura quedan suspendidos, y no quedando injertada Conmigo, no disfruta de los bienes que mi Humanidad con tanto amor quiere dar; si no hay unión los bienes de uno quedan como muertos para el otro. Imagínate una rueda, el centro de la rueda es mi Humanidad, los rayos son todo lo que hice y sufrí, la circunferencia donde quedan fijados los rayos es toda la familia humana que gira en torno al centro; ahora, si esta circunferencia, este segundo círculo de la rueda no se acerca para recibir la fijación de los rayos, éstos quedan suspendidos y no pueden comunicar los bienes que el centro de la rueda contiene. ¡Oh! cuánto sufro al ver tantos bienes míos suspendidos, que la ingratitud humana no sólo no recibe sino desprecia y pisotea, por eso con tanta ansia voy en busca de las almas que quieren vivir en mi Querer, para poder fijar en ellas los rayos de mi rueda, y mi Voluntad les dará gracia para poder formar la circunferencia del segundo círculo de la rueda y recibirán todos los bienes que las demás me rechazan y desprecian”.

+ + + +

14-56
Septiembre 1, 1922

El amor rechazado se convierte en fuego de castigo.

(1) Encontrándome en lo acostumbrado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo afanado y oprimido, pero lo que más lo oprimía eran las llamas de su amor, que mientras salían de Él para expandirse, eran obligadas por la ingratitud humana a aprisionarse nuevamente. ¡Oh! cómo su corazón santísimo quedaba sofocado por sus mismas llamas, y pedía refrigerio. Entonces me ha dicho:
(2) “Hija mía, dame alivio, porque no puedo más; mis llamas me devoran, déjame agrandar tu corazón para poder poner en él mi amor rechazado y el dolor de mi mismo amor, ¡ah! las penas de mi amor superan a todas mis demás penas juntas”.
(3) Ahora, mientras esto decía, ponía su boca en mi corazón y lo soplaba fuertemente, de modo que me lo sentía inflar, después me lo tocaba con sus manos como si lo quisiera agrandar y volvía a soplarle; yo sentía como si se fuera a romper, pero Él, no prestándome atención volvía a soplarle. Después que lo ha inflado bien, con sus manos lo ha cerrado, como si pusiera un sello, de modo que no había esperanza que pudiera recibir alivio, y luego me dijo:
(4) “Hija de mi corazón, he querido encerrar con mi sello mi amor y mi dolor que he puesto en ti, para hacerte sentir cuán terrible es la pena del amor contenido, del amor rechazado. Hija mía, paciencia, tú sufrirás mucho, es la pena más dura, pero es tu Jesús, tu vida, quien quiere este alivio de ti”.
(5) Sólo Jesús sabe lo que sentía y sufría, por eso creo que es mejor no ponerlo en el papel. Entonces, habiendo pasado todo un día sintiéndome continuamente morir, en la noche, regresando mi dulce Jesús quería inflarme más la parte del corazón, y yo le decía: “Jesús, no puedo más; no puedo contener lo que tengo, y ¿quieres agregar más?” Y Él tomándome entre sus brazos para darme la fuerza, me ha dicho:
(6) “Hija mía, ánimo, déjame hacer, es necesario, de otra manera no te daría tanta pena, los males han llegado a tanto que hay toda la necesidad de que tú sufras a lo vivo mis penas, como si de nuevo estuviera Yo viviente sobre la tierra. La tierra está por hacer salir llamas para castigar a las criaturas; mi amor que corre hacia ellas para cubrirlas de gracia,

rechazado se convierte en fuego para castigarlas, así que la humanidad se encuentra en medio de dos fuegos: Fuego del Cielo y fuego de la tierra. Son tantos los males, que estos fuegos están por unirse, y las penas que te hago sufrir corren en medio de estos dos fuegos e impiden que se unan; si no hiciera esto, para la pobre humanidad todo habría terminado. Por eso déjame hacer, Yo te daré la fuerza y estaré contigo”.
(7) Ahora, mientras esto decía, volvía a soplarme, y yo, como si no pudiera más, le rogaba que me tocase con sus manos para sostenerme y darme la fuerza, y Jesús me ha tocado, sí, tomándome el corazón entre sus manos y apretándolo tan fuerte, que sólo Él sabe lo que me hizo sentir. Pero no contento con esto me ha estrechado tan fuerte la garganta con sus manos, que me sentía despedazar los huesos, los nervios de la garganta y me sentía asfixiar. Entonces, después que me ha dejado en aquella posición por algún tiempo, todo ternura me ha dicho:
(8) “Ánimo, en este estado se encuentra la presente generación, y de todas las clases, son tales y tantas las pasiones que la dominan, que están ahogados por las mismas pasiones y por los vicios más feos; la podredumbre, el fango es tanto, que está por sumergirlas, he aquí por qué he querido hacerte sufrir la pena de sofocarte la garganta, esta es pena de los excesos extremos, y Yo no pudiendo soportar más el ver a la humanidad sofocada por sus mismos males, he querido de ti una reparación. Pero debes saber que esta pena la sufrí también Yo cuando me crucificaron, me estiraron tanto sobre la cruz, que todos los nervios me los estiraron tanto que me los sentía despedazar, retorcer, pero los de mi garganta tuvieron un dolor y un estiramiento mayor, tanto que me sentía asfixiar. Era el grito de la humanidad sumergida por las pasiones, que apretándome la garganta me ahogaba de penas. Fue tremenda y horrible esta pena mía al sentirme estirar los nervios, los huesos de la garganta con tal fuerza, que sentía destrozarme todos los nervios de la cabeza, de la boca y hasta de los ojos; fue tal la tensión, que cada pequeño movimiento me hacía sentir penas mortales; ahora me quedaba inmóvil y ahora me contorsionaba tanto, que me sacudía en modo horrible sobre la cruz, que los mismos enemigos quedaban aterrorizados. Por eso te repito, ánimo, mi Voluntad te dará fuerza para todo”.

+ + + +

14-57
Septiembre 5, 1922

Quien vive en la Voluntad de Dios, debe encerrar en sí mismo toda la Creación.

(1) Mi siempre adorable Jesús continúa haciéndose ver con su corazón traspasado y exacerbado a lo sumo, parecía que todas las penas de las criaturas eran inflingidas en aquel corazón, ya que no sólo los pecados hieren aquel corazón, sino también los sufrimientos que se ocasiona la misma criatura al no corresponder a la gracia, pero como hieren a un corazón que ama, hiriendo aquel corazón, era tanto el amor, que buscaba transformar las mismas ofensas en gracias y bendiciones. ¡Oh, bondad de Jesús! Es el único que puede darse la vanagloria de que ama de verdad y en forma increíble a las criaturas; por eso también las penas de cada una lo traspasaban, pero eran tantas las ofensas, que cambiaban en rayos las mismas gracias que partían de aquel corazón santísimo, por eso me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo se ha vuelto insoportable el hombre, mis gracias se le cambian en castigos, y se encamina a una revolución general, así que él mismo maquina su destrucción, ha llegado a tanto que merece que lo castigue”.
(3) Y mientras esto decía, hacía ver males por todas partes, ciudades derrumbadas y males de nuevo género. Después ha regresado nuevamente, cansado, pidiéndome ayuda

en sus penas; y soplándome de nuevo la parte del corazón me participaba, podría decir, la sombra de sus penas, sin embargo a pesar de que eran sombras, si no estuviera Él junto a mí para darme ayuda no habría podido resistir, ¿qué será de las penas de aquel corazón santísimo? Después, calmándose me ha dicho:
(4) “Hija primogénita de mi Voluntad, así como mi Voluntad encierra todo, ahora dándote por vida mi Querer, quiero encerrar también todo en ti. Recuerda que meses atrás fijé en ti una rueda de sol, y con un diámetro te medí todo, y otra rueda descendió del Cielo, que fijándola en ti dejaba tantos hilos de luz, y éstos estaban fijados en la Santísima Trinidad, y dejando todo abierto entre tú y Nosotros, te dejé entonces sin darte ninguna explicación de mi obrar. Ahora, después de haber trabajado tanto en ti durante todo este tiempo transcurrido, y debiendo cumplir mi trabajo, quiero darte la explicación, a fin de que el sello de mi y de tu Querer, formando uno solo dé cumplimiento a la misión a la cual te he llamado. Entonces, la rueda de luz que primero fije en ti era toda la Creación, salida de la Divinidad toda amor, luz y belleza; el diámetro con el cual te medí era para ver tus disposiciones y las que te faltaban, y poderlas poner para poder fijar bien esta rueda y ponerla al seguro. La segunda rueda era la Divinidad que descendía en ti, establecía lo que había creado en el Empíreo, lo fijaba en ti para poner en justas relaciones lo que la Creación le debía. Ahora, debes saber que la Creación la he encerrado y confirmado en ti, lo que fue hecho en el Cielo quiero que tenga vida en la tierra, pero en la misma Voluntad nuestra, que subiendo a Nosotros nos la lleve todo amor, plena de luz y bella como la sacamos, he aquí el por qué he marcado en ti todas las muertes, las penas de cada una y de todas las criaturas juntas, para poder encontrar en ti toda la Creación, y permaneciendo el Cielo abierto entre tú y Nosotros nos la conducirás a nuestro regazo, como parida por ti, esto es, como parto que nuestra Voluntad ha hecho en ti y tú nos la reconduces a nuestros pies, dándola a luz en nuestro regazo. Son nuestros derechos que reclamamos, no queremos otra cosa sino que vuelva a Nosotros lo que de Nosotros ha salido. Es verdad que sólo nuestra Voluntad obrante con su potencia en un alma, como obró en el vacío cuando hicimos salir la Creación, nos podrá dar nuevamente nuestros derechos y hacernos sonreír, poniendo a nuestros pies, como en triunfo, a toda la Creación, pero queremos usar esta potencia para hacer que no quedemos desilusionados en la obra de la Creación, y nuestro amor triunfe mayormente tomando de una lo que todos nos deberían dar. Ahora fijamos todo en ti, después saldrán las otras pequeñas partes, que amando vivir en este modo en nuestro Querer, nos llevarán a nuestro regazo, quién diez, quién veinte, quién cien, nuestros derechos de la Creación; sucederá de ti como a un árbol que habiendo arrojado profundas raíces en nuestra Voluntad, estas raíces harán germinar otros arbolitos, que formando corona al árbol producirán sus frutos. El verdadero bien jamás queda aislado, y siendo mi Voluntad el bien más grande, su fecundidad será inmensa, por eso, ánimo, sé atenta a todo, es verdad que nuestro Querer hará todo, pero el hilo del tuyo debe correr junto y extenderse en el Cielo, en la tierra y a todo, para hacernos cumplir lo que queremos obrar en ti”.

+ + + +

14-58
Septiembre 9, 1922

Dios al crear al hombre formaba un reino para Sí. El contento de Jesús cuando vea en una criatura no sólo la imagen de su Humanidad, sino todo lo que obró su Divinidad en Ella.

(1) Mi siempre dulce Jesús continúa hablando de su Santísimo Querer, y haciendo ver su corazón abierto, del cual salían tantos ríos de luz que herían a todas las criaturas, la cual formando una red de luz arrollaba todo, y tomando la palabra me ha dicho:
(2) “Hija mía, al crear al primer hombre daba el principio a la Creación del género humano, y después de que formé el cuerpo, con mi aliento omnipotente le infundí el alma, y con otro aliento mío, podría decir, me infundí a Mí mismo en el fondo del hombre para regirlo, dominarlo y custodiarlo, así que aquel hombre formaba un reino para Mí, en el cual Yo como Rey debía extender mis confines. Mi alegría fue a lo sumo al ver en este hombre la generación de tantos otros seres, casi interminable, que me debía dotar de tantos otros reinos por cuantas criaturas debían salir a la luz, en los cuales Yo debía reinar y ensanchar en ellos mis confines divinos, y todo el bien de los otros reinos debía redundar a gloria y honor del primer reino, el cual debía ser la cabeza y como acto primero de la Creación, pero con sustraerse de mi Querer, mi reino y el suyo terminó, y no sólo eso, sino que me pisoteo y en mi lugar se puso a sí mismo a reinar, idolatrándose y formando el reino de los vicios, de las miserias, de las desgracias, mi alegría murió acabando de nacer y se cambió en dolor; mira, todo el mal no fue otra cosa que sustraerse de mi Voluntad. Pero nuestro Amor no se detuvo, no quise ser el Dios aislado, no, y por eso quise descender del Cielo tomando una Humanidad similar al primer hombre, encerré en Ella toda la Creación, volví a unir la voluntad humana de esta Humanidad a la Voluntad Divina, a fin de que esta voluntad humana abrazando toda la Creación y todos sus actos, en esta Voluntad Divina me los llevase a mi trono como triunfadora de todos los actos humanos cambiados por Ella en actos de Voluntad Divina, con esto la voluntad humana tomaba posesión de la Voluntad Divina y la Divina de la humana, la una señoreaba sobre la otra, porque cuando un ser forma una sola cosa con otro ser, si es dueño uno, connaturalmente se vuelve dueño el otro. Había sido esta mi única razón por la cual había ordenado al hombre el abstenerse del fruto prohibido por Mí, quería un acto de sacrificio de su voluntad en la mía, a fin de que por este sacrificio, anudando nuevamente su voluntad en la mía, pudiese tomar posesión de mi Voluntad y Yo de la suya, y las dos reinar con la misma potencia, sabiduría y bondad, no lo quería desemejante en nada de Mí, era mi parto, era mi hijo, ¿y qué padre no ama el que su hijo sea rico y feliz como él? Mucho más Yo, Padre Celestial, y que nada perdía con volver a este hijo mío rico, feliz y reinante a la par de Mí. Entonces, habiendo roto el hombre su voluntad con la mía, mi Amor no quedó quieto, elevó más alto sus llamas, y a cualquier costo quise producir otro Yo, y para eso escogí mi Humanidad, la cual, sacrificándose en todo a mi Voluntad tomaba posesión de mi Querer, haciéndome cumplir en Ella la finalidad de la creación del hombre, porque Yo tengo costumbre de cumplir mis más grandes empresas con uno solo, y después las difundo; ¿no fue un solo hombre que arruinó todos mis designios? Y sólo mi Humanidad debía rehacerme de esta ruina, y la potencia de mi Querer, encerrando en Ella toda la Creación, debía hacerme restituir los amores, los besos, las caricias que el primer hombre tan feamente había rechazado; mi amor, quitándose los vestidos, podría decir de dolor y de luto, se revistió de fiesta y como triunfador se dio a los más grandes excesos y locuras de amor. Así que cuando quiero hacer una obra con la criatura, comienzo siempre al tú por tú, como si ninguna otra existiera, y después la agrando tanto, de llenar Cielo y tierra.
(3) Ahora hija mía, mi Amor quiere producir de nuevo, mientras da en excesos, sale fuera haciendo tregua, quiere dar nuevos partos, y lo que hizo en mi Humanidad, encerrando toda la Creación para poder dar al Padre todo lo que de ella quería, y hacer descender todo para provecho de todas las criaturas. Ahora, anudando tu voluntad con la mía quiero encerrar en ti toda la Creación, y haciéndote tomar posesión de mi Querer quiero ver repetir en ti mis actos, mi amor, mis penas, quiero mi reflector en la tierra, que mirándolo vea la Creación que creé en el Cielo y que encerró mi Humanidad, dentro de ti como dentro de un espejo, y Yo, viéndome en él la reconozca en ti. Entre tú y Yo estaremos en continuos reflejos, Yo la haré reflejar en ti y tú en Mí, Yo desde el Cielo y tú desde la tierra. Entonces mi Amor estará contento cuando vea en una criatura no sólo la

imagen de mi Humanidad, sino todo lo que obró mi Divinidad en Ella, por eso sé atenta y sigue mi Querer”.

+ + + +

14-59
Septiembre 11, 1922

La finalidad primaria de todo lo que Dios ha hecho en la Creación y Redención, es que la criatura viva en el Divino Querer. Sólo en el Divino Querer hay verdadero reposo.

(1) Continuando mi habitual estado, me abandonaba toda en el Santo Querer de mi dulce Jesús, y sintiendo necesidad de reposar decía entre mí: “También mi sueño en tu Voluntad, no quiero otra cosa que tomar el verdadero reposo en los brazos de tu Querer”.
(2) Y Jesús: “Hija, extiende sobre todas las criaturas tu reposo como manto para cubrirlas a todas, porque sólo en mi Querer hay verdadero reposo, y como Él lo envuelve todo, reposando en mi Voluntad te extenderás sobre todos, para conseguir a todos el verdadero reposo. Cómo es bello ver a una criatura nuestra reposar en los brazos de nuestra Voluntad, pero para encontrar verdadero reposo es necesario que ponga en camino todos sus actos, sus palabras, su amor, sus deseos, etc., en nuestro Querer, a fin de que conforme tomen su lugar en Él, así reciban el reposo, y Yo me reposo en ellos. Todas las obras, sólo dan reposo cuando están ya cumplidas, pero si no están cumplidas dan siempre una preocupación, un quehacer que vuelve inquieto el verdadero reposo. Ahora, el cumplimiento de la obra de la Creación era que el hombre cumpliera en todo nuestra Voluntad, Ella debía ser la vida, el alimento, la corona de la criatura, y como esto no se realiza todavía, la obra de la Creación no está cumplida aún, y ni Yo puedo reposar en ella, ni ella en Mí, me da siempre qué hacer, y Yo anhelo este cumplimiento y reposo, por eso amo y quiero tanto que se conozca el modo de vivir en mi Querer; jamás podré decir que la obra de la Creación y de la Redención están cumplidas si no tengo todos los actos de la criatura, que como lecho se extiendan en mi Querer para darme reposo. Y Yo,
¿qué bello reposo no daré a ella al verla regresar sobre las alas de nuestra Voluntad, con el sello del cumplimiento de la Creación? Mi seno será su lecho, por eso no hay cosa que haya hecho que no tuviera por primera finalidad que el hombre tomara posesión de mi Querer y Yo del suyo. En la Creación fue esta mi finalidad primaria, en la Redención lo mismo; los Sacramentos instituidos, las tantas gracias hechas a mis santos, han sido semillas, medios para hacer llegar a esta posesión de mi Querer, por eso no transgredas nada de lo que quiero sobre mi Voluntad, sea con el escribir, sea con la palabra, sea con las obras. Sólo por los tantos preparativos que la han precedido puedes conocer que la cosa más grande, la más importante y la que más me interesa es el vivir en mi Querer.
¿Quieres saber dónde fue sembrada esta semilla de mi Querer? En mi Humanidad, en Ella germinó, nació y creció, así que en mis llagas, en mi sangre, se ve esta semilla que quiere transplantarse en la criatura, para que ella tome posesión de mi Voluntad y Yo de la suya, a fin de que la obra de la Creación regrese al principio, como salió, no sólo por medio de mi Humanidad sino también por medio de la misma criatura. Serán pocas, aunque fuera una sola, ¿y no fue uno solo aquél que sustrayéndose de mi Querer desadornó, rompió mis planes, destruyó la finalidad de la Creación? Así una sola puede adornarla y realizarla en su finalidad, pero mis obras no quedan jamás aisladas, así que tendré el ejército de las almas que vivirán en mi Querer, y en ellas tendré la Creación reintegrada, toda bella y hermosa como salió de mis manos, de otra manera no tendría tanto interés de hacerla conocer”.


+ + + +

14-60
Septiembre 15, 1922

Deseo de Jesús de que se conozca el Divino Querer obrante en la criatura.

(1) Seguía haciendo copiar de mis escritos lo que Jesús me había dicho sobre las virtudes, sentía por ello tal repugnancia que me sentía morir y decía entre mí: “A los demás se les hace inventario de sus cosas después de su muerte, sólo a mí me toca la dura suerte de hacerlo yo misma estando aún en vida. ¡Ah, Señor, dame la fuerza para hacer el sacrificio!” Después, el confesor me ha hecho saber el modo que seguirán para hacerlos salir, ¡oh, Dios, qué pena! Me sentía amargada hasta la médula de los huesos; entonces el bendito Jesús al venir, viéndome tan amargada me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué tienes? ¿Por qué te afliges tanto? Es mi gloria, mi honor que lo requieren, y tú deberías estar por ello contenta. ¿Crees que son las criaturas quienes lo quieren, quienes disponen y quienes te ordenan? No, no, soy Yo que muevo todo, que las empujo, que las ilumino, y muchas veces no soy escuchado, de otra manera se darían más prisa y tendrían más interés, y Yo me veo obligado a empujarlas más fuerte para hacer que mi Querer se cumpla. Tú quisieras esperar hasta después de tu muerte, pero mi Querer no quiere esperar, y además, es verdad que tú tienes la conexión, el injerto con mi Voluntad, pero aquí se trata no de ti, sino de Mí, se trata de hacer conocer los efectos, los bienes, el valor que contiene mi Querer obrante en la criatura cuando ella vive en Él. Y además, si no quieres interesarte tú que conoces cuánto me interesa y cómo anhelo ardientemente que los efectos de mi Querer sean conocidos, y por lo cual me vendrá la completa gloria de la Creación y el cumplimiento de la misma Redención; – ¡oh, cuántos efectos están aún suspendidos, tanto de la Creación como de la Redención porque mi Querer no es conocido y no tiene su verdadero reino en la criatura, y no reinando, la voluntad humana queda siempre esclava de sí misma – entonces ¿crees tú que se interesarán los demás después de tu muerte? ¡Oh! cuántas cosas que he manifestado a las almas están sepultadas por falta de alguien que se interese en mis obras, pero si lo he tolerado en las otras, en ésta de mi Voluntad no lo toleraré, daré tanta gracia a quien se ponga a la obra, que no me podrá resistir, pero la parte más importante y esencial la quiero de ti”.

+ + + +


14-61
Septiembre 20, 1922

El alma que vive en la Divina Voluntad debe ser un complejo de todos los bienes, y debe hacer salir
de sí: Amor, santidad, gloria para Dios. El doble oficio.

(1) Estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “¡Ah! haz amor mío que de todo mi ser no salga más que amor, alabanzas, reparaciones, bendiciones hacia Ti”. Ahora, mientras esto decía, el bendito Jesús ha venido, y yo me veía toda ojos, no había partecita de mí en la cual no se viera un ojo, y de cada uno de ellos salía un rayo de luz que hería la persona de Nuestro Señor, y me ha dicho:

(2) “Hija mía, es decoroso para Mí y para ti, que de ti no salga otra cosa que amor, santidad, gloria, todo para Mí, de otra manera degradaría mi Voluntad con hacer vivir en Ella a un alma que no fuera un complejo completo de todos los bienes de los que sobreabunda mi Voluntad, y el alma si no tuviera los gérmenes de todos los bienes, no podría recibir los bienes que mi Voluntad contiene, y si, jamás sea, tuviese algún germen no bueno, sería una intrusa, sin nobleza ni decoro, por lo tanto ella misma avergonzándose saldría fuera, no tomaría gusto y contento teniendo en ella cosas extrañas a mi Querer, por eso te he marcado aun las gotas de tu sangre, tus huesos, tus latidos; son estos ojos de luz para hacer que nada, nada salga de ti que no sea santo y que no sea dirigido a Mí”.
(3) Después me ha transportado fuera de mí misma, haciéndome ver todo revuelto, y cómo están maquinando otras guerras y revoluciones, y Jesús hacía de todo para alejarlos de eso, pero viendo su obstinación se retiraba de ellos. ¡Mi Dios, qué tristes tiempos! Yo creo que nunca el hombre había llegado a este exceso de perfidia, de querer la destrucción del propio ser. Entonces estaba con temor de que mi dulce Jesús no viniera, mucho más porque sentía que mis sufrimientos habían disminuido y estaban como adormecidos, por eso decía entre mí: “Si es verdad lo que he visto, según las otras veces, para dar curso a la justicia tal vez no vendrá y no me hará tomar parte en sus penas”. Y Jesús, regresando, viéndome muy oprimida me ha dicho:
(4) “Hija mía, no temas, ¿no recuerdas que ocupas doble oficio, uno de víctima, y el otro oficio más grande de vivir en mi Querer para darme de nuevo la gloria completa de toda la Creación? Así que si no estás en un oficio junto Conmigo, te tendré en el otro oficio; a lo más podrá haber una pausa de penas con relación al oficio de víctima, por eso no temas y cálmate”.

+ + + +


14-62
Septiembre 24, 1922

Todo el mal del hombre está en haber perdido el germen de la Divina Voluntad. La Divina Voluntad: Vestido del alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver desnudado, que temblaba de frío y diciéndome:
(2) “Hija mía, cúbreme y caliéntame que tengo frío; mira, la criatura con el pecado se había despojado de todos los bienes, y Yo quise formarle una vestidura más bella, tejiéndola con mis obras, adornándola con mi sangre y decorándola con mis llagas, ¿pero cuál no es mi dolor al ver que me rechaza esta vestidura tan bella, contentándose de permanecer desnuda? Y Yo me siento desvestido en ellas y siento su frío, por eso vísteme, porque tengo necesidad de ello”.
(3) Y yo: “¿Cómo podré vestirte? Yo no tengo nada”.
(4) Y Él: “Sí que podrás vestirme, tienes toda mi Voluntad en tu poder, absórbela en ti y luego hazla salir, y me harás la más bella vestidura, una vestidura de Cielo y divina, ¡oh! cómo quedaré calentado y Yo te vestiré a ti con el vestido de mi Voluntad, a fin de que podamos quedar vestidos con un mismo vestido, por eso la quiero de ti, para podértela dar a ti con justicia; si tú me vistes a Mí, es justo que Yo te vista a ti para darte la correspondencia de lo que has hecho por Mí. Todo el mal en el hombre es que ha perdido el germen de mi Voluntad, por eso no hace otra cosa que cubrirse con los más grandes delitos que lo degradan y lo hacen obrar como loco. ¡Oh, cuántas locuras están por cometer! Justa pena, porque quieren tener por Dios al propio yo”.

+ + + +


14-63
Septiembre 27, 1922

Lamentos, Amor de Jesús.

(1) Me sentía amargada a lo sumo por la privación de mi dulce Jesús, y era tanta la pena que llegaba a decir desatinos, hasta decirle que no me amaba, que ya no me quería, y que yo lo amaba más a Él; es verdad que mi amor es pequeño, apenas una sombra, una gotita, un pequeño centésimo, pero es porque mi ser así está hecho, estrecho, pequeño, pero aunque pequeño todo es para amarlo; pero, ¿quién puede decir todos los desatinos que decía? Era el delirio de la fiebre que producía su privación que me hacía decir estas locuras. Entonces, después de mucho esperarlo, mi dulce Jesús ha venido y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quiero ver si tú me amas más”.
(3) Y mientras esto decía, la persona de Jesús se multiplicaba, así que veía a Jesús a la derecha, Jesús a la izquierda, Jesús en el corazón, no había parte de mí, o lugar en el que no veía a Jesús, y todos juntos decían: Te amo, te amo, pero esto era nada, conteniendo Jesús la potencia creadora, todo lo creado repetía junto: Te amo. Cielo y tierra, viadores y bienaventurados, todos juntos a coro, como si fuera un solo eco repetían: Te amo con el amor con el que te ama Jesús. Yo he quedado confundida ante tanto amor.
(4) Y Jesús ha agregado: “Di, repite que tú me amas más, multiplícate tú para darme tanto amor por cuanto te doy Yo”.
(5) Y yo: “Mi Jesús, perdóname, yo no sé multiplicarme, no poseo la potencia creadora, por tanto no tengo nada en mi poder, ¿cómo puedo darte tanto amor como me das Tú? Lo sé también yo, que mi amor es una sombra en comparación al tuyo, pero el dolor de tu privación me hace delirar y me hace decir locuras, por eso no me dejes más sola sin Ti si no quieres que diga disparates”. Y Jesús interrumpiéndome ha agregado:
(6) “¡Ah! hija mía, tú no sabes en qué conflicto me encuentro, mi amor me empuja, llega hasta hacerme violencia para hacerme venir; mi justicia casi me lo prohíbe, porque el hombre está por llegar a los excesos del mal, y no merece la misericordia que sobre ellos corre cuando vengo y te participo mis penas que ellos mismos me infligen. Debes saber que los gobernantes de las naciones están tramando cómo destruir los pueblos y maquinar desgracias para mi Iglesia, y para obtener lo que se proponen quieren servirse de la ayuda de potencias extranjeras. El momento en que se encuentra el mundo es terrible, por eso ruega y ten paciencia”.

+ + + +


14-64
Octubre 3, 1922

Necesidad de que la Virgen estuviera al día de las penas internas de Jesús

(1) Continuando mi habitual estado, me sentía oprimida porque el bendito Jesús frecuentemente permite que yo sufra mientras está presente el confesor, y me lamentaba con Él diciéndole: “Amor mío, te pido, te suplico, no permitas más que sufra en presencia de alguien, haz que todo pase entre Tú y yo, y que únicamente Tú conozcas mis penas.
¡Ah! conténtame, dame tu palabra de que no lo harás más, es más, hazme sufrir el doble, estaré contenta con tal de que todo quede oculto entre Tú y yo”. Y Jesús interrumpiéndome me ha dicho:

(2) “Hija mía, no te abatas, cuando mi Voluntad lo quiere, también tú debes ceder, y además, esto no es otra cosa que un paso de mi Vida. Mi misma Vida oculta, mis penas internas y todo lo que hice, tuvieron siempre al menos uno o dos espectadores, y esto con razón, por necesidad y para obtener la finalidad de mis mismas penas. El primer espectador fue mi Padre Celestial, a quien nada podía escaparle siendo Él mismo el que me infligía las penas, era actor y espectador; si mi Padre no hubiera visto ni hubiera sabido nada, ¿cómo podía darle satisfacción, darle la gloria, e inclinarlo ante la vista de mis penas a misericordia para el género humano? Entonces la finalidad no se hubiera logrado. En segundo lugar mi Mamá fue espectadora de todas las penas de mi Vida oculta, y esto era necesario, pues si Yo había venido del Cielo a la tierra para sufrir, no para Mí sino para bien de los demás, debía tener por lo menos a una criatura en la cual debía apoyar aquel bien que contenían mis penas, y así mover a mi amada Mamá a agradecerme, a alabarme, a amarme, a bendecirme, y a hacerla admirar el exceso de mi bondad, tanto que Ella, conmovida y raptada ante la vista de mis penas, me rogaba que en vista del gran bien que le llevaban mis penas, no la eximiera de fundirse con mis mismas penas para sufrirlas, para darme la correspondencia y ser mi perfecta imitadora. Si mi Mamá no hubiera visto nada, no habría tenido mi primera imitadora, no habría tenido ningún gracias, ninguna alabanza; mis penas, el bien que contenían, habrían quedado sin efecto, porque no conociéndolas ninguno, no podía hacer el primer apoyo, así que la finalidad del gran bien que debía recibir la criatura se habría perdido. Mira cuán necesario era que al menos una sola criatura estuviera al tanto de mis penas. Si esto fue para Mí, quiero que sea también de ti, es más, te digo que quiero al confesor obrante junto Conmigo, espectador y depositario de las penas que te hago sufrir, a fin de que también él participe en el bien, y teniéndolo junto pueda excitarlo de más en la fe e infundirle luz y amor para hacerle comprender las verdades que te voy manifestando”.
(3) Yo he quedado más que nunca oprimida al oír esto, y mientras esperaba misericordia he encontrado justicia e irremovilidad por parte de Jesús. ¡Oh, Dios, qué pena! Y viéndome más afligida ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿esto es lo mucho que me quieres? Los tiempos son tan tristes, y los males que vendrán son demasiado espeluznantes, y cuando no puedas tú sola impedir todo el curso a mi justicia, lo podréis entre los dos, y deberías decir tú misma que te hiciera sufrir. Por eso resígnate también en esto y ten paciencia, lo quiere tu Jesús, y basta”.

+ + + +

14-65
Octubre 6, 1922

El primer plano de los actos humanos cambiados en divinos en el Divino Querer fue hecho por Jesús.
Luisa, la primera en vivir en la Divina Voluntad

(1) Estaba rezando y mi siempre amable Jesús ha venido, y poniéndome los brazos al cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, recemos juntos, entremos en el mar inmenso de mi Voluntad para hacer que nada salga de ti que no sea arrojado en Ella, el pensamiento, la palabra, el latido, la obra, el paso, todo debe tomar su puesto en mi Voluntad; por cada cosa que hagas en Ella tomarás una posesión de más y adquirirás un derecho mayor. Todos los actos humanos, según la finalidad de la Creación, debían tener vida en mi Querer y formar en él el plano de todos los actos humanos cambiados en actos divinos, con la marca de la nobleza, santidad y sabiduría suprema. No era nuestra Voluntad que el hombre se separara de Nosotros, sino que viviera con Nosotros creciendo a nuestra semejanza y obrando con nuestros mismos modos, por eso quería que todos sus actos fueran hechos en mi Querer, para

darles su puesto para poder formar su riachuelo en el mar inmenso del mío. Yo hacía como un padre que poseyendo grandes extensiones de tierra dice a su hijo: ‘Te doy en posesión el centro de mis propiedades, a fin de que no salgas de mis confines y crezcas en mis riquezas, con mi misma nobleza y con la grandeza de mis obras, a fin de que todos reconozcan que eres mi hijo”. ¿Qué se diría de este hijo si no aceptara el gran don del padre y se fuera a tierra extranjera a vivir de miserias, desnobleciéndose bajo la esclavitud de crueles enemigos? ¡Tal fue el hombre! Ahora, este plano, este riachuelo en mi Querer lo quiero de ti; corra cada uno de tus pensamientos en Él, a fin de que a los reflejos de nuestra inteligencia, que es pensamiento de cada uno, se eleve sobre cada inteligencia, nos dé el homenaje de cada pensamiento en modo divino; tus palabras y obras corran también, a fin de que al reflejo de nuestra palabra Fiat, que hizo todas las cosas y es palabra de cada uno, y a los reflejos de la santidad de nuestras obras, que es vida y movimiento de todo, nos den, elevándose y sobrevolando sobre todo, la gloria de cada palabra y de cada obra, con nuestra misma palabra Fiat y con la misma santidad de nuestra obras. Hija mía, si todo lo que es humano, aunque fuese un pensamiento, no es hecho en mi Querer, el plano humano no toma posesión, y el riachuelo no viene formado y mi Querer no puede descender a la tierra para hacerse conocer y reinar”.
(3) Entonces yo al oír esto he dicho: “Amor mío, Jesús, ¿es posible que después de tantos siglos de vida de la Iglesia que ha hecho salir tantos santos, y muchos de ellos han hecho asombrar Cielo y tierra por sus virtudes y maravillas que han obrado, no debían ellos obrar todo en el Divino Querer, en modo de formar este plano que Tú dices?
¿Estabas esperando propiamente a mí, la más inhábil, la más mala e ignorante para hacerlo? Me parece verdaderamente increíble”.
(4) Y Jesús: “Escucha hija mía, mi Sabiduría tiene medios y caminos que el hombre ignora y está obligado a inclinar la frente y a adorarla en mudo silencio, y no le toca a él dictarme leyes, decirme a quién debo escoger y el tiempo oportuno que mi bondad dispone, además debía primero formar los santos que debían semejarme y copiar en modo más perfecto, por cuanto a ellos les es posible, a mi Humanidad, y esto lo he hecho ya. Ahora, mi bondad quiere pasar más allá y quiere llegar a excesos más grandes de amor, y por eso quiero que entren en mi Humanidad y copien lo que hacía el alma de mi Humanidad en la Divina Voluntad. Si los primeros han cooperado a mi Redención de salvar a las almas, de enseñar la ley, de desterrar la culpa, limitándose en los siglos en los que han vivido, los segundos pasarán más allá, copiando lo que hacía el alma de mi Humanidad en la Divina Voluntad abrazarán todos los siglos, todas las criaturas, y elevándose sobre todas pondrán en vigor los derechos de la Creación que me corresponden, y que toca a las criaturas dármelos, llevando todas las cosas a su primer origen de la Creación, y a la finalidad para la cual la Creación fue hecha. Todo está ordenado en Mí, si la Creación la hice salir ordenada, debe volverme ordenada como salió de mis manos; ya el primer plano de los actos humanos cambiados en divinos en mi Querer fue hecho por Mí, y lo dejé como suspendido, y la criatura nada supo, excepto mi amada e indivisible Mamá, y era necesario así, pues si el hombre no conocía el camino, la puerta, las estancias de mi Humanidad, ¿cómo podía entrar dentro y copiar lo que Yo hacía? Ahora el tiempo ha llegado de que la criatura entre en este plano y haga también el suyo en el mío; ¿qué maravilla que te haya llamado a ti por primera? Además, es tan cierto que te he llamado a ti por primera, que a ninguna otra alma, por cuan querida por Mí le he manifestado el modo de vivir en mi Querer, los efectos de Él, las maravillas, los bienes que recibe la criatura obrante en mi Querer Supremo, que busca en cuantas vidas de santos quieras, o en libros de doctrina, y en ninguno encontrarás los prodigios de mi Querer obrante en la criatura y la criatura obrante en el mío, a lo más encontrarás la resignación, la unión de los quereres, pero el Querer Divino obrante en la criatura y ella en el mío, en ninguno lo encontrarás, esto significa que no había llegado el tiempo en que mi bondad debía llamar a la criatura a vivir en este estado sublime. Aun el mismo modo como te hago rezar no se encuentra en ningún otro. Por eso sé atenta, mi justicia lo exige, mi

amor delira, por eso mi sabiduría dispone todo para obtener el intento, son los derechos, la gloria de la Creación lo que queremos de ti”.

+ + + +

14-66
Octubre 9, 1922

La voluntad humana obrante en la Divina.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús viene todo ternura, me estrecha entre sus brazos, me besa y me dice quién sabe cuántas veces:
(2) “La hija mía, la hija de mi Voluntad, cómo me eres querida. Escucha, en cuanto tu querer entra en Mí, se vacía de ti y el mío entra obrante en ti, y en cuanto obra el mío, el tuyo recibe la fuerza de la potencia creadora y queda obrante en Mí, y como Yo soy un punto solo, que contengo todo, abrazo todo, hago todo, veo tu querer obrante en Mí con mi potencia creadora que quiere darme todo, corresponderme por todos, y con sumo contento mío lo veo ante Mí desde el primer instante en el que hice salir la Creación, y dejando atrás a todos se pone delante a todos como si fueras la primera creada por Mí, en la cual no existe ninguna ruptura de voluntad entre tú y Yo, tal como habría querido al primer hombre, y me da el honor, la gloria, el amor, como si la Creación no hubiera salido de mi Voluntad.
¡Qué gusto, qué contento siento! Tú no puedes comprenderlo, el orden de la Creación me viene restituido, las armonías, las alegrías se unen. Veo esta voluntad humana obrante en Mí en la luz del sol, sobre las olas del mar, en el centelleo de las estrellas, sobre todo, y me da la gloria de todos los bienes que estas cosas creadas dan al hombre. ¡Qué felicidad! Me semeja en todo, con esta diferencia, que Yo soy un punto solo, y tú poco a poco, conforme obras, piensas, hablas, amas en mi Querer, así tomas más lugar y en él formas partos divinos”.

+ + + +

14-67
Octubre 19, 1922

Por cuantos efectos y valores se conocen, tanto más se recibe del Querer Divino. Espera de Jesús por tantos siglos para hacer conocer su Querer.

(1) Continúo estando toda abandonada en los brazos de mi dulce Jesús, me sentía toda inmersa en su Santísimo Querer, en el cual me encontraba como en el centro. Entonces al venir Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Humanidad vivía como en el centro del Sol Eterno de mi Voluntad Divina, y de este centro partían rayos que llevando con ellos mi inmensidad envolvían todo y a todos, y mi obrar, partiendo de este centro se encontraba como en acto por cada acto de criatura, cada palabra como en acto por cada palabra, cada pensamiento como en acto por cada pensamiento, y así de todo lo demás, y conforme descendía, como un solo acto volvía a subir a su centro, llevando consigo todos los actos humanos para rehacerlos, para reordenarlos según como quería mi Padre, así que sólo porque mi Humanidad vivía en el centro del Querer Eterno pudo abrazar a todos como un acto solo, para cumplir con decoro y digna de Mí la obra de la Redención, de otra manera habría sido una obra incompleta y no digna de Mí. Y así como la ruptura de la voluntad humana con la Divina fue todo el mal del hombre, así la unión estable de la voluntad de mi Humanidad con la Divina debía formar todo su bien, y esto sucedía en Mí como connaturalmente. Mira el sol, ¿qué cosa es? Es un globo de luz, y esta luz la difunde igualmente a derecha, a izquierda, adelante,

atrás, arriba, abajo, por doquier; la luz de tantos siglos atrás es la de hoy, nada ha cambiado, ni luz, ni calor, y la luz de hoy será la del fin de los siglos; si tuviera razón podría decir todos los actos humanos, es más, los tendría en sí como propiedad suya, habiendo sido él vida, efecto y causa de cada acto, y esto como cosa connatural para él. Ahora, todo esto sucede al alma que vive en el centro de mi Querer, ella abraza a todos y ninguno se le escapa, hace por todos y nada omite, junto Conmigo no hará otra cosa que expandirse a derecha y a izquierda, adelante y atrás, pero en modo simple y connatural, y conforme obra en mi Querer hace el giro de todos los siglos, y a todos los actos humanos los eleva en su acto en modo divino, por virtud de mi Voluntad.
(3) Escucha hija mía, regenerada en mi Supremo Querer, lo que quiero hacer de ti y en ti, lo que hacía mi Humanidad en la Divina Voluntad quiero repetirlo, pero quiero tu querer unido junto, a fin de que repita junto Conmigo lo que hacía y hago aún. En mi Querer están todos los actos que hizo mi Humanidad, tanto externos como internos; de los actos externos más o menos se sabe lo que Yo hice, y la criatura, queriendo, se puede unir junto Conmigo y tomar parte en aquel bien que hice, y Yo siento el contento porque veo mi bien como multiplicado en medio de las criaturas en virtud de la unión que forman Conmigo; mis actos son puestos como en un banco y Yo recibo los intereses. En cambio, de los actos internos que hizo mi Humanidad en la Divina Voluntad por amor de todos, poco o nada se sabe de ellos, y la criatura no conociendo ni la potencia de este Querer, ni cómo mi alma obraba en Él, ni lo que hice, ¿cómo podrá unirse Conmigo para tomar parte de aquel bien? El conocimiento lleva consigo el valor, los efectos, la vida de aquel bien. Un objeto tanta utilidad produce por cuanto se conoce, y muchas veces sucede que dos objetos que contienen el mismo valor, uno que conoce el valor de más, vendiéndolo gana más; otro que no tiene aquel conocimiento lo vende en menos. Cuántas cosas hace el conocimiento, muchos se hacen ricos porque tienen cuidado de conocer las cosas; otros se encuentran en las mismas circunstancias, pero porque no conocen bien las cosas son pobres. Ahora, queriéndote junto Conmigo también en mis actos internos que hacía mi Humanidad en este Querer Supremo, es justo que te haga conocer los méritos, el valor, los efectos, la potencia, el modo que tiene este mi Querer, y según te los voy manifestando, abro entre tú y Yo la participación de lo que te hago conocer, de otra manera, ¿para qué decírtelo? ¿Tal vez para darte una simple noticia? No, no, cuando Yo hago conocer es porque quiero dar, así que cuantos valores y efectos conoces, tanto te he dado. Por eso ve el gran bien que quiero hacer, no sólo a ti sino también a los demás, porque conforme se haga camino este conocimiento del vivir en mi Querer, será amado de más, y el amor absorberá en ellos todo el bien que el conocimiento, como madre fecunda les ha dado a luz. Yo no soy el Dios aislado, no, quiero a la criatura junto Conmigo, mi eco debe resonar en el suyo y el suyo en el mío y hacer de los dos uno solo; y si he esperado tantos siglos para hacer conocer mi Querer obrante en la criatura, y el suyo obrante en el mío, casi elevándolo a mi mismo nivel, ha sido porque debía preparar, disponer a las criaturas a pasar de los conocimientos menores a los mayores, debía hacer como un maestro que debía enseñar las vocales, las consonantes, después pasar a las composiciones. Hasta ahora no se sabía otra cosa de mi Voluntad que las vocales y las consonantes, era necesario que pasara a las composiciones, y esto me desarrollará la Vida de mi Voluntad. La primera composición la quiero de ti, si eres atenta la desarrollarás bien, de modo que me darás el honor de un tema que te ha dado tu Jesús, el tema más noble, el tema del Querer Eterno, que me traerá la gloria más grande, que formando la conexión con las criaturas hará conocer nuevos horizontes, nuevos cielos y nuevos excesos de mi Amor.
(4) Mira, en mi Querer Supremo están todos mis actos internos que hizo mi Humanidad, como en expectativa para salir como mensajeros para ponerse en camino. Estos actos han sido hechos para las criaturas y quieren darse y hacerse conocer; y no dándose se sienten como aprisionados, y piden, suplican, que mi Querer los haga conocer para poder dar el bien que ellos contienen. Me encuentro en las condiciones de una pobre madre, que por largo tiempo tiene su parto en su seno, y que habiendo llegado el tiempo de hacerlo

salir, si no lo hace sufre espasmos, se duele, y no teniendo en cuenta su propia vida, a cualquier costo quiere hacer salir fuera su parto; las horas, los días de retraso le parecen años y siglos, todo lo ha hecho y dispuesto, no queda otra cosa que hacerlo salir. Así soy Yo, más que madre por tantos siglos he contenido en Mí, más que parto, todos mis actos humanos hechos en la santidad del Querer Eterno, para darlos a la criatura, y conforme se den elevarán los actos humanos de la criatura a actos divinos, y la adornarán con las más variadas bellezas, haciéndola vivir con la Vida de mi Voluntad, dándole el valor, los efectos, los bienes que mi Querer posee. Por eso, más que madre sufro los espasmos, los dolores, ardo porque quiero hacer salir este parto de mi Voluntad; el tiempo ha llegado, no queda otra cosa que encontrar a quien debe recibir el primer parto, para continuar con los otros partos en las otras criaturas. Por eso te digo, sé atenta, agranda tu corazón para poder recibir todo el valor, los efectos, el conocimiento que mi Querer contiene, para poder poner en ti el primer parto. Cuánta alegría me darás, serás el principio de mi felicidad en la tierra; el querer humano, podría decir, me ha vuelto infeliz en medio a las criaturas, y mi Voluntad obrante en la criatura me restituirá mi felicidad”.

+ + + +


14-68
Octubre 24, 1922

El Divino Querer abre las corrientes entre el Cielo y la tierra y hace en el alma el depósito de los bienes celestiales.

(1) Mi siempre amable Jesús continúa hablándome de su Santísimo Querer, me parece un verdadero maestro, que mientras parece que no tiene ya nada más que enseñar a su discípulo, es sólo un descanso que toma para poder dar lecciones más sublimes, para raptar la atención del muchacho y conseguir más amor y veneración. Entonces al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuántos prodigios contiene mi Querer Supremo obrante en la criatura, conforme el alma hace entrar en ella este Santo Querer, y ella entra en Él, y lo hace obrar en todo, aun en las más pequeñas cosas, se establece la corriente entre el Querer obrante en las Tres Divinas Personas y su mismo Querer obrante en la criatura; así que si aman o quieren dar amor, encuentran dónde depositar este amor, porque en un punto de la tierra está su Querer obrante en la criatura, que puede recibir este amor, y que subiendo de nuevo hasta el seno de la Divinidad, su Querer como dividido en dos, en la criatura y en la Divinidad, mientras es siempre uno, le llevará la correspondencia de su amor en modo divino por parte de la criatura; y he aquí que el amor eterno se pone en corriente entre el Cielo y la tierra, desciende y asciende sin ningún obstáculo pues hay quien puede recibir el depósito, su mismo Querer obrante en la criatura será celoso de hacerle custodia. Así si mi Divinidad quiere hacer salir de sí su belleza, sus verdades, su potencia, sus gracias infinitas, tiene dónde hacer el depósito, en su mismo Querer obrante en la criatura. La corriente está abierta, mi Querer mantendrá la batuta en custodiar celosamente mi belleza, mis verdades, mi potencia, y de hacerme los agradecimientos por mis gracias infinitas. Entonces no quedaré más defraudado en nada, estaré en perfecta armonía entre mi Querer obrante en la criatura y el del Cielo; cuántas cosas mías haré conocer de más. Mi amor sofocado quedará libre cuando haya formado mi depósito, y las corrientes entre el Cielo y la tierra estarán siempre abiertas”.


+ + + +


14-69
Octubre 27, 1922

La Divina Voluntad: Herencia de Jesús a las criaturas. Las dos generaciones.

(1) Estaba pensando entre mí en todo lo que he escrito en estos días pasados y decía: “¿Cómo es posible que mi dulce Jesús haya esperado tanto tiempo para hacer conocer todo lo que obraba su Humanidad en la Divina Voluntad por amor de las criaturas?” Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús haciéndose ver con su corazón abierto me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, ¿por qué piensas eso? Esto sucedió también en la Creación,
¿cuánto tiempo no la tuve en mi seno realmente formada? Y cuando a Mí me pareció bien la puse fuera; y la misma Redención, ¿cuánto más no la tuve en Mí? Podría decir que ‘ab eterno’, sin embargo esperé mucho tiempo para descender del Cielo y darle cumplimiento. Es mi costumbre en mis obras, primero las fecundo, las formo en Mí, y a tiempo propicio las pongo fuera, es más, tú debes saber que mi Humanidad contenía en Sí dos generaciones, los hijos de las tinieblas y los hijos de la luz. A los primeros venía a rescatarlos, y por eso pagué con mi sangre para ponerlos a salvo. Mi Humanidad era santa, y nada heredó de las miserias del primer hombre, y si bien era semejante en las facciones naturales, pero era intangible de cualquier mínimo defectillo que pudiera ensombrecer mi santidad; mi herencia fue sólo la Voluntad de mi Padre, en la cual debía desarrollar todos mis actos humanos para formar en Mí la generación de los hijos de la luz. Mira, esta generación me fue dado el formarla propiamente en el regazo de la Voluntad de mi Padre Celestial, y Yo no ahorré ni fatigas, ni actos, ni penas, ni oraciones, más bien estaba en la cima de todas las cosas que hacía y sufría, de manera que la concebí en Mí, la fecundé y la formé; eran propiamente ellos, los que el Divino Padre con tanto amor me había confiado, era mi herencia predilecta que me fue dada en la Santísima Voluntad Suprema. Ahora, después de haber conocido los bienes de la Redención, como quiero a todos salvados, dándoles todos los medios que se necesitan, paso a hacer conocer que en Mí hay otra generación que debo hacer salir, mis hijos que deben vivir en el Divino Querer, y que en mi mismo corazón tengo preparadas todas las gracias, todos mis actos internos hechos en el ámbito de la Voluntad Eterna para ellos, y éstos esperan el beso de sus actos, su unión, para darles la herencia de la Voluntad Suprema, y como la recibí Yo, quiero darla a ellos para hacer salir de Mí la segunda generación, la de los hijos de la luz. Si mi Humanidad no diera esta herencia que poseía, es decir la Divina Voluntad, la sola y única cosa que Yo amaba y que me daba todo el bien, habría sido incompleto mi descendimiento a la tierra, no podría decir que he dado todo, más bien habría reservado para Mí la cosa más grande, la parte más noble y divina. Ves ahora cómo es necesario que mi Querer sea conocido en todas sus relaciones, en los prodigios, en los efectos, en el valor, lo que hice Yo en este Querer para las criaturas, lo que deben hacer ellas; y esto será un potente imán para atraer a las criaturas para hacerlas recibir la herencia de mi Querer, y hacer salir en campo la generación de los hijos de la luz. Sé atenta hija mía, tú serás el portavoz, la trompeta para llamarlos y reunir esta generación tan predilecta y tan suspirada por Mí”.
(3) Después, habiéndose retirado, ha regresado de nuevo todo afligido, tanto que movía a piedad, y se ha arrojado en mis brazos como para encontrar reposo, y yo al verlo le he dicho: “¿Qué tienes Jesús que estás tan afligido?”

(4) Y Jesús: “Ah, hija mía, tú no sabes nada de lo que quieren hacer, quieren jugarse Roma, se la quieren jugar los extranjeros, los mismos italianos son tales y tantas las infamias que harán, que sería menor mal si la tierra hiciera salir fuego para incinerarla, que lo que harán. Mira, por todas partes salen gentes para concurrir juntas y dar el asalto, y lo que es peor es que vienen bajo vestidos de corderos, mientras que son lobos rapaces que quieren devorar la presa; qué uniones diabólicas, se unen para tener más fuerza y dar el asalto. Reza, reza, es el último precipicio de estos tiempos en el cual la criatura quiere precipitarse”.

+ + + +

14-70
Octubre 30, 1922

Los prodigios de la criatura obrante en el Querer Divino.

(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre adorable Jesús ha venido, y sumergiéndome en la luz inmensa de su Santísima Voluntad me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira los prodigios de la criatura obrante en mi Voluntad, en cuanto entra en mi Querer y piensa, reza, obra, así se eleva Conmigo, y así como Yo soy voz sin palabra, y por eso mi voz se forma y llega a cada corazón según sus propias necesidades, y en tan diversas lenguas y modos que hay en las criaturas, de modo que todos me pueden comprender; soy obra sin manos, y por eso soy obra de cada uno; soy paso sin pies, de manera que a todas partes llego y me encuentro en acto, así el alma obrando en mi Querer llega a ser voz sin palabra, obra sin manos, paso sin pies, y Yo me la siento correr en mi voz, en mis obras y en mis pasos, en todas partes me la siento, y Yo, sintiéndola siempre junto Conmigo, no me siento más solo, y como amo tanto la compañía de la criatura, loco de amor hacia ella la divinizo, la enriquezco y le doy tales gracias de hacer maravillar Cielo y tierra”.

+ + + +

14-71
Noviembre 6, 1922

La Voluntad de Dios cristaliza al alma.
El conocimiento del Palacio de la Divina Voluntad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se ha hecho ver y tenía entre sus brazos a muchos pequeños corderitos, uno apoyado sobre su pecho, otro en los hombros, otro estrechado a su cuello, uno a la derecha y uno a la izquierda de sus brazos, algunos sacaban su cabecita de dentro de su corazón, pero los pies de todos estos corderitos estaban todos en el corazón de Nuestro Señor, y el alimento que les daba era su aliento; estaban todos con su boca dirigida hacia la boca de mi dulce Jesús para recibir su aliento para alimentarse. Era bello ver como Jesús tomaba sumo deleite, todo atento a nutrirlos y hacerse feliz junto con ellos; parecían tantos partos salidos de su corazón santísimo. Entonces dirigiéndose a mí me ha dicho:
(2) “Hija mía, estos corderitos que tú ves en mis brazos son los hijos de mi Voluntad, parto legítimo de mi Querer Supremo; saldrán de dentro de mi corazón, pero sus pies quedarán en el centro de mi corazón para hacer que nada tomen de la tierra, de nada se ocupen sino de sólo de Mí. Míralos cómo son bellos, cómo crecen limpios, nutridos, alimentados sólo con mi aliento; serán la gloria, la corona de mi Creación”.

(3) Después ha agregado: “Mi Voluntad cristaliza al alma, y así como en un cristal cualquier objeto que se le acerca se forma adentro otro objeto todo semejante al que se pone de frente, así mi Voluntad, todo lo que hace se refleja en estas almas cristalizadas por mi potencia, y repiten y hacen lo que hace mi Querer Supremo, y como mi Voluntad se encuentra por todas partes, en el Cielo, en la tierra y en todo lugar, así estas almas conteniendo mi Querer en ellas como vida propia, donde quiera que mi Querer obra, como cristal lo absorben en ellas y repiten mi acto; así que conforme obro, tomo sumo deleite en ponerme frente a ellas para ver repetir en ellas mi misma acción, así que son mis espejos, y mi Querer los multiplica a cada acto que hace y por todas partes, por eso no hay cosa creada donde ellas no se encuentren: En las criaturas, en el mar, en el sol, en las estrellas, y hasta en el empíreo, y mi Querer recibe de la criatura la correspondencia de mi acto en modo divino. Esta es la causa por la que amo tanto que el vivir en mi Querer sea conocido, para multiplicar más estos cristales hechos espejos por mi Querer, para hacer repetir en ellos mis obras, y entonces ya no estaré más solo, sino que tendré a la criatura en mi compañía, la tendré Conmigo, íntimamente Conmigo en el fondo de mi Querer, casi inseparable de Mí, como si en ese mismo instante hubiese salido de mi seno como cuando la creé, sin haber hecho otros caminos contrarios a mi Voluntad. ¡Cómo estaré contento!”.
(4) Entonces yo al oír esto le he dicho: “Amor mío y vida mía, yo no sé persuadirme aún,
¿cómo es posible que ningún santo haya hecho siempre tu Santísima Voluntad, y que no haya vivido en el modo como ahora dices en tu Querer?”
(5) Y Jesús: “Ah, hija mía, ¿no quieres persuadirte aún de que tanto se toma de luz, de gracia, de variedad, de valor, por cuanto se conoce? Cierto que ha habido santos que han hecho siempre mi Querer, pero han tomado de mi Voluntad por cuanto han conocido de Ella. Ellos conocían que el hacer mi Voluntad era el acto más grande, el que más me honraba y que llevaba la santificación, y con esta intención la hacían y esto tomaban, porque no hay santidad sin mi Voluntad, y no puede salir ningún bien, ni santidad pequeña o grande sin Ella. Tú debes saber que mi Voluntad, cual era, es y será, no ha cambiado en nada, pero según que se manifiesta, así hace conocer la variedad de sus colores, de los efectos y valores que contiene, y no sólo se hace conocer, sino que da al alma la variedad de sus colores, efectos y valores, de otra manera, ¿en qué aprovecharía el hacerlos conocer? Mi Voluntad ha hecho como un gran señor, el cual ha hecho ver un palacio suyo extensísimo y suntuoso; a los primeros les ha señalado el camino para ir a su palacio, a los segundos la puerta, a los terceros la escalera, a los cuartos las primeras estancias, y a los últimos les ha abierto todas las estancias haciéndolos dueños y dándoles todos los bienes que hay en ese palacio. Entonces, los primeros han tomado los bienes que hay en el camino; los segundos, los bienes que hay en la puerta, superiores a los que hay en el camino; los terceros, los de las escaleras; los cuartos los de las primeras estancias, donde hay más bienes y están más al seguro; los últimos los bienes de todo el palacio entero. Así ha hecho mi Voluntad, debía hacer conocer el camino, la puerta, la escalera, las primeras estancias, para hacer que pudieran pasar a toda la Inmensidad de mi Querer y hacerles ver los grandes bienes que hay en Él, y cómo la criatura obrante en estos bienes que mi Querer contiene, hace adquisición de la variedad de sus colores, de su inmensidad, santidad y potencia y de todo mi obrar; Yo en el hacer conocer, doy e imprimo en el alma la cualidad divina que hago conocer. Si tú supieras bajo qué olas impetuosas de gracias te encuentras cuando paso a hacerte conocer otros efectos de mi Querer, y como experto pintor pinto en tu alma, con los más vivos colores, los efectos, los diversos valores que te hago conocer, tú quedarías aplastada bajo mis olas, pero Yo, teniendo compasión de tu debilidad te sostengo, y mientras te sostengo imprimo más en ti lo que te digo, porque si Yo hablo obro. Por eso sé atenta y fiel”.

+ + + +

14-72

Noviembre 8, 1922

La paz sin Dios es imposible. Amenaza de guerras.

(1) Paso días amargos por las privaciones de mi dulce Jesús, y si se hace ver es tan afligido y taciturno, que por cuantas cosas le pueda decir no logro consolarlo, y por ello quedo más amargada que antes. Entonces esta mañana al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, las penas, las ofensas que me hacen las criaturas son tantas que ya no puedo más; las naciones se unen para hacer nuevas guerras, no te decía que las guerras no habían terminado y que la paz era una paz falsa y aparente, porque la paz sin Dios es imposible, era paz que no salía de la justicia, por eso no podía durar. ¡Ah! los gobernantes de estos tiempos son verdaderos demonios encarnados que se unen para hacer el mal y poner en los pueblos el desorden, el caos, las guerras”.
(3) Y mientras esto decía, se escuchaba el llanto de las madres, el retumbar de los cañones, las alarmas en todos los países; pero espero que Jesús quiera aplacarse, y así quedarán todos en paz.

+ + + +


14-73
Noviembre 11, 1922

Jesús dio vida en la Divina Voluntad a los actos de todas las criaturas; en esta obra asoció a su Madre Santísima, y ahora llama al alma para repetirlo.

(1) Mi siempre amable Jesús al venir me ha atraído a Él, dentro de una luz inmensa y me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, esta luz inmensa que ves es mi Suprema Voluntad, de la cual nada escapa. Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puño. Así al crear al hombre, al mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento, y si el hombre no lo podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número? Así que en mi Voluntad nada todo el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar. Pero habiendo creado al hombre no esclavo sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre, quería dotarlo con la libertad. Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar un amor forzado, y causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe. Ve dónde tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento, en la santidad de mi Voluntad, con esta diferencia, que si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso. Ahora, mi Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre todos otro acto divino, que debía corresponderme según la santidad de mi Voluntad con otros tantos actos divinos, pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad santa, libre también Ella, que no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar

inmenso iba duplicando cada pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba satisfacción y glorificaba al Padre Divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias. No estuve contento sólo con esto, sino que quise que mi Mamá, también santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto Conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi inseparable Mamá en mi Voluntad; la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario. Entonces, conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes, mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro, y producían gran heroísmo. Y no para Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad; es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro Querer, para restituirle la felicidad, su naturaleza primera, y todos los bienes que había perdido con sustraerse de nuestra Voluntad. Ahora vengo a ti, después de mi Madre Celestial te llamé a ti para hacer que todos los actos humanos tengan el primer sello hecho por Mí, el segundo hecho por mi Mamá, y el tercero por una criatura de la estirpe común, mi eterno amor no estaría contento si no hubiera elevado a una de la estirpe común, la cual debía abrir las puertas a quien se dispusiera a entrar por ellas para vivir en nuestro Querer; he aquí el por qué de mis tantas manifestaciones, los tantos valores y efectos que te he hecho conocer de mi Voluntad, estos serán imanes potentes para atraerte a ti, y después a los demás a vivir en Ella; pero para entrar en nuestra Voluntad y seguir el sublime vuelo de mis actos y los de mi indivisible Mamá, siendo tú de la estirpe común, no habrías podido entrar en nuestro Querer si no tuvieras, o al menos hubieras sido transformada en la naturaleza que salió de mis manos antes de que el hombre se sustrajera de nuestro Querer; esta es la razón de mis tantas gracias, para reducir tu naturaleza, tu alma, a aquel primer estado; conforme te iba dando esas gracias así te quitaba los gérmenes, las tendencias, las pasiones de la naturaleza rebelde, dejando siempre libre tu voluntad. Era necesario para mi decoro, santidad y dignidad, que debiéndote llamar al centro de mi Querer para hacer ahí vida común, para hacerte recorrer todos los actos hechos por Mí y que las criaturas no han conocido aún, reducir tu naturaleza a este estado feliz, de otra manera no habrías podido correr Conmigo en los interminables actos de mi Querer, ni estar Conmigo con la familiaridad que se necesita para obrar juntos. Las pasiones, los gérmenes de las tendencias no buenas, hubieran sido como tantas barreras de división entre tú y Yo, a lo más habrías estado a las órdenes de mi Querer, como tantos otros fieles míos, pero hacer lo que hice Yo, habrías estado muy lejana, y ni tú ni Yo hubiéramos sido felices, mientras que el vivir en mi Querer es propiamente esto, vivir plenamente feliz en la tierra, para después pasar a vivir más feliz en el Cielo. Por eso te digo, verdadera hija de mi Querer, primer parto feliz de mi Voluntad, seme atenta y fiel, ven en mi Eterno Querer, te esperan mis actos que quieren el sello de los tuyos, te esperan los actos de mi Mamá, te espera todo el Cielo porque quieren ver todos sus actos glorificados en mi Voluntad por una criatura de la estirpe de ellos, te esperan las presentes y las futuras generaciones, para que les sea restituida la felicidad perdida. ¡Ah! no, no, no terminarán las generaciones si no regresa el hombre a mi seno, bello, dominante, como salió de mis manos creadoras, no estoy contento con haberlo redimido; aun a costa de esperar, tendré paciencia todavía, pero debe regresar a Mí tal como lo hice, en virtud de mi Voluntad. Con hacer su voluntad descendió en el abismo y se transformó en feo; con hacer mi Voluntad subirá y adquirirá la nueva transformación en la naturaleza por Mí creada, y entonces podré decir: Todo lo he cumplido, el orden de toda la Creación me ha regresado y me reposaré en él”.


+ + + +

14-74
Noviembre 16, 1922

La Divina Voluntad una vez obra, otra vez conserva lo que ha obrado. Ahora quiere obrar de nuevo como obró en la Creación y en la Redención.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha atraído toda en su Santísimo Querer, y yo como si tuviera ante mis ojos toda la obra de la Creación seguía todo lo que había hecho mi dulce Jesús para las criaturas. Y después que todo lo hemos seguido juntos me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad obra en diversos modos, una vez obra, otra vez conserva lo que ha obrado. En la Creación obré y todo lo ordené, y después de hecho todo, mi Voluntad es conservadora de todo; desde entonces en adelante nada ha hecho de nuevo en el orden de la Creación. Mi Voluntad nuevamente salió en campo para obrar al descender Yo del Cielo a la tierra para redimir al hombre; y ésta mi obra no fue por poco, como en la Creación, sino que duró por espacio de treinta y tres años, y de nuevo volví a conservar todo lo que obré en la Redención, así que, como existe un sol por virtud de mi Voluntad conservadora para bien de todos y de cada uno, así están en acto para todos y para cada uno los bienes de la Redención. Ahora, mi Voluntad quiere volver a la obra, ¿y sabes qué quiere hacer? Quiere obrar en la criatura lo que obró en mi Humanidad mi Voluntad, ésta será una obra mía extensísima, más que la Redención. Y así como para obrar la Redención me formé una Madre en la cual concebí mi Humanidad, así ahora te he escogido a ti para obrar lo que mi Voluntad obraba en mi Humanidad. Ve entonces hija mía, aquí se trata de obras, y obras de mi Querer Supremo; tú serás como el espacio que se ofreció para hacerme crear y poner en orden el sol, las estrellas, la luna, el aire, y todo lo bello que hay en la bóveda del cielo, y todo el bien que del cielo desciende; serás como mi Humanidad que a nada se opuso de todo lo que mi Querer quiso obrar, y Yo encerraré en ti lo que hizo en Mí el Supremo Querer, para tener de todo la repetición”.
(3) Más tarde estaba recibiendo la absolución y decía entre mí: “Mi Jesús, en tu Querer quiero recibirla”. Y Jesús, súbito, sin darme tiempo ha agregado:
(4) “Y Yo en mi Voluntad te absuelvo, y mientras te absuelvo a ti, mi Querer pone en camino las palabras de la absolución para absolver a quien quiera ser absuelto y para perdonar a quien quiera el perdón. Mi Querer toma a todos, no toma uno solo, sino que quien está dispuesto toma más que todos”.

+ + + +

14-75
Noviembre 20, 1922

Corrientes de amor entre Dios y el hombre.

(1) Estaba pensando cómo mi dulce Jesús estando en el Huerto sufrió tantas penas, pero no por parte de las criaturas, porque Él estaba solo, es más, abandonado por todos, sino por parte de su Eterno Padre. Eran corrientes de amor entre Él y el Padre Celestial, y en estas corrientes venían puestas todas las criaturas, en las cuales estaba todo el amor de un Dios por cada una de ellas, y todo el amor que cada una debía a Dios, y faltando esto sufría penas que superaban a todas las demás penas, tanto, que sudó viva sangre. Y mi dulce Jesús, estrechándome a su corazón para ser aliviado me ha dicho:

(2) “Hija mía, las penas del amor son las más lacerantes. Mira, en estas corrientes de amor entre Yo y mi Padre está todo el amor que me debían todas las criaturas, por tanto está el amor traicionado, el amor negado, el amor rechazado, el amor desconocido, el amor pisoteado, etc. ¡Oh! cómo me llega traspasante a mi corazón, de sentirme morir; tú debes saber que al crear al hombre establecí innumerables corrientes de amor entre Yo y él; no me bastaba con haberlo creado, no, debía poner tantas corrientes de amor entre Yo y él, que no debía haber parte de él en la cual no corrieran esta corrientes, así que en la inteligencia del hombre corría la corriente de amor de mi sabiduría, en sus ojos corría la corriente del amor de mi luz, en la boca la corriente de amor de mi palabra, en las manos la corriente de amor de la santidad de mis obras, en la voluntad la corriente de amor de la mía, y así de todo lo demás. El hombre había sido creado para estar en continuas comunicaciones con su Creador, ¿y cómo podía estar en comunicación Conmigo si mis corrientes no corrían en las suyas? Con el pecado despedazó todas estas corrientes y quedó dividido de Mí; ¿sabes como sucedió? Mira el sol, toda su luz toca la superficie de la tierra y la inviste tanto que hace sentir su calor, tan a lo vivo y real que lleva la fecundidad, la vida a todo lo que la tierra produce, así que se puede decir que el sol y la tierra están en comunicación entre ellos. ¡Oh! cómo son más estrechas mis comunicaciones entre el hombre y Yo, verdadero sol eterno. Ahora, si una criatura tuviera el poder de romper entre la tierra y el sol la corriente de la luz que toca la superficie de ella,
¿qué mal no haría? El sol retiraría en sí mismo toda la corriente de la luz, la tierra quedaría en la oscuridad, sin fecundidad y sin vida. ¿Qué pena merecería ese tal? Todo esto fue lo que hizo el hombre en la Creación, y Yo descendí del Cielo a la tierra para reunir de nuevo todas estas corrientes de amor, pero, ¡oh, cuánto me costó! Y el hombre continúa su ingratitud y vuelve a destrozarme las corrientes por Mí reestablecidas”.

+ + + +

14-76
Noviembre 24, 1922

Efectos de la palabra y mirada de Jesús. Jesús reprende a Luisa por querer dejar ocultas estas verdades.

(1) Estaba pensando en mi dulce Jesús cuando fue presentado a Herodes, y decía entre mí: “Cómo es posible que Jesús, tan bueno, no se haya dignado decirle una palabra, ni dirigirle una mirada. ¿Quién sabe y a lo mejor aquel pérfido corazón, ante la potencia de la mirada de Jesús se hubiera convertido?” Y Jesús haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, era tanta su perversidad e indisposición de ánimo, que no mereció que lo mirara y le dijera una palabra, y si lo hubiera hecho él se habría hecho más culpable, porque cada palabra mía o mirada son vínculos de más que se forman entre Yo y la criatura. Cada palabra es una unión mayor, un mayor estrechamiento; y en cuanto el alma se siente mirada, la gracia comienza su trabajo. Si la mirada o la palabra ha sido dulce, benigna, el alma dice: ‘Cómo era bella, penetrante, suave, melodiosa, ¿cómo no amarlo?’ O bien si ha sido una mirada o palabra majestuosa, fulgurante de luz, dice: ‘Qué majestad, qué grandeza, qué luz tan penetrante, cómo me siento pequeña, cómo soy miserable, cuántas tinieblas en mí ante esa luz tan fulgurante’. Si te quisiera decir la potencia, la gracia, el bien que lleva mi palabra o mirada, cuántos libros te haría escribir. Ahora, mira entonces cuántos bienes te he hecho al mirarte tantas veces, en tenerte Conmigo en familiares conversaciones, no han sido sólo palabras, sino discursos completos, por esto puedes comprender que las uniones entre tú y Yo, las relaciones, los vínculos, las estrechuras, son innumerables. Yo he hecho contigo como un maestro, que con otros que quieren alguna indicación les dice sólo algunas palabras, pero con sus propios discípulos, queriendo hacer de ellos otros tantos maestros semejantes a él, se está con ellos todo el

día, habla largamente, está siempre sobre ellos y ahora desarrolla un argumento, ahora una semejanza para hacerse comprender más, no los deja jamás solos por temor de que distrayéndose, hagan que el viento se lleve sus fatigas, y si es necesario quita horas a su reposo para educarlos; no ahorra nada, ni fatigas, ni cansancios, ni sudores para obtener su propósito, que sus discípulos se vuelvan maestros. Así he hecho Yo contigo, nada he ahorrado, con los demás he tenido sólo algunas palabras, contigo discursos, largas lecciones, semejanzas, de noche, de día, a todas horas. ¿Cuántas gracias no te he hecho? ¿Cuánto amor, hasta no saber estar sin ti? Es grande el designio que he hecho sobre ti, por eso mucho te he dado; ahora, tú en agradecimiento quisieras tener oculto en ti lo que te he dicho y dado, y por lo tanto no darme la gloria que con manifestarlo Yo habría tenido. ¿Qué dirías tú de un discípulo que después de que el maestro ha llegado con tantas fatigas a hacerlo maestro, quisiera retener en sí la instrucción recibida, sin impartirla a los demás? ¿No sería un ingrato, y un dolor para el maestro? ¿Qué dirías del sol, que después de que le he dado tanta luz y calor no quisiera hacer descender esta luz y calor sobre la tierra? ¿No le dirías al sol: ‘Es cierto que eres bello, pero no haces bien en tenerla para ti, la tierra, las plantas, las generaciones humanas esperan tu luz, tu calor, los quieren para recibir la vida, la fecundidad; ¿por qué quieres privarnos de tanto bien? Mucho más que con dárnoslas nada pierdes, al contrario, adquieres mayor gloria y todos te bendecirán”. Tal eres tú, es más, más que sol, he puesto en ti tanta luz de verdad sobre mi Voluntad, que sería bastante más que sol para iluminar a todos y para hacer más bien que cuanto hace el sol a la tierra, y Yo y las generaciones esperamos que salga de ti esta luz, y tú piensas en cómo ocultarla y casi te afliges si personas autorizadas quieren ocuparse de hacerla salir. No, no, no está bien”.
(3) Yo me sentía morir al oír a mi dulce Jesús, y mucho más me sentía culpable porque en estos días, habiéndose llevado un escrito mío, no han conseguido el intento que se proponían de hacerlo salir fuera, y yo he sentido una gran satisfacción por eso. ¡Oh! cómo me sentía mal al oírme reprender tan duramente, y de corazón le pedía perdón. Y Jesús para tranquilizarme me ha bendecido diciéndome:
(4) “Te perdono y te bendigo, pero serás más atenta y no lo harás más”.

Deo Gratias.



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.


Fiat!!!

15-1
Diciembre 8, 1922

Sobre la Inmaculada Concepción.

(1) Escribo por obedecer y ofrezco todo a mi dulce Jesús, uniéndome al sacrificio de su obediencia para obtener la gracia y la fuerza de hacerla como Él quiere. Y ahora, ¡oh mi Jesús! dame tu santa mano y la luz de tu Inteligencia, y escribe junto conmigo.
(2) Estaba pensando en el gran portento de la Inmaculada Concepción de mi Reina y Celestial Mamá, y en mi interior he oído decirme:
(3) «Hija mía, la Inmaculada Concepción de mi amada Mamá fue prodigiosa y del todo maravillosa, tanto que Cielos y tierra quedaron estupefactos e hicieron fiesta. Las Tres Divinas Personas hicieron competencia: El Padre hizo salir un mar inmenso de potencia; Yo, Hijo, saqué un mar infinito de sabiduría; y el Espíritu Santo un mar inmenso de eterno amor, que fundiéndose formaron un solo mar y en medio de este mar fue formada la Concepción de esta Virgen, elegida entre las elegidas, así que la Divinidad suministró la sustancia de esta Concepción, y no sólo era centro de vida de esta admirable y singular criatura, sino que este mar le estaba alrededor, no sólo para tenerla defendida de todo lo que pudiera ensombrecerla, sino para darle a cada instante nuevas bellezas, nuevas gracias, potencia, sabiduría, amor, privilegios, etc. Así que su pequeña naturaleza fue concebida en el centro de este mar, y se formó y creció bajo el influjo de estas olas divinas, tanto, que no apenas fue formada esta noble y singular criatura, la Divinidad no quiso esperar como es su costumbre con las demás criaturas, quería sus abrazos, la correspondencia de su amor, sus besos, gozarse sus inocentes sonrisas, y por eso no apenas fue formada su Concepción le di el uso de razón, la doté de todas las ciencias, le hice conocer nuestras alegrías y nuestros dolores con relación a la Creación; y desde el seno materno Ella venía al Cielo, a los pies de nuestro trono para darnos los abrazos, la correspondencia de su amor, sus tiernos besos, y arrojándose en nuestros brazos nos sonreía con tal complacencia de gratitud y de agradecimiento, que arrancaba nuestras sonrisas. ¡Oh!, cómo era bello ver a esta inocente y privilegiada criatura, enriquecida con todas las cualidades divinas, venir en medio de Nosotros toda amor, toda confianza, sin temor, porque solamente el pecado es lo que pone distancia entre Creador y criatura, rompe el amor, hace perder la confianza e infunde temor, así que Ella venía en medio de Nosotros como Reina, que con su amor, dado por Nosotros, nos dominaba, nos raptaba, nos ponía en fiesta y se hacía raptora de otro amor, y Nosotros la hacíamos hacer, gozábamos del amor que nos arrebataba y la constituimos Reina del Cielo y de la tierra. Cielo y tierra exultaron e hicieron fiesta junto con Nosotros, por tener después de tantos siglos a su Reina; el sol sonrió en su luz, y se creyó afortunado por tener que servir a su Reina con darle luz; el cielo, las estrellas y todo el universo sonrieron de alegría e hicieron fiesta, porque debían alegrar a su Reina haciéndole ver la armonía y belleza del firmamento; sonrieron las plantas, pues debían nutrir a su Reina, y también la tierra sonrió y se sintió ennoblecida al deber dar habitación y por tener que hacerse pisar por los pasos de su Emperatriz. Sólo el infierno lloró y sintió perder las fuerzas por el dominio de esta Soberana Señora.
(4) ¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta Celestial criatura cuando se encontró la primera vez ante nuestro trono? Ella conoció que todo el mal del hombre había sido la ruptura entre su voluntad y la de su Creador, y Ella se estremeció, y sin dejar pasar el tiempo ató su voluntad a los pies de mi trono, sin ni siquiera quererla conocer, y mi Voluntad se ató a Ella y se constituyó centro de vida, tanto que entre Ella y Nosotros se

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

abrieron todas las corrientes, todas las relaciones, todas las comunicaciones, y no hubo secreto que no le confiáramos. Fue propiamente esto el acto más bello, más grande, más heroico que hizo, el poner a nuestros pies su voluntad, y que a Nosotros, como raptados, nos hizo constituirla Reina de todos. ¿Ves entonces qué significa atarse con mi Voluntad y no conocer la propia?
(5) El segundo acto que hizo fue ofrecerse a cualquier sacrificio por amor nuestro.
(6) El tercero fue restituirnos el honor y la gloria de toda la Creación, que el hombre nos había quitado con hacer su voluntad; y aun desde el seno materno lloró por amor nuestro, porque nos vio ofendidos, y lloró de dolor por el hombre culpable. ¡Oh! cómo nos enternecían estas lágrimas inocentes y apresuraban la suspirada Redención. Esta Reina nos dominaba, nos ataba, nos arrancaba gracias infinitas, nos inclinaba tanto hacia el género humano que no podíamos ni sabíamos resistir a sus repetidas instancias; ¿pero de dónde le venía tal poder y tanta ascendencia sobre la misma Divinidad? ¡Ah! tú lo has entendido, era la potencia de nuestro Querer que obraba en Ella, que mientras la dominaba la hacía dominadora de Dios mismo. Además ¿cómo podíamos resistir a tan inocente criatura poseída por la potencia y santidad de Nuestro Querer? Sería resistir a Nosotros mismos, Nosotros descubríamos en Ella nuestras cualidades divinas, como olas afluían sobre Ella los reflejos de nuestra santidad, los reflejos de los modos divinos, de nuestro amor, de nuestra potencia, etc., y nuestro Querer, que era su centro, atraía todos los reflejos de nuestras cualidades divinas y se hacía corona y defensa de la Divinidad habitante en Ella. Si esta Virgen Inmaculada no hubiera tenido el Querer Divino como centro de vida, todas las demás prerrogativas y privilegios con los cuales tanto la enriquecimos habrían sido una nada frente a eso. Fue esto lo que le confirmó y le conservó los tantos privilegios, y no sólo, sino que a cada instante le multiplicaba nuevos. He aquí la causa por la qué la constituimos Reina de todos, porque cuando Nosotros obramos lo hacemos con razón, sabiduría y justicia, porque jamás dio vida a su querer humano, sino que nuestro Querer fue siempre íntegro en Ella. ¿Cómo podíamos decir a otra criatura, tú eres Reina del cielo, del sol, de las estrellas, etc., si en lugar de tener nuestro Querer por dominio fuera dominada por su querer humano? Todos los elementos, cielo, sol, tierra, se habrían sustraído del régimen y dominio de esta criatura, todos habrían gritado en su mudo lenguaje: ‘No la queremos, nosotros somos superiores a ella porque jamás nos hemos sustraído de tu Eterno Querer; tal como nos creaste así somos.’ Habría gritado el sol con su luz, las estrellas con su centelleo, el mar con sus olas, y así todo lo demás. En cambio, como todos sintieron el dominio de esta Virgen excelsa, que casi como hermana suya jamás quiso conocer su voluntad sino sólo la de Dios, no sólo hicieron fiesta, sino que se sintieron honrados por tener su Reina y corrieron en torno a Ella para hacerle cortejo y tributarle sus homenajes, con ponerse la luna como escabel de sus pies, las estrellas como corona, el sol como diadema, los ángeles como siervos, los hombres como esperando; todos, todos le rindieron honores y le hicieron sus homenajes. No hay honor y gloria que no se pueda dar a nuestro Querer, sea que obre en Nosotros, en su propia sede, sea que habite en la criatura.
(7) ¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta noble Reina cuando saliendo del seno materno abrió los ojos a la luz de este bajo mundo? Cuando Ella nació, los ángeles le cantaron canciones de cuna a la Celestial Bebita y Ella quedó extasiada, y su bella alma salió de su cuerpecito, acompañada por legiones angélicas y giró por tierra y Cielo y fue recogiendo todo el amor que Dios había esparcido en todo lo creado, y penetrando en el empíreo vino a los pies de nuestro trono y nos ofreció la correspondencia del amor de todo lo creado, y pronunció su primer gracias a nombre de todos. ¡Oh! cómo nos sentimos felices al oír el gracias de esta bebita Reina, y le confirmamos todas las gracias, todos los dones, para hacerla superar a todas las demás criaturas unidas juntas. Después, arrojándose en nuestros brazos se deleitó con Nosotros, nadando en el océano de todos los contentos, quedando embellecida de nueva belleza, de nueva luz y de nuevo amor; suplicó de nuevo por el género humano, pidiéndonos con lágrimas que descendiera el Verbo Eterno para salvar a sus hermanos, pero mientras esto hacía, nuestro Querer le hizo

saber que bajara a la tierra, y Ella de inmediato dejó nuestros contentos y las alegrías y partió, ¿para hacer qué cosa? ¡Nuestro Querer! ¡Qué potente imán era nuestro Querer habitante en la tierra en esta recién nacida Reina! No nos parecía ya extraña la tierra, no nos sentíamos ya para castigarla haciendo uso de nuestra justicia; teníamos la potencia de nuestra Voluntad que en esta inocente niña nos despedazaba los brazos, nos sonreía desde la tierra, y cambiaba la Justicia en gracias y en dulce sonrisa, tanto, que no pudiendo resistir al dulce encanto, el Verbo Eterno apresuró su carrera. ¡Oh prodigio de mi Querer Divino, a Ti todo se debe, por Ti se cumple todo y no hay prodigio más grande que mi Querer habitante en la criatura!».

+ + + +

15-2
Diciembre 21, 1922

Privación de Jesús y penas del alma.

(1) Me sentía toda afligida por la privación de mi adorable Jesús, más bien me sentía torturada, mi pobre corazón agonizaba y se debatía entre la vida y la muerte y mientras parecía que moría, una fuerza oculta lo hacía resurgir para continuar su amarguísima agonía. ¡Oh! privación de mi Jesús, cómo eres despiadada y cruel, la misma muerte sería una nada frente a ti, pues la muerte no hace otra cosa que llevar a la vida eterna, en cambio la privación hace huir la misma vida. Pero todo esto era nada aún, mi pobre alma mientras quería a mi vida, a mi todo, dejaba mi cuerpo para encontrarlo al menos fuera de mí, pero en vano, más bien me encontraba en una inmensidad, de la cual la profundidad, la grandeza, la altura, no se descubría el término; fijaba mis miradas por todas partes en aquel gran vacío, quién sabe si al menos pudiera verlo de lejos para tomar el vuelo y arrojarme en sus brazos, pero todo era inútil, temía precipitarme en aquel gran vacío, y sin Jesús ¿a dónde habría ido? ¿Qué habría sido de mí? Temblaba, gritaba, lloraba, pero sin encontrar piedad; habría querido regresar a mi cuerpo, pero una fuerza oculta me lo impedía. Mi estado era horrible, porque el alma encontrándose fuera de mí misma se precipitó hacia su Dios como hacia su centro, más veloz que una piedra cuando se desprende desde lo alto y cae hacia el centro de la tierra, no es de la naturaleza de la piedra quedarse suspendida y busca la tierra como apoyo y reposo; así, no es naturaleza del alma salir de sí misma y no precipitarse en el centro del cual salió; esta pena da tal espanto, temor, dolor, que podría llamarla pena de infierno. Pobres almas sin Dios, ¿cómo, cómo hacen? ¿Qué pena será para ellas la pérdida de Dios? ¡Ah! Jesús mío, no permitas que ninguno, ninguno te pierda».
(2) Ahora, estando en este estado tan doloroso me he encontrado en mí misma y mi dulce Jesús extendiendo un brazo me ha rodeado el cuello, luego ha hecho ver que tenía en sus brazos una pequeña niña, pero de una pequeñez extrema; la niña agonizaba y mientras parecía que moría, Jesús ahora le daba su aliento, ahora le daba un pequeño sorbo, ahora se la estrechaba a su corazón, y la pobre pequeñita volvía de nuevo a la agonía, pero ni moría ni salía de su estado agonizante. Jesús era todo atención, la vigilaba, la asistía, la sostenía, no perdía ningún movimiento de esta niña agonizante. Yo sentía como repercutir en el fondo de mi corazón todas las penas de aquella pobre pequeña, y Jesús mirándome me ha dicho:
(3) «Hija mía, esta pequeña niña es tu alma. Mira cuánto te amo, con cuántos cuidados te asisto, te mantengo en vida con los sorbos de mi Voluntad, mi Querer te empequeñece, te hace morir y resurgir, pero no temas, porque jamás te dejaré, mis brazos te tendrán siempre estrechada a mi seno».

+ + + +

15-3
Enero 16, 1923

Segundo desorden general.

(1) Me sentía muy afligida por la privación de mi dulce Jesús y pensaba entre mí: «¿Por qué no viene? ¿Quién sabe en qué lo he ofendido que de mí se esconde?» Y mientras esto pensaba, y quién sabe cuántas otras cosas que no es necesario decirlas, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior y estrechándome fuerte a su corazón santísimo, con voz tierna y llena de compasión me ha dicho:
(2) «Hija mía, después de tanto tiempo que vengo a ti deberías de comprender por ti misma la causa de mi ocultamiento, pero no escondido fuera de ti, sino en ti misma».
(3) Después, suspirando fuerte ha agregado: «¡Ay! es el segundo desorden general que las naciones están preparando, y Yo me estaré oculto en ti, y como vigilante para ver qué hacen. He hecho de todo para disuadirlos, les he dado luz, gracia, te he llamado a ti en modo especial en los meses pasados para hacerte sufrir más, para hacer que mi justicia, encontrando un dique en ti, y una satisfacción de más en tus penas, pudiera hacer descender más libremente la luz, la gracia, en sus mentes para disuadirlos de este segundo desorden, pero todo ha sido en vano; y por cuanta más unión hacían, tanto más fomentaban las discordias, los odios, las injusticias, tanto que obligan a los oprimidos a tomar las armas para defenderse; y Yo, cuando se trata de defender a los oprimidos y a la justicia, aun natural, debo concurrir. Mucho más, pues las naciones aparentemente vencedoras, vencieron sobre bases de la más pérfida injusticia; deberían de haberlo comprendido ellas mismas y ser más benignas con los oprimidos, en cambio son más inexorables, queriendo de ellos no sólo la humillación, sino también la destrucción. ¡Qué perfidia! ¡Qué perfidia más que diabólica! No están aún saciados de sangre, cuántos pobres pueblos perecerán; me duele, pero la tierra quiere ser purgada; otras ciudades serán destruidas; también Yo segaré muchas vidas con los flagelos que mandaré del Cielo, y mientras esto sucederá Yo me estaré en ti como oculto y como vigía».
(4) Y me parecía que más se escondía en mí. Yo me sentía inmersa en un mar de amargura por este hablar de Jesús, después me he sentido rodeada de personas que rezaban, y mi Mamá Celestial extendiendo su mano en mi interior, tomaba un brazo de Jesús y lo jalaba fuera, y le decía:
(5) «Hijo mío, ven en medio de los pueblos, ¿no ves en qué mar de tempestades están por arrojarse y que les costará un mar de sangre?»
(6) Pero por cuanto lo jalaba, Jesús no ha querido salir, entonces volteándose hacia mí me ha dicho:
(7) «Pídele mucho que las cosas sean más benignas».
(8) Yo me he puesto a pedírselo, y Él ahora ponía su oído en el mío y me hacía oír los movimientos de los pueblos, los rumores de las armas; ahora me hacía ver varias razas de pueblos unidos juntos, quién preparado a desencadenar guerras, y quién se estaba preparando, por eso, estrechándome fuerte a mi Jesús le he dicho: «Aplácate amor mío,
¿no ves cuánta confusión de pueblos, cuántos desórdenes? Si esto es en los preparativos,
¿qué será en la guerra?»
(9) Y Jesús: «¡Ah! hija mía, son ellos mismos que lo quieren, la perfidia del hombre quiere llegar a los excesos, y uno quiere lanzar al otro al abismo, pero la unión de diversas razas servirá después para mi gloria».

+ + + +

15-4
Enero 24, 1923

La Santísima Trinidad reflejada en la tierra. Los actos triples. Cómo

estaba reservado el abrir las puertas del Eterno Querer a Luisa.

(1) Todos estos días los he pasado en un mar de amargura, porque frecuentemente el bendito Jesús me priva de su amable presencia, y si se hace ver, lo veo en mi interior inmerso en un mar, cuyas olas se elevan por encima de Él en acto de sumergirlo, y Jesús para no quedar sumergido y ahogado mueve su brazo y rechaza la ola, y con mirada piadosa me mira, me pide ayuda y me dice:
(2) «Hija mía, mira cómo las culpas son tantas que me quieren sumergir, ¿no ves las olas que me mandan, que si no agitara mi brazo quedaría ahogado? Qué tiempos tan tristes, que traerán tristes consecuencias».
(3) Y mientras esto dice se esconde más en mi interior. ¡Qué pena ver a Jesús en este estado! Son penas que desgarran el alma y la hacen pedazos. ¡Oh! cómo se quisiera sufrir cualquier martirio para consolar a mi dulce Jesús. Después, esta mañana me parecía que mi amable Jesús no podía más, y haciendo uso de su potencia ha salido de ese mar lleno de todas esas armas listas para herir y también para matar, que daba terror sólo mirarlo, y apoyando su cabeza sobre mi pecho, todo afligido y pálido, pero bello y de una belleza que raptaba me ha dicho:
(4) «Hija amada mía, no podía más, y si la justicia quiere su curso, también mi amor quiere su desahogo y hacer su camino, por eso he salido de ese mar horrible que me forman las culpas de las criaturas, para dar campo a mi amor para venir a desahogarme con mi pequeña hija de mi Voluntad. También tú no podías más, he escuchado el estertor de tu agonía por mi privación en aquel mar horrible, y habiendo puesto como a un lado a todos, he corrido a ti para desahogarme y hacerte desahogar en amor Conmigo, para darte nuevamente la vida».
(5) Y mientras esto decía me estrechaba fuerte a Él, me besaba, me ponía su mano en la garganta para aliviarme de la pena que Él mismo me había dado, porque días atrás habiéndome jalado fuerte los nervios de la parte del corazón que corresponden a la garganta, quedé como asfixiada; mi Jesús era todo amor y quería que yo le devolviera los besos, las caricias, los abrazos que Él me daba. Después de esto he comprendido que quería que yo entrara en el mar inmenso de su Voluntad para ser aliviado del mar de las culpas de las criaturas, y yo estrechándome más fuerte a Él he dicho:
(6) «Mi amado bien, junto Contigo quiero seguir todos los actos que hizo tu Humanidad en la Voluntad Divina, adonde llegaste Tú quiero llegar también yo, para hacer que en todos tus actos encuentres también el mío; entonces, así como tu inteligencia en la Voluntad Suprema recorrió todas las inteligencias de las criaturas, para dar al Padre Celestial la gloria, el honor, la reparación por cada uno de los pensamientos de criatura en modo divino, y sellar con la luz, con la gracia de tu Voluntad cada pensamiento de ellas, así también yo quiero recorrer cada uno de los pensamientos, desde el primero hasta el último que tendrá vida en las mentes humanas, para repetir lo que está hecho por Ti; es más, quiero unirme con los pensamientos de nuestra Celestial Mamá, que nunca quedó atrás, sino que siempre corrió junto Contigo, y con los pensamientos que han hecho tus santos».
(7) A estas últimas palabras, Jesús me ha mirado y todo ternura me ha dicho:
(8) «Hija mía, en mi Voluntad Eterna encontrarás todos mis actos, así como también todos los de mi Mamá, que envolvían todos los actos de las criaturas, desde la primera hasta la última que deberá existir como dentro de un manto, y este manto como formado en dos partes, una se elevaba al Cielo para dar a mi Padre, con una Voluntad Divina, todo lo que las criaturas le debían: Amor, gloria, reparación y satisfacción; la otra parte quedaba para defensa y ayuda de las criaturas. Ningún otro ha entrado en mi Voluntad Divina para hacer todo lo que hizo mi Humanidad; mis santos han hecho mi Voluntad, pero no han entrado dentro para hacer todo lo que hace mi Voluntad y tomar como de un solo golpe todos los actos, del primero hasta el último hombre, y volverse actor, espectador y divinizador. Con hacer mi Voluntad no se llega a hacer todo lo que mi Eterno Querer contiene, sino que desciende en la criatura limitado, por cuanto la criatura puede contener, sólo quien entra dentro se ensancha, se difunde como luz solar en los eternos vuelos de mi

Querer, y encontrando mis actos y los de mi Mamá, pone en ellos el suyo. Mira en mi Voluntad, ¿hay acaso otros actos de criatura multiplicados en los míos que lleguen hasta el último acto que debe cumplirse sobre esta tierra? Mira bien, no encontrarás ninguno, esto significa que ninguno ha entrado, estaba reservado el abrir las puertas de mi Eterno Querer a la pequeña hija mía, para unificar sus actos a los míos y a los de mi Mamá, y volver triples todos nuestros actos ante la Majestad Suprema y para bien de las criaturas. Ahora, habiendo abierto las puertas, pueden entrar otros, con tal que se dispongan a un bien tan grande».
(9) Entonces he continuado junto con Jesús girando en su Voluntad para hacer lo que estaba hecho por Él. Luego hemos mirado juntos la tierra, cuántas cosas horribles se veían, y cómo siguen los preparativos de guerra, que hacen estremecerse; y toda temblando me he encontrado en mí misma. Poco después ha regresado y ha seguido hablando de su Santísima Voluntad diciéndome:
(10) «Hija mía, mi Voluntad en el Cielo contenía al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, una era la Voluntad de las Tres Divinas Personas, mientras eran distintas entre Ellas, pero la Voluntad era una, y Ésta siendo la única que obraba en Nosotros formaba toda nuestra felicidad, nuestra igualdad de amor, de potencia, de belleza, etc. Si en vez de una Voluntad fueran tres Voluntades, no podríamos ser felices, mucho menos volver felices a los demás; habríamos sido desiguales en la potencia, en la sabiduría, en la santidad, etc., así que nuestra única Voluntad, obrante en Nosotros, es todo nuestro bien, del cual brotan tantos mares de felicidad, que ninguno puede penetrar hasta el fondo. Ahora, nuestra Voluntad viendo el gran bien del obrar sola en Tres Personas distintas, quiere obrar sola en tres personas distintas en la tierra, y éstas son: La Madre, el Hijo, la Esposa. De éstas quiere hacer brotar otros mares de felicidad que llevarán bienes inmensos a todos los viadores».
(11) Y yo toda maravillada he dicho: «Amor mío, ¿quién será esta Madre afortunada, este Hijo y esta Esposa que reflejarán a la Trinidad sobre la tierra, y que tu Voluntad será una en Ellas?
(12) Y Jesús: “¡Cómo!, ¿no lo has comprendido? Dos están ya en su puesto de honor: Mi Mamá Divina, y Yo, Verbo Eterno, Hijo del Padre Celestial e Hijo de la Madre Celestial. Con encarnarme en el seno de Ella fui su propio Hijo. La Esposa es la pequeña hija de mi Querer. Yo estoy en medio, mi Mamá a la derecha y la Esposa a la izquierda; conforme mi Voluntad obra en Mí, hace el eco a la derecha y a la izquierda, y forma una sola Voluntad, por eso he vertido tantas gracias en ti, he abierto las puertas de mi Querer, te he revelado los secretos, los prodigios que Él contiene, para abrir tantos caminos para hacerte llegar el eco de mi Querer, a fin de que perdiendo el tuyo pudieras vivir con mi sola Voluntad; ¿no estás contenta?»
(13) Y yo: «Gracias, ¡oh Jesús! y haz, te ruego, que siga tu Querer».

+ + + +

15-5
Febrero 3, 1923

Los dos agonizantes.

(1) Me sentía faltar la vida por la privación de mi dulce Jesús, y si se mueve en mi interior, se hace ver en aquel mar espantoso de las culpas de las criaturas; entonces no pudiendo más me lamentaba fuerte, y Él como conmovido por mis lamentos ha salido como fuera de aquel mar, y estrechándome me ha dicho:
(2) «Hija mía, ¿qué tienes? He oído tus lamentos, el estertor de tu agonía y he hecho todo a un lado para venir a socorrerte y a sostenerte. Hija mía, paciencia, somos dos pobres agonizantes, Yo y tú, por el bien de la humanidad, y mientras estamos agonizando

el amor nos sostiene para no dejarnos morir, para dar ayuda a la pobre humanidad que yace como muriendo en el mar de tantas culpas».
(3) Y mientras esto me decía parecía que las olas de aquel mar nos sumergían a ambos.
¿Quién puede decir lo que se sufría? Y como en aquellas olas se veían los preparativos de guerra le he dicho: “Vida mía, ¿quién sabe cuánto durará este segundo desorden, si el primero duró tanto, qué será del segundo que parece más largo?
(4) Y Jesús muy afligido: “Cierto que será más largo, pero no durará tanto, porque pondré mi mano y los flagelos del Cielo apagarán los de la tierra. Por eso oremos, y tú no salgas jamás de mi Voluntad».

+ + + +

15-6
Febrero 13, 1923

El bien que lleva el ser fiel y atento.

(1) Me sentía muy afligida, y mi dulce Jesús haciéndose ver me ha dicho:
(2) «Hija mía, ánimo, seme fiel y atenta, porque la fidelidad y la atención producen la igualdad de los humores en el alma, y en ella forman un solo humor y establecen la perfecta paz, y ésta la vuelve dominadora, de modo que hace lo que quiere y llega a donde quiere. Especialmente para quien vive en mi Querer sucede como al sol, no se cambia jamás, uno es su acto, hacer salir de su esfera luz y calor; no hace hoy una cosa y mañana otra, es siempre fiel y constante en hacer la misma cosa, pero mientras su acto es uno, conforme este acto desciende y toca la superficie de la tierra, ¿cuántos actos diversos no suceden? Casi innumerables: Si encuentra la flor cerrada, con el beso de su luz y con el calor la abre, le da el color y el perfume; si encuentra el fruto inmaduro, lo madura y le da la dulzura; si encuentra los campos verdes, los vuelve dorados; si encuentra el aire sucio, con el beso de su luz lo purifica; en suma, a todas las cosas les da lo que es necesario para su existencia en esta tierra, y para poder producir la utilidad que las cosas contienen, según está establecido por Dios. Así que el sol con su fidelidad y con hacer siempre la misma cosa, es el cumplimiento de la Voluntad Divina sobre todas las cosas creadas. ¡Oh!, si el sol no fuera siempre igual en dar su luz, ¿cuántas oscilaciones, cuántos desórdenes habría sobre la tierra? Y el hombre no podría hacer ningún cálculo ni sobre sus campos, ni sobre sus plantas y diría: ‘Si el sol no me manda su luz y su calor, no sé cuando debo cosechar, ni cuándo madurarán los frutos’. Así sucede para el alma fiel y atenta, en mi Voluntad uno es su acto, pero los efectos son innumerables. En cambio si es inconstante y desatenta, ni ella ni Yo podemos hacer ningún cálculo, ni fijar el bien que puede producir».

+ + + +

15-7
Febrero 16, 1923

La Cruz que dio la Divina Voluntad a Nuestro Señor. Jesús para obrar la Redención perfecta y completa debía hacerla en el ámbito de la eternidad.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrada adoración al Crucifijo abandonándome toda en su amable Querer, pero mientras esto hacía he sentido que mi amable Jesús se movía en mi interior y me decía:
(2) «Hija mía, ándale, ándale, date prisa, haz tu curso en mi Querer, ve repasando todo lo que hizo mi Humanidad en la Suprema Voluntad, a fin de que a mis actos y a los de mi Mamá unas los tuyos. Está decretado que si una criatura no entra en el Querer Eterno

para volver triples nuestros actos, este Supremo Querer no desciende a la tierra para hacer su camino en las generaciones humanas, quiere el cortejo de los actos triples para hacerse conocer, por eso date prisa».
(3) Jesús ha hecho silencio y yo me he sentido como volcada en el Santo Querer Eterno, pero no sé decir lo que hacía, sólo sé decir que encontraba todos los actos de Jesús, y yo en ellos ponía el mío. Después ha vuelto a hablarme:
(4) «Hija mía, cuántas cosas hará conocer mi Voluntad de lo que obró mi Humanidad en esta Voluntad Divina; mi Humanidad para obrar la Redención completa y perfecta debía hacerla en el ámbito de la eternidad, he aquí la necesidad de una Voluntad Eterna. Si mi voluntad humana no hubiera tenido consigo una Voluntad eterna, todos mis actos habrían sido actos limitados y finitos; en cambio con Ella eran interminables e infinitos, por esto mis penas, mi cruz, debían ser interminables e infinitas, y la Voluntad Divina hacía encontrar a mi Humanidad todas esas penas y cruces, tanto, que Ella me extendía sobre toda la familia humana, desde el primero hasta el último hombre, y Yo absorbía todas las especies de penas en Mí, y cada criatura formaba mi cruz, así que mi cruz fue tan larga por cuanta es y será la largura de todos los siglos, y tan ancha por cuanto son las humanas generaciones. No fue sólo la pequeña cruz del Calvario donde me crucificaron los hebreos, ésta no era otra cosa que una similitud de la gran cruz en la cual me tenía crucificado la Suprema Voluntad, así que cada criatura forma el largo y el ancho de la cruz, y conforme la formaban quedaban injertadas en la misma cruz, y el Querer Divino extendiéndome sobre de ella y crucificándome, no sólo formaba mi cruz, sino la de todos aquellos que formaban dicha cruz. He aquí por qué tenía necesidad del ámbito de la eternidad, donde debía tener esta cruz, el espacio terrestre no habría bastado para contenerla. ¡Oh, cuánto me amarán cuando conozcan lo que hizo mi Humanidad en la Divina Voluntad, lo que me hizo sufrir por su amor. Mi cruz no fue de madera, no, fueron las almas, eran ellas que me las sentía palpitantes en la cruz en la que me extendía la Divina Voluntad, y ninguna se me escapaba, a todas daba su lugar, y para dar lugar a todas me distendía en modo tan desgarrador y con penas tan atroces, que las penas de la Pasión podría llamarlas pequeñas y alivios. Por eso date prisa, a fin de que mi Querer haga conocer todo lo que el Querer Eterno obró en mi Humanidad, este conocimiento rescatará tanto amor, que las criaturas se rendirán y lo harán reinar en medio de ellas».
(5) Ahora, mientras esto decía mostraba tanta ternura y tanto amor, que yo maravillada le he dicho: “Amor mío, ¿por qué muestras tanto amor cuando hablas de tu Voluntad, que parece como si de dentro de Ti quisieras hacer salir otro Tú mismo por el gran amor que muestras, mientras que si hablas de otras cosas no se ve en Ti este exceso de amor?”
(6) Y Él: «Hija mía, ¿quieres saberlo? Cuando Yo hablo de mi Voluntad para hacerla conocer a la criatura, Yo quiero infundirle mi Divinidad, por eso otro Yo mismo, y mi amor se desborda todo para hacerlo, y la amo a ella como a Mí mismo. He aquí por qué tú ves que mientras hablo de mi Querer, mi amor parece como si se saliera de sus confines para formar la sede de mi Voluntad en el corazón de la criatura, en cambio cuando hablo de otra cosa, son mis virtudes que infundo, y según las virtudes que le voy manifestando, ahora la amo como Creador, ahora como Padre, ahora como Redentor, ahora como Maestro, ahora como Médico, etc., por lo tanto no hay aquella exuberancia de amor como cuando quiero formar otro Yo mismo».

+ + + +

15-8
Febrero 22, 1923

Temor al fingimiento. Quien debe subir más alto que todos, debe descender en lo más bajo.

(1) Me encontraba muy angustiada por el pensamiento de que mi estado era un continuo fingimiento. ¡Qué golpe tan despiadado es esto para mí! Me llama todas las desgracias, me pone por debajo de todos los desgraciados y aun de los mismos condenados; alma más perversa que yo no ha existido nunca en la tierra, pero lo que más me duele es el no poder salir de este estado de fingimiento, pues confesaría mi culpa y a costa de mi vida no lo haría más, y Jesús que es tan bueno, en su infinita misericordia perdonaría a esta alma, la más perversa de todas. Entonces, después de haber pasado una de estas tormentas, mi siempre amable Jesús se ha hecho ver, y yo le he dicho:
(2) «Amado Jesús mío, que feo pensamiento es éste, ¡ah!, no permitas que exista en mí el fingimiento, mándame la muerte antes que ofenderte con el vicio más feo, como es el fingimiento, esto me aterroriza, me aplasta, me aniquila, me arranca de tus dulces bazos y me pone bajo los pies de todos, aun de los mismos condenados. Mi Jesús, ¿Tú dices que me amas mucho, y después permites esta separación de mi alma de Ti? ¿Cómo puede resistir tu corazón ante tanto dolor mío?”
(3) Y Jesús: «Hija mía, ánimo, no te abatas, quien debe subir más alto que todos, debe descender en lo más bajo, por debajo de todos. De mi Madre, Reina de todos, se dice que fue la más humilde de todos, porque debía ser superior a todos, pero para ser más humilde que todos debía descender en lo más bajo, por debajo de todos, y mi Celestial Mamá con el conocimiento que tenía de su Dios Creador, y quién era Ella, criatura, descendía tanto en lo bajo, que a medida que Ella descendía así Nosotros la elevábamos, pero tanto, que no hay ninguno que la iguale. Así es de ti, la pequeña hija de mi Querer, para darle el primado en mi Voluntad, debiendo elevarla sobre todos, la hago descender a lo más bajo, por debajo de todos, y por cuanto más desciende tanto más la elevo y la hago tomar lugar en el Querer Divino. ¡Oh, cómo me rapta cuando a quien está sobre de todos la veo por debajo de todos! Yo corro, vuelo, para tomarte en mis brazos, y hago ensanchar tus confines en mi Voluntad, por eso permito todo para tu bien y también para cumplir mis más altos designios sobre ti. Pero no quiero que pierdas tiempo en pensar y pensar en esto, cuando te tomo en mis brazos haz todo a un lado y sigue mi Querer».

+ + + +

15-9
Marzo 12, 1923

Privación de Jesús y efectos que produce.
Cómo Jesús sufrió el alejamiento de la Divinidad.

(1) Me sentía morir de pena por la privación de mi dulce Jesús, y si viene lo hace como relámpago que huye. Entonces no pudiendo más y teniendo Él compasión de mí, ha salido de dentro de mi interior, y yo en cuanto lo he visto le he dicho: “Amor mío, qué pena, me siento morir sin Ti, pero morir sin morir, que es la más dura de las muertes, yo no sé cómo la bondad de tu corazón puede soportar verme en estado de muerte continua, sólo por causa tuya».
(2) Y Jesús: «Hija mía, ánimo, no te abatas demasiado, no estás sola en sufrir esta pena, también Yo la sufrí, como también mi querida Mamá, ¡oh, cuánto más dura que la tuya! Cuántas veces mi gimiente Humanidad, si bien era inseparable de la Divinidad, pero para dar lugar a las expiaciones, a las penas, siendo éstas incapaces de tocarla, Yo quedaba solo y la Divinidad como apartada de Mí. ¡Oh! cómo sentía esta privación, pero esto era necesario. Tú debes saber que cuando la Divinidad puso fuera la obra de la Creación, puso también fuera toda la gloria, todos los bienes y felicidad que cada una de las criaturas debía recibir, no sólo en esta vida sino también en la patria celestial. Ahora, toda la parte que correspondía a las almas perdidas quedaba suspendida, no tenía a quién darse, entonces Yo, debiendo completar todo y absorber todo en Mí, me expuse a sufrir la privación que los mismos condenados sufren en el infierno. ¡Oh, cuánto me costó esta

pena! Me costó pena de infierno y muerte despiadada, pero era necesario. Debiendo absorber todo en Mí, todo lo que salió de Nosotros en la Creación, toda la gloria, todos los bienes y felicidad, para hacerlos salir de Mí de nuevo para ponerlos a disposición de todos aquellos que quisieran aprovecharse de ellos, debía absorber todas las penas y la misma privación de mi Divinidad, ahora, todos estos bienes absorbidos en Mí de toda la obra de la Creación, siendo Yo la cabeza de la que todo bien desciende sobre todas las generaciones, voy buscando almas que me asemejen en las penas, en las obras, para poder participar tanta gloria y felicidad que mi Humanidad contiene, pero no todas las almas las quieren aprovechar, ni todas están vacías de sí mismas y de las cosas de acá abajo para poderme hacer conocer y después sustraerme, y en estos vacíos de ellas mismas y del conocimiento que han adquirido de Mí, formar esta pena de mi privación, y en la privación que sufre venga a absorber en ella esta gloria de mi Humanidad que otros rechazan. Si Yo no hubiera estado casi siempre contigo, tú no me habrías conocido ni amado, y este dolor de mi privación no lo sentirías ni podría formarse en ti, y en ti faltaría la semilla y el alimento de este dolor. ¡Oh! cuántas almas están privadas de Mí, y tal vez están aun muertas, ellas se duelen si se ven privadas de un pequeño placer, de una bagatela cualquiera, pero privadas de Mí no tienen ningún dolor y ni siquiera un pensamiento, así que este dolor debería consolarte, porque te da la señal segura de que he venido a ti y que me has conocido, y que tu Jesús quiere poner en ti la gloria, los bienes, la felicidad que los demás rechazan».

+ + + +

5-10
Marzo 18, 1923

Cómo se toma posesión de los bienes que contiene el Divino Querer.

(1) Estaba toda abandonándome en la Santísima Voluntad de mi dulce Jesús a pesar de que me sentía privada de Él y como traspasada en el corazón, y pensaba entre mí: “¿Para qué ha servido el haberme hablado tanto de su Eterno Querer si ahora me ha dejado? Es más, sus mismas palabras son heridas a mi corazón que me lo desgarran en pedazos, si bien estoy resignada, beso esas mismas heridas que me laceran, la mano que me hiere, pero siento a lo vivo que todo para mí ha terminado». Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y poniéndome sus brazos al cuello me ha dicho:
(2) «Hija mía, hija mía, no temas, nada ha terminado entre Yo y tú, tu Jesús es siempre para ti tu Jesús. La cosa que más fuerte vincula al alma es perder su voluntad en la mía,
¿cómo puedo dejarte? Y además, si tanto te he hablado de mi Querer, son tantos vínculos de unión indisoluble que he puesto entre Yo y tú; mi Eterno Querer, hablándote, vinculaba tu pequeño querer con los vínculos de mi Eterno Querer por cuantas palabras te decía, además de esto debes saber que al crear al hombre, nuestra primera Suprema Voluntad fue que debía vivir en nuestro Querer, y debiendo vivir en Él debía tomar de lo nuestro para vivir a nuestras expensas, correspondiendo a nuestra Voluntad con tantos actos divinos por cuantos actos humanos hacía en la nuestra, y esto para enriquecerlo con todos los bienes que nuestra Voluntad contiene, pero el hombre quiso vivir en su querer, a sus expensas, y por esto se exilió de su patria y perdió todos estos bienes; así que mis bienes quedaron sin herederos, eran inmensos y ninguno los poseía. Entonces entró mi Humanidad para tomar posesión de todos estos bienes con el vivir a cada instante en este Querer Eterno, quiso vivir siempre a sus expensas, nacer, crecer, padecer, obrar y morir en el eterno beso del Querer Supremo, y a medida que vivía en Él así me venía dada la posesión de los tantos bienes desocupados que el hombre ingrato había puesto en el olvido. Ahora hija mía, mi Sabiduría infinita con haberte hablado tanto de mi Querer, no ha sido sólo para darte la simple noticia, no, no, ha sido para hacerte conocer el vivir en mi Querer, los bienes que hay en Él, y mientras haces el camino en Él tomas la posesión de ellos. Mi Humanidad

hizo todo, tomó posesión de todo, no para Mí solo, sino para abrir las puertas a mis demás hermanos. He esperado tantos siglos, han pasado tantas generaciones; esperaré aún, pero el hombre debe regresar a Mí sobre las alas de mi Querer, de donde salió, por eso sé tú la primera bienvenida, y mis palabras te sirvan de acicate para tomar la posesión, y de cadenas que te aten tan fuerte que no te dejen salir jamás de mi Voluntad».

+ + + +

15-11
Marzo 23, 1923

Dolores de la Celestial Mamá, y cómo el Fiat Divino obró en ellos.

(1) Estaba pensando en los dolores de mi Mamá Celestial, y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) «Hija mía, el primer Rey de los dolores fui Yo, y siendo Yo Hombre y Dios, debía concentrar todo en Mí para tener el primado sobre todo, aun sobre los mismos dolores. Los dolores de mi Mamá no eran otra cosa que los reflejos de los míos, que reflejándose en Ella le participaban todos mis dolores, que traspasándola, la llenaron de tal amargura y pena, de sentirse morir a cada reflejo de mis dolores, pero el amor la sostenía y le daba de nuevo la vida. Por eso, no sólo por honor, sino con derecho de justicia fue la primera Reina del inmenso mar de sus dolores».
(3) Mientras esto decía, me parecía ver a mi Mamá frente a Jesús, y todo lo que contenía Jesús, los dolores y los traspasos de ese corazón santísimo se reflejaban en el corazón de la dolorosa Reina, y por cada uno de los reflejos se formaban tantas espadas en el corazón de la traspasada Mamá, y estas espadas eran selladas por un Fiat de luz, en la cual Ella quedaba rodeada en medio a tantos Fiat de luz fulgidísima que le daban tanta gloria, que faltan las palabras para narrarla. Entonces Jesús ha continuado diciéndome:
(4) «No fueron los dolores los que constituyeron Reina a mi Mamá y la hicieron refulgir de tanta gloria, sino mi Fiat Omnipotente, el cual entrelazaba cada acto y dolor suyo y se constituía vida de cada dolor, así que mi Fiat era el acto primero que formaba la espada, dándole la intensidad del dolor que quería; mi Fiat podía poner en aquel corazón traspasado cuantos dolores quería, agregar heridas a heridas, penas sobre penas, sin la sombra de la mínima resistencia, es más, se sentía honrada de que mi Fiat se constituía vida aun de un solo latido, y mi Fiat le dio la gloria completa y la constituyó verdadera y legítima Reina.
(5) Ahora, ¿quiénes serán las almas en las cuales pueda reflejar los reflejos de mis dolores y de mi misma Vida? Aquéllas que tendrán por vida mi Fiat, este Fiat absorberá en ellas mis reflejos, y Yo seré magnánimo en participar lo que mi Querer obra en Mí, por eso en mi Voluntad espero a las almas, para darles el verdadero dominio y la gloria completa de cada acto y pena que puedan sufrir. Fuera de mi Voluntad, el obrar y el sufrir Yo no lo reconozco, podría decir: ‘No tengo qué darte, ¿cuál es la voluntad que te ha animado en el hacer y en sufrir esto? De ella hazte recompensar’. Muchas veces el hacer el bien, el sufrir, sin que mi Voluntad entre en medio, pueden ser míseras esclavitudes que degeneran en pasiones, mientras que sólo mi Querer da el verdadero dominio, las verdaderas virtudes, la verdadera gloria de trasformar lo humano en divino».

+ + + +

15-12
Marzo 27, 1923

Dolores de la Vida Sacramental de Jesús.
Gracias con las cuales nos previene para recibirlo.


(1) Habiendo recibido la comunión, mi dulce Jesús se ha hecho ver, y yo apenas lo he visto me he arrojado a sus pies para besarlos y estrecharme toda a Él. Y Jesús extendiéndome la mano me ha dicho:
(2) «Hija mía, ven entre mis brazos y hasta dentro de mi corazón, me he cubierto de los velos Eucarísticos para no infundir temor, he descendido en el abismo más profundo de las humillaciones en este Sacramento para elevar a la criatura hasta Mí, fundiéndola tanto en Mí de formar una sola cosa Conmigo, y con hacer correr mi sangre sacramental en sus venas constituirme vida de su latido, de su pensamiento y de todo su ser. Mi amor me devoraba y quería devorar a la criatura en mis llamas para hacerla renacer como otro Yo, por eso quise esconderme bajo estos velos eucarísticos, y así escondido entrar en ella para formar esta transformación de la criatura en Mí; pero para que suceda esta transformación se necesitaban las disposiciones por parte de las criaturas, y mi amor llegando al exceso, mientras instituía el Sacramento Eucarístico, así ponía fuera de dentro de mi Divinidad otras gracias, dones, favores, luz para bien del hombre, para volverlo digno de poderme recibir; podría decir que puse fuera tanto bien de sobrepasar los dones de la Creación, quise darle primero las gracias para recibirme, y después darme para darle el verdadero fruto de mi Vida Sacramental. Pero para preparar con estos dones a las almas, se necesita un poco de vacío de ellas mismas, de odio a la culpa, de deseo de recibirme, estos dones no descienden en la podredumbre, en el fango, por tanto sin mis dones no tienen las verdaderas disposiciones para recibirme, y Yo descendiendo en ellas no encuentro el vacío para comunicar mi Vida, estoy como muerto para ellas, y ellas muertas para Mí; Yo ardo y ellas no sienten mis llamas, soy luz y ellas quedan más cegadas. ¡Ay de Mí! cuántos dolores en mi Vida Sacramental, muchas por falta de disposiciones, no sintiendo nada de bien en el recibirme, llegan a nausearme, y si continúan recibiéndome es para formar mi continuo calvario y su eterna condenación, si no es el amor lo que las lleva a recibirme, es una afrenta de más que me hacen, es una culpa de más que agregan a sus almas. Por eso reza y repara por los tantos abusos y sacrilegios que se hacen al recibirme Sacramentado».

+ + + +

15-13
Abril 2, 1923

La Divina Voluntad es germen de resurrección a la Gracia, a la santidad y a la gloria. En la Divina Voluntad está el vacío del obrar humano en el Divino. Los conocimientos son los ojos del alma.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo amable, majestuoso y como envuelto dentro de una red de luz, luz mandaba de sus ojos, luz salía de su boca, de cada palabra suya, de cada latido, de cada movimiento y paso, en suma, su Humanidad era un abismo de luz. Y Jesús mirándome me unía con esta luz diciéndome:
(2) «Hija mía, cuánta luz, cuánta gloria tuvo mi Humanidad en mi Resurrección, porque en el curso de mi Vida en esta tierra no hice otra cosa que encerrar en cada acto mío, en cada respiro, mirada, en todo, a la Voluntad Suprema, y conforme la encerraba, así el Divino Querer me preparaba la gloria, la luz en mi Resurrección, y conteniendo en Mí el mar inmenso de la luz de mi Voluntad, no es maravilla que si miro, si hablo, si me muevo, salga tanta luz de Mí para poder dar luz a todos. Ahora quiero encadenarte y envolverte en esta luz, para poner en ti tantos gérmenes de resurrección por cuantos actos vas haciendo en mi Voluntad, Ella es la única que hace resurgir el alma y el cuerpo a la gloria, Ella es germen de resurrección a la gracia, germen de resurrección a la más alta y perfecta santidad, germen de resurrección a la gloria. Así que conforme el alma hace sus actos en

mi Querer, así va encadenando nueva luz divina, porque mi Querer por naturaleza es luz, y quien en Él vive tiene virtud de transformar los pensamientos, las palabras, las obras y todo lo que hace, en luz».
(3) Después estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Rezo en tu Querer a fin de que mi palabra, multiplicándose en Él, tenga por cada palabra de cada criatura una palabra de oración, de alabanza, de bendición, de amor, de reparación; quisiera que mi voz elevándose entre el Cielo y la tierra, absorbiera en sí todas las voces humanas para dártelas a Ti en homenaje y gloria, de acuerdo a como Tú quisieras que la criatura se sirviera de la palabra». Ahora, mientras esto decía, mi amable Jesús ha puesto su boca cerca a la mía, y con su aliento, aspirando absorbía mi aliento, mi voz, mi respiro en el suyo, y poniéndolo como en camino en su Querer recorría cada una de las palabras humanas, y cambiaba las palabras, las voces, según lo que yo había dicho, y conforme las recorría así se elevaban a lo alto para hacer el oficio ante Dios, a nombre de todos, de todas las voces humanas. Yo he quedado maravillada, y recordándome que Jesús no me habla ya tan seguido de su Querer, le he dicho:
(4) «Dime Amor mío, ¿por qué no me hablas tan frecuentemente de tu Querer? ¿Tal vez no he estado atenta a tus lecciones y fiel en poner en práctica tus enseñanzas?»
(5) Y Jesús: «Hija mía, en mi Voluntad está el vacío del obrar humano en el Divino, y este vacío debe ser llenado por quien vive en mi Querer, por cuanto más estés atenta a vivir en mi Querer, y en hacerlo conocer a los demás, tanto más pronto será llenado este vacío, de modo que mi Querer, viéndose mover en Sí al querer humano, como regresando al principio de donde salió, se sentirá satisfecho y verá cumplidos sus anhelos sobre la generación humana, aunque fueran pocos o aun uno solo, porque mi Querer con su potencia puede rehacerse de todo, aun con uno solo si no encuentra otros, pero es siempre una voluntad humana que debe venir en la mía a llenar todo lo que los demás no hacen; esto me será tan agradable que rasgaré los Cielos para hacer descender mi Querer y hacer conocer el bien y los prodigios que contiene. Cada entrada que haces de más en mi Querer me incita a darte nuevos conocimientos sobre Él, a narrarte otros prodigios, porque quiero que conozcas el bien que haces para que lo aprecies, y ames el poseerlo, y Yo, viendo que lo amas y lo aprecias, te lo doy en posesión. El conocimiento es el ojo del alma, el alma que no conoce está como ciega a aquel bien, a aquellas verdades. En mi Voluntad no hay almas ciegas, es más, cada conocimiento les da un alcance mayor de vista, por eso entra frecuentemente en mi Querer, ensancha tus confines en mi Voluntad, y Yo, en cuanto vea esto, regresaré a decirte cosas más sorprendentes de mi Voluntad».
(6) Ahora, mientras esto decía, hemos girado juntos un poco por la tierra, pero, ¡oh espanto! muchos querían herir a mi amado Jesús, quién con cuchillos, quién con espadas, y entre éstos había Obispos, sacerdotes, religiosos, que lo herían hasta en el corazón, pero con tal saña que daba horror. ¡Oh! cómo sufría y se arrojaba en mis brazos para ser defendido, yo me lo he estrechado y le he rogado que me diera parte de sus penas; Él me ha contentado con traspasarme el corazón con tal vehemencia, de sentir todo el día una llaga profunda, y Jesús repetidas veces volvía a herirme. Entonces, la siguiente mañana, sintiendo aún fuerte el dolor, mi dulce Jesús ha regresado diciéndome:
(7) «Déjame ver tu corazón».
(8) Y mientras lo miraba me ha dicho: “¿Quieres que te sane para aliviarte del dolor que sufres?”
(9) Y yo: «Mi sumo bien, ¿por qué quieres sanarme? ¿No soy digna de sufrir por Ti? Tu corazón está todo herido, y el mío en comparación al tuyo, ¡oh! cómo es escaso mi sufrir, más bien, si a Ti te agrada dame más penas». Y Él, estrechándome toda a Sí, ha continuado traspasándome el corazón con más dolor, y me ha dejado.
(10) Sea todo para gloria suya.

+ + + +


15-14
Abril 9, 1923

Dios es el primer movimiento de toda la Creación, y quien obra en el Divino Querer, obra en el primer movimiento.

(1) Me sentía toda inmersa en el Divino Querer y decía a mi dulce Jesús: “¡Ah, te pido que no me dejes salir jamás de tu Santísima Voluntad, haz que piense, que hable, que obre, que ame siempre en este tu amable Querer!” Ahora, mientras esto decía me he sentido circundada por una luz purísima y después he visto a mi sumo y único Bien y me ha dicho:
(2) «Hija querida mía, amo tanto estos actos hechos en mi Querer, que en cuanto el alma entra en Él para obrar, la sombra de mi luz la circunda y Yo corro para hacer que mi acto y el suyo sean uno solo. Yo soy el acto primero de toda la Creación, y sin mi primer movimiento todas las cosas creadas quedarían paralizadas, sin fuerza e incapaces de un mínimo movimiento; la vida está en el movimiento, sin él todo está muerto, por tanto Yo soy el primer movimiento, que doy vida y actitud a todos los demás movimientos, así que a mi primer movimiento la Creación se pone en movimiento; sucede como en una máquina, al toque del primer movimiento del primer engrane, todos los otros se ponen en movimiento. Mira entonces como es casi natural que quien obra en mi Voluntad se mueve en mi primer movimiento, y obrando en el mío viene a encontrarse y obra en el movimiento de todas las criaturas; y Yo veo a la criatura, la siento, porque corriendo en mi mismo movimiento y en todos los movimientos de las criaturas, me da tantos actos divinos por cuantos actos humanos ofensivos hacen todas las demás, y esto sólo porque ha obrado en mi primer movimiento, por eso digo que quien vive en mi Querer me sustituye por todos, me defiende de todos y pone a salvo mi movimiento, es decir, mi misma Vida. He aquí por qué el obrar en mi Querer es el prodigio de los prodigios, pero sin estrépitos, sin aclamaciones humanas, pero es mi verdadero triunfo sobre toda la Creación, y siendo el triunfo todo divino, lo humano calla y no tiene palabras adecuadas para aclamar el triunfo de mi Suprema Voluntad».

+ + + +

15-15
Abril 14, 1923

Dios al hacer las obras que deben servir al bien general, concentra en una criatura todo el bien que quiere dar.

(1) Estaba pensando en todo lo que mi siempre amable Jesús me va manifestando acerca de su Santísima Voluntad, y muchas dudas y dificultades aparecían en mi mente, que no creo que sea necesario decirlas aquí. Después, moviéndose en mi interior y estrechándome fuerte a su corazón me ha dicho:
(2) «Hija amada de mi Voluntad, tú debes saber que cuando quiero hacer obras grandes, obras en que toda la familia humana debe tomar parte, siempre y cuando lo quiera, es mi costumbre el concentrar en una sola criatura todos los bienes, todas las gracias que esta obra contiene, a fin de que todos los demás, como de una fuente, puedan tomar aquel bien por cuanto quieran. Cuando hago obras individuales doy cosas limitadas, en cambio cuando hago obras que deben servir al bien general, doy cosas sin límite. Esto hice en la obra de la Redención, para poder elevar a una criatura a concebir a un hombre y Dios, debí concentrar en Ella todos los bienes posibles e imaginables, debí elevarla tanto, de poner en Ella el germen de la misma fecundidad Paterna, y así como mi Padre Celestial me generó virgen en su seno con el germen virginal de su fecundidad eterna, sin obra de mujer, y en

este mismo germen procedió el Espíritu Santo, así mi Celestial Mamá, con este germen eterno, todo virginal de la fecundidad Paterna, me concibió en su seno virgen, sin obra de hombre. La Trinidad Sacrosanta debió dar de lo suyo a esta Virgen Divina para poder concebirme a Mí, Hijo de Dios. Jamás hubiera podido concebirme mi Santa Mamá sin tener ningún germen; ahora, como Ella era de la raza humana, este germen de la fecundidad eterna dio virtud de concebirme hombre, y como el germen era divino, al mismo tiempo me concibió Dios; y así como al generarme el Padre al mismo tiempo procedió el Espíritu Santo, así al mismo tiempo que me generé en el seno de mi Mamá, procedió la generación de las almas, así que todo lo que ‘ab eterno’ sucedió a la Santísima Trinidad en el Cielo, se repite en el seno de mi amada Mamá. La obra era grandísima e incalculable a mente creada, debía concentrar todos los bienes y aun a Mí mismo para hacer que todos pudieran encontrar lo que querían, por eso debiendo ser la obra de la Redención tan grande de arrollar a todas las generaciones, quise por tantos siglos las oraciones, los suspiros, las lágrimas, las penitencias de tantos patriarcas, profetas y de todo el pueblo del antiguo testamento, y esto lo hice para disponerlos a recibir un bien tan grande y para disponerme a concentrar en esta Celestial Criatura todos los bienes que todos debían disfrutar. Ahora, ¿qué movía a pedir, a suspirar, etc., a este pueblo? La promesa del futuro Mesías, esta promesa era como el germen de tantas súplicas y lágrimas, si no hubiera estado esta promesa ninguno habría tenido ni siquiera un pensamiento, ninguno habría esperado la salvación.
(3) Ahora hija mía, pasemos a mi Voluntad, ¿tú crees que sea una Santidad como las otras santidades? ¿Un bien, una gracia casi al parejo de las otras que he hecho durante tantos siglos a los demás santos y a toda la Iglesia? No, no, aquí se trata de una época nueva, de un bien que debe servir a todas las generaciones; pero es necesario que todo este bien lo concentre primero en una sola criatura, como hice en la Redención concentrando todo en mi Mamá, mira un poco cómo las cosas van casi iguales: Para hacer venir la Redención y disponer a las almas a esto, hice la promesa del futuro Mesías, a fin de que con el esperarlo no sólo se dispusieran, sino que pudieran encontrar también ellos en el futuro Redentor su salvación. Ahora, para disponer a las almas a vivir en mi Querer y darles parte de los bienes que Él contiene y hacer regresar al hombre sobre el camino de su origen, como fue creado por Mí, quise ser el primero en rogar, haciendo resonar mi voz de un punto al otro de la tierra y hasta en lo alto del Cielo diciendo: ‘Padre nuestro que estás en los Cielos’. No dije Padre mío, sino que lo llamé Padre de toda la familia humana, para comprometerlo en lo que debía agregar: ‘Que todos santifiquen tu nombre, a fin de que venga tu reino sobre la tierra y tu Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra’. Era esta la finalidad de la Creación, y Yo pedía al Padre que se cumpliera. En cuanto Yo recé, el Padre cedió a mis súplicas y formé el germen de tanto bien, y para hacer que este germen fuera conocido, enseñé a los apóstoles mi oración, y estos la transmitieron a toda la Iglesia, a fin de que así como el pueblo del futuro Redentor encontraba la salvación en Él y se disponían a recibir al Mesías prometido, así con este germen formado por Mí, la Iglesia ruega y repite tantas veces mi misma oración y se dispone a recibir, el que reconozcan y amen a mi Celestial Padre como Padre de ellos, de manera de merecer ser amados como hijos y reciban el gran bien de que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra. Los mismos santos han formado su santidad en este germen y en esta esperanza de que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, los mártires han esparcido su sangre, no hay bien que no derive de este germen, así que toda la Iglesia ruega, y así como las lagrimas, las penitencias, las oraciones para tener al Mesías eran dirigidas hacia aquella Virgen excelsa, a la cual debía disponer para concentrar tanto bien para poder recibir a su Salvador, si bien no conocían quién fuese, así ahora, la Iglesia cuando recita el Padre Nuestro es propiamente por ti que ruega, para hacer que concentre en ti todo el bien que contiene mi Querer, el modo, el cómo la Voluntad Divina tenga vida en la tierra como en el Cielo. Y si bien no eres conocida, la Iglesia haciendo eco a mi oración: ‘Sea hecha tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra’, me ruega, me apresura a que concentre todo este bien en una segunda virgen, a fin de que como otra salvadora

salve a la humanidad en peligro, y haciendo uso de mi inseparable amor y misericordia oiga favorablemente mi misma plegaria unida a aquella de toda la Iglesia y hago regresar al hombre a su origen, a la finalidad con la que lo he creado, esto es, que mi Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo. Es esto propiamente el vivir en mi Querer, todo lo que te voy manifestando a esto te empuja, en esto te confirmo, este es el gran fundamento que voy formando en tu alma, y para hacer esto voy concentrando todas las gracias pasadas, presentes y futuras que he hecho a todas las generaciones, más bien las duplico, las multiplico, porque siendo mi Querer la cosa más grande, más santa, más noble, que no tiene principio ni fin, para ponerlo en una criatura es justo y decoroso que concentre en ella todos los bienes posibles, gracias innumerables, pureza y nobleza divinas, a fin de que tenga el mismo cortejo que tiene en el Cielo esta mi Voluntad. Es la misma que obró en la Redención, que quiso servirse de una Virgen, ¿cuáles portentos y prodigios de gracias no obró en Ella? Ella es grande, contiene todos los bienes y al obrar obra como magnánima, y si se trata de hacer obras, de hacer bien a toda la humanidad, pone en juego todos sus bienes. Ahora quiere servirse de otra virgen para concentrar su Voluntad y dar principio en hacer conocer que su Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo, y si en la Redención quiso venir a salvar al hombre perdido, a satisfacer por sus culpas, lo cual era impotente de hacerlo él mismo, a darle un refugio y tantos otros bienes que la Redención contiene, ahora mi Voluntad queriendo desahogar más en amor que en la misma Redención, con el hacer que se haga en la tierra como en el Cielo, viene a dar al hombre su estado de origen, su nobleza, la finalidad con la cual fue creado, viene a abrir la corriente entre su Voluntad y la humana, de manera que absorbida por esta Voluntad Divina, dominada le dará vida en ella y Ella reinará en la tierra como en el Cielo».

+ + + +

15-16
Abril 20, 1923

Dios quiere hacer las obras más grandes en almas desconocidas.

(1) Estaba pensando en lo que está dicho antes, y mi pobre mente nadaba en el mar de la Divina Voluntad, me sentía como ahogada en Ella; en muchas cosas me faltan las palabras, en otras, como son tantas, no sé tener orden y me parece que las pongo como desconectadas sobre papel, pero Jesús parece que me tolera, basta con que las escriba, y si no lo hago me reprende diciéndome:
(2) «Cuidado, que no son cosas que deben servir a ti sola, sino que deben servir también a los demás».
(3) Ahora pensaba entre mí: “Si Jesús ama tanto que este modo de vivir en el Divino Querer sea conocido, y que debe ser una nueva época que tanto bien debe traer, de sobrepasar los mismos bienes de la Redención, podía hablarle al Papa, que como cabeza de la Iglesia, teniendo autoridad sobre Ella podría influir rápidamente sobre los miembros de toda la Iglesia para hacer conocer esta celestial doctrina y llevar este gran bien a las generaciones humanas, o bien a cualquier otra persona con autoridad, a ésta le sería más fácil, pero a mí, pobre ignorante, desconocida, ¿cómo podré hacer conocer este gran bien?” Y Jesús, suspirando y estrechándome más fuerte a Él me ha dicho:
(4) «Hija queridísima a mi Supremo Querer, es mi costumbre hacer mis obras más grandes en almas vírgenes y desconocidas, y no sólo vírgenes de naturaleza, sino vírgenes de afectos, de corazón, de pensamientos, porque la verdadera virginidad es la sombra divina, y Yo sólo a mi sombra puedo fecundar mis obras más grandes; también en los tiempos en que vine a redimir estaban los pontífices, las autoridades, pero no fui a ellos porque mi sombra no estaba en ellos, por eso elegí una Virgen desconocida a todos, pero bien conocida por Mí, y si la verdadera virginidad es mi sombra, el elegirla desconocida era el celo divino, que queriéndola toda para Mí la hacía desconocida a todos los demás, pero

con todo y que esta Virgen Celestial era desconocida, Yo me hice conocer haciéndome camino para hacer conocer a todos la Redención. Cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más voy cubriendo al alma con la superficie de las cosas más ordinarias; ahora, las personas que tú dices, siendo personas conocidas, el celo divino no podría mantener su centinela y la sombra divina, ¡oh, cómo es difícil encontrarla! y además Yo elijo a quien me place; está establecido que dos Vírgenes deben venir en ayuda de la humanidad: Una para hacer salvar al hombre, la otra para hacer reinar a mi Voluntad sobre la tierra para dar al hombre su felicidad terrenal, para unir las dos voluntades, la Divina y la humana y hacer de ellas una sola, a fin de que la finalidad por la cual fue creado el hombre tenga su pleno cumplimiento; Yo me ocuparé en hacerme camino para hacer conocer lo que quiero. Lo que me interesa es tener la primera criatura dónde concentrar este mi Querer, y que en ella tenga vida como en el Cielo así en la tierra; el resto vendrá por sí solo, por eso te digo siempre: ‘Tu vuelo en mi Querer’, porque la voluntad humana contiene debilidades, pasiones, miserias, que son velos que impiden entrar en el Querer Eterno, y si son pecados graves, son barricadas que se forman entre la Una y la otra, y si mi Fiat como en el Cielo así en la tierra no reina sobre la tierra, es precisamente esto lo que lo impide. Ahora, a ti es dado el romper estos velos, abatir estas barricadas y hacer de todos los actos humanos como un solo acto en la potencia de mi Querer, envolviéndolos todos, y llevarlos a los pies de mi Padre Celestial, como besados y sellados por su mismo Querer, entonces viendo que una criatura ha cubierto a toda la familia humana con su Voluntad, atraído y complacido, por medio de ella haga descender su Voluntad sobre la tierra, haciéndola reinar como en el Cielo así en la tierra».

+ + + +

15-17
Abril 21, 1923

El punto más negro de la sociedad presente.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús me ha transportado fuera de mí misma, en un lugar donde se veían banderas ondeando en el aire, audiencias donde todas las clases de personas tomaban parte, también sacerdotes, y Jesús como ofendido por todo esto quería tomar en su mano a las criaturas para triturarlas, y yo tomando su mano en la mía la he estrechado diciéndole:
(2) «Jesús mío, ¿qué haces? Parece que no son cosas malas las que hacen, más bien parecen buenas, parece que la Iglesia se une con tus enemigos de antes, y estos no muestran más aquella aversión a tratar con las personas de la Iglesia, más bien las llaman a bendecir las banderas, ¿no es esta una buena señal? Y Tú en vez de agradecerlo parece que te ofendes». Y Jesús suspirando y sumamente afligido me ha dicho:
(3) «Hija mía, cómo te engañas, este es el punto más negro de la sociedad presente, y la unión significa que todos tienen un mismo color; los enemigos no tienen más temor, horror de acercarse a las personas de la Iglesia, porque no hay en ellos verdadera fuente de virtud y de religión, es más, algunos celebran el Divino Sacrificio sin creer en mi presencia, otros, si creen, es fe sin obras y su vida es una cadena de sacrilegios enormes, por lo tanto, ¿qué bien pueden hacer si no lo tienen en ellos? ¿Cómo pueden llamar al cumplimiento de verdadero cristiano, haciendo conocer que gran mal es el pecado, si falta en ellos la vida de la gracia? Con todas las uniones que hacen ya no hay hombres que cumplan el precepto, por lo tanto no es la unión del triunfo de la religión, es el triunfo del partido, el cual, disfrazándose busca ocultar el mal que van maquinando, es la verdadera revolución que se esconde bajo estas mascaras, y Yo quedo siempre el Dios ofendido, tanto por los malos que fingen una apariencia de piedad para reforzar su partido y así poder hacer un mal más grave, como por las personas de la Iglesia, porque teniendo ellos una falsa piedad, no son ya buenos para atraer a los pueblos a mi seguimiento, más bien

aquellos son los que los arrastran a éstos. ¿Se puede dar un tiempo más triste que éste? El fingimiento es el pecado más feo y el que más hiere mi corazón, por eso ruega y repara».

+ + + +

15-18
Abril 25, 1923

La Voluntad de Dios es el camino real que conduce a la Santidad de la semejanza del Creador. Luisa continuando de donde se quedó Adán,
Dios la constituye como cabeza de todos y portadora de la felicidad y bienes que habían sido asignados a todos.

(1) Estaba rezando y mi dulce Jesús ha venido, poniéndose junto a mí para rezar junto conmigo, más bien su inteligencia se reflejaba en la mía y yo rezaba con la suya, su voz hacía eco en la mía y rezaba con su palabra; ¿pero quién puede decir los efectos interminables de esta plegaria? Después mi amado Jesús me ha dicho:
(2) «Hija mía, he querido rezar junto contigo para reafirmarte en mi Voluntad y darte la gracia de encontrarte ante la Majestad Suprema en el acto de la creación del hombre, y como lo dotamos de todos los bienes y su voluntad era la nuestra, y la nuestra la suya, todo era armonía entre él y Nosotros, lo que quería tomaba de Nosotros: Santidad, sabiduría, potencia, felicidad, etc., era nuestro prototipo, nuestro retrato, nuestro hijo feliz, así que Adán en el principio de su existencia tuvo una época en que cumplía a maravilla la finalidad para la cual fue creado, probó qué significa vivir del Querer de su Creador, éramos felices mutuamente al ver reproducir en nuestra imagen nuestros mismos actos. Luego, en cuanto rompió su voluntad con la nuestra, quedó dividido de Nosotros; por lo tanto los primeros actos del hombre están en nuestra Voluntad, y Yo no quiero otra cosa de ti, sino que vengas en nuestro Querer para seguir de donde Adán dejó, para poder vincular en ti todas las armonías que él rompió; y así como esta primera criatura habiendo sido creada por Nosotros como cabeza de toda la familia humana, con sustraerse de nuestro Querer llevó la infelicidad a todos, así tú con venir a continuar de donde él dejó, te constituimos como cabeza de todos, y por lo tanto portadora de aquella felicidad y bienes que habían sido asignados a todos si hubiesen vivido en nuestro Querer».
(3) Y yo: «Mi Jesús, cómo puede ser posible esto, si con venir Tú mismo sobre la tierra a redimirnos y a sufrir tantas penas, no se adquirió la felicidad que el primer hombre perdió para sí y para todos, ¿cómo puede ser ahora que con vincularme en tu Eterno Querer pueda restituir esta felicidad perdida?»
(4) Y Jesús: «Hija mía, todos los tiempos están en mis manos, doy a quien quiero, y para eso me sirvo de quien quiero. Muy bien habría podido traer la felicidad que contiene mi Voluntad sobre la tierra, pero no encontré ninguna voluntad humana que quisiera hacer vida perenne en la mía, para reanudar los vínculos de la Creación y darme nuevamente todos los actos del primer hombre como si los hubiera hecho todos con el sello de la Voluntad Suprema, y por eso poner a disposición de todos la felicidad perdida. Es verdad que estaba mi amada Mamá, pero Ella debía cooperar junto Conmigo a la Redención. Además, el hombre era esclavo, aprisionado por sus mismas culpas, enfermo, cubierto de llagas, las más asquerosas, y Yo como padre amante venía a desembolsar mi sangre para rescatarlo, venía como médico a curarlo, como maestro a enseñarle el camino, el medio para no dejarlo precipitar en el infierno; pobre enfermo, cómo habría podido espaciarse en los eternos vuelos de mi Querer si no sabía caminar; si Yo hubiese querido dar la felicidad que contiene mi Voluntad, hubiera sido como darla a los muertos y hacerla pisotear, el hombre estaba indispuesto para recibir tanto bien y por eso quise enseñar la oración para disponerlos, y me conformé con esperar otras épocas, dejar pasar siglos y siglos para hacer conocer el vivir en mi Querer, para dar el principio a esta felicidad».

(5) Y yo: «Amor mío, si con tu Redención no todos se salvan, ¿cómo puede ser que tu Voluntad dará a todos esta felicidad?»
(6) Y Jesús: «El hombre será siempre libre, no le quitaré jamás los derechos que le di al crearlo; sólo que en la Redención vine a abrir tantos caminos, sendas, atajos para facilitar la salvación, la santidad del hombre; con mi Voluntad vengo a abrir el camino real y directo que conduce a la santidad de la semejanza de su Creador y que contiene la verdadera felicidad, pero a pesar de todo esto serán siempre libres de quedarse, quién en el camino real, quién en los senderos, y quién fuera del todo, pero estará en el mundo lo que ahora no hay, la felicidad del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. El hombre hizo los primeros actos en mi Querer y después se sustrajo, por eso arruinó todo, y como era la cabeza de todos, junto se arruinaron los miembros. Mi Humanidad formó el plano de todos los actos humanos en la Voluntad Divina, mi Mamá me siguió fielmente, así que todo está preparado; ahora no se necesita otra cosa, que otra criatura que queriendo vivir perennemente en este Querer, venga a tomar la posesión del plano hecho por Mí, y abra este camino real a todos, el cual conduce a la felicidad terrenal y Celeste».

+ + + +

15-19
Abril 28, 1923

Luisa debe pisar la cabeza infernal. El vivir en el Divino Querer es el triunfo completo del Creador sobre la criatura. La finalidad principal de la venida de Jesús a la tierra fue que la Voluntad Divina triunfe sobre la voluntad humana.

(1) Me sentía como inmersa en la luz interminable de la eterna Voluntad, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) «Hija mía, mi Divinidad no tiene necesidad de obrar para hacer salir sus obras, basta sólo el quererlas, así que quiero y hago; las obras más grandes, más bellas, salen fuera sólo con que las quiera; en cambio la criatura aunque las quisiera, si no trabaja, no se mueve, nada hace. Ahora, para quien hace suyo mi Querer y vive en Él como en su propia morada, le viene comunicado, por cuanto a criatura es posible, el mismo poder».
(3) Mientras esto decía, me sentía jalar fuera de mí misma, y encontraba bajo mis pies a un feo monstruo que se mordía todo por la rabia, y Jesús estando cerca de mí ha agregado:
(4) «Así como mi Virgen Madre aplastó la cabeza a la serpiente infernal, así quiero que otra virgen, que debe ser la primera poseedora de la Voluntad Suprema, aplaste de nuevo aquella cabeza infernal, para aplastarlo y debilitarlo en modo de arrojarlo en el infierno, a fin de que tenga pleno dominio sobre de él y no ose acercarse a quien debe vivir en mi Querer, por eso pon tu pie sobre su cabeza y aplástalo».
(5) Yo, osadamente lo he hecho, y aquél se mordía de más y para no sentir mi contacto se escondía en los más obscuros abismos. Entonces Jesús ha dicho:
(6) «Hija mía, tú crees que sea nada el vivir en mi Querer, no, no, más bien es el todo, es el cumplimiento de todas las santidades, es el dominio absoluto de sí mismo, de sus pasiones y de sus capitales enemigos, es el triunfo completo del Creador sobre la criatura, así que si ella se adhiere y Yo logro que viva en mi Querer, sin querer conocer más su querer, no tengo más que querer de la criatura, y ella no tiene más que darme, todas mis ansias están cumplidas, realizados mis designios, no queda más que hacernos felices mutuamente. Es verdad que vine a la tierra para redimir al hombre, pero mi finalidad principal fue que la Voluntad Divina triunfase sobre la voluntad humana poniendo de acuerdo estas dos voluntades y hacer de ellas una sola, con llevarla en aquella Voluntad de donde había salido. Era esta la principal ofensa que mi Padre Celestial recibió del hombre, y Yo debía resarcirlo, de otra manera no le habría dado plena satisfacción. Pero

para obtener la primera finalidad debí primero poner fuera la segunda, esto es, salvarlo, darle la mano porque estaba caído, lavarlo del fango en el cual yacía; ¿cómo podía decir ven a vivir en mi Querer, si era horrible al verse y estaba bajo la esclavitud del enemigo infernal? Entonces, después de haber obtenido la segunda finalidad, quiero poner a salvo la primera, que mi Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo, y el hombre salido de mi Voluntad reentre de nuevo en Ella, y para obtener esto, doy a esta primera criatura todos mis méritos, todas mis obras, los pasos, mi corazón palpitante, mis llagas, mi sangre, toda mi Humanidad, para disponerla, para prepararla, para hacerla entrar en mi Voluntad, porque primero debe tomar el fruto completo de mi Redención, y como en triunfo entrar en posesión del mar inmenso de mi Suprema Voluntad, no quiero que entres como extraña sino como hija, no pobre sino rica, no fea sino bella, como si fueras otro Yo. Por eso quiero concentrar toda mi Vida en ti».
(7) Y mientras esto decía salían de Él como tantos mares que se vertían sobre de mí, y yo quedaba dentro, abismada, y al mismo tiempo un sol que expandía su luz, porque recibía el fruto completo de la Redención para poder dar el fruto completo de su Querer a la criatura, era el Sol del Eterno Querer que festejaba la entrada de la voluntad humana en la suya.
(8) Y Jesús: “Esta mi Voluntad Divina creció como una flor en mi Humanidad, la cual Yo trasplanté del Cielo al verdadero edén de mi Humanidad terrenal; germinó en mi sangre, brotó de mis llagas para hacer de Ella el don más grande a la criatura, ¿no quieres recibirlo tú?”
(9) Y yo: «Sí».
(10) Y Él: «Quiero trasplantarla en ti, ámala y debes saber custodiarla».

+ + + +

15-20
Mayo 2, 1923

Cuando el Fiat Voluntas Tua tenga su cumplimiento como en el Cielo así en la tierra, entonces vendrá el pleno cumplimiento de la segunda parte del Padre Nuestro.

(1) Sentía mi pobre mente como perdida en la inmensidad del Eterno Querer, y mi dulce Jesús, hablándome sobre la Santísima Voluntad de Dios me ha dicho:
(2) «Hija mía, ¡oh! cómo armonizan bien tus actos hechos en mi Querer, armonizan con los míos, con los de mi amada Mamá, y el uno desaparece en el otro y forman uno solo, parece el Cielo en la tierra y la tierra en el Cielo, parece el eco del Uno en los Tres y de los Tres en Uno de la Trinidad Sacrosanta, ¡oh! cómo suena dulce a nuestro oído, cómo nos rapta, pero tanto, de raptar nuestra Voluntad del Cielo a la tierra. Cuando mi Fiat Voluntas Tua tenga su cumplimiento como en el Cielo así en la tierra, entonces vendrá el pleno cumplimiento de la segunda parte del Pater Noster, esto es: ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’. Yo decía, Padre nuestro, a nombre de todos te pido tres clases de pan cada día, el pan de tu Voluntad, que es más que pan, porque si el pan es necesario dos o tres veces al día, en cambio éste es necesario cada momento, en todas las circunstancias, es más, debe ser no sólo pan, sino como aire balsámico que lleva la vida, la circulación de la Vida Divina en la criatura; Padre, si no es dado este pan de tu Voluntad no podré jamás recibir todos los frutos de mi Vida Sacramental, que es el segundo pan que todos los días te pedimos; ¡oh! cómo se encuentra mal mi Vida Sacramental porque el pan de tu Voluntad no los alimenta, más bien encuentra el pan corrupto de la voluntad humana, ¡oh! cómo me da asco, cómo lo rehuyo, y si bien voy a ellos, pero los frutos, los bienes, los efectos, la santidad, no puedo darlos, porque no encuentro nuestro pan, y si alguna cosa doy es en pequeña proporción, según sus disposiciones, pero no todos los bienes que contengo, y mi Vida Sacramental espera pacientemente que el hombre tome el pan de la Voluntad

Suprema para poder dar todo el bien de mi Vida Sacramental. Ve entonces cómo el Sacramento de la Eucaristía, y no sólo éste, sino todos los Sacramentos dejados a mi Iglesia e instituidos por Mí, darán todos los frutos que contienen y tendrán pleno cumplimiento cuando el Pan Nuestro, esto es, la Voluntad de Dios, se haga como en el Cielo así en la tierra. Después pedía el tercer pan, es decir el material. ¿Cómo podía decir danos hoy nuestro pan, si el hombre debiendo hacer nuestra Voluntad, lo que era nuestro era suyo? El Padre no debía dar el pan de su Voluntad, el pan de mi Vida Sacramental, el pan diario de la vida natural a hijos ilegítimos, usurpadores, malos, sino a hijos legítimos, buenos, que tendrían en común los bienes del Padre, por eso Yo decía danos nuestro Pan, entonces comerán el pan bendito, todo sonreirá en torno a ellos, la tierra y el Cielo llevarán la marca de la armonía de su Creador. Después agregué: ‘Perdónanos nuestras deudas como nosotros las perdonamos a nuestros deudores’, así que también la caridad será perfecta, entonces será perfecto el perdón, tendrá la marca del heroísmo como la tuve Yo en la cruz; cuando el hombre coma el pan de mi Voluntad como lo comía mi Humanidad, entonces las virtudes serán absorbidas en mi Voluntad y recibirán la marca del verdadero heroísmo y de virtudes divinas, serán como tantos riachuelos que brotarán del seno del gran mar de mi Voluntad. Y si agregué: ‘Y no nos induzcas en tentación’, ¿cómo lo podría inducir Dios en tentación? Era porque el hombre es siempre hombre, libre por sí mismo, porque Yo no le quito jamás los derechos que al crearlo le di, y él, asustado y temiendo de sí grita en silencio, reza sin expresarse en palabras: ‘Danos el pan de tu Voluntad, a fin de que podamos rechazar todas las tentaciones, y en virtud de este pan líbranos de todo mal’. Así sea.
(3) Ve entonces cómo todos los bienes del hombre reencuentran su reanudación, el vínculo estrecho del hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, la validez de cada acto suyo, la restitución de los bienes perdidos, la firma y la seguridad de que le viene dada nuevamente su perdida felicidad terrenal y celeste. Así que era tan necesario que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, que Yo no tuve otro interés ni enseñé otra oración sino el Padre Nuestro, y la Iglesia, fiel ejecutora y depositaria de mis enseñanzas la tiene siempre en boca y en cada circunstancia, y todos, doctos e ignorantes, pequeños y grandes, sacerdotes y seglares, reyes y súbditos, todos me piden que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra. ¿No quieres tú entonces que mi Voluntad descienda sobre la tierra? Y así como la Redención tuvo su principio en una Virgen; no me concebí en todos los hombres para redimirlos, si bien quien lo quiere puede entrar en el bien de la Redención y recibirme cada uno para sí solo en el Sacramento, así ahora mi Voluntad debe tener su principio, la posesión, el crecimiento y el desarrollo en una criatura virgen, y después, quien se disponga y quiera entrará en los bienes que el vivir en mi Voluntad contiene. Si no hubiera sido concebido en mi amada Mamá, la Redención jamás habría venido; así, si no obro el prodigio de hacer vivir a un alma en mi Suprema Voluntad, el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra no tendrá lugar en las generaciones humanas».

+ + + +

15-21
Mayo 5, 1923

Por cuantas veces el alma entra en el Querer Divino, tantos caminos abre entre el Creador y las criaturas, que sirven para encontrarse con Él, y en este encuentro ella copia las virtudes de su Creador, absorbe en sí nueva Vida Divina y todo lo que hace no es más humano sino divino.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentí atraída fuera de mí misma, pero no veía el cielo azul ni el sol de nuestro horizonte, sino otro cielo, todo de oro, adornado de estrellas de varios colores, brillantísimo más que sol. Yo me sentía atraída hacia arriba, y

abriéndose ante mí este cielo, me he encontrado ante una luz purísima, en la cual, sumergiéndome, he llamado en mi inteligencia a todas las inteligencias humanas, desde donde Adán había empezado, con sustraerse de la Divina Voluntad, a romper la unión de su inteligencia con la de su Creador, hasta el último hombre que existirá sobre la tierra, y trataba de dar a mi Dios todo el honor, la gloria, la sumisión, etc., de todas las inteligencias creadas, y así hacía con todos mis demás sentidos, llamando en los míos a todos los de las demás criaturas, todo esto siempre en su amable Querer, donde todo se encuentra, de donde nada escapa, a pesar de que en el presente no existan y en donde todo se puede hacer. Entonces, mientras esto hacía, una voz ha salido de dentro de la inmensidad de aquella luz diciendo:
(2) «Por cuantas veces el alma entra en el Querer Divino para rezar, obrar, amar y otras cosas, tantos caminos abre entre el Creador y las criaturas, y la Divinidad viendo que la criatura se hace camino para ir a Ella, abre sus caminos para encontrarse con su criatura. En este encuentro ella copia las virtudes de su Creador, absorbe en sí siempre nueva Vida Divina, se adentra más en los eternos secretos del Querer Supremo, y todo lo que hace no es más humano en ella, sino divino, y este obrar divino en ella forma un cielo de oro donde la Divinidad, deleitándose de encontrar su obrar en la criatura, pasea sobre este cielo, esperando a la criatura para recibir sus actos divinos y por tanto abrirle otros caminos en su Divinidad, y va repitiendo con gran amor: He aquí cómo en mi Querer la criatura se acerca a mi semejanza, cómo realiza mis designios, cómo cumple la finalidad de la Creación».
(3) Y mientras esto oía, me he encontrado en mí misma.

+ + + +

15-22
Mayo 8, 1923

Sólo la Divina Voluntad pone al seguro todas las gracias del Cielo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, me parecía que recorría un camino larguísimo, donde encontraba mucha gente: quiénes daban horror al verlos, quiénes parecían demonios encarnados, poquísimos los buenos. El camino era tan largo que no terminaba jamás, y yo cansada quería regresar en mí misma, pero una persona cercana a mí me lo impedía diciéndome:
(2) «Adelante, camina, debes llegar al principio, y para llegar a esto debes pasar todas las generaciones, debes tenerlas todas bajo tu mirada para llevarlas a tu Creador. Tu principio es Dios, y tú debes llegar a aquel punto de la eternidad cuando el Eterno creaba al hombre, para recibir todos los vínculos de la Creación y reanudar todas las armonías que pueden existir entre Creador y criatura».
(3) Después, una fuerza suprema me hacía seguir adelante, y era obligada a ver los males de la tierra y los que vendrán, desgraciadamente estremecedores. Entonces, después de esto he encontrado a mi dulce Jesús, y yo, cansada, me he arrojado en sus brazos diciéndole:
(4) «Amor mío, qué camino tan largo he debido recorrer, me parece que hace siglos que no te veía y que no encontraba a Aquél que forma mi vida».
(5) Y Jesús todo amor: «¡Ah, sí hija mía! repósate en mis brazos, ven a tu principio de donde saliste, también Yo te esperaba con ansia para recibir de ti, en mi Querer, todo lo que la Creación me debe, y para darte a ti en mi mismo Querer todo lo que debo dar a toda la Creación. Sólo mi Voluntad puede poner al seguro y custodiar con celo todos los bienes que quiero dar a la criatura, fuera de mi Voluntad mis bienes siempre están en peligro y mal custodiados, en cambio en Ella, Yo abundo y doy a una lo que debería dar a todas, por eso quiero vincular en ti la Creación toda, quiero ponerte en el punto primero de la creación del hombre; es mi costumbre tratar al tú por tú con una sola criatura lo que quiero darle y lo que quiero de ella, y después, de ella hacer pasar los bienes a los demás. ¡Ah! hija mía,

Yo había creado al hombre como una flor que debía crecer, colorearse, perfumarse en mi misma Divinidad, pero con sustraerse de mi Voluntad le sucedió como a una flor que se arranca de una planta, mientras está en la planta la flor es bella, vivaz en su color, olorosa en su perfume; arrancada de la planta se marchita, se decolora, se transforma en fea y llega a dar un mal olor. Qué suerte fue la suya y qué dolor para Mí, que con tanto amor quería hacer crecer esta flor en mi Divinidad para deleitarme y recrearme con ella. Ahora esta flor arrancada, con mi Omnipotencia quiero hacerla brotar trasplantándola de nuevo en el seno de mi Divinidad, pero quiero un alma que quiera vivir en el seno de mi Querer, ella será la semilla que se prestará a Mí, y mi Voluntad hará todo lo demás, así regresarán mis delicias de la Creación, me recrearé con esta mística flor y me reharé de la Creación».

+ + + +

15-23
Mayo 18, 1923

Cómo es difícil encontrar un alma que quiera sufrir.
Verdugos de almas que hay en la Iglesia.

(1) Me sentía muy afligida y casi privada de mi dulce Jesús; ¡qué duro martirio es su privación! Martirio sin esperanza de tomar el Cielo por asalto como lo toman los mártires, lo que vuelve dulce todo su sufrir; en cambio su privación es martirio que desune, que quema, que hiere y que abre un abismo de separación entre el alma y Dios, que en vez de endulzar el sufrir lo amarga, lo atosiga, de modo que mientras se siente morir, la misma muerte huye lejos, ¡oh Dios, qué pena! Ahora, mientras me encontraba en el inmenso abismo de la privación de mi Jesús, en cuanto se ha movido en mi interior le he dicho: “¡Ah! mi Jesús, ya no me quieres». Y Él, no haciéndome caso, se hacía ver todo afligido, como si tuviera en la mano una cosa negra que estaba por arrojarla sobre las criaturas, después me tomaba el corazón entre sus manos, me lo apretaba fuertemente, me lo traspasaba, y mi corazón esperaba con ansia sus penas como refrigerio y bálsamo a las penas sufridas por su privación. ¡Oh, cómo temía que dejara de hacerme sufrir y me arrojara de nuevo en el abismo de su separación! Entonces, después de esto me ha dicho:
(2) «Hija mía, yo no pongo atención a las palabras sino en los hechos, ¿crees tú que es fácil encontrar un alma que de verdad quiera sufrir? ¡Oh, cómo es difícil! De palabra hay quienes quieren sufrir, pero en los hechos huyen cuando un dolor las oprime u otras penas las circundan, ¡oh! cómo quisieran liberarse, y Yo permanezco siempre el Jesús aislado en las penas, y es por eso que cuando encuentro un alma que no rehuye el sufrir y quiere hacerme compañía en mis penas, es más, espera y espera que le dé el pan del dolor, esto me da el delirio del amor y me hace llegar a hacer locuras y a ser tan magnánimo con esta alma, de hacer quedar estupefactos Cielo y tierra. ¿Crees tú que era cosa indiferente a mi corazón, que tanto ama, que mientras estabas privada de Mí me esperabas, no para otra cosa sino para que te llevase mis acerbas penas?”
(3) Mientras esto decía, me ha hecho oír que pasaba el Santísimo por la calle y me ha dado un apretón más fuerte al corazón, y yo:
(4) «Mi Jesús, ¿qué pasa? ¿Adónde vas y quién te lleva?”
(5) Y Él, todo triste: “Voy a un enfermo, llevado por un verdugo de almas».
(6) Y yo espantada: “Jesús, ¿qué dices? ¿Cómo, tus ministros verdugos de almas?”
(7) Y Él: «Y cuántos verdugos de almas hay en mi Iglesia: Están los verdugos apegados a los intereses, que hacen carnicería de almas, porque con su ejemplo en lugar de hacer desapegadas a las almas de todo lo que es tierra, las interesan de más; están los inmodestos, que en lugar de purificar las almas las desfiguran; están los verdugos de los pasatiempos, dedicados a los placeres, a los paseos y demás, que en lugar de hacer recogidas a las almas y de infundirles el amor a la oración y al retiro, las distraen; todas

estas son carnicerías de almas. ¡Cuánto dolor siente mi corazón al ver que aquellos mismos que debían ayudar y santificar a las almas, son la causa de su ruina!”

+ + + +

15-24
Mayo 23, 1923

La Voluntad de Dios es plenitud, y quien en Ella vive debe concentrar todo en sí.

(1) Sus privaciones continúan, y apenas habiéndose hecho ver mi dulce Jesús le he dicho:
(2) «Dime amor mío, ¿en qué te he ofendido que huyes lejos de mí? ¡Ah! mi corazón sangra por la intensidad del dolor».
(3) Y Jesús: «¿Te has sustraído acaso de mi Voluntad?”
(4) Y yo: «No, no, el Cielo me libre de tal desgracia».
(5) Y Él: «¿Y por qué entonces me preguntas en qué me has ofendido? La culpa entra cuando el alma se sustrae de mi Voluntad. ¡Ah! hija mía, para tomar plena posesión de mi Voluntad debes concentrar en ti todos los estados de ánimo de todas las criaturas, y conforme pases un estado de ánimo, así tomas el dominio. Esto sucedió en mi Mamá y en mi misma Humanidad, ¿cuántas penas, cuántos estados de las almas estaban concentrados en Nosotros? Mi querida Mamá muchas veces quedaba en el estado de la pura fe, y mi gimiente Humanidad quedaba como triturada bajo el peso enorme de todos los pecados y penas de todas las criaturas, pero mientras sufría quedaba con el dominio de todos los bienes opuestos a esos pecados y penas de las criaturas, y mi amada Mamá quedaba Reina de la fe, de la esperanza y del amor, dominadora de la luz, tanto, de poder dar fe, esperanza, amor y luz a todos. Para dar es necesario poseer, y para poseer es necesario concentrar en sí aquellas penas, y con la resignación y con el amor cambiar en bienes las penas, en luz las tinieblas, en fuego las frialdades. Mi Voluntad es plenitud, y quien debe vivir en Ella debe entrar en el dominio de todos los bienes posibles e imaginables, por cuanto a criatura es posible. ¿Cuántos bienes no puedo dar a todos, y cuántos no puede dar mi inseparable Mamá? Y si no damos de más es porque no hay quién tome, porque todo lo sufrimos, y mientras estábamos en la tierra nuestra morada fue en la plenitud de la Divina Voluntad.
(6) Ahora te corresponde a ti hacer nuestro mismo camino y morar donde Nosotros moramos; ¿crees tú que sea cosa de nada, o como todas las otras vidas, aun santas, el vivir en Nuestro Querer? ¡Ah! no, no, es el todo, aquí conviene abrazar todo, y si alguna cosa te escapa no puedes decir que vives en la plenitud de nuestra Voluntad, por eso sé atenta y sigue siempre el vuelo en mi Eterno Querer».

+ + + +

15-25
Mayo 25, 1923

La Divina Voluntad legitima a las almas como hijas de Dios. Todo fue creado para ellas.

(1) Me sentía como sumergida en el Querer Eterno y mi siempre amable Jesús, atrayéndome hacia Él me ha transportado fuera de mí misma, haciéndome ver cielo y tierra, y mientras esto me hacía ver me ha dicho:
(2) «Hija querida de nuestra Suprema Voluntad, mira toda esta máquina del universo, el cielo, el sol, los mares, y todo lo demás, fue creado por Nosotros para hacer un don, ¿pero

sabes a quién? A quien habría hecho nuestra Voluntad. Todo a ellos fue donado como a nuestros hijos legítimos, esto lo hacíamos por decoro de nuestras obras, no depositándolas ni dándolas en don a gente extraña, ni a hijos ilegítimos que no habrían comprendido los grandes bienes que hay en ellas, ni apreciado la grandeza y santidad de nuestras obras, es más, las habrían desperdiciado y despreciado; en cambio, dándolas en don a nuestros hijos legítimos, como en cada cosa creada hay un amor distinto y un bien especial hacia aquél a quien está dirigido el don, nuestra Voluntad habitante en ellos y formando en ellos vida propia, les habría hecho comprender todos estos amores, distintos uno del otro, que están en todo lo creado y todas las especialidades de los bienes, por lo tanto nos habrían dado la correspondencia por cada amor distinto, gloria, honor, por todos los bienes dados a ellos; nuestra Voluntad, que con un Fiat los había creado y que conocía todos sus secretos, habitante en nuestros hijos legítimos, con otro Fiat les habría develado nuestros secretos que están en todas las cosas creadas, y nos haría dar amor por amor; las armonías, las comunicaciones se alternarían entre ellos y Nosotros. Y si bien aquellos que no hacen nuestra Voluntad parece que gozan y toman parte, pero los dones no son de ellos, sino que es por causa indirecta, como usurpadores y como hijos ilegítimos; mucho más que no estando mi Voluntad habitante en ellos, nada o poquísimo entienden de mi amor que todo lo creado les lleva, ni de los grandes bienes que en todo hay; es más, muchos no saben ni siquiera quién ha creado tantas cosas. Verdadera gente extranjera, que mientras viven de las cosas que me pertenecen, ni siquiera me quieren reconocer.
(3) Entonces, como a verdadero Hijo legítimo fue entregado por mi Padre Celestial este gran don de todo el universo, a mi Humanidad, en la cual no hubo cosa por la que no lo correspondiera, don por don, amor por amor; después vino mi Celestial Madre, que tan bien supo corresponder a su Creador, y después han venido los hijos de mi Voluntad, a los cuales Ella debía legitimar por sus propios hijos. Por eso todo lo creado exulta de alegría, hace fiesta y sonríe cuando haciéndote salir fuera de ti misma, junto Conmigo reconocen a la hija legítima de la Voluntad Suprema, su dueña, todas quisieran correr a tu regazo y alrededor de ti, no sólo para hacerte fiesta sino para ser apreciadas, defendidas y tenidas en cuenta como don de su Creador, y todas en competencia quieren darte cada una amor distinto y el don que contiene cada cosa creada: Quién te quiere dar el don de la belleza de tu Creador, y el amor que contiene lo bello; quién el don de la potencia, y el amor que contiene la potencia; quién el don de la sabiduría, quién el de la bondad, quién el de la santidad, quién el de la luz, quién el de la pureza, y los distintos amores que contiene la sabiduría, la bondad, la santidad, la luz, la pureza, etc. Así que mi Voluntad abate todas las barreras que hay entre el alma y Dios, la pone en armonía entre el Cielo y la tierra, le devela todos los secretos que hay en toda la Creación, y la vuelve depositaria de todos los dones de Dios».

+ + + +

15-26
Mayo 29, 1923

Dios siempre es el primero en obrar en el alma.

(1) Estaba acompañando a mi dulce Jesús en sus penas, especialmente en las que sufrió en el huerto del Getsemaní, y mientras lo compadecía, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) «Hija mía, el primero en formar el trabajo de mis penas en mi Humanidad fue mi Padre Celestial, porque sólo Él tenía la fuerza y el poder de crear el dolor, y de poner en él cuantos grados de dolor se necesitaban para poderse satisfacer de la deuda de las criaturas; las criaturas fueron secundarias, porque no tenían ningún poder sobre de Mí, ni virtud de crear el dolor por cuanta intensidad querían. Esto sucede en todas las criaturas, como al crear al hombre, el primer trabajo tanto en el alma como en el cuerpo lo hizo mi

Padre Divino, ¿cuánta armonía, cuánta felicidad no formó con sus propias manos en la naturaleza humana? Todo es armonía y felicidad en el hombre, sólo la parte externa,
¿cuántas armonías y felicidades no contiene? El ojo ve, la boca habla, los pies caminan, las manos obran y toman las cosas que hay hasta donde han llegado los pies. Si el ojo pudiera ver y no tuviera la boca para expresarse, si tuviera los pies para caminar y no tuviera las manos para obrar, ¿no sería una infelicidad, una desarmonía en la naturaleza humana? Luego, las armonías y felicidad del alma humana, la voluntad, la inteligencia, la memoria, ¿cuántas armonías y felicidad no contienen? Basta decir que son partes de la felicidad y armonía del Eterno, Dios creaba el verdadero edén personal en el alma y en el cuerpo del hombre, edén todo celestial, y después le dio por habitación el edén terrenal; todo era armonía y felicidad en la naturaleza humana, y si bien el pecado trastornó esta armonía y felicidad, pero no destruyó del todo, todo el bien que Dios había creado en el hombre.
(3) Así que como Dios creó con sus propias manos toda la felicidad y armonía en la criatura, así creó en Mí todos los dolores posibles para rehacerse de la ingratitud humana y hacer salir del mar de mis dolores la felicidad perdida, y el arreglo a la armonía trastornada. Y esto sucede a todas las criaturas cuando debo elegirlas a santidad distinta o a designios especiales míos, son mis propias manos que trabajan en el alma, y ahora creo en ellas el dolor, ahora el amor, ahora los conocimientos de las verdades celestiales; es tanto mi celo, que no quiero que ninguno me las toque, y si permito que las criaturas les hagan alguna cosa, es siempre en orden secundario, pero el primado lo tengo Yo y me las voy formando según mi designio».

+ + + +

15-27
Junio 6, 1923

La señal de que el alma es toda de Dios, es si no siente gusto por nada de lo que existe.

(1) Estaba pensativa acerca de por qué mi dulce Jesús no venía y decía entre mí: “¿Quién sabe qué habrá de mal en mi interior, que Jesús para no desagradarse se oculta?” Y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) «Hija mía, la señal de que no hay nada de mal y que el interior del alma está todo lleno de Dios, es que nada le haya quedado que no sea todo mío, y que en todo lo que pueda suceder dentro y fuera de ella, no siente más gusto de nada, sino que su gusto es sólo por Mí y de Mí, y no sólo de las cosas profanas o indiferentes, sino aun de cosas santas, de personas piadosas, de funciones, de músicas, etc., todo para ella es frío, indiferente, y como cosas que no le pertenecen, y la razón es natural, si el alma está toda llena de Mí, entonces está llena también de mis gustos, el gusto mío es el suyo, los demás gustos no encuentran lugar donde ponerse, por eso por cuán bellos puedan ser, para el alma no tienen ningún atractivo, más bien para ella están como muertos. En cambio el alma que no es toda mía, está vacía, y a medida que las cosas la circundan, así siente en ella tantos gustos si son cosas que le agradan; si son cosas que no le agradan, siente disgusto, así que está en continua alternancia de gustos y de disgustos, y como el gusto que no ha salido de Mí no es duradero, muchas veces los gustos se convierten en disgustos, y por eso se notan tantas variaciones de carácter, ahora demasiado triste, ahora demasiado alegre, ahora todo iracundo, en otra ocasión todo afable, es el vacío que tiene de Mí en el alma lo que le da tantas variaciones de carácter, nada semejante al mío, que soy siempre igual y jamás me cambio. Ahora, ¿sientes tú algún gusto de lo que existe acá abajo? ¿Por qué temes que haya algún mal en ti, por el cual Yo desagradado me oculte? Donde estoy Yo, males no puede haber».

(3) Y yo: «Amor mío, yo no siento tomar gusto de ninguna cosa, por cuan buena fuera, y además Tú lo sabes mejor que yo, ¿cómo puedo sentir gusto por otras cosas, si la pena de tu privación me absorbe, me amarga hasta la médula de los huesos, me hace olvidar todo, y sólo me está presente y fijo en el corazón el clavo de que estoy privada de Ti?»
(4) Y Jesús: «Y esto te dice que eres mía y que estás llena de Mí, porque el gusto tiene este poder: ‘Si es gusto mío transforma a la criatura en Mí, si es gusto natural la envuelve en las cosas humanas, si es gusto de pasiones la arroja en la corriente del mal. El gusto parece que sea cosa de nada, sin embargo no es así, es el acto primero, o del bien, o del mal, mira cómo es así: Adán, ¿por qué pecó? Porque separó su mirada del atractivo divino, y en cuanto Eva le presentó el fruto para hacerlo comer, miró el fruto y la vista sintió placer al mirarlo, el oído sintió deleite al oír las palabras de Eva, de que si comía el fruto se volvería semejante a Dios, la garganta sintió gusto al comerlo, así que el gusto fue el primer acto de su ruina. Si en cambio hubiese sentido desagrado al mirarlo, aburrimiento, fastidio al oír las palabras de Eva, disgusto al comerlo, Adán no habría pecado, más bien habría hecho el primer acto heroico en su vida, resistiendo y corrigiendo a Eva por haber hecho eso, y él habría permanecido con la corona imperecedera de la fidelidad hacia Aquél a quién tanto debía y que tenía todos los derechos de su sujeción. ¡Oh! cómo se necesita estar atento sobre los diversos gustos que surgen en el alma, si son gustos puramente divinos, darles vida; si son gustos humanos o de pasiones, darles la muerte, de otra manera hay peligro de precipitarse en la corriente del mal».

+ + + +

15-28
Junio 10, 1923

Para vivir en el Divino Querer, la puerta para entrar es la Humanidad de Jesús. Oficio de víctima, y qué significa ser depuesto.

(1) Estaba lamentándome con mi dulce Jesús por sus privaciones, y pensaba entre mí: «¿Quién sabe cuál será la causa por la que no viene? Y si es verdad, como alguna vez me lo ha hecho entender, que no viene por los castigos, pues por el estado de víctima en el cual me tiene, al venir, y debiéndome comunicar las penas por el oficio que tengo, se siente debilitar los brazos, y como la justicia quiere castigar, pues la criatura la fuerza a ello, por eso no viene, entonces, si así fuera, mejor me quitara del estado de víctima con tal de que venga, poco me importa todo lo demás, lo que me interesa es Jesús, mi vida, mi todo, todo lo demás es nada para mí». Ahora, mientras esto y otras cosas pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, y poniéndome su brazo en el cuello me ha dicho:
(2) «Hija mía, ¿qué dices? ¿Quitarte del oficio? Tú no sabes qué significa perder el dominio, perder el derecho de mandar, no poder disponer más de nada, porque cuando una persona está en oficio puede siempre disponer: Si es juez puede juzgar, tiene el derecho de establecer la condena y también de absolver, o puede ser que por días o semanas él no ejercite su oficio porque no se presenta la ocasión, pero a pesar de esto él recibe su paga, mantiene sus derechos y en cuanto se presentan los reos o los inocentes, él en su puesto de juez defiende y condena, pero si es destituido pierde todos los derechos y se reduce a la inhabilidad; así de todos los otros oficios, por eso mejor conténtate con estar privada de Mí alguna vez, antes que querer ser depuesta de tu oficio, de otra manera perderás también el derecho de hacer perdonar en parte los merecidos flagelos, y si bien te parece que por la falta de las penas por algunos días tú no haces nada, el estar en tu oficio es siempre alguna cosa, y lo que no haces un día, con el venir a ti, encontrándote en tu oficio, lo puedes hacer otro día.
(3) Y esto no es todo, es la última parte; la parte más esencial es que para vivir en mi Querer, la puerta para entrar, el primer anillo de unión es mi Humanidad, fue Ella la primera y verdadera víctima, que por oficio dado a Mí por mi Celestial Padre, vivió sacrificada y

completamente crucificada en la Divina Voluntad, y en virtud de la Potencia de mi Eterno Querer pudo multiplicar mi Vida por todos y por cada uno, y así como con la potencia de un solo Fiat multiplicaba tantas cosas creadas, dando a cada criatura el derecho de hacerlas propias, así la potencia de mi Voluntad multiplicaba una sola Vida, a fin de cada uno me tuviese para sí solo por ayuda, por defensa, por refugio, como me quisiera; esta es toda la grandeza, el bien, el todo, la infinita distancia entre el vivir en mi Querer o vivir en modo diverso, aunque sea bueno y santo: ‘La multiplicación de un acto en tantos actos por cuantos se quieran, suficientes para cuantos quieran disfrutar de ellos.’ Ahora, si te quitara del oficio, no sólo no ocuparías mi oficio sobre la tierra, y no estando en mi Humanidad, que a pesar de que hizo mucho, consiguiendo tanto bien al hombre, pero no quité los derechos, el honor, el decoro a mi justicia, cuando requería castigar justamente al hombre me resignaba; así, faltándote el anillo de unión no podrías vivir en mi Querer, perderías el dominio, tus actos pasarían a simples intenciones, y cuando dices: ‘Mi Jesús, en tu Querer te amo, te bendigo, te agradezco por todos, me duelo por cada una de las ofensas, etc.’, no volarían sobre cada uno de los actos humanos para hacerse acto de cada acto humano, amor por cada amor que me deberían dar las criaturas, no seguirías todos mis actos que están en mi Querer, quedarías atrás, a lo más serían pías intenciones que pueden hacer algún bien, pero no actos por todos que puedan dar vida y que contengan la potencia de nuestra Voluntad creadora, sin embargo cuántas veces no me dices: ‘Ya que me has llamado en tu Querer no me dejes atrás, ¡oh! Jesús, haz que junto Contigo siga los actos de la Creación para corresponderte por el amor que pusiste en todas las cosas creadas, aquéllas de la Redención y aquéllas de la Santificación, a fin de que dondequiera que estén tus actos, tu amor, esté la correspondencia del mío.’ ¿Y ahora quieres que te deje atrás?”
(4) Yo he quedado confundida y no he sabido qué responder. El buen Jesús dispone de lo que a Él le agrada, y todo sea para gloria suya.

+ + + +

15-29
Junio 15, 1923

En qué consiste la verdadera Caridad.

(1) Continuando mi estado, estaba pidiendo que mi siempre amable Jesús se dignase venir a visitar mi pobre alma, y Él todo bondad ha venido, y se hacía ver que con su santa mano me iba tocando toda, y a medida que me tocaba dejaba por señal en el punto donde me tocaba una luz. Después de esto Jesús ha desaparecido, y ha venido mi primer confesor ya difunto, y me ha dicho:
(2) «También yo quiero tocarte los puntos donde te ha tocado Nuestro Señor».
(3) Y yo, casi no queriendo, pero como si no tuviera fuerza para oponerme lo he dejado hacerlo, pero mientras esto hacía, aquella luz que Jesús había dejado, al tocarme se comunicaba a él y quedaba como investido por tanta luz por cuantas veces me tocaba, siempre sobre los mismos puntos que me había tocado Jesús. Yo he quedado maravillada y el confesor me ha dicho:
(4) «El Señor me ha mandado para darme la retribución por el mérito adquirido cuando venía a hacerte la caridad y obraba sobre ti, ahora se ha cambiado para mí en luz de gloria eterna».
(5) Después ha venido mi segundo confesor, también difunto, y me ha dicho:
(6) «Dime que te ha dicho Jesús, quiero escucharlo a fin de que la luz de las verdades divinas, se una a las tantas luces de las verdades que te decía el Señor y de las que yo, con escucharlas de ti mientras estaba en vida quedaba como impregnado. Ahora el Señor me ha mandado para confirmarme la recompensa del mérito que adquirí con querer oír las verdades; si supieras qué significa oír las verdades divinas, qué encanto de luz contienen, que el sol por ello quedaría eclipsado, el bien que llevan a quien las dice y a quien las

escucha, harías competencia, tú en decirlas, y quien siente el deber, en escucharlas, por eso, pronto, dime que te ha dicho».
(7) Y yo recordando que Jesús me había dicho qué significa caridad, se lo he dicho. Mis palabras se cambiaban en luz y lo investían, y él todo contento ha desaparecido. Ahora digo lo que Jesús me había dicho sobre la caridad:
(8) «Hija mía, la verdadera caridad sabe convertir con su potencia todas las cosas en amor. Mira el fuego, a todas las clases de leña y a cualquier otra cosa, lo convierte todo en fuego, y si no tuviese el poder de convertir todo en fuego, no se podría dar el nombre de verdadero fuego. Así el alma, si no convierte todas las cosas en amor, cosas sobrenaturales y cosas naturales, alegrías y amarguras, y todo lo que la circunda, no puede decirse que posee la verdadera caridad».
(9) Ahora, mientras esto decía, hacía salir tantas llamas de su corazón santísimo, que llenaban Cielo y tierra, y después uniéndose todas juntas formaban una sola llama, y ha agregado:
(10) «De mi corazón salen continuas llamas de amor, y a quién llevan el amor, a quién el dolor, a quién la luz, a otros la fuerza, etc., y como salen del centro de la hoguera de mi amor, a pesar que hacen diversos oficios, siendo una la finalidad, la de enviar amor a la criatura, son todas llamas que uniéndose juntas forman una sola llama; así la criatura, a pesar de que haga diversas cosas, la finalidad debe ser el amor, para poder formar de sus acciones tantas llamitas, que uniéndose juntas formarán la gran llama que quemará todo y la transformará toda en Mí, de otra manera no poseerá la verdadera caridad».

+ + + +

15-30
Junio 18, 1923

Prodigios, maravillas, excesos de amor de Jesús al instituir el Santísimo Sacramento y comulgarse a Sí mismo.

(1) Me sentía toda absorbida en la Santísima Voluntad de Dios, y el bendito Jesús me hacía presentes, como en acto, todos los actos de su Vida sobre la tierra, y como lo había recibido sacramentado en mi pobre corazón, me hacía ver como en acto, en su Santísimo Querer, cuando mi dulce Jesús instituyendo el Santísimo Sacramento se comulgó a Sí mismo. Cuántas maravillas, cuántos prodigios, cuántos excesos de amor en este comulgarse a Sí mismo, mi mente se perdía en tantos prodigios divinos, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) «Hija querida de mi Supremo Querer, mi Voluntad contiene todo, conserva todas las obras divinas como en acto y nada deja escapar, y a quien en Ella vive quiere hacerle conocer los bienes que contiene. Por eso quiero hacerte conocer la causa por la que quise recibirme a Mí mismo al instituir el Santísimo Sacramento. El prodigio era grande e incomprensible a la mente humana: recibir la criatura a un Hombre y Dios, encerrar en el ser finito el infinito, y a este Ser infinito darle los honores divinos, el decoro, la habitación digna de Él, era tan profundo e incomprensible este misterio, que los mismos apóstoles, mientras creyeron con facilidad en la Encarnación y en tantos otros misterios, delante a éste quedaron turbados y su inteligencia se resistía a creer, y se necesitó hablarles repetidamente para rendirlos; entonces, ¿cómo hacer? Yo que lo instituía debía pensar en todo, porque mientras la criatura debía recibirme, a la Divinidad no debían faltarle los honores, el decoro divino, la habitación digna de Dios. Por eso hija mía, mientras instituía el Santísimo Sacramento, mi Voluntad eterna unida a mi voluntad humana me hizo presentes todas las hostias que hasta el fin de los siglos debían recibir la Consagración Sacramental, y Yo una por una las miré, las consumí, y vi mi Vida Sacramental palpitante en cada hostia porque quería darse a las criaturas. Mi Humanidad, a nombre de toda la familia humana tomó el empeño por todos y dio la habitación en Sí misma a cada hostia, y

mi Divinidad, que era inseparable de Mí, circundó cada hostia sacramental con honores, alabanzas y bendiciones divinas para hacer digno decoro a mi Majestad, así que cada hostia sacramental fue depositada en Mí y contiene la habitación de mi Humanidad y el cortejo de los honores de mi Divinidad; de otra manera, ¿cómo podía descender en la criatura? Y fue sólo por esto que toleré los sacrilegios, las frialdades, las irreverencias, las ingratitudes, porque habiéndome recibido a Mí mismo puse a salvo mi decoro, los honores, la habitación que se necesitaba a mi misma persona. Si no me hubiera recibido a Mí mismo, Yo no habría podido descender en ella, y a ella le habría faltado el camino, la puerta, los medios para recibirme.
(3) Así es mi costumbre en todas mis obras, las hago una vez para dar vida a todas las demás veces que se repetirán, uniéndolas al primer acto como si fuera un acto solo, así que la potencia, la inmensidad, la omnividencia de mi Voluntad me hicieron abrazar todos los siglos, me hicieron presentes todos los comulgantes y todas las hostias sacramentales, y me recibí otras tantas veces a Mí mismo, para hacer pasar por Mí a Mí mismo en cada criatura. ¿Quién ha pensado jamás en tanto amor mío, que para descender en los corazones de las criaturas, Yo debía recibirme a Mí mismo para poner a salvo los derechos divinos, y poder dar a ellas no sólo a Mí mismo, sino también los mismos actos que Yo hice al recibirme, para disponerlas y darles casi el derecho de poderme recibir?»
(4) Yo he quedado maravillada y como si quisiera dudar, y Jesús ha agregado:
(5) «¿Por qué dudas? ¿No es acaso éste el obrar de Dios? ¿Y de este acto solo formar tantos actos por cuantos se quiera disfrutar, mientras que es un solo acto? ¿No fue lo mismo para el acto de la Encarnación, de mi Vida y de mi Pasión? Una sola vez me Encarné, una fue mi Vida, una la Pasión, sin embargo esta Encarnación, Vida y Pasión son para todos y para cada uno, como si fuera para él solo, así que están aún como en acto y para cada uno, como si ahora me estuviera Encarnando y sufriendo mi Pasión, si no fuera así no obraría como Dios, sino como criatura, que no conteniendo un poder divino no puede hacerse de todos, ni puede darse a todos.»
(6) Ahora hija mía, quiero decirte otro exceso de mi amor: Quien hace mi Voluntad y vive en Ella, viene a abrazar el obrar de mi Humanidad, porque Yo amo mucho que la criatura se vuelva similar a Mí, y como mi Querer y el suyo son uno solo, Él toma placer y recreándose pone en la criatura todo el bien que contengo, y hago en ella el depósito de las mismas hostias sacramentales. Mi Voluntad que la criatura contiene le presta y la circunda con decoro, homenajes y honores divinos, y Yo todo a ella le confío, porque estoy cierto de poner al seguro mi obrar, porque mi Voluntad se hace actor, espectador y custodio de todos mis bienes, de mis obras y de mi misma Vida».

+ + + +

15-31
Junio 21, 1923

Diferencia entre quien reza y obra en el Divino Querer teniendo conocimiento de lo que hace, y entre quien se encuentra en Él porque la Divina Voluntad
lo envuelve y que por su naturaleza se encuentra por todas partes.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrada adoración al crucificado bien mío, y estaba diciéndole: «Entro en tu Querer, es más, dame tu mano y ponme Tú mismo en la inmensidad de tu Voluntad, a fin de que nada haga que no sea efecto de tu Santísimo Querer». Ahora, mientras esto decía pensaba entre mí: «¿Cómo, la Voluntad Divina está por todas partes, por lo tanto ya me encuentro en Ella, y yo digo entro en tu Querer?» Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) «Hija mía, sin embargo hay gran diferencia entre quien reza u obra porque mi Voluntad lo envuelve y por su naturaleza se encuentra en todas partes, y entre quien por su propia voluntad, teniendo en sí conocimiento de lo que hace, entra en el ambiente divino de

mi Voluntad para obrar y rezar. ¿Sabes tú qué sucede? Sucede como cuando el sol llena la tierra de su luz, pero no en todos los puntos la luz y el calor son iguales; en algunos puntos hay sombras, en otros puntos hay luz directa y el calor es más intenso; ahora,
¿quién goza más luz, quién siente más calor, quien está en la sombra o quien está en los puntos donde la luz no está cubierta por la sombra? Aunque no se puede decir que donde hay sombra no hay luz, pero donde no está la sombra la luz es más viva, el calor es más intenso, es más, los rayos del sol parece que invisten el lugar, lo absorben, y si el sol tuviera razón y una criatura por su espontánea voluntad se expusiera a sus ardientes rayos, y a nombre de todos dijera al sol: ‘Gracias, ¡oh! sol por tu luz, por todos los bienes que haces con llenar la tierra, por todos quiero darte la correspondencia por el bien que haces’. ¿Qué gloria, honor, complacencia, no recibiría el sol? Ahora, es verdad que mi Voluntad está por todas partes, pero la sombra de la voluntad humana no deja sentir la vivacidad de la luz, el calor y todo el bien que contiene; en cambio, con querer entrar en mi Voluntad, el alma depone la suya y quita la sombra de su querer, y mi Voluntad hace resplandecer su vívida luz, la inviste, la transforma en la misma luz, y el alma abismada en mi Querer Eterno me dice: ‘Gracias, ¡oh! Santo Querer Supremo por tu luz, por todos los bienes que haces con llenar Cielo y tierra de tu Eterno Querer, por todos quiero darte la correspondencia del bien que haces’. Y Yo siento tal honor, gloria y complacencia, que ningún otro la iguala. Hija mía, cuántos males hace la sombra de la propia voluntad: Enfría el alma, produce el ocio, el sueño, el entorpecimiento. Diversamente es quien vive en la luz de mi Querer».
(3) Después de esto me he encontrado fuera de mí misma, y veía como si debieran venir enfermedades contagiosas, y muchos eran llevados a los lazaretos; reinaba un espanto general, y tantos otros males de nuevo género, pero espero que Jesús quiera aplacarse por los méritos de su preciosísima sangre.

+ + + +

15-32
Junio 28, 1923

Cómo Dios al crear al hombre, puso en él el germen del Amor Eterno.

(1) Estaba pensando en el amor inmenso de mi dulcísimo Jesús, y Él me ha hecho ver a todas las criaturas como unidas dentro de una red de amor, y me ha dicho:
(2) «Hija mía, al crear al hombre Yo puse en él tantos gérmenes de amor: los puse en su inteligencia, en los ojos, en la palabra, en el corazón, en las manos, en los pies, en todo puse el germen del amor, y Yo debía trabajarlo desde afuera, y junto Conmigo puse todas las cosas creadas para hacer brotar este germen, hacerlo crecer según Yo quisiera. Este germen, habiendo sido puesto por un Dios Eterno, era eterno también él, así que el hombre contiene en sí un eterno amor, y un eterno amor le va siempre al encuentro, para recibir la correspondencia de los gérmenes de su eterno amor puesto en el hombre, y darle nuevo y eterno amor, porque Yo quería estar dentro del hombre como germen, y fuera como trabajador, para formar en él el árbol de mi eterno amor; ¿porque de qué le serviría al hombre tener el ojo lleno de luz si no tuviera una luz externa que lo iluminara? Quedaría siempre en oscuridad, así que para gozar el efecto de la luz se necesita la luz interna del ojo y la luz externa del sol que lo ilumina; así de la mente, si no tuviera la palabra que manifiesta el pensamiento, la vida de la inteligencia moriría y quedaría sin fruto, y así de todo lo demás. Amé tanto al hombre, que no sólo puse en él este germen de mi eterno amor, sino que lo puse a él bajo las olas de mi eterno amor que está esparcido en todo lo creado, para hacerlo germinar en él y arrollarlo todo en mi eterno amor; así que si la luz del sol resplandece en su ojo, le lleva la ola de mi amor; si toma el agua para quitarse la sed, el alimento para nutrirse, le llevan la ola de mi eterno amor; si la tierra se extiende bajo sus pies y queda firme para darle el paso, le lleva la ola de mi amor; si la flor emana su

perfume, si el fuego hace salir su calor, todos le llevan mi eterno amor. Pero esto no basta, Yo estoy junto a él trabajando dentro y fuera para arreglar, confirmar y sellar todas mis semejanzas en el alma del hombre, a fin de que amor eterno le doy, y amor eterno me dé, así que también la criatura me puede amar con eterno amor, porque de él contiene el germen. Pero con sumo dolor mío el hombre sofoca este germen, y entonces sucede que a pesar de que mi amor lo tiene bajo sus olas, él no siente la luz que le lleva mi amor, porque él habiendo sofocado el germen ha quedado ciego; a pesar de que mi amor arde, él no se calienta, y por cuanto beba y coma no se le quita la sed ni se alimenta, pues donde no está el germen no hay fecundidad».

+ + + +

15-33
Julio 1, 1923

Efectos de la oración en el Divino Querer. Placer de Jesús al manifestar sus verdades a la criatura. Dios es un acto siempre nuevo.

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino para girar en cada inteligencia de criatura, para dar a mi Jesús la correspondencia de amor de cada pensamiento de criatura; pero mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “¿De qué sirve rezar en este modo? Más bien me parece que sean desatinos en vez de oraciones». Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) «Hija mía, ¿quieres saber de qué sirve y cuál es el efecto de ello? La criatura que viene a arrojar en el mar inmenso de mi Divinidad la piedrita de su voluntad, en cuanto la arroja, si su voluntad quiere amar, el mar infinito de las aguas de mi amor se encrespa, se agita, y Yo siento las olas de mi amor que exhalan su celestial perfume, y Yo siento el placer, las alegrías de mi amor agitadas por la piedrita de la voluntad de la criatura; si adora mi santidad, la piedrita de la voluntad humana agita el mar de mi santidad, y Yo me siento recrear por las auras purísimas de mi santidad; en suma, cualquier cosa que quiere hacer la voluntad humana en la mía, como piedrita se arroja en el mar de cada uno de mis atributos, y agitándolos y encrespándolos, Yo siento darme mis mismas cosas y los honores, la gloria, el amor que en modo divino puede darme la criatura. Sucede como a una persona que siendo muy rica tiene todos los bienes en su casa, fuentes fresquísimas, fuentes perfumadas, fuentes calientes, y una persona que entra en esta casa no tiene qué darle, porque aquélla posee todo, pero quiere agradarla, quiere amarla, entonces, ¿qué hace? Toma una piedrita y la arroja en la fuente fresca, las aguas agitadas exhalan una delicadísima frescura, y el señor de esa casa goza el placer de la frescura de su fuente, goza de sus mismos bienes que posee, ¿pero por qué? Porque aquella otra persona ha tenido el pensamiento de agitar esa fuente, porque las cosas agitadas exhalan más intenso el perfume, la frescura o el calor que contienen. Esto es lo que significa entrar en mi Voluntad, agitar, remover mi Ser y decirme: ‘Mira cómo eres bueno, amable, amante, santo, inmenso, potente, eres el Todo, y yo quiero moverte todo para amarte y darte placer’. ¿Y a ti te parece poco?”
(3) Dicho esto se ha retirado en mi interior y yo me he quedado pensando en cómo es bueno Jesús, me parece que goza mucho en comunicarse a la criatura, y toma tanto placer en manifestar sus verdades, que mientras dice una, esa misma verdad lo incita y lo lleva con fuerza irresistible a manifestar otras. ¡Que bondad! ¡Qué amor! Y Jesús de nuevo ha salido de dentro de mi interior, y poniendo su rostro junto al mío ha agregado:
(4) «Hija mía, tú no sabes qué significa manifestar mis verdades y por eso te maravillas de mi placer y de la fuerza irresistible que siento de manifestarme a la criatura; y quien se presta a escucharme forma mi alegría y mis delicias de conversar con ella. Tú debes saber que cuando manifiesto una verdad mía no conocida, es una nueva creación que hago, y Yo amo mucho el hacer salir de Mí los tantos bienes y secretos que contengo, pero por cuanto

diga, siendo Yo aquel acto siempre nuevo, que jamás se repite, por eso siempre tengo ganas de hablar, pero mientras hablo me quedan siempre otras nuevas cosas que quisiera decir, porque lo nuevo no se agota jamás en Mí, soy siempre nuevo en el amor, nuevo en la belleza, nuevo en los contentos, en las armonías, nuevo en todo y siempre nuevo, y por eso no canso a ninguno, siempre tengo cosas nuevas para dar y para decir, y la fuerza irresistible que me empuja a manifestarme es mi inmenso amor; dentro de un desahogo de amor hice salir la Creación, todo lo que se ve en todo el universo estaba todo dentro de Mí, y el amor hizo desbordar de mi interior la sombra de mi luz, y creé el sol; la sombra de mi inmensidad y de mis armonías, y fue extendido el cielo, armonizándolo con tantas estrellas y esferas celestiales; éstas y otras cosas que creé no fueron otra cosa que mis sombras que saqué de Mí, y mi amor tuvo su desahogo, y Yo tomé gran deleite al ver lo que estaba contenido en Mí, esparcido en pequeñas partecitas aletear sobre todo lo creado. Ahora,
¿cuál será mi alegría al manifestar mis verdades, que no son mis sombras que salen de Mí, sino la sustancia de los bienes que contengo en Mí, que no en mudo lenguaje hablan de Mí como hacen todas las cosas creadas, sino con voz clara, sonora y elocuente hablan de Mí, y siendo mi palabra creadora, como nueva creación crean en el alma las verdades que Yo manifiesto? Si con un Fiat creé tantas cosas, y al manifestar mis verdades no es un solo Fiat que pronuncio, sino tantas palabras por cuantas se necesitan para manifestar y hacer comprender lo que quiero hacer entender. Imagínate entonces cuál es mi contento al manifestar al alma mis verdades, que no en mudo lenguaje, sino con voz hablante manifestará a los demás mis bienes, mis verdades, para infundir en los demás el bien que ha recibido, por eso al manifestar mis verdades, mi amor encuentra su desahogo y se pone en fiesta y amo mucho a quien se presta a escucharme».

+ + + +

15-34
Julio 5, 1923

Jesús presentado por los judíos a Pilatos. Dónde está y cuál es el verdadero reino.

(1) Estaba acompañando a mi penante Jesús en las horas de su amarguísima Pasión, especialmente cuando fue presentado y acusado por los judíos ante Pilatos, y Pilatos, no contento con las simples acusaciones que le hacían, volvía a los interrogatorios para encontrar, o causa suficiente para condenarlo o para liberarlo. Y Jesús, hablándome en mi interior me ha dicho:
(2) «Hija mía, todo en mi Vida es misterio profundo y enseñanzas sublimes, en las cuales el hombre debe mirarse como en un espejo para imitarme. Tú debes saber que era tanta la soberbia de los judíos, especialmente por la fingida santidad que profesaban, por la que eran tenidos por hombres rectos y concienzudos, que creían que sólo con presentarme ellos y decir que me habían encontrado culpable y reo de muerte, Pilatos debía creerles y sin interrogarlos debía condenarme, mucho más porque estaban tratando con un juez gentil que no tenía ni conocimiento de Dios ni conciencia. Pero Dios dispuso diversamente para confundirlos y para enseñar a los superiores que por mucho que parezcan buenas y santas las personas que acusan a un pobre reo, no les crean fácilmente, sino que las interroguen cuidadosamente para ver si están en la verdad, o bien, ver si bajo aquel vestido de bondad hay algunos celos, rencores, o es para obtener de los superiores, haciéndose camino en sus corazones, algún puesto o dignidad que ambicionan. El escrutinio hace conocer a las personas, las confunde y se muestra que no se tiene confianza en ellas, y al no verse apreciadas se quitan el pensamiento de ambicionar puestos o de acusar a otros. Cuánto mal hacen aquellos superiores cuando a ojos cerrados, fiándose de una fingida bondad, no de una virtud probada, los ponen en un puesto, o dan oídos a quien acusa a otro de alguna falta. Cuánto no quedaron humillados los judíos al no ser creídos fácilmente por Pilatos y

al sufrir tantos interrogatorios, y si cedió en condenarme no fue porque les creyera, sino forzado y para no perder su puesto; esto los confundió, de modo que quedó como marca sobre su frente una extrema confusión y una humillación profunda, mucho más que descubrían más rectitud y más conciencia en un juez gentil que en ellos. Cuán necesario y justo es el escrutinio, arroja luz, produce calma en los verdaderos buenos y confusión en los malos. Y cuando queriendo examinarme Pilatos me preguntó: ‘¿Tú eres rey? Y
¿dónde está tu reino?’ Yo quise dar otra sublime lección con decir: ‘Yo soy rey’. Y quería decir: ‘¿Pero sabes tú cuál es mi reino? Mi reino son mis dolores, mi sangre, mis virtudes; éste es el verdadero reino, que no fuera de Mí, sino dentro de Mí poseo, lo que se posee por afuera no es verdadero reino ni seguro dominio, porque lo que no está dentro del hombre le puede ser quitado, usurpado y será obligado a dejarlo; en cambio lo que está dentro nadie se lo podrá quitar, el dominio será eterno dentro de él. Las características de mi reino son mis llagas, las espinas, la cruz, donde no hago como los demás reyes, que hacen vivir a sus pueblos fuera de ellos, en la inseguridad y tal vez en ayunas; Yo no, Yo llamo a mis pueblos a habitar en las estancias de mis llagas, fortificados y defendidos por mis dolores, quitada su sed por mi sangre, alimentados por mi carne, y sólo esto es el verdadero reinar, todos los demás reinos son reinos de esclavitud, de peligros y de muerte; en mi reino está la verdadera vida. Cuántas enseñanzas sublimes, cuántos misterios profundos en mis palabras, cada alma debería decirse a sí misma en las penas y dolores, en las humillaciones y abandonos de todos, al practicar las verdaderas virtudes: ‘Este es mi reino, no sujeto a perecer, nadie me lo puede quitar ni tocar, es más, mi reino es eterno y divino, semejante al de mi dulce Jesús, mis dolores y penas me lo certifican y me vuelven el reino más fortificado y aguerrido, tanto, que ninguno podrá hacerme guerra en vista de mi gran fortaleza’. Este es reino de paz, que deberían ambicionar todos mis hijos».

+ + + +

15-35
Julio 11, 1923

Por cuanto más grande es la obra que Dios quiere hacer, tanto más es necesario que sea única y singular la criatura que elige.
La Paterna Bondad quiere abrir otra era de Gracia.

(1) Estaba rezando y abandonándome toda en los brazos de mi dulcísimo Jesús, pero con un pensamiento en la mente que decía: “Sólo para ti este martirio de dar fastidio a los demás, de ser un peso a tus ministros, no pudiendo hacer menos que fastidiarlos con mis hechos que se desarrollan entre yo y Jesús; en cambio los demás son libres, ellos entran en el estado de sufrimiento y por sí mismos se liberan; cuántas veces le he pedido que me liberara, pero en vano». Ahora, mientras esto y otras cosas pensaba, el bendito Jesús ha venido, todo bondad y amor, y poniéndose junto a mí me ha dicho:
(2) «Hija mía, por cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más es necesario que sea única y singular la criatura que elijo. La obra de la Redención era la más grande y para ella elegí a una sola criatura, dotándola de todos los dones, jamás concedidos a ninguno, para hacer que esta criatura contuviera tanta gracia de poderme hacer de Madre, y pudiese deponer en Ella todos los bienes de la Redención; y para custodiar mis mismos dones, desde que fue concebida hasta que me concibió la tuve oculta en la luz de la Santísima Trinidad, la cual se hacía custodia y tenía el oficio de dirigirla en todo; después, cuando quedé concebido en su seno virginal, siendo Yo el verdadero, la cabeza y el primero de todos los sacerdotes, tomé Yo la tarea de custodiarla y de dirigirla en todo, hasta el movimiento de su latido; y cuando Yo morí la confié a otro sacerdote, el cual fue San Juan. Un alma tan privilegiada que contenía todas las gracias, única en la mente divina, única en la historia, no quise dejarla hasta el último de sus respiros sin la asistencia de un representante mío. ¿Acaso he hecho esto a otras almas?

No, porque no conteniendo tanto bien, tantos dones y gracias, no es necesaria tanta custodia y asistencia.
(3) Ahora hija mía, también tú eres única en mi mente, y serás también única en la historia, y no habrá ni antes ni después de ti otra criatura a la que le haré tener, como obligado por necesidad, la asistencia de mis ministros. Habiéndote elegido para poner en ti la santidad, los bienes, los efectos, la actitud de mi Suprema Voluntad, era conveniente, justo, decoroso, para la misma santidad que contiene mi Querer, que un ministro mío te asistiera y fuera el primer depositario de los bienes que mi Voluntad contiene, y de su regazo hacerlos pasar a todo el cuerpo de la Iglesia. ¿Qué atención no se requiere de ti y de ellos, tú en recibir de Mí, como una segunda madre mía, el gran don de mi Querer, y conocer de Él todas sus cualidades; y ellos en recibirlas de ti para hacer que se cumpla en mi Iglesia el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. ¡Ah, tú no sabes cuánto he debido darte para volverte capaz de deponer en ti mi Querer, te he quitado todo germen de corrupción, he purificado en tal modo tu alma, tu misma naturaleza, que ni tú sientes nada por ellos, ni ellos por ti, porque faltando el germen es como si faltase el fuego a la leña, y si no te exenté de la culpa original como hice a mi amada Mamá, con quitarte el germen de la corrupción obré otro prodigio de gracia, jamás concedido a ningún otro, porque no era decoroso para mi Voluntad tres veces santa, descender en un alma, tomar posesión de ella, y que estuviera aun mínimamente ensombrecida por el más mínimo aliento corrupto, mi Voluntad no se habría adaptado a tomar posesión de ella y comunicarle su actitud si hubiera visto algún germen de corrupción, como no me habría adaptado Yo, Verbo del Padre, a ser concebido en el seno de la Celestial Mamá si no la hubiera exentado de la culpa de origen. Y además, ¿cuántas gracias no te he hecho? Tú crees que sea nada y por eso ni siquiera lo piensas, y en lugar de agradecerme te ocupas en pensar en lo que he dispuesto de ti y de los que he puesto en torno a ti, mientras que Yo quiero que sigas sólo mi Querer. Tú debes saber que este cumplimiento de mi Voluntad es tan grande, que entra en las obras más grandes que la Divinidad ha obrado y quiero que sea conocido, a fin de que al conocer la grandeza y los bienes inmensos que contiene, lo amen, lo estimen y lo deseen. Tres veces la Divinidad Suprema decidió obrar ad extra, la primera fue en la Creación, y ésta fue sin intervención de la criatura, porque ninguna había salido a la luz del día; la segunda fue en la Redención, y en Ella intervino una mujer, la más santa, la más bella, cual fue mi Celestial Mamá, fue Ella el canal y el instrumento del que me serví para cumplir la obra de la Redención; la tercera es el cumplimiento, que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, esto es que la criatura viva, obre con la santidad y potencia de nuestra Voluntad, obra inseparable de la Creación y de la Redención, como es inseparable la Trinidad Sacrosanta; no podemos decir que la obra de la Creación esté por Nosotros terminada si nuestra Voluntad, como fue decretado por Nosotros, no obra en la criatura y vive con la libertad, santidad y potencia con la que obra y vive en Nosotros, es más, este es el punto más bello, más culminante, más fúlgido, y el sello del cumplimiento de la obra de la Creación y de la Redención. Estos son decretos divinos y deben tener su pleno cumplimiento, y para cumplir este decreto queremos servirnos de otra mujer, la cual eres tú; fue la mujer la que incitó, la causa por la que el hombre se precipitó en sus desventuras, y Nosotros queremos servirnos de la mujer para poner las cosas en orden y hacer salir al hombre de sus desventuras, y restituirle el decoro, el honor, la verdadera semejanza nuestra, como fue por Nosotros creado, por eso sé atenta, no tomes las cosas a la ligera, aquí no se trata de una cosa cualquiera, sino se trata de decretos divinos y de darnos campo para hacernos cumplir la obra de la Creación y Redención, por eso, así como a nuestra Mamá la confiamos a San Juan, para poner en él, y de él a la Iglesia, los tesoros, las gracias, todas mis enseñanzas que en el curso de mi Vida cuando Ella estaba confiada a Mí y haciéndole de sacerdote Yo puse en Ella como en un santuario todas las leyes, los preceptos, las doctrinas que la Iglesia debía poseer, y Ella, fiel como era y celosa aun de una sola palabra mía, para que no se perdieran, las puso en mi fiel discípulo Juan, así que mi Mamá tiene el primado sobre toda la Iglesia. Así he hecho de ti, debiendo servir el Fiat Voluntas Tua a toda la Iglesia, te he confiado a un ministro mío, a fin de que pongas

en él todo lo que te manifiesto sobre mi Voluntad, los bienes que hay, cómo la criatura debe entrar en Ella, cómo la Paterna Bondad quiere abrir otra era de gracia, poniendo en común con la criatura sus bienes que posee en el Cielo y restituyéndole la felicidad perdida, por eso sé atenta y seme fiel».

+ + + +

15-36
Julio 14, 1923

Expectativa de una nueva era. La señal segura de que está próxima.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi buen Jesús ha venido, pero todo afligido; me parecía que no sabía separarse de mí, y todo bondad me ha dicho:
(2) «Hija mía, he venido para hacerte sufrir; ¿no recuerdas que cuando queriendo castigar al hombre, tú no querías que lo hiciera, queriendo sufrir tú en vez de ellos, y Yo para contentarte te dije que en vez de hacer por diez, por amor tuyo haría sólo por cinco? Ahora las naciones se quieren pelear, y las que se creen las más poderosas se están armando hasta los dientes para destruir las naciones débiles, se trata de destrucción completa hija mía, por eso he venido a hacerte sufrir, para darte aquel cinco que te prometí. Al fuego y al agua mi justicia dará el poder del oficio que contienen para destruir gentes y ciudades enteras, por eso es necesario un poco de tu sufrir, para disminuir estos castigos».
(3) Ahora, mientras esto decía se ha movido en mi interior, como si tuviese en sus manos varios instrumentos, y conforme los movía, así se formaban penas y dolores, con tal estiramiento de todos mis miembros, que no sé cómo he quedado viva; y cuando veía que por la fuerza de las penas yo gemía, temblaba, Jesús, con aire de quien ha triunfado en todo me decía: “Tú eres vida mía, y de mi Vida puedo hacer lo que quiero». Y continuaba su trabajo de hacerme sufrir. Sea todo para gloria de Dios, para el bien de mi alma y para la salvación de todos. Después de esto ha agregado:
(4) «Hija mía, todo el mundo está trastornado y todos están a la expectativa de cambios, de paz, de cosas nuevas; ellos mismos se unen para conferenciar y se asombran de que no saben concluir nada, ni llegar a serias decisiones, así que la verdadera paz no despunta y todo se queda en palabras, pero nada en los hechos, y esperan que otras conferencias puedan servir para decisiones serias, pero en vano esperan. Y entre tanto, en este esperar están todos con temor, y quién se prepara a nuevas guerras, quién espera nuevas conquistas; pero con todo esto los pueblos empobrecen, se despojan vivos, y mientras esperan, cansados de la era triste que los envuelve, turbia y sangrienta, esperan y tienen la esperanza de una nueva era de paz y de luz. El mundo se encuentra precisamente en el punto como cuando Yo debía venir a la tierra, todos estaban en espera de un gran acontecimiento, de una era nueva, como en efecto sucedió. Así ahora, debiendo venir el gran advenimiento, la era nueva en la que la Voluntad de Dios se haga en la tierra como en el Cielo, todos están a la expectativa de una era nueva, cansados de la presente, pero sin saber cuál es esta novedad, este cambio, como no lo sabían cuando Yo vine a la tierra. Esta expectativa es una señal cierta de que la hora está cercana, pero la señal más segura es que Yo voy manifestando lo que quiero hacer, y que dirigiéndome a un alma, como me dirigí a mi Mamá al bajar del Cielo a la tierra, le comunico mi Voluntad y los bienes, los efectos que Ella contiene, para hacer de ello un don a toda la humanidad».
+ + + +

Deo Gratias.



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.


Fiat!!!

16-1
Julio 15, 1923

La Divina Voluntad es principio, medio y fin de toda virtud y debe ser corona de todo, y cumplimiento de la gloria de Dios por parte de la criatura.

(1) Estaba rezando fundiéndome toda en la Santísima Voluntad de Dios, pero tenía en mi mente alguna duda acerca de todo lo que mi dulce Jesús me va diciendo sobre este Santísimo Querer, y Él, estrechándome a Sí, con una luz que arrojaba en la mente me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es principio, medio y fin de toda virtud; sin el germen de mi Voluntad no se puede dar el nombre de verdadera virtud, Ella es como la semilla a la planta, que después de que ha profundizado sus raíces bajo tierra, cuanto más profundas son, tanto más alto se forma el árbol que la semilla contiene. Así que primero está la semilla, ésta forma las raíces, las raíces tienen la fuerza de hacer brotar de bajo la tierra la planta, y conforme se van profundizando las raíces así se forman las ramas, las cuales van creciendo tan alto, de formar una bella corona, y ésta formará la gloria del árbol, el que dando abundantes frutos formará la utilidad y la gloria de aquél que sembró la semilla. Ésta es la imagen de mi Iglesia: La semilla es mi Voluntad, en la cual nació y creció, pero para que crezca el árbol se necesita el tiempo, y para dar fruto en algunos árboles se necesita la duración de siglos; cuanto más preciosa es la planta tanto más tiempo se necesita. Así el árbol de mi Voluntad, siendo el más precioso, el más noble y divino, el más alto, se necesitaba el tiempo para hacer crecer y hacer conocer sus frutos, así que la Iglesia ha conocido la semilla, y no hay santidad sin ella; luego ha conocido las ramas, pero siempre en torno a este árbol se ha girado; ahora deben conocerse los frutos para nutrirse de ellos y gozárselos, y ésta será toda mi gloria, mi corona, y de todas las virtudes y de toda la Iglesia. Ahora, ¿por qué te maravillas de que en vez de manifestar primero los frutos de mi Querer, te los he manifestado a ti después de tantos siglos? Si el árbol no se había formado aún, ¿cómo podía hacer conocer los frutos? Todas la cosas son así: Si se debe hacer un rey, no se corona primero al rey si antes no se forma el reino, el ejército, los ministros, el palacio real, y al último se corona; y si se quisiera coronar al rey sin formar el reino, el ejército, etc., sería un rey de burla. Ahora, mi Voluntad debía ser corona de todo, cumplimiento de mi gloria por parte de las criaturas, porque sólo en mi Voluntad se puede decir: ‘Todo he cumplido’. Y Yo, encontrando en ella cumplido todo lo que quiero, no sólo le hago conocer los frutos, sino que la nutro y la hago llegar a tal altura de sobrepasar a todos; he aquí porqué amo tanto y tengo tanto interés en que los frutos, los efectos, los bienes inmensos que hay en mi Querer, y el gran bien que el alma recibe con vivir en Él sean conocidos, pues si no se conocen, ¿cómo se pueden desear? Mucho menos pueden nutrirse con ellos, y si Yo no hiciera conocer el vivir en mi Querer, qué cosa significa, los valores que contiene, faltaría la corona a la Creación, a las virtudes, y mi obra sería una obra sin corona. Mira entonces cuán necesario es que todo lo que te he dicho sobre mi Querer salga fuera y sea conocido, y también la razón por la que tanto te incito a ti, y el por qué a ti te parece que te hago salir del orden que he tenido con los demás, haciendo conocer a éstos y las gracias a ellos hechas después de su muerte, y en cambio contigo permito que aún en vida, lo que te he dicho acerca de mi Querer sea conocido. Si no se conoce no será ni apreciado ni amado, el conocimiento será como el abono al árbol, que hará madurar los frutos, de los cuales, bien maduros se nutrirán las criaturas. ¿Cuál no será mi contento y el tuyo?”

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta


+ + + +

16-2
Julio 16, 1923

Jesús todo lo obró y lo sufrió en su Voluntad.

(1) Estaba pensando en la Pasión de mi dulce Jesús y sentía sus penas junto a mí, como si ahora las estuviera Él sufriendo, y mirándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo sufrí todo en mi Voluntad, y a medida que sufría mis penas abrían tantos caminos en mi Voluntad para llegar a cada criatura. Si no hubiera sufrido en mi Voluntad, que envuelve todo, mis penas no habrían llegado hasta ti, ni hasta todos y cada uno, habrían quedado con mi Humanidad; es más, con haberlas sufrido en mi Voluntad no sólo abrían tantos caminos para ir a todas las criaturas, sino que abrían también tantos otros para hacerlas entrar a ellas hasta Mí, y unirse con esas penas y darme cada una de las penas que con sus ofensas me debían dar en todo el curso de los siglos, y mientras Yo estaba bajo la tempestad de los golpes, mi Voluntad me traía a cada una de las criaturas a golpearme, así que no fueron sólo aquellos los que me flagelaron, sino las criaturas de todos los tiempos, que habrían con sus ofensas concurrido a la bárbara flagelación, y así en todas las demás penas mi Voluntad me traía a todos, ninguno faltaba a la llamada, todos me estaban presentes, ninguno faltó, por eso mis penas fueron ¡oh, cuánto más duras, más múltiples que las que se vieron! Entonces si quieres que los ofrecimientos de mis penas, tu compasión y reparación, tus pequeñas penas, no sólo lleguen hasta Mí, sino que hagan los mismos caminos de las mías, haz que todo entre en mi Querer, y todas las generaciones recibirán los efectos. Y no sólo mis penas, sino también mis palabras, porque dichas en mi Voluntad llegaban a todos, como por ejemplo cuando Pilatos me preguntó si Yo era rey y Yo le respondí: ‘Mi reino no es de este mundo, si de este mundo fuera, millones de legiones de ángeles me defenderían’. Y Pilatos al verme tan pobre, humillado, despreciado, se asombró y dijo más marcado: ‘¡Cómo! ¿Tú eres rey?’ Y Yo con firmeza le respondí a él y a todos los que se encuentran en algún puesto: ‘Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la verdad, y la verdad es que no son los puestos, los reinos, las dignidades, el derecho de mando lo que hace reinar al hombre, lo que lo ennoblece, lo que lo eleva sobre todos; es más, éstas cosas son esclavitudes, miserias, que lo hacen servir a viles pasiones, a hombres injustos, cometiendo también él tantos actos de injusticia que lo desnoblecen, lo arrojan en el fango y le atraen el odio de sus dependientes, así que las riquezas son esclavitudes, los puestos son espadas con las que muchos quedan muertos o heridos; el verdadero reinar es la virtud, el despojamiento de todo, el sacrificarse por todos, el someterse a todos, y esto es el verdadero reinar que vincula a todos y se hace amar por todos, por eso mi reino no tendrá jamás fin, y el tuyo está próximo a perecer’. Y estas palabras en mi Voluntad las hacía llegar a los oídos de todos aquellos que se encuentran en puestos de autoridad, para hacerles conocer el gran peligro en el que se encuentran, y para poner en guardia a quienes aspiran a los puestos, a las dignidades, al mando”.

+ + + +

16-3
Julio 17, 1923

Jesús pone en el alma de Luisa tres columnas para apoyarse.

(1) Me sentía muy afligida por la privación de mi adorable Jesús, y si se hace ver está todo taciturno. Entonces, esta mañana se dejaba ver en mi interior en medio de dos

columnas, y estaba formando una tercera en medio a éstas, y ahora se apoyaba en una, y ahora en la otra, y ahora en la columna de en medio que estaba construyendo. Y sorprendida le he dicho: “Amor mío y vida mía, ¿cuándo pusiste estas columnas en mi interior? Ahora estás más cómodo, si estás cansado puedes apoyarte en ellas”. Y Él sin prestarme atención continuaba construyendo la columna y callaba. Entonces yo: “¿Pero dime por qué no me hablas? ¿Qué hay, en qué te he ofendido? ¿Tal vez mi repugnancia en no querer hacer conocer las verdades que me dices es lo que te lleva a quererme castigar y por eso callas? Pero yo te prometí que no lo haré más, y recuerda que quedamos en paz”. Y Jesús mirándome y dando un fuerte suspiro me ha dicho:
(2) “Hija mía, estoy trabajando, ensanchando, preparando, y cuando Yo trabajo no tengo ganas de hablar, primero quiero trabajar y después hablar. De tus repugnancias no tengo cuidado, porque es tanta la potencia de mi Voluntad que obra en ti, que te trituraría si no haces lo que quiero, tanto, que después de un rechazo eres obligada a correr a mis brazos para decirme: ‘Jesús, te ruego que me hagas hacer lo que quieres; lo quieres Tú, lo quiero yo, y no me dejes si no ves que el tuyo y mi querer forman uno solo’. Entonces mi silencio es el trabajo, y para hacer que el trabajo que estoy haciendo en ti sea más bello, más seguro, más estable, lo he puesto en medio de dos columnas más fuertes, más altas, las cuales, una es mi Humanidad, y la otra es mi Mamá, que es sólo donde puedo apoyarme, pero no me bastan dos apoyos, quiero un tercero, pero si no me lo formo, ¿cómo puedo tenerlo? He aquí el por qué la necesidad de mi trabajo, tú me prestarás los materiales, los cuales son tus actos hechos en mi Querer, mientras más hagas más materiales me prestarás, y Yo me esforzaré en formarlo y después me reposaré y te hablaré. Todo lo que Yo hice y lo que hizo mi amada Mamá estará todo conectado en esta tercera columna, mi único fin, que sea realizado con un Querer Eterno, que es el único que puede servirme de apoyo, y que este Querer sea conocido; pondré en ello tanta gracia que no sólo me dará reposo, sino que me servirá de cátedra, de voz para enseñar, con los modos más atrayentes, insinuantes y convincentes, qué significa vivir en mi Querer, y así ya no esté más aislado en medio de mis hijos, sino que reine como en su propio trono, por eso déjame hacer y sígueme”.
(3) Después ha venido nuevamente y continuaba haciéndose ver en mi interior que estaba todo atento al trabajo, y en silencio nos mirábamos. He alzado la vista y veía en una columna, puesta en la cima de ésta, la cabeza de Nuestro Señor, y en la otra la de la Reina Celestial, ambas coronadas; en la tercera columna que estaba formando, estaba preparada para ponerse en ella mi cabeza, y la corona que debía coronarla salía, la mitad de la corona de Nuestro Señor y la otra mitad de la de la Virgen Santísima, que uniéndose juntas estas dos mitades formaban una sola. Yo he quedado maravillada y encantada, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, has visto cuánto me conviene trabajar para formarme el tercer apoyo, y cómo tú debes apresurarte en darme los materiales para hacerme trabajar, y a qué altura debe llegar para cumplir el trabajo de mi Querer en ti, y qué corona debe ceñir tu frente, por eso no pierdas un minuto de tiempo y tu vuelo en mi Querer sea continuo”.

+ + + +

16-4
Julio 18, 1923

Sobre la Concepción del Verbo Eterno.

(1) Estaba pensando en el acto en el cual el Verbo Eterno descendió del Cielo y quedó concebido en el seno de la Inmaculada Reina, y mi siempre amable Jesús, desde dentro de mi interior ha sacado un brazo, rodeándome el cuello, y en mi interior me decía:
(2) “Hija querida mía, si la Concepción de mi Celestial Mamá fue prodigiosa y fue concebida en el mar que salió de las Tres Divinas Personas, mi Concepción no fue en el

mar que salió de Nosotros, sino en el gran mar que residía en Nosotros, nuestra misma Divinidad que descendía en el seno virginal de esta Virgen, y quedé concebido. Es verdad que se dice que el Verbo quedó concebido, pero mi Padre Celestial y el Espíritu Santo eran inseparables de Mí; es verdad que Yo tuve la parte actuante, pero Ellos la tuvieron concurrente. Imagínate dos reflectores, que uno refleje en el otro el mismo sujeto, estos sujetos son tres, el de en medio toma la parte obrante, sufriente, suplicante, los otros dos están junto, concurren y son espectadores, así que podría decir que uno de los dos reflectores era la Trinidad Sacrosanta, el otro mi querida Mamá. Ella, en el breve curso de su vida, con vivir siempre en mi Querer me preparó en su virginal seno el pequeño terreno divino donde Yo, Verbo Eterno, debía vestirme de humana carne, porque jamás habría descendido dentro de un terreno humano, y la Trinidad reflejando en Ella quedó concebida. Entonces, aquella misma Trinidad, mientras quedaba en el Cielo, quedaba concebida en el seno de esta noble Reina.
(3) Todas las otras cosas, por cuán grandes, nobles, sublimes, prodigiosas, aun la misma Concepción de la Virgen Reina, todas quedan atrás, no hay cosa que pueda equipararse, ni amor, ni grandeza, ni potencia a mi Concepción; aquí no se trata de formar una vida, sino de encerrar la Vida que da vida a todos; no se trata de ensancharme, sino de restringirme para poderme concebir, no para recibir sino para dar, quien ha creado todo encerrarse en una creada y pequeñísima Humanidad. Éstas son obras sólo de un Dios, y de un Dios que ama, que a cualquier costo quiere atar con su amor a la criatura para hacerse amar. Pero esto es nada aún, ¿sabes tú donde refulgió todo mi amor, toda mi potencia y sabiduría? En cuanto la potencia divina formó esta pequeñísima Humanidad, tan pequeña que podía compararse al tamaño de una avellana, pero con los miembros todos proporcionados y formados, el Verbo quedó concebido en Ella, la inmensidad de mi Voluntad encerrando todas las criaturas pasadas, presentes y futuras, concibió en Ella todas las vidas de las criaturas, y conforme crecía la mía, así crecían ellas en Mí, así que mientras aparentemente parecía solo, visto con el microscopio de mi Voluntad se veían en Mí concebidas todas las criaturas; sucedía de Mí como cuando se ven aguas cristalinas, que mientras parecen claras, vistas con el microscopio, ¿cuántos microbios no se ven? Fue tal y tanta la grandeza de mi Concepción, que la gran rueda de la eternidad quedó conmovida y estática al ver los innumerables excesos de mi amor, y todos los prodigios unidos juntos; toda la mole del universo se estremeció al ver encerrarse a Aquél que da vida a todo, restringirse, empequeñecerse, encerrar todo, ¿para hacer qué cosa? Para tomar las vidas de todos y hacer renacer a todos”.

+ + + +

16-5
Julio 19, 1923

Prodigios del Fiat Divino en el gran vacío del alma.

(1) Estaba rezando y abandonándome toda en los brazos de la Santísima Voluntad de Dios, y mi siempre amable Jesús saliendo de mi interior y dándome la mano me ha dicho:
(2) “Hija mía, ven junto Conmigo y mira el gran vacío que existe entre el Cielo y la tierra. Este gran vacío antes de que mi Fiat se pronunciara era horrible al verse, todo era desorden, no se veía ni división de tierra ni de aguas, ni de montes, era un amasijo que daba pavor; en cuanto mi Fiat se pronunció todas las cosas rodaron agitándose entre ellas, y cada una tomó su puesto, quedando todas ordenadas con la marca de mi Fiat Eterno, y no pueden apartarse si mi Fiat no quiere. La tierra no daba ya pavor, es más, al ver la vastedad de los mares, sus aguas ya no fangosas sino cristalinas, su dulce murmullo, como si las aguas fueran voces que muy quedito hablasen entre ellas, sus olas fragorosas que a veces se levantan tanto que parecen montes de agua y que después caen en el mismo mar; ¿cuánta belleza no contiene, cuánto orden y cuánta atención no despierta en

la criatura? Y luego, la tierra toda pintada de verde y florida, ¿cuánta variedad de belleza no contiene? Sin embargo es nada aún, el vacío no estaba del todo lleno, y así como mi Fiat se movió sobre la tierra y dividió las cosas y ordenó la tierra, así, moviéndose arriba, en lo alto, extendí los cielos, los adorné con estrellas, y para llenar el vacío de la oscuridad creé el sol, el que haciendo huir las tinieblas llenó de luz este gran vacío y puso el realce de toda la belleza a todo lo creado. Entonces, ¿quién fue la causa de tanto bien? Mi Fiat Omnipotente, pero este Fiat quiso el vacío para crear esta máquina del universo.
(3) Ahora hija mía, ¿ves este gran vacío en el que tantas cosas creé? Pues el vacío del alma es más grande aún, aquél debía servir para habitación del hombre, el vacío del alma debía servir para habitación de un Dios. No debía pronunciar por seis días mi Fiat como al crear el universo, sino por cuantos días contiene la vida del hombre, y tantas veces, por cuantas veces poniendo a un lado su querer hace obrar al mío; por tanto, debiendo mi Fiat hacer más cosas que las que hizo en la Creación, quería más espacio, ¿pero sabes tú quién me da campo libre para llenar este gran vacío del alma? Quien vive en mi Querer. Mis Fiat son repetidamente dichos, cada pensamiento es acompañado por la potencia de mi Fiat, y ¡oh! cuántas estrellas adornan el cielo de la inteligencia del alma; sus acciones son seguidas por mi Fiat, y ¡oh! cuántos soles surgen en ella; sus palabras investidas por mi Fiat son más dulces que el murmullo de las aguas del mar, donde el mar de mis gracias corre para llenar este gran vacío, y mi Fiat se deleita en formar las olas que llegan hasta más allá del Cielo y de Él descienden más cargadas para engrandecer el mar del alma. Mi Fiat sopla sobre su corazón, y de sus latidos forma incendios de amor; mi Fiat no deja nada, inviste cada afecto, las tendencias, los deseos, y en ellos forma las más bellas florituras. ¿Cuántas cosas no obra mi Fiat en este gran vacío del alma que vive en mi Querer? ¡Oh! cómo queda atrás toda la máquina del universo, los cielos quedan estupefactos y miran temblorosos al Fiat Omnipotente obrante en la voluntad de la criatura y se sienten doblemente felices cada vez que este Fiat obra y renueva su potencia creadora, así que están todos atentos en torno a Mí para ver cuando mi Fiat es pronunciado, para alcanzar su doble gloria y felicidad. ¡Oh! si todos conocieran la potencia de mi Fiat, el gran bien que contiene, todos se darían a merced de mi Voluntad Omnipotente. Sin embargo, es de llorar, ¿cuántas almas con estos grandes vacíos en su seno son peores que el gran vacío del universo antes de que mi Fiat fuera pronunciado? No aleteando en ellas mi Fiat, todo es desorden, las tinieblas son tan densas que provocan horror y espanto, es un embrollo todo junto, ninguna cosa está en su lugar, la obra de la Creación está trastornada en ellas, porque sólo mi Fiat es orden, la voluntad humana es desorden. Por eso hija de mi Querer, si quieres el orden en ti, haz que mi Fiat sea la vida de todo en ti, y me darás el gran contento de que mi Fiat pueda desenvolverse, haciendo salir los prodigios y los bienes que contiene”.

+ + + +

16-6
Julio 21, 1923

Jesús pide que su Voluntad sea una con la voluntad del alma.
La Divina Voluntad debe ser como el aire que se respira.

(1) Continuando mi habitual estado, oía que mi adorable Jesús en mi interior rezaba diciendo:
(2) “Padre mío, te pido que nuestra Voluntad sea una con la voluntad de esta pequeña hija de nuestro Querer, ella es parto legítimo de nuestro Querer; ¡ah! haz que por honor y decoro de nuestra Voluntad Eterna nada salga de ella que no sea parto de nuestro Querer, y que nada conozca sino nuestra sola Voluntad, y para obtener esto te ofrezco todos los actos de mi Humanidad hechos en nuestra adorable Voluntad”.

(3) Después ha hecho un profundo silencio y yo, no sé cómo, me sentía tan transfundida en los actos que mi Jesús había hecho en la Voluntad Divina, que los iba siguiendo uno por uno, haciendo el mío unido al suyo. Esto absorbía en mí tantas luces, que Jesús y yo quedábamos sumergidos en un mar de luz, y Jesús saliendo de dentro de mi interior, poniéndose de pie apoyaba sus plantas sobre la parte de mi corazón, y agitando la mano, que más que sol enviaba luz, gritaba fuerte:
(4) “Venid, venid todos, ángeles, santos, viadores, generaciones todas, venid a ver los portentos y el más grande milagro jamás visto, ¡mi Querer obrante en la criatura!”
(5) A la voz sonora, melodiosa y fuerte de Jesús, que llenaba Cielo y tierra, los Cielos se han abierto y todos han corrido en torno a Jesús, y miraban en mí para ver cómo obraba la Divina Voluntad; todos quedaban raptados y agradecían a Jesús por tal exceso de su bondad. Yo he quedado confundida y humillada a lo sumo, y le he dicho:
(6) “Amor mío, ¿qué haces? Me parece que quieres mostrarme a todos para hacerme señalar por todos, qué repugnancia siento”.
(7) Y Jesús: “¡Ah! hija mía, es a mi Querer al que quiero que todos conozcan y todos lo señalen como nuevo Cielo y medio de nueva regeneración, y tú quedarás como sepultada en mi Voluntad. Mi Voluntad debe ser como el aire que se respira, que mientras no se ve, se siente, no se ve y da la vida, penetra dondequiera, aun en las más íntimas fibras para dar vida a cada latido del corazón, dondequiera que Ella entra, en la oscuridad, en las profundidades, en los lugares más secretos, se constituye vida de todo, así mi Voluntad será más que aire en ti, que saliendo de ti se constituirá vida de todo, por eso sé más atenta y sigue el Querer de tu Jesús, porque la atención te hará conocer donde estás, y qué cosa haces; el conocimiento te hará apreciar más y estimar la divina morada de mi Voluntad. Supón a alguien que se encuentre en el palacio de un rey, pero que no sepa que todas esas habitaciones pertenecen al rey, no les tendrá ningún aprecio, andará distraída, hablando, riendo, no se dispondrá a recibir los dones del rey; pero si sabe que son las habitaciones del rey, entonces mirará con atención las cosas y las apreciará, andará de puntitas, hablará en voz baja, será todo ojos para ver si el rey sale de alguna habitación y se pondrá como a la expectativa de recibir grandes dones del rey. Mira, la atención es el camino del conocimiento, el conocimiento cambia la persona y las cosas, y la dispone a recibir grandes dones, así que conociendo tú que estás en el palacio real de mi Voluntad, recibirás siempre y tomarás tanto, de poder dar a todos tus hermanos”.

+ + + +

16-7
Julio 23, 1923

El Divino Querer está en continuo encuentro con la criatura para darle todos sus bienes.

(1) Estaba según mi costumbre abandonándome toda en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús se hacía ver que venía a mi encuentro para recibirme en su Santísima Voluntad, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad está en continuo encuentro con la voluntad de la criatura, y en cuanto el querer humano se encuentra con el mío, recibe la luz, la santidad, la fuerza que contiene mi Voluntad, Ella está en continuo acto de darse a la criatura para darle la vida del Cielo anticipada. Si ella me recibe, entonces queda con esta Vida Celestial; si al contrario, en cada acto que hace no recibe este Querer Supremo, hace fracasar todo intento para su bien, para hacerla feliz, fuerte, santa, divina y como transformada en una aurora de luz celestial, y queda con su solo querer humano que la hace débil, miserable, enfangada, que la circunda con viles pasiones, tanto, de dar piedad, ¿no ves cuántas almas se arrastran por debilidad de no saberse vencer a hacer el bien, otras que no saben dominarse a sí mismas, otras inconstantes como cañas al moverse del viento, otras que no saben rezar

sin mil distracciones, otras siempre descontentas, otras que parece que hayan nacido para hacer el mal? Todas son almas que en todas sus cosas no encuentran a mi Querer, sin embargo mi Querer está para todos, pero como lo rehuyen no reciben el bien que mi Querer contiene, es justa pena de quien quiere vivir envuelto en todas las miserias. Pero a este Querer mío al que no han querido encontrar en vida para darles tantos bienes por cuantas veces lo hubieran encontrado, lo encontrarán en muerte, para darles tantas penas por cuantas veces han huido de Él, porque huyéndole se han vuelto culpables, se han manchado, enfangado; es justo que tengan una pena, formándose para ellos tantos encuentros dolorosos por cuantas veces no se han encontrado con mi Voluntad en la tierra, pero estos encuentros dolorosos serán sin méritos, sin nuevas adquisiciones, como deberían haber sido si lo hubieran encontrado en vida, ¡oh! cuántos gemidos de dolor salen de las prisiones del purgatorio, cuántos gritos de desesperación se oyen desde el infierno porque mi Querer no ha sido encontrado en la tierra; por eso hija mía, tu primer acto sea de encontrarte con mi Querer, tu primer pensamiento, tu latido, sea de encontrarte con el latido eterno de mi Querer, para que tú recibas todo mi amor. En todo trata de hacer continuos encuentros, a fin de que quedes transformada en mi Querer y Yo en el tuyo, para poderte disponer a hacer el último encuentro con mi Voluntad en tu última hora, así no tendrás ningún encuentro doloroso después de tu muerte”.

+ + + +

16-8
Julio 24, 1923

La voluntad es el depósito de todo el obrar de la criatura.

(1) Me sentía muy oprimida por la privación de mi siempre amable Jesús y decía entre mí: “Todo ha terminado para mí, por cuanto lo busco no viene, qué tortura, qué martirio”. Pero mientras esto pensaba, mi adorable Jesús se hizo ver crucificado, que se extendía sobre mi pobre persona, y una luz que salía de dentro de su adorable frente me decía:
(2) “Hija mía, mi Voluntad contiene todo mi Ser, y quien en sí la posee, me posee a Mí más que si tuviera mi continua presencia, porque mi Voluntad penetra dondequiera, en las más íntimas fibras; cuenta los latidos, los pensamientos, se hace vida de la parte más bella de la criatura, esto es, de su interior, del cual brotan como de una fuente las obras externas, volviéndola inseparable de Mí; mientras que mi presencia, si no encuentra mi Voluntad en el alma, no puede ser vida de todo su interior, y ella queda como dividida de Mí, ¿cuántas almas después de haber gozado de mis favores y de mi presencia, no estando en ellas la plenitud de mi Voluntad, su luz, su santidad, se han engolfado de nuevo en la culpa, han tomado parte en los placeres, se han separado de Mí porque no estaba en ellas esa Voluntad Divina que vuelve al alma intangible de cualquier culpa, aun mínima, por eso las obras más puras, más santas, más grandes, son formadas en quien posee toda la plenitud de mi Voluntad. Mira, también en la criatura la supremacía la tiene su voluntad, así que si está ésta tiene vida, y si ésta no está, parece como un árbol que mientras tiene tronco, ramas, hojas, está sin fruto; la voluntad en la criatura no es pensamiento, pero da la vida a la actitud de la mente; no es ojo, pero da la vida a la mirada, porque si tiene voluntad el ojo quiere ver, quiere conocer las cosas, de otro modo es como si el ojo no tuviera vida; no es palabra, pero da vida a cada una de las palabras; no es mano, pero da vida a la acción; no es paso, pero da vida al paso; no es amor, deseo, afecto, pero da vida al amor, al deseo, al afecto. Pero esto no es todo, mientras es vida de todos los actos humanos, con el cumplirlos la criatura queda despojada de sus mismos actos, como el árbol cargado de frutos queda despojado por las manos de quien los toma; en cambio, en la voluntad quedan como selladas las miradas que ha dado, los pensamientos que ha formado, las palabras que ha dicho, las acciones que ha hecho; así que la mano ha obrado, pero su acción no queda en sus manos, pasa más allá y quién sabe a donde va, pero en la

voluntad queda, por eso todo queda escrito, formado, sellado en la voluntad humana, y si esto pasa en la voluntad humana sólo porque he puesto el germen, la semejanza de la mía, piensa tú misma cómo será la mía en Mí mismo, y cómo será si la criatura se hace poseer de mi Voluntad”.

+ + + +

16-9
Julio 27, 1923

Jesús hace el depósito de los bienes, efectos, prodigios, conocimientos que contiene su Voluntad en una criatura, para después darlos a las demás.

(1) Esta mañana mi dulce Jesús se hacía ver en modo maravilloso, Él estaba de pie sobre mi corazón, había puesto dos astas sobre las cuales había formado un arco, y en medio había fijado una ruedita con dos cuerdas, una a la derecha y otra a la izquierda, y colgada una cubeta; y Jesús con toda prisa hacía descender la cubeta en mi corazón, la sacaba llena de agua y la derramaba en el mundo, sacaba y derramaba en modo tal de inundar la tierra. Era deleitable ver a Jesús como afanarse, chorrear sudor por el trabajo que hacía al sacar tanta agua. Entonces pensaba entre mí: “¿Cómo es que sale tanta agua de mi corazón, si es tan pequeño? ¿Y cuándo me la ha puesto?” Entonces el bendito Jesús me hacía comprender que todo ese aparato no era otra cosa que su Voluntad, que con tanta bondad había obrado en mí; el agua que sacaba eran todas las palabras y enseñanzas sobre su adorable Voluntad, que como en depósito había puesto en mi corazón, que más que agua, queriendo regar la Iglesia para darle el conocimiento de su Voluntad, la sacaba para hacer que se cumpla como Él quiere. Y luego me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como hice en la Encarnación, en que primero deposité en mi querida Mamá todos los bienes que convenían para descender del Cielo a la tierra, después me encarné e hice el depósito de mi misma Vida; y de mi Mamá salió este depósito como vida de todos, así será de mi Voluntad, es necesario que haga el depósito de los bienes, efectos, prodigios, conocimientos que contiene, después de hecho el depósito en ti, entonces se hará camino y se dará a las demás criaturas. Por eso, mira, todo está preparado, el depósito está casi terminado, no queda otra cosa que disponer a los primeros para hacerlo conocer, a fin de que no quede sin su fruto”.

+ + + +

16-10
Julio 30, 1923

El alma es la flor celestial.

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino y mi dulce Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que el alma entra en mi Querer para rezar, obrar, etc., tantas diversas tintas divinas recibe, una más bella que la otra. ¿No ves cuánta variedad de colores y de belleza contiene toda la naturaleza? Son las sombras de la variedad de los colores y belleza que contiene mi Divinidad; ¿pero dónde adquieren las plantas y las flores la variedad de los colores? ¿A quién le di el oficio de colorear con tantas variadas tintas a tanta diversidad de plantas? Al sol. Su luz y su calor contienen fecundidad y variedad de colores tales, de embellecer toda la tierra, y sólo con que la planta se exponga a los besos de su luz, a los abrazos de su calor, la flor se abre y como correspondiéndole el beso y el abrazo, recibe los matices de las tintas y forma su bella coloración.
(3) Ahora, el alma que entra en mi Voluntad simboliza la flor que se expone a recibir el beso y el abrazo del sol para recibir las diversas tintas que el sol contiene, y al

corresponderle, recibe las diversas tintas de la Naturaleza Divina. Es propiamente el alma la flor celestial, que el sol eterno con el aliento de su luz ha coloreado tan bien, de perfumar Cielo y tierra y alegrar con su belleza a la misma Divinidad y a toda la corte celestial. Los rayos de mi Querer la vacían de lo que es humano y la llenan de lo que es Divino; por eso se ve en ella el bello iris de mis atributos. Por eso hija mía, entra frecuentemente en mi Querer para recibir los matices y las variadas tintas de la semejanza de tu Creador”.

+ + + +

16-11
Agosto 1, 1923

Toda la Creación contiene el te amo de Jesús. El alma en la Divina Voluntad debe dar la correspondencia con su te amo en todo.

(1) Me sentía muy afligida porque el día de hoy mi sol Jesús no ha despuntado sobre mi pobre alma. ¡Oh Dios, qué pena, pasar un día sin sol, siempre noche! Entonces, mientras me sentía traspasada en el alma, he tenido el bien de mirar el cielo estrellado y entre mí decía:
(2) “¿Cómo es que no recuerda ya nada mi dulce Jesús? Yo no sé cómo la bondad de su corazón puede tolerar el no hacer surgir el sol de su amable presencia, mientras que me decía que no habría podido estar sin venir a su pequeña hija, porque los pequeños no pueden estar largo tiempo sin el padre; son tantas sus necesidades, que el padre está obligado a estar con ellos para vigilarlos, custodiarlos y nutrirlos. ¡Ah! no recuerda cuando transportándome fuera de mí misma y llevándome por la bóveda de los cielos, en medio de las esferas celestes y paseando junto con Él yo imprimía mi te amo en cada estrella, en cada esfera. ¡Ah! me parece ver en cada estrella mi te amo; me parece que esos centelleos de luz que se forman alrededor de las estrellas resuenan entre ellos mi te amo Jesús, sin embargo Él no lo escucha, no viene, no hace despuntar su sol, que eclipsando todas las estrellas, con mi te amo forme uno solo con el de Él, y elevándome de nuevo en medio de las esferas celestiales imprima un nuevo te amo Jesús. ¡Ah, estrellas! gritad fuerte, haced resonar mi te amo, para que Jesús, oyéndolo, venga a su pequeña hija, a la pequeña exiliada. ¡Oh! Jesús, ven, dame la mano, hazme entrar en tu Santo Querer a fin de que llene toda la atmósfera, el cielo azul, la luz del sol, el aire, el mar, todo, todo con mi te amo, con mis besos, a fin de que en cualquier lugar donde Tú estés, si miras, mires mi te amo y mis besos; si oyes, oigas mi te amo y el chasquido de mis besos; si hablas y respiras, respires mis te amo y mis besos angustiados; si obras, en tus manos corran mis te amo; si caminas, pises mi te amo y el sonido de mis besos bajo tus pasos; mi te amo sea la cadena que te atraiga hacia mí y mis besos sean imán potente que, quieras o no quieras te fuercen a visitar a aquélla que no puede vivir sin Ti”. ¿Pero quién puede decir mis tantos desatinos? Ahora, mientras esto pensaba, mi adorable Jesús, todo bondad ha venido y mostrándome su corazón abierto me ha dicho:
(3) “Hija mía, apoya tu cabeza sobre mi corazón y repósate, pues estás muy cansada, y después giraremos juntos para hacerte ver mi te amo esparcido por todo lo creado”.
(4) Entonces yo me he abrazado a Él, y apoyaba mi cabeza sobre su corazón para reposarme, pues sentía extrema necesidad. Después, encontrándome fuera de mí misma, pero siempre estrechada a su corazón ha agregado:
(5) “Hija mía, quiero que tú, que eres la hija primogénita de mi Suprema Voluntad, conozcas cómo toda la Creación, sobre las alas de mi Querer Eterno lleva mi te amo a las criaturas, y las criaturas, sobre las mismas alas de mi Voluntad, haciéndola ellas, deberían darme la correspondencia de su te amo. Mira el cielo azul, no hay punto en el que no esté sellado un te amo mío hacia la criatura: Cada estrella y su centelleo que le forma corona están tachonadas de mis te amo; el rayo de sol, mientras se alarga hacia la tierra para llevar la luz, cada gota de luz lleva mi te amo, y en cuanto la luz invade la tierra y el hombre

la mira, le camina encima, mi te amo le llega en los ojos, en la boca, en las manos y se extiende bajo los pies. El murmullo del mar murmura te amo, te amo, te amo, y cada gota de agua son teclas, que armonizando entre ellas forman las más bellas armonías de mi infinito te amo; las plantas, las hojas, las flores, los frutos, tienen impreso mi te amo, así que la Creación toda lleva al hombre mis repetidos te amo. Y el hombre mismo, ¿cuántos mis te amo no tiene impresos en todo su ser? Sus pensamientos están sellados por mi te amo; el latido de su corazón que le resuena en el pecho con aquél misterioso sonido, tac, tac, tac, es un te amo mío jamás interrumpido que le dice te amo, te amo; sus palabras son seguidas por mi te amo; sus movimientos, sus pasos y todo lo demás, contienen un te amo mío, sin embargo, en medio de tantas oleadas de mi amor no sabe elevarse para darme su correspondencia a mi amor. ¡Qué ingratitud, y cómo mi amor queda doliente! Por eso hija mía te he elegido como hija de mi Querer, a fin de que como hija fiel defiendas los derechos de tu Padre. Mi amor quiere absolutamente la correspondencia del amor de la criatura, por lo tanto en mi Voluntad encontrarás todos mis te amo, y tú, siguiéndolos, imprimirás tu te amo en el mío, por ti y por todos. ¡Oh! cómo estaré contento al ver el amor de la criatura fundido con el mío, por eso te doy mi Querer en tu poder, a fin de que todo el amor que he dado en la Creación me lo corresponda una criatura, defendiendo así los derechos de mi amor”.


+ + + +

16-12
Agosto 5, 1923

Para cumplir la Redención, Jesús abrió las puertas de la Voluntad Suprema.
Así para cumplir el Fiat Voluntas Tua, abre de nuevo las puertas de su Voluntad.

(1) Estaba toda fundiéndome en el Santo Querer de Dios, y mi dulce Jesús invistiéndome de una luz suprema me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Humanidad, por cuán santa y pura, si mi Voluntad Suprema no le hubiera dado la entrada a mi voluntad humana en la Voluntad Divina, no habría podido formar la completa Redención. A mi voluntad humana le habría faltado la omnividencia, y por lo tanto no habría podido ver a todos; le hubiera faltado la inmensidad, y no habría podido abrazar a todos; la omnipotencia, y no habría podido salvar a todos; la eternidad, y no habría podido tomar todo como en un punto solo y remediar todo. Así que la primera parte en la Redención la tuvo mi Divina Voluntad, la segunda, mi Humanidad; si no fuera por la Voluntad Divina, la Redención hubiera sido de pocos y limitada en el tiempo, porque faltándome la luz de la omnividencia, que hace conocer a todos, no habría podido extenderme a todos. Así que para poder formar la Redención, no hice otra cosa que abrir las puertas de la Voluntad Suprema a mi Humanidad, puertas que el primer hombre había cerrado, y dándole campo libre la hice obrar la Redención propiamente en el seno de Ella. Desde entonces hasta ahora ningún otro ha entrado en mi Querer Divino para poder obrar como dueño, con plena libertad, como si fuera suyo, para poder gozar de todo el poder y los bienes que Ella contiene. Mi Voluntad es en Mí como el alma al cuerpo, y si para los santos ha sido la gracia más grande el hacer mi Voluntad, la cual como a reflejos ha entrado en ellos, ¿qué será no sólo recibir los reflejos sino entrar dentro de Ella y gozar de toda su plenitud?
(3) Ahora, si para formar la Redención fue necesario que mi Humanidad y voluntad humana tuvieran entrada en esta Divina Voluntad, así ahora es necesario que para el cumplimiento del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, abra de nuevo las puertas de la Voluntad eterna y haga entrar a otra criatura, y dándole campo libre la haga hacer desde el más grande al más pequeño acto de ella en la omnividencia, inmensidad y potencia de mi Voluntad. A medida que entres en Ella y emitas tus pensamientos, tus palabras, obras, pasos, reparaciones, penas, amor, agradecimientos, así el Querer Supremo acuñará todos tus actos y recibirán la imagen Divina, con el valor de actos

divinos, que siendo infinitos pueden suplir por todos, llegar a todos, y tener tal ascendencia sobre la Divinidad, de hacer descender a la tierra esta Suprema Voluntad y llevar los bienes que Ella contiene. Sucederá como al metal, al oro, a la plata, hasta en tanto que no está acuñada la imagen del rey no se le puede dar el valor de moneda, pero en cuanto queda acuñada adquiere el valor de moneda y corre por todo el reino, y no hay ciudad, pueblo, lugar importante donde no goce su prestigio de moneda, y no hay criatura que pueda vivir sin ella; podrá ser su metal vil o precioso, esto no importa, con tal que esté impresa en ella la imagen del rey ella corre por todo el reino y goza de la supremacía sobre todos y se hace amar y respetar por todos. Así, todo lo que el alma hace en mi Querer, estando acuñada en ello la imagen divina, corre en el Cielo y en la tierra, tiene la supremacía sobre todos, no se niega a darse a quien lo quiere, no hay punto donde no se goce de sus benéficos efectos”.
(4) Ahora, mientras esto decía hemos rezado juntos, y Jesús hacía entrar mi inteligencia en su Voluntad, y juntos hemos ofrecido a la Majestad Suprema el homenaje, la gloria, la sumisión, la adoración de todas las inteligencias creadas. Al contacto de la Voluntad Suprema en los homenajes, en las adoraciones, quedaba impresa una imagen divina, y se difundían sobre todas las inteligencias creadas como tantos mensajeros hablantes, que se ponían en orden en la Creación y todos como en relaciones con la Voluntad Suprema.
¿Pero quién puede decir lo que se veía y comprendía? Y mi dulcísimo Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, ¿has visto? Sólo con entrar en mi Voluntad puede suceder todo esto, por eso continúa haciendo entrar tus miradas, tus palabras, tu corazón y todo lo demás de ti, y verás cosas sorprendentes”.
(6) Y después de haber pasado más de tres horas en la Divina Voluntad, haciendo lo que Jesús me decía y junto con Él, me he encontrado en mí misma. ¿Pero quién puede decirlo todo? Mi pobre inteligencia me la siento incapaz, si Jesús quiere podré continuar, por ahora pongo…

+ + + +

16-13
Agosto 9, 1923

La voluntad humana es tinieblas; la Voluntad Divina es Luz.

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús estrechándome a Sí, se ha puesto a rezar junto conmigo y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, la voluntad humana ha cubierto de nubes toda la atmósfera, de modo que densas tinieblas penden sobre todas las criaturas, y casi todas caminan cojeando y a tientas, y cada acción humana que hacen sin la conexión de la Voluntad Divina acrecienta las tinieblas y el hombre se vuelve más ciego, porque la luz, el sol de la voluntad humana es la Divina Voluntad, quitada Ésta, luz no hay para la criatura. Ahora, quien obra, reza, camina, etc., en mi Querer, se eleva por encima de estas tinieblas y conforme obra, reza, habla, así, rasgando estas densas nubes, manda rayos de luz sobre toda la tierra, de despertar a quien vive en lo bajo de su voluntad, y prepara los ánimos a recibir la luz, el sol de la Divina Voluntad. Por eso tengo tanto interés de que tú vivas en mi Querer, para que prepares un cielo de luz, que mandando continuos rayos de luz venga a despejar este cielo de tinieblas que la voluntad humana se ha formado sobre su cabeza, de modo que poseyendo la luz de mi Querer puedan amarlo, y mi Querer amado pueda reinar sobre la tierra”.

+ + + +


16-14
Agosto 13, 1923

La Virgen fue el inicio, el origen, el germen del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Jesús sobre este germen de su mismo
Querer que encontró en su Divina Madre formó el gran plano de la voluntad humana en la Voluntad Divina. Ahora, por medio de otra criatura, abrirá el campo de este plano a las generaciones.

(1) Me sentía oprimida por la privación de mi dulce Jesús, y poniéndome a rezar le pedía que no tardara en venir a mi pobre alma, que no podía ya más. Entonces con sorpresa mía lo he visto que estaba estrechado a mi cuello, rodeándome con sus brazos, y con su rostro que tocaba el mío, y con una luz que quería infundir en mi mente; yo, como atraída lo he besado, pero como si quisiera rechazar la luz y decía entre mí: “A mí no me importa conocer las cosas, lo que quiero es salvar mi alma, y Jesús sólo me basta para salvarme, todo lo demás es nada”. Entonces Jesús me ha tocado la frente, no he podido resistir más, y la luz entraba en mí y decía:
(2) “Hija mía, quien es llamado a un oficio debe conocer los secretos, la importancia, los deberes, los bienes, el fundador y todo lo que a ese oficio pertenece. Has de saber que una simple criatura rompió las relaciones que existían entre la Voluntad Divina y la criatura, esta ruptura destruyó los planes que la Divinidad tenía en la creación del hombre; ahora, a otra simple criatura, si bien dotada de tantas gracias y privilegios, cual fue la Virgen, Reina de todos, pero siempre pura criatura, le fue dado el oficio de tener que reanudar, cimentar y ponerse en relaciones con la Voluntad de su Creador para reparar la primera ruptura de aquella primera criatura; mujer la primera, mujer la segunda. Fue propiamente Ella, que con vincular su querer al nuestro nos restituyó el honor, el decoro, la sujeción, los derechos de la Creación; ¿no fue una sola criatura la que tuvo el inicio del mal y la que formó el germen de la ruina de todas las generaciones? Así, esta sola Criatura Celestial tuvo el inicio del bien, con ponerse en relación con la Voluntad de su Creador formó el germen de aquel Fiat Eterno que debía ser la salvación, la santidad, el bienestar de todos. Ahora, esta Celestial Criatura, conforme crecía, así crecía en Ella el germen de aquel Fiat Eterno, que haciéndose árbol, el Verbo Eterno se sintió raptado a reposarse bajo la sombra de su Eterno Querer, y quedó concebido, formando su Humanidad en aquel seno virginal, en el cual reinaba como Rey dominante su Supremo Querer. Mira entonces como todos los bienes descienden de mi Supremo Querer, y todos los males salen en campo cuando la criatura se sustrae de la Voluntad Divina. Entonces, si no hubiera encontrado una criatura que tuviese por vida mi Querer, y que no se hubiera puesto en relación Conmigo con aquellos vínculos de la Creación queridos por Mí, no habría querido ni podido descender del Cielo y tomar carne humana para salvar al hombre, así que mi Mamá fue el inicio, el origen, el germen del “Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra”; porque una criatura lo había destruido, era justo que otra criatura debía reedificarlo. Y mi Humanidad, que jamás se separó de mi Divinidad, sobre este germen de mi mismo Querer que encontré en mi Divina Madre formé el gran plano de la voluntad humana en la Divina Voluntad; con mi voluntad humana unida a la Divina no hubo acto humano que no pusiera en relación con el Querer Supremo; con el Querer Divino estaba al día de todos los actos de todas las generaciones, con el querer humano los iba reparando y los vinculaba con el Eterno Querer; no hubo acto que me escapara y que no fuera ordenado por Mí en la luz purísima de la Suprema Voluntad. La Redención, podría decir que me costó poco, habrían bastado mi Vida externa, las penas de mi Pasión, mis ejemplos, mi palabra, y la habría hecho en muy poco tiempo; pero para formar el gran plano de la voluntad humana en la Divina, para unir todas las relaciones y vínculos por ella rotos, debí poner todo mi interior, toda mi Vida oculta, todas mis penas íntimas, que son de más duración y más intensas que mis penas externas, y que aún no son conocidas; basta decir que no era el solo perdón lo que

impetraba, la remisión de las culpas, el refugio, la salvación, la defensa en los graves peligros de la vida del hombre, como lo impetré en mi Pasión, sino era el resurgimiento de todo el interior, debía hacer surgir ese Sol del Querer Eterno, que atando con fuerza raptora todo el interior del hombre, aun las más íntimas fibras, debía conducirlo al seno de mi Padre Celestial como renacido en su Eterno Querer. ¡Oh! cómo me fue más fácil conseguirle la salvación que reordenarle su interior en mi Supremo Querer, y si esto no lo hubiera hecho, la Redención no habría estado completa, ni hubiera sido obra digna de un Dios, ni habría ajustado ni ordenado todas las partidas del hombre, ni restituido aquella santidad perdida con haberse sustraído y roto las relaciones con la Divina Voluntad. El plano está ya hecho, pero para hacerlo conocer era necesario que primero el hombre conociera que con mi Vida y Pasión podía obtener el perdón y la salvación, para disponerlo a hacerle conocer cómo le había conseguido la cosa más grande y más importante, que es el resurgimiento de su querer en el mío, para restituirle su nobleza, las relaciones rotas con mi Voluntad, y con esto su estado de origen.
(3) Ahora hija mía, si mi eterna sabiduría dispuso que una Celestial y la más Santa de todas las criaturas preparara el germen de mi Santo Querer, en el cual Yo formé el plano del resurgimiento del hombre en mi Suprema Voluntad, ahora por medio de otra criatura, haciéndola entrar en las eternas moradas de mi Querer y vinculando su voluntad con la mía, uniéndola a todos mis actos le hago resurgir todo su interior en el Eterno Sol de mi Querer, y abro el campo de este plano a las generaciones, de manera que quien quiera pueda entrar en él para ponerse en relación con la Voluntad de su Creador, y si hasta ahora han gozado los bienes de la Redención, ahora pasarán a gozar los frutos del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra, aquella felicidad perdida, aquella dignidad y nobleza, aquella paz toda celestial que con hacer su voluntad el hombre había hecho desaparecer de la faz de la tierra. Gracia más grande no podría hacer, porque con ponerlo de nuevo en relación con mi Voluntad, le restituyo todos los bienes con los que lo doté al crearlo. Por eso sé atenta, porque se trata de abrir un gran campo de bienes a todos tus hermanos”.

+ + + +

16-15
Agosto 16, 1923

La razón por la que Jesús quiere que se haga su Voluntad, es para encontrar ocasión y medios de poder dar siempre.

(1) Estaba pensando entre mí: “¿Por qué el bendito Jesús tiene tanto interés, quiere y ama tanto que se haga su Voluntad? ¿Qué gloria puede recibir cuando una pobre y vil criatura cede su querer en su altísima, santísima y amabilísima Voluntad?” Mientras esto pensaba, mi amable Jesús con una ternura y dulzura indecibles me ha dicho:
(2) “Hija mía ¿quieres saberlo? Porque es tanto mi amor y mi suprema bondad, que cada vez que la criatura hace mi Voluntad y obra porque lo quiero Yo, le doy de lo mío, y para darle siempre de lo mío quiero que haga mi Voluntad; por lo tanto, toda la razón y el interés por lo cual quiero que haga mi Voluntad, es para encontrar ocasiones y medios para poder siempre dar; es mi amor que no quiere estar quieto, quiere siempre correr, volar hacia la criatura, pero, ¿para hacer qué? Para dar, y ella con hacer mi Voluntad se acerca a Mí y Yo a ella, y Yo doy y ella toma. En cambio si no obra para hacer mi Voluntad se pone a distancia de Mí, haciéndose como extraña a Mí y por tanto no puede tomar lo que Yo le quisiera dar; y si Yo le quisiera dar de lo mío, le sería nocivo e indigerible, porque su paladar tosco y contaminado por la voluntad humana no le dejaría gustar ni apreciar los dones divinos; por lo tanto, todo el interés es porque quiero dar siempre de lo mío. En cuanto a mi gloria, es la misma gloria mía la que recibo a través del obrar de la criatura que hace mi Voluntad, es una gloria que desciende del Cielo y sube de nuevo directamente a

los pies de mi Trono, multiplicada por la Voluntad Divina ejercitada por la criatura; en cambio la gloria que me pueden dar aquellos que no hacen mi Voluntad, si acaso hubiera alguna, sería una gloria extraña a Mí, que muchas veces llega a darme náusea. Mucho más, que con el obrar para hacer mi Voluntad y con darle Yo de lo mío, pongo juntas en esa obra mi Santidad, mi Potencia y Sabiduría, la belleza de mis obras, un valor incalculable e infinito, podría decir que son frutos de mis huertos, obras de mi celestial reino, gloria de mi familia y de mis hijos legítimos; por tanto, ¿cómo no podrán agradarme?
¿Cómo no sentir la fuerza raptora de mi Supremo Querer en aquella obra de la criatura que sólo obra para cumplir mi Voluntad? ¡Oh! si todos conocieran el bien de Ella no se dejarían engañar por la propia voluntad”.

+ + + +

16-16
Agosto 20, 1923

La santidad del vivir en el Divino Querer, a ejemplo de la Santísima Virgen, no tiene nada de prodigioso exteriormente.

(1) Estaba pensando entre mí: “El buen Jesús dice tantas cosas admirables de su Voluntad, cómo no hay cosa más grande, más alta, más santa que el alma que llama a vivir en su Querer. Si así fuera, quién sabe cuántas cosas admirables debería hacer, cuántas cosas estrepitosas, aun externamente; en cambio, nada que fascine, que impresione, más bien me siento la más abyecta e insignificante, que nada hago de bien, mientras que los santos, ¿cuántos bienes no han hecho, cosas estrepitosas, milagros? Sin embargo dice que el vivir en su Querer deja atrás a todos los santos”. Ahora, mientras estos y otros pensamientos pasaban por mi mente, mi Jesús se ha movido en mi interior y con su acostumbrada luz me decía:
(2) “Hija mía, la santidad cuando es individual, para un tiempo y para un lugar, tiene más de prodigioso en lo exterior para atraer a aquellos individuos, lugares y tiempos a recibir aquella gracia y bien que esa santidad contiene, en cambio la santidad del vivir en mi Querer no es santidad individual, asignada a hacer bien a aquellos lugares, a aquellos individuos y en aquellos tiempos, sino que es santidad que debe hacer bien a todos, en todos los tiempos y en todos los lugares, es una santidad que queda eclipsada en el Eterno Sol de mi Querer, que invadiendo a todos es luz sin palabra, es fuego sin leña, sin estrépito, sin humo, pero no por esto deja de ser la más majestuosa, la más bella, la más fecunda, su luz más pura, su calor más intenso, verdadera imagen del sol que ilumina nuestro horizonte, ilumina a todos, pero sin estrépito; es luz, pero no tiene palabra, no dice nada a nadie, el bien que hace es germen que fecunda la vida que da a todas las plantas, y con su calor purifica el aire contaminado y destruye lo que puede dañar a toda la humanidad, pero es tan callado que a pesar que lo tienen con ellos no le prestan atención, pero no por esto deja de ser majestuoso y bello, ni deja de seguir con el bien que hace a todos, y si llegara a faltar todos lo llorarían, viniendo a faltar el más grande milagro de la fecundidad y conservación de toda la naturaleza. Más que sol es la santidad del vivir en mi Querer; un alma recta y toda ordenada en mi Voluntad, es más que un ejército en batalla, su inteligencia está ordenada y vinculada con la inteligencia eterna; sus latidos, afectos, deseos, están ordenados con vínculos eternos, así que sus pensamientos, su voluntad y todo su interior son ejércitos de mensajeros que de ella parten, que llenan Cielo y tierra, son voces hablantes, son armas que defienden a todos, y por primero a su Dios; llevan el bien a todos, son la verdadera milicia celestial y divina que la Suprema Majestad tiene toda reordenada en Sí, siempre pronta a sus órdenes.
(3) Además está el ejemplo de mi Mamá, verdadera santidad del vivir en mi Querer, todo eclipsado su interior en el Eterno Sol de la Voluntad Suprema, y que debiendo ser la Reina de la santidad de los santos, Madre y portadora de mi Vida a todos, y por lo tanto de todos

los bienes, quedaba como escondida en todos, llevando el bien sin hacerse conocer; más que silencioso sol portaba la luz sin palabra, el fuego sin estrépito, el bien sin hacerse notar, no había bien que no partiera de Ella, no había milagro que de Ella no saliera; viviendo en mi Querer vivía escondida en todos, y era, y es origen de los bienes de todos. Estaba tan raptada en Dios, tan fijada y ordenada en la Divina Voluntad, que todo su interior nadaba en el mar del Eterno Querer, estaba al día de todo el interior de todas las criaturas y ponía el suyo para reordenarlas delante de Dios. Era propiamente el interior del hombre lo que tenía más necesidad de ser rehecho, reordenado, más que el exterior, y debiendo hacer lo más, parecía que dejaba de hacer lo menos, mientras que era origen del bien externo y del interno, sin embargo aparentemente parecía que no hacía obras grandes y estrepitosas. Ella, más que sol, pasaba inobservada y oculta en la nube de luz de la Divina Voluntad, tanto que los mismos santos han dado de ellos aparentemente más, haciendo cosas más estrepitosas que mi misma Mamá, no obstante, ¿qué cosa son los más grandes santos ante mi Celestial Mamá? Son apenas las pequeñas estrellas comparadas con el gran sol, y si quedan iluminadas, la causa es el sol. Pero a pesar de que no hacía cosas estrepitosas, no cesaba, aun visiblemente, de ser majestuosa y bella, rozando apenas la tierra, toda ocupada en aquél Querer Eterno que con tanto amor y violencia atraía, raptaba, para transportarlo del Cielo a la tierra y que la humana familia había tan brutalmente exiliado hasta el Empíreo. Y Ella, con su interior todo ordenado en el Divino Querer, no daba tiempo al tiempo, si pensaba, si latía, si respiraba, y todo lo que hacía, eran vínculos fascinantes para atraer el Verbo Eterno a la tierra, y en efecto venció e hizo el más grande milagro, que ningún otro puede hacer. Esta es tu tarea hija mía, fascinarme, vincularme tanto con tu interior todo reordenado en el Supremo Querer, para transportarlo del Cielo a la tierra, a fin de que sea conocido y tenga vida como en el Cielo así en la tierra. De todo lo demás no te des ni un pensamiento, quien debe hacer lo más no es necesario que haga lo menos; más bien así se da el campo a que los demás hagan lo menos para dar a todos el trabajo; Yo sé cuándo es necesario, el tiempo, el lugar, las personas, cuándo debo hacer conocer, aun con prodigios externos, mis obras más grandes. Tú sigue siempre el vuelo en mi Querer, llenando Cielo y tierra, para fascinarme tanto que no pueda resistir a hacer el más grande milagro: Que mi Querer reine en medio de las criaturas”.

+ + + +

16-17
Agosto 28, 1923

No basta poseer, sino se requiere cultivar y custodiar lo que se posee.

(1) Me sentía sumamente afligida por la privación de mi dulce Jesús, por cuanto lo llamaba y rogaba, no se dignaba regresar a su pequeña exiliada de acá abajo. ¡Ay, cómo es duro mi exilio! Mi pobre corazón agonizaba por la pena que sentía, porque Aquél que forma su vida estaba lejano de mí; pero mientras suspiraba su regreso, ha venido el confesor, y Jesús, precisamente entonces, después de tanto esperar se ha movido en mi interior, estrechándome fuerte el corazón se hacía ver y yo le he dicho:
(2) “Mi Jesús, ¿no podías haber venido antes? Ahora debo obedecer; si te parece bien vendrás cuando te reciba en el Santísimo Sacramento, entonces quedaremos solos otra vez y estaremos libres para poder estarnos juntos”.
(3) Y Jesús con un aspecto digno y descuidado me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿quieres tú que destruya el orden de mi Sabiduría y que quite esa potestad dada a mi Iglesia?”
(5) Y mientras esto decía me hacía participar en sus penas. Después le he dicho:

(6) “Pero dime amor mío, ¿por qué no vienes? Me has hecho esperar tanto, casi hasta hacerme perder la esperanza de tu regreso, y mi pobre corazón, por la pena, se debate entre la vida y la muerte”.
(7) Y Jesús todo bondad: “Hija mía, habiendo puesto en ti la propiedad de mi Querer, quiero que no sólo sea poseído por ti, sino que lo sepas conservar bien, cultivar, agrandar, de manera de multiplicarlo; así que las penas, las mortificaciones, la vigilancia, la paciencia, y hasta mi misma privación sirven para agrandar y custodiar los confines de mi Voluntad en tu alma. No basta el poseer, sino saber poseer; ¿de qué le sirve al hombre poseer una propiedad si no se toma el cuidado de sembrarla, cultivarla, custodiarla, para después recoger los frutos de sus fatigas? Si no trabaja su terreno, a pesar de que lo posee se puede decir que no tendrá con qué quitarse el hambre, así que no es el poseer lo que hace rico y feliz al hombre, sino el saber cultivar bien lo que posee. Así son mis gracias, mis dones, especialmente mi Voluntad que cual Reina he puesto en ti, quiere el alimento de ti, quiere el trabajo de tus penas, de tus actos, quiere que en cada cosa, tu voluntad toda sometida a la suya le dé los honores y el cortejo que como a Reina conviene, y Ella en cada cosa que hagas o sufras tendrá dispuesto el alimento con qué nutrir tu alma. Y así tú por una parte y mi Voluntad por la otra, alargaréis los confines de mi Suprema Voluntad en ti”.

+ + + +

16-18
Septiembre 2, 1923

Privación de Jesús y otras penas. Amenazas de guerras.

(1) Me sentía muy amargada por la privación de mi adorable Jesús, mucho más que haciéndose ver como relámpago me hacía salir fuera de mí misma, y mientras Él rápidamente huía me veía obligada a ver cosas trágicas y funestas, ruidos de guerras, como si quisieran comprometer a Italia; jefes de gobierno que acercándose a otros jefes ofrecían sumas de dinero para hacerlos caer en los lazos de la guerra. Desde el mes de enero de este año, estando un día muy sufriente, Jesús me había dicho que me hacía sufrir para dar luz a las naciones, porque queriendo hacer la guerra querían arrastrar a otras, ofreciendo grandes sumas para atraerlas a ellas; ahora me parece que agregan otros esfuerzos para obtener su intento. ¡Qué dolor, salir fuera de mí misma, ver gentes que sufren, ver armar otro campo de guerra y no tener a mi Jesús junto conmigo para decirle una palabra, para arrancarle aun a costa de penas, misericordia para la desventurada humanidad! Y así he pasado bastantes días en este estado, mi corazón no podía ya más, no sólo sentía la pena de estar casi privada de mi Jesús, sino también otra pena, tan dura que yo misma no la sé manifestar. Por eso, en cuanto se ha hecho ver que estrechándose a mi corazón buscaba reposo y refugio, pues no podía más, yo lo he estrechado y le he dicho:
(2) “Vida mía, Jesús, dime, ¿en qué te he ofendido que no vienes? ¿Qué es esta otra pena además de la de tu privación que me lacera y me divide de Ti?
(3) Y Jesús todo afligido me ha dicho: “Hija mía, ¿acaso has puesto en alguna cosa la voluntad de ofenderme, pues temes que me haya sustraído de ti?”
(4) Y yo: “No mi Jesús, quiero morir antes que desagradarte”.
(5) Y Jesús: “Pues bien, una hija que ha estado siempre con su padre debe ser atenta en conocer los secretos, los modos, las causas de cómo trata con ella. ¿Tanto tiempo hace que estoy contigo y no comprendes aún las causas que me obligan a sustraerme? Pero si tú las has comprendido también por los graves males que has visto cuando como relámpago he venido a ti, y sacándote fuera de ti misma te dejaba sola a recorrer la tierra,
¿cuántas cosas trágicas no has visto? Y además de esto, los grandes preparativos de guerra que están haciendo las naciones; el año pasado Francia, con moverse contra

Alemania sonó la primera campanada; Italia, con moverse contra Grecia, ha sonado la segunda campanada de guerra, luego vendrá otra nación que sonará la tercera para llamarlas al combate. ¡Qué perfidia, qué obstinación! Por eso mi Justicia, no pudiendo soportar más tanta obstinación, me obliga a sustraerme de ti para quedar libre en su curso; y la pena que tú sientes en tu corazón, además de la de mi privación, no es otra cosa que la pena de la humanidad dividida de Mí; cierto que es una pena horrible, tanto que mi corazón se estremeció y agonizó, y ahora, por los vínculos que tienes Conmigo quedas vinculada con toda la familia humana, y estás obligada a sentir tú esta pena, que las generaciones humanas con sus horrendos pecados se dividen de Mí. Ánimo, no te abatas, haz que deje libre el curso a la Justicia, y después estaré de nuevo contigo, y rezaremos y lloraremos juntos por la suerte del hombre, a fin de que no vaya más errante sobre la tierra, sino que regrese a su Dios”.

+ + + +

16-19
Septiembre 6, 1923

Cuando cesa el amor comienza la culpa.

(1) Me sentía petrificada por el dolor de la privación de mi dulce Jesús, me parece que también sus breves visitas como relámpagos, su sombra, van disminuyendo, único sostén mío en su privación, que como pequeñas gotas de rocío sostienen a la pobre plantita de mi alma, que quemada, seca por su privación le dan un hilo de vida para no hacerla morir; pero estaba toda resignada a su Voluntad, y buscaba por cuanto estaba en mí seguir mis actos interiores como cuando junto con Jesús emprendía el vuelo en su Santísimo Querer, pero ¡oh! cuán diversos los hacía, los hacía mal, no encontrando a todos para dar por todos a mi Dios. Entonces estaba diciendo en mi interior:
(2) “Mi Jesús, en tu Querer uno mis pensamientos a los tuyos, y como tus pensamientos circulan en cada inteligencia creada, quiero que cada pensamiento tome de los tuyos el amor de tu inteligencia, para poder poner en el vuelo del amor cada pensamiento de criatura; este vuelo llegue arriba, en el Cielo, ante la Majestad Suprema, y fundiéndose con el Amor Eterno atraiga a la tierra, sobre todas las criaturas, el amor de la Santísima Trinidad”.
(3) Ahora, mientras esto y otras cosas hacía, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior y suspirando me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú no puedes estar sin Mí, y mucho menos puedo Yo estar sin ti; todo lo que tú sientes en tu corazón, soy Yo; tus ansias, tus suspiros, el martirio que sufres porque estás privada de Mí, soy Yo, son mis latidos que se repercuten en ti, que te llevan mis penas, que me ocultan de ti, por esto, no pudiendo más, el amor, superando a la justicia me obliga a mostrarme”.
(5) Y mientras esto decía se ha hecho ver. Dios mío, ¿quién puede decir cómo me he sentido renacer? Después ha agregado:
(6) “Hija mía, tú me has dado la habitación en ti en la tierra, y Yo te tengo en el Cielo, en mi corazón, así que mientras estás en la tierra, estás Conmigo en el Cielo. La Divinidad se deleita con la pequeña hija del Supremo Querer teniéndola con Ellos en el Cielo, y como tenemos a nuestra pequeña hija en el Cielo y en la tierra, no nos conviene destruir la tierra como la justicia quisiera hacer, mereciéndolo las criaturas, a lo más desaparecerán muchas ciudades, la tierra abrirá vorágines en diferentes puntos haciendo desaparecer lugares y personas, las guerras la diezmarán, pero por consideración de nuestra pequeña hija no la destruiremos, habiendo dado a ella la tarea de hacer vivir nuestra Voluntad sobre la tierra. Por eso ten valor, no te abatas demasiado en mi ausencia; debes saber que no podré durar mucho sin hacerme ver, Yo mismo no lo puedo, y tú no ceses jamás, jamás de amarme, no sólo por ti sino también por todos nuestros queridos hermanos. En efecto, ¿quieres tú

saber por qué Adán pecó? Porque olvidó que Yo lo amaba y olvidó amarme, fue éste el primer germen de su culpa, si hubiese pensado que Yo lo amaba mucho y que él estaba obligado a amarme, jamás se habría decidido a desobedecerme, así que primero cesó el amor, después comenzó el pecado; y en cuanto cesó de amar a su Dios, cesó el verdadero amor a sí mismo; sus miembros y sus potencias se rebelaron a él mismo; perdió el dominio, el orden y se volvió temeroso, no sólo esto, sino cesó el verdadero amor hacia las demás criaturas, mientras que Yo lo había creado con el mismo amor que reinaba entre las Divinas Personas, en el cual uno debía ser la imagen del otro, la felicidad, la alegría, la vida del otro, por eso, viniendo a la tierra, la cosa a la cual le di más importancia fue que se amasen el uno al otro como eran amados por Mí, para darles mi primer amor, para hacer aletear sobre la tierra el amor de la Santísima Trinidad. Por eso en todas tus penas y privaciones no olvides jamás que Yo te amo mucho, para no olvidarte jamás de amarme, y como hija de nuestro Querer tienes la tarea de amarme por todos, así estarás en el orden y no tendrás temor de nada”.

+ + + +

16-20
Septiembre 9, 1923

La Divina Voluntad es infierno para el demonio, y él la conoce sólo para odiarla.

(1) Me sentía con un cierto temor todavía, ¿quién sabe si no fuera mi adorable Jesús quien se dignara hablarme, manifestándome tantas sublimes verdades, especialmente sobre la Voluntad Divina, sino el enemigo para arrastrarme al engaño, y mientras parece que con tantas verdades me eleva en alto, luego me precipitará en el abismo. Y decía entre mí: “Jesús mío, líbrame de las manos del enemigo, yo no quiero saber nada, lo único que me interesa es salvar mi alma”. Entonces el bendito Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes? ¿No sabes tú que lo que menos sabe de Mí la serpiente infernal es de mi Voluntad? Porque no quiso hacerla, y no haciéndola ni la conoció ni la amó, mucho menos penetró en los secretos de mi inescrutable Querer para conocer sus efectos, el valor de mi Voluntad, y si no los conoce, ¿cómo puede hablar de Ella? Más bien la cosa que más aborrece es que el alma haga mi Voluntad; a él no le importa si el alma reza, si se confiesa, si comulga, si hace penitencia, si hace milagros, sino la cosa que más lo daña es que el alma haga mi Voluntad, porque en cuanto se rebeló a mi Voluntad fue creado en él el infierno, su estado infeliz, la rabia que lo corroe, así que mi Voluntad es infierno para él, y cada vez que ve al alma sujeta a mi Querer, conocer los méritos, el valor, la santidad de Ella, se siente duplicar el infierno, porque ve en el alma crear el paraíso, la felicidad, la paz por él perdidas; y por cuanto más mi Querer es conocido, tanto más queda atormentado y furibundo. Por tanto, ¿cómo te podría hablar de mi Querer si forma su infierno? Y si te hablase, sus palabras formarían en ti el infierno, porque él conoce mi Voluntad sólo para odiarla, no para amarla, y lo que se odia no lleva nunca la felicidad, la paz, y además, su palabra está vacía de gracia, por lo tanto no puede conferir la gracia de hacer mi Voluntad”.

+ + + +

16-21
Septiembre 14, 1923

Todas las criaturas giran alrededor de Dios, así como la tierra gira alrededor del sol.


(1) Estaba pensando cómo todas las cosas giran alrededor del sol, la tierra, nosotros, todas las criaturas, el mar, las plantas, todos, en suma, todos giramos alrededor del sol, y porque giramos alrededor del sol quedamos iluminados, recibimos su calor, así que él refleja sus ardientes rayos sobre todos, y nosotros, la Creación toda con girarle alrededor gozamos de su luz y recibimos parte de los efectos y bienes que contiene el sol. Ahora,
¿cuántos seres giran alrededor del Sol Divino? Todos: todos los ángeles, los santos, los hombres, todas las cosas creadas, la misma Mamá Reina, ¿no tiene acaso el primer giro, que rápidamente girando alrededor de Él absorbe todos los reflejos del Sol Eterno? Ahora, mientras esto pensaba, mi Divino Jesús se ha movido en mi interior, y estrechándome toda a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, fue precisamente ésta la finalidad para la cual creé al hombre, para que me girara siempre alrededor, y Yo, como Sol, estando en el centro de su giro debía hacer reflejar en él mi luz, mi amor, mi semejanza y toda mi felicidad; a cada giro suyo debía darle siempre nuevos contentos, nueva belleza y flechas más ardientes.
(3) Antes que el hombre pecase mi Divinidad no estaba oculta al hombre, porque con girarme en torno, él era mi reflejo, por tanto era la pequeña luz, era entonces como connatural que siendo Yo el gran Sol, la pequeña luz pudiera recibir los reflejos de la mía; en cuanto pecó se detuvo de girarme en torno, su pequeña luz se oscureció, se volvió ciego y perdió la luz para poder ver en carne mortal mi Divinidad, por cuanto la criatura es capaz, tanto, que al venir a redimir al hombre tomé carne mortal para hacerme ver, no sólo porque junto con la carne el hombre había pecado, y Yo junto con la carne debía expiar, sino porque le faltaban los ojos para poder ver mi Divinidad, tan es cierto, que mi Divinidad que habitaba en mi Humanidad, como relámpagos y a gotas pudo hacer apenas salir algún rayo de luz de mi Divinidad. Mira entonces qué gran mal es el pecado, es perder el hombre su giro en torno a su Creador, es anular la finalidad de su creación, es cambiarse de luz en tinieblas, de bello en horrible, es un mal tan grande, que con toda mi Redención no pude restituirle los ojos para poder ver en carne mortal a mi Divinidad, sino sólo cuando esta carne del hombre, deshecha, pulverizada por la muerte, resucite de nuevo en el día del juicio. ¿Qué sucedería si la Creación toda pudiera faltar a su giro en torno al sol? Todas las cosas se trastornarían, perderían la luz, la armonía, la belleza, una cosa chocaría con la otra, y a pesar de que hubiera sol, no girando alrededor de él, el sol estaría para toda la creación como muerto. Ahora, el hombre con el pecado original perdió su giro alrededor de su Creador y por eso perdió el orden, el dominio de sí mismo, la luz, y cada vez que peca, no sólo no gira en torno a su Dios, sino que ni siquiera en torno a los bienes de la Redención, que como nuevo sol vino a traerle el perdón y la salvación. ¿Pero sabes tú quién no se detiene jamás en su giro? El alma que hace y vive en mi Voluntad, ella corre siempre, no se detiene jamás y recibe todos los reflejos de mi Humanidad, y también los rayos de luz de mi Divinidad”.

+ + + +

16-22
Septiembre 21, 1923

Pruebas del alma. Justicia que hace en ella Nuestro Señor. El cerco de la Divina Voluntad y cómo es necesario mirar hacia dentro de este cerco.

(1) Me sentía muy amargada por la privación de mi dulce Jesús; me parecía que todo había terminado, casi sin más esperanza de que volviera a su pequeña y pobre exiliada. El corazón me lo sentía romper por el dolor, pensando que no podría ver más a Aquél que habiendo vivido junto conmigo formaba mi misma vida, y ahora mi vida desaparecida y dividida en mí. Jesús mío, cómo es que tan brutalmente me matas, sin Ti siento las penas

del infierno, que mientras muero estoy obligada a vivir. Ahora, mientras me encontraba en este estado tan doloroso, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y sacando un brazo me ha abrazado para darme la vida y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Querer ha querido hacer justicia de ti; esto era necesario para probar tu fidelidad, porque en todas mis obras concurren todos mis atributos, y cuando las generaciones vean todo lo que he hecho en ti, sorprendidas dirán: ¿Cómo no debía hacer todo esto si tanto le diste? Mi justicia hará ver las pruebas que te ha hecho sufrir, y les dirá a ellos: ‘La hice pasar a través del fuego de mi justicia y la encontré fiel, por eso mi amor ha continuado su curso”. Es más, has de saber que el primero en hacer justicia de ti fue mi amor, ¿cuántas pruebas no te ha hecho sufrir para estar seguro de tu amor? La segunda fue la cruz, que hizo severa justicia de ti, tanto, que mi Querer atraído por mi amor y por mi cruz quiso descender en ti y hacerte vivir en Él, pero también mi Querer no ha querido ser menos que mi amor y que mi cruz, y para estar seguro, celoso se ha sustraído, haciéndote justicia para ver si continuabas tus vuelos en mi Querer sin Mí”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “¡Ah! ¿cómo podía yo seguir esos vuelos sin Ti? Me faltaba la luz, y si empezaba no terminaba, porque no estaba conmigo Aquél que haciéndome todo presente me hacía obrar por todos, haciéndome vincular todas las relaciones entre el Creador y la Creación toda, mi mente nadaba en el vacío sin encontrar a ninguno; ¿cómo podía hacerlos?”
(4) Y Jesús: “Tu empezar era hacer, y el dolor de no poder terminar era cumplir. Por eso, ánimo y fidelidad se necesitan; con un poco de prueba se está siempre más cierto y seguro, y además, si no fue exentada ni siquiera mi Reina Mamá de estas pruebas,
¿querrías tú ser exentada?”
(5) Después de algún tiempo ha regresado de nuevo, y se hacía ver dentro de mí en medio de un círculo, sobre el cual invitaba a las almas a subir, para hacerlas caminar sobre ese círculo. Yo subía para no bajar nunca más, y mi amable Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, este círculo es mi Voluntad Eterna, que abraza la gran rueda de la eternidad; todo lo que está dentro de este círculo no es otra cosa que todo lo que hizo mi Humanidad en la Divina Voluntad, para impetrar que mi Querer se cumpliera como en el Cielo así en la tierra, todo está preparado y hecho, no queda más que abrir las puertas y hacerlo conocer para hacer al hombre tomar la posesión. De Mí fue dicho cuando vine a la tierra a redimir al hombre, que habría sido la salvación y la ruina de muchos; así se dirá también ahora, que ésta mi Voluntad será o de gran santidad, porque mi Voluntad es de absoluta santidad, o de ruina para muchos. Mira, en aquel círculo, mientras se gira es necesario ver hacia adentro, jamás hacia afuera, porque dentro está la luz, el conocimiento, mi fuerza y mis actos como ayuda, aliento y vida, para poder tomar la Vida de mi Voluntad; afuera no hay nada de esto, encontrarán las tinieblas y se precipitarán en el abismo, por eso sé atenta, mantén siempre fija la mirada en mi Querer y te encontrarás con la plenitud de la gracia de vivir en mi Voluntad”.

+ + + +

16-23
Octubre 4, 1923

Para que la Divina Voluntad se vuelva vida del alma, ésta debe hacer desaparecer la propia voluntad, y su querer no debe existir más.

(1) Me sentía destruir por la pena de su privación, con el triste pensamiento de que Jesús no habría venido más. ¡Oh! cómo es doloroso el pensar que no debía ver más a Aquél que forma toda mi vida, mi felicidad, todo mi bien. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿cómo puedo dejarte si en tu alma está aprisionada mi Voluntad, y dando vida a todos tus actos desarrolla su Vida como en su propio centro? Así que en un punto

de la tierra está ya mi Vida. ¡Ah! si no estuviera esta Vida mía sobre la tierra, mi justicia se desahogaría con tal furor de aniquilarla”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “Mi Jesús, tu Voluntad está por todas partes, no hay punto en donde no se encuentre, ¿y Tú dices que está aprisionada en mí?”
(4) Y Jesús: “Ciertamente que está en todas partes con su inmensidad, con su omnividencia y con su potencia, y cual Reina todo a Sí somete, no dejando escapar a nadie de su imperio, pero como Vida, en la cual la criatura forme la suya, para desarrollar la suya en la Vida de mi Voluntad y formar una Vida de la Divina Voluntad sobre la tierra, no existe. Para muchos mi Voluntad, no haciéndola, es como si no existiera, sucede como si alguien tuviera agua en su propia estancia y no la bebe, el fuego y no se acercara a calentarse, el pan y no lo come, con todo y que tenga consigo estos elementos que pueden dar vida al hombre, no tomándolos puede morir de sed, de frío y de hambre; otros los toman muy raras veces y son débiles y enfermos, otros todos los días, y éstos son sanos y robustos, así que todo está, cuando se posee un bien, en si la voluntad humana lo quiere tomar y el modo como lo quiere tomar, y según lo va usando así va recibiendo los efectos. Así es de mi Voluntad, para hacerse vida del alma ella debe hacer desaparecer la propia voluntad en la mía, su querer no debe existir más, mi Voluntad debe entrar en todos sus actos como acto primero, la cuál se dará al alma, ahora como agua para quitarle la sed con sus aguas divinas y celestiales; ahora como fuego, no solo para calentarla sino para destruir en ella todo lo que es humano, y reedificar en ella la Vida de mi Voluntad; y ahora como alimento para alimentarla y hacerla fuerte y robusta. ¡Oh! cómo es difícil encontrar una criatura que ceda todos sus derechos para dar sólo a mi Querer el derecho de reinar; casi todos quieren reservarse alguna cosa del propio querer, y por eso mi Voluntad, no reinando completamente en ellas, no puede formar su Vida en todas las criaturas”.

+ + + +

16-24
Octubre 16, 1923

Para que la Divina Voluntad descienda a la tierra, es necesario que la voluntad humana suba al Cielo, y para subir al Cielo es necesario vaciarla de todo lo que es humano.

(1) El dolor de la privación de mi Jesús se concentra más en mi pobre corazón. ¡Qué largas noches sin Él, sin Jesús me parecen noches eternas, sin estrellas y sin sol, sólo me queda su amable Querer donde me abandono y encuentro mi reposo en las densas tinieblas que me circundan. ¡Ah Jesús, Jesús, ven a mi desgarrado corazón, pues no puedo más sin Ti! Entonces, mientras nadaba en el mar inmenso del dolor de su privación, mi Jesús se ha movido dentro de mi interior, y tomándome las manos en las suyas se las ha estrechado fuerte a su corazón y me ha dicho:
(2) “Hija mía, para descender mi Voluntad a la tierra, es necesario que tu voluntad suba al Cielo, y para subir al Cielo y vivir en la patria celestial es necesario vaciarla de todo lo que es humano, de todo lo que no es santo, puro y recto. Nada entra en el Cielo a hacer vida común con Nosotros, si no es todo divinizado y transformado todo en Nosotros; ni mi Voluntad Divina puede descender a la tierra y desarrollar su Vida como en su propio centro, si no encuentra la voluntad humana vacía de todo, para llenarla de todos los bienes que mi Querer contiene. Ella no será otra cosa que un velo sutilísimo que me servirá para cubrirme y habitar dentro, casi como hostia consagrada, en la cual Yo formo mi Vida, hago todo el bien que quiero, rezo, sufro, gozo, y la hostia no se opone, me deja libre, su oficio es prestarse a tenerme escondido y en mudo silencio adherirse a conservar mi Vida Sacramental.
(3) Éste es el punto donde estamos, tu querer a entrar al Cielo, y el mío a descender a la tierra; por eso el tuyo no debe tener más vida, no debe tener razón de existir. Esto sucedió

a mi Humanidad, que mientras tenía una voluntad humana, ésta estaba toda atenta a dar vida a la Voluntad Divina, jamás se arbitró por sí sola, ni siquiera respirar por sí sola, sino que aun el respiro lo daba y lo tomaba en la Voluntad Divina, y por eso el Querer Eterno reinó en mi Humanidad como en el Cielo así en la tierra, en Ella hizo su Vida terrestre, y mi voluntad humana, sacrificada toda a la Divina, impetró que a tiempo oportuno descendiera a la tierra para vivir en medio de las criaturas como vive en el Cielo. ¿No quieres tú dar el primer puesto en la tierra a mi Voluntad?”
(4) Ahora, mientras esto decía, me parecía encontrarme en el Cielo, y como desde un punto solo veía a todas las generaciones, y yo, postrándome ante la Majestad Suprema tomaba su mutuo amor, su adoración perfecta, la santidad siempre una de su Voluntad, y las ofrecía a nombre de todos como correspondencia del amor, de la adoración y de la sumisión y unión que cada criatura debería tener con su Creador. Quería unir Cielo y tierra, Creador y criatura, a fin de que se abrazaran y se dieran el beso de la unión de sus voluntades. Entonces mi Jesús ha agregado:
(5) “Esta es tu tarea, el vivir en medio de Nosotros y hacer tuyo todo lo que es nuestro y darlo a Nosotros por todos tus hermanos; entonces Nosotros, atraídos por lo que es nuestro, podemos quedar vinculados con las generaciones humanas y darles de nuevo el beso supremo de la unión de su voluntad con la nuestra, beso que le dimos en la Creación”.

+ + + +

16-25
Octubre 20, 1923

El alma es el campo donde Jesús trabaja, siembra y cosecha.

(1) Me sentía toda aniquilada en mí misma, sus privaciones me arrojan en la más profunda humillación; sin Jesús, el interior de mi alma me lo siento devastado, todo el bien me parece que declina y muere. ¡Mi Jesús, Jesús mío, cómo es dura tu privación! ¡Oh! cómo me sangra el corazón al ver en mí todo morir, porque Aquél que es vida y que sólo Él puede dar vida, no está conmigo. Entonces, mientras me encontraba en este estado, mi dulcísimo Jesús ha salido de dentro de mi interior, y apoyando su mano sobre mi corazón, y estrechándolo fuerte me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué te afliges tanto? Abandónate en Mí y déjame hacer, y cuando te parezca que todo declina y muere, tu Jesús hará resurgir todo, pero más bello y más fecundo. Tú debes saber que el alma es mi campo donde Yo trabajo, siembro y cosecho, pero mi campo predilecto es el alma que vive en mi Voluntad, en este campo mi trabajo es deleitable, no me ensucio al sembrar, porque mi Voluntad la ha convertido en campo de luz, su terreno es virgen, puro y celestial, y Yo me divierto mucho al sembrar en él pequeñas luces, casi como un rocío que forma el Sol de mi Voluntad. ¡Oh! cómo es bello ver este campo del alma todo cubierto de tantas gotas de luz, que poco a poco conforme crezcan se formarán tantos soles, la vista es encantadora, todo el Cielo es raptado por su vista y están todos atentos a ver al Celestial Agricultor que con tanta maestría cultiva este campo y que posee una semilla tan noble de convertirla en sol. Ahora hija mía, este campo es mío y hago de él lo que quiero, y cuando estos soles se han formado Yo los cosecho y los llevo al Cielo como la más bella conquista de mi Voluntad, y vuelvo de nuevo al trabajo de mi campo y revuelvo todo, por tanto pongo todo en desorden, y la pequeña hija de mi Querer sienteque todo termina, que todo muere. Los soles tan fulgurantes de luz los ve sustituir por las pequeñas chispas de luz que voy sembrando y cree que todo perece;
¡cómo te engañas!, es la nueva cosecha que se debe preparar, y como quiero hacerla más bella que la primera y agrandarla más para poder duplicar mi cosecha, el trabajo a primera vista parece más cansado y el alma sufre de más, pero esas penas son como las paleadas al terreno, que hacen profundizar más la semilla para hacerla germinar más segura, más

fecunda y bella. ¿No ves tú un campo cuando se ha cosechado cómo queda escuálido y pobre? Pero deja que se siembre de nuevo y lo verás más floreciente que antes, por eso déjame hacer, y tú con vivir en mi Querer estarás junto Conmigo en el trabajo, sembraremos juntos las pequeñas chispas de luz, haremos competencia para ver quién siembra más y así nos divertiremos al sembrar, o en el descansar, pero siempre juntos. Lo sé, lo sé, sé cuál es tu más fuerte temor, el que Yo te deje; no, no, no te dejo, quien vive en mi Querer es inseparable de Mí”.
(3) Y yo: “Jesús mío, Tú antes me decías que cuando no venías era porque querías castigar a las gentes, y ahora no es por esto por lo que no vienes, sino por otra cosa”.
(4) Y Jesús como suspirando: “Vendrán, vendrán los castigos, ¡ah, si supieras!”
(5) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

16-26
Octubre 30, 1923

Quien vive en el Divino Querer crece alimentado por las llamas de Jesús. La luz de la Divina Voluntad filtra todo.

(1) Vivo siempre amargada y con el corazón petrificado por el dolor de la privación de mi dulce Jesús, me siento sin vida porque Aquél que es verdadera vida no está conmigo. ¡Oh! cómo frecuentemente repito: “Dime, oh mi único y sumo Bien, ¿hacia dónde dirigiste tus pasos? Y así yo, siguiéndolos, pueda encontrarte. ¡Ah! de lejos te beso aquellas manos que con tanto amor me abrazaban y me estrechaban a tu corazón; adoro y beso aquel rostro que con tanta gracia y belleza se hacía ver, y que ahora se oculta y está lejano de mí, dime, ¿dónde estás? ¿Qué camino debo tomar para ir a encontrarte? ¿Dime qué debo hacer? ¿En qué te he ofendido que huyes lejos de mí? Me decías que jamás me dejarías,
¿y ahora me dejas? ¡Ah! Jesús, Jesús, vuelve a quien no puede vivir sin Ti, a la pequeña hija tuya, a la pobre exiliada”. ¿Pero quién puede decir todos los lamentos y desatinos que decía? Mientras me encontraba en esto, he sentido perder los sentidos y veía una paloma, toda fuego, que temblaba, y una persona junto que con su aliento ardiente daba a la paloma sus llamas para alimentarla, e impedía que pudiera tomar otro alimento, teniéndola estrechada y tan cerca de su boca que no podía hacer más que respirar y absorber las llamas que de aquélla salían, y la pobre paloma sufría y se convertía en aquellas llamas por las que era alimentada. Yo he quedado asombrada al ver esto, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes que te deje? Debería dejarme a Mí mismo para dejarte a ti, y eso no lo puedo hacer; por cuanta potencia tenga, no tengo el poder de separarme de Mí mismo. Así es para quien hace mi Voluntad, haciéndose inseparable de Mí me falta el poder de separarme de ella; y no sólo esto, sino que la voy alimentando con mis mismas llamas, ¿no has visto aquella paloma toda fuego? Era la imagen de tu alma, y aquél que la alimentaba con su aliento de fuego era Yo, que tanto me deleito en nutrir a quien vive de mi Querer sólo de las llamas que hace salir mi corazón por medio de mi aliento. ¿No sabes que quien vive en mi Voluntad debe ser filtrado en la luz purísima de Ella? Y ser filtrado es más que ser puesto bajo una prensa, porque la prensa, si bien hace todo pedazos, pero deja todo junto, cáscaras y pulpa, las cuales, precipitándose abajo hacen quedar siempre algo de turbio. En cambio, cuando una cosa es filtrada, en especial si es filtrada por la fina luz de mi Voluntad, no hay peligro de que haga depósito de alguna cosa turbia, sino que todo es claro, semejante a la claridad de la luz en la cual ha sido filtrada, y esto es un gran honor para el alma que vive en mi Querer, que todo lo que hace, si piensa, si habla, si ama, etc., mi Voluntad toma el trabajo de filtrarlo en su purísima luz, y esto es necesario, a fin de que en todo lo que haga no haya ninguna distinción con lo que Nosotros hacemos, sino que todas las cosas se deben dar entre ellas la mano y la semejanza”.

(3) Ahora, mientras esto decía, me he encontrado fuera de mí misma, dentro de un jardín, y yo, cansada, me he sentado bajo un árbol para descansar, pero los rayos del sol me dardeaban de tal manera que me sentía quemar, y quería irme bajo otro árbol más tupido, que hiciera más sombra, a fin de que el sol no me quemara, pero una voz (me parece que era mi querido Jesús) me lo ha impedido diciéndome:
(4) “Quien vive en mi Voluntad debe estar expuesto a los rayos de un sol ardiente y eterno para vivir de luz, para no ver otra cosa que luz, para no tocar sino luz, y esto lleva a la deificación del alma; entonces se puede decir que el alma vive en mi Voluntad, cuando queda toda deificada en Dios. Más bien, sal de debajo de ese árbol y pasea en este edén celestial de mi Querer, a fin de que el sol, invadiéndote toda te convierta en luz y te dé la última pincelada de la deificación en Dios”.
(5) Yo me he puesto a pasear, pero mientras esto hacía la obediencia me ha llamado en mí misma.

+ + + +

16-27
Noviembre 5, 1923

Los actos hechos en el Divino Querer forman los accidentes que aprisionan a Jesús en el alma, y forman en ella su Vida real.

(1) Me sentía oprimida por la privación de mi dulce Jesús, con la añadidura de que el confesor, como no había yo tenido la confianza de abrirme con él y porque soy mala, me había negado la absolución. Después, habiendo recibido la Santa Comunión, me abandonaba en brazos de mi dulcísimo Jesús y le decía:
(2) “Amor mío, ayúdame, no me abandones, Tú sabes en qué estado me encuentro por tu privación, no obstante por parte de las criaturas, en vez de ayuda agregan penas a penas, así que sin Ti no tengo a nadie, o Contigo o sola a llorar mi dura suerte de haberte perdido. Esto debería incitarte mayormente a no dejarme sola, al menos para hacer compañía a una pobre abandonada que vive muriendo en su duro exilio, por eso Tú que eres el Sumo entre los sacerdotes, dame Tú la absolución, dime que me perdonas las culpas que hay en mi alma, hazme oír tu voz dulcísima que me da vida y perdón”. Mientras desahogaba mi dolor con Jesús, se ha hecho ver en mi interior, y los velos sacramentales formaban como un espejo en el cual Jesús estaba dentro, vivo y verdadero; y mi dulce Jesús me ha dicho:
(3) “Hija mía, este espejo son los accidentes del pan que me tienen aprisionado en ellos. Yo formo mi Vida en la hostia, pero ella nada me da, ni un afecto, ni un latido, ni el más pequeño ‘te amo’, ella está como muerta para Mí, permanezco solo, sin la sombra de alguna correspondencia, y por eso mi amor está casi impaciente por salir, por romper este espejo y bajar a los corazones, para encontrar en ellos la correspondencia que la hostia ni sabe ni puede darme. ¿Pero sabes tú dónde encuentro mi verdadera correspondencia? En el alma que vive en mi Voluntad, Yo en cuanto desciendo en su corazón, pronto consumo los accidentes de la hostia, porque sé que accidentes más nobles y a Mí más queridos están listos para aprisionarme, para no hacerme salir de aquel corazón que me dará no sólo vida en él, sino vida por vida; no estaré solo, sino que estaré con mi más fiel compañía, seremos dos corazones palpitando juntos, amaremos unidos, nuestros deseos serán uno solo, así que Yo permanezco en ella y en ella hago vida, vivo y verdadero, como la hago en el Santísimo Sacramento. ¿Pero sabes tú cuáles son estos accidentes que encuentro en el alma que hace mi Voluntad? Son sus actos hechos en mi Querer, que más que accidentes se extienden en torno a Mí y me aprisionan, pero dentro de una prisión noble, divina, no oscura, porque sus actos hechos en mi Querer, más que sol la iluminan y la calientan. ¡Oh! cómo me siento feliz de hacer Vida real en ella, porque me siento como

si me encontrara en mi morada celestial. Mírame en tu corazón, cómo estoy contento, cómo me deleito y pruebo las alegrías más puras”.
(4) Y yo: “Mi amado Jesús, ¿no es una cosa nueva y singular lo que Tú dices, que en quien vive en tu Voluntad Tú haces Vida real en él? ¿No es más bien esa Vida mística que Tú haces en los corazones que poseen tu gracia?”
(5) Y Jesús: “No, no, no es Vida mística como para aquellos que poseen mi Gracia pero no viven con sus actos fundidos en mi Querer, y por eso no tienen materia suficiente para formarme los accidentes para aprisionarme; sería como si faltara la hostia al sacerdote y quisiera pronunciar las palabras de la consagración, las podría decir, pero las diría en el vacío y ciertamente mi Vida Sacramental no tendría existencia. Así me encuentro en los corazones, que mientras pueden poseer mi Gracia, pero no viven del todo en mi Querer, estoy en ellos por Gracia, pero no realmente”.
(6) Y yo: “Amor mío, ¿pero cómo puede ser que Tú puedas vivir realmente en el alma que vive en tu Querer?”
(7) Y Jesús: “Hija mía, ¿no vivo acaso en la hostia sacramental vivo y verdadero, en alma, cuerpo, sangre y Divinidad? ¿Y por qué vivo en la hostia en alma, cuerpo, sangre y Divinidad? Porque no hay una voluntad que se oponga a la mía; si Yo encontrara en la hostia una voluntad que se opusiera a la mía, Yo no haría en ella ni Vida real, ni perenne, y es también ésta la causa por la cual los accidentes Sacramentales se consumen cuando me reciben, porque no encuentro una voluntad humana unida Conmigo, de manera que quieran perder la suya para hacer adquisición de la mía, sino que encuentro una voluntad que quiere obrar, que quiere hacer por sí misma, y Yo hago mi breve visita y parto. En cambio para quien vive en mi Voluntad, mi Querer y el suyo son uno solo; y si lo hago en la hostia, mucho más lo puedo hacer en él, mucho más, pues encuentro un latido, un afecto, mi correspondencia y mi utilidad, lo que no encuentro en la hostia. Al alma que vive en mi Voluntad le es necesaria mi Vida real en ella, de otra manera, ¿cómo podría vivir de mi Querer? ¡Ah! tú no quieres entenderlo, que la santidad del vivir en mi Querer es una santidad del todo diferente de las otras santidades, y quitadas las cruces, las mortificaciones y los actos necesarios de la vida, que hechos en mi Voluntad la embellecen de más, no es otra cosa que la vida de los bienaventurados del Cielo, que como viven en mi Querer, en virtud de Él cada uno me tiene en ellos como si fuera para uno solo, vivo y verdadero, no místicamente, sino realmente habitante en ellos; y así como no se podría decir vida de Cielo si no me tuvieran en ellos como vida propia, y si faltara aun una pequeña partecita de mi Vida en ellos no sería ni completa ni perfecta su felicidad, así quien vive en mi Querer no sería ni plena ni perfecta mi Voluntad en ella, porque faltaría mi Vida real que emite esta Voluntad. Es verdad que son todos prodigios de mi amor, más bien el prodigio de los prodigios, que hasta ahora mi Querer ha retenido en Él y que ahora quiere hacerlo salir para alcanzar la finalidad primaria de la creación del hombre. Por eso mi primera Vida real la quiero formar en ti”.
(8) Y yo al oír esto he dicho: “¡Ay! amor mío, Jesús, a pesar de esto me siento tan mal por todas estas circunstancias, y Tú lo sabes; es verdad que esto me sirve para abandonarme más en tus brazos y pedirte a Ti lo que no me dan; pero con todo y esto siento un hálito de turbación que turba la paz de mi alma, ¿y Tú dices que quieres formar Vida real en mí? ¡Oh, cuán lejana estoy de eso!”
(9) Y Jesús de nuevo: “Hija, no te preocupes por eso, lo que quiero es que tú no pongas nada de lo tuyo y que obedezcas por cuanto puedas. Se sabe que todas las demás santidades, esto es, la de la obediencia y de las otras virtudes, no están exentas de pequeñeces, de turbaciones, de contiendas y de pérdida de tiempo que impiden formar un hermoso sol, a lo más forman una pequeña estrella; sólo la santidad de mi Querer es la que está exenta de estas miserias. Y además, mi Voluntad encierra todos los Sacramentos y los efectos de ellos, por eso abandónate del todo en mi Voluntad, hazla toda tuya y recibirás los efectos de la absolución o de alguna otra cosa que te fuera negada. Por tanto te recomiendo que no pierdas tiempo, pues con perderlo vienes a obstaculizar mi Vida real que estoy formando en ti”.


+ + + +

16-28
Noviembre 8, 1923

Así como Jesús al venir a la tierra abolió y perfeccionó las leyes antiguas para establecer las nuevas, así ahora con la santidad del “Fiat Voluntas Tua”.

(1) Sus privaciones continúan, a lo más viene como relámpago fugitivo, que mientras parece que quiera hacer luz, se queda uno más a oscuras que antes. Ahora, mientras nadaba en la amargura de su privación, mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior todo ocupado en escribir, no con pluma, sino con su dedo, que enviando rayos de luz, le servía esa luz como pluma para escribir en el fondo de mi alma; yo le quería decir quién sabe cuántas cosas de mi pobre alma, pero Él, llevándose el dedo a la boca me hacía comprender que me callara, que no quería ser distraído. Entonces, después de que ha terminado me ha dicho:
(2) “Hija de mi Supremo Querer, estoy escribiendo en tu alma la ley de mi Voluntad y el bien que Ella lleva. Primero quiero escribirla en tu alma, y luego poco a poco te la explicaré”.
(3) Y Yo: “Mi Jesús, quiero decirte el estado de mi alma, ¡oh! cómo me siento mal, dime,
¿por qué me dejas? ¿Qué debería hacer para no perderte?”
(4) Y Jesús: “No te aflijas hija mía. Tú debes saber que cuando vine a la tierra, vine a abolir las leyes antiguas, otras a perfeccionarlas, pero con abolirlas no me exenté de observar aquellas leyes, es más, las observé en el modo más perfecto, como no lo hacían los demás, pero debiendo unir en Mí lo antiguo y lo nuevo, quise observarlas para dar cumplimiento a las leyes antiguas, poniéndoles el sello de la abolición y dar principio a la ley nueva que vine a establecer sobre la tierra, ley de gracia y de amor, en la cual encerraba todos los sacrificios en Mí, debiendo ser Yo el verdadero y el único sacrificado, por tanto todos los demás sacrificios no eran más necesarios, porque siendo Yo Hombre y Dios, era más que suficiente para satisfacer por todos.
(5) Ahora querida hija mía, queriendo hacer de ti una imagen más perfecta de Mí y dar principio a una santidad tan noble y Divina, cual es el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, quiero concentrar en ti todos los estados de ánimo que han habido hasta ahora en el camino de la santidad, y a medida que los pasas y los sufres, haciéndolo en mi Querer, Yo les doy el cumplimiento, los corono y embelleciéndolos les pongo el sello. Todo debe terminar en mi Voluntad, y donde las otras santidades terminan, la santidad de mi Querer siendo noble y divina, las tiene por escabel a todas y da a ella su principio, por eso déjame hacer, hazme repetir mi Vida, y lo que hice en la Redención con tanto amor, ahora con más amor quiero repetirlo en ti, para dar principio a que mi Voluntad, sus leyes, sean conocidas, pero quiero tu querer unido y perdido en el Mío”.

+ + + +

16-29
Noviembre 10, 1923

Cómo es bella la pequeñez. El Señor obra las cosas más grandes con los pequeños: Para la Redención se sirvió de la pequeñez de la Santísima Virgen, y para el Fiat Voluntas Tua de la pequeñez de Luisa.

(1) Estaba abandonándome toda en los brazos de mi dulce Jesús, y mientras oraba veía a mi pobre alma pequeña, pequeña, pero de una pequeñez extrema y pensaba entre mí:

“Cómo soy pequeña, tenía razón Jesús en decirme que yo era la más pequeña de todos, quisiera verdaderamente saber si entre todos yo soy la más pequeña”. Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me hacía ver que tomaba en sus brazos a esta pequeña y se la estrechaba fuerte a su corazón, y ella se dejaba hacer lo que Jesús quería, y me ha dicho:
(2) “Mi querida pequeñita, te he escogido pequeña porque los pequeños se dejan hacer lo que se quiere, no caminan por sí mismos, sino que se hacen conducir, es más, tienen miedo de dar un paso por sí solos; si reciben dones, sintiéndose incapaces de custodiarlos los depositan en el regazo de la mamá; los pequeños están despojados de todo, no se ocupan de si son ricos o pobres, no se preocupan de nada. ¡Oh! cómo es bella la edad infantil, llena de gracia, de belleza y de frescura. Por eso, por cuanto más grande es la obra que quiero realizar en un alma, tanto más pequeña la escojo, me gusta mucho la frescura y la belleza infantil, me gusta tanto que la conservo en la pequeñez de la nada, de donde ha salido, nada de propio hago entrar en ella para no hacerle perder su pequeñez y así conservarle la frescura y la belleza divina, de donde ha salido”.
(3) Entonces yo al oír esto he dicho: “Jesús, amor mío, me parece que soy muy mala, y por eso soy tan pequeña, y Tú dices que me amas mucho porque soy pequeña, ¿cómo puede ser?”
(4) Y Jesús de nuevo: “Pequeñita mía, en los verdaderos pequeños no puede entrar la maldad, ¿sabes tú cuándo comienza a entrar el mal, el crecimiento? Cuando comienza a entrar el propio querer. A medida que éste entra, la criatura comienza a llenarse y a vivir de sí misma, y el Todo sale de la pequeñez de la criatura, y a ella le parece que su pequeñez se engrandece, pero grandeza de llorar, no viviendo Dios del todo en ella, se aparta de su principio, deshonra su origen, pierde la luz, la belleza, la santidad, la frescura de su Creador, parece que crece ante sí misma y quizá ante los hombres, pero ante Mí,
¡oh! cómo decrece, tal vez se hará grande, pero no será jamás mi pequeña predilecta, a la cual, llevado de amor hacia ella porque se conserva como la he creado, la lleno de Mí y la hago la más grande, a la cual ninguno podrá igualar. Esto hice con mi Mamá Celestial, entre todas las generaciones Ella es la más pequeña, porque no entró jamás su querer, como obrante en Ella, sino siempre mi Querer eterno, y esto no sólo la conservó pequeña, bella, fresca, como había salido de Nosotros, sino que la hizo la más grande de todos.
¡Oh! cómo era bella, pequeña por sí misma, grande, superior a todos en virtud nuestra, y fue sólo por su pequeñez por lo que fue elevada hasta la altura de Madre de Aquél que la formó. Así que, como ves, todo el bien del hombre es hacer mi Voluntad, todo el mal es hacer la suya; por esto para venir a redimir al hombre elegí a mi Madre, por pequeña; y por medio suyo me serví de Ella como canal para hacer descender sobre el género humano todos los bienes y los frutos de la Redención.
(5) Ahora, para hacer que mi Querer sea conocido, para abrir el Cielo y hacer descender mi Querer sobre la tierra y hacerlo reinar como en el Cielo, debía escoger otra pequeña entre todas las generaciones. Siendo la obra más grande que quiero hacer: ‘La reintegración del hombre a su principio de donde salió.’ Abrirle aquel Querer Divino que él rechazó, abrirle los brazos para recibirlo de nuevo en el seno de mi Voluntad, mi infinita sabiduría llama de la nada a la más pequeña. Era justo que fuera pequeña, si a una pequeña puse a la cabeza de la Redención, a otra pequeña debía poner a la cabeza del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo en la tierra. Entre estas dos pequeñas debía encerrar la finalidad de la creación del hombre, debía realizar mis designios sobre él; por medio de una debía redimirlo, lavarlo con mi sangre de sus fealdades, darle el perdón; por medio de la otra debía hacerlo regresar a su principio, a su origen, a la nobleza perdida, a los vínculos de mi Voluntad por él destrozados, admitirlo de nuevo a la sonrisa de mi Eterna Voluntad, a besarse juntas su voluntad con la mía y hacer vida una en la otra; era ésta la única finalidad de la creación del hombre, y a lo que Yo he establecido nadie podrá oponerse, pasarán siglos y siglos como en la Redención, así también en esto, pero el hombre regresará en mis brazos como fue creado por Mí. Pero para hacer esto debo primero elegir a quien debe ser la primera que haga vida en mi Eterno Querer, vincular en

ella todas las relaciones de la Creación, vivir con ella sin ninguna ruptura de voluntad, más bien la suya y la Nuestra siendo una sola, por eso la necesidad de que sea la más pequeña que Nosotros hayamos hecho salir en la Creación, para que viéndose tan pequeña huya de su querer, más bien lo ate tan estrechamente al nuestro para no hacer jamás el suyo, y si bien pequeña viva junto con Nosotros con aquel mismo aliento con el que creamos al hombre. Nuestro Querer la conserva fresca, bella, y ella forma nuestra sonrisa, nuestro entretenimiento, y hacemos de ella lo que queremos. ¡Oh! cómo ella es feliz, y gozando de su pequeñez y de su feliz suerte llorará por sus hermanos, y de nada más se ocupará que de rehacernos por todos y por cada uno, por todas las ofensas que nos hacen con sustraerse de nuestra Voluntad. Las lágrimas de quien vive en nuestro Querer serán potentes, mucho más que ella no quiere sino lo que Nosotros queremos, y por medio suyo abriremos junto al primer canal de la Redención, el segundo del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra”.
(6) Entonces yo al oír esto he dicho: “Amor mío y todo mío, dime ¿quién será esta pequeña afortunada? ¡Oh, cómo quisiera conocerla!”
(7) Y Él rápidamente: “¡Cómo! ¿No has entendido quién es? Eres tú mi pequeñita, te lo he dicho tantas veces que eres la pequeña, y por eso te amo”.
(8) Pero mientras esto decía me he sentido como transportar fuera de mí misma en una luz purísima, en la cual se veían todas las generaciones divididas como en dos alas, una a la derecha y otra a la izquierda del trono de Dios. A la cabeza de una ala estaba la Augusta Reina Mamá, de la cual descendían todos los bienes de la Redención, ¡oh! cómo era bella su pequeñez, pequeñez maravillosa, prodigiosa, pequeña y potente, pequeña y grande, pequeña y Reina, pequeña y de su pequeñez ver depender a todos, disponer de todo, imperar sobre todos, y sólo porque pequeña envolver al Verbo en su pequeñez y hacerlo descender del Cielo a la tierra para hacerlo morir por amor de los hombres. En la otra ala se veía a la cabeza a otra pequeña, – lo digo temblando y sólo por obedecer – era aquélla que Jesús había llamado su pequeña hija del Divino Querer, y mi dulce Jesús poniéndose en medio de estas dos alas, entre las dos pequeñas que estaban a la cabeza, ha tomado con una de sus manos la mía y con la otra la de la Reina Madre, y las ha unido juntas una y otra diciendo:
(9) “Mis pequeñas hijas, daos la mano ante nuestro Trono, abrazad entre vuestros pequeños brazos a la Eterna y Divina Majestad, solamente a vosotras es dado, por ser pequeñas, abrazar al Eterno, al Infinito y entrar dentro de Él, y si la primera pequeña arrancó al amor del Eterno la Redención, así la segunda, dando la mano a la primera, sea por Ella ayudada para arrancar al Eterno Amor el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra”.
(10) ¿Quién puede decir lo que sucedió? Yo no tengo palabras para saberme explicar, sólo sé decir que he quedado más humillada y confundida, y casi como una niña caprichosa quería a mi Jesús para decirle mis temores, mis dudas, y oraba para que alejase de mí todas estas cosas, que el sólo pensarlas temía que fuera una refinada soberbia, y me diera la gracia de amarlo de verdad y cumplir en todo su Santísimo Querer. Entonces mi siempre amable Jesús, regresando de nuevo se hacía ver dentro de mí, y mi persona servía como para cubrirlo dentro de mí, y sin dejarme hablar me ha dicho:
(11) “Pobre pequeña mía, ¿de qué temes? Ánimo, soy Yo quien haré todo en mi pequeña hija, tú no harás otra cosa que seguirme fielmente, ¿no es verdad? Tú tienes razón en que eres demasiado pequeña y no puedes nada, pero Yo haré todo en ti, ¿no ves cómo estoy en ti y tú no eres otra cosa que la sombra que me cubre? Soy Yo que navegaré en ti los eternos e interminables confines de mi Querer, Yo que abrazaré todas las generaciones para llevarlas junto con tu sombra a los pies del Eterno, a fin de que las dos voluntades, la humana y la Divina se besen juntas, se sonrían y no más se vean entre ellas como extrañas, divididas y con ceño fruncido, sino que una se funda en la otra y se forme una sola. Es la potencia de tu Jesús que esto debe hacer, tú no debes hacer otra cosa que adherirte. Lo sé, lo sé, sé que tú eres nada y puedes nada, por eso te afliges, pero es la potencia de mi brazo que quiere y puede obrar, y me agrada obrar cosas

grandes en los más pequeños. Y además, la Vida de mi Voluntad ya ha estado sobre la tierra, no es del todo nueva, si bien fue como de pasada, estuvo en mi inseparable y querida Mamá; si la Vida de mi Voluntad no hubiera estado en Ella, Yo, Verbo Eterno, no habría podido descender del Cielo, me habría faltado el camino para descender, la estancia donde entrar, la humanidad para cubrir mi Divinidad, el alimento para nutrirme, me habría faltado todo, porque todas las demás cosas no son adecuadas para Mí. En cambio, con encontrar mi Voluntad en mi querida Mamá, Yo encontraba mi mismo Cielo, mis alegrías, mis contentos; a lo más hice cambio de habitación, del Cielo a la tierra, pero de todo lo demás nada cambió, lo que tenía en el Cielo, en virtud de mi Voluntad poseída por Ella lo encontraba en la tierra, y por eso con todo amor ahí descendí a tomar en Ella humana carne. Después mi Voluntad hizo Vida sobre la tierra en mi Humanidad, en virtud de la cual hice la Redención, no sólo eso, sino que en virtud de mi Voluntad me extendí sobre todo el obrar de las generaciones humanas, sellándolo con mis actos divinos, e impetré de mi Celestial Padre no sólo redimir al hombre, sino que a su tiempo entrara en la gracia de nuestra Voluntad, como cuando fue creado, para vivir según la finalidad querida por Nosotros, que una fuera la Voluntad del Cielo con la de la tierra. Por tanto, ya todo fue hecho por Mí, el plano de la Redención y el del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, no habría sido obra digna de Mí si no hubiera rehabilitado en todo al hombre como fue creado, habría sido una obra a la mitad, no entera, y tu Jesús no sabe hacer obras incompletas, a lo más espero siglos para dar el bien completo preparado por Mí. Entonces,
¿no quieres estar junto Conmigo para dar al hombre la obra que Yo completé con mi venida a la tierra? Por eso sé atenta y fiel, no temas, te tendré siempre pequeña para poder completar mayormente mis designios sobre ti”.

+ + + +

16-30
Noviembre 15, 1923

Los bienes que contiene la Divina Voluntad están suspendidos. Fiesta del Divino Querer. Trabajo de la Reina del Cielo y trabajo de la pequeña hija del Divino Querer. Cómo era necesario primero la Redención.

(1) Me sentía como abismada en el Santo Querer de Dios, y me parecía que en mi interior, mi dulce Jesús se deleitaba mucho en mandarme luz, y yo me sentía como eclipsada en aquella luz. Mi mente la sentía llenar tanto, que no podía contenerla, tanto que he dicho: “Jesús, corazón mío, ¿no sabes que soy pequeña? No puedo contener lo que Tú quieres poner en mi inteligencia”.
(2) Y Jesús: “Pequeña hija mía, no temas, tu Jesús te hará beber esta luz de sorbo en sorbo, a fin de que puedas recibirla y comprenderla. ¿Sabes tú qué significa esta luz? Es la luz de mi Voluntad, es esa Voluntad Divina rechazada por las otras criaturas, que queriendo venir a reinar sobre la tierra quiere encontrar quién la reciba, quién la comprenda, quién la ame. Para venir a reinar quiere encontrar un alma pequeña que se ofrezca a recibir todos los actos que la Suprema Voluntad había destinado para cada una de las criaturas, para hacerlas felices y santas y para darles los bienes que Ella contiene. Ahora, esta felicidad, santidad y bienes que la Eterna Voluntad puso fuera para comunicarlos a la criatura, así como puso fuera toda la Creación, también están fuera y suspendidos, y si no encuentra quién los reciba para darle todos los homenajes, honores y el cortejo que las otras criaturas no le han dado, no puede venir a reinar sobre la tierra. Entonces, tu tarea es abrazar todas las generaciones para recibir todos los actos de la Suprema Voluntad que las criaturas han rechazado, junto con todos los bienes que Ella contiene; si no haces esto, mi Eterno Querer no se puede poner en fiesta para venir a reinar, tendrá las lágrimas del dolor pasado, pues ingratamente fue rechazado, y quien llora no reina, por eso quiere que los actos de su Querer destinados para cada criatura tengan

una reparación, no sólo eso, sino que con amor se quiera recibir su felicidad y lo que Ella contiene”.
(3) Y yo: “Jesús, amor mío, ¿cómo puedo hacer esto? Soy demasiado pequeña y también mala, y Tú lo sabes; es más, temo que no pueda hacerlo ni siquiera por mí misma,
¿cómo podré hacerlo por los demás?”
(4) Y Él de nuevo: “Precisamente por esto te he escogido y te conservo pequeña, para hacer que nada hagas por ti sola, sino siempre junto Conmigo. Lo sé también Yo, que como pequeña no eres buena para nada, a lo más para hacerme sonreír con tus naderías, por eso tu Jesús pensará en todo. Esto es necesario, así como fue necesario que para venir a cumplir la Redención, una pequeña hija nuestra, cual fue mi Mamá, tomase por su tarea recibir en Ella todos los actos de nuestra Voluntad rechazados por las criaturas, los hizo suyos, los acogió con decoro, los amó, los reparó, los correspondió tanto, de llenar todos sus confines, por cuanto a criatura es posible. Entonces la Divinidad, cuando vio en esta pequeña su Voluntad reintegrada por la Creación, no sólo por Ella sino por todas las demás, se sintió tan atraída, que a sus tantos actos de Voluntad por la Creación, emitió el acto más grande, más sublime, más prodigioso: ‘Que esta pequeña fuese aquélla que debía ser elevada a la sola y única dignidad de Madre de su mismo Creador.’ Jamás habría podido Yo, Verbo Eterno, descender del Cielo si no hubiera encontrado en Ella mi Voluntad reintegrada, tal como había sido querido por Nosotros que existiera en la criatura.
¿Cuál fue entonces la causa que me hizo venir sobre la tierra? Mi Voluntad existente en una pequeña criatura. Qué me importaba a Mí que fuese pequeña, lo que me interesaba es que mi Voluntad estuviera a salvo en Ella, sin ninguna rotura por parte de su voluntad humana; salvada la nuestra, todos nuestros derechos eran restituidos, la criatura se ponía en orden a su Creador, y el Creador quedaba en orden a la criatura. La finalidad de la Creación ya estaba realizada, entonces fuimos a los hechos, que el Verbo se hiciera carne, primero para redimir al hombre, y después que nuestra Voluntad se hiciera como en el Cielo así en la tierra. ¡Ah! sí, fue mi Mamá que tomando en Sí toda nuestra Voluntad puesta fuera para bien de la Creación, flechó a la Divinidad con flechas divinas, de modo que herida por nuestras mismas flechas, como imán potente atrajo al Verbo en su seno. Nada sabemos negar a quien posee nuestra Voluntad; mira entonces la necesidad que para dar cumplimiento a aquel Fiat que vine a traer a la tierra, que sólo por mi Mamá fue comprendido y acogido y por eso no hubo división entre Yo y Ella, quiero otra criatura que se ofrezca a recibir en ella todos los actos de mi Voluntad que puse fuera en la Creación, la Divinidad quiere ser herida de nuevo con sus mismos dardos para dar a las generaciones este gran bien, que mi Voluntad reine en ellas; siendo la cosa más grande que quiere dar, esto es, el verdadero origen del hombre, no basta una voluntad humana para impetrarla, mucho menos para herirla, sino que se necesita una Voluntad Divina, con la cual el alma llenándose de Ella hiera a su Creador con sus mismas flechas, para que herido abra los Cielos y haga descender su Querer sobre la tierra, y mucho más, pues así encontrará su noble cortejo, todos los actos de su Voluntad formados en la criatura que le ha arrancado el acto solemne, que su Voluntad venga a reinar sobre la tierra con su completo triunfo”.
(5) Entonces yo, al oír esto le he dicho: “Mi amado bien, tu hablar me confunde, es más, me aniquila tanto que me siento una pequeña recién nacida que no habiendo formado bien los miembros es necesario fajarla, y mientras me son necesarias las fajas para formarme, Tú quieres desfajarme, ¿y para hacer qué? Para hacerme extender mis infantiles manitas y hacerme abrazar tu Eterna Voluntad. Mi Jesús, ¿no ves? No llego, no puedo abarcarla, soy demasiado pequeña, y además, si tanto te agrada que tu Querer reine sobre la tierra,
¿por qué has esperado tanto tiempo, y por qué Tú mismo cuando viniste a la tierra no hiciste una cosa y otra, esto es, la Redención y el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra? Tú tenías los brazos fuertes y largos para abrazar tu interminable Voluntad; mira, mira ¡oh! Jesús, los míos son débiles, cortos, ¿cómo puedo hacerlo?” Y Él de nuevo:
(6) “Pobre bebita, tienes razón, mi hablar te confunde, la luz de mi Voluntad te eclipsa y te hace la verdadera recién nacida de la Suprema Voluntad; ven entre mis brazos, te fajaré con las fajas de mi misma Voluntad, a fin de que refuerces tus miembros con su fuerza, así

te será fácil estrechar en tus pequeños brazos aquel Eterno Querer que con tanto amor quiere venir a reinar en ti”.
(7) Entonces yo me he arrojado en sus brazos, para hacerme hacer lo que Jesús quería, y después de nuevo ha agregado:
(8) “Podía Yo muy bien hacer una y otra cosa cuando vine a la tierra, pero la criatura no es capaz de recibir todo junto el obrar de su Creador, y Yo mismo me complazco en dar siempre nuevas sorpresas de amor; y además la criatura había profanado su gusto con su voluntad, había apestado el aliento de su alma con tantas suciedades de darme asco, había llegado a tanto que tomaba gusto de las cosas más repugnantes, hasta hacer correr sobre las tres potencias del alma un líquido purulento, de no reconocer más su nobleza. Por tanto, debía primero con mi Redención pensar en todo esto, darle todos los remedios, a estos males darles el baño de mi sangre para lavarlos; si Yo hubiese querido hacer una cosa y la otra, estando el hombre muy sucio, ciego y sordo, tal como lo había hecho el querer humano, no habría tenido los ojos de la inteligencia para comprender, oídos para escuchar, corazón para recibirla, y mi Voluntad no comprendida, no encontrando lugar donde morar, habría tomado de nuevo el camino para el Cielo, por eso era necesario que el hombre primero comprendiera los bienes de la Redención, para disponerse a comprender el bien del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Y esto habría sucedido también para ti, si al principio cuando comencé a hablarte, te hubiera hablado de mi Voluntad, tú no me habrías entendido, habría hecho como un maestro que en lugar de enseñar al discípulo las primeras letras del alfabeto, quisiera enseñarle las ciencias, las lenguas extranjeras, pobre muchacho, se confundiría y no aprendería jamás nada, en cambio quise hablarte del sufrir, de las virtudes, cosas más adaptadas, más palpables a la naturaleza humana, que se pueden llamar el alfabeto de la vida cristiana, el lenguaje del exilio y de aquellos que aspiran a la patria celestial, en cambio mi Voluntad es el lenguaje del Cielo, y principia donde las demás ciencias y virtudes terminan; Ella es Reina que domina todo y corona a todos, de modo que ante la Santidad de mi Voluntad todas las demás virtudes empequeñecen y tiemblan, es por esto por lo que primero quise hacerte de maestro del alfabeto, para disponer tu inteligencia y luego pasar a hacerte de maestro celestial y Divino, que sólo se ocupa del lenguaje de la patria y de la ciencia más alta que contiene mi Voluntad, debía primero quitarte el gusto de todo, porque la voluntad humana tiene este veneno, de hacer perder el gusto de la Voluntad Divina. En todas las cosas creadas, habiendo salido de Mí, Yo puse en ellas un gusto divino, y el alma con hacer su voluntad, aun en las cosas santas no encuentra este gusto, y Yo para hacerte gustar sólo mi Voluntad, estoy atento a no hacerte gustar nada, a fin de que pueda disponerte para darte lecciones más sublimes sobre mi Voluntad. Si esto era necesario para ti, mucho más para toda la Iglesia, a la cual debía hacer conocer primero las cosas inferiores, y luego la más superior de todas, cual es mi Voluntad”.

+ + + +

16-31
Noviembre 20, 1923

Temores de Luisa. La voluntad humana pone al alma en la pendiente del mal, la Divina en cambio hace resurgir todo.

(1) Sentía temor sobre lo que escribo, y pensaba entre mí: “¿Cuál no será mi confusión en el día del juicio, si en vez de ser mi Jesús el que me habla fuera una fantasía mía, o bien el enemigo infernal? Mi Jesús, me siento morir con sólo pensarlo, y Tú sabes el gran rechazo que siento al escribir, si no fuera por la bendita obediencia no habría escrito ni siquiera una palabra”. Y sentía tal confusión, que si hubiera estado en mi poder hubiera quemado todo.

(2) Ahora, mientras me encontraba en este estado, mi siempre adorable Jesús ha salido de dentro de mi interior como pequeño niño, y poniendo su cabecita sobre mi hombro se estrechaba a mi cara, y me ha dicho:
(3) “Hija mía, ¿por qué temes? Tú no debes afligirte por los pensamientos, sino por los hechos. ¿No es verdad acaso que tu voluntad, abrazando la mía quiere encontrar a todos para vincularlos con la mía, para reanudar todas las relaciones rotas entre la voluntad humana y la Divina, ofreciéndote a defender y excusar a las criaturas y a reparar al Creador? Esto ciertamente es un hecho en ti; ¿no es cierto que juraste querer vivir en mi Querer pronunciando un sí? ¡Ah! ese sí te es cadena que te tiene atada en mi Voluntad, y gustando de Ella te hace aborrecer hasta la sombra de la tuya, esto es un hecho, y además, tantas otras cosas que tú sabes. Si tú escribieras y no existiera en ti la vida, los hechos de lo que escribes, entonces habrías podido temer, y Yo no te hubiera dado ni fuerza, ni luz, ni asistencia, más bien te habría disminuido y no habrías podido seguir adelante, por eso cálmate y continúa viviendo como empastada en mi Voluntad, a fin de que ensanches los confines de tu voluntad humana en la mía. Mira, también mi Humanidad fue pequeña y fue creciendo como empastada con la Divina Voluntad, de modo que conforme crecía, así mi voluntad humana, viviendo junto con la Divina, agrandaba sus confines en la del Eterno y preparaba la Redención y el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. ¿Y tú no quieres seguir mi crecimiento y tu vuelo en mi Voluntad? Mi Voluntad no sólo es vida, sino es aire del alma, y si falta el aire a la vida, la naturaleza comienza a declinar, el respiro es dificultoso, el corazón es obstruido en su latir, la circulación de la sangre es irregular, la inteligencia queda aturdida, el ojo casi ciego, la voz apagada, las fuerzas perdidas; ¿qué cosa es lo que provoca tanto desorden en la vida humana? La falta del aire, así que un aire balsámico puede restituir el orden, el vigor a la naturaleza. Y esto lo hace la propia voluntad, que como aire malo pone el desorden, la irregularidad, la debilidad y la declinación a lo que es bien en el alma, y si no se ayuda con el aire celestial de mi Voluntad, que todo hace resurgir, fortifica, ordena, santifica, la vida humana será una vida casi muerta, desordenada y en el declive del mal”.

+ + + +

16-32
Noviembre 24, 1923

La historia doliente de la Divina Voluntad. Así como la Virgen para la obra de la Redención hizo suyos todos los actos de la Divina Voluntad y preparó el alimento a sus hijos, también Luisa debe hacerlo
para la obra del Fiat Voluntas Tua.

(1) Estaba haciendo la hora de la pasión en la que mi Mamá Dolorosa recibió en sus brazos a su Hijo muerto y lo depositó en el sepulcro, y en mi interior decía: “Mamá mía, junto con Jesús pongo en tus brazos todas las almas, a fin de que a todas las reconozcas como hijas tuyas, y una por una las escribas en tu corazón y las pongas en las llagas de Jesús; son hijas de tu dolor inmenso y esto basta para que las reconozcas y las ames; y quiero poner todas las generaciones en la Voluntad Suprema, a fin de que ninguna falte, y a nombre de todas te doy consuelos, compadecimientos y alivios divinos”. Ahora, mientras esto decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, si supieras cuál fue el alimento con el que alimentó a todos estos hijos mi doliente Mamá”.
(3) Y yo: “¿Cuál fue, oh mi Jesús?”
(4) Y Él de nuevo: “Como tú eres mi pequeñita, elegida por Mí para la misión de mi Querer y vives en aquel Fiat en el cual fuiste creada, quiero hacerte saber la historia de mi Eterno Querer, sus alegrías y sus dolores, sus efectos, su valor inmenso, lo que hizo, lo que recibió, y quién tomó a corazón su defensa. Los pequeños son más atentos a

escucharme porque no tienen la mente llena de otras cosas, están como en ayunas de todo, y si se les quiere dar otro alimento sienten asco, porque siendo pequeños están habituados a tomar sólo la leche de mi Voluntad, que más que madre amorosa los tiene pegados a su divino pecho para alimentarlos abundantemente, y ellos están con sus boquitas abiertas para esperar la leche de mis enseñanzas, y Yo me divierto mucho; ¡oh, cómo es bello verlos ahora sonreír, ahora alegrarse y ahora llorar al oírme narrar la historia de mi Voluntad! El origen de mi Voluntad es eterno, jamás entró el dolor en Ella; entre las Divinas Personas esta Voluntad estaba en suma concordia, es más, era una sola; en cada acto que emitía fuera, tanto ad intra cuanto ad extra, nos daba infinitas alegrías, nuevos contentos, felicidad inmensa, y cuando quisimos poner fuera la máquina de la Creación,
¿cuánta gloria, cuántas armonías y honor no nos dio? En cuanto brotó el Fiat, este Fiat difundió nuestra belleza, nuestra luz, nuestra potencia, el orden, la armonía, el amor, la santidad, todo, y Nosotros quedamos glorificados por las mismas virtudes nuestras, viendo por medio de nuestro Fiat el florecimiento de nuestra Divinidad reflejada en todo el universo. Nuestro Querer no se detuvo, henchido de amor como estaba quiso crear al hombre, y tú sabes la historia de él, por eso sigo adelante. ¡Ah! fue precisamente él quien llevó el primer dolor a mi Querer, trató de amargar a Aquél que tanto lo amaba, que lo había hecho feliz. Mi Querer lloró más que una tierna madre, lloró a su hijo lisiado y ciego sólo porque se ha sustraído de la Voluntad de la madre; mi Querer quería ser el primero en obrar en el hombre, no para otra cosa sino para darle nuevas sorpresas de amor, de alegrías, de felicidad, de luz, de riquezas, quería siempre dar, he aquí el por qué quería obrar, pero el hombre quiso hacer su voluntad y rompió con la Divina; ¡jamás lo hubiese hecho! Mi Querer se retiró y él se precipitó en el abismo de todos los males. Ahora, para volver a anudar a estas dos voluntades, se necesitaba Uno que contuviera en Sí una Voluntad Divina, y por eso Yo, Verbo Eterno, amando con un amor eterno a este hombre, decretamos entre las Divinas Personas que tomara carne humana para venir a salvarlo y volver a unir las dos voluntades separadas. ¿Pero dónde descender? ¿Quién debía ser Aquélla que debía prestar su carne a su Creador? He aquí por qué elegimos una criatura, y en virtud de los méritos previstos del futuro Redentor fue exentada de la culpa de origen, su querer y el Nuestro fueron uno solo, fue esta Celestial Criatura la que comprendió la historia de nuestra Voluntad. Nosotros, como a pequeñita, todo le narramos, el dolor de nuestro Querer y cómo el hombre ingrato con el romper su voluntad con la nuestra, había encerrado nuestro Querer en el cerco divino, como obstruyéndolo en sus designios, impidiendo que pudiera comunicarle sus bienes y la finalidad para la que había sido creado. Para Nosotros el dar es hacernos felices y hacer feliz a quien de Nosotros recibe, es enriquecer sin Nosotros empobrecer, es dar lo que Nosotros somos por naturaleza y formarlo en la criatura por gracia, es salir de Nosotros para dar lo que poseemos, con el dar, nuestro Amor se desahoga, nuestro Querer hace fiesta; ¿si no debíamos dar, para qué formar la Creación? Así que el sólo no poder dar a nuestros hijos, a nuestras amadas imágenes, era como un luto para nuestra Suprema Voluntad; sólo con ver al hombre obrar, hablar, caminar, sin la conexión con nuestro Querer, porque él la había destrozado, y que debían correr hacia él si estaba con Nosotros, corrientes de gracias, de luz, de santidad, de ciencia, etc., y no pudiéndolo hacer, nuestro Querer se ponía en actitud de dolor; en cada acto de criatura era un dolor, porque veíamos aquel acto vacío de valor divino, privado de belleza y de santidad, todo desemejante de nuestros actos. ¡Oh! cómo comprendió la Celestial Pequeña este nuestro sumo dolor y el gran mal del hombre al sustraerse de Nuestro Querer, ¡oh! cuántas veces Ella lloró ardientes lágrimas por nuestro dolor y por la gran desventura del hombre, y por eso Ella, temiendo, no quiso conceder ni siquiera un acto de vida a su voluntad, por eso se mantuvo pequeña, porque su querer no tuvo vida en Ella, ¿cómo podía hacerse grande? Pero lo que no hizo Ella lo hizo nuestro Querer, la hizo crecer toda bella, santa, divina; la enriqueció tanto que la hizo la más grande de todos; era un prodigio de nuestro Querer, prodigio de gracia, de belleza, de santidad, pero Ella se mantuvo siempre pequeña, tanto que no descendía jamás de nuestros brazos, y tomando a pecho nuestra defensa correspondió a todos los actos dolientes del Supremo Querer, y no

sólo estaba Ella toda en orden a nuestra Voluntad, sino que hizo suyos todos los actos de las criaturas, y absorbiendo en Sí toda nuestra Voluntad rechazada por ellas, la reparó, la amó, y teniéndola como en depósito en su corazón virginal, preparó el alimento de nuestra Voluntad a todas las criaturas. ¿Ves entonces con qué alimento nutre a sus hijos esta Madre amantísima? Le costó toda su vida, penas inauditas, la misma Vida de su Hijo, para hacer en Ella el depósito abundante de este alimento de mi Voluntad, para tenerlo dispuesto para alimentar a todos sus hijos cual Madre tierna y amorosa; Ella no podía amar más a sus hijos, con darles este alimento su amor había llegado al último grado, así que entre tantos títulos que Ella tiene, el más bello título que a Ella se le podría dar es el de Madre y Reina de la Voluntad Divina.
(5) Ahora hija mía, si esto hizo mi Mamá por la obra de la Redención, también tú para la obra del Fiat Voluntas Tua; tu voluntad no debe tener vida en ti, y haciendo tuyos todos los actos de mi Voluntad en cada criatura, los depositarás en ti, y mientras a nombre de todos darás la correspondencia a mi Voluntad, formarás en ti todo el alimento necesario para alimentar a todas las generaciones con el alimento de mi Voluntad. Cada dicho, cada efecto, cada conocimiento de más de Ella, será un gusto de más que encontrarán en este alimento, de manera que con avidez lo comerán; todo lo que te digo sobre mi Querer servirá para excitar el apetito y para hacer que ningún otro alimento tomen, aún a costa de cualquier sacrificio. Si se dijera que un alimento es bueno, que restituye las fuerzas, que sana a los enfermos, que contiene todos los gustos, es más, que da la vida, la embellece, la hace feliz, ¿quién no haría cualquier sacrificio para tomar ese alimento? Así será de mi Voluntad, para hacerla amar, desear, es necesario el conocimiento, por eso sé atenta, recibe en ti este depósito de mi Querer, a fin de que cual segunda Madre prepares el alimento a nuestros hijos, así imitarás a mi Mamá. Te costará también a ti, pero ante mi Voluntad cualquier sacrificio te parecerá nada. Hazla de pequeña, no desciendas jamás de mis brazos y Yo continuaré narrándote la historia de mi Voluntad”.

+ + + +

16-33
Noviembre 28, 1923

La recién nacida de la Divina Voluntad. La cruz del Querer Divino fue la más grande para Jesús. Cada acto opuesto de la voluntad humana a la Divina era una cruz distinta para Jesús.

(1) Me siento siempre abismada en el Santo Querer de mi Jesús, y me parecía ver mi pequeña alma como una niña recién nacida, que el bendito Jesús hacía crecer en sus brazos con el aliento de su Querer, con un celo tal, que no quería que nada viera, que nada sintiera, que nada tocara, y para hacer que nada la distrajera la tenía absorta con el dulce encanto de sus enseñanzas sobre su Santísima Voluntad; y la pequeña recién nacida crecía y se nutría con el aliento del Querer de su Jesús, no sólo esto, sino me cubría con muchas pequeñas cruces de luz, de modo que mirándome, me veía en cada parte de mí misma impresa una cruz de luz, y Jesús se divertía, ahora con multiplicar estas cruces, y ahora con querer que estuviera fija, fija a mirarlo para numerar todas sus palabras, que me servían de alimento y de crecimiento. Entonces mi Jesús me ha dicho:
(2) “La pequeña hija mía, mi recién nacida de la Divina Voluntad, mi Querer te concibió, te hizo nacer, y ahora con todo amor te hace crecer. ¿No ves con cuánto amor te tengo en mis brazos y no permito que tomes otro alimento que el aliento de mi Voluntad? Es la cosa más bella, más querida, más preciosa que hasta ahora ha salido fuera en la Creación: La recién nacida de mi Voluntad. Por eso te tendré custodiada con tal celo, que ninguno debe tocar a mi recién nacida; mi Voluntad será todo para ti: ‘Te será vida, alimento, vestido, ornamento y cruz’, porque siendo Ella la cosa más grande, sería desdecible para tu Jesús hacer una mezcla de otras cosas que no sean parto de nuestro Querer, por eso olvida todo,

para hacer que otras aguas no te circunden, ni dentro ni fuera, sino sólo el mar inmenso del Eterno Querer. Quiero en ti el honor, la nobleza, el decoro de verdadera hija recién nacida de mi Voluntad”.
(3) Entonces, al oír esto, en lugar de alegrarme me sentía morir de confusión, y apenas he tenido el coraje de decir:
(4) “Jesús, amor mío, soy pequeña, es verdad, lo veo yo misma, pero también soy una pequeña mala, ¿sin embargo Tú dices todo esto? ¿Cómo puede ser, acaso quieres burlarte? Sé que muchos te hacen llorar, y para olvidar tu llanto quieres divertirte conmigo haciéndome estas burlas, y si bien yo siento la confusión de tus burlas, hazlas, y haz que sea la burla de tu Voluntad”.
(5) Y Jesús estrechándome más fuerte a Él, ha continuado diciendo: “No, no, tu Jesús no se burla, me divierto, sí, y la señal cierta de que lo que te digo es verdad, son las cruces de luz con las cuales mi Querer te ha marcado. Debes saber hija mía, que la cruz más grande, más larga, que nunca me dejó, para mi Humanidad fue la Voluntad Divina. Es más, cada acto opuesto de voluntad humana a la Divina era una cruz distinta que el Supremo Querer imprimía en lo más íntimo de mi Humanidad, porque cuando la voluntad humana se mueve en la tierra para obrar, la Divina se mueve desde el Cielo para encontrarse con el querer humano y hacer de él uno solo con el suyo, para hacer correr torrentes de gracia, de luz, de santidad en aquel acto, y el querer humano no recibiendo el encuentro con el Divino, se pone en guerra con su Creador y rechaza a las regiones celestiales el bien, la luz, la santidad que estaban por llover sobre él. Entonces el Querer Supremo, ofendido, quería la correspondencia de Mí, y en cada acto de voluntad humana me infligía una cruz, y si bien junto con la cruz recibía Yo todo el bien rechazado por ellas, para tenerlo en depósito en Mí para cuando la criatura estuviera dispuesta a recibir en sus actos el encuentro con la Divina, con todo esto no pude eximirme de sentir el dolor intenso de tantas cruces. Mira en mi interior cuántos millones de cruces contenía mi Humanidad, por eso las cruces de mi Voluntad fueron incalculables, su dolor era infinito, y Yo gemía bajo el peso de un dolor infinito, este dolor infinito tenía tal poder, de darme la muerte a cada instante y darme cruz a cada acto opuesto de la voluntad humana a la Divina. La cruz de mi Voluntad no es de madera, que hace sentir el solo peso y el dolor, sino es cruz de luz y de fuego que arde y consume, y se imprime en modo de formar una sola cosa con la misma naturaleza. Si Yo quisiera decirte la cruz que me dio la Voluntad Divina, debería entrelazar todos los actos de las criaturas, hacértelos presentes y hacerte tocar con la mano como mi Querer, queriendo justa satisfacción, me infligía cruz sobre cruz. ¿No había sido acaso una voluntad humana la que había ofendido y roto con la Divina? Entonces una Voluntad Divina debía crucificar, adolorar mi naturaleza y voluntad humana, todo lo demás del hombre se puede llamar superficial; la fuente, la raíz, la sustancia del bien o del mal está en el fondo de la voluntad, por eso sólo la Voluntad Divina podía hacerme expiar el mal de tantas voluntades humanas. He aquí por qué te quiero a ti toda en mi Voluntad, para hacer conocer qué cosa ha hecho esta Voluntad Divina, lo que me hizo sufrir y lo que quiere hacer; por eso estás marcada con tantas cruces de luz, porque tu cruz ha sido mi Voluntad, que todo ha cambiado en luz para disponerte a ser la verdadera recién nacida de mi Voluntad, a la cual confiaré los secretos, las alegrías, los dolores de Ella, como a hija fiel, que uniéndose a mis actos, abra los Cielos para hacerla descender a la tierra y hacerla conocer, recibir y amar”.

+ + + +

16-34
Diciembre 4, 1923

Luisa no quiere ser conocida. Jesús le habla de la necesidad de este conocimiento.

(1) Estaba pensando en lo que escribo acerca del Santísimo Querer de mi dulce Jesús. Que el bendito Jesús quiera decir tantas cosas sublimes de su Santo Querer es justo, porque todo lo que se puede decir de Él, la altura, la grandeza, los prodigios, etc., todo está bien, es más, todo es poco frente a lo que se podría decir, pero ese entrelazar junto siempre a esta pobre alma mía no debería ser; su Voluntad es lo que debería hacer conocer, no a mí; mi pobre persona no debería existir, mucho más que toda la cosa es suya, no mía, a mí no me queda otra cosa que la confusión de lo que me dice; pero a pesar de todo esto la obediencia me obliga a escribir, no sólo sobre el Querer Divino, sino también sobre el entrelazamiento que hace de mí con su Voluntad. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y estrechándome a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, eres siempre mi recién nacida de mi Voluntad, y además tú te equivocas. Quieres que hable de mi Voluntad y que la haga conocer, ¿y quien debe ser el canal, la portavoz, el instrumento para hacerla conocer no debe existir? Si la cosa debiera quedar entre tú y Yo, tal vez podría ser así, pero como quiero que mi Voluntad tenga su Reino, y el Reino no se forma con una sola persona, sino con muchas y de diversas condiciones, por eso es necesario que no sólo se conozca mi Voluntad, los bienes que contiene, la nobleza de aquellos que querrán vivir en este Reino, el bien, la felicidad, el orden, la armonía que cada uno poseerá, sino también a aquélla que mi bondad ha escogido como origen y principio de tanto bien. Con entrelazarte a ti junto con mi Voluntad, con elevarte sobre todas las cosas de la Creación, no significa otra cosa que dar más importancia, elevar más, dar más peso a mi Voluntad. Cuanto más bueno es un rey, más santo, más rico, más magnánimo, más amante de sus súbditos, hasta llegar a dar su propia vida antes de dejar que toquen a uno que vive en su Reino, tanto más ese Reino es estimado y amado, y suscita en todos el deseo de vivir en aquel Reino, más bien hacen competencia para ver a quién le puede tocar tal fortuna; por lo tanto, del conocimiento del rey viene la buena marcha del Reino, su importancia. Tú, al decir que no quieres estar entrelazada con mi Voluntad, quisieras un Reino sin el rey, la ciencia sin el maestro, las posesiones sin el patrón; ¿qué sería de este Reino, de esta ciencia, de estas posesiones? ¿Cuántos desórdenes no habría, cuántas ruinas? Y Yo no sé hacer cosas desordenadas, es más, la primera cosa en Mí es el orden.
(3) Mira, esto habría sucedido en la Redención si mi querida Mamá no hubiera querido hacer conocer que era mi Madre, que me había concebido en su seno virginal, que me nutrió con su leche; mi venida a la tierra, la Redención, serían increíbles y ninguno se habría plegado a creer y a recibir los bienes que hay en la Redención. En cambio, con hacer conocer a mi Madre, quién era Ella, que la exenté de toda mancha, aún la de origen, que era un prodigio de la gracia, y cómo Ella amó como tiernos hijos suyos a todas las criaturas, y por amor de ellos sacrificó la Vida de su Hijo y Dios, la Redención tuvo mayor importancia y se hizo más accesible a la mente humana y se formó el Reino de la Redención con sus copiosos efectos. Así que el entrelazar a mi Madre en la obra de la Redención no fue otra cosa que dar mayor importancia al gran bien que vine a hacer sobre la tierra. Debiendo Yo ser visible a todos, tomar carne humana, debía servirme de una criatura de la raza humana, a quien debía sublimar sobre todos para cumplir mis altos designios.
(4) Ahora, si esto sucedió para formar el Reino de mi Redención sobre la tierra, así también, debiendo formar el Reino de mi Voluntad es necesario que se conozca otra criatura en la cual debe tener el origen, el principio, el verdadero reinar de mi Voluntad, quién es ella, cuánto la he amado, cómo la he sacrificado por todos y por cada uno, en una palabra, todo lo que mi Voluntad ha dispuesto y derramado en ella. Pero al entrelazarte a ti es siempre mi Voluntad la que resalta, son caminos y medios para hacerla conocer; son atractivos, incentivos, luces, imanes para atraer a todos a venir a vivir en este Reino de felicidad, de gracia, de paz, de amor. Por eso deja hacer a tu Jesús que tanto te ama, y no quieras afligirte, mucho menos preocuparte de cómo desarrollo el entrelazamiento de mi

Voluntad contigo, y piensa sólo en seguir tu vuelo en los eternos confines de mi Supremo Querer”.

+ + + +

16-35
Diciembre 6, 1923

La tarea de la Santísima Virgen, la tarea de Jesús y la tarea de Luisa para hacer que venga el reino de la Divina Voluntad a la tierra.

(1) Estaba rezando, y mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior que me miraba fijamente, y yo, atraída por su mirada, lo miraba a Él hasta dentro de su interior, que me parecía como si fuera un cristal en el cual se podía ver todo lo que mi amado Jesús hacía, y yo uniéndome a Él trataba de hacer lo que Él hacía. Otras veces me parecía que Jesús tomaba mi alma entre sus manos y la lanzaba al vuelo en la inmensidad de su Voluntad diciéndome:
(2) “La recién nacida de mi Voluntad; en mi Voluntad has nacido, en Ella quiero que vivas. Vuela, vuela en el Eterno Querer, cumple tu oficio, mira que hay mucho qué hacer entre la Divinidad y las criaturas, gira por todas las generaciones, pero siempre en mi Querer, de otra manera no las encontrarás a todas, y amando, obrando, reparando, adorando por todos, te pondrás ante la Majestad Suprema para darle todo el amor, los homenajes de todos y de cada uno como verdadera hija primogénita de nuestro Querer”.
(3) Yo tomaba el vuelo y Jesús seguía con su mirada mi vuelo; ¿pero quién puede decir lo que hacía? En su Querer encontraba todo el amor que su Voluntad debía dar a las criaturas, y no tomándolo ellas, estaba suspendido esperando que fuese tomado y yo lo hacía mío, e invistiendo a todas las inteligencias creadas, formaba por cada uno de los pensamiento un acto de amor, de adoración y de todo lo que cada inteligencia debía dar a Dios, y abrazando todo en mí, como si a todos los pusiera en mi regazo, tomaba el camino al Cielo para llevarlos al seno del Padre Celestial y le decía:
(4) “Padre Santo, vengo ante tu trono para traerte en mi regazo a todos tus hijos, tus queridas imágenes creadas por Ti, para ponerlos otra vez en tu seno divino, a fin de que aquella Voluntad, por ellos rota entre Tú y ellos, Tú la vincules y la anudes de nuevo. Es la pequeña hija de tu Querer quien esto te pide, soy pequeña, es cierto, pero tomo la tarea de satisfacerte por todos, no me iré de tu trono si no me vinculas la voluntad humana con la Divina, y llevándola a la tierra, venga el reino de tu Querer a la tierra. A los pequeños nada se les niega, porque lo que piden no es otra cosa que el eco de tu mismo Querer y de lo que quieres Tú”.
(5) Después regresaba con Jesús que me esperaba en mi habitación, y Él me recibía en sus brazos, me colmaba de besos y de caricias y me decía:
(6) “Pequeña mía, para hacer que el Querer del Cielo descienda sobre la tierra, es necesario que todos los actos humanos sean sellados y esmaltados de actos de Voluntad Divina, a fin de que el Supremo Querer, viendo que todos los actos de voluntad de las criaturas están marcados por la suya, atraído por el imán potente de su mismo Querer descienda a la tierra y reine en ella; a ti como hija primogénita de nuestro Querer te ha sido dada esta tarea.
(7) Debes saber que para atraer al Verbo y hacerlo descender del Cielo, mi Mamá tomó la tarea de girar por todas las generaciones, y haciendo suyos todos los actos de voluntad humana, Ella ponía en ellos el Querer Divino, porque tenía tanto de este capital de Querer Supremo, de sobrepasar todo lo que debían tener todas las criaturas juntas, y en cada giro que hacía multiplicaba este capital. Entonces Yo, Verbo Eterno, viendo que la más fiel de nuestras criaturas con tanta gracia y amor había llenado todos los actos humanos con el Querer Divino, habiendo Ella tomado a pecho lo que se necesitaba para hacer esto, viendo que en el mundo estaba nuestro Querer, atraído descendí del Cielo.

(8) La segunda tarea me tocó a Mí para formar la Redención. Cuánto debí girar por todos los actos humanos, tomarlos todos como en un puño y cubrirlos, sellarlos, esmaltarlos de mi Querer Divino, para atraer a mi Padre Celestial y hacerlo mirar todos los actos humanos cubiertos de aquel Querer Divino que el hombre había rechazado a las regiones celestiales, a fin de que mi Padre Divino pudiese abrir las puertas del Cielo, cerradas por la voluntad humana. No hay bien que no descienda sino sólo por medio de mi Voluntad.
(9) La tercera es tuya. Al primer y al segundo sello de nuestro Querer en todos los actos humanos, te toca a ti, como hija primogénita de nuestro Querer, poner el tercero para obtener que venga el Reino de mi Querer a la tierra, por eso gira hija mía en todos los actos humanos de las criaturas, penetra hasta dentro de los corazones, lleva a cada latido el latido de mi Querer, a cada pensamiento el beso, el conocimiento de mi Voluntad; en cada palabra imprime el Fiat Omnipotente, invade todo, envuelve a todos en Él, y así venga mi Reino a la tierra. Tu Jesús no te dejará sola en estos giros, te asistiré y te guiaré en todo”.
(10) Y mientras esto decía, yo tomaba mi vuelo y giraba por todo y por todos; ¿pero quién puede decir lo que hacía? Lo puede decir sólo Jesús que me lo hacía hacer. Así he pasado toda la noche junto con Jesús, y mientras giraba, ahora le traía todos los pensamientos, ahora todas las palabras, ahora las obras, los pasos, los latidos, todos investidos por su Voluntad, y Jesús todo con amor recibía y hacía fiesta, y después me ha dicho:
(11) “Mira la gran diferencia que hay entre la santidad en mi Querer y la santidad de las otras virtudes, la primera es recibir a cada instante corrientes de gracia, de luz, de amor, y estar la criatura en cada acto suyo en orden con su Creador, por eso es la santidad que más se acerca a su Creador. La segunda, la de las otras virtudes, es a tiempo y a circunstancia, cuando se presenta la ocasión de ejercitar ahora la paciencia, ahora la obediencia, ahora la caridad y otras, y si no se presentan ocasiones, las virtudes quedan interrumpidas y sin crecimiento, y no pueden recibir el bien que contiene la virtud en acto. En cambio en la santidad de mi Querer no hay pausas ni interrupciones, mi Querer está siempre fijo en dardear a la criatura, ella lo puede recibir a cada instante, si respira, si piensa, si habla, si late, si se alimenta, si duerme, todo entra en mi Querer, y a cada instante puede llenarse de mi Voluntad con todos los bienes que Ella contiene”.

+ + + +

16-36
Diciembre 8, 1923

Sobre la Inmaculada Concepción de María.

(1) Estaba pensando en la Inmaculada Concepción de mi Mamá Reina, y mi siempre amable Jesús, después de haber recibido la santa comunión, se hacía ver en mi interior como dentro de una estancia toda luz, y en esta luz hacía ver todo lo que había hecho en todo el curso de su Vida; se veían como alineados en orden todos sus méritos, sus obras, sus penas, sus llagas, su sangre, todo lo que contenía la Vida de un Hombre y Dios, como en acto de proteger a un alma, a Él tan querida, de cualquier mínimo mal que pudiese ensombrecerla. Yo me asombraba al ver tanta atención de Jesús, y Él me ha dicho:
(2) “A mi pequeña recién nacida quiero hacerle conocer la Inmaculada Concepción de la Virgen, concebida sin pecado. Pero primero tú debes saber que mi Divinidad es un acto solo, todos los actos suyos se concentran en uno solo, esto significa ser Dios, el portento más grande de nuestra Esencia Divina, no estar sujeta a sucesión de actos, y si a la criatura le parece que ahora hacemos una cosa, y ahora otra, es más bien que hacemos conocer lo que hay en aquel acto solo, porque la criatura, incapaz de conocerlo todo de un solo golpe, se lo hacemos conocer poco a poco. Ahora, todo lo que Yo, Verbo Eterno

debía hacer en mi asumida Humanidad, formaba un solo acto con aquel acto único que contiene mi Divinidad, así que antes de que esta noble Criatura fuese concebida, ya existía todo lo que debía hacer en la tierra el Verbo Eterno, por lo tanto, en el acto en que esta Virgen fue concebida, se alinearon en torno a su Concepción todos mis méritos, mis penas, mi sangre, todo lo que contenía la Vida de un Hombre Dios, y quedó concebida en los interminables abismos de mis méritos, de mi sangre divina, en el mar inmenso de mis penas. En virtud de ellos quedó inmaculada, bella y pura; al enemigo le quedó cerrado el paso por los incalculables méritos míos y no pudo hacerle ningún daño. Era justo que quien debía concebir el Hijo de un Dios, debía primero ser Ella concebida en las obras de este Dios, para poder tener virtud de concebir al Verbo que debía venir a redimir al género humano; así que Ella primero quedó concebida en Mí, y Yo quedé concebido en Ella, no quedaba más que a tiempo oportuno hacerlo conocer a las criaturas, pero en la Divinidad estaba como ya hecho. Por eso, la que más recibió los frutos de la Redención, más bien tuvo el fruto completo, fue esta excelsa Criatura, que siendo concebido en Ella, amó, estimó y conservó como cosa suya todo lo que el Hijo de Dios obró sobre la tierra. ¡Oh! la belleza de esta tierna pequeñita, era un prodigio de la gracia, un portento de nuestra Divinidad, creció como Hija nuestra, fue nuestro decoro, nuestra alegría, el honor y la gloria nuestra”.
(3) Entonces, mientras mi dulce Jesús decía todo esto, yo pensaba en mi mente: “Es cierto que mi Reina Mamá fue concebida en los interminables méritos de mi Jesús, pero la sangre, el cuerpo, fueron concebidos en el seno de Santa Ana, la cual no estaba exenta de la mancha de origen; entonces, ¿cómo puede ser que nada heredó de los tantos males que todos hemos heredado por el pecado de nuestro primer padre Adán?”
(4) Y Jesús: “Hija mía, tú no has entendido aún que todo el mal está en la voluntad. La voluntad arrolló al hombre, es decir a su naturaleza, no la naturaleza arrolló a la voluntad del hombre, así que la naturaleza quedó en su lugar, tal como fue creada por Mí, nada cambió, fue su voluntad la que se cambió y se puso, nada menos, que contra una Voluntad Divina, y esta voluntad rebelde arrastró su naturaleza, la debilitó, la contaminó y la volvió esclava de vilísimas pasiones; sucedió como a un recipiente lleno de perfumes o de cosas preciosas, si se vaciara de eso y se llenase de podredumbre o de cosas viles, ¿acaso cambia el recipiente? Cambia lo que se pone dentro, pero él es siempre lo que es, a lo más se vuelve más o menos apreciable según lo que contiene, así fue del hombre.
(5) Ahora mi Mamá, el ser concebida en una criatura de la raza humana no le causó ningún daño, porque su alma era inmune de toda culpa, entre su voluntad y la de su Dios no había división, las corrientes divinas no encontraban obstáculo ni oposición para derramarse sobre Ella, a cada instante estaba bajo la tupida lluvia de nuevas gracias. Entonces, con esta voluntad y esta alma toda santa, toda pura, toda bella, el recipiente de su cuerpo que tomó de su madre quedó perfumado, rehabilitado, ordenado, divinizado, en modo de quedar exenta aun de todos los males naturales de los que está invadida la naturaleza humana. ¡Ah! fue propiamente Ella la que recibió el germen del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, que la ennobleció y la restituyó a su principio, tal como el hombre fue creado por Nosotros antes de que pecara; es más, lo sobrepasó, la embelleció aún más a los continuos flujos de aquel Fiat que tiene sólo virtud de reproducir imágenes todas semejantes a Aquél que las ha creado, y en virtud de esta Voluntad Divina que obraba en Ella, se puede decir que lo que Dios es por naturaleza, Ella lo es por gracia. Nuestra Voluntad todo puede hacer, a todo puede llegar cuando el alma nos da libertad de obrar y no interrumpe con su voluntad humana nuestro obrar”.

+ + + +

16-37
Diciembre 26, 1923

El morir continuo de Jesús y el morir continuo de Luisa en la Divina Voluntad.

(1) He pasado días amarguísimos por la privación de mi dulce Jesús, me sentía como un vilísimo harapo que Jesús había desechado porque le daba asco, tan sucio estaba; y en mi interior oía decirme:
(2) “En mi Voluntad no existen harapos, todo es vida, y Vida Divina. El harapo se rompe, se ensucia, porque no contiene vida, en cambio en mi Voluntad que contiene vida y da vida a todo, no hay peligro que el alma se pueda reducir a pedazos, mucho menos ensuciarse”.
(3) Yo, no haciendo caso de esto pensaba entre mí: “¡Qué hermosas fiestas navideñas me hace pasar Jesús, se ve que me quiere mucho!” Y Él moviéndose en mi interior ha agregado:
(4) “Hija mía, para quien hace mi Voluntad siempre es Navidad; en cuanto el alma entra en mi Querer Yo quedo concebido en su acto; conforme va cumpliendo su acto, Yo desarrollo mi Vida; cuando lo termina, Yo resurjo y el alma queda concebida en Mí, desarrolla su vida en la mía y resurge en mis mismos actos. Entonces, mira, las fiestas navideñas son para quien una vez al año se prepara, se pone en gracia, por lo tanto siente en sí algo de nuevo de mi nacimiento; pero para quien hace mi Voluntad siempre es Navidad, renazco en cada acto suyo. ¿Así que tú quisieras que Yo naciera en ti una vez al año? No, no, para quien hace mi Voluntad, mi nacimiento, mi Vida, mi muerte y mi Resurrección deben ser un acto continuado, nunca interrumpido, de otra manera, ¿cuál sería la diferencia, la desmedida distancia con las otras santidades?”
(5) Yo al oír esto me sentía más amargada y pensaba entre mí: “¡Cuánta fantasía! Esto que oigo no es otra cosa que una finísima soberbia mía, sólo mi soberbia podía sugerirme y llegar hasta hacerme escribir tantas cosas sobre la Voluntad de Dios. Los demás son buenos, humildes, y por eso ninguno ha osado escribir nada”. Y mientras esto pensaba sentía tal dolor, de sentirme destrozar el corazón y buscaba distraerme para no oír nada.
¡Qué tremenda lucha, hasta sentirme morir! Entonces, mientras me encontraba en este estado, mi amable Jesús se ha hecho ver como si quisiera decir otra cosa sobre su Santísima Voluntad, y yo le he dicho: “Jesús mío, ayúdame, ¿no ves cuánta soberbia hay en mí? Ten piedad de mí, líbrame de esta refinada soberbia, yo no quiero saber nada, solamente me basta amarte”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, las cruces, los dolores, las penas, son como la prensa para el alma; y así como la prensa sirve a la uva para romper y descascarar la uva, de manera que el vino queda por una parte y el bagazo por la otra, así las cruces, las penas, como prensa quitan al alma el bagazo de la soberbia, del amor propio, de las pasiones y de todo lo que es humano, y dejan el vino puro de las virtudes, y mis verdades encuentran el camino para comunicarse y extenderse en el alma como sobre una tela blanquísima, con caracteres imborrables. ¿Cómo puedes tú entonces temer, si cada vez que te he manifestado mis verdades sobre mi Voluntad, estas verdades han sido precedidas siempre por cruces, dolores y penas, y por cuanto más sublimes estas verdades, tanto más intensas y fuertes las penas? No era otra cosa que la presión de la prensa que Yo hacía en ti para quitarte el bagazo de todo lo humano, era más interés mío que tuyo, que mis verdades no quedaran mezcladas con el bagazo de las pasiones humanas”.
(7) Y yo: “Jesús mío, perdóname si te digo que eres Tú mismo la causa de mis temores, si Tú no me dejaras, si no te ocultaras y me privaras de Ti, en mí no habría lugares para hacer surgir estos temores. ¡Ah! Jesús, Tú me haces morir, pero con muerte cruel y con doble muerte porque no muero. ¡Ah! si pudiera probar la muerte y morir, cómo me sería dulce. ¡Ah! Jesús, te lo digo, no puedo más; o llévame contigo o quédate conmigo”.
(8) Ahora, mientras esto decía, mi amable Jesús me estrechaba entre sus brazos y con sus manos como si diera una cuerda, y yo quedaba como puesta debajo de una prensa, exprimida, triturada; yo misma no sé decir lo que sentía en mí de dolor, lo sabe sólo Él que me hacía sufrir. Después me ha dicho:

(9) “Hija querida de mi Querer, mira dentro de Mí cómo mi Voluntad Suprema no concedió ni siquiera un respiro de vida a la voluntad humana de mi Humanidad, si bien santa, pero ni siquiera esto me fue concedido, debía estar bajo la presión, más que de una prensa, de una Voluntad Divina, infinita, interminable, que se constituía vida de cada latido mío, palabra y acto, y mi pequeña voluntad humana moría en cada latido, respiro, acto, palabra, etc., pero moría en realidad, sentía de hecho la muerte porque jamás tuvo vida, tenía a mi voluntad humana sólo para hacerla morir continuamente, y si bien esto fue un gran honor para mi Humanidad, fue el más grande de los portentos, a cada muerte de mi voluntad humana, ésta era sustituida por una Vida de Voluntad Divina, pero el morir continuamente fue el más grande, el más duro, el más agudo y doloroso martirio de mi Humanidad. ¡Oh! cómo las penas de mi Pasión quedan empequeñecidas ante este mi continuo morir, y sólo con esto Yo completaba la perfecta gloria de mi Padre Celestial, y lo amaba con el amor que supera cualquier otro amor por todas las criaturas. Morir, sufrir, hacer alguna cosa grande alguna vez, a intervalos, no es gran cosa, también los santos, los buenos y otras criaturas han obrado, han sufrido, han muerto, pero como no ha sido un sufrir, un obrar y un morir continuo, no constituye ni perfecta gloria al Padre, ni redención que se pueda extender a todos. Por eso hija mía recién nacida en mi Eterno Querer, mira un poco dónde tu Jesús te llama, te quiere, bajo la prensa de mi Voluntad Divina, para que tu querer reciba muerte continua, como mi voluntad humana, de otra manera no podría Yo hacer surgir la época nueva, que mi Querer venga a reinar en la tierra; se necesita el acto continuo, las penas, las muertes, para poder arrebatar del Cielo el Fiat Voluntas Tua. Pon atención hija mía, no pongas atención en los demás, ni a mis otros santos, ni al modo como me he comportado con ellos, pues te hace despertar asombro por el modo como me comporto contigo, con ellos quería hacer una cosa, contigo es otra muy diferente”.
(10) Y mientras esto decía tomaba la forma de Crucifijo y apoyaba su frente sobre la mía, extendiéndose sobre toda mi persona, y yo quedaba bajo su presión y toda en poder de su Voluntad.

+ + + +

16-38
Diciembre 29, 1923

Entre Jesús y el alma que vive en la Divina Voluntad hay un vínculo eterno que los une y que no se puede quitar. El secreto para saber donde encontrar a todas las criaturas para amar al Padre por todas ellas.

(1) Estaba rezando y me he encontrado fuera de mí misma, donde había un crucifijo arrojado por tierra; yo me he puesto junto para adorar y besar sus santísimas llagas, pero mientras esto hacía, el crucifijo, haciéndose vivo ha desclavado sus manos de la cruz y se ha abrazado a mi cuello, estrechándome fuerte, fuerte. Yo, temiendo todavía que no fuera Jesús, buscaba librarme de esos abrazos, entonces Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué quieres huir de Mí? Cómo, ¿me quieres dejar? No sabes que entre Yo y tú hay un vínculo eterno que nos ata juntos, que ni tú ni Yo podemos desunirnos, porque lo que es eterno entra en Mí y se hace inseparable de Mí. Todos los actos que hemos hecho juntos en mi Voluntad son actos eternos, como eterna es mi Voluntad, así que tú tienes de lo tuyo en Mí y Yo tengo de lo mío en ti; corre en ti una vena eterna que nos hace inseparables y por cuanto más continúas y multiplicas tus actos en mi Querer, tanto más tomas parte de lo que es eterno; por tanto, ¿a dónde quieres ir? Yo te estaba esperando para que vinieras a consolarme y a liberarme de este lugar donde la perfidia humana me ha arrojado, y con pecados ocultos y males secretos me ha crucificado bárbaramente, por eso me he estrechado a ti, a fin de que me liberes y me lleves junto contigo”.

(3) Yo me lo he estrechado, lo he besado y me he encontrado junto a Él en mi habitación, y veía entre yo y Jesús que mi interior estaba concentrado en Él, y el suyo concentrado en mí. Después he recibido la santa comunión, y yo según mi costumbre estaba llamando y poniendo a todas las cosas creadas alrededor de Jesús, para que todas le hicieran corona y le dieran la correspondencia del amor y de los homenajes a su Creador. Todas han corrido a mi llamada, y veía claramente todo el amor de mi Jesús para mí en todas las cosas creadas, y Jesús esperaba con mucha ternura de amor en mi corazón la correspondencia de tanto amor, y yo, sobrevolando sobre todo y abrazando todo, me ponía a los pies de Jesús y le decía:
(4) “Amor mío, mi Jesús, todo lo has creado para mí y me lo has dado, así que todo es mío, y yo te lo doy a Ti para amarte, por eso te digo en cada gota de luz de sol, te amo; en el centelleo de las estrellas, te amo; en cada gota de agua, te amo. Tu Querer me hace ver hasta en el fondo del océano tu te amo por mí, y yo imprimo mi te amo por Ti en cada pez que se agita en el mar, quiero imprimir mi te amo en el vuelo de cada pájaro, te amo en todas partes amor mío, quiero imprimir mi te amo sobre las alas de viento, en el moverse de las hojas, en cada chispa de fuego, te amo por mí y por todos”.
(5) Toda la Creación estaba conmigo para decir te amo, pero cuando he querido abrazar a todas las generaciones humanas en el Querer Eterno, para hacer postrar a todos ante Jesús, para que todos hicieran su deber de decirle en cada acto de ellos, en cada palabra, en cada pensamiento, te amo, ellas me huían y yo me perdía y no sabía qué hacer, entonces se lo he dicho a Jesús, y Él:
(6) “Hija mía, sin embargo esto es precisamente vivir en mi Querer, el llevarme toda la Creación ante Mí, y a nombre de todos darme la correspondencia de sus deberes, ninguno debe escapársete, de otra manera mi Voluntad encontraría vacíos en la Creación y no quedaría satisfecha. ¿Pero sabes por qué no encuentras a todos y muchos se te escapan? Es la fuerza del libre albedrío, pero te quiero enseñar el secreto de dónde los puedes encontrar a todos: Entra en mi Humanidad y ahí encontrarás todos los actos de ellos como en custodia, por los que Yo tomé la tarea de satisfacer por ellos ante mi Padre Celestial, y tú ve siguiendo todos mis actos, que eran los actos de todos, así encontrarás todo y me darás la correspondencia de amor por todos y por todo. Todo está en Mí; habiendo hecho Yo por todos, está en Mí el depósito de todo, y entrego al Padre Divino el deber del amor de todo, y quien quiere se sirve de esto como camino y medio para subir al Cielo”.
(7) Yo he entrado en Jesús y con facilidad he encontrado todo y a todos, y siguiendo el obrar de Jesús decía:
(8) “En cada pensamiento de criatura te amo, en el vuelo de cada mirada te amo, en cada sonido de palabra te amo, en cada latido, respiro, afecto, te amo, en cada gota de sangre, en cada obra y paso te amo”.
(9) ¿Pero quién puede decir todo lo que yo hacía y decía? Muchas cosas no se saben decir, más bien lo que se dice se dice muy mal y no como se dice cuando se está junto con Jesús. Así, diciendo te amo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

16-39
Enero 4, 1924

Con las palabras de Jesús en el huerto: “No se haga mi voluntad sino la Tuya”, acordó con su Padre Celestial que la Voluntad Divina tomara su puesto de honor en la criatura.

(1) Estaba pensando en las palabras de Jesús en el huerto cuando dijo: “Padre, si es posible pase de Mí este cáliz, pero, non mea voluntas, sed Tua Fiat”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(2) “Hija mía, ¿crees tú que fue el cáliz de mi Pasión por el cual decía al Padre: ‘Padre, si es posible pase de Mí este cáliz?’ No, absolutamente no, era el cáliz de la voluntad humana que contenía tal amargura y plenitud de vicios, que mi voluntad humana unida a la Divina sintió tal repugnancia, terror y espanto, que grité: ‘Padre, si es posible pase de Mí este cáliz’. Cómo es fea la voluntad humana sin la Voluntad Divina, la cual casi como dentro de un cáliz se encierra dentro de cada criatura; no hay mal en las generaciones del cual ella no sea el origen, la semilla, la fuente, y Yo, viéndome cubierto por todos estos males que ha producido la voluntad humana, frente a la santidad de la mía me sentía morir, y habría muerto de verdad si la Divinidad no me hubiera sostenido. ¿Pero sabes tú por qué agregué, y por tres veces: ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat?’ Yo sentía sobre de Mí todas las voluntades de las criaturas juntas, todos sus males, y a nombre de todas grité al Padre: ‘No se haga más la voluntad humana en la tierra, sino la Divina; la voluntad humana sea desterrada y la Tuya reine’. Así que desde entonces, y lo quise hacer desde el principio de mi Pasión, porque era la cosa que más me interesaba y la más importante, la de llamar a la tierra el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Yo era el que a nombre de todos decía: ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’. Desde entonces Yo constituía la época del Fiat Voluntas Tua sobre la tierra; y con decirlo por tres veces, en la primera la impetraba, en la segunda la hacía descender, en la tercera la constituía reinante y dominadora; y con decir: ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’, Yo intentaba vaciar a las criaturas de su voluntad y llenarlas de la Divina.
(3) Antes de morir, porque no me quedaban más que horas, Yo quise contratar con mi Padre Celestial mi primera finalidad por la cual vine a la tierra, que la Divina Voluntad tomara su primer lugar de honor en la criatura. El sustraerse de la Voluntad Suprema había sido el primer acto del hombre, y por lo tanto nuestra primera ofensa, todos sus demás males entran en el orden secundario, y Yo debí primero realizar la finalidad del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra, y después formar con mis penas la Redención, porque la misma Redención entra en el orden secundario; es siempre mi Voluntad la que tiene el primado sobre todas las cosas, y si bien de los frutos de la Redención se vieron los efectos, pero fue en virtud de este contrato que Yo hice con mi Padre Divino, el que su Fiat debía venir a reinar sobre la tierra, realizando la verdadera finalidad de la creación del hombre y mi finalidad primaria por la cual vine a la tierra, que el hombre pudo recibir los frutos de la Redención, de otra manera habría faltado el orden a mi sabiduría; si el principio del mal fue su voluntad, a ésta debía Yo ordenar y restablecer, reunir Voluntad Divina y humana, y si bien se vieron primero los frutos de la Redención, esto dice nada; mi Voluntad es como un rey, que si bien es el primero entre todos, llega al último, precediéndolo por su honor y decoro sus pueblos, ejércitos, ministros, príncipes y toda la corte real. Así que primero eran necesarios los frutos de mi Redención para hacer encontrar la corte real, los pueblos, los ejércitos, los ministros, a la altura de la Majestad de mi Voluntad.
(4) ¿Pero sabes tú quién fue la primera en gritar junto Conmigo: ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’? Fue mi pequeña recién nacida en mi Voluntad, mi pequeña hija, que tuvo tal repugnancia, tal espanto de su voluntad, que temblorosa se estrechó a Mí y gritó junto Conmigo: ‘Padre, si es posible pase de mí este cáliz de mi voluntad’, y llorando agregaste junto Conmigo: ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’. ¡Ah! sí, estuviste tú junto Conmigo en aquel primer contrato con mi Padre Celestial, porque se necesitaba al menos una criatura que debía hacer válido este contrato, de otra manera, ¿a quién darlo? ¿A quién confiarlo? Y para volver más segura la custodia del contrato, te hice don de todos los frutos de mi Pasión, formándolos a tu alrededor como un ejército formidable, que mientras hace su cortejo real a mi Voluntad, hace guerra encarnizada a la tuya, por eso, ánimo en el estado en el que te encuentras, quita el pensamiento de que Yo pueda dejarte, esto sería en menoscabo de mi Querer, siendo que tengo el contrato de mi Voluntad depositado en ti. Por eso estate en paz, es mi Voluntad que te prueba, que quiere no sólo purificarte sino destruir aun la sombra de tu voluntad, por eso con toda paz sigue el vuelo en mi Querer, no te preocupes por nada, tu Jesús hará de manera que todo lo que pueda suceder dentro y fuera de ti, hará resaltar mayormente mi Voluntad, y ensanchará en ti los confines de la mía

en tu voluntad humana; soy Yo quien llevará la batuta en tu interior, para dirigir todo en ti según mi Querer. Yo no me ocupé de otra cosa sino sólo de la Voluntad de mi Padre, y como todas las cosas están en Ella, por eso me ocupé de todo; y si enseñé alguna oración, no fue otra sino que la Divina Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, pero era la oración que encierra todo. Así que Yo no giraba sino sólo en torno a la Voluntad Suprema, mis palabras, mis penas, mis obras, mis latidos estaban llenos de Voluntad Celestial. Así quiero que hagas tú, debes girar tanto en torno a Ella, hasta hacerte quemar por el aliento eterno del fuego de mi Voluntad, de manera que pierdas cualquier otro conocimiento, y no sepas otra cosa, sino sólo y siempre mi Querer”.

+ + + +

16-40
Enero 14, 1924

En la flagelación, Jesús quiso ser desnudado para dar de nuevo a la criatura las vestiduras reales de la Divina Voluntad.

(1) Estaba acompañando a mi Jesús en el misterio de la flagelación, compadeciéndolo cuando se vio tan confundido en medio de los enemigos, despojado de sus vestidos, bajo una tempestad de golpes, y mi amable Jesús saliendo de mi interior en el estado en el que se encontraba cuando fue flagelado me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber la causa por la que fui desnudado cuando fui flagelado? En cada misterio de mi Pasión primero me ocupaba de consolidar la rotura entre la voluntad humana y la Divina, y después de las ofensas que esta rotura produjo. Cuando el hombre en el edén rompió los vínculos de la unión entre la Voluntad Suprema y la suya, se despojó de las vestiduras reales de mi Voluntad y se vistió con los miserables harapos de la suya, débil, inconstante, impotente para hacer algo de bien. Mi Voluntad le era un dulce encanto que lo tenía absorbido en una luz purísima que no le hacía conocer otra cosa que a su Dios, del cual había salido, quien no le daba otra cosa que felicidad sin medida, y estaba tan absorbido por lo mucho que le daba su Dios, que no se daba ningún pensamiento de sí mismo. ¡Oh! cómo era feliz el hombre y cómo la Divinidad se deleitaba en darle tantas partículas de su Ser por cuanto la criatura puede recibir, para hacerlo semejante a Él. Ahora, en cuanto rompió la unión de nuestra Voluntad con la suya, perdió la vestidura real, perdió el encanto, la luz, la felicidad; se miró a sí mismo sin la luz de mi Voluntad y viéndose sin el encanto que lo tenía absorto, se conoció, tuvo vergüenza, tuvo miedo de Dios, tanto que su misma naturaleza sintió sus tristes efectos, sintió el frío y la desnudez y sintió la viva necesidad de cubrirse; y así como nuestra Voluntad lo tenía en el puerto de felicidades inmensas, así la suya lo puso en el puerto de las miserias. Nuestra Voluntad era todo para el hombre, y en Ella encontraba todo, era justo que habiendo salido de Nosotros y viviendo como un tierno hijo nuestro en nuestro Querer, viviera de lo nuestro, y este Querer debiera sustituirse a todo lo que él necesitaba; por lo tanto, como quiso vivir de su querer, tuvo necesidad de todo, porque el querer humano no tiene el poder de sustituirse a todas las necesidades, ni tiene en sí la fuente del bien, por eso fue obligado a procurarse con cansancio las cosas necesarias a la vida. ¿Ves entonces qué significa no estar unido con mi Voluntad? ¡Oh! si todos la conocieran, sólo tendrían un solo suspiro: ‘Que mi Querer venga a reinar sobre la tierra’. Así que si Adán no se hubiera sustraído de la Voluntad Divina, aun su naturaleza no habría tenido necesidad de vestidos, no habría sentido la vergüenza de su desnudez, ni habría estado sujeto a sufrir el frío, el calor, el hambre, la debilidad, pero estas cosas naturales eran casi nada, eran más bien símbolos del gran bien que había perdido su alma.
(3) Por eso hija mía, antes de ser atado a la columna para ser flagelado, quise ser desnudado para sufrir y reparar la desnudez del hombre cuando se desnudó del vestido real de mi Voluntad. Sentí en Mí tal confusión y pena al verme así desnudo en medio de

los enemigos que se burlaban de Mí, que lloré por la desnudez del hombre y ofrecí a mi Celestial Padre mi desnudez, para hacer que el hombre fuera revestido de nuevo con el vestido real de mi Voluntad, y como pago, para que esto no me fuera negado, ofrecí mi sangre, mis carnes arrancadas a pedazos, me hice desnudar no sólo de los vestidos, sino también de mi piel para poder pagar el precio y satisfacer el delito de esta desnudez del hombre; derramé tanta sangre en este misterio, que en ningún otro derramé tanta, que bastaba para cubrir al hombre como con un segundo vestido, y vestido de sangre para cubrirlo de nuevo, y así calentarlo y lavarlo para disponerlo a recibir la vestidura real de mi Voluntad”.
(4) Yo al oír esto, sorprendida he dicho: “Mi amado Jesús, ¿cómo puede ser posible que el hombre con sustraerse de tu Voluntad tuvo necesidad de vestirse, tuvo vergüenza, miedo? Sin embargo Tú hiciste siempre la Voluntad del Padre Celestial, eras una sola cosa con Él; tu Mamá no conoció jamás su querer, sin embargo tuvisteis necesidad de vestidos, de alimento y sentisteis el frío y el calor”.
(5) Y Jesús ha agregado: “Sin embargo hija mía es precisamente así. Si el hombre sintió vergüenza de su desnudez y quedó sujeto a tantas miserias naturales, fue precisamente porque perdió el dulce encanto de mi Voluntad, y si bien el mal lo hizo el alma, no el cuerpo, pero indirectamente fue como cómplice de la mala voluntad del hombre, la naturaleza quedó como profanada por el mal querer del hombre, por lo tanto la una y el otro debían sentir la pena del mal hecho. Respecto a Mí, es verdad que hice siempre la Voluntad Suprema, pero Yo no vine a encontrar al hombre inocente, al hombre antes de que pecara, sino que vine a encontrar al hombre pecador y con todas sus miserias, y debí fraternizarme con él, tomar sobre de Mí todos sus males y sujetarme a las necesidades de la vida, como si fuera uno de ellos; pero en Mí había este prodigio, que si lo quería de nada tenía necesidad, ni de vestidos, ni de alimento, ni de nada. Pero no quise servirme de él por amor al hombre, quise sacrificarme en todo, aun en las cosas más inocentes creadas por Mí mismo, para atestiguarle mi ardiente amor, es más, esto servía para impetrar de mi Divino Padre que, por consideración mía y de mi voluntad toda sacrificada a Él, restituyera al hombre la noble vestidura real de nuestra Voluntad”.

+ + + +

16-41
Enero 20, 1924

El mar de la Divina Voluntad, es mar de luz y de fuego, sin puerto y sin ribera.

(1) Me encontraba en el duro estado de mis acostumbradas privaciones de mi amado bien, y me sentía sumergida en las amarguras, privada de Aquél que es el único que hace surgir el sol, el calor, la sonrisa, la felicidad en mi pobre alma; sin Él es siempre noche, quedo entumecida por el frío de su privación, soy infeliz. Por eso me sentía oprimida, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te dejes en poder de la opresión, si supieras cuánto sufro Yo al verte sufrir, tanto, que para no verte sufrir así te adormezco, pero Yo me quedo junto a ti, no te dejo; y mientras tú duermes Yo hago por ti lo que deberíamos hacer juntos si tú estuvieras despierta, porque no eres tú quien quiere dormir, soy Yo quien lo quiero y por eso te suplo. Mira cuánto te amo, si supieras cuánto sufro cuando te veo despertar, sufrir porque no has advertido que te estaba junto porque Yo mismo te había hecho dormir en el espasmo de mi privación. Es verdad que sufres, que Yo sufro, pero es el nudo de mi Querer que también en esto corre en ti, que estrechándote más hace más estable nuestra unión. Por eso, ánimo, recuérdate que eres mi pequeña barquita en mi Voluntad, y la Voluntad Divina no es mar de agua que tenga sus puertos y sus playas donde hacen escala los barcos, las naves, los pasajeros, donde descansan y se dan a las diversiones, y

muchos pasajeros no vuelven más a navegar en el mar. El mar de mi Voluntad es mar de luz y de fuego, sin puertos y sin riberas, por lo tanto para mi pequeña barquita no hay escalas, debe siempre navegar, pero con tal velocidad de encerrar en cada uno de tus latidos y de tus actos toda la interminable eternidad, de manera de unirlos junto a aquel latido y acto eterno, el cual es latido y acto de cada uno, y tú navegando sobre todo harás en cada uno de tus latidos el giro de la eternidad, tomarás todo y nos traerás todo lo que de la Divinidad salió para dar y para recibir, pero que mientras da no recibe, y mi pequeña barquita tiene la tarea de navegar en el mar inmenso de mi Voluntad para correspondernos por todo lo que sale de Nosotros, por eso si te oprimes perderás la atención del giro, y el mar de mi Querer no sintiéndose agitado por los veloces giros de mi pequeña barquita, te quemará de más y sufrirás de más por mi privación; en cambio si giras siempre serás como aquel dulce vientecillo, que mientras llevará refrigerio a nuestro fuego, te servirá para endulzar el espasmo que sufres por mi privación”.

+ + + +

16-42
Enero 23, 1924

Así como Jesús entrelazó con su Fiat Redimiente el Fiat Creante, así quiere que el tercer Fiat quede entrelazado con el Fiat Creante y Redimiente. La Humanidad de Jesús es
más pequeña que su Voluntad Eterna.

(1) Estaba abandonándome toda en el Santo Querer de Dios, y pensaba entre mí: “El Fiat formó todo el universo, y en el Fiat la Divinidad hizo alarde de su amor hacia el hombre, señalándolo en cada cosa creada, de modo que en cada cosa creada se ve aquel Fiat impreso, que con tanta maestría, potencia y armonía brotó del seno Divino hacia la criatura. El Fiat formó la Redención, tanto, que en cada cosa que hizo el Verbo Eterno está el Fiat, que haciéndole corona le da vida, así que el Fiat Creante y el Fiat Redimiente están entrelazados juntos, y uno hace eco en el otro y forman uno solo; entonces no hay acto creado en el que mi dulce Jesús no haya entrelazado con su Fiat. Ahora, mi adorado Jesús me ha dicho tantas veces que se necesita el tercer Fiat para hacer que la obra de la Creación y de la Redención sean completadas, pero, ¿cómo se hará? ¿Quién formará tantos Fiat para entrelazar al Fiat Creante y al Fiat Redimiente?” Mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, si la Majestad Suprema hizo salir tanto amor en todas las cosas creadas por su Fiat Omnipotente sobre el género humano, era justo que Yo, Hijo suyo, en su mismo Fiat hiciera otros tantos actos para corresponderlo por su amor, entrelazando los suyos con los míos, para hacer que de la tierra se elevase otro Fiat, humano y Divino, para darse el beso, entrelazarse juntos y sustituir a la correspondencia del amor de todas las criaturas. Mientras Yo no vine a la tierra, el Fiat esparcido en todo lo creado estaba solo; en cuanto vine no estuvo más solo, más bien fue mi primer objetivo, el formar tantos actos en el Fiat Eterno por cuantos había hecho mi Padre en la Creación, así que con mi Fiat, el Fiat Creante tuvo su dulce y armoniosa compañía. Ahora, este Fiat no quiere que sean sólo dos, quiere el tercer Fiat, quiere estar en tres, y este tercer Fiat lo harás tú, por eso muchas veces te he atraído fuera de ti misma, te he puesto en aquel mismo Fiat Creante y Redimiente a fin de que hicieras tu vuelo y entrelazando el tuyo al nuestro, el Fiat Creante y Redimiente quedaran entrelazados por tu tercer Fiat. Por cuanto más obres en nuestro Fiat, tanto más pronto alcanzarás la vía de nuestro Fiat, y así como en el Fiat de la Creación salieron de Nosotros tantas cosas prodigiosas y bellas, como es todo el universo, y el Fiat de la Redención se sustituyó a todos los actos de la criatura, tomando de la mano a su hijo perdido para conducirlo nuevamente al seno de su Padre Celestial, así el tercer Fiat, cuando haya hecho su camino, se verán los efectos: ‘Que mi Querer sea conocido y

amado y tome su dominio para tener su reino sobre la tierra’. Cada acto tuyo de más que entrelaces con nuestro Fiat será un beso humano que harás dar a nuestro Fiat, un vínculo mayor que formarás entre la Voluntad Divina y humana, de manera que puestas de acuerdo, no tenga reserva de hacerse conocer y tomar su real dominio; todo está en hacerse conocer, el resto vendrá por sí solo. Por eso tantas veces te he recomendado que al escribir no omitas nada de lo que concierne a mi Voluntad, porque el conocimiento es el camino, y la luz sirve de trompeta para llamar a los escuchantes para hacerse oír, y cuanto más suene la trompeta, y más suena por cuantos más conocimientos tiene que manifestar, tanta más gente acude. El conocimiento ahora se pone en actitud de cátedra, ahora como maestro, ahora como padre piadoso y amante excesivo, en suma, tiene en su poder todos los caminos para entrar en los corazones para conquistarlos y triunfar sobre todo. Y por cuantos más conocimientos contiene, tantos más caminos tiene en su poder”.
(3) Entonces yo, casi confundida por lo que Jesús me decía he dicho: “Dulce Amor mío, Tú sabes cómo soy miserable y en qué estado me encuentro, por eso siento que para mí es imposible el que con mis actos pueda hacer el mismo camino del Fiat Creante y del Fiat Redimiente”.
(4) Y Jesús: “¿Así que nuestro Fiat no contiene todo el poder que quiere? ¿Si lo hizo en la Creación y en la Redención, cómo no lo puede hacer en ti? Se requiere tu querer, y Yo imprimiré mi Fiat en el tuyo, como imprimí mi Fiat Divino en el querer de mi Humanidad, y así haremos el mismo camino. Mi Voluntad puede todo, en mi Omnividencia te hará presente los actos de la Creación y Redención, y tú con facilidad entrelazaras con tus actos el tercer Fiat a nuestro Fiat, ¿no estás contenta?”
(5) Entonces yo, viendo que mi adorado Jesús conforme hablaba de su Voluntad me desaparecía y quedaba como eclipsado en una luz inmensa, como cuando el sol hace desaparecer las estrellas eclipsándolas en su luz, he dicho: “Jesús, vida mía, no me hables de tu Voluntad porque Tú te eclipsas en su luz y yo te pierdo y quedo sola sin Ti.
¿Cómo puede ser que tu Querer me haga perder a mi Vida, a mi todo?”
(6) Y Jesús ha agregado: “Hija mía, mi Humanidad es más pequeña que mi Voluntad Eterna, tiene sus confines, sus límites, y por eso mi Voluntad interminable acercándose a ti con sus conocimientos, hace que mi Humanidad quede perdida en su luz y como eclipsada, y por eso tú no me ves, pero Yo quedo siempre en ti y gozo, porque veo a la pequeña recién nacida de mi Voluntad eclipsada en la misma luz de mi Humanidad, así que estamos juntos, pero como nuestra vista queda deslumbrada por la Luz resplandeciente del Querer Supremo, no nos vemos”.

+ + + +

16-43
Febrero 2, 1924

El abandono en Dios forma las alas para volar en el ámbito de la Eternidad. Qué es la Eternidad.

(1) Me sentía muy oprimida por la privación de mi dulce Jesús, y por otras razones que no es necesario escribir aquí, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior y estrechándome a Él para darme fuerza, pues me sentía sucumbir, me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es vida y movimiento de todo, ¿pero sabes tú quién sigue su movimiento y toma el vuelo en mi Eterno Querer, de manera que gira como gira Él en el ámbito de la eternidad y se encuentra donde Él se encuentra y hace lo que Él hace? El alma del todo abandonada en mi Santa Voluntad; el abandono son las alas para volar junto con mi Querer, en cuanto cesa el abandono así pierde el vuelo y quedan destruidas las alas. Así que todos sienten el movimiento, la Vida de mi Voluntad, pero se quedan en el punto donde están, porque no hay movimiento que no parta de Mí, pero sólo quien tiene las alas del abandono en Mí, hace el mismo camino de mi Voluntad, sobrevuela sobre todo,

sea en el Cielo o en la tierra, entra en el ámbito de la eternidad y gira en medio de las Tres Divinas Personas, penetra en los más íntimos lugares de Ellas, está al día de sus secretos y de sus bienaventuranzas. Sucede como a una máquina, donde en medio está la primera rueda y en torno a ella otras muchas pequeñas ruedecillas que son fijas; en cuanto se mueve la primera rueda todas las demás reciben el movimiento, pero nunca llegan a tocar a la primera rueda, ni saben nada de lo que ella hace ni de los bienes que contiene; en cambio otra pequeña ruedita que no esté fija, y que por medio de un mecanismo gire siempre por todas las ruedecillas para encontrarse en cada movimiento de la primera rueda, para hacer de nuevo su giro, esta ruedecilla girante sabe lo que hay en la primera rueda y toma parte en los bienes que ella contiene. Ahora, la primera rueda es mi Voluntad, las ruedecillas fijas son las almas abandonadas a sí mismas, lo que las vuelve inmóviles en el bien; la ruedecilla girante es el alma que vive en mi Voluntad, el mecanismo es el abandono todo en Mí, así que cada falta de abandono en Mí es un giro que pierdes en el ámbito de la Eternidad. ¡Si supieras qué significa perder un giro eterno!”
(3) Yo al oír esto he dicho: “¿Pero dime Amor mío, qué significa eternidad y qué cosa es este giro eterno?”
(4) Y Jesús ha agregado: “Hija mía, la eternidad es un círculo inmenso, donde no se puede conocer ni dónde empieza ni dónde termina; en este círculo se encuentra Dios, sin principio y sin fin, donde posee felicidad, bienaventuranzas, alegrías, riquezas, belleza, etc., infinitas. En cada movimiento divino, que no cesa jamás, hace salir de este círculo de la eternidad nuevas felicidades, nuevas bellezas, nuevas bienaventuranzas, etc., pero esto nuevo es un acto jamás interrumpido; pero uno no es parecido al otro, distintos entre ellos, nuestros contentos son siempre nuevos; son tales y tantas nuestras bienaventuranzas, que mientras gozamos una, otra nos sorprende, y esto siempre y jamás terminan, son eternas, inmensas como Nosotros, y lo que es eterno tiene virtud de hacer surgir cosas siempre nuevas; lo antiguo, las cosas repetidas no existen en lo que es eterno. ¿Pero sabes tú quién toma más parte en el Cielo de lo nuevo que jamás se agota? Quien más haya practicado el bien en la tierra, este bien será como el germen que le dará el conocimiento de nuestras bienaventuranzas, alegrías, bellezas, amor, bondad, etc., y según el bien que el alma haya practicado en la tierra, que tenga alguna armonía con nuestras variadas bienaventuranzas, así se acercará a Nosotros y a grandes sorbos se llenará de aquella bienaventuranza de la cual contenga el germen, hasta desbordarse fuera. De todo lo que contiene el círculo de la eternidad tomaran parte; en cambio de los gérmenes adquiridos en la tierra, de ellos serán colmados. Sucederá como a uno que haya aprendido música, un trabajo, una ciencia; sonando la música, muchos escuchan y gozan, pero, ¿quién entiende? ¿Quién siente penetrarle en la inteligencia y descenderle en el corazón todas aquellas notas de gozo o de dolor? ¿Quién se siente como lleno y ve en acto las escenas que la música expresa? Quien ha estudiado, quien se ha fatigado por aprenderla, los demás gozan pero no entienden, su gozo está sólo en la percepción del oído, pero todo su interior queda en ayunas; así también quien ha aprendido las ciencias, ¿quién goza más, uno que ha estudiado, que ha consumido su inteligencia en los libros, en tantas cosas científicas, o bien quien sólo las ha mirado? Cierto, quien ha estudiado puede hacer ganancias justas, puede ocupar diversos puestos, en cambio el otro puede gozar con la sola vista si ve cosas que pertenecen a las ciencias; así de todas las demás cosas. Si esto sucede en la tierra, mucho más en el Cielo, donde la justicia pesa con la balanza del amor cada pequeño acto bueno hecho por la criatura, y pone sobre ese acto bueno una felicidad, una alegría, una belleza interminables.
(5) Ahora, ¿qué será del alma que habrá vivido en mi Querer, donde todos sus actos quedan con un germen eterno y divino? El círculo de la eternidad se verterá de tal forma en ella, que toda la Jerusalén Celestial quedará sorprendida y harán nuevas fiestas y recibirán nueva gloria”.


+ + + +

16-44
Febrero 5, 1924

Privaciones. Penas de Jesús, tristeza del alma. Efectos de la alegría. El alma no puede salir de la Divina Voluntad, porque su voluntad está encadenada con la inmutabilidad de la Divina.

(1) Me sentía amargada por la privación de mi sumo y único bien, me sentía extenuada, sentía que no más debía venir Aquél que era toda mi vida, sentía que todo lo pasado había sido un juego de fantasía. ¡Oh! si estuviera en mi poder habría quemado todos los escritos a fin de que no quedara ningún vestigio de mí. También mi naturaleza sentía los dolorosos efectos de su privación, pero es inútil escribir lo que ha pasado, porque también el papel es cruel y no tiene ninguna palabra de consuelo para mí, y no me da a Aquél por el que tanto suspiro, más bien el decirlo exacerba más mis penas, por eso mejor sigo adelante. Ahora, mientras me encontraba en tan duro estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver con una varita de fuego en la mano y me decía:
(2) “Hija mía, ¿dónde quieres que te pegue con esta varita? Quiero castigar al mundo, por eso he venido a ti para ver cuántos golpes quieres recibir tú, para dar el resto a las criaturas, por eso dime dónde quieres que te golpee.
(3) Y yo amargada como estaba he dicho: “Donde quieras golpearme pégame, yo no quiero saber nada, no quiero otra cosa que tu Voluntad”.
(4) Y Él de nuevo: Quiero saber por ti dónde quieres que te golpee”.
(5) Y yo: “No, no, yo jamás lo diré, quiero donde quieras tú”.
(6) Y Jesús me ha preguntado de nuevo, y viendo que yo siempre respondía, no quiero otra cosa que tu Voluntad, ha repetido:
(7) “Así que ni siquiera quieres decir dónde quieres que te golpee”.
(8) Entonces sin decirme otra cosa me golpeaba; aquellos golpes eran dolorosos, pero como partían de las manos de Jesús me infundían la vida, la fuerza, la confianza. Después de que me ha golpeado, de manera que me sentía toda maltratada, me he puesto cerca de su cuello y acercándome a su boca he intentado chupar, pero mientras hacía esto venía a mi boca un líquido dulcísimo que me fortalecía toda, pero no era esa mi voluntad, más bien quería sus amarguras que las tenía en demasía en su corazón santísimo, y después le he dicho:
(9) “Amor mío, que dura suerte es la mía, tu privación me mata, el temor de que pudiera salir de tu Voluntad me aplasta, dime, ¿en qué te he ofendido? ¿Por qué me dejas? Y a pesar que ahora estás conmigo, no me parece que hayas venido para quedarte conmigo como antes, para estar juntos, sino de paso. ¡Ah! ¿cómo estaré sin Ti, vida mía? Dilo Tú mismo si es que puedo hacerlo, y mientras esto decía he roto en llanto, y Jesús estrechándome a Él me ha dicho:
(10) “Pobre hija mía, pobre hija mía, ánimo, tu Jesús no te deja, ni temas que pudieras salir de mi Voluntad, porque tu voluntad está encadenada con la inmutabilidad de la mía, a lo más serán pensamientos, impresiones que sentirás, pero no verdaderos actos, porque estando en ti la inmutabilidad de mi Voluntad, cuando la tuya estuviera por salir de la mía, sentirás la firmeza, la fuerza de mi inmutabilidad y quedarás más encadenada. Y además,
¿te has olvidado que no sólo estoy Yo en tu corazón, sino todo el mundo, y que desde dentro de ti dirijo la suerte de todas las criaturas? Lo que tú sientes no es otra cosa que la forma en como está el mundo Conmigo, y las penas que me dan, estando Yo en ti, repercuten sobre ti; ¡ah hija mía, cuánto nos hace sufrir el mundo! Pero ánimo, cuando veo que no puedes más Yo dejo todo y vengo a estarme con mi hija para reanimarte y reanimarme de las penas que me dan”.

(11) Dicho esto ha desaparecido. Yo he quedado reanimada, sí, pero con una tristeza de sentirme morir, me sentía como sumergida en un baño de amarguras y aflicciones, tanto, que no sentía la fuerza de decirle a Jesús: Ven. Luego, mientras hacía mis acostumbradas oraciones, mi amado Jesús ha regresado diciéndome:
(12) “Hija mía, dime, ¿por qué estás tan triste? Mira, Yo vengo de en medio de las criaturas con las lágrimas en los ojos, con el corazón traspasado, traicionado por muchos y por eso he dicho entre Mí: Me voy con mi hija, con mi pequeña recién nacida de mi Voluntad, a fin de que me enjugue las lágrimas, con sus actos que ha hecho en mi Voluntad me dará el amor y todo lo que los demás no me dan, me reposaré en ella y la reanimaré con mi presencia, y tú en cambio te haces encontrar tan triste que debo hacer a un lado mis penas para aliviar las tuyas. ¿No sabes tú que la alegría al alma es como el perfume a las flores, como el condimento a los alimentos, como el colorido a las personas, como la maduración a los frutos, como el sol a las plantas? Así que con esta tristeza no me has dejado encontrar un perfume que me recreé, ni un alimento sabroso, ni un fruto maduro, estás toda descolorida, tanto, que me das piedad. Pobre hija, ánimo, estréchate a Mí, no temas”.
(13) Yo me he estrechado a Jesús, habría querido estallar en llanto, sentía que se me ahogaba la voz, pero me he hecho violencia y ahogando el llanto le he dicho:
(14) “Jesús, amor mío, mis penas son nada en comparación de las tuyas, por eso pensemos en tus penas si no me quieres agregar otras amarguras. Deja que te enjugue las lágrimas y particípame de las penas de tu corazón”.
(15) Entonces me ha participado sus penas, y haciéndome ver los graves males que hay en el mundo y los que vendrán, ha desaparecido”.

+ + + +

16-45
Febrero 8, 1924

Cómo deben estar y qué deben hacer los pequeños en la Divina Voluntad.

(1) Estaba fundiéndome toda en el Santo Querer Divino, y como al hacer esto, como la más pequeña de todos, me pongo delante de todas las generaciones, aun antes que Adán y Eva fuesen creados, a fin de que antes de que ellos pecasen yo ya hubiese preparado el acto de reparación a la Divina Majestad, porque en el Querer Divino no hay ni pasado ni futuro, sino que todo es presente, y también porque siendo pequeña pudiera acercarme para interceder y hacer mis pequeños actos en su Querer, para poder cubrir todos los actos de las criaturas con su Voluntad Divina, y así poder vincular la voluntad humana separada de la Divina y hacer de ellas una sola. Ahora, mientras estaba por hacer esto, era tanto mi aniquilamiento, mi miseria y mi pequeñez extrema, que he dicho entre mí: “En vez de ponerme al frente de todos en la Santísima Voluntad, debo más bien ponerme detrás de todos, aun detrás del último hombre que vendrá, pues siendo la más despreciable y la más miserable de todos, me conviene el último puesto”. Mientras esto hacía, mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior, y tomándome la mano me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija, en mi Voluntad los pequeños deben estar delante de todos, más bien en mi seno; quien debe interceder, reparar, unificar nuestra Voluntad, no sólo con la suya sino con la de los demás, debe estarnos junto y tan unido con Nosotros que reciba todos los reflejos de la Divinidad para copiarlos en sí mismo; debe tener un pensamiento que sea de todos, una palabra, una obra, un paso, un amor, que sea de todos y por todos. Y siendo que nuestra Voluntad envuelve a todos, ese pensamiento tuyo sea de todos en nuestro Querer, esa palabra, ese acto, ese amor brillen en cada pensamiento, palabra y acto de todas las generaciones, y en la potencia de nuestra Voluntad se hagan antídoto, defensores, amantes, actores, etc. Si tú supieras con qué amor te espera nuestro Padre

Celestial, el gozo, el contento que siente al verte tan pequeña llevándole a su regazo la Creación toda para darle la correspondencia por todos; siente que le regresa la gloria, los gozos y las complacencias de la finalidad de la Creación; por eso es necesario que tú vengas por delante de todos, y después de que hayas venido delante de todos, darás una vuelta en nuestra Voluntad y te pondrás detrás de todos, te los pondrás como en tu regazo y nos los traerás a todos a nuestro seno, y Nosotros, viéndolos cubiertos por tus actos hechos en nuestro Querer, los acogeremos con más amor y nos sentiremos más dispuestos a vincular nuestra Voluntad con la de las criaturas, para hacer que regrese con su pleno dominio. Por eso, ánimo, los pequeños se pierden en la muchedumbre, por eso es necesario que vengas al frente, para cumplir la misión de tu oficio en nuestra Voluntad. Los pequeños en nuestra Voluntad no tienen pensamientos propios, cosas propias, sino todo en común con el Padre Celestial, por eso, como todos gozan del sol, quedando todos inundados por su luz, porque ha sido creado por Dios para bien de todos, así todos disfrutan de los actos hechos por la pequeña hija en nuestra Voluntad, que más que sol dardean a todos para hacer que el Sol del Querer Eterno surja de nuevo con aquella finalidad por la cual fueron creadas todas las generaciones. Por tanto, no te pierdas entre la muchedumbre de tus miserias, de tu estado miserable, de los pensamientos propios, sino piensa sólo en tu oficio de pequeña de nuestra Voluntad y sé atenta en cumplir tu misión”.

+ + + +

16-46
Febrero 10, 1924

La doctrina sobre la Divina Voluntad es la más pura, la más bella, por la cual será renovada la Iglesia y transformada la faz de la tierra. El abandono en la Divina Voluntad.

(1) Estaba pensando entre mí en todo lo que está escrito en estos días pasados, y decía entre mí que no eran cosas ni necesarias ni serias, y que podía no haberlas puesto en el papel, pero la obediencia lo ha querido y yo estaba en el deber de pronunciar el Fiat también en esto. Mientras esto pensaba, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, sin embargo todo era necesario para hacer conocer cómo se vive en mi Querer; no diciéndolo todo, tú harías faltar una cualidad del modo cómo vivir en Él, y por lo tanto no podrían tener el pleno efecto del vivir en mi Voluntad, como por ejemplo sobre el abandono del vivir en mi Querer, si el alma no viviese toda abandonada en mi Voluntad, sería como una persona que viviese en un suntuoso palacio, y ahora se asoma por una ventana, ahora por un balcón, ahora baja al portón, así que la pobrecita poco o a la ligera pasa por sus estancias, no toma interés ni del régimen, ni del trabajo que se necesita, ni de los bienes que hay, ni de lo que puede tomar ni de lo que puede dar; quién sabe cuántos bienes hay y ella no toma interés, por eso no ama como debería amar, ni tiene la estima que merece aquel palacio. Ahora, para el alma que vive en mi Voluntad y no está del todo abandonada en Ella, las reflexiones propias, los cuidados de sí misma, los temores, las turbaciones, no son otra cosa que ventanas, balcones, portones que se forma en mi Voluntad, y que saliendo frecuentemente está obligada a ver y sentir las miserias de la vida humana, y como las miserias son propiedad suya, y las riquezas de mi Voluntad son mías, se apega más a las miserias que a las riquezas, entonces no tomará amor ni gustará qué significa vivir en mi Querer; y habiéndose formado el portón, un día o el otro se irá para vivir en el miserable tugurio de su voluntad. Mira entonces cómo es necesario el pleno abandono en Mí para vivir en mi Voluntad; Ella no tiene necesidad de las miserias de la voluntad humana, la quiere para que viva junto con Ella, bella como la hizo salir de su seno, sin el miserable ajuar que se ha formado en el exilio de la vida, de otra manera habría disparidad que daría dolor a la mía e infelicidad a la voluntad humana. Mira cómo

es necesario hacer entender que se necesita el pleno abandono para vivir en mi Voluntad, y tú dices que no era necesario escribir sobre esto; te compadezco, porque tú no ves lo que veo Yo, por eso lo tomas a la ligera; en cambio en mi Omnividencia veo que estos escritos serán para mi Iglesia como un nuevo sol que surgirá en medio de Ella, y los hombres atraídos por su luz deslumbrante se aplicarán para transformarse en esta luz y salir espiritualizados y divinizados, por lo cual renovándose la Iglesia, transformarán la faz de la tierra.
(3) La doctrina sobre mi Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra de materia o de interés, tanto en el orden sobrenatural como en el orden natural, por eso será a manera de sol, la más penetrante, la más fecunda y la más bienvenida y acogida. Y como es Luz, por sí misma se hará entender y se abrirá camino; no estará sujeta a dudas, a sospechas de error, y si alguna palabra no se entenderá, será la demasiada luz que eclipsando la inteligencia humana no podrán comprender toda la plenitud de la verdad, pero no encontrarán una palabra que no sea verdad, a lo más, no podrán del todo comprenderla. Por eso, en vista del bien que veo, te incito a que nada dejes de escribir, un dicho, un efecto, una semejanza sobre mi Voluntad, puede ser como un rocío benéfico sobre las almas, como es benéfico el rocío sobre las plantas después de un día de sol ardiente, como una lluvia abundante después de largos meses de sequía. Tú no puedes entender todo el bien, la luz, la fuerza que hay dentro de una palabra, pero tu Jesús lo sabe, y sabe a quién debe servir y el bien que debe hacer”.
(4) Ahora, mientras esto decía me ha hecho ver en medio de la Iglesia una mesa, y todos los escritos sobre la Divina Voluntad puestos encima, muchas personas venerables rodeaban esa mesa y salían transformadas en luz y divinizadas, y conforme caminaban comunicaban aquella luz a quien encontraban.
(5) Y Jesús ha agregado: “Tú verás desde el Cielo el gran bien, cuando la Iglesia recibirá este alimento Celestial, que fortificándola la hará resurgir en su pleno triunfo”.

+ + + +

16-47
Febrero 16, 1924

Cada latido del corazón de Jesús le llevaba un nuevo dolor, nuevas alegrías y contentos.

(1) Estaba pensando en los dolores del corazón santísimo de Jesús, ¡oh, cómo mis penas desaparecían comparadas a las suyas! Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, los dolores de mi corazón son indescriptibles e inconcebibles a la criatura humana. Tú debes saber que cada latido de mi corazón era un dolor distinto, cada latido me llevaba un nuevo dolor, distinto uno del otro. La vida humana es un continuo palpitar, si cesa el latido cesa la vida; imagínate entonces que torrentes de dolor me llevaba cada latido de mi corazón, hasta el último momento de mi muerte, desde que fui concebido hasta mi último latido, ninguno dejó de llevarme nuevas penas y acerbos dolores; pero debes saber también que mi Divinidad que era inseparable de Mí, vigilando mi corazón, mientras en cada latido hacía entrar un nuevo dolor, así también en cada latido hacía entrar nuevas alegrías, nuevos contentos, nuevas armonías y arcanos celestiales. Si fui rico en el dolor y mares inmensos de penas encerraba mi corazón, fui también rico de felicidad, de alegrías infinitas y de dulzuras inenarrables. Al primer latido de dolor Yo habría muerto si la Divinidad, amando a este corazón con amor infinito, no hubiera hecho repercutir en mi corazón un latido en dos: dolor y alegría, amargura y dulzura, penas y contentos, muerte y vida, humillación y gloria, abandonos humanos y consuelos divinos. ¡Oh! si tú pudieras ver en mi corazón, verías todo concentrado en Mí, todos los dolores posibles e imaginables, de los cuales surgen a nueva vida las criaturas, y todos los contentos y riquezas divinas, que como tantos mares corren en mi corazón y Yo los difundo para bien de toda la familia

humana. ¿Pero quién toma más de estos tesoros inmensos de mi corazón? Quien más sufre. Por cada pena, por cada dolor, hay una alegría especial en mi corazón que sigue a esa pena o dolor sufrido por la criatura; el dolor la hace más digna, más amable, más querida, más simpática. Y así como mi corazón se atrajo todas las simpatías divinas en virtud de los dolores sufridos, Yo, viendo en la criatura el dolor, especial característica de mi corazón, vigilando este dolor, con todo amor vierto sobre ella las alegrías y los contentos que contiene mi corazón; pero con sumo dolor mío, mientras mi corazón quisiera hacer seguir mis alegrías al dolor que envío a las criaturas, no encontrando en ellas el amor a las penas y la verdadera resignación como los tuvo mi corazón, mis alegrías siguen al dolor, pero viendo que el dolor no ha sido recibido con amor, honor y total sumisión, mis alegrías no encuentran el camino para entrar en aquel corazón adolorido y regresan dolientes a mi corazón. Por eso, cuando encuentro un alma resignada, amante del sufrir, me la siento como regenerada en mi corazón y ¡oh! cómo se alternan los dolores y las alegrías, las amarguras y las dulzuras, no ahorro nada de todos los bienes que puedo derramar en ella”.

+ + + +

16-48
Febrero 18, 1924

Todas las cosas creadas tienen un solo sonido: ‘Te amo’, y un amor diferente.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Divino Querer para encontrar todas las cosas creadas y poder en ellas dar mi correspondencia de amor por mí y por todos. Mientras esto hacía pensaba entre mí: “Mi Jesús dice que todo lo ha creado por amor mío y por amor de cada uno, ¿pero cómo puede ser esto si muchas cosas creadas yo ni siquiera las conozco? Como tantos peces que se agitan en el mar, tantos pájaros que vuelan por el aire, tantas plantas, tantas flores, tanta variedad de belleza que contiene todo el universo, ¿quién los conoce? Apenas en pequeñísimo número; por tanto, si yo ni siquiera lo sé, especialmente yo que llevo años y años confinada en una cama, ¿cómo puede decir que todas las cosas creadas tienen la marca, el sello de su te amo para mí?” Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior en acto de poner atención para escucharme y me ha dicho:
(2) “Hija mía, y sin embargo es verdad que todas las cosas creadas tienen cada una un amor distinto hacia ti; también es verdad que tú no las conoces todas, pero esto dice nada, es más, te revela mayormente mi amor y te dice a claras notas que mi te amo por ti te está cerca y lejos, escondido y a la vista. Yo no hago como las criaturas que cuando están cerca son todo amor, pero en cuanto se alejan se enfrían y no saben más amar; mi amor es estable y fijo, y no importa que esté cercano o lejano, escondido y secreto, tiene un mismo sonido nunca interrumpido: ‘Te amo’. Mira, tú conoces la luz del sol, es verdad, y recibes su luz y su calor por cuanto quieres, pero otra luz te sobra, tanto, que llena toda la tierra. Si tú quisieras más luz, el sol te la daría, y aun toda. Ahora, toda la luz del sol te dice mi te amo, la cercana y la lejana, es más, conforme recorre la tierra así lleva la melodía de mi te amo para ti, sin embargo tú no conoces ni los caminos que recorre la luz, ni las tierras que ilumina, ni las personas que gozan el benéfico influjo de los rayos solares, pero mientras no conoces todo lo que hace la luz, tú estás en esa misma luz, y si no la tomas toda es porque te falta la capacidad de poderla absorber toda en ti, pero a pesar de esto no puedes decir que toda la luz del sol no te dice te amo, es más, hace más desahogo de amor, porque conforme va invadiendo la tierra va narrando a todos mi te amo; así también todas las gotas de agua, no las puedes beber todas y encerrarlas en ti, pero a pesar de esto no puedes decir que no dicen te amo. Así que todas las cosas creadas, conocidas o no conocidas, todas tienen el sello de mi te amo, porque todas sirven a la armonía del universo, al decoro de la Creación, a la maestría de nuestra mano creadora.

Yo he hecho como un padre rico y tierno, amante de su hijo, y debiendo el hijo salir de la casa paterna para tomar estado, el padre prepara un suntuoso palacio con innumerables estancias, donde cada una contiene algo que pueda servir a su hijo, pero como estas estancias son muchas, el hijo no siempre las ve, es más, algunas ni las conoce, porque no ha tenido necesidad de servirse de ellas, y a pesar de esto, ¿se puede acaso negar que en cada estancia no haya habido un amor paterno especial hacia el hijo, habiendo la bondad paterna provisto aún a lo que al hijo podía no serle necesario? Así he hecho Yo, este hijo ha salido de dentro de mi seno y nada he querido que le faltase, es más, he creado muchas y muy variadas cosas, y uno goza de una cosa y otro de otra, pero todo tiene un solo sonido: Te amo”.

+ + + +

16-49
Febrero 20, 1924

Si otras almas antes que Luisa hubieran vivido en la Divina Voluntad, Jesús habría hecho uso de su Potencia para hacer traslucir fuera el modo sublime del vivir en su Querer. Vivir en el Divino Querer significa un intercambio continuo de voluntad humana y Divina.

(1) De todo lo que mi dulce Jesús me ha dicho sobre su Santísimo Querer, estaba pensando entre mí: “¿Puede ser acaso posible que no haya habido antes un alma que haya vivido en el Divino Querer, y que yo sea la primera? Quién sabe cuántas otras ha habido antes que yo y en modo más perfecto y más activo que yo”. Y mientras esto decía, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué no quieres reconocer el don, la gracia, tu misión de haber sido llamada en modo todo especial y nuevo a vivir en mi Querer? Si hubiera habido otras almas en mi Iglesia antes que tú, siendo el vivir en mi Querer la cosa más importante, la que más me interesa y que tanto me apremia, ya estarían los trazos, las normas, las enseñanzas en mi Iglesia de quien hubiera tenido la suerte de hacer vida en mi Voluntad, ya estarían los conocimientos, los alicientes, los efectos, los bienes que contiene este vivir en mi Querer. Si hubiera habido otras manifestaciones ya habría hecho Yo uso de mi potencia, haciendo traslucir fuera el modo sublime del vivir en mi Querer; en vista de mi gran complacencia y al verme honrado por el alma con la gloria de mi misma Voluntad, habría puesto en tales apuros a aquella alma, que no habría podido resistir en manifestar lo que Yo quería, y así como están los dichos y las enseñanzas del vivir resignado, paciente, obediente, etc., estaría también esto del vivir en mi Querer; sería verdaderamente extraño que la cosa que más amo la hubiera debido tener oculta; es más, cuanto más se ama una cosa, más se la quiere hacer conocer; cuanta más complacencia y gloria me da un modo de vivir, más quiero difundirlo. No es naturaleza del verdadero amor ocultar lo que puede hacer felices y enriquecer a los demás. Si tú supieras cómo suspiraba este tiempo en que vendría a la luz mi pequeña recién nacida en mi Voluntad, para hacerte vivir en mi Querer, y qué cortejo de gracia preparaba para obtener el intento, tú quedarías aturdida y me estarías más agradecida y más atenta. ¡Ah, tú no sabes qué significa vivir en mi Querer! Significa hacerme regresar las puras alegrías de la finalidad de la Creación, mis inocentes entretenimientos del por qué creé al hombre; significa quitarme toda la amargura que la pérfida voluntad humana me dio casi al nacer de la Creación; significa un intercambio continuo de voluntad humana y Divina, y el alma, temiendo de la suya, vive de la mía, y esta Voluntad mía va llenando al alma de gozos, de amor y de bienes infinitos. ¡Oh, cómo me siento feliz al poder dar lo que quiero a esta alma, porque mi Voluntad contiene amplitud tal de poder recibir todo! Así que entre Yo y ella no hay más divisiones, sino estable unión de obrar, de pensar, de amar, porque mi Voluntad la suple en todo, por eso estamos en acuerdo perfecto y en comunidad de bienes. Había sido esta la finalidad de la

creación del hombre, hacerlo vivir como hijo nuestro y poner en común con él nuestros bienes, a fin de que él fuese en todo feliz y Nosotros quedáramos complacidos por su felicidad.
(3) Ahora, el vivir en mi Querer es precisamente esto: Es hacernos restituir la finalidad, los gozos y las fiestas de la Creación, ¿y tú dices que debía tenerlo oculto en mi Iglesia, sin hacerlo salir fuera? Habría movido Cielo y tierra, habría arroyado los ánimos por una fuerza irresistible para hacer conocer lo que será cumplimiento de la Creación. ¿Ves cuánto me interesa este vivir en mi Querer, que pone el sello a todas mis obras para que todas estén completas? A ti tal vez te parezca nada, o bien que ya haya cosas semejantes en mi Iglesia, no, no, para Mí en cambio es el cumplimiento de mis obras, y como tal debes apreciarlo y ser más atenta en cumplir la misión que quiero de ti”.

+ + + +

16-50
Febrero 22, 1924

Dios gozó las alegrías de la Creación hasta que el hombre pecó; luego las gozó cuando vino a la luz la Virgen Santísima; después cuando vino el Verbo a la tierra, y las gozará cuando las
almas vivan en el Querer Divino.

(1) Estaba pensando en lo que está dicho antes y decía para mí: “¿Será posible que el Señor bendito después de tantos siglos no haya gozado de las puras alegrías de la Creación, y que espera el vivir en el Divino Querer para recibir estas alegrías, esta gloria y la finalidad para la cual todo fue creado?” Mientras pensaba esto y otras cosas, mi dulce Jesús se ha hecho ver en mi interior, y con una luz que me enviaba a la inteligencia me ha dicho:
(2) “Hija mía, las puras alegrías de la Creación, mis inocentes entretenimientos con la criatura los he gozado pero a intervalos, no perennemente, y las cosas cuando no son estables y continuas acrecientan mayormente el dolor y hacen desear más el gozárselas de nuevo, y se haría cualquier sacrificio para hacerlas permanentes. En primer lugar gocé las puras alegrías de la Creación cuando después de crear todo, creé al hombre, hasta que él pecó. Entre él y Nosotros había sumo acuerdo, alegrías comunes, inocentes entretenimientos; nuestros brazos estaban siempre abiertos para abrazarlo, para darle nuevas alegrías, nuevas gracias, y con el dar Nosotros nos divertíamos tanto, de formar para Nosotros y para él una fiesta continua; para Nosotros el dar es gozar, es felicidad, es diversión; en cuanto pecó y rompió su voluntad con la nuestra todo terminó, porque no estando más en él la plenitud de nuestra Voluntad, faltaba la corriente para poder dar y poder continuar la vida de felicidad de ambas partes; mucho más, pues faltando en él nuestra Voluntad, le faltaba la capacidad y la salvaguardia para poder custodiar nuestros dones.
(3) En segundo lugar gozamos las puras alegrías de la Creación cuando después de tantos siglos vino a la luz del día la Virgen Inmaculada. Habiendo sido Ella preservada aun de la sombra de la culpa y poseyendo toda la plenitud de nuestra Voluntad, no habiendo habido entre Ella y Nosotros ni la sombra de ruptura entre la voluntad suya y la nuestra, nos fueron restituidas las alegrías y nuestros inocentes entretenimientos, nos trajo como en su regazo todas las fiestas de la Creación, y Nosotros le dimos tanto y nos divertíamos tanto en darle, de enriquecerla a cada instante de nuevas gracias, nuevos contentos, nueva belleza, de no poder contenerlos más. Pero la Emperatriz criatura no duró largamente en la tierra, pasó al Cielo y no encontramos ninguna otra criatura en el bajo mundo que perpetuara nuestros entretenimientos y nos trajera las alegrías de la Creación.
(4) En tercer lugar gozamos de las alegrías de la Creación cuando Yo, Verbo Eterno, descendí del Cielo y tomé mi Humanidad. ¡Ah! mi amada Mamá con poseer la plenitud de

mi Voluntad había abierto las corrientes entre el Cielo y la tierra, había puesto todo en fiesta, Cielo y tierra, y la Divinidad estando en fiesta por amor de tan Santa Criatura me hizo concebir en su virginal seno, dándole la fecundidad divina para hacerme cumplir la gran obra de la Redención. Si no hubiera estado esta Virgen excelsa que tomase el primado en mi Voluntad y que habría hecho vida perfecta en mi Querer, viviendo en Él como si no tuviese voluntad propia, y que con hacer esto puso en corriente las alegrías de la Creación y nuestras fiestas, jamás el Verbo Eterno habría venido a la tierra para cumplir la Redención del género humano. ¿Ves entonces cómo la cosa más grande, más importante, que más satisface, que más atrae a Dios, es el vivir en mi Querer, y quien vive en Él vence a Dios y hace dar de Dios dones tan grandes, de dejar estupefactos Cielo y tierra, y que por siglos y siglos no se habían podido obtener. ¡Oh! cómo mi Humanidad estando en la tierra y conteniendo la misma Vida del Querer Supremo, más bien que era inseparable de Mí, llevaba en modo completo a la Divinidad todas las alegrías, la gloria y la correspondencia del amor de toda la Creación; y la Divinidad fue tan feliz que me dio el primado sobre todo, el derecho de juzgar a todas las gentes. ¡Oh, que bien obtuvieron las criaturas sabiendo que un Hermano suyo, que tanto las amaba y tanto había sufrido para ponerlas a salvo, debía ser su Juez! La Divinidad, al ver en Mí encerrada toda la finalidad de la Creación, como si se despojase de todo me concedió todos los derechos sobre todas las criaturas. Pero mi Humanidad pasó al Cielo y no quedó en la tierra quien perpetuase el vivir del todo en el Querer Divino, y por lo tanto, elevándose sobre todo y todos en nuestra Voluntad, nos trajera las puras alegrías, y nos hiciera continuar nuestros inocentes entretenimientos con una criatura terrestre, así que nuestras alegrías fueron interrumpidas y nuestros juegos despedazados en la faz de la tierra”.
(5) Entonces yo al oír esto he dicho: “Jesús mío, ¿cómo puede ser esto que Tú dices? Es verdad que nuestra Mamá pasó al Cielo, y tu Humanidad también, ¿pero no os llevasteis con Vosotros las alegrías, en modo de poder continuar vuestros entretenimientos inocentes en el Cielo con vuestro Padre Celestial?”
(6) Y Jesús: “Las alegrías del Cielo son nuestras y ninguno nos las puede quitar ni disminuir, en cambio las que nos vienen de la tierra estamos en acto de adquirirlas, y el juego viene formado precisamente en el acto de las nuevas adquisiciones; entre la adquisición de la victoria o la pérdida, vienen a formarse las alegrías de la adquisición, o si queda derrotada vienen formados los dolores de la derrota.
(7) Ahora vengamos a Nosotros hija mía; cuando Yo vine a la tierra el hombre estaba tan entregado al mal y tan lleno de voluntad humana, que el vivir en mi Querer no encontraba lugar, y Yo en mi Redención le impetré primero la gracia de la resignación a mi Voluntad, porque en el modo como se encontraba era incapaz de recibir el don más grande del vivir en mi Querer, y luego le impetré la gracia más grande, como corona y cumplimiento de todas las gracias, el vivir en mi Querer, a fin de que nuestras puras alegrías de la Creación y nuestros entretenimientos inocentes, tomaran de nuevo su curso en la faz de la tierra. Mira, han pasado cerca de veinte siglos desde que las verdaderas, las plenas alegrías de la Creación han estado interrumpidas porque no encontramos capacidad suficiente, despojamiento total de voluntad humana en donde poder confiar las propiedades de nuestro Querer. Ahora, para hacerlo, debíamos elegir a una criatura que más se acercara y se hermanara con las humanas generaciones, pues si pusiera como ejemplo a mi Mamá, se habrían sentido muy distantes de Ella y habrían dicho: ‘¿Cómo no debía vivir en el Querer Divino si fue la exenta de toda mancha, aun de origen?’ Por tanto habrían levantado los hombros y no se habrían dado ni un pensamiento, y si ponía como ejemplo mi Humanidad se habrían espantado más aún y habrían dicho: ‘Era Dios y Hombre, y siendo la Voluntad Divina su vida propia, no es de asombrarse su vivir en el Querer Supremo’. Entonces, para hacer que en mi Iglesia pudiera tener vida este vivir en mi Voluntad, debía Yo hacer un escalón, descender más a lo bajo, elegir de en medio de ellos a una criatura, a la cual dotándola de las gracias suficientes y haciéndome camino en su alma, debía vaciarla de todo, haciéndole comprender el gran mal de la voluntad humana, de manera que la aborreciera tanto de preferir la muerte antes que hacer su voluntad, y

luego, haciéndole don de mi Voluntad Divina, y poniéndome en actitud de maestro le he hecho comprender toda la belleza, la potencia, los efectos, el valor, el modo como debía vivir en mi Voluntad Eterna. Para hacer que pudiera vivir en Ella, he establecido en ella la ley de mi Voluntad, he hecho como en una segunda Redención, donde establecí el evangelio, los Sacramentos, las enseñanzas, como vida principal para poder continuar la Redención; si nada hubiera dejado, ¿de dónde se debían afianzar? ¿Qué hacer? Así he hecho del vivir en mi Querer, ¿cuántas enseñanzas no te he dado? ¿Cuántas veces no te he conducido de la mano en los eternos vuelos de mi Querer, y sobrevolando tú sobre todo lo creado has llevado a los pies de la Divinidad las puras alegrías de la Creación y nos hemos entretenido junto contigo? Ahora, con haber elegido a una criatura que aparentemente no tiene gran disparidad con ellas, tomarán ánimo, y encontrando las enseñanzas, el modo y conociendo el gran bien que hay en el vivir en mi Querer, lo harán propio, y así las puras alegrías de la Creación y nuestros inocentes entretenimientos no estarán más despedazados en la faz de la tierra. Y aunque fuera una sola criatura por generación que viva en nuestro Querer, será siempre fiesta para Nosotros, y en las fiestas se hace siempre más ostentación y se es siempre más generoso en dar. ¡Oh cuántos bienes obtendrán a la tierra mientras se divierte sobre su faz su mismo Creador! Por tanto mi querida hija, sé atenta a mis enseñanzas, porque se trata de hacerme fundar una ley no terrestre sino celeste, no ley de sola santidad, sino ley divina, ley que no hará más distinguir a los ciudadanos terrestres de los celestes, ley de amor que destruyendo todo lo que puede impedir aun la sombra de la unión con su Creador, pondrá en común sus bienes, quitándole todas las debilidades, las miserias del pecado original. La ley de mi Voluntad pondrá tal fuerza en el alma, de servirle de dulce encanto, de manera de adormecer los males de la naturaleza y sustituirlos con el dulce encanto de los bienes divinos. Recuerda cuántas veces me has visto escribir en el fondo de tu alma, era la nueva ley del vivir en mi Querer, en la cual Yo me deleitaba antes de escribirla para agrandar tu capacidad y luego me ponía de maestro para explicártela, ¿cuántas veces no me has visto taciturno, pensativo en el fondo de tu alma? Era el gran trabajo de mi Querer que estaba formando, y tú, no viéndome hablar, te lamentabas que Yo no te amaba más. ¡Ah, era precisamente entonces cuando mi Querer, derramándose en ti ensanchaba tu capacidad, te confirmaba en Él y te amaba de más. Por eso no quieras investigar nada de lo que hago, sino que segura repósate siempre en mi Voluntad”.

+ + + +

16-51
Febrero 24, 1924

Jesús quiere establecer la Ley de su Voluntad.
Efectos aun de un solo acto hecho en Ella.

(1) Me sentía inmersa en el Querer Divino y pensaba entre mí: “Quién sabe cuántas otras cosas de su Voluntad dirá mi dulce Jesús a otras almas, si a mí que soy tan indigna e incapaz me ha dicho tanto, quién sabe cuántas cosas más sublimes dirá a otras, que son más buenas que yo”. Y mi amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la ley y los bienes de la Redención fueron escritos por Mí y depositados en el corazón de mi amada Mamá. Era justo que, como fue Ella la primera que vivió en mi Querer y por eso me atrajo del Cielo y me concibió en su seno, conociera todas las leyes y fuera depositaria de todos los bienes de la Redención, y no agregué ni una coma de más, y no porque fuese incapaz, cuando saliendo a mi vida pública la manifesté a las gentes, a los apóstoles; y los mismos apóstoles y toda la Iglesia nada han agregado de más de lo que dije e hice Yo cuando estuve en la tierra. Ningún otro evangelio ha hecho y ningún otro Sacramento de más ha instituido la Iglesia, sino que gira siempre alrededor de todo lo que Yo hice y dije. Quien es llamado por primero es

necesario que reciba el fondo de todo el bien que quiero hacer a todas las generaciones humanas; es cierto que la Iglesia ha comentado el Evangelio, ha escrito mucho sobre todo lo que Yo hice y dije, pero jamás se ha alejado de mi fuente, del origen de mis enseñanzas. Así será de mi Voluntad, Pondré en ti el fondo de la ley eterna de mi Querer, lo que es necesario para hacerla comprender y las enseñanzas que se necesitan, y si la Iglesia se extenderá en las explicaciones y en los comentarios, no se alejará jamás del origen, de la fuente constituida por Mí, y si alguno querrá apartarse, quedará sin luz y en la oscuridad más densa, y estará obligado, si quisiera luz, a regresar a la fuente, esto es a mis enseñanzas”.
(3) Yo, al oír esto he dicho: “Dulce amor mío, cuando los reyes establecen las leyes llaman a los ministros como testigos de las leyes que establecen para depositarlas en sus manos, a fin de que las publiquen y las hagan observar por los pueblos. Yo no soy ministro, es más, soy tan pequeña e incapaz que no soy buena para nada”.
(4) Y Jesús ha agregado: “Yo no soy como los reyes de la tierra que se las entienden con los grandes, Yo prefiero entendérmelas con los pequeños, porque son más dóciles y nada se atribuyen a ellos, sino todo a mi bondad. Sin embargo también Yo he elegido a un ministro mío que te asista en este tu estado, y por cuanto me has pedido que te liberara de su venida diaria, no te he prestado atención, y aunque tú no estuvieras más sujeta a recaer en ese estado, Yo no permitiré que te falte su asistencia. Era esta la causa por la que era necesario que tuviera un ministro mío que estuviera al día de la ley de mi Voluntad, y conociendo mis enseñanzas fuese testigo y depositario de una ley tan santa, y como fiel ministro mío publique en mi Iglesia el gran bien que quiero hacer a Ella, con hacer conocer mi Voluntad”.
(5) Entonces he quedado tan sumergida en el Divino Querer, que me sentía como si nadara en un mar inmenso y mi pobre mente se perdía, y dónde tomaba una gotita de la Voluntad Divina, y dónde alguna otra, y fluían tanto los conocimientos de Ella, que mi capacidad era impotente para recibirlos todos, y entre mí decía: “¡Cómo es grande, profundo, alto, inmenso, santo tu Querer, oh Jesús mío! Tú quieres poner junto todo lo que a Él pertenece, y yo siendo pequeña me ahogo en Él. Por eso si quieres que comprenda lo que quieres hacerme entender, infúndelo en mí poco a poco, así podré manifestarlo a quien Tú quieres”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, ciertamente que es inmensa mi Voluntad, Ella contiene toda entera la eternidad. Si tú supieras todo el bien que contiene aun una sola palabra sobre mi Voluntad y un solo acto hecho por la criatura en Ella, quedarías aturdida, en ese acto toma como en un puño Cielo y tierra. Mi Querer es vida de todo y corre por todas partes, y la criatura junto con mi Querer corre en cada afecto, en cada latido, en cada pensamiento y en todo lo demás que hacen las criaturas; corre en cada acto del Creador, en cada bien que hago, en la luz que mando a la inteligencia, en el perdón que concedo, en el amor que envío, en las almas que enfervorizo, en los bienaventurados que beatifico, en todo; no hay bien que hago, ni punto de la eternidad en el cual no tenga su pequeño lugarcito. ¡Oh! cómo me es querida, cómo me la siento inseparable, es la verdadera fiel compañera de mi Voluntad, sin dejarla jamás sola. Por eso corre en Ella y tocarás con la mano lo que te digo”.
(7) Y mientras esto decía me arrojaba en el mar inmenso de su Querer, y yo corría, corría, ¿pero quién puede decirlo todo? Tocaba todo, corría en todo, tocaba con la mano lo que Jesús me decía, pero no sé ponerlo en el papel; si Jesús quiere me dará más capacidad, por eso por ahora pongo punto…

+ + + +

16-52
Febrero 28, 1924

El Señor tiene suspendidos los bienes que había establecido en la

Creación, para darlos a las almas que deben vivir en su Querer.

(1) Mientras rezaba sentía a mi amable Jesús en mi interior, que ahora rezaba, ahora sufría, ahora como si estuviese obrando, y frecuentemente me llamaba por mi nombre, y yo le he dicho: “Jesús, ¿qué quieres, qué estás haciendo? Me parece que estás muy ocupado y sufres mucho, y mientras me llamas, atraído por tus ocupaciones te olvidas que me has llamado y no me dices nada”.
(2) Y Jesús: “Hija mía, estoy tan ocupado en ti porque estoy desarrollando todo el obrar del vivir en mi Querer. Es necesario que primero lo hagaYo en ti, y mientras lo hago anudo todo tu interior en la interminable luz de mi Voluntad, a fin de que tu pequeña voluntad humana quede concatenada y en Ella tome su puesto, y ensanchándose en Ella reciba todo el bien que la Voluntad Divina quiere dar a la voluntad humana. Tú debes saber que, en cuanto la Divinidad decretó la Creación, puso fuera de Sí todo lo que debía dar a la criatura, los dones, las gracias, las caricias, los besos, el amor que debía manifestarle; y así como puso fuera el sol, las estrellas, el cielo azul y todo lo demás, así puso fuera todos los dones con los cuales debía enriquecer a las almas. Ahora, en cuanto el hombre se sustrajo de la Voluntad Suprema, rechazó todos estos dones, pero la Divinidad no los retiró en Sí misma, sino que los dejó suspendidos en su Voluntad esperando que la voluntad humana se vinculara con la suya y entrara en el primer orden por Ella creado, para poner en corriente con la naturaleza humana los dones por Ella establecidos, así que están suspendidas en mi Voluntad todas las finezas de amor, los besos, las caricias, los dones, las comunicaciones y mis inocentes entretenimientos que debía haber tenido con Adán si no hubiera pecado. Mi Voluntad quiere entregar estos cúmulos de bienes que había establecido dar a las criaturas, y por eso quiero establecer la ley del vivir en mi Querer, para poner en vigor entre Creador y criatura todos estos bienes suspendidos, por eso estoy trabajando en ti, para reordenar tu voluntad con la Divina, así podré dar principio y poner en corriente los tantos bienes que hasta ahora están suspendidos entre Creador y criatura. Me interesa tanto este reordenamiento de la voluntad humana con la Divina y que del todo viva en Ella, que hasta en tanto que esto no obtenga me siento como si la Creación no tuviera mi finalidad primaria. Además, Yo creé la Creación no porque de ella tuviera necesidad, era más que suficientemente feliz por Mí mismo, y si la creé fue sólo porque a los tantos bienes que conteníamos en Nosotros mismos queríamos agregar una diversión al exterior de Nosotros, por eso todo fue creado, y dentro de un intenso desahogo del más puro amor nuestro, pusimos fuera con nuestro aliento omnipotente esta criatura, para podernos entretener con ella, y ella hacerse feliz con Nosotros y con todas las cosas creadas por Nosotros por amor suyo. Ahora, ¿no fue destruir nuestra finalidad, que quien debía servir sólo para hacernos gozar y entretenernos juntos, con sustraerse de nuestra Voluntad nos sirvió de amargura, y alejándose de Nosotros, en lugar de entretenerse con Nosotros se entretuvo con las cosas creadas por Nosotros, con sus mismas pasiones, y a Nosotros nos hizo a un lado? ¿No fue esto un poner de cabeza la finalidad de toda la Creación? Mira entonces cómo es necesario que nos rehagamos de nuestros derechos, que la criatura regrese a nuestro seno para recomenzar nuestros entretenimientos, pero debe retornar donde el hombre hizo comenzar nuestro dolor y vincularse con nudo indisoluble con nuestra Voluntad Eterna, debe dejar la suya para vivir de la Nuestra. Por eso estoy trabajando en tu alma, tú sigue el trabajo de tu Jesús que quiere poner en corriente los dones, las gracias suspendidas que hay en mi Voluntad”.


+ + + +

16-53
Marzo 2, 1924

Las almas que hacen la Voluntad de Dios harán el giro en su luz y serán como las primeras creadas por Dios.

(1) Estaba pensando cómo podía suceder que mi dulce Jesús, conforme pensaba, hablaba, obraba, etc., extendía sus pensamientos en cada pensamiento de criatura, en cada palabra y obra. Y mi amado Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, no hay nada de qué maravillarse, en Mí estaba la Divinidad con la luz interminable de su Voluntad Eterna; en esta luz Yo descubría en modo facilísimo cada pensamiento, palabra, latido y acto de las criaturas, y conforme Yo pensaba, la luz que Yo contenía llevaba mi pensamiento a cada pensamiento de las criaturas, y así mi palabra y todo lo demás que Yo hacía y sufría. Mira, también el sol posee esta virtud, su luz es una y sin embargo ¿cuántos no quedan inundados por esa luz? Si se pudiese ver todo el interior del hombre, pensamientos, latidos, afectos, como el sol con su luz invade a cada uno, así haría correr su luz en cada pensamiento, latido, etc. Ahora, si esto lo puede hacer la luz del sol, sin que él descienda de lo alto para dar a cada uno su calor y su luz, y sin embargo no es otra cosa que la sombra de mi luz, mucho más lo puedo hacer Yo que contengo luz inmensa e interminable. Además, mi Voluntad Divina que contiene esta virtud, en cuanto el alma entra en mi Querer abre la corriente de la luz que mi Voluntad contiene, y mi luz invadiendo a todos, lleva a cada uno el pensamiento, la palabra, el acto que ha entrado en la corriente de su luz. Por esto no hay cosa más sublime, más grande, más divina, más santa, que el vivir en mi Querer; las generaciones de sus actos son incalculables, así que el alma cuando no está unida con mi Voluntad ni entra en Ella, no hace su recorrido ni abre la corriente de su luz interminable, por tanto todo lo que hace queda personal e individual; su bien, su oración es como una pequeña luz que se enciende en una habitación, que no tiene virtud de dar luz a todos los rincones de la casa, mucho menos puede dar luz al exterior, y si falta el aceite, esto es la continuidad de sus actos, la pequeña luz se apaga y queda a oscuras”.
(3) Después me estaba fundiendo en el eterno Divino Querer, poniéndome delante de todos para poder llevar a la Divina Majestad, como la primera de todos, todos los actos de las criaturas, la correspondencia de todo, el amor de ellas. Pero mientras esto hacía pensaba para mí: “¿Cómo puede ser que yo pueda ir delante de todos si he nacido después de tantas generaciones? A lo más debería ponerme en medio, entre las pasadas y las futuras generaciones que vendrán; es más, por mi indignidad debería ponerme al último y detrás de todos”. Y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, toda la Creación fue creada para que todos hicieran mi Voluntad. La vida de las criaturas debía correr en mi Querer como corre la sangre en las venas, debían vivir en Él como verdaderos hijos míos, nada debía serles extraño de todo lo que a Mí pertenece, Yo debía ser su tierno y amante Padre, y ellos debían ser mis tiernos y amorosos hijos. Ahora, como la finalidad de la Creación fue ésta, a pesar de que otras generaciones hayan sido antes, lo cual dice nada, serán puestas después, y mi Voluntad pondrá primero a aquellos que serán y que han sido fieles en mantener íntegra la finalidad para la que fueron creados; éstos, hayan venido antes o después, ocuparán el primer orden ante la Divinidad. Con haber mantenido la finalidad de la Creación, serán distintos entre todos y señalados como refulgentes gemas con la aureola de nuestra Voluntad, y todos les dejarán el paso libre para que ocupen su primer puesto de honor. No hay de qué maravillarse, también en este bajo mundo sucede así: Imagina un rey en medio de su corte, de sus ministros, diputados, ejércitos, pero llega su hijo, el pequeño príncipe, y a pesar de que todos los demás sean grandes, ¿quién no le da paso libre al pequeño

príncipe para que tome su puesto de honor al lado del rey, su padre? ¿Quién trata con el rey con esa familiaridad digna de un hijo? ¿Quién quisiera criticar a ese rey y a ese hijo, por que a pesar de que este hijo sea el más pequeño de todos, se eleva sobre todos y toma su puesto primero y legítimo junto al rey su padre? Cierto, ninguno; es más, todos respetarían el derecho del pequeño principito. Desciende más abajo aún, imagina una familia, un hijo ha nacido primero, pero no ha querido ocuparse en hacer la voluntad del padre, no ha querido estudiar ni trabajar; ha quedado como entontecido en su ocio formando el dolor del padre; después viene a la luz otro hijo, y éste, si bien más pequeño, hace la voluntad de su padre, estudia, llega a ser un profesor digno de ocupar los más altos puestos. Ahora, ¿quién es el primero en esa familia, quién recibe su puesto de honor junto al padre? ¿No es acaso el que llegó al último? Así que hija mía, sólo aquellos que habrán conservado en ellos la finalidad íntegra de la Creación serán mis verdaderos hijos legítimos; con hacer mi Voluntad han conservado en ellos la sangre pura de su Padre Celestial, el cual les ha dado todos los lineamientos de su semejanza, por lo que será muy fácil reconocerlos como nuestros legítimos hijos. Nuestra Voluntad los conservará nobles, puros, frescos, todo amor para Aquél que los ha creado; y como hijos nuestros que siempre han estado en nuestra Voluntad y que jamás han dado vida a la suya, serán como los primeros por Nosotros creados, que nos darán la gloria, el honor de la finalidad por la cual todas las cosas fueron creadas. Por eso el mundo no puede terminar, esperamos la generación de nuestros hijos, que viviendo en nuestro Querer nos darán la gloria de nuestras obras; ellos tendrán por vida sólo mi Querer; será tan natural en ellos hacer la Divina Voluntad, espontáneamente, sin esfuerzo, como es natural el latido, el respiro, la circulación de la sangre, así que ellos no la tendrán como ley, porque las leyes son para los rebeldes, sino como vida, como honor, como principio y como fin. Por eso hija mía, sólo te interese mi Voluntad y no quieras preocuparte de otra cosa si quieres que tu Jesús cumpla en ti y encierre en ti la finalidad de toda la Creación”.

+ + + +

16-54
Marzo 13, 1924

La naturaleza del verdadero amor. La Divina Voluntad es Luz purísima que contiene todo y que inundando al alma le lleva todo.

(1) Me sentía morir por la privación de mi dulce Jesús, y después de mucho esperar se ha movido en mi interior y me ha participado sus penas, pero tanto que me sentía sofocar, sentía el estertor de la agonía, sin embargo yo misma no sé decir quién era la causa de mis penas, sólo me sentía en una luz inmensa, y esta luz se cambiaba en pena para mí. Entonces, después de haber sufrido en ese modo, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, por eso no quería venir, porque eran tantas las penas que Yo sufría que, viniendo a ti, como fiel compañera inseparable de Mí, mi Amor me habría impulsado a hacerte participar en ellas, y Yo viéndote sufrir habría sufrido al verte penar por causa mía”.
(3) Y yo: “¡Ah mi Jesús, cómo has cambiado! Se ve que no quieres sufrir más junto conmigo, quieres hacerlo Tú solo. Por lo demás, si no soy digna ya de sufrir junto Contigo, no te escondas, sino ven pero sin hacerme sufrir, es cierto que será un clavo demasiado doloroso para mí el no tomar parte en tus penas, pero será menos doloroso que tu privación”.
(4) Y Jesús: “Hija mía, tú no conoces la naturaleza del verdadero amor y por eso hablas así; el verdadero amor no sabe ocultar nada a la persona amada, ni los gozos ni las penas; sólo por un pensamiento doloroso, por una fibra del corazón que oculte y que no vierta en la persona amada, se siente como dividido de ella, descontento, inquieto, y hasta en tanto que no vierte en quien ama todo su corazón, no le es dado encontrar reposo. Así que venir y no verter en ti todo mi corazón, mis penas, mis alegrías y la ingratitud de los hombres, me

sería demasiado duro, preferiría mejor estarme como escondido en el fondo de tu alma, antes que venir y no hacerte participar de mis penas y de mis más íntimos secretos. Por eso me contentaré de sufrir al verte sufrir antes que no verter en ti todo mi corazón”.
(5) Y yo: “Jesús mío, perdóname, he dicho esto porque Tú has dicho que sufrías al verme penar, pero jamás sea que haya alguna cosa que nos deje divididos en el amor; acepto cualquier pena, pero divididos jamás”.
(6) Y Jesús ha agregado: “No temas hija mía, donde está mi Voluntad no puede haber separación en el amor, en efecto, Yo no te he hecho nada, ha sido la luz de mi Voluntad la que te ha hecho sufrir, Ella, penetrando en ti como luz purísima, te llevaba mis penas hasta en las más íntimas fibras de tu corazón, mi Voluntad es más penetrante que cualquier lanza, que cualquier clavo, espina o flagelo; Ella, cual luz purísima, en su inmensidad ve y recoge todo, por lo tanto contiene la potencia de todos los dolores, y conforme hace penetrar su luz en el alma, lleva las penas que quiere. Entonces, tu voluntad y la mía, siendo una sola, la corriente de su luz te llevaba mis penas; así obraba mi Voluntad Divina en mi Humanidad, su luz purísima me llevaba penas a cada respiro, a cada latido, a cada movimiento, en toda mi persona; a Ella nada le era oculto, ni de lo que se necesitaba para reintegrar la gloria del Padre por parte de las criaturas, ni las ofensas de éstas, ni lo que se necesitaba para ponerlas a salvo, por tanto nada me evitaba, su luz purísima me crucificaba las más íntimas fibras, mis latidos de fuego, así que me volvía el continuo crucificado, no sólo las manos y los pies, sino que su luz, encuadrándome todo me crucificaba las más pequeñas partículas de mi Persona. ¡Ah! si supieran las criaturas lo que hizo sufrir mi Voluntad Divina a mi Humanidad por amor de ellas, como por un potente imán quedarían llevadas a amarme, pero por ahora no pueden, porque tienen el gusto tosco y profanado por la voluntad humana, y no gustarían los dulces frutos de las penas de la Voluntad Divina, mucho más pues viviendo en lo bajo de la voluntad humana no comprenderían la altura, la potencia, la actitud, los bienes que contiene la Voluntad Divina. Pero llegará el tiempo cuando la Voluntad Suprema, haciéndose camino en medio de las criaturas y haciéndose comprender más, manifestará las penas que mi Voluntad eterna hizo sufrir a mi Humanidad. Por eso, cuando la luz de mi Voluntad corre en ti, déjate encuadrar por Ella, a fin de que cumpla en ti su perfecto y pleno trabajo, y si no me ves frecuentemente, no te aflijas, son los eventos nuevos que se preparan y cosas imprevistas para el pobre mundo, pero la luz de mi Voluntad no te faltará jamás”.
(7) Después de esto mi amable Jesús ha desaparecido y yo me sentía como sumergida en su Voluntad. Mi pobre pequeñez me la sentía al contacto de la grandeza, altura e inmensidad divina; mi miseria, al toque de las riquezas divinas; mi fealdad tocaba la belleza eterna, así que en su Voluntad yo vivía de los reflejos de Dios, y mientras yo recibía todo de Él, encontraba todo y llevaba toda la Creación como en mi regazo a los pies de la Eterna Majestad. Me parecía que en su Voluntad yo no hacía otra cosa que subir al Cielo y descender a la tierra, para subir de nuevo y llevar todas las generaciones para amarlo por todos y hacerlo amar por todos. Entonces mientras esto hacía, mi Jesús se ha hecho ver de nuevo y me ha dicho:
(8) “Hija mía, cómo es bello y deleitable ver a la criatura vivir en nuestro Querer; vive a nuestros reflejos, y mientras vive de nuestros reflejos absorbe en sí la semejanza de su Creador, así que se embellece, se enriquece, se engrandece tanto, de poder tomar a todos y traernos todo, y toma de Nosotros tanto amor de podernos amar por todos, y Nosotros encontramos todo en ella, todo nuestro amor puesto fuera en la Creación, toda nuestra satisfacción, nuestro contento y la correspondencia de nuestras obras. Es tal y tanto nuestro amor hacia el alma que vive en nuestro Querer, que lo que Nosotros somos por naturaleza, el alma lo llega a ser en virtud de nuestra Voluntad, todo vertemos en ella, ni siquiera una fibra le dejamos que no esté llena de lo nuestro; la llenamos tanto, hasta hacerla desbordar fuera, formar ríos y mares divinos en torno a ella, y en estos mares Nosotros descendemos a divertirnos y vemos con amor nuestras obras, sintiéndonos del todo glorificados. Por eso hija mía, vive en la luz purísima de mi Voluntad, si quieres que tu

Jesús repita de nuevo aquellas palabras que dijo al crear al hombre: En virtud de nuestra Voluntad, hagamos a esta alma a nuestra Imagen y Semejanza”.

+ + + +

16-55
Marzo 19, 1924

El Querer Divino es pasaporte para entrar en todo, en las fibras más íntimas, y con su virtud multiplica la Vida de Jesús.

(1) Me estaba fundiendo en el mar inmenso del Querer Divino, y mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior en acto de bendecirme, y después de haberme bendecido me ha rodeado el cuello con sus brazos y me ha dicho:
(2) “Hija mía, bendigo tu corazón, tus latidos, tus afectos, tus palabras, tus pensamientos y hasta tu más pequeño movimiento, a fin de que todos, con mi bendición queden investidos de una virtud divina, de manera que entrando en mi Querer lleven con ellos, en virtud de mi bendición, esta virtud divina y tengan el poder de difundirse en todos, darse a todos, multiplicarme por cada uno para darme el amor, la gloria, como si todos tuvieran mi Vida en ellos, por eso entra en mi Querer, penetra entre el Cielo y la tierra, gira por todos. Mi Querer es luz purísima y esta luz contiene la omnividencia, el pasaporte para poder penetrar en los más íntimos escondites, en las fibras más secretas, en el abismo de las profundidades y en el espacio de las alturas más altas. Este pasaporte no tiene necesidad de firma para ser válido, sino que contiene en sí mismo este poder, porque siendo luz que desciende de lo alto ninguno le puede impedir el paso ni la entrada, y además es rey de todo y tiene el dominio en todas partes. Por eso pon en giro en mi Voluntad tus pensamientos, tus palabras, tus latidos, tus penas, todo tu ser, no dejes nada en ti misma a fin de que con el pasaporte de la luz de mi Voluntad y con mi virtud divina, entres en cada acto de criatura y multipliques mi Vida en cada una de ellas. ¡Oh, cómo estaré contento al ver que la criatura, en virtud de mi Voluntad llena Cielo y tierra de tantas Vidas mías por cuantas criaturas existen!”
(3) Entonces yo me he abandonado en el Querer Supremo, y girando en Él hacía correr mis pensamientos, mis palabras, mis reparaciones, etc., en cada inteligencia creada y en todo lo demás del obrar humano, y conforme hacía mis actos quedaba formado Jesús,
¡cómo era bello y encantador ver tantos Jesús por doquiera que pasaba el pasaporte de la luz de la eterna Voluntad! Después me he encontrado en mí misma y he encontrado a Jesús que estaba agarrado a mi cuello, y estrechándome toda me parecía que hacía fiesta, como si yo fuera la causa de multiplicar su Vida para darle el honor y la gloria de otras tantas Vidas Divinas. Entonces le he dicho:
(4) “Amor mío, no me parece cierto que yo pueda multiplicar tu Vida para darte el gran honor de tantas Vidas Divinas, además Tú te encuentras por todas partes, por tanto es en virtud de Ti mismo que surge a cada acto esta Vida, no en virtud mía, yo quedo siempre la pequeña niña que no es buena para nada”.
(5) Y Jesús: “Hija mía, todo lo que tú dices es verdad, Yo me encuentro por todas partes, pero es mi potencia, inmensidad y omnividencia lo que me hace encontrar, no es el amor y el obrar de la criatura en mi Voluntad lo que me hace encontrar y me multiplica; en cambio cuando el alma entra en mi Querer, es el amor de ella, son sus actos que llenándose de virtud divina hacen surgir mi Vida, según que sus actos más o menos se extienden y sean hechos. He aquí por qué mi fiesta al ver que la criatura toma de lo mío y me da mi amor, mi gloria y hasta mi misma Vida, es tanto mi contento que a la criatura no le es dado comprenderlo mientras vive en el exilio, pero lo comprenderá en la patria celestial, cuando se vea correspondida con otras tantas Vidas Divinas por cuantas ha formado en la tierra”.


+ + + +

16-56
Marzo 22, 1924

Necesidad de escribirlo todo. La Virgen hizo el más grande milagro. Sólo esta doctrina podrá detener a las generaciones humanas que corren en vertiginosa carrera en el mal.

(1) Habiendo dicho al confesor lo que está escrito arriba, decía que él no estaba convencido de esto, que si fuera verdad, esta mañana se debería ver el mundo cambiado, o al menos en parte. Entonces yo he quedado con dudas y casi con la voluntad de no querer escribir más y de no decir nada más. Entonces al venir mi amable Jesús me he abandonado en sus brazos y he desahogado con Él mi corazón, le he dicho cómo pensaba el confesor, y que para creer quisieran ver cosas prodigiosas, milagros, etc. Y mi amado Jesús estrechándome a Él como si con su contacto quisiera despejarme las dudas que me afligían, me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te abatas; si no fuera necesario que tú escribas no te habría obligado al sacrificio. Tú debes saber que cada efecto, bien, valor que te hago conocer sobre mi Voluntad, y lo que la criatura puede hacer viviendo en Ella, son otros tantos gustos, carnadas, imanes, alimentos, armonías, perfumes, luces; así que cada efecto que te digo contiene su propiedad distinta, por lo tanto no manifestando todos los bienes que hay en mi Querer y hasta dónde el alma puede llegar viviendo en Él, harías faltar una carnada para pescarlas o un gusto para halagarlas, o bien un imán para atraerlas, un alimento para saciarlas, así que faltaría la perfecta armonía, el placer de los perfumes, la luz para encaminarlas, y por eso no encontrando todos los bienes posibles, esto es, no conociéndolos, no tendrán ese gran deseo de elevarse sobre todas las otras cosas para hacer vida en mi Voluntad. Además, no te preocupes de lo que te ha sido dicho, también mi Mamá tenía por Vida mi Querer, no obstante el mundo hacía su curso en el mal, nada se vio cambiado, ningún milagro externo se vio en Ella, sin embargo lo que no hizo en el bajo mundo lo hizo en el Cielo, con su Creador; con su vivir continuo en el Querer Divino formó lugar en Ella para atraer al Verbo a la tierra, cambió la suerte del género humano e hizo el más grande de los milagros, que ningún otro ha hecho y que jamás podrá hacer, fue milagro único: ‘Transportar el Cielo a la tierra’. Quien debe hacer lo más no es necesario que haga lo menos; sin embargo, ¿quién sabía algo de lo que hacía mi Mamá? ¿Quién sabía lo que hacía con el Eterno para obtener el gran portento del descendimiento del Verbo en medio de las criaturas? Se supo sólo por algunos, en mi Concepción, que fue Ella la causa, y por muchos cuando me vieron expirar sobre la Cruz. Hija mía, por cuanto más grande es el bien que quiero hacer al alma, y que este bien debe descender para bien de las generaciones humanas y que debe darme una gloria completa, tanto más la atraigo a Mí y hago madurar, conservar este bien entre Yo y el alma, la segrego de todos, la vuelvo ignorada, y cuando mi Querer quiere que se acerque a alguna criatura, se necesita todo mi poder para hacerla someterse al sacrificio, por eso deja hacer a tu Jesús y tranquilízate”.
(3) Y yo: “Jesús mío, ellos tienen razón, dicen que no ven ningún hecho, ningún bien positivo, todas son palabras; y yo, no que quiera algo, lo que quiero es que haga como quieres Tú mismo, que haga tu Santísima Voluntad, y que lo que pasa entre Tú y yo quede en el secreto de nuestros corazones”.
(4) Y Jesús: “¡Ah! hija mía, ¿te habría gustado que mi Redención la hubiera obrado en el secreto de mi Padre Celestial y de mi querida Mamá que debía concebirme? Y además,
¿que ningún otro hubiera sabido que Yo había descendido a la tierra? Un bien, por cuan grande sea, si no es conocido no produce vida, no se multiplica, no es amado ni imitado. Así que mi Redención habría quedado sin efecto por parte de las criaturas; hija mía, déjalos decir y hazme hacer, no te preocupes y haz todo lo que Yo hice estando en la

tierra, tanto interior como exterior, y que no se conoce aún ni ha recibido su pleno y deseado fruto, especialmente mi Vida oculta; las criaturas casi nada conocieron de todo el bien que hice, sin embargo sirvió admirable y prodigiosamente ante mi Padre Divino, para preparar y hacer madurar el fruto de la Redención, pero aparentemente Yo vivía junto a las criaturas ignorado, pobre, abyecto y despreciado, pero esto decía nada, ante mi Padre Yo era lo que era, y mi obrar interno abría entre el Cielo y la tierra mares de luz, de gracias, de paz y de perdón. Mi interés era el de abrir el Cielo para bien de la tierra, cerrado desde hacía tantos siglos, y que mi Padre mirara con amor a las criaturas; el resto, hecho esto, vendría por sí mismo. Así que esto no fue solamente un gran bien, sino fue el todo, fue la levadura, el preparativo, el fundamento de la Redención. Así es de ti, es necesario que ponga la levadura de mi Querer, que forme los preparativos, que ponga los fundamentos, que entre tú y Yo haya sumo acuerdo, entre mis actos internos y los tuyos, para abrir el Cielo a nuevas gracias, a nuevas corrientes y disponer a la Majestad Suprema a conceder la gracia más grande: ‘Que su Voluntad sea conocida en la tierra y que viva en medio de las criaturas con su pleno dominio, como vive en el Cielo.’ Y mientras tú te ocupas en esto,
¿crees que la tierra no reciba ningún bien? ¡Ah, te equivocas! Las generaciones corren vertiginosamente por una pendiente en el mal; ¿quién las sostiene? ¿Quién impide que queden sumergidas en su carrera vertiginosa hasta desaparecer de la faz de la tierra? Recuerda que no hace mucho el mar rompió sus límites bajo la tierra amenazando de tragar países enteros, y tu mismo país estaba en gran peligro; ¿quién detuvo ese flagelo?
¿Quién hizo detener y encerrar las aguas en sus límites? Es precisamente éste el gran flagelo que se prepara a la horrible carrera vertiginosa de las criaturas, la misma naturaleza está cansada de tantos males y quisiera reivindicar los derechos de su Creador, por eso todas las cosas naturales quisieran ponerse contra el hombre; el mar, el fuego, el viento, la tierra, están por salir de sus confines para dañar y golpear a las generaciones para diezmarlas. ¿Y te parece poco que mientras la raza humana está sumergida en males irremediables, Yo te llame a ti y elevándote entre el Cielo y la tierra, y fundiéndote con mis mismos actos te haga correr en mi Voluntad para preparar el acto opuesto a los tantos males que anegan la tierra, preparando el bien, buscando vencer al hombre con mi amor, para detenerlo en su vertiginosa carrera, dándoles la cosa más grande, cual es la luz de mi Voluntad, a fin de que conociéndola la tome como alimento para restaurar sus fuerzas perdidas, y así, reforzado se detenga en su loca carrera y readquiera el paso firme para no precipitarse más en los males?”
(5) Entonces mi Jesús ha desaparecido, y yo he quedado más amargada al pensar en la horrible carrera de las criaturas y en el trastorno que la naturaleza hará contra ellas. Entonces, regresando a la oración, mi Jesús ha regresado en forma que daba compasión, me parecía inquieto, gemía, se dolía, se extendía en mí, se volteaba ora a la derecha, ora a la izquierda, y yo le preguntaba: “Jesús, amor mío, ¿qué tienes? ¡Ah! Tú sufres mucho, dividamos juntos las penas, no quieras estar solo, ¿no ves cuánto sufres y cómo no puedes más?”
(6) Ahora, mientras esto decía, me he encontrado fuera de mí misma en brazos de un sacerdote, pero mientras que la persona parecía sacerdote, la voz me parecía de Jesús, el cual me ha dicho:
(7) “Haremos un camino larguísimo, sé atenta a lo que ves”.
(8) Y caminábamos sin tocar la tierra, primero yo lo llevaba a Él en brazos, pero como me seguía un perro como si me quisiera morder, yo tenía temor, y para quitarme el temor hemos cambiado posición, Él me llevaba a mí y le he dicho: “¿Por qué no lo has hecho antes? Me has hecho sentir tanto miedo, y yo no te decía nada porque creía que era necesario que te llevara yo, ahora estoy contenta, porque estando yo en brazos no me podrá hacer nada”. Y yo decía: “Me lleva en brazos Jesús”.
(9) Y Él repetía: “Llevo entre mis brazos a Jesús”.
(10) Pero el perro seguía todo nuestro camino, y me ha tomado un pie con el hocico, pero sin mordérmelo. El camino ha sido muy largo y yo preguntaba con frecuencia: “¿Cuánto camino nos falta?” Y Él: “Otras 100 millas”. Después, preguntando de nuevo ha

dicho: “Otras 30”, y así hasta que hemos llegado a la ciudad. ¿Y ahora quién puede decir lo que a lo largo del camino se veía? Dónde pueblos reducidos a montones de piedras, dónde lugares inundados y pueblos sepultados en las aguas, dónde se desbordaban los mares, dónde los ríos, dónde se abrían vorágines de fuego; me parecía que todos los elementos se ponían de acuerdo entre ellos para dañar a las generaciones humanas y formaban sepulturas para sepultarlas. Pero lo que más se veía a lo largo del camino y que más daba horror y espanto, era el ver los males de las criaturas, todo era tinieblas que salían de ellas, pero tinieblas densas, acompañadas de un tufo corrompido y venenoso; eran tantas las tinieblas que muchas veces no se podía discernir que punto era, todo parecía fingimiento, doblez, y si algún bien había, era todo superficial y aparente, pues dentro anidaban los vicios más feos y urdían las tramas más insidiosas, que disgustaban mayormente al Señor que si abiertamente hicieran el mal, y esto en toda clase de personas. ¡Qué clase de polilla que corroe toda la raíz del bien! En otros puntos se veían revoluciones, asesinar a las personas a traición, ¿pero quién puede decir todo lo que se veía? Entonces yo cansada de ver tantos males repetía a menudo: ¿Y cuándo terminaremos este largo camino? Y quien me llevaba, todo pensativo, respondía: “Otro poco, no has visto todo aún”. Finalmente, después de muchas fatigas me he encontrado en mí misma, en mi lecho, y mi dulce Jesús que continuaba lamentándose porque sufría mucho, extendiéndome los brazos me ha dicho:
(11) “Hija mía, dame un poco de reposo, porque no puedo más”.
(12) Y apoyando su cabeza sobre mi pecho parecía que quería dormir, pero su sueño no era un sueño tranquilo, y yo no sabiendo qué hacer, me he recordado de la Santísima Voluntad, donde hay pleno reposo y le he dicho:
(13) “Amor mío, extiendo mi inteligencia en tu Voluntad para poder encontrar tu inteligencia increada, de manera que extendiendo la mía en la tuya hago sombra a todas las inteligencias creadas, de modo que sentirás tu sombra interpuesta a todas las mentes creadas, y así podrás encontrar reposo a la santidad de tu inteligencia; extiendo mis palabras en tu Fiat para poder interponer entre las voces humanas la sombra de aquel Fiat Omnipotente, y así podrá reposar tu respiro, tu boca; extiendo mis obras en las tuyas para interponer entre las obras de las criaturas la sombra y la santidad de las tuyas, para dar reposo a tus manos; extiendo en tu Voluntad mi pequeño amor para hacerte la sombra de tu inmenso amor, que interpongo entre todos los corazones para dar reposo a tu corazón acongojado”.
(14) Por tanto, conforme esto iba diciendo, mi Jesús se tranquilizaba y tomaba un dulce sueño. Después de algún tiempo se ha despertado, pero calmado y estrechándome me ha dicho:
(15) “Hija mía, he podido reposar porque me has circundado con la sombra de mis obras, de mi Fiat y de mi amor; este es el reposo que Yo dije después de haber creado todas las cosas, y como el hombre fue el último que fue creado quería reposarme en él, esto es, en virtud de mi Voluntad obrante en él, que formando en él mi sombra, debía hacerme encontrar mi reposo y el cumplimiento de mis obras. Pero esto me fue negado pues no quiso hacer mi Voluntad, y hasta en tanto que no encuentre quién quiera vivir de mi Voluntad, que forma en el alma la sombra de mi imagen, no encontrando mi sombra no puedo reposar, porque no puedo cumplir mis obras y dar la última pincelada divina a toda la Creación. Por eso la tierra tiene necesidad de ser purgada y renovada, pero con purgas fuertes, tanto que muchos dejarán la vida. Tú ten paciencia y sigue siempre mi Voluntad”.

+ + + +

16-57
Abril 8, 1924

Amenaza de castigos. Aun el sueño en la Divina Voluntad es un dique a la Justicia Divina.


(1) Las privaciones de mi dulce Jesús continúan, y yo paso mis días en un purgatorio viviente, me siento morir y no muero; lo llamo, deliro, pero en vano; en mi interior siento desarrollar una escena trágica, que si se pudiera ver en el exterior se moverían a piedad aun las piedras y romperían en llanto. Pero, ay de mí, ninguno se mueve a piedad, ni siquiera Jesús que decía que me amaba tanto. Mientras me encontraba en el colmo de mis penas, mi amado Jesús, mi vida, mi todo, se ha movido en mi interior y haciéndome cuna con sus brazos y meciéndome decía:
(2) “A la ru ru niña. Hija mía, duerme en los brazos de tu Jesús. A la ru ru niña, pequeñita mía”.
(3) Y como veía que mientras me adormilaba me despertaba, repetía de nuevo: “A la ru ru niña, hija mía”. Entonces yo, no pudiendo resistir, no queriendo y llorando he caído en un profundo sueño. Después de horas y horas de sueño sin que me pudiera despertar, mi dulce Jesús estrechándome fuerte se apoyaba en mi corazón, haciéndome sentir un peso enorme que me aplastaba, pero a pesar de esto no me podía despertar. ¡Oh, cuántas cosas habría querido decirle, pero el sueño me lo impedía! Entonces, después de mucho penar, entre la vigilia y el sueño he visto que mi bien Jesús sufría mucho, tanto que quedaba como ahogado en las penas, y le he dicho:
(4) “Amor mío, Tú sufres mucho, hasta ahogarte, y mientras quieres que yo duerma.
¿Por qué no me dejas sufrir junto Contigo? Y si quieres que duerma, ¿por qué no duermes Tú junto conmigo?”
(5) Y Jesús todo afligido me ha dicho: “Hija mía, son tantas las ofensas que me hacen, que me siento ahogar de penas, y si te quisiera hacer tomar parte, no habrías podido resistir y continuar viva; ¿no sientes el peso que me dan, hasta aplastarme, porque estando en ti me resulta inevitable no hacerte partícipe? Y si Yo quisiera dormir junto contigo, mi justicia se desahogaría libremente contra el hombre y el mundo rodaría”.
(6) Y mientras decía esto Jesús ha cerrado los ojos, y el mundo parecía que rodara y que todas las cosas creadas salían del orden de la Creación; el agua, el fuego, la tierra, los montes, etc., se atropellaban entre ellos y se volvían homicidas y nocivos al hombre;
¿quién puede decir las grandes desgracias que sucedían? Yo, llena de miedo he gritado: “¡Jesús, abre los ojos, no duermas! ¿No ves cómo todas las cosas se trastornan y se ponen en desorden?”
(7) Y Jesús de nuevo: “¿Has visto hija mía? No puedo dormir, si supieras cuántos males han sucedido sólo con cerrar los ojos. A ti te es necesario el sueño para no verte sucumbir del todo, pero debes saber que te pongo en el centro de mi Querer, a fin de que tu sueño sea también un obstáculo a mi justicia, que quiere justamente desahogarse contra el hombre”.

+ + + +

16-58
Abril 11, 1924

Continúan las amenazas. Jesús no fuerza a nadie, sino que pasa adelante cuando el alma no está pronta a darle entrada.

(1) Continúo sintiéndome aturdida y adormecida, mis potencias no comprenden más nada, y si alguna cosa comprendo en algún momento de intervalo, de vigilia, siento una sombra en torno a mí que oscureciéndome toda, hasta las más íntimas fibras, me hace suspirar y querer el Santo Querer Divino. ¡Oh, cómo temo que pudiese salir de su Santísima Voluntad! Luego, impresionada como estaba por los castigos que Jesús me había dicho y por la vista del trastorno de las cosas creadas, se ha agregado que he oído de algunas personas los graves males sucedidos en estos días pasados en varias partes

del mundo, hasta la destrucción de regiones enteras, pero mientras esto sentía, mi Jesús en mi interior, moviéndose me ha dicho:
(2) “Hija mía, es nada aún, seguiremos adelante en purificar la faz de la tierra, me da mucha repugnancia verla, tanto que no puedo sostener la vista”.
(3) Yo he quedado más que nunca oprimida, y el cuadro horrible del trastorno de la naturaleza visto en días pasados, se hacía vivo ante mi mente. Entonces, volviendo según mi costumbre a la oración decía a mi amable Jesús: “Ya que has resuelto echar mano a los castigos y yo no puedo hacer nada, ni sufrir, ni evitar a las gentes los males que merecen, podrías librarme de este estado de víctima, o bien suspenderme por algún tiempo, al menos evitaría el fastidio a los demás”.
(4) Y Jesús: “Hija mía, no quiero disgustarte, si tú quieres que Yo te suspenda, lo hago”.
(5) Y yo, temiendo hacer mi voluntad, he agregado de inmediato: “No, no amor mío, no debes decirme si quieres tú, sino que debes decirme, soy Yo que quiero suspenderte de este estado, no debe venir de mi voluntad sino de la tuya, entonces aceptaría, así que no para contentarme a mí, sino para hacer que tu Voluntad se cumpla en mí”.
(6) Y Jesús de nuevo: “No quiero disgustarte, quiero contentarte, si quieres que te suspenda lo hago, pero has de saber que mi justicia quiere hacer su curso, y tú y Yo debemos ceder en parte. Hay ciertos derechos de justicia de los cuales no se puede hacer menos, pero como te he puesto en el centro de mi Voluntad, en este estado de víctima, aun cuando ahora duermas, ahora sufras, ahora reces, es siempre un obstáculo a mi justicia para impedir el curso a la casi total destrucción de las cosas, porque no se trata sólo de castigos, sino de destrucción. Pero debes saber que no quiero forzarte, lo forzado no me ha agradado jamás, tanto que cuando vine a la tierra y quise ir a nacer a Belén, fui, sí, llamando de puerta en puerta para tener un lugar dónde nacer, pero no forcé a ninguno; si hubiera querido, con mi potencia habría usando la fuerza para tener un lugar menos incómodo donde nacer, pero no quise, me contenté sólo con tocar y pedir alojamiento, y sin insistir pasaba adelante a tocar otras puertas; y como ninguno me quiso recibir, me contenté con ir a nacer en una cueva, donde las bestias me dieron libre entrada e hicieron las primeras adoraciones a su Creador, antes que forzar a alguien a darme entrada. Pero mucho costó a los betlemitas este rechazo, porque no tuvieron más el bien de que mis plantas pisaran sus tierras, ni de verme nunca más en medio de ellos. A Mí me agradan las cosas espontáneas, no forzadas; me agrada que el alma haga suyo lo que Yo quiero y como si fuese cosa suya, no mía, libremente y con amor me done lo que Yo quiero; lo forzado es de los esclavos, de los siervos y de quien no ama, por eso Yo paso de largo ante aquellas almas como ante aquellos betlemitas, porque no están prontas a hacerme entrar en ellas y darme plena libertad de hacerme hacer lo que Yo quería de ellas”.
(7) Entonces al oír esto he dicho: “Amor mío, Jesús, no, no quiero ser forzada, sino libremente quiero estarme en este estado, aunque me cueste penas mortales; y Tú no me dejes jamás y dame la gracia de que haga siempre tu Voluntad”.

+ + + +

16-59
Abril 23, 1924

Continúa el estado de sueño profundo de Luisa. Cómo saber cuándo obra Jesús y cuando el enemigo infernal en el alma.

(1) Paso mis días en la amargura y en la privación de mi dulce Jesús, con el agregado de un sueño tan profundo que yo misma no sé dónde estoy, ni qué cosa hago; siento la sombra de mi Jesús en torno a mí, la cual me pone como dentro de una camisa de hierro que me hace inmóvil, me quita la vida y me aturde, y no comprendo más nada. Qué cambio tan doloroso en mi interior, yo que no sabía qué cosa era el sueño, y si algún ligero sueño me sorprendía, aun durmiendo no perdía la actitud de mi interior, estaba al día de

las fibras de mi corazón, de mis pensamientos, para dárselos a Jesús que tanto me amaba, para acompañarlo en todas las horas y las penas de su Pasión, o bien me espaciaba en la inmensidad de su Voluntad para darle ese todo y esos actos que quería de todas las criaturas; pero ahora todo ha terminado, ¡mi Jesús, qué penas tan amargas, en qué mar tan doloroso quieres que navegue mi pobre alma! ¡Ah! Dame la fuerza, no me dejes ni me abandones, recuerda que Tú mismo lo has dicho, que yo soy pequeña, más bien la más pequeña de todos, recién nacida apenas, y si Tú me dejas, no me ayudas, no me das fuerza, la recién nacida ciertamente morirá. Ahora, mientras me encontraba en este estado, pensaba entre mí: “¿No será tal vez el demonio quien me hace esta sombra y me pone en este estado de inmovilidad?” Pero mientras esto pensaba, más que nunca me sentía aplastar bajo un peso enorme, y mi amable Jesús moviéndose en mi interior hacía ver que apoyaba sobre mí un punto de una rueda que llevaba, y todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, paciencia, es el peso del mundo que nos aplasta, sin embargo con un solo punto que apoye sobre ti me sirve para no terminar del todo con el mundo. ¡Ah, si supieras cuántos engaños, cuántos fraudes, cuántas infamias cometen y cuántas maquinaciones ocultas de ruina están tramando las criaturas para arruinarse entre ellas, que acrecientan mayormente el peso sobre mis espaldas, tanto de hacer desbordar la balanza de la Justicia Divina! Por eso habrá grandes males por toda la tierra. Y además, ¿por qué temes que sea el demonio quien te pone en este estado? Cuando el enemigo hace sufrir arroja desesperación, impaciencia, turbación; en cambio cuando soy Yo, infundo amor, paciencia y paz, luz y verdad, ¿te sientes tal vez impaciente, desesperada y por eso temes que sea el enemigo?”
(3) Y yo: “No mi Jesús, más bien me siento puesta como dentro de un mar inmenso y profundo, el mar de tu Querer, y el único temor es que pudiera salir de la inmensidad de este mar, pero mientras temo, siento alzarse sobre mí más fuertes las olas que me profundizan más abajo”.
(4) Y Jesús: “Y por eso el enemigo no puede acercarse, porque las olas del mar de mi Voluntad, mientras te profundizan más en el abismo de Ella, mantienen la vigilancia y mantienen lejana aun la sombra del enemigo, porque él no sabe nada de lo que el alma hace y sufre en mi Voluntad, ni tiene medios, ni caminos, ni puertas para entrar, más bien es la cosa que más aborrece, y si alguna vez mi sabiduría manifiesta alguna cosa de lo que hace el alma en mi Voluntad, el enemigo siente tanta rabia que se siente multiplicar sus penas infernales, porque mi Voluntad amada y cumplida, en el alma forma el paraíso; no amada y no cumplida forma el infierno. Por eso si quieres estar al seguro de cualquier insidia diabólica, tu interés esté en mi Querer y vivir continuamente en Él”.

+ + + +

16-60
Mayo 9, 1924

Los castigos servirán para purificar la tierra, y hacer reinar en ella a la Divina Voluntad. En el alma que vive de Voluntad Divina, Jesús se encuentra con los honores y decoro como se encontraba en su Humanidad cuando estuvo en la tierra.

(1) Paso mis días en la más profunda amargura y en un profundo silencio por parte de Jesús, y con la casi sustracción de su amable presencia. Son penas indecibles que siento y creo que sea mejor pasarlas en silencio para no agudizar mayormente mi duro martirio. Después de mucho esperar, esta mañana el bendito Jesús se hacía ver en mi interior, que me llenaba toda de Él, y yo, sorprendida por su inesperada presencia quería lamentarme con Él por su privación, pero no me ha dado tiempo de hacerlo y todo afligido me ha dicho:
(2) “¡Hija mía, cómo me siento amargado! Las criaturas me han puesto tres clavos, pero no a las manos sino al corazón y al pecho, que me dan penas de muerte. Están

preparando tres conjuras, una más horrenda que la otra, y en estas conjuras ponen en la mira a mi Iglesia. El hombre no quiere rendirse en el mal, más bien quiere precipitarse más en su carrera”.
(3) Y mientras esto decía me hacía ver reuniones secretas donde concertaban cómo atacar a la Iglesia; quién, cómo hacer surgir nuevas guerras y quién nuevas revoluciones; cuántos males espantosos se veían, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “¿Hija mía, no es justo que mi justicia se arme en contra del hombre para castigarlo y casi destruir tantas vidas que ensucian la tierra, y haga desaparecer junto con ellas regiones enteras, a fin de que sea purificada la tierra de tantas vidas pestilentes y de tantos demonios encarnados, que enmascarados bajo un velo sutil de bien aparente maquinan ruinas para la Iglesia y para la sociedad? ¿Crees tú que mi ausencia de ti sea cosa de nada? ¡No, no! más bien por cuanto más larga es mi ausencia de ti, tanto más graves sucederán los castigos; y además, recuerda cuántas cosas te he dicho acerca de mi Voluntad, así que los males, las destrucciones, servirán para cumplir lo que te he dicho, que mi Voluntad venga a reinar sobre la tierra, pero la quiere encontrar purificada, y para purificarla se necesitan las destrucciones, por eso paciencia hija mía, no salgas jamás de mi Voluntad, porque todo lo que se desarrolla en ti servirá al trabajo para que mi Voluntad tenga su dominio y venga como en triunfo a reinar en medio de los hombres”.
(5) Entonces yo ante este hablar de Jesús he quedado resignada, sí, pero sumamente afligida; el pensamiento de los graves males del mundo y su privación, son como navaja de doble filo que me mata, y para mayor tormento no me hace morir. Después, mi dulce Jesús la mañana siguiente se ha hecho ver en mi interior, como internado dentro, dentro, y me ha dicho:
(6) “Hija mía, estoy oculto en ti, y desde dentro de ti estoy viendo qué hace el mundo. En ti encuentro el aire de mi Voluntad y siento que puedo estar con el decoro que conviene a mi Persona; es verdad que mi Voluntad se encuentra por doquier, pero, ¡oh, qué diferente es encontrarse como vida de la criatura, y la criatura vivir de Ella! Mi Voluntad en medio de las criaturas se encuentra aislada, ofendida, sin poder desarrollar los bienes que contiene y formar en ellas una vida de Sí y para Sí; en cambio donde encuentro que la criatura se presta a no querer otra vida sino sólo la de mi Voluntad, se encuentra en compañía, es amada, desarrolla los bienes que contiene y goza al ponerlos en común con el alma para formar en ella una Vida de Sí y para Sí, y Yo encontrando mis cosas en el alma, esto es, mi santidad, mi luz y mi misma Voluntad obrante en ella, me encuentro con los honores y decoro como me encontraba en mi Humanidad cuando estuve en la tierra, en la cual mi Divinidad, viviendo en Ella, estaba como escondida y cubierta con el vestido de mi Humanidad. Así me cubro con el vestido del alma que hace mi Voluntad, vivo escondido en ella como en mi centro, y desde dentro de ella veo los males de las criaturas y lloro y rezo por ellas. Y viendo que una de la misma estirpe de ellas tiene por vida mi Voluntad aun estando en la tierra, ¿cuántos males y castigos no evito por causa de ella? Cuántas veces estoy a punto de destruirlas y de terminar con ellas por los tantos males que cometen, pero con sólo mirarte, y mirando en ti mi Voluntad y la fuerza de Ella, me escondo de nuevo y me abstengo. Por eso hija mía, paciencia, y haz que mi Querer tenga siempre vida completa en ti”.

16-61

+ + + +


Mayo 13, 1924

La verdadera adoración consiste en el acuerdo de la voluntad humana con la Divina. El verdadero modelo de la
adoración es la Santísima Trinidad.

(1) Estaba haciendo mis habituales oraciones, y mientras toda me abandonaba en los brazos de la Voluntad Suprema, intentaba hacer en Ella mis adoraciones a la Majestad

Divina, y mi Jesús moviéndose en mi interior tomaba mi pobre alma en sus brazos, y elevándola entre el Cielo y la tierra adoraba junto conmigo al Ente Supremo, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, la verdadera y perfecta adoración está en el acuerdo completo de la unión de la Voluntad de Dios con el alma. Por cuanto más el alma hace una su voluntad con la de su Creador, tanto más es completa y perfecta su adoración, y si la voluntad humana no es una con la Divina, mucho más si está de Dios lejana, no se puede decir que es adoración, sino sombra, o bien como una tinta sin color, que no deja ni siquiera el rastro; y si la voluntad humana no está dispuesta a recibir el beso de la unión de la Voluntad Suprema, en vez de adoración puede ser insulto y desprecio. El primer acto de adoración es el de reconocer la Voluntad de su Creador para cumplirla, si esto no está, con las palabras se adora pero con los hechos se insulta y se ofende. Si quieres conocer el verdadero y perfecto modelo de la adoración, ven Conmigo en medio a las Tres Divinas Personas”.
(3) Yo no sé cómo, Jesús me ha estrechado más y me ha elevado más en alto, en medio de una luz interminable. Yo me sentía aniquilar, pero sobre mi aniquilamiento venía sustituida una Vida Divina, que haciendo salir de Sí tantas variadas tintas de belleza, de santidad, de luz, de bondad, de paz, de amor, etc., de modo que mi nada quedaba transformada por aquellas tintas divinas, tanto, de no reconocerse más y de enamorar a Aquél mismo que me había embellecido tanto. Y mi dulce Jesús ha continuado diciéndome:
(4) “Mira hija mía, el primer acto de las Divinas Personas es el acuerdo perfecto de nuestra Voluntad, y está tan unificada nuestra Voluntad, que no se puede discernir cuál sea la Voluntad de Uno o del Otro, tanto que si bien nuestras Personas son distintas, somos Tres, pero la Voluntad es una, y esta Voluntad una produce un acto continuado de perfecta adoración entre las Divinas Personas; la Una adora a la Otra. Este acuerdo de Voluntad produce igualdad de santidad, de luz, de bondad, de belleza, de potencia, de amor, y establece en Nosotros el verdadero reino del orden y de la paz, dándonos alegrías y felicidad inmensas y bienaventuranzas infinitas. Así que el acuerdo de la voluntad humana con la Divina es el primer anillo de conjunción entre el Creador y la criatura, y de éste descienden en ella como por un canal, las virtudes divinas y producen en ella la verdadera adoración, el perfecto amor hacia su Creador, que elevándose desde dentro del mismo canal de conjunción, Él recibe las varias tintas de las cualidades divinas. Y cada vez que el alma se eleva para sumergirse en esta Voluntad Eterna, tantas variedades de más de belleza divina la embellecen y adquiere. Por eso digo que el alma que hace mi Voluntad es mi entretenimiento y mi contento, y para divertirme estoy con el pincel de mi Voluntad en las manos, y conforme ella se arroja en mi Querer, Yo la retoco y me divierto con imprimirle, con una pincelada mía un rasgo de más de mi belleza, de mi amor, de mi santidad y de todas mis cualidades. Así que para Mí lo mismo es estar en el Cielo que estar en ella, encuentro la misma adoración de las Divinas Personas, mi Voluntad, mi amor; y como a la criatura hay siempre qué poder darle, Yo la hago ahora de hábil pintor y pinto en ella mi imagen, ahora de maestro y le enseño las doctrinas más altas y sublimes, ahora de amante apasionado que doy y quiero amor, en suma, hago y uso de todas las artes para divertirme con ella, y cuando mi amor ofendido por las criaturas no encuentra dónde refugiarse, a dónde huir de aquellos que me persiguen para darme muerte, o bien me obligan a tomar el camino de regreso a los Cielos, Yo me refugio en el alma que contiene en ella mi Voluntad, y encuentro mi potencia que me defiende, mi amor que me ama, mi paz que me da reposo, encuentro todo lo que quiero. Mi Voluntad reúne todo junto, Cielo y tierra, y todos los bienes, y forma de ellos uno solo, y de éste solo brotan todos los bienes posibles e imaginables; así que el alma que hace mi Voluntad, puedo decir que es el todo para Mí, y Yo soy el todo para ella”.
(5) Luego mi amable Jesús se ha retirado en el fondo de mi corazón y ha desaparecido, y yo he quedado reconfortada, sí, reforzada, pero en poder del dolor de haber quedado privada de Él y de no haberle dicho ni siquiera una palabra de mi duro estado. ¡Ah sí,

cuando se está con Jesús el alma se ilusiona de deber poseerlo para siempre, y no siente necesidad de nada, desaparecen todos los males, y con Jesús todos los bienes salen en campo, pero en cuanto Él se sustrae, los males regresan y el dolor de la privación afila más su lanza, la cual desgarrando sin piedad el pobre corazón, vuelve siempre nuevo y más intenso su dolor. Mientras estaba en esto, mi Jesús ha reaparecido y me decía que tenía su corazón todo herido como por mil lanzas, y me ha dicho:
(6) “Hija mía, estas heridas me las has hecho tú a mi corazón. Conforme tú me llamabas me herías, conforme te recordabas que estabas privada de Mí me repetías las heridas, y conforme sufrías por mi privación, otras heridas agregabas”.
(7) Yo al oír esto he dicho: “Amor mío, si supieras cómo me sangra el corazón por causa tuya y cómo me lo siento herido e irritado por tu privación, que no puedo más; así que me lo siento herido más yo que Tú”.
(8) Y Jesús: “Pues bien, veamos quién contiene más heridas, tú o Yo”.
(9) Entonces Jesús ha visitado el interior de mi alma, y luego ha hecho la comparación entre yo y Él para ver quién tenía más heridas, yo o Jesús. Con mi sorpresa he visto que Jesús tenía más heridas que yo, si bien yo tenía bastantes. Y Jesús ha agregado:
(10) “Has visto que Yo estoy herido más que tú, pero has de saber que hay varios vacíos de amor por mi privación, pero no temas, porque Yo tomaré la tarea de llenarlos, porque Yo sé que no puedes hacer lo que haces cuando estoy Yo junto contigo, por tanto, no habiendo en ti voluntad de formar esos vacíos de amor, tu Jesús se ocupará en llenarlos, bastará un solo vuelo que te haga hacer en mi Voluntad para ponernos de acuerdo en el amor, de manera que desbordando fuera este amor, corra para bien de nuestros hermanos. Por eso déjame hacer y confía en Mí”.

+ + + +

16-62
Mayo 19, 1924

Todos los actos, desde el más pequeño al más grande de quien vive en el Querer Divino, adquieren el valor de actos eternos y divinos.

(1) Mi pobre mente se perdía en la inmensidad del Querer Supremo, me sentía como dentro de un mar, y todo mi ser bebía a grandes sorbos el agua salutífera de la Voluntad Eterna, más bien me entraba por todas partes, por los oídos, por la boca, por los ojos, por la nariz, por los poros del cuerpo. Ahora, mientras me encontraba en este estado, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es eterna, y sólo para quien vive en Ella, abrazando lo eterno, todos sus actos, desde el más pequeño hasta el más grande, siendo animados por una Voluntad eterna, todos adquieren el valor, el mérito, la forma de actos divinos y eternos. El Querer Divino vacía a esos actos de todo lo que es humano y llenándolos de su Voluntad Divina los hace suyos, les pone el sello y los constituye como otros tantos actos eternos y divinos”.
(3) Entonces yo al oír esto, maravillándome he dicho: “¿Cómo es posible, oh mi Sumo Bien, que la criatura sólo con vivir en tu Querer pueda recibir este gran bien: Que sus actos lleguen a ser eternos y divinos?”
(4) Y Jesús: “¿Por qué te maravillas? La cosa es simplísima, toda la razón es porque mi Voluntad es eterna y Divina, y todo lo que sale de Ella, como es parto de una Voluntad eterna y Divina no puede estar excluido de ser eterno y divino, pero siempre la criatura debe poner a un lado su voluntad humana para dar lugar a la mía; si esto hace, sus actos son contados entre los nuestros, ya sea el grande o su pequeño acto. Además, esto sucedió en la Creación, ¿cuántas cosas no fueron creadas? Grandes y pequeñas, hasta la más pequeña semilla, el pequeño insecto, pero por cuan pequeñas, no se puede decir que mis obras grandes fueron creadas por esta Voluntad Suprema y por lo tanto son obras

divinas, y que las pequeñas no hayan sido creadas por una mano divina. Y si bien se ve que sólo todo lo que fue creado en la atmósfera, cielo, sol, estrellas, etc., son siempre fijos y estables, en cambio lo que fue creado en la baja tierra, flores, plantas, aves, etc., están sujetos a morir y nacer, esto no dice nada, es más, como han sido creados por una Voluntad eterna y Divina, la semilla tiene virtud de multiplicarse, porque en todas las cosas está mi virtud creadora y conservadora. Ahora, si todas las cosas creadas, pequeñas o grandes, porque han sido creadas en virtud de mi Fiat Omnipotente pueden llamarse obras divinas, mucho más pueden llamarse actos divinos y eternos lo que mi Voluntad obra en el alma, la que poniendo a los pies de mi Querer su humano querer, me da plena libertad de hacer obrar a mi Voluntad. ¡Ah! si se pudiese ver por las criaturas un alma que hace vivir a mi Querer en sí, verían cosas sorprendentes y jamás vistas: Un Dios obrante en el pequeño cerco de la voluntad humana, esto es la cosa más grande que puede existir en la tierra y en el Cielo, la misma Creación, ¡oh! cómo queda atrás en comparación con los prodigios que voy obrando en esta criatura”.

+ + + +

16-63
Mayo 24, 1924

La primera palabra de Dios en la Creación fue Fiat. Esta palabra encierra todo, y con ella dio su primera lección sobre la Divina Voluntad.

(1) Me sentía amargada a lo sumo por la privación de mi dulce Jesús, y con la triste duda de que todo lo que Jesús me ha dicho y ha obrado en mi alma no haya sido otra cosa que una ilusión mía, un juego del enemigo infernal, y decía entre mí:
(2) “Si me fuera dado, y todos los escritos estuvieran en mis manos y en mi poder, ¡oh, cómo con mucho gusto los quemaría todos! Pero ay de mí, no están más en mi poder, están en manos de otros, y si yo quisiera esto, no me sería dado. ¡Ah Jesús, salva al menos mi pobre alma, no me dejes perecer! Y ya que todo ha terminado, las relaciones entre yo y Tú, no permitas que yo tenga la más grande de las desventuras, la de no hacer en todo tu Santísima y adorable Voluntad”.
(3) Ahora, mientras esto pensaba, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior; ante su amable presencia las tinieblas se han disipado, las dudas han desaparecido y ha vuelto en mí la luz y la paz; y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija de mi Voluntad, ¿por qué dudas de mi obrar en ti? Y además, dudar de mi Voluntad y de lo que te he dicho sobre mi Querer Supremo es la cosa más absurda que puede darse. La doctrina de mi Voluntad es más que agua cristalina tomada de la límpida fuente de mi Divinidad, es más que sol fulgurante que ilumina y calienta, es espejo tersísimo, que cualquiera que tenga el gran bien de poderse mirar en esta doctrina celestial y divina, quedará sacudido y sentirá en sí toda la buena voluntad de purificarse de sus manchas, para poder beber a grandes sorbos de esta doctrina celestial y así quedar embellecido por sus adornos divinos. Tú debes saber la causa, el por qué la sabiduría y omnipotencia Divina quisieron pronunciar el Fiat en la Creación. Podía crear todas las cosas sin decir palabra, pero como quiso que su Voluntad aleteara en todas las cosas y recibieran la virtud, los bienes que contiene, pronunció el Fiat, y mientras lo pronunciaba comunicaba los prodigios de su Querer, a fin de que todas las cosas tuvieran por vida, por régimen, por ejemplo y por maestra a mi Voluntad. ¡Qué gran cosa hija mía! La primera palabra de tu Dios que resonó en la bóveda de los cielos fue el Fiat, no dijo otra cosa, esto significaba que el todo estaba en el Fiat; con el Fiat creaba todo, constituía todo, ordenaba todo, encerraba todo, ligaba todos sus bienes en favor de todos aquellos que no habrían salido fuera de su eterno Fiat, y cuando después de haber creado todo quise crear al hombre, no hice otra cosa que repetir el Fiat, como empastándolo con mi misma Voluntad, y después agregué: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; en virtud de

nuestro Querer mantendrá en sí íntegra nuestra semejanza y conservará bella e intacta nuestra imagen’. Mira entonces por qué la Sabiduría Increada, como si no supiera decir otra cosa que Fiat quiso pronunciarlo, pues era muy necesaria esta lección tan sublime para todos. Y este Fiat se mueve todavía sobre todo lo creado, como conservador de mis mismas obras, y como en acto de descender sobre la tierra para investir al hombre para encerrarlo otra vez en Sí, a fin de que de donde salió, esto es, habiendo salido de mi Querer, en mi mismo Querer regrese, porque es mi Voluntad que todas las cosas por Mí creadas vuelvan por el mismo camino por donde salieron, a fin de que me regresen bellas, decorosas y traídas como en triunfo por mi misma Voluntad.
(5) Entonces, todo lo que te he dicho sobre mi Voluntad, ésta ha sido mi finalidad: ‘Que mi Voluntad sea conocida y que venga a reinar sobre la tierra’. Y lo que he dicho, será; arrollaré todo para obtener esto, pero el todo me debe regresar en esa palabra Fiat. Fiat dijo Dios, Fiat debe decir el hombre; en todas sus cosas no tendrá más que el eco de mi Fiat, el sello de mi Fiat, las obras de mi Fiat para poder darle los bienes que contiene mi Voluntad y así obtendré la finalidad completa de toda la Creación, y por eso me he dedicado a la tarea de hacer conocer los efectos, el valor, los bienes y las cosas sublimes que contiene mi Querer, y conforme el alma recorra el mismo camino de mi Fiat, quedará de tal manera sublimada, divinizada, santificada, enriquecida, de dejar estupefactos Cielo y tierra al ver el portento de mi Fiat obrante en la criatura, porque en virtud de mi Voluntad saldrán de Mí gracias nuevas nunca salidas, luz más fulgurante, portentos inauditos y nunca vistos. Yo hago como un maestro cuando enseña a su discípulo las ciencias que él conoce, el cual, si enseña a su discípulo es porque quiere hacer de él otro maestro como él mismo. Así hago Yo, si mi lección sublime fue mi primera palabra Fiat, mi oración enseñada fue el Fiat como en el Cielo así en la tierra, ahora, habiendo pasado a darte más extensas, más claras y más sublimes las lecciones sobre mi Voluntad, es que quiero que el discípulo adquiera no sólo la ciencia de Ella, sino que llegando a ser maestro, no sólo enseñe a los demás, sino que adquiera mis propiedades y mis bienes, mis alegrías y mi misma felicidad, por eso sé atenta y fiel a mis enseñanzas y no te separes jamás de mi Voluntad”.

+ + + +

16-64
Mayo 29, 1924

Dolor de los Apóstoles al ver subir a Jesús al Cielo. Bien que produjo este dolor. Lecciones a Luisa sobre el dolor de la privación de Jesús.

(1) Estaba pensando cuando mi dulce Jesús se fue al Cielo en su gloriosa Ascensión, y por tanto en el dolor de los apóstoles al quedar privados de tanto bien; y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el dolor más grande de los apóstoles en toda su vida fue el quedar privados de su Maestro; conforme me veían subir al Cielo su corazón se consumía por el dolor de mi privación, y mucho más agudo y penetrante fue este dolor porque no era un dolor humano, una cosa material lo que perdían, sino un dolor divino, era a Dios que perdían, y si bien Yo tenía mi Humanidad, pero como resucitó, estaba espiritualizada y glorificada, por lo tanto todo el dolor fue en sus almas, que penetrándolos todos se sentían consumir en el dolor, tanto, de formar en ellos el más desgarrador y doloroso martirio, pero todo esto era necesario para ellos; se puede decir que hasta entonces no eran otra cosa que tiernos niños en las virtudes y en el conocimiento de las cosas divinas, y de mi misma Persona, podría decir que estaba en medio de ellos y no me conocían ni me amaban de verdad, pero cuando me vieron subir al Cielo, el dolor de perderme rompió el velo y conocieron con certeza que Yo era el verdadero Hijo de Dios; el dolor intenso de no verme más en medio de ellos les hizo nacer la firmeza en el bien, la fuerza para sufrir todo por amor de Aquél

que habían perdido, les parió la luz de la ciencia divina, les quitó los pañales de la infancia y los formó hombres intrépidos, no más miedosos sino valerosos. El dolor los transformó y formó en ellos el verdadero carácter de apóstoles; lo que no pudieron obtener con mi presencia, lo obtuvieron con el dolor de mi privación.
(3) Ahora hija mía, una pequeña lección para ti: Tu vida se puede decir un continuo dolor de perderme y un continuo gozo de adquirirme, pero entre el dolor de la pérdida y el gozo de adquirirme, ¿cuántas sorpresas no te he hecho? ¿Cuántas cosas no te he dicho? Ha sido el dolor y el doloroso martirio de mi pérdida lo que te preparaba y te disponía a escuchar las sublimes lecciones sobre mi Voluntad; en efecto, ¿cuántas veces te parecía haberme perdido y mientras tú estabas inmersa en tu desgarrador dolor, Yo volvía a ti con una de las más bellas lecciones sobre mi Voluntad y hacía regresar el nuevo gozo de mi adquisición, para disponerte de nuevo al traspasante dolor de mi ausencia? Puedo decir que el dolor de quedar privada de Mí ha parido en ti los efectos, el valor, los conocimientos, el fundamento de mi Voluntad. Era necesario comportarme contigo de este modo, esto es, venir frecuentemente a ti y dejarte a merced del dolor de quedar privada de Mí; habiendo Yo establecido el manifestarte en modo especial tantas cosas sobre mi Voluntad, debía dejarte en poder de un continuo dolor divino, porque mi Voluntad es Divina y sólo sobre un dolor divino podía fundar su trono y extender su dominio, y poniéndose en actitud de maestro comunicaba el conocimiento de mi Voluntad, por cuanto a criatura es posible. Muchos se maravillarán al oír mis continuas visitas que te he hecho, lo que no he hecho con los demás, y tu continuo dolor de mi privación. Si tú no me hubieras visto tantas veces, no me habrías conocido ni amado tanto, porque cada visita mía lleva un conocimiento de más de Mí y un nuevo amor, y por cuanto más el alma me conoce y me ama, tanto más el dolor se duplica, y Yo al venir iba haciendo más fuerte tu dolor, porque quiero que a mi Voluntad no le falte el noble cortejo del dolor, que constituye al alma firme y fuerte, tanto, de poder mi Voluntad formar en ella mi estable morada y darle lecciones nuevas y continuas sobre mi Voluntad. Por eso, te lo repito, déjame hacer y confía en Mí”.

+ + + +

16-65
Junio 1, 1924

El gran bien que lleva al alma el recuerdo de todo lo que Jesús hizo, dijo y sufrió en su Vida.

(1) Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y veía a mi último confesor difunto circundado de muchas personas que estaban todas atentas y como raptadas al escucharlo, y él que decía y decía y se inflamaba tanto que hacía inflamarse a los demás. Yo me he acercado para oír lo que decía, y con sorpresa mía oía que estaba diciendo todo lo que mi bendito Jesús me había dicho, sus finezas de amor, sus tantas condescendencias de Jesús hacia mí, y cuando hablaba de las estratagemas del amor de Jesús hacia mí, él manaba luz, tanta, de quedar transfundido no sólo él en esa luz, sino también aquellos que lo escuchaban. Yo he quedado maravillada y decía entre mí: “El confesor no sólo lo ha hecho en vida, el decir las cosas de mi alma a los demás, sino también después de muerto lo sigue haciendo en la otra vida”. Y esperaba que terminara de hablar para poderme acercar a él y decirle una dificultad mía, pero no terminaba, y me he encontrado de nuevo en mí misma.
(2) Después, según mi costumbre he seguido a mi amado Jesús en su Pasión, compadeciéndolo, reparándolo y haciendo mías sus penas, y Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(3) “¡Hija mía, cuánto bien procura al alma el recordarse de Mí y de todo lo que hice, sufrí y dije en mi Vida! Ella, con compadecerme y haciendo suyas mis intenciones y recordando una a una mis penas, mis obras, mis palabras, las llama en sí y las dispone en bello orden

en su alma, de manera que viene a tomar los frutos de todo lo que Yo hice, dije y sufrí, y esto produce en el alma una especie de humedad divina, donde el sol de mi gracia se deleita en surgir y en formar, en virtud de esa humedad, el rocío celestial, y este rocío no sólo embellece al alma de modo maravilloso, sino que tiene virtud de mitigar los rayos del sol ardiente de la Divina Justicia, cuando encontrando a las almas quemadas por el fuego de la culpa está por golpearlas, por quemarlas y secarlas de más; este rocío divino templando aquellos rayos, se sirve de ellos para formar el rocío benéfico para no hacer castigar a las criaturas y se constituye en humedad vital para no dejarlas secar. ¡Oh! cómo simboliza a la naturaleza, cuando después de un día de sol ardiente las plantas están por secarse, pero basta una noche húmeda para que surgiendo de nuevo el sol sobre aquella humedad forme su rocío, y en vez de hacerlas perecer, su calor sirve para fecundarlas y llevar a su fin la maduración de los frutos. Más sorprendente es en el orden sobrenatural, El recuerdo es el principio de un bien, el recuerdo forma tantos sorbos al alma para darle vida; cuando el bien, las cosas, se olvidan, pierden para el alma la virtud vital y pierden su atractivo, el agradecimiento, la correspondencia, la estima, el amor, el valor. Y este recuerdo no sólo produce en vida el origen de todo bien, sino también después de muerto produce el origen de la gloria. ¿No has escuchado a tu confesor difunto cómo se deleitaba en hablar de las gracias que te he hecho? Era porque en vida las escuchaba, las recordaba y su interior quedaba tan lleno hasta derramarlas fuera; y ahora, ¿cuánto bien no le han aportado en la otra vida? Para él es como una fuente de bien que desborda para bien de todos, así que por cuanto más recuerda el alma lo que a Mí me pertenece, las gracias, las lecciones que le he dado, tanto más crece en ella la fuente de mis bienes, y no pudiéndolos contener en sí desborda para bien de los demás”.
+ + + +
16-66
Junio 6, 1924

Jesús quiere encerrar en Luisa su Voluntad, haciéndola partícipe de todos los actos que contiene para formar su Vida y salir como de una segunda Madre para venir en medio de las criaturas, para hacer
conocer y cumplir el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra.

(1) Me encontraba en mis acostumbradas y duras penas de la privación de Jesús. Me siento bajo el azote de una justicia que me castiga con mucho rigor, sin la mínima sombra de piedad. ¡Oh, justicia punitiva de Dios, cuán terrible eres! ¡Pero más terrible cuando te escondes a quien te ama! Tus flechas me serían más dulces si mientras me castigas, aunque me hicieras pedazos, mi Jesús estuviera conmigo. ¡Oh! cómo lloro mi suerte; es más, quisiera que Cielo y tierra, todos lloraran conmigo la suerte de la pequeña exiliada que no sólo vive lejana de su patria, sino abandonada aun por su Jesús, que era el único consuelo, el único apoyo de su largo exilio.
(2) Ahora, mientras mi pobre corazón nadaba en la amargura de su dolor, mi adorable Jesús se hacía ver en mi interior en acto de dominar todo; tenía en sus manos como muchas riendas y cada una estaba atada a un corazón humano, así que por cuantas criaturas existían, tantas riendas estaban en sus manos, y después me ha dicho:
(3) “Hija mía, el camino es largo, es más, cada vida de criatura es un camino distinto; por lo tanto conviene mucho caminar y por todos los caminos. Todos estos caminos los recorrerás tú, porque debiendo encerrar en ti mi Voluntad, debes encerrar todo lo que Ella contiene, y a ti conviene hacer todos los caminos de cada criatura, junto con mi Voluntad. Así que en mi Voluntad tienes aún mucho por hacer y por sufrir”.
(4) Yo al oír esto, oprimida y cansada como estaba he dicho: “Mi Jesús, es demasiado,
¿quién puede recorrerlos? Estoy ya demasiado cansada, y además Tú me dejas sola, y yo sin Ti no sé hacer nada. ¡Ah! si te tuviera siempre conmigo podría recorrerlos, pero, ay de mí, Tú me dejas y yo no sé hacer nada”.

(5) Y Jesús ha agregado: “No obstante estoy en tu corazón guiando todo, y todos estos caminos fueron recorridos por Mí; todo encerré, no dejé escapar ni siquiera un latido, ni una pena de cada una de las criaturas, y tú debes saber que debiendo encerrar en ti como centro de vida a mi Voluntad, es necesario que mi Supremo Querer encuentre en ti todos los caminos y todo lo que hizo tu Jesús, porque le son inseparables; basta no aceptar una sola cosa de lo que Él contiene para que no pueda formar su centro ni tener su pleno dominio, ni puede tener su punto de partida en ti para hacerse conocer y dominar a los demás; lo tendrá por Sí mismo, pero no por ti. Ve entonces cuán necesario es que tú abraces a todos y hagas el camino de todos, tomando sobre de ti las fatigas, las penas y los actos de todos, si quieres que la Majestad de mi Querer descienda en ti para hacer desde ti su curso”.
(6) Sorprendida al oír esto he dicho: “Amor mío, ¿qué dices? Tú sabes cuán pobre soy y en qué estado me encuentro; y además, ¿cómo puedo yo encerrar toda tu Voluntad? A lo más, con tu gracia puedo hacerla, vivir en Ella, pero encerrarla es imposible, soy demasiado pequeña y no puedo contener una Voluntad interminable”.
(7) Y Jesús: “Hija mía, se ve que no quieres comprenderlo, quien quiere encerrar en ti esta Voluntad debe darte la gracia y la capacidad de contenerla. ¿No encerré acaso todo mi Ser en el seno de mi Celestial Mamá? ¿Tal vez me encerré sólo en parte y en parte me quedé en el Cielo? Ciertamente que no. Y con encerrarme en su seno, ¿no fue Ella la primera que participó en todos los actos de su Creador, en todas las penas, fundiéndose Conmigo para hacer que nada omitiera de todo lo que Yo obraba? ¿No fue Ella mi punto de partida desde donde salí para darme a las demás criaturas? Si esto hice con mi inseparable Mamá para descender al hombre y cumplir mi Redención, ¿no puedo hacerlo con otra criatura, dándole gracia y capacidad de encerrar mi Voluntad, haciéndola partícipe de todos los actos que contiene, para formar su Vida y salir como de una segunda Madre para venir en medio de las criaturas, para hacerme conocer y cumplir el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra? ¿No quieres entonces tú ser el punto de partida de mi Voluntad? Pero ¡oh! cuánto costó a mi Reina Madre ser el punto de partida de mi venida a la tierra, así te costará a ti ser el punto de partida de mi Voluntad para hacer su aparición en medio de las criaturas. Quien todo debe dar, todo debe encerrar; no se puede dar sino lo que se tiene, por eso hija mía, no tomes a la ligera lo que se refiere a mi Voluntad, y lo que te conviene hacer para que formes su Vida en ti. A Mí es la cosa que más me interesa, y tú debes estar atenta para seguir mis enseñanzas”.
+ + + +

Gracias a Dios y siempre sea bendito quien usa de tanta bondad hacia la última de sus criaturas.



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.

17-1
Junio 10, 1924

Quien vive en la Divina Voluntad todo debe encerrar en sí. La Divina Voluntad es principio, medio y fin del hombre.

(1) Esta mañana habiendo recibido la santa Comunión, según mi costumbre estaba diciendo a mi querido Jesús:
(2) “Dulce vida mía, no quiero estar sola al estar Contigo, sino quiero a todo y a todos junto conmigo, y no sólo quiero la corona de todos tus hijos, sino también la corona de todas las cosas creadas por Ti, que junto conmigo en la interminabilidad de tu Santísima Voluntad donde yo todo encuentro, postrados a tus pies todos juntos te adoremos, te agradezcamos, te bendigamos”.
(3) Y mientras esto decía, veía cómo todas las cosas creadas corrían para hacer corona a Jesús, para darle cada una su homenaje, y yo he agregado:
(4) “Mira amor mío cómo son bellas tus obras, cómo el sol haciendo de sus rayos brazos, mientras se postra para adorarte, sube a Ti para abrazarte y besarte; cómo las estrellas, haciéndote corona te sonríen con su dulce centelleo y te dicen: ‘Grande eres Tú, te damos gloria por todos los siglos de los siglos’; cómo el mar corre y con su amoroso murmullo, como tantas voces argentinas te dice: ‘Gracias infinitas a nuestro Creador’. Y yo junto con el sol te abrazo y te beso, con las estrellas te reconozco y te glorifico, con el mar te agradezco”.
(5) ¿Pero quién puede decir todo lo que yo decía llamando a todas las cosas creadas alrededor de Jesús? Si yo quisiera decirlo todo sería muy largo, me parecía que cada cosa creada tuviera un oficio distinto para poder ofrecer su homenaje a su Creador. Ahora, mientras esto hacía pensaba entre mí que perdía el tiempo, y que no era éste el agradecimiento que debía hacerse a Jesús después de la Comunión y se lo he dicho a Jesús, y Él todo bondad me ha dicho:
(6) “Hija mía, mi Voluntad contiene todo, y a quien en Ella vive no debe escapársele nada de todo lo que me pertenece, mas bien basta conque se le escape una sola cosa para decir que no me da todo el honor y la gloria que mi Voluntad contiene, por lo tanto no se puede decir que su vida sea completa en Ella, ni me da la correspondencia por todo lo que mi Querer le ha dado, porque todo he dado a quien vive en mi Voluntad, y Yo voy a ellos como en triunfo sobre las alas de mis obras para darles la nueva correspondencia de mi amor, y ellos deben venir por el mismo camino para darme la nueva correspondencia de ellos. ¿No sería agradable para ti, si hubieras hecho muchas bellas y variadas obras, y una persona amada por ti, para darte gusto te las pusieras alrededor, y haciéndolas ver una por una te dijese: ‘Mira, estas son obras tuyas, cómo es bella ésta, cómo es artística esta otra, y en la tercera cuánta maestría, y en la cuarta cuánta variedad de colores, qué encanto en esta otra?’ ¿Qué alegría no sentirías, qué gloria para ti? Así es para Mí, mucho más que quien vive en mi Voluntad, debiendo concentrar todo en ella, debe ser como el latido de toda la Creación, que palpitando todas las cosas en ella en virtud de mi Querer, debe formar un solo latido para darme en ese latido los latidos de todos y de todo, llevarme la gloria y el amor de todas las cosas creadas por Mí. Yo debo encontrar en el alma en la cual reina mi Voluntad a todos, para que ella, conteniendo todo, pueda darme todo lo que los otros deberían darme. Hija mía, el vivir en mi Querer es muy diferente de las otras santidades, y por eso hasta ahora no se ha encontrado el modo ni las verdaderas enseñanzas del vivir en Él, se puede decir que las demás santidades son las sombras de mi Vida Divina, en cambio ésta es la fuente de la Vida Divina, por eso sé atenta en los


1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

ejercicios del vivir en mi Querer, a fin de que de ti pueda salir el verdadero modo y las enseñanzas exactas y precisas, para que quien queriendo vivir en Él pueda encontrar no la sombra, sino la verdadera santidad de la Vida Divina. Además de esto, mi Humanidad estando en la tierra en mi Voluntad Divina, no hubo obra, pensamiento, palabra, etc., que no fuese encerrado en Mí para cubrir todas las obras de las criaturas, se puede decir que Yo tenía un pensamiento por cada pensamiento, una palabra por cada palabra, y así de todo lo demás para glorificar completamente a mi Padre, y para dar la luz, la vida, los bienes y los remedios, a las criaturas. Ahora, en mi Voluntad todo existe, y quien debe vivir en Ella debe encerrar a todas las criaturas para ir repasando todos mis actos y poner en ellos otra bella pincelada divina tomada de mi Voluntad, para darme la correspondencia de lo que Yo hice. Sólo quien vive en mi Voluntad puede darme esta correspondencia, y Yo la espero como medio para poner en comunicación la Voluntad Divina con la humana, y para darle los bienes que Ella contiene. Quiero a la criatura como intermediaria, que haciendo el mismo camino que hizo mi Humanidad en mi Voluntad, abra la puerta del Reino de mi Voluntad, cerrada por la voluntad humana. Por eso tu misión es grande, y se necesita sacrificio y gran atención”.
(7) Entonces me sentía inmersa en el Querer Supremo y Jesús ha continuado:
(8) “Hija mía, mi Voluntad es todo y contiene todo, y además es principio, medio, y fin del hombre. Por eso al crearlo no le di leyes ni instituí Sacramentos, sino sólo le di al hombre mi Voluntad, porque era más que suficiente, estando en el principio de Ella, para encontrar todos los medios para llegar no a una santidad baja, sino a la altura de la santidad divina, y así encontrarse en el puerto de su fin. Esto significa que el hombre no debía tener necesidad de otra cosa sino sólo de mi Voluntad, en la cual debía encontrar todo en modo sorprendente, admirable y fácil para hacerse santo y feliz en el tiempo y en la eternidad; y si le di una ley, después de siglos y siglos de creado, fue porque el hombre había perdido su principio, por lo tanto había extraviado los medios y el fin. Así que la ley no fue principio sino medio; pero viendo que con todo y la ley el hombre estaba perdido, al venir a la tierra instituí los Sacramentos, como medios más fuertes y potentes para salvarlo; pero cuántos abusos, cuántas profanaciones, cuántos se sirven de la ley y de los mismos Sacramentos para pecar más y precipitarse en el infierno. Mientras que con sólo mi Voluntad, que es principio, medio y fin, el alma se pone al seguro, se eleva a la santidad divina, alcanza en modo completo la finalidad para la que fue creada, y no hay ni la sombra de peligro de poder ofenderme. Así que el camino más seguro es sólo mi Voluntad, y los mismos Sacramentos, si no son recibidos en orden con mi Voluntad, pueden servir como medios de condenación y de ruina. Por eso inculco tanto mi Voluntad, porque el alma estando en su principio, los medios le serán propicios y recibirá los frutos que contienen; en cambio sin Ella, los mismos Sacramentos le pueden ser veneno que la conduzcan a la muerte eterna”.

+ + + +

17-2
Junio 14, 1924

Importancia del orden en estos escritos. Dios es orden.
La belleza del alma que obra en el Querer Supremo.

(1) Esta mañana mientras me encontraba en mi habitual estado, no sé si fue sueño, veía a mi confesor difunto y me parecía que tomaba alguna cosa torcida de dentro de mi mente, y la reparaba y la enderezaba. Yo le he preguntado por qué hacía eso, y él me ha dicho:
(2) “He venido para decirte que seas atenta al orden, porque Dios es orden, y basta una frase, una palabra de lo que te dice el Señor que no esté en el orden, y podrá suscitar dudas y dificultades en quien pueda leer lo que escribes sobre su adorable Voluntad”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “¿Acaso sabe usted que he escrito cosas desordenadas hasta ahora?”

(4) Y el confesor: “No, no, pero sé atenta para el futuro, haz que las cosas que escribes sean claras y simples como te las dice Jesús, y nada omitas, porque basta una pequeña frase, una palabra que falte de las que te dice Jesús, o que la escribas diversamente, para que falte el orden; porque esas palabras servirán para dar luz, para hacer comprender con más claridad, y para ligar el orden de las verdades que el buen Jesús te manifiesta. Tú eres fácil a omitir algunas pequeñas cosas, mientras que las cosas pequeñas unen a las grandes, y las grandes a las pequeñas, por eso sé atenta en el futuro para que todo esté ordenado”.
(5) Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado un poco pensativa. Después estaba abandonándome toda en el santo Querer Divino, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, cómo es bello ver a un alma obrar en mi Voluntad, ella sumerge su acción, su pensamiento, su palabra en mi Voluntad, es como una esponja que impregnándose de todos los bienes que el Querer Supremo contiene, se ven en el alma tantos actos divinos que irradian luz, y casi no se sabe distinguir si son actos del Creador o de la criatura, y como se han impregnado de esta Voluntad eterna, han absorbido en ellos la potencia, la luz y el modo del obrar de la Majestad Eterna. Mírate cuán bella te ha hecho mi Querer; y no sólo esto, sino que en cada acto tuyo me encierro a Mí mismo, porque encerrando a mi Querer, todo encierras”.
(7) Yo me he mirado, y ¡oh! cuánta luz salía, pero lo que más me ha impresionado y dado gusto ha sido ver a mi Jesús encerrado en cada acto mío, su Voluntad lo aprisionaba en mí.

+ + + +

17-3
Junio 20, 1924

La Divina Voluntad contiene la plenitud de la felicidad. Cuando la criatura viva en la Divina Voluntad, entonces la caridad y todas las virtudes alcanzarán la completa perfección.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma junto con mi dulcísimo Jesús, Él era todo bondad y todo admirable; me ha tomado mis manos entre las suyas y se las ha estrechado fuerte a su pecho, y todo amor me ha dicho:
(2) “Querida hija mía, ¡si supieras qué placer, qué gusto siento al hablarte de mi Voluntad! Cada cosa de más que te manifiesto sobre mi Querer es una felicidad que hago salir de Mí, y que comunico a la criatura, y Yo me siento más feliz en ella en virtud de mi misma felicidad, porque la especialidad característica de mi Voluntad es precisamente esta: ‘Hacer felices a Dios y al hombre’. ¿No recuerdas hija mía cuánto placer tomábamos juntos, Yo al hablarte y tú al escucharme, y cómo nos hacíamos felices recíprocamente? Y siendo mi Voluntad la única que contiene el germen de la felicidad, Yo con manifestarla y el alma con conocerla formamos la planta y los frutos de la verdadera felicidad imperecedera y eterna que no disminuye ni termina jamás, y no sólo nosotros, sino también aquellos que escuchan o leen las cosas admirables y sorprendentes de mi Querer sienten el dulce encanto de mi felicidad. Por eso, para hacerme feliz en mis obras quiero hablarte de la nobleza de mi Voluntad, y hasta dónde puede llegar el alma y qué debe encerrar si da entrada en su alma a mi Voluntad. La nobleza de mi Voluntad es divina, y como es del Cielo, Ella no desciende sino en quien encuentra un noble cortejo, y por eso la primera que le dio la entrada fue mi Humanidad; Ella no se contenta con poco, sino que quiere todo porque quiere dar todo, ¿y cómo puede dar todo si no encuentra todo para poder en él poner todos sus bienes? Así mi Humanidad le dio el santo y noble cortejo y Ella concentró en Mí todo y a todos. Ve entonces que para venir a reinar mi Voluntad en el alma, debe encerrar en ella todo lo que hizo mi Humanidad, y si las demás criaturas han participado en

parte en los frutos de mi Redención según sus disposiciones, esta criatura los concentrará todos para formar el noble cortejo a mi Voluntad y Ella concentrará en el alma el amor que da y quiere de todos, para poder recibir el amor de todos y de cada uno, no se contenta con encontrar en ella la correspondencia sólo de su amor, sino que quiere la correspondencia de todo; todas las relaciones que hay en la Creación entre el Creador y la criatura mi Voluntad las quiere encontrar en el alma donde quiere reinar, de otra manera no sería plena su felicidad ni encontraría todas sus cosas, ni toda Ella misma. Mi Voluntad debe poder decir en el alma en donde reina: ‘Si nadie me amase ni me correspondiese, Yo soy feliz por Mí misma, ninguno puede entristecer mi felicidad, porque en esta alma encuentro todo, recibo todo y puedo dar todo’. Repetiría la frase que hay en las Tres Divinas Personas: ‘Somos intangibles, por cuanto las criaturas puedan hacer, ninguno puede tocarnos, ni mínimamente opacar nuestra eterna e inmutable felicidad’. Sólo puede tocarnos, entrar a hacer una sola cosa con Nosotros, quien posee mi Voluntad, porque siendo ella feliz de nuestra misma felicidad, quedamos glorificados por la felicidad de la criatura, y entonces la caridad alcanzará la completa perfección en la criatura, cuando mi Voluntad reine en modo completo en ellas, porque entonces cada una se encontrará en virtud de Ella, en cada criatura, amada, defendida y sostenida, como la ama, defiende y sostiene su Dios, la una se encontrará transfundida en la otra como en la propia vida. Entonces todas las virtudes alcanzarán la completa perfección, porque no se alimentarán de la vida humana, sino de la Vida Divina.
(3) Por eso de dos humanidades tengo necesidad: De la mía para formar la Redención, y la otra para formar el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Una más necesaria que la otra, porque si en la primera debía venir a redimirlos, en la segunda debía venir a restaurarlo a la finalidad única por la cual fue creado y abrir la corriente de las gracias entre la voluntad humana y la Divina, y hacerla reinar como en el Cielo así en la tierra. Y como mi Humanidad para redimir al hombre hizo reinar mi Voluntad como en el Cielo así en la tierra, ahora voy buscando otra humanidad, que haciéndola reinar como en el Cielo así en la tierra, me haga cumplir todos los designios de mi Creación. Por eso sé atenta en hacer reinar en ti mi sola Voluntad, y Yo te amaré con el mismo Amor con el cual amé a mi Santísima Humanidad”.

+ + + +

17-4
Julio 1, 1924


Quien se da a Dios pierde sus derechos. La sangre de Jesús es defensa de las criaturas ante los derechos de la Divina Justicia.

(1) Me sentía muy oprimida por la privación de mi adorable Jesús. ¡Oh, cómo me sangra el corazón y me siento sometida a sufrir muertes continuas! Sentía que no podía más sin Él, y que más duro no podía ser mi martirio, y mientras trataba de seguir a mi Jesús en los diferentes misterios de su Pasión, he llegado a acompañarlo en el misterio de su dolorosa flagelación. Mientras estaba en esto se ha movido en mi interior llenándome toda de su adorable Persona; yo al verlo le quería decir mi duro estado, pero Jesús imponiéndome silencio me ha dicho:
(2) “Hija mía, recemos juntos; hay ciertos tiempos tan tristes en los cuales mi justicia, no pudiendo contenerse por los males de las criaturas quisiera inundar la tierra de nuevos flagelos, y por eso es necesaria la oración en mi Voluntad, la que extendiéndose sobre todos se pone en defensa de las criaturas, y con su potencia impide que mi justicia se acerque a la criatura para golpearla”.
(3) ¡Cómo era bello y conmovedor oír rezar a Jesús! Y como lo estaba acompañando en el doloroso misterio de la flagelación, se hacía ver chorreando sangre, y oía que decía:

(4) “Padre mío, te ofrezco esta mi sangre, ¡ah! haz que esta sangre cubra todas las inteligencias de las criaturas y haga vanos todos sus malos pensamientos, disminuya el fuego de sus pasiones y haga resurgir inteligencias santas. Esta sangre cubra sus ojos y haga velo a su vista, a fin de que no le entre el gusto de los placeres malos, y no se ensucien con el fango de la tierra. Esta sangre mía cubra y llene su boca y deje muertos sus labios a las blasfemias, a las imprecaciones, a todas sus malas palabras. Padre mío, esta mi sangre cubra sus manos y le dé terror de tantas acciones infames. Esta sangre circule en nuestra Voluntad Eterna para cubrir a todos, para defender y para ser arma defensora en favor de las criaturas ante los derechos de nuestra justicia”.
(5) ¿Pero quién puede decir el modo como rezaba Jesús y todo lo que decía? Después ha hecho silencio y me sentía en mi interior que Jesús tomaba en sus manos mi pequeña y pobre alma, la estrechaba, la retocaba, la miraba, y yo le he dicho:
(6) “Amor mío, ¿qué haces? ¿Hay alguna cosa en mí que te desagrada?”
(7) Y Él: “Estoy trabajando y ensanchando tu alma en mi Voluntad. Además no debo darte cuentas a ti de lo que hago, porque habiéndote dado tú toda a Mí, has perdido tus derechos, ahora todos los derechos son míos. ¿Sabes cuál es tu único derecho? Que mi Voluntad sea tuya y te suministre todo lo que puede hacerte feliz en el tiempo y en la eternidad”.

+ + + +

17-5
Julio 16, 1924

Al crear al hombre Dios le infundió el alma con su aliento, queriendo infundirle la parte más íntima de su interior, cual es su Voluntad.
Ahora, queriendo disponerlo de nuevo a recibir esta su Voluntad, es necesario que vuelva a infundirle su aliento.

(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el Creador va en busca de la criatura para deponer en su regazo los bienes que Él ha sacado fuera en la Creación, y por eso dispone siempre en todos los siglos que haya almas que vayan sólo en busca de Él, a fin de que deponga sus bienes en quien lo busca y quiere recibir sus dones. Así que el Creador se mueve desde el Cielo y la criatura se mueve desde la tierra para encontrarse, Uno para dar y la otra para recibir. Siento toda la necesidad de dar; preparar los bienes para darlos y no tener a quien poderlos dar y tenerlos inactivos por incorrespondencia de quien no se preocupa por quererlos recibir, es siempre una gran pena. ¿Pero sabes tú en quién puedo deponer los bienes salidos de Mí en la Creación? En quien hace suya mi Voluntad, porque Ella sola le da la capacidad, el aprecio y las verdaderas disposiciones para recibir los dones de su Creador, y le suministra la correspondencia, la gratitud, el agradecimiento, el amor que el alma está obligada a dar por los dones que por tanta bondad ha recibido. Por eso ven junto Conmigo y giremos juntos por la tierra y por el Cielo, a fin de que deponga en ti el amor que saqué por amor de las criaturas en todas las cosas creadas, y tú me des la correspondencia, y junto Conmigo ames a todos con mi amor, y daremos amor a todos, seremos dos para amar a todos, no estaré más solo”.
(3) Entonces hemos girado por todo, y Jesús depositaba en mí su amor que contenían las cosas creadas, y yo haciendo eco a su amor, repetía con Él el te amo de todas las criaturas. Después ha agregado:
(4) “Hija mía, al crear al hombre le infundí el alma con mi aliento, queriéndole infundir la parte más íntima de nuestro interior, que es nuestra Voluntad, la cual le daba junto todas las partículas de nuestra Divinidad que el hombre como criatura podía contener, tanto, de hacerlo una imagen nuestra; pero el hombre ingrato quiso romper con nuestra Voluntad, y

si bien le quedó el alma, pero la voluntad humana que tomó lugar en vez de la Divina lo ofuscó, lo infectó e hizo inactivas todas las partículas divinas, tanto, que lo desordenó todo y lo desfiguró. Ahora, queriendo Yo disponerlo de nuevo a recibir esta mi Voluntad, es necesario que vuelva de nuevo a darle mi aliento, a fin de que mi aliento le ponga en fuga las tinieblas, las infecciones, y haga de nuevo obrantes las partículas de nuestra Divinidad que le dimos al crearlo. ¡Oh! cómo quisiera verlo bello, restablecido como lo creé, y sólo mi Voluntad puede obrar este gran prodigio. Por eso quiero infundirte mi aliento, a fin de que recibas este gran bien, que mi Voluntad reine en ti y te vuelva a dar todos los bienes, los derechos que di al hombre en su creación”.
(5) Y mientras esto decía, acercándose a mí me daba su aliento, me miraba, me estrechaba y después ha desaparecido.

+ + + +

17-6
Julio 25, 1924

La santidad en el Querer Divino debe ser un acto continuado. Dios va buscando almas que quieran vivir en la Divina Voluntad para poner en sus brazos a todas las almas.

(1) Esta mañana mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior, en acto de extender los brazos en forma de cruz, y yo quedaba extendida junto con Él; después me ha dicho:
(2) “Hija mía, el último acto de mi Vida fue el extenderme sobre la cruz y permanecer ahí hasta que morí con los brazos abiertos, sin poderme mover ni oponerme a lo que querían hacerme. Yo era el verdadero retrato, la viva imagen de quien vive no de voluntad humana, sino Divina. Aquél no poder moverme, ni poder oponerme, ese haber perdido todo derecho sobre Mí, la tensión horrible de mis brazos, ¡cuántas cosas decían! Y mientras Yo perdía los derechos, los demás hacían adquisición de mi Vida. El primer derecho fue de la Voluntad Suprema, que haciendo uso de su inmensidad y omnividencia, tomaba todas las almas, inocentes y pecadoras, buenas y santas, y me las ponía en los brazos extendidos, a fin de que las llevara al Cielo, y Yo no rechacé a ninguno, así que en mis brazos la Voluntad Divina dio lugar a todos. Ahora, como la Voluntad Suprema es un acto continuado, nunca interrumpido, y lo que hace una vez no deja nunca de hacerlo, y si bien mi Humanidad está en el Cielo y no está sujeta a sufrir, va buscando almas que no se muevan en la voluntad humana sino en la Divina, que no se opongan a nada, que pierdan todo derecho propio, a fin de que quedando todo derecho en poder de la Divina Voluntad, continúe su acto de poner en los brazos de quien se presta a extenderse en mi Querer a todas las almas, pecadores y santos, inocentes y malos, a fin de que repita y continúe lo que hicieron mis brazos extendidos en cruz. He aquí por qué me he extendido dentro de ti, para que la Suprema Voluntad continúe su acto de traerme a todos a mis brazos.
(3) La santidad no está formada por un solo acto, sino por muchos actos unidos juntos. Un solo acto no forma ni santidad ni perversidad, porque faltando la continuidad de los actos, faltan los colores y las vivas tintas de la santidad, y faltando éstos no se puede dar un peso y un valor justo ni de la santidad ni de la perversidad. Así que lo que hace refulgir y pone el sello a la santidad son los actos buenos continuados. Nadie puede decir que es rico porque posee una moneda, sino quien posee propiedades extensas, villas, palacios, etc., etc. Así es de la santidad, y si la santidad tiene necesidad de tantos actos buenos, sacrificios, heroísmo, pero puede estar sujeta a vacíos, a intervalos; la santidad en mi Querer no está sujeta a fases intermitentes, sino que debe asociarse al acto continuado del Querer Eterno, que jamás, jamás se detiene, sino que siempre está obrante, siempre triunfante, que siempre ama y jamás se detiene. Así que la santidad en mi Querer pone en el alma el sello del obrar de su Creador, cual es su amor continuo, la conservación continua de todas las cosas por Él creadas, jamás se cambia y es inmutable. Quien está sujeto a

cambiarse pertenece a la tierra y no al Cielo; el cambiarse es de la voluntad humana, no de la Divina; interrumpir el bien es de la criatura, no del Creador; todo eso sería deshonroso a la santidad del vivir en mi Querer, porque ella contiene la divisa, la imagen de la santidad de su Creador. Por eso sé atenta, deja todos los derechos a la Voluntad Suprema y Yo iré formando en ti la santidad del vivir en mi Querer”.

+ + + +

17-7
Julio 29, 1924

Los actos hechos en la Divina Voluntad forman un apoyo de reposo a Jesús y al alma.

(1) Esta mañana, después de mucho esperar, mi siempre amable Jesús se hacía ver en mi interior, cansado y como si quisiera reposar, y estando en mí un cierto apoyo, extendía sus brazos para abrazarse a ese apoyo, y recargando su cabeza reposaba, pero no sólo reposaba Él, sino que me invitaba a descansar junto con Él. ¡Cómo se estaba bien, apoyada en ese apoyo junto con Jesús, para tomar después de tantas amarguras un poco de reposo! Entonces me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber qué cosa es este apoyo que tanto nos alivia y nos da reposo? Son todos tus actos hechos en mi Voluntad los que han formado este apoyo para Mí y para ti, el cual es tan fuerte que puede sostener el peso del Cielo y de la tierra que en Mí contengo y darme reposo. Sólo mi Voluntad contiene esta fuerza y esta virtud tan grande. Los actos hechos en mi Voluntad vinculan Cielo y tierra y encierran en ellos la potencia divina para poder sostener a un Dios”.
(3) Entonces al oír esto le he dicho: “Amor mío, no obstante, con todo este apoyo que Tú dices yo temo que Tú me dejes, ¿qué haré yo sin Ti? Tú sabes cuán miserable y buena para nada soy, por eso temo que dejándome Tú, también tu Voluntad se aparte de mí”.
(4) Y Él: “Hija mía, ¿por qué temes? Este temor es tu voluntad humana que quisiera salir en campo para hacer un poco de camino; mi Voluntad excluye todo temor, porque no tiene de qué temer; es más, es segura de Sí y es inamovible. Debes saber que cuando el alma decide hacerse poseer por mi Voluntad y vive en Ella, como mi Voluntad está vinculada con todas las cosas creadas, no hay cosa sobre la cual Ella no tenga su dominio, así el alma queda vinculada con todas las cosas creadas, y mientras va haciendo sus actos, así va quedando escrita con caracteres imborrables en todas las cosas creadas su filiación con mi Voluntad, su morada, su posesión. Mira un poco en todo el universo, en el cielo, en las estrellas, en el sol, en todo, y verás tu nombre escrito con caracteres indelebles, tu filiación con mi Voluntad; por tanto, ¿cómo puede ser posible que esta Madre Eterna y Divina deje a su querida hija, nacida de Ella y hecha crecer con tanto amor? Por eso quita todo temor si no quieres amargarme”.
(5) Mientras esto decía, yo he mirado en el cielo, en el sol y en todo lo demás, y veía escrito mi nombre con el título de hija de su Voluntad. Sea todo para gloria de Dios y para confusión de mi pobre alma.

+ + + +


Imágenes del vivir en la Divina Voluntad: El mar y los peces, la tierra y las plantas.

17-8
Agosto 9, 1924

(1) Después de mucho esperar la presencia de mi adorable Jesús, lo he sentido en mi interior, que extendía los brazos y me decía:

(2) “Hija mía, extiende tus brazos junto Conmigo en mi Voluntad para reparar por tantos que extienden sus obras en la voluntad humana, la cual les forma la red de todos los males para precipitarlos en el abismo eterno, y para impedir que mi justicia se derrame sobre ellos para desahogar su justo furor, porque cuando la criatura se extiende en mi Voluntad para obrar y para sufrir, mi justicia se siente tocada por la criatura con la potencia de mi Voluntad, y deja sus justos rigores, es una vena divina que la criatura hace correr entre Dios y la familia humana, por la cual mi justicia no puede hacer menos que tener consideración hacia la pobre humanidad”.
(3) Y mientras esto decía, hacía ver cómo las criaturas están preparando una gran revolución entre los partidos contra el gobierno y contra la Iglesia. ¡Qué destrucción horrible se veía! ¡Cuántas tragedias! Entonces mi dulce Jesús ha continuado hablándome y me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿has visto? Las criaturas no quieren detenerse, la avidez de derramar sangre no se ha apagado en ellas, y esto hace que mi justicia, con terremotos, con agua y con el fuego destruya ciudades enteras y haga desaparecer los habitantes de la faz de la tierra, por eso hija mía, reza, sufre, obra en mi Voluntad, pues sólo esto puede formar un freno para que mi justicia no explote con sus rayos devastadores para destruir la tierra.
¡Oh, si tú supieras cómo es bello y deleitable el ver obrar a un alma en mi Voluntad! Una imagen te la pueden dar el padre mar y la madre tierra, que están tan unidos y vinculados entre ellos, que el agua no puede estar sin la tierra, y la tierra sería infecunda sin el agua, es como un matrimonio lo que hay entre ellos, por lo que se puede decir padre al mar y madre a la tierra. Tal unión debería tener el alma con mi Voluntad. Ahora, ¿qué cosa hay en el mar? Una inmensidad de aguas; ¿quién habita en estas aguas? ¿A quién alimenta, a quién da vida? A los tantos variados peces que se alimentan, nadan y serpentean en el inmenso mar. Mira entonces, el mar es uno, pero muchos peces viven en él; el amor y el celo del mar hacia ellos es tanto, que los tiene ocultos en sí; sus aguas se extienden arriba, abajo, a derecha e izquierda, si el pez quiere nadar y caminar abre las aguas y serpenteando se divierte, el agua se deja abrir, pero se estrecha siempre en torno, por abajo, por arriba, a derecha e izquierda, no lo deja jamás; y por donde pasa se cierra de inmediato detrás, no dejando vestigio alguno de por donde pasa ni a dónde llega, a fin de que nadie pueda seguirlo; si quiere nutrirse, el agua se presta a alimentarlo, si quiere dormir, le hace de lecho; pero nunca lo deja, se cierra siempre a su derredor. Pero con todo esto se ve que en el mar hay seres que no son las mismas aguas, se ven movimientos, serpenteos formados por estos mudos habitantes, a los cuales el mar les es vida, y ellos son la gloria, el honor y la riqueza del mar. Más que pez es el alma que obra y vive en mi Voluntad; mi Voluntad es inmensa, la criatura es finita, pero a pesar de que es finita tiene su movimiento, su voz, su pequeño camino, y mi Voluntad viéndola en Ella, es tanto su amor y su celo, que más que mar se extiende encima, abajo, a derecha e izquierda y se hace vida, alimento, palabra, obra, paso, sufrimiento, lecho, reposo, habitación de esta afortunada criatura, la sigue por doquier y llega a entretenerse junto con ella. Podría decir que esas almas son mi gloria, mi honor y la riqueza que produce mi Voluntad. Este obrar del alma en mi Voluntad es como el nadar y el serpentear del pez en el mar terrestre, pero el alma lo hace en el mar celeste del Querer Supremo; son los ocultos habitantes de las olas celestiales, que viven en la herencia inmensa del mar infinito de mi Voluntad; y así como los peces están ocultos, desaparecidos en el mar, mudos, sin embargo forman la gloria del mar y sirven como alimento para los hombres, así estas almas parecen desaparecidas en el mar Divino, mudas, sin embargo forman mi más grande gloria de la Creación y son causa primaria para hacer descender sobre la tierra el alimento exquisito de mi Voluntad y de mi Gracia.
(5) Otra imagen del obrar del alma en mi Voluntad es la tierra. Las almas que viven en mi Voluntad son las plantas, las flores, los árboles, las semillas. ¿Con cuanto amor no se abre la tierra para recibir la semilla? Y no sólo se abre, sino que se vuelve a cerrar para ponerse arriba y ayudar a la semilla a hacerse polvo junto con ella, para poder con mayor facilidad parir de su seno la planta que contiene esa semilla, y en cuanto comienza a brotar

de su seno se estrecha a su alrededor, le presta el humor que contiene, casi como alimento para hacerla crecer. Una madre no puede ser tan afectuosa como la madre tierra, porque a su recién nacido no siempre lo tiene en su regazo, ni siempre le da la leche, en cambio la tierra, más que madre, no separa jamás de su seno a la planta, mas bien, por cuanto más crece para arriba tanto más se hunde abajo, se desgarra por hacer lugar a las raíces, para hacer crecer más bella y más fuerte a la planta. Es tanto su amor y su celo, que la tiene pegada a su pecho para darle vida y alimento continuo. Pero las plantas, las flores, etc., son el más bello ornamento de la tierra, son su felicidad, su gloria y su riqueza, y proveen de alimentos a las humanas generaciones. Más que madre tierra es mi Voluntad para el alma que vive y obra en Ella; más que tierna madre me la oculto en mi Voluntad, le ayudo a hacer morir la semilla de su voluntad, a fin de que renazca con la mía y formo mi planta predilecta; la alimento con la leche celestial de mi Divinidad; es tanto mi celo que la tengo prendida a mi seno, y encerrada en Mí a fin de que crezca bella y fuerte y toda a mi semejanza. Por eso hija mía sé atenta, obra siempre en mi Voluntad si quieres volver contento a tu amado Jesús; quisiera que hicieras todo a un lado para tomar sólo este punto del vivir y obrar siempre en mi Voluntad”.

+ + + +

17-9
Agosto 14, 1924

Lo obrado en la Divina Voluntad contiene la potencia creadora.
El obrar de Jesús forma la corona al obrar de las criaturas.

(1) Estaba pensando entre mí: “Quisiera girar siempre en su Querer Divino, quisiera ser como rueda de reloj que gira siempre sin detenerse jamás”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres girar siempre en mi Querer? ¡Oh! con qué ganas y con qué amor quiero que gires siempre en mi Querer, tu alma será la rueda, mi Voluntad te dará la cuerda para hacerte girar velozmente sin detenerte jamás, tu intención será el punto de partida de adonde quieres ir, qué camino quieres tomar, si al pasado o bien en el presente, o quieres deleitarte en los caminos futuros, a tu libre elección, siempre me serás amada y me dará sumo deleite cualquier punto de partida que tu tomes”.
(3) Después ha agregado: “Hija amadísima de mi Voluntad, todo lo que se ha hecho en mi Voluntad contiene la potencia creadora. Mira, todo lo que hizo mi Humanidad estando en la tierra, como todo fue hecho en la Voluntad Suprema, todo contiene esta potencia creadora, tanto, que así como está un sol siempre en acto, siempre pleno de luz y de calor, sin disminuir jamás, ni crecer en su pleno esplendor, tal como fue creado por Dios, así todo lo que hice, todo está en acto, y como el sol es de todos y de cada uno, así mi obrar, mientras es uno es de todos y de cada uno, es más, mis pensamientos forman la corona a cada inteligencia creada, mis miradas, mis palabras, mis obras, mis pasos, mis latidos, mis penas, forman la corona de las miradas, de las palabras, de las obras, de las penas, etc., etc., de las criaturas, podría decir que como corona están a guardia de todo lo que hace la criatura. Ahora, si la criatura piensa en mi Voluntad, la corona de mis pensamientos se abre y encierra en los míos los pensamientos de ella, y tomando parte en la potencia creadora, hacen hacia Dios y hacia las criaturas el oficio de mi inteligencia; así si miras, si hablas, mis miradas, mis palabras forman el puesto para recibir las tuyas y formando una sola corona hacen el oficio de mis miradas y de mis palabras, y así de todo lo demás. Las almas que viven en mi Voluntad son mis verdaderas repetidoras, mis inseparables imágenes reproducidas en ellas y absorbidas de nuevo en Mí, para hacer que todo lo que hacen quede con el sello de que son obras mías y continúen mi mismo oficio”.


+ + + +

17-10
Septiembre 2, 1924

Cuánto daño causa la desconfianza en el alma.

(1) Me sentía muy oprimida, pero toda abandonada en los brazos de Jesús, y le pedía que tuviera compasión de mí, pero mientras esto hacía sentí perder los sentidos, y veía que salía de dentro de mí una pequeña niña, débil, pálida y toda absorta en una profunda tristeza; y Jesús bendito, yendo a su encuentro la tomaba en sus brazos y moviéndose a piedad se la estrechaba al corazón, y con sus manos le acariciaba la frente, marcándole con signos de cruz los ojos, los labios, el pecho, y todo el resto de la pequeña niña; mientras esto hacía la niña se revigorizaba, adquiría el color y se sacudía del estado de tristeza, y Jesús viendo que la niña readquiría las fuerzas, se la estrechaba más fuerte para mayormente vigorizarla y le decía:
(2) “Pobre pequeña, a qué estado estás reducida, pero no temas, tu Jesús te hará salir de este estado”.
(3) Entonces mientras esto sucedía yo pensaba entre mí: “¿Quién será esta niña que ha salido de mí y que Jesús ama tanto?” Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, esta niña es tu alma, y Yo la amo tanto que no tolero verte tan triste y débil, por eso he venido para infundirte nueva vida y nuevo vigor”.
(5) Entonces yo, al oír esto le he dicho llorando: “Amor mío y vida mía, Jesús, cuanto temo que Tú me dejes, ¿cómo haré sin Ti? ¿Cómo podré vivir, a qué estado deplorable se reducirá mi pobre alma? ¡Qué pena tan desgarradora es el pensamiento de que Tú puedas dejarme! Pena que me lacera, me quita la paz y me pone el infierno en el corazón. Jesús, piedad, compasión, misericordia de mí, pequeña niña, no tengo a nadie, si me dejas Tú todo habrá terminado para mí”.
(6) Y Jesús, hablando de nuevo ha agregado: “Hija mía, cálmate, no temas, tu Jesús no te deja. Yo soy celoso de tu confianza, no quiero que desconfíes mínimamente de Mí. Mira, Yo amo tanto que las almas estén con toda confianza Conmigo, que muchas veces escondo algún defecto o imperfección de ellas, o alguna incorrespondencia a mi gracia, para no darles ocasión de que no estén Conmigo con toda confianza, porque si pierden la confianza el alma queda como dividida de Mí y toda encogida en sí misma, se pone a distancia de Mí y queda paralizada en el arrojo del amor, y por eso paralizada en el sacrificarse por Mí. ¡Oh! cuánto daño hace la desconfianza, se puede decir que es como esa helada primaveral que apaga la vida a las plantas, y muchas veces si la helada es fuerte las hace aun morir; así la desconfianza, más que helada detiene el desarrollo a las virtudes y pone el hielo al más ardiente amor; ¡oh! cuántas veces por falta de confianza quedan detenidos mis designios y las más grandes santidades, por eso Yo tolero cualquier defecto excepto la desconfianza, porque jamás le pueden producir tanto daño. Y además,
¿cómo puedo dejarte si he trabajado tanto en tu alma? Mira un poco cuánto he debido trabajar”.
(7) Y mientras esto decía hacía ver un palacio suntuoso e inmenso, construido por las manos de Jesús en el fondo de mi alma y después ha agregado:
(8) “Hija mía, ¿cómo puedo dejarte? Mira cuántas estancias, son casi innumerables; por cuantos conocimientos, efectos, valores y méritos en mi Voluntad te he hecho conocer, tantas estancias formaba Yo en ti, para depositar todos esos bienes. No me queda otra cosa, que agregar alguna que otra variedad de otros diferentes colores para pintar otras raras bellezas de mi Suprema Voluntad, para dar más realce y honor a mi trabajo. ¿Y tú dudas, pensando que pudiera dejar tanto trabajo mío? Me cuesta demasiado, está mi Voluntad comprometida, y donde está mi Voluntad está la Vida, Vida no sujeta a morir. Tu

temor no es otra cosa que un poco de desconfianza de parte tuya, por eso fíate de Mí y estaremos de acuerdo, y Yo cumpliré el trabajo de mi Voluntad”.

+ + + +

17-11
Septiembre 6, 1924

Imagen del estado de la Iglesia. Necesidad de purificarla.

(1) Encontrándome en mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y con gran sorpresa mía he encontrado en medio de un camino a una mujer tirada por tierra, toda llena de heridas y los miembros todos descoyuntados, no había hueso en su lugar. La mujer, si bien tan maltrecha que parecía el verdadero retrato del dolor, era bella, noble, majestuosa, pero al mismo tiempo daba piedad el verla abandonada por todos, expuesta a quien quisiera hacerle daño. Entonces, movida a compasión miraba alrededor para ver si había alguien que me ayudara a levantarla y ponerla en lugar seguro, y ¡oh! maravilla, junto a mí estaba un joven que me parecía que fuera Jesús, y juntos la hemos levantado de la tierra, pero a cada movimiento sufría penas desgarradoras debido al dislocamiento de los huesos. Así, poco a poco la hemos transportado dentro de un palacio, poniéndola sobre una cama, y junto con Jesús, que parecía que amaba tanto a esa mujer que quería darle su propia Vida para salvarla y darle la salud, tomábamos en nuestras manos los miembros dislocados para ponerlos en su lugar; al toque de Jesús los huesos tomaban su lugar y aquella mujer se transformaba en una bella y graciosa niña. Yo he quedado asombrada por esto, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, esta mujer es la imagen de mi Iglesia. Ella es siempre noble, llena de majestad y santa, porque su origen está en el Hijo del Padre Celestial; pero a qué estado tan doloroso la han reducido los miembros a Ella incorporados, no contentos con no vivir santamente, a la par de Ella, la han llevado en medio de la calle, exponiéndola al frío, a las burlas, a los golpes, y sus mismos hijos, como miembros dislocados, viviendo en medio de la calle se han dado a toda clase de vicios; el amor al interés, predominante en ellos los ciega y cometen las más feas infamias y viven junto a Ella para herirla y gritarle continuamente: ‘Sea crucificada, sea crucificada’. En qué estado tan doloroso se encuentra mi Iglesia, los ministros que deberían defenderla son sus más crueles verdugos; pero para renacer es necesaria la destrucción de estos miembros e incorporarle miembros inocentes, desinteresados, que viviendo a la par con Ella, regrese bella y graciosa niña, tal cual Yo la constituí, sin malicia, más que sencilla niña, para crecer fuerte y sana. Esta es la necesidad de que los enemigos inicien la batalla, para que se purguen los miembros infectados. Tú reza y sufre a fin de que todo redunde para mi gloria”.
(3) Dicho esto me he encontrado en mí misma.

+ + + +

17-12
Septiembre 11, 1924

Terribles efectos de las oposiciones del alma a la Voluntad de Dios.
En el Cielo toda la eternidad se pondrá en torno al alma que ha vivido en la Divina Voluntad, para enriquecerla, felicitarla y no la priva de nada de lo que ella contiene.

(1) Me sentía muy turbada y pedía a Jesús que tuviera compasión de mí, que tomara Él todo el cuidado de mi pobre alma, y le decía:

(2) “Ah, aléjame a todos, para que me quedes Tú solo, Tú solo me bastas. Después de tanto tiempo habrías debido contestarme, mucho más que no te pido más que a Ti sólo”.
(3) Ahora, mientras esto y otras cosas decía, mi Jesús me ha tomado un brazo, como si quisiera Él liberarme y hacerme así el oficio de mi confesor. ¡Oh! cómo me sentía feliz al ver hacer esto a Jesús y pensaba entre mí: “Finalmente ha terminado el más duro de mis sacrificios”. Pero felicidad vana y pasajera, mientras Jesús me ha tomado el brazo, al mismo tiempo ha desaparecido y yo he sido dejada en mi habitual estado, sin poder reaccionar. Cómo he llorado y pedía que tuviera compasión de mí. Después de algunas horas mi amable Jesús ha regresado, y viéndome llorar y toda amargada me ha dicho:
(4) “Hija mía, no llores, ¿no quieres confiarte de tu Jesús? Déjame hacer, déjame hacer, no tomes las cosas a la ligera; es mas, ¡oh! cuántas cosas tristes están por suceder, mi justicia no puede contener los flagelos para castigar a las criaturas; todos están por lanzarse unos contra otros, y cuando oigas los males de tus hermanos sentirás remordimiento por tus oposiciones a tu habitual sacrificio, como si también tú hubieras tomado parte en empujar a la justicia a castigar a las criaturas”.
(5) Y yo al oír esto le he dicho: “Jesús mío, jamás sea, no quiero sustraerme de tu Voluntad, más bien te ruego que me libres de la más fea de las desventuras, que yo no haga tu Santísima Voluntad; no te pido que me libres del sufrir, mas bien me lo aumentes, sólo te ruego, como gracia que quiero de Ti, siempre si Tú lo quieres, que me liberes del fastidio que doy al confesor, esto me es demasiado duro y siento que no tengo la fuerza para soportarlo, por lo tanto, si a Ti te place libérame, o bien dame más fuerza, pero no permitas que no se cumpla tu Santísima Voluntad en mí”.
(6) Y Jesús continuando con su hablar me ha dicho: “Hija mía, recuérdate que te pedí un ‘sí’ en mi Voluntad, y tú lo pronunciaste con todo amor; aquel ‘sí’ existe aún y tiene el primer puesto en mi Voluntad interminable. Todo lo que tú haces, piensas y dices, está ligado a aquel ‘sí’, al cual nada se le escapa, y mi Voluntad goza y hace fiesta al ver a una voluntad de criatura vivir en mi Voluntad, y la voy llenando de gracias nuevas, y constituyo todos tus actos en actos divinos; este es el más grande portento que existe entre el Cielo y la tierra, es el objeto para Mí más querido, que, jamás sea, me sea arrancado, me sentiría arrancar a Mí mismo y lloraría amargamente por ello. Mira, conforme tú hacías esa pequeña oposición, aquel ‘sí’ tuyo ha temblado de espanto; ante ese estremecimiento los fundamentos de los cielos se han sacudido temblorosos; todos los santos y ángeles, y todo el ámbito de la eternidad han visto esto con horror y con dolor, sintiéndose arrancar un acto de la Voluntad Divina, porque mi Voluntad envolviendo todo y a todos les hacía sentir tus actos hechos una sola cosa con ellos, y por lo tanto todos sentían el doloroso desgarro, podría decirte que todos se ponían en actitud de profundo dolor”.
(7) Y yo, espantada por el hablar de Jesús he dicho: “Amor mío, ¿qué dices? ¿Es posible todo este mal? Tu hablar me hace morir de pena, ¡ah! perdóname, ten misericordia de mí que soy tan mala, y confirma mi ‘sí’ con ataduras más fuertes en tu Voluntad, es más, hazme morir antes que hacerme salir de tu Voluntad”.
(8) Y Jesús de nuevo: “Hija mía, cálmate, como inmediatamente te has puesto de nuevo en mi Querer, todas las cosas se han calmado y se han puesto en actitud de nueva fiesta. Tu ‘sí’ continúa sus veloces giros en la inmensidad de mi Voluntad. ¡Ah! hija, ni tú ni los que te dirigen han conocido qué significa vivir en mi Querer, por eso no lo aprecian y se tiene como cosa de ninguna importancia, –y esto es un dolor mío– mientras que es la cosa que más me interesa y que debería más que cualquier cosa interesar a todos; pero, ¡ay de Mí! se pone atención a otras cosas, a cosas que para Mí son menos agradables o indiferentes, en lugar de lo que más me glorifica y que da a ellos, aun sobre esta tierra, bienes inmensos y eternos, y los hace propietarios de los bienes que mi Voluntad posee. Mira, mi Voluntad es una y abraza toda la eternidad; ahora, el alma viviendo en mi Voluntad y haciéndola suya, viene a tomar parte en todos los gozos y en los bienes que mi Voluntad contiene y se vuelve como propietaria de ellos, y si bien estando en la tierra ella no siente todos esos gozos y bienes, teniendo el depósito de todos en su voluntad en virtud de la mía hecha en la tierra, muriendo y encontrándose arriba en los Cielos, sentirá todos aquellos

gozos y bienes que mi Voluntad ha puesto fuera en el Cielo mientras ella vivía sobre la tierra. Nada le será quitado, más bien le será multiplicado, porque si los santos han gozado de mi Voluntad porque viven en Ella, pero es siempre gozando como viven, en cambio el alma que vive en mi Voluntad en la tierra vive sufriendo, ¿no es justo que ella tome aquellos gozos y aquellos bienes que los demás han tomado en el Cielo mientras ella vivía en la tierra en aquella misma Voluntad en que vivían ellos? Así que, ¿cuántas riquezas inmensas no toma quien vive en mi Voluntad? Puedo decir que toda la eternidad se pondrá en torno a ella para enriquecerla, para hacerla feliz, nada le priva de lo que Ella contiene, es su hija y la ama tanto que de nada quiere privarla. Por eso sé atenta hija mía, no quieras oponerte a mis designios que he hechos sobre ti”.


+ + + +

17-13
Septiembre 17, 1924

El obrar en la Divina Voluntad significa que el Sol de la Divina Voluntad, transformando en sol a la voluntad humana, obra en ella como en su propio centro. Jesús bendice estos escritos.

(1) Estaba pensando en el Santo Querer Divino, y hacía cuanto más podía para fundirme en Él, para poder abrazar a todos y llevar a mi Dios los actos de todos como un acto solo, actos que son todos debidos a nuestro Creador. Mientras esto hacía veía abrirse el Cielo y salir de él un Sol, que hiriéndome con sus rayos me penetraba hasta el fondo de mi alma, la cual, herida por esos rayos se convertía en un sol, que expandiendo rayos hería a aquel Sol del cual había quedado herida. Y como yo continuaba haciendo mis actos por todos en el Divino Querer, estos actos eran fundidos en esos rayos y convertidos en actos divinos, que difundiéndose en todos y sobre todos formaban una red de luz, tal, de poner orden entre el Creador y la criatura. Yo he quedado encantada al ver esto, y mi amable Jesús saliendo de dentro de mi interior, en medio de este Sol me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cómo es bello el Sol de mi Voluntad, qué Potencia, qué maravilla, no apenas el alma se quiere fundir en Ella para abrazar a todos, mi Querer transformándose en Sol hiere al alma y forma otro Sol en ella, y ella conforme forma sus actos forma sus rayos para herir al Sol de la Suprema Voluntad, y envolviendo a todos en esta luz, por todos ama, glorifica, satisface a su Creador, y lo que es más, no con amor, gloria y satisfacción humanas, sino con amor y gloria de Voluntad Divina, porque el Sol de mi Voluntad ha obrado en ella. Mira qué significa hacer los actos en mi Voluntad, esto es el vivir en mi Querer: Que el Sol de mi Voluntad, transformando en Sol a la voluntad humana, obre en ella como en su propio centro”.
(3) Después, mi dulce Jesús iba tomando todos los libros escritos sobre su Divino Querer, los ponía juntos, se los estrechaba al corazón, y con una ternura indecible ha agregado:
(4) “Bendigo de corazón estos escritos, bendigo cada palabra, bendigo los efectos y el valor que ellos contienen; estos escritos son una parte de Mí mismo”.
(5) Después ha llamado a los ángeles, los cuales se han puesto rostro en tierra a rezar, y como estaban presentes dos padres que debían ver los escritos, Jesús ha dicho a los ángeles que tocaran sus frentes para imprimir en ellos el Espíritu Santo, y así infundirles la luz para poderlos hacer comprender las verdades y el bien que hay en estos escritos. Los ángeles lo han cumplido y Jesús, bendiciéndonos a todos ha desaparecido.

+ + + +

17-14
Septiembre 18, 1924

Diferencia que hay entre el vivir en la Voluntad de Dios y el hacer la Voluntad de Dios. Para entender qué cosa quiere decir vivir en la Divina Voluntad se debe disponer al más grande de los sacrificios, que es
el de no dar vida, aun en las cosas santas, a la propia voluntad.

(1) Estaba pensativa acerca de lo que está escrito sobre el vivir en el Divino Querer, y pedía a Jesús que me diera más luz para explicarme mejor, y así poder aclarar más a quien estoy obligada a hacerlo este bendito vivir en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, no se quiere entender. El vivir en mi Voluntad es reinar, el hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes; lo primero es poseer, lo segundo es recibir mis órdenes y cumplirlas. El vivir en mi Querer es hacer suya mi Voluntad como cosa propia, es disponer de Ella; el hacer mi Voluntad es tenerla en cuenta como Voluntad de Dios, no como cosa propia, ni poder disponer de Ella como se quiere. El vivir en mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, la cual es la de Dios, la cual, siendo una Voluntad toda Santa, toda pura, toda paz, y siendo una sola Voluntad la que reina, no hay contrastes, todo es paz; las pasiones humanas tiemblan ante esta Suprema Voluntad y quisieran rehuirla, no se atreven a moverse ni a oponerse, viendo que ante esta Santa Voluntad tiemblan Cielos y tierra. Así que el primer paso del vivir en el Querer Divino, ¿qué hace? Poner el orden divino en el fondo del alma, vaciarla de lo que es humano, de tendencias, de pasiones, de inclinaciones y de otras cosas. En cambio el hacer mi Voluntad es vivir con dos voluntades, y cuando doy las órdenes de seguir la mía, la criatura siente el peso de su voluntad que le pone contrastes, y a pesar de que siga las órdenes de mi Voluntad con fidelidad, siente el peso de la naturaleza rebelde, sus pasiones e inclinaciones. Y cuántos santos, a pesar que han llegado a la perfección más alta, sienten esta su voluntad que les hace guerra, que los tiene oprimidos, y muchos están obligados a gritar: ‘¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Esto es, de esta mi voluntad que quiere dar muerte al bien que quiero hacer?’ El vivir en mi Voluntad es vivir como hijo, el hacer mi Voluntad es vivir como siervo. En el primero, lo que es del padre es del hijo y muchas veces hacen más sacrificios los siervos que los hijos, a ellos les toca exponerse a los servicios más fatigosos, más humildes, al frío, al calor, a viajar a pie; en efecto, ¿cuánto no han hecho mis santos para seguir las órdenes de mi Voluntad? En cambio el hijo está con su padre, tiene cuidado de él, lo alegra con sus besos y con sus caricias, manda a los siervos como si lo hiciera su padre; si sale, no va a pie, sino que viaja en carroza; y si el hijo posee todo lo que es del padre, a los siervos no se da otra cosa que la paga por el trabajo que han hecho, y quedan libres de servir o no servir a su patrón, y si no lo sirven no tienen más derecho de recibir ninguna otra compensación. En cambio entre padre e hijo nadie puede quitar estos derechos: ‘Que el hijo posee los bienes del padre.’ Ninguna ley, ni celeste ni terrestre puede quitar estos derechos, ni desvincular la filiación entre padre e hijo. Hija mía, el vivir en mi Voluntad es el vivir que más se acerca al de los bienaventurados en el Cielo, y es tan distante de quien hace mi Voluntad y está fielmente a mis órdenes, cuanto es distante el Cielo de la tierra, cuanta distancia hay entre hijo y siervo, entre rey y súbdito. Además, esto es un don que quiero hacer en estos tiempos tan tristes, que no sólo hagan mi Voluntad sino que la posean. ¿No soy acaso Señor y dueño de dar lo que quiero, cuando quiero y a quien quiero? ¿No es libre un señor de decir a un siervo: ‘Vive en mi casa, come, toma, ordena como otro yo mismo?’ Y para hacer que nadie pueda impedirle la posesión de sus bienes, se legitima este siervo como hijo y le da el derecho de poseer. Si esto puede hacer un rico, mucho más puedo hacerlo Yo. Este vivir en mi Querer es el don más grande que quiero dar a las criaturas, mi bondad quiere siempre más desahogarse en amor hacia ellas y habiéndoles dado todo, y no teniendo más que darles para hacerme amar, quiero hacer don de mi Voluntad, a fin de que poseyéndola, amen el gran bien que poseen.
(3) No te asombres si ves que no comprenden, para entender deberían disponerse al más grande de los sacrificios, cual es el de no dar vida, aun en las cosas santas a la propia

voluntad, sólo entonces sentirían la posesión de la mía y tocarían con la mano qué significa vivir en mi Querer. Tú sé atenta y no te fastidies de las dificultades que te ponen, y Yo poco a poco me haré camino para hacer comprender el vivir en mi Voluntad”.

+ + + +

17-15
Septiembre 22, 1924

Rabia diabólica porque se escribe sobre la Divina Voluntad. El vivir en el Divino Querer lleva consigo la pérdida de cualquier derecho de voluntad propia.

(1) Continúo: Mientras escribía lo que está dicho arriba, veía a mi dulce Jesús que apoyaba su boca en la parte de mi corazón y con su aliento me infundía las palabras que estaba escribiendo, y al mismo tiempo oía un horrible escándalo a lo lejos, como de personas que se peleaban y golpeaban con tanto estrépito que infundía espanto. Y yo, dirigiéndome a mi Jesús le he dicho:
(2) “Jesús mío, amor mío, ¿quienes son los que hacen tanto escándalo? Me parecen demonios enfurecidos, ¿qué cosa quieren que se pelean tanto?
(3) Y Jesús: “Hija mía, son precisamente ellos, quisieran que tú no escribieras sobre mi Voluntad, y cuando te ven escribir verdades más importantes sobre el vivir en mi Querer sufren un doble infierno, y atormentan de más a todos los condenados; temen tanto que puedan publicarse estos escritos sobre mi Voluntad, porque ven perdido su reino sobre la tierra, adquirido por ellos cuando el hombre, sustrayéndose de la Voluntad Divina, dio libre paso a su voluntad humana. ¡Ah! sí, fue precisamente entonces cuando el enemigo adquirió su reino sobre la tierra; y si mi Querer pudiese reinar sobre la tierra, el enemigo, él mismo se escondería en los más oscuros abismos. He aquí por qué se pelean con tanto furor, sienten la potencia de mi Voluntad en estos escritos, y ante la sola duda de que pueden salir fuera, montan en furia y buscan con todo su poder el impedir un bien tan grande. Tú no les hagas caso, y de esto aprende a apreciar mis enseñanzas”.
(4) Y yo: “Jesús mío, siento que se necesita tu mano omnipotente para hacerme escribir lo que Tú dices sobre el vivir en tu Querer. Debido a las tantas dificultades que los demás ponen, especialmente cuando me repiten: ¿Será posible que ninguna otra criatura haya vivido en tu Santísima Voluntad? Me siento tan aniquilada que quisiera desaparecer de la faz de la tierra, a fin de que nadie más me viera, pero a pesar mío estoy obligada a permanecer para cumplir tu Santa Voluntad”.
(5) Y Jesús: “Hija mía, el vivir en mi Querer lleva consigo la pérdida de cualquier derecho de voluntad propia, todos los derechos son por parte de la Voluntad Divina, y si el alma no pierde los propios derechos, no se puede decir verdadero vivir en mi Querer, a lo más se puede decir vivir resignada, uniformada, porque el vivir en mi Querer no es la sola acción que haga según mi Voluntad, sino es que todo el interior de la criatura no dé lugar ni a un afecto, ni a un pensamiento, ni a un deseo, ni siquiera a un respiro en el cual mi Querer no tenga su lugar, ni mi Querer toleraría aun un afecto humano del cual Él no fuera la vida; tendría asco de hacer vivir al alma en mi Voluntad con sus afectos, pensamientos, etc., que pudiera tener una voluntad humana. ¿Y crees tú que sea fácil que un alma voluntariamente pierda sus propios derechos? ¡Oh, cómo es difícil! Mas bien hay almas que cuando llegan al punto de perder todos los derechos sobre su voluntad, se echan para atrás, y se contentan con llevar una vida mediana, porque el perder los propios derechos es el más grande sacrificio que puede hacer la criatura, y que dispone a mi bondad a abrirle las puertas de mi Querer, y haciéndola vivir en Ella, recompensarla con mis derechos divinos. Por eso sé atenta y no salgas jamás de los confines de mi Voluntad”.


+ + + +

17-16
Octubre 2, 1924

Efectos de la adoración hecha en la Divina Voluntad.

(1) Me sentía toda amargada por la privación de mi dulce Jesús. ¡Oh! cómo mi exilio se hace más duro y amargo sin Aquél que forma toda mi vida, y le pedía que tuviera compasión de mí, que no me dejara a merced de mí misma. Mientras esto decía, mi amado Jesús se hacía ver que me estrechaba fuerte el corazón con sus manos, y después, con una cuerdecilla de luz me ataba toda, pero tan estrecha de impedirme el más pequeño movimiento. Después se ha extendido en mí, y sufríamos juntos. Mientras estaba en esto me sentí transportar fuera de mí misma hacia la bóveda del cielo, y me parecía encontrar al Padre Celestial y al Espíritu Santo, y Jesús que estaba conmigo, se ha puesto en medio de Ellos y me ha puesto en el seno del Padre, el cual me parecía que me esperaba con tanto amor, que me ha estrechado a su seno y fundiéndome con su Voluntad me comunicaba su potencia; así han hecho las otras dos Divinas Personas. Pero mientras se comunicaban uno a uno, haciéndose después todo Uno, me sentía infundir toda junta la Voluntad de la potencia del Padre, la Voluntad de la sabiduría del Hijo, y la Voluntad del amor del Espíritu Santo. ¿Quién puede decir lo que sentía infundir en mi alma? Entonces mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija de nuestro eterno Querer, póstrate ante nuestra Majestad Suprema y ofrece tus adoraciones, tus homenajes, tus alabanzas, a nombre de todos con la potencia de nuestra Voluntad, con la sabiduría y con la Voluntad de nuestro amor supremo; sentiremos en ti la potencia de nuestra Voluntad que nos adora, la sabiduría de nuestra Voluntad que nos glorifica, el amor de nuestra Voluntad que nos ama y nos alaba. Y como la potencia, la sabiduría y el amor de las Tres Divinas Personas están en comunicación con la inteligencia, memoria y voluntad de todas las criaturas, sentiremos correr tus adoraciones, homenajes y alabanzas en todas las inteligencias de las criaturas, que elevándose entre el Cielo y la tierra oiremos el eco de nuestra misma potencia, sabiduría y amor que nos adoran, que nos alaban y nos aman. Adoraciones más grandes, homenajes más nobles, amor y alabanzas más divinas no puedes darnos; ningún otro acto puede igualar a estos actos, ni darnos tanta gloria y tanto amor, porque vemos aletear en el acto de la criatura la potencia, la sabiduría y el recíproco amor de las Tres Divinas Personas, encontramos nuestros actos en el acto de la criatura. ¿Cómo no apreciarlos y no darles la supremacía sobre todos los demás actos?”
(3) Entonces yo me he postrado ante la Majestad Suprema, adorándola, alabándola y amándola a nombre de todos con la potencia, sabiduría y amor de su Voluntad que sentía en mí. ¿Pero quién puede decir los efectos? No tengo palabras para expresarlos, por eso paso adelante. Después he recibido la comunión y estaba fundiéndome en el Querer de mi sumo Bien Jesús para encontrar en Él toda la Creación, a fin de que ninguno pudiera faltar a la llamada, y todos juntos conmigo pudieran postrarse a los pies de mi Sacramentado Jesús, adorarlo, amarlo, bendecirlo, etc., etc. Pero mientras esto hacía, me sentía como distraída buscando todas las cosas creadas en su Divina Voluntad, a fin de que uno fuese el amor, la alabanza, las adoraciones para mi Jesús. Y Jesús, viéndome como apurada, ha tomado toda la Creación en su regazo y me ha dicho:
(4) “Hija mía, he tomado toda la Creación en mi regazo para que te sea más fácil encontrar y llamar a todos junto contigo, a fin de que ninguna cosa salida de Mí, no me dé, por medio tuyo, la correspondencia del amor y de la adoración que se me debe como cosas que me pertenecen; Yo no estaría plenamente contento en ti si alguna faltara. En mi Querer todo quiero encontrar en ti”.

(5) Entonces me ha sido fácil encontrar y llamar a toda la Creación junto conmigo para hacer que todos alabáramos, amáramos a mi sumo Bien Jesús; pero, ¡oh sorpresa! Cada cosa creada contenía un reflejo distinto y un amor especial de Jesús, y Jesús recibía la correspondencia de sus reflejos y de su amor. ¡Oh, cómo Jesús estaba contento! Pero mientras esto hacía me he encontrado en mí misma.

+ + + +

17-17
Octubre 6, 1924

La Divina Voluntad es latido primario del alma y de todas las cosas creadas.

(1) Me estaba fundiendo toda en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bello ver a un alma fundirse en mi Voluntad, en cuanto el alma se funde en Ella, el latido creado toma lugar y vida en el latido increado y forman uno solo, y corre y late junto con el latido eterno. Esta es la más grande felicidad del corazón humano, latir en el latido eterno de su Creador. Mi Querer lo pone en vuelo y el latido humano se arroja en el centro de su Creador”.
(3) Entonces yo le he dicho: “Dime amor mío, ¿cuántas veces gira tu Querer en todas las criaturas?”
(4) Y Jesús: “Hija mía, mi Querer, en cada latido de criatura forma su giro completo en toda la Creación, y así como el latido en la criatura es continuo, y si cesa el latido cesa la vida, así mi Voluntad, más que latido, para dar Vida Divina a las criaturas gira y forma el latido de mi Voluntad en cada corazón. Mira entonces cómo está mi Voluntad en cada criatura, como latido primario, porque el suyo es secundario. Es más, si latido de criatura hay, es en virtud del latido de mi Voluntad, más bien, esta mi Voluntad forma dos latidos, uno para el corazón humano como vida del cuerpo; y otro para el alma, como latido y vida del alma. ¿Pero quieres saber tú qué hace este latido de mi Voluntad en la criatura? Si piensa, mi Voluntad corre y circula como sangre en las venas del alma y le da el pensamiento divino, a fin de que haga a un lado el pensamiento humano y dé el lugar primario al pensamiento de mi Voluntad; si habla, quiere el lugar la palabra de mi Voluntad; si obra, si camina, si ama, mi Voluntad quiere el lugar de la obra, del paso, del amor. Es tanto el amor y el celo de mi Voluntad en la criatura, que mientras late, si la criatura quiere pensar se hace pensamiento, si quiere mirar se hace ojo, si quiere hablar se hace palabra, si quiere obrar se hace obra, si quiere caminar se hace pie, si quiere amar se hace fuego, en suma, corre y gira en cada acto de la criatura para tomar en él su lugar primario que le es debido; pero con sumo dolor nuestro la criatura le niega este lugar de honor y da este lugar a su voluntad humana, y mi Voluntad es obligada a estarse en la criatura como si no tuviera ni pensamiento, ni ojo, ni palabra, ni manos, ni pies, sin poder desarrollar la Vida de mi Voluntad en el centro del alma de la criatura. ¡Qué dolor! ¡Qué gran ingratitud! ¿Pero quieres saber quién me da campo libre y hace obrar a mi Voluntad como latido de vida en su alma? Quien vive en mi Voluntad. ¡Oh! cómo en ella desarrolla bien su Vida y se constituye pensamiento de su pensamiento, ojo de su ojo, palabra de su boca, latido de su corazón y así de todo lo demás. ¡Oh! cómo nos entendemos inmediatamente, y mi Voluntad logra el intento de formar su Vida en el alma de la criatura. Y no sólo en la criatura racional mi Voluntad tiene su lugar primario y es como latido que dando la circulación a la vida del alma, corre a dar vida a todos los actos de la criatura, sino que en todas las cosas creadas mi Voluntad tiene su lugar primario y circula como latido de vida, desde la más pequeña cosa creada hasta la más grande, y ninguno puede separarse de la potencia e inmensidad de mi Voluntad. Ella se hace vida del cielo azul y mantiene en él siempre nuevo y vívido el celestial color, no puede decolorarse, ni cambiarse, ni perder el

brillo, porque mi Voluntad así quiso que fuera, y una vez establecido así, Ella no cambia; mi Voluntad es vida de la luz y del calor del sol, y con su latido de vida conserva siempre igual y viva la luz y el calor, y lo tiene inmóvil en mi Voluntad, sin poderse apartar, ni crecer ni decrecer en el bien que debe hacer toda la tierra. Mi Voluntad es vida del mar y en él forma el murmullo de las aguas, el serpentear de los peces, las olas estruendosas. ¡Oh! cómo mi Voluntad hace gala de la potencia que contiene y desarrolla su Vida con tanta majestad y absoluto dominio en las cosas creadas, que ni el mar puede dejar de murmurar, ni el pez de nadar; es más, podría decir que es mi Voluntad la que murmura en el mar, mi Voluntad que nada en el pez, mi Voluntad que forma las olas y con su ruido hace oír que ahí está su Vida, que puede hacer todo como le parece y como le gusta. Mi Voluntad es latido de vida en el pájaro que trina, en el piar del pollito, en el cordero que bala, en la tórtola que gime, en las plantas que vegetan, en el aire que todos respiran, en suma, en todo mi Voluntad tiene su Vida y forma con su potencia el acto que Ella quiere, así que tiene la armonía en todas las cosas creadas y forma en ellas los diversos efectos, colores, oficios que cada una contiene. ¿Pero sabes para qué? Para hacerme conocer por la criatura, para ir a ella, para cortejarla, para amarla con tantos actos diversos de mi Voluntad por cuantas cosas creé. Mi Amor no estuvo contento con ponerle en el fondo del alma a mi Voluntad como latido de vida, sino que quiso poner mi Voluntad en todas las cosas creadas, a fin de que también por fuera mi Voluntad no la dejara jamás, y así pudiera conservarse y crecer en la santidad de mi misma Voluntad, y todas las cosas creadas le fueran de incentivo, de ejemplo, de voz y de reclamo continuo para hacerla siempre correr en el cumplimiento de mi Voluntad, finalidad única para la cual fue creada. Pero la criatura se hace sorda a las tantas voces de la Creación, ciega a la vista de tantos ejemplos, y si abre los ojos los fija en su voluntad. ¡Qué pena! Por eso te recomiendo que no quieras salir jamás de mi Voluntad si no quieres multiplicar mi dolor y perder la finalidad para la cual fuiste creada”.

+ + + +

17-18
Octubre 11, 1924

Amor de Dios al crear a la criatura. Cada sentido es una comunicación entre el alma y Dios.

(1) Me sentía muy oprimida por la privación de mi dulce Jesús. ¡Oh! cuántos temores se suscitaban en mi alma, pero el que más me desgarraba era que mi Jesús no me amara como antes. Después, mientras estaba en esto me he sentido tomar por los hombros, y oyendo la voz de Jesús en mi oído me decía:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes que no te ame? ¡Ah! si sólo conocieras mi amor en general por todas las criaturas, quedarías sorprendida. ¿Con cuánto amor no creé a la criatura? ¿Con cuántos sentidos no la doté? Cada sentido era una comunicación que dejé entre Yo y ella, el pensamiento era comunicación entre mi inteligencia y la suya, el ojo era comunicación entre mi luz y la suya, la palabra era medio de comunicación entre mi Fiat y el suyo, el corazón entre mi amor y el suyo, en suma, todo, el respiro, el movimiento, el paso, todo, todo era comunicación entre Yo y la criatura. Yo hacía más que un padre que debiendo hacer salir de viaje a un hijo, no sólo le prepara el alojamiento, los vestidos, el alimento y todo lo que puede hacer feliz a su hijo, sino que da virtud al hijo y le dice: ‘Nos separaremos, es verdad, pero desde lejos tú sentirás mi vida y yo la tuya, tú sentirás mi pensamiento y yo el tuyo, tú mi respiro, mi latido, y yo los tuyos, así que estaremos lejos y cerca, separados e inseparables, tú sentirás mi vida y yo la tuya’. Pero esto que no lo puede hacer un padre terreno por su hijo, porque le es imposible, lo hice Yo, Padre Celestial, que mientras hacía salir a la luz a este mi hijo, después de haberle preparado Yo mismo la habitación de este mundo, ponía entre él y Yo tal unión, que Yo debía sentir su

vida en Mí, y la criatura la mía, y este es mi amor en general y por todos; ¿qué decirte además de mi amor especial que he tenido por ti? Cada sufrimiento que te he enviado ha sido una comunicación de más entre tú y Yo, y por lo tanto un adorno de más con el cual embellecía tu alma; cada verdad que te manifestaba era una partícula de mis cualidades, con las cuales embellecía y llenaba tu alma; cada gracia y cada venida mía a ti eran dones que hacía llover sobre ti; no he hecho otra cosa que multiplicar mis comunicaciones casi a cada instante para plasmar en ti las diversas bellezas mías, mi semejanza, a fin de que tú vivas Conmigo en el Cielo y Yo viva contigo en la tierra, ¿y después de todo esto dudas de mi amor? Más bien te digo: Piensa en amarme y Yo pensaré siempre más en amarte”.

+ + + +

17-19
Octubre 17, 1924

Con cuánto amor Dios crea las almas, como
las hace crecer, como las cuida y se da todo a ellas.

(1) Estaba pensando con cuanto amor nos ama Jesús, mi mente se perdía en el amor eterno, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me hacía ver en mi mente una aureola de luz; dentro de aquella aureola había un Sol, y este Sol contenía tantos rayos por cuantas criaturas existían, cada una de las cuales tenía un rayo todo para sí, que le daba vida, luz, calor, fuerza, crecimiento, todo lo que era necesario para formar una vida. Era deleitable ver como cada criatura estaba unida a cada rayo de este Sol, del cual había salido, como un sarmiento a la vid. Y mi amable Jesús, mientras mi mente se perdía en esto, me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira con cuánto amor amo a la criatura, ella, antes de salir a la luz del día de este mundo ya estaba en mi seno, y al hacerla salir fuera no la dejé, un rayo de luz que contiene mi Vida la sigue para suministrarle todo lo que es necesario para desarrollar esta Vida y, ¡con cuánto cuidado la hago crecer! ¡Con cuánto amor la riego! Yo mismo me hago luz, calor, alimento, defensa, y cuando termina sus días en el tiempo, sobre el camino del mismo rayo la retiro en mi seno para hacerla espaciarse en la patria celestial. Mi amor se hace para la criatura más que el sol que formé en el cielo azul, mas bien, el sol que creé para beneficio de la naturaleza humana no es otra cosa que la sombra de mi verdadero Sol, porque el sol de la atmósfera no forma las plantas, ni les da el agua para que no se sequen, ni da todas las ayudas que son necesarias para que las plantas crezcan bellas y fuertes, y los hombres, aun los ciegos, puedan gozar de su luz, hace sólo su oficio de iluminar y calentar y sigue adelante, y si las plantas no son regadas no tiene nada que hacer para comunicarles sus efectos, mas bien las seca de más. En cambio Yo que soy el verdadero Sol de las almas, no las dejo ni de noche ni de día, Yo mismo formo las almas, les doy el agua de mi gracia para no dejarlas secar, las nutro con la luz de mis verdades, las fortifico con mis ejemplos, les doy el viento de mis caricias para purificarlas, el rocío de mis carismas para embellecerlas, las flechas de mi amor para calentarlas, en suma, no hay cosa que no haga por ellas; Yo soy todo para ellas y pongo a disposición de cada una toda mi Vida para su bien, pero cuánta ingratitud de parte de las criaturas, parece que están unidas como sarmientos a mi vid, no por amor sino por fuerza, porque no pueden prescindir de Mí y por eso crecen como sarmientos, que no recibiendo todos los humores buenos que contiene la vid, crecen débiles, sin formar jamás uvas maduras, sino acerbas, que amargan mi gusto divino. ¡Ah! si todos supieran cómo amo sus almas, todos quedarían arrebatados por el atractivo y la fuerza de mi amor y me amarían de más, por eso ámame tú y tu amor se agrande tanto que me ames por todos”.

+ + + +

17-20
Octubre 23, 1924

La Divina Voluntad obrante y dominante en la criatura forma un dulce encanto a las pupilas divinas, y desarma la Justicia Divina.

(1) Paso días amargos por la privación de mi dulce Jesús. ¡Oh! cómo lloro por su amable presencia, aun el solo recuerdo de sus dulces palabras son heridas a mi pobre corazón y digo entre mí: “¿Y ahora dónde está? ¿Adónde dirigió sus pasos? ¿Dónde podría encontrarlo? ¡Ay! todo ha terminado, no lo veré más, no escucharé más su voz, no más rezaremos juntos, ¡cómo es dura mi suerte, qué desgarro, qué pena! ¡Ah Jesús, cómo has cambiado! ¿Cómo has huido de mí? Pero si bien lejos, te mando en alas de tu Querer, donde estés, mis besos, mi amor, mi grito de dolor que te dice: Ven, regresa a la pobre exiliada, a la pequeña recién nacida que no puede vivir sin Ti”. Pero mientras esto y más decía, mi amable Jesús se ha movido en mi interior, y extendiéndome sus brazos me ha estrechado fuerte, fuerte, y yo le he dicho: “Mi vida, mi Jesús, no puedo más, ayúdame, dame la fuerza, no me dejes más, llévame Contigo, me quiero ir”. Y Jesús interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿no quieres hacer mi Voluntad?”
(3) Y yo: “Claro que quiero hacer tu Voluntad, pero también en el Cielo está tu Voluntad, así que si hasta ahora la he hecho en la tierra, de ahora en adelante quiero ir a hacerla en el Cielo, por eso, pronto, llévame, no me dejes más, siento que no puedo más, ten piedad de mí”.
(4) Y Jesús de nuevo: “Hija mía, tú no sabes qué cosa es mi Voluntad en la tierra, se ve que después de tantas lecciones mías no lo has entendido bien. Debes saber que el alma que hace vivir mi Voluntad en ella, conforme reza, conforme sufre, obra, ama, etc., etc., forma un dulce encanto a las pupilas divinas, de manera que encierra en ese encanto, con sus actos, la mirada de Dios, de modo que raptado por la dulzura de este encanto, muchos castigos que se atraen las criaturas con sus graves pecados, este encanto tiene virtud de impedir que mi justicia se derrame con todo su furor sobre la faz de la tierra, porque también mi justicia siente el encanto de mi Voluntad que obra en la criatura. ¿Te parece poco que el Creador vea en las criaturas, viviendo aún sobre la tierra, su Voluntad obrante, triunfante, dominante, con esa misma libertad con la cual obra y domina en el Cielo? Este encanto no está en el Cielo, porque mi Voluntad en mi Reino domina como en su casa, y el encanto viene formado en Mí mismo, no fuera de Mí, así que soy Yo, es mi Voluntad la que encanta con una fuerza raptora a todos los bienaventurados, de manera que sus pupilas están encerradas en mi encanto para gozar eternamente, así que no ellos me forman el dulce encanto, sino Yo a ellos, así que mis pupilas están libres, no sufren ninguna fascinación. En cambio mi Voluntad viviendo en la criatura que navega en el exilio, es obrante y dominante en casa de la criatura, y por esto me forma el encanto, me fascina y hace sentir a mi mirada un atractivo tal, que me rapta a fijar mis pupilas en ella, sin poder separarlas. ¡Ah! tú no sabes cuán necesario es este encanto en estos tiempos.- ¡Cuántos males vendrán! Los pueblos se verán obligados a devorarse uno al otro, serán tomados de tal rabia, de ensañarse el uno contra el otro, pero la culpa mayor es de los jefes y gobernantes. ¡Pobres pueblos! Tienen por jefes a verdaderos carniceros, diablos encarnados que quieren hacer carnicería de sus hermanos. Si los males no debieran ser graves, tu Jesús no te dejaba como privada de Él; tú temes que sea por otra cosa por lo que te privo de Mí, no, no, está segura, es mi justicia que privándote de Mí quiere descargarse sobre las criaturas; tú no salgas jamás de mi Voluntad, a fin de que su dulce encanto pueda evitar a los pueblos males mayores”.

+ + + +

17-21

Octubre 30, 1924

Los ángeles son ángeles porque se han conservado en el acto primero en el cual fueron creados, y del conocer el más o el menos de la Suprema Voluntad, vienen constituidos los diversos coros de los ángeles. Las penas del amor son las más
amargas, las más crueles, más dolorosas que las penas de la misma Pasión.

(1) Siento que no puedo confiar a la pluma mis dolorosos secretos, ni expresar en el papel lo que siento en mi martirizado corazón. ¡Ah! sí, no hay martirio que pueda compararse al martirio de la privación de mi dulce Jesús. El mártir es herido y muerto en el cuerpo, en cambio el martirio de su privación hiere el alma, la lacera en sus más íntimas fibras, y lo que es peor, la mata sin hacerla morir para golpearla continuamente sobre el yunque de hierro del dolor y del amor. Y mientras paso adelante de las penas que siento en mi interior, pues son cosas que no puedo decir, quisiera, como una de las más pobres mendigantes, pedir de limosna a todos, a los ángeles, a los santos, a mi Reina Mamá, a la Creación toda, una palabra, una pequeña oración por mí ante Jesús, a fin de que rogado por todos se pueda mover a compasión de la pequeña hija de su Querer y hacerla volver del duro exilio en el cual me encuentro.
(2) Entonces estaba pensando entre mí acerca de lo que había pasado en mi mente, es decir, que en vez de Jesús me parecía como si tuviera a mi ángel junto, y decía entre mí: “¿Y por qué el ángel y no Jesús?” En ese momento me he sentido mover en mi interior a Jesús y me dijo:
(3) “Hija mía, ¿quieres tú saber por qué son ángeles, por qué se han conservado bellos y puros como salieron de mis manos? Porque se han mantenido siempre firmes en el acto primero en el cual fueron creados, por lo tanto, estando en aquel acto primero de su existencia, están en el acto único de mi Voluntad, que no conociendo sucesión de actos no se cambia, ni crece ni decrece, y contiene en sí todos los bienes posibles e imaginables; y los ángeles, conservándose en el acto único de mi Voluntad, en el cual los hice salir a la luz, se mantienen inmutables, bellos y puros, nada han perdido de su primaria existencia, y toda su felicidad es el mantenerse voluntariamente en el acto único de mi Voluntad. Todo encuentran en el círculo de mi Querer, no quieren para hacerse felices sino lo que les suministra mi Voluntad. ¿Pero sabes tú por qué hay diferentes coros de ángeles, uno superior a otro? Están aquellos más cercanos a mi Trono, ¿sabes por qué? Porque mi Voluntad, a quién ha manifestado un acto solo de mi Voluntad y a quién por dos, a quién por tres, a quién por siete, y en cada cosa del acto que mi Voluntad manifestaba de más se volvían superiores a los demás, y se volvían más capaces y más dignos de estar cercanos a mi Trono. Así que por cuanto más mi Voluntad se manifiesta, y en Ella se conservan, tanto más quedan elevados, embellecidos, felices y superiores a los demás. Mira entonces como todo está en mi Voluntad y en el saberse conservar, sin jamás salir, en aquella misma Voluntad de la cual han salido; y del conocer el más y el menos de mi Suprema Voluntad, vienen constituidos los diversos coros de los ángeles, sus distintas bellezas, los diversos oficios, la jerarquía Celestial. Si tú supieras qué significa conocer de más mi Voluntad, hacer un acto de más en Ella, conservarse, obrar en esa mi Voluntad conocida, dónde viene constituida, el oficio, la belleza, la superioridad de cada criatura, ¡oh! cómo apreciarías de más los diversos conocimientos que te he manifestado sobre mi Voluntad. Un conocimiento de más sobre mi Voluntad eleva al alma a tal altura sublime, que los mismos ángeles quedan estupefactos y raptados, y me confiesan incesantemente: ‘Santo, Santo, Santo’. Mi Voluntad se manifiesta y llama de la nada las cosas, y forma los seres, se manifiesta y embellece, se manifiesta y eleva más en alto, se manifiesta y engrandece más la Vida Divina en la criatura, se manifiesta y en ellas forma los portentos nuevos y nunca conocidos. Así que, por las tantas cosas que te he manifestado de mi Voluntad, puedes comprender lo que quiero hacer de ti y cómo te amo, y cómo tu vida debe ser una

cadena de actos continuos hechos en mi Voluntad. Si la criatura, como el ángel, no saliera jamás del acto primero en el cual mi Voluntad la hizo salir a la luz, ¿qué orden, qué portentos no se deberían ver sobre la tierra? Por eso hija mía, no salgas jamás de tu principio, en el cual mi Voluntad te creó y tu acto primero sea siempre mi Voluntad”.
(4) Después de esto, con el pensamiento me he puesto junto a mi Jesús en el huerto de Getsemaní, y le pedía que me hiciera penetrar en aquel amor con el cual tanto me amó, y mi Jesús, moviéndose de nuevo en el fondo de mi interior me ha dicho:
(5) “Hija mía, entra en mi amor, no salgas jamás, corre junto a él, o detente en mi mismo amor para comprender bien cuánto he amado a la criatura, todo es amor en Mí hacia ella. La Divinidad al crear a esta criatura se propuso amarla siempre, así que en cada cosa de dentro y fuera de ella, debía correr hacia ella con un continuo e incesante nuevo acto de amor. Por lo tanto puedo decir que en cada pensamiento, mirada, palabra, respiro, latido, y en todo lo demás de la criatura, corre un acto de amor eterno. Pero si la Divinidad se propuso el amarla siempre y en cada cosa a esta criatura, era porque quería recibir en cada cosa la correspondencia del nuevo e incesante amor de la criatura, quería dar amor para recibir amor, quería amar para ser amada. ¡Pero no fue así! La criatura no sólo no quiso mantener el compás del amor, ni responder al eco del amor de su Creador, sino que rechazó este amor, lo desconoció y lo ofendió. Ante esta afrenta la Divinidad no se detuvo, sino que continuó su nuevo e incesante amor hacia la criatura, y como la criatura no lo recibía, quedaban llenos Cielos y tierra esperando a quien debía tomar este amor para tener en ella la correspondencia, porque Dios cuando decide y propone, todos los eventos en contrario no lo cambian, sino que permanece inmutable en su inmutabilidad. He aquí por qué pasando a otro exceso de amor, vine Yo, Verbo del Padre, a la tierra, y tomando una Humanidad, recogí en Mí todo este amor que llenaba Cielo y tierra para corresponder a la Divinidad con tanto amor por cuanto había dado y debía dar a las criaturas, y me constituí amor de cada pensamiento, de cada mirada, de cada palabra, latido, movimiento y paso de cada criatura. Por esto mi Humanidad fue trabajada aun en su más pequeña fibra por las manos del eterno amor de mi Padre Celestial, para darme capacidad de poder encerrar todo el amor que la Divinidad quería dar a las criaturas, para darle el amor de todas y constituirme amor de cada uno de los actos de criatura. Así que cada pensamiento tuyo está coronado por mis incesantes actos de amor; no hay cosa en ti o fuera de ti que no esté circundada por mis repetidos actos de amor, por eso mi Humanidad en este huerto gime, se afana, agoniza, se siente triturada bajo el peso de tanto amor, porque amo y no soy correspondido. Las penas del amor son las más amargas, las más crueles, son penas sin piedad, más dolorosas que mi misma Pasión. ¡Oh! si me amaran, el peso de tanto amor se volvería ligero, porque el amor correspondido queda apagado y satisfecho en el amor mismo de quien ama, pero no correspondido llega a la locura, delira y se siente correspondido con un acto de muerte por aquel amor que de él salió. Mira entonces cómo fue mucho más amarga y dolorosa la Pasión de mi amor, porque si en mi Pasión fue una sola la muerte que me dieron, en cambio en la Pasión del amor, tantas muertes me hicieron sufrir por cuantos actos de amor salieron de Mí y no fui por ellos correspondido. Por eso ven tú, hija mía, a corresponderme a tanto amor, en mi Voluntad encontrarás como en acto todo este amor, hazlo tuyo y constitúyete, junto Conmigo, amor de cada acto de criatura, para corresponderme por el amor de todos”.

+ + + +

17-22
Noviembre 23, 1924

Dios al crear al hombre, para conservarle la vida formó en torno a él el aire del cuerpo y el aire del alma: El aire natural para el cuerpo, el aire de mi Voluntad para el alma.

(1) Continúo mi estado de privación de Jesús y de amarguras intensas para mi pobre alma, y si de escapada se hace ver en mi interior, es todo taciturno y pensativo, pero a pesar de su silencio yo quedo contenta, pensando que no me ha dejado y que su morada en mí aún continúa. Y mientras mi pobre alma está por sucumbir, su visita me da un sorbo de vida, que como lluvia benéfica me hace reverdecer, pero, ¿para hacer qué? Para volver de nuevo a sucumbir y sentirme morir; así que estoy siempre entre la vida y la muerte. Entonces, mientras nadaba en el mar inmenso del dolor de haberlo perdido, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y haciéndose ver en acto de rezar, yo me he unido con Él en la oración y luego me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo, al crear al hombre, para conservarle la vida formé en torno a él el aire del cuerpo y el aire del alma: ‘El aire natural para el cuerpo, el aire de mi Voluntad para el alma’. ¿Crees tú que el aire natural, sólo porque es aire tiene virtud de dar la respiración al hombre, la fuerza, el alimento, la frescura, la vida vegetativa a toda la naturaleza? Así que a pesar de que no se ve tiene todo en un puño y se constituye vida de todo ser creado, y por eso todos sienten la necesidad del aire, y él por todas partes hace su curso, de noche, de día, penetra en el latido del corazón, en la circulación de la sangre y por todas partes;
¿pero sabes por qué contiene tanta virtud? Porque en el aire está toda la sustancia de los bienes que produce, y fueron puestos por Dios en el aire la fuerza alimentadora, respiratoria, vegetativa, y él contiene como tantas semillas de todo el bien que encierra. Ahora, si se necesitaba un aire para la conservación de toda la naturaleza, se necesitaba también un aire para la conservación del alma, y mi bondad no quiso confiar ni formar otro aire para el alma, sino que mi misma Voluntad se quiso constituir aire para el alma, y así toda aquella sustancia de los bienes que Ella contiene, pudiera, como aire que invisiblemente todo lo invade, penetrar en el fondo del alma y llevarle el alimento divino, la vegetación y todos los bienes, la virtud que respira todo lo que es Cielo, la fortaleza invencible, la fecundidad de todas las virtudes. Debería haber una competencia, el cuerpo en respirar el aire natural, y el alma en respirar el aire de mi Voluntad, sin embargo, ¡es de llorar! Si los hombres sienten que les falta el aire natural, se lo procuran, si caminan en altas montañas manifiestan con dolor la falta del aire, en cambio del aire de mi Voluntad no tienen ni un pensamiento ni un dolor, y a pesar de que están obligados a estar como embebidos en el aire de mi Voluntad, las criaturas no amando este aire balsámico y santificante, no puede poner en el alma los bienes que contiene, y está obligada a estar en ella sacrificada, sin poder desarrollar la vida que mi Voluntad contiene. Por eso hija mía, te recomiendo, si quieres que mi Voluntad cumpla en ti sus designios, que respires siempre el aire de mi Voluntad, a fin de que a medida que lo respires florezca en ti la Vida Divina y te conduzca a la verdadera finalidad para la cual fuiste creada”.

+ + + +

17-23
Noviembre 27, 1924

La inmutabilidad de Dios, y la mutabilidad de las criaturas.

(1) Estaba pensando en la inmutabilidad de Dios y en la mutabilidad de las criaturas.
¡Qué diferencia! Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre benigno Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, mira, no hay punto donde mi Ser no se encuentre, no tengo hacia donde moverme, ni a la derecha, ni a la izquierda, ni adelante, ni atrás; ningún vacío existe que no esté lleno por Mí. Mi firmeza, no encontrando punto donde no esté Yo, se siente inquebrantable; es mi Inmutabilidad eterna. Esta Inmutabilidad inmensa me hace inmutable en los placeres, lo que me gusta, me gusta siempre; inmutable en el amor, en el gozar, en el querer, amada una vez una cosa, gozada, querida, no hay peligro de que me cambie, para cambiarme debería restringir mi inmensidad, lo que no puedo ni quiero. Mi

inmutabilidad es la aureola más bella que corona mi cabeza, que se extiende bajo mis pies, que rinde eterno homenaje a mi Santidad inmutable. Dime, ¿hay acaso algún punto donde tú no me encuentres?”
(3) Mientras esto decía, ante mi mente se hacía presente esta inmutabilidad Divina,
¿pero quién puede decir lo que comprendía? Temo decir desatinos y por eso mejor paso adelante. Al hablarme después acerca de la mutabilidad de la criatura me decía:
(4) “¡Pobre criatura, cómo es pequeño su lugarcito! Y además de pequeño no es ni siquiera estable y fijo su lugar, hoy en un punto, mañana arrojada a otro; esta es también la causa de que hoy ama, le agrada una persona, un objeto, un lugar, y mañana cambia y quizá hasta desprecia lo que ayer le agradaba y amaba. ¿Pero sabes tú qué es lo que hace mutable a la pobre criatura? La voluntad humana la vuelve voluble en el amar, en los placeres, en el bien que hace. La voluntad humana es aquel viento impetuoso que mueve a la criatura como una caña vacía a cada soplo, ora a la derecha, ora a la izquierda. Por eso al crearla quise que viviese de mi Voluntad, a fin de que deteniendo este viento impetuoso de la voluntad humana, la hiciera firme en el bien, estable en el amor, santa en el obrar; quería hacerla vivir en el inmenso territorio de mi Inmutabilidad, pero la criatura no se contentó, quiso su pequeño lugarcito y se volvió el juguete de sí misma, de los demás y de sus mismas pasiones. Por eso ruego, suplico a la criatura que tome esta mi Voluntad, que la haga suya a fin de que retorne a aquella Voluntad inmutable de donde salió, a fin de que no más voluble se vuelva, sino estable y firme. Yo no me he cambiado, por eso la espero, la anhelo, la quiero siempre en mi Voluntad”.

+ + + +

17-24
Diciembre 1, 1924

La Divina Voluntad rechazada por las criaturas siente la muerte del bien que quiere hacer.

(1) Me sentía sumamente amargada, y mientras rezaba, lloraba mi dura suerte de estar privada de Aquél que forma toda mi vida. Mi estado es irremediable, nadie se mueve a piedad de mí, todo es justicia, y además, ¿quién se querrá mover a piedad de mí, si Aquél que es la fuente de la piedad me la niega? Ahora, mientras lloraba y rezaba me sentí tomar las manos entre las manos de Jesús, y elevándome a lo alto ha dicho:
(2) “Vengan todos a ver un espectáculo tan grande y jamás visto ni en el Cielo ni en la tierra: Un alma muriendo continuamente por puro amor mío”.
(3) Al hablar de Jesús se han abierto los Cielos y toda la jerarquía celeste me miraba, también yo me miraba y veía mi pobre alma marchita y muriendo como una flor que está por marchitarse sobre su tallo, pero mientras moría, una secreta virtud me daba vida; ¡ah! tal vez es la justicia punitiva de Dios que justamente me castiga. ¡Dios mío, Jesús mío, ten piedad de mí, piedad de una pobre moribunda! Es la suerte más dura la que me toca entre todos los mortales: ¡Morir sin poder morir! Después, mi dulce Jesús casi por toda la noche me ha tenido entre sus brazos para darme la fuerza y asistirme en mi agonía. Yo creía que finalmente tenía compasión de mí y me llevaba con Él, pero en vano. Después de que me reanimó un poco, me dejó diciéndome:
(4) “Hija mía, mi Voluntad está recibiendo continuas muertes por parte de las criaturas, Ella es vida, y como vida quiere dar la vida de la luz, pero la criatura rechaza esta luz, y en efecto, no recibiéndola, esta luz muere para la criatura y mi Voluntad siente la pena de la muerte que la criatura ha dado a esta luz. Mi Voluntad quiere hacer conocer los méritos, las virtudes que contiene y la criatura rechaza este conocimiento con los méritos y las virtudes que contiene, y mi Voluntad para la criatura muere a este conocimiento y a los méritos y a las virtudes que contiene mi Querer, y mi Voluntad siente la pena de la muerte que la criatura ha dado a las virtudes y méritos de mi Querer; y así si quiere dar amor y no

es recibido, siente la muerte dada al amor; si quiere dar la santidad, la gracia, siente darse por la criatura la muerte a la santidad y a la gracia que quiere dar, así que es continua la muerte que siente al bien que quiere dar. Y además, ¿no sientes tú en ti la muerte continua que sufre mi Voluntad? Viviendo tú en Ella estás obligada, como connaturalmente, a tomar parte en estas muertes que sufre mi Voluntad, y a vivir en un estado de continua agonía”.
(5) Yo al oír esto he dicho: “Jesús, amor mío, no me parece que sea así, es tu privación la que me mata, que me quita la vida sin hacerme morir”.
(6) Y Jesús: “Mi privación por una parte, mi Voluntad por la otra, que teniéndote absorbida en Ella te hace partícipe de sus penas. Hija mía, en el verdadero vivir en mi Querer no hay pena que mi Voluntad reciba de las criaturas, que no haga partícipe al alma que vive en Ella”.

+ + + +

17-25
Diciembre 8, 1924

Acerca de la Inmaculada Concepción. Prueba a la cual fue sometida la Virgen.

(1) Estaba pensando acerca de la Inmaculada Concepción de mi Soberana Reina Mamá, a mi mente afluían los méritos, las bellezas y los prodigios de su Inmaculada Concepción, prodigio que supera todos los demás prodigios hechos por Dios en toda la Creación. Ahora, mientras esto pensaba decía entre mí: “Grande es el prodigio de la Inmaculada Concepción, pero mi Mamá Celestial no tuvo ninguna prueba en su Concepción, todo le fue propicio, tanto de parte de Dios como de parte de su naturaleza creada por Dios tan feliz, tan santa, tan privilegiada; entonces, ¿cuál fue su heroísmo y su prueba? Si de la prueba no fue excluido el ángel en el Cielo, ni Adán en el Edén, ¿acaso sólo la Reina de todos debía ser excluida de la aureola más bella, que la prueba debía poner sobre su cabeza augusta de Reina y de Madre del Hijo de Dios?” Mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, nadie puede ser aceptable a Mí sin la prueba. Si no hubiera estado la prueba habría tenido una Madre esclava, no libre, y la esclavitud no entra en nuestras relaciones ni en nuestras obras, ni puede tomar parte en nuestro libre amor. Mi Mamá tuvo su primera prueba desde el primer instante de su Concepción, en cuanto tuvo su primer acto de razón, conoció su voluntad humana por una parte y la Voluntad Divina por la otra, y fue dejada libre para elegir a cuál de las dos voluntades debía adherirse, y Ella, sin perder un instante y conociendo toda la magnitud del sacrificio que hacía, nos donó su voluntad sin quererla conocer más, y Nosotros le hicimos don de la nuestra, y en este intercambio de donación de voluntades por ambas partes, concurrieron todos los méritos, las bellezas, los prodigios, los mares inmensos de gracia en la Inmaculada Concepción de la más privilegiada de todas las criaturas.
(3) Es siempre la voluntad la que tengo costumbre de probar; todos los sacrificios, aun la muerte, sin la voluntad me darían asco y no atraerían ni siquiera una de mis miradas.
¿Pero quieres saber tú cuál fue el más grande prodigio obrado por Nosotros en esta criatura tan santa, y el más grande heroísmo que ninguno, ninguno podrá jamás igualar de tan bella criatura? Su vida la comenzó con nuestra Voluntad, la siguió y la cumplió, así que se puede decir que cumplió desde que comenzó, y comenzó desde que cumplió; y nuestro más grande prodigio fue que en cada pensamiento suyo, palabra, respiro, latido, movimiento y paso, nuestro Querer desahogaba sobre de Ella y Ella nos ofrecía el heroísmo de un pensamiento, de una palabra, de un respiro, de un latido divino y eterno obrante en Ella, esto la elevaba tanto, que lo que Nosotros éramos por naturaleza, Ella lo era por gracia; todas sus demás prerrogativas, sus privilegios, su misma Inmaculada

Concepción, habrían sido un bello nada en comparación de este gran prodigio; más bien, fue esto lo que la confirmó y la volvió estable y fuerte durante toda su vida. Mi Voluntad continua, desbordante sobre de Ella, le participaba la Naturaleza Divina, y su continuo recibirla la hizo fuerte en el amor, fuerte en el dolor, distinta entre todos. Fue esta nuestra Voluntad obrante en Ella la que atrajo al Verbo a la tierra, lo que formó la semilla de la fecundidad divina para poder concebir un Hombre y Dios sin obra humana, y la hizo digna de ser Madre de su mismo Creador. Por eso Yo insisto siempre sobre mi Voluntad, porque conserva al alma bella como salió de nuestras manos, la hace crecer como copia original de su Creador; y por cuantas obras grandes y sacrificios uno pueda hacer, si mi Voluntad no entra dentro, Yo los rechazo, no los reconozco, no es alimento para Mí; y las obras más bellas sin mi Voluntad llegan a ser alimento de la voluntad humana, de la propia estima y de la avidez de la criatura”.

+ + + +

17-26
Diciembre 24, 1924

La pena de la muerte fue la primer pena que Jesús sufrió y le duró toda su Vida. La Encarnación no fue otra cosa que un darse en poder de la criatura. La firmeza en el obrar.

(1) Mis días son siempre más dolorosos, están bajo la prensa de la dura privación de mi dulce Jesús, que como arma mortífera está sobre mí para matarme continuamente; pero mientras prepara el último golpe, lo deja suspendido sobre mi cabeza, y yo espero como refrigerio este último golpe para irme con mi Jesús, pero en vano espero, y mi pobre alma y también mi naturaleza me las siento consumir y deshacer. ¡Ah! mis grandes pecados no me hacen merecer el morir. ¡Qué pena, qué larga agonía! ¡Ah, mi Jesús, ten piedad de mí! Tú, que eres el único que conoces mi estado desgarrador no me abandones ni me dejes a merced de mí misma. Ahora, mientras me encontraba en este estado me he sentido fuera de mí misma, dentro de una luz purísima, y en esta luz descubría a la Reina Mamá y al pequeño niño Jesús en su seno virginal. ¡Oh Dios, en qué estado tan doloroso se encontraba mi amable niñito! Su pequeña Humanidad estaba inmovilizada, estaba con los piecitos y las manitas inmóviles, sin el más pequeño movimiento, no había espacio ni para poder abrir los ojos ni para poder libremente respirar; era tanta la inmovilidad que parecía muerto mientras estaba vivo, y pensaba entre mí: “¡Quién sabe cuanto sufre mi Jesús en este estado, y la querida Mamá al ver en su propio seno tan inmovilizado al niño Jesús!” Ahora, mientras esto pensaba, mi pequeño niño, sollozando me ha dicho:
(2) “Hija mía, las penas que sufrí en este seno virginal de mi Mamá son incalculables a la mente humana, ¿pero sabes tú cuál fue la primera pena que sufrí desde el primer instante de mi Concepción y que me duró toda la vida? La pena de la muerte. Mi Divinidad descendía del Cielo plenamente feliz, intangible de cualquier pena y de cualquier muerte, y cuando vi a mi pequeña Humanidad sujeta a la muerte y a las penas por amor a las criaturas, sentí tan a lo vivo la pena de la muerte, que por pura pena habría muerto de verdad si la potencia de mi Divinidad no me hubiera sostenido con un prodigio, haciéndome sentir la pena de la muerte y la continuación de la vida, así que para Mí fue siempre muerte, sentía la muerte del pecado, la muerte del bien en las criaturas y también su muerte natural. ¡Qué duro desgarro fue para Mí toda mi Vida! Yo, que contenía la vida y era el dueño absoluto de la vida misma, debía sujetarme a la pena de la muerte. ¿No ves a mi pequeña Humanidad inmóvil y moribunda en el seno de mi querida Madre? Y no la sientes en ti misma cómo es dura y desgarradora la pena de sentirse morir y no morir? Hija mía, es tu vivir en mi Voluntad lo que te hace partícipe de la continua muerte de mi Humanidad”.

(3) Entonces me he pasado casi toda la mañana junto a mi Jesús en el seno de mi Mamá y lo veía que mientras estaba en acto de morir, volvía a tomar vida para abandonarse de nuevo a morir. ¡Qué pena ver en ese estado al niño Jesús! Después de esto, en la noche estaba pensando en el acto cuando el dulce niñito salió del seno materno para nacer en medio de nosotros; mi pobre mente se perdía en un misterio tan profundo y todo de amor, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior ha sacado sus pequeñas manitas para abrazarme y me ha dicho:
(4) “Hija mía, el acto de mi nacimiento fue el acto más solemne de toda la Creación, Cielo y tierra sentían sumergirse en la más profunda adoración a la vista de mi pequeña Humanidad, que tenía como amurallada a mi Divinidad, así que en el acto de mi nacimiento hubo un acto de silencio y de profunda adoración y oración: Oró mi Mamá y quedó arrebatada por la fuerza del prodigio que de Ella salía, oró san José, oraron los ángeles y toda la Creación; sentían la fuerza del amor de mi potencia creadora renovada en ellos, todos se sentían honrados y recibían el verdadero honor, porque Aquél que los había creado debía servirse de ellos para lo que era necesario a su Humanidad. Se sintió honrado el sol al tener que dar su luz y calor a su Creador, reconocía a Aquél que lo había creado, a su verdadero Señor y le hacía fiesta y honor con darle su luz; se sintió honrada la tierra cuando me sintió que estaba acostado en un pesebre, se sintió tocada por mis tiernos miembros y exultó de alegría con signos prodigiosos; todas las cosas creadas veían a su verdadero Rey y Señor en medio de ellas, y sintiéndose honradas, cada una quería darme su oficio: El agua quería quitarme la sed, los pájaros con sus trinos y gorjeos querían recrearme, el viento quería acariciarme, el aire quería besarme, todos querían darme su inocente tributo. Sólo el hombre ingrato, a pesar que todos sintieron en ellos una cosa insólita, una alegría, una fuerza potente, fueron reacios, y sofocando todo no se movieron, y a pesar de que los llamaba con lágrimas, con gemidos y sollozos, no se movieron, a excepción de pocos pastores. No obstante era por el hombre que venía a la tierra, venía para darme a él, para salvarlo y para llevarlo conmigo a la patria celestial. Por esto Yo era todo ojos para ver si venía ante Mí para recibir el gran don de mi Vida Divina y humana, así que la Encarnación no fue otra cosa que darme en poder de la criatura. En la Encarnación me di en poder de mi amada Mamá; en mi nacimiento se agregó San José, al cual hice don de mi Vida, y como mis obras son eternas y no están sujetas a terminar, esta Divinidad, este Verbo que descendió del Cielo, no se retiró más de la tierra, para tener ocasión de darme continuamente siempre a todas las criaturas. Mientras viví me di develadamente y después, pocas horas antes de morir realicé el gran prodigio de dejarme Sacramentado, para que quien quisiera pudiera recibir el gran don de mi Vida; no puse atención ni a las ofensas que me habrían hecho, ni a los rechazos de no quererme recibir, dije entre Mí: ‘Me he dado, no quiero retirarme más, aunque me hagan lo que quieran, pero seré siempre de ellos y estaré siempre a su disposición”. Hija, esta es la naturaleza del verdadero Amor, este es el obrar como Dios: La firmeza y el no retirarse a costa de cualquier sacrificio. Esta firmeza en mis obras es mi victoria y mi más grande gloria, y es esta la señal si la criatura obra para Dios: La firmeza. El alma no mira a nadie, ni a las penas, ni a sí misma, ni a su estima, ni a las criaturas, y a pesar de que le cueste la propia vida ella mira sólo a Dios, hacia el Cual ha decidido obrar por amor suyo, y se siente victoriosa de poner el sacrificio de su vida por amor a Dios. El no ser firme es de la naturaleza humana y del obrar humanamente, el no ser firme es el obrar de las pasiones y con pasión, la mutabilidad es debilidad, es vileza, y no es de la naturaleza del verdadero amor, por eso la firmeza debe ser la guía del obrar por Mí. Por eso en mis obras no me cambio jamás, sean cual sean los eventos, hecha una vez es hecha para siempre”.

+ + + +

17-27
Enero 4, 1925

Todo el Cielo va al encuentro del alma que se funde en la Voluntad de Dios, y todos quieren depositar en ella sus bienes. Cómo se forma el noble martirio del alma.

(1) Habiendo transcurrido todo el día, estaba pensando entre mí: “¿Qué más me queda por hacer?” Y en mi interior he oído decirme:
(2) “Tienes que hacer la cosa más importante, tu último acto de fundirte en la Voluntad Divina”.
(3) Entonces me he puesto, según mi costumbre, a fundir todo mi pobre ser en la Voluntad Suprema, y mientras esto hacía me parecía que se abriesen los Cielos y yo iba al encuentro de toda la corte celeste y todo el Cielo venía a mi encuentro, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, el fundirte en mi Voluntad es el acto más solemne, más grande, más importante de toda tu vida. Fundirte en mi Voluntad es entrar en el ámbito de la eternidad, abrazarla, besarla y recibir el depósito de los bienes que contiene la Voluntad Eterna; es más, en cuanto el alma se funde en el Supremo Querer todos van a su encuentro para deponer en ella todo lo que tienen de bienes y de gloria; los ángeles, los santos, la misma Divinidad, todos deponen, sabiendo que deponen en aquella misma Voluntad en la cual todo está al seguro. El alma con recibir estos bienes, con sus actos en la Voluntad Divina los multiplica y da a todo el Cielo doble gloria y honor, así que con el fundirte en mi Voluntad pones en movimiento Cielo y tierra, es una nueva fiesta para todo el empíreo. Y como el fundirse en mi Voluntad es amar y dar por todos y por cada uno, sin excluir a ninguno, mi bondad, para no dejarme vencer en amor por la criatura, pongo en ella los bienes de todos, y todos los bienes posibles que en Mí contengo; no puede faltar el espacio donde poner todos los bienes, porque mi Voluntad es inmensa y se presta a recibir todo. Si tú supieras qué haces y qué sucede con el fundirte en mi Voluntad, te derretirías por el deseo de fundirte continuamente”.
(5) Después estaba pensando si debía o no escribir lo que está escrito aquí arriba, yo no lo veía necesario, ni una cosa importante, mucho más porque la obediencia no me había dado ninguna orden de hacerlo. Entonces mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿cómo que no es importante hacer conocer que el fundirse en mi Voluntad es vivir en Ella? El alma recibe como en depósito todos mis bienes divinos y eternos; los mismos santos hacen competencia para deponer sus méritos en el alma fundida en mi Voluntad, porque sienten en ella la gloria, la potencia de mi Voluntad, y se sienten glorificados en modo divino por la pequeñez de la criatura. Escucha hija mía, el vivir en mi Voluntad sobrepasa en mérito al mismo martirio; es más, el martirio mata al cuerpo, el vivir en mi Voluntad es hacer con una mano divina, que la propia voluntad quede muerta, y le da la nobleza de un martirio divino. Y cada vez que el alma se decide a vivir en mi Voluntad, mi Querer prepara el golpe para matar la voluntad humana y así forma el noble martirio del alma, porque voluntad humana y Voluntad Divina no hacen alianza juntas, una debe ceder el puesto a la otra, y la voluntad humana debe contentarse con permanecer extinguida bajo la potencia de la Voluntad Divina, así que cada vez que te dispones a vivir en mi Querer, te dispones a sufrir el martirio de tu voluntad. Mira entonces qué significa vivir, fundirse en mi Voluntad: ‘Ser el mártir continuado de mi Voluntad Suprema.’ ¿Y a ti te parece poco y cosa de nada?”

+ + + +

17-28
Enero 22, 1925

La Humanidad de Jesús es el nuevo Sol de las almas.

(1) Continúa mi vida entre las amarguras de las privaciones de mi dulce Jesús; no sé cómo vivo, siento un peso que me aplasta, la misma naturaleza al verse privada de Aquél único que la sostenía, quisiera disolverse, así que ora me siento descoyuntar los huesos, ora cerrar los canales del estómago, de tal manera que no quiere recibir ni agua ni alimento alguno; pobre naturaleza mía, sin mi Jesús quiere declinar y deshacerse, pero mientras está por deshacerse, una fuerza potente y una mano fuerte me ciñen, me recomponen los huesos dislocados, me abren los canales e impiden mi total colapso. ¡Oh Dios, qué pena! Ten piedad de mi dura suerte, haz que vuelva a mí Aquél que me daba la vida, o bien que mi pobre naturaleza, pagándote el tributo de la muerte, mi pobre alma suba allá arriba, al seno de mi Jesús, donde no nos separaremos nunca más. Ahora, mientras me encontraba en este estado, y quién sabe después de cuántas fatigas, mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior, sentado en medio, todo taciturno, con su mano en la frente, todo pensativo, aislado, sin que nadie le estuviera cerca, y si bien estaba en mi interior, había tanto espacio en mí que yo estaba lejana de Él y Él estaba lejano de mí, así que sola yo, solo Jesús. Yo a cualquier costo quería acercarme, decirle una palabrita, hacerle compañía en su soledad; entonces, no sé cómo, aquel espacio se redujo, ese espacio me parecía que era el mundo, en el cual Jesús estaba en el centro, y Jesús parecía preocupado por la suerte del mundo que corre precipitadamente a su destrucción. Entonces Jesús tomó un punto de aquel espacio y lo apoyaba sobre mí; yo me sentía aplastar bajo el peso, pero estaba contenta de que mi Jesús, mi Vida, estaba junto a mí. Y al verlo junto a mí habría yo querido llorar para moverlo a piedad de mi desgarrador estado, habría querido decirle quién sabe cuántas cosas, pero en cuanto le dije: “Jesús, no me dejes más, ¿no ves que sin Ti no puedo resistir en este exilio?” Él, todo bondad me dijo:
(2) “No te dejo, no, no, esta es una afrenta que quieres dar a tu Jesús, Yo no dejo jamás a nadie, las criaturas son las que se retiran de Mí, no Yo de ellas; es más, Yo voy junto a ellas, así que no me quieras hacer más esta afrenta diciéndome que pueda dejarte. Además, ¿no has visto que estaba dentro de ti, no fuera de ti, y no sólo Yo, sino todo el mundo junto?”
(3) Entonces yo mirando a Jesús, veía su inteligencia más que un sol, y todos los pensamientos de Jesús como tantos rayos que salían de ese sol, que extendiéndose recorrían todos los pensamientos de las criaturas pasadas, presentes y futuras. Estos rayos caminaban para tomar, como en un puño, todas las inteligencias creadas y sustituirse como gloria perenne al Padre, como reparación completa de todo y como impetración de todos los bienes a todas las inteligencias creadas. Entonces Jesús atrayéndome a Él me ha dicho:
(4) “Hija mía, este sol que tú ves en la inteligencia de mi Humanidad fue formado por mi Divinidad, la cual me dotó con la potencia creadora y con la omnividencia de todas las cosas, de manera que Yo debía ser el nuevo Sol de las almas; y así como el sol que creé para bien de la naturaleza recorre con su luz toda la tierra, sin negar a nadie los efectos de su luz a pesar de que no se aparta del cielo, sino que hace partir de su centro los rayos que llevan los bienes que contiene el sol a toda la tierra, así mi Divinidad, sin partir de Mí, con su luz inaccesible formaba una aureola de luz, y estos rayos recorrían todos y todo, y Yo recorría a cada instante cada pensamiento, palabra y acto de todas las criaturas y me constituía en gloria perenne para mi Padre por cada pensamiento, acto, palabra, etc., de todas las generaciones humanas. Esta luz, mientras se elevaba hacia mi Padre Celestial, descendía para tomar como en un puño todos los actos humanos para iluminarlos, calentarlos y repararlos, así que, sobre cada acto humano pende una luz que continuamente quiere hacerle el bien. En Mí el hacer esto era como connatural; tú, hija mía, no tienes esta potencia de hacer en todos los actos un acto solo, como hacía Yo, por eso en mi Voluntad recorrerás uno a uno cada uno de los rayos, y poco a poco harás el camino que hizo mi Humanidad”.
(5) Entonces yo he buscado de recorrer el primer rayo, luego el segundo, y así de los demás, pero, ¡oh! potencia del Divino Querer, mientras recorría esos rayos, yo era tan pequeña que me parecía haberme vuelto un átomo, y este átomo ahora se encontraba en

la inteligencia divina, y recorría las inteligencias de las criaturas, ahora se encontraba en la palabra y ahora en el movimiento divino, y recorría las palabras y los movimientos de las criaturas, y así de todo lo demás. Entonces la Divinidad al ver mi extrema pequeñez en su inteligencia, en su palabra y en su movimiento, presa de amor por mi pequeñez quedaban raptados, y complacidos han dicho:
(6) “Esta pequeñez nos rapta, y al verla entrar en nuestros mismos actos para hacerlos junto con Nosotros, para difundirlos sobre todos, sentimos tales gozos y tal complacencia y recibimos la misma gloria nuestra, que con todo amor le damos la libertad de entrar en Nosotros para hacerla obrar junto con Nosotros”.
(7) Yo me sentía toda confundida al oír esto y decía entre mí: “Yo no hago nada, es el Divino Querer que me lleva entre sus brazos, por lo tanto toda la gloria es de su adorable Voluntad”.

+ + + +

17-29
Enero 27, 1925
Las cosas creadas por Dios no salen de Él, y la Divina Voluntad se hace alimentadora y conservadora de ellas. Así sucede para el alma que obra en la Divina Voluntad.

(1) Mientras estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino pensaba entre mí: “Antes, cuando me fundía en el Santo Supremo Querer, Jesús estaba conmigo y junto con Jesús yo entraba en Él, así que el entrar era una realidad, pero ahora yo no lo veo, así que no sé si entro en el eterno Querer o no, lo siento más bien como una leccioncilla aprendida de memoria, o bien como un modo de decir”. Mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior, y tomándome una mano en la suya me empujaba hacia lo alto y me ha dicho:
(2) “Hija mía, debes saber que me veas o no me veas, cada vez que tú te fundes en mi Voluntad, Yo, desde dentro de tu interior te tomo una mano para empujarte a lo alto, y desde el Cielo te doy mi otra mano para tomar la otra tuya y jalarte hacia arriba, en medio a Nosotros en la interminable Voluntad nuestra, así que estás entre mis manos, entre mis brazos. Tú debes saber que todos los actos hechos en nuestra Voluntad entran en el acto primero, cuando creamos todas las cosas creadas, y los actos de la criatura besándose con los nuestros, porque una es la Voluntad que da vida a todos estos actos, se difunden en todas las cosas creadas, tal como está difundida nuestra Voluntad por doquier, y se constituyen correspondencia de amor, de adoración y de gloria continua por todo lo que hemos puesto fuera en la Creación. Sólo lo que se hace en nuestra Voluntad, comienza casi junto con Nosotros a darnos correspondencia de amor perenne, adoración en modo divino, gloria que jamás termina, y así como por todas las cosas creadas por Nosotros es tanto el amor que nutrimos, que no permitimos que salieran de nuestra Voluntad, conforme las creamos así todas quedaron con Nosotros, y nuestra Voluntad se hizo conservadora y alimentadora de toda la Creación, y por eso todas las cosas se conservan siempre nuevas, frescas y bellas, no crecen ni decrecen, porque por Nosotros fueron creadas todas perfectas, por eso no están sujetas a alteraciones de ninguna clase, todas conservan su principio porque se hacen alimentar y conservar por nuestra Voluntad, y quedan en torno a Nosotros a alabar nuestra gloria.
(3) Ahora, el obrar de la criatura en nuestra Voluntad entra en nuestras obras, y nuestra Voluntad se hace alimentadora, conservadora y acto del mismo acto de la criatura, y estos actos hechos en nuestra Voluntad por la criatura se ponen en torno a Nosotros, y transfundidos en todas las cosas creadas alaban nuestra perpetua gloria. ¡Cómo es diferente nuestro obrar del de la criatura y el amor con el cual obramos! Nosotros obramos y es tanto el amor a la obra que hacemos, que no permitimos que salga de Nosotros, a fin de que nada pierda de la belleza con la cual fue hecha; en cambio la criatura si hace una

obra no la sabe tener consigo, es más, muchas veces no sabe qué cosa se ha hecho de su obra, si se ha ensuciado, si la han hecho un harapo, y esto es señal del poco amor a sus mismas obras. Y como la criatura ha salido fuera de su principio, esto es, de la Voluntad Divina de donde salió, ha perdido el verdadero amor hacia Dios, hacia sí misma y hacia sus obras. Yo quise que el hombre estuviera en mi Voluntad por su voluntad, no forzado, porque lo amé más que a todas las otras cosas creadas, y quería que fuera como rey en medio de mis obras. Pero el hombre ingrato quiso salir de su principio, por eso se transformó y perdió su frescura, su belleza, y quedó sujeto a alteraciones y cambios continuos. Y por cuanto Yo lo llamo para que regrese a su principio, se hace el sordo y finge no escucharme, pero es tanto mi amor que lo espero y continúo llamándolo”.

+ + + +

17-30
Febrero 8, 1925

Cada alma es una habitación de la Voluntad Divina.

(1) Esta mañana mi dulce Jesús se hacía ver tan sufriente, que mi pobre alma se sentía deshacer de compasión; tenía todos los miembros dislocados, llagas profundas y tan dolorosas, que Jesús gemía y se contorsionaba por la acerbidad del dolor. Se puso junto a mí como si quisiera hacerme partícipe de sus penas; con sólo mirarlo sentía reflejar en mí sus penas, y Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, no puedo más; toca mis llagas para endulzarlas, pon tu beso de amor sobre de ellas, a fin de que tu amor me mitigue el dolor que siento. Este mi estado tan doloroso es el verdadero retrato de cómo se encuentra mi Voluntad en medio de las criaturas: Está en medio de ellas, pero como dividida, porque haciendo ellas su voluntad, no la mía, la mía queda como dislocada y llagada por las criaturas, por eso une tu voluntad a la mía y dame un alivio a mi dislocamiento”.
(3) Yo me lo he estrechado, le he besado las llagas de las manos, ¡oh, cuán recrudecidas por tantas obras, aun santas, pero que no tienen su principio en la Voluntad de Dios; para endulzarle el espasmo lo estrechaba en mis manos y Jesús todo se dejaba hacer, más bien lo quería, y así lo hice también con todas sus otras llagas, tanto, que casi toda la mañana se ha estado conmigo. Finalmente, antes de dejarme me ha dicho:
(4) “Hija mía, me has endulzado, siento mis huesos en su lugar, ¿pero sabes tú quién puede endulzarme y reunir mis huesos dislocados? Quien hace reinar en sí a mi Voluntad. Cuando el alma hace a un lado su voluntad, no dándole ni siquiera un acto de vida, mi Voluntad hace de dueña en el alma, reina, manda e impera, se encuentra como si estuviera en su casa, esto es, como en mi Patria Celestial, así que siendo casa mía, domino, dispongo, pongo en ella de lo mío, porque como habitación mía puedo poner lo que quiero para hacer con ello lo que quiero, y recibo el más grande honor y gloria que la criatura me puede dar. En cambio, quien quiere hacer su voluntad, hace ella de dueña, dispone, manda, y mi Voluntad está como una pobre extraña, no es tomada en cuenta, y muchas veces despreciada. Quisiera poner de lo mío pero no puedo, porque la voluntad humana no me quiere ceder un lugar, aun en las cosas santas quiere hacer ella como cabeza, y Yo nada puedo poner de lo mío. ¡Cómo me encuentro mal en el alma que hace reinar su voluntad! Me sucede como a un padre que va a buscar a un hijo suyo lejano, o bien un amigo a otro amigo: Mientras toca, se abre la puerta, pero se le deja en la primera estancia, no se le prepara el alimento, no una cama donde dejarlo descansar, no le hacen parte ni de sus alegrías ni de sus penas; ¡qué afrenta, qué dolor para este padre, o bien amigo! Si ha llevado tesoros para obsequiarlos, nada deja y se marcha herido en el fondo de su corazón. En cambio con otro, no apenas lo ven se ponen en fiesta, le preparan el mejor alimento, la más mullida cama, es más, le dan pleno dominio sobre toda la casa y hasta sobre ellos mismos; ¿no es esto el más grande honor, amor, respeto, sujeción que

se puede usar con un padre o con un amigo? ¿Qué cosa no le dejará de bello y de bueno para compensar tanta generosidad?
(5) Tal es mi Voluntad, viene del Cielo para habitar en las almas, y en lugar de hacerme dueño y señor, me tienen como un extraño y abandonado, pero mi Voluntad no se marcha, a pesar que me tienen como extraño permanezco en medio de ellos, esperando para darles mis bienes, mis gracias y mi santidad”.

+ + + +

17-31
Febrero 15, 1925

La Divina Voluntad en el Cielo es confirmante, beatificante, felicitante, divinizante; en la tierra, en el alma, es obrante y forma en ella las olas eternas que arrollan todo.

(1) Estaba toda abandonándome en la Santísima Voluntad de Dios, y estando en ese total y pleno abandono sentía en mí un nuevo cielo, un aire todo divino que me infundía una nueva vida. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior, me parecía que me extendía los brazos para recibirme y esconderme en Él y ponerme bajo este nuevo cielo de su Voluntad, que en mí, con su gracia se había formado, y yo con gran contento respiraba el aire balsámico y dulce de su Santísima Voluntad. Entonces yo llena de asombro he dicho:
(2) “¡Amor mío, mi Jesús, cómo es bello el Cielo de tu Voluntad! Cómo se está bien debajo de Ella, ¡oh, cómo es refrescante y saludable su aire celestial!” Y Jesús, estrechándome más fuerte a Él me ha dicho:
(3) “Hija de mi Voluntad, cada acto en mi Voluntad es un nuevo cielo que se extiende sobre la cabeza del alma, uno más bello que el otro. El aire de estos cielos es divino y lleva consigo: santidad, amor, luz, fortaleza, y contiene todos los gustos juntos; por eso se siente balsámico y dulce. Mi Voluntad en el Cielo es confirmante, beatificante, felicitante y penetrante por doquier, transformante, divinizante todo en Sí; en cambio en el alma que posee estos nuevos cielos de mi Voluntad en la tierra, es obrante, y mientras obra se deleita en extender nuevos cielos. Así que mi Voluntad trabaja y obra más en el alma viadora que en la Jerusalén Celestial; allá, las obras de los santos están ya cumplidas, no queda más qué hacer; en cambio aquí mi Voluntad siempre tiene qué hacer en el alma en la cual Ella reina, por eso quiere todo para Ella, no quiere dejar ningún acto a la voluntad humana, porque quiere hacer mucho, y en cada acto que cediera a la voluntad humana le faltaría extender un cielo de más y sería una obra suya de menos. ¡Ah! tú no sabes lo que sucede en el alma cuando da toda la libertad a mi Voluntad de obrar en ella, y el alma obra en mi Voluntad. Imagínate el mar cuando se elevan tan fuertes y altas las olas que no sólo las aguas, sino que la fuerza de las olas transporta aun a los peces a lo alto, de modo que se ve en aquellas olas, transportados por la fuerza de la tempestad, que aun los peces son sacados del fondo del mar, de su diaria morada para elevarse en alto junto con las olas; las olas los han arrollado y no han podido resistir esa fuerza, mientras que sin la fuerza de las olas no saben salir de su morada. ¡Oh! si el mar tuviera una fuerza sin límite haría salir toda el agua de su lecho, formando olas altísimas y todos los peces arrollados en ellas. Pero lo que no puede hacer el mar porque es limitado en su fuerza, lo hace mi Voluntad; conforme hace suyos los actos del alma obrando en ella, ahí forma las olas eternas, y en estas arrolla todo, y se ven en estas olas lo que hizo mi Humanidad, las obras de mi Celestial Mamá, las de todos los santos y todo lo que hizo la misma Divinidad, todo es puesto en movimiento. Mi Voluntad es más que mar, nuestras obras, las de los santos, pueden ser semejanzas de los peces que viven en el mar; cuando mi Voluntad obra en el alma, y aun fuera del alma, todo lo que hay en Ella, todo se mueve, se eleva, se ponen en orden para repetirnos la gloria, el amor, la adoración, desfilan ante Nosotros diciéndonos:

‘Somos obras tuyas, grande y poderoso eres Tú, pues así tan bellas nos has hecho’. Mi Voluntad encierra todo lo bello y lo bueno, y cuando obra nada deja atrás, para hacer que en aquel acto nada falte de lo que es nuestro, para hacer que sea completa nuestra gloria; y no hay de qué asombrarse, porque es el obrar eterno el que se desarrolla en el alma. Por eso el obrar de mi Voluntad se puede llamar ola eterna, que arrolla Cielo y tierra como en un punto solo, y después se difunde sobre todos como portadora de un acto divino.
¡Oh! cómo goza el Cielo cuando ve obrar en el alma a la Voluntad Eterna, porque habiendo sido confirmadas sus obras en la Divina Voluntad en el Cielo, ven correr sus obras en aquel acto divino y se sienten duplicar la gloria, la felicidad, las alegrías. Por eso te recomiendo, ya que eres la pequeña hija de mi Supremo Querer, que cada acto tuyo lo dejes en poder de las olas eternas de mi Querer, a fin de que llegando estas olas a los pies de nuestro Trono en el Cielo, podamos siempre confirmarte más como nuestra verdadera hija de nuestra Voluntad, y podamos concederte rescritos de gracia en favor de tus hermanos e hijos nuestros”.

+ + + +

17-32
Febrero 22, 1925

Cómo Dios al crear al hombre formó diferentes caminos para facilitarle la entrada en su Voluntad, por lo tanto en la Patria Celestial.

(1) Estaba pensando en el Santo Querer Divino, y pedía a mi amable Jesús, que por su bondad me diera la gracia de que en todo cumpliera su Santísima Voluntad, y decía: “Tú que amas y quieres que tu Voluntad se haga, ayúdame, asísteme, pon a cada instante tu Querer en mí, a fin de que ninguna otra cosa pueda tener vida en mí”. Ahora, mientras rezaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y estrechándome fuerte a Él me ha dicho:
(2) “¡Hija mía, cómo me hiere el corazón la oración de quien busca sólo mi Querer! Siento el eco de mi oración que hice estando Yo sobre la tierra, todas mis oraciones se reducían a un punto solo, que la Voluntad de mi Padre, tanto sobre Mí como sobre todas las criaturas se cumpliera. Fue el más grande honor para Mí y para mi Padre Celestial, que en todo hice su Santísima Voluntad. Mi Humanidad, con hacer siempre y en todo la Voluntad del Eterno abría las vías entre la voluntad humana y la Divina, cerradas por la criatura.
(3) Tú debes saber que la Divinidad al crear al hombre formó muchas vías de comunicación entre el Creador y la criatura: Vía eran las tres potencias del alma: La inteligencia, vía para comprender mi Voluntad; la memoria, vía para recordarse de Ella continuamente; y la voluntad en medio de estas dos vías, formaba la tercera vía para irse en la Voluntad de su Creador. La inteligencia y la memoria eran el sostén, la defensa, la fuerza de la vía de la voluntad, para que no pudiera desviarse ni a derecha ni a izquierda; vía era el ojo, para que pudiera ver las bellezas, las riquezas que hay en mi Voluntad; vía era el oído, para que pudiera escuchar las llamadas, las armonías que hay en Ella; vía era la palabra, en la cual pudiera recibir mi continuo desahogo de mi palabra Fiat, y los bienes que mi Fiat contiene; vía eran las manos, que elevándolas en sus obras en mi Voluntad, hubiera llegado a unificar sus obras a las obras de su Creador; vía eran los pies, para seguir los pasos de mi Querer; vía era el corazón, los deseos, los afectos, para llenarse del amor de mi Voluntad y reposarse en Ella. Mira entonces cuántas vías hay en la criatura para venir en mi Voluntad, siempre y cuando lo quiera. Todas las vías estaban abiertas entre Dios y el hombre, y en virtud de nuestra Voluntad, nuestros bienes eran suyos; además era nuestro hijo, imagen nuestra, obra salida de nuestras manos y del aliento ardiente de nuestro seno. Pero la voluntad humana, ingrata, no quiso gozar de los derechos que Nosotros le dimos sobre nuestros bienes, y no queriendo hacer nuestra

Voluntad hizo la suya, y haciendo la suya formó las barreras y los muros en todos esos caminos y se restringió en el mísero cerco de su voluntad, perdió la nuestra y anduvo errante en el exilio de sus pasiones, de sus debilidades, bajo un cielo tenebroso cargado de rayos y de tempestades, pobre hijo en medio de tantos males queridos por él mismo. Así que cada acto de voluntad humana es una barrera que pone a la mía, es una reja que forma para impedir la unión de nuestros quereres, y la comunicación de los bienes entre el Cielo y la tierra queda interrumpida.
(4) Mi Humanidad compadeciendo y amando con amor infinito al hombre, con hacer en todo la Voluntad de mi Padre mantuvo íntegras estas vías, e impetró quitar las barreras y romper las cercas que la voluntad humana había formado; así que abrí de nuevo los caminos a quien quiera venir en mi Voluntad, para restituirle los derechos que por Nosotros habían sido dados al hombre cuando lo creamos. Las vías son necesarias para facilitar el camino, son medios para poder frecuentemente hacer una visita a su propia Patria Celestial, y conociendo cuán bella es su Patria, cuán feliz se está en Ella, la ame y aspire a tomar la posesión, por tanto viva desapegado del exilio. Estos caminos en la criatura eran necesarios para hacer que frecuentemente subiera a su verdadera Patria, la conociera y la amara, y una señal de que el alma está en estas vías y de que ama su Patria Celestial es, si poniéndose en camino en nuestra Voluntad hace sus visitas. Esta es también una señal para ti, no recuerdas cuántas veces tomabas el camino del Cielo y penetrabas en las regiones celestiales y haciendo tu breve visita, mi Querer te hacía descender de nuevo al exilio, y tú amando la Patria, el exilio te parecía feo y casi insoportable. Este amar la Patria, sentir la amargura de vivir en el exilio, es una buena señal para ti, que la Patria es tuya. Mira, también en las cosas bajas de este mundo sucede igual: Si uno tiene una gran posesión, se forma el camino para ir frecuentemente a visitarla, a gozarla, a tomar los bienes que hay en ella, y mientras la visita, la ama y se la lleva en su propio corazón, pero si en cambio no se forma un camino, jamás visita su posesión, porque sin camino es casi inaccesible, y no habla nunca de ella, esto es una señal de que no la ama y desprecia sus mismos bienes, y a pesar de que podía ser un rico, él, por su mala voluntad es un pobre que vive en la más escuálida miseria. He aquí por qué mi sabiduría al crear al hombre quiso formar las vías entre Yo y él, para facilitarle la santidad, la comunicación de nuestros bienes y la entrada a la Patria Celestial”.

+ + + +

17-33
Marzo 1, 1925

Cómo cada acto más de bien que hacemos, es un hilo de voluntad humana que se ata a la corriente de luz eterna, y vuelve más plena, más fuerte, más brillante la luz en nuestra alma.

(1) Me sentía muy amargada por la pérdida de mi dulce Jesús, ¡oh! cómo lloraba mi pasado, cuando su amable presencia hacía feliz mi pobre existencia, aun en medio de las más duras penas mi pobre lecho era para mí un pequeño paraíso, me sentía reina junto con mi amable Jesús, dominadora de mí misma, y con el contacto continuo con Él me sentía como dominadora de su mismo corazón divino; y ahora, ¡cómo ha cambiado mi felicidad! Es más, cada vez que lo busco y no lo encuentro, una infelicidad me rodea, me arranca un fragmento de vida, porque sólo Jesús es mi vida, y siento más a lo vivo las penas de mi duro exilio. ¡Oh! cuán cierto es que no son las penas las que hacen infeliz a la criatura, sino el bien querido y no encontrado. Y mientras le decía: Ten piedad de mí, no me abandones, ven, resurge en mi pobre alma inmersa en las amargas aguas de tu privación. He sentido que mi amado Bien, mi dulce Vida se movía en mi interior, y poniéndome sus brazos al cuello me ha dicho:
(2) “La hija mía, la hija mía”.

(3) Yo he mirado que Jesús salía de un fondo de luz, y al extender sus brazos la luz se extendía junto a Él, pero aquella luz no era toda plena, se veía un vacío en la misma luz, pero si bien se veía el vacío, pero no se veían tinieblas, sólo como si se necesitaran otros hilos de luz para llenar ese vacío y para hacer más intensa, más fuerte, más brillante aquella luz. A la vista de Jesús me he sentido resurgir de muerte a vida; sus palabras, la hija mía, la hija mía, cambiaron en ese momento mi infelicidad, porque estar con Jesús y ser infeliz es imposible, a lo más se puede estar con Jesús sufriendo en las penas más atroces, pero infeliz, jamás, es más, parece que la infelicidad, si es que está en el alma, huye de la presencia de Jesús y da lugar a la felicidad que Jesús lleva Consigo. Entonces, continuando sus palabras me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, no temas, no hay tinieblas en ti, porque el pecado es tinieblas, el bien es luz. ¿No ves que he salido de un fondo de luz de dentro de tu interior? ¿Pero sabes tú qué cosa es esta luz? Es todo tu obrar interior que haces, cada acto de más que haces es un hilo de más de tu voluntad que conectas a la corriente de la luz eterna, y ese hilo se convierte en luz; así que por cuantos más actos hagas, agregando así otros hilos, la luz se hará más plena, más fuerte, más brillante. Por tanto, lo que has hecho es la luz que ves, lo que te queda por hacer es el vacío que ves en la misma luz; y Yo estaré siempre en medio de esta luz, no sólo para gozármela, sino para conectar los hilos de la voluntad humana con la corriente de la luz eterna, porque el principio, el fondo, la corriente de la luz soy Yo. ¿Pero sabes tú qué cosa es la verdadera luz? La verdadera luz es la verdad; la verdad conocida, abrazada, amada y puesta en práctica por el alma es la verdadera luz que la transforma en la misma luz y la hace poner dentro y fuera nuevos y continuos partos de luz. Y esta verdad forma la verdadera Vida de Dios en el alma, porque Dios es verdad, y el alma está atada a la verdad, más bien la posee. Dios es luz y ella está unida a la luz y se alimenta de luz y de verdad; pero mientras Yo alimento al alma de Verdad y de luz, ella debe tener abierta la corriente de su voluntad para recibir la corriente de la comunicación divina, de otra manera puede suceder como a la corriente eléctrica, a la cual no le basta que se genere la corriente, sino que se necesitan los preparativos para recibirla, pero con todo esto no a todos llega la misma luz, sino según las lámparas que se tienen, quien tiene una recibe una luz, quien tiene diez recibe por diez la luz, si las lámparas contienen más hilos eléctricos, las lámparas se ven más plenas de luz; si menos hilos, a pesar de que haya espacio en el vidrio, la luz es pequeña, y a pesar que la fuente de donde viene la corriente puede dar más luz, no la recibe porque falta la fuerza de la electricidad en las lámparas para recibirla. Por eso se necesita la corriente celestial que la quiera dar y la corriente humana para recibirla, y según vayas haciendo más actos en mi Voluntad, agregarás otros hilos para volver más completa la luz que quiero encerrar en ti”.

+ + + +

17-34
Marzo 8, 1925

Todo lo que Jesús hizo, tanto para gloria del Padre como para el bien de las criaturas, quedó depositado en la Divina Voluntad, la cual lo conserva todo en acto, con todos sus efectos.

(1) Estaba diciendo entre mí: “Cómo quisiera recorrer todos los caminos del Querer eterno para poder encontrar todos los actos de esta Voluntad Suprema, salidos de Ella para bien de toda la familia humana, para poder poner en cada acto de su Voluntad un acto de la mía, para corresponderle con mi amor, con mi gratitud, con mi gracias por mí y a nombre de todos mis hermanos, pero, ¿cómo puedo encontrar todos estos actos de la Voluntad Divina, yo que soy tan pequeña, tan insignificante?” Mientras así pensaba, deseando abrazar y poner un beso mío, un mi te amo al menos a cada acto de la Suprema

Voluntad, he sentido moverse en mi interior a mi dulce Jesús, y una luz en mi mente me decía:
(2) “Hija mía, ¿quieres tú recorrer todos los actos de mi Voluntad salidos de Ella para bien de todas las criaturas? Ven conmigo en mi Humanidad, lo suspiro, lo quiero, que tú lo hagas. Tú debes saber que mi Humanidad recorrió todos los caminos del eterno Querer, y en todos los actos que encontraba hechos para bien de todos mis hermanos, hacía el mío para corresponder a la Divina Voluntad por tantos actos suyos hechos para bien de todas las generaciones humanas. Era el acto más legítimo que me convenía hacer, primero para honor de mi Padre Celestial; y conforme esto hacía dejaba el depósito de estos actos míos en la misma Voluntad Divina, a fin de que estuvieran siempre en acto de dar a mi Padre Divino este legítimo honor que las criaturas no le dan, y violentar a la Voluntad eterna a hacer la paz con la voluntad humana.
(3) La voluntad, también en la criatura, es el depósito de todos sus pensamientos, del bien y del mal que hace, ella es depositaria de todo, nada se le escapa que no deposite en ella. Ahora, mi Humanidad tenía dos voluntades, la humana y la Divina, y todo lo que Yo hacía lo depositaba en la Divina, para poder encontrar no sólo los actos hechos por la Suprema Voluntad y corresponderla, sino para poder hacer otros nuevos actos de Voluntad Divina, para poder formar en Ella de todo lo obrado por mi Humanidad, una nueva creación, dejándola en depósito en Ella, a fin de que me los mantuviera íntegros, siempre nuevos y bellos, sin crecer ni decrecer, porque no sujetos, por cuanto tomen de ellos, a sufrir la más mínima disminución. Y así como en la creación del cielo, del sol, de las estrellas, y de tantas otras cosas creadas por la Divinidad para bien de toda la familia humana, fue dejado el depósito en nuestra Suprema Voluntad, a fin de que las conservara siempre en ese estado creado por Nosotros, como de hecho las conserva; así confié todo el obrar de mi Humanidad en Ella, a fin de que todo lo que hice estuviera siempre en acto de darse a las criaturas. Mi obrar es más que nuevo cielo, sol y estrellas, y así como el sol que está sobre vuestro horizonte no rehúsa dar luz a todos y darse a cada uno, y si el ojo humano no toma toda la inmensidad de su luz es porque la circunferencia del ojo es pequeña, es más, según la vista es más aguda, más buena, más luz toma, pero el sol está en acto de quererse dar todo; así la nueva creación de mis actos, hechos todos en esta Voluntad y depositados en Ella para redimir, para restaurar a la criatura, están en acto de darse a todos, y más que sol, estrellas y cielo, se extiendan sobre la cabeza de todos, a fin de que todos puedan tomar el gran bien que contienen. Pero entre el sol que resplandece en el cielo azul, y el que contiene el cielo de mi Humanidad, hay gran diferencia, en aquél, por cuanto el ojo se fatiga en mirar para llenarse de luz, su circunferencia no se ensancha, queda siempre la que es; en cambio el ojo del alma, mientras más se esfuerza para mirar, para cooperar, para conocer, para amar todo lo que ha hecho mi Humanidad, se ensancha más, recibe más luz, comprende más y toma más bienes, así que está en su poder ser más rica o pobre, más llena de luz, de calor, o más fría y en tinieblas.
(4) Entonces, si quieres recorrer los caminos del eterno Querer, entra por la puerta de mi Humanidad, dentro encontrarás mi Divinidad y la Divina Voluntad te hará presente, como en acto, todo lo que ha hecho, hace y hará, tanto en la Creación como en la Redención y Santificación, y tendrás el contento de poder besar esos actos y poner en cada uno tu pequeño acto de amor, de adoración, de reconocimiento, los encontrarás todos en acto de darse a ti, y tú los amarás, tomarás los dones de tu Padre Celestial; don más grande no podía darte, esto es: Los dones, los frutos, los efectos de su Querer, pero los tomarás a medida que cooperes y hagas vivir tu voluntad perdida en la mía”.
(5) Luego, por poco tiempo me he sentido toda en Jesús, y me parecía encontrar en Él todo el obrar de la Divina Voluntad para bien de las criaturas como en acto, yo buscaba seguir uno por uno los actos de la Voluntad Suprema, pero mientras esto hacía me ha desaparecido todo; pero el delirio de querer de nuevo a mi dulce Jesús me hacía morir; después de mucho lo sentí detrás de mi espalda, que extendiendo sus brazos me tomaba mis manos entre las suyas; yo con violencia lo jalé hacia delante, y con toda la amargura

de mi alma le he dicho: “Jesús, no me . sin darme tiempo para decirle otra cosa me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿cómo? ¿A Mí me dices que no te quiero ya más? Estas palabras se pueden decir a las criaturas, pero no a tu Jesús, a Aquél que nunca puede disminuir en el amor”.
(7) Y mientras esto decía, me miraba fijamente dentro, como si quisiera encontrar en mí una cosa que mucho le interesaba, y miraba y volvía a mirar, finalmente me he sentido salir de dentro de mi interior otro Jesús, todo semejante al de afuera. Yo he quedado maravillada al ver que mi Jesús me está dentro de mí y fuera de mí, y Él, todo bondad me ha dicho:
(8) “Dime hija mía, ¿quién ha formado esta Vida mía en ti? ¿No es el amor? ¿No son mis cadenas amorosas que no sólo me han formado en ti, sino me tienen atado y estrechado a ti? Y para hacer que esta Vida mía en ti pueda siempre crecer, he puesto en ti mi Eterno Querer, que haciendo uno solo con el tuyo, nos alimentamos juntos con el mismo alimento celestial, de modo de hacer una mi Vida con la tuya; ¿y con todo esto me dices: Ya no me quieres?”
(9) Yo he quedado confundida y no he sabido qué decir…

+ + + +

17-35
Marzo 15, 1925

La Divina Voluntad tiene el poder de formar la Vida de Jesús en la criatura.

(1) Me estaba fundiendo toda en el Santo Querer Divino, pero mientras esto hacía sentía toda la amargura de la privación de mi dulce Jesús, y aunque casi habituada a sufrir su ausencia, sin embargo cada vez que estoy privada de Él, es siempre nueva la pena. Me parece que cada vez que quedo privada de la Vida de mi vida, Jesús pone un grado más de dolor, y yo siento más a lo vivo la pena de su lejanía. ¡Oh, cuán cierto es que en Jesús son siempre nuevas las penas y nuevas las alegrías! Ahora, mientras me abandonaba en su Voluntad, mi amable Jesús ha sacado una mano de dentro de mi interior, toda llena de luz, pero en la suya tenía también la mía, pero tan fundida en la suya, que con trabajo se descubría que en lugar de una eran dos manos fundidas juntas; y Jesús teniendo compasión de mi extrema amargura me ha dicho:
(2) “Hija mía, la luz de mi Voluntad nos transforma juntos y forma una sola vida; la luz se hace camino y el calor que contiene la luz vacía, consume todo lo que puede impedir la transformación con mi Vida y hacer de ellas una sola. ¿Por qué tanto te afliges? ¿No sientes en ti esta mi Vida, y no fantástica sino real? ¿Cuántas veces no sientes en ti mi Vida obrante, otras veces sufriente, y otras veces te lleno tanto que tú te ves obligada a perder el movimiento, el respiro, las facultades mentales, y tu naturaleza misma pierde su vida para dar lugar a la mía? Y para hacer que puedas revivir estoy obligado a empequeñecerme en ti misma para hacerte readquirir el movimiento natural y el uso de los sentidos, pero siempre dentro de ti permanezco, ¿y no adviertes que cada vez que me ves, es de dentro de tu interior que me ves salir? Entonces, ¿por qué temes que Yo te deje si tú sientes a esta mi Vida en ti?”
(3) Y Yo: “¡Ah! mi Jesús, es verdad que siento otra Vida en mí, que obra, que sufre, que se mueve, que respira, que se extiende en mí, pero tanto, que yo misma no sé decir que me sucede, muchas veces creo que estoy por morir, pero como aquella vida que siento en mí se empequeñece, retirándose de los brazos, de la cabeza, yo comienzo de nuevo a revivir, pero muchas veces no te veo, te siento, pero no veo tu amable presencia, y yo temo y tengo casi pavor de aquella vida que siento en mí, pensando: ‘¿Quién podrá ser aquél que tiene tanto dominio en mí, que yo me siento un harapo bajo su poder? ¿No podrá ser

algún enemigo mío?’ Y si me quiero oponer a lo que Él quiere hacer en mí, se hace tan fuerte e imponente que no me cede ni un acto de mi voluntad, y yo de inmediato le cedo la victoria sobre de mí”.
(4) Y Jesús: “Hija mía, sólo mi Voluntad tiene este poder de formarse una Vida en la criatura. Se entiende que el alma me haya dado, quién sabe cuántas veces, pruebas seguras de que quiere vivir de mi Voluntad, no de la suya, porque cada acto de voluntad humana impide que se cumpla esta Vida mía, y este es el más grande prodigio que sabe hacer mi Voluntad: ‘Mi Vida en la criatura’. Su luz me prepara el lugar, su Calor purifica y consume todo lo que podría ser inconveniente a mi Vida, y me suministra los elementos necesarios para poder desarrollar mi Vida, por eso déjame hacer a fin de que pueda cumplir todo lo que ha establecido mi Voluntad sobre de ti”.

+ + + +

17-36
Abril 9, 1925

Con el hilo de su Voluntad Jesús ata al alma. La Divina Voluntad obrante en la criatura y sus actos hechos en Ella, forman una nube de luz, que sirve a Jesús y al alma.

(1) Después de muchos días de amargura y de privación, mi dulce Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y tomándome entre sus brazos me puso sobre sus rodillas. ¡Oh! cómo me sentía feliz, después de tantas privaciones y amarguras, en el regazo de Jesús, pero me sentía tan tímida, sin voluntad de querer nada ni de decir nada, ni con la confianza mía acostumbrada que tenía con Jesús cuando antes estaba conmigo. Mientras tanto, Jesús me estrechaba fuerte a Él, tanto de hacerme sufrir, me ponía la mano en la boca casi quitándome el respiro, me besaba, y yo, nada, no le daba ninguna correspondencia, no tenía ganas de hacer nada. Su privación me había paralizado y me había dejado sin vida, sólo que lo dejaba hacer, no me oponía a nada, aunque me hubiera hecho morir no me habría rehusado. Entonces Jesús, queriendo que yo dijera algo me ha dicho:
(2) “Pequeña hija mía, dime al menos, ¿quieres que tu Jesús te ate toda, toda?”
(3) Y yo: “Haz como Tú quieras”.
(4) Y Él tomando un hilo, hacía pasar aquel hilo en torno a mi cabeza, ante los ojos, las orejas, la boca, por el cuello, en suma, toda mi persona, hasta los pies, y después viéndome con una mirada penetrante agregó:
(5) “Cómo es bella mi pequeña hija atada toda por Mí. Ahora sí que te amaré más, porque el hilo de mi Voluntad no te ha dejado nada que tú puedas hacer, sin constituirse Ella vida de toda tú, y esto te ha agraciado tanto que te ha hecho toda agradable y bella a mis ojos. Así que mi Voluntad tiene esta virtud y potencia de volver al alma de una belleza tan rara, tan preciosa que ningún otro podrá igualar su belleza, es tan fascinante que atrae mis ojos y los ojos de todos a mirarla y a amarla”.
(6) Dicho esto me encontré en mí misma, confortada y reforzada, sí, pero sumamente amargada pensando en cuándo regresaría, y que ni siquiera le había dicho una palabra de mi duro estado. Luego, me puse a fundirme en su Santísimo Querer, y mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y formaba en torno a mí una nube de luz, y Jesús apoyaba sus brazos sobre esa nube y miraba a todo el mundo; todas las criaturas se han hecho presentes ante su mirada purísima, y, ¡oh! cuántas ofensas de todas clases de personas herían a mi dulce Jesús, cuántas intrigas, cuántos engaños y fingimientos, cuántas maquinaciones de revoluciones, estando listas para iniciarse con incidentes imprevistos. Y esto atraía los castigos, tales que ciudades enteras quedaban destruidas. Mi Jesús apoyado en aquella nube de luz, movía la cabeza y quedaba amargado hasta lo más íntimo del corazón, y volteándose hacia mí me ha dicho:

(7) “Hija mía, mira el estado del mundo, es tan grave que sólo a través de esta nube de luz puedo mirarlo, y si lo quisiera mirar fuera de esta nube lo destruiría en gran parte, ¿pero sabes tú qué cosa es esta nube de Luz? Es mi Voluntad obrante en ti, y tus actos hechos en Ella; por cuantos más actos haces en Ella, tanto más grande se hace esta nube de luz que me sirve de apoyo, y para hacerme mirar con aquel amor con el cual mi Voluntad creó al hombre, Ella pone un encanto a mis amorosas pupilas y haciéndome presente todo lo que hice por su amor, me hace nacer en el corazón una Voluntad de compasión y me hace terminar con compadecer a quien tanto amo. Y a ti esta nube de luz te sirve en modo maravilloso, te sirve de luz a todo tu ser, se pone en torno a ti y te hace extraña la tierra, no permite que entre en ti ningún gusto de personas o de otras cosas, aun inocentes, y poniéndote también a ti un dulce encanto a tus pupilas, te hace ver las cosas según la verdad y como las ve tu Jesús. Si te ve débil, esta nube se te estrecha en torno y te da su fuerza; si te ve inactiva, entra en ti y se hace obrante, es más, celosa sumamente de su luz, también es la centinela para que no hagas nada sin Ella y que Ella nada haga sin ti. Entonces hija mía, ¿por qué tanto te afliges? Deja que mi Voluntad haga en ti y que no le conceda ningún acto de vida a tu voluntad, si quieres que se cumplan en ti mis grandes designios”.

+ + + +

17-37
Abril 15, 1925

La misión de la Divina Voluntad es eterna, y es propiamente la misión de nuestro Padre Celestial.

(1) Escribo sólo por obedecer y con gran repugnancia. Habiendo leído un santo sacerdote mis escritos, me había mandado a decir que en ciertos capítulos el bendito Jesús me exaltaba demasiado, hasta llegar a decirme que me ponía cercana a su Mamá Celestial para que fuese mi modelo. Al oír esto me he sentido confundida y turbada, recordaba haberlo escrito sólo por obedecer y con suma repugnancia, ya que estaba ligada a la misión de hacer conocer la Divina Voluntad, y me lamentaba con mi Jesús por haberme dicho esto, mientras que yo soy tan mala, y que sólo Él sabe todas mis miserias. Esto me confundía y me humillaba tanto, que no podía estar en paz; sentía tal distancia entre yo y la Madre Celestial, como si hubiera un abismo de distancia entre yo y Ella. Entonces, mientras me encontraba tan turbada, mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome fuerte entre sus brazos, para infundirme la paz me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué te turbas tanto? ¿No sabes tú que la paz es la sonrisa del alma, es el cielo azul y sereno donde el Sol Divino hace refulgir más vívida su luz, tanto, que ninguna nube puede aparecer en el horizonte y ocultar la luz? La paz es el rocío benéfico que vivifica todo y adorna al alma de una belleza raptora, y atrae el beso continuo de mi Querer sobre ella. Y además, ¿qué cosa hay que se oponga a la verdad? ¿Dónde está ese exaltarte demasiado? Sólo porque te dije que te ponía junto a mi Divina Madre, porque habiendo sido Ella la depositaria de todos los bienes de la Redención y como Madre mía, como Virgen, como Reina, la ponía a la cabeza de todos los redimidos, dándole una misión distinta, única y especial, que a ningún otro le será dada, los mismos apóstoles y toda la Iglesia de Ella dependen y de Ella reciben, no hay bien que Ella no posea, todos los bienes salen de Ella, era justo que como mi Madre, debía confiar a su corazón materno todo y a todos, abrazar todo, y poder dar todo a todos, esta misión era sólo de mi Madre. Ahora te repito, que así como a mi Mamá Yo la ponía a la cabeza de todos y ponía en Ella todos los bienes de la Redención, así escogía a otra virgen, a la cual la ponía junto a mi Madre, dándole la misión de hacer conocer mi Divina Voluntad. Y si grande es la Redención, más grande aún es mi Voluntad; y así como en la Redención hubo un principio en el tiempo, no en la eternidad, así mi Voluntad Divina, si bien eterna, debía tener su principio en el tiempo

para hacerse conocer, por tanto, siendo mi Voluntad que existe en el Cielo y en la tierra, y siendo la sola, la única que posee todos los bienes, debía escoger una criatura en la cual debía confiar el depósito de sus conocimientos, como a una segunda madre hacerle conocer los méritos, el valor, las prerrogativas, a fin de que la amase y celosa conservara el depósito; y así como mi Madre Celestial, verdadera depositaria de los bienes de la Redención, es magnánima en darlos a quien los quiera, así esta segunda madre será magnánima en hacer conocer a todos el depósito de mis enseñanzas, su santidad, y el bien que quiere dar mi Divina Voluntad, cómo Ella vive desconocida en medio de las criaturas y cómo desde el principio de la creación del hombre Ella suspira, ruega y suplica que el hombre regrese a su principio, esto es en mi Voluntad, y que le sean restituidos los derechos de su soberanía sobre las criaturas. Mi Redención fue una y me serví de mi amada Madre para cumplirla; mi Voluntad es también una y me debía servir de otra criatura, que poniéndola como a la cabeza y haciendo en ella el depósito, me debía servir para hacer conocer mis enseñanzas y cumplir los designios de mi Divina Voluntad. Por tanto, ¿dónde está ese exaltarte demasiado? ¿Quién puede negar que sean dos misiones únicas y similares, la Redención y el cumplimiento de mi Voluntad, que dándose la mano las dos, mi Voluntad hará completar los frutos de la Redención y restituirnos los derechos de la Creación, poniendo en ella el sello a la finalidad por la cual todas las cosas fueron creadas? Por eso nos interesa tanto este conocimiento de la misión de nuestra Voluntad, porque ninguna otra hará tanto bien a las criaturas como ésta, será como cumplimiento y corona de todas nuestras obras.
(3) Además de esto, se dice de David que fue imagen mía, tanto, que todos sus salmos revelan mi Persona; de San Francisco de Asís, que fue una copia fiel mía. En el santo evangelio se dice, ni más ni menos, sean perfectos como perfecto es vuestro Padre que está en los Cielos; se añade también que ninguno entrará en el reino de los Cielos si no es similar a la imagen del Hijo de Dios, y tantas otras cosas. De todos estos no se dice que han sido exaltados demasiado, y que no son cosas conforme a la verdad dicha por mi misma boca; ahora, sólo porque he dicho que a ti te quería comparar a la Virgen, hacerte su copia fiel, ¿te he exaltado demasiado? Así que, comparada a Mí no era exaltarte, ni tenían dudas ni dificultades, comparándote a la Virgen es demasiada exaltación. Esto significa que no han comprendido bien la misión del conocimiento de mi Voluntad; más bien te repito que no sólo te pongo como pequeña hija junto a Ella en su regazo materno a fin de que te guíe, te enseñe cómo debes imitarla para llegar a ser su copia fiel con hacer siempre la Divina Voluntad, y así de su regazo pasar al regazo de la Divinidad, porque la misión de mi Voluntad es eterna, y es propiamente la misión de Nuestro Padre Celestial, que no quiere otra cosa, sino que ordena, exige que su Voluntad se conozca y se ame a fin de que se haga como en el Cielo así en la tierra. Así tú, haciendo tuya esta misión eterna e imitando al Padre Celestial, no debes querer otra cosa sobre ti y sobre de todos, sino que mi Voluntad sea conocida, amada y cumplida. Y además, cuando la criatura se exalta a sí misma, hay mucho qué pensar, pero cuando ella está en su lugar y Yo la exalto, a Mí todo me es lícito, de hacer llegar a donde quiero y como quiero, por eso fíate de Mí y no te preocupes”.

+ + + +

17-38
Abril 23, 1925

Dios al crear al hombre, con su aliento le infundía la vida, y en esta vida le infundía una inteligencia, memoria y voluntad para ponerlo en relación con su Divina Voluntad, y Ésta debía dominar todo el
interior de la criatura y dar vida a todo.

(1) Me estaba fundiendo según mi costumbre en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús haciéndose sentir en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ven en la inmensidad de mi Querer, todo el Cielo y todas las cosas creadas por Mí, viven y reciben vida continua de mi Querer, en el cual encuentran su completa gloria, su plena felicidad y su perfecta belleza, y esperan con ansia el beso del alma viadora que vive en el mismo Querer en el cual ellas viven, para corresponderle su beso y poner en común con ella la gloria, la felicidad, la belleza que ellas poseen, a fin de que otra criatura se agregue a su número, que me dé la gloria completa, por cuanto a criatura es posible, y me haga mirar la tierra con aquel amor con el cual la creé, porque existe en la tierra un alma que obra y vive en mi Voluntad. Sabiendo el Cielo que ninguna otra cosa me glorifica tanto como un alma que vive en mi Voluntad, por eso también suspiran que mi Querer viva en las almas en la tierra; así que cada acto que hace la criatura en mi Voluntad, es un beso que da y recibe de Aquél que la creó y de todos los bienaventurados.
¿Pero sabes tú qué cosa es este beso? Es la transformación del alma con su Creador, es la posesión de Dios en el alma y del alma en Dios, es el crecimiento de la Vida Divina en el alma, es la armonía de todo el Cielo y es el derecho de la supremacía sobre todas las cosas creadas. El alma purificada por mi Voluntad, gracias al aliento omnipotente que le viene infundido por Dios, no más da náusea por la voluntad humana, y por lo tanto Dios continúa infundiéndole su aliento omnipotente, a fin de que crezca con esa Voluntad con la cual la creó; mientras que el alma que no haya sido aún purificada siente el atractivo de su voluntad, y por lo tanto obra contra la Voluntad de Dios haciendo la suya; Dios no puede acercarse a ella para infundirle su aliento de nuevo, hasta en tanto que no se da toda al ejercicio y cumplimiento de la Divina Voluntad. Por eso tú debes saber que Dios al crear al hombre con su aliento le infundía la vida, y en esta vida le infundía una inteligencia, memoria y voluntad, para ponerla en relación con la suya, y esta Voluntad Divina debía ser como rey que debía dominar todo el interior de la criatura y dar vida a todo, en modo de formar la inteligencia y la memoria querida por la Voluntad Suprema en ella; formada ésta, era como connatural que el ojo de la criatura debía mirar las cosas creadas y conocer en ellas el orden y la Voluntad de Dios sobre todo el universo, el oído debía oír los prodigios de esta eterna Voluntad, la boca debía sentirse infundir continuamente el aliento de su Creador para comunicarle la Vida y los bienes que contiene su Querer, su palabra debía hacer eco a aquel Fiat eterno para narrar lo que significa Voluntad de Dios, las manos debían ser el desahogo de las obras de esta Voluntad Suprema, los pies no debían hacer otra cosa que seguir paso a paso los pasos de su Creador. Así que establecida la Voluntad Divina en la voluntad de la criatura, ella tiene el ojo, el oído, la boca, las manos, los pies de mi Voluntad, no se separa jamás del principio de donde salió, por lo tanto está siempre en mis brazos, y le resulta fácil a ella sentir mi aliento, y a Mí el infundírselo. Ahora, es precisamente esto lo que quiero de la criatura, que haga reinar mi Voluntad en la suya, y que la suya le sirva de habitación para hacerla depositar en ella los bienes celestiales que contiene. Esto quiero de ti, a fin de que todos tus actos, sellados por mi Voluntad, formen un acto solo, que uniéndose a ese acto único de mi Voluntad, que no tiene multiplicidad de actos como es en el hombre, queden tus actos en ese principio eterno para copiar a tu Creador y darle la gloria y el contento de que su Querer sea cumplido en ti como se cumple en el Cielo”.

+ + + +

17-39
Abril 26, 1925

El bien que harán los escritos acerca de la Divina Voluntad.
Jesús y su Voluntad son inseparables, y Ésta vuelve inseparable de Jesús a quien se deja dominar por Ella.

(1) Estaba pensando entre mí en ciertas cosas sobre la Voluntad de Dios, que el buen Jesús me había dicho y que las han publicado, y en consecuencia corren entre manos de quien las quiere leer. Sentía tal vergüenza en mí que me daba una pena indescriptible y decía:
(2) “Amado bien mío, ¿cómo has permitido esto? Nuestros secretos, que por obedecer he escrito y sólo por amor tuyo, están ya a la vista de los demás, y si continúan publicando otras cosas yo me moriré de vergüenza y de pena. Y después de todo esto, como premio a mi duro sacrificio me has tan dolorosamente dejado. ¡Ah! si Tú hubieras estado conmigo habrías tenido piedad de mi pena y me habrías dado la fuerza”.
(3) Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y poniéndome una mano en la frente y otra en la boca, como si quisiera detener tantos pensamientos desconsoladores que me venían, me ha dicho:
(4) “Calla, calla, no quieras ir más allá, no son cosas tuyas sino mías, es mi Voluntad que quiere hacer su camino para hacerse conocer. Mi Voluntad es más que sol, y para esconder la luz del sol se necesita mucho, más bien es del todo imposible, y si la detienen por un lado, ella supera el obstáculo que le han puesto enfrente, y conduciéndose por otros lados, con majestad hace su camino, dejando confundidos a quienes querían impedir su curso, porque la han visto escapárseles por todas partes sin poderla detener. Se puede esconder una lámpara, pero el sol jamás; tal es mi Voluntad, más que sol, y quererla tú esconder te resultará imposible. Por eso calla hija mía, y haz que el Sol eterno de mi Voluntad haga su curso, sea por medio de los escritos, de la publicación, de tus palabras y de tus modos; haz que Ella huya como luz y recorra todo el mundo, Yo lo suspiro, lo quiero. Y además, ¿qué cosa han hecho salir de las verdades de mi Voluntad? Se puede decir que apenas los átomos de su luz, y si bien átomos todavía, si supieras el bien que hacen,
¿qué será cuando reunidas todas las verdades que te he dicho de mi Voluntad, la fecundidad de su luz, los bienes que contiene, unidos todos juntos formarán no los átomos, o el sol que despunta, sino su pleno mediodía? ¿Qué bien no producirá este Sol eterno en medio de las criaturas? Y Yo y tú estaremos más contentos al ver mi Voluntad conocida, amada y cumplida, por eso déjame hacer. Y además, no, no es verdad que te haya dejado, ¿cómo, no me sientes en ti? ¿No oyes el eco de mi oración en tu interior, que abrazo todo y a todos, sin que nadie me escape, porque todas las cosas y todas las generaciones son como un punto solo para Mí, y por todos Yo rezo, amo, adoro y reparo, y tú haciendo eco a mi oración te sientes como si tomaras en un puño a todos y a todo, y repites lo que hago? ¿Acaso eres tú quien lo hace, o bien tu capacidad? ¡Ah no, no! Soy Yo que estoy en ti, es mi Voluntad que te hace tomar como en un puño a todo y a todos y continúa su curso en tu alma. Y además, ¿quieres tú alguna cosa fuera de mi Voluntad?
¿Qué temes? ¿Que pudiera dejarte? ¿No sabes tú que la señal más cierta de que Yo habito en ti, es que mi Voluntad tenga su lugar de honor, que te domine y que haga de ti lo que quiere? Yo y mi Voluntad somos inseparables, y vuelve inseparable de Mí a quien se deja dominar por Ella”.

+ + + +

17-40
Mayo 1, 1925

La misión de Luisa es única: El hacer conocer las cualidades, el valor y el bien que la Divina Voluntad contiene, y hacerla reinar sobre la tierra.

(1) Estaba pensando en las tantas cosas que mi amado Jesús me ha dicho sobre su Santísima Voluntad, y una duda me ha venido en el alma, que no es necesario decirla, diré sólo lo que mi sumo Bien me ha dicho:
(2) “Hija mía, en ciertas misiones u oficios van encerrados juntos tales dones, gracias, riquezas y prerrogativas, los cuales, si no fuera por la misión o por ocupación de oficio, no

sería necesario que se poseyeran, pero que debido a la necesidad de desempeñar el oficio le han sido dados. Mi Humanidad tuvo por misión de mi Divinidad la salvación de todas las almas y el oficio de Redentor, de redimirlas, por este oficio me fueron confiadas sus almas, sus penas, sus satisfacciones, así que Yo encerré todo, y si mi Humanidad no hubiera encerrado en Ella un alma, una pena, una satisfacción, el oficio de Redentor no habría estado completo, por lo tanto no habría encerrado en Mí todas las gracias, los bienes, la luz que era necesario dar a cada alma. Y si bien no todas las almas se salvan, esto dice nada, Yo debía encerrar los bienes de todas, para hacer que por todas tuviera, por parte mía, gracias necesarias y sobreabundantes para poder salvar a todas; esto me convenía por decoro y por justo honor a mi oficio de Redentor. Esto le sucede al sol que está sobre vuestro horizonte, que contiene tanta luz que puede dar luz a todos, y a pesar que no todos quisieran gozar de su luz, él, por el oficio único de sol que tiene, posee aquella misma luz que las criaturas pudiesen rechazar. Si esto sucede con el sol porque fue creado por Dios como único astro que debía calentar la tierra y abrazarla con su luz, – cuando una cosa o un oficio es único, para poder desempeñar su oficio es necesario que contenga tanto de aquel bien que pueda darlo a todos, sin que por darlo a los demás agote ni un átomo – mucho más esto me convenía a Mí, que debía ser el nuevo Sol de las almas, que debía con mi luz dar luz a todos y abrazar todo para poderlos llevar a la Majestad Suprema y poderle ofrecer un acto que contuviera todos los actos, y hacer descender sobre todos la luz para ponerlos a salvo.
(3) Además de Mí está mi Celestial Mamá, que tuvo la misión única de Madre del Hijo de Dios y el oficio de Corredentora del género humano. Como misión de Maternidad Divina fue enriquecida de tanta Gracia, que unido todo junto lo de todas las demás criaturas, celestes y terrestres, jamás podrán igualarla; pero esto no bastó para atraer al Verbo a su seno materno, abrazó a todas las criaturas, amó, reparó, adoró a la Majestad Suprema por todas, de manera de poder hacer Ella sola todo lo que las generaciones humanas debían hacer hacia Dios; entonces en su corazón virginal tenía una vena inagotable hacia Dios y hacia todas las criaturas. Cuando la Divinidad encontró en esta Virgen la compensación del amor de todos, se sintió raptar y en Ella hizo su Concepción, y al concebirme Ella tomó el oficio de Corredentora y tomó parte y abrazó junto Conmigo todas las penas, las satisfacciones, las reparaciones, el amor materno hacia todos; así que en el corazón de mi Mamá había una fibra de amor materno hacia cada criatura. Por eso, con verdad y con justicia la declaré, cuando Yo estaba sobre la cruz, Madre de todos. Ella corría junto Conmigo en el amor, en las penas, en todo, no me dejaba jamás solo; y si el Eterno no le hubiera dado tanta gracia de poder recibir de Ella sola el amor de todos, jamás se habría movido del Cielo para venir a la tierra a redimir al género humano. He aquí la necesidad, la conveniencia de que debido a la misión de Madre del Verbo tenía que abrazar todo y sobrepasar todo. Cuando un oficio es único, viene como de consecuencia que nada se le debe escapar, debe tener bajo su mirada todo, para poder dar ese bien que posee, debe ser como un verdadero sol que puede dar luz a todos. Esto fue de Mí y de mi Mamá Celestial.
(4) Ahora, tu misión de hacer conocer la Voluntad eterna se entrelaza con la mía y con la de mi querida Mamá, y debiendo servir para bien de todos, era necesario concentrar en una criatura este Sol Eterno de mi Querer, para que así, como misión única, pudiera este Sol, desde una criatura, expandir sus rayos para que todos puedan tomar el bien de su luz. Entonces por decoro y honor de mi Voluntad debía derramar en ti tales gracias, luz, amor y conocimiento de Ella, como precursor y preparativo que convenían a la habitación del Sol de mi Querer. Es más, tú debes saber que así como mi Humanidad, por el oficio de Redentor concibió en Ella a todas las almas, así tú, por el oficio de hacer conocer y reinar mi Voluntad, mientras vas haciendo tus actos por todos en mi Voluntad, todas las criaturas quedan concebidas en tu voluntad, y conforme vas repitiendo tus actos en la mía, así formas otros tantos sorbos de Vida de Voluntad Divina para poder alimentar a todas las criaturas que en virtud de mi Voluntad quedan como concebidas en la tuya. ¿No sientes cómo en mi Voluntad tú abrazas a todas, desde la primera hasta la última criatura que

deberá existir sobre la tierra, y por todas quisieras satisfacer, amar, complacer a esta Suprema Voluntad, atarla a todas, quitar todos los impedimentos que impiden su dominio en las criaturas, hacerla conocer por todas, y te ofreces tú, aun con penas a satisfacer por todas a esta Voluntad Suprema que tanto ama el hacerse conocer y reinar en las criaturas? A ti es dado, hija primogénita de mi Divino Querer, el hacer conocer los méritos, el valor, el bien que mi Voluntad contiene y su eterno dolor por vivir desconocida, oculta en medio de las generaciones humanas, más bien, despreciada y ofendida, y puesta a la par de las otras virtudes por los buenos, como si fuese una pequeña linterna, como son las virtudes, y no un Sol como es mi Voluntad. La misión de mi Voluntad es la más grande que puede existir, no hay bien que de Ella no descienda, no hay gloria que de Ella no me venga, Cielo y tierra, todo concentra, por eso sé atenta y no quieras perder el tiempo, todo lo que te he dicho para esta misión de mi Voluntad era necesario, no por ti sino por el honor, la gloria, el conocimiento y la Santidad de mi Voluntad, y así como mi Querer es uno, a quien debía confiarlo debía ser una, por medio de la cual debía hacer resplandecer sus rayos para hacer bien a todos”.

+ + + +

17-41
Mayo 4, 1925

La misión de la Divina Voluntad reflejará a la Santísima Trinidad en la tierra, y hará que el hombre regrese a su origen.

(1) Después de haber escrito lo que está arriba, me he puesto a hacer la adoración a mi crucificado Jesús, fundiéndome toda en su Santísima Voluntad, y mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior, y poniendo su santísimo rostro junto al mío, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿has escrito todo sobre la misión de mi Voluntad?”
(3) Y yo: “Sí, sí, he escrito todo”.
(4) Y Él de nuevo: “Y si te dijera que no has escrito todo, es más, la cosa más esencial la has dejado, por eso vuelve a escribir y agrega: La misión de mi Voluntad reflejará a la Santísima Trinidad en la tierra; y como en el Cielo están el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, inseparables entre Ellos, pero distintos entre Ellos, los cuales forman toda la bienaventuranza del Cielo, así en la tierra habrá tres personas que por su misión serán distintas e inseparables entre ellas: la Virgen con su Maternidad, que refleja la Paternidad del Padre Celestial y encierra su potencia para cumplir su misión de Madre del Verbo Eterno y Corredentora del género humano; mi Humanidad para la misión de Redentor encerró la Divinidad, y el Verbo sin separarse jamás del Padre y del Espíritu Santo para manifestar mi Sabiduría celestial, agregando el vínculo de hacerme inseparable con mi Mamá; tú, para la misión de mi Voluntad, el Espíritu Santo hará desahogo de su amor manifestándote los secretos, los prodigios de mi Querer, los bienes que contiene para hacer felices a aquellos que querrán conocer cuánto bien contiene esta Voluntad Suprema, para amarla y hacerla reinar entre ellos, ofreciendo sus almas para hacerla habitar en sus propios corazones para poder formar su Vida en ellos, agregando el vínculo de la inseparabilidad entre tú, la Madre y el Verbo Eterno. Estas tres misiones son distintas e inseparables, y las primeras dos han preparado las gracias, la luz, el trabajo, y penas inauditas para la tercera misión de mi Voluntad, para fundirse ambas en ella, sin dejar su oficio para encontrar reposo, porque sólo mi Voluntad es reposo celestial. Estas misiones no se repiten, porque es tal y tanta la exuberancia de la gracia, de la luz, del conocimiento, que todas las generaciones humanas podrán quedar llenas, más bien, no podrán contener todo el bien que contienen. Estas misiones están simbolizadas en el sol, que al crearlo lo llené de tanta luz y calor, de modo que todas las generaciones humanas tienen luz sobreabundante, y no tuve en cuenta que al principio de la Creación, estando sólo Adán y

Eva que debían gozárselo, hubiera podido poner en el sol una luz que bastase solamente para ellos dos, y conforme debían crecer las generaciones acrecentar nueva luz; no, no, lo hice lleno de luz como es todavía ahora y será. Mis obras, por decoro y honor de nuestra potencia, sabiduría y amor, son siempre hechas con la plenitud de todo el bien que contienen, no sujetas a crecer o decrecer; así hice con el sol, concentré en él toda la luz que debía servir hasta al último hombre. ¿Y cuántos bienes no hace el sol a la tierra?
¿Cuánta gloria en su muda luz no da a su Creador? Puedo decir que me glorifica y me hace conocer más el sol en su mudo lenguaje, por los inmensos bienes que hace a la tierra, que todas las demás cosas juntas, y esto porque es pleno en su luz y estable en su curso. Cuando miré el sol que con tanta luz sólo Adán y Eva gozaban, miré también a todos los vivientes, y viendo que esa luz debía servir a todos, mi paterna bondad exultó de alegría y quedé glorificado en mis obras. Así hice con mi Mamá, la llené de tanta gracia que puede dar gracias a todos sin agotar una sola; así hice con mi Humanidad, no hay bien que no posea, encierra todo, aún a la misma Divinidad, para darla a quien la quiera; así he hecho contigo, he encerrado en ti mi Voluntad, y con Ella me he encerrado a Mí mismo; he encerrado en ti sus conocimientos, sus secretos, su luz; he llenado tu alma hasta el borde, tanto, que lo que escribes no es otra cosa que el desahogo de lo que contienes de mi Voluntad, y a pesar de que ahora te sirve sólo a ti, y algún rayo de luz a alguna otra alma, Yo me contento, porque siendo luz, por sí misma, más que segundo sol se hará camino para iluminar las generaciones humanas y llevar el cumplimiento de nuestras obras, que nuestra Voluntad sea conocida y amada y reine como vida en las criaturas. Esta fue la finalidad de la Creación, éste su principio, éste será el medio y el fin. Por eso sé atenta, porque se trata de poner a salvo esa Voluntad Eterna que con tanto amor quiere habitar en las criaturas, pero quiere ser conocida, no quiere estar como extraña, sino quiere dar sus bienes y hacerse vida de cada uno, pero quiere sus derechos, su lugar de honor, quiere que la voluntad humana se ponga a un lado, única enemiga suya y del hombre. La misión de mi Voluntad fue la finalidad de la creación del hombre. Mi Divinidad no partió del Cielo, de su trono, pero mi Voluntad no sólo partió, sino que descendió en todas las cosas creadas y ahí formó su Vida. Pero mientras todas las cosas me reconocieron, y Yo con majestad y decoro en ellas habito, sólo el hombre me arrojó; pero Yo quiero conquistarlo y vencerlo, y por eso mi misión no ha terminado, por eso te he llamado a ti, confiándote mi misma misión, a fin de que pongas en el regazo de mi Voluntad al que me arrojó, y todo me regrese en mi Querer. Por eso no te asombres por cuantas cosas grandes y maravillosas pueda decirte para esta misión, por cuantas gracias pueda hacerte, porque no se trata de hacer un santo, de salvar a las generaciones, sino se trata de poner a salvo una Voluntad Divina, que todos regresen al principio, al origen del cual todos salieron, y que la finalidad de mi Voluntad tenga su cumplimiento”.

+ + + +

17-42
Mayo 10, 1925

Diversos modos de fundirse en el Divino Querer. En la Divina Voluntad está el vacío de los actos humanos que se deben hacer en Ella.

(1) Escribo sólo por obedecer y hago una mezcla de cosas pasadas y de cosas presentes. Muchas veces en mis escritos digo: “Me estaba fundiendo en el Santo Querer Divino”, pero no explico más. Ahora, obligada por la obediencia digo lo que me sucede en este fundirme. Mientras me fundo en Él, frente a mi mente se hace presente un vacío inmenso, todo de luz, en el cual no se encuentra hasta dónde llega la altura, ni dónde llega la profundidad, ni los confines a la derecha ni a la izquierda, ni enfrente ni atrás. En medio de esta inmensidad, en un punto altísimo me parece ver a la Divinidad, o bien las Tres Divinas Personas que me esperan, pero esto siempre mentalmente, y yo, no sé cómo, pero

una pequeña niña sale de mí, pero soy yo misma, tal vez es la pequeña alma mía, pero es conmovedor ver a esta pequeña niña ponerse en camino en este vacío inmenso, toda sola, que camina tímida, de puntitas, con los ojos siempre dirigidos adonde ve a las Tres Divinas Personas, porque teme que si baja la mirada a ese vacío inmenso no sabe a qué punto irá a terminar. Toda su fuerza está en la mirada fija en lo alto, que siendo correspondida con la mirada de la Alteza Suprema, toma fuerzas en el camino. Ahora, cuando llega frente a Ellas, se postra con la cara al vacío para adorar a la Majestad Divina, pero una mano de las Divinas Personas levanta a la pequeña niña y Ellas le dicen:
(2) “Nuestra hija, la pequeña hija de nuestra Voluntad, ven en nuestros brazos”.
(3) Y ella al oír esto se pone en fiesta y pone en fiesta a las Tres Divinas Personas, que esperan el desempeño de su oficio que le han confiado, y ella con una gracia propia de niña dice:
(4) “Vengo a adoraros, a bendeciros, a agradeceros por todos, vengo a atar a vuestro trono todas las voluntades humanas de todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre, a fin de que todos reconozcan vuestra Voluntad Suprema, la adoren, la amen y le den vida en sus almas. Majestad Suprema, en este vacío inmenso están todas las criaturas, y yo quiero tomarlas todas para ponerlas en vuestro Santo Querer, a fin de que todas regresen al principio del cual salieron, es decir, a vuestra Voluntad, por eso he venido en vuestros brazos paternos para traeros a todos vuestros hijos, mis hermanos, y atarlos todos con vuestra Voluntad, y yo a nombre de todos y por todos, quiero repararos y daros el homenaje y la gloria, como si todos hubieran hecho vuestra Santísima Voluntad. Pero ¡ah! os ruego que ya no haya más separación entre Voluntad Divina y humana, es una pequeña niña la que esto os pide, y a los pequeños yo sé que Vosotros no sabéis negar nada”.
(5) Pero quién puede decir todo, sería demasiado largo, además me faltan las palabras para expresar lo que digo frente a la Majestad Suprema, me parece que aquí en el bajo mundo no se usa el lenguaje de aquel vacío inmenso.
(6) Otras veces, mientras me fundo en el Querer Divino y aquel vacío inmenso se hace presente a mi mente, giro por todas las cosas creadas e imprimo en ellas un te amo para la Majestad Suprema, como si yo quisiera llenar toda la atmósfera de tantos ‘te amo’ para corresponder al Amor Supremo por tanto amor hacia las criaturas, es más, giro por cada pensamiento de criatura e imprimo en ellos mi ‘te amo’, por cada mirada y dejo en ellas mi ‘te amo’, por cada boca, y en cada palabra sello en ella mi ‘te amo’, por cada latido, obra y paso y los cubro con mi ‘te amo’ a mi Dios, desciendo hasta allá abajo, en el mar, en el fondo del océano, y en cada serpenteo de pez, en cada gota de agua, los quiero llenar de mi ‘te amo’. Después de que por todas partes, como si sembrara mi ‘te amo’, la pequeña niña va ante la Majestad Divina y como si quisiera darle una sorpresa dice:
(7) “Mi Creador y Padre mío, mi Jesús y mi eterno amor, mira, todas las cosas por parte de todas las criaturas os dicen que os aman, por todas partes está el ‘te amo’ para Vosotros, Cielo y tierra están llenos; ¿y Vosotros no concederéis a la pequeña niña que vuestra Voluntad descienda en medio de las criaturas, que se haga conocer, que haga paz con la voluntad humana, y tomando su justo dominio, su lugar de honor, ninguna criatura haga más su voluntad, sino siempre la Vuestra?”
(8) Otras veces, mientras me fundo en el Divino Querer, quiero dolerme de todas las ofensas hechas a mi Dios, y retomando mi giro en aquel vacío inmenso para encontrar todo el dolor que mi Jesús tuvo por todos los pecados, lo hago mío y giro por todos lados, en los lugares más recónditos y secretos, en los lugares públicos, sobre todos los actos humanos malos para dolerme por todas las ofensas y por cada pecado, siento que quisiera gritar a cada movimiento de la criatura: “Dolor, perdón”. Y para hacer que todos lo oigan lo imprimo en el rumor del trueno, a fin de que truene en todos los corazones: “Dolor por haber ofendido a mi Dios; perdón en el estallido del rayo; dolor en el silbido del viento; dolor, perdón en el tintineo de las campanas; dolor y perdón, en suma en todo”. Luego llevo a mi Dios el dolor de todos e imploro perdón por todos y digo: “Gran Dios, haced descender vuestra Voluntad a la tierra, a fin de que el pecado no tenga más lugar. Es la

voluntad humana la que produce tantas ofensas que parece que inunda toda la tierra de pecados; vuestra Voluntad será la que destruya todos los males, por eso os pido que contentéis a la pequeña hija de vuestra Voluntad, que no quiere otra cosa que vuestra Voluntad sea conocida y amada y reine en todos los corazones”.
(9) Recuerdo que un día estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y yo miraba el cielo que llovía a cántaros y sentía gusto al ver caer el agua a la tierra; y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, con amor y ternura indecibles me decía:
(10)“Hija mía, en esas gotas de agua que ves descender del cielo está mi Voluntad, Ella corre rápidamente junto con el agua, va para quitar la sed a las criaturas, para descender en las vísceras humanas, en sus venas, para refrescarlas y constituirse vida de las criaturas y llevarles mi beso, mi amor; va para regar la tierra, para fecundarla y prepararles el alimento; va para tantas otras necesidades de ellas. Mi Voluntad quiere tener Vida en todas las cosas creadas para dar vida celestial y natural a todas las criaturas. Pero Ella, mientras va como en fiesta, llena de amor hacia todas, no recibe la adecuada correspondencia y queda como en ayunas por parte de las criaturas. Hija mía, tu voluntad fundida en la mía corre también en esa agua que llueve del cielo, corre junto dondequiera que Ella va, no la dejes sola y dale la correspondencia de tu amor, y por todos”.
(11) Pero mientras esto decía, mis ojos quedaban encantados, no los podía apartar de dentro del agua que llovía, mi voluntad corría junto, veía en aquella agua las manos de mi Jesús, multiplicadas en tantas, para llevar con sus manos el agua a todos. ¿Quién puede decir lo que sentía en mí? Lo puede decir sólo Jesús, que es el autor. ¿Pero quién puede decir los tantos modos de fundirme en su Santísimo Querer? Por ahora basta, si Jesús quiere que siga me dará las palabras y la gracia de decir más, y yo seguiré escribiendo.
(12) Además de esto, decía a mi Jesús: “Dime amor mío, ¿qué cosa es este vacío que se presenta ante mi mente cuando me fundo en tu Santísima Voluntad? ¿Quién es esta niña que sale de mí y por qué siente una fuerza irresistible de ir ante tu trono para depositar sus pequeños actos en el regazo divino, como para hacerle fiesta?” Y mi dulce Jesús, todo bondad me ha dicho:
(13) “Hija mía, el vacío es mi Voluntad puesta a tu disposición, que debería llenarse de tantos actos por cuantos las criaturas hubieran hecho si hubiesen cumplido nuestra Voluntad. Este vacío inmenso que tú ves, que representa nuestra Voluntad, salió de nuestra Divinidad a bien de todos en la Creación para hacer feliz todo y a todos, por lo tanto era como consecuencia que todas las criaturas debían llenar este vacío con la correspondencia de sus actos y con la donación de su voluntad a su Creador, y no habiéndolo hecho se hace la ofensa más grave, por eso te llamamos a ti con misión especial, para que seamos resarcidos y correspondidos de lo que los demás nos debían, y esta es la causa por la cual primero te dispusimos con una larga cadena de gracias y después te preguntamos si querías hacer vida en nuestra Voluntad, y tú aceptaste con un ‘sí’, atando tu voluntad a nuestro trono sin quererla conocer más, porque voluntad humana y Divina no se reconcilian ni pueden vivir juntas; entonces, aquel ‘sí’, o sea tu voluntad, existe fuertemente atado a nuestro trono, he aquí por qué tu alma, como pequeña niña es atraída ante la Majestad Suprema, porque está tu querer delante a Nosotros, que como imán te atrae, y tú en vez de mirar tu voluntad te ocupas sólo de llevar a nuestro regazo todo lo que has podido hacer en nuestra Voluntad, y depositas en nuestro seno nuestra misma Voluntad como el homenaje más grande que a Nosotros nos conviene y la correspondencia más agradable a Nosotros. Entonces, el no tomar en cuenta a tu voluntad, y el solo Querer nuestro que vive en ti, nos pone en fiesta; tus pequeños actos hechos en nuestro Querer nos traen las alegrías de toda la Creación, así que parece que todo nos sonríe y nos hace fiesta; y al verte descender de nuestro trono sin ni siquiera mirar tu voluntad, llevándote la Nuestra, es para Nosotros la alegría más grande, por eso te digo siempre, sé atenta a nuestro Querer, porque en Él hay mucho qué hacer, y mientras más hagas, más fiesta nos darás y nuestro Querer se verterá a torrentes en ti y fuera de ti”.

+ + + +


17-43
Mayo 17, 1925

Continúa diciendo otros modos de fundirse en la Divina Voluntad, para dar la correspondencia a nombre de todos de amor y gloria por la obra de la Creación, de la Redención y de la Santificación.
..
(1) Habiendo hecho oír al confesor lo que está escrito antes, con fecha 10 de Mayo, no
ha quedado contento y me ha impuesto seguir escribiendo acerca del modo de fundirme en el Santo Querer Divino; y yo, sólo por obedecer y por temor de que mi Jesús pudiera mínimamente disgustarse, comienzo nuevamente: “Agrego que mientras se presenta a mi mente aquel vacío inmenso al fundirme en el Supremo Querer, la pequeña niña continúa su giro, y elevándose en alto quiere corresponder a su Dios por todo el amor que tuvo por todas las criaturas en la Creación, quiere honrarlo como Creador de todas las cosas, por eso gira por las estrellas y en cada centelleo de luz imprime mi ‘te amo y gloria a mi Creador’; en cada átomo de luz del sol que desciende a lo bajo, ‘te amo y gloria’; en toda la extensión de los cielos, entre la distancia de un paso al otro, mi ‘te amo y gloria’; en el trinar del pájaro, en el movimiento de sus alas, ‘amor y gloria a mi Creador’; en el hilo de hierba que despunta de la tierra, en la flor que se abre, en el perfume que se eleva, ‘amor y gloria’; en la altura de los montes y en la profundidad de los valles, ‘amor y gloria’. Giro por cada corazón de criatura, como si me quisiera encerrar dentro, y gritar dentro a cada corazón mi ‘te amo y gloria a mi Creador’; quisiera que uno fuese el grito, una la voluntad, una la armonía de todas las cosas: ‘Gloria y amor a mi Creador’; y después, como si hubiera reunido todo junto, de manera que todo diga correspondencia de amor y testimonio de gloria por todo lo que Dios ha hecho en la Creación, me transporto a su trono y le digo: ‘Majestad Suprema y Creador de todas las cosas, esta pequeña niña viene en vuestros brazos para deciros que toda la Creación, a nombre de todas las criaturas, os da no sólo la correspondencia del amor, sino la de la justa gloria por tantas cosas creadas por Vosotros por amor nuestro. En vuestra Voluntad, en este vacío inmenso, he girado por todas partes, a fin de que todas las cosas os glorifiquen, os amen y os bendigan, y ya que he puesto en relación el amor entre Creador y criatura, que la voluntad humana había roto, y la gloria que todos os debían, haced descender vuestra Voluntad a la tierra, a fin de que vincule, reafirme todas las relaciones entre Creador y criatura, y así todas las cosas retornarán al orden primero, establecido por Vosotros; por eso hacedlo pronto, no tardéis más, ¿no veis cómo está llena de males la tierra? Sólo vuestra Voluntad puede detener esta corriente, puede ponerla a salvo, pero vuestra Voluntad conocida y dominadora”.
(2) Entonces, después de esto siento que mi oficio no está completo, por eso desciendo a lo bajo de ese vacío para corresponder a mi Jesús por la obra de la Redención, y como si encontrase en acto todo lo que Él hizo, quiero darle mi correspondencia de todos los actos que deberían haber hecho todas las criaturas si lo hubieran esperado y recibido en la tierra, y después, como si me quisiera transformar toda en amor por Jesús, vuelvo a mi estribillo y digo: “Te amo en el acto de descender del Cielo e imprimo mi ‘te amo’ en el acto en que fuiste concebido, ‘te amo’ en la primera gota de sangre que se formó en tu Humanidad, ‘te amo’ en el primer latido de tu corazón, para sellar todos tus latidos con mi ‘te amo’; ‘te amo’ en tu primer respiro, ‘te amo’ en tus primeras penas, ‘te amo’ en tus primeras lágrimas que derramaste en el seno materno; quiero corresponder tus oraciones, tus reparaciones, tus ofrecimientos con mi ‘te amo’, cada instante de tu Vida lo quiero sellar con mi ‘te amo’; ‘te amo’ en tu nacimiento, ‘te amo’ en el frío que sufriste, ‘te amo’ en cada gota de leche que chupaste de tu Mamá; intento llenar con mis ‘te amo’ los pañales con los que tu Mamá te envolvió; extiendo mi ‘te amo’ sobre de aquella tierra en la cual tu querida Mamá te recostó en el pesebre, y tus ternísimos miembros sintieron la dureza del heno, pero más que heno la dureza de los corazones; mi ‘te amo’ en cada gemido tuyo, en todas tus lágrimas y penas de tu infancia; hago correr mi ‘te amo’ en todas las relaciones, comunicaciones y

amor que tuviste con tu Mamá; ‘te amo’ en todas las palabras que dijiste, en el alimento que tomaste, en los pasos que diste, en el agua que bebiste; ‘te amo’ en el trabajo que hiciste con tus manos; ‘te amo’ en todos los actos que hiciste en tu vida oculta; sello mi ‘te amo’ en cada acto interior tuyo y penas que sufriste; extiendo mi ‘te amo’ sobre aquellos caminos que recorriste, en el aire que respiraste, en todas las predicaciones que hiciste en tu Vida pública; mi ‘te amo’ corre en la potencia de los milagros que hiciste, en los Sacramentos que instituiste, en todo oh mi Jesús, aun en las fibras más íntimas de tu corazón imprimo mi ‘te amo’ por mí y por todos. Tu Querer me hace todo presente, y yo nada quiero dejarte en que no esté impreso mi ‘te amo’; tu pequeña hija de tu Querer siente el deber, de que si otra cosa no sabe hacer, al menos tengas un pequeño ‘te amo’ mío por todo lo que has hecho por mí y por todos. Por eso mi ‘te amo’ te sigue en todas las penas de tu Pasión, en todos los escupitajos, desprecios e insultos que te hicieron; mi ‘te amo’ sella cada gota de tu sangre que derramaste, cada golpe que recibiste, en cada llaga que se formó en tu cuerpo, en cada espina que traspasó tu cabeza, en los dolores acerbos de la crucifixión, en las palabras que pronunciaste sobre la cruz, hasta en tu último respiro intento imprimir mi ‘te amo’; quiero encerrar toda tu Vida, todos tus actos con mi ‘te amo’; por todas partes quiero que Tú toques, que veas, que oigas mi continuo ‘te amo’. Mi ‘te amo’ no te dejará jamás, tu mismo Querer es la vida de mi ‘te amo’.
(3) ¿Pero sabes qué quiere esta pequeña niña? Que ese Querer Divino que tanto amaste e hiciste en toda tu Vida sobre la tierra, se haga conocer a todas las criaturas, a fin de que todas lo amen y cumplan tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra; quiere vencerte en amor, a fin de que des tu Voluntad a todas las criaturas. ¡Ah! haz feliz a esta pobre pequeña que no quiere otra cosa que lo que quieres Tú, que tu Voluntad sea conocida y reine sobre la tierra.
(4) Ahora, creo que la obediencia quedará en algún modo contenta; es cierto que en muchas cosas he debido hacer saltos, de otra manera no acabaría jamás. El fundirme en el Supremo Querer es para mí como una fuente que brota, y cada pequeña cosa que oigo, que veo, una ofensa hecha a mi Jesús, me es ocasión de nuevos modos y nuevas fusiones en su Santísima Voluntad. Ahora continúo con decir que mi dulce Jesús me ha dicho:
(5) “Hija mía, a lo que has dicho sobre el fundirte en mi Querer se le necesita dar otro nombre, cual es el de fundirte en el orden de la gracia, en todo lo que ha hecho y hará el Santificador a los santificantes, el Cual es el Espíritu Santo. Mucho más, pues si la Creación se atribuye al Padre, mientras estamos siempre unidas las Tres Divinas Personas en el obrar, la Redención al Hijo, el Fiat Voluntas Tua se atribuirá al Espíritu Santo; y es propiamente en el Fiat Voluntas Tua que el Divino Espíritu hará desahogo de su obra. Tú lo haces cuando viniendo ante la Suprema Majestad dices: ‘Vengo a corresponder en amor a todo lo que hace el Santificador a los santificantes, vengo a entrar en el orden de la gracia para poderos dar la gloria y la correspondencia del amor como si todos se hubiesen hecho santos, y a repararos por todas las oposiciones, las incorrespondencias a la gracia’. Y por cuanto está en ti, buscas en nuestra Voluntad los actos de la gracia del Espíritu Santificador, para hacer tuyo su dolor, sus gemidos secretos, sus suspiros angustiosos en el fondo de los corazones al verse tan mal acogido; y como el primer acto que hace es llevar nuestra Voluntad como acto completo de su santificación, al verse rechazado gime con gemidos inenarrables, y tú en tu infantil sencillez le dices: ‘Espíritu Santificador, hazlo pronto, os suplico, os imploro, haced conocer a todos vuestra Voluntad, a fin de que conociéndola la amen y acojan vuestro primer acto de su santificación completa, el cual es la Santa Voluntad vuestra’. Hija mía, las Tres Divinas Personas somos inseparables y distintas, así queremos manifestar a las generaciones humanas nuestras obras hacia ellas, que mientras estamos unidos entre Nosotros, cada uno de Nosotros quiere manifestar distintamente su amor y su obra hacia las criaturas”.

+ + + +

17-44

Mayo 21, 1925

Voluntad Divina y humana son los más fieros enemigos. El vivir en el Divino Querer es no dejar jamás solo a su Creador, admirar todas
sus obras y darle a sus grandes actos, los pequeños actos de las criaturas.

(1) Estaba pensando entre mí, y casi me lamentaba con mi amable Jesús, de que algunas veces actúa de modo que viene y me hace sufrir en la presencia del confesor, y por cuanto yo haga por resistir y no caer en ese estado de pérdida de los sentidos y de penas, me resulta imposible. Y le digo a Jesús: “Amor mío, hubo tiempo esta noche, hay tiempo hoy de que vengas y me hagas sufrir, pero ahora que está el confesor déjame libre y después harás lo que quieras, estaré a tu disposición”. Pero qué, en vano es decirlo, una fuerza irresistible me sorprende y me pone en un estado como si estuviera muriendo; por eso me lamentaba de esto con Jesús y le rogaba que no lo permitiera, y Él, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, si esto lo permito es por la firmeza del confesor que no cesa de pedirme que te haga sufrir, siempre con la finalidad de mi gloria y de aplacarme. Si Yo no concurriera quedaría deshonrado en ti, y harías poner en duda las verdades que te he manifestado, tanto sobre mi Voluntad cuanto sobre las virtudes. Se diría: ¿Dónde está la obediencia de la víctima, en la que debe ser transmutada aun la misma naturaleza en la obediencia dada? Así que tú quisieras deshonrarme y hacer creer que no soy Yo quien te habla y quien obra en ti.
(3) Además de esto, tú debes saber que para confiarte a ti la misión de mi Voluntad, si no te quité la mancha original como hice con mi amada Mamá, te quité el incentivo de la concupiscencia y el germen de la corrupción, porque convenía al decoro y a la Santidad de mi Voluntad que no tomara puesto en una voluntad y naturaleza corrompida; habrían sido como nubes frente al Sol de mi Querer, y los conocimientos de Él, como rayos, no habrían penetrado y tomado posesión de tu alma. Ahora, estando mi Voluntad en ti, contigo está ligado todo el Cielo, la Virgen Santísima, todos los santos y ángeles, porque Ella es vida de cada uno de ellos; por eso, cuando tú titubeas, aun mínimamente, o reflexionas si debes o no aceptar, Cielo y tierra se sienten sacudir desde sus cimientos, porque esa Voluntad que es vida de todos, y que por su suma bondad suya quiere reinar en ti como en el Cielo, no tiene su pleno dominio ni su justo honor. Por eso te recomiendo que no llames más a vida a tu querer si quieres que tu Jesús quede honrado en ti, y mi Voluntad quede con su pleno dominio”.
(4) Yo he quedado espantada al oír el gran mal que hago sólo al reflexionar si debo o no ceder a lo que Jesús quiere de mí, aunque después termino siempre con ceder, ¿qué será si, jamás sea, no cediera? Y me sentía angustiada temiendo que pudiera suceder esto, y mi amable Jesús teniendo compasión de mi angustia, que me oprimía al temer que, nunca lo sea, no hiciera siempre su Santísima Voluntad, ha regresado y me ha dicho:
(5) “Hija mía, ánimo, no temas, por eso te lo he dicho y te lo he hecho ver, cómo todo el Cielo está ligado a esa mi Voluntad que reina en ti, a fin de que jamás cedas a tu voluntad, porque Voluntad Divina y humana son los más fieros enemigos entre ellas, y como la Voluntad Divina es la más fuerte, la más santa, la más inmensa, conviene que el enemigo, la voluntad humana, esté bajo sus pies y sirva de escabel a la Voluntad Divina. Porque quien debe vivir en mi Querer no debe considerarse como ciudadano terrestre, sino debe tenerse en cuenta como ciudadano del Cielo, y con justa razón todos los bienaventurados se sienten sacudidos, porque quien vive con su misma voluntad piensa hacer salir en campo la voluntad humana, causa ésta de desorden, lo que nunca ha entrado en las regiones celestes. Tú debes estar convencida que con vivir de mi Voluntad la vida de la tuya ha terminado, no tiene ya más razón de existir, por eso te he dicho tantas veces que el vivir en mi Voluntad es muy diverso; para quien hace mi Voluntad, estos son libres de dar su voluntad y retomarla, porque viven como ciudadanos terrestres, pero para quien vive en

Ella, está atado a un punto eterno, corre junto con la mía, está circundado de fuerza inexpugnable, por eso no temas y sé atenta”.
(6) Luego, como si Jesús me quisiera consolar y reafirmar en su Santísima Voluntad, ha tomado mi mano en la suya y me ha dicho:
(7) “Hija mía, ven a hacer tu giro en mi Voluntad, mira, mi Voluntad es una, pero corre como dividida en todas las cosas creadas, pero sin dividirse. Mira las estrellas, el cielo azul, el sol, la luna, las plantas, las flores, los frutos, los campos, la tierra, el mar, todo y todos, en cada cosa hay un acto de mi Voluntad, y no sólo hay un acto, sino que se ha quedado como conservadora de mi mismo acto en cada cosa creada. Mi Voluntad no quiere quedar sola en su acto, sino quiere la compañía de tu acto, quiere tu correspondencia, por eso te he puesto en mi Voluntad, a fin de que hagas compañía a mis actos, y junto con mi Voluntad tú querrás lo que quiero Yo, que las estrellas centelleen, que el sol llene de luz a la tierra, que las plantas florezcan, que los campos reverdezcan, que el pájaro cante, que el mar murmure, que el pez serpentee, en suma, querrás lo que quiero Yo; mi Voluntad no se sentirá más sola en las cosas creadas, sino sentirá la compañía de tus actos, por eso gira por cada cosa creada, y constitúyete acto por cada acto de mi Voluntad. Esto es el vivir en mi Querer, no dejar jamás solo a su Creador, admirar todas sus obras y darle a sus actos grandes los pequeños actos de criatura”.
(8) Yo, no sé cómo me he encontrado en aquel vacío inmenso de luz para encontrar todos los actos salidos de la Voluntad de Dios, para poner en ellos mi correspondencia de acto de adoración, de alabanza, de amor y de agradecimiento, y después me he encontrado en mí misma.

+ + + +

17-45
Mayo 30, 1925

El conocimiento abre las puertas del bien que se conoce para poseerlo. El libre albedrío en el Cielo y el vivir en la Divina Voluntad en la tierra.

(1) Me sentía oprimida por la pérdida de mi adorable Jesús, ¡oh, cómo suspiraba su regreso! Lo llamaba con el corazón, con la voz, con los pensamientos, que su privación me los volvía inquietos. ¡Oh! Dios, qué largas noches sin Jesús, mientras que junto con Él pasan como un suspiro. Entonces decía: “Amor mío, ven, no me dejes, soy demasiado pequeña, tengo necesidad de Ti, y Tú sabes que mi pequeñez no puede estar sin Ti, ¿y sin embargo me dejas? ¡Ah, vuelve, vuelve oh Jesús!” En ese momento me puso un brazo en el cuello y se hizo ver como niño, apoyaba fuerte fuerte su cabeza en mi pecho, y daba con su misma cabeza golpes en mi pecho y me lo sentía como romper, tanto que yo temblaba y tenía temor, y Jesús, con voz fuerte y suave me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, soy Yo, no te dejo, y además, ¿cómo puedo dejarte? El vivir en mi Voluntad vuelve al alma inseparable de Mí, mi Vida es para ella más que alma al cuerpo, y así como el cuerpo sin el alma se convierte en polvo, porque falta la vida que lo sostiene, así tú, sin mi Vida en ti quedarías vacía de todos los actos de mi Voluntad en ti, no oirías más en el fondo de tu alma mi repetida voz que te sugiere el modo de hacerte cumplir tu oficio en mi Voluntad; si está mi voz, está también mi Vida que la emite. Cuán fácil eres para pensar que puedo dejarte, no lo puedo, primero deberías tú dejar mi Voluntad, y luego podrías pensar que Yo te he dejado; pero el dejar tú mi Voluntad te será muy difícil, por no decirte casi imposible. Tú te encuentras casi semejante a las condiciones en las cuales se encuentran los bienaventurados en el Cielo, ellos no han perdido el libre albedrío, esto es un don que di al hombre, y lo que Yo una vez doy no lo quito jamás. En el Cielo no ha entrado jamás la esclavitud, soy Dios de los hijos, no de los esclavos; soy Rey que hago a todos reinar; no hay división entre Yo y ellos, pero en el Cielo es tal y tanto el conocimiento de mis bienes, de mi Voluntad y de mi felicidad, que

todos quedan llenos de ellos hasta el borde, hasta desbordarse fuera, tanto, que su voluntad no encuentra lugar para obrar, y mientras son libres, el conocimiento de una Voluntad infinita y de bienes infinitos en los cuales están inmersos, los lleva con una fuerza irresistible a usar de su voluntad como si no la tuvieran, considerando esto como suma fortuna y felicidad, pero espontáneamente libres y de toda su voluntad. Así tú hija mía, el hacerte conocer mi Voluntad ha sido la gracia más grande que te he hecho, y mientras eres libre de hacer o no hacer tu voluntad, frente a la mía la tuya se siente incapaz de obrar, se siente anulada, y conociendo el gran bien de mi Voluntad aborreces la tuya, y sin que nadie te fuerce, amas hacer la mía en vista del gran bien que te viene. Además, los tantos conocimientos que te he manifestado de mi Voluntad son vínculos divinos, cadenas eternas que te circundan, posesión de bienes celestiales; y huir de estas cadenas eternas, romper estos vínculos divinos, perder estas posesiones celestiales, aún en vida, tu voluntad, si bien libre, no encuentra el camino para salir, se revuelve, ve su pequeñez y temiendo de sí misma, rápidamente se arroja y se profundiza con más amor espontáneo en mi Voluntad. El conocimiento abre las puertas de aquel bien que se conoce, y por cuantos conocimientos de más te he manifestado sobre mi Voluntad, otras tantas diferentes puertas de bienes te he abierto, de luz, de gracia y de participaciones divinas. Estas puertas son abiertas para ti y cuando estos conocimientos lleguen en medio de las criaturas, se abrirán estas puertas para ellas, porque el conocimiento hace surgir el amor al bien conocido, y la primera puerta que abriré será mi Voluntad, para cerrar la pequeña puerta de su voluntad. Mi Voluntad hará aborrecer la suya, porque frente a mi Voluntad, la humana es incapaz de obrar, con la luz de la mía ve cómo es insignificante y buena para nada, por eso, como consecuencia las criaturas harán a un lado la propia voluntad. Además, tú debes saber que cuando te manifiesto un conocimiento de mi Voluntad, entonces me decido a abrirte otra puerta de mi conocimiento, cuando tú hayas hecho entrar en tu alma todo el bien de lo que te he manifestado; si esto no lo hiciera así, sería tuya sólo la noticia de ese bien, no su posesión, y Yo esto no lo sé hacer, cuando hablo Yo quiero que se posea el bien que manifiesto, por eso sé atenta en el ejercicio de mi Voluntad, a fin de que te abra otras puertas de mis conocimientos y tú entres más en las posesiones divinas”.

+ + + +

17-46
Junio 3, 1925

Todo fue hecho en la Creación, en Ella la Divinidad manifestó toda su Majestad, Potencia y Sabiduría, e hizo desahogo de su amor hacia las criaturas. Si el hombre no toma la Divina Voluntad, las obras de la Redención y Santificación no tendrán sus copiosos efectos.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino y pensaba entre mí: “En dónde Nuestro Señor Dios ha hecho más por la criatura, en la Creación, en la Redención o en la Santificación”. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me hacía ver toda la Creación, ¡cuánta sublimidad! ¡Qué magnificencia! ¡Cuántas armonías! ¡Qué orden! No hay punto ni del cielo ni de la tierra en el cual Dios no haya creado una cosa especial y distinta, y con tal maestría, que los más grandes científicos, ante la más pequeña cosa creada por Dios, sienten que toda su ciencia y maestría es una nada comparada con las cosas creadas por Dios, llenas de vida y de movimiento. ¡Oh!
¡Cómo es verdad que mirar el universo y no conocer a Dios, no amarlo y no creer en Él es una verdadera locura! Todas las cosas creadas son como tantos velos que lo esconden, y Dios viene a nosotros en cada cosa creada como velado, porque el hombre, en carne mortal, es incapaz de verlo develado. Es tanto el amor de Dios hacia nosotros, que para no deslumbrarnos con su luz, para no atemorizarnos con su potencia, para no hacernos avergonzar ante su belleza, para no hacernos aniquilar ante su inmensidad, se vela en las

cosas creadas para venir en cada una de ellas hacia nosotros y estarse con nosotros, más bien hacernos nadar en su misma Vida. ¡Dios mío, cuánto nos has amado y cuánto nos amas! Después que me ha hecho ver todo el universo, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo fue hecho en la Creación, en ella, la Divinidad manifestó toda su majestad, potencia y sabiduría, e hizo desahogo de su amor completo hacia las criaturas, no hay punto ni del cielo ni de la tierra, ni en cada cosa creada en la cual no se vea la terminación de nuestras obras, ninguna cosa fue hecha a la mitad; Dios en la Creación hizo alarde de todas sus obras hacia las criaturas, amó con amor completo e hizo obras completas, no había nada que agregar ni que quitar, así que el todo lo hizo perfecto, Nosotros no sabemos hacer obras incompletas, es más, en cada cosa creada fue puesto, en la Creación, un amor distinto y completo hacia cada una de las criaturas.
(3) La Redención no fue otra cosa que una reparación a los males que había hecho la criatura, nada agregó a la obra de la Creación.
(4) La Santificación no es otra cosa que ayuda, gracia, luz para que el hombre regrese a su primer estado de la Creación, a su origen y a la finalidad para la que fue creado, porque en la Creación, con la virtud de mi Voluntad, la santidad del hombre era completa, porque salía de un acto completo de Dios; era santo y feliz en el alma porque mi Voluntad le llevaba los reflejos de la santidad de su Creador, como también santo y feliz era en el cuerpo. ¡Ah! hija mía, con toda la Redención y la obra de la Santificación, la santidad en el hombre es incompleta, y para otros es como inútil; esto dice que si el hombre no se vuelve atrás para tomar mi Voluntad como vida, como regla y como alimento para purificarse, ennoblecerse, divinizarse y tomar el primer acto de la Creación, para tomar mi Voluntad como su heredad asignada a él por Dios, las mismas obras de la Redención y Santificación no tendrán sus copiosos efectos. Así que el todo está en mi Voluntad, si toma Ésta toma todo, es un sólo punto que abraza y encierra los bienes de la Redención y de la Santificación, es más, estos bienes para quien vive en mi Voluntad, habiendo tomado el primer punto de la Creación, le sirven no de remedio como a quien no hace mi Voluntad, sino de gloria y como herencia especial llevada por la Voluntad del Padre Celestial en la Persona del Verbo a la tierra. Y si Yo vine a la tierra fue precisamente este el primer acto, el hacer conocer la Voluntad de mi Padre para reanudarla de nuevo con las criaturas. Las penas, las humillaciones, mi Vida oculta y todo el mar inmenso de las penas de mi Pasión, fueron remedios, medicinas, auxilios, luz para hacer conocer mi Voluntad, porque con esto no sólo tendría al hombre salvo, sino santo; con mis penas lo ponía a salvo, con mi Voluntad le restituía la santidad perdida en el edén terrenal. Si esto no hiciera, mi amor, mi obra no serían completos como lo fue en la Creación, porque es sólo mi Voluntad la que tiene virtud de volver completas nuestras obras hacia las criaturas y las obras de las criaturas hacia Nosotros. Mi Voluntad hace pensar en un modo diferente, hace ver en todas las cosas creadas a mi Voluntad, hace hablar con el eco de mi Voluntad, hace obrar a través de los velos de mi Voluntad, en una palabra, hace todo de un solo golpe según mi Supremo Querer; mientras que las virtudes actúan lentamente, poco a poco. Mi misma Redención, sin el acto primero de mi Voluntad, sirve al hombre como medicación a las llagas más profundas, como medicina para no dejarlo morir, como antídoto para no dejarlo caer en el infierno. Por eso tu único interés sea sólo mi Voluntad si quieres amarme en verdad y hacerte santa”.

+ + + +

17-47
Junio 11, 1925

El mal de no hacer la Divina Voluntad es irreparable. Así como la Divina Voluntad es el equilibrio de los atributos de Dios, así debería ser el equilibrio de los atributos del hombre.

(1) Mi pobre mente me la sentía sumergida en la Santísima Voluntad de Dios. ¡Oh, cómo habría querido que ni siquiera un respiro, un latido, un movimiento hiciera yo fuera del Querer Supremo! Me parecía que todo lo que se hace fuera de la Voluntad de Dios nos hace perder nueva belleza, nueva gracia y luz, y nos pone como en desemejanza con nuestro Creador, mientras que Jesús quiere que en todo nos semejemos a nuestro Supremo Creador. ¿Y en qué otro modo más fácil podemos semejarnos, que recibir en nosotros la Vida continua de su Santísima Voluntad? Ella nos trae los reflejos, los lineamientos de nuestro Padre Celestial, nos mantiene íntegra la finalidad de la Creación, nos circunda en modo de conservarnos bellos y santos tal como Dios nos creó, y nos da aquello siempre nuevo de belleza, de luz, de amor jamás interrumpido que sólo en Dios se encuentra. Ahora, mientras mi mente se perdía en el Querer Eterno, mi dulce Jesús, estrechándome a Él, con voz audible me ha dicho:
(2) “Hija mía, no hay cosa que pueda igualar el gran mal de no hacer mi Voluntad, no hay bien que pueda igualarlo, no hay virtud que pueda hacerle frente, así que el bien que se pierde con no hacer mi Voluntad es irreparable, y sólo con volver de nuevo en Ella puede encontrar remedio, y ser restituidos los bienes que nuestra Voluntad había establecido dar a la criatura. En vano se ilusionan las criaturas con hacer otras obras, virtudes, sacrificios, pues si no son partos de mi Voluntad y hechos sólo para cumplirla, no son reconocidas por Mí; mucho más porque está establecido el dar la gracia, los auxilios, la luz, los bienes y el justo premio a quien obra para cumplir mi Voluntad. Además, mi Voluntad es eterna, no tiene principio ni tendrá fin, ¿y quién puede calcular un acto hecho en mi Voluntad, sin principio y sin fin? Ese acto queda circundado, lleno de bienes sin fin; tal cual es mi Voluntad, tal hace el acto. En cambio las virtudes, las obras y sacrificios sin mi Voluntad, tienen un principio, como también un fin; ¿qué gran cosa de premio pueden recibir cosas sujetas a perecer? Además de esto, mi Voluntad es el equilibrio de mis atributos: Si mi potencia no tuviera esta Voluntad Santa, se manifestaría en tiranía hacia quien tanto me ofende, en cambio equilibrando mi potencia, me hace derramar gracias donde debería derramar furor y destrucción. Mi sabiduría, si no fuera por mi Voluntad que le da vida siempre nueva, no manifestaría tanto arte y maestría en nuestras obras. Nuestra belleza sería descolorida y sin atractivo si no fuera sostenida por esta Voluntad eterna. La Misericordia se convertiría en debilidad si no estuviera equilibrada por mi Voluntad, y así de todo el resto de nuestros atributos. Ahora, nuestra Paterna Bondad tiene tanto amor hacia las criaturas, que ha establecido el equilibrio del hombre en nuestra Voluntad; era justo que habiendo salido este hombre de la Voluntad Suprema, Ella se hiciera vida que mantuviera el equilibrio a todo el obrar del hombre, dándole la semejanza de su Creador, así que se debía ver en él tal dignidad, majestad, orden en el obrar, para reconocerlo como parto de su Creador. Entonces, también por el obrar se puede ver si está el equilibrio de mi Voluntad, o bien el de la humana. Esta es la causa de tantas obras, tal vez aun buenas, pero que no se ve el equilibrio, el régimen, el orden, porque falta la ejecución de mi Voluntad, y por eso en vez de admirarse son de lamentarse, y en lugar de dar luz dan tinieblas. Si todo el bien viene de mi Voluntad, sin Ella son bienes aparentes, sin vida, y tal vez aún venenosos, que envenenan a quienes toman parte”.

+ + + +

17-48
Junio 18, 1925

Todas las cosas contienen el germen de la regeneración. La Voluntad de Dios debe regenerar en la voluntad humana para cambiarla en Divina.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino, y haciéndose delante de mi mente aquel vacío inmenso de la Santísima Voluntad Suprema, pensaba entre mí: “¿Cómo puede ser que este vacío será llenado por la correspondencia de los

actos humanos hechos en esta adorable Voluntad Divina? Para hacer esto se deben quitar todas las barreras de la voluntad humana que impiden el paso para entrar en este ambiente eterno y celestial de la Voluntad Suprema, en la cual parece que Dios los espera, para hacer que el hombre regrese a su origen en el orden de la Creación, y sobre aquellos primeros pasos y camino en el cual había tenido su principio; sin embargo nada nuevo se ve en el mundo de bien; los pecados, como eran, tales son, más aún, son peores; y si algún despertar se oye de religión, de obras aun en círculos católicos, parecen verdaderas mascaradas de aquel bien, pero en el fondo, en la sustancia, están vicios que horrorizan más que antes; por tanto, ¿cómo podrá ser que el hombre dé la muerte como de un solo golpe a todos los vicios para dar vida a todas las virtudes, como se requiere para vivir en este ambiente de la Voluntad Suprema? Porque para vivir en Ella no hay términos medios, vidas a mitad de virtudes y vicios, sino que es necesario sacrificar todo para convertir todas las cosas en Voluntad de Dios; la voluntad humana y las cosas humanas no deben tener más vida, sino que deben existir para cumplir en ellas la Voluntad de Dios y para hacer desarrollar su Vida en nosotros. Ahora, mientras esto y otras cosas pensaba, mi dulce Jesús interrumpiendo mi pensamiento me ha dicho:
(2) “Hija mía, sin embargo será así, este vacío inmenso de mi Voluntad será llenado por los actos humanos hechos por las criaturas en mi Voluntad. Mi Voluntad Divina salió del seno eterno del Ente Supremo para bien del hombre; esta nuestra Voluntad mientras hizo un acto solo al salir de Nosotros para envolver al hombre, de manera que no encontrara el camino para salir de Ella, se multiplicó luego en tantos innumerables actos para circundarlo y decirle: ‘Mira, esta mi Voluntad no sólo te envuelve, sino que está en continua actitud de actos inmediatos para hacerse conocer por ti y recibir tu acto de correspondencia en mi Voluntad’. Todas las cosas tienen su correspondencia, y si no la tienen se pueden llamar obras inútiles y sin valor. La semilla arrojada bajo tierra por el sembrador quiere la correspondencia, que la semilla genere otras semillas, el diez, el veinte, el treinta por uno. El árbol plantado por el agricultor quiere la correspondencia de la generación y multiplicación de sus frutos. El agua sacada de la fuente da la correspondencia de quitar la sed, lavar y limpiar a quien la ha sacado. El fuego encendido da la correspondencia del calor, y así todas las demás cosas creadas por Dios, que tienen el poder de generar, contienen la virtud de la regeneración, se multiplican y dan su correspondencia. Ahora,
¿sólo esta Voluntad nuestra, salida de Nosotros con tanto amor, con tantas manifestaciones y con tantos actos continuados debe quedar sin su correspondencia de la regeneración de otras voluntades humanas en Divinas? La semilla da otra semilla, el fruto genera otro fruto, el hombre genera otro hombre, el maestro forma otro maestro y, ¿sólo nuestra Voluntad, por cuán potente Ella sea debe quedar aislada, sin correspondencia y sin generar la nuestra en la voluntad humana? ¡Ah no, esto es imposible! Nuestra Voluntad tendrá su correspondencia, tendrá su generación Divina en la voluntad humana, mucho más que esto fue nuestro primer acto por el cual todas las demás cosas fueron creadas, es decir, que nuestra Voluntad transforme y regenere la voluntad humana en Divina. Voluntad salió de Nosotros, voluntad queremos, todas las demás cosas fueron hechas en orden secundario, pero esto fue hecho, establecido en el orden primario de la Creación, a lo más podrá llevar tiempo, pero no terminarán los siglos, sin que mi Voluntad obtenga su finalidad. Si ha obtenido la finalidad de la regeneración en las cosas secundarias, mucho más lo debe obtener en su finalidad primaria. Jamás nuestra Voluntad habría partido de nuestro seno si hubiera sabido que no habría tenido sus efectos completos, esto es, que la voluntad humana quedase regenerada en la Voluntad Divina. ¿Crees tú que las cosas serán siempre como hoy? ¡Ah, no! Mi Voluntad arrollará todo, pondrá confusión por doquier, todas las cosas serán trastornadas, muchos fenómenos nuevos sucederán para confundir la soberbia del hombre, guerras, revoluciones, mortalidad de todas clases, nada será evitado para derribar por tierra al hombre y disponerlo a recibir la regeneración de la Voluntad Divina en la voluntad humana, y todo lo que te manifiesto sobre mi Voluntad, y todo lo que tú haces en Ella, no son otra cosa que preparar el camino, los medios, las enseñanzas, la luz, las gracias, para hacer que mi Voluntad quede regenerada en la

voluntad humana. Si esto no debiera suceder, no te habría manifestado tanto, ni te habría tenido por tan largo tiempo sacrificada dentro de una cama para poner en ti los fundamentos de la regeneración de mi Voluntad en la tuya, y por tanto tenerte en continuo ejercicio en mi Voluntad. ¿Crees tú que sea nada este estarme continuamente en ti, ponerte en la boca mi oración, hacerte sentir mis penas, que junto Conmigo tienen otro valor, otros efectos, otro poder? Podría decir que estoy haciendo la primera estatua, la primera alma de la regeneración de mi Voluntad en ella, después, el hacer las copias resultará más fácil. Por eso te digo siempre: Sé atenta, porque se trata de mucho, y de la cosa más importante que existe en el Cielo y en la tierra, se trata de poner a salvo los derechos de nuestra Voluntad, de restituirnos la finalidad de la Creación, de volver a darnos toda la gloria por la cual todas las cosas fueron hechas, y de hacernos dar todas las gracias que nuestra Voluntad había establecido dar a las criaturas si hubieran cumplido en todo nuestra Voluntad”.

+ + + +

17-49
Junio 20, 1925

El alma que hace vivir la Voluntad de Dios en ella, pone en movimiento las alegrías y las bienaventuranzas divinas,
en las cuales quedan raptados los bienaventurados.

(1) Me sentía inmersa en el Santo Querer de Dios, y mi dulce Jesús, atrayéndome a Él me estrechaba muy fuerte entre sus brazos y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡oh! cómo es bello mi reposo en el alma que tiene por vida mi Querer y que hace en todo y por todo, obrar y amar a mi Voluntad en ella. Has de saber que en cuanto el alma respira, late, obra, y todo lo que en ella se desarrolla, estando como centro de vida mi Voluntad en ella, es mi Voluntad que respira en ella, que palpita, que da movimiento a la obra, a la circulación de la sangre, a todo. Ahora, siendo esta Voluntad la misma que tienen las Tres Divinas Personas, sucede que sienten en Ellas el respiro del alma, su latido, su movimiento; y como nuestra Voluntad cada vez que se decide a hacer un acto, hace salir de Nosotros nuevas alegrías, nuevas beatitudes, nueva felicidad, que armonizando todo esto entre las Divinas Personas forman mares inmensos de nueva felicidad, que envolviendo a todos los bienaventurados quedan raptados en estas alegrías y son sacudidos por este rapto cuando nuestra Voluntad quiere formar otros actos de Voluntad para hacernos más felices y hacernos poner fuera otras beatitudes, y mientras quedan conmovidos quedan más fuertemente raptados en nuestras inmensurables bienaventuranzas. Ahora, el alma que hace vivir nuestra Voluntad en ella, llega a tanto, que al hacerla obrar nos da ocasión de hacernos poner en movimiento nuestras bienaventuranzas, las armonías y las infinitas alegrías de nuestro amor; nos hace poner fuera nuevas bellezas nuestras. Nuestra Voluntad obrante en la criatura nos es tan agradable, tan tierna, tan amable, nos hace nuevas sorpresas, pone en movimiento nuestras cosas para darnos la correspondencia de nuestra gloria, de nuestro amor, de nuestras felicidades, y todo esto por medio de la criatura que en ella ha dado el lugar para hacer vivir a nuestra Voluntad; ¿cómo no amar este parto de nuestro Querer? Mucho más, pues a tal criatura nuestra Voluntad nos la hace amable, graciosa, bella, de modo tal que en ninguna otra encontramos sus prerrogativas, es un trabajo hecho por nuestra Voluntad, con tal maestría que hace encantar a todo el Cielo, y hace al alma amable a todos, y mucho más a la Trinidad Sacrosanta”.
(3) Y mientras esto decía me estrechaba más fuerte, y haciéndome poner mi boca en su corazón ha agregado:
(4) “Bebe también tú a grandes sorbos nuestras beatitudes, sáciate como quieras y cuanto quieras”.


+ + + +

17-50
Junio 25, 1925

Las cruces abren las puertas a nuevas manifestaciones, a lecciones más secretas, a los dones más grandes. Para vivir en la Divina Voluntad, el alma debe hacer el sacrificio total de todo, pero
todo estará en comprenderla, conocerla y amarla.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús, todo amor y ternura ha venido a mi pobre alma. Primero se puso junto a mí y me miraba fijamente, como si me quisiera decir muchas cosas, pero quería ensanchar mi inteligencia porque era incapaz de poder recibir y comprender lo que Él quería decirme; después se ha extendido sobre toda mi persona y me ocultaba dentro de Él, cubría mi cara con la suya, mis manos, mis pies con los suyos; me parecía que estaba todo atento a cubrirme y a esconderme toda en Él, a fin de que nada más apareciera de mí. ¡Oh, cómo me sentía feliz escondida y cubierta toda por Jesús! Y yo no veía más que otro Jesús, todo lo demás me había desaparecido. Las alegrías, la felicidad de su amable presencia, como por encanto habían todas vuelto a revivir en mi pobre corazón; el dolor había desaparecido de mí, no recordaba más su privación que me había costado penas mortales. ¡Oh, cómo es fácil olvidar todo estando con Jesús! Ahora, después de que me ha tenido por algún tiempo toda cubierta y escondida en Él, tanto que yo creía que no me dejaría más, lo oía que llamaba a los ángeles, a los santos, para que vinieran a ver lo que hacía conmigo y el modo como me tenía cubierta bajo su adorable persona. Luego me ha participado sus penas y yo todo se lo dejaba hacer, y si bien me sentía triturada por esas penas, me sentía feliz y sentía los gozos que contiene el Querer Divino cuando el alma se abandona en Él, aun sufriendo. Entonces, después que me ha hecho sufrir me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad quiere siempre más darse a ti, y para darse más, quiere hacerse comprender más, y para hacer más estable, más seguro y más apreciable lo que te manifiesta, te da nuevas penas para disponerte mayormente y preparar en ti el vacío donde depositar sus verdades; quiere el noble cortejo del dolor para estar segura del alma y poderse fiar de ella; es siempre el dolor, las cruces, las que abren las puertas a nuevas manifestaciones, a lecciones más secretas, a los dones más grandes que quiero deponer en ti, porque si el alma resiste mi Voluntad penante, doliente, se hará capaz de recibir mi Voluntad felicitante, y adquirirá el oído para entender las nuevas lecciones de mi Voluntad; el dolor le hará adquirir el lenguaje celestial, de manera que sabrá repetir las nuevas lecciones aprendidas”.
(3) Yo al oír esto le he dicho: “Mi Jesús y mi vida, me parece que se necesita completo sacrificio para hacer tu Voluntad y vivir en Ella, a primera vista parece nada, pero después, en la práctica parece difícil, ese no tener ni siquiera en las cosas santas, en el mismo bien, ni siquiera un respiro de voluntad propia, a la naturaleza humana le parece demasiado doloroso, por eso, ¿jamás podrán las almas llegar a vivir en tu Querer con el total sacrificio de todo?”
(4) Y Jesús ha agregado: “Hija mía, todo está en comprender el gran bien que les viene con hacer mi Voluntad, comprender quién es esta Voluntad que quiere este sacrificio, y cómo esta Voluntad Suprema no se adapta a ser entremezclada y a convivir con una voluntad baja, pequeña y finita; Ella quiere volver eternos, infinitos y divinos los actos del alma que quiere vivir en mi Voluntad, y ¿cómo puede hacer esto si ella quiere poner el aliento de la voluntad humana, aunque fuese en cosas santas como tú dices? Pero es siempre una voluntad finita, y entonces no sería más una realidad el vivir en mi Voluntad, sino un modo de decir. En cambio, el oficio de mi Voluntad es dominio total, y es justo que el pequeño átomo de la voluntad humana quede conquistado y pierda su campo de acción

en mi Voluntad. ¿Qué dirías si una pequeña lamparilla, un fósforo, una chispa de fuego quisiera ponerse en el sol para hacer su camino y formar en él su campo de luz, de acción en el centro del sol? Si el sol tuviera razón se indignaría, y su luz y su calor aniquilarían la pequeña lamparilla, aquel fósforo, aquella chispa; y tú, la primera, te burlarías de ellos, condenando su temeridad de querer hacer su campo de acción en la luz del sol. Tal es el aliento de la voluntad humana, aun en el bien, en la mía, por eso está atenta a que en nada la tuya tenga vida, y toda te he cubierto y escondido en Mí, a fin de que no tengas más ojos que para mirar sólo mi Voluntad, para darle libre campo de acción en tu alma. Más bien lo difícil estará en comprender el vivir en mi Querer, no en el sacrificarse, porque cuando hayan entendido el gran bien que les viene, que de pobres serán ricos, de esclavos de viles pasiones serán libres y dominantes, de siervos amos, de infelices felices y aun en las penas de esta pobre vida, y que conozcan todos los bienes que hay en mi Querer, el sacrificio total de todo para ellos será un honor, será deseado, querido y suspirado. He aquí por qué te incito tanto a manifestar lo que te digo referente a mi Voluntad, porque todo estará en conocerla, comprenderla y amarla”.
(5) Y yo: “Jesús mío, si tanto amas y quieres que esta Voluntad tuya sea conocida, a fin de que tenga su campo de acción divino en las almas, ah, manifiesta Tú mismo a las almas sus verdades y el gran bien que contiene tu Voluntad y el gran bien que ellas recibirán. Tu palabra directa contiene una fuerza mágica, un imán potente, la virtud de la potencia creadora, ¡oh! cómo es difícil no rendirse al dulce encanto de tu palabra divina, por eso, dicho directamente por Ti, todos se rendirán”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, es mi costumbre, el orden de mi eterna sabiduría, manifestar mis obras más grandes primero a una sola alma, concentrar en ella todo el bien que mi obra contiene, vérmelas con ella de tú a tú como si ninguna otra existiera; cuando lo he hecho todo, de modo que puedo decir que mi obra la he completado del todo en ella, tanto que nada debe faltarle, entonces la hago correr como en un vasto mar en favor de las demás criaturas. Esto lo hice con mi Celestial Mamá, primero traté con Ella al tú por tú la obra de la Redención, ninguna de las demás criaturas sabía nada; Ella se dispuso a todos los sacrificios, a todos los preparativos necesarios para hacerme descender del Cielo a la tierra; hice todo como si Ella fuera la única redimida, pero después que me hizo salir a la luz, de manera que todos podían verme y tomar los bienes de la Redención, me di a todos, con tal que me quisieran recibir. Así será de mi Voluntad, cuando todo lo haya completado en ti, de modo que mi Voluntad triunfará sobre ti y tú sobre Ella, entonces como agua correrá a bien de todos, pero es necesario formar la primera alma para tener las segundas”.

+ + + +

17-51
Junio 29, 1925

Así como las obras de Jesús, hasta después de su muerte tuvieron su pleno triunfo, así será de Luisa.

(1) Me sentía oprimida y un pensamiento quería turbar la serenidad de mi mente: “Y si te encontraras en el punto de la muerte y te vinieran dudas, temores de cómo te has comportado en tu vida, tanto de hacerte temer de tu salvación, ¿qué harías?” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús no me ha dado tiempo de reflexionar más ni de responder a mi pensamiento, y moviéndose en mi interior se hacía ver que movía la cabeza, y como entristecido por mi pensamiento me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué dices? Pensar esto es una afrenta a mi Voluntad, en Ella no entran ni temores, ni dudas, ni peligro alguno, estas son cosas que no le pertenecen, son más bien los míseros harapos de la voluntad humana; mi Voluntad es como un mar plácido que murmura paz, felicidad, seguridad, certeza, y las olas que hace salir de su seno son olas de

alegrías y de contentos sin termino, por eso al verte pensar esto Yo he quedado estremecido; mi Voluntad no es capaz de temores, de dudas, de peligro, y el alma que vive en Ella se hace extraña a los míseros harapos de la voluntad humana. Y además, ¿de qué puede temer mi Voluntad? ¿Quién puede hacer suscitar dudas de su obrar, si ante la Santidad de mi Querer obrante todos tiemblan y están obligados a bajar la frente, adorando el obrar de mi Voluntad? Es más, quiero decirte una cosa, para ti muy consoladora y para Mí de gran gloria: Cuando mueras en el tiempo, sucederá de ti lo que sucedió de Mí en mi muerte: Yo en vida obré, recé, prediqué, instituí Sacramentos, sufrí penas inauditas y hasta la misma muerte, pero mi Humanidad, puedo decir que casi nada vio en comparación del gran bien que había hecho, ni los mismos Sacramentos tuvieron vida mientras Yo estuve sobre la tierra. En cuanto morí, mi muerte selló todo mi obrar, mis palabras, mis penas, los Sacramentos, y el fruto de mi muerte confirmó todo lo que Yo hice, e hizo resurgir a vida mis obras, mis penas, mis palabras, mis Sacramentos instituidos por Mí y la continuación de la vidade ellos hasta la consumación de los siglos, así que mi muerte puso en movimiento todas mis obras y las hizo resurgir a vida perenne. Todo esto era justo, pues conteniendo mi Humanidad al Verbo Eterno y una Voluntad que no tiene ni principio ni fin, ni está sujeta a morir, de todo lo que Ella hizo nada debía perecer, ni siquiera una sola palabra, sino que todo debía tener su continuación hasta el fin de los siglos, para pasar a los Cielos a beatificar a todos los bienaventurados eternamente. Así sucederá de ti: Mi Voluntad que vive en ti, que te habla, que te hace obrar, sufrir, nada dejará perecer, ni siquiera una palabra de las tantas verdades que te he manifestado sobre mi Voluntad, todo lo pondrá en movimiento, todo lo hará resurgir, tu muerte será la confirmación a todo lo que te he dicho; y así como en el vivir en mi Voluntad, todo lo que el alma hace, sufre, reza, habla, contiene un acto de Voluntad Divina, todo esto no estará sujeto a morir, sino que quedarán como tantas vidas en el mundo, todas en acto de dar vida a las criatura. Por lo tanto, todas las verdades que te he dicho, tu muerte rasgará los velos que las cubren y resurgirán como tantos soles que disiparán las nubes de todas las dudas y dificultades con las que parecían cubiertas en vida. Así que mientras tú vivas en este bajo mundo, poco o nada verás en los demás de todo el gran bien que mi Voluntad quiere hacer por medio tuyo, pero después de tu muerte todo tendrá su pleno efecto”.
(3) Después de esto he pasado la noche sin poder cerrar los ojos al sueño y sin recibir las acostumbradas visitas de mi amable Jesús, porque viniendo Él yo quedo adormecida en Él y para mí es más que sueño; pero ese tiempo lo he pasado haciendo las horas de la Pasión y haciendo mis acostumbrados giros en su adorable Voluntad; luego veía que era ya de día, (esto me sucede frecuentemente), y estaba diciendo entre mí: “Amor mío, ni has venido ni me has hecho dormir, entonces, ¿cómo haré hoy sin Ti?” Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(4) “Hija mía, en mi Voluntad no hay noches, ni sueño, siempre es pleno día y plena vigilia; no hay tiempo para dormir porque hay mucho qué hacer, qué tomar y qué hacerse feliz en Ella, por lo tanto tú debes aprender a vivir en el largo día de mi Voluntad, para hacer que mi Voluntad pueda tener su Vida de actitud continua en ti; además encontrarás el más bello reposo, porque mi Voluntad te hará subir siempre más en tu Dios y te lo hará comprender más, y por cuanto más lo comprendas, tanto más tu alma quedará ensanchada para poder recibir ese reposo eterno, con todas las felicidades y alegrías que contiene el reposo divino. ¡Oh! qué bello reposo será éste para ti, reposo que sólo en mi Voluntad se encuentra”.
(5) Ahora, mientras esto decía, ha salido de dentro de mi interior y poniendo sus brazos en mi cuello me estrechaba fuerte a Él, y yo extendí también los míos y lo estrechaba fuerte a mí. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús llamaba a muchas personas que se estrechaban a sus pies y Jesús les decía: “Vengan a mi corazón y les haré ver los portentos que mi Voluntad ha hecho en esta alma”.
(6) Habiendo dicho esto ha desaparecido.


+ + + +

17-52
Julio 9, 1925

Sufrir junto con Jesús sirve de toque continuo, con el cual llama a las puertas del alma, y el alma llama a las puertas de la suya.

(1) Sentía que no podía estar más sin mi dulce Jesús. Por varios días he tenido que suspirar su regreso, pero en vano, y le decía de corazón:
(2) “Amor mío, regresa a tu pequeña hija, ¿no ves que no puedo más? ¡Ay, a qué duro martirio sometes mi pobre existencia con privarme de Ti!”
(3) Y cansada y exhausta me abandonaba en su Santísimo Querer. Ahora, mientras me encontraba en este estado, estaba leyendo y sentí ponerme sus brazos al cuello, mi mente ha quedado adormecida y me he encontrado estrechada por los brazos de Jesús, toda cubierta y escondida en Él. Yo quería decirle mi dolor, pero no me ha dado tiempo de hacerlo y ha hablado Jesús diciéndome:
(4) “Hija mía, no quieres persuadirte que cuando mi Justicia quiere, por justa razón, castigar a las gentes, Yo estoy obligado a esconderme de ti, porque tú no eres otra cosa que una pequeña partecilla que vincula todas las otras partecitas de las demás criaturas, y estar a lo familiar contigo y como en fiesta y golpear a las otras partecitas vinculadas a ti, entonces mi Justicia se encuentra en contraste y se siente disuadir del castigar a las otras partecitas. Por eso, en estos días pasados en que ha habido castigos en el mundo me he mantenido oculto de ti, pero siempre en ti”.
(5) Mientras esto decía me he encontrado fuera de mí misma, y me hacía ver que en varios puntos de la tierra había habido: Dónde terremotos, dónde graves incendios con muerte de gentes, y dónde otros castigos, y parecía que otros graves males seguirían. Yo he quedado espantada y rezaba, y mi amable Jesús ha regresado, yo me veía frente a Él toda fea, como marchita y le he dicho:
(6) “Vida mía y mi todo, mírame cómo me he hecho fea, cómo me estoy marchitando.
¡Ah, sin Ti cómo cambio! Tu privación me hace perder la frescura, la belleza, me siento como bajo un sol ardiente que quitándome todos los humores vitales me hace marchitar y consumirme”.
(7) Entonces Jesús me hizo sufrir un poco junto con Él, y ese sufrimiento se convertía sobre mi alma como en un celestial rocío que me restituía los humores vitales, y tomando mi pobre alma en sus manos ha agregado:
(8) “Pobre hija mía, no temas, si mi privación te ha hecho marchitar, mi regreso te restituirá la frescura, la belleza, el colorido, y todos mis lineamientos, y el sufrir junto Conmigo no sólo te será como rocío que te hará tomar vigor, sino que servirá como llamada continua, con la cual Yo pueda llamar a las puertas de tu alma y tú a la mía, de manera que las puertas queden siempre abiertas, y tú libremente puedas entrar en Mí y Yo en ti; mi aliento te servirá como vientecillo para conservar en ti la bella frescura con la cual te creé”.
(9) Y mientras esto decía me soplaba fuerte fuerte, y estrechándome a Sí desapareció.


+ + + +

17-53
Julio 20, 1925

Inmovilidad de la Gracia en las almas por la ingratitud humana.

(1) Encontrándome en mi acostumbrado estado, después de haber pasado privaciones amarguísimas de mi dulce Jesús, finalmente se ha hecho ver, y sin decirme ni siquiera una

palabra me ha puesto en una posición dolorosa, en una perfecta inmovilidad; sentía la vida y no tenía movimiento, sentía el respiro y no podía respirar, toda mi pobre persona no tenía ni un pequeño movimiento, y mientras sentía dolerme no era capaz de retorcerme por el dolor que sentía, pues estaba obligada por la presencia de Jesús y por su Santísima Voluntad a quedar inmóvil. Después, cuando el bendito Jesús ha querido, me ha extendido sus brazos como para tomarme y estrecharme a su seno, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿has visto cómo es doloroso el estado de inmovilidad? Es el estado más duro, porque aun sintiendo acerbos dolores, el movimiento es alivio, es señal de vida, las contorsiones son voces mudas que piden ayuda, y despiertan compasión de los presentes. Tú has sentido cómo es doloroso, ¿pero sabes por qué te he puesto en este estado de inmovilidad? Para hacerte comprender el estado en el que se encuentra mi gracia, y tener de ti una reparación. ¡Oh, en qué estado de inmovilidad se encuentra mi gracia! Ella es vida y movimiento continuo y está en continuo acto de darse a las criaturas, las criaturas la rechazan y la vuelven inmóvil; siente la vida, quiere dar la vida y está obligada por la ingratitud humana a estarse inmóvil y sin movimiento; ¡qué pena! Mi gracia es luz y como luz naturalmente se expande, y las criaturas no hacen otra cosa que hacer salir de sí tinieblas, y mientras mi luz quiere entrar en ellas, las tinieblas que expanden paralizan mi luz y la vuelven como inmóvil y sin vida para las criaturas. Mi gracia es amor y contiene la vida de poder encender a todos en amor, pero la criatura amando otra cosa vuelve como muerto para ella este amor, y mi gracia siente el más desgarrador dolor por el estado de inmovilidad en el cual la ponen las criaturas. ¡Oh, en qué estrecheces dolorosísimas se encuentra mi gracia! Y esto no sólo en aquellos que abiertamente se dicen malos, sino también en aquellos que se dicen religiosos, almas piadosas, y muchas veces por cosas de nada, por cosas que no van con su gusto, por un capricho, por un vilísimo apego, o porque no encuentran las satisfacciones de la propia voluntad en las mismas cosas santas, mientras mi gracia es toda movimiento y vida para ellos, la vuelven inmóvil y se apegan a lo que va con sus inclinaciones, al capricho, a los apegos humanos y a todo aquello en donde sienten la satisfacción del propio yo. Así que en el lugar de mi gracia ponen el propio yo como vida y como ídolo propio; pero, ¿sabes tú quién es la consoladora, la indivisible compañera, la raptora que rapta el movimiento y la vida de mi gracia, más bien la que acelera siempre más su movimiento y ni siquiera un solo instante la vuelve inmóvil? Quien vive en mi Voluntad; donde mi Voluntad reina está siempre en movimiento mi gracia, siempre está en fiesta, tiene siempre qué hacer, nunca queda enfadada, ociosa; el alma donde reina mi Querer es la benjamina de mi gracia, es su pequeña secretaria en la que deposita los secretos de sus dolores y de sus alegrías, le confía todo, porque mi Voluntad tiene lugar suficiente para recibir el depósito que contiene mi gracia, porque ella no es otra cosa que el parto continuo de mi Voluntad Suprema”.

+ + + +

17-54
Agosto 2, 1925

¿Qué cosa es el te amo?

(1) Estaba rezando y fundiéndome en el Santo Querer Divino; quería girar por todas partes, hasta en el empíreo para encontrar ese te amo supremo que no está sujeto a ninguna interrupción, quisiera hacerlo mío a fin de que también yo tuviera un te amo jamás interrumpido que pudiese hacer eco al te amo eterno, y poseyendo en mí la fuente del verdadero te amo pudiese tener un te amo por todos, por cada uno, por cada movimiento, por cada acto, por cada respiro, por cada latido y por cada te amo del mismo Jesús. Y mientras me parecía llegar al seno del Eterno, haciendo mío su te amo iba repitiendo por todas partes y sobre cada cosa el estribillo de te amo para mi Supremo Señor. Ahora, mientras esto hacía, mi pensamiento ha interrumpido mi te amo diciéndome: “¿Qué

haces? Podrías hacer otra cosa, y además, ¿qué gran cosa es este te amo?” Y mi dulce Jesús moviéndose como deprisa en mi interior me ha dicho:
(2) “¿Qué cosa? ¿Qué gran cosa es el te amo para Mí? Hija mía, el te amo es todo, el te amo es amor, es veneración, es estima, es heroísmo, es sacrificio, es confianza hacia quien es dirigido; el te amo es poseer a Aquél que encierra el te amo. Te amo es una palabra pequeña, pero pesa cuanto pesa toda la eternidad. El te amo encierra todo, abarca a todos, se difunde, se estrecha, se eleva en alto, desciende hasta lo bajo, se imprime dondequiera pero jamás se detiene. ¿Cómo que es cosa de nada mi te amo hija mía? Su origen es eterno, en el te amo el Padre Celeste me generó, y en el te amo procedió el Espíritu Santo, en el te amo el Fiat eterno hizo la toda la Creación, y en el te amo perdonó al hombre culpable y lo redimió; así que en el te amo el alma encuentra todo en Dios y Dios encuentra todo en el alma, por eso el valor del te amo es infinito, está lleno de vida, de energía, no se cansa jamás, supera todo y triunfa sobre todo; por eso quiero ver este te amo dirigido a Mí sobre tus labios, en tu corazón, en el vuelo de tus pensamientos, en las gotas de tu sangre, en las penas y en las alegrías, en el alimento que tomas, en todo. La vida de mi te amo debe ser larga, larga en ti, y mi Fiat que reina en ti pondrá el sello del te amo Divino”.
(3) Después de esto, frente a mi mente se ha presentado en un punto altísimo un sol, su luz era inaccesible, de su centro salían continuas llamitas, conteniendo cada una un te amo, y conforme salían se ponían en orden alrededor de esta luz inaccesible, pero estas llamitas quedaban como atadas por un hilo de luz a aquella luz inaccesible que alimentaba la vida de esas llamitas; estas llamitas eran tantas que llenaban Cielo y tierra. Me parecía ver a nuestro Dios como principio y origen de todo, y las llamitas, la Creación toda como parto divino y de puro amor, también yo era una pequeña llamita y mi dulce Jesús me incitaba a tomar mi vuelo por cada llamita para poner en ellas el doble te amo. Yo no sé cómo me he encontrado fuera de mí misma para girar en medio de esas llamitas e imprimir mi te amo en cada una de ellas, pero eran tantas que me perdía, pero una fuerza suprema me hacía volver a tomar el orden y el giro de mi te amo.
(4) Después me he encontrado en un vasto jardín, y con gran sorpresa mía he encontrado a mi Reina Mamá, la cual acercándose a mí me ha dicho:
(5) “Hija mía, ven junto Conmigo a trabajar en este jardín, debemos plantar flores y frutos celestiales y divinos, ya casi está vacío, y si algunas plantas hay, son terrestres y humanas, por lo tanto conviene arrancarlas para hacer que este jardín sea del todo agradable a mi Hijo Jesús. Las semillas que debemos plantar son todas mis virtudes, mis obras, mis penas, que contienen el germen del Fiat Voluntas Tua; no hubo cosa que Yo hiciera que no contuviera este germen de la Voluntad de Dios, me habría contentado con no hacer nada antes que obrar, sufrir sin este germen. Toda mi gloria, la dignidad de Madre, la altura de Reina, la supremacía sobre todo, me venía de este germen; toda la Creación, todos los seres me reconocían dominante sobre ellos porque veían en Mí reinante a la Voluntad Suprema. Por eso todo lo que hice Yo, y todo lo que has hecho tú con este germen del Querer Supremo, lo uniremos junto y plantaremos este jardín”.
(6) Entonces hemos fundido juntas las semillas que tenía la Mamá Celestial, que eran muchas, y las pocas mías, que no sé cómo me las he encontrado, y hemos comenzado a formar surcos para poner las semillas. Pero mientras esto hacíamos, fuera de los muros del jardín, que eran altísimos, se oían rumores de armas, de cañones y que se golpeaban en modo horrible, así que nos hemos visto obligadas a correr para prestar ayuda; habiendo llegado, se veían gentes de varias razas, de diversos colores, y muchas naciones unidas juntas que hacían batalla y daban terror y espanto. Pero mientras esto veía me he encontrado en mí misma, pero con tal espanto, y con el dolor de no haber dicho ni siquiera una palabra a mi Celestial Mamá acerca de mi duro estado. Sea siempre bendita la Santísima Voluntad de Dios y todo sea para gloria suya.

+ + + +

17-55
Agosto 4, 1925

Quien vive en la Voluntad de Dios está en comunicación con todas las cosas creadas, y es sostenida por toda la Creación.

(1) Después de haber pasado varios días de total privación de mi dulcísimo Jesús, iba repitiendo mi doloroso estribillo: “Todo para mí ha terminado, ¡ah! no lo veré más, no escucharé más su voz que tanto me deleitaba, ¡ah! estoy abandonada por quien formaba todo mi contento y era todo para mí. ¡Qué martirio prolongado, qué vida sin Vida, sin Jesús!” Pero mientras mi corazón estaba ahogado en penas, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y tomándome en brazos, yo he puesto mis brazos en su cuello poniendo mi cabeza sobre su pecho sin poder más, y Jesús estrechándome fuerte a Sí, apoyaba sus rodillas sobre mi pecho, oprimiéndolo fuerte fuerte y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes morir continuamente”.
(3) Y mientras esto decía me participaba varias penas, y después, tomando un aspecto más afable ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿de qué temes si está en ti la potencia de mi Voluntad? Y es tan cierto que está este mi Querer en ti, que en un instante te he transformado en mis penas y tú con amor te has prestado a recibirlas. Y conforme tú penabas has extendido los brazos para abrazar a mi Voluntad, y mientras tú la abrazabas, todo lo que vive en mi Querer, esto es: Los ángeles, los santos, mi Mamá Celestial, la misma Divinidad, han sentido la estrechura de tu abrazo, y todos han corrido hacia ti para abrazarte y en coro han dicho: ‘Cómo es grato y amado el abrazo de nuestra pequeña exiliada que vive sobre la tierra para cumplir solamente la Voluntad de Dios, así como la cumplimos nosotros en el Cielo, ella es nuestra alegría, es la nueva y única fiesta que nos viene de la tierra’. ¡Oh, si tú supieras qué significa vivir en mi Voluntad, significa que no hay división entre ella y el Cielo, donde está mi Voluntad ella se encuentra, sus actos, sus penas, sus palabras, están en acto y obrantes en cualquier lugar donde se encuentra mi Voluntad, y como se encuentra por todas partes, el alma se pone en el orden de la Creación, y está, gracias a la electricidad del Supremo Querer, en comunicación con todas las cosas creadas, y así como las cosas creadas están en orden y armonía entre ellas, la una es el sostén de la otra, ni siquiera una puede apartarse; y jamás sea, si se apartara una sola cosa creada por Mí la Creación se trastornaría toda; hay un secreto entre ellas, una fuerza misteriosa, que mientras viven suspendidos en el aire, sin ningún apoyo, con la fuerza de la comunicación que tienen entre ellas una sostiene a la otra; así quien hace mi Voluntad está en comunicación con todos, está sostenida por todas las obras de su Creador, por eso todos la reconocen, la aman y le prestan la electricidad, el secreto de vivir junto con ellas suspendida entre el Cielo y la tierra, toda sostenida por la sola fuerza de la Suprema Voluntad”.

Deo Gratias.



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.


18-1
Agosto 9, 1925

Corresponder a Dios en amor por todas las cosas creadas, es el primer deber de la criatura. La Divina Voluntad fue dada
como Vida primaria de la criatura.

(1) Jesús mío, dame la fuerza, Tú que ves la gran repugnancia que siento al escribir, que si no fuera por la bendita obediencia y el temor de desagradarte jamás habría escrito una sola palabra. Tus largas privaciones me aturden y me vuelven incapaz de todo, por eso tengo necesidad de mayor ayuda para poner en el papel lo que tu Santo Querer me sugiere. Así que dame la mano y estate siempre junto conmigo.
(2) Ahora, mientras me estaba fundiendo en el Santo Querer Divino para corresponder en amor a Dios por todo lo que hizo en la Creación por amor de las criaturas, el pensamiento me decía que no era necesario hacerlo, ni era agradable a mi Jesús este modo de orar, me decía que todo era invención de mi cabeza. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(3) “Hija mía, tú debes saber que este modo de orar, esto es, corresponder a Dios en amor por todas las cosas creadas por Él, es un derecho divino y entra en el primer deber de la criatura. La Creación fue hecha por amor del hombre, es más, fue tanto nuestro amor, que si hubiera sido necesario hubiéramos creado tantos cielos, tantos soles, estrellas, mares, tierras, plantas, y todo lo demás, por cuantas criaturas debían venir a la luz de este mundo, a fin de que cada una tuviera una Creación para sí, un universo todo suyo, como en efecto cuando todo fue creado, sólo Adán fue el espectador de todo lo creado, él podía gozar todo el bien que quería. Y si no lo hicimos fue porque el hombre podía gozar igualmente todo como si fuera de él, a pesar de que los demás también lo gozan. En efecto, ¿quién no puede decir: el sol es mío y gozar de la luz del sol por cuanta quiera, quién no puede decir el agua es mía y quitarse la sed y servirse de ella donde la necesita, quién no puede decir que el mar, la tierra, el fuego, el aire son cosas mías? Y tantas otras cosas creadas por Mí, y si alguna cosa parece que al hombre le falta, que se fatiga para conseguirla, es el pecado que obstruyendo el paso a mis beneficios impide a las cosas creadas por Mí ser magnánimas hacia la criatura ingrata.
(4) Por tanto, siendo así, que en todas las cosas creadas Dios vinculaba su amor hacia cada criatura, en ella entraba el deber de corresponder a Dios con su pequeño amor, con su gratitud, con su gracias hacia quien tanto había hecho por ella. El no corresponder en amor a Dios por todo lo que ha hecho en la Creación para el hombre, es el primer fraude que hace la criatura a Dios, es un usurpar sus dones sin ni siquiera reconocer de donde vienen, ni a quien tanto la ha amado; por eso es el primer deber de la criatura, y es tan indispensable e importante este deber, que Aquélla que tomó a pecho toda nuestra gloria, nuestra defensa, nuestro interés, no hacía otra cosa que girar por doquier, desde la más pequeña hasta la más grande de las cosas creadas por Dios para imprimir su correspondencia de amor, de gloria, de agradecimiento por todos y a nombre de todas las generaciones humanas. ¡Ah, sí, fue propiamente mi Mamá Celestial que llenó Cielos y tierra de correspondencia por todo lo que Dios había hecho en la Creación! Después de Ella fue mi Humanidad la que cumplió este deber tan sacrosanto, al cual la criatura había faltado tanto, tanto, así que fueron mis oraciones y las de mi inseparable Mamá lo que hizo propicio a mi Padre Celestial hacia el hombre culpable. ¿No quieres tú entonces repetir mis mismas oraciones? Es más, por esto te he llamado en mi Querer, a fin de que te asocies con Nosotros y sigas y repitas nuestros actos”.

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

(5) Entonces yo buscaba por cuanto podía, girar por todas las cosas creadas para dar a mi Dios la correspondencia del amor, de la gloria, del agradecimiento por todo lo que había hecho en la Creación. Me parecía ver en todas las cosas la correspondencia de amor de mi Emperatriz Mamá y de mi amado Jesús. Esta correspondencia formaba la más bella armonía entre el Cielo y la tierra, y vinculaba al Creador con la criatura. Cada correspondencia de amor era una tecla, una sonatina de música celestial que raptaba, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, todas las cosas creadas no fueron otra cosa que un acto de nuestra Voluntad que las puso fuera, ellas no pueden apartarse de su lugar, ni cambiar efectos, ni posición, ni el oficio que cada una recibió de su Creador; ellas no son otra cosa que espejos donde el hombre debía mirar los reflejos de las cualidades de su Creador: Dónde la potencia, dónde la belleza, en otras cosas creadas la bondad, la inmensidad, la luz, etc., en suma, cada cosa creada predica al hombre las cualidades de su Creador, y con voces mudas le dicen cuánto lo amo. En cambio al crear al hombre no fue sólo nuestra Voluntad, sino una emanación que salió de nuestro seno, una parte de Nosotros mismos que infundimos en él, y por eso lo creamos libre de voluntad, a fin de que creciera siempre en belleza, en sabiduría, en virtud; a semejanza nuestra él podía multiplicar sus bienes, sus gracias. ¡Oh, si el sol fuera libre de voluntad y pudiera hacer de uno, dos soles; de dos, cuatro soles, etc., qué gloria, qué honor no daría a su Creador, y cuánta gloria también para él mismo! Sin embargo, lo que no pueden hacer las cosas creadas porque están privadas de libre albedrío y porque fueron creadas para servir al hombre, lo puede hacer el hombre, porque él debía servir a Dios, así que todo nuestro amor estaba concentrado en el hombre y por eso pusimos todo lo creado a su disposición, todo ordenado en torno a él, para que el hombre se sirviera de nuestras obras como de tantos escalones y caminos para venir a Nosotros para conocernos y para amarnos. ¿Pero cuál no es nuestro dolor al ver al hombre por debajo de nuestras cosas creadas, mas bien, transformada por el pecado en fealdad su bella alma dada por Nosotros, y no solo no crecido en el bien, sino horrible al verse? No obstante, como si todo lo que fue creado para él no bastara a nuestro amor, para custodiar este libre albedrío le hicimos el don más grande que superó todos los demás dones, esto es, le dimos nuestra Voluntad como preservativo, como antídoto, como preventivo y ayuda a su libre voluntad; así que nuestra Voluntad se puso a su disposición para darle todas aquellas ayudas de las cuales el hombre tuviera necesidad; así que nuestra Voluntad le fue dada como vida primaria y acto primero de todas sus obras. Debiendo él crecer en gracia y belleza, tenía necesidad de una Voluntad Suprema que no sólo hiciera compañía a su voluntad humana, sino que se sustituyera al obrar de la criatura; pero también este gran don despreció y no lo quiso conocer. Ve entonces cómo nuestra Voluntad entra en la vida primaria de la criatura, y mientras tiene su acto primero, su vida, la criatura crece siempre en gracia, en luz, en belleza, conserva el vínculo del acto primero de su creación, y Nosotros recibimos la gloria de todas las cosas creadas, porque sirven a nuestra Voluntad obrante en la criatura, única finalidad de toda la Creación. Por eso te recomiendo que nuestra Voluntad sea para ti más que vida, y el acto primero de todas tus acciones”.

+ + + +

18-2
Agosto 15, 1925

Todas las cosas creadas caminan hacia el hombre. La fiesta de la Asunción se debería llamar la fiesta de la Divina Voluntad.

(1) Continuaba fundiéndome en el Santo Querer Divino para corresponder a mi Jesús con mi pequeño amor por todo lo que ha hecho por el género humano en la Creación; y mi amado Jesús, moviéndose en mi interior, para dar más valor a mi pequeño amor, hacía

junto conmigo lo que yo hacía, y mientras estaba en esto me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas fueron hechas para el hombre, y todas corren hacia él, no tienen pies, pero todas caminan, todas tienen un movimiento, o para encontrarlo o para hacerse encontrar: La luz del sol parte desde la altura de los cielos para encontrar a la criatura, iluminarla y calentarla; el agua camina para llegar hasta las vísceras humanas para quitarle la sed y refrescarla; las plantas, las semillas, caminan y desgarran la tierra, forman su fruto para darse al hombre, no hay cosa creada que no tenga un paso, un movimiento, hacia quien el Eterno Artífice las había dirigido en su creación. Mi Voluntad mantiene el orden, la armonía y las mantiene a todas en camino hacia las criaturas, así que es mi Voluntad que camina siempre en las cosas creadas hacia la criatura, no se detiene jamás, es toda movimiento hacia quien tanto ama, sin embargo, ¿quién dice un gracias a mi Voluntad que le lleva la luz del sol, el agua para beber para quitarle la sed, el pan para quitarle el hambre, el fruto, la flor para recrearlo y tantas otras cosas que le lleva para hacerlo feliz? ¿No es justo que mi Voluntad, haciendo todo para él, el hombre hiciera todo para cumplir mi Voluntad? ¡Oh! si tú supieras la fiesta que hace mi Voluntad en las cosas creadas cuando camina y sirve a quien cumple mi Voluntad. Mi Voluntad obrante y cumplida en la criatura, y mi Voluntad obrante en las cosas creadas, mientras se encuentran juntas se besan, armonizan, se aman y forman el himno, la adoración a su Creador, y el portento más grande de toda la Creación. Las cosas creadas se sienten honradas cuando sirven a la criatura que es animada por esa misma Voluntad que forma su misma Vida de ellas; en cambio mi Voluntad se pone en actitud de dolor en las mismas cosas creadas cuando debe servir a quien no cumple mi Voluntad; he aquí por qué sucede que muchas veces las cosas creadas se ponen contra el hombre, lo golpean, lo castigan, porque ellas se vuelven superiores al hombre, conservando íntegra en ellas aquella Voluntad Divina por la cual fueron animadas desde el principio de su creación, y el hombre ha descendido a lo bajo, no conservando en él la Voluntad de su Creador”.
(3) Después de esto me he puesto a pensar en la fiesta de mi Celestial Mamá Asunta al Cielo, y mi dulce Jesús con un acento tierno y conmovedor ha agregado:
(4) “Hija mía, el verdadero nombre de esta fiesta, debería ser: ‘La fiesta de la Divina Voluntad’. Fue la voluntad humana la que cerró el Cielo, que destrozó los vínculos con su Creador, la que hizo salir todas las miserias, el dolor, y que puso término a las fiestas que la criatura debía gozar en el Cielo. Ahora, esta criatura, Reina de todos, con hacer siempre y en todo la Voluntad del Eterno, es más, se puede decir que su vida fue sólo la Voluntad Divina, abrió el Cielo, se vinculó con el Eterno e hizo volver las fiestas en el Cielo con la criatura; cada acto que hacía en la Voluntad Suprema era una fiesta que iniciaba en el Cielo, eran soles que formaba como ornamentos de esta fiesta, eran músicas que enviaba para alegrar la Jerusalén Celestial, así que la verdadera causa de esta fiesta es la Voluntad Eterna obrante y cumplida en mi Mamá Celestial, que obró tales prodigios en Ella, que dejó estupefactos a Cielos y tierra, encadenó al Eterno con los vínculos indisolubles de amor, raptó al Verbo Eterno hasta su seno, los mismos ángeles, raptados, repetían entre ellos: ‘¿De dónde tanta gloria, tanto honor, tanta grandeza y tantos prodigios jamás vistos, en esta excelsa Criatura? No obstante es del exilio que viene’. Y atónitos reconocían la Voluntad de su Creador como vida y obrante en Ella, y estremeciéndose decían: ‘¡Santa, Santa, Santa, honor y gloria a la Voluntad de nuestro Soberano Señor y gloria y tres veces Santa Aquélla que ha hecho obrar a esta Suprema Voluntad!’ Así que es mi Voluntad la que más que todo fue y es festejada en el día de la Asunción al Cielo de mi Madre Santísima; fue mi Voluntad únicamente la que la hizo ascender tan alto que la distinguió entre todas las criaturas, todo lo demás habría sido nada si no hubiera poseído el prodigio de mi Querer. Fue mi Voluntad que le dio la Fecundidad Divina y la hizo Madre del Verbo, fue mi Voluntad la que le hizo ver y abrazar a todas las criaturas juntas, haciéndose Madre de todas y amando a todas con un amor de Maternidad Divina, y haciéndola Reina de todos la hacía imperar y dominar. En aquel día mi Voluntad recibió los primeros honores, la gloria y el fruto abundante de su labor en la Creación, y comenzó su fiesta que jamás interrumpe por la glorificación de su obrar en mi amada Madre; y si bien el Cielo fue abierto

por Mí, y muchos santos estaban ya en posesión de la Patria Celestial cuando la Reina Celestial fue asunta al Cielo, sin embargo la causa primaria era precisamente Ella, que había cumplido en todo la Suprema Voluntad, y por eso se esperó a Aquélla que tanto la había honrado y contenía el verdadero prodigio de la Santísima Voluntad para hacer la primera fiesta al Supremo Querer. ¡Oh, cómo todo el Cielo glorificaba, bendecía, alababa a la Eterna Voluntad cuando veía a esta sublime Reina entrar en el Empíreo, en medio de la corte celestial, toda fundida en el Sol Eterno del Querer Supremo! La veían toda adornada por la potencia del Fiat Supremo, no había habido en Ella ni siquiera un latido que no tuviera impreso este Fiat, y atónitos la miraban y le decían: ‘Asciende, asciende más arriba, es justo que Aquélla que tanto ha honrado al Fiat Supremo y que por medio suyo nos encontramos en la Patria Celestial, tenga el trono más alto y que sea nuestra Reina’. Y el más grande honor que recibió mi Mamá fue el ver glorificada la Divina Voluntad”.

+ + + +

18-3
Septiembre 16, 1925

Jesús fue siempre igual en las penas. El ser siempre igual es virtud divina. El silencio de Jesús.

(1) Mis días son siempre más amargos por las largas privaciones de mi dulce Jesús. Sólo su Voluntad me ha quedado como preciosa herencia de sus tantas visitas hechas a mi pobre alma, pero ahora he quedado sola, olvidada por Aquél que formaba mi vida, que me parecía estar fundidos juntos, y que ni Él podía estar sin mí, ni yo sin Él; y mientras pienso:
¿Dónde, a dónde habrá ido Aquél que tanto me amaba? ¿Qué he hecho que me ha dejado? ¡Ah Jesús, regresa, regresa que no puedo más! Y mientras quisiera abandonarme al dolor y pensar en mi gran desventura por haber perdido a Aquél en quien había puesto todas mis esperanzas, mi felicidad, el Santo Querer Divino se impone sobre mí haciéndome hacer el curso de mis actos en su adorable Voluntad, y casi me impide dolerme más por estar privada de mi único bien, y quedo como petrificada, inmóvil, toda sola, sin el mínimo consuelo ni del Cielo ni de la tierra. Ahora, mientras me encontraba en este estado, estaba pensando en diversas penas de la Pasión de Jesús, el cual haciéndose ver por poco tiempo me ha dicho:
(2) “Hija mía, en todas mis penas fui siempre igual, jamás cambié, mi mirada fue siempre dulce, mi rostro siempre sereno, mis palabras siempre calmadas y dignas; en toda mi persona había tal igualdad de modos, que si hubieran querido conocerme como su Redentor, sólo por mi modo siempre igual en todo y por todo me hubieran conocido. Es verdad que mis penas fueron tantas que me eclipsaban, y como tantas nubes que me circundaban, pero esto era nada, después de la intensidad de las penas Yo reaparecía en medio de mis enemigos como sol majestuoso, con mi acostumbrada serenidad y con mis mismos modos siempre iguales y pacíficos. Ser siempre igual es sólo de Dios y de los verdaderos hijos de Dios, el modo siempre igual imprime el carácter divino en el alma, y hace conocer qué puro y santo es el obrar de las criaturas. En cambio, un carácter desigual es de las criaturas y es señal de pasiones que se agitan en el corazón humano, que lo tiranizan, de modo que también en el exterior muestran un carácter desagradable que desagrada a todos. Por eso te recomiendo ser siempre igual Conmigo, contigo misma y con los demás; igual en las penas y hasta en mi misma privación. El carácter igual en ti debe ser imborrable, y si bien las penas de mi privación te aterran y forman dentro y fuera de ti las nubes del dolor, tus modos iguales serán luz que alejarán estas nubes y harán conocer que, si bien escondido, Yo habito en ti”.
(3) Después de esto yo continuaba pensando en las penas de la Pasión de mi adorable Jesús, con el clavo de su privación en mi corazón, y mi amable Jesús se hacía ver en mi interior todo taciturno y tan afligido que daba piedad, y yo le he dicho:

(4) “Amor mío, ¿por qué callas? Me parece que no quieres decirme más nada, ni confiarme tus secretos y tus penas”.
(5) Y Jesús, todo bondad pero afligido me ha dicho: “Hija mía, el callar dice alguna cosa más grande que no dice el hablar. El callar es decisión de quien no queriendo ser distraído, calla. El callar de un padre con un hijo suyo amado mientras se encuentra en medio de otros hijos libertinos, es señal de que quiere castigar a los hijos perversos. ¿Tú crees que sea cosa de nada que no venga a ti y que casi no te participe mis penas? ¡Ah hija mía, no es cosa de nada, todo lo contrario, es cosa grande!; cuando Yo no vengo a ti, mi justicia se llena de flagelos para castigar al hombre, tanto que todos los males pasados, los terremotos, las guerras, serán como nada ante los males que vendrán y ante la gran guerra y revolución que están preparando; son tantos los pecados que no merecen que te participe mis penas para librarlos de los castigos merecidos, por eso ten paciencia, mi Voluntad suplirá a mi vista, si bien estoy escondido en ti, y si esto no fuera no habrías podido mantener la batuta en hacer tus acostumbrados giros en mi Voluntad; soy Yo que, si bien escondido, los hago en ti, y tú sigues a Aquél que no ves, sin embargo cuando mi justicia haya cumplido el llenado de los flagelos, Yo estaré contigo como antes, por eso, ánimo, espérame y no temas”.
(6) Ahora, mientras esto decía me he encontrado fuera de mí misma en medio del mundo, y en casi todas las naciones se veían preparativos de guerras, nuevos modos más trágicos de combatir, que daban espanto al sólo mirarlos, y además la gran ceguera humana, que haciendo más ciego al hombre lo hacía obrar como bestia, no como hombre, y tan ciego que no veía que mientras hería a los demás se hería a sí mismo. Luego, toda asustada me he encontrado en mí misma, sola, sin mi Jesús y con el clavo en el corazón, porque Aquél que amo se había ido de mí dejándome sola y abandonada. Y mientras deliraba y sufría por la pena, mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior y suspirando por mi duro estado me ha dicho:
(7) “Hija mía, cálmate, cálmate, estoy en ti, no te dejo, y además, ¿cómo puedo dejarte? Mira, mi Voluntad se encuentra por todas partes, si tú estás en mi Voluntad no tengo a dónde ir, ni encuentro lugar para alejarme de ti, debería hacer limitada mi Voluntad, reunirla en un punto para dejarte, pero ni siquiera esto puedo hacer. Mi inmensidad se extiende por todas partes y mi Naturaleza hace inmenso todo lo que me pertenece, por lo tanto, inmensa es mi Voluntad, mi potencia, mi amor, mi sabiduría, etc., entonces, ¿cómo puedo dejarte si en mi Voluntad dondequiera Yo te encuentro? Por eso debes estar segura de que no te dejo, profundízate siempre más en la inmensidad del abismo de mi Voluntad”.

+ + + +

18-4
Octubre 1, 1925

La Divina Voluntad estaba en el centro de la Humanidad de Nuestro Señor, y quien vive en Ella vive en este centro.

(1) Estaba según mi costumbre acompañando las penas de la Pasión de mi dulce Jesús, y ofrecía su misma privación, la tortura que me ocasionaba, como testimonio de mi doloroso amor para aliviarlo y compadecerlo en sus penas. Ahora, mientras esto hacía, mi amado bien ha movido un brazo en mi interior, alzando su mano derecha haciendo correr de sus dedos ríos de sangre y de luz sobre mi pobre alma que estaba marchita y quemada por el viento potente de su privación, y con una tristeza tal, que Jesús mismo se ha sobresaltado, y enternecido por compasión y queriéndome consolar me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no temas, quien vive en mi Voluntad está en el centro de mi Humanidad, porque la Voluntad Divina está en Mí como el sol en su esfera, que a pesar de que los rayos invaden la tierra, no se aparta jamás de lo alto, de su centro, está siempre en su esfera, en su majestuoso trono, y mientras su luz recorre todo, dominando todo, todo le

sirve de escabel, esperando todos su benéfica luz; así se encontraba en Mí la Voluntad Divina, como centro en la esfera de mi Humanidad, y de ésta partía la luz a todos y por doquier.
(3) Había sido este el primer acto del hombre, rechazar mi Voluntad Suprema; convenía entonces a mi Humanidad dar el primer paso hacia Ella, concentrando en Mí como centro de vida esta Voluntad Eterna, y por medio de mi Vida, de mis obras y penas, llevarla de nuevo al hombre, a fin de que regresara a su Creador, poniéndose en el orden para el cual había sido creado. Mira entonces hija mía, el alma que vive en mi Voluntad está en el centro de mi Humanidad, y todo lo que Yo hice y sufrí está todo en torno a ella y en su ayuda: Si es débil le suministra mi fortaleza, si está sucia mi sangre la lava y la embellece, mis oraciones la sostienen, mis brazos la tienen estrechada y la cubren con mis obras, en suma, todo está en su defensa y en su ayuda; por eso, el pensamiento de mis penas es como connatural en ti, porque viviendo en mi Voluntad ellas te circundan como tantas nubes de luz y de gracia. Mi Voluntad en la esfera de mi Humanidad ponía como en camino mis obras, mis pasos, mis palabras, mi sangre, mis llagas, mis penas, y todo lo que Yo hice para llamar al hombre y darle las ayudas y medios suficientes para salvarlo y hacerlo volver de nuevo al seno de mi Voluntad. Si mi Voluntad hubiera querido llamar directamente al hombre, éste se habría espantado; en cambio quise llamarlo con todo lo que hice y sufrí, como si fueran tantas seducciones, ayudas, estímulos y medios para hacerlo volver a mis brazos, así que todo lo que Yo hice y sufrí es el portador del hombre a Dios. Ahora, quien vive en mi Voluntad, viviendo en el centro de mi Humanidad, toma todos los frutos de todo lo que Yo hice y sufrí, y entra en el orden de la Creación, y mi Voluntad cumple en él la plena finalidad para la que fue creado. Otros, que no viven en mi Voluntad, encuentran los medios para salvarse, pero no gozan todos los frutos de la Redención y de la Creación”.
(4) Ahora, mientras esto decía mi amable Jesús, yo le he dicho: “Amor mío, yo no sé, me dices que yo vivo en tu Voluntad y luego me dejas, ¡ah! a qué duro martirio me sometes, en cuanto Tú me dejas todo para mí se cambia, yo misma no me reconozco más, todo para mí muere: muere la luz, el amor, el bien. Eres sólo Tú el que mantiene el latido de la vida de mi pobre alma; en cuanto Tú partes y me dejas, así muere todo. Mira entonces en qué condiciones tan duras y dolorosas me dejas. ¡Ah! ten piedad de mí y no me dejes, porque no puedo más”. Y mientras quería decir más, mi Jesús suspirando ha agregado:
(5) “Hija mía, calla, no sigas más adelante, tus palabras me hieren el corazón. ¡Oh! cómo quisiera quitar de tu corazón este clavo tan duro que Yo te dejo, de que pudiera dejarte. Lo sé también Yo, que para quien me ama este clavo es insoportable, mata continuamente sin piedad, por eso quita el pensamiento de que Yo pudiera dejarte. En vez de dejarte, deberías estar convencida de que me adentro más en ti, y hago silencio en la navecilla de tu alma, tan es verdad, que nada ha cambiado en ti, los preparativos que estaban están, todos en el orden, tan es cierto, que basta que mi Voluntad lo quiera y Yo doy una vueltecita por los preparativos que hay, y que son ya tuyos. Y además, ¿cómo puedo dejarte? Para quien hace mi Voluntad y vive en Ella, mantiene íntegros los vínculos de la Creación que hay entre Creador y criaturas, los vínculos de la Redención y los vínculos que hay entre el Santificador y los santificados; mi Voluntad sella todos esos vínculos y vuelve a la criatura inseparable de Mí. Por eso debes estar segura de que tu Jesús no te deja”.
(6) Mientras esto decía, veía como innumerables hilos de luz atados a mi corazón, que algunos estaban atados a todas las cosas creadas, otros hilos salían de todo lo que Jesús había hecho y padecido, otros de los Sacramentos. Sea todo para gloria de Dios y para bien de mi alma y de todas las almas. Amén.

+ + + +

18-5

Octubre 4, 1925

Repetir el mismo bien sirve para formar el agua para regar las semillas de las virtudes. Todo lo que ha hecho Nuestro Señor está suspendido en la Divina Voluntad

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en la Santísima Voluntad de Dios, y mientras giraba en Ella para poner mi te amo sobre todas las cosas, hubiera querido que mi Jesús nada viera u oyera sino mi te amo, o bien que todo lo viera y oyera a través de este mi te amo. Y mientras repetía el estribillo de mi te amo pensaba entre mí: “Se ve que soy verdaderamente una pequeña niña que no sé decir otra cosa que el estribillo aprendido; y además, ¿para qué me sirve el repetir y siempre repetir te amo, te amo?” Mientras esto pensaba, mi adorable Jesús ha salido de dentro de mi interior, haciendo ver en toda su Divina Persona impreso por todas partes mi te amo: Sobre los labios, sobre el rostro, en la frente, en los ojos, en medio del pecho, sobre el dorso y en medio de la palma de las manos, en la punta de sus dedos, en suma, dondequiera; y con un acento tierno me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿no estás contenta de que ningún te amo que sale de ti quede perdido, sino que todos queden impresos en Mí? Y además, ¿sabes de qué te sirve el repetirlos? Tú debes saber que cuando el alma se decide a hacer un bien, a ejercitar una virtud, forma la semilla de aquella virtud; con repetir aquellos actos forma el agua para regar esa semilla en la tierra del propio corazón, y cuanto más a menudo los repite, más riega esa semilla y la planta crece bella, verde, de manera que pronto produce los frutos de aquella semilla. En cambio, si es lenta en repetirlos, muchas veces aquella semilla queda sofocada, y si crece, crece débil y jamás da fruto; pobre semilla, sin agua suficiente para crecer, y mi Sol no surge sobre esa semilla para darle la fecundidad, la madurez y el bello color a sus frutos, porque es infecunda. En cambio con repetir siempre los mismos actos, el alma contiene mucha agua para regar aquella semilla, mi Sol surge sobre ella cada vez que es regada, y se alegra mucho al ver que tiene tanta fuerza para crecer que hace llegar sus ramas hasta Mí, y viendo sus muchos frutos los tomo con gusto y reposo a su sombra. Así que el repetir tu te amo para Mí, te provee del agua para regar y formar el árbol del amor; el repetir la paciencia, riega y forma el árbol de la paciencia; el repetir tus actos en mi Voluntad, forma el agua para regar y formar el árbol divino y eterno de mi Voluntad; ninguna cosa se forma con un solo acto, sino con muchos y muchos actos repetidos. Sólo tu Jesús contiene esta virtud, de formar todas las cosas, aun las más grandes con un acto solo, porque contengo la potencia creadora, pero la criatura, a fuerza de repetir el mismo acto, forma paso a paso el bien que quiere hacer. Con la costumbre se vuelve naturaleza aquel bien o aquella virtud, y la criatura se vuelve poseedora, formando con ellas toda su fortuna. También en el orden natural sucede así, nadie se vuelve maestro con haber leído una vez o pocas veces las vocales y las consonantes, sino quien constantemente repite hasta llenarse la mente, la voluntad y el corazón de toda aquella ciencia que conviene para poder hacer de maestro a los demás; ninguno se ve saciado si no come bocado a bocado el alimento que se necesita para saciarse; nadie recoge la semilla si no repite, quién sabe cuántas veces, su trabajo en su campo; y así de tantas otras cosas. El repetir el mismo acto es señal de que se ama, se aprecia y se quiere poseer el mismo acto que hace. Por eso, repite, e incesantemente repite sin cansarte jamás”.
(3) Después me he encontrado fuera de mí misma, y mi dulce Jesús me ha llevado girando en todos aquellos lugares donde había, estando Él en la tierra, obrado, sufrido, orado y también llorado; todo lo que había hecho, todo estaba en acto y mi amado Bien me ha dicho:
(4) “Hija mía, hija de mi Querer Supremo, mi Voluntad quiere hacerte participar en todo. Todo lo que tú ves son todas mis obras que hice estando en la tierra, las cuales mi Voluntad las tiene suspendidas en Ella porque las criaturas no se disponen a querer recibirlas, en parte porque no conocen aún lo que Yo hice. Mira, aquí están mis oraciones

que de noche hacía, cubiertas de lágrimas amargas y de suspiros ardientes por la salvación de todos, están todas en espera para darse a las criaturas, para darles los frutos que contienen. Hija, entra tú en ellas, cúbrete con mis lágrimas, vístete con mis oraciones, a fin de que mi Voluntad cumpla en ti los efectos que hay en mis lágrimas, oraciones y suspiros. Mi Voluntad tiene como alineadas en Sí las penas de mi infancia, todos mis actos internos de mi Vida oculta, que son prodigios de gracia y de santidad, todas las humillaciones, gloria y penas de mi Vida pública, las penas más escondidas de mi Pasión, todo está suspendido, el fruto completo no ha sido tomado por las criaturas y espero a quien debe vivir en mi Querer a fin de que no estén más suspendidos, sino que se viertan sobre ellos para darles el fruto completo. Sólo quien debe vivir en mi Voluntad hará que no continúen suspendidos mis bienes, por eso entra en cada uno de mis actos y de mis penas, a fin de que mi Voluntad se cumpla en ti. Entre tú y Yo no quiero cosas suspendidas, ni tolero no poderte dar lo que quiero, por eso quiero encontrar en ti mi misma Voluntad, a fin de que nada pueda oponerse a lo que quiere darte mi misma Voluntad”.
(5) Y mientras Jesús decía esto, yo pasaba de un acto a otro de Jesús y quedaba como transformada, cubierta con sus mismos actos, oraciones, lágrimas y penas. ¿Pero quién puede decir lo que sentía? Espero que el bendito Jesús me dé la gracia de corresponder y de cumplir en mí su adorable Voluntad, y en todos. Amén.

+ + + +

18-6
Octubre 10, 1925

Intercambio de Voluntad entre Dios y la Santísima Virgen y Luisa. La Santísima Virgen repite al alma lo que hizo a su Hijo.

(1) Encontrándome en mi acostumbrado estado, mi pobre mente se encontraba en una atmósfera altísima, me parecía ver a la Divinidad y sobre una rodilla del Padre Celestial a mi Reina Mamá muerta, como si no tuviera vida; yo maravillada pensaba entre mí: “Mi Mamá está muerta, pero qué muerte feliz morir sobre las rodillas de nuestro Creador”. Pero mirando mejor, veía como si su voluntad estuviese separada del cuerpo, estaba en las manos del Padre Divino. Yo asombrada miraba pero no me sabía explicar lo que veía, pero una voz que salía del trono decía:
(2) “Esta es la elegida entre todas las elegidas, es la toda bella, es la única criatura que nos hizo don de su voluntad, y muerta nos la dejó sobre las rodillas, en nuestras manos, y Nosotros en correspondencia le hicimos don de nuestra Voluntad. Don más grande no podíamos hacerle, porque con la adquisición de esta Suprema Voluntad tuvo poder de hacer descender al Verbo sobre la tierra y de hacer formar la Redención del género humano. Una voluntad humana no tendría poder sobre Nosotros ni ningún atractivo, en cambio una Voluntad Divina dada por Nosotros mismos a esta incomparable criatura nos venció, nos conquistó, nos raptó, y no pudiendo resistir cedimos a sus instancias de hacer descender al Verbo sobre la tierra. Ahora esperamos que vengas tú a morir sobre la otra rodilla, donándonos tu voluntad, y Nosotros, viéndola muerta en nuestras manos, como si no existiera más para ti, te haremos don de la nuestra y por medio tuyo, es decir, por medio de esta nuestra Voluntad donada a ti, regresará a vivir nuestro Fiat sobre la tierra. Estas dos voluntades muertas sobre nuestras rodillas serán el rescate de tantas voluntades rebeldes, y las tendremos como prendas preciosas que nos reharán de los tantos males de todas las demás criaturas, porque con nuestra Voluntad podrán satisfacernos”.
(3) La voz no se oía más, y yo me he encontrado sobre la otra rodilla Paterna en acto de dar el último respiro quedando muerta, pero en ese mismo instante me he encontrado en mí misma, pero no sé decir lo que sentía en mí, sólo rogaba de corazón que no más mi voluntad entrara en mí, sino que sólo la Divina tuviese vida en mí. ¡Ah, sólo Ella es la portadora de todos los bienes y la repetidora de Jesús en las almas, que haciendo eco al

Fiat de la Creación abraza todo y a todos como de un solo golpe y corresponde a Dios por la obra de la Creación, Redención y Santificación! La Voluntad Divina obrante en nosotros todo puede hacer, es la verdadera Reina que reina e impera sobre todo.
(4) Después veía a mi Mamá Celestial con el niño Jesús entre sus brazos, que lo besaba y lo ponía a su pecho para darle su purísima leche, y yo le he dicho: “Mamá mía, ¿y a mí nada me das? ¡Ah! permíteme al menos que ponga mi te amo entre tu boca y la de Jesús mientras os besáis, a fin de que en todo lo que hagáis corra junto mi pequeño te amo. Y Ella me dijo:
(5) “Hija mía, pon también tu pequeño te amo no sólo en la boca, sino en todos los actos que corren entre Yo y mi Hijo. Tú debes saber que en todo lo que hacía hacia mi Hijo, tenía la intención de hacerlo hacia las almas que debían vivir en la Voluntad Divina, porque estando en Ella estaban dispuestas a recibir todos aquellos actos que Yo hacía hacia Jesús, y encontraba espacio suficiente donde depositarlos. Así que si Yo besaba a mi Hijo, las besaba a ellas, porque las encontraba junto con Él en su Suprema Voluntad. Eran ellas las primeras como alineadas en Él, y mi amor materno me empujaba a hacerlas participar de lo que hacía a mi Hijo. Gracias grandes se necesitaban para quien debía vivir en esta Santa Voluntad, y Yo ponía a su disposición todos mis bienes, mis gracias, mis dolores, para su ayuda, defensa, fortaleza, apoyo, luz; y Yo me sentía feliz y honrada, con los honores más grandes, de tener por hijos míos los hijos de la Voluntad del Padre Celestial, la cual también Yo poseía, y por eso los veía también como partos míos. Es más, de ellos se puede decir lo que se dice de mi Hijo, que las primeras generaciones encontraban la salvación en los méritos del futuro Redentor. Así estas almas en virtud de la Voluntad Divina obrante en ellas, estas futuras hijas son aquellas que imploran incesantemente la salvación, las gracias a las futuras generaciones; están con Jesús y Jesús en ellas, y repiten junto con Jesús lo que contiene Jesús. Por eso, si quieres que te repita lo que hice a mi Hijo, haz que te encuentre siempre en su Voluntad, y Yo te daré magnánimamente mis favores”.

+ + + +

18-7
Octubre 17, 1925

La Sabiduría Eterna ha establecido que el alimento del alma del hombre sea la Voluntad de Dios.

(1) Después de dos días de amarguísimas privaciones de mi sumo bien Jesús, lo sentí moverse en mi interior, me parecía ver que en mi interior estaba sentado con su cabeza apoyada en uno de mis hombros y con su boca dirigida hacia la mía en acto de suministrarme las palabras. Yo me lo estreché y me puse a escucharlo, abandonándome toda en Él. Entonces parecía que me decía:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es más que alimento; el alimento da la fuerza al cuerpo, lo calienta, aumenta la sangre, reaviva la inteligencia si está debilitada, da la fuerza a todos los miembros y empuja a la criatura a nuevas obras y sacrificios; en cambio una que está en ayunas, no dando el alimento necesario a su cuerpo es débil, fría, pobre de sangre, la inteligencia debilitada, agotada en todos sus miembros, lo que la lleva a la tristeza y la empuja a no hacer nada, sin ganas de sacrificarse en nada. Pobrecita, se siente faltar la vida en toda su persona, tan es verdad, que cuando una enfermedad es mortal para una criatura, abandona el alimento, y abandonando el alimento se dispone a la muerte. Entonces, habiendo establecido la Eterna Sabiduría que también el alma tuviera su alimento, le fue asignado como alimento exquisito la Voluntad Suprema, así que quien toma ese alimento es fuerte en el obrar el bien, está como impregnado en el amor hacia Dios, este alimento le aumenta la sangre divina para formar el crecimiento de la Vida de Dios en ella, como sol se refleja en su inteligencia para hacerla conocer a su Creador y

formarse a su semejanza, le pone la fuerza en toda el alma para poner en vigor todas las virtudes y la empuja a nuevos trabajos y a sacrificios inauditos. El alimento de mi Voluntad se da a cada instante, a cada respiro, de noche, de día, en cada cosa y cuantas veces se quiera, no hay que temer como con el alimento corporal, que si se toma en exceso hace daño y produce enfermedades, no, no, por cuanto más se toma más fortifica y tanto más eleva al alma a la semejanza con su Creador, se puede estar siempre con la boca abierta en acto de tomar este alimento celestial; todo al contrario para quien no toma este alimento de mi Voluntad: Para quien no lo toma de ninguna manera, se puede decir que se dispone a morir eternamente; para quien se alimenta de él rara vez, es débil e inconstante en el bien, es frío en el amor, es pobre de sangre divina, de manera que crece como anémica en él la Vida Divina; la luz en su inteligencia es tan escasa, que poco o nada conoce de su Creador, y no conociéndolo su semejanza está tan lejana de él por cuanto está lejano el alimento de su Voluntad; está sin brío en el obrar el bien, porque no tiene alimento suficiente, y ahora se le escapa la paciencia, ahora la caridad, ahora el desapego de todo, así que las pobres virtudes viven como estranguladas sin el alimento suficiente de mi Voluntad. ¡Ah! si se pudiese ver un alma privada de este alimento celestial, sería de llorar, tantas son las miserias y las suciedades con las que está cubierta, sin embargo es mucho más de compadecer si se ve una criatura en ayunas del alimento corporal, porque muchas veces le faltan los medios para comprarlo, en cambio el alimento de mi Voluntad se da gratuitamente, por lo tanto quien no lo toma merece la condena, y la condena se la forma ella misma porque rechaza el alimento que le daba la vida”.
(3) Después de esto he oído que varias personas habían sufrido conflictos, humillaciones y otras cosas, y mi dulce Jesús ha continuado hablando:
(4) “Hija mía, así como cuando el cuerpo contiene sangre mala que infecta la buena es necesario aplicar lavados, sangrías, punciones para sacar la sangre mala, de otra manera corre peligro de quedar paralizado por toda la vida, así el alma a la cual le falta el continuo alimento de mi Voluntad, contiene tantos humores malos, y es necesario aplicarle lavados de humillaciones para hacer salir el humor malo de la propia estima, sangrías para hacer salir el humor infectado de la vanagloria del propio yo, repentinas punciones para hacer salir la sangre mala de los pequeños apegos que se va formando en el propio corazón hacia las personas a las cuales se acerca al hacer el bien, de otra manera esos humores crecerían tanto que infectarían todo lo que hacen, de manera que quedarían paralizadas en el bien por toda la vida. Las punciones aprovechan siempre, son las centinelas del corazón, que mantienen pura la sangre, esto es, recta la intención del alma en el obrar el bien. Por esto, si todos obraran el bien para cumplir solamente mi Voluntad, las punciones no serían necesarias, porque Ella es salvaguarda de todos los humores malos, así que las punciones son también penas de quien no toma el alimento suficiente de mi Voluntad”.

+ + + +

18-8
Octubre 21, 1925

Efectos de un acto hecho en la Divina Voluntad. El dolor de Jesús está suspendido en la Divina Voluntad esperando al pecador.

(1) Esta mañana mi dulce Jesús al venir me ha dicho: “Hija mía, te traigo el beso de todo el Cielo”. Y mientras esto decía me ha besado y ha añadido:
(2) “Todo el Cielo está en mi Voluntad, y todo lo que Yo hago, estando ellos en este Supremo Querer, sienten el eco de mis actos y repiten como respondiendo a mi eco lo que hago Yo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido, pero después de algunas horas ha regresado diciéndome:
(4) “Hija mía, devuélveme el beso que te he dado, porque todo el Cielo, mi Mamá,

nuestro Padre Celestial y el Divino Espíritu están esperando la correspondencia de tu beso, porque habiendo salido un acto de Ellos en mi Voluntad hacia la criatura que vive en el exilio, anhelan que les sea restituida la correspondencia en mi misma Voluntad”.
(5) Entonces, acercando su boca a la mía, casi temblando le di mi beso, el cual ha producido un sonido armonioso nunca escuchado, que se elevaba a lo alto y se difundía en todo y a todos. Y Jesús, con un amor indecible ha añadido:
(6) “¡Cómo son bellos los actos en mi Voluntad! ¡Ah! tú no sabes la potencia, la grandeza, la maravilla de un acto en mi Voluntad, este acto mueve todo, Cielo y tierra como si fuera un acto solo, y todo lo creado, ángeles, santos, dan y reciben la correspondencia de ese acto. Por esto un acto hecho en mi Voluntad no puede estar sin correspondencia, de otra manera todos sentirían dolor de un acto divino que ha movido a todos, en el que todos han puesto de lo suyo, y sin embargo no correspondido. El obrar del alma en mi Voluntad es como el sonido argentino de una vibrante y sonora campana que suena tan fuerte, que llama la atención de todos, y suena y resuena tan dulce, que todos conocen en ese sonido, el obrar del alma en mi Voluntad, recibiendo todos la gloria, el honor de un acto divino”.
(7) Y habiendo dicho esto desapareció. Más tarde, continuando el fundirme en la Voluntad Divina, doliéndome por cada ofensa que ha sido hecha a mi Jesús, desde el primero hasta el último hombre que vendrá sobre la tierra, y mientras me dolía pedía perdón, pero mientras esto hacía decía entre mí:
(8) “Jesús mío, amor mío, no me basta con dolerme y pedirte perdón, sino que quisiera aniquilar cualquier pecado, para hacer que jamás, jamás seas ofendido”. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(9) “Hija mía, Yo tuve un dolor especial por cada pecado, y sobre mi dolor estaba suspendido el perdón al pecador. Ahora, este mi dolor está suspendido en mi Voluntad esperando al pecador cuando me ofende, a fin de que doliéndose de haberme ofendido descienda mi dolor a dolerse junto con el suyo, y pronto darle el perdón; ¿pero cuántos me ofenden y no se duelen? Y mi dolor y perdón están suspendidos en mi Voluntad y como aislados. Gracias hija mía, gracias por venir en mi Voluntad a hacer compañía a mi dolor y a mi perdón. Continúa girando en mi Voluntad y haciendo tuyo mi mismo dolor, grita por cada ofensa: ‘dolor, perdón’, a fin de que no sea Yo solo a dolerme y a impetrar el perdón, sino que tenga la compañía de la pequeña hija de mi Querer que se duele junto Conmigo”.

+ + + +

18-9
Octubre 24, 1925

La Divina Voluntad es un acto solo, inmenso y eterno que contiene todo junto: Creación, Redención, Santificación. Quien vive en la Divina Voluntad posee este acto solo y toma parte en todas sus obras, formando un acto solo con su Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, sentía a mi dulce Jesús moverse en mi interior, en acto de extenderse en mí, como si me pusiera en agonía; yo oía su estertor de agonizante y me sentía también yo agonizar junto con Él. Después de haber sufrido un poco junto con Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el pensar en mi Pasión, el compadecerme en mis penas me es muy grato, siento que no estoy solo en mis penas, sino que tengo junto Conmigo la compañía de la criatura, por causa de la cual Yo sufro y a la que amo tanto, y teniéndola junto Conmigo el sufrir se me hace más dulce. ¡Cómo es duro el aislamiento en el sufrir! Cuando me veo solo no tengo a quién confiar mis penas, ni a quién dar el fruto que mis penas contienen, y por eso quedo como ahogado de penas y de amor, y por eso mi amor no pudiendo más, vengo a ti para sufrir en ti y tú sufres junto Conmigo las penas de mi Pasión en acto, para

repetir lo que Yo hice y sufrí en mi Humanidad. El repetir mi Pasión en acto en la criatura difiere de quien sólo piensa y compadece mis penas; lo primero es un acto de mi Vida que se pone en lugar mío para repetir mis penas, y Yo siento darme de nuevo los efectos, el valor de un Vida Divina; en cambio el pensar en mis penas y el compadecerme, es sólo la compañía que siento de la criatura. ¿Pero sabes tú en quién puedo repetir mis penas en acto de mi Pasión? En quien está como centro de vida mi Voluntad. Sólo mi Voluntad es un acto solo, que no tiene sucesión de actos; este acto único está como fijado en un punto que jamás se cambia, este punto es la eternidad, y mientras es un acto solo, es acto primero, acto interminable, sin embargo su circunferencia es tan inmensa que nada le puede escapar, abraza todo y a todos con un solo abrazo, partiendo todo de aquel acto primero como un solo acto; así que la Creación, la Redención y Santificación es un acto único para la Divinidad, y solamente porque es un acto solo tiene la potencia de hacer suyos todos los actos como si fueran uno solo. Ahora, quien vive en mi Voluntad posee este acto único, y no es maravilla el que tome parte en las penas de mi Pasión como en acto; en este acto único encuentra como en acto a su Creador que crea la Creación, y ella, formando un acto solo con su Dios, crea junto con Él, corriendo como un solo acto en todas las cosas creadas, y forma la gloria de la Creación a su Creador; su amor brilla sobre todas las cosas creadas, goza y toma placer de ellas, las ama como cosas suyas y de su Dios. En aquel acto solo ella tiene una nota que hace eco a todo el obrar divino, y dice en su énfasis de amor: ‘Lo que es tuyo es mío, y lo que es mío es tuyo; sean dados gloria, honor y amor a mi Creador’. En este acto solo encuentra en acto la Redención, la hace toda suya, sufre mis penas como si fueran suyas, corre en todo lo que Yo hice, en mis oraciones, en mis obras, en mis palabras, en todo tiene una nota de reparación, de compadecimiento, de amor y de sustitución a mi Vida’. En este acto solo encuentra todo, todo lo hace suyo y por doquier pone su correspondencia de amor, por eso el vivir en mi Voluntad es el prodigio de los prodigios, es el encanto de Dios y de todo el Cielo, porque ven correr la pequeñez de la criatura en todas las cosas de su Creador, y como rayo solar unido a este acto solo se difunde por doquier y en todos. Por eso te recomiendo que jamás, aun a costa de tu vida, salgas de este acto solo de mi Voluntad, a fin de que repita en ti como en acto, la Creación, Redención y Santificación.
(3) Mira, también la naturaleza contiene la semejanza de este acto solo: En la atmósfera el sol tiene un acto único, desde que fue creado por Dios hace siempre un acto solo, su luz, su calor están tan fundidos juntos que se vuelven inseparables el uno del otro, y está siempre en acto, desde lo alto, de mandar luz y calor, y mientras desde lo alto no sabe hacer otra cosa que un solo acto, la circunferencia de su luz que desciende a lo bajo es tan grande, que abraza toda la tierra, y con su abrazo produce innumerables efectos, se constituye vida y gloria de todas las cosas creadas. En virtud de este acto único tiene virtud de encerrar en sí cada planta, y suministra: a quién el desarrollo, a quién la maduración de los frutos, a quién la dulzura, a quién el perfume; se puede decir que toda la tierra mendiga del sol la vida, y cada planta, aun el más pequeño hilo de hierba implora del sol su crecimiento y cada fruto que deben producir, pero el sol no cambia jamás acción, se gloría de hacer siempre un acto solo.
(4) También la naturaleza humana contiene la semejanza de un acto solo, y ésta lo contiene el latido del corazón. Comienza la vida humana con el latido; éste hace siempre un acto único, no sabe hacer otra cosa que latir, pero la virtud de este latido, los efectos, son innumerables sobre la vida humana: Conforme late y a cada latido hace circular la sangre en los miembros, hasta en las partes extremas, y conforme late da la fuerza a los pies para caminar, a las manos para obrar, a la boca para hablar, a la mente para pensar; suministra el calor y la fuerza a toda la persona, todo depende del latido, tan es verdad, que si el latido es un poco débil se pierde la energía, las ganas de obrar; la inteligencia se disminuye, se llena de dolores y llega un malestar general; y si cesa el latido cesa la vida. La potencia de un acto solo continuamente repetido es grande, mucho más el acto único de un Dios Eterno, que tiene virtud de hacer todo con un solo acto. Por eso ni el pasado ni el futuro existen en este acto, y quien vive en mi Voluntad se encuentra ya en este acto único,

y así como el corazón hace siempre un latido en la naturaleza humana, que se constituye vida de ella, así mi Voluntad en el fondo del alma late continuamente, pero con un latido único, y a medida que late le da la belleza, la santidad, la fortaleza, el amor, la bondad, la sabiduría. Este latido encierra Cielo y tierra, es como circulación de sangre, como circunferencia de luz se encuentra en los puntos más altos y en las partes más extremas. Donde este acto único, este latido del alma tiene pleno vigor y reina completamente, es un prodigio continuado, es el prodigio que sólo un Dios sabe hacer y por eso se descubren en el alma nuevos cielos, nuevos abismos de gracias, verdades sorprendentes. Pero si se le pregunta, ¿de dónde tanto bien? Respondería unida con el sol, junto con el latido humano y con el acto solo del Dios eterno: Hago una sola cosa, hago siempre la Voluntad de Dios y vivo en Ella, este es todo mi secreto y toda mi fortuna”.
(5) Dicho esto ha desaparecido, pero después me he encontrado fuera de mí misma con el niño Jesús en brazos. Estaba tan pálido y temblaba todo, con los labios lívidos, frío y tan demacrado que daba piedad; me parecía que se había refugiado en mis brazos para ser defendido. Yo me lo estreché a mi corazón para calentarlo, le tomaba sus manitas y sus piecitos en mis manos, los estrechaba para hacer que no temblara, lo besaba y lo volvía a besar, le decía que lo amaba mucho, mucho, y mientras esto hacía el niño iba recuperando su color, dejaba de temblar, reaccionaba todo y se estrechaba más a mí. Pero mientras yo creía que se quedaría siempre conmigo, con sorpresa vi que poco a poco descendía de mis rodillas, yo he gritado jalándolo con el brazo: “Jesús, ¿a dónde vas? Cómo, ¿me dejas?”
(6) Y Él: “Debo irme”.
(7) Y yo: “¿Cuándo regresas?”.
(8) Y Jesús: “Dentro de tres años”.
(9) Y ha tomado el camino para alejarse. ¿Pero quién puede decir mi dolor? Repetía entre mí, entre las lágrimas y conmocionada: “De aquí a tres años lo volveré a ver, ¡oh Dios! ¿Cómo haré?” Pero era tanto el dolor que casi perdí el sentido y no comprendí más nada; pero mientras estaba en esto, en cuanto abrí los ojos vi que Jesús había dado la vuelta y subía por mi otra rodilla, y poco a poquito se acurrucaba en mi regazo y con sus manitas me acariciaba, me besaba y me repetía:
(10) “Cálmate, cálmate, que no te dejo”.
(11) Y conforme me decía no te dejo, yo me sentía recobrar, darme nuevamente la vida, y me he encontrado en mí misma, pero con tal temor, que me sentía morir.

+ + + +

18-10
Noviembre 1, 1925

La pena de la privación de Jesús supera la misma pena del infierno. La Voluntad de Dios se ofrece en ayuda y todo
el Cielo está vuelto hacia el alma.

(1) He pasado días amarguísimos privada de mi dulce Jesús, el pensamiento de no verlo más martillaba mi pobre corazón como sobre de un yunque con repetidos golpes crueles de martillo. ¡Ah! Jesús, me has puesto en un infierno viviente, mas bien mis penas superan las mismas penas infernales; ay, los condenados no te aman y como les falta el germen del amor huyen de Ti, no suspiran tu abrazo, sus penas se recrudecerían más con tu presencia; un amor odiado no soporta la presencia de la persona que odia, por eso, para ellos es más soportable tu privación, pero para mí, infeliz, es todo lo contrario, yo te amo, siento el germen del amor hasta en mis huesos, en los nervios, en la sangre. ¡Ah! ¿no te acuerdas que con haber vivido por más de cuarenta años juntos, Tú me llenabas de Ti los huesos, los nervios, la sangre, toda yo misma? Yo me sentía como una vestidura que te cubría y te escondía en mí, y ahora, privada de Ti me siento vacía de todo, así que mis

huesos gritan, mis nervios, mi sangre, gritan que quieren a Aquél que los llenaba, así que dentro de mí hay un grito continuo que me lacera, que me desgarra: ‘Que te quieren a Ti que llenabas mi vida’. ¿Ves entonces cuántos desgarros crueles sufre mi pobre existencia? ¡Ah! en el infierno no hay estas penas atroces, estos crueles desgarros, este vacío de un Dios poseído y amado, ¡ah Jesús, regresa a quien te ama, regresa a la infeliz de las infelices, pero hecha infeliz sólo por Ti, sólo por causa tuya. ¡Ah! lo puedo decir, Tú solo me has vuelto infeliz, otra infelicidad yo no conozco. Ahora, mientras nadaba en el mar amargo de la privación de mi Jesús, me he puesto a considerar las penas del corazón de mi Jesús para hacer una comparación con las penas de mi pobre corazón, pero en vez de encontrar un consuelo en las penas de Jesús, mis penas más se recrudecían pensando entre mí que mis penas superaban las de mi Jesús, porque las penas del corazón de Jesús, por cuanto grandes, eran penas que le daban las criaturas, y si éstas, ingratas lo ofenden y huyen de Él, son siempre criaturas finitas, no el Ser Infinito; en cambio para mí son penas que me da un Dios, no es una criatura que me huye, sino es un Dios, el Ser Infinito. Jesús no tiene otro Dios que lo pueda dejar, ni puede tenerlo, por lo tanto no puede sufrir la pena que sobrepasa toda pena, la de estar privado de un Dios. En cambio mi pena de estar privada de un Dios es grande, es infinita, por cuanto es grande e infinito Dios. ¡Ah, su corazón traspasado no ha sufrido esta pena y le falta la herida de la pena de la privación divina a su corazón herido; y además, por cuantas penas le den las criaturas, mi Jesús no pierde jamás su soberanía, su dominio, aun sobre aquellos que lo ofenden, ni lo empequeñecen, ni lo decoloran, nada pierde de lo que es, siempre queda dominante sobre todo, es siempre el Ser Eterno, Inmenso, Infinito, amable y adorable. En cambio yo no tengo soberanía, ni dominio, y con el estar privada de Jesús me empequeñezco, me decoloro, me siento disolver en la nada, me vuelvo nauseabunda e insoportable aun a mí misma. Mira entonces, ¡oh! Jesús, cómo mis penas son más grandes que las tuyas, ah, Tú sabes las penas que te dan las criaturas, pero no sabes las penas que puede dar un Dios, y cuánto pesa tu privación.
(2) Mi pobre mente desvariaba, sentía que no hay pena que pueda compararse a la pena de la privación de Jesús, es una pena sin principio ni fin, incalculable e irremediable, cual es Jesús tal se vuelve la pena. Mi pobre corazón estaba ahogado y sin vida, y para no desvariar más me he esforzado en no comparar mis penas con las de Jesús y pasar a otra cosa, sólo rogaba que me diera la fuerza, y como la pena de su privación era tan grande y tenía un sonido misterioso y divino que no tienen las otras penas, y un peso que supera el peso de todas las otras penas juntas, rogaba que por bondad suya aceptase mi pena, y en vista de ésta me diera la gracia más grande: Que todos conocieran su Santísima Voluntad, y con su sonido misterioso y divino resuene en todos los corazones y llame a todos a cumplir la Santísima Voluntad, aplastando con su peso la voluntad humana, las pasiones, el pecado, a fin de que todos te conozcan, te amen, y comprendan qué significa la pérdida de un Dios. ¿Pero quién puede decir todo lo que pensaba? Si dijera todo sería demasiado largo; mas bien, habría querido pasar todo en silencio y no poner en el papel mis secretos, pero la obediencia se ha impuesto y he tenido que decir Fiat.
(3) Después me sentía extenuada y sin fuerzas y no podía más, y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí, ha salido de dentro de mi interior, todo agitado, con la boca toda llena de sangre, y era tanta la sangre que le impedía hablar, pero con su mirada triste me pedía ayuda. Ante las penas de Jesús olvidé las mías, es más, estando Él yo no tenía más penas, y le he rogado que sufriéramos juntos. Entonces, después de haber sufrido juntos un poco, la sangre de la boca se ha detenido, y viendo cómo me había reducido por su privación me estrechaba a Sí, se extendía en mí para llenarme de Él, y después me ha dicho:
(4) “Pobre hija mía, cómo te has reducido, tienes razón, la pena de la privación de un Dios es la más grande, y como es grande se necesitaba toda la fuerza de mi Voluntad para sostenerte. Pero tú no sabes qué significa sufrir en mi Voluntad, dondequiera que está mi Voluntad corría tu pena, en la tierra, en el Cielo, en los santos y en los ángeles, y en cuanto les llegaba, todos se ponían en acto de mirarte y de ayudarte, así que todos estaban

atentos a ti, y si el paraíso fuera capaz de pena, habría cambiado en dolor todas sus alegrías y felicidad, pero no siendo capaz de pena todos imploraban gracias como correspondencia de una pena tan grande. Entonces, las penas del alma que vive en mi Voluntad son la cruz de todos, que satisfacen por todo y convierten en celestial rocío el furor de la justicia divina. Por eso date ánimo y no quieras salir jamás de mi Voluntad”.
(5) Yo he quedado confundida, esperaba de Jesús un reproche por mis desatinos, pero nada, y hemos quedado en perfecta paz.

+ + + +

18-11
Noviembre 5, 1925

Los gemidos del Espíritu Santo en los Sacramentos.
Correspondencia de amor del alma.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino y buscaba, por cuanto me era posible, corresponder con mi pequeño amor a mi Jesús por todo lo que ha hecho en la Redención, y mi amable y dulce amor Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, con tu vuelo en mi Voluntad ponte en todos los Sacramentos instituidos por Mí, desciende en el fondo de ellos para darme tu pequeña correspondencia de amor. ¡Oh! Cuántas lágrimas mías secretas encontrarás en ellos, cuántos suspiros amargos, cuántos gemidos ahogados del Espíritu Santo, su gemido es continuo por las tantas desilusiones de nuestro amor. Los Sacramentos fueron instituidos para continuar mi Vida sobre la tierra en medio de mis hijos, pero, ¡ay de Mí, cuántos dolores! Por eso siento la necesidad de tu pequeño amor, será pequeño, pero mi Voluntad me lo hará grande; mi amor no tolera para quien debe vivir en mi Voluntad, que no se asocie a mis dolores y que no me dé su pequeña correspondencia de amor por todo lo que he hecho y sufro, por eso hija mía ve como gime mi amor en los Sacramentos:
(3) Si veo bautizar al recién nacido lloro de dolor, porque mientras con el bautismo le restituyo la inocencia, reencuentro de nuevo a mi hijo, le restituyo los derechos perdidos sobre la Creación, le sonrío de amor y complacencia, le pongo en fuga al enemigo, a fin de que no tenga más derecho sobre él, lo confío a los ángeles, todo el Cielo le hace fiesta, pero rápidamente la sonrisa se me cambia en dolor, la fiesta en luto, veo que aquel bautizado será un enemigo mío, un nuevo Adán, y quizá también un alma perdida. ¡Oh! Cómo gime mi amor en cada bautismo, especialmente si se agrega que el ministro que bautiza no lo hace con el respeto, dignidad y decoro que conviene a un Sacramento que contiene la nueva regeneración. ¡Ay! Muchas veces se está más atento a una bagatela, a una escena cualquiera que a administrar un Sacramento, así que mi amor se siente herir por el bautizante y por el bautizado y gime con gemidos inenarrables. ¿No quisieras tú darme por cada bautismo una correspondencia de amor, un gemido amoroso para hacer compañía a mis dolientes gemidos?
(4) Pasa al Sacramento de la confirmación, ¡ay, cuántos suspiros amargos! Mientras que con la confirmación le devuelvo el ánimo, le restituyo las fuerzas perdidas volviéndolo invencible ante todos los enemigos, ante sus pasiones, viene admitido en las filas de las milicias de su Creador a fin de que milite para adquirir la patria celestial, el Espíritu Santo le vuelve a dar su beso amoroso, le prodiga mil caricias y se ofrece como compañero de su vida, pero muchas veces se siente restituir el beso del traidor, despreciar sus caricias y huir de su compañía. Cuántos gemidos, cuántos suspiros para que vuelva, cuántas voces secretas al corazón a quien huye de Él, hasta cansarse por su hablar; pero qué, en vano. Por eso, ¿no quieres tú poner tu correspondencia de amor, el beso amoroso, tu compañía al Espíritu Santo que gime por tanto desconocimiento que le hacen?
(5) Pero no te detengas, vuela aún y escucharás los gemidos angustiosos del Espíritu

Santo en el Sacramento de la penitencia. ¡Cuánta ingratitud, cuántos abusos y profanaciones por parte de quien lo administra y por parte de quien lo recibe! En este Sacramento mi sangre se pone en acto sobre el pecador arrepentido para descender a su alma para lavarlo, para embellecerlo, sanarlo y fortificarlo, para restituirle la gracia perdida, para ponerle en las manos las llaves del Cielo que el pecado le había arrancado, para sellar sobre su frente el beso pacífico del perdón; pero, ¡ay! cuántos gemidos desgarradores al ver acercarse a las almas a este Sacramento de la penitencia sin dolor, por costumbre, casi por un desahogo del corazón humano; otras, horrible es decirlo, en vez de ir a encontrar la vida del alma, de la gracia, van a encontrar la muerte, a desahogar sus pasiones, así que el Sacramento se reduce a una burla, a una buena charla, y mi sangre en vez de descender en ellas como lavado, desciende como fuego que las esteriliza mayormente. Así que en cada confesión nuestro amor llora inconsolablemente, y sollozando repite: ‘Ingratitud humana, cómo eres grande, por todas partes buscas ofenderme, y mientras te ofrezco la vida tú cambias en muerte la misma vida que te ofrezco”. Ve entonces cómo nuestros gemidos esperan tu correspondencia de amor en el Sacramento de la penitencia.
(6) Tu amor no se detenga, recorra todos los tabernáculos, cada hostia sacramental, y en cada hostia oirás gemir al Espíritu Santo con dolor inenarrable. El Sacramento de la Eucaristía no es sólo su vida que reciben las almas, sino es mi misma Vida que se da a ellas, así que el fruto de este Sacramento es formar mi Vida en ellas, y cada comunión sirve para hacer crecer mi Vida, para desarrollarla de modo de poder decir: ‘Yo soy otro Cristo’. Pero, ¡ay de Mí! qué pocos lo aprovechan, es más, cuántas veces desciendo en los corazones y me hacen encontrar las armas para herirme, y me repiten la tragedia de mi Pasión, y en cuanto se consumen las especies Sacramentales, en vez de incitarme a quedar con ellas soy obligado a salir bañado en lágrimas, llorando mi suerte Sacramental, y no encuentro quién calme mi llanto y mis gemidos dolientes. Si tú pudieses romper los velos de la hostia que me cubren, me encontrarías bañado en llanto conociendo la suerte que me espera al descender en los corazones. Por eso tu correspondencia de amor por cada hostia sea continuo, para calmarme el llanto y volver menos dolorosos los gemidos del Espíritu Santo.
(7) No te detengas, de otra manera no te encontraremos siempre junto en nuestros gemidos y en nuestras lágrimas secretas, sentiremos el vacío de tu correspondencia de amor. Desciende en el Sacramento del orden, aquí sí, encontrarás nuestros más íntimos dolores escondidos, las lágrimas más amargas, los gemidos más desgarradores. El orden constituye al hombre a una altura suprema, de un carácter divino, lo hace el repetidor de mi Vida, el administrador de los Sacramentos, el revelador de mis secretos, de mi Evangelio, de la ciencia más sagrada, el pacificador entre el Cielo y la tierra, el portador de Jesús a las almas; pero, ¡ay de Mí! Cuántas veces vemos en el ordenado que será un nuevo Judas, un usurpador del carácter que le ha sido impreso. ¡Oh! cómo gime el Espíritu Santo al ver en el ordenado arrancarse las cosas más sagradas, el carácter más grande que existe entre el Cielo y la tierra; cuántas profanaciones, cada acto de este ordenado hecho no según el carácter impreso, será un grito de dolor, un llanto amargo, un gemido desgarrador. El orden es el Sacramento que encierra todos los demás Sacramentos juntos, por eso si el ordenado sabe conservar en sí, íntegro el carácter recibido, pondrá casi a salvo todos los otros Sacramentos, será él el defensor y el salvador del mismo Jesús. Por eso, no viendo esto en el ordenado, nuestros dolores se concentran más, nuestros gemidos se vuelven más continuos y dolientes, por eso corra tu correspondencia de amor en cada acto sacerdotal para hacer compañía al amor gimiente del Espíritu Santo.
(8) Pon atento el oído de tu corazón y escucha nuestros profundos gemidos en el Sacramento del matrimonio. ¡Cuántos desórdenes en él! El matrimonio fue elevado por Mí a Sacramento para poner en él un vínculo sagrado, el símbolo de la Trinidad Sacrosanta, el amor divino que Ella encierra, así que el amor que debía reinar en el padre, en la madre y en los hijos, la concordia, la paz, debía simbolizar a la Familia Celestial. Así que debía tener sobre la tierra tantas otras familias semejantes a la Familia del Creador, destinadas a

poblar la tierra como otros tantos ángeles terrestres, para conducirlos a poblar las regiones Celestes. Pero, ¡ay! cuántos gemidos al ver formar en el matrimonio familias de pecado, que simbolizan el infierno con la discordia, con el desamor, con el odio, que pueblan la tierra como tantos ángeles rebeldes que servirán para poblar el infierno. El Espíritu Santo gime con gemidos desgarradores en cada matrimonio al ver formar en la tierra tantas cuevas infernales. Por eso pon tu correspondencia de amor en cada matrimonio, en cada criatura que viene a la luz, así tu gemido amoroso volverá menos dolientes nuestros gemidos continuos.
(9) Nuestros gemidos no han terminado aún, por eso tu correspondencia de amor llegue al lecho del moribundo cuando le es administrado el Sacramento de la extrema unción. Pero, ¡ay! cuántos gemidos, cuántas lágrimas nuestras secretas, este Sacramento contiene la virtud de poner a salvo a cualquier costo al pecador agonizante, es la confirmación de la santidad a los buenos y a los santos, es el último vínculo que pone, con su unción, entre la criatura y Dios, es el sello del Cielo que imprime en el alma redimida, es la infusión de los méritos del Redentor para enriquecerla, purificarla y embellecerla, es la última pincelada que da el Espíritu Santo para disponerla a partir de la tierra para hacerla comparecer ante su Creador. En suma, con la extrema unción es el último desahogo de nuestro amor y la última vestidura del alma, es el ordenamiento de todas las obras buenas, por esto obra en modo sorprendente en los vivos a la gracia; con la extrema unción el alma es cubierta como por un rocío celestial que le apaga como de un solo soplo las pasiones, el apego a la tierra y a todo lo que no pertenece al Cielo. Pero, ay de Mí, cuántos gemidos, cuántas lágrimas amargas, cuántas indisposiciones, cuántos descuidos, cuántas almas perdidas, qué pocas santidades encuentra para confirmar, qué escasas obras buenas para reordenar y confirmar. ¡Oh! si nuestros gemidos, nuestro llanto en el lecho del agonizante en el acto de administrar el Sacramento de la extrema unción pudieran ser escuchados por todos, todos llorarían de dolor; ¿no quieres darnos tu correspondencia de amor por cada vez que es administrado este Sacramento, que es el último desahogo de nuestro amor hacia la criatura? Nuestra Voluntad te espera en todas partes para tener tu correspondencia de amor y la compañía a nuestros gemidos y suspiros”.

+ + + +

18-12
Noviembre 9, 1925

Fundirse en el Querer Divino es el acto más grande y el que más honra a nuestro Creador.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino, para luego hacer mi adoración a mi crucificado bien, y como más de un vez mientras estaba haciendo mis actos en el Querer Supremo me había sorprendido el sueño, lo que antes jamás me sucedía, por eso no habiendo cumplido lo uno ni hecho la adoración, dije entre mí: “Primero hago la adoración al crucifijo, y si no me sorprende el sueño me fundiré en el Querer Divino para hacer mis acostumbrados actos”. Pero mientras esto pensaba mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y poniendo su rostro junto al mío me ha dicho:
(2) “Hija mía, quiero que primero te fundas en mi Querer, que vengas delante a la Majestad Suprema para reordenar todas las voluntades humanas en la Voluntad de su Creador, para reparar con mi misma Voluntad todos los actos de las voluntades de las criaturas opuestos a la mía. Voluntad ha salido de Nosotros para divinizar a la criatura, y voluntad queremos, y cuando esta Voluntad es rechazada por ellas para hacer la propia, es la ofensa más directa al Creador, es el desconocer todos los bienes de la Creación y alejarse de su semejanza. ¿Y te parece poco que tú, fundiéndote en mi Voluntad tomes como en tu regazo toda esta Voluntad mía, que si bien es una, a cada criatura lleva su acto divinizador y tú, reuniéndolos todos juntos estos actos de mi Voluntad me los traes ante la

Majestad Suprema para corresponderlos con la tuya junto a la Mía, con tu amor rehaciendo todos los actos opuestos de las criaturas, y tomada esta mi misma Voluntad, que sorprenda de nuevo a las criaturas con actos mas repetidos, a fin de que la conozcan, la reciban en ellas como acto primero, la amen y cumplan en todo esta Santa Voluntad? La adoración a mis llagas más de uno me la hace, pero devolver los derechos a mi Voluntad como acto primero que hice hacia el hombre, no me lo hace ninguno, por eso te toca a ti, que tienes una misión especial en mi Voluntad, el hacerlo. Y si mientras esto haces te sorprende el sueño, nuestro Padre Celestial te mirará con amor al verte dormir en sus brazos, viendo a su pequeña hija que aun durmiendo tiene en su pequeño regazo todos los actos de su Voluntad para repararlos, corresponderlos en amor y dar a cada acto de nuestra Voluntad el honor, la soberanía y el derecho que le conviene. Por eso, primero cumple tu deber, y después, si puedes, harás también la adoración a mis llagas”.
(3) Sea siempre dadas las gracias a Jesús, esta noche, por su bondad, he hecho lo uno y lo otro.

+ + + +

18-13
Noviembre 12, 1925

Quien es llamado como cabeza de una misión, debe encerrar todos los bienes pertenecientes a aquella misión para comunicarlos a los demás. Es costumbre de la Sabiduría eterna establecer los actos de la criatura para dar cumplimiento al bien que quiere hacer en ella.

(1) Estaba fundiéndome según mi costumbre en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha estrechado toda a Sí y se ha puesto en actitud de darme una lección y de corregirme, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, sé atenta en hacer tus actos en mi Voluntad, tú debes saber que quien es llamado como cabeza de una misión, cuanto más encierra del bien perteneciente a esa misión, tanto más bien podrá comunicar a los demás; esos bienes serán como tantas semillas que prestará a los demás, a fin de que quien tenga la fortuna de querer adquirir esos gérmenes se volverá poseedor de la cosecha de esas semillas. Esto sucedió en Adán, que siendo el primer hombre fue constituido cabeza de todas las generaciones, y siendo él la cabeza se volvía necesario que debía poseer los gérmenes para poder dar a los demás lo que es necesario para el desarrollo de la vida humana; si luego estos gérmenes han sido agrandados, explicados, más conocidos según la buena voluntad de las generaciones siguientes, por la capacidad y aplicación que han hecho sobre aquellos mismos gérmenes, pero Adán los tenía todos en sí, y se puede decir que todo viene de él; así que se pude decir que al ser creado por Dios fue dotado de todas las ciencias; lo que los demás aprenden con tantas fatigas, él lo poseía como don en modo sorprendente; así que poseía el conocimiento de todas las cosas de esta tierra, tenía la ciencia de todas las plantas, de todas las hierbas, y la virtud que cada una de ellas contenía; tenía la ciencia de todas las especies animales y de cómo debía usar de ellos; tenía la ciencia de la música, del canto, de la escritura, de la medicina, en suma, de todo, y si las generaciones poseen cada una su ciencia especial, Adán las poseía todas. Ve entonces que quien debe ser cabeza es necesario que encierre en sí todo el bien que debe participar a los demás.
(3) Así es de ti hija mía, como te he llamado como cabeza de una misión especial, más que a nuevo Adán, y no se trata de las ciencias humanas sino de la ciencia de las ciencias, la cual es mi Voluntad, ciencia toda de Cielo, quiero que encierres en ti todos los gérmenes que mi Voluntad contiene, y por cuantos más actos hagas en Ella, y por cuantos más conocimientos adquieras, tantos más rayos de luz pondrás al Sol de mi Voluntad, y así, habiendo mayor plenitud de luz, más se podrá difundir para bien de las generaciones, de modo que tocadas por la plenitud de la luz, podrán conocer con más claridad el bien que

contiene mi Voluntad, qué significa vivir en Ella, y el gran bien con el cual quedan enriquecidas. Sucederá como sucede con el sol, que como posee tanta plenitud de luz, puede con facilidad tomar como en un puño a toda la tierra, calentarla, iluminarla y fecundarla, de modo que todos pueden conocer, quién más, quién menos, el bien que hace con llevar su luz a todos, pero si el sol en lo alto de su esfera fuera pobre de luz, no podría la luz que desciende a lo bajo iluminar plenamente toda la tierra, a lo más a una pequeña parte de la tierra que girara más cercana al sol. Y si al sol que debía iluminar naturalmente a la tierra le di tal plenitud de luz para el bien de todas las generaciones, mucho más quiero llenar de plenitud de luz el Sol de mi Voluntad, que debe iluminar las almas, calentarlas y poner en ellas la fecundidad del germen de la Santidad Divina. Ahora, así como elegí a Adán como cabeza, así como elegí un punto del cielo donde fijar el centro del sol que debía iluminar a la tierra, así te he elegido a ti como centro del Sol de mi Voluntad, y debe ser tanta la plenitud de la luz, que todos podrán gozar y ser investidos por esta luz, y hacerla cada uno como cosa propia, por eso se necesitan tus actos completos en mi Voluntad y los conocimientos que Yo te voy manifestando, para formar la plenitud de esta luz.
(4) Es costumbre de la Sabiduría Eterna establecer los actos de la criatura para dar cumplimiento al bien que le quiere hacer a ella, esto sucedió para que viniera a la tierra la Redención del Verbo Eterno, se necesitó el curso de cuatro mil años, y para este intervalo de tiempo estaban establecidos todos los actos que debían hacer las criaturas para disponerse a merecer el gran bien de la Redención, y todas las gracias y conocimientos que debía dar la Suprema Majestad para hacer conocer el mismo bien que debía llevar el descendimiento del Verbo en medio de ellas. He aquí el por qué de los patriarcas, de los santos padres, de los profetas y todos los buenos del antiguo testamento, los cuales, con sus actos debían hacer el camino, la escalera para llegar al cumplimiento de la Redención ansiada; pero esto no basta, por cuan buenos y santos eran sus actos, estaba el muro altísimo del pecado original que mantenía la división entre ellos y Dios. He aquí el por qué se necesitó una Virgen concebida sin mancha original, inocente, santa y enriquecida por Dios con todas las gracias, la cual hizo como suyos todos los actos buenos del curso de los cuatro mil años, los cubrió con su inocencia, santidad y pureza, de modo que la Divinidad veía aquellos actos a través de los actos de esta inocente y santa Criatura, la cual no sólo abrazó todos los actos de los antiguos, sino que Ella con los suyos los superó a todos, y por eso obtuvo el descendimiento del Verbo a la tierra. A todos los actos buenos de los antiguos, les sucedió como a quien tiene mucho oro y plata, pero en aquellos metales preciosos no esta acuñada la imagen del rey que es lo que da el valor de moneda al metal, y si bien por sí mismo contiene valor, pero no puede llamarse valor de moneda que pueda correr con derecho en el reino; pero supón que aquel oro o plata fueran adquiridos por el rey, y dándoles forma de moneda acuñara sobre ella su imagen, entonces aquel oro adquirirá el derecho de moneda. Así hizo la Virgen, sobre aquellos actos acuñó su inocencia, su santidad, el Querer Divino que Ella poseía íntegro, y los presentó todos juntos a la Divinidad y obtuvo el Redentor ansiado. Así que la Virgen completó todos los actos que se necesitaban para hacer descender el Verbo a la tierra; pero no terminó aquí, para hacer que el Redentor tuviera su campo de acción en la tierra, y para hacer que cualquiera que lo quisiera pudiera servirse de aquellos actos como monedas para comprarse el Cielo, se necesitaba el sello de la inocencia, santidad y Querer Divino, se necesitaba el sello del obrar del mismo Verbo para hacer subir al hombre al Cielo. Si el sello de la Virgen bastó para hacerme descender en medio de las criaturas, para hacer subir al hombre se necesitaba mi obrar divino; y he aquí por esto que Yo abracé e hice míos todos aquellos actos, suplí a todos, cumplí todo y por todos puse el sello divino a todos los actos buenos, desde el primero hasta el último hombre que vendrá a la tierra, y este sello fue hecho por Mí con penas inauditas y con el desembolso de mi sangre, y así di como Rey magnánimo la moneda a todos para comprarse el Cielo. Todo esto estaba establecido por la Sabiduría Increada, y ni siquiera un acto podía faltar de todo esto para venir a cumplimiento la Redención.
(5) Ahora hija mía, así como fue de la Redención así es de mi Voluntad. Para hacerla

conocer y hacerla reinar como acto primero de vida en la criatura se necesita el cumplimiento de los actos; también tú, a ejemplo de mi Celestial Mamá y del mío, debes en mi misma Voluntad abrazar todos los actos hechos en el antiguo testamento, los de la Reina del Cielo, aquellos hechos por Mí, aquellos que se hacen y que se harán por todos los buenos y santos hasta el último de los días, y a todos les pondrás tu sello de correspondencia de amor, de bendición, de adoración, con la Santidad y Potencia de mi Voluntad, nada te debe escapar. Mi Voluntad abraza todo, también tú debes abrazar todo y a todos, y poner en ellos en el primer puesto de honor, sobre todos los actos de las criaturas sólo mi Voluntad. Ella será tu sello, con el cual sellarás la imagen de mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Por eso tu campo es vasto; te quiero ver correr en mi Voluntad sobre todas las gracias y prodigios que hice en el antiguo testamento, para darme tu correspondencia de amor y de agradecimiento; en los actos de los patriarcas y profetas para suplir su amor; no hay acto en el que no te quiera encontrar, no me sentiría satisfecho ni contento si no te encontrase en todos los actos de las criaturas que se han hecho y se harán, ni tú podrías decir que has completado todo en mi Voluntad, te faltaría alguna cosa del verdadero vivir en mi Querer. Por eso sé atenta si quieres que la plenitud de la luz sea suficiente para poder iluminar con el Sol de mi Voluntad a todas las gentes. Quien quiera dar luz a todos, debe abrazar a todos como en un solo abrazo, con el hacerse vida y suplemento de todo y de todos. ¿No es tal vez mi Voluntad vida de todo? ¿Y cómo esta vida viene correspondida con tantas amarguras? ¿No se necesita entonces quién corra en todos para endulzar estas amarguras con el sustituirse como acto de vida con mi misma Voluntad por cada acto de la ingrata criatura?”

+ + + +

18-14
Noviembre 19, 1925

El Divino Querer quiere la compañía de la criatura para poder enriquecerla, instruirla y darle la posesión del bien que le hace conocer.

(1) Me sentía como inmersa en el mar inmenso de la Suprema Voluntad, y habría querido, como me dice mi amable Jesús, que nada se me escapara de todos los actos que ha hecho, hace y hará, que para Jesús son un acto solo, y que yo siempre estuviera junto con esta Divina Voluntad para darle mi pequeña correspondencia de amor y de agradecimiento; habría querido al menos hacer una larga lista de todos los actos de esta Voluntad Suprema para admirar, alabar lo que Ella sabe hacer, y estar siempre junto con Ella, jamás dejarla sola. Pero, ¡ay de mí! Mi pequeñez es tanta, que me pierdo y no sé dónde tomarla para seguirla, porque dondequiera la encuentro y siempre en acto de obrar cosas sorprendentes, sea en las cosas grandes como en las más pequeñas. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija de mi Santo Querer, quien es hija debe conocer lo que hace el padre, debe saber lo que posee y debe poder decir al padre: ‘Lo que es tuyo es mío’. Y si esto no fuera, significa que no hay sumo acuerdo entre padre e hija, o que tal vez no es hija legítima de este padre. Así es, quien es verdadera hija de mi Voluntad debe conocer lo que hace y los inmensos bienes que posee; es propiamente esto el vivir en mi Querer, hacer compañía a todos los actos que hace mi Voluntad. Ella no quiere vivir aislada en medio de la Creación, sino quiere la compañía de la criatura, por causa de la cual, porque la ama tanto, mantiene el orden de toda la Creación y se hace vida de cada cosa; y cuando encuentra al alma que le hace compañía en esta vida que mantiene en todo el universo, mi Voluntad jubilosa hace fiesta y se siente feliz, encuentra a aquélla que ama y por la cual es correspondida en amor, encuentra a quién puede hacerse conocer, lo que posee, y en su felicidad narra al alma los arcanos de su Querer, su valor y sus efectos sorprendentes; pero esto es nada, conforme narra sus conocimientos, lo que hace y lo que es, así le hace

donación de lo que le manifiesta, y más que válida escritura es el mismo conocimiento, que con caracteres de luz ha impreso en el alma la posesión de los bienes que su conocimiento contiene. ¡Oh! cómo es bello ver la santidad, la potencia, la inmensidad de mi Querer entretenerse con la pequeñez de la voluntad humana en el acto en que le hace compañía; Él quiere dar siempre, no se detiene jamás, quiere ver a la pequeñez bella, rica, potente, la quiere tener siempre cerca para poder darle siempre. No hay cosa más bella, más graciosa, más sorprendente al verse, que un alma que busca seguir los actos de la Voluntad de su Creador; hay una competencia continua entre ellos, un amor recíproco, un dar y un recibir continuo. ¡Oh! si tú supieras cómo eres rica; por cuantas cosas conoces de mi Voluntad, tantos bienes posees; si tú los enumeras te perderías y quedarías ahogada en ellos. Por eso sé atenta en seguir los actos de mi Querer si quieres hacerle continua compañía”.

+ + + +

18-15
Noviembre 22, 1925

El gran bien que el alma recibe con vivir en el Querer Supremo. Los actos hechos en Él forman un rocío celestial que cubre todas las criaturas.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino, tratando por cuanto a mí es posible de abrazar todo en mi pequeño regazo, para poder poner mi pequeño “te amo” sobre todas las cosas, mi “gracias”, mi “adoración”, mi “te bendigo”, con la potencia del Fiat Supremo para poder hacer compañía a esta Suprema Voluntad esparcida con tanto amor en la Creación. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Qué cosa recibe el alma viviendo en esta atmósfera celestial de la Suprema Voluntad?” Mientras estaba en esto, mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome toda a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber qué recibe el alma viviendo en mi Voluntad? Recibe la unión de la Voluntad Suprema con la suya, y en esta unión mi Voluntad asume el trabajo de dar la paridad de la suya con la voluntad del alma. Así que mi Voluntad es santa, es pura, es luz, y quiere poner a la par al alma en santidad, pureza y luz, y si el trabajo del alma es el de vivir en mi Voluntad, el trabajo de la mía es el dar en modo perfecto mi semejanza a la voluntad del alma, y por eso te quiero siempre en Ella, para hacer que no sólo te tenga en su compañía, sino que te haga crecer a su semejanza, y por eso te pongo el alimento de sus conocimientos, para hacerte crecer en modo divino y con su perfecta semejanza; y es por esto que te quiere junto, dondequiera que obra mi Voluntad, a fin de que te pueda dar el acto de su obrar, el valor que contiene el obrar de una Voluntad Divina y tú puedas recibirlos”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “Amor mío, tu Voluntad está por todas partes, así que todos viven en Ella, sin embargo no todos reciben esta semejanza”. Y Jesús de inmediato ha agregado:
(4) “¿Y qué hay con eso hija mía? Es verdad que todos viven en mi Voluntad, porque no hay punto donde Ella no se encuentre, pero casi todos viven en Ella como extraños, o como mercenarios, otros forzados, otros rebeldes; estos tales viven en Ella y no la conocen ni poseen sus bienes, más bien son usurpadores de aquella misma vida que han recibido de mi Voluntad. Cada acto de éstos es una desemejanza que adquieren entre su voluntad y la de su Creador, es la confirmación de su pobreza, de sus pasiones y de las densas tinieblas de las cuales se llenan, de modo que son ciegos para todo lo que es Cielo. Para llegar a la paridad de mi Voluntad no se puede vivir como extraños, sino como dueños, debe mirar todas las cosas como cosas suyas, tener todo el cuidado con ellas, por esto es necesario conocerlas para amarlas y poseerlas. Por cuan bella y buena sea una cosa, si no es totalmente suya, no se ama, no se estima, no se pone todo el cuidado que merece,

se tiene siempre un ojo frío al mirarla y un latido sin vida para amarla; en cambio si la cosa fuera suya, es todo ojos para mirarla y todo corazón para amarla, la estima y llega a tanto, que hace de ella un ídolo para su propio corazón; la cosa en sí misma no se ha hecho más bella, tal cual era, es, no ha sufrido ningún cambio, el cambio lo ha sufrido la persona con adquirirla y tenerla como cosa exclusivamente suya. He aquí lo que recibe el alma con vivir en mi Voluntad: La recibe como suya, la posee, siente su aura celestial, su Vida de Cielo, la semejanza de Aquél que la creó, y como vive en mi Querer se siente adornada por los reflejos de su Creador, en todo siente la potencia de aquel Fiat que da vida a todas las cosas, y en el océano de los bienes que posee dice: ‘¡Cómo soy feliz, la Voluntad de Dios es mía, la poseo y la amo!’ Por eso todos los actos hechos en mi Querer se difunden sobre todos, y todos toman parte. Mira, cuando tú al primer surgir del día decías: ‘Surja mi mente en la Voluntad Suprema para cubrir todas las inteligencias de las criaturas con tu Voluntad, a fin de que todas surjan en Ella, y yo a nombre de todas te doy la adoración, el amor, la sumisión de todas las inteligencias creadas.’ Mientras esto decías un rocío celestial caía sobre todas las criaturas, que las cubría para llevar a todas la correspondencia de tu acto. ¡Oh! cómo era bello ver cubiertas a todas las criaturas con este rocío celestial que formaba mi Voluntad, del cual es símbolo el rocío nocturno que en la mañana se encuentra sobre todas las plantas para embellecerlas y fecundarlas, y a aquéllas que están por secarse para impedir que se puedan secar; con su toque celestial parece que ponga un toque de vida para hacerlas vivir. Cómo es encantador el rocío de la mañana, pero mucho más encantador y bello es el rocío de los actos que forma el alma en mi Voluntad”.
(5) Y yo: “Sin embargo amor mío y vida mía, con todo este rocío las criaturas no cambian”.
(6) Y Jesús: “Si el rocío nocturno hace tanto bien a las plantas, siempre y cuando no caiga sobre leña seca, cortada de las plantas, o bien sobre cosas que no contienen ninguna vida, y si bien éstas quedan cubiertas de rocío y como embellecidas, pero para ellas está como muerto y el sol en cuanto despunta, poco a poco se lo retira; mucho más bien hace el rocío que hace descender mi Voluntad sobre las almas, siempre y cuando no estén del todo muertas a la gracia; no obstante, con la virtud vivificante que posee, si están muertas busca infundirles un soplo de vida, pero todos los demás sienten, quién más, quién menos, según sus disposiciones, los efectos de este rocío benéfico”.

+ + + +


18-16
Diciembre 6, 1925

El verdadero vivir en la Voluntad Suprema es propiamente esto: Que Jesús debe encontrar todo y a todos en el fondo del alma y todo debe estar, con su amor, vinculado en el alma.

(1) Estaba haciendo en mi interior mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, abrazando toda la Creación y a todas las criaturas para poder hacer míos todos sus actos y corresponder a mi Dios con mi pequeño amor por todo lo que ha hecho en la Creación y por lo que deberían hacer todas las criaturas. Pero mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “Ocupo tanto tiempo en hacer esto, ¿y cuál es el bien que tú haces? ¿Cuál la gloria que das a tu Dios?” Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y extendiendo sus brazos parecía que quería abrazar a todos y a todo, y elevándolos en alto ofrecía todo a su Padre Celestial, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, el verdadero vivir en la Voluntad Suprema es propiamente esto, que Yo debo encontrar todo y a todos en el fondo del alma, todo lo que mi Voluntad ha hecho salir fuera para el bien de las criaturas en la Creación, debe estar vinculado con su amor en el

alma. Con el vivir en mi Querer y con su correspondencia de amor queda ya vinculada y en posesión de todo lo que mi Voluntad ha hecho y hará, y ama como ama y sabe amar mi Voluntad. Así que estando todo esto en el verdadero vivir en Ella, y habiendo vinculado todo a sí, Yo encuentro en el alma el cielo estrellado, el sol resplandeciente, la vastedad de los mares, las praderas floridas, todo encuentro en ella; por tanto, ¿no es justo que el alma, saltando de cosa en cosa sobre todo lo que es mío y suyo lo reconozca, y jugueteando sobre todas las cosas creadas imprima en ellas su beso y su pequeño ‘te amo’ sobre cada cosa para Aquél que ha creado tantas cosas para hacer don de ellas a las criaturas, mostrándoles con esto una variedad de amor por cuantas cosas ha creado, y como ama que el hombre sea feliz, dándole no sólo lo necesario sino aún lo superfluo?
(3) Pero esto no es todo, no sólo debo encontrar la Creación toda, sino que el verdadero vivir en mi Voluntad vincula a todos, y por lo tanto debo encontrar en el alma, como en acto, a Adán santo, tal como salió de nuestras manos creadoras, y a Adán culpable, humillado y lloroso, a fin de que se vincule con él en el estado de santidad, y tomando parte en sus actos inocentes y santos me dé la gloria y haga sonreír de nuevo a toda la Creación; y tomando parte en sus lágrimas, suspira con él aquel Fiat rechazado que fue la causa de tanta ruina. Debo encontrar en ella a los profetas, a los patriarcas, a los santos padres, con todos sus actos, y si aquellos suspiraban el Redentor, tú suspirarás mi Fiat Supremo como triunfo y cumplimiento de sus suspiros; quiero encontrar a mi inseparable Mamá con todos sus actos, donde mi Querer obró tantos portentos teniendo en Ella pleno dominio; quiero encontrarme a todo Mí mismo y todos mis actos; en suma, quiero encontrar todas mis cosas, todo lo que me pertenece, todo lo que ha hecho y hará mi Suprema Voluntad, porque todas son cosas inseparables de Mí, y para quien vive en mi Querer es justo y necesario que se vuelvan inseparables de ella. Así que si no encuentro todo, no se puede decir que vive completamente en mi Querer, y Yo, viéndola, no encuentro todas mis cosas en ella, más bien las veo esparcidas fuera del alma y no puedo recibir su correspondencia de amor por todo lo que me pertenece. ¿No he creado tal vez a la criatura para que fuera un pequeño mundo y un pequeño dios? Por eso te digo siempre que el vivir en mi Querer no es conocido aún, y Yo te voy enseñando ahora una cosa, ahora otra, y ensancho tu capacidad para hacer que entren en ti todas mis cosas y todo lo que de bien ha hecho salir mi Voluntad. Quiero sentirme repetir por ti tu correspondencia de amor sobre todo lo que me pertenece; no tolero para quien vive en mi Querer que no conozca todas mis cosas, que no las ame y posea, de otra manera, ¿cuál sería el gran prodigio del vivir en mi Querer?”
(4) Después de esto mi dulce Jesús ha hecho silencio, y yo me perdía en el Divino Querer. ¡Oh! cómo habría querido poner sobre todas las cosas creadas mi beso amoroso y de reconocimiento, mi pequeño “te amo” sobre todos los actos supremos del Divino Querer, para quedar yo atada a ellos y ellos atados a mí, para poder rodear a mi Jesús en mí con todos los actos del Eterno Querer. En ese momento veía el cielo estrellado y mi amable Jesús ha continuado:
(5) “Hija mía, mira el cielo, qué orden, qué armonía entre las estrellas, una estrella no puede estar sin la otra, están tan vinculadas entre ellas, que una sostiene a la otra, una es fuerza de la otra, y si, jamás sea, una sola estrella se apartara de su lugar, habría tal confusión y desorden en el universo, que habría peligro de que todo terminara en ruinas, así que toda la belleza del cielo está cimentada en el estarse cada una en su lugar, en la unión común y en la fuerza comunicativa y atractiva que tienen entre ellas, que más que electricidad las tiene suspendidas y sujetas entre ellas. El hombre es el nuevo cielo, es más, más que cielo sobre la tierra, se puede decir que cada criatura es una estrella animada. Lo que hizo el primer hombre, Adán, hasta el último que vendrá, todo debía ser en común entre ellos, así que no debía poseer sólo su propia fuerza, sino la fuerza de todos, todos los bienes debían ser en común entre ellos. Mi Voluntad, más que electricidad debía llevar el vínculo entre ellos y la comunicación de todo lo que es bueno y santo, y a pesar de que cada hombre debía hacer su oficio y ocuparse en acciones diversas, como todos debían partir del punto primero de mi Voluntad, todos debían convertirse en luz, y por

lo tanto uno debía ser luz para el otro. Por eso mi dolor al ver trastornado este cielo de las criaturas fue tan grande, que es incomprensible a la criatura humana. Quitada mi Voluntad, que une a todos y vincula todo, entró el desorden, la confusión, la desunión, la debilidad, las tinieblas. ¡Pobre cielo de las criaturas! no se reconoce más, y sólo el vivir en mi Querer reordenará de nuevo este cielo, lo hará resplandecer con nueva luz, por eso te digo que en ti quiero encontrar a todos y a todo; mi Voluntad, acto primero de todas las criaturas, celestes y terrestres, te llevará la comunicación de todos los actos de ellos y tú quedarás atada a ellos y ellos a ti. Por eso el vivir en mi Querer encierra todo y a todos. Por tanto sé atenta, que quiero darte la cosa más grande que existe, pero quiero de ti cosas grandes y suma atención, quien mucho da mucho quiere recibir”.

+ + + +

18-17
Diciembre 20, 1925

Acerca de las lágrimas de Jesús y cómo derramó todas las lágrimas de las criaturas. Vivir en la Divina Voluntad significa poseerla.

(1) Estaba pensando en las lágrimas que derramó el niño Jesús en su nacimiento y decía entre mí: “Cuán amargas debieron ser esas lágrimas, cómo le pudieron ahora helar, ahora quemar aquel tierno rostro, porque por lo que yo sé, las lágrimas tienen dos efectos, según la causa por la cual son derramadas, si la causa es por un amor, queman y hacen dar en sollozos; si son producidas por el dolor, son heladas y hacen temblar. En mi real niño había un intenso e infinito amor y un dolor sin término, así que mucho le debieron costar sus lágrimas”. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me hacía ver su rostro bañado en lágrimas, pero tantas, que una corría tras la otra, hasta bañarle el pecho y las manos, y suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, mis lágrimas comenzaron desde el primer instante de mi Concepción en el seno de mi Mamá Celestial y duraron hasta mi último respiro sobre la cruz. La Voluntad de mi Padre Celestial me confió también el trabajo de las lágrimas, y debía derramar tantas de mis ojos por cuantas debían derramar todas las criaturas juntas. Así como concebí todas sus almas en Mí, así debía derramar todas sus lágrimas de mis ojos. Mira entonces cuánto debí llorar: Debí derramar de mis ojos las lágrimas que las criaturas derraman por pasiones, a fin de que las mías apagaran sus pasiones; debí derramar las lágrimas que se necesitan después del pecado, para darles el dolor de haberme ofendido y el convencimiento del mal que han hecho, preparando con mis lágrimas el propósito de no ofenderme más; debí derramar las lágrimas para enternecer a las almas para hacerles comprender las penas de mi Pasión; como también derramé lágrimas abundantes de amor para atraer a las almas a amarme, para captar su simpatía y su corazón todo para Mí; basta decirte que no hay lágrima que brote del ojo humano que no haya derramado Yo de mis ojos. Ninguno supo mis tantas lágrimas, mis tantos llantos ocultos y secretos; cuántas veces aún como tierno niño volaba de la tierra al Cielo, y apoyando mi cabecita sobre las rodillas de mi Padre Celestial lloraba, lloraba y sollozando le decía: ‘Padre mío, mira, he nacido en el mundo a las lágrimas y al dolor, semejante a mis hermanos que nacen a las lágrimas y mueren en el llanto, y Yo amo tanto a estos hermanos, que quiero derramar todas sus lágrimas de mis ojos, no quiero que ni una se me escape, para dar a sus lágrimas, lágrimas de amor, de dolor, de victoria, de santificación y de divinización’. Cuántas veces mi querida Mamá mirándome quedaba traspasada al verme todo bañado en llanto, y Ella unía, por el dolor de verme llorar, sus lágrimas a las mías, y llorábamos juntos; a veces me veía obligado a esconderme para dar desahogo al llanto para no traspasar su inocente y materno corazón, otras veces esperaba a que mi Celestial Mamá, por necesidad, se ocupara en sus quehaceres domésticos para dar desahogo a mis lágrimas para poder completar el número de las lágrimas de todas las criaturas”.

(3) Entonces yo al oír esto le he dicho: “Jesús, amor mío, ya que también mis lágrimas han sido derramadas por tus ojos, como también las de nuestro primer padre Adán, yo quiero que las derrames sobre mi alma para darme la gracia no sólo de hacer tu Santísima Voluntad, sino de poseerla como cosa y voluntad mía”. Entonces Jesús sacudía la cabeza, y de su rostro corrían las lágrimas sobre mi pobre alma, y ha agregado:
(4) “Hija de mi Querer, ciertamente que derramé tus lágrimas, para que pasando por mis ojos las tuyas, te pudiese dar el gran don de mi Voluntad. Lo que no pudo recibir Adán con sus lágrimas, a pesar de que pasaron por mis ojos, lo puedes recibir tú, porque Adán antes de que pecara poseía mi Voluntad, y con la posesión de mi Voluntad crecía en la semejanza de su Creador, y crecía tanto que formaba el encanto de todo el Cielo y todos se sentían honrados en servirlo; después del pecado perdió la posesión de mi Querer, y a pesar de que lloró su culpa y no pecó más, pudo hacer mi Voluntad, pero no poseerla, porque faltaba el Divino Ofendido que debía formar el nuevo injerto divino entre la criatura y el Creador, para poder atravesar de nuevo los umbrales de las posesiones del Eterno Querer. Este injerto fue hecho por Mí, Verbo Eterno, después de cuatro mil años, y Adán para entonces había pasado a los umbrales de la eternidad. Pero a pesar de este injerto divino hecho por Mí con lágrimas, suspiros y penas inauditas, cuántos se reducen a la condición de Adán después del pecado a sólo hacer mi Voluntad, otros no la quieren conocer, otros se revelan a Ella; sólo quien vive en mi Voluntad se eleva al estado de Adán inocente antes de caer en el pecado, porque hay gran distancia entre quien hace mi Voluntad y entre aquellos que la poseen, hay la distancia entre Adán inocente y Adán después del pecado. Y Yo al venir a la tierra debía obrar como Dios, debía completar en todo la obra del hombre, debía elevarlo al punto primero de su origen, con darle la posesión de mi Voluntad, y si bien muchos se sirven de mi venida sólo como remedio para su salvación y por lo tanto toman mi Voluntad como medicina, como fuerza y como antídoto para no ir al infierno, Yo esperaré aún, a fin de que surjan las almas que la tomen como vida, y con hacerla conocer tomen posesión de Ella y así completaré la obra de mi venida a la tierra y tendrá fruto el injerto divino formado de nuevo con la criatura, y mis lágrimas se cambiarán en sonrisas celestiales y divinas para Mí y para ellas”.

+ + + +

18-18
Diciembre 25, 1925

Se necesitan las disposiciones para poseer el don del Querer Divino. Semejanzas de Él. El vivir en el Querer Supremo es la cosa más grande, es el vivir Vida Divina, y el alma obra en la unidad de la Luz Eterna.

(1) Estaba pensando en lo que está dicho anteriormente, que la Voluntad de Dios es un don, y por eso como don se posee como cosa propia; en cambio quien hace la Voluntad de Dios debe estar a las órdenes, debe preguntar frecuentemente qué debe hacer y pedir que se le preste el don, no para ser el dueño sino para hacer la misma acción que Dios quiere, terminada la cual debe devolver el don que ha tomado en préstamo. En mi mente se formaban tantas imágenes y semejanzas entre quien vive en el Querer Divino y lo posee como don, y entre quien hace la Santísima Voluntad de Dios, que no solo no posee la plenitud del don, y si lo posee es a intervalos y en préstamo. Digo ahora algunas de estas semejanzas:
(2) Supongamos que tuviese una moneda de oro que tuviera la virtud de hacer surgir cuantas monedas yo quisiera, ¡oh! cuán rica me podría hacer con este don, en cambio otro lo recibe en préstamo este don por una hora para realizar una acción suya y devolverlo de inmediato; ¡qué diferencia entre mi riqueza por el don que poseo y entre la de quien lo recibe en préstamo! O bien, si tuviera en don una luz que no se apaga jamás, así que, de noche o de día yo estoy al seguro, tengo siempre el bien de ver esta luz que nadie me

puede quitar, se hace conmigo como connatural y me hace conocer el bien para hacerlo y el mal para rehuirlo, así que con esta luz dada a mí en don, yo me río de todos, del mundo, del enemigo, de mis pasiones, y hasta de mí misma; por tanto esta luz es para mí fuente perenne de felicidad, está sin armas y me defiende, es sin voz y me enseña, es sin manos ni pies y dirige mi camino y se hace guía segura para llevarme al Cielo. En cambio otra persona cuando siente la necesidad debe ir a pedir esta luz, pues no la tiene a su disposición, y habituada a no ver siempre junto con la luz, no posee el conocimiento del bien y del mal y no tiene fuerza suficiente para hacer siempre el bien y evitar el mal; entonces, no poseyendo la luz encendida continuamente, ¿en cuántos engaños, peligros y caminos sinuosos no se encuentra? Qué diferencia entre quien la posee como don suyo esta luz, y entre quien la debe ir a pedir cuando la necesita. Ahora, mientras mi mente se perdía en tantas semejanzas, decía entre mí: “Así que el vivir en la Voluntad de Dios es poseer la Voluntad de Dios, y esto es un don; por tanto, si la bondad de Dios no se complace en darlo, ¿qué puede hacer la pobre criatura?” En ese momento mi amable Jesús se ha movido en mi interior, como estrechándome toda a Él, y me ha dicho:
(3) “Hija mía, es verdad que el vivir en mi Querer es un don, y es el poseer el don más grande, pero este don que contiene valor infinito, que es moneda que surge a cada instante, que es luz que nunca se apaga, que es sol que jamás tiene ocaso, que pone al alma en su lugar establecido por Dios en el orden divino y por lo tanto toma su lugar de honor y de soberanía en la Creación, no se da sino a quien está dispuesto, a quien no debe hacer despilfarro, a quien debe estimarlo tanto y amarlo más que la propia vida, es más, debe estar pronto a sacrificar la propia vida para hacer que este don de mi Querer tenga la supremacía sobre todo y sea tenido en cuenta más que la propia vida, más bien, su vida como una nada en comparación a Él. Por eso primero quiero ver que el alma quiere hacer en verdad mi Voluntad y nunca la suya, pronta a cualquier sacrificio para hacer la mía, en todo lo que hace pedirme siempre, aun como préstamo el don de mi Querer. Entonces Yo, cuando veo que nada hace sin el préstamo de mi Querer, lo doy como don, porque con pedirlo y volver a pedirlo ha formado el vacío en su alma donde poner este don celestial, y con haberse habituado a vivir con el préstamo de este alimento divino, ha perdido el gusto del propio querer, su paladar se ha ennoblecido y no se adaptará a los alimentos viles del propio yo; por tanto, viéndose en posesión del don que ella tanto suspiraba, anhelaba y amaba, vivirá de la Vida de aquel don, lo amará y lo tendrá en la estima que merece. ¿No condenarías tú a un hombre que lleno de afecto pueril hacia un niño, sólo para que le estuviese un poco en su compañía entreteniéndose juntos, le diese un billete de mil, y el niño no conociendo el valor, después de algunos momentos lo rompa en mil pedazos? Pero si en cambio primero lo hace desear, luego le hace conocer el valor, después el bien que le puede hacer ese billete de a mil y luego se lo da, aquel niño no lo hará pedazos, sino que ira a guardarlo bajo llave, apreciando el don y amando más al donador, tú alabarías a ese hombre que ha tenido la habilidad de hacer conocer el valor del billete al pequeño niño. Si esto hace el hombre, mucho más Yo que doy mis dones con sabiduría, con justicia y con verdadero amor; he aquí entonces la necesidad de las disposiciones, del conocimiento del don y de la estima y aprecio, y del amar al mismo don. Por eso, como precursor del don de mi Voluntad que quiero hacer a la criatura es el conocimiento de Ella, el conocimiento prepara el camino, el conocimiento es como el contrato que quiero hacer del don que quiero dar, y por cuanto más conocimiento envío al alma, tanto más es estimulada a desear el don y a solicitar al Divino Escritor que ponga la última firma, que el don es suyo y lo posee. Entonces, la señal de que quiero hacer don de mi Querer en estos tiempos, es el conocimiento de Él, por eso sé atenta en no dejar escapar nada de lo que te manifiesto sobre mi Voluntad, si quieres que Yo ponga la última firma del don que suspiro dar a las criaturas”.
(4) Después de esto, mi pobre mente se perdía en el Querer Supremo, y hacía cuanto más podía por hacer todos mis actos en la Divina Voluntad; me sentía investida por una luz suprema, y mis pequeños actos, en cuanto salían de mí, tomaban lugar en aquella luz y se convertían en luz, y yo no podía ver ni el punto de la luz en el cual los había hecho, ni

dónde encontrarlos, sólo veía que se habían incorporado en aquella luz interminable y no más, y a mí me resultaba imposible poder navegar en toda aquella luz inaccesible, estarme dentro sí, pero atravesarla toda no le era dado a mi pequeñez. Mientras estaba en esto, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(5) “Hija mía, cómo es bello el obrar del alma en mi Voluntad, su acto se une al acto único de su Creador que no conoce sucesión de actos, porque la luz eterna no es divisible, y si se pudiera dividir, lo que no puede ser, la parte dividida se volvería tinieblas, así que el acto divino, siendo luz, de todo su obrar forma un solo acto. Por eso el alma obrando en la luz de mi Querer se une a aquel acto único de su Creador y toma lugar en el ámbito de la luz de la eternidad, por eso no puedes verlos, ni en la parte de la luz donde los has hecho, ni donde se encuentran, porque la luz eterna de Dios, para la criatura, es intraspasable y no se puede abarcar toda, pero ten por seguro que su acto está en aquella luz, el cual toma lugar en el pasado, en el presente y en el futuro. Mira el sol, siendo él imagen de la sombra de la luz divina, tiene en parte esta propiedad: Supón que tú obraras en el punto donde el sol expande su luz solar, tú ves su luz delante, sobre y detrás de ti, a derecha e izquierda, por eso si tú quisieras ver cuál es la parte de la luz del sol que toda te circundaba, tú no la sabrías encontrar ni distinguir, sabrías decir sólo que su luz ciertamente estaba sobre ti. Ahora, aquella luz estaba desde el primer instante en que fue creado el sol, está y estará, y si tu acto pudiera convertirse en luz solar como se convierte en luz divina, ¿podrías encontrar tu partecita de luz y la luz que te ha sido dada por el sol para hacerte obrar? Claro que no, pero sabrías que de ti ha salido un acto que se ha incorporado en la luz del sol, por eso digo que el vivir en el Querer Supremo es la cosa más grande, es el vivir Vida Divina. El Celestial Creador en cuanto ve al alma en su Voluntad, la toma entre sus brazos, y poniéndola en su seno la hace obrar con sus mismas manos y con aquella potencia de aquel Fiat con el cual fueron hechas todas las cosas; hace descender sobre la criatura todos sus reflejos para darle la semejanza de su obrar; he ahí por qué el obrar de la criatura se vuelve luz y se une a aquel acto único de su Creador y se constituye gloria eterna y alabanza continua de su Creador. Por eso sé atenta y haz que el vivir en mi Querer sea para ti tu todo, a fin de que jamás puedas descender de tu origen, es decir del seno de tu Creador”.

+ + + +

18-19
Enero 10, 1926

El camino y el trabajo que hace la Divina Voluntad en todas las cosas creadas para llegar a la criatura, a fin de que ella ponga el último punto para su cumplimiento.

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y la pequeñez de mi mente se perdía en Él, por todas partes y en todo lo veía siempre en acto de obrar en toda la Creación.
¡Oh! cómo habría querido seguirlo para darle mi pequeña correspondencia de amor en todo lo que Él obraba, darle mi gracias, mi adoración profunda, mi mezquina compañía. Ahora, mientras esto pensaba, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, mi Voluntad está siempre en camino en las cosas creadas para ir hacia la criatura, ¿pero quién la completa? ¿Quién pone el último punto al trabajo de mi Voluntad? La criatura. Esto es, la criatura que toma todas las cosas creadas como cumplimiento de mi Voluntad; mi Voluntad hace su camino en la semilla, hace que la tierra la reciba, dándole virtud de hacerla germinar y multiplicarse; hace su camino llamando al agua para regarla, al sol para fecundarla, al viento para purificarla, al frío para hacerle profundizar sus raíces, al calor para desarrollarla y hacerla llegar a justa maduración; luego da virtud a las máquinas para cosecharla, para trillarla, para molerla, y así poder darle sustancia de pan, y llamando al fuego para cocerla la lleva a la boca de la criatura, a fin de que de ella coma y conserve

su vida. Ve entonces cuánto camino y trabajo ha hecho mi Voluntad en aquella semilla, cuántas cosas creadas ha llamado sobre esa semilla para hacerla llegar como pan a la boca de las criaturas. Ahora, ¿quién pone el último paso al camino de mi Voluntad y el cumplimiento del último acto de mi Supremo Querer? Quien toma aquel pan y lo come como portador del Divino Querer en él, y conforme come el pan, come mi Querer en él para acrecentar las fuerzas del cuerpo y del alma, para cumplir en todo la Divina Voluntad. Se puede decir que la criatura es el centro del reposo al cual mi Voluntad aspira en todos los caminos y trabajos que hace en todas las cosas creadas para llegar a la criatura; y así en todas las otras cosas creadas que sirven al hombre, mi Voluntad hace su camino en el mar y trabaja en la multiplicación de los peces; hace su camino sobre la tierra y multiplica plantas, animales y pájaros; hace su camino en las esferas celestes para tener todo bajo sus ojos, para hacer que nada le huya y hacerse pies, manos y corazón para cada criatura, para dar a cada una el fruto de sus innumerables cosechas; pero toda su fiesta es sólo por quien toma de lo suyo como último punto y cumplimiento de su Supremo Querer. Si no fuese por mi Voluntad, – que en cuanto se desprendió su Fiat, se dejó en camino en todas las cosas creadas para hacerlas llegar al hombre, a fin de que tuviese su primer puesto el Fiat Supremo en quién y para quién todas las cosas habían sido creadas, y así fuera el regulador y el actor de la misma vida de la criatura – , todas las cosas quedarían paralizadas, y como tantas pinturas en las cuales no está la vida de las cosas que representan; así que, pobre criatura si mi Voluntad se retirase de hacer su camino en todas las cosas creadas, todas quedarían como pinturas, sin producir más el bien que cada cosa contiene hacia el hombre; por eso puedo decir que no son las cosas creadas que lo sirven, sino mi Voluntad velada, escondida, que se hace servidora del hombre. ¿No es entonces justo y el más sagrado deber, que el hombre mire en todas las cosas a mi Suprema Voluntad y la cumpla en todo, e intercambiándose servicio sirva a Aquélla que no desdeña servirlo aun en las más pequeñas cosas? Y Yo me siento como correspondido, pagado por mi trabajo cuando veo que llegan al hombre y las toma como cumplimiento de mi Voluntad. Y por eso hago fiesta, porque la finalidad de mi largo camino en las cosas creadas ha obtenido mi intento y el cumplimiento de mi Voluntad realizado en la criatura. Sucede a mi Voluntad como a un actor, el cual debe exponer su escena al público. ¡Pobrecito! cuántos trabajos escondidos, cuántos desvelos, cuantos preparativos, cuánto arte en sus mismos movimientos no prepara para ponerse en actitud, ahora de hacer sonreír al público, ahora de hacerlo llorar. En todo este trabajo el actor no hace fiesta, más bien suda, se cansa y se fatiga, y cuando todo le parece que ya está preparado, se dispone a llamar al público a ver su escena, y por cuanta más gente ve, más siente despuntar en el corazón la alegría, quién sabe y a lo mejor podrá hacer una bella fiesta, pero el verdadero cumplimiento de su fiesta es cuando terminada la escena siente correr a manos llenas las monedas de oro y de plata en sus manos, como aprobación y triunfo de su escena; pero si en cambio después de tantos preparativos, prepara la mesa, toca y vuelve a tocar trompetas y ninguno se presenta, o poca gente, que a los primeros actos de su escena lo dejan solo, pobrecito, cómo sufre, y la esperanza de su fiesta se cambia en luto. ¿Quién ha sido el que ha amargado tanto a aquel pobre actor tan hábil y tan bueno en hacer sus escenas? ¡Ah! la gente ingrata que no ha querido ser ni siquiera espectadora de las escenas de aquel pobre actor. Tal es mi Voluntad, que como hábil actor prepara las escenas más bellas para divertir al hombre en el teatro de toda la Creación, no para recibir sino para dar: prepara las escenas de luz, de las más refulgentes; las escenas de floración y de bellezas, las más deslumbrantes; las escenas de fuerza en el estruendo del trueno, en el estallido del rayo, en el elevarse de las olas y hasta en las alturas de las montañas más altas; las escenas más conmovedoras del niño que llora, que tiembla entumecido de frío; escenas dolorosas de sangre y trágicas, y hasta de muerte en mi Pasión; ningún actor por cuan hábil sea, puede igualarme en la variedad de mis escenas amorosas. Pero, ¡ay de Mí! cuántos no miran mi Voluntad en todas estas escenas y no toman la sustancia del fruto que hay en ellas, y cambian en luto las fiestas que se preparaba mi Voluntad en la Creación y en la Redención, por eso hija mía, no dejes que se te escape nada, todas las cosas tómalas

como don que te hace mi Voluntad, sean pequeñas o grandes, naturales o sobrenaturales, amargas o dulces, haz que todas entren en ti como dones y cumplimiento de mi Voluntad”.

+ + + +

18-20
Enero 24, 1926

La Divina Voluntad es madre de todas las voluntades humanas. En la Divina Voluntad no hay muertes.

(1) Me sentía abandonada por el Cielo y por la tierra, y pensaba entre mí que Jesús me había dicho hace ya mucho tiempo, que yo debía vivir en el duro exilio de la vida como si no existiera nadie más que Jesús y yo, todos debían desaparecer de mi mente y de mi corazón. Y ahora, después de que todo me ha desaparecido y habituada a vivir sólo con Jesús, también Él ha huido dejándome sola en poder de amarguras indecibles en el duro estado de aislamiento. ¡Oh! Dios, qué pena, ten piedad de mí, regresa a quien siente necesidad de tu Vida más que de la vida propia. Ahora, mientras esto pensaba y otras cosas más desgarradoras aún, que sería demasiado largo el decirlas, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y suspirando me ha dicho:
(2) “Hija de mi Supremo Querer, ánimo en tu aislamiento, éste sirve como compañía a mi Voluntad abandonada por las criaturas; el dolor de su aislamiento, ¡oh, cómo es más duro que el tuyo! Mi Voluntad es la Madre de todas las voluntades de las criaturas, Ella, como Madre ternísima se ha quedado en el centro de la Creación para dar a luz a las voluntades humanas y tenerlas todas en torno a Ella, subirlas sobre sus rodillas, nutrirlas con la leche de sus enseñanzas celestiales y hacerlas crecer a su semejanza, dándoles toda la Creación donde entretenerse, y como mi Voluntad es centro de cada cosa creada, a cualquier parte que las criaturas fueran, Ella como centro de cada cosa les estaría más que madre afectuosa siempre cerca, para no hacerles faltar jamás sus cuidados maternos y para no dejarlas descender de su nobleza y semejanza. Pero, ¡ay de Mí! Estas hijas, estas voluntades humanas paridas por esta Madre Celestial de mi Voluntad, despreciando y no apreciando todos los cuidados maternos, su amor, sus ternuras y premuras, a pesar de que Ella esta junto a ellas, las voluntades humanas están lejanas de esta Madre, muchas ni siquiera la conocen, otras la desprecian y hacen de Ella mofa. Pobre Madre que es Voluntad, en medio de tantas hijas paridas por Ella queda aislada, abandonada, y mientas todas toman de lo suyo para vivir, se sirven de todo para crecer a su desemejanza y para ofenderla; ¿se puede dar dolor más grande para una madre que el abandono de sus propios hijos, no ser conocida por el parto de sus propias entrañas, y cambiándose en enemigas ofendan a Aquélla que las ha dado a luz? Por eso el dolor del aislamiento de mi Voluntad es grande e inconcebible. Por eso tu aislamiento sea la compañía de esta Madre aislada, que llora y busca a sus hijas, que por cuanto llora, grita y llama a sus hijas con las voces más tiernas, con las lágrimas más amargas, con los suspiros más ardientes y con las voces más fuertes de castigos, estas hijas ingratas se están lejanas del seno de Aquélla que las ha generado. Hija mía, ¿no quieres tomar parte, como verdadera hija fiel de mi Voluntad, en su dolor y en su aislamiento?”
(3) Después me he puesto a hacer la adoración a mi Crucificado Jesús, y delante a mi mente pasaba una larga fila de soldados, todos armados, que no terminaba jamás. Yo habría querido pensar en mi Crucificado Jesús y ya no ver soldados, pero a pesar mío me veía obligada a ver estos soldados armados. Entonces pedía a mi dulce Jesús que alejara de mí esta vista a fin de que pudiera quedar libre con Él, y Jesús todo afligido me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuanto más el mundo aparentemente parece en paz, alaba la paz, tanto más bajo aquella paz efímera y enmascarada esconden guerras, revoluciones y escenas trágicas para la pobre humanidad, y cuanto más parece que favorecen mi Iglesia y la alaban, canten victorias y triunfos y prácticas de unión entre estado e Iglesia, tanto más

cercana está la contienda que preparan contra Ella. Así fue de Mí, hasta en tanto que no me aclamaron Rey y me recibieron en triunfo, Yo pude vivir en medio de los pueblos, pero después de mi entrada triunfal en Jerusalén no me dejaron vivir más, y después de pocos días me gritaron ‘crucifícalo’ y armándose todos contra Mí me hicieron morir. Cuando las cosas no parten de un fondo de verdad, no tienen fuerza de reinar largamente, porque faltando la verdad falta el amor y falta la vida que las sostiene, y por eso es fácil que salga fuera lo que escondían y cambian la paz en guerra, los favores en venganzas. ¡Oh, cuántas cosas imprevistas están preparando!”
(5) Jesús ha desaparecido, y yo he quedado toda afligida y pensaba entre mí: “Mi amado Jesús me ha dicho tantas veces que yo soy la pequeña recién nacida de la Divina Voluntad, por eso recién nacida apenas, sin haber formado mi pequeña vida en este Querer Supremo. Jesús, ahora que tenía más necesidad de formar mi crecimiento me deja sola, entonces yo seré como un parto abortado de la Divina Voluntad, sin tener existencia.
¿No ves amor mío en qué estado lamentable me encuentro, y cómo tus mismos designios sobre mí se resuelven en la nada? ¡Ah! si no quieres tener piedad de mí, ten piedad de Ti mismo, de tus designios y de tus trabajos que has hecho a mi pobre alma”. Pero mientras mi pobre mente quería adentrarse en el estado doloroso en el cual me encuentro, mi amado Bien ha salido de dentro de mi interior, y mirándome toda de la cabeza a los pies me ha dicho:
(6) “Hija mía, en mi Voluntad no hay muertos ni abortos, y quien vive en Ella contiene por vida la Vida de mi Voluntad, y aunque se sienta morir, o aun muerta, se encuentra en mi Voluntad, la cual conteniendo la vida la hace resurgir a cada instante a nueva luz, a nueva belleza, gracia y felicidad, deleitándose en conservarla siempre pequeña en sí, para tenerla grande con Ella; pequeña pero fuerte, pequeña pero bella, recién nacida apenas, a fin de que nada de humano tenga, sino todo divino, así que su vida es sólo mi Voluntad, la cual llevará a cabo todos mis designios, sin que nada se pierda. Serás como la gota de agua sumergida en el gran mar, como un grano en las grandes masas de los graneros; por cuanto la gota de agua parezca como desaparecida en el mar y el grano en los innumerables granos, no se puede negar ni quitarle el derecho de que su vida existe. Por eso no temas, y haz de tal manera que pierdas tu vida para adquirir el derecho de tener por vida mi sola Voluntad”.

+ + + +

18-21
Enero 28, 1926

Adán, después del pecado hacía los mismos actos de antes, pero como se sustrajo de la Voluntad Suprema, estaban vacíos de sustancia de Vida Divina.

(1) Estaba pensando en el Santo Querer Divino, y pensaba entre mí: ¿Cómo pudo ser que Adán después del pecado, habiendo roto su voluntad con la de Dios, perdió la fuerza, el dominio, y sus actos no eran tan agradables a Dios para formarle su delicia, mientras que Adán, antes de pecar había hecho sus actos hacia Dios, los había aprendido, ¿y por qué repitiéndolos después no sonaban con el mismo sonido, no contenían la plenitud del amor divino y de la completa gloria de Dios? Ahora, mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior, y con una luz que me enviaba me ha dicho:
(2) “Hija mía, antes que todo, Adán antes de que se sustrajera de mi Voluntad era mi hijo, contenía por centro de su vida y de todos sus actos a mi Voluntad, por lo tanto poseía una fuerza, un dominio, un atractivo todo divino, por eso su respiro, su latido, sus actos, daban lo divino, todo su ser emanaba un perfume celestial que a todos nos atraía hacia él, así que nos sentíamos heridos por todas partes por este hijo, si respiraba, si hablaba, si obraba las cosas más inocentes, indiferentes y naturales, eran heridas de amor para

Nosotros, y Nosotros entreteniéndonos con él lo colmábamos siempre más de nuestros bienes, porque todo lo que hacía salía de un solo punto, el cual era nuestra Voluntad, por eso todo nos agradaba, no encontrábamos nada en que desagradarnos. Ahora, después del pecado Adán descendió del estado de hijo y se redujo al estado de siervo, y en cuanto rompió con la Voluntad Suprema salió de él la fuerza divina, el dominio, el atractivo, el perfume celestial, por eso sus actos, su ser, no daban ya lo divino, sino que se llenó de una sensación humana, que haciéndole perder el atractivo, no nos sentíamos más heridos, es más, nos poníamos a distancia, él de Nosotros y Nosotros de él. Nada dice el que él repitiera los mismos actos que hacía antes de pecar, como en efecto los hacía; ¿pero sabes tú qué son los actos de la criatura sin la plenitud de nuestra Voluntad? Son como aquellos alimentos sin condimento y sin sustancia, que en vez de gustarlos disgustan el paladar humano, así disgustan el paladar divino, son como aquellos frutos no maduros, que no contienen ni dulzura ni sabor; son como aquellas flores sin perfume; son como aquellos vasos llenos, sí, pero de cosas viejas, frágiles y rotas. Todo esto puede servir a una estrecha necesidad del hombre y también como una sombra de la gloria de Dios, pero no a la felicidad y a todo el bienestar de la criatura y a la plenitud de la gloria de Dios. Por el contrario, ¿con qué gusto no se come un alimento bien condimentado y sustancioso?
¿Cómo refuerza a toda la persona? El solo perfume del condimento estimula el apetito y la avidez de comerlo. Y así Adán antes de que pecara, con la sustancia de nuestra Voluntad condimentaba todos sus actos, y por lo tanto estimulaba el apetito de nuestro amor a tomar todos sus actos como el alimento más agradable para Nosotros, y Nosotros en correspondencia le dábamos nuestro alimento exquisito de nuestra Voluntad. Pero después del pecado, ¡pobrecito! perdió el camino directo de comunicación con su Creador, no reinaba más en él el puro amor; el amor fue dividido por el temor, por el miedo, y no conteniendo más el absoluto dominio de la Suprema Voluntad, sus actos de antes hechos después del pecado, no tenían más aquel valor. Mucho más, pues toda la Creación, incluido también el hombre salió del Eterno Creador, que es como fuente de vida, en la cual debían conservarse sólo con la Vida de la Divina Voluntad, todo debía estar basado en Ella, y esta base de Divino Querer debía conservar todas las cosas bellas, nobles, como habían salido de Dios, como de hecho están todas las cosas creadas, tal como fueron creadas tales son, ninguna ha perdido nada de su origen, sólo el hombre perdió la vida, la base, y por esto perdió su nobleza, la fuerza, la semejanza con su Creador. Pero a pesar de todo esto mi Voluntad no dejó del todo al hombre, y no pudiéndole ser más fuente de vida y base que lo sostenía, porque él mismo se había sustraído de Ella, se ofreció como medicina para hacer que no pereciera del todo. Así que mi Voluntad es medicina, es salud, es conservación, es alimento, es vida, es plenitud de la más alta santidad, y según la quiera la criatura, Ella se ofrece: Si la quiere como medicina, Ella se ofrece para quitarle la fiebre de las pasiones, las debilidades de las impaciencias, los vértigos de la soberbia, el malestar de los apegos, y así de todo el resto de los males; si la quiere como salud, Ella se ofrece para conservarla sana, para liberarla de cualquier mal espiritual; si la quiere como alimento, Ella se da como alimento para hacerle desarrollar las fuerzas y hacerla crecer más en la santidad; si la quiere como vida y como plenitud de santidad, ¡oh! entonces mi Voluntad hace fiesta, porque ve regresar al hombre al regazo de su origen, de donde salió, y se ofrece a darle la semejanza con su Creador, finalidad única de su creación. Mi Voluntad jamás deja al hombre, si lo dejara se resolvería en la nada; y si no se presta a hacerse hacer santo por mi Voluntad, Ella usa los modos al menos para salvarlo”.
(3) Yo al oír esto, decía entre mí: “Jesús, amor mío, si tanto amas el que tu Voluntad obre en la criatura como en el acto en el cual Tú la creaste, como si no hubiera habido ninguna rotura entre tu Voluntad y la de la criatura, ¿por qué al venir a la tierra a redimirnos no nos diste este gran bien, que tu Voluntad triunfante sobre todo nos pusiera en el orden de la Creación, como salimos de las manos de nuestro Padre Celestial?” Y Jesús saliendo de mi interior, me estrechó toda a su corazón, y con ternura indecible me ha dicho:
(4) “Hija mía, la finalidad primaria de mi venida a la tierra fue precisamente esto, que el hombre regresara al seno de mi Querer, como salió de él cuando fue creado; pero para

hacer esto debí formar por medio de mi Humanidad la raíz, el tronco, las ramas, las hojas, las flores de las cuales debían salir los frutos celestiales de mi Querer; nadie tiene el fruto sin el árbol, este árbol fue regado por mi sangre, fue cultivado por mis penas, por mis suspiros y lágrimas; el sol que resplandeció sobre él fue sólo el Sol de mi Voluntad, por lo tanto, con toda certeza vendrán los frutos de mi Querer, pero para desear estos frutos se debe conocer cuán preciosos son, el bien que aportan, las riquezas que producen. He aquí el por qué de las tantas manifestaciones que te he hecho de mi Querer, porque el conocimiento llevará el deseo de comerlo, y cuando hayan saboreado qué significa vivir sólo para hacer mi Voluntad, si no todos, al menos en parte volverán sobre el camino de mi Querer, las dos voluntades se darán el beso perenne, no habrá más lucha entre la voluntad humana y la del Creador, y mi Redención, a los tantos frutos que ha dado, dará también el fruto del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Por eso sé tú la primera en tomar este fruto, y no quieras otro alimento ni otra vida que mi sola Voluntad”.

+ + + +

18-22
Enero 30, 1926

Muerte del confesor. 2 Temor de hacer la propia voluntad.

(1) Me encontraba en lo sumo de mi afiliación por la muerte fulminante de mi confesor; a mis tantas penas internas por las frecuentes privaciones de mi dulce Jesús, ha querido agregar un golpe tan doloroso para mi pobre corazón, privándome de aquél que era el único que conocía mi pobre alma, pero el Fiat Voluntas Tua sea siempre hecho, amado y adorado. La tierra era indigna de poseer a tal persona, por eso el Señor para castigarnos se lo ha llevado al Cielo. Entonces, en mi inmensa amargura de ser dejada sin confesor, no sabiendo yo misma a quién dirigirme, rogaba a mi amable Jesús por aquella alma bendita diciendo: “Amor mío, si me lo has quitado a mí, al menos llévalo Contigo derecho al Cielo”. Y llorando le decía: “Lo pongo en tu Voluntad, Ella contiene todo: Amor, luz, belleza, todos los bienes que se han hecho y se harán, a fin de que lo purifiquen, lo embellezcan, lo enriquezcan de todo lo que se necesita para estar en tu presencia, y así nada encontrarás en él que impida su entrada al Cielo”.
(2) Ahora, mientras esto hacía y decía, he visto ante mí un globo de luz, y dentro de aquella luz el alma de mi confesor que tomaba el camino del Cielo, sin decirme ni siquiera una palabra. Yo he quedado consolada, sí, por su suerte, pero sumamente amargada por la mía, y rogaba a Jesús que habiéndome quitado el confesor y no teniendo yo a quién dirigirme, que por su bondad me liberara del fastidio que daba al confesor, pero no como querido por mí, sino como querido por Él, porque siento que si Jesús me lo concediese como querido por mí, sentiría como si me faltase la tierra bajo los pies, el cielo sobre la cabeza, el latido en el corazón, así que para mí sería una desgracia en vez de una gracia. Y toda abandonada en el dolor ofrecía todo a Jesús para que me diera la gracia de cumplir en todo su Santísima Voluntad. Y Jesús, teniendo compasión de mi dolor me ha estrechado toda a Él y me ha dicho:
(3) “Hija mía, ánimo, no temas, no te dejo, estaré siempre contigo y te prometo que si ningún sacerdote quiere prestarse para tu asistencia, no queriendo ellos seguir mi Voluntad, Yo, no porque lo quieres tú sino porque lo quiero Yo, te libraré de su fastidio. Por eso no temas, que no haré entrar tu voluntad de por medio, haré todo por Mí, seré celoso aun de tu respiro, que no entre en él tu voluntad sino sólo la mía”.
(4) Después, al llegar la noche sentía tal temor de que el bendito Jesús me sorprendiera y me hiciera caer en el estado de mis acostumbrados sufrimientos, que temblaba y lloraba; mucho más porque sentía como si yo quisiera que me liberase, y el bendito Jesús ha salido

2 Don Francesco Di Benedictis

de dentro de mi interior, y poniendo su rostro cerca del mío lloraba, tanto, que he sentido bañar mi rostro por sus lágrimas, y sollozando me ha dicho:
(5) “Hija mía, ten paciencia, recuerda que sobre ti pesa la suerte del mundo. ¡Ah, tú no sabes qué significa estar en este estado de penas junto Conmigo aunque sea media hora o cinco minutos! Es mi Vida real que se repite sobre la tierra, es esta Vida Divina que sufre, que ruega, que repara en ti, que traslada en ti mi misma Voluntad, para hacer que obre en ti como obraba en mi Humanidad; ¿y a ti te parece poco?”
(6) Y haciendo silencio continuaba llorando. Yo me sentía despedazar el corazón al ver llorar a Jesús, y comprendía que lloraba por mí, para darme la gracia de que su Voluntad tuviera sus plenos derechos sobre mí y que mantuviera íntegra su Vida en mi alma, y que mi voluntad jamás tuviese vida; así que sus lágrimas eran para poner a salvo su Voluntad en mi pobre alma. Lloraba también por los sacerdotes para darles su gracia para que comprendiesen sus obras, a fin de que se prestaran también ellos a cumplir su Voluntad.

+ + + +

18-23
Febrero 7, 1926

La Divina Voluntad reinante en el alma la eleva sobre todo, la pone en su origen, y el alma amando con el amor de Dios, ama todas las cosas
con su mismo amor, y es constituida poseedora y reina de todo lo creado.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino, y tomando el eterno te amo de mi dulce Jesús, y haciéndolo mío, giraba por toda la Creación para imprimirlo sobre cada cosa, a fin de que todo y todos tuvieran una sola nota, un solo sonido, una sola armonía: “Te amo, te amo, te amo por mí y por todos, hacia mi Creador que tanto me ha amado”. Ahora, mientras esto hacía, mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y estrechándome a su corazón, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bello el te amo de quien vive en mi Voluntad, siento el eco del mío junto con el suyo sobre todas las cosas creadas, por eso siento la correspondencia del amor de la criatura por todo lo que he hecho, y además, amar significa poseer lo que se ama, o querer poseer la cosa amada; así que tú amas la Creación toda porque es mía, y Yo te la hago amar porque quiero hacerla tuya. Tu repetido te amo para Mí sobre cada cosa creada, es el camino y el derecho de posesión para poseerla. La Creación toda al sentirse amada, reconoce a su dueña, por eso hace fiesta al sentirse repetir sobre de ella tu te amo; el amor hace reconocer lo que es suyo, y se dan sólo a aquellos por los cuales son amadas, y mi Voluntad reinante en el alma es la confirmación de que lo que es mío es suyo. Ahora, cuando una cosa es poseída entre dos personas, se necesita sumo acuerdo, la una no puede hacer sin la otra, y he aquí la necesidad de su inseparable unión, de las continuas comunicaciones sobre lo que hay que hacer con lo que poseen. ¡Oh! cómo mi Voluntad reinante en el alma la eleva sobre todo, y amando con el amor de un Dios sabe amar todas las cosas con su mismo amor, y es constituida poseedora y reina de todo lo creado.
(3) Hija mía, en este estado feliz creé al hombre, mi Voluntad debía suplir a todo lo que faltaba en él, y elevarlo a la semejanza de su Creador. Y es propiamente esta mi mira sobre ti, hacerte regresar al origen como creamos al hombre, por eso no quiero división alguna entre Yo y tú, ni que lo que es mío no sea tuyo; pero para darte los derechos quiero que reconozcas lo que es mío, a fin de que amando todo y corriendo en todas las cosas tu te amo, toda la Creación te reconozca; oirán en ti el eco del principio de la creación del hombre, y haciéndose felices ambicionaran hacerse poseer por ti.
(4) Yo hago contigo como un rey, que despreciado por sus pueblos, ofendido, olvidado, estos pueblos no están más bajo el régimen de las leyes del rey, y si alguna ley observan, es la fuerza que se impone sobre ellos, no el amor; así que el pobre rey está obligado a

vivir en su palacio, aislado, sin el amor, la sujeción y el avasallamiento de su voluntad sobre los pueblos; pero entre tantos, él advierte que uno sólo se mantiene íntegro en hacerse someter en todo y por todo por la voluntad del rey, es más, repara, llora por la voluntad rebelde de todo el pueblo, y quisiera rehacer al rey haciéndose acto por cada criatura, a fin de que encuentre en él todo lo que debería encontrar en todo el resto del pueblo. Entonces el rey siente amar a éste, lo tiene siempre ante sus ojos para ver si es constante y no por un día, sino por un periodo de vida, porque sólo la constancia es sobre lo que el rey puede confiar y estar seguro de lo que quiere hacer de la criatura. El sacrificarse, el hacer el bien un día, es cosa fácil para la criatura, pero el sacrificarse y el hacer el bien toda la vida, ¡oh, cómo es difícil! Y si esto sucede, es una virtud divina obrante en la criatura. Entonces, cuando el rey se siente seguro de aquél, lo llama a sí en su palacio, le da todo lo que debería dar a todo el pueblo, y haciendo a un lado a todos los demás hace salir de él la nueva generación de su pueblo elegido, los cuales no tendrán otra ambición que vivir sólo de la voluntad del rey, todos sojuzgados a él, como tantos partos de sus entrañas. ¿No te parece hija mía, que es precisamente esto lo que estoy haciendo por ti? Ese continuo llamarte en mi Voluntad, a fin de que no la tuya viva en ti sino la mía; aquel querer de ti, que sobre todas las cosas creadas y desde el primero hasta el último hombre que vendrá, encuentre la nota de tu te amo, de tu adoración a tu Creador, de tu reparación por cada ofensa, ¿no dice claramente que quiero todo para darte todo, y que elevándote sobre todo quiero que regrese en ti mi Voluntad íntegra, bella, triunfante, como salió de Nosotros en el principio de la Creación? Mi Voluntad fue el acto primero de la criatura, la criatura tuvo su acto primero en mi Voluntad, y por eso quiere hacer su curso de vida en ella, y si bien fue sofocada al principio de su nacer en la criatura, pero no quedó extinta, y por eso espera su campo de vida en ella; ¿no quieres tú ser su primer campito? Por eso sé atenta, cuando quieras hacer alguna cosa no la hagas jamás por ti misma, sino ruégame que la haga mi Voluntad en ti, porque la misma cosa, si la haces tú suena mal, da de humano, en cambio si la hace mi Voluntad suena bien, armoniza con el Cielo, es sostenida por una gracia y potencia divinas, es el Creador que obra en la criatura, su perfume es divino, y elevándose abraza a todos con un solo abrazo, de modo que todos sienten el bien del obrar del Creador en la criatura”.

+ + + +

18-24
Febrero 11, 1926

La voluntad humana es la polilla que roe todos los bienes y la llave que abre todos los males. Cada acto de voluntad humana no unida con la de Dios, forma un abismo de distancia entre el
Creador y la criatura.

(1) Estaba pensando entre mí: “¿Por qué tanto temor en mí, tanto de sentirme faltar la vida, si jamás sea, no hiciera en todo y por todo la Santísima Voluntad de Dios? El solo pensamiento me destruye, ¿qué será si llegara a sustraerme aun por un solo instante de la Voluntad Suprema y adorable de mi Creador?” Mientras esto pensaba, mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y tomando mis manos entre las suyas las ha besado con un amor indecible, después se las ha estrechado a su pecho, fuerte fuerte, y todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bella mi Voluntad obrante en tus manos, tus movimientos son heridas para Mí, pero heridas divinas, porque salen del fondo de mi Voluntad dominante, obrante y triunfante en ti, así que me siento herido como por otro Yo mismo. Con justa razón temes si por un solo instante salieras de la Voluntad Suprema, ¡oh! cómo descenderías en lo bajo, te reducirías casi casi del estado de Adán inocente al estado de Adán culpable, y como Adán había sido creado como cabeza de todas las generaciones,

su voluntad sustraída de su Creador formó la polilla en la raíz del árbol de todas las generaciones, por eso todos sienten las ruinas que formó la polilla de la voluntad humana desde el principio de la creación del hombre. Cada acto de voluntad humana no conectada con la de Dios forma un abismo de distancia entre el Creador y la criatura, por tanto, distancia de santidad, de belleza, de nobleza, de luz, de ciencia, etc. Entonces Adán no hizo otra cosa con sustraerse de la Divina Voluntad, que ponerse a distancia de su Creador, esta distancia lo debilitó, lo empobreció, lo desequilibró todo y llevó el desequilibrio a todas las generaciones, porque cuando el mal está en la raíz, todo el árbol está obligado a sentir los efectos malignos, los humores nocivos que hay en la raíz. Entonces hija mía, habiéndote llamado a ti como primera y cabeza de la misión de mi Voluntad, esta mi Voluntad debe poner en ti el equilibrio entre tú y el Creador, y por lo tanto quitar la distancia que hay entre la voluntad humana y la Divina, para poder formar en ti la raíz del árbol sin humores malos, haciendo correr en él sólo el humor vital de mi Voluntad, a fin de que el árbol no quede perjudicado en la vegetación, en el desarrollo y en la preciosidad de sus frutos. Ahora, si tú quisieras hacer un acto de tu voluntad no conectada con la mía, vendrías a formar la polilla a la misión que te he confiado, y como un segundo Adán me arruinarías la raíz del árbol de mi Voluntad que quiero formar en ti, y perjudicarías a todos aquellos que querrán injertarse a este árbol, porque no encontrarían toda la plenitud de mi Voluntad en quien de Ella ha tenido el principio. Por eso soy Yo que pongo este temor en tu alma a fin de que mi Voluntad sea siempre dominante en ti, y todas las manifestaciones que te he hecho estén siempre en vegetación para formar raíces, tronco, ramas, flores y frutos divinos sin la sombra de tu voluntad humana. Así regresarás a tu origen en el seno de tu Creador toda bella, crecida y formada con la plenitud de la Voluntad Suprema, y la Divinidad, satisfecha en ti de la obra de la creación del hombre, hará salir de ti y de la misión a ti confiada su pueblo elegido del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, por eso sé atenta hija mía, y no quieras arruinar la obra de mi Voluntad en ti; la amo tanto y me cuesta tanto, que usaré todo mi celo infinito y estaré Yo mismo a guardia de mi Voluntad, a fin de que la tuya jamás tenga vida”.
(3) Yo he quedado sorprendida y comprendía con claridad qué significa un acto de voluntad humana en comparación de un acto de Voluntad Divina, y cómo el alma con el hacer la suya pierde la fisonomía de su Creador, y despojándose de la belleza con la cual fue creada se viste de míseros harapos, se arrastra con dificultad en el bien, adquiere la semejanza diabólica, se nutre con alimentos puercos. Jesús mío, danos la gracia a todos de jamás hacer la propia voluntad, lo cual es llamar a vida todas las pasiones. Entonces, casi temblando trataba de abismarme más adentro en la Suprema Voluntad, y llamaba a mi Mamá Celestial en mi ayuda, a fin de que junto conmigo pudiéramos, a nombre de todos adorar a la Voluntad Suprema por todas las voluntades humanas opuestas a Ella. Ahora, mientras esto hacía, el Cielo se ha abierto y mi Jesús ha salido de dentro de mi interior todo en fiesta y me ha dicho:
(4) “Hija de mi Querer, tú debes saber que cuando reina íntegra mi Voluntad en el alma, todo lo que el alma hace es el desarrollo de la Vida de mi Eterna Voluntad en ella, así que no has sido tú quien ha llamado a mi Divina Mamá, sino mi misma Voluntad que la ha llamado, y sintiéndose llamar por una Voluntad Divina, la cual ha sido siempre íntegra y triunfante en Ella, ha advertido súbito que una de la familia celestial la llamaba en la tierra, y ha dicho a todo el Cielo: ‘Vayamos, vayamos, es una de nuestra familia que nos llama a cumplir los deberes de la familia a la cual pertenecemos’. Y helos aquí, míralos a todos en torno a Nosotros, la Virgen, los santos, los ángeles, para hacer tu acto de adoración que quieres hacer, y la Divinidad para recibirlo. Mi Voluntad tiene tal potencia que encierra todo y hace hacer a todos la misma cosa, como si fuera un solo acto. Por eso la gran diferencia que hay entre quien hace reinar a mi Voluntad en ella y entre quien vive del propio yo. En la primera está una Voluntad Divina que reza, que obra, que piensa, que mira, que sufre; a cada movimiento suyo mueve Cielo y tierra y une todo junto, de manera que todos sienten la potencia de la Divina Voluntad obrante en la criatura, descubren en ella la nobleza, la semejanza, la filiación de su Creador, y como hija de la familia celestial todos la protegen,

la asisten, la defienden y la suspiran junto con ellos en la patria celestial. Todo lo contrario para quien vive de la propia voluntad, ella es la llave del infierno, de las miserias, de la inconstancia; donde ella abre, no sabe abrir otra cosa más que donde está el mal, y si acaso hace algún bien, es aparente, porque dentro está la polilla del propio querer que roe todo. Por eso, aunque te cueste la vida, no salgas jamás, jamás de mi Voluntad”.

+ + + +

18-25
Febrero 18, 1926

Cada manifestación sobre la Voluntad Divina es una bienaventuranza que brota de Dios, y cada acto de voluntad humana rechaza estas bienaventuranzas.

(1) Me sentía oprimida por tantos pensamientos que giraban en mi mente, con el agregado de la privación de mi dulce Jesús; y mientras luchaba entre la esperanza de que no me habría dejado por largo tiempo sin Él, y entre el temor de no verlo más, mi amable Jesús me ha sorprendido y me ha llenado toda de Sí mismo, de modo que no me veía más a mí, sino sólo a Jesús, el cual formaba en torno a Él un mar inmenso de muchas llamitas, y éstas eran todas las verdades que se referían a la Divinidad y a su amable Querer. Yo habría querido tomar aquellas llamitas para conocer a Aquél que es todo para mí y hacerlo conocer por todos, pero qué, en algunas cosas no encontraba las palabras humanas para expresarlas, dónde la pequeñez de mi mente no las podía contener, dónde lo infinito que no me era dado abrazar, dónde lo inmenso en lo cual yo quedaba dispersa. De todo comprendía alguna cosa, pero, ¡ay de mí! el lenguaje celeste es muy diferente del lenguaje terrestre, por lo tanto no encontraba las palabras adecuadas para hacerme comprender, mucho más que estando con Jesús yo tengo el mismo lenguaje de Él, nos comprendemos de maravilla los dos, pero retirándose Jesús y encontrándome en mí misma, siento tal cambio, que con dificultad puedo decir alguna cosa, y quizá media deforme y balbuceando como una pequeña niña. Entonces, mientras nadaba en aquel mar de llamitas, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Es justo que la pequeña recién nacida de mi Querer Supremo tome parte en las bienaventuranzas, alegrías y felicidad de Aquél que la ha sacado a la luz. Todas estas llamitas que tú ves en el mar interminable de mi Voluntad, son símbolos de las bienaventuranzas, alegrías y felicidad secretas que Ella contiene; digo secretas porque no habiendo manifestado aún la plenitud del conocimiento que el Querer Eterno contiene, ni habiendo disposiciones convenientes en las criaturas para manifestarlas, todas estas bienaventuranzas están ad intra en la Divinidad, esperando que sean sacadas fuera para quien debía nacer, vivir y hacer vida en nuestro Querer sin interrupción alguna, porque siendo una su voluntad con la nuestra, todas las puertas divinas están abiertas y nuestros más íntimos secretos develados, las alegrías y las bienaventuranzas se vuelven comunes, por cuanto a criatura es posible. Así que mira hija mía, cada manifestación que te hago sobre mi Voluntad es una bienaventuranza que brota del seno de la Divinidad, la cual no sólo te hace feliz y te dispone mayormente a vivir en mi Querer, sino que te prepara a otros nuevos conocimientos, y no sólo esto, sino que todo el Cielo queda inundado de aquella nueva bienaventuranza que ha salido de nuestro seno. ¡Oh, cómo te agradecen y ruegan que Yo continúe las manifestaciones sobre mi Voluntad! Estas bienaventuranzas fueron encerradas en Nosotros por la voluntad humana, y cada acto de voluntad humana es una cerradura a estas bienaventuranzas celestiales, no sólo en el tiempo sino también en la eternidad, porque cada acto de mi Voluntad hecho en la tierra arroja la semilla en el alma de aquella bienaventuranza que deberá gozar en el Cielo, sin la semilla es inútil esperar la planta. Por eso te quiero siempre más adentro en mi Querer”.


+ + + +

18-26
Febrero 21, 1926

Cada manifestación sobre la Divina Voluntad es un parto de Ella, y cada acto hecho en Ella es agua que forma para engrandecer el mar de la Voluntad Eterna en torno al alma.

(1) Me sentía toda inmersa en el Santo Querer Divino, un aire celestial y divino me circundaba, y una luz inaccesible me hacía presentes, como en acto, todos los actos del Querer Supremo, los cuales encontrando en mí el mismo Querer, me daban su beso y su amor, y yo les daba nuevamente mi beso e imprimía mi te amo en cada acto del Querer Eterno. Me parecía que todos querían ser reconocidos por mí para tener mi correspondencia, acuerdo perfecto y recíproca posesión. Ahora, mientras me encontraba en este estado, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y con sus manos divinas me ataba en aquella luz, en modo que nada más veía que a Jesús, su Voluntad y todo lo que Ella hacía; cómo me sentía feliz, cuántas alegrías inexpresables sentía, Jesús mismo estaba todo en fiesta y sentía tal contento al verme toda para su Querer y en su Querer, que parecía que olvidaba todo para ocuparse sólo de su Voluntad, a fin de que fuese completa en mí, y triunfando sobre todo pudiese tener la finalidad para la cual todas las cosas fueron creadas. Después me ha dicho:
(2) “Hija mía, pequeña recién nacida de mi Voluntad, tú debes saber que quien ha nacido en mi Voluntad puede ser también madre, dando a luz muchos hijos a mi Supremo Querer. Para ser madre es necesario tener materia suficiente en el interior, para poder formar con su sangre, con su carne y con los alimentos continuos el parto que se quiere dar a luz. Si no está el germen y la materia suficiente, es inútil esperar ser madre. Ahora en ti, habiendo nacido en mi Querer, está el germen de la fecundidad, como también está la materia suficientísima de todas las manifestaciones que te he hecho acerca de mi Querer, cada conocimiento que te he dado, se puede decir que puede dar a luz un hijo a mi Voluntad; tus actos continuos en mi Querer son alimentos abundantes para formarlos primero en ti a estos hijos del Cielo, y después sacarlos fuera como triunfo, honor, gloria y corona de mi Voluntad y perenne alegría de la madre que los ha parido. Ve entonces qué significa una manifestación de más, es un parto de más que hace mi Voluntad, es una Vida Divina que sale para bien de las criaturas, es un debilitar las fuerzas de la voluntad humana para constituir en ella la fuerza de la Voluntad Divina. Cómo debes entonces estar atenta a no perder nada, aun de las más pequeñas manifestaciones que te hago, porque vendrías a quitarme el honor de tener un hijo de más, que puede narrar a todos un bien de más sobre mi Voluntad para darlo a las criaturas, y entonces poderla amar de más y hacerse sojuzgar por la potencia de mi Supremo Querer”.
(3) Entonces, no sé cómo me sentía el acostumbrado temor que pudiese salir mínimamente de la Santísima Voluntad, y mi siempre amable Jesús ha regresado de nuevo y todo amor me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿por qué temes? Escucha, cuando te afanas y te afliges por temor de salir de mi Querer, Yo me río y me divierto, porque sé que es tanta el agua del mar de mi Voluntad que te circunda, que no encontrarías los confines para salir de él; dondequiera que quisieras dirigir tus pasos, a la derecha o a la izquierda, hacia adelante o hacia atrás, caminarías, sí, pero siempre en el agua del mar de mi Voluntad, y esta agua la has formado tú misma con los tantos actos que has hecho en Ella, porque siendo mi Voluntad interminable, haciendo tus actos en Ella venías a formar en torno a ti un mar del cual no puedes salir. Así que cada acto que haces viene a formar nueva agua para ensanchar mayormente el mar de la Suprema Voluntad dentro y fuera de ti. Tus mismos temores de salir del origen donde has nacido, son oleadas que formas, que agitándote te profundizan

de más en el abismo del mar de mi Querer. Por eso Yo no te hago ningún reproche, porque sé donde estás y cómo estás; y más bien llamo tu atención a vivir en paz en mi Querer, o bien te hago una sorpresa con decirte otras cosas más sorprendentes sobre el Eterno Querer, de modo que sorprendida olvides todo, también tus temores, y en paz navegues el mar de mi Voluntad, y Yo, divino piloto me deleito en guiar a aquella que vive y es toda para nuestro Supremo Querer”.
(5) Sea todo para gloria de Dios y para confusión mía, que soy la más miserable de las criaturas.
Deo Gratias



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo
Octubre de 1926

1
I. M. I.


Fiat Sempre

19-1
Febrero 23, 1926

Jesús la llama la pequeña recién nacida para hacer que renazca siempre en su Santo Querer a nueva belleza, a nueva santidad, a nueva luz, a nueva semejanza con su Creador.

(1) Amor mío y vida mía, Jesús, ven Tú en ayuda de mi debilidad y de mi renuencia a escribir, más bien haz que venga a escribir tu misma Voluntad, a fin de que nada ponga de lo mío, sino solamente lo que Tú quieres que escriba, y Tú, Mamá mía y Madre Celestial de la Divina Voluntad, ven a llevarme la mano mientras escribo, dame las palabras, facilítame los conceptos que Jesús pone en mi mente, a fin de que pueda escribir dignamente acerca de la Santísima Voluntad, de modo de volver contento a mi dulce Jesús.
(2) Estaba pensando entre mí: “¿Por qué Jesús bendito me llama frecuentemente la pequeña recién nacida de su Santísima Voluntad? Tal vez porque soy mala aún, y no habiendo dado un solo paso en su Voluntad, con razón me llama recién nacida apenas”. Ahora, mientras esto pensaba, mi adorable Jesús me ha puesto los brazos al cuello y estrechándome fuerte a su corazón me ha dicho:
(3) “A mi pequeña recién nacida de mi Voluntad nada quiero negarle; ¿quieres saber por qué te llamo la pequeña recién nacida? Recién nacida significa estar en acto de nacer, y como tú debes renacer en cada acto tuyo en mi Querer, y no sólo eso, sino que mi Voluntad para rehacerse de todas las oposiciones de las voluntades humanas quiere llamarte en mi Querer a hacerte renacer tantas veces por cuantas veces las voluntades humanas se han opuesto a la suya, por eso es necesario conservarte siempre recién nacida. Quien está en acto de nacer es fácil hacerla renacer cuantas veces se quiera y conservarla sin el crecimiento de la voluntad humana, pero cuando el alma crece, resulta más difícil conservarla sin la vida del propio yo. Pero esto no es todo, a la recién nacida de mi Voluntad era necesario, conveniente, decoroso, para ella y para nuestra misma Voluntad, que se uniera a aquel acto único del Eterno, que no tiene sucesión de actos, y así como este acto único da al Ser Divino toda la grandeza, la magnificencia, la inmensidad, la eternidad, la potencia, en suma, encierra todo para poder hacer salir de este acto único todo lo que quiere, así nuestra pequeña recién nacida en nuestra Voluntad, uniéndose con el acto único del Eterno, debía hacer siempre un solo acto, esto es, estar siempre en acto continuo de nacer, hacer siempre un solo acto: ‘Nuestra Voluntad’. Y mientras hace un solo acto, renacer continuamente, pero, ¿a qué cosa renacer? A nueva belleza, a nueva santidad, a nueva luz, a nueva semejanza con su Creador; y conforme tú renaces en nuestro Querer, así la Divinidad se siente correspondida en la finalidad por la que puso fuera a la Creación, y se siente regresar las alegrías y la felicidad que debía darle la criatura, y estrechándote al seno divino te colma de alegría y de gracias infinitas, y te manifiesta otros conocimientos sobre nuestra Voluntad, y no dándote tiempo te hace renacer de nuevo en nuestro Querer. Además de esto, estos nacimientos continuos te hacen morir continuamente a tu voluntad, a tus debilidades, a las miserias, a todo lo que no pertenece a nuestro Querer. ¡Cómo es bella la suerte de mi pequeña recién nacida!
¿No estás contenta? Mira, también Yo nací una vez, pero aquel nacimiento me hace nacer continuamente, renazco en cada hostia consagrada, renazco cada vez que la criatura regresa a mi Gracia; el primer nacimiento me dio el campo para hacerme renacer siempre. Así son las obras divinas, hechas una vez queda el acto continuado sin terminar jamás.

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

Así será de mi pequeña recién nacida en mi Querer, nacida una vez, permanecerá el acto del nacimiento continuo, por eso estoy tan atento a que no entre en ti tu querer, te circundo de tanta gracia para hacer que tú nazcas siempre en mi Querer y mi Querer renazca en ti”.

+ + + +

19-2
Febrero 28, 1926

Cada vez que el alma se ocupa de sí misma, pierde un acto en la Voluntad Divina. Qué significa perder este acto.

(1) Continuaba en mis acostumbrados temores, y mi siempre amable Jesús haciéndose ver, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, no pierdas el tiempo, porque cada vez que te ocupas de ti es un acto que pierdes en mi Voluntad, y si supieras qué significa perder un solo acto en mi Voluntad: Tú pierdes un acto divino, aquel acto que abraza todo y a todos y que contiene todos los bienes que hay en el Cielo y en la tierra, mucho más que mi Voluntad es un acto continuado que no se detiene jamás en su curso, ni puede esperarte a ti cuando por tus temores te detienes, es a ti a quien conviene seguirla en su curso continuado, no a Ella esperarte a ti a cuando tú te pongas en camino para seguirla. Y no sólo tú pierdes el tiempo, sino que Yo, debiendo apaciguarte y quitarte de tus temores para ponerte en camino en mi Voluntad, me obligas a Mí a ocuparme de cosas que no pertenecen al Supremo Querer, tu mismo ángel custodio que te está cerca queda en ayunas, porque cada acto que haces en Ella y conforme sigues su curso, es una bienaventuranza accidental de más que él goza estando cerca de ti, es un paraíso duplicado de alegría que tú le ofreces, de modo que se siente feliz de su suerte por tenerte bajo su custodia, y como las alegrías del Cielo son comunes, tu ángel ofrece la bienaventuranza accidental que ha recibido de ti, su paraíso duplicado, a toda la corte celestial, como fruto del Querer Divino de su protegida, todos hacen fiesta y magnifican y alaban la potencia, la santidad, la inmensidad de mi Voluntad. Por eso sé atenta, en mi Querer no se puede perder el tiempo, hay mucho qué hacer, conviene que tú sigas el acto de un Dios no interrumpido jamás”.
(3) Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado pensativa al ver el mal que yo hacía, y decía entre mí: “¿Cómo puede ser posible que con ponerme en el Querer Divino, olvidando todo lo demás como si ninguna otra cosa existiera para mí sino sólo la eterna Voluntad, yo tome parte en todo lo que contiene este amable Querer?” Y Jesús regresando ha agregado:
(4) “Hija mía, quien ha nacido en mi Querer, es justo que sepa los secretos que Él contiene, además la cosa en sí misma es facilísima y como connatural: Supón que pases a habitar en una casa, o por poco tiempo o para siempre, en la cual hay una bella música, un aire perfumado por el cual se siente infundir una nueva vida; tú, ciertamente no has puesto aquella música ni aquel aire balsámico, pero como tú te encuentras en aquella habitación, no tuya, tú vienes a gozar tanto de la música como del aire perfumado que regenera las fuerzas a vida nueva; agrega que aquella habitación contiene pinturas encantadoras, cosas bellas que embelesan, jardines jamás vistos por ti, con tanta variedad de plantas y flores que resulta imposible numerarlos todos; también hay comidas exquisitas que jamás has gustado, ¡oh, cómo te recreas, te deleitas y gozas al mirar tantas bellezas, al probar alimentos tan exquisitos! Pero de todo esto nada está hecho o puesto por ti, no obstante tomas parte en todo sólo porque te encuentras en aquella habitación. Ahora, si esto sucede en el orden natural, mucho más fácil puede suceder en el orden sobrenatural de mi Voluntad, el alma con el entrar en Ella forma un solo acto con la Divina Voluntad, y como connatural toma parte en lo que Ella hace y contiene; mucho más que el alma para

vivir en mi Voluntad, primero es despojada de las vestiduras del viejo Adán culpable, y es revestida por las vestiduras del Adán nuevo y santo, su vestidura es la luz de la misma Voluntad Suprema, en la cual le vienen comunicados todos sus modos divinos, nobles y comunicativos a todos. Esta luz le hace perder las facciones humanas y le restituye la fisonomía de su Creador. ¿Qué maravilla entonces en que tome parte en todo lo que posee el Divino Querer, siendo una la Vida y una la Voluntad? Por eso sé atenta, te recomiendo que me seas fiel y tu Jesús mantendrá la batuta de hacerte vivir siempre en mi Querer, estaré en guardia a fin de que jamás puedas salir de Él”.

+ + + +

19-3
Marzo 2, 1926

El silencio en lo que respecta a las verdades del Querer Divino forma
la tumba a estas verdades, mientras que la palabra forma su resurrección.

(1) Me sentía oprimida y con tal renuencia de abrir mi alma para manifestar lo que el bendito Jesús me dice, habría querido callar para siempre, a fin de que nada más se supiera, y me lamentaba con mi dulce Jesús diciéndole: “¡Oh! si Tú me dijeras que no diga más nada a ninguno acerca de lo que pasa entre Tú y yo, de qué peso enorme me librarías, cómo estaría contenta. ¿No ves mi gran repugnancia, el esfuerzo que necesito hacer?” Pero mientras esto decía, mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quisieras tú sepultar la luz, la gracia, la verdad y así preparar la tumba a tu Jesús? El silencio acerca de todo lo que es verdad forma la sepultura de la verdad, mientras que la palabra forma la resurrección de la verdad, hace resurgir la luz, la gracia, el bien, mucho más porque la palabra sobre la verdad parte del Fiat Supremo. La palabra tuvo su campo divino cuando en la Creación, con la palabra Fiat, hice salir fuera toda la Creación, podía haberla creado aún callando, pero quise servirme de la palabra Fiat para hacer que también la palabra tuviese el origen divino, que conteniendo la potencia creadora, quien se sirva de ella para manifestar lo que a Mí pertenece, tuviese la potencia de comunicar aquellas verdades a quien tiene la fortuna de escucharlas. Para ti hay una razón más fuerte, porque siendo todo lo que Yo te digo, la mayor parte cosas que corresponden a mi Suprema Voluntad, no es solamente la palabra de origen, sino es propiamente aquel mismo Fiat, que saliendo de nuevo en campo como en la Creación quiere hacer conocer los inmensos bienes que contiene mi Querer, y comunica tal potencia sobre todo lo que te manifiesto acerca de Él, que es suficiente para poder formar la nueva Creación de mi Voluntad en las almas. ¿Esto es lo bien que me quieres, que con tu callar quieres formar la tumba a mi Voluntad?”
(3) Yo he quedado espantada y más afligida que antes, y rogaba a Jesús que me diera la gracia de cumplir su Santísima Voluntad, y mi amado Jesús, como si me quisiera consolar ha salido de dentro de mi interior y estrechándome fuerte a su santísimo corazón me infundía nueva fuerza. Mientras estaba en esto se ha abierto el Cielo y oía que todos en coro decían: “Gloria Patri et Filii et Spiritui Sancto”. Y no sé cómo, a mí me ha tocado responder: “Sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum, amen”.
¿Pero quién puede decir lo que sucedía? En la palabra “Patri” se veía la Potencia creadora que corría por doquier, conservaba todo, daba vida a todo, el solo hálito de ella bastaba para mantener íntegro, bello y siempre nuevo todo lo que había creado. En la palabra “Filii” se veían todas las obras del Verbo, renovadas, ordenadas y todo en acto de llenar Cielo y tierra para darse a bien de las criaturas. En la palabra “Spiritui Sancto” se veía investir todas las cosas de un amor hablante, obrante y vivificante; pero, ¿quién puede

decirlo todo? Mi pobre mente me la sentía inmersa en las bienaventuranzas eternas, y mi adorable Jesús queriéndome hacer volver en mí misma me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿sabes por qué te ha tocado a ti decir la segunda parte del Gloria? Estando en ti mi Voluntad te convenía a ti llevar la tierra al Cielo, para dar a nombre de todos, junto con la corte celestial, aquella gloria que no tendrá jamás fin, por todos los siglos de los siglos. Las cosas eternas que jamás tienen fin se encuentran sólo en mi Voluntad, y quien la posee se encuentra en comunicación con el Cielo, y lo que hacen en las regiones celestiales, ella toma parte en todo y se encuentra como en acto junto a los habitantes celestiales.”

+ + + +

19-4
Marzo 6, 1926

Así como de la Mamá Celestial se supo la cosa más importante, que el Hijo de Dios era Hijo suyo, así será de la hija de la Divina Voluntad, sólo se sabrá lo más importante para hacerla conocer a Ella. El bien no conocido no tiene camino para comunicarse.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y tomándome la mano en la suya me atraía a Él en lo alto, entre el cielo y la tierra, y yo casi temiendo me estrechaba a Jesús, tomándome fuerte de su santísima mano, y queriendo desahogar con Él mi pena que tanto me oprime le he dicho:
(2) “Amor mío y vida mía, Jesús, tiempo atrás Tú me decías que querías hacer de mí una copia de mi Mamá Celestial, sin embargo de Ella casi nada se supo de los tantos mares de gracia con los que Tú a cada instante la inundabas, no dijo nada a ninguno, todo se lo reservó para Sí, ni el evangelio dice nada, sólo se sabe que fue tu Mamá y que dio al mundo al Verbo Eterno, a Ti, pero todo lo que pasó entre Tú y Ella de favores, de gracia, se los reservó todos para Sí misma. Pero para mí quieres al contrario, quieres que manifieste lo que me dices, no quieres el secreto de lo que pasa entre Tú y yo. Por eso estoy doliente, ¿dónde está entonces la copia que quieres hacer en mí de mi Mamá Celestial?” Y mi dulce Jesús estrechándome fuerte a su corazón, todo ternura me ha dicho:
(3) “Hija mía, ánimo, no temas, así como fue de mi Mamá, que no se supo otra cosa que lo que fue necesario, que Yo era su Hijo y que por medio de Ella vine a redimir las generaciones humanas, y que fue Ella la primera en la cual Yo tuve mi primer campo de acciones divinas en su alma; todo el resto, de los favores, de los mares de gracias que recibió, quedó en el sagrario de los secretos divinos, sin embargo se supo la cosa más importante, más grande, más santa, que el Hijo de Dios era Hijo suyo, esto para Ella era el honor más grande y que la ponía por encima de todas las criaturas; por tanto sabiéndose lo más de mi Mamá, lo menos no era necesario. Así será de mi hija, sólo se sabrá que mi Voluntad ha tenido su primer campo de acción divina en tu alma, y todo lo que es necesario para hacer conocer lo que respecta a mi Voluntad y cómo quiere salir en campo para hacer que la criatura regrese a su origen, cómo con ansia la espera en sus brazos, a fin de que no más haya división entre Yo y ella. Si esto no se supiera, ¿cómo pueden suspirar este gran bien? ¿Cómo disponerse a una gracia tan grande? Si mi Mamá no hubiese querido hacer conocer que Yo era el Verbo Eterno e Hijo suyo, ¿qué bien habría producido la Redención? El bien no conocido, por cuan grande sea, no tiene caminos para comunicar el bien que posee. Y así como mi Mamá no se opuso, así la hija mía no se debe oponer a comunicar lo que respecta a mi Voluntad, todo el resto de los secretos, los vuelos que haces en mi Querer, los bienes que tomas, las cosas más íntimas entre Yo y tú

permanecerán en el sagrario de los secretos divinos. No temas, tu Jesús te contentará en todo”.

+ + + +

19-5
Marzo 9, 1926

La Creación forma la gloria muda de Dios. Al crear al hombre fue un juego de azar, el cual falló, pero se debe rehacer.

(1) Mi pobre alma nadaba en el mar interminable del Querer Divino, y mi siempre amable Jesús me hacía ver en acto toda la Creación; qué orden, qué armonía, cuántas variadas bellezas, cada cosa tenía el sello de un amor increado que corría hacia las criaturas, que descendiendo en el fondo de cada corazón gritaban en su mudo lenguaje: “Ama, ama a Aquél que tanto ama”. Yo sentía un dulce encanto al ver a toda la Creación, su mutismo amoroso, que más que voz potente hería mi pobre corazón, tanto, que me sentía venir a menos, y mi dulce Jesús sosteniéndome en sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la Creación dice: ‘Gloria, adoración hacia nuestro Creador, amor hacia las criaturas’. Así que la Creación es una gloria, una adoración muda para Nosotros, porque no le fue concedida ninguna libertad, ni de crecer ni de decrecer, la sacamos fuera de Nosotros, pero la dejamos en Nosotros, esto es, dentro de nuestra Voluntad a alabar, si bien en forma muda, nuestra potencia, belleza, magnificencia y gloria, así que somos Nosotros mismos que nos alabamos nuestra potencia, nuestra gloria, el infinito amor, nuestra potencia, bondad, armonía y belleza; la Creación nada nos da por sí misma, si bien siendo ella el desahogo de todo nuestro Ser Divino, sirve de espejo al hombre para mirar y conocer a su Creador, y le da lecciones sublimes de orden, de armonía, de santidad y de amor, se puede decir que el mismo Creador poniéndose en actitud de Maestro Divino, da tantas lecciones por cuantas cosas creó, de la más grande a la más pequeña obra que salió de sus manos creadoras. No fue así al crear al hombre, nuestro amor fue tanto por él, que sobrepasó todo el amor que tuvimos en la Creación, por eso lo dotamos de razón, de memoria y de voluntad, y poniendo nuestra Voluntad como en un banco en la suya, la multiplicase, la centuplicase, no para Nosotros que no teníamos necesidad, sino para su bien, a fin de que no quedase como las otras cosas creadas, mudas y en aquel punto como Nosotros las sacamos a la luz, sino que creciera siempre, siempre, en gloria, en riquezas, en amor y en semejanza con su Creador, y para hacer que él pudiese encontrar todas las ayudas posibles e imaginables, le dimos a su disposición nuestra Voluntad, a fin de que obrase con nuestra misma potencia el bien, el crecimiento, la semejanza que quería adquirir con su Creador. Nuestro amor al crear al hombre quiso hacer un juego de azar, poniendo nuestras cosas en el pequeño cerco de la voluntad humana como en el banco, nuestra belleza, sabiduría, santidad, amor, etc., y nuestra Voluntad que debía hacerse guía y actor de su obrar, a fin de que no sólo lo hiciera crecer a nuestra semejanza, sino que le diese la forma de un pequeño dios. Por eso nuestro dolor fue grande al vernos rechazar estos grandes bienes por la criatura, y nuestro juego de azar quedó malogrado, pero aun fallido, era siempre un juego divino que podía y debía rehacerse de su falla. Por eso, después de tantos años quiso de nuevo mi amor jugar al azar, y fue con mi Mamá Inmaculada, en Ella nuestro juego no quedó malogrado, tuvo su pleno efecto, y por eso todo le dimos y todo a Ella le confiamos, más bien se formaba una competencia, Nosotros a dar y Ella a recibir.
(3) Ahora, tú debes saber que nuestro amor también contigo quiere hacer este juego de azar, a fin de que tú, unida con la Mamá Celestial nos hagas vencer en el juego rehaciéndonos de la falla que nos procuró el primer hombre, Adán, así nuestra Voluntad rehecha en sus victorias puede poner de nuevo en campo sus bienes que con tanto amor

quiere dar a las criaturas; y así como por medio de la Virgen Santa, porque estaba rehecho en mi juego, hice surgir el Sol de la Redención para salvar a la humanidad perdida, así por medio tuyo haré resurgir el Sol de mi Voluntad, para que haga su camino en medio de las criaturas. He aquí la causa de tantas gracias mías que vierto en ti, los tantos conocimientos sobre mi Voluntad, esto no es otra cosa que mi juego de azar que estoy formando en ti, por eso sé atenta, a fin de que no me des el más grande de los dolores que podría recibir en toda la historia del mundo, que mi segundo juego sea fallido. ¡Ah, no, no me lo harás, mi amor saldrá victorioso y mi Voluntad encontrará su cumplimiento!”.
(4) Jesús ha desaparecido y yo he quedado pensativa sobre lo que me había dicho, pero toda abandonada en el Querer Supremo. Por eso, en todo lo que escribo, –sólo Jesús sabe el desgarro de mi alma y la gran repugnancia a poner sobre el papel estas cosas que habría querido sepultar– me sentía luchar con la misma obediencia, pero el Fiat de Jesús ha vencido, y continúo escribiendo lo que yo no quería. Entonces mi dulce Jesús ha regresado y viéndome pensativa me ha dicho:
(5) “Hija mía, ¿por qué temes? ¿No quieres que Yo juegue contigo? Tú no pondrás otra cosa tuya que la pequeña llamita de tu voluntad que Yo mismo te di al crearte, así que todo el azar de mis bienes será mío, ¿no quieres ser tú la copia de mi Mamá? Por eso ven junto Conmigo delante al trono divino y ahí encontrarás la llamita de la voluntad de la Reina del Cielo a los pies de la Majestad Suprema, que Ella puso en el juego divino, porque para jugar se necesita poner siempre alguna cosa propia, de otra manera quien vence no tiene qué tomar, y quien pierde no tiene qué dejar. Y como Yo vencí en el juego con mi Mamá, Ella perdió la llamita de su voluntad, pero, ¡feliz pérdida! Con el haber perdido su pequeña llamita, dejándola como homenaje continuo a los pies de su Creador, formó su Vida en el gran fuego divino, creciendo en el océano de los bienes divinos, y por eso pudo obtener al Redentor suspirado. Ahora te toca a ti poner la llamita de tu pequeña voluntad al lado de la de mi inseparable Mamá, a fin de que también tú te formes en el fuego divino y crezcas con los reflejos de tu Creador, y así puedas obtener gracia ante la Suprema Majestad de poder obtener el suspirado Fiat. Estas dos llamitas se verán a los pies del trono supremo, por toda la eternidad, que no han tenido vida propia y que una obtuvo la Redención y la otra el cumplimiento de mi Voluntad, único fin de la Creación, de la Redención y de mi desquite de mi juego de azar al crear al hombre”.
(6) En un instante me he encontrado delante a aquella luz inaccesible, y mi voluntad bajo forma de llamita se ha puesto al lado de aquélla de mi Mamá Celestial para hacer lo que ella hacía, ¿pero quién puede decir lo que se veía, comprendía y hacía? Me faltan las palabras y por eso pongo punto. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(7) “Hija mía, la llamita de tu voluntad la he vencido y tú has vencido la mía; si tú no perdías la tuya no podías vencer a la mía, ahora los dos somos felices, ambos somos victoriosos, pero mira la gran diferencia que hay, en mi Voluntad basta hacer una vez un acto, una oración, un te amo, porque tomando su lugar en el Querer Supremo queda siempre a hacer el mismo acto, la oración, el te amo, sin interrumpirlo jamás, porque cuando se hace un acto en mi Voluntad, ese acto no está sujeto a interrupción, hecho una vez queda hecho para siempre, es como si siempre lo estuviera haciendo. El obrar del alma en mi Voluntad entra a tomar parte en los modos del obrar divino, que cuando obra hace siempre el mismo acto sin tener necesidad de repetirlo. ¿Qué serán tus tantos ‘te amo’ en mi Voluntad que repetirán siempre su estribillo, ‘te amo, te amo’? Serán tantas heridas para Mí y me prepararán a conceder la gracia más grande: Que mi Voluntad sea conocida, amada y cumplida. Por eso en mi Voluntad las plegarias, las obras, el amor, entran en el orden divino y se puede decir que soy Yo mismo que ruego, que obro, que amo, ¿y qué cosa podría negarme a Mí mismo? ¿En qué cosa no podría complacerme?”

+ + + +


19-6
Marzo 14, 1926

Quien vive en el Querer Divino debe ser la voz de todas las cosas creadas.

(1) Continúo perdiéndome en el Santo Querer Divino, quisiera abrazar todo y a todos para poder llevar todo a mi Dios como cosas mías, dadas a mí por Él, a fin de que tuviese para darle por cada una de las cosas creadas una palabrita de amor, un gracias, un te bendigo, un te adoro. Y mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y con su Fiat Omnipotente llamaba a toda la Creación para ponerla en mi regazo, para hacerme don de ella y con una ternura toda de amor me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo es tuyo, para quien debe vivir en mi Querer, todo lo que ha salido de mi Voluntad, que Ella conserva y posee, por derecho debe ser todo suyo. Ahora, fue mi Fiat Omnipotente que extendió el cielo, lo adornó de estrellas, mi Fiat llamó a vida la luz y creó el sol y así de todas las otras cosas creadas, y mi Fiat permaneció dentro de la Creación como vida triunfadora, dominadora y conservadora. Ahora, quien ha vencido a mi Voluntad ha vencido a toda la Creación y también al mismo Dios, por lo tanto, por derecho de justicia debe poseer todo lo que mi Voluntad posee, –mucho más que siendo la Creación muda hacia su Creador, y por eso la hizo muda, para que a quien debía darla y vivir en mi Querer tuviese ella la palabra en todas las cosas creadas–, para hacer que todas las cosas hechas por Mi fuesen hablantes, no mudas. Así que tú serás la voz del cielo, que haciendo eco de un punto al otro hará oír tu palabra, que resonando en toda la atmósfera celeste dirá: ‘Amo, glorifico, adoro a mi Creador’. Serás la voz de cada estrella, del sol, del viento, del trueno, del mar, de las plantas, de los montes, de todo, que repetirá continuamente: ‘Amo, bendigo, glorifico, adoro, agradezco a Aquél que nos ha creado’.
¡Oh! cómo será bella la voz de mi recién nacida en mi Voluntad, de la pequeña hija de mi Querer, todas las cosas, la Creación toda me la volverá hablante, será más bello que si hubiera dado a la Creación el uso de la palabra. Te amo tanto que quiero oír tu voz en el sol, amando, adorando, glorificando; la quiero escuchar en las esferas celestiales, en el murmullo del mar, en el agitar de los peces, en el pájaro que canta y gorjea, en la oveja que bala, en la tórtola que gime, dondequiera quiero oírte, no estaría contento si en todas las cosas creadas, donde mi Voluntad tiene el primer puesto, no escuchase la voz de mi pequeña recién nacida, que volviéndome toda la Creación hablante me da amor por amor, gloria, adoración por cada una de las cosas creadas por Mí, por eso hija mía sé atenta, mucho te he dado y mucho quiero, tu misión es grande, es la Vida de mi Voluntad que debe desarrollarse en ti, la cual abraza todo y todo posee”.
(3) Después de esto estaba pensando entre mí: “¿Cómo puedo hacer todo lo que dice mi Jesús, encontrarme en todas las cosas creadas, tener un acto por todo lo que hace el Supremo Querer, como si Él debiese ser mi eco y yo el eco suyo, si apenas soy recién nacida en la Divina Voluntad? Al menos debería crecer un poquito para poderme difundir mejor en todas las cosas creadas como quiere mi amado Jesús.” Mientras esto pensaba ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te maravilles si te digo que eres la recién nacida de mi Voluntad, tú debes saber que mi misma Mamá Inmaculada es la recién nacida de mi Voluntad, porque entre lo que es el Creador y lo que puede ser y tomar de Dios la criatura, se puede decir una pequeña recién nacida. Y porque fue la recién nacida de mi Voluntad se formó a semejanza de su Creador y pudo ser Reina de toda la Creación, y como Reina dominaba todo, su eco corría bien con el eco de la Divina Voluntad, y no sólo la Celestial Soberana, sino todos los santos, ángeles y beatos se pueden llamar recién nacidos apenas en el eterno Querer, porque el alma apenas sale del cuerpo mortal, renace en mi Voluntad, y si no renace en Ella no sólo no puede entrar en la patria celestial, sino que ni siquiera puede salvarse, porque en la eterna gloria ninguno entra si no es parto de mi Voluntad. Sin

embargo debo decirte la gran diferencia que hay entre quien es la recién nacida de la Suprema Voluntad en el tiempo, y entre aquellos que renacen a las puertas de la eternidad, un ejemplo es mi Mamá Reina, que fue la recién nacida de la Divina Voluntad en el tiempo, y porque fue recién nacida, tuvo el poder de hacer descender a su Creador sobre la tierra, y mientras lo dejaba inmenso, lo empequeñecía en su seno materno para vestirlo de su misma naturaleza y darlo como Salvador de las generaciones humanas. Ella, con ser la recién nacida formó mares de gracias, de luz, de santidad, de sabiduría, donde poder contener a Aquél que la había creado. Con la potencia de la Vida de la Suprema Voluntad que poseía, pudo hacer todo y conseguir todo, y el mismo Dios no podía rehusarse a lo que pedía esta Celestial Criatura, porque lo que pedía, era su mismo Querer que lo pedía, al cual nada podía ni debía negar. Por lo tanto, quien es recién nacida en mi Voluntad en el tiempo, se forma estando en el exilio mares de Gracia, y partiendo de la tierra lleva consigo todos los mares de bienes que posee el Querer Divino, y por lo tanto lleva consigo al mismo Dios; es un portento llevar del exilio aquel Querer, aquel Dios que reina en los Cielos, tú misma no puedes claramente comprender los grandes bienes, los prodigios de quien es recién nacida en mi Voluntad en el tiempo, y por eso todo lo que te digo, todo puedes hacer, mucho más que mi Voluntad lo hará como fundida con tu pequeño ser. En cambio quien renace en mi Voluntad al partir de la tierra, es el Querer Divino que hace encontrar sus mares inmensos para hacer renacer al alma en Él, no lleva consigo a su Dios, sino que Dios se hace encontrar por ella. ¡Qué diferencia entre la una y la otra! Por eso, gracia más grande no te podría dar que el hacerte la recién nacida de mi Voluntad, y si quieres crecer, haz que crezca solamente mi Querer”.

+ + + +

19-7
Marzo 19, 1926

La Santísima Voluntad lo eclipsa todo, aun a la misma Creación y Redención, y siendo vida de todo dará frutos mayores.

(1) Escribo sólo por obedecer y para cumplir la Voluntad de Dios. Estaba pensando entre mí: “Mi siempre amable Jesús me dice tantas veces que yo debo ser copia de mi Mamá Celestial, por lo tanto abrazar todo, suplir por todos para poder conseguir el suspirado Fiat, así como la Soberana Reina consiguió al suspirado Redentor, ¿pero cómo lo puedo hacer? Ella era santa, concebida sin la mancha de origen; en cambio yo soy una de las más pequeñas y pobres criaturas, concebida como todos los hijos de Adán, con el pecado original, llena de miserias y debilidades, ¿cómo podré yo entonces seguir los vuelos de la Soberana Señora en el Querer Divino para conseguir el tan suspirado Fiat sobre la tierra, que mi dulce Jesús quiere que reine?” Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome fuerte en sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Mamá fue concebida sin mancha original para poder conseguir el suspirado Redentor, porque era justo y decoroso que quien debía ser mi Madre, ni siquiera el germen de la culpa hubiese tenido jamás existencia en Ella, y debía ser la más noble, la más santa de todas las criaturas, pero de una nobleza divina y de una santidad totalmente similar a la de su Creador, para poder encontrar en Ella tanta gracia y capacidad, de poder concebir al Santo de los Santos, al Verbo Eterno. Muchas veces las criaturas hacen algo similar a esto, pues si deben conservar cosas preciosas y de gran valor, preparan vasos tersísimos y de un valor equivalente a las cosas preciosas que se deben conservar en ellos, en cambio si son cosas ordinarias y de poco valor, se preparan vasos de yeso y de poquísimo valor, no se tiene el cuidado de tenerlos bajo llave como al recipiente tersísimo, sino que los tienen expuestos, así que de la preciosidad del vaso y del cómo se tiene

custodiado, se puede conocer si las cosas que contiene son preciosas y de gran valor; ahora, debiendo Yo recibir su sangre por ser concebido en su seno, era justo que tanto el alma como su cuerpo fuesen tersísimos y enriquecidos de todas las gracias, privilegios y prerrogativas posibles e imaginables que Dios puede dar y la criatura recibir. Ahora hija mía, si todo esto fue en mi amada Mamá porque debía hacer descender al suspirado Redentor a la tierra, también a ti, habiéndote escogido para el suspirado Fiat, suspirado por el Cielo y por la tierra, suspirado con tanto amor y ansias por la misma Divinidad, es más, suspirado más por Dios que por los hombres, debía darte tanta Gracia para no poner en un alma y cuerpo corrupto los conocimientos pertenecientes a mi Voluntad, y no sólo los conocimientos sino su misma Vida que debía formar y desarrollar en ti, por lo tanto, haciendo uso de su poder, si no te exentó de la mancha de origen, con su potencia abatió y se mantiene firme sobre el germen, a fin de que no produjera sus corruptos efectos, así que en ti la mancha de origen mi Voluntad la tiene aplastada y sin vida, esto era justo y necesario a la nobleza, al decoro y a la Santidad de la Suprema Voluntad; si en ti hubiera efectos no buenos, mi Voluntad encontraría las sombras, la niebla y no podría expandir sus rayos de verdad como el sol en su pleno mediodía, mucho menos formar en ti el centro del desarrollo de su Vida Divina, porque Ella es tan tersa y santa que no sabe estar ni adaptarse a vivir junto con la más mínima sombra de mal”.
(3) Yo al oír esto, temblando he dicho: “Jesús, ¿qué dices? ¿Será posible todo esto? No obstante yo me siento tan miserable y pequeña que siento la necesidad de Ti, de tu asistencia y de tu presencia para poder continuar viviendo, y Tú sabes a qué estado tan lamentable me reduzco cuando me privas de Ti”. Y Jesús interrumpiéndome ha agregado:
(4) “Hija mía, no te maravilles, esto lo requiere la Santidad de mi Querer, y como se trata de la cosa más grande que existe en el Cielo y en la tierra, se trata de que si en la Redención vine a salvar al hombre, ahora se trata de poner a salvo mi Voluntad en las criaturas, y por lo tanto de hacer conocer la finalidad de la Creación, de la Redención, los bienes que quiere dar mi Querer, la Vida que quiere formar en cada criatura, los derechos que a Él convienen. Por tanto, poner a salvo una Voluntad Divina en medio de las criaturas es la cosa más grande, y mi Voluntad conocida y reinante superará los frutos de la Creación y Redención, será la corona de mis obras y el triunfo de nuestras obras, y si mi Voluntad no llega a ser conocida, amada y cumplida, ni la Creación ni la Redención tendrán su plena finalidad ni el fruto completo. La Creación, la Redención, salieron de dentro de mi Fiat Omnipotente, y para hacer que nuestra gloria sea completa y la criatura reciba todos los efectos y los bienes que contienen, todo debe regresar en nuestra Voluntad”.
(5) Ahora, ¿quién puede decir cómo mi pobre mente nadaba en la inmensidad del Querer eterno? ¿Lo que comprendía? Pero lo que más me impresionaba era que el Fiat debía superar al mismo bien de la Redención, con el agregado de una renuencia terrible de manifestar lo que está dicho arriba, por el temor que la obediencia me impusiera el escribirlo. ¡Oh! cómo habría querido callar, pero con el Fiat no se discute, porque de cualquier modo la victoria debe ser siempre suya. Después mi dulce Jesús, siempre benigno, regresando me ha dicho:
(6) “Hija mía, es necesario que lo manifiestes, no por ti, sino por el decoro y santidad que conviene a mi Querer; ¿crees tú que todo el trabajo que he hecho dentro de tu alma por más de cuarenta años ha sido sólo por ti, por lo bien que te quería y te quiero? ¡Ah, no, ha sido más que todo por el decoro que le convenía a mi Voluntad, para hacer que viniendo Ella a reinar en ti encontrase mi trabajo, mis plegarias incesantes que la invitaban a venir, el trono de mis obras, de mis penas, donde pudiese dominar y formar su morada, la luz de su mismo conocimiento y así pudiese encontrar en ti los honores y su misma gloria divina! Por eso eran necesarias las tantas manifestaciones mías acerca de la Suprema Voluntad, por la decencia que le conviene. Ahora tú debes saber que mi Voluntad es más grande y más interminable que la misma Redención, y lo que es más grande lleva siempre frutos y bienes mayores. Mi Voluntad es eterna, en el tiempo y en la

eternidad no tuvo principio ni tendrá jamás fin, en cambio la Redención, si bien es eterna en la mente divina, pero en el tiempo tuvo su principio y fue un producto de la Eterna Voluntad, así que no fue la Redención la que dio vida al Divino Querer, sino fue mi Querer el que dio vida a la Redención, y lo que tiene el poder de dar vida, por naturaleza y por necesidad se debe volver más fructuoso que quien ha recibido la vida. Pero esto no es todo, en la Creación, la Divinidad sacó fuera de Sí las sombras de su luz, las sombras de su sabiduría, de su potencia, derramó todo su Ser en todo lo creado, así que la Belleza, la armonía, el orden, el amor, la bondad de Dios que se ve en toda la Creación, son semejanzas divinas, sombras de la Majestad Suprema; en cambio mi Voluntad, no nuestra semejanza, nuestra sombra, sino que Ella salió fuera en el campo de la Creación como vida de todas las cosas creadas, así que Ella es vida, base, sostén, vivificación y conservación de todo lo que ha salido de nuestras manos creadoras, por eso a la Suprema Voluntad todo se debe, mi misma Redención, ante Ella dobló las rodillas para implorar que se constituyese vida de cada acto mío, de mi latido, de mi sufrir y hasta de mi respiro, a fin de que pudiese hacer correr en las criaturas las ayudas vitales para salvarlas. Mi Redención se puede llamar el árbol, cuya raíz es la Divina Voluntad, y así como esta raíz ha producido el tronco, las ramas, las hojas, las flores de todos los bienes que hay en la Iglesia, así también debe producir el fruto de vida que contiene la raíz de este árbol. Y además, la Creación salió de Nosotros con el único fin de que nuestra Voluntad fuese conocida, amada más que la misma vida, y por eso se constituyó vida de todo, a fin de que fuese cumplida; todas las otras cosas creadas por Nosotros, y aun la misma Redención, fueron dadas como ayudas para facilitar nuestra finalidad, por lo tanto, si no obtenemos nuestra primera finalidad, ¿cómo podemos obtener nuestra gloria completa y cómo la criatura podría recibir el bien establecido por Nosotros? Además de esto, la Creación, la Redención y el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, simbolizan la Trinidad Sacrosanta, en la que las Divinas Personas son inseparables entre Ellas, así también éstas son inseparables entre ellas, una da la mano a la otra, una ayuda a la otra, pero el triunfo, la gloria, es de las tres, y como nuestra Voluntad ha tenido su puesto primario en todas nuestras obras, por eso la Creación y la Redención quedan eclipsadas y como perdidas en la inmensidad e interminabilidad de la Suprema Voluntad. Ella todo envuelve y tiene a las mismas cosas hechas por Nosotros como su trono donde reina y domina, por lo tanto, si Ella es todo, ¿por qué te maravillas de que dará frutos mayores que las otras obras nuestras? Y el hombre recibirá aquella Vida que tiene y no conoce, la cual la tiene como comprimida, ahogada, debilitada, y Ella gime, suspira, porque quiere desenvolver su Vida y no le es concedido; por eso sé atenta, porque el conocimiento de mi Voluntad sacudirá al hombre, y será como cemento a la polilla que produjo el pecado original al árbol de las generaciones humanas, y así, reforzada la raíz, la criatura podrá hacer vivir en sí aquella Vida que con tanta ingratitud rechazó”.

+ + + +

19-8
Marzo 28, 1926

Con vivir en el Querer Divino todos los bienes quedan concentrados en el alma. La finalidad primaria de la Redención fue el Fiat Divino.

(1) Habiendo recibido la Santa Comunión, estaba llamando a todos, a mi Reina Mamá, a los santos, al primer hombre Adán, con el séquito de todas las generaciones hasta el último hombre que vendrá sobre la tierra y además a todas las cosas creadas, a fin de que todos junto conmigo, postrados en torno a Jesús lo adoráramos, lo bendijéramos y lo amáramos, a fin de que a Jesús nada le faltara en torno a Él de todas las obras salidas de sus manos, ni un solo corazón que palpita, ni un sol que refulge, ni la vastedad del cielo

azul adornado de estrellas, ni el mar que murmura, ni siquiera la pequeña florecita que eleva su perfume, todo y a todos quisiera concentrar en torno a Jesús Hostia, a fin de que le rindieran los honores debidos; su Querer me hacía todo presente como si todo fuera mío, y yo quería dar todo a Jesús. Ahora, mientras esto hacía, me parecía que Jesús era feliz al mirar a todas las generaciones y las cosas suyas en torno a Él, y estrechándome a Sí me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo estoy contento al ver en torno a Mí a todas mis obras, me siento restituir la alegría, la felicidad que les di al crearlas, y Yo les correspondo con nueva felicidad; este es el gran bien que contiene y lleva mi Voluntad, y en quien vive en Ella concentra los bienes de todos en ella, porque mi Voluntad no hay bien que no lleve y vincula el alma a todos y a todo lo que a Ella pertenece, así que si la criatura no se hubiese sustraído de mi Querer, Yo debía encontrar a todos en una, y a cada una en todos; los bienes, la luz, la fuerza, la ciencia, el amor, la belleza, debían ser comunes a todos, no debía haber ni tuyo ni mío, ni en el orden natural ni en el orden espiritual, cada una de las criaturas podría tomar cuanto quisiera. Símbolo del sol debía ser la vida humana en mi Voluntad, que todos pueden tomar la luz por cuanto quieran, sin que a ninguno le falte; pero como se sustrajo de mi Voluntad, los bienes, la luz, la fuerza, el amor, la belleza, quedaron divididos y como incompletos entre las criaturas, por eso no hubo más orden, ni armonía, ni verdadero amor, ni hacia Dios ni entre ellos. ¡Oh! si el sol se pudiera dividir en tantos rayos, separándose del centro de la luz, estos rayos solares terminarían volviéndose tinieblas, y ¿qué sería de la tierra? ¡Ah, ciertamente ninguno habría podido tener más una luz toda suya y toda para sí! Así fue de mi Voluntad, el hombre al sustraerse de Ella perdió la plenitud de los bienes, la plenitud de la luz, de la fuerza, de la belleza, etc., y por eso fue obligado a vivir con privaciones. Por eso sé atenta, tu vivir en mi Querer sea continuo, a fin de que tú contengas todo y Yo encuentre a todos en ti”.
(3) Después estaba pensando entre mí: “Si tanto bien contiene el verdadero vivir en la Suprema Voluntad, ¿por qué mi Mamá Celestial, que era toda Voluntad de Dios, no consiguió junto al suspirado Redentor el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, y así hacer regresar al hombre en aquel Fiat Supremo de donde salió, para darle nuevamente todos lo bienes y el fin por el cual había sido creado? Mucho más que Ella, siendo toda Voluntad de Dios, no tenía ningún alimento extraño a Dios, por lo tanto poseía la misma potencia divina y con ésta todo podía conseguir”. Y mi dulce Jesús moviéndose de nuevo en mi interior, suspirando ha agregado:
(4) “Hija mía, todo lo que hizo mi Mamá y todo lo que hice Yo en la Redención, su finalidad primaria era que mi Fiat reinase sobre la tierra; no sería ni decoroso, ni verdadero amor, ni gran magnanimidad, ni mucho menos obrar como aquel Dios que era, si viniendo al mundo debiera y quisiera dar a las criaturas la cosa más pequeña, como eran los medios para salvarse, y no la cosa más grande, como era mi Voluntad, que contiene no sólo los remedios sino todos los bienes posibles que hay en el Cielo y en la tierra, y no sólo la salvación y la santidad, sino aquella santidad que la eleva a la misma Santidad de su Creador. ¡Oh, si tú pudieras penetrar en cada oración, acto, palabra y pena de mi indivisible Mamá, tú encontrarías dentro el Fiat que suspiraba e impetraba; si pudieras penetrar dentro de cada gota de mi sangre, en cada latido mío, respiro, paso, obra, dolor y lágrima, encontrarías dentro el Fiat que tenía la supremacía, que suspiraba y pedía para las criaturas, pero mientras el fin primario era el Fiat, mi bondad debió descender al fin secundario y casi hacer como un maestro que mientras posee las ciencias más altas, y podría dar lecciones nobles y sublimes, dignas de sí, como los escolares son todos analfabetas se debe abajar a dar lecciones de: a, b, c, para poder poco a poco llegar a su fin primario de impartir las lecciones de la ciencia que posee para hacer otros tantos maestros dignos de tal maestro; si este maestro no se quisiera abajar a dar lecciones de estudios inferiores y quisiera dar lecciones de su alta ciencia, los escolares, siendo analfabetas, no lo habrían entendido y confundidos por tanta ciencia ignorada por ellos lo habrían dejado, y el pobre maestro por no haberse querido abajar, no ha dado ni el

pequeño bien de su ciencia ni el grande. Ahora hija mía, cuando Yo vine a la tierra las criaturas eran todas analfabetas en las cosas del Cielo, y si Yo hubiese querido hablar del Fiat y del verdadero vivir en Él, habrían sido incapaces de comprenderlo si no conocían el camino para venir a Mí, en su mayor parte eran cojos, ciegos, enfermos, debí abajarme en los vestidos de mi Humanidad que cubrían aquel Fiat que quería dar, hermanarme con ellos, mezclarme con todos para poder enseñar las primeras nociones, el a, b, c, del Fiat Supremo, y todo lo que Yo enseñé, hice y sufrí, no fue otra cosa que preparar el camino, el Reino y el dominio a mi Voluntad. Esta es la costumbre en nuestras obras, hacer las cosas menores como acto preparatorio a las cosas mayores, ¿no hice contigo otro tanto? Al principio no te hablé del Fiat Supremo, ni de la altura, ni de la santidad a la que Yo quería que tú llegases en mi Querer, ni te hice ninguna mención de la gran misión a la cual te llamaba, sino que te tuve como a una pequeña niña, con la cual Yo me deleitaba con enseñarte la obediencia, el amor al sufrir, el desapego de todo y de todos, la muerte a tu propio yo; y conforme tú te prestabas Yo me alegraba, porque veía en ti preparado el puesto dónde poner mi Fiat y las lecciones sublimes que pertenecían a mi Voluntad. Así fue en la Redención, todo fue hecho con la finalidad de que el Fiat pudiese de nuevo reinar en la criatura, como cuando la sacamos de nuestras manos creadoras; Nosotros no tenemos prisa en nuestras obras, porque tenemos no solamente los siglos sino toda la eternidad a nuestra disposición, por eso vamos a paso lento, pero con nuestro triunfo; primero preparamos y después hacemos. No por haberme regresado al Cielo mi potencia ha disminuido de como era cuando estaba en la tierra, mi potencia es siempre igual, tanto estando en el Cielo como en la tierra; ¿no llamé y elegí a mi Mamá estando en mi patria celestial? Así te he llamado y elegido a ti con aquella misma potencia que ninguno me puede resistir para el suspirado Fiat, más bien te digo que para obtener esto, tú tienes a tu disposición cosas más grandes y más importantes que no las tuvo mi amada Mamá, por eso tú eres más feliz, porque Ella no tuvo una Mamá, ni sus obras por ayuda para conseguir al suspirado Redentor, sino sólo tuvo el cortejo de los actos de los profetas, de los patriarcas y de los buenos del antiguo testamento y de los grandes bienes previstos del futuro Redentor. En cambio tú tienes una Mamá y todas sus obras por ayuda, tienes las ayudas, las penas, oraciones y la misma Vida, no prevista sino efectuada, de tu Redentor; no hay bien ni plegarias que hayan sido hechas o se hacen en la Iglesia que no estén contigo para darte ayuda para obtener el suspirado Fiat; y como todo lo que fue hecho por Mí, por la Reina del Cielo y por todos los buenos, el fin primario era el cumplimiento de mi Voluntad, por eso todo está contigo para implorar la realización de su finalidad. Por eso sé atenta, Yo estaré junto contigo, también mi Mamá, no estarás sola a suspirar el triunfo de nuestra Voluntad”.

+ + + +

19-9
Marzo 31, 1926

Quien vive en la Voluntad de Dios debe poseer lo que a Ella pertenece. El alma que vive en la Divina Voluntad,
debe hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios.

(1) Mi pobre mente se perdía en el Divino Querer, y una luz interminable invadía el pequeño cerco de mi inteligencia, y mientras esta luz me parecía como concentrada en mi mente, se expandía fuera, llenaba toda la atmósfera y penetrando hasta en los Cielos me parecía como concentrada en la Divinidad; ¿pero quién puede decir lo que se sentía y comprendía estando en aquella luz? Se sentía la plenitud de la felicidad, ninguna cosa podía penetrar en aquella luz que pudiese ensombrecer la alegría, la belleza, la fuerza y la

penetración de los secretos divinos, y el conocimiento de los secretos supremos. Entonces mi siempre amable Jesús, mientras yo nadaba en aquella luz me ha dicho:
(2) “Hija mía, esta luz, este lugar tan encantador que no conoce ni ocaso ni noche es mi Voluntad, todo está completo en Ella, felicidad, fuerza, belleza, conocimiento del Ser Supremo, etc. Esta luz interminable que es nuestra Voluntad, salió del seno de la Divinidad como herencia del hombre, la más bella herencia que podíamos darle; Ella salió de lo íntimo de nuestro seno, llevando Consigo parte de todos nuestros bienes para hacerlos heredar por la criatura, y formarla toda bella y santa y a semejanza de Aquél que la había creado. Mira entonces hija mía qué significa hacer y vivir en mi Voluntad, no hay bien que exista en el Cielo y en la tierra que Ella no posea, quiero que tú los conozcas, ¿de otra manera cómo puedes amarlos, poseerlos y servirte de ellos en las diversas circunstancias si tú no los conoces? Si no sabes que tienes una fuerza divina a tu disposición, por una nadería te abatirías; si no sabes que posees una belleza divina, no tendrías el valor de estar Conmigo a lo familiar, te sentirías disímil de Mí y no tendrías la osadía de arrebatarme que el Fiat venga a reinar sobre la tierra; si no conoces que todo lo que he creado es tuyo, no me amarías en todas las cosas y no tendrías la plenitud del verdadero amor; y así de todas las otras cosas. Si tú no conoces todos los bienes que posee mi Voluntad, que no hay cosa que no pertenezca a Ella y que tú debes poseer, te sucedería como a un pobre que le fuese dado un millón, pero sin hacerle conocer que en su pequeña covacha le ha sido puesta aquella suma de dinero; pobrecito, como no conoce el bien que posee, continúa su vida pobre, mal comido, vestido andrajosamente y bebiendo a sorbos las amarguras de su pobreza; pero si en cambio lo conoce cambia su fortuna, cambia su covacha en un palacio, se alimenta abundantemente, viste con decencia y bebe los dulces sorbos de su riqueza. Así que por cuantos bienes pueda uno poseer, si no los conoce es como si no los tuviese; he aquí la causa de por qué frecuentemente ensancho tu capacidad y te doy otros conocimientos sobre mi Voluntad, y te hago conocer todo lo que a Ella pertenece, a fin de que no sólo poseas mi Voluntad, sino todo lo que a Ella pertenece. Por otra parte, mi Supremo Querer para venir a reinar en el alma quiere encontrar sus bienes, sus dominios, y el alma debe hacerlos suyos para hacer que viniendo a reinar en ella, encuentre sus mismos dominios donde poder extender su régimen, su mando, y si no encuentra Cielo y tierra en el alma, ¿sobre de qué debe reinar? He aquí la necesidad por la cual mi Querer quiere concentrar en ti todos los bienes y tú debes conocerlos, amarlos y poseerlos, a fin de que estando en ti pueda encontrar su reino, dominarlo y regirlo”.
(3) Después estaba pensando en lo que Jesús me había dicho, y más que nunca veía mi pequeñez y decía entre mí: “¿Cómo puedo yo concentrar todo lo que el Querer Divino contiene? Me parece que por cuanto más dice, más pequeña me vuelvo y más incapaz me siento, entonces, ¿cómo puede ser esto?” Y Jesús regresando ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que mi Mamá Celestial pudo concebirme a Mí, Verbo Eterno, en su seno purismo, porque hizo la Voluntad de Dios como la hacía Dios. Todas las demás prerrogativas que poseía, como son, virginidad, concepción sin mancha original, santidad, mares de gracia que poseía, no eran medios suficientes para poder concebir a un Dios, porque todas estas prerrogativas no le daban ni la Inmensidad, ni la omnividencia para poder concebir a un Dios inmenso que todo ve, mucho menos la fecundidad para poderlo concebir; en suma, habría faltado el germen para la fecundidad divina. En cambio con poseer al Supremo Querer como vida propia, y con el hacer la Voluntad de Dios como la hacía Dios, recibió el germen de la fecundidad divina, y con ello la Inmensidad, la Omnividencia, y por eso en modo connatural me pude concebir en Ella, no me faltaba ni la Inmensidad, ni todo lo que a mi Ser pertenece. Ahora hija mía, también para ti será como connatural la concentración de todo lo que a mi Voluntad pertenece si llegas a hacer la Divina Voluntad como la hace el mismo Dios. La Voluntad de Dios en ti y aquélla que reina en Dios mismo será una sola, ¿qué maravilla entonces si todo lo que es de Dios y que esta Voluntad rige, conserva y domina, sea también tuyo? Más bien, lo que se necesita es que

conozcas lo que a Ella pertenece, a fin de que puedas amar los bienes que posees, y amándolos adquieras el derecho de posesión. Este hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios, fue el punto más alto, más substancioso, más necesario para mi Mamá para obtener al suspirado Redentor, todas las demás prerrogativas fueron la parte superficial, la decencia, el decoro que a Ella le convenía. Así es para ti, si quieres obtener el suspirado Fiat debes llegar a esto de hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios”.

+ + + +

19-10
Abril 4, 1926

Todo lo que Nuestro Señor hace en el alma que vive en su Voluntad, supera a todo lo que hizo en la Creación. La Divina Voluntad forma la completa resurrección del alma en Dios.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda inmersa en mi amable Jesús, y mi pobre mente se perdía en los conocimientos divinos, pero todo era silencio por parte mía y por parte de Jesús, ni yo sé decir lo que mi mente comprendía. Poco después me ha hablado de nuevo y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que hago en el alma, ¡oh, cuánto supera a todo lo que hice en la Creación! Mira, cada conocimiento que manifiesto sobre mis perfecciones, cada verdad que pertenece a la Divinidad, es un nuevo cielo que extiendo en el alma, y conforme el alma se eleva en las verdades conocidas para semejarse a su Creador, son nuevos soles que vengo a formar en el espacio de estos cielos; cada gracia que Yo vierto y cada vez que renuevo la unión Conmigo, son mares que se extienden en el alma, y su amor y su correspondencia forman el dulce murmullo en estos mares y las olas impetuosas que se elevan hasta el Cielo, que van a descargarse a los pies del trono divino. En cuanto el alma practica sus virtudes, como el cuerpo contribuye junto al ejercicio de ellas, éste se puede llamar el pequeño terreno del alma, donde Yo extiendo los más bellos prados floridos, donde Yo me deleito en crear siempre nuevas flores, plantas y frutos.
(3) Si Yo soy un acto solo, y hecho una vez está hecho para siempre, también la Creación debía ser un acto solo, y así como en la Creación mi acto solo continúa conservándola siempre nueva, íntegra y fresca, en las almas mi crear es continuo, no lo interrumpo jamás, siempre, siempre estoy en acto de formar cosas más bellas, cosas sorprendentes y nuevas, a menos que encuentre almas que me cierren las puertas y detengan mi acto continuo de la creación, y entonces busco otro medio de dar, abundo, multiplico mi acto continuado en las almas que tienen las puertas abiertas y con ellas me deleito y continúo el oficio de Creador. ¿Pero sabes tú dónde no se interrumpe jamás este mi acto continuado? En el alma que vive en mi Voluntad, ¡ah! sí, sólo en ella puedo hacer libremente lo que quiero, porque mi Voluntad que contiene el alma me la prepara para recibir mi Fiat que salió fuera en la Creación, así que mi Voluntad poseída por el alma y aquélla que tengo Yo, se dan la mano, se besan y forman los más grandes portentos, por eso sé siempre atenta y tu vuelo sea siempre en mi Querer”.
(4) Después de esto estaba pensando en la Resurrección de Nuestro Señor, y Él, regresando de nuevo ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Resurrección completó, selló, me restituyó todos los honores y llamó a vida a todas mis obras que hice en el curso de mi Vida sobre la tierra, y formó el germen de la resurrección de las almas, y hasta la de los cuerpos en el juicio universal; así que sin mi Resurrección, mi Redención habría sido incompleta y mis más bellas obras habrían sido sepultadas. Así el alma, si no resurge del todo en mi Voluntad, todas sus obras quedan incompletas, y si el frío en las cosas divinas serpentea, las pasiones la oprimen, los vicios la tiranizan, todo eso formará la tumba donde sepultarla, porque faltando la Vida de mi

Voluntad faltará quién haga resurgir el fuego divino, faltará quién de un solo golpe elimine todas las pasiones y haga resurgir todas las virtudes. Mi Voluntad es más que sol que eclipsa todo, fecunda todo, convierte todo en luz y forma la completa resurrección del alma en Dios”.

+ + + +

19-11
Abril 9, 1926

Diferencia entre las virtudes y la Divina Voluntad.

(1) Estaba pensando entre mí: “Mi dulce Jesús dice tantas cosas grandes, admirables, altísimas, maravillosas de la Voluntad de Dios, y no obstante a mí me parece que las criaturas no tienen de Ella el concepto que merece, ni tienen la gran impresión de las maravillas que en Ella hay, más bien parece que la ponen a la par de las virtudes, y tal vez tengan en más aprecio a estas virtudes que a la Santísima Voluntad de Dios”. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber el por qué? Porque no tienen el paladar purgado, y están habituados a los alimentos ordinarios de este bajo mundo, como son las virtudes, y no a los alimentos celestiales y divinos como es mi Querer. Este alimento celestial es gustado solamente por aquél que tiene a la tierra, a las cosas y a las mismas personas como una nada, o bien, todas en orden a Dios. Las virtudes que se pueden practicar sobre la tierra raramente están excluidas de fines humanos, de estima propia, de propia gloria, amor por exhibirse ante las personas y de agradar a éstas, y todos estos fines son como tantos gustos al paladar ordinario del alma, y muchas veces se obra más por estos gustos que por el bien que contiene la virtud. He aquí por qué hacen más impresión las virtudes, porque la voluntad humana gana siempre alguna cosa; en cambio mi Voluntad, la primera cosa que echa por tierra es la voluntad humana, y no tolera ningún fin que sea humano, Ella es de Cielo y quiere poner en el alma lo que es Divino y pertenece al Cielo, así que el propio ‘yo’ queda en ayunas y se siente morir; pero si sintiéndose morir y perdiendo la esperanza de que algún otro alimento le quede, se decide a tomar el alimento de mi Voluntad, en cuanto lo toma, estando ya su paladar purgado, entonces siente el gusto del alimento de mi Voluntad, tanto, que no lo cambiaría aun a costa de la propia vida. Mi Voluntad no sabe congeniar con las cosas bajas y pequeñas que se pueden hacer sobre la tierra, como hacen las virtudes, sino que Ella quiere tener todo y a todos como escabel a sus pies, y cambiar todo el interior del alma y a las mismas virtudes en Voluntad Divina, en una palabra, quiere su Cielo en el fondo del alma, de otra manera quedaría impedida y no podría desenvolver su Vida Divina. Por eso la gran diferencia que hay entre las virtudes y mi Voluntad, entre la santidad de la una y de la otra, las virtudes pueden ser de las criaturas y pueden formar a lo más una santidad humana, mi Voluntad es de Dios y puede formar una santidad toda divina; ¡qué diferencia! Pero como las criaturas están habituadas a mirar en lo bajo, por eso le hacen más impresión las pequeñas lamparitas de las virtudes, que el gran Sol de mi Voluntad”.
(3) Después me he encontrado fuera de mí misma en el momento en que surgía el sol, todas las cosas cambiaban aspecto, las plantas quedaban brillantes, las flores recibían la vida de su perfume y del diverso color que a cada una de ellas llevaba la luz del sol, todas las cosas recibían sorbo a sorbo la vida de la luz del sol para desarrollarse y formarse, sin embargo una era la luz, uno el calor, no se veía nada más, ¿pero de dónde salían tantos diversos efectos, tantos variados tintes que daba a la naturaleza? Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, el sol contiene el germen de la fecundidad, el germen de la sustancia de todos los colores, pero como la luz es más grande que los bienes que contiene, por eso los

tiene eclipsados todos en sí. No se puede dar una cosa si no se posee, así el sol no podría dar ni la fecundidad, ni la dulzura a los frutos, ni el colorido a las flores, ni obrar tantas maravillas sobre la tierra, de transformarla de un abismo de tinieblas en un abismo de luz, si no contuviera en sí todos los efectos que produce. Símbolo de mi Voluntad es el sol, conforme surge sobre el alma así la vivifica, la adorna de gracias, le da las tintas más bellas de los colores divinos, la transforma en Dios, hace todo de un golpe, basta hacerla surgir para hacerla obrar cosas maravillosas. Ella, con dar nada pierde, como nada pierde el sol con hacer tanto bien a la tierra, más bien queda glorificada en el obrar de la criatura. Nuestro Ser está siempre en el perfecto equilibrio, ni crece ni puede decrecer, ¿pero sabes cómo sucede? Imagínate un mar lleno hasta el borde, un viento inviste la superficie y forma las olas, las cuales rompen fuera del mar, ahora, este mar a pesar de que desborda nada ha perdido, pues conforme las aguas son desbordadas fuera, prontamente han crecido y se ven a su mismo nivel de antes. Así sucede entre el alma y Dios, ella se puede llamar el pequeño viento que forma las olas en el mar divino, de modo que puede tomar cuanta agua quiera, pero nuestro mar permanecerá siempre en su nivel, porque nuestra naturaleza no está sujeta a sufrir mutaciones; por eso, por cuanto más tomes más me darás gusto y quedaré glorificado en ti”.
(5) Después de esto pensaba en la diferencia que hay entre quien se hace dominar por la Voluntad de Dios, y entre quien se hace dominar por la voluntad humana. Mientras estaba en esto veía delante a mi mente una persona encorvada, la frente tocaba las rodillas, estaba cubierta con un velo negro, envuelta en una densa neblina que le impedía ver la luz. ¡Pobrecita! Parecía borracha, y tambaleante ahora caía a la derecha y ahora a la izquierda, verdaderamente daba piedad. Mientras esto veía, mi dulce Jesús se movió en mi interior diciéndome:
(6) “Hija mía, esta es la imagen de quien se hace dominar por la propia voluntad, el querer humano curva tanto al alma, que está obligada a mirar siempre la tierra, así que mirando la tierra, a ésta conoce y la ama; este conocimiento y este amor forman tantas exhalaciones que forman aquella neblina densa y negra que la envuelve toda y le quita la vista del Cielo y la bella luz de las verdades eternas, por eso la dote de la razón humana queda embriagada por las cosas de la tierra, y por lo tanto no tiene el paso firme y trastabilla a derecha e izquierda, y más se envuelve en las tinieblas densas que la circundan, por eso no hay desventura más grande, que un alma que se hace dominar por su voluntad. En cambio, todo al contrario para quien se hace dominar por mi Voluntad, Ella hace crecer al alma derecha, de manera que no puede curvarse hacia la tierra sino que mira siempre el Cielo, este mirar siempre al Cielo forma tantas exhalaciones de luz que la envuelven toda, y esta nube de luz es tan densa, que eclipsando todas las cosas de la tierra las hace desaparecer todas, y en correspondencia le hace reaparecer todo lo que es Cielo, así que se puede decir que conoce el Cielo y ama todo lo que al Cielo pertenece; mi Voluntad vuelve firme el paso, por lo tanto no hay peligro de que pueda tambalearse mínimamente, y la bella dote de la razón está sana y tan iluminada por la luz que la envuelve, que pasa de una verdad a la otra, esta luz le descubre arcanos divinos, cosas inefables, alegrías celestiales; por eso la máxima fortuna de un alma es el hacerse dominar por mi Voluntad, esta criatura tiene la supremacía sobre todo, ocupa el primer puesto de honor en toda la Creación, no se aparta jamás del punto de donde Dios la ha sacado, Dios la encuentra siempre sobre sus rodillas paternas, donde ella le canta nuevamente su gloria, su amor y su eterna Voluntad. Entonces, estando sobre las rodillas del Padre Celestial, el primer amor es para ella, los mares de gracias que continuamente desbordan del seno divino son los suyos, los primeros besos, las caricias más amorosas son propiamente para ella, sólo a ella nos es dado el confiar nuestros secretos, porque siendo la más cercana a Nosotros y la que más está con Nosotros, le damos parte en todas nuestras cosas, y Nosotros formamos su vida, su alegría y felicidad, y ella forma nuestra alegría y nuestra felicidad, porque siendo su voluntad una con la nuestra, y poseyendo nuestro Querer nuestra misma felicidad, no es maravilla que poseyendo el alma nuestra

Voluntad nos pueda dar a Nosotros alegría y felicidad, y por lo tanto nos hacemos felices mutuamente”.
(7) Después mi pobre mente continuaba pensando en la diferencia que hay entre quien se hace dominar por la Voluntad Suprema y por quien se hace dominar por la voluntad humana, y mi sumo y único Bien ha agregado:
(8) “Hija mía, mi Voluntad contiene la potencia creadora, por tanto crea en el alma la fuerza, la gracia, la luz y la misma belleza con la cual quiere que sus cosas sean hechas por el alma; por eso el alma siente en sí una fuerza divina como si fuera de ella, una gracia suficiente para el bien que debe hacer, o para una pena que le toca sufrir; una luz que como connaturalmente le hace ver el bien que hace, y alentada por la belleza de la obra divina que ella cumple, se alegra y hace fiesta, porque las obras que cumple mi Voluntad en el alma tienen la marca de la alegría y de una fiesta perenne. Esta fiesta fue iniciada por mi Fiat en la Creación, pero fue interrumpida por la ruptura de la voluntad humana con la de Dios, pero conforme el alma hace obrar y dominar al Supremo Querer en ella, así se reinicia la fiesta, y entre la criatura y Nosotros se reinician los entretenimientos, los juegos, las delicias. En Nosotros no existe la infelicidad ni el dolor, ¿cómo podíamos darlo a las criaturas? Y si ellas sienten la infelicidad es porque dejan la Voluntad Divina y se encierran en el pequeño campo de la voluntad humana. Por eso, conforme regresan al Supremo Querer encuentran las alegrías, la felicidad, la potencia, la fuerza, la luz, la belleza de su Creador, que haciéndolas como cosas propias, sienten en ellas una sustancia divina connatural, que llega a darle alegría y felicidad en el mismo dolor, por eso entre el alma y Nosotros es siempre fiesta, nos divertimos y nos deleitamos juntos. En cambio en la voluntad humana no hay una potencia creadora, que al querer ejercitar las virtudes pueda crear la paciencia, la humildad, la obediencia, etc., he aquí el por qué se siente el cansancio, la fatiga para poder practicar las virtudes, porque falta la fuerza divina que las sostiene, la potencia creadora que las alimenta y les da la vida; por tanto se ve la inconstancia y pasan con facilidad de las virtudes a los vicios, de la oración a la disipación, de la Iglesia a las diversiones, de la paciencia a la impaciencia, y toda esta mezcla de bienes y de males produce la infelicidad en la criatura. En cambio, quien hace reinar en sí a mi Voluntad, siente la firmeza en el bien, siente que todas las cosas le llevan la felicidad, la alegría, mucho más que todas las cosas creadas por Nosotros tienen la marca, el germen de la alegría y de la felicidad de Aquél que las ha creado, y fueron creadas por Nosotros a fin de que todas llevasen la felicidad al hombre, cada una de las cosas creadas tiene el mandato de Nosotros, de llevar cada una la felicidad, la alegría que poseen a la criatura, en efecto, ¿qué alegría y felicidad no lleva la luz del sol? ¿Qué placer no lleva a la vista el cielo azul, un prado florido, un mar que murmura? ¿Qué gusto no lleva al paladar un fruto dulce y sabroso, un agua fresquísima, y tantas y tantas otras cosas? Todas las cosas en su mudo lenguaje dicen al hombre: ‘Te traemos la felicidad, la alegría de nuestro Creador’. ¿Pero quieres saber tú en quién todas las cosas creadas encuentran el eco de su alegría y felicidad? En quien encuentran reinante y dominante a mi Voluntad, porque la Voluntad que reina íntegra en ellas, y que posee el mismo Dios y que reina en el alma, forman una misma, y desbordan la Una en la otra mares de alegría, de felicidad y de contentos, así que es una verdadera fiesta. Por eso hija mía, cada vez que te fundes en mi Voluntad y giras por todas las cosas creadas para sellar en ellas tu amor hacia Mí, tu gloria, tu adoración sobre cada una de las cosas que he creado para hacerte feliz, me siento renovar la alegría, la felicidad, la gloria, como en el acto cuando pusimos fuera toda la Creación; tú no puedes entender la fiesta que nos haces al ver tu pequeñez, que queriendo abrazar todo en nuestra Voluntad nos corresponde en amor, en gloria por todas las cosas creadas; es tanta nuestra alegría, que ponemos todo a un lado para gozarnos la alegría, la fiesta que nos das. Por eso el vivir en el Supremo Querer es la cosa más grande para Nosotros y para el alma, es el desahogo del Creador sobre la criatura, que vertiéndose sobre de ella le da su forma y le participa todas las cualidades divinas, de modo que nos sentimos repetir por ella nuestras obras, nuestra alegría, nuestra felicidad”.


+ + + +

19-12
Abril 16, 1926

Para vivir en el Divino Querer se necesita el pleno abandono en los brazos del Padre Celestial. La nada debe ceder la vida al Todo.

(1) Me sentía tan pequeña e incapaz de hacer nada, que he llamado en mi ayuda a mi Reina Mamá, a fin de que juntas pudiésemos amar, adorar, glorificar a mi sumo y único Bien por todos y a nombre de todos. Mientras estaba en esto me he encontrado en una inmensidad de luz y toda abandonada en los brazos de mi Padre Celestial, más bien tan fundida como si formase una sola cosa con Él, de modo que no sentía más mi vida sino la de Dios. Pero, ¿quién puede decir lo que sentía y hacía? Después de esto mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que has sentido, tu pleno abandono en los brazos de nuestro Padre Celestial, el no sentir más tu misma vida, es la imagen del vivir en mi Querer, porque para vivir en Él se debe vivir más de Dios que de sí misma, más bien, la nada debe ceder la vida al Todo para poder hacer todo, y tener su acto en la cima de todos los actos de cada una de las criaturas. Así fue la Vida de mi Mamá Divina, Ella fue la verdadera imagen del vivir en mi Querer, su vivir fue tan perfecto en Él, que no hacía otra cosa que recibir continuamente de Dios lo que le convenía hacer para vivir en el Supremo Querer, así que recibía el acto de la adoración suprema, para poderse poner en la cima de cada adoración que todas las criaturas estaban obligadas a hacer hacia su Creador, porque la verdadera adoración tiene vida en la Tres Divinas Personas: Nuestra concordia perfecta, nuestro amor mutuo, nuestra única Voluntad, forman la adoración más profunda y perfecta en la Trinidad Sacrosanta. Por lo tanto, si la criatura me adora y su voluntad no está en acuerdo Conmigo, es palabra vana pero no adoración. Por eso mi Mamá todo tomaba de Nosotros, para poderse difundir en todo y ponerse en la cima de cada acto de criatura, en la cima de cada amor, de cada paso, de cada palabra, de cada pensamiento, en la cima de cada cosa creada. Ella ponía su acto primero sobre todas las cosas y esto le dio el derecho de Reina de todos y de todo, y superó en santidad, en amor, en gracia, a todos los santos que han sido y serán y a todos los ángeles unidos juntos. El Creador se vertió sobre de Ella para darle tanto amor, para que tuviera amor suficiente para poderlo amar por todos, le comunicó la suma concordia y la Voluntad única de las Tres Divinas Personas, de modo que pudo adorar en modo divino por todos y suplir a todos los deberes de las criaturas; si esto no hubiese sido así, no sería una verdad que la Mamá Celestial superó a todos en la santidad, y en el amor, sino un modo de decir, pero Nosotros cuando hablamos, son hechos y no palabras. Por eso todo encontramos en Ella, y así habiendo encontrado todo y a todos, todo le dimos, constituyéndola Reina y Madre del mismo Creador.
(3) Ahora hija de mi Suprema Voluntad, quien quiere todo debe encerrar todo y ponerse en la cima, como acto primero de los actos de todos, así que el alma debe estar en la cima de cada amor, de cada adoración, de cada gloria de cada una de las criaturas. Mi Voluntad es todo, he aquí por qué la misión de la Soberana Reina y la tuya se puede decir que es una sola, y tú debes seguir paso a paso el modo como Ella estaba con Dios para poder recibir la capacidad divina, para poder tener en ti un amor que dice amor por todos, una adoración que adora por todos, una gloria que se difunde por todas las cosas creadas. Tú debes ser nuestro eco, el eco de mi Mamá Celestial; y porque solamente Ella vivió perfecta y plenamente en el Supremo Querer, por eso te puede ser guía y hacerte de maestra. ¡Ah, si tú supieras con cuánto amor te estoy alrededor, con cuánto celo te vigilo a fin de que no sea interrumpido tu vivir en mi eterno Querer! Tú debes saber que estoy haciendo más contigo que con mi misma Mamá Celestial, porque Ella no tenía tus

necesidades, ni tendencias, ni pasiones que pudiesen mínimamente impedir el curso de mi Voluntad en Ella, con suma facilidad el Creador se vertía en Ella y Ella en Él, así que mi Voluntad estaba siempre triunfante en Ella, por eso no tenía necesidad ni de empujarla ni de amonestaciones; en cambio contigo debo tener más atención, y cuando veo que alguna pasioncilla, alguna pequeña tendencia quiere surgir en ti, y también cuando tu voluntad humana quisiera tener algún acto de vida propia en ti, debo amonestarte, la potencia de mi Querer debe estar en acto de demoler lo que surge en ti y que no le pertenece a Él, y mi gracia y mi amor deben correr en aquello podrido que la voluntad humana va formando, o bien impedir con gracias anticipadas que esta podredumbre se pueda formar en tu alma, porque Yo amo tanto, me cuesta tanto el alma en la cual reina mi Querer y en la cual tiene su campo de acción divina el Fiat Supremo, fin único de toda la Creación y de la misma Redención, que la amo y me cuesta más que toda la Creación y que la misma Redención, porque la Creación fue el principio de nuestra obra hacia las criaturas, la Redención fue el medio, el Fiat será el final, y las obras cuando están cumplidas se aman más y adquieren el valor completo. Mientras que una obra no está cumplida hay siempre qué hacer, qué trabajar, qué sufrir, no se puede calcular su justo valor, en cambio cuando está cumplida solamente queda el poseer y el gozar la obra hecha, y su valor completo viene a completar la gloria de Aquél que la ha formado, por eso la Creación y la Redención deben encerrarse en el Fiat Supremo. ¿Ves entonces cuánto me cuestas y cuánto siento amarte? El Fiat obrante y triunfante en la criatura es para Nosotros la cosa más grande, porque la gloria que Nosotros habíamos establecido recibir por medio de la Creación nos viene dada, nuestro fin, nuestros derechos, adquieren su pleno poder. He aquí por qué mis premuras todas para ti, mis manifestaciones a ti, mi amor por toda la Creación y Redención, todo concentrado en ti, porque en ti quiero ver el triunfo de mi Voluntad”.

+ + + +

19-13
Abril 18, 1926

La Divina Voluntad es la depositaria de las obras divinas, y debe ser la depositaria de las obras de las criaturas.

(1) Me sentía toda empequeñecida en mí misma, y buscaba fundirme en el Santo Querer Divino para correr junto con Él, para hacerle compañía en su obrar y corresponderle al menos con mi pequeño “te amo”. Ahora, mientras esto hacía, mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no pongas atención en tu pequeñez, lo que más te debe importar es el tener tu pequeñez en mi Voluntad, porque estando en Ella quedarás perdida en Ella, y mi Voluntad, cual viento, llevará en tu acto la frescura que posee como refrigerio a todas las criaturas, llevará el viento caliente para inflamarlos de mi amor, llevará el viento frío para extinguir el fuego de las pasiones, y finalmente llevará el viento húmedo como vegetación del germen de mi Voluntad. ¿Nunca has sentido tú los efectos del viento, cómo sabe cambiar el aire casi instantáneamente del calor al frío, de húmedo a un aire fresquísimo y refrigerante? Mi Voluntad es más que viento, y tus actos en Ella, agitándola, mueven los vientos que contiene y producen admirables efectos, después, todos estos vientos unidos juntos invisten el trono divino y llevan a su Creador la gloria de su Voluntad obrante en la criatura. ¡Oh! si todos supieran qué significa obrar en el Fiat Supremo, los prodigios que contiene, todos harían competencia para obrar en Él. Mira, nuestra Voluntad es tan grande, que Nosotros mismos la hacemos depositaria de nuestras obras: La Creación, para hacer que se mantuviese siempre bella, fresca, íntegra, nueva, tal como la sacamos de nuestras manos creadoras, la depositamos en nuestra Voluntad; la Redención, para hacer que estuviese siempre en acto de redimir, y mi nacimiento, mi Vida,

mi Pasión y Muerte, estuviesen siempre en acto de nacer, de vivir, de sufrir y de morir para la criatura, las depositamos en nuestra Voluntad, porque sólo Ella tiene la virtud y la potencia de mantener siempre en acto la obra que se hace y reproducir aquel bien cuantas veces se quiere. Nuestras obras no estarían seguras si no fuesen depositadas en nuestra Voluntad; si esto es de nuestras obras, mucho más debería ser para las obras de las criaturas, a cuántos peligros no están sujetas cuando no son depositadas en nuestro Querer, cuántos cambios no sufren, por eso nuestro contento cuando vemos que la criatura hace el depósito de sus actos en el Supremo Querer. Estos actos, si bien pequeños, y las naderías de la criatura, hacen rivalidad con los actos nuestros, y Nosotros gozamos al ver su ingenio, que para poner al seguro sus naderías las deposita en nuestra Voluntad.
(3) Ahora, si para la Creación y para la Redención la depositaria fue nuestra Voluntad, también para el Fiat como en el Cielo así en la tierra, debe tener el depósito mi misma Voluntad, he aquí el por qué de mi insistencia de que nada hicieras si no lo depositas en Ella. Si no formas este depósito de toda tú misma, de tus pequeños actos y aun de tus naderías, mi Fiat no teniendo su pleno triunfo sobre de ti, no podrá desenvolver su Fiat como en el Cielo así en la tierra”.

+ + + +

19-14
Abril 25, 1926

El Fiat en el Cielo es triunfador, en la tierra es conquistador.

(1) Paso días amarguísimos por las privaciones de mi dulce Jesús, siento que respiro un aire venenoso, bastante para darme no una muerte sino miles de muertes, pero mientras estoy por sucumbir bajo el golpe mortal, siento el aire vital y balsámico del Querer Supremo que me sirve de contraveneno para no dejarme morir, y me tiene en vida para sufrir muertes continuas bajo el peso incalculable de la privación de mi sumo y único Bien.
¡Oh, privación de mi Jesús, cómo eres dolorosa, tú eres el verdadero martirio para mi pobre alma! ¡Oh Voluntad Suprema, cómo eres fuerte y potente, que con darme vida me impides el vuelo hacia la patria celestial para encontrar a Aquél que tanto suspiro y ansío!
¡Ah, piedad de mi duro exilio, piedad de mí que vivo sin Aquél que es el único que puede darme vida! Pero mientras me sentía aplastada bajo el peso de su privación, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me miraba fijamente, a su mirada piadosa me sentía regresar de la muerte a la vida, y como yo estaba haciendo mis acostumbrados actos en su Querer Supremo, me ha dicho:
(2) “Hija mía, mientras tú imprimías tu ‘te amo’ en mi Voluntad sobre todas las cosas creadas, toda la Creación se sentía duplicar el amor de su Creador, y como las cosas creadas no tienen razón, aquel amor corría con ímpetu hacía Aquél que las había creado; y el Padre Celestial al verse duplicado el amor que sacó en la Creación por la pequeña recién nacida de su Querer, para no dejarse vencer en amor, duplica su amor y lo hace correr sobre todas las cosas creadas, para hacer el mismo camino que ha hecho su pequeña hija, y después todo este amor lo concentra en aquélla que le ha mandado su amor duplicado, y con ternura paterna espera la nueva sorpresa, que su recién nacida le duplique de nuevo su amor. ¡Oh, si tú supieras las corrientes y las olas de amor que van y vienen de la tierra al Cielo, y del Cielo a la tierra, cómo toda la Creación siente, si bien en su mudo lenguaje y sin razón, este amor duplicado de Aquél que las ha creado, y de aquélla, por causa de la cual fueron creadas, cómo todas se ponen en actitud de sonrisa, de fiesta y de hacer correr benévolos sus afectos hacia las criaturas! El vivir en mi Querer mueve todo, inviste todo y cumple la obra de su Creador en la Creación. El Fiat como en el Cielo sobre la tierra tiene un prodigio, una nota más armoniosa, una característica más

bella que no goza ni posee en el mismo Cielo, porque en el Cielo posee el prodigio de un Fiat de absoluto triunfo, que ninguno le puede resistir, y todo el gozar en las regiones celestiales viene del Fiat Supremo. Aquí en el exilio, en el fondo del alma, contiene el prodigio de un Fiat conquistador, y de nuevas conquistas, mientras que en el Cielo no hay nuevas conquistas porque todo es suyo. En el alma viadora mi Fiat no es absoluto, sino que quiere al alma junto, en su misma obra, y por eso se deleita de manifestarse, de ordenar y hasta de rogarle que obre con Él, y cuando el alma cede y se deja investir por el Fiat Supremo, se forman tales notas armoniosas producidas por ambas partes, que el mismo Creador se siente recrear por sus mismas notas divinas formadas por la criatura. Estas notas en el Cielo no existen, porque no es morada de obras, sino de gozos, y por eso mi Fiat en la tierra tiene la bella característica de imprimir en el alma su mismo obrar divino, para hacerla repetidora de sus obras. Así que si en el Cielo mi Fiat es triunfador y ninguno puede decir en la región celestial que ha hecho una obra para atestiguar su amor, su sacrificio al Fiat Supremo; aquí en la tierra es conquistador, y si gusta el trono, mucho más gustan las nuevas conquistas, y ¿cuánto no haría mi Fiat para conquistar un alma, para hacerla obrar en su Querer? ¿Cuánto no ha hecho y no hace por ti?”
(3) Después, mi dulce Jesús se hacía ver crucificado, y sufría mucho, yo no sabía qué hacer para aliviarlo, me sentía aniquilada por las súbitas privaciones, y Jesús, desclavándose de la cruz se ha arrojado en mis brazos diciéndome:
(4) “Ayúdame a aplacar la Divina Justicia que quiere golpear a las criaturas”.
(5) Entonces se sentía un fuerte terremoto que traía destrucción de ciudades. Yo he quedado espantada, Jesús ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma…

+ + + +

19-15
Abril 28, 1926

La Creación y la Mamá Celestial son los ejemplares más perfectos del vivir en el Divino Querer. La Virgen superó a todos en el sufrir.

(1) Estaba pensando entre mí: “Mi dulce Jesús cuando habla de su Querer une casi siempre a la Soberana Reina del Cielo, o bien a la Creación, parece que se deleita tanto de hablar de Una o de la otra, que va buscando ocasiones, pretextos, reencuentros para manifestar lo que hace su Santísima Voluntad tanto en la Mamá Celestial como en la Creación”. Ahora, mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y todo ternura me ha estrechado a Sí y me ha dicho:
(2) “Hija mía, si esto hago tengo fuertes razones para hacerlo. Tú debes saber que mi Voluntad solamente en la Creación y en mi Mamá Celestial ha sido siempre íntegra y ha tenido libre su campo de acción. Ahora, debiendo llamarte a ti a vivir en mi Querer como una de ellas, debía proponértelas como ejemplo, como una imagen a la cual tú debes imitar. Así que para poder hacer cosas grandes, de manera que todos puedan recibir de aquel bien, a menos que no lo quieran, la primera cosa es que mi Voluntad debe obrar integralmente en el alma; mira la Creación, como mi Voluntad está íntegra en ella, y porque Ella está íntegra, la Creación está en su puesto y contiene la plenitud de aquel bien con el cual fue creada, y por eso se mantiene siempre nueva, noble, pura, fresca, y puede participar a todos el bien que posee, pero lo bello es que mientras se da a todos, ella nada pierde y está siempre tal como fue creada por Dios; ¿qué cosa ha perdido el sol con dar tanta luz y calor a la tierra? Nada; ¿qué ha perdido el cielo azul con estar extendido en la atmósfera, la tierra con producir tantas y tan variadas plantas? Nada; y así de todas las cosas creadas por Mí. ¡Oh, cómo la Creación exalta en modo admirable aquel dicho que dicen de Mí: Es siempre antiguo y siempre nuevo! Así que mi Voluntad en la Creación es centro de vida, es plenitud de bien, es orden, armonía; todas las cosas las tiene en el

puesto querido por Ella. ¿Dónde podrás encontrar tú un ejemplo más bello, una imagen más perfecta del vivir en mi Querer, si no es en la Creación? Por eso Yo te llamo a vivir en medio de las cosas creadas como una hermana de ellas, a fin de que aprendas a vivir en el Supremo Querer para poder estar también tú en el lugar querido por Mí, para poder encerrar en ti la plenitud del bien que mi Querer quiere encerrar en ti, a fin de que quien quiera pueda tomar de aquel bien, y como tú estás dotada de razón, debes sobrepasarlas a todas y corresponder a su Creador en amor y gloria por cada cosa creada, como si todas estuviesen dotadas de razón, así que serás la suplidora de toda la Creación, y ella te servirá de espejo donde mirarte para poder copiar el vivir en mi Querer, a fin de que no te separes de tu puesto; te servirá de guía y te hará de maestra dándote las lecciones más altas y perfectas sobre el vivir en mi Querer.
(3) Pero la que sobrepasa a todos es mi Mamá Celestial, Ella es el nuevo cielo, es el sol más fulgurante, es la luna más brillante, es la tierra más florida, todo, todo encierra en Sí, y si cada cosa creada encierra la plenitud de su bien recibido por Dios, mi Mamá encierra todos los bienes juntos, porque dotada de razón y viviendo mi Voluntad íntegra en Ella, la plenitud de la Gracia, de la luz, de la Santidad, crecía a cada instante, cada acto que hacía eran soles, estrellas que mi Querer formaba en Ella, así que sobrepasó a toda la Creación, y mi Voluntad íntegra y permanente en Ella hizo la cosa más grande y consiguió el suspirado Redentor. Por eso mi Mamá es Reina en medio a la Creación, porque sobrepasó todo y mi Voluntad encontró en Ella el alimento de su razón, que íntegra y permanentemente la hacía vivir en Ella, había sumo acuerdo, se daban la mano mutuamente; no había fibra de su corazón, palabra, pensamiento, sobre del cual mi Voluntad no poseyera su Vida. ¿Y qué cosa no puede hacer un Querer Divino? Todo, no hay potencia que le falte ni cosa que no pueda hacer, por eso se puede decir que todo hizo, y todo lo que los demás no pudieron hacer ni podrán hacer todos juntos, lo hizo Ella sola.
(4) Por tanto no te maravilles si te señalo la Creación y a la Soberana Reina, porque debo señalarte los ejemplares más perfectos donde mi Voluntad tiene Vida perenne y donde jamás ha encontrado obstáculo a su campo de acción divina para poder obrar cosas dignas de Sí. Por eso hija mía, si quieres que mi Fiat Supremo reine como en el Cielo, que es la cosa más grande que nos queda por hacer para las humanas generaciones, haz que mi Querer tenga el puesto de soberano y que viva íntegro y permanente en ti, de todo lo demás no tengas ningún pensamiento, ni de tu incapacidad, ni de las circunstancias, ni de las cosas nuevas que pueden surgir en torno a ti, porque reinando en ti mi Querer, servirán como materia y alimento para que mi Fiat tenga su cumplimiento”.
(5) Después estaba pensando entre mí: “Es verdad que mi Reina Mamá hizo el más grande de los sacrificios, que ningún otro ha hecho, esto es, el no querer conocer de ningún modo su voluntad, sino sólo la de Dios, y en esto abrazó todos los dolores, todas las penas, hasta el heroísmo del sacrificio de sacrificar a su propio Hijo para cumplir el Querer Supremo, pero una vez que hizo este sacrificio, todo lo que sufrió después fue el efecto de su primer acto, no tuvo que luchar como nosotros en las diversas circunstancias, en los encuentros imprevistos, en las pérdidas inesperadas, es siempre lucha, hasta sangrar el propio corazón por temor de ceder a nuestra combatiente voluntad humana; con cuánta atención se necesita estar para que el Querer Supremo tenga siempre su puesto de honor y la supremacía sobre todo, y muchas veces es más dura la lucha que la misma pena”. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(6) “Hija mía, tú te equivocas, no fue uno el máximo sacrificio de mi Mamá, sino fueron tales y tantos, por cuantos dolores, penas, circunstancias y encuentros fue expuesta su existencia y la mía; las penas en Ella siempre eran duplicadas, porque mis penas eran más que penas suyas, y además mi Sabiduría no cambió nunca dirección con mi Mamá, en cada pena que debía tocarle Yo le preguntaba siempre si quería aceptarlas, para oírme repetir por Ella aquel Fiat en cada pena, en cada circunstancia y aun en cada latido; aquel

Fiat me sonaba tan dulce, tan suave y armonioso, que lo quería oír repetir a cada instante de su vida, y por eso le preguntaba siempre: ¿Mamá, quieres hacer esto? ¿Quieres sufrir esta pena? Y a Ella mi Fiat le llevaba los mares de bienes que contiene y le hacía entender la inmensidad de la pena que aceptaba, y este entender con luz divina lo que paso a paso debía sufrir, le daba tal martirio que supera infinitamente la lucha que sufren las criaturas, porque faltando en Ella el germen de la culpa, faltaba el germen de la lucha, y mi Voluntad debía encontrar otro medio para hacer que no fuese menor que las otras criaturas en el sufrir, porque debiendo adquirir con justicia el derecho de Reina de los dolores, debía superar a todas las criaturas juntas en las penas. Cuántas veces no lo has sentido tú misma, que mientras no sentías ninguna lucha, mi Querer, haciéndote entender las penas a las cuales te sometía, tú quedabas petrificada por la fuerza del dolor, y mientras quedabas destrozada en la pena, tú eras la pequeña corderita en mis brazos, pronta a aceptar otras penas a las cuales mi Querer te quería sometida; ¡ah! ¿No sufrías tú más que con la misma lucha? La lucha es señal de pasiones vehementes, mientras que mi Voluntad, si lleva el dolor, al mismo tiempo da la intrepidez, y con el conocimiento de la intensidad de la pena le da tal mérito, que sólo una Voluntad Divina puede dar. Por eso, como hago contigo, que en cada cosa que quiero de ti primero te pregunto si quieres, si aceptas, así hacía con mi Mamá, a fin de que el sacrificio sea siempre nuevo y me dé la ocasión de conversar con la criatura, de entretenerme con ella, y que mi Querer tenga su campo de acción divino en la voluntad humana”.
(7) Ahora mientras estaba escribiendo lo que está escrito arriba, no he podido seguir más adelante porque mi mente ha quedado enajenada por un canto bello y armonioso, acompañado por un sonido jamás oído, este canto ponía a todos en atención y armonizaba con toda la Creación y con la patria celestial. Todo esto lo escribo por obedecer. Mientras oía el canto mi Jesús me ha dicho:
(8) “Hija mía, escucha cómo es bello este sonido y canto, es un cántico nuevo formado por los ángeles como homenaje, gloria y honor a la unión de la Voluntad Divina con tu voluntad humana, es tanta la alegría de todo el Cielo y de la Creación toda, que no pudiéndola contener suena y canta”.
(9) Dicho esto me he encontrado en mí misma.

+ + + +

19-16
Mayo 1, 1926

Quien vive en el Querer Divino es alimentado por el aliento divino, y quien no vive en Él es un intruso, un usurpador de los bienes de Dios, y recibe los bienes a título de limosna.

(1) Me sentía toda inmersa en el Querer Supremo, y mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y estrechándome fuerte a Sí ponía su boca cerca de mis labios y me mandaba su aliento omnipotente. ¿Pero quién puede decir lo que sentía en mí? Aquel aliento me penetraba hasta las más íntimas fibras, me llenaba toda hasta no sentir más mi pequeñez, mi existencia, sino solamente y en toda mí misma sólo a Jesús. Así, después de haber repetido varias veces este mandarme su aliento, porque parecía que no estaba contento si no me veía toda llena de aquel aliento divino, me ha dicho:
(2) “Hija mía, habiendo tú nacido en mi Querer, es necesario, es justo y decoroso que en Él vivas, crezcas y te alimentes, que adquieras las prerrogativas de verdadera hija de mi Querer; ningún lineamiento extraño ni cosa que no pertenezca a mi Querer se debe ver en ti, así que de tu fisonomía, de tus modos, de tu hablar y hasta del modo como tú amas y rezas, se debe conocer que eres la hija de mi Voluntad. ¿Ves entonces cómo te amo y con qué celo te custodio y te alimento? Con mi mismo aliento, porque quien debe vivir en

mi Querer, solamente mi aliento puede conservar íntegra y permanente la Vida de mi Voluntad enella, así que aquel aliento que con tanto amor hice salir de mi seno en la creación del hombre para infundirle mi semejanza, lo continúo en el alma que vive en mi Voluntad para formar mis verdaderas imágenes y los grandes portentos que había establecido formar en la Creación, por causa de las cuales todas las cosas fueron hechas, por eso suspiro tanto a quien vive en mi Querer, porque sólo ella no me dejará desilusionado en el fin de la Creación, sólo ella gozará por derecho las cosas creadas por Mí, porque siendo una mi Voluntad con la suya, lo que es mío es suyo, y con derecho puede decir: ‘El cielo, el sol, la tierra y todas las otras cosas son mías, por eso quiero gozármelas, y también para dar honor a la Suprema Voluntad que las ha creado y que reina en mí’. En cambio el alma en la cual no reina mi Querer no tiene ningún derecho, y si las goza es un usurpador, porque no son suyas, es un intruso en mis bienes, pero como mi bondad es tanta le dejo gozar a título de limosna, pero no de derecho. He aquí por qué muchas veces los elementos se descargan en daño del hombre, porque no tiene derecho, y de las cosas de la tierra le queda la limosna que el Creador le manda. Así que quien vive en mi Querer es como reina en medio de la Creación, y Yo gozo sumamente al verla reinante en medio de mis bienes”.
(3) Después de esto yo continuaba rezando, y mi dulce Jesús ha regresado y me hacía ver que de sus santísimas manos salían dos fuentes de luz, una descendía sobre mi pobre alma, pero Jesús hacía un ingenio tal en sus manos, que mientras descendía ascendía nuevamente a lo alto, parecía una corriente continuada, que mientras descendía, subía, y Jesús se deleitaba en medio de estas fuentes de luz, y estaba todo atento a fin de que toda esta luz quedase concentrada en mí, y después me ha dicho:
(4) “Hija mía, estas fuentes de luz que descienden de mis manos, es mi Voluntad que desciende del Cielo y hace su camino en el alma para cumplir lo que quiere hacer en ella; este hacer de mi Voluntad forma la otra fuente de luz que sube, por medio de mis manos, de nuevo al Cielo para llevar el cumplimiento de mi Voluntad por la criatura al Eterno Creador, pero mientras sube, enseguida desciende de nuevo, duplicada, para continuar su acción divina en la criatura. Mi Voluntad tiene un movimiento continuo, no se detiene jamás, si se pudiese detener su movimiento, lo que no puede ser, cesaría la vida a toda la Creación, al sol, al cielo estrellado, a las plantas, al agua, al fuego y las criaturas, todas descenderían en la nada; por eso mi Voluntad con su movimiento continuo es vida de cada cosa creada, vincula todo, es más que aire que con su respiro hace respirar, desarrollar, crecer todas las cosas salidas de nuestras manos. Mira entonces qué afrenta hacen las criaturas, pues mientras mi Voluntad es vida de todo y centro de cada cosa, y sin Ella nada existiría, ni ningún bien, ellas no quieren reconocer ni su dominio ni su Vida que corre en ellas, he aquí por qué quien reconoce la Vida de mi Voluntad en ella y en todas las cosas, es el triunfo de nuestra Voluntad y la conquista de nuestras victorias, es la correspondencia de nuestro Amor a nuestro movimiento continuo, nuestra Voluntad la vincula a toda la Creación haciéndole hacer todo el bien que hace mi misma Voluntad. Así que todo es suyo, y Yo la amo tanto que no sé hacer nada sin ella, porque en virtud de mi Voluntad tenemos la misma Vida, el mismo amor, un solo latido y un solo respiro”.
(5) Y mientras esto decía se ha arrojado en mis brazos como desfallecido de amor y ha desaparecido.

+ + + +

19-17
Mayo 3, 1926

La Voluntad Divina bilocándose reina en el alma como en su sede.

(1) Estaba según mi costumbre, por fundirme en el Santo Querer Divino y decía: “Majestad Suprema, vengo a nombre de todos, desde el primero hasta el último hombre que existirá sobre la tierra para daros todos lo homenajes, las adoraciones, las alabanzas, el amor que cada criatura os debe, y a haceros todas las reparaciones de todos y de cada uno de los pecados”. Ahora, mientras esto decía, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, este modo de rezar es sólo de mi Voluntad, porque solamente Ella puede decir: “Vengo a nombre de todos delante a la Majestad Suprema”. Porque con su omnividencia e inmensidad ve todo y abraza a todos y puede decir, no como un modo de decir, sino en realidad: “Vengo a nombre de todos para haceros todo lo que las criaturas os deben”. Ninguna voluntad humana puede decir en realidad: “Vengo a nombre de todos”. Esta es la señal de que mi Voluntad reina en ti”.
(3) Y mientras esto decía, en voz alta mi Jesús continuaba rezando y yo lo seguía, y juntos nos hemos encontrado delante a la Majestad Suprema. ¡Oh! cómo era bello rezar con Jesús, todas las cosas quedaban investidas por sus palabras y sus actos, y como su Voluntad se encontraba por todas partes y en cada cosa creada, por doquier se oían repetir sus palabras creadoras, sus adoraciones y todo lo que hacía. Yo me sentía empequeñecer más junto a Jesús y estaba toda maravillada, entonces Él ha agregado:
(4) “Hija mía, no te maravilles, es mi Voluntad que bilocándose, mientras reina en Dios, al mismo tiempo reina en el alma, y con sus modos divinos reza, ama y obra en ella, por eso nos resulta imposible no estimar, no amar, no escuchar nuestra Voluntad bilocada en la criatura, es más, sólo Ella nos lleva como en regazo nuestra alegría, la felicidad, el amor que desbordó de nuestro seno en nuestra obra ‘ad extra’ de la Creación, nos repite la fiesta, nos renueva el gozo que sentimos al crear tantas cosas bellas dignas de Nosotros.
¿Cómo no amar a aquélla que nos da la ocasión de bilocar nuestra Voluntad al hacerla reinar en ella para darnos amor, adoraciones, gloria divina? Por eso el vivir en mi Querer es el prodigio de los prodigios, porque el todo está en la voluntad, tanto en Dios como en la criatura. Cuántas cosas Nosotros podíamos hacer, pero como no las quisimos no las hicimos, cuando las queremos somos todo amor, todo potencia, todo ojo, manos y pies, en suma, todo nuestro Ser viene concentrado en el acto que quiere hacer nuestra Voluntad, en cambio si nuestra Voluntad no quiere, ninguno de nuestros atributos se mueve, parece que no tienen vida para todo lo que no quiere hacer nuestra Voluntad, así que Ella tiene la supremacía, el dominio sobre nuestro Ser, y es la dirigente de todos nuestros atributos. Por eso la cosa más grande que podíamos dar a la criatura era nuestra Voluntad, y en Ella concentrábamos todo nuestro Ser, ¿se podía dar amor más intenso, milagro más estrepitoso que esto? Es más, por cuanto le pudiéramos dar a la criatura, a Nosotros nos parece nada en comparación de dar nuestra Voluntad reinante y dominante en ella, porque en las demás cosas que podemos dar, son los frutos de nuestras obras, de nuestros dominios, en cambio con dar nuestra Voluntad, no son los frutos sino nuestra misma Vida y nuestros mismos dominios; ¿quién tiene más valor, los frutos o la vida? Ciertamente la vida, porque con dar la Vida de nuestro Querer damos al mismo tiempo la fuente de todos nuestros bienes, y quien posee la fuente de los bienes no tiene necesidad de los frutos. Y si la criatura nos diese todo, hiciera los más grandes sacrificios, pero no nos diera su pequeño querer para hacer reinar el nuestro, nos daría siempre nada, es más, cuando las cosas no son producidas por nuestro Querer, por cuán grandes sean, las miramos como cosas extrañas a Nosotros, y que no nos pertenecen”.
(5) Después, yo estaba pensando en lo que Jesús me había dicho y decía entre mí: “¿Será posible todo esto, que el Divino Querer llega hasta bilocarse para reinar en la criatura como en su propia sede, en su seno divino?” Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, ¿sabes cómo sucede? Supón un pequeño y pobre tugurio, donde un rey, llevado por amor a este tugurio quiere habitar dentro, así que desde dentro de aquel tugurio se escucha la voz del rey, parten las órdenes del rey, salen sus obras, dentro de aquel tugurio están los alimentos adecuados para alimentar al rey, la silla para sentarse

digna de él, así que el rey nada ha cambiado de lo que le conviene a su real persona, sólo ha cambiado la habitación de la morada real, por su voluntad y con sumo placer ha escogido el tugurio. El pequeño tugurio es el alma, el rey es mi Voluntad. ¿Cuántas veces escucho la voz de mi Voluntad que ruega, que habla, que enseña en el pequeño tugurio de tu alma? ¿Cuántas veces veo salir mis obras, y rijo, vivifico y conservo todas las cosas creadas desde tu pequeño tugurio? Mi Voluntad no toma en cuenta la pequeñez, más bien le agrada sumamente, lo que va buscando es el absoluto dominio, porque con el absoluto dominio puede hacer lo que quiere y poner lo que le agrada”.

+ + + +

19-18
Mayo 6, 1926

Los que viven en el Querer Divino son los primeros delante a Dios, y forman su corona.

(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino y pedía a la Mamá Celestial que viniera junto conmigo, que me diese su mano, a fin de que guiada por Ella pudiera corresponder a mi Dios por todo aquel amor, aquella adoración y gloria que todos le deben. Ahora, mientras esto decía, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que los primeros delante a la Majestad Suprema son aquellos que han vivido en mi Querer y que jamás han salido de mi Voluntad. Mi Mamá vino al mundo después de cuatro mil años, sin embargo delante a Dios fue primero que Adán; sus actos, su amor, están en el primer orden de las criaturas, así que sus actos están primero que todos los actos de las criaturas, porque fue Ella la más cercana a Dios, vinculada con los vínculos más estrechos de santidad, de unión y de semejanza, y con el vivir en nuestro Querer sus actos se volvían inseparables de los nuestros, y como son inseparables se vuelven los actos más cercanos, como cosas connaturales a su Creador. El primero y el después en nuestra Voluntad no existen, sino todo es como acto primero, por eso quien vive en mi Voluntad, a pesar de que venga al último es siempre antes que todos. Así que no se mirará la época en la cual las almas saldrán a la luz del tiempo, sino que se verá si la Vida de mi Voluntad ha estado en ellas como centro de vida, reinante y dominante en todos sus actos, tal como reina y domina en el seno de la Divinidad, éstas serán las primeras, sus actos hechos en nuestro Querer se elevarán sobre todos los actos de las otras criaturas, y todos quedarán detrás, por eso estas almas serán nuestra corona. Mira, conforme tú llamabas a mi Mamá en mi Querer para corresponderme en amor, adoración y gloria, mi Querer os ha unido juntas, y el amor, la gloria, la adoración que hacía la Soberana Reina se han vuelto actos tuyos, y los tuyos se han vuelto actos de mi Mamá, mi Voluntad todo ha puesto en común, y los unos se han vuelto inseparables de los otros, y Yo oía en ti la voz de mi Mamá, sentía su amor, su adoración, su gloria, y en mi Mamá oía tu voz que me amaba, me adoraba, me glorificaba; cómo me sentía feliz, encontrar y sentir a la Mamá en la hija y a la hija en la Mamá. Mi Voluntad une a todos y a todo, no sería verdadero vivir en mi Querer, ni obrar de mi Voluntad, si todo lo que a Ella pertenece y todo su eterno obrar no lo concentra en el alma que en Ella vive y donde tiene su Reino y dominio. Si esto no fuera, el Reino de mi Voluntad sería un Reino dividido, lo que no puede ser, porque mi Voluntad une todo junto su obrar y de él hace un solo acto, y si se dice que crea, redime, santifica y otras cosas, son los efectos de aquel solo acto que jamás cambia acción. Por eso, quien vive en mi Querer su origen es eterno, inseparable de su Creador y de todos aquellos en los cuales mi Voluntad ha tenido su Reino y su dominio”.

+ + + +

19-19
Mayo 10, 1926

Así como el sol es vida de toda la naturaleza, así el Querer Divino es vida del alma.

(1) Mi pobre mente nadaba en el mar inmenso del eterno Querer, y mi dulce Jesús me ha transportado fuera de mí misma en el momento en el que surgía el sol, ¡qué encanto ver que la tierra, las plantas, las flores, el mar, sufrían una transformación! Todos se quitaban de una pesadumbre que los oprimía, todos surgían a la nueva vida que les daba la luz y adquirían su belleza y el desarrollo que les daba la luz y el calor para hacerlos crecer. La luz al surgir, parecía que les daba la mano al investirlos para dar la fecundidad a las plantas, el colorido a las flores, para hacer huir las sombras de las tinieblas sobre el mar y le daba con su luz su matiz de plata, ¿pero quién puede decir todos los efectos que producía la luz solar al investir toda la tierra, cubriendo todo con su vestidura de luz? Sería extenderme demasiado si quisiera describir todo. Ahora, mientras esto veía, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bello el surgir del sol, cómo cambia toda la naturaleza, y con investirla con su misma luz da a cada una de las cosas los efectos para hacerlas producir el bien que contienen, pero para hacer esto la luz las debe investir, tocar, plasmar, penetrar tan adentro para darles los sorbos de la luz para infundir la vida del bien que deben producir. Así que si las plantas, las flores, el mar, no se hacen investir por la luz, la luz estaría para ellos como muerta, y ellos quedarían bajo la opresión de las tinieblas, las cuales les servirían de tumba para enterrarlas. La virtud de las tinieblas es de dar muerte, la virtud de la luz es de dar vida, así que si no fuese por la luz del sol, de la cual dependen todos y por la cual tienen vida todas las cosas creadas, nada habría de bien sobre la tierra, más bien sería espantosa y horrible al verse, por eso la vida de la tierra está ligada a la luz.
(3) Ahora hija mía, el sol es símbolo de mi Voluntad, y tú has visto cómo es bello y encantador su surgir sobre la tierra, cuántos efectos produce, cuánta variedad de tintes, cuántas bellezas, cuantas transformaciones sabe hacer la luz, y cómo este sol ha sido puesto por su Creador para dar vida, crecimiento y belleza a toda la naturaleza. Ahora, si esto hace el sol para cumplir su oficio que le dio Dios, mucho más el Sol de mi Voluntad que fue dado al hombre para infundirle la Vida de su Creador. ¡Oh, cómo es más encantador y bello el surgir del Sol de mi Voluntad sobre la criatura! Al poner su luz sobre ella la transforma, le da las variadas tintas de belleza de su Creador, con el investirla y plasmarla se adentra en ella y le da los sorbos de Vida Divina, a fin de que crezca y produzca los efectos de los bienes que contiene la Vida de su Creador. Ahora, ¿qué sería de la tierra sin el sol? Más fea y espantosa sería el alma sin mi Voluntad; sin Ella, ¡oh, cómo desciende de su origen, cómo el yugo de las pasiones y de los vicios, más que tinieblas la hacen morir y le preparan la tumba donde enterrarla! Pero tú has visto que la luz del sol, tanto bien puede hacer por cuanto se dejan tocar e investir por su luz las plantas, las flores y todo lo demás, y necesitan estar con las bocas abiertas para recibir los sorbos de vida que les da el sol. Así es mi Voluntad, tanto bien puede hacer, tanto de belleza y de Vida Divina puede infundir, por cuanto el alma se hace tocar, investir, plasmar por las manos de luz de mi Voluntad, si el alma se da en poder de esta luz, abandonándose toda en ella, mi Supremo Querer cumplirá el más grande de los prodigios en la Creación, esto es, la Vida Divina en la criatura. ¡Oh! Si el sol pudiera formar con el reflejo de su luz otros tantos soles sobre cada una de las plantas, en los mares, sobre los montes, en los valles, ¿qué encanto más bello, qué belleza más deslumbrante, cuántos prodigios de más no habría en el orden de la naturaleza? Sin embargo, lo que no hace el sol lo hace mi Voluntad en el alma que vive en Ella, y que está como pequeña flor con la

boca abierta para recibir los sorbos de luz que mi Querer le da para formar en ella la Vida del Sol Divino. Por tanto sé atenta, toma a cada instante estos sorbos de luz de mi Querer, a fin de que cumpla en ti el más grande de los prodigios, que mi Voluntad tenga su Vida Divina en la criatura”.
(4) Después de esto estaba diciendo a mi sumo y único Bien: “Amor mío, uno mi inteligencia a la tuya a fin de que mis pensamientos tengan vida en los tuyos, y difundiéndose en tu Querer corran sobre cada pensamiento de criatura, y elevándonos juntos delante a nuestro Padre Celestial le llevaremos los homenajes, la sujeción, el amor de cada uno de los pensamientos de criatura e imploraremos que todas las inteligencias creadas se reordenen y armonicen con su Creador”. Y así con las miradas de Jesús, con las palabras, con las obras, con sus pasos, y hasta con su latido. Yo me sentía toda transformada en Jesús, de modo que yo me encontraba como en acto, para todo lo que mi Jesús había hecho y hacía para reintegrar la gloria del Padre, y para el bien que había conseguido para las criaturas; su obrar y el mío era uno solo, uno el Amor, una la Voluntad; y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, cómo es bella la oración, el amor, el obrar de la criatura en mi Voluntad, son actos llenos de toda la plenitud Divina, es tanta la plenitud, que abrazan todo y a todos y hasta al mismo Dios. Mira, eternamente se verán tus pensamientos en los míos, tus ojos en los míos, tus palabras en las mías, tus obras y pasos en los míos, a tu latido palpitar en el mío, porque una es la Voluntad que nos da vida, uno el Amor que nos mueve, que nos empuja y que nos vincula en modo inseparable. He aquí por qué el Sol de mi Voluntad supera en modo infinito y más sorprendente al sol que está en la atmósfera; mira la gran diferencia, el sol creado por Dios, mientras golpea la tierra y la inviste produce admirables e innumerables efectos, pero no se aleja de su fuente, desciende a lo bajo, se levanta a lo alto, toca las estrellas, pero la plenitud de la luz está siempre en su esfera, de otra manera no podría investir siempre de la misma manera a todo con su luz, pero a pesar de todo esto, la luz solar no penetra en los Cielos para investir el trono de Dios, para penetrar en Dios mismo y hacer una su luz con la luz inaccesible del Ente Supremo, ni inviste a los ángeles, ni a los santos, ni a la Mamá Celestial. En cambio el Sol de mi Voluntad cuando con toda su plenitud reina en el alma, su luz penetra dondequiera, en los corazones y mentes de las criaturas que viven en lo bajo de la tierra, pero lo que sorprende más, es que se levanta en lo alto, inviste toda la Creación y lleva al sol, a las estrellas, al cielo, el beso de la luz del Querer Supremo. La Voluntad Divina que reina en la Creación y el Sol de la Voluntad Suprema que reina en el alma se encuentran, se besan, se aman y se hacen felices mutuamente, y mientras se queda en la Creación, porque el Sol de mi Voluntad no deja nada atrás, lleva todo junto Consigo, penetra en los Cielos, inviste a todos, ángeles, santos, a la Soberana Reina, da el beso a todos, da nuevas alegrías, nuevos contentos, nuevo amor, pero esto no es todo, sino que con impetuosidad se vierte en el seno del Eterno. La Divina Voluntad bilocada en la criatura besa, ama, adora a la Voluntad reinante en Dios mismo, le lleva a todos y a todo y uniéndose juntas surge de nuevo para hacer su curso, porque estando en el alma la plenitud del Sol del Querer eterno, este Sol está a su disposición, y conforme hace sus actos, ama, reza, repara, etc.; este Sol reemprende el nuevo curso para dar a todos la sorpresa de su luz, de su amor, de su vida; así que mientras este Sol del eterno Querer surge, hace su curso para hacer su ocaso en el seno de la Divinidad, otro más surge para hacer su camino envolviendo todo, hasta la patria celestial, para hacer en ella su ocaso de oro en el seno de la Majestad Suprema. Así que las bilocaciones de mi Voluntad son innumerables, este Sol surge a cada acto de la criatura hecho en este Sol del Querer Supremo, lo que no sucede en el sol que está en la atmósfera, que es siempre uno, no se multiplica. ¡Oh!, si el sol tuviese la virtud de hacer surgir tantos soles por cuantas veces hace su curso sobre la tierra,
¿cuántos soles no se verían arriba en lo alto? ¿Qué encanto, cuántos bienes de más no recibiría la tierra? Por lo tanto, ¿cuántos bienes no hace el alma que vive del todo en mi

Querer, dando la ocasión a su Dios de bilocar su Voluntad para hacerle repetir los prodigios que solamente sabe hacer un Dios?”
(6) Dicho esto ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.

+ + + +

19-20
Mayo 13, 1926

Imágenes de quien obra por fines humanos y quien obra para cumplir la Voluntad Divina. Nuestro Señor es el latido de la Creación. La santidad está en el cumplimiento del propio deber.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrada adoración a mi crucificado Jesús, y mientras rezaba he sentido cerca a mi dulce Jesús, que poniéndome el brazo en el cuello me estrechaba fuerte a Sí, y al mismo tiempo me hacía ver a mi último confesor difunto, me parecía verlo pensativo, todo recogido, pero sin decirme nada, mi Jesús lo miraba y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tu confesor se ha encontrado cosas grandes delante a Mí, porque cuando emprendía un oficio, un empeño, no omitía nada para cumplir exactamente aquel oficio, era atentísimo, hacía grandes sacrificios, y si era necesario se disponía aun a poner su propia vida para hacer que su oficio fuese cumplido exactamente; tenía un temor, que si no obrase como convenía a su oficio en las obras que le habían sido confiadas, pudiera ser él un obstáculo a la misma obra, esto significa que apreciaba y daba el justo valor a mis obras, y su atención atraía la gracia que se necesitaba para el desempeño de su oficio; esto aparentemente no parece una gran cosa, pero sin embargo lo es todo, porque cuando uno es llamado para un oficio, y cumple los deberes que hay en aquel oficio, significa que lo hace por Dios, y en el cumplimiento del propio deber está la santidad. Entonces, si él se ha presentado delante de Mí con el cumplimiento de los propios deberes que le fueron confiados, ¿cómo no debía remunerarlo como él se merecía?”
(3) Ahora, mientras Jesús esto decía, el confesor, como si se concentrase de más en un recogimiento más profundo, en su rostro se reflejaba la luz de Jesús, pero no me ha dicho ni siquiera una palabra. Entonces Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuando un sujeto ocupa un oficio y comete una equivocación, no está atento a los deberes que impone su oficio, puede hacer venir grandes males; supón a uno que tenga el oficio de juez, de rey, de ministro, de alcalde, y comete un error, o no está atento a los propios deberes, puede hacer venir la ruina de familias, de países y aun de reinos enteros; si aquel error, aquella falta de atención la hiciera una persona particular que no ocupa aquel oficio, no llevaría tanto mal, por eso las faltas en los oficios pesan de más y llevan más graves consecuencias, y Yo cuando llamo a un confesor para darle un oficio y en este oficio le confío una obra mía, y no veo en él la atención ni el cumplimiento de los propios deberes que hay en aquel oficio, no le doy ni la gracia necesaria ni la luz suficiente para hacerle comprender toda la importancia de mi obra, ni puedo fiarme de él, porque veo que no aprecia la obra que le he confiado. Hija mía, quien cumple exactamente su oficio, significa que lo hace para cumplir mi Voluntad; en cambio quien lo hace diversamente, significa que lo hace por fines humanos, y si tú supieras la diferencia que hay entre el uno y el otro”.
(5) Mientras estaba en esto veía a dos personas delante de mí, uno que iba recogiendo piedras, trapos viejos, hierros herrumbrosos, pedazos de yeso, cosas todas de gran peso y de poquísimo valor; pobrecito, padecía, se fatigaba, sudaba bajo el peso de aquellas porquerías, mucho más que no le daban lo necesario para quitarse el hambre. El otro iba recogiendo granitos de brillantes, pequeñas gemas y piedras preciosas; todas ellas cosas ligerísimas pero de valor incalculable, y mi dulce Jesús ha agregado:

(6) “Aquél que va recogiendo porquerías es la imagen de quien obra por fines humanos; lo humano lleva siempre el peso de la materia. El otro es la imagen de quien obra para cumplir la Voluntad Divina; qué diferencia entre el uno y el otro, los granitos de diamante son mis verdades, los conocimientos de mi Voluntad, que recogidos por el alma forman tantos brillantes para sí. Ahora, si se pierde o no se recoge alguna de aquellas cosas sin valor, no hará casi ningún daño, pero si se pierde o no se recoge uno de aquellos granitos de brillantes, hará mucho daño, porque son de valor incalculable y pesan cuanto puede pesar un Dios; y si se pierde por causa de quien tiene el oficio de recogerlos, ¿qué cuentas dará él, habiendo hecho perder un granillo de valor infinito que podía hacer quién sabe cuánto bien a las otras criaturas?”
(7) Después de esto mi dulce Jesús ponía su corazón en mí y me hacía sentir su latido diciéndome:
(8) “Hija mía, Yo soy el latido de toda la Creación, si faltase mi latido faltaría la vida a todas las cosas creadas. Ahora, Yo amo tanto a quien vive en mi Voluntad, que no sé estar sin ella, y la quiero junto Conmigo para hacer lo que hago Yo, por eso tú palpitarás junto Conmigo, y entre tantas prerrogativas que te daré, te daré la prerrogativa del latido de toda la Creación; en el latido está la vida, el movimiento, el calor, así que estarás junto Conmigo para dar la vida, el movimiento y el calor a todo”.
(9) Pero mientras esto decía, yo sentía que me movía y palpitaba en todas las cosas creadas, y Jesús ha agregado:
(10) “Quien vive en mi Voluntad es inseparable de Mí, y Yo no sé estar sin su compañía, no quiero estar aislado, porque la compañía vuelve más agradables, más deleitables, más bellas las obras que se sostienen, por eso tu compañía me es necesaria para romper mi aislamiento en el cual me dejan las otras criaturas”.

+ + + +

19-21
Mayo 15, 1926

Diversidad de santidades y belleza de las almas que viven en el Divino Querer. Toda la Creación será semejada en la naturaleza humana.

(1) Estaba pensando: “Si la criatura no se hubiese sustraído de la Suprema Voluntad, habría sido una la santidad, una la belleza, una la ciencia, una la luz, y para todos el mismo conocimiento de nuestro Creador”. Ahora, mientras esto pensaba, mi amado Jesús que me parece que Él mismo hace surgir los pensamientos en mi mente, alguna duda y dificultad para tener ocasión de hablarme y hacerme de maestro me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú te equivocas, mi sabiduría no se adaptaría a formar una sola santidad, una sola belleza, a comunicar una sola ciencia y a todos el mismo conocimiento mío, mucho más porque habiendo sumo acuerdo entre mi Voluntad y la de ellos, el Reino de mi Voluntad habría tenido libre su campo de acción, por lo tanto habrían sido todos santos, pero distintos el uno del otro; todos bellos, pero variados, una belleza más bella que la otra; y según la santidad de cada una debía comunicar una ciencia distinta, y con esta ciencia quién debía conocer de más un atributo, quién debía conocer de más algún otro atributo de su Creador. Tú debes saber que por cuanto podamos dar a las criaturas, apenas toman las gotitas de su Creador, tanta es la distancia entre Creador y criaturas, siempre tenemos cosas nuevas y distintas para dar, y además, si la Creación fue creada por Nosotros para deleitarnos, ¿dónde habría estado nuestro deleite si hubiéramos formado de la criatura una sola santidad, dado una sola belleza y un solo conocimiento de nuestro Ser incomprensible, inmenso e infinito? Nuestra sabiduría se habría rehusado a hacer una sola cosa. ¿Qué se diría de nuestra sabiduría, amor y potencia si al crear este globo terrestre hubiésemos creado todo cielo, o bien todo tierra, o todo mar? ¿Qué gloria habría

sido la nuestra? En cambio la multiplicidad de tantas cosas creadas por Nosotros, mientras alaba la sabiduría, amor y potencia nuestras, dice también la multiplicidad de la santidad y belleza en las cuales debían surgir las criaturas, por amor de las cuales ellas fueron creadas. Mira el cielo adornado de estrellas, es bello, pero también es bello el sol, pero distintos uno del otro, y el cielo hace un oficio, el sol otro; el mar es bello, pero también es bella la tierra florida, la altura de los montes, las llanuras extendidas, pero tienen la belleza y el oficio distintos entre ellas. Un jardín es bello, ¿pero cuánta diversidad de plantas y de bellezas hay en él? Está la pequeña florecita, bella en su pequeñez, está la violeta, la rosa, el lirio, todas bellas, pero distintas en el color, en el perfume, en la grandeza; está la plantita y el árbol más alto, ¿qué encanto no es un jardín cuidado por un experto jardinero? Ahora hija mía, también en el orden de la naturaleza humana habrá quién sobrepasará el cielo en la santidad y en la belleza, quién al sol, quién al mar, quién a la tierra florida, quién a la altura de los montes, quién a la pequeña florecita, quién a la plantita y quién al árbol más alto, y aunque el hombre se sustrajo de mi Voluntad, Yo multiplicaré los siglos para tener todo el orden y multiplicidad de las cosas creadas y de su belleza en la naturaleza humana, y aún sobrepasarla en modo más admirable y más encantador”.

+ + + +

19-22
Mayo 18, 1926

Así cómo la Virgen para obtener al suspirado Redentor y concebirlo, debió abrazar todo, y hacer los actos de todos, así quien debe obtener el Fiat Supremo, debe abrazar a todos y responder por todos.

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y mientras había girado por todas las cosas creadas para sellar en ellas mi “te amo”, a fin de que dondequiera y sobre todos resonase mi “te amo” para corresponder a mi Jesús por su tanto amor, he llegado a aquel punto de corresponder a mi Dios por todo aquel amor que tuvo en el acto de quedar concebido en el seno de la Mamá Celestial. Mientras estaba en esto mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi inseparable Mamá para concebirme a Mí, Verbo Eterno, fue enriquecida de mares de Gracia, de luz y de Santidad por la Majestad Suprema, y Ella hizo tales y tantos actos de virtud, de amor, de oración, de deseos y de ardientes suspiros, de sobrepasar todo el amor, virtud y actos de todas las generaciones que se necesitaban para obtener al suspirado Redentor. Entonces, cuando vi en la Soberana Reina el amor completo de todas las criaturas y todos los actos que se necesitaban para merecer que el Verbo fuese concebido, encontré en Ella la correspondencia del amor de todos, nuestra gloria reintegrada, y todos los actos de los redimidos, hasta los de aquellos a los que mi Redención debía servir de condena por su ingratitud, y entonces mi amor hizo el último desahogo y quedé concebido. Por eso el derecho de nombre de Madre para Ella es connatural, es sagrado, porque con abrazar todos los actos de las generaciones, sustituyéndose por todos, sucedió como si a todos los hubiese parido a nueva vida desde sus entrañas maternas. Ahora tú debes saber que cuando hacemos nuestras obras, la criatura que es elegida y a la cual le es confiada la obra, debemos darle tanto amor, luz, gracia, que pueda darnos toda la correspondencia y la gloria de la obra a ella confiada. Nuestra potencia y sabiduría no se pondrían desde el principio de una obra nuestra en el banco de la criatura como en acto de fallar, así que en la criatura que es llamada como acto primero, nuestra obra debe quedar al seguro en ella, y Nosotros debemos rescatar todo el interés y gloria equivalente a nuestra obra confiada a ella; y aunque después nuestra obra fuese comunicada a las demás criaturas, y por su ingratitud estuviese en

peligro de fallar, para Nosotros es más tolerable, porque a quien fue confiada al principio nos hizo rescatar todo el interés de los fallos de las otras criaturas; he aquí por qué todo dimos y todo recibimos de Ella, a fin de que todo el capital de la Redención pudiese quedar íntegro y por su medio nuestra gloria completada y nuestro amor correspondido. ¿Qué hombre sabio pone desde un principio su capital en un banco que está por quebrar? Primero se asegura y después confía su capital; pero puede ser que con el tiempo quiebre, esto no puede hacerle gran daño, porque por los tantos intereses recibidos se ha rehecho su capital. Si esto hace el hombre, mucho más Dios, que su sabiduría es incomprensible, y no se trataba de una obra cualquiera, de un pequeño capital, sino que se trataba de la gran obra de la Redención y todo el costo y el valor infinito e incalculable del Verbo Eterno, era una obra única, no se podía repetir un nuevo descendimiento del Verbo Eterno sobre la tierra, y por eso debíamos ponerla al seguro en la Soberana Celestial. Y así como todo a Ella le confiamos, hasta la misma Vida de un Dios, así Ella, como poseedora de nuestra confianza debía respondernos por todos, hacerse fiadora y responsable de esta Vida Divina confiada a Ella, como en efecto lo hizo. Ahora hija mía, lo que hice y quise de mi Celestial Mamá en la gran obra de la Redención, quiero hacer contigo en la gran obra del Fiat Supremo. La obra del Fiat Divino es una obra que debe abrazar todo: Creación, Redención y Santificación, esta obra es la base de todo, es la vida que corre en todo y todo encierra ella, porque no tiene principio, es principio de todas las cosas y fin y cumplimiento de nuestras obras. Mira entonces, el capital que queremos confiarte es exuberante, tú no lo has calculado, ¿pero sabes tú qué te confiamos en el Fiat Supremo? Te confiamos toda la Creación, todo el capital de la Redención y aquél de la Santificación; mi Voluntad es universal y en todas las cosas ha estado Ella obrante, así que lo que a Ella pertenece es justo que sea confiado a ti, ¿acaso quisieras tú mi Voluntad sin sus obras? Nosotros no sabemos dar nuestra Vida sin las obras y bienes nuestros, cuando damos, damos todo; y así como a la Reina Celestial con darle al Verbo concentró en Sí sus obras y sus bienes, así a ti, con darte nuestra Suprema Voluntad reinante y dominante en ti te damos todas las obras que a Ella pertenecen, por eso te estamos dando tantas gracias, conocimientos, capacidad, a fin de que el Fiat Supremo, desde el principio, no pueda recibir ningún fallo, y tú, poniéndolo al seguro debes darle la correspondencia del amor y de la gloria de toda la Creación, de la Redención y de la Santificación; así que tu trabajo es grande, es universal y debe abrazar a todos y a todo, de modo que si nuestra Voluntad comunicada a las otras criaturas sufriera cualquier tropiezo, en ti debemos encontrar el resarcimiento del vacío de los otros, y poniéndola al seguro en ti, con el darnos el amor, la gloria y todos los actos que las otras criaturas deberían darnos, nuestra gloria será siempre completa y nuestro Amor rescatará su justo interés. Así que también en ti depositaremos nuestra confianza, serás la responsable de la Voluntad Divina confiada a ti y su fiadora”.
(3) Ahora, mientras Jesús esto decía, me ha venido tal espanto y comprendía todo el peso de mi responsabilidad, y temiendo fuertemente que pudiese poner en peligro nada menos que todo el peso y obras de una Voluntad Divina he dicho:
(4) “Amor mío, gracias por tanta bondad tuya hacia mí, pero siento que es demasiado lo que quieres darme, siento un peso infinito que me aplasta, y mi pequeñez e incapacidad no tienen ni fuerza ni habilidad, y temiendo poderos desagradar y no poder abrazar todo, vete a otra criatura más capaz, a fin de que todo este capital de tu Suprema Voluntad pueda estar más seguro, y Tú puedas recibir todo el interés equivalente a un capital tan grande; yo no había pensado jamás en una responsabilidad tan grande, pero ahora que me la haces entender siento que me faltan las fuerzas y temo por mi debilidad”.
(5) Y Jesús, estrechándome a Él para aliviarme del temor que me aplastaba, ha agregado:
(6) “Hija mía, ánimo, no temas, es tu Jesús que quiere darte demasiado, ¿no soy tal vez Yo dueño de darte lo que quiero? ¿Quieres tú poner un límite a mi obra completa que quiero confiarte? ¿Qué dirías tú si mi Mamá Celestial quisiese aceptarme a Mí, Verbo Eterno, sin sus bienes y los actos que se necesitaban para poderme concebir? ¿Sería

esto verdadero amor, verdadera aceptación? Ciertamente que no. Así que tú quisieras mi Voluntad sin sus obras y sin los actos que a Ella convienen. Tú debes saber, a fin de que quites este espanto, que todo lo que te he dicho, esto es, este capital tan grande, ya está en ti, y después de que te he hecho tomar la práctica de darme la correspondencia de la gloria y del amor de toda la Creación, Redención y Santificación, haciéndote abrazar todo y a todos, y habiendo visto que el interés debido me venía con facilidad, ahora te he querido hacer conocer con más claridad el gran capital de mi Voluntad que te he confiado, a fin de que conozcas el gran bien que posees, y conociéndolo, puedo firmar la escritura del capital a ti confiado y al mismo tiempo dar por recibido el interés que me das. Si tú no lo conocieras no se podría hacer ni la escritura del capital, ni la recepción del interés, entonces, he aquí la necesidad de hacértelo conocer; y además, ¿por qué temes hasta quererme mandar a otra criatura? ¿No tienes tú en ti un amor que dice te amo por todos y por todo, un movimiento que me corresponde por el movimiento de todos y que todo lo que tú haces abraza a todos para darme como dentro de un solo abrazo los actos, las plegarias, la gloria, las reparaciones de todos? Si ya lo haces, ¿por qué temes?”
(7) Mientras estaba en esto veía en torno a mí a otras almas, y Jesús ha ido a ellas y parecía que las tocaba para ver si a su toque salía el movimiento de su Vida Divina, pero no salía nada. Entonces ha regresado a mí y tomándome la mano me la ha estrechado fuertemente, a su toque ha salido de mí una luz, y Jesús todo contento me ha dicho:
(8) “Esta luz es el movimiento de la Vida Divina en ti, he ido a las otras criaturas, como tú has visto, y no he encontrado mi movimiento, ¿entonces, cómo puedo confiarles el gran capital de mi Voluntad? Por eso te he elegido, y basta, sé atenta y no temas”.

+ + + +

19-23
Mayo 23, 1926

El Querer Divino es germen de vida, y donde entra produce la vida, la santidad. Así como la Virgen tuvo su tiempo, quien debe conseguir el Fiat Supremo tiene su tiempo.

(1) Estaba acompañando a mi dulce Jesús en su dolorosa agonía en el huerto, especialmente cuando se descargó sobre su Santísima Humanidad todo el peso de nuestras culpas, hasta hacerle verter viva sangre ¡Oh! cómo habría querido aligerarlo de penas tan desgarradoras. Y mientras lo compadecía me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad tiene el poder de dar muerte y de dar vida, y como mi Humanidad no conocía otra vida, sino la Vida de mi Voluntad Divina, conforme las culpas se ponían sobre Mí, así Ella me hacía sentir una muerte distinta por cada culpa. Mi Humanidad gemía bajo la pena de la muerte real que me daba mi Suprema Voluntad, pero esta Voluntad Divina, sobre aquella misma muerte que me daba hacía resurgir la nueva vida de gracia a las criaturas, así que sin importar cuán mala y pésima sea la criatura, si tiene la fortuna de hacer entrar en ella un acto de mi Voluntad, aunque sea en el mismo punto de la muerte, siendo Ella Vida, arroja el germen de la vida en el alma, así que poseyendo este germen de vida, hay mucho por qué esperar la salvación del alma, porque la potencia de mi Voluntad tendrá cuidado que este su acto de vida que ha entrado en el alma no perezca y se pueda convertir en muerte, porque mi Voluntad tiene el poder de dar muerte, pero Ella y todos sus actos son intangibles y no sujetos a ninguna muerte. Ahora, si un solo acto de mi Voluntad contiene el germen de la vida, ¿cuál no será la fortuna de quien no un solo acto, sino continuados actos de mi Voluntad abraza en su alma? Ésta no recibe sólo el germen, sino la plenitud de la vida y pone al seguro su santidad”.
(3) Después mi pobre mente se perdía en el Santo Querer Divino haciendo en Él mis acostumbrados actos, me parecía que todo era mío, y conforme giraba por todas las cosas

creadas para imprimir por todas partes mi “te amo”, mi adoración, mi gloria a mi Creador, así adquiría nuevos conocimientos de cuanto Dios ha hecho por la criatura y cuánto nos ha amado; la Voluntad Suprema parecía que se deleitaba en hacer conocer las nuevas sorpresas de su amor, a fin de que pudiese seguir sus actos para darme el derecho de poseer lo que ha salido de su Voluntad creadora, y mi pequeñez se perdía en sus inmensos bienes. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuando mi Mamá Reina vino a la luz del día, todos estaban vueltos hacia Ella, y como si tuviesen una sola mirada, todas las pupilas miraban a Aquélla que debía enjugar su llanto con llevarles la Vida del suspirado Redentor, toda la Creación estaba concentrada en Ella, sintiéndose honrada de obedecer a sus órdenes; la misma Divinidad era toda para Ella y toda atenta a Ella, para prepararla y formar en Ella, con gracias sorprendentes, el espacio donde el Verbo Eterno debía descender para tomar carne humana. Así que si en Nosotros no estuviese la virtud de que mientras obramos, tratamos con alguno, hablamos, mientras damos a una no omitimos a las otras, todos nos habrían dicho: ‘Déjanos a todos nosotros a un lado, piensa en esta Virgen, da, concentra todo en Ella, a fin de que haga venir a Aquél en el cual están puestas nuestras esperanzas, nuestra vida y todo nuestro bien’. Por eso se puede llamar a aquel tiempo en el cual vino a la luz del día la Soberana Reina, el tiempo de mi Mamá. Ahora, hija mía, se puede llamar tu tiempo, todos están vueltos hacia ti, escucho la voz de todos como si fuese una sola, que me ruegan, me apresuran a que mi Voluntad readquiera sus derechos divinos absolutos sobre de ti, a fin de que adquiriendo su total dominio, pueda verter en ti toda la plenitud de los bienes que había establecido dar si la criatura no se hubiera sustraído de su Voluntad. Así que todo el Cielo, la Celestial Mamá, los ángeles y santos, todos están vueltos hacia ti por el triunfo de mi Voluntad, porque su gloria en el Cielo no será completa si mi Voluntad no llega a tener su completo triunfo sobre la tierra, todo fue creado para el total cumplimiento de la Suprema Voluntad, y hasta en tanto que Cielo y tierra no regresen en este anillo del Eterno Querer, se sienten como a la mitad de sus obras, de su alegría y bienaventuranza, porque no habiendo encontrado el Divino Querer su pleno cumplimiento en la Creación, no puede dar lo que tenía establecido dar, esto es, la plenitud de sus bienes, de sus efectos, alegrías y felicidad que contiene. He aquí por qué todos suspiran, mi misma Voluntad es toda para ti y toda atenta a ti, no te niega nada de gracias, de luz y lo que se necesita para formar en ti el más grande de los prodigios, como es su cumplimiento y su total triunfo. ¿Que crees tú que sea más prodigio: Que una pequeña luz quede encerrada en el sol, o que el sol quede encerrado en la pequeña luz?”
(5) Y yo: “Ciertamente que sería más prodigioso que la pequeña luz encerrase en ella al sol, más bien me parece imposible que esto pueda suceder”.
(6) Y Jesús: “Lo que es imposible a la criatura, es posible para Dios. La pequeña luz es el alma y mi Voluntad es el sol, ahora, Ella debe dar tanto a la pequeña luz, para poder formar de ella un cerco y que mi Voluntad quede encerrada en este cerco, y como la naturaleza de la luz es de extender sus rayos dondequiera, mientras quedará triunfante en este cerco, extenderá sus rayos divinos para dar a todos la Vida de mi Voluntad, este es el prodigio de los prodigios que todo el Cielo suspira. Por eso da amplio campo a mi Voluntad, no te opongas en nada, a fin de que lo que fue establecido por Dios en la obra de la Creación tenga su cumplimiento”.

+ + + +

19-24
Mayo 27, 1926

El Querer Divino envuelve todo y a todos en la unidad de su luz. Cómo toda la Creación posee la unidad, y quien debe vivir en el

Querer Divino posee esta unidad.

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, y una luz inaccesible envolvía mi pequeño ser, y haciéndome como presentes todas las obras de mi Creador, yo tenía un “te amo” por cada cosa creada, un movimiento por cada movimiento, una adoración y un gracias de reconocimiento por toda la Creación; sin embargo comprendía que era la misma luz la que me suministraba aquel te amo por cada cosa, aquel movimiento, aquella adoración, yo sólo estaba en poder de la luz y ella me engrandecía, me empequeñecía y hacía de mi pequeñez lo que quería. Ahora, mientras me encontraba en este estado, yo estaba doliente porque no veía a mi dulce Jesús y pensaba entre mí: “Jesús me ha dejado, y en esta bendita luz yo no sé hacia dónde volver mis pasos para encontrarlo, porque no se ve ni dónde comienza ni dónde termina; ¡oh luz santa, hazme encontrar a Aquél que es toda mi vida, mi sumo Bien”! Pero mientras me desahogaba por el dolor de la privación de Jesús, todo bondad ha salido de dentro de mi interior, y todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes? Yo no te dejo, más bien es el Querer Supremo que me eclipsa en ti. La luz de mi Voluntad es interminable, infinita, no se encuentran sus confines, ni dónde comienza ni dónde termina, en cambio mi Humanidad tiene sus confines, sus límites, y por eso siendo mi Humanidad más pequeña que mi Eterna Voluntad, Yo quedo envuelto en Ella y como eclipsado, y mientras estoy contigo doy el campo de acción a mi Querer y gozo de su obrar divino en la pequeñez de tu alma, y preparo una nueva lección que darte para hacerte conocer siempre más las maravillas de mi Supremo Querer; por eso cuando nades en Él está segura de que estoy contigo, más bien hago contigo lo que haces tú, y para darle todo el campo de acción Yo estoy en ti como escondido, para gozarme sus frutos. Ahora, tú debes saber hija mía que la verdadera luz es inseparable; mira, también el sol que está en la atmósfera tiene esta prerrogativa y posee la unidad de la luz, tiene tan compactada a la luz en su esfera, que no pierde ni un átomo, y a pesar de que desciende a lo bajo llenando de luz toda la tierra, la luz no se divide jamás, es tan compacta en sí misma, unida, inseparable, que jamás pierde nada de su luz solar, tan es verdad, que expande sus rayos todos juntos haciendo huir por todas partes de la tierra a las tinieblas, y al retirar su luz retira todos sus rayos, no dejando ni siquiera las huellas de sus átomos. Si la luz del sol fuese divisible, desde hace mucho tiempo se hubiese empobrecido de luz y no tendría más la fuerza para iluminar a toda la tierra, y se podría decir: ‘luz dividida, tierra desolada’. Así que el sol puede cantar victoria y posee toda su fuerza y todos sus efectos en la unidad de su luz, y si la tierra recibe tantos admirables e innumerables efectos, de poderse llamar al sol vida de la tierra, todo esto sucede por la unidad de la luz que posee, que desde hace tantos siglos no ha perdido ni siquiera un átomo de luz de los que Dios le confió, y por esto es siempre triunfante, majestuoso y fijo, siempre estable en alabar en su luz el triunfo y la gloria de la luz eterna de su Creador. Ahora hija mía, el sol es el símbolo de mi Eterno Querer, y si este símbolo posee la unidad de la luz, mucho más mi Voluntad que no es símbolo, sino la realidad de la luz, y el sol se puede llamar la sombra de la luz inaccesible de mi Voluntad. Tú has visto su inmensidad, y que no sólo se ve un globo de luz como en el sol, sino una vastedad inmensa, la cual el ojo humano no puede llegar a ver ni dónde comienza ni dónde termina, sin embargo toda esta interminabilidad de luz es un acto solo del Eterno Querer. Está tan compacta toda esta luz increada, que se vuelve inseparable, indivisible, así que más que sol posee la unidad eterna, en la cual viene fundado el triunfo de Dios y de todas nuestras obras. Ahora, este triunfo de la unidad del Supremo Querer, el centro de su sede, de su trono, es el centro de la Trinidad Sacrosanta, de este centro divino parten sus rayos fulgidísimos e invisten toda la patria celestial, y todos los santos y ángeles están investidos por la unidad de mi Querer, y todos reciben los efectos innumerables, que raptándolos todos a sí, forma de ellos una sola unidad con la unidad suprema de mi Voluntad; estos rayos invisten toda la Creación y forman su unidad con el alma que vive en mi Voluntad.

Mira, la unidad de esta luz de mi Voluntad que está en el centro de las Tres Divinas Personas, está ya fijada en ti, así que una es la luz y el acto, una es la Voluntad. Ahora, mientras hagas tus actos en esta unidad, están ya incorporados a aquel acto solo del centro de las Tres Divinas Personas, y la Divinidad está ya contigo para hacer lo que haces tú; la Mamá Celestial, los santos y ángeles y toda la Creación, todos en coro repiten tu acto y sienten los efectos de la Voluntad Suprema. Mira, escucha el prodigio nunca visto de aquel acto solo que llena Cielo y tierra, y que la misma Trinidad, unificándose con la criatura, se pone como primer acto del acto de la criatura”.
(3) Mientras estaba en esto veía la luz eterna fijada en mí, y oía el coro de todo el Cielo y de toda la Creación en su mudo lenguaje, ¿pero quién puede decirlo todo, y lo que comprendía de la unidad de la luz del Supremo Querer? Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cada acto para ser bueno y santo, su principio debe venir de Dios, y he aquí que el alma que vive en mi Querer, en la unidad de esta luz, su adoración, su amor, su movimiento y todo lo que pueda hacer comienza en la Trinidad Divina, así que recibe el principio de sus actos de Dios mismo, y he aquí que su adoración, su amor, su movimiento, es la misma adoración que tienen entre Ellas las Tres Divinas Personas, y el mismo amor recíproco que reina entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; su movimiento es aquel movimiento eterno que jamás cesa y que da movimiento a todos. La unidad de esta luz pone todo en común, y lo que hace Dios hace el alma, y lo que hace el alma hace Dios, Dios por virtud propia, el alma en virtud de la unidad de la luz que la envuelve; por eso el prodigio del vivir en mi Querer es el prodigio de Dios mismo, es prodigio primario, todos los otros prodigios, todas las otras obras, aun buenas y santas, quedan eclipsadas, desaparecen delante a los actos hechos en la unidad de esta luz. Imagínate el sol, que en la unidad de su luz expande sus rayos invadiendo toda la tierra, y a las criaturas que pusieran de frente a la fulgurante luz del sol todas las luces que hay en lo bajo de la tierra, luz eléctrica, luces privadas, por cuantas quisieran poner su luz quedaría mezquina delante al sol, casi como si no existieran, y ninguno se serviría de todas aquellas luces para dar luz a su paso para caminar, a la mano para trabajar, al ojo para ver, sino que todos se servirían del sol y todas aquellas luces quedarían ociosas, sin hacer bien a ninguno. Así son todas las otras obras que no son hechas en la unidad de la luz de mi Querer, son las pequeñas luces delante al gran sol, que casi no se les presta atención; sin embargo aquellas luces que estando el sol no sirven para nada y no hacen ningún bien, desaparecido el sol adquieren su pequeño valor y hacen su pequeño bien, son luz en las tinieblas de la noche, sirven al obrar del hombre, pero jamás son sol, ni pueden hacer el gran bien que puede hacer el sol. El fin de la Creación era, que habiendo salido todas las cosas de dentro de la unidad de esta luz del Fiat Supremo, todas debían quedar en la unidad de Él, sólo la criatura no quiso conocer esta finalidad y salió de la unidad de la luz del sol de mi Querer, y se redujo a mendigar los efectos de esta luz, casi como tierra que mendiga del sol la vegetación y el desarrollo de la semilla que esconde en su seno. ¡Qué dolor hija mía, qué dolor, de rey reducirse a mendigo y mendigar de quien debía estar a su servicio!”
(5) Jesús todo afligido y doliente ha hecho silencio, y yo comprendía todo el dolor que lo traspasaba, sentía en mí su dolor que me penetraba hasta en las más íntimas fibras de mi alma, pero yo quería a cualquier costo aliviar a Jesús, y he regresado a mis acostumbrados actos en la unidad de su Querer, conociendo que Él pasa fácilmente del dolor a la alegría cuando mi pequeñez se sumerge en la luz inaccesible de su Voluntad. Entonces Jesús amaba junto conmigo y el amor ha mitigado su dolor y ha retomado la palabra:
(6) “Hija mía, ya que te estoy creciendo en mi Querer, ¡ah!, no quieras darme jamás este dolor tan traspasante de salir de la unidad de la luz del Fiat Supremo, prométeme, júrame que serás siempre la recién nacida de mi Voluntad”.
(7) Y yo: “Amor mío, consuélate, yo lo prometo, lo juro, y Tú debes prometerme de tenerme siempre en tus brazos y abismada en tu Querer, no debes dejarme jamás si

quieres que yo sea siempre, siempre la pequeña hija de tu Voluntad, pues yo tiemblo y temo de mí misma, mucho más, pues por cuanto más hablas de este Querer Supremo, tanto más siento que no soy buena para nada, y la nulidad de mi nada se hace sentir más”. Y Jesús suspirando ha agregado:
(8) “Hija mía, este sentir de más tu nada no se opone al vivir en mi Querer, más bien es un deber tuyo. Todas mis obras están formadas sobre la nada, y por eso el Todo puede hacer lo que quiere. Si el sol tuviera razón y se le preguntase: ‘¿Qué haces de bien?
¿Cuáles son tus efectos? ¿Cuánta luz y calor contienes?’ Respondería: ‘Yo no hago nada, sólo sé que la luz que Dios me dio está investida del Querer Supremo, y hago lo que quiere, me extiendo donde quiere y produzco los efectos que quiere, y mientras hago tanto, yo quedo siempre nada y todo lo hace el Querer Divino en mí’. Y así todas las otras obras mías, toda su gloria es quedar en la nada para dar todo el campo a mi Voluntad para hacerla obrar. Sólo el hombre quiso hacer sin la Voluntad de su Creador, quiso hacer obrar su nada, creyéndose bueno a cualquier cosa; y el Todo, sintiéndose pospuesto por la nada salió del hombre, el cual se redujo de superior a todos, a estar por debajo de todos, por eso haz que tu nada esté siempre en poder de mi Querer si quieres que la unidad de su luz obre en ti y llame a nueva vida la finalidad de la Creación”.

+ + + +

19-25
Mayo 31, 1926

Diferencia entre quien vive en el Querer Divino
y entre quien está resignado y sometido. La primera es sol, la otra es tierra que vive de los efectos de la luz.

(1) La luz del Divino Querer continúa envolviéndome, y mi pequeña inteligencia mientras nada en el mar inmenso de esta luz, apenas puede tomar alguna gota de luz y alguna pequeña llamita de las tantas verdades, conocimientos y felicidad que contiene este mar interminable del Eterno Querer, y muchas veces no encuentro las palabras adecuadas para poner en el papel aquel poco de luz, digo poco en comparación a lo tanto que dejo, porque mi pequeña y pobre inteligencia toma cuanto basta para llenarme, el resto debo dejarlo; sucede como a una persona que se arroja en el mar, ella queda toda bañada, el agua le corre por todas partes, hasta en las vísceras, pero saliendo del mar, ¿qué cosa lleva consigo de toda el agua del mar? Poquísimo, y casi nada en comparación del agua que permanece en el mar; y por haber estado en el mar, ¿puede tal vez decir cuánta agua contiene, cuántas especies de pescados y su cantidad que hay en el mar? Ciertamente que no, sin embargo sabrá decir aquél poco que ha visto del mar. Así es mi pobre alma. Entonces mi dulce Jesús, mientras me encontraba en esta luz ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, esta es la unidad de la luz de mi Voluntad, y a fin de que tú la ames siempre más y te confirmes mayormente en Ella, quiero hacerte conocer la gran diferencia que hay entre quien vive en mi Querer, en la unidad de esta luz, y entre quien se resigna y se somete a mi Voluntad, y para hacértelo comprender bien te daré una similitud en el sol que está en el cielo: El sol, estando en la bóveda de los cielos expande sus rayos sobre la superficie de la tierra; mira, entre la tierra y el sol hay una especie de acuerdo, el sol en tocar la tierra y la tierra en recibir la luz y el toque del sol. Ahora, la tierra con recibir el toque de la luz sometiéndose al sol, recibe los efectos que contiene la luz, y estos efectos cambian la faz de la tierra, la hacen reverdecer, la llenan de flores, se desarrollan las plantas, maduran los frutos y tantas otras maravillas que se ven sobre la faz de la tierra, producidas siempre por los efectos que contiene la luz solar. Pero el sol, con dar sus efectos no da su luz, más bien, celoso de ella conserva su unidad, y los efectos no son

duraderos, y por eso se ve la pobre tierra ahora florida, ahora toda despojada de flores, casi a cada estación se cambia, sufre continuas mutaciones; si el sol diese a la tierra efectos y luz, la tierra se cambiaría en sol y no tendría más necesidad de mendigar los efectos, porque conteniendo en sí la luz, llegaría a ser dueña de la fuente de los efectos que el sol contiene. Ahora, así es el alma que se resigna y se somete a mi Voluntad, vive de los efectos que hay en Ella, y no poseyendo la luz no posee la fuente de los efectos que hay en el Sol del Eterno Querer, y por eso se ven casi como tierra, ahora ricas de virtud, ahora pobres, y se cambian a cada circunstancia, mucho más que si no están siempre resignadas y sometidas a mi Voluntad, serían como tierra que no se quisiera hacer tocar por la luz del sol, porque si recibe los efectos es porque se hace tocar por su luz, de otra manera quedaría escuálida, sin producir ni un hilo de hierba. Así quedó Adán después del pecado, él perdió la unidad de la luz y por lo tanto la fuente de los bienes y efectos que el Sol de mi Voluntad contiene, no sentía más en sí mismo la plenitud del Sol Divino, no descubría más en él aquella unidad de la luz que su Creador le había fijado en el fondo de su alma, que comunicándole su semejanza hacía de él una copia fiel de Él. Antes de pecar, poseyendo la fuente de la unidad de la luz con su Creador, cada pequeño acto suyo era rayo de luz, que invadiendo toda la Creación iba a fijarse en el centro de su Creador, llevándole el amor y la correspondencia de todo lo que había sido hecho por Él en toda la Creación; era él el que armonizaba todo y formaba la nota de acuerdo entre el Cielo y la tierra, pero en cuanto se sustrajo de mi Voluntad, sus actos no fueron más como rayos que invadían Cielo y tierra, sino que se restringieron casi como plantas y flores en el pequeño cerco de su terreno, así que perdiendo la armonía con toda la Creación, se volvió la nota discordante de todo lo creado, ¡oh, cómo descendió en lo bajo y lloró amargamente la unidad de la luz perdida, que elevándolo sobre todas las cosas creadas hacía de Adán el pequeño dios de la tierra!
(3) Ahora hija mía, por lo que te he dicho puedes comprender que el vivir en mi Voluntad es poseer la fuente de la unidad de la luz de mi Voluntad, con toda la plenitud de los efectos que en Ella hay, así que surge en cada acto suyo la luz, el amor, la adoración, etc., que constituyéndose acto por cada acto, amor por cada amor, como luz solar invade todo, armoniza todo, concentra todo en sí y como refulgente rayo lleva a su Creador la correspondencia de todo lo que ha hecho por todas las criaturas y la verdadera nota de acuerdo entre el Cielo y la tierra. ¡Qué diferencia hay entre quien posee la fuente de los bienes que contiene el Sol de mi Voluntad, y entre quien vive de los efectos de Ella! Es la diferencia que existe entre el sol y la tierra; el sol posee siempre la plenitud de la luz y de los efectos, está siempre radiante y majestuoso en la bóveda del cielo, no tiene necesidad de la tierra, y mientras toca todo, él es intangible, no se deja tocar por ninguno, y si alguno tuviera la osadía de querer fijarlo, con su luz lo eclipsa, lo ciega y lo echa por tierra; en cambio la tierra tiene necesidad de todo, se hace tocar, despojar, y si no fuese por la luz del sol y sus efectos sería una tétrica prisión llena de escuálida miseria. Por eso no hay comparación posible entre quien vive en mi Voluntad y entre quien se somete a Ella. Así que la unidad de la luz la poseía Adán antes de pecar y no pudo recuperarla más estando en vida; de él sucedió como tierra que gira en torno al sol, que no estando fija, mientras gira se opone al sol y forma la noche. Ahora, para volverlo fijo de nuevo y poder así sostener la unidad de esta luz, se necesitaba un Reparador, y Éste debía ser superior a él, se necesitaba una fuerza divina para enderezarlo, he aquí la necesidad de la Redención.
(4) La unidad de esta luz la poseía mi Celestial Mamá y por eso más que sol puede dar luz a todos, y por eso entre Ella y la Majestad Suprema no hubo jamás noche ni sombra alguna, sino siempre pleno día, y por esto a cada instante esta unidad de la luz de mi Querer hacía correr en Ella toda la Vida Divina que le llevaba mares de luz, de alegrías, de felicidad, de conocimientos divinos, mares de belleza, de gloria, de amor, y Ella como en triunfo llevaba a su Creador todos estos mares como suyos, para atestiguarle su amor, su adoración, y para hacerlo enamorar de su belleza, y la Divinidad hacía correr otros nuevos mares más bellos. Ella poseía tanto amor, que como connatural podía amar por todos,

adorar y suplir por todos, sus pequeños actos hechos en la unidad de esta luz eran superiores a los más grandes actos y a todos los actos de todas las criaturas juntas, por eso a todos los sacrificios, las obras, el amor de todas las demás criaturas se les puede llamar pequeñas llamitas frente al sol, gotitas de agua frente al mar, en comparación de los actos de la Soberana Reina, y por eso Ella, en virtud de la unidad de esta luz del Supremo Querer, triunfó sobre todo y venció a su mismo Creador y lo hizo prisionero en su seno materno. ¡Ah, sólo la unidad de esta luz de mi Querer que poseía Aquélla que imperaba sobre todo, pudo formar este prodigio nunca antes sucedido, y que le suministraba los actos dignos de este Prisionero Divino!
(5) Adán, al perder esta unidad de la luz se trastornó y formó la noche, las debilidades, las pasiones, para él y para todas la generaciones. Esta Virgen excelsa, con no hacer jamás su voluntad, estuvo siempre derecha y de frente al Sol eterno, y por eso para Ella siempre fue día e hizo despuntar el día del sol de justicia para todas las generaciones; si esta Virgen Reina no hubiese hecho otra cosa que conservar en el fondo de su alma inmaculada la unidad de la luz del eterno Querer, habría bastado para darnos la gloria de todos, y la correspondencia del amor de toda la Creación. La Divinidad, por medio suyo, en virtud de mi Voluntad, se sintió regresar las alegrías y la felicidad que había establecido recibir por medio de la Creación, por eso Ella se puede llamar la Reina, la Madre, la Fundadora, la Base y Espejo de mi Voluntad, en el cual todos pueden mirarse para recibir de Ella la Vida de mi Voluntad”.
(6) Después de esto yo me sentía como empapada de esta luz y comprendía el gran prodigio del vivir en la unidad de esta luz del Querer Supremo, y mi dulce Jesús, regresando ha agregado:
(7) “Hija mía, Adán en el estado de inocencia y mi Mamá Celestial, poseían la unidad de la luz de mi Voluntad, no por virtud propia, sino por virtud comunicada por Dios, en cambio mi Humanidad la poseía por virtud propia, porque en Ella no sólo estaba la unidad de la luz del Supremo Querer, sino que también estaba el Verbo Eterno, y como Yo soy inseparable del Padre y del Espíritu Santo, sucedió la verdadera y perfecta bifurcación, que mientras permanecí en el Cielo descendí en el seno de mi Mamá, y siendo el Padre y el Espíritu Santo inseparables de Mí, también Ellos descendieron junto conmigo y al mismo tiempo quedaron en lo alto de los Cielos”.
(8) Ahora, mientras Jesús me decía esto, me ha venido la duda de si las Tres Divinas Personas habían sufrido las Tres, o bien sólo el Verbo, y Jesús ha retomado la palabra y me ha dicho:
(9) “Hija mía, el Padre y el Espíritu Santo, porque son inseparables de Mí, descendieron junto Conmigo, y Yo quedé con Ellos en los Cielos, pero el trabajo de satisfacer, de sufrir y de redimir al hombre fue tomado por Mí; Yo, Hijo del Padre, tomé el trabajo de reconciliar a Dios con el hombre. Nuestra Divinidad era intangible de poder sufrir la más mínima pena, fue mi Humanidad que unida con las Tres Divinas Personas en modo inseparable, la cual dándose en poder de la Divinidad sufría penas inauditas, satisfacía en modo divino, y como mi Humanidad no sólo poseía la plenitud de mi Voluntad como virtud propia, sino al mismo Verbo, y por consecuencia de la inseparabilidad, al Padre y al Espíritu Santo, por eso superó en modo más perfecto tanto a Adán inocente cuanto a mi misma Mamá, porque en ellos era gracia, en Mí era naturaleza; ellos debían tomar de Dios la luz, la gracia, la potencia, la belleza; en Mí estaba la fuente de donde surgía luz, belleza, gracia, etc., así que era tanta la diferencia entre Mí que era naturaleza, y entre mi misma Mamá en que era gracia, que Ella quedaba eclipsada delante a mi Humanidad. Por eso hija mía sé atenta, tu Jesús tiene la fuente que surge y tiene siempre qué darte, y tú siempre qué tomar, por cuanto pueda decirte acerca de mi Voluntad, siempre tengo más qué decirte, y no te bastará ni la corta vida del exilio, ni toda la eternidad para hacerte conocer la larga historia de mi Suprema Voluntad, ni para numerarte los grandes prodigios que hay en Ella”.

+ + + +


19-26
Junio 6, 1926

Jesús quiere nuestro enlace en todo lo que ha hecho. Así como Dios estableció la época y el tiempo de la Redención, así es para el Reino de su Voluntad. La Redención es medio y ayuda para el hombre, la Voluntad Divina es principio y fin del hombre.

(1) Estaba según mi costumbre haciendo mis actos en la Voluntad Suprema, y trataba de encontrar todo lo que hizo mi Jesús, mi Mamá Celestial, la Creación y todas las criaturas, ahora mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ayudaba a hacerme presente todos sus actos que yo omitía buscar, no teniendo la capacidad para ello, y Jesús todo bondad me hacía presente su acto diciéndome:
(2) “Hija mía, en mi Voluntad todos mis actos están presentes, como alineados entre ellos. Mira, aquí están todos los actos de mi infancia, están mis lágrimas, mis gemidos, está también cuando de pequeño niño, pasando por los campos cogía las flores, ven a poner tu ‘te amo’ sobre las flores que tomo y sobre mis manos que se extienden para tomarlas, en aquellas flores era a ti a quien miraba, era a ti a quien tomaba como pequeña florecita de mi Voluntad, ¿no quieres tú entonces hacerme compañía en todos mis actos infantiles con tu amor y con entretenerte Conmigo en estos actos inocentes? Después está cuando de pequeño niño, cansado de llorar por las almas tomaba un brevísimo sueño, pero antes de cerrar los ojos te quería a ti para reconciliar el sueño, quería verte besar mis lágrimas al imprimir tu ‘te amo’ en cada lágrima, y con el arrullo de tu ‘te amo’ me hagas cerrar los ojos al sueño, pero mientras duermo no me dejes solo, sino espérame a que me despierte, a fin de que igual que al cerrar mis ojos al sueño, así al abrirlos me despierte en tu ‘te amo’.
(3) Hija mía, estaba establecido para quien debía vivir en mi Querer que fuera inseparable de Mí, y a pesar de que tú entonces no existías, mi Voluntad te hacía presente y me daba tu compañía, tus actos, tu ’te amo’; ¿y sabes tú qué significa un ‘te amo’ en mi Voluntad? Ese ‘te amo’ encierra una felicidad eterna, un amor divino, y para mi infantil edad era bastante para hacerme feliz y para formar en torno a Mí un mar de alegría, bastante para hacerme poner a un lado todas las amarguras que me daban las criaturas. Si tú no sigues todos mis actos habrá un vacío de tus actos en mi Voluntad, y Yo quedaré aislado sin tu compañía, quiero tu enlace a todo lo que he hecho, porque siendo una la Voluntad que nos une, por consecuencia uno debe ser el acto. Pero sígueme aún, mírame aquí, cuando en mi infantil edad de dos o tres años Yo me apartaba de mi Mamá, y de rodillas con los bracitos abiertos en forma de cruz rogaba a mi Celestial Padre para que tuviese piedad del género humano, y en mis bracitos abiertos abrazaba a todas las generaciones; mi posición era desgarradora, tan pequeño, de rodillas con los bracitos abiertos, llorar, rogar, mi Mamá no habría podido resistir el verme, su amor materno que tanto me amaba la habría hecho sucumbir, por eso ven tú que no tienes el amor de mi Mamá, ven a sostenerme los bracitos, a enjugarme las lágrimas, pon un ‘te amo’ sobre aquel terreno donde apoyaba mis pequeñas rodillas, a fin de que no me sea tan duro, y después arrójate en mis bracitos a fin de que te ofrezca a mi Celestial Padre como hija de mi Voluntad. Desde entonces yo te llamaba, y cuando me veía solo, abandonado por todos, Yo decía entre Mí: ‘Si todos me dejan, la recién nacida de mi Voluntad no me dejará jamás solo’. Porque el aislamiento me es demasiado duro, y por eso mis actos esperan a los tuyos, y tu compañía”.
(4) ¿Pero quién puede decir todo lo que mi dulce Jesús me hacía presente de todos los actos de su Vida? Si yo quisiera decirlos todos me extendería demasiado, debería llenar volúmenes enteros, por eso mejor aquí pongo punto…

(5) Después de esto estaba diciendo a mi amable Jesús: “Amor mío, si tanto amas el que tu Santísima Voluntad sea conocida y que reine con su pleno dominio en medio de las criaturas, ¿por qué cuando viniste a la tierra, unido con tu Mamá Celestial, que así como obtuvo al suspirado Redentor así podía obtener el suspirado Fiat, no formaste unido a la Redención el cumplimiento de tu Santísima Voluntad? Vuestra presencia visible habría ayudado, facilitando en modo admirable el reino de la Suprema Voluntad sobre la tierra; en cambio hacerlo por medio de esta pobre, mezquina e incapaz criatura, me parece como si no debiese tener toda la gloria y el total triunfo”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, todo estaba establecido, la época y el tiempo, tanto de la Redención como aquél de hacer conocer mi Voluntad en la tierra a fin de que reinase en ella. Estaba establecido que mi Redención debía servir como medio de ayuda, Ella no había sido el principio del hombre, sino que surgió como medio después de que el hombre se alejó de su principio; en cambio mi Voluntad fue el principio del hombre y el fin en el cual debe encerrarse; todas las cosas tienen su principio en mi Voluntad y todo debe regresar en Ella, y si no todas en el tiempo, en la eternidad ninguno le podrá huir, por eso, también por esta razón, el primado es siempre de mi Voluntad. Para formar la Redención Yo tenía necesidad de una Madre Virgen, concebida sin la sombra de la mancha original, porque debiendo tomar carne humana, era decoroso para Mí, Verbo Eterno, que no tomase una sangre infectada para formar mi Santísima Humanidad. Ahora, para hacer conocer mi Voluntad, para que reinara, no era necesario que Yo hiciera una segunda madre según el orden natural, más bien necesito una segunda madre en el orden de la gracia, porque para hacer que reine mi Voluntad no tengo necesidad de otra Humanidad, sino de dar tal conocimiento de Ella, que atraídos por sus prodigios, por su belleza y santidad y por el bien grandísimo que le viene a la criatura, puedan con todo amor someterse a su dominio, y por eso, eligiéndote para la misión de mi Querer, según el orden natural te he tomado de la estirpe común, pero por el decoro de mi Voluntad, según el orden de la gracia, debía elevarte tanto, de no quedar en tu alma ninguna sombra contaminada por la cual mi Voluntad pudiera sentir renuencia de reinar en ti. Así como se necesitaba la sangre pura de la Inmaculada Virgen para formar mi Humanidad, para poder redimir al hombre, así se necesitaba la pureza, el candor, la santidad, la belleza de tu alma para poder formar en ti la Vida de mi Voluntad. Y así como al formar mi Humanidad en el seno de mi Mamá, esta Humanidad se dio a todos, se entiende a aquellos que me quieren, como medio de salvación, de luz, de santidad, así esta Vida de mi Voluntad formada en ti se dará a todos para hacerse conocer y tomar su dominio. Si hubiese querido liberarte de la mancha de origen, como a mi Celestial Mamá, para hacer que mi Voluntad tomase vida en ti, ninguno hubiera pensado en que mi Querer reinase en ellos, habrían dicho: ‘Se necesita ser una segunda Madre de Jesús, tener sus privilegios para hacer reinar la Vida de la Voluntad Suprema en nosotros’. En cambio con conocer que eres de la estirpe de ellos, concebida como ellos, queriéndolo, podrán también ellos, ayudándose con su buen querer, conocer la Voluntad Suprema, lo que deben hacer para hacerla reinar en ellos, el bien que les viene, la felicidad terrestre y celeste preparada en modo distinto para aquellos que harán reinar a mi Voluntad. Mi Redención debía servir para plantar el árbol de mi Voluntad, el cual regado con mi sangre, cultivado y trabajado con mis sudores y penas inauditas, abonado con los Sacramentos, debía primero hacer desarrollar el árbol, después florecer, y al final hacer madurar los frutos celestiales de mi Voluntad. Pero para hacer madurar estos frutos preciosos no bastaba el curso de mis treinta y tres años, ni las criaturas estaban preparadas, dispuestas para tomar un alimento tan delicado que daba todo el Cielo. Por eso me contenté con plantar el árbol, dejando todos los medios posibles para hacerlo crecer bello y gigantesco, y a tiempo oportuno, cuando los frutos están por madurar, a fin de que sean cortados, te he escogido a ti en modo todo especial para hacerte conocer el bien que contiene, y cómo quiero levantar de nuevo a la criatura a su origen, y que poniendo a un lado su voluntad, causa por la que descendió de su estado feliz, comerá de

estos frutos preciosos, los cuales le darán tanto gusto, que servirán para quitarle toda la infección de las pasiones y del propio querer, y restituirle el dominio a mi Voluntad. Ella, abrazando todo dentro de un solo abrazo, unirá todo junto, Creación, Redención y cumplimiento del fin por el cual todas las cosas fueron creadas, esto es, que mi Voluntad sea conocida, amada y cumplida como en el Cielo así en la tierra”.
(7) Y yo: “Jesús, amor mío, por cuanto más dices, tanto más siento el peso de mi pequeñez, y temo que pueda servir de obstáculo al reino de tu Voluntad sobre la tierra.
¡Oh, si Tú y mi Mamá lo hubiesen hecho directamente estando en la tierra, tu Querer habría tenido su pleno efecto!” Y Jesús interrumpiéndome ha agregado:
(8) “Hija mía, nuestro trabajo fue plenamente cumplido, tú sé atenta a cumplir el tuyo. Esto es trabajo tuyo, mucho más que Yo y la Soberana Reina somos intangibles de las penas, estamos en estado de impasibilidad y de gloria completa, y por eso las penas no pueden tener más qué hacer con Nosotros; tú en cambio tienes las penas en tu ayuda para impetrar el Fiat Supremo, nuevos conocimientos, nuevas gracias, y Yo a pesar de que estoy en el Cielo, estaré escondido en ti para formar el Reino a mi Voluntad. Mi potencia es siempre la misma, y aun estando en el Cielo puedo hacer lo que habría hecho estando visible sobre la tierra; cuando Yo quiero y la criatura se presta dándose toda en poder de mi Querer, Yo la invisto y le hago hacer lo que debería hacer Yo mismo. Por eso sé atenta y pon atención a tu trabajo”.

+ + + +

19-27
Junio 15, 1926

Así cómo el conocimiento dio vida a los frutos de la Redención, así dará vida a los frutos de la Divina Voluntad.

(1) Me sentía toda llena de defectos, especialmente por la gran repugnancia que siento cuando se trata de escribir las cosas íntimas entre Nuestro Señor y yo, es tanto el peso que siento, que no sé qué haría para no hacerlo, pero como la obediencia de quien está sobre mí se impone, yo quisiera oponerme, quisiera decir mis razones para no hacerlo, pero termino siempre cediendo. Ahora, habiendo pasado una oposición similar me sentía llena de defectos y toda mala, por eso al venir el bendito Jesús le he dicho:
(2) “Jesús, vida mía, ten piedad de mí, mírame cómo estoy llena de defectos y cuánta maldad hay en mí”.
(3) Y Él todo bondad y ternura me ha dicho:
(4) “Hija mía, no temas, Yo te vigilo y estoy a la custodia de tu alma, a fin de que el pecado, aun mínimo, no entre en tu alma, y donde tú u otros ven defectos y maldad en ti, Yo no la encuentro, más bien veo que tu nada siente el peso del Todo, porque por cuanto más te elevo íntimamente a Mí y te hago conocer lo que quiere hacer el Todo de tu nada, tanto más sientes tu nulidad, y casi espantada, aplastada bajo el Todo quisieras no manifestar nada y mucho menos poner sobre el papel lo que el Todo quiere hacer de esta nada, mucho más que por cuanta renuencia tú sientes, Yo venzo siempre y te hago hacer lo que quiero. Esto le sucedió también a mi Mamá Celestial cuando le fue dicho: ‘Te saludo María, llena de gracia, Tú concebirás al Hijo de Dios’. Ella al oír esto se espantó, tembló y dijo: ‘¿Cómo puede suceder esto?’ Pero terminó diciendo: ‘Fiat Mihi Secundum Verbum Tuum’. Ella sintió todo el peso del Todo sobre su nada y naturalmente se espantó. Así que cuando te manifiesto lo que quiero hacer de ti, tu nada se espanta; veo repetir el espanto de la Soberana Reina, y Yo, compadeciéndote, levanto tu nada, la refuerzo a fin de que pueda resistir para sostener al Todo. Por eso no pienses en esto, sino piensa más bien en hacer obrar al Todo en ti”.

(5) Después estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, abrazando todo y a todos para poder llevar a mi Creador los actos de todos como un acto solo; ahora, mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y abrazando todo junto conmigo, se unía conmigo haciendo lo que hacía yo, y después todo amor me ha dicho:
(6) “Hija mía, amo tanto los actos hechos en mi Querer, que Yo mismo tomo el empeño de custodiarlos en la unidad de mi luz suprema, de modo de volverlos inseparables de Mí y de mis mismos actos. Si tú supieras cómo soy celoso de estos actos, cómo me glorifican en modo todo divino, se puede decir que cada uno de estos actos es una nueva fiesta que se inicia en toda la Creación y en toda la Patria Celestial; dondequiera que se encuentra mi Voluntad, estos actos, corriendo en Ella como rayos de luz, llevan nuevas alegrías, fiestas y felicidad, estos actos son las alegrías, la fiesta y la felicidad que forma la criatura en la Voluntad de su Creador, ¿y te parece poco que la criatura pueda formar y llevar la fiesta, la alegría, la felicidad a su Creador, y por todas partes donde reina nuestra Voluntad? Esto sucedió a mi Mamá Reina, Ella, porque obró siempre en la unidad de la luz del Querer Supremo, todos sus actos, el oficio de Madre, los derechos de Reina, quedaron inseparables de su Creador, tan es verdad, que la Divinidad cuando hace salir fuera los actos de la bienaventuranza para hacer feliz a toda la Patria Celestial, hace salir junto todos los actos de la Mamá Celestial, así que todos los santos se sienten investidos no sólo de nuestras alegrías y bienaventuranzas, sino que quedan también investidos por el amor materno de la Madre de ellos, de la gloria de su Reina y de todos sus actos convertidos en alegrías para toda la Celestial Jerusalén, así que todas las fibras de su corazón materno aman con amor de madre a todos los hijos de la Patria Celestial, y los hace partícipes en todas las alegrías de Madre y la gloria de Reina. Así que Ella fue Madre de amor y de dolor en la tierra para sus hijos, que le costaron tanto, cuanto le costó la Vida de su Hijo Dios, y en virtud de la unidad de la luz del Querer Supremo que poseía, sus actos permanecieron inseparables de los nuestros; es Madre de amor en el Cielo, de alegrías y de gloria para todos sus hijos celestiales, así que todos los santos tienen un amor mayor, gloria y alegrías de más por virtud de su Madre y Soberana Reina. Por eso, amo tanto a quien vive en mi Voluntad que Yo me abajo hasta ella para hacer junto con ella lo que ella hace, para elevarla hasta el seno del Eterno, para hacer uno su acto con su Creador”.
(7) Después de esto me he quedado pensando en la bendita Voluntad de Dios, y muchas cosas giraban en mi mente, que no es necesario decirlas, y mi dulce Jesús, regresando ha agregado:
(8) “Hija mía, el triunfo de mi Voluntad está unido con la Creación y con la Redención, se puede llamar triunfo único; y así como una mujer fue la causa de la ruina del hombre, después de cuatro mil años una Virgen mujer fue la causa de que, haciendo nacer de Ella mi Humanidad unida al Verbo Eterno, dio el remedio a la ruina del hombre caído. Ahora el remedio del hombre está formado, ¿y sólo mi Voluntad debe quedar sin su pleno cumplimiento, mientras que Ella tiene su acto primero tanto en la Creación como en la Redención? He aquí el por qué después de otros dos mil años hemos escogido otra virgen como triunfo y cumplimiento de nuestra Voluntad. Así que nuestra Voluntad, formando su Reino en tu alma y haciéndose conocer, con este conocimiento te ha dado la mano para elevarte a vivir en la unidad de su luz, de modo de formar tu vida en Ella y que Ella forme su Vida en ti, y habiendo formado en ti su dominio, forma la conexión para comunicar su dominio a las otras criaturas; y así como al descender el Verbo en el seno de la Inmaculada Virgen no permaneció sólo para Ella, sino que formé la conexión de comunicación para las criaturas y me di a todas y para remedio de todas; así sucederá de ti, porque con el haber formado en ti su Reino, mi Supremo Querer forma las comunicaciones para hacerse conocer a las criaturas; todo lo que te he dicho sobre de Él, los conocimientos que te he dado, el modo y el cómo del vivir en mi Querer, el hacerte conocer cómo quiere, suspira que el hombre regrese en sus brazos, que vuelva a entrar en

su principio del Querer Eterno de donde salió, todo son vías de comunicación, vínculos de unión, transmisión de luz, vientecillo para hacerles respirar el aire de mi Voluntad, y por lo tanto desinfectar el aire de la voluntad humana, y viento impetuoso para apoderarse y desarraigar las voluntades más rebeldes. Cada conocimiento que te he dado sobre mi Voluntad contiene una potencia creadora, y el todo está en poner fuera estos conocimientos, que la potencia que contienen sabrá hacer brecha en los corazones para someterlos a su dominio. ¿No sucedió tal vez lo mismo en la Redención? Hasta en tanto que estuve con mi Mamá en mi Vida escondida de Nazaret, todo callaba en torno a Mí, si bien este escondimiento mío junto con la Celestial Reina sirvió admirablemente para formar la sustancia de la Redención, y poderme anunciar que ya estaba en medio a ellos; pero los frutos de Ella, ¿cuándo se comunicaron en medio de los pueblos? Cuando salí en público, me hice conocer, les hablé con la Potencia de mi palabra creadora, y conforme todo lo que Yo hice y dije se divulgó y se divulga todavía ahora en medio de los pueblos, así los frutos de la Redención tuvieron y tienen sus efectos. Ciertamente hija mía, si ninguno hubiese conocido que Yo vine a la tierra, la Redención habría sido una cosa muerta para las criaturas y sin efectos; así que el conocimiento ha dado la vida a los frutos de Ella. Así será de mi Voluntad, el conocimiento dará la vida a los frutos de mi Voluntad y por eso he querido renovar lo que hice en la Redención, escoger otra virgen, estarme con ella escondido por cuarenta años y más, apartándola de todos como dentro de una nueva Nazaret para estar libre con ella y decirle toda la historia, los prodigios, los bienes que hay en mi Voluntad y así poder formar en ti la Vida de mi Voluntad. Y así como junto conmigo y mi Mamá escogí a San José junto con Nosotros, como nuestro cooperador, tutor y vigilante centinela de Mí y de la Soberana Reina, así he puesto cerca de ti la vigilante asistencia de mis ministros como cooperadores, tutores y depositarios de los conocimientos, bienes y prodigios que hay en mi Voluntad, y como Ella quiere establecer su reino en medio de los pueblos, quiero por medio tuyo deponer en mis ministros esta doctrina celestial, como a nuevos apóstoles, a fin de que primero forme con ellos el anillo de conjunción con mi Voluntad, y después la transmitan en medio a los pueblos. Si esto no fuera, o no debiera ser, no habría insistido tanto en hacerte escribir, ni habría permitido la venida diaria del sacerdote, sino que habría dejado todo mi obrar entre tú y Yo. Por eso sé atenta y déjame libre en ti de hacer lo que quiero”.
(9) Ahora, ¿quién puede decir cómo he quedado confundida con este hablar de Jesús? He quedado muda y desde el fondo de mi corazón repetía: “Fiat, Fiat, Fiat”.

+ + + +

19-28
Junio 20, 1926

Ecce Homo. Jesús sintió tantas muertes por cuantos gritaron crucifícalo. Quien vive en la Divina Voluntad toma el fruto de las penas de Jesús. El ideal de Jesús en la Creación era el reino de su Voluntad en el alma.

(1) Después de haber pasado días amarguísimos por la privación de mi dulce Jesús, me sentía que no podía más, yo gemía bajo una prensa que me trituraba alma y cuerpo y suspiraba por mi patria celestial, donde ni siquiera por un instante habría quedado privada de Aquél que es toda mi vida y mi sumo y único bien. Luego, cuando me he reducido a los extremos sin Jesús, me he sentido llenar toda de Él, de modo que yo quedaba como un velo que lo cubría, y como estaba pensando y acompañándolo en las penas de su Pasión, especialmente en el momento cuando Pilatos lo mostró al pueblo diciendo: “Ecce Homo”, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando Pilatos dijo ‘Ecce Homo’, todos gritaron: ‘Crucifícalo, crucifícalo, lo queremos muerto’. También mi mismo Padre Celestial y mi inseparable y traspasada

Mamá, y no sólo aquellos que estaban presentes sino todos los ausentes y todas las generaciones pasadas y futuras, y si alguno no lo dijo con la palabra, lo dijo con las acciones, porque no hubo uno solo que dijera que me querían vivo, y el callar es confirmar lo que quieren los demás. Este grito de muerte de todos fue para Mí dolorosísimo, Yo sentía tantas muertes por cuantas personas gritaron crucifícalo, me sentí como ahogado de penas y de muerte, mucho más que veía que cada una de mis muertes no llevaba a cada uno la vida, y aquellos que recibían la vida por causa de mi muerte no recibían todo el fruto completo de mi pasión y muerte. Fue tanto mi dolor, que mi Humanidad gimiente estaba por sucumbir y dar el último respiro, pero mientras moría, mi Voluntad Suprema con su Omnividencia hizo presentes a mi Humanidad muriente a todos aquellos que habrían hecho reinar en ellos, con dominio absoluto al Eterno Querer, los cuales tomarían el fruto completo de mi Pasión y muerte, entre los cuales estaba, a la cabeza, mi amada Madre, Ella tomó todo el depósito de todos mis bienes y de los frutos que hay en mi Vida, Pasión y Muerte, ni siquiera un respiro mío perdió y del cual no custodiase el precioso fruto, y de Ella debían ser transmitidos a la pequeña recién nacida de mi Voluntad y a todos aquellos en los cuales el Supremo Querer habría tenido su Vida y su Reino. Cuando mi Humanidad expirante vio puesto a salvo y asegurado el fruto completo de mi Vida, Pasión y Muerte, pudo reemprender y continuar el curso de la dolorosa Pasión. Así que es sólo mi Voluntad la que lleva toda la plenitud de mis bienes y el fruto completo que hay en la Creación, Redención y Santificación. Donde Ella reina, nuestras obras están todas llenas de vida, ninguna cosa está a la mitad o incompleta, en cambio donde Ella no reina, aunque hubiera alguna virtud, todo es miseria, todo es incompleto, y si producen algún fruto es amargo y sin maduración, y si toman los frutos de mi Redención los toman con medida y sin abundancia, y por eso crecen débiles, enfermos y febriles, y por eso si hacen algún poco de bien, lo hacen a duras penas y se sienten aplastar bajo el peso de aquel poco de bien que hacen; en cambio mi Voluntad vacía la voluntad humana y pone en ese vacío la fuerza divina y la vida del bien, y por eso quien la hace reinar en ella hace el bien sin cansancio, y la Vida que contiene la lleva a obrar el bien con una fuerza irresistible, así que mi Humanidad encontró la vida en mi Pasión y Muerte y en quien debía reinar mi Voluntad, y por eso la Creación y la Redención estarán siempre incompletas, hasta en tanto que mi Voluntad no tenga su Reino en la almas”.
(3) Después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, y mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior seguía con su mirada todo lo que yo hacía, y como veía que todos mis actos se fundían con los suyos, y en virtud del Querer Supremo hacían el mismo camino de sus actos y repetían el mismo bien y la misma gloria a nuestro Padre Celestial, tomado por un énfasis de amor me ha estrechado a su corazón y me ha dicho:
(4) “Hija mía, si bien eres pequeña y recién nacida en mi Voluntad y vives en el reino de mi Querer, tu pequeñez es mi triunfo, y cuando te veo obrar en Él Yo me encuentro en el Reino de mi Voluntad como un rey que ha sostenido una larga guerra, y como su ideal era la victoria, al verse victorioso se siente aliviado de la sangrienta batalla, de las fatigas sufridas y de las heridas aun impresas en su persona, y su triunfo viene formado al verse circundado de las conquistas que ha hecho. El rey quiere mirar todo, su mirada quiere recrearse en el Reino conquistado, y triunfante sonríe y hace fiesta. Así soy Yo, mi ideal en la Creación era el Reino de mi Voluntad en el alma de la criatura; mi primer fin era el de hacer del hombre otras tantas imágenes de la Trinidad Divina en virtud del cumplimiento de mi Voluntad sobre de él, pero en cuanto el hombre se sustrajo de Ella Yo perdí mi Reino en él, y durante seis mil años he debido sostener una larga batalla, pero por cuan larga no he dejado aparte mi ideal ni mi primera finalidad, ni la dejaré, y si vine en la Redención, vine para realizar mi ideal y mi primera finalidad, esto es, el Reino de mi Voluntad en las almas, tan es verdad, que para venir formé mi primer Reino del Querer Supremo en el corazón de mi Mamá Inmaculada, fuera de mi Reino jamás habría venido a la tierra; así que sufrí cansancio y penas, quedé herido y finalmente asesinado, pero el Reino de mi Voluntad no

fue realizado, arrojé los fundamentos, hice los preparativos, pero la batalla sangrienta entre la voluntad humana y la Divina ha continuado aún. Ahora mi pequeña hija, cuando te veo obrar en el Reino de mi Voluntad, y conforme obras, el Reino de Ella se establece siempre más en ti, Yo me siento victorioso de mi larga batalla y todo toma la actitud en torno a Mí de triunfo y fiesta, mis penas, mis cansancios, las heridas, me sonríen y mi misma muerte me da nuevamente la Vida de mi Voluntad en ti. Así que Yo me siento victorioso de la Creación, de la Redención, mas bien, Ellas sirven para formar los largos giros a la recién nacida de mi Voluntad, los rápidos vuelos, los interminables paseos en el Reino de mi Voluntad, y Yo por eso la llevo como triunfo, y haciéndome feliz sigo con mi mirada todos los pasos y actos de mi pequeña hija. Mira, todos tienen su ideal y cuando lo realizan, entonces están contentos, aun el pequeño niño tiene su ideal de asirse al pecho de la mamá, y mientras llora y solloza, con sólo que la mamá le abra el seno, el niño cesa de llorar, sonríe y lanzándose se pega al pecho de la mamá y victorioso chupa, chupa hasta saciarse, y mientras chupa, triunfante toma su dulce sueño; tal soy Yo, después de largo llanto, cuando veo el seno del alma que me abre las puertas para dar lugar al Reino de la Voluntad Suprema, mis lágrimas se detienen y lanzándome a su seno me pego a ella, y chupando su amor y los frutos del Reino de mi Querer tomo mi dulce sueño, y victorioso me reposo. Hasta el pequeño pajarito, su ideal es la semilla, y cuando la ve agita las alas, corre, se precipita sobre la semilla y victorioso la engulle y triunfante reemprende su vuelo; tal soy Yo, vuelo y revuelo, giro y vuelvo a girar para formar el Reino de mi Voluntad en el alma, a fin de que ella me forme la semilla para alimentarme, porque Yo no tomo otro alimento sino el que es formado en mi Reino, y cuando veo esta semilla celestial, más que pajarillo vuelo para hacer de ella mi alimento. Así que el todo está en el cumplir cada uno su ideal que se ha prefijado, he aquí por qué cuando te veo obrar en el Reino de mi Voluntad veo mi ideal realizado y me siento correspondido por la obra de la Creación y de la Redención y el triunfo de mi Voluntad establecido en ti. Por eso sé atenta y haz que la victoria de tu Jesús sea en ti permanente”.
(5) Después de esto mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y todo ternura me ha dicho:
(6) “Hija mía, dime, ¿y tu ideal, tu finalidad, cuál es?”
(7) Y yo: “Amor mío, Jesús, mi ideal es cumplir tu Voluntad, y toda mi finalidad es de llegar a que ningún pensamiento, palabra, latido y obra, jamás salgan fuera del Reino de tu Suprema Voluntad, más bien, que en Ella sean concebidos, nutridos, crecidos y formen su vida, y si es necesario, aun su muerte, si bien sé que en tu Querer ningún acto muere, sino que nacidos una vez viven eternamente, así que es el reino de tu Querer en mi pobre alma lo que suspiro, y esto es todo mi ideal y mi primer y último fin”. Y Jesús, todo amor y haciendo fiesta ha agregado:
(8) “Hija mía, así que mi ideal y el tuyo son uno mismo, y por lo tanto única nuestra finalidad, ¡bravo, bravo a la hija de mi Voluntad! Y como tu ideal y el mío son uno solo, también tú has sostenido la batalla de largos años para conquistar el Reino de mi Voluntad, has debido soportar penas, privaciones y has estado hasta prisionera en tu habitación, atada a tu pequeño lecho para conquistar aquel Reino tan querido y suspirado por Mí y por ti; a los dos nos ha costado mucho y ahora somos los dos triunfadores y conquistadores, así que también tú eres la pequeña reinita en el Reino de mi Voluntad, y si bien pequeña eres siempre reina, porque eres la hija del gran Rey, de nuestro Padre Celestial; por eso, como conquistadora de tan gran Reino toma posesión de toda la Creación, de toda la Redención y de todo el Cielo, todo es tuyo, porque dondequiera que reina mi Voluntad íntegra y permanente, se extienden tus derechos de posesión, todos te esperan para darte los honores que convienen a tu victoria.
(9) También eres la pequeña niña que tanto has llorado y suspirado a tu Jesús, y no apenas me has visto, tus lágrimas han cesado y lanzándote en mi seno te has pegado a mi pecho y victoriosa has chupado mi Voluntad y mi amor, y como en triunfo has tomado reposo en mis mismos brazos, y Yo te arrullaba para que fuese más largo tu sueño y así

poderme gozar a mi recién nacida en mis mismos brazos, y triunfante extendía en ti el Reino de mi Voluntad. También eres la pequeña palomita que has girado y vuelto a girar en torno a Mí, y conforme Yo te hablaba de mi Querer, te manifestaba los conocimientos de Él, sus bienes y sus prodigios y hasta su dolor, tú agitabas las alas y precipitándote sobre las tantas semillas que Yo te ponía delante, tú las engullías y triunfante reemprendías tu vuelo en torno a Mí, esperando otras semillas de mi Querer que Yo te pusiera delante, y tú, comiéndolas, te nutrías y victoriosa reemprendías tu vuelo manifestando el reino de mi Voluntad. Así que mis prerrogativas son las tuyas, mi Reino y el tuyo es uno sólo, hemos sufrido juntos, es justo que juntos gocemos nuestras conquistas”.
(10) Yo he quedado sorprendida al oír esto y pensaba entre mí: “¿Pero será realmente verdad que en mi pobre alma esté este Reino de la Voluntad Suprema?” Y me sentía toda confundida, y si esto lo he escrito, lo he escrito por obedecer, pero mientras escribo Jesús me ha sorprendido, y saliendo de dentro de mi interior ha puesto sus brazos alrededor de mi cuello, estrechándome fuerte, fuerte, tanto que no he podido escribir más, porque mi pobre cabeza no estaba más en mí, pero Jesús pronto ha desaparecido y yo reemprendo la escritura. Después, mientras yo temía Jesús me ha dicho:
(11) “Hija mía, mi Mamá Celestial pudo darme a los demás porque me concibió en Si misma, me creció y me nutrió. Ninguno puede dar lo que no tiene, y si me dio a los demás era porque me poseía. Ahora, jamás te habría dicho tanto sobre mi Querer si no quisiera formar en ti su Reino, ni tú lo habrías amado tanto si no fuese tuyo; las cosas que no son propias se tienen de mala gana y dan fastidio y peso, y si no hubieras tenido en ti la fuente que surge del Reino de mi Querer, no habrías sabido decir lo que te he dicho, ni ponerlo en el papel, faltándote la posesión te faltaría la luz y el amor de manifestarlas, así que si el sol brilla en ti y con sus rayos te pone las palabras, los conocimientos y el cómo quiere reinar, es señal que lo posees, y por eso tu trabajo es de hacerlo conocer, como fue trabajo de la Soberana Reina el hacerme conocer y el darme para la salvación de todos”.

+ + + +

19-29
Junio 21, 1926

San Luis fue una flor que surgió de la Humanidad de Nuestro Señor, abrillantada por los rayos del Divino Querer. Las almas que poseerán el Reino de la Divina Voluntad tendrán su raíz en el Sol de Ella.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la santa Comunión, según mi costumbre la he hecho en la Santísima Voluntad de Dios, ofreciéndola a mi amado San Luis, no sólo la Comunión sino todos los bienes que hay en la Santísima Voluntad de Dios para su gloria accidental. Ahora, mientras esto hacía, veía que todos los bienes que hay en el Querer Supremo, como tantos rayos de luz, rayos de belleza y de varios colores inundaban al amado santo, dándole una gloria infinita, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, Luis es una flor y un santo brotado de la tierra de mi Humanidad y abrillantado a los reflejos de los rayos del Sol de mi Voluntad, porque mi Humanidad, si bien santa, pura, noble y unida hipostáticamente al Verbo, pero era tierra, y Luis, más que flor brotó de mi Humanidad puro, santo, noble, poseyendo la raíz del puro amor, de modo que se puede ver escrito en cada hoja de su flor, ‘Amor’; pero lo que lo vuelve más bello y deslumbrante son los rayos de mi Querer, a los cuales estaba siempre expuesto, estos rayos daban tanto desarrollo a esta flor, de volverla singular en la tierra y en el Cielo. Ahora hija mía, si Luis es tan bello porque brotó de mi Humanidad, ¿qué será de ti y de todos aquellos que poseerán el reino de mi Voluntad? Estas flores no surgirán de mi Humanidad, sino que tendrán su raíz en el Sol de mi Voluntad, en Ella viene formada la flor

de su vida, crecen y surgen en el mismo Sol de mi Querer, que celoso de estas flores las tendrá eclipsadas en su misma luz; en cada hoja de estas flores se verán escritas todas las especialidades de las cualidades divinas, serán el encanto de todo el Cielo y todos reconocerán en ellas la obra completa de su Creador”.
(3) Pero mientras esto decía, mi dulce Jesús se abría su pecho y hacía ver dentro un Sol inmenso, en el cual debía plantar todas estas flores, y era tanto su amor y celo hacia ellas, que no debía hacerlas surgir fuera de su Humanidad, sino adentro de Él mismo.

+ + + +


Quien posee el Reino de la Divina Voluntad obra en modo universal y poseerá la gloria universal.

19-30
Junio 26, 1926

(1) Estaba según mi costumbre, haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, esto es, abrazando todo, Creación, Redención y a todos, para poder dar a mi Creador la correspondencia del amor y de la gloria que todos le deben, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la pequeña hija de mi Voluntad no sólo debe pensar y ocuparse en cómo defender los derechos universales de su Creador, corresponderlo del amor y de la gloria que todos le deben como si fuesen uno solo, de modo que todo debe encontrar en ella, porque nuestra Voluntad envuelve todo y a todos, y quien en Ella vive posee los modos universales, por eso todo puede darnos y de todo podemos rehacernos; sino que también como hija nuestra debes defender los derechos de la Soberana Reina, Ella obró en modo universal y por eso tuvo un amor, una gloria, una oración, una reparación, un dolor por su Creador, y por todos y por cada una de las criaturas, Ella no dejó escapar ningún acto que las criaturas debían a su Creador, y encerrando a todos en su materno corazón amaba en modo universal a todos y a cada uno, así que en Ella encontramos toda nuestra gloria, no nos negó nada, no sólo lo que le correspondía a Ella directamente el darnos, sino que nos dio lo que las otras criaturas nos negaron, y para hacerla de Madre magnánima, amantísima, que se abre las entrañas por sus propios hijos, generó a todos en su doliente corazón; cada fibra de él era un dolor traspasante en el cual daba la vida a cada hijo suyo, hasta llegar al golpe fatal de la muerte de su Hijo Dios; el dolor de esta muerte puso el sello de la regeneración de la vida a los nuevos hijos de esta Madre doliente.
(3) Ahora, una Virgen Reina que tanto nos ha amado, defendido todos nuestros derechos, una Madre tan tierna que tuvo amor y dolores por todos, merece que nuestra pequeña recién nacida de nuestro Supremo Querer la ame por todos, la corresponda de todo, y abrazando todos sus actos en nuestro Querer, pongas tu acto unido al suyo, porque Ella es inseparable de Nosotros, su gloria es nuestra, la nuestra es la suya, mucho más que nuestro Querer pone todo en común”.
(4) Entonces yo he quedado un poco confundida al oír esto, y como si no supiese hacer lo que Jesús me decía le rogaba que me diera la capacidad de hacerlo, y Jesús volviendo a hablarme me ha dicho:
(5) “Hija mía, mi Querer contiene todo, y así como celoso conserva todos sus actos como si fueran uno solo, así conserva todos los actos de la Soberana Reina como si todos fuesen suyos, porque todo lo hizo en Él; por eso mi mismo Querer te los hará presentes. Ahora, tú debes saber que quien ha hecho bien a todos, ha amado a todos y ha obrado en modo universal para Dios y por todos, tiene con justicia los derechos sobre todo y sobre de todos. El obrar en modo universal es el modo divino, y mi Mamá Celestial pudo obrar con los modos de su Creador porque poseía el reino de nuestra Voluntad; ahora Ella, habiendo obrado en nuestro Querer Supremo tiene los derechos de posesión que formó en nuestro Reino, ¿y quién otro la podrá corresponder sino quien vive en el mismo Reino? Porque

sólo en este Reino está el obrar universal, el amor que ama a todos, que todo abraza y nada le huye. Tú debes saber que quien posee el Reino de mi Voluntad en la tierra tiene derecho a la gloria universal en el Cielo, y esto en modo connatural y simple; mi Voluntad abraza todo y envuelve a todos, así que quien la posee, de ella salen todos los bienes unidos a la gloria que estos bienes contienen, y mientras sale de ella la gloria universal, la recibe; ¿y te parece poco poseer la gloria universal en la Patria Celestial? Por eso sé atenta, el Reino del Supremo Querer es riquísimo, en Él están las monedas que surgen, por eso todos esperan de ti, también mi misma Mamá quiere la correspondencia del amor universal que tuvo por todas las generaciones. Y a ti por correspondencia, en la Patria Celestial te tocará la gloria universal, herencia que será solamente de quien haya poseído el Reino de mi Voluntad sobre la tierra”.

+ + + +

19-31
Junio 29, 1926

Cada cosa creada contiene una imagen de las cualidades divinas, y la Divina Voluntad glorifica estas cualidades en cada una cosa creada.

(1) Después de haber pasado días amarguísimos de privaciones, mi amado Jesús para reanimarme, al venir se ha entretenido por algunas horas, se hacía ver de edad muy joven, de una rara belleza que raptaba, y se ha sentado sobre mi cama, cerca de mí, diciéndome:
(2) “Hija mía, lo sé, sé que tú no puedes estar sin Mí, porque Yo soy para ti más que tu misma vida, así que si Yo no viniese te faltaría la sustancia de la vida, y además tenemos que hacer tantas cosas juntos en el Reino de la Voluntad Suprema, por eso cuando veas que no vengo pronto no te oprimas tanto, está cierta que vendré, porque mi venida es necesaria para ti y para Mí, porque debo ver las cosas de mi Reino, y mientras lo dirijo debo gozármelo. ¿Podrías tú tener la mínima duda de que faltase el Rey del triunfo en un Reino tan suspirado por Mí? Por eso ven en mis brazos, a fin de que tu Jesús te fortifique”.
(3) Y mientras esto decía me ha tomado en sus brazos, me estrechaba fuerte a su pecho y arrullándome me decía:
(4) “Duerme, duerme sobre mi pecho mi pequeña recién nacida de mi Voluntad”.
(5) Yo en los brazos de Jesús era muy pequeña, y me sentía sin deseos de dormir, quería gozarme a Jesús, quería decirle tantas cosas ahora que tenía el bien de que se entretenía largamente conmigo, pero Jesús continuaba arrullándome, y yo sin quererlo tomaba un dulce, dulce sueño, pero en el sueño oía el latido del corazón de Jesús que hablaba y decía: “Voluntad mía”. Y al siguiente latido como si respondiese: “Amor quiero infundir en la pequeña hija de mi Querer”.
(6) En el latido “Voluntad mía”, se formaba un cerco de luz más grande, y en el latido “amor” otro cerco más pequeño, de manera que el grande encerraba al pequeño; y Jesús mientras yo dormía tomaba aquellos cercos que formaba su latido y los imprimía en toda mi persona. Yo me sentía toda reforzada y confirmada en los brazos de Jesús, ¡oh, cómo me sentía feliz! Pero Jesús estrechándome más fuerte a su pecho me ha despertado y me ha dicho:
(7) “Mi pequeña hija, giremos por toda la Creación, donde el Querer Supremo contiene su Vida y en cada cosa creada hace su acto distinto, y triunfador, por Sí mismo ensalza y glorifica en modo perfecto todas las supremas cualidades. Si miras el cielo, tu ojo no sabe descubrir sus confines, dondequiera que mira es cielo, no sabe decir donde comienza ni donde termina; imagen de nuestro Ser que no tiene principio ni fin, y nuestra Voluntad alaba, glorifica en el cielo azul a nuestro Ser Eterno que no tiene principio ni fin; este cielo

está adornado de estrellas, esto es imagen de nuestro Ser, pues igual que la Divinidad es un acto único, el cielo es uno, pero en la multiplicidad de las estrellas se semeja nuestras obras ‘ad extra’, que descienden de este acto único y los efectos y las obras de este único acto son innumerables, y nuestra Voluntad en las estrellas ensalza y glorifica los efectos y la multiplicidad de nuestras obras, en las cuales encierra a los ángeles, al hombre y a todas las cosas creadas. Mira cómo es bello vivir en mi Querer, en la unidad de esta luz suprema, y estar al día de lo que significan todas las cosas creadas y alabar, ensalzar y glorificar al Supremo Creador con su misma Voluntad en todas nuestras imágenes que cada una de las cosas creadas contiene. Ahora pasa a mirar el sol, bajo la esfera del cielo se ve una circunferencia de luz limitada que contiene luz y calor, que descendiendo a lo bajo inviste toda la tierra, esto es imagen de la luz y del amor del Supremo Hacedor que ama a todos, hace bien a todos y que desde la altura de su Majestad desciende a lo bajo, hasta en los corazones, hasta en el infierno, pero calladamente, sin estrépito, donde quiera se encuentra, ¡oh, cómo nuestra Voluntad glorifica y ensalza nuestra eterna luz, nuestro amor inextinguible y nuestra omnividencia; nuestra Voluntad murmura en el mar, y en la inmensidad de las aguas, que esconden innumerables peces de toda especie y color, glorifica nuestra inmensidad que todo envuelve y tiene como en un puño a todas las cosas; nuestra Voluntad glorifica la imagen de nuestra inmutabilidad en la firmeza de los montes; la imagen de nuestra justicia en el ruido del trueno y en el estallido del rayo; la imagen de nuestra alegría en el pajarillo que canta, que trina y gorjea; la imagen de nuestro amor gimiente en la tórtola que gime; la imagen de la continua llamada que hacemos al hombre, en el cordero que bala, diciendo en cada balido: ‘A Mí, a Mí, ven a Mí, ven a Mí’; y nuestra Voluntad nos glorifica en el continuo reclamo que hacemos a la criatura. Todas las cosas creadas tienen un símbolo nuestro, una imagen nuestra, y nuestra Voluntad tiene el empeño de ensalzarnos y glorificarnos en todas nuestras obras, porque siendo la obra de la Creación obra del Fiat Supremo, convenía a Ella el conservarnos la gloria en todas las cosas creadas íntegra y permanentemente. Ahora, este empeño, nuestro Querer Supremo lo quiere dar como herencia a quien debe vivir en la unidad de su luz, porque no sería conveniente vivir en su luz y no fundirse en los actos del Fiat Supremo, por eso mi pequeña hija, todas las cosas creadas, y mi Voluntad, te esperan en cada cosa para repetir sus mismos actos, para glorificar y ensalzar con la misma Voluntad Divina a tu Creador”.
(8) Ahora, ¿quién puede decir todas las imágenes que encierra toda la Creación de nuestro Creador? Si lo quisiera decir todo no terminaría jamás, por eso, para no alargarme demasiado solamente he dicho alguna cosa y lo he hecho por obedecer y por temor de desagradar a Jesús.

+ + + +

19-32
Julio 1, 1926

No hay santidad sin la Voluntad de Dios. La venida de Jesús sobre la tierra sirvió para formar los caminos, las escaleras para llegar al Reino de su Querer.

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Supremo Querer y pensaba entre mí: “¿Será posible que los tantos santos del antiguo testamento, que tanto se han distinguido con la potencia de los milagros, como un Moisés, un Elías y los tantos profetas y tantos santos después de la venida de Nuestro Señor, que han llegado a ser maravillosos por virtud y por milagros, ninguno de ellos haya poseído el Reino de la Divina Voluntad y vivido en la unidad de su luz? ¡Parece increíble!” Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome a Él me ha dicho:

(2) “Hija mía, no obstante es verdad que hasta ahora ninguno ha poseído el Reino de mi Voluntad, ni gozado toda la plenitud de la unidad de la luz que Ella contiene; si esto hubiera sido, siendo la cosa que más me interesa, que más me glorifica y que ni más ni menos pondrá a salvo todos los derechos divinos y completará la obra de la Creación y de la Redención, y no sólo esto, sino que llevará a la criatura el bien más grande que pueda existir en el Cielo y en la tierra, Yo habría hecho de tal modo que lo habría hecho conocer, como he hecho conocer las tantas virtudes y maravillas de mis santos, habría hecho conocer quién había poseído el Reino de mi Voluntad, que tanto me interesa, para transmitirlo a los demás, imitando a aquél que lo había poseído. Ahora, los santos del antiguo testamento se encontraban en las mismas condiciones de Adán, que faltaba el Divino Reparador, que mientras debía unir nuevamente la humana y la Divina Voluntad debía pagar en modo divino los débitos del hombre culpable. Sin embargo, tanto los santos antiguos como los modernos han tomado de mi Voluntad, tanto por cuanto han conocido, los mismos milagros que han hecho eran partecitas de la potencia de mi Voluntad comunicada a ellos, así que todos mis santos han vivido, quién a la sombra de Ella, quién a los reflejos de su luz, quién sometido a su potencia, a sus órdenes, porque no hay santidad sin mi Voluntad, pero han poseído de Ella aquél poco que han conocido y no más, porque el bien sólo se suspira y se llega a poseerlo cuando se conoce, ninguno posee un bien, una propiedad, sin conocerla, pero supón que la posea y no la conoce, para él aquel bien está como muerto, porque falta la vida del conocimiento.
(3) Ahora, siendo mi Voluntad la cosa más grande, que todo envuelve y que todas las cosas, desde la más grande hasta la más pequeña ante Ella quedan perdidas, se deberían conocer tantas cosas de mi Voluntad de sobrepasar lo que se conoce de la Creación, de la Redención, de las virtudes y de todas las ciencias; Ella debería ser un libro por cada paso, para cada acto, un libro por cada cosa creada, así que toda la tierra debía estar llena de tantos volúmenes, de superar el número de las cosas creadas, con conocimientos acerca del Reino de mi Voluntad. Ahora, ¿dónde están estos libros? No hay ningún libro, apenas algún dato se conoce de Ella, mientras que debería estar al principio de todo conocimiento, de cualquier cosa; siendo Ella la vida de cada una de las cosas, debería estar sobre todo, como la imagen del rey marcado sobre la moneda que corre en el Reino, como la luz del sol que resplandece sobre cada una de las plantas para darles la vida, como el agua que quita la sed a los labios ardidos, como alimento que sacia al hambriento después de un largo ayuno. Todo debía estar lleno de los conocimientos respecto a mi Voluntad, y si esto no lo hay, es señal de que el Reino de mi Voluntad no es conocido, por lo tanto no es poseído. ¿Tal vez me sabrías nombrar algún santo que haya dicho que poseía este Reino y la unidad de la luz del Querer Supremo? Ciertamente que no, Yo mismo poco hablé, si hubiese querido extenderme en hablar acerca del Reino de mi Voluntad y de quererlo formar en el hombre como lo poseía Adán inocente, siendo el punto más alto, el más inmediato a Dios y que se acerca más a la semejanza divina, estando aún fresca la caída de Adán, se habrían desalentado todos, y volviéndome las espaldas habrían dicho: ‘Si Adán inocente no pudo ni tuvo la constancia de vivir en la santidad de este Reino, tanto que se precipitó él mismo y a todas las generaciones en las miserias, en las pasiones y en males irreparables, ¿cómo podemos nosotros, culpables, vivir en un Reino tan santo? Bello, sí, pero podemos decir que no es para nosotros’. Y no solamente esto, sino que mi Voluntad siendo el punto más alto, se necesitaban los caminos, los medios de transporte, las escaleras, los vestidos decentes, los alimentos adecuados para poder morar en este Reino. Mi venida a la tierra sirvió para formar todo esto, así que cada palabra mía, cada obra, pena, oración, ejemplo, Sacramentos instituidos, eran caminos que formaba, medios de transporte para hacerlos llegar más rápidamente, escaleras para hacerlos subir, se puede decir que les di los vestidos de mi Humanidad teñidos de púrpura con mi sangre, para hacerlos estar decentemente vestidos en este reino tan santo de mi Querer, que la Sabiduría Increada había establecido en la Creación darlo como herencia del hombre. Por lo tanto, si poco hablé acerca de esto, fue porque cuando Yo hablo, hablo a tiempo y a

circunstancia, en la cual debe estar encerrada en mi palabra la necesidad y la utilidad del bien que contiene; así que en vez de hablar hice los hechos y me reservé el hablarte a ti acerca del Reino de mi Voluntad. Ahora, ¿cómo podían poseerlo si no tenían un pleno conocimiento de Él? Por otra parte, tú debes saber que todas las manifestaciones que te he hecho sobre Él, sus prodigios, sus bienes, lo que conviene que haga el alma para poderse establecer en este Reino, mi misma Voluntad expresa que quiero que el hombre regrese a mi Reino, y cómo todo lo he hecho, la Creación, la Redención, para que entrase en posesión de mi Reino perdido, son vínculos de transmisión, son puertas para hacerlo entrar, son donaciones que hago, son leyes, instrucciones de cómo vivir en él, inteligencia para hacerlos comprender y apreciar el bien que poseen; si todo esto faltaba, ¿cómo podían poseer este Reino de mi Voluntad? Sería como si un individuo quisiera pasar a vivir en otro Reino sin pasaporte, sin conocer ni las leyes, ni los modos, ni el dialecto, pobrecito, sería inaccesible su entrada, y si como intruso entrase, se encontraría tan incómodo que él mismo desearía salir de este Reino del cual nada conoce.
(4) Ahora hija mía, no te parece a ti más fácil, más alentador, más a la capacidad de la naturaleza humana, que después de que han conocido el Reino de la Redención donde pueden curarse los ciegos, los cojos, los enfermos, porque en el Reino de mi Voluntad no entran los ciegos, sino todos derechos y de florida salud, encontrando todos los medios posibles en el Reino de la Redención y el mismo pasaporte de mi pasión y muerte para pasar al Reino de mi Voluntad, animados por la vista de tan gran bien, se decidirán a tomar la posesión de Él. Por eso sé atenta, no quieras restringir, ni disminuir los bienes que hay en el Reino de mi Voluntad, y esto lo haces cuando no manifiestas todo lo que te hago conocer, porque el conocimiento es portador del don, y si ahora soy magnánimo en el conocimiento de mi Voluntad, son dones que hago, y en estos dones establezco el más o el menos para poner en el reino de mi Voluntad, para bien de quien debe poseerlo”.

+ + + +

19-33
Julio 2, 1926

La gran diferencia entre la santidad de las virtudes y aquélla del vivir en la unidad de la luz del Querer Divino.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús me hacía ver a la divina justicia en acto de descargarse sobre la tierra, mandando a los elementos que se desencadenaran contra de las criaturas; yo temblaba al ver, dónde las aguas inundaban los pueblos casi para sepultarlos; dónde, el viento con fuerza impetuosa transportaba y desarraigaba plantas, árboles, casas, y hacía de ellos un cúmulo inservible y hacía quedar a varias regiones en la más escuálida miseria; dónde sucedían terremotos con notable daño, ¿pero quién puede decir todos los males que están por caer sobre la tierra? Además de esto, mi siempre amable Jesús se hacía ver en mi interior que sufría en modo desgarrador por las tantas ofensas que le hacían las criaturas, especialmente por las tantas hipocresías, parecía que bajo el bien aparente tenían el veneno escondido, las espadas, las lanzas, los clavos, para herirlo en todas los modos. Después, como si Jesús me quisiera junto para sufrir me ha dicho:
(2) “Hija mía, la balanza de mi justicia está colmada y está desbordándose sobre las criaturas, ¿quieres tú como hija de mi Voluntad que Yo te exponga a los reflejos de mi justicia, a fin de que tomes parte en sus golpes? Porque está por hacer un amasijo de la tierra, y mientras con tu sufrir satisfaces a la justicia, les ahorrarás castigos a tus hermanos. Quien vive en el alto Reino del Supremo Querer debe defender y ayudar a quien está en lo bajo”.

(3) Ahora, mientras esto decía he sentido como si la justicia divina hiciera llover sus reflejos sobre mí, y Jesús ensimismándome con Él, yo sufría junto sus golpes, sus heridas, sus penas; eran tantas que yo misma no sabía si debía quedar viva o muerta, pero con sumo dolor mío mi Jesús, retirándose, ha mitigado mis penas y he quedado de nuevo a atravesar mi duro y largo exilio, pero siempre ¡Fiat, Fiat! Todo esto hubiera querido pasarlo por alto, pero la obediencia se ha impuesto y con sumo desagrado he debido hacer un pequeño resumen, ¿pero quién puede decir cómo he quedado? Y mi dulce Jesús para aliviarme ha vuelto a hablar acerca de su Santísima Voluntad:
(4) “Hija mía, ven conmigo en medio de la Creación, cielo y tierra te esperan, quieren a aquélla que animada por la misma Voluntad que anima y da vida a ellos, haga resonar toda la Creación con aquel eco dulcísimo del eterno amor de su Creador; quieren que tu voz, corriendo en cada una de las cosas creadas anime su mudo lenguaje con aquella perenne gloria y adoración a su Creador, y así como todas las cosas creadas están vinculadas entre ellas y una es la fuerza de la otra, porque una es la Voluntad Suprema que las vivifica y conserva, así quien la posee está vinculada con ellas con la misma fuerza y con la misma unión, por lo tanto no estando en medio de la Creación se sentirían faltar, por tu ausencia, la fuerza universal y el vínculo de la inseparabilidad, por eso ven a nuestros dominios, porque todos te suspiran, y al mismo tiempo te haré comprender otras cosas sobre la gran distancia que hay entre la santidad de quien posee la unidad de la luz del Reino de mi Voluntad y la santidad de la sumisión, de la resignación y de las virtudes”.
(5) Ahora, mientras esto decía me he encontrado fuera de mí misma e intentaba hacer resonar mi “te amo”, mi adoración, sobre todas las cosas creadas, y Jesús todo bondad ha agregado:
(6) “Hija mía, mira el cielo, las estrellas, el sol, la luna, las plantas, las flores, el mar, mira todo, cada una de las cosas tiene su naturaleza distinta, su colorido, su pequeñez y su altura, cada una tiene su oficio distinto, y una no puede hacer lo que hace la otra, ni producir los mismos efectos. Así que cada una de las cosas creadas es símbolo de la santidad de las virtudes, de la sumisión y resignación a mi Voluntad; y según las virtudes que hayan practicado han tomado en ellos un color distinto, por eso se puede decir quién es una flor roja, quién violeta, quién blanca, quién es planta, quién es árbol, quién es estrella, y según se han sometido a los reflejos del Supremo Querer, así se han desarrollado en la fecundidad, en la altura, en la belleza, pero uno es el colorido, porque mi Querer, como rayo de sol, les ha dado el color de aquella semilla que ellos mismos habían puesto en sus almas. En cambio la santidad de quien vive en la unidad de la luz de mi Voluntad, es parto de aquel acto único de su Creador, que mientras es uno en las manos creadoras, los rayos de su Voluntad saliendo de Dios, invaden todo y producen obras y efectos tan innumerables, que el hombre no puede llegar a contarlos todos, así que esta santidad, siendo parto de aquel acto único, estará al cuidado y celo del Querer Supremo, que pondrá en ella todos los colores, todas las variadas bellezas, todos los bienes posibles e imaginables, así que más que sol resplandeciente encerrará y eclipsará en sí toda la Creación con sus variadas bellezas, se verán encerrados en ella todos los bienes de la Redención, se verán en ella todas las santidades, y Yo, desahogando más que nunca en amor, pondré el sello de mi misma santidad en quien haya poseído el reino de mi Voluntad.
(7) ¿Sabes tú que sucederá con relación a esta santidad del vivir en mi Querer, a tu Creador? Sucederá como a un rey que no tiene hijos, este rey no goza jamás el afecto de un hijo, ni se siente llevado a prodigar todas sus caricias paternas, ni sus besos afectuosos, porque no descubre en ninguno su parto, sus facciones, y a quién confiar la suerte de su Reino. ¡Pobrecito! vive siempre con un clavo en el corazón, vive siempre rodeado por siervos, por personas que no se le asemejan, y si están a su alrededor no es por puro amor, sino por interés propio, para hacer adquisición de riquezas, de gloria y tal vez aun para traicionarlo. Ahora, supón que tenga un hijo suyo después de largo tiempo,
¿cuál no será la alegría de este rey? Lo besa, lo acaricia, no sabe separar su mirada de su hijo en el cual reconoce su imagen; apenas nacido le hereda su Reino y todos sus

bienes, y su completo gozo y fiesta es que su Reino no será más de los extraños, de sus siervos, sino de su amado hijo, así que se puede decir que lo que es del padre es del hijo, y que lo que es del hijo es del padre.
(8) Ahora, quien llegue a poseer el Reino de mi Voluntad será para Nosotros como un hijo nacido después de cerca de seis mil años, qué alegría, qué fiesta no será para Nosotros al ver en él nuestra imagen íntegra, bella, tal como la sacamos de nuestro seno paterno, todas las caricias, los besos, los dones, serán para este hijo, mucho más, pues habiendo dado al hombre en la Creación como herencia especial el Reino de nuestra Voluntad, y habiendo estado este nuestro Reino en manos de extraños, de siervos, de traidores, por tan largo tiempo, al ver a este hijo que lo poseerá como hijo y nos dará la gloria del Reino de nuestra Voluntad, nuestra herencia será puesta a salvo por parte de este hijo; entonces, ¿no es justo que todo le demos, aun a Nosotros mismos, y que encierre todo y a todos?”
(9) Mientras Jesús esto decía, yo he quedado pensativa y le he dicho: “¿Será posible todo esto, Amor mío?” Y Jesús ha agregado:
(10) “Hija mía, no te maravilles, porque el alma con poseer el Reino del Supremo Querer poseerá una Voluntad Divina, infinita, eterna, que encierra todos los bienes; por eso, quien posee todo puede darnos todo. Cuál será nuestro contento, nuestra y su felicidad al ver la pequeñez de la criatura en este nuestro Reino, que toma continuamente de Nosotros como dueña, como hija nuestra, y como lo que toma de Nosotros es divino, ella toma lo divino y lo divino nos da, toma lo infinito y lo infinito nos da, toma de Nosotros cosas inmensas y cosas inmensas nos da, toma de Nosotros luz y luz nos trae, ella no hará otra cosa que tomar y darnos, Nosotros pondremos a su disposición todas nuestras cosas, a fin de que en el Reino de nuestra Voluntad, dado a ella por Nosotros, no entren más cosas extrañas a Nosotros, sino que todo sean cosas nuestras, y así podamos recibir los frutos, la gloria, el amor, el honor del Reino de nuestra Voluntad. Por eso sé atenta y tu vuelo en nuestro Querer sea continuo”.

+ + + +

19-34
Julio 5, 1926

Jesús se hace ver que escribe en el fondo del alma lo que dice sobre su Voluntad, y después da un resumen en palabras.

(1) Me sentía investida y en poder de la luz suprema del Querer Eterno, y mi siempre amable Jesús se hacía ver en el fondo de mi alma en pie, con una pluma de luz en la mano, en acto de escribir sobre de una luz densa que parecía tela, pero era una luz extendida en mi alma, y Jesús escribía, escribía en el fondo de esta luz; ¡cómo era bello verlo escribir con una maestría y velocidad indescriptibles! Después de haber escrito, como si abriera las puertas de mi interior, con su mano llamaba al confesor diciéndole:
(2) “Ven a ver lo que Yo mismo escribo en el fondo de esta alma. Yo no escribo jamás sobre papel o sobre tela, porque están sujetos a perecer, sino que me deleito en escribir sobre la luz puesta en esta alma en virtud de mi Voluntad, mi escritura de luz es incancelable y de valor infinito. Ahora, cuando debo manifestarle las verdades sobre mi Voluntad, primero hago el trabajo de escribirlas en el fondo de ella y después le hablo, dándole a entender lo que en ella he escrito. He aquí el por qué cuando ella dice lo que Yo le he dicho lo dice con pocas palabras, en cambio cuando escribe se alarga mucho, es mi escrito que desbordando fuera de su alma, no sólo da un pequeño resumen, sino mi verdad extendida como Yo mismo la he escrito en lo íntimo de su interior”.
(3) Yo he quedado maravillada y con una alegría indecible al ver a mi dulce Jesús escribir dentro de mí, y comprendía claramente por qué al hablar poco sé decir de lo que Él

me dice, mas bien me parece que solamente me ha dado el título del tema, y después al escribir parece interés suyo el ayudarme a desarrollarlo como a Él le place, y Jesús todo bondad me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te maraville el que mientras escribes sientas surgir en ti, como de una fuente, las verdades, es el trabajo de tu Jesús hecho en ti, que desbordándose de todas las partes de tu alma pone el orden en el papel y las verdades en ti escritas y selladas con caracteres de luz, por eso deja tus temores, no quieras atenerte al pequeño resumen de mis palabras, ni quieras resistirme cuando Yo quiero extenderme y hacerte escribir sobre el papel lo que Yo con tanto amor he escrito en tu alma; cuántas veces me obligas a usar la fuerza y a arrollarte a fin de que tú no me resistas tanto a escribir lo que quiero. Por eso déjame hacer, será trabajo de tu Jesús que en todo resplandezca la verdad”.

+ + + +

19-35
Julio 8, 1926

Amenaza de nuevos castigos. Cómo quien debe hacer un bien universal debe hacer y sufrir más que todos.

(1) Me estaba fundiendo toda en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior con los brazos levantados, en acto de impedir que la divina justicia se derramara sobre las criaturas, poniéndome también a mí en su misma posición para hacerme hacer lo que Él mismo hacía; pero parecía que las criaturas incitaban a la justicia divina a golpearlas, y Jesús, como cansado, bajando sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡qué perfidia humana! Pero es justo, es necesario que después de tanto tolerar me libere de tanta cosa vieja que ocupa la Creación, porque estando infectada lleva la infección a la cosa nueva, a las plantitas nuevas. Estoy cansado de que la Creación, habitación mía dada al hombre, pero es siempre mía, porque es conservada y vivificada continuamente por Mí, sea ocupada por siervos, por ingratos, por enemigos y hasta por aquellos que ni siquiera me reconocen, por eso quiero despacharme con el destruir regiones enteras y lo que sirve para su alimento; los ministros de justicia serán los elementos, que invistiéndolos harán sentir la fuerza divina sobre de ellos. Quiero purificar la tierra para preparar la habitación a mis hijos, tú estarás siempre junto Conmigo, mi Voluntad será siempre tu punto de partida aun en tus más pequeños actos, porque aun en las cosas más pequeñas mi Querer quiere tener su Vida Divina, su principio y su fin, no tolera que la voluntad humana haga sus pequeñas apariciones en su Reino, de otra manera vendrías a salir frecuentemente al reino vicioso de tu voluntad, la cual te quitaría la nobleza, lo que de hecho no conviene a quien debe vivir en el Reino de mi Voluntad.
(3) Ahora hija mía, así como las penas de la Celestial Reina, mis penas y mi muerte, como sol hicieron madurar, fecundar, endulzar los frutos que hay en el Reino de la Redención, de modo que todos puedan tomarlos, y son frutos que llevan la salud a los enfermos, la santidad a los sanos, así tus penas, injertadas con las nuestras y maduradas con el calor del Sol de mi Querer, harán madurar los frutos que hay en el Reino de mi Voluntad, serán tantos y tan dulces y sabrosos, que quien quiera tomarlos y gustarlos nunca más se adaptará a los frutos acerbos, insípidos y nocivos del mísero y escuálido reino de la voluntad humana. Tú debes saber que quien debe ser el primero en formar un Reino, en llevar un bien, en formar un trabajo, debe sufrir más que todos y hacer más que todos, debe encaminar, facilitar las cosas, los medios y preparar lo que conviene para hacer que los demás, encontrando las materias primas de aquel trabajo y viéndolo hecho, lo puedan imitar; así que mucho te he dado y te doy para hacer que tú puedas formar las materias primas para quien debe vivir en el reino de mi Voluntad. Por eso está atenta y dispuesta a lo que te doy y a hacer lo que quiero de ti”.


+ + + +

19-36
Julio 11, 1926

Así como se supo que para formar el Reino de la Redención los que más sufrieron fueron Jesús y su Mamá, así será necesario conocer quién ha sufrido por el Reino del Fiat Supremo.

(1) Desde hace algunos días mi dulce Jesús no me había dicho nada acerca de su Santísima Voluntad, más bien se hacía ver triste, en acto de golpear a las criaturas. Hoy, como si quisiera salir de su tristeza, porque cuando habla de su Voluntad parece que se pone en fiesta, al salir de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quiero consolarme, hazme hablar del Reino de mi Supremo Querer”.
(3) Y yo: “Amor mío y vida mía, Jesús, si Tú no me dices todos los secretos que hay en Él, yo, no conociendo todo, no gozaré la plenitud de los bienes que este Reino posee, ni podré darte la correspondencia del amor, de los bienes que Tú escondes, y me sentiría infeliz en medio a tanta felicidad, porque en todo lo que en Él Tú posees no corre mi ‘te amo’, será pequeño, pero es el ‘te amo’ de tu pequeña hija que Tú amas tanto”. Y Jesús, tomando mi misma palabra me ha dicho:
(4) “Pequeña hija mía, lo dices tú misma, cuánto es necesario el conocimiento; si es necesario para ti, mucho más para los demás. Ahora, tú debes saber que para formar el Reino de la Redención, aquellos que se distinguieron más en el sufrir, fue mi Mamá, y si bien Ella aparentemente no sufrió ninguna pena que conocieran las otras criaturas, con excepción de mi muerte que fue conocida por todos y que fue para su materno corazón el golpe fatal y más desgarrador, más que cualquier muerte dolorosísima, pero como Ella poseía la unidad de la luz de mi Querer, esta luz llevaba a su corazón traspasado no sólo las siete espadas que dice la Iglesia, sino todas las espadas, las lanzas, los pinchazos de todas las culpas y penas de las criaturas, que martirizaban en modo desgarrador su materno corazón; pero esto es nada, esta luz le llevaba todas mis penas, mis humillaciones, mis aflicciones, mis espinas, mis clavos, las penas más íntimas de mi corazón. El corazón de mi Mamá era el verdadero sol, que mientras se ve sólo luz, esta luz contiene todos los bienes y efectos que recibe y posee la tierra, así que se puede decir que la tierra está encerrada en el sol; así la Soberana Reina, se veía solamente su persona, pero la luz de mi Supremo Querer encerraba en Ella todas las penas posibles e imaginables, y por cuanto más íntimas y desconocidas estas penas, tanto más estimables y más potentes sobre el Corazón Divino para impetrar el suspirado Redentor, y más que luz solar descendían en los corazones de las criaturas para conquistarlas y atarlas en el Reino de la Redención. Así que la Iglesia de las penas de la Celestial Soberana conoce tan poco, que se puede decir que son sólo las penas aparentes, y por eso da el número de siete espadas, pero si conociera que su materno corazón era el refugio, el depósito de todas las penas, que la luz de mi Voluntad todo le llevaba y nada le ahorraba, no habría dicho siete espadas, sino millones de espadas, mucho más que siendo penas íntimas, sólo Dios conoce la intensidad del dolor de ellas, y por eso con derecho fue constituida Reina de los mártires y de todos los dolores; las criaturas saben dar el peso, el valor a las penas externas, pero de las internas no atinan a darles el justo valor. Ahora, para formar en mi Mamá primero el Reino de mi Voluntad y después el de la Redención, no eran necesarias tantas penas, porque no teniendo culpas, la herencia de las penas no era para Ella, su herencia era el Reino de mi Voluntad, pero para dar el reino de la Redención a las criaturas, debió sujetarse a tantas penas, así que los frutos de la Redención fueron madurados en el reino de mi Voluntad poseído por Mí y por mi Mamá. No hay cosa bella, buena y útil que no salga de mi Voluntad. Ahora, unida a la Soberana Reina vino mi

Humanidad, Ella quedó escondida en Mí, en mis dolores, en mis penas, por eso poco se conoció de Ella, pero de mi Humanidad fue necesario que se conociera lo que Yo hice, cuánto sufrí y cuánto amé, si nada se conociera no habría podido formar el Reino de la Redención, el conocimiento de mis penas y de mi Amor es imán y estímulo, incitación, luz para atraer a las almas a tomar los remedios, los bienes que en Ella hay; el saber cuánto me cuestan sus culpas, su salvación, es cadena que los ata a Mí e impide nuevas culpas. Si en cambio nada hubieran sabido de mis penas y de mi muerte, no conociendo cuánto me ha costado su salvación, ninguno habría tenido el pensamiento de amarme y de salvar su alma. ¿Ves entonces cuánto es necesario el hacer conocer cuánto ha hecho y sufrido aquél o aquélla que ha formado en sí un bien universal para darlo a los demás?
(5) Ahora hija mía, así como fue necesario hacer conocer quien fue Aquél y Aquélla y cuánto les costó formar el Reino de la Redención, así es necesario hacer conocer a aquélla a la cual mi paterna bondad ha escogido primera para formar en ella el Reino del Fiat Supremo, y después dar el principio de la transmisión a los demás, así como fue para la Redención, que primero fue formada entre Yo y mi Mamá Celestial y después fue conocida por las criaturas, así será del Fiat Supremo, por lo tanto es necesario hacer conocer cuánto me cuesta este Reino de mi Voluntad, y para hacer que el hombre pudiera entrar de nuevo en su Reino perdido, he debido sacrificar a la más pequeña de las criaturas, tenerla clavada por cuarenta años y más dentro de un lecho, sin aire, sin la plenitud de la luz del sol que todos gozan, cómo su pequeño corazón ha sido el refugio de mis penas y de aquéllas de las criaturas, cómo ha amado a todos, rogado por todos, defendido a todos y cuántas veces se ha expuesto a los golpes de la Justicia Divina para defender a todos sus hermanos, y además sus penas íntimas, mis mismas privaciones que martirizaban su pequeño corazón, dándole muerte continua, porque no conociendo otra vida que la mía, otro Querer que el mío, todas estas penas arrojaban los fundamentos del Reino de mi Voluntad, y como rayos solares maduraban los frutos del Fiat Supremo, por eso es necesario hacer conocer cuánto te costó a ti y a Mí este Reino, y así por el costo puedan conocer cuánto amo el que hagan adquisición de él, y por el costo puedan apreciarlo y amarlo y aspirar a entrar a vivir en el Reino de mi Suprema Voluntad”.
(6) Esto lo he escrito por obedecer, pero ha sido tanto el esfuerzo, que apenas he podido señalar algo de mi pobre existencia, ya que por la gran renuencia me siento helar la sangre en las venas, pero me conviene repetir siempre: ¡Fiat, Fiat, Fiat!

+ + + +

19-37
Julio 14, 1926

Cómo Jesús tenía preparado el Reino de su Voluntad en su Humanidad, para darlo de nuevo a las criaturas. Todos los intereses, divinos y humanos están en peligro si no se vive en la Divina Voluntad.

(1) Continúo fundiéndome en el Santo Querer, mi dulce Jesús muchas veces me acompaña en la repetición de estos actos, otras veces sólo está para ver si alguna cosa se me escapa de todo lo que ha hecho, sea en la Creación como en la Redención, y si esto sucede, Él con toda bondad me la hace presente a fin de que yo ponga en eso aunque sea un pequeño “te amo”, un gracias, una adoración, diciéndome que es necesario reconocer hasta dónde su Voluntad ha extendido los confines del Reino de su Querer por amor de la criatura, a fin de que ella gire en este Reino para gozárselo, y con su amor se vuelva más estable su posesión, y viéndola siempre en Él, todos, Cielo y tierra puedan reconocer que el Reino de mi Voluntad ya tiene su heredera, y que lo ama y es feliz de poseerlo.
(2) Ahora, mientras me sentía abismada en este Eterno Querer, mi amable Jesús se hacía ver con su corazón abierto, y a cada latido suyo salía un rayo de luz, en cuya punta

se veía impreso un Fiat, y así como el latido del corazón es continuo, mientras salía un rayo otro le seguía y después otro más, no terminaban jamás de salir. Estos rayos invadían Cielo y tierra, pero todos llevaban impreso el Fiat, y no sólo de su corazón salían estos rayos, sino también de los ojos, conforme miraba salían rayos, conforme hablaba, cuando movía sus manos y pies salían rayos llevando todos como gloria y triunfo el Fiat Supremo. Ver a Jesús era un encanto, bello, todo transfundido en estos rayos de luz que salían de su adorable persona, pero lo que ponía la suntuosidad, la majestad, la magnificencia, la gloria, la belleza, era el Fiat. Su luz me eclipsaba y yo habría permanecido siglos delante a Jesús sin decirle nada si Él mismo no hubiese roto el silencio diciéndome:
(3) “Hija mía, la perfecta gloria y el honor completo a mi Voluntad lo dio mi Humanidad, fue propiamente en mi interior, en el centro de este corazón, donde formé el Reino del Querer Supremo; y como el hombre lo había perdido no había esperanza de poderlo readquirir, mi Humanidad lo readquirió con penas íntimas e inauditas, dándole todos los honores debidos y la gloria que le había sido quitada por la criatura, para darlo de nuevo a ella. Así que el Reino de mi Voluntad fue formado dentro de mi Humanidad, por eso todo lo que era formado en mi Humanidad y salía fuera, llevaba la marca del Fiat, cada pensamiento, mirada, respiro, latido, cada gota de mi sangre, todo, todo llevaba el sello del Fiat de mi Reino supremo; esto me daba tanta gloria y me embellecía tanto, que Cielo y tierra quedaban por debajo y como obscurecidos ante Mí, porque mi Voluntad Divina es superior a todo y todo queda por debajo de Ella como su escabel. Ahora, en el transcurso de los siglos Yo miraba a quien debía confiar este Reino, y he estado como una madre embarazada, que sufre, que se duele porque quería dar a luz su parto y no podía; pobre madre, cuánto sufre porque no puede gozarse el fruto de sus entrañas, mucho más que habiendo madurado este parto y no saliendo, su existencia está siempre en peligro. Así Yo, más que madre embarazada he estado por tantos siglos, cuánto he sufrido, cómo he penado al ver en peligro los intereses de mi gloria, tanto de la Creación como de la Redención, mucho más que este reino lo tenía como en secreto y escondido en mi corazón, sin tener ni siquiera el desahogo de manifestarlo, y esto me hacía sufrir de más, porque no viendo en las criaturas las verdaderas disposiciones para poder dar este mi parto, y no habiendo tomado ellos todos los bienes que hay en el Reino de la Redención, no podía arriesgarme a darles el Reino de mi Voluntad que contiene bienes más grandes, mucho más que los bienes de la Redención servirán como ajuar, como antídoto, para hacer que entrando en el Reino de mi Voluntad no puedan repetir una segunda caída, como hizo Adán. Así que si no todos estos bienes han sido tomados, sino más bien menospreciados y pisoteados, ¿cómo podía salir de dentro de mi Humanidad este parto de mi Reino? Por eso me he tenido que contentar con penar, con sufrir y esperar más que una madre para no poner en peligro mi amado parto de mi Reino; sufriendo porque quería ponerlo fuera para hacer don de él a la criatura y poner al seguro los intereses de la Creación y Redención, pues están todos en peligro, porque hasta en tanto que el hombre no regrese al Reino del Supremo Querer, nuestros intereses y los suyos estarán siempre peligrando. El hombre fuera de nuestra Voluntad es siempre un desorden en nuestra obra Creadora, una nota discordante que quita la perfecta armonía a la santidad de nuestras obras, y por eso Yo miraba a través de los siglos, esperando a mi pequeña recién nacida en el Reino de mi Voluntad, poniéndole en torno todos los bienes de la Redención para seguridad del Reino de mi Voluntad, y más que madre doliente que tanto ha sufrido, te confío a ti este mi parto y la suerte de este mi Reino. Y no sólo mi Humanidad es la que quiere dar a luz este parto que me cuesta tanto, sino toda la Creación está preñada de mi Voluntad, y sufre porque quiere darla a luz a las criaturas para restablecer el Reino de su Dios en medio de ellas, por tanto la Creación es como un velo que esconde como un parto a mi Voluntad, y las criaturas toman el velo y rechazan el parto que hay dentro; preñado de mi Voluntad está el sol, y mientras toman los efectos de la luz, que como velo esconde a mi Voluntad, los bienes que produce, rechazan después mi Voluntad, no la reconocen ni se

hacen dominar por Ella, así que toman los bienes naturales que hay en el sol, pero los bienes del alma, el Reino de mi Querer que reina en el sol y que quiere darse a ellos lo rechazan; ¡oh, cómo sufre mi Voluntad en el sol, la cual quiere ser dada a luz desde la altura de la esfera para reinar en medio a las criaturas; preñado de mi Voluntad está el cielo, que mira con sus ojos de luz, como son las estrellas, a las criaturas, para ver si quieren recibir a mi Voluntad para que reine en medio de ellas; preñado de mi Voluntad está el mar, que con sus olas fragorosas se hace oír y las aguas como velo esconden a mi Voluntad, pero el hombre se sirve del mar, toma sus peces, pero no tiene cuidado de mi Voluntad y la hace sufrir como parto reprimido en las entrañas de las aguas. Así que todos los elementos están preñados de mi Voluntad: El viento, el fuego, la flor, toda la tierra, todos son velos que la esconden. Ahora, ¿quién dará este desahogo y alivio a mi Humanidad? ¿Quién romperá estos velos de tantas cosas creadas que la esconden?
¿Quién reconocerá en todas las cosas al portador de mi Voluntad y haciéndole los debidos honores la haga reinar en su alma, dándole el dominio y su sujeción? Por eso hija mía sé atenta, da este contento a tu Jesús que hasta ahora ha estado sufriendo por poner fuera este parto de mi Reino supremo, y junto Conmigo toda la Creación, como un acto solo romperá los velos y depositará en ti el parto de mi Voluntad que esconden”.

+ + + +

19-38
Julio 18, 1926

Por qué al venir Nuestro Señor a la tierra no manifestó el Reino de su Querer.

(1) Mi pobre mente estaba pensando en lo que está escrito aquí arriba, y mi dulce Jesús ha continuado sobre el mismo argumento diciéndome:
(2) “Hija mía, mira entonces el por qué al venir a la tierra no di el Reino de mi Querer ni lo hice conocer, pues había una necesidad, quise someter a una nueva prueba a la criatura, quise darle cosas menores de aquéllas que le di en la Creación, remedios y bienes para curarla, porque al crearlo, el hombre no estaba enfermo sino sano y santo, por lo tanto podía muy bien vivir en el Reino de mi Querer, pero sustrayéndose del Querer Supremo cayó enfermo, y Yo vine a la tierra como médico celestial para ver si aceptaba los remedios, las medicinas para su enfermedad, y después de haberlo probado en esto, entonces le habría dado la sorpresa de manifestar el Reino de mi Voluntad, que en mi Humanidad tenía preparado para él.
(3) Se engañan aquellos que piensan que nuestra suma bondad y sabiduría infinita habrían dejado al hombre sólo con los bienes de la Redención, sin levantarlo de nuevo al estado primero creado por Nosotros; si fuera así, nuestra Creación hubiera quedado sin su finalidad y por lo tanto sin su pleno efecto, lo que no puede ser en las obras de un Dios, a lo más haremos pasar y girar los siglos, dando ahora una sorpresa, ahora una otra, ahora confiándole un pequeño bien, ahora otro más grande; haremos como un padre que quiere heredar a sus hijos, pero estos hijos mucho han malgastado los bienes del padre, pero con todo y esto está decidido a heredar la propiedad a sus hijos, así que piensa en otra estrategia, no da ya a sus hijos las sumas grandes sino poco a poco, peso a peso, y conforme ve que los hijos conservan lo poco así va aumentando las pequeñas sumas. Con esto los hijos vienen a reconocer el amor del padre y a apreciar los bienes que les confía, lo que no hacían antes cuando tenían las sumas grandes, esto sirve para reafirmarlos y para enseñarles a saber conservar los bienes recibidos; entonces el padre, cuando los ha formado, confirma su decisión y da sus propiedades a sus hijos. Ahora, así está haciendo la paterna bondad, en la Creación puso al hombre en la opulencia de los bienes, sin restricción alguna, pero solamente porque quiso probarlo le puso una sola

restricción, que a él no le hubiera costado gran cosa, pero con un acto de su voluntad contraria a la mía malgastó todos estos bienes, pero mi amor no se detuvo, comencé, más que padre, a darle poco a poco, y primeramente a curarlo. Con lo poco muchas veces se usa más atención que cuando se poseen las cosas grandes, porque si se poseen grandes propiedades y se despilfarra, hay siempre de dónde tomar, pero si se despilfarra lo poco se queda en ayunas; pero la decisión de dar el Reino de mi Voluntad al hombre no la he cambiado, el hombre cambia, Dios no se cambia. Ahora la cosa es más fácil, porque los bienes de la Redención han hecho el camino, han hecho conocer muchas sorpresas de mi amor por el hombre, cómo los he amado, no con el solo Fiat sino con darle mi propia Vida, si bien mi Fiat me cuesta más que mi misma Humanidad, porque el Fiat es Divino, Inmenso y Eterno, mi Humanidad es humana, limitada y en el tiempo tiene su principio, pero la mente humana no conociendo a fondo lo que significa el Fiat, su valor, su potencia, y qué puede hacer, se dejan impresionar más por todo lo que hice y sufrí al venir a redimirlos, sin saber que bajo mis penas y mi muerte estaba escondido mi Fiat, que daba vida a mis penas. Ahora, si hubiese querido manifestar el Reino de mi Voluntad, tanto cuando vine a la tierra, como antes de que los bienes de la Redención fuesen conocidos y en gran parte poseídos por las criaturas, mis más grandes santos se habrían espantado, todos habrían pensado y dicho: ‘Adán inocente y santo no supo vivir, ni perseveró en este Reino de luz interminable y de santidad divina, ¿cómo podemos hacerlo nosotros?’ Y tú la primera, ¿cuántas veces no te has espantado? Y temblando ante los bienes inmensos y la santidad toda divina del Reino del Fiat Supremo querías retirarte diciéndome: ‘Jesús, piensa en cualquier otra criatura, yo soy incapaz’. No te espantó tanto el sufrir, al contrario, muchas veces me has rogado, incitado a que te hiciese sufrir, y por eso mi más que paterna bondad, como a una segunda madre mía, a la cual le oculté que iba a concebirme en su seno, primero la preparé, la formé, para no hacerla espantar, y cuando llegó el tiempo oportuno, en el mismo momento en que Yo debía concebirme, entonces se lo hice saber por medio del ángel, y si bien en el primer momento tembló y se conturbó, pero pronto se serenó, porque estaba habituada a vivir junto con su Dios, en medio a su luz y delante a su santidad. Así he hecho contigo, por tantos años y años te oculté que quería formar en ti este Reino supremo, te preparé, te formé, me encerré en ti, en el fondo de tu alma para formarlo, y cuando todo estuvo hecho te manifesté el secreto, te hablé de tu misión especial, te pedí en modo formal si querías aceptar el vivir en mi Voluntad, y si bien tú temías y temblabas, Yo te alentaba y te tranquilizaba diciéndote: ‘¿Por qué te turbas? ¿Tal vez no has vivido hasta ahora junto Conmigo en el Reino de mi Querer?’ Y tú tranquilizándote tomabas más práctica en vivir en él y Yo me deleitaba con ensanchar siempre más los confines de mi Reino, porque está establecido hasta dónde la criatura debe tomar posesión en este Reino, puesto que son interminables sus confines, y la criatura es incapaz de poderlos abrazar todos, porque es limitada”.
(4) Y yo: “Amor mío, no obstante mis temores no han cesado del todo, y a veces me espanto tanto, que temo llegar a ser un segundo Adán”.
(5) Y Jesús: “Hija mía, no temas, tú tienes más ayuda que la que tenía Adán, tienes la ayuda de un Dios Humanado y todas sus obras y penas para tu defensa, para tu sostén, para tu cortejo, lo que no tenía él, ¿por qué entonces quieres temer? Más bien sé atenta a la santidad que conviene para vivir en este Reino celestial, a tu felicidad y fortuna, pues viviendo en él te basta una mirada, oír una sola palabra mía para comprender sus bienes, mientras que quienes están fuera, se puede decir que entienden sólo que existe el Reino de mi Voluntad, pero de lo que está dentro, y qué se necesita para hacerlo comprender, apenas el alfabeto de mi Voluntad pueden entender”.

+ + + +

19-39
Julio 20, 1926


La palabra de Jesús es trabajo, su silencio es reposo.
El reposo de Jesús en medio de sus obras

(1) Continuaba sintiéndome toda abandonada en el Supremo Querer, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo en silencio, en acto de mirar toda la Creación, todas sus obras, y mientras las miraba quedaba como raptado profundamente ante la magnificencia, santidad, multiplicidad y grandeza de sus obras, y yo junto con Jesús guardaba un profundo silencio al mirar sus obras, muchas cosas se comprendían, pero todo quedaba en el fondo de la inteligencia, sin palabras para poderlas decir. ¡Cómo era bello estar junto con Jesús en un profundo silencio! Después de esto mi amado bien, mi dulce vida me ha dicho:
(2) “Hija mía amadísima, tú debes saber que mi palabra es trabajo, mi silencio es reposo, y no solamente para Mí es trabajo mi palabra, sino también para ti, y es mi costumbre que después de haber trabajado quiero reposarme en medio de mis mismas obras, ellas son el lecho más blando en mi reposo, y como tú has escuchado mi palabra y has trabajado junto Conmigo, por eso junto Conmigo toma reposo. Mira hija mía cómo es bella toda la Creación, fue la palabra de tu Jesús que con un Fiat la trabajó, ¿pero sabes tú cuál es mi encanto que me rapta? Tu pequeño ‘te amo’ sobre cada una de las cosas creadas; con este tu pequeño ‘te amo’ impreso sobre cada una de ellas, todas me hablan de tu amor, me hablan de mi recién nacida de mi Voluntad, escucho el eco armonioso de toda la Creación que me habla de ti; ¡oh! cómo me rapta, cómo estoy contento al ver que mi Fiat en la Creación y aquél que te he enseñado se dan la mano, se entrelazan juntos y cumpliendo mi Voluntad me dan reposo. Pero no estoy contento con reposarme solo, quiero junto Conmigo a aquélla que me da reposo, a fin de que ella tome reposo y gocemos juntos los frutos de nuestro trabajo. Mira, ¿no te parece más bella toda la Creación y todas las obras de mi Redención con tu ‘te amo’, con tu adoración y con tu voluntad fundida en la mía, que hace vida en medio a las esferas celestes? Así que no hay más soledad ni aquel silencio sepulcral que había antes en las esferas celestiales y en todas mis obras, sino que está la pequeña hija de mi Querer que hace compañía, que hace oír su voz, que ama, que adora, que reza, y que manteniendo sus derechos dados a ella por mi Voluntad, posee todo, y cuando hay quien posee no hay más soledad ni silencio de tumba. He aquí por qué después de haberte hablado mucho hago silencio, es el reposo que se requiere para Mí y para ti, para después poder reemprender de nuevo el hablarte y así continuar mi y tu trabajo. Pero mientras reposo contemplo todas mis obras, mi amor surge en Mí y reflejándose en Mí mismo y complaciéndome, concibo en Mí otras imágenes mías similares a Mí, y mi Voluntad las pone fuera como triunfo de mi amor y como generación predilecta de mi Fiat Supremo, así que en mi reposo genero los hijos a mi Voluntad, todos similares a Mí, y en mi palabra los doy a luz y les doy el desarrollo, la belleza, la altura, por eso mi palabra los va formando dignos hijos del Fiat Supremo. Por eso hija mía, cada palabra mía es un don que te hago, y si te llamo al reposo es para que tú contemples mi don, y complaciéndote y amándolo hagas surgir de ti otros dones similares a aquellos que te he dado, y poniéndolos fuera formarán junto la generación de los hijos del Fiat Supremo, ¡oh, cómo estaremos contentos!”

+ + + +

19-40
Julio 23, 1926

Temores de ser dejada por Jesús. Quien vive en el Querer Divino pierde toda vía de salida, ni Jesús puede dejarla ni ella puede dejarlo. La Creación es espejo, la Voluntad Divina es Vida.


(1) Habiendo esperado y suspirado mucho la venida de mi dulce Jesús, pensaba entre mí: “Cómo haré, si quien forma mi vida me deja sola y abandonada, ¿podría yo vivir? Y si yo vivo, porque ahora entiendo que no son las penas las que hacen morir, pues si así fuese, después de tantas privaciones suyas estaría muerta, las penas a lo más hacen sentir la muerte, pero no la saben dar, hacen vivir estrujada y aplastada como debajo de una prensa, pero el poder de la muerte lo tiene sólo el Querer Supremo”. Mientras esto pensaba, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior, y se hacía ver que tenía una cadenita de oro en las manos y se deleitaba con hacerla pasar entre yo y Él, de modo que quedábamos atados juntos, y con un amor y bondad toda paterna me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes que te deje? Escucha, Yo no puedo tolerar este temor en ti, tú debes saber que en las condiciones en las cuales te he puesto, el mar de mi Querer que dentro y fuera de ti corre, en el cual tú voluntariamente, no forzada, te ofreciste en Él, ha ensanchado tanto sus confines, que ni Yo ni tú encontraremos el camino para salir. Así que si tú quieres dejarme no encontrarás el camino, y por cuanto quieras girar, girarás siempre en los confines interminables de mi Voluntad, mucho más que tus actos hechos en Ella te han cerrado todo camino de salida. Y si Yo te quisiera dejar no lo podría hacer, porque no sabría a dónde ir para ponerme fuera de los confines de mi Voluntad, Ella está por todas partes, y a donde quiera que vaya me encontraría siempre junto contigo. A lo más Yo hago contigo como una persona que posee una habitación grande, y amando a otra persona inferior a ella, de mutuo acuerdo la toma y la otra va, pero como la casa es grande, si ésta se aleja y gira en su casa, aquélla la pierde de vista y se lamenta, pero sin razón, pues si la casa es suya, ¿podrá dejarla? Las cosas propias no se dejan, por lo tanto, o regresará pronto a su casa, o tal vez está en alguna habitación de su misma casa. Por eso, si te he dado mi Voluntad por tu habitación, ¿cómo puedo dejarte y separarme de Ella? Por cuanto soy potente, en esto soy impotente, porque soy inseparable de mi Querer, por eso a lo más me alejo en mis confines y tú me pierdes de vista, pero no es que te deje, y si tú giraras en nuestros confines pronto me encontrarías, por eso en lugar de temer, espérame, y cuando menos lo pienses me encontrarás todo estrechado a ti”.
(3) Después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Supremo Querer, y delante a mi mente se hacía presente todo el orden que conviene tener en la Divina Voluntad, qué se debe hacer y hasta dónde se puede llegar, en suma, todo lo que Jesús mismo me ha enseñado, y pensaba entre mí: “¿Cómo podrán hacer todo esto las criaturas? Si yo que tomo de la fuente me parece que no hago todo, muchas cosas dejo atrás y no llego a aquella altura que Jesús dice, ¿qué será de aquellos que tomarán de mi pequeña fuentecita?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, muchas cosas que creé en la Creación, no todas te sirven a ti, ni las gozas, muchas otras no las conoces, pero si no te sirven a ti sirven a los demás, si no las gozas y conoces tú, las gozan y conocen los demás, y si las criaturas no todo toman, todas sirven a mi gran gloria y para hacer conocer mi potencia, mi majestad, mi gran amor, y la multiplicidad de tantas cosas creadas hacen conocer la sabiduría, el valor del Artífice Divino, que es tan hábil que no hay cosa que no sepa hacer. Ahora, si tantas cosas saqué fuera en la creación del mundo, que debía servir a la naturaleza y que debía ser como espejo en el cual el hombre, mirándose, debía reconocer a su Creador, y todas las cosas creadas debían ser caminos para regresar al seno paterno de donde había salido, mucho más es necesario hacer conocer más cosas del Reino de mi Voluntad, que debe servir como vida del alma y como centro donde Dios debe tener su trono. Ahora, la multiplicidad de las cosas que te he hecho conocer sirve para mostrar quién es esta Voluntad Divina, cómo no hay cosa más importante, más santa, más inmensa, más potente, más benéfica y que tiene virtud de dar vida, que Ella. Todas las otras cosas, por cuan buenas y santas, son siempre en el orden secundario, sólo Ella tiene siempre el primer puesto, y donde no está Ella no puede haber vida. Por eso los tantos conocimientos sobre mi Voluntad servirán a mi misma Voluntad como gloria y triunfo, y servirán a las criaturas como camino

para encontrar la vida y recibirla, y su altura e inmensidad servirán a las criaturas para hacer que jamás se detengan, sino que siempre caminen para alcanzarla, por cuanto puedan, y la multiplicidad de los conocimientos servirá a la libertad de cada una para tomar aquellos que quieran, porque cada conocimiento contiene la Vida, y si se rompe el velo del conocimiento encontrarán dentro, como reina, la Vida de mi Voluntad; por lo tanto, según tomen y hagan, tanto más crecerá la Vida de mi Voluntad en ellos. Por eso sé atenta en manifestar los méritos, las riquezas infinitas que posee, a fin de que el Cielo de mi Querer sea más bello, más atrayente, más majestuoso, como lo es, que el cielo de la Creación, a fin de que raptados por su belleza, por los bienes que contiene, puedan todos suspirar el venir a vivir en el Reino de mi Voluntad”.

+ + + +

19-41
Julio 26, 1926

Cuatro grados que hay en el Supremo Querer.

(1) Continúo mi acostumbrado abandono en el Supremo Querer, y mi amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, la luz del sol no es gozada por todos en la misma medida, esto no por parte del sol, porque mis obras conteniendo el bien universal hacen el bien a todos, sin restricción alguna, sino por parte de las criaturas. Supón que una persona esté en su habitación, ésta no goza toda la viveza de la luz, y si goza de una luz tenue, no goza su calor; en cambio otra persona está fuera de la ciudad, ésta goza más luz, siente el calor del sol; el calor purifica, desinfecta el aire pútrido, y al gozar el aire purificado se revigoriza y se siente más sana, así que la segunda goza de más los bienes que lleva el sol a la tierra. Pero sigue adelante, una tercera persona se va a meter en aquel punto donde los rayos solares golpean con más fuerza la superficie de la tierra, ésta se siente investida por sus rayos, se siente quemar por el calor del sol, la viveza de su luz es tanta, que llenándose el ojo de ella difícilmente puede mirar la tierra, se ve como transfundida en la misma luz, pero como apoya los pies sobre la tierra, muy poco siente de ella, de sí misma, sino que vive toda para el sol. Mira qué gran diferencia hay entre la primera, la segunda y la tercera, pero sigue adelante aún, una cuarta emprende el vuelo en los rayos solares, se eleva hasta el centro de su esfera, ésta queda quemada por la intensidad del calor que el sol contiene en su centro, la intensidad de la luz la eclipsa totalmente de modo que queda perdida, consumida en el mismo sol, esta cuarta persona no puede mirar más la tierra, ni pensar en sí misma, y si mirará, mirará luz, sentirá fuego, así que para ella todas las cosas han terminado, la luz y el calor se han sustituido a su vida; ¡qué gran diferencia entre la tercera y la cuarta! Pero toda esta diversidad no es por parte del sol, sino por parte de las criaturas, dependiendo de cómo se expongan a la luz del sol. Ahora, el sol es la imagen de mi Voluntad, que más que sol, como dardos envía sus rayos para convertir a aquellos que quieren vivir en su Reino en luz y amor. La imagen de estas personas son los cuatro grados del vivir en mi Voluntad: La primera se puede decir que no vive en su Reino, sino sólo a la luz que de mi Reino expande a todos el Sol de mi Querer, se puede decir que está fuera de sus confines, y si goza una escasa luz es por la naturaleza de la luz que se expande dondequiera; la naturaleza de esta criatura, sus debilidades y pasiones, le forman como una habitación a su alrededor y forman el aire infectado y pútrido, el cual al respirarlo la hace vivir enfermiza y sin viveza de fuerza en el hacer el bien, pero con todo y esto está resignada, soporta más o menos los encuentros de la vida, porque la luz de mi Voluntad, por cuan escasa sea, lleva siempre su bien. La segunda es la imagen de quien ha entrado en los primeros pasos de los confines del Reino del Supremo Querer, ésta goza no sólo más luz, sino goza también el calor, por lo tanto el aire que respira es puro, y respirándolo

se siente morir las pasiones, es constante en el bien, soporta las cruces no sólo con paciencia, sino con amor, pero como está en los primeros pasos de los confines, mira la tierra, siente el peso de la naturaleza humana. En cambio la tercera, siendo la imagen de quien se ha adentrado en los confines de este Reino, es tal y tanta la luz que le hace olvidar todo, no siente más nada de sí misma, el bien, las virtudes, las cruces, se cambian en naturaleza; la luz la eclipsa, la transforma y apenas le deja mirar de lejos lo que a ella no pertenece más. La cuarta es la más feliz, porque es la imagen de quien no sólo vive en mi Reino, sino de quien ha hecho adquisición de él, ésta sufre la consumación total en el Sol Supremo de mi Querer, el eclipse que le hace la luz es tan denso que ella misma se vuelve luz y calor, no puede mirar otra cosa que luz y fuego, y todas las cosas se convierten para ella en luz y amor. Así que habrá diferencia de grados en el reino de mi Voluntad según que las criaturas querrán tomar de sus bienes, pero los primeros grados serán empujones y caminos para llegar al último. Ahora, para ti que lo debes hacer conocer, es totalmente necesario que vivas en el último grado”.

+ + + +

19-42
Julio 29, 1926

Todo lo que hacía Nuestro Señor, en virtud del Querer Divino investía toda la Creación. ¿Quién pondrá de nuevo en fiesta a toda la Creación?

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados giros en el Reino del Supremo Querer, y habiendo llegado a lo que había hecho el Divino Querer en la Humanidad de Nuestro Señor, miraba sus lágrimas, sus suspiros, sus gemidos, y todo lo que hacía, investidos por la luz de su Voluntad, así que sus rayos estaban adornados por las lágrimas de Jesús, llenos de sus suspiros, investidos por sus gemidos dolientes y amorosos. Y como la Creación está preñada e investida por el Supremo Querer, sus rayos de luz invistiendo todo, embellecían todas las cosas creadas con sus lágrimas; todas las cosas quedaban investidas por sus suspiros, por su amor y todas gemían junto con Jesús. Después, el dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y apoyando su cabeza sobre mi frente me ha dicho:
(2) “Hija mía, el primer hombre al pecar perdió una Voluntad Divina, y por eso se necesitó mi Humanidad unida al Verbo Eterno, que debía sacrificar en todo y por todo la voluntad humana de mi Humanidad, para readquirir esta Voluntad Divina, para darla de nuevo a la criatura. Así que mi Humanidad no le dio ni siquiera un respiro de vida a su voluntad humana, sino que la tuvo sólo para sacrificarla y para pagar la libertad que se había tomado el hombre de rechazar con tanta ingratitud a esta Voluntad Suprema, y perdiéndola le faltaron todos sus bienes, su felicidad, su dominio, su santidad, todo le quedó malogrado. Si el hombre hubiera perdido una cosa humana, dada a él por Dios, un ángel, un santo se la habría podido restituir, pero como perdió una Voluntad Divina, se necesitó un Hombre y Dios que la pudiese restituir. Ahora, si hubiese venido a la tierra solamente para redimirlo, habría bastado una gota de mi sangre, una pequeña pena para ponerlo a salvo, pero como vine no sólo para salvarlo, sino para restituirle mi Voluntad perdida, quiso descender esta Divina Voluntad en todas mis penas, en mis lágrimas, en mis suspiros y gemidos, en todo lo que Yo hacía y sufría para readquirir de nuevo el dominio en todos y sobre todos los actos humanos, y así poder formar de nuevo su Reino en medio a las criaturas. Así que cuando Yo, de niño lloraba, sollozaba, gemía, mi Voluntad Divina más que rayo solar investía toda la Creación de mis lágrimas, de mis gemidos y suspiros, así que las estrellas, el sol, el cielo azul, el mar, la pequeña flor, todos lloraban, gemían, sollozaban y suspiraban, porque la Voluntad Divina que estaba en Mí era la misma que reinaba en toda la Creación, y como connatural las estrellas lloraban, el cielo

gemía, el sol sollozaba, el mar suspiraba. La luz de mi Voluntad llevaba mi eco en todas las cosas creadas, y repitiendo mi acto hacían compañía a su Creador. ¡Oh! si tú supieras el asalto que recibía la Divina Majestad al oír mi llanto en toda la Creación, mis gemidos y suspiros. Todas las cosas creadas, animadas por mi Voluntad, postradas a los pies del trono divino lo ensordecían con sus gemidos, lo atraían con sus lágrimas, lo movían a piedad con sus suspiros y plegarias, y mis penas repercutiéndose en ellas lo forzaban a ceder las llaves del Cielo e imploraban de nuevo el Reino de la Voluntad Divina sobre la tierra. Mi Padre Celestial, apiadado y enternecido por su misma Voluntad que lloraba, gemía, rogaba y penaba en todas sus obras, cedía las llaves y daba de nuevo su Reino, pero para estar seguro lo ponía en mi Humanidad, a fin de que a tiempo oportuno lo pudiese dar de nuevo a la familia humana. He aquí la necesidad de que Yo obrara y descendiera en el orden de las acciones humanas, porque mi Voluntad Divina debía tomar su dominio y sustituir el orden de su Voluntad Divina en todos los actos de las criaturas; ve entonces cuánto me cuesta este Reino, con cuántas penas lo rescaté, por eso lo amo tanto y a cualquier costo lo quiero establecer en medio a las criaturas”.
(3) Y yo: “Pero dime amor mío, si todo lo que Tú hiciste era investido por la unidad de la luz del Supremo Querer, siendo una esta Voluntad no se puede desunir ni separar de sus actos, así que la Creación no está más sola, tiene la compañía de tus actos, de tu amor, de tus gemidos; por lo tanto no hay aquel silencio de tumba que Tú me dijiste la otra vez”. Y Jesús, todo bondad ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que hasta en tanto mi Humanidad estuvo sobre la tierra, como también mientras estuvo la Soberana Reina, en la Creación no hubo soledad ni silencio sepulcral, porque en virtud de la luz de la Voluntad Divina, dondequiera que ésta se encontraba, como luz se expandía, y difundiéndose en todo se multiplicaba en todas las cosas creadas, y dondequiera se repetía mi acto, porque una era la Voluntad. Tan es cierto todo esto, que la Creación dio señales sensibles tanto en mi nacimiento y mucho más en mi muerte, hasta oscurecerse el sol y romperse las piedras, temblar la tierra, como si todos llorasen a su Creador, a su Rey, lloraban a Aquél que los había tenido en fiesta, que había roto su soledad y el silencio de tumba, y sintiendo todos la amargura de tan dura privación, dieron señales de dolor y de llanto y regresaron de nuevo al luto de la soledad y del silencio, porque partiendo Yo de la tierra, no había más quién emitiera la voz en la luz de mi Voluntad, que formando el eco volvía a la Creación hablante y obrante. Sucedía como a aquellos instrumentos de metal, que con arte encierran la voz de quien habla o de quien canta, y el instrumento habla, canta, llora, ríe, pero esto sucede en virtud del eco de la voz que ha hablado, pero si se quita el ingenio que produce aquel canto, el instrumento queda mudo. Mucho más que Yo no vine a la tierra por la Creación, sino que vine por el hombre, y por eso todo lo que hice, penas, oraciones, gemidos, suspiros, los dejé más que nueva Creación a bien de las almas, porque habiendo sido hecho todo lo que Yo hice en virtud de mi potencia creadora, está todo en acto de salvar al hombre. Además de esto, la Creación fue hecha para el hombre, en la cual debía ser él el rey de todas las cosas creadas, pero el hombre al sustraerse de mi Voluntad Divina perdió el régimen, el dominio, no podía formar leyes en el Reino de la Creación, como es costumbre de un rey cuando posee un Reino, porque habiendo perdido la unidad de la luz de mi Voluntad, no supo más regir, no tenía más fuerza de dominio, sus leyes no tenían valor; la Creación fue para él como un pueblo que se revela al rey y de él forma su hazmerreír. Por eso mi Humanidad fue rápidamente reconocida por toda la Creación como su Rey, porque sentía en Mí la fuerza de la unión de una sola Voluntad; pero, partiendo Yo, quedó de nuevo sin Rey y encerrada en su silencio, esperando de nuevo a quien en el Reino de mi Voluntad debía emitir su voz para hacerla resonar en ella. ¿Pero sabes tú quien es aquélla que pondrá de nuevo en fiesta a toda la Creación, quién formará su eco y la volverá de nuevo hablante? Eres tú hija mía la que retomarás el dominio, el régimen en el Reino de mi Voluntad, por eso sé atenta y tu vuelo en mi Querer sea continuo”.

+ + + +

19-43
Agosto 1, 1926

El secreto de Jesús. La fuerza y el bien de su secreto.

(1) Estaba suspirando por mi dulce bien, la Vida de mi vida, y no viniendo pensaba entre mí: “¡Cómo es dura su privación! ¡Ah! Jesús no me quiere más, y no sólo han terminado las caricias, los besos, sus grandes demostraciones de amor que con tanta abundancia me daba antes, sino también su amable y arrobadora presencia se hace siempre esperar”.
¡Oh Dios, qué pena, qué martirio continuado, qué vida sin vida, sin aire, sin respiro! Jesús mío, ten piedad de mí, de tu pequeña exiliada”. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y apoyando sus brazos sobre mi pecho me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú te engañas diciendo que no te quiero como antes, más bien tú debes saber que mis besos, caricias, demostraciones de amor que te hacía eran el desahogo de mi amor, que no pudiendo contenerlo en mi interior, te lo demostraba con tantos signos amorosos, y como entre tú y Yo no había un gran trabajo que realizar, me divertía contigo con tantas señales y estratagemas de amor, pero esto servía para prepararte al gran trabajo que entre tú y Yo se debía desarrollar, y cuando se trabaja no hay tiempo de divertirse, pero con todo y esto el amor no cesa, sino que viene centuplicado, reafirmado y sellado. Ahora hija mía, habiéndote demostrado el desahogo de mi amor contenido, he querido pasar a darte lo que contenía dentro de Mí, he querido comunicarte el gran secreto del Reino de mi Voluntad, dándote los bienes que él contiene. Y cuando se comunican secretos importantes, y siendo este el secreto más importante de toda la historia de la Creación, se hacen a un lado las diversiones, besos y caricias, mucho más que el trabajo del Reino del Supremo Querer es exuberante y el más grande que puede existir en toda la historia del mundo. Por lo tanto, el manifestarte mi secreto supera todos los amores juntos, porque en el secreto está la participación de la propia vida, de los propios bienes; en el secreto hay confianza, hay esperanza; ¿y te parece poco que tu Jesús tenga confianza en ti, y que tú seas el objeto de mi esperanza? Pero no de una confianza y esperanza cualquiera, sino la confianza de confiarte el Reino de mi Querer, la esperanza que pongas a salvo los derechos de Él, que lo hagas conocer. Ahora, habiéndote confiado el secreto de mi Voluntad, la cual es la parte esencial de la Vida Divina, y Yo no sabría darte cosa más grande que ésta, ¿cómo dices entonces que te amo menos que antes? Debes decir más bien que es el gran trabajo que se requiere de ti y de Mí en el Reino de mi Voluntad. Tú debes saber que estoy siempre ocupado y todo atento a trabajar en ti, ahora ensancho tu capacidad, ahora te enseño, muchas veces paso a trabajar junto contigo, otras veces te suplo, en suma, estoy siempre ocupado, y esto dice que te amo siempre más, pero con amor más fuerte y sustancioso”.

+ + + +

19-44
Agosto 4, 1926

Quien está en la Divina Voluntad, dondequiera que se encuentre está al seguro, porque en Ella hay cuatro planos.

(1) Mis días, mis horas están siempre bajo la opresión de durísimas privaciones de mi dulce Jesús. ¡Oh! cómo es doloroso pasar de la luz a las tinieblas, y mientras se cree deber gozar de la luz, como relámpago huye y se queda más a lo oscuro que antes.

Ahora, mientras me encontraba bajo la dura pena de la privación de la luz de mi dulce Jesús, y sintiendo que no podía más, mi amada Vida, mi sumo bien se ha movido en mi interior, y yo sintiéndolo le he dicho: “¡Jesús, como me dejas! Sin Ti yo no sé dónde me encuentro”. Y Él todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo, ¿no sabes dónde te encuentras? ¿No estás en mi Voluntad? La casa de mi Voluntad es grande, si no estás en un piso estarás en algún otro, porque Ella contiene cuatro planos: El primero es el bajo de la tierra, esto es: El mar, la tierra, las plantas, las flores, los montes y todo el resto que existe en lo bajo del universo; Ella dondequiera domina y rige, su puesto es siempre de Reina y todo lo tiene en su propio puño. El segundo plano es el sol, las estrellas, las esferas celestes. El tercero es el cielo azul. El cuarto es mi patria y la de los santos. En todos estos planos mi Voluntad es Reina, ocupa el primer puesto de honor, así que en cualquiera de estos planos en que te encuentres, está segura de que siempre estarás en mi Voluntad. Si giras en lo bajo del universo, la encontrarás que te espera en el mar, a fin de que te unas con Ella para hacer lo que Ella hace, como desenvuelve su amor, su gloria, su potencia; te espera sobre los montes, en lo bajo de los valles, en los prados floridos, te espera en todas las cosas a fin de que le hagas compañía para hacer que nada omitas, es más, serás la repetidora de sus actos. Cuando hayas girado por el primer plano pasa al segundo, y la encontrarás que te espera con majestad en el sol, a fin de que su luz, su calor, te transformen, te hagan perder tu ser y sepas amar y glorificar como sabe amar y glorificar una Voluntad Divina. Por eso gira en nuestra casa, en las obras de tu Creador, porque dondequiera te espera a fin de que tú aprendas sus modos, repitas lo que hace mi Voluntad en todas las cosas creadas, así estarás segura de encontrarte siempre en el Supremo Querer, y no sólo esto, sino que te encontrarás siempre junto Conmigo, y si bien no siempre me ves, tú debes saber que soy inseparable de mi Voluntad y de mis obras, por eso estando Ella en Mi, Yo estaré contigo y tú estarás Conmigo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido como relámpago, y yo he quedado más en lo oscuro que antes, continuando mis actos en el Supremo Querer, pero mientras esto hacía le rogaba que regresara a su pequeña hija diciéndole: “Mi Jesús, te ruego en virtud de tu misma Voluntad, y como Ella se encuentra esparcida en toda la Creación, llenándola toda, por eso tu misma Voluntad te ruega en el sol que regreses a tu pequeña recién nacida, te ruega en cada estrella, te ruega en el cielo azul que te des prisa a venir a quien no puede vivir sin Ti, te suplica en el mar, en sus olas fragorosas, en su dulce murmullo, que pronto vengas a tu pequeña exiliada. ¿No escuchas amor mío mi voz en tu Voluntad que resuena en todas las cosas creadas, y toda la Creación ruega, suplica, suspira, llora porque regreses a la pequeña de tu Voluntad? ¿Cómo es que tantas voces no te conmueven? ¿Cómo es que tantos suspiros no te empujan, no te hacen emprender el vuelo? ¿No sabes ¡oh! Jesús que es tu Voluntad la que te ruega, y si Tú no la escuchas Ella quedaría por debajo? Y creo que no puedes hacer menos que escucharla”. Pero mientras esto y otras cosas más decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, transformándome toda en Él y participándome sus amarguras, que eran ya demasiadas, ¡oh Dios, cuántas cosas tristes hacía ver, y su corazón era traspasado por ellas! Después, como si se quisiera aliviar me ha dicho, haciéndose ver con su acostumbrada pluma de luz en la mano:
(4) “Hija mía, hagamos todo a un lado, hablemos del reino del Supremo Querer que tanto me interesa, ¿no ves cómo estoy siempre en acto de escribir en el fondo de tu alma sus méritos, sus leyes celestiales, su potencia, sus prodigios divinos, su belleza encantadora, sus alegrías infinitas, el orden y la armonía perfecta que reina en este Reino del Fiat Divino? Primero hago los preparativos, formo en ti todas las propiedades de Él y después te hablo, a fin de que sintiendo en ti sus propiedades, podrás ser la portavoz de mi Voluntad, su pregonera, su telégrafo y la trompeta que con sonido resonante llame la atención de las gentes a escucharla. Las enseñanzas que te doy acerca del Reino de mi Querer serán como tantos hilos eléctricos, que cuando están hechas las justas comunicaciones, los preparativos necesarios, basta un solo hilo para dar luz a ciudades y a

provincias enteras. La fuerza de la electricidad, con una rapidez más que la del viento, da luz a lugares públicos y privados. Las enseñanzas sobre mi Voluntad serán los hilos, la fuerza de la electricidad será el mismo Fiat, que con una rapidez encantadora formará la luz que alejará la noche de la voluntad humana, las tinieblas de las pasiones. ¡Oh, cómo será bella la luz de mi Voluntad! Al verla se dispondrán los aparejos en las almas para unir a ellas los hilos de las enseñanzas, para gozar y recibir la fuerza de la luz que contiene la electricidad de mi Querer Supremo. ¿Quieres ver cómo sucederá? Mira, Yo tomo un hilo de mis enseñanzas atado a tu alma, y tú emites tu voz dentro del hilo, di, ‘te amo’, ‘te adoro’, ‘te bendigo’, lo que quieras decir, y sé atenta a mirar”.
(5) Yo he dicho ‘te amo’ y aquel ‘te amo’ se cambiaba en caracteres de luz, y la fuerza eléctrica del Supremo Querer lo multiplicaba, de modo que aquel ‘te amo’ de luz recorría toda la bóveda de los cielos, se fijaba en el sol, en cada estrella, penetraba en los Cielos, se fijaba en cada uno de los bienaventurados, formaba su corona de luz a los pies del trono divino y entraba hasta en el seno de la Majestad Suprema, en suma donde se encontraba la Divina Voluntad, y por todas partes formaba su luz eléctrica. Y Jesús retomando la palabra me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿has visto qué fuerza tiene la electricidad del Fiat Supremo y cómo llega a todas partes? La electricidad de la tierra a lo más se difunde en lo bajo, no tiene la fuerza de llegar hasta las estrellas, pero la fuerza de mi electricidad se difunde en lo bajo, en lo alto, en los corazones, dondequiera, y cuando se dispongan los hilos, con qué rapidez encantadora hará su camino en medio a las criaturas”.

+ + + +

19-45
Agosto 8, 1926

Por cuanto más el alma está fundida con Dios, tanto más puede darle, y tanto más ella puede tomar. Ejemplo del mar y el riachuelo.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda abandonada en los brazos de Jesús, y Él, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuanto más el alma está fundida Conmigo, tanto más Yo puedo darle y ella puede tomar de Mí. Sucede como entre el mar y el riachuelo, separado éste del mar sólo por una pared; están tan cerca, que si se quitase esta pared, el mar y el riachuelo se volverían un solo mar. Ahora, si el mar desborda, el riachuelo estando cerca, recibe las aguas del mar; si las olas fragorosas se levantan, al descender descargan en el riachuelo; el agua del mar se filtra a través de las fisuras de la pared, así que el pequeño riachuelo recibe siempre del mar, y como él es pequeño se llena siempre más con esta agua que recibe del mar y da nuevamente al mar el agua recibida, para recibirla de nuevo. Pero esto sucede porque el riachuelo está cercano al mar, si estuviese lejano, ni el mar podría dar ni él podría recibir, la lejanía lo pondría en tal condición que ni siquiera podría conocer el mar”.
(3) Pero mientras esto decía, ponía delante a mi mente la imagen del mar y del pequeño riachuelo y entonces ha vuelto a decir:
(4) “Hija mía, el mar es Dios, el pequeño riachuelo es el alma, la pared que divide el uno del otro es la naturaleza humana que hace distinguir a Dios y a la criatura; los desbordamientos, las olas que continuamente se levantan para descargar en el riachuelo son mi Divina Voluntad que quiere dar tanto a la criatura, para hacer que el pequeño riachuelo, llenándose e hinchándose, desborde, forme sus olas levantadas por el viento de la Suprema Voluntad y se viertan en el mar divino para llenarse nuevamente, de modo que puede decir: ‘Hago la vida del mar, y si bien soy pequeño, también yo hago lo que él hace, desbordo, formo mis olas, me levanto y busco dar al mar lo que él me da’. Así que el alma

que está fundida Conmigo y se hace dominar por mi Voluntad, es la repetidora de los actos divinos; su amor, sus adoraciones, sus plegarias y todo lo que hace es el desahogo de lo que ha recibido de Dios para poderle decir: ‘Es tu amor que te ama, son tus adoraciones que te adoran, son tus plegarias que te ruegan, es tu Voluntad que invistiéndome me hace hacer lo que haces Tú, para dártelas nuevamente como cosas tuyas”.
(5) Jesús ha hecho silencio, pero después, como tomado por un énfasis irresistible de amor ha agregado:
(6) “¡Oh! potencia de mi Voluntad, cómo eres grande, Tú sola unes al ser más grande, más alto, con el ser más pequeño y más bajo y de ellos formas uno solo. Tú sola tienes la virtud de vaciar a la criatura de todo lo que no te pertenece, para poder con tus reflejos formar en ella aquel Sol Eterno, que con sus rayos, llenando Cielo y tierra, va a confundirse con el Sol de la Majestad Suprema. Tú sola tienes esta virtud de comunicar la Fuerza Suprema, de tal modo que pueda con tu fuerza elevarse la criatura a aquel acto único del Dios Creador. ¡Ah! hija mía, la criatura cuando no vive en la unidad de mi Voluntad, pierde la fuerza única y queda como desunida de aquella fuerza que llena Cielo y tierra y sostiene a todo el universo como si fuera la más pequeña pluma. Ahora, cuando el alma no se hace dominar por mi Voluntad, pierde la fuerza única en todas sus acciones, por lo tanto no saliendo de una sola fuerza, todos sus actos quedan divididos entre ellos, dividido el amor, separada la acción, desunida la plegaria, así que todos los actos de la criatura, estando divididos, son pobres, mezquinos, sin luz, así que la paciencia es pobre, la caridad es débil, la obediencia es imperfecta, la humildad es ciega, la plegaria es muda, el sacrificio es sin vida, sin vigor, porque faltando mi Voluntad falta la fuerza única que uniendo todo, da la misma fuerza a cada uno de los actos de las criaturas, y por eso no sólo quedan divididos entre ellos, sino que quedan viciados por la voluntad humana, y por eso queda cada uno con su defecto. Esto le sucedió a Adán, con el sustraerse de la Voluntad Suprema perdió la fuerza única de su Creador, y quedando con su fuerza humana limitada, sentía el cansancio en su obrar, mucho más, pues la fuerza que usaba para cumplir una acción lo debilitaba, y debiendo hacer otra acción no sentía la fuerza, así que tocó con la mano la pobreza de sus acciones, que no teniendo la misma fuerza, no sólo estaban divididas, sino que cada una tenía su defecto. Sucedió como a un rico señor que posee propiedades extensísimas, mientras éstas son de un solo dueño, él hace alarde, hace grandes gastos, quién sabe cuantos siervos mantiene y con los grandes réditos que recibe hace siempre nuevas adquisiciones. Pero supón que esta propiedad fuese dividida con otros herederos, he aquí que está ya perdida su gran fuerza, no puede hacer alarde como antes ni hacer nuevas adquisiciones, se debe limitar en los gastos, sus siervos son pocos, así que su grandeza, su señorío ha desaparecido, apenas le quedan las trazas. Así le sucedió a Adán, con el sustraerse de mi Voluntad perdió la fuerza única de su Creador, y con esto perdió su señorío, su dominio, no sintió más la fuerza de hacer alarde en el bien. Así sucede para quien no está del todo abandonado en brazos de mi Voluntad, porque con Ella la fuerza del bien se convierte en naturaleza y la pobreza no existe”.

+ + + +

19-46
Agosto 12, 1926

El Querer Divino no puede reinar si las tres potencias del alma no están ordenadas con Dios.

(1) Las privaciones de mi dulce Jesús se van haciendo más largas, ¡oh, cómo me hace anhelar su retorno! ¡Cómo las horas, los días, me parecen siglos sin Él, pero siglos de noches, no de días! Entonces mientras estaba con ansias esperando su regreso, como relámpago que surge ha salido de dentro de mi interior y estrechándome a Él me ha dicho:

(2) “Hija mía, el hombre fue creado por Dios con tres potencias: Memoria, inteligencia y voluntad, y esto para que pudiese tener los vínculos de comunicación con las Divinas Personas de la Trinidad Sacrosanta; éstas eran como caminos para subir a Dios, como puertas para entrar, como habitaciones para formar la continua morada, la criatura a Dios y Dios a la criatura. Estos son los caminos reales del uno y del otro, las puertas de oro que Dios puso en el fondo del alma para que pudiera entrar la Soberanía Suprema de la Majestad Divina, la estancia segura e inmutable donde Dios debía establecer su celestial morada. Ahora, mi Voluntad para poder formar su Reino en lo íntimo del alma, quiere encontrar en orden al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, estas tres potencias dadas a la criatura para elevarla a la semejanza de su Creador. Mi Voluntad no saldría fuera de sus dominios si estas tres potencias del alma estuvieran en orden a Dios, y su reinar sería feliz y como connatural, porque con estar en orden a Dios estas tres potencias, tendrían el orden en sí mismas y fuera de sí, y el Reino de la Voluntad de Dios y aquél de la criatura no sería un Reino dividido, sino uno solo, y por lo tanto su dominio y su régimen sería uno solo. Mucho más que mi Voluntad no sabe reinar donde no hay orden y armonía, inseparable cualidad y propiedad indispensable de las Divinas Personas, y el alma jamás puede estar ordenada y armonizar con su Creador si no tiene sus tres potencias abiertas para recibir de Dios sus cualidades ordenadas, y sus propiedades armonizadas, de modo que mi Voluntad encontrando las armonías divinas y el orden supremo del Reino Divino y del reino humano, de ellos forma uno solo y reina en él con su pleno dominio. ¡Ah hija mía, cuánto desorden reina en las tres potencias del alma humana! Se puede decir que nos han cerrado las puertas en la cara, que han puesto barricadas en los caminos para impedirnos el paso y romper con Nosotros las comunicaciones, mientras que estas tres potencias fueron el don más grande que le hicimos al crearla. Estas tres potencias debían servir para comprender a Aquél que las había creado, para hacer crecer su semejanza, y transfundida su voluntad en la de su Creador darle el derecho de hacerla reinar. He aquí el por qué el Supremo Querer no puede reinar en el alma si estas tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad, no se dan la mano entre ellas para regresar a la finalidad por la cual Dios las ha creado. Por eso ruega a fin de que estas tres potencias regresen al orden y a la armonía de su Creador, para que así mi Supremo Querer pueda reinar con su pleno triunfo”.

+ + + +

19-47
Agosto 14, 1926

Amarguras del alma por la noticia de la próxima publicación de los escritos sobre la Voluntad de Dios. Palabras de Jesús al respecto.

(1) Mi pobre corazón nada en el mar de las amarguras por las privaciones de mi dulce Jesús, y si viene es como un relámpago que huye, y en aquella claridad del relámpago veo al pobre mundo, sus graves males, los vínculos de las naciones que se vinculan entre ellas para mover guerras y revoluciones, y con esto atraen los castigos del Cielo, y tan graves de destruir ciudades enteras y pueblos. ¡Oh Dios, cómo es grande la ceguera humana! Y cuando termina el relámpago de su amable presencia, permanezco más en lo oscuro que antes, con el pensamiento de mis pobres hermanos esparcidos en el duro exilio de la vida. Pero como si esto no bastara para llenar mi pobre corazón de intensas amarguras, una más se ha agregado para sofocar mi pobre existencia en aquellas olas fragorosas en las cuales es arrollada mi pobre alma, esto es, la noticia de la próxima publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad de Dios, que nuestro señor Arzobispo había dado su aprobación poniendo él el imprimátur, y esto era nada, el golpe más fatal para mi pobre alma ha sido la noticia de que no sólo se debía poner lo que correspondía a la Divina

Voluntad, porque de esto, después de tantas insistencias de Nuestro Señor y de los superiores, me había convencido que lo requería la gloria de Dios, y mísera y pequeña cual soy no conviene oponerme a lo que el bendito Jesús quiere, sino también el orden que Jesús ha tenido conmigo y todo lo que me ha dicho aun sobre las virtudes y circunstancias, esto me ha resultado demasiado doloroso, he dicho una y otra vez mis razones para que esto no se hiciese. Mientras me encontraba tan oprimida, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, como si sintiera el peso de mi opresión me ha estrechado entre sus brazos, y sacudiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué pasa, qué pasa? Anímate, no quiero que estés tan oprimida, ¿en vez de agradecerme te oprimes? Tú debes saber que para hacer que mi Suprema Voluntad sea conocida, he debido preparar las cosas, disponer los medios, arrollar al Arzobispo con los actos de absoluto dominio de mi Voluntad, a los cuales el hombre no me puede resistir, he debido hacer uno de mis grandes prodigios. ¿Crees tú que sea cosa fácil el obtener la aprobación de un Obispo? Cómo es difícil, cuántas cavilaciones, cuántas dificultades, y si aprueban es con muchas restricciones, casi quitando las pinceladas más bellas, los colores que más resaltan a todo lo que mi bondad con tanto amor ha revelado.
¿No ves tú entonces en la aprobación del Arzobispo el triunfo de mi Voluntad? Y por lo tanto mi gran gloria y la gran necesidad de que los conocimientos del Supremo Querer sean conocidos, y que como rocío benéfico apaguen los ardores de las pasiones, y que como sol que surge haga huir las tinieblas de la voluntad humana y quite el entorpecimiento que casi todas las criaturas tienen aun en el hacer el bien, porque falta la Vida de mi Querer. Mis manifestaciones sobre Él serán como bálsamo que cicatrizarán las llagas que ha producido la voluntad humana; quien tenga el bien de conocerlas se sentirá correr en él una nueva vida de luz, de gracia, de fortaleza, para cumplir en todo mi Voluntad, y no sólo esto, sino que comprendiendo el gran mal del propio querer lo aborrecerán y se sacudirán del durísimo yugo de la voluntad humana, para ponerse bajo el suave dominio de la mía. ¡Ah! tú no sabes ni ves lo que sé y veo Yo, por eso déjame hacer y no te oprimas, mas bien deberías haber apresurado y urgido tú misma a aquél que Yo con tanto amor he dispuesto para que tomara el empeño, es más, decirle que se apresure y que no se pierda tiempo. Hija mía, el Reino de mi Voluntad es inquebrantable y en estos conocimientos sobre Ella he puesto tanta luz, gracia y atracciones para volverlo victorioso, de modo que conforme sean conocidos harán dulce batalla a la voluntad humana y quedarán vencidas. Estos conocimientos serán muro altísimo y fortísimo, más que en el Edén terrestre, que impedirán al enemigo infernal el entrar dentro para molestar a aquellos que vencidos por mi Voluntad pasarán a vivir en el Reino de Ella, por eso no te turbes y déjame hacer, y Yo dispondré todo para que el Fiat Supremo sea conocido”.

+ + + +

19-48
Agosto 18, 1926

Jesús anima a aquél que debe emprender la publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad
de Dios. Potencia de los actos hechos en el Querer Divino.

(1) Mientras rezaba me he encontrado fuera de mí misma, y al mismo tiempo veía al reverendo padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos sobre de la Santísima Voluntad de Dios, con Nuestro Señor cercano que tomaba todos los conocimientos, efectos y valores que ha manifestado sobre el Supremo Querer, que cambiados en hilos de luz los sellaba en la inteligencia del padre, de modo de formar una corona de luz en torno a su cabeza, y mientras esto hacía le ha dicho:

(2) “Hijo mío, el trabajo que te he dado es grande, por eso es necesario que te dé mucha luz para hacerte comprender con claridad lo que he revelado, porque según la claridad con la cual serán expuestos, así producirán sus efectos, aunque por sí mismas estas verdades son clarísimas, porque lo que respecta a mi Voluntad es luz que desciende del Cielo, la cual no confunde ni deslumbra la vista de la inteligencia, sino que tiene virtud de reforzar y clarificar la inteligencia humana, para hacerse comprender y amar, y de poner en el fondo del alma el principio de su origen, la verdadera finalidad por la cual fue creada, el orden entre Creador y criatura, y cada palabra mía, manifestaciones, conocimientos sobre mi Supremo Querer, son tantas pinceladas para hacer regresar al alma a la semejanza de su Creador. Todo lo que he dicho sobre mi Voluntad no es otra cosa que preparar el camino, formar el ejército, reunir al pueblo elegido, preparar el palacio real, disponer el terreno donde debe formarse el Reino de mi Voluntad, y después regirlo y dominarlo. Por eso el trabajo que te confío es grande, Yo te guiaré, estaré junto a ti para hacer que todo se haga según mi Voluntad”.
(3) Después de esto lo ha bendecido, y se ha venido a mi pequeña alma retomando su palabra:
(4) “Hija mía, cuánto me interesa mi Voluntad, cómo amo, suspiro que sea conocida, es tanto mi interés que estoy dispuesto a dar cualquier gracia a quien quiera ocuparse de hacerla conocer. ¡Oh! cómo quisiera que se hiciese pronto, porque veo que todos mis derechos me serán restituidos y el orden entre Dios y la criatura será restablecido; no daré más mis bienes por mitad a las generaciones humanas, sino todos enteros, ni recibiré más de ellas cosas incompletas, sino todas enteras. ¡Ah! hija mía, el poder y el querer dar y no encontrar a nadie a quién dar, es siempre una pena y un peso sin esperanza de ser aligerado. Si tú supieras con cuánto celo de amor estoy en torno al alma cuando la veo dispuesta a hacer sus actos en mi Voluntad, antes de que comience el acto, en él hago correr la luz y la virtud de mi Voluntad, a fin de que el acto tenga su principio sobre la virtud que contiene mi Voluntad; conforme la criatura lo va formando, así la luz y la virtud divina lo inviste y desenvuelve, y conforme lo cumple, la luz se sella sobre él y le da la forma de un acto divino, y ¡oh! cómo goza mi suprema bondad al ver que la criatura posee este acto divino; a estos actos mi eterno amor no dice jamás basta, da y da siempre, porque ante estos actos divinos formados por la criatura en mi Voluntad, mi amor no sabe limitarse, porque siendo divinos debe recompensarlos con amor infinito y sin límites. ¿No ves tú misma con cuánto amor te guío, te acompaño y llego muchas veces a hacer junto contigo lo que haces tú? Y esto para dar un valor divino a tus actos. Cómo soy feliz al ver que en virtud de mi Voluntad tus actos son divinos, similares a los míos, no hay más distancia entre tu pequeño amor y el mío, entre tu adoración y la mía, entre tus adoraciones y las mías, pues todo, investido por la luz del Querer Eterno, pierde lo finito, las apariencias humanas, y adquieren lo infinito y la sustancia divina, y transformando todo junto el obrar de Dios y del alma, forma de ellos uno solo. Por eso sé atenta y tu vuelo en mi Voluntad sea continuo”.
(5) Después de esto mi siempre amable Jesús ha regresado y se hacía ver todo afligido, sufriente y como inquieto por las grandes ofensas de las criaturas. Yo quería tranquilizarlo, darle reposo, pero no lo lograba, entonces me ha venido el pensamiento de hacer mis acostumbrados actos en el Fiat Supremo, y conforme esto hacía Jesús se tranquilizaba y tomaba reposo, y después me ha dicho:
(6) “Hija mía, los actos en mi Voluntad son más que rayos solares, que queriéndolos mirar, la vista queda eclipsada por la luz, de manera que no puede ni mirar ni distinguir más nada. Si la luz del sol tiene tanta fuerza, mucho más los actos hechos en mi Voluntad; la luz de Ella tiene la fuerza para eclipsar y apartar el mal de las criaturas, a fin de que no hagan cosas peores, e impide con la fuerza de su luz que las ofensas lleguen hasta Mí. Y así como la luz del sol, que contiene en sí la similitud del Sol Eterno del Fiat Supremo, contiene todos los colores, y de estos derivan innumerables efectos que hacen salir bienes sin número a las generaciones humanas, mientras que aparentemente no se

ve otra cosa que luz brillante y blanca, así el Sol Eterno de mi Querer, mientras es sólo la luz de mi Voluntad, dentro de Ella están encerrados, como tantos colores, todas las similitudes divinas que contienen efectos infinitos y hace brotar fuentes de amor, de bondad, de misericordia, de potencia, de ciencia, en suma todas las cualidades divinas. Por eso lo obrado en mi Voluntad contiene tal potencia y armonía, que puede dar el reposo a tu amado Jesús”.

+ + + +

19-49
Agosto 22, 1926

Los actos hechos en el Querer Supremo toman la imagen de las cualidades divinas. Qué significa ser cabeza de una misión.

(1) Me siento como inmersa en el Querer Eterno de mi adorable Jesús, y cuanto más me es posible hago mi giro por toda la Creación, para hacer compañía a todos los actos que la Divina Voluntad obra en ella, pero mientras esto hacía, mi sumo y único bien se hacía ver en mi interior, que mirándome toda numeraba uno por uno todos mis actos, y se los ponía en torno a Sí para gozárselos, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, estoy haciendo la numeración de todos tus actos para ver si llegan al número establecido por Mí, y como mi Voluntad encierra todas las cualidades divinas, cada acto tuyo hecho en Ella toma la imagen de una cualidad suprema; míralos cómo son bellos: Quién posee la imagen de mi sabiduría, quién la imagen de la bondad, quién el amor, quién la fortaleza, quién la belleza, quién la misericordia, quién la inmutabilidad, quién el orden, en suma, todas mis cualidades supremas. Cada uno de tus actos toma una imagen distinta, pero se asemejan entre ellos, se armonizan, se dan la mano y forman un acto solo. Cómo es bello lo obrado por la criatura en mi Voluntad, no hace otra cosa que producir imágenes divinas, y Yo me deleito de circundarme de estas mis imágenes para gozar en la criatura los frutos de mis cualidades, y le doy virtud de reproducir otras imágenes mías divinas, pues quiero ver copiado, sellado el Ser Supremo, y por eso tengo tanto interés de que la criatura haga mi Voluntad y viva en Ella, para repetir mis obras”.
(3) Después de esto estaba pensando entre mí: “Cómo es dura la privación de mi dulce Jesús, se siente la verdadera muerte del alma, y sucede como al cuerpo cuando parte el alma, que mientras posee los mismos miembros, estos están vacíos de la vida, están inertes, sin movimiento y no tienen más valor; así me parece mi pequeña alma sin Jesús, posee las mismas facultades, pero vacías de vida, sin Jesús termina la vida, el movimiento, el calor, por eso la pena es desgarradora, indescriptible, y no se puede comparar a ninguna otra pena. ¡Ah! la Mamá Celestial no sufrió esta pena porque su santidad la volvía inseparable de Jesús, y por eso no quedó jamás privada de Él”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(4) “Hija mía, tú te equivocas, la privación de Mí no es separación, sino dolor, y tú tienes razón al decir que es un dolor más que mortal, y este dolor tiene la virtud, no de separar, sino de unir con ataduras más fuertes y más estables la unión inseparable Conmigo, y no sólo esto, sino que cada vez que el alma queda como privada de Mí, sin culpa suya, Yo resurjo de nuevo para ella a nueva vida de conocimiento, haciéndome comprender más de nuevo amor, amándola de más, y doy nueva gracia para enriquecerla y embellecerla, y ella resurge a nueva Vida Divina, a nuevo amor y a nueva belleza, porque es justo; sufriendo el alma penas mortales, viene substituida con nueva Vida Divina, si esto no fuese así, me dejaría vencer por el amor de la criatura, lo que no puede ser. Y además, no es verdad que la Soberana Reina no haya quedado jamás privada de Mí, inseparable jamás, pero privada sí, esto no perjudicaba la altura de su santidad, más bien la acrecentaba. Cuantas veces la dejé en el estado de pura fe, porque debiendo ser la Reina de los dolores y la

Madre de todos los vivientes, no podía faltarle el adorno más bello, la gema más refulgente que le daba la característica de Reina de los mártires y Madre Soberana de todos los dolores, esta pena de ser dejada en el estado de pura fe la preparó a recibir el depósito de mi doctrina, el tesoro de los sacramentos y todos los bienes de mi Redención, porque siendo mi privación la pena más grande, pone al alma en condición de merecer ser la depositaria de los dones más grandes de su Creador, de sus conocimientos más altos y de sus secretos. ¿Cuántas veces no lo he hecho contigo? Después de una privación mía te he manifestado los conocimientos más altos sobre mi Voluntad, y con esto venía a hacerte depositaria no sólo de sus conocimientos, sino de mi misma Voluntad. Y además, la Soberana Reina como Madre debía poseer todos los estados de ánimo, por lo tanto también el estado de pura fe, para poder dar a sus hijos aquella fe irremovible que hace arriesgar la sangre y la misma vida para defender y atestiguar la fe. Si este don de la fe no lo hubiera poseído, ¿cómo lo podía dar a sus hijos?”
(5) Dicho esto ha desaparecido, pero mi mente quería pensar tantas cosas extrañas y quizá aún disparatadas y me esforzaba por hacer mis actos en la adorable Voluntad de Dios, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Si el vivir en el Reino supremo de la Voluntad Divina requiere tanta atención, tantos sacrificios, serán poquísimos los que querrán vivir en un Reino tan santo”. Y mi dulce Jesús regresando me ha dicho:
(6) “Hija mía, quien es llamado como cabeza de una misión debe abrazar no sólo todos los miembros, sino debe regirlos, dominarlos y constituirse vida de cada uno de ellos; mientras que los miembros no son los que dan vida a la cabeza ni hacen todo lo que hace ella, sino que cada uno hace su oficio. Así quien es llamado como cabeza de una misión, abrazando todo lo que conviene para poder desarrollar el trabajo que le ha sido confiado, sufriendo más que todos y amando a todos, prepara el alimento, la vida, las lecciones, los oficios, según la capacidad de quien querrá seguir su misión. Lo que es necesario a ti que debes formar el árbol con toda la plenitud de las ramas y multiplicidad de los frutos, no será necesario a quien debe ser solo rama o fruto, su trabajo será de estar incorporado al árbol para recibir los humores vitales que él contiene, o sea, hacerse dominar por mi Voluntad, no dando jamás vida al propio querer en todas las cosas, sean internas o externas; conocer mi Voluntad y recibirla como vida propia para hacerla desarrollar su Vida Divina, en suma, hacerla reinar y dominar como Reina. Así hija mía, quien debe ser cabeza conviene que sufra, que trabaje y que haga él solo todo lo que los demás harán todos juntos. Esto es lo que hice Yo, porque como cabeza de la Redención puedo decir que hice todo por amor de todos, para darles la vida y ponerlos a todos a salvo, como también la Virgen Inmaculada, porque como Madre y Reina de todos, ¿cuánto no sufrió?
¿Cuánto no amó y obró por todas las criaturas? Ninguno puede decir que nos haya igualado, ya sea en el sufrir como en el amar, a lo más nos semejan en parte, pero igualarnos, ninguno. Pero con el haber estado a la cabeza de todos, tanto Yo como la Soberana Reina, encerrábamos todas las gracias y todos los bienes, la fuerza estaba en nuestro poder, el dominio era nuestro, Cielo y tierra obedecían a nuestras señas y temblaban delante a nuestra potencia y santidad. Los redimidos han tomado nuestras migajas y han comido nuestros frutos, se han sanado con nuestros remedios, se han revigorizado con nuestros ejemplos, han aprendido nuestras lecciones, han resucitado a costa de nuestra vida, y si han sido glorificados ha sido en virtud de nuestra gloria, pero el poder es siempre nuestro, la fuente viva de todos los bienes brota siempre de Nosotros, tan es verdad, que si los redimidos se alejan de Nosotros pierden todos los bienes y vuelven a estar enfermos y pobres más que antes. He aquí lo que significa ser cabeza, es verdad que se sufre mucho, se trabaja demasiado, se debe preparar el bien a todos, pero todo lo que se posee sobrepasa todo y a todos, hay tal distancia entre quien es cabeza de una misión y entre quien debe ser miembro, como si se comparara al sol como cabeza y a una pequeña luz como miembro. Por eso te he dicho tantas veces que tu misión es grande, porque no se trata de la sola santidad personal, sino se trata de abrazar todo y a todos, y preparar el Reino de mi Voluntad a las generaciones humanas”.

(7) Después de esto estaba siguiendo los actos del Querer Supremo, los cuales, todos se convertían en luz y formaban un horizonte de luz resplandeciente, que formaba nubes de plata, y donde penetraba esta luz todo se convertía en luz, tenía el poder, la fuerza de vaciar todo para llenar todo de su luz fulgidísima, y Jesús ha agregado:
(8) “Hija mía, no hay cosa más penetrante que la luz, ella se expande dondequiera con una rapidez encantadora, llevando sus benéficos efectos a todos aquellos que se hacen investir por ella; la luz no se niega a hacer bien a ninguno, sean personas, sea tierra, sea agua, sea planta u otro, su naturaleza es iluminar y hacer el bien, y por eso no deja atrás a ninguno, lleva a todos su beso de luz y les dona el bien que contiene.
(9) Mi Voluntad es más que luz, Ella se expande dondequiera y lleva el bien que contiene, y los actos hechos en Ella forman la atmósfera de oro y de plata que tiene virtud de vaciar todas las tinieblas de la noche de la voluntad humana, y con su luz benéfica lleva el beso del Eterno Querer, para disponer a las criaturas a querer venir al Reino del Fiat Supremo. Cada acto tuyo hecho en Él es un horizonte nuevo que haces surgir al ojo de la inteligencia humana, para hacerle suspirar la luz del bien que posee mi Voluntad. Hija mía, para preparar este Reino se necesita el trabajo, se requieren leyes celestiales, que son leyes todas de amor; en Él no entrarán las leyes de temor, de penas, de condena, porque las leyes de amor de mi Voluntad serán amigables, filiales, de recíproco amor entre Creador y criatura, así que los temores, las condenas, no tendrán ni vigor ni vida, y si habrá algún sufrimiento, será pena de triunfo y de gloria. Por eso sé atenta, porque se trata de hacer conocer un Reino celestial, de manifestar sus secretos, sus prerrogativas, sus bienes, para atraer a las almas a amarlo, a suspirarlo y a hacerles tomar la posesión de él”.

+ + + +

19-50
Agosto 25, 1926

La Divina Voluntad forma de toda la Vida de Nuestro Señor un acto solo en su interior.

(1) Estaba recordando todos los actos de Nuestro Señor para unirme con Él, y no sólo esto, sino para encontrar su Santísima Voluntad obrante en todos sus actos, para poder fundirme con Ella y hacer un acto solo con el mío, así que habría querido quedar concebida con Jesús, nacer con Jesús, gemir, llorar, sufrir, rezar, derramar mi sangre junto con la suya y morir junto con Jesús. Ahora, mientras esto pensaba, se ha movido en mi interior haciéndome sentir que estaba en mi corazón, y alzando los brazos para estrecharme a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda mi Vida fue un solo acto proveniente de aquel acto único del Eterno, que no tiene sucesión de actos, y si en mi Humanidad externamente se vieron poco a poco la sucesión de mis actos, esto es, concebir, nacer, crecer, obrar, caminar, sufrir, morir, en lo interno de mi Humanidad, mi Divinidad, el Verbo Eterno unido a mi alma, formaba un acto solo de toda mi Vida, así que la sucesión de los actos externos que se veían en mi Humanidad era la desembocadura del acto único, que desbordando fuera formaba la sucesión de mi Vida externa, pero en mi interior, conforme quedé concebido, al mismo tiempo nacía, lloraba, gemía, caminaba, obraba, hablaba, predicaba el evangelio, instituía los Sacramentos, sufría y quedaba crucificado. Así que todo lo que se veía en el exterior de mi Humanidad que sucedía poco a poco, dentro de Mí era un solo acto, largo y continuado, y que continúa aún. Así que conforme quedé concebido, partiendo del acto único del Eterno, quedé en acto de concebirme siempre, de nacer siempre, de gemir y llorar siempre, en suma, todo lo que hice quedó en acto y como acto continuo, porque todo lo que sale de Dios y queda en Dios no sufre mutaciones, ni incremento ni disminución,

hecho el acto queda con la plenitud de la vida que jamás termina y que puede dar vida a todos, por cuantos la quieran; así que mi Voluntad mantuvo y mantiene todo en acto, toda mi Vida, como mantiene en acto la vida del sol, sin hacerlo crecer ni disminuir en su luz, en el calor y en sus efectos; así como conserva la extensión del cielo con todas las estrellas, sin jamás restringirse o perder aun una sola estrella; y de tantas otras cosas creadas por Mí, así mi Supremo Querer mantiene la vida a todos los actos de mi Humanidad, sin perder ni siquiera un respiro. Ahora, mi Voluntad donde reina no sabe hacer actos separados, su naturaleza es un acto solo, múltiple en los efectos, pero en el acto es siempre único, por eso llama al alma que se hace dominar por Ella a la unión de su acto único, a fin de que encuentre todos los bienes, todos los efectos que solamente un acto único de un Dios puede poseer. Por lo tanto, tu atención esté en permanecer unida a aquel acto único del Eterno si quieres encontrar en acto toda la Creación y toda la Redención, en este acto único encontrarás la largura de mis penas, de mis pasos, mi continuada crucifixión, todo encontrarás, mi Voluntad no pierde nada y tú en Ella quedarás fundida en mis actos y tomarás el fruto de toda mi Vida. Si esto no fuese así no habría gran diferencia entre mi obrar y el obrar de mis santos, en cambio con ser mi obrar un acto único, entre mi obrar y el de ellos hay la diferencia que existe entre el sol y la pequeña llamita, entre el gran mar y la gota de agua, entre la vastedad de los cielos y el pequeño agujero. Sólo la potencia de mi acto único tiene el poder de darse a todos y abrazar todo, y mientras da no pierde jamás nada”.

+ + + +

19-51
Agosto 27, 1926

Jesús da el título al libro sobre su Voluntad.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me hacía ver al reverendo padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos sobre la adorable Voluntad de Dios, y Jesús, poniéndose cercano a él le decía:
(2) “Hijo mío, el título que darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será éste: ‘El Reino de mi Divina Voluntad en medio a las criaturas. Libro de Cielo. Llamada a las criaturas al orden, a su puesto y a la finalidad para la que fueron creadas por Dios’. Mira, también el título quiero que corresponda a la gran obra de mi Voluntad, quiero que la criatura comprenda que su puesto, asignado a ella por Dios, es en mi Voluntad, y hasta en tanto no entre en Ella estará sin puesto, sin orden, sin finalidad, será una intrusa en la Creación, sin derecho de permanencia, y por eso irá errante, sin paz, sin herencia, y Yo, movido a compasión de ella le gritaré continuamente: ‘Entra en tu puesto, ven al orden, ven a tomar tu herencia, a vivir en tu casa, ¿por qué quieres vivir en casa extraña? ¿Por qué quieres ocupar un terreno que no es tuyo? Y no siendo tuyo vives infeliz y eres el siervo y el hazmerreír de todas las cosas creadas. Todas las cosas creadas por Mí, porque permanecen en su puesto, están en el orden y en perfecta armonía con toda la plenitud de sus bienes que Dios les asignó, sólo tú quieres ser infeliz, pero infelicidad voluntaria, por eso ven a tu puesto, a él te llamo y ahí te espero’. Por eso, aquél o aquélla que se prestará a hacer conocer mi Voluntad será mi portavoz, y Yo le confiaré los secretos del Reino de Ella”.
(3) Después de esto hacía ver toda la Creación, cómo todas las cosas creadas están en el puesto querido por Dios, y por lo tanto en el orden perfecto y en la completa armonía entre ellas y la Suprema Voluntad, porque todas las cosas están en su puesto, mantienen su existencia íntegra, bella, fresca y siempre nueva, y el orden lleva la felicidad común y la fuerza universal a todos. Qué encanto el ver el orden, la armonía de toda la Creación, y Jesús retomando su palabra ha agregado:

(4) “Hija mía, cómo son bellas nuestras obras, son nuestro honor y nuestra gloria perenne, todas están en su puesto y cada una de las cosas creadas cumple perfectamente su oficio, sólo el hombre es nuestro deshonor en nuestra obra creadora, porque con sustraerse de nuestra Voluntad camina con la cabeza abajo, en la tierra, y con los pies en el aire, ¡qué desorden, qué desorden, da horror el verlo! Caminando con la cabeza abajo araña la tierra, se desordena todo, se transforma, a la vista le falta el espacio necesario para mirar, no puede difundirse en el espacio para conocer las cosas, ni defenderse si el enemigo le está tras las espaldas, ni hacer mucho camino, porque, ¡pobrecito! con la cabeza debe arrastrarse, no caminar, porque el oficio de caminar es de los pies y el de la cabeza es el de dominar. Así que el hacer la propia voluntad es la verdadera y perfecta ruina del hombre y el desorden de la familia humana. Por eso me interesa tanto que mi Voluntad sea conocida, a fin de que la criatura regrese a su puesto, no más se arrastre con la cabeza abajo, sino que camine con los pies, no forme más mi y su deshonor, sino mi y su honor. Mira tú misma, ¿no dan una fea apariencia las criaturas al verlas caminar con la cabeza por tierra? ¿No te disgusta aun a ti el verlas tan desordenadas?”
(5) Yo he mirado y las veía con la cabeza abajo y los pies en el aire. Jesús ha desaparecido y yo he quedado mirando este feo espectáculo de las generaciones humanas, y rogaba de corazón que su Voluntad sea conocida.

+ + + +

19-52
Agosto 29, 1926

La naturaleza del verdadero bien sólo la posee la Voluntad Suprema. Bendiciones de Jesús al título que debe darse a los escritos sobre su Santísima Voluntad.

(1) Mi pobre mente está siempre de regreso en el centro supremo del Querer Eterno, y si alguna vez pienso en alguna otra cosa, Jesús mismo con su decir llama mi atención a navegar el mar interminable de su Santísima Voluntad. Ahora, como estaba pensando en otras cosas, mi dulce Jesús, celoso, me ha estrechado a Sí y me ha dicho:
(2) “Hija mía, siempre en mi Voluntad te quiero, porque en Ella está la naturaleza del bien. Un bien sólo se puede llamar verdadero bien cuando no termina jamás, ni tiene principio ni fin. El bien, cuando tiene principio y fin, está lleno de amarguras, de temores, de ansiedades y aun de desilusiones, todo esto vuelve infeliz el mismo bien, y muchas veces se pasa con facilidad del bien de la riqueza a la miseria, de la fortuna se pasa al infortunio, de la salud se pasa a la enfermedad, porque todos los bienes que tienen principio son vacilantes, pasajeros, caducos y al final se resuelven en la nada. Por eso la naturaleza del verdadero bien la posee sólo mi Voluntad Suprema, porque no tiene principio ni fin, y por eso el bien es siempre igual, siempre pleno, siempre estable, no sujeto a ninguna mutación; por eso todo lo que el alma hace entrar en el Supremo Querer, todos sus actos formados en Él, adquieren la naturaleza del verdadero bien, porque son hechos en una Voluntad estable, no cambiante, que contiene bienes eternos y sin medida. Así que tu amor, tu oración, tus agradecimientos y todo lo que puedes hacer, toman puesto en un principio eterno que no termina jamás, y por eso adquieren la plenitud de la naturaleza del verdadero bien, por lo tanto tu oración adquiere el pleno valor y el fruto completo, de modo que tú misma no podrás comprender hasta dónde se extenderán los frutos, los bienes de tu oración, ella girará la eternidad, se dará a todos y al mismo tiempo quedará siempre plena en sus efectos; tu amor adquiere la naturaleza del verdadero amor, de aquel amor inquebrantable que jamás viene a menos, que jamás termina, que ama a todos y se da a todos y queda siempre con la plenitud del bien de la naturaleza del verdadero amor, y así de todo lo demás. A todo lo que entra en mi Voluntad, su fuerza

creadora le comunica su misma naturaleza y los convierte en actos suyos, porque no tolera en Ella actos disímiles de los suyos, y por eso se puede decir que los actos de la criatura hechos en mi Voluntad, entran en los caminos inescrutables de Dios, y no se pueden conocer todos sus innumerables efectos. Lo que no tiene principio ni fin se vuelve incomprensible a las mentes creadas que tienen su principio, porque faltando en ellas la fuerza de un acto que no tiene principio, todas las cosas divinas y todo lo que entra en mi Voluntad se vuelve inescrutable y no investigable. Ve entonces el gran bien del obrar en mi Voluntad, a qué punto tan alto eleva a la criatura, cómo le viene restituida la naturaleza del bien, tal como la sacó de su seno su Creador. En cambio, todo lo que se puede hacer fuera de mi Voluntad, aunque sea un bien, no se puede llamar verdadero bien, porque le falta el alimento divino, su luz, y son disímiles de mis actos, y por eso quitan la semejanza al alma de la imagen divina, porque es sólo mi Voluntad la que la hace crecer a mi semejanza, y quitada esta semejanza se quita lo más bello, el valor más grande al obrar humano, así que son obras vacías de sustancia, de vida y de valor, son como plantas sin fruto, como alimento sin sustancia, como estatuas sin vida, como trabajos sin salario, que cansan los miembros de los más fuertes. ¡Oh, la gran diferencia entre el obrar en mi Voluntad y entre el obrar sin Ella! Por eso sé atenta, no me des este disgusto de hacerme ver en ti un acto que no dé mi semejanza”.
(3) Después de esto ha desaparecido, pero poco después ha regresado como inquieto por las ofensas recibidas, y refugiándose en mí quería tomar reposo, y yo le he dicho: “Amor mío, tengo tantas cosas que decirte, tantas cosas que establecer entre Tú y yo, tengo que pedirte que tu Voluntad sea conocida y que su Reino tenga su pleno triunfo. Si Tú reposas yo no puedo decirte nada, debo callar para dejarte reposar”. Y Jesús interrumpiendo mis palabras, con una ternura indecible me ha estrechado a Sí, muy fuerte, y besándome me ha dicho:
(4) “Hija mía, cómo es bella la oración sobre tus labios acerca del triunfo del Reino del Supremo Querer, es el eco de mi misma oración, de mis suspiros y de todas mis penas. Ahora quiero ver lo que has escrito acerca del título para darse a los escritos sobre mi Voluntad”.
(5) Y mientras esto decía tomaba este libro entre sus manos, y parecía que leyese lo que está escrito el 27 de Agosto; mientras leía quedaba pensativo, como si se pusiera en profunda contemplación, de modo que yo no osaba decirle nada, sólo oía que su corazón le latía muy fuerte, como si quisiera estallar; después ha estrechado el libro a su pecho diciendo:
(6) “Bendigo el título, lo bendigo de corazón y bendigo todas las palabras que conciernen a mi Voluntad”.
(7) Y levantando su mano derecha, con una majestad encantadora ha pronunciado las palabras de la bendición. Hecho esto ha desaparecido.

+ + + +

19-53
Agosto 31, 1926

Nuestro Señor, así como puso fuera la Creación, así puso fuera todos los bienes que hay en el Reino de su Voluntad para bien de las criaturas.
La voluntad humana paraliza la Vida de la Divina en el alma.

(1) Estaba según mi costumbre haciendo mis actos, mis giros en el Santo Querer Divino, yo misma veo que no sé hacer otra cosa que girar en Él, en mi amada heredad que me ha dado mi dulce Jesús, en la cual hay tanto qué hacer y qué aprender, que no me bastará ni mi pequeña vida del exilio, ni toda la eternidad para cumplir mis oficios en esta extensísima heredad, en la cual no se ven los confines, ni dónde comienza ni dónde termina, y por

cuanto más se gira en ella, tantas más cosas nuevas se aprenden, pero muchas cosas se ven y no se comprenden, y se necesita al dulce Jesús para que las explique, de otra manera se admiran, pero no se saben decir. Entonces mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome mientras hacía mis actos en su adorable Voluntad me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cuantas cosas sacamos con nuestro Fiat en la Creación para el bien de la naturaleza del hombre; de todo lo que había establecido nuestra Voluntad poner fuera, nada faltó al cumplimiento de Ella. Ahora, así como fue establecido todo lo que debíamos sacar en la Creación, y nada faltó a nuestro llamado, así fue establecido lo que debíamos sacar para el bien de las almas, como de hecho lo sacamos, pero fue tanto, de sobrepasar por miles y miles de veces más todos los bienes que se ven en la Creación; pero tanto aquellos que debían servir al bien de la naturaleza, como aquellos que debían servir al bien del alma, todo quedó depositado en nuestra Voluntad, porque nuestras cosas no las confiamos a ninguno, conociendo que sólo Ella nos los habría conservado íntegros y bellos, tal como los sacamos de nuestro seno divino, mucho más, pues sólo Ella tiene la fuerza conservadora y multiplicadora, que mientras da, nada pierde y todas las cosas las tiene en el puesto querido por Nosotros. Ahora, cuántas cosas hay en mi Voluntad que debo dar a las criaturas, pero deben venir al Reino de Ella para recibirlas, y así como la naturaleza humana jamás habría podido tomar parte en los bienes de la Creación si no quisiera vivir bajo el cielo, ni tener un lugar sobre la tierra, donde las cosas creadas por Mí le hacen corona, así el alma, si no viene a vivir bajo el cielo de mi Querer, en medio a los bienes que nuestra paterna bondad puso fuera para hacerla feliz, para embellecerla, para enriquecerla, jamás podrá tomar parte en estos bienes, para ella serán como extraños y no conocidos. Mucho más que cada alma habría sido un cielo distinto, donde nuestro Querer Supremo se habría deleitado adornándolo con un sol más refulgente y con estrellas más espléndidas que aquéllas que se ven en la Creación, pero una más bella que la otra. Mira la gran diferencia: Para la naturaleza humana hay un sol para todos, en cambio para las almas hay un sol para cada una, hay un cielo propio, hay una fuente que siempre mana, hay un fuego que jamás se apaga, hay un aire divino que se respira, hay un alimento celestial que hace crecer admirablemente a semejanza de Aquél que la ha creado. ¡Oh, cuántas cosas tiene mi Voluntad preparadas y establecidas para dar a quien quiera venir a vivir en su Reino, bajo su liberal y dulce régimen, no quiere confiar sus bienes fuera de su Reino, porque sabe que si salen fuera de sus confines no serán ni apreciados ni comprendidos, mucho más que sólo Ella sabe conservar y mantener en vida sus bienes, y sólo quien vive en Ella es capaz de comprender su lenguaje celestial, de recibir sus dones, de mirar sus bellezas y de formar una sola vida con mi Voluntad. En cambio, quien no quiere vivir en su Reino, no es capaz de comprender sus bienes, su lengua no sabrá hablar de ellos ni adaptarse al lenguaje de mi Reino, ni podrá mirar sus bellezas, más bien quedará ciego por la fuerte luz que en Él reina. Ve entonces desde hace cuánto tiempo están puestos fuera de nuestro seno paterno todos los bienes que debemos dar a los hijos de nuestro Fiat Supremo, todo está preparado desde que fue creada la Creación, no nos retiraremos por la tardanza, esperaremos aún, y en cuanto la criatura ponga como escabel su voluntad a la nuestra para hacerla dominar, Nosotros le abriremos las puertas para hacerla entrar, porque fue la voluntad humana la que cerró las puertas a la nuestra y abrió las puertas a las miserias, a las debilidades, a las pasiones; no fue la memoria o la inteligencia las que se pusieron contra su Creador, si bien concurrieron, sino que fue la voluntad humana la que tuvo su acto primero y rompió todos los vínculos, todas las relaciones con una Voluntad tan santa, mucho más, que todo el bien o todo el mal está encerrado en esta voluntad humana, el régimen, el dominio es suyo, así que habiendo fallado la voluntad en el bien, todo se malogró, perdió el orden, descendió de su origen, se volvió fea; y como fue la voluntad humana la que se puso contra la mía, haciendo que se le malograran todos los bienes, por eso quiero su voluntad, y en correspondencia quiero darle la mía para restituirle todos los bienes perdidos. Por eso hija mía sé atenta, no des jamás vida a tu voluntad si quieres que la mía reine en ti”.

(3) Después de esto ha hecho silencio, quedando todo afligido por el gran mal que ha producido la voluntad humana en las criaturas, hasta deformar su bella imagen infundida en ellas al crearlas, y suspirando ha agregado:
(4) “Hija mía, la voluntad humana paraliza la Vida de la mía en el alma, porque sin mi Voluntad no circula la Vida Divina en el alma, que más que sangre pura conserva el movimiento, el vigor, el uso perfecto de todas las facultades mentales, de modo de hacerla crecer sana y santa, de poder descubrir en ella nuestra semejanza, ¡cuántas almas paralizadas sin mi Voluntad! Qué espectáculo digno de compasión, ver a las humanas generaciones casi todas paralizadas en el alma, y por lo tanto irracionales, ciegas para ver el bien, sordas para escuchar la verdad, mudas para enseñarla, inertes para las obras santas, inmóviles para caminar el camino del Cielo, porque la voluntad humana impidiendo la circulación de mi Voluntad forma la parálisis general en el alma de las criaturas, sucede como al cuerpo, que la mayor parte de las enfermedades, especialmente después de parálisis, son producidas por falta de circulación de sangre, si circula bien la sangre el hombre es robusto y fuerte, no siente ningún malestar, pero si comienza la irregularidad de la circulación de la sangre, comienzan las indisposiciones, las debilidades, las fiebres, y si la circulación se hace más irregular, se queda paralizado, porque la sangre que no circula y que con rapidez no corre en las venas, forma los graves males a la naturaleza humana.
¿Qué no harían las criaturas si supiesen que hay un remedio para la irregularidad de la circulación de la sangre? Irían quién sabe hasta dónde para tenerlo, para no padecer ninguna enfermedad. Sin embargo está el gran remedio de mi Voluntad para evitar cualquier mal del alma, para no quedar paralizada en el bien, para crecer fuerte y robusta en la santidad, ¿y quién lo toma? No obstante es un remedio que se da gratis, no se deben hacer viajes para tenerlo, es más, está siempre pronta a darse y constituirse como Vida regular de la criatura. ¡Qué dolor hija mía, qué dolor!”.
(5) Dicho esto ha desaparecido.

+ + + +

19-54
Septiembre 3, 1926

El deseo purga el alma y estimula el apetito para los bienes de Jesús. Cómo la Voluntad Divina es penetrante y convierte
en naturaleza sus efectos.

(1) Me sentía toda fundida en mi dulce Jesús, y le pedía de corazón que vigilase mi pobre alma, a fin de que nada entrase en ella que no fuese de su Voluntad. Ahora, mientras esto hacía, mi amado bien, mi dulce vida se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el deseo de querer un bien, y de quererlo conocer, purga al alma y dispone su inteligencia para comprenderlo, su memoria para recordarlo, y su voluntad se siente avivar el apetito de quererlo para hacer de él alimento y vida, y mueve a Dios a darle aquél bien y a hacerlo conocer. Así que el deseo de querer un bien y el de conocerlo, es como el apetito al alimento, pues si hay apetito se siente el gusto, se come con placer y se queda satisfecho y contento por haber tomado aquel alimento, y se queda con el deseo de gustarlo de nuevo; en cambio, si falta el apetito, aquel mismo alimento gustado con tanta avidez por una persona, para otra que no tiene apetito siente nauseas, disgusto, y llega aun a sufrir. Tal es el deseo al alma, es como el apetito, y Yo, viendo que el deseo de mis cosas es su gusto, hasta hacer de ellas alimento y vida, me vuelvo tan magnánimo en el dar, que no me canso jamás de dar. En cambio para quien no lo desea, faltando el apetito sentirá nauseas de mis cosas, se repetirá el dicho evangélico: ‘Le será dado a quien tiene y le será quitado aquél poco que tiene a quien no apetece mis bienes, mis verdades, las

cosas celestiales’. Justa pena para quien no desea, no apetece y no quiere saber nada de las cosas que a Mí pertenecen, y si tiene alguna pequeña cosa, es justo que se le quite y se le dé a aquellos que poseen mucho”.
(3) Después de esto, estaba pensando y fundiéndome en el Santo Querer Divino, y encontrándome en su luz inmensa sentía que sus rayos divinos me penetraban tanto, hasta transformarme en su misma luz, y Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, cómo es bella, penetrante, comunicativa, transformadora la luz de mi Voluntad. Ella es más que sol, el cual, golpeando la tierra dona con liberalidad los efectos que su luz contiene, no se necesita rogarle, sino que espontáneamente, conforme su luz llena la superficie de la tierra, dona a cada una de las cosas que encuentra lo que tiene, da al fruto la dulzura y el sabor, a la flor el color y el perfume, a las plantas el desarrollo, a todas las cosas da los efectos y los bienes que contiene, no particulariza con ninguno, sólo basta con que su luz las toque, las penetre, las caliente, para hacer su obra. Más que sol es mi Voluntad, con tal de que el alma se exponga a sus rayos vivificantes y haga a un lado las tinieblas y la noche de su voluntad humana, su luz surge e inviste al alma, y penetra en sus más íntimas fibras para hacerle huir las sombras y los átomos del humano querer, conforme da su luz y el alma la recibe, comunica todos los efectos que contiene, porque mi Voluntad, saliendo del Ser Supremo contiene todas las cualidades de la Naturaleza Divina, por lo tanto, conforme la inviste, así comunica la bondad, el amor, la potencia, la firmeza, la misericordia, y todas las cualidades divinas, pero no en modo superficial, sino tan real, que transmuta en la naturaleza humana todas sus cualidades, de modo que el alma sentirá en sí, como suya, la naturaleza de la verdadera bondad, de la potencia, de la dulzura, de la misericordia, y así de todo el resto de las cualidades supremas. Sólo mi Voluntad tiene esta potencia de convertir en naturaleza sus virtudes para quien se da en poder de su luz y de su calor y tiene lejano de ella la noche tenebrosa del propio querer, verdadera y perfecta noche de la pobre criatura”.

+ + + +

19-55
Septiembre 5, 1926

Quien vive en la Voluntad Divina posee una paternidad grande y una gran filiación: Es hija de todos.

(1) Me sentía oprimida, más bien como sin vida por la privación de mi dulce Jesús, esta pena es siempre nueva y más traspasante, de modo de formar nuevas heridas para hacer sangrar de dolor a mi pobre alma. Ahora, mientras me encontraba bajo la opresión del dolor de su privación, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha estrechado a su corazón santísimo diciéndome:
(2) “La hija mía, la hija nuestra, la hija de la Mamá Celestial, la hija de los ángeles y de los santos, la hija del cielo, la hija del sol, de las estrellas, del mar, en suma, eres la hija de todos, todos te son padre y de todos eres hija, ¡mira cómo es grande la paternidad, cómo es extensa tu filiación! En vez de oprimirte deberías gozar pensando que todos te son padre y a todos les eres hija. Solamente quien vive en mi Voluntad puede tener el derecho de tan grande paternidad y de tan extensa filiación, de ser amada por todos con amor paterno, porque todos reconocen en ella a su hija, porque estando las cosas creadas todas investidas por mi Voluntad, donde Ella reina triunfante y dominante, ven en ti la misma Voluntad que reina en ellas, por eso todos te tienen como hija de sus entrañas, hay tantos vínculos entre tú y ellas, de sobrepasar en modo infinito los vínculos naturales que hay entre padre e hijo. ¿Sabes tú quién no te es padre? Sólo aquellos que no hacen reinar mi Voluntad en ellos, ellos no tienen ningún derecho sobre de ti, ni tú tienes ningún deber hacia ellos, es como cosa que no te pertenece. ¿Pero sabes tú qué cosa significa poseer

tan grande paternidad y tan extensa filiación? Significa estar vinculada con vínculos de justicia a todas las riquezas, gloria, honor y privilegios que posee tan gran paternidad, así que como hija mía, tu Jesús te hace don de todos los bienes de la Redención; como hija nuestra quedas dotada de todos los bienes de la Trinidad Sacrosanta; como hija de la Soberana Reina, Ella te dona sus dolores, sus obras, su amor y todos sus méritos maternos; como hija de los ángeles y de los santos, ellos hacen competencia para cederte todos sus bienes; como hija del cielo, de las estrellas, del sol, del mar y de todas las cosas creadas, todas se sienten honradas porque finalmente tienen a su hija para poder darle su herencia, y mi misma Voluntad reinante en ellas, con su luz interminable te hace la escritura de toda la Creación, y todos sienten la felicidad, la alegría de poder dar su herencia, porque al poder dar no se sienten más estériles sino fecundos, la fecundidad lleva la alegría, la compañía, la armonía, la gloria, la repetición de la misma vida.
¿Cuántos hombres y mujeres son infelices a pesar de ser ricos porque no tienen prole? Porque la esterilidad lleva por sí misma al aislamiento, la amargura, la falta de apoyo y de felicidad, y si parece que gozan aparentemente, en su corazón tienen la espina de la esterilidad que amarga todos sus gozos. Así que tu gran paternidad que posees y tu extensa filiación, es causa de alegría a todos y mucho más a mi Voluntad, que bilocándose reina en ti y te constituye como hija de todas las cosas creadas por Ella, de modo que todos sienten tu apoyo y el contento de poder dar los bienes que poseen. Por eso tu opresión no es justa en medio de tantos bienes y felicidad, y de tantos que te protegen, te defienden y te aman como a verdadera hija”.
(3) Después de esto me he abandonado en los brazos de Jesús y en la corriente de la Divina Voluntad para hacer mis acostumbrados actos, y Jesús regresando me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Voluntad conserva al alma en su origen y no la deja salir de su principio que es Dios, mantiene integra la imagen divina en el fondo de ella, imagen que está encerrada en la inteligencia, memoria y voluntad. Y hasta en tanto el alma hace reinar mi Voluntad en ella, todo está vinculado, todo está en relación entre Creador y criatura, más bien vive a los reflejos de la Majestad Suprema y siempre crece nuestra semejanza en ella, y esta imagen la hace distinguir que es hija nuestra. En cambio la voluntad humana hace que se desconozca su origen, la hace descender de su principio, la inteligencia, la memoria y la voluntad quedan sin luz y la imagen divina queda deformada e irreconocible, rompe todos los vínculos y relaciones divinas, y por eso la voluntad humana hace vivir al alma de los reflejos de todas las pasiones, de modo que se vuelve fea e hija del enemigo infernal, el cual busca esculpir en el alma su fea imagen. ¿Cuántos males no hace el propio querer? Devasta todo bien y produce todos los males”.
(5) Después de esto el bendito Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me hacía ver cómo se había deformado su imagen en las criaturas, daba horror verla cómo era irreconocible y fea. La santidad de la mirada de Jesús rehuía verlas, pero la compasión de su corazón santísimo lo empujaba a tener piedad de las obras de sus manos, deformadas y tan feas por su propia culpa. Pero mientras Jesús estaba adolorido a lo sumo al ver tan transformada su imagen, hemos llegado a un punto donde eran tantas las ofensas que le hacían, que no pudiendo más ha cambiado el aspecto de bondad y tomaba aspecto de justicia y amenazaba con castigos; terremotos, agua y fuego eran puestos contra los pueblos para destruir hombres y ciudades. Yo le he rogado que perdonase a los pueblos, y Jesús regresándome a mi cama me ha dado parte de sus penas.

+ + + +

19-56
Septiembre 7, 1926

Cómo Dios tiene su trono, su morada, su puesto estable y fijo. La Voluntad Divina es sol, la voluntad humana es una chispa formada

por la punta de los rayos del Querer Supremo.

(1) Estaba por reemprender mi vuelo en el Querer Supremo para hacer mi acostumbrada visita en el Reino de la Voluntad Divina, extenderme en sus confines para hacer resonar mi te amo, mi adoración, mi gracias por cada cosa creada. Ahora, mientras estaba por hacer esto pensaba entre mí: “Si Dios está en todas partes, ¿en qué aprovecha hacer mi vuelo en el Querer Divino para ponerme hasta en la altura de los Cielos, delante a la Majestad Suprema, llevando como en mi pequeño regazo todas las voluntades humanas de las generaciones, para hacer por cada una de las voluntades rebeldes mi acto de sujeción, de amor y de abandono, a fin de que venza a la Voluntad Divina para hacerla venir a reinar sobre la tierra, dominante y triunfante en medio a las criaturas? Por lo tanto, si está por todas partes, puedo hacerlo también desde aquí”. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira el sol, su luz desciende y llena toda la tierra, pero el sol está siempre arriba, bajo la esfera del cielo, con toda majestad en su esfera, señoreando y dominando todo y a todos con su luz, pero aunque el sol no desciende a lo bajo, da los mismos efectos, comunica los mismos bienes por medio de sus rayos, como si descendiera él mismo de la altura de su esfera. Si el sol descendiera de su altura, la tierra siendo mucho más pequeña y las criaturas incapaces de resistir una luz tan grande, descendiendo quemaría y eclipsaría todo con su luz y con su calor, pero como todas las cosas creadas por Mí contienen la semejanza de las entrañas de misericordia de su Creador, por eso el sol se está en lo alto emanando sus rayos llenos de bondad, de amor y de bienes a la pequeña tierra. Ahora, si esto hace el sol, imagen de la verdadera luz del Sol Divino, mucho más Dios, verdadero Sol de luz, de justicia y de amor, mi Majestad no se mueve de la altura de su trono, sino que está siempre firme y estable en su puesto, en su morada celestial, y más que sol emana sus interminables rayos, los cuales llevan sus efectos, sus bienes y comunican su misma Vida, como si descendiese a quien quiera recibirla. Por lo tanto, lo que no hace descendiendo en persona lo hace con la emanación de sus interminables rayos, bilocándose en ellos para dar su Vida, sus bienes a las humanas generaciones. Ahora hija mía, por tu condición de criatura, por tu oficio de la misión del Fiat Supremo, te corresponde a ti subir sobre aquellos mismos rayos que emana la Majestad Suprema, para ponerte delante de Ella para cumplir tu oficio en el seno del Sol Eterno, arrojándote al principio de donde saliste, para tomar por cuanto a criatura es posible, la plenitud de mi Voluntad, para conocerla y manifestarla a los demás.
(3) Ahora, tú debes saber cuáles son los vínculos de identificación entre Voluntad Divina y humana, y por eso amo tanto y quiero, con derecho de creación, de paternidad, de amor y de justicia, que la voluntad humana ceda el puesto a la mía, y arrojándose como un pequeño niño en sus brazos se haga sostener por Ella, nutrir y dominar. El Ente Supremo al crear al hombre hizo salir en campo a mi Voluntad, y si bien como consecuencia y naturalmente todos nuestros atributos concurrieron, pero el Supremo Querer fue como acto primero, el cual tomaba como máximo interés suyo la vida de toda la Creación, comprendido el hombre, y por eso se hacía vida de todos, dominando todo, haciendo todo suyo, porque todo de Ella había salido, por justicia todo debía ser suyo. Mi Voluntad, más que sol emanó sus rayos y con la punta de estos rayos, animando la naturaleza humana formaba la voluntad en la criatura. ¿Ves entonces qué cosa es la voluntad en las generaciones humanas? Tantas múltiples puntas de rayos, que eran como tantas chispas en las criaturas, para formar la voluntad en ellos, pero sin separar estas chispas del rayo que se desprendía del centro del Sol del Querer Supremo. Así que todas las generaciones humanas giran en torno a este Sol, porque cada una de las criaturas contiene la punta de un rayo de este Sol eterno de mi Voluntad. Ahora, ¿cuál no será la afrenta de este Sol al ver la circunferencia de estos rayos, cuya punta forma la voluntad de cada una de las criaturas, convertidas, cambiadas en tinieblas, en naturaleza humana, desconociendo la luz, el dominio, la vida de aquel Sol que con tanto amor daba su Voluntad, a fin de que la

suya y la de las criaturas fuese una sola, y así poder formar en ellas la Vida Divina?
¿Puede haber vínculo más fuerte, más estable y que no pueda desunirse, entre el centro del sol y sus rayos? La luz es indivisible, y si se pudiese desunir, la parte dividida iría errante y terminaría con disolverse en las tinieblas. Así que entre Voluntad Divina y humana hay tal unión de compenetración, que se puede comparar a la unión que hay entre el sol y el rayo solar, entre el calor y la luz. ¿No sería derecho del sol dominar sus rayos, recibir la sujeción de ellos para formar su reino de luz sobre su misma circunferencia solar? Así es para mi Voluntad, cuando la criatura se sustrae de Ella queda como sin Reino, sin dominio, sin súbditos; se siente robar lo que es suyo, cada acto que no depende de su Querer es un desgarro, un hurto que se hace a su luz, y por eso al verse robar su luz y convertida ésta en tinieblas, sufre más que una madre cuando se ve arrancar el parto de sus entrañas, no para darle vida sino para matarlo. Así que las pérdidas que hace mi Voluntad cuando la criatura no está unida a su centro y no vive de la luz de su Querer, son pérdidas divinas y de valor infinito; los males de la criatura, la fealdad que adquiere, son incalculables e indescriptibles, mi Voluntad queda sin Reino en las criaturas y ellas quedan despojadas, sin herencia, sin derecho a los bienes, por eso no existe otra cosa más importante, más grande, que pondrá el equilibrio, el orden, la armonía, la semejanza entre Creador y criatura, sino mi Voluntad. Por eso quiero hacer conocer qué cosa es el Querer Divino y el humano, a fin de que nos reconciliemos, y Ella adquiera su Reino y a las criaturas les vengan restituidos todos los bienes perdidos”.

+ + + +

19-57
Septiembre 9, 1926

Jesús cuando habla dona el bien que encierra su palabra. En el Divino Querer no habrá esclavos, ni rebeldes, ni leyes, ni mandatos.

(1) Estaba pensando en cuánta potencia, cuántos bienes están encerrados en el Santo Querer Divino, en cómo en Él todo es paz, todo es felicidad, en cómo no se tiene necesidad de ordenes para obrar, sino que la propia naturaleza siente en sí tal fuerza hacia el bien, que no puede hacer menos que hacerlo. Qué felicidad sentirse convertida en bien, en santidad, en fuerza, a la propia naturaleza, así que en el reino del Querer Supremo no habrá leyes, sino que todo será amor y la naturaleza convertida en ley divina, de modo que por sí misma querrá hacer lo que el Fiat Supremo quiere que haga. Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús con su acostumbrada luz que hacía salir de su inteligencia me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que te he dicho acerca de mi Voluntad han sido dones que te he hecho. El conocimiento no basta si no se posee el bien que contiene el mismo conocimiento, si esto no fuese así te volvería infeliz, porque conocer un bien y no poseerlo es siempre un dolor. Mucho más que Yo no sé hacer las cosas a la mitad, sino completas, por eso primero dispongo al alma, ensancho su capacidad y después dono el conocimiento junto con el bien que contiene, y como los conocimientos sobre mi Voluntad son divinos, he aquí por qué la naturaleza queda dotada con la semejanza de la Naturaleza Divina, y entonces, siendo más que hija no espera la orden, sino que se siente honrada de hacer, sin habérselo dicho, lo que quiere el Padre. Las leyes, las ordenes, son para los siervos, para los esclavos, para los rebeldes, pero en el reino del Fiat Supremo no habrá siervos, ni esclavos, ni rebeldes, sino que será una misma la Voluntad de Dios y de la criatura, y por eso una será la Vida. Y es también esta la razón por la que tanto y tantas cosas estoy diciendo acerca de mi Voluntad, para abundar en los dones, no sólo para ti, sino para quien quiera venir a vivir en mi Reino, a fin de que nada le falte, de nada tenga necesidad, sino que posea en sí mismo la fuente de los bienes. No obraría como el Dios que soy,

grande, potente, rico, magnánimo, si debiendo constituir el Reino de mi Voluntad no dotase a aquellos que deben vivir en Él con las prerrogativas y cualidades que posee mi misma Voluntad. Es más, tú debes saber que como todas las cosas han salido de aquel acto único de Dios, así todo debe regresar en aquel acto único que no tiene sucesión de actos, y sólo puede regresar en este acto único, quien deja todo para vivir sólo de mi Voluntad, porque el alma viviendo en Ella, todo lo que hace se convierte en luz, y naturalmente sus actos quedan incorporados y ensimismados en la luz eterna del Sol de mi Voluntad, y por eso, como consecuencia, se vuelven un acto solo con el único acto de Ella. En cambio, en quien obra fuera de Ella, se ve la materia que contiene la obra, no luz, y por eso no pueden incorporarse con la luz del acto único de Dios, por lo tanto pronto se verá que no es cosa nuestra, que no nos pertenece, por eso, todo lo que no sea hecho en virtud del Fiat Divino no será reconocido por Dios. Supón que tú quisieras unir luz y tinieblas, cobre y oro, piedras y tierra, ¿no se distinguiría con claridad la luz de las tinieblas, el cobre del oro, las piedras de la tierra? Y esto a causa de que son materias distintas una de la otra, pero si unieras juntas luz a luz, tinieblas a tinieblas, oro a oro, no sabrías distinguir ni separar la luz de antes de la luz de después, las tinieblas de antes a las de después, la masa de oro de antes a la de después, así es de mi Voluntad, lo que Ella misma hace en la criatura es luz, por lo tanto no es maravilla que quede incorporada al acto único de su Eterna luz. Por eso, gracia más grande no podría hacer en estos tiempos tan borrascosos y de carrera vertiginosa en el mal, que hacer conocer que quiero dar el gran don del Reino del Fiat Supremo, y como confirmación de esto lo estoy preparando en ti con tantos conocimientos y dones, a fin de que nada falte al triunfo de mi Voluntad. Por eso está atenta al depósito de este Reino que hago en ti”.
(3) Después de esto estaba pensativa porque me había sido impuesto por la santa obediencia el no dejar de escribir ni siquiera una palabra que mi dulce Jesús me pudiese decir, mientras que yo soy muy fácil para omitir algunas cosas, porque estoy convencida de que ciertas cosas íntimas, ciertos desahogos que Jesús hace a mi pequeña alma, no es necesario ponerlos sobre el papel, sino que deben quedar en el secreto del corazón. Entonces rogaba que me diese la gracia de no faltar a la obediencia, y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, si quien te guía y te dirige te da esta obediencia, significa que ha entendido que soy Yo quien te habla y el valor que contiene aun una sola palabra mía. Mi palabra es luz y está llena de vida, por lo tanto quien posee la vida la puede dar, mucho más que mi palabra contiene la fuerza creadora, por eso una sola palabra mía puede crear innumerables vidas de gracia, vidas de amor, vidas de luz, Vida de mi Voluntad en las almas. Tú misma no podrás comprender el largo camino que puede hacer una sola palabra mía, quien tiene oído la escuchará, quien tiene corazón quedará herido por ella. Por eso quien te guía tiene razón en darte esta obediencia. ¡Ah, tú no sabes cómo lo asisto y estoy en torno a él mientras lee mis y tus escritos sobre mi Voluntad, para hacerle comprender toda la fuerza de las verdades y del gran bien que hay en ellas; y él gira en torno a mi Voluntad, y en virtud de la luz que siente, te da esta obediencia. Por eso sé atenta y Yo te ayudaré y te facilitaré lo que a ti te parece difícil. Tú debes saber que mi corazón está dilatado, sufre y suspira porque quiero hacer conocer el reino del Fiat Supremo, los grandes bienes que hay en Él, y el gran bien que recibirán aquellos que lo poseerán. Es propiamente en mi corazón que lo tengo y me lo siento explotar, porque quiero ponerlo fuera. ¿No quieres darme tú ese alivio a fin de que mi corazón, poniéndolo fuera se alivie y no tenga que sufrir más, ni suspirar con suspiros dolientes? Y esto lo harás haciendo conocer lo que te manifiesto acerca de mi Voluntad, porque cuando haces esto me das el campo para abrir los caminos para preparar el lugar donde debo poner el Reino de mi Voluntad; y si tú no manifiestas lo que te digo, me cierras estos caminos y mi corazón se inflama de más. Por eso déjame hacer, y tú sígueme y no pienses en ello”.

+ + + +


19-58
Septiembre 12, 1926

El vínculo del alma con la Voluntad Divina es vínculo eterno. La Humanidad de Nuestro Señor posee el Reino de la Divina Voluntad, tanto, que toda su
Vida dependía de Ella. Formar el Reino de la Divina Voluntad en el alma es transmitir en ella lo que posee la Humanidad de Jesús.

(1) Mientras parece que mi siempre amable Jesús regresa y yo creo que no lo perderé más, en lo más bello huye como relámpago y yo permanezco privada de Aquél que forma la vida de mi pobre existencia, con el duro clavo del delirio de que regrese Aquél que hace surgir el sol en mi pobre alma. Pero mientras deliraba por su regreso y temía que me hubiese dejado, de improviso ha regresado y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿no quieres persuadirte de que no puedo dejarte? Si tu unión Conmigo estuviese vinculada, formada, sellada sobre otra base que no fuera mi Voluntad, podrías temer, pero como está vinculada, escriturada, firmada sobre la base eterna de mi Querer, lo eterno no está sujeto a mutaciones, mas bien todo tu ser, tus deseos, tus afectos, aun tus más íntimas fibras, están ligadas con vínculos eternos y mi Querer corre en ellos para constituirse como vida y formarlos con la sustancia divina y eterna que Él posee. ¿Se puede separar la eternidad? ¿Se puede algún día cambiar un Dios? ¿Se podrá separar el Ser Supremo de su Voluntad? Todo esto es inseparable, indivisible. Así todo lo que mi Voluntad une entra en el orden eterno y se vuelve inseparable de Mí, por lo tanto ¿cómo puedo dejarte? Si esto no fuera así, todo lo que mi Voluntad ha hecho en ti, su trabajo, su fundamento, sus mismas manifestaciones habrían sido un juego, una cosa superficial, un modo de decir, no una realidad. Por eso quita estos temores de que Yo te pudiera dejar, porque no son cosas que produzca y pertenezcan a mi Voluntad, Ella es firmeza y vínculo indisoluble. Resulta inconveniente a quien posee por vida mi Querer, que se ocupe de otra cosa, mientras que deberías estar totalmente ocupada en cómo ensanchar los confines de su Reino, a fin de que triunfe, se forme en ti y así podrías transmitirlo a las pobres generaciones que se debaten y se forman la corriente de la vorágine donde quedarán precipitadas; pero también los castigos son necesarios, esto servirá para preparar el terreno para hacer que el Reino del Fiat Supremo pueda formarse en medio a la familia humana; por eso muchas vidas que servirán de obstáculo al triunfo de mi Reino, desaparecerán de la faz de la tierra, así que muchos castigos de destrucción sucederán, otros los formarán las mismas criaturas para destruirse una a la otra; pero esto no debe preocuparte, más bien reza para que todo suceda para el triunfo del Reino del Fiat Supremo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido. Entonces yo me he ocupado en hacer mi acostumbrado giro en la Voluntad Suprema; su luz me hacía todo presente, tanto lo que ha hecho en la Creación, como lo que ha hecho en la Redención. La Voluntad Divina bilocada en cada acto que hace en ellas, esperaba una visita mía a cada uno de estos sus actos para tener a su pequeña hija como compañía, aunque fuese visita fugaz donde reinaba y dominaba como Reina. ¡Oh! cómo agradecía mi pequeña visita en cada uno de sus actos, mi pequeño te amo, mi mezquina adoración, mi reconocimiento, mi gracias, mi sujeción, pero como sus actos son innumerables, yo no terminaba jamás de alcanzarlos todos. Entonces, habiendo llegado a los actos de la Redención, mi dulce Jesús se hacía ver como pequeño niño, pero tan pequeño de poderse encerrar en mi pecho. ¡Cómo era bello, amable, gracioso el verlo tan pequeño, pasearse, sentarse, ponerse como en trono de majestad en mi pequeña alma, suministrándome su Vida, su respiro, sus actos, para hacer que todo tomase de Él! Pero mientras lo veía en mí como niño, al mismo tiempo ha venido también crucificado, era tanta la tensión de sus miembros que se podían numerar todos los huesos y los nervios uno por uno. Ahora, si el niño estaba encerrado en mi pecho, el crucificado

Jesús se ha extendido en todos mis miembros, no dejándome ninguna partecita de mí que no fuese poseída por su adorable persona, sentía más su Vida que la mía. Así, después de haber estado algún tiempo en esta posición con Jesús, me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Humanidad posee el Reino de mi Voluntad, tanto que toda mi Vida dependía de Ella, así que con depender de Ella Yo tenía la inteligencia del Supremo Querer, su mirada, su respiro, su obrar, sus pasos, su movimiento y latido eterno, de este modo formaba el Reino del Fiat Supremo en mi Humanidad, su Vida y sus bienes. ¿Ves entonces lo que significa formar su Reino en ti? Debo transmitirte lo que posee mi Humanidad, la cual te suministrará su pensamiento, su mirada, su respiro, y todo lo que poseo para la formación de ese Reino. Mira cuánto amo este Reino, pongo a su disposición toda mi Vida, mis penas, mi muerte, como fundamento, guardia, defensa, sostén. No hay nada de Mí que no sirva para mantener en pleno vigor el triunfo y el absoluto dominio de mi Voluntad, por eso no te maravilles si ves en ti como repetirse las diversas etapas de mi edad y de mis obras, y ahora me ves niño, ahora joven, ahora crucificado, es el Reino de mi Querer que está en ti, y toda mi Vida se alinea dentro y fuera de ti para guardia y defensa de mi Reino. Por eso sé atenta, y cuando algún temor te asalte, piensa que no estás sola, sino que tienes por ayuda toda mi Vida para formar este Reino mío en ti, y constantemente sigue tu vuelo en la unidad de la luz suprema de la Divina Voluntad. Yo allá te espero para darte las sorpresas de retorno, para darte mis lecciones”.

+ + + +

19-59
Septiembre 13, 1926

El Ser Divino es equilibrado. El don del Fiat Divino pone todo en común. La justicia en el dar quiere encontrar el apoyo de los actos de las criaturas.

(1) Después de haber hecho mi acostumbrado giro en el Supremo Querer, rogaba al buen Jesús, a nombre de su Creación y Redención, a nombre de todos, desde el primero hasta el último hombre, a nombre de la Soberana Reina y de todo lo que Ella hizo y sufrió, que el Fiat Supremo fuese conocido, a fin de que se establezca su Reino con su pleno triunfo y dominio. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Si Jesús mismo quiere y ama tanto que su Reino sea establecido en medio a las criaturas, ¿por qué quiere que con tanta insistencia se ruegue? Si lo quiere lo puede dar sin tantos actos continuos”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Ser Supremo posee el perfecto equilibrio, y también en el dar a las criaturas mis gracias, mis dones, y mucho más con este Reino del Fiat Supremo, que es el don más grande que Yo ya había dado en el principio de la Creación y que el hombre con tanta ingratitud me rechazó. ¿Te parece poco poner a disposición suya una Voluntad Divina con todos los bienes que Ella contiene, y no por una hora o por un día sino por toda la vida? ¿Te parece poco que el Creador ponga en la criatura su Voluntad adorable para poder poner en común su semejanza, su belleza, sus mares infinitos de riqueza, de alegrías, de felicidad sin fin? Y sólo con poseer nuestra Voluntad la criatura podía adquirir los derechos de comunidad, de semejanza y de todos los bienes de su Creador, sin Ella no puede haber derecho de comunidad con Nosotros; y si alguna cosa toma, son apenas nuestros pequeños reflejos y las migajas de nuestros interminables bienes. Ahora, un don tan grande, una felicidad tan inmensa, un derecho de semejanza divina con la adquisición de la nobleza de nuestra filiación, ¡rechazados! ¿Crees tú que sea cosa fácil que la Soberanía Divina, sin ser rogada, sin que ninguno se diera un pensamiento de recibir este reino del Fiat Supremo, lo dé a las criaturas? Seria repetir la historia que sucedió en el Edén terrestre, y quizá peor, y además nuestra justicia se opondría justamente. Por eso

todo lo que te hago hacer, los continuos giros en el Querer Supremo, tus oraciones incesantes por que venga a reinar mi Voluntad, tu vida sacrificada por tan largos años, en los cuales no sabes ni del Cielo ni de la tierra, dirigida al único fin de que venga mi Reino, son tantos apoyos que pongo delante a mi justicia para que ceda sus derechos y equilibrándose con todos nuestros atributos, encontrase justo que el Reino del Fiat Supremo sea restituido a las generaciones humanas. Esto sucedió en la Redención, si nuestra justicia no hubiese encontrado las plegarias, los suspiros, las lágrimas, las penitencias de los patriarcas, de los profetas y de todos los buenos del antiguo testamento, y además una Virgen Reina que poseía íntegra nuestra Voluntad, que tomó todo con el máximo interés con tantas plegarias insistentes, tomando Ella todo el trabajo de la satisfacción de todo el género humano, nuestra justicia jamás habría cedido al descendimiento del suspirado Redentor en medio a las criaturas. Nuestra justicia habría sido inexorable y habría dicho un ‘no’ rotundo a mi venida a la tierra. Y cuando se trata de mantener el equilibrio de nuestro Ser Supremo, no hay nada qué hacer. Ahora, ¿quién ha rogado hasta ahora con interés, con insistencia, poniendo el sacrificio de la propia vida, para que el Reino del Fiat Supremo venga sobre la tierra y triunfe y domine? ¡Ninguno! Es verdad que la Iglesia recita el Padre Nuestro desde que Yo vine a la tierra, en el cual se pide que venga tu Reino, a fin de que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, pero, ¿quién piensa en la petición que hacen? Se puede decir que toda la importancia de tal petición quedó en mi Voluntad, y las criaturas la recitan por recitarla, sin entender y sin interés de obtener lo que piden. Por eso hija mía, todo está escondido en el secreto mientras se vive sobre la tierra, por eso todo parece misterio, y si se conoce alguna cosa es tan escaso, que el hombre tiene siempre qué decir, a través de sus velos, sobre todo lo que Yo hago en mis obras, y llegan a decir: ¿Y por qué este bien, por qué estos conocimientos no han sido dados antes, mientras que ha habido tantos grandes santos? Pero en la eternidad no habrá secretos, Yo develaré todo y haré ver todas las cosas y obras mías con justicia, y que mi Justicia jamás podía dar este conocimiento si en la criatura no estuviesen los actos suficientes para poder dar lo que la Majestad Suprema quiere dar. Es verdad que todo lo que hace la criatura es gracia mía, pero mi misma gracia quiere encontrar el apoyo de las disposiciones y buena voluntad de la criatura. Por tanto, para restablecer el Reino de mi Voluntad sobre la tierra se necesitan los actos suficientes de la criatura, a fin de que mi Reino no quede en el aire, sino que descienda para formarse sobre los mismos actos de la criatura, formados por ella para obtener un bien tan grande. He aquí el por qué tanto te insisto en el girar en todas nuestras obras, Creación y Redención, para hacerte poner la parte de tus actos, tu te amo, tu adoración, tu reconocimiento, tu gracias sobre todas nuestras obras. Muchas veces lo he hecho Yo junto contigo, y además por cumplimiento, después de tu giro en nuestra Voluntad, tu estribillo tan agradable a Nosotros: ‘Majestad Suprema, tu pequeña hija viene ante Ti, sobre tus rodillas paternas, para pedirte tu Fiat, tu Reino, que sea por todos conocido; te pido el triunfo de tu Querer a fin de que domine y reine sobre todos. No soy yo sola quien te lo pido, sino que junto conmigo tus obras, tu mismo Querer, por eso a nombre de todos te pido, te suplico tu Fiat’. Si supieras cómo conmueve a nuestro Ser Supremo este tu estribillo, nos sentimos rogar por todas nuestras obras, suplicar por nuestro mismo Querer; Cielo y tierra doblan las rodillas para pedirnos el Reino de mi Eterno Querer. Por eso, si lo quieres, continúa tus actos, a fin de que una vez alcanzado el número establecido de ellos, puedas obtener lo que con tanta insistencia suspiras”.

+ + + +

19-60
Septiembre 15, 1926

Custodia y vigilancia de Jesús mientras escribe. Cómo el Reino

del Fiat cuesta mucho. Los actos hechos en el Fiat son más que sol.

(1) Después de haber escrito cuatro horas o más, me sentía toda extenuada de fuerzas, y habiéndome puesto a rezar según mi costumbre en su Santísimo Querer, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome a Sí, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, estás cansada, repósate en mis brazos. ¡Cuánto nos cuesta a Mí y a ti el Reino del Fiat Supremo! Mientras que todas las otras criaturas, quién duerme en la noche, quién se divierte y quién llega hasta ofenderme, pero para Mí y para ti no hay reposo, ni siquiera de noche, tú ocupada en escribir y Yo en vigilarte, en darte las palabras, las enseñanzas que corresponden al Reino del Querer Supremo; y mientras te veo escribir, para hacerte trabajar más y no hacerte cansar te sostengo en mis brazos, a fin de que escribas lo que quiero, para poder dar todas las enseñanzas y las prerrogativas, los privilegios, la santidad y las riquezas infinitas que este mi Reino posee. Si tú supieras cuánto te amo y cuánto gozo al verte sacrificar aun el sueño y toda tú misma por amor de mi Fiat que ama tanto el hacerse conocer a las generaciones humanas. Nos cuesta mucho, es verdad hija mía, y Yo para compensarte, casi siempre después de que has escrito te hago reposar sobre mi corazón roto y abatido por el dolor y por el amor: Por el dolor porque mi reino no es conocido, y por el amor porque quiero hacerlo conocer, a fin de que tú, sintiendo mi dolor y el fuego que me quema, sacrifiques a toda tú misma y no te perdones en nada, todo por el triunfo de mi Voluntad”.
(3) Entonces, mientras estaba en los brazos de Jesús, la luz inmensa de la Voluntad Divina, que llenaba Cielo y tierra, me llamaba a girar en Ella para hacerme hacer mis acostumbrados actos, para hacerme poner mi ‘te amo’, mi adoración en toda la Creación, a fin de que tuviese la compañía de su pequeña hija en cada una de las cosas creadas donde Ella reina y domina. Después de haber hecho esto, mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, qué luz, qué potencia, qué gloria adquiere el acto de la criatura hecho en mi Voluntad, estos actos son más que sol, que mientras está en lo alto, su luz eclipsa las estrellas y llena toda la tierra, llevando su beso a todas las cosas, su calor, sus benéficos efectos, y como la naturaleza de la luz es el expandirse, no hace trabajo de más con dar los bienes que naturalmente posee a quien los quiera. Símbolo del sol son los actos hechos en mi Querer; conforme se forma el acto, mi Querer le suministra la luz para formar el sol, el cual se eleva en lo alto, porque la naturaleza del sol es de estar en lo alto, no en lo bajo, de otra manera no podría hacer el bien que hace, porque las cosas que están en lo bajo son siempre circunscritas, individuales, a tiempo, a lugar, no son ni saben producir bienes universales. Así este sol formado por mi Voluntad y por el acto de la criatura, elevándose en alto hasta el trono de Dios, forma el verdadero eclipse: Eclipsa el Cielo, los santos, los ángeles; la grandeza de sus rayos toman como en un puño la tierra; su luz benéfica lleva al Cielo la gloria, la alegría, la felicidad, y a la tierra la luz de la verdad, hace huir las tinieblas, lleva el dolor de la culpa, el desengaño de las cosas que pasan. Uno es el sol, pero su luz contiene todos los colores y todos los efectos para dar vida a la tierra. Así, uno es el acto, uno es el Sol de mi Voluntad formado en ese acto, pero los bienes, los efectos son innumerables. Por eso el Reino del Fiat Supremo será Reino de luz, Reino de gloria y de triunfo; la noche del pecado no entrará en él, sino que será siempre pleno día, sus refulgentes rayos serán tan penetrantes, que triunfarán sobre el abismo en el cual ha caído la pobre humanidad. Por eso te he dicho tantas veces que tu trabajo es grande por el haberte confiado mi Voluntad Divina, a fin de que con el hacerla conocer, tú pongas a salvo sus derechos, tan desconocidos por las generaciones humanas, y los bienes que de esto vendrán serán grandísimos, y tú y Yo seremos doblemente felices por haber trabajado en la formación de este Reino”.
(5) Después de esto estaba pensando entre mí: “Mi amado Jesús dice tantas cosas admirables de este Reino tan santo del Querer Supremo, pero aparentemente, externamente no se ve nada de estas cosas admirables. Si se pudiesen ver los prodigios, los grandes bienes, la felicidad de Él, la faz de la tierra se cambiaría y en las venas

humanas correría una sangre pura, santa, noble, en modo de convertir la misma naturaleza en santidad, en gozo y en paz perenne”. Mientras estaba en esto, Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, este Reino del Fiat Supremo primero debe fundarse, formarse, madurarse entre Yo y tú, y después debe transmitirse a las criaturas. Lo mismo sucedió entre Yo y la Virgen, primero me formé en Ella, crecí en su seno, me nutrí de su pecho, vivimos juntos para formar entre los dos, al tú por tú, como si ningún otro hubiese, el Reino de la Redención, y después fue transmitida a las otras criaturas mi misma Vida y los frutos de la Redención que mi misma Vida contenía. Así será del Fiat Supremo, lo haremos primero entre Nosotros dos solos, al tú por tú, y cuando esté formado Yo pensaré en cómo transmitirlo a las criaturas. Un trabajo es más fácil hacerlo llegar a buen fin cuando se forma en el secreto, en el silencio de dos personas que verdaderamente aman aquel trabajo, y cuando está formado resulta más fácil manifestarlo y darlo como don a los demás. Por eso déjame hacer y no te des ningún pensamiento”.

Deo Gratias.



Nihil obstat Canonico Hanibale
M. Di Francia Eccl.

Imprimatur
Arzobispo Giuseppe M. Leo Octubre de 1926

1
I. M. I.
Fiat Sempre e in Eterno.

20-1
Septiembre 17, 1926

Cómo cada cosa creada por Dios tiene su lugar, y quien sale de la Voluntad de Dios pierde su lugar. Importancia
del Reino del Fiat Divino.

(1) Jesús mío, invoco tu Santo Querer, a fin de que Él mismo venga a escribir sobre el papel las palabras más penetrantes y elocuentes, con los vocablos más aptos para hacerse comprender, de manera de pintar con los colores más bellos, con la luz más refulgente, con las características más atrayentes el Reino del Fiat Supremo, en modo de infundir en las palabras que me harás escribir en el papel, una fuerza magnética y un imán potente que nadie podrá resistir, para hacerse dominar por tu Santísima Voluntad. Y Tú, Mamá mía, verdadera Soberana Reina del Fiat Supremo, no me dejes sola, ven a guiar mi mano, dame la llama de tu corazón materno, y mientras escribo tenme bajo tu manto azul a fin de que pueda cumplir todo lo que mi amado Jesús quiera de mí.
(2) Me sentía toda investida por el Querer Supremo, el cual atrayéndome en su luz inmensa me hacía ver el orden de la Creación, como cada cosa estaba en su puesto asignado por su Creador. Mi mente se perdía y quedaba raptada al ver el orden, la armonía, la magnificencia, la belleza de toda la Creación, y mi dulce Jesús que estaba conmigo me ha dicho:
(3) “Hija mía, a todo lo que salió de nuestras manos creadoras, a cada cosa creada le fue asignado su puesto y su oficio distinto, y todas están en su puesto, alabando con alabanzas incesantes a aquel Fiat Eterno que las domina, las conserva y les da vida nueva. Así que el conservarse siempre bellas, íntegras, nuevas, es por el movimiento del Fiat Supremo dominante en ellas. También al hombre le fue asignado su puesto, su oficio de soberano sobre todas las cosas creadas, con la diferencia que mientras todas las otras cosas creadas por Nosotros quedaban tal y como Dios las había creado, sin cambiarse jamás, ni crecer, ni decrecer, en cambio mi Voluntad dando al hombre la supremacía sobre todas las obras de nuestras manos, y queriendo desahogar con él más en amor, le daba el oficio de crecer continuamente en belleza, en santidad, en sabiduría, en riqueza, hasta elevarlo a la semejanza de su Creador, pero siempre debía hacerse dominar, guiar, para dar campo libre al Fiat Supremo de formar su Vida Divina en él, para poder formar este continuo crecimiento de bienes y de belleza con la felicidad sin fin, porque sin mi Voluntad dominante no puede haber ni crecimiento, ni belleza, ni felicidad, ni orden, ni armonía. Mi Voluntad, siendo Ella origen, dueña, principio de toda la obra de la Creación, donde Ella existe tiene virtud de conservar bella su obra, tal y como la sacó, pero donde no existe falta la comunicación de sus humores vitales para conservar la obra salida de nuestras manos.
¿Ves entonces qué gran mal fue para el hombre el sustraerse de nuestra Voluntad? Así que todas las cosas, aun las más pequeñas, tienen su puesto, se puede decir que están en su casa, al seguro, nadie las puede tocar, poseen la abundancia de los bienes, porque ese Querer que corre en ellas posee la fuente de todos los bienes, están todas en el orden, la armonía y la paz de todas. En cambio el hombre, con sustraerse de nuestro Querer perdió su puesto, quedó sin nuestra casa, expuesto a los peligros, todos lo pueden tocar para hacerle daño, los mismos elementos son superiores a él porque poseen una Voluntad Suprema, mientras que él posee una voluntad humana degradada que no sabe darle otra cosa que miserias, debilidades y pasiones, y como ha perdido su principio, su puesto, se ha quedado sin orden, desarmonizado con todos y no goza paz ni siquiera en sí mismo.

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

Así que se puede decir que es el único ser errante en toda la Creación, que por derecho nada le toca, porque Nosotros todo damos a quien vive en nuestra Voluntad porque está en nuestra casa, es una de nuestra familia; las relaciones, los vínculos de filiación que posee con el vivir en Ella le dan el derecho a todos nuestros bienes; en cambio quien no vive de la Vida de Ella, ha roto como de un solo golpe todos los vínculos, todas las relaciones, por eso es tenida por Nosotros como cosa que no nos pertenece. ¡Oh! si todos supieran qué significa romper con nuestra Voluntad y en qué abismo se precipitan, todos temblarían de espanto y harían competencia para regresar al Reino del Fiat Eterno para volver a tomar su lugar asignado por Dios.
(4) Ahora hija mía, con querer dar de nuevo mi eterna bondad este mi Reino del Fiat Supremo, después de habérmelo rechazado tan ingratamente, ¿no te parece que sea el don más grande que Yo pueda hacer a las generaciones humanas? Pero para darlo debo formarlo, constituirlo, hacer conocer de mi Voluntad lo que hasta ahora no se conoce, y tales conocimientos sobre de Ella, que venzan a aquellos que los conocerán, para que amen, aprecien y deseen venir a vivir en Él. Los conocimientos serán las cadenas, pero ellos mismos, voluntariamente, no forzados, se harán atar; los conocimientos serán las armas, las flechas conquistadoras que conquistarán los nuevos hijos del Fiat Supremo.
¿Pero sabes tú qué cosa poseen estos conocimientos? Poseen la cualidad de cambiar la naturaleza en virtud, en bien, en Voluntad mía, de modo que los poseerán como propiedad suya”.
(5) Entonces yo al oír esto he dicho: “Amor mío, Jesús, si tanta virtud tienen estos conocimientos sobre tu adorable Voluntad, ¿por qué no los manifestaste a Adán, a fin de que haciéndolos conocer a sus descendientes, hubieran amado, apreciado de más un bien tan grande, y habría dispuesto los ánimos para cuando Tú, Divino Reparador, decretaras darnos este gran don del Reino del Fiat Supremo?” Y Jesús retomando la palabra ha agregado:
(6) “Hija mía, Adán mientras estuvo en el Edén Terrenal y vivió en el Reino del Supremo Querer, conoció todos los conocimientos, por cuanto a criatura es posible, de lo que pertenecía al Reino que poseía, pero en cuanto salió de él su inteligencia se oscureció, perdió la luz de su Reino, y no encontraba las palabras adecuadas para manifestar los conocimientos que había adquirido sobre la Suprema Voluntad, porque faltaba en él el mismo Querer Divino que le proporcionara las palabras necesarias para manifestar a los demás lo que él había conocido. Esto por parte suya, y mucho más que cada vez que recordaba su sustracción de mi Voluntad, el sumo bien que había perdido, sentía tal intensidad de dolor de volverlo taciturno, porque estaba sumergido en el dolor de la pérdida de un Reino tan grande y por los males irreparables causados por eso, y porque por cuanto Adán pudiese hacer, no le era dado reparar, sino que se necesitaba aquel Dios mismo que había ofendido para poner remedio. Por parte de su Creador no tenía ninguna orden, y por eso no le daba capacidad suficiente para manifestarlo, porque, ¿en qué aprovecharía manifestar un conocimiento cuando no debía darles el bien que contenía? Yo sólo hago conocer un bien cuando lo quiero dar. Pero a pesar de que Adán no habló ampliamente sobre el Reino de mi Voluntad, enseñó muchas cosas importantes sobre lo que le pertenecía, tan es verdad, que en los primeros tiempos de la historia del mundo, hasta Noé, las generaciones no tuvieron necesidad de leyes, ni hubo idolatrías (no diversidad de lenguas), sino que todos reconocían un solo Dios (un solo lenguaje), porque tenían un alto concepto de mi Voluntad. En cambio, por cuanto más se alejaron de Ella surgieron las idolatrías y empeoraron en males, y por eso Dios vio la necesidad de dar sus leyes como preservativo a las humanas generaciones. Y por esto, quien hace mi Voluntad no tiene necesidad de leyes, porque Ella es vida, es ley, y es todo para el hombre. La importancia del Reino del Fiat Supremo es grandísima, y Yo lo amo tanto, que estoy haciendo más que nueva Creación y Redención, porque en la Creación apenas seis veces fue pronunciado mi Fiat Omnipotente para disponerla y sacarla toda ordenada; en la Redención hablé, pero como no hablé del Reino de mi Querer que contiene infinitos conocimientos y bienes inmensos, por lo tanto no tenía una gran cantidad de palabras que decir, porque todo lo

que enseñé era de naturaleza limitada, y con pocas palabras se hacía conocer. En cambio para hacer conocer mi Voluntad, se necesita mucho hija mía, su historia es larguísima, encierra una eternidad sin principio y sin fin, por eso por cuanto digo tengo siempre qué decir, y por eso estoy diciendo, ¡oh! cuánto de más, pues siendo más importante que todo contiene más conocimientos, más luz, más grandeza, más prodigios, por eso son necesarias más palabras. Mucho más, que por cuanto más hago conocer, tanto más ensancho los confines de mi Reino para darlo a los hijos que lo poseerán. Por eso cada cosa que manifiesto de mi Voluntad es una nueva creación que hago en mi Reino, para hacerla gozar y poseer por aquellos que tendrán el bien de conocerlo. Por esto se requiere de parte tuya gran atención en manifestarlas”.

+ + + +

20-2
Septiembre 20, 1926

Quien no hace la Voluntad de Dios es como una constelación celestial que sale de su puesto, es como un miembro dislocado. Ella es día para quien la hace y noche para quien no la hace.

(1) Habiendo terminado de escribir el libro anterior y debiendo comenzar otro, sentía el peso de escribir, y casi amargada he suspirado, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior se hacía ver que movía la cabeza, y suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué hay, qué hay, cómo, no quieres escribir?”
(3) Y yo, casi temblando al verlo suspirar por causa mía he dicho: “Amor mío, quiero lo que quieres Tú, es verdad que siento el sacrificio de escribir, pero por amor tuyo haré todo”. Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, tú no has comprendido bien qué significa vivir en mi Voluntad, mientras tú suspirabas, la Creación y todos, y hasta también Yo he suspirado junto contigo, porque para quien vive en Ella, una es la vida, uno el acto, uno el movimiento, uno el eco, no se puede hacer menos que hacer la misma cosa, porque Dios es el movimiento primero, y todas las cosas creadas habiendo salido de un movimiento lleno de vida, no hay cosa que no posea su movimiento, y todos giran alrededor del movimiento primero de su Creador, entonces la Creación toda está en mi Voluntad y su giro es incesante, rápido, ordenado, y quien vive en Ella tiene su puesto de orden en medio de ellas, y gira con rapidez junto con todas las cosas creadas sin cesar jamás. Hija mía, ese suspiro tuyo de pesar, en todas ha formado su eco, ¿y sabes qué cosa han sentido? Como si una constelación quisiera salir de su puesto, del orden, del rápido giro en torno a su Creador; y al ver esta constelación celestial como salir de en medio de ellas, todas han quedado sacudidas y como obstaculizadas en su giro, pero rápidamente recobradas por tu pronta adhesión han continuado con orden su rápido giro, alabando a su Creador que las tiene unidas a Sí para hacerlas girar en torno a Él. ¿Qué dirías tú si vieras salir una estrella de en medio de las demás y descender a lo bajo? ¿No dirías: Ha salido de su puesto, no hace más vida común con las demás, es una estrella perdida? Tal es quien viviendo en mi Voluntad quisiera hacer la suya, se aparta de su puesto, desciende de la altura de los Cielos, pierde la unión con la familia celestial, se separa de mi Voluntad, se separa de la luz, de la fuerza, de la santidad, de la semejanza divina, se separa del orden, de la armonía y pierde la rapidez del giro en torno a su Creador. Por eso sé atenta, porque en el Reino de mi Querer no hay pesares, amarguras, sino que todo es alegría; no hay cosas forzadas, sino todo es espontaneidad, como si la criatura quisiera hacer lo que Dios quiere, como si lo quisiera hacer ella misma”.
(5) Yo he quedado espantada al oír esto de mi dulce Jesús, y comprendía el gran mal que es hacer la propia voluntad y le pedía de corazón que me diera tanta gracia para no hacerme caer en un mal tan grave. Pero mientras esto hacía, mi amado Bien ha

regresado, pero se hacía ver con sus miembros casi todos dislocados, que le daban un dolor indecible y arrojándose en mis brazos me ha dicho:
(6) “Hija mía, estos miembros dislocados que me dan tanto dolor, son todas las almas que no hacen mi Voluntad, Yo con venir a la tierra me constituí cabeza de la familia humana y ellas son mis miembros, pero estos miembros venían formados, anudados nuevamente, vinculados, por medio de los humores vitales de mi Voluntad, conforme Ella corre en ellos, así vienen puestos en comunicación con mi cuerpo y quedan reafirmados cada uno en su puesto. Mi Voluntad como médico piadoso, no sólo hace correr sus humores vitales y divinos para formar la circulación necesaria entre la cabeza y los miembros, sino que les forma su perfecto vendaje para hacer que queden atados y firmes los miembros bajo su cabeza. Ahora, faltando mi Voluntad en ellos, falta quién ponga el calor, la sangre, la fuerza, el mando de la cabeza para volver obrantes los miembros; falta quién los vende si están dislocados; falta todo, se puede decir que todas las comunicaciones entre los miembros y la cabeza están rotas, y están en mi cuerpo para darme dolor. Es sólo mi Voluntad la que pone de acuerdo y en comunicación al Creador y a la criatura, al Redentor y a los redimidos, al Santificador y a los santificados, sin Ella, la Creación, la Redención, son como si fueran nada para ellos, porque falta quién haga correr la vida y los bienes que contienen. Los mismos Sacramentos les servirán de condena, porque faltando mi Voluntad en ellos falta quién rompa el velo de los Sacramentos para darles el fruto y la vida que contienen. Por eso mi Voluntad es todo, sin Ella nuestras obras más bellas, nuestros prodigios más grandes, quedan extraños a las pobres criaturas, porque Ella sola es la depositaria de todas nuestras obras, y por lo tanto sólo por medio suyo son dadas a luz a las criaturas. ¡Oh! si todos supieran qué significa hacer o no hacer mi Voluntad, todos se pondrían de acuerdo con Ella para recibir todos los bienes posibles e imaginables, y la transmisión de la misma Vida Divina”.
(7) Después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Supremo Querer, y como casi era el alba del día estaba diciendo: “Jesús mío, amor mío, es ya el principio del día, y yo en tu Querer quiero girar por todas las criaturas, a fin de que resurgiendo de su sueño resurjan todas en tu Voluntad, para darte la adoración de todas las inteligencias, el amor de todos los corazones, el resurgimiento de todas sus obras y de todo su ser en la luz que este día hará resplandecer en todas las generaciones”. Mientras esto y otras cosas decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(8) “Hija mía, en mi Voluntad no hay días ni noches, ni albas ni ocasos, sino que uno es su día, siempre en la plenitud de su luz, y quien vive en Ella puede decir: ‘Para mí no hay noches, sino siempre es día, por eso uno es mi día’. Y conforme obra para cumplir mi Voluntad y para desenvolver su vida en Ella, forma otras tantas luces fulgidísimas en el día de su vida, que vuelven más glorioso, más bello, el día de mi Querer donde ella vive.
¿Sabes tú para quién viene formado el día y la noche, el alba y el ocaso? Para quien ahora hace mi Voluntad y ahora la suya: Si hace la mía forma el día, si hace la suya forma la noche, quien vive del todo en Ella forma la plenitud del día, quien no vive del todo, sino que sólo con esfuerzo hace mi Voluntad, forma el alba; quien se lamenta de lo que Ella dispone y quiere sustraerse, forma el ocaso; y para quien de hecho no hace mi Voluntad, es siempre noche perenne, principio de aquella noche eterna del infierno que no tendrá jamás fin”.

+ + + +

20-3
Septiembre 23, 1926

Cómo quien debe hacer bienes universales, debe suplir por todos. Tres planos en la Voluntad de Dios.

(1) Estaba fundiéndome toda en el Santo Querer Divino, con la herida en el alma de no haber visto a mi dulce Jesús, ¡oh! como mientras trataba de hacer mis actos en su Querer no me lo sentía junto conmigo, me sentía arrancar un pedazo de mí misma, así que mi pequeña y pobre existencia me la sentía despedazar sin Jesús, y le pedía que tuviera piedad de mí y que pronto regresara a mi pobre alma. Entonces, después de mucho esperar ha regresado, pero muy afligido por causa de la perfidia humana, parecía que naciones y naciones se peleaban entre ellas, preparando hasta los depósitos de las armas para combatirse, preparando cosas imprevistas para hacer surgir los combates. Qué locura, qué ceguera humana, parece que no tienen ya vista para ver el bien, el orden, la armonía, sino que tienen vista sólo para ver el mal, y esta ceguera les afecta el cerebro y hacen cosas de locos, entonces al verlo tan afligido por causa de esto le he dicho: “Amor mío, deja esta tristeza, Tú les darás luz y no lo harán, y si son necesarias mis penas, estoy pronta con tal de que estén todos en paz”. Y Jesús con dignidad y severidad me ha dicho:
(2) “Hija mía, te tengo para Mí, para formar en ti mi Reino del Fiat Supremo, no para ellos. Te he hecho sufrir hasta demasiado para librar al mundo, pero su perfidia no merece que Yo te haga sufrir más por su causa”.
(3) Y mientras esto decía, parecía que tenía en sus manos una barreta de fierro, en acto de pasarla sobre las criaturas. Yo he quedado espantada y quería aliviar a Jesús de su aflicción y por eso le he dicho: “Jesús, Vida mía, ocupémonos por ahora del Reino de tu Querer, a fin de que te consueles, yo sé que tu alegría, tu fiesta, es el darte ocasión para hacerte hablar de él, por eso, junto conmigo corran tus actos en los míos, a fin de que con la luz de tu Querer invistan más que sol a todas las criaturas, y yo pueda constituirme acto por cada acto, pensamiento por cada pensamiento, encerraré todo, tomaré como en un puño todos sus actos para hacer todo lo que ellas no te hacen, y así encontrarás todo en mí y tu aflicción se alejará de tu corazón”. Y Jesús condescendiendo a mis deseos ha girado junto conmigo y después me ha dicho:
(4) “Hija mía, qué potencia contiene mi Voluntad, Ella como luz penetra dondequiera, se ensancha, se da a cada acto, se multiplica al infinito; pero mientras hace tantas cosas y se multiplica en cada cosa, queda siempre una, cual es, conservando todos sus actos sin perder ni uno. Mira hija mía, el primer plano hecho en mi Voluntad a nombre y por todas las criaturas, fue hecho por la Soberana Reina, y obtuvo el sumo bien a todas las criaturas de hacer descender a la tierra al suspirado Redentor; quien hace por todos, a nombre de todos y suple por todos, merece bienes universales, que pueden servir a todos.
(5) El segundo plano hecho en la Suprema Voluntad, fue hecho por mi Humanidad, abracé todo y a todos como si fueran uno solo, di satisfacción por todos, no dejé ningún acto de criatura sin constituir en él el mío, para hacer que a mi Padre Celestial le fuera completa la gloria, el amor, la adoración por cada acto de criatura, y esto consiguió el fruto de mi venida sobre la tierra, mereció la salvación, la santidad a todos; que muchos no la tomen, la culpa es de ellos, no por falta del donador. Por tanto mi Vida consiguió bienes universales a todos, abrió las puertas del Cielo para todos.
(6) El tercer plano en mi Voluntad lo harás tú, y por eso en todas las cosas que tú haces te hago hacer por todos, abrazar todo, suplir a nombre de cada uno de los actos de ellos. Tu plano debe igualarse al mío, debe unificarse a aquél de la Emperatriz Celestial y esto servirá para conseguir el Reino del Fiat Supremo. A quien debe hacer un bien universal nada se le debe escapar, para vincular el bien que quiere dar a todas las criaturas. Los actos hechos en mi Voluntad, para suplir a todos, forman dobles cadenas, pero cadenas de luz que son las más fuertes, las más largas, no sujetas a romperse, ninguno puede tener la habilidad de romper una cadena de luz, esa es más que rayo solar que ninguno puede romper, mucho menos impedirle el paso a donde la largura y anchura del rayo quiere llegar, y estas cadenas de luz obligan a Dios a dar bienes universales y a la criatura a recibirlos”.

+ + + +

20-4
Septiembre 26, 1926

La sola palabra Voluntad de Dios contiene un prodigio eterno. Cómo todo se convierte en amor y oración.

(1) Me sentía toda inmersa en el Querer Supremo, y mi pobre mente pensaba en tantos admirables efectos que Él produce, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la sola palabra Voluntad de Dios contiene un portento eterno que no hay quién lo pueda igualar; es una palabra que abraza todo, Cielo y tierra. Este Fiat contiene la fuente creadora y no hay cosa de bien que no pueda hacer salir. Así que quien posee mi Voluntad, en virtud de Ella adquiere con derecho todos los bienes que este Fiat posee, por eso adquiere el derecho a la semejanza de su Creador, adquiere el derecho a la santidad divina, a su bondad, a su amor; con derecho cielo y tierra son suyos, porque todos tuvieron existencia de este Fiat, con razón sus derechos se extienden sobre todo. Así que el más grande don, la gracia más grande que puedo dar a la criatura, es darle mi Voluntad, porque con Ella vienen junto todos los bienes posibles e imaginables, y con derecho, porque todo pertenece a Ella”.
(3) Después mi dulce Jesús se hacía ver que salía de dentro de mi interior y me miraba, pero fijaba tanto sus miradas en mí, como si quisiera pintarse, imprimirse dentro de mi pobre alma, y yo al ver esto le he dicho: “Amor mío, Jesús, ten piedad de mí, ¿no ves cómo soy fea? Tu privación en estos días me ha vuelto más fea aún, siento que no soy buena para hacer nada, los mismos giros en tu Querer me resultan dificultosos. ¡Oh! cómo me siento mal, tu privación es para mí como fuego que consume, que quemándome todo me quita la vida para obrar el bien, me deja sólo tu Voluntad adorable que atándome toda a Ella, no me deja querer otra cosa que tu Fiat, ni ver, ni tocar otra cosa que tu Santísima Voluntad”. Y Jesús tomando de nuevo la palabra ha agregado:
(4) “Hija mía, donde está mi Voluntad todo es santidad, todo es amor, todo es oración. Así que estando en ti su fuente, tus pensamientos, tus miradas, tus palabras, tu latido y aun tus movimientos, todos son amor y oraciones. No es la forma de las palabras lo que forma la oración, no, es mi Voluntad obrante, que dominando todo tu ser forma de tus pensamientos, palabras, miradas, latidos y movimientos, tantas fuentecitas que surgen de la Voluntad Suprema y elevándose hasta el Cielo, en su mudo lenguaje, quién reza, quién ama, quién adora, quién bendice, en suma, Ella le hace hacer lo que es santo, lo que pertenece al Ser Divino. Por eso el alma que posee como vida el Querer Supremo es el verdadero cielo, que aunque fuera mudo narra la gloria de Dios y se presenta como obra de sus manos creadoras. ¡Cómo es bello ver al alma donde reina mi Querer! Conforme ella piensa, mira, habla, late, respira, se mueve, así forma las estrellas para adornar su cielo, para narrar más la gloria de Aquel que la ha creado. Mi Voluntad abraza como de un solo golpe todo y nada deja escapar al alma de todo lo que es bueno y santo”.

+ + + +

20-5
Septiembre 28, 1926

Su gran aflicción por la publicación de los escritos. Jesús quiere la entrega. Jesús incita al padre que debe ocuparse de esto.

(1) Me sentía oprimida y como aplastada bajo el peso de una humillación profunda, porque me había sido dicho que no sólo se publicaría lo que se refiere a la Voluntad de Dios, sino también lo que se refiere a todas las otras cosas que me ha dicho mi amable Jesús; era tanto el dolor, que me quitaba hasta las palabras para poder aducir razones para que no lo hicieran, ni sabía rogar a mi amado Jesús para que no permitiera esto, todo

era silencio dentro y fuera de mí. Entonces mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha estrechado a Él para infundirme ánimo y fuerza y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no quiero que veas como cosa tuya lo que has escrito, sino que lo veas como cosa mía y como cosa que no te pertenece, tú de hecho no debes entrar en medio, Yo me encargaré de todo, y por eso quiero que todo me lo entregues y conforme escribes quiero que me lo des todo como un don, a fin de que Yo quede libre de hacer lo que quiero y para ti, te quede sólo aquello que te conviene para vivir en mi Voluntad. Yo te he hecho tantos dones preciosos por cuantos conocimientos te he manifestado, ¿y tú ningún don me quieres dar?”
(3) Y yo: “Mi Jesús, perdóname, yo no quisiera sentir lo que siento, el pensar que lo que ha pasado entre Tú y yo deben saberlo los demás, me pone inquieta y me da tal pena, que yo misma no sé explicar, por eso dame la fuerza, en Ti me abandono y todo a Ti lo dono”. Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, así está bien, todo esto lo requiere mi gloria y el triunfo de mi Voluntad, pero el primer triunfo lo quiere, lo exige sobre de ti. ¿No estás contenta de que tú te vuelvas la victoria, el triunfo de esta Voluntad Suprema? ¿No quieres tú entonces hacer cualquier sacrificio para hacer que este Reino supremo sea conocido y poseído por las criaturas? También Yo sé que tú sufres mucho al ver que después de tantos años de secreto entre tú y Yo y que con tanto celo te he tenido escondida, ahora al ver salir fuera nuestros secretos sientes fuertes impresiones, pero cuando lo quiero Yo lo debes querer también tú, por eso pongámonos de acuerdo y no te preocupes”.
(5) Después de esto me hacía ver al reverendo padre, y Jesús estando junto a él le ponía su santa mano derecha sobre su cabeza para infundirle firmeza, ayuda y voluntad diciéndole: “Hijo mío, hazlo pronto, no pierdas tiempo, yo te ayudaré, estaré junto a ti a fin de que todo vaya bien y según mi Voluntad. Así como me interesa que mi Voluntad sea conocida y así como con paterna bondad he dictado los escritos que se refieren al Reino del Fiat Supremo, así ayudaré a la publicación, estaré en medio de aquellos que se ocuparán, a fin de que el todo sea regulado por Mí. Por eso pronto, pronto”.

+ + + +

20-6
Octubre 2, 1926

Cómo las generaciones están ligadas entre ellas, y por eso, quién pide, quién recibe y quién posee. Cómo Jesús da de acuerdo a nuestras disposiciones. Su palabra es nueva creación.
Cómo en el Cielo no hay secretos.

(1) Me sentía amargada a lo sumo por la privación de mi dulce Jesús, ¡oh! cómo me sentía mal, no podía más, pero cuando he llegado como a los extremos del dolor, se ha movido en mi interior y todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, estoy viendo cuánto debo agrandar los confines del Reino de mi Voluntad, para dar la posesión de él a las criaturas, sé que ellas no pueden tomar la interminabilidad que contiene el Reino de mi Querer, porque no les es dado como criaturas, abarcar y abrazar una Voluntad correspondiente a un Reino que no tiene confines, porque siendo ella creada, siempre es restringida y limitada, pero a pesar de que es limitada, según sus disposiciones Yo dispongo más o menos los bienes, la extensión de los confines que debe poseer. Por eso estoy viendo a los que vendrán, qué disposiciones tendrán; estoy viendo a los presentes para ver las disposiciones que tienen, porque los presentes deben pedir, conseguir, preparar el Reino del Fiat Supremo a los que vendrán, y según las disposiciones de ellos y el interés de los presentes, así voy ensanchando los confines de mi Reino, porque las generaciones están tan unidas entre ellas, que siempre sucede así, que una pide, la otra prepara, la otra consigue y otra posee. Así sucedió en mi venida a la tierra

para formar la Redención, no fueron los presentes los que pidieron, que suspiraron, que lloraron para obtener sus bienes, estos los gozan y los poseen, sino fueron aquellos que estaban antes de mi venida, y según las disposiciones de los presentes y las oraciones y disposiciones de los pasados, Yo ensanchaba los confines de los bienes de la Redención, porque un bien sólo es dado por Mí cuando puede ser útil a las criaturas, pero si utilidad no les lleva, ¿en qué aprovecharía el darlo? Y esta utilidad es tomada por ellas si tienen más disposiciones. ¿Pero sabes tú cuándo ensancho sus confines? Cuando te manifiesto un conocimiento nuevo que se refiere al Reino de mi Voluntad. Por eso antes de manifestártelo doy una mirada a todos, para ver sus disposiciones, si les será útil, o bien será para ellos como no dicho, y viendo que Yo quiero ensanchar de más mis confines para darles más bienes, más alegrías, más felicidad para poseer, y porque ellos no están dispuestos, me siento afligido y espero tus oraciones, tus giros en mi Querer, tus penas, para disponer a los presentes y a los futuros, y después vuelvo a las nuevas sorpresas de mis manifestaciones sobre mi Voluntad. Por eso cuando no te hablo estoy afligido, mi palabra es el don más grande, es una nueva creación, y no pudiéndolo sacar de Mí porque las criaturas no están dispuestas para recibirlo, siento en Mí el peso del don que quiero dar, y no pudiéndolo dar quedo afligido y taciturno. Y mucho más crece mi aflicción al verte afligida por causa mía; si tú supieras cómo siento tu tristeza, cómo se derrama toda en mi corazón, porque mi Voluntad me la lleva hasta lo íntimo de mi corazón, porque Yo no tengo dos voluntades, sino una, y como Ésta reina en ti, como consecuencia me trae hasta dentro de Mí tus aflicciones, por eso ruega y tu vuelo sea continuo en el Fiat Supremo, a fin de que implores que las criaturas se dispongan y Yo vuelva de nuevo a tomar la palabra”.
(3) Dicho esto ha hecho silencio y yo he quedado más afligida que antes y sentía todo el peso que sentía Jesús por las indisposiciones de las criaturas, sentía como si no me debiera hablar más por ahora, pero Jesús queriéndome consolar de mi aflicción y también para consolarse a Sí mismo, me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, ¿crees tú que se conocerá todo lo que ha pasado entre Yo y tú? No hija mía. Haré conocer lo que será necesario, lo que pertenece al Reino del Fiat Supremo, es más, daré más de lo que tomarán las criaturas de este mi Reino, para darles campo libre de caminar siempre más, para hacerles agrandar su posesión en el Fiat Supremo, a fin de que jamás puedan decir basta, ya no tenemos más a dónde llegar, no, no, pondré tal abundancia que el hombre tendrá siempre para tomar y para agrandar su camino. Pero a pesar de tal abundancia no todos conocerán nuestros secretos, como no todos conocen lo que pasó entre Yo y mi Mamá para formar el Reino de la Redención, las gracias sorprendentes, los favores innumerables; lo conocerán en el Cielo donde no hay secretos, pero en la tierra conocieron lo que sobreabundé para su bien. Así haré contigo, si he mirado ha sido para quien quiera venir a vivir en el Reino de mi Voluntad, pero para ti, para la pequeña hija de mi Querer, para quien ha formado junto Conmigo este Reino con tanto sacrificio, ¿acaso podrá mi amor decirte basta, negarte la palabra, no derramar en ti el continuo flujo de mis gracias? No, no puedo pequeña hija mía, no es de la naturaleza de mi corazón, ni de mi Voluntad que contiene un acto continuado, jamás interrumpido de dar y siempre dar nuevas sorpresas a quien no conoce otra vida sino la suya. Y si me ves taciturno no es por ti, porque entre Yo y tú no hay necesidad de palabras para entendernos, vernos es comprendernos, y todo Yo me vierto en ti y tú en Mí, y con verterme Yo vierto en ti nuevas gracias y tú las tomas, porque lo que es necesario para ti que debes ser como causa primaria para formar el Reino del Fiat Eterno, no será necesario para quien sólo debe vivir en él. Contigo no se trata sólo de vivir, sino de formarlo, y por eso tu Jesús debe abundar tanto, para darte las materias primas para la formación de un Reino tan santo. Esto sucede también en el bajo mundo, quien debe formar un Reino tiene necesidad de muchos medios, de muchas materias primas; en cambio quien debe formar una sola ciudad tiene necesidad de menos, y quien llega sólo a habitar en ella, con poquísimos medios puede vivir en esta ciudad, y los sacrificios que debe hacer quien debe formar un reino, no son necesarios para quien se decide a querer vivir en tal reino. Por eso quiero sólo que trabajes en la formación del Reino del Fiat Supremo, y tu Jesús pensará en todo lo demás”.


+ + + +

20-7
Octubre 6, 1926

Martirio nuevo. Quien no hace la Voluntad Divina trunca la Vida Divina en ella. Privación de los escritos. Jesús la consuela haciéndole ver todo escrito en el fondo de su alma.

(1) Me encontraba toda inmersa en el vivo dolor de la privación de mi dulce Jesús y decía entre mí: “Mi Jesús, cómo no tienes compasión de esta pequeña hija tuya, que en cuanto se siente privada de Ti se siente arrancar la vida; no es solamente una pena que siento, que sería más tolerable, sino que es vida lo que me siento faltar; soy pequeña, soy débil, y si no por otra cosa, al menos por mi extrema pequeñez deberías tener compasión de esta pobre pequeña que está casi en continuo acto de sentirse faltar la vida y de retomarla para sentirse de nuevo morir. Mi Jesús, amor mío, ¿qué martirio nuevo es éste? Martirio jamás sentido, morir tantas y tantas veces y jamás morir, sentirme faltar la vida sin la dulce esperanza de tomar el vuelo hacia mi patria celestial”. Ahora mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y con acento tierno me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, ánimo, tú tienes razón que es vida lo que te sientes faltar, porque privándote de Mí te sientes faltar, terminar la Vida de tu Jesús en ti, y con razón tú, pequeñita como eres, sientes el duro martirio de que la vida termina en ti. Pero tú debes saber que mi Voluntad es Vida, y cada vez que las criaturas no la hacen, la rechazan, es una Vida Divina que rechazan y que destruyen en ellas, ¿y te parece poco el dolor, el martirio continuado de mi Querer al sentirse arrancar como por un golpe de un fierro asesino tantos actos de Vida que con tanta bondad quiere hacer surgir en las criaturas? Y en correspondencia de esta Vida Divina truncada en ellas, hacen surgir la vida de las pasiones, del pecado, de las tinieblas, de las debilidades. El no hacer mi Voluntad es Vida Divina que pierden las criaturas, y por eso Ella reinante en ti, te hace sentir, con privarte de Mí, el dolor de tantas Vidas Divinas que le truncan las criaturas, para repararse y rehacerse en ti todos estos actos de Vida que le hacen perder. ¿No sabes tú que para formar el Reino del Fiat Divino debe encontrar en ti tantos actos suyos por cuantos ha perdido? Y por eso la alternativa de mi presencia y de mi ausencia, para darte ocasión de hacerte formar tantos actos de sumisión a mi Voluntad, para hacer reentrar en ti estos actos de Vida Divina que los demás han rechazado. Y además, ¿no te acuerdas que Yo te pedí cuando te manifesté tu misión sobre el Fiat Eterno, el sacrificio de sufrir tantas muertes por cuantas criaturas salían a la luz del día, por cuantos habían rechazado la Vida de mi Voluntad? ¡Ah! hija mía, el no hacer mi Voluntad es Vida Divina que rechazan las criaturas, no es como no practicar las virtudes, donde rechazan las gemas, las piedras preciosas, los ornamentos, los vestidos, que no queriéndolos se pueden hacer a un lado; en cambio, rechazar mi Querer es rechazar los medios para vivir, destruir la fuente de la vida, es el más grande mal que puede existir, y por eso quien hace tanto mal no merece vivir, más bien merece morir a todos los bienes. ¿No quieres tú entonces rehacer a mi Voluntad de todas estas Vidas que le han truncado las criaturas? Y para hacer esto no es suficiente sufrir una pena, sino una falta de Vida Divina, cual es mi privación. Mi Voluntad para formar su Reino en ti, quiere encontrar en ti todas las satisfacciones que las criaturas no le han dado, todas sus Vidas que debía hacer surgir en ellas, de otra manera sería un reino sin fundamento, sin darle los derechos de justicia y sin las debidas reparaciones. Pero debes saber que tu Jesús no te dejará por mucho tiempo, porque lo sé también Yo, que no puedes vivir bajo la presión de un martirio tan duro”.
(3) Además de esto me sentía afligida porque habiendo venido el reverendo padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad de Dios, quiso

que le entregara todos los escritos sin dejarme ni siquiera aquellos de los que él ya tenía las copias. Entonces el pensamiento de que las cosas más íntimas entre Jesús y yo estaban fuera, y el no poder ni siquiera volver a ver lo que Jesús me había dicho sobre su Santo Querer, me atormentaba. Y Jesús regresando me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿por qué te afliges tanto? Tú debes saber que lo que te he hecho escribir en el papel, lo he escrito antes Yo mismo en el fondo de tu alma y después te lo he hecho pasar al papel, es más, hay más cosas escritas en ti que en el papel, por eso cuando tú sientas la necesidad de volver a ver lo que se refiere a las verdades del Fiat Supremo, basta que des una mirada a tu interior y en seguida verás nuevamente lo que quieres, y para que estés segura de lo que te digo, mira ahora en tu alma y verás todo en orden lo que te he manifestado”.
(5) Mientras esto decía yo he mirado en mi interior y de una sola mirada veía todo, veía también lo que Jesús me había dicho y yo había omitido escribir, por tanto he dado gracias a mi amado Bien y me he resignado, ofreciéndole todo mi duro sacrificio a Él, y pidiéndole que en compensación me diera la gracia de que su Voluntad sea conocida, amada y glorificada”.

+ + + +

20-8
Octubre 9, 1926

El reino de la Voluntad de Dios será una nueva creación.
Gusto de Jesús al oír hablar de su Voluntad.

(1) Estaba según mi costumbre haciendo mi giro en el Querer Supremo y mi dulce Jesús me hacía ver un globo de luz en mi interior, y conforme repetía mis actos en el Fiat Divino se hacía más grande y los rayos que de él salían se hacían más largos, y mi siempre amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuanto más frecuentemente gires en mi Voluntad para repetir tus actos, tanto más grande se hace la circunferencia del globo de luz, y por cuanta más fuerza de luz posee, tanto más se pueden extender sus rayos que deben iluminar el Reino del Fiat Eterno. Tus actos fundidos, perdidos en mi Querer, formarán el sol especial que debe iluminar un Reino tan santo, este sol poseerá la fuerza creadora y conforme extienda sus rayos, así quedará la marca de su santidad, de la bondad, de la luz, de la belleza y de la semejanza Divina. Quien se haga iluminar por su luz sentirá la fuerza de una nueva creación continua de alegría, de contentos y de bienes sin fin. Por eso el Reino de mi Voluntad, dominando Ella todos los actos de aquellos que vivirán en Ella, será continua creación, así que la criatura estará bajo un acto nuevo continuado de este Supremo Querer, que la tendrá tan absorbida, que le hará faltar el campo de acción al propio yo. Por eso amo tanto que el Reino de mi Voluntad sea conocido, por el gran bien que recibirán las criaturas y por el libre campo de acción que Ella tendrá, porque ahora el Supremo Querer está obstaculizado por el propio yo, en cambio cuando sea conocido, sus rayos vivificantes, penetrantes y plenos de viva luz, eclipsarán la voluntad humana, ésta quedará deslumbrada por su luz refulgente y viendo el gran bien que le vendrá, dará libertad de acción a mi Voluntad dándole el total dominio. Así que para mi Voluntad, en este su Reino, empezará una nueva era, una creación continua, pondrá fuera todo lo que había establecido dar a las criaturas si hubieran hecho siempre su Voluntad, y que por tantos siglos ha debido tener en Sí como en depósito, para después sacarlos para bien de los hijos de su Reino”.
(3) Después de esto he seguido rezando, pero mientras rezaba veía que mi sumo Bien Jesús, de prisa salía del fondo de mi interior, empujando un bulto de luz que estaba encima de Él, que lo tenía como eclipsado bajo de ella dentro de mí y me impedía el verlo, por eso

Él empujándolo de prisa ha salido y yo le he dicho: “Jesús mío, ¿qué cosa es esta prisa que tienes? ¿Es tal vez alguna cosa que te interesa mucho?”
(4) Y Jesús: “Cierto, cierto hija que es la cosa que más me interesa, mira, he escuchado hasta dentro de ti al padre que se llevó nuestros escritos que hablaba de mi Voluntad a los que lo rodeaban, con tanto amor que me sentí herir hasta en el corazón, y por eso he querido salir fuera de ti para escucharlo, son mis mismas palabras que he dicho sobre mi Voluntad que me resuenan al oído, escucho mi eco y por eso quiero tomarme todo el gusto de escucharlo, y quiero que también tú lo tomes por compensación de los sacrificios que has hecho”.
(5) Mientras estaba en esto, yo veía que un rayo de luz salía de Jesús, que se alargaba tanto, que llegaba hasta donde se encontraba el reverendo padre, que invistiéndolo lo hacía hablar y Jesús se consolaba al oír hablar sobre su adorable Voluntad.

+ + + +

20-9
Octubre 12, 1926

Qué significa ser hija primogénita de la Voluntad Divina. Jesús se siente atraído por la Voluntad Divina a visitar al alma y la dispone a tratar con Él.

(1) Me sentía inmersa en el mar del dolor de la privación de mi sumo Bien Jesús, y por cuanto lo llamaba girando por cielo y tierra, no me era dado encontrar a Aquél por quien tanto suspiraba, y por eso las aguas del dolor creciendo siempre más, me ahogaban de penas y de dolor, pero de aquel dolor que sólo Jesús puede dar y sabe dar a un pobre y pequeño corazón que ama, y porque es pequeño no puede sostener toda la inmensidad de las aguas amargas del dolor de su privación, y por eso quedo ahogada y oprimida esperando a Aquél que tanto anhelo y suspiro. Entonces mientras me encontraba toda oprimida, mi siempre amable Jesús se hacía ver en mi interior, en medio de una nube de luz y me ha dicho:
(2) “Hija primogénita de mi Voluntad, ¿por qué estás tan oprimida? Si tú piensas en tu gran fortuna tu opresión se irá de ti. ¿Sabes tú qué significa hija primogénita de mi Voluntad? Significa primera hija en el amor de nuestro Padre Celestial, y primera de todos en ser amada; significa primera hija de la gracia, de la luz, primera hija de la gloria, primera hija poseedora de las riquezas de su Divino Padre, primera hija de la Creación. Como hija primogénita del Supremo Querer contiene todos los vínculos, todas las relaciones, todos los derechos que convienen a una hija primogénita: Vínculos de filiación, relaciones de comunicación con todas las disposiciones de su Celestial Padre, derechos de posesión de todos sus bienes. Pero esto no es todo, ¿sabes tú qué significa primera hija salida de mi Voluntad? Significa no sólo ser primera en el amor y en todas las cosas de su Creador, sino encerrar en sí todo el amor y todos los bienes de los demás hijos, así que si los demás poseerán cada uno su parte, ella como primogénita poseerá todo junto los bienes de los demás, y esto con derecho y con justicia, porque como primogénita, mi Voluntad a ella todo le confió, todo donó, por eso en ella se encuentra el origen de todas las cosas, la causa por la que fue creada la Creación, la finalidad por la que salió en campo la acción y el amor Divino. Causa primaria de todo el obrar de un Dios fue quien debía ser hija primogénita de nuestra Voluntad, por lo tanto, de ella, como consecuencia, derivan todos los bienes, de ella parten y a ella regresan. Mira entonces cómo eres afortunada, tú no puedes comprender del todo qué significa tener el primado en el amor y en todas las cosas de tu Creador”.
(3) Entonces al oír esto le he dicho: “Amor mío, ¿qué dices? Y además, ¿en qué me aprovecha tanta fortuna que Tú dices cuando me privas de Ti? Todos los bienes se me convierten en amarguras sin Ti, y además, te lo he dicho tantas veces, que sólo a Ti quiero,

porque Tú me bastas por todo, y si todo tuviera sin Ti, todo se me cambia en martirio y en dolor indescriptible. El amor, la gracia, la luz, la Creación toda me hablan de Ti, me hacen conocer quién eres Tú, y no encontrándote doy en delirio, en ansias mortales, por eso el primado, la primogenitura dalas a quien quieras, a mí no me interesan, si quieres volverme feliz quédate Tú solo conmigo y esto me basta”. Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, no debo bastarte sólo Yo, ni quiero que digas que todo lo demás no te interesa, no, no, si no me basta a Mí el darte sólo a Mí, sino que te doy también todas mis cosas, si me interesa a Mí que el primado, que la hija primogénita seas tú, debe interesarte también a ti, ¿y no sabes tú que mi frecuente venir es porque eres mi hija primogénita?
¿No sabes tú que a Adán hasta en tanto que se mantuvo como hijo primogénito de mi Voluntad, y por consecuencia tenía el primado sobre todo, Yo lo visitaba frecuentemente? Mi Voluntad reinante en él le suministraba todos los modos necesarios para entretenerse Conmigo como hijo que forma la consolación de su Padre, así que Yo hablaba con él como a un hijo, y él Conmigo como a su Padre, pero en cuanto se sustrajo de mi Voluntad perdió el primado, la primogenitura y junto con eso perdió todos mis bienes, no sentía ya en él la fuerza de sostener mi presencia, ni Yo me sentía atraído por una fuerza y Voluntad Divina para ir a él, por eso todos sus vínculos Conmigo quedaron despedazados, por derecho ya nada le tocaba, y no más me pudo ver develado, sino entre rayos y eclipsado en mi luz, en aquella luz de mi Voluntad que él había rechazado. Ahora, ¿no sabes tú que el primado que perdió Adán como hijo primogénito de mi Voluntad ha pasado a ti, y que Yo debo encerrar en ti todos los bienes que debía encerrar en él si no se hubiese sustraído de mi Voluntad? Por eso Yo te veo como la primera criatura salida de nuestras manos, porque quien vive en mi Voluntad es siempre la primera ante su Creador, y a pesar de que en el tiempo haya nacido después, esto dice nada, en nuestro Querer es siempre primera quien no ha hecho ninguna salida de dentro de Él. Mira entonces cómo todo te debe interesar, mi mismo venir es la fuerza irresistible de mi Voluntad que te atrae a Mí y te dispone. Por eso quiero suma gratitud por tu gran fortuna de ser la hija primogénita de mi Voluntad”.
(5) Yo no supe qué responder, he quedado confundida y en lo íntimo de mi alma decía: “Fiat, Fiat”.

+ + + +

20-10
Octubre 13, 1926

La Divina Voluntad formará el eclipse a la voluntad humana.

(1) Estaba fundiéndome toda en el Santo Querer Divino, y mientras giraba en Él haciendo mis actos, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada acto, oración y pena que el alma hace entrar en la luz de mi Voluntad, se transforma en luz y forma un rayo de más en el Sol del Eterno Querer; estos rayos forman la gloria más bella que la criatura puede dar al Fiat Divino, de modo que viéndose tan glorificado por su misma luz, inviste estos rayos con nuevos conocimientos suyos, que convirtiéndose en voces, manifiestan al alma otras sorpresas de mi Voluntad, ¿pero sabes tú qué cosa le forman estos mis conocimientos a la criatura? Forman el eclipse de la voluntad humana; por cuanto más fuerte es la luz, por cuantos más rayos hay, tanto más la voluntad humana queda deslumbrada y eclipsada por la luz de mis conocimientos, de manera que casi se siente impotente para obrar y da el campo a la acción de la luz de mi Voluntad; la voluntad humana queda ocupada en la acción de la mía y le falta tiempo, lugar para hacer obrar a la suya; es como el ojo humano cuando mira fijamente al sol, la fuerza de la luz inviste la pupila y dominándola la hace incapaz de ver otras cosas, pero a pesar de esto no ha perdido la vista, es la fuerza de la luz que tiene esta potencia, que a cualquiera que la mira le quita cualquier otro objeto y no la deja ver otra cosa más que luz. Yo no le quitaré jamás el libre albedrío a la voluntad humana, don grande dado a las

criaturas al crearlas y que las hacen distinguir si quieren ser verdaderas hijas mías o no, sino que más bien con la luz de los conocimientos de mi Voluntad, formaré más que rayos solares, que quien quiera conocerlos y mirarlos quedará investido por esta luz, de modo que la voluntad humana eclipsada sentirá gusto y amor en mirar la luz, y se sentirá afortunada de que la acción de la luz tome lugar en vez de la suya, y perderá el amor, el gusto de las demás cosas. Por eso estoy diciendo tanto sobre mi Voluntad, para formar la luz fuerte, porque por cuanto más fuerte es, tanto más es el eclipse que forma para tener ocupada a la voluntad humana. Mira el cielo, es imagen de esto, si tú lo ves de noche, lo ves tachonado de estrellas, pero si lo ves de día, las estrellas no existen más para el ojo humano, pero en el cielo continúan en su lugar como están en la noche; ¿quién ha tenido esta fuerza de hacer desaparecer las estrellas mientras están en el pleno día? El sol con la fuerza de su luz las ha eclipsado, pero no las ha destruido, tan es verdad, que en cuanto el sol empieza su ocaso, así vuelven a hacerse ver en la bóveda del cielo, parece que tienen miedo de la luz y se esconden para dar el campo a la acción de la luz del sol, porque saben en su mudo lenguaje que el sol contiene más efectos de bienes para la tierra, y es justo que le den todo el campo a la acción grande del sol, y que ellas como homenaje a él se hagan eclipsar por su luz, pero cuando termina el eclipse se dejan ver que están en su lugar. Así será entre el sol de los conocimientos del Fiat Supremo y entre las voluntades humanas que se harán iluminar por estos rayos de luz de mis conocimientos, éstos llevarán el eclipse a las voluntades humanas, las cuales viendo el gran bien de la acción de su luz, tendrán vergüenza, temor de obrar con la voluntad humana y darán libre campo a la acción de la luz del Querer Divino, por eso por cuanto más rezas y sufres en Él, tantos más conocimientos atraes para manifestarte, y más intensa se forma la luz para poder formar el dulce eclipse a la voluntad humana, así podré establecer el reino del Fiat Supremo”.

+ + + +

20-11
Octubre 15, 1926

En el Cielo se tendrá tanta felicidad por cuanta Voluntad Divina contuvo el alma en la tierra.

(1) Continuando mi acostumbrado giro en la Voluntad Suprema decía entre mí: “Mi Jesús, tu Voluntad abraza y encierra todo, y yo a nombre de la primera criatura salida de tus manos creadoras, hasta la última que será creada, intento reparar todas las oposiciones de las voluntades humanas hechas a la tuya, y de tomar en mí todos los actos de tu adorable Voluntad que las criaturas han rechazado, para corresponderlos todos en amor, en adoración, de modo que no haya acto tuyo al que no corresponda un acto mío, para que encontrando en cada acto tuyo mi pequeño acto como bilocado en el tuyo, Tú quedes satisfecho y vengas a reinar como en triunfo sobre la tierra. ¿No es tal vez sobre los actos humanos que tu Fiat Eterno quiere encontrar el apoyo donde dominar? Por eso te ofrezco en cada acto tuyo, el mío como terreno para hacerte extender tu Reino”. Ahora, mientras esto pensaba y decía, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, es justo, es necesario, es de derecho de ambas partes, tanto tuya como de mi Voluntad, que quien es hija suya siga la multiplicidad de los actos de mi Querer, y Él los reciba en los suyos. Un padre sería infeliz si no sintiera a su lado a su hijo para ser seguido en sus actos por él, ni el hijo se sentiría amado por el padre si el padre haciéndolo a un lado no se hiciera seguir por su hijo. Por eso, hija de mi Voluntad y recién nacida en Ella significa precisamente esto: ‘Seguir como hija fiel todos sus actos’. Porque tú debes saber que mi Voluntad salió en campo de acción en la Creación en los actos humanos de la criatura, pero para obrar quiere el acto de la criatura en el suyo para desarrollar su obrar y poder decir: ‘Mi Reino está en medio de mis hijos y propiamente en

lo íntimo de sus actos’. Porque la criatura por cuanto toma de mi Voluntad, Yo extiendo mi Reino en ella, y ella extiende su reino en mi Voluntad, pero según me hace dominar en sus actos así ensancha sus confines en mi Reino, y Yo doy y ella toma más alegría, más felicidad, más bienes y más gloria, porque está establecido que en la Patria Celestial, tanto de gloria, bienaventuranzas, de felicidad, recibirán por cuanto de mi Voluntad han contenido en sus almas en la tierra; su gloria será medida por la misma Voluntad mía que poseerán sus almas, no podrán recibir más porque su capacidad viene formada por aquella misma Voluntad Divina que han hecho y poseído mientras vivían sobre la tierra, y aunque mi liberalidad quisiera darles más, les faltaría el lugar donde contenerlas y se desbordarían fuera. Ahora hija mía, de todo lo que mi Voluntad ha establecido dar a las criaturas, de todos sus actos, hasta ahora poco han tomado, poco han conocido, porque su Reino no ha sido conocido, mucho menos poseído, por lo tanto en el Cielo no puede dar toda su gloria completa, ni todas las alegrías y felicidad que posee, porque se encuentra en medio de hijos incapaces y de pequeña estatura. Y por eso espera con tanto amor y ansia el tiempo de su Reino, para tener su total dominio y dar de su Fiat todo lo que había establecido dar a las criaturas, y así formarse los hijos capaces para poderles dar todos sus bienes, y sólo estos hijos en la Patria Celestial completarán la gloria a todos los bienaventurados, a los hijos del Reino de mi Querer, porque habrán encerrado lo que Ella quería, al darle libre campo de acción y de dominio, por eso tendrán la gloria esencial, porque tendrán la capacidad y el espacio donde contenerla, los demás, por medio de éstos tendrán la gloria accidental y todos gozarán juntos la gloria completa y la plena felicidad de mi Voluntad. Así que el Reino del Fiat Supremo será el pleno triunfo del Cielo y de la tierra”.
(3) Ahora pensaba entre mí: “Nuestro Señor en el Padre Nuestro nos enseña a decir, a pedir, ‘hágase tu Voluntad’, ¿entonces por qué dice que quiere que se viva en Ella?” Y Jesús siempre benigno, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, el ‘hágase tu Voluntad’ que Yo enseñé a pedir en el Padre Nuestro, significaba que todos debían rogar que al menos hicieran la Voluntad de Dios, y esto es de todos los cristianos y de todos los tiempos, no se puede decir cristiano si no se dispone a hacer la Voluntad de su Padre Celestial. Pero tú no has pensado en la frase que viene inmediatamente después: ‘Como en el Cielo así en la tierra’. El como en el Cielo así en la tierra significa vivir en el Querer Divino, significa rogar que venga el Reino de mi Voluntad a la tierra para vivir en Él. En el Cielo no sólo hacen mi Voluntad sino que viven en Ella, la poseen como cosa y Reino propio, y si la hicieran y no la poseyeran no sería plena su felicidad, porque la verdadera felicidad comienza en el fondo del alma. Hacer la Voluntad de Dios no significa poseerla, sino someterse a sus órdenes, en cambio vivir en Ella es posesión. Por eso en el Padre Nuestro está la petición: En las palabras ‘Hágase tu Voluntad’, que todos hagan la Voluntad Suprema; y en el ‘como en el Cielo así en la tierra’, que el hombre regrese en aquella Voluntad de donde salió, para readquirir su felicidad, los bienes perdidos y la posesión de su Reino divino”.

+ + + +

20-12
Octubre 17, 1926

Luisa gira en toda la Creación y Redención y pide el Fiat. Cómo Éste es la base y fundamento del reino.

(1) Me parece que no puedo hacer menos que seguir mi giro en la Voluntad Suprema, siento que es mi verdadera casa y sólo estoy contenta cuando giro en Ella, porque encuentro todo lo que pertenece a mi dulce Jesús, que en virtud de su Voluntad todo lo que es suyo es también mío. Por tanto tengo mucho que dar a mi amado Bien, es más, hay tanto que darle que no termino jamás de darle todo, por eso me queda siempre el deseo de regresar a seguir mi giro para poder darle todo lo que pertenece a su adorable Voluntad; y

pensando en el gran bien que lleva al alma el Querer Supremo, mientras giraba pedía a Jesús que pronto lo hiciera conocer a todos, a fin de que pudiesen tomar parte en tan grande bien, y para obtener esto le decía al llegar a cada cosa creada: “Vengo en el sol a hacer compañía a tu Voluntad reinante y dominante en él, en todo el esplendor de su majestad, pero mientras te hago compañía en el sol, te ruego que tu Fiat Eterno sea conocido, y así como reina triunfante en el sol, venga a reinar triunfante en medio de las criaturas; mira, también el sol te ruega, toda su luz se convierte en oración y a medida que se extiende sobre la tierra e inviste con su luz plantas y flores, montes y llanuras, mares y ríos, así ruega que tu Fiat sea uno sobre la tierra y que se armonice con todas las criaturas. Así que no soy yo sola quien te lo pide, sino que es la Potencia de tu misma Voluntad que reina en el sol la que ruega, ruega la luz, ruegan sus innumerables efectos, los bienes, los colores que contiene, todos ruegan que tu Fiat reine sobre todos. ¿Puedes Tú resistir a una masa de luz tan grande que ruega con la Potencia de tu mismo Querer? Y yo, pequeña cual soy, mientras te hago compañía en este sol, bendigo, adoro, glorifico tu Voluntad adorable, con la magnificencia y gloria con las que tu misma Voluntad se glorifica en sus obras. ¿Así que sólo en las criaturas tu Voluntad no debe encontrar la perfecta gloria de sus obras? Por eso venga, venga tu Fiat”. Pero mientras esto hago, oigo que toda la luz del sol ruega que venga el Fiat Eterno, esto es, su misma adorable Voluntad que invistiendo la luz ruega, y yo dejándola en su acto de rogar paso a las otras cosas creadas para hacer mi pequeña visita, para hacer un poco de compañía a la adorable Voluntad en cada acto suyo que ejercita en cada cosa creada. Por eso paso en el cielo, en las estrellas, en el mar, a fin de que el cielo ruegue, las estrellas rueguen, el mar con su murmullo ruegue que el Fiat Supremo sea conocido y reine triunfante sobre todas las criaturas como reina en ellos. Entonces, después de haber girado sobre todas las cosas creadas para hacer compañía al Fiat Divino y pedir en cada cosa que venga a reinar sobre la tierra, cómo es bello ver, oír que toda la Creación ruega que venga su reino en medio de las criaturas, después desciendo en todo lo que hizo mi Jesús en la Redención, en sus lágrimas, en sus gemidos infantiles, en sus obras, pasos y palabras, en sus penas, en sus llagas, en su sangre, hasta en su muerte, a fin de que sus lágrimas rueguen que venga su Fiat; sus gemidos y todo lo que hizo supliquen todos en coro que su Fiat sea conocido y que su misma muerte haga resurgir la Vida de su Voluntad Divina en las criaturas. Mientras esto y más hacía, pero me alargaría demasiado si quisiera decirlo todo, mi dulce Jesús estrechándome a Sí me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que mi Voluntad se quedó reinante en toda la Creación para dar el campo a las criaturas de hacerle tantas visitas por cuantas cosas creó, quería la compañía de la criatura en el mudo lenguaje de todo el universo. Cómo es duro el aislamiento de esta Voluntad tan santa, que quiere santificar y no encuentra a quién participar su Santidad; tan rica que quiere dar, y no encuentra a quién dar; tan bella, y no encuentra a quién embellecer; tan feliz, y no encuentra a quién hacer feliz. Poder dar, querer dar y no tener a quién dar es siempre un dolor y una pena inenarrable, y para su mayor dolor ser dejada sola. Entonces al ver entrar a la criatura en el campo de la Creación para hacerle compañía, se siente felicitar y cumplirse la finalidad por la que se dejó reinante en cada cosa creada, pero lo que la vuelve más feliz, más glorificada, es que tú en cuanto llegas a cada cosa creada le pides que su Fiat sea conocido y reine sobre todo, y mueves a mi misma Voluntad en el sol, en el cielo, en el mar, en todo, a rogar que venga el reino de mi Querer, porque estando en ti mi Fiat se puede decir que es Ella misma que ruega y que mueve todas mis obras, hasta mis lágrimas y suspiros para que venga el Reino de mi Voluntad. Tú no puedes entender qué contento me das, qué impresión es a mi corazón y a mi misma Voluntad oír a todas nuestras obras que piden, que quieren nuestro Fiat. Ve entonces mi contento porque no te veo pedir nada para ti, ni gloria, ni amor, ni gracias, y viendo tu pequeñez, por la cual no puedes obtener un Reino tan grande, giras en todas mis obras, por todas partes donde se encuentra un acto de mi Voluntad haciendo su oficio, y haces decir a mi mismo Fiat: ‘Venga tu Reino,
¡ah! haz que sea conocido, amado y poseído por las generaciones humanas’. Una

Voluntad Divina que ruega junto con nuestras obras, junto con su pequeña hija, es el más grande portento, es una potencia a la par de la nuestra que ruega, y el no escucharla favorablemente nos resulta imposible. ¡Cómo es santo, cómo es puro, noble y todo divino, sin sombra de humano el Reino de nuestra Voluntad! Su base, su fundamento y la profundidad de él será nuestro mismo Fiat, que extendiéndose por debajo, en medio y sobre estos hijos de la familia celestial, les volverá firme el paso e inquebrantable para ellos el reino de mi Voluntad”.

+ + + +

20-13
Octubre 19, 1926

(Sin título).

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver en mi interior, y un sol que descendía del cielo concentrado en su pecho, y yo conforme rezaba, respiraba, me movía, hacía mis actos en su Querer, así tomaba luz y Jesús se agrandaba más en mi alma y ocupaba más lugar; yo he quedado maravillada al ver que a cada cosa que hacía tomaba luz del pecho de Jesús, y Él se hacía más grande y se extendía más en mí, y yo quedaba más llena de Él. Después de esto me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divinidad es un acto nuevo continuado, y como mi Voluntad es el régimen de Ella, el desarrollo de nuestras obras, la portadora de este acto nuevo, por eso posee la plenitud de este acto nuevo y por eso es siempre nueva en sus obras, nueva en su felicidad, en la alegría y siempre nueva en las manifestaciones de sus conocimientos. He aquí la razón por la que te dice siempre cosas nuevas de mi Fiat, porque posee la fuente de la novedad, y si tantas cosas parece que se asemejan, que se dan la mano, esto es efecto de la luz interminable que contiene, porque siendo inseparable parece que todas son luces entrelazadas juntas, y así como en la luz está la sustancia de los colores, que son como tantos actos nuevos y distintos che posee la luz, y no se puede decir que es un solo color, sino todos los colores con la variedad de todos los matices, pálidos, fuertes, oscuros, pero lo que embellece y vuelve más refulgentes estos colores, es porque están investidos por la fuerza de la luz, de otro modo serían como colores sin atractivo y sin belleza. Así los tantos conocimientos que te vienen dados sobre mi Voluntad, como salen de su luz interminable están investidos de luz y por eso parece que se dan la mano, que se asemejan, pero en la sustancia son más que colores, siempre nuevos en las verdades, nuevos en el modo, nuevos en el bien que llevan, nuevos en la santificación que comunican, nuevos en las semejanzas, nuevos en las bellezas, y tal vez aun una sola palabra nueva de más que hay en las diversas manifestaciones sobre mi Voluntad, es siempre un color divino y un acto eterno nuevo que lleva a la criatura un acto que no termina jamás en la gracia, en los bienes y en la gloria. ¿Y sabes tú qué significa poseer estos conocimientos sobre mi Voluntad? Es como si uno tuviera una moneda que tiene virtud de hacer surgir cuantas monedas quiera, y poseyendo un bien que surge, la pobreza ha terminado. Así estos mis conocimientos poseen luz, santidad, fuerza, belleza, riquezas que siempre surgen, así que quien los poseerá tendrá la fuente de la luz, de la santidad, por eso para ella terminarán las tinieblas, las debilidades, la fealdad de la culpa, la escasez de los bienes divinos, todos los males terminarán y poseerán la fuente de la santidad. Mira, esta luz que tú ves concentrada en mi pecho es mi Suprema Voluntad, que conforme tú emites tus actos, así surge la luz y se te comunica y te lleva los nuevos conocimientos sobre mi Fiat, los cuales vaciándote me ensanchan el lugar para poderme extender más en ti, y a medida que me extiendo así va terminando tu vida natural, tu voluntad, toda tú misma, porque das lugar a la mía y Yo me ocupo en formar y extender siempre más el Reino del Fiat Supremo en ti, y tú tendrás más campo para girar en Ella y para ayudarme en el trabajo de la nueva formación de mi Reino en medio a las criaturas”.

(3) Entonces yo he continuado mis actos en el cielo interminable del Querer Divino y tocaba con la mano que todo lo que ha salido del Fiat Eterno, tanto en la Creación como en la Redención y Santificación, son tantos seres y cosas innumerables, todos nuevos y distintos entre ellos, a lo más se semejan, se dan la mano, pero ningún ser o cosa puede decir yo soy la misma cosa que la otra, aun el más pequeño insecto, la más pequeña flor tiene la marca de la novedad. Así que pensaba entre mí: “Es realmente verdad que el Fiat de la Majestad Divina contiene la virtud, la fuente de un acto nuevo continuado. ¡Qué felicidad hacerse dominar por este Fiat Omnipotente, estar bajo el influjo de un acto nuevo jamás interrumpido!” Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha regresado y mirándome con amor indecible llamaba todo en torno a Él, a su señal la Creación toda, los bienes de la Redención se han encontrado en torno a Jesús y Él vinculaba mi pobre alma a toda la Creación y Redención para hacerme recibir todos los efectos de todo lo que ha hecho su adorable Voluntad, y me dijo:
(4) “Hija mía, quien se hace dominar por mi Voluntad está bajo el influjo de todos sus actos y recibe los efectos y la vida de lo que hizo en la Creación y en la Redención, todo queda en relación y vinculado con ella”.

+ + + +

20-14
Octubre 22, 1926

El gran bien que llevará el reino del Fiat Divino. Cómo será preservativo de todos los males. Así cómo la Virgen, mientras no hizo ningún milagro, hizo el gran milagro de dar un Dios a las criaturas, así será quien debe hacer conocer el Reino, hará el gran milagro de
dar una Voluntad Divina.

(1) Estaba pensando en el Santo Querer Divino y decía entre mí: “¿Pero cuál será el gran bien de este reino del Fiat Supremo?” Y Jesús como interrumpiendo mi pensamiento y como deprisa se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, ¿cuál será el gran bien? ¿Cuál será el gran bien? El Reino de mi Fiat encerrará todos los bienes, todos los milagros, los portentos más estrepitosos, más bien los sobrepasará a todos juntos, y si milagro significa dar la vista a un ciego, enderezar a un cojo, sanar un enfermo, resucitar un muerto, etc., el Reino de mi Voluntad tendrá el alimento preservativo, y cualquiera que entrará en Él, no habrá ningún peligro de que pueda permanecer ciego, cojo y enfermo, la muerte en el alma no tendrá más poder, y si lo tendrá sobre el cuerpo no será muerte, sino paso, y faltando el alimento de la culpa y la voluntad humana degradada que produce la corrupción en los cuerpos, y estando el alimento preservativo de mi Voluntad, tampoco los cuerpos estarán sujetos a descomponerse y a corromperse tan horriblemente de infundir temor aun a los más fuertes, como es ahora, sino que quedarán compuestos en sus sepulcros esperando el día de la resurrección de todos. Entonces, ¿qué crees tú que sea más milagro, dar la vista a un pobre ciego, enderezar a un cojo, sanar un enfermo, o bien tener un medio preservativo para que el ojo no pierda jamás su vista, que se camine siempre derecho, que se esté siempre sano? Creo que sea más el milagro preservativo que el milagro después de sucedida la desventura. Esta es la gran diferencia del Reino de la Redención y del Reino del Fiat Supremo, en el primero fue milagro para los pobres desventurados, como lo es todavía ahora que yacen, quién en una desventura y quién en otra, y por eso Yo di el ejemplo también en lo exterior, haciendo tantas diferentes curaciones que eran símbolo de las curaciones que Yo hacía en las almas, y que fácilmente regresan a su enfermedad. El segundo será milagro preservativo, porque mi Voluntad posee la milagrosa Potencia que quien se hace dominar por Ella no estará sujeto a ningún mal, por lo tanto no tendrá ninguna necesidad de hacer milagros, porque los conservará siempre sanos, santos y

bellos, dignos de aquella belleza que salió de nuestras manos creadoras al crear a la criatura. El Reino del Fiat Divino hará el gran milagro de desterrar todos los males, todas las miserias, todos los temores, porque Él no hará el milagro a tiempo y a circunstancia, sino que se mantendrá sobre sus hijos de su Reino con un acto de milagro continuado para preservarlos de cualquier mal y hacerlos distinguir como hijos de su Reino, esto en el alma, pero también en el cuerpo habrá muchas modificaciones, porque es siempre la culpa el alimento de todos los males, y quitada la culpa faltará el alimento al mal, mucho más que mi Voluntad y pecado no pueden existir juntos, por lo tanto, también la naturaleza humana tendrá sus benéficos efectos.
(3) Ahora hija mía, debiendo preparar el gran milagro del Reino del Fiat Supremo, estoy haciendo contigo, como hija primogénita de mi Voluntad, como hice con la Soberana Reina, Mamá mía, cuando preparé el Reino de la Redención, la atraje tanto a Mí, la tuve tan ocupada en su interior para poder formar junto con Ella el milagro de la Redención, y había tanta necesidad, tantas cosas que juntos teníamos que hacer, que rehacer, que completar, que debí ocultar en su exterior cualquier cosa que pudiera llamarse milagro, excepto su perfecta virtud, con esto la dejé más libre para hacerla navegar el mar interminable del Fiat Eterno, y así pudiese tener acceso a la Divina Majestad para obtener el Reino de la Redención. ¿Qué hubiera sido más, si la Celestial Reina hubiera dado la vista a los ciegos, la palabra a los mudos y demás, o bien el milagro de hacer descender al Verbo Eterno sobre la tierra? Los primeros hubieran sido milagros accidentales, pasajeros e individuales, en cambio el segundo es milagro permanente y para todos, siempre y cuando lo quieran; por eso los primeros hubieran sido como una nada comparados al segundo. Ella fue el verdadero sol que eclipsando todo, eclipsó en Sí al mismo Verbo del Padre, germinando de su luz todos los bienes, todos los efectos y milagros que produjo la Redención; pero al igual que el sol, producía los bienes y los milagros sin hacerse ver o hacerse señalar de que era Ella la causa primaria de todo. En efecto, todo lo que Yo hice de bien sobre la tierra, lo hice porque la Emperatriz del Cielo llegó a tener su imperio en la Divinidad, y con su imperio me trajo del Cielo para darme a las criaturas.
(4) Ahora, así estoy haciendo contigo para preparar el Reino del Fiat Supremo. Te tengo Conmigo, te hago navegar el mar interminable de Él para darte el acceso junto al Padre Celestial a fin de que le ruegues, lo venzas, lo imperes, para obtener el Fiat de mi Reino. Y para cumplir y consumar en ti toda la fuerza milagrosa que se necesita para un Reino tan santo, te tengo continuamente ocupada en tu interior en el trabajo de mi Reino, te hago girar continuamente para hacer, para rehacer, para completar todo lo que se necesita y que todos deberían hacer, para formar el gran milagro de mi Reino, y externamente nada dejo aparecer de milagroso en ti, excepto la luz de mi Voluntad. Algunos podrán decir: ¡Cómo! Tantos portentos que manifiesta el bendito Jesús a esta criatura de este reino del Fiat Divino, los bienes que traerá sobrepasarán Creación y Redención, es más, será corona tanto de una como de la otra, y a pesar de tanto bien ninguna cosa milagrosa en el exterior se ve en ella como confirmación del gran bien de este Reino del Eterno Fiat, mientras que los otros santos, sin el portento de este gran bien, han hecho milagros a cada paso. Pero si se vuelven hacia atrás a considerar a mi amada Mamá, la más santa de todas las criaturas, el gran bien que encerró en Sí y que trajo a las criaturas, no hay quién pueda compararse a Ella, hizo el gran milagro de concebir en Sí al Verbo Divino y el portento de dar un Dios a cada criatura. Y delante a este prodigio jamás visto ni oído, de poder dar al Verbo Eterno a las criaturas, todos los otros milagros unidos juntos son pequeñas llamitas delante al sol. Ahora quien debe hacer lo más no es necesario que haga lo menos, así delante al gran milagro del Reino de mi Voluntad restablecido en medio a las criaturas, todos los otros milagros serán pequeñas llamitas delante al gran Sol de mi Querer; cada dicho, verdad y manifestación sobre Él, es un milagro que ha salido de mi Voluntad como preservativo de todo mal y para vincular a las criaturas a un bien infinito, a una gloria más grande, a una nueva belleza toda divina. Cada verdad mía sobre mi Eterno Querer contiene la potencia y la virtud prodigiosa, más que si se resucitase a un muerto, que si sanase a un leproso, que un ciego viese, que un mudo hablase, porque mis palabras sobre

la santidad y potencia de mi Fiat, resucitarán a las almas a su origen, las sanarán de la lepra que ha producido la voluntad humana, les dará la vista para ver los bienes del Reino de mi Voluntad, porque hasta ahora eran como ciegos, les dará la palabra a tantos mudos que mientras sabían decir tantas otras cosas, sólo para mi Voluntad eran como tantos mudos que no tenían palabra; y además el gran milagro de poder dar una Voluntad Divina a cada criatura, que contiene todos los bienes. ¿Qué cosa no les dará cuando se encuentre en posesión de los hijos de su Reino? He aquí por qué te tengo toda ocupada en el trabajo de este mi Reino, y hay mucho que hacer para preparar el gran milagro de que el Reino del Fiat sea conocido y poseído. Por eso sé atenta en atravesar el mar interminable de mi Voluntad, a fin de que venga establecido el orden entre Creador y criatura, y así podré hacer el gran milagro por medio tuyo, de que el hombre regrese a su origen de donde salió”.
(5) Después yo estaba pensando en lo que está escrito arriba, especialmente en que cada palabra y manifestación sobre la Suprema Voluntad es un milagro salido de Ella, y Jesús para confirmarme lo que me había dicho ha agregado:
(6) “Hija mía, ¿qué crees tú que haya sido más milagro cuando vine a la tierra: Mi palabra, el evangelio que anuncié, o bien que di la vida a los muertos, la vista a los ciegos, el oído a los sordos, etc.? ¡Ah! hija mía, fue más grande milagro mi palabra, mi evangelio, mucho más que los mismos milagros salieron de mi palabra; la base, la sustancia de todos los milagros salió de mi palabra creadora, los Sacramentos, la misma Creación, milagro permanente, tuvieron vida de mi palabra y mi misma Iglesia tiene por régimen, por fundamento mi palabra, mi evangelio. Así que fue más milagro mi palabra, mi evangelio, que los mismos milagros, los cuales si tuvieron vida, fue por mi palabra milagrosa. Por lo tanto debes estar segura que la palabra de tu Jesús es el más grande milagro; mi palabra es como viento impetuoso que corre, golpea el oído, entra en los corazones, calienta, purifica, ilumina, gira, vuelve a girar de nación en nación, recorre todo el mundo, gira por todos los siglos; ¿quién puede dar muerte y sepultar una palabra mía? Ninguno. Y si alguna vez parece que mi palabra calla y está como escondida, ella no pierde jamás la vida, cuando menos se crea, sale y gira por todas partes; pasarán los siglos en los cuales todos: Hombres y cosas serán arrollados y desaparecerán, pero mi palabra no pasará jamás, porque contiene la vida, la fuerza milagrosa de Aquél que la hizo salir. Por eso ten por seguro que cada palabra y manifestación que te hago sobre el Fiat Eterno es el más grande milagro, que servirán para el reino de mi Voluntad. He aquí por qué tanto te incito y tanto me interesa que ni siquiera una palabra mía no sea manifestada y escrita por ti, porque me veo regresar un milagro mío que tanto bien llevará a los hijos del Fiat Supremo”.

+ + + +

20-15
Octubre 24, 1926

No hay cosa más santa y portadora de toda felicidad que la Voluntad Divina. Todos los actos de la Creación y de la Redención son para establecer el reino del Fiat Supremo.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrado giro en el Querer Divino y en cada cosa ponía mi te amo y pedía que el reino del Fiat venga y sea conocido sobre la tierra, y llegando a todos los actos que hizo mi dulce Jesús en la Redención, pidiendo en cada uno de ellos que venga su reino, pensaba entre mí: “Antes cuando giraba tanto en toda la Creación como en la Redención, ponía sólo mi te amo, mi adoración, mi gracias, ¿y ahora por qué no puedo hacer menos que pedir el reino del Fiat? Siento que quisiera arrollar todo, la cosa más pequeña y la más grande, cielo y tierra, los actos del mismo Jesús y también a Jesús mismo, y forzarlos a fin de que todo y todos digan junto conmigo: “Queremos el reino del Fiat Supremo, lo queremos reinante, dominante en medio de nosotros.” Mucho más que

todos lo quieren, los mismos actos de Jesús, su Vida, sus lágrimas, su sangre, sus llagas, dentro de ellos dicen: “Venga nuestro reino a la tierra”. Y yo entro en el acto de Jesús y repito junto: “Venga pronto el reino del Fiat Divino.” Ahora, mientras esto pensaba, mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y con una ternura indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien ha nacido en mi Querer siente su Vida correr en ella, y como connatural quiere para todos lo que ella posee. Y como mi Voluntad es inmensa y encierra todo y a todos, por eso quien la posee gira por todas las cosas que Ella encierra, para rogarle y vencerla para que descienda sobre la tierra a formar su reino. Pero tú debes saber que, tú para tener dominio y hacerlas decir lo que quieres tú, en todas las cosas que han salido y encierran mi Voluntad, debías primero conocerlas y después amarlas, a fin de que el amor te diese el derecho de poseerlas y de hacerlas hacer y decir lo que quieres tú. He aquí la causa por la que antes, girando en todas mis obras, imprimías tu te amo, te adoro, te agradezco, era el conocimiento de mis obras que tú hacías y la posesión que tomabas. Ahora, después de la posesión, ¿qué otra cosa más grande, más santa, más bella, más portadora de todas las felicidades a las humanas generaciones puedes pedir en medio de mis obras y junto con ellas, que pedir que venga el reino de mi Voluntad? Mucho más que tanto en la Creación era el Reino del Fiat lo que quería establecer en medio de las criaturas, como en el Reino de la Redención, todos mis actos, mi misma Vida, el principio, la sustancia, en lo íntimo de ellos era el Fiat que pedían y por el Fiat eran hechos. Si tú pudieses ver dentro de cada lágrima mía, de cada gota de mi sangre, de cada pena y en todo mi obrar, encontrarías dentro el Fiat que pedían y cómo eran dirigidos para el Reino de mi Querer, y si bien aparentemente parecía que eran dirigidos a redimir y a salvar al hombre, era el camino que hacían para llegar al Reino de mi Voluntad. Esto sucede también a las criaturas cuando se deciden a querer tomar posesión de un reino, de una casa, de un terreno, no se encuentran enseguida, en un instante dentro y en posesión, sino que deben recorrer el camino, quién sabe cuanto sufrir, luchar, subir las escaleras para encontrarse dentro y después tomar posesión. Hija mía, si en todos los actos y penas que sufrió mi Humanidad no hubieran tenido por principio, por sustancia, por vida, el restablecimiento del Reino de mi Fiat sobre la tierra, me habría alejado y habría perdido la finalidad de la Creación, lo que no puede ser, porque Dios cuando se ha puesto una finalidad, debe y puede obtener su propósito. Y si tú en todo lo que haces, sufres y dices, no pides mi Fiat, no tienes por principio, por sustancia mi Voluntad, te alejas y no cumples tu misión, y es necesario que gires tantas y tantas veces en mi Voluntad en medio de mis obras para pedir todos en coro que venga el Reino del Fiat Supremo, a fin de que junto con toda la Creación y con todas mis obras que hice en la Redención, sea llenada hasta el borde de todos los actos que se necesitan ante el Padre Celestial para hacer conocer y conseguir el Reino de mi Querer sobre la tierra. Ahora, tú debes saber que toda la Creación y todas mis obras hechas en la Redención, están como cansadas de esperar y se encuentran en la condición de una familia noble y rica, todos los hijos son de justa estatura, bellos en el aspecto, de talento no común, van siempre bien vestidos, con una limpieza maravillosa, son siempre ellos los que hacen la más bella figura en medio de los demás; ahora, a esta familia, después de tanta fortuna le llega una desventura, que uno de estos hijos, degradándose, desciende de su nobleza y va siempre sucio, hace actos indignos y viles que deshonran la nobleza de la familia, y por cuanto hacen para que figure junto con los demás hermanos, no lo logran, más bien va siempre empeorando hasta llegar a ser la burla y el hazmerreír de todos. Toda la familia tiene siempre un dolor, y por cuanto sienten el deshonor de este hijo, no pueden destruir y decir que no les pertenece y que no ha salido de aquel mismo padre al que ellos pertenecen. Tal es la condición en la que se encuentra toda la Creación y todas las obras de mi Redención, todas ellas son una familia celestial, su origen es la nobleza divina, todas tienen por divisa, por dominio y por vida la Voluntad de su Padre Celestial, y por eso se mantienen todas en su nobleza, bellas, decorosas, puras, de una belleza encantadora, dignas de aquella Voluntad que las posee. A tanta gloria y honor de esta familia celestial, le ha tocado la desventura de que un solo miembro, cual es el hombre, que ha salido del mismo Padre de ellas, se ha degradado, y

en medio a su tanta gloria y belleza está siempre sucio, hace acciones de tonto, indignas y viles; pero no pueden negar que les pertenece, pero no lo quieren en medio de ellos tan sucio y tonto, por eso, como cansadas, todas ruegan que venga el Reino de mi Voluntad en medio a las criaturas, a fin de que en esta familia una sea la nobleza, el honor y la gloria. Y al ver a la pequeña hija de mi Voluntad que va en medio de ellas, y animándolas pide y hace pedir a todas que el Reino del Fiat Supremo venga en medio de las criaturas, se sienten todas felices porque su dolor está pronto a terminar”.

+ + + +

20-16
Octubre 26, 1926

En todos los actos que hizo Jesús, su finalidad era el reino del Fiat Divino. Adán se siente volver a dar el honor perdido por él.

(1) Continuaba uniéndome junto con los actos que Jesús hizo en la Redención, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira como todos los actos que hice al redimir al hombre, aun mis mismos milagros que hice en mi vida pública, no eran otra cosa que llamar el reino del Fiat Supremo en medio de las criaturas, en el acto de hacerlos pedía a mi Padre Celestial que lo hiciera conocer y lo restableciera en medio de las generaciones humanas. Si daba la vista a los ciegos, mi primer acto era el de poner en fuga las tinieblas de la voluntad humana, causa primaria de la ceguera del alma y del cuerpo, y que la luz de la mía iluminara las almas de tantos ciegos, a fin de que obtuvieran la vista para mirar mi Voluntad para amarla, a fin de que también sus cuerpos estuvieran exentos de perder la vista; si daba el oído a los sordos, primero pedía a mi Padre que adquirieran el oído para escuchar las voces, los conocimientos, los prodigios de mi Querer Divino, a fin de que entrase en sus corazones como camino para dominarlos, a fin de que no más sordos existieran en el mundo, ni en el alma ni en el cuerpo; también cuando resucité a los muertos pedía que resucitasen las almas en mi Eterno Querer, también aquellas putrefactas y vueltas más que cadáveres por la voluntad humana. Y cuando tomé las cuerdas para arrojar a los profanadores del templo, era a la voluntad humana que arrojaba, a fin de que entrase la mía, reinante y dominante, para que fuesen verdaderamente ricos en el alma y no más sujetos a pobreza natural. Y hasta cuando entré triunfante en Jerusalén, en medio de la muchedumbre, rodeado de honor y de gloria, era el triunfo de mi Voluntad que establecía en medio de los pueblos, no hubo un acto que Yo hiciera estando en la tierra en que no pusiera mi Voluntad como acto primero para restablecerla en medio de las criaturas, porque era la cosa que más me importaba. Y si no fuera así, que en todo lo que obré y sufrí no hubiera tenido como acto primero el reino del Fiat Supremo para restablecerlo en medio de las criaturas, mi venida a la tierra hubiera traído a las generaciones humanas un bien a la mitad, no completo, y la gloria de mi Padre Celestial no habría sido completamente reintegrada por Mí, porque como mi Voluntad es principio de todo bien, es finalidad única de la Creación y Redención, por lo tanto es fin de cumplimiento de todas nuestras obras. Así que sin Ella nuestras obras más bellas quedan comenzadas y sin cumplimiento, porque es Ella sola la corona de nuestras obras y el sello de que nuestra obra está cumplida. He aquí por esto, que por honor y gloria de la misma obra de la Redención, debía tener como acto primero la finalidad del Reino de mi Voluntad”.
(3) Después de esto estaba comenzando mi giro en la Divina Voluntad y poniéndome en el Edén terrenal, donde Adán había hecho el primer acto de sustracción de su voluntad a la Divina, decía a mi dulce Jesús: “Amor mío, quiero aniquilar mi querer en el tuyo, para que jamás tenga vida, para hacer que en todo y por siempre tenga vida la tuya, para reparar el primer acto que hizo Adán, para volver a dar toda aquella gloria a tu Supremo Querer como

si Adán no se hubiera sustraído de Él. ¡Oh! cómo quisiera volver a darle el honor perdido por él porque hizo su voluntad y rechazó la tuya, y este acto intento hacerlo por cuantas veces todas las criaturas han hecho su voluntad, causa de todos sus males y han rechazado la tuya, principio y fuente de todos los bienes, por eso te ruego que venga pronto el Reino del Fiat Supremo, a fin de que todos, desde Adán hasta todas las criaturas que han hecho su voluntad, reciban el honor, la gloria perdida y tu Querer reciba el triunfo, la gloria y su cumplimiento”. Ahora, mientras esto decía, mi Sumo Bien Jesús se ha conmovido todo y enternecido, y haciéndome presente a mi primer padre Adán, ha hecho que él me dijera con un énfasis de amor todo especial:
(4) “Hija bendita, finalmente mi Señor Dios después de tantos siglos, ha hecho salir a la luz del día a aquella que debía pensar en volverme a dar el honor y la gloria que perdí con hacer desdichadamente mi voluntad. Cómo me siento duplicada mi felicidad, hasta ahora ninguno ha pensado en volver a darme este honor que perdí, por eso agradezco vivamente a Dios que te ha hecho salir a la luz, y te agradezco a ti, como hija a mí muy amada, que hayas tomado el empeño de volver a dar a Dios la gloria como si jamás su Voluntad hubiese sido ofendida por mí, y a mí el gran honor de que el Reino del Fiat Supremo sea restablecido en medio de las generaciones humanas. Es justo que te ceda el lugar que a mí me tocaba, como primera criatura salida de las manos de nuestro Creador”.
(5) Después de esto mi amable Jesús estrechándome a Él me ha dicho:
(6) “Hija mía, no sólo Adán, sino todo el Cielo esperan tus actos en mi Querer, a fin de que reciban el honor que les ha quitado su querer humano; tú debes saber que he puesto más gracia en ti que no puse en Adán, para hacer que mi Querer te poseyera y con triunfo te dominara, y el tuyo se sintiese honrado de no tener jamás vida y cediera el puesto a mi Voluntad. En él no puse mi Humanidad como ayuda y fuerza suya y como cortejo de mi Voluntad, porque no la tenía entonces, en ti la he puesto para suministrarte todas las ayudas que se necesitan para hacer que la tuya esté en su puesto y la mía pueda reinar, y junto contigo seguir tus giros en mi Eterno Querer para establecer su Reino”.
(7) Yo al oír esto, como sorprendida he dicho: “Jesús mío, ¿qué dices? Me parece que quieres tentarme y burlarte de mí. ¿Será posible que has puesto más gracia en mí que en Adán?”
(8) Y Jesús: “Cierto, cierto hija mía, debía hacer de modo que tu voluntad fuera sostenida por una Humanidad Divina para hacer que no vacilara y estuviera firme en mi Voluntad, por eso no me burlo, sino que te lo digo a fin de que me correspondas y seas atenta”.

+ + + +

20-17
Octubre 29, 1926

Nuestro Señor concentraba su Amor hacia el hombre en todas las cosas creadas por Él. Desahogo de amor al crearlo, y cómo el Fiat lo hacía vivir a los reflejos de su Creador.

(1) Estaba continuando mi giro en toda la Creación para seguir cada acto de la Voluntad Suprema en cada una de las cosas creadas, y mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior para acompañarme en todo el espacio de la bóveda de los cielos, y conforme llegábamos a cada una de las cosas creadas, Jesús tenía sobresaltos de alegría y de amor, y después deteniéndose me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo creé el cielo y concentré mi amor hacia el hombre en el cielo, y para darle mayor deleite lo cubrí de estrellas, Yo no amé el cielo, sino al hombre en el cielo, y para él lo creé; cómo fue fuerte y grande mi amor al extender sobre la cabeza del hombre esta bóveda azul, adornada de fulgidísimas estrellas, como un pabellón que ni reyes, ni emperadores pueden tener uno igual. Pero no me contenté con concentrar mi amor hacia

el hombre en el cielo, que debía servir para puro deleite, sino que queriéndome deleitar en amor con él quise crear el sol, concentrando hacia el hombre tanto amor en el sol, Yo amaba al hombre en el sol, no al sol, y por eso Yo ponía en él, amor de necesidad, porque era necesario el sol para la tierra, pues debía servir a las plantas y al bienestar del hombre; amor de luz que debía iluminarlo; amor de fuego que debía calentarlo; en todos los efectos que produce este astro, que son innumerables, milagro continuo que está en la bóveda de los cielos y que desciende con su luz para bien de todos, tantas especialidades de amor concentré en el sol hacia el hombre por cuantos bienes y efectos produce, ¡oh, si la criatura al menos pusiera atención a mi amor que le lleva el sol, cómo me sentiría feliz y correspondido por el gran amor que he puesto en este mi relator divino y portador de mi amor, de mi luz! Si mi Suprema Voluntad obraba constituyéndose vida en cada cosa creada, para darse también por medio de ellas como vida a las generaciones humanas, mi amor haciendo su camino en mi Eterno Fiat se concentraba para amarlo, así que en cada cosa creada, en el viento, en el mar, en la pequeña flor, en el pajarito que canta, en todo, Yo concentraba mi amor, a fin de que todos le llevaran amor, pero para sentir, comprender y recibir este mi lenguaje de amor, el hombre debía amarme, de otra manera toda la Creación habría sido como muda para él y sin vida. Ahora, después de que creé todo, formé la naturaleza del hombre con mis mismas manos creadoras, y conforme formaba los huesos, extendía los nervios, formaba el corazón, así concentraba mi amor, y después que lo vestí de carne formándolo como la más bella estatua que ningún otro artífice podía jamás hacer, lo miré, lo amé tanto, que no pudiendo contenerlo, mi amor se derramó, y dándole mi aliento le infundí la vida; pero no estuvimos contentos, la Trinidad Sacrosanta dando en excesos de amor quiso dotarlo, dándole inteligencia, memoria y voluntad, y según su capacidad de criatura lo enriquecimos con todas las partículas de nuestro Ser Divino. Toda la Divinidad estaba atenta a amar y a verterse en el hombre; desde el primer instante de su vida sintió toda la fuerza de nuestro amor y desde el fondo de su corazón expresó con su voz el amor a su Creador. ¡Oh! cómo nos sentimos felices al oír que nuestra obra, la estatua hecha por Nosotros hablaba, nos amaba y con amor perfecto. Era el reflejo de nuestro Amor que salía de él, este amor no había sido contaminado por su voluntad y por eso su amor era perfecto, porque poseía la plenitud de nuestro Amor. Hasta entonces, de todas las cosas creadas por Nosotros, ninguna cosa nos había dicho que nos amaba, así que al oír que el hombre nos amaba, nuestra alegría, nuestro contento fue tan grande, que por cumplimiento de nuestra fiesta lo constituimos rey de todo el universo y como el más bello joyel de nuestras manos creadoras. Cómo era bello el hombre en los primeros tiempos de su creación, era nuestro reflejo, y estos reflejos le daban tanta belleza que raptaba nuestro amor y lo volvía perfecto en todos sus actos: Perfecta era la gloria que daba a su Creador, perfecta su adoración, su amor, sus obras, su voz era tan armoniosa que resonaba en toda la Creación, porque poseía la armonía divina y de aquel Fiat que le había dado la vida. Todo era orden en él, porque nuestro Querer le llevaba el orden de su Creador, lo volvía feliz y lo hacía crecer a nuestra semejanza, según nuestras palabras: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza’. Cada acto suyo hecho en la unidad de la luz del Fiat Supremo era una tinta de belleza divina que adquiría, cada palabra suya era una nota armoniosa de más que tocaba; todo era amor en él, en todo nos ensalzaba nuestra Gloria, nuestra Potencia y Sabiduría infinita, y todo, cielo, sol y tierra le llevaban las alegrías, felicidad y amor de Aquél que lo había creado. Si tú pudieras formar una estatua según te gustara más, y después verterte toda tú misma en ella dándole todos los humores vitales, y con el imperio de tu amor darle la vida, ¿cuánto no la amarías, y cuánto no querrías que te amase? ¿Cuál no sería tu celo de amor de que toda estuviese a tu disposición y que ni siquiera un latido tolerarías que no fuera hecho para ti? ¡Ah! tú en tu estatua te mirarías a ti misma, y por lo tanto, en cada pequeña cosa no hecha para ti sentirías un desgarro hecho a ti misma. Tal soy Yo, todo lo que la criatura no hace para Mí son tantos desgarros que siento, mucho más que la tierra que la sostiene es mía, el sol que la ilumina y calienta es mío, el agua que bebe, el alimento que toma es mío, todo es mío, vive a mis expensas y mientras todo le doy, ella, mi bella estatua no es para Mí. ¿Cuál no

será entonces mi dolor, la afrenta y la ofensa que me hace esta estatua? Piénsalo tú misma hija mía. Ahora, tú debes saber que sólo mi Voluntad puede devolverme mi estatua bella como Yo la hice, porque Ella es la conservadora de todas nuestras obras y la portadora de todos nuestros reflejos, de modo que el alma vive de nuestros reflejos, los cuales, si ama le suministra la perfección del amor; si obra, la perfección de las obras; en suma, todo lo que hace, todo es perfecto en ella y esta perfección le da tantas tintas de varias bellezas, de enamorar al Artífice que la formó. He aquí por qué amo tanto que el Fiat Supremo sea conocido y forme su Reino en medio de las generaciones humanas, para establecer el orden entre Creador y criatura, para volver a poner en común nuestros bienes con ella, y sólo nuestra Voluntad tiene este poder, sin Ella no puede haber mucho de bien, ni nuestra estatua puede regresarnos bella como salió de nuestras manos creadoras”.

+ + + +

20-18
Noviembre 1, 1926

Lo que hace el Fiat Supremo en cada cosa creada y las lecciones que da a las criaturas para venir a reinar en medio de ellas.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrado giro en toda la Creación para poder amar, glorificar, como ama y glorifica el mismo Fiat Divino en todas las cosas creadas. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Mi dulce Jesús me hace girar por toda la Creación, como para alcanzar su Voluntad en todos sus actos, hacerles compañía, darles un mi te amo, un gracias y un te adoro, y pedirle que pronto venga su Reino; pero yo no sé todo lo que hace este Fiat Divino en cada cosa creada, quisiera saberlo a fin de que uno sea mi acto con el suyo”. Ahora mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, todo bondad ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Es justo que la pequeña hija de mi Querer sepa lo que hace Aquél de donde ha salido su origen. Tú debes saber que mi Fiat Eterno no sólo llena toda la Creación y es vida de cada cosa creada, sino que tiene esparcidas todas nuestras cualidades en todo lo creado, porque la Creación debía servir de paraíso terrenal a la familia humana, y por lo tanto debía ser el eco de las bienaventuranzas y felicidades del Cielo; si no hubiera contenido las alegrías y contentos de la Patria Celestial, ¿cómo podía formar la felicidad de la patria terrenal? Mucho más que una era la Voluntad, tanto la que beatificaba el Empíreo como la que debía hacer feliz la tierra. Ahora, ¿quieres saber qué cosa hace mi Voluntad en el cielo, en aquel azul que se ve siempre firme y extendido sobre la cabeza de todos y no hay punto en que no se vea el cielo, de noche y de día está siempre en su puesto? Mira, nuestra Voluntad tiene esparcida nuestra eternidad, nuestra firmeza que jamás se cambia, está siempre en su equilibrio perfecto, que por ninguna circunstancia se cambia jamás, y mientras ama glorifica nuestra eternidad, nuestro Ser inmutable, hace feliz a la tierra y dice al hombre: ‘Mira, toma por modelo el cielo que está siempre extendido sobre tu cabeza, sé siempre firme en el bien como lo soy Yo, siempre extendida aquí para protegerte, a fin de que también tú como segundo cielo que está poblado de estrellas, que a tu ojo te parecen tan unidas al cielo que se puede decir que las estrellas son hijas del cielo, así también tú si eres firme en el bien, el cielo de tu alma será poblado de estrellas, como tantos partos e hijas tuyas’. Así que haciendo tu giro en la Creación, cuando llegues al cielo, también tú, unida con nuestra Voluntad ames y glorifiques nuestra eternidad, nuestro Ser inmóvil que jamás se cambia, y pídele que haga firmes a las criaturas en el bien, a fin de que sean el reflejo del cielo y gocen la felicidad que lleva un bien continuado y jamás interrumpido”.
(3) Después siguiendo tu giro en el espacio de la Creación llegarás al sol, astro del cielo más cercano a la tierra, para llevar a las criaturas la fuente de la felicidad terrenal y las

similitudes de las bienaventuranzas y gustos de la felicidad de la Patria Celestial. ¿Quieres tú entonces saber qué hace mi Voluntad en el sol? Glorifica nuestra luz interminable, nuestros gustos innumerables, ama y glorifica la infinitud de nuestras dulzuras, las indescriptibles tintas de nuestras bellezas, y con su calor hace eco a nuestro inmenso amor. ¡Oh! cómo nos exalta el sol, ama y glorifica nuestro Ser Divino, y así como nuestra Divinidad develada beatifica con actos siempre nuevos toda la Patria Celestial, así el sol, eco fiel de su Creador, portador celeste de la Majestad Suprema, velada por su luz, en la cual mi Voluntad domina y reina, lleva a la tierra la felicidad terrenal, lleva su luz y su calor, lleva la dulzura y los gustos casi innumerables a las plantas, a las hierbas, a los frutos, lleva el color y el perfume a las flores y tantas variadas tintas de belleza que hacen feliz y embellecen toda la naturaleza. ¡Oh! cómo ofrece el sol, más bien mi Voluntad en el sol, por medio de las plantas, de los frutos, de las flores, a las generaciones humanas la verdadera felicidad terrenal, y si no la gozan plenamente, es porque se han separado de aquella Voluntad que reina en el sol y la voluntad humana poniéndose en contra de la Divina destruye su felicidad. Y mi Voluntad velada en la luz del sol dice al hombre desde la altura de su esfera, mientras ama y alaba nuestras cualidades divinas: ‘Sé siempre luz como lo soy Yo en todo lo que tú haces, a fin de que la luz te convierta todo en calor y llegues a ser como una sola llama de amor para tu Creador. Mírame, con ser Yo siempre luz y calor poseo la dulzura, tan es verdad que la comunico a las plantas, y de las plantas a ti; también tú, si eres siempre luz y calor poseerás la dulzura divina, no tendrás más hiel e ira en tu ánimo, poseerás los gustos y las varias tintas de las bellezas del Ser Supremo, serás sol al igual que Yo, mucho más que Dios me ha hecho para ti, y tú has sido hecho para Él, por lo tanto es justo que seas más sol que yo’. Ve hija mía cuántas cosas tienes que hacer unida con mi Voluntad en esa esfera del sol, tienes que alabar, amar y glorificar nuestra luz, nuestro amor, nuestras infinitas dulzuras, nuestros gustos innumerables y nuestra belleza incomprensible, y tienes que conseguir a las criaturas todas las cualidades divinas que contiene el sol, a fin de que mi Voluntad encontrando las cualidades divinas, en medio de ellas venga a reinar develadamente con su pleno triunfo en medio de las generaciones humanas. Y ahora hija mía, descendamos a la parte baja de la tierra, pongámonos en el mar donde están acumuladas masas de aguas cristalinas, símbolo de la pureza divina, estas aguas caminan siempre, no se detienen jamás, no tienen voz y murmuran, no tienen vida y son fuertes, de modo que forman tan altas sus olas que arrollan y hacen pedazos naves, gentes y cosas, y después que han destruido las cosas que han investido, descienden pacíficas en su playa, como si nada hubieran hecho, continuando su acostumbrado murmullo. ¡Oh! cómo mi Voluntad en el mar alaba, ama y glorifica nuestra potencia, nuestra fuerza, nuestro movimiento eterno que jamás se detiene, y si nuestra Justicia forma sus justas olas fragorosas para destruir ciudades y gentes, como mar pacífico después de la tempestad nuestra paz jamás es perturbada, y mi Voluntad velada por las aguas del mar le dice al hombre: ‘Sé puro como estas aguas cristalinas, pero si quieres ser puro camina siempre hacia el Cielo, de otra manera te corromperías como se corromperían estas aguas tan puras si no caminaran siempre; el murmullo de tu oración sea continuo si quieres ser fuerte y potente a la par de Mí, si quieres echar por tierra a los más fuertes enemigos y a tu voluntad rebelde que me impide develarme y salir de este mar para venir a reinar en ti y extender en ti el mar pacífico de mi Gracia’. ¿Será posible que quieras estar por debajo de este mar que tanto me glorifica? También tú alaba, ama y glorifica nuestra pureza, nuestra potencia, fuerza y justicia, unida con mi Voluntad que te espera en el mar como a hija suya, nuestro movimiento eterno hacia las criaturas para hacerles el bien, el murmullo continuo de nuestro amor por medio de las cosas creadas, que mientras murmura amor, quiere la correspondencia continua del murmullo del amor continuo de las criaturas, y pide a mi Voluntad que les de las cualidades divinas que ejercita en el mar, a fin de que venga a reinar en medio de aquellos que la tienen rechazada en toda la Creación. Por eso si quieres saber qué cosa hace mi Voluntad en toda la Creación, gira en ella, y mi Fiat encontrando a su hija en todas las cosas creadas,

se develará y te dirá lo que hace hacia la Divina Majestad, y la llamada y las lecciones que quiere dar a las criaturas”.

+ + + +

20-19
Noviembre 2, 1926

Ocultamiento de los propios actos en los actos de la Celestial Mamá, y cómo la suplen. La Redención servirá no más como alimento a los enfermos, sino como alimento a los sanos.

(1) Continuaba mi vivir en el Fiat Divino, y mientras hacía mis actos en Él absorbía luz, la cual formando reflejos salían otros tantos hilos de luz, que formaban una red de luz que se extendía sobre la tierra para tomar a las criaturas, y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que giras en mi Querer, tanta más luz tomas para formar la red para atrapar a las criaturas, ¿y sabes tú cuál es esta red? Son mis conocimientos. Por cuantas más verdades te manifiesto sobre el Fiat Eterno, tanto más dispongo y ensancho la red para atrapar a las almas que deben vivir en mi reino, y esto dispone al Señor a dártelas. Cuando giras en nuestra Voluntad, tus actos en virtud de Ella se vuelven luz y se agrandan tanto, que tocan la Divinidad y atraen otras luces de verdades en medio de las criaturas”.
(3) Después mientras continuaba mi giro en todo lo que ha sido hecho en el Querer Supremo, he llegado a todo lo que había hecho mi Mamá Celestial en Él y le decía: “Soberana Señora, vengo a esconder mi pequeño amor en el gran mar de tu amor, mi adoración a Dios en el inmenso océano de la tuya, mis agradecimientos los escondo en el mar de los tuyos, mis súplicas, mis suspiros, mis lágrimas y penas las escondo en el mar de las tuyas, a fin de que el mío y tu mar de amor sean uno solo, mi adoración y la tuya sean una sola, mis agradecimientos adquieran la grandeza de tus mismos confines, mis súplicas, lágrimas y penas se vuelvan un solo mar con el tuyo, a fin de que también yo tenga mis mares de amor, de adoración, etc., a fin de que así como tu Alteza Soberana consiguió con éstos al suspirado Redentor, así también yo me presento con todos estos mares delante a la Majestad Divina para pedirle, para rogarle insistentemente el reino del Fiat Supremo. Mamá, Reina mía, debo servirme de tu misma vía, de tus mismos mares de amor y de gracias para vencerlo y hacerle ceder su reino sobre la tierra, como lo venciste Tú para hacer descender al Verbo Eterno. ¿No quieres Tú ayudar a tu pequeña hija, dándome tus mares para que pueda obtener que pronto venga el reino del Fiat Supremo sobre la tierra?” Ahora, mientras esto hacía y decía, pensaba entre mí: “Mi Mamá Celestial no se ocupó, ni tuvo tanto interés del Reino del Fiat Supremo, que pronto viniera a reinar a la tierra, tuvo interés del suspirado Redentor y lo obtuvo, y del Fiat Divino que era más necesario y que debía poner el perfecto orden entre Creador y criatura no se ocupó, mientras que le tocaba a Ella, como Reina y Madre el poner en paz a la voluntad humana y a la Divina, a fin de que reinara con su pleno triunfo”. Mientras estaba en esto, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho todo bondad:
(4) “Hija mía, la misión de mi inseparable Mamá era para el suspirado Redentor y la cumplió perfectamente; pero tú debes saber que todo lo que hicimos, tanto Yo como Ella, la sustancia, la fuente, la causa primaria era el Reino de mi Voluntad. Pero como para que viniera este Reino era necesario primero la Redención, mientras en nuestros actos, hacia adentro estaba el Reino del Fiat, hacia afuera de ellos estábamos todos atentos y ocupados en el Reino de la Redención. En cambio tu misión es exclusivamente para el Reino del Supremo Querer, y todo lo que hicimos la Soberana Reina y Yo está a tu disposición para ayudarte, para suplirte, para darte acceso junto a la Divina Majestad para implorar y pedirle incesantemente que venga el Reino del Eterno Fiat. Tú para recibir el

bien del suspirado Redentor deberías haber hecho tu parte, pero no estando tú en aquel tiempo mi Mamá te suplió, ahora tú debes suplirla en su parte para el Reino de mi Querer; así que la Mamá suplió a la hija y la hija suple a la Mamá. Mucho más que la Reina del Cielo fue la primera hija de mi Voluntad, y como vivió siempre en nuestros confines, se formó sus mares de amor, de gracias, de adoración, de luz. Ahora, siendo tú la segunda hija de mi Querer, lo que es suyo es tuyo, porque tu Mamá te tiene como parto suyo y goza de que su hija esté en sus mismos mares para hacerles implorar el tan suspirado Reino del Fiat Divino sobre la tierra. Así que mira cómo tan ampliamente te suple tu Mamá, dándote todo lo que es suyo, más bien se siente honrada de que sus inmensos mares te sirvan para hacerte conseguir un Reino tan santo”.
(5) Después de esto estaba siguiendo en el Querer Divino lo que Jesús hizo en la Redención, y mi dulce Jesús regresando ha agregado:
(6) “Hija mía, mi Redención vino como remedio del hombre y por eso sirve como remedio, como medicina, como alimento a los enfermos, a los ciegos, a los mudos, a todas las especies de enfermedades, y como están enfermos no toman gusto ni reciben toda la fuerza que contienen todos los remedios que vine a traerles para su bien; el Sacramento Eucarístico que lo dejé como alimento para darles perfecta salud, muchos lo comen y comen y se ven siempre enfermos. Pobre alimento de mi misma Vida escondida bajo los velos de los accidentes del pan, cuántos paladares corruptos, cuántos estómagos indigestos que les impide sentir gusto de mi alimento y no digieren toda la fuerza de mi Vida Sacramental, y por eso quedan enfermos, y como son miembros con calentura en el mal, lo toman sin apetito. Por eso suspiro tanto que venga el Reino del Fiat Supremo, porque entonces todo lo que Yo hice cuando vine a la tierra servirá como alimento a aquellos que gozarán perfecta salud. ¿Cuál no es la diferencia entre un enfermo que toma el mismo alimento y otra persona que goza de perfecta salud? El enfermo lo toma sin apetito, sin gusto, y le sirve para mantenerse y para no morir; el sano lo toma con apetito, y conforme lo gusta toma de más y se conserva fuerte y sano. Así que, ¿cuál no será mi contento al ver que en el Reino de mi Querer todo lo que Yo hice servirá no más como alimento a los enfermos, sino como alimento a los hijos de mi Reino, que estarán todos llenos de vigor y de perfecta salud? Más bien con poseer mi Voluntad, poseerán mi Vida permanente en ellos mismos, como la poseen los bienaventurados en el Cielo, así que mi Voluntad será el velo que esconderá mi Vida en ellos, y así como los bienaventurados mientras me poseen dentro de ellos como vida propia, porque la verdadera felicidad tiene principio en el interior del alma, por eso la felicidad que reciben continuamente de la Divinidad, da la mano, el beso, a la felicidad que poseen dentro y por eso son plenamente felices; así el alma que posee mi Voluntad tendrá mi Vida perenne en ella, que le servirá de alimento continuo, no una vez al día como el alimento de mi Vida Sacramental, porque mi Voluntad hará más desahogo, no se contentará con darse una vez al día, sino que se dará continuamente, porque sabe que tienen paladares puros y estómagos fuertes para gustar y digerir en cada momento la fuerza, la luz, la Vida Divina; y los Sacramentos, mi Vida Sacramental, servirán como alimento, como deleite, como nueva felicidad a la Vida del Fiat Supremo que poseerán. El Reino de mi Querer será el verdadero eco de la Patria Celestial, que mientras los bienaventurados poseen como vida propia a su Dios, lo reciben también de fuera de ellos mismos, así que dentro y fuera de ellos, Vida Divina poseen y Vida Divina reciben. ¿Cuál no será mi felicidad al darme Sacramentado a los hijos del Fiat Eterno y encontrar en ellos mi misma Vida? Entonces se tendrá el fruto completo de mi Vida Sacramental, y al consumirse las especies no tendré más el dolor de dejar a mis hijos sin el alimento de mi Vida continua, porque mi Voluntad, más que accidentes Sacramentales mantendrá su Vida Divina siempre con su plena posesión. En el reino de mi Querer no habrá ni alimentos, ni comuniones interrumpidos, sino perennes, y todo lo que Yo hice en la Redención les servirá no más de remedio, sino de deleite, de alegría, de felicidad y de belleza siempre creciente. Así que el triunfo del Fiat Supremo dará el fruto completo al reino de la Redención”.

+ + + +

20-20
Noviembre 3, 1926

Por cuantos actos hacemos en la Voluntad de Dios, tantos caminos preparamos para recibir los sufragios en el purgatorio.

(1) Continúo viviendo toda abandonada en la adorable Voluntad, y mientras rezaba pensaba entre mí: “Cuánto quisiera descender a la prisión de las almas purgantes para liberarlas a todas, y en la luz del Querer Eterno llevarlas todas a la Patria Celestial”. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuanto más estuvieron sometidas a mi Voluntad las almas que han pasado a la otra vida, por cuantos más actos hicieron en Ella, tantas más vías se formaron para recibir los sufragios de la tierra. Así que por cuanto más hicieron mi Voluntad, formándose las vías de comunicación de los bienes que hay en mi Iglesia y que me pertenecen, no hay vía que se hayan hecho que no les lleven, a quién un alivio, a quién una oración, a quién una disminución de penas; los sufragios caminan por estas vías reales de mi Querer para llevar a cada una el mérito, el fruto y el capital que se han formado en mi Voluntad, por eso sin Ella no hay vías ni medios para recibir los sufragios. Si bien los sufragios y todo lo que hace la Iglesia descienden siempre al purgatorio, pero van a aquellos que se formaron las vías, para los demás que no hicieron mi Voluntad, las vías están cerradas o bien de hecho no existen, y si se salvaron es porque al menos en el punto de muerte reconocieron el supremo dominio de mi Querer, lo han adorado y se han sometido a Él, y este último acto los ha puesto a salvo, de otra manera no podrían ni siquiera salvarse. Para quien ha hecho siempre mi Voluntad no existen vías para el purgatorio, su vía es directa al Cielo; quien no en todo y siempre, pero en gran parte ha reconocido mi Querer y se ha sometido a Él, se ha formado tantas vías y recibe tanto, que enseguida el purgatorio la envía al Cielo. Ahora, así como las almas purgantes para recibir los sufragios debían haberse formado las vías, así los vivientes, para mandar los sufragios deben hacer mi Voluntad para formarse las vías y hacer subir los sufragios al purgatorio; si hacen sufragios y de mi Voluntad están alejados, sus sufragios, faltando la comunicación de Ella, que es la única que une y vincula a todos, no encontrarán el camino para llegar, los pies para caminar, la fuerza para dar el alivio, serán sufragios sin vida, porque falta la verdadera Vida de mi Querer, que es el único que tiene virtud de dar vida a todos los bienes. Por cuanto más de mi Voluntad posee el alma, tanto más valor contienen sus oraciones, sus obras, sus penas, así que más alivio puede llevar a esas almas benditas. Yo mido y doy valor a todo lo que puede hacer el alma por cuanto de mi Voluntad posee, si en todos sus actos corre mi Querer, la medida que hago es grandísima, más bien no termino jamás de medir y le doy tal valor que no se puede calcular su peso; en cambio, si no se tiene tanto de mi Querer, la medida es escasa y el valor es de poca monta; y si no se tiene nada, por cuanto el alma haga, Yo no tengo qué medir ni qué valor dar, por lo tanto, si no tienen valor, ¿cómo pueden llevar el alivio a esas almas que en el purgatorio no reconocen otra cosa, ni pueden recibir sino sólo lo que produce mi Fiat Eterno? ¿Pero sabes tú quién puede llevar todos los alivios, la luz que purifica, el amor que transforma? Quien en todo posee la Vida de mi Querer y Éste domina triunfante en ella, ésta ni siquiera tiene necesidad de vías, porque poseyendo mi Voluntad tiene derecho a todas las vías, puede ir a todos los puntos porque posee en sí misma la vía real de mi Querer para ir a aquella cárcel profunda, para llevarles todos los alivios y las liberaciones. Mucho más que al crear al hombre, Nosotros le dimos como su heredad especial nuestra Voluntad, y es reconocido por Nosotros todo lo que ha hecho en los confines de nuestra heredad con la que lo dotamos, todo lo demás no es reconocido por Nosotros, no es cosa nuestra, ni podemos permitir que entre en el Cielo ninguna cosa que no haya sido hecha por las criaturas, o en nuestra Voluntad o al menos para cumplirla; dado que la Creación salió del


Fiat Eterno, nuestra Voluntad, celosa, no deja entrar ningún acto en la Patria Celestial que no haya pasado dentro de su mismo Fiat.
(3) ¡Oh, si todos conocieran qué significa Voluntad de Dios, y que todas las obras, tal vez aparentemente buenas pero vacías de Ella son obras vacías de luz, vacías de valor, vacías de vida, y en el Cielo no entran obras sin luz, sin valor y sin vida, oh, como estarían atentos a hacer en todo y para siempre mi Voluntad!”

+ + + +

20-21
Noviembre 4, 1926

Cómo la Virgen Santísima fue copia fiel de su Creador y de toda la Creación.
Cómo la Voluntad Divina tiene la virtud de cambiar en mar las gotas de agua. La Divina Voluntad velada en las cosas creadas.

(1) Mi estado lo continúo en el Querer Supremo, rogando a mi Mamá Reina que me ayude a conseguir este Reino del Eterno Fiat, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la copia más perfecta de los hijos del Reino de mi Querer fue mi Mamá Celestial, y porque tuvimos la primera hija en Él, pudo venir la Redención, de otra manera si no hubiéramos tenido la primera hija de nuestra Voluntad, jamás Yo, Verbo Eterno, habría descendido del Cielo, jamás me habría servido, ni fiado de hijos extraños a nuestra Voluntad para descender a la tierra. Así que mira, se necesitaba una hija de nuestra Voluntad para venir el Reino de la Redención, y como fue hija del Reino del Eterno Fiat, fue copia fiel de su Creador y copia perfecta de toda la Creación. Ella debía encerrar todos los actos de la Voluntad Suprema que ejercita en todas las cosas creadas, y como tenían la supremacía y la soberanía sobre toda la Creación, debía encerrar en Ella el cielo, las estrellas, el sol, y todo para poder encontrar en su soberanía la copia del cielo, del sol, del mar, y también la tierra toda florida. Así que al mirar a mi Mamá se veían en Ella portentos jamás vistos, se veía cielo, se veía sol resplandeciente, se veía mar tersísimo en el cual nos reflejábamos para ver a nuestra hija, se veía tierra primaveral, siempre florida, que atraía al Celestial Artífice a hacer sus paseos. ¡Oh! cómo era bella la Soberana Celestial, al ver en Ella no sólo nuestra copia, sino todas nuestras obras encerradas en Ella, y esto porque encerraba en Ella nuestra Voluntad. Ahora, para venir el Reino del Fiat Supremo se necesitaba otra hija de nuestra Voluntad, porque si no fuera hija suya no podría confiarle ni sus secretos, ni sus dolores, ni sus conocimientos, ni sus prodigios, ni su santidad, ni sus dominios. Como un padre o una madre gozan con dar a conocer sus bienes a sus hijos y hacérselos poseer, más bien quisieran tener más para hacerlos más ricos y felices, así también mi Voluntad goza con hacer conocer sus bienes a sus hijos para hacerlos ricos y felices, de una felicidad sin fin. Ahora, en el Reino del Fiat Supremo tendremos las copias de la Soberana Reina, así que también Ella suspira, espera este Reino Divino sobre la tierra para tener sus copias. Qué bello Reino, porque será Reino de luz, de riquezas infinitas, reino de perfecta santidad y de dominio, nuestros hijos de este Reino serán todos reyes y reinas, todos pertenecerán a la familia Divina y real, encerrarán en ellos toda la Creación, tendrán la semejanza, la fisonomía de nuestro Padre Celestial, y por eso serán el cumplimiento de nuestra gloria y la corona de nuestra cabeza”.
(3) Entonces me he quedado pensando en lo que Jesús me había dicho y decía entre mí: “Mi Mamá, antes que conociera que debía ser Madre del Verbo no tenía penas ni dolores, mucho más que viviendo en los confines del Querer Supremo era feliz, por eso a los tantos mares que poseía, le faltaba el mar de las penas, no obstante sin este mar del dolor impetró el suspirado Redentor”. Y Jesús retomando su decir ha agregado:
(4) “Hija mía, mi amada Mamá aun antes que conociera que debía ser mi Madre, tenía su mar de dolor, y este mar era la pena de las ofensas a su Creador, ¡oh! cómo se dolía y

además, esta pena suya era animada por una Voluntad Divina que poseía, que contiene la virtud de la fuente, y todo lo que se hace en Ella tiene virtud de cambiar las más pequeñas cosas, las gotas de agua, en un mar interminable. Mi Voluntad no sabe hacer cosas pequeñas, sino todas grandes, tan es verdad que sólo bastó abrir la boca para decir Fiat, para extender un cielo del que no se ven los confines, un Fiat para formar un sol que llena de luz toda la tierra y tantas otras cosas; esto dice claramente que si mi Voluntad obra o inviste un átomo, un pequeño acto, aquel pequeño acto se vuelve mar, y si desciende a hacer las cosas pequeñas, suple con su virtud regeneradora haciendo de ellas tantas en número, que el hombre no puede llegar a numerarlas todas. ¿Quién puede llegar a numerar cuántos peces y cuántas especies hay en el mar? ¿Cuántos pájaros y cuántas plantas llenan la tierra? Por tanto el pequeño te amo en mi Voluntad se vuelve mar de amor, la pequeña oración se cambia en mar de oración, el te adoro en mar de adoración, las pequeñas penas en mar de penas, y si el alma repite en mi Querer su te amo, su adoración, oración, y sufre en Él, mi Querer surge, forma las olas altísimas de amor, de oraciones y de penas, las cuales van a descargar en el mar interminable del Eterno, de manera de poner en común el amor de Dios y el de la criatura, porque una es la Voluntad del uno y de la otra. Por eso quien se hace dominar por mi Voluntad posee tantos mares por cuantos actos hace en Ella, y mientras hace poco tiene mucho, tiene un Querer Divino que se deleita de hacer del pequeño acto de la criatura un mar, y sólo con estos mares puede impetrar el suspirado Reino del Fiat Divino, por eso se necesitaba a nuestra recién nacida, a la pequeña hija de mi Querer, que convirtiendo sus pequeñas penas, su te amo y todo lo que hace en mares que se comunican con el mar del Eterno, puede tener ascendencia para pedir el reino de mi Voluntad”.
(5) Después de esto pensaba entre mí: “Mi dulce Jesús cuando habla de su Querer toca siempre, en gran parte la Creación, ¿por qué será?” Y Jesús moviéndose de nuevo me ha dicho:
(6) “Hija mía, quien debe vivir en el Reino del Fiat Supremo debe tener por su principio, su origen y todo lo que ha hecho mi Voluntad por amor suyo, y que está haciendo, porque no se ama mi Voluntad si no se conoce. Ahora, la Creación es la Vida hablante de mi Voluntad, en todas las cosas creadas Ella está escondida como una noble Reina, que para salir quiere ser conocida, el conocimiento romperá el velo que la esconde para salir a reinar en medio de sus hijos. ¿Y quién más que la Creación puede hacer conocer, porque es vista y tocada por todos, con un acto siempre presente lo que hace mi Voluntad por amor de las criaturas? Mira hija mía el amor apasionado de esta noble Reina, Ella llega a velarse de tierra para volverla firme, a fin de que el hombre pueda caminar seguro sobre ella, y mientras camina sobre el velo de tierra que la esconde, le toma las plantas de los pies entre sus manitas nobles y reales, para que el hombre no vacile, para darle el paso firme, y mientras se estrecha a su noble seno por medio de la madre tierra las plantas del hombre, Ella quisiera salir, quisiera develarse del velo de tierra que la cubre, pero el hombre le camina encima sin poner ni siquiera atención para ver quién le sostiene el paso, quién le mantiene tan firme aquella gran masa de tierra para hacer que él no vacile, y la noble Reina continúa velada por la tierra y espera con una paciencia indecible, que sólo una Voluntad Divina puede poseer, que sea reconocida para hacerse amar y decirle su larga historia, qué cosa ha hecho por amor del hombre velada por esta tierra. Y es tanto su amor, que muchas veces siente la necesidad de romper aquel velo de tierra que la cubre, y haciendo uso de su dominio sacude la tierra y esconde en su seno, con su imperio, ciudades y gentes, a fin de que el hombre conozca que dentro de aquella tierra, bajo sus pies, hay una Voluntad imperante y dominante, que ama y no es amada y doliente se sacude para hacerse conocer. En el Evangelio se lee con asombro cuando Yo postrado a los pies de mis apóstoles les lavé los pies y no omití ni siquiera al pérfido Judas, este acto, ciertamente muy humilde y de indecible ternura, del cual la Iglesia hace memoria, pero fue sólo una vez que Yo hice este acto. En cambio mi Voluntad desciende más en lo bajo, se pone bajo los pies con un acto continuado para sostenerlos, para volver firme la tierra, a fin de que no se precipiten en el abismo, sin embargo ninguna atención. Y la noble Reina

espera con paciencia invicta, velada por tantos siglos en todas las cosas creadas, que su Voluntad sea conocida, y cuando sea conocida romperá sus tantos velos que la esconden y hará conocer qué cosa ha hecho durante tantos siglos por amor del hombre, dirá cosas inauditas, excesos de amor jamás pensados por nadie. He aquí por qué hablándote de mi Voluntad te hablo frecuentemente de la Creación, porque Ella es vida de todas las cosas creadas y por medio de ellas da vida a todos, y esta vida quiere ser conocida para que venga el Reino del Eterno Fiat. Mi Voluntad está velada en todo: Está velada en el viento y desde dentro de aquellos velos le lleva su refrigerante frescura como acariciándolo, y su aliento regenerador para regenerarlo continuamente a nueva vida siempre creciente de gracia, y la noble Reina velada en el viento se siente cambiar sus caricias en ofensas y su frescura en ardores de pasiones humanas, y su aliento regenerador en recambio de aliento mortal a su Gracia, y Ella sacude sus velos y el viento se cambia en furor, y con su impetuosidad arrastra gentes, ciudades y regiones como si fueran plumas, haciendo conocer la potencia de la noble Reina que se esconde en el viento. No hay cosa creada en la que mi Voluntad no esté velada, y por eso todas esperan que sea conocida y que venga el reino del Fiat Supremo y su pleno triunfo”.

+ + + +

20-22
Noviembre 6, 1926

Cuando haya cumplido su manifestación, promete llevarla al Cielo. Los nuevos apóstoles del Fiat. Cómo quien vive en el Fiat concentra en sí el cielo, el sol y todo. Para entender la Divina Voluntad se necesitan gracias grandes y no pequeñas luces.

(1) Me sentía toda oprimida bajo el peso de la privación de mi dulce Jesús. ¡Oh, cómo suspiraba la Patria Celestial, donde no más lo perderé de vista, no estaré más sometida al duro martirio de sentirme morir y no morir! Ahora, mientras me encontraba cansada y sin fuerzas para esperar, mi dulce vida, mi amado Bien, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, pero todo afligido porque parecía que estaba mandando flagelos sobre la tierra, y para no darme más pena no quería hacérmelos ver, pero por el modo de verlo yo entendía los flagelos que estaba mandando, y suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, déjame que termine de manifestarte lo que es necesario respecto al Reino de mi Voluntad, a fin de que nada falte para poderlo formar en medio de la familia humana, y después de que haya cumplido todo, enseguida te traeré a nuestra Patria.
¿Crees tú que tienes que ver el pleno triunfo del Eterno Fiat para venir al Cielo? Su pleno triunfo lo verás desde el Cielo. De ti sucederá lo que sucedió de Mí para el Reino de la Redención, hice todo lo que se necesitaba, formé el fundamento, di las leyes, los consejos que se necesitaban, instituí los Sacramentos, dejé el Evangelio como norma de su vida, sufrí penas inauditas, hasta la muerte, pero poco o casi nada vi estando en la tierra de los frutos, del desarrollo de la Redención. Después de haber hecho todo y no teniendo ya más qué hacer, confié todo a los apóstoles, a fin de que fueran ellos los anunciadores del Reino de la Redención, para que salieran los frutos de mis trabajos que hice para este Reino. Así sucederá para el Reino del Fiat Supremo, lo haremos juntos hija mía, tus penas, tus grandes sacrificios, tus incesantes oraciones para que venga pronto mi Reino y mis manifestaciones sobre Él, los uniré todos juntos Conmigo y formaré los fundamentos, y cuando todo lo haya completado confiaré a mis ministros mi Reino, a fin de que como segundos apóstoles del Reino de mi Voluntad hagan de anunciadores. ¿Crees tú que sea casualidad la venida del Padre Di Francia y que muestra tanto interés, y que ha tomado en serio la publicación de lo que se refiere a mi Voluntad? No, no, lo he dispuesto Yo, es un acto providencial de la Suprema Voluntad que lo quiere como primer apóstol del Fiat Divino y anunciador de Él, y como es fundador de una obra es más fácil que se acerque a

obispos, sacerdotes y personas y también en su mismo instituto para anunciar el Reino de mi Voluntad, y por eso lo asisto tanto y le doy luz especial, porque para entender mi Voluntad se necesitan gracias grandes y no pequeñas luces, sino un sol, para comprender una Voluntad Divina, Santa y Eterna, y gran disposición por parte de a quien le viene confiado este oficio. Y además, también la venida diaria del sacerdote la he dispuesto Yo, para que encontrara rápidamente los primeros apóstoles del Fiat de mi reino, a fin de que pudiesen anunciar lo que respecta a mi Eterno Querer. Por eso déjame primero completarlo, a fin de que después de cumplido lo pueda confiar a los nuevos apóstoles de mi Voluntad, y tú puedas ir al Cielo para ver desde allá arriba los frutos del suspirado Reino del Eterno Fiat”.
(3) Después me quedé haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo y pensaba entre mí: “Mi pobre mente gira por el mar, por el sol, por el cielo, por todas partes para seguir los actos que hace la adorable Voluntad en la Creación, pero terminando de girar me encuentro siempre en lo bajo de mi duro exilio. ¡Oh! cuánto quisiera quedarme al menos en el azul cielo para hacer el oficio de una estrella a mi Creador, pero yo desaparecería de en medio de las estrellas, porque no soy ni bella, ni luz como las estrellas, y por lo tanto todas me arrojarían precipitándome en lo bajo de mi largo exilio”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad vive en la unidad de su Creador, que tiene todo en Sí, tiene en su unidad a toda la Creación y así como tiene la Creación así tiene en su unidad al alma que vive en el Eterno Fiat, y esta unidad le lleva todos los reflejos de su Creador y su unidad con toda la Creación, de modo que se ve en el alma la imagen viviente de Aquél que la ha creado, que manteniendo su unidad con todos, la tiene a los reflejos de todas las cosas creadas por Él, y estos reflejos forman en el fondo del alma el mar, el sol, el cielo y las estrellas y todas las variedades encantadoras de la naturaleza, así que el alma que vive en mi Voluntad, puesta en el azul cielo formaría el más bello ornamento a esa bóveda azul, de hacer maravillar cielo y tierra, tendría todo en sí a su Creador, un cielo, un sol, un mar todo propio, no le faltaría ni siquiera la tierra toda florida, el canto dulce de los pájaros, portador de la alegría y de la música armoniosa de su Creador, porque cada cosa creada contiene una nota divina. Por eso en vez de precipitarte desearían tenerte en medio de ellas, porque entre los tantos prodigios que tiene mi Querer, tiene la potencia de pintar en el alma todas nuestras obras y de concentrar en ella todos sus actos, no está contento si no ve en el alma su belleza, si no encuentra su eco, su alegría y todo Sí mismo”.

+ + + +

20-23
Noviembre 10, 1926

Quien vive en el Querer Divino encierra en sí toda la Creación y es el reflector de su Creador. Dos efectos del pecado.

(1) Mis días se alternan siempre entre las privaciones y las breves visitas de mi dulce Jesús, y muchas veces son como relámpago que huye, y mientras huye quedo con el clavo traspasante de, ¿cuándo regresará? Y suspirando lo llamo: “Jesús mío, ven, regresa a tu pequeña exiliada y regresa de una vez para siempre, regresa para llevarme al Cielo, no me dejes más en mi largo exilio porque no puedo más”. Pero por cuanto lo llamaba, en vano eran mis llamadas. Entonces, abandonándome en el Santo Querer Divino hacía por cuanto más podía mis acostumbrados actos, girando por toda la Creación, y mi dulce Jesús moviéndose a compasión de mi pobre alma, que no podía más, ha sacado un brazo de dentro de mi interior y todo piedad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te detengas, tu vuelo en mi Eterno Querer sea continuo. Tú debes saber que mi Voluntad en todas las cosas creadas hace su oficio continuo, y en

cada cosa su acto es distinto, no hace en el cielo lo que hace en el sol, ni en el sol lo que hace en el mar, mi Voluntad tiene en cada cosa su acto especial, y si bien mi Voluntad es una, sus actos son innumerables. Ahora, el alma que vive en Ella viene a encerrar en sí todos los actos que hace en toda la Creación, así que debe hacer lo que Ella hace en el cielo, en el sol, en el mar, etc., todo debe encerrar en ella para hacer que el alma siga todos sus actos, y no sólo eso, sino para tener el acto de correspondencia de la criatura. Entonces, si tu acto no es continuo mi Voluntad no te espera, sigue su curso, pero en ti deja el vacío de sus actos, y entre tú y Ella queda una cierta distancia y desemejanza.
(3) Ahora, tú debes saber el gran bien que encierras con encerrar en ti todo lo que hace mi Voluntad en la Creación, mientras tú sigues sus actos recibes el reflejo del cielo y se forma y se extiende en ti el cielo, recibes el reflejo del sol y se forma en ti el sol, recibes el reflejo del mar y se forma en ti el mar, recibes el reflejo del viento, de la flor, de toda la naturaleza, en suma de todo y, ¡oh! cómo se eleva desde el fondo de tu alma el cielo que protege, el sol que ilumina, calienta y fecunda, el mar que inunda y que forma las olas de amor, de misericordia, de gracia y de fortaleza a favor de todos, el viento que purifica y lleva la lluvia sobre las almas incendiadas por las pasiones, la flor de la adoración perpetua a tu Creador, por eso es el prodigio de los prodigios. El vivir en mi Querer es el verdadero triunfo del Fiat Supremo, porque el alma se vuelve el reflector de su Creador y de todas nuestras obras, porque nuestra Voluntad sólo triunfa completamente cuando pone en el alma lo que Ella puede y sabe hacer, quiere ver no sólo a Aquél que la ha creado, sino a todas sus obras, no está contenta si le falta aun la más mínima cosa que a Ella le pertenece; las almas del Fiat Supremo serán nuestras obras, no incompletas sino completas, serán los nuevos prodigios, jamás vistos ni conocidos, ni por la tierra ni por el Cielo; ¿cuál no será el encanto, la sorpresa de los mismos bienaventurados cuando vean entrar en su Patria Celestial a la primera hija del Fiat Divino? ¿Cuál no será su contento, su gloria, al ver que lleva consigo a su Creador con todas sus obras, esto es, el cielo, el sol, el mar, toda la tierra florida con sus variadas bellezas? Reconocerán en ella la obra completa de la Eterna Voluntad, porque solo Ella sabe hacer estos prodigios y estas obras completas”.
(4) Después continuaba mi abandono en el Eterno Fiat para recibir sus reflejos, y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Mamá Celestial fue la primera que ocupó el primer puesto en el Cielo como Hija del Querer Supremo, y como fue la primera tiene en torno a Ella el lugar para todos los hijos del Fiat Supremo. Así que en torno a la Reina del Cielo se ven tantos puestos vacíos, que no pueden ser ocupados por otros sino por sus copias, y como fue Ella la primera de la generación de mi Voluntad, el Reino del Fiat se llamará también el Reino de la Virgen. ¡Oh! cómo se reconocerá en estos hijos nuestros la soberanía sobre toda la Creación, porque ellos en virtud de mi Voluntad gozarán vínculos indisolubles con todas las cosas creadas, estarán en continuas relaciones de comunicaciones con ellas, serán los verdaderos hijos en los cuales el Eterno Creador se sentirá honrado y glorificado de tenerlos por hijos, porque reconocerá en ellos, su Voluntad Divina obrante, que ha reproducido sus verdaderas imágenes”.
(6) Después de esto pensaba entre mí: “Mi primer padre Adán, antes de pecar poseía todos estos vínculos y relaciones de comunicación con toda la Creación, porque poseyendo él íntegra la Voluntad Suprema, era como connatural sentir en sí todas las comunicaciones dondequiera que Ella obraba; ahora, al sustraerse de este Querer tan santo, ¿no sintió el desgarro que hacía de toda la Creación, el rompimiento de todas las comunicaciones y todos los vínculos rotos como de un solo golpe por él? Si yo sólo con pensar si debo o no hacer un acto, y sólo con titubear siento que el cielo tiembla, que el sol se retira, que toda la Creación se sacude y está en acto de dejarme sola, tanto que yo misma tiemblo junto con ellos, y espantada, súbito, sin dudar hago lo que debo hacer.
¿Cómo pudo hacerlo? ¿No sintió este desgarro tan cruel y doloroso?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(7) “Hija mía, Adán sintió este desgarro tan doloroso, y a pesar de todo cayó en el laberinto de su voluntad que no le dio más paz, ni a él ni a sus descendientes; como de un sólo golpe toda la Creación se retiró de él, retirándose la felicidad, la paz, la fuerza, la soberanía, todo, quedó solo en sí mismo, ¡pobre Adán, cuánto le costó el sustraerse de mi Voluntad! Al sólo sentirse aislado, no más cortejado por toda la Creación, sentía tal espanto y horror, que llegó a ser el hombre miedoso, temía de todo y aun de mis mismas obras, y con razón, pues se dice: ‘Quien no está Conmigo está contra Mí’. No estando él más vinculado con ellas, por justicia se debían poner contra él. Pobre Adán, hay que compadecerlo mucho, él no tenía ningún ejemplo de otro que hubiera caído y del gran mal que le hubiera sucedido, para que pudiera estar atento a no caer, él no tenía ninguna idea del mal, porque, hija mía, el mal, el pecado, la caída de otro tiene dos efectos: Para quien es malo y quiere caer, sirve como ejemplo, como ayuda, como incentivo para precipitarse en el abismo del mal; para quien es bueno y no quiere caer, sirve como antídoto, como freno, como ayuda y como defensa para no caer, porque viendo el gran mal, la desventura de otro, sirve de ejemplo para no caer y para no seguir ese mismo camino, para no encontrarse en aquella misma desventura, así que el mal de otros hace estar atentos y ser cautos, por eso la caída de Adán es para ti de gran ayuda, de lección, de llamada, mientras que él no tenía ninguna lección del mal, porque el mal entonces no existía”.

+ + + +

20-24
Noviembre 14, 1926

Cómo al no seguir al Querer Divino en la Creación, falta el reflejo de sus obras. Cómo se necesitan grandes gracias para la Santidad del vivir en el Santo Querer.

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Divino y pensaba entre mí: “Si yo pasara un día sin hacer estos actos, ¿cuál sería el bien que perdería y el mal que haría?” Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿sabes qué harías? No haciendo tus actos en mi Voluntad te faltaría el reflejo de toda la Creación, y faltándote el reflejo, ese día no se extendería en ti el cielo, ni surgiría el sol, ni correría en ti el mar, ni tu tierra florecería, ni se oiría en ti la alegría, la música, el canto de los habitantes del aire, la dulce sinfonía de las esferas, mi Voluntad no encontraría su eco en ti, por lo tanto sentiría el dolor de que la pequeña hija de su Querer, ese día no le ha dado la correspondencia de un cielo por su amor, porque faltó el reflejo del suyo; no le ha hecho surgir el sol por correspondencia de su luz eterna; no le ha hecho sentir correr el mar, ni oír su dulce murmullo, ni el serpenteo de los mudos habitantes de las olas. Mi Voluntad se sentiría faltar todos sus actos en ti, el reflejo de sus obras, y no podría formar su eco en ti y en su dolor diría: ¡Ah! mi pequeña hija hoy no me ha dado un cielo como se lo he dado Yo, ni sol, ni mar, ni flores, ni canto, ni música, ni alegría como se los he dado Yo, así que ha salido de mi semejanza, sus notas no han armonizado con las mías, Yo la he amado con tantas manifestaciones y con amor incesante, ella no. ¿Ves lo que harías? Mi Voluntad no toleraría en ti, en su pequeña hija el vacío de sus obras”.
(3) Y yo, al oír esto le he dicho: “Jesús mío, amor mío, jamás sea que yo dé este dolor a tu adorable Voluntad, Tú me ayudarás, me darás más gracia y yo estaré más atenta para recibir este reflejo, este eco que hace tu Santa Voluntad en toda la Creación, para corresponder con el mío”. Y Jesús continuando su hablar ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que se necesitan grandes gracias para poder formar en el alma la santidad del vivir en mi Querer, las demás santidades con pequeñas gracias se forman, porque no es una Voluntad inmensa y eterna que deben abrazar y poseer, sino sus pequeñas partículas, sus mandatos, su sombra, en cambio en ésta deben poseer como vida propia mi Voluntad, deben cortejarla y hacer de sus actos, actos propios, así que se

necesitan mares de gracia para formar esta santidad; mi Voluntad debe bilocarse para extender su mar en el fondo del alma, y después extender el otro mar de Sí misma para poder recibir lo que le conviene a su santidad, a su luz interminable, a su inmensidad sin confines. Y la buena voluntad del alma no es otra cosa que el fondo del mar, que formando la playa rodea a las aguas para formar el mar. Hija mía, para sostener y conservar una Voluntad Divina en el alma, se necesita demasiado, y la Divinidad, sabiendo que la criatura no tiene cosas equivalentes para una Voluntad tan santa, no ahorra nada, todo es puesto en ella a su disposición para formar la santidad del vivir en mi Querer. Dios mismo hace de primer actor y espectador, mi Humanidad cede todo, todo lo que hizo, sufrió y adquirió, que son mares sin término, para ayuda de esta santidad toda divina, la misma Mamá Reina pone a disposición sus mares de gracia, de amor y de dolor como ayuda, y se siente honrada de que sirvan a la Voluntad Suprema para hacerle cumplir la Santidad del Fiat Eterno en la criatura. Cielo y tierra quieren dar y dan, porque sintiéndose todos investidos por esta Voluntad, desean, anhelan ayudar a la afortunada criatura para hacerle cumplir la finalidad de la Creación, el origen de la santidad que el Supremo Querer quería en la criatura. Por eso por parte de tu Jesús nada te faltará, mucho más que es un deseo mío largamente querido, anhelado y suspirado por seis mil años, que quería ver en la criatura nuestra imagen copiada, nuestra Santidad impresa, nuestra Voluntad obrante, nuestras obras encerradas en ella y cumplido nuestro Fiat. Quería el placer y tomarme el gusto de ver en la criatura nuestro reflector, de otra manera la Creación sería para Nosotros sin deleite, sin entretenimiento, sin armonía; nuestro eco no encontraría la vía para resonar, nuestra santidad no encontraría dónde imprimirse, nuestra belleza dónde refulgir, nuestro amor dónde desahogarse, nuestra sabiduría y maestría no encontrarían dónde obrar y desenvolverse. Así que todos nuestros atributos quedarían obstaculizados en su trabajo, porque no encontrarían materia apta para formar su trabajo, para tener su reflector; en cambio, en el alma donde reina mi Voluntad, Ella la dispone como materia apta para hacer que todos nuestros atributos puedan desarrollar su trabajo deleitable”.

+ + + +

20-25
Noviembre 16, 1926

Cada acto de voluntad humana es un velo que impide conocer la Voluntad Divina. Su celo. Cómo hace todos los oficios para servir al alma. Amenazas de guerras y castigos.

(1) Continúa mi habitual estado en el abandono del Fiat Supremo, pero al mismo tiempo llamo a Aquél que forma toda mi felicidad, mi vida, mi todo. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuanto más te abandones en mi Supremo Querer, tanto más te adentras en sus caminos, más conocimientos adquieres y más posesión tomas de los bienes que hay en la Divina Voluntad, porque en Ella siempre hay qué conocer y tomar. Siendo la heredad primaria dada por Dios a la criatura y poseyendo mi Querer bienes eternos, tiene la tarea de siempre dar a quien vive en esta heredad, y sólo entonces está contenta y se pone en actividad de oficio cuando encuentra a la criatura dentro de los confines de su Querer, y poniéndose en fiesta da cosas nuevas a su heredera, así que el alma que vive en Ella es la fiesta de mi Voluntad, y al contrario, quien vive fuera de Ella es su dolor, porque la pone en la impotencia de poder dar, de ejercitar su oficio y de cumplir su tarea. Mucho más que cada acto de voluntad humana es un velo que el alma se pone ante la vista, que le impide ver con claridad mi Voluntad y los bienes que hay en Ella, y como la mayor parte de las criaturas viven continuamente de su voluntad, son tantos los velos que se forman, que quedan casi ciegas para conocer y ver mi Voluntad, su predilecta heredad que debía hacerlas felices en el tiempo y en la eternidad. ¡Oh, si las criaturas

pudieran comprender el gran mal de la voluntad humana y el gran bien de la mía, aborrecerían tanto la suya que darían la vida para hacer la mía!
(3) La voluntad humana vuelve esclavo al hombre, lo hace tener necesidad de todo, se siente continuamente faltar la fuerza, la luz, su existencia está siempre en peligro, y lo que obtiene es por medio de oraciones y fatigosamente, así que el hombre que vive de su voluntad es el verdadero mendigo. En cambio quien vive de la mía no tiene necesidad de nada, tiene todo a su disposición, mi Voluntad le da el dominio de sí mismo, por lo tanto es dueño de la fuerza, de la luz, pero no de la fuerza y luz humanas, sino de las divinas, su existencia está siempre al seguro y siendo dueño puede tomar lo que quiera, no tiene necesidad de pedir para tener, tan es verdad, que para Adán, antes de sustraerse de mi Voluntad la petición no existía, la necesidad hace nacer la petición, si de nada tenía necesidad, no tenía ni qué pedir ni qué implorar, así que él amaba, alababa, adoraba a su Creador, la petición no tenía lugar en el Edén terrenal; la petición vino, tuvo vida después del pecado como necesidad extrema del corazón del hombre; quien pide significa que tiene necesidad y como espera, pide para obtener. En cambio quien vive en mi Voluntad vive en la opulencia de los bienes de su Creador como dueño, y si necesidad y deseo siente, viéndose entre tantos bienes es de querer dar a los demás su felicidad y los bienes de su gran fortuna, verdadera imagen de su Creador que le ha dado tanto, sin ninguna restricción, quisiera imitarlo dando a los demás lo que posee. ¡Oh! cómo es bello el cielo del alma que vive en mi Voluntad, es el cielo sin tempestades, sin nubes, sin lluvia, porque el agua que quita la sed, que fecunda y que le da el crecimiento y la semejanza de Aquél que la ha creado es mi Voluntad, es tanto su celo de que el alma no tome nada si no es de Ella, que hace todos los oficios: Si quiere beber, Ella se hace agua, que mientras la refresca le apaga cualquier sed, para hacer que su única sed sea su Voluntad; si siente hambre se hace alimento, que mientras la sacia le quita el apetito de todos los demás alimentos; si el alma quiere ser bella, se hace pincel dándole pinceladas de tal belleza, que mi misma Voluntad queda raptada por una belleza tan inaudita impresa por Ella misma en la criatura, debe poder decir a todo el Cielo: ‘Mírenla cómo es bella, es la flor, es el perfume, es el tinte de mi Querer que la ha hecho tan bella’. En suma le da su fuerza, su luz, su santidad, todo para poder decir: ‘Es una obra toda de mi Querer, por eso quiero que nada le falte, que me asemeje y me posea’. Mira en ti misma para ver lo que mi Voluntad ha hecho, tus actos investidos por su luz cómo han cambiado la tierra de tu alma, todo es luz que despunta en ti y que se vuelve para herir a Aquélla que la ha investido, por eso la más grande afrenta que me hacen las criaturas es el no hacer mi Voluntad”.
(4) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma haciéndome ver el gran mal de las generaciones humanas, y continuando su hablar ha agregado:
(5) “Hija mía, mira cuánto mal ha producido la voluntad humana, se han cegado tanto que están preparando guerras y revoluciones encarnizadas, ahora no será sólo Europa, sino que se unirán otras razas, el círculo será más extenso, otras regiones del mundo tomarán parte. ¡Cuánto mal hace la voluntad humana, lo ciega, lo vuelve miserable y lo hace homicida de sí mismo! Pero Yo me serviré de esto para mis altísimos fines, y la reunión de tantas razas servirá para facilitar las comunicaciones de las verdades, a fin de que se dispongan para el Reino del Fiat Supremo. Así que los castigos pasados no son otra cosa que los preludios de aquellos que vendrán, cuántas otras ciudades serán destruidas, cuántas gentes sepultadas en las ruinas, cuántos lugares precipitados y enterrados en el abismo, los elementos tomarán la defensa de su Creador. Mi justicia no puede más, mi Voluntad quiere triunfar y quisiera triunfar por vía de amor para establecer su Reino, pero el hombre no quiere venir al encuentro de este amor, por lo tanto es necesario usar la justicia”.
(6) Y mientras esto decía me hacía ver un brasero grandísimo de fuego que salía de la tierra y quien se encontraba cerca era investido por ese fuego y desaparecía. Yo he quedado asustada y pido y espero que mi amado Bien se aplaque.

+ + + +


20-26
Noviembre 19, 1926

Cómo la Divina Voluntad está agonizante en medio de las criaturas, y cómo quiere salir de este estado.

(1) Mi siempre amable Jesús, atrayéndome en su adorable Voluntad, me hacía ver y sentir las condiciones dolorosas en las cuales la ponen las ingratitudes de las criaturas, y suspirando de dolor me ha dicho:
(2) “Hija mía, las penas de mi Voluntad Divina son inenarrables e inconcebibles a la naturaleza humana. Ella está en todas las criaturas, pero está bajo la opresión de una tremenda y desgarradora agonía, porque en vez de darle el dominio para hacerla desarrollar su vida en ellas, la tienen reprimida sin darle libertad de obrar, de respirar, de latir. Así que la voluntad humana obra, respira libremente, late como quiere, y la mía está sólo para servirla, para contribuir a sus actos y estar dentro de esos actos agonizante, sofocada bajo el estertor de una agonía de largos siglos. Mi Voluntad se agita en la criatura bajo la opresión de una agonía desgarradora, y su agitarse son los remordimientos de conciencia, las desilusiones, los reveses, las cruces, el cansancio de la vida y todo lo que puede dar molestia a las pobres criaturas, porque es justo que teniendo ellas a una Voluntad Divina en la cruz y siempre bajo el estertor de la agonía, Ella con su agitarse las llame, no pudiendo hacer diversamente porque no tiene dominio, quién sabe si entrando en ellas mismas, al ver la infelicidad que les da su mala voluntad, puedan darle un poco de respiro y de tregua a su dolorosa agonía. Es tan dolorosa esta agonía de mi Voluntad, que mi Humanidad, que la quiso sufrir en el huerto de Getsemaní, llegó a buscar ayuda de mis mismos apóstoles, la que no obtuvo, y fue tanto el espasmo que sudé sangre viva y sintiéndome sucumbir bajo el peso enorme de una agonía tan larga y tremenda de mi Voluntad Divina, invoqué a mi Padre Celestial que me ayudara diciéndole: ‘Padre, si es posible pase de mí este cáliz’. En todas las otras penas de mi Pasión, por cuán atroces, no dije nunca: ‘Si es posible pase esta pena’; más bien sobre la cruz grité ‘sitio’, tengo sed de penas. En cambio, en esta pena de la agonía de la Voluntad Suprema sentí todo el peso de una agonía tan larga, todo el desgarro de una Voluntad Divina que agoniza, que se agita en las generaciones humanas. ¡Qué dolor! No hay dolor que pueda igualarlo. Ahora el Fiat Supremo quiere salir, está cansado y a cualquier costo quiere salir de esta agonía tan prolongada, y si tú oyes de flagelos, de ciudades derrumbadas, destrucciones, no son otra cosa que las fuertes sacudidas de su agonía, porque no pudiendo más, quiere hacer sentir a la familia humana su estado doloroso y cuán fuertemente se agita en ellas sin que ninguno le tenga compasión, y haciendo violencia, con su agitación quiere hacer sentir que existe en ellas, pero que no quiere estar más en agonía, quiere la libertad, el dominio, quiere desarrollar su Vida en ellas. ¡Qué desorden hija mía en la sociedad porque no reina mi Voluntad! Sus almas son como habitaciones sin orden, todo de cabeza, la peste es tan horrible, más que cadáver putrefacto, y mi Voluntad con su inmensidad que no le es dado retirarse ni siquiera de un latido de criatura, agoniza en medio a tantos males, y esto es en el orden general de todos; en el orden particular hay más aún, en los religiosos, en los clérigos, en quien se dice católico, mi Voluntad no sólo agoniza, sino que la tienen en estado de letargo, como si no tuviera vida. ¡Oh! cómo es más duro, porque en la agonía al menos me agito, tengo un desahogo, hago sentir que existo en ellos, aunque agonizante, pero en el estado de letargo está la total inmovilidad, el estado de muerte continuado y por eso se ven sólo las apariencias, los vestidos de vida religiosa, porque a mi Voluntad la tienen en letargo, y como la tienen en letargo su interior está adormecido, como si la luz, el bien no fuera para ellos y si alguna cosa hacen al exterior, está vacía de Vida Divina y se resuelve en humo de vanagloria, de estima propia y de agradar a las otras criaturas, y mi Supremo Querer mientras está dentro queda fuera de su obrar. Hija mía, qué afrenta, cómo quisiera hacer sentir a todos mi tremenda agonía, el estertor continuado, el letargo en

el cual ponen a mi Voluntad, la causa es porque quieren hacer su voluntad, no la mía, no la quieren hacer reinar, no la quieren conocer, y por eso quiere romper los diques con sus sacudidas, a fin de que si no la quieren conocer y recibir por vía de amor, la conozcan por vía de justicia. Así que mi Voluntad cansada de esta agonía de siglos quiere salir, y por eso prepara dos modos: El modo triunfante, que son sus conocimientos, sus prodigios y todo el bien que llevará el Reino del Fiat Supremo, y el modo de justicia para quien no la quiere conocer triunfante, por tanto estará en las criaturas escoger el modo como la quieran recibir”.

+ + + +

20-27
Noviembre 20, 1926

Cómo todos los atributos divinos hacen su oficio para formar en el alma el nuevo mar de sus cualidades. Cómo todos tenemos un movimiento.

(1) Estaba según mi costumbre haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos de la Voluntad Suprema en Ella, pero mientras esto hacía, mi siempre amable Jesús haciéndome oír su voz dulcísima en cada una de las cosas creadas me decía:
(2) “Quien llama a mi amor para hacer, o que mi amor descienda en ella o que el suyo suba en el mío para fundirse juntos, y formar un solo amor y dar el campo de acción a mi amor para hacer surgir en el alma el nuevo marecillo de su amor, hace triunfar a mi amor, y éste festeja porque le es dado su desahogo y su campo de acción”.
(3) Y conforme pasaba por el sol, por el cielo, por el mar, así oía su voz que decía:
(4) “¿Quién llama mi luz eterna, mi dulzura infinita, mi inigualable belleza, mi firmeza irremovible, mi inmensidad, para cortejarlas y darles el campo de acción para hacer surgir en la criatura otros tantos mares de luz, de dulzura, de belleza, de firmeza y demás, para darle el contento de no hacerla estar inactiva y servirse de la pequeñez de la criatura para encerrar en ella sus cualidades? ¿Quién es entonces aquella? ¡Ah, es la pequeña hija de nuestro Querer!”
(5) Entonces, después de que en cada cosa creada oía decirme: “¿Quién es la que me llama?” Mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome toda a Sí me ha dicho:
(6) “Hija mía, conforme giras en mi Voluntad para seguirla en cada cosa creada, así todos mis atributos escuchan tu llamada y salen al campo de acción para formar cada uno el marecillo de sus cualidades. ¡Oh! así como triunfan al verse obrantes y poder formar cada uno su marecillo, así crece su sumo gusto y deleite al poder formar en la pequeña criatura sus mares de amor, de luz, de belleza, de ternura, de potencia y demás. Mi sabiduría hace de artífice experto y de ingenio maravilloso al poner en la pequeñez sus cualidades inmensas e infinitas, ¡oh! cómo armoniza el alma que vive en mi Querer con mis atributos, cada uno de ellos se pone en su oficio para establecer sus cualidades divinas; si tú supieras el gran bien que te viene al seguir mi Voluntad en todos sus actos y el trabajo que desarrolla en ti, también tú sentirías la alegría de una fiesta continua”.
(7) Después de esto yo continuaba siguiendo la Creación, y por todas partes veía correr aquel movimiento eterno que jamás se detiene y pensaba entre mí: “¿Cómo puedo seguir en todo al Supremo Querer si Él corre tan rápido en todas las cosas? Yo no tengo su virtud ni su rapidez, por lo tanto es natural que me quede atrás sin poder seguir en todo su eterno murmullo”. Entonces, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(8) “Hija mía, todas las cosas tienen un movimiento continuo, porque habiendo salido de un Ente Supremo que contiene un movimiento lleno de vida, venía por consecuencia que todas las cosas salidas de Dios debían contener un movimiento vital que nunca cesa, y si

cesa significa que cesa la vida. Mira, tú misma tienes un murmullo, un movimiento continuo en tu interior; más bien la Divinidad al crear a la criatura le daba la semejanza de las Tres Divinas Personas, ponía en ella tres movimientos que debían murmurar continuamente para unirse a aquel movimiento continuo y murmullo de amor de su Creador, y éstos son: El movimiento del latido del corazón que jamás cesa, la circulación de la sangre que siempre gira sin jamás detenerse, la respiración que jamás se detiene, esto en el cuerpo, y en el alma hay otros tres movimientos que murmuran continuamente: La inteligencia, la memoria y la voluntad. Por eso el todo está en que tu movimiento esté atado al movimiento de tu Creador para murmurar junto con su movimiento eterno, así seguirás a mi Voluntad en su movimiento que jamás se detiene, en sus actos que jamás cesan y harás regresar tu movimiento al seno de tu Creador, que con tanto amor espera el regreso de sus obras, de su Amor y de su murmullo. La Divinidad al crear las criaturas hace como un padre que manda a sus hijos, para su bien, uno a un país, otro a otras tierras, quién para hacerlo navegar el mar y quién a un punto cercano y quién a uno lejano, dando a cada uno un trabajo que hacer, pero mientras los manda espera con ansia su retorno, está siempre vigilando para ver si vienen, si habla, habla de los hijos; si ama, su amor corre a los hijos, sus pensamientos vuelan a los hijos; pobre padre, se siente en la cruz porque ha mandado a sus hijos lejos de él y suspira más que la propia vida su regreso, y si, jamás sea, no los ve regresar a todos o en parte, él está inconsolable, llora y emite gemidos y gritos de dolor hasta arrancar lágrimas aun a los más duros, y sólo se contenta cuando los ve regresar a todos a su regazo paterno para estrecharlos a su seno que arde de amor por sus hijos. ¡Oh! cómo nuestro Padre Celestial más que padre suspira, arde, delira por sus hijos, porque habiéndolos parido de su seno espera su regreso para gozárselos en sus brazos amorosos. Y es propiamente esto el Reino del Fiat Supremo, el regreso de nuestros hijos a nuestros brazos paternos, y por eso lo suspiramos tanto”.
(9) Después de esto me sentía toda inmersa en la adorable Voluntad de Dios, y pensaba entre mí en el gran bien si todos conocieran y cumplieran este Fiat tan santo y el gran contento que darían a nuestro Padre Celestial, y mi dulce Jesús volviendo a hablar ha agregado:
(10) “Hija mía, Nosotros al crear a la criatura, conforme con nuestras manos creadoras la íbamos formando, así nos sentíamos salir de nuestro seno una alegría, un contento, porque debía servir para mantener nuestro entretenimiento sobre la faz de la tierra y nuestra fiesta continua, por eso conforme formábamos los pies, así pensábamos que debían servir a nuestros besos, porque debían encerrar nuestros pasos y debían ser medio de encuentro para entretenernos juntos; conforme formábamos las manos, así pensábamos que debían servir a nuestros besos y abrazos, porque debíamos ver en ellas las repetidoras de nuestras obras; conforme formábamos la boca, el corazón, que debían servir al eco de nuestra palabra y de nuestro amor, y conforme con nuestro aliento le infundimos la vida, viendo que esa vida había salido de Nosotros, que era vida toda nuestra, lo estrechamos a nuestro seno besándolo como confirmación de nuestra obra y de nuestro amor, y para hacer que se mantuviese íntegro en nuestros pasos, en nuestras obras, en el eco de nuestra palabra y amor y de la vida de nuestra imagen impresa en él, le dimos como herencia nuestro Divino Querer, a fin de que lo conservase tal como lo habíamos sacado para poder continuar nuestros entretenimientos, nuestros besos afectuosos, nuestras dulces conversaciones con la obra de nuestras manos. Cuando vemos en la criatura nuestra Voluntad, Nosotros vemos en ella nuestros pasos, nuestras obras, nuestro Amor, nuestras palabras, nuestra memoria e inteligencia, porque sabemos que nuestra Suprema Voluntad nada dejará entrar que no sea nuestro, y por eso como cosa nuestra todo le damos, besos, caricias, favores, amor, ternura más que paterna, no toleramos estar con ella ni siquiera a un paso de distancia, porque aun las más pequeñas distancias no dejan formar entretenimientos continuos, ni darse besos, ni participar las alegrías más íntimas y secretas. En cambio en el alma en la cual no vemos nuestra Voluntad, no podemos entretenernos porque nada vemos que sea nuestro, en ella se siente tal desconcierto, una tal desemejanza de pasos, de obras, de palabras, de amor,

que por sí misma se pone a distancia de su Creador, y Nosotros donde vemos que no está el imán potente de nuestro Querer, que nos hace como olvidar la infinita distancia que hay entre el Creador y la criatura, desdeñamos entretenernos con ella, colmarla de nuestros besos y favores. He aquí por qué el hombre con sustraerse de nuestra Voluntad despedazó nuestros entretenimientos y destruyó nuestros designios que teníamos al formar la Creación, y sólo con reinar nuestro Fiat Supremo, con establecer su Reino, serán realizados nuestros designios y retomados nuestros entretenimientos sobre la faz de la tierra”.

+ + + +

20-28
Noviembre 21, 1926

Ternura de Jesús en el punto de la muerte. Cómo quien vive en el Querer Divino tiene el primado sobre todo.

(1) Me sentía toda afligida por la muerte de improviso de una hermana mía, el temor de que mi amable Jesús no la tuviese Consigo me desgarraba el ánimo y al venir mi sumo Bien Jesús le he dicho mi pena, y Él todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, ¿no está acaso mi Voluntad que suple a todo, a los mismos Sacramentos y a todas las ayudas que se pueden dar a una pobre moribunda? Mucho más cuando no está la voluntad de la persona de no querer recibir los Sacramentos y todas las ayudas de la Iglesia, que como madre da en aquel punto extremo. Debes saber que mi Querer al arrebatarla de la tierra de improviso me la ha hecho circundar por la ternura de mi Humanidad, mi corazón humano y divino ha puesto en campo de acción mis fibras más tiernas, de modo que sus defectos, sus debilidades, sus pasiones, han sido miradas y pesadas con tal fineza de ternura infinita y divina, y cuando Yo pongo en campo mi ternura no puedo hacer menos que tener compasión y dejarla pasar a buen puerto, como triunfo de la ternura de tu Jesús. Y además, ¿no sabes tú que donde faltan las ayudas humanas abundan las ayudas divinas? Tú temes porque no había nadie a su alrededor y si quiso ayuda no tuvo a quien pedirla. ¡Ah, hija mía, en aquel punto las ayudas humanas cesan, no tienen ni valor ni efecto, porque el alma entra en el acto único y primero con su Creador, y en este acto primero a ninguno le es dado entrar, y además, a quien no es un perverso, la muerte repentina sirve para no hacer poner en campo la acción diabólica, sus tentaciones, los temores que con tanto arte arroja en los moribundos, porque se los siente arrebatar sin poderlos tentar ni seguir, por eso lo que se cree desgracia por los hombres, muchas veces es más que gracia”.
(3) Después de esto me he abandonado toda en el Supremo Querer y mi dulce Jesús continuando su hablar me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Querer tiene el primado sobre todo y sobre todos los actos de las criaturas, tiene delante a su Creador el acto primero en el amor, así que si las otras criaturas aman, el alma que vive en mi Querer se encuentra la primera a amar, las demás vienen, quien en segundo, quien en tercero, quien en cuarto, según la intensidad de su amor; si las otras criaturas me adoran, me glorifican, me piden, el alma que vive en mi Querer se encuentra la primera en adorarme, en glorificarme, en pedirme. Esto es connatural, porque mi Voluntad es vida y acto primero de todas las criaturas, por consiguiente quien vive en Ella se encuentra en su acto primero, y es la primera sobre todas las criaturas delante a Dios en hacer todos los actos de ellas y en hacer todos los actos que ellas no hacen. Así que la Soberana del Cielo que no dio jamás vida a su querer, sino tuvo toda su vida en el Mío, tiene como derecho el primado, por eso es Ella la primera en amarnos, en glorificarnos, en pedirnos; si vemos que las otras criaturas nos aman, es detrás del amor de la Celestial Reina; si nos glorifican y rezan, es detrás de la gloria y oración de Aquélla que tiene el primado y por consecuencia el imperio sobre todo.

Cómo es bello verla, que conforme las criaturas nos aman, Ella no cede jamás su primer puesto en el amor, más bien mientras se pone como acto primero, hace correr su mar de amor en torno a la Majestad Suprema, de modo que las otras criaturas quedan detrás del mar de amor de la Mamá Celestial con sus gotitas de amor, y así de todos los demás actos. ¡Ah hija mía, vivir en mi Voluntad es una palabra, pero es una palabra que pesa todo cuanto pesa la eternidad, es una palabra que abraza todo y a todos”.

+ + + +

20-29
Noviembre 23, 1926

Amenazas de castigos. El vivir en el Querer Divino forma el verdadero sol. De qué está formado este sol.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver en mi interior, que asomando su rostro desde dentro de mi pecho, con sus ojos centelleantes de luz miraba lejos, y en aquella luz miraba también yo y se veían ríos que desbordaban, mares que creciendo salían de sus playas, naves arrolladas, países bajo el agua, tempestades que destruían todo lo que investían, y tantos otros males que mientras parecía que hacían tregua en un punto, en otros puntos retomaban su furor. ¡Oh! cómo daba espanto ver el agua, el viento, el mar, la tierra, armados por la justicia divina para golpear a las pobres criaturas. Entonces yo rogaba a mi Sumo Bien que se aplacara y que retirara la orden que había dado a estos elementos de hacer justicia, y mi dulce Jesús poniéndome los brazos al cuello y estrechándome fuerte a Sí me hacía sentir su Justicia. Yo me sentía sucumbir y mi dulce Jesús suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, no puedo más, es necesario que mi justicia haga su curso, tú no te alarmes de lo que ves, más bien ocúpate del Reino del Eterno Fiat”.
(3) Yo he quedado sufriente y afligida por los grandes males que sucederán, y abandonándome en el adorable Querer de mi Jesús, encerraba en Él todos los pensamientos, miradas, palabras, obras, pasos y latidos, a fin de que todos amasen y pidiesen junto conmigo que venga el Reino del Fiat Supremo y que pronto se establezca en medio de las generaciones humanas, y mi amado Bien continuando ha agregado:
(4) “Hija mía, el vivir en mi Querer forma el verdadero sol entre el Cielo y la tierra, sus rayos extendiéndose en lo bajo invisten cada pensamiento, mirada, palabra, obra y paso, y atándolos con su luz se forma con ellos una corona, manteniéndola fija en Sí para hacer que nada le escape. Sus rayos extendiéndose en lo alto invisten todo el Cielo, a todos los bienaventurados y atándolos a todos en su luz nada deja escapar, a fin de que este sol triunfante pueda decir: ‘Todo encierro, nada me falta de las obras y de lo que pertenece a mi Creador, con mis alas de luz me extiendo sobre todo, abrazo a todos, triunfo sobre todos, aun sobre mi Eterno Hacedor, porque en la luz de su Querer no hay cosa que quiera y no le lleve, no hay acto que no le haga, no hay amor que no le dé, con mis alas de luz que me suministra mi Eterno Fiat soy el verdadero rey que invistiendo a todos domino todo’. ¿Quién puede resistir o librarse de los rayos solares si se encuentra al descubierto? La fuerza de la luz es irresistible, donde se extiende nadie puede escapar de su toque, porque tocándolos les da sus besos de luz y de calor y triunfante los tiene investidos bajo la impresión de su luz. Quizá habrá ingratos que no le prestarán atención ni le darán un gracias, pero la luz ni siquiera a esto le pone atención, más bien le presta atención a su oficio de luz y se mantiene firme en dar el bien que posee. Mucho más que el Sol de mi Voluntad no es como el sol que se ve en la bóveda del cielo, que su esfera de luz es limitada, y si esta esfera fuese tan grande de extenderse tanto para formar un segundo cielo, al girar la tierra encontraría siempre su sol y por tanto las tinieblas, la noche, no podrían investir la tierra, y así como no pierde jamás de vista al cielo que se extiende por doquier, así no perdería jamás el sol, y para la tierra sería siempre día. Ahora el Sol de mi

Voluntad, su esfera no es limitada y por eso posee su pleno día, y por esto quien vive en Ella abraza todos los tiempos, todas las generaciones e invistiendo los actos de todos forma un solo acto, un solo amor y una sola gloria para su Creador. ¿Pero sabes tú de qué está formado este Sol de mi Suprema Voluntad? Mis atributos son los rayos de este Sol, los cuales, si bien cada uno son distintos entre ellos en las cualidades y en el oficio que tienen, sin embargo en la sustancia son luz, y mi Voluntad, la sumaria luz que asume todas juntas estas luces, es la dirigente de todos mis atributos y por eso cuando las criaturas merecen ser castigadas, Yo dirijo el rayo de luz de mi justicia, y ella defendiendo mis derechos golpea a las criaturas”.

+ + + +

20-30
Noviembre 27, 1926

Quien cumple una misión puede decirse madre, y para decirse hija la debe engendrar en ella. Las otras santidades son luz y la Santidad del Querer Divino es Sol. Cómo el fundamento
de esta Santidad es la Humanidad de Nuestro Señor.

(1) Estaba toda abandonada en los brazos de la adorable Voluntad, y pedía a mi dulce Jesús que usara un acto de su potencia para hacer que el Supremo Querer invistiera a las generaciones humanas, y atándolas a Sí formara sus primeros hijos tan deseados por Él. Y mi Sumo Bien moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, se dice madre, se dice padre, cuando una persona tiene una misión especial, y quienquiera que tiene origen de esta misión cumplida se puede llamar hija de esta madre. Verdadera madre significa llevar en su seno su parto, formarlo con su misma sangre, sostener penas, sacrificios, y si es necesario exponer la propia vida para dar vida al parto de sus propias entrañas, así que cuando este parto es madurado en el propio seno, y sacado a la luz, entonces con justicia, con derecho y con razón se le llama hijo al parto, y madre a aquella que lo ha generado. Por eso para ser madre es necesario que formen primero a los hijos en el interior, que se generen con la propia sangre, todos los miembros y los actos de estos hijos deben ser generados a partir del corazón de la propia madre. Ahora hija mía, para ser hija de mi Querer has sido generada en Él, en Él has sido formada y más que sangre, la luz, el amor de mi Voluntad formándote injertaban en ti sus modos, sus actitudes y su obrar, haciéndote abrazar a todos y a todo, tan es verdad, que como parto suyo ahora te llama la recién nacida de mi Voluntad, ahora pequeña hija suya. Ahora, puede generar los hijos de mi Querer sólo quien ha sido generado en Él, por eso tú serás la madre de la generación de sus hijos”.
(3) Y yo: “Jesús mío, ¿qué dices? No soy buena para ser hija, ¿cómo puedo ser madre?”
(4) Y Jesús: “Sin embargo de ti debe salir la generación de estos hijos, ¿qué madre ha sufrido tanto, quién ha estado confinada dentro de una cama por más de cuarenta años por amor de formar su parto y dar a luz la generación de sus hijos? Nadie. ¿Qué madre, por cuan buena, ha sacrificado toda entera su existencia hasta encerrar en ella los pensamientos, los latidos, las obras, para hacer que todo fuese reordenado en el propio parto, queriéndoles dar no una vez la vida, sino tantas veces por cuantos actos hace su propio hijo? Nadie. ¿No sientes tú misma en ti las generaciones de estos hijos al seguir los pensamientos, las palabras, las obras, los pasos, para reordenarlos todos en mi Voluntad? ¿No sientes tú que quieres dar la vida a cada uno con tal de que conozcan mi Querer y sean regenerados en Él? Todo lo que tú haces en tu interior y sufres, no es otra cosa que la formación y maduración de este parto todo de cielo. He aquí por qué te he dicho tantas veces que tu misión es grande, no hay quien pueda igualarla y se necesita suma atención”.

(5) Después, sintiéndome oprimida porque me habían escrito que el reverendo padre Di Francia estaba haciendo imprimir las memorias de mi infancia y todo lo que sigue, en mi dolor decía a mi amado Jesús: “Amor mío, mira cómo me mezclan al hacer conocer lo que me has dicho sobre las virtudes y sobre tu adorable Voluntad, ponen lo que se refiere a mí; a lo más esto lo deberían hacer después de mi muerte, no ahora, sólo para mí era esta confusión y este sumo dolor, a los demás no. ¡Ah Jesús! dame la fuerza de que también en esto haga tu Santa Voluntad”. Y Jesús estrechándome entre sus brazos para darme fuerza, todo bondad me ha dicho:
(6) “Hija mía, no te aflijas tanto, tú debes saber que las demás santidades son pequeñas luces que se forman en el alma, y estas luces están sujetas a crecer, a decrecer y aun a apagarse, por eso no es justo que mientras se vive en el tiempo, hasta en tanto que la luz no esté más sujeta a apagarse con el pasar a la otra vida, se publiquen, ¿qué papel haría si se supiera luego que esta luz no existe más? En cambio la Santidad del vivir en mi Querer no es luz, sino sol, por lo tanto no está sujeta a empobrecerse de luz ni a apagarse;
¿quién puede tocar el sol? ¿Quién puede quitarle una sola gota de luz? Nadie. ¿Quién puede apagar un átomo de su calor? ¿Quién puede hacerlo descender aunque sea un milímetro por debajo de su puesto, de la altura en la cual reina y domina toda la tierra? Nadie. Si no fuera el Sol de mi Fiat Supremo no habría permitido que lo publicaran; más bien tengo prisa, porque el bien que puede hacer un sol no lo puede hacer una luz, porque el bien de la luz es demasiado limitado y no es ni un gran bien si se pone, ni un gran daño si no se hace surgir. En cambio el bien del sol abraza todo, hace bien a todos y no haciéndolo surgir cuanto antes es un gran daño, y es un gran bien hacerlo surgir aun un día antes. ¿Quién puede decir el gran bien que puede hacer una jornada llena de sol? Mucho más el Sol de mi Eterna Voluntad. Así que por cuanto más se tarde, tantas jornadas de Sol se les quitan a las criaturas y tantas jornadas quitan al Sol, reprimiendo sus rayos en nuestra Patria Celestial”.
(7) Pero con todo el hablar de Jesús, mi opresión continuaba, y mi pobre mente era molestada por el pensamiento de que mi pobre e insignificante existencia, que merecía ser sepultada sin que nadie me pusiera atención y supieran que yo había estado sobre la tierra, debía estar bajo las miradas y en las manos de quién sabe cuántos, ¡Dios mío, Dios mío, qué dolor! Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se hacía ver en mi interior todo extendido, como si su santa Humanidad hiciese de fundamento en mi pobre y pequeña alma, y continuando su hablar ha agregado:
(8) “Hija mía, no te distraigas, ¿no ves que el fundamento del reino del Eterno Fiat en ti está formado por mis pasos, por mis obras, por mi corazón palpitante de amor, por el honor de mi Voluntad, por mis suspiros ardientes y por las lágrimas encendidas de mis ojos? Toda mi Vida está extendida en ti para formar el fundamento, por lo tanto no conviene que tu pequeño obrar sobre de este fundamento tan sólido y tan santo, sea hecho con distracción, ni que tus giros en el Supremo Querer sean hechos sombríos, no, no hija mía, no quiero esto en ti, no temas, quedarás sepultada en el Sol de mi Querer, ¿quién más que Él podrá eclipsarte de modo que ninguno te preste atención? El Sol del Fiat Supremo tendrá tanto cuidado de la pequeña lucecita de tu alma, que circundada por sus rayos el Sol aparecerá y la lucecita la tendrá escondida en Sí, por eso quédate en paz si quieres contentar a tu Jesús, abandona todo en Mí y yo pensaré en todo”.

+ + + +

20-31
Noviembre 29, 1926

Cómo la Voluntad Suprema, de Reina hace de sierva a la voluntad humana porque no la hacen reinar.

(1) Continuando mi habitual abandono en la adorable Voluntad, toda la Creación se ha hecho presente, en la cual corría como luz y como vida primaria la Suprema Voluntad dominante y triunfante, tanto en las cosas grandes como en las más pequeñas. Qué encanto, qué orden, qué rara belleza, qué armonía entre ellas, porque una es la Voluntad que las domina, que corriendo en ellas las vincula de tal modo que una no puede estar sin la otra. Y mi dulce Jesús interrumpiendo mi asombro me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad quedó como vida obrante en cada cosa creada para que dominase libremente con su pleno triunfo, así que tiene la vida obrante de la luz y del calor en el sol; la vida obrante de su inmensidad y de sus múltiples obras en el cielo; la vida obrante de su potencia, de su justicia en el mar, porque mi Divina Voluntad no es como la voluntad de las criaturas, que a pesar de que quieren, pero si no tienen manos no pueden obrar, si no tienen pies no pueden caminar, si son mudos o ciegos no pueden ni hablar ni mirar. En cambio mi Voluntad hace todos los actos en un acto solo, mientras obra, camina; mientras es toda ojos para mirar, al mismo tiempo es toda voz para hablar y con tal elocuencia que ningún otro la puede igualar. Ella habla en el ruido del trueno, en el estallido del rayo, en el silbido del viento, en las olas tumultuosas del mar, en el pajarillo que canta, en todas partes habla para hacer que todos oigan su voz, ahora fuerte, ahora dulce y ahora tronante. ¡Voluntad mía, cómo eres admirable! ¿Quién puede decir como Tú que ha amado a las criaturas? Mi misma Humanidad, ¡oh! cómo se queda atrás de Ti, Yo quedo eclipsado en Ti y Tú quedas en tu obrar que no tiene principio ni termina jamás, estás siempre en tu puesto de dar vida a todas las cosas creadas para llevar tu Vida a las criaturas. ¡Oh! si todos conocieran lo que Ella hace por ellas, cuánto ama a todas, cómo su soplo vital da vida a todas, ¡oh! cómo la amarían y todos estarían estrechados alrededor de mi Eterno Fiat para recibir la vida que les quiere dar. ¿Pero sabes tú hija mía por qué mi Supremo Querer se dejó dominante y como vida en todas las cosas creadas y en cada una de ellas a hacer su oficio distinto? Porque debía servir a Sí mismo, a su misma Voluntad que debía tener vida y dominio en la criatura, por la cual había creado todas las cosas. Ella hizo como un rey que queriendo formarse una habitación donde reinar y formar su morada, en ella forma tantas estancias, pone tantas luces, para hacer que no reine la oscuridad, pone muchas fuentecitas de agua fresquísima, para recreación pone música, hace rodear su habitación con amenos jardines, en suma, pone todo lo que puede hacerlo feliz y que es digno de su realeza. Ahora, como rey debe tener sus siervos, sus ministros, sus soldados.
¿Pero qué sucede? Estos desconocen al rey y en vez de dominar el rey, dominan los siervos, los ministros, los soldados, ¿cuál no será el dolor de este rey al ver que sus obras no le sirven a él, sino que con injusticia sirven a sus siervos y él mismo está obligado a hacer de siervo a sus siervos? Porque cuando un servicio, una obra sirve a sí misma, no se llama servidores. Ahora, mi Voluntad debía servirse a Sí misma en las criaturas y por eso se quedó más que noble Reina en todas las cosas creadas, para hacer que nada le faltara a su realeza de Reina en la criatura, no podía haber ningún otro que pudiera servir dignamente a mi Voluntad sino solamente mi misma Voluntad, ni se habría adaptado a hacerse servir por los siervos, porque ninguno habría tenido sus modos nobles y divinos para servirla. Ahora escucha el gran dolor de mi Suprema Voluntad, tú que eres su hija es justo que sepas los dolores de tu Madre, de tu Reina y de Aquella que es tu vida. Ella en la Creación hace de sierva a los siervos, sirve a la voluntad humana porque la mía no reina en las criaturas; cómo es duro servir a los siervos, y por tantos siglos. En cuanto el alma se sustrae de la mía para hacer la suya, pone en servidumbre a mi Voluntad en la Creación, por eso su dolor es grande, de Reina hacer de sierva, no hay quien pueda endulzar un dolor tan amargo. Si Ella continua estando en la Creación a servir a los siervos es porque espera a sus hijos, espera que sus obras sirvan a los hijos de su Eterno Fiat, que haciéndola reinar y dominar en sus almas la harán servir a su nobleza. ¡Oh! sí, sólo estos hijos le endulzarán un dolor tan prolongado y amargo, le enjugarán las lágrimas de tantos siglos de servidumbre, le restituirán los derechos de su realeza. Por eso es tan necesario hacer conocer mi Voluntad, lo que hace, lo que quiere, cómo Ella es todo y contiene todos los bienes, y su continuo dolor porque no la hacen reinar”.

(3) Ahora, después de esto mi mente ha quedado tan compenetrada por el dolor de la Suprema Voluntad, que continuando a estar delante a mi mente toda la Creación, con sumo dolor mío veía a esta noble Reina velada en cada una de las cosas creadas, que servía a todas las criaturas, hacía de sierva en el sol, sirviéndolas con darles la luz y el calor; hacía de sierva en el agua, con llevarla hasta los labios para quitarles la sed; hacía de sierva en el mar, para llevar los peces; hacía de sierva en la tierra con darles los frutos, alimentos de todo tipo, flores y tantas otras cosas; en suma, en todas las cosas estaba velada con tristeza, porque no era decoroso para Ella servir a las criaturas, más bien era inconveniente para su nobleza de Reina hacer de sierva a criaturas ingratas y perversas, que se servían de su servicio sin ni siquiera mirarla, sin decirle un gracias, ni retribuirla con alguna paga como se acostumbra hacer con los siervos. ¿Quién puede decir lo que yo comprendía sobre este dolor tan prolongado e intenso del Eterno Fiat? Pero mientras nadaba en este dolor, mi adorado Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome a Sí, todo ternura me ha dicho:
(4) “Hija mía, así como es muy doloroso y humillante para mi Suprema Voluntad hacer de sierva a las criaturas que no la hacen reinar en ellas, tanto más se sentirá glorificada y feliz en quien la hará reinar. Mírala en ti cómo es feliz de servirte, Ella reina en ti mientras escribes y se siente honrada, feliz de servirte al guiar tu mano mientras escribes, a fin de que escribas las palabras en el papel para hacerse conocer. Ella pone a servicio en tu mente su santidad para suministrarte las ideas, las palabras, los ejemplos más tiernos que se refieren a mi Supremo Querer, a fin de que se haga camino en medio de las criaturas para formar su reino. Ella sirve a tu vista para hacerte mirar lo que escribes, a tu boca para ponerte las palabras, a tu corazón para hacerlo palpitar de su mismo Querer. ¡Qué diferencia! Ella es feliz de servirte porque se sirve a Sí misma, sirve para formar su Vida, sirve a su conocimiento, a su Santidad, sirve para formar su reino. Mi Querer reina en ti mientras rezas y te sirve con darte el vuelo en Sí mismo para hacerte hacer sus actos y hacerte tomar posesión de sus bienes. Este modo de servir de mi Querer es glorioso, es triunfante, es dominante y sufriría sólo si el alma no se hiciera servir toda y en todo por Él”.

+ + + +

20-32
Diciembre 3, 1926

Lamentos con Jesús, Él la tranquiliza. La voluntad humana pone la distancia entre Dios y el alma. Cómo somos rayos de luz salidos de Dios. Cómo la prisión de Jesús es símbolo de
la prisión de la voluntad humana.

(1) Continuando mi habitual abandono en mi adorable Fiat Supremo, suspiraba con ansia a mi sumo Bien Jesús, y en aquella luz interminable del Eterno Querer, en que no se ven los confines, ni dónde comienzan, ni dónde terminan, era toda ojos para ver si podía descubrir a Aquél por quien tanto suspiraba, y Jesús para tranquilizar mis ansias ha salido de dentro de mi interior, y yo al verlo le he dicho: “Amor mío, cómo me haces esperar y suspirar tu regreso, esperas hasta que no puedo más, cómo se ve claro que no me quieres como antes, sin embargo me decías que me amarías cada vez más y que jamás habrías estado sin mí, y ahora me dejas a veces hasta por un día entero en poder del dolor y bajo el peso de tu privación, abandonada y toda sola”. Y Jesús interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te abatas, Yo no te dejo, tan es verdad, que es siempre de dentro de tu interior que salgo para entretenerme contigo, y si tú no siempre me ves, lo hago para darte el campo para seguir aquel acto único de mi Voluntad que contiene todos los actos juntos; no ves tú que la luz de mi Supremo Querer te corre dentro del corazón, de la boca, de los ojos, de las manos, de los pies, de todo tu ser, y eclipsándome en ti tú no

siempre me ves, porque Él siendo interminable, lo que no es mi misma Humanidad, tiene la fuerza de eclipsarme y Yo gozo de este eclipse de mi Supremo Querer, y desde dentro de ti misma veo tu vuelo, tus actos en el Fiat Divino. Si Yo me hiciera ver siempre, tú para entretenerte Conmigo y gozar de mi dulce y amable presencia te ocuparías de mi Humanidad, desahogarías tu amor Conmigo, como Yo contigo y no tendrías corazón de dejarme para seguir el vuelo de mi Voluntad en la Creación y en los mismos actos que hizo mi Humanidad en la Redención, por eso para hacerte cumplir la misión a ti confiada, para hacerte más libre, Yo estoy en ti como escondido para seguir tus mismos actos en el Eterno Fiat. ¿No recuerdas que esto fue dicho a mis mismos apóstoles, que era necesario que se separaran de mi Humanidad, que mucho amaban y que no sabían estar sin Ella? Tan es verdad, que mientras viví en la tierra no se alejaron de Mí para ir por todo el mundo a predicar el evangelio y a hacer conocer mi venida a la tierra, sino que después de mi partida al Cielo, investidos por el Espíritu Divino, tuvieron esta fuerza de dejar sus lugares para hacer conocer los bienes de la Redención y de poner aun la vida por amor mío. Así que mi Humanidad habría sido un estorbo a la misión de mis apóstoles. No digo que esto sea necesario contigo, porque entre tú y Yo no hay este estorbo, porque el impedimento sucede cuando dos seres son separables, pero cuando dos seres se han compenetrado tanto que uno vive en el otro, el impedimento termina, porque a donde va el uno se encuentra junto el otro, por lo tanto estando juntos no son necesarios esfuerzos para ir a donde se quiere, porque la persona amada está dentro de ella para seguirla a todas partes; digo sólo que es necesario frecuentemente el eclipse por la fuerte luz de mi Voluntad, que dominándote a ti y a mi misma Humanidad en ti, nos eclipsa y nos hace seguir sus actos. Esto no dice que no te amo más que antes y que Yo sé estar sin ti, todo lo contrario, mi Voluntad te da el amor eterno y completo de tu Jesús, y haciéndose muro a mi alrededor con su luz, no permite que ni siquiera un instante pueda alejarme de ti. ¿Sabes tú quién pone la distancia entre Dios y el alma? ¡La voluntad humana! Cada acto de ella es un paso de distancia entre el Creador y la criatura, cuanto más obra la voluntad humana, tanto más se aleja de Aquél que la ha creado, lo pierde de vista, desciende de su origen, rompe todo vínculo con la familia celestial. Supón un rayo de sol que se pudiera separar del centro de su esfera, conforme se aleja del sol así siente perder la luz, y si se aleja tanto de perder del todo la vista del sol, este rayo pierde toda la luz y se convierte en tinieblas; este rayo convertido en tinieblas siente en sí un movimiento, una vida, pero no es ya capaz de dar luz, porque no la posee, así que su movimiento, su vida, sólo es capaz de expandir densas tinieblas. Tales son las criaturas, rayos de luz salidos de la esfera del sol de la Divinidad, conforme se alejan de mi Voluntad se vacían de luz, porque a Ella era dado conservar la luz en estos rayos y por eso se convierten en tinieblas. ¡Oh, si todos conocieran qué significa no hacer mi Voluntad, cómo estarían atentos a no hacer entrar en ellos el veneno de la voluntad humana, destructor de todo bien!”
(3) Después de esto estaba siguiendo a mi apasionado Jesús en su dolorosa prisión, que estando atado a una columna, por el modo tan bárbaro como lo habían atado no podía estar firme, apoyado en la columna, sino que estaba suspendido, con las piernas dobladas atadas a ella y por tanto se tambaleaba ahora a la derecha, ahora a la izquierda. Y yo abrazándome a sus rodillas para hacerlo estar firme y reordenándole los cabellos todos revueltos que le cubrían hasta su rostro adorable, no faltándole ni siquiera los salivazos que tanto lo habían ensuciado. ¡Oh! cómo habría querido desatarlo para liberarlo de aquella posición tan dolorosa y humillante. Y mi prisionero Jesús todo afligido me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿sabes por qué permití ser puesto en la prisión en el curso de mi Pasión? Para liberar al hombre de la prisión de la voluntad humana. Mira cómo es horrenda mi prisión, era un pequeño lugar que servía para encerrar las inmundicias y excrementos de las criaturas, así que la peste era intolerable, la oscuridad era densa, no me dejaron ni siquiera una pequeña lamparita, mi posición era desgarradora, ensuciado de salivazos, con los cabellos revueltos, adolorido en todos los miembros, atado, ni siquiera derecho sino encorvado, no me podía ayudar en ningún modo, ni siquiera quitarme los cabellos de los ojos que me molestaban. Esta mi prisión es la verdadera similitud de la prisión que forma

la voluntad humana de las criaturas, la peste que exhala es horrible, la oscuridad es densa, muchas veces no les queda ni siquiera la pequeña lamparita de la razón, están siempre inquietas, trastornadas, ensuciadas por pasiones viles. ¡Oh! cómo hay que llorar sobre esta prisión de la voluntad humana, cómo sentí a lo vivo en esta prisión el mal que había hecho a las criaturas; fue tanto mi dolor que derramé amargas lágrimas y pedí a mi Celestial Padre que liberase a las criaturas de esta prisión tan ignominiosa y dolorosa. También tú pide junto Conmigo que las criaturas se liberen de su voluntad”.

+ + + +

20-33
Diciembre 6, 1926

Pacto entre Jesús y el alma. Cómo los actos sólo se pueden decir perfectos cuando reina la Voluntad Divina.

(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús parece que no me ha hecho esperar tanto su venida, es más, se ha entretenido largamente conmigo, cosa que no hacía desde hace mucho tiempo, porque ahora si viene es siempre muy breve su visita, no me da tiempo para poderle decir nada, sólo Él dice lo que quiere decirme, o bien habla con la luz interminable de su Querer, que habla tanto que Jesús queda eclipsado en esta luz y yo también y ambos nos perdemos de vista, porque aquella luz es tan fuerte y deslumbrante que la pequeñez y debilidad de mi vista no la puede sostener, y por lo tanto pierdo todo y aun a Jesús. Ahora, mientras se entretenía conmigo eran tales y tantos sus desvaríos de amor, que el corazón le latía muy fuerte y apoyando su pecho sobre el mío me hacía sentir sus latidos ardientes, y acercando sus labios a los míos vertía en mí parte de aquel fuego que lo quemaba, era un líquido que mientras era fuego líquido, era dulcísimo, pero de un dulce que no se sabe decir, pero en aquellos ríos que venían a mi boca, que como fuentecitas salían de su boca, había algún río amargo que la ingratitud humana mandaba hasta el corazón de mi dulce Jesús. Todo esto Jesús no lo había hecho desde hace mucho tiempo, mientras que antes lo hacía casi todos los días. Ahora, después de haber desahogado conmigo, después de haber vertido lo que tenía en su corazón santísimo, me ha dicho:
(2) “Hija mía, debemos hacer un pacto mutuo: Que tú no debes hacer nada sin Mí, y Yo no debo hacer nada sin ti”.
(3) Y yo: “Amor mío, es bello, me gusta este pacto, no hacer nada sin Ti, ¿y cuando Tú no vienes cómo le hago? Así que debo estar inactiva y sin hacer nada, y después Tú pones tu Voluntad en mí y yo no sé querer sino lo que quieres Tú, por lo tanto Tú vencerás siempre y harás lo que quieras y sin mí”. Y Jesús todo bondad ha continuado diciendo:
(4) “Hija mía, cuando no vengo no debes estar sin hacer nada, no, no, debes continuar haciendo lo que hemos hecho juntos, lo que te he dicho que quiero que tú hagas, esto no es hacer sin Mí, porque ya lo hicimos entre tú y Yo y queda como si siempre lo hicieras junto Conmigo, y además, ¿no quieres tú que venza siempre Yo? El vencer de tu Jesús es ganancia tuya, así que si tú vences pierdes, si pierdes vences. Pero está segura que Yo no haré nada sin ti, por eso he puesto en ti mi Querer, y junto con Él mi Luz, mi Santidad, mi Amor, mi Fuerza, a fin de que si quieres mi Luz, mi Santidad, mi Amor, mi Fuerza, domines en ellas y tomes la Luz que quieres, la Santidad, el Amor, la Fuerza que quieres poseer. Cómo es bello verte poseer mis dominios, que me hacen llegar a no hacer nada sin ti. Estos pactos los puedo hacer sólo en quien domina y reina mi Voluntad”.
(5) Después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Fiat Supremo, y pensaba entre mí que quería esconder mi pequeño amor, mi mezquina adoración y todo lo que yo pudiese hacer, en los primeros actos que hizo Adán cuando poseía la unidad de la luz de la Voluntad Divina y en los de la Mamá Reina, que fueron todos perfectos, y mi adorado Jesús ha agregado:

(6) “Hija mía, un acto solamente se puede llamar perfecto cuando encierra en sí todos los actos juntos, y sólo mi Voluntad encierra este acto perfecto, que mientras hace un acto solo, salen de este acto solo todos los actos posibles e imaginables que existen en el Cielo y en la tierra. Este acto solo de mi Querer es símbolo de una fuente, que mientras que la fuente es una, de ella brotan mares, ríos, fuego, luz, cielo, estrellas, flores, montes y tierra, de esta sola fuente sale todo. Ahora, Adán en el estado de inocencia y la Alteza de la Soberana Reina, poseyendo mi Voluntad, si amaban, en el amor encerraban la adoración, la gloria, la alabanza, la bendición, la oración; en el más pequeño de sus actos nada faltaba, corría la multiplicidad de las cualidades del acto solo de mi Supremo Querer, que haciéndoles abrazar todo en un acto daban a su Creador lo que le convenía, así que si amaban adoraban, y si adoraban amaban; los actos aislados que no abrazan todos los actos juntos no se pueden llamar perfectos, son actos mezquinos, que llevan mucho de voluntad humana. He aquí por qué sólo en el Fiat el alma puede encontrar la perfección verdadera en sus actos y ofrecer un acto divino a su Creador”.

+ + + +

20-34
Diciembre 8, 1926

Cómo quien vive en el Querer Divino es el eco, es el pequeño sol. Cómo estos escritos salen del corazón de Nuestro Señor. Las obras de Nuestro Señor son velos que esconden a la noble Reina de la Divina Voluntad.

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Eterno Querer y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú eres nuestro eco, conforme entras en nuestro Querer para amar, para alabar, para pedir que venga nuestro reino, así oímos en ti el eco de nuestro amor, el eco de nuestra gloria, el eco de nuestro Fiat que quiere venir a la tierra a reinar, que quiere que se le pida, que se le vuelva a pedir, que se le apresure para que venga a reinar como en el Cielo así en la tierra. Y conforme tú giras por toda la Creación para seguir en ella los actos del Supremo Querer, así oímos tu eco en el mar, en los valles, sobre los montes, en el sol, en el cielo, en las estrellas, en todo. Cómo es bello este eco, es nuestro eco que resuena en todas nuestras cosas; en este eco oímos el eco de nuestra voz, sentimos el movimiento de nuestras obras, el pisar de nuestros pasos, los movimientos, la pulsación de nuestro latido y Nosotros nos deleitamos tanto al ver tu pequeñez, que mientras haces el eco buscas imitar nuestra voz, copiar los movimientos de nuestras obras, hacer el mismo rumor de nuestros pasos, amar con nuestro latido”.
(3) Después suspirando ha agregado: “Hija mía, si el sol tuviera razón y viera una planta, un ser que quisiera llegar a ser sol, el sol concentraría toda su luz, su calor y todos sus efectos sobre este ser para hacerlo llegar a ser sol, y esto a pesar de que no negaría a los demás seres su luz y sus efectos, porque es de la naturaleza de la luz que dondequiera que se encuentre se expande y hace el bien a todos; pero sol se volvería el ser afortunado que recibiera todos los reflejos y todos los bienes juntos que el sol contiene. ¿Qué gloria, qué contento no recibiría el sol al poder formar otro sol? Toda la tierra, por tantos siglos, jamás le ha ofrecido tanta gloria, tanto amor, con recibir sus tantos efectos como este único ser que se ha cambiado en sol. El alma con vivir en nuestro Fiat no hace otra cosa que imitar a su Creador y el Sol Eterno concentra sobre de ella todos sus reflejos, de modo de llegar a ser el pequeño sol a semejanza del Sol Divino. ¿No fue propiamente esta nuestra finalidad y nuestro dicho: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza’? Hacerlo sin que nos debiese semejar y no debiese llevar en él la imagen de Aquél que lo había creado, no era ni decoroso ni digno de una obra de nuestras manos, ni hubiera sido potencia de aquel soplo regenerador que salió de nuestro seno, el generar un ser desemejante de Nosotros. ¿Qué se diría de una madre que generase no un niño que

tuviese ojos, boca, manos, pies y todos los miembros semejante a ella, a lo más un poco más pequeño en todos los miembros, pero sin faltarle nada de todos los órganos de la madre, sino que generase una planta, un pájaro, una piedra, cosas desemejantes de ella? Sería increíble, cosas contra natura e indignas de una madre, porque no habría sabido infundir en su parto su imagen y todos sus miembros. Ahora, si todas las cosas si generan, forman cosas similares a ellas, mucho más Dios, primer generador, formando a las criaturas era honor y gloria suya formarlas semejantes a Sí. Por eso hija mía, tu vuelo en mi Querer sea continuo a fin de que concentre sus rayos sobre ti, y dardeándote forme de ti su pequeño sol”.
(4) Después de esto me sentía como cansada y no me podía decidir a escribir lo que mi adorado Jesús me había dicho, y Jesús sorprendiéndome para darme voluntad y fuerza de hacerlo me ha dicho:
(5) “Hija mía, no sabes tú que estos nuestros escritos salen del fondo de mi corazón, y Yo hago correr en ellos la ternura de él para enternecer a aquellos que los leerán, la firmeza de mi hablar divino para reforzarlos en las verdades de mi Voluntad. En todos los dichos, verdades, ejemplos que te hago escribir en el papel, hago correr la dignidad de mi sabiduría celestial, de modo que aquellos que los leen o leerán, si están en gracia, sentirán en ellos mi ternura, la solidez de mi hablar y la luz de mi sabiduría que, como entre imanes quedarán atrapados en el conocimiento de mi Voluntad. Quienes no estén en gracia, no podrán negar que es luz, y la luz hace siempre bien, jamás hace mal, ilumina, calienta, hace descubrir las cosas más escondidas y mueve a amarlas, ¿quién puede decir que no recibe bien del sol? Ninguno. En estos escritos estoy poniendo más que un sol salido de mi corazón, a fin de que hagan bien a todos, por eso tengo tanto interés que tú escribas, por el gran bien que quiero hacer a la familia humana, tanto que los miro como escritos míos, porque siempre soy Yo quien dicta y tú la pequeña secretaria de la larga historia de mi Voluntad”.
(6) Luego estaba siguiendo en el Querer Divino todo lo que mi dulce Jesús había hecho estando en la tierra, en su Humanidad, y pedía en cada uno de sus actos que su Fiat sea conocido y que triunfante venga a reinar en medio de las criaturas, y mi sumo y único Bien, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(7) “Hija mía, así como toda la Creación es velo que esconde mi Voluntad, así mi Humanidad y todas mis obras, lágrimas y penas son tantos velos que esconden a mi Fiat Supremo, Él reinaba en mis actos, triunfante, dominante y ponía los fundamentos para venir a reinar en los actos humanos de las criaturas; ¿pero sabes tú quién rompe estos velos para hacerlo salir y dominar en el propio corazón? Quien lo reconoce en cada acto mío y lo invita a salir, éste rompe el velo de mis obras, entra dentro, reconoce a la noble Reina y le pide, la apura a no estar más escondida, y abriéndole el corazón la invita a entrar; rompe el velo de mis lágrimas, de mi sangre, de mis penas, el velo de los Sacramentos, el velo de mi Humanidad, y ofreciéndole su sujeción le ruega que no esté más velada, sino que se haga conocer Reina como es para tomar su dominio y formarse los hijos de su reino. He aquí por esto la necesidad que tú gires en nuestro Querer y en todas nuestras obras, para encontrar a la noble Reina de nuestra Voluntad escondida en ellas, para pedirle que se devele, que salga de sus apartamentos, a fin de que todos la conozcan y la hagan reinar”.

+ + + +

20-35
Diciembre 10, 1926

Cómo la Voluntad Divina es un acto continuado que jamás cesa. La Virgen se hizo dominar por este acto y formó en sí su Vida. Cómo en las fiestas de Ella en el Cielo se festeja a la Divina Voluntad.

(1) Mi pobre mente nadaba en el mar interminable del Eterno Querer, y mi adorable Jesús hacía ver como el prodigio más grande es que su Santísima Voluntad, mientras era tan inmensa se restringía en la criatura, quedando inmensa, para dominarla y formar su Vida en ella. La criatura que quedaba sumergida bajo el acto continuado de esta Voluntad Divina era el milagro de los milagros y el prodigio jamás visto. Y el amable Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija amadísima de mi Querer, tú debes saber que sólo mi Eterno Querer tiene un acto continuado que jamás cesa, este acto está lleno de vida y por eso da vida a todo, conserva todo y mantiene el equilibrio a Sí mismo y a todas las cosas. Sólo Él puede gloriarse de poseer este acto continuo de dar siempre vida, de amar siempre, siempre, sin cesar un instante. Mi misma Humanidad si posee este acto continuado es porque en Ella corría este acto continuado del Fiat Supremo; ¿cuánto duró la Vida de mi Humanidad sobre la tierra? Poquísimo; en cuanto cumplí lo que era necesario para la Redención partí a mi Patria Celestial, si bien quedaron mis actos, pero estos quedaron porque estaban animados por el acto continuado de mi Voluntad. En cambio mi Voluntad no parte jamás, está siempre en su puesto, perseverante, sin que jamás interrumpa su acto de vida sobre todo lo que de Ella ha salido. ¡Oh! si mi Voluntad partiera de la tierra y de todas las cosas creadas, todas las cosas perderían la vida y se resolverían en la nada, porque mi Voluntad sobre la nada creó todas las cosas y les dio vida, así que retirándose todas perderían la existencia. Ahora, ¿quieres tú saber quién fue Aquélla que se hizo dominar por este acto continuo de mi Querer Supremo, y que no dando jamás vida al suyo, recibió este acto continuo de Vida de Voluntad Divina, en modo de formar en Ella una Vida toda divina y a semejanza de su Creador? Fue la Celestial y Soberana Reina, Ella desde el primer instante de su Inmaculada Concepción recibió este acto de Vida de Voluntad Divina, para recibirlo continuamente en toda su vida. Esto fue el prodigio más grande, el milagro jamás visto: ‘La Vida de la Voluntad Divina en la Emperatriz del Cielo’. Porque un acto solo de Vida de este Fiat puede hacer salir cielos, soles, mares, estrellas y todo lo que quiera, así que todos los actos humanos puestos de frente a un solo acto de Vida de esta mi Voluntad, son como tantas gotas de agua que se pierden en el océano, como pequeñas llamitas delante al sol, como átomos en el gran espacio del universo. Imagina tú misma qué posee la Alteza de la Inmaculada Reina, con esta vida de acto continuo de Voluntad Divina formada en Ella, esto fue el verdadero milagro, el prodigio jamás visto, que la pequeñez de la Soberana Celestial encerraba en Sí una Vida Divina, una Voluntad inmensa y eterna, que posee todos los bienes posibles e imaginables. Por eso en todas las fiestas con las cuales la Iglesia honra a mi Mamá, todo el Cielo festeja, glorifica, alaba, agradece a la Suprema Voluntad, porque ven en mi Mamá su Vida, causa primaria por la que obtuvo al suspirado Redentor, y porque este Fiat tuvo vida, dominó y reinó en Ella, ellos se encuentran en posesión de la Jerusalén Celestial. Fue propiamente la Voluntad Divina que formó su Vida en esta excelsa criatura que les abrió el Cielo cerrado por la voluntad humana, por eso con justicia mientras festejan a la Reina, festejan al Supremo Fiat que la hizo Reina, reinó en Ella y formó su Vida y es causa primaria de su eterna felicidad. Por eso una criatura que hace dominar a mi Voluntad y le da campo libre de formar su Vida en ella, es el más grande de los prodigios, puede mover Cielo y tierra, hasta al mismo Dios, como si nada hiciera, mientras hace todo y sólo ella puede hacer surgir las cosas más importantes, destruir todos los obstáculos, afrontar todo, porque una Voluntad Divina reina en ella. Y así como para conseguir la Redención se necesitaba toda la Potencia del Fiat habitante en la criatura, para formarla se necesitaba mi Humanidad que la poseía, así para conseguir que venga el reino de mi mismo Fiat se necesita otra criatura que lo haga habitar en ella, que le dé campo libre de formar su Vida, a fin de que mi mismo Querer por medio de ella cumpla el único y el más importante prodigio: ‘Que venga a reinar como en el Cielo así en la tierra’. Y por eso, siendo la cosa más grande, que pondrá el equilibrio divino en la familia humana, por eso cosas grandes hago en ti, concentro en ti todo lo que es necesario y decoroso que se sepa de este reino mío, el gran bien que quiere dar, la felicidad de aquellos que vivirán en Él, su larga historia, su prolongado dolor de tantos siglos, que

mientras quiere venir a reinar en medio a las criaturas para volverlas felices, ellas no le abren las puertas, no lo suspiran, no lo invitan, y mientras está en medio de ellas no lo conocen. Sólo una Voluntad Divina podía soportar con paciencia tan invicta el estar en medio de ellas, darles vida y no ser ni siquiera conocida. Mi Voluntad es grande, interminable e infinita, y donde Ella reina quiere hacer cosas dignas de su grandeza, de su santidad y potencia que contiene. Por eso sé atenta hija mía, no se trata de una cosa cualquiera, de formar una santidad, sino se trata de formarle un reino a mi Voluntad adorable y Divina”.

+ + + +

20-36
Diciembre 12, 1926

Lamento de Jesús en su Pasión al ver repartidos sus vestidos y sorteada su túnica. Adán antes de pecar estaba vestido de luz y en cuanto pecó sintió la necesidad de cubrirse.

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Fiat Supremo, y mi adorado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en mi Pasión hay un lamento mío que me salió con inmenso dolor desde el fondo de mi corazón desgarrado, porque repartieron mis vestidos y mi túnica se la jugaron a la suerte. Cómo me fue doloroso el ver repartidos mis vestidos entre mis mismos verdugos y echada a juego mi túnica; era el único objeto que Yo poseía, que me había dado con tanto amor mi Mamá doliente, y ahora no sólo me han despojado de ella, sino que hicieron de ella un juego. ¿Pero sabes tú que me traspasó mayormente? En aquellos vestidos se me hizo presente Adán, vestido con el vestido de la inocencia y cubierto con la túnica indivisible de mi Suprema Voluntad. La increada Sabiduría al crearlo hizo más que una madre amorosísima, lo vistió más que con una túnica con la luz interminable de mi Voluntad, vestido no sujeto a descomponerse, ni a dividirse ni a consumirse, vestido que debía servir al hombre para conservar la imagen de su Creador, sus dotes recibidas, y que debía volverlo admirable y santo en todas sus cosas, y no sólo esto, sino que lo recubrió con la sobrevestidura de la inocencia. Y Adán dividió en el Edén con sus pasiones los vestidos de la inocencia y se jugó la túnica de mi Voluntad, vestido incomparable y de luz deslumbrante. Esto que hizo Adán en el Edén, se repitió ante mis ojos en el monte Calvario al ver repartidos mis vestidos y sorteada mi túnica, símbolo de la vestidura real dada al hombre, mi dolor fue intenso, tanto que por ello di un lamento. Se me hizo presente cuando las criaturas, haciendo su voluntad, hacen un juego de la mía, y también cuantas veces dividen con sus pasiones los vestidos de la inocencia. Todos los bienes son encerrados en el hombre en virtud de esta vestidura real de la Divina Voluntad; puesta a juego ésta, él queda descubierto, pierde todos los bienes, porque le falta la vestidura que los tenía encerrados en él. Así que a los tantos males que hacen las criaturas con hacer su propia voluntad, agregan el mal irreparable de jugarse la vestidura real de mi Voluntad, vestidura que no podrá ser sustituida por ninguna otra”.
(3) Después de esto mi dulce Jesús me hacía ver que ponía mi pequeña alma dentro de un sol, y con sus santas manos me tenía firme en aquella luz, la cual cubriéndome toda dentro y fuera, yo no podía, ni sabía ver otra cosa que luz, y mi adorado Bien ha agregado:
(4) “Hija mía, al crear al hombre la Divinidad lo ponía en el Sol de la Divina Voluntad, y en él a todas las criaturas, este Sol le servía de vestidura no sólo al alma, sino que sus rayos eran tantos, que cubrían también el cuerpo, de modo que le servía más que vestidura, para volverlo tan adornado y bello, que ni reyes ni emperadores han aparecido jamás tan adornados como aparecía Adán con esta vestidura de luz fulgidísima. Se equivocan aquellos que dicen que Adán antes de pecar estaba desnudo, falso, falso, si todas las cosas creadas por Nosotros están todas adornadas y vestidas, él que era nuestro

joyel, la finalidad por la cual todas las cosas fueron creadas, ¿no debía tener la más bella vestidura y el más bello atavío entre todas? Por eso a él le convenía la bella vestidura de la luz del Sol de nuestra Voluntad, y como poseía esta vestidura de luz no tenía necesidad de vestidos materiales para cubrirse. En cuanto se sustrajo del Fiat Divino, se retiró la luz del alma y del cuerpo y perdió su hermosa vestidura, y no viéndose más circundado de luz se sintió desnudo, y avergonzándose al verse solamente él desnudo en medio de todas las cosas creadas, sintió la necesidad de cubrirse y se sirvió de las cosas superfluas, de las cosas creadas, para cubrir su desnudez. Tan es verdad esto, que después de mi sumo dolor de ver divididas mis vestiduras y echada a suerte mi túnica, al resucitar mi Humanidad no tomé otras vestiduras, sino que me vestí con la vestidura brillantísima del Sol de mi Querer Supremo; era aquella misma vestidura que poseía Adán cuando fue creado, porque para abrir el Cielo, mi Humanidad debía llevar la vestidura de la luz del Sol de mi Supremo Querer, vestidura real, que dándome los distintivos de rey y el dominio en mis manos, abrí el Cielo a todos los redimidos y presentándome ante mi Celestial Padre le ofrecí las vestiduras íntegras y bellas de su Voluntad con las cuales estaba cubierta mi Humanidad, para hacerle reconocer a todos los redimidos por hijos nuestros. Así que mi Voluntad, mientras es vida, es al mismo tiempo la verdadera vestidura de la creación de la criatura y por esto tiene todos los derechos sobre de ella, ¿pero cuánto no hacen ellas para huir de dentro de esta luz? Por eso tú sé firme en este Sol del Eterno Fiat y Yo te ayudaré a mantenerte en esta luz”.
(5) Entonces yo al oír esto le he dicho: “Mi Jesús y mi Todo, ¿cómo es esto? si Adán en el estado de inocencia no tenía necesidad de vestidos porque la luz de tu Voluntad era más que vestido, sin embargo la Soberana Reina, que poseía íntegra tu Voluntad, Tú mismo que eras la misma Voluntad, sin embargo ni la Mamá Celestial ni Tú llevabais los vestidos de luz, y los dos os servíais de vestiduras materiales para cubriros, ¿cómo queda esto?” Y Jesús prosiguió diciendo:
(6) “Hija mía, tanto Yo como mi Mamá vinimos a hermanarnos con las criaturas, vinimos a levantar a la humanidad caída y por lo tanto a tomar sus miserias y humillaciones en las cuales había caído para expiarlas a costa de la propia vida; si nos hubieran visto vestidos de luz, ¿quién habría osado acercarse y tratar con Nosotros? Y en el curso de mi Pasión,
¿quién hubiera osado tocarme? La luz del Sol de mi Querer los habría cegado y derribado por tierra, por lo tanto debí hacer un milagro más grande escondiendo esta luz en el velo de mi Humanidad y aparecer como uno de ellos, porque esta mi Humanidad representaba no a Adán inocente, sino a Adán caído, y por lo tanto debía sujetarme a todos sus males, tomándolos sobre de Mí como si fuesen míos para expiarlos delante de la Divina Justicia. En cambio cuando resucité de la muerte, y que representaba a Adán inocente, al nuevo Adán, hice cesar el milagro de tener escondida en el velo de mi Humanidad las vestiduras del radiante Sol de mi Querer y quedé vestido de luz purísima, y con esta vestidura real y deslumbrante hice mi ingreso en mi Patria, quedando las puertas abiertas, que hasta aquel punto habían estado cerradas, para hacer entrar a todos aquellos que me habían seguido. Por eso con no hacer nuestra Voluntad, no hay bien que no se pierda, no hay mal que no se adquiera”.

+ + + +

20-37
Diciembre 15, 1926

La notita de amor. Cómo cada acto de Voluntad de Dios hecho por la criatura es un acto de más de bienaventuranza.

(1) Estaba siguiendo mi giro en la Creación para seguir a la Voluntad Suprema en todas las cosas creadas, pero mientras esto hacía pensaba en mi mente: “¿Qué bien hago, qué gloria doy a este Fiat adorable al recorrer, como pasando lista, todas las cosas creadas,

para poner en ellas aunque sea un pequeño te amo mío? Quién sabe si no es una pérdida de tiempo lo que hago”. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué dices? Con mi Voluntad no se pierde jamás el tiempo, más bien siguiéndola se gana el tiempo eterno. Ahora tú debes saber que cada cosa creada contiene un deleite, distinto el uno del otro, y estos deleites fueron puestos por Nosotros porque debían servirnos para deleitarnos a Nosotros y a la criatura. Ahora, en cada cosa creada corre nuestro amor, y conforme tú pasas en ellas así haces correr la notita del tuyo;
¿no quieres tú entonces, a tanto amor nuestro poner tus pequeñas notas, tus puntos, tus comas, tus cuerditas que digan amor, que armonizando con el nuestro formen el deleite por Nosotros querido para Nosotros y para ti? Un deleite se disfruta más cuando hay compañía, el aislamientos hace morir el gusto, así que con tu compañía que nos haces girando en la Creación, nos haces recordar nuestros tantos deleites que fueron puestos por Nosotros en cada cosa creada, nos haces revivir nuestros gustos, y mientras tú nos deleitas a Nosotros, Nosotros te deleitamos a ti. Y además, ¿quieres acaso también tú dejar aislada a nuestra Voluntad? No, no, conviene que la pequeña hija no deje jamás sola a su Madre, que esté siempre en sus rodillas para seguirla en todos sus actos”.
(3) Después de esto mi pobre mente nadaba en el mar inmenso del Eterno Fiat, y mi amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, entre tantas cualidades y prerrogativas que contiene mi Querer, contiene un acto jamás interrumpido de beatitud, y el alma, por cuantos actos hace en Él, tantos actos de beatitud distintos toma en su alma. Así que por cuantos actos de más hace en este Fiat, tanto más se vuelve propietaria y forma un capital más grande en ella de estas beatitudes, las cuales le dan suma paz en la tierra, y en el Cielo sentirá todos los efectos y gozos de estas beatitudes que se han formado en ella. Mira, la cosa es como connatural, mientras tú estás en la tierra, mi Voluntad en el Cielo hace salir de Sí un acto siempre nuevo de beatitudes infinitas, ahora, ¿quién toma este acto nuevo suyo que jamás cesa? Los santos, los ángeles, que viven en el Cielo de Voluntad Divina. Ahora, quien está en el exilio y vive en Ella, no es justo que pierda todos estos actos de beatitud, sino que con justicia son puestos como en reserva en su alma, a fin de que cuando parta a su Patria Celestial se los goce todos juntos, para ponerse al nivel de los demás de recibir aquel acto nuevo de beatitud jamás interrumpido. ¿Ves entonces qué significa hacer un acto de más
o un acto de menos en mi Voluntad? Es tener tantos actos de más de beatitud, por cuantas veces de más ha hecho mi Voluntad, y perderlos por cuantas veces ha hecho la suya. Y no sólo toma tantos actos de beatitud, sino tantos actos de santidad, de ciencia divina, tantos actos distintos de belleza, de amor, por cuantas veces ha hecho mi Voluntad. Y si siempre ha estado en mi Eterno Fiat, tendrá en sí la santidad que semeja a su Creador, ¡oh! cómo será bella, en esta afortunada criatura se oirán en el Cielo el eco de nuestras beatitudes, el eco de nuestra Santidad, el eco de nuestro amor, en suma, habrá sido nuestro eco en la tierra y nuestro eco en la Patria Celestial”.

+ + + +

20-38
Diciembre 19, 1926

En la Creación la Divinidad bilocó su Voluntad. Naturaleza de Ella: La felicidad. Cómo se constituyó acto de todo.
Posesión que quiere dar a la criatura.

(1) Continúo mi estado de abandono en el Supremo Querer, y mientras giraba con mi mente en toda la Creación para seguirlo en todas las cosas creadas y hacer una mi voluntad con la suya, para formar un acto solo con el suyo, mi siempre amable Jesús deteniéndome me ha dicho:

(2) “Hija mía, la Divinidad al hacer salir fuera la Creación bilocó su Voluntad, una quedó dentro de Ellos, para su régimen, alegría, felicidad, contentos y beatitudes innumerables e infinitas que poseemos, porque nuestra Voluntad tiene el primer puesto en todos nuestros actos; la otra Voluntad nuestra bilocada salió fuera de Nosotros en la Creación, para darnos también externamente honores y gloria divinos, felicidad y alegrías innumerables. Porque nuestra Voluntad, las alegrías, la felicidad, las beatitudes, las posee como dotes propias, es naturaleza suya y si no sacara de Sí estas beatitudes y contentos innumerables que posee, sería para Ella una cosa contra su naturaleza. Ahora, la Majestad Suprema con hacer salir nuestra Voluntad bilocada en toda la Creación, para constituirla vida y acto de cada cosa creada, sacó fuera de Sí innumerables riquezas, beatitudes y alegrías sin número, que sólo la Potencia del Eterno Fiat podía conservar, mantener el régimen, para no dejarles perder jamás su integridad y belleza. Ahora, todas estas propiedades salidas de Nosotros, mientras nos glorificaban dándonos la gloria de tantos actos continuos y divinos por cuantas cosas creadas salieron a la luz, eran establecidas como propiedad de las criaturas, porque unificando su voluntad a la nuestra debían tener su acto en cada acto de Ella, de manera que así como debíamos tener el acto divino de nuestra Voluntad en cada cosa creada, debíamos tener el acto de la criatura transfundido como si fuera uno solo, con esto venía a conocer sus riquezas, y conociéndolas las amaría y adquiría el derecho de poseerlas. ¿Cuántos actos divinos no hace mi Supremo Querer en cada cosa creada, que la criatura no conoce ni siquiera la antesala de estos actos? ¿Y si no los conoce cómo puede amarlos y poseerlos si son para ella desconocidos? Así que todas las riquezas, las felicidades, los actos divinos que hay en toda la Creación, para las criaturas están inactivos y sin vida, y si alguna cosa reciben, no es como propiedad sino como efecto de la bondad suprema que da siempre de lo suyo, aun a quien no tiene derecho de posesión lo da como limosna, otros lo toman como usurpación, porque para poseer estos bienes que el Padre Celestial ha puesto fuera en la Creación, la criatura debe hacer su camino, debe elevarse a la unión de aquella Voluntad Divina, para trabajar junto con Ella, hacer los mismos actos, conocerlos para hacerlos, de modo de poder decir: ‘Lo que hace Ella, hago yo’. Con esto adquiere el derecho de posesión en todos los actos de esta Suprema Voluntad, y cuando dos voluntades forman una sola, el mío y el tuyo no existe más, sino que con derecho lo que es mío es tuyo y lo que es tuyo es mío. Esta es la causa por la que mi Supremo Querer te llama, te espera en cada cosa creada para hacerte conocer las riquezas que hay en ellas, para hacerte repetir junto con Ella sus actos divinos y darte el derecho de la posesión, tú misma te conviertes en cosa suya, quedas perdida en sus inmensas riquezas y en sus mismos actos, y ¡oh! cómo goza el Fiat Divino al hacerte propietaria de sus inmensas riquezas. Es tanto el deseo que tiene de constituir sus herederas, que se siente doblemente feliz cuando ve a quien conoce sus posesiones, que hace suyo su acto divino, que a pesar de que vio que el hombre con sustraerse de su Voluntad perdió el camino para llegar a poseer estos sus dominios, no se detuvo, sino que en el exceso de su amor y de su prolongado dolor al ver inactivas sus riquezas para el bien de las criaturas, en cuanto el Verbo Eterno se vistió de carne humana se constituyó vida de cada acto suyo para formar otros bienes para ellas, ayudas poderosas y remedios eficaces, más al alcance de la humanidad caída, para realizar la finalidad de hacerles poseer lo que ha sido puesto fuera en la Creación. No hay cosa que salga de Nosotros sin esta finalidad, que la criatura y todo regresen en nuestro Querer, si esto no fuese nos volveríamos extraños a nuestras obras. Así que la Creación, la Redención hija mía, la finalidad primaria, es que todo sea Voluntad nuestra, en el Cielo y en la tierra; por eso Ella corre por doquier, por todas partes se encuentra para hacer todo suyo y dar todo lo que a Ella pertenece. Por eso sé atenta en seguir nuestras obras, apaga este deseo tan insistente de mi Supremo Querer, que quiere que haya quien posea sus bienes”.

+ + + +

20-39

Diciembre 22, 1926

Señales de que pertenecemos a la Familia Celestial. Dios acostumbra hacer sus obras primero al tú por tú con una criatura; así hizo con su Mamá. Cómo Jesús por cuanto más grande es una obra que hace, tanto más pone en ella la imagen de la unidad Divina.

(1) Estaba pensando en el Fiat Supremo, y rogaba a mi dulce Jesús que me diera una gracia tan grande, de hacerme cumplir en todo y por todo su Santísima Voluntad y de hacerla conocer al mundo entero, a fin de que fuera reintegrado en la gloria que las criaturas le niegan. Ahora, mientras esto y otras cosas pensaba, el dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿cuál es la finalidad por la que quieres que mi Voluntad sea cumplida en ti y sea conocida por todos?”
(3) Y yo: “Lo quiero porque Tú lo quieres, lo quiero para que se establezca el orden divino y tu reino sobre la tierra, lo quiero para que la familia humana no viva más como extraña a Ti, sino que se vincule de nuevo a la Familia Divina de donde tuvo su origen”. Y Jesús suspirando ha agregado:
(4) “Hija mía, tu finalidad y la mía es única. Cuando un hijo tiene la misma finalidad que el padre, quiere lo que el padre quiere, no hace jamás morada en casa de otros, trabaja en los campos de su padre, si se encuentra con personas habla de la bondad, del ingenio, de las grandes finalidades de su padre. De este hijo se dice que ama, que es copia perfecta de su padre, que se ve claramente por todos lados que pertenece a aquella familia, que es hijo digno que lleva en sí con honor la generación de su padre. Estas son las señales si se pertenece a la Familia Celestial: Tener mi misma finalidad, querer mi misma Voluntad, morar en Ella como en casa propia, trabajar para hacerla conocer; si habla no sabe decir otra cosa que lo que se hace y se quiere en nuestra Familia Celestial, esta criatura se conoce a claras notas y por todos lados y con razón, con justicia y con derecho que es hija que nos pertenece, que es una de nuestra familia, que no ha degenerado de su origen, que conserva en sí la imagen, los modos, la conducta, la Vida de su Padre, de Aquél que la ha creado. Así que tú eres una de mi familia, y por cuanto más haces conocer mi Voluntad, tanto más te distingues delante al Cielo y a la tierra que eres hija que nos perteneces. En cambio cuando no se tiene la misma finalidad, poco o nada mora en el palacio real de nuestra Voluntad, va siempre girando, ahora a una habitación, ahora a un vil tugurio, va siempre vagando en el exterior de las pasiones, haciendo actos indignos de su familia, si trabaja es en campos extraños, si habla no resuena jamás sobre sus labios el amor, la bondad, el ingenio, las grandes finalidades de su Padre, así que en toda su conducta no se conoce de hecho que pertenece a su familia, ¿se puede llamar a éste, hijo de su familia? Y si salió de esa familia, es hijo degenerado que ha roto todos los vínculos y las relaciones que lo ataban a su familia. Por eso sólo quien hace mi Voluntad y vive en Ella puede llamarse hijo mío, miembro de mi familia Divina y Celestial; todos los demás son hijos degenerados y como extraños a nuestra familia. He aquí por qué cuando tú te ocupas de mi Fiat Divino, si hablas, si giras en Él, nos pones en fiesta, porque sentimos que es una que nos pertenece, sentimos que es nuestra hija que habla, que gira, que trabaja en el campo de nuestro Querer, y a los hijos se les dejan las puertas abiertas, ninguna habitación se cierra para ellos, porque lo que es del Padre es de los hijos, y en los hijos se pone la esperanza de una larga generación del Padre, así Yo he puesto en ti la esperanza de la larga generación de los hijos de mi Eterno Fiat”.
(5) Mi mente seguía pensando en la Voluntad Suprema y decía entre mí: “¿Pero cómo puede ser que por mí sola, que este pequeño ser tan insignificante, que no soy buena para nada, que no tengo ni dignidad, ni autoridad, ni superioridad, pueda imponerme, difundirme, hablar para hacer conocer este Sol del Querer Divino y así poder formar los hijos de su generación?” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús interrumpió mi pensamiento y saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:

(6) “Hija mía, es mi costumbre hacer mis obras más grandes primero al tú por tú con una sola criatura, en efecto, una fue mi Mamá y con Ella sola desarrollé todo el obrar y el gran portento de mi Encarnación, ninguno entró en nuestros secretos, ni penetraron en el sagrario de nuestras habitaciones para ver lo que pasaba entre Yo y la Soberana Celestial, ni Ella ocupaba en el mundo puesto de dignidad y de autoridad, porque Yo al elegir no veo jamás las dignidades ni superioridades, sino que veo al pequeño individuo en el cual puedo mirar mi Voluntad, que es la dignidad y la autoridad más grande, la alteza de la pequeña niña de Nazaret, y a pesar que no tenía ni puesto, ni dignidad, ni superioridad en el bajo mundo, pero como poseía mi Voluntad, de Ella pendía Cielo y tierra, en sus manos estaba la suerte del género humano, estaba la suerte de toda mi gloria que debía recibir de toda la Creación; así que bastó que en mi elegida, en mi única elegida fuese formado el misterio de la Encarnación para que los demás pudieran recibir el bien de ésta. Una fue mi Humanidad y de ésta salió la generación de los redimidos. Por eso basta formar en una todo el bien que se quiere, para poder hacer salir la generación de ese bien, así como basta una semilla para poder multiplicar mil y mil veces la generación de aquella semilla, por eso toda la potencia, la virtud, la habilidad que es necesaria a una virtud creadora, está en formar la primera semilla, formada la primera es como levadura para formar la generación de ellas. Así me basta un alma sola, que dándome libertad absoluta de encerrar en ella todo el bien que quiero y de hacerme formar en ella el Sol del Fiat Supremo, este Sol lanzará sus rayos sobre la superficie de la tierra y formará la generación de los hijos de mi Querer.
(7) Ahora tú debes saber que todas nuestras obras más grandes llevan en sí la imagen de la unidad divina, y cuanto más bien están destinadas a hacer, tanto más bien encierran de esta unidad suprema. Mira, también en la Creación existen estas semejanzas de la unidad divina, que mientras son obras únicas, hacen más bien que el bien que hace la multiplicidad de todas nuestras otras obras juntas; mira bajo la bóveda del cielo, uno es el sol, ¿pero cuántos bienes no contiene? ¿Cuántos no hace a la tierra? Se puede decir que la vida de la tierra depende del sol, mientras es uno abraza con su luz a todos y a todo, lleva todo en su regazo de luz y da a cada cosa un acto distinto, según la variedad de las cosas que inviste comunica la fecundidad, el desarrollo, el color, la dulzura, la belleza, sin embargo el sol es uno, mientras que las estrellas son muchas, pero no hacen el gran bien que hace el sol a la tierra a pesar de que es uno. La potencia de un acto único animado por la potencia creadora es incomprensible y no hay bien que de éste no pueda salir, puede cambiar la faz de la tierra, de árida y desierta, en primavera florida; el cielo es uno y por eso se extiende por doquier; el agua es una, y si bien parece dividida en diferentes puntos de la tierra formando mares, lagos, ríos, sin embargo al descender del cielo, desciende en forma única y no hay punto de la tierra donde el agua no resida. Así que las cosas creadas por Nosotros que llevan en ellas la imagen de la unidad divina, son las que hacen más bien, son las más necesarias y sin ellas la tierra no podría tener vida. Por lo tanto hija mía, no pienses que estás sola, es la unidad de una obra grande que debo desarrollar en ti, no pienses en que no tienes dignidad y autoridad externa, esto no dice nada, mi Voluntad es más que todo, su luz parece muda, pero en su mutismo inviste las inteligencias y hace hablar con tal elocuencia de asombrar a los más doctos y reducirlos al silencio. La luz no habla, pero hace ver, hace conocer las cosas más escondidas; la luz no habla, pero con su manso y dulce calor calienta, ablanda las cosas más duras, los corazones más obstinados; la luz no contiene ninguna semilla, ninguna materia, todo es puro en ella, no se ve otra cosa que una ola de luz refulgente, argentina, pero se sabe infiltrar tanto que hace generar, desarrollar, fecundar las cosas más estériles. ¿Quién puede resistir a la fuerza de la luz? Ninguno, aun los ciegos, si no la ven sienten su calor, los mudos, los sordos sienten y reciben el bien de la luz. Ahora, ¿quién podrá resistir a la luz de mi Eterno Fiat? Todos sus conocimientos serán más que rayos de luz de mi Querer, que golpearán la superficie de la tierra e infiltrándose en los corazones llevarán el bien que contiene y sabe hacer la luz de mi Voluntad. Pero estos rayos deben tener su esfera de donde partir, deben estar concentrados en un punto solo del cual partir para formar el alba,

el día, el medio día y el atardecer en los corazones, para resurgir de nuevo. Por tanto la esfera, el punto solo eres tú, los rayos concentrados en ella son mis conocimientos que darán la fecundidad a la generación de los hijos del reino de mi Voluntad. Por eso te repito siempre, sé atenta, para hacer que ninguno de mis conocimientos quede perdido, perderías un rayo de dentro de tu esfera, y ni siquiera tú puedes comprender todo el bien que contiene, porque cada rayo contiene su especialidad del bien que deben hacer a los hijos de mi Querer, y me privarías a Mí de la gloria de aquel bien de mis hijos, y te privarías también a ti de la gloria de expandir un rayo de luz de más de tu esfera”.

+ + + +

20-40
Diciembre 24, 1926

Lamentos y dolores por la privación de Jesús. Penas de Jesús en el seno materno. Quien vive en el Querer Divino es como miembro vinculado con la Creación.

(1) Me sentía toda en ansias porque mi dulce Jesús no venía, pero mientras deliraba decía desatinos y en la fuerza de mi dolor repetía siempre: “Jesús, cómo has cambiado, jamás hubiera creído que llegarías a privarme tan largamente de Ti”. Pero mientras desahogaba mi dolor, el dulce Jesús ha venido como pequeño niño, y arrojándose en mis brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, dime, ¿y tú has cambiado? ¿Amas tal vez a algún otro? ¿No quieres hacer más mi Voluntad?”
(3) Estas preguntas de Jesús me tocaron a lo vivo y disgustada he dicho: “Jesús, ¿qué quieres decir con esto? No, no, no he cambiado, ni amo ni conozco otro amor, y amo más bien morir antes que no hacer tu Santísima Voluntad”. Y Jesús dulcemente ha agregado:
(4) “¿Así que no has cambiado? Y bien hija mía, si no has cambiado tú, que tienes una naturaleza sujeta a cambiarse, ¿podría cambiar Yo que soy el irremovible? Tu Jesús no cambia, está segura de eso, ni puede cambiarse”.
(5) Yo he quedado confundida y no supe qué decir, y Él todo bondad ha agregado:
(6) “¿Quieres ver cómo estaba en el seno de mi Mamá Soberana y lo que en él sufría?”
(7) Ahora, mientras esto decía se ha puesto dentro de mí, en medio de mi pecho, extendido, en un estado de perfecta inmovilidad, sus piecitos y manitas estaban tan tiesos e inmóviles que daban piedad, le faltaba el espacio para moverse, para abrir los ojos, para respirar libremente, y lo que más desgarraba era verlo en acto de morir continuamente. Qué pena ver morir a mi pequeño Jesús, yo me sentía puesta junto con Él en el mismo estado de inmovilidad. Entonces, después de algún tiempo el niñito Jesús estrechándome a Sí me ha dicho:
(8) “Hija mía, mi estado en el seno materno fue dolorosísimo, mi pequeña Humanidad tenía el uso perfecto de razón y de sabiduría infinita, por lo tanto desde el primer instante de mi concepción comprendía todo mi estado doloroso, la oscuridad de la cárcel materna, no tenía ni siquiera un hueco por donde entrara un poco de luz. ¡Qué larga noche de nueve meses! La estrechez del lugar que me obligaba a una perfecta inmovilidad, siempre en silencio, no me era dado gemir, ni sollozar para desahogar mi dolor, cuántas lágrimas no derramé en el sagrario del seno de mi Mamá sin hacer el mínimo movimiento, y esto era nada, mi pequeña Humanidad había tomado el empeño de morir tantas veces, para satisfacer a la Divina Justicia, por cuantas veces las criaturas habían hecho morir la Voluntad Divina en ellas, haciendo la gran afrenta de dar vida a la voluntad humana, haciendo morir en ellas una Voluntad Divina. ¡Oh! cómo me costaron estas muertes; morir y vivir, vivir y morir, fue para Mí la pena más desgarradora y continua, mucho más que mi Divinidad, si bien era Conmigo una sola cosa e inseparable de Mí, al recibir de Mí estas satisfacciones se ponía en actitud de justicia, y si bien mi Humanidad era santa y también

era la lamparita delante al Sol inmenso de mi Divinidad, Yo sentía todo el peso de las satisfacciones que debía dar a este Sol Divino y la pena de la decaída humanidad que en Mí debía resurgir a costa de tantas muertes mías. Fue el rechazar la Voluntad Divina dando vida a la propia lo que formó la ruina de la humanidad decaída, y Yo debía tener en estado de muerte continua a mi Humanidad y voluntad humana, para hacer que la Voluntad Divina tuviera vida continua en Mí para extender ahí su reino. Desde que fui concebido, Yo pensaba y me ocupaba en extender el reino del Fiat Supremo en mi Humanidad, a costa de no dar vida a mi voluntad humana, para hacer resurgir a la humanidad decaída, a fin de que fundado en Mí este reino, preparase las gracias, las cosas necesarias, las penas, las satisfacciones que se necesitaban para hacerlo conocer y fundarlo en medio de las criaturas. Por eso todo lo que tú haces, lo que hago en ti para este reino, no es otra cosa que la continuación de lo que Yo hice desde que fui concebido en el seno de mi Mamá. Por eso si quieres que desenvuelva en ti el reino del Eterno Fiat, déjame libre y no des jamás vida a tu voluntad”.
(9) Después de esto seguía mis actos en el Eterno Querer y el dulce Jesús ha agregado:
(10) “Hija mía, mi Voluntad es el alma y toda la Creación es el cuerpo de Ella, y como el alma es una en el cuerpo, una su voluntad, en cambio el cuerpo tiene tantos diversos sentidos, que como tantas diferentes teclas, cada una hace su tonadita y ejercita cada miembro su oficio distinto; pero hay tal orden y armonía entre ellos, que cuando un miembro ejercita su oficio, todos los demás miembros están atentos al miembro obrante, y sufren juntos si ese miembro sufre, y gozan si goza, porque una es la voluntad que los mueve, una es la fuerza que poseen. Así es toda la Creación, es como cuerpo animado por mi Voluntad, y a pesar de que cada cosa creada hace su oficio distinto, están tan unidas entre ellas, que son más que miembros al cuerpo; y siendo sólo mi Voluntad la que las anima y domina, una es la fuerza que poseen. Ahora, quien hace mi Voluntad y vive en Ella, es un miembro que pertenece al cuerpo de la Creación, y por eso posee la fuerza universal de todas las cosas creadas, ni siquiera excluida la de su Creador, porque mi Voluntad circula en las venas de toda la Creación más que sangre en el cuerpo, sangre pura, santa y vivificada de luz, que llega a espiritualizar el mismo cuerpo. El alma está toda atenta a toda la Creación para hacer lo que Ella hace, para estar en comunicación con todos sus actos, y toda la Creación está atenta al alma para recibir sus actos, porque este es el oficio de este miembro en medio de ella, es tan bella su cancioncita que todos están atentos a escucharla, por eso el vivir en mi Querer es la suerte más feliz e indescriptible, sus actos, su punto de partida es siempre para el Cielo, su vida está en medio de las esferas”.

+ + + +

20-41
Diciembre 25, 1926

Cómo el Niño Jesús se hizo ver apenas nacido a su Mamá. Luz que exhalaba el Niño, que daba a todos el anuncio y saludo de su llegada a la tierra. Diferencia entre la gruta y la prisión de la Pasión.

(1) Estaba con ansia esperando al niñito Jesús, y después de muchos suspiros finalmente ha venido y arrojándose como pequeño niño en mis brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres ver cómo me vio mi inseparable Mamá cuando salí del seno materno? Mírame y ve”.
(3) Yo lo he mirado y lo veía pequeño niño, de una inaudita belleza, atrayente; de toda su pequeña Humanidad, de los ojos, de la boca, de las manos y pies salían rayos brillantísimos de luz que no sólo lo envolvían a Él, sino que se alargaban tanto de poder herir cada corazón de criatura, como para darles el primer saludo de su venida a la tierra, el primer toquido para llamar a los corazones, para que le abrieran y pedirles un albergue en

ellos, aquel llamado era dulce pero penetrante, pero como era llamado de luz no hacía ruido, pero se hacía oír más fuerte que cualquier rumor. Así que en aquella noche todos sentían una cosa insólita en sus corazones, pero poquísimos fueron los que lo abrieron para darle un pequeño alojo. Y el tierno infante al no sentirse correspondido en el saludo, ni abiertos los corazones ante sus repetidos llamados, comenzó su llanto con los labios lívidos y temblorosos por el frío, sollozaba, gemía y suspiraba, pero mientras la luz que salía de Él hacía todo esto con las criaturas, recibiendo los primeros rechazos, con su Mamá Celestial, apenas salido de su seno, se arrojó en sus brazos maternos para darle el primer abrazo, el primer beso, y como sus pequeños brazos no alcanzaban a abrazarla toda, la luz que salía de sus manitas la rodeó toda, de modo que Madre e Hijo quedaron investidos por la misma luz. ¡Oh! cómo la Mamá Reina correspondió al Hijo con su abrazo y beso, de modo que quedaron tan estrechados juntos, que parecían fundidos el uno en la otra. Con su amor recambió el primer rechazo recibido por Jesús por parte de los corazones de las criaturas, y el amado y cariñoso niñito depositó en el corazón de su Mamá su primer acto de nacer, sus gracias, su primer dolor, para hacer que lo que se veía en el Hijo se pudiese ver en su Mamá.
(4) Después de esto el gracioso niñito ha venido en mis brazos y estrechándome fuerte, fuerte, sentía que Él entraba en mí y yo en Él, y después me ha dicho:
(5) “Hija mía, te he querido abrazar como abracé a mi amada Mamá apenas nacido, a fin de que también tú recibas mi primer acto de nacer y mi primer dolor, mis lágrimas, mis tiernos gemidos, a fin de que te muevas a compasión de mi estado doloroso de mi nacimiento. Si no tuviese a mi Mamá en la cual depositar todo el bien de mi nacimiento y fijar en Ella la luz de mi Divinidad, que Yo, Verbo del Padre contenía, no habría encontrado ninguno, ni en dónde depositar el tesoro infinito de mi nacimiento, ni dónde fijar la luz de mi Divinidad que de mi pequeña Humanidad traslucía. Por eso ve cómo es necesario que cuando se decide por la Majestad Suprema hacer un gran bien a las criaturas, que puede servir como bien universal, que escojamos una sola para darle tanta Gracia para poder recibir en sí todo aquel bien que deben recibir todos los demás, porque si los demás no lo reciben todo o en parte, nuestra obra no queda suspendida y sin su fruto, pues el alma elegida recibe en ella todo aquel bien, y nuestra obra recibe la correspondencia del fruto, así que mi Mamá fue no sólo la depositaria de mi Vida, sino de todos mis actos. Por eso en todos mis actos primero veía si los podía depositar en Ella y después los hacía, así que en Ella deposité mis lágrimas, mis gemidos, el frío y las penas que sufrí, y Ella hacía eco a todos mis actos y con incesantes agradecimientos recibía todo; había una competencia entre Madre e Hijo, Yo a dar y Ella a recibir. En esta mi pequeña Humanidad al hacer su primer ingreso sobre la tierra, mi Divinidad quiso traslucirse fuera de Ella para girar por todas partes y hacer la primera visita sensible a toda la Creación, cielos y tierra, todos recibieron esta visita de su Creador, fuera del hombre; jamás habían recibido tanto honor y gloria como cuando vieron en medio de ellos a su Rey, a su Hacedor, todos se sentían honrados porque debían servir a Aquél del cual habían recibido la existencia, por eso todos hicieron fiesta. Por eso mi nacimiento, por parte de mi Mamá y de toda la Creación, me fue de gran alegría y gloria; por parte de las criaturas me fue de gran dolor. He aquí por qué he venido a ti, para sentirme repetir las alegrías de mi Mamá y depositar en ti el fruto de mi nacimiento”.
(6) Después de esto estaba pensando cómo era infeliz aquella gruta donde el niñito Jesús había nacido, cómo estaba expuesta a todos los vientos, al frío, de hacer temblar por el frío, en vez de hombres había bestias que le hacían compañía. Por eso pensaba cuál podría ser más infeliz y dolorosa, la prisión de la noche de su Pasión o la gruta de Belén. Y mi dulce niño ha agregado:
(7) “Hija mía, no se puede comparar la infelicidad de la prisión de mi Pasión con la gruta de Belén. En la gruta tenía a mi Mamá junto, en alma y cuerpo estaba junto Conmigo, por lo tanto tenía todas las alegrías de mi amada Mamá y Ella tenía todas las alegrías de Mí, Hijo suyo, que formaban nuestro Paraíso. Las alegrías de Madre con poseer al Hijo son grandes, las alegrías de poseer una Madre son más grandes aún; Yo encontraba todo en

Ella y Ella encontraba todo en Mí; además estaba mi amado padre San José que me hacía de padre, y Yo sentía todas las alegrías que él sentía por causa mía. En cambio en mi Pasión fueron interrumpidas todas nuestras alegrías, porque debíamos dar lugar al dolor, y sentíamos entre Madre e Hijo el gran dolor de la cercana separación, al menos sensible, que debía suceder con mi muerte. En la gruta las bestias me reconocieron y honrándome buscaban calentarme con su aliento, en la prisión ni siquiera los hombres me reconocieron y para insultarme me cubrieron de salivazos y de oprobios, por eso no hay comparación entre la una y la otra”.

+ + + +

20-42
Diciembre 27, 1926

Quien no hace la Voluntad Divina es como si quisiera rasgar la luz y formarse las tinieblas. El verdadero bien debe tener su principio en Dios. Quien vive en el Supremo Querer recibe
en sí el equilibrio de Él y se encuentra en toda la Creación haciendo vida junto con Él.

(1) Mientras mi mente nadaba en el Sol del Eterno Querer, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la afrenta que hace la criatura con no hacer mi Voluntad es grande. ¡Ella es más que luz solar, invade a todos y todo, no pueden huir de Ella, de su luz interminable! Ahora, la criatura con hacer su voluntad quiere rasgar esta luz y en ella forma las tinieblas, pero la mía se levanta y hace su curso de luz dejando a la criatura en las tinieblas de su voluntad. ¿No se le diría loco y que haría un gran mal a quien rasgase la luz del sol y se formara una larga noche? Pobrecito, moriría de frío no recibiendo más el calor de la luz del sol, moriría de aburrimiento no pudiendo más obrar faltándole el bien de la luz, moriría de hambre no teniendo ni luz ni calor para hacer crecer las plantas y fecundar su pequeño terreno cubierto por las tinieblas de su voluntad, se diría de él: ¡Mejor que jamás hubiese nacido un ser tan infeliz! Todo esto sucede al alma que hace su voluntad, por eso el mal que es más deplorable es el no hacer mi Voluntad, porque quitada Ella se muere de frío para todos los bienes celestiales, muere de aburrimiento, de cansancio, de debilidad, porque falta mi Voluntad que hace surgir la alegría, la fuerza y la vida del obrar Divino, muere de hambre porque falta su luz que hace crecer las plantas y fecundar el pequeño terreno del alma, para formar el alimento por medio del cual debe vivir. Las criaturas creen que no es un gran mal el no hacer mi Voluntad, mientras que esto encierra todos los males juntos”.
(3) Después de esto ha agregado: “Hija mía, todo bien, para ser verdadero bien, debe tener su principio en Dios, así que el amor, el hacer el bien, el sufrir, el heroísmo de aquellos que se dan hasta la muerte para alcanzar una meta, el estudio de las ciencias sagradas y profanas, en suma, todo lo que no tiene principio en Dios, infla a la criatura, la vacía de gracia, y todos estos bienes que no tienen principio en Dios, que comienzan con principio humano, son como obras llevadas por el viento impetuoso, que con su fuerza reduce a polvo ciudades, villas, cosas suntuosas y de ellas hace un montón de ruinas.
¿Cuántas veces un viento impetuoso destruye, echa por tierra las obras más bellas de arte, de ingenio, haciéndose con esas obras tan alabadas y admiradas, con su furor, un juego?
¿Cuántas veces el viento impetuoso de la propia estima, de la propia gloria, el viento furioso de agradar a las criaturas, derrumban las obras más bellas, y Yo siento la nausea de ese mismo bien? Por eso no hay remedio más eficaz, más apropiado, que más previene, que impide el furor de estos vientos en el alma, que la fuerza, el eclipse de la luz de mi Voluntad. Donde está esta fuerza, este eclipse de luz divina, estos vientos vienen impedidos de soplar, y la criatura vive bajo el influjo vital de una Voluntad Divina, de modo que se ve en todos sus actos, pequeños y grandes, el sello del Fiat, así que su movimiento

es: ‘Lo quiere Dios, lo quiero yo, y si no lo quiere, tampoco lo quiero yo’. Además de esto mi Voluntad mantiene el equilibrio perfecto en toda la Creación, mantiene el equilibrio del amor, de la bondad, de la misericordia, de la fortaleza, de la potencia y hasta de la justicia, por eso cuando oyes de flagelos y desgracias, no es otra cosa que efecto de mi Voluntad equilibrada, que por cuanto ama a la criatura no está sujeta a desequilibrarse, de otra manera sería defectuosa y débil si perdiera su equilibrio. Porque aquí está todo el orden y santidad de Ella: En su perfecto equilibrio, siempre igual, sin cambiarse jamás.
(4) Ahora hija mía, primogénita de mi Querer, escucha una cosa bella sobre mi Fiat Supremo, el alma que vive en Él y lo hace reinar para hacerle formar su reino, mi Voluntad, bilocándose, transfiere en ella su perfecto equilibrio. Así que el alma se siente equilibrada en el amor, en la bondad, en la misericordia, en la fuerza, potencia y justicia. Y como la Creación es vastísima, donde mi Querer ejercita en cada una de las cosas su acto distinto de equilibrio, ahora el alma poseyendo este su equilibrio, mi Voluntad la eleva, la engrandece tanto, de hacerle encontrar en todos sus actos el equilibrio de la una y de la otra, la unifican y las vuelven inseparables; así que la criatura se encuentra en el sol para hacer los actos equilibrados que mi Querer hace en él, se encuentra en el mar, en el cielo, en la florecita que se abre para exhalar junto su perfume; en el pajarillo que canta para alegrar toda la Creación con el equilibrio de la alegría; se encuentra en el furor del viento, del agua, de las tempestades por el equilibrio de la justicia; en suma, mi Voluntad no sabe estar sin esta criatura, son inseparables y hacen vida juntas. ¿Y te parece poco que el alma pueda decir: ‘Yo estoy extendida en el cielo para conservarlo para bien de mis hermanos, estoy en el sol para hacer germinar, para fecundar, dar luz y preparar el alimento a todo el género humano’, y así en todo lo demás? ¿Quién puede decir: ‘Amo a mi Dios como se ama a Sí mismo y amo a todos y hago todo el bien que hace mi Creador a toda la familia humana’? Sólo quien recibe este equilibrio del Fiat Divino y lo hace reinar en ella”.

+ + + +

20-43
Diciembre 29, 1926

Cómo en la Humanidad de Nuestro Señor fue formada la nueva creación del reino de la Voluntad Suprema.

(1) Mi dulce Jesús al venir se hacía ver que llevaba en medio de su pecho un Sol, muy estrechado entre sus brazos y acercándose a mí ha tomado aquel Sol de en medio de su pecho y con sus manos me lo ha puesto en medio del mío, después me ha tomado mis manos entre las suyas y las ha cruzado apretadamente sobre aquel Sol diciéndome:
(2) “Este Sol es mi Voluntad, tenlo estrechado, no lo dejes jamás escapar, porque Él tiene el poder de convertirte a ti y todos tus actos en luz, de modo de incorporarte toda en Él, hasta formar un solo Sol”.
(3) Después de esto estaba pensando en todo lo que mi dulce Jesús había hecho en su venida a la tierra para la Redención, para unirme a sus actos y pedirle por amor de sus mismos actos que hiciera conocer su Voluntad para hacerla reinar, y mi adorado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, en cuanto mi Humanidad fue concebida, así comencé una nueva creación, para extender el Reino de mi Voluntad sobre todos los actos que hacía mi Humanidad. Todos mis actos que hacía dentro y fuera de mi Humanidad, estaban animados por una Voluntad Divina que contenía la potencia creadora, y por eso mis actos recibían la nueva creación y se convertían en actos de Voluntad Divina, y Yo extendía en mi interior y en todos mis actos externos su Reino. En efecto, ¿quién destruyó y rechazó este Reino de mi Voluntad en el hombre? Su voluntad humana, que rechazándola de sí no se dejó dominar, animar por la mía, sino que se hizo dominar y animar por la suya y ahí formó el reino de las

miserias, de las pasiones y de las ruinas. Ahora, mi Humanidad antes que todo debía rehacer y volver a llamar a este Reino del Querer Supremo en Mí, en mi naturaleza humana, para poderme disponer a formar la Redención y así poder dar al género humano los remedios para salvarse. Si no hubiese puesto a salvo en Mí este Reino, no le hubiese dado sus derechos de dominio, no habría podido formar el bien de la Redención; mi Voluntad Divina habría sido inexorable en cederme sus bienes si no hubiera tenido primero el derecho de formar su Reino en Mí, y después, como segundo acto, me cedía los remedios para salvar a las criaturas. Así que mi Voluntad Suprema se ponía en actitud de acción en todos mis actos, Ella dominaba y triunfante investía con su potencia creadora mis lágrimas y gemidos infantiles, mis suspiros, latidos, pasos, obras, palabras y penas, en suma, todo, y conforme los investía los embellecía con su luz interminable y formaba la nueva creación de su Reino en todos mis actos, por eso por cada cosa de más que Yo hacía, el Fiat Divino agrandaba los confines de su Reino en mi Humanidad. Ahora, si la Creación fue llamada de la nada y fue formada sobre la base de mi palabra creadora que dijo y creó, mandó y todas las cosas tomaron su puesto de orden y de armonía, en cambio en la creación del Reino de mi Supremo Querer no se contentó con la nada para formarlo, sino que quiso como garantía de seguridad, la base, los fundamentos, los muros y todos los actos y penas de mi Humanidad Santísima para formar la creación de su Reino. Ve entonces cuánto costó este reino de mi Querer, con cuánto amor lo desarrollé en Mí, por eso este reino existe, no queda más que hacerlo conocer para hacer salir en campo todos los bienes que contiene. Por eso lo que quiero de ti, es que así como mi Humanidad dejó libre a mi Voluntad para hacerle formar su Reino, así tú me dejes libre, no te opongas en nada, a fin que no encontrando en ti ninguna oposición, mis actos corran en ti y tomen su puesto de honor, se alineen todos ordenados para continuar en ti la vida del Reino de mi Voluntad”.
(5) Después de esto mi dulce Jesús como relámpago huyó y yo quería seguirlo, pero con suma amargura mía veía en aquel relámpago que debían venir enfermedades contagiosas que estarán en casi todas las naciones, sin excluir nuestra Italia, parecía que muchos morían por ellas, hasta llegar a despoblar las casas, en algunas naciones atacaba más fuerte el flagelo, pero casi todas serán tocadas, parece que se dan la mano en ofender al Señor, y Nuestro Señor castiga a todos con los mismos flagelos, pero espero que quiera aplacarse, así los pueblos sufrirán menos.

+ + + +

20-44
Enero 1, 1927

La voluntad del alma como regalo de año nuevo para el niño Jesús. Cómo toda su vida fue símbolo y llamada de la Voluntad Divina.
Cómo el medio para apresurar el Reino de su Voluntad son los conocimientos.

(1) (Estaba meditando sobre el año viejo que llegaba a su fin y sobre el nuevo que surgía)
(2) Mi estado continúa en el vuelo de la luz del Querer Divino y rogaba al gracioso Niñito que así como moría el año viejo, sin renacer más, así hiciera morir mi voluntad sin hacerla revivir más, y que como regalo de año nuevo me diera su Voluntad así como yo le hacía el don, como regalo, de la mía, para ponerla como escabel a sus tiernos piecitos, a fin de que no tuviera otra vida sino sólo su Voluntad. Ahora, mientras esto y otras cosas decía, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(3) “Hija de mi Querer, cómo amo, quiero, deseo que tu querer tenga fin en ti. ¡Oh! cómo acepto tu regalo de fin de año, cómo me será agradable el tenerla como suave escabel a mis pies, porque la voluntad humana mientras está en la criatura, fuera de su centro que es

Dios, es dura, pero cuando regresa a su centro de donde salió y sirve como escabel a los pies de tu Niñito Jesús, se vuelve blanda y me sirve para entretenerme, ¿no es justo que siendo Yo pequeño tenga una diversión, y en medio de tantos dolores, privaciones y lágrimas tenga tu voluntad que me haga sonreír? Ahora, tú debes saber que quien pone fin a su voluntad, regresa a su principio, de donde salió, y comienza en ella la vida nueva, la vida de luz, la vida perenne de mi Voluntad. Mira, cuando Yo vine a la tierra quise dar muchos ejemplos y semejanzas de cómo quería que tuviera fin la voluntad humana: Quise nacer a media noche para dividir la noche de la voluntad humana con el brillante día de la mía, y si bien a media noche la noche sigue, no termina, pero es principio de un nuevo día, y mis ángeles para hacer honor a mi nacimiento y para indicar a todos el día de mi Voluntad, llenaron de alegría y felicidad, de media noche en adelante, en la bóveda de los cielos, nuevas estrellas, nuevos soles, hasta hacer cambiar la noche en día, era el homenaje que los ángeles daban a mi pequeña Humanidad, donde residía el pleno día del Sol de mi Voluntad Divina y la llamada a la criatura al pleno día de Ella. Pequeño aún me sometí al durísimo corte de la circuncisión, que me hizo verter por el dolor amargas lágrimas, no sólo a Mí, sino que junto Conmigo lloraron mi Mamá y el amado San José; era el corte que Yo quería dar a la voluntad humana, a fin que en aquel corte hicieran correr la Voluntad Divina para que no tuviera más vida una voluntad dividida, sino sólo la mía, que había corrido en aquel corte a fin de que comenzara nuevamente su Vida. Pequeño aún quise huir a Egipto, una voluntad tirana, inicua, quería asesinarme, símbolo de la voluntad humana que quiere matar la mía, y Yo huí para decir a todos: ‘Huyan de la voluntad humana si no quieren que sea asesinada la mía’. Toda mi vida no fue otra cosa que la llamada de la Voluntad Divina en la humana. En Egipto vivía como un extraño en medio de aquel pueblo, símbolo de mi Voluntad, que la tienen como extraña en medio de ellos, y símbolo de que quien quiere vivir en paz y unido con la mía, debe vivir como extraño a la voluntad humana, de otra manera habrá siempre guerra entre la una y la otra, son dos voluntades irreconciliables. Después de mi exilio volví a mi patria, símbolo de mi Voluntad que después de su largo exilio de siglos y siglos volverá a su amada patria en medio de sus hijos para reinar, y a medida que Yo pasaba estas circunstancias en mi Vida, así formaba su Reino en Mí y la llamaba con plegarias incesantes, con penas y lágrimas a venir a reinar en medio de las criaturas. Regresé a mi patria y viví oculto y desconocido,
¡oh! cómo esto simboliza el dolor de mi Voluntad, que mientras vive en medio de los pueblos, vive desconocida y escondida, y Yo imploraba con mi ocultamiento que la Suprema Voluntad fuera conocida, a fin de que recibiera el homenaje y la gloria a Ella debidos. No hubo cosa hecha por Mí que no simbolizara un dolor de mi Voluntad, la condición en la cual la ponen las criaturas y una llamada que Yo hacía para restituirle su Reino. Y esto quiero que sea tu vida, la llamada continua del Reino de mi Voluntad en medio a las criaturas”.
(4) Después de esto estaba girando por toda la Creación para llevar junto conmigo el cielo, las estrellas, el sol, la luna, el mar, en suma, todo, a los pies del niñito Jesús para pedirle todos juntos que la venida de este Reino de su Voluntad a la tierra llegara pronto, y en mi deseo le decía: “Mira, no estoy yo sola en pedirte, sino que te ruega el cielo con las voces de todas las estrellas, el sol con la voz de su luz y de su calor, el mar con su murmullo, todos te piden que venga tu Querer a reinar sobre la tierra, ¿cómo puedes resistirte y no escuchar tantas voces que te ruegan? Son voces inocentes, voces animadas por tu misma Voluntad que te piden”. Ahora, mientras esto decía, mi pequeño Jesús ha salido de dentro de mi interior para recibir el homenaje de toda la Creación y escuchar su mudo lenguaje, y estrechándome a Sí me ha dicho:
(5) “Hija mía, el medio más fácil para apresurar la venida de mi Voluntad a la tierra son los conocimientos de Ella. Los conocimientos llevan luz y calor al alma y forman en ella el acto primero de Dios, en el que la criatura encuentra el primer acto para modelar el suyo, si no encuentra ese primer acto, la criatura no tiene virtud de formar su primer acto, por lo tanto faltarían los actos, las cosas de primera necesidad para formar este Reino. Mira entonces qué significa un conocimiento de más sobre mi Voluntad: Llevando en sí el acto

primero de Dios, llevará consigo una fuerza magnética, un imán potente para atraer a las criaturas a repetir el acto primero de Dios; con su luz llevará el desengaño de la voluntad humana; con su calor ablandará los corazones más duros para plegarse delante a este acto divino y se sentirán atraídos a quererse modelar en este acto. Por eso por cuantos más conocimientos manifiesto sobre mi Voluntad, tanto más pronto se apresura el Reino del Fiat Divino sobre la tierra”.

+ + + +

20-45
Enero 4, 1927

Cómo cada acto nuevo de Voluntad Divina lleva una nueva Vida Divina. Cómo quien oye la verdad y no la quiere llevar a cabo queda quemado.
Trabajo de la Divina Voluntad en las almas.

(1) Mi pobre corazón ahora gemía y ahora agonizaba por el dolor de la privación de mi querido y amado Jesús. Las horas me parecen siglos y las noches interminables sin Él, el sueño huye de mis ojos, si al menos pudiera dormir, pues así se adormecería mi intenso dolor, quizá me traería un pequeño alivio, pero qué, en vez de dormir me hago toda ojos, y ojos abiertos, no cerrados, ojos mis pensamientos que quieren correr para ver dónde se encuentra Aquél que busco y no encuentro; ojo mi oído para oír al menos el ligero golpe de sus pasos, el eco dulce y suave de su voz; mis ojos miran, a lo mejor puedan ver al menos el relámpago de su venida fugaz. ¡Oh cómo me cuesta su privación, cómo suspiro su regreso! Ahora, mientras me encontraba entre las ansias de quererlo, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y se hacía ver dentro de mí, sentado junto a una mesita de luz, todo ocupado y atento a ver todo el orden de lo que Él había manifestado sobre su Santísima Voluntad, si todo estaba escrito, si faltaba alguna cosa, y hasta dónde debía llegar para completar todo lo que respecta a su Santísima Voluntad, todo lo que se refería a su Querer, las palabras, los conocimientos, en manos de Jesús tomaban la imagen de rayo de luz, los cuales Él ordenaba sobre esa mesita de luz, y estaba tan absorto y ocupado que por cuanto yo decía, lo llamaba, no me ponía atención. Entonces yo he hecho silencio, contentándome con estar cerca y mirarlo. Después de un largo silencio me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando se trata de cosas que se refieren a mi Querer, cielos y tierra están silenciosos y reverentes para ser espectadores de un acto nuevo de esta Voluntad Suprema, cada acto nuevo de Ella lleva a todos una Vida Divina de más, una fuerza, una felicidad, una belleza raptora. Por eso la Voluntad Divina obrante que pone fuera de Sí un acto suyo, es la cosa más grande que puede existir en el Cielo y en la tierra; cielos nuevos, soles más bellos pueden salir de un acto de más de mi Voluntad. Por eso cuando se trata de Ella, Yo y tú debemos poner todo a un lado y ocuparnos sólo del Eterno Fiat. No se trata de reordenar en ti una voluntad humana, una virtud cualquiera, sino que se trata de reordenar una Voluntad Divina y obrante, por eso se necesita demasiado, y Yo, estando ocupado en cosas que más me corresponden y que llevarán el gran bien de un acto nuevo de esta Suprema Voluntad, no hago caso de tus llamadas, porque cuando se trata de hacer lo más, las cosas menores se hacen a un lado”.
(3) Después de esto estaba siguiendo a mi apasionado Jesús en la Pasión, y habiendo llegado al punto cuando Herodes lo acosaba a preguntas y Él callaba, pensaba entre mí: “Si Jesús hubiese hablado tal vez aquél se hubiera convertido”. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, Herodes no me preguntó para conocer la verdad sino para curiosear y burlarse de Mí, y si Yo hubiese respondido habría hecho burla de él, porque cuando falta la voluntad de conocer la verdad y de llevarla a cabo, falta el humor en el alma para recibir el calor que lleva consigo la luz de mis verdades; este calor no encontrando la humedad para hacer germinar y fecundar la verdad, quema de más y hace secar el bien que puede

producir. Sucede como al sol, que cuando no encuentra la humedad en las plantas, su calor sirve para secar y quemar la vida de las plantas, pero si encuentra humedad hace prodigios, por eso la verdad es bella, es amable, es la restauradora y fecundadora de las almas, con su calor y luz forma prodigios de desarrollo, de gracias y de santidad, pero esto para quien ama conocerla para hacerla; pero para quien no ama hacerla, la verdad se burla de ellos en vez de quedar burlada”.
(5) Después de esto, mientras escribía sentía tal desfallecimiento de fuerzas que lo hacía trabajosamente, no me sentía poner las palabras por Jesús para facilitármelo, ni la plenitud de la luz mental que cual mar se hace en mi mente, que debo contentarme con tomar pocas gotas de luz para escribir sobre el papel, de otro manera si quisiera poner todo, haría como una persona que va en el mar y quisiera tomar toda el agua del mar en su mano, por cuanta tome, toda le escapa, en cambio si toma pocas gotas puede tener éxito en llevarlas consigo. Así que todo era fatiga en mí, en el alma, en el cuerpo, en todo. Entonces sintiéndome tan mal pensaba entre mí: “Tal vez no es más Voluntad de Dios que yo escriba, de otra manera me habría ayudado como las otras veces, en cambio es tanta la fatiga, el esfuerzo que debo hacer, que no puedo seguir adelante, por eso si Jesús no lo quiere, tampoco yo lo quiero”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, quien debe poseer el Reino de mi Voluntad no sólo la debe hacer y debe vivir en Ella, sino que debe sentir y sufrir lo que siente y sufre mi Voluntad en las almas; lo que tú sientes no es otra cosa que la condición en la cual se encuentra en las criaturas, cómo corre fatigosamente, cuántos esfuerzos no debe hacer para subyugar a las criaturas para hacerlas hacer su Voluntad, como la tienen reprimida en la suya le quitan lo más bello de su Vida en ellos, cual es su energía, su alegría, su fuerza, y es obligada a obrar bajo la presión de una voluntad humana, melancólica, débil e inconstante. ¡Oh! bajo qué pesada opresión, amarga, aplastante, tienen a mi Voluntad las criaturas, ¿no quieres tú tomar parte en sus penas? Hija mía, tú debes ser como una tecla, para que mi Voluntad, cualquier sonido que quiera hacer, tú debes prestarte a formar ese sonido que quiere hacer, y cuando haya formado en ti todos los sonidos que Ella posee, sonidos de alegría, de fortaleza, de bondad, de dolor, etc., su victoria de haber formado en ti su Reino será completa. Por eso piensa más bien que es una tonada diversa y distinta que quiere hacer en ti, es una tecla de más que quiere agregar en tu alma, porque en el Reino del Fiat Supremo quiere encontrar todas las notas del concierto musical de la Patria Celestial, a fin de que ni siquiera la música falte en su Reino”.

+ + + +

20-46
Enero 6, 1927

El alma que vive en el Querer Divino es siempre igual a sí misma. El orden de la Providencia en la Encarnación y en las manifestaciones de los Santos Magos.

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Supremo Querer y mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y extendiéndome los brazos me abrazaba, pero me estrechaba tan fuerte a Él, que quedaba toda cubierta por Jesús y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no estoy contento si no te veo toda cubierta de Mí, y tan perdida en Mí, que no se reconozca más a ti en ti, sino sólo a Mí en ti”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, quien vive en mi Voluntad es siempre igual a sí misma, sus actos simbolizan la luz que se difunde de igual manera atrás, adelante, a la derecha y a la izquierda, a lo más si contiene más fuerza de luz se ensancha de más, pero siempre se difunde igual al agrandar la circunferencia de luz en torno a sí. Ahora, los actos hechos en mi Querer, simbolizando la luz, en cuanto el acto de la criatura entra en Él

abraza el pasado, el presente y el futuro, y no careciendo de plenitud de luz se expande por doquier y toma como de un solo golpe a todos en la circunferencia de su luz interminable. Por eso para quien vive en el Fiat Divino, ninguno puede decir, por cuanto bien haga, yo soy semejante a ti, sólo ella puede decir, yo soy semejante a Aquél que me ha creado, lo que hace Él hago yo, una es la luz que nos inviste, una es la fuerza, una es la Voluntad”.
(4) Después de esto estaba pensando en los Santos Magos cuando visitaron al niñito Jesús en la gruta de Belén, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(5) “Hija mía, mira el orden de mi Providencia Divina: Para el gran portento de mi Encarnación elegí y me serví de una Virgen, humilde, pobre; por custodio que me hacía de padre, al virgen San José, tan pobre que tenía necesidad de trabajar para mantenernos la vida. Mira cómo en las obras más grandes, y más grande no podía ser el misterio de la Encarnación, nos servimos de personas que en la apariencia no llaman la atención de nadie, porque las dignidades, los cetros, las riquezas, son siempre humos que ciegan al alma y le impiden penetrar en los arcanos celestiales para recibir un acto grande de Dios y al mismo Dios. En cambio para manifestar a los pueblos la venida de Mi, Verbo del Padre a la tierra, quise y me serví de autoridad regia, de hombres doctos y sabios, para que por su autoridad pudieran difundir el conocimiento del Dios nacido, y queriendo pudieran aun imponerse sobre los pueblos. Pero a pesar de esto la estrella fue vista por todos, no obstante sólo tres se mueven, ponen atención y la siguen, esto dice que entre todos, sólo ellos poseían un cierto dominio de ellos mismos, que formando un lugarcito de vacío en su interior, además de la vista de la estrella oyeron mi llamada, que haciendo eco en su interior y no tomando en cuenta ni sacrificios, ni habladurías, ni burlas porque partían hacia un lugar desconocido, y muchas debieron oír, pero ellos no tomando nada en cuenta y dominándose a sí mismos siguieron la estrella unida a mi llamada, que más que estrella hablante resonaba en su interior, los iluminaba, los alentaba y decía tantas cosas de Aquél que debían visitar, y ellos ebrios de alegría seguían la estrella. Mira entonces que para dar el gran don de la Encarnación se necesitaba una Virgen que no tuviese voluntad humana, que fuese más de Cielo que de tierra y que un milagro continuo la dispusiera al gran portento, por eso de las cosas externas y apariencias humanas no teníamos necesidad para poder atraer la atención de los pueblos; pero con todo esto, para manifestarme quise hombres que tuvieran el dominio de ellos mismos, que formaran un poco de vacío en su interior para hacer resonar el eco de mi llamada. ¿Pero cuál no fue su sorpresa al ver detenerse la estrella no sobre un palacio, sino sobre una vil choza? No sabían qué pensar y se convencieron que había un misterio no humano sino Divino; cuando se animaron de fe y entraron en la gruta y arrodillándose me adoraron, en cuanto doblaron las rodillas Yo me develé e hice traslucir de mi pequeña Humanidad mi Divinidad, y conocieron que Yo era el Rey de reyes, Aquél que venía a salvarlos, y ellos enseguida se ofrecieron a servirme y a exponer la vida por amor mío, pero mi Voluntad se hizo conocer y los mandó de nuevo a sus lugares para hacerlos ser, en medio de aquellos pueblos, los anunciadores de mi venida a la tierra. Ve entonces cómo es necesario el dominio de sí mismo y el vacío en el corazón para hacer resonar mi llamada y ser idóneos para conocer la verdad y para manifestarla a los demás”.

+ + + +

20-47
Enero 9, 1927

Cómo quien hace la Voluntad de Dios posee el equilibrio de Ella, posee un acto de luz para todo. Cómo fue puesta una nota de dolor, y por eso la Voluntad Divina y la humana se miran con enojo. Cómo
las primicias son las cosas que más agradan.

(1) Estaba según mi costumbre girando por todas partes para seguir la Voluntad Divina en toda la Creación, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es sorprendente el obrar del alma en mi Voluntad; como el Fiat mantiene el equilibrio en toda la Creación, ella haciendo eco a mi equilibrio forma el equilibrio en todas las criaturas y en ellas extiende el Reino de mi Voluntad. Ella es como luz que desciende de lo alto y fijándose en todos, extiende en todos el Reino del amor de mi Voluntad, de la adoración, de la gloria y de todo lo que Ella posee, pero mientras como luz desciende para no dejar escapar nada, como luz sube y lleva el equilibrio de todos los actos de la Creación, de todos los tiempos, de todos los corazones a su Creador. Con el equilibrio de todos los actos humanos, en los cuales el alma ha hecho entrar el acto de la Voluntad Divina, por parte del alma vacía todos los actos humanos y hace correr la Voluntad Divina como acto primero, y Ella extiende su Reino en ellos, porque hay un alma que toma a pecho que no haya acto humano en el cual ella no quiera fijar su luz, para hacer que lo humano sea derrumbado y sólo la Voluntad Divina reaparezca en todas las cosas; por eso hija mía, casi con la mano te hago tocar todo, quiero que te extiendas a todos y en todo para hacerte extender el Reino de mi Voluntad. Es esto lo que Yo quiero, que en todo corra mi Voluntad, que como luz, mientras inviste todo, quede sobre todos y todo se vuelva Voluntad mía, pero se puede dar que alguno huya de esta luz, como alguno huye de la luz del sol, esto no dice nada para el sol, pues él poseyendo el equilibrio de la luz, contiene su acto de luz para todos y para todo. Así que el sol mientras da luz a todos, mantiene el equilibrio de la gloria de todos los actos de luz a su Creador, por eso él está en el orden perfecto, sale del orden quien huye de la luz. Así el alma, poseyendo la unidad de la luz del Fiat Supremo, posee todos los actos de luz de Ella, por eso puede dar a los actos humanos su acto de luz de Voluntad Divina, para hacer que por parte suya dondequiera se extienda su reino Divino; si las criaturas huyen esto dice nada, la luz de mi Voluntad se difunde lo mismo, y Yo veo en mi elegida que mi Reino hace su camino, se extiende, se establece, por eso quiero ver tus actos en mi Voluntad sobre cada pensamiento de las criaturas, en cada palabra, latido, pasos y obras, en todo. Por ahora pensemos en formar nuestro Reino, cuando esté formado se pensará en quien huye y en quien permanece en la red de la luz de mi Voluntad”.
(3) Después de esto me sentía de tal manera extenuada, porque estaba con fiebre desde hace muchos días y con trabajos había escrito lo poco que está escrito arriba, entonces no sintiendo la fuerza de seguir escribiendo lo he dejado y me he puesto a rezar, y mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha estrechado toda a Sí y me compadecía diciéndome:
(4) “La hija mía está enferma, la hija mía está enferma; tú debes saber que por parte de las criaturas fue puesta una nota de dolor en el Reino de mi Voluntad, nota que por tantos siglos nadie ha pensado en cicatrizar esta nota tan dolorosa para el Fiat Supremo, causa por la cual la Voluntad Divina y la humana se miran con enojo. Ahora la hija primogénita de mi Querer debe ajustar todas las cosas antes de que se venga a nuestra Patria, debe llenar todos los vacíos para establecer mi Reino en medio de las criaturas, ahora mi hija enferma formará el reino del dolor divino en Él, el cual corriendo como oleada de luz y de calor servirá para endulzar esta nota doliente. ¿No sabes tú que la luz y el calor tienen la fuerza de convertir las cosas más amargas en dulcísimo néctar? A ti te es dado hija mía, que vives en nuestro Querer, el hacer correr en nuestros interminables confines tus dolores, tu fiebre, tus penas íntimas de mi privación, que te hacen morir y no morir, a fin de que invistas esta nota tan dolorosa del Fiat Divino y formes en esta nota un sonido dulcísimo, armonioso, de modo que las dos voluntades no más se mirarán con enojo, sino reconciliadas”.
(5) Después ha agregado: “Hija mía, tú no puedes comprender lo que siento por ti, las alegrías, la felicidad que siento porque encuentro en ti las primicias del Reino de mi Voluntad, encuentro las primicias de los primeros frutos, las primicias de la música que sólo sabe hacer la criatura que vive en Ella, porque toma todas las nuestras que están en nuestra Voluntad, las hace suyas y forma su bella música en mi Reino, y Yo, ¡oh! cómo me

deleito al escucharlas, encuentro las primicias del orden, las primicias del verdadero amor que mi Querer le ha concedido, encuentro las primicias de la verdadera belleza que me atrae tanto, que no me es dado separar la mirada, así que todos tus actos los encuentro todos como actos primeros, que antes de ti ninguno me ha dado. Las primicias son siempre las cosas que más agradan, que atraen, que más se agradecen, y si después de las primicias vienen las demás cosas similares, es en virtud del acto primero que se han podido formar los otros actos similares, así que toda la gloria es del acto primero, por eso tú tendrás siempre las primicias en el Reino del Fiat Divino, no habrá cosa que en Él se haga que no parta de tu acto primero, por eso a ti todos estarán vueltos, a ti el principio de la gloria, por eso quiero que todo comience de ti para formar mi Reino Supremo”.

+ + + +

20-48
Enero 13, 1927

Jesús le pide a Luisa que escriba. Cómo su palabra es felicidad. Quien vive en el Querer Divino es visto como uno de la Patria Celestial. Reza junto con toda la Creación. Cómo Jesús
le promete que todo le será concedido.

(1) Continúo con fiebre, escribo con tal trabajo, que había decidido no escribir más hasta que me encontrara en condición de poder escribir con menos dificultad, también para poder escribir más extensamente lo que el bendito Jesús manifiesta a su pequeña hija, porque estando la debilidad trato de abreviar cuanto más puedo. Ahora, mientras que ya no pensaba que debía escribir después de mi decisión, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y como rogándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, escribe un poco, me contento con poco, pero no nada, cuando puedas, entonces escribirás más extensamente, y en lo poco que escribas te ayudaré Yo, no te dejaré sola y cuando vea que no puedes seguir adelante, Yo mismo te diré basta, porque te amo mucho y también a tu naturaleza, porque también ella es mía y no quiero que te fatigues por encima de tus fuerzas, pero no me quites este gusto de mantener la siempre nueva correspondencia de escribir lo que te quiero decir. Tú sabes que no hay para Mí en todo el mundo un lugar donde pueda participar mis felicidades y recibir la correspondencia, así que el punto de mi felicidad en el mundo eres tú, y esta mi felicidad viene formada por mi hablar, cuando Yo puedo hablar con una criatura, hacerme entender, para Mí es felicidad, y felicidad plena, sobreabundante, para quien me escucha, mucho más que hablando contigo, estando tú en mi Querer, Yo te hablo en mi misma Voluntad, no fuera de Ella, y estoy seguro de ser comprendido, mucho más que hablándote de mi Querer siento en ti la felicidad de mi Reino, el eco de la felicidad de la Patria Celestial. ¿Sabes hija mía cómo sucedería si no escribieras? Como Yo te tengo en el Fiat Supremo te veo como una de mi Patria Celestial, ¿y qué dirías tú si una que vive ya en el Cielo no quisiera recibir mis nuevas alegrías que naturalmente salen de mi seno para hacer felices a todos los bienaventurados, porque en Mí es naturaleza dar siempre nuevas bienaventuranzas? Esta tal sería un estorbo a mi felicidad, me encerraría en mi seno las alegrías que quiero hacer salir; así sucedería de ti, serías un obstáculo a mi felicidad, a las alegrías siempre nuevas que posee mi Voluntad; mucho más que Yo me siento más feliz cuando hago más feliz a la pequeña hija de mi Querer, que sólo por nuestra causa, no por otra cosa, se encuentra en el bajo exilio para darnos el campo de formar nuestro Reino en medio de las criaturas y de reintegrarnos los derechos y la gloria de la obra de toda la Creación. ¿Crees tú que mi corazón puede tolerar no hacer feliz a mi pequeña hija? No, no, para Mí sería la pena más grande, ¿no es tal vez para ti la felicidad más grande mi palabra?”

(3) Y yo: “Cierto, oh Jesús, y si supieras cómo me vuelves infeliz cuando me privas, cómo siento el vacío de una felicidad sin fin, que ninguna otra cosa, por cuán bella y buena podrá suplir”.
(4) Y Jesús: “Por eso hija mía, mi palabra, mientras te hace feliz a ti, no quiero que quede en el vacío de ti sola mi felicidad, sino quiero que sirva para establecer mi Reino, y por eso como confirmación de mi palabra y de mi felicidad que sale de Mí, quiero que se escriba sobre el papel, también como confirmación de nuestra correspondencia”.
(5) Después de esto me he puesto a rezar, llevando delante a la Majestad Suprema toda la Creación junto conmigo, esto es: El cielo, las estrellas, el sol, el mar, en suma todo, a fin de que mi oración fuese animada por todos los actos que ejercita el Fiat Supremo en toda la Creación; mi dulce Jesús se puso junto a mí, apoyando su cabeza junto a la mía, poniéndome el brazo al cuello como para sostenerme, y yo le decía: “Amor mío Jesús, no soy yo sola quien te ruego, sino junto conmigo está tu Voluntad obrante en toda la Creación, que pide que venga tu Reino. Ella misma quiere sus derechos enteros y completos sobre todos y todo, y sólo con venir el Reino del Fiat Supremo a la tierra todos sus derechos le serán devueltos. Escucha oh Jesús, cómo es conmovedora la voz de tu Fiat en todo el azul del cielo, cómo es elocuente en el sol, cómo es atrayente y fuerte en el mar, por todas partes se oye resonar tu Fiat que quiere los derechos de su Reino. ¡Ah! escucha a tu mismo Fiat, escucha a tu pequeña hija que haciendo suyos todos los actos de Él, te pide, te suplica que venga tu Reino, y que si bien recién nacida apenas, como soy, también yo quiero mis derechos, ¿y sabes, oh Jesús, cuáles son? Que a tu Voluntad yo le devuelva toda la gloria, el honor, como si ninguno la hubiese ofendido, como si todos la hubiesen cumplido, adorado y amado, si soy su hija quiero que sus derechos le sean devueltos, y quiero también que a mi primer padre Adán le sea devuelto el honor como si no se hubiese sustraído de tu Voluntad”. Y mi dulcísimo Jesús, todo conmovido me ha dicho:
(6) “A mi pequeña hija que toma tan a pecho los derechos de mi Fiat Divino y que se sirve de su mismo poder para abrirse camino en mi corazón, todo le será concedido,
¿cómo no contentarte hija mía? A ti todo te será dado, más bien remediaremos juntos lo que se refiere a mi Voluntad y lo que respecta a las criaturas, ¿no estás contenta? Mira hija mía, desde que mi Voluntad salió en campo en la Creación, ha estado siempre firme e irremovible en hacer el bien, a pesar de tantas inconstancias y ofensas de las criaturas, Ella triunfando sobre todo ha hecho su curso de siempre, siempre beneficiar. Mira, para hacer resurgir a la criatura en la firmeza, en el bien perenne, en la irremovilidad de mi Querer, quiero establecer mi Reino en medio de ellas. Ve entonces en qué punto te he puesto, en la firmeza e irremovilidad del Fiat para poderte hacer extender en Él este mi Reino, y así como mi Querer triunfa sobre todo con su firmeza, así tú con su firmeza y en la irremovilidad de sus actos triunfarás sobre todo y reordenarás el orden divino entre las dos voluntades, y la Divina Voluntad será reintegrada en su gloria y la humana se pondrá nuevamente en el orden establecido por Dios”.
(7) Después de escribir esto, pensaba entre mí que no era necesario lo que está escrito arriba, mucho más que continuando la fiebre escribo con trabajo y sólo escribo un poco para contentar a Jesús. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(8) “Hija mía, el alma para vivir en mi Voluntad debe subir, y para subir a Ella debe dejar lo que a mi Voluntad no pertenece, debe dejar sus míseros harapos, sus costumbres vulgares, sus alimentos viles, sus miserias, todo debe dejar para servirse de vestiduras reales, de costumbres divinas, de alimentos preciosos y substanciosos, de riquezas infinitas, en suma, de todo lo que pertenece a mi Voluntad; lo que has escrito por ahora te sirve a ti, sirve al Reino del Fiat Supremo, después será norma para quien debe vivir en él, así como también deben servirse de todos los actos obrantes de mi Voluntad para mantenerse en los confines de mi Reino. Por eso lo que a ti no te parece necesario, es necesario para la formación de mi Reino Supremo”.

+ + + +


20-49
Enero 16, 1927

Cómo en el reino del Fiat todas las cosas son completas, hasta los matices de todos los colores. Quien vive en Él toma todo como de un solo golpe.

(1) Continúo abismándome en el Supremo Querer y mi dulce Jesús se hacía ver que apoyaba su cabeza sobre la mía, y yo estando sufriente le he dicho: “Amor mío, mira, estoy en tu amable Querer y queriéndome ir contigo al Cielo, es precisamente Él quien te pide que me lleves Contigo, no yo, por eso contenta a tu misma Voluntad, que estando por todas partes, por doquier te pide, en el cielo, en el sol, en el mar, que a su pequeña hija no la tengas más en el exilio, lejana de Ti, sino que después de tantos trabajos y privaciones la hagas arribar a tu Patria Celestial. ¡Ah! ten compasión de mí y de tu Querer que te pide”. Y Jesús compadeciéndome toda me ha dicho:
(2) “Pobre hija, tienes razón, Yo sé cuánto te cuesta tu exilio, y para inducirme haces que mi misma Voluntad me lo pida; invento más potente no podías encontrar, pero has de saber hija mía, que el Fiat Supremo quiere otra cosa de ti, quiere que de parte tuya sean formadas en su Reino todas las bellezas, todas las variedades de los diferentes colores, todos los matices de ellos, así que las bellezas ya están, los colores en todas las variedades están ordenados, faltan todos los matices y no quiero que falte nada de parte tuya al decoro y a la belleza de mi Reino. Si tú supieras cómo resalta de más, cómo embellece un matiz de más, ¿y sabes tú cómo pueden ser formados estos matices? Otro dicho mío puede ser un matiz de más en las variedades de los colores, un pequeño giro tuyo en mi Querer, una pequeña pena tuya, un ofrecimiento, una oración en el Fiat, son otros tantos matices que agregarás y que mi Querer se deleitará en suministrarte, en Él las cosas son todas completas, no toleraría que su primera hija no tomara todos sus actos completos, por cuanto a criatura es posible, para formar su Reino divino”.
(3) Después de esto seguí mi vuelo en el Querer Supremo, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien vive en la Voluntad Divina toma todo junto como de un solo golpe, porque siendo que Ella se encuentra por todas partes, no hay cosa que le escape, su vida es eterna, su inmensidad no conoce ni límites ni circunferencia, por eso el alma que vive en Ella toma al Eterno Dios, todo el cielo, el sol, todo lo que existe, la Virgen, los ángeles, los santos, en suma, todo, y conforme ella ruega, late, respira, ama, su acto se hace común a todos, así que todos laten de su latido, todos respiran con su respiro, todos aman con su amor, porque por donde se extiende mi Voluntad mueve a todos a hacer el acto de quien vive en Ella. De esto se sigue que teniendo el primer lugar la Reina Soberana en el Fiat Divino, Ella siente junto a la pequeña hija que vive en Ella, y poniéndose en común con ella repite junto lo que ella hace, y pone en común sus mares de gracia, de luz, de amor, porque una es la Voluntad de la Mamá y de la pequeña hija; es más, en ella, la altura de la Soberana del Cielo se siente honrada con actos de una Voluntad Divina, siente que esta hija pequeña entra en sus mares y agitándolos con sus actos los hace crecer para duplicarlos, agrandarlos, ¿pero para hacer qué cosa? Que su Creador reciba doble gloria Divina, amor de sus mismos mares de amor, y para poner como en el banco los mares de su Mamá Celestial a fin de que reciba duplicada gloria. Por eso esta criatura, si bien pequeña, mueve todo, se impone sobre todo, todos la dejan hacer, todos sienten la fuerza del bien que quiere dar a todos. Por eso es pequeña y fuerte, es pequeña y se encuentra por todas partes, es pequeña y su prerrogativa es la pequeñez, por eso no posee nada, ni siquiera su querer, porque voluntariamente lo ha dado a Aquél que tenía derecho sobre él, y el Querer Divino le da todo, no hay cosa que a ella no le confíe. Por eso los prodigios del vivir en mi Querer son indescriptibles e innumerables. ¡Oh! si todos conocieran qué significa vivir en mi Querer, el bien que reciben, es más, no hay bien que no tomen, no hay

bien que no puedan hacer, todos harían competencia y anhelarían vivir en mi Querer Santo y adorable”.

+ + + +

20-50
Enero 20, 1927

Cómo la Comunión de la Voluntad Divina no está sujeta a consumirse, sus velos son intangibles. Luisa suspira el Cielo y por eso está
triste y pone triste a toda la Creación.

(1) Habiendo recibido la comunión he quedado afligida y angustiada porque eran tales y tantos los accesos de tos, que me sentía sofocar y no podía ni pensar ni estarme con Jesús según mi costumbre. Después de una hora y más de toser fuerte me he calmado y pensaba entre mí: “Hace ya una hora o más que he recibido a Jesús y no me he podido recoger para estarme a solas con Él, ya los accidentes de la Hostia se han consumido, Jesús se ha ido y yo no sé dónde encontrarlo nuevamente, así que para mí hoy ha sido como si no hubiese recibido la santa comunión”. Pero por lo demás, también en esto beso, adoro y bendigo al Fiat Supremo. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y apoyaba su cabeza sobre mi espalda y con sus brazos me sostenía para darme fuerza, porque estaba tan agotada que me sentía morir, y todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué no sabes tú que hay una comunión eterna y tan grande que no está sujeta ni a disminuirse ni a consumirse, que sus velos que la esconden en medio de las criaturas no están sujetos a perecer como los velos de la Hostia Sacramental, que se da a cada instante, a cada respiro, a cada latido y en todas las circunstancias, es más, se debe estar siempre con la boca abierta para poderlas recibir todas, de otro manera muchas quedan fuera del alma, sin que entren dentro, esto es, con la voluntad de querer recibir siempre esta comunión tan grande y continua, que por cuanto se da, no está sujeta ni a disminuir ni a consumirse? Tú ya has entendido cuál es esta comunión tan grande y continua, ella es mi Fiat Divino que te corre como vida en tu alma, como calor para fecundarte y desarrollarte, como alimento para nutrirte, te corre en la sangre de tus venas, en el latido de tu corazón, en todo; está siempre en acto de darse a ti, basta que tú la quieras recibir y Ella te ahogaría de comuniones, tantas te quiere dar. Y con razón, con justicia y con derecho, la comunión de mi Voluntad debía ser sin límites y no sujeta a consumirse, porque Ella es principio, medio y fin de la criatura, y por eso debía poderla recibir de modo que nunca, nunca le pudiese faltar, porque una cosa que es principio, medio y fin, debe estar en continuo acto de darse y de poderse recibir, y si no fuese así, faltaría para la pobre criatura su principio de vivir, el medio para mantenerse y perdería el fin a donde llegar, por lo que mi sabiduría infinita jamás podría permitir que la comunión de mi Voluntad fuese limitada para ella. En cambio la comunión Sacramental no fue dada como principio de las criaturas, ni como fin, sino que fue dada como medio, ayuda, alivio y medicina, y los medios, ayudas, etc., se dan en modo limitado, no perenne, y por eso los velos de los accidentes Sacramentales están sujetos a consumirse, mucho más que si las criaturas aman el recibirme continuamente, está la comunión grande del Fiat Eterno, que está en acto de darse continuamente a ellas, y sin embargo tú te afligías y casi te turbabas porque pensabas que las especies Sacramentales se habían consumido. No tenías razón de afligirte mientras en ti y fuera de ti está la comunión de mi Querer, que no está sujeta a sufrir ninguna consumación, su vida está siempre en su plenitud, ni mi amor soportaría que la pequeña hija de nuestro Querer no pudiese recibir nuestra Vida Divina, siempre nueva y continua”.
(3) Después de esto continuaba sintiéndome enferma, y haciendo el giro en la Creación para seguir los actos de la Voluntad Suprema, sentía en mí una nota de tristeza, porque la

obediencia me había impuesto que yo debía obedecer en desear curarme, mientras que yo suspiraba el Cielo, habría querido dar un salto de en medio de la Creación para alcanzar mi ansiada Patria, pidiendo al cielo, a las estrellas, al sol y a todas las cosas creadas que me acompañasen, pues siendo que uno era el Fiat que nos daba la vida, yo tenía mis derechos de que no me dejasen sola, que todas deberían seguirme hasta las puertas de la eternidad, esperando primero que me recibiese en el Cielo aquella misma Voluntad que me había poseído en la tierra, y que después de mi ingreso en la beatífica Voluntad Celestial se podían retirar cada una a su puesto, y no pudiendo hacer esto me sentía triste y así giraba por toda la Creación. Ahora, mientras esto hacía, una voz fuerte, armoniosa y argentina se hacía oír desde el centro de la Creación que decía: “Tu nota triste se ha comunicado a todas las cosas creadas, así que hoy nos has puesto a todos en actitud de tristeza; está segura que todos te acompañaremos al Cielo, es justo que quien ha estado en medio de nosotros, quien nos ha hecho compañía, no entre al Cielo sin nuestra compañía; pero la Creación toda quedará sin quien le pone el brío, sin quien la tiene en fiesta, no resonará más tu eco en medio de nosotros, que haciéndonos como hablantes, glorificamos, amamos, alabamos aquella Voluntad Divina que nos creó y nos conserva; perderemos a aquella que nos visita y nos hace compañía”. La voz hizo silencio y yo misma me sentía que respiraba un aire triste. Por eso pensaba que había cometido pecado por haber puesto con mi tristeza, triste a toda la Creación. Así que ansiaba a mi dulce Jesús para decirle el mal que había hecho, para decirle que para eso Él me había hecho escribir tantas cosas que se referían al Divino Querer para hacer que llegasen en medio de las criaturas, de modo que viviendo de este Fiat Divino pudiesen poseer un Reino tan santo. Entonces, mientras esto y otras cosas pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú tienes razón en quererte venir, pero para que todos los conocimientos de mi Querer salgan fuera y hagan su camino, se necesitará tiempo, y por eso la Creación tiene razón en que quedará de nuevo en su silencio, pero Yo no quiero que te oprimas, abandónate en Mí y deja hacer todo a tu Jesús”.
(5) Y yo: “Amor mío, cuando me lleves al Cielo te pido que me lleves deprisa, deprisa, a fin de que no tengan tiempo de darme esta obediencia”. Pero mientras esto decía me pareció ver que el cielo, el sol y toda la Creación se inclinaban entorno a mí para hacerme homenaje, y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, cuando mueras, la Creación toda te investirá y deprisa pasarás al Cielo,
¿no estás contenta?”

+ + + +

20-51
Enero 23, 1927

Cómo el Fiat Divino es imán potente que atrae a Dios a la criatura. Cómo la voluntad humana es más que terremoto y cómo queda expuesta a todos los ladrones.

(1) Continuaba estando más enferma que de costumbre, mi dulce Jesús se hacía ver no Él solo, sino junto con las Tres Divinas Personas, las cuales me han circundado y yo quedaba en medio de Ellas, no veía otra cosa que su Alteza Suprema y la luz inmensa que las circundaba, y las Tres me han dicho:
(2) “Hemos venido a hacer la visita a nuestra hija enferma, nuestro Querer más que imán potente nos ha atraído y llamado del Cielo para hacernos venir a ti, no podíamos hacer menos que venir a aliviar y a hacer un poco de compañía en sus sufrimientos a aquella que es hija primogénita de nuestra Voluntad. La fuerza de nuestro Fiat es para Nosotros irresistible, y ceder a su fuerza es para Nosotros felicidad”.

(3) Ahora, ¿quién puede decir lo que yo sentía y comprendía estando en medio de ellos? No tengo palabras para expresarme. Después, habiéndome dado la obediencia de que debía tomar alguna cosa, porque yo no podía tomar nada, por obedecer, antes de que viniera Jesús había tomado algunas cucharadas de caldo y me lo sentía en la garganta sin que pudiera bajar al estómago; le he dicho a Jesús que me hiciera obedecer, y Jesús todo bondad me ha pasado su santa mano de la garganta al estómago, haciéndolo bajar al estómago para hacérmelo digerir, de modo que no lo he devuelto como tengo costumbre de hacer todos los días, que lo que tomo devuelvo. Bondad infinita de Jesús para mí que soy la más pequeña y pobre criatura. Después de esto he quedado afligida porque creía que me llevarían con Ellos, pero no habiéndome llevado me sentía triste, y Jesús para consolarme se puso frente a mi pecho y soplándome salía de su aliento una luz que me servía no sólo al alma, sino también para recomponerme todo el cuerpo, conforme cesaba el aliento así mi cuerpo se descomponía, y Jesús para consolarme me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, ¿no ves que el solo aliento y luz de mi Querer te recompone aun el cuerpo? Así que si Yo ceso mi aliento, tu cuerpo se descompondrá y tú enseguida tomarás el camino para nuestra Patria Celestial”.
(5) Y yo: “Amor mío, yo no sirvo para nada, ni soy buena para hacer nada, ¿no sería mejor deshacerte de mí mandándome a la Celestial Jerusalén?” Y Jesús todo bondad ha agregado:
(6) “Hija mía, a Mí todo me sirve, aun las pequeñas piedras y los escombros para poder edificar; así es para ti, todo lo que forma tu cuerpo son como escombros, pero vivificados por el fluido vital del Eterno Fiat, todo se vuelve precioso y de valor incalculable, de modo que Yo puedo edificar sobre esos escombros preciosos las más fuertes e inexpugnables ciudades. Tú debes saber que al hombre con el hacer su propia voluntad, sustrayéndose de la Divina, le sucedió como cuando un fuerte terremoto golpea una ciudad, sus fuertes sacudidas hacen abrir las vorágines de la tierra, y dónde se traga las casas, dónde las despedaza, la fuerza de las sacudidas abre hasta los alhajeros más cerrados y pone fuera brillantes, monedas, cosas preciosas, de modo que los ladrones pueden entrar y robar lo que quieran, así que la pobre ciudad se reduce a montones de piedras, ruinas, escombros. Ahora, si un rey quiere edificar de nuevo aquella ciudad, se sirve de esos mismos montones de piedras y escombros, y como la hace toda nueva la construye estilo moderno, dándole tal suntuosidad de arte y belleza, que no hay otra ciudad que la iguale, y por eso la hace la capital del Reino. Hija mía, más que terremoto fue para el hombre la voluntad humana, y este terremoto dura todavía, a veces más fuerte, a veces un poco menos, de modo que pone fuera las cosas más preciosas que Dios puso en el fondo del hombre, así que este terremoto de la propia voluntad lo deja todo destrozado, la llave del Fiat Supremo que los tenía custodiados y todo al seguro no existe más para él, y por tanto no teniendo ni puertas, ni llaves, sino muros derruidos, los ladrones de sus pasiones hacen su botín y él queda expuesto a todos los males, y muchas veces reducido a ruinas y escombros, que con trabajo se logra reconocer que eran ciudades edificadas por su Creador. Ahora, queriendo Yo edificar de nuevo el Reino de mi Voluntad en medio de las criaturas, quiero servirme de tus piedras y escombros, porque invistiéndolos del fluido vital de mi Voluntad creadora, formaré la capital del Reino del Fiat Supremo. He aquí para qué me sirves, ¿no estás contenta?”

+ + + +

20-52
Enero 25, 1927

Jesús la incita a escribir. Quien vive en el Querer Divino respira el Todo. El alma que vive en Él copia a Dios en ella y ella queda copiada en Dios.

(1) Sintiéndome sufriente me sentía incapaz de escribir lo que el bendito Jesús manifestaba a su pequeña hija, por eso he estado algunos días sin escribir, y Jesús en mi interior me incitaba a hacerlo, pero yo me rehusaba por la gran debilidad que sentía. Finalmente esta mañana saliendo de mi interior me ha dicho:
(2) “Mi hija esta tarde debe escribir, porque aunque se esté muriendo quiero que dé los últimos toques de luz fuerte y deslumbrante de los conocimientos del Fiat Supremo, a fin de que todos conozcan que mi Querer la ha tenido siempre ocupada para Sí y para su Reino, y su último suspiro no será otra cosa que un movimiento fuerte de luz que quedará como un último testimonio de amor y de manifestación para el Reino de mi Voluntad. Por eso mientras escribirás Yo te ayudaré, y la pequeña hija de mi Querer no negará nada a su Jesús y a aquel Fiat que con tanto amor te tiene en su regazo para confiarte sus secretos”.
(3) Después de esto me he decidido a escribir, aunque fuera poco, porque mi dulce Jesús se contenta de todo. Entonces me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad Divina respira al Todo, y como el respiro se toma y se da, y sin interponer tiempo en medio se recibe para darlo de nuevo, así quien respira el Todo que es Dios, al emitir su respiro da el Todo que ha respirado, así que Todo toma y Todo da, da el Todo a Dios, dando Dios a Dios, da el Todo a las criaturas, para respirar de nuevo a Dios y todo lo que Dios obra; es connatural que quien toma Todo puede dar Todo. Sólo en mi Divino Querer la Vida del Ente Supremo es continuamente bilocada por parte de las criaturas”.
(5) Y yo: “Jesús mío, siento que no hago nada, ¿y Tú me dices que en tu Fiat tomo Todo y doy Todo?” Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, cuando obra el Todo la nada está en su puesto, sólo que se presta a recibir al Todo, ¿y además no sientes en ti la fuerza de este Todo que haciéndote abrazar e invadiendo todo: Cielo, estrellas, sol, mares y tierra, y abrazando todos los actos de mi Fiat que ejercita en toda la Creación, te los hace llevar como en un solo respiro a tu Creador para devolverle todos y todo? ¿Ha existido hasta ahora alguien que haya dado y haya podido decir: ‘Doy a Dios todo, aun a Dios mismo, porque viviendo en su Querer Dios es mío, los cielos son míos, el sol y todo lo que ha hecho este Fiat Supremo es mío, por lo tanto siendo todo mío, todo puedo dar y todo puedo tomar?’ Ahora, de esto viene como consecuencia que quien vive en mi Querer tiene la posesión del Todo, y esto forma y atrae el Reino de la Divina Voluntad a la tierra, porque para formar un reino se necesita la fuerza de la potencia del Todo”.
(7) Después de esto se hacía ver como pequeño niño, que me miraba tan fijo que quedaba como impreso en mí y quería ser mirado, pero tanto, de quedar yo impresa en Él, y después todo amor y ternura me ha dicho:
(8) “Hija mía, esta es la verdadera imagen del vivir en mi Eterno Querer, el alma copia en sí la Divina Voluntad y la Voluntad Suprema copia al alma, de modo que tu Creador tiene la copia de tu imagen impresa en su seno, la tiene tan amada porque la ve tal como la hizo salir en su origen, nada ha perdido de su frescura y belleza, sus lineamientos paternos están impresos en esta copia; esta copia en el seno paterno de Dios le ensalza toda la Creación con todas sus obras, le susurra continuamente al oído: ‘Todo lo hiciste para mí, mucho me amaste y me amas, y yo todo, todo quiero convertir en amor para Ti’. Esta copia es el portento de Dios en su seno, es el recuerdo de todas sus obras; esta es la copia del alma en Dios y la copia de Dios en el alma y el desarrollo de la Vida Divina en la criatura. Qué bello es el Reino de mi Voluntad, la nada perdida en el Todo, el Todo fundido en la nada, la bajeza de la criatura que se eleva a la altura divina, la altura divina que desciende en la profundidad de la criatura, son dos seres unidos juntos, inseparables, transfundidos, ensimismados, que con trabajo se distingue que son dos vidas que palpitan juntas. Toda la magnificencia, la santidad, la sublimidad, los prodigios del Reino de mi Voluntad, será propiamente esto: ‘La copia fiel del alma en Dios y la copia íntegra y bella de Dios en el alma’. Por eso los hijos del Reino del Fiat Divino serán tantas imágenes de pequeños dioses en mi reino”.

+ + + +

20-53
Enero 28, 1927

Cómo Nuestro Señor tendrá tres reinos. El Reino del Fiat Supremo será el eco de la Creación. Cómo será desterrada la pobreza y la infelicidad.
Cómo en Nuestro Señor y en la Virgen hubo pobreza voluntaria, no forzada. El Divino Querer es celoso de mantener a su hija.

(1) Estaba toda abandonada en el Supremo Fiat, siguiendo sus actos en la Creación y mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cómo es bello el orden del cielo, así cuando el Reino de la Divina Voluntad tenga su dominio sobre la tierra en medio de las criaturas, también en la tierra habrá orden perfecto y bello. Entonces tendré tres Reinos, uno en la Patria Celestial, otro en la Creación, y el tercero entre las criaturas, y uno será el eco del otro, uno el reflejo del otro. Todas las cosas creadas tienen su puesto de honor y mientras están todas ordenadas y en armonía entre ellas, una no tiene necesidad de la otra, porque cada una no sólo abunda, sino sobreabunda de los bienes con los que Dios las dotó al crearlas, porque habiendo sido creadas por un Ser feliz y riquísimo, que con dar jamás vienen disminuidas sus riquezas, por eso todas las cosas creadas llevan la marca de la felicidad y la abundancia de los bienes de su Creador. Y así como todas las cosas creadas, así los hijos del Reino del Fiat Supremo, todos tendrán su puesto de honor, de decoro y de dominio, y mientras poseerán el orden del cielo y estarán en perfecta armonía entre ellos, más que esferas celestes, será tal y tanta la abundancia de los bienes que cada uno poseerá, que uno jamás tendrá necesidad del otro, cada uno tendrá en sí la fuente de los bienes de su Creador y de su felicidad perenne. Así que desterrada será la pobreza, la infelicidad, las necesidades, los males de los hijos de mi Voluntad; no sería decoroso para Ella, que es tan riquísima y feliz, tener hijos que carecieran de alguna cosa y no gozaran toda la opulencia de sus bienes que surgen continuamente. ¿Qué dirías tú si vieras al sol pobre de luz, que apenas enviara algún tenue resplandor a la tierra? ¿Si vieras un pedazo de cielo en algún punto, con alguna estrella apenas, y todo el resto sin el encanto del cielo azul? No dirías: ‘Aquél que ha creado el sol no posee la inmensidad de la luz que surge, y por eso sólo de algún pequeño resplandor hace alumbrar la tierra, no posee la potencia para extender un cielo dondequiera y por eso un pedazo apenas ha extendido sobre nuestra cabeza’. Así que te habrías hecho el concepto de que Dios es pobre de luz, que no tiene potencia para extender por todas partes las obras de sus manos creadoras. En cambio al ver que el sol abunda tanto de luz, que el cielo se extiende dondequiera, tú te convences que Dios es rico y posee la fuente de la luz, y por eso nada ha perdido de su luz al abundar con tanta luz al sol, ni su potencia ha disminuido con extender por todas partes el cielo. Así si los hijos de mi Querer no abundaran de todo, se podrá decir que mi Voluntad es pobre y no tiene potencia de volver felices a los hijos de su Reino, lo que no será jamás. Es más, como éste será la imagen del Reino que mi Voluntad tiene en la Creación, así como el cielo se extiende por dondequiera y abunda de estrellas, como el sol abunda de luz, el aire de pájaros, el mar de peces, la tierra de plantas y de flores, así, haciendo eco a la Creación el Reino del Fiat Supremo, los hijos de mi Reino serán felices y abundarán en todo, así que cada uno poseerá la plenitud de los bienes y plena felicidad en el puesto en el cual el Querer Supremo los haya colocado, cualquiera que sea la condición y el oficio que ocuparán, todos estarán felices de su suerte. Y como el Reino del Fiat Supremo será el eco perfecto del Reino que mi Voluntad posee en la Creación, por eso se verá un sol en lo alto, otro sol en lo bajo, en medio de las criaturas que poseerán este Reino, se verá el eco del cielo en estos hijos afortunados, con sus actos lo poblarán de estrellas, es más, cada uno será un cielo y un sol distinto, porque donde está mi Voluntad no sabe estar sin cielo y sin sol, es más, conforme tomará posesión de cada uno de sus hijos formará su cielo y su

sol, porque es naturaleza suya que donde tiene su posesión estable, su santidad, su luz interminable, es como cielo y sol que forma y multiplica por doquier. Pero no es todo aún, la Creación, eco de la Patria Celestial, contiene la música, la marcha real, las esferas, el cielo, el sol, el mar, y todos poseen el orden y la armonía perfecta entre ellos y giran continuamente, este orden, esta armonía y este girar sin jamás detenerse forma tal sinfonía y música admirable, que se diría que es como el aliento del Fiat Supremo que toca como tantos instrumentos musicales a todas las cosas creadas y forma la más bella de las músicas, que si se pudiera oír por las criaturas, éstas quedarían extáticas. Entonces el Reino del Fiat Supremo tendrá el eco de la música de la Patria Celestial y el eco de la música de la Creación, será tal y tanto el orden, la armonía y su continuo girar en torno a su Creador, que cada acto de ellos, palabra paso, será una música distinta, como tantos diversos instrumentos musicales que recibirán el aliento del Querer Divino, de modo que todo lo que hagan serán tantos conciertos musicales distintos que formarán la alegría y la fiesta continua del Reino del Fiat Divino. Tu Jesús no encontrará más diferencia en quedarse en la Patria Celestial, o en descender a entretenerse en medio de las criaturas en el Reino del Fiat Supremo sobre la tierra. Y entonces nuestra obra de la Creación cantará victoria y pleno triunfo, y tendremos tres Reinos en uno, símbolo de la Trinidad Sacrosanta, porque todas nuestras obras llevan el sello de Aquél que las ha creado”.
(3) Después de esto pensaba entre mí: “Los verdaderos hijos del Fiat Supremo serán felices, abundarán de todo, no obstante mi Mamá Reina, Jesús mismo que era la misma Voluntad Divina fueron pobres en esta baja tierra, sufrieron las penas, las incomodidades de la pobreza”. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, pobreza verdadera es cuando una criatura tiene necesidad, quiere tomar y no tiene qué tomar y está obligada a pedir a los demás un estrecho medio para vivir, esta pobreza es de necesidad y casi forzada; en cambio, tanto en Mí como en la Mamá Celestial que era toda la plenitud del Fiat Eterno, era no pobreza de necesidad, mucho menos forzada, sino pobreza voluntaria, pobreza espontánea, exprimida por la prensa del amor Divino. Todo era nuestro, a una señal nuestra se habrían edificado suntuosos palacios, servido mesas con alimentos jamás vistos y gustados, como en efecto cuando era necesario, a una pequeña señal nuestra los mismos pájaros nos servían, trayéndonos en sus picos frutos y peces y más, y hacían fiesta porque servían a su Creador y a su Reina; con sus trinos, cantos y gorjeos, nos hacían las músicas más bellas, tanto que para no llamar la atención de las demás criaturas debíamos darles la orden de que se alejaran, siguiendo su vuelo bajo la bóveda del cielo donde nuestro Querer los esperaba, y ellos obedientes se retiraban. Por eso nuestra pobreza fue de amor, pobreza de ejemplo para enseñar a las criaturas el desapego de las cosas bajas de la tierra, no fue pobreza de necesidad, ni podía serlo absolutamente, porque donde reina la plenitud, la Vida de mi Voluntad, todos los males terminan como de un solo golpe y pierden la vida”.
(5) Después, habiéndose enterado el muy reverendo padre Di Francia que yo tenía fiebre, me mandó decir que si tenía necesidad tomara lo que necesitara de su dinero que había depositado conmigo para una obra suya. Y mi amable Jesús al venir, casi sonriendo me ha dicho:
(6) “Hija mía, manda decir al padre a nombre mío, que Yo le agradezco y recompensaré la bondad de su corazón por el cuidado que toma de ti, pero hazle saber que la hija de mi Querer no tiene necesidad de nada, que mi Voluntad la abunda de todo, más bien Ella es celosa que otros pudieran ofrecerle alguna cosa, porque a su hija quiere Ella darle todo, porque donde reina mi Querer Divino no hay temor de que los medios naturales, la abundancia de los bienes puedan dañar, más bien, por cuantos más bienes tiene y abundancia goza, más ve en ellos la potencia, la bondad, la riqueza del Fiat Supremo y todo lo convierte en oro purísimo de Voluntad Divina, así que mi Voluntad, por cuanto más le da, tanto más se siente glorificada en desenvolver su Vida en la criatura, en ofrecer sus cosas a quien la hace dominar y reinar. Sería absurdo si un padre riquísimo tuviera a sus hijos pobres, sería para condenar a tal padre, y además, ¿en qué aprovecharían sus riquezas si el parto de sus entrañas, sus verdaderos hijos llevaran una vida difícil y

miserable? ¿No sería un deshonor para este padre y una amargura insoportable para estos hijos, conociendo que mientras que el padre es riquísimo ellos carecen de todo y trabajosamente pueden quitarse el hambre? Si esto sería absurdo y deshonor para un padre en el orden natural, mucho más en el orden sobrenatural del Fiat Supremo, Él es más que padre que contiene la fuente de todos los bienes, y por eso donde está Él, reina la felicidad y la abundancia de todo. Mucho más, pues el alma que tiene la posesión del Divino Querer, Él suministra al alma y al cuerpo una vista aguda y penetrante, de modo que penetra dentro de las cosas naturales que como velo esconden mi Voluntad, y el alma rompiendo estos velos encuentra en las cosas naturales a la noble reina de la Voluntad Divina reinante y dominante en ella, así que las cosas naturales desaparecen para ella y en todas las cosas encuentra aquella Voluntad adorable que posee, la besa, la adora, y todo se vuelve para el alma Voluntad Divina, por eso cada cosa natural de más es para ella un acto nuevo de Voluntad Divina que posee, por lo tanto las cosas naturales son medios, para quien es hija de mi Querer, de hacer conocer más lo que hace, sabe hacer y posee mi Voluntad, y hasta qué punto excesivo ama a la criatura. ¿Quieres saber entonces por qué las criaturas carecen de los medios naturales y muchas veces les son quitados y se reducen a la más escuálida miseria? Primero porque no poseen la plenitud del Fiat Supremo, segundo porque cambian las cosas naturales y ponen en el lugar de Dios a la naturaleza, no ven en las cosas naturales al Supremo Querer, sino que codiciosos se apegan para formarse una gloria vana, una estima que los ciega, un ídolo para el propio corazón. Siendo así, es necesario para poner a salvo sus almas, que los medios vengan a faltar. Pero para quien es hija de mi Voluntad, todos estos peligros no existen y por eso quiero que abunden en todo y que nada les falte”.

+ + + +

20-54
G.M. Enero 30, 1927

Por qué Jesús no escribió. Cómo en estas manifestaciones no hay ni amenazas, ni alarmas, sino el eco de la Patria Celestial. Cuándo vendrá este reino. Las penas de la Virgen Santísima y las de Nuestro Señor eran penas de oficio, y cómo Ellos poseían la verdadera felicidad. Potencia de las penas voluntarias, felicidad del Reino del Fiat Supremo.

(1) Estaba pensando entre mí: “Mi dulce Jesús me ha dicho tantas veces que yo debo imitarlo en todo, sin embargo Él no escribió jamás, una sola vez dice el Evangelio que escribió, pero ni siquiera con pluma, sino con el dedo; en cambio para mí quiere que escriba, así que quiere hacerme salir de su imitación, de hecho Él no escribió y yo debo escribir tanto”. Ahora, mientras esto pensaba, ha venido como gracioso niñito, que metiéndose en mis brazos y acercando su rostro al mío me ha dicho:
(2) “Hija mía, dame tus besos y Yo te doy los míos”.
(3) Entonces después de haberlo besado varias veces, Él me incitaba a besarlo más y después me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿quieres saber por qué Yo no escribí? Porque debía escribir por medio tuyo, soy Yo el que animo tu inteligencia, que te pongo las palabras, que doy movimiento con mi mano a la tuya para hacerte sostener la pluma y hacerte escribir las palabras en el papel, así que soy Yo el que escribo, no tú; tú no haces otra cosa que prestar atención a lo que quiero escribir, por eso todo tu trabajo es la atención, el resto lo hago todo Yo, y tú misma no ves muchas veces que no tienes fuerza de escribir y te decides a no hacerlo, y Yo para hacerte tocar con la mano que soy Yo el que escribo te invisto y animándote de mi misma Vida escribo lo que quiero, ¿cuántas veces no lo has experimentado? Ahora, debiendo pasar una época para hacer conocer el Reino del Fiat Supremo, para dar tiempo para hacer conocer primero el Reino de la Redención y después el otro del Fiat Divino,

decreté no escribir entonces, sino escribir junto contigo, por medio tuyo, cuando este Reino estuviera más próximo, y también para dar una nueva sorpresa a las criaturas del exceso del amor de esta mi Voluntad, qué ha hecho, qué ha sufrido y qué quiere hacer por amor de ellas. Muchas veces hija mía, las novedades llevan nueva vida, nuevos bienes, y las criaturas son llevadas tanto a las novedades y se dejan como transportar por ellas. Mucho más que las novedades de las nuevas manifestaciones sobre mi Divino Querer, que tienen una fuerza divina y un dulce encanto, que lloverán como celeste rocío sobre las almas quemadas por la voluntad humana, serán portadoras de felicidad, de luz y de bienes infinitos. No hay amenazas en estas manifestaciones, ni miedo, y si alguna cosa de temor hay, es para quien quiera quedar en el laberinto de la voluntad humana, pero en todo lo demás no se ve otra cosa que el eco, el lenguaje de la Patria Celestial, el bálsamo de allá arriba que santifica, diviniza y da la garantía de la felicidad que sólo reina en la Patria bienaventurada. Por esto me deleito tanto en escribir lo que se refiere al Fiat Divino, porque escribo cosas que pertenecen a mi Patria. Será demasiado pérfido e ingrato quien no reconozca en estas manifestaciones mías el eco del Cielo, la larga cadena de amor del Querer Supremo, la comunidad de los bienes de nuestro Padre Celestial que quiere dar a las criaturas, y como queriendo poner todo a un lado lo que ha pasado en la historia del mundo, quiere comenzar una era nueva, una nueva creación, como si ahora empezara la nueva historia de la Creación. Por eso déjame hacer, porque lo que hago es de suma importancia”.
(5) Después de esto le he dicho: “Amor mío, parece que más que todo amas mucho este Reino del Eterno Fiat, en él Tú concentras todo tu amor, todas tus obras y casi como que sientes el triunfo de que todas servirán a este Reino; si tanto lo amas, ¿cuándo vendrá? ¿Por qué no te apresuras a hacerlo venir?” Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, cuando los conocimientos de mi Divino Querer hayan hecho su camino, en vista del gran bien que ellos contienen, bienes en los que ninguna criatura ha pensado hasta ahora, que el Reino de mi Voluntad será el desahogo del Cielo, el eco de la felicidad celeste, la plenitud de los bienes terrenales, entonces en vista de tan gran bien, suspirarán, pedirán a unanimidad que venga pronto mi Reino. Así que tanto toda la Creación en su mudo lenguaje, muda sólo en apariencia, pues dentro de ella está mi Voluntad que con voz fuerte y elocuente pide sus derechos de que sea conocida, domine y reine sobre todos, por eso uno será el eco de un punto al otro de la tierra, uno el suspiro, una la oración que saldrá de todos los seres: ‘Que venga el Reino del Fiat Supremo’. Entonces triunfante vendrá en medio de las criaturas, he aquí la necesidad de los conocimientos, éstos serán incitaciones, estimularán el apetito de las criaturas para gustar un alimento tan exquisito, sentirán toda la voluntad, las ansias de vivir en un Reino tan feliz para liberarse de la tiranía y esclavitud en las cuales las ha tenido el propio querer. Y conforme se adentrarán a conocer todas las manifestaciones, los bienes que hay en el Fiat Supremo encontrarán tus normas, cómo has puesto Cielo y tierra boca abajo, girando por todas partes y pidiendo que pronto fuese conocido este Reino, encontrarán lo que has sufrido para obtenerles un bien tan grande, cómo deben comportarse, qué deben hacer para poder tener libre entrada a vivir en él. Por eso es necesario que se haga conocer todo, para hacer que mi Reino esté todo completo, para hacer que nada falte, tanto las cosas más grandes cuanto las más pequeñas, por eso ciertas cosas que a ti te parecen pequeñas, podrán ser una piedra divina transformada en oro purísimo que formará parte de los fundamentos del Reino de mi Suprema Voluntad”.
(7) Después de esto pensaba entre mí: “Mi dulce Jesús exalta tanto la felicidad del Reino del Fiat Supremo, sin embargo Él mismo, que era la misma Voluntad Divina, mi Madre Celestial que la poseía íntegra, no fueron felices sobre la tierra, más bien fueron los que más sufrieron en la tierra; también de mí misma, que dice que soy la hija primogénita de su Voluntad, me ha tenido cuarenta y tres y más años confinada dentro de una cama, y sólo Jesús sabe lo que he sufrido, es verdad que he sido prisionera feliz y no cambiaría mi feliz suerte aunque me ofrecieran cetros y coronas, porque lo que me ha dado Jesús me ha vuelto más que feliz, pero aparentemente al ojo humano desaparece esta felicidad, por lo

tanto parece que choca esta felicidad dicha por Jesús si se piensa en sus penas y en aquellas de la Soberana Reina y en mi estado, última de sus criaturas”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(8) “Hija mía, hay diferencia grandísima entre quien debe formar un bien, un reino, y quien debe recibirlo para gozarlo. Yo vine a la tierra para expiar, para redimir, para salvar al hombre, para hacer esto me tocaban las penas de las criaturas, tomarlas sobre Mí como si fuesen mías; mi Mamá Divina que debía ser corredentora no debía ser desemejante de Mí, es más, las cinco gotas de sangre que me dio de su corazón purísimo para formar mi pequeña Humanidad, salieron de su corazón crucificado; para Nosotros las penas eran oficios que venimos a cumplir, por eso todas eran penas voluntarias, no imposición de la frágil naturaleza. Pero tú debes saber que a pesar de tantas penas nuestras que teníamos para desempeñar nuestro oficio, era inseparable de Mí y de mi Mamá Reina la suma felicidad, alegrías que jamás terminaban y siempre nuevas, paraíso continuado, para Nosotros era más fácil separarnos de las penas porque no eran cosas nuestras, intrínsecas, cosas de naturaleza, sino cosas de oficio, que separarnos del océano de las inmensas felicidades y alegrías que producía en Nosotros, como cosas nuestras e intrínsecas, la naturaleza de nuestra Voluntad Divina que poseíamos. Así como la naturaleza del sol es dar luz, la del agua quitar la sed, la del fuego calentar y convertir todo en fuego, y si esto no hicieran perderían su naturaleza, así es naturaleza en mi Voluntad, que donde Ella reina hacer surgir la felicidad, la alegría, el paraíso; Voluntad de Dios e infelicidad no existe, ni puede existir, o bien no existe toda su plenitud y por eso los ríos de la voluntad humana forman las amarguras a las pobres criaturas. Para Nosotros, que la voluntad humana no tenía ninguna entrada en Nosotros, la felicidad estaba siempre en su colmo, los mares de las alegrías eran inseparables de Nosotros, hasta sobre la cruz, y mi Mamá crucificada a mis pies divinos, la perfecta felicidad jamás se separó de Nosotros, y si esto pudiese suceder habría debido salir de la Voluntad Divina y separarme de la Naturaleza Divina y obrar sólo con la voluntad y naturaleza humana, por eso nuestras penas fueron todas voluntarias, elegidas por Nosotros mismos para el oficio que venimos a cumplir, no frutos de naturaleza humana, de fragilidad o de imposición de naturaleza degradada. Y además, ¿no recuerdas que también tus penas son penas de oficio, penas voluntarias? Porque cuando te llamé al estado de víctima Yo te pregunté si voluntariamente tú aceptabas, y tú con toda voluntad aceptaste y pronunciaste el Fiat. Pasó tiempo y te repetí mi estribillo, si aceptabas vivir en la mía y con mi Voluntad Divina, y tú repetiste el Fiat, que regenerándote a nueva vida te constituía hija suya, para darte el oficio y las penas que a él convienen, para el cumplimiento del Reino del Fiat Supremo. Hija mía, las penas voluntarias tienen tal potencia ante la Divinidad, que tienen la fuerza, el imperio de abrir el seno del Padre Celestial, y de esta abertura que forma en Dios, hace desbordar los mares de gracias que forma el triunfo de la Majestad Suprema y el triunfo de la criatura que posee este imperio de sus penas voluntarias. Por eso, tanto para el gran portento de la Redención, cuanto para el gran prodigio del Reino de mi Fiat, se necesitaban penas voluntarias, penas de oficio, las cuales debían ser animadas por una Voluntad Divina, que imperando sobre Dios y sobre las criaturas, debían dar el gran bien que su oficio encerraba. Por eso mi felicidad exaltada del Reino del Fiat Divino, no choca como tú dices, sólo porque Yo era la misma Voluntad Divina y sufrí, y sólo porque te he tenido tanto tiempo en el lecho; quien debe formar un bien, un reino, conviene que haga una cosa, que sufra, que prepare las cosas necesarias y que venza a Dios para hacérselo dar; quien debe recibirlo es conveniente que haga otra cosa, o sea, recibirlo, apreciarlo y ser agradecidos con quien ha luchado, ha sufrido, y habiendo vencido da a ellos sus conquistas para volverlos felices. Por lo tanto el Reino de mi Voluntad en medio de las criaturas llevará el eco de la felicidad del Cielo, porque una será la Voluntad que debe reinar y dominar el uno y el otro. Y así como mi Humanidad fue formada por la sangre purísima del corazón crucificado de la Soberana Reina, y la Redención fue formada por mi continua crucifixión, y sobre el calvario puse el sello de la cruz al Reino de los redimidos, así el Reino del Fiat Supremo saldrá de un corazón crucificado, del cual mi Voluntad, crucificando la tuya, hará

salir su Reino y la felicidad a los hijos de su Reino. Por eso desde que te llamé al estado de víctima te hablé siempre de crucifixión, y tú creías que era la crucifixión de las manos y de los pies, y Yo te hacía correr en esta crucifixión, pero no era ésta, no habría bastado para hacer salir mi Reino, se necesitaba la crucifixión entera y continua de mi Voluntad en todo tu ser, y era esto exactamente lo que Yo quería decirte, que tu voluntad sufriera la continua crucifixión de la mía para hacer salir el Reino del Fiat Supremo”.

+ + + +

20-55
Febrero 3, 1927

Cómo en el Reino del Fiat Divino una será la Voluntad. Cómo un dicho sobre la Voluntad Divina puede ser una llave, una puerta, un camino. Cómo la Suprema Voluntad en todas las cosas creadas forma tantos pechos para hacer mamar a sus hijos los conocimientos de Ella.

(1) Mi siempre amable Jesús atrayéndome toda a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, el Reino del Fiat Divino tendrá como centro una sola Voluntad, que es la Divina, por lo tanto una será la Voluntad de todos, que difundiéndose a todos y abrazando todo, dará la felicidad, el orden, la armonía, la fuerza y la belleza a todos, así que será el reino de una sola Voluntad, una Voluntad para todos y todos a una sola Voluntad. ¿Quién vuelve feliz la Patria Celestial sino la Voluntad de Dios y la voluntad de todos? Oh, si en el Cielo pudiese entrar otra voluntad que no fuese la de Dios, lo que no puede ser, los santos perderían la paz perenne y sentirían el desorden de una voluntad que no es divina, que no contiene todos los bienes y que no es santa ni portadora de felicidad y de paz, por lo tanto todos unánimemente la echarían fuera. Por eso el Reino del Fiat tendrá por ley, por régimen, por dominio, sólo y únicamente a mi Voluntad, y en virtud de Ella todos serán felices, de una sola felicidad, no habrá jamás disputas, sino paz perenne”.
(3) Después de esto, sintiendo el gran esfuerzo que hacía al escribir y el trabajo que me costaba, me sentía indecisa si debía o no continuar escribiendo, y mi amado Jesús incitándome me ha dicho:
(4) “Hija mía, cada palabra de más sobre mi Voluntad puede ser una llave de más para abrir el Reino del Fiat Supremo, cada conocimiento de Él puede ser una puerta nueva que se forma para dar más comodidad, más entradas para hacer entrar a los hijos de su Reino; cada semejanza sobre mi Voluntad es un camino de más que se forma para volver más fáciles las comunicaciones de este reino. La más pequeña cosa relacionada con el Fiat, es un latido de Él que quiere formar en medio de los hijos de su Reino, y sofocar este latido hija mía, no conviene, este latido llevará una Vida nueva y divina bilocada por este latido para hacer gozar a quien tendrá la fortuna de poseer este Reino. ¿No sabes tú que para decir que existe un reino es necesario primero formarlo y después decir que existe? Por eso es necesario que sean formados los caminos, las puertas de seguridad, las llaves de oro, no falsificadas de otro metal, para volver fácil la entrada en el Reino de mi Voluntad, por eso un camino de menos, una llave que falte, una puerta cerrada, puede hacer más dificultosa, menos fácil la entrada en él. Por eso todo lo que te digo no sólo sirve para formar este Reino, sino sirve también para ayudar a aquellos que querrán poseerlo. Por tanto la hija primogénita de mi Voluntad debe tener cuidado para hacer más fácil lo que respecta al reino del Eterno Fiat”.
(5) Luego estaba siguiendo mis actos en el Supremo Querer y encontrándome fuera de mí misma giraba por toda la Creación para seguir a la Divina Voluntad en cada cosa creada, pero mientras esto hacía se rompía el velo de cada cosa y se veía habitante en ellas al Santo Querer, que hacía cada acto que cada cosa creada contiene, siempre obrante sin detenerse jamás y mi dulce Jesús, saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:

(6) “Hija mía, mira el amor exuberante de mi Voluntad, siempre estable, siempre obrante, siempre en acto de dar, sin jamás retroceder en lo que estableció hacer cuando el Fiat Supremo resonó en la Creación, Ella tomó el empeño de hacer todas las artes, de desempeñar todos los oficios, de hacer todos los servicios, de tomar cualquier forma para volver feliz al hombre. Es más, hizo más que madre ternísima disponiendo todas las cosas creadas, casi como tantos pechos en los cuales Ella se escondía dentro para hacerse mamar por el hombre, así que se hizo sol para hacerle mamar su luz, se hizo cielo para hacerle mamar el amor vital de la inmutabilidad, se hizo estrellas para hacerle chupar la variedad de los bienes que contienen sus obras, se hizo agua, plantas y flores para hacerle mamar el agua de la gracia y quitarle la sed, para hacerle mamar su dulzura y sus castos perfumes; todas las formas tomó mi Voluntad: De ave, de cordero, de paloma, en suma, de todo, para ponerse en la boca del hombre y hacerse mamar por él para darle el bien que cada cosa creada contenía. Sólo una Voluntad Divina que en un desahogo de su amor creaba todo, podía tomar tantas formas, hacer tantos oficios, ser tan persistente sin jamás cesar de hacer sus actos. No obstante, ¿quién busca penetrar en cada cosa creada, para ver quién es Aquélla que le ofrece su pecho para dar su leche, para amamantar a las criaturas, para recrearlas y para volverlas felices? Casi ninguno, Ella se desentraña continuamente, da su Vida en cada cosa creada para dar vida, y no se dignan ni siquiera mirarla para ver quién es Aquélla que los ama tanto y es vida de su vida. Por eso el dolor de mi Voluntad es grande, por tantas ingratitudes de las criaturas. Por tanto con paciencia Divina e invencible espera a sus hijos, que conociéndola arranquen el velo a las cosas creadas que la esconden y reconozcan el pecho de su Mamá, y reconocientes y como verdaderos hijos suyos mamen esos pechos divinos. He aquí por qué la gloria de toda la Creación, de toda la Redención, de tu Jesús y del Eterno Fiat, sólo estará completa cuando se peguen a su pecho los hijos de su Reino, para mamar de ellos, y reconociéndola no se despegarán de su seno, y Ella dará todos los bienes y tendrá la gloria, el contento de ver a todos sus hijos felices, y estos hijos tendrán el honor, la gloria de copiar en ellos mismos a la Madre que con tanto amor los tiene en su seno para nutrirlos con su leche divina. Ahora, mi Voluntad se encuentra en las condiciones como se encuentra el sol cuando las nubes impiden que la plenitud de su luz, con toda su viveza, invista la tierra, por tanto el sol por causa de las nubes no puede desplegar toda su luz que contiene, como si las nubes impidiesen la gloria al sol de dar el curso de su luz siempre igual, siempre fija, como de hecho la da. Así las nubes de la voluntad humana impiden todo el curso que el Sol de mi Voluntad quisiera hacer hacia ellas, y no pudiendo comunicar todos los bienes que contiene, tanto por medio de la Creación como directamente, su gloria queda interceptada por las nubes de la voluntad humana. Pero cuando conozcan el Fiat Supremo y se den por hijos suyos, estas nubes serán quitadas y Ella podrá dar los bienes que posee, entonces nuestra gloria será completa en medio de las criaturas”.

+ + + +

20-56
Febrero 6, 1927

Donde está la Voluntad Divina está todo, no hay cosa que huya, y cómo quien la posee vive en la comunidad de los bienes de su Creador; amor y felicidad recibe, amor y felicidad da.

(1) Estaba toda sumergida en el Supremo Querer siguiendo sus actos para constituirme acto de cada criatura, y mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y extendiéndome sus brazos me abrazaba fuerte, estrechándome toda a Sí. Ahora, mientras Jesús me abrazaba, todas las cosas creadas, el cielo, el sol, el mar, todos, aun el pequeño pajarito, poniéndose alrededor de Jesús todos me abrazaban queriendo repetir su acto, hacían

como competencia, ninguno quería quedarse atrás. Yo he quedado confundida al ver que toda la Creación corría hacia mí para abrazarme, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma vive en mi Querer y Yo hago un acto hacia ella, aun un simple beso, una sola palabrita, toda la Creación, comenzando por la Soberana Reina hasta el último de los más pequeños seres, todos se ponen en movimiento para repetir mi acto, porque siendo una la Voluntad del alma, la mía y la de ellos, todos tienen el derecho de mancomunarse Conmigo para hacer la misma cosa que hago Yo. Por eso no soy sólo Yo, sino todos los seres donde existe íntegra mi Voluntad estaban junto Conmigo a abrazarte. Así que cuando hago un acto de más con quien vive en mi Querer, doy una fiesta nueva a toda la Creación, y cuando hay una fiesta nueva todos se mueven y están atentos a cuando Yo estoy por hacerte un don, decirte una palabra, para concurrir junto Conmigo, repetir mi acto, recibir la nueva fiesta y hacerte a ti la fiesta de sus actos. ¿No ha sido fiesta para ti sentir el abrazo de la Mamá Celestial, el abrazo de la luz del sol, de las olas del mar, hasta del pequeño pajarito que extendía sus alas para abrazarte? Hija mía, donde está mi Voluntad está todo, no hay cosa que le pueda escapar”.
(3) Entonces yo continuaba siguiendo sus actos en el Supremo Querer, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, quien posee mi Voluntad es como si tuviera concentrado el Sol en sí mismo, pero no el sol que se ve en lo alto de los cielos, sino el Sol Divino, aquel mismo Sol que está concentrado en Dios, y que alargando sus rayos se concentra en el alma, así que ella es dueña de la luz porque posee dentro de ella la vida de la luz y todos los bienes y efectos que ella contiene, por eso goza la comunidad de bienes de su Creador. Todo es en común con quien posee mi Voluntad: Común es el amor, común es la santidad, común es la luz, todo es en común con ella, es más, viéndola como parto de su Voluntad Divina es ya hija suya, y goza, ama y quiere que sus bienes sean comunes. Y si esto no pudiese ser, sufriría como un padre pudiese sufrir porque siendo riquísimo se encuentra en la imposibilidad de poder dar sus bienes a sus verdaderos y fieles hijos suyos, y entonces no pudiendo dar lo que él posee, está obligado a verlos pobres; este padre en medio de la opulencia de sus riquezas moriría de dolor y atormentado en sus amarguras, porque la alegría del padre es dar y hacer felices a sus hijos de su misma felicidad. Si tanto pudiese sufrir un padre terreno que no pudiera hacer común los bienes con sus hijos, hasta morir de dolor, mucho más el Eterno Creador, más que Padre ternísimo sufriría si no pudiese poner en común sus bienes con quien posee el Fiat Divino, que como hija suya tiene sus derechos de poseer la comunidad de los bienes de su Padre, y si no fuese así, chocaría con aquel amor que no conoce límites y con aquella bondad más que paterna que es el continuo triunfo de todas nuestras obras. Por eso en cuanto el alma llega a poseer el Fiat Supremo, el primer acto de Dios es poner en común sus bienes con ella, y concentrándole su Sol, en la corriente de su luz hace descender sus bienes en el fondo del alma y ella toma lo que quiere, y sobre la misma corriente de la luz que posee los hace subir de nuevo a su Creador, como el más grande homenaje de amor y de reconocimiento, y la misma corriente los hace bajar de nuevo en ella. Así que suben y descienden continuamente estos bienes, como certeza y sello de la comunidad que hay entre Creador y criatura. Así era el estado de Adán desde que fue creado hasta que pecó, lo que era nuestro era suyo, la plenitud de la luz concentrada en él, en vista de que una era su voluntad con la nuestra, le daba la comunidad de nuestros bienes. Cómo nos sentíamos duplicar nuestra felicidad por causa de la Creación, no por otra cosa, sino porque veíamos a Adán, nuestro hijo, feliz de nuestra misma felicidad, porque su voluntad siendo una con la nuestra, la nuestra le hacía llover a torrentes nuestros bienes y nuestra felicidad, tanto que él no pudiéndolos contener todos, porque no tenía la grandeza de su Creador, mientras se llenaba hasta el borde, hasta derramar fuera, hacía subir todo el resto a Aquél del cual los recibía, ¿y qué cosa hacía subir de nuevo? Su amor perfecto que había recibido de Dios, su santidad, su gloria que poseía en común con Nosotros, como para darnos la paridad de la felicidad, del amor, de la gloria; felicidad dábamos, felicidad nos daba; amor, santidad y gloria le dábamos, amor, santidad y gloria nos daba. Hija mía, el poseer una Voluntad Divina es

cosa de hacer quedar maravillado, y la naturaleza humana no lo puede comprender todo, siente, posee, y no sabe explicarse”.

+ + + +

20-57
Febrero 9, 1927

Incapacidad de escribir. Así como el sol da siempre luz, así el Supremo Querer quiere dar siempre la luz de sus manifestaciones. Qué
pasa cuando se deja de escribir lo que dice Jesús.

(1) Sentía que no quería escribir porque me sentía incapaz, y no sólo eso, sino era tal y tanta la postración de las fuerzas que sentía, que no podía hacerlo, y pensaba entre mí que tal vez no era más Voluntad de Dios que yo escribiera, de otra manera me daría más ayuda y más fuerza, y además si Él quiere puede escribir sin mí”. Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el sol da siempre luz, no se cansa jamás de hacer su curso y de investir la superficie de la tierra, y su triunfo es cuando encuentra la semilla para hacerla germinar y desarrollarla para multiplicarla, la flor para darle el color y el perfume, el fruto para darle la dulzura y el sabor. El sol con el comunicar sus efectos muestra con los hechos que es el verdadero rey de la tierra, por eso triunfa cuando encuentra a quién poder comunicar sus efectos y ejercitar su oficio real sobre toda la naturaleza; en cambio donde no encuentra, en ciertas tierras, ni semillas, ni flores, ni plantas, ni frutos, no puede comunicar sus efectos, se los tiene todos en él y por eso se siente sin triunfo, es como un rey sin súbditos, que no puede ejercitar su oficio, y por eso, como indignado porque no puede comunicar sus efectos quema tanto aquella tierra, que la hace estéril e incapaz de producir un hilo de hierba. Ahora hija mía, el sol es símbolo de mi Voluntad y Ella por naturaleza suya, en el alma donde reina quiere hacer su curso de luz, y como su luz posee innumerables efectos, no se cansa jamás ni se agota, y por eso quiere comunicar sus efectos, y es su triunfo cuando encuentra en ti las disposiciones, en las que más que semillas, flores y frutos puede comunicar sus efectos, el perfume, el color, su dulzura, que convirtiéndose en conocimientos que a Ella pertenecen forma el encanto de su jardín, y mi Fiat Divino más que sol se siente rey que puede ejercitar su oficio real, siente que no sólo tiene sus súbditos, sino también a su hija, a la que conforme le comunica sus efectos, sus manifestaciones, así le comunica las semejanzas de reina, y esto es todo su triunfo, transformar al alma en reina y ataviarla con las vestiduras reales. Y como todas mis manifestaciones sobre el Fiat Supremo formarán el nuevo jardín de los hijos de mi Reino, por eso quiere dar siempre con su luz sus efectos en ti, para formarlo rico y opulento de todas las especies de flores, frutos y plantas celestiales, de modo que todos, atraídos por la variedad de tantas bellezas, se sentirán como raptados y buscarán vivir en mi Reino. Ahora, si en ti faltaran las disposiciones para recibir las comunicaciones de los efectos del Sol de mi Voluntad y de sacarlos para escribirlos, para hacer conocer el bien que Ella contiene y sus inauditos prodigios, mi Voluntad haría como el sol, te quemaría, de modo que quedarías como tierra estéril e infecunda, y además, ¿cómo puedo escribir solo sin ti? Mis manifestaciones deben ser palpables, no invisibles, deben caer bajo los sentidos de las criaturas, las cosas invisibles el ojo humano no tiene virtud de mirarlas, sería como si te dijera: ‘Escribe sin tinta, sin pluma y sin papel’. ¿No sería absurdo e irrazonable? Entonces debiendo servir mis manifestaciones para uso de criaturas formadas de alma y cuerpo, también Yo tengo necesidad de la materia para escribir, y me la debes prestar tú, así que tú me sirves de tinta, de pluma y de papel, y con esto formo en ti mis caracteres, y tú sintiéndolos en ti, los haces salir y los vuelves palpables con escribirlos sobre el papel. Por eso tú no puedes escribir sin Mí, te faltaría el tema, el sujeto, el dictado delante para copiar, por tanto no sabrías decir nada, y Yo no puedo escribir sin ti, me faltarían las cosas

principales para escribir: El papel de tu alma, la tinta de tu amor, la pluma de tu voluntad. Por eso es un trabajo que debemos hacer juntos y de acuerdo de ambas partes”.
(3) Entonces mientras escribía pensaba entre mí: “Antes de escribir ciertas pequeñas cosas que Jesús me dice, me parecen de poquísima importancia y por eso no me parece necesario ponerlas en el papel, pero en el acto de escribirlas, el modo en que Jesús me las ordena en mi interior cambia la escena y me parecen pequeñas en la apariencia, pero de gran importancia en la sustancia. Siendo así, ¿qué cuentas darán a Dios quienes han tenido y tienen autoridad sobre mí, cuando no se han impuesto con la obediencia para hacerme escribir, cuántas cosas he omitido cuando no he recibido ninguna orden? Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija, cierto que me darán cuentas. Si creen que soy Yo, la cuenta será muy minuciosa, porque creer que soy Yo y no tomar en cuenta hasta una sola palabra, es como si quisieran sofocar un mar de bien para utilidad de las criaturas, porque mi palabra parte siempre de la fuerza de la potencia creadora, en efecto, un Fiat dije en la Creación y extendí un cielo tachonado con innumerables millones de estrellas, otro Fiat y formé el sol; no dije veinte palabras para formar otras tantas cosas en la Creación, sino un solo Fiat me bastó. Ahora, mi palabra contiene aún su potencia creadora, y no pueden saber si mi palabra está dirigida a formar un cielo, una estrella, un mar, un sol para las almas, por lo tanto no tomándolas en cuenta y no poniéndolas a la vista de las criaturas, me vienen a rechazar en Mí mismo este cielo, este sol, estrellas y mar que podrían hacer tanto bien a las criaturas, y el daño que vendría será imputado a aquél que no dándole importancia lo ha sofocado dentro de Mí. Si no creen que soy Yo, peor aun, porque son tan ciegos que no tienen ojos para ver el Sol de mi palabra, y la incredulidad lleva a la obstinación y a la dureza del corazón, en cambio el creer ablanda el corazón y lo dispone a hacerse subyugar por la gracia y a darle la vista para poder comprender mis verdades”.

+ + + +

20-58
Febrero 11, 1927

Donde reina la Divina Voluntad, Jesús pone en orden las cuerdas de sus atributos, y cómo debe poder decir: Aquí es mi cielo. Cómo los hijos del Fiat serán reyes y reinas, y sólo quien posee el Fiat
Divino tiene el derecho de pedir su Reino.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús me hacía ver en mi interior muchas cuerdas, una junto a la otra que partían de una esfera en medio de las cuerdas, bajo la cual había un vacío, y en aquel vacío estaba mi dulce Jesús que muy frecuentemente tocaba aquellas cuerdas y sonaban, pero en modo tan armonioso y bello que no se puede describir, y después de haber tocado su cancioncita ha dicho:
(2) “Hija mía, estas cuerdas son símbolo del alma en la cual reina mi Voluntad, Yo mismo me deleito de formarlas y de ponerlas todas ordenadas; míralas cómo son bellas, cada cuerda tiene su color distinto, investidas de luz, de modo que todas juntas forman el más bello arco iris, todo deslumbrante de luz. ¿Pero quieres saber por qué cada cuerda tiene su color distinto? Porque cada una de ellas simboliza todas mis cualidades divinas, esto es, mis atributos, así que he puesto todo en orden, la cuerda del amor, la cuerda de la bondad, la cuerda de la potencia, de la misericordia, de la fortaleza, de la sabiduría, de la pureza, en suma, todo, no he excluido ni siquiera la cuerda de la justicia, de modo que cuando quiero amar y ser amado, toco la cuerda del amor, ¡oh! cómo es dulce su sonido, suave, penetrante, deleitable, de modo que sacude Cielos y tierra, inviste las fibras más íntimas de todos los seres donde reina mi Querer, y Yo amo y soy amado, porque el sonido atrae y rapta a todos a amarme, y Yo quedo raptado por mi mismo amor, amo y hago salir océanos de amor; este sonido es tan melodioso que me hace tolerar todo y soportar los

graves males del pobre mundo. Este sonido me hace pasar a tocar la cuerda de la bondad, y este sonido llama la atención de todos para recibir los bienes que mi bondad quiere hacer salir, que quiere dar a las criaturas, en este sonido se oyen voces que hablan y pone atentos a todos, es sonido de sorpresa, de admiración al oír en ese sonido de voces los bienes que quiero dar, este sonido mientras me hace sacar mis bienes dispone a las criaturas a recibirlos. Por tanto cada vez que quiero poner en oficio un atributo mío, toco la cuerda que le pertenece y lo pongo en actitud de sonar. ¿Pero sabes por qué he dispuesto en ti todas estas cuerdas? Porque en donde reina mi Divina Voluntad quiero encontrarme a todo Yo mismo y todas las cosas que me pertenecen, de modo que lo que hago en el Cielo debo poder hacerlo en el alma donde domina y reina mi Fiat Supremo, debo tener mi trono, mis músicas, de modo de poder hacer vibrar el sonido de la misericordia para convertir a las almas, el sonido de la sabiduría para hacerme conocer, el sonido de mi potencia y justicia para hacerme temer, debo poder decir, aquí es mi Cielo”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en la Creación, y mientras imprimía mi te amo en cada cosa, pedía que en virtud de aquella Voluntad Divina que las conserva bellas e íntegras viniera el Reino del Fiat Supremo sobre la tierra, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Las cosas creadas son inanimadas, por lo tanto no tienen virtud de pedir un Reino tan santo”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, es verdad que las cosas creadas son sin alma, pero dentro de cada una de ellas corre la Vida de mi Voluntad, y sólo en virtud de Ella se conservan bellas como fueron creadas. Ahora, las cosas creadas son todas nobles y reinas, pertenecientes todas a mi familia real, y en virtud de mi Voluntad que las anima y de los actos que ejercita mi Voluntad en ellas, tienen el derecho de pedir que venga mi Reino, porque es también Reino de ellas. Para pedir con derecho que venga el Reino del Fiat Divino es necesario que sea una de nuestra familia, en la cual nuestra Voluntad tiene su primer puesto, su trono, su Vida; he aquí por qué primero te he hecho nacer en Ella, para que pudiera tener sus derechos de paternidad sobre ti, y tú pudieras tener los derechos de hija, para poder tener los derechos de pedirle su Reino, y no sólo tú, sino también en virtud de todas las cosas creadas, esto es, de todos aquellos innumerables actos que ejercita en toda la Creación, que venga a la tierra el Reino nuestro y vuestro. Hija mía, ¿quién puede aspirar a tener el derecho de ser rey sino un hijo de rey? Es más, todos ven en él el derecho de que el reino será suyo, en cambio si se ve aspirar a este puesto a un siervo, a un aldeano que no pertenece a la familia real y dice que tiene el derecho de ser rey y que el reino será suyo, a ese tal se le tiene como loco y merece todas las burlas. Así quien quisiera pedir mi Reino y no reina en él mi Santo Querer, estando en las condiciones de siervo no tiene derecho de pedir mi Reino, y si lo pide es sin derecho y un simple modo de decir. Ahora supón que un rey tuviese por hijos cientos y miles de hijos, que todos pertenecen legítimamente a la familia real, ¿no tienen todos éstos el derecho de ocupar puestos nobles, convenientes a su condición y de decir que el reino de nuestro padre es reino nuestro porque llevamos en nuestras venas su sangre real? Ahora, en la Creación toda y en los hijos que pertenecerán al Reino del Fiat Divino correrá en ellos más que sangre la Vida de Él, que les dará el derecho de pertenecer a la familia real y celestial, de modo que todos serán reyes y reinas, todos ocuparán puestos nobles, dignos de la familia a la que pertenecen. Por eso tienen más derecho las cosas creadas de que venga el Reino de mi Querer, porque todas son hijas del Cielo y son los actos de mi misma Voluntad que lo pide en ellas, más que las mismas criaturas, que haciendo su voluntad se han reducido a la condición de siervas. Por tanto cuando tú pides a nombre del cielo, del sol, del mar, y de todas las otras cosas creadas que venga el Reino del Eterno Fiat, obligas a mi misma Voluntad a pedir que venga su Reino, ¿y te parece nada que una Voluntad Divina pida en cada cosa creada, porque tú pides su Reino? Por eso continúa y no retrocedas. Es más, tú debes saber que es mi misma Voluntad la que te pone en camino en toda la Creación para tener a su hija en todos sus actos junto con Ella, para hacerte hacer lo que Ella hace y quiere de ti”.

+ + + +

20-59
Febrero 13, 1927

Mientras que la Divina Voluntad no sea conocida y no tenga su Reino, la gloria de Dios en la Creación será incompleta. Ejemplo de un rey.

(1) Estaba siguiendo a la Divina Voluntad en sus actos en la Creación, y en mi mente me vino una duda: “Cómo puede ser que Jesús dice que hasta que no venga el Reino de su Voluntad a la tierra, la gloria de la Creación y Redención estará incompleta, ¿cómo puede ser esto? ¿No tiene acaso esta Voluntad Suprema virtud de glorificarse por Sí misma? Cierto que tiene esta virtud y es más que suficiente para su gloria, sin embargo dice que si su Voluntad no extiende su Reino en medio de las criaturas, su gloria por causa de la Creación será incompleta”. Ahora, mientras esto pensaba, mi adorable Jesús sorprendiéndome con una luz vivísima que salía de Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, la cosa en sí misma es clarísima, que mientras que mi Voluntad no sea conocida y no tenga su primer puesto de honor y de dominio en cada ser salido de nuestras manos creadoras, su gloria estará siempre incompleta. La razón es clarísima, porque en la Creación nuestra finalidad primera fue que saliendo de Nosotros esta Suprema Voluntad, que bilocándola en toda la Creación se extendía por doquier, en el cielo, en el sol, en el mar, en la flor, en las plantas, hasta en la tierra y en cada ser salido de nuestras manos creadoras, constituyéndose vida de todo para formar su Vida en cada ser, y bilocándose en cada criatura pudiese tener tantas Vidas suyas y tantos reinos para dominar por cuantas criaturas salían a la luz. Ahora, mi Voluntad no se ha retirado, no hay punto donde no se extienda su Vida Divina, no hay criatura que no esté investida por esta Voluntad Suprema, y mientras se extiende dondequiera e inviste todo y a todos, no puede formar su Vida, ¡cuántas Vidas Divinas sofocadas en las criaturas, cuántos le niegan el primer puesto en sus actos, cuántos la posponen por actos indignos y viles, negándole su dominio! ¿Y te parece poco la destrucción de tantas Vidas Divinas de esta Voluntad mía en las criaturas? ¿De tantos actos suyos nobles y sublimes que se siente destruir mientras se sirven de Ella para formar vidas humanas, vidas deplorables, monstruos que servirán para el infierno? ¿Te parece poco hija mía? El perjuicio que recibe nuestra gloria por causa de la Creación es grande e incalculable, que ni siquiera todo el bien de la Redención nos ha podido rehacer, porque con la misma Redención el hombre no ha regresado a la unidad de nuestra Voluntad, ni Ella reina completamente en las criaturas; cuántas vidas que se dicen buenas, santas, mezcladas de Voluntad Divina y humana, por eso nuestra gloria en la Creación no está completa, sólo estará completa cuando las cosas creadas por Nosotros sirvan a nuestra misma Voluntad y a aquellos que le darán el primer puesto de honor, la reconocerán en todas las cosas y haciéndola reinar en todos sus actos la constituyan Reina absoluta y Rey dominante. ¿No te parece justo y de derecho que siendo todo de mi Voluntad y encontrándose por todas partes y por todos como vida primaria de todo, que todos la reconozcan y todos se vuelvan Voluntad Divina, perteneciendo todos a Ella? Supón un rey que tuviese su reino, todas las tierras, las villas, las ciudades, son exclusivamente propiedades suyas, no hay cosa que a él no pertenezca, no sólo como derecho de que el reino es suyo, sino también como derecho de propiedad de que pertenecen a él. Ahora, este rey por bondad de ánimo que posee quiere ver a su pueblo feliz y distribuye gratuitamente sus propiedades, sus villas, sus tierras, dándoles hasta sus ciudades para que habiten en ellas, de modo que todos pueden ser ricos abundantemente, cada uno en sus condiciones, y todo este gran bien que hace a su pueblo es con la única finalidad de que lo reconozcan por su rey, dándole todos absoluto dominio, y que reconozcan que las tierras ocupadas por ellos les han sido dadas gratuitamente por el rey, a fin de que sea glorificado, reconocido y amado por el bien que les ha hecho. Ahora, este pueblo ingrato no lo reconoce por su rey, y las tierras que poseen se toman el derecho de

propiedad, desconociendo que fueron dones hechos por el rey, ¿no vendría entonces este rey a ser defraudado en su gloria por todo el bien que ha hecho a su pueblo? Y si agregas que se sirven de las tierras del rey sin darle utilidad: Quién no la trabaja, quién quita las más bellas plantaciones, quién deja secar sus bellos jardines, de modo que se procuran su infelicidad y miseria, todo esto se agregaría al perjuicio de la gloria del rey, al deshonor y daría un dolor que nadie podría mitigar. Esto no es más que una sombra apenas de lo que ha hecho y hace todavía mi Suprema Voluntad, ninguno nos ha dado ni un céntimo porque recibe el bien del sol, del mar, de la tierra, sino que todo les damos gratuitamente y sólo para hacerlos felices y que reconozcan a mi Fiat Supremo que los ama tanto y no quiere más que amor y dominio. Ahora, ¿quién podría rehacer a ese rey del perjuicio de la gloria que no le ha dado su pueblo y mitigar su intenso dolor? Supón también que uno de este mismo pueblo, invistiéndose del justo dolor de su rey y queriéndolo rehacer de su gloria, empieza él, como primero, a poner bella la tierra que ocupa, de modo de hacerla el más bello y florido jardín del reino, después dice a todos que su jardín es un don que le ha hecho el rey porque lo ama, después llama al rey a su jardín y le dice: ‘Estos son dominios tuyos, es justo que estén todos a tu disposición’. El rey goza de esta lealtad y dice: ‘Quiero que seas rey junto conmigo, que reinemos juntos’. !Oh! cómo se siente reintegrar la gloria, mitigar el dolor por este tal de su pueblo; pero este hombre no se detiene, recorre todos los caminos del reino y sacudiendo a todos con su palabra llama a un buen número de personas a que lo imiten, y forma el pueblo leal que da el derecho de dominio a su rey. Y el rey se siente rehecho en su gloria y por premio les da el título de hijos suyos y les dice: ‘Mi reino es vuestro, reinad hijos míos’. Esta es mi finalidad, que en mi Reino no haya siervos, sino hijos y reyes al igual que Yo. Así será de mi Divina Voluntad. ¡Oh! cómo espera que le sea dada su gloria completa en la Creación, que sea reconocido que todo es suyo para poder decir: ‘Todo es vuestro, reinemos juntos’. Cómo espera que sus conocimientos sobre el Fiat Supremo recorran los caminos para sacudir, para llamar, para apresurar que vengan a mi reino y me forme mis verdaderos hijos a los que pueda dar el título de reyes. Por eso tengo tanto interés que estas manifestaciones sobre mi Divino Querer sean conocidas, porque se trata de mi acto más grande, cual es el cumplimiento de mi gloria y el bien completo de las criaturas”.

+ + + +

20-60
Febrero 16, 1927

Cómo donde reina el Fiat pone todo en comunicación; ejemplo de los esposos. El obrar en la Divina Voluntad es la plenitud de
los actos y el triunfo del acto divino en el humano.

(1) Estaba girando en toda la Creación para llevar junto conmigo todas las cosas creadas delante de la Majestad Suprema como homenajes, alabanzas, adoraciones, porque son obras de sus manos creadoras, dignas sólo de Aquél que las ha creado, porque están animadas por su Voluntad Divina; pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Las cosas creadas no se mueven, están en su lugar, no vienen junto conmigo, por tanto es inútil decir que las llevo junto conmigo, porque ellas no vienen”. Mientras esto pensaba mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y al mismo tiempo me hacía ver mi pequeña alma, que tenía concentrados en ella tantos rayos, los cuales tenían la comunicación a cada cosa creada, de modo que ellas estaban en comunicación conmigo y yo con ellas, pero el punto principal de partida, de donde salían estos rayos, era Dios, que tenía las comunicaciones con todos y con todo, y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, donde reina mi Voluntad, con su luz a la cual ninguno puede resistir porque es inmensa y penetrante, pone todo en comunicación, cada rayo parte del centro divino en el cual mi Voluntad tiene su sede principal, los rayos no son otra cosa que los actos que

hace salir de Sí el Fiat Divino, los cuales invistiendo cada cosa creada, forman su vida y otras tantas sedes secundarias en cada una de ellas. Ahora la cosa es natural, que en el alma donde Ella reina, conforme forma sus actos en mi Querer, así todas las cosas creadas en virtud de la luz que las une reciben la comunicación de aquel acto y sobre el vuelo de la misma luz se unen junto para seguir el acto que hace el alma donde reina mi Querer, porque una es la Voluntad que poseen, una es la fuerza, por eso uno es el acto que quieren hacer, es mi misma Voluntad que mueve todo y vuelve de todos el acto de uno. Por tanto está segura de que a pesar de que las cosas creadas están en su puesto, todas te siguen, mi misma Voluntad te las pone en camino a fin de que no estés sola, sino que te acompañen todas. Sucede como en una boda, que la pareja de los esposos va sola adelante, pero atrás va su séquito en gran número de los invitados. Tú eres la esposa con la cual mi Voluntad ha querido formar su real desposorio, ha querido abatir las divisiones, los obstáculos que existían entre tú y Ella para formar la pareja más feliz que jamás haya existido; así que para ti y para Ella son días de fiesta, tus actos animados por el Fiat Divino son invitaciones continuas que haces a todas las cosas salidas de nuestras manos creadoras. Por tanto tu invitación es extensísima, no hay quién pueda hacer menos que aceptar, porque es una Voluntad Divina que llama a todas sus obras a su convite, no excluida ni siquiera mi Mamá Celestial y todos se sienten honrados y triunfantes por asistir a las bodas y de participar en el convite de las bodas de mi Suprema Voluntad, por eso con ansias esperan tus actos, tus invitaciones, tus llamadas, para venir a sentarse al banquete y festejar a la pareja de los esposos. Entonces tú vas delante junto con mi Voluntad ante la Majestad Suprema, mis obras te siguen detrás; y esto es con justicia, porque al crear todas las cosas, fue a la criatura a quien dimos la supremacía sobre todas nuestras obras, esto es, a la criatura en quien debía reinar plenamente nuestro Fiat Divino, no a la criatura degradada por su voluntad, ésta es la última de todas, no tiene ni derecho ni comunicación. En cambio donde reina mi Querer tiene el derecho de ser la primera y llamar a todos para hacerse seguir por todos. Por eso el obrar en Él es el milagro más grande y la plenitud de todos los actos unidos juntos y el triunfo del acto divino en el acto humano, porque mi Voluntad era como estéril en medio de las criaturas, pero ahora ya es feliz por su primera hija, en la cual ve sus tantos partos que vendrán a la luz, así que no más como madre estéril vivirá en medio de las gentes, sino como madre fecunda de muchos hijos. Era viuda, porque al crear al primer hombre se desposó con la naturaleza humana dotándola con las riquezas inmensas de su Voluntad, sello del desposorio que formaba con el hombre, pero en cuanto se sustrajo de Ella, quedó viuda durante tantos siglos, y ahora ha quitado el luto de su viudez y desposándose de nuevo volvió a ponerse sus vestidos de esposa y ha hecho salir de nuevo en campo sus dotes, y el sello de estas dotes son sus conocimientos en los cuales hace don de las riquezas que Ella posee. Por eso hija mía sé atenta a conservar tus vestiduras de esposa y a gozar los dominios que mi Voluntad te ha dado en dote”.

+ + + +

20-61
Febrero 19, 1927

Jesús la invita a luchar. Cómo Jesús lucha con sus conocimientos, con los ejemplos, con las enseñanzas; el alma lucha con recibirlos, con seguir los actos de su Voluntad en la Creación y Redención.

(1) Estaba siguiendo mi vuelo en el Fiat Divino y mi dulce Jesús se hacía ver que salía de dentro de mi interior, y entrelazaba sus manos con las mías invitándome a luchar con Él, yo era pequeña, pequeña, y no me sentía hábil y fuerte para luchar con Él, mucho más porque salió una voz de dentro de una luz que decía: “Es demasiado pequeñita, ¿cómo puede vencer en esta lucha?”. Y Jesús ha respondido:

(2) “Más bien porque es pequeña puede vencer, porque toda la fuerza está en la pequeñez”.
(3) Yo estaba desconsolada, no me atrevía a luchar con Jesús, y Él incitándome a la lucha me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, inténtalo, si tú vences vencerás el Reino de mi Voluntad, no te debes detener porque eres pequeña, porque he puesto a tu disposición toda la fuerza de las cosas creadas, así que junto contigo lucha toda la fuerza que contiene el cielo, el sol, el agua, el viento, el mar, todos me dan batalla, la hacen junto Conmigo para hacerme ceder el Reino del Fiat Divino, la hacen a las criaturas con las armas que cada cosa creada tiene en su propio puño, para rendirlas a reconocer mi Voluntad, a fin de que la hagan reinar como la hacen ellas reinar y queriendo vencer, todas se han puesto como en orden de batalla, y viendo que las criaturas resisten, queriendo vencer por fuerza porque tienen con ellas la fuerza de aquella Voluntad que las anima y domina, con las armas que poseen derriban gentes y ciudades con tal imperio, que ninguno las puede resistir; tú no puedes comprender toda la fuerza y potencia que contienen todos los elementos, que si mi Querer no los tuviera como frenados, sería tan encarnizada la batalla, que de la tierra harían ruinas. Ahora, la fuerza de ellas es también tuya, y por eso tú gira en medio de ellas para ponerlas en orden de batalla, tus actos, tu pedir continuo el Reino del Fiat Supremo llama para poner atenta a toda la Creación, y mi Voluntad moviéndose en ella pone todos sus actos en oficio regio para dar y hacer vencer su Reino en medio de las criaturas. Por lo tanto es mi mismo Querer el que lucha, que da batalla con mi misma Voluntad para el triunfo de su Reino. Así que tu lucha está animada por Ella, la cual tiene fuerza suficiente e irresistible para vencer. Por eso lucha, porque vencerás, y además, luchar para vencer el Reino del Fiat Supremo es la lucha más santa que puede existir, es la batalla más justa y más de derecho que se puede hacer, tan es verdad, que mi mismo Querer desde que formó la Creación empezó esta batalla y esta lucha, y se detendrá sólo cuando venza completamente. ¿Pero quieres sabes cuándo luchas Conmigo y Yo contigo? Yo lucho cuando te manifiesto los conocimientos sobre mi Eterno Fiat, así que cada dicho, cada conocimiento, cada semejanza que se refiere a Él, es una lucha y una batalla que hago contigo para vencer tu voluntad, ponerla en su puesto creado por Nosotros, llamarla casi por vía de lucha al orden del reino de mi Divino Querer, y mientras lucho contigo para subyugar tu voluntad, la inicio en medio de las criaturas. Lucho contigo cuando te enseño el camino que debes hacer y lo que debes hacer para vivir en mi Reino, las felicidades, las alegrías que debes poseer, en suma, lucho por vía de luz que contienen mis conocimientos, lucho por vía de amor y con los ejemplos más tiernos en modo de no poder resistir a mi lucha, lucho por medio de las promesas de felicidad y de alegrías sin fin; mi lucha es persistente y no me canso jamás, ¿pero para vencer qué cosa? Tu voluntad, y en la tuya a aquellos que reconocerán la mía para vivir en mi Reino. Y tú luchas Conmigo cuando recibes mis conocimientos y poniéndolos en orden en tu alma formas el Reino de mi Fiat Supremo en ti, y haciéndome lucha buscas vencer mi Reino. Cada acto tuyo hecho en mi Voluntad es una lucha que me haces; cada giro que haces por todas las cosas creadas para unirte a todos los actos que Ella hace en toda la Creación, llamas a toda la Creación a la batalla para vencer mi Reino, moviendo a mi misma Voluntad dominante en todas las cosas creadas para dar batalla a mi misma Voluntad para establecer su Reino. Y por eso en estos tiempos, el viento, el agua, el mar, la tierra, el cielo, están más que nunca todos en movimiento, haciendo batalla contra las criaturas, sucediendo fenómenos nuevos, y cuántos más sucederán, destruyendo gentes y ciudades, porque en las batallas es necesario disponerse a sufrir pérdidas y muchas veces aun por parte de quien vence; sin batalla no ha habido jamás conquistas de reinos, y si esto ha habido, no han sido duraderas. Luchas Conmigo cuando invistiendo todo lo que Yo hice y sufrí en mi Humanidad, esto es, en mis lágrimas, en mis penas más íntimas, en mis oraciones, en mis pasos, en mis palabras y hasta en las gotas de mi sangre, imprimes tu te amo y por cada uno de mis actos me pides que venga el Reino de mi Fiat Supremo, ¿quién puede decirte la lucha que me haces? Mueves a mis mismos actos para hacerme batalla para vencerme

a cederte mi Reino. Por eso Yo lucho contigo y tú luchas Conmigo, es necesaria esta lucha, tú para vencer mi Reino, y Yo para vencer tu voluntad y para iniciar la batalla en medio de las criaturas, para establecer el Reino de mi Supremo Querer. Yo tengo mi misma Voluntad, toda su potencia, fuerza e inmensidad para vencer, tú tienes mi misma Voluntad y a tu disposición toda la Creación y todo lo que Yo hice de bien en la Redención, para adiestrar un ejército formidable para hacer batalla y vencer el Reino del Fiat Supremo. Mira, también cada palabra que escribes es una lucha que me haces y un soldado de más que colocas en el ejército que debe vencer el Reino de mi Voluntad. Por eso sé atenta hija mía, que son tiempos de lucha y es necesario usar todos los medios para vencer”.

+ + + +

20-62
Febrero 21, 1927

Por qué tanto interés de Jesús en querer hacer conocer su Voluntad Divina.

(1) Mi pobre mente se perdía en los tantos conocimientos del Supremo Querer y pensaba entre mí: “¿Por qué Jesús tiene tanto interés en que se conozca esta Divina Voluntad y que reine en medio de las criaturas?” Ahora mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres tú saber por qué tengo tanto interés de hacer conocer mi Voluntad y que reine en medio de las criaturas? Porque sólo Ella es el medio para poder rehacer a la criatura y me pone a Mí y a ella en condiciones, Yo de poder dar y a ella de poder recibir. En tanto que mi Querer no regrese triunfante y dominante en medio de las criaturas, Yo no podré dar lo que quiero y en ellas faltará la capacidad, el espacio para poder recibir lo que puedo y quiero dar, porque sólo mi Voluntad tiene esta virtud, esta potencia, que poniendo el orden, el equilibrio entre Creador y criatura, abre todas las vías de comunicación entre ellos. Dios tiene su vía regia para poder enviar sin peligro sus dones, para poder descender cuando quiera y llevarle en persona los bienes más grandes, y la criatura teniendo la misma vía puede recibirlos, o bien subir para ir a tomar ella misma lo que su Señor le quiere dar. Por cuán rico y potente fuese un rey, si no encuentra a quién dar, no tendrá jamás el contento, la satisfacción de poder dar, sus riquezas estarán ociosas, aisladas, abandonadas, él tal vez vivirá ahogado en sus riquezas, pero no tendrá jamás el contento, la felicidad de dar y de hacer gozar de sus bienes a otros, porque no encuentra a quién darlos. Este rey será un rey aislado, abandonado, sin cortejo, no tendrá quién le sonría, quién le diga un gracias, no habrá jamás fiesta para él, porque la fiesta se forma con dar y con recibir. Así que con todas sus riquezas este rey tendrá un clavo en el corazón, el abandono, la monotonía; será rico pero sin gloria, sin heroísmo, sin nombre.
¿Qué dolor para este rey con todo y sus riquezas?
(3) Ahora hija mía, la causa por la que sacamos fuera la Creación y creamos al hombre, fue para dar nuestras riquezas, a fin de que a la gloria interna y felicidad inmensa que teníamos, se uniera la gloria externa de nuestras obras. Por tanto no estando la criatura en nuestra Voluntad nos la sentimos lejana, no hay quién nos circunde con su gracias, ni quién nos sonría de complacencia por nuestras obras. Todo es aislamiento, estamos circundados por inmensas riquezas, pero como nuestras criaturas están lejanas de Nosotros, no tenemos a quién darlas, no tenemos quién admire nuestras obras para hacerlas gozar, somos felices, pero por Nosotros mismos, no hay quién pueda mínimamente turbar nuestra felicidad, pero estamos obligados a ver la infelicidad de las criaturas, porque estando separadas de Nosotros, ellas no pueden tomar y Nosotros no podemos dar. La voluntad humana ha formado las barreras, cerró con llave las puertas de comunicación. El dar es liberalidad, heroísmo, amor; el recibir es gracia, y la criatura con hacer su voluntad impide nuestra liberalidad, nuestro heroísmo, nuestro amor, y si alguna cosa se da, es siempre restringida, por vía de esfuerzos, de intrigas, porque no estando el

orden entre ellas y Nosotros, las cosas no corren libremente. Nosotros no somos capaces de dolor, nuestro Ser es intangible de todos los males, si fuésemos capaces de dolor la criatura envenenaría nuestra existencia. He aquí por qué todo nuestro interés, por qué queremos hacer conocer nuestra Voluntad y que reine en medio de ellas, porque queremos dar, queremos verlas felices de nuestra misma felicidad, y sólo nuestra Voluntad puede hacer todo esto, realizar la finalidad de la Creación y hacernos poner en común nuestros bienes”.
(4) ¡Oh! Voluntad de Dios, cómo eres admirable, potente y deseable. ¡Ah! con tu imperio vence a todos, hazte conocer y ríndenos todos a Ti.

Deo Gratias.

1
I. M. I.
Fiat!!!

21-1
Febrero 23, 1927

Cómo el vivir en el Querer Divino es formar una visita de sorpresa a Jesús.

(1) Mi pobre corazón me lo sentía bajo un peso durísimo por la privación de mi dulce Jesús; ¡oh! cómo gemía y sufría, y haciendo mi acostumbrado giro en la Creación para seguir los actos de su Voluntad en ella, al llegar al mar lo llamaba y le decía: “Jesús mío, ven, regresa, tu pequeña hija te llama en el mar, te llamo junto con la vastedad de estas aguas, con su murmullo, te llamo en el serpentear de los peces, te llamo con la potencia de tu misma Voluntad que en este mar se extiende; si no quieres escuchar mi voz que te llama, escucha las tantas voces inocentes que se desprenden de este mar que te llaman.
¡Ah! no me hagas más penar que no puedo más”. Pero qué, a pesar de todas las voces del mar Jesús no venía, por tanto he debido pasar a girar en el sol, y lo llamaba en el sol, lo llamaba con la inmensidad de su luz, así que dondequiera que giraba lo llamaba en nombre de cada cosa creada y de su misma Voluntad que dominaba en ellas. Entonces, habiendo llegado bajo la bóveda azul del cielo le he dicho: “Mira oh Jesús, te traigo todas tus obras, ¿no escuchas la voz de todo el cielo, las voces innumerables de las estrellas que te llaman? Todas quieren circundarte y hacerte una visita como a su Creador y Padre de ellas, ¿y Tú quieres rechazarnos a todos?” Ahora, mientras esto decía, mi dulce Jesús ha salido, y poniéndose como en medio de todas sus obras me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué bella sorpresa me has hecho hoy, me has traído todas mis obras a hacerme una visita, me siento duplicada mi gloria, mi felicidad al verme rodeado por todas mis obras, que reconozco como tantos hijos míos. Hoy has hecho como un hijo que ama mucho a su padre y que sabe que él goza cuando se ve rodeado y visitado por todos sus hijos; éste los llama a todos, uno por uno los reúne a todos juntos, hermanos y hermanas y va a dar su sorpresa a su padre, el cual goza al verse rodeado por todos sus hijos, ninguno falta, reconoce a todos los miembros de su familia, ¡oh! cómo se siente glorificado por todos sus hijos, su felicidad es plena, y por cumplimiento de su alegría prepara un suntuoso banquete y festejan todos juntos, padre e hijos, pero en la plenitud de su felicidad reconoce al hijo que ha reunido a toda su familia para dar la sorpresa al padre y hacerlo gozar tanto, este hijo será amado de más, porque él ha sido la causa de tanta felicidad. Ahora pequeña hija mía, mientras tú me llamabas en el mar con todas sus voces, Yo te escuchaba y decía: ‘Deja que gire por todas las cosas creadas, a fin de que me las reúna todas juntas y después me haré encontrar, así podré recibir la visita de todas mis obras, que son como tantos hijos míos, así ellos me harán feliz a Mí, y Yo a ellos’. Así que el vivir en mi Voluntad contiene sorpresas indescriptibles, puedo decir: ‘Donde Ella reina el alma se vuelve mi felicidad, mi alegría, mi gloria, y Yo preparo a ella el banquete de sus conocimientos, a fin de que haciéndonos felices juntos, extendamos el Reino del Fiat Supremo, y así sea conocido, amado y glorificado’. Por eso espero frecuentemente estas sorpresas de la pequeña hija que me trae la visita de toda la familia que me pertenece.
(3) Además de esto, así como en la Creación están como esparcidas todas nuestras cualidades divinas, y cada cosa creada ocupa un oficio de nuestros atributos, por lo tanto: Quién es hijo de nuestra potencia, quién de la justicia, quién de la luz, quién de la paz, quién de la bondad, en suma, cada cosa creada es hija de alguno de nuestros atributos. Entonces cuando tú me traes toda la Creación, eres la portadora de mi felicidad esparcida en ella, y Yo reconozco a mi hijo de la luz en el sol, a mi hijo de la justicia en el mar, aquél

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

de mi imperio en el viento, aquél de la paz en la tierra florida, en suma, en todas las cosas creadas reconozco algún parto de mis atributos, y Yo gozo al reconocer a mis hijos que me trae la pequeña hija de mi Querer. Hago como aquel padre que tiene muchos hijos y cada uno de ellos ocupa un oficio de honor: Quién es príncipe, quién es juez, quién diputado, quién senador, quién gobernador; el padre se siente más feliz al reconocer en el parto de sus entrañas cada uno de los oficios y la dignidad de los propios hijos, y como todas las cosas creadas fueron hechas porque debían servir para hacer felices a los hijos del Fiat Supremo, al verte traer a Nosotros nuestras obras, reconocemos en ti nuestra finalidad, y
¡oh! cómo gozamos al verte girar para reunir todas nuestras obras para traernos nuestra felicidad esparcida en toda la Creación. Por eso tu vuelo en mi Voluntad sea continuo”.
(4) Después de esto, habiendo recibido la santa Comunión, estaba diciendo a mi amado Jesús: “Amor mío y vida mía, tu Voluntad tiene virtud de multiplicar tu Vida por cuantos seres existen y existirán sobre la tierra, y yo en tu Querer quiero formar tantos Jesús para darte todo entero a cada alma del purgatorio, a cada bienaventurado del Cielo, a cada viviente sobre la tierra”. Ahora, mientras esto decía, mi celestial Jesús me ha dicho:
(5) “Hija mía, para quien vive en mi Querer, Éste es exactamente lo que hace, multiplica los actos del alma en virtud suya por cuantos son los seres creados, el alma recibe la actitud divina, y su acto se hace acto de todos. Es precisamente este el obrar divino: Un acto que hace se multiplica en tantos, que todos pueden hacer suyo aquel acto como si hubiera sido hecho por cada uno, mientras que el acto ha sido uno, así que el alma donde reina mi Querer se pone en las condiciones de Dios mismo, sea de gloria, sea de dolor, según que las criaturas lo reciban o lo rechacen; la gloria que su acto puede llevar, el bien y la Vida de Jesús a todos, es grande, exuberante, infinito; el dolor de que no todas las criaturas tomen aquel bien y de que mi misma Vida quede suspendida, sin llevar lo útil de mi Vida Divina, es dolor que supera todo dolor”.

+ + + +

21-2
Febrero 26, 1927

Donde reina la Divina Voluntad forma tres cuerdas de oro purísimo.
La Divina Voluntad hace su exposición en toda la Creación.

(1) Mi amable Jesús me hace esperar mucho su regreso, ¡oh! cómo lo suspira mi pequeña alma, reducida sin Él como tierra sin agua y sin sol, que mientras me quemo por la sed, es tanta la oscuridad que no sé hacia donde dirigir mis pasos para encontrar a Aquél que es el único que me puede dar el agua que me quita la sed, y me hace surgir el sol que da luz a mis pasos para reencontrar a Aquél que de mí se aleja. ¡Ah Jesús, Jesús, regresa! ¿No sientes mi latido en el tuyo que te llama, y que no teniendo más humor vital, fatigosamente late y no tiene más fuerza para seguir llamándote? Pero mientras esto y más decía, mi sumo bien Jesús se ha movido en mi interior, y me hacía ver tres cuerdas, que unidas entre sí estaban atadas en el fondo de mi alma, estas cuerdas descendían del Cielo, las cuales estaban atadas a tres campanas. Jesús era un pequeño niño y con una gracia que no se puede decir, y todo deprisa tomaba las cuerdas en sus pequeñas manitas y las jalaba fuerte, pero tanto, que parecía que en el Cielo aquellas campanas formaban una música tan fuerte que todo el Cielo salía para ver quién era Aquél que tocaba con tanta premura e imponencia, de llamar la atención de todo el Cielo, también yo he quedado asombrada y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma donde reina mi Querer tiene las cuerdas de oro purísimo que descienden de la potencia del Padre, de la sabiduría de Mí, Hijo, y del amor del Espíritu Santo. Conforme el alma obra, ama, reza, sufre, así Yo tomo las cuerdas en mis manos y pongo en movimiento nuestra potencia, sabiduría y amor, para bien, para gloria de todos

los bienaventurados y de todas las criaturas. El sonido de estas campanas es tan fuerte y armonioso, que llaman a todos como invitándolos a festejar, por eso todos han salido para gozarse la fiesta de tu acto. Así que, como ves, los actos del alma donde reina mi Querer se forman en el Cielo, en el seno de su Creador, descienden a la tierra por las tres cuerdas de nuestra potencia, sabiduría y amor, y suben nuevamente hasta su fuente para llevarnos la gloria a Nosotros debida, y Yo me deleito mucho en tirar de las cuerdas para hacer oír a todos el sonido de estas misteriosas campanas”.
(3) Después de esto había oído de la exposición que se había hecho del Santísimo Sacramento en la iglesia, y yo pensaba entre mí: “Para mí no hay ni exposiciones, ni funciones”. Y mi dulce Jesús no dándome tiempo a pensar en otras cosas, ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, para ti no hay necesidad de exposiciones, porque para quien hace mi Voluntad tiene la exposición más grande y continua que mi Voluntad tiene en toda la Creación, más bien cada cosa creada, como están animadas por Ella, forman tantas innumerables exposiciones por cuantas cosas existen. ¿Quién forma mi Vida Divina en la Eucaristía? Mi Voluntad. Si no fuera porque la hostia sacramental está animada por mi Voluntad Suprema, la Vida Divina no existiría en ella, sería una simple hostia blanca que no merecería la adoración de los fieles. Ahora hija mía, mi Voluntad hace su exposición en el sol, y así como mi Voluntad tiene los velos de la hostia que esconden mi Vida, así tiene los velos de la luz que la esconden en el sol, sin embargo, ¿quién hace una genuflexión, quién manda un beso de adoración, quién dice un gracias a mi Voluntad expuesta en el sol? ¡Ninguno! ¡Qué ingratitud! Pero a pesar de esto Ella no se detiene, es siempre estable en hacer el bien, en sus velos de luz sigue los pasos del hombre, inviste sus acciones, por cualquier camino que tome, su luz se hace encontrar delante y detrás, llevándolo como en triunfo en su seno de luz para hacerle el bien, dispuesta a hacerle el bien y darle la luz aunque no la quiera. ¡Oh Voluntad mía, cuán invisible eres, amable y admirable, inmutable en el bien, incansable sin jamás retroceder! Ve la gran diferencia entre la exposición de la Eucaristía y aquella que mi misma Voluntad tiene en acto continuo en las cosas creadas, a aquella de la Eucaristía el hombre debe incomodarse, ir él, acercarse, disponerse para recibir el bien, de otra manera nada recibe; en cambio la exposición de mi Voluntad en las cosas creadas, es Ella que va al hombre, que se incomoda y a pesar de que no esté dispuesto, mi Voluntad es generosa y lo ahoga de sus bienes, no obstante no hay quien adore a mi eterna Voluntad en tantas exposiciones suyas. Ella hace su exposición en el mar, y si bien en el sol, símbolo de la Eucaristía, da su luz, su calor, da bienes innumerables, pero siempre en silencio, no dice jamás una palabra, no hace jamás un reproche por cuantos males horrendos pueda ver; en el mar en cambio, en los velos del agua hace su exposición en modo diferente, parece que habla al formar su murmullo, en los velos del agua infunde temor en sus oleajes tumultuosos y en las olas fragorosas, que si embiste naves o gentes las sepulta en el fondo del mar sin que ninguno lo pueda resistir; mi Voluntad en el mar hace la exposición de su potencia y habla en el murmullo, habla en los oleajes, habla en las olas altísimas llamando al hombre a amarla y a poseerla, y no viéndose escuchada hace la exposición de la justicia divina, y cambiando aquellos velos en tempestad se lanza contra el hombre inexorablemente. ¡Oh! si las criaturas pusieran atención a todas las exposiciones que hace mi Voluntad en toda la Creación, deberían estar siempre en acto de adoración, para adorar mi Voluntad expuesta en los campos floridos donde expande sus perfumes, en los árboles cargados de frutos donde expande la variedad de sus dulzuras, así que no hay cosa creada donde no haga su exposición divina y especial, y como las criaturas no le tributan los honores debidos, te corresponde a ti mantener la adoración perpetua a las exposiciones que tiene el Fiat Supremo en toda la Creación. Eres tú hija mía, la que te debes ofrecer como adoradora perpetua de esta Voluntad sin adoradores y sin correspondencia de amor por parte de las criaturas”.


+ + + +

21-3
Marzo 3, 1927

Donde reina el Divino Querer llama a Dios junto con su obrar. El ofrecimiento a Dios de las propias acciones las purifica y las desinfecta.

(1) Estaba ofreciendo mis pequeños actos como homenaje de adoración y de amor al Supremo Querer, y pensaba entre mí: “¿Pero será cierto que lo que hace el alma que hace la Divina Voluntad, lo hace el mismo Dios? ¿Qué gloria puede recibir si habiéndole ofrecido yo mi pequeño trabajo y todo lo que puedo hacer, lo venga a hacer junto conmigo?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿no me sientes en ti que estoy siguiendo tus actos? Porque donde reina mi Voluntad, todas las cosas, aun las más pequeñas y naturales se convierten en deleite para Mí y para la criatura, porque son efecto de una Voluntad Divina reinante en ella, que no sabe hacer salir de Sí ni siquiera la sombra de alguna infelicidad. Es más, tú debes saber que en la Creación nuestro Fiat Supremo estableció todos los actos humanos, invistiéndolos de deleite, de alegría y de felicidad, así que el mismo trabajo no debía provocar ningún peso al hombre, ni causarle la mínima sombra de cansancio, porque poseyendo mi Querer poseía la fuerza que jamás se cansa ni disminuye. Mira, también las cosas creadas son símbolo de esto, ¿se cansa tal vez el sol de dar siempre su luz? Ciertamente que no; ¿se cansa el mar de murmurar continuamente, de formar sus olas, de nutrir y multiplicar sus peces? Ciertamente que no; ¿se cansa el cielo de estar siempre extendido, la tierra de florecer? No. ¿Pero por qué no se cansan? Porque está dentro de ellos la potencia del Fiat Divino, que tiene la fuerza que no se agota jamás. Entonces todos los actos humanos entran en el orden de todas las cosas creadas y todos reciben la marca de la felicidad: El trabajo, el alimento, el sueño, la palabra, la mirada, el paso, todo. Ahora, hasta en tanto que el hombre se mantiene en nuestro Querer, se mantiene santo y sano, lleno de vigor y de energía incansable, capaz de gustar la felicidad de sus actos y de hacer feliz a Aquél que le daba tanta felicidad; pero en cuanto se sustrajo cayó enfermo y perdió la felicidad, la fuerza incansable, la capacidad y el gusto de gustar la felicidad de sus actos que el Divino Querer con tanto amor había investido. Esto sucede también entre quien está sano y entre quien está enfermo: El primero saborea el alimento, trabaja con más energía, toma placer en divertirse, en pasear, en platicar; el enfermo se disgusta del alimento, no siente fuerza para trabajar, se aburre de las diversiones, le fastidian las pláticas, todo le hace mal; la enfermedad ha cambiado su naturaleza, sus actos en dolores. Ahora supón que el enfermo volviera al vigor de su salud, se restablecería en las fuerzas, en el gusto, en todo. Así que la causa de su enfermedad ha sido el salir de mi Voluntad; el regresar y hacerla reinar será causa de que regrese el orden de la felicidad en los actos humanos, y hacer que mi Voluntad tome su actitud en los actos de la criatura. Y en cuanto ofrece su trabajo, el alimento que toma, y todo lo que hace, desde dentro de aquellos actos humanos brota la felicidad puesta por mi Querer en esos actos y sube a su Creador para darle la gloria de su felicidad. He aquí por qué donde reina mi Voluntad, no sólo me llama junto con Ella a obrar, sino que me da el honor, la gloria de aquella felicidad con la cual investimos los actos humanos, y aunque la criatura no poseyese toda la plenitud de la unidad de la luz de mi Voluntad, con tal de que ofrezca todos sus actos a su Creador como homenaje y adoración, como la enferma es ella, no Dios, Dios recibe la gloria de la felicidad de sus actos humanos. Supón un enfermo que hiciera un trabajo, o bien que preparara un alimento y lo diera a otro que está sano, éste que goza la plenitud de la salud no advierte nada, ni del cansancio de aquel trabajo, ni de la fatiga que el enfermo ha sentido al hacerlo, ni el disgusto de ese alimento que habría sentido si lo hubiera tomado el

enfermo, más bien goza en la plenitud de su salud del bien, de la gloria y de la felicidad que le llevará aquel trabajo y gusta el alimento que le ha sido ofrecido. Así el ofrecimiento de las propias acciones purifica, desinfecta las acciones humanas y Dios recibe la gloria a Él debida, y por correspondencia hace descender nuevas gracias sobre aquella que ofrece a Él sus acciones”.

+ + + +

21-4
Marzo 5, 1927

Cómo la firmeza en el bien es sólo de Dios, el cual habiendo hecho una vez un acto, éste no cesa más. Efectos de la firmeza. Cómo la
Humanidad de Nuestro Señor fue vínculo de tiempos, remedio y modelo.
Cómo quiere a salvo los derechos del Querer Divino.

(1) Me sentía en lo máximo de la aflicción por la privación de mi dulce Jesús, y en mi interior le decía: “Amor mío y Vida mía, cómo es que has partido de mí sin decirme adiós, ni enseñarme hacia dónde dirigir mis pasos, ni el camino que debo recorrer para reencontrarte, más bien me parece que Tú mismo me has obstaculizado los caminos para no dejarte encontrar, y por cuanto pueda girar y llamarte Tú no me escuchas, los caminos están cerrados, y yo extenuada por el cansancio estoy obligada a detenerme y lloro por Aquél que a cualquier costo quisiera encontrar y no encuentro. ¡Ah! Jesús, Jesús, regresa, ven a aquélla que no puede vivir sin Ti”. Pero mientras desahogaba mi dolor, apenas se ha movido en mi interior, y yo al sentir que se movía le he dicho: “Mi Jesús, Vida mía, ¿por qué me haces tanto esperar, hasta no poder más? Si te haces ver es apenas como relámpago, y sin decirme nada se hace más oscuro que antes y yo quedo más en mis desvaríos, y delirando de dolor te busco, te llamo, pero en vano te espero”. Y Jesús compadeciéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, estoy aquí contigo, lo que quiero es que jamás salgas de dentro de mi Voluntad, que siempre continúes tus actos sin apartarte jamás de los confines del Reino del Fiat Supremo, y esto te dará la firmeza que te asemejará a tu Creador, el cual, habiendo hecho una vez un acto, ese acto tiene vida continua sin cesar jamás. Un acto siempre continuado es sólo de Dios, el cual no sufre interrupciones en sus actos, por eso nuestra firmeza es inquebrantable y extendiéndose dondequiera con nuestra inmensidad, vuelve sin interrupción nuestros actos y dondequiera que nos apoyamos encontramos nuestra firmeza que nos hace el más grande honor, nos hace conocer como el Ente Supremo, Creador de todo, y vuelve inquebrantable nuestro Ser y nuestros actos, porque dondequiera que queremos apoyarnos encontramos nuestra firmeza que todo sostiene; hija mía, la firmeza es naturaleza y dote divina, y es justo que demos esta participación y dote de naturaleza divina a quien debe ser hija de nuestro Fiat Divino y vivir en nuestro Reino. Así que el continuar tus actos en Él sin interrumpirlos jamás, hace conocer que ya estás en posesión de la dote de nuestra firmeza. ¡Cuántas cosas dice la firmeza! Dice que el alma se mueve sólo por Dios; dice que se mueve con razón y con puro amor, no con pasión e interés propio, dice que conoce el bien que hace y por eso se mantiene firme en él sin interrumpirlo jamás; la firmeza dice con caracteres imborrables: ‘Aquí está el dedo de Dios’. Por eso sé firme en tus actos y tendrás nuestra firmeza divina en tu obrar”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Supremo Querer, y llegando al punto de seguir los actos de Jesús desde que fue concebido en el seno de la Inmaculada Reina, hasta que murió sobre la cruz, mi amable Jesús, haciéndose oír de nuevo en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Humanidad vino a la tierra como en medio de los tiempos, para reunir el pasado, cuando la plenitud de mi Voluntad reinaba en el hombre; en la Creación todo era

suyo, dondequiera que tenía su Reino, su Vida obrante y Divina, y Yo encerré en Mí esta plenitud de mi Querer Divino, y vinculando los presentes me hice primer modelo para formar los remedios que se requerían, las ayudas, las enseñanzas que se necesitaban para curarlos, y después vinculaba a los futuros a la plenitud de aquella Voluntad Divina que reinaba en los primeros tiempos de la Creación. Así que mi venida a la tierra fue vínculo de reunión de los tiempos, fue remedio para formar este vínculo para hacer que el Reino del Fiat Divino pudiera regresar en medio de las criaturas, fue modelo que hacía para todos, los que modelándose quedaban reanudados en los vínculos hechos por Mí. He aquí por qué antes de hablarte de mi Voluntad te hablé de mi venida a la tierra, de lo que Yo hice y sufrí, para darte los remedios y el modelo de mi misma Vida, y después te hablé de mi Querer, eran vínculos que formaba en ti, y en estos vínculos formaba el Reino de mi Voluntad, y señal de esto son los tantos conocimientos que te he manifestado acerca de Ella, su dolor porque no reina con toda su plenitud en medio de las criaturas, y los bienes que promete a los hijos de su Reino”.
(5) Después yo continuaba rezando y me sentía medio somnolienta, cuando de improviso oía hablar en voz alta dentro de mí, he puesto atención y he visto a mi amado Jesús con los brazos en alto, en acto de abrazarme, que con voz fuerte me decía:
(6) “Hija mía, Yo no pido otra cosa de ti sino que seas la hija, la madre, la hermana de mi Voluntad, que pongas a salvo en ti sus derechos, su honor, su gloria”.
(7) Y esto lo decía con voz alta y fuerte; después, bajando la voz y abrazándome ha agregado:
(8) “El motivo hija mía por el que quiero a salvo los derechos de mi eterno Fiat, es porque quiero encerrar en el alma la Santísima Trinidad, y sólo mi Voluntad Divina puede darnos el lugar y la gloria digna de Nosotros, y sólo por medio de Ella podemos obrar libremente y extender en ti todo el bien de la Creación, formar cosas aún más bellas, porque con nuestra Voluntad en el alma podemos todo, sin Ella nos faltaría el lugar donde ponernos y donde extender nuestras obras; por lo tanto, no siendo libres, permanecemos en nuestros apartamentos celestiales. Sucede como a un rey, que amando con amor excesivo a un súbdito suyo quiere abajarse a hacer vida en su pequeño tugurio, pero quiere ser libre, quiere poner en el pequeño tugurio sus cosas reales, quiere mandar, quiere que coma junto con él sus buenos y delicados alimentos, en suma, quiere hacer su vida de rey, pero el súbdito no quiere que el rey ponga sus cosas reales, ni que mande, ni quiere adaptarse a los alimentos del rey. El rey no se siente libre y por amor de la libertad se vuelve a su palacio real. Donde no reina mi Voluntad no soy libre, la voluntad humana pone continua oposición a la mía y por eso no teniendo a salvo nuestros derechos, no podemos reinar y por eso nos estamos en nuestra morada real”.

+ + + +

21-5
Marzo 10, 1927

Cómo Dios en la Creación daba los derechos de poseer el Reino de la Divina Voluntad.

(1) Estaba según mi costumbre siguiendo los actos del Querer Supremo en la Creación, y habiendo llegado al punto cuando Dios creaba al hombre, me unía con los primeros actos perfectos que hizo Adán cuando fue creado, para comenzar junto con él, y para seguir donde terminó de amar a Dios, de adorarlo, cuando pecó, con aquella perfección con la que había empezado en la unidad del Fiat Supremo, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Pero nosotros tenemos derecho a este Reino del Querer Divino?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(2) “Hija mía, tú debes saber que Adán antes de pecar hacía sus actos en el Fiat Divino, esto significaba que la Trinidad le había dado la posesión de este Reino, porque para poder poseer un reino se necesita quién lo forme, quién lo done y quién lo reciba. La Divinidad lo formó y lo donó, el hombre lo recibió, así que Adán en su primera época de la Creación poseía este Reino del Fiat Supremo, y como él era la cabeza de todo la generación humana, todas las criaturas recibían el derecho de esta posesión; y si bien Adán con sustraerse de nuestra Voluntad perdió la posesión de este Reino, porque con hacer su voluntad se puso como en estado de guerra con el eterno Fiat, y, pobrecito, no teniendo fuerza suficiente para combatir, ni ejército bien provisto para poder pelear con un Querer tan Santo, que tenía fuerza invencible y un ejército formidable, quedó vencido y perdió el Reino dado por Nosotros, mucho más que la fuerza que poseía antes era la nuestra, y le habíamos dado también nuestro ejército a su disposición; en cuanto pecó la fuerza se volvió a nuestra fuente y el ejército se retiró de él poniéndose a nuestra disposición. Todo esto no quitó los derechos a sus descendientes de poder readquirir el Reino de mi Voluntad. Sucedió como a un rey que por una guerra pierde su reino, ¿no habrá la probabilidad que uno de sus hijos, con otra guerra pueda readquirir el reino de su padre, que ya era suyo? Mucho más que vine Yo a la tierra, el divino vencedor, para rehacer las pérdidas del hombre, y encontrando a quien quisiese recibir este Reino le restituía la fuerza, poniendo de nuevo mi ejército a su disposición para mantener el orden, el decoro y la gloria de este Reino. ¿Y cuál es este ejército? Es toda la Creación, en la cual en cada cosa creada está bilocada la Vida de mi Voluntad más que ejército maravilloso y formidable para mantener la vida de este Reino. El hombre podría perder la esperanza de poseer de nuevo este Reino sólo si viera desaparecer todo el ejército invencible de la Creación, entonces se podría decir: ‘Dios ha retirado su Voluntad de la faz de la tierra, que la vivificaba, la embellecía, la enriquecía, ya no hay más esperanza de que el Reino pueda estar en nuestra posesión’. Pero hasta en tanto que la Creación exista, sólo es cuestión de tiempo para encontrar a aquellos que lo quieran recibir, y además, si no se pudiera esperar la posesión del Reino del Fiat Divino, no era necesario que Yo te manifestara tantos conocimientos referentes a él, ni te habría manifestado su Querer que quiere reinar, ni su dolor porque no reina; cuando una cosa no se puede efectuar es inútil hablar de ella, por lo tanto no habría tenido ningún interés de decir tantas cosas respecto a mi Voluntad Divina. Así que el sólo hablar de Ella es señal de que quiero que regrese su posesión”.

+ + + +

21-6
Marzo 13, 1927

Cómo la Voluntad Divina no deja a nadie. Cómo Ella tiene la virtud regeneradora y tiene todo en su propio puño.

(1) Mi pobre existencia vive bajo la pesada presión de la privación de mi dulce Jesús, las horas me parecen siglos sin Él y siento todo el peso de mi duro exilio. ¡Oh Dios! qué pena vivir sin Aquél que forma mi vida, mi latido, mi respiro. Jesús, qué duro desgarro es para mí tu privación, todo es obstáculo, todo es dificultad, ¿cómo puede resistir la bondad de tu tierno corazón el verme tan paralizada únicamente por tu causa? ¿Cómo me dejas por tan largo tiempo? No te hieren más mis suspiros, no te conmueven mis gemidos, mis delirios que te buscan, no por otra cosa sino porque quieren la vida, es vida lo que quiero, no otra cosa, ¿y Tú me niegas esta vida? ¡Jesús, Jesús! quién hubiera pensado que me habrías dejado por tan largo tiempo. ¡Ah! regresa, regresa, porque no puedo más. Entonces mientras desahogaba mi dolor, mi amado Jesús, mi dulce Vida se ha movido en mi interior y me ha dicho:

(2) “Hija mía, si a ti te parece que te he dejado y no sientes mi Vida en ti, mi Voluntad no te ha dejado, más bien su Vida en ti estaba en su plenitud, porque Ella no deja a ninguno, ni siquiera a los condenados en el infierno, más bien allí está cumpliendo su Justicia inexorable e irreconciliable, porque en el infierno no hay reconciliación, más bien forma su tormento; es justo que quien no ha querido recibirla para ser amado, hecho feliz, glorificado, la reciba para ser atormentado y humillado. Por eso mi Voluntad no deja a ninguno, ni en el Cielo, ni en la tierra, ni en el infierno, tiene todo en Sí como en su propio puño, ninguno puede escaparle, ni el hombre, ni el fuego, ni el agua, ni el viento, ni el sol, dondequiera tiene su imperio y extiende su Vida imperando y dominando todo. Si nada deja y todo inviste, ¿podía acaso dejar a su pequeña hija primogénita donde ha concentrado su amor, su Vida y su Reino? Porque si bien mi Voluntad Divina se extiende por doquier y tiene su imperio sobre todo, sin embargo si la criatura la ama, se hace todo amor y da su amor; si la quiere como vida, forma su Vida Divina en ella; si la quiere hacer reinar, se forma su Reino, desarrolla sus actos según las disposiciones de las criaturas; tiene la virtud regeneradora, regenera la Vida Divina, la santidad, la paz, la reconciliación, la felicidad, regenera la luz, la belleza, la gracia; Ella sabe hacer todo, se da a todos, se extiende dondequiera, sus actos son innumerables, se multiplican al infinito; a cada criatura da un acto nuevo según están dispuestas, su variedad es inalcanzable. ¿Quién puede jamás huir de mi Voluntad? Nadie, debería salir de la Creación o bien ser un ser no creado por Nosotros, lo que no puede ser jamás, porque el derecho de crear es sólo de Dios. Por eso mi Voluntad no te dejará jamás, ni en vida ni en muerte, ni después de muerta, mucho más que regenerándote como su parto especial, ambas queréis que forme su Reino, y donde Ella está, estoy Yo en mi pleno triunfo; ¿puede haber una voluntad sin la persona que posee este querer? Cierto que no; ni te asombres si frecuentemente sientes en ti como si mi Vida terminara, sientes que termina pero no es verdad. Sucede como a las cosas creadas, que parece que mueren pero luego resurgen siempre; el sol parece que muere, pero porque la tierra gira pierde el sol y parece que muere, pero el sol vive y está siempre en su puesto, tan es verdad que girando más la tierra encuentra de nuevo su sol, como si resurgiera a vida nueva para ella. A la tierra parece que le muera todo, las plantas, las bellas flores, los frutos deliciosos, pero después todo le resurge y adquieren la vida, aun la misma naturaleza humana, con el sueño parece que muere, pero del sueño resurge más vigorosa y rehecha. De todas las cosas creadas sólo el cielo está siempre fijo, no muere jamás, símbolo de los bienes estables de la Patria Celestial, no sujetos a cambios, pero todas las otras cosas, el agua, el fuego, el viento, todo, parece que mueren, pero después resurgen animadas todas por mi Voluntad, no sujeta a muerte y que posee el acto de hacer resurgir cuantas veces quiere todas las cosas. Más bien mientras parece que mueren, tienen vida perenne en virtud de la fuerza regeneradora de mi Voluntad. Así sucede en ti, te parece que mi Vida muere, pero no es verdad, porque estando en ti mi Querer está la virtud regeneradora que me hace resurgir cuantas veces quiere. Donde está mi Fiat no puede haber ni muerte ni bienes que terminan, sino vida perenne no sujeta a terminar”.

+ + + +

21-7
Marzo 16, 1927

En cuanto Jesús fue concebido, formó el reanudamiento de su Reino con las criaturas. Cómo en la Divina Voluntad están los
actos universales que se necesitan para impetrarlo.

(1) Estaba pensando en el Fiat Supremo y en el modo como puede venir y ser realizado este Reino, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(2) “Hija mía, en cuanto tu Jesús fue concebido, reanudé de nuevo el Reino de mi Voluntad Divina con las criaturas. Era necesario que Ella tomara dominio absoluto en mi Humanidad y tuviese su Vida libre en todos mis actos, para poder extender su Reino como quería en mi Humanidad. Así que todo lo que Yo hacía: Obras, oraciones, respiro, latido y sufrimientos, eran vínculos, reanudamientos del Reino de mi Fiat con las criaturas. Yo representaba el nuevo Adán, que no sólo debía dar los remedios para salvarlos, sino debía rehacer, restituir lo que el viejo Adán perdió; por eso me fue necesario tomar la naturaleza humana para poder encerrar en ella lo que la criatura había perdido, y por medio mío darlo de nuevo. Era de justicia que mi Voluntad Divina tuviera una naturaleza humana a su disposición y que en nada se opusiera, para poder de nuevo extender su Reino en medio de las criaturas, mucho más que una naturaleza humana le había quitado sus derechos de reinar, por eso se necesitaba otra que le restituyera sus derechos. Por tanto mi venida a la tierra no fue por la sola Redención, más bien, la primera finalidad fue para formar el Reino de mi Voluntad en mi Humanidad, para darlo nuevamente a las criaturas; si esto no fuera así, mi venida sobre la tierra sería una obra incompleta, no digna de un Dios, que nada menos no habría podido restablecer la obra de la Creación, el orden como salió de nuestras manos creadoras, que en todo debía reinar nuestra Voluntad. Ahora, para que estos reanudamientos que formó mi Humanidad de mi Reino con las criaturas, pudieran tener validez, vida y ser conocidos, era necesario que eligiera a una criatura, que dándole por oficio especial que hiciera conocer este Reino de mi Querer, vinculara con ella todos estos reanudamientos que había formado mi Voluntad con mi Humanidad, dándole capacidad de transmitir estos reanudamientos de mi Reino a las otras criaturas. Por eso estoy en el fondo de tu alma manteniendo la Vida del Fiat Supremo, para vincular estos reanudamientos y extender en ella su Reino, y te hablo tanto de Él como a ningún otro hasta ahora le he hablado, por tanto sé atenta, que se trata de la cosa más grande, cual es restablecer el orden de la Creación entre el Creador y la criatura.
(3) No sólo esto, sino que era necesario que escogiera primero una criatura que viviera en el Fiat Divino para recibir de ella actos universales, porque mi Voluntad es universal, se encuentra por todas partes, no hay criatura que no reciba su Vida. Ahora, el hombre con sustraerse de mi Voluntad rechazó un bien universal, quitó a Dios la gloria, la adoración, el amor universal; así que para dar nuevamente este Reino, estos bienes universales, quiere por derecho que primero una criatura viviendo en este Fiat, se le comunique este acto universal, y conforme ama, adora, glorifica, reza, se constituye junto con su mismo Querer amor universal por todos, adoración y gloria por cada criatura, y difundiendo su oración como si cada una rezara, ruega en modo universal que venga el Reino del Fiat Divino en medio de las criaturas. Cuando un bien es universal se necesitan actos universales para obtenerlo, y sólo en mi Voluntad hay estos actos. Conforme tú amas en Ella, tu amor se extiende dondequiera que Ella se encuentra, y mi Voluntad siente tu amor en todas partes, se siente seguir por doquier, por lo tanto siente en ti el primer amor como había establecido que la criatura la amara en el principio de la Creación; siente su eco en tu amor que no sabe amar con amor pequeño y finito, sino con amor infinito y universal; siente el primer amor de Adán antes de pecar, que no hacía otra cosa que repetir el eco de la Voluntad de su Creador, y se siente como atraída por estos actos universales que la siguen por todas partes para venir a reinar de nuevo en medio a las criaturas; por eso te escogí hija mía, y de en medio de su estirpe, no sólo para manifestarte los conocimientos, los bienes, los prodigios de este Fiat, sino para hacer que tú, viviendo en Él, con tus actos universales inclinases a mi Voluntad para venir a reinar nuevamente como al principio de la Creación en medio a las criaturas. Por eso a ti te es dado unir a todos, abrazar a todos, a fin de que encontrando a todos y todo en ti, como todo se encuentra en mi Voluntad, harás que se pongan de acuerdo, se darán el beso de paz y mi Reino será restablecido en medio de las criaturas. He aquí el por qué la necesidad de los conocimientos, de las maravillas de mi Fiat Divino, para disponer a las criaturas, para animarlas a desear, a querer, a suspirar este Reino y los bienes que hay en Él; y la necesidad de elegir primero a una

criatura que viviendo en Él, con sus actos universales que le suministra mi mismo Querer, que son actos divinos, consiga el Reino de mi Fiat a las criaturas. Yo hago como un rey cuyo pueblo ha sido rebelde a sus leyes, el rey usando de su poder, a quién mete a la cárcel, a quién manda al exilio, a quién le quita el derecho de poseer, en suma, a todos da el castigo que justamente merecen. Ahora, con el largo andar del tiempo el rey tiene compasión de su pueblo, escoge a uno de sus ministros más fieles y abriendo su corazón doliente dice: ‘Quiero fiarme de ti, escucha, he decidido darte el mandato de que me llames a los pobres exiliados, que liberes a los prisioneros, que restituyas el derecho de poseer los bienes que les quité, y si me son fieles les duplicaré sus bienes, su felicidad’. Y trata largamente con este ministro de su confianza, planeando todo lo que se debe hacer, mucho más que este ministro estaba siempre junto al rey, rogando por su pueblo, que diese a todos gracia de perdón y de reconciliación. Entonces después de haber planeado juntos todo en secreto, llaman a los demás ministros dando orden de que hagan llegar la buena noticia en medio de todo el pueblo, en las prisiones, en el exilio, de cómo el rey quiere hacer la paz con ellos, que quiere que cada uno regrese a su puesto y todos los bienes que el rey les quiere dar; y mientras se esparcen estas bellas noticias, desean, suspiran, se disponen con sus actos a recibir su libertad y el Reino perdido por ellos; ahora, mientras se difunden las noticias, el fiel ministro está siempre junto al rey, urgiéndolo con ruegos incesantes para que el pueblo reciba el bien establecido entre ellos. Precisamente esto es lo que he hecho Yo, porque lo que se puede hacer entre dos, al tú por tú, en el secreto del dolor y del amor de dos seres que se aman y que quieren el mismo bien, no se puede hacer entre muchos. Un secreto dolor y amor de tu Jesús, unidos con el alma que elijo, tienen tal poder: Yo de dar y ella de impetrar lo que se quiere; el secreto entre tú y Yo ha madurado los tantos conocimientos que te he dado del Reino de mi Fiat Divino, ha hecho resurgir tus tantos actos en Él; el secreto entre tú y Yo me ha hecho desahogar mi dolor tan grande y de tantos siglos en los cuales mi Voluntad, mientras estaba en medio de las criaturas, era vida de cada acto de ellas, no la conocían, la tienen en estado de agonía continua. Hija mía, un dolor mío desahogado en el secreto del corazón de quien me ama, tiene la virtud de cambiar la justicia en misericordia, y mis amarguras se cambian en dulzuras. Entonces, después que me he fiado de ti, planeando juntos todo, he llamado a mis ministros dándoles orden de hacer conocer al pueblo las bellas noticias sobre mi Fiat Supremo, sus tantos conocimientos, y cómo llamo a todos a que vengan a mi Reino, que salgan de la cárcel, del exilio de su voluntad, que tomen posesión de los bienes perdidos, que no vivan más infelices y esclavos de la voluntad humana, sino felices y libres en mi Voluntad Divina. Y como este secreto ha tenido virtud de decirnos corazón a corazón las tantas manifestaciones maravillosas del eterno Fiat, saliendo fuera este nuestro gran secreto, hará tanto camino en el pueblo, que sorprendidos rogarán con suspiros que venga mi Reino que pondrá término a todos sus males”.

+ + + +

21-8
Marzo 19, 1927

Cómo quien no cumple su misión en la tierra la cumplirá en el Cielo. Cómo la misión del Fiat será larguísima. Orden de la Sabiduría Infinita.

(1) Estaba preocupada por la salud del reverendo padre Di Francia, las cartas que me habían llegado de él eran casi alarmantes, pensaba en la suerte de mis escritos que tanto interés había tenido de llevárselos todos, ¿a dónde irían a parar si Nuestro Señor se lo lleva consigo a la patria celestial? Y además, su misión para la publicación de los conocimientos sobre el Fiat quedaría sin fruto, porque se puede decir que nada ha hecho aún, a lo más se puede decir el inicio, la voluntad que tiene de hacer la publicación, pero

para hacer salir una obra tan extensa, ¿quién sabe cuánto tiempo se necesite? Y en cómo para el padre, si en el bello principio Jesús se lo lleva, será una misión sin fruto, y así será también para mí si fuera afortunada de irme a mi Patria, ¿cuál será el fruto de mi misión, de haberme sacrificado tanto, de estarme las noches enteras escribiendo? Y también los tantos intereses de Jesús quedarían sin fruto, porque un bien, lo ha dicho Él mismo, sólo lleva su fruto cuando es conocido, entonces, si no serán conocidos, quedarán como frutos escondidos, sin que ninguno reciba el bien que contienen. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien ha tenido una misión y apenas la ha iniciado, o bien no la ha desarrollado del todo, y en lo mejor me lo llevo al Cielo, continuará desde allá arriba su misión, porque llevará en el fondo de su alma el depósito del bien, de los conocimientos que ha adquirido en vida y en el Cielo los comprenderá con más claridad, y comprendiendo el gran bien de estos conocimientos del Fiat Supremo, rogará él y hará rogar a todo el Cielo para que se conozcan en la tierra, y conseguirá luz más clara a quien deberá encargarse. Mucho más que cada conocimiento sobre mi Voluntad le dará una gloria de más, una felicidad mayor, y a medida que se conozcan en la tierra será duplicado en la gloria y en la felicidad, porque será cumplimiento de su misión que tenía en su voluntad hacer, y es justo que a medida que se desarrolle en la tierra reciba el fruto de su misión, por eso le decía que lo hiciera pronto, lo urgía tanto a que no perdiera el tiempo, porque Yo quería que no sólo tuviera el inicio de su misión, sino que se adentrara en gran parte en la publicación de los conocimientos del eterno Fiat, a fin de que no hiciera todo desde el Cielo. En cambio, quien cumple su misión en la tierra puede decir: ‘Mi misión ha terminado.’ Pero quien no la ha cumplido la debe continuar desde el Cielo. Para ti, tú misión es larguísima, no podrás cumplirla en la tierra, hasta en tanto que todos los conocimientos no sean conocidos y el Reino de mi Voluntad no sea establecido sobre la tierra, tu misión jamás podrá decirse terminada, en el Cielo tendrás mucho qué hacer, mi Voluntad que te ha tenido en la tierra ocupada para su Reino, no te dejará sin trabajar junto con Ella en el Cielo, te tendrá siempre en su compañía. Así que no harás otra cosa que descender y subir del Cielo a la tierra para ayudar y establecer con decoro, honor y gloria mi Reino. Esto te será de gran complacencia, felicidad y suma gloria, al ver tu pequeñez, que unida con mi Querer ha transportado el Cielo a la tierra y la tierra al Cielo, contento mayor no podrías recibir, mucho más porque verás la gloria de tu Creador completada por parte de las criaturas, el orden restablecido, toda la Creación con su pleno esplendor, al hombre, nuestro querido joyel en su puesto de honor. ¿Cuál no será nuestro y tu sumo contento, la suma gloria y la felicidad sin fin al ver la finalidad de la Creación realizada? Además, a ti te daremos el nombre de redentora de nuestra Voluntad, constituyéndote madre de todos los hijos de nuestro Fiat, ¿no estás contenta?”
(3) Después de esto estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, y no encontrando a mi dulce Jesús pensaba entre mí que no me quería como antes, porque antes parecía que no sabía estar sin mí, no hacía otra cosa que ir y venir, ahora me deja sola sin Él aun días enteros; antes frecuentemente me llevaba al Cielo y me hacía volver a la tierra con sumo dolor mío, ahora todo ha terminado. Pero mientras esto pensaba, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú me ofendes al pensar que no te quiero como antes, esto no es otra cosa que el orden de mi infinita sabiduría. Tú debes saber que también mi inseparable Mamá, en su tierna edad, estaba más en el Cielo que en la tierra porque debía tomar de Nosotros los mares de gracia, de amor, de luz, para formar en Ella su cielo donde el Verbo Eterno debía concebirse y tener su habitación. Por eso cuando este cielo fue formado en la Soberana Reina, no fue ya necesario que fuera frecuentemente a la Patria Celestial, pues ya tenía en Ella lo que estaba en el Cielo. Así he hecho contigo, lo que era necesario antes no es necesario hoy, y además, ¿qué es más? ¿Poseerme dentro en el fondo del alma, bajo el bello cielo de mi Voluntad formado en ti, o bien visitar frecuentemente la Patria Celestial? Creo que es más poseerlo, por eso todo lo que he hecho antes en ti, por

tantos años, no ha sido otra cosa que formar mi cielo en ti; después de formado es justo que me lo goce, y debes gozar también junto Conmigo que tu Jesús tiene su cielo en tu alma”.

+ + + +

21-9
Marzo 22, 1927

Cómo quien vive en el Querer Divino vive en el eco de la voz de Jesús.
Efectos de cuando surge el Sol de la Divina Voluntad en el alma.

(1) Continuando mi habitual estado, estaba siguiendo al Querer Divino en la Creación, y pasando de una cosa creada a otra, llamaba a mi dulce Vida, a mi amado Jesús, que viniera junto conmigo a seguir los actos de su Voluntad en todas las cosas creadas, y no viniendo, sentía el clavo de su privación que me traspasaba y en mi dolor le decía: “Mi Jesús, yo no sé qué hacer para reencontrarte, te hago llamar por tu justicia en el mar, por tu potencia en sus olas fragorosas y Tú no me escuchas, te hago llamar por tu luz en el sol, por la intensidad de su calor que simboliza tu amor y no vienes, te hago llamar por tu inmensidad, en todas tus obras, en la vastedad de la bóveda del cielo y parece que no es a Ti a quien llamo. Pero dime al menos cómo debo hacer para reencontrarte. Si no te encuentro en medio de tus obras, en tu misma Voluntad, que son tus confines, ¿dónde podré encontrar mi vida?” Pero mientras desahogaba mi dolor se ha movido dentro de mí diciéndome:
(2) “Cómo es bella mi hija, cómo es bello ver su pequeñez como perdida en mi Voluntad buscarme en medio de mis obras y no encontrarme”.
(3) Y yo: “Jesús mío, Tú me haces morir, dime, ¿dónde te escondes?”
(4) Y Jesús: “Me escondo en ti; mira, si tú oyes la voz de una persona, dices que el oír su voz es que ya está cerca de ti; ahora, mi Voluntad es el eco de mi voz, si tú estás en Ella y giras por todas las obras de mi Fiat, ya estás en el eco de mi voz, y estando en Ella estoy junto a ti, o bien dentro de ti, que con mi aliento te doy el vuelo para girar hasta donde llega mi voz y hasta donde mi Fiat se extiende”.
(5) Y yo, sorprendida he dicho: “Amor mío, así que tu voz se hace anchísima y larguísima porque tu Voluntad no hay punto donde no se encuentre”.
(6) Y Jesús ha agregado: “Cierto hija mía, no hay voluntad, ni hay voz si no está la persona que la emite, y así como mi Voluntad se encuentra por todas partes, así no hay punto donde no llegue mi voz que lleva mi Fiat a todas las cosas, por eso si te encuentras en mi Voluntad en medio de sus obras, puedes estar más que segura de que tu Jesús está contigo”.
(7) Después de todo esto estaba pensando en el gran bien que nos trae la Divina Voluntad, y mientras estaba toda inmersa en Ella, mi dulce Jesús ha agregado:
(8) “Hija mía, así como el sol, que cuando surge hace huir las tinieblas y hace surgir la luz, cambia la humedad de la noche de la cual las plantas han sido investidas, de modo que yacían oprimidas, adormecidas y melancólicas, y en cuanto surge el sol cambia esa humedad en perlas, embelleciendo todo, plantas, flores y sobre toda la naturaleza su halo argentino da de nuevo la alegría, la belleza, quita el entorpecimiento de la noche y con su encanto de luz parece que da la mano a toda la naturaleza para vivificarla, embellecerla y darle la vida. El mar, los ríos, las fuentes, dan temor en la noche, pero en cuanto surge el sol, los rayos solares hacen huir ese temor e invistiéndolos hasta el fondo forma en ellos un fondo de oro y de plata, cristaliza a las aguas y de ellas forma el encanto más bello; así que toda la naturaleza resurge por medio del sol, si no fuera por el sol se podría llamar obra sin vida. Más que sol es mi Voluntad, en cuanto surge en el alma la viste de luz, todos sus actos son embellecidos con luz divina, de modo que se convierten en más que

fulgidísimos brillantes y en adornos preciosos, mientras que antes que surgiera el Sol de mi Querer eran como el rocío nocturno, que oprime a las plantas y no les da ningún tinte de belleza, en cambio al surgir el sol aquel rocío forma el más bello ornamento a todas las plantas y da a cada una su tinta de belleza y hace resaltar la diversidad y vivacidad de los colores. Así, en cuanto surge mi Querer, todos los actos humanos quedan investidos de luz, toman su puesto de honor en mi Voluntad, cada uno recibe su especial tinte de belleza y la vivacidad de los colores divinos, de modo que el alma queda transfigurada y cubierta de una belleza indescriptible. Conforme surge el Sol de mi Querer pone en fuga todos los males del alma, quita el sopor que han producido las pasiones, más bien ante la luz del Fiat Divino las mismas pasiones besan aquella luz y ambicionan convertirse en virtudes para hacer homenaje a mi eterno Querer; en cuanto Él surge todo es alegría, y las mismas penas que, como mares en la noche dan temor a las pobres criaturas, si surge mi Querer pone en fuga la noche de la voluntad humana y quitando todo temor forma su fondo de oro en aquellas penas y con su luz inviste las aguas amargas de las penas y las cristaliza en mares de dulzura, de modo de formar un horizonte encantador y admirable, ¿qué no puede hacer mi Querer? Todo puede hacer y todo puede dar, y donde surge hace cosas dignas de nuestras manos creadoras”.

+ + + +

21-10
Marzo 26, 1927

Quien posee la Divina Voluntad es el llamamiento a todos los actos de Ella. Tantas veces se resurge en la Vida Divina
por cuantos actos se hacen en la Divina Voluntad. Cómo quien no hace la Divina Voluntad es el ladrón de la Creación.

(1) Estaba pensando entre mí: “Cuando giro en la Suprema Voluntad siguiendo sus actos en la Creación y en la Redención, parece que todas las cosas hablan, que todas tienen algo que decir de este admirable Querer, en cambio cuando estoy ocupada en otra cosa, todas las cosas se ponen en silencio, parece que no tienen nada que decir”. Pero mientras esto pensaba, ha penetrado el sol en mi pequeña recámara y su luz golpeaba sobre mi cama y yo me he sentido investir por su luz y su calor; mientras estaba en esto ha salido una luz de dentro de mi interior, y arrojándose en la luz del sol, ambas luces se han besado. Yo quedé sorprendida y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bella mi Divina Voluntad bilocada en ti y en el sol, Ella cuando reside en el alma y hace un dulce encuentro con sus obras, hace fiesta y sumergiéndose en sus mismos actos que hace en las cosas creadas, se besan recíprocamente y una queda y la otra luz regresa triunfante a su puesto, a ejercer su oficio querido por mi misma Voluntad. Entonces, el alma que posee mi Voluntad es el llamamiento a todos los actos de Ella y en cuanto se encuentran, súbito se reconocen, y por eso cuando tú giras en la Creación y en la Redención todas las cosas te hablan, son los actos de mi Voluntad que te hablan en ellas, porque es justo que quien la posee conozca la vida de Ella, que mientras parece dividida en tantas cosas creadas y distinta en tantos actos diversos, sin embargo es un acto solo, y quien la posee es necesario que esté al día de todos sus actos para formar un acto solo con todos los actos de mi Voluntad”.
(3) Luego, siguiendo los actos que el Fiat Supremo había hecho en la Redención, he llegado al momento cuando mi dulce Jesús estaba en acto de resurgir de la muerte y yo estaba diciendo: “Jesús mío, así como mi te amo te ha seguido al limbo, e invistiendo a todos los habitantes de aquel lugar te hemos pedido todos juntos que apresures el Reino de tu Fiat Supremo sobre la tierra, así quiero imprimir mi te amo continuo sobre la tumba de tu Resurrección, a fin de que así como tu Divina Voluntad hizo resurgir a tu Santísima

Humanidad como cumplimiento de la Redención y como nuevo contrato que restituía el Reino de tu Voluntad sobre la tierra, así mi te amo incesante, siguiendo todos los actos que hiciste en la Resurrección, te pida, te ruegue, te suplique que hagas resurgir a las almas en tu Voluntad, a fin de que tu Reino sea establecido en medio de las criaturas”. Ahora, mientras esto y otras cosas decía, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cada acto hecho en mi Voluntad, tantas veces hace resurgir en la Vida Divina, y por cuantos más actos hace en Ella, tanto más crece la Vida Divina y tanto más se completa la gloria de la Resurrección. Así que la base, la sustancia, la luz, la belleza, la gloria, viene formada por los actos hechos en mi Voluntad; Ella, tanto más puede dar, tanto más puede embellecer y engrandecer, por cuanto más contacto ha tenido con Ella. Es más, quien ha vivido siempre en mi Querer, como ha tenido su dominio sobre todos los actos de la criatura, poseerá el acto siempre nuevo de mi Fiat, así que el acto nuevo y continuo de las bienaventuranzas no sólo lo recibirá de Dios, sino que en virtud de mi Voluntad que ha poseído en la tierra, poseerá en sí misma el acto nuevo de las bienaventuranzas, que haciéndolo salir de sí investirá a toda la Patria Celestial, por eso habrá tal armonía entre el acto nuevo de Dios y el acto nuevo de quien ha poseído mi Querer, que formará el más bello encanto de aquella morada celestial. Los prodigios de mi Querer son eternos y siempre nuevos”.
(5) Después de esto pensaba entre mí: “Cómo es que Adán de un puesto tan alto cuando fue creado por Dios, cayó tan abajo después del pecado”. Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, en la Creación una fue la Voluntad que salió en campo al crear todas las cosas, y con derecho sólo a ésta le correspondía el dominio, el régimen y el desarrollo de su misma Vida en cada cosa y ser por Ella creados. Ahora, el hombre con sustraerse de nuestra Voluntad, no fue más una la voluntad que reinaba sobre la tierra, sino dos, y como la humana era inferior a la Divina, se vació de todos los bienes de este Fiat Supremo y haciendo la suya quitó el puesto a la Voluntad Divina, y esto fue el más grande de los dolores, mucho más que esta voluntad humana había salido y había sido creada por la Voluntad Divina para que todo fuese propiedad suya, dominio suyo. Ahora, el hombre con sustraerse de la nuestra, se hizo reo por robar los derechos divinos, y haciendo su voluntad, nada más le pertenecía de las cosas creadas por este Fiat, así que debía encontrar un lugar donde no se extendiera nuestra obra creadora, pero esto le era imposible, este lugar no existe, y mientras no estaba con nuestra Voluntad, tomaba de sus cosas para vivir, se servía del sol, del agua, de los frutos de la tierra, de todo, y éstos eran robos que nos hacía. Así que el hombre con no hacer nuestra Voluntad se volvió el ladronzuelo de todos nuestros bienes. Cómo fue doloroso el ver que la Creación debía servir a tantos desertores, a tantos que no pertenecían al Reino del Fiat Divino, y por cuantas criaturas debían venir a la luz y no debían vivir en nuestro Reino y hacerse dominar por nuestra Voluntad, tantos puestos perdía sobre la tierra. Sucedió como en una familia que en vez de que mande y domine el padre, mandan y dominan todos los hijos, los cuales ni siquiera están de acuerdo entre ellos, quién manda una cosa y quién otra; ¿cuál es el dolor de este pobre padre al verse quitado el dominio por los hijos y ver la confusión y el desorden de esta familia? Mucho más doloroso fue para mi Fiat Supremo que la obra de sus mismas manos creadoras le quitaba el dominio, y haciendo su voluntad se puso en contra de la mía quitándole el derecho de reinar. Hija mía, el no hacer mi Voluntad es el mal que encierra a todos los males, es el desplome de todos los bienes, es destrucción de la felicidad, del orden, de la paz, es la gran pérdida de mi Reino divino”.

+ + + +

21-11

Marzo 31, 1927

Cómo el alma que vive en el Querer Divino es su triunfo.
Amenazas de guerras. Unión de todas las razas.

(1) Me sentía toda sumergida y abandonada en el Querer Divino y mientras seguía mis actos en Él, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma que vive en mi Voluntad Divina es el triunfo de Ella, en cuanto el alma hace sus actos en mi Voluntad, hace salir de Ella su virtud bilocadora, que aleteando en toda la Creación distiende su Vida Divina. Así que el alma que vive en mi Voluntad me da la ocasión de bilocar mi Vida por cuantos actos hace en Ella, y por eso no sólo es el triunfo de mi Querer, sino que recibe más honor de esta alma que obra en Él que de toda la Creación, porque en cada cosa creada, puso Dios al crearlas, dónde la sombra de su luz, dónde las notas de su amor, en alguna otra la imagen de su potencia, en otras las flores de su belleza, así que cada cosa creada tiene una cosa que pertenece a su Creador. En cambio en el alma que vive en el Fiat Divino se pone todo Sí mismo, concentra todo su Ser y bilocándose en ella llena toda la Creación con los actos que hace el alma en su Voluntad para recibir de ella amor, gloria, adoración por cada cosa que salió de nuestras manos creadoras. Por eso quien vive en Ella se pone en relación con todas las cosas creadas, y tomando a pecho el honor de su Creador, en esas mismas relaciones que recibe, por cada cosa creada, desde la más pequeña a la más grande, envía la correspondencia de las relaciones de todo lo que ha hecho su Creador, y por eso todas las comunicaciones están abiertas entre el alma y Dios, la criatura entra en el orden divino y goza la perfecta armonía con el Ser Supremo, y es por esto el verdadero triunfo de mi Voluntad, en cambio quien no vive en Ella vive con la voluntad humana, y por eso todas las comunicaciones están cerradas con el Ser Supremo, todo es desorden y desarmonía, sus relaciones son con sus pasiones y en las pasiones genera sus actos, nada le interesan las noticias de su Creador, se arrastra por la tierra más que serpiente y vive en el desorden de las cosas humanas, por eso el alma que vive con su querer humano es el deshonor del mío y la derrota del Fiat Divino en la obra de la Creación. ¡Qué dolor hija mía! Qué dolor que el querer humano quiere derrotar al Querer de su Creador, que tanto la ama y que quiere, en su triunfo, el triunfo de la misma criatura”.
(3) Después me lamentaba con Jesús de sus privaciones, cómo ahora, quizá más que nunca, me hace sufrir más largamente su lejanía, sin embargo me dice que me ama mucho, quién sabe si no terminará con dejarme del todo. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior rodeándome de luz, me hacía ver en aquella luz guerras y revoluciones encarnizadas, civiles y contra los católicos; se veían todas las razas combatiendo y todos en acto de prepararse a otras guerras, y Jesús todo afligido me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú no sabes cómo mi ardiente corazón quiere correr con el amor hacia las criaturas, y mientras corre lo rechazan, pero corren junto a Mí con las ofensas más brutales y con los fingimientos más horrendos. Por tanto al ver mi amor perseguido, sale mi justicia en campo y defiende a mi amor y con flagelos golpea a aquellos que me persiguen y descubre los fingimientos que hacen no sólo Conmigo, sino que se hacen entre ellas las naciones, porque peleándose hacen conocer que en vez de amarse se odian encarnizadamente. Este siglo se puede llamar el siglo de los más horribles fingimientos, y esto en toda clase de personas, y por eso nunca se ponen de acuerdo entre ellas, y mientras aparentemente parece que se quieren poner de acuerdo, en realidad van maquinando nuevas guerras. El fingimiento no trae jamás verdadero bien, ni en el orden civil ni en el religioso, a lo más alguna sombra de bien que huye. He aquí por qué la tan decantada paz se queda en palabras, no en hechos, la convierten en preparativos de guerra. Como ya tú ves muchas razas se han unido para combatir, unas por un pretexto y otras por otro, otras se unirán, pero Yo me serviré de las uniones de estas razas, porque

para que venga el Reino de mi Divina Voluntad es necesario que venga la unión de todas las razas por medio de otra guerra mucho más extensa que esta última, en la cual Italia había estado comprometida financieramente. Con la unión de estas razas los pueblos se conocerán y después de la guerra será más fácil la difusión del Reino de mi Voluntad. Por eso ten paciencia en soportar mi privación, es el vacío que quiere formar mi justicia para defender mi amor perseguido. Tú reza y ofrece todo para que el Reino de mi Fiat venga pronto”.

+ + + +

21-12
Abril 3, 1927

Efectos de un amor libre que ama, y efectos de un amor forzado. Cómo en la Divina Voluntad los actos son
hechos con plenitud, completos y exuberantes.

(1) Mientras estaba toda afligida por su privación y casi petrificada por el dolor de verme como olvidada por mi amado Jesús, ha salido de dentro de mi interior y apoyando sus manos sobre mis hombros ponía su cabeza sobre mi pecho, y respiraba fuerte diciendo: “Todos esperan tus actos”. Y mientras respiraba atraía en Sí todos mis actos hechos en su Divino Querer, y ha agregado:
(2) “Hija mía, los actos hechos en mi Querer son actos míos y por eso he venido a tomarlos con mi respiro mientras respiraba sobre tu pecho, porque todos estos actos tuyos, siendo actos míos, los esperan todos y Yo iré a difundirlos en toda la Creación para poder recibir en todo el universo el honor de un acto libre de criatura. Esta voluntad de criatura, libremente, no forzada, viene en la mía y obra, y Yo recibo el honor de una voluntad libre que es el honor más grande para Mí, que me es conveniente como Dios. Una voluntad libre que me ama y que voluntariamente se anula para hacer la mía y obrar en Ella, es el gran portento de la Creación, por el cual fueron creadas todas las cosas, porque debían servir a esta voluntad libre, no forzada, para amarme, y ella, teniendo dominio sobre todas y gozando de toda la Creación, debía servir como de voluntad a todas las cosas creadas, pues ellas no tienen voluntad y la criatura debía servir como de voluntad a ellas para dar en cada cosa creada su voluntad y su amor libre hacia su Creador. Y sólo en mi Voluntad la humana puede difundirse a todo para dar este honor tan grande a su Creador. Hija mía, una voluntad que no me ama libremente, sino forzada, dice distancia entre criatura y Creador, dice esclavitud y servidumbre, dice desemejanza. En cambio una voluntad libre que hace la mía y me ama, dice unión entre el alma y Dios, dice filiación, dice que lo que es de Dios es de ella, dice semejanza de santidad, de amor, de modos, tanto que lo que hace Uno lo hace el otro, donde se encuentra Uno se encuentra el otro. Por eso creé al hombre libre de voluntad, para recibir este honor grande que conviene a un Dios; una voluntad forzada que me ama, que se sacrifica, Yo no sé qué hacer con ella, más bien ni siquiera la reconozco, ni merece ningún premio, por eso toda mi mira está sobre el alma que de espontánea voluntad vive en la mía. El amor forzado es de los hombres, no de Dios, porque se contentan con las apariencias y no bajan al fondo del oro de la voluntad para tener un amor sincero y leal; como el rey que se contenta con la sujeción de los soldados con tal de que esté formado su ejército, y no pone atención si los soldados tienen la voluntad lejana de él; si ésta está lejana, tendrá el ejército, pero no estará al seguro, puede ser un ejército que trama contra su corona y contra su vida. Un patrón tendrá muchos siervos, pero si no lo sirven de voluntad, sino por necesidad, por conveniencia, por temor, por cobrar su salario, estos siervos que comen de su pan pueden ser sus primeros enemigos. Pero tu Jesús que ve en el fondo de la voluntad no se contenta con las apariencias, y si esta voluntad espontáneamente quiere y vive en la mía, mi gloria, la

Creación, todo está al seguro, porque son no los siervos, sino mis hijos que la poseen y que aman tanto la gloria de su Padre Celestial, que estarían dispuestos y se sentirían honrados de dar la propia vida por amor suyo”.
(3) Entonces yo me sentía toda sumergida en el eterno Fiat, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, en mi Voluntad todos los actos son hechos en la plenitud de la luz, por tanto son actos llenos de todos los bienes, estos actos son actos completos, de manera que nada debe faltar y son exuberantes, brotan para bien de todos. Mira, en cuanto tú en mi Voluntad llamabas a mi Mamá Celestial, a los ángeles y santos a amarme, así sentía repetir en ti el amor de mi Mamá, el amor de los ángeles, el amor de todo el Cielo. En cuanto llamabas al sol, al cielo, a las estrellas, al mar y a todas las cosas creadas en torno a Mí para darme el amor, la gloria de mis obras, así me sentía repetir en ti lo que Yo había hecho al crear el sol, el cielo, las estrellas, el mar, y todo el amor que Yo puse fuera en toda la Creación. Así que el alma que vive en mi Divina Voluntad es la repetidora de mis actos, que bilocándolos me da lo que le he dado. ¡Oh, cómo tu Jesús goza al verse dar por la pequeñez de la criatura los honores, el amor, la gloria de sus mismos actos plenos, completos y exuberantes”.

+ + + +

21-13
Abril 8, 1927

Cómo todas las figuras y símbolos del antiguo testamento simbolizaban a los hijos de la Divina Voluntad. Cómo Adán, del punto más alto se precipitó al punto más bajo.

(1) Estaba siguiendo los actos que el Querer Divino había hecho en toda la Creación, también buscaba los actos que había hecho tanto en nuestro primer padre Adán como en todos los santos del antiguo testamento, especialmente donde el Supremo Querer había hecho resaltar su potencia, su fuerza, su virtud vivificadora, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, las más grandes figuras del antiguo testamento, mientras eran figuras y figuraban al futuro Mesías, encerraban al mismo tiempo los dones, la figura, y simbolizaban todos los dones que habrían poseído los hijos del Fiat Supremo. Adán fue la verdadera y perfecta imagen, cuando fue creado, de los hijos de mi Reino. Abraham fue símbolo de los privilegios y del heroísmo de los hijos de mi Querer y así como llamé a Abraham a una tierra prometida que manaba leche y miel, haciéndolo dueño de aquella tierra, tierra tan fecunda que era envidiable y ambicionada por todas las otras naciones, era todo símbolo de lo que habría hecho con los hijos de mi Voluntad. Jacob fue otro símbolo de ellos, porque descendiendo de él las doce tribus de Israel, debía nacer en medio de ellos el futuro Redentor que debía reanudar de nuevo el Reino del Fiat Divino a mis hijos. José fue símbolo del dominio que habrían tenido los hijos de mi Voluntad, y así como él no dejó morir de hambre a tantos pueblos y aun a sus ingratos hermanos, así los hijos del Fiat Divino tendrán el dominio y serán causa de no dejar perecer a los pueblos que pedirán de ellos el pan de mi Voluntad. Moisés fue figura de la potencia, Sansón símbolo de la fuerza de los hijos de mi Querer. David simbolizaba el reinar de ellos. Todos los profetas simbolizaban la gracia, las comunicaciones, las intimidades con Dios, que más que ellos habrían poseído los hijos del Fiat Divino. Mira, todos estos no eran más que símbolos, figuras de ellos, ¿qué será cuando sean puestas fuera la vida de estos símbolos? Después de todos aquellos vino la Celestial Señora, la Soberana Emperatriz, la Inmaculada, la sin mancha, mi Madre, Ella no era símbolo ni figura, sino la realidad, la verdadera Vida, la primera hija privilegiada de mi Voluntad, y Yo miraba en la Reina del

Cielo la generación de los hijos de mi Reino, era la primera incomparable criatura que poseía íntegra la Vida del Querer Supremo, y por eso mereció concebir al Verbo Eterno y madurar en su corazón materno la generación de los hijos del eterno Fiat. Después vino mi misma Vida, en la cual venía establecido el Reino que debían poseer estos hijos afortunados. Por todo esto puedes comprender que todo lo que Dios hizo desde el principio desde la Creación del mundo, que hace y que hará, su finalidad principal es de formar el Reino de su Voluntad en medio de las criaturas. Esta es toda nuestra mira, esta es nuestra Voluntad y a estos hijos serán dados todos nuestros bienes, nuestras prerrogativas, nuestra semejanza; y si te llamo a que sigas todos los actos que ha hecho mi Voluntad tanto en la creación del universo como en las generaciones de las criaturas, no excluyendo aquellos que hizo en mi Madre Celestial, ni los que hizo en mi misma Vida, es para concentrar en ti todos sus actos, hacerte don de ellos para poder hacer salir de ti todos juntos los bienes que posee una Voluntad Divina para poder formar con decoro, honor y gloria, el Reino del eterno Fiat. Por eso sé atenta en seguir mi Voluntad”.
(3) Después estaba pensando entre mí: “¿Cómo es que Adán al sustraerse de la Voluntad Divina, de tal altura se precipitó tan bajo? Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, así como en el orden natural, quien cae desde un punto altísimo, o muere o queda tan deshecho y deformado que le resulta imposible readquirir su estado anterior de salud, de belleza, de altura y quedará como un pobre lisiado, ciego, jorobado y cojo, y si éste fuera padre, saldrían de él las generaciones de los lisiados, de los ciegos, de los jorobados y de los cojos, así en el orden sobrenatural, Adán cayó de un punto altísimo, él había sido puesto por su Creador en un punto tan alto que sobrepasaba la altura del cielo, de las estrellas, del sol, con vivir en mi Voluntad moraba por encima de todo, en Dios mismo. ¿Ves entonces desde dónde se precipitó Adán? De la altura desde donde cayó fue un milagro que no pereciera del todo, pero si no murió, el golpe que recibió en la caída fue tan fuerte, que fue inevitable quedar lisiado, deshecho y deformado de su insólita belleza, él quedó despojado de todos los bienes, entorpecido en el obrar, entontecido en su intelecto, una fiebre continua lo debilitaba, que debilitándole todas las virtudes no sentía más la fuerza para dominarse, el más bello carácter del hombre, el dominio de sí mismo, desapareció, y entraron las pasiones a tiranizarlo, a hacerlo inquieto y triste, y como era padre y cabeza de las generaciones, puso fuera la familia de los lisiados.
(5) El no hacer mi Voluntad creen que sea cosa de nada, en cambio es la ruina total de la criatura, y por cuantos actos de más de voluntad propia hace, tantas veces de más acrecienta sus males, su ruina, y se excava el abismo más profundo donde precipitarse”.
(6) Entonces pensaba entre mí: “Si Adán por una sola vez que se sustrajo de la Divina Voluntad cayó tan bajo y cambió su fortuna en miseria, su felicidad en amargura, ¿qué será de nosotros que tantas y tantas veces nos sustraemos de esta adorable Voluntad?” Pero mientras esto pensaba, mi amado y único bien ha agregado:
(7) “Hija mía, Adán cayó tan bajo porque se sustrajo de una Voluntad expresa de su Creador, en la cual venía encerrada la prueba para probarlo en su fidelidad hacia Aquél que le había dado la vida y todos los bienes que poseía. Mucho más que lo que Dios pedía de él ante los tantos bienes que gratuitamente le había dado, era que se privara, de los tantos frutos que le había otorgado, sólo de un fruto por amor a Aquél que tanto le había dado. Y en este pequeño sacrificio que Dios quería de él, le había hecho saber que no quería otra cosa que estar seguro de su amor y de su fidelidad. Adán debería haberse sentido honrado de que su Creador quería estar seguro del amor de su criatura. Se acrecentó la culpa porque aquél que lo atrajo y persuadió a caer no era un ser superior a él, sino una vil serpiente, su capital enemigo. Su caída trajo más graves consecuencias porque era la cabeza de todas las generaciones, por tanto todos los miembros debían sentir como connaturalmente los efectos del mal de su cabeza. Mira entonces que cuando una Voluntad mía es expresa, querida y mandada, el pecado es más grave y las consecuencias son irremediables, y sólo mi misma Voluntad puede reparar tanto mal,

como sucedió a Adán; en cambio cuando no es expresa, si bien la criatura está en deber de pedir para conocer mi Voluntad en su obrar, si dentro de su acto entra un bien es la pura gloria mía; pero si no es expresa, no es tan grave el mal y es más fácil encontrar remedio, y esto lo hago a cada criatura para probar su fidelidad y también para poner al seguro el amor con el que dicen que me aman; ¿quién es aquél que no quiere estar seguro de un terreno que adquiere, tanto que hasta llega a hacer las escrituras? ¿Quién es aquél que no quiere estar seguro de la fidelidad de un amigo, de la lealtad verdadera de un siervo? Entonces para estar seguro hago conocer que quiero los pequeños sacrificios, los cuales le llevarán todos los bienes, la santidad, y realizarán la finalidad para la que fueron creados; en cambio si son reacias, todo estará trastornado en ellas y todos los males le lloverán encima. Pero el no hacer mi Voluntad es siempre un mal, más o menos grave según el conocimiento que de Ella se posee”.

+ + + +

21-14
Abril 12, 1927

Cómo la Divina Voluntad es equilibrada. Dios en la Creación puso todas las relaciones entre el hombre y las cosas creadas.
Ejemplo de una ciudad. La nube luminosa.

(1) Mi pobre estado se hace cada vez más penoso por las privaciones de mi dulce Jesús. Qué duro martirio y muerte sin la dulce y amada esperanza de reencontrar la vida; el dolor de haberlo perdido me aturde, me petrifica y expande sobre mi pobre alma un rocío maléfico, el que expuesto a los rayos de un sol ardiente, en vez de vivificarme me seca, y quitándome los humores vitales, como hacen las heladas con las plantas, si no me hace morir me marchita y me quita lo más bello de la vida. ¡Oh! cómo me sería más dulce la muerte, más bien sería para mí la fiesta más bella, porque encontraría a Aquél que amo, que curaría todas mis heridas. ¡Oh! privación de mi Sumo Bien Jesús, cuán dolorosa y despiadada eres, por eso en el adorable Querer llamo a todos a llorar mi dura suerte, llamo al cielo con su inmensidad a llorar por Aquél que tanto suspiro; llamo a las estrellas con su tembloroso centelleo a llorar junto conmigo, a fin de que con su llanto dirijan los pasos de Jesús hacia mí para no hacerme sufrir más; llamo al sol para que convierta su luz en lágrimas y su calor en dardos encendidos para atacar a Jesús y decirle: “Hazlo pronto,
¿no ves que no puede más, y cómo todos derramamos lágrimas amargas por aquélla que te ama y que siendo una su voluntad con la nuestra, estamos todos obligados a llorar junto con ella?” Llamo a todo lo creado a dolerse y a llorar junto conmigo por una pena tan grande, incalculable y sin medida, cual es tu privación; ¿quién no debería llorar? ¡Oh! cómo quisiera convertir el murmullo del mar en voces piadosas para llamarte, el serpenteo de los peces para ensordecerte, quisiera convertir el canto de los pájaros en gemidos para enternecerte. ¡Jesús, Jesús, cuánto me haces sufrir! ¡Oh, cuánto me cuesta tu amor! Pero mientras desahogaba mi dolor, mi dulce Vida se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, estoy aquí, no temas, si supieras cuánto sufro al verte penar por causa mía, siento más pena por tu sufrimiento que por los sufrimientos de todas las demás criaturas unidas juntas, porque tus penas son penas de nuestra hija, miembro de nuestra Familia Celestial y las siento mucho más que si fueran mías. Cuando está nuestra Voluntad en la criatura todo se vuelve común e inseparable de Nosotros”.
(3) Entonces yo al oír esto, doliente como estaba he dicho que esto era verdad en las palabras, pero que en los hechos me parecía que no lo era, pues, ¿cómo es que me haces sufrir tanto para hacerte volver, y cuando estás por venir retrasas el regreso, tanto que yo misma no sé que más hacer, ni a quién más recurrir? Me pones en la impotencia de

poderte encontrar y ni siquiera en tu misma Voluntad logro encontrarte, porque Ella es inmensa y Tú te escondes en su inmensidad y yo pierdo el camino de tus pasos y te extravío. Por tanto es bonito el hablar, y los hechos, ¿dónde están? Si tanto sufrías por mis penas deberías haberte dado prisa para venir a aquélla que no conoce ni otro amor ni otra vida sino la tuya”. Y Jesús estrechándome a Sí, todo conmovido ha agregado:
(4) “Pobre hija, ánimo, tú no sabes realmente lo que significa vivir en mi Voluntad, Ella posee el perfecto equilibrio y todos los atributos están en suma concordia, uno no es inferior al otro, y cuando es necesario castigar a los pueblos por los tantos pecados, mi justicia exige estos vacíos de que tú estés privada de Mí para poderse equilibrar mandando los flagelos que merecen, por eso te pone como a un lado en mi Voluntad y hace su curso. Cuántas veces se encontró mi gimiente Humanidad con estos obstáculos de mi justicia, y Yo debí ceder por amor del equilibrio de mi Voluntad. ¿Quisieras tú desequilibrar, con tenerte en Ella, el orden de mis atributos? No, no, hija mía, deja que mi justicia haga su curso y tu Jesús estará como antes, siempre contigo. ¿No sabes tú que en mi Voluntad debes sufrir lo que sufrió mi Humanidad, donde Ella fue tan exigente e inexorable Conmigo por causa de la Redención? Así para ti, se vuelve exigente e inexorable por causa del Reino del Fiat Supremo. Por esto mi Humanidad se esconde, porque mi justicia quiere hacer su curso y mantener su equilibrio”.
(5) Jesús bendito ha hecho silencio y después ha agregado:
(6) “Hija mía, al poner fuera la Creación, mi Voluntad puso en vínculos de unión a todos los seres, así que todos estaban en relaciones entre ellos, cada uno poseía su hilo eléctrico de comunicación entre una y la otra; el hombre poseía tantos hilos eléctricos por cuantas cosas creadas existían, porque siendo el rey de todo, era justo y necesario que tuviese la comunicación con toda la Creación para tener dominio sobre ella. Ahora, en cuanto se sustrajo de la Divina Voluntad rompió el primer hilo de comunicación y quedó como una ciudad, que si se rompe el hilo primario que comunica la corriente eléctrica queda a oscuras, y a pesar de que existan los demás hilos eléctricos, no tienen más virtud de dar luz a toda la ciudad, porque la fuente de donde viene la luz, estando rota, ni ella puede darla ni los hilos recibirla. Por tanto quedó como una ciudad a oscuras, y sus relaciones, los hilos eléctricos de comunicación no funcionaban más. La fuente de la luz se había retirado de él, porque él mismo había roto la comunicación y quedó como un rey depuesto, destronado y sin dominio, su ciudad estaba carente de toda luz, envuelto en las tinieblas de la propia voluntad. Mi Voluntad cuando es poseída por el alma simboliza una ciudad llena de luz y que tiene comunicación con todas las partes del mundo, es más, sus comunicaciones se extienden en el mar, en el sol, en las estrellas, en el cielo; a esta ciudad llegan de todas partes provisiones de todo tipo, así que es la más rica, provista de todo y por medio de las comunicaciones es la más conocida del Cielo y de la tierra, todo a ella afluye y es la más amada. Todo lo contrario para quien no posee mi Voluntad: Vive en escasez, sufre hambre, apenas las migajas le son concedidas por piedad, frecuentemente es saqueada por los enemigos, sufre la oscuridad y vive en la más escuálida miseria”.Reino
(7) Después de esto, sintiéndome oprimida por la privación de mi dulce Jesús, con el agregado de otras penas mías, estaba ofreciendo todo en el adorable Querer y para obtener el triunfo de su Reino. Ahora, mientras esto hacía he mirado el cielo tapizado de nubes blancas y brillantes y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(8) “Hija mía, mira qué bellas son esas nubes, cómo tapizan el cielo y forman un bello ornamento a la bóveda azul, ¿pero quién ha sido el que ha cambiado la oscuridad y ha hecho huir de dentro de aquellas nubes las tinieblas, las sombras negras y las ha transformado en blancas y refulgentes nubes? El sol, invistiéndolas con su luz les ha hecho perder la oscuridad y las ha transformado en nubes de luz. Así que son nubes, pero ya no nubes que dan tinieblas y oscurecen la tierra, sino nubes que dan luz, y mientras que antes que las invistiera el sol parecían que hacían afrenta con su oscuridad, quitándole lo bello de su azul, ahora le hacen honor y le forman un bello ornamento. Ahora hija mía, las

penas, las mortificaciones, mis privaciones, las circunstancias dolorosas, son como nubes para el alma, que dan tinieblas, pero si el alma hace correr todo en mi Voluntad, Ésta, más que sol las inviste y las convierte en fulgidísimas nubes de luz, de modo que forman el más bello ornamento en el cielo del alma. En mi Voluntad todas las cosas pierden la parte oscura que oprime y parece que hace afrenta a la pobre criatura, y todo sirve para darle luz y adornarla con refulgente belleza y Yo voy repitiendo a todo el Cielo: ‘Miren cuán bella es la hija de mi Voluntad, adornada por estas nubes blancas y fúlgidas; ella se nutre de luz y mi Querer invistiéndola con su luz la convierte en esplendidísima luz”.

+ + + +

21-15
Abril 14, 1927

Cómo Nuestro Señor vino a la tierra a sufrir todos los males que había hecho la voluntad humana. Cómo la palabra de Jesús es vida.

(1) Estaba pensando en la Divina Voluntad y el mal del querer humano, y mi amado Jesús todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que Yo sufrí en mi Humanidad no fue otra cosa que todo el mal que había producido la voluntad humana a la pobre criatura. Ella formó la prisión, le quitó la libertad de poder espaciarse en su Dios, en los cielos, donde quisiera, la volvió incapaz de hacer el bien, le quitó la luz y la circundó de densas tinieblas. Yo vine sobre la tierra y me encerré en la prisión del seno de mi querida Mamá, y si bien era santa aquella prisión, pero no se puede negar que era la más estrecha y oscura prisión que pudiera existir en el mundo, tanto, que no podía extender ni una mano, ni un pie, ni me era concedido dar ni un paso, ni había espacio para poder abrir los ojos. Todo esto había hecho la voluntad humana a las criaturas, y Yo desde el principio de mi concepción vine a sufrir la pena para abatir la prisión de la voluntad humana y restituirle lo que había perdido. Quise nacer en un establo y sufrir la pobreza más extrema; más que establo había formado el querer humano a las pobres criaturas, mientras que las pasiones habían formado el estiércol en sus almas y soplando más que viento habían quedado ateridas por un frío intenso, hasta influir sobre la naturaleza y quitarle no sólo la felicidad terrenal, sino le hicieron probar el hambre y la pobreza no sólo del alma, sino también la del cuerpo, y Yo quise sufrir el frío, la pobreza extrema, el hedor del estiércol que había en el establo, y viendo dos animales cerca de Mí, tenía el dolor de que el querer humano había convertido casi en bestia nuestra obra más bella, nuestro amado joyel, nuestra amada imagen cual era el pobre hombre. No hubo pena que Yo sufrí que no tuviera su principio en la voluntad humana, y Yo me sujetaba a todo para rehabilitarla de nuevo en el Reino del Fiat Supremo; hasta en mi Pasión quise sufrir el ser despojado en la flagelación y desnudado en la cruz, estirado en modo horrible, tanto que se podían contar mis huesos, entre confusiones, abandonos y amarguras indecibles. Todo esto no era otra cosa que el desahogo del querer humano que lo había despojado de todos los bienes y con su aliento venenoso lo había cubierto de confusión y de oprobios hasta transformarlo en forma horrible y a volverlo objeto de escarnio ante sus enemigos. Hija, si quieres conocer todos los males que ha hecho la voluntad humana, estudia bien mi Vida, numera una por una mis penas y leerás los caracteres negros de la historia maléfica de la voluntad humana, sentirás tanto horror al leerla, que te contentarás con morir antes que hacer entrar en ti una sola sílaba de ella”.
(3) Después de esto Jesús ha hecho silencio, estaba todo taciturno, pensativo y afligido; miraba en torno y a lo lejos como si quisiera indagar las disposiciones de las criaturas y no viéndolas dispuestas continuaba su profundo silencio; por ello he debido pasar varios días de privación como si Él no viviera en mí. Después, como sol que surge he comenzado a sentir que se movía en mi interior y me ha dicho:

(4) “Hija mía, cuando Yo hablo sale de Mí una Vida, el don más grande, y debo ver si hay disposición por parte de las criaturas para poner en ellas esta Vida, y no viéndola estoy obligado a callar, porque no hay lugar donde poner este gran don. He aquí la causa por la que muchas veces no hablo, porque lo que se refiere al Fiat Divino no es sólo para ti sola, sino que servirá a las otras criaturas, a lo más forma su capital en ti para transmitirlo para bien de las demás, entonces mientras hago silencio tú ruega que sea conocido el Reino de mi Voluntad y sufre porque te ves privada de Mí, tu vida; vivir sin vida es el más grande martirio, estas penas y estas oraciones maduran el don, y mientras me hacen abrir la boca para hacer salir la nueva Vida que concierne a mi Voluntad, disponen a las criaturas a recibirla. Estas penas son más que rayos de sol que maduran los campos, las frutas, las flores, por eso todo es necesario: El silencio, las penas, las oraciones, para el decoro de las manifestaciones de mi Voluntad”.

+ + + +

21-16
Abril 16, 1927

Cómo Nuestro Señor hizo el depósito de su Vida Sacramental en el corazón de la Santísima Virgen. El gran bien que puede hacer una vida animada por la Divina Voluntad. Cómo la Virgen Santísima, en sus dolores, encontraba el secreto de la fuerza en la Voluntad Divina.

(1) Estaba haciendo la hora cuando Jesús instituyó la Santísima Eucaristía, y moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando hago un acto, primero veo si hay al menos una criatura donde poner el depósito de mi acto, a fin de que tome el bien que hago, lo tenga custodiado y bien defendido. Ahora, cuando instituí el Santísimo Sacramento busqué a esta criatura y mi Reina Mamá se ofreció a recibir este acto mío y el depósito de este gran don diciéndome: ‘Hijo mío, si te ofrecí mi seno y todo mi Ser en tu Concepción para tenerte custodiado y defendido, ahora te ofrezco mi corazón materno para recibir este gran depósito, y dispongo en orden de batalla en torno a tu Vida Sacramental, mis afectos, mis latidos, mi amor, mis pensamientos, toda Yo misma para tenerte defendido, cortejado, amado, reparado; tomo Yo el empeño de corresponderte por el gran don que haces, confía en tu Mamá y Yo pensaré en la defensa de tu Vida Sacramental; y como Tú mismo me has constituido Reina de toda la Creación, tengo el derecho de alinear en torno a Ti toda la luz del sol como homenaje y adoración, a las estrellas, al cielo, al mar, a todos los habitantes del aire, todo lo pongo en torno a Ti para darte amor y gloria”.
(3) Ahora, asegurándome donde podía poner este gran depósito de mi Vida Sacramental y fiándome de mi Mamá que me había dado todas las pruebas de su fidelidad, instituí el Santísimo Sacramento. Era Ella la única criatura digna que podía custodiar, defender y reparar mi acto. Entonces mira, cuando las criaturas me reciben, Yo desciendo en ellas junto con los actos de mi inseparable Mamá, y sólo por esto puedo continuar mi Vida Sacramental. Por esto es necesario que escoja primero una criatura cuando quiero hacer una obra grande, digna de Mí, primero para tener el lugar donde poner mi don, segundo para tener la correspondencia. También en el orden natural se hace así, si el agricultor quiere sembrar la semilla, no la arroja en medio del camino, sino que va en busca del pequeño terreno, lo prepara, forma los surcos y después arroja la semilla, y para estar seguro la cubre con tierra, esperando con ansia la cosecha para recibir la correspondencia de su trabajo y de la semilla que ha confiado a la tierra. Otro quiere formar un bello objeto, primero prepara las materias primas, el lugar donde ponerlo y después lo forma. Así también he hecho contigo, te escogí, te preparé y después te confié el gran don de las

manifestaciones de mi Voluntad, y así como confié a mi amada Mamá la suerte de mi Vida Sacramental, así he querido fiarme de ti, confiándote la suerte del Reino de mi Voluntad”.
(4) Después continuaba pensando en todo lo que mi amado Bien había hecho y sufrido en el curso de su Vida, y Él ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Vida fue brevísima acá abajo y la mayor parte me la pasé escondido, pero a pesar de que fue brevísima, como mi Humanidad estaba animada por una Voluntad Divina, ¿cuántos bienes no hice? Toda la Iglesia toma de mi Vida, a saciedad bebe de la fuente de mi doctrina, cada palabra mía es una fuente que brota en cada cristiano, cada ejemplo mío es más que sol que ilumina, que calienta, que fecunda y hace madurar las más grandes santidades. Si se quisiera comparar a todos los santos, todos los buenos, todas sus penas y su heroísmo, todo puesto en comparación a mi Vida brevísima, serían siempre las pequeñas llamitas delante al gran sol, y como en Mí reinaba la Divina Voluntad, todas las penas, las humillaciones, confusiones, oposiciones, acusaciones que me hacían los enemigos en el curso de mi Vida y de mi Pasión, sirvió todo para su vergüenza y para mayor confusión de ellos mismos, porque estando en Mí una Voluntad Divina, sucedía de Mí como sucede al sol cuando las nubes, extendiéndose en lo bajo del aire, parece que quieren hacer ultraje al sol oscureciendo la superficie de la tierra quitando momentáneamente la viveza de la luz solar, pero el sol se ríe de las nubes porque ellas no pueden hacer vida perenne en el aire, su vida es fugaz, basta un pequeño viento para hacerlas desaparecer y el sol queda siempre triunfante en su plenitud de luz que domina y llena toda la tierra. Así sucede de Mí, todo lo que me hicieron mis enemigos y aun mi misma muerte, fueron como tantas nubes que cubrieron mi Humanidad, pero al Sol de mi Divinidad no lo pudieron tocar, y no apenas el viento de la potencia de mi Voluntad Divina se movió, desaparecieron las nubes y más que sol resucité glorioso y triunfante, quedando los enemigos más avergonzados que antes. Hija mía, en el alma donde reina mi Voluntad con toda su plenitud, los minutos de vida son siglos y siglos de plenitud de todos los bienes, y donde Ella no reina, los siglos de vida son apenas minutos de bienes que contienen; y si el alma donde reina mi Querer sufriera humillaciones, oposiciones y penas, son como nubes que el viento del Fiat Divino descarga sobre aquellos, para su vergüenza, que han osado tocar a la portadora de mi eterno Querer”.
(6) Después de esto estaba pensando en el dolor cuando mi dolorosa Mamá, traspasada en el corazón se separó de Jesús dejándolo muerto en el sepulcro, y pensaba entre mí: “¿Cómo fue posible que haya tenido tanta fuerza de dejarlo? Es cierto que estaba muerto, pero era siempre el cuerpo de Jesús, ¿cómo su amor materno no la consumió para no dejarle dar un solo paso lejos de aquel cuerpo extinto? Y sin embargó lo dejó. ¡Qué heroísmo, qué fortaleza!” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(7) “Hija mía, ¿quieres saber cómo es que mi Mamá tuvo la fuerza de dejarme? Todo el secreto de su fuerza estaba en mi Voluntad reinante en Ella. Ella vivía de Voluntad Divina, no humana, y por eso contenía la fuerza inmensurable. Es más, tú debes saber que cuando mi traspasada Mamá me dejó en el sepulcro, mi Querer la tenía inmersa en dos mares inmensos, uno de dolor y el otro más extenso de alegrías, de bienaventuranzas, y mientras el de dolor le daba todos los martirios, el de la alegría le daba todos los contentos y su bella alma me siguió al limbo y asistió a la fiesta que me hicieron todos los patriarcas, los profetas, su padre y su madre, nuestro amado San José; el limbo se transformó en paraíso con mi presencia y Yo no podía hacer menos que hacer participar a Aquélla que había sido inseparable en mis penas, hacerla asistir a esta primera fiesta de las criaturas, y fue tanta su alegría, que tuvo la fuerza de separarse de mi cuerpo, retirándose y esperando el momento de mi Resurrección como cumplimiento de la Redención. La alegría la sostenía en el dolor, y el dolor la sostenía en la alegría. A quien posee mi Querer no puede faltarle ni fuerza ni potencia, ni alegría, todo lo tiene a su disposición. ¿No lo experimentas en ti misma cuando estás privada de Mí y te sientes consumar? La luz del Fiat Divino forma su mar, te hace feliz y te da la vida”.


+ + + +

21-17
Abril 18, 1927

La Resurrección de Nuestro Señor ha dado a las criaturas el derecho de resucitar. Diferencia que hay entre quien obra en el Divino Querer y entre quien obra fuera de Él.

(1) Estaba siguiendo los actos del Santo Querer Divino cuando Jesús resucitó del sepulcro, glorioso y triunfante, y mi amable Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, con el resucitar, mi Humanidad dio el derecho a todas las criaturas de hacer resucitar no sólo sus almas a la gloria y a la bienaventuranza eterna, sino también a sus cuerpos. El pecado había quitado estos derechos de resucitar a las criaturas; mi Humanidad con resucitar los restituyó. Ella encerraba el germen de la resurrección de todos, y en virtud de este germen encerrado en Mí, todos tuvieron el bien de poder resucitar de la muerte. Quien hace el primer acto debe tener la virtud de encerrar en sí todos los demás actos que deben hacer las otras criaturas, de modo que en virtud del primer acto, los demás puedan imitarlo y hacer el mismo acto. ¿Cuánto bien no llevó la Resurrección de mi Humanidad dando el derecho a todos de resucitar? Para el hombre, porque se había sustraído de mi Voluntad, la gloria, felicidad, honores, todo le había quedado malogrado, había roto el eslabón de unión que uniéndolo con Dios le daba los derechos a todos los bienes de su Creador, y mi Humanidad con resucitar enlazó el eslabón de unión, restituyéndole los derechos perdidos, dándole virtud de resucitar. Toda la gloria, todo el honor es de mi Humanidad, si Yo no hubiera resucitado, ninguno podría resucitar. Con el primer acto viene la sucesión de los actos semejantes al primero. Mira qué cosa es la potencia de un primer acto, mi Mamá Reina hizo el primer acto de concebirme; Ella para poder concebirme a Mí, Verbo Eterno, encerró en Sí todos los actos de las criaturas para corresponder a su Creador en modo de poder decirle: ‘Soy Yo que te amo, te adoro, te doy satisfacción por todos.’ Entonces, encontrando a todos en mi Mamá, a pesar de que fue una mi concepción, pude darme a todos como vida de cada criatura. Así tú hija mía, con hacer tus primeros actos en mi Voluntad, las otras criaturas reciben el derecho de entrar en Ella y de repetir tus actos para recibir los mismos efectos. Cómo es necesario que aunque sea uno solo haga el primer acto, porque esto sirve para abrir la puerta, preparar las materias primas, para formar el modelo para dar vida a ese acto. Cuando el primero está hecho, a los demás les resulta más fácil imitarlo. Esto sucede aun en el bajo mundo, quien es el primero en formar un objeto debe trabajar más, sacrificarse más, debe preparar todas las materias que se necesitan, debe hacer tantas pruebas y cuando el primero está hecho, no sólo adquieren el derecho de poderlo hacer los demás, sino que les resulta más fácil el repetirlo, pero toda la gloria es de quien ha hecho el primero, porque si no hubiese hecho el primero, los otros actos semejantes jamás habrían podido tener existencia. Por eso sé atenta a formar tus primeros actos si quieres que el Reino del Fiat Divino venga a reinar sobre la tierra”.
(3) Después de esto estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, llamando a todos los actos de las criaturas para que todos resurgieran en Él, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, que gran diferencia hay entre un acto hecho en mi Voluntad y un acto, aun bueno, hecho fuera de Ella. En el primero corre una Vida Divina dentro de él y esta Vida llena Cielo y tierra, y ese acto recibe el valor de una Vida Divina; en el segundo corre un acto de vida humana y éste es limitado, restringido, y muchas veces su valor termina cuando termina el acto, y si algún valor hay dentro, es valor humano sujeto a perecer”.


+ + + +

21-18
Abril 22, 1927

Cómo la Creación son los ornamentos del Ser Divino. Incapacidad de comprenderlo. Gran complacencia en la creación del hombre.

(1) Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver como niño, todo afligido, y era tanta su tristeza que parecía como si se sintiese morir. Yo me lo he estrechado al corazón, lo he besado muchas veces, quién sabe qué cosas no habría hecho para consolarlo. Y Jesús suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cómo es bella toda la Creación, qué fascinación de luz, qué encanto de variedad y de rara belleza, sin embargo no son otra cosa que ornamentos de nuestro Ser Divino; si tales son nuestros ornamentos, nuestro Ser supera en modo incomprensible a nuestros mismos ornamentos, y la criatura es incapaz de comprender toda la incomprensibilidad de nuestro Ser; así como el ojo es incapaz de encerrar en él toda la vastedad de la luz del sol, la ve, se llena el ojo de luz por cuanto de ella puede contener, pero encerrarla toda, medir la largura y la anchura hasta donde la luz se extiende, le resulta imposible, así es nuestro Ser para la capacidad humana y son nuestros ornamentos lo que siempre ve y toca con su mano; el sol lo ve, la luz la toca y ella hace sentir su calor, ve la inmensidad de las aguas del mar, ve la bóveda azul del cielo con tantas estrellas, pero saber decir de qué está formada la luz, cuánta luz contiene el sol, cuánta agua contiene el mar, cuántas estrellas y de qué está formada esa bóveda azul, no sabrá decir nada, ve y goza de todo esto, pero es el primer ignorante en aritmética, en peso y medida. Si esto es de nuestros ornamentos, mucho más de nuestro Ser Divino. Pero tú debes saber que toda la Creación y cada cosa creada da lección al hombre, ellas narran nuestras cualidades divinas, y cada una da lección de la cualidad que contiene: El sol da lección de luz y enseña que para ser luz se necesita ser puro, despojado de toda materia; la luz contiene el calor unido a ella, no se puede separar la luz del calor, así que si quieres ser luz debes amar sólo a tu Creador, y esto te llevará como sol la fecundidad del bien. El cielo te da lección de mi Patria Celestial, te llama continuamente a tu Creador, te da lección de desapego de lo que es tierra, de la altura de santidad a la cual debes llegar, te da lección de que debes adornarte más que estrellas de todas las virtudes divinas. Así que cada cosa da lección y llama al hombre a reflejarse en ellas para copiarlas e imitarlas; no he puesto fuera mis ornamentos sólo para hacerlos ver, sino para que imitándolos pudiese adornarse la criatura, sin embargo, ¿quién pone atención para escuchar tantas lecciones? Casi ninguno”.
(3) Y todo afligido ha hecho silencio. Entonces yo he seguido al Supremo Querer en el acto cuando estaba el Ser Divino por crear al hombre, a fin de que pudiese también yo junto con mi primer padre Adán, amarlo con aquel amor con el que él lo amó en el primer instante cuando fue creado, quería recibir aquel aliento divino, aquel desahogo de amor para darlo nuevamente a mi Creador. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús complaciéndose todo me ha dicho:
(4) “Hija mía, para quien vive en mi Voluntad no hay acto nuestro que no pueda estar presente, ni acto nuestro que hayamos puesto fuera de Nosotros que no pueda recibir, he aquí para ti mi aliento y nuestro desahogo de amor. Cómo fue grande nuestra complacencia en este primer acto de la creación del hombre; habíamos creado cielo y tierra, pero nada de nuevo sentimos en Nosotros, pero al crear al hombre fue muy diferente, era una voluntad que era creada, y voluntad libre, y en ella encerramos la nuestra, poniéndola como en un banco para recibir los intereses de nuestro amor, de la gloria, de nuestra adoración que a Nosotros convenía. ¡Oh! cómo rebosaba en Nosotros el

amor, cómo se estremecía de alegría al verterse en esta libre voluntad para oírse decir, ‘te amo’, y cuando el hombre lleno de nuestro amor hizo salir de su pecho la primera palabra, ‘te amo’, grandísima fue nuestra complacencia, porque fue como si nos diera los intereses de todos los bienes que habíamos puesto en él. Esta voluntad libre, creada por Nosotros, era la depositaria del capital de una Voluntad Divina, y nos contentábamos con un modesto interés, sin pretender más el capital. Por eso fue grande el dolor de la caída del hombre, porque nos rechazó el capital para no darnos el modesto interés, y su banco quedó vacío, y su enemigo haciendo alianza con él, lo llenó de pasiones y de miserias, pobrecito, quedó fallido. Ahora hija mía, como el acto de la creación del hombre fue un acto solemne y de gran complacencia nuestra, te llamamos y te queremos a ti en este acto, para repetir la solemnidad del acto, poniendo en tu voluntad el gran capital de la nuestra y mientras esto hacemos, nuestro amor redunda y se estremece de alegría y de gran complacencia, porque vemos realizada nuestra finalidad. Ciertamente tú no nos negarás el modesto interés, no rechazarás nuestro capital, ¿no es verdad? Más bien cada día haremos cuentas, te haré presentarte en aquél primer acto cuando creamos esta libre voluntad, tú para darme el interés y Yo para ver si puedo agregar algo más a mi capital”.
(5) Mi mente se perdía en el Fiat Divino y pensaba entre mí: “¡Oh! cómo quisiera recibir aquel acto primero de la creación, aquel desahogo divino de intenso amor que vertió sobre la primera criatura cuando la creó, quisiera recibir aquel aliento omnipotente para poder dar nuevamente a mi Creador todo el amor y toda aquella gloria que había establecido recibir de la criatura”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús estrechándome a Sí me ha dicho:
(6) “Hija mía, es precisamente esta mi finalidad de venir tan frecuentemente a ti, tanto, que a alguno le podrá parecer extraño y casi fuera de mi costumbre, porque el ir tan frecuentemente casi no lo he hecho con ninguno. Todo esto es para reordenar mi acto primero del modo como creé a la criatura, y por eso vuelvo a ti, me entretengo como el más amantísimo padre con su hija, ¿cuántas veces no te he infundido mi aliento hasta no poder contener mi soplo omnipotente? He derramado en ti mi amor contenido hasta llenarte hasta el borde de tu alma, todo esto no era otra cosa que la renovación del acto solemne de la Creación, quería sentir aquella gran complacencia de cuando creé al hombre, y por eso vengo a ti, no sólo para renovarlo sino para reordenar el orden, la armonía, el amor entre Creador y criatura en el modo como fue creada. En el principio de la creación del hombre no había distancia entre Yo y él, todo era familiaridad, no apenas me llamaba y Yo estaba con él, lo amaba como hijo y como por hijo Yo me sentía tan atraído hacia él, que no podía hacer menos que ir a entretenerme frecuentemente con él. Yo contigo estoy renovando el principio de la Creación, por eso sé atenta a recibir un bien tan grande”.

+ + + +

21-19
Abril 24, 1927

Trastorno general para reordenar el Reino del Fiat. Desahogo de amor divino en la Creación y cómo éste aún permanece. Cómo estaba concentrada en el alma toda la Creación.

(1) Me sentía amargada por la privación de mi dulce Jesús, y mientras suspiraba por su regreso ha salido de dentro de mi interior, pero tan afligido que daba piedad y yo le he dicho: “Pero dime, ¿qué tienes que estás tan afligido?” Y Jesús:
(2) “¡Ah! hija mía, deben suceder cosas graves; para reordenar un reino, una casa, primero sucede un trastorno general y muchas cosas perecen, algunos pierden, otros ganan, en suma sucede un trastorno, un fatigarse de más y muchas cosas se sufren para

reordenar, renovar y dar la nueva forma al reino, o bien a la casa. Se sufre más y se trabaja de más si se debe destruir para edificar, que si se debiese sólo edificar. Así sucederá para reedificar el Reino de mi Voluntad, cuántas innovaciones se necesitan hacer; es necesario trastornar todo, abatir y destruir seres humanos, trastornar la tierra, el mar, el aire, el viento, el agua, el fuego, a fin de que todos se pongan a trabajar para renovar la faz de la tierra, para poder llevar el orden del nuevo Reino de mi Voluntad Divina en medio de las criaturas. Por eso muchas cosas graves sucederán, y Yo al verlas, si veo el trastorno me siento afligido, y si miro más allá, al ver el orden y mi nuevo Reino reedificado, paso de una profunda tristeza a una alegría tan grande que tú no puedes comprender. He aquí la causa por la que ahora me ves triste y ahora con la alegría de mi Patria Celestial”.
(3) Yo me sentía triste por este trastorno que Jesús me había dicho, las cosas graves eran terroríficas, se veían tumultos, revoluciones y guerras en muchas partes. ¡Oh! cómo gemía mi pobre corazón, y Jesús para consolarme me ha tomado entre sus brazos, me ha estrechado fuerte a su corazón santísimo y me ha dicho:
(4) Hija mía, miremos más allá para consolarnos, Yo quiero hacer regresar las cosas como al principio de la Creación, en que no fue otra cosa que un desahogo de amor, y éste perdura aún, porque lo que Nosotros hacemos una vez lo hacemos siempre, jamás es interrumpido, en Nosotros no entra nunca el cansancio de repetir un acto, lo que hacemos una vez nos gusta hacerlo siempre; éste es el obrar divino, el hacer un acto que dura siglos y siglos y aun toda la eternidad. Así que nuestro desahogo de amor, nuestro aliento se desprende continuamente de nuestro seno divino y corre para dar el aliento a las generaciones de las criaturas. Entonces nuestro desahogo de amor, moviéndose en toda la Creación inviste cielo y tierra, sol y mar, viento y agua, y corre hacia las criaturas; si esto no fuese el cielo se estrecharía, las estrellas se perderían, el sol se empobrecería de luz, el agua vendría a faltar, la tierra no produciría ni plantas ni frutos, porque faltando la vida de nuestro amor moviéndose en todas las cosas, éstas se retirarían en nuestra fuente de donde salieron, y si viniese a faltar nuestro aliento, la generación de las criaturas terminaría, porque ellas no son otra cosa que chispas que envía nuestro aliento para fecundar la creciente generación. Ahora, las criaturas toman lo que es materia en las cosas creadas y dejan la vida del amor, que moviéndose en todo queda suspendida sin poderse dar. Sucede como cuando se va a un prado florido o a un jardín donde hay árboles cargados de preciosos frutos, si sólo se ve la flor y no se coge, no se recibirá el gusto y la vida del perfume de la flor; si se mira el fruto y no se toma del árbol para comerlo, no se gustará ni se recibirá la vida del fruto. Así es de toda la Creación, el hombre la mira, pero no recibe la vida de amor puesta por Dios en todas las cosas creadas, porque el hombre no pone su voluntad ni abre su corazón para recibir este desahogo de amor continuado de su Creador; pero a pesar de esto nuestro desahogo de amor no se detiene, nuestro aliento regenerador está siempre en acto y en movimiento y esperamos el Reino de nuestro Fiat Divino para hacer que este nuestro amor, moviéndose descienda en medio de las criaturas y les dé esta nuestra Vida Divina, que recibiéndola, formarán las criaturas su desahogo de amor para darlo a Aquél de quien lo reciben. Por esto hija mía, toda la Creación está concentrada en ti, Yo te veo desde el cielo estrellado y te mando este desahogo de amor; te miro desde el sol y dándote el aliento te mando mi Vida Divina; te miro desde el mar y en sus olas espumantes e impetuosas te envío mi amor, porque estando contenido en ellas lo descargo con impetuosidad como mar sobre ti; te miro desde el viento y te vierto mi amor imperante, purificante y enfervorizante; te miro desde los montes y te mando el desahogo de mi amor firme e irremovible, no hay punto o cosa creada desde donde no te mire para derramar amor en ti, porque estando mi Querer en ti, desde todos los lugares me atraes a mirarte, porque Él ensancha tu capacidad para recibir este mi desahogo de amor continuado. Donde reina mi Voluntad Divina todo puedo dar, todo puedo concentrar y viene formada la competencia entre Creador y criatura, Yo en dar y ella en recibir, doy y me da, me da y doy con modos más sobreabundantes. Por eso

te quiero siempre en mi Querer, para poder estar siempre en competencia, tú Conmigo y Yo contigo”.

+ + + +

21-20
Abril 30, 1927

Gloria de la unidad de la Voluntad Divina, y cómo el obrar en Ella es siempre modo divino. Trabajos y sacrificios que hace Jesús en
en el alma para formar el Reino del Fiat.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos de la Divina Voluntad en todas las cosas creadas, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, una fue mi Voluntad que salió en la Creación, pero se esparció y se multiplicó en cada cosa creada, y el alma que gira en la Creación para seguir sus actos y abrazarlos todos juntos, recoge la Voluntad Divina esparcida en todas las cosas y la hace una y me da la gloria de la unidad de Ella, y después esparciéndola de nuevo en todas las cosas creadas, me da la gloria de mi Voluntad Divina multiplicada y bilocada en tantas cosas. Gran cosa hija mía, que la pequeñez de la criatura reúna toda junta ésta mi Voluntad bilocada y multiplicada en tantas cosas para decirme: ‘Una es la gloria, el honor, el amor que quiero darte, porque el acto único contiene todo, es perfecto y digno sólo de Ti; una fue la Voluntad que salió de Ti y una te la quiero llevar.’ Y después, haciendo uso de sus estratagemas amorosas la esparce de nuevo y me da la gloria del Fiat Supremo multiplicado y bilocado en todas las cosas, y Yo todo le dejo hacer y me deleito y gozo de sus estratagemas amorosas, porque estando en mi Querer está en mi casa y no puede hacer otra cosa sino lo que pertenece a la Familia Celestial; su hacer es siempre modo de hacer divino, que es lo único que me puede agradar y darme amor y gloria perfectos”.
(3) Después de esto me sentía oprimida, las privaciones de Jesús se hacen más largas, sentía todo el peso del largo exilio y el dolor de mi Patria lejana, una profunda tristeza invadía mi pobre alma, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, los dos debemos tener paciencia y pensar en el trabajo de la formación del Reino de la Divina Voluntad; ninguno conoce lo que estamos haciendo, los sacrificios que se necesitan, los actos continuados, las oraciones que son necesarias para formar y obtener un bien tan grande. Ninguno toma parte en nuestros sacrificios, ninguno nos ayuda a formar este Reino que les llevará tanto bien, y mientras no nos ponen ninguna atención, piensan en gozarse la mísera vida, sin ni siquiera disponerse a recibir el bien que estamos preparando. ¡Oh! si las criaturas pudiesen ver lo que pasa en el secreto de nuestros corazones, cómo quedarían sorprendidas por la maravilla. Esto sucedió cuando Yo y mi Mamá estábamos en la tierra, mientras entre Ella y Yo estábamos preparando el Reino de la Redención, todos los remedios que eran necesarios a fin de que todos pudiesen encontrar la salvación, no se ahorraban ni sacrificios ni trabajos, ni vida, ni oraciones, y mientras estábamos atentos a pensar en todos, para dar la vida por todos, ninguno pensaba en Nosotros, ninguno conocía lo que estábamos haciendo. Mi Celestial Mamá fue la depositaria del Reino de la Redención y por eso tomó parte en todos los sacrificios, en todos los dolores; sólo San José sabía lo que estábamos haciendo, pero no tuvo parte de todos nuestros dolores. ¡Oh! cómo nos dolía el corazón al ver que mientras Madre e Hijo nos consumíamos de penas y de amor por todos, para formar todos los remedios posibles e imaginables para todos, para sanarlos y ponerlos a salvo, ellos no sólo no pensaban en Nosotros, sino que nos ofendían, nos despreciaban, y otros tramaban contra mi vida, aun desde mi nacimiento. Esto lo estoy repitiendo contigo hija mía para formar el Reino del Fiat Divino. El mundo toma de Nosotros a pesar de que no nos conoce, y sólo mi ministro asistente conoce lo que estamos haciendo, pero no toma parte

ni en nuestros sacrificios, ni en nuestro trabajo, estamos solos, por eso paciencia en este largo trabajo, cuanto más trabajemos más gozaremos los frutos de este Reino Celestial”.

+ + + +

21-21
Mayo 4, 1927

Cómo el alma que hace la Divina Voluntad es siempre cielo, y cómo no se agota jamás.

(1) Las privaciones de mi dulce Jesús me atormentan, me debilitan y siento mi pobre alma como expuesta a los rayos de un sol ardiente, cual es el Querer Divino, que me ofuscan y casi me queman, pero a pesar de que me siento quemar, estoy obligada por una fuerza suprema a quedarme pegada en estos rayos del Sol del Fiat Divino sin poderme apartar, sin Aquél que regándome haría menos ardientes estos rayos y haría surgir en mi ensangrentado corazón algún hilo de hierba; cómo me siento mal, sin Jesús todo se ha cambiado en mí, sólo el Querer Divino me ha quedado como mi única heredad que no me puede ser quitada por ninguno, ni siquiera por Jesús. Ella sola es mi vida, mi morada, mi todo, todo lo demás ha terminado, todos me han dejado, no tengo a quién dirigirme, ni al Cielo ni a la tierra. Pero mientras desahogaba mi dolor, mi amado Bien, Aquél que me da muerte y me da vida, que vuelve infeliz mi pobre existencia y mi felicidad, se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, el cielo es siempre cielo, no se cambia jamás, ni se aparta, y a pesar de que a veces las nubes lo oscurecen, se extienden y cubren el bello azul del cielo, sin embargo las nubes no lo pueden tocar, se extienden tan en lo bajo del aire, que hay gran distancia entre el cielo y las nubes, así que el cielo no pierde jamás su belleza, el adorno de las estrellas, su color azul por causa de las nubes, es intangible a todo, si algún cambio hay es en la baja tierra, es el ojo humano que en vez de ver el cielo ve nubes y el aire oscurecido. Tal es el alma que hace mi Voluntad, es más que cielo, mi Voluntad se extiende en el alma más que cielo azul cubierto de estrellas, y firme e irremovible se está en su puesto, reinante y dominando todo con tal majestad, de volver aun los más pequeños actos de la criatura, en virtud de su luz, en más que estrellas y sol brillantísimos. Así que las penas, mis privaciones, son como nubes formadas en lo bajo de la naturaleza humana, a la cual parece que la oscurecen, pero el cielo de mi Voluntad queda intangible, y su sol que en él resplandece arroja más fuerte sus rayos ardientes, tanto que tú te sientes como ofuscada, pero todo es superficial y en lo bajo de tu naturaleza humana, pero en tu alma el cielo del Fiat Divino no sufre ningún cambio, ¿quién puede tocar mi Voluntad? Nadie. Ella es irremovible e inquebrantable, y donde Ella reina forma su morada de luz, de paz y de inmutabilidad. Por eso no temas, basta un pequeño vientecillo para poner en fuga las nubes que invisten tu naturaleza humana y quitar la oscuridad que aparentemente ocupa tu alma”.
(3) Y yo: “Mi Jesús, cómo has cambiado, parece que ni aun de tu Divino Querer quieres decirme más nada”. Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Voluntad no se agota jamás, si no te hablo Yo de Ella, te hablarán todas las cosas creadas, hasta las piedras se cambiarán en voces para hablarte, el cielo, el sol, el mar, en suma, toda la Creación tiene mucho que decir sobre mi eterno Querer, porque como todas las cosas están llenas de su Vida, todas tienen qué decir de la Vida de mi Voluntad que ellas poseen. Por eso, un poco de atención que pongas a una cosa que mires, o a una cosa que toques, oirás nuevas lecciones sobre mi Voluntad”.

+ + + +

21-22
Mayo 8, 1927

Cómo la Divina Voluntad es inmensa y todo lo que hace lleva la marca de la inmensidad.

(1) En las privaciones de mi dulce Jesús, si bien siento su duro martirio, me abandono en los brazos del Supremo Querer como su pequeña hija que crece sobre sus rodillas, pegada a su pecho para vivir de su Vida y a su semejanza; y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es inmensa y todo lo que puede hacer salir de dentro de Ella lleva la marca de su inmensidad, una sola palabra suya hizo salir la inmensidad del cielo con todas las estrellas, con una palabra suya sacó al sol con la inmensidad de su luz y así de tantas otras cosas; ahora, para hacer salir esta inmensidad de luz y de cielo, debí primero crear el espacio donde poder poner esta inmensidad de luz y de cielo. Cuando mi Voluntad quiere hablar, primero ve si hay espacio donde poner el gran don de su palabra, que puede ser otro cielo, un sol, un mar aun más grande. He aquí por que muchas veces mi Voluntad calla, porque falta el espacio en las criaturas donde poner el gran don de la inmensidad de su palabra, y para poder hablar primero biloca su Voluntad y después habla y pone en Ella misma sus dones inmensos. Fue esta la razón por la que al crear al hombre le dimos el don más grande, la heredad más preciosa, la más rica, le dimos nuestra Voluntad como depositaria en él para poderle decir las sorpresas de nuestros dones inmensos de la palabra de nuestro Fiat, pero como nos rechazó nuestra Voluntad bilocada, no encontramos más el espacio para poder depositar en él el gran don de nuestra palabra creadora, y por eso quedó pobre y con todas las miserias de su voluntad humana. Mira, también de todo lo que se desarrolló en mi Humanidad, el más grande milagro fue el restringir toda la inmensidad de mi Voluntad Divina en Ella, los milagros que Yo hice se pueden llamar nada en comparación de éste; mucho más que en Mí era naturaleza el poder dar la vida haciéndolos resucitar, el dar la vista a los ciegos, la lengua a los mudos, y todo lo demás de milagroso que hice, porque en Mí era naturaleza el poder dar cuantos bienes quería, a lo más era milagro para quien los recibía, pero para Mí el gran milagro fue restringir en Mí a mi Divinidad, la inmensidad de mi Voluntad, su luz interminable, su belleza y santidad inalcanzables. Éste fue el prodigio de los prodigios que sólo un Dios podía hacer, por eso por cuanto pueda dar a una criatura, le daría siempre poco puesto en comparación a si le hago el gran don de mi Voluntad, en ella se verán nuevos cielos, soles más brillantes, cosas inauditas, sorpresas nunca vistas. Cielos y tierra tiemblan y se arrodillan ante un alma que posee el gran don de mi Voluntad, y con razón, porque ven salir de ella la virtud y fuerza vivificadora y creadora que las conserva en la nueva vida creada por Dios. ¡Oh! potencia de mi Voluntad, si te conocieran cuántos ambicionarían tu gran don y darían la vida para tenerte”.
(3) Después de esto seguía mis actos en la Voluntad Divina, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad tiene en sí misma esta Divina Voluntad dominante y regente, el alma es poseedora, la tiene en su poder y mientras ella posee el Divino Querer, tiene en su poder su fuerza, su santidad, su luz, sus bienes; el Divino Querer posee al alma y teniéndola en su poder, las debilidades humanas, las pasiones, las miserias y la voluntad humana están bajo la potencia irremovible y santidad de la Suprema Voluntad, por tanto delante a esta potencia se sienten perder la vida, así que la debilidad se siente vencida por la fuerza irresistible del Fiat Divino, las tinieblas se sienten vencer por la luz, las miserias por sus riquezas infinitas, las pasiones por sus virtudes, la voluntad humana por la Divina. ¡Qué diferencia entre quien vive en mi Querer y entre quien sólo hace mi Voluntad! La primera la posee y la tiene a su disposición, la segunda está sometida a Ella, y según sus disposiciones la recibe, y del poseerla al recibirla hay una

distancia como del cielo a la tierra, como entre quien posee inmensas riquezas y entre quien día a día recibe lo que le es de absoluta necesidad. Por eso quien hace mi Voluntad y no vive en Ella está obligado a sentir la debilidad, las pasiones y todos los harapos y miserias que son el ajuar de la voluntad humana. Tal fue el estado de Adán antes de sustraerse de la Divina Voluntad, Ella le fue dada por su Creador como el don más grande, porque contenía todos los bienes en uno; él la poseía, la dominaba y se hacía regidor de esta Voluntad Divina, porque Dios mismo le había dado el derecho de dominarla, por lo tanto era dueño de la fuerza, de la luz, de la santidad, de la felicidad de este eterno Fiat. En cambio cuando se sustrajo de Ella, perdió la posesión y el dominio y se redujo a recibir, no a poseer como cosa propia los efectos de mi Voluntad, según sus disposiciones, y quien se encuentra en condición de recibir es siempre pobre, jamás es rico, porque el rico posee, no recibe, y está en condición de poder dar a los demás parte de sus bienes”.

+ + + +

21-23
Mayo 12, 1927

Así cómo Nuestro Señor hizo más con formar la Redención que si nos hubiese liberado de todos los castigos, así es para quien debe formar el Reino del Fiat Divino. Cómo una potencia impide morir a Luisa. Cómo llama a las almas a formar las leyes, a regir al mundo.

(1) Me sentía oprimida no sólo por la privación de mi dulce Jesús, sino también por las continuas amenazas de graves castigos, de próximas guerras y revoluciones con modos infernales, de hacer horrorizar. ¡Oh Dios! qué pena, estar obligada por una potencia suprema a ver estos males, la ceguera de los jefes de las naciones que quieren la destrucción de los pueblos, y mi impotencia para poder hacer frente a la divina justicia con mis penas para hacer que sean menos los males a los pueblos. Sentía el peso de la vida y ardientemente suspiraba mi Patria Celestial, ya que no podía detener con mis penas el curso de tantos males. Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿con qué crees tú que Yo hubiera hecho más: Si hubiese liberado a los pueblos de los castigos merecidos por ellos por tantas culpas, o bien con haber hecho la Redención? Los castigos eran penas temporales; la Redención era un bien eterno que jamás termina. Si los hubiese liberado de los castigos no les habría abierto el Cielo, ni dado el derecho a la gloria, en cambio con formar la Redención les abrí el Cielo y los puse en el camino hacia la Patria Celestial, dándoles la gloria perdida. Cuando se debe hacer un bien mayor, se debe uno contentar con hacer a un lado el bien menor, mucho más que el menor debía servir al equilibrio de la justicia, y mi Humanidad no podía ni quería oponerse a este equilibrio divino. Además de esto los castigos debían servir de llamada a las criaturas, de voz hablante, de centinelas para sacudirlos del sueño de la culpa, de estímulo para ponerlos en camino, de luz para conducirlos, por tanto también eran medios para hacerlos recibir los bienes de la Redención, y Yo no quise destruir estas ayudas, y por eso, con todo y mi venida a la tierra, los pueblos no fueron exentados del todo de los castigos que merecían. Ahora hija mía, tú piensas que habrías hecho más si hubieras liberado a los pueblos de los castigos tan necesarios en estos tiempos, y viendo que no te es dado te da fastidio la vida y quisieras venirte a la Patria Celestial; pobre hija, cómo eres niña en el conocimiento de los verdaderos, grandes e incalculables bienes que no terminan jamás, y de los bienes pequeños y finitos; ¿no es más grande formar el Reino de mi Divina Voluntad para hacerlo conocer, preparar el camino para hacerlos entrar en él, la luz de sus conocimientos para conducirlos, dar de nuevo a las criaturas la felicidad, el estado primero de su creación, enriquecerlos con todos los bienes que contiene una Voluntad Divina? Comparado el bien que habrías hecho si hubieras librado a los pueblos de todos los

castigos, con el gran bien del Reino del Fiat Supremo, el primero habría sido nada en comparación con éste. Así que tú te encuentras en mis mismas condiciones, debes contentarte con formar el Reino del Querer Divino, que es más que todo, y de los castigos debes contentarte de que en parte tengan su curso, y mucho más que Yo te tengo en la tierra para el Reino de mi Voluntad, ésta es tu misión especial”.
(3) Pero era tanto el terror que sentía en mí por los graves males que el bendito Jesús me había hecho ver, que no hubiera querido encontrarme sobre esta tierra y pensaba entre mí: “Me parece que una gran potencia enemiga me aleja la muerte y me obliga a navegar en el exilio; muchas veces me siento como si debiera morir, no son más que unos meses atrás que me sentía como si debiera llegar a mi celestial morada, pero qué, todo se resuelve en humo, esta potencia enemiga me rechaza y yo quedo en la mísera cárcel de mi pobre humanidad. ¿Quién será esta potencia que tanto me daña? ¿Quién es quien se interpone a mi felicidad? ¿Quién me impide el paso, el vuelo, obstaculizándome el camino, y con modos tan bruscos y crueles me hace volver atrás?” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(4) “Hija mía, no te aflijas demasiado, tú te haces mucho mal y Yo sufro al verte penar así, ¿quieres saber quién es tu gran potencia enemiga? Es todo el Cielo que se interpone a tus pasos, a tu vuelo, para hacerte venir a la Patria Celestial, tan suspirada por ti, ¿pero sabes por qué? Porque quieren ver en ti completado el Reino de mi Voluntad, quieren ser ellos mismos, todos los habitantes celestiales, reintegrados en el honor, en la gloria que falta en ellos, porque no fue completa mi Voluntad en ellos mientras estaban sobre la tierra. Por eso quieren ver, completada en ti esta mi Voluntad, para recibir ellos por medio tuyo la gloria completa de Ella. Por eso cuando ven que tú estás a punto de emprender el vuelo, toda la potencia del Cielo se opone, y se opone enérgicamente a tus pasos, pero debes saber que esta potencia del Cielo no te es enemiga, sino amiga, te ama mucho y lo hace por tu bien. Debes saber hija mía que aquélla que formará el Reino de mi Voluntad en la tierra, formará la corona completa de la gloria de ellos en el Cielo, ¿y te parece poco que esperen de una hermana suya esta gloria completa del Fiat Supremo? Por eso di junto Conmigo: Fiat, Fiat”.
(5) Yo he quedado afligida, pero toda inmersa en el Divino Querer, y mi dulce Jesús ha continuado:
(6) “Hija mía, cuando llamo a las almas en modo especial y extraordinario, hago como un rey cuando elige a sus ministros y junto con ellos hace las leyes, domina y rige el reino. Así hago Yo, llamo a estas almas a tomar parte de mi régimen, de mi dominio, formo las leyes que rigen todo el mundo, y como te he llamado en modo especial a hacerte vivir en la morada real de mi Voluntad, mi mismo Querer te lleva mis más íntimos secretos y te hace ver los graves males, las guerras, los preparativos infernales que destruirán muchas ciudades, y tu pequeñez no pudiendo resistir ante la vista de estos males, justamente quiere venirse al Cielo, pero debes saber que muchas veces los ministros disuaden al rey de que haga leyes punitivas, y si no obtienen todo, siempre obtienen alguna cosa. Así será para ti, si no obtienes todo, mientras que estés en la tierra alguna cosa obtendrás, por eso date ánimo y tu vuelo en mi Voluntad sea continuo”.


+ + + +

21-24
Mayo 18, 1927

Valor de los actos hechos en el Divino Querer. Cómo quien vive en Él posee la fuente de los bienes. Cómo Dios no sabe hacer las cosas a medias. Victoria de ambas partes.

(1) Estaba siguiendo al Divino Querer girando por toda la Creación, y mientras hacía mis actos, mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior, que recogía estos actos en su regazo, los

cuales eran todos de luz, pero uno más brillante que otro, uno más bello que otro, y llamaba a los ángeles y les daba a cada uno parte en estos actos, y ellos hacían competencia para recibirlos y como en triunfo los llevaban al Cielo. Y Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, es tanto el valor de los actos hechos en mi Voluntad, que los ángeles se consideran afortunados de recibirlos, ven en ellos la virtud creadora, escuchan en estos actos el eco del Fiat Divino, y mientras son luz, son voces divinas, y mientras son voces son música, son bellezas, bienaventuranzas, santidad, ciencia divina, y como mi Voluntad es virtud de Cielo, los ángeles ambicionan llevar los actos hechos en Ella, y llevarlos a su morada Celestial. Todo lo que es hecho en mi Supremo Querer no puede quedar en la tierra, se pueden hacer en lo bajo, pero mi mismo Querer como imán se los retira en su fuente y los pare en la Patria Celestial”.
(3) Después sentía a mi pobre mente como absorbida en el eterno Fiat y pensaba entre mí: “¿Cómo es posible tanta potencia, tantos actos en uno que quedan hechos con el obrar en la Divina Voluntad?” Y mi amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿por qué el sol da luz a toda la tierra? Porque es más grande que la tierra, porque posee la fuerza única y completa de la luz, posee la fuente de los colores, de la fecundidad y de la variedad de las dulzuras. Por esto siendo más grande el sol que la tierra, puede dar luz a toda la tierra, puede dar la variedad de los colores a las flores, las diferentes dulzuras a las plantas y a los frutos. El sol en su grandeza y magnificencia, uno es el acto que hace, pero en su acto único hace tantos, que tiene raptada a sí toda la tierra, dando a cada cosa su acto distinto. Ahora, más que sol es mi Voluntad, y como es la interminable que con un solo acto hace salir de Sí la fecundidad de todos los otros actos juntos, el alma que vive en Ella posee la fuente de sus actos, su fecundidad; es por esto que en el alma donde mi Querer reina y domina no cambia ni régimen, ni modos, y así conforme el alma obra en mi Voluntad, sus actos salen con la multiplicidad y fecundidad de sus actos divinos. Todos los actos de Dios son actos únicos, que abrazan todo y hacen todos los actos juntos. Mira, en la creación del hombre uno fue nuestro acto, pero en este acto único salió de Nosotros todo junto: Santidad, potencia, sabiduría, amor, belleza, bondad, en suma, no hubo cosa nuestra que saliera de Nosotros que no fuera infundida en el hombre, de todo lo hicimos partícipe, porque cuando Nosotros obramos no sabemos hacer cosas a la mitad, sino todas obras completas, y cuando damos, damos todo. Mucho más que mi Voluntad es luz interminable, y la virtud de la luz desciende en lo más profundo de lo bajo, se eleva a lo más alto, se extiende alrededor, no hay punto donde no llegue, ni puede entrar en ella ni materias ni cosas extrañas a su luz, ella es intangible, su oficio es de dar y dar siempre, sin jamás terminar de dar. Así es para el alma que vive en mi Divino Querer, ella se vuelve luz junto con la Luz de mi Voluntad, y por lo tanto, como luz desciende a lo más profundo de los corazones y lleva el bien de su luz, se extiende por todas partes buscando con su luz a todos y a todo para llevar a cada uno sus efectos, la multiplicidad y variedad de los bienes que su luz contiene; se sentiría como defraudada si no se pudiese extender a todos y por todas partes, tanto que elevándose a lo alto y penetrando más arriba de la bóveda azul y haciendo eco a mi misma Voluntad reinante en la Patria Celestial, Ésta y mi misma Voluntad que reina en el alma se funden juntas, y extendiéndose sobre todos los bienaventurados forma su lluvia y hace llover sobre todos nuevas alegrías, felicidad y nuevas beatitudes. El vivir en mi Voluntad es admirable, es prodigio continuado, es el portador de todos los bienes, es semilla que se multiplica al infinito, su fecundidad es inalcanzable y por eso es suspirado por la tierra y por todo el Cielo, es la victoria de Dios sobre la criatura y la victoria del alma sobre su Creador. Cómo es bello ver cantar la victoria al más grande, al Ente Supremo, a la Eterna Majestad y a la pequeñez de la criatura, y en virtud de esta Voluntad Divina ponerse a competir el grande y el pequeño, el fuerte y el débil, el rico y el pobre, y quedar los dos victoriosos. Por eso suspiro tanto que sea conocida mi Divina Voluntad, que venga su Reino, para hacer vencer a la criatura y ponerla como a la par Conmigo. Sin mi Voluntad reinante en la criatura esto

no puede suceder, habrá siempre distancia entre Yo y la criatura, siempre será perdedora, jamás podrá celebrar y cantar victoria. La obra de nuestras manos no tendrá nuestra semejanza”.

+ + + +

21-25
Mayo 22, 1927

Cómo en la Creación fue establecido el número de todas las cosas, hasta de los actos humanos. Cómo Jesús encerró todo en Él.

(1) Estaba fundiéndome junto con mi dulce Jesús en su Divino Querer para multiplicar mis pensamientos con los suyos, alineándome sobre cada pensamiento de criatura y así poder también yo dar a mi Creador tantos actos de homenaje, de gloria, de amor, por todos los pensamientos de cada una de las criaturas. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Cómo hizo mi amado Jesús que hizo tantos actos, tantos pensamientos, tantos pasos, etc., por cuantos debían hacer todas las criaturas?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como en la Creación mi Divina Voluntad establecía el número de todas las cosas creadas, todo fue numerado: Las estrellas, las plantas, las especies y hasta las gotas de agua; cada cosa no puede ni perder algo de ella, ni crecer, según el orden establecido por el Fiat Supremo, así también mi Voluntad establecía todos los actos humanos de todas las criaturas, sólo que en virtud del libre albedrío concedido a ellas, podían hacer estos mismos actos buenos o malos, pero hacer de más o de menos no les es concedido, sino que todo está establecido por el Divino Querer.
(3) Ahora, en la Redención, el eterno Fiat reinante en mi Humanidad sabía todos los actos que debían hacer todas las criaturas, todos los pensamientos, palabras, pasos, nada se le escapaba, por tanto no es maravilla que multiplicaba mis actos por cada acto de las criaturas, para hacer que la gloria del Padre Celestial fuese completa por parte mía a nombre de cada criatura y por cada acto de ellas, y que el bien que conseguía a ellas fuese con toda la plenitud, de modo que cada acto de ellas, pensamiento, palabra y paso, debía tener mi acto por ayuda de los suyos; cada pensamiento mío, como ayuda y luz de cada pensamiento de ellas, y así de todo lo demás de las criaturas. Todo encerré en Mí, formé en Mí la nueva creación de todos los actos de las criaturas para poderles dar de nuevo todo, nada me escapó, de otra manera no habría sido obra digna de tu Jesús; si aun un solo pensamiento me hubiera escapado, la criatura habría encontrado el vacío del mío y queriéndolo, no habría encontrado la ayuda, la fuerza, la luz para aquel pensamiento suyo. Ahora hija mía, te quiero a ti en mi Voluntad Divina a fin de que junto Conmigo formes esta nueva creación de todos los actos humanos de las criaturas, para poder conseguir de mi Padre Celestial el Reino del Fiat Supremo, y las criaturas encuentren la triple ayuda de fuerza, de luz, en todos sus actos, para regresar al Reino de mi Voluntad, y estas triples ayudas universales son: Lo obrado por la Soberana Reina, los actos de tu Jesús y los de la pequeña hija de mi Divino Querer”.
(4) Después de esto pensaba entre mí y preguntaba: “¿Qué cosa es esta Divina Voluntad?” Y Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, Voluntad Divina significa: dar Dios a Dios, desahogo divino y transformación de naturaleza humana en Divina, comunicación de virtud creadora, abrazar el infinito, elevarse en el Eterno y tomar como en un puño la eternidad para decir a Dios: ‘Desde la eternidad yo te amaba, tu Voluntad no tiene principio, es eterna Contigo, y yo en Ella te amaba con amor sin principio y sin fin’. ¿Qué cosa es mi Voluntad? Es todo”.


+ + + +

21-26
Mayo 24, 1927

Ofrecimiento del trabajo en el Querer Divino. Quien vive en Él forma tantos actos de Vidas Divinas, y posee la virtud bilocadora.

(1) Estaba haciendo el ofrecimiento de mi trabajo diciendo: “Jesús, amor mío, quiero tus manos en las mías para dar a nuestro Celestial Padre el amor y la gloria que Tú individualmente le diste con tus obras estando en la tierra, y no sólo eso, sino que quiero unirme Contigo cuando Tú, Verbo del Padre, desde la eternidad obrabas junto con Él con sus mismas obras, amabas con amor recíproco y con perfecta igualdad y quiero glorificaros con la misma gloria con la que se glorificaban Ustedes mismos, entre la Tres Divinas Personas. Pero no estoy contenta, quiero poner mis manos en las tuyas para correr junto con ellas en tu mismo Querer en el sol, para darte la gloria de la luz, del calor, de la fecundidad del sol; en el mar para darte la gloria de sus olas, de su murmullo continuo; en el aire para darte la gloria del canto de los pájaros; en el cielo azul para darte la gloria de la inmensidad y en el centellear de las estrellas, en su parpadeo hago correr mi voz que te dice te amo; quiero correr en los prados floridos para darte la gloria y la adoración de los perfumes; no hay punto donde no quiera encontrarme, a fin de que por todas partes Tú sientas que tu pequeña hija te adora, te ama y te glorifica”. Mientras esto y más decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, siento en ti mi gloria, mi amor, mi Vida, mis obras; mi Voluntad todo lo concentra en ti, no sólo eso, sino que mientras tú trabajas, mi Querer te lleva al sol y trabajas junto con su luz, así que tus movimientos corren en los rayos solares y conforme se difunde la luz, tú difundes la gloria, el amor a tu Creador. Cómo es bella nuestra hija, encontrarla trabajando en todas mis obras para darme el amor, la gloria que cada obra mía contiene, y como mi Voluntad posee la virtud bilocativa, también te biloca a ti para poderte encontrar en el mar, en el aire, en las estrellas, dondequiera, para amarte y ser amado y glorificado”.
(3) Después de esto me sentía como absorbida en el Fiat Supremo y pensaba entre mí en los grandes bienes que puede hacer la Suprema Voluntad en nuestra alma, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cada acto que hace mi Voluntad unida con el alma forma una Vida Divina, porque siendo Ella Divina no puede hacer menos que formar Vidas Divinas en sus actos, de modo que donde Ella reina, en cuanto el alma obra, habla, piensa, late, etc., mi Querer Divino hace correr su obra, su palabra, su pensamiento y latido en el de la criatura y ahí forma primero su acto, su palabra, y después da el parto de su Vida Divina. Así que en todo lo que el alma hace, hace salir de Sí tantas Vidas Divinas, de modo que llena Cielo y tierra de tantas imágenes de Vidas Divinas, ella se vuelve la reproductora, la bilocadora de la Vida Divina. Mi Voluntad no es menos potente en el alma donde reina con la plenitud de su dominio, que lo que es en su seno de la Tres Divinas Personas, y por eso poseyendo la virtud bilocativa no sólo forma en el alma cuantas Vidas Divinas quiere, sino que forma en ella su cielo, su sol, los mares de amor, los prados floridos, y hace que el alma diga a su Dios: ‘Cielo me has dado y cielo te doy, sol me has dado y sol te doy, mares y prados floridos me has dado y mares y prados floridos te doy, todo lo que has hecho para mí en la Creación y Redención tu Voluntad lo repite en mí, de modo que todo te puedo dar, como todo me has dado’. ¡Oh! potencia de mi Voluntad, ¿qué cosa no puede hacer en el alma donde Ella reina? Por eso al alma donde Ella reina se deleita en ponerla a la par con Nosotros, mucho más que sabe que esta es nuestra Voluntad, el querer a la criatura semejante a Nosotros, a nuestra imagen, y Ella, nuestra fiel ejecutora así la hace, y

Nosotros llamamos a esta criatura donde reina nuestro Fiat Supremo, nuestra gloria, nuestro amor, nuestra Vida, sólo con nuestro Querer el alma puede llegar a tanto, sin Él hay gran distancia entre Creador y criatura, por eso amo tanto que el Querer Divino reine en la criatura, para dar amplio campo de acción a nuestra Voluntad de bilocar nuestras obras, nuestra Vida, y de elevar a la criatura a la finalidad perfecta para la cual fue creada. La criatura salió de nuestro Querer, es justicia que camine en los pasos de nuestra Voluntad y que regrese a su Creador sobre aquel mismo camino por donde salió, toda bella y enriquecida con los prodigios de nuestro eterno Fiat”.

+ + + +

21-27
Mayo 26, 1927

Cómo Dios en la Creación formó muchas estancias para habitar en ellas, para hacerse encontrar siempre por el hombre para darle sus cualidades. Dudas, Jesús las resuelve. Cómo lo que para
la criatura es difícil, para Dios es fácil. Lamentos de Luisa, Jesús la conforta.

(1) Mi estado de abandono en el Fiat Divino continúa, y después de haberlo seguido en sus actos en la Creación, estaba pensando cómo reordenar de nuevo ante la Majestad Suprema todas las relaciones entre Creador y criatura, que la ingratitud humana había despedazado, y mi adorado Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira toda la Creación, el cielo, las innumerables estrellas, el sol, el viento, el mar, los campos floridos, los montes y los valles, todos ellos son estancias que formé, y en cada una de ellas formé mi palacio real para hacer ahí mi morada, y esto para dar oportunidad al hombre de que por cualquier parte que quisiera venir para encontrar a su Dios, le daba oportunidad de encontrarlo súbito y en todas partes, y Él se ponía en cada estancia en acto de esperarlo, dejando todas las estancias abiertas para no darle el fastidio de tocar, sino que libremente entrara, cuantas veces lo quisiera estaba pronto a recibirla. El Creador del cielo y de la tierra no se ponía en un sólo punto, sino dondequiera, para que el hombre lo pudiera siempre encontrar, ponía estas estancias tan cercanas, para formar tantos caminos cortos, porque entre Creador y criatura no debe haber distancia, sino cercanía y comunidad; así que todas estas estancias eran y son relaciones, vínculos y caminos entre Dios y el hombre. ¿Pero quién debía mantener vigentes estas relaciones, consolidar estos vínculos, ordenar los caminos, abrir las puertas? Nuestra Voluntad reinante en el hombre tomaba esta tarea tan importante de mantener el orden de toda la Creación como la hicimos salir. En cuanto el hombre se sustrajo del Fiat Divino, las relaciones no tuvieron más vigencia, los vínculos quedaron rotos, los caminos con barricadas, las puertas cerradas, perdió su amada heredad, quedó despojado de todos los bienes, cada paso era un lazo a sus pies para hacerlo caer. Con no hacer nuestra Voluntad todo se pierde, no hay bien que le quede, y con hacerla todo adquiere y no hay bien que no le sea restituido. ¿Qué cosa no hizo la paterna bondad del Creador en la Creación por amor del hombre? No sólo formó tantas estancias, sino una diferente de la otra para hacerse encontrar en tantos diversos modos por aquél que amaba: En el sol se hacía encontrar investido de luz, todo majestad, ardiente de amor, esperándolo para darle su luz para hacerse comprender, darle su amor para hacer que el hombre, entrando en esta estancia para encontrar a su Dios, se volviera luz y amor; en el mar se hacía encontrar el Dios fuerte para darle al hombre la fuerza; en el viento se hacía encontrar imperante y dominante para darle el imperio y el dominio; en suma, en cada cosa creada lo esperaba para darle la participación de sus cualidades”.

(3) Después de esto estaba pensando entre mí: “Jesús ama tanto su Querer y parece que suspira mucho que sea conocido a fin de que domine y reine, pero me parece difícil que la Divina Voluntad sea conocida, porque no hay quien se ocupe ni nadie tiene interés, todo el interés está en Jesús, pero en las criaturas no existe, por lo tanto si estas criaturas faltan en dar esta gran gloria a Dios y al mismo tiempo llevar la plenitud de todos los bienes a las criaturas, ¿cómo podrá conocerse el Reino del eterno Fiat?” Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, lo que a ti te parece difícil no es difícil para Dios, como en la Redención, en que no hubo dificultad para Dios, ni toda la perfidia humana pudo impedir el curso de nuestro amor, mucho menos el cumplimiento de nuestra decisión de venir a redimir al género humano. Cuando la Divinidad establece hacer un acto, cumplir una obra, cualesquiera que sean las causas, las circunstancias, los impedimentos, Ella triunfa sobre todo, vence todo y hace lo que ha establecido. Así que el punto culminante e importante de Dios está en establecer lo que quiere hacer, hecho esto, todo ha hecho. Entonces si en Nosotros está establecido que nuestra Voluntad debe ser conocida y que su Reino vendrá a la tierra, está ya como hecho. Así como fue hecha la Redención, porque fue establecido por Nosotros, así será un hecho nuestra Voluntad. Mucho más que en la Creación fue hecho salir por la Divinidad este su Reino, todo en orden, para que reinase y dominase, y con la caída del hombre este Reino no fue destruido, sino que quedó íntegro y existe aún, sólo que quedó suspendido para el hombre. En la Redención allané todo y como el todo lo hice para que el hombre fuese redimido, así hice todo para que fuese quitada esta suspensión, que la criatura pudiese entrar en el Reino del Fiat Divino, dando primero lugar a la Redención y con el andar del tiempo dar el lugar a mi Voluntad. Así que para un reino, para una obra, lo difícil es hacerlo, pero cuando está hecho, el conocerlo se vuelve fácil. Mucho más que tu Jesús no carece de potencia; de querer hacer o no hacer una obra puedo no quererlo, pero de potencia jamás, Yo dispondré de tal modo las cosas, las circunstancias, las criaturas, los eventos, que volveré fácil que mi Voluntad sea conocida”.
(5) Después me sentía toda afligida y pensaba entre mí: “Cómo es duro mi estado, siento que no puedo seguir adelante, el Querer Divino es inexorable, inmutable, y si se tiene que hacer con Él, con el Fiat no se juega, se siente todo el peso de su inmutabilidad y por eso se queda inmutable con su inmutabilidad, impasible a todo, nos pone en las condiciones de querer lo que Él quiere, aunque fuesen castigos y las mismas privaciones de Jesús que tanto me cuestan, todo lo que quiere Él, todo nos lo cede, pero de lo que quiere el alma, nada nos cede, ni siquiera una coma”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, mi Voluntad quiere ser libre en el alma y por eso no quiere ceder ni un punto, ni una coma de lo que el alma quiere, aunque fuera santo, en ella no quiere encontrar límites, quiere extender su dominio en todo, quiere que lo que quiere y hace mi Voluntad, lo debe querer y hacer el alma, por eso hace sentir todo el peso de su inmutabilidad para volverla inmutable, de modo que no debe estar sujeta a mudarse porque ve sufrir a las criaturas, o porque las ve privadas de un bien temporal, o porque lo quiere dar, esto sería salir de su inmutabilidad, esta es santidad humana; la santidad de mi Voluntad es Santidad Divina y no admite estas debilidades, si mi Voluntad estuviese sujeta a esto, nuestra justicia debería estar sin vida en nuestro Ser Supremo, lo que no puede ser. Si tú supieras en qué punto se encuentra nuestra justicia en estos tiempos, y si quisiera desagravarse del todo sobre ti quedarías triturada, y mi Voluntad no quiere triturarte, sino que quiere que las criaturas también sufran en parte la pena para hacerlos abrir los ojos en la gran ceguera en la que han caído. Casi todas las naciones viven a costa de las deudas, si no contraen deudas no pueden vivir, y con todo y eso festejan, no se ahorran en nada, están formando planes de guerras, haciendo gastos enormes; ¿no ves tú misma la gran ceguera y locura en la cual han caído? Y tú pequeña niña, quisieras que mi justicia no los golpease, que fuera magnánimo en los bienes temporales, así que quisieras que se volvieran más ciegos y más locos. Y viendo que no cedo a todas tus

peticiones te lamentas y sintiendo que mi Voluntad ha tomado puesto en toda tu alma sin dejarte libre en nada, sientes toda la fuerza de la santidad e inmutabilidad de mi Voluntad Divina y además, te lo he dicho tantas veces, que mis privaciones no son otra cosa que vacíos que está haciendo mi justicia para golpear a los pueblos. Por eso hija mía no te abatas, tú no sabes cuanto te amo y cuantos tesoros he puesto en ti, no puedo dejarte, debo mirar todos los dones que he puesto en ti, debes saber que cada palabra mía es un don divino, y ¿cuántas te he dicho? Y cuando Yo doy jamás vuelvo a tomar el don, y para estar seguro que mis dones están al seguro, me estoy a guardia de mis dones y del alma que los posee; por eso déjame hacer y haz que mi Voluntad reine libremente en ti”.


D e o G r a t i a s

1
I. M. I.
Fiat!!!

22-1
Junio 1, 1927

Jesús sabe hacer todos los milagros, excepto el separarse de su Voluntad. Dolor por la muerte del Padre Di Francia. Bien de quien pone en práctica las verdades conocidas. Cómo Jesús la hace ver aquella alma bendita y le habla de ella.

(1) Las privaciones de mi dulce Jesús se hacen más largas, siento que no puedo más,
¡oh! si me fuera dado el tomar el vuelo hacia mi patria celestial, donde no hay más separaciones con Jesús, cómo sería feliz de salir de la dura y oscura cárcel de mi cuerpo.
¡Jesús! ¡Jesús! ¿Cómo es que no quieres tener piedad de mí, de esta pobre prisionera?
¿Cómo me has dejado sin que ni siquiera vengas a visitarme seguido en la oscura prisión en que me encuentro? ¡Oh Jesús!, sin Ti cómo se hace más penosa, más sombría, más tremenda mi cárcel en la cual Tú me pusiste, diciéndome que estuviese en ella por amor tuyo y para cumplir tu Voluntad, pero que no me dejarías sola, sino que me harías compañía. ¡Pero ahora, ahora todo ha terminado! No tengo tu sonrisa que me alegra, no tengo tu palabra que rompe mi largo silencio, ni tu compañía que rompe mi soledad, estoy sola, aprisionada y atada por Ti en esta prisión, y además me has dejado. ¡Jesús! ¡Jesús! no me lo esperaba de Ti.
(2) Pero mientras desahogaba mi intenso dolor ha salido de dentro de mi interior y abrazándome para sostenerme, porque no tenía más fuerza, me ha dicho:
(3) “Hija mía, ánimo, Yo no te dejo, más bien tú debes saber que tu Jesús sabe hacer y puede hacer todos los milagros, salvo el milagro de separarme de mi Voluntad, si en ti está mi Divino Querer, ¿cómo puedo dejarte? Y si esto fuera sería un Jesús sin vida. Más bien es la interminabilidad de mi Fiat que me esconde, y tú mientras sientes la Vida de Él, no ves a tu Jesús que está dentro de Él”.
(4) Entonces me sentía afligida, no sólo por las privaciones de mi dulce Jesús, sino porque también me había llegado la noticia inesperada de la muerte del Reverendo Padre Di Francia, era el único que me quedaba a quien podía abrir mi pobre alma, cómo me comprendía bien, era un santo, al cual me confiaba y que tanto había comprendido todo el valor de lo que Jesús me había dicho sobre la Divina Voluntad, tenía tanto interés en esto, que con insistencia se había llevado todos los escritos para publicarlos. Así que pensaba para mí: “Después de que Jesús permitió que se llevara los escritos con gran sacrificio de mi parte, porque yo no quería, y sólo porque era un santo yo debí ceder, y ahora Jesús se lo ha llevado al Cielo.” Me sentía torturar por el dolor, pero ¡Fiat! ¡Fiat! ¡Fiat! Todo termina aquí abajo; he roto en llanto encomendando a Jesús aquella alma bendita que tanto había sufrido y obrado por Él y mientras esto hacía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(5) “Hija mía, ánimo, tú debes saber que por todo lo que aquella alma, tan querida por Mí, ha hecho, por todas las verdades que ha conocido sobre mi Voluntad, tanta luz de más encerró en su alma, así que cada conocimiento de más es una luz mayor que posee, y cada conocimiento pone en el alma una luz distinta, una más bella que la otra, con el germen de la diferente felicidad que cada luz contiene, porque todo lo que el alma puede llegar a conocer de bien, con la voluntad de ponerlo en práctica en sí misma, el alma queda en posesión del bien que conoce. Si no tiene voluntad de poner en práctica los conocimientos que adquiere, sucede como cuando uno toca una flor o también si se lava

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

con agua fresquísima, en el acto sentirá el perfume de la flor, el refrigerio del agua fresca, pero como no posee la flor ni la fuente del agua fresca, poco a poco se desvanecerá el perfume y el bien de la frescura del agua, y se encontrará sin el perfume y desvanecida la frescura que había gozado; así son los conocimientos cuando se tiene el bien de conocerlos y no se ponen en práctica. Ahora, aquella alma tenía toda la voluntad de ponerlos en práctica, tanto que viendo el gran bien que él sentía, quería hacerlos conocer a los demás, publicándolos. Entonces, mientras que ha estado en la tierra, el cuerpo, más que pared ocultaba aquella luz, pero apenas el alma ha salido de la cárcel de su cuerpo, se ha encontrado investida de la luz que poseía, y los tantos gérmenes de felicidad que poseía, efectos de los conocimientos de mi Divina Voluntad, desarrollándose éstos, ha comenzado a sentir el principio de la vida de las verdaderas bienaventuranzas, y sumergiéndose en la eterna Luz de su Creador, se encontró en la Patria Celestial, donde continuará su misión sobre mi Voluntad, asistiendo él a todo desde el Cielo.
(6) Si tú supieras la gran diferencia que hay de gloria, de belleza, de felicidad, entre quien muriendo lleva consigo de la tierra la luz con los gérmenes de tantas felicidades, y entre quien la recibe sólo de su Creador, hay tal distancia, que es mayor que la distancia entre el cielo y la tierra. ¡Oh! si los mortales supieran el gran bien que adquieren con conocer un verdadero bien, una verdad, y hacer de ello sangre propia para incorporarla en la propia vida, harían competencia, olvidarían todo por conocer una verdad y darían la vida para ponerla en práctica”.
(7) Entonces, mientras Jesús decía esto he visto ante mí el alma bendita del padre junto a mi lecho, investida de luz, suspendida sobre la tierra, que me miraba fijamente sin decirme una palabra, también yo me sentía muda frente a él y Jesús ha continuado:
(8) “Míralo como está transformado, mi Voluntad es Luz y ha transformado aquella alma en luz; es bella, le ha dado todas las tintas de la perfecta belleza; es santa y ha quedado santificada; mi Voluntad posee todas las ciencias, y el alma ha quedado investida de la ciencia divina; no hay cosa que mi Voluntad no le haya dado. ¡Oh! si todos entendieran qué significa Voluntad Divina, pondrían todo aparte, no se afanarían de hacer nada más y todo el empeño estaría en hacer sólo mi Voluntad”.
(9) Después de esto pensaba para mí: “¿Pero por qué Jesús bendito no ha concurrido a hacer el milagro al Padre Di Francia?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(10) “Hija mía, la Reina del Cielo en la Redención no hizo ningún milagro, porque sus condiciones no le permitían dar la vida a los muertos, la salud a los enfermos, porque siendo que su Voluntad era la de Dios mismo, lo que quería y hacía su Dios, quería y hacía Ella, no tenía otra Voluntad para pedir a Dios milagros y curaciones, porque a su voluntad humana no le dio jamás vida, y para pedir milagros a esta Voluntad Divina debía valerse de la suya, lo que no quiso hacer, porque hubiera sido descender al orden humano, pero la Soberana Reina no quiso dar jamás un paso fuera del orden divino, y quien está en él, debe querer y hacer lo que hace su Creador, mucho más pues con la vida y luz de esta Divina Voluntad, veía que era lo mejor, lo más perfecto, lo más santo aun para las criaturas, lo que quería y hacía su Creador. Por tanto, ¿cómo podía descender de la altura del orden divino? Y por eso hizo sólo el gran milagro que encerraba todos los milagros, la Redención, querida por la misma Voluntad de la que era animada, que llevó el bien universal a quien quiera que lo desee. La gran Madre Celestial, mientras en vida no hizo ningún milagro aparente, ni de curaciones, ni de resucitar a los muertos, hacía y hace milagros todos los momentos, todas las horas y todos los días, porque conforme las almas se disponen, se arrepienten, dando Ella misma las disposiciones para el arrepentimiento, biloca a su Jesús, el fruto de su seno, y todo entero lo da a cada uno como confirmación de su gran milagro que Dios quiso que hiciera esta Celestial Criatura. Los milagros que Dios mismo quiere que hagan sin mezcla de voluntad humana, son milagros perdurables, porque parten de la fuente divina que jamás se agota, y basta quererlos para recibirlos.
(11) Ahora tus condiciones se dan la mano con la inigualable Reina del Cielo, debiendo tú formar el reino del Fiat Supremo no debes querer sino lo que quiere y hace mi Divina

Voluntad, ni tu voluntad debe tener vida, aunque te parezca de hacer un bien a las criaturas y así como mi Mamá no quiso hacer otros milagros sino sólo aquél de dar su Jesús a las criaturas, así tú, el milagro que quiere mi Voluntad Divina que tú hagas es el de dar mi Voluntad a las criaturas, de hacerla conocer para hacerla reinar; con este milagro harás más que todo, pondrás al seguro la salvación, la santidad, la nobleza de las criaturas y desterrarás también los males corporales de ellas, causados porque no reina mi Voluntad Divina, no solo esto, sino que pondrás a salvo una Voluntad Divina en medio a las criaturas y le restituirás toda la gloria, el honor que la ingratitud humana le ha quitado. Por esto no he permitido que le hicieras el milagro de curarlo, pero le has hecho el gran milagro de hacerlo conocer mi Voluntad, y ha partido de la tierra con la posesión de Ella y ahora goza en el océano de la luz de la Divina Voluntad, y esto es más que todo”.

+ + + +

22-2
Junio 8, 1927

Para quien hace la Divina Voluntad, todos los tiempos y lugares son los suyos, cómo toma en un puño la eternidad. Cómo Dios no pierde nada porque es perfecto en el amar.

(1) Estaba siguiendo a la Divina Voluntad en sus actos de todo lo que había hecho en el orden de toda la Creación, desde el principio del mundo hasta el presente; pero mientras esto hacía pensaba para mí: “Lo que ha pasado no está en mi poder, por lo tanto me parece una pérdida de tiempo el ir buscando lo que ha pasado”. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, quien hace y vive en mi Voluntad, todos los tiempos y todos los lugares son los suyos. Mi Voluntad Suprema no pierde nada de lo que hace, y con su potencia hace el acto y lo conserva en sí íntegro y bello como lo ha hecho. Así que para quien vive en mi Supremo Querer, encuentra en Él el orden de todos sus actos, como si en aquel instante los estuviera haciendo, y el alma uniéndose junto con Él, hace lo que mi Querer está haciendo.
(3) Este es todo el gozo, la complacencia, la gloria de mi Querer, que mientras sus actos son eternos, la pequeñez de la criatura que vive en Él toma la eternidad en un puño y encontrando como en acto los actos de su Creador, los repite junto con Él, ama, glorifica la interminabilidad de los actos de Aquél que la ha creado, formándose una competencia de obras, competencia de amor y de gloria. Por lo tanto, a su disposición están los tiempos de la Creación, como el lugar del Edén terrenal, tiene los tiempos de mi Encarnación, de mi Pasión, y Belén, Nazaret, el Calvario, no están lejanos de ella; para ella no existe el pasado, la distancia, sino que todo está presente y cercano. Es más, tú debes saber que mi Voluntad da la unidad de todo al alma, y así como Ella mientras es una hace todo, así el alma con la unidad Divina encierra en sí, como si fuera uno solo, los pensamientos de todos, las palabras, obras, pasos y latidos de todos, de modo que mi Querer encuentra en ella todas las generaciones y cada uno de los actos de cada uno como los encuentra en Sí mismo. ¡Oh! cómo se conocen los pasos de esta elegida criatura, cómo son dulces sus pisadas, se pone en presencia de su Dios, pero no va jamás sola, sino que lleva en sus pasos el sonido de los pasos de todos, su voz contiene las notas de todas las voces humanas y, ¡oh! qué bella armonía forma en nuestra Voluntad, su latido desprende llamas por cuantas criaturas han salido a la vida. ¡Oh! cómo nos felicita, nos entretenemos juntos, es nuestro querido joyel, el reflejo de nuestras obras, la imagen de nuestra Vida. Por eso quiero que reine mi Voluntad en la criatura, para llenarla de todos sus actos, porque cuando Ella no reina se forma el vació de sus actos en ellas y ¡oh!, cómo es terrible el vació de una Voluntad Divina en la criatura, es como una tierra árida, pedregosa, sin sol

y sin agua, que da terror al verla. Y cuántos de estos vacíos hay en la criatura, y cuando encuentro quién vive en mi Voluntad hago fiesta, porque puedo llenarla de todos los actos de mi Voluntad”.
(4) Después estaba pensando en lo que está escrito arriba, y mi Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, nuestro amor es perfecto en todas nuestras obras, y como es perfecto nada perdemos de lo que hacemos y por eso nuestras obras sirven como triunfo, gloria y corona imperecedera de nuestro Ser Divino, y lo que viene hecho en la perfección de nuestro amor perfecto no está sujeto ni a perderse, ni a perder su integridad y belleza. Cómo es diferente el obrar de la criatura porque le falta el perfecto amor a sus obras, obra y las pone fuera, no tiene virtud ni espacio para conservarlas en sí misma y por eso muchas obras pierde de sí misma y faltando la vida, el amor de quien las ha formado, las obras humanas no tienen virtud de mantenerse bellas, íntegras y siempre nuevas como fueron hechas.
(6) Por tanto al alma que vive en nuestra Voluntad Divina, Nosotros nos deleitamos en hacerle ver todos nuestros actos, los cuales, todos están como presentes y en acto de hacerlos y decimos al alma: ‘Repite nuestro acto a fin de que lo que hacemos Nosotros, lo hagas también tú, para poner en común el acto del Creador con la criatura’. Sucede como a una persona que tiene tantas cosas bellas, pero las tiene guardadas bajo llave en un cuarto aparte, nadie sabe que tiene tantas cosas de tan variadas bellezas; ahora, otra persona entra en gracia de la primera, se muestra fiel, no es capaz de quitar una coma de su voluntad; esto le rapta el corazón a la primera y se lo siente romper, porque el amor hacia aquélla la lleva con una fuerza irresistible a hacerla ver los bienes que posee, la variedad y rareza de las tantas cosas preciosas, y por eso abre el cuarto secreto y le dice: ‘Me siento dividido en el amor si no te digo mis secretos, si no te hago ver lo que poseo, para que lo podamos gozar y poseer juntos”. Para la segunda parecen cosas nuevas, porque ella jamás había visto tales cosas, pero para la primera eran cosas antiguas. Así sucede para quien viene a vivir en nuestra Voluntad, se abren las puertas, se develan nuestros secretos, se pone al día de todas nuestras obras más bellas. Tener secretos con ella, esconder nuestros actos, nos pesaría en el corazón, sería tenerla como una extraña.
¡Oh! cómo nos afligiría, porque el verdadero y perfecto amor no admite ni secretos, ni división de obras y de bienes, sino lo que es mío es tuyo, lo que conozco yo conoces tú. Más bien tú debes saber que mi Voluntad forma el eco de sus obras, de su amor, de su palabra en el alma donde Ella reina, de modo que oyendo su eco, Ella repite la obra, el amor, la palabra del Fiat Divino”.

+ + + +

22-3
Junio 12, 1927

Relaciones que hay entre Creador y criatura, entre Redentor y redimidos, entre Santificador y santificados. Quién sabrá leer las señales Divinas.

(1) Estaba según mi costumbre siguiendo los actos del Fiat Divino para reparar y vincular todas las relaciones rotas por la voluntad humana entre Creador y criatura, entre el Redentor y los redimidos, entre el Santificador y los santificados, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien quiere conocer todas las relaciones que hay entre Creador y criatura y mantener en vigor sus vínculos, debe hacer reinar en él, con absoluto dominio a mi Divina Voluntad, porque estando en toda la Creación la Vida de Ella, formará una sola vida para todas las cosas creadas, y siendo una la vida, entenderá el lenguaje de ellas y las relaciones que hay con su Creador. Cada cosa creada habla de su Creador, posee caracteres legibles de mi Fiat Divino. Pero ¿sabes tú quién es capaz de oír su voz, de

entender su hablar celeste y leer los caracteres divinos que cada cosa creada tiene impresos? Quien posee mi Voluntad tiene el oído para escuchar su voz, inteligencia para comprenderla, ojos para leer los caracteres divinos que con tanto amor imprimió su Creador en cada cosa creada. En cambio quien no hace reinar mi Voluntad, se encuentra en las condiciones de quien es sordo y no escucha, de quien es cretino y no comprende, de quien no ha estudiado las diferentes lenguas y por cuanto se diga no entiende nada. Así también para mantener las relaciones y conocerlas entre Redentor y redimidos, deben estudiar mi Vida, cada palabra mía, obra, paso, latido y penas, todos eran vínculos con los cuales vine a vincular a todos los redimidos. ¿Pero quién queda vinculado? Quien estudia mi Vida y trata de imitarme; conforme me imita así queda vinculado con mis palabras, obras, pasos, etc., y recibe la vida de ellas, y tendrá el oído para escuchar todas mis enseñanzas, mente para comprenderlas y ojos para leer todos los caracteres impresos en Mí al venir a redimir al género humano. Y si la criatura no hace esto, los caracteres de la Redención serán ilegibles para ella, será un lenguaje extraño para ella, y las relaciones y vínculos de la Redención no tendrán vigor. La criatura será siempre el ciego de nacimiento para todos nuestros bienes de los cuales la queríamos enriquecer. Y para quien quiere conocer y recibir todas las relaciones y vínculos de la santidad, debe amar al Santificador, el Espíritu Santo pone en camino sus llamas hacia quien ama en verdad y lo vincula con relaciones de su santidad; sin amor no hay santidad, porque los vínculos de la verdadera santidad quedan rotos”.
(3) Mi Jesús ha hecho silencio y yo he permanecido toda inmersa en el Fiat Supremo, y mi amado Bien ha continuado:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad bebe luz, y así como la luz mientras la ve y goza uno, la pueden ver y gozar los otros, así mi Voluntad dándose como luz al alma e invistiéndola toda, biloca todo el interior de ella y hace luz a cada pensamiento de criatura, biloca su palabra y hace luz a las palabras de los demás, biloca sus obras, sus pasos y hace luz a los de los demás. La luz posee la verdadera y perfecta bilocación, y mientras ella es una, tiene virtud de bilocarse por cada uno que la quiera gozar y ver. ¿No es uno el sol, pero cuántos lo ven y gozan? Mucho más el Sol de mi Querer, que el alma bebe y se llena toda de su luz, tiene virtud de que mientras es uno se biloca por cada acto, palabra, paso, etc., y forma en ellos el encanto de su luz Divina”.

+ + + +

22-4
Junio 17, 1927

Cómo la Voluntad de Dios es todo. Cómo ve nuevamente al padre Di Francia, y él le dice sus sorpresas.

(1) Siento mi pobre mente como fija en el centro del Fiat Supremo, y moviéndome en torno a este centro me difundía en todos sus actos, abrazando en la interminabilidad de su luz a todos y a todo, pero mientras esto hacía pensaba para mí: “¿Por qué debo abrazar a todos y a todo estando en el Querer Divino?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es todo, no hay cosa que de Ella no reciba la vida, no hay lugar donde no se encuentre, no hay efecto bueno que de Ella no surja, todo es suyo, de Ella todo depende; por eso en el alma donde Ella reina quiere encontrar a todos y todo lo que es suyo, y si no encontrara a todos y a todo se sentiría dividida en su imperio, separada de sus actos, lo que no puede ser. He aquí el por qué sintiendo en ti la Vida del Fiat Divino, junto con Ella tú sientes a todos y a todo: Sientes la vida del sol que da luz, calienta y fecunda, y a la tierra que respirando esta luz se vuelve fecunda, se viste de plantas y flores, y dándose la mano tierra y sol, sostienen y alegran todas las

generaciones. Es mi Voluntad la que da vida al sol, que hace respirar la tierra para alegrar toda la Creación, haciendo cantar a los pájaros, saltar y balar a los corderos y todo lo que sucede en el universo; ¿no quieres tú acaso sentir todo lo que hace mi Voluntad, que encerrando en ti como en un solo centro todo, te hace sentir el corazón humano que palpita, la mente que piensa, las manos que obran, y que mientras da vida a todo esto, no siendo todos para Ella, no encuentra la correspondencia de sus actos divinos en los actos de la criatura, y quiere de ti lo que ellos no hacen? Quiere que todos sus actos sean llenados por ti con los actos de su misma Voluntad Divina. Por eso tu tarea es grande y requiere suma atención”.
(3) Después de esto me encontré fuera de mí misma, y mientras buscaba a mi dulce Jesús me he encontrado con el padre Di Francia, estaba todo alegre y me ha dicho:
(4) “¿Sabes cuántas bellas sorpresas he encontrado? Yo no me la creía cuando estaba sobre la tierra, si bien pensaba que había hecho algún bien al publicar el ‘Reloj de la Pasión’, pero las sorpresas que he encontrado son maravillosas, encantadoras, de una rareza jamás vista, todas las palabras concernientes a la Pasión de Nuestro Señor cambiadas en luz, una más bella que la otra, todas entrelazadas entre ellas, y estas luces crecen siempre a medida que las criaturas hacen las Horas de la Pasión, así otras luces se agregan a las primeras. Pero lo que me sorprendió más, han sido las pocas palabras publicadas por mí acerca de la Divina Voluntad. Cada palabra cambiada en sol, que invistiendo con sus rayos todas las luces forman tal sorpresa de belleza que se permanece raptado, encantado. Tú no puedes imaginar cómo quedé sorprendido al verme en medio de estas luces y de estos soles, cómo estuve contento y agradecí a nuestro Sumo Bien Jesús que me dio la ocasión y la gracia de hacerlo; también tú agradécele de parte mía”.
(5) Yo quedé maravillada al oír esto, y estaba haciendo mis oraciones en el Fiat Divino, queriendo que tomaran parte también los mismos bienaventurados, y mi amable Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, en todo lo que se hace en mi Voluntad Divina, aunque el alma no pusiera la intención, todos toman parte, mucho más los bienaventurados que viven en la unidad de Ella. Mi Voluntad se encuentra por todas partes, y con su fuerza unificadora lleva a todos, como acto suyo lo que hace la criatura en Ella; sólo hay esta diferencia, que si el alma que obra en mi Voluntad en la tierra pone la intención de dar gloria especial a quien vive en la patria celestial, los bienaventurados del Cielo se sienten, en la unidad de mi Querer, llamar por aquélla que quiere felicitarlos y glorificarlos de más; ellos la miran con tanto amor y complacencia, que extienden su protección toda especial sobre ella. Quien no obra en la unidad de mi Fiat queda en lo bajo, porque le falta la fuerza para subir a lo alto, sus obras no poseen ni la fuerza comunicativa, ni la de elevarse, las corrientes de comunicación están cerradas y están vacías de luz. Si tú supieras qué diferencia hay entre quien obra, incluso el bien, en la unidad de mi Querer, y quien obra fuera de Él, incluso el bien, aun a costa de tu vida no harías nada, por mínimo que sea, fuera de mi Voluntad”.
(7) Y después viéndome con amor en lo más íntimo de mi interior ha continuado:
(8) “Hija mía, he venido para ver y visitar las propiedades de mi amor que deposité en tu alma, y si todo está en orden e íntegro como fue puesto por Mí”.
(9) Y después de haberme observado toda, ha desaparecido.

+ + + +

22-5
Junio 20, 1927

Dios al crear al hombre le dio una tierra fértil y bella.
Causa por la que tiene viva a Luisa. Todo lo que se hace en la Divina Voluntad tiene vida continua.

(1) Me sentía oprimida y toda aniquilada en mí misma, sin poder hacer nada. Las privaciones tan frecuentes de mi amado Jesús me vuelven incapaz para todo, y mientras por una parte las siento a lo vivo que laceran mi pobre alma, por otra parte me hacen entontecer, petrificar como si no tuviera más vida; o bien siento la vida para sentirme morir.
¡Oh Dios, qué penas, éstas son sin misericordia y sin piedad! Vivir bajo la pesadilla de una pena que me lleva un peso infinito, inmenso y eterno, no tengo a dónde ir, ni qué hacer para no sentir el peso enorme de esta tremenda pena. Entonces pensaba entre mí: “No soy buena para nada, sino para sentir todo el peso de mi gran desventura de estar privada de Aquél que a mí me parece que todos los demás poseen. Sólo a mí me tocaba esta pena tan desgarradora de no poseer mi Vida, mi Todo, mi Jesús. ¡Ah! Jesús, regresa a aquélla que Tú heriste y la dejaste en poder del dolor de la herida que Tú mismo le hiciste, y después, ¿para qué tenerme en vida cuando no soy buena para hacer nada?” Pero mientras desahogaba mi dolor, mi sumo bien Jesús se ha movido en mi interior y estrechándome a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, la tierra creada por Dios fértil y bella, con un sol resplandeciente que la iluminaba y alegraba, se convirtió en espinosa y llena de piedras por el pecado, la voluntad humana puso en fuga el Sol de la mía, y densas tinieblas la cubrieron, y Yo te conservo viva porque debes quitar las piedras de la tierra y volverla fértil de nuevo. Cada acto de voluntad humana ha sido una piedra que ha cubierto la bella tierra creada por Mí, cada pecado venial ha sido una espina, cada pecado grave ha sido un veneno y cada bien hecho fuera de mi Voluntad ha sido como arena esparcida sobre el terreno, que invadiéndola toda impedía la vegetación aun a la más pequeña planta o cualquier hilo de hierva que pudiera despuntar debajo de las piedras. Ahora hija mía, cada acto tuyo hecho en mi Voluntad debe quitar una piedra, ¡y cuántos actos se necesitan para quitarlas todas! y con no dar jamás vida a tu voluntad llamarás de nuevo a los refulgentes rayos del Sol del Fiat Supremo a resplandecer sobre estos terrenos tenebrosos, y estos rayos llamarán al viento impetuoso de la gracia, que con su imperio removerá toda aquella arena, esto es, todo aquel bien hecho no para cumplir mi Querer, ni en Él, ni por amor mío, sino más bien para rescatar estima, gloria, interés humano. ¡Oh! cómo es pesado este bien aparente, más que arena que impide la vegetación a las almas y las vuelve de tal manera estériles, que dan piedad. Por eso el Sol de mi Querer con su fecundidad cambiará las espinas en flores y frutos, y el viento de mi Gracia será el contraveneno y verterá la vida en las almas. Entonces, tú debes estar convencida que te tengo todavía con vida para reordenar la obra de la Creación, y así como una voluntad humana saliéndose de la mía desordena todo hasta cambiar la faz de la tierra, así otra voluntad humana que entra en la mía, con actos repetidos e incesantes debe reordenar todo y restituirme el dulce encanto, la armonía, la belleza de los primeros tiempos de la Creación. ¿No sientes en ti cuán grande es tu campo de acción? Y cómo reandando en el Edén terrenal, donde mi Querer Divino festejó con los primeros actos del hombre, y gozábamos juntos la tierra fértil y bella que le había dado, te llamo a ti para vincular los primeros actos y para hacerte caminar todos los terrenos invadidos por la voluntad humana, para que abrazando todos los tiempos juntos, ayudes a quitar las piedras, las espinas, la arena que el querer humano ha acumulado, cambiando estos terrenos hasta dar piedad”.
(3) Entonces mi pobre mente, en el Querer Divino se ponía en el Edén, para entrar en la unidad de aquel acto único, que sólo en Él se encuentra, para descender hasta los últimos tiempos a fin de que mi amor, mi adoración, etc., pudieran extenderse a todos los tiempos, lugares, y por todos y por cada uno. Pero mientras esto pensaba y hacía, decía entre mí: “Cuántos desatinos estoy diciendo, en los últimos tiempos, yo espero por gracia del Señor estar allá arriba, en la Patria Celestial, ¿cómo podré amar en el tiempo mientras estaré en la eternidad?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, todo lo que se hace en mi Voluntad tiene vida continua, porque todo lo que es hecho en Ella tiene por principio el amor de su Creador, que no está sujeto a terminar, amó, ama y amará siempre, ninguno puede interrumpir este amor. Así que quien ama,

quien adora en mi Voluntad, no hace otra cosa que seguir a aquel amor eterno, aquella adoración perfecta de las Divinas Personas, que no tienen ni principio ni fin; el alma conforme entra en mi Voluntad, entra en medio de nuestros actos y continúa amando con nuestro amor y adorar con nuestra adoración, y queda vinculada con nuestro amor recíproco, con nuestra Voluntad única, la cual tiene virtud de no cesar jamás en sus actos, y todo lo que pueden hacer los demás no es otra cosa que la continuidad del acto hecho en mi Divina Voluntad; los actos hechos en Ella tienen vida perenne y continua. Entonces tu amor en los últimos tiempos no será nada diferente al de ahora, y si los otros amarán, amarán en el tuyo y con tu amor, porque él será acto primero, porque tiene su principio en Dios. Por lo tanto desde la patria celestial tú amarás en el tiempo y en la eternidad, mi Voluntad tendrá celosa tu amor como tiene el suyo, y dondequiera que Ella se extenderá y tendrá su Vida, te hará amar y adorar por todas partes. Quien vive en mi Voluntad todos sus actos tienen por principio y por fin todos los actos Divinos, el modo de nuestro obrar; así que el alma no hace otra cosa que seguir lo que hace Dios. La Soberana Reina, que hacía vida perfecta en la morada real de nuestro Querer, no tenía otro amor que el nuestro, ni otra adoración, todos sus actos se ven tan fundidos en los nuestros, que lo que en nuestros actos es naturaleza, en Ella es gracia, y como sus actos no tuvieron principio en su querer, sino en el Nuestro, Ella por derecho tiene el primado sobre todos los actos de las criaturas, por eso si tú amas, la Celestial Reina tiene el primado sobre tu amor, y tú sigue su amor como sigues el nuestro, y la gran Señora y Nosotros continuaremos amando en tu amor, y así de todo lo que puedas hacer en nuestra Voluntad. Entonces viniendo tú a la patria celestial, tu amor no partirá de la tierra, sino que continuará amando en cada una de las criaturas. Por eso mi Fiat Divino desde ahora te hace extender tu amor en el pasado, en el presente y en el futuro, para darte el derecho de que tu amor se extienda por todas partes y en todos los tiempos y jamás cese de amar. He aquí la gran diferencia entre quien vive en mi Voluntad y entre quien vive fuera de Ella”.

+ + + +

22-6
Junio 26, 1927

Todas las cosas de Dios tienen igual peso. Todo lo que Dios hizo en la Creación está adornado por su amor, y esto lo siente
quien vive en la Divina Voluntad.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrado giro en el Fiat Divino, y mientras giraba por toda la Creación pensaba para mí: “Cuánta luz y calor tendrá en sí mi Creador, si tanto de ello puso fuera al crear el sol. ¡Oh! cómo se debe sentir quemar por su calor si tanto contiene”. Y mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en nuestras cosas hay perfecta e igual medida de todo, así que por cuanto es el amor, el calor, la luz, otro tanto es la frescura, la belleza, la potencia, la dulzura, etc. Uno es el peso de todo y por eso el calor viene alimentado por la frescura y la frescura por el calor; la luz viene alimentada por la belleza y la belleza es alimentada por la luz, de modo que una modera a la otra; la fortaleza alimenta la dulzura, y la dulzura a la fortaleza, y así de todo el resto de nuestras cosas divinas, de manera que cada una nos felicita. Cada una de nuestras cualidades, por separado, nos oprimirían, en cambio juntas, siendo de perfecta igualdad, nos sirven de felicidad, de alegría, de contentos, y todos hacen competencia por hacernos felices: El calor nos lleva la felicidad del amor y la frescura nos lleva la alegría de lo bello, de lo fresco; la luz nos lleva la alegría de la luz, y la belleza moderando la viveza de la luz nos lleva la felicidad de lo bello, de lo bueno, de lo santo, de la inmensidad, ella entreteje todas nuestras cualidades y todas nos las vuelve bellas, amables y admirables; la fortaleza nos lleva la felicidad de los fuertes, y la dulzura

invadiéndola toda nos lleva las alegrías mezcladas de dulzura y fortaleza. Y todo lo que se ve en la Creación no son otra cosa que desahogos de la abundancia de la luz, del calor, de la frescura, belleza y fortaleza que poseemos dentro de Nosotros, y estos desahogos fueron puestos fuera de Nosotros para alimentar y hacer felices a las criaturas con nuestros mismos desahogos, en modo de hacerlas felices, y por medio de alimentarse de nuestras cualidades hacerse semejantes a Nosotros, y las criaturas debían ser portadoras de felicidad y de alegrías a su Creador. Cómo debía ser bello verlas luminosas como soles, más bellas que prado florido y cielo estrellado, fuertes como viento impetuoso adornado de frescura divina, de manera de mantenerse siempre nuevos y frescos sin cambiarse. Nuestra Voluntad les llevaría todos nuestros desahogos unidos juntos, donde uno felicita al otro, pero como el hombre se sustrajo del Fiat Supremo recibe nuestros desahogos separados el uno del otro, y por eso el calor lo quema, la luz lo eclipsa, el frío lo entorpece, el viento lo daña y muchas veces lo aterra, lo derriba. Nuestras cualidades no viendo en el hombre la copia de su Creador, ni el vínculo de la unión con el Fiat Divino, actúan separadas sobre de él y no recibe la felicidad que unidas ellas contienen. Por eso con mi Voluntad la criatura habría sido el ser más feliz; en cambio sin Ella es el más infeliz”.
(3) Después continuaba mi vuelo en el Querer Divino, y sobrevolando sobre cada pensamiento de criatura y acto, sobre cada planta y flor, sellaba mi te amo y pedía el reino del Fiat Divino. Pero mientras esto hacía pensaba para mí: “Qué gran historia en mi pobre mente, no parece que me pueda apartar, debo ir encontrando todos los tiempos, todos los lugares, todos los actos humanos, hasta plantas y flores y todo, para imprimir un te amo, un te adoro, un te bendigo, un gracias, y pedirle su reino”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose de nuevo en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿crees que eres tú quién hace esto? No, no, es mi Voluntad que va buscando todos sus actos que puso fuera en la Creación, adornando cada acto suyo, pensamiento, palabra, paso, con su te amo, y este te amo corre a través de cada acto y pensamiento hacia cada criatura. Quien está en mi Voluntad siente este amor de Dios esparcido por todas partes, aun en las plantas, en las flores, hasta debajo de la tierra en las raíces, su amor está escondido, porque no pudiendo contenerlo desgarra la tierra y adorna plantas y flores con su te amo para manifestar su ardiente amor hacia la criatura, y mi Voluntad reinando en el alma quiere continuar su te amo de la Creación y por eso te llama a seguir su eterno amor, y llamando cada uno de los pensamientos y actos, y todos los elementos creados, dice y te hace decir, ‘te amo’, y te hace pedir con su misma Voluntad su reino para vincularlo de nuevo en medio a las criaturas. Qué encanto hija mía, ver tu te amo unido a aquel de mi Querer, que corre en cada pensamiento y acto de criatura y pide mi reino, ver correr este te amo en la impetuosidad del viento, extenderse en los rayos del sol, murmurar en el murmullo del mar, en el fragor de las olas, imprimirse sobre cada planta y elevarse con la más bella adoración en el perfume de las flores y más que voz trémula decir, ‘te amo en el dulce temblor y centelleo de las estrellas’, en resumen, en todas partes. Quien no vive en mi Querer Divino no escucha este lenguaje de mi eterno amor en todos sus actos y en cada una de las cosas creadas, pero quien vive en Él se siente tantas veces llamada a amar por cuantas veces la ha amado su Creador. Todas las cosas le hablan con santa elocuencia de mi amor. Qué ingrata sería si no siguiera el amor hablante de mi eterno Fiat”.

+ + + +


22-7
Junio 29, 1927

Cómo Dios tiene fija su mirada en nuestro interior. Para quien vive en la Divina Voluntad todo se convierte en Voluntad de Dios.

(1) Estaba pensando en que nada hago para glorificar a mi amado Jesús, y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo no miro lo que haces externamente, sino que veo si la fuente de tu interior está llena sólo de mi amor y tanto, de derramarse fuera en tus actos externos, de manera de quedar aun tus actos externos, como por celestial rocío, todos adornados por la fuente de mi amor que contienes dentro. Así que mi mirada está siempre fija en tu interior, y si mi amor unido con mi Querer Divino murmura siempre en ti, eres siempre bella a mis ojos, bella si oras, bella si trabajas y sufres, bella si tomas el alimento, si hablas, si duermes, me eres siempre bella, en cada acto tuyo, cualquiera que sea, recibes de mi Querer una nueva tinta de belleza, haciéndote aparecer más bella a mis ojos, y mi amor crece en la fuente de tu alma, de modo que tus actos externos respiran más que aire mi amor y despiden exhalaciones tan agradables a Mí, que me dan tanto placer que me hacen ir a deleitarme en ti”.
(3) Después seguía pensando en la Divina Voluntad y abandonándome toda en Ella, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, para quien vive en mi Divina Voluntad todas las cosas se vuelven para ella Voluntad mía, todo lo que hace, toca y ve; toca, ve y hace mi Voluntad. Si piensa y vive en mi Querer, se sentirá investir y correr en su mente la santidad de la inteligencia de la Vida Divina; si habla sentirá correr en su palabra la santidad de aquel Fiat, que si habla, crea; si obra y camina sentirá correr en los suyos, la santidad de las obras divinas y los pasos del Fiat Eterno; aun si duerme sentirá en sí el reposo eterno de su Creador, y todos harán competencia para llevarle mi Voluntad: El sol con su luz, el viento con su frescura, el fuego con su calor, el agua con sus refrigerios, las flores con su perfume, el pájaro con su canto y trino, el alimento con sus sabores, el fruto con su dulzura, en suma, uno no esperará al otro, llevándole todos ellos los actos que hace mi Voluntad en cada cosa creada, de modo que el alma estará como reina a recibir todos los actos innumerables que hace el Querer Divino en toda la Creación. Aquel Querer Divino que vive y reina en ella atraerá todos sus actos que ejercita en todas las cosas, en su pupila se formará un dulce encanto, de manera de descubrir en todas las cosas aquella Voluntad Divina que corre en tantos diversos modos hacia ella, para hacerla llegar a ser toda Voluntad de Dios”.
(5) Después de esto pensaba entre mí: “Cómo será que cuando estoy haciendo o cumpliendo mi giro en toda la Creación para seguir los actos de la Suprema Voluntad, siento salir de mí una luz, y aunque no viera a mi amado Jesús, me dice siempre alguna verdad que pertenece al Fiat Divino”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, sucede en ti como cuando un recipiente está lleno de agua o de otro líquido, si se pone dentro un pedazo de pan, el agua se derrama fuera y baña el lugar que lo circunda; o bien como sucede en el mar, el viento eleva las aguas y forma las olas como si quisiera hacer ver a todos las aguas del mar. Así sucede de ti, tú entrar en los actos de mi Voluntad, el girar en Ella, es más que pan inmerso en el recipiente lleno de agua, y más que viento que hace elevarse la luz de mi Voluntad, la cual dilatándose desborda fuera de ti y hablándote con su lenguaje de luz te habla de aquella misma luz de la cual estás llena, queriendo hacerse conocer con sus olas de luz quién es, qué sabe hacer y qué quiere hacer. Conforme tú pones el viento de tus actos en mi Querer, así la luz de Ella se mueve, forma sus olas de luz hasta desbordar fuera de ti, para hacer conocer no sólo a ti, sino también a los demás sus olas de luz, esto es sus verdades.

(7) Todo lo que te he manifestado acerca de mi Voluntad, le fue dicho también a la Soberana del Cielo, porque Ella no hacía otra cosa que dilatarla continuamente para tomar sus manifestaciones, conocerlas, amarlas y poseerlas más que vida propia, pero no desbordaban fuera de Sí, sino que estas olas permanecían dentro de Sí porque no tenía el mandato de hacer conocer mi Divina Voluntad, no era su misión, y las conservó en su propio corazón, aun las más pequeñas verdades, como las más grandes, como preciosas reliquias, como depósitos sagrados, esperándote a ti que deberías tener una misión especial para suministrarte también su viento, para hacerte inflar las olas de la luz del Querer Divino, a fin de que desbordando fuera de ti, pudiera tener su parte en el hacer conocer mi Voluntad”.

+ + + +

22-8
Julio 1, 1927

Cómo para hacer una obra grande se requieren sacrificios grandes.

(1) Mi adorable Jesús se esconde siempre más, y también al escribir no siento más, como hasta ahora, su luz que me sugiere las palabras necesarias para lo que Él quería que yo escribiera. Por una sola palabra que me había dicho en su breve visita que hacía a mi alma en el acto de escribir, me sugería tanto en mi interior, hasta hacer resonar sobre mis labios su voz dulcísima, y yo no alcanzaba a escribir todo; y ahora todo es fatiga, todo es esfuerzo, todo es pobreza: Pobreza de luz, de palabras, de vocablos necesarios. Mis pobres ojos se llenan de sueño y debo hacer esfuerzos increíbles para poder escribir alguna línea, y estos esfuerzos me enervan, me debilitan tanto, que no puedo seguir adelante. ¡Oh! cómo lloro a Aquél que me era luz, palabra, consejero, dictador, y me daba tal capacidad de vigilia, que mis ojos no sabían cerrarse al sueño sino cuando venía mi amado Jesús para llevarme junto Consigo. Entonces estando todo esto, después de haber escrito con fatiga increíble, pensaba para mí que tal vez no es más Voluntad de Dios que yo escriba cuando el bendito Jesús me dice alguna cosa, y si Él no lo quiere, mucho menos yo lo quiero. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús salió de dentro de mi interior como para sostenerme, porque me sentía morir por el esfuerzo que había hecho al escribir un poco, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuanto más grande es una obra y por cuanto más bien debe llevar a la familia humana, tantos más sacrificios heroicos se requieren. ¿Cuántos sacrificios, penas, dolores, y aun la muerte, no sufrí Yo para formar la obra Redentora de las criaturas? Porque era obra grande, todo debía ser grande: Dolores, penas inauditas, las más infames humillaciones, amor invencible, fortaleza heroica y paciencia invencible. Todo debía ser grande, porque cuando una obra es grande, por todos los modos son tomadas las criaturas para poder recibir el bien que contiene en sí una obra grande, menos algún obstinado o pérfido, que a fuerza quiere huir. En cambio cuando una obra es pequeña, no se requieren sacrificios grandes, y por eso de una obra pequeña no todas las criaturas pueden recibir el bien de ella, porque faltando lo grande, quién no encontrará el camino, a quién le faltará el terreno bajo los pies, a quién la luz, a otros les faltará la fuerza raptora de un amor sacrificado y doloroso, en suma, pocos serán los que podrán recibir el bien de una obra pequeña, porque le falta la vida y la sustancia de poderse dar a quien la quiera recibir.
(3) Ahora hija mía, la obra del reino del Fiat Divino es la obra más grande, y mientras se da la mano con la obra de la Redención, por la gloria Divina y por el bien y santidad que llevará a las criaturas, supera a la misma Redención, y por eso se requieren grandes sacrificios, penas y dolores sin número, oraciones incesantes, por eso debía elegir una criatura que voluntariamente debía aceptar el gran sacrificio de tantos años, de tantas

variadas penas, y Yo haré conocer a los hijos de mi reino cuánto nos ha costado a ti y a Mí este reino de mi Voluntad, para hacer que todos pudieran entrar en él, dándoles las vías abiertas por todas partes y en todos los modos para vencerlos y hacerlos venir. Caminos de luz, caminos de penas, caminos todas las manifestaciones y verdades que he manifestado, y haré ver el esfuerzo increíble que has hecho en el escribir para hacer que nada faltara para hacerles encontrar terreno sólido y caminos seguros para atraerlos con fuerza invencible y hacerles tomar posesión del reino del Fiat Supremo.
(4) Cuando las humanas generaciones conozcan todos los conocimientos del Querer Divino, los grandes bienes de mi reino, y cómo quien lo ha impetrado ha sufrido tan grandes sacrificios, mis conocimientos y tus sacrificios, unidos juntos serán imanes potentes, ayudas irresistibles, reclamos incesantes, luces penetrantes, voces ensordecedoras que ensordeciendo todas las otras cosas, le quedará el oído para escuchar las dulces enseñanzas del Fiat Divino y a aceptar un reino que con tantos sacrificios les ha sido conseguido. Por eso para formar una obra grande hay mucho qué hacer y qué sufrir, todo es necesario y lo que a ti te parece pena inútil, para los demás puede ser una voz piadosa, que conmoviéndolos se reconocerán demasiado ingratos por no aceptar tanto bien, que por su causa tanto nos ha costado. Por tanto déjame hacer y déjame libre de hacer lo que quiero”.

+ + + +

22-9
Julio 4, 1927

Ofrecimiento de la Comunión. Cómo nuestra voluntad son accidentes en los que se multiplica Jesús, cómo contiene la fuente de los Sacramentos.

(1) Estaba haciendo el agradecimiento ya que había recibido la Santa Comunión, y pensaba entre mí que quería ofrecerla a todos y a cada habitante del Cielo, a cada una de las almas del Purgatorio, a todos los que viven y vivirán, y no sólo esto, quisiera darle mi Jesús Sacramentado al sol, al cielo estrellado, a los prados floridos, en suma a cada cosa creada para darle la gloria y el triunfo de todas sus obras. Pero mientras esto decía pensaba para mí: “Son mis acostumbradas necedades, ¿cómo puedo yo formar tantos Jesús? Esto es imposible. Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como en la hostia Sacramental están los pequeños accidentes del pan y dentro de ellos se esconde tu Jesús vivo y verdadero, y tantos Jesús por cuantas hostias hay, así en el alma están los accidentes de la voluntad humana, no sujetos a consumirse como los accidentes de mi Vida Sacramental, por eso más afortunados y más sólidos, y así como la Vida Eucarística se multiplica en las hostias, así mi Voluntad Divina multiplica mi Vida en cada acto de voluntad humana, la cual más que accidente se presta a la multiplicación de mi Vida. Conforme tú hacías correr tu voluntad en mi Voluntad y querías darme a cada uno, así la mía formaba mi Vida en la tuya, y hacía salir fuera de su luz mi Vida dándome a cada uno, y Yo, ¡oh! cómo me sentía feliz de que la pequeña hija de mi Querer, en los accidentes de su voluntad formaba tantas Vidas mías para darme no sólo a las criaturas animadas, sino a todas las cosas creadas por Mí. Entonces Yo me sentía, conforme multiplicaba mi Vida, que me constituía Rey de todos: Rey del sol, del mar, Rey de las flores, de las estrellas, del cielo, en suma de todo. Hija mía, quien vive en mi Voluntad tiene en sí el manantial de la fuente de los Sacramentos y puede multiplicarme cuanto quiera y como quiera”.
(3) Yo he quedado con duda sobre la última frase escrita arriba y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, los Sacramentos salieron de mi Voluntad, como tantas fuentecitas las saqué fuera de Ella, reservándose en Ella el manantial del cual recibe continuamente cada

fuente los bienes y los frutos que cada una contiene, y actúan según las disposiciones de quien los recibe, así que por falta de disposiciones de parte de las criaturas las fuentes de los Sacramentos no producen los grandes bienes que contienen. Muchas veces arrojan agua y las criaturas no quedan lavadas, otras veces consagran imprimiendo un carácter divino e incancelable, pero a pesar de todo esto no se ven santificadas. Otra fuente da a luz la Vida de tu Jesús continuamente, reciben esta Vida, pero no se ven ni los efectos, ni la Vida de tu Jesús en ellos. Por eso cada Sacramento tiene su dolor, porque no ven en todas las criaturas sus frutos y los bienes que contienen.
Ahora quien vive en mi Voluntad haciéndola reinar como en su propio reino, poseyendo Ella la fuente de los Sacramentos, ¿qué maravilla que quien viva en mi Querer Divino poseerá la fuente de todos los Sacramentos y sentirá en sí la naturaleza de los Sacramentos con todos los efectos y bienes que contienen? Y recibiéndolos de la Iglesia sentirá que es alimento que ella posee, pero que lo toma para darle aquella gloria completa a aquellos Sacramentos de los cuales ella posee la fuente, para glorificar aquella misma Voluntad Divina que los instituyó, porque sólo en ella se dará la perfecta gloria a todas nuestras obras. Por eso suspiro tanto el reino del Fiat Supremo, porque sólo él pondrá el equilibrio a todo, dará a las criaturas todos los bienes que quiere y recibirá la gloria que ellas le deben.”

+ + + +

22-10
Julio 10, 1927

Privaciones de Jesús. Cómo quien vive en el Querer Divino es el triunfo de Dios y del alma.

(1) Estaba haciendo el giro en la Voluntad Divina y mi pobre mente giraba por todas las cosas creadas imprimiendo mi te amo, hasta en las montañas más altas y en los más profundos valles, en los abismos más oscuros de la tierra y en la parte más profunda del mar, en suma, en todas partes. Mientras esto hacía, mi pobre mente era torturada por la privación de mi dulce Jesús y mi pobre corazón era atormentado, porque por cuanto lo llamaba con mi amor, no sabía encontrarlo. ¡Oh Dios, que pena! y pensaba para mí: “¿Será posible que Jesús no me escuche más, y que mientras lleno cielo y tierra con mis te amo, ninguno de ellos lo descubra para herirlo, y haciéndole sentir mi herida, mi tortura, mi tormento, sintiendo Él mis mismas penas, para no sentirlas se decida hacerse encontrar por aquélla que tanto lo suspira? ¡Ah! Jesús cuánto me cuesta el haberte conocido; no poseerte, amarte y no ser amada son penas que no se saben decir, faltan las palabras para expresarlas”. Mientras esto decía, mi querido Jesús se ha movido en mi interior y empezando a llorar me ha hablado sollozando, pero su sollozo era tan fuerte que resonando en el oído de mi cuerpo penetró tanto en él, que también yo he llorado junto con Él:
(2) “Hija mía, ¿cómo, me crees lejano? ¿Cómo puedes pensar que no eres amada por tu Jesús? Cada te amo tuyo era una herida de más a mi corazón que me hacía decir: ‘Hija mía, donde quiera haces resonar tu te amo, por los montes, por los valles, por el mar, por los prados floridos, por el sol, por todas partes, y Yo si bien escondido en ti, repetía, te amo hija mía’. Me he sentido herir cuando tú pensabas que Yo no te amaba más; esto no puede ser hija mía, no es de la naturaleza de tu Jesús el no saber amar, ni Yo sé hacer esto, y si me estoy escondiendo en ti sin develarme, es mi Justicia que me esconde y que quiere castigar a los pueblos con fuertes flagelos. Y ¡oh! cuántos castigos lloverán sobre la tierra, y de todas las especies, porque mucho la están irritando; me escondo de ti para que haga su curso”.

(3) Dicho esto ha hecho silencio y desapareció, y yo he quedado tan mal que no podía detener el llanto. Más tarde ha regresado y me ha dicho:
(4) “Hija mía, el triunfo de Dios es la voluntad humana obrante en la suya, ésta es su victoria, el hacer entrar de nuevo en Sí, en su mismo Querer, lo que ha salido de Él. Conforme el alma obra en Él así se extiende en los confines divinos, sus actos toman lugar en todo lo que es eterno. Es verdad que mi Voluntad se encuentra por todas partes, no hay punto en que no se encuentre, pero ¿dónde desarrolla su potencia, su obrar Divino? En el alma que vive en Ella, el alma que en Ella vive le da ocasiones de nuevas obras, le hace poner fuera lo que tiene dentro de bello y de santo; sucede lo que sucedió en la Creación, nuestro Ser era ‘ab aeterno’ pero nada se veía por fuera de Nosotros antes de la Creación, porque todo nuestro obrar, nuestros portentos y bienaventuranzas se desarrollaban adentro de Nosotros, pero cuando nuestro Ser Divino quiso obrar fuera de Nosotros, nuestra Voluntad tuvo ocasión de obrar y puso fuera todo el universo, con tal suntuosidad, orden y armonía, que forma la maravilla de todas las generaciones y el triunfo y victoria de nuestro Ser Supremo. Así el alma que vive en nuestro Querer, conforme obra le da ocasión de formar otras obras dignas de Él, por eso es nuestro continuo triunfo y el desarrollo de nuestras obras, mantiene la actitud divina. Así que mientras forma nuestro triunfo y nuestra victoria, al mismo tiempo el alma triunfa y vence la Voluntad Divina, por eso se ve el uno y el otro victoriosos, Dios y la pequeñez de la criatura. ¿Te parece poco que la pequeñez de la criatura cante victoria, mueva a obrar a una Voluntad Divina y la venza?”
(5) Después de esto mi pobre mente continuaba girando en la Creación, para llevar ante la Majestad Suprema todos los actos que hace la Divina Voluntad en cada cosa creada, todos aquellos que ha hecho en la Reina Soberana, y en la Humanidad Santísima de Nuestro Señor. Así, reuniendo todo junto, los llevaba como tantas partes del Divino Querer, todos dignos de un Dios tres veces Santo. Me parece que sólo el obrar de la Divina Voluntad puede dar los homenajes más bellos y dignos de un Dios. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, cómo son admirables, armoniosos, todos ordenados entre ellos, de una belleza rara, los actos hechos por mi Voluntad, son nuestro ejército divino que, ordenados en torno al Ser Supremo forman nuestra gloria, nuestra defensa, nuestra felicidad sin fin; lo que sale del Fiat Divino lleva la marca divina, y conforme salen, más que nuestros hijos legítimos, no pierden jamás la vida. Si tú no das jamás vida a tu voluntad, también tu podrás llamarte un acto de la Divina Voluntad, y como acto de Ella vendrás a adquirir el derecho sobre todos sus actos, tomarás lugar en nuestro ejército, serás nuestra hija legítima y como hermana de todos los actos de nuestra Voluntad, y por eso tendrás el poder de unirlos todos juntos, para llevarnos la gloria, la felicidad de todos los actos del Eterno Fiat. Qué diferencia entre quien es un acto de Voluntad Divina y quien no lo es. Un acto de Ella puede ser un sol, un cielo, un mar de eterno amor, una bienaventuranza y felicidad que jamás termina; ¿qué cosa no puede ser un acto de mi Voluntad? Ella es eterna y hace eternos sus actos, es luz inmensa y todos sus actos tienen la plenitud de la luz, no hay cosa de Sí que no invista sus actos. En cambio para quien no es acto de la Divina Voluntad, ¡oh! cuán diferente es, no puede tomar puesto en el ejército divino, no será capaz de dar alegrías y felicidad, su luz será tan escasa que difícilmente podrá verse a sí mismo, sus actos, por cuán buenos, pero porque son producidos por la voluntad humana, serán como humo que el viento dispersa, o como flor que se marchita y muere. Que diferencia hija mía entre uno y otro”.

+ + + +


22-11
Julio 16, 1927

Cómo quien vive en el Querer Divino posee el perfecto equilibrio. Cómo la oración hecha en Él posee la Potencia Divina y la Fuerza universal.

(1) Continúo viviendo toda abandonada en el Fiat Divino, siguiendo sus innumerables actos, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad tiene la amplitud, la capacidad de poder encerrar en sí todos los actos de Dios, volviéndose así la depositaria de la Divina Voluntad, y por eso Dios encuentra en aquella alma a todo Sí mismo, con todos sus actos. Por tanto en ella todo, todo es sagrado, todo es santo, todo es luz y belleza, posee el perfecto equilibrio, el orden divino, y Yo encuentro en ella la gloria de mi santidad, de mi luz, de mi rara belleza. La veo y encuentro mis reflejos, mi queridísima imagen creada por Mí tal y como Yo la quiero, y en el exceso de mi amor voy repitiendo: ‘Cómo eres bella, mi Querer todo ha encerrado en ti, la Creación es una pálida imagen de ti’; eres más luminosa que el sol, estás más adornada que el cielo, eres más bella que los prados floridos; toda bella eres porque la potencia de mi Querer Divino te inviste, te alimenta, te es vida”.
(3) Y deteniéndose un poco ha continuado:
(4) “Hija mía, cuando el alma reza en mi Voluntad, todas las cosas y todos los seres creados ponen atención, suspenden todo, hacen callar a todo, y mientras están todos atentos para admirar el acto hecho en la Divina Voluntad, siguen todos juntos la plegaria; la potencia de Ella llama y se impone sobre todo, de modo que todos hacen la misma cosa. Si se unieran todas las otras plegarias para compararlas con una simple oración hecha en mi Voluntad, ésta sobrepasa a todas, porque posee una Voluntad Divina, un poder inmenso, un valor incalculable, Yo mismo me siento investido de tal plegaria, y como veo que es mi Voluntad que reza, siento su potencia que me funde en aquella misma oración. Así que si no se obtienen las gracias por medio de la plegaria hecha en mi Voluntad, que es plegaria universal y Divina, si la Justicia Divina no queda aplacada y continúan lloviendo los flagelos sobre la tierra, significa que esa es la Voluntad de Dios, y que en vez de hacer descender aquellas gracias, hace descender los efectos de Ella en las almas. Y si con ésta no se obtiene, mucho menos se obtendrá con otras plegarias no hechas en mi Voluntad, que no contienen ni potencia divina ni fuerza universal”.
(5) Después de esto mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, e invistiéndome me llenaba toda de Él, de modo que me sentía toda circundada por Jesús y dentro de Él. Después, retirándose se arrojaba en mis brazos apoyando su cabeza sobre mi pecho para tomar reposo, y mientras esto hacía, todas las cosas creadas, el sol, el cielo, las estrellas, el viento, el mar, la tierra, en suma, todo, se alineaban en torno a Jesús y extendiéndose como lecho bajo los miembros de Jesús, todas se disponían a darle reposo y mi dulce Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, si tú supieras todo el trabajo que estoy haciendo en el interior de tu alma, cómo vigilo cada latido tuyo, todos tus afectos, tus palabras, tus pensamientos, en suma, todo, para hacer correr en toda tú mi Divina Voluntad para que domine y forme su Reino. Tanto que después del trabajo que hago, frecuentemente tomo reposo para gozar en ti el fruto del reposo que sólo mi Voluntad puede darme. Cómo es bello el reposo que Ella me da, todas nuestras obras, las cosas creadas por Nosotros hacen competencia para darme reposo, y Yo siento en ti la felicidad de mi reposo eterno, la alegría y la felicidad de nuestras obras. Así que mi trabajo en el reino de mi Querer está al seguro, mi reposo no es turbado por los rumores del querer humano. He aquí por qué el vivir en mi Querer es la verdadera transmisión de la Vida Divina en la criatura”.


+ + + +

22-12
Julio 21, 1927

Diferencia entre el amor del Cielo y el de la tierra.
Las opresiones entorpecen al alma, la Voluntad Divina la vacía.

(1) Continúo mi vivir en el Querer Divino, y como mi dulce Jesús me priva frecuentemente de su amable presencia, llamo a mi Mamá Soberana en mi ayuda, a los ángeles, a los santos, para que me ayuden y me presten su amor, sus adoraciones para poder hacer yo desde la tierra lo que ellos hacen en el Cielo, para que mi Jesús, atraído por el mismo amor del Cielo, pudiera venir a su pequeña exiliada, a aquella que tanto lo suspira. Y Él no poniendo atención a mi duro martirio, y como si despreciara mis suspiros, mis ansias, en lugar de tener piedad de mí, me huye, contentándose tal vez en ver de lejos mi estado tremendo. ¡Ah! tal vez si siente en mí el amor del Cielo que tanto le gusta, vendrá, y no más me dejará sola y abandonada por tanto tiempo. Y mientras decía disparates en mi interior, mi dulce Jesús, mi amada Vida, ha salido de dentro de mí misma y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, el amor del Cielo me gusta, pero el de la tierra me gusta más. Aquél de la tierra me es siempre nuevo, son nuevas conquistas que hago, nueva gloria. Por el contrario el del Cielo está ya en mi posesión, y ninguno me lo puede quitar, es cosa mía, en cambio el de la tierra estoy en acto de conquistarlo, y muchas veces pierdo las nuevas conquistas que debería hacer, porque las almas no siempre me dan el amor, la gloria que deberían darme. Ahora, tú debes saber que cuando mueren en mi Gracia quedan confirmados en la naturaleza del amor, en la naturaleza de la gloria y en la Vida de la Divina Voluntad; así que en el Cielo todo es naturaleza en todos los bienaventurados, por eso ellos nada me dan de más, más bien Yo doy siempre a ellos aquel acto continuado de alegría, de felicidad, de beatitudes siempre nuevas y sin fin. He aquí por qué soy todo ojos por la tierra y parece como que hiciera a un lado a todo el Cielo, porque es mío, así que soy todo ojos y pongo toda mi atención por el alma que vive en el exilio, que a pesar de que no posee la naturaleza del Cielo quiere darme las nuevas adquisiciones de amor, de gloria y de adoraciones. Si tú supieras cómo aletea tu amor en mi Voluntad, cómo se eleva entre el Cielo y la tierra invistiendo todas las cosas creadas y prorrumpiendo hasta en el Cielo, hasta donde mi Divina Voluntad se extiende, me da la nueva posesión del amor de la criatura que se deja investir por la fuerza de mi Fiat Supremo, y mientras me está dando la posesión del amor, otro nuevo me prepara, aquel de la gloria. Y mientras tú vuelves a repetir tus actos, tus actos son siempre nuevos para Mí, porque antes, ciertamente, no los tenía. Por tanto siempre eres nueva en el amor, en la gloria, en las adoraciones que me das, porque mi Querer haciendo el eco en ti te comunica aquel acto nuevo que por naturaleza posee. Por eso lo que Yo hago en el Cielo, dando a todos los bienaventurados el acto nuevo, jamás interrumpido de alegrías y de contentos indecibles, estás destinada tú a dármelo desde la tierra, en la luz y potencia de mi Querer, por eso sé atenta a seguir el vuelo rápido de Él”.
(3) Continuando mi amado Jesús a privarme de Él, me sentía de tal manera oprimida, que pensaba para mí que todo había terminado, y tantas otras cosas que me parece inútil ponerlas sobre el papel. Y mi amable Jesús, poniéndome sus santas manos sobre mis espaldas como para tomarme en brazos, me ha dicho:
(4) “Hija mía, cómo te has vuelto pesada, no sabes tú que las opresiones aumentan el peso del alma, y Yo queriéndote tomar en brazos debo hacer un esfuerzo para tomarte, mientras que mi Voluntad vacía el peso de la naturaleza, y su luz, quitando las tinieblas de lo humano, la hace ligera, ligera y hábil a cualquier sacrificio, y dándole las alas del amor,

da al alma las primeras dotes de la Patria Celestial que no conoce opresiones, ni tinieblas, sino día sin ocaso y alegría que no tiene término. Y después, que dirías si oyeras decir al sol: ‘Todo ha terminado, no soy más sol porque mi Creador no me agrega más luz.” Tú, creo responderías al sol: ‘Yo te veo siempre sol, porque nada te ha quitado de la luz que te diera tu Hacedor, a lo más, si siempre luz agregara habrías sido más fuerte y resplandeciente en tu luz’. Así Yo te respondo a ti: ‘Sé siempre sol, porque el Sol de mi Voluntad y de sus conocimientos, más que luz reina en ti’. Ni Yo ni ninguno otro puede arrancarte uno solo de los tantos conocimientos que posees sobre mi Eterno Fiat, ¿y sólo porque no siempre agrego otro conocimiento sobre Él, como si nada fuera lo que te he dicho, dices, ‘todo ha terminado’, como si este Sol se hubiera apagado en ti? Demasiado se requiere hija mía, para apagar este Sol de mi Querer, ni tú misma podrías huir de sus rayos eternos, que invadiendo a tu alma te eclipsan todo aquello que no pertenece a este Sol. Por eso sigue su luz y espera con paciencia a que nueva luz venga a agregar para hacer más resplandeciente en ti el Sol de mi Voluntad”.

+ + + +

22-13
Julio 26, 1927

Cómo la Voluntad Divina tiene dos características: Acto Incesante, y firmeza inmutable. Cómo las acciones humanas sirven como sirve la paja al grano.

(1) Me lamentaba de la privación de mi dulce Jesús y desahogando mi intenso dolor decía para mí: “Cómo es duro su abandono, me siento como debajo de una prensa exprimida gota a gota. ¡Oh Jesús! ¿Dónde están tus promesas? ¿Dónde está tu amor?
¿Dónde está el triunfo de tu Querer Divino en mi pobre alma? Me siento como traicionada por Ti. Cómo es amargo mi fin. No es el principio el que necesito mirar, sino el fin es el que dice todo”. Mientras me desahogaba, mi amado Bien moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Querer Divino tiene su triunfo en ti y por eso te exprime gota a gota bajo su prensa Divina, para hacer que ni siquiera una gota de tu voluntad quede en ti. Pobre hija, es una Voluntad Divina e irremovible que te trabaja para extender en ti su reino, aun en tus más pequeños actos, por eso paciencia, no te abatas. Mi Voluntad Divina tiene dos características: ‘Firmeza inmutable y acto incesante.’ Por eso cuando el alma se da a Ella, su labor es incesante, ¿no sientes en ti su movimiento continuo? Y cuando te manifiesto una verdad suya, con una maestría toda propia y Divina pone en actitud su movimiento incesante y la repite continuamente en ti, y mientras la repite, triunfa, porque hace en ti lo que por naturaleza hace en Sí misma, ¿no es acaso esto el triunfo de mi Voluntad?”
(3) Después ha continuado:
(4) “Hija mía, todas las acciones humanas, el trabajo, el tomar el alimento, el dormir, las penas, los encuentros, ahora de dolor, ahora de alegría, no son otra cosa que paja. Ahora, no se puede formar el grano sin la paja; más bien ésta defiende al grano de las heladas, de los rayos abrasantes del sol, del agua, de toda la intemperie del aire, como vestido cubre y crece junto con el grano, y sólo se separa cuando ya ha formado y dado vida al grano, y esta separación la hace y la recibe la pobre paja por medio de la trilla, después que ha servido y dado la vida al grano. Así son las acciones humanas, desde la más pequeña a la más grande son todas pajas, que si se hace correr dentro de ellas el grano de mi Voluntad, sirven admirablemente para ocultar y para conservar el grano de mi Querer Divino y cuanto más paja, más grano puede esperarse de poseer. Es un encanto hija mía ver una acción humana que encierra dentro el grano purísimo y el oro resplandeciente de mi Querer Divino. Como paja, parece que sobresale sobre el grano, y

pueden vanagloriarse con decir: ‘Es verdad que somos paja, pero escondemos en nosotros una Voluntad Divina que es más que grano, nosotros quedamos a su servicio y damos el campo para formase en nuestros actos.’ En cambio, si no corre dentro mi Voluntad, las acciones humanas permanecen paja, digna de ser quemada, porque no tienen formado en ellas el grano puro que sirve para la Patria Celestial. Ahora, como la paja se separa del grano por vía de la trilla, así las acciones humanas se separan del grano puro de mi Divina Voluntad por medio de la muerte, que destruyendo lo que es humano tritura la ropa que tenía vestido el grano de oro de mi Voluntad, que poniéndolo fuera hace ver si era grano o paja lo que el alma poseía. Por eso, no son las acciones que indican el valor de éstas, sino la voluntad por la cual son animadas. Cuántas acciones aparentemente bellas y santas se encontrarán, si son hechas con fines de interés, llenas de fango; si son por fines de estima y de propia gloria, llenas de viento; si son por agradar a las criaturas, llenas de podredumbre; si por apego a lo que es humano, llenas de humo. Cuántas cosas esconde la paja de las acciones humanas, que en el último día de la vida, viniendo la trilla y triturando la paja hará conocer todo aquello que dentro escondían”.
(5) Después de esto seguía mi abandono en el Fiat Divino, y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, la voluntad humana vuelve al hombre como un edificio lesionado y por derrumbarse, y el hombre por sí solo no tenía virtud de poder reparar, se necesitaba al Divino Artífice que con tanto amor lo había fabricado, y que conociendo los secretos de su arte podía reparar y hacer correr en las lesiones el líquido vital de su Fuerza Divina reparadora, para hacerla de nuevo fuerte como lo había fabricado. Pero es necesario que el hombre se aproxime al Divino Reparador para recibir el beneficio de su arte, se haga manejar por Él y que al querer humano, causa primaria por la que se ha vuelto un edificio a punto de derrumbarse, no le permita más obrar, de otra manera con todo y la venida del Celestial Artífice, el hombre será siempre edificio lesionado y a punto de derrumbarse”.

+ + + +

22-14
Julio 30,1927

Cómo la vida está en el movimiento continuo; cómo este movimiento produce la fuente. Valor de los actos internos.

(1) Seguía al Santo Querer Divino, pero siempre con el duro clavo de estar privada de mi Sumo Bien Jesús y pensaba para mí: “¿Qué bien me viene con seguir los actos del Supremo Fiat cuando estoy privada de Aquel que ha puesto fuera toda la Creación con un supremo acto de su Querer? Seguir su Voluntad y no verlo, ver sus obras que hablan de Él y no ser estrechada entre sus brazos es dolor indescriptible, es herida que sangra continuamente”. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la vida está en el movimiento continuo. Todo lo que sale de Dios debe poseer un movimiento, así que no hay cosa creada por Nosotros que no se mueva: Cielo y tierra, sol y mar, todos se mueven, con tal orden y velocidad continua que no se detienen jamás; si se detuvieran cesaría la vida y cesaría el bien que hacen, a lo más quedarían como cuadros pintados que no son capaces de hacer bien a ninguno. Un bien, un acto, sólo se puede llamar verdadero bien cuando tiene su movimiento incesante. He aquí por qué nuestro Ser Divino es perfecto en todos nuestros actos, porque tiene su movimiento continuo, no cesa jamás de hacer y de dar el bien, y si cesara, lo que no puede ser, cesaría la vida del bien. Ahora nuestra Voluntad, vida y eco perfecto de nuestro Ser Divino, es movimiento incesante y por eso es bien perfecto, y es un bien que puede darse a todos. Cuando un bien es incesante todos lo pueden tomar, su movimiento continuo le

hace poseer la fuente de la inagotabilidad. Por tanto quien debe vivir en mi Querer Divino debe poseer el eco de mi Querer y seguir con movimiento incesante sus actos; y el bien que te viene, que te pone en el orden del movimiento divino, con rapidez encantadora te mueve y gira junto con todas las cosas creadas. Tus actos son inagotables y todos pueden tomar el bien de ellos, porque parten de la fuente del Fiat Eterno. ¿Y te parece poco hacer un bien que siempre surge? Esta es la causa por la que en las criaturas no se ven verdaderos y perfectos bienes, porque sus virtudes son interrumpidas y como pierden el movimiento incesante de una virtud, cesa la vida del bien de ella, pierden el gusto, el vigor, la fuerza, porque no poseyendo el movimiento incesante, no se forma la vida de la virtud en ellos, ni aquel acto que siempre surge, sino una cosa superficial y pasajera, por consiguiente, ¿cómo pueden dar el bien de aquellas virtudes a todos, si no poseen ellos la vida y la fuente de ellas, que permiten que mientras dan a los demás, ellas jamás se agoten y nada pierdan? ¿Pierde tal vez el sol con dar su luz a todos? No, ciertamente, porque posee la fuente de la luz y su movimiento de dar luz es incesante. Por eso hija mía, en mi Divina Voluntad tus actos, tus oraciones, el pedir su reino, deben tener el movimiento incesante para poder impetrar por todos que el Fiat Divino sea conocido y amado por todos”.
(3) Después de esto seguía en mi interior a la Santísima y adorable Voluntad Divina y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, los actos internos de un alma que hace la Voluntad de Dios están exentos de cualquier mal y sombra de defecto. Sólo Dios es testigo de un acto interno y mientras ninguno lo señala, ninguno lo mira, ninguno habla de él, Dios, como testigo del obrar de la criatura, donde a ninguno le es dado penetrar, en el interior de la criatura lo señala, lo mira, y de él le habla a todo el Cielo y muchas veces también a la tierra de los grandes portentos del obrar interno de esta criatura. Ser señalado, observado y hacer hablar a Dios de una criatura, es el acto, el honor más grande que ella puede recibir y no puede ser excluido de las obras grandes que Dios cumplirá por medio de ella. Los actos internos son heridas, dardos, flechas al seno divino, son mensajeros celestiales que salen de la criatura y vuelan a su Creador y llevan la marca de la gloria, del amor y de agradar sólo a Aquél que la ha creado. En efecto, ¿quién ve, quién escucha, quién aprecia todo lo que haces en tu interior? Ninguno, sólo Yo soy testigo, los escucho y los aprecio. He aquí por qué en nuestras obras más grandes escogemos almas que aparentemente nada tienen de grande y de maravilloso, almas internas que no están corrompidas ni con miras humanas, ni de rumores, estrépitos, ni gloria ni estima propia que llevan las obras externas. De hecho, en la Redención escogimos una Virgen simple, sin esplendores externos, pero tenía su interior hablante, que tanto supo decir a solas a su Creador que lo venció y obtuvo la Redención. Ahora, así hemos hecho para el reino del Fiat Divino, hemos escogido otra alma toda interna, que tanto dirá, que rogará a Dios para que conceda el reino deseado. Los actos externos aunque buenos y santos no pueden agradarme como los actos internos, porque los externos están casi siempre impregnados del aire de la propia gloria, de la estima humana y a veces de crítica, y un pobre corazón siente en sí los efectos del elogio, o bien de la crítica después que ha hecho sacrificios, y lo humano sale en campo e inviste con su aire tenebroso sus actos, y por eso no llegan puros como deberían ser. En cambio un acto interno no es ni criticado, ni alabado y lo humano no tiene donde entrar, el alma misma no sintiéndose observada por ninguno, le parece que no hace nada grande y por eso sus actos están impregnados todos de aire celestial. Por eso sé atenta y haz que tu interior gire siempre en mi Voluntad”.


+ + + +

22-15
Agosto 4, 1927.

No hay felicidad mayor de un rey, que servir a su reina, y de la reina que servir al rey. Cuando reina la Voluntad Divina es como el latido del corazón. Ejemplo del padre con el hijo.

(1) Me sentía sumamente afligida por las acostumbradas privaciones de mi amado Jesús, pero por cuanto es acostumbrada la pena se hace más intensa y se recrudece siempre más hasta hacerme quedar petrificada. Ahora, mientras estaba inmersa, como en el mar, en este dolor, me ha sido dado un refrigerio, y yo veía en aquella agua helada la Voluntad de Aquél que me tenía torturada, pero también me amaba, que había preparado aquel refrigerio. Y mientras lo acercaba a mis labios, Jesús se ha movido en mi interior en acto de extender la mano para sostener el vaso para dármelo Él a beber diciendo:
(2) “Sirvo a mi reina; ella me sirve a Mí que soy el Rey, y Yo la sirvo a ella que es mi reina, porque quien hace y vive en mi Voluntad está siempre dispuesta a hacer lo que Yo quiero, por eso sirve a su Rey fielmente y en modo admirable, y estando mi Voluntad en ella Yo sirvo a mi misma Voluntad que la ha vuelto reina”.
(3) Yo al oír decir esto, he estallado en llanto de ternura indecible y pensaba para mí: “¡Reina, reina! ¿Y me deja así sola y abandonada hasta hacerme llegar a los extremos? Y después si viene es para dejarme por más tiempo. ¡Ah, Jesús, Jesús! ¿Quieres burlarte de mí?” Pero mientras desahogaba mi dolor se ha movido de nuevo en mi interior y ha agregado:
(4) “Hija mía, no me burlo, más bien te digo que no hay felicidad mayor que cuando el rey sirve a la reina y la reina al rey. Y si la reina estuviera enferma, si se viera servida por el rey, sostenida en sus brazos, alimentada por sus manos, no hay cosa que el rey no le haga, y no permite que ningún sirviente se acerque a servir a su reina, la enfermedad se cambiaría en felicidad para la enferma reina y al verse tocada, servida, sostenida, velada por el rey, se siente como si su amor le diera de nuevo la vida. Si esto sucede en el orden natural, que un rey es más feliz de ser servido por la reina, un padre por una hija, y la hija si es servida por su padre o su madre, porque el rey, el padre, la hija, en el servicio que prestan tienen por primer acto el amor y quisieran dar la vida con sus servicios. He aquí por qué quedan felices en sus penas, lo que no está en los siervos, y por eso el servicio de los siervos es siempre duro. Ahora mucho más en el orden sobrenatural, quien vive en mi Querer es mi reina, y su primer acto es el amor, y en todos los actos que hace me da su vida, y Yo, ¡oh! cómo me siento feliz en sus actos, porque son los actos de mi misma Voluntad que me sirven. Y Yo viéndote enferma por causa mía, me siento feliz de servirte en las mismas cosas creadas por mí, queriéndote dar en cada una de ellas mi misma Vida, y al dártela me siento duplicar mi felicidad, porque sirvo a mi Vida en aquélla que posee mi Voluntad, que me la volvió reina. Esto no sucede cuando mis cosas creadas sirven a quien no hace mi Voluntad; estos son siervos porque no poseen una Voluntad real, y ¡oh! cómo me resulta difícil servir a los siervos. Si un rey sirve a su reina no se degrada, más bien adquiere gloria y heroísmo, pero ser obligado a servir a los siervos, qué dolor y humillación”.
(5) Después de esto seguía los actos en el Querer Divino y pensaba para mí: “Las privaciones de mi dulce Jesús han hecho tal impresión sobre mi pobre alma, que no siento más aquellos fervores ardientes de antes, sino todo es frialdad. ¡Oh Dios! que cuchillo de dos filos es tu privación, por una parte corta, por la otra mata, y con sus cortes quita y destruye todo y deja tal desnudez, aun de las cosas más santas, que con esfuerzo y sólo

para cumplir el Querer Supremo se vive”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(6) “Hija mía, sin embargo esto que tú sentías primero en tu interior entraba en el orden de la gracia ordinaria: Fervor, sensibilidad, es gracia ordinaria que doy a todos según sus disposiciones, y están sujetas a interrupciones, ahora a nacer y ahora a morir, y por eso no constituyen ni vida, ni firmeza de santidad. En cambio en mi Voluntad te he investido de gracia extraordinaria, que es firmeza en el bien y acto incesante, virtudes propiamente divinas. ¿Crees tú que sea cosa de nada u ordinaria aquel giro continuo en las obras de tu Creador? ¿La firmeza de tu voluntad en la mía sólo por seguir los actos de mi Eterno Querer? Ante mi Voluntad, los fervores, la sensibilidad no tienen qué hacer, son como las pequeñas luces ante el gran sol, que no tienen razón de existir, y si existen es para no hacer nada. Mi Voluntad absorbe todo y hace volverse al alma toda Voluntad de Dios, que quiere hacer de ella otro sol; quien es sol quiere que todos se conviertan en sol, sería cosa no digna de él formar pequeñas lucecitas, esto no sería de su naturaleza. Y tú lloras por las pequeñas luces y no piensas que un Sol te inviste dándote firmeza e irremovibilidad. Mucho más que cuando reina mi Voluntad en el alma, es como el latido del corazón, que tiene el primer acto de vida en todos los miembros, es como la vida, el movimiento, la fuerza, el calor, todo viene del latido, si cesa el latido, cesa la vida, el movimiento y todo.
(7) Ahora mi Voluntad, conforme late en el alma, late y da Vida Divina, late y da su movimiento incesante, su fuerza que no disminuye jamás; late y da su luz inextinguible. Cómo es bello ver el continuo latido de mi Voluntad en la criatura, es el más grande milagro que existe en el Cielo y en la tierra, es el orden perfecto entre Creador y criatura. Y Yo hago como un padre con el alma donde reina el latido de mi Querer, el cual tiene siempre consigo a su propio hijo, le comunica sus modos, le pone en la boca sus palabras, quisiera palpitar en el hijo para darle su ingenio, su vida, y cuando está seguro que el hijo es otro igual a sí mismo y pude hacer lo que sabe hacer él, le dice: ‘Hijo mío, sal al campo de la vida y haz lo que hasta ahora ha hecho tu padre; trabaja, desempeña nuestro quehacer, toma tú toda la obligación de la familia, serás la repetición de mi vida y yo me reposo, te acompañaré con mi latido a fin de que sientas en ti la vida de tu padre, y fielmente la desarrolles, esperándote en mi reposo para gozar juntos los frutos de tus fatigas.’ Más que padre hago con el alma donde reina mi Querer, es más, el padre no puede dar el latido al hijo y Yo se lo doy, la tengo siempre junto Conmigo, le enseño mis modos divinos, le comunico mis secretos, mi fuerza, y cuando estoy seguro la lanzo en el campo de la Vida de mi Voluntad a fin de que tome todo el empeño de la familia humana y le digo: ‘Hija mía, déjame reposar, a ti confío todo, pero te espero frecuentemente en mi reposo para gozar el fruto del trabajo que haces en el reino de mi Voluntad’. ¿No quieres tú que tu Padre, tu Jesús descanse y tú trabajes, pero siempre con mi latido en vez de Mí?”
(8) Y yo: “Jesús mío, Tú casi no me dices nada y a mí no sólo me parece que debo trabajar sola sin Ti, sino que me falta tu palabra que me extienda el camino que debo hacer en el reino de tu Querer”. Y Jesús ha agregado:
(9) “Hija mía, mi palabra es vida, y Yo cuando hablo debo ver si esta vida puede tener vida en las criaturas, si esto no es así no expongo una Vida Divina mía si no hay quien la reciba, y me basta ver dispuesta aunque sea una sola criatura para sacar fuera de Mí, en mi palabra, esta Vida Divina. He aquí por qué muchas veces no hablo, porque no veo a los dispuestos para vivir la Vida de mi palabra. Mucho más que contigo no tengo necesidad de palabras para hacerme entender, basta mirarnos para entendernos, ¿no es cierto? Tu me entiendes y Yo te entiendo a ti”.

+ + + +


22-16
Agosto 9, 1927

Cómo la Creación y la Redención son territorios divinos dados a las criaturas. Amor de Jesús al hacerla dormir. Cómo luz y calor son inseparables entre ellos. Vínculos que Dios puso al hombre en su creación.

(1) Estaba siguiendo la Divina Voluntad en sus actos y mi amado Jesús me seguía con su mirada para ver si yo visitaba todas sus obras, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, estoy viendo si visitas todos mis territorios. Tú debes saber que la Creación es territorio mío, la Redención son territorios añadidos. Mi infancia, mis lágrimas y sollozos infantiles, mis oraciones, mis obras, mis pasos, mi vida oculta y pública, son otros tantos departamentos míos que formé en mis territorios. No hay cosa que Yo hice y pena que sufrí de la cual no me serví para agrandar los confines de los territorios divinos para darlos a las criaturas.
(3) Ahora cada día estoy observando si al menos la pequeña hija de mi Querer visita todos mis territorios, entra en cada departamento mío, y cuando te veo iniciar tu giro para visitar el sol, las estrellas, el cielo, el mar y todas las cosas creadas, siento que mis territorios, que con tanto amor he formado y dado a las criaturas no están abandonados, hay al menos quien los visita, y si los visita significa que los ama y ha aceptado el don, y con ansia espero que continúes tus visitas a Belén, donde nací, visites mis lágrimas, mis penas, mis pasos, mis obras, los milagros que hice, los Sacramentos que instituí, mi Pasión, mi cruz, en suma todo, y te hago notar si alguna cosa se te escapa a fin de que tú hagas tu visita, aunque sólo fuera de paso. Y ¡oh! cómo quedo contento que mis departamentos sean todos visitados.
(4) Hija mía, que dolor es dar y no ser reconocido, dar y que no haya quién tome el bien que se quiere dar. Y Yo, ¿sabes qué hago? Cuando te veo sola girar por todos mis territorios y visitar mis departamentos te doy todos los bienes que hay en ellos, de modo que lo que debería dar a los demás lo concentro en ti, así que todo te doy y todo me das. Porque para poder dar todo al alma debo encontrar todo en ella, y ella para poderme dar todo debe poseer todo. Quien todo tiene, tiene la capacidad de poderme dar todo y de recibir todo”.
(5) Entonces sentía un sueño profundo, tanto de no poder ni siquiera escribir y pensaba para mí: “¿Por qué este sueño, mientras que en mí ha sido casi siempre natural la vigilia?” Y mi amado Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, así como el médico adormece al pobre paciente que debe someterse a una operación quirúrgica para no hacerlo sentir toda la crudeza del dolor de los cortes que debe dar sobre el pobre enfermo, así Yo, médico celestial, que mucho te amo, para no hacerte sentir la continua opresión de mi privación, sus golpes repetidos, la crudeza de sus dolorosos cortes, te adormezco para que el sueño, rompiendo tu martirio, te dé un poco de tregua a un dolor tan intenso. Pero mientras duermes, tu Jesús te sostiene entre sus brazos y continúo mi trabajo en tu alma. Y no sólo esto, sino que te hago dormir para que mi Justicia, demasiado irritada por las ofensas de las criaturas, pueda hacer su curso castigando a las criaturas, y tú durmiendo no sólo la dejas libre en su curso, sino te ahorra el dolor de hacerte ver sus justos castigos sobre el mundo ingrato. ¡Oh! si tú vieras cómo tu Jesús ligeramente te abraza para no hacerte sentir el toque de mis abrazos, cómo despacito te beso para no hacerte sentir el toque de mis labios, cómo quedito quedito voy repitiendo: Pobre hija mía, pobre hija mía, bajo qué duro martirio estás, a fin de que el sonido de mi voz no te despierte, y cómo sin ruido de voces y de movimientos continúo el trabajo del reino de mi Fiat Divino en tu alma, no dirías más que no te quiero tanto como

antes, más bien me dirías: ¡Oh! cuánto me ama mi Jesús y si me adormece es para no hacerme sufrir de más”.
(7) Después de esto estaba siguiendo al Querer Divino, y mi dulce Jesús ha continuado:
(8) “Hija mía, para formar una luz más grande se necesita más calor. Luz y calor son inseparables entre ellos; si hay luz debe haber calor, porque la naturaleza de la luz es el calor, y la naturaleza del calor es la luz; así que si se quiere una gran luz, se necesita mucho calor, la una y el otro son fuerzas iguales, y ambas forman su vida. Ahora, quien hace mi Voluntad y vive en Ella recibe la vida de la luz y del calor de su Creador, y el alma conforme piensa en mi Divino Querer, así forma el calor; cuando habla de Él añade más calor; cuando obra para cumplirla, redobla el calor; cuando camina en sus caminos, multiplica el calor y la luz se hace más brillante, más fuerte, se extiende y alarga más. Así que no hay parte de su ser que no expanda rayos de luz vivificante, mucho más que posee la fuente de la vida de la luz, cual es mi Supremo Fiat. Entonces por esto podrás comprender que las criaturas tanta luz y calor poseen, por cuanto contacto han tenido con mi Voluntad, y por cuanto buscan cumplirla en sus acciones, y si esto no fuera, aunque en ellos se vea obrar el bien, es bien sin vida, sin luz y sin calor, son virtudes superficiales que forman una luz y calor pintados, que al tacto se encuentran fríos y sin el bien de una luz vivificante que da la vida; y muchas veces la obras sin mi Divino Querer, se hacen conocer que eran alimentadas por pasiones y vicios que coloreaba con aquel bien aparente”.
(9) Después ha hecho silencio y yo trataba de abandonarme toda en su Querer para seguirlo, y mi sumo Bien Jesús ha continuado diciendo:
(10) “Hija mía, nuestra Divinidad al crear al hombre lo vinculaba todo con Nosotros, entonces la memoria, la inteligencia, la voluntad, eran vínculos de unión; los ojos, la boca, el oído, el corazón, las manos, los pies, eran vínculos, y si la criatura vive en mi Querer, conforme pone en actitud cada uno de estos vínculos, recibe la actitud de la Vida Divina. Así que viene formada y se desarrolla como una plantita, que mientras posee la fecundidad de su tierra llena de humores vitales, regada con agua pura y abundante, está toda expuesta a los benéficos rayos del sol recibiendo su vida continua, ¡oh!, cómo crece bien, cómo son apetitosos sus frutos, cómo son buscados, amados y apreciados. Así el alma, con recibir la Vida continua de Dios por medio de todos estos vínculos, que más que rayos solares se comunican sobre cada parte de su ser, se conserva tierra fecunda llena de humores vitales y divinos, que más que sangre corren en ella, cómo crece bien; es la amada, la buscada por el Cielo y la tierra. Su vida, sus obras, sus palabras, más que frutos son gustados por todos, Dios mismo se complace de saborear frutos tan preciosos. Así pues ¿cómo puedes tú temer que pudiera dejarte si estás vinculada con tantos vínculos Conmigo, de los cuales recibes vida continua?”

+ + + +

22-17
Agosto 12, 1927

Cómo la oración incesante vence a Dios. Trastorno de la naturaleza.
Las tres fuentecitas. Preparación de guerras mundiales.

(1) Me sentía bajo el peso tremendo de su privación, estaba oprimida, desvariaba, me sentía tan mal que no podía más; y mi adorable Jesús, después de haberme exprimido bien bajo un peso tan doloroso, teniendo compasión de mi extrema aflicción me ha estrechado fuertemente entre sus brazos diciéndome:
(2) “Pobre hija, cómo estás mal, ánimo, no quiero que te reduzcas a estos extremos, te oprimes demasiado, no obstante debes consolarte, tu interior es un hablar continuado ante la Majestad Divina y un acto continuado. Y un hablar sin cesar jamás pidiendo el reino de mi Fiat Divino ante Dios, lleva consigo la certeza de la victoria. Así que, o has vencido o

estás por vencer. Un hacer y un decir continuo adquiere la naturaleza de una potencia vencedora hacia Dios, y Dios como si perdiera la fuerza de resistir, y el alma adquiere la fuerza de vencer. Sucede un cambio: Dios desarmado y el alma armada con las armas divinas, así al Ser Supremo no le es dado resistir. ¿Te parecerá poco a ti aquel pedirme continuamente el reino de mi Eterno Querer? ¿Girar por toda la Creación, girar en todos los actos que Yo hice en la Redención, en los mares de los actos de amor y de dolor de la Soberana Reina del Cielo para pedir mi reino? Nada pides para ti, y giras y vuelves a girar, y pides y vuelves a pedir que mi Divina Voluntad sea conocida, que domine y reine. En esto no entra sombra de humano, ni interés propio, y la oración es el acto más santo y divino, es plegaria de Cielo no de tierra, por eso la más pura, la más bella, la invencible que encierra sólo el interés de la gloria Divina. Hasta ahora ninguno me ha rogado con tanta insistencia. Me pidió mi Mamá con tal insistencia por la Redención y fue vencedora, pero por el reino de mi Voluntad ninguno hasta ahora con la insistencia de vencer a un Dios, por eso tu insistencia dice mucho, el mismo trastorno de toda la naturaleza dice mucho. En estos tiempos todos los elementos, trastornándose, son anunciadores de bienes, y es necesario para reordenar mi reino. Es la cosa más grande, por eso se requiere el trastorno para purificar la tierra, por eso no quiero que te oprimas demasiado, más bien sigue tu vuelo continuo, tu insistencia para adquirir la fuerza completa de vencer el reino del Fiat Supremo”.
(3) Entonces yo continuaba rogando y sentía que una mano se posaba sobre mi cabeza, y de esta mano salían tres fuentecitas, una desbordaba agua, otra fuego, y la otra sangre, que inundaban la tierra, en las cuales eran arrolladas gentes, ciudades y reinos. Era espantoso ver los males que vendrán y rogaba a mi amado Jesús que se aplacara, y le pedía me diera sufrimientos para eximir de ellos a los pueblos, y Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, agua, fuego y sangre se unirán y harán justicia. Todas las naciones se están armando para hacerse la guerra, y esto irrita mayormente la Justicia Divina y dispone a los elementos a tomar venganza de ellos, por eso la tierra verterá fuego, el aire mandará fuentes de agua y las guerras formarán fuentes de sangre humana, en las cuales muchos desaparecerán, ciudades y regiones quedarán destruidas. Qué maldad, después de tantos males, de una guerra súbita, preparan otra más terrible y buscan mover a casi todo el mundo como si fuera un solo hombre, ¿no dice esto que el pecado ha entrado hasta en los huesos, tanto de transformar la misma naturaleza en pecado?”
(5) ¡Oh! cómo me sentía mal al oír esto y rogaba a Jesús que pusiera de lado la Justicia haciendo salir en campo la Misericordia, y si quería una víctima, yo estaba pronta, con tal que no fueran castigadas las gentes, y si esto no quieres concederme, quítame de la tierra, no puedo más estar, tus privaciones me dan muerte continua, los flagelos me torturan, y además, ¿cómo puedo vivir cuando no puedo con mis penas disminuir las penas de nuestros hermanos? ¡Jesús! ¡Jesús! Piedad de mí, piedad de todos, aplácate y contenta a tu pequeña hija.
(6) Mientras tanto, no sé cómo, me he sentido investir por penas que desde hace algún tiempo no sentía más, no sé decir lo que ha pasado; y esto me da la esperanza de que los graves males sean al menos en parte quitados.

+ + + +

22-18
Agosto 15, 1927


Cómo todas las cosas creadas poseen la unidad de la Voluntad Divina. Diferencia entre la prueba de Adán y la de Abraham.

(1) Estaba según mi costumbre girando por toda la Creación para unirme a los actos que la Voluntad Suprema hace en ella, y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas tienen la unidad de mi Fiat Divino, Él, mientras está dividido en tantos actos, pero estos actos están vinculados e inseparables entre ellos en la unidad de la misma Voluntad Divina. Mira el sol, su luz es un acto distinto de las otras cosas creadas, pero su luz vincula a todas, inviste la tierra y la vincula con su luz, y la tierra se vincula con ella, bebe a grandes sorbos la fuente de la luz, recibe sus efectos, su calor, sus besos ardientes y forma un acto solo con el sol; la luz inviste el aire y éste se hace inseparable de ella; inviste el agua y el agua se arroja en la luz y se vinculan en su unidad; en suma, como una es la Voluntad que las domina, todas las cosas creadas están tan vinculadas entre ellas que se vuelven inseparables, y una no podría estar sin la otra. Ahora, el alma que vive en mi Fiat Divino posee la unidad de Él, y por eso es inseparable de todos los actos que pone fuera la unidad de mi Querer; la unidad de Él la vincula con Dios y me da la gloria del obrar divino, la vincula con los ángeles y con los santos y me da la gloria angélica y de los santos, la vincula con toda la Creación y me da la gloria del cielo, del sol, del mar, en suma, de todo donde mi Voluntad obra ella queda inseparable y forma su unidad. Por eso sólo quien vive en mi Querer puede darme el amor, la gloria de toda la Creación, de toda la Redención, no hay acto de Él del que el alma quede separada. Las otras criaturas lo podrán decir en palabras, pero sólo quien vive en mi Querer posee los hechos”.
(3) Después continuaba mi giro en el Querer Supremo, y como primero había ofrecido los primeros actos de Adán cuando poseía la unidad con el Querer Supremo, para poderme también yo unir a aquellos actos perfectos que hizo en el principio de la Creación, y después pasé a unirme con el heroísmo de Abraham, pensaba entre mí: “¡Qué sabiduría Divina! De Adán se dice sólo que fue el primer hombre creado por Dios, que pecó y arrojó a la familia humana en el laberinto de todos los males, y después en tantos años que vivió no se dice nada más de él, ¿no podía Nuestro Señor volver a hacerle alguna otra prueba y pedirle algún otro sacrificio para probar su fidelidad? Y mientras Adán es puesto en el olvido, llama a Abraham, y poniéndolo a prueba y encontrándolo fiel, lo pone a la vista, lo hace cabeza de las generaciones y se habla de él con tanta gloria y honor”. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, son las disposiciones de mi Sabiduría infinita, y es mi costumbre que cuando pido a la criatura un pequeño sacrificio por su bien, y ella ingrata me lo rechaza, no quiero más fiarme de ella, interrumpo mis designios de elevarla a cosas grandes y la dejo como criatura olvidada y que ninguno la señala ni por obras grandes, ni por heroísmo, ni para Dios, ni para sí, ni para los pueblos. Además tú debes distinguir lo que quise de Adán, el pequeño sacrificio de privarse de un fruto y no me fue concedido, ¿cómo podía fiarme de él y pedirle un sacrificio más grande? En cambio a Abraham no le pedí un fruto por sacrificio, sino que primero le pedí que fuera a tierra extraña donde no había nacido, y pronto me obedeció. Después quise fiarme más de él, lo abundé de Gracia y le pedí el sacrificio de su único hijo, al que amaba más que a sí mismo, y él pronto me lo sacrificó. En esto lo conocí, por medio de la prueba, que podía fiarme de él, que podía todo a él confiar. Se puede decir que fue el primer reparador al cual venía confiado el cetro del futuro Mesías y por eso lo elevé a cabeza de las generaciones con gran honor de Dios, de sí mismo y de los pueblos.
(5) Así sucede en todas las criaturas. Es mi costumbre pedir pequeños sacrificios: El privarse de un placer, de un deseo, de un pequeño interés, de una vanidad, el desapegarse de una cosa que le parezca que no le pueda hacer daño. Estas pequeñas pruebas sirven como pequeños apoyos para poner el gran capital de mi Gracia, para disponerlas a aceptar sacrificios mayores. Y cuando el alma me es fiel en las pequeñas pruebas, entonces Yo la abundo en mi Gracia y pido sacrificios mayores para poder abundar más en el dar, y en ella hago los portentos de santidad. Cuántas santidades

tienen principio por un pequeño sacrificio, y cuántas con haberme rechazado un pequeño sacrificio, pareciendo a ellas que fuera cosa de nada, han permanecido raquíticas en el bien, cretinas en el comprenderlo, débiles en caminar el camino que conduce al Cielo. Pobrecitas, se ven arrastrar y lamer la tierra de dar piedad; por eso hija mía se necesita más atención a los pequeños sacrificios que a los grandes, porque los pequeños son la fuerza de los grandes, disponen a Dios a dar la Gracia y al alma a recibirla”.

+ + + +

22-19
Agosto 17, 1927

Todo lo que se hace en el Divino Querer se convierte en propiedad universal. Qué cosa significa girar en las obras Divinas.

(1) Mi vivir en el Querer Divino es continuo y mientras seguía sus actos innumerables, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que la criatura hace en mi Divina Voluntad es propiedad universal, porque siendo Ella propiedad de Dios, todo lo que se hace en el Fiat Divino se vuelve propiedad divina. Y como el Ser Supremo por naturaleza, por derecho, por potencia creadora, como Creador de todas las cosas es el único dueño universal de todo, por eso todo lo que el alma hace en mi Querer adquiere los derechos universales, y todo lo que se vuelve universal llega a ser propiedad de todos, así que todos pueden tomar lo que se vuelve universal. Mucho más que las propiedades universales de Dios, con darse a todos, no disminuyen jamás, dan y nada pierden, ¿pierde tal vez el sol con dar su luz a todos? O bien, ¿gozan menos de su luz porque todos lo reciben? Nada pierde el sol, y las criaturas tanto gozan de su luz, como si fuera una sola, igualmente gozan cuando la reciben todos.
¿Pierde tal vez Dios porque se da a todos, o bien tienen menos las criaturas porque es el Dios de todos? De ninguna manera, ni el uno ni el otro pierden nada. Ahora ¿cuál gloria, cuál honor no me da el alma que vive en mi Querer y que obra en Él, que extiende sus actos en las propiedades universales de Dios, de modo que más que sol todos pueden tomar los bienes de sus actos, y qué gloria para ella que más que sol inviste a todos y con su luz gira en torno a todos para darles como alimento su luz, sus actos, su amor?”
(3) Mientras estaba en esto veía como si mi amado Jesús se dispusiera a dejarme, y yo he gritado fuerte: “Jesús, ¿qué haces? No me dejes, no sé cómo vivir sin Ti”. Y Jesús volteándose hacia mí me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿puedo dejar mi Voluntad Divina, mis actos, mis posesiones? No puedo, por eso no tengas miedo, que no te dejo”.
(5) Y yo: “Sin embargo Amor mío me dejas, cuántas veces giro y vuelvo a girar por toda la Creación y no te encuentro, retomo mi giro por todas tus obras de la Redención esperando encontrar a Aquél que amo, pero en vano. Llego hasta los mares de los actos de la Soberana Reina creyendo que estás con nuestra Mamá, pero en vano, mis búsquedas terminan en el dolor de no encontrarte, tanto que me viene el pensamiento de no girar en todas tus obras cuando no encuentro a Aquél que me da la vida y es todo para mí”. Y Jesús interrumpiendo mi decir ha continuado:
(6) “Hija mía, si tú no haces tu giro completo en todas las obras nuestras y en las de la Reina del Cielo, ¿sabes tú que significa girar en la Creación y en todo lo que a Nosotros pertenece? Significa amar, apreciar, poseer nuestras obras, y Yo no me sentiría plenamente feliz si viera que la pequeña hija de mi Querer no posee lo que poseo Yo, ni está al día, ni goza de todas mis riquezas. Encontraría tantos vacíos en ti que no hay en Mí: Vacíos de amor completo, vacíos de luz, vacíos de pleno conocimiento de las obras de tu Creador. Así que tu felicidad no sería completa, y Yo no encontrando en ti la plenitud de todo, sentiría tus vacíos y tu felicidad a medias. Como también nuestra Reina Mamá, si

viera que no posees sus mares de gracias sentiría que su pequeña hija no es plenamente rica, ni feliz. Hija mía, tener una Voluntad Divina por vida y no poseer las mismas cosas, no puede ser. La Voluntad Divina, donde reina quiere poseer todo lo que a Ella pertenece, no quiere disparidad, por esto debe poseer en ti lo que posee en Mi y en la Virgen Reina y tu girar en todas sus obras sirve como confirmación de su reinar en ti. Y además, ¿no sabes tú misma cuántas cosas aprendes al girar en todas las obras de mi Fiat Supremo? Y por cuantas cosas te manifiesta, tantas posesiones te da. Y si quien vive en mi Querer no poseyera todos nuestros bienes, sucedería como a un padre, que mientras él es rico y feliz, el hijo no goza todas sus riquezas y no es feliz a la par de él, ¿no sentiría el padre despedazar la plenitud de su felicidad por causa del hijo? Ésta será la base, la sustancia, la bella característica del reino de mi Fiat Divino: Una la Voluntad, uno el amor, una la felicidad, una la gloria entre Creador y criatura”.

+ + + +

22-20
Agosto 21, 1927

Cómo Jesús quiere terminar con el mundo. Potencia de lo que se hace en el Querer Divino para aplacar la justicia divina.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús ha venido de prisa, y lanzándome los brazos al cuello me ha estrechado fuerte fuerte diciéndome:
(2) “Hija mía, quiero terminar con el mundo, no puedo más, las ofensas, las penas que me dan son demasiadas, por eso es necesario que lo destruya”.
(3) Yo temblaba al oír esto y le he dicho: “Amor mío y vida mía, cierto que sufres mucho y que no puedes más, porque quieres sufrir Tú solo, pero si dividieras junto conmigo tus penas, sufrirías menos y no llegarías al punto de no poder soportar más a las pobres criaturas. Por eso hazme parte de tus penas, dividámoslas juntos y verás que podrás soportarlas todavía. Hazlo pronto, no sufras más solo, prueba oh Jesús, tú tienes razón, sufres mucho, por eso te ruego dividámoslas juntos y aplácate”. Después de largas insistencias mi dulce Jesús me ha hecho sufrir, pero eran las sombras de sus penas, sin embargo me sentía destruir, triturar, pero no sé decir lo que he sufrido, y ciertas cosas es mejor callar. Después Jesús, como cansado de su largo sufrir, se escondía en mí para encontrar algún alivio y yo me he sentido investir toda por Jesús, y veía dondequiera los ojos de Jesús y me decía que aquellos ojos estaban cansados de mirar la tierra y buscaba reparación. La luz de los ojos de Jesús se fijaba sobre varios puntos de la tierra y eran tantas las infamias que se cometían en aquellos lugares, que aquella luz lo incitaba a destruirlos. Yo le rogaba que los perdonara, poniéndole enfrente su sangre, sus penas, su Vida, su eterno Querer, y Jesús todo bondad me ha dicho:
(4) “Hija mía, la potencia de las oraciones, de los actos, de las penas sufridas en mi Querer, es inigualable. Mientras tú rogabas y sufrías, mi sangre, mis pasos, mis obras, rogaban, mis penas se multiplicaban y se repetían. Así que todo lo que se hace en Él me da ocasión de repetir de nuevo lo que hice estando en la tierra. Y éste es el acto más grande para aplacar la divina justicia”.
(5) Entonces siguiendo mi giro en el Querer Divino y no encontrando a mi dulce Jesús, me lamentaba conmigo misma y decía para mí: “¿Cómo será que Jesús ya no viene tan seguido como antes, y mientras dice las maravillas de su Querer y hasta dónde puede llegar quien vive en Él, en vez de venir más seguido viene más espaciado? Ahora mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, mi Humanidad se esconde en ti, y Yo doy lugar y gran campo a mi Divina Voluntad para hacerla obrar libremente y hacerla formar su reino. Hubo un tiempo libre en el cual mi Humanidad tuvo su campo de acción en ti y por eso estaba siempre contigo y en

ti, y mi Divino Querer me hizo hacer esto a fin de que te preparara a recibir el campo de acción más extenso del Fiat interminable, y Yo debo dejarlo hacer. Mucho más que no me impide estarme contigo porque somos inseparables, y Yo estando en ti me deleito de atar tu alma como un pequeño pajarito con el hilo de luz de mi Querer, y te doy el vuelo en la inmensidad de Él arrojándote en sus actos innumerables, permaneciendo el hilo que te tiene atada en mis manos, y tú alejándote en sus actos me pierdes de vista y Yo estoy esperando que tu sigas todos los actos de mi Divina Voluntad para tirar el hilo que está dentro de ti. Tú primero no seguías todos los actos de Ella, seguías el pequeño cerco de los actos de mi Humanidad, pequeño en comparación con aquellos de mi Querer Divino, y por eso cada acto tuyo, cada pena, te hacía encontrar a tu Jesús, y Yo estaba todo atento para hacerte copiar mi Humanidad, por eso era necesario que Yo estuviera con el pincel en la mano para formar en ti mi imagen, para disponer la tela de tu alma a recibir los vivos colores impregnados en la luz de mi Fiat Divino; por eso lo que era necesario antes no es necesario ahora, pero esto no quiere decir que Yo no estoy contigo. Vivimos juntos en el eclipse de la luz de una Voluntad eterna, y es tanta su luz, que nos eclipsa y hace que no nos veamos, tanto que si se modera la luz, Yo te veo a ti y tú me ves a Mí y nos encontramos como si jamás nos hubiéramos separado”.

+ + + +

22-21
Agosto 25, 1927

Relaciones entre los sarmientos y la vid. El alma, depositaria de la Divina Voluntad.

(1) Mientras rezaba me he encontrado fuera de mi misma y entre mis brazos a mi dulce Jesús, y yo estrechándolo fuerte a mi corazón le he dicho: “Dime Amor mío, ¿cuáles son las relaciones entre Tú y yo?” Y Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saberlo? Las relaciones que hay entre Yo y tú son como las relaciones que hay entre los sarmientos y la vid. La vid forma los sarmientos, ellos reciben los humores vitales para vegetar de la vid, para vestirse de follaje y de uvas. Así que entre la vid y los sarmientos hay tal unión, que los sarmientos no pueden ni formarse ni tener vida sin ella, y la vid no haría ninguna figura, ni ostentación de sí, ni daría fruto sin los sarmientos. Por eso la una y el otro tienen tales relaciones entre ellos, tales vínculos de unión, que forman la misma vida y son inseparables entre ellos. Y si se separan, la vid queda estéril, sin ostentación y sin fruto, y los sarmientos pierden la vida y se secan. Ahora, la vid es tu Jesús, el sarmiento eres tú, las relaciones entre Yo y tú son inseparables. Una es la sangre que circula en nuestras venas, una la Voluntad, uno el latido, y Yo formo tu vida y tú formas mi gloria y mi fruto. Y Yo me deleito al reposarme a la sombra de los densos pámpanos de tu sarmiento y de cosechar la uva de mi vid y de saborearlas a mi gusto”.
(3) Y yo: Pero dime aún Vida mía, y tu Voluntad, ¿cómo está en mi? Y Jesús ha continuado con una dulzura indecible:
(4) “Hija mía, mi Voluntad está en ti como depositaria de todos sus actos, porque mi Voluntad cuando hace un acto no lo pone fuera de Ella, faltaría el espacio, la decencia, la santidad y todo lo que conviene para conservar sus actos, por eso no puede ponerlos en otra parte sino en Sí misma. ¿Quién puede tener el espacio de recibir todo el cielo con sus estrellas? ¿El sol con la largura de su luz, el mar con la vastedad de sus aguas, la tierra con la multiplicidad de sus plantas? Ninguno. Por eso para poder depositar sus actos se necesita mi misma Voluntad Divina. Ahora, estando Ella en ti, de todos sus actos hace el depósito en ti, porque en su Fiat encuentra espacio, santidad digna de Ella. Si tú supieras cuál es el contento de mi Eterno Fiat porque encuentra en la criatura donde poder poner

sus actos, porque como causa primaria para la criatura fueron hechos. Por lo tanto todos los actos de mi Divina Voluntad están en ti, y de ti salen y llevan junto la gloria a ellos debida. ¡Oh! cómo se siente correspondida porque encuentra en todos sus actos que la criatura le da la gloria a su luz, a su santidad, a su inmensidad y encontrando el beso de ella, la gloria, el amor, se siente de tal manera empujada a formar otros actos más bellos, dignos de mi eterno Fiat, solo por amor de aquélla en que pudo hacer el depósito de ellos, para recibir sus nuevos besos, su amor, su gloria. Por eso donde está mi Voluntad está todo: Está el cielo, el sol, el mar y todo, nada le puede faltar de sus obras, todo contiene, todo conserva, para todo tiene espacio para encerrar todo en Sí”.

+ + + +

22-22
Agosto 28, 1927

Dolor del Querer Divino en cada cosa creada.
Concepción de Jesús. Amor del alma.

(1) Estaba según mi costumbre siguiendo los actos del Querer Supremo, pero mientras esto hacía mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, pero estaba tan afligido, apurado y suspiraba con intenso dolor, que yo le he dicho: “¿Qué pasa, qué pasa Amor mío? ¿Por qué estás tan afligido y doliente? Y Jesús:
(2) “Hija mía, si tú supieras cuántos dolores recibe mi Voluntad llorarías Conmigo. Ella en toda la Creación tiene su movimiento y su acto continuo, envuelve todo y en todas las cosas creadas ofrece su acto incesante a cada criatura, y no encontrando su misma Voluntad en ellas para dar su acto, más bien encuentra voluntad humana enfangada, está obligada para conservarlas, a depositar su acto. Se siente atormentar por el dolor, porque deposita en el fango la nobleza, la santidad, la pureza de sus actos Divinos. No encuentra el cortejo de su misma Voluntad Divina en su acto que deposita en la criatura, y por ello sufre intensamente, y Yo siento su dolor en cada acto suyo y en cada acto que hace hacer a las mismas criaturas. Si la criatura habla, obra y camina, es mi Voluntad Divina que se hace primer movimiento de la palabra, de la obra, de los pasos de ellas, sin embargo no es vista, es puesta a un lado como si mi Querer fuera extraño a ellas, mientras que tiene la parte vital y esencial del acto de ellas, y ¡oh! cómo se duele en cada acto de las criaturas al ver que no es ni reconocida, ni amada, ni siquiera la han visto. No hay cosa en la Creación que mi Querer no haga: En el sol hace su acto de luz incesante para dar luz a las criaturas, y busca en ellas su mismo Querer para recibir el cortejo, la gloria a su luz, y no encontrándolo se duele, porque no encuentra en ellas quién iguale su luz, más bien encuentra en ellas tinieblas y frialdad que ofenden a su luz y a su calor. ¡Qué dolor! Mi Querer hace su acto continuado en el aire, y respirando en ella, forma en el aire un acto vital que, respirándolo las criaturas sienten la vida, y mientras da la vida no encuentra en ellas el respiro de su mismo Querer Divino, que respirando junto formaría la Vida Divina en la criatura. ¡Qué dolor, dar la vida y no poderla formar en ellas! Mi Querer forma el alimento, tiene en ejercicio tantos elementos: La tierra, el viento, el sol, el aire, el agua, la semilla, para formar este alimento para darlo a las criaturas, para encontrar en ellas su Voluntad, pero todo en vano, y su dolor se hace más intenso. ¿Qué cosa no hace mi Voluntad en la Creación? No hay cosa en la que no tenga su acto primero de Vida, y corre y corre incesantemente hacia la criatura, corre en el viento, en el agua, en la tierra, en los prados floridos, en las olas del mar, en el cielo extendido, donde sea, y corre para encontrar su Voluntad en las criaturas, y no encontrándola siente en todas las cosas un dolor, se siente arrancar sus actos sin que sirvan a su mismo Querer. ¡Oh! si la criatura pudiera leer los caracteres de mi Fiat Divino, leería en todo lo que ve, siente, toca y toma, dolor incesante de este mi Querer, que corre y correrá siempre sólo para encontrar mi

Voluntad en ellas, finalidad única por la que fue creado el hombre y toda la Creación. Y si la conserva es para alcanzar su propósito, y hacer tregua a un dolor tan grande. He aquí por qué todas mis premuras para hacer conocer mi Voluntad Divina, a fin de que reine y domine. Todo será dado a los hijos de Ella, porque sólo ellos quitarán los caracteres del dolor y pondrán los caracteres de la alegría, de la gloria, de la felicidad en todas las cosas creadas, porque Voluntad Divina recibirán por medio de ellas, y Voluntad Divina harán encontrar en ellos, que darán los justos homenajes y la gloria debida a los actos que mi Querer ejercita en toda la Creación”.
(3) Entonces continuaba siguiendo los actos del Supremo Querer, y habiendo llegado al momento cuando la Soberana Reina concibió en su seno purísimo, decía entre mí: “La Alteza de mi Madre Celestial suministró su sangre, su amor y la Voluntad Divina que reinaba en Ella para formar la Concepción del Verbo. También yo quiero suministrar mi amor, mis penas y el Querer Divino que reina en mí, mientras concibe en su seno, para que también yo ponga de lo mío en la concepción de Jesús, para adorar el Eterno Fiat en un acto tan grande, y también para hacer que habiendo dado de lo mío, quede concebido en mí”. Pero mientras esto hacía pensaba para mí: “Son mis habituales extrañezas, pero el resto es amor que quiero dar a Jesús, es su misma Voluntad Divina para honor de su Concepción”. Y Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, soy Yo que muevo tu ánimo a hacer lo que quiero, y muchas veces no te digo ni siquiera la razón. Tú debes saber que mi Divina Voluntad tuvo su acto primero en la Concepción de Mí, Verbo Eterno, y tu amor y tus actos son actos de justicia y son necesarios para la concepción de la Voluntad Divina en la Humanidad de tu Jesús, porque el primer reino que extendía fue en mi Humanidad. Ahora, para darte el derecho de que pudiese reinar en ti, exigía con justicia tu amor mientras era concebida en mi Humanidad. Y como para mi Supremo Fiat no existe pasado ni futuro, sino que todo es presente, mientras quedaba concebido en la Soberana Reina, quedaba concebido en tu amor, en tus penas, en aquel su mismo Querer que debía reinar en ti, así que tú ahora no haces otra cosa que darle sus derechos, suministrarle lo que se necesita para hacerla concebir en ti, para recibir tú los derechos de hacerle extender su reino, y de tomar con la mano el cetro de mando con absoluto dominio. Entonces lo que a ti te parece nada y rareza, entra en el acto primero de la Divina Voluntad, y tu Jesús, guiándote y tomándote de la mano te lleva en el acto cuando quedó concebido en el seno materno para hacerte poner tu amor, tus penas, a fin de que no faltara tu acto en un acto tan grande que daba el principio al reino de mi Voluntad Divina en la familia humana. Y es esta la causa por la que en todos los actos que Yo hice estando en la tierra, llamo a tu amor para vincularse a aquellos actos, no quiero que te escape ninguno. Son derechos de justicia que exige mi Querer y son anillos de conjunción para darte el derecho de que Él pudiera reinar en ti. Por eso sigue a tu Jesús sin pensarlo”.
(5) Ahora, volviendo a pensar en el dolor que siente la Divina Voluntad en la Creación, hubiera querido tantas vidas por cuantos dolores Ella siente, para endulzar un dolor tan grande, y pensaba en qué estado doloroso se encuentra el Fiat en las criaturas. Y mi amable Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, tú debes saber que mi Querer Divino no puede dejar entrar los actos de mi Voluntad en la criatura si no encuentra la suya, porque falta en ellas la capacidad, dignidad, santidad, espacio para poder contener un solo acto de la Voluntad Suprema. Y esto es otro dolor suyo; pero por la naturaleza de su bondad comunica sólo los efectos. Sucede como al sol que comunica sus efectos a la tierra pero no permanece en ella, de otra manera la tierra quedaría radiante, luminosa; en vez de esto, conforme pasa el sol así queda cuerpo oscuro cual es, pero los efectos sirven para conservarla y para hacerla producir plantas, flores y frutos. Sucede también como al agua que comunica sus efectos a la tierra, pero no la fuente de su vida; tan cierto que cuando no llueve la tierra queda seca y no tiene fuerza para producir un hilo de hierba. Y por eso la tierra no poseyendo ni la vida del sol, ni la del agua, tiene necesidad de que el sol comunique sus efectos

diariamente, y que el agua frecuentemente la bañe para conservarse y poder producir. Así sucede para los actos de mi Querer Divino, Él quiere darse a fin de que la criatura se vuelva sol para poder formar su Vida, y no encontrando su Voluntad, en su dolor, llevado por los excesos de su bondad, comunica sus efectos que sirven para conservar el objeto de sus dolores. Ninguno puede decirte qué valor, qué potencia, qué santidad, luz e inmensidad contiene un acto de mi Fiat Divino sino tu Jesús, y sólo quien posee un Querer Divino puede contener los actos de Él, por eso sólo el Fiat puede elevar a la criatura a la Santidad y nobleza Divina que da la semejanza de su Creador; todos los demás, por cuan buenos y alabados por habilidad, ingenio, doctrina, actividad, quedarán siempre como tierra que, no poseyendo ni fuente de luz, ni de agua, les serán dados como a pobres mendigos los efectos de mi Supremo Querer”.

+ + + +

22-23
Septiembre 3, 1927

Hasta en tanto que el alma no haga reinar a la Voluntad Divina, será siempre infeliz y estará inquieta. Diversidad de martirio de alma y de cuerpo.

(1) Estaba navegando el mar de luz del Fiat Divino siguiendo sus actos, y ¡oh! cómo comprendía que todo el bien estaba en Él. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, hasta que la criatura no haga reinar mi Divina Voluntad en ella, será siempre infeliz, siempre inquieta, porque sentirá en sí, por cuan buena sea, santa, docta, rica, que le falta la plenitud de la felicidad y el mar de la paz, con los cuales por ningún lado la pueden turbar y romper su felicidad. Por tanto podrá ser la felicidad a medias y dividida su paz, pero como no es entera, la mitad que le falta tendrá el camino abierto para llevarle la infelicidad y la turbación. Mira, también en el orden natural sucede así: Uno es rico no le falta nada, posee sus diez, veinte millones o bien millares de millones, pero conociendo que podría adquirir otro y ser más rico todavía, se siente inquieto, infeliz, y poniendo como de lado sus riquezas es todo pies, todo obras, todo palabras, todo ojo a las otras riquezas que quisiera adquirir. Pobrecito, ¿cómo puede ser feliz, pacífico, si le falta la fuente de los bienes que le diga: ‘Repósate, todo es tuyo y todo lo que quieres está en tu poder’? Otro es rey, pero cuánta infelicidad bajo aquella corona: Temores de poder perder su reino, esperanzas y avidez por adquirir otros reinos, de dominar a costa de guerras sobre todo el mundo; así que el poseer un reino no es otra cosa que un camino abierto para volver infeliz e inquieto al pobre rey. Un tercero es docto, pero no poseyendo todas las ciencias, sabiendo que puede poseer otras ciencias, no descansa, ni se siente feliz y pacífico,
¿cuántas veces delante de otro más erudito que él se siente humillado y siente la infelicidad porque le falta la plenitud de la ciencia? Así sucede en el orden sobrenatural: Aquél tal es bueno, pero no siente en sí que posea la fuente de la bondad, porque siente que ante algunas circunstancias su paciencia es débil, su firmeza en el bien es intermitente, su caridad frecuentemente claudica, su oración es inconstante. Esto lo hace infeliz, inquieto, porque ve que su bondad no es entera, está como a la mitad, y ve que la otra mitad que le falta sirve para torturarlo y para hacerlo infeliz. Pobrecito, cómo se ve claro que le falta el reino de mi Divina Voluntad, porque si reinara en él poseería la fuente de la bondad que le diría: ‘Repósate, todo está en tu poder, fuente de paciencia, de firmeza, de caridad, de oración’. Y sintiendo en sí la fuente, se sentiría extender dentro y fuera de él el mar de la felicidad y de la paz, y la infelicidad e intranquilidad no encontrarían más el camino para entrar en él. Otro es santo, pero ante algunas circunstancias no siente en sí la fuente de la santidad, la luz que todo hace conocer, todo lo señala, el camino, la

felicidad; el conocimiento de Dios no es pleno, el heroísmo de las virtudes vacilan en él, entonces, con toda su santidad no es feliz, ni pacífico, porque faltando el total dominio de mi Fiat Divino, le falta la fuente de la luz que eclipsa el germen de todos los males y lo sustituye por la fuente de la felicidad y de la paz. He aquí por qué hasta en tanto que las criaturas no hagan reinar mi Divina Voluntad, en el mundo no se tendrá ni siquiera la idea, ni conocimiento verdadero de lo que significa paz verdadera y plenitud de felicidad. Todas las cosas, por cuan buenas y santas, no tendrán su plenitud, porque faltando el dominio y el reinar de mi Supremo Querer, falta quién comunique la fuente de todas las felicidades, que siendo fuente se puede tomar lo que se quiere y como se quiere. He aquí el por qué de mis premuras para que mi Voluntad sea conocida y forme su reino en medio a las criaturas, porque quiero verlas felices, pero con aquella felicidad con la que las saqué al crearlas y fueron puestas fuera del seno de su Creador que posee todas las felicidades posibles e imaginables”.
(3) Después de esto seguía el santo Querer Divino y sintiéndome privada de mi dulce Jesús deliraba, porque quería Aquél que haciéndome desvariar me hacía probar el más duro martirio, tanto de no poder más. Y mi siempre amable Jesús, saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, el martirio del alma es más grande, más noble, contiene un valor tan grande, que comparado con el del cuerpo, ¡oh! cómo queda atrás, este es limitado, es pequeño de frente al del alma. El alma es luz, el cuerpo es materia, y martirizándose el cuerpo, la sangre que vierte no se extiende, no se difunde lejos, sino que baña sólo aquel pequeño espacio de tierra donde se encuentra, por eso sus efectos son limitados y son a lugar, a tiempo y a persona. En cambio el del alma es luz, y cuando esta luz viene exprimida, puesta bajo la prensa, la luz se difunde, se eleva, se extiende siempre más.
¿Quién puede restringir y cercar la luz del sol? ¡Ninguno! ¿Quién puede impedir que sus rayos solares invistan toda la tierra y hagan sentir su calor a todos? ¡Ninguno! No hay potencia contra la luz, no hay armas que puedan herirla y matarla, todas las potencias juntas son impotentes contra la luz, quieran o no quieran están obligadas a dejarla hacer su camino y hacerse investir. Y si alguno, enfermo de locura, pensara en detenerla, la luz con una potencia toda suya y natural se reiría de él y vencedora le rociaría más luz. Ahora, el alma es más que sol, y cuando sufre mi privación, conforme gira y queda exprimida bajo el peso de ella, tantos rayos de más adquiere para extenderse y ensancharse de más. Y como es pena de una Vida Divina, el alma haciendo la Divina Voluntad, en este martirio ofrece el acto más bello y su luz se extiende tanto, que ninguno la puede alcanzar, porque entra en medio a este martirio causado por la privación de tu Jesús, una Voluntad Divina. La materia no entra de hecho en este martirio, sino que todo es luz: Luz es tu Jesús, luz es mi Voluntad, luz es tu alma, que forman tal encanto de luz, que cielo y tierra quedan investidos y a todos llevan el beneficio del calor y de la luz. Por eso el martirio del cuerpo es nada en comparación a éste”.


+ + + +

22-24
Septiembre 4, 1927.

Cómo toda la Creación queda investida por los actos hechos en la Divina Voluntad.

(1) Estaba siguiendo mi giro por toda la Creación, e investía cielo, sol, mar, en suma todas las cosas creadas con mi te amo, te adoro, te bendigo, para dar gloria a mi Creador en toda la Creación. Ahora mientras esto hacía, mi dulce Jesús se ha movido dentro de mí y me ha dicho:
(2) “Hija mía, escucha junto Conmigo todas la armonías de la Creación, escucha, el mar murmura, pero en aquel murmullo se oye una nota más bella, el te amo, el te adoro, el te

bendigo, la gloria que la pequeña hija de mi Querer murmura junto con el mar, y haciendo murmurar todo el mar hace decir a las aguas sus amorosos estribillos a su Creador. ¡Oh! cómo adquiere el mar otras notas de armonía, de belleza, otros sonidos más bellos, porque mi pequeña hija emite su voz en mi Divina Voluntad y vuelve al mar hablante y da la gloria del mar a su Creador. Escucha, también el sol en su luz que llueve del cielo e inviste toda la tierra, llueve junto a tus notas amorosas, tus agradables estribillos, ‘te amo, te glorifico, te bendigo, te adoro’, porque siendo una la Voluntad Divina que reina en ti, así reina en el sol y ¡oh! cuan elocuente habla la luz, cómo corre en el calor el amor a su Creador, cuántas nuevas armonías y notas no suyas adquiere, porque está la pequeña hija del Supremo Querer que pone sus actos en Él, y haciendo una su voluntad con toda la Creación, suministra su voz y sus actos a todas las cosas creadas; escucha, la naturaleza del mar, del sol, no tienen virtud de hablar, y encontrar que quien vive en mi Querer comunica su voz y sus actos a ellos es la cosa más sorprendente, es la gloria más grande que puedes dar a tu Creador. Así que no hay cosa creada que no quede investida por tus actos, y Yo me complazco de escuchar tus notas y tus repetidos estribillos en el cielo, en el aire, en el viento, en el agua que llueve, en el pajarito que canta, en todo, y quiero que también tú junto Conmigo escuches tus mismas armonías que formas en toda la Creación.
(3) Hija mía, el más pequeño movimiento, incluso el más pequeño respiro hecho en mi Divina Voluntad, es todo de Dios, y siendo suyo, en él encuentra todo lo que es suyo: Encuentra la Santidad Divina en el acto hecho en mi Fiat Divino, encuentra su luz, encuentra su bondad, su amor, su potencia, en aquel acto no falta nada de lo que a Dios pertenece, por eso se pueden llamar actos divinos, porque son los más bellos, los más santos y los más agradables, y ante estos actos todos los otros actos, por cuan buenos sean, pierden su valor, su gusto y jamás me pueden agradar. Sucede como a un Señor riquísimo que posee riquezas, jardines, haciendas, con los frutos más bellos que ninguno los puede igualar. Ahora, este señor, sabiendo que ninguno otro tiene los frutos y las cosas buenas como las suyas, si los hijos, los siervos le llevan los frutos de sus jardines, él los agradece, los gusta con amor comiendo a saciedad, pero si le llevan frutos de otras haciendas, él no los gustará porque verá pronto la gran diferencia, los encontrará defectuosos, amargos y de dar disgusto, y se lamentará con los suyos de que han osado llevarle cosas y frutos no suyos. Así nos sucede a Nosotros, todo lo que se hace en nuestra Divina Voluntad son cosas nuestras, frutos de nuestras posesiones interminables, y como cosas nuestras no encontramos nada que no sea digno de nuestra Divinidad y por eso tomamos todos los gustos al recibirlos. En cambio, lo que viene hecho fuera de nuestro Divino Querer es cosa a Nosotros extraña, falta el sello Divino, son sin plenitud de gustos, de luz, de santidad, de dulzura. El querer humano aun a las cosas más buenas pone siempre la parte amarga, que desagrada las cosas más bellas, y por eso viendo que no son cosas de nuestras haciendas, frutos de nuestra Voluntad Divina, las ponemos aparte y muchas veces ni siquiera las miramos. Por eso te recomiendo que nada te escape en que no entre en la luz de mi Fiat Supremo, a fin de que todo sea cosa nuestra y sumamente agradable a Nosotros”.

+ + + +

22-25
Septiembre 8, 1927

Cómo toda la Creación está fija en Dios y es relatora del Ser Supremo.
El dolor De la separación fue sufrido en modo divino por Jesús y María. Significado de los cuarenta días en el desierto.

(1) Continúo mi vuelo en el Supremo Querer, el cual teniendo como en su propio puño toda la Creación, estoy obligada a volar de una cosa creada a la otra para encontrar

aquella gloria que puedo dar a mi Creador por medio de ellas y para corresponderlo con mi amor por todo lo que ha hecho por amor mío y de todos. Ahora mientras esto hacía, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando nuestra Divinidad creó toda la Creación, la dejó toda vinculada a Sí. Así que se puede decir que el cielo tiene su relación con Dios, en Dios está fijado y desde dentro de Dios expande su inmensidad. Las estrellas están vinculadas en Dios y desde dentro de Dios adornan de oro el firmamento. En Dios está vinculado el sol, y del seno Divino expande su luz que inviste toda la tierra. No hay cosa creada que no tenga sus vínculos con Dios, y mientras salen fuera, de Dios no se apartan. Dios es celoso de sus actos y los ama tanto que no permite que sean separados de Él y por eso los tiene todos fijados en Sí como gloria perenne de sus mismos actos, como relatores de su Ser a las criaturas, que con voz muda hablan con hechos de quién es Aquél que las ha creado. Dicen con los hechos que es luz purísima e interminable, amor que jamás se extingue, ojo que todo ve, todo siente y penetra, esto lo dice el sol. Dicen también las cosas creadas: “Mírenos y con los hechos les diremos”. Y por eso no hablamos, porque los hechos son más que las palabras y potencia que todo puede, es inmensidad que todo envuelve, es sabiduría que todo ordena, es belleza que todo rapta. La Creación es la continua narración del Ser Supremo, de quien recibe vida continua. Entonces conforme tú giras de una cosa creada a la otra, quedas vinculada por medio de ellas con tu Creador y recibe las relaciones de luz, de amor, de potencia, etc., que cada uno posee”.
(3) Entonces yo al oír esto he dicho: “Amor mío, las cosas creadas no tienen razón,
¿cómo pueden darme sus relaciones y darte tanta gloria?” Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, las cosas creadas están en relación y vinculadas Conmigo como los miembros a la cabeza, y actúan como los miembros que tienen vida de la cabeza. Mira, tú tienes manos, pies, ellos no tienen razón, ni hablan, pero porque tienen vida de la cabeza las manos obran, los pies caminan, están a disposición de lo que quiere la cabeza y forman su más grande gloria; y entonces las manos y los pies no tendrían ni obras, ni pasos, si fueran separados del cuerpo, porque perderían la vida que les comunicaba la cabeza. Así es de toda la Creación, si bien no tienen ni razón ni palabra, pero como están unidos con Dios como los miembros a la cabeza, ella recibe la vida de su Creador y por eso todas las cosas creadas son obrantes y sus actos son incesantes y están a nuestra disposición, más que cuando tú tienes tus miembros a disposición de tu cabeza, y como tus manos tienen virtud de comunicar tus obras a las otras criaturas, así las cosas creadas tienen virtud de comunicar el bien que poseen a las criaturas y a quien vive en mi Querer Divino. Estando con ella la Voluntad que las anima, sienten que pertenece al cuerpo de toda la Creación, y por eso le comunican todas sus relaciones que tienen con la Cabeza, y con gran amor la vinculan con ellas. Por eso sé constante en el vivir en mi Divina Voluntad si quieres hacer vida común con tu Jesús y con toda la Creación y darme toda la gloria que incesantemente me dan todas mis obras”.
(5) Después de esto estaba siguiendo el Santo Querer en el acto cuando mi dulce Jesús se separó de la Soberana Reina para ir al desierto, y mientras compadecía al uno y al otro pensaba para mí: “¿Cómo pudo separarse mi Soberana Reina por cuarenta días de su querido Hijo? Ella que lo amaba tanto, ¿cómo pudo hacer para estar sin Él? Yo que no tengo su amor sufro tanto por algunos días que me priva de Él, ¿qué pudo ser de mi Mamá?” Mientras esto pensaba mi adorado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, los dos sufrimos al separarnos, pero nuestro dolor fue sufrido en modo divino, no humano, y por eso no se separa ni de la felicidad, ni de la paz imperturbable. Feliz partí al desierto, feliz quedó la Alteza de mi Mamá Celestial, porque el dolor sufrido al modo divino no tiene virtud de ensombrecer mínimamente la divina felicidad, que contiene mares de alegría y de paz interminable, son como las gotitas de agua en el inmenso mar los dolores sufridos al modo divino, que la fuerza de las olas tienen virtud de cambiarlos en felicidad. El dolor sufrido en modo humano tiene virtud de despedazar la verdadera

felicidad y de turbar la paz, el modo divino jamás. Mucho más que mi Mamá Reina poseía el Sol de mi Voluntad por gracia y Yo lo poseía por naturaleza, así que el Sol quedó en Ella y quedó en Mí, pero los rayos no se separaron porque la luz es inseparable, por eso en la misma luz Ella quedó en Mí y seguía mis actos, y Yo quedé en Ella como su centro de vida. Por tanto la separación mientras fue verdadera, pero fue aparente; en sustancia estábamos fundidos juntos e inseparables, porque la luz de la Divina Voluntad ponía en común nuestros actos como si fueran uno solo. Y después Yo fui al desierto para llamar de nuevo a mi misma Voluntad Divina, que por cuarenta siglos las criaturas habían desterrado de en medio de ellas, y Yo por cuarenta días quise estarme solo, para reparar los cuarenta siglos de voluntad humana en los cuales la mía no había poseído su reino en medio a la familia humana, y con mi misma Voluntad Divina la quise llamar de nuevo en medio a ellos para hacer que reinara. Al regresar del desierto la deposité en mi Mamá con todos los actos de Voluntad Divina que las criaturas habían rechazado y tenido como en el desierto, a fin de que fuera Ella la fiel depositaria, la reparadora y la imploradora del Reino de mi Voluntad. Sólo la Soberana Señora podía poseer este depósito tan grande, porque poseía en Sí la misma Voluntad Divina en la cual se podía contener la misma Voluntad desterrada por la criatura. ¿Cómo podíamos ocuparnos de nuestro dolor de separarnos por cuarenta días, cuando se trataba de reintegrar, de llamar de nuevo a nuestra Divina Voluntad a reinar en medio a las criaturas? En nuestro dolor éramos más que felices porque queríamos poner a salvo el Reino del Fiat Supremo, y la Celestial Reina estaba esperando con ansias mi regreso para recibir el depósito del nuevo sol, para corresponder con su amor todos sus actos que la ingratitud humana había rechazado. Ella hizo de verdadera Mamá a mi Divina Voluntad, haciendo al mismo tiempo de verdadera Madre a las criaturas, implorando para todos la vida, la felicidad, la alegría de poseer el Reino del Eterno Fiat.
(7) Hija mía, el número de cuarenta días de mi vida aquí abajo es simbólico y significativo. Cuarenta días desde que nací quise estar en la gruta de Belén, símbolo de mi Voluntad Divina que mientras estaba en medio de las criaturas, estaba como escondida y fuera de la ciudad de sus almas, y Yo para reparar los cuarenta siglos de voluntad humana, quise estar por cuarenta días fuera de la ciudad en una vil choza a llorar, gemir y orar, para llamar de nuevo mi Voluntad Divina a la ciudad de las almas para darle su dominio, y después de cuarenta días salí para presentarme al templo y revelarme al santo anciano Simeón; era la primera ciudad que llamaba al conocimiento de mi Reino, y fue tanta su alegría que cerró los ojos a la tierra para abrirlos a la eternidad. Cuarenta estuve en el desierto, y después, súbito hice mi vida pública para dar a las criaturas los remedios y los medios para alcanzar el reino de mi Querer. Cuarenta días quise estar sobre la tierra después de mi Resurrección para confirmar el reino del Fiat Divino y sus cuarenta siglos de reino que debía poseer. Así que todo lo que Yo hice en este mundo, el primer acto era el restablecimiento de Él, todas las otras cosas entraban en el orden secundario, pero el primer anillo de conjunción entre Yo y las criaturas era el reino de mi Voluntad. Por eso cuando se trata de Ella no ahorro nada, ni luz, ni sacrificios, ni manifestaciones, ni felicidad, son mares que pongo fuera de Mí para hacerla conocer, reinar y amar”.

+ + + +

22-26
Septiembre 14, 1927

Cómo Dios es celoso de los actos que se hacen en la Divina Voluntad. La Gracia es la Vida bilocada de Dios en el alma.
Nuestro Señor llama al alma a seguir sus actos.

(1) Estaba toda abandonada en el Fiat Divino y en Él hacía mis actos, y ante mi mente se formaba un mar interminable, y yo dentro de aquel mar formaba con mis actos mi pequeño mar, como si el agua se profundizara más en lo bajo, se agrandaba elevándose alrededor como cerco para darme espacio para poner mis actos en medio de él, para hacerme formar dentro del mismo mar mi pequeño mar. Yo he quedado sorprendida al ver que aquel mar, mientras parecía de agua era de luz, sus olas altísimas formaban el encanto más bello, el murmullo más dulce y suave que música. Y mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma que obra en mi Divina Voluntad obra en Dios mismo, y en Él mismo quedan sus actos. El mar que tu ves es el Ser Supremo, que celoso de todo lo que se puede hacer de santo en mi Querer, extiende el mar interminable de su Ser en torno al alma para recibir los actos de ella, y dentro de Él mismo los deja como pequeño mar del alma de los actos que ha hecho en su Divina Voluntad. Es tal y tanta nuestra complacencia y nuestro amor por quien vive en nuestro Querer Divino, que conforme la vemos obrar nos abajamos a ella haciéndonos cerco alrededor para hacerla obrar dentro de Nosotros, y ella se eleva hasta Nosotros y sus actos toman puesto junto a nuestros actos, felicitándonos y glorificándonos como nos felicitamos y glorificamos Nosotros mismos”.
(3) Después de esto seguía la Divina Voluntad en todo lo que ha hecho en la Creación, para después seguir aquellos de la Redención, y mi adorado Jesús me hacía presente lo que había hecho al venir a la tierra, y yo lo seguía paso a paso, y siguiendo su infancia en el acto cuando lloraba y chupaba la leche en los brazos de la Soberana Reina le decía: “Cariño mío, quiero investir tus lágrimas con mi te amo, para rogarte en cada lágrima tuya el Reino de tu Voluntad Divina, y en cada gota de leche que te da nuestra Mamá Celestial quiero hacer correr mi te amo, a fin de que si Ella te nutre con su leche, yo te nutro con mi amor, para pedirte en cada gotita de leche que tú tomas el Reino de tu Fiat Divino”. Y después decía a mi Mamá: “Di junto conmigo, quiero el reino de tu Querer en cada gotita de leche que te doy, en cada lágrima tuya y vagido, en cada beso mío que imprimo sobre tu bello rostro gracioso”. Dicho por Ti, ¡Jesús dará su reino! Y la Soberana Señora me contentaba al decirlo junto conmigo, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, en cada acto que hacía por Mí mi Mamá Celestial, que eran de continuo, Yo la correspondía con un grado de Gracia, porque Yo no me dejo ni vencer ni superar por los actos de la criatura, soy el Insuperable y por eso si mi querida Mamá me daba amor, actos, pasos, palabras, Yo le daba en cada grado de Gracia una Vida Divina, porque la Gracia no es otra cosa que la Vida bilocada de Dios que se da a las criaturas, por eso, qué gran diferencia entre un acto que puede dar la criatura y una Vida Divina que da Dios a cada acto de ellas. Por eso la Reina del Cielo era riquísima, con tantas Vidas Divinas que recibía a cada instante, y Ella se servía de estas Vidas Divinas para cortejar, honrar, amar con Vidas Divinas a su Hijo, su Jesús, su Todo.
(5) Ahora tú debes saber el por qué te llamo y te hago presente todo aquello que Yo hice en mi Vida estando sobre la tierra, haciéndote ver ahora que lloro y tiemblo de frío, ahora que estoy en los brazos de mi Mamá repitiendo aquellos actos infantiles de chupar la leche, de bañar sus manos maternas con mi llanto, de besarnos, y así de todo lo demás, es porque quiero tus actos, tu amor, junto con los de mi Madre, y que todos mis actos sean seguidos por tus actos para darte también a ti tantos grados de Gracia por cuantos actos me hagas, y esto por decoro, honor y cortejo de mi Voluntad que quiere formar su Reino en ti. Ella no es menos que mi Humanidad, y por eso merece los mismos honores que me dio mi inseparable Mamá, y por eso quiero tus actos que sigan a los míos, para poderte dar tantas veces mi vida divina. Por eso sé atenta y sígueme fielmente”.
(6) Sea todo para gloria de Dios y para el triunfo del reino del Fiat Supremo

DEO GRATIAS!!

1
I. M. I.

Fiat!!!

23-1
Septiembre 17, 1927

Las penas son como el fierro forjado por el martillo, que echa chispas.
Diferencia entre la cruz de la Humanidad de Nuestro Señor y la de la Divina Voluntad. El acto incesante del Querer Divino.

(1) Jesús mío, vida de mi pobre corazón, ven a sostener mi debilidad, soy una pequeña niña aún y siento la necesidad extrema de que me tengas entre tus brazos, que guíes mi mano mientras escribo, que pongas las palabras en mi boca, que me des tus pensamientos, tu luz, tu amor y tu mismo Querer, y si no lo haces yo me estaré como niña caprichuda sin hacer nada. Y si Tú amas tanto el hacer conocer tu Santísimo Querer, el primero en sacrificarse serás Tú, yo entraré en orden secundario, por eso Amor mío transfórmame en Ti, quítame la torpeza, porque siento que no puedo más, y yo seguiré cumpliendo tu eterno Querer aun a costa de mi vida.
(2) Después, siguiendo mi abandono en la Divina Voluntad, me sentía bajo el yugo de las penas, y mi amado Jesús estrechándome a Sí para darme la fuerza me ha dicho:
(3) “Hija mía, las penas son como el fierro forjado por el martillo, que lo hace centellear de luz e inflamarse tanto, de cambiarse en fuego, y bajo los golpes que recibe pierde la dureza, se reblandece, de modo que se le puede dar la forma que se quiere. Así es el alma, bajo los golpes del dolor pierde la dureza, centellea luz, se transforma en mi amor y se vuelve fuego, y Yo, artífice divino, encontrándola moldeable le doy la forma que quiero.
¡Oh! cómo me deleito en hacerla bella, soy artífice celoso y quiero la gloria porque ninguno puede y sabe hacer mis estatuas, mis vasos, tanto en la forma como en la belleza y mucho menos en la finura, y en la luz que centellea las convierte todas en verdad. Así que cada golpe que le doy le preparo una verdad para manifestar, porque cada golpe es una chispa que el alma pone fuera de sí, y Yo no las pierdo como las pierde el artífice al golpear el fierro, sino que me sirvo de ellas para investirlas de luz, de verdades sorprendentes, de manera que al alma le sirven como la más bella vestimenta y le suministran el buen alimento de la Vida Divina”.
(4) Después de esto seguía a mi dulce Jesús, pero estaba tan afligido y sufriente que daba piedad, y yo le he dicho: “Dime amor mío, ¿qué tienes? ¿Por qué sufres tanto?” Y Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, sufro por el gran dolor de mi Voluntad. Mi Humanidad sufrió, tuvo su cruz, pero su vida fue breve sobre la tierra, en cambio la Vida de mi Voluntad ha sido muy prolongada en medio de las criaturas, son ya seis mil años y durará aún más, y ¿sabes tú quién es la cruz continuada de Ella? La voluntad humana, y cada acto de ella opuesto a la Suya, y cada acto de la mía que no recibe, es una cruz que forma a mi Eterno Querer, por lo tanto las cruces de Él son innumerables. Si tú observas toda la Creación la encontrarás toda llena de cruces formadas por el querer humano. Mira el sol, mi Divino Querer lleva su luz a las criaturas, y ellas toman su luz y no reconocen a quien les lleva esta luz, y mi Querer recibe en el sol tantas cruces por cuantas criaturas no lo reconocen, y mientras gozan esta luz se sirven de la misma luz para ofender a aquel Querer Divino que las ilumina, ¡oh! cómo es duro y doloroso hacer el bien y no ser reconocido. El viento está lleno de cruces, cada ráfaga es un bien, que lleva a las criaturas, éstas toman y gozan aquel bien pero no reconocen a Aquél que en el viento las acaricia, las refresca, les purifica el aire y por eso se siente clavar clavos de ingratitud, y cruces a cada viento que sopla. El

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

agua, el mar, la tierra, están llenos de cruces formadas por el querer humano, ¿quién no se sirve del agua, del mar y de la tierra? Todos, sin embargo mi Querer que conserva todo y es vida primaria de todas las cosas creadas no es reconocido, y sólo está en ellas para recibir las cruces de la ingratitud humana, por eso las cruces de mi Querer son sin número y más dolorosas que aquella de mi Humanidad; mucho más que a ésta no le faltan las almas buenas que han comprendido su dolor, sus tormentos, las penas que me hicieron sufrir y también la muerte, y me han compadecido y reparado por lo que Yo sufrí en mi vida mortal, en cambio aquéllas de mi Fiat Divino son cruces que no se conocen y por lo tanto están sin compasión y sin reparación, y por eso es tanto el dolor que siente mi Querer Divino en toda la Creación, que hace estallar ahora a la tierra, ahora al mar, ahora al viento en dolor, y en su dolor descarga flagelos de destrucción; es el extremo dolor de Él, que no pudiendo más golpea a aquellos que no lo reconocen. He aquí el por qué te llamo frecuentemente a girar en toda la Creación, es para hacerte conocer lo que mi Querer hace en ella, el dolor y las cruces que recibe de las criaturas a fin de que tú lo reconozcas en cada cosa creada, lo ames, lo adores, lo agradezcas, y seas la primera reparadora y consoladora de un Querer tan Santo, porque sólo quien vive en mi Voluntad puede penetrar en sus actos y reconocer sus dolores, y con su misma potencia volverse defensora y consoladora de mi Voluntad, que desde hace tantos siglos vive aislada y crucificada en medio de la familia humana”.
(6) Entonces, mientras Jesús decía esto, yo miraba la Creación y la veía toda llena de cruces, tantas que no se podían contar, y el Querer Divino conforme emitía sus actos fuera de Sí para darlos a las criaturas, el querer humano ponía fuera su cruz para crucificar aquellos actos divinos. ¡Qué dolor, qué pena! Y mi amado Jesús ha agregado:
(7) “Hija mía, mi eterno Fiat tuvo un acto incesante hacia las criaturas desde que creó toda la Creación, pero estos actos suyos, porque faltaba en ellas mi Voluntad reinante, no fueron recibidos por ellas y por eso quedaron suspendidos en toda la Creación en mi mismo Querer Divino. Ahora, al venir Yo sobre la tierra mi primer interés fue el de retomar en Mí el acto incesante de Él, que había quedado suspendido en Sí mismo porque no había podido tomar su lugar en la criatura, y mi Humanidad unida al Verbo, primero debía dar lugar a este su acto incesante, darle la satisfacción, y esta fue mi Pasión desconocida, la más prolongada y dolorosa, y después me ocupé de la Redención. El primer acto en la criatura es la voluntad, todos los demás actos, sean malos o buenos entran en el orden secundario, y por eso Yo debí primero tener interés de poner a salvo, en Mí, todos los actos de mi Divina Voluntad, descender en lo bajo de los actos humanos para reunir juntas la una y la Otra, a fin de que viendo puestos a salvo sus actos, pudiese contentarla con las criaturas. Ahora, hoy te invito a retomar en ti estos actos rechazados por las criaturas, porque mi Querer continúa con su acto incesante y queda con el dolor de verlo suspendido en Sí mismo, porque no encuentra quien los reciba, ni quien los quiera, ni quien los conozca, por eso sé atenta en trabajar y sufrir junto Conmigo para el triunfo del reino de mi Divina Voluntad”.

+ + + +

23-2
Septiembre 21, 1927

Cómo el alma que vive en el Querer Divino pone en ejercicio los actos de Él. Cómo la verdad es vida perenne y milagro continuado.

(1) Estaba girando por toda la Creación y pedía en cada cosa creada el reino del Fiat Supremo, y mi adorado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, como todas las cosas creadas están fijas en Dios, conforme tú en cada una de ellas pides el reino de mi Divina Voluntad, así las cosas creadas se mueven en Dios y piden mi reino, cada una de ellas forma su ola suplicante, el movimiento incesante para

pedir lo que tú quieres, y como las cosas creadas no son otra cosa que actos salidos de mi Divina Voluntad, dando a cada acto un oficio, así tú, conforme pides mi reino en cada cosa creada, pones en ejercicio todos los oficios de los actos de mi Supremo Querer en torno al Ente Divino, y haces que nuestra bondad, nuestra potencia, nuestra justicia y misericordia, nuestro amor, nuestra sabiduría, pidan el reino de nuestra Voluntad, porque cada cosa creada contiene, cada una, una cualidad nuestra, y Nosotros sentimos que nos llegan una después de la otra, olas de bondad, de potencia, de justicia, de misericordia, de amor, de sabiduría, que con modos divinos suplican, ruegan, piden el reino del Fiat Divino en medio de las criaturas, y Nosotros al vernos tan asediados por los mismos actos de nuestro Querer Divino, nos preguntamos: ‘¿Quién es aquélla que mueve una Voluntad tan grande, con todos sus innumerables actos, a pedirnos que demos nuestro reino a las criaturas?’ Y nuestros actos nos responden: ‘Es la pequeña hija del Eterno Querer, es la hija de todos nosotros, que con tanto amor mueve nuestros actos a pedir lo que todos queremos’. Y en el exceso de nuestro amor decimos: ‘¡Ah, es la pequeña hija de nuestro Querer, déjenla hacer, a ella le es dado el penetrar dondequiera, déjenle libre el paso, porque ella no hará otra cosa, ni pedirá sino lo que Nosotros queremos”.
(3) Después de esto estaba pensando en todo lo que mi adorado Jesús me había dicho acerca de su Divina Voluntad, y como si quisiera otras pruebas más ciertas de que era Jesús el que me hablaba. Entonces Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, no hay otra prueba más cierta y segura, y que pueda hacer más bien tanto a ti como a los demás, que el haberte manifestado tantas verdades; la verdad es más que el milagro, ella lleva consigo la Vida Divina permanente, y a donde llega, si hay alguien que la escuche, biloca la verdad junto con su Vida para darse a quien la quiera. Por lo tanto mis verdades son luz perenne, no sujeta a apagarse, y Vida que jamás muere. ¿Qué bien no puede producir una verdad mía? Puede formar santos, puede convertir las almas, puede poner en fuga las tinieblas y tiene virtud de renovar todo el mundo, por eso es que hago un milagro más grande cuando manifiesto una verdad, que cuando doy otras pruebas de que soy Yo el que va al alma, o que si hiciera otras cosas milagrosas, porque éstas son sombra de mi potencia, son luz pasajera, y como es pasajera no lleva a todos la virtud milagrosa, sino que se reduce al individuo que ha recibido el milagro, y muchas veces quien ha recibido el milagro ni siquiera se hace santo. En cambio la verdad contiene la vida, y como vida lleva su virtud a quien la quiera. Ten por cierto hija mía, que si Yo al venir a la tierra no hubiera dicho tantas verdades en el Evangelio, a pesar de que hubiera hecho milagros, la Redención habría sido obstaculizada, sin desarrollo, porque las gentes no encontrarían nada, ni enseñanzas, ni luz de verdad para aprender los remedios, para encontrar el camino que conduce al Cielo. Así sería de ti si no te hubiera dicho tantas verdades, especialmente sobre mi adorable Voluntad, que ha sido el más grande milagro que he hecho en estos tiempos, ¿qué bien traería tu misión tan grande, confiada a ti, de hacer conocer el reino del Fiat Supremo? En cambio con el haberte dicho tantas verdades acerca de Él, se puede conocer mi Divina Voluntad en el mundo, puede ser restituido el orden, la paz, la luz, la felicidad perdidas; todas estas verdades llevarán al hombre en su regazo a su Creador, para darse el primer beso de la Creación, y ser restituida en ella la imagen de Aquél que la creó; si tú supieras el gran bien que llevarán a las criaturas todas las verdades que te he dicho, te estallaría el corazón de alegría, además no puedes temer de que el enemigo infernal pudiese osar el manifestarte una sola verdad acerca de la Divina Voluntad, porque él ante la luz de Ella tiembla, huye, y cada verdad sobre mi Voluntad es para él un infierno de más, y como no quiso ni amarla ni hacerla, se cambió para él en tormentos que no tendrán fin; él, ante la sola palabra Voluntad de Dios se siente de tal manera quemar, que monta en furor y odia aquella Santa Voluntad que lo atormenta más que el infierno. Por eso puedes estar segura de que Voluntad de Dios y enemigo infernal no están jamás de acuerdo, ni juntos, ni cerca, su luz lo eclipsa y lo precipita en las profundidades del infierno. Por lo tanto, lo que te recomiendo es que ninguna verdad o simple palabra acerca de mi Querer Divino la dejes perder, porque todo debe servir para

cumplir la cadena de los milagros perennes, para hacer conocer el reino de Él y para restituir la felicidad perdida a las criaturas”.

+ + + +

23-3
Septiembre 25, 1927

Quien vive en el Querer Divino no encuentra camino para salir de Él, y contiene todos los gérmenes de la gloria que posee la Creación.
Jesús la llama junto con Él al trabajo de su reino.

(1) Me sentía bajo la opresión de la privación de mi dulce Jesús y pensaba entre mí: “Yo no sé cómo mi amado Jesús me deja, ¿no piensa Él que yo me puedo volver más mala sin Aquél que es mi vida, y que es el único que me puede infundir la vida de obrar el bien? Ya no se preocupa de nada, ni de vigilarme, ni de apresurarme, ni de corregirme”. Pero mientras esto pensaba, mi adorado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, porque estoy seguro de que tú no puedes salir de dentro del gran mar de mi Divina Voluntad, habiéndote Yo puesto en Ella, y tú con tu plena adhesión has querido entrar, por tanto no hay caminos por donde puedas salir, porque de este mar no se encuentran los confines, por cuanto caminaras dentro no encontrarías ni su playa, ni su fin. Por eso Yo estoy seguro de que mi pequeña hija no puede salir de dentro del mar de mi Voluntad, y por eso Yo me alejo en el mismo mar y tú me pierdes de vista, pero como uno es el mar en el que estamos, todo lo que tú haces tiene el camino para llegar a Mí, y como llegan a Mí tus actos estoy seguro de que estás en mi mar, y por eso no me preocupo; mientras que antes Yo no estaba seguro de ti, por eso tenía tanta premura en vigilarte, en empujarte y no te dejaba jamás, porque no te veía en el fondo del mar de mi Divina Voluntad, de la cual no hay temor de que puedas salir, porque esto es lo bello del vivir en mi Divino Querer, que todos los peligros y temores quedan desterrados, en cambio quien vive resignado o hace la Voluntad Divina, está siempre en peligro y en temor, y puede encontrar tantos caminos que lo alejen del mar inmenso del Fiat Supremo”.
(3) Entonces yo me he abandonado toda en aquel mar y me sentía feliz de no poderme salir de él, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Fiat Omnipotente en la Creación creaba tantas cosas, poniendo en cada una de ellas un bien para las criaturas, para recibir la correspondencia de la gloria por parte de ellas, por cuantas cosas ponía fuera a la luz del día, ¿pero sabes tú en quién venía depositada esta gloria que esperaba tu Creador? Eres tú hija mía, porque viviendo en mi Querer y poseyéndolo, posees todos los gérmenes de cada gloria que cada una de las cosas creadas posee, y por eso, conforme giras en la Creación sientes en ti el bien que cada cosa creada contiene, y tú haces tu oficio de hacer salir de ti aquella gloria que tu Creador con tanto amor espera. Qué armonía, qué orden, qué amor, qué encanto de belleza hay entre el alma que vive en mi Voluntad y entre todas las cosas creadas por Mí, están de tal manera vinculadas entre ellas que parecen inseparables; el alma que vive en mi Divino Querer vive en el pleno día, y sus actos, sus pensamientos, sus palabras, no son otra cosa que los reflejos de Él, el Sol de mi Querer se refleja más que dentro de un cristal en ella y ella piensa, refleja y habla, refleja y obra, refleja y ama, no hay cosa más grande ni más bella que un alma que vive de los reflejos de este Sol, estos reflejos la tienen en comunidad con los actos de su Creador y en posesión de sus mismos bienes. Además de esto, tú debes saber que así como mi Humanidad encerraba todos los bienes de la Redención y los sacó fuera para bien de los redimidos, así mismo quiso encerrar en Sí todos los actos y bienes de los hijos del reino de mi Fiat Divino, entonces conforme el alma hace sus actos en Él, Yo ensancho la capacidad de ella y en ella pongo mis actos, y así, conforme poco a poco entra en mi reino y va haciendo sus actos, así Yo voy siempre ensanchando su capacidad para poner en ella todos los actos que posee mi Humanidad,

para completar en ella el reino de mi Voluntad. Por eso Yo te llamo a trabajar junto Conmigo en este mi reino, Yo trabajo preparando la tierra, es necesario purificarla, está demasiado sucia, hay ciertos puntos que no merecen existir más, tantas son las infamias, por eso es necesario que desaparezcan tanto los habitantes como la misma tierra sucia. El reino de mi Divina Voluntad es el reino más santo, más puro, más bello y ordenado que debe venir sobre la tierra, por eso es necesario que la tierra sea preparada, purificada, por tanto mientras Yo trabajo en purificarla, y si es necesario destruyendo lugares y personas indignas de un reino tan santo, tú trabajarás con mover Cielo y tierra con tus actos hechos en mi Querer, tu eco sea incesante, lo harás resonar en toda la Creación pidiendo el reino de mi Fiat, tus actos continuos y si es necesario tus penas y hasta tu vida, para pedir y conseguir un bien tan grande y un reino que traerá tanta felicidad. Por eso no prestes atención a otra cosa, sino al trabajo que te toca hacer”.
(5) Pero con todo lo que decía Jesús sentía temor de que Él me pudiera dejar, o bien alejarse tanto en este mar de su bendito Querer, que quién sabe cuándo debía regresar a su pequeña torturada por amor suyo, y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Pobre pequeña hija mía, se ve que eres una niña, la cual no se aflige ni toma cuidado de nada más que estar en brazos de su mamá, y si jamás sea, la mamá la deja por poco tiempo, llora, está inconsolable y es toda ojos para ver a su mamá y lanzarse a sus brazos. Así eres tú, pobre pequeña mía, pero tú debes saber que la mamá, puede ser que deje a su niña, pero Yo no dejaré jamás a mi pequeña criatura, es mi interés no dejarte, tengo mi Voluntad en ti, en ti están mis actos, mis propiedades, por eso teniendo de lo mío en ti, tengo interés de no dejarte, más bien mis mismas cosas me llaman a ti y Yo vengo a gozar mis cosas, mi Voluntad Divina reinante en ti. Sólo podrías temer que te dejase cuando te dijera: ‘Dame lo mío, dame mi Voluntad’. Pero tu Jesús no te dirá esto jamás, por eso estate en paz”.

+ + + +

23-4
Septiembre 28, 1927

En la Divina Voluntad no puede haber imperfecciones, y se debe entrar en Ella desnudo del todo. Quien no hace la Divina Voluntad destruye la Vida Divina en sí, y esto es un delito que no merece piedad. Sólo la Divina Voluntad es reposo. Castigos.

(1) Me sentía toda abandonada en el Fiat Supremo, pero en medio a la Santidad de un Querer tan santo me sentía imperfecta, mala y pensaba entre mí: “¿Cómo puede ser que mi amado Jesús me dice que me hace vivir dentro de su Querer Divino, y sin embargo me siento tan mala?” Y mi adorado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, en mi Voluntad Divina no puede haber ni imperfecciones ni maldades, Ella tiene la virtud purificadora y destructora de todos los males, su luz purifica, su fuego destruye hasta la raíz del mal, su Santidad santifica y embellece, de manera que debe servir para hacerla feliz y tomarse todas sus delicias con quien vive en Ella, no admite a vivir en mi Querer Divino a criaturas que puedan llevar en ellas imperfecciones, amarguras, serían cosas contra su naturaleza, y por eso jamás podría admitirlas a vivir en Ella; mas bien lo que tú dices son impresiones de fealdad, de imperfecciones, de maldades, y mi Voluntad se sirve de ellas como escabel o tierra que se tiene debajo de los pies, que ni siquiera las mira y sólo piensa en gozarse a su pequeña hija y en ponerle en su regazo sus actos, sus alegrías, sus riquezas para volverla feliz, y así poder gozar de la felicidad de ella. Mi Voluntad da lo que tiene y no admite en Ella cosas que no le pertenezcan, aun mínimas, por eso quien quiere vivir en Ella debe entrar desnudo del todo, porque la primera cosa que hace mi Querer es vestir al alma de luz, embellecerla con adornos divinos, imprime sobre la frente el beso de la paz perenne, de la felicidad y de la firmeza; lo humano

no tiene nada que hacer en Ella, no tiene ni vida ni lugar, y el alma misma siente tal rechazo hacia lo que no pertenece a mi Querer, que daría la vida antes que tomar parte en lo que no pertenece a la santidad de mi Divina Voluntad”.
(3) Después seguía mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado: “Hija mía, mi Divina Voluntad fue dada desde el principio de la Creación como vida de las criaturas, y Ella tomó el empeño de mantener esta su vida en ellas, integra, bella, en su pleno vigor, suministrándole en cada acto de criatura un acto divino de Ella, un acto de la altura de su santidad, de su luz, de su potencia y belleza. Ella se ponía a la expectativa esperando los actos de las criaturas para darles de lo suyo, de modo de hacer en ellos un portento de Vida Divina digna de su potencia y sabiduría. Para comprender esto basta sólo el decir que mi Querer Divino debía formar tantas Vidas de Sí mismo en cada una de las criaturas, y por eso ponía en ejercicio de trabajo toda su habilidad y cualidades infinitas que poseía. Cómo habrían sido bellas estas Vidas Divinas en las criaturas, Nosotros mirándolas debíamos encontrar en ellas nuestro reflejo, nuestra imagen, el eco de nuestra felicidad; ¡qué alegría, qué fiesta habría sido la Creación para Nosotros y para las criaturas! Ahora tú debes saber que quien no hace mi Divina Voluntad y no vive en Ella, quiere destruir la propia Vida Divina en ella, Vida que debían poseer. Destruir la propia Vida, ¡qué delito! ¿Quién no condenaría a quien quisiera destruir la propia vida del cuerpo, o bien a quien no quisiera tomar el alimento y se volviera débil, enfermo, inhábil para todo? Así que quien no hace mi Voluntad destruye la propia Vida que la bondad divina quiere darle, y quien la hace, pero no siempre y no vive en Ella, como le falta el alimento continuo y suficiente, es el pobre enfermo, sin fuerza, débil, inhábil para hacer el verdadero bien, y si alguna cosa parece que hace, es sin vida, con fatiga, porque es mi Querer el único que puede darle vida; qué delito hija mía, qué delito, que no merece ninguna piedad”.
(4) Mi amado Jesús se mostraba cansado y como intranquilo, tanto era el dolor de tantas Vidas destruidas en las criaturas, también yo sentía por eso una pena y decía a Jesús: “Amor mío, dime, ¿qué tienes? Tú sufres mucho, la destrucción de estas Vidas Divinas de tu adorable Voluntad es tu más grande dolor, por eso te ruego, haz que venga su reino, a fin de que este tu dolor se cambie en alegría, y así la Creación no te dé más inquietudes y dolor, sino reposo y felicidad”. Y viendo que con mis palabras no lograba calmarlo, he llamado en mi ayuda a todos los actos de su Voluntad hechos en la Creación, y emitiendo los míos, he circundado a Jesús con los actos de Ella. Una luz inmensa se hacía en torno a Jesús, esta luz eclipsaba todos los males de las criaturas y Él tomaba reposo y después ha agregado:
(5) “Hija mía, es sólo mi Querer el que puede darme reposo. Si quieres calmarme cuando me ves inquieto, préstate tú misma al desarrollo de la Vida de mi Voluntad en ti, y haciendo tuyos sus actos Yo encontraré en ti su luz, su santidad, sus alegrías infinitas que me darán reposo, y haré una pausa en castigar a las criaturas, castigos muy merecidos por estas Vidas Divinas que destruyen en ellas y que merecen que les destruya todos los bienes naturales y aun su misma vida, ¿no ves cómo el mar sale de sus límites y hace camino para arrebatar estas vidas en su seno y sepultarlas en él? El viento, la tierra, casi todos los elementos caminan para hacer desgarro de las criaturas y destruirlas. Son los actos de mi Voluntad esparcidos en la Creación por amor de ellas, y que no habiéndolos recibido con amor se convierten en Justicia”.
(6) Yo he quedado espantada al ver esto y rogaba a mi sumo bien Jesús que se aplacase y que pronto viniera el reino del Fiat Divino.

+ + + +

23-5
Octubre 2, 1927


Adán fue el más santo antes de pecar. Plenitud y totalidad de bienes de los actos hechos en el Divino Querer; cómo se extienden a todos. La pupila del ojo investida por el sol. La Divina Voluntad, como materia
se presta para esconder a su Creador. Ejemplo de la Hostia.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir todos los actos de la Divina Voluntad que hay en ella, y habiendo llegado al Edén donde Dios creó al primer hombre, Adán, para unirme con él a aquella unidad de Voluntad que poseía con Dios, en la cual hacía sus primeros actos en su primera época de la Creación, pensaba para mí: “¿Quién sabe qué santidad poseía mi primer padre Adán, qué valor contenían sus primeros actos hechos en el reino del Fiat Divino y, ¿cómo puedo yo conseguir de nuevo sobre la tierra un reino tan santo, estando sólo yo ocupada en obtener un bien tan grande?” Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior mandando rayos de luz, y aquella luz se convertía en palabras y me ha dicho:
(2) “Hija mía, hija primogénita de mi Voluntad, como hija de Ella quiero revelarte la santidad de aquél que poseyó el reino de mi Fiat Divino. En el principio de la Creación este reino tuvo su vida, su perfecto dominio y su completo triunfo, así que este reino no es del todo extraño a la familia humana, y como no es extraño existe toda la segura esperanza de que regrese de nuevo en medio de ella para reinar y dominar. Ahora, tú debes saber que Adán poseía tal santidad cuando fue creado por Dios, y sus actos aun mínimos tenían tal valor, que ningún santo, ni antes ni después de mi venida sobre la tierra pueden compararse a su santidad, y todos los actos de éstos no llegan al valor de un solo acto de Adán, porque él poseía en mi Voluntad Divina la plenitud de la santidad, la totalidad de todos los bienes divinos; ¿y sabes tú qué significa plenitud? Significa estar lleno hasta el borde, hasta desbordar fuera luz, santidad, amor y todas las cualidades divinas, de modo de poder llenar Cielo y tierra, de los cuales tenía el dominio y en ellos extendía su reino. Por eso cada acto suyo hecho en esta plenitud de bienes divinos tenía tal valor, que ningún otro, por cuanto se sacrificase, sufriese u obrase el bien, pero que no poseyese el reino de mi Voluntad y su total dominio, puede compararse a uno solo de estos actos en el reino de Ella. Por eso la gloria, el amor que me dio Adán mientras vivió en el reino de mi Divino Querer, ninguno, ninguno me los ha dado, porque él en sus actos me daba la plenitud y totalidad de todos los bienes y sólo en mi Voluntad se encuentran estos actos, fuera de Ella no existen, por eso Adán tenía sus riquezas, sus actos de valor infinito que le participaba mi eterno Querer delante a la Divinidad, porque Dios al crearlo nada de vacío había dejado en él, sino todo era plenitud divina por cuanto a criatura era posible contener. Ahora, al caer en el pecado no fueron destruidos estos actos, estas sus riquezas, esta gloria y amor perfectos que había dado a su Creador, más bien en virtud de ellos y de su obrar hecho en mi Fiat Divino mereció la Redención. No, no podía quedar sin redención quien había, aun por poco tiempo, poseído el reino de mi Voluntad. Quien posee este reino entra en tales vínculos y derechos con Dios, que Dios mismo siente en él la fuerza de sus mismas cadenas, que atándolo no puede separarse de él. Nuestra Majestad adorable se encontraba con Adán en las condiciones de un padre que teniendo un hijo, éste le ha sido causa de tantas conquistas, de grandes riquezas, de gloria incalculable, no hay cosa que posea el padre donde no encuentre los actos de su hijo, dondequiera siente resonar la gloria, el amor de su hijo; ahora, este hijo por su desventura cae en pobreza, ¿puede acaso el padre no tener compasión de su hijo, si donde quiera y en todo siente el amor, la gloria, las riquezas con las cuales lo ha circundado su hijo? Hija mía, Adán con vivir en el reino de nuestra Voluntad había penetrado en nuestros confines, que son interminables, y dondequiera había puesto sus actos, su gloria, su amor para su Creador, y como hijo nuestro con sus actos que hacía nos traía nuestras riquezas, nuestras alegrías, la gloria y amor nuestros, su eco resonaba en todo nuestro Ser, como el nuestro en el suyo; ahora, viéndolo caído en la pobreza, ¿cómo nuestro amor podía soportar el no tener compasión de él, si nuestra misma Voluntad Divina nos hacía la guerra amorosamente e intercedía por

aquél que había vivido en Ella? ¿Ves entonces qué significa vivir en mi Querer Divino, su gran importancia? En Ella está la plenitud de todos los bienes divinos y la totalidad de todos los actos posibles e imaginables, abraza todo el Ser Divino. El alma se encuentra en mi Voluntad como el ojo se encuentra de frente al sol, que queda todo lleno de su luz, y mientras el sol se refleja todo entero en la pupila del ojo, su luz permanece también fuera, invistiendo toda la persona y recorriendo la tierra sin alejarse de dentro de la pupila, y mientras queda su luz en el ojo, quisiera llevar a la pupila al sol para hacerla hacer junto con él el giro de la tierra y hacerle hacer lo que hace la luz y recibir sus actos por doquier como testimonio de amor y gloria. Esto es imagen del alma que vive en mi Voluntad, Ella la llena de tal plenitud que no deja ningún vacío en ella, y como no es capaz de poseer toda la inmensidad divina, la llena por cuanto más la criatura pudiese contener, y sin separarse queda fuera de ella, llevándose en la interminabilidad de su luz la pupila de la voluntad del alma para hacerla hacer lo que hace mi Divina Voluntad, para recibir la correspondencia de sus actos y de su amor. ¡Oh! potencia de mi Fiat Divino obrante en la criatura, que haciéndose investir por su luz no le niega su dominio y su reino. Y si Adán mereció compasión fue porque la primera época de su vida fue en el reino del Querer Divino. Si la Soberana Celestial pudo obtener, aunque estuviese sola, la venida del Verbo sobre la tierra, fue porque dio libre campo al reino del Fiat Divino en Ella. Si mi misma Humanidad pudo formar el reino de la Redención, fue sólo porque poseía toda la integridad e inmensidad del reino del Eterno Querer, porque Él, dondequiera que se extiende todo abraza, todo puede, no existe potencia contra de Él que pueda restringirlo. Así que uno solo que posea el reino de mi Voluntad vale más que todo y que todos, y puede merecer y conseguir lo que todos los demás juntos no pueden ni merecer, ni obtener, porque todos los demás juntos, por cuan buenos sean, pero sin la Vida de mi Voluntad en ellos, son siempre las pequeñas llamitas, las plantitas, las florecitas, que a lo más sirven para adornar la tierra, sujetas a marchitarse y secarse, y la bondad divina no puede hacer ni grandes planes sobre de ellos, ni conceder portentos de hacer el bien al mundo entero. En cambio en quien vive mi Voluntad es más que sol, y así como el sol con el imperio de su luz inviste a todos, impera sobre las plantas y da a cada una la vida, el color, el perfume, la dulzura, con su tácito imperio se impone sobre todo para dar sus efectos y los bienes que posee, ningún otro planeta hace tanto bien a la tierra como lo hace el sol; así en quien vive mi Querer, son más que sol y con la luz que contienen se abajan y con rapidez se elevan, penetran dondequiera, en Dios, en sus actos; con la Voluntad Divina que poseen imperan sobre Dios mismo, sobre las criaturas, son capaces de arrollar todo para llevar a todos la vida de la luz que poseen, son el portador de su Creador y hacen caminar la luz delante para impetrar, obtener y dar lo que quieren. ¡Oh! si las criaturas conocieran este bien tan grande harían competencia, y todas las pasiones se cambiarían en pasión de luz de vivir sólo y siempre en aquel Fiat Divino que todo santifica, todo dona y sobre todo impera”.
(3) Mi pobre mente continuaba perdiéndose en el Querer Divino, y quedaba maravillada de la sublimidad, plenitud y totalidad de los actos hechos en Él, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior ha agregado:
(4) “Hija mía, deja de maravillarte, el vivir en mi Fiat Divino y el obrar en Él, es la transfusión del Creador en la criatura; y entre el obrar Divino y el obrar solo de la criatura hay una distancia infinita, ella se presta a su Dios como materia para hacerle obrar cosas grandes, al igual que se prestó la materia de la luz al Fiat Divino en la Creación para hacerle formar el sol, el cielo, las estrellas, el mar, materias todas en las cuales el Fiat Supremo resonó y fabricó la Creación toda. Prodigio de Él es el sol, el cielo, el mar, la tierra, que fueron vivificados y animados por el Fiat, ejemplo perenne y encantador de qué sabe hacer y puede hacer mi Voluntad. Sucede del alma como de los accidentes de la hostia que se presta, si bien es materia, a hacerse animar por mi Vida Sacramental, con tal que se pronuncien por el sacerdote aquellas mismas palabras dichas por Mí al instituir el Santísimo Sacramento; eran palabras animadas por mi Fiat, que contenía la Potencia creadora, y por eso la materia de la hostia sufre la transubstanciación de la Vida Divina. Se pueden decir sobre la hostia cuantas palabras se quieran, pero si no son aquellas pocas

palabras establecidas por el Fiat, mi Vida queda en el Cielo y la hostia queda la vil materia que es. Así sucede con el alma, puede hacer, decir, sufrir lo que quiera, pero si no corre dentro mi Fiat Divino son siempre cosas finitas y viles, pero en quien vive en Él, sus palabras, sus obras, sus penas, son como velos que esconden al Creador y de estos velos se sirve Aquél que creó el cielo y la tierra, y en ellos hace obras dignas de Él y pone su santidad, su potencia creadora, su amor infinito. Por eso ningún otro puede llegar, por cuantas cosas grandes haga, a compararse con aquella criatura en la cual vive, reina y domina mi Voluntad Divina. También entre las criaturas sucede que, según la materia que tienen en las manos para formar sus trabajos, así cambia el valor que poseen y adquieren. Supón que una tiene propiedad de fierro, cuánto debe trabajar, sudar, fatigarse para reducir aquel fierro blando para darle la forma del recipiente que quiere hacer, y la ganancia que hace es tan poca, que apenas le alcanza para vivir; en cambio otro tiene propiedad de oro, de piedras preciosas, éste trabaja mucho menos, pero gana millones, así que no es el trabajo el que lleva la mucha ganancia, las riquezas exuberantes, sino el valor de la materia que posee, uno trabaja poco y gana mucho porque la materia que posee contiene un gran valor, el otro trabaja mucho, pero como la materia que posee es vil y de poquísimo valor, es siempre el pobre andrajoso y hambriento. Así sucede para quien posee mi Divina Voluntad, posee la vida, la virtud creadora, y sus más pequeños actos contienen un valor divino e interminable, por eso ninguno puede igualar sus riquezas; en cambio quien no posee mi Voluntad como vida propia, está sin vida y trabaja con la materia del propio querer, y por eso es siempre el pobre andrajoso delante de Dios y en ayunas de aquel alimento que forma en él el Fiat Voluntas Tua come in Cielo cosí in terra”.

+ + + +

23-6
Octubre 6, 1927

Cómo quien trabaja en la Divina Voluntad trabaja
en las propiedades divinas y con sus actos forma soles. Cómo quiere encontrar al alma en todas las cosas creadas.

(1) Estaba continuando mis actos en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien obra en mi Voluntad trabaja en mis propiedades divinas, y ella forma en mis interminables bienes de luz, de santidad, de amor, de felicidad sin fin, sus actos, los cuales se transforman en tantos soles, reproducidos estos soles por mis mismas cualidades que se han prestado al acto del alma por decoro de ella y para hacer que fueran actos dignos de su Creador y para permanecer estos actos como actos perennes en Dios mismo, que lo glorifican, lo aman con sus mismos actos divinos. Entonces Adán antes de pecar formó tantos soles en su Creador por cuantos actos hizo; ahora, quien vive y obra en mi Voluntad encuentra estos soles hechos por él, por eso tu empeño es de seguir los primeros actos de la Creación, de tomar tu puesto de trabajo junto al último sol, o más bien del último acto que hizo Adán cuando poseía la unidad de Voluntad con su Creador, debes suplir a lo que él no continuó haciendo porque salió de dentro de mis propiedades divinas y sus actos ya no fueron soles, porque no tenía más en su poder mis cualidades divinas que se prestaban para hacerle formar los soles, a lo más, sus actos se redujeron por cuan buenos eran, a pequeñas llamitas, porque la voluntad humana sin la mía no tiene virtud de poder formar soles, le faltan las materias primas, sería como si tú quisieras formar un objeto de oro sin tener en tu poder el metal del oro, por cuanta buena voluntad tuvieras te resultaría imposible. Solamente mi Voluntad tiene luz suficiente para hacer formar los soles a la criatura, y esta luz la da a quien vive en Ella, en sus propiedades, no a quien vive fuera de Ella. Entonces debes suplir a todas las otras criaturas que no han poseído la

unidad con mi Voluntad, tu trabajo es grande y extenso, tienes mucho que hacer en mis interminables confines, por eso sé atenta y fiel”.
(3) Después continuaba mis actos en su Querer adorable, y girando por toda la Creación, mi Sumo Bien Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, así como mi Voluntad Divina está esparcida en toda la Creación, así tú, unida con Ella, quiero encontrarte en todas las cosas creadas, como esparcida en cada una de ellas: Serás el corazón de la tierra, para encontrar tu vida palpitante en ella, que con su latido continuo me da el amor de todos sus habitantes; serás la boca del mar, que me hará oír tu voz en sus olas altísimas y en su murmullo continuo, que me alabas, me adoras, me agradeces, y en el serpenteo de los peces me des tus besos afectuosos y puros, por ti y por aquellos que atraviesan el mar; serás los brazos del sol, que extendiéndote y ensanchándote en su luz, dondequiera sienta tus brazos que me abrazan, me estrechan fuertemente para decirme que sólo a Mí buscas, sólo a Mí quieres y amas; serás los pies del viento para correr a mi lado y hacerme sentir el dulce pisar de tus pasos, que jamás dejan de correr aunque no me encuentres; no estoy contento si no encuentro a mi pequeña hija en todas las cosas creadas por Mí por amor suyo. Yo pregunto a toda la Creación: ‘¿Está la pequeña hija de mi Voluntad? Porque quiero gozármela y entretenerme con ella’. Y si no te encuentro, Yo pierdo mi gozo y mi dulce entretenimiento”.
(5) Después de esto seguía a mi amado Jesús en los actos que hizo en la Redención, intentaba seguirlo palabra por palabra, obra por obra, paso por paso, no quería que nada me huyera, para apresurarlo y pedirle a nombre de todos sus actos, lagrimas, oraciones y penas, el reino de su Voluntad Divina en medio a las criaturas, y mi adorado Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, cuando Yo estaba en la tierra, mi Voluntad Divina que por naturaleza reinaba en Mí, y aquella misma Voluntad Divina que existía y reinaba en todas las cosas creadas, a cada encuentro se besaban mutuamente y suspirando su encuentro hacían fiesta, y las cosas creadas hacían competencia para encontrarse Conmigo y darme los homenajes que me convenían. La tierra en cuanto sentía mis pasos, para darme su homenaje reverdecía y florecía bajo mis pies, quería hacer salir de su seno todas las bellezas que poseía, el encanto de las flores más bellas a mi paso, tanto que Yo muchas veces debí ordenarle que no me hiciera estas demostraciones, y ella para darme homenaje obedecía, al igual que por honrarme florecía. El sol buscaba siempre encontrarse conmigo para darme los homenajes de su luz, haciendo salir de su seno solar toda la variedad de las bellezas, de los colores, delante a mi vista para darme los honores que merecía. Todo y todos buscaban encontrarme para hacerme su fiesta: El viento, el agua, hasta el pajarillo para darme los honores de sus trinos, gorjeos y cantos, todas las cosas creadas me reconocían y hacían competencia para ver quien más pudiese honrarme y hacerme fiesta. Quien posee mi Divina Voluntad tiene la vista para conocer lo que pertenece a mi misma Voluntad, sólo el hombre no me conoció porque no poseía la vista y el fino olfato de Ella, debí decírselo para hacerme conocer, y muchos, con todo mi decir, ni siquiera me creyeron, porque quien no posee mi Querer Divino es ciego, sordo y sin olfato para conocer lo que a Él pertenece. El no poseerlo es la infelicidad más grande de la criatura, es el pobre cretino, ciego, sordo y mudo, que no poseyendo la luz de mi Fiat Divino, se sirve de las mismas cosas creadas tomando los excrementos que ellas arrojan, y dejan dentro de ellas el verdadero bien que contienen. ¡Qué dolor, ver a las criaturas sin la nobleza de la Vida de mi Voluntad Divina!”

+ + + +

23-7
Octubre 10, 1927

La Voluntad Divina es múltiple en sus actos mientras es uno solo. La

Divina Voluntad queda concebida en quien vive en Ella. Para quien vive en la Divina Voluntad la tierra no es exilio, es exilio para
quien no hace la Voluntad de Dios.

(1) Mi pobre mente continúa siguiendo los actos de Jesús hechos por amor nuestro, y yendo nuevamente a su concepción, ofrecía todos mis actos hechos en su Querer Divino, con todo mi ser en honor de su concepción. Mientras estaba en esto, de mí salía una luz que iba a depositarse en el seno de la Inmaculada Reina en el acto en que Ella concebía, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad Divina es múltiple en sus actos, pero no pierde ninguno, la unidad que posee y su acto incesante mantienen la unidad en sus actos como si fueran uno solo, mientras que son innumerables, y conserva en sus actos el acto de hacerlo incesantemente, siempre, siempre, sin cesar jamás de hacerlo para conservarlo siempre nuevo, fresco, bello y pronto a darlo a quien lo quiera, pero mientras lo da no lo separa de mi Voluntad, porque Ella es Luz, y la virtud de la luz es: Se da, se difunde, se ensancha, se toma de ella cuanto se quiera, pero no se separa, es inseparable por virtud y por naturaleza que posee la luz. Mira, también el sol posee esta virtud, supón que tú tuvieras la estancia cerrada, la luz no estaría en ella, pero si tú abres las puertas la luz llena tu estancia. ¿Se ha tal vez separado la luz del sol? No, no, pero se ha alargado y ensanchado sin separar una sola gota de su fuente, pero a pesar de que la luz no se ha separado, tú has poseído el bien de la luz como si fuese tuya. Más que sol es mi Voluntad Divina, Ella se da a todos pero no pierde ni siquiera una pequeña parte de sus actos. Ahora, mi concepción, mi Fiat la tiene siempre en acto, y tú has visto cómo la luz de sus actos hechos en ti se extendía hasta en el seno de la Soberana Celestial, como para hacer concebir sobre de ella a tu sumo bien Jesús, es la unidad de sus actos que concentrándolos todos en un punto, forma sus portentos y mi misma Vida. He aquí por esto que Yo quedo concebido en los actos de mi Querer Divino, en aquellos de la Mamá Divina y de tus actos hechos en Él. Es más, te digo que soy concebido continuamente en todos los actos de aquellos que poseerán el reino de mi Voluntad, porque quien la posee recibe toda la plenitud de los bienes de mi Vida, porque ellos, solamente con los actos hechos en Ella, concurren a mi concepción y al desarrollo de toda mi Vida, por lo tanto es justo que reciban todos los bienes que Ella contiene. En cambio, quienes no poseen mi Voluntad, apenas las migajas toman de los bienes que traje a la tierra con tanto amor, y por eso se ven criaturas débiles en el bien, ligeras, inconstantes, todo ojo y todo corazón para las cosas pasajeras, porque faltando en ellas la fuente de la luz de mi eterno Querer, no se alimentan de mi Vida, qué maravilla entonces que lleven sobre su rostro la palidez, que se sientan morir para el verdadero bien, y si hacen alguna cosa, todo es dificultad y sin luz, y crecen deformes, de dar piedad”.
(3) Después de esto me sentía oprimida y sentía todo el peso de mi largo y duro exilio, y me lamentaba con mi adorable Jesús, que al duro martirio de sus privaciones me agrega el alejamiento de mi patria celestial y le decía: “¿Cómo es que no tienes compasión de mí?
¿Cómo es que me dejas sola sin Ti en poder solamente de tu amable Querer? ¿Cómo me dejas tanto tiempo en esta tierra de exilio?” Pero mientras desahogaba mi dolor, mi Vida, mi Todo Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, la tierra es exilio para quien no hace y vive en mi Voluntad, pero para quien vive en Ella no se puede llamar exilio, sino un paso de distancia, que cuando menos lo crea, dado ese paso se encontrará en la patria celestial, no como uno que viene del exilio, que nada conoce de ella, sino como uno que ya sabía que era suya y conocía la belleza, la suntuosidad, la felicidad de la eterna ciudad. Mi Voluntad no soportaría el tener en las condiciones de exiliada a quien vive en Ella, para hacer eso debería cambiar naturaleza, régimen entre quien vive en Ella en el Cielo y entre quien vive en Ella en la tierra, lo que ni puede ni quiere hacer. ¿Se dice tal vez exilio para quien sale de su casa para alejarse un paso? Ciertamente que no, ¿o bien se puede decir exilio para quien va a una población dentro de su misma patria? El exilio hija mía significa circunferencia de espacio sin poder

salir de él, despojamiento de bienes, trabajos forzados sin poder eximirse de ellos; mi Divina Voluntad no sabe hacer estas cosas, y tú lo ves, lo tocas con la mano, cómo tu alma no tiene circunferencia de lugar, de espacio, se pone dondequiera, en el sol, en el cielo, alguna vez has hecho tus escapadas hasta arriba en las regiones celestiales y, ¿cuántas veces no te has inmerso en la misma luz interminable de tu Creador? ¿A dónde no eres libre de ir? En el mar, en el aire, dondequiera, es más, mi misma Voluntad goza, te empuja, te da el vuelo para girar dondequiera, Ella se sentiría infeliz de ver a quien vive en Ella sin libertad y como obstaculizada. Mi Fiat Divino en lugar de despojar llena hasta el borde al alma de sus bienes, le da el dominio de sí misma, convierte las pasiones en virtudes, las debilidades en fuerza divina, mi Fiat da alegrías y felicidad sin número, da por gracia lo que Él es por naturaleza: Firmeza, irremovilidad perenne. Exilio es para quien es tiranizado por las pasiones, sin dominio de sí mismo, sin poderse espaciar en su Dios, y si algún bien piensa está mezclado, circundado por tinieblas, así que las virtudes del pobre exiliado son forzadas, inconstantes, es esclavo de sus mismas miserias, y esto lo vuelve infeliz. Todo al contrario para quien vive en mi Voluntad Divina, ni Yo habría tolerado el tenerte por tan largo tiempo en vida si te supiera en el exilio, tu Jesús te ama demasiado,
¿cómo habría podido soportar el tenerte exiliada? Y si lo tolero es porque sé que como pequeña hija de mi Querer, Él te tiene no en condiciones de exilio, sino libre y dominante en sus propiedades, en su luz, con la única finalidad de formar en ti su reino y de conseguirlo a favor de la familia humana. Y tú deberías estar contenta de esto, conociendo que todos los deseos, las ansias, los suspiros de tu Jesús son por el reino de mi Voluntad sobre la tierra; mi completa gloria la espero del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra”.

+ + + +

23-8
Octubre 16, 1927

La Divina Voluntad, como agua, hace sus inundaciones. Quiénes son aquellos que se hacen inundar. Qué significa unidad. Cómo la Reina del Cielo puso los fundamentos del reino de la Divina Voluntad.

(1) Después de haber pasado varios días de privación de mi dulce Jesús, me sentía amargada hasta la médula de mis huesos, no podía más, y cansada y sin fuerzas quería descansar para recuperarlas. Entonces me he abandonado primero en el Supremo Querer y después en mí misma para poder al menos dormir; pero mientras esto hacía mi pobre mente no estaba más en mí misma, sino fuera de mí, sentía dos brazos que me estrechaban, que me llevaban a lo alto, bajo la bóveda del cielo, pero no veía quién fuese; yo temía y una voz me ha dicho: “No temas, sino mira a lo alto”. Yo he mirado y he visto que se abría el Cielo y descendía hacia mí mi suspirado Jesús, los dos nos hemos arrojado a los brazos del otro, yo lo estrechaba a Él y Él me estrechaba a mí, y en mi dolor le he dicho: “Jesús, amor mío, como me haces fatigar, me haces llegar a los extremos, se ve que la hoguera de tu amor hacia mí no es más la de antes”. Ahora, mientras esto decía, Jesús se ha puesto en actitud de tristeza, como si no quisiera oír mis lamentos, y al mismo tiempo de la altura en la que estábamos veía descender agua en una lluvia muy fuerte y muchos lugares quedaban inundados, mares y ríos se unían a esta agua e inundaban países y gentes, sepultándolas en su seno. ¡Qué terror! Y Jesús todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como tú ves que estas aguas que a torrente descienden del cielo e inundan, forman con su fuerza sepulcros para poder sepultar ciudades enteras, así mi Divina Voluntad, más que agua hace sus inundaciones, no a tiempo o lugar, sino siempre y en toda la tierra, y sobre cada una de las criaturas vierte sus fuertes y altas inundaciones,
¿pero quién se hace inundar por sus inundaciones de luz, de gracia, de amor, de santidad y de felicidad que posee? Ninguno, qué ingratitud, recibir a torrentes sus bienes y no

tomarlos, pasar por encima, tal vez sólo bañarse, pero no hacerse ahogar por los bienes de mi Voluntad Divina, ¡qué dolor! Y Yo miro toda la tierra para ver quién toma las inundaciones de Ella, y encuentro sólo a la pequeña hija de mi Querer que recibe estas inundaciones, que se ahoga en Ella y se hace transportar donde quiere, quedando en su seno en poder de sus altísimas olas. No hay espectáculo más bello, escena más conmovedora que ver la pequeñez de la criatura en poder de estas olas: Ahora se ve en poder de las olas de luz y como sepultada dentro, ahora ahogada por el amor, ahora investida y embellecida por la santidad; qué placer el verla y por eso Yo desciendo del Cielo para gozarme estas escenas raptoras de tu pequeñez llevada por sus brazos en las inundaciones de mi eterno Querer, ¿y tú dices que mi amor por ti ha disminuido? Tú te equivocas, debes saber que tu Jesús es fiel en el amor, y como te ve bajo las olas de mi Voluntad, te ama siempre más”.
(3) Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado toda abandonada en las olas del Fiat Divino, y mi amable Jesús regresando ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Voluntad posee la unidad, y quien vive en Ella vive en esta unidad,
¿pero sabes tú qué significa unidad? Significa uno, este uno que puede abrazar todo y a todos, puede dar todo, porque todo encierra. Mi Divina Voluntad posee la unidad del amor y de todos los amores unidos juntos, posee la unidad de la santidad y encierra todas las santidades, posee la unidad de la belleza y encierra en sí todo lo que es bello, posible e imaginable, en suma, encierra unidad de luz, de potencia, de bondad, de sabiduría; la verdadera y perfecta unidad, mientras es una, debe poseer todo, y este todo, todo de una fuerza igual, todo inmenso e infinito, eterno, sin principio y sin fin; por lo tanto quien vive en Ella vive en las olas inmensas y altísimas que posee, de modo que el alma siente el imperio de la fuerza única de luz, de santidad, de amor, etc., así que en esta fuerza única todo para ella es luz, todo se cambia en santidad, en amor, en potencia, y todas le llevan el conocimiento de la sabiduría de esta unidad. Por eso el vivir en Ella es el milagro más grande y el perfecto desarrollo de la Vida Divina en la criatura. La palabra unidad significa todo, y el alma todo toma viviendo en Ella”.
(5) Después de esto seguía mi giro en los actos del Fiat Divino, y llegando a los mares de mi Mamá Celestial que había hecho en la unidad de Él, pensaba entre mí: “Mi Soberana Mamá no tuvo interés de conseguir el reino del Querer Divino, porque si lo hubiera tenido, en esta unidad en que Ella vivía, así como obtuvo el reino de la Redención habría obtenido el de la Voluntad Divina”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, nuestra Mamá Reina, aparentemente parece que todo su interés fue por el reino de la Redención, pero no es verdad, la parte externa fue aquélla, pero el interior fue todo para el reino de mi Divina Voluntad, porque Ella, que conocía que éste daría todo el valor y la gloria completa a su Creador, y el bien máximo y completo a las criaturas, no podía hacer menos que pedir el reino del eterno Fiat, es más, Ella con obtener la Redención arrojó los fundamentos del reino de mi Voluntad, se puede decir que preparó los materiales de él; es necesario que se hagan las cosas menores para obtener las mayores, y por eso debí dar primero el campo a la Redención, como para construir el edificio del reino del Fiat Divino. Si no está formado un reino, ¿cómo puede decir un rey que tiene su reino y que domina en él? Mucho más que la Soberana del Cielo es única y está sola en la gloria en la Patria Celestial, porque es la única que formó toda su vida en mi Voluntad, y una madre ama y quiere que sus hijos posean la misma gloria, y Ella en el Cielo no puede comunicar toda su gloria, grandeza y soberanía que posee, porque no encuentra quién haya hecho su misma vida continuada en la misma Voluntad Divina, por eso suspira los hijos del reino de Ella, para poder reflejar toda su gloria en ellos y poder decir: ‘Tengo mis hijos que me igualan en mi gloria, ahora soy más feliz, porque mi gloria es la misma gloria de mis hijos’. La felicidad de una madre es más la de los hijos que la propia, mucho más para la Madre Celestial, que en mi Divino Querer concibió más que madre a todos los redimidos y formó la misma vida de los hijos de mi Voluntad Divina”.


+ + + +

23-9
Octubre 20, 1927

Cómo las potencias creadas no pueden ni abrazar ni agotar la Potencia increada, ni siquiera la Virgen, ni la misma Humanidad de nuestro Señor. La Divina Voluntad posee el acto incesante y siempre nuevo,
y tiene virtud de hacer siempre cosas nuevas. Cómo espera su reino para comunicar este acto nuevo como cumplimiento de su gloria.

(1) Continúo con lo escrito en el capítulo anterior. Entonces pensaba entre mí: “Mi amado Jesús dice que sólo será completa su gloria por parte de la Creación y la gloria de todos los bienaventurados, cuando sea conocida su Divina Voluntad en la tierra y se haya formado el reino de Ella, y los hijos de este reino tomen el lugar reservado sólo para ellos en la Patria Celestial, y yo pensaba: “En el Cielo está la Soberana Reina que tuvo toda la plenitud de la Vida de la Voluntad Divina, que ninguno, creo, podrá igualarla, ¿por qué entonces no es completa la gloria de Dios por parte de la Creación?” Y tantas otras dudas y pensamientos que me venían, que no es necesario ponerlos por escrito, digo solamente lo que me ha dicho Jesús:
(2) “Hija mía, eres demasiado pequeña y mides con tu pequeñez la grandeza interminable y mi sabiduría inaccesible. La criatura por cuan santa fuera, como fue mi amada Madre, que a pesar que posee toda la plenitud y totalidad de todos los bienes de su Creador, y el reino de mi Voluntad Divina tuvo en Ella su pleno dominio, con todo esto no pudo agotar toda la inmensidad de los bienes del Ser Divino, se llenó hasta el borde, desbordó fuera hasta formar mares en torno a Sí, pero restringir en Ella, abrazar todo lo que contiene el Ente Supremo, le fue imposible; ni siquiera mi Humanidad por Sí sola pudo encerrar toda la inmensidad de la luz creadora, estaba todo lleno, dentro y fuera de Mí, pero, ¡oh! cuánto quedaba fuera de Mí, porque el cerco de mi Humanidad no tenía grandeza equivalente donde encerrar una luz tan interminable; esto es porque las potencias creadas, de cualquier género que sean, no pueden agotar la potencia increada, ni abrazarla y restringirla en ellas. La altura de la Reina del Cielo, y mi misma Humanidad, se encontraron con su Creador en las condiciones en las cuales puedes encontrarte tú si te expones a los rayos del sol, puedes encontrarte bajo el imperio de su luz, ser investida por ella, sentir toda la intensidad de su calor, pero el poder restringir en ti y sobre ti toda su luz y calor te resultará imposible, pero a pesar de esto no puedes decir que la vida de la luz del sol y de su calor no está en ti y fuera de ti. Ahora, tú debes saber que nuestro Ser Divino, nuestra Voluntad creadora, posee su movimiento incesante y siempre nuevo, nuevo en las alegrías, en la felicidad, nuevo en la belleza, nuevo en el trabajo que nuestra sabiduría pone fuera en la formación de las almas, nuevo en la santidad que imprime, nuevo en el amor que infunde. Por lo tanto si posee este acto nuevo continuado, tiene virtud de hacer siempre cosas nuevas, y si toda bella, pura y santa fue hecha la Mamá Reina, esto no excluye que podamos hacer otras cosas nuevas y bellas, dignas de nuestras obras. Mucho más que en la Creación, en cuanto nuestro Fiat Divino salió en campo al crear todas las cosas, sacó también en campo todos los actos nuevos con los cuales debía formar las criaturas, las rarezas de belleza que debía comunicar y la santidad que debía imprimir en quien habría vivido en nuestro Querer Divino. Y como Él no tuvo vida en las criaturas, ni su reino, y sólo los tuvo en la Soberana del Cielo, por eso hizo en Ella el primer prodigio y milagro que hizo quedar estupefacto a Cielo y tierra; por eso espera a las otras criaturas que deben tener su Vida y formar otros reinos suyos donde reinar, para formar con nuestro acto nuevo otras singularidades de santidad, de belleza y de gracia. ¡Oh! cómo espera con ansia mi Divina Voluntad este su campo de acción para poner fuera estos actos nuevos, Ella es como un artífice que sabe hacer centenares y miles de estatuas, una diversa de la

otra, sabe imprimir en ellas una fineza y rareza de belleza, de actitudes, de formas, pero una no puede decir que es como la otra, no sabe hacer repeticiones, sino siempre estatuas nuevas y bellas, pero no le es dado el poner fuera su arte; ¿qué dolor no sería para un artífice su inactividad? Así es mi Divina Voluntad, y por eso espera su reino en medio a las criaturas, para formar rarezas de bellezas divinas en ellas, jamás vistas, santidades jamás oídas, novedades jamás tocadas; no basta a su potencia que todo puede, a su inmensidad que todo abraza, a su amor que jamás se agota, el haber formado con sus artes divinas a la gran Señora, la Reina del Cielo y de la tierra, sino quiere formar el séquito de Ella, en el cual quiere vivir sólo mi Fiat y reinar para formar otras obras dignas de Él. ¿Cómo puede entonces estar completa nuestra gloria por parte de la Creación, y ser completa en el Cielo la gloria, la felicidad de la familia humana, si nuestro trabajo no está concluido en la Creación? Nos quedan por hacer las estatuas más bellas, las obras más importantes; la finalidad por la que fue creada la Creación no está realizada ni cumplida, y basta con que a un trabajo le falte un punto, un pequeño detalle, una hoja, una pincelada, para que no pueda tener todo su valor y rescatar la gloria completa quien formó el trabajo; mucho más que en el trabajo de nuestra Creación no sólo falta un punto, sino las cosas más importantes, nuestras variadas imágenes divinas de belleza, de santidad, de perfecta semejanza nuestra, y así como nuestra Voluntad comenzó la obra de la Creación con tanta suntuosidad de belleza, de orden, de armonía, de magnificencia, tanto en el formar la máquina de todo el universo, cuanto en el crear al hombre, así es justo, por decoro, gloria y honor de nuestra obra, que sea cumplida con más suntuosidad y diversidad de raras bellezas, todas dignas del acto incesante y nuevo que posee mi Divina Voluntad. Quienes vivan en el reino de Ella estarán bajo la fuerza de un acto nuevo, de una fuerza irresistible continuada, así que se sentirán investidos de un acto nuevo de santidad, de deslumbrante belleza, de luz fulgidísima, y mientras poseerán éste, otro nuevo llegará, y después otro más, sin cesar jamás, y sorprendidos ellos mismos dirán: ‘Cómo es santo, bello, rico, fuerte, feliz, nuestro Fiat tres veces santo, que jamás se agota, tiene siempre santidad que darnos, bellezas para embellecernos siempre más, nuevas fuerzas para hacernos más fuertes, nuevas felicidades, de modo que aquella de antes no es similar a la segunda, ni a la tercera, ni a todas las otras que nos dará’. Entonces estas afortunadas criaturas serán el verdadero triunfo del Fiat Divino, el adorno más bello de toda la Creación, los soles más refulgentes que con su luz cubrirán el vacío de aquellos que no han vivido en el reino de Él. Ahora, mi inseparable Mamá que posee como vida propia este acto nuevo continuado, comunicado a Ella por mi Divina Voluntad, porque hizo vida en Ella, es el primer Sol fulgidísimo que formó mi Querer en Ella, que ocupa el primer puesto de Reina y alegra a toda la corte celestial haciendo reflejar en todos los bienaventurados su luz, sus alegrías, su belleza; pero Ella sabe que no agotó todos los actos nuevos e incesantes que mi Voluntad Divina ha establecido dar a las criaturas, porque Ella es inagotable, y ¡oh! cuántos tiene todavía, y espera que sean formados otros soles por este su acto nuevo de nuevas bellezas y de rara beldad, y como verdadera Madre quiere circundarse de todos estos soles a fin de que se reflejen y se feliciten mutuamente, y toda la corte celestial reciba no sólo los suyos, sino los reflejos de todos estos soles como cumplimiento a todos de la gloria de la obra de la Creación de su Creador. Ella como Reina espera con tanto amor las propiedades de mi Voluntad en las criaturas, que son como suyas, porque tuvo el principio de formar en Ella el reino de mi Voluntad Divina. Supón que en la bóveda de los cielos en vez de un sol vinieran formados otros soles, nuevos en la belleza y en la luz, ¿no parecería más bella, más adornada la bóveda del cielo? Ciertamente que sí. ¿Y los soles como luz no se reflejarían mutuamente y todos los habitantes de la tierra no recibirían los reflejos, los bienes de todos estos soles? Así será en el Cielo. Mucho más que quienes hayan poseído en la tierra el reino del Fiat Supremo, tendrán bienes comunes interminables, porque una es la Voluntad que los ha dominado. He aquí el por qué a pesar de que en el Cielo está la Soberana Emperatriz, que posee la plenitud de la Vida de mi Querer Divino, por parte de la Creación nuestra gloria no está completa, porque primero, nuestra Voluntad no es conocida en medio a las criaturas y por lo tanto ni amada ni suspirada; y segundo, no siendo

conocida, Ella no puede dar lo que ha establecido dar, y por lo tanto no puede formar las tantas rarezas de obras que sabe hacer y puede hacer, mientras que a obra cumplida se canta victoria y gloria”.

+ + + +

23-10
Octubre 23, 1927

La pequeña niña. Cómo la Voluntad Divina es reino de vida. Necesidad de sus conocimientos. Cómo Cielo y tierra están reverentes para escuchar los conocimientos del Fiat Divino.
Amor y ternura de Dios al crear al hombre.

(1) Mi pobre mente me la sentía abismada en el Fiat Divino, y mientras continuaba mis actos en Él, veía delante a mí una pequeña niña, toda tímida y pálida, como si temiera caminar en la inmensidad de la luz del Querer Divino, y mi adorado Jesús ha salido de dentro de mi interior, y llenándose sus santas manos de luz, ponía aquella luz en la boca de la niña como queriéndola ahogar de luz, luego tomaba luz y la metía en los ojos, en los oídos, en el corazón, en las manos y pies de la pequeña niña, y ella quedaba investida por la luz, se coloreaba toda y quedaba como enredada y ensimismada en la misma luz. Jesús se divertía en ahogarla de luz y se complacía al verla enredada en ella y volviéndose hacia mí me ha dicho:
(2) “Pequeña hija mía, esta niña es la imagen de tu alma, tímida en recibir la luz y los conocimientos de mi Voluntad Divina, pero Yo te ahogaré con tanta luz a fin de que pierdas el residuo de la timidez de la voluntad humana, porque en la mía no hay estas debilidades, sino valor y fortaleza divina, insuperable e invencible. Para formar el reino de mi Fiat en el alma, extiendo en ella como fundamento todos los conocimientos de Él, y después tomo posesión, extendiendo en ella mi misma Vida para tener mi verdadero reino. Mira que gran diferencia entre el reino de los reyes de la tierra y mi reino: Los reyes no ponen a disposición de cada individuo la propia vida, ni la encierran en ellos, ni encierran la vida de los pobladores en ellos, y por eso su reinar está sujeto a terminar, porque no es vida que corre entre el uno y los otros, sino leyes e imposiciones, y donde no hay vida no hay amor ni verdadero reinar. En cambio el reino de mi Voluntad Divina es reino de vida: La Vida del Creador encerrada en la criatura y la de la criatura transfundida y ensimismada con el Creador, por eso el reino de mi Divina Voluntad es de una alteza y nobleza inalcanzable, el alma viene constituida reina, ¿y sabes tú de que viene hecha reina? Reina de la santidad, reina del amor, reina de la belleza, de la luz, de la bondad, de la gracia, en suma, reina de la Vida Divina y de todas sus cualidades; ¡qué reino tan noble y lleno de vida es este reino de mi Voluntad! Mira entonces la gran necesidad de los conocimientos de Ella, ellos son no solamente la parte fundamental, sino el alimento, el régimen, el orden, las leyes, la bella música, las alegrías, la felicidad de mi reino; cada conocimiento posee una felicidad distinta, son como tantas teclas divinas que formaran la bella armonía en él, he aquí por qué estoy siendo tan generoso en decirte tantos conocimientos de mi Fiat Divino, y requiero de ti suma atención en manifestarlos, porque son la base y como un ejercito formidable que mantendrán la defensa y harán de centinelas, a fin de que mi reino sea el más bello, el más santo y el eco perfecto de mi patria celestial”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y después de nuevo ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando mi Divina Voluntad quiere poner fuera un conocimiento suyo o un acto nuevo, Cielo y tierra reverentes la honran y la escuchan, toda la Creación se siente correr en ella un nuevo acto divino, que como humor vital la embellece y la vuelve doblemente feliz, y se siente cono honrada por su mismo Creador, que con su Fiat Omnipotente le comunica sus nuevos conocimientos, y esperan la manifestación de aquel conocimiento en la criatura, para ver el acto nuevo del Querer Divino repetido en ella para

tener la confirmación de aquel bien y la alegría y felicidad que trae el nuevo conocimiento. Entonces mi Voluntad se pone en actitud de fiesta porque saca de Sí una Vida Divina, la cual, mientras es dirigida a una criatura, después se expande y se comunica a todas las demás”.
(5) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino, y poniéndome en el Edén para estar presente cuando la Majestad Divina, habiendo formado la bella estatua del hombre le estaba dando la vida infundiéndole el respiro con su aliento omnipotente, para poder glorificar a mi Creador en un acto tan solemne, amarlo, adorarlo y agradecerle por un amor tan excesivo y desbordante hacia el hombre, y mi divino Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, este acto de formar y de infundir la vida en el hombre con nuestro aliento omnipotente, fue tan tierno, conmovedor y de alegría tan grande para Nosotros, que todo nuestro Ser Divino desbordó fuera tanto en amor, que con fuerza raptora raptó nuestras cualidades divinas para infundirlas en el hombre; al infundirle el respiro todo vertimos en él, y al darle nuestro aliento poníamos nuestro Ser Supremo en comunicación con él, en modo de volverlo inseparable de Nosotros. Este nuestro aliento no cesó jamás, porque si en la creación de todo el universo fue nuestra Voluntad la que se constituía vida de todo, en el hombre no sólo se daba nuestro Fiat, sino que junto con nuestro aliento se daba a él la misma Vida nuestra, y este nuestro aliento aún no cesa, para continuar la generación de las otras criaturas para volverlas inseparables de Nosotros. Es tanto nuestro Amor cuando hacemos una obra, que hecha una vez queda la actitud de hacerla siempre, por eso la ingratitud del hombre es grande, porque desconoce, desprecia, ofende esta nuestra Vida en él mismo, y así como cuando se emite el aliento para respirar, se pone fuera y se vuelve a meter para poder nuevamente dar el aliento, en el acto de darle el aliento nos damos Nosotros a él, y al volver a meter el aliento metemos al hombre en Nosotros, y no sintiéndolo venir en Nosotros, porque su voluntad no está con Nosotros, sentimos todo el peso de la ingratitud humana. He aquí el por qué te llamamos a ti, para darte nuestro aliento incesante, a fin de que, conforme lo metamos para sacarlo de nuevo, te sintamos venir en Nosotros para recibir el cumplimiento de nuestra Voluntad en el acto solemne de sacar nuestro aliento regenerador para generar a las criaturas”.

+ + + +

23-11
Octubre 30, 1927

Cómo el Amor divino se desbordó en la Creación. Liberalidad y magnificencia de Dios al crear la maquina del universo, especialmente al crear a su amado joyel sin mérito de ninguno. Decisión de la Divina Voluntad en querer venir a reinar en medio de las criaturas. Su aire balsámico, su belleza
encantadora y raptora. Lo que harán sus conocimientos.

(1) Me sentía toda abandonada en el Fiat Divino, y mi pobre mente me la sentía como empapada por la luz de su santidad, belleza y felicidad indescriptibles. Poseer la fuente de todos los bienes, gozar el abismo de los mares infinitos de todas las alegrías y poseer todos los atractivos de las bellezas inagotables, de las bellezas divinas, hasta llegar hacer enamorar al mismo Dios, y vivir en el Querer Divino haciéndolo reinar en el alma, es todo lo mismo. Voluntad de Dios, cómo eres amable, adorable, deseable más que la misma vida, tu reinar es reino de luz, que tiene fuerza para vaciarme de lo que a su luz no pertenece; es reino de santidad y me transforma no en la santidad de los santos, sino en la santidad de mi Creador; es reino de felicidad y de alegría, y me pone en fuga todas las amarguras, los fastidios, el tedio. ¿Pero cómo pueden disponerse las criaturas, merecer recibir un reino tan santo? Ahora, mientras esto pensaba y mi pobre mente nadaba en el abismo del mar

del Fiat Divino, mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y estrechándome a Sí, todo ternura me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija, tú debes saber que nuestro amor se desbordó en la Creación, y desbordando fuera de Nosotros, sin que ninguno hubiera merecido tanto bien, ni siquiera con una sola palabra, nuestra suma bondad y liberalidad sin límites creó con tanta magnificencia, orden y armonía toda la maquina del universo por amor de quien aún no existía, después de esto nuestro amor desbordó más fuerte y creamos a aquél por el cual todas las cosas fueron creadas, y como Nosotros en el obrar obramos siempre con magnanimidad inalcanzable, y mientras damos todo no nos agotamos, de modo que nada debe faltar a nuestra obra de magnificencia, de grandeza y de todos los bienes, al crear al hombre, sin que él tuviera ningún mérito, por dote, por fundamento, por sustancia de todos los bienes, alegrías y felicidades, le dimos por reino nuestra Voluntad, a fin de que nada le faltase, teniendo a su disposición una Voluntad Divina, y junto con Ella nuestro Ser Supremo. ¿Qué honor hubiera sido para Nosotros si la obra de la Creación hubiese sido pobre, mísera de luz, sin la multiplicidad de tantas cosas creadas, sin orden y sin armonía, y nuestro amado joyel, nuestro amado hijo, cual es el hombre, sin la plenitud de los bienes de Aquél que lo había creado? No habría sido honor para quien todo posee y todo puede, el hacer una obra incompleta, mucho más que nuestro amor desbordando fuerte, fuerte, más que olas impetuosas quería dar, desahogar cuanto más podía, hasta llenar a nuestro amado joyel de todos los bienes posibles e imaginables y formar mares en torno a él, que desbordaban de él mismo, que habían sido puestos en él por su Creador.
(3) Y si el hombre lo perdió, fue él el que rechazó por su propia voluntad el reino de mi Voluntad, su dote y la sustancia de su felicidad. Ahora como en la Creación, mi Amor regurgita fuerte, y el reino de mi Voluntad ha decidido que quiere su Vida en medio de las criaturas, y por esto desahogando con toda magnificencia sin mirar a los méritos de ellos, con magnanimidad insuperable quiere dar de nuevo su reino, solamente que quiere que las criaturas lo sepan, conozcan sus bienes, a fin de que conociéndolos suspiren y quieran el reino de la santidad, de la luz y de la felicidad, y así como una voluntad lo rechazó, así otra voluntad lo llame, lo suspire, lo urja a venir y reinar en medio a las criaturas; he aquí el por qué de la necesidad de sus conocimientos, pues si un bien no se conoce, ni se quiere ni se ama; por eso estos conocimientos serán los mensajeros, los heraldos que anunciarán mi reino. Mis conocimientos acerca de mi Fiat se pondrán en actitud, ahora de soles, ahora de truenos, ahora de relámpagos de luz, ahora de vientos impetuosos, que llamarán la atención de los doctos y de los ignorantes, de los buenos y aun de los malos, que como centellas caerán en sus corazones, y con fuerza irresistible los derrumbará para hacerlos resurgir en el bien de los conocimientos adquiridos, formarán la verdadera renovación en el mundo, tomarán todas las actitudes para atraer y vencer a las criaturas, poniéndose ahora en actitud de pacificadores que quieren el beso de las criaturas para darles el suyo, para olvidar todo el pasado y recordarse sólo de amarse juntos y hacerse felices mutuamente; ahora en actitud de guerreros convencidos de su victoria, para volver cierta la conquista que quieren hacer de quien los conoce; ahora como plegarias incesantes que sólo cesarán de suplicar cuando las criaturas vencidas por los conocimientos de mi Querer Divino digan: ‘Has vencido, somos ya presa de tu reino’; ahora en actitud de rey dominante y emanante de amor, tanto, que plegarán la frente para hacerse dominar; ¿qué cosa no hará mi Voluntad? Pondrá toda su potencia en actitud para venir a reinar en medio a las criaturas, Ella posee una belleza raptora, que si se hace ver una sola vez con claridad, rapta, embellece arrojando sus olas de bellezas sobre el alma, de modo que difícilmente podrán olvidar una belleza tan rara, permanecerán como en el laberinto de su belleza y no podrán salir; posee una potencia encantadora y el alma queda fija en su dulce encanto; posee un aire balsámico, que respirado sentirán entrar en ellos el aire de la paz, de la santidad, de la armonía divina, de la felicidad, de la luz que todo purifica, del amor que todo quema, de la potencia que todo conquista, de modo que este aire llevará el bálsamo celestial a todos los males producidos por el aire malsano, morboso y asesino de la voluntad humana. Mira, también en la vida humana el aire obra en modo sorprendente: Si el aire es puro, bueno,

sano, perfumado, la respiración es libre, la circulación de la sangre es regular, crecen fuertes, nutridos, de buen color y sanos; en cambio si el aire es malo, maloliente e infectado, la respiración es obstruida, la circulación de la sangre es irregular, y no recibiendo la vida del aire puro están débiles, pálidos, enflaquecidos y medio enfermos. El aire es la vida de las criaturas, sin él no pueden vivir, pero hay una gran diferencia entre el aire bueno y el malo. Así es el aire del alma, el aire de mi Voluntad mantiene la vida pura, sana, santa, bella y fuerte como salió del seno de su Creador. El aire asesino del querer humano deforma a la pobre criatura, la hace descender de su origen y crece enferma, débil, de dar piedad”.
(4) Después, con un énfasis más tierno ha agregado: “¡Oh Voluntad mía, cómo eres amable, admirable, potente! Tu belleza enamora los Cielos y mantiene el encanto que rapta a toda la corte celestial, de modo que son felices porque no pueden apartar su mirada de Ti, ¡ah! con tu belleza encantadora que todo rapta, rapta la tierra y con tu dulce encanto encanta a todas las criaturas, a fin de que una sea la Voluntad de todos, una la santidad, una la vida, uno tu reino, uno tu Fiat, como en el Cielo así en la tierra”.

+ + + +

23-12
Noviembre 2, 1927

Diferencia que hay entre quien vive en el Querer Divino y obra en Él, y entre quien hace el bien en la noche de la voluntad humana.

(1) Mi vuelo es continuo en el Querer Divino y mi pobre inteligencia está como fijada en Él, y en su luz comprendía la gran diferencia entre el obrar en el Querer Supremo y entre el obrar humano, bueno en sí mismo, pero que falta la Vida del Fiat Divino en la acción de la criatura, y decía entre mí: “¿Será posible tanta diferencia?” Y mi amado Jesús moviéndose desde dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la voluntad humana formó la noche a la familia humana en sus almas, y si hacen obras buenas, aun importantes, como el bien por sí mismo es luz, hacen salir de ellos mismos tantas pequeñas luces, puede ser luz de un fósforo, luz de una pequeña vela, de una lamparita eléctrica; según el bien que hay dentro de la acción humana y multiplicidad de ellas, así vienen formadas luces pequeñas y luces un poco más grandes, y por cuantas hay, tienen el bien, en virtud de sus pequeñas luces, de no quedar ellos y los que los circundan en la oscuridad, pero no tienen virtud de hacer cambiar la noche en día, así que podrán ser también como ciudades o habitaciones que poseen el bien de tantas luces eléctricas, aunque también están sujetas a apagarse, pero que puedan hacer cambiar la noche en día les será imposible, porque no es naturaleza de la luz formada por el ingenio del hombre, tanto en el alma como en el cuerpo, el poder formar el pleno día, sólo el sol tiene esta virtud de hacer huir las tinieblas nocturnas y formar su pleno día, que resplandeciente de luz y calor alegra la tierra con todos sus habitantes, y donde resplandece produce sus efectos vitales a toda la naturaleza. Ahora, sólo el vivir en mi Querer y el obrar en Él es siempre día, y el alma, conforme obra, sea pequeña, sea grande su acción, obra bajo el reflejo del Sol eterno e inmenso de mi Fiat, el cual reflejando en la acción de la criatura, viene formado en virtud de Él el sol en la acción humana, en la cual quedan en posesión de estos soles que les hacen gozar el pleno día continuado, y como estos soles han sido formados en virtud de los reflejos del Sol de mi Querer Divino, que posee la fuente de la luz, la acción humana convertida en sol es alimentada por la fuente de la luz, y por eso no están sujetos ni a apagarse ni a disminuir de luz. Ve entonces que gran diferencia hay entre quien obra y vive en mi Voluntad, y entre quien obra el bien fuera de Ella, es la diferencia entre quien puede formar el sol y tantos soles, y entre quien forma una luz, y basta un sol para eclipsar todas las luces, y todas las luces juntas no tienen virtud, ni fuerza de luz para poder sobrepasar un sol. Para comprender con más claridad lo

puedes ver en el orden del universo, que todas las luces, de cualquier especie formadas por la habilidad humana no son capaces de formar el día, en cambio el sol creado por mis manos creadoras, a pesar de que es uno, forma el día, porque posee la fuente de la luz puesta dentro de él por su Creador, y por eso no está sujeto a disminuir de luz; esto es símbolo de quien vive en mi Querer Divino, porque en todos sus actos corre dentro un acto de Vida Divina, una fuerza creadora que tiene virtud de formar soles, no se abaja ni quiere formar pequeñas luces, sino soles que jamás se extingan. Por esto puedes comprender que el bien producido por el querer humano, a pesar de que no puede formar el día, es siempre un bien para el hombre y reciben la utilidad de la luz en la noche de la voluntad humana, le sirve para no morir en las densas tinieblas de la culpa, aquellas luces, si bien pequeñas, le encaminan el paso, le hacen ver los peligros y atraen mi paterna bondad hacia ellos, que ve que se sirven de la noche de su voluntad humana para formar al menos pequeñas luces, para dirigir el paso por el camino de la salvación. Fue propiamente esto lo que atrajo toda nuestra ternura y nuestra paterna bondad hacia Adán, él había comprendido qué significaba vivir en nuestro Querer Divino y cómo en sus pequeños actos, así como en los más grandes, corría dentro nuestra virtud creadora y eran investidos por el Sol del eterno Fiat, que siendo Sol tenía virtud de poder formar cuantos soles quería, entonces al verse vaciado de esta fuerza creadora, no pudo formar más soles, por eso, pobrecito, se esforzaba cuanto más podía por formar pequeñas luces, y viendo la gran diferencia de su estado primero y el de después de la culpa, sentía tal dolor, que se sentía morir en cada acto suyo. El Ente Supremo se sentía conmovido y admiraba la industria del pobre Adán, que no pudiendo formar más soles, se las ingeniaba para formar con sus actos pequeñas luces, y en virtud de esto le mantuvo la promesa del futuro Mesías”.

+ + + +

23-13
Noviembre 6, 1927

Quien vive en la Divina Voluntad no desciende de su origen, y le es debido el estado de reina, en cambio quien vive fuera de Ella vive en el estado de siervo. Diferencia que lleva al uno y al otro el reino de la Redención. Quienes viven en la Divina Voluntad serán los primeros delante de Dios.
Cómo la cruz maduró el reino de la Redención. Cómo en cada verdad corre dentro una Vida Divina.

(1) Estaba siguiendo al Querer Divino acompañando todos los actos que mi dulce Jesús había hecho cuando estuvo sobre la tierra, Él me los hacía presentes y yo los investía con mi te amo y le pedía con sus mismos actos el reino del Fiat Divino, y le suplicaba que aplicara a mi alma todo lo que había hecho en el reino de la Redención, para darme la gracia de vivir siempre en su Querer Divino, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad no desciende de su origen, y como todo fue creado para quien debía vivir en Ella, todos los bienes de la Creación son suyos, que son más extensos que los bienes de la Redención, porque a quien se mantiene en el estado de origen con vivir en el Fiat Supremo, le es debido el estado de reina, y como reina conviene que posea, mucho más que es reina que habita en el palacio real de nuestro Querer, entonces le conviene que posea reinos, soles, cielos, mares, y que el mismo Rey haga vida junto con ella, haciendo feliz a su reina, y ella haciendo feliz a su Rey. He aquí por qué los bienes de la Creación debían ser más extensos, de otra manera, ¿cómo podía ser estado de reina si no tenía dominio y reinos que dominar? En cambio con no vivir en nuestro Querer Divino, el alma desciende de su origen, se desnoblece y se pone en el estado de sierva, por lo tanto no le corresponden reinos e imperios. Mucho más que Yo en la Redención vine a la tierra para resucitar al hombre del estado de muerte, para sanarlo,

para darle todos los remedios posibles para hacerlo regresar de nuevo a su estado primero de su origen, sabiendo que si él regresaba en nuestro Querer, de donde salió, ya estaba preparado para mantenerlo en el estado real de dominador. Es más, tú debes saber que quien vive o vivirá en Él, los actos que Yo hice en la Redención le servirán no de remedios sino de felicidad, de alegría, y como el más bello adorno en el palacio regio de mi Voluntad, porque todo lo que Yo hice no fue otra cosa que parto suyo, sus entrañas misericordiosas dieron a luz en el seno de mi Humanidad todos los actos que Yo hice al venir a la tierra, entonces es justo que como cosa suya sirvan de adorno a Sí misma. Así que en todo lo que Yo hice estando sobre la tierra, si oraba, si hablaba, si sufría, si bendecía a los niños, iba buscando a mis hijos, a los hijos de mi Voluntad Divina para darles el primer acto, la cosa que a ellos pertenecía, la felicidad que contenían, y después los daba en remedio a los hijos desventurados de la culpa, siervos de la voluntad humana, para su salvación. Por eso todos mis actos corrían como acto primero a quien debía vivir en el Supremo Querer, como a su centro de vida; entonces quien vive en Él puede decir, todo es mío, y Yo digo, todo es tuyo”.
(3) Después de esto pensaba entre mí: “Si el Fiat Divino tiene su acto primero, de modo que ningún otro acto puede decir, soy acto primero de Él, ¿cómo podrán encontrarse ante Dios como acto primero aquellos que vendrán después a vivir en Él si ya están los primeros?” Y mi Divino Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, para quien vive o vivirá en mi Querer, todos serán como acto primero delante de Dios, porque Él tiene un acto solo, un acto incesante que parte siempre del primer acto, y en virtud de este solo e incesante acto eleva a todos los actos hechos en Él al primer acto suyo, de modo que todos aquellos que vivirán en mi Querer se encontrarán en su acto solo, y todos como primero delante a la Majestad Adorable. Así que en mi Voluntad no habrá ni primero ni después, sino todos fundidos juntos en un solo acto; ¡qué honor, qué gloria, que la criatura pueda tener un lugar en este acto solo de la Voluntad de su Creador, del cual, como fuente brotan todos los bienes, todas las felicidades posibles e imaginables!”
(5) Después, al continuar siguiendo los actos de mi amado Jesús, me he detenido en el acto en que recibió la cruz y que abrazándola con toda la ternura de su amor se la puso sobre su hombro para llevarla al Calvario, y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, la cruz maduró el reino de la Redención, lo completó y se puso a custodia de todos los redimidos, de modo que si se hacen custodiar por la cruz, reciben en sí los efectos que contiene un fruto maduro, que contiene sabor, dulzura y humor vital, y les hace sentir todo el bien de la Redención, de modo que ellas maduran junto con el fruto de la cruz y se disponen a regresar al reino de mi Voluntad, porque la cruz también maduró el reino de mi Voluntad. En efecto, ¿quién te ha dispuesto a ti a hacerte vivir en Ella? ¿No ha sido tal vez la cruz de tantos años la que te maduró como un bello fruto, te quitó todos los gustos acerbos que contiene la tierra, todos los apegos a las criaturas y te los convirtió en dulzuras divinas, poniéndose la cruz a guardia a fin de que nada entrase en ti que no fuese santo, que no diese de Cielo? La cruz no ha hecho otra cosa, qué haciendo correr en ti los humores vitales formaba en ti a tu Jesús, y tu Jesús encontrándote madura formaba el reino de su Voluntad Divina en el fondo de tu alma, y poniéndome en actitud de maestro con todo amor te hablaba y te hablo de Ella, te he enseñado sus caminos, la vida que debes tener en Ella, los prodigios, la potencia y la belleza de mi reino. Tú debes saber que cada vez que tu Jesús se decide a manifestar una verdad, es tanto el amor a ella, que biloco mi misma Vida en cada verdad que Yo manifiesto, para hacer que cada verdad tenga la potencia de formar una Vida Divina en las criaturas. Ve entonces qué significa el manifestarte una verdad de menos o una verdad de más, es poner fuera una Vida Divina a riesgo, ponerla en peligro, porque si no viene conocida, amada y apreciada, es una Vida Divina que no recibe su fruto y que no recibe los honores que le convienen. He aquí por qué amo tanto las verdades que manifiesto, porque es Vida mía que corre dentro, y amo tanto que sean conocidas.

(7) Cómo es diferente mi obrar del de las criaturas; si ellas hablan, enseñan, obran, no queda su vida en la palabra o en la obra, por eso no se duelen tanto si sus palabras u obras no tienen sus frutos, en cambio Yo me duelo mucho, mucho, porque es Vida que hago correr en lo que Yo manifiesto”.

+ + + +

23-14
Noviembre 10, 1927

El alma sola con Jesús, y Jesús solo con ella y cómo se la goza Él solo.
Orden y armonía de la Creación. Cada cosa creada debía recibir la acción de Adán. Dios, primer modelo de la Creación, Adán el
segundo, el tercero quien debe hacer regresar el reino del Fiat Divino.

(1) Me sentía toda abandonada en el eterno Fiat y toda sola y sólo para Jesús, como si ningún otro existiese entre mí. Entonces pensaba para mí: “Estoy sola, dentro de mí no siento correr otra cosa que el gran mar de la Voluntad Divina, todo el resto no existe para mí, Jesús mismo se va y se esconde en la luz interminable de Ella, y si se hace ver, los rayos del Sol del Querer Divino le llueven encima, y mi vista siendo demasiado débil queda eclipsada y lo pierdo, esperando que mi Jesús, mi vida, se desembarace de aquella luz, o bien la vuelva menos brillante para poder encontrarlo de nuevo, y me lamento de la luz que me eclipsa la vista y me esconde a Aquél que es vida de mi pobre alma; ¡oh! si esta luz del bendito Fiat fuese menos deslumbrante yo me gozaría a mi dulce Jesús, porque muchas veces siento su toque divino, su aliento refrescante, otras veces siento sus labios que me dan su beso, y con todo y eso no lo veo, todo es por causa de la bendita luz que forma el eclipse. ¡Oh! Santa Voluntad de Dios, cómo eres fuerte y potente, que llegas a esconderme a mi amado Jesús”. Después, mientras esto y otras cosas pensaba, mi sumo bien Jesús ha salido de dentro de aquella luz tan deslumbrante, y así lo he podido ver y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú estás sola Conmigo, y Yo estoy solo contigo, y como estás sola Conmigo Yo concentro en ti a todo Yo mismo, porque estando sola Conmigo te puedo llenar toda de Mí, no hay punto de ti donde no tome mi lugar, te transforme en Mí y como en naturaleza entre en ti la gracia extraordinaria. Cuando el alma está sola Conmigo Yo soy libre de hacer lo que quiero, me la gozo Yo solo y mi amor me hace hacer tanto con ella, que llego hasta la locura y hago tantas estratagemas amorosas, que si se pudiesen ver u oír por todas las criaturas, dirían: ‘Sólo Jesús sabe amar y puede amar en modo tan sorprendente, tan ingenioso y tan grande’. Yo hago con quien vive sola Conmigo, como podría hacer el sol, si pudiese concentrar toda su luz sobre de una planta, esta planta recibiría en sí toda la vida del sol y gozaría de todos sus efectos, mientras que las otras plantas reciben cada una un solo efecto, que basta a la naturaleza de su planta, en cambio la primera, como recibe toda la vida del sol, recibe al mismo tiempo todos los efectos que contiene la luz. Así hago Yo, concentro en el alma toda mi Vida y no hay cosa de Mí de que no la haga gozar, en cambio, quien no está solo Conmigo, como no puedo concentrar mi Vida, está sin luz, siente en sí el peso de las tinieblas, su ser está dividido en tantas partes por cuantas cosas tiene; así que si ama la tierra se siente dividida con la tierra, si ama a las criaturas, los placeres, las riquezas, se siente dividida como a pedazos, de modo que, quién la arrebata de una parte y quién de la otra, el pobre corazón vive entre ansias, temores y amargas desilusiones. Todo al contrario para quien vive sola Conmigo”.
(3) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino, y habiendo llegado al Edén, estaba glorificando a mi Creador en el acto en que con su aliento omnipotente infundía la vida en el cuerpo de mi primer padre Adán, y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(4) “Hija, con qué orden y armonía fue creado el hombre. Adán fue creado por Nosotros rey de toda la Creación, y como rey tenía la supremacía sobre todas las cosas, y si no hubiese rechazado nuestro Fiat, poseyendo la unidad de Él, en toda su vida habría llenado con sus actos todas las cosas creadas; como rey y señor tenía el derecho de que cada cosa creada debía recibir su acción, debía ser investida por su luz, porque cada acción suya era un sol, uno más bello que el otro, así que él debía formar la corona a toda la Creación, no habría sido verdadero rey si no hubiese conocido todos sus dominios y no hubiese tenido el derecho de poner sus actos en todas las cosas creadas por Nosotros. Sucedía como cuando alguien es dueño de un terreno, el cual como patrón tiene el derecho de pasear dentro, de plantar flores, plantas, árboles, en suma todo lo que quiere. Así era Adán, con la potencia de nuestro Fiat Divino hacía lo que quería, se bilocaba en todas las cosas creadas, y si hablaba, si amaba, si adoraba y obraba, su voz resonaba en toda la Creación y era investida por el amor, por la adoración y obra de él, así que la Divinidad sentía el amor, la adoración, la obra de su primer hijo en todas sus obras. Ahora, todo el obrar de Adán habría permanecido en toda la Creación como el primer modelo para todos sus descendientes, los cuales habrían modelado todos sus actos a los reflejos de luz de los actos de Adán, que como primer padre habría dado en herencia a todos sus descendientes, los que no sólo habrían tenido su modelo, sino la posesión de sus mismos actos. ¿Cuál habría sido nuestra gloria y la suya, al ver el obrar de nuestro amado hijo, de nuestro precioso tesoro, parido por nuestro amor, fundido con nuestras obras? ¿Qué felicidad para él y para Nosotros? Ahora, si ésta era nuestra finalidad por la que fue creada toda la Creación y nuestro amado joyel, que es el hombre, ¿no es justo de que a pesar de que Adán comenzó y no terminó, es más, terminó en el dolor y en la confusión porque rechazó nuestro Querer Divino que le servía como acto primero y lo hacía obrar en las obras de su Creador, que efectuemos esta nuestra finalidad en sus descendientes? He aquí por qué te llamo en medio de mis obras en toda la Creación, para formar el modelo sobre el cual deben modelarse las otras criaturas para regresar en mi Fiat. Si tú supieras qué alegría siento cuando veo que tú, haciendo tuyo mi Querer Divino quieres animar la luz del sol a decirme que me amas y pedirme mi reino, a la rapidez del viento, al murmullo del mar, a la flor, al cielo extendido, hasta el canto del pequeño pajarillo, al ver que quieres dar tu voz a todos, animar a todos para decirme que me amas, me adoras y quieres el reino del Fiat Supremo, siento tal contento que me siento repetir las primeras alegrías, el primer amor de mi amado joyel, y me siento inclinado a poner todo a un lado, a olvidar todo, para hacer regresar el todo tal y como fue establecido por Nosotros. Por eso sé atenta hija mía, se trata de algo muy grande.
(5) Tú debes saber que el primer modelo en la Creación fue el Ente Supremo, en el cual el hombre debía modelar todos sus actos con su Creador, el segundo debía ser Adán, en el cual debían modelarse todos sus descendientes, pero como se sustrajo de mi Voluntad, faltando Ella, su unidad en él, le faltaron los pinceles, los colores y la materia prima para poder hacer los modelos a semejanza de su Creador. ¡Pobrecito! ¿Cómo podía formar los modelos con la misma forma divina, si no estaba más en posesión de aquella Voluntad que le suministraba habilidad y todo lo necesario que se requería para poder formar los mismos modelos de Dios? Rechazando mi Fiat Divino rechazó la potencia que todo puede y sabe hacer; sucedió de Adán como sucedería de ti si no tuvieras ni papel, ni pluma, ni tinta para escribir, si esto te faltara no serías capaz de escribir una sola palabra, así él, no fue más capaz de formar los modelos sobre el molde divino. El tercer modelo lo debe hacer quien debe hacer regresar el reino de mi Voluntad, por eso tus deberes son grandes, a tus modelos serán modelados todos aquellos de los otros, y por eso en todos tus actos haz que corra la Vida de mi Querer Divino, a fin de que te suministre todo lo necesario que se requiere, y así todo irá bien, y tu Jesús estará junto contigo para hacerte llevar a cabo bien sus modelos divinos”.

+ + + +

23-15
Noviembre 13, 1927

Cómo el Verbo estaba en el centro de la Humanidad de Jesús y cómo obraba. Gran diferencia entre el reinar de la Voluntad Divina y entre la santidad de los santos, aunque hayan hecho milagros.

(1) Estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino, y habiendo llegado a los actos que hizo en la Humanidad de Nuestro Señor, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el Verbo Divino en mi Humanidad estaba como centro de vida en Ella, éramos inseparables el uno y la otra, pero como mi Humanidad tenía sus límites y el Verbo era sin límites, inmenso e infinito, no pude restringir dentro de Ella toda la luz interminable del Verbo, esta luz desbordaba fuera, de modo que sus rayos desbordando fuera del centro de mi Humanidad, salían de mis manos, de mis pies, de la boca, del corazón, de los ojos, de todas las partes de mi Humanidad, de modo que todo mi obrar corría en esta luz, que más que rayos solares investía todo y buscaba todos los actos de las criaturas para darles sus actos, a fin de que los actos de ellas, investidos por su luz, tomasen la forma de los suyos y fundidos juntos adquirieran el valor, la belleza de sus actos. ¿Pero cuál no fue el dolor de mi Humanidad al ver rechazados por las criaturas, en la misma luz del Verbo eterno, sus actos, e impedirles la transformación que quería hacer en las criaturas? Cada acto suyo rechazado era un dolor, y cada acto de las criaturas se convertía para mi Humanidad en amargura y ofensa. Cómo es duro querer hacer el bien, hacerlo y no encontrar quién reciba este bien; este dolor dura aún, porque todo lo que hizo mi Humanidad en la luz del Verbo Eterno existe y existirá siempre, y siempre está en acto de hacer lo que una vez fue hecho, y está como en asecho esperando que la criatura reciba la transmisión de sus actos a fin de que uno sea el acto, uno el valor, una la voluntad, uno el amor de las dos partes, y sólo con reinar mi Fiat puede el obrar que Yo hice en la Redención tener su total cumplimiento, porque con la luz de Él las criaturas se quitarán la venda y harán correr en ellas todo el bien que el Verbo eterno vino a hacer en mi Humanidad por amor de las criaturas”.
(3) Ahora, mientras esto decía, veía a mi dulce Jesús que de dentro de su interior salía tanta luz que investía todo y a todos. Después seguía mi giro en el Fiat Divino, acompañando con mi te amo todos los prodigios que Él había hecho en los santos, en los patriarcas y en los profetas del antiguo testamento, como en aquellos después de su venida sobre la tierra, para pedir en virtud de todos estos actos suyos su reino divino en medio a las criaturas, y pensaba entre mí: “Si tantos prodigios ha hecho este Santo Querer en todos estos santos, ¿no es esto entonces su reinar al menos en estos santos tan prodigiosos?” Mientras esto pensaba, mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, no hay bien que no haya salido de mi Voluntad, pero hay una gran diferencia entre el reinar de Ella en las criaturas, y entre el sacar un acto de dentro de Ella y comunicarlo a las criaturas, como a Abraham, en que sacó un acto de heroísmo y tuve al hombre heroico en el sacrificio; en Moisés un acto de potencia, y fue el hombre prodigioso; en Sansón un acto de fuerza, y fue el hombre fuerte; a los profetas les reveló lo que correspondía al futuro Redentor, y fueron hombres profetas; y así de todos los demás que se han distinguido como prodigiosos y de virtud no común, de acuerdo al acto que sacaba mi Querer Divino, si prestaban su adhesión y correspondían, así recibían el bien del acto de Él. Esto no es reinar hija mía, ni forma el reino de mi Querer, para formarlo no se requiere un solo acto, sino el acto continuado que Él posee, esto es lo que quiere dar a las criaturas para formar su reino, su acto continuado de potencia, de felicidad, de luz, de santidad, de belleza insuperable; lo que mi Fiat es por naturaleza, quiere que las criaturas lleguen a ser en virtud de su acto continuo que contiene todos los bienes posibles e imaginables. ¿Dirías tú que un rey reina sólo porque ha hecho una ley, ha dado un bien a su pueblo? Ciertamente que no, el verdadero reinar es formar la vida de los pueblos con

todas las leyes, dando el régimen decoroso, conveniente, recto y justo a la vida de ellos, dándoles todos los medios necesarios a fin de que nada les falte para su bien. El rey para reinar debería tener su vida en medio de los pueblos y hacer una su voluntad y sus bienes con ellos, de modo que el rey debía formar la vida del pueblo y ellos la vida del rey, de otra manera no es un verdadero reinar. Esto es el reinar de mi Voluntad, volverse inseparable de los hijos de su reino, darles todo lo que posee hasta desbordar fuera, para tener hijos felices y santos con su misma felicidad y santidad. Ahora, de aquí se ve que a pesar de los tantos prodigios y milagros que los santos, los profetas, los patriarcas han hecho, no han formado mi reino en medio a las criaturas ni han hecho conocer su valor, ni el gran bien que posee mi Voluntad, ni lo que puede hacer y quiere dar, y la finalidad de su reino, porque faltaba su acto continuado, su vida permanente en ellos, y por eso, no conociéndola a fondo, se han ocupado de otras cosas que correspondían a mi gloria y a su bien, y a mi Voluntad la han puesto a un lado, esperando otro tiempo más propicio, cuando la paterna bondad se complazca, primero de hacer conocer y después dar un bien tan grande y un reino tan santo que ellos ni siquiera soñaban. Por eso sé atenta y sigue tu vuelo en el Fiat Divino”.

+ + + +

23-16
Noviembre 18, 1927

Cuando Dios manifiesta una nueva verdad a la criatura, es una nueva fiesta para Dios y para ella. En cuanto el alma se decide a hacer su acto en el Querer Divino, así llama al Fiat Divino a reflejar con su luz en su acto, el cual tiene virtud de vaciarlo de todo lo que no es luz.

(1) Me sentía afligida por las acostumbradas privaciones de mi dulce Jesús, pero toda abandonada en su amable Querer. Entonces pensaba entre mí: “En estos días mi sumo Bien Jesús no me ha dicho nada, todo ha sido un profundo silencio, apenas algún movimiento de Él me hacía sentir en mi interior, pero sin ninguna palabra”. Mientras esto pensaba se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, cuando Dios no manifiesta otras verdades, la Voluntad Divina está como suspendida, no agrega otros bienes hacia las criaturas, por lo tanto para Dios y para la criatura no existe la fiesta que la verdad lleva consigo”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “Para Ti es siempre fiesta, porque tienes contigo todas las verdades, pero para la pobre criatura la fiesta es interrumpida, porque no posee la fuente de todas las verdades, así que cuando su Creador no le comunica otras verdades, las nuevas fiestas quedan interrumpidas para ella, a lo más se goza aquellas fiestas que ya le fueron comunicadas por Ti, pero las sorpresas de las nuevas fiestas no están en su poder, lo que no sucede para Ti”. Y Jesús ha agregado:
(4) “Cierto hija mía, para Nosotros es siempre fiesta y nadie puede mínimamente ensombrecer el océano de nuestras nuevas alegrías y felicidades sin término que nuestro Ser Divino contiene en Sí mismo, pero hay una fiesta que viene formada en el acto cuando nuestro Ser Divino rebosando de amor hacia la criatura manifiesta sus verdades; ver doblemente feliz a la criatura, tantas veces de más por cuantas verdades de más le manifestamos, es para Nosotros una nueva fiesta. Poner fuera nuestras verdades que salen de la fuente de nuestras alegrías, preparar la mesa de nuestra felicidad a la criatura que contiene la verdad, verla festejar junto con Nosotros, sentada a nuestra misma mesa para alimentarse de nuestro mismo alimento, es para Nosotros una nueva fiesta. Las fiestas, las alegrías, vienen formadas en las comunicaciones, el bien aislado no lleva fiesta, la alegría estando sola no sonríe, la felicidad sola no banquetea, y además, ¿con quién debe festejar, sonreír, banquetear, si no encuentra a quién hacer esta fiesta, sonreír juntos, embelesarse mutuamente? Por eso la unión forma la fiesta, el volver contenta a otra

criatura forma el contento propio. He aquí por qué, si tenemos nuestras nuevas fiestas que no nos faltan jamás, nos falta la nueva fiesta que no damos a la criatura. Si tú supieras nuestra alegría y felicidad al ver tu pequeñez sentarse a nuestra mesa, alimentarse de las verdades de nuestro Supremo Querer, sonreír de cara a su luz, tomar nuestras alegrías para hacerte el depósito en ti misma de nuestras riquezas, embellecerte de nuestra belleza, y como embriagada por tanta felicidad oírte repetir: ‘Quiero el reino de tu Fiat’. Quisieras arrollar Cielo y tierra para pedirme mi Fiat, para obtener el intento, ¿y para hacer qué? Para volver feliz, de tu misma felicidad a toda la familia humana; parece que tu fiesta no está plena si no vuelves felices a los demás con tu misma felicidad que contienes en virtud de mi Voluntad. Si tú pudieras hacer conocer a todos todo lo que conoces de Ella, y hacer gustar a todos la felicidad que posee, ¿no sería para ti una fiesta de más, y no te sentirías doblemente feliz por la felicidad de los otros comunicada por ti?”
(5) Y yo: “Cierto Amor mío, que si pudiera arrollar a todos en tu Santo Querer, cómo estaría más feliz y contenta”.
(6) Y Jesús: “Y bien, así soy Yo, a nuestra felicidad que jamás se agota y que nos tiene siempre en fiesta, se agregaría a nuestra fiesta la felicidad de la criatura, por eso cuando te veo suspirar por mis verdades para conocerlas, Yo me siento atraído a manifestarlas y digo: ‘Quiero gozar mi nueva fiesta con mi pequeña hija, quiero sonreír junto con ella y embriagarla de mi misma felicidad.’ Así que en estos días de silencio te ha faltado a ti nuestra nueva fiesta, y a Nosotros la tuya”.
(7) Entonces ha hecho silencio y después ha agregado: “Hija mía, en cuanto tú te decides a fundirte en mi Fiat Divino y formar en Él tus pensamientos, palabras y obras, así haces la llamada a mi Voluntad, y Ella, sintiéndose llamada, responde a la llamada reflejando su luz en tu acto, y con su Luz tiene virtud de vaciar aquel acto de todo lo que puede haber de humano y lo llena de todo lo que es divino, así que mi Querer Divino se siente llamado por tus pensamientos, por tus palabras, por tus manos, por tus pies y por tu corazón, y Él refleja su Luz en cada uno de ellos, los vacía de todo y ahí forma su Vida de Luz, y como la luz contiene todos los colores, así mi Querer Divino pone un color divino suyo a los pensamientos, otro a las palabras, otro a las manos y así de todo lo demás de tus actos, y conforme tú los multiplicas, así multiplica sus colores divinos investidos por su Luz, y ¡oh! cómo es bello el verte investida de tanta variedad de colores y matices divinos, por cuantos pensamientos, actos y pasos tú haces, te dan tal belleza todos estos colores y Luz Divina, que es un encanto el verte y todo el Cielo quisiera gozar de tales bellezas con que mi Fiat ha investido a tu alma. Por eso tu llamado a mi Voluntad Divina sea continuo”.

+ + + +

23-17
Noviembre 23, 1927

Cuando el alma no da el primado a la Divina Voluntad, Ella está en peligro y como sofocada en medio de las criaturas. Cuando el alma ruega que venga el reino de la Divina Voluntad, todo
el Cielo hace eco a su oración.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino es mi vida, mi apoyo, mi todo; mi dulce Jesús se esconde siempre más, y yo me quedo sólo con este Querer tan santo, inmenso, tan potente, que a cada movimiento suyo arroja y saca de Sí un mar de luz, que forma sus olas luminosas e interminables, mi pequeñez se pierde, si bien comprende que hay mucho qué hacer para seguir sus actos innumerables en un mar tan vasto, y perdiéndome en el Fiat Divino pensaba entre mí: “¡Oh! si tuviera conmigo a mi dulce Jesús que conoce todos los secretos de su Querer, no me perdería y seguiría mejor los actos interminables de Él, verdaderamente siento que no me quiere como antes, si bien me dice que no es verdad, pero yo veo los hechos, y las palabras ante los hechos no tienen valor”. ¡Ah! Jesús, Jesús,

no me esperaba de Ti este cambio que me hace sentir una muerte continua, mucho más que sabes que el dejarme por mucho tiempo sin Ti me cuesta mucho más que la vida. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi pequeña hija, ¿por qué temes, por qué dudas de mi amor? Y además, si te pierdes es siempre en mi Querer donde tú quedas, jamás fuera de Él, Yo no podría tolerar que tú salieras un solo paso de sus confines, no, no, la pequeña hija de mi Voluntad estará siempre en sus brazos, y además, ¿cómo puedo no amarte si veo en ti, en todos tus actos, que mi Fiat tiene la primacía? No lo veo peligrar como en las demás criaturas y sofocado en todos los actos de ellas, porque no dándole el primado está siempre en peligro en medio de ellas, quién le roba sus bienes, quién ofende su luz, quién lo desconoce, quién lo pisotea, no dándole el primado está como un rey que no dándole los honores debidos, lo maltratan y los súbditos lo quieren sacar de su propio reino. ¡Qué dolor! En cambio en mi pequeña hija, mi Voluntad Divina está al seguro, no sufre peligro en sus miradas, porque en todas las cosas creadas ve los velos que esconden a mi Voluntad y ella rompe los velos y la encuentra reinante en toda la Creación, la besa, la adora, la ama, y sigue sus mismos actos poniéndose en su seguimiento; no sufre peligro en tus palabras, en tus obras, en todo, pues le das el acto primero en tus actos. Con darle el acto primero se le dan los honores divinos, se estima Rey de todo y el alma recibe como cosas que le pertenecen los bienes de su Creador, así que para ella mi Voluntad no se encuentra en acto de peligro, sino al seguro, no se siente robar la luz, el aire, el agua, la tierra, porque todo es suyo. En cambio quien no la hace reinar la roban por todas partes y está en continuo peligro”.
(3) Después de esto, habiendo seguido mi giro en el Fiat Divino, estaba reuniendo todas las cosas creadas donde están dominantes todos los actos del Fiat Divino, y yo reuniendo todo junto, el cielo, el sol, el mar y toda la Creación, llevaba todo junto ante la Majestad Suprema para circundarla de todas sus obras y hacer pedir por los actos de su misma Voluntad el reino del Fiat Divino sobre la tierra, pero mientras esto hacía, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, escucha cómo todo el Cielo hace eco a tu petición y repiten entre ellos, los ángeles, los santos, la Soberana Reina, ‘Fiat, Fiat Voluntas Tua, come in Cielo così in terra.’ Y como es súplica de Cielo, es el reino que a todos interesa, se sienten todos en deber de pedir lo que quieres tú, sienten en ellos la misma fuerza de la potencia de mi Voluntad Divina por la cual todos son animados y repiten: ‘La Voluntad del Cielo sea una con la tierra.’ ¡Oh! cómo es bello, cómo resuena armonioso cuando un eco de la tierra inviste todo el Cielo y forma un solo eco, una sola Voluntad, una sola súplica. Y todos los bienaventurados, admirados dicen entre ellos: ‘¿Quien es aquélla que lleva todo el cortejo de las obras divinas ante la Divinidad, y con la potencia del Fiat Divino que posee nos arrolla a todos y nos hace pedir un reino tan santo?’ Ninguno ha tenido esta potencia, ninguno ha pedido hasta ahora el reino del Fiat con tal potencia e imperio, a lo más, quien ha pedido la gloria de Dios, quien la salvación de las almas, quien la reparación de tantas ofensas, cosas todas que se refieren a las obras externas de Dios, en cambio el pedir el reino del Querer Divino son sus obras internas, los actos más íntimos de Dios y la destrucción del pecado, esto no es sólo la salvación, sino la santidad divina en las criaturas, es la liberación de todos los males espirituales y corporales y el transportar la tierra al Cielo para poder hacer descender el Cielo a la tierra’. Por eso el pedir el reino de mi Voluntad Divina es la cosa más grande, más perfecta, más santa, y por eso todos reverentes responden a tu eco y resuena en la patria celestial la bella armonía: Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra”.

+ + + +

23-18
Noviembre 27, 1927

Quien se hace dominar por la Voluntad Divina, en virtud de Ella recibe en sí la Fecundidad divina y puede generar en los demás el bien que posee. Lo que es necesario para obtener el reino de la Divina Voluntad: Primero,
mover a Dios; segundo, poseer como vida a la Divina Voluntad.

(1) Mi abandono en el Querer Divino es continuo, y si bien muchas veces me esconde y eclipsa a mi amado Jesús, mi vida, mi todo, la Divina Voluntad no se esconde jamás, su luz es permanente en mí y me parece que aunque se quisiera esconder no lo puede hacer, porque encontrándose su luz por todas partes, no encuentra lugar a donde poder huir, restringirse, porque por su naturaleza es inmensa, inviste todo, señorea sobre todo con tal imperio, que la siento en cada fibra de mi corazón, me corre en el respiro, en todo, y yo pienso entre mí que me quiere más el Querer Divino que el mismo Jesús, porque Él frecuentemente me deja y su adorable Voluntad no me deja jamás, es más, por su propia naturaleza se encuentra en condición de no poderme dejar y con su imperio de luz me domina y triunfante espera el primado en mis actos. ¡Oh! Voluntad Divina, cómo eres admirable, tu luz no deja huir nada, y acariciando y jugando con mi pequeñez te vuelves conquistadora de mi pequeño átomo y gozas perdiéndolo en la inmensidad de tu luz interminable. Pero mientras me sentía toda inmersa en su luz, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien se hace dominar por mi Querer Divino, en virtud de Él recibe la virtud de la fecundidad divina, y con esta fecundidad puede generar en los demás lo que ella posee, con esta fecundidad divina el alma forma la más bella y larga generación, que le llevará la gloria, el cortejo de tener tantas partes generadas en sus mismos actos, verá salir de dentro de ella la generación de los hijos de la luz, de la felicidad, de la santidad divina.
¡Oh! cómo es bella, santa y pura la fecundidad del germen de mi Querer Divino, es luz y genera luz, es santa y genera la santidad, es fuerte y genera la fuerza, posee todos los bienes y genera paz, alegría y felicidad. ¿Si tú supieras qué bien llevará a ti y después a todos el germen fecundo de este Querer tan santo, que sabe y puede generar a cada instante todos los bienes que posee? Fue así como la alteza de la Soberana Reina pudo generar al Verbo Eterno sin obra de otros, porque no dando vida a su querer humano, sólo dio vida al Querer Divino, y con esto adquirió la plenitud del germen de la fecundidad divina y pudo generar a Aquél que Cielo y tierra no podían contener, y no sólo lo pudo generar en Sí, en su seno materno, sino lo pudo generar en todas las criaturas; cómo es noble y larga la generación de los hijos de la Celestial Reina, Ella generó a todos en aquel Fiat Divino que todo puede y todo encierra, así que mi Divina Voluntad eleva a la criatura y la vuelve partícipe de la fecundidad de la Paternidad Celeste; qué potencia, ¿cuántos sublimes misterios no posee?”
(3) Después continuaba mis actos en el Fiat Divino y ofrecía todo para obtener su reino sobre la tierra, quería investir a toda la Creación, animar todas las cosas creadas con mi voz, a fin de que todas dijeran junto conmigo: “Fiat Voluntas Tua come in Cielo cosí in Terra, pronto, pronto, venga tu reino”. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Cómo puede venir este reino tan santo a la tierra, en las criaturas no hay ningún cambio, ninguno se ocupa, el pecado, las pasiones abundan, ¿cómo podrá entonces venir este reino a la tierra? Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, lo que es más necesario para obtener un bien tan grande como es el reino de mi Fiat Divino, es mover a Dios para hacerlo decidir dar mi Voluntad Divina reinante en medio a las criaturas, cuando se mueve Dios y decide, todo supera y vence aun a los mismos males; y la otra cosa necesaria es que la criatura que lo busca y ruega a Dios el dar un bien tan grande, debe poseer en ella la vida del reino que pide para las otras criaturas. Quien lo posee conocerá la importancia y no omitirá sacrificios para conseguir a los demás el bien que posee, conocerá los secretos, los caminos que debe tener, se volverá importuno para vencer al mismo Dios; ella será como sol que tiene restringido en sí toda la plenitud de su luz, y no pudiendo contenerla en sí siente la necesidad de expandirla fuera para dar luz a todos y hacer bien a todos, para volverlos felices de su misma

felicidad. Quien tiene un bien tiene virtud de pedirlo y de darlo; esto sucedió en la Redención, el pecado inundaba la tierra, el mismo pueblo llamado pueblo de Dios, era el más pequeño pueblo, y que si parecía que se ocupaba era en modo superficial, pero no que poseían en ellos la vida de aquel Redentor que pedían, se puede decir que se ocupaban como se ocupa hoy la Iglesia, las personas sagradas y religiosas con recitar el Padre Nuestro, pero la plenitud de la vida de mi Voluntad que pedían en el Padre Nuestro no está en ellos, así que la petición se queda en palabras, no en hechos; por eso cuando vino la Reina del Cielo que poseía la plenitud de la Vida Divina, todo lo que pedía para el bien de los pueblos movió a Dios, lo venció, lo hizo decidir, y a pesar de los males que existían vino el Verbo Eterno a la tierra por medio de Aquélla que ya lo poseía y formaba toda su vida; con la plenitud de esta Vida Divina pudo mover a Dios y vino el bien de la Redención. Lo que todos los demás no pudieron obtener todos juntos, lo obtuvo Aquélla, la Soberana Reina que había conquistado, primero en Sí misma a su Creador, la plenitud de todos los bienes que pedía para los demás, y siendo conquistadora tenía virtud de poder conseguir y dar el bien que poseía. Hay gran diferencia hija mía, entre quien pide y posee, y quien pide y no posee la Vida Divina; la primera pide con derecho, la segunda a título de limosna, y a quien pide a título de limosna se dan las monedas, a lo más algunas liras, pero no reinos enteros; en cambio quien pide con derecho posee, es ya dueña, reina, y quien es reina puede dar el reino, y siendo reina tiene su imperio divino en Dios para conseguir el reino a las criaturas. Así sucederá para el reino de mi Voluntad, por eso te recomiendo tanto que seas atenta, haz que Ella forme la plenitud de su Vida en ti, así podrás mover a Dios, y cuando Dios se mueve no hay quien lo resista”.

+ + + +

23-19
Diciembre 1, 1927

Fortaleza de la Mamá Celestial en las privaciones de Jesús; fortaleza que debe tener la pequeña hija de su Voluntad. Potencia de los actos hechos en la Voluntad Divina, cómo son el desahogo de Dios.

(1) Me sentía totalmente privada de mi Sumo Bien Jesús y por cuanto lo buscaba no podía encontrarlo. Me sentía torturada y amargada en modo indecible, mis palabras no pueden expresar mi dolor, por eso sigo adelante. Después de largos días de martirio y de abandono en aquel Fiat Divino, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quiero en ti la misma fortaleza de ánimo de la Soberana Celestial, que llegó a amar más la Divina Voluntad que a la misma Humanidad de su hijo Jesús. Cuántas veces el Querer Divino nos ordenaba separarnos y Yo debía ir lejos de Ella, y Ella debía quedar sin Mí, sin seguirme, pero Ella quedaba con tal fortaleza y paz, de llegar a preferir el Fiat Divino a su mismo Hijo, tanto que Él raptado por tal fuerza, bilocaba el Sol de mi Voluntad Divina, y mientras quedaba con mi Mamá, concentrado en Ella, quedaba concentrado en Mí, el Sol se bilocaba pero la luz quedaba una, alargándose pero sin separarse jamás del uno y del otro centro del Sol bilocado. La Soberana Reina todo había recibido de mi Voluntad, la plenitud de la gracia, la santidad, la soberanía sobre todo, hasta la fecundidad para poder dar la vida a su Hijo, todo le había dado y nada le había negado, entonces, cuando quería que Yo me alejase, como fortaleza heroica devolvía a la Voluntad Divina lo que había recibido. Los Cielos quedaban estupefactos al ver la fortaleza, el heroísmo de Aquélla que sabían que me amaba más que a su misma vida. Así quisiera ver a la pequeña hija de mi Voluntad Divina: fuerte, pacífica y con heroísmo dar nuevamente a mi Voluntad a tu Jesús cuando ella quiere que quedes privada de Él, no quisiera verte abatida, triste, sino con la fortaleza de la Mamá Celestial y así como para la Soberana del Cielo la separación era externamente y aparentemente, pero internamente mi Querer

Divino nos tenía fundidos juntos e inseparables, así sucederá de ti, mi Querer te tendrá fundida en Mí y haremos juntos los mismos actos, sin separarnos jamás”.
(3) Después de esto seguía mis actos en el Fiat Divino y sintiendo que no los hacía bien, rogaba a mi Mamá Celestial que viniera en mi ayuda, a fin de que pudiera seguir a aquél Querer Supremo que Ella había amado tanto y del cual reconocía toda su gloria y altura en la cual se encuentra; pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, todos los actos de mi Madre Reina hechos en mi Voluntad, están a la expectativa porque quieren el séquito de los actos de la criatura hechos en Ella, así que todo lo que tú haces en mi Querer, son estos actos que te vienen en ayuda, es más, se alinean en torno a ti para suministrarte, quién la luz, quién la gracia, quién la santidad y quién el acto mismo que tú haces, para poder tener el séquito de estos actos nobles, santos y divinos; estos actos son la desembocadura de Dios, que desahogándolos, la criatura se llena tanto que no pudiéndolos contener los desahoga de nuevo y da sus actos divinos a su Creador, por eso forman la gloria más grande que la criatura puede dar a Aquél que la ha creado, no hay bien que no descienda por medio de estos actos hechos en el Querer Divino, ponen todo en movimiento, Cielos y tierra y el mismo Dios son el movimiento divino en la criatura, y fue en virtud de estos actos que la Celestial Soberana hizo mover al Verbo a descender sobre la tierra, por eso Ella espera el séquito de sus actos para mover a Dios para hacer venir a reinar a nuestra Suprema Voluntad sobre la tierra. Ellos son el triunfo de Dios sobre la criatura y las armas divinas con las cuales la criatura vence a Dios. Por eso sigue tus actos en mi Voluntad y tendrás en tu poder las ayudas divinas, como también las de la Soberana Reina”.

+ + + +

23-20
Diciembre 6, 1927

Estado del alma. En la Voluntad Divina no entran el dolor y las amarguras porque son partes humanas. Modo divino. Cómo la Voluntad Divina tiene su Vida en medio de las criaturas, y cómo ellas la obstaculizan. Cada acto hecho en Ella es una firma divina que corre; ejemplo.

(1) Continúa mi abandono en el Fiat Divino, y estando totalmente privada de mi Sumo Bien Jesús, sentía tal amargura y dolor, de no saberlo expresar, pero al mismo tiempo sentía una paz imperturbable y la felicidad de la luz del Supremo Querer. Entonces pensaba entre mí: “Qué cambio en mi pobre alma, antes, si el bendito Jesús, por poco, incluso por horas me privaba de Él, yo desvariaba, deliraba, me sentía la más infeliz de las criaturas, pero ahora todo al contrario, estoy privada no por horas sino por días, y si bien siento un dolor intenso, penetrante hasta la médula de los huesos, estoy sin desvariar, sin delirio, sin poder llorar, como si no tuviese más lágrimas, toda pacífica, impávida y feliz.
¡Santo Dios, qué cambio! Me siento morir al pensar ser feliz sin Jesús, pero mi felicidad no viene tocada, siento que la felicidad deja libre al dolor y el dolor deja libre a la felicidad, cada una de ellas hace su curso, su camino, tienen su lugar, pero no se mezclan. ¡Ah Jesús, Jesús! ¿Cómo es que no me ayudas, que no tienes piedad de mí? ¿Por qué no corres, no vuelas a tu pequeña hija que tanto decías amar?” Pero mientras desahogaba mi dolor se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, ¿por qué quieres turbar tu paz, tu felicidad? Debes saber que donde reina mi Voluntad, Ella, cual noble Reina Divina posee alegrías inmensas y felicidad sin fin; el dolor, las lágrimas, las amarguras, han nacido en el tiempo, son partos de la voluntad humana, no han nacido en la eternidad ni son partos suyos, son limitados y finitos, por eso no tienen poder para entrar mínimamente en el océano de las felicidades de mi Querer Divino; este es el modo Divino. En este estado se encontró la Reina del Cielo, y mi

misma Humanidad, en que todos nuestros dolores, y fueron demasiados y de toda clase, no pudieron disminuir ni penetrar en el colmo de nuestras interminables alegrías y felicidades. Así que al principio tus desvaríos, tus lágrimas y disturbios cuando por un poco no me veías, eran residuos de tu voluntad humana, la mía no admite estas debilidades, y como Ella por naturaleza no las posee, donde reina, como Reina domina el dolor, lo hace correr, pero no admite que entre en la felicidad con la cual ha llenado a su criatura al reinar en ella, el dolor no encontraría lugar donde ponerse en el mar interminable de la felicidad de mi adorable Voluntad. Entonces tú no quieres que Ella reine en ti, ya que te preocupas del cambio que sientes en tu alma. Mi Voluntad Divina tiene su Vida, y cuando el alma abre las puertas de su voluntad para hacerla entrar y dominar, Ella entra en el alma y desenvuelve su Vida toda Divina en ella, y como Reina que es forma en ella su Vida de luz, de paz, de santidad, de felicidad, y la criatura siente como propiedades suyas todos sus bienes, y si siente el dolor, lo siente en modo divino, que no le ocasiona ningún daño a todo lo que mi Voluntad Divina le ha comunicado; en cambio, en quien no le abre las puertas para hacerle entrar y dominar, la Vida de Ella queda suspendida en la criatura, obstaculizada, sin desarrollo. Sucede para mi Fiat Divino como podría suceder para una criatura que quiere llevar todos sus bienes a otra, y ésta con ingratitud horrenda le ata los pies y las manos para no dejarla acercar, le cierra la boca para no dejarla hablar, le venda los ojos para no dejarse mirar; reducida en tal modo, ¿cómo puede hacerle el bien que querría hacerle si le ata los pies para no dejarla acercar, las manos para no recibir el bien que le lleva, la boca para no dejarla decir lo que le lleva, si le venda los ojos para no dejarse atraer por sus miradas y abrirle las puertas? ¿Qué dolor no sería esto para esta portadora de tanto bien? En este estado viene puesta mi Voluntad por parte de las criaturas cuando no abren las puertas de su voluntad para dejarla desarrollar su Vida.
¡Qué dolor hija mía, qué dolor!”
(3) Después de esto seguía pensando en la Divina Voluntad, portadora de tanto bien, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, es tanto el amor hacia quien hace reinar y dominar a mi Fiat Divino, que a cada acto que ella hace en Él, la Divinidad cede un derecho divino al alma, esto es, un derecho de santidad, de luz, de gracia, de felicidad y con estos derechos vincula al alma y la vuelve poseedora de los bienes divinos. Así que cada acto de más hecho en mi Querer Divino es una firma que viene efectuada por tu Creador, como si te hiciera la escritura que te vuelve dueña de su felicidad, de su luz, santidad y gracia suya. Sucede como cuando un rico ama a una pobre, la cual no sale jamás de su casa, y si sale es sólo para visitar las propiedades de su amo, para llevar a su amo los frutos de sus propiedades para hacerlo feliz con sus mismos bienes. El rico mira a la pobre, se enamora de ella, la ve feliz en su casa, pero para estar seguro de la felicidad de aquélla, hace escritura pública de sus bienes a la pobre que le ha herido el corazón, que está siempre en su casa y se sirve de sus mismos bienes para volver feliz a su amado amo. Así es para quien vive en nuestra Voluntad Divina, vive en nuestra casa, se sirve de nuestros bienes para glorificarnos y hacernos felices, su disparidad entre ella y Nosotros nos daría pena, nos pesaría sobre nuestro corazón paterno, pero como en nuestro Querer Divino no pueden entrar penas e infelicidad, la hacemos de magnánimos, y a cada acto suyo ponemos nuestra firma, escriturándole nuestros bienes para volverla rica y feliz de nuestra misma felicidad, por eso te repito frecuentemente: ‘Sé atenta hija mía, no dejes huir nada.’ Porque cada acto tuyo hecho en Él son firmas que corren, y firmas divinas, con las cuales viene asegurado que la Voluntad Divina es tuya y tú eres de Ella, los vínculos divinos jamás vienen a menos, son vínculos eternos”.

+ + + +

23-21
Diciembre 8, 1927

Quien vive en el Querer Divino queda regenerado en Él y es dotado de sus bienes. La Virgen, pequeña luz, y cómo se volvió Sol en virtud del Querer Divino.

(1) Estaba haciendo mi giro en toda la Creación para seguir todos los actos que el Fiat Divino ejercita en ella, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Siento que no puedo hacer menos que girar en toda la Creación, como si no pudiese estar si no hago mis pequeñas visitas al cielo, a las estrellas, al sol, al mar y a todas las cosas creadas, como si un hilo eléctrico me atrajera en medio a ellas para alabar la magnificencia de tantas obras y alabar y amar a aquella Voluntad Divina que las creó y las tiene estrechadas como en su puño divino para conservarlas bellas y frescas, tal y como las sacó a la luz del día, y pedir aquella misma vida y dominio que el Fiat Divino tiene en ellas, en medio a las criaturas. ¿Y por qué no puedo hacer menos?” Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, debes saber que tú has nacido no una vez, sino dos veces: Una vez como las demás criaturas, la otra vez has sido regenerada en mi Voluntad, y siendo tú parto suyo, todo lo que a Ella pertenece es tuyo, y así como el padre, la madre, dotan a su hija de sus mismos bienes, así mi Querer Divino conforme te regeneró te dotó de sus propiedades divinas. Ahora, ¿quién no ama, quién no busca estar en medio a sus propiedades? ¿Quién no las visita frecuentemente y forma su morada en ellas para gozárselas, amarlas y no terminar jamás de exaltar la gloria de Aquél que la ha dotado de tan vastas propiedades, que contienen tan variadas bellezas? Serías demasiado ingrata, ser hija de mi Querer Divino y no hacer tu morada en las propiedades de quien te ha generado, sería no amar a quien con tanto amor te ha dado a luz, y no reconocer las riquezas de quien te ha generado. He aquí por qué la necesidad que tú sientes de girar en toda la Creación, porque es cosa tuya, y quien te ha generado con su hilo eléctrico de luz y de amor te llama a gozar y a amar lo que es suyo y tuyo, y goza al oír repetir tus repetidos estribillos: Venga el reino de tu Fiat sobre la tierra”.
(3) Después de esto, siguiendo mi giro en todas las cosas creadas por Dios, me he detenido cuando creó a la Soberana Reina, toda bella, pura y sin mancha, el nuevo y el más grande portento de toda la Creación, y mi Sumo Bien Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la Inmaculada María, pequeña luz de la estirpe humana, porque la tierra humana le dio el origen, pero fue siempre hija de la luz porque ninguna mancha entró en esta luz; ¿pero sabes tú donde está toda su grandeza, quién le dio la soberanía, quién formó los mares de Luz, de santidad, de gracia, de amor, de belleza, de potencia, dentro y fuera de Ella? Hija mía, lo humano no sabe hacer jamás cosas grandes, ni dar cosas grandes, así que la Reina Celestial habría quedado la pequeña luz si Ella no hubiese puesto como a un lado su querer, que era la pequeña luz, y no haciéndose investir por mi Querer Divino, en el cual perdió su pequeña luz, el cual no es pequeña luz sino Sol interminable que invistiéndola toda formó mares de luz en torno a Ella, de gracia, de santidad, la embelleció tanto de volverla toda bella, con todas las tintas de las bellezas divinas, para hacer enamorar a Aquél que la había creado. Su Inmaculada Concepción, por cuan bella y pura, era siempre una pequeña luz, no habría tenido ni potencia, ni luz suficiente para poder formar mares de luz y de santidad si nuestro Querer Divino no hubiese investido la pequeña luz para convertirla en Sol, y la pequeña luz, cual era la voluntad de la Soberana Celestial, no se hubiese contentado con perderse en el Sol del Fiat Divino para hacerse dominar por Él. Fue esto el gran portento, el reino de mi Voluntad Divina en Ella, con Ésta, todo lo que hacía se volvía luz, se nutría de luz, nada salía de Ella que no fuese luz, porque tenía en su poder el Sol de mi Querer Divino, que por cuanta luz quería tomar, tanta tomaba. Y como la propiedad de la luz es difundirse, dominar, fecundar, iluminar, calentar, he aquí el por qué la nobleza de la Soberana Reina con el Sol de mi Voluntad Divina que poseía, se difundió en Dios y dominándolo lo doblegó para hacerlo descender sobre la tierra, quedó fecunda del Verbo Eterno, iluminó y calentó al género humano; se puede decir que todo lo hizo en virtud del reino de mi Querer que

poseía, todas las otras prerrogativas se pueden llamar adornos de esta Madre Reina, pero la sustancia de todos sus bienes, de su altura, belleza, grandeza y soberanía, fue que poseyó el reino de mi Voluntad, por eso de Ella se dice lo menos, y de lo más no dicen ni una palabra. Esto significa que de mi Voluntad poco o nada conocen, por eso casi todos son mudos para Ella”.

+ + + +

23-22
Diciembre 14, 1927

Así como la voluntad humana formó el germen malo, la Voluntad Divina reinante en la criatura formará el germen bueno y santo. Dios al dar un bien a la criatura, encierra primero en una sola todo el valor de
aquel bien y después lo da a las otras criaturas.

(1) Continuando mi abandono en el Querer Divino y sintiéndome toda circundada por el mar interminable de su luz, rogaba a mi amado Jesús que apresurara, que hiciera pronto el hacer conocer su Voluntad, a fin de que conociéndola, todos pudiesen suspirar su reino para hacerse dominar por Ella, y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la voluntad humana formó el germen malo y la polilla en las generaciones humanas, ahora el Sol de la luz de mi Voluntad Divina debe abatir a este mal germen, investirlo y destruirlo por caminos de luz, de calor y de conocimientos, así que cada conocimiento que manifiesto sobre mi Fiat Divino es un golpe que doy al querer humano, de modo que todos los conocimientos sobre de Él formarán tantos golpes para hacerlo morir, y la Luz y el calor de Él quemarán y pulverizarán el germen malo y formarán el germen bueno y santo de mi Voluntad en las generaciones humanas. Y conforme voy manifestando los conocimientos sobre de Ella, así arrojo en tu alma su germen, preparo la tierra y el desarrollo del germen, y la luz y el calor de mi Querer Divino extienden sus alas de luz sobre el germen, más que una madre esconde a su parto en su propio seno, para fecundarlo, multiplicarlo y hacerlo crecer en su seno de luz. Y así como una criatura con hacer su voluntad humana produjo el germen malo y formó la ruina a la familia humana, así otra criatura con hacer morir el querer humano producirá el germen del Fiat Divino, dándole vida y dominio en ella restituirá lo que perdieron las criaturas y formará su salvación, santidad y felicidad; si una criatura pudo formar tantos males con hacer su voluntad, ¿por qué no podrá formar otra criatura todos los bienes con hacer la mía, y dar libertad a mi Querer de formar su Vida y su reino en ella?”
(3) Después continuaba pensando en el Fiat Divino y decía entre mí: “Pero cómo podrá venir este reino del Querer Divino en medio de las criaturas si el pecado abunda, ninguno piensa en querer este reino, más bien parece que piensan en guerras, en revoluciones, en poner en trastorno a todo el mundo, y parece que se roen de rabia porque no logran del todo sus perversos designios, y permanecen al acecho esperando la ocasión de lograrlo,
¿todo esto no aleja la gracia de un bien tan grande?” Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, te tengo a ti, que vales más que todo, y poniendo a un lado a todos, miraré tu valor, esto es, el valor de mi Voluntad Divina en ti y dispondré mi reino en medio de las criaturas; una persona vale según el valor que le viene confiado, si mi Voluntad contiene un valor infinito, que supera todo el valor de todas las criaturas juntas, quien la posee, delante a la Majestad Divina tiene el valor que supera todo, así que por ahora te tengo a ti, y me basta para disponer el reino de mi Voluntad. Por eso todos los males de estos tiempos, y son demasiados, no equivalen al gran valor de mi Voluntad Divina obrante en una sola criatura, y Ella se servirá de estos males para hacer de ellos un manojo y con su potencia desterrarlos de la faz de la tierra. Esto sucedió en la Redención, los males no estaban desterrados de la tierra, más bien abundaban más que nunca, pero como vino sobre la

tierra la Soberana Reina, la criatura que poseía una Voluntad Divina en Ella, que encerraba todo el valor del bien de la Redención, no mirando a los demás, ni a sus males, miré el valor de esta Celestial criatura, suficiente para conseguir mi descenso a la tierra, y en vista de Ella sola, que poseía nuestras prerrogativas y el valor de una Voluntad Divina e infinita, di y formé el reino de la Redención en medio de las criaturas, por eso al disponer el bien de la Redención, quise encontrar en mi Mamá todo el valor de Ella, quise poner al seguro en su corazón materno todos los bienes que debía encerrar mi venida en medio a las criaturas y después concedí el bien que la Soberana del Cielo me pedía. Hice como un príncipe cuando debe partir para hacer otras conquistas, escoge al más fiel, le confía sus secretos, pone en sus manos todo el valor de los costos que se requieren para las conquistas queridas, y fiándose sólo de éste que conoce, que posee todo el valor de las deseadas conquistas, parte triunfante estando cierto de la victoria. Así hago Yo, cuando quiero dar un bien a las criaturas primero me fío de una sola, pongo en ella todo el valor de aquel bien, y después doy el bien que ella me pide para las otras criaturas. Por eso piensa en encerrar en ti todo el valor que debe contener el reino de mi Voluntad, y Yo pensaré en disponer todo el resto que se necesita para un bien tan grande”.

+ + + +

23-23
Diciembre 18, 1927

Cómo la Virgen poseía el reino del Fiat Divino. Cómo Jesús, desde dentro del velo de su Humanidad, como sol que surge iba buscando a todas las criaturas. Cómo cada manifestación Divina es un compromiso que Dios hace con las criaturas.

(1) Estaba pensando en el gran amor cuando mi Sumo Bien Jesús se encarnó en el seno de la Soberana Señora, y cómo una criatura, si bien santa y sin mancha alguna podía contener un Dios, y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Mamá Celestial poseía mi Voluntad, de Ella estaba tan llena que rebosaba de luz, pero tanto, que sus olas de luz se alzaban hasta el seno de nuestra Divinidad, y haciéndose vencedora con la potencia de nuestro Querer Divino que poseía, venció al Padre Celeste y en su luz raptó la luz del Verbo y lo hizo descender a su seno en la misma luz que se había formado en virtud de mi Voluntad Divina; jamás habría podido descender del Cielo si no hubiera encontrado en Ella nuestra misma luz, nuestra misma Voluntad reinante en Ella, si esto no fuera, sería descender desde el primer momento en casa extraña, en cambio Yo debía descender en mi casa, debía encontrar dónde debía descender mi luz, mi cielo, mis alegrías sin número, y la Soberana Celestial con poseer mi Voluntad Divina me preparó esta morada, este cielo nada desemejante de la Patria Celestial; ¿no es tal vez mi Voluntad la que forma el Paraíso de todos los bienaventurados? Entonces, en cuanto la luz de mi Fiat me atrajo a su seno, y la luz del Verbo descendió, estas luces se fundieron juntas, y la Virgen pura, Reina y Madre, con pocas gotas de sangre que hizo correr de su corazón ardiente formó el velo de mi Humanidad en torno a la luz del Verbo, la encerró dentro, pero mi luz era inmensa, y mientras mi Mamá Divina encerró su esfera dentro del velo de mi Humanidad que me formó, no pudo contener los rayos, ellos desbordaban fuera, y más que sol, que de la altura de su esfera cuando surge expande sus rayos sobre la tierra para encontrar las plantas, las flores, el mar, a todas las criaturas para dar a todos los efectos que contiene su luz, y como triunfante desde la altura de su esfera mira el bien que hace y la vida que infunde en cada cosa que inviste, así hice Yo, más que sol que surge, desde dentro del velo de mi Humanidad los rayos que desbordaba fuera iban buscando a todas las criaturas, para dar a cada una mi Vida y los bienes que había venido a traer sobre la tierra. Estos rayos desde dentro de mi esfera tocaban a cada corazón, llamaban fuerte para decirle: ‘Ábranme, tomen la Vida que he venido a traeros’. Este mi Sol no se pone jamás, y continúa aún haciendo su camino

expandiendo sus rayos, llamando y volviendo a llamar al corazón, a la voluntad, a las mentes de las criaturas para dar mi Vida, ¿pero cuántos me cierren las puertas y llegan a reírse de mi luz? Pero es tanto mi amor, que con todo y esto no me retiro, continúo mi surgir continuo para dar vida a las criaturas”.
(3) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cada profecía que les decía a mis profetas acerca de mi venida a la tierra, era como un compromiso que hacía con las criaturas de venir en medio a ellas, y los profetas manifestándolas disponían a los pueblos a desear y querer un bien tan grande, y ellos al recibir estas profecías recibían el depósito del compromiso, y conforme iban manifestando el tiempo y el lugar de mi nacimiento, así iba aumentando las prendas del compromiso. Así estoy haciendo con el reino de mi Voluntad, cada manifestación acerca de mi Fiat Divino es un compromiso que hago, cada conocimiento suyo es una prenda de más que agrego, y si hago mis compromisos es señal de que así como vino el reino de la Redención, así vendrá el reino de mi Voluntad. Mis palabras son Vidas que pongo fuera de Mí, y la vida debe tener su morada y producir sus efectos; ¿crees tú que sea cosa de nada una manifestación de más o una de menos? Es un compromiso de más que hace un Dios, y nuestros compromisos no se pueden perder, y por cuantos más compromisos hacemos, tanto más está cercano el tiempo de realizar nuestros compromisos y ponerlos al seguro. Por esto pido de ti suma atención y que no dejes escapar nada, de otra manera perderías un compromiso divino que traería grandes consecuencias”.

+ + + +

23-24
Diciembre 22, 1927

Sacrificios para escribir. Quien obra sólo para Dios encierra en su acto una Vida Divina. Quien es elegido para una misión encierra todos los bienes que deben recibir los demás. Todos los redimidos giran en torno a la Mamá Celestial. La Creación, espejo del hombre.

(1) Después de haber estado casi una noche entera escribiendo, me sentía sin fuerzas y pensaba entre mí: “Cuántos sacrificios, cuánto me cuesta este bendito escribir, ¿pero cuál será la utilidad, el bien, la gloria que doy a mi Creador? Si con estos sacrificios podré hacer conocer el reino del Fiat Divino, será grande la ganancia, pero si no obtengo esto, mis sacrificios de escribir serán inútiles, vacíos y sin efecto”. Mientras esto pensaba, mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y estrechándome a Él para darme la fuerza me ha dicho:
(2) “Hija amada de mi Querer Divino, ánimo en seguir adelante, nada es inútil de lo que se hace para Mí, porque cuando el alma hace un acto sólo por Mí, viene a encerrar en su acto a todo Yo mismo, y encerrándome a Mí mismo su acto adquiere el valor de una Vida Divina, la cual es más que sol, y el sol por naturaleza tiene la primacía sobre todas las otras cosas en dar luz, calor y efectos de bienes innumerables a toda la tierra; así que todo lo que se hace para Mí, por su naturaleza debe llevar los efectos del gran bien que la Vida Divina contiene. Además de esto, debes saber que todos los conocimientos y manifestaciones que te hago acerca de mi Voluntad y que tú escribes sobre el papel, no se van de ti, sino que quedan concentrados en ti, como rayos dentro de su esfera, y esta esfera es mi misma Voluntad Divina que reina en ti, la cual se deleita, con tanto amor, de agregar siempre nuevos rayos de sus conocimientos en esta esfera, para hacer que las criaturas puedan encontrar luz suficiente para conocerla y raptores atractivos para amarla. En esta esfera serán encerrados todos los rayos para formar el reino del Querer Divino, y todos estos rayos, partiendo de dentro de una sola esfera, tendrán una finalidad única, el formar mi reino; sin embargo cada rayo tendrá un oficio distinto: Un rayo encerrará la

Santidad de mi Fiat Divino y llevará santidad, otro, felicidad y alegría, e investirá de felicidad y alegría a aquellos que querrán vivir en Él, otro rayo encerrará paz, y fortalecerá a todos en la paz, otro encerrará fortaleza, otro luz y calor, y los hijos de mi reino serán fuertes, tendrán luz para hacer el bien y para huir del mal, y amor ardiente para amar lo que poseen, y así de todos los otros rayos que partirán de dentro de esta esfera. Ahora, todos los hijos de mi Voluntad serán investidos por estos rayos, se dispondrán en torno a ellos, es más, cada rayo se conectará con sus almas y chuparán de ellos la Vida de mi Fiat. Ahora, ¿cuál será tu felicidad al ver descender de dentro de tu esfera, en virtud de estos rayos, todo el bien, la felicidad, la santidad, la paz y todo lo demás en medio de los hijos de mi reino, y el subir en estos mismos rayos la gloria completa que estas criaturas darán a su Creador por haber conocido el reino de mi Voluntad? No habrá bien que no descienda por medio tuyo, en virtud de la esfera de mi Voluntad puesta en ti, ni gloria que no subirá sobre la misma vía. Cuando elijo a una criatura a una misión que debe llevar el bien universal en medio de la familia humana, primero fijo y encierro todos los bienes en la elegida, la cual debe contener todo el bien sobreabundante que deben recibir los demás, los cuales, tal vez ni siquiera tomarán todo lo que la criatura elegida encierra. Esto sucedió con la Inmaculada Reina, la cual fue elegida por Madre del Verbo Eterno, y por lo tanto Madre de todos los redimidos; todo lo que ellos deberían hacer y todo el bien que debían recibir fue encerrado y fijado como dentro de una esfera de sol dentro de la Soberana del Cielo, de modo que todos los redimidos se mueven en torno al Sol de la Mamá Celestial, en modo que Ella, más que una Madre ternísima, no hace otra cosa que dar sus rayos a sus hijos para nutrirlos con su luz, con su santidad, con su amor materno, ¿pero cuantos rayos que Ella expande no han sido tomados por las criaturas, porque ingratas no se estrechan todas en torno a esta Madre Celestial? Entonces, quien es elegida debe poseer de más de aquello que deberían poseer todos los otros juntos; así como todos encuentran luz en el sol, de modo que todas las criaturas no toman toda la extensión de la luz y la intensidad del calor, así sucede de mi Mamá, son tales y tantos los bienes que Ella contiene, que más que sol expande los benéficos efectos de sus rayos vitales y vivificantes; así será para quien ha sido elegida para el reino de mi Voluntad. Ve entonces cómo te será recompensado el sacrificio de escribir, primero, te viene fijado en ti el bien del rayo de aquel conocimiento, y después, el que verás descender por medio tuyo aquel bien en medio a las criaturas, y por correspondencia del bien que harán, subir la gloria en aquella misma luz. ¡Cómo estarás contenta en el Cielo y me agradecerás por los sacrificios que te he hecho hacer! Hija mía, cuando una obra es grande, universal, que encierra muchos bienes que todos pueden aprovechar, se necesitan sacrificios más grandes, y quien es elegida por primera debe estar dispuesta a dar y sacrificar tantas veces su vida por cuantos bienes encierra, para dar junto con aquellos bienes su misma vida para bien de sus otros hermanos. ¿No hice Yo otro tanto en la Redención? ¿No querrías tú tal vez imitarme?”
(3) Después de esto seguía mi giro en la Creación para seguir los actos de la Voluntad Divina que hay en Ella, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, antes de que fuera creado el hombre quise crear primero toda la Creación, que debía servir como espejo del hombre, en la cual espejeándose, debía servirle para copiar en sí mismo las obras de su Creador, debía ser tal y tanta la copia que debía hacer en sí de toda la Creación, que se debía ver en el hombre, como espejo, todos los reflejos de Ella y en la Creación todos los reflejos de él, así que la una debía espejearse en el otro. Dios amó más al hombre que a toda la Creación, por eso quiso formarle primero el espejo de sus obras, donde mirándose debía copiar el orden, la armonía, la luz, la firmeza de las obras de Aquél que lo había creado, pero ingrato el hombre no mira este espejo para copiarlo y por eso es desordenado, sus obras son sin armonía, discordante como uno que quiere tocar sin aprender música, que en vez de dar placer a quien escucha da fastidio y descontento, el bien que hace es sin luz y calor, y por eso sin vida, e inconstante a cada soplo de viento. He aquí el por qué a quien debe vivir en mi Querer Divino lo llamo a espejearse en la Creación, a fin de que espaciándose en Ella encuentre la escalera para subir en el orden de mi Voluntad”.


+ + + +

23-25
Diciembre 30, 1927

Jesús en cuanto nació fijó su mirada en su Mamá y en quien debía poseer su Voluntad. Dios en la Creación ponía su Voluntad como materia prima.

(1) Me sentía toda abandonada en el Supremo Querer, pero atormentada por la privación total de mi dulce Jesús, ¡oh!, cómo me sentía hacer pedazos mi pobre alma, qué desgarros sin misericordia y sin piedad, porque Aquél que es el único que puede cicatrizar desgarros tan crueles, está lejano y parece que no tiene cuidado de aquélla que por amor suyo está desgarrada tan cruelmente. Pero mientras nadaba en mi dolor, estaba pensando cuando mi dulce Jesús estaba por salir del seno de su amada Mamá para lanzarse en sus brazos;
¡oh, cómo habría querido también yo estrecharlo entre mis brazos para formarle dulces cadenas para hacer que no se alejara de mí! Pero mientras esto pensaba, mi pobre mente me la he sentido fuera de mí misma y veía a mi Madre Celestial toda velada de luz y en sus brazos al niñito Jesús fundido en la misma luz; pero todo duró sólo pocos instantes y todo desapareció, y yo he quedado más afligida que antes, pero después ha regresado, y poniendo sus pequeñas manitas en mi cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto salí del seno de mi Mamá Yo fijé mis miradas: Una en mi amada Mamá, no pude hacer menos que mirarla porque estaba en Ella la fuerza raptora de mi Voluntad Divina y el dulce encanto de la belleza y luz fulgidísima de mi Fiat, que eclipsándome la pupila, quedaba fijo en Aquella que poseía en virtud de Él mi misma Vida; el ver mi Vida bilocada en Ella me raptaba y no podía apartar mi mirada de la Celestial Reina, porque mi misma fuerza divina me obligaba a fijarla. La otra mirada la fije en quien debía hacer y poseer mi Voluntad; eran dos anillos unidos juntos, uno la Redención y otro el reino de mi Voluntad Divina, inseparables entre ellos. La Redención debía preparar, sufrir, hacer; el reino del Fiat debía cumplir y poseer, la una y el otro de suma importancia, por eso a las elegidas, a las cuales venía confiado la una y el otro, venían fijadas mis miradas, porque estaba en ellas mi misma Voluntad que raptaba mi pupila. ¿Por qué entonces temes si tienes la mirada de tu Jesús que siempre te mira, te defiende, te protege? Si supieras qué significa ser mirado por Mí, no temerías más de nada”.
(3) Después de esto seguía pensando en la Divina Voluntad, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando nuestra Divinidad formó la Creación, puso como materia prima en todas las cosas la Divina Voluntad, y por eso todas las cosas tuvieron su forma, solidez, orden y belleza, y todo lo que hace el alma con esta materia prima de mi Voluntad, corriendo en ella un acto vital, da a todo lo que hace la forma de las bellas obras, todas ordenadas y sólidas, con la marca en cada obra de la Vida del Fiat Divino. En cambio quien no hace mi Voluntad y no la pone como materia prima en sus obras, tal vez hará muchas cosas, pero todas desordenadas, sin forma, sin belleza, todas desparpajadas, que ella misma no sabrá reunirlas; sucedería como si alguien quisiera hacer el pan sin el agua, quizá tenga mucha harina, pero faltando el agua faltaría la vida para poder formar el pan; otro tendría muchas piedras para construir, pero no tiene la cal que reúne y solidifica las piedras juntas, así que tendrá un desorden de piedras, pero jamás una habitación. Así son las obras sin la materia prima de mi Voluntad, solamente estorban, dan fastidio, disturbio, y si algún bien hacen es aparente, si se tocan se encuentran frágiles y vacías de todo bien”.


+ + + +

23-26
Diciembre 30, 1927

Jesús se hace ver que siembra en el campo del alma pequeñas luces. Causa del silencio de Jesús. Valor inmenso de las manifestaciones acerca de la Divina Voluntad. Caracteres divinos y humanos.

(1) Estaba según mi costumbre toda abandonada en el Querer Divino, siguiendo sus actos, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Mi amado Jesús se ha reducido casi al silencio, aun de su amable Querer habla tan poco, como si no quisiera decir más nada; quién sabe si no ponga un límite y cesará de hablar aun sobre lo que respecta a su Fiat”. Mientras estaba en esto se hacía ver en mi interior como pequeño niño vestido de luz, en medio de un campo, y tomaba luz de dentro de su seno y sembraba aquel campo con tantas gotitas de luz, estaba todo en silencio y atento al trabajo, y viendo que yo quedaba maravillada por esto me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que tú piensas ahora lo pensabas desde que estabas escribiendo el volumen 16°, o sea, que Yo debía cesar de hablar de mi Divina Voluntad, pero Yo no hacía otra cosa que sembrar el campo de tu alma con tantas gotas de luz, que germinadas y fecundadas en tu campo, de pequeñas luces se han cambiado en soles, estos soles son las tantas manifestaciones sorprendentes que desde entonces hasta ahora te he hecho conocer acerca de mi Voluntad. ¡Oh! cómo era bello el campo de tu alma investido por estos soles, uno más bello que el otro, se ha transformado todo en campo divino, todo el Cielo estaba prendado por este campo y mirándolo se sentía duplicar su felicidad. Ahora, quien ha sembrado tiene el derecho de cosechar, y siendo campo divino, Yo soy el dueño y tengo el derecho no sólo de cosechar sino de sembrarlo de nuevo, así que no estoy haciendo otra cosa que sembrarlo de nuevo, ¿no ves cómo estoy todo atento al trabajo de arrojar semillas de luz en este campo, a fin de que germinando salgan los nuevos soles de los conocimientos sobre mi Voluntad? El trabajo conlleva el silencio, y mi silencio es calor, maduración y fecundidad para transformar las pequeñas semillas de luz en soles más brillantes. Yo siempre trabajo en ti, ahora de un modo y ahora de otro, el trabajo de mi Voluntad Divina es extenso y por eso estoy siempre ocupado y te tengo ocupada, así que déjame hacer y sígueme”.
(3) Entonces yo sentía todo el peso del silencio de Jesús, me sentía sin fuerzas y casi desmayar, y pensaba entre mí: “¿Por qué estos conocimientos sobre el Fiat Divino requieren tanto trabajo de Jesús y tantos sacrificios?” Y Jesús regresando me ha estrechado fuertemente entre sus brazos para fortificarme y ha agregado:
(4) “Hija mía, si Yo quisiese trabajar toda una eternidad para manifestar un solo conocimiento sobre mi Divina Voluntad, no sería suficiente, porque es tal y tanto el valor de uno solo de ellos, que si tú quisieras hacer una comparación para ver quién contiene más valor, el cielo estrellado, el sol, el mar, la tierra, tiene más valor un solo conocimiento mío que toda la Creación junta, porque mi conocimiento es de valor inmenso, infinito y sin límite, y como sale de Nosotros, a donde llega genera y multiplica al infinito el bien y la luz que contiene, es la verdadera regeneradora de la Vida Divina, en cambio la Creación no contiene una virtud inmensa y es limitada, por esto no ahorro ni trabajos ni sacrificios, porque sé todo el valor que contiene cada conocimiento, y donde lo pongo se vuelve para Mí mi campo divino, mi trono, mi altar, y es tanto mi celo de amor que no la dejo jamás libre, y trabajo siempre para tenerla toda atenta a Mí; además, qué decir si en lugar de una sola manifestación sobre mi Voluntad, son tantas, de llegar a cubrirla más que cielo de tantos soles de Ella, piénsalo hija mía y aprecia un bien tan grande, un germen tan fecundo en el campo de tu alma”.

(5) Después continuaba mis actos en el Querer Divino, y como era el amanecer estaba diciendo a mi amable Jesús: “Tu Querer envuelve todo, y ¡oh! cómo quisiera que así como el sol surge e inviste de luz a toda la tierra, así el Sol de tu Voluntad surja en las inteligencias, en las palabras, en los corazones, obras y pasos de todas las criaturas, a fin de que cada una de ellas sienta surgir en sí el Sol de tu Fiat, y haciéndose investir por su luz, todos la hagan dominar y reinar en sus almas”. Mientras tanto mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, en el alma hay dos caracteres: El humano y el divino. El divino desciende de la unidad, y el alma para recibir el carácter divino debe vivir en la unidad de mi Querer; en esta unidad, conforme ella forma sus actos, suben en la unidad de su Creador, en aquel acto único de Dios, que mientras en Dios mismo viene formado un solo acto, la luz de este acto solo desciende a lo bajo, inviste a todos y a todo, y abrazando todo da a cada uno el acto que se necesita, con multiplicar al infinito la multiplicidad de todos los actos posibles e imaginables, entonces, en cuanto la criatura hace sus actos en esta unidad, adquieren los caracteres divinos, que mientras es un solo acto, encierran todos los actos juntos. ¡Oh!, cómo es bello hacer todo con un solo acto, sólo Dios tiene esta virtud tan potente, que con un solo acto hace todo, abraza todo, da el obrar a todo. Qué gran diferencia entre el carácter divino y el humano; el humano hace muchos actos, muchas obras, pero queda siempre la criatura cercada en sus actos, parece que no tienen luz para extenderse y difundirse a todos, que no tienen pies para caminar, donde se hacen ahí quedan. Así que por cuanto una criatura deba hacer, sus actos son numerados, restringidos, y por eso el carácter del obrar humano es tan disímil del obrar de la unidad divina y de quien obra en ella, porque fácilmente queda anulada y sin germen de fecundidad. He aquí el por qué quiero que el alma viva en la unidad de mi Voluntad, para hacer adquirir los caracteres divinos, que son incancelables y eternos y como luz se difunden, se extienden, se multiplican, se dan a todos, es más, tienen el primado sobre los actos de todos. Si tú supieras cuánto placer toma la Divinidad al ver tu pequeñez subir en la unidad del acto único divino que jamás cesa, para unir tus actos en nuestro acto solo, tú para darnos el tuyo y Nosotros para darte el nuestro e imprimir en ti el carácter de nuestro acto solo, nos pones en fiesta y sentimos la felicidad, la alegría de haber creado la Creación. Entonces, para ser más atenta, debes estar convencida de que tu vivir en nuestro Querer es la fiesta que puede dar la criatura a su Creador, y por cuantos actos haces en Él, tantas veces renuevas nuestras alegrías y nuestra felicidad por parte tuya, y llevándonos en nuestro seno a toda la Creación, nos das la gloria y la correspondencia del amor, porque fue creada por Nosotros”.

+ + + +

23-27
Enero 6, 1928

La Divina Voluntad es inmensa, y al sacar a las criaturas a la luz del día, las retiene en Sí como tantas pequeñas habitaciones. Ingratitud de quien no
la hace reinar. Armonía entre Dios y el hombre; cómo siempre debía recibir de Dios para darle siempre.

(1) Me sentía toda abandonada en el Querer Divino, su luz me investía por todas partes, y mientras hacía mi giro en sus actos, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es inmensa, y al sacar a las criaturas a la luz del día, quedaban en mi misma Voluntad como tantas pequeñas habitaciones formadas en Ella, en las cuales mi Querer por derecho debía tener el régimen y el desarrollo de su Vida en cada una de estas pequeñas habitaciones, pero mientras por bondad y liberalidad suya ha dado el espacio y todo lo que se necesitaba para formar estas pequeñas habitaciones en Ella, las

criaturas con ingratitud horrenda no quieren dar el derecho de hacer habitar a mi Querer Divino en ellas, y con tantas habitaciones que ha hecho formar en Ella, por cuantas son las criaturas, tiene el dolor de quedar sin habitaciones, porque no le dan la entrada para habitar en ellas. Sucede a mi Voluntad, como podría suceder a alguien si quisiera formar tantas habitaciones en el mar, o bien en la luz del sol, y mientras el mar o la luz del sol dan el espacio para formar estas habitaciones en ellos, no quisiera que el agua o la luz del sol tuvieran la primacía en estas habitaciones, ni darles el campo de habitar y de tener el primer puesto de régimen. Si el mar y la luz tuvieran razón, sentirían tal dolor, que el mar con sus olas habría investido estas habitaciones y derrumbándolas las habría deshecho y sepultado en su seno, y la luz del sol las habría incinerado con su calor, para deshacerse de estas indignas e ingratas habitaciones que le habían negado el ingreso. Sin embargo, ni el mar, ni el sol le ha dado la vida, sino sólo el espacio; en cambio mi Voluntad Divina ha dado vida y espacio a estas habitaciones de las criaturas en Ella, porque no hay punto donde no se encuentre, ni vida que de Ella no salga, por eso el dolor de mi Voluntad por quien no la hace dominar en ella es inmenso e incalculable, sentir estas vidas en Sí misma, palpitantes, formar el mismo latido y estarse fuera como extraña, como si no le pertenecieran, es la afrenta y monstruosidad de aquellos que no la hacen reinar, y es tan grande, que merecerían la prisión a trabajos forzados y la destrucción. Hija mía, el no hacer mi Voluntad, a las criaturas les parece cosa de nada, en cambio es un mal tan grande y una ingratitud tan negra, que no hay otro mal que lo iguale”.

(3) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Fiat Divino, y habiendo llegado al punto cuando Dios creaba al hombre, pensaba entre mí: “¿Por qué se regocijó tanto al crearlo, cosa que no hizo en todas las otras cosas que creó?” Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, al crear a toda la creación con tanto orden y armonía, Nosotros dimos de lo nuestro sin que nada debiéramos recibir de ella, en cambio al crear al hombre, mientras dimos de lo nuestro, le dábamos capacidad de darnos nuestros mismos dones como si fuesen bienes suyos, en modo que Nosotros debíamos dar siempre, tanto, que se debía formar una competencia entre él y Nosotros, Nosotros en dar y él en recibir, él a darnos y Nosotros a sobreabundarlo de más de nuestros dones. Este dar y recibir, recibir y dar, abría las fiestas, los juegos, las alegrías, las conversaciones entre Creador y criatura. Entonces, al ver la pequeñez de la criatura festejar con nuestra Alteza Suprema, entretenerse, alegrarse, conversar con Nosotros, sentimos tal alegría, tal énfasis de amor en el crear al hombre, que todas las otras cosas creadas nos parecieron nada en comparación de la creación del hombre, y si todas parecían bellas y dignas de nuestras obras, y corrió nuestro Amor en todas las cosas creadas, fue porque debían servir para abundar en dones hacia el hombre, y de él esperábamos la correspondencia del amor de todas las cosas creadas. Por eso toda nuestra alegría y gloria se concentró en el hombre, y al crearlo poníamos entre él y Nosotros armonía de inteligencia, armonía de luz, armonía de palabras, armonía de obras y pasos, y en el corazón armonía de amor, así que en él corrían como tantos hilos eléctricos nuestros de armonía, por los cuales Nosotros descendíamos en él, y él subía a Nosotros. He aquí el por qué tanto gozamos al crear al hombre, y el dolor que nos dio al sustraerse de nuestra Voluntad fue tan grande, porque rompió todas estas armonías, cambió nuestra fiesta en dolor para Nosotros y para él, destruyó nuestros más altos designios, deformó nuestra imagen que en él habíamos creado, porque sólo nuestra Voluntad Divina tenía virtud de mantener bella nuestra obra, con todas las armonías queridas por Nosotros; quitada Ésta, el hombre es el ser más vil y degradado en toda la Creación. Por eso hija mía, si quieres que todos tus sentidos armonicen con Nosotros, no salgas jamás de mi Voluntad; si quieres recibir siempre de tu Creador y abrir las fiestas con Nosotros, sea Ella sola tu vida, tu todo”.
+ + + +
23-28
Enero 13, 1928

Dios al crear al hombre concentró todo en él, y cómo ahora regresa al asalto y concentra en una de esta estirpe el primer acto de la Creación para formar el reino de su Voluntad.

(1) Continúo mi abandono en el Querer Divino, con el desgarro casi continuo de la privación de mi dulce Jesús. ¡Oh Dios! qué pena tremenda, cómo lloro mi pasado, su dulce sonrisa, sus besos afectuosos, la suavidad de su voz, su belleza encantadora y raptora, sus castos abrazos, sus tiernos latidos que con tanto amor hacía palpitar en mi latido, que me divinizaba y transformaba su Vida en mí; cada acto de Jesús, cada palabra y cada mirada eran tantos paraísos de más que formaba en su pequeña hija, y ahora recordándolos son heridas, dardos puntiagudos, flechas encendidas de intenso dolor, de martirio y de muerte continua. Pero no está aquí todo mi dolor; tal vez el dolerme habría servido de alivio, porque el dolor me habría dicho claramente que mi amor hacia Aquél que yo amaba y que tanto me había amado formaba mi dolor, pero ni siquiera esto me es concedido, porque mientras las heridas están por sangrar, los dardos por herirme, las flechas por quemarme, la luz del Santo Querer Divino corre en ellas, y eclipsando toda la fuerza de mi duro martirio hace correr la paz, la felicidad, el rocío benéfico sobre mi pobre alma, así que no puedo tener ni siquiera el bien de dolerme por una pérdida tan grande.
¡Oh! si me pudiese doler como antes, yo creo que mi sumo bien Jesús no tardaría tanto en regresar, pero esto no está en mi poder, estoy en poder del Fiat Divino que no me deja

ningún vacío en mí, y quiere señorear aun sobre mi dolor de la privación de Jesús. Ahora, mientras nadaba en los dos mares: Dolor de estar privada de Jesús, y en el mar de la Luz del Querer Divino, que parecía que uno se fundía en el otro, seguía mi giro en Él y me he detenido en la creación del hombre, y mi dulce Jesús moviéndose apenas en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestra Divinidad al crear al hombre concentró todo en él; como si nada hubiésemos hecho en todo el resto de la Creación, hicimos todo a un lado y nos ocupamos sólo de él, nuestro Amor llegó al exceso, lo miramos, lo volvimos a mirar para ver si era bello, si trasparentaba nuestra belleza en él, nuestro Ser Divino llovía como aguacero sobre de él, ¿y sabes qué llovía? Santidad, luz, sabiduría, gracia, amor, belleza, fuerza, y mientras nos descargábamos sobre él, nuestras miradas estaban fijas sobre el hombre para ver si todas nuestras cualidades estaban concentradas en él, en modo que nada debía faltarle para amarlo y para ser reamado, tanto, que su belleza nos raptaba, su amor nos investía, todas nuestras cualidades puestas en él hacían eco en nuestro Ser Divino y nos ataban y nos llevaban a él. Qué tiempo solemne, qué punto inolvidable, qué hoguera de amor fue la creación del hombre, todas nuestras cualidades divinas desbordaron fuera y festejaron su creación, y para cumplimiento de nuestra fiesta, alegría y felicidad, sacudidos por nuestro mismo amor, miramos la máquina de todo el universo y le hicimos don de todo, constituyéndolo rey de todas las cosas creadas, para poder decir a Nosotros y a él: ‘Rey dominante somos Nosotros, rey y dominante es la obra de nuestras manos, el amado hijo dado a luz en el desahogo de nuestro Amor’. Habría sido inconveniente y no decoroso para Nosotros hacer de nuestro hijo un siervo diferente de Nosotros en la semejanza y en el dominio. ¿No sería tal vez desconveniente e indigno para un rey hacer de su hijo un vil siervo, poniéndolo fuera de su morada, en un pobre tugurio? Este rey merecería la censura de todos y se le tendría no como padre y rey, sino como tirano. Mucho más nuestro parto que salía del fondo de nuestro Amor Divino, por eso queríamos el decoro y la marca de la realeza en nuestra obra. Ahora, este nuestro amor fue roto por el hombre, y con sustraerse de nuestra Voluntad Divina, él mismo se quitó la marca de la realeza y las divisas de rey, pero por parte nuestra nada cambió y persistimos en nuestra Voluntad de hacer de la obra de nuestras manos el hijo rey, no siervo, y por eso en toda la historia de la Creación regresamos al asalto y al cumplimiento de nuestro Querer, y llamamos a una de esta estirpe y poniendo a todos a un lado, como si ningún otro existiese, renovamos la solemnidad de la creación del primer hombre. La hoguera de nuestro Amor forma olas altísimas y nos hace ver todo amor, y poniendo a aquélla en estas olas, a pesar de que nuestra omnividencia ve todo, ponemos todo a un lado y con ésta renovamos el gran prodigio del primer acto de la Creación. Esto lo hicimos con la Soberana Reina, y no rompiendo Ella nuestro amor y conservando en Ella la Vida de nuestro Querer, tiene el título y el derecho de Reina. ¡Oh! cómo se alegra nuestro Amor, hace fiesta al ver en Ella la primera Reina de las obras de nuestras manos creadoras, pero nuestro amor no contento con tener una sola Reina, no fue esta nuestra Voluntad en la Creación, entonces nuestro amor desbordando fuertemente, y poniendo fuera sus olas contenidas, llama a otra y concentra en ella toda la obra de la Creación, llueve sobre de ella como lluvia tupida, desborda sus cualidades divinas para tener la segunda hija reina, para hacerle formar los fundamentos del reino de nuestra Voluntad, y así poder tener el séquito de nuestros hijos, todos reyes y reinas. He aquí por qué estoy poniendo todo a un lado, para obrar en ti el primer acto de la Creación, mi amor me forma el encanto, que mientras miro a los demás me hace tener la mirada fija sobre ti y me hace llover todo lo que se requiere para hacerme formar el reino de mi Voluntad en ti. Yo hago como un padre que habiendo colocado otros hijos y debiendo colocar a otro, no piensa en los primeros ni en los que debe colocar después, sino que poniendo a todos los demás a un lado, piensa sólo en aquél que está por colocar, y si el hijo es bueno y aquélla que ha escogido es digna de él, el padre no repara en gastos, la dota de mayores riquezas, le prepara una habitación suntuosa, en suma, pone fuera todo su amor paterno. Así hago Yo cuando se trata de realizar la finalidad de la Creación, como es el reino de mi Voluntad en medio a las criaturas, a

aquélla que llamo por primera no le hago faltar nada, todo concentro en ella, sabiendo que el todo será heredado por aquellos que la seguirán”.

+ + + +

23-29
Enero 18, 1928

La Virgen está aislada en su gloria, y espera el cortejo de las otras reinas para tener su séquito. Cómo las obras de Dios se dan la mano entre ellas. Las manifestaciones sobre la Divina Voluntad serán el evangelio de su reino. Debates sobre los escritos. Necesidad de los primeros
sacerdotes del reino del Fiat.

(1) Estaba siguiendo los actos en el Querer Divino y decía entre mí: “¡Oh! cómo quisiera encerrarme en el acto primero de Dios para hacer todo con un solo acto, para poder dar a mi Creador todo el amor, toda la gloria, sus mismas beatitudes y alegrías infinitas, para poderlo amar y glorificar como se glorifica y ama Él mismo, ¿qué cosa no le daría si estuviera en aquel acto primero del Fiat Divino? Nada me faltaría para hacer feliz a mi Creador con su misma felicidad”. Y viéndome impotente rogaba a mi Mamá Soberana que viniese en mi ayuda y con sus mismas manos maternas me encerrase en aquel acto primero donde Ella había tenido su perenne morada, porque viviendo en el Divino Querer el primer acto de Dios era suyo, por eso podía darle lo que quería. Pero mientras esto pensaba decía entre mí: “Cuántos desatinos estoy diciendo”. Pero mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la Reina del Cielo en su gloria y grandeza está como aislada, porque habiendo vivido Ella sola en el primer acto de Dios, esto es en la plenitud y totalidad del Querer Divino, Ella es Reina aislada, no tiene el cortejo de otras reinas que la circunden y la igualen en la gloria y grandeza que posee. Ella se encuentra en las condiciones de una reina, que si bien circundada de doncellas, de pajes, de fieles amigos que le hacen honor y le hacen compañía, pero ninguna reina semejante a Ella le hace el gran honor de circundarla y de hacerle compañía; ¿qué sería más honor para una reina de la tierra, estar circundada de otras reinas semejantes a Ella, o bien por personas inferiores de condición, de gloria, de grandeza y de belleza? Hay tal distancia de honor y de gloria entre quien está circundada por reinas y entre quien sólo está circundada por otros, que no rige ninguna comparación. Ahora, la Mamá Celestial quiere, desea, espera el reino de la Voluntad Divina sobre la tierra, en el cual estarán las almas que viviendo en él formarán la vida en el primer acto de Dios, las cuales adquirirán la realeza y el derecho de reinas, todos verán impreso en ellas un carácter imborrable, que son hijas del Rey Divino, y como hijas les toca el título y el derecho de reinas. Estas almas tendrán su morada en el palacio real divino, por eso adquirirán nobleza de modos, de obras, de pasos, de palabras, poseerán tal ciencia que ninguna las podrá igualar, serán investidas de tal luz, que la luz misma anunciará a todos que es reina que ha vivido en el palacio real de mi Voluntad. Entonces la Reina Soberana no estará más sola en su regio trono, tendrá las otras reinas que la circundarán, su belleza se reflejará en ellas, su gloria y grandeza encontrarán en quien podrán verterse, ¡oh! cómo se sentirá honrada, glorificada, por eso suspira por quien quiera vivir en el Fiat Divino, para formarse las reinas en el acto primero de Él, para poder tener en la Patria Celestial el séquito de las otras reinas que la circundarán y le darán los honores a Ella debidos”.
(3) Después de esto estaba pensando para qué servirán estos escritos sobre la Divina Voluntad, y mi sumo y único bien Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, todas mis obras se dan la mano, y esta es la señal de que son obras mías, que una no se opone a la otra, más bien están tan ligadas entre ellas que se sostienen mutuamente, tan es verdad, que debiendo formar a mi pueblo elegido del cual, y en el cual

debía nacer el futuro Mesías, formé de aquél mismo pueblo el sacerdocio, el cual instruía al pueblo y lo preparaba al gran bien de la Redención, les di leyes, manifestaciones e inspiraciones, sobre las cuales venían formadas las sagradas escrituras llamadas Biblia, y todos estaban atentos al estudio de ella. Después, con mi venida a la tierra Yo no destruí las sagradas escrituras, más bien las apoyé, y mi Evangelio anunciado nada se oponía a ellas, más bien se sostenían en modo admirable mutuamente, y con el formar la nueva Iglesia naciente formé el nuevo sacerdocio, los cuales no se apartan ni de las sagradas escrituras, ni del Evangelio, todos están atentos sobre de ellos para instruir a los pueblos, y alguno que no quisiera tomar de esta fuente saludable, se puede decir que no me pertenece, porque ellas son la base de mi Iglesia y la misma vida con la cual vienen formados los pueblos. Ahora, lo que Yo manifiesto acerca de mi Voluntad Divina y que tú escribes, se puede llamar el Evangelio del reino de la Voluntad Divina, nada se opone ni a las sagradas escrituras ni al Evangelio que Yo anuncié estando en la tierra, más bien se puede llamar el sostén del uno y del otro, y por eso permito y llamo a los sacerdotes a que vengan, que lean el evangelio todo de Cielo del reino de mi Fiat Divino, para decir como dije a los apóstoles: ‘Predíquenlo por todo el mundo’. Porque Yo me sirvo para mis obras del sacerdocio, y así como tuve el sacerdocio antes de mi venida para preparar al pueblo, el sacerdocio de mi Iglesia para confirmar mi venida y todo lo que Yo hice y dije, así tendré el sacerdocio del reino de mi Voluntad. He aquí a qué servirán las tantas cosas que te he manifestado: Las tantas verdades sorprendentes, las promesas de los tantos bienes que debo dar a los hijos del Fiat Voluntas Tua, serán el Evangelio, la base, la fuente inagotable de la cual todos tomarán la Vida Celestial, la felicidad terrenal y la restauración de su creación. ¡Oh! cómo se sentirán felices quienes con ansia beban a grandes sorbos en estas fuentes de mis conocimientos, porque ellas contienen la virtud de llevar la Vida del Cielo y de desterrar cualquier infelicidad”.
(5) Entonces al oír esto, pensaba entre mí en la gran cuestión de los escritos sobre la Divina Voluntad que se encontraban en Messina, llevados allá por el memorable padre Di Francia, y como yo y mis superiores los queremos absolutamente acá, y los superiores de Messina, instruidos rigurosamente por el venerable padre antes de morir, se los quieren tener allá para la publicación cuando a Dios le parezca bien, por eso no se hace otra cosa que enviar cartas de fuego de un lado y del otro, aquellos para retenerlos y nosotros para recuperarlos, y yo me sentía toda pensativa, fastidiada, cansada y decía entre mí: “¿Cómo el buen Jesús ha podido permitir todo esto, quién sabe y a lo mejor también Él se disgusta?” Y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, tú estás preocupada, pero Yo no estoy ni siquiera disgustado, más bien gozo al ver el interés que toman los sacerdotes por estos escritos que formarán el reino de mi Voluntad, esto significa que aprecian el gran bien de ellos, y cada uno quisiera tener consigo un tesoro tan grande para ser los primeros en comunicarlo a los demás, y mientras dura la cuestión de quién debe vencer, uno se acerca al otro para aconsejarse sobre lo que se debe hacer, y Yo gozo con que otros ministros míos conozcan que existe este tesoro tan grande, de hacer conocer el reino de mi Querer Divino, y Yo me sirvo de esto para formar a los primeros sacerdotes de mi futuro reino de mi Fiat. Hija mía, es una gran necesidad el formar los primeros sacerdotes, ellos me servirán como me sirvieron los apóstoles para formar mi Iglesia, y quien se ocupe de estos escritos para publicarlos, poniéndolos fuera para imprimirlos para hacerlos conocer, serán los nuevos evangelistas del reino de mi Suprema Voluntad. Y así como en mi Evangelio se menciona el nombre de los cuatro evangelistas que los escribieron, con sumo honor de ellos y gloria mía, así será de aquellos que se ocuparán en escribir los conocimientos sobre mi Voluntad para publicarlos, como nuevos evangelistas, de ellos se hará más mención en el reino de mi Voluntad, con sumo honor de ellos y de mi gran gloria de verme regresar en mi regazo el orden de la criatura, la Vida del Cielo sobre la tierra, única finalidad de la Creación. Por eso en estas circunstancias Yo ensancho el giro, y como pescador Yo pesco a aquellos que me deben servir para un reino tan santo. Por eso déjame hacer y no te preocupes”.


+ + + +

23-30
Enero 22, 1928

La insistencia en pedir el reino del Fiat Divino es señal de que Él quiere reinar. Martirio de la privación de Jesús. La voluntad humana es la profanadora de la criatura.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino y quería arrollar todo, Cielo y tierra, a fin de que todos tuviesen una sola voluntad, una sola voz, un solo latido, quería animar a todos con mi voz, a fin de que todos dijesen junto conmigo: “Queremos el reino de tu Querer”. Y para obtener esto quería ser mar para hacer hablar a las aguas, sol para dar mi voz a la luz, cielo para animar a las estrellas, y hacer decir a todos: “Venga tu reino, sea conocido tu Fiat”. Quería penetrar en las regiones celestiales para hacer decir a todos los ángeles y santos, a la misma Mamá Celestial: “Trinidad adorable, hazlo pronto, no tardes más, te pedimos que tu Querer descienda a la tierra, se haga conocer y reine en ella como en el Cielo.” Ahora, mientras esto y otras cosas hacía, que sería demasiado largo ponerlo en el papel, pensaba entre mí: “¿Y por qué tanta insistencia y premura mías, que parece que no sé hacer nada si no pido su Fiat dominante sobre la tierra?” Y Jesús bendito moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú supieras quién es el que te empuja, quién te hace insistir tanto, quién quisiera mover todo en ti para pedir la Vida, el reino de mi Voluntad sobre la tierra, tú quedarías maravillada”.
(3) Y yo: “Dime quién es Amor mío”. Y Él todo ternura ha agregado:
(4) “¿Quieres saberlo? Es mi misma Voluntad la que te empuja a esto, porque Ella quiere hacerse conocer, quiere reinar, pero quiere la insistencia de su pequeña hija, que apresurándola en todos los modos y moviendo todo, la llame junto con todos, con los medios más potentes, a venir a la tierra; tus insistencias son señal e imagen de sus suspiros y de sus infinitas premuras e insistencias de que quiere darse a las criaturas, y así como tú quieres mover todo, así Ella quisiera mover todo, el mar, el sol, el cielo, el viento, la tierra, a fin de que todos movieran a las criaturas a reconocerla, a recibirla, a amarla, y Ella apenas se vea deseada, romperá los velos de todas las cosas creadas, y como Reina y Madre que suspira por sus hijos saldrá del seno de ellas, en las cuales estaba escondida, y revelándose abrazará a sus hijos y reinara en medio a ellos, dándoles bienes, paz, santidad y felicidad”.
(5) Después de esto han pasado largos días de privación de mi dulce Jesús, me sentía torturada, sin fuerzas, tanto, que habiendo intentado escribir lo que me había dicho en días pasados, me sentía imposibilitada para hacerlo, y Él viendo que no podía y los grandes esfuerzos que hacía para escribir, ha salido del fondo de mi interior, como uno que se despierta de un largo sueño y con un acento piadoso me ha dicho:
(6) “Pobre hija, ánimo, no te abatas, es verdad que el martirio de mi privación es terrible, y si Yo escondido no te sostuviese, tú no habrías podido quedar viva. Mucho más que Aquella que te martiriza es mi Voluntad Divina, la cual siendo inmensa y eterna, tu pequeñez siente todo el peso de su inmensidad y se siente triturar bajo de Ella, pero debes saber hija mía que es su gran amor por ti, pequeña hija suya, y por eso su luz no quiere sólo restaurar tu alma, sino también tu cuerpo, quiere como pulverizarlo y animando los átomos de tu polvo con su luz, con su calor, quiere quitar cualquier germen y humores de voluntad humana, para hacer que tanto tu alma como tu cuerpo, todo sea sagrado en ti, nada quiere tolerar, ni siquiera un átomo de tu ser que no esté animado y consagrado por mi Voluntad, por eso tu duro martirio no es otra cosa que la consumación de lo que no le pertenece. ¿No sabes tú que la voluntad humana es la profanadora de la criatura? Ella cuando tiene sus pequeños caminos, los agujeros más pequeños para entrar en la criatura,

profana las cosas más santas, las más inocentes, y mi Querer que hizo del hombre su sagrado y vivo templo donde poner su trono, su morada, su régimen, su gloria, si la criatura da las pequeñas entradas al querer humano, se siente profanar su templo, su trono, su morada, su régimen y su misma gloria. Por eso mi Querer quiere quitarte todo, aun mi misma presencia, para ver si su dominio es absoluto sobre de ti y te contentas con que Ella sola domine y tenga la primacía en ti. Todo debe ser en ti Voluntad Divina para que Ella pueda decir: Estoy segura, nada me ha negado, ni siquiera el sacrificio de la presencia de su Jesús, al que amaba más que a sí misma, así que mi reino está al seguro”.
(7) Yo al oír esto me sentía fortificada por su presencia, y al mismo tiempo amargada por sus palabras, y en mi dolor le he dicho: “Amor mío, ¿así que Tú no debes venir más a la pequeña y pobre exiliada? ¿Y yo cómo haré, cómo podré vivir sin Ti?”
(8) Y Jesús: “No, no, y además, ¿de dónde debo venir si estoy dentro de ti? Quédate en paz y cuando menos lo pienses Yo me revelaré, porque no parto de ti, sino quedo contigo”.

+ + + +


En la Redención está encerrado el reino del Fiat Divino.

23-31
Enero 27, 1928

Dios al obrar escoge a una criatura donde depositar su obra.

(1) Estaba siguiendo mi giro en el Querer Supremo, y habiendo llegado a los actos que mi amado Jesús hizo en la Redención, buscaba seguir paso a paso todo lo que había hecho con tanto amor y dolor, y pensaba entre mí: “En otra ocasión Jesús me dijo que me amaba tanto, que me hacía propietaria de sus obras, de sus palabras, de su corazón, de sus pasos, de sus penas, no había acto que hubiera hecho del cual no me hiciera don, y esto sólo Jesús podía y quería hacerlo, porque amaba como Dios, en cambio las criaturas si dan, dan los bienes externos, las riquezas de la tierra, pero ninguna da la propia vida, esto significa que es amor de criatura, amor finito”. Así que pensaba entre mí: “Si esto es así, mi amable Jesús dondequiera que esté debería llamarme para hacer sus actos, para hacerme entrega de ellos”. Y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que en la Redención fue encerrado el reino de mi Voluntad Divina, no hubo acto que Yo hiciera donde no encerrara el uno y la otra, con esta sola diferencia, que lo que pertenecía a la Redención lo manifestaba fuera, los hice conocer y de ellos hice don, porque debían servir como preparativo al reino de mi Divina Voluntad; en cambio los que pertenecían al reino de mi Fiat los retuve en Mí mismo, como suspendidos en mi misma Voluntad Divina. Ahora, tú debes saber que cuando nuestra Divinidad decide sacar un acto fuera de Sí misma, el hacer una obra, un bien, primero escogemos la criatura en la cual depositar nuestra obra, porque no queremos que lo que Nosotros hacemos quede en el vacío y sin efecto, y que ninguna criatura deba ser depositaria de nuestros bienes, por eso llamamos al menos a una, así si las otras criaturas, ingratas no quieren recibir nuestros bienes, al menos en ésta vienen depositadas nuestras obras, y cuando estamos seguros de esto, entonces obramos. En la Redención la depositaria de todos mis actos fue mi inseparable Mamá, se puede decir que cuando debía respirar, llorar, rezar, sufrir, y todo lo demás que Yo hice, primero la llamaba a Ella a recibir mis respiros, mis lágrimas, mi sufrir, etc., para depositarlos en Ella, y después respiraba, lloraba y rezaba, me hubiera resultado insoportable y de un dolor tal, que sobrepasaría cualquier otro dolor, si no hubiese tenido a mi Mamá, en la cual podía depositar mis actos. Ahora, estando encerrados en todos los actos de la Redención los del reino de mi Voluntad Divina, desde entonces te llamaba a ti, y así como depositaba en la Soberana del Cielo todo lo que correspondía al reino de la Redención, así depositaba en ti lo que corresponde al reino del Fiat Supremo. He aquí el por qué quiero que me sigas paso a paso, y si como pequeño niño lloraba, te quiero cerca para darte el don de mis lágrimas, que con ellas te conseguí el gran don de mi reino divino; si hablo, te quiero junto para hacerte el don de la palabra de mi

Voluntad; si camino, para hacerte el don de los pasos de Ella; si obro, para dotarte de sus obras; si rezo, para darte el don de mi oración para implorar su reino a la familia humana; si hago milagros, para darte el don del gran milagro de mi Voluntad, y por eso si doy la vista a los ciegos, te quito la ceguera de tu querer humano, para darte la vista de la mía; si doy el oído a los sordos, te hago el don de adquirir el oído de mi Querer; si doy la lengua a los mudos, te libero del mutismo de mi Querer; si enderezo a los lisiados, te enderezo en Él; si tranquilizo la tempestad con mi imperio, ordeno a la tempestad de tu voluntad humana que no ose agitar más el mar pacífico de la mía; en suma, no hay cosa que haga y sufra de la que no te haga un don, para poner en ti el reino de mi Querer, tan amado por Mí y formado en Mí mismo. Habría sido para Mí el más grande de mis dolores, que mientras formaba en Mí, en mi Humanidad, con tanto amor el reino de mi Querer Divino, finalidad primaria por la que vine a la tierra y formaba este mi reino para restablecerlo en las criaturas, no debía estar seguro, como lo estuve para la Redención, de que al menos una criatura debiera recibir el restablecimiento del reino del Fiat Divino, y por eso Yo miraba los siglos como un solo punto y te encontraba a ti, la elegida, y desde entonces dirigía y depositaba mis actos en ti para disponer en ti mi reino, y así como para el reino de la Redención no ahorré nada, ni fatigas, ni penas, ni oraciones, ni gracias, ni siquiera la misma muerte para poder dar a todos gracias y medios suficientes y abundantes para que todos pudiesen salvarse y santificarse, a pesar de que ponía y depositaba al seguro el todo en la Celestial Reina, así para el reino de mi Querer, a pesar de que pongo todo al seguro en ti, estoy dando tanto, no ahorro nada, ni enseñanzas, ni luz, ni gracias, ni alicientes, ni promesas, de modo que si todos quieren recibir el gran bien de mi Voluntad para hacerla reinar en ellos, todos encontrarán medios y ayudas sobreabundantes para vivir un bien tan grande, por eso tu venida a la tierra en el tiempo era esperada por Mí con tanto amor, con tal ansia, que tú no puedes ni siquiera imaginar, porque quería depositar los tantos actos suspendidos, hechos por mi Humanidad para formar el reino del Fiat Supremo; si tú supieras qué significa un acto suspendido hecho por tu Jesús, ¡oh! cómo te apresurarías a recibir todo el depósito de mis actos para dar vida a estos actos suspendidos, porque ellos contienen tantas Vidas Divinas, y te apresurarías a hacerlos conocer a las otras criaturas”.

+ + + +

23-32
Enero 29, 1928

Valor inmenso de los escritos sobre la Divina Voluntad. Son caracteres transmitidos de la patria celestial. Cómo harán el asedio al querer humano. Deseo del corazón de Jesús. Sus actos son ejército
que pide el reino del Fiat.

(1) Estaba leyendo en el volumen 20° lo que correspondía a la Divina Voluntad, y sentía tal impresión cómo si viera correr en las palabras escritas una Vida Divina viva y palpitante, sentía la fuerza de la luz, la vida del calor del Cielo, la virtud obrante del Fiat Divino en lo que leía y agradecía de corazón a mi Jesús que con tanto amor se había dignado hacerme escribir. Pero mientras esto hacía, mi amado Jesús, como no pudiendo contener Él mismo los sobresaltos de su corazón, ha salido de dentro de mi interior y poniéndome los brazos al cuello me ha estrechado fuertemente a su corazón para hacerme sentir sus latidos ardientes, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú agradéceme que te he hecho escribir lo que respecta a mi Voluntad, doctrina toda de Cielo y que tiene virtud de comunicar la Vida palpitante y toda celestial de Ella a quien leerá estos escritos. Mi Voluntad está palpitante en medio a las criaturas, pero vive sofocada por el querer humano, estos escritos harán sentir tan fuerte su latido, que sofocarán el querer humano y tomará su primer puesto de vida que le toca, porque mi Voluntad es el latido y la vida de toda la Creación, por eso el valor de estos escritos es

inmenso, contienen el valor de una Voluntad Divina; si fueran escritos de oro no superarían el gran valor que en sí mismos contienen, estos escritos son soles impresos con caracteres de luz brillantísima en las paredes de la patria celestial, y forman el más bello adorno de aquellos muros de la ciudad eterna, en los cuales los bienaventurados, todos quedan raptados y sorprendidos al leer los caracteres de la Suprema Voluntad, por eso, gracia más grande no podía hacer en estos tiempos que transmitir los caracteres de la patria celestial por tu medio a las criaturas, los cuales llevarán la vida del Cielo en medio de ellas.
(3) Ahora, así como tú me agradeces a Mí, así Yo te agradezco a ti que te has prestado a recibir mis lecciones y a hacer el sacrificio de escribir bajo mi dictado. Era mi Voluntad Divina que hacía correr mientras tú escribías, la viva virtud de su latido ardiente, eterno y vivificante, y que imprimía en tus caracteres, por eso tú releyéndolos sientes la renovación toda celestial impresa en ellos. ¡Oh, cómo resultará difícil a quien lea estos escritos el no sentir la Vida palpitante de mi Querer y el no sacudirse, por la virtud de su latido vivificante, del letargo en el cual se encuentran. Estos escritos sobre mi Supremo Fiat, con la fuerza de su luz eclipsarán la voluntad humana, serán bálsamo a las heridas humanas, serán opio a todo lo que es tierra, las pasiones se sentirán morir, y de la muerte de ellas resurgirá la vida del Cielo en medio a las criaturas, serán el verdadero ejército celestial, que mientras pondrán en estado de asedio a la voluntad humana y a todos los males producidos por ella, harán resurgir la paz, la felicidad perdida, la Vida de mi Voluntad en medio a las criaturas, el asedio que pondrán no hará daño a ninguno, porque mi Voluntad es de poner en estado de asedio al querer humano, a fin de que no tiranice más a las pobres criaturas, sino que las deje libres en el reino de mi Voluntad. Por eso he insistido tanto e insisto en hacerte escribir, te he tenido en la cruz, te he sacrificado, era necesario, se trataba de la cosa más importante, era el eco del Cielo, la vida de allá arriba que quiero formar sobre la tierra. He aquí la causa de mi continuo estribillo: Sé atenta, no omitas nada y tu vuelo en mi Voluntad sea continuo”.
(4) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Fiat Divino y acompañaba los suspiros, las lágrimas, los pasos de Jesús y todo lo demás hecho y sufrido por Él, diciéndole: “Amor mío, Jesús, te pongo el ejército de todos tus actos en torno a Ti, e invistiendo tus palabras, tus latidos, tus pasos, tus penas y todos tus actos con mi te amo, te pido el reino de tu Voluntad. Escucha oh Jesús, si no me escuchas por medio del ejército de tus actos que te ruegan, te apresuran, ¿qué otra cosa podría hacer para moverte a concederme un reino tan santo?” Pero mientras esto decía pensaba entre mí: “Mi dulce Jesús tenía sus deseos mientras estaba sobre esta tierra, ¿o bien, de hecho no los tenía? Y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(5) “Hija mía, como Dios no existía en Mí ningún deseo, porque el deseo nace en quien no posee todo, pero para quien todo posee y nada le falta, el deseo no tiene razón de existir, pero como hombre tuve mis deseos, porque mi corazón se hermanó en todo a las otras criaturas, y haciendo míos los deseos de todos, desee por todos, con todo el ardor, dar el reino de mi Fiat Divino a todas las criaturas, así que si suspiraba, suspiraba el reino de mi Querer, si rogaba y lloraba y deseaba, era sólo por mi reino que quería en medio a las criaturas, porque siendo eso la cosa más santa, mi Humanidad no podía hacer menos que querer y desear la cosa más santísima, para santificar los deseos de todos y darles lo que era santo y de bien más grande y perfecto para ellos, por eso todo lo que tú haces no es otra cosa que mi eco, que resonando en ti te hace pedir en cada acto mío el reino de mi Voluntad. Es por esto que te hago presente cada acto mío, cada pena que sufro, cada lágrima que vierto, cada paso que doy, porque amo el que tú, invistiéndolos, repitas junto a cada acto mío: ‘Jesús, te amo, y porque te amo dame el reino de tu Querer Divino.’ Quiero que me llames en cada cosa que hago, para hacerme resonar el dulce recuerdo de que mis actos dicen: ‘Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in Terra.’ De modo que al ver tu pequeñez, a la pequeña hija de mi Querer que hace su eco a todos mis actos, poniéndolos como un ejército en torno a Mí, Yo me apresure a conceder el reino de mi Voluntad”.


+ + + +

23-33
Enero 31, 1928

Giro en la Voluntad Divina. Asalto a la Majestad Divina. Atractivos de la pequeñez; el secreto de ella. La voluntad humana es nauseante. Ejemplo.

(1) Estaba recogiendo todos los actos de la Divina Voluntad hechos en la Creación, los mares de la Reina Celestial, aquellos de mi amado Jesús, en suma todos los actos que el Fiat Divino ha sacado fuera de Sí mismo. Así que estaba recapitulando todo para llevarlos ante la Alteza de la Majestad Suprema, para darle por medio de esto el último asalto y obligarla a darme su reino sobre la tierra, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Soy pequeña, soy un átomo apenas, ¿cómo puedo llevar la vastedad del cielo, la multiplicidad de las estrellas, la inmensidad de la luz del sol, y además todos los mares de mi Mamá y los de Jesús, que son interminables? Entonces, ¿mi pequeño átomo no queda perdido en medio de tantas obras tan grandes? Creo que todo el Cielo sonreirá al ver a mi pequeñez que quiere dar este asalto como último acto de su giro en la Voluntad Divina, porque siendo pequeña, yo no sólo quedo perdida, sino también anulada por una sola obra del Querer Divino, por tanto mi asalto será sin efecto, y tal vez servirá para hacer sonreír, a mis espaldas, a toda la corte celestial”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho todo ternura:
(2) “Pequeña hija mía, tu pequeñez tiene tal atractivo, que llama la atención de todo el Cielo para ver qué cosa quiere hacer y sabe hacer tu pequeñez. Ver hacer cosas grandes a una persona grande no acapara la atención, ni lleva la alegría, pero si se viera hacer la misma cosa grande por una pequeña niña, esto despertaría tal estupor y maravilla, que todos querrían ver la obra grande de la pequeña niña, lo que no sucede si la misma obra la hiciera una persona grande. Si tú supieras cómo la mirada divina y la de todo el Cielo se fija en ti al verte como deprisa reunir todas juntas las obras de la Divina Voluntad para dar el asalto al Creador, llevando sus mismas armas para hacerle la guerra santa, para hacer que te ceda su reino, se puede decir que tu afanarte, el reunir todo, es la verdadera sonrisa del Cielo, es la nueva fiesta que lleva tu pequeñez a la Patria Celestial, y todos esperan el asalto de la pequeña niñita. ¿Pero quieres saber dónde está el secreto de tu fuerza en tu pequeñez, que mientras quedas perdida ahora en la luz del sol, ahora en medio a las estrellas, ahora en mis mares y en los de mi Mamá Celestial, tu átomo no se detiene, se libera y sale de nuevo en campo para cumplir su epílogo de todas las obras del Fiat Divino? Todo el secreto está encerrado en Él, que te mueve, te inviste, te da la cuerda para hacerte girar y para hacerte encerrar todos sus actos, para hacerse por Sí mismo, por medio de tu pequeñez, dar el asalto para hacerse atraer y venir a reinar sobre la tierra. ¿Qué cosa no puede el átomo animado por mi Querer? Todo, porque llega a ser un acto en medio a todos sus actos de Voluntad Divina, y esto basta para poder hacer de todos sus actos un solo acto, para decir: Todo es mío, y todo me debe servir para poder conseguir el reino del Fiat Divino sobre la tierra”.
(3) Después de esto estaba pensando en cuánto mal ha hecho la voluntad humana a las pobres criaturas, por eso yo la aborrezco, ni siquiera quiero conocerla más, ni mirarla, porque es demasiado nauseante. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, la voluntad humana por sí sola es nauseante, pero unida con la mía es la cosa más bella que creé, mucho más, que de la Divinidad jamás podía salir una cosa que diera nausea; ella unida con la nuestra tendría el movimiento continuo del bien, de la luz, de la santidad, de la belleza, y con nuestro movimiento continuo, que jamás cesa, habría sido el prodigio más grande de la Creación, nuestro movimiento la purificaría de toda

sombra de mancha, sucedería como al mar, que porque murmura continuamente y tiene su movimiento perenne, sus aguas son puras y cristalinas, ¡oh! si las aguas del mar estuviesen quietas, las aguas perderían la pureza y se volverían de tal manera nauseantes, que ninguno lo miraría, las aguas serían tan asquerosas y llenas de suciedad, que las naves no podrían navegar el mar y ninguno haría su comida de aquellos peces de aguas tan pútridas, así que el mar sería un peso a la tierra y produciría el contagio de todos los males a las generaciones humanas. En cambio, sólo porque murmura y tiene su movimiento continuo, ¿cuánto bien no hace a las criaturas? Y mientras en su seno esconde quién sabe cuántas suciedades, con su murmullo tiene el dominio de tenerlas sepultadas en el fondo de él y señorea la pureza de sus aguas puras y vaciadas de cualquier suciedad. Así es la voluntad humana, más que mar, que si el movimiento divino murmura en ella, es bella y pura, todos los males quedan sepultados y sin vida, en cambio si mi Voluntad no murmura en ella y no tiene su primer movimiento, todos los males renacen y se vuelve de la más bella la más fea, de dar piedad. Otra imagen es la naturaleza humana, unida con el alma es bella, ve, siente, camina, obra, habla, no apesta; desunida del alma se corrompe, apesta horriblemente, da asco el verla, se puede decir que no se reconoce más, ¿quién ha hecho un cambio tan drástico del cuerpo vivo al cuerpo muerto? La falta del murmullo del alma, de su movimiento continuo que tenía la primacía en la naturaleza humana. Así fue puesta mi Voluntad al humano querer, como alma de la cual debía recibir la vida, su murmullo continuo, así que mientras está unida con la mía es un prodigio de vida, de belleza; desunida de la mía pierde las piernas, las manos, la palabra, la vista, el calor, la vida, por consecuencia se vuelve de tal manera horrible, más que cadáver, de merecer que se entierre en lo más profundo del abismo porque su hedor es insoportable. Por eso quien no está unido con mi Voluntad pierde la vida de su alma, por eso nada puede hacer de bien y todo lo que hace es sin vida”.

+ + + +

23-34
Febrero 2, 1928

Cómo debe suplir por quien no ha obrado en la unidad del Fiat Divino. Para quien no lo posee, su lenguaje es un lenguaje extraño. Razón por la que hasta ahora no han hablado de Ella. Quien no vive en la unidad recibe los efectos de la Voluntad Divina, no la Vida de
Ella. Ejemplo del sol con la tierra.

(1) Estaba siguiendo mi giro en el Fiat Supremo, y habiendo llegado al Edén estaba diciendo entre mí: “Jesús mío, hago mía la unidad de tu Querer para suplir a aquella unidad que perdió mi padre Adán cuando se sustrajo de Él, y para suplir a todos aquellos actos que no han hecho en la unidad de Él todos sus descendientes”. Pero mientras esto decía pensaba entre mí: “¿Y yo estoy en la unidad del Fiat Divino? Si no estoy, ¿cómo puedo suplir por los demás? Entonces mi decir termina en palabras, pero no en hechos”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando Adán pecó sucedió la retirada de la unidad de mi Voluntad por ambas partes: El hombre se retiró de Ella y Ella se retiró de él, y con retirarse la mía, el hombre perdió mi unidad, todos sus méritos y los derechos que Dios le había dado al crearlo, porque él fue el verdadero desertor del reino de mi Voluntad, y el desertor pierde todos los derechos y la posesión de sus mismos bienes. Ahora, así como mi Voluntad se retiró del hombre porque fue él el que se retiró primero, así puede de nuevo darse a quien, retirándose del querer humano, entra en su reino como nuevo conquistador de la unidad de mi Fiat Divino, mucho más, que entre tú y la Divinidad ha habido un acuerdo, mi Querer en hacerte el gran don de su unidad, llamándote al primer acto de la Creación, y tú no sólo a recibirlo, sino a hacerle el don de tu voluntad, así que de ambas partes ha sido el

intercambio, pero no en simples palabras, sino con los hechos, tan es verdad, que la mía te está poniendo al día en lo que respecta al don grande que te ha hecho, a fin de que conozcas lo que posees, goces de sus bienes y apreciándolo lo consigas a la familia humana, y tú habiendo hecho el don de tu voluntad no quieres reconocerla más y sientes terror sólo al recordarla. Ahora es justo que hagas tu deber y suplas a aquella unidad perdida por el hombre desde que la mía hizo su retirada, retirándose en sus regiones celestiales. ¿No es tal vez dueña mi Voluntad de darse de nuevo, con tal que encuentre nuevamente a quien no quiere vivir más de su voluntad humana? Y además, tú debes saber que si mi Voluntad no estuviera en ti, no habrías podido comprender su lenguaje celestial, habría sido para ti como un dialecto extraño, como una luz sin calor, como un alimento sin sustancia y te habría sido difícil escribir acerca de Ella para transmitirla a tus hermanos. Todo esto es señal de que mi Voluntad dominándote en todo, se hace pensamiento en tu mente, palabra sobre tus labios, latido en tu corazón, maestro que sabe que su alumna comprende sus lecciones y ama escucharlo, por eso era necesario hacerte el don de mi Voluntad Divina, para darte la gracia necesaria para hacerte conocer y transcribir todas las más bellas prerrogativas del reino de mi Fiat Divino. Y es también esta la razón por la que ninguno hasta ahora ha hablado largamente de mi Voluntad para hacer comprender los mares inmensos de bien que contiene y qué quiere y puede dar a las criaturas, a lo más se han dicho pocas palabras y con palabras entrecortadas, como si no tuviesen qué decir acerca de mi Fiat tan grande y extenso, que contiene y abraza toda la eternidad; no poseyéndolo como don y cosa propia, para todos era como extraño el lenguaje para hablar de la importancia y de sus méritos infinitos, si no la conocían a fondo,
¿cómo podían hablar de una Voluntad Divina que contiene tanto, que no bastan todos los siglos para hablar de Ella? Por eso sé atenta hija mía, pues mientras navegas su mar, tomas siempre alguna cosa de nuevo para hacerla conocer a las generaciones humanas”.
(3) Después de esto estaba pensando en la unidad del Fiat Divino y decía entre mí: “Cómo todos aquellos que han hecho el bien, tantas obras grandes, ¿cómo podían hacerlas si no poseían su unidad?” Y Jesús siempre benigno ha agregado:
(4) “Hija mía, todo el bien hecho hasta ahora por las criaturas, ha sido hecho en virtud de los efectos de mi Voluntad Divina, porque no hay bien sin Ella, pero que hayan vivido totalmente y plenamente en su unidad, ninguno hasta ahora, solamente mi Mamá Reina, y por eso atrajo el gran prodigio de la Encarnación del Verbo, si esto fuese, la tierra habría regresado al estado del Edén, y además aquél que habría poseído la unidad de mi Querer, no habría podido ni contenerla, ni resistir sin hablar de Ella, habría sido como si el sol se quisiera encerrar dentro de un vaso de cristal sin expandir sus rayos, ¿no habría más bien con su calor quebrado el vidrio para estar libre en expandir sus rayos? Poseer la unidad de mi Fiat y no hablar de Él, no expandir sus rayos, la belleza de sus conocimientos, le habría sido imposible, se le rompería el corazón si no diese desahogo a manifestar en parte la plenitud de su luz y de los bienes de Él, así que el bien ha sido hecho en virtud de los efectos de Él. Esto sucede como le sucede al sol, que en virtud de los efectos que contiene su luz hace germinar las plantas y hace producir tanto bien a la tierra, parece que la tierra y los efectos del sol trabajan juntos para producir plantas, frutos y flores a las criaturas, pero la tierra no se eleva en la esfera del sol, si esto hiciera, el sol tendría tanta fuerza de quitar su parte obscura y todos sus átomos de polvo los convertiría en luz, y la tierra se volvería sol, pero como la tierra no se eleva, ni la esfera del sol desciende en lo bajo, la tierra permanece tierra y el sol no la transforma en él, parece que el uno y la otra se miran de lejos, se ayudan y trabajan juntos por medio de los efectos de la luz que de la altura de su esfera expande sobre la tierra, y si bien recibe tantos admirables efectos, produce las más bellas flores, pero hay una gran distancia entre la tierra y el sol, no se asemejan entre ellos, ni la vida de uno se vuelve vida de la otra, y por eso la tierra no sabe hablar del sol, ni decir todos los efectos que contiene, ni cuánto calor y luz posee. Así se encuentra la criatura que no posee la unidad de mi Voluntad, no se eleva en su esfera altísima para llegar a ser sol, ni mi Sol Divino desciende para formar la vida de ella, pero queriendo hacer el bien se mueve en torno a su luz, y Ella comunica los efectos para hacer

germinar el bien que quiere, porque mi Fiat no se niega a ninguno, más bien con su luz despierta la naturaleza humana para hacerla reverdecer y hacerla producir frutos de obras buenas”.

+ + + +

23-35
Febrero 5, 1928

Promesa en el Edén del futuro Redentor. Promesa solemne en el Padre Nuestro del reino de la Divina Voluntad. Cómo
Dios se siente repetir la alegría de la Creación.

(1) Mi pobre mente se siente como fija en el Fiat Supremo, y me siento como una pequeña niña, que como le agradan las bellas lecciones de su amada maestra, gira siempre en torno a ella haciéndole miles de preguntas para tener el placer de oírla hablar y aprender otras lecciones más bellas, y mientras la maestra habla, ella se está con la boca abierta escuchándola, tantas son las bellas sorpresas que le hace de sus lecciones. Así soy yo, una pequeña niña que me pongo en torno a la luz de la Divina Voluntad, más que maestra, porque quiero tomar su Vida de las bellas lecciones que da a mi pequeña alma, y Ella, porque soy pequeña, se complace en contentarme, dándome tales sorpresas de lecciones divinas jamás pensadas por mí. Entonces, mientras pensaba en el reino de la Divina Voluntad y me parecía difícil su reinar sobre la tierra, mi amado Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto Adán pecó Dios le hizo la promesa del futuro Redentor; pasaron siglos, pero la promesa no vino a menos, y las generaciones tuvieron el bien de la Redención. Ahora, cuando vine del Cielo y formé el reino de la Redención, antes de partir al Cielo hice otra promesa más solemne, la del reino de mi Voluntad, y ésta la hice en el Padre Nuestro, y para darle más valor y para obtenerlo más pronto, esta promesa formal la hice en la solemnidad de mi oración, pidiendo al Padre que hiciera venir su reino, que es la Voluntad Divina como en el Cielo así en la tierra, y me puse Yo a la cabeza de esta plegaria, conociendo que tal era su Voluntad y que rogado por Mí no me habría negado nada, mucho más que con su misma Voluntad Yo rogaba y pedía una cosa querida por mi mismo Padre, y después de haber formado esta plegaria ante mi Padre Celestial, seguro que me era concedido el reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra, la enseñé a mi apóstoles a fin de que la enseñaran a todo el mundo, para que uno fuera el grito de todos: ‘Hágase tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra’. Promesa más cierta y solemne no podía hacer; los siglos para Nosotros son como un punto solo, y nuestras palabras son actos y hechos cumplidos. Mi mismo rogar al Padre Celestial: ‘Venga, venga tu reino, hágase tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra’, significaba que con mi venida sobre la tierra el reino de mi Voluntad no era establecido en medio a las criaturas, de otra manera habría dicho: ‘Padre mío, sea confirmado nuestro reino que ya he establecido sobre la tierra, y nuestra Voluntad domine y reine’. En cambio dije: ‘¿Venga’, esto significaba que debe venir y las criaturas deben esperarlo con aquella certeza con que esperaron al Redentor, porque está mi Voluntad Divina unida y comprometida en aquellas palabras del Padre Nuestro, y cuando Ella se compromete es más que cierto lo que promete. Mucho más que el todo fue preparado por Mí, no se requería otra cosa que las manifestaciones de mi reino y lo estoy haciendo, ¿crees tú que las tantas verdades que te estoy diciendo acerca de mi Fiat sean sólo para darte una simple noticia? No, no, es porque quiero que todos conozcan que su reino está cercano, y que conozcan sus bellas prerrogativas, a fin de que todos amen, suspiren entrar a vivir en un reino tan santo, pleno de felicidad y de todos los bienes. Así que lo que a ti te parece difícil, para la Potencia de nuestro Fiat es fácil, porque Él sabe quitar todas las dificultades y abatir todo como quiere y cuando quiere”.

(3) Después estaba según mi costumbre haciendo mi giro en el Eterno Fiat, y girando por toda la Creación llevaba todas las obras ante la Divinidad para darle el más bello homenaje y la gran gloria de todas las obras de Ellos, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Pero cuál es la gloria que doy a mi Creador con llevarle todas sus obras?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, haciendo esto nos traes la alegría de nuestras obras cumplidas, porque antes de crear la Creación estaban dentro de Nosotros, como en depósito en nuestra Voluntad y no teníamos la gloria, la alegría de ver nuestras obras fuera de Nosotros, formadas y cumplidas fuera de Nosotros, de modo que nuestras obras fueron formadas cuando fue creada la Creación, y quien gira en medio a ellas las mira y quiere reunirlas todas juntas en torno a Nosotros y decirnos: ‘Cómo son bellas vuestras obras, perfectas y santas, su armonía, el orden perfecto, dicen quién eres Tú, y narran vuestra gloria’. Nosotros nos sentimos repetir la alegría, la gloria, como si estuviéramos de nuevo extendiendo el cielo, formando el sol y todas nuestras obras, así que la Creación está siempre en acto y como hablante por medio de la pequeña hija de nuestro Querer. Esto puede sucederte también a ti, si tú tuvieras en tu voluntad decidido hacer tantas bellas obras, tú no gozas, pero tu alegría empieza cuando ves las obras cumplidas, y si una persona amándote, frecuentemente te las pusiera alrededor para decirte: ‘Mira como son bellas tus obras’, ¿no te sentirías gloriosa y repetir la alegría cuando las terminaste? Así soy Yo, las repeticiones forman mis más bellas sorpresas”.

+ + + +

23-36
Febrero 9, 1928

La Soberana del Cielo, el reflector de Jesús. Agrado de Jesús cuando se pide su Fiat. Jesús recogió todos los bienes y consumó todos
los males en la hoguera que encendió dentro de Sí.

(1) Continuaba siguiendo los actos de Jesús hechos en su Divina Voluntad cuando estaba sobre la tierra, seguía a la Madre y al Hijo cuando huyeron a Egipto y pensaba entre mí: “Cómo debía ser bello ver al amado niñito en brazos de su Mamá Divina, que mientras era tan pequeño, encerrando en Él al eterno Fiat, encerraba Cielo y tierra y todo salía de Él como Creador y todo de Él dependía, y a la Reina Soberana, que trasfundida en el pequeño Jesús en virtud del mismo Fiat que la animaba, formaba el reflector de Jesús, su eco, su misma vida, cuántas bellezas escondidas poseían, cuánta variedad de cielos más bellos que el que se ve en nuestro horizonte, cuántos soles más resplandecientes contenían, y sin embargo nadie veía nada, no se veía otra cosa que tres pobres fugitivos. Jesús, amor mío, quiero seguir paso a paso los pasos de mi Mamá Celestial, y conforme camina quiero animar los hilos de hierba, los átomos de la tierra, para hacerte oír bajo sus plantas mi te amo; quiero animar toda la luz del sol, y conforme ilumina tu rostro, quiero que te lleve mi te amo; quiero animar todas las ráfagas de viento, sus caricias, para que todas te digan te amo; soy yo que en tu Fiat te llevo el calor del sol para calentarte, las ráfagas de viento para acariciarte, su rumor para hablarte y decirte: “Amado pequeño, haz conocer a todos tu Querer Divino, hazlo salir de dentro de tu pequeña Humanidad, a fin de que tome su dominio y forme su reino en medio a las criaturas”. Pero mientras mi mente se perdía junto a Jesús, y sería demasiado largo querer decirlo todo, mi sumo y único bien Jesús se ha movido en mi interior, y todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo y mi Mamá éramos como dos gemelos nacidos del mismo parto, porque no teníamos más que una sola Voluntad que nos daba la vida, el Fiat Divino ponía en común nuestros actos, de modo que el Hijo refleja en Ella, y la Mamá reflejaba en el Hijo, así que el reino de la Voluntad Divina tenía su pleno vigor, su dominio perfecto en Nosotros, y mientras huíamos a Egipto, llevábamos al Querer Divino como paseando por

aquellas regiones y sentíamos su gran dolor porque no reinaba en las criaturas, y mirando los siglos, sentíamos la gran alegría de su reino que debía formar en medio de ellas y, oh, cómo nos llegaban agradables sobre las alas de nuestro Fiat en el viento, en el sol, en el agua, bajo nuestros pasos, tus repetidos estribillos: ‘Te amo, te amo, venga tu reino.’ Era nuestro eco que oíamos en ti, que no queríamos otra cosa que la Voluntad Divina reinase y fuese la conquistadora de todos, por eso, desde entonces amábamos a nuestra pequeña chiquita, que no quería y pedía sino lo que queríamos Nosotros”.
(3) Después seguía pensando en todo lo que mi dulce Jesús había hecho estando sobre la tierra, y Él ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando vine a la tierra Yo miré todos los siglos pasados, presentes y futuros, para recoger en mi Humanidad todo lo que de bien y de bueno pudiera ser hecho por todas las generaciones, para poner el sello y la confirmación del bien, nada destruí de lo que era bueno, más bien lo quise encerrar en Mí para darle Vida Divina, y agregando el bien que faltaba y que Yo hice para completar todos los bienes de las criaturas humanas, sobre las alas de los siglos me ponía con ellas para dar a cada una mi obrar completo, y recogí también todos los males para consumirlos, y a fuerza de dolores y penas que quise sufrir, encendí la hoguera en mi misma Humanidad, donde quemar todos los males, queriendo sentir cada una de las penas para hacer renacer todos los bienes opuestos a los males, para hacer renacer a vida nueva las generaciones humanas. Y así como Yo para formar todos los remedios posibles e imaginables para todos los redimidos, para después disponerlos a recibir el gran bien de mi Voluntad reinante en medio a ellos, hice todo, sufrí todo y consumí todo, así tú para preparar mi reino a las criaturas debes encerrar todo lo que es santo y bueno, y por camino de penas debes consumir todos los males, para hacer renacer la Vida de mi Voluntad Divina en medio a las criaturas, tú debes ser mi eco, en el cual debo hacer el depósito de donde debe surgir el reino de mi Fiat, sígueme paso a paso y sentirás la vida, el latido, la felicidad de este reino que contengo en Mí, y que quiere salir para reinar en medio a las criaturas, y es tanto mi amor por él, que si permití al enemigo infernal penetrar en el Edén, no permitiré que ponga un pie en el Edén del reino del Fiat, y por eso permití que se acercase a Mí en el desierto, para debilitarlo y ponerle termino a sus pasos y cerrarle el camino para que no osase entrar en él. ¿No sientes tú misma cómo tu presencia aterroriza al enemigo y se pone en fuga para no verte? Es la fuerza de mi victoria que lo precipita, y sintiéndose confundido huye. Todo está preparado, no queda otra cosa que hacerlo conocer”.

+ + + +

23-37
Febrero 12, 1928

Lamentos del alma. Cómo Jesús encerró dentro de Sí todos los actos rechazados por las criaturas y formó su reino. Cómo quien posee el Fiat
Divino posee la fuerza bilocadora y puede dar a Dios como suyo lo que es de Dios.

(1) Mi pobre mente va siempre extendiéndose en los confines interminables del Fiat Supremo, y mi pobre corazón está bajo la opresión del dolor desgarrador de la privación de mi amado Jesús, las horas son siglos, las noches son interminables sin Él, y como es un dolor divino que cae sobre mi pequeña alma, su inmensidad me ahoga, me aplasta, y siento todo el peso de un dolor eterno. ¡Oh Dios Santo! ¿Cómo es que me quitas aquella vida que Tú mismo quieres que posea? ¿Cómo me pones en la imposibilidad de vivir, y vivir muriendo, porque la fuente de tu Vida no está en mí? ¡Ah! Jesús, regresa, no me abandones a mí misma, no puedo vivir sin vida! ¡Jesús, Jesús, cuánto me cuesta el haberte conocido, cuántos desgarros has hecho a mi vida humana para darme la tuya, y ahora vivo suspendida, la mía no la encuentro más, porque con tus estratagemas me la has robado, la tuya apenas la siento, pero como arrancada por el fuerte eclipse de la luz de

tu Voluntad, así que todo para mí ha terminado y estoy obligada a resignarme y a sentir tu Vida por medio de los rayos de luz, de los reflejos que me trae tu adorable Voluntad, no puedo más! Jesús, regresa a aquélla que tanto amaste y decías amarme, y que ahora has tenido la fuerza de abandonarla, regresa de una vez para siempre y decídete a no dejarme más. Pero mientras desahogaba mi dolor se ha movido en mi interior, y mitigando la luz que lo eclipsaba me ha extendido los brazos estrechándome fuerte, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, pobre pequeña mía, ánimo, es mi Voluntad que quiere su primer puesto en ti, Yo no debo decidir el no dejarte, mi decisión fue tomada cuando tú te decidiste a no dejarme más, entonces nos robamos la vida mutuamente, Yo la tuya y tú la mía, con esta diferencia, que primero tú me veías sin el eclipse de la luz de mi Fiat, Él estaba como encerrado dentro de Mí, ahora, queriendo tomar vida en ti, se ha desbordado fuera de Mí y bilocándose ha encerrado mi Humanidad dentro de su luz, y por eso tú sientes mi Vida a través de los reflejos de su luz, entonces, ¿por qué temes que te deje? Ahora, tú debes saber que mi Humanidad rehizo en Ella todos los actos rechazados por las criaturas que mi Voluntad Divina, dándose a ellas, quería que hicieran, Yo los rehice todos y los deposité en Mí mismo para formar su reino, esperando el tiempo propicio para sacarlos de Mí y depositarlos en las criaturas como fundamento de este reino; si Yo no hubiese hecho esto el reino de mi Voluntad no podría efectuarse en medio a las criaturas, porque sólo Yo, como Hombre y Dios, podía suplir al hombre y recibir dentro de Mí todo el obrar de una Voluntad Divina que debían recibir y hacer las criaturas, y por medio mío comunicarlo a ellas, porque en el edén las dos voluntades, humana y Divina quedaron como en rivalidad, porque la humana se opuso a la Divina, todas las otras ofensas fueron como consecuencia de esto, por eso debí primero rehacer en Mí todos los actos opuestos al Fiat Divino, hacerlo extender en Mí su reino. Si no reconciliaba estas dos voluntades en rivalidad, ¿cómo podía formar la Redención? Por eso todo lo que Yo hice sobre la tierra, su primera finalidad era restablecer la armonía, el orden entre las dos voluntades, para formar mi reino, la Redención fue consecuencia de esto, por eso fue necesario quitar las consecuencias del mal que había producido el querer humano, por eso di remedios eficacísimos para después manifestar el gran bien del reino de mi Voluntad. Entonces, los reflejos de la Luz de Ella no hacen otra cosa que traerte los actos que contiene mi Humanidad para hacer que todo sea Voluntad Divina en ti, así que sé atenta en seguirla y no temas”.
(3) Después estaba siguiendo mi giro en la Creación para dar a mi Creador todos los homenajes de las cualidades divinas que cada cosa creada contiene, porque habiendo salido todo del Fiat Divino, como consecuencia les mantiene la vida, más bien es el acto primero de cada cosa creada; pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Las cosas creadas no son mías, ¿cómo puedo decir con derecho, te ofrezco los homenajes de la luz del sol, la gloria del cielo estrellado, y así de todo lo demás?” Mientras esto pensaba mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien posee mi Voluntad y vive en Ella, con derecho puede decir: ‘El sol es mío, el cielo, el mar, todo es mío, y como mío pongo todo en torno a la Majestad Divina para darle la gloria que cada cosa creada contiene.’ En efecto, ¿no es tal vez toda la Creación obra de mi Fiat Omnipotente? ¿No corre su Vida palpitante, su calor vital, su movimiento incesante que mueve todo, ordena y armoniza todo, como si fuese toda la Creación un acto solo? Así que quien posee mi Querer Divino como vida, cielos, sol, mares y todo, no son cosas extrañas a ella, sino que todo es suyo, como todo es de mi Fiat, porque ella no es otra cosa, con poseerlo, que un parto suyo que tiene todos los derechos sobre todas las partes de Él, cual es toda la Creación. Así que con derecho y con verdad puede decir a su Creador: ‘Te ofrezco todos los homenajes de la luz del sol con todos sus efectos, símbolo de tu luz eterna, la gloria de la inmensidad de los cielos, y así de todo el resto.’ El poseer mi Voluntad es Vida Divina que el alma desarrolla en su alma, así que todo lo que de ella sale contiene potencia, inmensidad, luz, amor, sentimos en ella nuestra fuerza bilocadora, que bilocándonos pone en actitud todas nuestras cualidades divinas y como suyas nos las ofrece como homenajes divinos, dignos de aquel

Fiat que sabe y puede bilocarse para llamar nuevamente a la criatura al primer acto de la Creación, con el cual hacemos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.

+ + + +

23-38
Febrero 20, 1928

Quien debe encerrar un bien para darlo a las criaturas, debe encerrar en sí todo aquel bien. Esto sucedió a la Virgen y a Nuestro Señor. Qué significa unidad.

(1) Las privaciones de Jesús se hacen más prolongadas, y vivo sólo en poder del Fiat Divino, que habiéndose constituido vida de mi pequeña alma, me parece que mi amado Jesús, confiándome a Él, se esconde detrás de las cortinas de su luz sólo para hacer de vigía y estar atento para ver si yo sigo siempre su adorable Voluntad. Oh Dios, que pena estar en una inmensidad de luz y no saber encontrar el camino para dirigir los pasos para encontrar a Aquél que amo, que me ha formado, que me ha dicho tantas verdades que me las siento en mí como tantas Vidas Divinas palpitantes, que me hacen comprender quien es Aquél que quiero y no encuentro. ¡Ah Jesús, Jesús! Regresa, ¿cómo, me haces sentir tu latido en mi corazón y te escondes? Pero mientras desahogaba, pensaba entre mí: “Tal vez Jesús no encuentra ni en mí ni en los demás las disposiciones para recibir la Vida de sus otras verdades, y para no hacer quedar suspendidas estas Vidas, calla y se esconde”. Pero mientras esto pensaba, mi sumo bien Jesús se ha movido dentro de mi interior en acto de mover los pasos para salir fuera de mí, y me ha dicho:
(2) “Pobre pequeña hija mía, te has perdido en la luz y no sabes encontrar a Aquél que con tanto amor buscas, la luz te forma las olas altísimas y forma las barreras para encontrarme, ¿pero no sabes tú que la luz soy Yo, la vida, el latido que tú sientes soy Yo?
¿Cómo habría podido mi Voluntad tener su Vida en ti, si no estuviera tu Jesús en ti, que da el campo para desenvolver el obrar de mi Querer en tu alma? Por eso cálmate. Ahora, tú debes saber que quien debe ser portador de un bien debe concentrar en sí toda la plenitud de aquel bien, de otra manera el bien no encontraría el camino para salir. Ahora, debiendo concentrar en ti el reino de mi Voluntad, nada debe faltar de Ella, porque su luz te dispone a recibir todas las verdades necesarias para formar su reino, y si las otras criaturas están indispuestas para recibir todas las Vidas de las verdades del Fiat, a lo más no te daré capacidad de manifestarlas, como sucede tantas veces, pero a ti, como depositaria, nada debe faltarte. Esto sucedió con la Reina del Cielo, porque debiendo ser Ella la depositaria del Verbo encarnado, que debía darme a las generaciones humanas, concentré en Ella todos los bienes de los redimidos y todo lo que convenía para poder recibir la Vida de un Dios, por eso la alteza de mi Mamá posee la soberanía sobre todas las criaturas y sobre cada uno de los actos y bienes que pueden hacer, de modo que si ellas piensan santamente, Ella es como canal de los santos pensamientos, y por eso tiene la soberanía sobre de ellos, si hablan, si obran, si caminan santamente, el principio de todo eso desciende de la Virgen, y por eso tiene el derecho y la soberanía sobre las palabras, pasos, obras, no hay bien que se haga que no descienda de Ella, porque si Ella fue causa primaria de la encarnación del Verbo, era justo que fuera el canal de todos los bienes y tuviese el derecho de soberanía sobre todo. Esto sucedió también de Mí, que debiendo ser el Redentor de todos, debía contener en Mí todos los bienes de la Redención, Yo soy el canal, la fuente, el mar de donde parten todos los bienes de los redimidos y poseo por naturaleza el derecho de soberano sobre todos los actos y bienes que hacen las criaturas; nuestro reinar no es como el reinar de las criaturas, que dominan y reinan sobre los actos externos de ellas, y ni siquiera sobre todos los actos externos, pero de los internos no saben nada, ni tienen derecho de soberanía, porque no sale de ellos la vida, el pensamiento, la palabra de sus dependientes, en cambio de Mí sale la vida de todo el obrar

interno y externo de las criaturas. Por eso las criaturas deberían ser actos, porque sobre cada acto de ellos que hacen, pende el de la Madre Celestial y el mío, y como soberanos lo forman, lo dirigen y le dan la vida”.
(3) Después de esto continuaba mi giro en la Divina Voluntad, y uniéndome a la unidad que poseía mi primer padre Adán antes de pecar, mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, tú no has comprendido bien qué significa unidad. Unidad significa concentración y principio de todos los actos de las criaturas, pasadas, presentes y futuras. Así que Adán antes de pecar, cuando poseía nuestra unidad, encerraba en sus pensamientos la unidad de todos los pensamientos de las criaturas, la unidad de todas las palabras, obras y pasos. Por tanto yo encontraba en él, en mi unidad, el principio, la continuación y el fin de todos los actos de las generaciones humanas; él en mi unidad encerraba a todos y poseía todo. Ahora hija mía, subiendo tú a aquella misma unidad dejada por él, tomas su puesto y poniéndote en el principio de todos y de todo, encierras en ti los mismos actos de Adán, con todo el séquito de todos los actos de las criaturas. Vivir en mi Voluntad significa: ‘Soy el principio de todos, de mí todo desciende, como todo desciende del Fiat Divino, así que soy el pensamiento, la palabra, la obra y el paso de todos, todo tomo y todo llevo a mi Creador.’ Se entiende que Adán debía poseer y encerrar a todos si no se hubiese sustraído de nuestra Voluntad y hubiese vivido siempre en nuestra unidad, y entonces las generaciones humanas, si esto hubiera sido, habrían vivido todas en nuestro Querer, así que una habría sido la Voluntad, una la unidad, uno el eco de todos, que poniendo en común todo, cada uno habría encerrado todo en sí mismo”.

+ + + +

23-39
Febrero 25, 1928

El Querer Divino está como centro de vida en medio de las criaturas. Cómo el latido es el rey de la naturaleza y el pensamiento es el rey del alma.

(1) Mi vuelo en el Fiat Divino es continuo, me parece que Jesús, sus comunicaciones, todo ha terminado, mucho más que ya no están en mi poder, si el buen Jesús no se digna decirme otra cosa, yo quedo siempre la pequeña ignorante, porque sin Él no sé adentrarme, ni soy capaz ni de concebir, ni de decir un solo a, b, c de más, así que debo contentarme y habituarme a vivir sólo con el Querer Divino, porque Él no me deja jamás, es más, siento que es incapaz de poderme dejar, porque lo encuentro en mí, fuera de mí, en cada acto mío, con la inmensidad de su luz se presta a dar vida a mi acto, no hay punto donde no lo encuentre, más bien no hay punto ni espacio, ni en el Cielo ni en la tierra donde no tenga la primacía su Vida, su luz en acto de darse a la criatura. Así que encuentro que la Voluntad Divina no puede dejarme, y yo tampoco puedo separarme de Ella, somos inseparables, no hace las escapadas que me hace Jesús, más bien si no la tomo como acto primario de mis actos, Ella queda doliente y se lamenta de que en mi acto no ha tenido la primacía su acto, su luz, su Vida. ¡Oh! Voluntad Divina, cómo eres adorable, amable e insuperable, cuanto más estoy en Ti más te comprendo y te amo. Pero mientras mi pobre mente se perdía en el Fiat, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad se encuentra en medio a las criaturas como centro de vida. Así como el corazón humano se puede llamar rey de la naturaleza, porque si late el corazón la mente piensa, la boca habla, las manos obran, los pies caminan; si no late el corazón, todo termina de un golpe, todo, porque falta el rey a la pobre naturaleza, por tanto falta quien rija y dé vida al pensamiento, a la palabra y a todo lo que puede hacer la criatura. Como rey del alma es el pensamiento, la sede, el trono donde desenvuelve el alma su actividad, su vida, su régimen. Ahora, si la naturaleza humana quisiera sofocar el

latido del corazón, no tomar en cuenta a su rey para hablar, pensar y otras cosas, ¿qué cosa sucedería? Ella misma daría muerte a todos sus actos, así que sería suicida de sí misma; y si el alma quisiera sofocar el pensamiento, no encontraría la vía donde desenvolver su actividad, por tanto sería como un rey sin reino y sin pueblo. Ahora, lo que es el corazón para la vida humana, y el pensamiento para el alma, es mi Voluntad Divina en cada una de las criaturas, Ella es como centro de vida, y de su incesante y eterno latido, late y la criatura piensa, late y habla, camina y obra, y ellas no sólo no piensan en esto, sino que la sofocan, sofocan su luz, su santidad, su paz, el recto obrar, el justo y santo hablar, y algunos la sofocan tanto, que se vuelven suicidas de sus almas, y mi Voluntad en el bajo mundo es como un rey sin reino y sin pueblos, y las criaturas viven como si no tuviesen ni Rey, ni Vida Divina, ni régimen, porque falta el Rey del latido a su naturaleza humana, y el Rey del pensamiento a sus almas, pero como por su inmensidad envuelve todo y a todos, está obligada a vivir como sofocada en Sí misma, porque falta quien reciba su Vida, su actitud, su régimen. Pero Ella quiere formar su reino sobre la tierra, quiere tener su pueblo elegido y fiel, y por eso a pesar que está en medio a las criaturas y vive desconocida y sofocada, no se detiene, no parte para sus regiones celestiales, sino que persiste en estarse en medio de ellas para hacerse conocer, quisiera hacer saber a todos el bien que quiere hacer, sus leyes celestiales, su amor insuperable, su latido que palpita luz, santidad, amor, dones, paz, felicidad, y así quiere a los hijos de su reino. Por eso su Vida en ti, sus conocimientos, a fin que haga conocer qué significa Voluntad Divina, y Yo gozo y me estoy escondido en mi misma Voluntad para darle todo el campo y el desarrollo de su Vida en ti”.

+ + + +

23-40
Febrero 28, 1928

Así como Dios tiene en el Cielo la jerarquía de los ángeles con nueve coros distintos, así tendrá la jerarquía de los hijos de su reino con otros nueve coros. Condiciones de los confesores difuntos y cómo la memoria del padre di Francia no será apagada en esta obra.

(1) Estaba pensando en el Santo Querer Divino, y miles de pensamientos se acumulaban en mi pobre mente, parecían como tantas luces más fuertes que surgían, y que después se unificaban en la misma luz del Sol eterno de aquel Fiat que no conoce ocaso; ¿pero quién puede decir lo que pensaba? Pensaba en los tantos conocimientos que Jesús me había dicho acerca de su Divina Voluntad y cómo cada uno de ellos lleva una Vida Divina al alma, con la marca de una rara belleza, de felicidad, pero distinta la una de la otra, que pone en común con quien tiene el bien de conocerla y amarla. Así que pensaba entre mí: “Un conocimiento de más o de menos pondrá una gran diferencia entre un alma y otra”. Entonces sentía pena al recordar a mis confesores difuntos que tanto interés habían tenido de hacerme escribir lo que el bendito Jesús me decía sobre la Divina Voluntad, sentía pena del venerable padre Di Francia que tantos sacrificios había hecho con venir de lejos afrontando gastos para la publicación, y en el momento más importante para conseguirlo Jesús se lo llevó al Cielo, así que no conociendo ellos todo lo que respecta al Fiat, no poseerán todas las Vidas y rareza de bellezas y felicidad que estos conocimientos contienen. Pero mientras mi mente se perdía en tantos pensamientos, que si los quisiera decir todos me extendería demasiado, mi dulce Jesús ha extendido sus brazos dentro de mi interior, y expandiendo luz me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como tengo la jerarquía de los ángeles con nueve coros distintos, así tendré la jerarquía de los hijos del reino de mi Fiat Divino. Ese reino tendrá sus nueve coros y se distinguirán el uno del otro por la variedad de las bellezas que habrán adquirido con el conocer, quién más y quién menos, los conocimientos que pertenecen a mi Fiat, por

eso cada conocimiento de más de mi Querer Divino es una nueva creación que forma en las criaturas de felicidad y de belleza incomparable, porque es una Vida Divina que corre dentro, que lleva en Sí todos los matices de las bellezas de Aquél que las manifiesta, y todas las teclas y sonidos de las alegrías y felicidad de nuestro Ser Divino. Así que si nuestra Paterna Bondad expone su Vida, su belleza y felicidad hasta crearla en medio a las criaturas, y ellas no se interesan en conocerla para tomarla por medio de nuestros conocimientos que ya les dimos, no es justo que reciban ni la belleza, ni los sonidos de nuestras alegrías como dotes propias, tomarán lo que hayan conocido, por eso habrá varios coros en la jerarquía del reino de mi Voluntad Divina. Si supieras qué diferencia habrá entre quien lleva mis conocimientos desde la tierra, y entre quien los adquirirá en el Cielo; los primeros los tendrán como dotes propias y se verá en ellos como naturaleza las bellezas divinas, y se oirán los mismos sonidos de las alegrías y felicidades que hace oír y forma su Creador, en cambio en los segundos, no será ni naturaleza en ellos, ni dotes propias, sino que los recibirán por efecto de comunicación de los anteriores, casi como la tierra recibe los efectos del sol, pero ella no posee la naturaleza del sol. Entonces aquellos que poseerán todos los conocimientos formarán el coro más alto, y así según conozcan vendrán formados los diversos coros. Pero todos aquellos que hayan adquirido estos conocimientos, sea en todo o en parte, tendrán el noble título de hijos de mi reino, porque estos conocimientos sobre mi Fiat, para quien tiene el bien de conocerlos para hacer de ellos vida propia, tienen virtud de ennoblecer a la criatura y hacer correr en su alma los humores vitales de la Vida Divina, y de elevarla a su origen primero, y son como el pincel del hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y pintan la imagen del Creador en la criatura. Sin importar quien conozca de más o quien de menos, no será destruida su nobleza, sucederá como por ejemplo de una familia noble que tiene muchos hijos, algunos de estos hijos se dan al estudio, otros a las bellas artes, así que éstos se elevan de más, tienen puestos altos y decorosos, son más conocidos, amados y estimados, porque por las ciencias que poseen hacen más bien en medio de las gentes, lo que no hacen los otros hermanos, pero con todo y que éstos con sus sacrificios se elevan tanto, no destruye el que los otros hermanos sean nobles, porque todos llevan en ellos la sangre noble de su padre, por eso visten noblemente, tienen modos nobles en el obrar y en el hablar, en todo, así serán los hijos de mi Fiat, todos nobles, perderán la rudeza del querer humano, los míseros harapos de las pasiones; las tinieblas de las dudas, de los temores, serán puestas en fuga por la luz de mis conocimientos, y arrojará a todos en un mar de paz. Entonces tus confesores pasados a la otra vida serán como el preludio de los hijos de mi Voluntad, porque el primero se sacrificó tanto y trabajó por ayudar al pequeño campo de tu alma, y si bien en ese entonces Yo poco te hablaba de mi Fiat, porque primero debía disponerte, él será como el primer precursor, como el alba que anuncia el día del reino de mi Voluntad; el segundo y el tercer confesor, que tanto tomaron parte y conocieron en gran parte los conocimientos de Ella y tanto sacrificio hicieron, especialmente el tercero, que amaba tanto el que fueran conocidos y que tanto se sacrificó en escribir, serán como sol que despunta, que poniéndose en curso forma el día pleno de luz; aquellos que siguen serán como el pleno mediodía del gran día de mi Voluntad; según el interés que han tenido y tendrán, serán puestos quién a la primera hora del día de mi Querer, quién a la segunda, quién a la tercera y quién al pleno mediodía. ¿Y crees tú que la memoria del padre Di Francia, sus tantos sacrificios y deseos de hacer conocer mi Voluntad, hasta haber iniciado la publicación, sólo porque me lo he traído al Cielo será apagada en esta gran obra de mi Fiat Divino? No, no, es más, el tendrá el primer puesto, porque él con venir de lejos, vino como en busca de la cosa más preciosa que pueda existir en el Cielo y en la tierra, del acto que más me glorifica, es más, que me dará gloria completa por parte de las criaturas, y ellas recibirán bienes completos, él preparó el terreno para hacer que fuese conocida mi Voluntad Divina, tan es verdad, que no ahorró nada, ni gastos, ni sacrificios, y aunque no tuvo cumplimiento la publicación, sólo con iniciarla preparó los caminos para hacer que un día pueda ser conocida y tener vida la obra de mi Voluntad en medio a las criaturas.
¿Quién podrá destruir que el padre Di Francia haya sido el primer iniciador en hacer

conocer el reino de mi Voluntad, y sólo porque su vida se apagó no tuvo cumplimiento la publicación? Así que cuando se conozca esta gran obra, su nombre, su memoria estará llena de gloria y de esplendor y tendrá su acto primero en una obra tan grande, tanto en el Cielo como en la tierra. En efecto, ¿por qué existe una batalla y casi cada uno suspira la victoria de vencer en retener los escritos sobre mi Fiat Divino? Porque él se llevó los escritos para publicarlos, si esto no hubiera sido, ¿quién habría hablado de ello? Ninguno, y si él no hubiese hecho comprender la importancia, el gran bien de estos escritos, ninguno se habría interesado. Por eso hija mía, mi bondad es tanta, que premio justamente y sobreabundantemente el bien que hace la criatura, especialmente en esta obra de mi Voluntad que tanto me interesa. ¿Qué cosa no daré a quien se ocupa y se sacrifica por poner a salvo los derechos de mi eterno Fiat? Excederé tanto en el dar, que haré maravillar al Cielo y a la tierra”.
(3) Yo al oír esto pensaba entre mí: “Si tanto bien contienen estos conocimientos, si Jesús bendito continúa después de mi muerte a decir otros conocimientos de su Fiat a otras almas, ¿no se atribuirá a aquélla una obra tan grande?” Y Jesús moviéndose como deprisa en mi interior ha agregado:
(4) “No, no hija mía, así como del padre Di Francia se dirá que ha sido el primer propagador, de tus confesores que han sido cooperadores, así se dirá que la pequeña hija de mi Voluntad ha sido la primera y la depositaria de un bien tan grande, a la cual le venía confiado, y que fue escogida con misión especial. Supón a alguien que haya hecho una invención importante, tal vez los demás la propaguen, la difundan más, la imiten, la engrandezcan, pero ninguno podrá decir: ‘Yo soy el inventor de esta obra.’ Siempre se dirá, el inventor fue tal. Así será de ti, se dirá que el origen del reino de mi Fiat, la depositaria ha sido la pequeña hija de mi Voluntad”.

+ + + +

23-41
Marzo 3, 1928

Todas las cosas parten de un solo punto. Sublimidad del estado de Adán.
Por qué Nuestro Señor hasta ahora no ha manifestado su estado feliz. Quien posee la unidad posee la fuente del bien.

(1) Mi pobre corazón nadaba en el dolor de la privación de mi dulce Jesús, me sentía sofocar por el dolor, y a cualquier costo habría querido encontrar a Aquél por el cual soy tan torturada, para decirle mis angustias, pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas por lo que sientes en tu alma, porque no es otra cosa que el trabajo que está haciendo en ti mi Fiat Divino. Él está encerrando todo en ti, a todos y todo en ti, todos los siglos pasados y los futuros, para hacer que todo lo que ha hecho el Supremo Querer en la Creación ponga en ti su germen, para recibir de ti las satisfacciones y la correspondencia que le deben las criaturas a todos sus actos, por eso no te preocupes, porque en cada hora de tu vida son siglos que mi Voluntad encierra, y es necesario que quien debe tener su acto primero en mi Voluntad reinante, debe tener el origen de Ella, para poder desenvolver su Vida Divina. Todas las cosas parten de un punto, y de aquel punto se ensanchan y se difunden a todos, mira, también el sol tiene su primer punto, su centro de luz, su esfera, y desde su centro llena de luz a toda la tierra, por eso sigue a mi Voluntad y no te preocupes”.
(3) Después seguía mi giro en la Divina Voluntad, y llegando al Edén para unirme al estado de Adán antes de pecar, cuando poseía la unidad con su Creador, para recomenzar mis actos junto con él y para suplir y continuar después que la perdió al caer en pecado, pensaba entre mí: “¿Por qué Jesús bendito no ha manifestado a ninguno el estado sublime, las maravillas que pasaban entre Adán inocente y su Creador, el océano de las

felicidades, de las bellezas que poseía? Todo estaba concentrado en él, todo de él partía. Oh, si se conociera el estado de Adán, sus grandes prerrogativas, tal vez todos suspirarían por regresar al origen de donde el hombre salió”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y todo bondad me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Paterna Bondad sólo manifiesta un bien cuando debe llevar una utilidad a las criaturas, si esto no veo, ¿en qué aprovecharía el manifestarlo? La historia del hombre inocente me es demasiado tierna, con solo recordarla mi Amor surge, desborda y forma sus olas altísimas para verterse como se vertía sobre Adán inocente, y no encontrando en quien verterlo, porque no encuentra otro Adán que lo reciba, capaz de darme sus desahogos de amor, porque mi Fiat Divino íntegro en él mantenía la vida recíproca de correspondencia entre el infinito y el finito, mi Amor sufre por eso y regresando en Mí mis mismas olas de amor, porque no encuentra a quién dárselas, queda sofocado por mi mismo amor. He aquí por qué no he manifestado hasta ahora el estado de Adán inocente, ni él manifestó casi nada de su estado feliz, porque al solo recordarlo se sentía morir de dolor, y Yo me sentía sofocar por mi amor. Ahora hija mía, queriendo restablecer el reino de mi Divina Voluntad, veo la utilidad de manifestar el estado de Adán inocente, y es esta la causa por la que frecuentemente te hablo de su estado sublime, porque quiero repetir lo que hacía con él, y en virtud de mi Querer quiero elevarte al estado primero de la creación del hombre. ¿Qué cosa no puede darme la criatura que posee mi Fiat, la unidad de Él? Todo puede darme y Yo todo puedo dar. Entonces pudiendo dar lo que manifiesto, mi amor no sofoca mis olas, más bien las pone fuera, y viéndolas reproducidas en la criatura goza, y siento que quiero manifestar lo que no se conoce para utilidad y bien de ellas. Si tú supieras cuánto gozo en el dar, cómo festeja mi amor cuando veo dispuesta a la criatura que quiere recibir mis bienes, serías más atenta a hacerme desahogar mi amor contenido”.
(5) Dicho esto ha hecho silencio y yo me sentía como abismada en el Querer Divino, sus maravillas, lo que puede hacer el alma con poseer su Voluntad me raptaban, y yo pequeñita nadaba en el mar de luz del Fiat, y conforme me movía así se alzaban olas de luz, investidas estas olas de tintas de variada belleza e iban a descargarse en el seno de mi Creador, y la Paterna Bondad celeste, viéndose investida por las olas de su pequeña, movía sus olas hacia mí. ¡Oh Voluntad Suprema, cómo eres admirable, amable, deseable más que la misma vida, Tú me amas tanto que me pones en competencia con mi Creador, queriendo que me ponga a la par con Aquél que me ha creado! Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat, mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, quien posee la unidad de mi Querer es dueña de obrar y de hacer cuanto bien quiere, porque tiene en sí la fuente del bien, la tiene a su disposición, siente en sí los toques continuos de su Creador, las olas de su paterno amor y se sentiría demasiado ingrata si no formase sus olas, mucho más que siente correr en su alma su pequeño mar, surgido del mar inmenso de Aquél que la ha creado. En cambio quien no posee su unidad, no posee la fuente, por lo tanto tiene necesidad, si quiere hacer el bien, de la liberalidad divina en cada acto bueno que quiere hacer, casi acto por acto debe pedir la gracia para poder cumplir el bien que quiere, en cambio quien posee mi unidad, el bien se convierte en naturaleza, y sólo con que quiera obrar, encuentra la fuente del bien en sí y obra”.

+ + + +

23-42
Marzo 8, 1928

Dios creó al hombre para tenerlo sobre sus rodillas y hacerlo ser el repetidor de sus actos. Jesús le hace ver cómo pone todos los volúmenes
escritos sobre su Querer, todos ordenados en su corazón. Amor de Jesús por los escritos y el bien que harán. Quien se decide a vivir en el
Fiat, es atado con cadenas de luz.


(1) Continuaba estando toda abandonada en el Santo Querer Divino, siguiendo sus innumerables actos como mejor podía, porque es tanta su multiplicidad, que muchas veces no puedo ni seguirlos, ni numerarlos todos, y debo contentarme con mirarlos, pero no abrazarlos; su actividad supera en modo increíble la actitud humana, y por eso a mi pequeñez no le es dado hacer todo, sino sólo de hacer cuanto más puedo y de no salir jamás de dentro de las obras del Fiat Divino. Mientras mi mente se perdía en las obras del Querer Divino, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestra Paterna Bondad creó al hombre para tenerlo sobre nuestras rodillas paternas para gozárnoslo continuamente, y él gozársela en modo perenne con su Creador, y para ser estables sus y nuestros gozos lo teníamos sobre nuestras rodillas, y como nuestra Voluntad debía ser también la suya, Ella ponía el eco de todos nuestros actos en el fondo del hombre que amábamos como hijo nuestro, y nuestro hijo al oír nuestro eco se volvía el repetidor de los actos de su Creador. ¿Qué contentos no se formaban entre él y Nosotros al resonar en el fondo del corazón de nuestro hijo este nuestro eco creante, que formaba en él el orden de nuestros actos, la armonía de nuestras alegrías y felicidad, la imagen de nuestra Santidad? Qué tiempos felices para él y para Nosotros. ¿Pero sabes tú quien arrancó de nuestras rodillas paternas a este hijo tan amado por Nosotros? El querer humano. Nos lo alejó tanto, que perdió nuestro eco creante, y por eso no supo más nada de lo que hacía su Creador, y Nosotros perdimos la felicidad de ver a nuestro hijo feliz y entretenerse sobre nuestras rodillas paternas, porque en él entró el eco de su querer que lo amargaba, lo tiranizaba con las pasiones más degradantes, de volverlo tan infeliz de dar piedad. Es propiamente esto lo que significa vivir en nuestro Querer, vivir sobre nuestras rodillas paternas, al cuidado de Nosotros, a expensas nuestras, en la opulencia de nuestras riquezas, alegrías y felicidad. Si tú supieras el contento que sentimos al ver a la criatura vivir sobre nuestras rodillas, toda atenta a oír el eco de nuestra palabra, el eco de nuestras obras, el eco de nuestros pasos, el eco de nuestro Amor, para ser la repetidora de ellos, tú estarías más atenta para no dejar que se te escape nada de nuestro eco, para darnos el contento de ver a tu pequeñez ser la repetidora de los actos de tu Creador”.
(3) Yo al oír esto le he dicho: “Amor mío, si se debe vivir en tu Querer, viviendo sobre tus rodillas paternas no se debe hacer nada, ni obrar, ni caminar, ¿de otra manera cómo se puede estar sobre tus rodillas?” Y Jesús:
(4) “No, no, se puede hacer todo, nuestra inmensidad es tanta, que dondequiera encontrará nuestras rodillas paternas, siempre prontas a sus actos, que se prestan para tenerlo dondequiera estrechado sobre las rodillas divinas, mucho más que lo que ella hace no es otra cosa que el eco de lo que Nosotros hacemos”.
(5) Después de esto me sentía preocupada por estos escritos sobre la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior que tenía todos los volúmenes escritos sobre Ella, y que uno por uno los tomaba en sus manos, los miraba con tal ternura amorosa, como si le quisiera estallar el corazón, y conforme los tomaba, los ponía todos ordenados en su corazón santísimo. Yo he quedado maravillada al ver con cuánto Amor amaba aquellos escritos y con cuánto celo los encerraba en su corazón para custodiarlos, y Jesús al ver mi admiración me ha dicho:
(6) “Hija mía, si tú supieras cuánto amo estos escritos, ellos me cuestan más que la misma Creación y Redención, cuánto amor y trabajo he puesto en estos escritos, me cuestan mucho, mucho, tienen dentro todo el valor de mi Voluntad, son la manifestación de mi reino y la confirmación de que quiero el reino de mi Voluntad Divina en medio a las criaturas, el bien que harán será grande, serán como soles que surgirán en medio a las densas tinieblas del querer humano, como vidas que pondrán en fuga la muerte a las pobres criaturas, ellos serán el triunfo de todas mis obras, la narración más tierna, más convincente de cómo amé y amo al hombre. Por eso los amo con tal celo que los custodiaré en mi corazón divino, no permitiré que ni siquiera una palabra se pierda; ¿qué cosa no he puesto en estos escritos? Todo, gracia sobreabundante, luz que ilumina,

calienta, fecunda, amor que hiere, verdades que conquistan, atractivos que raptan, vidas que llevarán la resurrección del reino de mi Voluntad. Por eso también tú aprécialos y tenles la estima que merecen y goza del bien que harán”.
(7) Después seguía mi abandono en el Fiat, me sentía toda investida por su luz interminable, y mi adorable Jesús ha agregado:
(8) “Hija mía, en cuanto el alma se decide a vivir en mi Voluntad Divina, sin dar más vida a la suya, Yo, para estar seguro y para dar seguridad a ella, la ato con cadenas de luz, y hago esto para no quitar el libre albedrío, don dado a la criatura en la Creación, y lo que Yo doy una vez no lo quito, a menos que la propia criatura rechace mis dones, por eso la ato con la luz, porque queriendo se puede salir cuando quiera, pero para salir debe hacer un esfuerzo increíble, porque estas cadenas de luz investirán sus actos, y en cada acto suyo sentirá y verá la belleza, la gracia, la riqueza que esta luz comunica a sus actos y que formará el encanto y el verdadero eclipse al querer humano, de modo que se sentirá feliz y honrada de ser atada con estas cadenas tan nobles que le llevarán tanto bien, y deseará que el querer humano no tenga más vida en sus actos y suspirará con ardor que el Querer Divino tome su puesto. Así que se sentirá libre y atada, pero no forzada, sino espontánea en su libre voluntad, alentada por el gran bien que le viene, de modo que verá sus actos circundados por tantos anillos de luz que formando cadenas la transforman en la misma luz, y en cada acto suyo el alma emitirá tantas voces armoniosas y bellas, como sonidos argentinos, que hiriendo el oído de todo el Cielo, hará conocer que mi Voluntad Divina está obrando en la criatura”.

+ + + +

23-43
Marzo 11, 1928

Diferencia entre Jesús y la Virgen. Toda la Vida escondida de Jesús en Nazaret fue el llamado del reino de la Voluntad Divina sobre la tierra.
La voluntad humana es la fuente del bien o del mal.

(1) Estaba pensando en qué diferencia habría entre la Virgen Santa y mi amable Jesús, siendo que en los dos el Querer Divino tenía su Vida, su pleno dominio, su reino, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, en Mí y en la Reina Celestial una era la Voluntad que nos animaba, una la Vida, pero entre Ella y Yo había una diferencia tal como entre una habitación en que por todas partes le entra la luz del sol, de manera que la luz la inviste, la domina, no hay parte de esta habitación en que la luz no tiene su puesto de reina, por tanto ella es presa de la luz, recibe siempre luz y crece bajo el influjo de la luz; en cambio otra habitación posee dentro de ella la esfera del sol, así que la fuente de la luz no la recibe de afuera, sino que la posee dentro, ¿no hay diferencia entre la una y la otra? Esta misma diferencia hay entre mi Mamá y Yo, Ella es la habitación investida por la luz, se hizo presa suya y el Sol de mi Voluntad le daba siempre, siempre, la nutrió de luz y crecía en los rayos interminables del Sol eterno de mi Fiat, en cambio mi Humanidad poseía en Sí misma la esfera del Sol Divino, su fuente que siempre surge sin disminuir jamás, y la Soberana Reina tomaba de Mí la luz que le daba la vida y la gloria de Reina de la luz, porque quien posee un bien se puede llamar reina de aquel bien”.
(3) Después de esto seguía a mi Fiat Divino, haciendo mi giro en Él, y habiendo llegado a la casa de Nazaret donde mi amable Jesús había hecho su Vida oculta, para seguir sus actos, estaba diciéndole: “Amor mío, no hay acto que Tú haces en que mi te amo no te siga, para pedirte por medio de tus actos el reino de tu Voluntad; mi te amo te sigue dondequiera, en los pasos que das, en las palabras que dices, en la madera que trabajas, y mientras golpeas la madera golpeas el querer humano, a fin de que sea destruido y resurja tu Querer Divino en medio a las criaturas; mi te amo corre en el agua que bebes, en el

alimento que tomas, en el aire que respiras, en los ríos de amor que pasan entre Tú y tu Mamá y San José, en las oraciones que haces, en tu latido ardiente, en el sueño que tomas. ¡Ah, cómo quisiera estar cerca de Ti para susurrarte al oído: “Te amo, te amo, haz que venga tu reino!” Ahora, mientras hubiera querido que mi te amo hiciera corona a todos los actos de Jesús, Él se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, toda mi Vida oculta, y tan larga, no fue otra cosa que el llamado del reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra, quise rehacer en Mí todos los actos que debían hacer las criaturas en Ella, para después dárselos a ellos, y lo quise hacer junto con mi Mamá, la quise siempre junto en mi Vida oculta para formar este reino. Dos personas habían destruido este reino de mi Fiat Divino, Adán y Eva; otras dos, Yo y la Soberana Reina debíamos rehacerlo. Así que primero pensé en el reino de mi Voluntad Divina, porque la voluntad humana había sido la primera en ofender a la mía con sustraerse de Ella, todas las otras ofensas vinieron en segundo grado, como consecuencia del primer acto. La voluntad humana es la vida o la muerte de las criaturas, su felicidad o su tiranía y desventura en la cual se precipita, su ángel bueno que la conduce al Cielo, o transformándose en demonio la precipita al infierno; todo el mal está en la voluntad, como también todo el bien, porque ella es como fuente de vida puesta en la criatura, que puede hacer brotar alegrías, felicidad, santidad, paz, virtud, o bien arroja de sí fuentes de penas, de miserias, de pecados, de guerras que destruyen todos los bienes. Por eso en esta Vida oculta de treinta años, primero pensé en el reino de mi Voluntad, y después con la pequeña Vida pública de apenas tres años pensé en la Redención, y mientras que al formar el reino de mi Fiat Divino tuve conmigo siempre junto a la Mamá Celestial, en la Vida pública no la tuve, al menos su presencia corporal, porque para el reino de mi Fiat me constituía Yo Rey y a la Virgen Reina, para ser primero Yo y después Ella el fundamento del reino destruido por la voluntad humana. Mira entonces cómo el reino de mi Querer Divino, por necesidad, por razón y por consecuencia era formado con mi venida sobre la tierra en primer orden, no habría podido formar la Redención si no hubiese satisfecho a mi Padre Celestial del primer acto ofensivo que le había hecho la criatura, así que el reino de mi Voluntad está formado, no queda otra cosa que hacerlo conocer, y por eso no hago otra cosa que seguir junto contigo y dotarte con los actos que hice para formarlo, acompañar tus actos para que corra en ellos el fundamento de los míos, estoy muy atento para que tu querer no tenga vida, a fin de que el mío esté libre. En suma, estoy haciendo contigo como con una segunda madre, llamando todos los actos hechos junto con la Virgen para ponerlos en ti, por eso sé atenta en seguir en todo a mi Voluntad”.
+ + + +

Sea todo para gloria de Dios y cumplimiento de su Santísima Voluntad.


D e o G r a t i a s


1
I. M. I. A


Fiat!!!
In Voluntate Dei!. Deo Gratias.


24-1
Marzo 19, 1928

Renuencia de escribir acerca de la pequeñez. Regreso de los escritos.
La Voluntad Divina vive como sofocada en medio de las criaturas porque no es conocida. Grave responsabilidad sobre aquellos que deberían hacerla conocer, estos se vuelven ladrones.
Preparación de grandes acontecimientos.

(1) Corazón mío y vida mía, Jesús, heme aquí de nuevo en el gran sacrificio de comenzar a escribir otro volumen, el corazón me sangra por el esfuerzo que hago, especialmente por las condiciones en las cuales se encuentra la pequeña y pobre alma mía. Amor mío, si Tú no me ayudas, si no me arroyas en Ti, si no haces uso de tu potencia y de tu amor sobre de mí, no puedo seguir adelante y seré incapaz de escribir una sola palabra, por eso te ruego que triunfe en mí tu Fiat; y si quieres que continúe escribiendo no me abandones a mí misma, continúa tu oficio de maestro dictando tus enseñanzas a mi pequeña alma, pero si no quieres que yo escriba más, beso y adoro tu Querer Divino y te agradezco, y te ruego que saque provecho de tantas lecciones que me has dado, que las medite siempre y que modele mi vida según tus enseñanzas. Mamá Celestial, Soberana Reina, extiende sobre mí tu manto azul para protegerme, guía mi mano mientras escribo a fin de que pueda cumplir la Divina Voluntad.
(2) Ahora, habiendo terminado de escribir el vigésimo tercer volumen, y sólo Jesús sabe con cuánto trabajo y sacrificio, me lamentaba con Él porque había disminuido sus enseñanzas y me había hecho fatigar demasiado para escribir tan solo pocas palabras, y pensaba entre mí: “Yo no tengo nada que escribir, porque si Jesús no habla, yo no tengo nada que decir, y parece que Jesús no tiene nada más que decirme, es verdad que la historia de su Fiat no tiene límites, no termina jamás, aun en el Cielo tendrá siempre qué decir sobre su eterno Querer, y siendo eterno encierra lo infinito, y el infinito tiene cosas y conocimientos infinitos que decir, de manera que no termina jamás, se parece al sol que mientras da luz, tiene siempre luz para dar, su luz no se agota jamás, pero, ¿no podrá ser que sea por mí por lo que ponga un límite a su hablar y haga una pausa en el narrar la gran historia de su eterna Voluntad?” Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior en acto de salir y me ha dicho:
(3) “Hija mía, ¡cómo eres pequeña! Y se nota que por cuanto más estás en Ella, más pequeña te haces, y como pequeña quieres medir con tu pequeñez nuestra grandeza, quieres medir con tus límites en el decir nuestro eterno decir, y como pequeña niña que eres te contentas porque tu Jesús no tiene más nada qué decirte, quisieras reposarte y regresar a nuestros primeros entretenimientos, ya que no tienes nada más que hacer. Pobre pequeña, pero tú no sabes que solamente son breves pausas que tu celestial Jesús permite para sus fines, que no te manifiesto, y cuando menos lo pienses retomará su hablar tan importante sobre la larga historia de mi eterno Querer”.
(4) Después de tanto trabajar y luchar, finalmente me han llegado de Messina los escritos sobre la Divina Voluntad, y yo sentía un contento en mí porque finalmente los tenía de nuevo junto a mí y agradecía de corazón a mi dulce Jesús. Pero Jesús moviéndose en mi interior, haciéndose ver con un aire de tristeza me ha dicho:
(5) “Hija mía, tú estás contenta y Yo estoy afligido, si tú supieras que peso enorme gravitaba sobre aquellos de Messina, pues mientras tenían interés de tenerlos los tenían para dormir, ellos eran reos de una Voluntad Divina, y viendo la inactividad con la cual los

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

tenían he permitido que los regresaran. Ahora este peso gravita sobre aquellos que con tanto interés los han hecho venir, si no se ocupan, también ellos serán reos de una Voluntad Divina, y si supieras lo que significa ser reo de una Voluntad tan Santa, significa tenerla obstaculizada, mientras que Ella anhela, suspira que sean quitados los impedimentos, y éstos se quitarán con hacerla conocer. Ella está llena de Vida, se mueve por doquier, envuelve todo, y esta Vida vive como sofocada en medio de las criaturas porque no es conocida, y Ella gime porque quiere la libertad de su Vida y está obligada a tener en Ella misma los rayos de su luz interminable, porque no es conocida. Ahora,
¿quién es el culpable de tantas penas de mi Voluntad Divina? Quien debe interesarse en hacerla conocer y no lo hace. ¿Será que tal vez mi finalidad ha sido dar tantas noticias acerca de mi Fiat, sin el fruto deseado de hacerla conocer? No, no, quiero la vida de lo que he dicho, quiero hacer resplandecer el nuevo sol, quiero el fruto de tantos conocimientos que he manifestado, quiero que mi trabajo reciba el suspirado efecto. En efecto, ¿cuánto no he trabajado para disponerte a recibir conocimientos tan importantes sobre mi Voluntad? Y tú misma, ¿cuántos sacrificios no has hecho y cuántas gracias no te he dado para hacértelos hacer? Mi trabajo ha sido largo, y cuando te veía sacrificada, miraba al gran bien que habrían hecho mis conocimientos sobre el Fiat en medio de las criaturas, la nueva era que debía despuntar en virtud de ellos, y mi tierno corazón mientras sufría en sacrificarte, tomaba un inmenso placer al ver el bien, la paz, el orden, la felicidad, que en virtud de ello debían recibir mis otros hijos. Cuando Yo hago cosas grandes a un alma, le manifiesto verdades importantes y las renovaciones que quiero hacer en medio de la familia humana, no es sólo para la criatura que lo manifiesto, sino porque quiero encerrar a todos en aquel bien, quiero que mis verdades resplandezcan sobre de cada uno, a fin de que, quien quiera tome la luz de ellas. ¿No hice esto con mi Mamá Celestial? Si Ella hubiera querido tener oculta la encarnación del Verbo, ¿qué bien habría traído mi venida a la tierra? Ninguno, habría partido al Cielo sin dar a ninguno mi Vida, y la Soberana Reina, si me hubiera escondido, habría sido rea y ladrona de todo el bien y de tantas Vidas Divinas que debían recibir las criaturas. Así se harán reos y ladrones de todo el bien que llevarán los conocimientos sobre mi Fiat Divino, porque Él llevará tantas vidas de luz, de gracia, y los bienes inmensos que contiene una Voluntad Divina. Por esto, grave peso gravita sobre aquellos que deberían ocuparse si es que continúan dejando inoperantes a los soles tan benéficos de tantas verdades sobre mi eterno Querer, y si tú, por primera, te quisieras oponer a hacer conocer lo que respecta a mi Voluntad, la primera ladrona de tantos soles y de tantos bienes que deben recibir las criaturas por medio de estos conocimientos, serías tú”.
(6) Después, con un acento más tierno ha agregado:
(7) “Hija mía, el mundo está como quemado, no hay quien vierta sobre él aquella agua pura que les quite la sed, y si beben es el agua turbia de su voluntad que los quema de más. Los mismos buenos, los hijos de mi Iglesia que buscan hacer el bien, después de haber hecho el bien no sienten la felicidad del bien, sino más bien el peso del bien que les lleva la tristeza y el cansancio, ¿sabes por qué? Porque falta en el mismo bien la Vida de mi Fiat, que contiene la fuerza divina que quita cualquier cansancio, falta la luz y el calor de mi Voluntad que tienen virtud de vaciar cualquier peso y de endulzar todas las amarguras, falta el rocío benéfico de mi Fiat que embellece las acciones de las criaturas y las hace aparecer tan bellas que le llevan la vida de la felicidad, falta el agua de mi Querer que siempre surge y que mientras fecunda en modo divino, da vida y apaga la sed, y por eso, beben y se queman de más. Mira entonces cómo es necesario que sus conocimientos sean conocidos y se abran camino en medio de las criaturas, para llevar a cada una la Vida de mi Voluntad, con la fuente de los bienes que Ella contiene. Todos sienten, aun aquellos que se dicen los más buenos, que les falta una cosa necesaria, sienten sus obras no completas, y todos suspiran otro bien, pero ellos mismos no saben qué cosa sea. Es la plenitud y totalidad de mi Fiat Divino que falta en sus actos, y por eso sus obras están como a mitad, porque sólo con mi Querer, y en Él, se pueden hacer obras completas. Por eso Él suspira ser conocido para llevar su Vida y el cumplimiento a las obras de sus

criaturas, mucho más, que grandes acontecimientos estoy preparando, dolorosos y prósperos, castigos y gracias, guerras imprevistas e inesperadas, todo para disponer a recibir el bien de los conocimientos de mi Fiat; pero si a estos conocimientos los dejan dormir sin ponerlos en medio de las criaturas, dejarán sin fruto los acontecimientos que estoy preparando; ¿qué cuentas me darán? Mientras que con estos conocimientos estoy preparando la renovación y la restauración de la familia humana. Por lo tanto, por parte tuya no pongas ningún obstáculo y continúa rogando que pronto venga el reino de mi Divina Voluntad”.

+ + + +

24-2
Marzo 25, 1928

Los conocimientos sobre el Divino Querer son tantos pasos que Él ha hecho para regresar en medio de las criaturas. Estos pasos llevarán vida, luz, santidad. Suspiros de Jesús por hacerlos conocer.

(1) Mi pobre mente mientras seguía al Fiat Divino para acompañar sus actos, iba pensando en las tantas verdades que mi amado Jesús me había dicho sobre la Divina Voluntad, y con cuánto amor e interés me las había manifestado. Entonces pensaba entre mí: “Las primeras verdades que Él me dijo, parecían destellos de luz que salían de dentro de una luz interminable, después, poco a poco, no más destellos sino fuentes de luz, y mi pobre alma quedaba bajo el continuo flujo de estas fuentes de luz, finalmente me parecen mares de luz, de verdades, en las que yo quedaba tan sumergida, que mi pequeña capacidad no podía tomar todo y dejaba muchas verdades en aquel mismo mar en el cual yo me sentía inmersa, pero no me era dado el restringir en mí toda aquella luz interminable, que convirtiéndose en palabras me manifestaban la armonía, la belleza, la potencia del Supremo Querer. Ahora me parece que estoy en la luz, pero la luz no habla y yo, mientras bebo mares de luz, no sé decir nada”. Mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que nuestra paterna bondad en cuanto el hombre se separó de nuestra Voluntad, retiró la vida obrante de Ella de en medio de las criaturas, por eso poquísimo han sabido decir de Ella, porque no corría en ellos, como vida, el mar de la luz obrante de mi Fiat Divino, porque ellos mismos, ingratamente lo habían rechazado, y por suma bondad nuestra les dejamos el bien de poder seguir las ordenes de nuestro Querer, no la Vida, con lo cual podían esperar su salvación, porque sin Ella no hay ni salvación ni santidad; pero nuestra paterna bondad, nuestro Querer y nuestro amor deseaban, suspiraban, anhelaban fuertemente el regreso como Vida obrante en medio de las criaturas, veían que ellas no podían alcanzar la finalidad perfecta de la Creación, ni formar la imagen querida por Nosotros, toda a nuestra semejanza, como fue creada por Nosotros sin la Vida obrante de nuestro Fiat, porque Él, siendo acto primero de la criatura, faltando Él la criatura queda desordenada, contrahecha, porque le falta el primer acto de su existencia. Ahora, tú debes saber que nuestro Ser Supremo, después de tantos siglos de escondidos suspiros, desbordó más fuerte en amor, más que en la misma Creación y Redención, sentimos la necesidad de amor, porque este amor regurgitando se desbordaba fuera de Nosotros para hacer los primeros pasos hacia la criatura, y en cuanto Yo comencé a manifestarte las primeras verdades sobre mi Querer Divino, así lo atraía a hacer los primeros pasos en medio de las criaturas, y estos pasos los concentraba en ti por medio de sus conocimientos, y conforme veía que tú ponías tus pasos en los del Fiat Divino, Yo me regocijaba, hacía fiesta y manifestándote otras verdades sobre Él, lo atraía a hacer otros pasos, así que por cuantas verdades te he dicho acerca de mi Voluntad, tantos pasos he hecho hacer a mi Fiat para hacerlo regresar como vida obrante en medio de las criaturas. Por eso te he dicho tanto acerca de Él, que se puede decir que Cielo y tierra están llenos

de los pasos de los conocimientos de mi Querer, que uniéndose juntos forman el mar de luz en tu alma, que queriendo desbordar de dentro de ti quiere hacer su camino en medio de las criaturas, y estos pasos serán multiplicados a medida que sean conocidas las verdades sobre mi Voluntad, porque Yo no manifiesto jamás una verdad, sino cuando quiero hacer don de ella, dando la vida y el bien que esa verdad contiene. Por eso, hasta en tanto que mi Voluntad Divina no sea conocida con todos sus conocimientos, sus pasos estarán obstaculizados y suspendido el bien que quiere hacer a las criaturas. Si tú supieras cómo es doloroso poder hacer el bien, ponerse en acto de hacerlo, y porque no se conoce tenerlo suspendido, y esperar y volver a esperar, y suspirar por quien lo haga conocer para aligerarse del peso del bien que quiere dar, ¡oh! cómo te apresurarías para hacer conocer todos los pasos de mi Fiat, mucho más porque ellos son pasos que llevarán, no remedios, ayudas, medicinas, sino plenitud de vida, de luz, de santidad y totalidad de bienes, y mi amor regurgitando e inundando a todo el mundo, restablecerá el orden de la Creación y el dominio de mi Querer en medio de la familia humana”.
(3) Después de esto mi dulce Jesús hacía ver que de dentro de su corazón divino salían muchos rayos de luz, en el punto de donde partían estaba impreso cada uno de los conocimientos sobre la Divina Voluntad, de modo que formaban la más bella corona de luz en torno a aquel corazón divino, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mira que bella corona de gloria y de luz posee mi corazón divino, corona más bella y refulgente no podía poseer, estos rayos son todos los conocimientos sobre mi Voluntad, sin embargo estos rayos están obstaculizados, no pueden extenderse porque sus conocimientos no son conocidos, por eso no pueden extenderse y ensancharse para llenar de luz toda la tierra. Sucede como le sucedería al sol si le fuese impedido el que sus rayos, saliendo del centro de su esfera, quedaran en el aire sin poderse extender para tocar la tierra e investirla con su luz y con su calor, y así, el sol no pudiendo extender sus rayos, no podría dar los efectos que la luz contiene, ni la tierra podría recibirlos, habría una cierta lejanía entre la tierra y la luz del sol, y este alejamiento impediría al sol el hacer el bien a la tierra, y ella sería estéril e infecunda. Así son los conocimientos sobre mi Fiat, si no se hacen conocer, sus rayos no se pueden extender y tomar como de la mano a las almas para calentarlas, para quitarles el entorpecimiento del querer humano, plasmarlas de nuevo para transformarlas en la Vida que mi Fiat les quiere infundir, porque estos conocimientos son, y contienen la nueva creación, de transformar a la criatura en como salió de nuestras manos creadoras”.

+ + + +

24-3
Abril 1, 1928

Necesidad de la prueba. Cuál será la prueba de los hijos del reino Divino. Quien vive en la Divina Voluntad ofrece a Dios actos Dignos de un rey. La larga historia de la Divina Voluntad.

(1) Mi abandono en el Querer Divino es continuo, pero mientras estaba toda abandonada en Él pensaba entre mí: ¿Cuál será la prueba que Jesús querrá para aquellos que vivirán en el reino de la Divina Voluntad? Si Jesús quiere de todos una prueba de fidelidad para confirmar el estado al cual lo llama y para estar seguro de poder confiar a la criatura los bienes que le quiere dar, mucho más a estos hijos de su reino, que será el estado más sublime que pueda existir, les pedirá esta prueba”. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cierto que no hay seguridad sin una prueba, y cuando el alma resiste a la prueba recibe la confirmación de mis designios y todo lo que le es de necesidad y conviene para desarrollar el estado al cual es llamada por Mí. Por eso quise probar a Adán, para confirmar su estado feliz y el derecho de rey sobre toda la Creación, pero como no fue fiel

en la prueba, por justicia no podía recibir la confirmación de los bienes que quería darle su Creador, porque en la prueba el hombre adquiere el sello de la fidelidad, el cual lo pone en derecho de recibir los bienes que Dios había establecido darle en el estado al cual el alma era llamada por Él. Quien no es probado, se puede decir que no tiene ningún valor, ni ante Dios, ni ante los hombres, ni siquiera ante sí mismo; Dios no puede fiarse de un hombre sin prueba, él mismo, esto es, el hombre, no sabe qué fuerza tiene. Entonces, si Adán hubiese resistido a la prueba, todas las generaciones humanas habrían sido confirmadas en su estado feliz y de realeza. Ahora, Yo, amando con amor todo especial a estos hijos de mi Querer Divino, quise Yo mismo sostener la prueba por todos ellos en mi Humanidad, reservando para ellos la sola prueba de no hacerlos hacer jamás su voluntad, sino solo y siempre la mía, para reconfirmarles todos los bienes que se necesitan para vivir en el reino de mi Fiat Divino; con esto les cerré todas las puertas de salida, los ungía de una fuerza invencible, de manera que nadie podrá entrar en los recintos altísimos de mi reino, porque cuando Yo mando que esta cosa no se haga, es una puerta que dejo por donde el querer humano puede hacer su salida, es una ocasión que la criatura tiene siempre, para poder salir de dentro de mi Voluntad, pero cuando digo: ‘De aquí no se sale’, todas las puertas quedan cerradas, la debilidad viene fortificada, y sólo le queda la decisión de entrar para no salir más, o bien, de hecho no entrar. Por tanto, para vivir en el reino de mi Querer estará sólo la decisión, y la decisión llevará el acto cumplido. ¿No lo estoy haciendo así contigo?
¿No grito siempre desde el fondo de tu corazón que nada ose entrar en él, sino solamente mi Voluntad? Ella, como centro de vida, con su fuerza omnipotente, con su luz deslumbrante, tiene todo fuera de ti, y eclipsándolo todo hace correr su primer movimiento de vida en todos tus actos y domina y reina como Reina”.
(3) Después de esto estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad en toda la Creación, para llevarlos como homenaje a mi Creador, y en todas las cosas creadas corría un movimiento de vida que las reunía a todas y movía todo. Yo he quedado sorprendida y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, este movimiento de vida en toda la Creación es mi Voluntad, que mueve todo y tiene como en su propio puño de vida todas las cosas. Cómo es grande su movimiento, y mientras es múltiple es uno, por eso la historia de mi Voluntad es larga, y tu trabajo de escribir su historia se vuelve larguísimo, y por cuanto quisieras restringir tu decir te resulta difícil, porque su movimiento que todo mueve continuamente, tiene tanto que decir de lo que ha hecho en su larguísima historia, que por cuanto ha dicho le parece que no ha dicho nada, y como los movimientos, todas las vidas, todos los campos son suyos, tiene tantos caminos para narrar su larga historia, y tú serás la narradora y portadora de la historia de un Querer eterno, que mientras dice su historia te pone dentro para darte la vida de sus actos y comunicarte, por cuanto te es posible, su movimiento y los bienes que Él contiene. Por eso tú debes saber que quien vive en mi Querer ofrece a la Majestad Eterna actos reales, actos que sólo se encuentran en la morada divina de mi Voluntad, y entonces Nosotros nos sentimos verdaderamente honrados por la criatura, cuando viene delante a Nosotros con los actos reales que hace nuestra Voluntad en toda la Creación, ellos son actos divinos y dignos de nuestra Majestad, en cambio quien no vive en nuestro Querer, por cuantos bienes pueda hacer, son siempre actos humanos que nos ofrece, no divinos, inferiores a Nosotros porque no corre en ellos el acto real de nuestro Fiat Divino. Sucede como a un rey que es servido por un paje, el cual le ofrece todas las cosas que se encuentran en la morada del rey, éste, a pesar de que son cosas suyas se siente honrado, porque si bebe, bebe su agua pura en vasos de oro, tersos y limpios; si come, el alimento es digno de él y le es servido en platos de plata; si viste, le son llevados vestidos reales como conviene a un rey; el rey se siente complacido y satisfecho porque es servido con las cosas reales que le pertenecen; en cambio otro paje que sirve al rey, cuando el rey quiere beber, va a su vil habitación a tomar agua turbia, la lleva en vasos de barro, no limpios; si come, va a tomar su alimento vulgar, vil y en platos que dan asco; si viste, le lleva vestidos sin adornos y no dignos de un rey; el rey no queda complacido ni honrado al ser servido por este paje, más bien queda con un dolor en el corazón y dice: ‘¿Cómo, tengo mis cosas

reales y este paje se atreve a servirme con las cosas viles de su casa?’ El primer paje es quien vive en mi Voluntad, el segundo quien vive de voluntad humana, ¡qué gran diferencia entre el uno y el otro!”

+ + + +

24-4
Abril 4, 1928

En Dios la palabra lo es todo. El conocimiento es el portador del acto divino y de la posesión de los bienes divinos por las criaturas.
Cuidado que prescribe Jesús.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, y en mi mente se formaban tantos pensamientos sobre el Querer Supremo y pensaba entre mí: “¿Cómo puede ser que solamente con conocer las criaturas los conocimientos sobre la Divina Voluntad pueda venir su reino? Si para venir el reino de la Redención hizo tanto, no bastó el sólo conocer, sino que obró, sufrió, murió, hizo milagros, y ahora para el reino del Fiat Divino, que es más que la Redención, ¿bastarán solamente los conocimientos?” Mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, las criaturas, para formar la más pequeña cosa tienen necesidad de obras, de pasos y de materias primas, pero Dios, tu Jesús, no tiene necesidad de nada para crear y formar las obras más grandes, aun el universo entero; para Nosotros la palabra es todo,
¿no fue creado todo el universo sólo con la palabra? Y al hombre para gozar de todo este universo sólo le bastó el conocerlo; son los caminos que tiene nuestra Sabiduría, que para dar nos servimos de la palabra, y el hombre para recibir se debe servir del conocimiento de lo que Nosotros hemos dicho y hecho con nuestra palabra, en efecto, si alguien no conoce todas las variedades de las plantas que están esparcidas por toda la tierra, no goza ni es dueño de los frutos de las plantas que desconoce, porque en nuestra palabra está no sólo la fuerza creadora, sino que unida a ella está la fuerza comunicativa que sirve para comunicar a las criaturas lo que hemos dicho y hecho, pero si no conocen nada les viene dado. ¿Qué cosa agregó el hombre para gozar la luz del sol y recibir sus efectos? Nada, ni agregó nada al agua que bebe, al fuego que lo calienta y a tantas otras cosas creadas por Mí, pero las necesitaba conocer, de otra manera habría sido para el hombre como si no existieran. El conocimiento es el portador de la vida de nuestro acto y el portador de la posesión por la criatura de nuestros bienes, así que los conocimientos sobre mi Voluntad tienen virtud de formar su reino en medio de las criaturas, porque tal ha sido nuestra finalidad al haberlos manifestado y si en la Redención quise descender del Cielo para tomar carne humana, fue porque quise descender en todos los actos humanos para reordenarlos, mucho más, pues Adán se sustrajo de nuestra Voluntad Divina para contentar su humanidad, y con esto se desordenó todo, perdió su estado de origen, y Yo debí hacer el mismo camino, descender en una Humanidad para reordenarlo de nuevo, y todo lo que hice en Ella debía servir como remedio, medicina, ejemplo, espejo, luz, para poder poner en orden a la humanidad decaída. Ahora, habiendo hecho todo lo que era necesario, y aun de más, tanto que Yo no tenía ya que más hacer, hice todo y lo hice como Dios, con medios sorprendentes y con amor invencible para reordenar a esta humanidad decaída, el hombre no puede decir que esto Jesús no lo ha hecho para curarlo, para reordenarlo y ponerlo a salvo. Todo lo que Yo hice en mi Humanidad no fue otra cosa que preparación y remedios que prescribía para que sanara la familia humana, para regresar de nuevo en el orden de mi Divina Voluntad. Por lo tanto, después de cerca de dos mil años de cuidados, es justo y decoroso para Nosotros y para el hombre, que éste ya no esté enfermo, sino que regrese sano para entrar en el reino de nuestra Voluntad, y por eso se necesitaban los conocimientos de Ella, para hacer que nuestra palabra creadora, que habla y crea, habla y comunica, habla y transforma, habla y vence, habla y hace surgir nuevos

horizontes, nuevos soles por cuantos conocimientos manifiesta, de modo que formarán tantos dulces encantos, que la criatura, sorprendida quedará conquistada e investida por la luz de mi eterno Querer, porque no se necesita otra cosa para que venga su reino que el que las dos voluntades se besen, que una se pierda en la otra, la mía para dar y la voluntad humana para recibir. Por eso mi palabra creadora así como bastó para crear el universo, así será suficiente para formar el reino de mi Fiat, pero es necesario que se conozcan las palabras que he dicho, los conocimientos que he manifestado, para poder comunicar el bien que contiene mi palabra creadora, por eso insisto tanto en que sean conocidos los conocimientos sobre mi Voluntad, la finalidad por la cual los he manifestado, para poder realizar mi reino que tanto suspiro darlo a las criaturas, y Yo arrollaré Cielo y tierra para obtener mi intento”.

+ + + +

24-5
Abril 6, 1928

Cómo se puede poner el alma en la unidad Divina. Ejemplo del sol.
La repetidora del Creador. Cómo Dios da sorbo a sorbo. Necesidad de que los conocimientos hagan su camino.

(1) Estaba pensando en el Fiat Divino para unirme a su unidad, para poder suplir a aquella unidad de voluntad que falta entre Creador y criatura y pensaba entre mí: “¿Será que puedo llegar a tanto, de poder penetrar en la unidad de mi Creador?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma que se pone en la unidad de mi Voluntad, es como si se pusiera en la esfera del sol. Mira el sol, es uno, de la altura donde se encuentra su esfera hace un solo acto, pero la luz que desciende hasta lo bajo abraza toda la tierra y por los efectos de su luz produce múltiples e innumerables actos, casi a cada cosa, a cada planta, las inviste, les da su abrazo de luz y les dice: ‘¿Qué quieres tú, la dulzura? Te la doy; y tú, ¿qué quieres, el color? Te lo doy; y tú, ¿quieres el perfume? Te lo doy también.’ Casi a cada cosa la luz saca de sí y le da lo que a su naturaleza le conviene para formar su vida y crecer según el orden creado por Dios. Ahora, ¿por qué todo esto? Porque aquella esfera contiene tanta luz y todos los gérmenes y efectos de todas las cosas y plantas que hay esparcidas sobre la faz de la tierra. Ahora, símbolo de esto es el alma que quiere vivir en la unidad de nuestro Querer, ella se eleva en la esfera del Sol del eterno Fiat, que contiene tanta luz que no hay quien pueda huir de ella, posee todos los gérmenes de las vidas de las criaturas, su luz va invistiendo y plasmando a todos, y ruega para que reciban cada uno la vida, la belleza, la santidad querida por su Creador; y el alma desde aquella esfera se hace de todos y se da a todos, y repite nuestro acto, que mientras es uno, éste uno tiene virtud de hacer todo y de darse a todos, como si cada uno lo tuviese a su disposición y fuese todo suyo, porque en Nosotros la unidad es naturaleza, en el alma puede ser gracia, y Nosotros nos sentimos bilocados en la criatura que vive en nuestra unidad, y ¡oh! cómo nos deleitamos al ver la pequeñez de la criatura que se eleva, desciende, se ensancha en nuestra unidad para ser la repetidora de su Creador”.
(3) Después de esto estaba pensando en cómo Jesús bendito debía hacer venir el reino de su Voluntad, cómo podía la criatura abrazar todos juntos sus conocimientos, y casi todo de un solo golpe, bienes tan grandes, modos divinos, belleza y santidad que contienen los reflejos y la semejanza de su Creador. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, la criatura, es por naturaleza suya que no puede recibir un bien grande, una luz que no tiene confines, todo junto, sino que lo debe tomar sorbo a sorbo, esperando que se pase el primer sorbo para tomar el siguiente y si quisiera tomar todo junto, pobrecita, se ahogaría y sería obligada a sacar fuera lo que no puede contener, esperando

que primero digiera aquél poco que ha tomado, que corra como sangre en sus venas, que se extienda aquel humor vital en toda su persona, y después se disponga a tomar otro sorbo. ¿No ha sido éste el orden que he tenido contigo, manifestarte poco a poco, comenzando por las primeras lecciones, después las segundas, las terceras, y así poco a poco lo demás que respecta a mi eterno Fiat? Y cuando tú habiendo masticado la primera la pasabas y corriendo como sangre en tu alma, Yo te preparaba la segunda lección y mi Voluntad formaba los primeros actos de vida en ti, y Yo festejaba la gloria de Ella y realizaba la finalidad de la Creación y estaba esperando con ansia el poder darte otras lecciones más sublimes, de llenarte tanto, que tú misma no sabías de dónde tomar para poderlas decir. Así haré para formar el reino de mi Querer Divino, comenzaré por las primeras lecciones que te he dado a ti, y por eso quiero que se comience a conocer, a fin de que hagan el camino, preparen y dispongan a las almas para hacer que poco a poco suspiren por escuchar otras lecciones en vista del gran bien que han recibido de las primeras, por eso he preparado lecciones tan largas sobre mi Voluntad, porque Ella encierra la finalidad primaria por la que fue creado el hombre, y todas las cosas y la vida del mismo hombre que debe desenvolver en Ella, así que sin Ella es como si el hombre no tuviera la verdadera vida, sino una vida casi extraña a él, y por eso llena de peligros, de infelicidad y de miserias; pobre hombre sin la Vida de mi Querer, hubiera sido mejor para él si no hubiera nacido, y por suma desventura suya ni siquiera conoce su verdadera vida, porque hasta ahora no ha habido quién haya partido el verdadero pan de sus conocimientos para formar la sangre pura y poder hacer crecer su verdadera Vida en la criatura, le han partido un pan corrompido, contaminado, que si no lo ha hecho morir, no ha crecido sano, robusto, y fuerte de una fuerza divina, como hace crecer el pan de mi Voluntad; Ella es vida y tiene virtud de dar su Vida, es luz y expulsa las tinieblas, es inmensa y toma al hombre por todos lados para darle fuerza, felicidad, santidad, de modo que todo está al seguro en torno a él. ¡Ah, tú no sabes qué tesoros de gracia esconden estos conocimientos, qué bien llevarán a las criaturas, y por eso no tienes interés en que comiencen a hacer su camino para dar principio a formar el reino de mi Voluntad!”.

+ + + +

24-6
Abril 12, 1928

Analogía entre el Edén y el Calvario. No se forma un reino con un solo acto. Necesidad de la muerte y resurrección de nuestro Señor.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino y acompañaba a mi dulce Jesús en las penas de su Pasión, y siguiéndolo en el Calvario mi pobre mente se ha detenido a pensar en las penas desgarradoras de Jesús sobre la cruz, y Él moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el Calvario es el nuevo Edén donde le venía restituido al genero humano lo que perdió al sustraerse de mi Voluntad.
Analogía entre el Calvario y el Edén: En el Edén el hombre perdió la gracia, sobre el Calvario la adquiere; en el Edén le fue cerrado el Cielo, perdió su felicidad y se volvió esclavo del enemigo infernal, aquí en el nuevo Edén le viene reabierto el Cielo, readquiere la paz, la felicidad perdida, queda encadenado el demonio y el hombre queda libre de su esclavitud; en el Edén se oscureció y se retiró el Sol del Fiat Divino y para el hombre fue siempre noche, símbolo del sol que se retiró de la faz de la tierra en las tres horas de mi tremenda agonía sobre la cruz, porque no pudiendo sostener la vista del desgarro de su Creador, causado por el querer humano que con tanta perfidia había reducido a mi Humanidad a este estado, horrorizado se retiró, y cuando Yo expiré reapareció de nuevo y continuó su curso de luz; así el Sol de mi Fiat, mis dolores, mi muerte, llamaron nuevamente al Sol de mi Querer a reinar en medio de las criaturas, así que el Calvario

formó la aurora que llamaba al Sol de mi Eterno Querer a resplandecer de nuevo en medio a las criaturas. La aurora es certeza de que debe salir el sol, así la aurora que formé en el Calvario asegura, si bien han pasado cerca de dos mil años, que llamará al Sol de mi Querer a reinar de nuevo en medio a las criaturas. En el Edén mi amor quedó derrotado por parte de las criaturas, aquí en el Calvario triunfa y vence a la criatura; en el primer Edén el hombre recibe la condena de muerte para el alma y el cuerpo, en el segundo queda libre de la condena y viene reconfirmada la resurrección de los cuerpos con la resurrección de mi Humanidad. Hay muchas relaciones entre el Edén y el Calvario, lo que el hombre perdió en el prmero, en el segundo lo readquiere; en el reino de mis dolores todo le viene dado y reconfirmado el honor, la gloria de la pobre criatura por medio de mis penas y de mi muerte.
(3) El hombre con sustraerse de mi Voluntad formó el reino de sus males, de sus debilidades, pasiones y miserias, y Yo quise venir a la tierra, quise sufrir tanto, permití que mi Humanidad fuese lacerada, le fuera arrancada a pedazos su carne toda llena de llagas, y quise también morir para formar por medio de mis tantas penas y de mi muerte, el reino opuesto a los tantos males que se había formado la criatura. Un reino no se forma con un solo acto, sino con muchos y muchos actos, y por cuantos más actos tanto más grande y glorioso se vuelve un reino, así que mi muerte era necesaria a mi amor, con mi muerte debía dar el beso de vida a las criaturas, y de mis tantas heridas debía hacer salir todos los bienes para formar el reino de los bienes a las criaturas; por eso mis llagas son fuentes que desbordan bienes, y mi muerte es fuente de donde brota la Vida a provecho de todos.
(4) Así como fue necesaria mi muerte, fue necesaria a mi amor la Resurrección, porque el hombre con hacer su voluntad perdió la Vida de mi Querer, y Yo quise resucitar para formar no sólo la resurrección de los cuerpos, sino la resurrección de la Vida de mi Voluntad en ellos, así que si Yo no hubiese resucitado, la criatura no podría resurgir de nuevo en mi Fiat, le faltaría la virtud, el vínculo de la resurrección en la mía y por tanto mi amor se sentiría incompleto, sentiría que podría hacer más y no lo hacía y habría quedado con el duro martirio de un amor no completado; que después el hombre ingrato no se sirva de todo lo que he hecho, el mal es todo suyo, pero mi amor posee y goza su pleno triunfo”.

+ + + +

24-7
Abril 16, 1928

La voluntad humana es símbolo de una semilla dañada. La Divina Voluntad tiene virtud de restituir la vida inicial al germen. El eco divino en medio de las criaturas.

(1) Estaba pensando en el Santo Querer Divino, y miles de pensamientos se agolpaban en mi cabeza, especialmente sobre cómo podrá venir su reino, cómo las criaturas podrán recibir tanto bien y elevarse tanto de entrar en aquel Fiat de donde salió la Creación. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad tiene virtud de purificar, despejar la niebla, embellecer y cambiar la misma naturaleza. La voluntad humana es como una semilla deteriorada por dentro, mientras que por fuera parece buena, la vestidura que cubre la semilla parece en buenas condiciones, pero si se quita la vestidura, se encuentra que la semilla está medio podrida, alguna está vacía, y alguna mientras posee la vida, sin exponerla al sol, al viento, terminará de pudrirse; en cambio si se expone al sol, al viento, con la luz, calor y viento, le será quitada la parte mala, la purificarán y le darán la nueva vida. Tal es la voluntad humana, una semilla dañada, llena de humo, de pus y medio podrida, pero no están todos muertos del todo, tienen un hilo de vida, y si estas semillas que contienen este resto de vida se exponen al Sol de mi Querer Divino, su luz, su calor y su viento penetrante e

imperante, investirá el germen del querer humano, y la luz y el calor quitarán la niebla del germen, quitándole lo que está dañado, lo llenarán de vida y el viento imperante de mi Fiat lo elevará tan alto, de llegar a encerrarlo en aquel Fiat de donde salió, con su virtud cambiará la naturaleza del germen dándole su vida primera. Todo está en exponerse al Sol de mi Querer y a los rayos ardientes y radiantes de sus conocimientos, hacerse investir por ellos y acariciar por su luz, calentar por su calor, dejarse llevar por el imperio de su viento, para hacer que el reino de mi Voluntad venga sobre la tierra. Mira, también en el orden natural hay estas prerrogativas, si se siente un aire pesado, que oprime, basta un viento para vaciar al aire de aquel peso y respirarlo como aire puro; si se siente un calor excesivo o un frío que congela, basta un viento para mitigar aquel calor y otro viento tibio para mitigar el frío; si densas nubes cubren el horizonte, basta el viento y el sol para retirarlas y hacer reaparecer más bello el cielo azul; si un campo está por pudrirse por las continuas aguas, basta un viento vigoroso para secarlo, y la luz y el calor del sol para volver a darle vida; si esto lo puede hacer la naturaleza animada por la potencia de mi Querer, mucho más lo puede hacer sobre las almas que se harán investir por mi Voluntad, Ella, con su calor las formará de nuevo, destruirá en ellas lo dañado y dándoles su aliento, con su luz las vaciará del peso del querer humano, dándoles nuevamente su naturaleza primera. Y si Adán cuando pecó, corrompiendo el germen de su querer, mi Voluntad no se hubiese retirado de él, la luz y el calor de mi Querer inmediatamente lo hubieran rehecho, pero la Justicia quiso que él sintiera los efectos de su germen corrupto, y por eso al retirarse mi Voluntad no sintió más ni luz ni calor en su alma para poderse rehacer, para mantener incorrupto el germen de su querer. ¿No es tal vez esto el reino de mi Voluntad, que Ella quiere regresar de nuevo en medio de las criaturas y más que sol quitar la corrupción al germen de ellas para poder reinar y dominar en medio de la familia humana?”
(3) Después de esto continuaba pensando en el Fiat Supremo, y mi amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, La Voluntad Divina, en cuanto pronunció el Fiat en la Creación formó un eco, este eco divino llevó consigo, conforme resonó en el vacío de todo el universo, todas nuestras cualidades y llenó cielo y tierra de nuestro amor; este eco conforme salía de nuestro Fiat, creaba las cosas más bellas: Cielos, soles, vientos, mares y tantas otras cosas; el eco permaneció en cada una de las cosas creadas y mantiene la vida del cielo azul con todas las estrellas, la vida del sol y continuando su eco de luz y de calor lo conserva lleno de luz, íntegro y bello como lo creó. Así que cada cosa creada tiene como principio y como conservación el eco de nuestro Fiat, por eso conservan el orden, la armonía, la magnificencia, la potencia de nuestras obras. Cuando la Divinidad quiere obrar y reproducir aun nuestra misma Vida, nuestro Fiat forma el eco, y el eco crea y forma lo que Nosotros queremos; mira, también al instituir el Sacramento de la Eucaristía, nuestro Fiat formó el eco, el eco invistió el pan y el vino y formó en ellos el cuerpo, la sangre, el alma y mi Divinidad, aquel eco resuena aún en cada hostia y se perpetúa continuamente mi Vida Sacramental. Ahora, este eco resonó en la creación del hombre, y éste con sustraerse de nuestro Querer perdió el eco, no oyó más dentro y fuera de él su sonido dulce, potente, armonizador, que tenía virtud de conservarlo tal y como salió de nuestras manos creadoras, y por eso se volvió débil y desarmonizado. Pobre hombre sin el eco de nuestro Fiat que le había dado la vida, no supo más reordenarse, no sentía más en él el eco de la luz de su Creador, el eco del amor, el eco del orden, de la potencia, de la sabiduría, de la dulzura y bondad divina; sin el eco de nuestro Fiat el hombre se volvió como un niño que crece sin mamá, que no tiene quién le enseñe las palabras, quién le enseñe cómo actuar, los pasos; o bien como un estudiante que no tiene maestro que le enseñe a leer, a escribir, y si alguna cosa logra por sí mismo, lo hará desordenado. Así es el hombre sin el eco de nuestro Fiat, como un niño sin mamá, como un estudiante sin maestro. Ahora el alma, según llame a mi Voluntad como principio, de todo su ser, así sentirá su eco divino, este eco la llamará a su principio y resonando en ella la reordenará nuevamente. Así como nuestro eco se retiró del hombre porque éste se sustrajo de nuestra Voluntad Divina, así con reconocerla, amarla y no querer otra cosa que nuestro

Fiat Divino, regresará el eco de nuestra Voluntad en medio de las criaturas; es propiamente esto el reino de nuestro Fiat, el regreso de nuestro eco divino, no más el eco lejano que a menudo ha resonado al oído del hombre desde que se sustrajo de nuestro Querer, sino el eco continuo que resonará en el fondo de su alma y que transmutándola formará en ella la Vida Divina, restituyéndole el orden de cómo había sido creado”.

+ + + +

24-8
Abril 22, 1928

Cuando no se pone atención a las verdades, se aborta la luz de ellas. El amor de la Soberana Reina está difundido en todo lo creado, porque
el Fiat lo extendía por doquier. Males del querer humano.

(1) Continúo mi abandono en el Querer Divino, con el desgarro casi continuo de la privación de mi dulce Jesús. En mi pobre mente sentía correr el mar de luz del Fiat, que me parecía que quería decir alguna verdad concerniente a Él, y yo, era tanta la pena que sentía por la privación de Jesús, que no prestaba atención a la luz que quería hablarme, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando la luz de mi Fiat quiere manifestarse y el alma no le presta atención, el parto que Él quiere poner fuera para comunicarlo a las criaturas queda abortado, y no reciben la vida de nuestro parto de luz, ¡y si tú supieras lo que significa hacer abortar nuestra luz! Debes saber que cuando nuestro Fiat quiere manifestar una verdad, pone en actividad a todo nuestro Ser, y regurgitando de amor, de luz, de potencia, de sabiduría, de belleza y bondad, forma el parto de la verdad que quiere poner fuera, y como todas nuestras cualidades se ponen en acto de surgir, no podemos contenerlo y desbordamos fuera nuestro parto para hacer don de él a la criatura, y si ella no le presta atención, hace abortar nuestro amor, nuestra luz, hace abortar nuestra potencia, sabiduría, belleza y bondad, las hace morir en el momento de nacer y ella pierde nuestro amado parto y no recibe nuestra Vida que por medio de la verdad le queríamos dar, y Nosotros quedamos con el dolor de haber abortado y sentimos reentrar en Nosotros el bien que queríamos dar a las criaturas, porque si la criatura aborta pierde el parto, en cambio Nosotros no lo perdemos, sino que reentra en Nosotros, es para la criatura que queda abortado. Por eso sé atenta cuando sientas que el mar de luz de mi Fiat forma sus olas para desbordar fuera, para sacar el parto de sus verdades”.
(3) Después de esto sentía que no era buena para nada y rogaba a la Soberana Reina que viniera en mi ayuda, que me prestara su amor para poder amar con su amor de Madre a mi dulce Jesús, y Él ha agregado:
(4) “Hija mía, el amor de la Soberana Celestial está difundido en todo lo creado, porque aquel Fiat que sólo con pronunciarse había puesto en todo el universo tanta variedad de nuestras obras y les había dado la vida, habitaba en Ella; su amor y todos sus actos los hacía en el Fiat Divino, el cual no sabiendo hacer cosas pequeñas, sino grandes y sin límites, en su arrojo infinito difundía el amor y todos los actos de la Mamá Celestial en el cielo, en las estrellas, en el sol, en el viento, en el mar, dondequiera y en cada cosa; su amor está difundido por doquier, sus actos se encuentran por todas partes, porque mi Fiat dondequiera los difundía y animaba todo con el amor y actos de Ella; ni Yo habría estado contento ni me sentiría amado y honrado si no encontrara en todas las cosas, hasta debajo de la tierra, el amor y la gloria que me daba mi Mamá, habría sido un amor roto, a intervalos y una gloria dividida si no la encontrara en toda la Creación, mucho más que en todas las cosas la había amado, era justo que en todo encontrase difundido su amor y siempre en acto de amarme y glorificarme, no habría podido hacer brecha en Mí un amor despedazado, que no corriera junto Conmigo dondequiera, y por lo tanto no podría haberme traído del Cielo a la tierra en la estrecha prisión de su seno materno. Sus

cadenas de amor fueron tantas por cuantas cosas creé, de modo que Yo descendí del Cielo como un rey, todo rodeado y cercado por las cadenas de amor de la Reina del Cielo, y si su amor llegó a tanto, lo debe a mi Fiat Divino, que reinando en Ella como soberano, raptaba su amor en mi Querer y lo ensanchaba por todas partes, y todos los actos de Ella recibían las tintas de los actos divinos. Por eso, si quieres el amor de la Mamá Reina, haz que mi Fiat te domine, difunde tu amor y toda tú misma en Él, a fin de que mi Fiat raptando a tu pequeño amor y todo lo que tú haces, lo ensanche y llevándolo a dondequiera que Él se encuentra, que es por todas partes, encuentre unido al amor de mi Mamá tu amor y me darás el contento de que la pequeña hija de mi Querer no me dé un amor roto y dividido, sino amor en todas las cosas y por doquier”.
(5) Después pensaba entre mí: “¿Pero qué mal hace la criatura cuando hace la voluntad humana?” Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, el mal es grande, mi Voluntad es luz y la humana es tinieblas; la mía es santidad, y el querer humano es pecado; la mía es belleza y contiene todo bien, la humana es fealdad y contiene todo mal; así que el alma con no hacer mi Voluntad hace morir la luz, da muerte a la santidad, a la belleza y a todos los bienes, y con hacer la suya hace nacer las tinieblas, da la vida al pecado, a la fealdad y a todos los males; sin embargo a las criaturas les parece nada el hacer la propia voluntad, mientras que se forman un abismo de males que las lleva al precipicio; y además, ¿te parece nada que mientras mi Voluntad les lleva su luz, su santidad, su belleza y todos sus bienes, sólo porque ama a estas criaturas, reciba la afrenta de que vea morir en ellas su luz, su santidad, su belleza y todos sus bienes? Mi Humanidad sintió tanto esta muerte que el querer humano daba a la luz, a la santidad de su Querer en ellas, que se puede decir que fue la verdadera muerte que sintió, porque sintió el desgarro y el peso de una muerte de una luz y una santidad infinita, que la criatura había osado destruir en ella, y mi Humanidad gemía y se sentía triturar por tantas muertes por cuantas veces habían osado dar muerte en ellas a la luz y santidad de mi Querer Divino. ¿Qué mal no harían a la naturaleza si hicieran morir la luz del sol, el viento que purifica, el aire que respiran? Habría tal desorden, que morirían todas las criaturas. No obstante la luz de mi Voluntad es más que sol para las almas, viento que purifica, aire que forma la respiración de ellas, así que del desorden que podría suceder si pudiesen hacer morir la luz del sol, el viento y el aire, puedes comprender el mal que sucede con no hacer mi adorable Voluntad, acto de vida primaria y centro de todas las criaturas”.

+ + + +

24-9
Abril 26, 1928

Qué cosa se da a Dios con el te amo. El prodigioso secreto del te amo. Cómo nada escapaba a la Virgen Santísima
de lo que hacía Nuestro Señor. La Divina Voluntad es el respiro del alma.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, y según mi costumbre iba invistiendo a toda la Creación con mi estribillo: “Te amo, te adoro, te bendigo”. Mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Qué cosa doy a mi Dios con esta larga historia de te amo?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el puro, santo y recto amor es parto divino, sale de Dios y tiene la virtud de elevarse y entrar en Dios, para multiplicar sus partos y llevar a Dios mismo a cada criatura que suspira por amarlo; entonces, cuando el alma está investida por este amor y recibe este parto, puede formar tantos otros partos por cuantas veces diga su te amo, de manera que su te amo vuela delante a Dios, y el Ente Supremo mira en el te amo que le manda la criatura, y encuentra en aquel pequeño te amo a todo Sí mismo, y se siente dar por ella a todo Sí mismo; aquel pequeño te amo tiene un prodigioso secreto, el que en su pequeñez

encierra el infinito, lo inmenso, la potencia, tanto que puede decir: ‘Doy Dios a Dios’. Y el Ser infinito siente darse en aquel pequeño te amo de la criatura todas sus cualidades divinas, porque como parto suyo, se encuentra a todo Sí mismo. He aquí qué cosa me das con tus tantos te amo, me das tantas veces a Mí mismo; cosa más bella, más grande y que más me da placer no podrías darme, que el darme todo Yo mismo. Mi Fiat que forma la vida de tu te amo en ti para Mí, se deleita en formar tantos partos nuestros y por eso mantiene la batuta del te amo en ti, anhelando poner siempre la moneda divina de tu te amo en cada cosa creada, y después ve si todas las cosas creadas por Nosotros están adornadas del prodigioso secreto del tu te amo. Hija mía, Nosotros no miramos si lo que hace la criatura es grande o pequeño, más bien miramos si está el prodigio de nuestro secreto, y sus más pequeños actos, pensamientos y suspiros están investidos por la potencia de nuestra Voluntad. En esto está todo y es todo para Nosotros”.
(3) Después de esto seguía mi giro en el Fiat para acompañar todo lo que había hecho Jesús en la Redención, y pensaba entre mí: “Cómo habría querido hacer lo que hacía la Soberana Mamá cuando estaba con Jesús, porque ciertamente seguía todos sus actos, nada dejaba que se le escapara”. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cierto que nada se le escapaba a mi Mamá, porque todo lo que Yo hacía y sufría resonaba como eco profundo en el fondo de su alma, y Ella estaba tan atenta para esperar el eco de mis actos, que quedaba sellado en Ella el eco con todo lo que Yo hacía y sufría, y la Soberana Reina emitía su eco en el mío y lo hacía resonar en el fondo de mi interior, de modo que entre Ella y Yo eran torrentes que corrían, mares de luz y de amor que descargaban el uno en el otro y Yo hacía el depósito de todos mis actos en su corazón materno. No habría estado contento si no la hubiera tenido siempre conmigo, si no oyera su eco continuo que resonando en el mío, atraía hasta mis latidos y respiros para ponerlos en Ella; así como no habría estado contento si desde entonces no te tuviese a ti que debías seguir todos mis actos en mi Querer Divino, porque desde entonces hacía en ti el depósito de ellos, pasando el eco de la Mamá Reina al fondo de tu alma, y Yo miraba en la extensión de los siglos el eco de mi Mamá en ti, para llevar a efecto el reino de mi Divina Voluntad, por eso tú te sientes como atraída a seguir mis actos, es su eco materno que resuena en ti, y Yo tomo ocasión para hacer el depósito de ellos en el fondo de tu interior, para darte la gracia de hacer reinar mi eterno Fiat en ti”.
(5) Después, mi mente me la sentía inmersa en el mar del Fiat Divino, su luz me investía toda y no veía ni la altura ni el fondo donde ella terminaba, me la sentía más que vida que me corría dondequiera y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, mi Voluntad es vida, es aire, es respiro de la criatura, Ella no es como las otras virtudes que no son ni vida continua ni respiro de la criatura, y por eso se ejercitan a tiempo y circunstancia, no siempre se ejercita la paciencia, porque muchas veces falta quien la haga ejercitar y la virtud de la paciencia queda inoperante, sin dar su vida continua a la criatura; ni la obediencia, ni la caridad forman la vida de ellas, porque puede faltar quien tiene el acto continuo de ordenar y a quien poder ejercitar la caridad. Por eso las virtudes pueden formar el adorno del alma, pero no la vida; en cambio mi Voluntad es acto primero de todos los actos de la criatura, así que si piensa, si habla, si respira, es Ella la que forma el pensamiento, la palabra, y dándole el respiro mantiene la circulación, el latido, el calor, y como no se puede vivir sin respiro, así no se puede vivir sin mi Querer Divino, se vuelve necesidad continua para poder vivir, y mientras se recibe su respiro continuo, no se reconoce, es tan necesaria que no se puede hacer menos de Ella, ni siquiera un instante, porque Ella no sólo es portadora de todos los actos humanos, sino también es portadora de todas las cosas creadas. Mi Fiat es acto primero del sol y la hace respirar la luz, es acto primero del aire, del agua, del fuego, del viento, y respiran mi Voluntad Divina en el aire que respiran, en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el viento que los purifica, no hay cosa donde no respiren mi Querer, por eso en todas las cosas, sean pequeñas o grandes, hasta en el respiro, la criatura puede hacer siempre mi Voluntad, y no haciéndola es un acto de Vida de Voluntad Divina que pierde, es su respiro que sofoca

continuamente, recibe su vida, su respiro, para convertirlo en humano no para trasmutarse ella en mi Querer Divino”.

+ + + +

24-10
Abril 29, 1928

Las virtudes son semillas, plantas, flores y frutos; la Divina Voluntad es Vida. Las maravillas del “te amo”. El amor no se cansa jamás. Quien vive en el Querer Divino no puede ir al purgatorio, todo el universo se rebelaría.

(1) Mi pobre mente está siempre en poder del Fiat Supremo, me parece que no sé pensar en otra cosa, ni quiero ocuparme de nada más, siento una corriente en mí, que ahora me detiene en un punto y ahora en otro del Querer Divino, pero siempre en Él voy a terminar, sin tomar jamás toda su luz interminable, pues soy incapaz de hacerlo. Y mi amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho, dándome una sorpresa:
(2) “Hija mía, cuando el alma practica una virtud, el primer acto que hace forma el germen, y conforme hace el segundo, el tercero y así todos los demás, cultiva el germen, lo riega, lo hace que se transforme en planta y en sus frutos; si se practica una sola vez, o sólo algunas veces, la semilla no es regada, ni cultivada, muere y el alma queda sin planta y sin fruto, porque jamás un acto solo forma una virtud, sino la forman los actos repetidos. Sucede como con la tierra, que no basta arrojar la semilla en su seno, sino que conviene cultivarla, regarla frecuentemente si se quiere la planta y los frutos de aquella semilla, de otra manera la tierra se hace dura sobre la semilla y la sepulta sin darle vida. Ahora, quien quiera la virtud de la paciencia, de la obediencia o alguna otra, debe arrojar la primera semilla, y después con otros actos regarla y cultivarla, y así formará tantas bellas y diversas plantas en su alma; en cambio mi Voluntad no es germen como las virtudes, sino vida, y a medida que el alma comienza a resignarse, a mirarla en todo y a vivir en Ella, así viene formada en ella la pequeña Vida Divina, y conforme se va adentrando en la práctica del vivir en mi Querer, así crece y se va engrandeciendo esta Vida Divina, hasta llenar al alma de toda esta Vida, de modo que no queda de ella más que el solo velo que la cubre y la esconde dentro de sí. Y así como con las virtudes, así con mi Voluntad, si la criatura no da el alimento continuo de sus actos en Ella a la pequeña Vida Divina, ésta no crece y no la llena toda entera. Sucede como a un niño recién nacido, que si no se alimenta muere al nacer; porque mi Voluntad siendo Vida, tiene más necesidad que las virtudes, que son imágenes de las plantas, del continuo alimento para crecer y formarse Vida entera, por cuanto es capaz una criatura. He aquí la necesidad de que tú vivas siempre en Ella, para tomar su alimento exquisito de mi mismo Querer para alimentar su Vida Divina en ti. Ve entonces qué gran diferencia hay entre las virtudes y mi Voluntad, las primeras son plantas, flores y frutos que embellecen la tierra y deleitan a las criaturas, en cambio mi Fiat es cielo, sol, aire, calor, latido, cosas todas que forman vida y Vida Divina en la criatura. Por eso ama esta Vida y dale alimento continuo, a fin de que te llene toda y nada quede de ti”.
(3) Después de esto seguía mi giro en el Querer Divino, y repitiendo mi estribillo del “te amo” estaba diciendo: “Jesús, amor mío, quiero dejar todo mi ser en tu Fiat para poderme encontrar en todas las cosas creadas para adornarlas con mi ‘te amo’. Es más, quiero poner mi corazón en el centro de la tierra, y conforme palpita así quiero abrazar a todos sus habitantes, y siguiendo todos sus latidos con mi te amo, quiero darte el amor de cada uno de ellos, y conforme se repite mi latido desde dentro del centro de la tierra, así quiero poner mi te amo en todas las semillas que encierra en su seno, y en cuanto despunten estas semillas y se formen las plantas, las hierbas, las flores, así quiero poner mi te amo para poderlas ver encerradas en mi te amo a Jesús”. Pero mientras esto decía, mi pensamiento ha interrumpido mi estribillo del te amo diciéndome: “Cuántas locuras dices, Jesús mismo

estará cansado de oír tu larga cantaleta: “Te amo, te amo”. Y Jesús moviéndose de prisa en mi interior, y mirando toda la Creación para ver si en todas las cosas, pequeñas y grandes, estaba la vida de mi te amo, me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¡qué maravilla, qué encanto ver todas las cosas adornadas con tu te amo! Si todas las criaturas pudieran ver adornadas todas las plantas, los átomos de la tierra, las piedras, las gotas del agua con tu te amo; si pudieran ver llena la luz del sol, el aire que respiran, el cielo que ven, con tu te amo; si vieran que las estrellas centellean tu te amo,
¿qué maravilla no suscitaría en ellas, qué dulce encanto no atraería sus ojos para mirar tu estribillo y tu larga cantaleta de tu te amo? Dirían: ‘¿Será posible que no se le haya escapado nada? Nosotros mismos nos sentimos adornados con su te amo’. E irían curioseando e indagando todo para ver si en realidad no se te había escapado nada, para gozar el encanto de tu te amo. Ahora, si este encanto maravilloso queda inobservado por las criaturas terrestres, no queda inobservado para el Cielo y para los habitantes de allá arriba, gozan el encanto y las maravillas de ver la Creación toda, llena y adornada con tu te amo, sienten armonizar su te amo con el tuyo, no se sienten separados de la tierra porque el amor los une junto y forma las mismas notas y las mismas armonías, y además, tú debes saber que Yo no me cansé de adornar con mis repetidos e incesantes te amo para ti todas las cosas, pequeñas o grandes, cuando fueron creadas; y así como no me cansé al poner mis te amo, tampoco me canso al oírlos repetir por ti, más bien gozo porque mi te amo no queda aislado, sino que tiene la compañía del tuyo, que haciendo eco en el mío, se funden juntos y hacen vida común. Y además el amor no cansa jamás, por el contrario me es portador de alegría y felicidad”.
(5) Entonces, sin saber cómo, me ha venido un pensamiento: “Si yo muriera y fuera al purgatorio, ¿cómo haría? Si aquí estando aprisionada en mi cuerpo, porque es más que una estrecha prisión, está cercada mi pobre alma, y la siente tanto cuando Jesús me priva de su adorable presencia, que no sé que haría y sufriría para reencontrarlo, ahora, ¿qué será cuando rota la cárcel de mi cuerpo y mi alma sin ataduras y libre tome su rápido vuelo y no encuentre a mi Jesús, centro en el cual debo refugiarme para no salir jamás de él, y en vez de encontrar a mi vida, el centro de mi reposo, me encontrase arrojada en el purgatorio? ¿Cuál será mi pena y mi tormento?” Mientras me sentía oprimida por estos pensamientos, mi amado Jesús me ha estrechado toda a Sí y ha agregado:
(6) “Hija mía, por qué te quieres oprimir, ¿no sabes que quien vive en mi Voluntad tiene un vínculo de unión con el cielo, con el sol, con el mar, con el viento, con toda la Creación? Sus actos están fundidos en todas las cosas creadas, porque mi Voluntad, como cosas suyas las ha puesto todas en común, de manera que toda la Creación siente la vida de esta criatura, y si pudiera ir al purgatorio, todas se sentirían ofendidas y el universo entero se rebelaría y no la dejarían ir sola al purgatorio, el cielo, el sol, el viento, el mar, todos la seguirían quitándose de sus puestos y ofendidos dirían a su Creador: ‘Es Vuestra y nuestra, la vida que nos anima a todos nosotros la anima a ella, ¿cómo es que va al purgatorio?’ El cielo la reclamaría con su amor, el sol hablaría con su luz, el viento con sus voces lastimeras, el mar con sus olas ruidosas, todos tendrían una palabra para defender a aquélla que ha hecho vida común con ellas. Y como quien vive en mi Voluntad, absolutamente no puede ir al purgatorio, por eso el universo estará en su puesto y mi Voluntad tendrá el triunfo de llevar al Cielo a quien ha vivido en Ella en esta tierra de exilio, por eso sigue viviendo en mi Querer y no quieras entristecer tu mente y oprimirte por cosas que a ti no pertenecen”.


+ + + +

24-11
Abril 30, 1928

Desorden y reordenamiento. Cómo está establecido el reino de la Divina Voluntad. Cómo la Redención es el ejército;
la palabra divina es generadora.

(1) Estaba pensando en la Divina Voluntad y, ¡oh! cuántos pensamientos se agolpaban en mi mente, y habiéndome transportado fuera de mí misma, mi siempre amable Jesús me hizo ver los muchos castigos con los cuales quiere golpear a las humanas generaciones, y yo impresionada pensaba entre mí: “¿Cómo podrá venir el reino del Fiat Divino si la tierra abunda en males y la Justicia divina arma a todos los elementos para destruir al hombre y lo que sirve al hombre?” Y además, si este reino no vino cuando Jesús vino a la tierra con su presencia visible, ¿cómo podrá venir ahora? Así como están las cosas parece difícil. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que tú has visto servirá para purificar y preparar a la familia humana; los trastornos servirán para reordenar, y las destrucciones para edificar cosas más bellas; si un edificio en mal estado no cae por tierra, no se puede formar el nuevo que será más bello sobre aquellas mismas ruinas; Yo todo lo dirigiré hacia el cumplimiento de mi Divina Voluntad. Y además, cuando Yo vine a la tierra no había sido establecido por nuestra Divinidad que debiera venir el reino de mi Voluntad, sino el de la Redención, y a pesar de la ingratitud humana la Redención fue efectuada, pero no ha hecho aún todo su camino, muchos pueblos y regiones viven como si Yo no hubiera venido, por eso es necesario que haga su camino, que camine por todas partes, porque la Redención es el camino preparatorio para el reino de mi Voluntad, Ella es el ejército que va por delante para preparar a los pueblos para recibir el régimen, la vida, al Rey que es mi Querer Divino. Ahora, lo que no fue establecido para entonces, lo establecimos para hoy, para llevar a cabo el cumplimiento del reino de nuestro Fiat, y cuando Nosotros establecemos algo, todo está hecho, en Nosotros basta establecer para efectuar lo que queremos. He aquí el por qué lo que a ti te parece difícil, para Nosotros es muy fácil, nuestra potencia facilitará todo y hará como aquellos vientos impetuosos después de largos días lluviosos y de densas nubes, en que la fuerza del viento hace desaparecer las nubes y se lleva la lluvia y hace regresar lo sereno y el sol a abrazar la tierra. Así nuestra potencia, más que viento imperante hará huir las densas tinieblas del querer humano y hará reaparecer el Sol de mi Eterno Querer y lo hará abrazar a las criaturas; y todas las verdades que te manifiesto acerca de Él, no son otra cosa que la confirmación de lo que Nosotros hemos establecido.
(3) Además de esto, si no hubiese estado primero establecido por la Divinidad el reino de mi Fiat Divino y el tiempo cuando debería de llegar el cercano cumplimiento, no habría ninguna razón, ni necesidad, ni finalidad de elegirte a ti, de tenerte sacrificada por tan largos años, de confiarte no sólo sus conocimientos, sus admirables verdades y sus secretos y escondidos dolores, como a su pequeña hija, Ella ha tenido contigo un modo todo paterno y materno, a fin de poner en ti el germen de la filiación divina y que tú tuvieras cuidado de sus intereses más que si fueran tuyos, esto significa la realidad de lo que había sido establecido por Nosotros, tanto, que llegamos a escoger el sujeto y a usar los medios, dar las enseñanzas para descender en lo bajo de la familia humana y establecer en medio de ellos lo que estaba establecido en el Cielo. Si no estuviera establecido el reino de mi Voluntad no te habría dicho tanto acerca de él, ni te habría elegido en modo todo especial para tal finalidad; mi palabra habría estado sin vida y sin fruto si esto no fuera, y sin virtud generadora y fecundadora, lo que no puede ser; mi palabra tiene la virtud generadora y la potencia de formarse con su fecundidad su séquito de vidas interminables. Esto sucedió en la Redención; porque estaba establecida por Nosotros en el Cielo fue creada una Virgen

que debía ser la Madre del Verbo Eterno, si no hubiera estado establecido, no había ninguna razón, ni necesidad de crear y de elegir a esta Virgen toda singular y especial, ni de hacer tantas manifestaciones a los profetas que detallaron tan a lo vivo la vida del Verbo en su Humanidad, describiendo sus penas como si lo tuvieran presente; así que cuando nuestra benignidad divina se complace en elegir y manifestarse, es señal segura y principio del desarrollo de sus obras que tiene establecidas. Por eso sé atenta y deja hacer el todo a tu Jesús, porque no me faltan ni potencia ni medios para hacer lo que quiero, y realizar lo que he establecido”.

+ + + +

24-12
Mayo 6, 1928

Los hijos de la Divina Voluntad no tocarán la tierra.
Amarguras de Jesús. El hilo eléctrico.

(1) Estaba según mi costumbre toda inmersa en aquel Fiat Divino que más que sol resplandece en mi pobre alma, y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, será tal y tanto mi amor hacia los hijos de mi Voluntad, que no permitiré que toquen la tierra, extenderé mis pasos debajo de sus pies a fin de que si caminan, toquen mis pasos, no la tierra, de modo que sientan la vida de mis pasos, los cuales comunicarán la vida de los pasos de mi Querer Divino a los pasos de los hijos de mi Voluntad; si obran, sentirán el toque de mis obras, que comunicarán la virtud de mi Voluntad a las obras de ellos; si hablan, si piensan, sentirán la vida de mis palabras y de mis pensamientos, que invistiéndolos les comunicarán la virtud de mi Fiat a la mente y a las palabras, así que seré Yo mismo el portador de los hijos de mi Querer, seré celoso de que nada toquen, a fin de que en nada tomen parte y sientan mi Vida correr continuamente en ellos, que forma la Vida del Eterno Querer en la suya. Por eso ellos serán las más bellas obras de mis manos creadoras. ¡Oh, cómo se reflejará en ellos la obra de la Creación y serán el triunfo de mi Redención, todo triunfará en ellos! Por eso, entonces podré decir: Mis obras están completas y tomaré reposo en medio de mis hijos de mi Fiat Supremo”.
(3) Ahora, después de haber puesto en el papel lo que está escrito en estos días pasados, mi pobre mente era molestada por temores y dudas, todavía; pensaba que no era verdad que Jesús bendito me había dicho tantas cosas, sino más bien eran fruto de mi imaginación, y decía entre mí: “Si no ha sido Jesús que me ha hablado, serán escritos sin vida, porque sólo cuando habla Jesús corre la vida en su palabra, y yo escribiéndola, queda la vida de las verdades que Él me ha dicho, de modo que quienes las leerán, sentirán la virtud comunicativa de una vida que se infunde en ellos y se sentirán transformados en la vida de la verdad que leerán. En cambio si no es Jesús, serán escritos sin vida, vacíos de luz y de bienes, y entonces, ¿en qué aprovechará hacer el sacrificio de escribir?” Ahora mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y poniendo su cabeza cerca de la mía se ponía en actitud de tristeza y me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú amargas mi fiesta, porque cuando Yo manifiesto una verdad, lo hago porque quiero festejar con la criatura, y si ella no me da plena confianza, y se pone en dudas, la fiesta viene interrumpida y se convierte en amargura. Yo hago como dos íntimos amigos, uno de los cuales, amando mucho al amigo, quiere poner en el corazón del amigo todo lo que él contiene, y mientras le confía sus secretos, sus escondidas alegrías, lo pone al día de lo que posee; el amigo que escucha muestra no creerle, y pone en duda lo que el amigo le está diciendo, éste amarga al amigo y convierte su desahogo en amargura, y doliéndose casi se arrepiente de haberse confiado, y lleno de amargura se retira. En cambio si el amigo le cree, no sólo no lo amarga, sino que toma parte en sus bienes y festejan juntos las alegrías que el amigo posee, y su amistad queda vinculada con dobles

vínculos de amor. Tal soy Yo, más bien, más que amigo, amando mucho a aquélla que he elegido como mi pequeña secretaria, quiero vaciar mi corazón y confiar a ella mis secretos, mis alegrías, mis escondidos dolores, mis verdades sorprendentes, para festejar junto con ella y comunicarle tantas Vidas Divinas por cuantas verdades le voy manifestando. Si veo que ella me cree, Yo festejo y pongo fuera y en fiesta las alegrías, la felicidad que puede poseer una Vida Divina que posee la infinitud de todos los bienes, y el alma queda llena y festeja junto Conmigo, pero si la veo titubeante quedo amargado, y ella queda vacía de la Vida que quisiera confiarle. Tú frecuentemente me repites estas escenas de desconfianza, por eso sé atenta y no quieras convertir mis alegrías en amarguras”.
(5) Yo he quedado toda confundida y no he sabido qué responder. Después de esto seguía mi giro en el Querer Divino y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, en cuanto el alma entra en mi Querer, así pone en Él su hilo eléctrico, el cual llega hasta donde se quiere formar la luz, porque la luz no es formada donde se pone el hilo, sino donde termina, concentrando la electricidad de la luz en una lamparita. La voluntad humana conforme entra en la mía, a los reflejos del Sol de mi Fiat se convierte en luz y ahí forma su pequeña luz, y la electricidad de mi Voluntad alarga el hilo de la voluntad humana y forma su pequeña luz, más que lamparita eléctrica, hasta donde el alma quisiera llegar, delante a Dios, el cual viendo la pequeña luz de la voluntad humana la inviste y con la electricidad de su luz divina la convierte en sol, y con ella forma el más bello adorno de su trono divino. También es bello y deleitable el ver que el alma desde la tierra, conforme entra en mi Querer Divino, pone en Él su hilo eléctrico para el Cielo, y se alarga tanto, que llega hasta su centro que es Dios, y ahí forma su adorno de luz y estas luces son convertidas en sol”.

+ + + +

24-13
Mayo 10, 1928

Quien hace la Divina Voluntad entra en el orden divino. Cómo en la Divinidad no pueden entrar las penas. Ejemplo del sol.

(1) Me sentía bajo la opresión de un peso infinito, mi pobre alma gemía con gemidos ahogados por la privación de mi dulce Jesús, sin el desahogo de poderlos sacar, y mientras me sentía consumir por el dolor de estar privada de mi Vida y de mi Todo, el mismo dolor mientras me dejaba impávida, destruía en mí la vida del dolor, y al mismo tiempo me sentía inmersa en un dolor incapaz de poder expresarlo, era dolor sin dolor, pena sin pena, y en mi amargura pensaba para mí: “¿Y por qué no puedo dolerme? Siento en mí un dolor infinito, como infinito Aquél que me ha dejado, no obstante queriendo penetrar en un dolor tan justo y santo, como lo es el de estar privada de Jesús, para abrevar a mi pobre alma, el dolor me huye y quedo sin la vida del dolor”. Mi Jesús, ten piedad de mí, no me dejes en un estado tan infeliz. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad entra en el orden divino, y así como nuestra Divinidad es incapaz de dolor, ninguna cosa, aún mínima, puede ensombrecer mínimamente nuestra perenne e infinita felicidad, y por cuanto las criaturas nos ofendan, el dolor, las ofensas, quedan fuera de Nosotros, jamás dentro, y si el dolor pudiese entrar en Nosotros, súbitamente perdería la naturaleza del dolor y se convertiría en felicidad, así para quien vive en mi Voluntad el dolor no puede entrar en su alma, y mucho más, pues sintiendo en ella la luz, la fuerza, la felicidad de la naturaleza de mi Voluntad Divina, se siente ya en posesión de aquel Jesús del que le parece estar privada; ¿cómo puede dolerse si ya lo posee? Por eso el dolor queda fuera del alma, esto es en la naturaleza humana, y mientras siente todo el desgarro de mi privación y el peso de un dolor infinito, cual es el de mi privación, el alma por estar investida por el Fiat Divino parece que no

puede dolerse, por eso siente dolor sin dolor, pena sin pena, porque el dolor, las penas, no pueden entrar en el sagrario de mi Voluntad y están obligadas a quedar fuera, y el alma las siente, las ve, las toca, pero no entran a su centro, y si esto fuera, mi Voluntad perdería su naturaleza feliz en ti, lo que no puede ser. Sucede como le sucede al sol, que es incapaz de tinieblas, todas las fuerzas humanas no pueden hacer entrar un átomo de tinieblas en su luz, sin embargo las tinieblas sí se pueden extender por fuera de la luz, pero el sol nada pierde, ni su calor ni sus admirables efectos, es siempre triunfante en su estado de luz, ni las tinieblas lo hacen descender, ni nada quitan a su luz, pero si el sol se pudiera doler, se sentiría mal al ser circundado por tinieblas a pesar de que no le causaran daño ni a su centro ni a su estado feliz. Sin embargo esto es un dolor que sobrepasa todos los otros dolores, porque es dolor de orden divino; ¡cuántas veces lo sintió mi Humanidad! Ella se sentía triturar, todas las penas pasaban sobre de Mí, pero dentro de Mí mi Voluntad Divina era intangible de todas mis penas, y poseía felicidades inmensas, bienaventuranzas sin fin; se puede decir que en Mí había dos naturalezas, una opuesta a la otra, una de felicidad, la otra de penas, y ¡oh! cómo mi naturaleza humana sentía más a lo vivo las penas ante las inmensas alegrías de mi Naturaleza Divina. Por eso tú no eres capaz de expresarte, porque son penas de orden divino, y si tú antes, cuando Yo me escondía de ti, sentías que todo se convertía en ti en dolor, era porque faltaba en ti la Vida completa de mi Voluntad, y por eso aquellos vacíos se llenaban de dolor y tú sentías la sensibilidad del dolor y te dejaba no imperturbable, pacífica como hoy, sino agitada, sin aquella firmeza que da de divino, y Yo pronto corría a sostenerte porque no veía todos los caracteres incancelables de mi Voluntad, porque lo que Ella pone no se cancela jamás, y Yo, sintiéndome seguro dejo mi trabajo a mi Fiat Divino”.

+ + + +

24-14
Mayo 13, 1928

Quien vive en la Divina Voluntad tiene en su poder todo, es la repetidora de los actos de la Virgen, de los santos y de Nuestro Señor.

(1) Estaba rezando y sentía que no sabía ni rezar, ni amar, ni dar gracias a Jesús, entonces decía entre mí: “Cómo quisiera el amor y las oraciones de la Soberana Señora y de todos los santos en mi poder, para poder amar y rezar a Jesús con el amor de Ella y con sus oraciones, y con las de todo el Cielo”. Y mi Jesús bendito moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma vive en mi Voluntad Divina, tiene todo en su poder, porque Ella es la depositaria y conservadora de todo lo que ha hecho mi Mamá y todos los santos; basta conque quiera tomar lo que ellos han hecho, para que el amor corra a ella, las oraciones la invistan, las virtudes se ponen en orden para esperar a ver quién tiene el honor de ser llamada, para darle la vida de sus actos, para formarle su bella y radiante corona. Así que la Reina del Cielo siente repetir su amor, sus oraciones, los santos sienten que se repiten sus virtudes, y todo repetido por la criatura desde la tierra, y ¡oh! cómo gozan al ver sus actos repetidos de nuevo, no hay alegría más grande que se pueda dar a los habitantes del Cielo, que repetir su amor, sus oraciones, sus virtudes, y Yo siento como si mi Mamá estuviera nuevamente amándome y rezándome. Su eco resuena en ti, y tú repitiéndolo haces resonar tu eco en el Cielo, y todos reconocen sus actos en tus actos.
¿No te sentirías honrada si alguien repitiera tus actos y modelara sus obras sobre el modelo de las tuyas? ¿Con qué amor no lo mirarías? Y si tú supieras cuánto gozo cuando te oigo decir: ‘Quiero unirme con los pensamientos de Jesús, con las palabras, con las obras y pasos, para alinearme junto con sus pensamientos, con sus palabras, etc., sobre cada uno de los pensamientos, palabras, obras y pasos de las criaturas, para repetir junto, por todos y por cada uno lo que hizo Jesús con sus pensamientos, palabras y todo lo

demás que hizo; no hay cosa que hayas hecho que no quiera hacer yo, para repetir el amor y el bien que hizo Jesús’. Yo me siento a Mí mismo sobre la tierra y siento repetir por ti mis actos, y estoy esperando con tanto amor la repetición de mis actos, que Yo mismo me hago en ti actor y espectador, para gozarme y tomarme la gloria de mi misma Vida. Por eso la criatura que vive y obra en nuestra Voluntad, es reconocida por todo el Cielo como portadora de alegrías divinas a todo el Cielo, y que manteniendo el Cielo abierto hace descender sobre la tierra el celestial rocío de gracias, de luz, de amor sobre todas las criaturas”.

+ + + +

24-15
Mayo 20, 1928

Mensajeros divinos. Circular celestial. Los actos hechos en el Querer Divino forman el éxtasis al Creador. Necesidad de la continuación de los actos; cómo éstos forman tantas horas para llamar al alba.
La Virgen, alba de la Redención.

(1) Estaba pensativa por una circular que me había llegado acerca de la casa de la Divina Voluntad, tan querida por el venerado padre Di Francia y tan suspirada por él, y que no tuvo el consuelo de verla realizada y abierta para el fin que él quería; y ahora finalmente, por lo que decía la circular, parecía que despuntaba el día en que se haría realidad. Entonces yo pensaba para mí: “Realmente será verdad que es Voluntad de Dios que yo vaya a ella? ¿Y las religiosas de esta casa serán las verdaderas pequeñas hijas de la Divina Voluntad? ¿Serán ellas el principio de aquella era divina del reino del Fiat Supremo sobre la tierra? Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada palabra, obra y sacrificio que se hace en mi Voluntad y para obtener su reino divino, son tantos mensajeros que se envían a la patria celestial, los cuales llevan la circular divina y la hacen llegar a todos los santos, a los ángeles, a la Soberana Reina y al mismo Creador, dando a cada uno el trabajo de preparar las diversas cosas que se necesitan para un reino tan santo, a fin de que todo sea hecho con decoro, con decencia y con nobleza divina. Entonces todos los habitantes de la patria divina con esta circular celeste en sus manos, se ponen todos a la obra de cumplir su trabajo de preparar cada cosa que les ha sido impuesta. Así que la circular de la tierra hace su eco a la circular celestial, y Cielo y tierra se mueven, se ocupan de la única finalidad del reino de mi Voluntad Divina; la tierra de todo lo que se necesita en el orden natural, la corte celestial de todo lo que corresponde al orden sobrenatural, parece que Cielo y tierra se den la mano y hagan competencia a ver quien hace más pronto lo necesario para preparar un reino tan santo. Si tú supieras qué valor tiene un acto hecho en mi Voluntad, cómo sabe mover Cielo y tierra, cómo se sabe abrir el camino por doquier, se pone en comunicación con todos y obtiene todo lo que no se ha obtenido por todos los actos juntos y por tantos siglos, son no un sol, sino tantos soles por cuantos actos se hacen, que forman el día fúlgido y deslumbrante del reino de mi Voluntad sobre la tierra. Los actos hechos en Ella son estímulos al Ente Supremo, son imanes que lo atraen, son dulces cadenas que lo atan, son raptos en los cuales la criatura tiene la fuerza de formar el éxtasis a su Creador, el cual, raptado como en dulce sueño por el éxtasis que le ha formado su amada criatura, concede lo que quería dar desde hace tantos siglos, pero no encontraba a aquélla que extasiándolo con su misma fuerza divina, se volviera raptora del reino de su Voluntad Divina. Conforme la criatura se mueve en mi Fiat y forma su acto, así Dios se siente raptar, y en su dulce sopor se siente desarmado y vencido, y la criatura queda la vencedora de su Creador.
(3) Con estos preparativos sucede como a un esposo, que debiendo hacer su boda, se prepara la casa, la recámara, todos los objetos que se necesitan para hacer que nada les

falte, después pasa a los vestidos de la boda, se hacen las invitaciones, todo esto hace que el esposo se decida a cumplir lo que él mismo quería; pero si nada se prepara, el esposo toma tiempo y jamás se decide y él mismo se siente impedido y dice entre sí: ‘Debo casarme y no tengo la casa, no tengo la cama donde dormir, no tengo los vestidos para aparecer como esposo, ¿qué figura voy a hacer?’ Y por necesidad se quita cualquier pensamiento de casarse. Así estos preparativos, los actos hechos en mi Voluntad, las circulares, son estímulos para mover mi Querer a que venga a reinar en medio a las criaturas, y mis conocimientos son como el esposo que viene a esposar a las criaturas con nuevos vínculos, tal y como salió de nuestras manos creadoras”.
(4) Luego me sentía cansada, agotada por las privaciones de mi dulce Jesús. Mi pobre y pequeña alma me la sentía que no podía más sin Aquél en quien había concentrado mis esperanzas y toda mi misma vida, sin Él todo lo que yo hacía, que me había sido enseñado por Jesús, me parecía un juego, oraciones fantásticas, no de gloria de Dios, y por eso sentía tal desgano en hacer mi giro, que con trabajo seguía adelante. Pero mientras estando agotada continuaba mi giro, he sentido que Jesús sosteniéndome me empujaba por detrás diciéndome:
(5) “Hija mía, adelante, no quieras detenerte, tú debes saber que todo está establecido por el Ente Supremo, oraciones, actos, penas, suspiros que debe hacer la criatura para obtener lo que Nosotros mismos queremos darle y ella suspira por recibir, así que si estos actos no son cumplidos, no despunta para Nosotros el suspirado sol en medio a la larga noche de la voluntad humana para formar el día del reino del Fiat Divino. Por eso muchas veces sucede que se hacen tantos actos y oraciones y nada se obtiene, y después por otro pequeño suspiro u oración se obtiene lo que tanto se suspiraba, ¿tal vez ha sido el último acto el que ha obtenido el reescrito de la gracia? ¡Ah no! Ha sido la continuación de todos los actos y oraciones, y si se ve que se obtiene con aquel último acto es porque se necesitaba un número establecido por Nosotros. Entonces si tú quieres recibir el reino del Querer Divino, no te detengas, de otra manera, faltando la larga cadena de los actos que llega hasta el trono de Dios, no obtendrás lo que tú quieres y Nosotros queremos dar. Los actos son como las horas que forman, o el día o la noche, cada hora tiene su puesto, algunas forman la tarde, otras la noche, otras el alba, otras el despuntar del sol, otras el pleno día; y si es la hora de media noche, en vano es querer ver que despunta el sol, es necesario que al menos venga el alba para anhelar el cercano día, para ver la majestad del sol, que con su imperio de luz hace huir las tinieblas, y poniendo término a la noche adorna y hace resurgir toda la naturaleza en su luz y en su calor, plasmando todo con sus benéficos efectos. Ahora, ¿es tal vez el alba la que tiene todo el honor en hacer despuntar al sol? ¡Ah, no! Ella ha sido la última hora, pero si las otras no la hubieran precedido jamás hubiera podido decir el alba: ‘Yo soy aquélla que llamo al día’. Así son los actos, las oraciones, para obtener que despunte el día del reino de mi Voluntad Divina, son como tantas horas y cada una tiene su puesto de honor, y se dan la mano entre ellas para llamar al resplandeciente Sol de mi Querer Divino, el último acto puede ser como el alba, y si éste no se hace, faltará el alba y es inútil esperar que pronto surja su día de luz sobre la tierra, que plasmando y calentando todo hará sentir más que sol sus benéficos efectos, su régimen divino, régimen de luz, de amor y de santidad. Así sucedió en la Redención, por tantos siglos la Redención no vino porque los patriarcas y los profetas se encontraron con sus actos como en las horas nocturnas, y desde lejos suspiraban el día; en cuanto vino la Virgen Reina formó el alba, y abrazando juntas todas las horas nocturnas hizo despuntar el día del Verbo sobre la tierra, y la Redención fue cumplida. Por eso no te detengas, es tan necesario la serie de los actos, que hay peligro que si no todos son cumplidos no se obtenga el bien deseado”.


+ + + +

24-16
Mayo 26, 1928

Dios es orden y cuando quiere dar un bien, pone en él su orden divino en medio a las criaturas. Nuestro Señor al haber formado el Padre Nuestro, se ponía a la cabeza del reino del Fiat Divino.

(1) Continúo lo que está escrito arriba. Estando pensativa sobre todo lo que respecta al reino de la Voluntad de Dios, mi siempre amable Jesús ha agregado:
(2) “Hija mía, Dios es orden, y cuando quiere dar un bien a las criaturas, siempre pone en él su orden divino, y todo lo que se hace para obtener el bien comienza de Dios, poniéndose Él a la cabeza para tomar el empeño, y ordena a la criatura al mismo fin. Esto lo hice para dar Yo la Redención y las criaturas para recibirla, y esto estoy haciendo para dar el reino del Fiat Divino y las criaturas para recibirlo. Con formar Yo mismo el Padre Nuestro me ponía a la cabeza y tomaba el empeño de dar este reino, y con haberlo enseñado a mis apóstoles ponía el orden en las criaturas, el cómo poder obtener un bien tan grande; así que toda la Iglesia ruega, no hay alma que a Ella pertenezca que no recite el Padre Nuestro, y si bien muchos lo recitan sin interés de querer y pedir un reino tan santo, esto es, que el Querer Divino se haga como en el Cielo así en la tierra, estando este interés en Aquél que lo enseñó, recitándolo se renueva mi interés y escucho mi oración que pide: ‘Venga tu reino a fin de que se haga tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra’. Ahora, si la criatura al recitar el Padre Nuestro tuviese este interés de querer y suspirar mi reino, entraría a tomar parte de mi interés, y su voluntad se fundiría en la mía por el mismo fin; pero a pesar de que no tenga este interés, mi valor e interés corre siempre en cada Padre Nuestro. Ve entonces el orden divino, pedir todos una sola cosa. En medio de éstos que piden están aquellos que quieren hacer mi Voluntad, otros que la hacen, y todo esto viene entretejido junto y tocan a la puerta de mi Querer Divino, repiten los toquidos y golpean, quién fuerte, quién quedo, pero siempre hay alguno que toca y pide que se abran las puertas a fin de que descienda mi Voluntad a reinar sobre la tierra. Y como todo está establecido y ordenado por la Divinidad, espera a quien debe hacer el toquido más fuerte y que forzando las puertas con una fuerza invencible, cual es la misma fuerza de mi Voluntad Divina, abrirá de par en par las puertas, y con sus dulces cadenas de amor atará al Eterno Querer para hacerlo venir a reinar en medio a las criaturas; ella será como la esposa que entretejiendo a su esposo con sus cadenas amorosas lo llevará como en triunfo en medio a las criaturas. Y así como la Virgen Santa puso término a las horas nocturnas de los patriarcas y profetas, y formó el alba para hacer despuntar el Sol del Verbo Eterno, así ésta formará el alba para hacer despuntar el Sol del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. ¿Crees tú que mi Voluntad que con tanto amor se ha hecho conocer y ha manifestado tanto interés de querer venir a reinar sobre la tierra desahogando contigo su dolor, haya sido sin que ninguno la haya suplicado? ¡Ah, no, no! Han sido los continuos llamados de mi Iglesia, y en aquellos llamados era propiamente Yo que llamaba, pero me servía de ellos para tocar a las puertas del Fiat Divino, el cual cansado de oír llamar a sus puertas divinas, se ha servido de ti para hacerse llamar más fuerte, y abriéndote te ha dado parte en sus conocimientos; y cuantas verdades te ha hecho conocer, tantos medios te daba para formar cadenas amorosas para hacerse atar y venir a reinar sobre la tierra, y por cuantas veces te llama a vivir en su Querer Divino haciéndote conocer sus cualidades, su potencia, sus alegrías, sus inmensas riquezas, son tantas garantías que te da, que te aseguran su venida a la tierra, porque en Nosotros hay esta prerrogativa, que si hacemos conocer un bien nuestro, una verdad, un conocimiento que nos pertenece, es porque queremos hacer de ello don a la criatura. Ve entonces cuántos dones te ha hecho mi

Querer, cuántos conocimientos suyos te ha hecho conocer, son tales y tantos que tú misma no sabes numerarlos”.
(3) Y yo: “Mi amado Jesús, ¿quién sabe cuando vendrá este reino? Y Él:
(4) “Hija mía, para venir la Redención se necesitaron cuatro mil años, porque el pueblo que rogaba y suspiraba al futuro Redentor era el más pequeño, de número restringido; en cambio los que pertenecen a mi Iglesia son más pueblos y de número, ¡oh! cuánto más grande que aquél, por eso el número abreviará el tiempo, mucho más que la religión se está abriendo camino dondequiera, lo cual no es otra cosa que la preparación al reino de mi Voluntad Divina”.

+ + + +

24-17
Mayo 30, 1928

La Creación es el ejército divino, el Fiat la bandera celestial. Ejemplo del niño y el padre rico. Cómo Jesús quiere pueblos enteros que rueguen. Quiénes son estos pueblos.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, y reuniendo a toda la Creación para llevarla delante de la Majestad Suprema como el más bello homenaje, la adoración más profunda y el amor más intenso y más grande a Aquél que la había creado, me parecía que no había cosa más bella que llevar a mi Creador, que la magnificencia y el continuo prodigio de sus mismas obras. Ahora, mientras esto hacía, mi amado Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, no hay homenaje más bello y digno de nuestra Majestad adorable, que el ofrecernos nuestras mismas obras; conforme tú giras en la Creación, así reúnes nuestro ejército divino para dárnoslo como gloria nuestra y como ejército aguerrido que pide con insistencia y violencia el reino de la Divina Voluntad, por eso conforme tú giras, pones delante a cada cosa creada el Fiat Divino como bandera noble y divina, que con su oculto hablar piden con fuerza divina el reino de mi Voluntad sobre la tierra. ¡Oh, cómo es bello ver a toda la Creación abanderada con el Fiat Divino, desde la más pequeña cosa a la más grande, todas poseen la bandera del Fiat puesta por mi pequeña hija, parece un ejército formidable que agitando con imponencia su noble bandera, piden con repetidas instancias lo que ellos poseen, esto es, el reino de mi Voluntad sobre la tierra”.
(3) Después he continuado mi giro y no sólo en toda la Creación, sino también en todos los actos hechos por Adán en el estado de inocencia, en todos aquellos hechos por la Virgen reina, como también en aquellos hechos por Nuestro Señor, y yo ponía en ellos mi Fiat Divino mandándolos como un ejército ordenado en torno a la Divinidad para que pidiesen su reino, y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, Cielos y tierra ruegan, todos mis actos, los de la Soberana Reina, como también los de Adán inocente, que estaban todos investidos por mi Fiat Divino, tienen todos una voz que resonando entre ellos como un eco dulcísimo y fuerte, piden: ‘Venga tu reino’. Hija mía, al crear al hombre Yo hice como un padre riquísimo, que habiendo tenido su niño quisiera entretenerse con su pequeño dándole todas sus riquezas y le dice continuamente: ‘Hijo, toma lo que quieras, y cuanto más puedas’. El pequeño se llena las bolsas, sus pequeñas manitas, pero tanto, que no pudiendo contenerlas se le caen por tierra, y el padre instigándolo le dice: ‘¿Esto es todo lo que has tomado? Vamos, toma más, toma todo’. Y el niño se ve apurado y regresa a tomar, pero su pequeña capacidad no puede tomar más, y el padre sonríe y se entretiene con su pequeño. Así hice Yo con el hombre, le hice don de todas mis riquezas, y él como pequeño niño, era incapaz de poderlas tomar todas, y Yo animándolo le decía: ‘Toma, toma hijo mío, toma mucho, toma todo si puedes, cuanto más tomes tanto más gozaré y haré fiesta’. ¿No lo estoy haciendo así contigo, hasta querer darte el reino de mi Voluntad Divina? Por eso te hago girar en

toda la Creación, en las obras de mi Redención, ni siquiera te privo de los dominios de la Soberana del Cielo, y mientras tú giras en nuestras obras y dominios te voy susurrando al oído: ‘Toma lo que quieras mi pequeña hija’. Y para darte el derecho te hago marcar todas nuestras obras y nuestros dominios con tu te amo, con este tu te amo que repite su estribillo: ‘Dame tu Fiat Divino’, y parece que estén entretejidos juntos, Fiat, y te amo, y Yo conozco que lo que tú quieres y pides es la cosa más grande y un reino divino en el cual no sólo tú, sino todos aquellos que estarán en este reino, sean todos reyes y reinas. ¡Si tú supieras qué cosa me pides! Cielos y tierra están por eso maravillados y están todos mirando la audacia de tu petición, y mi bondad toda paterna, que con amor excesivo te contempla, te sonríe para darte más confianza para pedirlo con más audacia, porque hija mía, siendo un reino tan grande que debo dar, Yo quiero un pueblo entero que me lo pida, y el primer pueblo es toda la Creación, que tú con girar en medio de ella mueves a todos a pedir que venga el reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra; el segundo pueblo son todas mis obras y las de mi Mamá Celestial que fueron hechas sobre la tierra, estos pueblos son pueblos divinos e interminables; después está el pueblo de la baja tierra, que es quien recita el Padre Nuestro, y los pocos que conocen en algún modo mi Voluntad Divina piden que venga a reinar sobre la tierra. Y cuando pueblos enteros me piden, y a la cabeza de ellos está aquélla a la cual ha sido confiada una misión tan grande, con más facilidad se concede lo que Nosotros queremos dar y con insistencia nos es pedido. ¿No sucede así en el bajo mundo? Si se debe elegir un rey, un jefe de un país, hay quien mueve al pueblo a gritar: ‘Queremos a tal por rey, a aquél otro por dirigente de un país’. Si se quiere una guerra se hace gritar al pueblo: ‘Queremos guerra’. No hay cosa importante que se haga dentro de un reino, en que no se recurra al pueblo para hacerlo gritar y aun hacer tumulto para darse la razón y decir: ‘Es el pueblo que lo quiere’. Y muchas veces el pueblo mientras dice que lo quiere, no sabe lo que quiere, ni todas las buenas o tristes consecuencias que de eso vendrán. Si esto hacen en el bajo mundo, mucho más Yo. Cuando debo dar cosas importantes, bienes universales, quiero que pueblos enteros me lo pidan, y tú debes formar estos pueblos, primero con hacer conocer todos los conocimientos sobre mi Fiat Divino, segundo girando por todas partes, moviendo Cielos y tierra a pedir el reino de mi Divina Voluntad”.

+ + + +

24-18
Junio 3, 1928

Las verdades son escalera para subir a Dios. El aislamiento. La Voluntad Divina es la que revelará al hombre los secretos de la Creación. Ejemplo del niño que duerme.

(1) Continúo mi abandono en el Querer Divino, y girando en Él mi pobre mente se ha transportado al Edén, en el acto en el cual Dios estaba formando la naturaleza del hombre antes de infundirle el alma, y pensando en el gran amor con el cual el Supremo Creador formaba el cuerpo humano, y que antes de que Adán existiese, al formar su cuerpo lo amaba con amor de Padre que ama su parto, y que no existiendo aún la vida del alma de Adán no le correspondía con su amor, y por lo tanto el amor divino quedaba aislado sin la compañía del amor de su criatura. Entonces no era justo que su amor quedase sin la correspondencia del pequeño amor de quien tanto amaba, y por eso pensaba entre mí: “La Voluntad Divina es eterna, y lo que se hace en Ella está siempre en acto y no pierde jamás el acto presente”, por eso, en el Fiat yo quiero anticipar el amor de Adán y acariciar a mi Creador con mi amor, y en el acto en que forma el cuerpo humano quiero hacer eco a su amor para decirle: “En tu Querer siempre te he amado, aun antes de que todas las cosas existieran”. Entonces mientras esto y otras cosas pensaba, mi siempre amable Jesús me ha estrechado fuertemente en sus brazos diciéndome:

(2) “Hija mía, cómo estoy contento por haberte manifestado tantas verdades sobre mi Querer Divino, todas mis verdades que te he dicho sobre Él son escaleras que sirven, a ti para subir en los actos de mi Eterno Querer para encontrar en acto el primer acto nuestro, que tiene virtud de ser siempre presente y darnos la alegría, la felicidad de la correspondencia de tu amor, y nos sirven a Nosotros para descender hacia ti, para buscar la compañía de aquélla por la cual obrábamos y amábamos tanto. Cómo es dulce la compañía de quien se ama, está llena de alegrías inolvidables, y cómo es amargo el aislamiento y no gozar de la presencia de quien tanto se suspira, se ama, y por la cual se obra. Nosotros mientras formábamos la naturaleza del hombre, antes de infundirle la vida, hacíamos como un padre o una madre cuando duermen a su hijo, que llevados por la ternura, por amor irresistible, contemplan, besan y estrechan a su seno al hijo que duerme, y el hijo, como duerme no sabe nada. Si supieras hija mía cuántos besos, cuántos abrazos amorosos dimos a la naturaleza humana antes que le diéramos la vida, y fue en la hoguera de nuestro amor que infundiéndole el aliento le dimos la vida dándole el alma, y al cuerpo el respiro, el latido, el calor, así que el respiro que tú sientes es nuestro, el latido que te late en el corazón es nuestro, el calor que tú sientes es el toque de nuestras manos creadoras, que tocándote te infunde el calor, y conforme respiras Nosotros sentimos nuestro respiro que respira en ti, conforme late tu corazón así sentimos nuestro latido de vida eterna que late en ti, y conforme sientes el calor, es nuestro amor que circula en ti y continúa su obra creadora y conservadora para calentarte…
(3) Tú debes saber hija mía, que nuestro Querer es el revelador de la obra de la Creación, sólo Él puede revelar todos los secretos de amor escondido en la Creación, Adán no supo todo, cuántas estratagemas y finezas amorosas pusimos al crearlo, el alma y el cuerpo; Nosotros hicimos como un padre que no dice todo junto a su pequeño hijo, sino que conforme crece quiere darle las sorpresas diciéndole cuánto lo ama; cuánto ha hecho por él; cuántas finezas amorosas, besos escondidos cuando él, pequeño, era incapaz de comprenderlos; que cosa le ha dado y que le puede dar, y ahora le hace una sorpresa, ahora otra, y esto sirve para mantener la vida de amor entre padre e hijo y en cada sorpresa aumentar su alegría y felicidad. Qué dolor no sería para este padre, que mientras que el hijo duerme lo ha cubierto de besos, se lo ha estrechado al corazón, y era tal y tanta su ternura amorosa, que ha llegado a bañar de tierno llanto el rostro del niño durmiendo, y el niño despertándose no sonríe al padre, no se arroja a su cuello para besarlo, y si lo mira es con frialdad, ¡qué dolor para este pobre padre! Todas las sorpresas que ha preparado para manifestárselas al hijo, las encierra en el corazón con el dolor de no poder compartir con él su felicidad, sus alegrías más puras, hasta no poderle decir cuánto lo ha amado y ama. Así fue para Nosotros hija mía, nuestra más que Paterna Bondad preparaba tantas nuevas sorpresas a nuestro hijo amado, y nuestro Querer Divino tomaba el empeño de hacerle de revelador; en cuanto se sustrajo de Él, Adán perdió al revelador y por eso no se sabe cuánto lo amamos y todo lo que hicimos por él al crearlo, por eso sentimos un amor irresistible de que nuestro Fiat venga a reinar como en el Cielo así en la tierra, a fin de que después de tantos años de silencio y de secretos, dé desahogo a sus llamas y regrese a hacerla de revelador de la Creación, porque poco se conoce de todo lo que hicimos al crear al hombre. ¡Cuántas sorpresas tiene por decir, cuántas alegrías y felicidad por comunicar! Tú misma, ¿no oyes cuántas cosas te dice, tanto sobre lo que respecta a mi Querer Divino, como al amor sorprendente de toda la Creación, y en modo especial la creación del hombre?
(4) Mi Voluntad es el libro de la Creación, pero es necesario para saberse y poderlo leer, su reinar en medio de las criaturas. La voluntad humana tiene como adormilado al pobre hombre, él duerme y el sueño le impide sentir y ver todas las caricias y finezas de amor que le hace su Padre Celestial, sus sorpresas que le quiere hacer conocer, el sueño le impide recibir las alegrías, la felicidad que le quiere dar su Creador y le impide comprender el estado sublime de su creación. Pobre hombre, adormilado para el verdadero bien y sordo para escuchar de mi Divina Voluntad, que es la reveladora de su noble historia, su origen, su dignidad y belleza maravillosa, y si permanece despierto escucha, pero por el

pecado, por sus pasiones o por cosas que no tienen un principio eterno, hace propiamente como el niño que duerme, que si se despierta, llora, hace berrinches y pone en cruz al pobre padre que está casi doliente por tener un hijo tan afligido; es por eso que mi Querer Divino está revelando tantos conocimientos suyos, para despertar al hombre de su largo sueño, a fin de que despertándose en mi Fiat pierda el sueño de la voluntad humana, y readquiera lo que perdió y pueda sentir los besos, el amor, las estrechuras amorosas que le hace a su seno su Creador. Así que cada conocimiento que respecta a mi Voluntad Divina es un reclamo, es una voz que emito, es un grito que doy para despertar al hombre del sueño del querer humano”.

+ + + +

24-19
Junio 7, 1928

Dios al crear al hombre le infundió tres soles; arrebato de su Amor. Ejemplo del sol.

(1) Mi giro en los actos de la Divina Voluntad continúa siempre, y habiendo llegado al Edén, me parecía que Jesús tenía deseos de decir alguna cosa, el recuerdo, el lugar donde su Voluntad creante creó al hombre, su amor exuberante, las prerrogativas, la belleza con la cual creó al hombre, los bienes, la gracia con la cual lo enriqueció. Estos son los más dulces y amados recuerdos a su corazón paterno que lo hacen ahogarse de amor, y para dar desahogo a sus llamas quiere hablar de lo que hizo al crearlo, tanto, que mientras escribo oigo su corazón que late fuertemente, y exultando de alegría me pone los brazos en el cuello y besándome con tal énfasis de afecto se ha encerrado en mi corazón, como herido por el arrebato de aquel amor que tuvo en la Creación, y poniéndose en actitud mezclada de fiesta y de dolor, quería ser espectador de lo que estaba por escribir. Entonces, Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuántos prodigios nuestros concurrieron al crear al hombre, con nuestro aliento le fue infundida el alma, en la cual nuestra Paterna Bondad le infundía tres soles con los cuales formaba en ella el perenne y brillante día, no sujeto a ninguna noche. Estos tres soles venían formados por la potencia del Padre, por la sabiduría del Hijo, por el amor del Espíritu Santo. Estos tres soles mientras venían formados en el alma, quedaban en comunicación con las Tres Divinas Personas, de modo que el hombre tenía el camino para subir hasta Nosotros, y Nosotros teníamos el camino para descender en él. Estos tres soles son las tres potencias: Inteligencia, memoria y voluntad, que mientras son distintas entre ellas, se dan la mano y llegan a formar una sola, símbolo de nuestra Trinidad adorable, que mientras somos distintos en las Personas formamos una sola potencia, un solo intelecto y una única Voluntad. Fue tanto el amor al crear al hombre, que nuestro amor sólo se contentó cuando le comunicamos nuestra semejanza. Estos tres soles fueron puestos en el fondo del alma humana, como el sol en el fondo de la bóveda del cielo, que con su luz tiene en fiesta a la tierra y con sus admirables efectos da vida a todas las plantas, y a cada una el gusto, la dulzura, el color y la sustancia que le conviene. El sol en su tácito silencio guía la tierra, enseña a todos, no con las palabras sino con los hechos, y con tal elocuencia que ningún otro lo puede igualar, y con su luz penetrante se hace vida de todo lo que produce la tierra. Mira, un sol para toda la tierra, pero para el alma humana nuestro amor no estuvo contento con uno solo, y como nos encontrábamos en el arrebato de nuestro amor, de dar y de volver a dar, formamos tres soles, por los cuales debían ser dirigidos, animados y recibir la vida todos los actos humanos. ¡Qué orden, qué armonía pusimos en nuestro amado y querido hijo! Ahora hija mía, estos tres soles existen en el hombre, pero se encuentran en las mismas condiciones como cuando el sol que resplandece en el cielo se encuentra circundado por densas nubes y no puede llenar la tierra con la viveza de su luz, y si bien las comunicaciones no están ni interrumpidas ni

rotas en virtud de las nubes, sin embargo los efectos la tierra los recibe con dificultad y no goza todo el bien que le podría hacer el sol, así que como no recibe toda la vida del sol, está como enferma, sus frutos son insípidos y no maduros, muchas plantas sin frutos, por lo tanto la tierra está melancólica, sin fiesta, porque las nubes han impedido que reciba toda la plenitud de la luz del sol para coronarse de gloria y de honor. Así se encuentra el hombre, todas las cosas están en su lugar, entre Nosotros y él nada se ha roto ni interrumpido, pero el querer humano ha formado densas nubes, y por eso se ve el hombre sin la gloria, el orden y la armonía de su creación, y por lo tanto sus obras están sin frutos, viciadas y sin belleza, sus pasos son vacilantes, se puede decir que es el pobre enfermo porque no se hace dirigir por los tres soles que posee en su alma. Entonces viniendo a reinar mi Voluntad, la primera cosa que abatirá será el querer humano, y soplando pondrá en fuga las nubes, y el hombre se hará dirigir por los tres soles que tiene en el fondo del alma, que poseen nuestra comunicación, y pronto subirá a nuestro origen y todo será fiesta y gloria para Nosotros y para él”.

+ + + +

24-20
Junio 12, 1928

Cómo Dios se siente renovar las alegrías de los primeros tiempos de la Creación. El encanto que hará la Divina Voluntad a la voluntad humana; ejemplo del sol. Cuándo y dónde fue hecho el esponsalicio con la humanidad, y cuándo será renovado de nuevo.

(1) Continúo mi giro en los actos que hizo en la Creación el Fiat Divino y que aún conserva en su propio puño, con tal potencia y sabiduría como si en cada acto repitiese el acto ya hecho, mientras que no es otra cosa que la continuación de un solo acto. Ahora, mientras mi mente se ponía en el Edén, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando haces tu giro en mi Voluntad para encontrar todos sus actos, para cortejarlos, amarlos, para hacerlos uno con los tuyos y llegas al Edén, Yo me siento repetir las alegrías, las fiestas, la felicidad que nuestra Divinidad sintió en la Creación. ¡Oh! cómo nos recuerda a lo vivo el verte correr en el sol, en el viento, en el mar, en el cielo, los vuelos rápidos de la primera criatura salida de nuestras manos creadoras, porque él, estando en la unidad de nuestro Querer, de todos nuestros actos hechos en la Creación por amor suyo hacía uno solo, y en ese solo acto nos llevaba como en triunfo todos nuestros actos, es por eso que Adán nos llevaba todas las alegrías de todas las cosas que Nosotros habíamos como desarrollado, ordenado y armonizado en todo el universo y, ¡oh! cómo nos sentíamos felices al verlo tan rico, fuerte, potente, con una belleza encantadora, venir delante a Nosotros dotado de todas nuestras obras, y que nos las llevaba para felicitarnos, glorificarnos, y felicitarse él junto con Nosotros. Entonces, al verte retomar sus vuelos y girar por todas partes, vemos cómo es bella la vida de la criatura en nuestra Voluntad, parece que quiere entrar en todos nuestros actos, todo quiere tomar, ¿pero para hacer qué? Para darnos todo y para felicitarnos, y Nosotros en correspondencia le damos todo, le decimos: ‘Son cosas tuyas, por ti las hemos creado y sacado de Nosotros’. Ahora, al ver esto sentimos el deseo de restablecer la creación del hombre y de dar el reino de nuestra Voluntad”.
(3) Después, con un énfasis más tierno ha agregado: “Hija mía, potencia no me falta, tampoco Voluntad, por eso Yo debo levantar al hombre caído y restablecerlo, porque el querer humano dejó en ruinas la obra de nuestras manos creadoras”.
(4) Luego, conmovido y doliente por el pobre hombre ha hecho silencio, y yo pensaba entre mí: “¿Cómo se podrá regresar al estado primero de la Creación, siendo que la voluntad humana ha hecho caer al hombre en un abismo de miserias y casi deformándolo de como había sido creado?” Y mi dulce Jesús ha agregado:

(5) “Hija mía, mi Voluntad lo puede todo, y así como de la nada hizo al hombre, así puede de sus miserias sacar al nuevo hombre, y sin cambiar sistema de como lo creamos, dejándole su libre arbitrio usaremos otra industria amorosa, la luz de nuestra Voluntad hará vibrar más fuerte sus rayos brillantísimos, se acercará en modo de mirar a la cara a la voluntad humana, la cual recibirá el encanto de una luz penetrante, que deslumbrándola dulcemente la atrae a sí, y ésta, atraída por una luz tan resplandeciente y de rara belleza, tendrá deseos de ver qué cosa hay de bello en aquella luz, con mirar sufrirá el encanto, se sentirá feliz y amará, no forzada, sino espontánea el vivir en nuestra Voluntad. ¿No tiene acaso esta virtud la luz del sol, que si se quiere mirarla fijamente, la pupila del ojo humano queda deslumbrada en la luz, y si quiere mirar no verá otra cosa que luz, y la fuerza de la luz impide a la pupila el mirar las cosas que le hay alrededor? Y si el hombre es obligado a bajar los ojos para deshacerse de la luz, es porque la demasiada luz lo vuelve inútil y no se siente feliz, pero si se sintiera feliz, no fácilmente retiraría la pupila de dentro de la luz del sol. En cambio la luz de mi Querer no obstaculizará la pupila del alma, más bien, tendrá el bien de ver los mismos actos humanos convertidos en luz, y amará el que esta luz haga vibrar más fuerte sus rayos para ver sus actos con el encanto y belleza de esta luz divina; mi Voluntad tiene potencia de resolver el problema del hombre, pero debe usar un acto más excesivo de magnanimidad más grande de nuestro Fiat Supremo, por eso ruega e implora una causa tan santa para las pobres criaturas”.
(6) Después de esto, siendo la fiesta del Corpus Domine, estaba pensando entre mí que aquel día era la fiesta de esponsalicio que Jesús bendito hacía con las almas en el Santísimo Sacramento de amor, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(7) “Hija mía, el verdadero esponsalicio con la humanidad fue en la Creación, nada faltó ni al alma ni al cuerpo, todo fue hecho con suntuosidad real, a la naturaleza humana le fue preparado un palacio grandísimo, que ningún rey ni emperador puede tener uno igual, el cual es todo el universo, un cielo estrellado y su bóveda; un sol que no se debía extinguir jamás por luz; amenos jardines donde la pareja feliz, Dios y el hombre, debía pasear, recrearse y mantener la fiesta continua, no interrumpida jamás de nuestro esponsalicio; vestidos no tejidos de materia, sino formados por nuestra potencia de purísima luz, como convenía a personas reales; todo era belleza en el hombre, alma y cuerpo, porque Aquél que preparaba el esponsalicio y lo formaba era de una belleza inalcanzable, así que por la suntuosidad externa de las tantas bellezas encantadoras que hay en toda la Creación, puedes imaginar los mares interiores de santidad, de belleza, de luz, de ciencia, etc., que poseía el interior del hombre. Todos los actos del hombre, internos y externos, eran tantas teclas musicales que formaban las más bellas músicas, dulces, melodiosas, armoniosas, que mantenían la alegría al esponsalicio, y en cada acto de más que se disponía a hacer, era una nueva cancioncita que preparaba para llamar al esposo a recrearse con él. Mi Voluntad Divina que dominaba a la humanidad, le llevaba el acto nuevo continuado y la semejanza de Aquél que lo había creado y esposado, pero en tanta fiesta el hombre rompió el anillo más fuerte, en el cual estaba toda la validez y por el cual había tenido vigor nuestro esponsalicio, que fue el de sustraerse de nuestra Voluntad, el cual, en virtud de esto, quedó libre, y perdidos todos los derechos quedó el solo recuerdo del esponsalicio, pero la sustancia, la vida, los efectos, no existían más. Ahora, en el Sacramento de la Eucaristía, en el cual sobreabundó mi amor en todos los modos posibles e imaginables, no se puede llamar ni el primer esponsalicio de la Creación, ni el verdadero, y Yo no hago otra cosa que continuar lo que hice estando sobre la tierra, según las necesidades que hay en las almas: Para quién me hago médico piadoso para curarle, para quién maestro para instruirle, para quién padre para perdonarlos, para quién luz para darle la vista, doy la fuerza a los débiles, el coraje a los tímidos, la paz a los inquietos, en suma, continúo mi Vida y virtud redentora, pero todas estas miserias excluyen el verdadero esponsalicio. Ningún joven toma por esposa a una joven enferma, a lo más espera que se cure, ni a una joven débil y que frecuentemente lo ofenda; y si el esposo es un rey y la ama, a lo más espera que la esposa cure, que lo ame y que las condiciones de ella sean en algún modo satisfactorias y no tan inferiores a las de él. Ahora, las condiciones en las cuales se

encuentra la pobre humanidad es aún de una pobre enferma, y espero que mi Voluntad sea conocida y reine en medio de las criaturas, la cual les dará la verdadera santidad, los vestidos reales, la belleza digna de él, y entonces formaré de nuevo el verdadero y primer esponsalicio”.

+ + + +

24-21
Junio 16, 1928

Ejemplo de un esposo cuando se divide en corte, como Dios desde el principio de la caída del hombre. El nuevo compromiso del esponsalicio fue hecho sobre la cruz.
El cumplimiento en la Divina Voluntad.

(1) Estaba pensando en lo que está escrito en el capítulo anterior, y el bendito Jesús ha continuado diciéndome:
(2) “Hija mía, realmente es verdad que el Ente Supremo en el principio de la Creación tuvo su esponsalicio con la humanidad, pero sucedió como a un esposo cuando su esposa perversa lo induce a separarse, pero a pesar de esto; en el esposo queda un afecto en su corazón y piensa y suspira que si su elegida cambiara, quién sabe si podré reunirme y vincularme con ella con el lazo de esposos, y por eso frecuentemente le hace llegar al oído por medio de mensajeros, que él la ama. Así hizo Dios, a pesar de que el esponsalicio con la humanidad fue disuelto en la corte divina, reservó un afecto y anhelaba, si bien lejano, el nuevo lazo de esposos con la humanidad; tan es verdad que no destruyó el palacio que con tanta suntuosidad y magnificencia había formado, ni le quitó el bien del sol que formaba el día, sino todo quedó para que se sirviera de ello quien lo había ofendido. Es más, mantuvo la correspondencia con escoger desde el principio del mundo, ahora a uno, ahora a otro de los buenos, los cuales eran como mensajeros, como tantos carteros que llevaban, quién las cartitas, quién los telegramas, quién los telefonemas del Cielo, en los cuales venía anunciado que el esposo lejano no se había olvidado; que los amaba y que quería el regreso de su esposa ingrata. Por eso en el antiguo testamento, cuanto más multiplicaba los buenos, los patriarcas y los profetas, tanto más apremiantes eran las invitaciones y el correo que corría entre el Cielo y la tierra, porque Dios expedía noticias que deseaba la nueva unión. Tan es verdad, que no pudiendo contener más la vehemencia de su amor y no estando aún dispuesta la humanidad caída, hizo una excepción esposando a la Virgen Reina y a la Humanidad del Verbo con lazo de verdadero esponsalicio, a fin de que en virtud de Ellos fuese realzada la caída humanidad y pudiese formar el esponsalicio con la humanidad entera. Después mi Humanidad formó el nuevo compromiso sobre la cruz con ella, y todo lo que Yo hice, sufrí, hasta morir sobre la cruz, eran todos preparativos para efectuar el esponsalicio deseado en el reino de mi Divina Voluntad. Ahora, después del compromiso, quedan las prendas y los dones para darse, y éstos son los conocimientos sobre mi Fiat Divino, y en ellos les viene dado el gran don que me rechazó el hombre en el Edén, esto es, el don eterno, infinito e interminable de mi Querer, cuyo don atraerá tanto a la humanidad caída, que nos dará la correspondencia con el don de su pobre querer, que será como confirmación y sello de la unión de los esposos después de tan larga cadena de correspondencia, de fidelidad por parte de Dios, y de inconstancia, de ingratitud, de frialdad por parte de las criaturas. Así que, hija mía, el hombre se degradó, perdió todos los bienes porque salió de mi Voluntad Divina; ahora, para ennoblecerse, para readquirir todo y para recibir la rehabilitación del esponsalicio con su Creador, debe reentrar de nuevo en el Fiat Divino de donde salió, no hay caminos intermedios, ni siquiera mi misma Redención es suficiente para hacer regresar al hombre al principio de la era feliz de su creación; mi Redención es medio, camino, luz, ayuda, pero no fin, el fin es mi Voluntad, porque Ella fue el principio, y por justicia quien es el principio debe

ser el fin. Así que la humanidad debe ser encerrada en mi Querer Divino para que le sea restituido su noble origen, su felicidad, y poner de nuevo en vigor el esponsalicio con su Creador. Así que no basta a nuestro amor el gran bien que hizo al hombre mi Redención, sino que suspira ir más allá; el verdadero amor no se contenta jamás, sólo está contento cuando puede decir: ‘No tengo más que darle’. Y conociendo que el hombre me puede regresar feliz, victorioso, glorioso, en el noble estado con el cual fue creado por Dios, y esto con reinar mi Voluntad en medio de ellos, he aquí el por qué todas las ansias divinas, los suspiros, las manifestaciones son dirigidas a hacer conocer nuestra Voluntad, para hacerla reinar, para poder decir a nuestro amor: ¡Cálmate, que nuestro hijo amado ha llegado a su destino, ya está en posesión de nuestra herencia que le fue dada en la Creación, cual es nuestro Fiat, y mientras él posee lo nuestro, Nosotros lo poseemos a él. Por tanto las nupcias están concluidas de nuevo, los esposos han regresado a su puesto de honor, no queda otra cosa que hacer más que festejar y gozar un tanto bien después de un tan largo dolor!”


+ + + +

24-22
Junio 20, 1928

Dios es un acto único. Ejemplo del sol. Quien vive en la Divina Voluntad vive en este acto único y siente todos sus efectos. Valor de los actos hechos en la Divina Voluntad. Cómo Jesús estuvo siempre con su Madre y se alejó cuando hizo su Vida pública. Aplicación al alma.

(1) Mi abandono en el Fiat Supremo y mi vuelo en todos sus actos es continuo, y mientras giraba en la Creación pensaba en el orden y armonía de todas las cosas, y en la multiplicidad de los actos del eterno Querer en todo el universo, pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Dios es un acto único, y si se ven tantos actos en la Creación, no son otra cosa que los efectos del acto único de Dios; sucede como al sol, el sol es uno, su luz es una sola, pero los efectos de él, en cuanto su luz toca la tierra y con rapidez se extiende sobre de ella, son innumerables, se puede decir que produce un efecto distinto sobre cada una de las cosas que toca, distinto en el color, en la dulzura y en la sustancia que infunde sobre cada una de las cosas que toca con sus manos de luz; parece que el sol crea tantos actos sucesivos, uno más bello que el otro, pero no es verdad, no son otra cosa que los efectos de su acto único de luz, porque la fuerza de un acto único tiene virtud de producir tantos efectos como si fueran tantos actos sucesivos y distintos, como en efecto son, así que todo lo que tú ves en todo el universo no son otra cosa que los efectos del acto único de Dios, y porque es único en el acto, tiene virtud de orden y armonía en todos los efectos que produce. Así sucede para el alma que vive en mi Divina Voluntad, viviendo en el acto único de Dios, siente todos los efectos de aquel acto único en todos sus actos, siente en sí el orden, la armonía, la belleza, la fuerza del acto único divino, que más que luz produce tantos efectos, que siente producirse en sus actos tantos cielos, soles, mares, prados floridos y todo lo que de bien hay en el cielo y en la tierra; ¿qué no puede encerrar de grande, de bien, quien vive en mi Voluntad? Todo, es el verdadero sol, que cualquier cosa que hace y toca produce varias tintas de belleza, de dulzura, de bondad y de múltiples efectos, porque todos sus actos penden del acto único de Aquél que lo ha creado”.
(3) Después de esto estaba pensando en el gran bien que encierra el obrar en la Divina Voluntad y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, el obrar en mi Divina Voluntad encierra un valor incalculable, es como si el alma tuviera dos balanzas en la mano, y pone en cada una de las balanzas un objeto de igual peso y de igual valor, estos objetos uno es el peso, uno el valor, uno el precio que se puede conseguir; ahora, en estas balanzas, en una pone Dios su Voluntad, en la otra pone el alma su obrar en Ella, alzándose estas balanzas, quedan perfectamente equilibradas, y

se elevan las dos a la misma altura, porque siendo la Voluntad de Dios y la del alma una sola, dondequiera que obra, o en Dios o en la criatura, uno es el valor, por eso sólo mi Voluntad eleva al alma a la semejanza de su Creador, el obrar en Ella la pone en el orden de las obras divinas”.
(5) Después de esto me sentía oprimida y pensaba entre mí: “Qué cambio, primero mi dulce Jesús venía siempre, parecía que no sabía ni podía estar sin mí, y ahora, días y días, no se da ninguna prisa, ni corre hacia mí como hacía primero cuando veía que no podía más, parece que cuando viene es para decir cosas que conciernen a su Fiat, parece que éste es el único interés; mi extrema necesidad de Él no le hace más mella”. Mientras esto y otras cosas pensaba, se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, estoy comportándome contigo como me comporté con mi Mamá, durante mi Vida hicimos vida siempre juntos, salvo los tres días del extravío, porque el resto, donde se encontraba la Mamá se encontraba el Hijo, y donde estaba el Hijo se encontraba la Mamá, éramos inseparables, después, cuando vino el cumplimiento de la Redención y debiendo hacer la Vida pública nos separamos, si bien la Voluntad única que nos animaba nos tenía siempre fundidos, pero es cierto que nuestras personas se encontraban lejanas, quién en un punto y quién en otro, y no sabiendo estar, y no pudiendo estar el verdadero amor por mucho tiempo separado, porque siente la irresistible necesidad de reposarse uno en el otro y de confiarse sus secretos, el éxito de sus empresas y sus dolores, por eso ahora Yo me daba mis escapadas para verla, ahora la Reina Madre salía de su nido para volver a ver a su Hijo que desde lejos la hería, y de nuevo nos separábamos para dar el curso a la obra de la Redención. Así estoy haciendo contigo, primero estaba siempre contigo, como lo estoy todavía, pero debiendo trabajar para el reino de mi Voluntad Divina y tú debiendo lanzarte en los actos de Ella, el trabajo parece que nos aleje, y mientras tú trabajas, Yo trabajo preparándote el otro trabajo que tú debes hacer con el hacerte conocer otras cosas que respectan a mi Fiat y lo que tú debes continuar en Él, pero frecuentemente regreso para recibir y darte reposo, por eso no te maravilles, esto lo requiere el gran trabajo del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in Terra, por eso fíate de Mí y no temas”.

+ + + +

24-23
Junio 25, 1928

Todo lo que se hace en el Fiat adquiere el acto continuado sin cesar jamás. Ejemplo del sol. Finalidad de la ida de Jesús al desierto, penas del aislamiento.

(1) Estaba rezando, y sintiendo mi extrema miseria rogaba a mi Mamá Celestial que me diera su amor para suplir mi mísero amor, pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Mamá, el primer amor y su primer acto lo hizo en el Querer Divino, y como fue hecho en Él tiene la continuidad, como si en acto estuviese siempre amando y obrando, su amor no termina jamás, sus obras se repiten continuamente, de modo que quien quiere tomar su amor lo encuentra siempre en acto, mientras que es el efecto del primer amor que repite, repite siempre. Así es quien obra en mi Voluntad, sus actos adquieren la continuidad, son repetidos siempre sin cesar jamás, son el verdadero sol, que desde que fue creado por Dios dio su primer acto de luz, pero tan grande que llenó con un solo acto cielo y tierra, y este acto lo repite siempre sin cesar jamás, de modo que todos pueden tomar su acto de luz, pero uno fue el acto que se constituía acto de luz perenne por todos, y si el sol pudiese repetir su acto de luz, se verían tantos soles por cuantos actos pudiese repetir, pero como uno fue el acto de luz que hizo, por eso se ve un solo sol y no más. Pero lo que no hizo el sol lo hizo la Soberana Reina y lo hace quien obra en mi Voluntad, por cuantos actos, tantos soles, y estos soles fundidos juntos, pero distintos entre

ellos por la belleza, por luz, por gloria que dan a su Creador y por el bien universal que hacen descender sobre todas las criaturas; estos actos tienen una Potencia divina, y en virtud de estos actos la Virgen Santísima pudo obtener la venida del Verbo a la tierra, y en virtud de ellos vendrá mi reino a la tierra. Un acto repetido incesantemente en mi Fiat tiene virtud conquistadora, raptora y encantadora hacia nuestra Divinidad, ese repetir siempre en el Querer Divino es la fuerza del alma, el arma invencible que debilita con armas de amor a su Creador y lo vence, y se siente honrado con hacerse vencer por la criatura”.
(3) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Fiat Divino, y siguiendo a Jesús cuando tomó el camino del desierto pensaba entre mí: “¿Y por qué Jesús tomó el camino del desierto? Aquí no había almas que convertir, sino soledad profunda, mientras que eran almas lo que Él buscaba”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, la compañía rompe la pena y la disminuye, en cambio el aislamiento la concentra, la duplica y la recrudece, y Yo quise ir solo al desierto para sentir en mi Humanidad toda la crudeza del aislamiento que había sufrido mi Divina Voluntad por tantos siglos por parte de las criaturas. Mi Humanidad debía ascender en el orden divino y descender en el orden humano para poder encerrar las penas del uno y del otro, y tomando Yo toda la parte penosa que dividía al hombre y a Dios, hacerlos entrar de nuevo al abrazo, al beso de su Creador. Pero no fue sólo esta la finalidad de mi ida al desierto, tú debes saber que nuestra Majestad adorable al formar la Creación, establecía que todo debía estar poblado de habitantes, la tierra debía ser fertilísima, rica de abundantes plantas, de modo que todos debían abundar de sus bienes. En cuanto pecó el hombre, se atrajo la indignación de la Justicia divina, y la tierra permaneció desértica, infecunda, y en muchos lugares despoblada, imagen de aquellas familias estériles donde no hay sonrisas, ni fiestas, ni armonía, porque sin prole no hay quien rompa la monotonía de dos cónyuges, y sobre su animo pesa la opresión del aislamiento que les lleva la tristeza, en cambio donde hay prole hay siempre qué hacer, qué decir y ocasión de festejar, tal fue la familia humana. Mira cómo el cielo está poblado de estrellas, la tierra debía ser el eco del cielo, llena de habitantes y debía producir tanto, de volverlos ricos y felices a todos. Entonces, en cuanto el hombre se sustrajo de mi Voluntad cambió su suerte, y Yo quise ir al desierto para volver a llamar las bendiciones de mi Padre Celestial, y volviendo a llamar a mi Voluntad a reinar, restablecer la tierra, poblarla en todas partes y fecundarla, de modo que la tierra producirá otras semillas más bellas para volverla centuplicada, más fecunda y de belleza deslumbrante. ¡Cuántas cosas grandes hará el reino de mi Fiat Divino, tanto, que todos los elementos están a la espera, el sol, el viento, el mar, la tierra y toda la Creación, para poner fuera de su seno todos los bienes y efectos que contienen, porque no reinando en medio de las criaturas aquella Divina Voluntad que domina en ellos, no ponen fuera todos los bienes que encierran en ellos, dándoles sólo lo que les conviene a título de limosna y de siervos, así que la tierra no ha producido todos los gérmenes, el sol, no encontrando todos los gérmenes, no produce todos los efectos y bienes que posee, y así de todo lo demás, por eso todos esperan el reino del Fiat, para hacer ver a éstos cuan ricos son y cuántas cosas admirables ha puesto en ellos su Creador por amor de aquellos que debían ser los hijos de su Querer”.

+ + + +

24-24
Junio 29, 1928

El te amo forma el calor, la Divina Voluntad forma la luz para formar el sol. La gran prole que forma quien vive en el Fiat. Sus tres reinos, tres soles y tres coronas. Cómo la fe no será más ensombrecida.

(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Fiat Divino, y por cada cosa creada repetía mi largo estribillo de mi te amo, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Es tanta la costumbre que he hecho, que me parece que no sé hacer otra cosa que decir, te amo, te amo”. Mientras me encontraba en esto, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, este tu continuo te amo no es otra cosa que la continuidad del primer te amo dicho en mi Divina Voluntad, que dicho una vez, tiene virtud de repetir con los hechos lo que una vez fue dicho. El te amo forma el calor y mi Voluntad Divina forma la luz, que invadiendo el te amo forma el sol, uno más refulgente que el otro. ¡Cómo es bella la vida del alma en mi Voluntad Divina! Ella adquiere una gran prole casi interminable, porque si piensa, da a luz en la mente divina sus pensamientos y forma la larga generación de sus hijos en la mente de su Padre Celestial; si habla, da a luz sus palabras en la palabra de Dios, y forma la gran generación de los hijos de su palabra; si obra, si camina, si palpita, da a luz sus obras en las manos de su Creador, sus pasos en los pies divinos, su latido en el corazón paterno, y forma la larga generación de los hijos de sus obras, de sus pasos y de sus latidos; qué generación interminable forma quien vive en mi Voluntad a su Creador, ella es la pobladora y la madre fecunda que tiene siempre en fiesta a Aquél que la ha creado, porque cada hijo es una fiesta que Dios se siente parir en su propio seno por aquélla que vive en su Voluntad”.
(3) Y todo conmovido repetía:
(4) ¡Cómo es bella! Cómo es bella la recién nacida de mi Querer. En su pequeñez quisiera ponerse en competencia con su Creador, quisiera hacerlo sonreír siempre y con sorpresas infantiles raptarlo para hacerse siempre mirar, para hacerle ver la larga generación de sus hijos”.
(5) Y como desfalleciendo por amor ha hecho silencio, pero poco después ha agregado:
(6) “Hija mía, la criatura tiene en su alma tres reinos, que son las tres potencias, éstas se pueden llamar las capitales de estos tres reinos, todo el resto de la criatura, palabras, ojos, obras, pasos, son ciudades, pueblos, ríos, mares y territorios que forman estos reinos, el mismo corazón no se puede llamar capital, sino una ciudad más importante de comunicación para las otras; ahora, en una guerra, si se vence la capital, la guerra termina, porque todas las otras ciudades quedan vencidas junto con la capital; así que si mi Voluntad llega a tomar las tres capitales de estos reinos, erigiéndose su trono en ellos, todas las otras ciudades serán vencidas y dominadas por el Fiat Supremo. Cuánta gloria adquirirán estos reinos, estos serán los más felices, los más ricos y los más poblados, porque Aquél que los rige y domina es el invencible, el fuerte y el potente, ninguno tendrá la osadía de molestar y turbar el orden de ellos, todo será paz, alegría y fiesta perenne, así que quien viva en mi Fiat Divino poseerá tres soles, uno más bello que el otro, tres reinos pacíficos, enriquecidos de todas las alegrías, armonías y felicidad, y serán coronados con tres coronas, ¿pero sabes tú quien coronará la frente de los hijos de mi Querer? La Trinidad Sacrosanta, que raptada por su semejanza que infundió al crearlos, y viendo que nuestro Fiat los ha hecho crecer y los ha formado como Nosotros los queríamos, y quedando herida al ver en ellos nuestros lineamientos, será tanto el arrebato de nuestro amor, que cada una de las Tres Divinas Personas pondrá, cada una, su corona como distintivo especial que mostrará que ellos son los hijos de nuestra Voluntad Divina”.
(7) Después me sentía tan inmersa en el Fiat Supremo, que me sentía como una esponja empapada en la Luz de Él, me parecía que todas las cosas creadas me llevaban el beso del Querer Divino, y en aquel beso sentía los labios de mi Creador que me lo lanzaba, me parecía que el Fiat transportaba Consigo a la Tres Divinas Personas. Ahora, mientras mi mente me la sentía perdida en la luz del Fiat, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(8) “Hija mía, cuando mi Querer tenga su reino sobre la tierra y las almas vivan en él, la fe no tendrá más sombra, no más enigmas, sino todo será claridad y certeza, la Luz de mi Querer pondrá en las mismas cosas creadas la visión clara de su Creador, lo tocarán con la mano en todo lo que ha hecho por amor de ellos. Entonces, el querer humano es

sombra a la fe, las pasiones son nubes que obscurecen la luz clara de ella, y sucede como al sol cuando densas nubes se forman en el aire, que a pesar de que el sol está, la nubes se ponen contra la luz y parece oscuro como si fuera de noche, y a quien no hubiese visto jamás el sol, le costaría trabajo creer que está el sol, pero si un viento impetuoso hiciera desaparecer las nubes, tocando con su mano su brillante luz, ¿quién osaría decir que no existe el sol? Así se encuentra la fe porque no reina mi Voluntad, son casi como ciegos que deben creer a los demás que existe un Dios, en cambio reinando mi Fiat Divino, su luz los hará tocar con la mano la existencia de su Creador, por lo tanto no será más necesario que otros lo digan, así que las sombras, las nubes, no existirán más”.
(9) Pero mientras esto decía, Jesús hacía salir una oleada de alegría y de luz de su corazón, que dará otra vida a las criaturas y con énfasis de amor ha agregado:
(10) “¡Cómo suspiro el reino de mi Querer, él pondrá término a los males de las criaturas y a nuestros dolores, Cielo y tierra sonreirán juntos, nuestras fiestas y las de ellos retomarán el orden del principio de la Creación, pondremos un velo sobre todo, a fin de que las fiestas no sean interrumpidas más”.

+ + + +

24-25
Julio 4, 1928

Necesidad de los anticipos para obtener el reino de la Divina Voluntad. La Divina Voluntad vuelve ligero todo, como si fuese una pluma, y por eso todo se puede abrazar.

(1) Continuando mi giro en el Fiat Divino pensaba entre mí: “¿Para qué sirven estas repeticiones continuas de pedir y pedir el reino de la Divina Voluntad, y la repetición de girar en Ella para comprometerla a ceder su reino, a fin de que venga a dominar en medio de las criaturas?” Mientras estaba en esto mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando se quiere hacer una compra se dan los anticipos, y por cuantos más anticipos se dan, tanto más queda asegurada la compra y menos queda por pagar cuando se hace la compra definitiva. Ahora, queriendo tú el reino de mi Voluntad, es necesario que des los anticipos, y cada vez que tú giras en Ella y pides y vuelves a pedir su reino y haces tus actos por todos con el mismo fin, tantos anticipos agregas para asegurarte la adquisición del reino de mi Fiat Divino, y como es su adquisición lo que quieres hacer, es necesario que tus actos sean hechos en Ella, que adquieran el valor de moneda acuñada por mi Voluntad Divina, de otra manera no sería moneda válida y que pueda tener curso para la adquisición de Ella, sería como una moneda fuera del reino, porque quien Voluntad Divina quiere adquirir, debe dar actos de anticipo hechos en Ella, y Ella se digna acuñarlos con el valor de su Fiat, de modo que el alma puede dar los anticipos necesarios para su adquisición. He aquí para qué sirven tus giros en mi Fiat, los actos que haces en Él, el pedir y volver a pedir que venga su reino, todas son cosas necesarias y que se requieren para su gran adquisición, ¿no hice Yo lo mismo para la Redención? Debí pagar el anticipo de mis actos ante a mi Padre Celestial, y debí pagar por todos para obtener el reino de la Redención, y cuando desembolsé todo el pago, entonces me fue firmado por la Divinidad que el reino era mío, por eso continúa poniendo tus anticipos si quieres que te sea firmado que el reino de mi Fiat es tuyo”.
(3) Después de esto estaba diciendo a mi Jesús: “En tu Voluntad tomo en mis brazos la Creación toda, el cielo, el sol, las estrellas y todo, para llevarlos delante a la Majestad Suprema como adoración y una petición más bella para pedirle el reino del Fiat”. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Cómo puedo abrazar todo si mi pequeñez es tanta, que ni siquiera una estrella podría abrazar, cómo podré abrazarlo todo? Por lo tanto son cosas irrealizables”. Y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(4) “Hija mía, quien tiene mi Divina Voluntad puede tomar todo, Ella tiene virtud de volver ligera cualquier cosa, vuelve ligero como pluma cielos, estrellas, soles, todo lo creado, ángeles, santos, la Virgen Reina y al mismo Dios, porque corriendo en todo como vida primaria mi Querer Divino, una es la vida, uno el peso, así que cuanto pesan todos juntos, tanto pesa cada una, por eso sólo quien tiene mi Fiat puede tomar todo y darme todo, porque teniendo virtud de extender cielos, de formar soles, etc., donde Él se encuentra tiene virtud de tomar todo y de abrazar todo, porque éste es el gran prodigio del vivir en mi Querer, que la pequeñez puede llevar y abrazar la inmensidad, la debilidad puede llevar la fuerza, la nada puede poseer el todo, la criatura al Creador. Donde está la Vida de mi Voluntad Divina están todos los prodigios unidos juntos, el infinito, lo eterno se hace llevar como en triunfo en los pequeños brazos de aquella que vive en Ella, porque mirando en ella, no a ella, sino a la Divina Voluntad que tiene derecho de todo, puede todo y abraza todo, y todo puede dar como suyo a su Creador; en efecto, ¿no fue tal vez mi Fiat el que distendió el cielo, lo pobló de estrellas? Si tiene virtud de hacerlo, tiene virtud de abrazarlo, y como ligera pluma hacerlo llevar en triunfo por la criatura que vive en su Querer Divino, por eso sigue tu vuelo en Él y todo harás para darme todo y pedirme todo”.

+ + + +

24-26
Julio 7, 1928

Bienes que produce la Divina Voluntad, males que produce la humana. Cómo todos los males cesarán como por encanto si llega a reinar la Divina Voluntad. Cómo en la casa de Nazaret reinaba la Divina Voluntad.

(1) Estaba siguiendo a mi dulce Jesús en su Vida pública, y pensando en las tantas enfermedades humanas que Jesús curó, pensaba entre mí: “¿Y por qué la naturaleza humana se transformó tanto, hasta llegar a ser: Quiénes mudos, quiénes sordos, quiénes ciegos, quiénes cubiertos de llagas y tantos otros males? Si el mal lo hizo la voluntad humana, ¿por qué sufrió tanto también el cuerpo? Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que lo físico nada hizo de mal, sino que todo el mal lo hizo la voluntad humana; pero como Adán antes de pecar poseía en su alma la vida total de mi Voluntad Divina, se puede decir que estaba llena hasta el borde, hasta desbordar fuera, por lo tanto la voluntad humana en virtud de la mía traslucía fuera luz, exhalaba todos los perfumes de su Creador, perfumes de belleza, de santidad y de plena salud, perfumes de candidez, de fortaleza, de modo que como tantas nubes luminosas salían de dentro de su voluntad, y el cuerpo quedaba de tal manera embellecido en virtud de estas exhalaciones, que era un amor el verlo bello, luminoso, sanísimo, con una gracia que raptaba. Ahora, en cuanto Adán pecó, la voluntad humana quedó sola y no tenía más quien esparcía en la suya la luz, la variedad de tantos perfumes, que trasluciendo fuera conservaban el alma y el cuerpo como había sido creado por Dios, en cambio comenzó a exhalar de dentro de la voluntad humana densas nubes, aire corrompido, aromas de debilidad, de miserias, de modo que también el cuerpo perdió su frescura, su belleza, se debilitó y quedó sujeto a todos los males, participando como participó en el bien, así en los males de la voluntad humana, así que si sana esta voluntad humana con darle de nuevo la vida de mi Querer Divino, como por encanto todos los males de la naturaleza humana no tendrán más vida.
¿No sucede lo mismo cuando un aire pútrido, malo, maloliente, circunda a las criaturas, cuántos otros males no trae? Este hedor llega a quitar el respiro y penetra hasta en las vísceras, hasta producir males contagiosos que llevan a la tumba. Y si tanto mal puede hacer un aire de fuera, mucho más mal puede hacer el aire brumoso y corrompido de la voluntad humana que viene de dentro de la criatura, del fondo de todo su ser, y además está el ejemplo palpable de las plantas, cuántas veces un jardín, un campo floreciente, que

el agricultor estaba todo en fiesta por la esperanza de la abundante cosecha y por tantos bellos frutos que debía recoger, y basta una niebla para despojar a los árboles y hacer caer por tierra todos los frutos, un aire demasiado helado para arrojar el luto sobre un campo floreciente, entristecerlo y hacerlo morir y poner en luto al pobre agricultor. Si el aire es bueno comunica la vida del bien, si es malo comunica la vida del mal y la misma muerte; la exhalación del aire, si es bueno se puede llamar vida, si es malo se puede llamar muerte para las pobres criaturas. Si tú supieras cuánto sufría Yo en mi vida pública cuando se presentaban delante a Mí ciegos, mudos, leprosos, etc., porque reconocía en ellos todas las exhalaciones del querer humano y cómo el hombre sin mi Querer se deforma en el alma y en el cuerpo, porque sólo mi Fiat tiene virtud de conservar nuestras obras íntegras, frescas y bellas como salieron de nuestras manos creadoras”.
(3) Después pensaba entre mí mientras estaba acompañando a mi dulce Jesús en la casita de Nazaret para seguir sus actos: “Mi amado Jesús tuvo con certeza el reino de su Voluntad en su Vida escondida, porque la Soberana Señora poseía su Fiat, Él era la misma Voluntad Divina, San José en medio de estos mares de luz interminable, ¿cómo no podía hacerse dominar por esta Santísima Voluntad?” Mientras esto pensaba, mi sumo bien Jesús suspirando de dolor en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, cierto que en esta casa de Nazaret reinaba mi Voluntad Divina como en el Cielo así en la tierra, Yo y mi Mamá Celestial no conocíamos otra Voluntad, San José vivía a los reflejos de la nuestra, pero Yo era como un rey sin pueblo, aislado, sin séquito, sin ejército, y mi Mamá como reina sin prole, porque no estaba rodeada por otros hijos dignos de Ella, a los cuales podría confiar su corona de reina para tener su estirpe de sus nobles hijos todos reyes y reinas, y Yo tenía el dolor de ser rey sin pueblo, y si pueblo se puede llamar a aquellos que me circundaban, era un pueblo enfermo, quién ciego, quién mudo, quién sordo, quién cojo, quién cubierto de llagas, era un pueblo que me hacía deshonor, no honor, más bien ni siquiera me conocía, ni quería conocerme, así que era rey para Mí solo, y mi Mamá era reina sin la gran generación de su estirpe de sus hijos reales. En cambio, para poder decir que tuviese mi reino y gobernar, debía tener los ministros, y si bien tuve a San José como primer ministro, un solo ministro no constituye ministerio, debía tener un gran ejército, todo atento a combatir para defender los derechos del reino de mi Voluntad Divina y un pueblo fiel que tuviese sólo por ley, la ley de mi Voluntad; esto no estaba hija mía, por eso no puedo decir que cuando vine sobre la tierra tuve el reino de mi Fiat, nuestro reino fue para Nosotros solos, porque no fue restablecido el orden de la Creación, la realeza del hombre, pero con el vivir Yo y la Madre Celestial todo de Voluntad de Dios, fue arrojado el germen, formada la levadura para hacer despuntar y crecer nuestro reino sobre la tierra; así que fueron hechos todos los preparativos, conseguidas todas las gracias, sufridas todas las penas, para que el reino de mi Querer viniese a reinar sobre la tierra, entonces Nazaret se puede llamar el punto de llamada del reino de nuestra Voluntad”.

+ + + +

24-27
Julio 10, 1928

La Divina Voluntad quiere extender su dominio en todo. Cómo el Fiat pondrá en común Cielo y tierra. Infelicidad del querer humano.

(1) Estaba escribiendo, y mientras escribía sentía que me venía el sueño y no era capaz de escribir, entonces pensaba entre mí: “¿Y por qué este sueño? Hasta ahora tanto desvelo, tanto, que si yo quería dormir no podía, ahora todo al contrario, cuántos cambios se deben sufrir, ahora de un modo, ahora de otro, se ve que también con Jesús se necesita paciencia, en la vigilia podía hacer más, sin embargo ahora también al sueño debo decir Fiat”. Mientras estaba en esto mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

(2) “Hija mía, no te maravilles, mi Fiat Divino quiere tomar su dominio en todos los actos humanos, quiere que todo sea propiedad y territorio suyo, Él es celoso de que aun una ‘coma’ le sea quitada, por lo tanto ha tomado su dominio en tu vigilia, trabajando Él mismo junto contigo para poner en eso el sello de su Fiat como dominio y propiedad suya, así quiere poner el sello de su Fiat sobre tu sueño como propiedad de su reposo eterno, quiere encontrar todas sus semejanzas, su trabajo incesante, y te ha dado la vigilia; te hace abrazar todo, y te da su inmensidad; te hace dormir, y te da su reposo eterno; en suma, debe poder decir y hacer: ‘Lo que hago por Mí mismo en mi Voluntad, lo debo poder hacer junto con mi pequeña hija, porque dándome el dominio de todo, todo se vuelve Voluntad mía’. Así que puedo decir: Todo es propiedad de mi Fiat en ella, nada le queda que sea suyo, todo a Mí me pertenece, y Yo en correspondencia le doy a ella lo que pertenece a mi Voluntad Divina”.
(3) Después de esto estaba siguiendo con mis actos al Querer Divino, y el cielo, las estrellas, el sol, me parecían tan bellos, que desde el fondo de mi corazón iba repitiendo: “Cómo son bellas las obras de mi Creador, el orden, la armonía que tiene el Fiat omnipotente en toda la Creación, ¡oh! si estuviera en medio de las criaturas este orden y armonía, la faz de la tierra se cambiaría”. Y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando mi Voluntad llegue a dominar sobre la tierra, entonces habrá una unión perfecta entre el Cielo y la tierra, uno será el orden, una la armonía, uno el eco, una la vida, porque una será la Voluntad; es más, en el Cielo se verán como tantos espejos en los cuales las criaturas, espejeándose en ellos, mirarán lo que hacen los bienaventurados en el Cielo, oirán sus cantos, sus músicas celestiales, e imitando lo que hacen, sus cantos, sus músicas, estará la vida del Cielo en medio de las criaturas, mi Fiat pondrá todo en común y será la verdadera vida del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in Terra, entonces mi Querer cantará victoria y la criatura cantará el himno de su triunfo”.
(5) Y ha hecho silencio. Después de un poco ha agregado:
(6) “Hija mía, el querer humano ha producido tanto mal, que ha llegado a formar el estado infeliz de la pobre criatura, cambió su suerte, su fortuna. Ahora, Yo siendo feliz por Mí mismo, todo lo que salió en la Creación de nuestras manos creadoras, salió con la plenitud de la felicidad, así que por todas partes, dentro y fuera del hombre corría la alegría y la felicidad perenne, pero el querer humano hizo huir de él este mar de verdadera y perpetua felicidad, la cual una vez desterrada se refugió en el seno de su Creador que la había puesto fuera para hacer que todas sus obras fueran felices; y por cuanto somos felices por Nosotros mismos, que ninguno puede ensombrecer nuestra felicidad, estamos obligados a ver infeliz al hombre, al cual le había sido dado el primado en la Creación, y ver a nuestros hijos infelices, y si bien a Nosotros no nos daña, es siempre un dolor ver que el mar de nuestra felicidad no es gozado por quien era el dueño de él. Ahora, quien vive en mi Voluntad Divina llama en sí a este mar de felicidad, y nos quita la vista de la infelicidad en las pobres criaturas y nos vuelve doblemente felices, porque vemos que nuestra felicidad toma su camino hacia nuestros hijos, por eso mi Voluntad Divina pondrá todas las cosas en su lugar y quitará la infelicidad que ha producido el querer humano, que con su baba venenosa sabe amargar y enturbiar todo. ¡Cómo es bello el ver a todos felices! Qué consuelo para un padre el tener y ver la corona de sus hijos, todos felices, ricos, sanos, bellos, siempre sonrientes, jamás llorando, ¡oh! cómo goza y se siente nadar en su felicidad y la de sus hijos; más que padre soy Yo, que siento en Mí la felicidad de mis hijos, porque esa felicidad es cosa mía y puede entrar en Mí, mientras que la infelicidad es cosa extraña a Mí, que no me pertenece y no tiene el camino para entrar en Mí, siento el dolor de verla, pero no de sentirla, y como padre amo y quiero que todos sean felices”.

+ + + +

24-28
Julio 14, 1928

Cómo quien vive en el Querer Divino forma sus pequeños mares en Dios mismo. La Voluntad Divina es luz y va encontrando luz, y cómo todos los males se esfuman delante de su luz. Prodigio del Fiat.

(1) Me siento toda en el Fiat Divino, y mi adorable Jesús me hacía ver ante mi mente un mar interminable de luz, y dentro de este mar se veían tantos otros pequeños mares, pequeños ríos formados en el mismo mar, era bello, deleitable, encantador, el ver repetidamente formados en el mar divino estos pequeños marecitos, cuál más pequeño, cuál más grandecito, me parecía como cuando nosotros nos encontramos en el mar y arrojándonos en él, el agua se abre y haciéndose cerco a nuestro alrededor, nos da el lugar para podernos estar en el mar, de modo que se ven en él tantas personas que no son mares, porque el mar no tiene virtud de convertirnos en agua, mientras que nuestro Dios tiene virtud de convertirnos en su misma luz, pero a pesar de esto se ve que una voluntad humana ha ido a arrojarse en el mar divino para tomar en él su puesto, y según el mucho o el poco obrar forma el pequeño o el más grande marecillo en el mar divino. Ahora, mientras me deleitaba en ver una escena tan bella y raptora, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, estos pequeños marecitos y ríos que tú ves en el mar eterno de la Majestad Divina, son de aquellos que obran en la Voluntad Divina. El Creador da y hace lugar en su mismo mar a aquellos que quieren vivir en el Fiat, los admite en su casa y ahí hace que formen sus propiedades, y mientras las forman, gozan de todos los bienes del mar interminable del Ente Supremo, el cual da amplia libertad a estos sus hijos de ensanchar sus marecitos en su mar por cuanto más puedan. En este mar están los mares de mi Humanidad y los de la Soberana del Cielo, como también estarán aquellos de quienes vivan en mi Querer, ningún acto de ellos será hecho fuera del mar divino, y ésta será la más grande gloria de Dios y el más grande honor para los hijos de mi Fiat Divino”.
(3) Después de esto, estando más que nunca inmersa en el Querer Divino, estaba ofreciendo todo mi ser y todos mis actos en Él, ¡oh! cómo habría querido que ni siquiera un pensamiento, una palabra, un latido, huyera de la luz del Fiat, es más, habría querido hacer corona sobre todos los actos de las criaturas, alinearme sobre cada acto humano para investir todo y a todos con su luz, a fin de que una fuera la palabra, uno el latido: ‘Voluntad Divina’. Pero mientras mi mente se perdía en Ella, mi dulce Jesús haciéndose ver me ha estrechado fuertemente entre sus brazos, después ha puesto su rostro santísimo sobre mi corazón, lo soplaba fuerte y yo no sé decir qué cosa sentía, y luego me ha dicho:
(4) “Hija de mi Voluntad Divina, mi Fiat es luz, y nada puede entrar en Él, ni siquiera la sombra o un átomo que no sea luz, las tinieblas no encuentran el camino, se extravían ante su luz interminable, y el alma para entrar en mi Querer Divino debe ponerse a los reflejos de su luz, esto es, en cuanto quiere hacer sus actos en mi Querer, se pone ante sus reflejos, los cuales tienen virtud de cambiar en luz los actos del alma, y mi Voluntad cumple un prodigio, invistiendo cada uno de los rayos de ella, quién los latidos, quién los pensamientos, quién las palabras, en cada rayo suyo contiene la corona de todos los actos de la criatura, y como mi Fiat abraza todo y a todos, Cielo y tierra, así hace tocar a todos y da a todos, los actos de la criatura que se hacen en Ella; si se pudiese ver por todos las maravillas del vivir y el obrar en mi Querer, verían la escena más bella, encantadora y raptora, y la que más hace el bien y que lleva el beso de la vida, de la luz, de la gloria”.
(5) Después, con voz tierna y conmovedora, con un énfasis más fuerte de amor ha agregado:
(6) “¡Oh Voluntad Divina, cómo eres potente! Tú sola eres la transformadora de la criatura en Dios. ¡Oh Voluntad mía, Tú sola eres la destructora de todos los males y la productora de todos los bienes! ¡Oh Voluntad mía, Tú sola posees la fuerza raptora, y quien se hace raptar por Ti se vuelve luz, quien por Ti se hace dominar es la más

afortunada del Cielo y de la tierra, es la más amada por Dios, es aquélla que todo recibe y todo da”.

+ + + +

24-29
Julio 19, 1928

Cómo en la Creación concurrieron tres actos por parte de Dios, y cómo se necesitan tres voluntades sacrificadas para el reino de la Divina Voluntad. Quien vive en Ella la festejan y es la fiesta de todos.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrado giro en el Querer Divino, y habiendo llegado al momento cuando la Celestial Reina fue concebida, y tuvo el uso de razón e hizo el heroico sacrificio de ofrecer su voluntad a su Dios, sin quererla conocer jamás para vivir sólo de Voluntad de Dios, pensaba entre mí: “Cómo quisiera que mi Mamá Celestial tomase mi voluntad, la uniese con la suya y de ella hiciera don a la Majestad Suprema, a fin de que también yo no conociera la mía, para vivir sólo de Voluntad de Dios”. Mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y con una luz, más que relámpago me ha dicho:
(2) “Hija mía, en la Creación concurrieron tres actos por parte de la Trinidad, que fueron la potencia, la sabiduría, el amor, y todas nuestras obras están siempre acompañadas por estos tres actos, porque siendo perfecto nuestro obrar, son ejecutadas con suma potencia, con sabiduría infinita y con amor perfecto, comunicando tres inmensos bienes en la obra que hacemos, como en efecto dimos al hombre el gran bien de la inteligencia, memoria y voluntad. Ahora, para venir el reino de mi Divina Voluntad, son necesarias tres voluntades sacrificadas en holocausto a la Divinidad, que no teniendo vida propia den lugar a la mía para hacerla reinar y dominar libremente para poder tomar su puesto regio en todos los actos humanos, cual le conviene, porque así estaba establecido por Nosotros desde el principio de la creación del hombre, que ingrato dio el puesto a su querer humano y lo hizo perder a la mía. Delante a Nosotros no hay sacrificio mayor de una voluntad humana, que mientras tiene la vida no la ejercita, para dar vida libre a mi Fiat, pero con gran ganancia del alma, porque da una voluntad humana y por ello recibe una Divina, da una voluntad finita y limitada, y recibe a cambio una infinita y sin límite”.
(3) Ahora, mientras Jesús decía esto, pensaba entre mí: “La primera fue ciertamente la Reina del Cielo, que hizo el heroico sacrificio de no dar vida a su voluntad, y las otras dos voluntades, ¿quiénes serán?” Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿y a Mí me quieres poner a un lado? ¿No sabes tú que Yo tenía una voluntad humana, la cual no tuvo ni siquiera un respiro de vida, cediendo en todo el puesto a mi Voluntad Divina? Así que la tenía para tenerla sacrificada, a fin de que la Voluntad Divina extendiese en mi querer humano toda la extensión de su reino, ¿y tú has olvidado que tu querer humano lo tienes sacrificado a fin de que no tenga jamás vida, y que mi Voluntad Divina tiene a tu voluntad como escabel a sus pies a fin de que sobre de ella extienda mi reino? Ahora, tú debes saber que en medio a la voluntad de la Madre Celestial y a la tuya, está mi voluntad humana que hace de primera, y sostiene a la una y a la otra, a fin de que fuesen constantes en el sacrificio de no dar jamás vida al querer humano, a fin de que el reino de mi Voluntad Divina se extendiese sobre de las tres voluntades, para tener la triple gloria a nuestra potencia, sabiduría y amor, y la triple reparación de las tres potencias del hombre, que concurrieron las tres a sustraerse del gran bien de nuestra Voluntad Divina. Y si la Soberana del Cielo fue agraciada en virtud de los méritos del futuro Redentor, tú fuiste agraciada en virtud del Redentor ya venido, y como los milenios son para Mí como un punto solo, desde entonces pensé en todo y sostenía las tres voluntades sobre las cuales debía triunfar mi eterno Querer, por eso te digo siempre, sé atenta y sabe que tienes dos voluntades que sostienen la tuya, la de la Mamá Celestial y la

de tu Jesús, que fortifican la debilidad de tu querer, a fin de que resista a tenerse sacrificado por una causa tan santa y por el triunfo del reino de mi Fiat”.
(5) Ahora, mientras mi mente hacía presente la Concepción de la Soberana Señora, yo decía entre mí: “Inmaculada Reina, esta pequeña hija del Querer Divino viene a postrarse a tus pies para festejar tu Concepción y darte los honores de Reina, y junto conmigo llamo a toda la Creación a hacerte corona, a los ángeles, a los santos, al cielo, a las estrellas, al sol y a todos a reconocerte por nuestra Reina y honrar y amar tu nobleza, y a declararnos todos súbditos tuyos, ¿no ves oh Madre y Reina Celestial cómo todas las cosas creadas corren en torno a Ti para decirte: ‘Te saludamos Reina nuestra, finalmente después de tantos siglos hemos tenido a nuestra Emperatriz’. Y el sol te saluda Reina de la luz, el cielo Reina de la inmensidad y de las estrellas, el viento Reina del imperio, el mar Reina de la pureza, fuerza y justicia, la tierra te saluda Reina de las flores, todos en coro te saludan: Eres la bienvenida, nuestra Reina, Tú serás nuestra sonrisa, nuestra gloria, nuestra felicidad, de ahora en adelante todos estaremos atentos a tus ordenes”. Pero mientras esto decía pensaba entre mí (ciertamente es una de mis tonterías): “Yo festejo a mi Mamá Celestial, ¿y Ella no se da ningún pensamiento de festejar a la pequeña hija del Querer Divino? Yo no quisiera otra cosa, que la fiesta que me hiciera fuera tenerme en su regazo como pequeña niña para darme el aire, el respiro, el alimento, la Vida de la Divina Voluntad”. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija pequeña de mi Querer, a quien vive en mi Fiat Divino la festejamos y es la fiesta de todos; ¿quieres saber por qué tú festejas desde su Concepción el estado de Reina de mi Mamá? Porque su vida la comenzó en la Voluntad Divina, y Ella te hace presente su estado glorioso de Reina y te la hace festejar con todas las cosas creadas, como fue festejada en su Concepción, las fiestas iniciadas en el Fiat son perennes, no terminan jamás, y quien vive en la Voluntad Divina las encuentra presentes y festeja junto, y si bien la pequeña Reina del Cielo desde su Concepción advertía que todos la reverenciaban, le sonreían, la suspiraban, era la estimada de todos, pero no sabía el misterio desde el principio, que debía ser mi Madre, de Aquél que Ella misma suspiraba, lo supo cuando el ángel lo anunció, sólo sabía que la realeza, el imperio y tantas demostraciones de respetos, le venían porque en Ella reinaba mi Divina Voluntad. Ahora, tú debes saber que así como tú festejas a mi Mamá, la Mamá festeja a la hija, a la recién nacida de aquel Fiat que Ella amó tanto, que lo tuvo por vida, y festeja en ti lo que tú misma no conoces por ahora, pero lo conocerás después, ¿no sabes tú que Ella suspira por las pequeñas reinas, que son las pequeñas hijas de mi Querer para hacerles la fiesta que Ella recibe?

+ + + +

24-30
Julio 23, 1928

El alma que vive en el Fiat es el punto luminoso en el mundo. Todo fue creado para el alma.

(1) Continuando mi acostumbrado abandono en el Fiat Supremo, hubiera querido abrazar a todos y a todo para hacer que todo se volviera Voluntad Divina, y mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma en que está mi Voluntad es el punto luminoso en el mundo, y así como se ve un sol bajo la bóveda del cielo, que con sus rayos inviste la tierra y con su vida de luz, penetrando por todas partes embellece, colorea, fecunda toda la tierra, así se ve otro sol más bello, más resplandeciente en el punto del mundo, esto es en el alma donde reina mi Querer Divino, y sus rayos se agrandan y se ensanchan tanto, que abrazan todo y a todos; cómo es bello ver desde el Cielo estos puntos luminosos en el fondo de la tierra, no parece más tierra sino Cielo, porque está el Sol de mi Fiat, sus rayos embellecen,

fecundan y ponen tal variedad de colores divinos, que comunican con su vida de luz la variedad de las bellezas del Creador; donde están estos puntos luminosos viene impedida la corriente del mal, mi misma justicia se siente desarmar por la fuerza de esta luz y cambia los flagelos en gracia, estos puntos son la sonrisa de la tierra, su luz es anunciadora y portadora de paz, de belleza, de santidad, de vida que jamás muere, se pueden llamar los puntos afortunados de la tierra, porque está en medio a ellos la luz que jamás tiene ocaso, la vida que siempre surge, en cambio donde no están estos puntos luminosos la tierra es oscura, y si algún bien hacen, son como aquellas pequeñas luces que no tienen rayos, porque falta en aquel bien la fuente de la luz, y por eso no tiene fuerza ni virtud de ensancharse y de alargarse, y faltando la fuente están sujetas a apagarse y la tierra queda oscura, como sepultada en densas tinieblas, porque la voluntad humana es anunciadora y portadora de males, de turbaciones, de desorden y similares. Así que el alma donde no reina mi Querer exhala tinieblas, sombras e inquietudes, y si hace algún bien, es un bien investido de niebla, su aire siempre es malsano, sus frutos inmaduros, su belleza descolorida, todo al contrario donde reina mi Voluntad, ésta es la verdadera reina que domina todo, da paz a todos, hace bien a todos y es la bien querida por todos, y mientras hace bien a todos no tiene necesidad de ninguno, porque la fuente de mi Querer que posee le suministra todos los bienes”.
(3) Después seguía mi giro en el Querer Divino para llevar todas las cosas creadas a mi Creador, cielo, sol y todo, como adoración profunda a mi Dios y poderle decir: “Cielo me has dado, estrellas, sol, mar, y yo todo te lo devuelvo como correspondencia de mi amor”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¡ah! sí, todo lo he creado para ti y todo te lo he dado, cada cosa que creaba pensaba primero en hacerte el don y después la hacía salir, te hice tantos de estos dones que no tienes donde tenerlos, y mi amor para no tenerte tan llena y estorbada te dio el espacio dónde tenerlos, en modo que mientras te los gozas, ahora una cosa, ahora otra, a tu placer, no estás obstruida, teniendo cada uno su puesto para estarse a tu disposición. Ahora, si tú supieras nuestro contento cuando vemos a nuestra pequeña hija tomar su vuelo en nuestra Voluntad para traernos el cielo, las estrellas, el sol y todo lo demás para correspondernos con los mismos dones que le hemos dado, Nosotros sentimos nuestra misma gloria, nuestro amor, la repetición de nuestras obras, y conociendo que si ella tuviese poder de hacerlas, las haría para tener siempre la primacía en nuestro amor hacia quien vive en nuestro Fiat, le damos el mérito como si la criatura hubiese hecho el cielo por amor nuestro, el sol, el mar, el viento, en suma, todo, le correspondemos como si ella nos mantuviera toda la Creación para darnos gloria y decirnos que nos ama. Mi Voluntad ama tanto a quien vive en Ella, que no hay cosa que ha hecho o pudiese hacer que no dice al alma: ‘Hagámoslo juntos’. A fin de que pueda decir: Lo que he hecho Yo por amor suyo, ella lo ha hecho por amor mío”.

+ + + +

24-31
Julio 29, 1928

Significado de la bendición y de la señal de la cruz.

(1) Mis días se vuelven más amargos y largos por la privación de mi dulce Jesús, las horas son siglos, los días no terminan jamás, y mientras hago mis acostumbrados giros en la Creación, quiero e invito a todos a llorar a Aquél que alejándose de mí me deja sola y abandonada en mi duro martirio de vivir como si no tuviese vida, porque Aquél que formaba la verdadera vida mía no está más conmigo, y por eso en mi amargura llamo al sol para que llore lágrimas de luz para enternecer a Jesús, para que regrese a su pequeña exiliada; llamo al viento para que derrame lágrimas de gemidos, de aullidos, y con su imperio

impetuoso ensordezca el oído de Jesús, a fin de que lo haga retornar a mí; llamo al mar en mi ayuda, a fin de que todas sus aguas las convierta en lágrimas, y murmurando lágrimas y haciendo estruendo con sus olas haga alboroto hasta dentro de su corazón divino, para que mi todo se decida pronto a darme nuevamente su vida; ¿pero quién puede decir mis desatinos? Buscaba ayuda de todos para que hicieran regresar a Jesús, pero Él no venía, y yo seguía mi giro en su adorable Voluntad, y siguiendo sus actos que hizo estando sobre esta tierra, me he detenido cuando Jesús bendecía a los niños, bendecía a su Mamá Celestial, bendecía a las turbas y demás, y yo rogaba a Jesús que bendijera a esta su pequeña hija que tanto tenía necesidad, y Él, moviéndose en mi interior y alzando su brazo en acto de bendecirme me ha dicho:
(2) “Hija mía, te bendigo de corazón en el alma y en el cuerpo, mi bendición sea la confirmación de nuestra semejanza en ti, ella te confirma lo que la Divinidad hizo en la creación del hombre, esto es, nuestra semejanza, por eso tú debes saber que en el curso de mi Vida mortal, en cada cosa que Yo hacía bendecía siempre, era el primer acto de la Creación que Yo llamaba nuevamente sobre las criaturas, y para confirmarlo, bendiciendo invocaba al Padre, al Verbo y al Espíritu Santo. Los mismos Sacramentos están animados por estas bendiciones e invocaciones, así que mientras ésta llama la semejanza del Creador en las almas, llama junto la Vida de mi Divina Voluntad, para que regrese como en el principio de la Creación a reinar en las almas, porque sólo Ella tiene virtud de pintar en ellas, a lo vivo, la semejanza de Aquél que las ha creado, de hacerlas crecer y conservarlas con los vivos colores divinos. Mira entonces qué significa bendición: ‘Confirmación de nuestra obra creadora, porque la obra que Nosotros hacemos una vez, está tan llena de sabiduría, de sublimidad y belleza, que amamos el repetirla siempre’. Y si nuestra bendición no es otra cosa que el suspiro de nuestro corazón de ver reintegrada nuestra imagen en las criaturas, y la repetición de nuestra confirmación de lo que queremos hacer, la señal de la cruz que la Iglesia enseña a los fieles, no es otra cosa que impetrar por parte de las criaturas nuestra semejanza, y por eso haciendo eco a nuestra bendición repite: ‘En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’. Así que sin conocerlo, la Iglesia con todos los fieles armonizan con el Eterno Creador y quieren la misma cosa; Dios con bendecir y pronunciar las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo quiere dar su semejanza, las criaturas la impetran con el hacerse la señal de la cruz pronunciando las misma palabras”.


+ + + +

24-32
Agosto 2, 1928

Es Voluntad absoluta de Dios que deben salir los escritos. La obra de la Redención y el reino del Fiat Divino están unidos.
El campo del Querer Divino. Explicaciones.

(1) Me sentía toda pensativa por estos benditos escritos, el pensamiento de publicarlos es siempre un tormento para mí, y además, los tantos incidentes que se dan, ahora de un modo, ahora de otro, muchas veces me hace pensar que tal vez no es Voluntad de Dios que se publiquen, de otra forma no sucederían tantas cosas, quién sabe por qué el Señor no quiere mi sacrificio en palabras, sino que con los hechos, y no quiere ahorrarme un dolor tan grande, que sólo el pensamiento de oponerme a su Querer Divino me hace decir Fiat, Fiat. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la Voluntad de Dios de que salgan a la luz los escritos de mi Divina Voluntad es absoluta, y por cuantos incidentes se puedan dar, Ella triunfará sobre todo, y aunque pasaran años y años sabrá disponer todo para que su absoluta Voluntad sea cumplida; el tiempo cuando salgan a la luz es relativo y condicionado a cuando se dispongan las criaturas a recibir tanto bien, y a que se dispongan aquellos que se deben ocupar en hacer de pregoneros y hacer el sacrificio para llevar la nueva era de paz, el

nuevo sol que despejará todas las nubes de los males. Si tú supieses cuántas gracias y luces tengo preparadas sobre de quien vea dispuesto a ocuparse, serán ellos los primeros en sentir el bálsamo, la luz, la Vida de mi Fiat. Ve cómo tengo preparados en mis manos los vestidos, el alimento, los adornos, los dones para quien debe ocuparse, pero estoy viendo quiénes son los verdaderamente dispuestos para poderlos investir de las prerrogativas que se necesitan para una obra tan santa, que Yo tanto amo y quiero que hagan. Pero debo decirte también: ‘¡Ay a quien se oponga o pudiera poner obstáculos’! Tú no te apartes en nada, ni siquiera un milímetro de lo que se necesita para preparar el reino de mi Voluntad Divina, a fin de que por parte mía y por parte tuya, haciendo lo que se necesita para dar este gran bien a las criaturas, nada falte por parte nuestra, para que no apenas las criaturas se dispongan, puedan encontrar todo lo que se necesita en su lugar.
¿No hice Yo lo mismo en la obra de la Redención? Preparé todo, hice y sufrí todo, y a pesar de tantos incidentes en contra que veía, mis mismos apóstoles vacilantes, dudosos, tímidos, hasta llegar a huir de Mí no apenas me vieron en manos de los enemigos, dejado solo, no tuve el bien de ver ningún fruto mientras Yo estaba en la tierra, pero con todo esto no omití nada de lo que se necesitaba para la obra completa de la Redención, a fin de que cuando hubieran abierto los ojos para mirar lo que hice, hubieran encontrado todo el bien para ser redimidos, y nada les faltase para recibir el fruto de mi venida a la tierra. Hija mía, el reino de mi Redención y el de mi Voluntad están tan unidos, que se dan la mano y casi sufren la misma suerte por parte de la ingratitud humana, pero no es necesario detenerse ni prestar atención a esto por parte de quien debe dar y formar tanto bien, es necesario que hagamos obras completas, a fin de que por parte nuestra nada falte, y así, disponiéndose ellos, encuentren todo lo que se requiere para recibir el reino de mi Voluntad”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Divino Querer, pero continuaba sintiéndome oprimida, y mi dulce Jesús haciéndose ver nuevamente, parecía que estrechaba en sus brazos a tres o cuatro sacerdotes, y teniéndolos sobre su pecho como si les quisiera infundir la vida de su corazón divino me ha dicho:
(4) “Hija mía, mira cómo tengo estrechados entre mis brazos a aquellos que deben ocuparse de los escritos sobre mi adorable Voluntad, en cuanto veo en ellos alguna pequeña disposición de ocuparse, Yo me los tomo entre mis brazos para infundir en ellos lo que se necesita para una obra tan santa, por eso ánimo, no temas”.
(5) Después se hacía ver en mi interior, yo veía en el fondo un campo grandísimo, pero no de tierra sino de cristal tersísimo, cada dos o tres pasos de este campo estaba el niño Jesús circundado por una luz, ¡oh! cómo era bello este campo con tantos niñitos, cada uno de los cuales tenía su sol resplandeciente y bello, todo suyo. Yo estaba maravillada al ver a tantos Jesús en el fondo de mi alma, todo atento cada uno a gozarse su sol, y mi dulce Jesús viendo mi asombro me ha dicho:
(6) “Hija mía, no te maravilles, este campo que tú ves es mi Divina Voluntad, y los tantos Jesús que ves son mis verdades que conciernen a mi Fiat, en cada una de ellas hay una Vida mía, la cual formando su resplandeciente sol se circunda de luz, para expandir sus interminables rayos para hacer conocer que soy Yo la fuente que surge de mis verdades. Mira entonces cuántas Vidas mías he puesto fuera, por cuantas verdades te he manifestado, son Vidas mías que he puesto fuera con la fuente del sol, no simple luz, y me he quedado en medio de ellas para hacer que todos sientan la fuerza, la virtud creadora en estas verdades, y las amo tanto a cada una de ellas, cuanto me amo a Mí mismo, y quien no quisiera reconocer mi Vida, mi sol, mi virtud creadora en estas verdades sobre mi Fiat, o es ciego, o bien ha perdido el bien de la inteligencia. Cómo te debería ser de gran consolación el que posees en ti tantas Vidas mías por cuantas verdades te he manifestado, por eso reconoce este gran bien, tesoro más grande no podía confiarte; no te preocupes, el sol sabrá hacer su camino, y como es luz ninguno podrá impedirle el paso”.
(7) Después ha agregado con un acento más tierno: “Hija mía, nuestra Majestad Adorable ama tanto a la criatura, que ponemos a su disposición nuestra Vida para hacer de ella un similar a Nosotros, ponemos nuestra Vida como un modelo delante a la criatura, a fin de que modelándose sobre Ella, copie nuestra Vida y forme los facsímiles con su

Creador, por eso usamos tantas estratagemas, finezas de amor, damos gracias sorprendentes, para vernos copiados en la criatura. Y sólo estaremos contentos cuando nuestro amor unido con nuestra Divina Voluntad, venciendo a la criatura, podamos reconocer en ella nuestra imagen y semejanza, tal y como salió de nuestras manos creadoras”.

+ + + +

24-33
Agosto 6, 1928

Las obras hechas en el Fiat son fuente de Vida Divina. Diferencia del obrar humano. Cómo su luz vacía al alma de todas las pasiones.

(1) Estaba siguiendo mis actos en el Fiat Divino, y mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Cuál es la diferencia entre el obrar el bien en el Divino Querer, y el obrar el bien en el querer humano?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué diferencia hay? Hay tal distancia que tú misma no puedes llegar a comprender todo el valor que hay en el obrar en mi Querer Divino. El obrar en mi Fiat es Vida que el alma toma en sí, es Vida Divina, y esta Vida con la plenitud y fuente de todos los bienes; a cada acto hecho en mi Voluntad el alma encierra en sí una Vida que no tiene principio ni fin, encierra un acto del que todo surge, fuente que jamás se agota, ¿pero qué cosa hace surgir? Hace surgir la continua santidad, surge la felicidad, la belleza, el amor, todas las cualidades divinas están en acto de surgir y crecer continuamente; y el alma que pudiese poseer un solo acto hecho en mi Voluntad, si se pudieran poner juntas todas las obras buenas de todas las criaturas de todos los siglos, no podrán jamás igualar este solo acto hecho en mi Voluntad, porque en éste reina la Vida; en las otras obras hechas fuera de mi Querer no está la vida dentro, sino la obra sin vida; supón que tú haces un trabajo, en él pones tu obra pero no tu vida dentro, por eso quien pudiese poseer o ver aquel trabajo, poseería o vería tu obra, pero no tu vida, tal es el obrar humano, son trabajos que hacen, no vida que ponen en sus trabajos, por lo tanto sujetos a mancharse, a consumirse y aun a perderse; en cambio mi Voluntad es tanto el amor, el celo que siente por lo que el alma obra en Ella, que pone en medio de la obra, como centro, su Vida Divina, así que el alma que hace todos sus actos en Ella posee tantas Vidas Divinas por cuantos actos hace en mi Fiat Supremo, Ella se puede llamar la bilocadora y la pobladora de la Vida Divina en el mar interminable de mi eterno Querer. Por eso, por cuanto puedan hacer y sacrificarse las otras criaturas, sus obras no pueden jamás agradarme si no veo correr la Vida de mi Voluntad en ellas, porque estando sin Vida, no hay en sus obras el amor que siempre ama, la santidad que siempre crece, la belleza que siempre se embellece, la alegría que siempre sonríe, a lo más, su vida pudo estar en el acto de su obrar, pero en cuanto terminó la obra terminó el ejercicio de su vida en su obra, y Yo no encontrando la continuación de su vida en su obra, no encuentro gusto y placer, y suspiro por el alma que vive en mi Divina Voluntad, para encontrar sus obras llenas de Vidas Divinas que siempre aman, no son obras mudas sino hablantes, y como poseen una Voluntad Divina saben hablar tan bien de su Creador, que tomo todos los gustos al oírlas y me entretengo con ellas con tanto amor, que me resulta imposible el separarme, mucho más que es mi misma Vida que me ata con ellos con nudos inseparables. ¡Oh, si tú supieras el gran bien de haberte llamado a vivir en mi Voluntad, los prodigios, las riquezas infinitas que puedes encerrar, el amor con el cual se siente llevado tu Jesús a amarte, estarías más atenta y agradecida, y amarías que mi Fiat fuese conocido y que formase su reino en medio a las criaturas, porque Él solo será el sembrador de la Vida Divina en la Creación”.
(3) Después seguía mi abandono en el Fiat, y mi mente se perdía al ver la interminabilidad de Él, su luz que todo inviste, su potencia que todo hace, su sabiduría que

todo ordena y dispone, mi pobre y pequeña mente quería tomar tantas cosas de aquella luz y mar interminable, pero no tomaba más que pocas gotitas, pero lo que es más, sin palabras humanas sino divinas, que mi pequeña capacidad no sabe reducir en palabras; pero mientras estaba inmersa en aquel mar de luz, mi amado Jesús haciéndose ver en aquella luz me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Voluntad es luz, y la prerrogativa y virtud de su luz es vaciar al alma que se hace dominar por Ella de cualquier pasión, porque su luz se mete dentro, como centro, y con su calor y con su luz vivificadora se deshace de cualquier peso humano y vivifica y convierte todo en germen de luz, y forma en el alma la nueva vida sin germen de mal, toda pura y santa como salió de nuestras manos creadoras, de modo que esta afortunada criatura no puede temer de hacer mal a ninguno, porque la verdadera luz no hace jamás mal a nadie, sino más bien lleva a todos el bien que contiene mi luz vivificadora, ni puede temer de recibirla, porque la verdadera luz es intangible de recibir ni siquiera la sombra del mal, por tanto no debe hacer otra cosa que gozarse su fortuna y expandir a todos la luz que posee”.

+ + + +

24-34
Agosto 12, 1928

Quien vive en el Fiat Divino se remonta en los actos de Adán inocente y posee la virtud universal. El Fiat es orden. La vida de quien
vive en Él es preciosa.

(1) Estaba continuando mi giro en la Creación, y ahora me detenía en un punto y ahora en otro para poder seguir y mirar lo que Dios había hecho en la Creación, y llegando a lo que había hecho Adán en el estado de inocencia decía entre mí: “Cómo quisiera saber hacer lo que hizo nuestro padre en el estado de inocencia, para poder también yo amar y glorificar a mi Creador como lo hizo él en su estado primero de su creación”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, Adán en el estado de inocencia, poseyendo la Vida de mi Divina Voluntad, poseía la vida y la virtud universal, por eso en su amor y en sus actos Yo encontraba concentrado el amor de todo y de todos, y todos los actos eran unificados todos juntos, ni siquiera mi obrar estaba excluido de su acto, así que Yo encontraba todo en el obrar de Adán, encontraba todas las tintas de las bellezas, plenitud de amor, maestría inalcanzable y admirable, y además a todo y a todos. Ahora, quien vive en mi Querer se remonta en el acto de Adán inocente, y haciendo suya la vida y virtud universal, hace suyo su acto, y no sólo esto, sino que se pone en los actos de la Reina del Cielo, en aquellos de su mismo Creador, y corriendo en todos los actos se concentra en ellos y dice: ‘Todo es mío y todo doy a mi Dios, como es mía su Voluntad Divina, así todo es mío, todo lo que ha salido de Ella, y yo no teniendo nada de mí, con su Fiat tengo todo y lo puedo dar a Dios, ¡oh! cómo me siento feliz, gloriosa, victoriosa en el eterno Querer, poseo todo y puedo dar todo, sin agotar en nada mis inmensas riquezas’. Así que no hay acto ni en el Cielo ni en la tierra en el cual no encuentre a quien vive en mi Voluntad”.
(3) Después continuaba siguiendo los actos del Fiat Divino, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Voluntad es orden, y en el alma donde Ella reina pone su orden divino, y en virtud de este orden la criatura siente el orden en sus pensamientos, en sus palabras, en sus obras y pasos, todo es armonía. Así como esta Divina Voluntad mantiene el orden a todas las obras salidas del Ser Supremo, en modo que están todas unidas juntas, que son inseparables entre ellas, a pesar de que cada obra tiene su oficio distinto, pero en virtud del orden es tal la unión, que la una no podría ni vivir, ni obrar sin la otra, mucho más que una es la Voluntad que las mueve y les da vida, así el alma, en virtud del Fiat siente en

sí el orden de su Creador y de tal manera ligada y unida junto, que se siente inseparable y trasfundida con su Creador, así que ella se siente cielo, en el orden de sus acciones, palabras, pensamientos y pasos, siente correr las estrellas que adornan su bello cielo; se siente sol y quiere correr a dar luz a todos; se siente tierra y goza de las bellas floraciones y de las bellas escenas de su mar de gracia que corre en su alma, y quisiera poner fuera estas escenas encantadoras y sus bellos prados floridos para hacer que todos gozaran y recibieran el gran bien del dominio de mi Querer Divino. Por lo tanto, el verdadero signo si reina mi Fiat en la criatura, es si no se ven cosas discordantes y desordenadas, sino suma armonía y orden perfecto, porque todo lo que ella hace tiene su principio en Aquél que la ha creado, y no hace otra cosa que seguir el orden y las obras de su Creador”.
(5) Después ha continuando diciendo: “Por esto hija mía, la vida de quien hace vivir mi Voluntad adorable en ella me es tan preciosa, agradable y de una belleza tan rara, que es imposible encontrar una similar, no veo salir de ella más que obras nuestras, y si fuese necesario a nuestra gloria y a nuestro Amor inextinguible, nos formaría un nuevo cielo y toda la Creación junta, y corriendo en las obras de la Redención y Santificación nos daría nuevas Redenciones y Santificaciones, porque la Divina Voluntad que hizo todo esto en Nosotros mismos, lo puede hacer en la criatura donde Ella domina y reina, y así como llamó de la nada a todas nuestras obras, así puede llamar de la nada de esta criatura, no sólo con repetir todas nuestras obras, sino agregar cosas más sorprendentes aún, y Nosotros, nuestro Ser Supremo, conociendo que esta criatura todo puede darnos en virtud de nuestro Fiat, nos sentimos glorificados y amados como si de hecho nos lo hiciese, porque en ella vemos no sólo lo que hace, sino también lo que nos puede hacer; ves entonces cuánta preciosidad encierra ella, cómo es deleitable en todos sus actos, sus tintas de belleza nos raptan y forman a nuestra mirada divina las escenas más deleitables, tanto, que en nuestro énfasis de amor somos obligados a exclamar: ‘¡Oh! Voluntad nuestra, cuán prodigiosa eres, admirable, amable y deleitable, en la criatura donde Tú reinas, ella es tu velo en el cual escondiéndote preparas las escenas más bellas y deleitables para hacernos gozar’. Por eso se puede llamar la criatura más afortunada, porque llega a llamar la atención de su Dios para hacerle fiesta y hacerlo gozar de sus obras, y porque puede llegar a decir: En virtud de tu Querer tengo todo, todo te llevo y nada quiero, porque lo que es vuestro es mío”.

+ + + +

24-35
Agosto 15, 1928

El vivir en el Fiat Divino es comunismo entre Creador y criatura.
La gloria de la Virgen es insuperable. Cómo es conocida en el Cielo la santidad del Querer Divino.

(1) Mi abandono en el Fiat es continuo, me parece que me quiere en todos sus actos, o como actora junto con Él, o al menos como espectadora de lo que hace, porque poseyendo el Querer eterno el acto incesante, es naturaleza suya el siempre hacer, jamás cesar de obrar, y yo siendo pequeña niña, se contenta con tal que esté junto, de tenerme o de un modo o en el otro. Después, siguiendo mi giro por toda la Creación pensaba para mí: “¿Será necesario, lo querrá propiamente Jesús que yo gire por todo?” Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el vivir en mi Divina Voluntad es hacerse encontrar por Dios en cada cosa creada, a fin de que el Ser Supremo encuentre en todas sus obras a aquélla que amó y que por amor suyo llamó de la nada y creó tantas variedades de obras bellas y maravillosas. No encontrándote en cada una de sus obras le faltaría el eco de tu amor, de tu reconocimiento y se encontraría como sin ti en aquellas obras en las cuales tú no

girases, como si no las hubiera hecho por ti, mientras que es propiamente ésta nuestra finalidad de llamarte a vivir en nuestra Divina Voluntad, a fin de que Nosotros te encontremos a ti en nuestras obras y tú nos encuentres a Nosotros en cada cosa creada, dándonos tú el pequeño amor y Nosotros el gran amor que tuvimos al crear tantas cosas, y uniendo junto tu amor y el nuestro, formar de ellos uno solo para poder decir: ‘Cuánto nos ama la pequeña hija de nuestra Voluntad Divina’. De otra manera, nuestro amor y nuestras obras quedarían aisladas y sin la compañía de aquélla por la cual todo creamos, mientras que el vivir en la Divina Voluntad es comunismo 2 entre Creador y criatura, y volviéndose inseparables, donde se encuentra el uno se encuentra el otro, y en todo lo que hace Dios la criatura encuentra su pequeño puesto, ¿no quieres encontrar tú un lugarcito en todas las obras de la Creación y Redención? Por eso continúa tu vuelo y déjate llevar por los brazos de mi Fiat, y Él tendrá cuidado de poner a la pequeña recién nacida en cada una de sus obras”.
(3) Después de esto estaba pensando y acompañando a la Soberana Reina cuando fue asunta al Cielo, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, como ensalzando a su Madre Celeste me ha dicho:
(4) “Hija mía, la gloria de la Mamá en el Cielo es insuperable, ningún otro en las regiones celestiales posee mares de gracia, de luz, mares de belleza y de santidad, mares de potencia, de ciencia y de amor, y mucho más, pues estos mares los posee en el mar interminable de su Creador, los otros habitantes de la bienaventurada patria a lo más poseen, quién los pequeños ríos, quién las gotitas, quién las fuentecitas, sólo Ella es la única, porque fue la única que hizo vida en el Fiat Divino, jamás tuvo lugar en Ella el querer humano, su vida fue toda de Voluntad Divina y en virtud de Ella concentró en Sí a todas las criaturas, concibiéndolas en su materno corazón y bilocando tantas veces a su Hijo Jesús para darlo a cada una de las criaturas que había concebido en su virginal corazón, por eso su Maternidad es extendida a todos, todos pueden presumir y decir: ‘La Madre de Jesús es mi Madre, y esta Madre tan dulce, amable, amante, nos da a cada uno a su Hijo amado como prenda de su amor materno’. Sólo mi Voluntad podía darle esta virtud de concebir a todas las criaturas como hijos suyos y de multiplicar tantas veces a su Jesús por cuantos hijos tenía. Ahora en el Cielo la Madre Soberana poseyendo sus mares, no hace otra cosa que elevar olas altísimas de luz, de santidad, de amor, etc., y las descarga sobre el trono del Ente Supremo, el cual para no dejarse vencer por el amor de Ella, de debajo los mares de la Virgen Reina, donde tiene el suyo más extenso, más profundo, forma sus olas más altas y las vierte sobre Ella, y Ella prepara las otras, y Dios las otras, de modo que todo el empíreo queda anegado por estas olas de luz, de bellezas, de amor y similares, tanto, que todos toman parte y gozan, y viendo que ellos, es decir los bienaventurados, no pueden formar estas olas porque no poseen mares, comprenden que su Madre y Reina, si todo esto posee, es porque formó su vida y santidad en la Voluntad Divina, así que los santos, en la Virgen conocen qué significa Santidad de Querer Divino en la criatura, y por eso suspiran a otras criaturas que lleven estos mares a la patria celestial, para ver formar otras olas encantadoras y para su mayor gozo. La tierra no conoce aún la santidad en mi Voluntad, y por eso amo tanto el hacerla conocer, pero al Cielo le es bien conocida porque está la Reina Soberana, que con sólo verla se hace reveladora de la santidad de mi Fiat, así que Ella en virtud de Él, en la tierra fue un portento de gracias para Sí y para toda la familia humana, y es portento de gloria en la patria celestial, ninguna otra criatura se puede decir similar a Ella”.

+ + + +

2 Comunismo según el diccionario de la lengua italiana Zingarelli: Sistema político, económico y social fundado en la abolición de toda forma de propiedad privada mediante la colectivización de los bienes y la distribución de los productos según las necesidades de cada uno

24-36
Agosto 18, 1928

Las penas en el Fiat son pequeñas gotitas y se llega a desearlas ardientemente; ejemplo. Las verdades acerca de la Divina Voluntad son Vidas Divinas y están todas expectantes
para hacer su oficio.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrado giro en las obras de la Redención, y deteniéndome ahora en una pena y ahora en otra de las que Jesús y la Celestial Reina habían sufrido, pensaba entre mí: “Quién sabe cómo sus corazones quedaban ahogados en sus penas, y penas no pequeñas: La Virgen que llegaba a sacrificar al propio Hijo, y el Hijo su propia Vida”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, como en Mí y en mi Madre reinaba el Fiat Divino, comprendíamos qué significaba hacer y sufrir un acto en Él y el gran bien que se adquiría, entonces, en virtud de la gran adquisición la pena parecía pequeña, como una gotita de agua en el inmenso mar, y para hacer otras adquisiciones se suspiraba por otras ocasiones de obras y de penas, porque ante un acto en mi Voluntad Divina, no hay pena, ni siquiera el sacrificio de la propia vida, que pueda igualar una adquisición tan grande. Nosotros nos encontrábamos en las condiciones de una persona a la que le viene ofrecido el bien de un trabajo, si bien fatigoso, pero la ganancia es tan grande que pondría la propia vida para tener ocasión de tener otros trabajos similares, porque ante las grandes adquisiciones las penas se suspiran, se anhelan, y se llega hasta arrebatarlas; si por el trabajo de una jornada se pudiese ganar un reino, volverse él y toda su patria feliz, ¿quien no haría el trabajo de un día? Si bien para Mí y para la Celestial Señora la patria era ya nuestra, éramos más que felices, porque quien posee el Fiat Divino no está sujeto a ninguna infelicidad; todo era nuestro, pero como nuestras obras y penas en nuestro Querer Divino servían para la adquisición del reino a la familia humana, y cada pena de más duplicaba los derechos a ellos para una adquisición tan grande, el amor por ellos y para verlos felices, nos sentíamos gloriosos, victoriosos que la jornada de nuestra vida acá abajo estuviese llena de penas y de obras por causa de ellos, y además no sólo por esto, es decir, por el bien de las criaturas, sino porque el obrar en el Fiat da campo a hacer obrar a un Querer Divino, y obrando en Él son cielos que corren en aquel acto, son soles que se encierran, son bienes inmensos que surgen, en suma es aquel Fiat Divino que todo puede y todo posee”.
(3) Después continuaba mi abandono en el Supremo Querer y pensaba en las tantas verdades que mi amado Jesús me ha dicho acerca del Fiat, y Él suspirando ha agregado:
(4) “Hija mía, por cuantas verdades te he manifestado acerca de mi Querer, tantas Vidas Divinas de Voluntad mía he puesto fuera para bien de las criaturas. Ahora, estas Vidas existen y son tantas, que podrían llenar todo el mundo de Vida de Voluntad Divina, y llevar el bien que ellas contienen en medio de las criaturas, pero como no son conocidas viven escondidas, ociosas, sin llevar el bien que cada una de las Vidas posee, ellas están todas en expectativa, esperando con paciencia divina quien les abra las puertas para hacerlas salir, y esto lo harán aquellos que se ocuparan en hacer conocer al mundo que estas Vidas existen, porque abriéndoles las puertas las ponen en camino en medio a las criaturas para hacerlas hacer a cada una el oficio que tienen, y hacerlas entregar la luz, el bien que poseen, porque ahora se encuentra que estas Vidas tienen pies y no caminan, manos y no obran, boca y no hablan, ¿qué cuenta me darán quienes tienen inactivas tantas Vidas? Míralas hija mía como están todas en acto porque quieren caminar, obrar, hablar, y como no las hacen conocer están como si no tuviesen pies, manos y estuviesen sin voz”.
(5) Yo he mirado y ¡oh! cómo era conmovedor ver el número de estas Vidas, que era tan grande que yo no podía numerarlas, todas en acto que querían moverse, hablar, inclinarse sobre cada criatura para darle la mano y hacerla escuchar sus lecciones y entregarles el beso, el bien del Fiat Divino.


+ + + +

24-37
Agosto 23, 1928

Certeza del reino del Querer Divino sobre la tierra. Derechos de Dios
y de la criatura. El nuevo Evangelio: “Las verdades acerca del Fiat Divino”. La prudencia humana hace fallar las obras más bellas. Soledad de
Jesús y quien le hacía compañía.

(1) Estaba pensando entre mí: “¿Pero será verdad que vendrá el reino de la Voluntad de Dios sobre la tierra?” Y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo ¿lo dudas? ¿No sabes tú que están los derechos de Dios para dar este reino, y los derechos de la humanidad para recibirlo? Porque Dios al crear al hombre, con dar su Voluntad al hombre como herencia, daba los derechos que reinase su Divina Voluntad sobre la tierra como reinaba en el Cielo, tan es verdad, que la vida del primer hombre fue comenzada en el Fiat, el cual con haber hecho sus primeros actos en Él, metía sus prendas, sus trabajos en la herencia divina, tanto, que aún ahora existen estas prendas y actos en mi Voluntad, son incancelables, y si el hombre salió de dentro de Ella, sus actos quedaron, y esto constituye un derecho a la humanidad de reentrar de nuevo en el reino perdido, porque Nosotros no vemos al hombre en sí mismo, sino vemos a toda la humana familia como si fuese una sola, y si uno sale y se separa, la humanidad queda siempre, la cual puede recibir lo que perdió aquél que salió. Así que están los derechos de ambas partes, si esto no fuese, habría sido no una realidad que el hombre viviese en nuestro reino, sino un modo de decir, en cambio cuando Nosotros damos, damos con los hechos, tan es verdad, que la vida humana tiene su principio en el reino de nuestra Voluntad. Si tú supieras qué significa hacer aun un solo acto en Ella, su valor es incalculable y además están los actos de mi Humanidad, los de la Reina del Cielo, hechos todos en el reino de nuestro Querer Divino, que como cabezas de la familia humana reconfirman los derechos a las criaturas de reentrar en nuestro reino”.
(3) Después de esto estaba pensativa sobre la publicación de los escritos sobre la Voluntad de Dios, especialmente sobre ciertas oposiciones, y habiéndome puesto a rezar, mi dulce Jesús se hacía ver que con sus manos se detenía el corazón, tanto era el dolor que sentía, y todo afligido me ha dicho:
(4) “Hija mía, cómo me siento doliente, habrían debido sentirse honrados, jactarse y gloriarse por hacerse conocer que son ellos los que tienen este gran honor de publicar las verdades sobre mi Santa Voluntad, honor y gloria más grande no podía darles, que llamarlos a un oficio tan alto, y en cambio quieren esconderse; cómo me duele el corazón, siento tanto dolor que no puedo contenerlo. Las verdades sobre mi Fiat son el nuevo Evangelio del reino de mi Querer Divino, en el cual encontrarán las normas, el sol, las enseñanzas cómo ennoblecerse, elevarse a su origen y tomar el estado dado a ellos por Dios en el principio de la Creación, encontrarán el Evangelio que tomándolos de la mano los conducirá a la verdadera felicidad en la paz constante, la única ley será mi Voluntad, la cual con su pincel de amor entintado en los vivos colores de su luz, restituirá al hombre la semejanza de su Creador. ¡Oh, cómo deberían haber codiciado el recibir y el hacer conocer un bien tan grande, en cambio, todo lo contrario! En la Redención los evangelistas se sintieron honrados de hacer conocer quiénes eran aquellos que ponían fuera el Evangelio, para que fuera conocido por todo el mundo, y con gloria señalaron su nombre, tanto, que al predicar el Evangelio primero se dice el nombre de quien lo escribió y después se dice el Evangelio, así quiero que se haga sobre las verdades de mi Voluntad, que de todos se sepa quiénes son aquellos que han llevado tanto bien al mundo. Pero créelo, todo es por causa de la prudencia humana, ¡ah! cuántas obras divinas ha hecho malograr

en medio a las criaturas la prudencia humana, que han llegado como holgazanes a retirarse de las obras más santas, pero mi Voluntad sabrá triunfar sobre todo y burlarse de ellos, pero no puedo esconder el dolor de tanta ingratitud humana a un bien tan grande”.
(5) Después seguía mi giro en el Fiat y acompañando a mi amable Jesús en su Vida acá abajo, me daba pena cuando llegaba a aquellos momentos en que solo, solo se quedaba, ni siquiera su Mamá Celestial, como en el desierto y en las noches de la Vida pública, que apartándose de todos, casi siempre se quedaba al exterior, fuera de lo habitado, solo para rezar y también para llorar por nuestra salvación, y yo decía entre mí: “Jesús mío, tu pequeña hija no siente la fuerza de dejarte solo, quiero ponerme cerca de Ti, y si no sé hacer otra cosa te susurraré al oído: ‘te amo, te amo’; por tu soledad, oraciones y lágrimas dame el reino de tu Querer, hazlo pronto, ve como el mundo se precipita, tu Querer lo pondrá a salvo”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y arrojándose en mis brazos para gozarse mi compañía me ha dicho:
(6) “Hija mía, gracias, en cada acto mío te espero siempre para decir: ‘La pequeña hija de mi Querer no me ha dejado jamás solo’. Tú debes saber que mucho me pesaba mi soledad, porque Aquél que había venido por todos y a buscar a todos, debía ser solicitado por todos, y por cada uno de ellos sentía a lo vivo la pena de la soledad en la cual me dejaban; con mi mirada indagadora iba indagando si alguno me buscaba y amaba mi compañía, y muchas veces inútilmente buscaba este consuelo. Sin embargo tú debes saber que en tanta soledad en la cual me dejaban las criaturas no quedaba jamás solo, tenía la compañía de los ángeles, la de mi Mamá, que si bien lejana, mi Voluntad Divina me llevaba su latido y todos sus actos en cortejo en torno a Mí, que me hacían compañía, y además, desde entonces me llevaba a la recién nacida de mi Fiat con todo el grupo de los hijos de mi reino para mi compañía, porque para mi Querer Divino todos los tiempos son suyos, y tiene virtud de reducirlos a un solo punto, para tenerlos en todos los tiempos en acto continuo sin cesar jamás. Además de esto, conforme el alma recuerda lo que Yo hice y quiere estar en torno a Mí, prepara el vacío en ella donde poner el fruto de lo que Yo hice y sufrí”.

+ + + +

24-38
Agosto 26, 1928

La Divina Voluntad es más que madre, cómo crece junto y forma su Vida. El destello de luz de lo obrado en Ella. El regreso del aliento de Jesús para hacer reinar la Divina Voluntad.

(1) Mi vuelo en el eterno Fiat es continuo, me parece que no sé estar, ni sé detenerme en otra parte más que en Él, lo siento más que vida en mí y fuera de mí, y por cuanto corro y vuelo no encuentro más que obras, propiedad interminable y sin confín, y su Vida palpitante en todo y dondequiera, y mientras este Querer Divino se encuentra en lo alto, en lo bajo conserva todo, es actor y espectador de todo. Ahora, mi pequeñez se perdía en el Fiat Divino, giraba por toda la Creación, y haciendo resonar mi pequeño “te amo” en cada cosa creada, pedía el reino de la Voluntad Divina sobre la tierra, y mi amable Jesús haciéndose ver que me llevaba en sus brazos para hacerme seguir los actos de su Divina Voluntad, me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡cuánto te ama mi Querer, más que madre te tiene entre sus brazos, y mientras te tiene estrechada a su seno te está dentro para crecer junto contigo, late en tu corazón, circula en tu sangre, camina en tus pies, piensa en tu mente, habla en tu voz, es tanto su amor, su celo, que si eres pequeña se hace pequeña, si creces crece junto contigo, y si obras te engrandece tanto, que te extiende en todas sus obras. La madre puede dejar a su hija, puede dividirse, estar lejana; mi Voluntad jamás, porque haciéndose

vida de su hija se vuelve inseparable, así que aun el quererla dejar no lo puede, porque es su misma Vida que vive y ha formado en su hija. ¿Quién puede tener este poder y amor insuperable de formar y hacer crecer su vida junto con su hija? Ninguno, solamente mi Voluntad, que poseyendo un amor eterno y una virtud creadora, crea su Vida en quien renace y quiere ser solamente su hija. He aquí por eso la razón de que tú giras en la Creación, porque esta Madre de mi Voluntad Divina quiere su Vida que ha formado en ti, su hija, en todos sus actos. Así que quien vive en mi Fiat Divino corre junto a la carrera vertiginosa, ordenada y armónica de toda la Creación, y así como la carrera ordenada de todas las esferas forma la más bella música armoniosa, así el alma que corre junto forma su nota de armonía, que haciendo eco en la patria celestial, todos los bienaventurados ponen atención y dicen: ‘¡Cómo es bello el sonido que se oye en las esferas, porque gira en ellas la pequeña hija del Fiat Divino, es una nota de más y un sonido distinto que oímos y el Querer Divino lo lleva hasta las regiones celestiales!’ Por eso no eres tú la que corres, es mi Voluntad que corre y tú corres junto con Ella”.
(3) Después continuaba pensando en los grandes prodigios y sublimidad del Fiat Divino, y mientras me sentía perdida en Él, mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, así como el relámpago sale de las nubes e ilumina la tierra, y después se retira de nuevo en el seno de las nubes para clarificar frecuentemente con su luz la tierra, así el alma que vive en mi Querer, conforme obra hace salir sus destellos desde el seno de su humanidad y forma otras luces en el Sol de mi Fiat Divino, y no sólo eso, sino que aclara la tierra de las tinieblas del querer humano. Sólo que el relámpago que hacen salir las nubes es luz limitada, en cambio la luz del relámpago hecho en mi Querer Divino es sin límites, y en su luz lleva el conocimiento de Él, porque el obrar en mi Querer contiene la fuerza universal, por lo tanto fuerza única, nueva creación, Vida Divina, por eso en cuanto hace su acto de destello, todas las puertas de mis obras se abren para recibir la nueva creación y el destello de luz de lo obrado por la criatura en mi Fiat, por eso todas mis obras se sienten renovadas y doblemente glorificadas, así que todas festejan al sentir la nueva fuerza creadora sobre ellas”.
(5) Después de esto mi siempre amable Jesús se hacía ver como pequeño niño en el fondo de mi pequeña alma, me estrechaba, me besaba, me daba su aliento y yo me sentía infundir nueva vida, nuevo amor, y yo le repetía lo que Él me hacía, y repitiendo sus besos me ha dicho:
(6) “Pequeña hija de mi Querer, mi aliento infundiéndose en ti te renueva, y con su potencia vivificadora destruye en ti la infección del germen del querer humano y vivifica el germen de mi Fiat Divino. Este aliento es el principio de la vida humana de la criatura, la cual en cuanto se alejó de mi Querer perdió mi aliento, y si bien le quedó la vida, pero no sentía más la fuerza vivificadora de mi aliento, que vivificándola la mantenía bella, fresca, a semejanza de su Creador, así que el hombre sin mi aliento permanece como aquella flor que no teniendo más lluvia, viento y sol, se decolora, se seca y declinando su cabeza se dispone a morir. Ahora, para rehabilitar el reino de mi Querer Divino en medio de las criaturas, es necesario que regrese mi aliento continuo en medio de ellas, que soplándoles más que viento les permita entrar el Sol de mi Voluntad, que con su calor destruya el mal germen del querer humano, y así regrese bello y fresco como había sido creado, y la flor enderezando su tallo bajo la lluvia de mi Gracia, levanta su cabeza, se vivifica, se colorea y tiende a la vida de mi Querer, no más a la muerte. ¡Oh, si supieran las criaturas el gran bien que estoy preparando, las sorpresas de amor, las gracias inauditas, cómo estarían más atentos! Y quien conoce los conocimientos de mi Querer, ¡oh, cómo pondría la vida para lanzar estos conocimientos en medio del mundo, a fin de que todos se dispusieran a recibir un bien tan grande, porque estos conocimientos tienen virtud de ayudar y facilitar las disposiciones humanas para un bien tan grande, pero la ingratitud humana es siempre la misma, en vez de preparase piensan en todo lo demás y se precipitan en el pecado”.


+ + + +

24-39
Agosto 30, 1928

Diferencia entre Humanidad y Divinidad de Jesús. Cómo el reino del Fiat está todo preparado por Él, sólo se necesitan aquellos que lo habiten. El lenguaje que Jesús tuvo en la Redención y el que tiene para el reino de la Divina Voluntad, son diferentes uno del otro.

(1) Mi amable Jesús se hacía ver como pequeño niño, que estrechándose a mí me hacía muchos mimos amorosos. ¡Oh! cómo es bello verlo en su infantil Humanidad, todo amor, todo confianza; el alma siente tal confianza con Jesús porque ve en Él su Humanidad que le asemeja tanto que se hermanan juntos, se identifican y uno se transforma en el otro, así que el velo de la Humanidad de Jesús en el cual encierra dentro su Divinidad adorable, sirve como medio de confianza, en el cual la pobre criatura pierde todo el temor y se está con su Jesús toda amor, más que hijo entre los brazos de su Padre Celestial, es tanto el amor de Jesús que dice a la criatura: “No temas, soy tuyo, similar a ti, vestido como tú, y es tanto mi amor que escondo la luz interminable de mi Majestad dentro de mi Humanidad, para hacerte estar Conmigo como una pequeña niña en mis brazos”. En cambio cuando mi amado Jesús hace salir de Sí su Divinidad, su misma Humanidad queda eclipsada en aquella luz interminable, y yo siento la gran distancia entre yo y mi Creador, su Majestad Divina resplandeciente me aniquila, me hunde en mi polvo y no sé a donde ir para huir de su luz, porque no hay punto donde no se encuentre, yo soy el pequeño átomo que quedo abismado en su misma luz. Me parece que estoy diciendo desatinos, por eso mejor sigo adelante. Entonces mi sumo bien Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el reino de mi Voluntad está todo preparado en mi Humanidad, y Yo estoy pronto a ponerlo fuera para darlo a las criaturas; se puede decir que he formado los fundamentos, he erigido las construcciones, las habitaciones son innumerables y todas adornadas e iluminadas no con pequeñas luces, sino con tantos soles por cuantas verdades he manifestado acerca del Fiat Divino; no se necesita otra cosa que aquellos que lo habiten, habrá lugar y habitación para todos, porque es vasto, más que todo el mundo. Con el reino de mi Voluntad todo será renovado en la Creación, las cosas se pondrán en su estado primero, por eso es necesario y vendrán muchos flagelos, para hacer que la divina justicia se ponga en equilibrio con todos mis atributos, a fin de que equilibrándose deje el reino de mi Querer en su paz y felicidad. Por tanto no te maravilles si a este gran bien que estoy preparando y que quiero dar, lo preceden muchos flagelos, es mi Justicia que reclama sus derechos, a fin de que equilibrada, se ponga en paz con las criaturas sin darles más molestia, mucho más que los hijos del reino de mi Fiat Divino no lo ofenderán más, y mi Justicia divina se cambiará para ellos en amor y misericordia”.
(3) Después de esto seguía todos los actos que había hecho Jesús en la Redención, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi lenguaje fue muy diferente en la Redención de aquél que he tenido para el reino de mi Divina Voluntad, porque en la Redención mi lenguaje debía adaptarse a personas incapaces, débiles, enfermas, sordas, mudas y ciegas, y muchas sobre el borde de la tumba, por eso para hablar me serví de parábolas, semejanzas del bajo mundo, que ellos mismos podían tocar con la mano, por eso ahora les hablaba como médico y les llevaba las medicinas para curarlos; ahora como padre, que esperaba su retorno aunque fuesen hijos licenciosos; ahora como pastor que iba en busca de la oveja perdida; ahora como juez que no pudiendo atraerlas por vía de amor, buscaba atraerlas al menos con las amenazas y con el temor; y tantas otras semejanzas. Este mi lenguaje dice que a aquellos a los cuales Yo hablaba no me conocían, no me amaban, mucho menos hacían mi

Voluntad, más bien estaban lejanos de Mí, y que Yo con mis parábolas hacía las búsquedas y extendía la red para pescarlos y dar a cada uno el remedio para curarlos, pero cuantos me huían, y Yo aumentaba las búsquedas y las enseñanzas para dar luz a tantos ciegos, a fin de que salieran de su obstinada ceguera.
(5) Ahora ve cómo es diferente mi lenguaje que he tenido al manifestar las verdades sobre mi Divina Voluntad, que deben servir para los hijos del reino de Ella, mi lenguaje sobre el Fiat ha sido como el de un padre en medio a sus queridos y amantes hijos, todos sanos, y que poseyendo cada uno mi misma Vida en ellos, en virtud de mi Querer serán capaces de entender mis lecciones más altas, y por eso he pasado más adelante poniéndoles enfrente las bellas semejanzas del sol, de los cuerpos celestes, del cielo, del mismo modo de obrar divino que se extiende hasta el infinito, porque teniendo en ellos a mi Fiat Divino, tendrán en ellos a Aquél que ha creado el cielo, las astros, el sol y les dará virtud de hacer copiar en ellos todo lo que ha creado y sus mismos modos que tiene en su obrar divino; estos serán los copiadores de su Creador, y por eso Yo he sido tan magnánimo al manifestar las verdades acerca de mi Fiat, lo que no hice en la Redención, porque eran parábolas que contenían modos humanos y finitos, por lo tanto no tenían tanta materia para poderme extender tanto, en cambio las semejanzas que respectan a mi Voluntad son de modos divinos y por lo tanto hay tanta materia para decir que se vuelven inagotables, ¿quién puede medir la vastedad de la luz del sol y la intensidad de su calor? Nadie. ¿Quién puede dar un termino al cielo y a las múltiples obras mías divinas? ¡Oh! si tú supieras cuánta sabiduría, amor, gracia, luz, he puesto al manifestar mis verdades sobre mi Fiat Divino, tú quedarías ahogada de alegría, tanto, que no podrías seguir viviendo, y amarías que el trabajo de tu Jesús fuese conocido, para hacer que un trabajo tan exuberante, que cuesta un precio incalculable, tenga su gloria y comunique sus benéficos efectos a las demás criaturas”.

+ + + +

24-40
Septiembre 2, 1928

Las cosas creadas en virtud del Fiat Divino son como miembros al hombre, y a él le fue dada la razón de ellas; y cómo con sustraerse del Fiat dio un golpe y separó todos estos miembros. Cómo la Divina Voluntad forma sus madres a Jesús.

(1) Estaba según mi costumbre haciendo el giro por toda la Creación, para seguir lo que la Divina Voluntad había hecho en ella, ¡oh, cómo me parecía bella! Cómo el Fiat Divino gozaba su triunfo, recibía su plena gloria, tenía su total dominio y extendía su Vida dondequiera y por todas partes, así que Él es luz y extendía su Vida de luz, es potencia, es orden, es pureza, y distiende su Vida de potencia, de orden, de pureza en todas las cosas creadas, y así de todo el resto de sus cualidades divinas, por lo tanto cada cosa creada es sagrada, más que una reliquia, porque dentro encierran la potencia, la Voluntad creadora, la misma Vida de Aquél que las ha creado, y yo mientras giraba sentía la necesidad de amar, de adorar, de abrazar y besar el sol, el cielo, las estrellas, el viento, el mar, porque dentro encerraban, velaban y formaban como tantas habitaciones a Aquél que las había creado. Pero mientras mi mente se perdía en la Creación, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cómo son bellas nuestras obras, puras, santas y todas ordenadas, y si nos servimos de la Creación para formar nuestros velos, nuestras vastas habitaciones, sin embargo nos reservamos el no dar a ella ninguna razón, porque la finalidad para la que fueron creadas fue para el hombre, no para ellas, y por eso nos reservamos el dar la capacidad y la razón de toda la Creación al hombre, a fin de que él teniendo la razón de ella, nos diera la gloria de la luz del sol, del cielo, del viento y de todo lo demás, así que poníamos las cosas creadas como miembros del hombre, por lo cual él, teniendo la razón

de estos miembros, se serviría de ellos para subir dentro de estos velos para reencontrar a Aquél que como rey habitaba dentro y llevarle la gloria, el amor de estos miembros a él dados, pero el hombre para poseer esto y tener la razón que habría tenido el sol, el cielo, el viento y todo lo demás, y tener las cosas creadas como sus miembros, debía poseer la Vida y el dominio de nuestro Fiat Divino, el cual le habría dado la capacidad y una amplia y suficiente razón de toda la Creación, y habría mantenido la comunicación, la unión y la inseparabilidad de todos estos miembros de las cosas creadas, porque sólo nuestra Voluntad Divina posee la total razón de todo lo que ha hecho, y Nosotros dimos esta nuestra Voluntad al hombre a fin de que le diese la razón de todas nuestras obras, porque todo salió ordenado por Nosotros y unido junto, como miembros al cuerpo del hombre, porque era él nuestro primer amor, la finalidad de toda la Creación, y por eso en él concentramos toda la razón que se necesitaba para ella. Ahora hija mía, el hombre con sustraerse de nuestra Voluntad Divina dio un golpe y separó sus queridos y santos miembros, y por eso poco entiende del valor, de la santidad, de la potencia, de la luz, que como miembros eran ya suyos, y el Divino Artífice queda sin la gloria, el amor, el reconocimiento de la cabeza de estos miembros. Ve entonces cómo es necesario el regreso de mi Fiat Divino en el hombre, que es la cabeza de toda la Creación, para hacer regresar el orden creado por Nosotros, para poner la cabeza en su lugar y los miembros reunidos de nuevo a quien tan bárbaramente y con su daño los tiene separados. No lo sientes tú misma, que sólo mi Querer tiene virtud de ponerte en comunicación con toda la Creación, y dándote el vuelo te da la razón de la luz, del cielo, del mar, del viento, y queriendo animar con tu voz todas las cosas creadas, desde la más grande hasta la más pequeña, repites tu agradable estribillo: ‘Soy yo que te amo y te glorifico en el cielo, en el sol, en el mar, en el viento y también en el pequeño pajarito que canta, en el corderito que bala, en el perfume de la flor que se eleva a Ti’. Y así de todo lo demás. Es la Vida de mi Fiat, que como tiene vida en toda la Creación, teniendo vida en ti te hace amar en todas las cosas que son suyas”.
(3) Yo he quedado pensativa al oír que el hombre debía, en virtud del Fiat, poseer la razón que debía poseer el sol, el mar, el viento, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, esto lo hace también el hombre, que en sus obras que hace no deja dentro su razón, si se forma una habitación, si tiene un terreno y en él pone diversas plantas, si hace un trabajo u otra cosa, son obras que no tienen razón, la razón se la reserva en sí, y si da razón la da a su familia, que siendo no obras, sino hijos suyos, quiere que de sus obras tengan la razón, a fin de que de ellas se sirvan según quiere el padre, y entonces recibir de ellos la gloria de sus obras. Si esto hace el hombre, ¿por qué no podría Yo hacer otro tanto? Es más, con más orden y obras múltiples para el bien del hombre y así tenerlo en torno a Mí, junto Conmigo y dentro de Mí, y de tal manera unido, como Dios la cabeza y él los miembros, así como la Creación sus miembros y él la cabeza de ella”.
(5) Después de esto seguía mis actos en la Redención, y deteniéndome cuando mi encantador niño Jesús estaba en Egipto, y mi Mamá Celestial arrullándolo en su pobre cuna se ocupaba en preparar los vestidos al pequeño niño, yo, poniéndome junto a la Mamá Reina, hacía correr mi te amo en el hilo que servía al vestido de Jesús, y mecía la cuna para hacer dormir a mi celestial Niño, haciéndole mis cantos de amor y pidiéndole el Fiat Divino, y mientras parecía que cerraba los ojos al sueño, con mi sorpresa lo he visto alzar su cabecita, que mirando a nuestra Mamá Divina y a mí, ha dicho con acento ternísimo:
(6) “Mis dos Mamás, mi Mamá y la pequeña hija de mi Querer, mi Voluntad Divina me las une juntas y me las hace hacer a las dos de Mamá. ¿Por qué la Celestial Reina me es verdadera Madre? Porque poseía la Vida de mi Fiat Divino, sólo Él le podía suministrar el germen de la fecundidad divina para hacerme concebir en su seno y hacerme hijo suyo, así que sin mi Divina Voluntad, Ella no podía absolutamente ser mi Mamá, porque ningún otro ni en el Cielo ni en la tierra posee este germen de la fecundidad divina, que ni más ni menos es el que da la capacidad de hacer concebir al Creador en la criatura. Mira entonces, mi Querer Divino me formó la Mamá y me hizo su hijo, ahora me está formando

a su pequeña hija por mamá mía, y me la hace encontrar cerca de mi primera Madre para hacerla repetir sus actos, entrelazarlos juntos y hacerla impetrar su reino, y por lo tanto hacerla repetir su germen divino y la fecundidad del Fiat Voluntas Tua en las criaturas. Sólo mi Voluntad Divina puede todo y puede darme todo”.
(7) Después, cerrando los ojos al sueño, en el sueño repetía: “Mis dos Mamás, mis dos Mamás”. Cómo era tierno y conmovedor el oírlo, cómo hería el corazón verlo que interrumpía el sueño para decir: ‘Mis dos Mamás’. ¡Oh, Voluntad Divina, cómo eres amable, potente y admirable! ¡Ah, desciende en los corazones de todos y pon en ellos este germen divino, a fin de que su germen fecundo te forme tu reino y te haga reinar como en el Cielo así en la tierra!

+ + + +

24-41
Septiembre 5, 1928

Penas de Jesús y competencia de luz. Los actos en el Fiat son piedras y viento en el mar de la Divina Voluntad.

(1) Me sentía privada de mi dulce Jesús y deliraba por su regreso, pero ¡ay de mí! Mientras mi pobre corazón era torturado, mi amado Jesús ha redoblado mis penas haciéndose ver todo llagado, coronado de espinas, pero tan encarnadas estas espinas que no se podían ver; qué escena tan conmovedora y dolorosa, se ha arrojado en mis brazos para ser curado, ¡oh, cómo sufría, gemía, se agitaba, yo lo he estrechado entre mis brazos, quería quitarle las espinas, pero me resultaba imposible, tan encarnadas estaban, y Jesús sollozando me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuánto sufro, si supieras cuánto me ofenden las criaturas y cómo ellas mismas arman a mi Justicia para hacerse golpear”.
(3) Y mientras esto decía parecía que descendían del cielo rayos, llamas, granizo, para golpear a las criaturas; yo he quedado asustada, pero más espanto me daba ver a Jesús tan bárbaramente reducido. Entonces continuaba rezando y decía entre mí: “¡Oh, cómo quisiera convertir todo, pensamientos, palabras, obras, pasos de todas las criaturas en Voluntad de Dios, a fin de que el pecado no existiese más, quisiera eclipsarlas de luz del Querer Divino, a fin de que investidas de luz y encantadas por ella, las criaturas bajo el eclipse de la luz divina perdieran la fuerza, las pasiones, la voluntad de ofender a mi dulce Jesús”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, conforme el alma toma el empeño de querer convertir todos los actos humanos en Voluntad mía, así forma sus rayos, que agrandándose toman la tierra como en su propio puño, y elevándose al Cielo más que rayos solares, invisten el Sol de mi Voluntad, y arrojándose en Ella forman un solo Sol, que formando como una competencia de luz, todo, Cielo y tierra sufren el encanto y el eclipse del Sol de mi Voluntad, y también mi justicia sufre el eclipse de esta luz, de modo que muchos flagelos son evitados”.
(5) Ahora, después de haber escrito por largo tiempo, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y tomando mi rostro entre sus manos me ha dicho:
(6) “Hija mía, quiero pagarte por el sacrificio que has hecho de escribir”.
(7) Y yo: “Son tres noches que he escrito y no me has dado nada, me parece que ahora mucho escaseas, ni me muestras más aquella gran complacencia que me mostrabas antes cuando escribía, ni me ordenas más el escribir con aquél tu imperio amoroso como hacías antes, a mí me parece que has cambiado”.
(8) Y Jesús: “No puedo cambiar, no es de la naturaleza divina el mutarse; la naturaleza humana se cambia, la Divina jamás, por tanto está segura que en Mí nada ha cambiado,
¿pero sabes qué quiero darte por paga? Mi misma Vida. Cada verdad que te manifiesto son dones de Vida Divina que te hago, y te doy la libertad que no sólo tengas para ti este

gran don, sino que la puedes multiplicar para darla a quien tú quieras y a quien la quisiera recibir.
(9) Ahora, tú debes saber que cada acto, palabra, pensamiento hecho por la criatura en mi Divina Voluntad, son piedrecillas que arroja en el mar de Ella, el cual encrespándose desborda fuera para bien de todos; otras veces son tantos vientecillos, que haciendo crecer el mar de mi Fiat, forma las olas más o menos altas, según la multiplicidad de los vientecillos que forma la criatura en mi mar, y estas olas mientras se levantan, descienden de nuevo, parte en el mar y parte inundan la tierra. ¡Oh! cómo es deleitable ver a la criatura, que ahora viene a arrojar sus piedrecillas en nuestro mar, ahora que viene como a soplar y forma su vientecillo, y el mar le sonríe con el encresparse, le hace las fiestas con el recibir el vientecillo y formar las olas, así que el alma que vive y obra en mi Fiat, nos da la ocasión de hacer surgir nuestro mar y nos da el campo para inundar la tierra y el Cielo, y como es Voluntad Divina que fluye, dispone a las criaturas a pedir el reino de Ella, y Nosotros nos sentimos que la criatura que vive en nuestro Querer Divino llama nuevamente las fiestas, los entretenimientos, los juegos del principio de la Creación con su Creador. Todo es lícito para quien vive en nuestro Querer, y Nosotros todo la dejamos hacer, porque ella no quiere otra cosa que nuestra Voluntad y que nuestro eco resuene en ella, y ella haciéndose llevar por nuestro eco divino, ahora arroja la piedra, ahora forma el vientecillo que forma las olas, ahora gime, ahora habla, ahora ruega porque quiere que nuestro Fiat Divino sea conocido, amado y que domine sobre la tierra”.

+ + + +

24-42
Septiembre 8, 1928

Interés de Dios por quien vive en su Divina Voluntad, ejemplo del sol. Todos los sacrificios que ha hecho Luisa para hacer conocer la Divina Voluntad, serán conocidos.

(1) Me sentía oprimida por la privación de mi amado Jesús, ¡oh! cómo habría querido dar un salto a las regiones celestiales para no salir más de ellas, y así terminar para siempre con estas benditas privaciones suyas que me hacen vivir muriendo. ¡Ah! sí, si por su bondad Jesús me hiciera llegar a su patria, no podrá esconderse más de mí, ni yo por un solo instante podré estar privada de Él. Por eso, pronto Amor mío, terminemos de una vez para siempre con estas tus privaciones, que no puedo más; y me sentía tan amargada, porque más que espada cortante me traspasaba mi pobre alma de lado a lado. Ahora, mientras estaba en esto, mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, ¿no sabes tú que para quien hace mi Voluntad y vive en Ella es tanto nuestro interés, que es tenido por Nosotros como cosa nuestra, exclusivamente nuestra, inseparable de Nosotros? Nuestro Querer Divino es inseparable de Nosotros y por cuanto se extienda su luz, el centro de Él es siempre dentro de Nosotros; símbolo de la luz del sol, que mientras se alarga y se ensancha sobre toda la tierra, tomándola en su propio puño de luz, jamás se aleja de su esfera, ni la luz queda dividida, ni pierde ni siquiera una gota de luz, porque ella es inseparable, y si se pudiera dividir no sería más verdadera luz, por eso el sol puede decir: ‘Toda la luz es mía’. Así Nosotros, la luz de nuestra Voluntad Divina es interminable e inseparable, y en el alma donde Ella reina la hace nuestra, inseparable de Nosotros. Así que teniéndola como cosa nuestra, es interés nuestro de hacernos honor y de investirla tanto de todas nuestras cualidades divinas, de poder decir Nosotros y todos: ‘En esta criatura está la Vida Divina, porque domina la luz de nuestro Fiat’. Por eso nuestro interés de que todo debe ser santo en ella, puro, bello e investida de nuestra felicidad, todo debe dar de Voluntad Divina, como la tierra cuando es investida por la luz del sol, que pierde las tinieblas y da toda de luz, de modo que la luz

hace de reina y dominando la tierra se hace alimentadora de ella, comunicándole la vida y los efectos de la luz; así nuestro Querer Divino cuando reina en la criatura, hace que se pierdan los males y pone en fuga las tinieblas, las debilidades, las miserias, las aflicciones, y como reina se hace alimentadora de luz, de fuerza, de riqueza divina y de felicidad; por lo tanto, para quien vive en nuestro Fiat pierden el lugar las amarguras, las opresiones y todo lo que da de voluntad humana, porque la luz de Él no tolera otra cosa que lo que le pertenece, y como nuestra Divina Voluntad toma todo el interés de la criatura como cosa suya, así ella pierde todos los intereses humanos y adquiere todos los intereses divinos; de aquí se ve si reina mi Voluntad Divina, si no siente más interés propio, y si lo siente significa que el alma no posee toda la plenitud de mi Fiat y hay aún pequeños huecos privados de la luz de Él, y por eso lo humano se hace sentir y llega a tomar los intereses humanos. Por eso, fuera las amarguras, las opresiones de tu alma, pues son cosas que no te pertenecen más, a ti pertenece la luz y todo lo que puede poseer la luz de mi Voluntad”.
(3) Después de esto pensaba entre mí: “Cuántos sacrificios se necesitan para este reino del Fiat: Sacrificio de escribir, sacrificio de reposo y de sueño, sufrimientos, oraciones incesantes, muerte continua al querer humano para hacer que la Divina Voluntad tuviese Vida perenne, y tantas otras cosas que sólo Jesús conoce, y después de todo esto, tal vez nada se verá de bien, ninguna gloria de Dios, por lo tanto tantos sacrificios sin utilidad y sin efectos”. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿qué dices? No hay sacrificio que hayas hecho que no tendrá su valor, sus preciosos efectos, porque todo lo que se hace en mi Voluntad y para implorar que sea conocida, adquieren por naturaleza Vida Divina y virtud comunicativa, de modo de comunicar a los demás la Vida Divina y la virtud que poseen, tanto, que ahora, todo lo que has hecho y sufrido está delante a Dios en acto implorante para obtener que las criaturas se dispongan y que Dios conceda un bien tan grande. Cuando después mi Voluntad sea conocida y su reino efectuado, entonces todas las palabras que has escrito, las noches en vela, tus incesantes oraciones, tus giros en la obra de la Creación y Redención, tus largos años de cama, tus penas y sacrificios, brillarán como rayos de sol, como diamantes y piedras preciosas de valor infinito, que poco a poco reconocerán aquellos que tendrán el gran bien de conocer mi Querer, y de vivir en su reino; es más, conocerán que los fundamentos, las construcciones, están cimentadas por los tantos sacrificios de aquélla a quien le ha sido confiada la misión de hacer conocer el reino de mi Querer, todo se conocerá claramente, también aquellos que han contribuido, te han dirigido, te han ordenado escribir y se han interesado en hacer conocer con palabras o con escritos lo que respecta a mi Fiat Divino, y esto es nada, todo el bien que harán aquellos que poseerán el reino de mi Fiat, la gloria que me darán, descenderá y subirá de nuevo a aquellos que han sido principio y causa de tanto bien, y aunque tú estés en el Cielo, la virtud comunicativa de mi Querer que ha hecho vida en ti sobre la tierra, te pondrá en comunicación, tendrá todas las vías abiertas entre tú y ellos, así que tu vida y todo lo que has hecho y sufrido estará en medio a ellos, y todo lo que harán ellos tendrá su principio en ti, porque una es la Voluntad Divina de la una y del otro, y si tú supieras la gloria, los contentos, las satisfacciones que te vendrán, amarías el sacrificarte de más para que mi Voluntad sea conocida y domine en medio a las criaturas”.

+ + + +

24-43
Septiembre 10, 1928

Quien obra en la Divina Voluntad abre tantas puertas entre el Cielo y la tierra, por cuantos actos hace. Gloria de Adán en el Cielo; cómo sus actos hechos antes de caer en el pecado quedaron íntegros y bellos;
él quedó herido. Cómo en Adán se conoce en el Cielo lo que Dios hizo en la Creación.

(1) Estaba siguiendo todo lo que la Divina Voluntad había hecho en la Creación y Redención, no habría querido dejar ningún acto suyo sin el pequeño acto mío como su compañía y homenaje perenne de gloria y de amor a un Querer tan Santo. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo estoy contento de que no dejes a mi Voluntad Divina aislada en tantas obras suyas, hechas no para Sí, que no tenía necesidad de ellas, sino sólo por amor de la criatura. Tú debes saber que conforme tú pasas de una obra nuestra a la otra para reconocer nuestro amor en ellas, para darnos amor y gloria, así Nosotros encontramos la correspondencia de nuestro amor en quien reconoce nuestras obras. ¡Cómo es amargo y doloroso hacer el bien por puro amor y no ser reconocido! Y cuando encontramos quien las reconoce, nos sentimos como pagados por lo que hemos hecho, porque amor hemos dado y amor recibimos, y damos libertad a quien vive y obra en nuestra Voluntad Divina de establecer tantos vínculos entre el Cielo y la tierra, de abrir tantas puertas de comunicación, de poner tantas cadenas para hacer subir sus actos al Cielo y hacer descender tantas gracias en provecho de todas las criaturas, porque estas nuestras obras, la de la Creación y la de la Redención, han sido hechas sobre la faz de la tierra y tienen virtud de abrir el Cielo, y nos servimos para hacerlo abrir por medio de ellas, de quien obra en nuestra Divina Voluntad”.
(3) Y mientras esto decía me hacía ver tantas puertas abiertas en el Cielo, de las cuales descendían tantas cadenas de oro que vinculaban la tierra por cuantas obras había hecho mi dulce Jesús. Después seguía mi giro en las obras de la Majestad Suprema, y llegando al punto de la creación del hombre pensaba entre mí: “Adán, el principio de su vida la hizo en la Divina Voluntad, así que sus pensamientos, palabras, obras y pasos estaban animados por la unidad del Fiat, el cual abraza todo y contiene todo sin que nada se le escape, por lo tanto sus actos poseían la totalidad y plenitud de todos, y de todos los bienes, y si un solo acto hecho en este modo, en la unidad del Fiat que abraza todo, es un acto que puesto junto a todos los otros actos de las criaturas, éstos no pueden equivaler a este acto solo, Adán, que tuvo un período de vida en esta unidad del Fiat, ¿quién sabe cuantos actos pudo hacer? Así que su gloria en el Cielo será grande y tal vez supera todo, quitada la Soberana Reina que formó vida completa en la Divina Voluntad. Es verdad que Adán pecó y salió de esta unidad de Voluntad Divina, pero si salió él sus actos quedaron, porque creo que ninguna fuerza, ni divina ni humana puede destruir un solo acto hecho en esta unidad del Fiat que abraza todo y posee todo, Dios mismo no puede aniquilar un acto similar, pues debería destruir su misma Voluntad Divina, lo que no puede hacer, porque siendo eterna e infinita, sin principio y sin fin, es intangible a todo, y ninguno la puede tocar”. Luego, mientras mi pobre y pequeña mente se perdía en éstos y otros pensamientos, de los cuales habría querido liberarme para pasar a otra parte, mi amado Jesús, haciéndose ver me ha dicho:
(4) “Hija de mi Supremo Querer, a ti nada quiero esconderte, porque para quien vive en Él, mi mismo Querer se hace revelador de lo que ha hecho por amor de la criatura y de lo que ha hecho la misma criatura en Él, porque la lleva en su seno como triunfo de sus obras. Ahora, tú debes saber que verdaderamente Adán posee en el Cielo una gloria que ningún otro, por cuan santo sea, le es dada, fuera de la Mamá Celestial, porque ningún otro posee un solo acto en la unidad de mi Voluntad Divina; era justo y decoroso para nuestra Majestad Divina que la primera criatura salida de nuestras manos creadoras, poseyera más

gloria que todos los demás, mucho más que el primer período de su vida fue hecho como Nosotros queríamos, se puede decir que era Vida nuestra, Voluntad y obras nuestras que corrían en él; ¿cómo poder destruir este primer período de la vida de Adán, si era más nuestra que suya? Es inútil el pensarlo, lo que se hace en nuestra Divina Voluntad queda intangible, ninguno lo puede tocar, porque entran en el orden divino e infinito, y si bien resbaló y cayó, pero sus actos hechos hasta entonces quedaron íntegros y bellos, tal y como los había hecho, entonces él quedó herido, enfermo, desfigurada nuestra imagen en él, porque no estaba más en él nuestra Voluntad Divina que había tomado el empeño de conservarlo bello, fresco, fuerte, santo, todo en orden a Nosotros como lo habíamos creado, porque Adán mismo la había rechazado, pero sus obras hechas hasta que tuvo la desventura de caer, que poseían la unidad de nuestro Fiat, no sufrieron ningún cambio, porque también Nosotros éramos celosos de estos actos que tanto nos habían glorificado y nos habían puesto en fiesta al ver que el hombre, nuestro hijo, se elevaba hasta Nosotros para absorber en él nuestros modos divinos, nuestra semejanza y llevarnos en la unidad de nuestro Querer alegrías, felicidad, la correspondencia y la sonrisa de todas las cosas creadas; Nosotros estábamos raptados al ver a nuestro amado hijo, la obra de nuestras manos viviendo en nuestra Voluntad, como en casa nuestra, tomando de lo nuestro nos podía llevar nuevas felicidades y alegrías sin fin; hija mía, el primer período de la vida de Adán es un período inolvidable para Nosotros, para él y para todo el Cielo. Después de caído en la culpa, él quedó como un ciego que antes de perder la vista ha hecho tantas obras bellas de llenar cielo y tierra, ¿quién puede decir que no son obras hechas por él, sólo porque voluntariamente perdió la vista, y que no pudiéndolas repetir más, porque es ciego, quedan sin valor aquéllas que ha hecho? Ciertamente que no; o bien una persona que se aplica a estudiar las ciencias, y a mitad del estudio no quiere seguir adelante, y sólo porque no sigue adelante se pueden quitar o destruir el bien de las ciencias que ha adquirido? Ciertamente que no. Si esto sucede en el orden humano, mucho más y con más validez y certeza en el orden divino. Entonces Adán en virtud del primer período de su vida inocente y hecha toda en la unidad de nuestro Fiat, posee tal gloria y belleza que ninguno lo puede igualar, y sólo al verlo, todos los bienaventurados reconocen cuan bella fue, majestuosa, enriquecida de tanta gracia, la creación del primer hombre, al mirarlo se ve en él el bien incalculable de la Divina Voluntad en la criatura, la alegría y la felicidad que puede poseer, y sólo en él, como dentro de un espejo, ven los bienaventurados cómo fue creado el hombre, el amor exuberante que le dimos, las riquezas con las que lo enriquecimos, cómo todo le dimos, por cuanto la criatura podía contener, hasta desbordar fuera y poder inundar toda la tierra. Si esto no fuese, que en Adán no se viera toda la magnificencia de la obra de nuestras manos creadoras, ni siquiera en el Cielo se podría conocer lo que hicimos de grande en la Creación y lo que hace y puede hacer la criatura en nuestra Divina Voluntad, es nuestro Amor que lo exige y también nuestra justicia que quiere tener en el Cielo la realidad de aquella imagen, cómo fue creado el hombre y no algún otro, sino aquél mismo que salió de nuestras manos creadoras, a fin de que si no lo conoce en la tierra, lo conozca en el Cielo, miran su origen en Adán, y agradecidos me dan las gracias y ruegan que venga a reinar mi Fiat sobre la tierra y forme otras imágenes más bellas que Adán, porque él no fue obra completa en mi Querer Divino, sino período de vida, sólo la Soberana Reina posee vida y obras completas en mi Fiat, por eso no hay quien la pueda igualar, y mi Querer quiere hacer otras vidas completas en Él para repetir lo que hizo en la Creación y hacer conocer a la tierra en qué modo y orden fue creada la criatura y lo que puede hacer de grande, de bello, de santo mi Divina Voluntad en ella.
(5) Además de esto tú debes saber que hasta ahora no he manifestado a ninguno, ni las grandes dotes de Adán, ni la sublimidad, grandeza y santidad suyas, porque vivió en su primer período de su vida en la unidad de mi Querer, y en virtud de estos actos suyos hechos en Él, su gran gloria que goza en el Cielo; más bien pensaban muchos que como se deslizó en la culpa, a lo más pudiera tener una gloria común a todos los demás bienaventurados, o tal vez menos que los demás, pero queriendo restablecer de nuevo el reino de mi Divina Voluntad, siento en Mí una necesidad de amor de manifestar la primera

época de la Creación y el primer período de la vida de Adán, toda de Voluntad Divina y su gloria que goza en el Cielo en virtud de Ella, a fin de que conociendo las otras criaturas tanto bien, se dispongan y suspiren el Fiat Divino como en el Cielo así en la tierra”.

+ + + +

24-44
Septiembre 16, 1928

La Virgen al concebir, concibió el reino del Fiat; al nacer nos restituyó los derechos de poseerlo. Dificultad en el escribir.
Heridas que recibe Jesús.

(1) Mi abandono en el Fiat es continuo, y mientras seguía sus actos, mi pobre mente se ha detenido a pensar en la Concepción de la Celestial Reina y en su gran fortuna de ser preservada de la mancha original, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el germen con el cual fue concebida la Soberana Celestial fue tomado de la estirpe humana, porque también Ella tuvo su vida humana como todas las otras criaturas, como la tuve también Yo, pero con esta gran diferencia, no concedida a ninguna otra criatura, que en este germen humano, antes de que fuera concebida su bella alma, mi Fiat, con su Omnipotencia, concentró sus rayos en este germen y con su luz y calor aniquiló e hizo morir lo que de mal había en él, purificándolo del todo y volviéndolo puro y santo y exento de la mancha de origen, y después fue concebida en este germen la Inmaculada Niña. Así que todo el portento de la Inmaculada Concepción fue obrado por mi Divina Voluntad, no hizo otro germen humano, ni lo destruyó, sino lo purificó y con su calor y luz le quitó todos los humores que había contraído este germen por el pecado de Adán, e hizo regresar el germen humano en Ella tal como había salido de nuestras manos creadoras; por eso en cuanto fue concebida la pequeña Virgen Reina, así fue concebido en Ella y en las generaciones humanas el reino de mi Divina Voluntad, porque Nosotros al formar y dar a una criatura gracias sorprendentes, miramos en ella la humanidad de toda la familia humana como si fuera una sola. Mira entonces, en cuanto fue concebida la Virgen en este germen exento de toda mancha, que fue obra del Fiat Divino, así quedó concebido de nuevo en la humanidad su reino divino, y en cuanto la Inmaculada Virgen nació, así fue restituido el derecho de poderlo poseer. Ahora, al venir Yo a la tierra a tomar carne humana me serví del germen de la Soberana del Cielo, y se puede decir que junto con Ella trabajamos para formar de nuevo este nuestro reino en las generaciones humanas, por lo tanto no queda otra cosa que conocerlo para poseerlo, y por eso estoy manifestando lo que pertenece al reino y a mi Voluntad Divina, a fin de que la criatura recorra sus caminos, siga nuestros pasos y entre en posesión de Ella, y mi Divina Voluntad con su calor y luz repetirá el prodigio de quitar los humores nocivos que posee el germen humano, y para estar segura, pondrá el germen de su luz y calor y se constituirá vida del germen, y así se intercambiarán la posesión: Mi Divina Voluntad tomará posesión del germen para formar en él su Vida de luz, de calor y santidad, y la criatura regresará a tomar de nuevo posesión del reino de mi Fiat Divino. Entonces mira hija mía, todo está preparado, no se necesita otra cosa que hacerlo conocer, y por eso Yo tengo tanta premura de que se conozca lo que respecta a mi Divino Querer, para poner en las criaturas el deseo de poseer un bien tan grande, a fin de que mi Voluntad, atraída por los deseos de ellas, pueda concentrar sus rayos luminosos y con su calor cumplir el prodigio de restituir el derecho de poseer su reino de paz, de felicidad y de santidad”.
(3) Después de esto, debiendo escribir lo que Jesús me había dicho, me resultaba casi imposible, y haciendo el primer intento, el segundo y el tercero, y viendo que no lo conseguía, pensaba entre mí que el bendito Jesús no quería que yo escribiera más, y por

eso también yo no debía quererlo, así que he quitado el pensamiento de esforzarme más, pero después he querido probar de nuevo y parece que lo he conseguido, y con más facilidad que las otras veces, entonces pensaba entre mí: “¿Y por qué tantos sacrificios, tantas fatigas, pruebas y más pruebas para escribir sin poderlo hacer, y después de tantas fatigas hacerlo con facilidad?” Y mi dulce Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te preocupes, he querido gozar un poco de ti y gustar el dulce extracto de tus sacrificios. Conforme tú intentabas escribir y no podías y volvías a intentarlo, Yo me sentía herido por tu amor al quererte sacrificar en escribir para cumplir mi Divina Voluntad, y Yo para gozar de las heridas que me hacías, te hacía imposible el tener los ojos abiertos para escribir, ¿no quieres que tu Jesús se divierta contigo y goce un poquito? Además de esto, tú debes saber que el sacrificio para cumplir mi Voluntad forma la sangre pura, noble y divina al alma, como el alimento forma la sangre al cuerpo, y Yo mojando en esta sangre mi pincel de amor, me divierto formando en ella, más bella, más graciosa, mi imagen en la criatura, por eso déjame hacer y piensa sólo en hacer mi Divina Voluntad, y Yo haré alguna cosa de más bello en la pequeña recién nacida de mi adorable Voluntad”.

+ + + +

24-45
Septiembre 21, 1928

Dios desde el principio de la Creación ha hecho siempre el asedio al querer humano. Valor de los actos hechos en
el Divino Querer. Ejemplo del sol.

(1) Seguía mi giro en la Creación para hacer compañía a todas las obras del Fiat Divino, y junto con Él, ¡oh, cómo me sentía rica de luz, poseedora de todo, me parecía que todo era mío porque el Querer Divino todo me daba, y yo al girar en Él todo recibía! Y mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “¡Oh! cómo es rica y dominadora la pequeña hija de mi Querer Divino en medio de nuestras obras, ellas son tantas que no puede abrazarlas todas, y Nosotros gozando al verla en medio de nuestras obras le vamos repitiendo: ‘Todo es tuyo, por ti lo hemos creado, para verte rica, bella y dominadora’. Y tú haciéndonos competencia nos dices: ‘Cuántas cosas bellas tengo para daros, todas vuestras obras son mías y yo os las regreso en vuestros brazos como gloria y triunfo de vuestras obras’. Así que desde que creamos la Creación hemos dado siempre, siempre al hombre sin cesar jamás, y él nada nos ha dado, y si intentaba darnos eran cosas extrañas a Nosotros, míseras, no dignas de Nosotros. En cambio, cuando sea reconocida nuestra Voluntad Divina y la criatura viva en Ella, tomará posesión de nuestras obras, entonces Nosotros cesaremos en el dar, porque hemos dado bastante, tanto, que ella no podrá abrazarlas todas y la criatura comenzará a dar a su Creador, y nos dará no cosas extrañas e indignas de Nosotros, sino cosas nuestras, los frutos de nuestras obras, ¡oh, cómo nos sentiremos glorificados, amados, honrados! Así que el conocimiento del Fiat Divino, el retorno de su Vida en medio de las criaturas, abrirá la competencia entre Creador y criatura, y ella podrá darnos y Nosotros la podremos hacer poseer, por eso será el retorno de nuestras obras a nuestro seno, por eso tu vuelo en el Fiat Divino sea continuo, a fin de que todo te demos y todo puedas darnos.
(3) Además de esto, quien vive en nuestro Querer vive de luz, y Él tiene virtud, con la fuerza de su luz, de destruir todos los males, de quitar la vida a las pasiones, de hacer huir las tinieblas. Así que la Divina Voluntad con su luz tiene virtud de volver incapaz a la criatura para hacer y recibir algún mal, ¿quién puede guerrear con la luz? Ninguno.
¿Quién puede decir, puedo impedir el paso a la luz? Ninguno, y si alguno intentara hacerlo, la luz se reiría de él y con su virtud triunfadora lo inviste, le pasa por encima, por debajo, por todas partes y burlándose de él, mientras hace su curso lo tiene bajo su fuerza

y presión de luz, a menos que vaya a esconderse en algún oscuro abismo, ¿no lo hace así este sol? Mucho más el Sol de mi Voluntad, el alma que vive en esta luz no hace otra cosa que ensanchar la capacidad de su inteligencia para poder recibir más luz, así que cada acto hecho en mi Fiat Divino, forma con su luz el vacío en la mente humana para poderle comunicar otra luz mayor”.
(4) Después de esto estaba pensando en cómo podía venir el reino del Fiat Supremo, y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, todas las cosas en mis manos pueden ser medios para obtener el intento de que mi Divina Voluntad sea conocida y reine en medio a las criaturas. Yo haré como un rey cuando quiere que una ciudad se rinda a su dominio, pone el asedio, le hace tocar con la mano que si no se rinden los hará morir de hambre, y aquel pueblo, cuando ve que le faltan los medios de la vida para vivir, se rinden y el rey quitará el asedio, y dominante entrará en la ciudad, y provee en modo sobreabundante a todos los medios de la vida, les da las fiestas, las diversiones y vuelve a aquel pueblo feliz. Así haré Yo, pondré el asedio a la voluntad humana, amargaré y destruiré lo que sirve para alimentarla y por eso sucederán muchos castigos, los cuales no serán otra cosa que el asedio que haré a todo lo que es humano, de modo que cansados, desilusionados, sentirán la necesidad de que mi Fiat Divino reine en medio a ellos, y Él, no apenas vea que lo suspiran, tomará el dominio, los abundará de todo y los volverá felices. Por eso tú no te preocupes, Yo sé cómo debo disponer todos los eventos para obtener el intento”.
(6) Después pensaba entre mí en el gran valor de nuestros actos hechos en el Fiat Divino, que mientras es uno el acto se puede extender a todos, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(7) “Hija mía, así como la luz del sol con un solo golpe de luz da luz a toda la criatura, de modo que al mismo instante y con un solo acto da luz a la mirada, a la boca, a las manos, a los pasos, en todas partes, no tiene necesidad de repetir tantas veces su acto de luz por cuantos miembros tiene la criatura, sino basta un solo acto de luz para todo, para hacer que cada miembro y objeto tenga su luz toda propia, así los actos hechos en mi Querer Divino, siendo hijos de la luz de mi Divina Voluntad, con un solo acto pueden hacer luz a todos, se pueden extender dondequiera, porque es virtud y propiedad que tiene en sí misma la luz de mi Fiat Divino, que con un solo acto suyo puede dar luz a todos, y si diferencia puede haber, es por parte de quien la recibe, porque quien está dispuesto toma el bien de la luz y se aprovecha de él, quien no está dispuesto, a pesar de que se siente lleno de luz no toma el bien que ella contiene, sucede como al sol, el cual da luz a todos sin que ninguno pueda decir: ‘A mí no me da su luz’. Y como todos pueden recibirla como les place, no suscita ningún celo, sin embargo puede haber gran diferencia: Quién se sirve de la luz para trabajar y con eso forma su ganancia, quién goza la luz y se queda en ocio y no gana nada, quién se sirve de ella para divertirse, quién para pecar; así que la luz no se cambia, es siempre luz y hace su oficio de luz, pero quienes la reciben no todos se aprovechan de ella, ni le dan el mismo uso. Así es mi Divina Voluntad, y los actos hechos en Ella son siempre luz, pero aquellos que sacan provecho de esta luz son los dispuestos”.

+ + + +

24-46
Septiembre 24, 1928

Cómo es Voluntad de Dios que quiere dar su reino, pero la criatura se debe disponer. Ejemplo de un padre. Finalidad única de toda la Creación: Que el Fiat reine en medio de las criaturas. Modo que tiene Jesús en el decir sus verdades.

(1) Estaba pensando entre mí: “Jesús ama tanto, suspira, quiere darnos el gran don del reino de su Fiat, ahora, ¿por qué quiere que se le ruegue para dárnoslo? Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, es cierto que es Voluntad mía que quiero dar el reino de mi Querer Divino, no puedo hacer menos que querer y suspirar de haceros el gran don de Él, si esto no fuera así, o sea, que no suspirara el regreso del hombre en la morada de mi Divina Voluntad, iría contra el orden de nuestra obra creadora, que con suma sabiduría creó al hombre para que viviese de lo nuestro y morase en el reino de nuestro Fiat, dado a él, por Nosotros, como su herencia. Por eso el hombre saliendo de Él formó el desorden en nuestra obra creadora,
¿y cómo podemos tolerar el que quede desordenada nuestra obra más bella? Han pasado siglos y siglos, pueden pasar otros siglos, pero no nos cambiaremos, será siempre nuestro punto más importante, nuestra única finalidad e interés especial, el que nuestra obra creadora sea restaurada y reordenada tal y como salió de nuestras manos creadoras y viva en el reino de nuestro Querer Divino. Nosotros nos encontramos en nuestra Majestad Adorable como un padre que ya tenía a su hijo feliz, con una gran belleza que le daba alegría y felicidad, y que como dueño vivía de la herencia del padre, dada a él por su padre; este hijo voluntariamente salió de la herencia paterna y se volvió infeliz y despedazó las bellas y puras alegrías entre padre e hijo; ahora, ¿cuál no sería el dolor del padre, los suspiros, las lágrimas, y su voluntad irremovible de que su amado hijo regresase feliz? Mucho más que la herencia dada al hijo existe, la tiene el padre mismo en consignación y suspira que él tome de nuevo la posesión de ella, pero en tanto dolor de este padre, lágrimas y suspiros, es voluntad decidida, quiere que su hijo infeliz desee, ruegue que le sea regresada su herencia paterna, su felicidad perdida, esto dispone al hijo a recibir y apreciar su estado feliz, el regreso de su herencia, y el padre, ahogado de amor hacia su amado hijo dirá: ‘Tu pedir ha formado un derecho sobre mi corazón que se quema por ti, toma de nuevo lo que perdiste, te lo has merecido, estoy contento porque te veo feliz y puedo decir que mi hijo no es más infeliz, sino feliz’. Ahora, más que padre somos Nosotros, más bien el amor del padre es una sombra comparada al nuestro, y nuestra Voluntad Divina es irremovible, ninguno podrá cambiarla, la infelicidad del hombre es un desorden a la obra de la Creación, y queremos nuestros derechos en nuestra obra, tal y como salió queremos que nos regrese, nuestro amor nos ahoga, nuestra justicia lo exige, nuestra bondad lo reclama, nuestra misma felicidad lo suspira y no tolera la infelicidad en nuestra obra, nuestra Divina Voluntad haciéndonos corona nos vuelve inmutables y quiere que su reino sea poseído, pero a pesar de esto queremos que la criatura ruegue, suspire el bien que le queremos dar, y esto forma un derecho sobre nuestro corazón paterno y un apoyo en el corazón de él para poder recibir lo que queremos dar y así poderle decir en nuestro énfasis de amor: ‘Hijo mío, te lo has merecido, y Nosotros te hemos dado lo que queríamos darte’. Quien pide se dispone, lo que se obtiene con el rogar se aprecia, se tiene custodiado, y como el conocer mi Querer Divino, el poseer su reino no es un bien individual, sino general, para obtenerlo te hago pedir por todos, a nombre de todos y de cada uno de los pensamientos, palabras y actos de criatura, para hacerte formar el derecho en nuestra Paternidad Divina, de que todos puedan recibir el reino de nuestro Fiat, y las disposiciones en ellos para poseerlo. Así hizo la Reina del Cielo para implorar el reino de la Redención, por todos y por cada uno tuvo una oración, un suspiro, un acto, no dejó que se le escapara ninguno y con esto daba el derecho a cada uno para poder recibir a su Redentor; así hice Yo para redimirlos, y así quiero que hagas tú para el reino de mi Divina Voluntad”.
(3) Después de esto pensaba: “¿Y por qué el Señor tiene tanto interés y ama tanto que su Santa Voluntad sea conocida y reine en medio a las criaturas?” Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, porque la primer finalidad, acto y fin de la Creación, fue que nuestra Divina Voluntad reinase, y para reinar es necesario conocerla; fue Ella la que salió al campo de acción en la Creación, la que con su Fiat creador se imponía sobre la nada y creaba cielos, soles y tantas obras bellas, y también al hombre, y en todas las obras que creaba ponía el

sello de su Fiat Omnipotente como señal imborrable, porque dentro de cada una de sus obras quedaba dentro como rey dominante en su reino, así que el fin de la Creación no fue nuestra potencia, nuestra bondad, nuestra justicia, nuestra inmensidad, y similares, y si todos nuestros atributos concurrieron, fue como consecuencia, pero no como finalidad, y si no obtenemos el fin, es para Nosotros como si nada hubiésemos hecho, y como todas las cosas creadas fueron hechas para el hombre y el hombre para Nosotros, he aquí que por necesidad de amor, por derecho de justicia, por honor y decoro nuestro y de todas nuestras obras y para cumplimiento de nuestra finalidad, queremos que nuestra Voluntad Divina reine en el hombre como principio, vida y fin de todo su ser. Si tú supieras cuánto sufre mi Fiat al mirar al hombre, lo mira y dice en su dolor: ‘Lo hice con mis manos creadoras, es obra mía, es él en quien tanto me deleité al crearlo, y sin embargo no estoy dentro de él, como en mi reino, rompió mi sello y poniéndome fuera me destruyó la finalidad por la cual le di la vida’. Mira entonces cómo es de absoluta necesidad el que mi Voluntad Divina sea conocida y reine, y hasta en tanto que esto no sea, nuestras obras más bellas no pueden producir en provecho del hombre los bienes que contienen, la misma obra de la Creación está sin cumplimiento”.
(5) Después pensaba: “¿Y por qué mi amado Jesús no habla tan frecuentemente como antes sobre su mismo Fiat?” Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, es nuestra costumbre dar poco a poco las verdades que queremos manifestar, porque la criatura es incapaz de recibir juntas en su alma todas nuestra verdades, y al mismo tiempo nos servimos de esto para hacer madurar en ella la vida de la verdad que hemos manifestado, y tomando sumo deleite al ver en la criatura maduradas las obras bellas que producen la vida de nuestras verdades, nos sentimos atraídos por la belleza de nuestras manifestaciones a manifestar otras verdades, y por eso damos el tiempo, para tener tiempo y ocasión de tomar el deleite de hacer otras comunicaciones.
¿No hicimos lo mismo en la Creación? Podíamos crear todo junto y con un solo Fiat todo lo que existe, pero no lo hicimos; cuando nuestro Fiat se pronunciaba y salían nuestras obras, Nosotros nos deleitábamos en mirar la belleza y magnificencia de nuestras obras, y éstas nos atraían para pronunciar otros Fiat para formar otras obras bellas. Así estoy haciendo contigo, ¿no sabes tú que lo que respecta a mi Divina Voluntad, a su reino, no es otra cosa que el seguimiento de la Creación, narración que debería haber sido hecha al hombre si no hubiese pecado, y hubiera poseído el reino del Fiat? Pero como rechazó mi Voluntad Divina, interrumpió la narración de la historia de mi Voluntad, mucho más que no había más razón para hacerla, no poseyendo más su reino. Y después de tantos siglos ha retomado su narración para hacerse conocer, señal de que quiere dar su reino, por eso lo que te manifiesto acerca de mi Divina Voluntad no es otra cosa que un seguimiento, y seguir el principio de la Creación para narrar la Vida de la Divina Voluntad”.

+ + + +

24-47
Septiembre 28, 1928

Quien vive en el Querer Divino puede formar la luz. Cada verdad acerca de Él contiene una felicidad distinta la una de la otra.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino es continuo, me parece que Él no me deja ni siquiera un instante, y yo sintiendo en mí y sobre de mí su luz, su fuerza creadora, su Vida que mientras está en mí tiene siempre qué darme, ¿y qué cosa me da? Me da siempre nueva luz, nueva fuerza creadora, nuevo crecimiento de su misma Vida, de modo que me siento como una esponja empapada de Voluntad Divina, y a pesar de que mi dulce Jesús me tiene casi privada de su adorable presencia, o a lo más se presenta como algún rayo fugitivo, la luz de su Fiat Divino no me deja jamás, y si mi pobre corazón se siente en acto

de sofocarse por el dolor de estar privada de Jesús, la luz del Fiat dardea más fuerte y me eclipsa el dolor, y sintiéndome inseparable de Él me hace seguir sus actos divinos. Después, mientras seguía los actos del Querer Divino, mi amado y sumo bien Jesús, saliendo de dentro de la luz de su Fiat me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto el alma se pone en acto de hacer su acto en mi Divina Voluntad, se pone en la fuente de la luz de Ella y ahí forma su luz, y si tú supieras qué significa poder formar la luz, qué gloria, qué honor, que la criatura adquiera la virtud de poder formar la luz; a ninguno le es dado el poder formar la luz, sólo para quien vive en mi Querer Divino, porque Él nutre al alma de luz y ella, nutriéndose de luz adquiere el don y la propiedad natural de formar la luz y, ¡oh! cómo es deleitable para Nosotros el ver que la criatura, en la fuente de nuestra luz forma la suya para dárnosla y decirnos: ‘Majestad Adorable, luz eterna Tú eres y luz me das, y yo te llevo mi pequeña luz como el más grande homenaje, el amor más intenso que exprimiendo la esponja de mi pequeño ser, impregnada en tu luz, ahí forma la mía para dártela a Ti’. Por eso entre el alma y Dios se forman tantas bellas escenas de luz, con la armonía de todos los colores que la luz posee. ¿Qué cosa no posee la luz? Colores, dulzuras, perfumes, gustos de toda especie, así que las escenas se alternan, una más bella que la otra; he aquí por esto que el vivir en mi Fiat Divino llama en sí el principio de la Creación y nos repite las alegrías, las fiestas del principio de Ella, la criatura entra en el orden nuestro, en nuestros actos y nos da alegría y felicidad, y Nosotros vamos sellando sobre su frente nuestra semejanza”.
(3) Después de esto seguía mis actos en el Divino Querer, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, gracias grandes te he hecho a ti, y por medio tuyo a todo el mundo al manifestarte tantas verdades acerca de mi Divina Voluntad, porque no sólo mis verdades son Vidas Divinas que mi suma bondad pone fuera, y biloca esta su Vida por cuantas verdades manifiesta, sino que cada una de estas Vidas contiene una felicidad distinta la una de la otra para comunicar a las criaturas, y una gloria diversa la una de la otra que las criaturas pueden dar a Aquél que las ha manifestado; pero estas felicidades serán comunicadas a las criaturas cuando conozcan estas verdades. Ellas están como tantas reinas, cada una de las cuales posee propiedades extensas y distintas la una de la otra, y están esperando que los pueblos conozcan que existen estas reinas, y que contienen sus propiedades y suspiran y quieren enriquecer y volver feliz a aquellos por causa de los cuales han sido puestas fuera de nuestro seno divino. Y si tú supieras cómo queda sofocado nuestro amor al haber sacado tanta felicidad de nuestro seno paterno, por cuantas verdades hemos manifestado, y ver que las criaturas no gozan estas felicidades, ni nos dan la gloria que deberían darnos, porque ellas ignoran tanto bien, y sólo porque no quieren ocuparse en hacer un bien y gracias tan grandes, esto es un dolor para Nosotros que tú no puedes comprender, por eso ruega, ruega incesantemente que mi Divina Voluntad sea conocida y reine en medio a las criaturas, a fin de que como padre pueda partir el pan de la felicidad a mis hijos”.

+ + + +

24-48
Octubre 3, 1928

Intercambio entre Jerusalén y Roma. Dios al crear al hombre puso en él tantos gérmenes de felicidad por cuantas cosas creaba.

(1) Mi pobre mente pensaba en tantas cosas acerca de la Divina Voluntad, especialmente en cómo podía venir su reino, cómo podía difundirse y tantas otras cosas que no es necesario escribirlas en el papel, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(2) “Hija mía, si Roma tiene el primado de mi Iglesia, se lo debe a Jerusalén, porque el principio de la Redención fue propiamente en Jerusalén; de aquella patria escogí de la pequeña ciudad de Nazaret a mi Madre Virgen; Yo nací en la pequeña ciudad de Belén; todos mis apóstoles fueron de dicha patria, y si bien ésta, ingrata, no quiso conocerme y rechazó los bienes de mi Redención, no se puede negar que el origen, el principio, las primeras personas que recibieron el bien de Ella fueron de esta patria; los primeros anunciadores del evangelio, aquellos que fundaron en Roma el catolicismo, fueron mis apóstoles, todos de Jerusalén, esto es, de aquella patria. Ahora habrá un intercambio, si Jerusalén dio la vida de la religión y por lo tanto de la Redención a Roma, Roma dará a Jerusalén el reino de la Divina Voluntad, y es tan cierto esto, que así como escogí una virgen de la pequeña ciudad de Nazaret para la Redención, así he escogido otra virgen en una pequeña población de Italia perteneciente a Roma, a la cual le ha sido confiada la misión del reino del Fiat Divino, que debiéndose conocer en Roma, al igual que se conoció en Jerusalén mi venida a la tierra, Roma tendrá el gran honor de corresponder a Jerusalén del gran bien recibido por ella, esto es, la Redención, con hacerle conocer el reino de mi Voluntad. Y entonces Jerusalén se arrepentirá de su ingratitud y abrazará la vida de la religión que le dio a Roma, y agradecida recibirá de Roma la Vida y el gran don del reino de mi Voluntad Divina, y no sólo Jerusalén, sino todas las otras naciones recibirán de Roma el gran don del reino de mi Fiat, los primeros pregoneros de Él, su evangelio todo lleno de paz, de felicidad, y de restablecimiento de la creación del hombre. Y no sólo mis manifestaciones llevarán santidad, alegrías, paz y felicidad, sino que toda la Creación haciendo competencia con ellas, hará salir de cada cosa creada cada una de las felicidades que contiene, y las verterá sobre las criaturas, porque Nosotros al crear al hombre poníamos en su ser todos los gérmenes de las felicidades que cada una de las cosas creadas poseía, disponiendo el interior del hombre como un terreno en el cual contenía todos los gérmenes de las felicidades, tanto, de tener en sí todos los gustos para saborear y recibir en sí todas las felicidades de las cosas creadas; si el hombre no poseyese estos gérmenes, le faltaría el gusto, el olfato para poder gustar lo que Dios había puesto fuera de Él en toda la Creación. Ahora, el hombre al pecar enfermó a todos estos gérmenes de felicidad que Dios al crearlo le había infundido, y por eso perdió el gusto de poder gozar todas las felicidades que hay en la Creación; sucedió como a un pobre enfermo que no goza todos los gustos que hay en los alimentos, más bien siente el peso, el mismo alimento se convierte en dolor, todo le provoca nausea, y si lo toma, es no porque le guste, sino para no morir, en cambio uno sano siente gusto, fuerza, calor, porque su estómago tiene fuerza de asimilar los bienes que hay en los alimentos y goza de ellos. Así sucedió en el hombre, con pecar enfermó los gérmenes, la misma fuerza de poder gustar todas las felicidades que hay en la Creación, y muchas veces se convierten en dolor; ahora, con regresar el hombre en mi Fiat Divino, los gérmenes adquirirán la salud y adquirirá la fuerza de asimilar y gustar todas las felicidades que hay en el orden de la Creación, así que para él se formará una competencia de felicidad, todo le sonreirá y regresará el hombre feliz, como Dios lo había creado”.

D e o G r a t i a s

1
I. M. I.
In Voluntate Dei. Deo Gratias

25-1
Octubre 7, 1928

Apertura de la casa de la Divina Voluntad en Corato; entrada de Luisa en ella. Similitud del nacimiento de Jesús en Belén. La lámpara Eucarística y la lámpara viva de quien hace la Divina Voluntad.
La prisionera cerca del Divino Prisionero. Agradecimiento de Jesús por tal compañía.

(1) Mi Jesús, vida de mi pobre corazón, Tú que sabes en qué amargura me encuentro, ven en mi ayuda, arrolla en tus llamas a la pequeña recién nacida de tu Querer Divino, a fin de que me des la fuerza para poder comenzar otro volumen y tu Fiat Divino eclipse mi mísera voluntad, a fin de que no tenga más vida y la reemplace tu Voluntad Divina, y Ella misma escriba con los caracteres de su luz lo que Tú, amor mío, quieres que escriba. Y para no equivocarme, sugiéreme Tú las palabras, y sólo que Tú aceptes comprometerte a serme palabra, pensamiento, latido, y a conducir mi mano con la tuya, puedo hacer el sacrificio de regresar a escribir lo que Tú quieres. Jesús mío, estoy aquí cerca del tabernáculo de amor, de aquella puertecita adorada que yo tengo el gran honor de mirar, siento tus fibras divinas, tu corazón palpitando, que en cada latido hace salir llamas, rayos de luz interminable, y en aquellas llamas oigo tus gemidos, tus suspiros, tus súplicas incesantes y tus repetidos sollozos porque quieres hacer conocer tu Voluntad para dar su Vida a todos, y yo me siento consumir junto Contigo y repetir lo que haces Tú. Por eso te ruego que mientras Tú me miras a mí desde dentro del tabernáculo, y yo te miro a Ti desde dentro de mi lecho, refuerces mi debilidad a fin de que pueda hacer el sacrificio de continuar escribiendo.
(2) Ahora, antes de decir lo que me ha dicho Jesús, debo hacer un pequeño paréntesis, que aquí en Corato se ha fundado una casa querida e iniciada por el padre canónigo Annibale Maria di Francia, de venerable memoria, la cual, sus hijos, fieles a la voluntad de su fundador, han seguido y dado el nombre de casa de la Divina Voluntad, como lo quería el venerable padre, el cual quería que yo entrase en dicha casa, y sus hijos e hijas por su bondad, el primer día que la han abierto, las reverendas madres han venido por mí y me han conducido a una habitación, donde abriendo la puerta de dicha habitación yo veo el tabernáculo, escucho la santa misa, estoy propiamente bajo la mirada de mi Sacramentado Jesús. ¡Oh! cómo me siento feliz, porque de ahora en adelante, si Jesús quiere que continúe escribiendo, escribiré siempre poniendo un ojo al tabernáculo y el otro al papel donde escribo. Así que te ruego amor mío que me asistas y dame la fuerza de cumplir el sacrificio que Tú mismo quieres.
(3) Ahora, debiéndose abrir esta casa, se veían personas, religiosas, niñas, un ir y venir de gente, todos en movimiento. Yo me sentía toda impresionada, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, este núcleo de gente que tú ves todo en movimiento por la apertura de la casa de mi Divina Voluntad, es símbolo de aquel núcleo de gente cuando quise nacer en Belén, y los pastores iban y venían para visitarme a Mí, pequeño niño, esto señalaba a todos la certeza de mi nacimiento; así este núcleo de gente todo en movimiento, señala el nuevo nacimiento del reino de mi Divina Voluntad. Mira cómo todo el Cielo hace eco a mi nacimiento, el cual, los ángeles festejándolo, me anunciaron a los pastores y poniéndolos en movimiento los hacían ir y venir a Mí, y Yo reconocía en ellos a las primicias del reino de la Redención, así reconozco en este núcleo de personas, de niñas y religiosas, el inicio del

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

reino de mi Divina Voluntad. ¡Oh, cómo exulta mi corazón y goza, y todo el Cielo hace fiesta, así como los ángeles festejaron mi nacimiento, así ellos festejan el inicio del renacimiento de mi Fiat en medio a las criaturas. Pero mira cómo mi nacimiento fue más descuidado, más pobre, no tuve ni siquiera un sacerdote cerca a Mí, sino sólo pobres pastores. En cambio en el inicio de mi Querer no sólo hay un núcleo de religiosas y niñas extranjeras, un pueblo que acude a festejar la apertura, sino que hay un Arzobispo y sacerdotes representantes de mi Iglesia, esto es símbolo y anuncio a todos, que el reino de mi Querer Divino será formado con más magnificencia, con pompa y esplendor mayor que el mismo reino de la Redención, y todos, reyes y príncipes, obispos, sacerdotes y pueblos, conocerán el reino de mi Fiat y lo poseerán, por eso también tú festeja este día en el cual, mis, y tus suspiros y sacrificios por hacer conocer mi Divina Voluntad ven los primeros albores y esperan que pronto surja el Sol de mi Fiat Divino”.
(5) Luego, habiendo llegado la noche de este día consagrado a la Reina del Rosario, Reina de las victorias y de los triunfos, pensaba que éste es otro bello signo, que así como la Soberana Señora venció a su Creador, y entretejiéndolo con sus cadenas de amor lo atrajo del Cielo a la tierra para hacerle formar el reino de la Redención, así la corona dulce y potente de su Rosario la hará de nuevo victoriosa y triunfadora hacia la Divinidad, tanto, de conquistar el reino del Fiat Divino para hacerlo venir en medio a las criaturas.
(6) Yo no pensaba de hecho que aquella misma noche debiera ir a la casa de la Divina Voluntad junto a mi prisionero Jesús, sólo le rogaba que no me hiciera saber cuándo sucedería para no profanar con mi voluntad humana este acto, que nada metiese de mío, sino que en todo obrase el Divino Querer. Eran las 8 de la noche, y fuera de lo acostumbrado vino el confesor, al cual le habían rogado las reverendas madres superioras se impusiera sobre mí, por obediencia, para que yo cediera a consentir con ellas. Resistí cuanto pude, porque pensaba que si el Señor quisiera que fuera en el mes de abril, estación más caliente, entonces lo pensaría. Pero el confesor insistió tanto, que debí ceder. Hacia las nueve y media de la noche fui llevada a esta casa, cerca de mi prisionero Jesús. Esta es la pequeña historia del por qué me encuentro en esta casa de la Divina Voluntad.
(7) Ahora retomo mi narración: En la noche quedé sola con mi Sacramentado Jesús, mis ojos estaban fijos en la puertecita del tabernáculo, la lámpara con su temblor continuo me parecía que ahora se quisiera apagar, pero después se reavivaba, y yo sentía un sobresalto en el corazón temiendo que Jesús pudiese quedar a oscuras. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha estrechado entre sus brazos y me ha dicho:
(8) “Hija mía, no temas, que la lámpara no se apaga, y si se apagara te tengo a ti, lámpara viva, lámpara que con tu temblor, más que temblor de la lámpara eucarística me dice ‘te amo, te amo, te amo.’ ¡Oh, cómo es bello el temblor de tu te amo, me dice amor, y uniéndose con mi Voluntad, de dos voluntades formamos una sola! ¡Oh, cómo es bella tu lámpara y el temblor de tu te amo, no se puede comparar con la lámpara que arde ante mi tabernáculo de amor. Mucho más que estando en ti mi Divina Voluntad, formas el temblor de tu te amo en el centro del Sol de mi Fiat, y Yo veo y siento que no una lámpara, sino un sol me está delante. Sea bienvenida mi prisionera, has venido a hacer compañía a tu Prisionero, los dos estamos en prisión, tú en la cama y Yo en el tabernáculo, es justo que estemos juntos, mucho más que una es la finalidad que nos tiene en prisión, la Voluntad Divina, el amor y las almas. Cómo me será agradable la compañía de mi prisionera, estaremos juntos para preparar el reino de mi Fiat Supremo. Pero debes saber hija mía, que mi Amor te ha precedido, Yo me he puesto primero en esta custodia, prisionero, para esperar a mi prisionera y tu dulce compañía. Mira entonces cómo mi Amor ha sido el primero en correr hacia ti, cómo te he amado y te amo, porque después de tantos siglos de prisión en este tabernáculo no he tenido jamás una prisionera que me hiciera compañía, que me estuviera cerca, cerca, he estado siempre solo, o a lo más en compañía de almas no prisioneras, en las cuales no veo mis mismas cadenas; ahora finalmente ha llegado el tiempo de tener una prisionera, para tenerla continuamente cercana, bajo mis miradas

sacramentales, y que sólo las cadenas de mi Voluntad Divina la tienen prisionera. Compañía más dulce y más agradable no podía tener, por lo tanto, mientras estemos en prisión nos ocuparemos del reino del Fiat Divino y trabajaremos juntos y nos sacrificaremos para hacerlo conocer a las criaturas”.

+ + + +

25-2
Octubre 10, 1928

Cuarenta años y más de exilio, virtud y fuerza de un sacrificio prolongado. Recopilación de materiales para ordenarlos. Felicidad de Jesús al bendecir a su pequeña hija prisionera, besos en el Querer Divino. Decisión de los sacerdotes de preparar los escritos para la publicación. Gracias sorprendentes que Jesús dará a los sacerdotes.

(1) Mi vida se desenvuelve ante mi Sacramentado Jesús, y ¡oh! cuántos pensamientos se acumulan en mi mente. Pensaba entre mí: “Después de cuarenta años y meses que no había visto el tabernáculo, que no me era dado el estarme ante su adorable presencia Sacramental, cuarenta años no sólo de prisión sino de exilio, y después de tan largo exilio finalmente he regresado, si bien prisionera, pero no más exiliada, como en patria, cerca de mi Sacramentado Jesús, y no una vez al día como lo hacía antes que Jesús me hiciera prisionera, sino siempre, siempre. Mi pobre corazón, si bien lo tengo en el pecho, se siente consumir ante tanto amor de Jesús.” Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi Sumo Bien Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿crees tú que sea intrascendente el haberte tenido prisionera por cuarenta años y más, sin un gran designio mío? ¡No, no! El número cuarenta ha sido siempre significativo y preparativo para obras grandes. Cuarenta años los hebreos caminaron el desierto sin poder alcanzar la tierra prometida, su patria, pero después de cuarenta años de sacrificios tuvieron el bien de tomar posesión de ella, pero cuántos milagros, cuántas gracias, hasta llegar a alimentarlos con el maná celestial en tal tiempo; un sacrificio prolongado tiene virtud y fuerza de obtener cosas grandes de Dios. Yo mismo en mi vida acá abajo quise estar cuarenta días en el desierto, apartado de todos, hasta de mi Mamá, para salir en público a anunciar el Evangelio que debía formar la vida de mi Iglesia, esto es, el reino de la Redención; cuarenta días quise permanecer resucitado para confirmar mi Resurrección y poner el sello a todos los bienes de la Redención. Así he querido para ti hija mía, para manifestar el reino de mi Divina Voluntad he querido cuarenta años de sacrificios, pero cuántas gracias no te he hecho, cuántas manifestaciones, puedo decir que en esta prolijidad de tiempo he puesto en ti todo el capital del reino de mi Querer y todo lo que es necesario para hacerlo comprender a las criaturas. Así que tu larga prisión ha sido el arma continua, siempre en acto de combatir con tu mismo Creador, para hacer que te manifestara mi reino.
(3) Ahora, tú debes saber que todo lo que he manifestado a tu alma, las gracias que te he hecho, las tantas verdades que has escrito acerca de mi Divina Voluntad, tus penas y todo lo que has hecho, no ha sido otra cosa que una recopilación de materiales para edificar, y ahora es necesario ordenarlos y poner todo en orden. Y así como no te he dejado sola en recopilar las cosas necesarias que deben servir a mi reino, sino que he estado siempre contigo, así no te dejaré sola para ponerlas en orden y hacer ver el gran edificio que por tantos años he estado preparando junto contigo, por eso nuestro sacrificio y trabajo no ha terminado, debemos seguir adelante hasta que esté terminada la obra”.
(4) Luego, estando cerca de mi Sacramentado Jesús, cada mañana se da la bendición con el Santísimo, y mientras rezaba, mi dulce Jesús que me bendice, moviéndose en mi interior me ha dicho:

(5) “Hija mía, de todo corazón te bendigo, más bien bendigo a mi misma Voluntad en ti, bendigo tus pensamientos, respiros y latidos, a fin de que pienses siempre en mi Querer, lo respires continuamente y sea tu latido mi sola Voluntad, y por amor tuyo bendigo a todas las voluntades humanas, a fin de que se dispongan a recibir la Vida de mi Eterno Querer. Hija mía amadísima, si tú supieras cómo es dulce, cómo me siento feliz de bendecir a la pequeña hija de mi Querer; mi corazón exulta al bendecir a aquélla que posee el origen, la Vida de nuestro Fiat, que llevará el inicio, el principio del reino de mi Divina Voluntad. Y mientras te bendigo, vierto en ti el rocío benéfico de la luz de mi Querer Divino, que adornándote toda, te hará aparecer más bella a mis miradas sacramentales, y Yo me sentiré más feliz en esta custodia al mirar a la pequeña hija mía prisionera, investida y atada por las dulces cadenas de mi Voluntad. Y cada vez que te bendiga, haré crecer la Vida de mi Querer Divino en ti. Cómo es bella la compañía de quien hace mi Divina Voluntad, Ella pone el eco en el fondo del alma, de todo lo que hago en esta hostia santa, y Yo no me siento solo en mis actos, siento que reza junto Conmigo, y uniéndose juntas nuestras súplicas, nuestros suspiros, pedimos una sola cosa: Que la Divina Voluntad sea conocida y que pronto venga su reino”.
(6) Después, desarrollándose mi vida cerca de mi prisionero Jesús, cada vez que se abre la puerta de la capilla, lo que sucede frecuentemente, le mando tres besos o bien cinco a mi Sacramentado Jesús, o bien una pequeña visita, y Él moviéndose en mi interior me dice:
(7) “Hija mía, cómo me son agradables tus besos, siento besarme por ti con los besos de mi mismo Querer, siento dármelos sobre mis labios, sobre mi rostro, en mis manos y corazón, mis mismos besos divinos, todo es divino en el alma donde reina mi Divina Voluntad, y Yo siento en tus actos mi amor que me refrigera, la frescura, la suavidad de mi misma Voluntad Divina que me abraza, me besa y me ama. ¡Oh, cómo me es agradable mi Divina Voluntad obrante en la criatura, siento que bilocándome en ella me da y pone ante Mí toda la belleza y santidad de mis actos, por eso tanto suspiro el que mi Voluntad sea conocida, para poder encontrar en las criaturas todos mis actos divinos y dignos de Mí”.
(8) Ahora paso a decir que mi dulce Jesús parece que me esperaba aquí, en esta casa, cerca de su tabernáculo de amor, para dar principio a que los sacerdotes se decidieran a preparar los escritos para la publicación, y mientras se aconsejaban entre ellos el modo cómo hacerlo, leían los nueve excesos que tuvo Jesús en la encarnación, que están narrados en el primer volumen de mis escritos. Ahora, mientras leían, Jesús en mi interior era todo atención para escuchar, y me parecía que lo mismo hacía Jesús en el tabernáculo. En cada palabra que oía, su corazón latía más fuerte, y en cada exceso de su amor tenía un sobresalto más fuerte aún, como si la fuerza de su amor le hiciese repetir todos aquellos excesos que tuvo en la encarnación, y como si no pudiese contener sus llamas me ha dicho:
(9) “Hija mía, todo lo que te he dicho, tanto sobre mi Encarnación como sobre mi Divina Voluntad y otras cosas, no han sido otra cosa que desahogos de mi amor contenido, pero después de haber desahogado contigo, mi amor continuó quedando reprimido, porque quería levantar más altas sus llamas para investir todos los corazones y hacer conocer lo que he hecho y quiero hacer por las criaturas. Y como todo lo que te he dicho yace en el anonimato, Yo siento una opresión sobre mi corazón que me comprime e impide que mis llamas se eleven y hagan su camino. Por eso en cuanto oía leer y tomar la decisión de ocuparse para publicarlos, me sentía quitar la pesadumbre y quitar el peso que comprimen las llamas de mi corazón, por eso latía más fuerte y exultaba y te hacía sentir la repetición de todos aquellos excesos de amor, mucho más que lo que Yo hago una vez lo repito siempre. Mi amor reprimido es una pena para Mí de las más grandes, que me vuelve taciturno y triste, porque no teniendo vida mis primeras llamas, no puedo sacar fuera las otras que me devoran y me consumen; y por eso a aquellos sacerdotes que se quieren ocupar en quitarme esta pesadumbre con el hacer conocer mis tantos secretos con publicarlos, Yo les daré tanta gracia sorprendente, fuerza para hacerlo y luz para conocer,

ellos por primeros, lo que harán conocer a los demás. Yo estaré en medio a ellos y guiaré todo”.
(10) Ahora me parece que cada vez que los reverendos sacerdotes se ocupan en revisar los escritos para prepararlos, mi dulce Jesús se pone atento para ver lo que hacen y cómo lo hacen. Yo no hago otra cosa que admirar la bondad, el amor de mi amado Jesús, que mientras se pone atento en mi corazón, hace eco en el tabernáculo y desde allí adentro, en aquella custodia, hace lo que hace en mi corazón. Yo quedo confundida al ver esto y le agradezco con todo el corazón”.

+ + + +

25-3
Octubre 17, 1928

Cómo cada verdad del Fiat posee un encanto sobre el querer humano.
Guerra del Fiat. Analogía entre la concepción de Jesús, entre la Eucaristía y entre el Prisionero y la prisionera.

(1) Mi pobre mente se perdía en el Querer Divino, todas las verdades que mi sumo bien Jesús me había dicho las sentía como tantos soles, que investían a mi pequeño querer humano, el cual raptado por tanta variedad de luz, no sentía más deseos de obrar. Y mi Sumo Bien Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada verdad que he manifestado acerca de mi Divina Voluntad, no sólo es una Vida Divina que he puesto fuera de Mí, sino que posee un dulce embeleso para embelesar al querer humano, el cual, embelesado por el mío, se sentirá bajo el embeleso de una actividad y dará libre campo de acción a mi Divina Voluntad. Así que cada verdad sobre mi Divina Voluntad será un ejército aguerrido contra el querer humano, ¿pero sabes tú con qué armas estará dotado este aguerrido ejército? Con armas de luz, de fuerza, de amor, de belleza, de santidad, para hacer la guerra con todas estas armas a la voluntad humana; ella, de frente a estas armas sufrirá un dulce embeleso y se hará vencer por el Fiat Divino. Así que cada verdad de más sobre Él es un embeleso mayor que sufrirá el querer humano. Se puede decir que cada verdad que te he dicho sobre mi Divina Voluntad, son tantas vías para hacerse camino en la voluntad humana, que primero prepararán y después formarán mi reino en medio a las criaturas.
(3) Ahora, así como cada verdad contiene un embeleso, así cada acto hecho por la criatura en mi Voluntad es un encuentro que hace a mi Querer, para recibir toda la fuerza de este embeleso divino, por eso, por cuantos más actos hace de mi Voluntad, tanto terreno humano pierde y adquiere el divino; y si toda se arroja en Ella, le quedará sólo el recordar que tiene un querer, pero que lo tiene en reposo y embelesado por mi Divina Voluntad”.
(4) Después de esto seguía mis actos en el Fiat Divino, y siguiendo sus actos estaba acompañando la concepción de Jesús en el seno materno, y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(5) “Hija mía, cuánta analogía hay entre la concepción que hice en el seno materno y entre aquélla que hago en cada hostia consagrada. Mira, del Cielo descendí para concebirme en el seno de la Mamá Celestial, del Cielo desciendo para quedar consagrado, escondido dentro de los velos de las especies del pan. A oscuras, inmóvil, quedé en el seno materno; a oscuras, inmóvil y más empequeñecido quedo en cada hostia. Mírame, estoy aquí escondido en este tabernáculo, rezo, lloro y no hago oír ni siquiera mi respiro, en los velos sacramentales mi misma Divina Voluntad me tiene como muerto, aniquilado, restringido, comprimido, mientras estoy vivo y doy vida a todos. ¡Oh abismo de mi amor, cómo eres inmensurable! En el seno materno estaba oprimido por el peso de todas las almas y de todos los pecados, aquí, en cada hostia, por cuan pequeña sea, siento el peso enorme del fardo de los pecados de cada una de las criaturas, y mientras me siento

aplastado bajo la enormidad de tantas culpas, no me canso, porque el verdadero amor no se cansa jamás y quiere vencer con los sacrificios más grandes, quiere exponer su vida por quien ama, es por esto que continúo mi Vida, desde mi concepción hasta que morí, en cada hostia sacramental.
(6) Ahora quiero decirte el agrado que siento porque te tengo cerca de mi tabernáculo, bajo mis miradas sacramentales, y la analogía que hay entre Yo y tú. Mira, Yo estoy aquí escondido bajo el imperio de mi Voluntad Divina, ¡ah!, es propiamente Ella, su Potencia, lo que contiene el prodigio de esconderme en cada hostia con la consagración. Tú estás en tu lecho, sólo por imperio de mi Fiat, ¡ah! no son los males corporales los que te tienen impedida, no, sino sólo mi Voluntad que así quiere, que formando de ti un velo me esconde a Mí y me forma una hostia viva, un tabernáculo viviente. Yo aquí, en este tabernáculo, ruego continuamente, ¿pero sabes tú cuál es mi primera petición? Que mi Voluntad sea conocida, que su imperio que me tiene escondido impere sobre todas las criaturas y reine y domine en ellas, porque entonces mi Vida Sacramental tendrá su fruto completo, el cumplimiento de tantos sacrificios, el restablecimiento de mi Vida en las criaturas, cuando mi Voluntad sea conocida y forme en ellas su reino. Y estoy aquí escondido haciendo tantos sacrificios, para esperar el triunfo, el reino de mi Divina Voluntad. También tú ruegas, y haciendo eco a mi plegaria oigo tu continuo decir, poniendo en movimiento todos mis actos y a todas las cosas creadas, y a nombre de todos y de todo, me pides que mi Voluntad sea conocida y forme su reino; tu eco y el mío es uno solo y una sola cosa pedimos, que todo regrese en el Eterno Fiat, que le sean restituidos sus justos derechos. Mira entonces cuánta analogía hay entre tú y Yo, pero lo más bello es que lo que quiero Yo, lo quieres tú, estamos los dos sacrificados por una causa tan santa, por eso tu compañía me es dulce y en tantas penas que sufro me vuelve feliz”.

+ + + +

25-4
Octubre 25, 1928

El alma que vive en el Fiat hace surgir y pone en campo todas las obras divinas. Ejemplo. La bienvenida del Padre Celestial.

(1) Mi pequeña y pobre mente me la siento como fija en el Fiat Divino, siento toda la fuerza del dulce encanto de la luz de sus verdades, las encantadoras escenas de todos los prodigios y variedad de bellezas que Él contiene, y aunque quisiera pensar en otra cosa, me falta el tiempo para hacerlo, porque el mar del Querer Divino murmura siempre, y su murmullo ensordece, enmudece a todas las otras cosas y me tiene dentro de su mar para murmurar junto con él. ¡Oh potencia, oh dulce encanto del eterno Querer, cuán admirable y amable eres! Quisiera que todos murmurasen junto conmigo, y pedía a la Soberana Reina que me diera el murmullo de su amor, de sus besos, para dárselos nuevamente a Jesús, porque había recibido la comunión y sentía que para complacerlo quería darle los besos de su Mamá. Y mi siempre amable Jesús moviéndose y haciéndose sentir en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que hizo la Reina del Cielo, todo está en aquel Fiat Divino, el cual tuvo la gloria, el honor de poseerlo, se puede decir que todos sus actos están incluidos en el mar interminable del Querer Divino y nadan en él como nadan los peces en el mar; ahora, el alma que vive en Él hace surgir no sólo todos los actos de mi Mamá Celestial, sino que hace surgir de nuevo y pone en campo todas las obras de su Creador. Sólo quien vive en mi Querer puede sentarse a la mesa divina, puede abrir todos sus tesoros, puede entrar en el sagrario de los más íntimos secretos de los escondites divinos, y como dueña los toma y los da a su Creador y, ¡oh! cuántas cosas pone en movimiento, las hace surgir y pone en acto todas las obras divinas, y ahora hace una música divina, ahora hace una escena de las más bellas y conmovedoras, ahora pone en movimiento todo su amor y

haciéndolo resurgir forma una escena encantadora toda de amor a su Creador; así que ella es la renovadora de todas las alegrías y felicidad a su Creador. Mira, en cuanto tú querías darme los besos de la Mamá Reina, los has puesto en movimiento y han corrido a besarme. Para quien vive en mi Divina Voluntad sucede como a una persona que entrase en un palacio real, el rey que lo habita tiene salones de conciertos musicales, objetos para formar las escenas más bellas, obras de arte de variada belleza; ahora, la persona que entra se sienta en el salón del concierto musical y toca, el rey seducido por el sonido corre y va a oír la sonata. Ahora, aquella persona viendo que el rey goza, pone en movimiento los objetos y pone en campo la escena, el rey queda raptado y si bien sabe que son cosas suyas, pero aquella persona las ha puesto en movimiento para darle placer. Así es para quien vive en mi Fiat Divino, entra en el palacio real de su Padre Celestial, y encontrando tantas variedades de bellezas las pone todas en movimiento, para regocijar, hacer feliz, amar a Aquél que la ha puesto dentro, y así como no hay bien que no posea mi eterno Querer, así no hay alegría, amor, gloria, que el alma no pueda dar a su Creador y, ¡oh! cómo nos es agradable el ver a esta afortunada criatura en el palacio real de nuestro Querer Divino, que todo quiere tomar, todo quiere poner en movimiento, todo quiere tocar, parece que no está contenta si no toma todo para darnos todo, hacernos las fiestas y renovarnos nuestras alegrías y felicidad. Y al verla le damos la bienvenida y Nosotros mismos le decimos: ‘Hija amadísima, pronto, pronto, tócanos una cancioncita divina, repítenos una escena conmovedora de amor, renuévanos nuestra felicidad.’ Y ella, ahora nos renueva las alegrías de la Creación, ahora las de la Soberana Reina, ahora las de la Redención, y termina siempre con su, y nuestro agradable estribillo: Tu Querer sea conocido y reine como en el Cielo así en la tierra”.

+ + + +

25-5
Octubre 28, 1928

Todo lo que ha sido hecho por Dios no ha sido tomado por la la criatura. Trabajos de Jesús. La fiesta de Cristo Rey, preludio
del reino de la Divina Voluntad.

(1) Estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino para seguir todos sus actos, y mi dulce Jesús haciéndose oír en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que ha sido hecho por nuestra Divinidad, tanto en la Creación como en la Redención y Santificación, no todo ha sido absorbido por la criatura, pero todo está en mi Divina Voluntad en acto expectante para darse a las criaturas. Si tú pudieses ver todo en mi Fiat Divino, encontrarías un ejército de actos nuestros salidos de Nosotros para darlos a las criaturas, pero como no reina nuestro Querer, no tienen espacio donde ponerlos ni capacidad de recibirlos. Esta milicia divina, desde hace veinte siglos está esperando ponerse en oficio de ejercicio para llevar a las criaturas los dones, las indumentarias, las alegrías y las armas divinas que cada acto nuestro posee, para hacer junto con ellos un solo ejército divino, una milicia celestial. Ahora, para hacer que el reino de nuestro Querer Divino reine en medio a las criaturas, es necesario que la criatura absorba en sí todos estos actos de la Divinidad hechos por amor de ella, y los absorba tanto en sí misma, de encerrar en sí todo lo que posee mi Fiat, asimilándolos y consumándolos en sí misma. Así que mi Divina Voluntad consumada en la criatura, hará reentrar en ella todo este ejército divino, todos los actos nuestros salidos de Nosotros en la Creación, Redención y Santificación por amor de ellas, reentrarán en las criaturas y mi Divina Voluntad asimilada y consumada en ellas se sentirá triunfante y reinará dominante junto con nuestro ejército divino. Por eso Yo no hago otra cosa en ti que hacerte beber a sorbos continuamente todo lo que por Nosotros se hizo y se hace en la Creación, Redención y Santificación, para poder decir de nuevo como dije en la cruz: ‘Todo está

consumado, no tengo otra cosa qué hacer para redimir al hombre’. Así repetirá mi Voluntad: ‘Todo lo he consumado en esta criatura, de modo que todos nuestros actos han sido encerrados en ella, no tengo otra cosa que agregar, todo lo he consumado para que el hombre fuese restaurado y el reino de mi Divina Voluntad tenga su vida y su régimen como en el Cielo así en la tierra’.
(3) ¡Oh! si tú supieras cuántos trabajos estoy haciendo en el fondo de tu alma para formar este primer reino a mi Divina Voluntad, porque cuando haya hecho el primero, de una pasará a la otra, de modo que mi reino será poblado más que todos los demás. Así que, es tanto mi amor en el formar este reino mío, que quiero encerrar en el alma donde debe reinar mi Divino Querer todo lo que Yo mismo hice en la Redención, lo que hace la Soberana Reina, agrega también lo que hicieron y hacen todos los santos, nada debe faltar en ella de todas nuestras obras, y para hacerlo pongo en movimiento toda nuestra potencia, sabiduría y amor”.
(4) Después de esto estaba pensando en la fiesta de hoy, esto es la fiesta de Cristo Rey, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(5) “Hija mía, la Iglesia no hace otra cosa que intuir lo que debe conocer sobre mi Divina Voluntad y cómo debe venir su reino. Por eso esta fiesta es el preludio del reino de mi Fiat Divino. Así que la Iglesia no está haciendo otra cosa que honrar a mi Humanidad con aquellos títulos que con justicia se me deben, y cuando me hayan dado todos los honores que me convienen, pasará a honrar y a instituir la fiesta al reino de mi Divina Voluntad, por la cual mi Humanidad estaba animada. La Iglesia va poco a poco, y ahora instituye la fiesta a mi corazón, ahora consagra con toda solemnidad el siglo al Cristo Redentor, y ahora pasa con más solemnidad a instituir la fiesta al Cristo Rey. Cristo Rey significa que debe tener su reino, debe tener pueblos dignos de tal Rey, ¿y quién podrá formarme este reino sino mi Voluntad? Entonces sí podré decir: ‘Tengo mi pueblo, mi Fiat me lo ha formado.’ ¡Oh, si las cabezas de la Iglesia conocieran lo que te he manifestado sobre mi Divina Voluntad, lo que quiero hacer, sus grandes prodigios, mis ansias, mis latidos dolientes, mis suspiros angustiosos porque quiero que mi Voluntad reine, que haga felices a todos, restablezca a la familia humana, en esta fiesta de Cristo Rey sentirían no ser otra cosa que el eco secreto de mi corazón, que haciendo eco en el de ellos para atraer su atención y reflexión, sin saberlo me instituyen la fiesta de Cristo Rey. Cristo…, Rey, ¿y su verdadero pueblo dónde está? Y dirían: Apresurémonos a hacer conocer su Voluntad Divina, hagámosla reinar a fin de que demos el pueblo a Cristo que hemos llamado Rey, de otra manera lo habremos honrado con el nombre, pero no con los hechos”.

+ + + +

25-6
Noviembre 4, 1928

La verdad es luz que parte de Dios y se fija en la criatura. Bendiciones de Jesús.

(1) Mi pobre inteligencia se siente como raptada por la luz del Fiat Divino, pero esta luz no lleva sólo calor y luz, sino que es portadora de vida, la cual, concentrándose en el alma forma en ella su vida de luz, de calor y del centro renace la Vida Divina. Cómo es bello ver que la luz del Eterno Querer tiene virtud de hacer renacer en el corazón de la criatura la Vida de su Creador, y tantas veces por cuantas veces esta Divina Voluntad se abaja para hacer conocer a la criatura otras manifestaciones que le pertenecen. Mientras mi mente se perdía en esta luz, mi dulce Jesús moviéndose en ella, que parecía que estaba como abismado en dicha luz, me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuantas verdades te he manifestado sobre mi Divina Voluntad, tantas luces se han desprendido de nuestro seno divino y se han fijado en ti, pero sin separarse del centro de tu Creador, porque la luz es inseparable de Dios, se comunica, se fija en la

criatura, pero no pierde jamás su centro de donde ha salido. Cómo es bello ver a la criatura fijada por todas estas luces que tienen virtud de hacer resurgir en la criatura a Aquél que la ha creado, y tantas veces por cuantas verdades le vienen manifestadas. Y como lo que te he manifestado sobre mi Divina Voluntad son verdades innumerables, tantas que tú misma no puedes llegar a numerarlas todas, tantas luces, o sea tantos rayos luminosos son fijados en ti, que descienden de Dios, pero sin separarse de su seno divino. Estas luces forman el más bello adorno en ti y el don más grande que podías recibir de Dios, porque estando estas verdades fijadas en ti, te dan el derecho sobre las propiedades divinas, y tantos derechos por cuantas verdades te ha manifestado. Tú no puedes comprender la gran dote con la cual has sido dotada por Dios con estas verdades, que como tantas luces están fijadas en tu alma. Todo el Cielo está maravillado al ver tantas luces en ti, todas ellas preñadas de otras tantas Vidas Divinas; y conforme tú las comunicas a las otras criaturas, esta luz se mueve, se fija en los otros corazones pero sin dejarte a ti, y forma la Vida Divina a donde llega. Hija mía, qué gran tesoro te ha sido confiado con tantas verdades que te he dicho sobre mi Divina Voluntad, tesoro que tiene su fuente en el seno divino, que dará siempre luz sin cesar jamás. Más que sol son mis verdades, pues el sol da luz a la tierra, la inviste, la fija y con fijarla da a luz sobre su superficie y a cada cosa, los efectos y los bienes que contiene su luz, pero celoso no separa la luz de su centro, tan es verdad, que en cuanto pasa a iluminar otras regiones la tierra queda a oscuras; en cambio el Sol de mis verdades, mientras no se separa de su centro, fijándose en el alma forma en ella el día perenne”…
(3) Después de esto se daba la bendición con el Santísimo Sacramento, y yo le rogaba de corazón que me bendijera, y Jesús moviéndose en mi interior, haciendo eco a lo que hacía Jesús en el Sacramento, levantaba su mano bendita en acto de bendecirme y me ha dicho:
(4) “Hija mía, te bendigo el corazón y sello mi Divina Voluntad en él, a fin de que palpite en todos los corazones tu latido unido con mi Voluntad Divina, para que llame a todos los corazones a amarla; bendigo tus pensamientos y sello mi Divina Voluntad en ellos, a fin de que llame a todas las inteligencias a conocerla; te bendigo la boca, a fin de que corra mi Divina Voluntad en tu voz, y llame a todas las voces humanas a hablar de mi Fiat; toda te bendigo hija mía, a fin de que todo llame en ti a mi Querer Divino, y corra a todos para hacerlo conocer. ¡Oh! cómo me siento más feliz al obrar, rezar, bendecir, en quien reina mi Querer, en esta alma encuentro la vida, la luz, la compañía, y todo lo que Yo hago súbito surge y veo los efectos de mis actos y no estoy solo si rezo, si obro, sino que tengo la compañía y quien trabaje junto Conmigo. En cambio en esta prisión sacramental, los accidentes de la hostia son mudos, no me dicen una sola palabra, hago todo por Mí solo, no siento un suspiro que se una con el mío, ni un latido que me ame, más bien es un frío de sepulcro para Mí, que no sólo me tiene en prisión, sino que me sepulta, y Yo no tengo a quién decir una palabra, ni con quién hacer un desahogo, porque la hostia no habla, estoy siempre en silencio, y con una paciencia divina espero los corazones que me reciban para romper mi silencio y gozar un poco de compañía. Y en el alma donde encuentro a mi Divina Voluntad me siento repatriarme a mi patria celestial”.

+ + + +

25-7
Noviembre 10, 1928

Quien vive en el Querer Divino tiene su mar y encerrando todo, conforme reza murmura el cielo, el sol y las estrellas. Bendiciones de Jesús. Competencia y fiesta de todos al bendecir a la pequeña hija del Divino Querer.

(1) Después de haber pasado varios días de privación de mi dulce Jesús, mi pobre corazón no podía más, lo sentía deshecho y recordaba a lo vivo sus tantas visitas, su amable presencia, su belleza raptora, la suavidad de su voz, sus tantas bellas lecciones, eran tantos recuerdos que me herían, me destrozaban y me hacían suspirar, cansada como pobre peregrina de mi largo camino, por la patria celestial y decía entre mí: “Todo ha terminado, no oigo más que un profundo silencio, y no veo más que un mar inmenso que debo recorrer sin detenerme jamás, para pedir dondequiera y en todas partes el reino de la Divina Voluntad”. Y cansada me he puesto a hacer mi acostumbrado giro para seguir sus actos, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha estrechado entre sus brazos para darme fuerza y me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como el mar murmura continuamente, así oigo en ti el mar de mi Fiat Divino, y tú con tu oración formas tu continuo murmullo en su mar, y mientras murmura, ahora encierras el sol y murmura luz; ahora encierras el cielo, y conforme murmura encierras las estrellas; ahora encierras el viento y murmura gemidos y gritos de amor; ahora encierras la tierra y murmura flores. Así que en tu murmullo, ahora haces correr luz, ahora cielo, ahora estrellas, ahora viento y corren lamentos de amor, gemidos inenarrables de corazón herido y gritos de delirios de amor no apagado, y ahora corren todas las florituras creadas por Mí. ¡Oh, cómo es bello mi, y tu mar! ¡Oh, cómo queda atrás el mar de la tierra, porque él murmura pero no encierra en su murmullo al cielo, al sol, al viento y a todo, sino sólo los peces, en cambio el mar de mi Querer y el murmullo de tu oración en Él, encierra todas mis obras, porque mi Voluntad Divina, el cielo, el sol, las estrellas, el mar, y todo lo demás, lo tiene todo en Sí, como en su propio puño, y murmurando con tu oración en Ella las encuentras todas. Y así como el mar además de su murmullo continuo forma sus olas altísimas, así tú en el mar de mi Querer Divino, además del murmullo continuo de tu oración, cuando concentras mayormente tus ansias, tus suspiros porque quieres el reino de mi Divina Voluntad, formas las olas altísimas de luz, de estrellas, de gemidos y de flores, cómo son bellas estas olas, y Yo desde este tabernáculo oigo tu murmullo, el fragor de tus olas que vienen a descargarse en mi mar, y como aquí en el tabernáculo tengo mi mar donde murmuro continuamente con mis oraciones, sintiendo venir tus olas, uno tu mar y el mío que ya es uno solo y vengo a murmurar junto contigo, y en este tabernáculo no me siento más solo, tengo mi agradable compañía y murmuramos juntos, y en nuestro murmullo se escucha: ‘Fiat, Fiat, Fiat, sea Él conocido, restablecido su reino sobre la tierra”. Hija mía, el vivir en mi Querer, el rezar en Él, es transportar el Cielo a la tierra y la tierra al Cielo, por eso es nuestro verdadero y total triunfo, nuestra victoria, nuestras conquistas divinas. Por eso seme fiel y atenta”.
(3) Después de esto se daba la bendición con el Santísimo Sacramento, la cual tengo el bien en este último periodo de mi vida acá abajo, que espero que termine cuanto antes este mi largo exilio, de recibirla todos los días, y mi amable Jesús, en el acto en que se daba la bendición se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, te bendigo, pero no estoy contento con bendecirte Yo solo, por eso llamo a todos junto Conmigo: Al Padre y al Espíritu Santo, a toda la corte celestial, a fin de que bendigan junto Conmigo a la pequeña hija de mi Querer Divino. Donde reina mi Voluntad, Cielos y tierra, todos sienten una fuerza potente de unirse Conmigo y de hacer lo que hago Yo, para concentrar sobre ella todos los bienes que mi Divina Voluntad contiene; por eso en cuanto ven que Yo te bendigo, todos se ponen a bendecirte, así que en el Cielo hay una competencia, una especie de fiesta en bendecir a aquélla donde reina mi Querer, y Yo para hacerla más solemne llamo a todas las cosas creadas, a fin de que nadie quede excluido, sino que todos bendigan a mi hija; así que llamo al sol a bendecirte, a fin de que la luz que él te da, te la dé bendiciéndote; llamo al agua a bendecirte, a fin de que conforme la bebas te bendiga; llamo al viento, a fin de que a medida que sopla, sople bendiciéndote; en suma llamo a todos, y mientras te bendicen, encontrando en ti a mi Divina Voluntad, se sienten bendecir desde dentro de ti por la Voluntad de su Creador. La fuerza de mi Querer Divino llama a todos, une a toda la familia celestial y da la fiesta a todos cuando debe obrar sobre del alma donde reside y domina, por eso en esta mi prisión sacramental, teniendo cerca a

mi prisionera, siento las alegrías que puede darme mi Divina Voluntad en el corazón de nuestra pequeña hija. Así que mis tantos dolores vienen interrumpidos cuando debo bendecirte, cuando desciendo Sacramentado en tu corazón, cuando desde este tabernáculo me siento mirado por ti, y Yo te correspondo con mis miradas pensando que debo hacer o dar alguna cosa a nuestra pequeña recién nacida de nuestro Querer, pongo todo a un lado, aun mis mismos dolores y hago fiesta, porque mi Voluntad Divina posee alegrías sin número y fiesta perenne. Por eso quiero que también tú te regocijes junto Conmigo, y haciendo eco a mi bendición, bendíceme en el sol, en el agua, en el viento, en el aire que respiras, en el latido que te palpita en el corazón, y Yo sentiré que en todas las cosas creadas tú me bendices”.

+ + + +

25-8
Noviembre 14, 1928

Así como la criatura posee la unidad humana, quien vive en el Querer Divino posee la unidad divina. Quien hace la Divina Voluntad se vuelve madre.

(1) Me siento toda abandonada en el santo Querer Divino y a pesar de las privaciones de Jesús, mi pobre mente es llevada por una fuerza irresistible a seguir sus actos. Creo que sea la misma Divina Voluntad que habiendo sojuzgado la mía, hace su curso llamando a todos sus actos, como si en acto los estuviese haciendo, y yo, siguiéndola en sus actos, pensaba en los primeros tiempos de la Creación, cuando todo era felicidad en el hombre, y que estando en la Voluntad de su Creador vivía en su unidad, en la cual todo podía recibir y todo podía dar al Ente Supremo, unidad significa todo. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, Nosotros creamos al hombre con nuestra semejanza, por eso también él posee su unidad humana. Por eso si habla, si obra, si camina y otras cosas, se pueden llamar los efectos de su unidad, porque una es su voluntad, una su cabeza de la cual todos sus actos dependen, por eso se puede decir que es la fuerza de la unidad de su voluntad que habla, que obra, que camina, como efectos de ella; si el hombre no tuviese esta unidad, todos sus actos estarían en contradicción entre ellos. Sucede como al sol, desde la altura de su esfera uno es su acto de luz, y como posee la unidad de la luz, dada a él por su Creador, mientras es un solo acto, sus efectos de luz son innumerables. Ahora, para quien hace y vive en mi Divina Voluntad cesa el querer humano, su vida termina, no tiene más razón de existir, porque comienza la vida de la unidad de la mía, y así como la mía es un solo acto y todo lo que ha creado o puede hacer, se pueden llamar los efectos de este acto solo, por eso el alma viviendo en esta unidad de mi Querer Divino como en su propio centro, se encuentra en todos los efectos del acto único de Él, y ¡oh! cómo es bello ver esta criatura en todos los efectos que sabe y puede producir nuestra Voluntad; ella corre en la luz del sol como efecto de nuestro Querer, en el cielo, en el mar, en el viento, en todo, corre como la voluntad humana corre en todos los actos humanos y como la luz del sol corre en todos sus efectos, así el alma corre en el Fiat en todos los efectos que Él posee y produce. He aquí por qué el vivir en nuestro Querer es el prodigio más grande, y si nuestra Divinidad quisiera hacer algo más grande, no lo podría, ni encontraría otra cosa más grande, más prodigiosa, más potente, más bella, más feliz, que nuestro Querer para poder dar a la criatura, porque con el dar nuestra Divina Voluntad damos todo, y su potencia hace nuestro eco en el fondo del alma y nos forma nuestras imágenes más bellas, y el eco de la pequeñez humana hace uno solo con el nuestro, de modo que uniéndose a nuestro primer acto, corre y se difunde en todos los efectos que produce el acto único de Dios”.
(3) Después de esto mi amable Jesús se hacía ver como pequeño niño, el cual poniéndome los brazos en mi cuello me ha dicho:

(4) “Mamá mía, mamá mía; quien hace mi Divina Voluntad se vuelve madre, mi Fiat Divino me la embellece, la transforma y la vuelve fecunda, de tal modo de darle todas las cualidades para ser verdadera madre; y Yo me voy formando esta madre con los reflejos del Sol del Querer Divino, y me glorío y tomo tanto gusto con llamarla mamá mía, mamá mía. Y no sólo la escojo por madre mía, sino que llamo a tantos otros pequeñitos y les doy a mi madre por madre de ellos”.
(5) Y mientras esto decía me hacía ver en torno a mí a tantos pequeños niños y niñas, y el niño Jesús les decía: “Ésta es mi madre y la vuestra”. Aquellos pequeños hacían fiesta y se estrechaban todos a mi alrededor junto con Jesús, y Jesús ha continuado:
(6) “Estos pequeños que tú ves no son otra cosa que el primer grupo de hijos de mi Querer Divino, en Él todos serán pequeños, porque mi Divina Voluntad tiene virtud de conservarlos frescos y bellos como han salido de nuestras manos creadoras, y como ha llamado a tu pequeñez a vivir en Ella, es justo que como primera seas la pequeña mamita de los pequeños niños”.

+ + + +

25-9
Noviembre 20, 1928

Quien vive en el Querer Divino está en posesión del día perenne, no conoce la noche y se vuelve dueña de Dios mismo.

(1) Me sentía toda abismada en el Fiat Supremo, y mi pobre mente se perdía en tantas verdades sorprendentes para mi pequeña capacidad. Todas las manifestaciones que mi dulce Jesús me había dicho sobre su Santo Querer se alineaban en mi pobre alma como tantos soles de belleza encantadora, uno distinto del otro, con la plenitud de cada alegría y felicidad que cada verdad poseía, y que mientras parecían distintos estos soles, formaban uno solo. ¡Qué encanto, qué belleza raptora! Estos soles asediaban a mi pequeña inteligencia y yo nadaba en esta luz interminable, y como sorprendida pensaba en tantas cosas acerca de la Divina Voluntad, y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, hija amadísima de mi Querer, quien es hija de Él está en posesión del día perenne que no conoce la noche. Todo es luz para quien vive en mi Querer, sus propiedades son luz, belleza, alegría y felicidad. Y esto es nada, Nosotros con dar nuestra Voluntad a la criatura la volvemos dueña de Nosotros mismos, y nos ponemos a su disposición; la hacemos hacer y vencer lo que quiere, porque no es un querer humano el que nos domina, no, sino nuestro mismo Querer, que habiéndose bilocado en la criatura, su hacer, decir y vencer no es visto por Nosotros como cosa extraña a Nosotros, sino como cosa nuestra, y gozamos en hacerla decir, hacer y vencer, mucho más que ella nos vence a Nosotros y Nosotros la vencemos a ella. Así que con dar nuestra Voluntad a la criatura, y ella con recibirla como vida propia, abrimos una competencia entre ella y Nosotros, ella entra en nuestro campo divino y domina como dueña, y Nosotros gozamos tanto al ver su pequeñez que contiene nuestro eterno Querer, dominadora de nuestros bienes y de Nosotros mismos. ¿Qué cosa podemos negar a nuestro Querer? Nada. Más bien nos deleitamos en poner fuera nuestras más íntimas alegrías, nuestros secretos, nuestras eternas beatitudes para hacer regocijar a la pequeñez de la criatura donde Ella reina, y volviéndola dominadora de ellas, nos entretenemos y abrimos el juego entre ella y Nosotros. Por eso, cosa más grande no podía dar al hombre al crearlo, que nuestra Voluntad, porque sólo con Ella él podía llegar a donde quisiera y hacer lo que quisiera, hasta volverse dominador de lo que a Nosotros nos pertenece. Esto no lo hicimos al crear las otras cosas, ellas son dominadas por Nosotros, no pueden hacer lo que quieren, sus derechos son limitados, porque al crear al hombre hubo una arrebato más intenso de amor, y en este arrebato de amor, el Todo se fundió en la nada, y la nada adquirió su vida en el

Todo. Y para tenerlo más seguro le dimos nuestra Divina Voluntad como patrimonio, a fin de que uno fuese el querer, comunes los bienes, por cuanto la criatura es capaz, y tanto el amor del uno y del otro hacerse dominar mutuamente. Por eso la cosa más bella para Nosotros, que más nos rapta y nos glorifica es el alma donde reina nuestro Querer Divino, porque sólo ella es la que no nos hace decir a nuestro amor basta en el dar, sino que tenemos siempre para dar, siempre para decir, y para gozar de más la volvemos vencedora de Nosotros mismos. Por eso sé atenta hija mía, si todo quieres, haz que nuestro Querer reine en ti”.

+ + + +

25-10
Diciembre 2, 1928

El tabernáculo Eucarístico y el tabernáculo de la Divina Voluntad.

(1) Las privaciones de Jesús se hacen más prolongadas, y viéndome privada de Él no hago otra cosa que suspirar por el Cielo. ¡Oh, Cielo! ¿Cuándo me abrirás las puertas?
¿Cuándo tendrás piedad de mí? ¿Cuándo te llevarás a la pequeña exiliada a su patria?
¡Ah, sí, sólo allá no lloraré más a mi Jesús! Aquí, si se hace ver, mientras se cree poseerlo, como relámpago te huye y te toca hacer la larga etapa sin Él, y sin Jesús todas las cosas se convierten en dolor, aun las mismas cosas santas, las oraciones, los Sacramentos, son martirios sin Él. Después pensaba entre mí: “¿En qué aprovecha el que Jesús haya permitido hacerme venir cerca de su tabernáculo de amor para estarnos en mudo silencio? Más bien me parece que se ha escondido de más, que no más me da sus lecciones sobre el Fiat Divino, me parecía que tenía su cátedra en el fondo de mi interior y tenía siempre qué decir, ahora no escucho otra cosa que un profundo silencio, sólo que siento en mí el murmullo continuo del mar de luz del Eterno Querer que siempre murmura amor, adoración, gloria y abraza todo y a todos”. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús apenas se ha hecho ver en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, soy Yo en el fondo de tu alma que muevo las olas del mar de luz de mi Divina Voluntad, y murmuro siempre, siempre, para conseguir de mi Padre Celestial el reino de mi Voluntad sobre la tierra, y tú no haces otra cosa que seguirme, y si tú no me sigues lo haré Yo solo, -pero tú no lo harás, el dejarme solo-, siendo que mi mismo Fiat te tiene abismada en Él. ¡Ah! ¿no sabes tú que eres el tabernáculo de mi Divina Voluntad?
¿Cuántos trabajos no he hecho en ti, cuántas gracias no he derramado para formarme este tabernáculo? Tabernáculo, podría llamarlo único en el mundo, porque tabernáculos eucarísticos tengo en buen número, y en este tabernáculo de mi Fiat Divino no me siento prisionero, poseo el interminable confín de mi Querer, no me siento solo, tengo quien me haga perenne compañía, y ahora hago de maestro y te doy mis lecciones celestiales, ahora hago mis desahogos de amor y de dolor, ahora festejo hasta entretenerme contigo, así que si rezo, si sufro, si lloro y si festejo, no estoy jamás solo, tengo a la pequeña hija de mi Querer Divino junto Conmigo, y además tengo el gran honor y la conquista más bella, que más me agrada, cual es una voluntad humana toda sacrificada por Mí y como escabel de mi Voluntad Divina, podría llamarla mi tabernáculo predilecto, porque encuentro tanto gusto, que no lo cambiaría con mis tabernáculos eucarísticos, porque en ellos estoy solo, la hostia no me da una Voluntad Divina como la encuentro en ti, que bilocándose, mientras la tengo en Mí la encuentro también en ti, en cambio la hostia no es capaz de poseerla, ni me acompaña en mis actos, estoy siempre solo, todo es frío en torno a Mí, el tabernáculo, el copón, la hostia, son sin vida, por lo tanto no me dan compañía. Por eso he sentido tanto gusto en tener cerca de mi tabernáculo eucarístico el de mi Divina Voluntad formado en ti, porque sólo con mirarte siento que se rompe la soledad y siento las puras alegrías que puede darme la criatura que hace reinar en ella a mi Divina Voluntad. He aquí el por qué todas mis miras, mis premuras y mis intereses son por hacer conocer mi Divina Voluntad y

hacerla reinar en medio a las criaturas, porque entonces cada criatura será un tabernáculo vivo, no mudo sino hablante, y no estaré más solo, sino que tendré mi perenne compañía, y con mi Divina Voluntad bilocada en ellas tendré mi compañía divina en la criatura. Entonces tendré mi Cielo en cada una de ellas, porque el tabernáculo de mi Voluntad Divina posee mi Cielo en la tierra”.


+ + + +

25-11
Diciembre 5, 1928

Quien hace y vive en el Querer Divino, es como si hiciera descender el sol a la tierra. Diferencia.

(1) Me sentía toda inmersa en el Querer Divino, mi pobre y pequeña mente me la siento atada a un punto altísimo de luz, que no tiene confines y no se puede ver ni a donde llega su altura, ni donde termina su profundidad; y mientras la mente se llena de luz, está circundada por la luz, tanto, que no ve más que luz, ve que poco toma de esta luz, porque hay tanta, pero su capacidad es tan pequeña que le parece tomar apenas una gotita. ¡Oh! cómo se está bien en medio a esta luz, porque ella es vida, es palabra, es felicidad, el alma siente todos los reflejos de su Creador y siente que se da a luz en su seno a la Vida Divina.
¡Oh Voluntad Divina, cómo eres admirable, sólo Tú eres la fecundadora, la conservadora y la bilocadora de la Vida de Dios en la criatura! Pero mientras mi mente se perdía en la luz del Fiat Supremo, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma que vive en mi Voluntad Divina es más que si hiciera descender el sol a la tierra, ¿qué sucedería entonces? La noche sería desterrada de la tierra, sería siempre pleno día. Y con tener siempre contacto con el sol, no sería más un cuerpo oscuro, sino luminoso, y la tierra no mendigaría los efectos del sol, sino que recibiría en sí misma la sustancia de los efectos de la luz, porque sol y tierra harían vida común y formarían una sola vida. ¡Qué diferencia con que el sol esté en la altura de su esfera y la tierra en su bajeza! En este caso la pobre tierra está sujeta a la noche, a las estaciones y a pedir al sol el formar las bellas florituras, los colores, la dulzura, la maduración de sus frutos; y el sol no es libre de poder desahogar todos sus efectos sobre la tierra si ésta no se quisiera prestar a recibirlos, tanto, que en ciertos puntos de la tierra el sol no siempre llega, otros puntos son áridos y sin plantas. Esto no es otra cosa que semejanza de quien hace mi Divina Voluntad y vive en Ella, y de quien vive en la tierra de su querer humano. La primera hace descender no sólo el Sol de mi Divina Voluntad en su alma, sino a todo el Cielo, así que con este Sol posee el día perenne, día que jamás tiene ocaso, porque la luz tiene virtud de poner en fuga las tinieblas. Entonces, con este Sol no puede estar la noche de las pasiones, la noche de las debilidades, de las miserias, de las frialdades, de las tentaciones, y si se quisieran acercar para formar las estaciones del alma, este Sol con sus rayos pone en precipitosa fuga a todas las noches y dice: ‘Aquí estoy Yo, y basta, mis estaciones son estaciones de luz, de paz, de felicidad y de floritura perenne.’ Ella es la portadora del Cielo en tierra. En cambio para quien no hace mi Divina Voluntad y no vive en Ella, es más noche que día en su alma, está sujeta a las estaciones y a largos tiempos lluviosos que la vuelven siempre turbada y agitada, o bien a largas sequías, tanto, que llega a faltarle los humores vitales para amar a su Creador, y el mismo Sol de mi Divina Voluntad, siendo que no vive en ella, no es libre de poder darle todo el bien que posee.
¿Ves qué significa poseer mi Querer Divino? Es poseer la fuente de la vida, de la luz y de todos los bienes; en cambio quien no lo posee es como tierra que goza los efectos de la luz, y ciertas tierras que a duras penas quedan iluminadas, pero sin efectos”.

+ + + +

25-12
Diciembre 8, 1928

Por qué toda la Creación festejó la Concepción de la Soberana Reina. Cómo la Virgen espera en sus mares a sus hijas para hacerlas reinas.
Verdadero nombre de la Fiesta de la Inmaculada Concepción.

(1) Estaba pensando: ¿Por qué toda la Creación exultó de alegría y festejó tanto a la Inmaculada Reina en su Inmaculada Concepción? Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber el por qué? Porque la Divina Voluntad tuvo el principio de su Vida en la niña Celestial, por lo tanto, el principio de todos los bienes en todas las criaturas. No hay bien que en mi Divina Voluntad no comience, descienda y ascienda a su fuente. Entonces, esta Celestial niña habiendo comenzado su vida en el Fiat Divino desde su Inmaculada Concepción, y siendo Ella de la estirpe humana, con mi Voluntad adquirió la Vida Divina y con su humanidad poseía el origen humano. Entonces tuvo la potencia de unir lo divino y lo humano y dio a Dios lo que el humano no le había dado y negado, cual era su voluntad, y dio a los hombres el derecho de poder ascender a los abrazos de su Creador. Con la potencia de nuestro Fiat que tenía en su poder ataba a Dios y a los hombres. Así que toda la Creación, Cielo y tierra, y hasta el infierno, sintieron en la Inmaculada Concepción de esta Virgen niña, recién nacida apenas en el seno de su mamá, la fuerza del orden que Ella ponía en toda la Creación, con mi Voluntad se hermanaba con todos, se abrazaba con todos, amaba todo y a todos, y todos la suspiraban, la amaban y se sentían honrados de adorar en esta privilegiada criatura a la Divina Voluntad. ¿Cómo no debía festejar toda la Creación, pues hasta entonces el hombre había sido el desorden entre todas las cosas creadas, ninguno había tenido el coraje, el heroísmo de decir a su Creador: ‘No quiero conocer mi voluntad, te la entrego en don, quiero por vida solamente a tu Querer Divino?’ En cambio esta Virgen Santa donó su voluntad para vivir de la Divina, y por eso toda la Creación sintió la felicidad del orden que por su medio le venía restituida, e hicieron competencia el cielo, el sol, el mar y todos, para honrar a Aquélla que poseyendo mi Fiat, daba el beso del orden a todas las cosas creadas; y mi Querer Divino le ponía en la mano el cetro de Reina Divina y le ceñía la frente con la corona de mando, constituyéndola Emperatriz de todo el universo”.
(3) Entonces yo me sentía como aniquilada en mí misma, las largas privaciones de mi dulce Jesús, que me dejan como sin vida, han quemado el pequeño átomo de mi existencia, el cual, estando continuamente expuesto a los rayos ardientes del Sol del Fiat Divino, se siente secar todos los humores, y mientras se seca no muere ni se consume; así que no sólo me sentía oprimida, sino deshecha. Y mi dulce Jesús, como si quisiera aliviarme, haciéndose sentir en mi interior, dándome un beso me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, no te abatas, quiero que goces tu suerte feliz, porque mi Querer Divino invistiéndote y dardeándote te quita todos los humores humanos y te los cambia en humores de luz divina. Hoy es la fiesta de la Inmaculada Concepción, mares de amor, de belleza, de potencia y de felicidad desbordan de la Divinidad sobre de esta Celestial criatura, y lo que impide que las criaturas puedan entrar en estos mares es la voluntad humana. Nosotros lo que hacemos una vez, permanece con el acto continuado de hacerse siempre, sin cesar jamás. En la Divinidad es naturaleza el dar, sin que jamás termine el acto. Así que estos mares están desbordando aún, y la Reina Madre espera a sus hijas para hacerlas vivir en estos mares, para convertirlas en tantas pequeñas reinas, pero le está prohibida la entrada a la voluntad humana, no hay lugar para ella, y sólo puede tener acceso quien vive de Voluntad Divina. Por eso hija mía, puedes entrar cuando quieras en los mares de tu Mamá, mi Divina Voluntad te avala y con Ella tendrás libre el paso y la entrada, es más, Ella te espera, te quiere con Ella, y a Nosotros y a Ella nos volverás doblemente felices por causa de tu felicidad. Nosotros nos sentimos más felices con dar, y cuando la criatura no toma nuestros bienes, sofoca en Nosotros la felicidad que queremos

darle. Por eso no quiero que estés oprimida, hoy es la fiesta más grande, porque la Divina Voluntad tuvo vida en la Reina del Cielo, fue la fiesta de todas las fiestas, fue el primer beso, el primer abrazo divino que la criatura daba a su Creador en virtud de nuestro Fiat, que la Soberana niña poseía, la criatura que se sentaba a la mesa con su Creador. Así que hoy es también tu fiesta, en modo especial por la misión que te ha dado mi Divina Voluntad. Por eso ven a los mares de la Inmaculada Reina a gozar su, y tu fiesta”.
(5) Entonces me he sentido transportar fuera de mí misma en estos mares interminables, pero me faltan palabras para decir lo que he sentido, por eso mejor hago punto y sigo adelante.
(6) Después de esto, el día que el confesor ha leído públicamente lo que está escrito en el 15° volumen sobre la Inmaculada Concepción, mi amado Jesús, conforme oía que leía hacía fiesta en mi interior y me ha dicho:
(7) “Hija mía, cómo estoy contento, se puede decir que hoy mi Mamá Soberana recibe de la Iglesia los honores divinos, honrando en Ella, como primer acto de su vida, la Vida de la Divina Voluntad. Estos son los honores más grandes que se le pueden dar, porque el querer humano no tuvo jamás vida en Ella, sino siempre, siempre la Divina Voluntad. El secreto de su Santidad, de su altura, potencia, belleza y grandeza, y todo lo demás, fue mi Fiat, que con su calor extinguió la mancha de origen y la concibió inmaculada y pura, y mi Iglesia, en vez de honrar a mi Voluntad Divina, causa primaria y acto primero, honraba los efectos de Ella y la proclamaba Inmaculada, concebida sin pecado. Se puede decir que la Iglesia le daba los honores humanos y no los honores divinos, los cuales justamente se merece, porque una Voluntad Divina tuvo Vida continua en Ella. Y esto era un dolor para Mí y para Ella, porque ni Yo recibía de mi Iglesia los honores de una Voluntad Divina habitante en la Reina del Cielo, ni Ella los honores debidos por haber dado en Ella el lugar para formar la Vida del Fiat Supremo. Por eso, hoy, con hacer conocer que todo fue en Ella el prodigio de mi Querer, y que todas sus otras prerrogativas y privilegios fueron en orden secundario y como consecuencia de los efectos de aquella Voluntad Divina que la dominaba, se puede decir que hoy se festeja con decoro, gloria divina y magnificencia la fiesta de la Inmaculada Concepción, que se puede llamar con más verdad: ‘La Concepción de la Divina Voluntad en la Soberana del Cielo”. Y esta Concepción fue la causa de todo lo que es e hizo, y de los grandes prodigios de esta Celestial Niña”.
(8) Después de esto, con un énfasis más tierno ha agregado:
(9) “Hija mía, cómo era bello, deleitable, el ver a esta Celestial niña desde su Inmaculada Concepción, se miraba y se veía su pequeña tierra tomada de la estirpe humana, y dentro de esta pequeña tierra se veía el Sol de nuestro Eterno Querer, que no pudiéndolo contener desbordaba fuera de Ella y se extendía tanto, que llenaba Cielo y tierra. Hicimos un prodigio de nuestra Omnipotencia para hacer que la pequeña tierra de la pequeña Reinita pudiese encerrar el Sol de nuestro Querer Divino. Así que se veía tierra y Sol, por eso todo lo que hacía, si pensaba, si hablaba, si obraba, si caminaba, sus pensamientos eran rayos de luz, sus palabras se convertían en luz, todo era luz que salía de Ella, porque siendo su pequeña tierra más pequeña que el Sol inmenso que encerraba, sus actos se perdían en la luz. Y como esta pequeña tierra de la Soberana Celestial era vivificada, animada y conservada continuamente por el Sol de mi Fiat, se veía siempre florida, pero de las más bellas florituras, que daban en frutos dulcísimos, de atraer nuestras miradas divinas y quedar raptados, pero tanto, que no podíamos hacer menos que mirarla, tanta era la belleza y la felicidad que nos daba. Toda bella era la Virgencita Inmaculada, su belleza era encantadora y raptora, basta decir que era un prodigio de nuestro Querer para decirlo todo. ¡Oh! si las criaturas conocieran qué significa vivir de Voluntad de Dios, pondrían la vida para conocerla y vivir en Ella”.

+ + + +

25-13
Diciembre 13, 1928


Todas las cosas creadas poseen una dosis de felicidad.
Cómo la privación de Jesús hace resurgir la vida.

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, acompañando sus actos hechos en la Creación, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas fueron creadas por Nosotros con una dosis de felicidad, distinta la una de la otra, así que cada cosa creada lleva al hombre el beso, el aire felicitante, la vida de nuestra felicidad; ¿pero sabes tú quién siente descender en su interior todos los efectos de nuestras tantas felicidades esparcidas en lo creado, hasta quedar empapado por ellas como una esponja? Quien vive en nuestro Querer Divino, nuestras felicidades no le son extrañas, porque teniendo el gusto purificado por nuestro Fiat y no corrompido por el querer humano, su gusto y todos sus sentidos tienen la virtud de gustar todas las felicidades que hay en las cosas creadas, y Nosotros sentimos tal felicidad y alegría al ver a quien hace nuestro Querer como sentarse a la mesa de nuestras felicidades, y alimentarse con tantos bocados distintos por cuantas felicidades hay en las cosas creadas. ¡Oh, cómo es bello ver feliz a la criatura!”
(3) Mientras estaba en esto Jesús ha hecho silencio, y yo oía el sonido del armonio que tocaba en la capilla, y Jesús ponía atención para oír, y después ha agregado:
(4) “¡Oh, cómo me siento feliz porque este sonido deleita a la pequeña hija de mi Querer, y Yo, oyéndolo también me deleito! ¡Cómo es bello hacernos felices juntos, hacer feliz a quien me ama es la más grande de mis felicidades”.
(5) Y yo: “Jesús, Amor mío, mi felicidad para mí eres Tú sólo, todas las otras cosas no tienen ningún atractivo para mí”.
(6) Y Jesús: “Ciertamente que para ti la mayor felicidad soy Yo, porque contengo la fuente, el principio de todas las alegrías y felicidades, pero gozo al darte las pequeñas felicidades, y así como las siento y las gozo Yo, quiero que las sientas y las goces tú junto Conmigo”.
(7) Entonces pensaba entre mí: “Si Jesús goza tanto cuando yo gozo de las tantas felicidades que ha esparcido en lo creado, ¿por qué entonces me aflige tanto y me vuelve infeliz, hasta sentirme como si no tuviese vida sin Él? ¡Y sintiéndome sin vida todas las felicidades pierden la vida en mi pobre alma!” Y Jesús ha agregado:
(8) “Hija mía, si tú supieras para qué sirven mis privaciones; tú te sientes sin vida privada de Mí, te sientes muerta, sin embargo sobre de aquel dolor y de aquella muerte viene formada mi nueva Vida, y esta nueva Vida te trae las nuevas manifestaciones de la Vida de mi Divina Voluntad, porque siendo tu pena, pena divina, que tiene la virtud de hacerte sentir la muerte, pero sin morir, tiene virtud de hacer surgir de nuevo mi misma Vida, con el encanto de mis verdades. El dolor de mi privación prepara el lugar a mi nueva Vida y dispone a tu alma a escuchar y comprender las importantes verdades sobre mi Fiat Divino. Si Yo no te privase frecuentemente de Mí, no habrías tenido las nuevas sorpresas de tu Jesús, sus tantas enseñanzas. ¿No has visto tú misma, que después que has estado privada de Mí y tú creías que todo había terminado para ti, mi Vida resurgía de nuevo en ti, y todo amor y festivo me ponía a darte mis lecciones? Así que cuando te privo de Mí, Yo me estoy escondido en ti y preparo el trabajo para darte, y mi nueva Vida para resurgir. También Yo sufrí la pena de la muerte, para hacer resurgir en la pena de mi muerte a todas las criaturas; la muerte sufrida en orden divino y para cumplir la Divina Voluntad produce la Vida Divina, para hacer que esta Vida Divina la pudiesen recibir todas las criaturas. Y además, después de que Yo sufrí tantas muertes, quise morir verdaderamente, ¿cuántos bienes no produjo mi Resurrección? Se puede decir que con mi Resurrección resurgieron todos los bienes de mi Redención, y con ella resurgieron todos los bienes a las criaturas y su misma vida. Por eso sé atenta y déjame hacer”.


+ + + +

25-14
Diciembre 14, 1928

Árbol de la Divina Voluntad. Acto único de Dios. Quien vive en Ella forma el eco en todas las cosas creadas.

(1) Estaba pensando en la publicación de los escritos de la Divina Voluntad, y me sentía fastidiada por las tantas preguntas que hacen, y decía entre mí: “Sólo Jesús sabe mi martirio y cómo me siento torturada cuando se hablaba de personas competentes que querían publicarlos, tanto, que nadie podía llegar a calmar mi interno martirio y a hacerme decir Fiat, sólo Jesús con su encantadora persuasión y con infundirme temor por el gran mal que yo pudiese hacer si saliera mínimamente de la Divina Voluntad, podía inducirme a decir Fiat, y ahora al verla ir tan lento recuerdo mis luchas internas, mi duro martirio por esta publicación, ¿en qué aprovechan las tantas penas sufridas, quién sabe quién verá esta publicación? Tal vez Jesús me contentará con hacérmela ver desde el Cielo”. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, me he puesto a rezar, y ante mi mente veía un árbol cargado de frutos que vertían luz, y a mi dulce Jesús crucificado en medio de este árbol, y era tanta la luz de estos frutos que Jesús quedaba eclipsado en ella. Entonces yo he quedado maravillada y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, este árbol que tú ves es el árbol de mi Divina Voluntad, y como Ella es Sol, sus frutos se cambian en luz que forman otros tantos soles; el centro de su vida soy Yo y por eso estoy en medio de Él. Ahora, estos frutos que tú ves son todas mis verdades que he manifestado sobre mi Fiat Divino, y están todas en acto de parir su luz en el seno de las generaciones, y quien debería ocuparse y tener prisa y no lo hace, impide que los frutos de este árbol formen sus partos de luz y el gran bien de esta luz. Así que tú debes consolarte de tus torturas y martirios, porque entre tú y Yo estamos en orden, ni Yo habría tolerado ninguna sombra de oposición a mi Voluntad en ti, habría sido mi más grande dolor, ni habría podido decir: ‘La pequeña hija de mi Querer me ha hecho don de su querer y Yo le he hecho don del mío’. Mientras que este intercambio de voluntades es una de las más grandes alegrías mías y tuyas, y si culpa hay, es de quien descuida. Por eso no te quieras afligir ni fastidiarte por las preguntas que hacen, Yo estaré en ti para suministrarte la luz y las palabras que se necesitan, tú debes saber que esto es más interés mío que tuyo”.
(3) Después seguía pensando en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, en Nosotros, en nuestra Divinidad, basta un solo acto para hacer todo, aquel acto es voluntad, pensamiento, palabra, obra y paso. Así que un solo acto nuestro es voz que habla, es mano que obra, es pie que camina, y que envolviendo todo, si la criatura piensa, obra, habla y camina, es la virtud de nuestro acto único que haciendo eco en cada acto de criatura comunica el bien del pensamiento, de la palabra y de todo lo demás, por eso se puede decir que somos el portador de todas las criaturas y de todos sus actos. ¡Oh, cómo nos sentimos ofendidos cuando nuestro porta voz, pensamiento, obra y paso, no sólo no es hecho para Nosotros sino para ofendernos, las criaturas se sirven de nuestros mismos actos para formar las armas para herirnos! ¡Ingratitud humana, cómo eres grande!
(5) Ahora, quien hace y vive en nuestro Querer Divino se une a nuestro acto único, y formando un solo acto de voluntad con Nosotros, corre junto con nuestro acto, y junto con Nosotros se hace pensamiento, voz, obra y paso de todos, y ¡oh! cómo gozamos que nuestra virtud invistiendo a la pequeñez humana la hace junto con Nosotros portadora de todos los actos de las criaturas, y ella se sirve de todos nuestros actos para formar armas, no para herirnos sino para defendernos, para amarnos y para glorificarnos; así que la llamamos nuestra guerrera que defiende nuestros derechos”.
(6) Después de esto estaba siguiendo al Fiat Divino en la Creación, sentía que todo quería hacer mío, el sol para darle la gloria de la luz y del calor, el mar para darle la gloria de aquel murmullo que jamás cesa, todo quería en mi poder para poder decir: “Todo me

has dado y todo te doy”. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(7) “Hija mía, cómo es bello el vivir en mi Querer, tu eco llega a todas partes, donde se encuentra mi Voluntad Divina que está por doquier, allá llega el tuyo, así que tu eco resuena en el sol, en el mar, en el viento, en el aire, y penetrando hasta en el Cielo lleva a tu Creador su misma gloria, amor y adoración; y mi Voluntad Divina no se siente sola en todas las cosas creadas, tiene la compañía del eco de quien vive en mi Querer Divino, y se siente dar todo el amor, la gloria que ha esparcido en toda la Creación”.

+ + + +

25-15
Diciembre 16, 1928

Se habla de los nueve excesos de Jesús en la Encarnación.
Contentos de Jesús, su palabra es creación. Jesús ve repetir sus escenas. Preludios de su reino.

(1) Estaba haciendo la meditación, y como hoy comenzaba la novena al Niño Jesús, estaba pensando en los nueve excesos que Jesús con tanta ternura me había narrado de su Encarnación, los cuales están escritos en el primer volumen, y sentía una gran repugnancia de recordarlo al confesor, porque él me había dicho al leerlos, que quería leerlos en público en nuestra capilla. Mientras esto pensaba, mi Niñito Jesús se hacía ver en mis brazos, pequeño, pequeño, que acariciándome con sus pequeñas manitas me ha dicho:
(2) “¡Cómo es bella mi pequeña hija, cómo es bella! ¡Cómo debo agradecerte el que me hayas escuchado!”
(3) Y yo: “Amor mío, ¿qué dices? Yo debo agradecerte a Ti el que me hayas hablado, y que con tanto amor haciéndome de maestro me hayas dado tantas lecciones que yo no merecía”.
(4) Y Jesús: “Ah hija mía, a cuántos quiero hablar y no me escuchan, me reducen al silencio y sofocan mis llamas, así que debemos agradecernos mutuamente, tú a Mí y Yo a ti. Y además, ¿por qué quieres oponerte a la lectura de los nueve excesos? Ah, tú no sabes cuánta vida, cuánto amor y gracia contienen, tú debes saber que mi palabra es creación, y que al narrarte los nueve excesos de mi Amor en la Encarnación, Yo no sólo renovaba mi amor que tuve al encarnarme, sino que creaba nuevo amor para investir a las criaturas y vencerlas para darse a Mí. Estos nueve excesos de mi amor que te he manifestado con tanto amor de ternura y simplicidad, formaban el preludio a las tantas lecciones que debía darte acerca de mi Fiat Divino para formar su reino, y ahora con leerlos, mi amor viene renovado y duplicado, ¿no quieres tú entonces que mi amor duplicándose desborde fuera e invista otros corazones, a fin de que como preludio se dispongan a las lecciones de mi Voluntad para hacerla conocer y reinar?”
(5) Y yo: “Mi amado Niño, creo que muchos han hablado acerca de tu Encarnación”.
(6) Y Jesús: “Sí, sí han hablado, pero han sido palabras tomadas de la ribera del mar de mi amor, así que son palabras que no poseen ni ternura, ni plenitud de vida. En cambio aquellas pocas palabras que te he dicho, te las he dicho desde dentro de la vida de la fuente de mi amor, y contienen vida, fuerza irresistible y ternuras tales, que sólo los muertos no sentirán moverse a piedad de Mí, pequeño, pequeño, que tantas penas sufrí desde el seno de la Mamá Celestial”.
(7) Después de esto el confesor leía en la capilla el primer exceso de amor de Jesús en la Encarnación, y mi dulce Jesús desde dentro de mi interior ponía atención para escuchar, y atrayéndome a Sí me ha dicho:

(8) “Hija mía, cómo me siento feliz al escucharlos, pero mi felicidad se acrecienta al tenerte en esta casa de mi Voluntad, porque los dos somos oyentes, Yo de lo que te he dicho, y tú de lo que de Mí has escuchado, mi amor se inflama, bulle y desborda, ¡escucha, escucha cómo es bello! La palabra contiene el aliento, y conforme se habla, la palabra lleva el aliento, que como aire gira de boca en boca y comunica la fuerza de mi palabra creadora y hace descender en los corazones la nueva creación que mi palabra contiene. Escucha hija mía, en la Redención tuve el cortejo de mis apóstoles, y Yo en medio a ellos era todo amor para instruirlos, no escatimaba fatiga para formar los cimientos de mi Iglesia. Ahora, en esta casa siento el cortejo de los primeros hijos de mi Querer, y siento repetir mis escenas amorosas al verte a ti en medio a ellos, que con todo amor quieres impartir las lecciones sobre mi Fiat Divino para formar los cimientos del reino de mi Divina Voluntad. Si tú supieras cómo me siento feliz al oírte hablar de mi Querer Divino, espero con ansia que tomes la palabra para escucharte, para sentir la felicidad que me trae mi Divina Voluntad”.

+ + + +

25-16
Diciembre 21, 1928

Mar de amor en los excesos de Jesús. Ejemplo del mar. El Querer Divino, rayo de sol que lleva la Vida del Cielo.
La Divina Voluntad obrante. Felicidad de Jesús.

(1) Continúa la novena de la Santa Navidad y continuando a oír los nueve excesos de la Encarnación, mi amado Jesús me ha atraído a Sí, y me hacía ver que cada exceso de su amor era un mar sin confines, y en este mar se levantaban olas altísimas en las cuales se veían correr todas las almas devoradas por estas llamas, cómo los peces se deslizan en las aguas del mar, y así como las aguas del mar forman la vida de los peces, la guía, la defensa, el alimento, el lecho, el palacio de estos peces, tanto que si salen del mar pueden decir: Nuestra vida ha terminado porque hemos salido de nuestra heredad, de la patria que nos dio nuestro Creador. Así estas olas altísimas de llamas que salían de estos mares de fuego, con el devorar a estas criaturas querían ser la vida, la guía, la defensa, el alimento, el lecho, el palacio, la patria de las criaturas, y si salen de este mar de amor encuentran la muerte de un solo golpe, y el pequeño niño Jesús llora, gime, ruega, grita y suspira porque no quiere que ninguno salga de estas sus llamas devoradoras, porque no quiere ver morir a ninguno. ¡Oh, si el mar tuviera razón, más que una tierna madre lloraría por sus peces que le arrancan del mar, porque se siente arrancar una vida que posee y conserva con tanto amor, y con sus olas se arrojaría contra quien osara arrancarle las tantas vidas que posee, que forman su riqueza, su gloria.
(2) “Y si no llora el mar, lloro Yo”, dice Jesús, “al ver que mientras mi amor ha devorado a todas las criaturas, ellas, ingratas, no quieren hacer vida en mi mar de amor, sino que separándose por la fuerza de mis llamas se exilian de mi Patria y pierden el palacio, la guía, la defensa, el alimento, el lecho y aun la vida, ¿cómo no debo llorar? Han salido y han sido creadas por Mí, y devoradas por mis llamas de amor que tuve al encarnarme por amor de todas las criaturas. Conforme oigo narrar los nueve excesos, el mar de mi amor se hincha, bulle, y formando olas altísimas forma tanto ruido que quisiera ensordecer a todos, a fin de que nada más pudiesen oír que mis gemidos de amor, mis gritos de dolor, mis sollozos repetidos que dicen: “No me hagas llorar más, démonos el beso de paz, amémonos y seremos todos felices, el Creador y la criatura”.
(3) Jesús ha hecho silencio y en ese momento veía el Cielo abierto y un rayo de Sol descender de lo alto, que fijándose sobre mí iluminaba a cuantos estaban a mi alrededor. Y mi siempre amable Jesús ha vuelto a decir:

(4) “Hija de mi Querer, este rayo de Sol que se ha fijado sobre de ti es mi Divina Voluntad que te lleva la Vida del Cielo a tu alma. Cómo es bello este rayo de Sol que no sólo te ilumina a ti y te lleva su Vida, sino que cualquiera que se te acerca y se queda a tu alrededor siente la Vida de la luz, porque ella como sol se ensancha alrededor y da a aquellos que te circundan el ardiente beso de luz, su respiro, su vida, y Yo me siento feliz dentro de ti, al ver que mi Divina Voluntad se difunde y comienza a recorrer su camino. Mira, los mares de amor que tú has visto no son otra cosa que mi Voluntad obrante, cuando mi Voluntad quiere obrar, los mares de mi amor se hinchan, bullen, forman sus olas altísimas que lloran, gimen, gritan, ruegan, ensordecen; en cambio cuando mi Fiat no quiere obrar, el mar de mi Amor está calmado, sólo murmura tranquilamente, es continuo su curso de alegría y de felicidad inseparable de Él. Por eso tú no puedes comprender la alegría que experimento, la felicidad que siento y el interés que tomo de iluminar, de poner mi misma palabra, mi mismo corazón en quien se ocupa en hacer conocer mi Divina Voluntad, es tanto mi interés, que lo arrollo en Mí, y desbordando Yo fuera de él, tomo Yo la palabra y hablo Yo mismo de mi Voluntad obrante en mi Amor. ¿Crees tú que sea tu confesor quien habla en estas tardes que está hablando al publico sobre los nueve excesos de mi Amor? Soy Yo que tomo su corazón entre mis manos y lo hago hablar”.
(5) Pero mientras esto decía se daba la bendición, y Jesús ha agregado:
(6) “Hija, te bendigo, todo es felicidad para Mí cuando se trata de hacer un acto mío sobre quien posee mi Divina Voluntad, porque si te bendigo, mi bendición encuentra el lugar donde poner los bienes y los efectos que contiene mi bendición; si te amo, mi amor encuentra en mi Fiat en ti el lugar donde ponerse y desarrollar su Vida de amor, por eso cada cosa que hago sobre ti, en ti y contigo, es una felicidad que siento, porque sé que mi Divina Voluntad tiene lugar para todo lo que te quiero dar y virtud de multiplicar los bienes que te doy, porque Ella es nuestra representante y se ocupa de formar tantas Vidas por cuantos actos hacemos con la criatura donde Ella reina”.
(7) Después de esto estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, y volvía a recorrer los primeros tiempos de la Creación, para unirme a los actos hechos por nuestro padre Adán en el estado de inocencia, para unirme con él y seguir donde él dejó. Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(8) “Hija mía, al crear al hombre di un universo visible donde debía moverse, ver las obras de su Creador hechas con tanto orden y armonía, hechas por amor suyo, y en este vacío hacer también sus obras. Y así como le di un vacío visible, así le di un vacío invisible, más bello aún para su alma, donde el hombre debía formar sus obras santas, su sol, su cielo, sus estrellas, y haciendo eco a su Creador debía llenar este vacío con todas sus obras. Pero en cuanto el hombre descendió de mi Divina Voluntad para vivir en la suya, perdió el eco de su Creador, y el modelo para poder copiar nuestras obras. Así que se puede decir que no hay otra cosa en este vacío que los primeros pasos del hombre, todo el resto está vacío, no obstante debe ser llenado, y por eso espero con tanto amor a quien vive y debe vivir en mi Querer, porque sintiendo la potencia de nuestro eco, y teniendo presentes nuestros modelos, se apresurarán a llenar este vacío invisible que con tanto amor di en la Creación. ¿Pero sabes tú cuál es este vacío? Nuestra Voluntad. Así como di un cielo, un sol a la naturaleza, así di el Cielo, el Sol de mi Fiat al alma. Y cuando te veo poner tus pasos junto a los pasos de Adán inocente digo: ‘He aquí que finalmente el vacío de mi Divina Voluntad comienza a recibir las primeras conquistas y las primeras obras de la criatura”. Por eso sé atenta y sigue siempre tu vuelo en mi Querer Divino”…

+ + + +

25-17
Diciembre 25, 1928

La fiesta que prepara la pequeña hija al niño Jesús, cómo lo vuelve feliz. Adán, primer sol. Ejemplo del artífice.


(1) Estaba pensando en el nacimiento del niño Jesús y le pedía que viniera a nacer en mi pobre alma. Y para cantarle himnos de alabanza y hacerle cortejo en el acto de su nacimiento, me fundía en el Santo Querer Divino, y girando en todas las cosas creadas, quería animar el cielo, el sol, las estrellas, el mar, la tierra, y todo, con mi “te amo”, quería poner a todas las cosas creadas como expectantes en el momento de nacer Jesús, a fin de que todas le dijeran “te amo, y queremos el reino de tu Querer sobre la tierra”. Ahora, mientras esto hacía, me parecía que todas las cosas creadas se ponían atentas en el acto de nacer Jesús, y en cuanto el amado niño salía del seno de su Mamá Celestial, el cielo, el sol y hasta el pequeño pajarito, todos como en coro decían: “Te amo y queremos el reino de tu Voluntad sobre la tierra”. Mi te amo en el Querer Divino corría en todas las cosas en las que la Divina Voluntad tenía su vida, y por eso todas alababan el nacimiento de su Creador, y yo veía al niño recién nacido, que arrojándose en mis brazos todo tembloroso me ha dicho:
(2) “Qué bella fiesta me ha preparado la pequeña hija de mi Querer, cómo es bello el coro de todas las cosas creadas que me dicen te amo y quieren que reine mi Voluntad; quien vive en Ella todo puede darme y puede usar todas las estratagemas para volverme feliz y hacerme sonreír aun en medio de las lágrimas, por eso Yo estaba esperándote para tener una sorpresa tuya de amor en virtud de mi Querer Divino. Tú debes saber que mi Vida sobre la tierra no fue otra cosa que sufrir, obrar y preparar todo lo que debía servir para el reino de mi Divina Voluntad, que debe ser reino de felicidad y de posesión, por eso mis trabajos entonces tendrán sus plenos frutos y se cambiarán para Mí y para las criaturas en dulzuras, en alegrías y en posesión”.
(3) Mientras esto decía ha desaparecido, pero después de poco tiempo ha regresado dentro de una cunita de oro, vestido con una pequeña vestidura de luz, y ha agregado:
(4) “Hija mía, hoy es mi nacimiento y he venido para hacerte feliz con mi presencia, me sería demasiado duro no hacer feliz en este día a quien vive en mi Divina Voluntad, no darle mi primer beso y decirte te amo como correspondencia del tuyo, y estrechándote fuertemente a mi pequeño corazón, hacerte sentir mis latidos que hacen salir fuego que quisiera quemar todo lo que no pertenece a mi Voluntad, y tu latido haciendo eco en el mío me repite tu querido estribillo: ‘Tu Voluntad reine como en el Cielo así en la tierra’. Repítelo siempre si me quieres hacer feliz y tranquilizar mi llanto infantil. Mira, tu amor me ha preparado la cuna de oro, y los actos en mi Divina Voluntad me han preparado la vestidura de luz, ¿no estás contenta?”
(5) Después de esto continuaba mis actos en el Fiat Divino, me ponía en el Edén, en los primeros actos de la creación del hombre, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, Adán, primer sol humano, investido por nuestro Querer, sus actos eran más que rayos de sol, que alargándose y extendiéndose debían investir a toda la familia humana, en los cuales se debían ver a todos en uno, como palpitantes en estos rayos, concentrados todos en el centro de este primer sol humano, los cuales, todos debían tener virtud de formar su sol sin salir del vinculo del primer sol, porque teniendo principio la vida de cada uno de este sol, cada uno podía ser sol por sí mismo. Cómo fue bella la creación del hombre, ¡oh!, cómo superó al universo entero, el vinculo, la unión de uno en tantos era el más grande prodigio de nuestra Omnipotencia, que nuestra Voluntad, una en sí debía mantener la inseparabilidad de todos, la vida comunicativa y que une de todos. Símbolo e imagen de nuestra Divinidad, que somos inseparables, y que si bien somos Tres Divinas Personas, somos siempre uno, porque una es la Voluntad, una es la santidad, una es nuestra potencia; por eso siempre es visto el hombre, por Nosotros, como si fuera uno solo, a pesar de que debía tener su generación grandísima, pero siempre concentrada en uno, era el Amor increado que venía creado por Nosotros en el hombre y por eso debía dar de Nosotros y semejarse a Nosotros, y nuestra Voluntad única, obrante en Nosotros, debía obrar única en el hombre para formar la unidad de todos y el vinculo inseparable de cada uno. Por eso el hombre con sustraerse de nuestro Fiat Divino se deformó y desordenó, y

no sintió más la fuerza de la unidad e inseparabilidad, ni con su Creador ni con todas las generaciones, se sintió como un cuerpo dividido y despedazado en sus miembros, el cual no posee más toda la fuerza de su cuerpo entero. He aquí por qué mi Divina Voluntad quiere entrar de nuevo como acto primero en la criatura, para reunir los miembros separados y darles la unidad y la inseparabilidad como cuando salió de nuestras manos creadoras. Nosotros nos encontramos en la condición de un artífice que ha hecho su bella estatua que hace quedar admirados al Cielo y a la tierra; el escultor ama tanto esta estatua, que ha puesto su vida dentro de ella, así que cada acto o movimiento que ella hace, el escultor siente en sí la vida, el acto, el movimiento de su bella estatua. El escultor la ama con amor de delirio, no sabe separar su mirada de ella, pero en tanto amor la estatua recibe un encuentro, choca y queda despedazada en los miembros y en la parte vital que la tenía vinculada y unida con el escultor. ¿Cuál no será su dolor, y qué no hará aquél para rehacer a su bella estatua? Mucho más que él la ama aún, y al amor delirante se ha agregado el amor doloroso. Tal se encuentra la Divinidad con respecto al hombre, es nuestro delirio de amor y de dolor porque queremos rehacer la bella estatua del hombre, y como el choque sucedió en la parte vital de nuestra Voluntad, que él poseía, restablecida Ella en él, la bella estatua será rehecha y nuestro amor quedará satisfecho. Por eso no quiero otra cosa de ti, sino que mi Divina Voluntad tenga su vida”.
(7) Después ha agregado con un acento más tierno: “Hija mía, en las cosas creadas la Divinidad no creaba el amor, sino las sombras de su luz, de su potencia, de su belleza, etc., así que se puede decir que al crear el cielo, las estrellas, el sol, el viento, el mar, la tierra, eran nuestras obras que poníamos fuera y las flores de nuestras bellas cualidades. Sólo para el hombre este prodigio grandísimo de crear la vida, y la vida de nuestro mismo amor, y por eso está dicho que fue creado a nuestra imagen y semejanza. Por eso lo amamos tanto, porque es vida y obra que ha salido de Nosotros, y la vida cuesta más que todo”.

+ + + +

25-18
Diciembre 29, 1928

Cielos y soles mudos, cielos y soles hablantes. Cómo continúa la creación. Cómo el Cielo no será más extraño a la tierra.

(1) Estaba siguiendo al Fiat Divino en la Creación para hacer compañía a sus actos, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cómo es bella la Creación, qué orden, qué armonía contiene, pero a pesar de su belleza, los cielos, las estrellas, el sol, todos son mudos, no tienen virtud de decir ni siquiera una palabra. En cambio los cielos, las estrellas, el sol, el viento imperante de mi Divina Voluntad, son todos hablantes y tienen una elocuencia tal, que nadie puede igualar; el ángel, el santo, el docto, delante a los cielos de mi Voluntad hablante quedan mudos y se sienten ignorantes. Pero, ¿por qué estos cielos y soles son hablantes? Porque contienen la vida. ¿Pero sabes tú cuáles son estos cielos y soles hablantes? Son los conocimientos que te he manifestado sobre mi Divina Voluntad. Ella no sólo es vida, sino que es la fuente, el origen y la vida de todas las vidas, por eso los cielos de sus conocimientos no podían ser mudos. Así que cada conocimiento sobre mi Fiat Divino es un cielo, un sol, es un viento distinto el uno del otro, que teniendo la virtud hablante y poseyendo la Vida Divina, tienen virtud de producir nuevos cielos y soles más bellos, y vientos más impetuosos, para investir los corazones y con su dulce gemido, imperante, conquistarlos. Mira entonces hija mía cómo mi amor ha superado el amor que tuvimos en la Creación, al manifestarte tantos conocimientos sobre mi Divina Voluntad, porque en la Creación un solo cielo, un sol, etc., bastó a nuestro amor; porque queríamos desahogar todo el ahogo de nuestro amor sobre el hombre hablante, y en él queríamos crear los

cielos, los soles hablantes en el fondo de su alma, pero con sustraerse de nuestro Querer Divino puso un límite a nuestro amor, y los cielos hablantes no tuvieron más vida en él, pero nuestro amor no dijo basta, a lo más hizo una pausa y esperó, pero no pudiendo contenerse más retomó su creación de los cielos y soles hablantes en la pequeña hija de mi Querer Divino. Míralos en el fondo de tu alma, todos mis conocimientos sobre mi Fiat, todos en orden y armonía y, quién es cielo y habla, y forma otro cielo; quién es sol y habla, y mientras se hace luz y calienta forma otro sol; quién es mar y forma sus olas hablantes, y mientras habla forma otro mar para investir con sus olas hablantes a todo el mundo, y con su palabra creadora imponerse para hacerse escuchar, para llevar a todos el nuevo mar de paz y de alegría de mi Voluntad; quién es viento, y ahora con su imperio habla para derribar por tierra a los corazones más duros, y ahora habla con sus caricias para no infundir temores, ahora habla con gemidos amorosos para hacerse amar, y mientras habla forma otros vientos y su palabra corre para hacer conocer la Vida, la Potencia de mi Divino Querer; en suma, todos mis conocimientos sobre Él son una nueva creación más bella, más variada que la misma Creación, y mucho más bella porque es hablante, y su palabra es la Vida de mi Divina Voluntad que lleva a la criatura. Por eso me siento feliz en tu alma, porque estoy en medio de mis cielos, estrellas y soles hablantes, pero mi felicidad se duplica cuando haces el sacrificio de escribir, porque veo que estos cielos hablantes saldrán fuera, y su palabra formará nuevos cielos que llevarán la Vida de mi Fiat Divino en medio a las criaturas. Entonces el Cielo no será más extraño a la tierra, porque estos soles hablantes formarán la nueva familia celestial sobre la tierra, y su palabra pondrá en comunicación al Creador y a la criatura, los vientos de estos conocimientos pondrán en común las alegrías secretas de la Santísima Trinidad, y volviéndose propietaria de la Santidad y Felicidad divinas, todos los males desaparecerán, y Yo tendré la alegría de ver a la criatura feliz, como salió de nuestras manos creadoras”.

+ + + +

25-19
Enero 1, 1929

Páginas de su vida que formarán una época. Regalo de año nuevo que quiere Jesús. Circuncisión. Decisión por parte de Dios, y espera la decisión por parte de las criaturas.

(1) Estaba pensando qué cosa podía ofrecer al niño Jesús como regalo de año nuevo, y pensaba que quizá sería bueno darle de nuevo mi voluntad como un pequeño escabel para sus piecitos, o bien como entretenimiento en sus pequeñas manitas. Pero mientras esto pensaba, mi pequeño Jesús se hacía ver en mi interior diciéndome:
(2) “Hija mía, tu voluntad ya es mía, tú ya no eres dueña de ella habiéndomela dado tantas veces, y Yo la tengo ahora como escabel, ahora como entretenimiento en mis manitas, y ahora la encierro en mi corazón como la más bella conquista y como alegría secreta que me alivia mis tantas penas. ¿Quieres saber qué quisiera como regalo en este día? Todos tus actos que has hecho en este año en mi Divina Voluntad, estos actos serán tantos soles que me pondrás a mi alrededor, y Yo, ¡oh! cómo estaré contento al ver que la pequeña hija de mi Querer Divino me ha dado por regalo los tantos soles de sus actos, y Yo por correspondencia te daré la gracia de duplicar estos soles de tus actos hechos en mi Querer, para darte la oportunidad de poderme ofrecer un regalo más bello y más rico”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, cada manifestación que te he hecho sobre mi Divina Volunta, es como una página de tu vida, y si tú supieras cuántos bienes encierran estas páginas, cada una de ellas es una corriente entre el Cielo y la tierra, es un sol de más que resplandecerá sobre la cabeza de todos, estas páginas serán portavoces de la patria celestial, son pasos que hace mi Querer Divino para acercarse a las criaturas, por eso estas mis manifestaciones sobre mi Querer, como páginas de vida, formarán una época

para las futuras generaciones, en las cuales leerán el reino de mi Fiat, los tantos pasos que ha hecho para venir en medio de ellas, y los nuevos derechos que les cedía para hacerlos reentrar en su reino. Mis manifestaciones son decretos, y sólo me muevo a manifestar un conocimiento cuando quiero dar aquel bien que manifiesto. Por eso todo lo que te he dicho acerca de mi Divina Voluntad, son capitales divinos que he puesto fuera, así que serán las páginas más bellas de tu vida, que encerrarán la larga historia de mi Voluntad, y entrelazando la historia del mundo, formarán la época más bella de todos los siglos”.
(4) Después de esto estaba pensando en el dolor acerbo que sufrió el niñito Jesús en la circuncisión, apenas ocho días de nacido y se somete a un corte tan doloroso, y Jesús moviéndose en mi interior ha agregado:
(5) “Hija mía, en la primera época de su vida, Adán, pecando, hizo una herida a su alma, por donde salió mi Divina Voluntad y por donde entraron las tinieblas, las miserias, las debilidades, que formaron la polilla a todos los bienes del hombre. Así que si bienes tiene sin mi Divina Voluntad, si acaso los tiene, son bienes apolillados, podridos, sin sustancia, por tanto sin fuerza y sin valor. Y Yo que lo amo tanto, en los primeros días de mi vida acá abajo quise someterme a la circuncisión, sufriendo un corte durísimo, que me arrancó mis lágrimas infantiles, y en esta herida Yo abría las puertas a la voluntad humana, para hacerlas reentrar de nuevo en la mía, a fin de que esta mi herida sanase la herida de la voluntad humana y encerrara de nuevo mi Fiat Divino en ella, el cual le habría quitado la polilla, las miserias, las debilidades, las tinieblas, y en virtud de mi Fiat Omnipotente todos sus bienes quedarían rehechos y restablecidos. Hija, desde que fui concebido y desde los primeros días de mi nacimiento, Yo me ocupaba del reino de mi Divina Voluntad, y en cómo ponerlo a salvo en medio a las criaturas; mis suspiros, mis lágrimas, mis sollozos repetidos, mis penas, todo era dirigido a restablecer el reino de mi Fiat sobre la tierra, porque sabía que por cuantos bienes le hubiera dado, el hombre no habría sido jamás feliz, ni poseído plenitud de bienes y de santidad, ni con la divisa de su creación que lo constituye rey y dominador, sino que es siempre el hombre siervo, débil, miserable. En cambio con mi Voluntad y con hacerla reinar en medio a ellos, le habría dado de un solo golpe de fortuna todos los bienes, su morada real y su dominio perdido. Han pasado cerca de veinte siglos y no he cesado, mis suspiros duran aún, y si tantos conocimientos de mi Divina Voluntad te he manifestado, no son otra cosa que mis lágrimas hablantes y los caracteres imborrables de mis penas y suspiros, que formando palabras se manifiestan a ti, para hacerte poner sobre el papel, con los modos más tiernos y convincentes lo que respecta a mi Querer Divino y cómo quiere reinar como en el Cielo así en la tierra. Así que nuestra parte Divina ha decidido con decretos incancelables e imborrables, que nuestra Divina Voluntad venga a reinar sobre la tierra, y no hay quien nos aparte, y como señal de esto hemos enviado del Cielo el ejército de sus conocimientos, si esto no fuera, no valdría la pena poner en riesgo los tantos valores de una Voluntad Divina, y así como por tantos siglos han estado escondidos al hombre, así podrían continuar. Ahora esperamos la parte de las criaturas, que tardan aún en decidirse, especialmente aquellos que difieren el ocuparse en hacer conocer los secretos de mi Querer Divino y el gran bien de sus conocimientos. Voluntad humana, cómo me eres ingrata, espero tu decisión para darnos el beso y darte el reino que te he preparado, ¿y tú difieres aún? Hija mía, ruega y por parte tuya no pongas ningún obstáculo a un bien tan grande, que será el desahogo más grande de nuestro Amor”.

+ + + +

25-20
Enero 6, 1929


Multitud de gente que no ha llegado a debida estatura porque está fuera de la heredad del Fiat Divino. Donde está el Fiat Divino está la fuerza comunicativa de los bienes divinos.

(1) Continúo mi habitual abandono en el Fiat Divino, y mientras seguía sus actos veía una multitud de gente, todos de baja estatura, mal nutridos, enfermizos, raquíticos y algunos llagados; en esta multitud no había ni frescura infantil, ni belleza de edad juvenil, ni dignidad de hombre maduro, parecía una revoltijo de gente sin régimen, sin alimentos suficientes, hambrientos, y que si comían no se saciaban jamás, ¡cuánta compasión despertaba esta gran muchedumbre, que parecía que fuese todo el mundo! Yo no sabía quiénes eran, ni el significado de su naturaleza por la que ninguno había alcanzado su debida estatura, y mi amado Jesús suspirando ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué infeliz muchedumbre, no son otra cosa que la gran turba que se salió de la heredad paterna dada a ellos por su Celestial Padre, pobres hijos sin herencia paterna, no tienen tierras donde estar al seguro, no tienen alimentos suficientes para nutrirse y están obligados a vivir de robos, rapiña, y de alimentos sin sustancia, y por eso les resulta muy difícil el crecer a debida estatura, porque sus miembros no tienen fuerza suficiente para desarrollarse, y por eso están raquíticos, enfermos, hambrientos, sin saciarse jamás, todo lo que toman no se adapta a su crecimiento porque no son alimentos adecuados y establecidos para ellos, ni de su herencia. Hija mía, la herencia dada por mi Celestial Padre a esta muchedumbre era mi Divina Voluntad, en Ella debían encontrar alimento para crecer a debida estatura, aire balsámico para volverlos sanos y fuertes, el cual debía pintar sobre sus rostros la frescura infantil, la belleza juvenil y la dignidad y gracia del hombre maduro, no había bien que esta herencia no poseyera, del cual el hombre debía ser el dueño, y tener a su disposición todos los bienes que quisiera, en el alma y en el cuerpo. Por eso, en cuanto el hombre salió de la heredad de mi Divina Voluntad, no encontró más las cosas a su disposición, no fue más dueño, sino siervo y está obligado a vivir con penurias, ¿cómo puede crecer a debida estatura? He aquí el por qué espero con tanto amor la muchedumbre de quienes deben vivir en nuestra heredad del Fiat Divino. Nuestra Voluntad nos formará la bella muchedumbre de justa estatura, bella y fresca, que será nutrida con alimentos sustanciosos que los volverán fuertes y desarrollados y formarán toda la gloria de nuestra obra creadora. Nuestro dolor es grande al mirar a esta turba infeliz y deformada, y en nuestro dolor repetimos: ‘¡Ah!, nuestra obra no salió de nuestras manos creadoras enferma, sin belleza y sin frescura, sino que era un amor el sólo mirarla, nos extasiaba, tan bella era’. Pero mientras decimos esto, nuestro amor se inflama, quiere salir fuera, y quiere poner en camino a nuestro Querer Divino para hacerlo reinar en medio a las criaturas, para restablecer bella y graciosa nuestra obra, como salió de nuestras manos creadoras”.
(3) Después seguía pensando en el Fiat Supremo, y ¡oh! cuántas cosas comprendía de Él, me parecía verlo todo majestad, todo luz, haciendo salir felicidad, fortaleza, santidad, amor, y estos desahogos formaban mares interminables que querían verterse sobre las criaturas, pero, ¡ay de mí! éstas no pensaban en recibirlos, y estos mares quedaban suspendidos sobre su cabeza. Pero mientras mi mente estaba inmersa en el Fiat Divino, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, donde está mi Querer Divino está la fuerza comunicativa de todos los bienes divinos, y como olas impetuosas corren sobre la criatura que lo posee, nuestros desahogos de felicidad, de luz, de fuerza, etc., y tiene virtud de cambiar naturaleza a las cosas más duras, más dolorosas, más amargas, donde está mi Fiat Divino las cosas más duras se hacen blandísimas, los dolores se cambian en alegrías, las amarguras en dulzuras, la tierra se hace Cielo, los sacrificios conquistas. Tu ejemplo es más que suficiente para convencerte de lo que te digo, mira, si no estuviese en ti mi Querer, inmovilizada como estás, por tan largos años dentro de una cama, sin ver y gozar ni sol, ni

aire, ni placeres de tierra, es más, puedes decir que no los conoces, habrías sido la criatura más infeliz, ¡oh! cómo te habría sido duro y amargo tu estado. En cambio mi Fiat Divino, poseyendo la fuente de la felicidad, desbordándose sobre de ti y corriendo hasta en la médula de tus huesos, te comunica su felicidad, y con su fuerza te adormece todos los males y te vuelve feliz, y ¿si tú supieras cómo estoy contento al verte feliz? Pero sobre todo verte feliz no en un estado de placer, de diversión, sino confinada dentro de una cama, esto me extasía, me hace llegar a un delirio de amor, me atrae mucho a ti, y en mi delirio de amor te digo: ‘¡Oh! prodigio de mi Fiat Divino, que vuelve feliz a mi hija en un estado en que el mundo habría gritado infelicidad, desventura, y tal vez que jamás se ha visto y menos entendido. En cambio con mi Querer Divino es la más feliz de las criaturas, la más pacífica, la dominadora de sí misma, porque dentro de ella corre la vena de la felicidad de mi Fiat, que sabe convertir todas las cosas en gozos y felicidad sin fin’. Hija mía, mi único contento es ver feliz a la criatura, y como lo que la vuelve infeliz es el querer humano, quitado éste, todas las infelicidades terminan, no tienen más razón de existir, pero lo que hace morir todas las infelicidades humanas es sólo mi Voluntad, delante a Ella todos los males se sienten morir, Ella es como el sol que surge en la mañana, que tiene virtud de poner en fuga las tinieblas de la noche, las tinieblas ante la luz mueren, no tienen más derecho de existir. Así es de mi Divina Voluntad”.

+ + + +

25-21
Enero 13, 1929

Los profetas. Cómo el reino de la Redención y el del Fiat se dan la mano. Necesidad de que se conozca lo que respecta al reino de la Divina Voluntad.

(1) Estaba siguiendo mi giro en los actos del Fiat Divino, y habiendo llegado al punto de acompañar a los profetas cuando el Querer Divino manifestaba a ellos el cómo y el cuándo de la venida del futuro Redentor, y ellos lo suspiraban con lágrimas, oraciones y penitencias, y yo haciendo mío todo lo que ellos hacían, siendo todo esto frutos del eterno Fiat Divino, lo ofrecía para pedir su reino sobre la tierra, pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando un bien es universal y debe y puede llevar bien a todos, es necesario que pueblos enteros, y si no en todos, en gran parte, sepan el bien que deben recibir, y con las oraciones, suspiros, deseos y obras impetren un bien tan grande, de manera que el bien que quieren quede concebido primero en las mentes, en los suspiros, en los deseos, en las obras y hasta en los corazones, y después les viene dado en realidad el bien que suspiraban. Cuando un bien que se debe recibir es universal, se requiere la fuerza del pueblo para conseguirlo, en cambio cuando es individual o local, puede bastar uno para obtener el intento. Así que antes de venir sobre la tierra y quedar concebido en el seno de la Soberana del Cielo, puedo decir que fui concebido en las mentes de los profetas, y Yo confirmaba y daba valor a esta especie de concepción en ellos, con mis manifestaciones del cuándo y del cómo debía venir sobre la tierra para redimir al género humano. Y los profetas, fieles ejecutores de mis manifestaciones, hacían de heraldos, manifestando con sus palabras a los pueblos lo que Yo había manifestado de mi venida a la tierra y concibiéndome en las palabras de ellos hacían volar de boca en boca la noticia de que el Verbo quería venir a la tierra, con esto no sólo quedaba concebido en la palabra de los profetas, sino también quedaba concebido en la palabra del pueblo, de modo que todos hablaban de ello y rogaban y suspiraban al futuro Redentor. Y cuando fue difundida en los pueblos la noticia de mi venida sobre la tierra, y un pueblo casi entero, a cuya cabeza estaban los profetas, rogaba, suspiraba con lágrimas y penitencias quedando en la voluntad de ellos como concebido, entonces hice venir a la vida a la Reina en la cual debía

concebirme en realidad, para hacer el ingreso en un pueblo que desde hacía cuarenta siglos me suspiraba y me deseaba. Qué delito no habrían cometido los profetas si hubiesen ocultado, escondido en ellos mismos mis manifestaciones sobre mi venida, habrían impedido mi concepción en las mentes, en las oraciones, palabras y obras del pueblo, condición necesaria para que Dios pudiera conceder un bien universal, como era mi venida a la tierra.
(3) Ahora hija mía, el reino de la Redención y el reino de mi Fiat Divino se dan la mano, y siendo también éste un bien universal, que queriendo, todos pueden entrar en él, es necesario que su noticia la sepan muchos y quede concebido en las mentes, en las palabras, en las obras y corazones de muchos, a fin de que se dispongan con las oraciones, con los deseos y con una vida más santa, a recibir el reino de mi Divina Voluntad en medio de ellos; si la noticia no se divulga, mis manifestaciones no hacen de heraldos, ni vuelan de boca en boca los conocimientos sobre mi Fiat Divino que formarán la concepción de Él en las mentes, oraciones, suspiros y deseos de las criaturas, mi Querer Divino no hará el ingreso triunfal de venir a reinar sobre la tierra. Cómo es necesario que los conocimientos sobre mi Fiat se conozcan, y no sólo eso, sino que se haga conocer que mi Divina Voluntad ya quiere venir a reinar como en el Cielo así en la tierra en medio a las criaturas; y a los sacerdotes, como nuevos profetas les toca el trabajo, y con la palabra, con lo escrito y con las obras, hacer de heraldos para hacer conocer lo que concierne a mi Fiat Divino. No será menor su delito que el de los profetas si éstos hubiesen escondido mi Redención. Con no ocuparse por cuanto puedan de lo que respecta a mi Divina Voluntad, ellos serán la causa de que un bien tan grande no sea conocido ni recibido por las criaturas, y sofocar el reino de mi Divina Voluntad, tener suspendido un bien tan grande que no hay otro similar a él, ¿no es acaso un delito? Por eso te recomiendo, por parte tuya, no omitir nada, y ruega por aquellos que se deben ocupar en hacer conocer tanto bien”.
(4) Después ha agregado con un acento más tierno y afligido: “Hija mía, ésta era la finalidad por la cual permitía la necesidad de la venida del sacerdote, a fin de que tú pusieras en ellos como sagrado depósito todas las verdades que te he dicho acerca de mi Fiat Divino, y ellos fuesen atentos y ejecutores fieles de lo que Yo quiero, esto es, que hagan conocer el reino de mi Divina Voluntad; puedes estar segura que no habría permitido su venida si no fuese por cumplir mis grandes designios sobre la familia humana. Y así como en el reino de la Redención dejé a mi Mamá Reina en medio de los apóstoles, a fin de que junto con Ella, ayudados y guiados por Ella pudiesen dar el principio al reino de la Redención; y porque la Soberana Celestial sabía de él más que todos los apóstoles, era la más interesada, se puede decir que lo tenía formado en su materno corazón, así que podía muy bien instruir a los apóstoles en las dudas, en el modo, en las circunstancias, era el verdadero sol en medio de ellos, bastaba una palabra suya para hacer que mis apóstoles se sintieran fuertes, iluminados y reafirmados. Así para el reino de mi Fiat Divino, habiendo puesto en ti el depósito de él, te tengo aún en el exilio a fin de que como nueva madre, pudiesen los sacerdotes tomar de ti lo que puede servir de luz, de guía, de ayuda, para dar principio a hacer conocer el reino de mi Divina Voluntad. Pero viendo el poco interés, si supieras cuánto sufro, por eso reza, reza”.

+ + + +

25-22
Enero 20, 1929

Cómo la Creación es un ejército divino.
Donde está el Divino Querer hay vida perenne.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, y siguiendo sus actos que hizo en toda la Creación, quería dar la gloria a mi Creador que cada cosa creada contenía, porque a pesar

de que cada cosa creada es gloriosa, noble, santa, de origen divino, porque es formada por el Fiat creador, pero cada cosa posee una propiedad distinta la una de la otra, de modo que cada una da su gloria a Aquél que la ha creado. Entonces, mientras mi pequeña y pobre inteligencia se perdía en la Creación, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada cosa creada tiene su oficio especial, según como Dios las ha creado, y todas me son fieles en el oficio que cada una posee, dándome gloria continua y distinta la una de la otra; la Creación es mi ejército divino, unida e inseparable mientras son distintas, y todas corren sin detenerse jamás con el único fin de glorificar a su Creador. Es como un ejército: quién la hace de general, quién de capitán, quién de oficial, y quién de pequeño soldado, todos atentos a servir al rey, cada uno en su puesto, en perfecto orden y fieles al ejercicio de cada oficio. Poseyendo cada cosa creada un acto de mi Voluntad Divina, esto le basta para mantenerse en su puesto en orden perfecto, siempre bellas y siempre nuevas y en acto de glorificar a Aquél que las creó. Donde está mi Voluntad Divina hay vida perenne, armonía y orden, firmeza inquebrantable, sin que ningún evento pueda apartarla de su puesto y todos felices en el oficio que cada uno posee. Así habría sido el hombre si la voluntad humana no me lo hubiera arrancado de mi Voluntad, un bello ejército, todo ordenado y cada uno en su oficio, feliz y en acto de glorificarme siempre, y mientras glorificaba a su Creador quedaba él glorificado. Por eso quiero que mi Fiat Divino regrese a reinar en medio a las criaturas, porque quiero mi ejército, todo ordenado, noble, santo, y con la marca de la gloria de su Creador”.

+ + + +

25-23
Febrero 3, 1929

Reconocer la Creación y Redención, es reconocer el dominio divino. Estrechas uniones que hay entre el Cielo y quien vive en la Voluntad Divina, y cómo quien vive en Ella es todo una unidad.

(1) Mi pobre y pequeña alma nada en el mar amarguísimo de la privación de mi dulce Jesús, y sintiéndome privada de Él, me siento más que nunca suspirar por la patria celestial. ¡Oh, cómo es amarga la tierra sin Jesús, junto con Él es más soportable, pero sin Él, de hecho no se puede vivir, y si no fuera porque junto al mar de su privación corre más extenso el mar del Fiat Divino, que con su luz disminuye en parte la dureza e intensidad del dolor de la privación de Jesús, quién sabe desde hace cuánto tiempo habría, por la fuerza del dolor, emprendido el vuelo a las regiones celestiales, pero ¡Fiat!, ¡Fiat! Después estaba siguiendo mi giro en la Creación y Redención, llamando en mi mente a todos los actos hechos por Dios para seguirlos, dando por cada uno de los actos los homenajes, la adoración, el amor, el agradecimiento debidos. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, con llamar a los actos de la Creación y Redención para conocerlos, seguirlos y honrarlos, la criatura no hace otra cosa que reconocer el dominio divino en todas las cosas, y mi Divino Querer se siente dar los honores, los homenajes a Él debidos, y atraído forma su reino en medio a las criaturas”.
(3) Después de esto sentía que no podía más sin Jesús, me faltaban las fuerzas, estaba de tal manera abatida, que si mis penas internas se pudieran ver habría hecho llorar al Cielo y a la tierra por compasión, pero creo que el Fiat Divino, así como con su Luz me eclipsa a mi dulce Jesús, así eclipsa mis penas, de modo que ninguno sabe nada de mi duro martirio, es un secreto que existe sólo entre mí, Jesús y el Santo Querer Divino, todos los demás ninguno sabe nada, y mirándome bajo la Luz del Fiat, tal vez me crean la más feliz de las criaturas, ¡Oh! potencia de la Divina Voluntad que sabes cambiar las cosas, y donde estás Tú haces ver todo bello y bueno, más bien con tu luz adornas las penas y las

haces ver como perlas raras y preciosas, que encierran dentro mares de alegría y de felicidad, cuántas cosas sabes hacer; ¡oh! Voluntad Divina, bajo tu imperio de luz no se puede hacer otra cosa que callar, amarte y seguirte. Pero mientras mi pequeña mente se perdía en su luz y bajo la opresión tremenda de la privación de Jesús, en cuanto lo he sentido moverse en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, no te abatas, todo el Cielo está fijo sobre ti, y sienten por la fuerza irresistible de mi Fiat tal unión contigo, que no pueden hacer menos que mirarte, amarte y concurrir a todos tus actos. Tú debes saber que los ángeles, los santos, la Soberana Reina, todos son una unidad, no otra cosa es su ser, que un acto solo de Divina Voluntad, así que no se ve otra cosa en cada uno de ellos que Voluntad Divina, el pensamiento, la mirada, la palabra, la obra, el paso, así que no se ve otra cosa que Fiat, Fiat, y esto constituye toda la plenitud de la felicidad de todos los santos. Ahora, quien hace y vive en mi Voluntad en la tierra, es similar a los habitantes del Cielo, esto es, toda una unidad, y forma un solo bloque con ellos, de modo que si el alma viadora piensa, los santos piensan junto; si ama, si obra, aman y obran junto, hay tal unión entre esta alma y el Cielo, que forman todos juntos un solo acto de mi Voluntad, tanto, que todos los habitantes celestiales están a la espía para ver lo que hace la criatura en la tierra para hacer que nada se le escape. Mi Divina Voluntad donde reina tiene su Cielo y tiene virtud de raptar el Cielo a la tierra y la tierra al Cielo, y de formar una sola cosa. Por eso, ánimo, no te abatas, piensa que tienes que obrar con un Querer Divino, y esto debería volverte contenta”.

+ + + +

25-24
Febrero 10, 1929

Quien vive en el Querer Divino le presta su nada, y el Fiat se sirve de esa nada como espacio para ejercitar su creación.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir todos los actos que el Fiat Divino ha hecho y está continuando en ella, y no sólo eso, sino que mi pobre mente iba buscando todo lo que el Querer Divino había hecho en Adán y en todas las generaciones, antes y después de la Redención. Me parecía que todos los actos hechos por la Divina Voluntad, tanto en la Creación como en las criaturas, eran más que soles a los cuales debía seguir, abrazar y hacerlos míos, y si bien lo hacía, mi pobre corazón no podía hacer menos de sentir las torturas de la privación de mi sumo bien Jesús, y Él, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, en quien vive en mi Divina Voluntad y sigue sus actos, mi Fiat continua su creación, y en cada acto de mi Fiat que la criatura sigue, Él se pone en actitud de formar sus creaciones, y mi Fiat Divino sólo está contento cuando ve en el alma que vive en Él, alineados y ordenados todos sus actos, como una nueva creación, y por lo tanto un nuevo cielo, un nuevo sol, un mar más bello, una floración más sorprendente. Y después, como el acto de crear al hombre fue el más bello, el más tierno, hecho en una hoguera de amor, el más intenso, quiere repetir sobre la criatura que vive en mi Querer los actos que hicimos en el acto de crear al hombre y, ¡oh! cómo se pone en fiesta mi Fiat al repetir sus actos, porque solamente en quien vive en Él puede tener su acto de siempre crear cosas que ha hecho y cosas nuevas, porque el alma le presta su nada escombrada, donde mi Querer se sirve de ella como espacio para crear lo que quiere, casi como se sirvió del vacío del universo para extender el cielo, para crear el sol, poner límites al mar, para dar lugar a la tierra de formar sus bellas floraciones. Es esta la causa por la que tú giras en los actos de mi Fiat, y en tu mente pasan como tantas olas de luz, en las cuales tú sigues y sientes impresa en ti, como tantas escenas, la creación del hombre en acto de ser creado, la Reina del Cielo en acto de ser concebida, el Verbo que desciende, y tantos otros actos hechos por mi Querer y la Potencia de mi Fiat creador que quiere siempre hacer,

siempre dar, sin cesar jamás. Por eso sé atenta, que se trata de mucho, nada menos debes estar en acto de recibir sobre ti el acto continuado de mi Querer creante; Él no sentirá haber cumplido su trabajo en ti si no ve todos sus actos encerrados en tu alma como testimonio y triunfo de su reinar en ti. Por eso toda su atención es mirar si todos sus actos tienen vida en ti; pero, ¿sabes cómo vienen creados estos actos en ti? Tú, con llamarlos, con reconocerlos y amarlos, y mi Querer con pronunciar su Fiat sobre tu llamado y sobre tu amor, forma la vida de sus actos en ti, y es tanta la continuidad de su trabajo en ti, que no se detiene ni siquiera al verte torturada por el dolor de mi privación, porque tiene mucho que hacer, y por eso sigue adelante, y Yo lo dejo hacer, porque tú y Yo en todo debemos cederle el primado a nuestro Querer, por el justo triunfo de su causa, para darle campo de formar su reino”.

+ + + +

25-25
Febrero 17, 1929

El alma que vive en el Divino Querer es inseparable de Él. Ejemplo de la luz.

(1) Estaba haciendo mi giro en los actos del Fiat Divino, pero con una opresión que me quitaba la vida por las acostumbradas privaciones de mi dulce Jesús. Todo era fatiga y amargura indecible, me parecía que aquella Divina Voluntad que me daba la vida y que posee mares inmensos de luz, de alegría, de felicidad sin término, para mí se habían atravesado nubes de opresión y de amarguras por las privaciones de Aquél que, habiendo vivido y crecido tanto tiempo juntos, ahora su ausencia me forma las nubes para amargarme la luz y la felicidad de su misma Divina Voluntad. ¡Oh Dios, qué pena! Pero mientras seguía los actos del Fiat Divino en este estado, mi amado Jesús moviéndose apenas en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te oprimas demasiado, tú debes saber que quien vive en mi Divina Voluntad es inseparable de Ella y de Mí. Ella es similar a la luz, la cual contiene luz, calor y colores, los cuales, si bien distintos entre ellos, sin embargo son inseparables, la luz no puede ni estar, ni puede tener vida sin el calor, el calor no puede tener vida sin la luz, y los colores vienen formados por la fuerza de la luz y del calor, el uno no puede estar sin el otro, una es la vida, una es la fuerza. La luz, el calor y los colores comienzan la vida juntos, la continúan sin separase jamás, y si deben morir, todos de un golpe terminan la vida. Así es la inseparabilidad del alma que vive en mi Divina Voluntad, ella es inseparable de Mí y de todos los actos de mi Fiat Divino, ella entra en la vida de la luz y del calor de mi Querer Divino, y adquiere la vida de su luz y de su calor, y así como su acto incesante, se puede llamar a la multiplicidad e infinitud de sus actos, colores que produce mi Divina Voluntad, así el alma forma un solo acto con Ella. Tú debes saber que es tal y tanta la inseparabilidad de quien vive en mi Divino Querer, que cuando la eterna Sabiduría creaba el cielo, el sol y todo el universo, tú estabas junto Conmigo y corrías en mi Fiat Divino como luz, calor y colores; me habría cuidado muy bien de hacer un solo acto de mi Voluntad sin mi pequeña hija, o de quien viva en Ella, sería como si me faltase la fuerza de la luz, del calor y de los colores, esto no me puede faltar, y por eso eres inseparable de Mí, por eso ánimo y no te oprimas”.
(3) Entonces yo al oír esto le he dicho: “Amor mío, si esto fuera, que en todos los actos de tu Divina Voluntad entro yo en medio, Adán antes de pecar poseía tu Fiat, así que cuando él pecó también yo estaba, y esto no me gustaría”. Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que en mi Divina Voluntad está el acto permisivo y el acto querido; en la caída de Adán estuvo el acto permisivo, pero no querido por Ella; y en el acto permisivo la luz, el calor y multiplicidad de los colores de mi Divina Voluntad se ponen a un lado y quedan intangibles, sin mezclarse en el acto humano, en cambio en el querido

forman un solo acto y una sola cosa. ¿Queda tal vez manchada la luz del sol porque pasa sobre inmundicias? Ciertamente que no, la luz queda siempre luz y las inmundicias quedan inmundicias, es más, la luz triunfa sobre todo y queda intangible a todo, sea que la pisen, sea que invista las cosas más sucias, porque en su vida de luz no entran cosas extrañas a la luz. Más que sol es mi Divina Voluntad, Ella, como luz corre en todos los actos humanos, pero queda intangible de todos los males de las criaturas, y sólo entra en Ella quien quiere ser luz, calor y colores, todo lo demás no le pertenece, esto es, quien quiere vivir sólo y siempre de su Divina Voluntad. Por eso puedes estar segura que tú no entraste en la caída de Adán, porque no fue su caída un acto de luz, sino de tinieblas, las cuales una hace huir a la otra”.

+ + + +

25-26
Febrero 22, 1929

Cuando Luisa escribe, el Querer Divino es el que dicta, se hace actor y espectador. Orden ordinario y orden extraordinario que tiene la Divinidad en la Creación.

(1) Estando en la máxima amargura de la privación de mi dulce Jesús, estaba escribiendo lo que está escrito arriba, y si bien lo hacía con un esfuerzo increíble debido al estado en que me encontraba, sin embargo lo quería hacer para darle como un último testimonio de homenaje a aquel Fiat que con tanto amor se había manifestado conmigo, y ahora, aunque tanto escasea en su decir, no quiero que las pequeñas gotitas de luz que me manifiesta queden perdidas. Y pensaba entre mí: “¿Quién sabe y no sea la última gotita de luz que pongo sobre el papel?” Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y poniéndome los brazos al cuello me ha estrechado fuertemente en sus brazos y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto te has puesto a escribir me he sentido atraer tan fuerte, que no he podido resistir, de modo que desbordando de ti mi Fiat, me ha puesto fuera para dirigir, mientras tú escribes, lo que te he manifestado sobre mi Querer Divino, esto es un empeño, es derecho sagrado y divino que Él tiene, de ser el actor, el que dicta y el espectador mientras tú escribes, a fin de que todo sea luz y verdades sorprendentes, en modo que se pueda conocer a claras notas los rasgos divinos de mi Voluntad. Crees que seas tú la que escribe, no, no, tú no eres otra cosa que la parte superficial; la sustancia, la parte primaria, la que dicta, es mi Divina Voluntad, y si tú pudieras ver la ternura, el amor, las ansias con las cuales pone su Vida mi Fiat sobre estas hojas, tú te morirías destrozada de amor”.
(3) Dicho esto se ha retirado en mi interior, y yo como reanimándome del encantamiento de Jesús continué escribiendo, pero me sentía toda luz, sentía que todo se me sugería, que se me ponían las palabras en la boca, yo no sé decir lo que sentía al escribir. Después de haber terminado de escribir me he puesto a rezar, pero con el clavo en el corazón porque no sabía cuando regresara nuevamente Jesús, y me lamentaba porque aún no me lleva al Cielo. Entonces recordaba las tantas veces que me había puesto en condiciones de fin de vida, como si estuviera en acto de atravesar las puertas del Cielo, y mientras estaban en acto de abrirse para recibirme en la beata morada, la obediencia se había impuesto sobre mi pobre existencia y cerrándome las puertas era obligada a permanecer en el duro exilio de la vida. ¡Oh, cómo, si bien santa, es cruel y casi tirana la bendita obediencia en ciertas circunstancias! Y pensaba entre mí: “Quisiera saber si ha sido la obediencia o bien no ha llegado el punto final de mi existencia acá abajo”. Pero mientras esto pensaba y tantas otras cosas se amontonaban en mi mente, con una amargura indecible que parecía que me envenenaba, mi Sumo Bien Jesús, mi amada Vida me ha sorprendido y haciéndose ver de nuevo me ha dicho:

(4) “Hija mía, debes saber que en nuestra Divinidad está el orden ordinario para toda la Creación, y esto no es cambiado por cualquier incidente ni un punto, ni un minuto antes, ni un minuto después, la vida termina cuando está establecido por Nosotros, somos inmutables a este respecto; pero también en Nosotros está el orden extraordinario, y como somos dueños de las leyes de toda la Creación, tenemos el derecho de cambiarlas cuando queremos. Pero si las cambiamos debe entrar dentro una gran gloria nuestra y un bien grande a toda la Creación, no por cosas pequeñas cambiamos nuestras leyes. Ahora hija mía, tú sabes que la obra más grande es establecer el reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra, hacerlo conocer, no hay bien que la criatura pueda recibir si no lo conoce, que maravilla entonces es la tuya si hemos cedido a la obediencia para no hacerte morir. Mucho más que tú por la conexión que tienes con mi Fiat Divino entras en el orden extraordinario, y siendo cada conocimiento de mi Querer Divino tantas Vidas Divinas salidas de nuestro seno, se necesitaba el sacrificio de tu vida para recibirlas y la privación del mismo Cielo, del cual te arrancaba la obediencia. Además de esto, siendo mi Divina Voluntad, sus conocimientos, su reinar, no sólo el más grande bien a la tierra, sino la gloria completa a todo el Cielo, todo el Cielo rogaba que cedieras a las oraciones de quien te ordenaba, y Yo por atención de mi Querer, mientras te abría las puertas, cedía a sus oraciones. ¿Crees tú que Yo no conozco tu gran sacrificio, tu martirio continuado de estar lejana de la patria celestial y sólo por cumplir mi Querer en quien te ordenaba, y que este sacrificio me ha arrancado las tantas vidas de los conocimientos de mi Fiat? Y además, se necesitaba un alma que conociera el Cielo y cómo se hace mi Voluntad Divina en la morada celestial, para poder confiar sus secretos, su historia, su vida, y que apreciándolos hiciera de ellos vida propia y que estuviera dispuesta a sacrificar su vida, para hacer que otros pudiesen conocer un bien tan grande”.
(5) Jesús ha hecho silencio y yo sintiéndome sufriente me lamentaba y reprochaba a Jesús porque no me llevaba con Él al Cielo, y Él:
(6) “Animo hija mía, falta poco de los escritos sobre mi Fiat Divino, mi mismo silencio dice que estoy por cumplir las grandes manifestaciones del Evangelio del reino de mi Divina Voluntad. Esto hice en el reino de la Redención, los últimos días de mi vida no agregué más, más bien me escondí, y si alguna cosa dije era repetición para confirmar lo que había dicho, porque era suficiente lo que había dicho para hacer que todos pudiesen recibir el bien de ser redimidos, sólo quedaba que lo aprovecharan. Así será del reino de mi Divina Voluntad, cuando haya dicho todo, de modo que nada pueda faltar para poder recibir el bien de conocerlo y para poder poseer todos sus bienes, entonces no tendré más interés de tenerte sobre la tierra, quedará a ellos el aprovecharlo”.

+ + + +

25-27
Febrero 27, 1929

Cómo todos los santos son los efectos de la Divina Voluntad, en cambio quien viva en Ella poseerá su Vida.

(1) Mi abandono en el Fiat Supremo es continuo, y mientras buscaba seguir por cuanto podía los actos del Querer Divino, abrazando todo y a todos, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la Creación, todos los santos, no son otra cosa que los efectos de mi Divina Voluntad, Ella, si habla crea y forma las obras más bellas, cada pequeño movimiento suyo son perfumes de prodigios que pone sobre las criaturas, su pequeño aliento arroja variedad de bellezas sobre quien lo recibe, verdadera imagen del sol, que sólo con que invista la tierra, con su toque de luz da las tantas variedades de los colores, de dulzuras a todas las plantas. Ninguno puede negar que sólo conque se haga tocar por

su luz, no ha recibido el bien que ella contiene. Más que sol es mi Divina Voluntad, con solo que se hagan tocar, su toque milagroso debe producir un bien, que perfumándolo y calentándolo con su luz le hará sentir sus benéficos efectos de santidad, de luz y de amor. Ahora, los efectos de mi Fiat son dados a quien hace mi Divina Voluntad, quien adora sus disposiciones, quien con paciencia soporta lo que Ella quiere, haciendo así la criatura reconoce que existe esta Voluntad Suprema, y Ella, viéndose reconocida, no le niega sus admirables efectos; en cambio quien debe vivir en mi Divino Querer, debe poseer en sí toda la Vida y no sólo los efectos, sino la Vida con todos los efectos de mi Fiat Divino. Y como no hay santidad pasada, presente y futura en que mi Divina Voluntad no haya sido la causa primaria, en todas las especies de santidad que hay, por eso Ella retiene en Sí todos los bienes y efectos de santidad que ha sacado a la luz del día, así que en el alma que viva en mi Querer, poseyendo su Vida con todos sus efectos, se verán juntas en ella todas las santidades que ha habido y ella podrá decir: ‘Los otros han hecho una parte de la santidad, yo en cambio he hecho todo, he encerrado todo en mí, lo que ningún santo ha hecho’. Por tanto se verá en ella la santidad de los antiguos, la de los profetas, la de los mártires, se verá la santidad de los penitentes, las santidades grandes y las pequeñas, y no sólo eso, sino que se verá toda la Creación pintada en ella, porque mi Divina Voluntad nada pierde con sacar sus obras, porque mientras las pone fuera las retiene en Sí como fuente primaria. Por eso quien vive en Ella, no hay cosa que haya hecho o que hará mi Divino Querer que ella no tendrá en posesión. Qué encanto y estupor no sería si una criatura pudiese encerrar dentro de sí toda la esfera del sol con toda su luz, ¿quien no diría que ella contiene todos los efectos, los colores, la dulzura, la luz que el sol ha dado y dará a toda la tierra y a todas las plantas, grandes y pequeñas? Si esto pudiera ser, se asombrarían Cielo y tierra, y todos reconocerían que cada uno de sus efectos que poseen están encerrados en aquella criatura que posee la esfera del sol, porque está la vida con todos los efectos; pero humanamente hablando esto no podría suceder, porque la criatura no podría contener ni la fuerza de toda la luz del sol ni de su calor, quedaría quemada, ni el sol tendría virtud de no quemarla; en cambio mi Voluntad tiene virtud de encerrarse, de empequeñecerse, de engrandecerse, como se quiera hacer se hace, y mientras transforma en Sí a la criatura, la conserva en vida, y dándole todas sus tintas de belleza la vuelve dominadora y poseedora de sus dominios divinos. Por eso sé atenta hija mía, reconoce el gran bien de la Vida de mi Fiat en ti, que mientras te posee, te quiere volver poseedora de todo lo que a Él pertenece”.
Después de esto ha agregado:
(3) “Hija mía, quien vive en mi Querer Divino no se aparta jamás de los modos de su Creador y de ser nuestra repetidora, porque mientras es una nuestra esencia, una la Voluntad, una la Vida, uno el amor, una la potencia, pero somos distintos en las Tres Personas, así el alma que vive en Ella, uno es su latido, y en cada latido forma tres actos, uno abraza a Dios, el segundo abraza a todas las criaturas, el tercero a sí misma; y así si habla, si obra, en cada cosa que hace forma estos tres actos, que haciendo eco a la Potencia, Sabiduría y Amor de Aquél que la ha creado, abraza todo y a todos”.

+ + + +

25-28
Marzo 3, 1929

La Divina Voluntad está siempre en acto de renovar lo que hizo en la creación del hombre. Ella contiene la virtud cautivadora.

(1) Estaba continuando mi giro en el Fiat Divino, y deteniéndome en el Edén, adoraba a la Voluntad Suprema en el acto de crear al hombre, para unirme a aquella unión de

voluntad que existía entre Creador y criatura cuando fue creada. Y mi sumo Bien Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la creación del hombre fue el acto más bello, más solemne de toda la Creación. En la plenitud del arrebato de nuestro Amor creante, nuestro Fiat creaba en Adán a todas las otras criaturas, y en él quedaba en acto de crear siempre y de renovar sobre cada criatura lo que hicimos sobre el primer hombre. Porque todos sus descendientes, de él debían tener su origen, y por eso nuestro Querer Divino tomaba el empeño de que conforme las criaturas salían a la luz, renovar nuestros desahogos de amor, poner fuera todas nuestras cualidades divinas y hacer nuevos desahogos de bellezas, de gracias, de santidad, de amor sobre cada una de ellas. Así que cada criatura debía ser una nueva fiesta para Nosotros, la bien salida, la bienvenida, y la feliz agregada en la familia celestial. ¡Oh! cómo nuestro Fiat Divino gozó al ponerse en acto de dar siempre a la criatura y de renovar la magnificencia, la sublimidad y la insuperable maestría que debía tener sobre de cada criatura! Pero como Adán se salió de nuestro Querer Divino, sus descendientes perdieron el camino para venir al primer acto de la creación del hombre, y aunque nuestro Querer Divino no ha interrumpido su acto, porque Nosotros cuando decidimos hacer un acto no hay quién nos aparte, así que está siempre en acto de renovar los prodigios de la Creación, pero a pesar de esto no encuentra sobre quién renovarlos, y espera con una firmeza y paciencia divina que la criatura regrese en su Querer para poder renovar su acto, siempre en acto de poder repetir lo que hizo en la creación del hombre. Y aunque espera a todos, encuentra sólo a su pequeña hija, la recién nacida en mi Querer Divino, que cada día entra en el primer acto de la creación del hombre, cuando nuestro Ser Divino hizo desahogo de todas nuestras cualidades divinas para hacer del hombre el pequeño rey y nuestro hijo inseparable, embelleciéndolo con nuestras divisas divinas, para hacer que todos lo conocieran como el más grande portento de nuestro Amor. ¡Hija mía, si supieras con cuánto amor espera que cada día tú hagas tu pequeña visita en aquel edén donde nuestro Fiat, llevado por un ímpetu de amor se puso en actitud de fiesta para crear al hombre! ¡Oh, cuántos actos reprimidos tiene en sí, cuántos suspiros de amor sofocados, cuántas alegrías contenidas, cuántas bellezas encerradas en sí, porque no hay quién entre en este su acto creante para tomar los bienes inauditos que quiere dar! Y viéndote a ti que en su mismo Querer Divino tienes el camino para llegar al acto de la creación del hombre, ¡oh! cómo se alegra y se siente atraído como por un potente imán para hacerse conocer por las criaturas, a fin de que haciendo reinar mi Divina Voluntad en medio de ellas, encuentren el camino para llegar al primer acto de la creación del hombre, para no tener más reprimidos en sí los bienes que quiere dar a las criaturas. ¡Oh! si supieran las criaturas cuántos nuevos actos creantes, uno más bello que el otro, está por crear y sacar de sí mi Fiat Divino para verterlos sobre cada una de ellas, cómo se apresurarían por entrar en mi Querer para recomenzar su vida en Él y recibir sus bienes infinitos”.
(3) Después seguía al Santo Querer Divino y pensaba entre mí: “¿Pero será verdad que yo poseo este Fiat tan santo? Es verdad que siento que no sé querer ni desear otra cosa, y como un mar que regurgita dentro y fuera de mí, que me envuelve toda en este Fiat Divino y todas las otras cosas siento que no me pertenecen, ¿pero quién sabe si de veras lo poseo?” Mientras esto pensaba, mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la señal si un alma posee mi Querer es sentirse dominante de sí misma, de modo que sus pasiones no osan moverse, ante la Luz de mi Fiat se sienten impotentes de obrar, como si no tuvieran vida, porque la potencia y santidad de mi Querer todo derriba, y extiende sobre las mismas miserias de la voluntad humana su luz, su santidad, y las más bellas florituras, de modo que convierte admirablemente las mismas miserias en tierra fecunda y bendita, que no sabe producir más espinas sino flores celestiales, frutos dulces y maduros. Y es tanto el dominio de esta afortunada criatura, que se siente propietaria de Dios mismo, de las criaturas y de todas las cosas creadas; tiene una virtud fascinante, que quien tiene el bien de conocerla, se siente de tal manera unida, que no puede estarse lejano. Es la Potencia de mi Fiat, que encerrada dentro de ella fascina a Dios y se siente

feliz de estarse encerrado en ella; fascina a las criaturas, porque sienten el perfume balsámico de mi Fiat Divino que lleva a sus corazones la paz verdadera y el verdadero bien. ¿Qué no harían algunos por tener una palabra de ti, que como vida descienda en sus corazones? Por eso sé atenta y sigue siempre tu vuelo en mi Divina Voluntad”.

+ + + +

25-29
Marzo 8, 1929

La Creación es la banda celestial. El Fiat posee la virtud generativa.

(1) Continúo girando en los actos del Fiat Divino, y reuniendo toda la Creación, y pidiendo en cada cosa que venga a reinar el Querer Divino sobre la tierra, las llevaba todas juntas a mi Creador para darle la gloria de toda la Creación y decirle: “Majestad adorable, escucha, te ruego, el cielo, las estrellas, el sol, el viento, el mar y toda la Creación, te piden que tu Fiat venga a reinar sobre la tierra, haz que una sea la voluntad de todos”. Pero mientras esto hacía, mi adorable Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la Creación forma la banda celestial, porque cada cosa creada contiene la luz, la potencia de mi palabra Fiat, que produce la más bella música. Y así como cada cosa creada es diferente de las otras, así mi Querer Divino, conforme las creaba con su palabra creadora, como las hacía diferentes una de la otra, ponía en ellas un sonido distinto, como tantas notas para formar el más bello concierto que ninguna música terrena puede imitar. La multiplicidad de los sonidos con las notas correspondientes es tanta, por cuantas son las cosas creadas, así que el cielo contiene un sonido, cada estrella tiene su sonido distinto, el sol tiene otro, y así todo lo demás. Estos sonidos no son otra cosa que la participación de la armonía que posee mi Divina Voluntad, porque Ella en cuanto pronuncia su Fiat, poseyendo la virtud generativa, comunicativa y fecundadora, dondequiera que se pronuncia deja sus bellas cualidades de luz, de belleza y de armonía inalcanzable. ¿No es tal vez su virtud comunicativa la que ha comunicado tanta belleza, orden y armonía a todo el universo, y que sólo con su soplo alimenta a toda la Creación, manteniéndola fresca y bella como la creó? ¡Oh! si las criaturas se hicieran alimentar por el soplo de mi Fiat Omnipotente, todos los males no tendrían más vida en ellas, su virtud generativa y alimentadora les comunicaría la luz, la belleza, el orden y la armonía más bella. ¿Qué cosa no puede hacer y dar mi Fiat? Todo. Ahora hija mía, conforme tú recogías todas las cosas creadas para llevárnoslas como el homenaje más bello, para pedirnos nuestro reino sobre la tierra, teniendo cada cosa en sí, como propiedad, las notas y el sonido, pronto han comenzado su música, tan bella y armoniosa que nuestra Divinidad ha escuchado con atención y ha dicho: ‘La pequeña hija de nuestro Fiat nos trae nuestra banda celestial, y en su sonido nos dicen, venga el reino de nuestro Querer Divino sobre la tierra.’ Oh, cómo nos suena agradable, cómo desciende hasta lo íntimo de nuestro seno divino, y todo nos mueve a compasión por tantas criaturas sin la Vida de nuestro Fiat. ¡Ah! sólo quien vive en Él puede mover Cielo y tierra y subir a nuestras rodillas paternas para arrancarnos un bien tan grande, cual es el Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra”.
(3) Después de esto, seguía a la Divina Voluntad en los múltiples efectos que produce en toda la Creación, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Fiat con un solo acto produce tantos efectos, que sostiene toda la Creación; el acto de Él es la vida que da para formar cada una de las cosas creadas, los efectos son los alimentos que suministra como tantos diversos alimentos a cada cosa para mantenerlas bellas y frescas como las ha creado; así que mi Divina Voluntad es la sostenedora, la alimentadora y la vivificadora de toda la Creación. Ahora, quien vive en mi Querer Divino, junto con Ella sostiene, alimenta y vivifica todas las cosas creadas, es la inseparable de mi Fiat. La criatura en cuanto obra en Él adquiere el soplo, y soplando junto

con mi Fiat mantiene siempre en vida lo que una vez fue hecho, es más, tiene virtud de vivificar y llamar a vida a los tantos actos de mi Voluntad, a los cuales la voluntad humana ha dado la muerte; porque Ella tiene un acto continuado para dar a las criaturas, y cuando estas no han hecho mi Querer, estos actos están muertos para ellos, y quien vive en Él tiene virtud de vivificarlos y conservarlos en vida”.

+ + + +

25-30
Marzo 13, 1929

Cómo el amor divino rebozó en la Creación.
La Divina Voluntad no sabe hacer cosas a intervalos.
Cada privación de Jesús es un nuevo dolor.

(1) Siento en mí una fuerza, una potencia divina que me atrae continuamente al eterno Querer, como si me quisiera en continua compañía con sus actos para dar a su pequeña recién nacida la vida de estos actos, y tener el placer de sentírselos repetir o bien de repetirlos junto con ella. Parece que el Fiat Divino goza tanto, festeja, cuando ve en sus brazos de luz a la pequeña recién nacida, o para decirle alguna cosa de su larga historia, o para hacerla repetir junto con Él lo que hace, y el Fiat Divino siente toda la alegría, la felicidad, por haber puesto fuera a la Creación. Después, su luz ha transportado mi pequeña inteligencia al Edén, en el acto cuando nuestro Creador creaba en un ímpetu de amor la vida del amor en Adán, para amarlo siempre sin cesar jamás, como de hecho no cesó jamás, y para ser amado por él con un amor incesante; quiso amarlo con un amor que jamás dice basta, pero quería ser amado. Ahora, mientras mi mente se perdía en el amor del Creador y de la criatura, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, en el primer acto de la creación del hombre, nuestro amor regurgitó tan fuerte y levantó tan en alto sus llamas, que hizo oír sus voces arcanas, tan fuertes y penetrantes, que se sintieron investidos el cielo, las estrellas, el sol, el viento, el mar, y todo, por voces misteriosas que gritaban sobre la cabeza del hombre: ‘Te amo, te amo, te amo’. Estas voces arcanas y potentes llamaban al hombre, y él sacudido como por un dulce encanto y sintiéndose raptar por cada te amo de Aquél que lo había creado, en su arrebato de amor gritaba también él, en el sol, en el cielo, en el mar y en todo: ‘Te amo, te amo, te amo, oh mi Creador’. Nuestra Divina Voluntad que dominaba en Adán, no lo dejaba perder nada, ni siquiera un te amo nuestro que él no respondiese con el suyo; era un amor, un dulce encanto el oírlo, porque la potencia de nuestro Fiat Divino tomaba sobre las alas de su luz el te amo de nuestro hijo, el amado joyel de nuestro corazón, e invadiendo a toda la Creación nos hacía oír en cada cosa creada su te amo continuado, como el nuestro. Nuestra Divina Voluntad no sabe hacer cosas a intervalos e interrumpidas, sino continuas. Mientras Adán poseyó su amada heredad de nuestro Fiat, poseyó su acto continuo, se puede decir que hacía competencia con Nosotros, que cuando hacemos un acto no se interrumpe jamás, por eso todo era armonía entre él y Nosotros, armonía de amor, de belleza, de santidad, nuestro Fiat no le hacía faltar nada de todas nuestras cosas. En cuanto se sustrajo de nuestro Querer perdió el camino para alcanzar nuestras cosas y formó tantos vacíos entre él y Nosotros, vacíos de amor, vacíos de belleza y de santidad, y formó un abismo de distancia entre Dios y él. Por eso nuestro Fiat quiere regresar como fuente de vida en la criatura, para llenar estos vacíos y hacerla regresar como pequeña recién nacida en sus brazos y darle nuevamente su acto continuo como la creó”.
(3) Después de esto me sentía privada de mi sumo bien Jesús, y sentía tal dolor que no sé explicarlo. Por eso después de mucho esperar, mi amada vida ha regresado y yo le he dicho: “Dime amado mío Jesús, ¿por qué la pena de tu privación es siempre nueva? En

cuanto Tú te escondes siento surgir en mi alma una pena nueva, una muerte más cruel, más desgarradora, más que aquellas sentidas otras veces cuando Tú te eclipsas de mí”. Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú debes saber que cada vez que Yo vengo a ti, Yo te comunico un acto nuevo de mi Divinidad, ahora te comunico un nuevo conocimiento de mi Divina Voluntad, ahora una nueva belleza mía, ahora una nueva santidad mía, y así de todas nuestras divinas cualidades; este acto nuevo que te comunico lleva consigo que cuando quedas privada de Mí, este conocimiento mayor pone en el alma un nuevo dolor, porque por cuanto más se conoce un bien, más se ama; el nuevo amor lleva el nuevo dolor cuando tú quedas privada. He aquí el por qué cuando quedas privada de Mí sientes que un nuevo dolor invade tu alma, pero este alma, pero este nuevo dolor te prepara a recibir, y se forma en ti el vacío donde poner los nuevos conocimientos de la Divina Voluntad. El dolor, la nueva muerte desgarradora que tú sufres por mi privación, es el nuevo reclamo que con voz arcana, misteriosa y raptora me llama, y Yo vengo, y por compensación te manifiesto una nueva verdad que te lleva la nueva vida de tu Jesús. Mucho más que los conocimientos sobre mi Fiat Divino son Vidas Divinas que salen del seno de nuestra Divinidad, y por eso el dolor divino que tú sufres por mi privación tiene virtud de llamar del Cielo a estas Vidas Divinas de los conocimientos de mi Querer a develarse a ti, para hacerlas reinar sobre la faz de la tierra. ¡Oh! si tú supieras qué valor contiene, qué bien puede producir un solo conocimiento sobre mi Divina Voluntad, lo tendrías como la más preciosa reliquia, y la custodiarías más que Sacramento. Por eso déjame hacer y abandónate en mis brazos, esperando que tu Jesús te lleve las Vidas Divinas de los conocimientos de mi Fiat”.

+ + + +

25-31
Marzo 17, 1929

Lo que Jesús ha manifestado sobre su adorable Voluntad son partos divinos. Su dolor cuando ve que no son custodiadas estas verdades.

(1) Estaba toda abandonada en el Fiat Divino, mi pobre mente me la sentía inmersa en el mar de su luz interminable, y mi adorable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divina Voluntad está en acto de formar continuos partos, y en estos partos genera y pare luz, genera y pare otras Vidas similares a Ella, genera y pare santidad y belleza. La primera generación viene formada en nuestro seno divino, y después salen nuestros partos innumerables. ¿Pero quieres saber cuando generamos y formamos estos partos? Cuando queremos poner fuera una verdad, primero como a un amado hijo lo generamos en nuestro seno, y después como parto nuestro lo ponemos fuera, a fin de que descienda en lo bajo de las criaturas en quien la reciba y le dé libertad de hacerla generar, a fin de que produzca otros partos, y entonces todas las criaturas puedan tener a nuestro amado hijo generado en nuestro seno; así que nuestras verdades descienden del Cielo para generar en los corazones y formar la larga generación de mis partos divinos. Mira entonces hija mía, cada verdad que te he manifestado sobre mi Divina Voluntad era un hijo generado en nuestro seno paterno, que poniéndolo fuera te llevaba el hijo de nuestra Luz, el hijo de nuestra belleza, de nuestra santidad y de nuestro amor, y si te ha sido dada la gracia de ponerlos fuera, ha sido porque han encontrado en ti el lugar y libertad de poder generar, de modo que no pudiendo contener en ti los tantos partos de los hijos de nuestras verdades, los has puesto fuera en quien ha tenido el bien de escucharte. Por eso quien no tiene en cuenta estas verdades, no las estima, aprecia y ama, se puede decir que es a un hijo nuestro al que no aprecia y ama, la cosa más grande que existe en el Cielo y en la tierra, y con no amarlo y estimarlo vienen a sofocar a estos nuestros hijos y a impedir su generación. No hay mal más grande que éste, que no se usen todos los cuidados para custodiar una verdad nuestra como al más grande de los tesoros, porque ella es hija

nuestra, es la portadora de nuestra Vida en la tierra, y ¿qué bien no puede hacer una verdad nuestra? Ella contiene la Potencia de nuestro Fiat, y tan vasta que tiene el poder de salvar a un mundo entero. Mucho más que cada verdad posee un bien distinto para darlo a las criaturas y una gloria a Aquél que la ha generado; impedir el bien y la gloria que nos deberían dar nuestros amados partos, es el más grande de los delitos. Por eso te he dado tanta gracia, te he suministrado las palabras, he dirigido tu mano mientras escribías, para hacer que los hijos de mis verdades no fueran sofocados y como sepultados en tu alma, y para hacer que nada omitieras me he puesto junto a ti, te tenía en mis brazos como una tierna madre tiene a su pequeña hija, y ahora te atraía con promesas, ahora te corregía, y ahora te reprendía severamente cuando te veía reacia a escribir las verdades que te había manifestado, y tenía interés porque eran Vidas e hijos míos, y que, si no hoy, mañana habrían salido a la luz. Tú no puedes comprender mi dolor al ver el descuido de quien ha perdido los tres volúmenes de mi Divina Voluntad; ¿cuántas verdades no había dentro de ellos? ¿Cuántas Vidas no han sofocado y formado la tumba a mis hijos que con tanto amor he sacado de mi seno paterno? Por parte de quien no ha tenido cuidado, tanto, de llegar a perderlos, siento que han roto el plano de mi Divina Voluntad y su larga historia, dictados con tanto amor para hacerla conocer, que cada vez que me disponía a decirte lo que a mi Fiat pertenecía, era tanto el ímpetu de mi Amor, que sentía que renovaba el acto de toda la Creación, especialmente cuando en este arrebato de nuestro amor venía creado el hombre”.
(3) Yo al oír esto me sentía traspasar el alma y como si me la arrancaran a pedazos y le he dicho: “Amor mío, si Tú quieres puedes hacer un milagro de tu omnipotencia para hacer que los encuentren, y así no tendrás el dolor de tantas verdades sofocadas y como interrumpida la larga historia de tu Divina Voluntad. También yo siento que sufro mucho, y ni siquiera sé decir cómo es este dolor”. Y Jesús ha agregado:
(4) “Es mi dolor que hace eco en el tuyo, es el desgarro de tantas Vidas mías que han sofocado lo que sientes en ti. Estas verdades extraviadas están escritas en el fondo de tu alma, porque primero las escribía en ti con mi mano creadora, y después te las hacía escribir en el papel, por eso sientes a lo vivo el desgarro de ellas, es mi mismo desgarro que sientes en tu corazón. ¡Si supieras cuánto sufro! En cada verdad que con tanto descuido han extraviado de estos volúmenes, siento darme la muerte, y tantas muertes por cuantas verdades había dentro, y no sólo eso, sino la muerte a todo el bien que dichas verdades debían llevar, la muerte a la gloria que debían darme. Pero me la pagarán con tanto fuego de más en el purgatorio por cuantas verdades han extraviado. Pero debes saber que si no usan todos los medios para encontrarlos, porque quiero su cooperación, Yo no haré el milagro que algunos quisieran para que los encontraran, y esto por castigo de su negligencia. Pero estos partos, estas verdades, estos nuestros amados hijos y Vidas nuestras que hemos puesto fuera, no las retiramos, porque lo que sale del seno de nuestra Divinidad, como relator y portador de un gran bien a las criaturas, no viene retirado por Nosotros por la ingratitud y descuido de quien ha extraviado tantas verdades nuestras, por eso cuando el reino de nuestra Voluntad sea conocido sobre la tierra y Ella reinará, entonces haré de modo de manifestar de nuevo lo que ha sido extraviado, porque si no lo hiciera faltaría el enlace, la conexión, y el plano entero del reino del Fiat Divino”.
(5) Yo al oír esto he dicho llorando: “Así que, Amor mío, si pasa todo esto y debo esperar, cuán largo será mi exilio en la tierra, pero yo me siento tan torturada por tus privaciones, que no puedo más estar lejana de la patria celestial”.
(6) Y Jesús: “Hija, no te aflijas, no es necesario que te diga el modo, el cómo y a quién debo manifestar si no encuentran lo que se ha perdido, si a ti o a otros, lo que te conviene es hacer, por parte tuya, lo que debes hacer por el reino de mi Divina Voluntad, cuando hayas hecho el último acto que queremos de ti para el cumplimiento de Ella, tu Jesús no esperará ni siquiera un minuto para llevarte en mis brazos a las regiones celestiales. ¿No hice Yo otro tanto en el reino de la Redención? Nada omití e hice todo, para que por parte mía no faltase nada para que todos pudiesen recibir el bien de la Redención, y cuando lo

hice todo partí para el Cielo sin esperar el resultado, dejando el trabajo a los apóstoles. Así será de ti, por eso sé atenta y ten ánimo”.

+ + + +

25-32
Marzo 22, 1929

Dios en sus obras se sirve de medios humanos.
Cómo en la Creación tuvo campo de acción la Divina Voluntad, constituyéndose vida de todo. Cómo la Divinidad hace de concurrente y espectadora.

(1) Mi pobre mente me la siento fijada en el Querer Divino, y pensaba entre mí: “Pero,
¿cómo podrá venir su reino a la tierra? Y además, ¿cómo puede venir si no se conoce?” Mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo en mis obras me sirvo de medios humanos, si bien hago la primera parte, el fundamento y toda la sustancia de la obra que quiero hacer, y después me sirvo de las criaturas para hacer que mi obra sea conocida y tenga vida en medio a las criaturas. Así hice en la Redención, me serví de los apóstoles para hacerla conocer, para propagarla y recibir y dar los frutos de la Redención. Y si los apóstoles no hubieran querido decir nada de lo que Yo dije e hice al venir a la tierra, y encerrados en su mutismo no hubieran hecho un paso, ni un sacrificio, ni puesto la vida para hacer conocer el gran bien de mi venida a la tierra, habrían hecho morir mi Redención en el momento de nacer, y las generaciones habrían estado privadas del Evangelio, de los Sacramentos y de todos los bienes que ha hecho y hará mi Redención. Fue esta mi finalidad por la que en los últimos años de mi vida acá abajo llamé a mi alrededor a los apóstoles, para servirme de ellos como pregoneros de lo que había hecho y dicho. ¡Oh, si los apóstoles hubieran callado habrían sido reos por las tantas almas perdidas si no hubieran conocido el bien de la Redención, reos por tanto bien no hecho por las criaturas! En cambio, porque no callaron y pusieron su vida, se pueden llamar, después de Mí, autores y causa de tantas almas salvadas y de todos los bienes que se han hecho en mi Iglesia, que como primeros pregoneros forman sus columnas inquebrantables. Esta es nuestra costumbre divina, primero hacemos nuestro primer acto en nuestras obras, ponemos todo lo que se necesita, y después las confiamos a las criaturas, dándoles gracias suficientes para que puedan continuar lo que Nosotros hemos hecho, y por eso nuestras obras son conocidas según el interés y la buena voluntad que tienen las criaturas. Así será del reino de mi Voluntad Divina, te llamé a ti como a una segunda madre mía, y al tú por tú, como hice con Ella en el reino de la Redención, te he manifestado los tantos secretos de mi Fiat Divino, el gran bien de Él y cómo quiere venir a reinar sobre la tierra. Puedo decir que he hecho todo, y si he llamado a mi ministro a fin de que tú te confiaras con él para hacerle conocer, mi finalidad ha sido para que tuviese interés de hacer conocer tanto bien, y si por parte de quien debiera ocuparse no existiera este interés, el reino de mi Voluntad lo pondría en peligro de hacerlo morir al nacer, quedando ellos como reos de todo el bien que puede traer un reino tan santo; también merecerían que haciéndolos a un lado, llamara a otros como pregoneros y propagadores de los conocimientos de mi Fiat Divino. Hasta en tanto que no encuentre quién tenga interés, y tenga más en cuenta que a su propia vida el hacer conocer sus conocimientos, el reino de mi Voluntad no puede tener su principio, ni su vida sobre la tierra”.
(3) Después de esto continuaba mi abandono en el Fiat Divino, y mi sumo bien Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, en la Creación fue mi Divina Voluntad la que tuvo su campo de acción, y si bien nuestra Divinidad fue concurrente, porque somos inseparables de Ella, pero el acto primero, la acción, fue toda de nuestra Voluntad, habló y obró, habló y ordenó, Nosotros

éramos espectadores de lo que hacía nuestro Querer Supremo, con tanta maestría, orden y armonía, que nos sentimos dignamente glorificados y doblemente felicitados por nuestra misma Voluntad. Así que siendo obra de Ella toda la fuerza de la Creación y todos los bienes de los cuales fue enriquecida, están todos en mi Suprema Voluntad. Ella es vida primaria de todo, por eso ama tanto la Creación, porque siente y corre su misma Vida en todas las cosas creadas, tanto, que al crear al hombre, queriendo hacer más desahogo de su potencia, de su amor y de su maestría, quiso encerrar en él todo el arte de la Creación entera, y no sólo eso, sino que quiso superarla dándole tales pinceladas de arte divino, de hacerlo el pequeño dios, y distendiéndose dentro y fuera de él, a la derecha e izquierda, sobre su cabeza y bajo sus pies, lo llevaba en mi Divina Voluntad como desahogo de nuestro amor, y como triunfador y admirador de su maestría insuperable; por eso era derecho de mi Fiat Divino que el hombre viviese sólo y siempre de Voluntad Divina. ¿Qué cosa no había hecho por él? Lo llamó de la nada, lo formó, le dio el ser y le dio doble vida, la vida del hombre y la de mi Divina Voluntad, para llevarlo siempre estrechado en sus brazos creadores, para conservarlo bello, fresco, feliz, como lo había creado. Así que cuando el hombre pecó, mi Fiat se sintió arrancar aquella vida que llevaba en su propio seno, ¿cuál no fue su dolor? Ella quedó con el vacío de este hijo en su seno, que con tanto amor para tenerlo seguro y feliz le había hecho lugar en su misma Vida. ¿Y crees tú que en la Redención no fue mi Divina Voluntad que se encarnó para venir a encontrar al hombre perdido? Fue propiamente Ella, porque Verbo significa palabra, y nuestra palabra es el Fiat, que como en la Creación dijo y creó, así en la Redención quiso y se encarnó, era su seno vacío que reclamaba a este hijo que con tanta crueldad se había arrancado, ¿y qué cosa no hizo en la Redención esta mi Voluntad? Pero no está contenta aún de lo que hizo, quiere llenar su seno, no quiere ver más a su hijo afeado con la culpa, con su desemejanza, sino quiere verlo adornado con la divisa de la Creación, adornado de su belleza y santidad y tomar otra vez su lugar en su seno divino. Esto es propiamente el Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra, que el hombre regrese a mi Divina Voluntad, y entonces Ella se tranquilizará cuando vea de nuevo a su hijo feliz, vivir en su casa, con la opulencia de sus bienes, y así podrá decir: “Mi hijo ha regresado, está vestido con sus vestidos reales, lleva la corona de rey, hace vida junto Conmigo y le he restituido los derechos que le di al crearlo, así que el desorden en la Creación ha terminado, porque el hombre ha regresado en mi Divina Voluntad”.

+ + + +

25-33
Marzo 25, 1929

Cómo la Creación corre con una carrera vertiginosa hacia su Creador. Quien vive en el Querer Divino es inseparable
de Él. Orden que Jesús ha tenido al manifestar las verdades sobre la Divina Voluntad. Renovación de la Creación. Importancia de las verdades.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, sentía la pequeñez de mi pobre alma en medio de todas las cosas creadas, y yo como si tuviese mi movimiento, mi carrera continua en toda la Creación, me siento inseparable de ella, mi voluntad y la de ella es una sola, la cual es la sola y única Voluntad Divina. Por eso, siendo una sola la voluntad de todos, hacemos una sola cosa y todos corremos como a nuestro primer centro, a nuestro Creador, para decirle: ‘Tu amor nos ha puesto fuera, y tu mismo amor nos llama nuevamente adentro de Ti, con una carrera vertiginosa para decirte: ‘Te amamos, te amamos’, para alabar tu amor inextinguible e interminable.’ De modo que saliendo fuera nuevamente de su centro, para continuar nuestra carrera que jamás se detiene, no hacemos otra cosa que

entrar y salir de su seno divino para formar nuestro giro de amor, nuestra carrera amorosa a nuestro Creador. Entonces, mientras corría con toda la Creación para formar mi carrera de amor a la Majestad Divina, mi siempre amable Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Querer Divino está vinculada con toda la Creación, ni ella puede estar sin esta afortunada criatura, ni la criatura se puede desvincular de las cosas creadas, porque siendo la voluntad de una la de la otra, la cual es mi Divina Voluntad, forman un solo cuerpo, como tantos miembros inseparables entre ellos. Así que a quien vive en mi Divina Voluntad, la miro y la veo cielo, vuelvo a mirarla y la veo sol, mis miradas raptadas por tanta belleza se fijan más y la encuentran mar, en suma veo en ella todas las variedades de cada cosa creada y digo: ‘¡Oh potencia de mi Fiat Divino! Cómo me vuelves bella a aquélla que vive en Ti, Tú le das el primado sobre toda la Creación, Tú le das la carrera tan veloz, más que viento que huye, y sobresaliendo sobre todo es la primera en entrar en mi centro divino para decirme te amo, te glorifico, te adoro, y haciendo su eco en toda la Creación, todos repiten junto a ella sus agradables estribillos’. Hija mía, por eso tengo tanto amor al manifestarte todo lo que corresponde a mi Divina Voluntad; todo lo que te he manifestado sobre Ella, no es otra cosa que el orden de su reino. Todo esto debía haber sido manifestado desde el principio de la Creación si Adán no hubiese pecado, porque en cada manifestación mía sobre mi Fiat Divino el hombre debía crecer en la santidad y belleza de su Creador, y por eso me reservaba de hacerlo poco a poco, dándole como tantos sorbos de Vida Divina, para hacerlo crecer según mi Divina Voluntad lo quisiese ; así que el hombre al pecar interrumpió mi hablar y me redujo al silencio. Después de tantos siglos, queriendo que el hombre regresara en mi Fiat, he vuelto a hablar con tanto amor, más que una tierna madre cuando ama y suspira por dar a luz a su niño, para besarlo, presumirlo, gozárselo y estrecharlo fuertemente a su seno materno, y colmarlo con todos sus bienes y felicidad. Así he hecho Yo con volver a hablar y manifestarte todo el orden del reino de mi Querer Divino, y el modo que la criatura debe tener en mi reino. Por eso el manifestarte tantas verdades sobre mi Fiat, no ha sido otra cosa que sacar de nuevo en campo todo el orden y el amor que habría tenido si el hombre no hubiera pecado y mi reino hubiese tenido su vida sobre la tierra. En mi hablar he tenido tal orden, que una verdad está tan ligada con la otra, que si se quisiera quitar y ocultar alguna verdad, formaría un vacío al reino de mi Fiat Divino y quitaría una fuerza a las criaturas para inducirlas a vivir en mi reino, porque cada verdad que respecta a mi Querer Divino es un puesto que Él toma para reinar en medio de las criaturas, y un camino en el vacío en que ellas se encuentran para tomar posesión de Él. Por eso todas las verdades que te he dicho tienen tanta conexión entre ellas, que quitando algunas se vería en ese punto como un cielo sin estrellas, o un espacio sin sol, o bien una tierra sin flores, porque en todas estas verdades que te he dicho está la renovación de toda la Creación, y en cada verdad, mi Fiat más que sol quiere salir de nuevo en campo, como salió en la Creación y tomando su campo de acción, con su luz quiere eclipsar todos los males de las criaturas, y extendiendo su velo de luz sobre todos, les quiere dar tanta gracia, de darles su mano creadora para hacerlos entrar de nuevo en el seno de su Querer Divino. Por eso todo lo que te he dicho sobre mi Divina Voluntad tiene tal importancia, que me cuesta más que toda la Creación, porque es una renovación de ella, y un acto cuando se renueva cuesta doble amor, y para estar más seguros ponemos doble gracia y doble luz para darlas a las criaturas, a fin de que no nos toque un segundo dolor, quizá más doloroso que el primero que tuvimos en el principio de la Creación cuando el hombre pecó y formó en él el fallo de nuestro amor, de nuestra luz y de la preciosa herencia de nuestro Supremo Querer. Por eso estoy tan atento de que tú nada pierdas de lo que te digo sobre mi Voluntad Divina, porque hay tanta importancia en estas verdades, que ocultando algunas sería como si se quisiera apartar al sol de su puesto, hacer salir al mar de su lugar, ¿qué sería de la tierra? Piénsalo tú misma. Tal sería si faltasen todas las verdades que con tanto orden te he manifestado sobre mi Divina Voluntad”.

+ + + +

25-34
Marzo 31, 1929

Derechos absolutos del Divino Querer. Cómo la voluntad humana cambió la suerte humana y divina. Si el hombre no hubiera pecado, Jesús hubiera venido a la tierra glorioso, y con el cetro de mando.
El hombre debía ser el portador de su Creador.

(1) Siento en mí la continua potencia del Fiat Divino que me envuelve con tal imperio, que no da tiempo a mi agonizante voluntad de hacer el más mínimo acto, y se gloría no de hacerla morir del todo, porque si esto hiciera perdería su prestigio de obrar sobre una voluntad humana, que mientras está viva se somete a recibir voluntariamente el acto vital del Fiat Divino y se contenta con vivir muriendo para dar vida y dominio absoluto al Supremo Querer, que victorioso de sus derechos divinos extiende sus confines y canta victoriosa sobre la agonizante voluntad de la criatura, la cual, si bien muriendo, sonríe y se siente feliz y honrada de que un Querer Divino tiene su campo de acción en su alma. Ahora, mientras me sentía bajo el imperio del Fiat Divino, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que son derechos absolutos de mi Fiat Divino el tener el primado sobre cada uno de los actos de la criatura, y quien le niega el primado le quita sus derechos divinos que por justicia le son debidos, porque es creador del querer humano. ¿Quién puede decirte hija mía cuánto mal puede hacer una criatura cuando llega a sustraerse de la Voluntad de su Creador? Mira, bastó un acto de sustracción del primer hombre a nuestra Voluntad Divina para cambiar la suerte de las generaciones humanas, y no sólo eso, sino que cambió la misma suerte de nuestra Divina Voluntad. Si Adán no hubiese pecado, el Verbo Eterno, que es la misma Voluntad del Padre Celestial, debía venir a la tierra glorioso, triunfante y dominador, acompañado visiblemente por su ejército angélico, que todos debían ver, y con el esplendor de su gloria debía fascinar a todos y atraer a todos a Sí con su belleza; coronado como rey y con el cetro de mando para ser rey y cabeza de la familia humana, de modo de darle el gran honor de poder decir: ‘Tenemos un rey hombre y Dios’. Mucho más que tu Jesús no descendía del Cielo para encontrar al hombre enfermo, porque si no se hubiera sustraído de mi Voluntad Divina, no debían existir enfermedades, ni de alma ni de cuerpo, porque fue la voluntad humana la que casi ahogó de penas a la pobre criatura; el Fiat Divino era intangible de toda pena y tal debía ser el hombre. Por lo tanto Yo debía venir a encontrar al hombre feliz, santo y con la plenitud de los bienes con los cuales lo había creado. En cambio, porque quiso hacer su voluntad cambió nuestra suerte, y como estaba decretado que Yo debía descender sobre la tierra, y cuando la Divinidad decreta, no hay quien la aparte, sólo cambié modo y aspecto, así que descendí, pero bajo vestidos humildísimos, pobre, sin ningún aparato de gloria, sufriente, llorando y cargado con todas las miserias y penas del hombre. La voluntad humana me hacía venir a encontrar al hombre infeliz, ciego, sordo y mudo, lleno de todas las miserias, y Yo para sanarlo lo debía tomar sobre de Mí, y para no infundirle espanto debía mostrarme como uno de ellos, para hermanarlos y darles las medicinas y remedios que se necesitaban. Así que el querer humano tiene la potencia de volverse feliz o infeliz, santo o pecador, sano o enfermo. Entonces mira, si el alma se decide a hacer siempre, siempre mi Divina Voluntad y vivir en Ella, cambiará su suerte y mi Divina Voluntad se lanzará sobre la criatura, la hará su presa y dándole el beso de la Creación cambiará aspecto y modo, y estrechándola a su seno le dirá: ‘Pongamos todo a un lado, para ti y para Mí han regresado los primeros tiempos de la Creación, todo será felicidad entre tú y Yo, vivirás en nuestra casa, como hija nuestra, en la abundancia de los bienes de tu Creador.’ Escucha mi pequeña recién nacida de mi Divina Voluntad, si el

hombre no hubiese pecado, no se hubiese sustraído de mi Divina Voluntad, Yo habría venido a la tierra, pero ¿sabes como? Lleno de Majestad, como cuando resucité de la muerte, que si bien tenía mi Humanidad similar al hombre, unida al Verbo Eterno, pero con qué diversidad mi Humanidad resucitada era glorificada, vestida de luz, no sujeta ni a sufrir, ni a morir, era el divino triunfador. En cambio mi Humanidad antes de morir estaba sujeta, si bien voluntariamente, a todas las penas, es más, fui el hombre de los dolores. Y como el hombre tenía aún los ojos ofuscados por el querer humano, y por eso aún enfermo, pocos fueron los que me vieron resucitado, lo que sirvió para confirmar mi Resurrección. Después subí al Cielo para dar tiempo al hombre de tomar los remedios y las medicinas, a fin de que curase y se dispusiera a conocer mi Divina Voluntad, para vivir no de la suya, sino de la mía, y así podré hacerme ver lleno de majestad y de gloria en medio a los hijos de mi reino. Por eso mi Resurrección es la confirmación del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra. Después de un tan largo dolor sufrido por mi Divina Voluntad por tantos siglos, por no tener su reino sobre la tierra, su absoluto dominio, era justo que mi Humanidad pusiera a salvo sus derechos y realizase mi y su finalidad primaria, la de formar su reino en medio a las criaturas.
(3) Además de esto, tú debes saber, para confirmarte mayormente, cómo la voluntad humana cambió su suerte y la de la Divina Voluntad con relación a él. En toda la historia del mundo sólo dos han vivido de Voluntad Divina sin jamás hacer la suya, y fuimos la Soberana Reina y Yo, y la distancia, la diversidad entre Nosotros y las otras criaturas es infinita, tanto, que ni siquiera nuestros cuerpos quedaron sobre la tierra, habían servido como morada al Fiat Divino y Él se sentía inseparable de nuestros cuerpos y por eso los reclamó, y con su fuerza imperante raptó nuestros cuerpos junto con nuestras almas en su patria celestial. ¿Y por qué todo esto? Toda la razón está en que jamás nuestra voluntad humana tuvo un acto de vida, sino que todo el dominio y el campo de acción fueron sólo de mi Divina Voluntad. Su potencia es infinita, su amor es insuperable”.
(4) Después de esto ha hecho silencio y yo sentía que nadaba en el mar del Fiat y, ¡oh, cuántas cosas comprendía, y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, con no hacer mi Divina Voluntad, la criatura pone en desorden el orden que tuvo la Divina Majestad en la Creación, se deshonra a sí misma, desciende en lo bajo, se pone a distancia con su Creador, pierde el principio, el medio y el fin de aquella Vida Divina que con tanto amor le fue infundida en el acto de ser creada. Nosotros amábamos tanto a este hombre, que poníamos en él, como principio de vida a nuestra Divina Voluntad, queríamos sentirnos raptar por él, queríamos sentir en él nuestra fuerza, nuestra potencia, nuestra felicidad, nuestro mismo eco continuo, y ¿quién más podía hacernos sentir y ver todo esto, sino nuestra Divina Voluntad bilocada en él? Queríamos ver en el hombre al portador de su Creador, el cual debía volverlo feliz en el tiempo y en la eternidad. Por eso al no hacer nuestra Divina Voluntad, sentimos a lo vivo el gran dolor de nuestra obra desordenada, nuestro eco apagado, nuestra fuerza raptora que debía raptarnos para darle nuevas sorpresas de felicidad se convirtió en debilidad, en suma, se trastornó. He aquí por qué no podemos tolerar tal desorden en nuestra obra, y si tanto he dicho sobre mi Fiat Divino, es propiamente ésta la finalidad, que queremos poner al hombre en el orden, a fin de que regrese sobre los primeros pasos de su creación, y corriendo en él el humor vital de nuestro Querer, forme de nuevo a nuestro portador, nuestra morada sobre la tierra, su y nuestra felicidad”.

+ + + +

25-35
Abril 4, 1929

Cómo los primeros que vivirán en el Fiat Divino serán como la levadura del reino de la Divina Voluntad.


(1) Mi abandono es en el Querer Santo, que como potente imán me atrae a Sí para suministrarme sorbo a sorbo su Vida, su luz, sus conocimientos prodigiosos, admirables y adorables. Entonces mi pobre mente se perdía en Él, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, los primeros que harán mi Divina Voluntad y vivirán en Ella, serán como la levadura de su reino. Sus tantos conocimientos que te he manifestado sobre mi Fiat Divino serán como la harina al pan, la cual encontrando la levadura, queda fermentada cuanta harina se ponga, pero no basta la harina, se necesita la levadura y el agua para formar el verdadero pan, para nutrir a las humanas generaciones. Así me es necesaria la levadura de los pocos que viven en mi Querer Divino, y la multiplicidad de sus conocimientos, que servirán como masa de luz que darán todos los bienes que se necesitan para alimentar y hacer felices a aquellos que quieren vivir en el reino de mi Divina Voluntad. Por eso no te preocupes si estás sola y pocos son aquellos que conocen en parte lo que respecta a mi Divina Voluntad, con tal que se forme la pequeña porción de la levadura, unida a sus conocimientos, el resto vendrá por sí solo”.
(3) Después de esto estaba siguiendo los actos del Fiat Divino en la Creación, y mientras seguía sus actos en el cielo, en el sol, en el mar, en el viento, mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, mira, todo lo que sirve en modo universal a toda la familia humana es siempre uno, en cambio las otras cosas que no sirven en modo universal son múltiples. El cielo es uno y se extiende sobre la cabeza de todos, el sol es uno y sirve de luz a todos, el agua es una y por eso se da a todos, y si bien parece dividida en muchas fuentes, mares, pozos, pero donde desciende tiene la fuerza única; la tierra es una y se extiende bajo los pies de todos. Y así como en el orden natural de la Creación, así en el orden sobrenatural. Dios es el Ser universal y es uno, y como uno es el Dios de todos se da a todos, envuelve a todos, se encuentra en todos, hace bien a todos y es vida de todos. Única la Virgen y por eso Madre y Reina universal de todos. Único tu Jesús, y por eso dondequiera y en modo universal se extiende mi Redención, todo lo que Yo hice y sufrí está a disposición de todos y de cada uno. Única es la pequeña recién nacida de mi Divina Voluntad, y por eso el universo entero recibirá en modo universal todos los bienes de las manifestaciones y conocimientos de mi Fiat Divino, que como sagrado depósito he puesto en ti, a fin de que más que espléndido sol haga resplandecer sus innumerables rayos para iluminar a todo el mundo. Así que todo lo que te digo contiene la virtud universal, que se dará a todos y hará bien a todos. Por eso sé atenta y sigue siempre a mi Divina Voluntad”.
Sea todo para gloria de Dios y para cumplimiento de su Fiat!!!

Deo gratias…


1
I. M. I


Fiat!!!
Siempre y eternamente en Voluntad de Dios! Deo Gratias.

26-1
Abril 7, 1929

Besos al sol, salida al jardín, competencia entre viento y sol.
Fiesta de toda la Creación. Nota discordante y nota de acuerdo. La nueva Eva.

(1) Mi pobre mente está siempre de regreso en el centro del Querer Divino, siento que no puedo hacer menos que navegar su mar interminable y sumergirme siempre más en él, para no ver, sentir y tocar otra cosa que Voluntad Divina. ¡Oh Voluntad adorable! Eleva tus altísimas olas hasta las regiones celestiales y transporta a la pequeña exiliada, tu recién nacida, de tu Voluntad en la tierra hasta tu Voluntad en el Cielo. ¡Ah! ten piedad de mi pequeñez y cumple sobre mí tu último acto en la tierra, para comenzar tu acto continuado en el Cielo.
(2) Ahora, escribo sólo por obedecer y con gran repugnancia. Después de cuarenta años y más que no había salido al exterior, hoy me han querido sacar al jardín sobre una silla de ruedas; en cuanto he salido he encontrado que el sol me investía con sus rayos, como si quisiera darme su primer saludo y su beso de luz. Yo he querido corresponderle dándole mi beso, y he pedido a las niñas y a las religiosas que me acompañaban que todas diesen su beso al sol, besando en él a aquella Divina Voluntad que como Reina estaba velada de luz, y todas lo han besado. Ahora, ¿quién puede decir mi emoción después de tantos años, al encontrarme de frente a aquel sol del cual mi amable Jesús se había servido para darme tantas semejanzas e imágenes de su adorable Voluntad? Me sentía investida no sólo por su luz, sino también por su calor, y el viento queriendo hacer competencia con el sol me besaba con su vientecillo ligero para refrescar los besos ardientes que me daba el sol; así que sentía que no terminaban jamás de besarme, el sol por una parte y el viento por la otra. ¡Oh, cómo sentía a lo vivo el toque, la vida, el respiro, el aire, el amor del Fiat Divino en el sol y en el viento! Tocaba con la mano que las cosas creadas son velos que esconden a aquel Querer que las ha creado. Ahora, mientras me encontraba bajo el imperio del sol, del viento, de la vastedad del cielo azul, mi dulce Jesús se ha movido en modo sensible en mi interior, como si no quisiera ser menos que el sol, que el viento, que el cielo y me ha dicho:
(3) “Amada hija de mi Querer, hoy todos hacen fiesta por tu salida, toda la corte celestial ha sentido el brío del sol, la alegría del viento, la sonrisa del cielo y todos han corrido para ver qué había de nuevo, y al verte a ti investida por la luz del sol que te besaba, al viento que te acariciaba, al cielo que te sonreía, todos han comprendido que la potencia de mi Fiat Divino movía a los elementos a festejar a su pequeña recién nacida. Por eso, toda la corte Celestial uniéndose con toda la Creación, no sólo hacen fiesta, sino que sienten las nuevas alegrías y felicidades que por tu salida les da mi Divina Voluntad. Y Yo, siendo espectador de todo esto, no sólo hago fiesta dentro de ti, sino que no me siento arrepentido por haber creado el cielo, el sol y toda la Creación, más bien me siento más feliz, porque de ella goza mi pequeña hija, se me repiten las alegrías, los contentos, la gloria cuando todo fue creado, cuando Adán inocente no había hecho resonar la nota del dolor de su voluntad rebelde en toda la Creación, que rompió el brío, la felicidad, la dulce sonrisa que para dar a las criaturas tenía mi Divina Voluntad en el sol, en el viento, en el cielo estrellado, porque, hija mía, el hombre con no hacer mi Divina Voluntad, puso en nuestra obra de la Creación su nota discordante, por eso perdió el acuerdo con todas las cosas creadas y Nosotros

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

sentimos el dolor y el deshonor que en nuestra obra haya una cuerda desafinada, que no emite un bello sonido, y este sonido desafinado aleja de la tierra los besos, las alegrías, las sonrisas que contiene mi Divina Voluntad en la Creación, por eso quien hace mi Voluntad y vive en Ella es la nota de acuerdo con todos, su sonido contiene no una nota de dolor, sino de alegría y de felicidad, y es tan armoniosa que todos advierten, aun los mismos elementos, que es la nota de mi Voluntad en la criatura, y poniendo todo a un lado quieren gozarse a aquélla que tiene esa Voluntad de la cual todos están animados y son conservados”.
(4) Jesús ha hecho silencio y yo le he dicho: “Amor mío, Tú me has dicho tantas veces que quien vive en tu Divina Voluntad es hermana con todas las cosas creadas; quiero ver si mi hermana luz me reconoce, y ¿sabes cómo? Si mirándola no me deslumbra la vista”.
(5) Y Jesús: “Ciertamente que te reconocerá, prueba y verás”.
(6) Yo he mirado fijamente en el centro de la esfera del sol, y la luz parecía que acariciaba mi pupila pero sin deslumbrarme, de modo que he podido mirar en su centro su gran mar de luz; cómo era terso y bello, cómo es verdad que simboliza al infinito, al interminable mar de luz del Fiat Divino. He dicho: “Gracias oh Jesús que me has hecho reconocer por mi hermana luz”. Y Jesús ha vuelto a hablarme:
(7) “Hija mía, aun en el respiro es reconocida por toda la Creación quien vive en mi Querer, porque cada cosa creada siente en aquella criatura la potencia del Fiat y la supremacía que Dios le dio sobre toda la Creación. Mira y escucha hija mía, en el principio, cuando Adán y Eva fueron creados, les fue dado el Edén por habitación, en el cual eran felices y santos; este jardín es semejanza de aquel Edén, si bien no es tan florido y bello. Ahora, debes saber que he permitido que vinieras a esta casa que está circundada por jardines, para ser la nueva Eva, no la Eva tentadora que mereció ser puesta fuera del Edén feliz, sino la Eva reformadora y restablecedora, que llamará de nuevo el reino de mi Divina Voluntad sobre la tierra. Ah, sí, tú serás el germen, el cemento a la polilla que tiene el querer humano, tú serás el principio de la era feliz, por eso concentro en ti la alegría, los bienes, la felicidad del principio de la Creación, y amo repetir las conversaciones, las lecciones, las enseñanzas que habría dado si el hombre no se hubiese sustraído de nuestra Divina Voluntad. Por eso sé atenta, y tu vuelo en Ella sea continuo”.

+ + + +

26-2
Abril 12, 1929

La Creación, acto de adoración profunda de la Divina Trinidad.

(1) Estaba toda abandonada en el Fiat Divino, su luz eclipsaba mi pequeñez y me transportaba arriba, hasta el seno del Eterno, donde no se veía otra cosa que luz, santidad, belleza, que infundía adoración profunda, tanto, de sentir cambiada mi pequeña existencia en un acto solo de adoración hacia aquel Dios que tanto me ha amado y me ama. Entonces, mientras mi mente se perdía en la luz del Divino Querer, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la santidad de nuestro Ser Divino; la potencia única de nuestra Voluntad de la cual estamos investidos, de modo que somos distintos en las Personas, pero nuestra Voluntad es siempre una que obra en Nosotros, que domina, que rige; nuestro amor igual, recíproco e incesante, produce en Nosotros la más profunda adoración entre las Divinas Personas, así que todo lo que sale de Nosotros no es otra cosa que actos de adoración profunda de todo nuestro Ser Divino. Por eso, cuando nuestro Fiat Divino quiso sacar en campo a toda la Creación con su potencia creadora, obradora y vivificadora, en cuanto nuestro Fiat se pronunciaba, así salían de Nosotros actos de adoración profunda, así que el cielo no es otra cosa que un acto de adoración profunda de la inmensidad de nuestro Ser

Divino, y por eso por todas partes se ve cielo, de noche y de día, la inmensidad de nuestro Ser hacía salir de nuestro seno la inmensidad de nuestra adoración y extendía sobre el universo el azul cielo para llamar a todos aquellos que habrían habitado la tierra en nuestra única Voluntad, para unificarlos en la inmensidad de nuestra adoración, de modo que en virtud de nuestro Fiat, el hombre se debía extender en la inmensidad de su Creador para formar su cielo de adoración profunda a Aquél que lo había creado. El sol es un acto de adoración de nuestra luz interminable, el cual es tal y tanto el ímpetu de su adoración profunda, que no se contenta con hacerse ver en lo alto, bajo la bóveda del cielo, sino que del centro de su esfera hace descender sus rayos de luz hasta lo bajo de la tierra, plasmando y tocando todo con sus manos de luz, inviste todo y a todos con su adoración de luz, y llama a plantas, flores, árboles, pájaros y criaturas a formar una sola adoración en la Voluntad de quien las ha creado. El mar, el aire, el viento, y todas las cosas creadas, no son otra cosa que actos de adoración profunda de nuestro Ser Divino, que, quién de lejos y quién de cerca llaman a la criatura en la unidad de nuestro Fiat a repetir los actos profundos de nuestra adoración, y haciendo suyo lo que es nuestro, puede darnos el sol, el viento, el mar, la tierra florida, como adoraciones profundas que sabe y puede producir nuestra Voluntad única en la criatura. ¿Qué cosa no puede hacer nuestro Fiat? Con su fuerza única puede todo, une todo, tiene en acto todo, y une Cielo y tierra, Creador y criatura, y de ellos forma uno solo”.
(3) Dicho esto se ha retirado en la profundidad de su luz y ha hecho silencio. Entonces yo he seguido mi giro en la Creación, para seguir aquella adoración profunda de mi Creador en todas las cosas creadas. ¡Oh! cómo se sentía en cada cosa el perfume de la adoración divina, se tocaba con la mano su aliento adorado, se sentía en el viento la adoración penetrante, imperante de nuestro Creador, que invistiendo toda la tierra, ahora como soplo ligero, ahora con oleadas impetuosas, ahora con alientos acariciadores, nos inviste y nos llama a la adoración que el viento posee de su Creador; ¿quién puede decir la fuerza del viento? Él en pocos minutos recorre todo el mundo, y ahora con imperio, ahora con gemidos, ahora con voces débiles y ahora fuertes, nos inviste y nos llama a unirnos a aquella adoración divina que da a su Creador. Y siguiendo mi giro veía el mar, en aquellas aguas cristalinas, en aquel murmullo continuo, en sus olas altísimas, Jesús decía que aquel mar no era otra cosa que un acto de profunda adoración de la pureza divina, adoración de su amor que murmura continuamente, y en las olas la adoración de la fuerza divina que mueve como ligera paja a todo y a todos. ¡Oh! si el Fiat Divino reinase en las criaturas, a todos haría leer en cada cosa creada la adoración distinta que cada cosa posee de nuestro Creador, y unificándonos con toda la Creación, una debía ser la adoración, uno el amor, una la gloria al Ente Supremo. ¡Oh Voluntad Divina, ven a reinar y haz que una sea la Voluntad de todos…

+ + + +

26-3
Abril 16, 1929

Para quien vive en el Fiat, es intercambio de vida entre el Fiat y el alma. Amor duplicado.

(1) Las privaciones de mi dulce Jesús se hacen más largas, y yo no hago otra cosa que suspirar y gemir por su regreso. Pero a pesar de que vivo toda abandonada en el Fiat Divino, sus privaciones son heridas tan profundas y amargas, que más que una cierva herida lanzo mis gritos de dolor, para ensordecer Cielos y tierra y mover a todos al llanto por un dolor tan desgarrador y por una privación tan grande, que me hace sentir el peso de un dolor infinito y de una herida siempre abierta, menos en aquellos pocos momentos en que me habla de su Querer Divino, en donde me parece que se cierra, pero para reabrirse con dolor más acerbo, y por eso estoy obligada en mis escritos a poner mi nota doliente de

mi pequeña alma, que más que cierva herida mando mis gritos de dolor para herir a aquel Jesús que me hiere, quién sabe, y a lo mejor herido Él, regrese y ponga tregua a mi nota doliente. Después, mientras me sentía inmersa en el dolor de su privación y toda abandonada en su Querer, se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Animo hija mía, no te abandones a tu dolor, sino sube más en alto. Tú sabes que tienes un trabajo que cumplir, y este trabajo es tan grande, que ni siquiera el dolor de mi privación debe detenerte, más bien debe servirte como medio para subir más en la luz de mi Voluntad. Tu encuentro con Ella debe ser continuo, porque es intercambio de vida que debéis hacer: Ella se debe dar continuamente a ti, y tú a Ella. Y tú sabes que el movimiento, el latido, el respiro, deben ser continuos, de otra manera la vida no puede existir, y tú harías faltar tu vida en mi Fiat, y Él sentiría el dolor de que su pequeña hija, su amada recién nacida, le hace faltar en Él su movimiento, su latido, su respiro, sentiría el arrancarse a su recién nacida, que por sentir su vida como Vida suya, la tiene siempre en acto de nacer, sin ponerla fuera de su seno, ni siquiera para hacerla dar un paso, y tú te sentirías faltar la Vida de su movimiento continuo, de su latido, de su respiro; sentirías el vacío de una Voluntad Divina en tu alma. No, no, hija mía, no quiero ningún vacío de mi Voluntad en ti. Ahora, tú debes saber que cada manifestación sobre mi Fiat Divino que te hago, son como tantos escalones por los cuales desciende mi Querer en el alma para tomar posesión de ella para formar su reino, y el alma sube al Cielo para transportarlo del Cielo a la tierra. Por eso es un trabajo grande y no conviene perder tiempo por cualquier razón, aunque fuese santa. Y tú misma ves cómo Yo mismo me eclipso en mi Querer Divino para darle todo el lugar a Él, y si a veces hago mis escapadas para venir, es sólo para tratar, reordenar y hacerte conocer lo que pertenece a mi Divina Voluntad, por eso sé atenta y tu vuelo en Ella sea continuo”.
(3) Después de esto seguía sintiéndome oprimida por las privaciones de Jesús, y pensaba entre mí: “Cómo ha disminuido su amor hacia mí, comparado con aquél que me tenía antes, me parece que apenas las sombras me han quedado del amor de Jesús”. Pero mientras esto pensaba se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cada acto hecho en mi Divina Voluntad duplica mi amor hacia ti, así que después de tantos actos que has hecho en Ella, puedo decir que mi amor ha crecido tanto, que debo ensanchar tu capacidad, para poderte hacer recibir mi creciente amor que surge en Mí a cada acto que haces en mi Divina Voluntad. Por eso mi amor es más intenso y centuplicado que el de antes, así que puedes estar segura que mi amor no te faltará jamás, jamás”.

+ + + +

26-4
Abril 21, 1929

La Divina Voluntad es plenitud. Adán antes de pecar poseía la plenitud de la santidad. La Virgen y todas las cosas creadas poseen esta plenitud.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, siento que no puedo hacer menos que estarme en la amada heredad que mi dulce Jesús, con tanto amor me dio diciéndome: “Hija, te la confío a ti a fin de que jamás salgas de ella, y hagas resonar tu eco continuo de un punto al otro, de modo que todo el Cielo pueda ver que nuestra interminable heredad de nuestro Fiat sobre la tierra no está aislada, sino habitada por nuestra pequeña hija, ella girará siempre en Ella para hacer compañía a todos los actos de nuestro Querer, y en todos sus apartamentos”. Por eso me es amado y dulce vivir en mi celestial heredad, sentiría que me falta la vida sin Ella. Ahora, mientras giraba en Ella, mi siempre amable Jesús giraba junto conmigo y todo amor me ha dicho:

(2) “Hija mía, mi Divina Voluntad es toda plenitud, no hay cosa que no posea: Inmensidad de luz, santidad incomparable, interminabilidad sin confines, generadora incesante, ve todo, siente y plasma todo; todo esto es naturaleza en mi Fiat Divino, por lo que sus actos poseen la plenitud de todos los bienes, por eso, para poder encerrar un solo acto suyo en el fondo del alma, es necesario que se escombre de toda sí misma, regrese al vacío de la nada como en el acto cuando fue creada, a fin de que mi Querer Divino encuentre el espacio de la nada para poder poner un acto suyo de plenitud, el cual poseyendo la virtud generadora incesante, un acto llamará al otro, de modo que nada debe faltar, ni plenitud de luz, de santidad, de amor, de belleza, ni multiplicidad de actos divinos. Por eso la santidad hecha en mi Querer Divino posee toda la plenitud, pero tanto, que si Dios quisiera darle de más, no encontraría lugar dónde poner otra luz, otra belleza, y Nosotros diremos: ‘Eres toda bella, no podemos agregarte otra belleza, tan bella eres, eres obra de nuestro Querer y esto basta para ser una obra digna de Nosotros.’ Y el alma dirá: ‘Soy el triunfo de tu Fiat Divino, por eso soy toda rica y bella, poseo la plenitud de un acto de tu Querer Divino, el cual toda me llena, y si quisieras darme de más no sé donde lo pondría.’ Tal fue la plenitud de la santidad de Adán antes de caer en el laberinto de su voluntad humana, porque poseía el primer acto de nuestro Fiat, generador de su creación, y por eso poseía plenitud de luz, de belleza, de fuerza, de gracia, todas las cualidades de nuestro Fiat se reflejaban en él y lo embellecían tanto, que Nosotros mismos nos sentíamos raptados al mirarlo, al ver en él esculpida tan bella nuestra amada imagen que formaba en él nuestro Ser Divino. Por eso, a pesar que cayó no perdió la vida ni la esperanza regeneradora de nuestro Fiat, porque habiendo poseído en el principio de su vida la plenitud de su acto, no quiso perder a aquél que lo había poseído. La Divinidad se sintió de tal manera ligada con Adán, que no se sintió con fuerza para desterrarlo para siempre; para perder lo que una vez ha sido poseído por nuestro Fiat se necesita mucho, nuestra fuerza se sentiría débil, nuestro amor, el fuego que posee se restringiría para no hacerlo, sería el verdadero embarazo divino, perder a aquél que ha poseído un solo acto de la plenitud de nuestra Voluntad. Tal plenitud de santidad la poseyó la alteza de la Soberana Reina, y por eso ningún vacío hay en Ella, se llenó tanto, que posee mares de luz, de gracias, de belleza, de potencia. Es tal y tanta su plenitud, que no tenemos dónde poner y Ella no tiene dónde recibir, porque es la única celestial criatura que vivió bajo el imperio del acto de nuestro Fiat Divino, y que puede decir: ‘Soy un acto de Voluntad Divina, y en esto está todo el secreto de mi belleza, potencia, grandeza, y hasta de mi maternidad.’ ¿Qué cosa no puede hacer un acto de nuestro Fiat? Puede hacer todo, su prerrogativa es la plenitud de todo; un acto de Él es el sol y posee la plenitud de la luz, y si se pudiera preguntar al sol, ¿quisieras más luz? Respondería: ‘Tengo tanta que puedo dar luz a todos, y mientras la doy no la pierdo, porque poseo la fuente de la luz del acto del Fiat Divino”. El cielo es un acto de Él, por eso dondequiera que se extiende, es tanta su plenitud que no encuentra dónde extender de más su cortina azul. El viento es un acto de nuestro Fiat Divino, y por eso posee la plenitud del imperio, de la fuerza; ¿quién puede resistir a la fuerza del viento? Ninguno, hace juego de todo, y con su fuerza imperante destroza ciudades, levanta árboles, y arroja por tierra, como si fueran paja, a todas las cosas. Toda la Creación, cada cosa creada posee la plenitud del acto de nuestro Fiat, y por eso ninguna es miserable, todas son ricas con la plenitud querida por nuestro Querer Divino, ni ninguna cosa tiene necesidad de nada, son por naturaleza ricas por ellas mismas. El mar posee la plenitud de las aguas; la tierra, la plenitud de las plantas y de tanta diversidad de ellas, porque todas son partes del acto de nuestro Querer Divino. Ahora hija mía, el vivir en mi Divina Voluntad es propiamente esto, poseer y gozar la plenitud de los bienes divinos, de modo que nada debe faltar, ni santidad, ni luz, ni belleza; serán los verdaderos partos de mi Fiat adorable”.

+ + + +

26-5
Abril 28, 1929

El Fiat Divino vuelve inseparable a la criatura de Dios. Desbordamiento divino por la criatura. Todo está al seguro en quien vive en el Fiat, y todo está en peligro en quien hace la voluntad humana.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino para seguir sus actos en la Creación, y habiendo llegado al Edén, mi pobre mente se ha detenido en el acto cuando creaba al hombre, e infundiéndole el aliento le infundía la vida, y rogaba a Jesús que diera el aliento a mi pobre alma para infundirme el primer aliento divino de la Creación, a fin de que con su aliento regenerador pudiese recomenzar mi vida toda en el Fiat, de acuerdo a la finalidad para la que me habían creado. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, como en acto de querer infundirme su aliento y me ha dicho:
(2) “Hija mía, es nuestra Voluntad que la criatura vuelva a subir a nuestro seno, entre nuestros brazos creadores para darle nuevamente nuestro aliento continuado, y en este aliento darle la corriente que genera todos los bienes, alegrías y felicidad, pero para poder dar este aliento, el hombre debe vivir en nuestro Querer, porque sólo en Él lo puede recibir, y Nosotros darlo. Nuestro Fiat tiene tal virtud, de volver inseparable a la criatura de Nosotros, y lo que Nosotros somos y hacemos por naturaleza, ella lo puede hacer por gracia. Nosotros al crear al hombre no lo poníamos separado de Nosotros, y para tenerlo junto le dábamos nuestra misma Voluntad Divina, la cual le daría el primer acto para obrar junto con su Creador; fue esta la causa de que nuestro amor, nuestra luz, nuestras alegrías, la potencia y belleza nuestras regurgitaron todas juntas, y desbordando fuera de nuestro Ser Divino poníamos la mesa a aquél que habíamos formado con tanto amor con nuestras manos creadoras y generado con nuestro mismo aliento. Queríamos gozarnos nuestra obra, verlo feliz con nuestra misma felicidad, embellecido con nuestra belleza, rico de nuestra riqueza, mucho más que era Voluntad nuestra el estarnos junto con la criatura, obrar juntos y entretenernos junto con ella; los juegos no se pueden hacer de lejos, sino de cerca. Entonces, por necesidad de creación y para mantener integra nuestra obra y la finalidad con la cual la habíamos creado, el único medio era dotar al hombre de Voluntad Divina, la cual lo habría conservado como salió de nuestras manos creadoras, y él habría gozado todos nuestros bienes, y Nosotros debíamos gozar porque él era feliz. Por eso no hay otros medios para hacer que el hombre regrese a su puesto de honor, y que entre de nuevo a obrar junto con su Creador, y que se entretengan mutuamente, que entrar de nuevo en nuestro Fiat, a fin de que nos lo lleve triunfante a nuestros brazos que lo están esperando para estrecharlo fuerte a nuestro seno divino, y decirle: ‘Finalmente, después de seis mil años has vuelto, has andado errante, has probado todos los males, porque no hay bien sin nuestro Fiat, has probado suficientemente y tocado con la mano lo que significa salir de Él, por eso no salgas más y ven a reposarte y a gozar lo que es tuyo, porque en nuestro Querer todo te fue dado’. Por lo tanto hija mía, sé atenta, todo te daremos si vives siempre en nuestro Fiat, nuestro aliento tomará placer en darse siempre a ti, para darte nuestras alegrías, nuestra luz, nuestra santidad, y comunicarte la actitud de nuestras obras, a fin de que siempre podamos tener junto a la pequeña hija regenerada por nuestra Divina Voluntad”.
(3) Dicho esto se ha retirado en mi interior, y yo continuaba siguiendo los innumerables actos del Fiat Divino, y el bendito Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, es prerrogativa de mi Querer Divino poner al seguro todo lo que posee; así que cuando entra en el alma, como poseedor de ella, todas las cosas las pone al seguro: Pone al seguro la santidad, la gracia, la belleza, todas las virtudes, y para hacer que todo esté al seguro, hace sustituir en el alma su santidad divina, su belleza, sus virtudes, todo en modo divino, y poniendo en ello su sello que es intangible de todo cambio, vuelve a la criatura intangible de todo peligro. Así que para quien vive en mi Querer nada hay que

temer, porque Él ha asegurado cada cosa con su seguro divino. En cambio la voluntad humana hace que todo quede en peligro, aun la misma santidad, las virtudes que no están bajo el dominio continuo de mi Fiat, están sujetas a peligros continuos y oscilaciones continuas; las pasiones tienen el camino abierto para poner todo en desorden y arrojar por tierra las virtudes, la santidad, formadas con tantos sacrificios. Si no está la virtud vivificadora y alimentadora continua de mi Querer, que cierre todas las puertas y todos los caminos a todos los males, la voluntad humana tiene puertas y caminos para hacer entrar al enemigo, el mundo, la estima propia, las miserias, las turbaciones, que son la polilla de las virtudes y de la santidad, y cuando está la polilla no hay fuerza suficiente para estar firmes y perseverantes en el bien, por eso todo está en peligro cuando no reina mi Divina Voluntad. Además de esto, es tanto el mal que no reine nuestra Divina Voluntad en medio a las criaturas, que todas las cosas están en continua oscilación, nuestra misma Creación, todos los bienes de la Redención, son intermitentes, porque no encontrando en la familia humana nuestro Fiat reinante, no siempre puede dar los mismos bienes, es más, muchas veces nos debemos servir de la Creación y Redención para armarla en contra del hombre, porque el querer humano se pone en contra del nuestro, y Nosotros por justicia debemos golpearlos, para hacerle comprender que no reinando nuestro Querer, el humano rechaza nuestros bienes y nos obliga a castigarlos; la misma gloria que nos da la criatura por medio de la Creación y Redención, no es fija, cambia a cada acto de voluntad humana. Así que el pequeño interés que nos debía dar la criatura, de su amor y de su gloria que nos debería dar, porque tanto le habíamos dado, no es ni siquiera renta fija, sino que todo es intermitente, porque sólo nuestra Voluntad tiene virtud de volver irremovibles y continuados sus actos y aquellos donde Ella reina. Así que, hasta que no reine nuestro Fiat Divino todo está en peligro; la Creación, la Redención, los sacramentos todos están en peligro, porque el humano querer ahora abusa, ahora no reconoce a Aquél que tanto lo ha amado y beneficiado, ahora pisotea bajo sus pies nuestros mismos bienes; por eso, hasta en tanto no reine nuestro Querer que pondrá en medio a las criaturas el orden divino, su firmeza, armonía y su día perenne de luz, de paz, todo estará en peligro para él y para Nosotros, nuestras mismas cosas estarán bajo la opresión del peligro y no podrán dar a las criaturas los bienes abundantes que ellas contienen”.

+ + + +

26-6
Mayo 4, 1929

Potencia, encanto, imperio de un alma que vive en el Querer Divino, cómo todo gira entorno a ella y domina al mismo Creador.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, y mi pobre mente ahora se detiene en un punto, ahora en otro de Él, pero no sabe salir de dentro de la inmensidad de sus confines interminables, es más, no encuentra ni caminos ni puertas para salir de Él. Y mientras camino en el Querer Divino, lo dejo detrás de mí, y mientras lo dejo detrás se me pone delante con su Majestad, a la derecha y a la izquierda, hasta debajo de mis pies y me dice: “Soy todo para ti, para darte mi Vida y formarla en ti, así que no hay otra cosa para ti que mi Voluntad Divina y adorable”. Mientras mi pobre mente se perdía en Él, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Querer Divino, siente en sí el acto continuo y constante del obrar divino de mi Fiat Divino, este acto continuo generado por su potencia en la criatura, tiene tal fuerza, tal imperio sobre todos, que rapta a todos con su dulce encanto, de modo que todos giran en torno a ella, los ángeles, los santos, la Trinidad Sacrosanta, las esferas celestes y toda la Creación, todos quieren ser espectadores para gozar una escena tan dulce, encantadora y bella, del acto continuo de la criatura en el Fiat Divino, ella entra en el banco del Ente Supremo y unificándose en el acto continuo de su Creador, ella no hace

otra cosa que poner fuera, con su acto continuo, las innumerables bellezas, los sonidos más dulces, las rarezas insuperables de las cualidades de su Creador. Y lo que más rapta es el ver su pequeñez, que toda osada y animosa, sin temer nada, como si quisiera dominar al mismo Creador para darle placer, para raptarlo a sí, para pedirle el reino de su Querer sobre la tierra, toma y pone fuera del banco divino todas nuestras alegrías y felicidad como si quisiera agotarlas, y viendo que no las agota no se cansa, repite su acto continuado, de modo que todos esperan que termine, y no viéndola terminar se ponen en torno a ella, tanto, que ella se vuelve el lugar central, y todos giran alrededor para no perder una escena tan consoladora y jamás vista, esto es, el acto continuo de la pequeñez humana en la unidad del Fiat Supremo. Mucho más que el obrar continuo es sólo de Dios, y al verlo repetir por la criatura, despierta las más grandes sorpresas, que hacen asombrar a Cielos y tierra. Pequeña hija mía, si tú supieras qué significa un acto continuo en mi Voluntad, este acto es incomprensible a mente creada, ella es la bilocadora de nuestro acto continuo, ella entra en nuestro acto y hace surgir y pone fuera, mostrando a todos nuestra rara belleza, nuestro amor invencible, nuestra potencia que todo puede, nuestra inmensidad que todo abraza, quisiera decir a todos: ‘Miren quién es nuestro Creador.’ Y Nosotros la hacemos hacer y gozamos al ver que la pequeñez de la criatura quiere darnos nuestro paraíso, y nuestro Ser Divino, como nuestro y como suyo. ¿Qué cosa no puede hacer y darnos quien vive en nuestro Fiat? ¡Todo! Mucho más, porque estando en la tierra esta feliz criatura, en virtud del libre albedrío tiene la virtud conquistadora, lo que no tienen ni siquiera los santos en el Cielo, y con ésta puede conquistar y multiplicar el bien que quiere. Y nuestro Querer que la tiene dentro de Sí, la vuelve conquistadora de nuestro Ser Divino”.

+ + + +

26-7
Mayo 9, 1929

Cómo era necesario que concentrase en Luisa la santidad humana para consumarla y dar principio a la Santidad del vivir en el Querer Divino. Cómo el sufrir voluntario es algo grande delante a Dios.

(1) Había leído en el primer volumen de mis escritos, cómo Nuestro Señor me había dicho que quería que yo aceptara entrar en batalla con el enemigo infernal, en las duras pruebas a que me sometió. Entonces yo pensaba entre mí: “Me parece que hay contradicción, porque Jesús me ha dicho tantas veces que quien vive en su Voluntad Divina no está sujeto ni a tentaciones ni a turbaciones, ni el enemigo tiene poder de entrar en el Fiat Divino, porque Éste lo quemaría más que el mismo fuego del infierno, y para no quedar más quemado huye del alma que vive en Él”. Mientras esto y tantas otras cosas pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú te equivocas, no hay contradicciones. Tú debes saber que debiéndote llamar en modo todo especial a vivir en mi Divina Voluntad, para hacértela conocer, y por medio tuyo hacer conocer a los demás la santidad del vivir en Ella, para hacerla reinar sobre la tierra, era necesario que concentrara en ti toda la santidad humana para consumarla en ti, para dar principio a la verdadera santidad del vivir en mi Querer Divino. La santidad en el orden humano debía ser el escabel, el trono de la santidad en el orden de mi Divina Voluntad. He aquí el por qué desde el principio en que te llamé al estado de víctima, y a todo lo que sufriste en aquella época, Yo te lo decía antes para preguntarte si tú aceptabas, y después de que aceptabas entonces te ponía en aquel estado de pena, quería de ti el sufrir voluntario, no forzado, porque era a tu voluntad a la que quería hacer morir, y encender sobre tu voluntad, casi como apagada llamita, el gran fuego del Sol de mi Fiat. El sufrir voluntario es algo grande delante a nuestra Majestad Suprema, y por eso

sobre la muerte de tu querer, ahogado de penas, podía mi Voluntad tener su dominio y disponerte a recibir el bien más grande de sus conocimientos. ¿No fue mi sufrir todo voluntario –ninguno podía imponerse sobre Mí– lo que formó el gran bien de la Redención? Así que todo lo que tú sufriste entonces, no fue otra cosa que un completar el orden de la santidad en el modo humano, por eso casi nada te decía de la santidad del vivir en mi Querer Divino, quería completar la una para comenzar la otra cuando vi que nada me negaste de lo que Yo quería, aun a costa de tu vida; y mientras nada me negabas y tu voluntad perdía el camino y se encontraba en continuo acto de morir, la mía hacía su camino y readquiría su Vida en ti, y conforme readquiría su Vida, así se manifestaba narrándote su larga historia, su dolor, y cómo suspira el venir a reinar en medio a las criaturas. Mi palabra es vida, y conforme, más que un tierno padre te hablaba de mi Fiat, así iba formando su Vida en ti, porque jamás me habrías entendido lo que respecta a mi Querer si no hubieras tenido su Vida en ti, porque de aquello que forma la vida se tiene verdadero interés de comprender y defender, lo que no forma vida entra en el orden secundario, no primario, y no se siente el verdadero amor que se puede tener a la propia vida. Así que a la misma Vida de mi Fiat formada en ti Yo podía confiar todos sus conocimientos, para poder formar otras tantas Vidas de Él en las criaturas, y después debía hacer de ti lo que hice de Mí: Yo cuando vine a la tierra observé todas las leyes, me sometía a todos los sacrificios de la ley antigua en modo perfecto, como ningún otro hasta entonces había observado, y después de que todo lo completé en Mí, consumando en mi Humanidad todas las leyes y santidades de modo antiguo, las abolí y di principio a la nueva ley de gracia y a la nueva santidad que traje a la tierra. Así he hecho contigo: Concentré en ti las penas, los sacrificios, las batallas de la santidad presente para completarla, y así poder comenzar de nuevo la nueva santidad del vivir en mi Querer, esto es, el ‘Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra.’ Ahora, ¿dónde están las contradicciones que tú dices? Cuando el alma entra en mi Querer para hacer en Él vida perenne, el enemigo no puede acercarse más, su vista queda cegada por la luz de mi Fiat, ni puede ver lo que la feliz criatura obra en esta luz divina. La luz se defiende de todo, domina a todos, es intangible, no se deja ofender, ni ofende, y si alguno la quiere tocar o atraparla entre sus manos, con rapidez encantadora huye, y casi burlonamente la salpica de luz; toca todo, abraza a todos para hacer bien a todos, pero no se deja tocar por ninguno. Así es mi Divina Voluntad, encierra al alma en su luz y con su imperio eclipsa todos los males, y ella viviendo de luz, todo se convierte en luz, en santidad y en paz perenne, así que los males se extravían y pierden el camino, las turbaciones, las tentaciones, las pasiones, el pecado, quedan todos con las piernas rotas y no saben más caminar. Por eso sé atenta y tu vivir en mi Fiat sea continuo”.

+ + + +

26-8
Mayo 12, 1929

Quien vive en el Fiat Divino es el narrador de las obras divinas.
La Ascensión. Causa por la que no dejó el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra.

(1) Continuando mi acostumbrado abandono en el Fiat Divino, estaba siguiendo los actos de Él en la Creación, me parecía que uniéndome a sus actos, ahora hacía un acto de luz, ahora un acto de inmensidad, ahora un acto de potencia, y así de todo lo demás. Pero mientras esto hacía, mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad y sigue sus actos, es la narradora de todas nuestras obras. Así que conforme tú giras en el sol para repetir junto con mi Voluntad lo que hice al crear al sol, nos haces la narración de la historia de su luz, y el Ente

Supremo al oír repetir por ti toda la historia del sol, lo que encierra, el bien que hace, siente darse toda la gloria de su luz, y como la luz brilla sobre todas las cosas, inviste todo, llena el aire, así oye tu eco cercano y lejano, en lo bajo y en la altura de los cielos, y susurrando a nuestro oído nos haces la narración de la luz, y nos glorifica tanto, que nos das un sol de gloria; oh, cómo quedamos felicitados por parte de la criatura por haber creado un astro tan benéfico para toda la tierra. ¿Cómo no amar a quien vive en nuestro Fiat Divino? Ella recoge todas nuestras cualidades y felicidad esparcidas en todo lo creado, y ahora nos hace la narración del cielo y nos dice la historia de su inmensidad, y nos da la gloria del cielo entero; ahora nos dice la historia del mar, y murmura junto con las aguas: ‘Amor y gloria de todo el mar a mi Creador.’ Ahora nos narra la historia de la tierra florida, y todas las plantas y flores elevan su perfume y nos das la gloria de toda la tierra. Ahora nos haces la narración de la historia del viento, ahora del aire, ahora del pajarillo que canta, ahora del cordero que bala, en suma, tiene siempre cosas que narrarnos de las tantas cosas que hemos hecho en la Creación, para darnos el amor y la gloria que tuvimos al crearla. ¡Oh! cómo es dulce y grato el oírte hacer la narración de nuestras obras, nos sentimos duplicar el amor, nuestra gloria; mucho más que, quien nos hace la narración vive en nuestro Querer, el cual, instruyéndola le hace decir los secretos amorosos que hay en todas las cosas creadas”.
(3) Dicho esto ha hecho silencio. Después, como si no pudiera contener el amor de su corazón divino, ha agregado:
(4) “Hija amada mía, tú eres mi esperanza, la esperanza del reino de mi Divina Voluntad sobre la tierra, aquella esperanza que no dice duda, sino certeza, porque ya en ti encuentra su reino; tus modos, tus prerrogativas, tus narraciones, todo pertenece a mi Fiat Divino, en ti están sus fundamentos, sus conocimientos, por eso espero que su reino se formará y se divulgará sobre la tierra”.
(5) Después de esto estaba pensando cuando Nuestro Señor subió al Cielo, glorioso y triunfante, con su Humanidad no más humillada, sujeta a las penas, con la divisa de Adán caído, sino intangible de toda pena, con la divisa del nuevo Adán inocente, con todas las prerrogativas más bellas de la Creación, vestido de luz e inmortal. Pero mientras esto pensaba, mi dulcísimo Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, mi Humanidad rehizo en sí, y sobre sí misma todos los males de la humanidad caída, hasta morir, para darle virtud de hacerla resurgir de la muerte a la cual estaba sujeta. He aquí la causa por la que no dejé el reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra, porque faltaba la humanidad del Adán inocente, gloriosa e inmortal para poder impetrarlo y recibir el gran don de mi Fiat. Por eso era necesario que mi Humanidad primero debía rehacer la humanidad caída y darle todos los remedios para levantarla, después morir y resurgir con las dotes del Adán inocente para poder dar al hombre lo que perdió. No sólo eso, sino quise subir al Cielo con mi Humanidad bella, vestida de luz como salió de nuestras manos creadoras, para decir al Padre Celestial: ‘Padre mío, mira cómo mi Humanidad está rehecha, cómo el reino de nuestra Voluntad está al seguro en Ella, soy Yo la cabeza de todos, y quien te ruega tiene todos los derechos de pedir y de dar lo que Yo poseo.’ Hija mía, se necesitaba una humanidad inocente, con todas las dotes con las cuales salió de nuestras manos creadoras para conseguir de nuevo el reino de nuestra Voluntad en medio a las criaturas, que hasta entonces faltaba, y Yo lo adquirí con mi muerte, y subí al Cielo para cumplir, después de mi primer trabajo, el segundo trabajo mío de impetrar y dar el reino de mi Divina Voluntad sobre la tierra. Son cerca de dos mil años que esta mi Humanidad ruega, y nuestra Majestad Divina, sintiéndose regurgitar de nuevo, más bien, con más intensidad el amor de la Creación que tuvimos al crear al hombre, y sintiéndose raptar y fascinar por la belleza de mi Humanidad, ha desbordado fuera de nuevo, y abriendo los Cielos ha hecho llover a torrentes la lluvia de luz de los tantos conocimientos sobre mi Fiat, a fin de que como lluvia descienda sobre las almas, y con su luz vivifique y sane al querer humano, y transformándolo, arroja la raíz de mi Voluntad en los corazones, y ahí extiende su reino sobre la tierra. Para venir mi reino sobre la tierra primero debía hacerlo conocer, debía hacer saber que quiere venir a reinar, y Yo, como un

hermano mayor de la familia humana, estoy haciendo todas las diligencias necesarias en el Cielo junto a la Divinidad, para darle una adquisición tan grande. Por eso era necesario que Yo subiera al Cielo con mi Humanidad glorificada, para poder readquirir de nuevo el reino de mi Fiat para mis hermanos e hijos”.

+ + + +

26-9
Mayo 16, 1929

Los conocimientos sobre la Divina Voluntad son el ejército, los actos hechos en Ella son las armas, su luz el palacio real, el Ministro la Trinidad Santísima. Ímpetu divino por establecer su reino.
Necesidad divina, silencio de Jesús, dolor de sus secretos.

(1) Continuando mi acostumbrado abandono en el Fiat Divino, estaba pensativa por las privaciones de mi dulce Jesús. ¡Oh! cómo gemía mi pobre alma bajo el peso infinito de un dolor que hace decir a todas las cosas creadas: “¿Dónde está tu Jesús, Aquél que tanto te amaba? ¡Ah! tú sientes que sostiene todo, tocas su belleza que ha puesto sobre toda la Creación, ves su inmensidad que no puedes alcanzar, pero todo esto que tú ves no son otra cosa que las huellas de sus pasos, que a su paso imprimió sobre todas las cosas creadas por Él, pero no está aquí. Tú, corre, búscalo, y todas nosotras te acompañaremos gimiendo junto contigo para hacerte encontrar a Aquél que tú quieres”. Yo siento que todos me hablan de Jesús con notas dolientes, que haciendo eco en mi pobre corazón desgarrado por un dolor que yo misma no sé decir, y era tanta la impresión, como si quisiera salir de mi habitual estado. Pero mientras estaba en esto, mi amable y buen Jesús me ha sorprendido, y poniéndome los brazos en el cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué pasa? ¿Qué pasa? Cálmate, cálmate, cómo, ¿tal vez tú quieres salir del ejército de mi Divina Voluntad? Mira qué ejército ordenado, formidable y numeroso, que disponiéndose en orden de batalla en tu alma no te será fácil salir; pero, ¿sabes tú quién es este ejército? Todos los conocimientos sobre mi Divina Voluntad, porque Ella habiéndose formado su palacio real en ti, no podía estar, ni era decoroso estar sin su ejército. Este ejército lo hemos sacado de nuestro seno divino para cortejar, defender, y están todos atentos para hacer conocer a todos quién es nuestro Fiat, su Rey divino, cómo quiere descender con todo su ejército celestial en medio a los pueblos para combatir al querer humano, pero no con las armas que matan, porque en el Cielo no hay estas armas asesinas, sino con las armas de luz que combaten para formar la Vida de mi Querer en las criaturas. Ahora, tú debes saber que las armas de este ejército son los actos hechos en mi Divina Voluntad; ¡mira cómo es bello! El palacio real es la luz de mi Fiat, el Rey que domina es mi Querer, el Ministro la Trinidad Santísima, el ejército sus conocimientos, las armas tus actos hechos en Él. Porque conforme tú tenías el bien de conocer un conocimiento suyo y obrabas en virtud de él, en mi Fiat formabas las armas en las manos de cada conocimiento, para dar la vida de este conocimiento a las otras criaturas. Pero no es todo aún, cada conocimiento posee un arma diversa la una de la otra, así que cada conocimiento que te he dado sobre mi Divina Voluntad posee un arma especial y distinta: Quién posee el arma de la luz para iluminar, calentar y fecundar el germen de mi Fiat; quién posee el arma de la potencia vencedora que domina e impera; quién el arma de la belleza que rapta y conquista; quién el arma de la sabiduría que ordena y dispone; quién el arma del amor que quema, transforma y consume; quién el arma de la fuerza que arroja por tierra, hace morir y hace resurgir en mi Querer Divino; en suma, cada conocimiento mío es un soldado divino que manifestándose a tu alma se ha hecho poner en sus manos, por ti, el arma de cada oficio que poseen. Mira qué orden tienen, como son atentos a su oficio y a manejar el arma que cada uno posee para disponer y formar el pueblo del reino de mi

Fiat Divino. Este ejército y estas armas poseen la virtud prodigiosa de lo infinito, de modo que se difunden por dondequiera, y donde hay una luz, aun pequeña, en las criaturas, combaten con armas de luz contra las tinieblas del querer humano para eclipsarlo y darle la Vida de mi Fiat, y donde hay un germen de potencia o de fuerza, corre el soldadito divino con su arma de la potencia y de la fuerza para combatir la potencia y fuerza humana, y hacer resurgir la potencia y la fuerza de mi Divina Voluntad. Este ejército tiene el arma opuesta a todos los actos humanos para combatirlos, para hacer resurgir sobre el acto humano el acto de mi Querer Divino. Por eso hija mía, es necesario que tu permanezcas en mi Divina Voluntad para formar armas suficientes, con tus actos hechos en Ella, al gran ejército de sus conocimientos. Si tú supieras cómo este ejército espera con ansia las armas de tus actos en sus manos para mover batalla y destruir el pobre reino del querer humano, y edificar nuestro Reino de luz, de santidad y de felicidad; mucho más que Yo estoy en ti, en la gran morada de mi Divina Voluntad, en medio a mi ejército, con el continuo consejo del Ministro de las Divinas Personas, como reproductor de nuestras obras, porque Nosotros somos el Ser obrante, y donde estamos queremos obrar siempre, sin cesar jamás. Por eso es de necesidad que tú estés siempre en nuestro Fiat para unirte a Nosotros en nuestro continuo obrar, y darnos el campo de siempre obrar en ti, porque es propiamente ésta la señal del obrar divino: Obrar siempre, siempre, sin cesar jamás”.
(3) Después de esto ha hecho silencio, y poco después con un énfasis más tierno ha agregado:
(4) “Hija mía, si tú supieras que ímpetu de amor siento porque quiero establecer el reino de mi Divina Voluntad sobre la tierra, para realizar el único fin por el cual fue creado el hombre; todo lo que ha sido hecho por las Divinas Personas, desde que fue creado el mundo y lo que haremos, nuestro principio será siempre aquél, no lo dejaremos jamás, que el hombre regrese a su herencia del reino de nuestro Fiat que nos rechazó. Tanto, que en mi misma encarnación, cuando descendí del Cielo a la tierra, la primera finalidad fue el reino de mi Divina Voluntad, los primeros pasos los di en el reino de Ella, esto es, en mi Madre Inmaculada que lo poseía, mi primera morada fue en su seno purísimo, en el cual mi Fiat tenía su dominio absoluto y su reino íntegro y bello, y en este reino de mi Querer que poseía mi Mamá Celestial, comencé y formé mi Vida acá abajo, de penas, de lágrimas y de expiaciones. Yo lo sabía, sabía que debía ser el Jesús abandonado, no amado ni buscado, pero quise venir porque veía a través de los siglos que mi venida a la tierra debía servir para formar el reino de mi Querer Divino, y por necesidad debía primero redimirlos para obtener mi primera finalidad. Y Yo desde entonces descendía del Cielo para venir a buscar, encontrar y estrechar a mi seno a los hijos de mi reino, que me habrían buscado, amado, reconocido, hasta llegar a no poder estar sin Mí, y por eso en lo que Yo hacía y sufría, Yo ponía un sello y decía: ‘Aquí esperaré a los hijos de mi Querer, los abrazaré, nos amaremos con un solo amor, con una sola Voluntad’; y por amor de ellos, las lágrimas, los pasos, las obras, se me cambian en refrigerio, en alegría para mi corazón ahogado de amor. Hija mía, ¿no sientes tú misma que no puedes estar sin Mí? Y cuando lean en el mundo estos escritos, quedarán maravillados al oír la larga cadena de mis gracias, mis cotidianas visitas, y por tan largo tiempo, lo que no he hecho a ningún otro, mis largas conversaciones que he tenido contigo, las tantas enseñanzas que te he dado, y todo lo que debía servir al reino de mi Divina Voluntad. Sentía la irresistible necesidad de reemprender y rehacer contigo todas las conversaciones, de comunicarte las gracias, las enseñanzas que habría dado a Adán inocente si no hubiera rechazado la preciosa herencia de mi Fiat; él rompió mi hablar y me redujo al silencio, y después de seis mil años de silencio sentía la extrema necesidad de reemprender mi hablar con la criatura. ¡Oh! cómo era doloroso contener tantos secretos en mi corazón, que debía confiarle, y que sólo para ella eran reservados estos secretos, no para otros, y si supieras cuánto me ha costado el callar por tan largo tiempo, mi corazón estaba sofocado y delirante repetía sumisamente: Ay de Mí, creé al hombre para tener con quién hablar, pero debía poseer mi Divina Voluntad para entenderme, y como me la rechazó me ha vuelto el Dios taciturno, ¡qué dolor siento! ¡Qué amor sofocado que me hacía desfallecer, y deliraba! Por eso no pudiendo soportarlo más,

lo he querido romper contigo, he roto mi largo silencio, y por eso la necesidad del ímpetu de mi hablar tan prolongado, frecuente y repetido. Y mientras me desahogo contigo en el decir, siento como si ahora estuviese dando principio a la Creación, y por eso en estos escritos te estoy haciendo escribir el verdadero por qué de la Creación, qué cosa es mi Voluntad, su valor infinito, cómo se debe vivir en Ella, su Reino y cómo quiere reinar para volver a todos santos y felices. Todos quedarán sorprendidos al leer estos escritos y sentirán la necesidad de que mi Fiat viva en medio a ellos. La Divinidad siente una irresistible necesidad de completar la obra de la Creación, y ésta será completada con el reinar nuestra Divina Voluntad en medio a las criaturas. ¿Qué haría una criatura si después de que ha hecho una obra con sacrificios inauditos y por largo tiempo, obra que le cuesta la vida, obra de valor incalculable, y sólo porque le faltase un punto, una pincelada, un color, no puede completar la obra que le cuesta tanto? Y por cuan bella su obra, por cuan preciosa y de valor incalculable, que formaría su fortuna, su gloria y su felicidad completa, no puede presentarla al público, ni puede decir que es una obra completa porque falta un punto. Para esta persona la vida se cambiaría en dolor y sentiría el peso de su obra, bella, sí, pero no completa, y por eso se siente infeliz y en vez de gloria se siente humillada, y ¿qué sacrificios no haría? Pondría la vida para poner aquel punto para dejar completa su obra. Así nos encontramos Nosotros, nada falta a nuestra obra de la Creación: cielos, soles, obras y magnificencia de toda especie, pero falta un punto, un punto que me desfigura una obra tan bella, pero este punto es el más importante, es la pincelada más bella, es el color más vivo que falta a la Creación, todos y todo viven en mi Fiat, pero un punto de ella, esto es, la familia humana, está fuera de Él, fuera de mi reino y vive infeliz. ¡Qué dolor! Hay lugar para todos en mi Querer, no obstante hay quien vive fuera. ¡Oh! cómo nos la desfigura y la vuelve incompleta. Y, ¿qué cosa no haremos para verla completa? Cualquier sacrificio hija mía, todo estamos dispuestos a hacer; ya he puesto mi Vida en la Redención para poner este punto a la obra creadora. Y cuando conozcan qué significa Voluntad de Dios, el gran bien que puede hacer, y cómo a Nosotros la cosa que más nos importa es poner a salvo los derechos de nuestro Fiat Divino, y hacerlo reinar para ver a todos felices en nuestra Voluntad, con nuestra misma felicidad, no más se maravillarán de leer en estos escritos, lo que te he dicho y hecho de grande en tu alma, más bien dirán: ‘A una Voluntad tan santa que todo ha hecho, era justo que se necesitara este desahogo de gracias y tantas enseñanzas sublimes para hacérsela comprender, amar y suspirar en quien debía hacer el primer depósito de su Reino’ Por eso sé atenta, porque se trata de dar los derechos a una Voluntad Divina, para dejar completa la obra de la Creación”.

+ + + +

26-10
Mayo 21, 1929

La Divina Voluntad, luz; el amor, calor. Alimento y desahogo divino.

(1) Estoy siempre de regreso en mi amada heredad del Querer Divino, y me parece que voy cosechando en Él, y Jesús muy bueno no deja de darme sus bellas lecciones sobre cada una de aquellas espigas que voy recogiendo; pero mientras giraba iba repitiendo mi estribillo sobre de cada cosa: “Te amo, haz que mi te amo sea dulce cadena que atando al eterno Fiat lo atraiga, lo violente para hacerlo venir a reinar sobre la tierra”. Ahora, mientras esto hacía, mi adorado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divina Voluntad es luz, el amor es el calor. Luz y calor son inseparables entre ellos y forman la misma vida; así hay necesidad de la fusión de mi Voluntad y de mi amor, una voluntad que no ama no es operante, una amor que no tiene voluntad está sin vida. Empero mi Voluntad tiene el primer acto, se puede decir que su luz hace surgir el

calor, Ella hace el primer acto y llama en su luz la vida del amor, y de ellos forma una sola cosa. ¿Quién puede dividir el calor de la luz? Ninguno. Sin embargo, cuanto más grande es la luz, más fuerte es el calor, así que una pequeña luz, apenas si se siente la fuerza del calor; una luz grande da mucho calor y produce efectos admirables. ¿Cuántos y cuáles efectos produce el sol porque su luz es tanta que abraza toda la tierra? Se puede decir que es el rey de la tierra, con su luz y con su calor acaricia a todos, abraza todo y hace bien a todos, y sin que pida nada a nadie, porque: Primero, no tiene necesidad de nada; segundo, porque todos se sentirían impotentes de corresponder al sol por el gran bien que hace a toda la tierra. He aquí el por qué tú sientes en ti dos potencias infinitas, fundidas en una: Mi Divina Voluntad y mi amor, y la luz de mi Querer te hace correr para hacerte poner su te amo, que hace salir del seno de su luz, sobre todas las cosas creadas, para ver toda la Creación adornada con su y tu te amo.
(3) Además de esto, la vida tiene necesidad de alimento; mi Voluntad Divina es Vida, mi amor es alimento, cada te amo tuyo es un sorbo de alimento que das a mi Fiat en ti, y cada acto tuyo hecho en mi Querer hace crecer la Vida de Él en ti. ¡Oh, cómo goza por ello, y crece admirablemente la Vida de mi Querer en la criatura cuando encuentra mucho amor divino, se puede decir que mi Fiat encuentra su alimento, y mi amor encuentra su vida”.
(4) Después de esto continuaba pensando en el Fiat adorable, y mi dulce Jesús ha vuelto a tomar la palabra diciéndome:
(5) “Hija mía, quien vive en mi Querer Divino se encuentra bajo el desahogo continuo de su Creador; es tanto nuestro amor hacia ella, nos rapta tanto al ver nuestro Fiat en la pequeñez de la criatura, que queremos darle siempre, siempre, sin cesar jamás. Ahora este nuestro desahogo divino la llena tanto, que no le deja ningún vacío en sí misma, de modo que dondequiera que se apoya encuentra siempre la plenitud de nuestro desahogo que la sostiene, de manera que no puede replegarse sobre sí misma, porque nuestro desahogo la sostiene y la lleva como en triunfo en sus brazos. ¿Pero sabes tú qué cosa desahogamos? Amor, luz, gracia, santidad, potencia, etc.; ahora, todas estas cualidades nuestras hacen competencia para ver quien lleva en brazos a esta pequeña criatura, parece que se la pelean entre ellas y hacen turno para decir, todos la hemos llevado, y mientras cada una la lleva en sus brazos, si la lleva el amor, la llena tanto de amor, que toma gusto en ver ahogada a la pequeña pequeñita, ahogada en su amor, y sólo se contenta al hacerla pasar a los brazos de la luz cuando la ve desbordar amor, porque quiere ver repetir a la pequeña pequeñita lo que ha hecho su Creador. La luz toma gusto en ahogarla de luz, la gracia en ahogarla de gracia, la potencia en ahogarla de potencia, pero tanta, de raptar al mismo Creador. En suma, esta pequeñita criatura vive bajo el desahogo continuo de Dios, que la llena tanto, de sentirse ahogada sin poderlo contener, de modo que está obligada a desbordarlo fuera, así que lo que tú dices de mi Querer Divino no es otra cosa que el desahogo de lo que contienes dentro”.

+ + + +

26-11
Mayo 25, 1929

Potencia de quien vive en el Fiat Divino. Virtud de los actos hechos en Él. Todas las generaciones dependen de los actos hechos por Adán.

(1) Continuando mi habitual abandono en el Fiat, me he encontrado fuera de mí misma, y con sorpresa he visto al enemigo infernal junto a mí, como si se quisiera lanzar sobre de mí; yo he sentido tal fuerza, de ponerme sobre de él, y conforme me ponía sobre él así quedaba vencido y hecho pedazos. Yo me impresionaba y pensaba entre mí: “Desde hace mucho tiempo que no veía al enemigo, es más, si me veía huía de mí, y ahora ¿qué

cosa quiere con este acercarse?” Y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el alma que posee mi Fiat Divino tiene tal potencia, que hace pedazos la potencia diabólica, y Yo he permitido que tocaras con la mano que sólo con el ponerte sobre de él ha quedado destrozado, a fin de que no le temas, y que él sintiese la potencia de quien posee mi Querer, que dispersa como polvo al viento la fuerza diabólica. Por eso no pienses en él y continúa la vida en mi Fiat, porque tú debes saber que cada oración, cada acto y movimiento de quien vive en Él, encierra dentro una fuerza y un peso infinito e incancelable, y lo infinito se extiende por todas partes, contiene la virtud productora de todos los bienes, abraza la eternidad, encierra al mismo Dios, por eso un acto hecho en mi Querer es un acto que no termina jamás, y tiene tal potencia que encierra Cielo y tierra. Nuestro Fiat con su potencia infinita encierra nuestra Divinidad en el acto de la criatura, formando con sus velos de luz la más bella y deliciosa morada real a nuestro Ser Divino”.
(3) Jesús ha desaparecido, y yo me sentía abismada en el abismo de luz del Fiat supremo. Después de esto estaba siguiendo mis actos en el Fiat Divino, y llegando al Edén pensaba entre mí: “En este Edén, nuestro primer padre Adán hizo sus primeros actos en el Fiat Divino, así que toda la Creación tuvo el principio dentro de un acto de Voluntad Divina obrante en todas las cosas creadas, como también el primer hombre; Ella extendía la plenitud de su santidad, potencia, belleza y luz en cada cosa, haciéndose actora y espectadora, encerrando todo en un acto solo de su Voluntad Divina. Cómo era bella la Creación en su principio, una era la Voluntad que obraba, y los diversos actos no eran otra cosa que los efectos de Ella”. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, todas las generaciones dependen de los primeros actos hechos por Adán en la plenitud de mi Divina Voluntad, porque siendo hechos en Ella, eran actos llenos de vida y podían dar principio y vida a todos los otros actos de todas las criaturas. Y a pesar de que las criaturas no viven de mi Voluntad, sino de la de ellas, es siempre Ella que les da vida, y mientras les da vida la tienen como sofocada y agonizante en sus actos. Por eso todos los actos de Adán hechos en mi Querer están como acto primero de todos los actos de las criaturas; ¿quién puede destruir un acto hecho en mi Divina Voluntad? ¿Quién puede quitarle la soberanía, la potencia, la belleza, la vida? Ninguno. No hay cosa que no dependa del primer acto, todas las cosas creadas dependen del primer acto hecho por Aquél que las ha creado. Y si tanto amo, suspiro y quiero que mi Voluntad sea conocida y reine en medio a las criaturas, es propiamente esta la razón, que sean restituidos sus justos y santos derechos, y que así como tuvo principio la Creación toda, así regrese toda en nuestra Divina Voluntad”.

+ + + +

26-12
Mayo 28, 1929

Cuando Jesús habla de su Querer se abajan los Cielos; fiesta de todo el Cielo. El Divino Querer es corona de la Creación y de la Redención. Dolor de Jesús porque
no se conoce el Fiat Divino.

(1) Mi pequeña inteligencia no hace otra cosa que navegar en el mar interminable del Fiat Divino, y conforme forma sus olas de luz así murmura su lenguaje celestial y divino, y pone fuera sus secretos, y con palabras arcanas se manifiesta a mi pequeña alma, y muchas veces mi dulce Jesús sale de dentro de aquellas olas de luz, corre, me abraza y se pone la mano en su corazón para sostenerlo, tanto es el ímpetu de su amor porque

escucha y habla de su Querer Santísimo. Ahora, mientras me encontraba en este estado, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, si supieras qué amor siento cuando me decido a hablarte de mi Fiat Divino; cada vez que te he hablado de Él, los Cielos se han abajado, tanta era la estima y la veneración que sentían, y haciendo homenaje a lo que Yo debía decir, y abajándose, todos se ponían atentos a escucharme, y mientras Yo hablaba sentían en ellos nuevas creaciones de Vidas Divinas, nuevas alegrías, nuevas bellezas, porque cuando se trata de hablarte de otros conocimientos de mi Fiat Divino, todo el Cielo siente la potencia de Él y hacen competencia en escuchar y en recibir los nuevos efectos de aquellos conocimientos. Así que cuantas veces te he hablado de mi Querer Santísimo, ha sido la fiesta de todo el Cielo, porque se sentía duplicar la felicidad, y sólo el Cielo podía contener todos los admirables efectos, las puras alegrías de un solo conocimiento de mi Fiat. Sólo así podía hablarte de Él, con el Cielo abajado para recibir sus actos reverentes y los homenajes debidos a mi Divina Voluntad. Es tanto el amor y el deseo que siento de hacerla conocer, que si fuera necesario me encarnaría de nuevo para obtener que mi Voluntad fuera conocida y reinase sobre la tierra, pero esto no es necesario, porque habiéndome encarnado una vez, mi encarnación está siempre en acto y tiene virtud de reproducir los mismos efectos como si de nuevo me encarnase. Y ha sido sólo por el decoro de mi Fiat que te he escogido, te he purificado de todo germen de corrupción, me he encerrado en tu alma, no sólo en modo espiritual sino también natural, de modo de servirme de ti como velo para cubrirme, casi como me serví de mi Humanidad como velo para esconder mi Divinidad, y para tenerte a mi disposición te he segregado de todo, te he confinado dentro de una cama y por tan largos años, para darte las sublimes lecciones sobre mi eterno Fiat y hacerte beber sorbo a sorbo sus conocimientos y su Vida. La historia larga de Él requería tiempo para narrártela y hacértela comprender. Yo puedo decir que he hecho más que en la Creación y Redención, porque mi Querer encierra la una y la otra y es principio y medio de ellas, y será fin y corona de la Creación y Redención, en modo que sin mi Voluntad, no conocida ni reinante y dominante sobre la tierra, nuestras obras serán obras sin corona e incompletas, he aquí el por qué tanto interés de hacerla conocer. Nuestras mismas obras hechas con tanto amor y magnificencia, están bajo la opresión de un gemido inenarrable, y casi bajo una humillación profunda, porque la Vida, la sustancia esencial que esconden, no es conocida aún, se conocen los velos, la exterioridad de la Creación y Redención, pero la Vida que esconden es ignorada; ¿cómo pueden dar la Vida que esconden y los bienes que poseen? Por eso nuestras obras suspiran, reclaman sus justos derechos, que sea conocida mi Divina Voluntad. ¡Ah! sí, sólo Ella será la gloria, la corona imperecedera y el cumplimiento de nuestras obras. Ahora, tú debes saber que Yo me encuentro en ti escondido, con el dolor en el corazón, como me encontraba en los últimos años, cuando mi Humanidad vivía acá abajo sobre la tierra, y Yo, Verbo del Padre estaba escondido en Ella. Después de tantos sacrificios, después de mi tanto decir y ejemplos dados, miraba la tierra, miraba los pueblos y aun a aquellos que me rodeaban sin los efectos de mi venida a la tierra, los frutos, los bienes de mi venida a la tierra escaseaban tanto, que mi corazón era torturado al sentir que me rechazaban los tantos bienes que quería darles, y acrecentaba mi dolor porque veía que habiendo cumplido en mi Humanidad lo que debía hacer para redimirlos, estaba por partir para el Cielo. Cómo es doloroso querer hacer el bien, aun a costa de la propia vida, y no encontrar a quien dar estos bienes. Ahora así me encuentro en ti, miro mis y tus sacrificios, miro el orden que he tenido, las tantas lecciones que te he dado, bastante para hacer conocer mi Divina Voluntad, para formar su reino, y si no termino de decir es porque su historia es eterna, y lo que es eterno tiene su decir eterno que no termina jamás, y que el decir de mi Fiat se eternizará en el Cielo. Miro a aquellos que te circundan y que saben lo que respecta a mi Querer, sin verdadero interés de hacer conocer tanto bien, miro tu misma humanidad que me sirve como cátedra donde imparto mis lecciones, y que tú misma no puedes negar que me sientes mover en ti sensiblemente, hablar, sufrir, y que estoy propiamente en ti para formar mi reino y hacerlo conocer; y mientras te miro veo que ni siquiera tu humanidad

debe estar por largo tiempo sobre la tierra, y mi corazón siente la angustia del dolor porque el gran bien que quiere hacer mi Divina Voluntad ni siquiera es conocido, sus conocimientos están como sepultados, y que mientras quieren dar vida, felicidad, luz, quedan como encarcelados entre Yo y tú y en los escritos que con tanta ternura de amor te he hecho escribir. Por eso hija mía compadece mi dolor, adora mis disposiciones de tenerte aún sobre la tierra, Yo sé que te es muy duro y Yo te compadezco, y mientras nos compadecemos mutuamente hagamos cuanto esté en nosotros para hacer conocer mi Divina Voluntad”.
(3) Después de esto estaba haciendo mis actos en el Querer Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Fiat tiene su acto primero en nuestra Divinidad, su acto primero en la Creación y Redención y en todas las cosas, y por eso tiene el justo derecho de dominar todo y de envolver a todos y de ser la primera rueda, que moviéndose, todo mueve en torno a sí y todo gira a su alrededor. Así que quien toma mi Voluntad como vida toma todo, y conforme la primera rueda se mueve, así todas las cosas se dan al alma, tanto, que no tiene necesidad de pedir, todas conforme giran en torno a mi Querer se dan a ella. Por eso la cosa más necesaria es tomar mi Divina Voluntad, y si esto ha hecho, ha hecho todo y ha tomado todo, todo es suyo. Sucede como a una máquina, si se mueve la primera rueda del centro de ella, todas las ruedas secundarias giran, pero si no se mueve la primera rueda, todas quedan detenidas, y no hay potencia o artífice que tenga virtud de mover las ruedas secundarias, pero si se mueve la primera, por sí mismas las otras giran y hacen su oficio. Por eso la atención y el arte deben ser para la primera rueda, todo lo demás viene de por sí. Así es mi Voluntad, quien la posee no tiene necesidad de nada”.

+ + + +

26-13
Mayo 31, 1929

El verdadero amor tiene necesidad de un desahogo. La Creación fue un desahogo de amor, como también la Redención y el Fiat Divino.
Qué significa un desahogo divino.

(1) Mientras escribía pensaba entre mí: “Cuántos sacrificios para escribir, cuántas noches de vigilia, cuánto tiempo empleado, sólo Jesús ha sido testigo, que teniendo compasión de mí me sostenía, me ayudaba, me inspiraba las palabras, y muchas veces Él mismo me dictaba lo que debía escribir, pero, ¿cuál será la utilidad de tantas premuras de Jesús por hacerme escribir, y de tantas luchas internas por poner sobre el papel lo que Jesús me hacía oír dentro de mí? ¿Qué utilidad a tantos sacrificios sostenidos? ¿Quién se tomará el trabajo de leerlos, de hacerlos conocer, a fin de que lleven el bien de tantas verdades sobre la Divina Voluntad en medio a las criaturas? Creo que ninguno, y todos los sacrificios quedarán en el papel. Del resto, si he escrito lo he hecho sólo por temor, para no disgustar a Jesús, y sólo y siempre por obedecer. Luego, con estos pensamientos continuaba escribiendo, y cuando después de haber terminado me puse a rezar, mi dulce Jesús ha salido de mi interior y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, el amor verdadero tiene necesidad de un desahogo, Yo no podía contener más en Mí este desahogo intenso de hacer conocer mi Voluntad, sus conocimientos, su valor inmenso, y el cómo quiere formar su reino sobre la tierra. Mi corazón se encuentra en el arrebato de las llamas, porque quiero dar esta sorpresa a las humanas generaciones, el reino de mi Divina Voluntad sobre la tierra; sorpresa no esperada por ellos. Y mi amor contenido gemía, deliraba y era devorado por llamas inextinguibles, porque quería hacer conocer que quería darles este gran bien, bien que sobrepasa todos los demás bienes, cual es el reino de mi Fiat Divino. Este gran bien lo di al principio de la Creación, porque de nuestra Divinidad no salen jamás bienes u obras incompletas, nos fue rechazado por el

hombre, y Nosotros tuvimos el dolor de sentir que se nos rechazaba la vida, la sustancia, los bienes, y la parte más esencial de la Creación, y el hombre volvió, para él, todas nuestras obras incompletas, y no se ha dado más pensamiento de readquirir lo que nos rechazó, Pero mientras él no lo pensaba, Nosotros lo pensábamos, y esto formaba nuestro martirio de amor, martirio que nos ha durado cerca de seis mil años, martirio secreto que acrecentaba nuestras llamas y nos devoraban tanto, que no pudiendo contenerlas más, he querido venir a ti para romper el secreto, porque sentía la necesidad de hacerte un desahogo de amor y decirte: ‘Quiero dar lo que el hombre me rechazó, quiero que mi Querer reine sobre la tierra’. Y para hacerlo venir a reinar debía hacértelo conocer, por eso la necesidad de manifestarte tantos conocimientos de Él. Entonces, si ningún bien ni utilidad traerán tus sacrificios de escribir, lo que no será, eran necesarios a mi amor y han servido para formar mi desahogo y para aligerarme de las llamas que me devoraban. Así que cada conocimiento sobre mi Fiat Divino era un desahogo de amor contenido que te hacía, era una nueva creación que Yo ponía fuera, era un unir la Divina Voluntad a la humana, para reordenarla de nuevo según el orden creado por Nosotros. Era vida que salía de Mí, sustancia y parte esencial para poder formar el reino de mi Divina Voluntad sobre la tierra. Si tú supieras qué significa un desahogo divino: Desahogo de amor fue la Creación y, ¡oh, cuántos bienes no salieron de este desahogo! Cielos, estrellas, soles, mares, tierra florida, y después el hombre, formado con tal arte, que Cielos y tierra se asombran por el modo como está formado el hombre. Este desahogo habría continuado, y cosas más bellas debían salir de Nosotros, pero el hombre con rechazar nuestra Voluntad Divina nos cerró este desahogo y detuvo nuestras obras, y por cuatro mil años nuestro desahogo no tuvo más salida, pero nuestro amor sentía la necesidad de desahogar, quería sus derechos, quería poner fuera sus llamas vitales, e irrumpiendo su largo desahogo creó a la Virgen Santísima, a la cual siguió la encarnación del Verbo, ¿cuántas maravillas en este segundo desahogo, cuánta utilidad, cuántos bienes no han recibido las criaturas? Pero este nuestro desahogo quedó a la mitad, y nuestro amor debió contentarse con esperar otros dos mil años para poder irrumpir de nuevo su desahogo y poner fuera todos sus secretos, las maravillas más íntimas de nuestra Divinidad, los dones más grandes que se necesitan para hacer reinar nuestra Voluntad Divina en medio a las criaturas. Si tú supieras qué significa un desahogo divino, y así como en la Creación nuestro desahogo hizo obras grandes, magnánimas, y es útil y continua su vida; así en el desahogo de la Redención llevará sus admirables efectos, y la vida redentora a las generaciones humanas; así este desahogo de hacer conocer que mi Fiar Divino quiere formar su reino, y todo lo que has escrito sobre sus conocimientos, tendrán vida en medio a las criaturas. Por eso, por ahora déjame desahogar, y Yo pensaré en cómo volver útil lo que te he manifestado”.

+ + + +

26-14
Junio 4, 1929

Conforme el alma va haciendo la Divina Voluntad, así Ésta se dilata y hace crecer la Vida Divina en el alma, y el alma crece en el seno de su Padre Celestial. Quien vive en Ella, llama a lista a toda la Creación.
Quién sale de la Divina Voluntad, él sale pero sus actos quedan.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, siento en mí tal necesidad de vivir en Él, que para mí se ha vuelto más necesario que mi misma naturaleza, es más, la naturaleza me la siento cambiada en Voluntad de Dios, siento que está perdida en Ella, y en todas las cosas, en vez de encontrarme a mí misma, encuentro a aquel Fiat que me dice: “Yo soy tu vida, corre, corre siempre en Mí, en el mar de mi luz para vivir de mis actos, de mi santidad,

de mi felicidad y de todos los bienes que poseo”. Pero mientras navegaba el mar del Fiat Divino, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, conforme el alma va obrando en mi Querer Divino, así Él se dilata de más en la criatura, de modo que cada acto de más hecho en Él, tanto crecimiento de más hace en ella, así que se ve crecer en modo admirable la Vida Divina en la criatura. Pero no es todo, conforme crece la Vida Divina en la criatura, al mismo tiempo por cuantos actos de más hace en mi Fiat Divino, tanto más crece la criatura en el seno de su Padre Celestial, el Ser Supremo abre su seno y encierra a esta feliz criatura para hacerla crecer a modo divino, para vestirla con vestidos reales, para proporcionarle el alimento con sus manos, para embellecerla de rara belleza. Todo el Cielo queda sorprendido, raptado al ver que su Creador crece en su seno a una criatura, y dicen entre ellos: ‘Alguna cosa grande hará de ella, que la ama tanto y la custodia tanto que la hace crecer en su seno paterno.’ Y todos esperan el pleno crecimiento de esta criatura para ver lo que será de ella. Por eso el prodigio de vivir de mi Querer es singular, Él comunica tal potencia a quien vive en Él, que entra en todas partes, y Dios mismo ama y quiere crecerla en su seno divino. Además de esto, es tal y tanta la potencialidad y difusión del acto hecho en mi Divina Voluntad, que dondequiera se difunde: Se extiende en el cielo y llama como a pasar lista a las estrellas, se extiende en el sol y llama a lista a la luz, inviste el aire, el viento, el mar, y llama a lista a los pájaros, a la fuerza del viento, a las aguas y a los peces, y poniéndolos todos en orden, dice a todos con su acto: Inclínense y adoremos con doble homenaje a nuestro Creador, aquel Fiat que nos creó está en mi acto, y yo quiero crear con Él nuevo amor, nueva adoración y gloria a nuestro Creador. Y no sólo se extiende en todas las cosas creadas, sino se extiende en los actos de la Virgen, en todos los actos que Yo hice en la tierra, en los actos de su Creador, en los de todos los santos, desde el primero hasta el último; a todos los llama para pasarles lista y hace correr dentro de ellos la nueva vida de amor, de adoración, de gloria a Aquél que la ha creado. Se puede decir que dondequiera que está mi Divina Voluntad se extiende el acto de la criatura hecho en la mía, hasta en el infierno sienten la potencia de una criatura que obra en mi Fiat Divino, porque así como todo el Cielo siente la nueva felicidad, la gloria y el nuevo amor del acto de la criatura hecho en mi Querer, así el infierno siente el nuevo tormento de aquella Voluntad Divina que rechazaron, y que mientras está con ellos, con justicia está para atormentarlos, y cada vez que la criatura obra en Ella sienten el peso de la justicia más grave sobre de ellos y se sienten quemar de más. Así como nada huye de mi Fiat Divino, así nada le huye a quien obra en Él, y cada vez que repite sus actos, tantas veces pasa lista para estar segura de que ninguno falta en su acto de dar la nueva gloria, adoración y amor a aquel Dios tres veces santo, y a aquella Voluntad Divina que con tanto amor le hace lugar para hacerla vivir en Ella, y la hace extenderse en su interminabilidad”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino e iba recogiendo todas las cosas creadas, todos los actos de las criaturas para formar de ellos un solo acto en la unidad de Él, y mi amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, sólo mi Divina Voluntad posee el acto único, y en su unidad abraza todo, hace todo, da vida a todo, pero mientras hace un solo acto, este acto tiene la fuente de todos los actos juntos, que mientras son efectos del acto único, se esparcen en todo lo creado y descienden a bien de las criaturas como actos reales, mientras en la unidad del acto único del Fiat Divino es siempre un solo acto, tanto, que jamás separa de sí un solo efecto, ni lo puede separar, porque todos los efectos forman la unidad de su acto único. Sucede como al sol, una es la luz, uno es el acto de luz que continuamente manda a la tierra, pero esta única luz en cuanto toca la tierra, los efectos son innumerables y reales, tan es verdad, que conforme la luz toca la tierra se ven los efectos cambiados en actos, de modo que se ve la variedad de los colores a las flores, la diversidad de las dulzuras a los frutos, y tantas otras cosas, ¿acaso el sol ha perdido uno solo de los tantos efectos que como actos reales ha comunicado a la tierra? Ah, no, celoso los conserva en su solo acto de luz, mucho más que la fuerza, la plenitud y su solo acto de luz está formado por todos los efectos que él posee, así que el sol, símbolo de mi Voluntad Divina, posee

innumerables efectos, los da como actos reales a la tierra, sin perder ninguno, y hace siempre un acto solo; si esto hace el sol creado por Nosotros, mucho más lo hace mi Divina Voluntad. Ahora hija mía, el hombre con hacer su voluntad salió de la unidad de la mía, y todos sus actos perdieron la fuerza de la unidad y permanecen esparcidos, quién en un punto, quién en otro, y divididos entre ellos. Estos actos humanos no teniendo unidad, no tienen fuentes de efectos ni plenitud de luz, y por eso son símbolos de aquellas plantas y flores que crecen sin sol, y como están esparcidos y divididos entre ellos, no tienen fuerza duradera y crecen míseros y descoloridos. Así que el hombre con hacer su voluntad pierde la unidad con la mía, pierde la fuente de la vida, pierde la plenitud de la luz. Ahora, quien vive en mi Querer Divino va recogiendo todos los bienes esparcidos por las criaturas, y de ellos forma un solo acto, y estos actos llegan a ser derecho de quien hace y vive en mi Fiat Divino. No hay bien que no pueda tomar quien vive en mi Querer, con la fuerza bilocadora de Él, llama, recoge y une todos los actos juntos, y ordenándolos todos en mi Fiat, me da todo y le doy todo”.
(5) Después de esto estaba siguiendo mis actos en el Querer Supremo, y miles de pensamientos se acumulaban en mi mente sobre las tantas maravillas suyas, pero para no extenderme demasiado digo sólo lo que me ha dicho Jesús:
(6) “Hija mía, lo que se hace en mi Divina Voluntad queda perdido en Ella, y así como es inseparable la luz y el calor, y si se extingue la luz queda extinto el calor, y si se da vida a la luz, por su naturaleza la luz hace surgir junto la vida del calor, así los actos de la criatura hechos en Ella son inseparables de mi Querer, mucho más que no está sujeta a extinguirse, porque es luz eterna e inmensa, es por esto por lo que Adán salió de dentro de mi Voluntad cuando pecó, pero sus actos quedaron en Ella, él pudo separarse de sus mismos actos, pero sus actos hechos en mi Querer no pudieron salir, ni separarse, porque ya habían formado su vida de luz y de calor en Ella; lo que entra en mi Voluntad pierde la vida en Ella, forman la misma vida, pierden los derechos de salir y mi Querer dice: ‘Estos actos han sido hechos en mi casa, en mi luz, los derechos son míos y no hay fuerza ni humana ni divina que pueda hacer salir y separar un acto hecho por la criatura en mi Voluntad.’ He aquí por qué los actos de Adán hechos en Ella antes de pecar, están como acto primero de los cuales depende la Creación y los actos de las generaciones humanas. Ahora, supón que tú salieras de dentro de mi Voluntad, tú sales y quedas fuera, pero tus actos no salen, ni tienen derecho de salir, ni lo pueden, y hasta en tanto que tú estés en mi Querer, tus actos son míos y son tuyos, pero si tú salieras pierdes los derechos, y como han sido hechos en el reino de mi Divina Voluntad y no en el humano querer, quedan como derechos míos, a pesar de que se ven y son conocidos que han sido hechos por ti. Ahora, tú debes saber que todo lo que tú haces en mi Fiat, servirá como acto primero a las otras criaturas para vivir en el reino de Ella, como orden, régimen y vida de aquellos que vivan en el reino de mi Fiat; por eso te recomiendo tanto el girar en Él, te vigilo, te acompaño, muchas veces lo hago junto contigo, porque no sólo sirven para ti, sino deben servir como actos primeros y como modelos de quien debe vivir en el reino de mi Fiat Divino”.

+ + + +

26-15
Junio 9, 1929

Inseparabilidad de quien vive en la Divina Voluntad. Ejemplo del respiro, del sol, cómo dominan todo, van en busca de todo, así es la Divina Voluntad. Competencia entre la una y la otra.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino es continuo, y su luz eclipsa tanto mi pequeña inteligencia, que no sé hacer otra cosa que pensar, ahora en una verdad, ahora en otra verdad de la Divina Voluntad, y por cuanto más la pienso, tanto más bella y majestuosa se

hace delante a mí, y con un amor indecible, más que una tierna madre, abre su seno de luz y pone fuera un parto de luz para encerrarlo en su pequeña hija. Mientras me encontraba en este estado, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como un respiro es vida del siguiente, tanto, que mientras se hace por sacar el respiro, antes que se haya expulsado todo, llama al otro respiro, así que se puede decir que el respiro tiene su vida y da vida a la criatura porque es continuo, están de tal manera unidos y estrechados entre ellos, que son inseparables; así también el latido del corazón, un latido llama la vida al otro latido, y el latido continuo forma la vida, tanto, que si cesa el respiro y el latido la vida no existe más. Así es el alma que hace y vive en mi Divina Voluntad, es tal y tanto el ensimismamiento y la unión con Ella, mucho más que como están unidos entre ellos los respiros y los latidos, por eso los actos hechos en mi Fiat Divino son como tantos respiros o latidos que la criatura hace en Dios, de modo que se vuelve el respiro divino, y mi Fiat forma el respiro de ella; por lo tanto son vida que intercambian mutuamente, para formar una sola. Por eso los actos hechos en nuestra Divina Voluntad son inseparables de Nosotros, y sentimos el contento de respirar nuestra obra, y de sentir nuestra la obra salida de Nosotros, y de hacerla vivir en nuestra casa, y tan unida con Nosotros, de respirar su mismo respiro”.
(3) Después continuaba haciendo mis actos en el Fiat adorable, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, así como el sol desde lo alto de su esfera extiende su gran rueda de luz y abraza la tierra, dándole la vida de sus efectos de luz para hacerla germinar, da el beso de vida de su luz a cada planta, a cada flor, a cada árbol, para sellar sobre cada planta, en quién la vida del perfume, en quién el color, en quién la dulzura, a todos quiere dar su abrazo y beso de vida, no se niega a ninguno, no rechaza a nada, cualquiera que sea la cosa, aun el más pequeño hilo de hierba, más bien, la misma luz queriéndola hacer de reina que se quiere desentrañar, va en busca de todos, quiere reconocer todo para formar en todas las cosas la vida que cada una de las plantas requiere; no se sentiría reina, ni derecho de ser reina si su luz no diese su vida a todo, tanto, que en su gran rueda de luz encierra todo y parece que todos toman de la luz del sol la vida, la belleza, la variedad de los colores, el crecimiento; pasa sobre el mar, sobre los ríos, sobre los montes, para formar en ellos sus tintas argentinas y el horizonte de oro y de plata en el fondo de ellas. ¡Oh! cómo el sol con su luz domina todo, pero no para oprimir, ni para hacer mal a ninguno, sino para vivificar, para embellecer y para darse como vida de todo; parece que en su mudo silencio dice a todos: ‘Cuánto os amo, mi amor está extendido cuanto está extendida mi gran rueda de luz, mi amor por la tierra es sustancioso y pleno de vida, jamás me cambio, desde la altura de mi esfera estoy siempre en mi puesto para abrazarla, amarla y darle vida’. Así que la tierra vive en la gran rueda de su luz, y cada cosa tiene la boca abierta para recibir la vida de los efectos de la luz del sol. ¡Oh! si jamás sea, el sol se pudiera retirar de la tierra, o la tierra se pudiera oponer a recibir los bienes y la vida de la luz del sol, no habría día, sino noche perenne, y la tierra quedaría sin vida, sin color, lo dulce no existiría, sería más que una escuálida miseria; que cambio funesto, que horror llegaría a ser la tierra. Tal es mi Divina Voluntad, más que sol para las criaturas; en su gran rueda interminable de luz va en busca de todos para hacerse reconocer y formar en cada criatura su vida de belleza, de santidad, de luz y de dulzura infinita; quiere destruir en ellas todas las amarguras, las fealdades, las miserias, y con su beso de vida, dándoles su aliento quiere cambiarlas en bueno, en bello, en santo. Pero, ¡ay de Mí! el sol creado por mi Fiat hace tantos prodigios a la tierra, y con su majestad toda suya extiende su manto de luz, de belleza, y a cada toque suyo da la vida que posee a cada una de las cosas, y mi Fiat queda con el dolor de no poder comunicar los bienes que posee y su Vida Divina en las almas, porque ellas se oponen a recibirla y no quieren tomar la luz de mi Querer, y por eso se encuentran como la tierra si se pudiese oponer a recibir la luz del sol, en plena noche, escuálidas, débiles, y muchas dan terror al mirarlas. Mi Divina Voluntad está preñada de tantas Vidas Divinas, de tantas bellezas y de tantos bienes que quiere darles, se quisiera desentrañar para encerrar en su seno de luz a las criaturas, y hacer de cada una de ellas

un prodigio de santidad, de belleza, distintas una de la otra, para formar su cielo en la tierra, pero la voluntad humana se opone, y mi Fiat siente el intenso dolor, más que madre cuando no puede dar a la luz su parto. He aquí por qué hija mía, mi Voluntad Divina quiere hacerse conocer, quiere formar su reino, porque estos sus hijos vivirán voluntariamente en la suya y de su luz, estarán con las bocas abiertas a recibir sus besos, sus abrazos y sus efectos, para formar su Vida Divina en ellos, entonces sí, se verán los prodigios que sabe hacer y puede hacer mi Querer, todo se cambiará y la tierra se volverá Cielo, y entonces el sol que está bajo la bóveda del cielo y el Sol de mi eterno Querer se darán la mano, es más, se pondrán en competencia para ver quién podrá hacer más prodigios, el sol a la tierra, y mi Voluntad a las almas; pero la mía desahogará de más, tanto, de formar un nuevo encanto de prodigiosas bellezas jamás vistas a todo el Cielo y a toda la tierra”.

+ + + +

26-16
Junio 14, 1929

Cuentas con Jesús. El alma, banco de la Divina Voluntad. Recuerdos inolvidables. El Edén.

(1) Estaba siguiendo mi giro en el Fiat Supremo, y mi pequeña mente habiendo llegado al Edén estaba diciendo: “Majestad adorable, vengo ante Ti para traerte el modesto interés de mi te amo, te adoro, te glorifico, te agradezco, te bendigo, para darte mi pequeño interés porque me has dado un cielo, un sol, un aire, un mar, una tierra florida y todo lo que has creado para mí. Tú me dijiste que cada día quieres hacer las cuentas conmigo y recibir éste mi modesto interés para estar siempre de acuerdo, y tener al seguro en el pequeño banco de mi alma toda la Creación, dada a mí por Ti como pequeña hija de tu Querer”. Pero mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “¿Pero cómo puedes tú satisfacer un interés tan grande?” Y además, ¿qué gran cosa es un te amo, te adoro, te agradezco?” Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, esto fue un acuerdo entre Yo y tú, que Yo ponía en el banco de tu alma toda la Creación, y tú deberías darme el interés de llenarla con tu te amo, te adoro, te agradezco; y como te vi abrumada por un capital tan grande, y temiendo que quisieras rechazarme el gran don, Yo para darte valor para recibirlo te dije: ‘Me contento con un modesto interés, y haremos cuentas todos los días aquí en el Edén, así estaremos de acuerdo y siempre en paz, y tú no estarás preocupada porque tu Jesús ha puesto en tu banco un capital tan grande’. Y además, ¿no sabes tú el valor de un te amo dicho en mi Divina Voluntad? Ella llena el cielo, el sol, el mar, el viento, dondequiera extiende su Vida, así que conforme tú dices tu te amo, te adoro y todo lo demás que puedes decir, mi Fiat extiende tu te amo en el cielo, y tu te amo se hace más extenso que el cielo; tu te adoro se extiende en el sol, y se hace más ancho y más grande que su luz; tu te glorifico se extiende en el viento y gira por el aire, por toda la tierra, y sus gemidos, las ráfagas de viento, ahora acariciadoras, ahora impetuosas, dicen te glorifico; tu te agradezco se extiende en el mar, y las gotas del agua y los serpenteos de los peces dicen, te doy las gracias, y Yo veo el cielo, las estrellas, el sol, el mar, el viento, llenos de tu te amo, de tus adoraciones y similares y digo: ‘Cómo estoy contento de haber puesto todo en el banco de la pequeña hija de mi Querer, porque ella me paga el interés querido por Mí, y como vive en Él, me da un interés divino y equivalente, porque mi Fiat extiende sus pequeños actos y los vuelve más extensos que toda la Creación’. Y Yo cuando te veo venir al Edén para darme tu modesto interés, te miro y veo en ti a mi Divina Voluntad duplicada, una en ti y la otra en Mí, mientras es una, y me veo pagar el interés por mi misma Voluntad y Yo quedo satisfecho, y
¡oh! cómo estoy contento al ver que mi Fiat ha dado virtud a la criatura para hacerla duplicar mi Voluntad, para hacerla satisfacer a su Creador. Hija mía, cuántas cosas

inolvidables hay en este Edén, aquí nuestro Fiat creó al hombre y desahogó tanto en amor, que a torrentes se vertió sobre de él, tanto, que oímos aún el dulce murmullo con el cual nos volcamos sobre de él; aquí comenzó la Vida de nuestro Fiat en la criatura, y el dulce y querido recuerdo de los actos del primer hombre hechos en Él, estos actos existen aún en nuestro Querer y son como prendas, que él renacerá para volver a tener el reino de nuestro Fiat; en este Edén está el doloroso recuerdo de la caída del hombre, la salida que hizo de nuestro reino, oímos aun los pasos cuando salió de nuestro Fiat Divino, y como este Edén le había sido dado a él a fin de que viviera en Él, por eso fuimos obligados a ponerlo fuera, y tuvimos el dolor de ver la obra a Nosotros más querida, sin su reino, errante y dolorido, nuestro único alivio fueron las prendas de sus actos que quedaron en nuestro Querer, éstos daban los derechos a la humanidad para reentrar al lugar de donde salió. He aquí por qué te espero en el Edén, para recibir tu modesto interés, para renovar lo que hicimos en la Creación y recibir la correspondencia de tanto amor no comprendido por las criaturas, y para encontrar un amoroso pretexto para dar el reino de nuestra Divina Voluntad. Por eso quiero que también a ti te sea querido este Edén, a fin de que nos pidas, nos apresures para que regrese el principio de la Creación, la Vida de nuestro Fiat en medio de la familia humana”.

+ + + +

26-17
Junio 19, 1929

La Divina Voluntad y la Vida obrante de Ella en la criatura.
Diferencia entre quien vive y quien no vive en el Fiat.

(1) Mi pobre mente se perdía en el Fiat Divino, sentía el dulce encanto de su luz raptora y pensaba entre mí: “¿Pero qué cosa es esta Divina Voluntad en mi pobre alma?” Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué fortuna la tuya vivir bajo el dulce encanto de mi Querer Divino, ¿y no sabes tú que Ella cuando toma posesión de la criatura forma su Vida obrante en ella, de modo que así como obra en Sí misma así obra en quien reina? Y más que Reina se impone sobre todo, se extiende con su luz en la pequeñez de la criatura, y ahí forma su dulce encanto a la voluntad humana para estar más libre de formar su Vida, y como la Vida Divina de mi Fiat está compuesta de actos repetidos, nunca interrumpidos, no está sujeta a detenerse, por eso sientes en ti un acto que no termina jamás, una luz que jamás se apaga, un amor que siempre arde. No es así para quien no vive en mi Querer, ellos sienten la Vida Divina interrumpida en su interior, sus actos interrumpidos, ahora se sienten de un modo y ahora de otro, su voluntad no está investida por una luz continua que dulcemente la alimente y la arrebate, y que sintiendo lo dulce de mi Querer no se dé ningún pensamiento de salir en campo para obrar humanamente, y si tienen luz es a intervalos. Símbolo de quien vive en mi Divina Voluntad es quien pudiese estar siempre bajo el sol, su luz no termina jamás, ni tiene necesidad de ser alimentada para no apagarse, así que quien pudiese vivir bajo el sol, sentiría que le llueve siempre luz, y como la luz contiene admirables efectos, se alimentaría de dulzuras, de perfumes, de variedad de colores, de luces, de modo que sentiría formarse en sí misma la vida del sol; en cambio para quien no vive en mi Querer, aunque no fuese malo, es símbolo de quien vive bajo la luz del bajo mundo, la cual no tiene virtud ni fuerza de formar un dulce encanto de luz, de eclipsarla tanto de no poder mirar otra cosa que luz, y está sujeta a apagarse frecuentemente porque no posee en su naturaleza la virtud alimentadora continua, y si no se alimenta su luz termina, y como una luz formada por la criatura no posee ni dulzura, ni colores, ni perfumes, no puede sentir que se forma en sí la vida de aquella luz. Qué gran diferencia entre quien vive en mi Querer Divino y entre quien vive fuera de Él”.

(3) Sea todo para gloria de Dios, y para bien de mi pobre alma.

+ + + +

26-18
Junio 27, 1929

Regalo a San Luis. Cómo era necesario que enlazara a Luisa en las manifestaciones sobre la Divina Voluntad. Transmisión de humano y divino. Derechos divinos que adquiere la criatura.

(1) Habiendo recibido la santa comunión, la estaba ofreciendo para gloria de San Luis, y ofrecía por regalo a él mismo todo lo que había hecho Nuestro Señor en su Divina Voluntad con su mente, con sus palabras, obras y pasos, para la gloria accidental de San Luis en el día de su fiesta. Ahora, mientras esto hacía, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, regalo más bello no podías hacerle en el día de la fiesta del querido San Luis, conforme tú ofrecías tu comunión y todos mis actos hechos en mi Divina Voluntad, se formaban tantos soles por cuantos actos hice Yo en Ella estando sobre la tierra, y estos soles han investido a San Luis, de modo que ha recibido tal gloria accidental de la tierra, que más no podía recibir. El solo ofrecimiento de los actos hechos en mi Divina Voluntad, tiene virtud de formar soles, porque conteniendo Ella la plenitud de la luz, no es maravilla que convierta los actos humanos hechos en Ella en soles”.
(3) Después de esto estaba pensando entre mí: “¿Cómo será? En todas las cosas que el bendito Jesús me ha dicho sobre su Divina Voluntad, está siempre enlazada mi pobre persona en medio, muy rara vez ha hablado sólo de su Fiat Supremo”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, era necesario que enlazara tu persona en las manifestaciones que te he hecho sobre mi Fiat Divino; primero, porque cada manifestación que te hacía eran vínculos que hacía entre tú y mi Divina Voluntad, eran dones y propiedades que te confiaba, que dotándote venía vinculada la familia humana a la nueva adquisición del reino de Ella. Si no te enlazara a ti en medio, no hubieran sido ni vínculos, ni dones lo que Yo hacía, sino simples noticias, y por eso para hacerte una manifestación sobre mi Divina Voluntad estaba esperando un acto tuyo, una pequeña pena, aun un solo ‘te amo’ tuyo, para tomar ocasión de hablarte, quería de lo tuyo para darte de lo mío, y poderte dar el gran don de mi Divino Querer. Y además, todas nuestras obras externas son una transmisión de divino y humano. En la misma Creación hay una transmisión continua: Nuestro Fiat creó el cielo, lo adornó de estrellas, pero llamó a vida la materia para hacerlo; creó el sol, pero llamó a vida la luz y el calor como materia para formarlo; creó al hombre, primero formé su estatua de tierra, infundí el alma humana en él, y después cree la vida de mi amor sobre de esta alma, y después se conectó mi Divina Voluntad con la suya para formar su reino en la criatura; no hay cosa salida y creada por Nosotros en la cual no haya esta transmisión de humano y divino, en nuestras obras más bellas: la Creación, la Inmaculada Reina, el Verbo Humanado, están de tal manera vinculados lo humano y lo divino, que son inseparables, y por eso los cielos están tan impregnados de Dios, que narran mi gloria, la potencia y sabiduría nuestra; la Virgen mi portadora, mi Humanidad el Verbo encarnado. Ahora, queriendo hacer conocer mi Divina Voluntad, a la primera transmisión que hice en el Edén, que me fue rechazada, para poder salir de nuevo en campo el reino de mi Fiat Divino necesitaba formar la segunda transmisión, y ¿cómo podía hacerla si no enlazaba a otra criatura con vínculos casi inseparables en los conocimientos, en la luz y en la misma Vida de mi Eterno Querer? Y si no te enlazaba con Ella, conectándote a ti en Ella, y a Ella en ti, no habrías sentido en ti, ni su Vida ni su luz permanente, ni habrías sentido en ti la necesidad de amarla y el ansia de conocerla mayormente. He aquí el por qué te ponía a ti y a Mí en condición, tú de darme y Yo a darte, y en ese recíproco dar formaba el

conocimiento que quería darte, y venía realizada la transmisión de mi Voluntad Divina con la tuya, con volverte conquistadora del gran bien que te hacía”.
(5) Después, continuando mi abandono en el Fiat Divino, que por cuanto me apresuro a recorrerlo todo, no lo logro jamás, más bien veo que me queda tanto por caminar en su mar de luz, que ni siquiera puedo descubrir donde terminan sus confines interminables. Así que por cuanto me apresuro, mi camino no terminará jamás, tendré siempre qué hacer y caminar en el mar del Eterno Querer. Luego mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, cómo es grande el mar de mi Querer, no tiene principio ni fin, por eso la pequeñez de la criatura no puede ni recorrerlo ni abrazarlo todo, pero quien vive en Él se encuentra en camino en el centro del mar, que no le será dado jamás salir de dentro de su centro, porque no encontrará jamás ni playa, ni confines de él. Es más, adelante y atrás, a derecha y a izquierda, no encontrará más que mar de Voluntad Divina, y cada acto que haga en Ella le viene dado un derecho divino, porque habiendo sido hecho su acto dentro y junto con mi Querer Divino, Él, con justicia divina comunica al alma el derecho de la luz divina, el derecho de su santidad, el derecho de su belleza, de su bondad, de su amor. Ella vive en el mar de mi Querer con derecho, no como extraña, sino como dueña, porque tiene sus actos cambiados en derechos divinos, que la han vuelto conquistadora de mi Divina Voluntad. Y si tú supieras cuánto gozamos, cómo nos sentimos felices al ver la pequeñez de la criatura vivir en el mar de nuestro Querer, no como extraña, sino como dueña; no como sierva, sino como reina; no pobre sino riquísima, y rica de nuestras conquistas que ha hecho en nuestro Fiat. Por eso quien vive en nuestro Querer Divino sentirá en sí, con derecho, el dominio de la luz, el dominio de la santidad, el dominio de la belleza y de hacerse bella como quiere, tiene la bondad a su disposición, el amor como sustancia de sus actos, mi Voluntad Divina como vida propia y toda suya, y todo esto con derecho divino dado por Nosotros mismos. Por eso sé atenta en multiplicar tus actos en nuestro adorable Fiat”.

+ + + +

26-19
Julio 8, 1929

Flores que hace surgir la Divina Voluntad. Canto, murmullo de de amor continuo, amor delirante y doliente. Quien hace la Divina
Voluntad forma el mar refrescante al amor divino.

(1) Mi pequeñez se pierde y queda sofocada en el mar del dolor de la privación de mi amado Jesús; y sintiéndome sufriente más de lo acostumbrado, suspiraba porque mi naturaleza se deshiciese, para salir de mi cárcel y emprender el vuelo a mi patria celestial; habría querido girar por todas partes en su Santísimo Querer y mover Cielo y tierra, a fin de que todos junto conmigo tuviesen un grito, una lágrima, un suspiro por esta pobre exiliada, a fin de que todos pidiesen el fin de mi exilio. Pero mientras me desahogaba en mis amarguras, mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y dándome un beso y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, tranquilízate, estoy aquí, en ti, pero mientras estoy contigo dejo el campo libre del trabajo a mi Divina Voluntad, y como tiene su acto primero en ti, por eso sucede que adviertes lo que Ella hace en ti, su trabajo, y Yo porque estoy dentro de Ella no sientes que estoy junto en su trabajo, pues soy inseparable de mi Divina Voluntad, y lo que hace Ella hago Yo. Ahora, tú debes saber que no sólo en tu alma quiere hacer mi Divino Querer su obra, tener su campo de acción, su dominio absoluto, todo suyo, sino también en la tierra de tu cuerpo, sobre tus sufrimientos expande su beso de luz y de calor, y con su luz produce la semilla, con su calor la fecunda y forma el brote, y alimentando con el continuo calor y luz este brote hace surgir las flores de luz, con gran variedad de colores, animados siempre por la luz, porque no sabe hacer ninguna cosa, ni grande ni pequeña, en que no

hace correr dentro su luz. Estas flores no son como las de la tierra, que no tienen luz y están sujetas a secarse, éstas tienen vida perenne porque son alimentadas por la luz de mi Fiat, y es tal y tanta la variedad de la belleza de ellas, que formará el más bello adorno a la tierra de tu humanidad”.
(3) Dicho esto ha hecho silencio, y yo me sentía inmersa en el mar del Querer Divino, y mi dulce Jesús ha vuelto a decir:
(4) “Hija mía, el mar de nuestra Divinidad murmura siempre, sin cesar jamás, ¿pero sabes tú qué dice en su murmullo? ¡Amor, amor hacia la criatura! Y es tanto el ímpetu de nuestro amor, que en nuestro murmullo continuo hacemos salir amor, y formamos tales olas altísimas, de poder ahogar Cielo y tierra, a todas las criaturas, a todo en amor, y viendo que no se dejan llenar todas de nuestro amor, con el deseo de ver llenas de nuestro amor a las criaturas, se forma en Nosotros el amor delirante, y en nuestro delirio, haciendo a un lado la ingratitud humana y murmurando, repetimos más fuerte: ¡Amor, siempre amor a quien desconoce y no toma nuestro amor para hacerse amar y darnos amor! Ahora, nuestro amor rechazado se pone en actitud de amor doliente, ¿pero sabes tú quién viene a poner refrigerio y calma a nuestros delirios amorosos? ¿Quién endulza y hace sonreír a nuestro amor doliente? El alma que vive en nuestro Querer Divino. Él forma su mar en la criatura, nuestro mar y el suyo se arrojan uno en el otro y uno corre en el otro, y ¡oh! cómo es dulce el murmullo de la criatura en nuestro murmullo, que repite continuamente: Amor, amor, siempre amor a mi Creador, a mi eterna vida, a Aquél que tanto me ama. Entonces mira, quien vive en nuestro Fiat Divino es nuestro refrigerio a nuestro amor que nos devora, y forma el mar dulce a nuestro amor doliente. ¡Oh! prodigio de nuestro Querer Divino, que haciendo uso de su poder forma su mar en la criatura, y poniéndola en competencia con Nosotros, no sólo la hace murmurar continuamente amor, sino que la eleva tanto, que arrojándola en nuestro mar, cuando nos sentimos ahogados, devorados por nuestro amor, que no pudiéndolo contener sentimos necesidad de amor, nos hace desahogar en el mar que nuestro Fiat ha formado en la criatura que vive en Él, y pone tregua a nuestros delirios amorosos, y refrescándonos con su amor nos endulza. ¿Cómo no amar a aquélla que vive en nuestro Querer?”

+ + + +

26-20
Julio 14, 1929

La Divina Voluntad quiere libertad absoluta para formar su Vida. Diversos modos de obrar de Nuestro Señor.

(1) Continúa mi habitual abandono en el Fiat Supremo, siento que no me da un momento libre, todo quiere para Sí, en modo imperante, pero dulce y fuerte al mismo tiempo, es de tal manera atrayente que el alma se haría poner ella misma sus dulces cadenas para no oponerse en lo más mínimo a lo que el Divino Querer quiere hacer sobre ella y en ella. Ahora, mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te asombres si mi Divina Voluntad no te deja libre en nada, porque Ella no quiere simples actos y obras, sino vida, y quien debe formar una vida necesita actos continuos, y si cesa el acto continuo la vida no puede crecer, ni formarse, ni tener su verdadera existencia. He aquí por qué mi Voluntad Divina queriendo formar su Vida Divina en ti, quiere ser libre, quiere libertad absoluta, y con su acto incesante que posee en naturaleza, se vierte sobre la criatura, y extendiéndose con sus alas de luz, más que maternas, inviste cada fibra del corazón, cada uno de los latidos, respiros, pensamientos, palabras, obras y pasos, los calienta con su beso de luz e imprime su Vida en cada acto de la criatura, y mientras destruye la humana se constituye Ella misma Vida Divina en ella. Y como de la voluntad humana no pueden salir más que actos tenebrosos, mi Voluntad no

quiere hacer mezcla, y por eso está muy atenta para formar su Vida de luz en quien libremente le ha dado libertad de hacerla reinar. Por eso su actitud es admirable, es toda ojo para que nada le huya, y con amor indecible, para ver formada su Vida en la criatura, se hace latido por cada latido, respiro por cada respiro, obra por cada obra, paso por cada paso, también sobre las pequeñas naderías de la criatura corre, se extiende y en ellas pone la potencia de su Fiat, y ahí crea su acto vital. Por eso sé atenta a recibir su acto continuo, porque se trata de vida, y la vida tiene necesidad de respiro, de latido continuo y de alimento diario. Las obras se hacen y se ponen a un lado, no tienen necesidad de que se tengan siempre entre las manos para ser obras, pero la vida no se puede poner a un lado, si cesa el acto continuo muere, por eso se necesita el acto continuo de mi Querer, tú recibiéndolo y Él dándotelo, para hacer que su Vida en ti pueda vivir, formarse y crecer con su plenitud Divina”.
(3) Después de esto me sentía oprimida al pensar en mi pobre existencia, especialmente en el estado en el cual me encuentro. ¡Cuántos cambios he debido sufrir, también por parte de Nuestro Señor! Pero mientras esto y otras cosas pensaba, que no es necesario ponerlas por escrito, mi dulce Jesús haciéndose ver en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi amor por ti ha sido exuberante, y para conducirte a donde mi Querer Divino te quería, he debido tener diversos modos de obrar en los diferentes períodos de tu vida: En el primer período mi amor y mi obrar fue para ti tan tierno, dulce, suave, y tan celoso, que sólo Yo quise hacer todo en tu alma, no quise a ningún otro, ni que ninguno supiese lo que Yo hacía en ti y te decía; era tanto mi celo, que te ponía en la impotencia de abrirte con ninguno, ni siquiera con tu confesor, quería estar solo en mi trabajo, libre, no quería que ningún otro entrase en medio, ni que pudiese juzgar lo que Yo hacía. Me interesaba tanto este período de tu vida, que me estaba al tú por tú contigo, puedo decir que mi amor usó todas las armas divinas, que haciéndote la guerra te asaltaba en todos los modos para que tú no pudieras resistir. Todo esto era necesario a mi amor, porque sabiendo lo que quería hacer de ti, nada menos que restablecer la Creación, dar los derechos de reinar a mi Divina Voluntad, hacer despuntar la nueva era en medio a la humana familia, por eso usó todas las artes y estratagemas para obtener el intento. Ahora, después de que me aseguré de ti, y aseguré mi trabajo, se cambió mi modo de obrar, te hice romper el silencio, y fue tal y tanto el ímpetu de mis enseñanzas y de mi decir, que puedo llamarte la cátedra de mi Divina Voluntad, la secretaria de sus más íntimos secretos, que no pudiendo contenerlos todos en ti, te ordenaba manifestarlos a mi ministro. Y este mi obrar era necesario, de otra manera, ¿cómo se habría conocido mi Divina Voluntad? Ahora hija mía, en este último período de tu vida, tú sientes otro modo de obrar mío, no te preocupes, déjame hacer, y Yo sabré dar la última mano a mi trabajo. Ánimo pues, tienes la Divina Voluntad en tu poder, ¿de qué temes? Así que siempre adelante en mi Querer”.

+ + + +

26-21
Julio 18, 1929

Trabajo de Jesús por el reino de la Divina Voluntad.

(1) Mientras estaba bajo la opresión de la privación de mi amable Jesús, y resignadísima, ni siquiera pensaba que pudiese manifestarse a mi pequeña alma haciendo su breve visita para darme su sorbo de vida, para no hacerme sucumbir del todo. Mientras estaba en esto, de improviso se ha movido en mi interior, haciéndose ver todo atento y ocupado en el trabajo, y levantando hacia mí sus ojos resplandecientes de luz, sus ojos se han encontrado con los míos, y teniendo compasión de mi aflicción me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo estoy trabajando en tu alma continuamente, y mientras trabajo estoy concretando a fin de que nada falte, reafirmando para dar a mi trabajo la estabilidad e

inmutabilidad divina, y esperando con invencible paciencia que mi trabajo sea conocido, a fin de que todos puedan conocer mi gran amor, el gran sacrificio mío y tuyo, y el gran bien que todos, si quieren, pueden recibir. Este mi trabajo es la renovación de toda la Creación, es la concentración de todas nuestras obras, es el establecer mi Voluntad Divina en medio a las criaturas, obrante y dominante en medio de ellas. Cualquiera que conozca este mi trabajo será un reino mío, por lo tanto tendré tantos reinos por cuantos conozcan lo que he hecho y dicho en la pequeñez de tu alma, que fundidos juntos formarán un solo reino; así que mi silencio es concentración de más intenso trabajo que hago en ti. Entonces, si te hablo es nuevo trabajo que emprendo a hacer, llamándote junto al trabajo dándote conocimiento de lo que hacemos, para poner nuevas tintas de bellezas, de magnificencia y de felicidad en el reino de mi Divina Voluntad que deben poseer las criaturas; si hago silencio, reordeno, armonizo, confirmo lo que he hecho. Así que mi silencio no te debe ser causa de aflicción, sino ocasión de más trabajo, para llevarse a cabo el reino de mi Voluntad Divina”.

+ + + +

26-22
Julio 24, 1929

Cómo la Divina Voluntad tiene el acto primario sobre todas las cosas creadas. El Fiat Divino es como la cabeza sobre los miembros.

(1) Estaba pensando en el Fiat Supremo, y pensaba: “Si el Querer Divino quiere formar su reino en medio a las criaturas, entonces, antes de la venida de Nuestro Señor a la tierra, cuando vino, y después de haber venido, ¿en qué modo se encontraba la Divina Voluntad con relación a las criaturas? Y mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad con su inmensidad ha estado siempre en medio a las criaturas, porque Ella, por su naturaleza, no hay punto donde no se encuentre, y las criaturas no pueden estar sin Ella, sería lo mismo que no tener vida ni percibirla, sin mi Divina Voluntad todas las cosas se resolverían en la nada; mucho más que el acto primero de todas las cosas creadas es mi Fiat Divino, Él es como la cabeza a los miembros, y si uno quisiera decir: ‘Puedo vivir sin la cabeza’, esto le resultaría imposible, es la más grande de las locuras el sólo pensarlo. Sin embargo el reinar es una cosa, es el ser reconocida, amada, suspirada y depender de Ella como dependen los miembros de la cabeza, esto es reinar; en cambio estar en medio de las criaturas, no es reinar si no se depende del todo de Ella. Ahora, mi Divina Voluntad, antes de mi venida a la tierra, si bien con su inmensidad estaba en medio de las criaturas, pero las relaciones que había entre estas y Ella, eran como si viviese en tierra extranjera, y desde lejos recibían las escasas comunicaciones, las breves noticias que les anunciaban mi venida a la tierra. Qué dolor, estar en medio de ellas y no ser reconocida y tenerla tan lejos de su voluntad como si estuviera en tierra extranjera. Con mi venida, como Yo la poseía como vida, y mi Humanidad la reconocía, la amaba y la hacía reinar, por medio mío se acercó a las criaturas, y las relaciones que Ella tenía con ellas eran como si no más estuviera en tierra extranjera, sino en sus tierras, pero como no la conocieron ni le dieron el dominio de hacerla reinar, por eso no se puede decir que mi Querer Divino haya formado su reino. Por eso mi venida a la tierra sirvió para acercar a las dos voluntades, humana y Divina, y ponerlas en íntimas relaciones y aumentar las noticias para hacerla conocer, tanto, que enseñé el Padre Nuestro para hacerlos decir venga tu reino, hágase tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra. Si mi Querer no vive como en el Cielo así en la tierra, no se puede decir que tiene su reino en medio a las criaturas; he aquí por qué en el tiempo del reino de Ella no sólo estará en medio a las criaturas, sino dentro de cada una de ellas como vida perenne, y para llegar a eso debe ser reconocida como cabeza y vida primaria de cada una de las criaturas, pero como esta cabeza no es

reconocida, no fluye en los miembros su fuerza, su santidad, su belleza, ni hace correr en ellos su sangre noble y divina, por eso no se ve la vida del Cielo en las criaturas. He aquí el por qué amo tanto que mi Divina Voluntad sea conocida, el conocimiento hará surgir el amor, y sintiéndose amada y suspirada se sentirá atraída a venir a reinar en medio a las criaturas”.

+ + + +

26-23
Julio 27, 1929

El reino de la Divina Voluntad y el de la Redención han ido siempre juntos. Jesús formó los materiales y los edificios, y no se necesita otra cosa que los pueblos.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir todos los actos que había hecho en Ella la Divina Voluntad, y habiendo llegado al momento cuando el Ser Supremo creó a la Virgen, me he detenido a considerar el gran portento del cual tuvo principio la Redención, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la Redención y el reino de mi Divina Voluntad han ido siempre juntos; para venir la Redención se necesitaba una criatura que viviese de Voluntad Divina, como vivía Adán inocente en el Edén antes de pecar, y esto con justicia, con sabiduría, por nuestro decoro, a fin de que el rescate del hombre caído estuviese basado sobre el principio del cómo el orden de nuestra sabiduría creaba al hombre. Si no hubiera una criatura en la cual mi Fiat Divino tuviera su reino, la Redención sería un sueño, no una realidad, porque si en la Virgen no estuviera su total dominio, la Voluntad Divina y humana quedarían como en rivalidad y a distancia de la humanidad, así que la Redención era imposible. En cambio la Virgen Reina plegó su voluntad bajo la Voluntad Divina y la hizo reinar libremente, con esto, las dos voluntades se fundieron, hicieron las paces, el querer humano recibía el continuo acto del Divino Querer y lo dejaba hacer sin jamás oponerse, así que en Ella el reino de Él tenía su vida, su vigor y su pleno dominio. Ve entonces cómo comenzaron juntos la Redención y el reino de mi Fiat; es más, podría decir que comenzó primero el reino de mi Fiat, para seguir junto el uno y el otro. Y así como por un hombre y una mujer que se sustrajeron de mi Querer Divino, tuvo origen el reino del pecado y de todas las miserias de la familia humana, así de una mujer, que en virtud de que hizo reinar a mi Fiat fue hecha Reina del Cielo y de la tierra, unida al Verbo Eterno hecho hombre, tuvo origen la Redención, no excluyendo ni siquiera el reino de mi Divina Voluntad. Es más, todo lo que fue hecho por Mí y por la Soberana del Cielo no son otra cosa que materiales y edificios que preparan su reino; mi evangelio se puede llamar las vocales, las consonantes, que haciendo de heraldos llamaban la atención de los pueblos a esperar algunas lecciones más importantes, que debían llevarles un bien más grande que la misma Redención; mis mismas penas, mi muerte y mi Resurrección, confirmación de la Redención, es preparativo del reino de mi Querer Divino, eran lecciones más sublimes y ponía a todos atentos para esperar lecciones más altas, y después de tantos siglos ya lo he hecho, son las tantas manifestaciones que te he dado sobre mi Divina Voluntad, y aquello que más te he hecho conocer: Cómo Ella quiere venir a reinar en medio a las criaturas para restituirles el derecho de su reino perdido, para abundarlos de todos los bienes y de todas las felicidades que Ella posee. Así que como tú ves, los materiales están ya prontos, los edificios existen, los conocimientos de mi Querer que más que sol deben iluminar su reino y hacer construir por los materiales formados por Mí edificios más vastos, así que no se requiere otra cosa que los pueblos que deben poblar este reino de mi Fiat, y los pueblos se formarán y entrarán conforme se vayan publicando los conocimientos de Él. Mira entonces: Dos criaturas que descienden de la Voluntad Divina y dan el campo de acción a la voluntad

humana, forman la ruina de las generaciones humanas; otras dos criaturas, la Reina del Cielo que vive por gracia en mi Fiat Divino, y mi Humanidad que vive por naturaleza en Él, forman la salvación y el restablecimiento, y restituyen el reino de mi Querer Divino. Y así como no se puede dudar que haya venido la Redención, estando conectados juntos la una y el otro, por eso con certeza despuntará el reino de mi Fiat Divino, a lo más puede ser efecto de tiempo”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “Amor mío, ¿cómo puede venir este reino de tu Querer? No se ve ningún cambio, el mundo parece que no se detiene en su carrera vertiginosa del mal”. Y Jesús ha vuelto a decir:
(4) “¿Qué sabes tú de lo que debo hacer Yo, y cómo puedo arrollar todo para hacer que el reino de mi Divina Voluntad tenga su vida en medio a las criaturas? Si todo está decidido, ¿por qué dudas?”

+ + + +

26-24
Julio 30, 1929

Diferencia entre quien obra santamente en el orden humano, y entre quien obra en la Divina Voluntad. Cómo sin Ella se tiene la fuerza de un niño. Cómo todo el mal es de la voluntad humana.

(1) Mi pobre mente gira siempre en torno y dentro del Fiat Supremo y, ¡oh! cuántas sorpresas, cuántas maravillas de este Querer tan santo. Mi pequeña inteligencia se pierde en su vastísimo mar, y muchas cosas no me siento capaz, ni tengo palabras para narrarlas, por eso me siento como uno que comiese un alimento, o que viese una cosa bella y no sabe como se llaman. Si el Querer Divino no hiciera un prodigio para hacerme decir lo que me manifiesta, cuántas cosas de más dejaría en su mismo mar, sin saber decir nada. Mientras me sentía perdida en el Fiat Divino, mi siempre amable Jesús, haciéndose oír en mi interior, me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué diferencia entre quien obra las virtudes santamente, pero en el orden humano, y entre quien obra las virtudes en el orden divino de mi Divina Voluntad. Los primeros, conforme practican las virtudes, así quedan divididas entre ellas, de modo que se ve la diversidad de sus actos, una virtud se ve paciencia, otra se ve obediencia, una tercera se ve caridad, cada una tiene su distintivo, sin poder fundirse juntas para poder formar un acto solo, que da de divino y abraza lo eterno y lo infinito. En cambio quien obra en mi Divina Voluntad, su luz tiene la virtud comunicativa y unitiva, que fundiéndose juntas, porque todas son hechas en la fuente de su luz, forman un acto solo, con efectos innumerables, de abrazar con lo infinito de su luz al mismo Creador. Símbolo del sol, porque es uno, porque posee la fuente de la luz que jamás se apaga, abraza la tierra y con sus innumerables efectos da todas las tintas y comunica la vida de su luz a todos y a todo. La fuerza que une tiene la virtud comunicativa, en modo que si quieren, todos pueden tomar un bien que se pone a disposición de todos. En cambio quien obra en el orden humano es símbolo de las luces del bajo mundo, que a pesar de que hay tantas, no tienen virtud de hacer huir las tinieblas de la noche y de formar el pleno día, ni de abrazar con tanta multiplicidad de luz toda la tierra, por eso se pueden llamar luz personal, local, a tiempo y circunstancia. ¡Oh! si todos supieran el gran secreto de obrar en mi Querer Divino, harían competencia para no dejar huir nada que no pasara por dentro de su luz purísima”.
(3) Yo he continuado siguiendo a la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la criatura sin mi Voluntad es como un niño que no tiene fuerza para poder sostener un peso, y para hacer trabajos tan útiles de poder él mismo mantener su pequeña existencia, y si se le quisiera obligar a tomar un objeto pesado y a sostener un trabajo, el

niño, viéndose impotente y sin fuerza, tal vez probaría, pero viendo que ni siquiera puede mover aquel objeto, ni realizar aquel trabajo, rompería en llanto el pobre pequeño y no haría nada, y para ponerlo en fiesta bastaría darle un dulce. En cambio, quien posee mi Divina Voluntad tiene la fuerza de un hombre adulto, más bien la fuerza divina, y si se le pide que tome el objeto pesado, sin problema lo toma como si nada fuese, mientras el pobre pequeño quedaría aplastado bajo este peso, y si se le pidiera hacer un trabajo, se pondría en fiesta por la adquisición y la ganancia que le será dada, pero si se le quisiera dar un dulce en vez de su ganancia, sentiría indignación y diría: ‘Dadme la justa ganancia por mi trabajo, porque debo vivir’. Mira entonces, quien tiene mi Divina Voluntad tiene fuerza suficiente para todo, por eso todo le resulta fácil, el mismo sufrir, sintiéndose fuerte, lo mira como una nueva adquisición. ¿Por qué tantos no saben sostener nada, y una debilidad de niño parece que les persiste? Es la fuerza de mi Divina Voluntad que falta, he aquí la causa de todos los males. Por eso sé atenta hija mía a no salir jamás de mi Divina Voluntad”.
(5) Después continuaba mis actos en el Fiat Divino, y habiendo llegado a cuando Él llamó a vida, a la luz del día, a la Soberana Celestial, pensaba entre mí: “Dios al crear a la Virgen Santísima, no sólo enriqueció su bella alma con tantos privilegios, sino también debió transformar su naturaleza para volverla pura y santa como es”. Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, nada había que agregar a su naturaleza, porque no fue la naturaleza humana la que pecó, sino la voluntad humana, porque la naturaleza humana estaba en su puesto, como salió de nuestras manos creadoras, por eso nos servimos de aquella misma naturaleza de las otras criaturas al crear a la Virgen. Lo que se contaminó en el hombre fue su voluntad, y como esta naturaleza humana estaba animada, y habitaba en la naturaleza humana esta voluntad rebelde, ella participó y quedó contaminada. Así que puestas en armonía la Divina Voluntad y la voluntad humana, dándole el dominio, el régimen, como es querido por Nosotros, la naturaleza humana pierde los tristes efectos y queda bella como salió de nuestras manos creadoras. Ahora, en la Reina del Cielo todo nuestro trabajo fue sobre la voluntad humana, la cual recibió con alegría el dominio de la nuestra, y la nuestra, no encontrando ninguna oposición por parte de la suya, obró prodigios de gracias, y en virtud de mi Querer Divino quedó santificada y no sintió los tristes efectos y los males que sienten las otras criaturas. Por eso hija mía, quitada la causa, los efectos terminan. ¡Oh, si mi Divina Voluntad entra en las criaturas y reina en ellas, expulsará todos los males en ellas y le participará todos los bienes en el alma y en el cuerpo!”

+ + + +

26-25
Agosto 3, 1929

Cuando Dios decide hacer obras que deben servir a todos, en su arrebato de amor pone a todos a un lado. Cómo el Ser Supremo posee la veta inagotable.

(1) Continúo mi habitual abandono en el Fiat Divino, me lo siento como concentrado sobre mi pequeña existencia, siento su inmensidad, su potencia, su fuerza creadora y raptora, que envolviéndome por todas partes no me es dado el poderle resistir, pero me siento feliz de esta mi debilidad, y voluntariamente quiero ser débil para sentir toda la potencia del Querer Divino sobre mi pequeñez. Pero mientras me sentía abismada en Él, mi dulce Jesús, haciéndose oír y ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestra Divinidad cuando se decide a hacer obras universales, al alma que viene elegida como primera, a la cual confiamos una obra que debe servir para el bien de

todos, es tanto el arrebato de nuestro amor, que ponemos todo y a todos a un lado, como si ningún otro existiera, y concentramos todo nuestro Ser Divino sobre de ella y le damos tanto de lo nuestro, hasta formar mares en torno a ella y ahogarla en todos nuestros bienes, y queremos dar tanto, porque el arrebato de nuestro amor nos lleva a no detenernos jamás, para ver en ella nuestra obra completa, por medio de la cual todo y todos pueden gozar y tomar los bienes universales que nuestra obra encierra. Con esto, no que no veamos lo que hacen las otras criaturas, porque nuestra omnividencia e inmensidad nada nos esconde, estamos al día de todo, y de Nosotros parte la vida y las ayudas a todos, pero obramos en modo, y nos comportamos, como si ningún otro existiera. Así obramos en la Creación, después de haber formado cielos, soles, tierra, ordenando todo con armonía y magnificencia tal de hacer quedar estupefacto, al crear al hombre nos concentramos sobre él, y fue tanto el arrebato de nuestro amor, regurgitó tan fuerte, que formando un velo en torno a Nosotros nos hizo desaparecer todo, mientras que todo veíamos, y nos ocupamos sólo del hombre; ¿qué cosa no vertimos en él? Todo. Si en la Creación fue la magnificencia y belleza de nuestras obras, en el hombre fue no sólo la concentración de todas nuestras obras concentradas en él, sino lo que es más, el establecimiento de nuestra Vida. Nuestro amor regurgitaba, no se daba descanso, quería dar siempre, porque veía en él a todas las generaciones humanas. Así obramos en la Reina del Cielo, todo fue puesto a un lado, todo el mal de las otras criaturas, y nos ocupamos sólo de Ella, y vertimos tanto que fue la llena de gracia, porque debía ser la Madre universal y causa de la Redención de todos. Así estamos obrando contigo, para el reino de nuestro Querer Divino estamos haciendo como si ningún otro existiese, si quisiéramos mirar lo que hacen las otras criaturas, los males que cometen, las ingratitudes, el reino de nuestro Querer estaría siempre en el Cielo, y no sólo eso, sino que ni siquiera nos sentiríamos dispuestos a decir una sola verdad de nuestro Fiat Supremo. Pero nuestro amor, formando su velo de amor a todos los males de las criaturas, nos pone todo a un lado, y regurgitando fuerte no sólo nos hace hablar de Él, sino que es lo que más nos hace decidir el dar el gran don del reino de nuestro Fiat a las criaturas. Cuando nuestro amor se obstina, parece que no razona y quiere vencer por vía de amor, no de razón, por eso, como si nada mirase u oyese, a cualquier costo quiere dar lo que ha decidido. He aquí el por qué no ahorra nada y todo se desvive sobre la criatura que viene elegida para el gran bien universal que debe descender en provecho de todas las generaciones humanas. Esta es la causa de tanto darte y decirte, son desahogos de nuestro amor que nada quiere ahorrar, todo quiere dar con tal de que el reino de nuestra Divina Voluntad reine sobre la tierra”.
(3) Después, mi mente continuaba pensando en tantas cosas sobre la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, nuestro Ser Supremo es veta inagotable, no nos agotamos jamás, ni podemos decir hemos terminado de dar, porque por cuanto damos, tenemos siempre qué dar, y mientras damos un bien, otro surge para ponerse en camino para darse a las criaturas; pero por cuanto somos inagotables, no damos nuestros bienes, nuestras gracias, ni decimos nuestras verdades a quien no está dispuesta, a quien no presta atención en escucharnos para aprender nuestras sublimes lecciones y modelar su vida según nuestras enseñanzas, de modo de ver escrito en ella nuestras enseñanzas y verla enriquecida con nuestros dones, si esto no vemos, nuestros dones no parten de Nosotros, ni nuestra voz llega al oído de la criatura, y si alguna cosa escucha, es como de una voz que viene de lejos, que no comprende claramente lo que Nosotros queremos decirle. Por eso nuestra veta inagotable queda impedida por las indisposiciones de las criaturas. ¿Pero sabes tú quién da las verdaderas disposiciones al alma? Nuestra Divina Voluntad. Ella la vacía de todo, la reordena, la dispone en modo admirable, en modo que nuestra veta inagotable no cesa jamás de dar y de hacerla oír sus sublimes lecciones. Por eso hazte dominar siempre por mi Fiat Divino, y nuestra veta inagotable no cesará jamás de verterse sobre de ti, y Nosotros tendremos el contento de hacer surgir de nuestro Ser Divino nuevas gracias, nuevos dones y lecciones jamás escuchadas”.

+ + + +

26-26
Agosto 7, 1929

Medios principales para hacer reinar a la Divina Voluntad: “Los conocimientos”. Diferencia de quien vive en la Divina Voluntad y quien vive en el humano querer.

(1) Estaba siguiendo mis actos en el Querer Divino y pensaba entre mí: “¿Cómo podrá venir a reinar la Divina Voluntad? ¿Cuáles serán los medios, las ayudas, las gracias para disponer a las criaturas para hacerse dominar por Ella?” Y mi siempre amado Jesús, moviéndose en mi interior, todo bondad y ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, los medios principales para hacer reinar sobre la tierra a mi Fiat Divino son los conocimientos de Él. Los conocimientos formarán los caminos, dispondrán la tierra para ser reino suyo, formarán las ciudades, harán de telégrafo, de teléfono, de poste, de anunciadores para comunicar entre ciudad y ciudad, entre criaturas y criaturas, entre naciones y naciones, las noticias, los conocimientos importantes sobre mi Divina Voluntad, los conocimientos de Ella arrojarán en los corazones la esperanza, el deseo de recibir tanto bien. Ésta es una condición forzosa, un bien no se puede querer, ni recibir, si no se conoce, y si se recibiera sin conocerlo, es como si no se recibiese. Así que los fundamentos, la esperanza, la certeza del reino de mi Divina Voluntad, serán formados por los conocimientos de Ella, por eso he dicho tantos conocimientos, porque ellos serán las riquezas, el alimento y los nuevos soles, los nuevos cielos que poseerán los pueblos del reino de mi Querer. Ahora, cuando los conocimientos sobre mi Fiat se hagan camino, disponiendo a aquellos que tendrán el bien de conocerlos, mi más que paterna bondad, para mostrar el exceso de mi amor, pondrá en cada criatura, a su disposición, a mi misma Humanidad, y todo el bien que obré, de modo que sentirán tal fuerza y gracia, de hacerse dominar por mi Divina Voluntad, y mi Humanidad estará en medio a los hijos de mi reino, como corazón en medio a ellos, para decoro y honor de mi Fiat, y por antídoto, gracia y defensa a todos los males que ha producido el querer humano. Es tal y tanto el arrebato de mi amor que quiere que Ella reine, que haré grandes excesos de amor para vencer las voluntades más rebeldes”.
(3) Yo al oír esto he quedado admirada, y como si quisiera dudar de lo que Jesús me había dicho. Y Él volviendo a hablar ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿por qué lo dudas? ¿No soy tal vez Yo dueño de hacer lo que quiero y darme como me place darme? ¿No es tal vez mi Humanidad el primer hermano primogénito que poseyó el reino de mi Divina Voluntad, y como primer hermano tengo el derecho de comunicar el derecho a los otros hermanos de poseerlo, poniéndome Yo a disposición de ellos para darles un bien tan grande? ¿No soy Yo la cabeza de toda la familia humana, que puedo hacer fluir en los miembros de ella la virtud de la cabeza, y hacer descender el acto vital de mi Voluntad Divina en los miembros? Y además, ¿no es tal vez mi Humanidad que reside en ti continuamente la que te da tal fuerza y gracia de querer vivir sólo de mi Querer, y te hace sentir tal paz y felicidad de eclipsarte tu querer humano, de modo que él mismo se siente feliz de vivir como sin vida bajo el imperio de mi Divina Voluntad? Por eso lo que necesito es que conozcan los conocimientos sobre mi Fiat, el resto vendrá por sí mismo”.
(5) Después de esto continuaba mi abandono en el Fiat Divino, me parecía que en Él no hay interrupciones, hay siempre qué hacer, pero un hacer que no cansa sino que fortifica, hace feliz y regocija de su largo camino; pero mientras esto pensaba, mi Sumo Bien Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, quien vive en mi Querer Divino camina siempre, porque tiene el giro de la eternidad, que no termina jamás, a su disposición, y no deteniéndose jamás, toma siempre,

y si se detuviese, una pequeña parada, un paso de menos, le costaría la pérdida de un paso y de una felicidad divina, porque mi Fiat es un acto siempre nuevo de felicidad, de gracia y de belleza indescriptible e inenarrable, y el alma si camina toma, y si se detiene no toma, porque no habiendo seguido paso a paso el camino de mi Querer Divino, no ha sabido nada de lo que mi Querer ha puesto fuera en aquel paso de felicidad y de belleza. Y ¿quién puede decirte la gran diferencia de quien vive en mi Divina Voluntad y de quien vive en el querer humano? Quien vive en la voluntad humana se detiene siempre, su giro es tan pequeño, que si quiere alargar el paso no encuentra dónde poner el pie; a cada paso que hace, toma ahora un disgusto, un desengaño, y siente una debilidad de más, la cual la arrastra también al pecado. ¡Oh! cómo es breve el giro de la voluntad humana, lleno de miserias, de precipicios y de amarguras, sin embargo aman tanto el vivir en su cerco; ¡qué locura, qué tontería, tanto, de deplorarse!”

+ + + +

26-27
Agosto 12, 1929

Magnificencia de la Creación. El punto negro de la voluntad humana.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Querer Divino, y mi dulce Jesús atrayéndome fuera de mí misma, me hacía ver toda la Creación en el acto de salir de sus manos creadoras, cada cosa llevaba la marca de la mano creadora de su Hacedor, así que todo era perfecto, de una belleza encantadora. Cada cosa creada era animada de viva luz, o como propiedad de naturaleza dada a ella por Dios, o indirectamente comunicada por quien la poseía; todo era luz y belleza. Pero entre tanta luz y encanto de belleza se veía un punto negro, el cual aparecía tan feo, especialmente porque se encontraba en medio a tantas obras tan bellas, majestuosas y refulgentes, este punto negro suscitaba terror y compasión, porque parecía que por su naturaleza Dios no lo había creado negro, sino bello, más bien primero era una obra de las más bellas creadas por el Ser Supremo. Pero mientras esto veía, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que fue hecho por Nosotros en la Creación está siempre en acto de hacerse, como si continuamente estuviéramos en acto de hacerlo; es nuestra fuerza creadora, que cuando hace una obra no se retira jamás, queda dentro como acto perenne de vida, ahí forma su latido continuo y su respiro no interrumpido, por eso mientras fue hecho una vez, queda dentro en acto de hacerlo siempre. Casi como símbolo de la naturaleza humana, que mientras fue formada, una vez comenzando la vida con el latido y con el respiro, por necesidad de vivir debe respirar y latir continuamente, de otra manera cesa la vida. Somos inseparables de nuestras obras, y nos agradan tanto, que nos deleitamos en hacerlas continuamente, por eso se mantienen majestuosas, bellas, frescas, como si ahí, como en un primer momento recibiesen el principio de vida. Míralas cómo son bellas, son las narradoras de nuestro Ser Divino y nuestra perenne gloria. Pero en tanta gloria nuestra, mira, está el punto negro de la voluntad del hombre, que amándolo con más amor lo dotamos de libre albedrío, el cual, abusando quiso respirar y latir en su querer humano, no con el nuestro, y por eso se cambia continuamente hasta ennegrecerse, perdiendo su belleza y frescura, y llega hasta perder la Vida Divina en su naturaleza humana. Por eso, ¿quién pondrá en fuga la densa oscuridad del querer humano? ¿Quién le restituirá la frescura, la belleza de su creación? Los actos hechos en nuestra Divina Voluntad, ellos serán luz que harán huir las tinieblas, y calor que plasmándolo con su calor le destruirán todos los humores malos que lo han afeado. Los actos hechos en mi Querer serán el contragolpe a todos los actos humanos hechos con la voluntad humana, este contragolpe restituirá la frescura, la belleza, el orden como fue creada la voluntad humana. Por eso se necesitan muchos actos hechos por la criatura en nuestro Divino Querer, para

preparar el contraveneno, la belleza, la frescura, el acto opuesto a todo lo que de mal ha hecho la voluntad humana. Y entonces en la Creación nuestras obras aparecerán todas bellas, el punto negro desaparecerá y se convertirá en un punto, el más luminoso en medio a la magnificencia de nuestras obras creadas, y nuestra Divina Voluntad tomará el dominio de todo y reinará como en el Cielo así en la tierra. Por eso sé atenta a obrar en mi Querer Divino, porque a cada acto humano se necesita el acto divino, que con imperio arroja por tierra, purifica y embellece lo que ha hecho de mal la voluntad humana”.

+ + + +

26-28
Agosto 25, 1929

Jesús creó el germen del Fiat Divino al formar el Padre Nuestro. Virtud que tiene la luz.

(1) Estaba pensando en el Fiat Divino, y en cómo podía establecerse su reino sobre la tierra. Me parecía imposible, primero porque no hay quien se ocupe de hacerlo conocer, y si alguna cosa se dice o se proyecta, todo se queda en palabras, pero los hechos están,
¡oh! cuán lejanos, y quién sabe qué generación tendrá el bien de conocer lo que respecta a los conocimientos de la Divina Voluntad y su reino; segundo, me parece que la tierra no está preparada, y creo que para tener un bien tan grande, que el reino de la Divina Voluntad, sus conocimientos, dominen la tierra, quién sabe cuántos prodigios se necesiten antes. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que mi venida a la tierra y todo lo que Yo hice en la Redención, mi misma muerte y resurrección, no fue otra cosa que un acto preparatorio al reino de mi Divina Voluntad, y cuando formé el Padre Nuestro, formé el germen del reino de mi Fiat Divino en medio a las criaturas, y si Yo cuando hablo creo y de la nada hago salir las obras más grandes, bellas y maravillosas, mucho más cuando con el imperio de mi plegaria hablante tengo virtud de crear lo que quiero. Por eso el germen del reino de mi Querer fue creado por Mí en el acto en que rezaba formando y recitando el Padre Nuestro; y si lo enseñé a los apóstoles fue para que la Iglesia, con el recitarlo pudiese regarlo y fecundar este germen, y disponerse a modelar su vida según las disposiciones de mi Fiat Divino. Mis conocimientos sobre Él, mis tantas manifestaciones, han desarrollado este germen, y como han estado acompañados por los actos hechos por ti en mi Querer Divino, se han formado tantos granos de formar una gran masa, de la cual cada uno puede tomar su parte, siempre y cuando quieran, para vivir de la Vida de la Divina Voluntad. Así que todo está hija mía, los actos más necesarios, está el germen creado por Mí, porque si no está el germen es inútil esperar la planta, pero si está la semilla, el trabajo que se necesita, la voluntad de querer el fruto de aquella semilla, es seguro que se tendrá la planta, porque teniendo el germen se tiene en propio poder la vida de la planta de aquella semilla; está quien riegue este germen para hacerlo crecer, cada Padre Nuestro que se recita sirve para regarlo; están mis manifestaciones para hacerlo conocer, sólo se necesita quién se ofrezca a hacer de heraldo, y con ánimo, sin temer nada, afrontando sacrificios para hacerlo conocer. Así que la parte sustancial está, está lo más, se necesita lo menos, o sea la parte superficial, y tu Jesús sabrá hacerse camino para encontrar aquél que cumplirá la misión de hacer conocer en medio a los pueblos mi Divina Voluntad. Por eso por parte tuya no pongas ningún obstáculo, haz lo que puedas y Yo haré el resto, tú no sabes cómo manejaré las cosas y dispondré las circunstancias, por eso llegas a dudarlo, piensas que mi Fiat no será conocido y su reino no tendrá su vida sobre la tierra”.
(3) Después me he abandonado toda en el Querer Divino para seguir sus actos, y mi dulce Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, quien se pone en la unidad de mi Querer se pone en la luz, y así como la luz tiene virtud de descender en lo bajo y de extenderse como manto de luz sobre cada cosa que inviste, así tiene virtud de elevarse a lo alto y de investir con su luz lo que en lo alto se encuentra. Así quien se pone en la luz de mi Fiat, en su unidad de luz, con sus actos se extiende en lo bajo de todas las generaciones, y con su acto de luz inviste a todos para hacer bien a todos, se eleva en lo alto e inviste todo el Cielo para glorificar a todos. Por eso en mi Divina Voluntad el alma adquiere el derecho de poder llevar a todos la luz del Eterno Fiat, con el don de sus actos multiplicados por cuantos lo quieran recibir”.

+ + + +

26-29
Septiembre 4, 1929

¿Por qué el sol forma el día? Porque es un acto de Voluntad Divina.

(1) Mis días son amarguísimos por la privación de mi sumo y único bien Jesús, puedo decir que mi alimento continuado es el intenso dolor de estar privada de Aquél que formaba toda mi vida acá abajo; cómo es doloroso el recordar que antes respiraba Jesús, latía el latido de Jesús en mi corazón, circulaba en mis venas Jesús, sentía el alimento de Jesús que alimentaba mis obras, mis pasos, en suma, en todo sentía a Jesús, y ahora todo ha terminado y se me ha cambiado en alimento de dolor. ¡Oh Dios, qué pena! respirar y latir dolor intenso de estar privada de Aquél que me era más que vida propia, sólo el abandono en el Fiat me da la fuerza para soportar un dolor tan grande. Pero mientras esto sentía, mi dulce Jesús saliendo de mi interior y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te abatas demasiado; dime, ¿quién forma el día? El sol, ¿no es verdad? ¿Y por qué forma el día? Porque es un acto de mi Voluntad Divina. Ahora, conforme la tierra gira, la parte que se aparta del sol queda a oscuras y forma la noche, y la pobre tierra queda lúgubre, como bajo un manto de tristeza, de modo que todos sienten la realidad de la noche y el gran cambio que sufre la tierra con haber perdido el astro benéfico de la luz, esto es, el acto de mi Divina Voluntad que creó el sol y lo conserva con su acto continuo. Así el alma, hasta en tanto gira bajo el acto continuo de mi Querer, es siempre para ella pleno día; noche, tinieblas, tristeza, no existen. El acto continuo de mi Fiat, más que sol le sonríe, la mantiene en fiesta; en cambio si gira en su voluntad humana, más que tierra permanece a oscuras, en la noche de su voluntad humana, la cual dominando al alma produce tinieblas, dudas, tristeza, y forma la verdadera real noche a la pobre criatura.
¿Quién puede decirte el gran bien, el día brillantísimo que produce un acto de mi Divina Voluntad sobre la criatura? Ella, con su acto continuo produce todos los bienes y la felicidad en el tiempo y en la eternidad, por eso sé atenta, enciérrate toda tú misma dentro de un acto solo de mi Divina Voluntad, no salgas jamás si quieres vivir feliz, y tener en tu poder la vida de la luz y el día que jamás termina. Un acto de mi Divina Voluntad es todo para la criatura; Ella, con su acto continuo que jamás cesa y jamás se cambia, más que tierna madre tiene estrechada a su seno a aquélla que se abandona en su acto de luz, y alimentándola de luz la hace crecer, como parto suyo, noble y santa, y la tiene defendida en su misma luz”.

+ + + +

26-30
Septiembre 8, 1929

El nacimiento de la Virgen fue el renacimiento de toda la humanidad.

(1) Mi pobre mente se perdía en el mar inmenso del Fiat Divino, donde se encuentra todo en acto, como si no hubiese ni pasado ni futuro, sino todo presente y todo en acto; así que cualquier cosa que se quiera encontrar de las obras de su Creador en el Divino Querer, mi pequeña alma la encuentra como si en acto la estuviera haciendo, y como estaba pensando en el nacimiento de mi Mamá Celestial, para darle mis pobres homenajes, y llamaba junto a mí a toda la Creación a alabar a la Soberana Reina, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, también Yo quiero alabar junto contigo y con toda la Creación el nacimiento de la Alteza de mi Mamá. Tú debes saber que este nacimiento encierra en sí el renacimiento de toda la familia humana, y la Creación toda se sintió renacida en el nacimiento de la Reina del Cielo. Todo saltó de alegría, se sentían felices de tener su Reina, porque hasta entonces se sentían como pueblo al cual le faltaba su Reina, y en su mutismo esperaban aquel día feliz para romper su silencio y decir: ‘Gloria, amor, honor a Aquélla que viene en medio a nosotros como Reina nuestra, no estaremos más sin defensa, sin quien nos domine, sin fiesta, ya que apareció Aquélla que forma nuestra gloria perenne.’ Esta celestial niña, con tener íntegra en su alma nuestra Divina Voluntad, sin jamás hacer la suya, readquirió todos los derechos del Adán inocente ante su Creador y la soberanía sobre toda la Creación, por eso todos se sintieron renacer en Ella, y Nosotros veíamos en esta Virgen Santa, en su pequeño corazón, todos los gérmenes de las generaciones humanas. Así que por medio suyo la humanidad readquiría los derechos perdidos, por eso su nacimiento fue el nacimiento más bello, más glorioso; Ella, desde su nacimiento encerró en su corazoncito materno, como en medio de dos alas, a todas las generaciones como hijos renacidos en su virginal corazón, para calentarlos, para tenerlos defendidos, crecerlos y nutrirlos con la sangre de su corazón materno. He aquí la causa por la que esta tierna Madre Celestial ama tanto a las criaturas, porque todas han renacido en Ella, y siente en su corazón la vida de sus hijos. ¿Qué cosa no puede hacer nuestra Divina Voluntad donde reina y tiene su Vida? Ella le encierra todo y a todos, y la hace portadora y dadora de bienes a todos. Así que todos sienten, bajo su manto azul, el ala materna de su Madre Celestial y encuentran en su materno corazón su lugarcito donde ponerse al seguro.
(3) Ahora hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad renueva su renacimiento y duplica los renacimientos a todas las generaciones humanas; mi Suprema Voluntad cuando vive dentro de un corazón y en él extiende la plenitud de su luz interminable, concentra todo y a todos, hace todo, renueva todo, da nuevamente todo lo que por siglos y siglos no ha podido dar por medio de las otras criaturas. Así que Ella se puede llamar el alba del día, la aurora que llama al sol, el sol que alegra toda la tierra, la ilumina, la calienta, y con sus alas de luz, más que tierna madre abraza todo, fecunda todo, y con su beso de luz da las más bellas tintas a las flores, la dulzura más exquisita a los frutos, la maduración a todas las plantas.
¡Oh! si mi Voluntad Divina reinase en medio a las criaturas, ¿cuántos prodigios no obraría en medio de ellas? Por eso sé atenta, cada cosa que haces en mi Fiat Divino es un renacimiento que haces en Ella, y renacer en Ella significa renacer en el orden divino, renacer en la luz, renacer en la santidad, en el amor, en la belleza, y en cada acto de mi Voluntad, la voluntad humana sufre la muerte, muriendo a todos los males y revive a todos los bienes”.

+ + + +

26-31
Septiembre 15, 1929

El sol: símbolo de la Divina Voluntad. El germen de la Divina Voluntad en el acto de la criatura.

(1) Estaba repitiendo mis actos en el Divino Querer para seguir los suyos en todas sus obras, y pensaba entre mí: “¿En qué aprovecha repetir siempre los mismos actos, cuál gloria puedo dar a mi Creador?” Y mi dulce Jesús, saliendo de dentro de mi interior me ha estrechado entre sus brazos para confirmarme y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la repetición de tus actos en mi Fiat Divino rompe el aislamiento de Él, y genera la compañía a todos los actos que hace la Divina Voluntad. Así que Ella no se siente más sola, sino que tiene a quién puede decirle sus penas, sus alegrías y a quién confiar sus secretos. Y además, un acto repetido continuamente es virtud divina, y tiene virtud de generar los bienes que no existen, de reproducirlos y comunicarlos a todos. Un acto continuado es capaz de formar la vida y de poder dar vida. Mira el sol, símbolo de mi Divina Voluntad, jamás deja a la criatura y jamás se cansa de hacer su acto continuado de luz; cada día regresa a visitar la tierra, dando siempre sus bienes, regresa para encontrar con su ojo de luz los bienes ya dados, y que muchas veces no encuentra: no encuentra la flor que ha coloreado con la belleza de sus tintas, y perfumado sólo con tocarlas con sus manos de luz; no encuentra el fruto, al cual, penetrando en lo íntimo ha comunicado su dulzura y madurado con su calor; cuántas cosas no encuentra el sol después que se ha prodigado con tantos actos, más que maternos, para formar las más bellas florituras y formar tantas plantas, hacer crecer tantos frutos con su aliento de luz y de calor, porque el hombre arrancándolos de la tierra se ha servido de ellos para alimentar su vida. ¡Oh! si el sol fuese capaz de razón y de dolor, se cambiaría en lágrimas de luz y de fuego ardiente para llorar sobre cada cosa que ha formado y no encuentra, pero a pesar de su dolor no cambiaría voluntad, dejando de comunicar sus bienes a la tierra para formar de nuevo lo que le ha sido quitado, porque es naturaleza suya, por cuanto mal le puedan hacer, de dar siempre su acto de luz, sin cesar jamás, en el cual están todos los bienes. Así es mi Divina Voluntad, más que sol se prodiga sobre cada criatura para darle vida continua, se puede decir que es su aliento omnipotente de luz y de amor con el cual inviste a las criaturas, las forma y las hace crecer, y si el sol da lugar a la noche, mi Divina Voluntad jamás deja solos a sus amados partos, plasmados, vivificados, formados, crecidos con su aliento y beso ardiente de luz, no hay un instante en el cual mi Divina Voluntad deje a la criatura, y que vertiéndose sobre ella no le comunique sus variadas tintas de belleza, su dulzura infinita, su amor inextinguible, ¿qué cosa no le hace y da mi Divina Voluntad? Todo, sin embargo no es reconocida ni amada, ni conservan en ellos los bienes que les comunica. ¡Qué dolor! Mientras se prodiga sobre cada criatura, no encuentra los bienes que comunica, y en su dolor continúa su acto de luz sobre de ellas sin cesar jamás. He aquí por qué quien debe vivir en mi Fiat debe tener sus actos repetidos y continuos, para hacerle compañía y endulzarla en su intenso dolor”.
(3) Después de esto continuaba navegando el mar interminable del Fiat Divino, y conforme hacía mis pequeños actos en el Eterno Querer, así se formaban en mi alma tantos gérmenes, y la semilla de estos gérmenes era de luz de Voluntad Divina, variados de tantos colores, pero animados todos de luz, y mi dulce Jesús haciéndose ver, uno a uno comunicaba el aliento a aquellos gérmenes, y conforme se los comunicaba, aquellos gérmenes crecían tanto, de tocar la inmensidad divina. Yo he quedado maravillada al ver la bondad de mi sumo bien Jesús, que con tanto amor tomaba en sus manos santísimas aquellos gérmenes para comunicarles el aliento, y después los ponía todos en orden en mi alma, y mirándome con amor me ha dicho:
(4) “Hija mía, donde está la fuerza creadora de mi Divina Voluntad, mi aliento divino tiene la potencia de volver inmensos los actos de la criatura, porque mientras la criatura obra en mi Fiat, en su acto entra la fuerza creadora, la cual pone la fuente de la inmensidad divina, y el pequeño acto de la criatura se convierte: quién en fuente de luz, quién en fuente de amor, otros en fuente de bondad, de belleza, de santidad, en suma, cuantos más actos hace, tantas fuentes divinas más adquiere, y crecen tanto, de perderse en la inmensidad de su Creador. Sucede como a la levadura que tiene virtud de fermentar la harina, con tal de que al hacer el pan se ponga una pequeña parte de levadura como germen de fermentación. En cambio si no se pone la levadura, a pesar de que sea la misma harina, el

pan no será jamás fermentado, sino ácimo. Así es mi Divina Voluntad, más que levadura pone la fermentación divina en el acto humano, y el acto humano se vuelve acto divino, y Yo cuando encuentro el germen de mi Divina Voluntad en el acto de la criatura, me deleito en dar mi aliento al acto de ella, y lo elevo tanto, de volverlo inmenso, mucho más que aquel acto lo podemos llamar acto nuestro, Voluntad nuestra obrante en la criatura”.

+ + + +

26-32
Septiembre 20, 1929

Sólo Jesús tiene palabras suficientes para hablar de la Divina Voluntad. Cómo la criatura puede decir: “Poseo todo”.
La Divina Voluntad donde reina forma su paraíso.

(1) Mi pequeña inteligencia va siempre espaciándose en el mar inmenso del Divino Querer, y apenas sabe retener las gotitas de las tantas variedades e innumerables bellezas que le pertenecen. ¡Oh! Voluntad inigualable, amable y adorable, ¿quién podrá decir todo lo que Tú eres, y narrar tu larga y eterna historia? Ni los ángeles, ni los santos tendrán palabras suficientes para hablar de Ti, mucho menos yo que soy la pequeña ignorante, que apenas sé balbucear de un Querer tan santo. Entonces mientras mi mente se perdía en el Fiat Divino, mi amable Jesús haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, sólo tu Jesús tiene palabras suficientes para hablarte de mi Eterno Querer, porque en naturaleza divina soy la misma Voluntad; pero debo limitarme en el decir porque tu pequeña capacidad no puede abrazar y comprender y encerrar todo lo que a Ella pertenece, y debo contentarme con hacerte conocer sus gotitas, porque tu mente creada no puede contener su mar inmenso e increado, y estas gotitas de luz las cambio en palabras para adaptarme, por tu pequeña capacidad, y así hacerte comprender alguna cosa de mi Fiat indescriptible e inmensurable. Basta decir que mi Querer Divino es todo, encierra todo, si le faltara una sola coma de todo lo que existe en el Cielo y en la tierra, no se podría llamar todo. Por consiguiente la criatura para entrar en mi Fiat debe vaciarse de todo, reducirse a aquel punto cuando su Creador, llamándola de la nada, le daba la existencia, tal como la fuerza creadora de mi Divina Voluntad la creaba, bella, vacía de todo, y sólo llena de la Vida de Aquél que la había creado, así el alma haciéndose investir de nuevo por la fuerza creadora de mi Fiat, su luz y su calor la vaciarán y la dejará bella como la sacó de la nada, y la admitirá a vivir en el todo de mi Voluntad, y la criatura en Ella respirará el todo, se sentirá toda santidad, toda amor, toda belleza, porque el todo de mi Fiat Divino la tendrá en su mar, donde el todo estará a su disposición, ninguna cosa le será dada a mitad o en pequeñas proporciones, porque quien es todo sabe darse todo, no a medida, y sólo en mi Querer la criatura puede decir: ‘Poseo todo, más bien el todo es mío’. En cambio quien no vive en mi Querer Divino, no estando su ser bajo el imperio de una fuerza creadora, no puede poseer toda la plenitud de una Vida Divina, ni se sentirá hasta el borde de su alma toda llena de luz, de santidad, de amor, hasta desbordar fuera, y formar mares en torno a ella, de sentirse que el todo es suyo; a lo más sentirá las pequeñas partecitas divinas, la impresión de la gracia, del amor, de la santidad, pero no todo. He aquí por qué sólo quien vive en mi Fiat es la única afortunada de conservarse en el prodigio de su creación, y de tener los derechos de poseer y vivir en la abundancia de los bienes de su Creador”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Querer Divino, y mi amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Fiat tendrá el gran bien de poseer un Querer Divino en la tierra, que le será portador de paz imperturbable, de firmeza inmutable. Mi Fiat la hará crecer en modo divino, en cada acto que haga le dará un sorbo de nuestro Ser Divino, para

hacer que no haya ninguna cualidad nuestra que no concentre en esta criatura. No sólo esto, sino que mi Querer se deleitará en encerrar en ella a mi Divina Voluntad felicitante, con la cual hace felices a todos los bienaventurados, a fin de que ni siquiera Ésta falte en quien vive en Ella, de modo que cuando vendrá a nuestra patria celestial, traerá como triunfo el haber vivido en nuestro Fiat, su paraíso de alegría y de felicidad todas divinas, y mientras vendrá a encontrar otras bienaventuranzas más sorprendentes, porque mi Querer no se agota jamás, tiene siempre qué dar, la criatura encontrará sus alegrías y la felicidad que le ha encerrado mi Voluntad estando en la tierra. Por eso elévate siempre más en Ella, ensancha tus confines, que por cuanto más de Voluntad Divina tomes en la tierra, tanto más crecerá nuestra Vida en ti, y más felicidad y alegrías encerrarás en tu alma, y por cuanto más traigas, tanto de más te será dado en el Cielo, en nuestra patria celestial”.

Sea todo para gloria de Dios y cumplimiento de su Santísima Voluntad.

Deo Gratias.


1
I. M. I.


Fiat!!!
In Voluntate Dei! Deo Gratias.


27-1
Septiembre 23, 1929

Quien vive en la Divina Voluntad, en su pequeñez encierra el Todo, y da Dios a Dios. Los prodigios divinos.

(1) La Divina Voluntad me absorbe en todo, y por cuanto siento repugnancia en escribir, el Fiat Omnipotente, con su imperio se impone sobre mí, pequeña criatura, y con su autoridad divina me vence, derriba mi voluntad y poniéndosela como escabel a sus pies divinos, con su imperio dulce y fuerte me induce a escribir un nuevo volumen, mientras que yo creía que debía hacer una pausa. ¡Oh! Voluntad adorable, imperante y santa, quieres el sacrificio, y yo no me siento con fuerzas de resistir y luchar contra Ti, más bien adoro tus disposiciones, y perdiéndome en tu Santo Querer te pido que me ayudes, fortifiques mi debilidad y no permitas que yo escriba sino lo que quieres, y como quieres Tú; ¡ah, que yo sea tu repetidora y no ponga nada mío! Y Tú, Amor mío Sacramentado, desde esa custodia santa desde la cual me ves, y en la cual yo te veo a Ti, mientras escribo no me niegues tu ayuda, más bien, ven junto conmigo a escribir, sólo así sentiré la fuerza para comenzar.
(2) Estaba haciendo mi acostumbrado giro en la Creación para seguir todos los actos que el Supremo Querer había hecho en todas las cosas creadas, y mi dulce Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(3) “Hija mía, cuando la criatura recorre las obras de su Creador, significa que quiere reconocer, apreciar, amar, lo que Dios ha hecho por amor suyo, y no teniendo qué dar como correspondencia, mientras recorre sus obras toma toda la Creación como en su propio puño, y la da nuevamente a Dios, íntegra y bella para su gloria y honor diciéndole: ‘Te reconozco, te glorifico por medio de tus mismas obras, pues sólo ellas son dignas de Ti’. Ahora, es tal y tanta nuestra complacencia al vernos reconocidos por la criatura en nuestras obras, que nos sentimos como si la Creación se repitiese de nuevo para darnos doble gloria, y esta doble gloria nos viene dada porque la criatura reconoce nuestras obras hechas por amor de ella, y dadas a ella como don nuestro para que nos ame. La criatura con reconocer nuestro don encierra en el cielo de su alma el Todo, y Nosotros vemos en la pequeñez de ella a nuestro Ser Divino con todas nuestras obras; mucho más, porque estando nuestro Fiat Divino en la pequeñez de esta criatura, tiene capacidad y espacio de encerrar el Todo, y ¡oh! prodigio, ver encerrado en la pequeñez humana el Todo, y que osadamente da el Todo al Todo sólo para amarlo y glorificarlo. Que el Todo de nuestro Ser Supremo sea el Todo, no es para maravillarse, porque tal es nuestra naturaleza divina: ‘Ser Todo’. Pero el Todo en la pequeñez humana es la maravilla de las maravillas, son prodigios de nuestro Querer Divino, que donde reina no sabe hacer de nuestro Ser Divino un ser a mitad, sino todo entero. Y como la Creación no es otra cosa que un desahogo de amor de nuestro Fiat Creante, donde Él reina encierra todas sus obras, y por eso la pequeñez humana puede decir: ‘Doy Dios a Dios’. He aquí el por qué cuando nos damos a la criatura queremos todo, también su nada, a fin de que sobre su nada sea repetida nuestra palabra creadora, y formemos nuestro Todo sobre la nada de la criatura; si no nos da todo, su pequeñez, su nada, nuestra palabra creadora no viene repetida, ni es decoro y honor para Nosotros repetirla, porque cuando Nosotros hablamos queremos deshacernos de todo lo que no nos pertenece, y cuando vemos que no se da toda, no la hacemos cosa


1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

nuestra, y ella queda la pequeñez y la nada que es, y Nosotros quedamos con nuestro Todo que somos”.
(4) Después de esto continuaba mi abandono en el Supremo Fiat, pero me sentía triste por ciertas cosas que no es necesario escribirlas, y mi siempre amable Jesús, moviéndose a compasión me ha estrechado entre sus brazos, y todo amor me ha dicho:
(5) “¡Oh! cómo me es querida la hija de mi Querer. Tú debes saber que la tristeza no entra en mi Divina Voluntad. Ella es alegría perenne que vuelve pacífica y feliz su morada donde reina, por eso esta tristeza, si bien sé que es por causa mía, es cosa vieja de tu voluntad humana, y las cosas viejas no las recibe en tu alma mi Voluntad Divina, porque tiene tantas de las nuevas, que no alcanza el espacio de tu alma para ponerlas todas, por eso fuera tu tristeza, fuera. ¡Oh! si supieras cuántas singulares bellezas forma en el alma mi Divina Voluntad; donde Ella reina forma su cielo, su sol, su mar y el vientecillo de sus refrigerios y frescuras divinas; Ella, siendo artífice insuperable, tiene en Sí misma la habilidad del arte de la Creación, y cuando entra en la criatura para formar su reino, tiene un deseo excesivo de repetir su arte, y por eso ahí extiende su cielo, forma el sol y todas las bellezas de la Creación, porque donde Ella reina quiere sus cosas, y con su arte las forma y se hace circundar de las obras dignas de mi Fiat, por eso la belleza del alma donde Ella reina es indescriptible. ¿No sucede esto también en el orden humano? Cuando se hace un trabajo, con hacerlo no pierde su arte, el arte permanece dentro de la criatura como propiedad suya, y cuantas veces quiere repetir su trabajo, tiene virtud de repetirlo, y si el trabajo es bello, ansía tener ocasión de repetirlo. Tal es mi Voluntad Divina, el trabajo de la Creación es bello, majestuoso, suntuoso, pleno de orden y armonía indecible, así que va buscando ocasión para repetirlo, y esta ocasión se la dan las almas que le dan la libertad de hacerla dominar y extender su reino en ellas. Por eso, ánimo, aleja de ti lo que no pertenece a mi Fiat Divino, a fin de que quede libre en su trabajo divino, de otra manera formarías las nubes en torno a ti, las cuales impedirían que mi Luz se engrandeciera y resplandeciera con sus refulgentes rayos en tu alma”.

+ + + +

27-2
Septiembre 28, 1929

Primer beso, desahogo entre Madre e Hijo. Cómo todas las cosas creadas contienen cada una su desahogo. Quien vive en el Fiat es continua creación. Contento divino.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación y Redención, y mi pequeña inteligencia se ha detenido cuando mi agraciado niñito, en el acto de salir del seno materno se abalanzó a los brazos de la Mamá Celestial, y sintiendo la necesidad de hacer su primer desahogo de amor, estrechó con sus pequeños brazos el cuello de su Mamá y la besó. También la Divina Reina sintió la necesidad de hacer su primer desahogo de amor hacia el infante divino, y le correspondió el beso materno con tal afecto, de sentir que se le salía el corazón del pecho; eran los primeros desahogos que hacían Madre e Hijo. Y yo pensaba entre mí: “¿Quién sabe cuántos bienes encerraban en este desahogo?” Y mi dulce Jesús haciéndose ver como pequeño niño en acto de besar a su Mamá, me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo sentí la necesidad de hacer este desahogo con mi Mamá, porque todo lo que ha sido hecho por nuestro Ser Supremo no ha sido otra cosa que un desahogo de amor, y Yo concentraba en la Virgen Reina todo nuestro desahogo de amor que tuvimos en la Creación, porque estando en Ella mi Divina Voluntad, era capaz de poder recibir con mi beso este nuestro desahogo tan grande, y de podérmelo corresponder, porque sólo quien vive de mi Voluntad Divina concentra en sí el acto continuado de toda la Creación, y la actitud de volver a verterla en Dios. A quien posee mi Divina Voluntad todo le puedo dar, y todo puede darme, mucho más que la Creación, habiéndola sacado en un desahogo de

amor para darla a la criatura, dura y durará siempre, y quien está en mi Divina Voluntad está como en nuestra casa, recibiendo la continuidad de este nuestro desahogo con el acto de toda la Creación, porque con conservarla como la hicimos, es como si estuviéramos en acto de crearla y de decir a la criatura: Este nuestro desahogo de haber creado tantas cosas te dice: ‘Te amé, te amo y te amaré siempre’. Y el alma que se hace dominar por nuestro Querer Divino, no pudiendo contener este nuestro desahogo de amor tan grande, sobre las alas de Él desahoga también ella y nos dice y repite nuestro estribillo: ‘En tu Querer te amé, te amo y te amaré siempre, siempre’. En efecto, ¿no son todas las cosas creadas desahogos de amor que nuestro Fiat, como primer actor hacía a la criatura? Desahogo de amor es el cielo azul, y con estar siempre extendido, adornado de estrellas, sin jamás decolorarse ni cambiarse, hace brotar nuestro desahogo continuo hacia la criatura. Desahogo de amor es el sol, y desahoga nuestro amor continuo con llenar de luz toda la tierra, y todos los efectos que produce, que son innumerables, son continuos y repetidos desahogos que hace a la criatura. Desahogo de nuestro amor es el mar, y conforme murmura repite sus olas altísimas, ahora plácidas, ahora tempestuosas, y conforme produce los tantos peces, éstos no son otra cosa que continuos desahogos de nuestro amor. Desahogo del amor nuestro es la tierra, y conforme se abre para producir flores, plantas, árboles y frutos, así nuestro amor emprende nuevamente su desahogo ardiente. En suma, no hay cosa creada por Nosotros donde no esté el desahogo continuo de nuestro amor. ¿Pero quién está al día de tantos nuestros desahogos? ¿Quién siente investirse por nuestra Fuerza creadora, y toca con la mano nuestras llamas inextinguibles, hasta sentir la necesidad de corresponder con sus desahogos amorosos a su Creador? Quien vive en nuestro Fiat Divino. Para ella es continua creación, siente la Potencia de nuestra Fuerza creadora, que obrando en ella le hace tocar con la mano que su Creador está en acto de crear continuamente por amor suyo, haciéndole sentir sus desahogos jamás interrumpidos para recibir su correspondencia. Pero quién puede decirte nuestro contento cuando vemos que la criatura, poseyendo nuestro Fiat Divino recibe y reconoce estos nuestros desahogos, y ella no pudiendo contener el gran exceso de amor de nuestros desahogos divinos, en nuestro mismo desahogo de amor forma su desahogo hacia su Creador. Entonces nos sentimos como correspondidos por todo lo que hicimos en la Creación; oímos que nos dice en su delirio de amor: ‘Majestad adorable, si estuviera en mi poder quisiera también yo crearte un cielo, un sol, un mar, y todo lo que Tú creaste, para decirte que te amo con tu mismo amor y con tus mismas obras, porque el amor que no obra no se puede llamar amor, pero como tu Querer Divino me hizo don de todo lo que creaste, yo te lo doy nuevamente para decirte que te amo, te amo’. Entonces la armonía, el intercambio de los dones, el orden, regresan entre Creador y criatura, como fue establecido por Dios en la Creación. Ahora tú debes saber que el hombre con hacer su voluntad perdió el orden, la armonía, y perdió los derechos del don de la Creación, porque sólo en quien reina mi Divina Voluntad, siendo Ella la creadora de toda la Creación, donde Ella reina, siendo cosa suya, hace don con derecho a la criatura, pero donde no reina se puede llamar una intrusa en sus obras, y por eso no puede hacerla de dueña, ni dar a Dios lo que no es suyo, ni puede sentir todos nuestros desahogos de amor que existen en la Creación, porque no tiene nuestra Divina Voluntad en su posesión que le diga nuestra historia de amor; sin nuestro Querer Divino el hombre es el verdadero ignorante de su Creador, y como el pequeño discípulo sin el maestro. ¡Oh, cómo es doloroso ver al hombre sin nuestro Fiat! Mucho más que nuestra Creación es nuestra portavoz, es la portadora de nuestros besos amorosos, de nuestros abrazos afectuosos. ¡Oh! cómo sentía todo esto mi Humanidad estando sobre la tierra, conforme salía al exterior, el sol me daba el beso que mi misma Voluntad había depositado en su luz para darlo a las criaturas; el viento me daba las caricias, los abrazos que contenía en depósito de mi misma Divina Voluntad; toda la Creación está preñada de carismas divinos para darlos a las criaturas, y mi Humanidad todo recibía, correspondiéndolos para dar desahogo a tantos besos reprimidos, abrazos rechazados y amor no reconocido por tantos siglos, porque no reinando mi Querer Divino, el hombre era incapaz de recibir lo que de bien había puesto mi misma Voluntad en toda la

Creación, y mi Humanidad poseyendo mi misma Voluntad Divina, daba el primer desahogo y recibía y daba la correspondencia a todo lo que mi misma Voluntad Divina había puesto en toda la Creación; por eso, en cuanto Yo salía todas las cosas creadas hacían fiesta, y en competencia me daban lo que poseían. Así que sé atenta, y lo que más te importe sea vivir en mi Divina Voluntad si quieres sentir a lo vivo lo que tu Jesús te dice de mi Fiat Supremo”.

+ + + +

27-3
Octubre 2, 1929

Sólo la Divina Voluntad vuelve feliz a la criatura; entrega mutua.
Quien no tiene verdadera voluntad de hacer un bien es un pobre lisiado, y Dios no quiere servirse de él.

(1) Mi abandono y mi vivir en el Fiat Divino continúan, ¡oh! cómo es potente su fuerza creadora, cómo es deslumbrante su luz, que infiltrándose en las fibras más íntimas del corazón, las inviste y acariciándolas se hace lugar y en ellas erige su trono de dominio y de mando, pero con tal dulzura raptora, que la pequeñez de la criatura queda desaparecida, pero feliz de quedar sin vida y perdida en el Fiat Divino. ¡Oh Voluntad adorable, si todos te conocieran, cómo amarían el perderse en Ti para readquirir tu Vida y ser felices con la misma felicidad divina! Pero mientras mi pequeñez se perdía en el Fiat Divino, mi amable Jesús se ha movido en mi interior, y estrechándome fuertemente a su corazón divino me ha dicho:
(2) “Hija mía, sólo mi Divina Voluntad puede volver feliz a la criatura, Ella, con su luz, eclipsa o pone en fuga todos los males, y dice con su poder divino: ‘Yo soy la felicidad perenne, huyan todos los males, quiero estar libre, porque delante a mi felicidad todos los males pierden la vida’. Para quien vive completamente en mi Querer Divino, es tanto su amor que transforma las acciones de la criatura, y sucede un intercambio de vida entre Dios y ella, intercambio de acciones, de pasos, de latidos. Dios queda unido a la criatura y la criatura a Dios, se vuelven seres inseparables, y en este intercambio de acciones y de vida se forma el juego entre Creador y criatura, uno se da en poder del otro, y en este darse en poder mutuamente juegan con modo divino, se hacen felices, hacen fiesta, y Dios y la criatura se glorían, se sienten victoriosos porque ninguno ha perdido, pero uno ha vencido al otro, porque en mi Divina Voluntad ninguno pierde, las pérdidas no existen en Ella. Sólo de quien vive en mi Querer puedo decir: ‘Es mi entretenimiento en la Creación, me siento victorioso de abajarme para hacerme vencer por la criatura, porque estoy cierto que ella no se opondrá a dejarse vencer por Mí’. Por eso tu vuelo en mi Querer sea siempre continuo”.
(3) Después de esto estaba pensando en tantas cosas que el bendito Jesús me había dicho sobre su Divina Voluntad, en los tantos deseos ardientes de Él por hacerla conocer, y que a pesar de tantos deseos de Jesús no se ve nada para obtener su intento, y decía entre mí: “Qué Sabiduría de Dios, qué misterios profundos, ¿quién puede comprenderlos? Lo quiere, está doliente porque falta quién tome la iniciativa para hacerla conocer, muestra su corazón anhelante, suspira que su Divina Voluntad se haga camino para hacerse conocer, para formar su reino en medio a las criaturas, y después, como si fuera un Dios impotente, se obstaculizan los caminos, se cierran las puertas, y Jesús tolera, y con paciencia invencible e indecible espera que se abran las puertas y los caminos, toca a los corazones para encontrar quienes serán aquellos que se ocuparán en hacer conocer su Divina Voluntad”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndose ver todo bondad y ternura, de romper los corazones más duros, me ha dicho:

(4) “Hija mía, si supieras cuánto sufro cuando quiero formar mis obras y hacerlas conocer a las criaturas para darles el bien que contienen, y no encuentro quién tenga verdadero ánimo, deseo veraz y voluntad de hacer vida suya mi obra para hacerla conocer, para dar a los demás la vida del bien de mi obra que siente en sí mismo. Yo cuando veo estas disposiciones en quien debe ocuparse, que Yo con tanto amor llamo y escojo para las obras que me pertenecen, me siento tan atraído hacia él, que para hacer que haga bien lo que Yo quiero me abajo, desciendo en él y le doy mi mente, mi boca, mis manos, y hasta mis pies, a fin de que en todo sienta la vida de mi obra, y como vida sentida, no como cosa extraña a él, pueda sentir la necesidad de darla a los demás. Hija mía, cuando un bien no se siente en uno mismo como vida, todo termina en palabras, no en obras, y Yo quedo fuera de ellos, no dentro, y por eso quedan como pobres lisiados, sin inteligencia, ciegos, mudos, sin manos y sin pies, y Yo en mis obras no quiero servirme de pobres lisiados, los hago a un lado, y no poniendo atención al tiempo continúo girando para encontrar a los dispuestos que deben servir a mi obra. Y así como no me cansé de girar los siglos y toda la tierra para encontrar la más pequeña, para poner en su pequeñez el gran depósito de los conocimientos de mi Divina Voluntad, así no me cansaré de girar y volver a girar la tierra para encontrar a los realmente dispuestos, que apreciarán como vida lo que he manifestado sobre el Fiat Divino, y éstos harán cualquier sacrificio para hacerlo conocer. Por eso no soy el Dios impotente, sino más bien aquel Dios paciente, que quiero que mis obras se hagan con decoro y por personas que lo hagan voluntariamente, no forzadas, porque la cosa que más aborrezco en mis obras es que la criatura lo haga forzadamente, como si Yo no mereciera sus pequeños sacrificios; y por decoro de una obra tan grande, cual es el hacer conocer mi Divina Voluntad, no quiero servirme de pobres lisiados, porque quien no tiene verdadera voluntad de hacer un bien, es siempre una herida que hace a su alma dejándola lisiada, sino quiero servirme de personas que suministrándoles mis miembros divinos, la hagan con decoro, como merece una obra que tanto bien debe aportar a las criaturas y gran gloria a mi Majestad”.

+ + + +

27-4
Octubre 7, 1929

Cómo el Fiat Divino es inseparable de sus obras. Momento terrible de la caída de Adán.

(1) Me sentía inmersa en el Fiat Divino, su luz me circundaba por todas partes, por dentro y por fuera, y mi dulce Jesús haciéndose ver me ha estrechado entre sus brazos, y acercándose a mi boca, desde la suya me mandaba su aliento a la mía, pero tan fuerte que yo no podía contenerlo. ¡Oh! cómo era suave, dulce, fortificante el aliento de Jesús, yo me sentía renacer a nueva vida, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que sale de nuestras manos creadoras contiene conservación y creación continua; si nuestro acto creador y conservador se retirase del cielo, del sol, y de todo el resto de la Creación, todo perdería la vida, porque siendo la Creación la nada, necesitan en ellos la obra del Todo para conservarse. He aquí por qué nuestras obras son inseparables de Nosotros, y lo que no está sujeto a separarse se ama siempre, se tiene siempre bajo la mirada, y forman una sola cosa la obra y Aquél que la ha creado. Nuestro Fiat que se pronunció en el acto de crear todas las cosas, se quedó en acto de decirse siempre, para constituirse acto y vida perenne de toda la Creación. Nosotros al obrar, no es como en el hombre que no pone su respiro, su latido, su vida, su calor, en su obra, y por eso su obra se puede separar de él, ni la ama con amor invencible y perfecto, porque de lo que se vuelve separable, el hombre puede hasta llegar a olvidarse de su obra. En cambio, Nosotros en nuestras obras, es vida que ponemos, y se ama tanto, que para conservarla

hacemos correr siempre nuestra Vida en nuestra obra, y si vemos peligro, como fue del hombre, ponemos nuestra Vida para salvar la vida que corre en nuestra obra.
(3) Ahora hija mía, tu vivir en nuestro Fiat Divino comenzó al pedirte tu voluntad, que tú voluntariamente me cediste, y Yo cuando te vi darme tu querer me sentí victorioso, y dándote mi aliento quise pronunciar mi Fiat Omnipotente en el fondo de tu alma para renovar el acto de la Creación; este Fiat lo repito siempre para darte vida continua en Él, y conforme se repite te conserva a ti y mantiene su Vida en ti. He aquí por qué me sientes que frecuentemente dándote mi aliento renuevo tu alma, y la inseparabilidad que siento es mi Voluntad Divina que me hace amar con amor perenne lo que hemos depositado en ti; cada vez que se repite mi Fiat, cada verdad suya que te manifiesta, cada conocimiento suyo o palabra que te dice, es un amor que surge en Nosotros para amarte de más y para hacerse amar. Es nuestro Fiat creador y conservador que amando su Vida y lo que ha hecho en ti, se pronuncia siempre para conservar su Vida y la belleza de su obra. Por eso sé atenta a recibir continuamente la palabra de mi Fiat, que es portador de creación, de vida y de conservación”.
(4) Después de esto estaba haciendo mi giro para seguir los actos del Fiat Divino en la Creación, y habiendo llegado al Edén me he detenido en el acto cuando el hombre rechazó la Voluntad Divina para hacer la suya. ¡Oh! cómo comprendía bien el gran mal de hacer la voluntad humana, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(5) “Hija mía, cierto que fue terrible el momento de la caída de Adán; en cuanto rechazó nuestro Querer Divino para hacer el suyo, nuestro Fiat estaba en acto de retirarse del cielo, del sol, y de toda la Creación para resolverla en la nada, porque aquél que había rechazado nuestra Divina Voluntad, no merecía más que nuestro Fiat mantuviera el acto continuo de creación y conservación en toda la Creación, hecha por amor del hombre y dada a él como don de su Creador. Si no hubiera sido porque el Verbo Eterno ofreció sus méritos previstos del futuro Redentor, como los ofrecí para preservar a la Virgen Inmaculada de la culpa original, todo se hubiera ido a la ruina; el cielo, el sol, se habrían retirado en nuestra fuente, y retirándose nuestra Divina Voluntad, todas las cosas creadas hubieran perdido la vida. Pero presentándose el Verbo humanado ante la Divinidad, y haciendo presentes sus méritos previstos, todas las cosas se mantuvieron en su puesto, y mi Fiat continuó su obra creadora conservadora, esperando a mi Humanidad para hacerle el don legítimo que merecía, tan es verdad, que se hizo solemne promesa al hombre, después de su caída, que habría descendido el futuro Redentor para salvarlo, a fin de que rogara y se dispusiera a recibirlo. Todo hizo nuestra Voluntad, y con justicia tenía derecho sobre todo; el hombre con hacer su voluntad humana le quitaba sus derechos divinos, por eso no merecía que el sol le diese la luz, y conforme la luz lo investía se sentía arrancar los derechos de su luz, cada cosa creada que tomaba y gozaba, eran tantos desgarros que le hacía. Si no hubiera sido por mi Humanidad, para el hombre todo hubiera estado perdido. Por eso el no hacer mi Divina Voluntad encierra todos los males, y perder todos los derechos, del Cielo y de la tierra; el hacerla encierra todos los bienes, y hace adquirir todos los derechos humanos y divinos”.

+ + + +

27-5
Octubre 12, 1929

Con vivir en el Divino Querer, el querer humano asciende y el Divino desciende. Cómo se adquieren las prerrogativas divinas.

(1) Estaba haciendo mi acostumbrado giro en el Fiat Divino, y llamando todo lo que había hecho en la Creación y Redención, los ofrecía a la Majestad Divina para impetrar que la Divina Voluntad fuese conocida, a fin de que reine y domine en medio a las criaturas.

Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Cuál es el bien que hago con repetir siempre estos giros, actos y ofrecimientos? Y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que giras en nuestras obras y te unes a los actos que hizo mi Fiat en la Creación y Redención para ofrecérnoslos, tú das un paso hacia el Cielo y mi Divina Voluntad da una paso hacia la tierra, así que conforme tú subes, Ella desciende, y mientras queda inmensa se empequeñece y se encierra en tu alma para repetir junto contigo tus actos, tus ofrecimientos, tus oraciones, y Nosotros sentimos que nuestro Querer Divino ruega en ti; sentimos salir de ti su respiro; sentimos su latido, que mientras late en Nosotros, al mismo tiempo late en ti; sentimos la potencia de nuestras obras creadoras, que alineándose en torno a Nosotros, ruegan con nuestro poder divino que nuestra Divina Voluntad descienda a reinar sobre la tierra; mucho más, porque en lo que tú haces no eres una intrusa, o bien un individuo que no ocupando ningún oficio no tiene ningún poder, sino que has sido llamada, y en modo especial te ha sido dado el oficio de hacer conocer nuestra Divina Voluntad, y de impetrar que nuestro reino sea constituido en medio a la familia humana. Por eso hay gran diferencia entre quien ha recibido un oficio de Nosotros, y entre quien no ha recibido ningún empeño. Quien ha recibido un oficio, todo lo que hace lo hace con derecho, con libertad, porque tal es nuestra Divina Voluntad, ella representa a todos aquellos que deben recibir el bien que queremos dar por medio del oficio a ella dado, así que no eres sólo tú la que das un paso hacia el Cielo, sino todos aquellos que conocerán mi Divina Voluntad, y Ella descendiendo, desciende por medio tuyo en todos aquellos que la harán reinar, por eso el único medio para obtener el reino del Fiat Divino, es servirte de nuestras obras para obtener un bien tan grande”.
(3) Después continuaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, y habiendo llegado al punto cuando llamó de la nada a la Soberana Reina, me he detenido a comprenderla, toda bella, majestuosa, sus derechos de Reina se extendían a todas partes, Cielo y tierra doblaban las rodillas para reconocerla como Emperatriz de todos y de todo, y yo desde el fondo de mi corazón veneraba y amaba a la Soberana Señora, y de pequeña cual soy quería dar un salto sobre sus rodillas maternas para decirle: “Mamá Santa, toda bella Tú eres, y tal eres porque viviste de Voluntad Divina. ¡Ah! Tú que la posees, pídele que descienda sobre la tierra y venga a reinar en medio a tus hijos”. Pero mientras esto hacía, mi adorado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Madre, aunque no hubiera sido mi Madre, sólo porque hizo perfectamente la Divina Voluntad y no conoció otra vida, y vivió en la plenitud de Ella, en virtud del vivir siempre de mi Fiat habría poseído todas las prerrogativas divinas, lo mismo habría sido Reina, la más bella de todas las criaturas, porque donde reina mi Fiat Divino quiere dar todo, no se queda con nada, es más, la ama tanto, que haciendo uso de sus estratagemas amorosas se esconde, se empequeñece en la criatura, amando el hacerse dominar por ella. En efecto, ¿no fue un dominar lo que hizo la Soberana del Cielo de mi Querer Divino, que llegó a hacerme concebir y a esconderme en su seno? ¡Oh! si todos conocieran qué sabe hacer y qué puede hacer mi Querer Divino, harían todos los sacrificios para vivir sólo de mi Voluntad”.

+ + + +

27-6
Octubre 15, 1929

Cómo todos están a la expectativa de la narración de la historia de la Divina Voluntad. Vacío de los actos de la criatura en la Divina Voluntad.

(1) Me sentía inmersa en el Fiat Divino; ante mi pobre mente veía toda la Creación y los grandes prodigios obrados por la Divina Voluntad en Ella. Parecía que cada cosa creada quisiera narrar lo que poseía del gran Fiat Divino para hacerlo conocer, amar y para glorificarlo. Mientras mi mente se perdía en mirar la Creación, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todos están a la expectativa de la narración del gran poema de la Divina Voluntad, y como la Creación fue el primer acto externo del obrar de mi Fiat, por eso contiene el principio de su historia de cuanto ha hecho por amor de la criatura. He aquí la causa por la que queriéndote decir toda la historia de mi Querer Divino, he encerrado dentro toda la historia de la Creación, con tantos particulares y modos simples y especiales, para que tú y todos conozcan qué cosa ha hecho y qué quiere hacer mi Fiat Divino, y sus justos derechos por los que quiere reinar en medio a las generaciones humanas. Todo lo que se hizo en la Creación no es conocido del todo por las criaturas, el amor que tuvimos al crearla, cómo cada cosa creada lleva una nota de amor distinta la una de la otra y encierra dentro un bien especial a las criaturas, tan es verdad, que la vida de ellas está atada con vínculos indisolubles con la Creación, y si la criatura se quisiera sustraer de los bienes de la Creación, no podría vivir; ¿quién le daría el aire para respirar, la luz para ver, el agua para beber, el alimento para nutrirse, la tierra sólida para hacerla caminar? Y mientras mi Divina Voluntad tiene su acto continuo, su Vida y su historia para hacerse conocer en cada cosa creada, la criatura la ignora y vive de Ella sin conocerla. Por eso todos están a la expectativa, la misma Creación, porque quieren hacer conocer un Querer tan santo, y el haberte hablado de la misma Creación con tanto amor, y de lo que mi Fiat Divino hace en Ella, muestra su gran deseo de que quiere ser mejor conocida, mucho más que el bien no conocido, no lleva vida ni los bienes que posee. Por eso mi Voluntad está como estéril en medio a las criaturas, no puede producir la plenitud de su Vida en cada una de ellas, porque no es conocida”.
(3) Después de esto sentía en mí una fuerza interna que quería seguir todos los actos que el Fiat Divino había hecho en la Creación y Redención, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Cuál es el bien que hago, que en todo quiero seguir al Querer Divino?” Y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que todo lo que mi Querer Divino ha hecho, tanto en la Creación como en la Redención, lo ha hecho por amor de las criaturas, y para que éstas, conociéndolo, subieran en su acto para mirarlo, amarlo y unir el acto de ellas al suyo para hacerle compañía, y poner aunque sea una coma, un punto, una mirada, un te amo, a las tantas obras grandes y prodigios divinos que mi Fiat en el ímpetu de su amor ha hecho para todos. Ahora, cuando tú lo sigues en sus actos, siente tu compañía, no se sentirá solo, siente tu pequeño acto, tu pensamiento que sigue su acto, así que se siente correspondido; en cambio si tú no lo siguieras, sentiría el vacío de ti y de tus actos en la Inmensidad de mi Querer Divino, y con dolor gritaría: ‘¿Dónde está la pequeña hija de mi Querer? No me la siento en mis actos, no gozo sus miradas que admiran lo que hago para darme un gracias, no oigo su voz que me dice te amo, ¡oh! cómo me pesa la soledad’. Y te haría oír sus gemidos en el fondo de tu corazón diciéndote: ‘Sígueme en mis obras, no me dejes solo’. Entonces, el mal que harías sería formar el vacío de tus actos en mi Divina Voluntad; y si lo haces, harías el bien de hacerles compañía, y si supieras cuánto apreciamos la compañía en el obrar, estarías más atenta. Y así como mi Fiat Divino sentiría el vacío de tus actos si no lo sigues, así sentirías tú el vacío de sus actos en tu voluntad, y te sentirías sola, sin la compañía de mi Voluntad Divina que ama el ocuparte tanto, para no hacerte sentir más que tu querer vive en ti”.

+ + + +

27-7
Octubre 18, 1929


Belleza de la Creación. Dios está, para quien vive en la Divina Voluntad, en acto de crear siempre. La criatura que vive
en el Querer Divino duplica su amor hacia Dios.
Los dos brazos: Inmutabilidad y firmeza.

(1) Me sentía en la inmensidad de la luz del Fiat Divino, y en esta luz se veía alineada toda la Creación como parto de Él, que queriéndose recrear de sus obras, parecía como si estuviese en acto de crearlas y de hacerlas siempre con el conservarlas; y mi amable Jesús, saliendo de dentro de mi interior en acto de mirar la Creación para glorificarse por medio de sus obras, me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bella la Creación, cómo nos glorifica, cómo alaba la potencia de nuestro Fiat; no es otra cosa que un acto solo de nuestro Querer Divino, y si se ven tantas cosas distintas la una de la otra, no son otra cosa que los efectos de su único acto que jamás cesa y que contiene su acto obrante continuo. Y como nuestro acto posee en naturaleza, como propiedad toda suya: luz, inmensidad, imperio y multiplicidad de efectos innumerables, por eso no es maravilla que en cuanto nuestro Fiat formó su único acto, salieron inmensidad de cielo, sol brillantísimo, vastedad de mar, viento imperante, belleza de flores, especies de todo género, potencia, que como si fuera un soplo ligero, con él mantiene suspendida a toda la Creación como una pequeña pluma, sin ningún apoyo, encerrada sólo en su fuerza creadora. ¡Oh potencia de mi Fiat, cómo eres insuperable e inalcanzable! Ahora, tú debes saber que sólo en el alma donde reina mi Querer Divino, siendo que Él reina en toda la Creación, lo que hace el alma se une al acto único que hace mi Querer en la Creación, para recibir el depósito de todo el bien que fue hecho en ella, porque esta gran máquina del universo fue hecha para darla a la criatura, pero a aquélla que habría hecho reinar a nuestro Querer Divino; es justo que no salgamos de nuestra finalidad prefijada, y que la criatura reconozca y reciba nuestro don; ¿pero cómo puede recibirlo si no está en nuestra casa, esto es, en nuestra Divina Voluntad? Le faltaría la capacidad de recibirlo y el espacio dónde contenerlo, por eso sólo quien posee mi Querer Divino puede recibirlo. Él se deleita con su único acto, como si estuviese en acto de crear por amor de ella, le hace sentir su acto continuo de crear el cielo, el sol, y todo, y le dice: ‘¡Mira cuánto te amo, sólo por ti continúo creando todas las cosas, y para tener de ti la correspondencia me sirvo de tus actos como materia para extender el cielo, como materia de luz para formar el sol, y así de todo lo demás; por cuantos más actos hagas en mi Fiat, tanta más materia me suministras para formar en ti cosas más bellas!’ Por eso tu vuelo en mi Querer no se detenga jamás, y yo tomaré ocasión para siempre obrar en ti”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Querer Divino, y haciendo míos todos sus actos hechos en la Creación y Redención, los ofrecía a la Divina Majestad como el más bello don que pudiera darle como correspondencia de mi amor, y decía entre mí: “¡Oh! cómo quisiera tener un cielo, un sol, un mar, una tierra florida, y todo lo que existe, todo mío, para poder dar a mi Creador un cielo mío, un sol que fuese mío, un mar y una floritura, que le dijeran te amo, te amo, te adoro”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús, estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(4) “Hija mía, para quien vive en nuestro Querer, todo es suyo; siendo uno su querer con el nuestro, lo que es nuestro es suyo, así que puede decirnos con toda verdad: ‘Os doy mi cielo, mi sol, y todo’. El amor de la criatura se eleva en nuestro amor y se pone a la par con Nosotros ; en nuestro Fiat Divino la criatura duplica nuestro amor, nuestra luz, nuestra potencia, felicidad y belleza, y nos sentimos amados no sólo con nuestro mismo amor duplicado, sino con amor potente, con amor que nos rapta, con amor que nos hace felices, y Nosotros, viéndonos amados con amor duplicado por parte de la criatura que vive en nuestro Querer, nos sentimos, por amor suyo, de amar a todas las criaturas con amor duplicado, porque la criatura en nuestro Fiat, su acto pierde la vida y adquiere nuestro acto como suyo, nuestro acto posee la fuente de la luz, de la potencia, del amor, la fuente de la felicidad y belleza, y el alma puede duplicar, triplicar, multiplicar cuanto quiere nuestras

fuentes, y Nosotros, como está en nuestro Querer, la hacemos hacer, le damos toda la libertad, porque lo que hace queda todo en nuestra casa, nada sale de nuestros confines divinos e interminables, por eso no hay ningún peligro de que la fuente de nuestros bienes pueda recibir daño alguno. Por eso si tú estás siempre en nuestro Querer Divino, lo que es nuestro es tuyo, y puedes darnos como tuyo lo que quieras”.
(5) Después me sentía afligida por muchas cosas que no es necesario ponerlas sobre el papel, y mi adorable Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, ánimo, no quiero que te aflijas, quiero ver en tu alma la paz y la alegría de la patria celestial, quiero que tu misma naturaleza dé un perfume de Voluntad Divina, que es toda paz y felicidad. Ella se sentiría en ti a disgusto y como comprimida en su luz y felicidad si no hay en ti paz y felicidad perenne. Y además, ¿no sabes tú que quien vive en mi Fiat Divino se forma dos brazos? Uno es la inmutabilidad, el otro brazo es la firmeza de obrar continuamente. Con estos dos brazos tiene atado a Dios, en tal modo que no se puede desvincular de la criatura, y no sólo eso, sino que goza con que la criatura lo tenga atado a ella. Así que no hay razón para afligirte, cualquiera que sean las cosas, cuando tienes a un Dios que es todo tuyo. Por eso tu pensamiento sea de vivir en aquel Fiat que te dio la vida para formar Vida en ti, y Yo pensaré en el resto”.

+ + + +

27-8
Octubre 21, 1929

Comparación entre la venida del Verbo a la tierra y la Divina Voluntad.

(1) Me sentía pensativa sobre el Fiat Divino, miles de pensamientos se agolpaban en la mente de lo que mi dulce Jesús me había dicho sobre Él, especialmente sobre su reinar, y decía entre mí: “¿Pero ahora reina sobre la tierra la Divina Voluntad? Es verdad que se encuentra por todas partes, no hay punto donde no exista, ¿pero tiene su cetro, su absoluto dominio en medio a las criaturas?” Y mientras mi mente se perdía en tantos pensamientos, mi amable Jesús saliendo de dentro de mí me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divina Voluntad reina. Ella se compara a Mí, Verbo Eterno, que descendiendo del Cielo me encerré en el seno de mi Madre Celestial; ¿quién sabía algo? Ninguno, ni siquiera San José lo sabía, al principio de mi Concepción, que Yo ya estaba en medio de ellos, sólo mi inseparable Mamá estaba al día de todo. Así que el gran portento de mi descendimiento del Cielo a la tierra había sucedido en realidad, y mientras con mi Inmensidad existía por todas partes, Cielos y tierra estaban inmersos en Mí, con mi persona estaba encerrado en el seno materno de la Inmaculada Reina, ninguno me conocía, era ignorado por todos. He aquí, hija mía, el primer punto de comparación entre Yo, Verbo Divino, cuando descendí del Cielo, y mi Divina Voluntad que hace su primer paso para venir a reinar sobre la tierra. Así como Yo di mis primeros pasos hacia la Virgen Madre, así Ella da sus primeros pasos en ti, y como te pidió tu querer y tú lo cediste, formó súbito su acto primero de concepción en tu alma, y conforme te manifestaba sus conocimientos dándote como tantos sorbos divinos, formaba su Vida y daba principio a la formación de su reino. Pero por tanto tiempo, ¿quién sabía algo? Ninguno, sólo Yo y tú estábamos al día de todo, y después de algún tiempo estuvo al día mi representante de lo que sucedía en ti, aquél que te dirigía, símbolo de mi representante San José que debía figurar como mi padre ante las criaturas, que antes que Yo saliera del seno materno tuvo el gran honor y don de conocer que Yo ya estaba en medio de ellos.
(3) Después de los primeros pasos hice el segundo: Fui a Belén a nacer, fui reconocido y visitado por los pastores de aquel lugar, pero no eran personas influyentes, se quedaron con la bella noticia que Yo ya había venido a la tierra, así que no se ocuparon en hacerme

conocer, en divulgarme por todas partes, y Yo continué siendo el Jesús escondido e ignorado por todos, pero por cuan ignorado Yo ya estaba en medio a ellos; esto es símbolo de mi Divina Voluntad: Frecuentemente han venido a ti, de lejos y de cerca otros representantes míos, los cuales han escuchado la bella noticia del reino de mi Divina Voluntad, sus conocimientos y cómo quiere ser reconocida, pero quién por falta de influencia, y quién por voluntad, no se han ocupado en divulgarla y ha quedado desconocida e ignorada, a pesar de que ya existe en medio de ellos, pero como no es conocida no reina, reina sólo en ti, así como Yo estaba solo con mi Mamá Celestial y con mi padre putativo San José.
(4) El tercer paso de mi venida sobre la tierra, el exilio, y en éste me tocó que vinieron los santos magos a visitarme, los cuales hicieron un poco de rumor al buscarme; esta búsqueda de Mí dio temor a Herodes, y en vez de unirse para venir a encontrarme, quería tramar contra mi Vida para asesinarme, y Yo fui por necesidad obligado a exiliarme. Símbolo de mi Divina Voluntad, frecuentemente parece que hacen rumor, que la quieren hacer conocer con publicarla, ¿pero qué? Quién es presa del temor, quién teme comprometerse, quién no acepta el sacrificarse, ahora con un pretexto y ahora con otro, todo termina en palabras, y mi Divina Voluntad queda exiliada de en medio a las criaturas. Y así como no me fui al Cielo, sino que me quedé en el exilio en medio a las criaturas, sólo con mi Divina Madre y con San José que me conocían muy bien y formaba su paraíso en la tierra, para los demás era como si no existiera, así mi Fiat, habiendo formado en ti su Vida con todo el cortejo de sus conocimientos, si no recibe los efectos, la finalidad por la que se ha hecho conocer, ¿cómo puede partir? Porque Nosotros cuando decidimos hacer una obra, un bien, no hay quién nos aparte, así que a pesar del exilio y de su esconderse, como hice Yo, que después de treinta años de Vida oculta hice mi Vida pública y me hice conocer, así mi Querer Divino no podrá quedar siempre escondido, sino que tendrá su intento de hacerse conocer para reinar en medio a las criaturas. Por eso sé atenta y aprecia el gran don de mi Divina Voluntad en tu alma”.


+ + + +

27-9
Octubre 24, 1929

En la Divina Voluntad el alma tiene todo en su poder, porque encuentra la fuente de las obras divinas, y las puede repetir cuanto quiere.

(1) Me sentía toda abandonada en el Fiat Divino, siguiendo y ofreciendo todos sus actos, tanto de la Creación como aquellos de la Redención, y llegando a la Concepción del Verbo decía entre mí: “Cómo quisiera, en el Querer Divino, hacer mía la Concepción del Verbo para poder ofrecer al Ente Supremo el amor, la gloria, la satisfacción, como si otra vez el Verbo se concibiera”. Pero mientras esto decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en mi Divina Voluntad el alma tiene todo en su poder, no hay cosa que nuestra Divinidad haya hecho, tanto en la Creación como en la Redención, de la que nuestro Fiat Divino no posea la fuente, porque Él no pierde nada de nuestros actos, es más, es la depositaria de todo; y quien posee nuestro Querer Divino posee la fuente de mi Concepción, de mi nacimiento, de mis lágrimas, de mis pasos, de mis obras, de todo; nuestros actos no se agotan jamás, y conforme hace memoria y quiere ofrecer mi Concepción, viene renovada mi Concepción como si de nuevo me concibiera, resurjo a nuevo nacimiento; mis lágrimas, mis penas, mis pasos y obras resurgen a nueva vida y repiten el gran bien que Yo hice en la Redención. Así que quien vive en nuestro Querer Divino es la repetidora de nuestras obras, porque así como de la Creación nada se ha perdido de lo que fue creado, así de la Redención, todo está en acto de surgir continuamente, ¿pero quién nos da el impulso? ¿Quién nos da la ocasión de mover

nuestras fuentes para renovar nuestras obras? Quien vive en nuestro Querer. En virtud de Él la criatura toma parte en nuestra fuerza creadora, por eso todo puede hacer resurgir a nueva vida; ella, con sus actos, con sus ofrecimientos, con sus súplicas, mueve continuamente nuestras fuentes, las cuales, movidas como por un agradable vientecillo, formando olas y desbordando fuera nuestros actos, se multiplican y crecen al infinito. Nuestras fuentes están simbolizadas por el mar, si el viento no lo agita y no vienen formadas las olas, las aguas no desbordan fuera y las ciudades no quedan bañadas. Así nuestras fuentes de tantas obras nuestras, si nuestro Fiat Divino no las quiere mover, o quien vive en Él no se da pensamiento de formar ningún vientecillo con sus actos, si bien están llenas hasta el borde, pero no desbordan fuera para multiplicar sus bienes en provecho de las criaturas.
(3) Además de esto, quien vive en nuestro Fiat Divino, conforme va formando sus actos, estos suben al principio de donde salió la criatura, no quedan en lo bajo, sino suben a lo alto para buscar el seno de Aquél de donde salió el primer acto de su existencia, estos actos se alinean en torno al principio que es Dios como actos divinos. Dios, al ver los actos de la criatura en su Divina Voluntad, los reconoce como actos suyos y se siente amado y glorificado como Él quiere, con su mismo amor y con su misma gloria”.

+ + + +

27-10
Octubre 27, 1929

Por qué no podía venir el reino de la Divina Voluntad antes de la venida de Nuestro Señor a la tierra. El injerto de Jesucristo y el injerto de Adán.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación, e iba siguiendo todos los actos hechos por el Fiat Divino desde el Edén hasta el descendimiento del Verbo Divino a la tierra; pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Y por qué no vino el reino de la Divina Voluntad a la tierra antes de que descendiese el Hijo de Dios del Cielo a la tierra?” Y mi dulce Jesús, tomando ocasión de lo que yo pensaba, más bien me parece que cuando tiene ganas de hablarme me da las reflexiones, me suscita las dudas, las dificultades, el deseo de saber tantas cosas sobre su reino; en cambio, cuando no quiere hablarme, mi mente calla, no sé reflexionar nada y recorro en su luz los actos de la Divina Voluntad. Entonces mi amable Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el reino de mi Divina Voluntad no podía venir a la tierra antes de mi venida, porque no había ninguna humanidad que poseyera, por cuanto a criatura es posible, la plenitud de mi Fiat Divino, y no poseyéndola no había ningún derecho, ni según el orden divino, ni según el orden humano. El Cielo estaba cerrado, las dos voluntades, humana y Divina estaban como en hostilidad; el hombre se sentía imposibilitado para pedir un bien tan grande, tanto que ni siquiera lo pensaba; y Dios, por derecho de justicia estaba imposibilitado para darlo. Dios y la criatura se encontraban antes de mi venida a la tierra, como la tierra y el sol: La tierra no poseyendo la semilla, que rompiéndola forma el brote para poder formar la planta de aquella semilla; y el sol no encontrando el brote, no puede comunicar los efectos que posee para poder formar con su virtud vivificadora el desarrollo y la formación de aquella planta. Así que tierra y sol están como extraños entre ellos, se puede decir, si tuvieran razón, que se mirarían como en rivalidad, porque la tierra no puede producir y recibir aquel bien, y el sol no lo puede dar. Así se encontraba la humanidad sin el germen de mi Fiat, y si no está el germen es inútil esperar la planta. Ahora, con mi venida sobre la tierra, el Verbo Divino se vistió de carne humana, con esto formó el injerto al árbol de la humanidad. Mi Humanidad se prestó como semilla al Verbo Eterno, y mi Voluntad Divina formó el injerto nuevo con mi voluntad humana, con esto comenzó, siendo

Yo la cabeza de todas las generaciones humanas, el derecho de ambas partes, humana y divina, ellos de poder recibir el reino de mi Divina Voluntad, y Dios de poderlo dar. Ahora, así como cuando se hace un injerto, no de inmediato se asimila la fuerza de los nuevos humores, sino va poco a poco asimilándolos, por eso da pocos frutos al principio, pero conforme se va formando así los frutos crecen, son más abundantes y sabrosos, hasta que se forma el árbol entero cargado de ramas y de frutos. Tal es el injerto hecho por Mí al árbol de la humanidad, son cerca de dos mil años y la humanidad no ha recibido todos los humores de mi injerto, pero hay razón para esperar, porque está la semilla, el injerto, por eso la criatura lo puede pedir, y Dios se encuentra en la condición de darlo, porque está mi Humanidad, que poseyendo en virtud del Verbo hecho carne a mi Divina Voluntad por naturaleza, ha restituido los derechos al hombre y a Dios. Por eso todo lo que Yo hice en la Redención, no es otra cosa que preparativo, riego, cultivo, para dar desarrollo a este injerto celeste hecho por Mí entre las dos voluntades, humana y Divina. Entonces, ¿cómo podía venir el reino de mi Divina Voluntad antes de mi venida a la tierra, si faltaba el injerto, el principio de su Vida, y el obrar en acto en el alma, y su primer acto en el acto de la obra humana para extender su reino en cada acto de ellas? Es verdad que mi Fiat Divino con su Potencia e Inmensidad extendía su imperio dondequiera, pero en la voluntad humana no se encontraba como principio de vida, sino sólo por potencia e inmensidad, se encontraba en las condiciones que se encuentran sol y tierra: El sol inviste la tierra con su luz, da sus efectos, pero la tierra no se vuelve sol, y el sol no se vuelve tierra, porque sol y tierra no se funden juntos, de modo de formar la vida el uno en la otra, y por eso son siempre cuerpos extraños que no se asemejan, y por cuanto el sol la ilumina, la calienta, comunica sus admirables efectos, no comunicando su vida, ni la tierra cede sus derechos de vida en el sol, la tierra será siempre tierra y el sol será siempre sol. Así se encuentra y se encontraba mi Divina Voluntad, hasta en tanto que el hombre no ceda la suya en la mía, la mía no puede poner su principio de vida en la voluntad humana, la fusión de la Una y de la otra no puede suceder, la criatura será siempre criatura sin la semejanza y la Vida de su Creador en el fondo de su alma, que sólo puede formarla mi Fiat Divino. Así que siempre habrá desemejanza, distancia, a pesar de que mi Querer Divino la ilumina y le comunica sus admirables efectos por su bondad y liberalidad, y por efecto de potencia y de inmensidad que por su naturaleza posee.
(3) Mucho más que Adán con pecar, con el hacer su voluntad humana, no sólo formó la polilla a la raíz del árbol de la humanidad, sino que agregó el injerto, y este injerto comunicó todos los malos humores que en el curso de los siglos debía producir en el árbol de la humanidad el injerto de Adán. En un principio un injerto no puede producir ni grandes bienes ni grandes males, sino sólo el principio del mal o del bien, en efecto, Adán no hizo todos los males de las generaciones humanas, pero apenas hizo el injerto, y fue causa de torrentes de males, mucho más que no tuvo pronto el injerto contrario de mi venida a la tierra, sino que debieron pasar siglos y siglos, así que los humores malos crecían y los males se multiplicaban, por eso no se pensaba en el reino de mi Voluntad. Pero cuando Yo vine a la tierra, con mi Concepción formé el injerto contrario al árbol de la humanidad, y los males comenzaron a detenerse, los malos humores a destruirse, así que hay toda la esperanza de que el reino de mi Divina Voluntad pueda formarse en medio de las generaciones humanas. Las tantas verdades que te he manifestado sobre mi Fiat Divino son sorbos de vida, de los cuales, quién riega, quién cultiva, quién aumenta los humores al árbol de la humanidad injertado por Mí. Así que si en el árbol de mi Humanidad ha entrado la Vida de mi Fiat Divino y ha formado el injerto, hay todo para esperar que mi reino tenga su cetro, su justo dominio y su mando en medio a las criaturas. Por eso ruega y no dudes”.

+ + + +

27-11
Octubre 30, 1929

Quien vive en el Querer Divino puede girar en todas las obras de Dios, y adquiere los derechos divinos.

(1) El dulce encanto del Fiat Omnipotente, con su luz me tiene como eclipsada en Él, y yo no sé ver otra cosa que todos sus actos, para poner en ellos, como sello, mi “te amo” sobre cada uno para pedirle el reino de su Divina Voluntad en medio de las criaturas. Ahora, ante mi mente veía una gran rueda de luz que llenaba toda la tierra, y mientras el centro de la rueda era toda una luz, al derredor de ella sobresalían tantos rayos por cuantos actos había hecho el Fiat Divino, y yo pasaba de un rayo a otro para poner en ellos el sello de mi “te amo”, para dejarlo en cada rayo y pedirle continuamente el reino de su Divina Voluntad. Ahora, mientras esto hacía, mi siempre amable Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Divino Querer y forma sus actos en Él, estos actos permanecen como trabajo de la criatura que ponen a Dios en condición de cederle los derechos de un reino tan santo, por consiguiente los derechos de hacerlo conocer y hacerlo reinar sobre la tierra, porque el alma que vive en mi Fiat readquiere todos los actos de Él hechos por amor de las criaturas; Dios la vuelve conquistadora no sólo de su Querer, sino de toda la Creación, no hay acto de Él en el cual la criatura no ponga su acto, aunque fuera un ‘te amo’, un ‘te adoro’, etc. Entonces, habiendo puesto de lo suyo, Dios queda todo empeñado y mi Fiat se siente feliz de que finalmente ha encontrado a la afortunada criatura a la que puede dar lo que Él quería dar con tanto amor desde el principio de la creación de todo el universo. Por eso la criatura con vivir en mi Querer Divino entra en el orden divino, se vuelve propietaria de sus obras, y con derecho puede dar y pedir para los demás lo que es suyo, y como vive en Él, sus derechos son divinos, y con derecho divino, no humano, pide, cada acto suyo es una llamada que hace a su Creador y con su mismo imperio divino le dice: ‘Dame el reino de tu Divina Voluntad a fin de que pueda darlo a las criaturas, para que reine en medio a ellas y todas te amen con amor divino y todas reordenadas en Ti.’ Ahora, tú debes saber que cada vez que giras en mi Voluntad para poner de lo tuyo, es un derecho divino de más que adquieres para pedir un reino tan santo; he aquí el por qué mientras giras en Ella se te ponen delante todas las obras de la Creación, y todas las de la Redención se alinean en torno a ti esperándote para recibir cada una tu acto, para darte la correspondencia del acto de nuestras obras, y tú las vas encontrando una por una para reconocerlas, abrazarlas, para poner en ellas tu pequeño ‘te amo’, tu beso de amor para hacer adquisición de ellas. En nuestro Fiat no hay tuyo ni mío entre Creador y criatura, sino que todo es común, y por eso con derecho puede pedir lo que quiere. ¡Oh! cómo me sentiría afligido y doliente si mis tantas penas y actos míos hechos estando en la tierra, la pequeña hija de mi Querer Divino ni siquiera los reconociera, ni busca cortejar con su amor y con su acto el mío; ¿cómo podría darte el derecho si no los reconocieras? Mucho menos podrías hacerlos tuyos. El reconocer nuestras obras es no sólo derecho que cedemos, sino posesión. Por eso si quieres que mi Divina Voluntad reine, gira siempre en nuestro Fiat, reconoce todas nuestras obras, desde la más pequeña a la más grande, pon tu pequeño acto en cada una de ellas, y todo te será concedido”.

+ + + +

27-12
Noviembre 6, 1929

Jesús, centro de la Creación. La palabra, desahogo del alma; valor de ella. Quién es la portadora de las obras de Dios.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y me parece que toda la Creación y las tantas obras que encierra son mis amadas hermanas, pero tan vinculadas conmigo que somos inseparables, porque una es la Voluntad que nos anima, y todo lo que hizo mi dulce Jesús estando en la tierra forma mi vida, así que me siento como empastada con Jesús y con todos sus actos. Entonces me sentía circundada por todo, y en el centro de todas las cosas veía a mi dulce Jesús taciturno, que si bien en medio a tantas obras, todo era silencio y no tenía a quién decir una palabra, las obras más bellas estaban mudas para Él. Entonces, atrayéndome a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo soy el centro de toda la Creación, pero centro aislado, todo me está alrededor, todo depende de Mí, pero como las cosas creadas no tienen razón no me hacen compañía, me dan gloria, me honran, pero no rompen mi soledad: el cielo no habla, el sol es mudo, el mar alborota con sus olas, calladamente murmura, pero no habla. Es la palabra la que rompe la soledad, dos seres que intercambian con palabras sus pensamientos, los afectos, y lo que quieren hacer, es la alegría más bella, la fiesta más pura, la compañía más dulce; sus secretos manifestados en palabras forman la más amada armonía. Y si estos dos seres se combinan en sus sentimientos, en los afectos y uno ve su voluntad en el otro, es la cosa más grata que puede existir, porque el uno siente su vida en el otro. Gran don es la palabra, es la desembocadura del alma, el desahogo del amor, es la puerta de comunicación, es el intercambio de las alegrías y de los dolores; la palabra es la corona de las obras. En efecto, ¿quién formó y coronó la obra de la Creación? La palabra de nuestro Fiat, conforme hablaba salían los portentos de nuestras obras, una más bella que la otra; la palabra formó la corona más bella a la obra de la Redención, ¡oh! si Yo no hubiese hablado el evangelio no existiría, y la Iglesia no tendría qué enseñar a los pueblos. El gran don de la palabra tiene más valor que todo el mundo entero.
(3) Ahora hija de mi Querer Divino, ¿quieres tú saber quién rompe mi soledad en medio a tantas obras mías? Quien vive en mi Divina Voluntad, esta criatura viene en medio a este centro y me habla, me habla de mis obras, me dice que me ama por cada una de las cosas creadas, me abre su corazón y me habla de sus íntimos secretos, me habla de mi Fiat Divino y de su dolor porque no lo ve reinar, y mi corazón al oírla siente su mismo amor y dolor en ella, se siente como retratado, y conforme habla, mi corazón divino se inflama de amor, de alegría, y no pudiendo contenerlo abro mi boca y hablo, hablo largamente; abro mi corazón y vacío mis más íntimos secretos en el suyo, le hablo de mi Querer Divino como fin único de todas nuestras obras, y mientras hablo siento la verdadera compañía, pero compañía hablante, no muda, compañía que me entiende, que me hace feliz y que puedo volcarme en ella. ¿No han sido tal vez desahogos de amor, transfusiones de vida del uno en el otro lo que hacíamos con todo lo que te manifestaba de mi Querer Divino y que mientras te hablaba servía para entretenernos y para formar la más dulce y agradable compañía? Un alma que vive en mi Divina Voluntad es todo para Mí, me suple al mutismo de mis obras; ella me habla por todo, me hace feliz, y Yo no me siento solo, y teniendo a quién dar el gran don de mi palabra, no quedo más el Jesús mudo que no tiene a quién decir una palabra, y que si quiero hablar, si no está mi Fiat no soy entendido, sino el Jesús que habla y que tiene su compañía”.
(4) Después, mi pobre y pequeña mente continuaba perdiéndose en el Fiat Divino, y mi amable Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Divina Voluntad simplifica a la criatura, la vacía tanto de todo lo que a Ella no pertenece, que no queda otra cosa del ser humano que un complejo de simplicidad: simple la mirada, la palabra, los modos, los pasos; en ella, como dentro de un espejo se ve el sello de la simplicidad divina, por eso cuando mi Querer Divino reine sobre la tierra, no existirá más el fingimiento, la mentira, que se puede llamar principio de todo mal, mientras la simplicidad, como principio de todo verdadero bien, será la característica que mostrará que aquí reina la Divina Voluntad. Ahora, tú debes saber que es tanto nuestro amor por quien se hace dominar por nuestro Fiat Divino, que todo lo que queremos que haga la criatura viene formado primero en Dios mismo, y después pasa en ella, y como su voluntad y la nuestra es una, lo tiene como acto suyo y nos lo repite cuantas veces lo queremos.

Así que quien vive en nuestro Querer Divino es la portadora de nuestras obras, la copiadora y la repetidora continua de ellas. Con el ojo de luz que posee, dado por mi Querer, mira fijamente en su Creador para ver qué cosa está haciendo, para absorberlo en sí para decirle: ‘No quiero hacer otra cosa sino lo que hace vuestra Majestad adorable’. Y Nosotros nos sentimos doblemente felices, no porque no seamos felices sin la criatura, porque en Nosotros la felicidad es naturaleza, sino porque vemos a la criatura feliz, que en virtud de nuestro Querer se acerca a nuestra semejanza, ama con nuestro amor y nos glorifica con nuestras mismas obras. Sentimos que la Potencia creadora de nuestro Fiat nos reproduce y forma nuestra Vida y nuestras obras en la criatura”.

+ + + +

27-13
Noviembre 10, 1929

Sólo los pequeños entran a vivir en la Divina Voluntad. Ejemplo del niño. Diferencia entre la creación del universo y la del hombre.

(1) El Fiat Divino me absorbe toda en su luz, y esta luz para darme su primer acto de vida, me palpita en el corazón y me hace sentir el latido de su luz, el latido de su santidad, de su belleza y potencia creadora, y mi pequeña alma me la siento como una esponja toda empapada en estos latidos divinos, y no pudiendo contenerlo todo por mi pequeñez, y sintiéndose quemada por los rayos ardientes del Sol del Fiat Divino, penando va repitiendo: Fiat, Fiat, ten piedad de mi pequeñez, siento que no puedo contener tu luz, soy demasiado pequeña, por eso Tú mismo forma el vacío, ensánchame, así podré contener más luz, a fin de no quedar sofocada por esta luz, que no me es dado el poderla abrazar toda para encerrarla en mi pequeña alma. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija, ánimo, es verdad que eres demasiado pequeña, pero tú debes saber que en mi Fiat Divino sólo los pequeños entran a vivir en su luz, y a cada acto que hacen estos pequeños en mi Divina Voluntad, sofocan la voluntad de ellos, dándole una dulce muerte al querer humano, porque en la mía no hay ni puesto ni lugar para hacerlo obrar; el querer humano no tiene ni razón ni derecho, pierde su valor ante una Voluntad, razón y derecho Divino. Sucede entre Voluntad Divina y humana, como podría suceder a un pequeño niño, que por sí solo le parece que sabe decir y que puede hacer alguna cosa, pero si es puesto junto a uno que posee todas las ciencias y es perito en las artes, el pobre pequeño pierde su valor, queda mudo y no sabe hacer nada, y queda fascinado y extasiado del bello decir y del buen obrar del sabio. Hija mía, así es como sucede, el pequeño sin el grande se siente que es alguna cosa, en cambio ante el grande se siente más pequeño de lo que es. Mucho más ante la alteza e Inmensidad de mi Divina Voluntad.
(3) Ahora, tú debes saber que cuantas veces el alma obra en mi Divina Voluntad se vacía de la suya, y forma tantas puertas para hacer entrar por ellas a la mía; sucede como a una casa que pudiese poseer el sol dentro de ella, cuantas más puertas haya, tantos rayos de más salen por cada una de las puertas; o bien como un metal que fuera perforado, puesto de frente al sol, cuantos más agujeros tiene, cada pequeño agujero se llena de luz y posee el rayo de luz. Tal es el alma, cuantos más actos hace en mi Divina Voluntad, tantas entradas de más le da, en modo de dejarla toda irradiada de la luz de mi Fiat Divino”.
(4) Después de esto estaba siguiendo mi giro en la Creación para seguir los actos del Fiat Supremo hechos en ella, y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, hay gran diferencia entre la creación de todo el universo y la creación del hombre; en la primera estuvo nuestro acto creativo y conservativo, y después que fue todo ordenado y armonizado, nada de nuevo agregamos más. En cambio, en la creación del hombre no sólo ha estado el acto creativo y conservador, sino que se agregó el acto activo,

y de una actividad siempre nueva, y esto porque el hombre era creado a nuestra imagen y semejanza, y siendo el Ente Supremo un acto nuevo continuado, también el hombre debía poseer el acto nuevo de su Creador, que en algún modo lo asemejase, y por eso dentro y fuera de él quedó nuestro acto activo de continua novedad, y en virtud de este nuestro acto activo el hombre puede ser, y es, nuevo en los pensamientos, nuevo en las palabras, nuevo en las obras, ¿cuántas novedades no salen del género humano? Y si el hombre no da su acto nuevo continuado sino a intervalos, es porque no se hace dominar por mi Divina Voluntad. ¡Cómo fue bella la creación del hombre, en ella estuvieron nuestro acto creativo, conservador y activo, le infundimos como vida en su alma a nuestra Divina Voluntad, y pusimos como sangre de su alma nuestro amor. Es por esto por lo que lo amamos tanto, porque él no sólo es obra nuestra, como todo el resto de la Creación, sino que posee parte de nuestra Vida, en modo real, sentimos en él la vida de nuestro amor, y ¿cómo no amarlo? ¿Quién no ama las cosas propias? Y si no las amara iría contra naturaleza. Por eso nuestro amor hacia el hombre da en lo increíble; pero la razón es clara, lo amamos porque ha salido de Nosotros, es hijo nuestro y parto de Nosotros mismos. Y si el hombre no nos cambia su amor con el nuestro, si no nos cede su voluntad para retener la nuestra, es más que un bárbaro y cruel en contra de su Creador y contra de sí mismo, porque no reconociendo a su Creador y no amándolo, se forma dentro y fuera de sí un laberinto de miserias, de debilidades y pierde su verdadera felicidad. Con rechazar nuestra Divina Voluntad se pone a distancia con su Creador, destruye el principio de su creación, consumiendo la sangre de nuestro amor en su alma, para hacer correr el veneno de su voluntad humana. Por eso, hasta que nuestra Voluntad no sea reconocida y no forme su reino en medio a las criaturas, el hombre será siempre un ser desordenado y sin la semejanza de Aquél que lo ha creado”.

+ + + +

27-14
Noviembre 14, 1929

Cómo los derechos de la Creación son justos y santos; ejemplo del sol, y cómo quien vive en la Divina Voluntad es el verdadero sol.

(1) Estoy siempre en mi amada heredad del Fiat Divino, cuanto más adentro estoy, más siento amarla, cuanto más camino en ella, tanto más se descubre, más se hace conocer y me dice: “Vive siempre en tu preciosa heredad, que con tanto amor te ha sido dada; ella es tuya, será siempre tuya, inseparable de ti, jamás permitiré que mi pequeña hija no sienta el latido de mi luz, el respiro de mi aire balsámico, la Vida de mi Divina Voluntad”. Pero mientras mi pequeña mente se perdía en el Querer Divino, mi amable Jesús saliendo de dentro de la misma luz del Fiat Divino me ha dicho:
(2) “Hija mía, el sol, porque posee la fuerza de la unidad de su luz, dada a él por su Creador, ella no está sujeta a dividirse, ni siquiera a perder una pequeña gota de luz; así que en virtud de esta fuerza única de luz que posee el sol, no hay cosa que toque, que invista, a la que no dé sus preciosos efectos. El sol parece que se divierte con la tierra, da su beso de luz a cada una de las criaturas, a cada planta, abraza a todos con su calor, parece que sopla y comunica los colores, la dulzura, los sabores, y mientras más generoso en dar sus efectos, otro tanto es celoso de no ceder a ninguna cosa una sola gota de luz de la tanta luz que posee, ¿y por qué esto? Porque quiere mantener los derechos de su creación y no perder nada de lo que Dios le donó. ¡Oh, si el sol perdiese su luz, iría a terminar poco a poco en no ser más sol! Los primeros derechos del cómo fueron creadas todas las cosas, comprendido el hombre, son sagrados, son santos y justos, y con justicia todas se deberían mantener en el primer acto como fueron creadas; sólo el hombre no

supo mantener el gran honor del cómo fue creado por Dios, pero le costó demasiado caro, y por eso sobre él llovieron todos los males.
(3) Ahora hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad posee los derechos de su creación, y por eso vive más que sol en la unidad de su Creador, ella es la reproductora de los efectos de la unidad divina, en esta unidad recoge todo, abraza a todos, calienta a todos, y con el soplo de la unidad divina produce todos los efectos que hay en el reino de la gracia en los corazones de las criaturas. Pero mientras más que sol se divierte al tocar todo, con sus toques da santidad, virtud, amor, dulzura divina, quisiera encerrar a todos en la unidad de su Creador; pero mientras quiere dar todo, celosa se conserva los derechos de su creación, esto es la Voluntad de su Creador como su primer acto y principio de su creación, y dice a todos: ‘Yo no puedo descender de dentro del Fiat Divino, ni quiero perder ni siquiera una gota de Él, perdería mis derechos, lo que no quiero hacer, más bien suban todos y una será la Voluntad de todos, así haremos vida común, pero hasta en tanto que estéis en lo bajo de la voluntad humana, como sol os daré los efectos de la Voluntad Divina, pero su Vida será siempre mía, rogando y esperándoos a todos en la Voluntad de nuestro Creador’. Quien vive en mi Divina Voluntad es el verdadero sol, del cual aparentemente no se ve otra cosa que luz, y no se siente mas que calor, pero dentro de aquella luz y calor, ¿cuántos bienes no hay? ¿Cuántos efectos? Dentro de aquella luz y calor está encerrada la vida y los bienes de la tierra. Así quien vive en mi Fiat Divino, aparentemente se ve criatura, pero dentro hay una Voluntad Divina que sostiene todo, Cielo y tierra, y que no quiere tener ociosa a aquella que posee tanto bien”.

+ + + +

27-15
Noviembre 20, 1929

La paz es el perfume, el aire, el aliento de Jesús. Las obras de Dios están todas ordenadas. Cómo hace primero las cosas menores y después las mayores. Ejemplo de la Creación y de la Redención.

(1) Estaba pensativa por esta bendita impresión de las verdades acerca de la Divina Voluntad, y a cualquier costo habría querido impedir que publicaran cosas que me corresponden, y tantas otras cosas que me ha dicho mi amado Jesús; siento un clavo fijo en el alma que me amarga hasta la médula de mis huesos. Entonces pensaba entre mí: “El bendito Jesús podía hablar primero de su adorable Voluntad, y después todo lo demás, así me ahorraría este dolor que tanto me traspasa”. Pero mientras desahogaba mis amarguras, mi siempre amable Jesús, todo bondad me ha estrechado entre sus brazos y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no pierdas la paz, ella es mi perfume, mi aire, es el efecto que produce mi aliento. Así que en el alma en que no hay paz, Yo no me siento en mi morada real, me encuentro a disgusto, mi misma Divina Voluntad que en naturaleza es paz, se encuentra como el sol cuando las nubes se ponen frente a la luz e impiden que el sol resplandezca en su plenitud sobre la tierra. Se puede decir que cuando el alma no es toda paz, no importando cuales sean las circunstancias, es para ella una jornada lluviosa, y el Sol de mi Voluntad se siente como impedido de comunicarle su Vida, su calor, su luz. Por eso tranquilízate y no formes nubes en tu alma, ellas me hacen mal y no puedo decir: ‘Estoy en esta criatura con la paz perenne, con mis alegrías y con mi luz de mi patria celestial.’ Ahora hija de mi Querer, tú debes saber que Yo soy orden, y por eso todas mis obras son ordenadas; mira cómo la Creación es ordenada: La finalidad de la Creación era el hombre, no obstante no creé al hombre primero, si lo hubiera hecho no habría sido ordenado, ¿dónde poner a este hombre? ¿Dónde apoyarlo? Sin sol que lo iluminara, sin el pabellón del cielo que le hiciera de estancia, sin plantas que lo alimentaran, todo era

desorden, y mi Fiat reordenó y creó todo, y después de que formó la más bella habitación, creó al hombre. ¿No se ve en esto el orden de tu Jesús? Ahora, también para ti debía tener el orden, y si bien nuestra primera finalidad era el hacerte conocer nuestra Voluntad Divina, a fin de que reinase en ti como Rey en su propia morada real, y dándote sus lecciones divinas pudieses ser portavoz para hacerla conocer a los demás, pero era necesario, como en la Creación, preparar el cielo en tu alma, adornarlo de estrellas con los tantos conocimientos de las bellas virtudes que te he manifestado, Yo debía descender en lo bajo de tu voluntad humana para vaciarla, purificarla, embellecerla y reordenarla en todo. Se puede decir que eran tantas especies de creaciones que hacía en ti, debía hacer desaparecer la antigua tierra desordenada de tu voluntad humana para volver a llamar el orden del Fiat Divino en el fondo de tu interior, que haciendo desaparecer la tierra antigua de todo tu ser, hiciera resurgir con su fuerza creadora, cielos, soles, mares de verdades sorprendentes. Y tú sabes cómo todo esto ha sido madurado con la cruz, con el segregarte de todo, haciéndote vivir en la tierra como si para ti no fuese tierra, sino Cielo, teniéndote siempre absorbida, o Conmigo, o en el Sol de mi Fiat Divino. Así que todo lo que he hecho en ti no ha sido otra cosa que orden que se necesitaba para darte el gran don de mi Voluntad Divina, como le fue dado al primer hombre en el principio de su creación, y por eso hubieron tantos preparativos, porque debían servir a aquel hombre que debía poseer el gran don de nuestra Voluntad como su predilecta heredad; símbolo éste de los grandes preparativos hechos en tu alma. Por eso adora mis disposiciones y agradéceme siendo fiel.
(3) Otro ejemplo es mi Redención, y cómo es necesario hacer las obras secundarias para obtener el intento de formar las obras primarias de una finalidad prefijada. Mi descenso a la tierra con el tomar carne humana, fue propiamente esto, de alzar nuevamente a la humanidad y dar los derechos a mi Voluntad Divina de reinar en esta humanidad, porque con el reinar en la mía, los derechos de ambas partes, humanos y divinos, readquirían el vigor. Sin embargo se puede decir que Yo no dije casi nada, apenas alguna palabra haciendo entender que Yo había venido al mundo sólo para hacer la Voluntad del Padre Celestial, para hacer comprender su gran importancia, y en otras circunstancias dije: ‘Es mi Madre, mis hermanas, y me pertenecen aquellos que hacen la Voluntad de mi Padre.’ Del resto callé y mientras era propiamente este el fin de constituir el reino de mi Voluntad Divina en medio de las criaturas, porque era justo que no sólo debía poner a salvo a las criaturas, sino debía poner también a salvo a mi Divina Voluntad dándole nuevamente sus derechos sobre toda carne, como lo había dado sobre la mía, de otra manera habría sido un desorden en la obra de la Redención; ¿cómo venir para poner a salvo a las criaturas, y nuestros derechos divinos, aquellos de nuestro Fiat, dejarlos ir a la ruina? Esto no podía ser. Pero a pesar de que la primera finalidad era de ajustar las partidas de mi Divina Voluntad, me conformé con ser como médico celeste, y dar medicina, remedios, hablaba de perdón, de desapego, instituía Sacramentos, sufrí penas atroces, hasta morir; se puede decir que era la nueva creación que preparaba para que las criaturas pudiesen recibir a mi Voluntad Divina como Rey en medio a su pueblo para hacerla reinar. Así he hecho contigo, primero te he preparado, te he hablado de cruces, de virtudes, de amor, para disponerte a escuchar las lecciones de mi Fiat, a fin de que conociéndolo lo amases, y sintiendo en ti el gran bien de su Vida, quisieras dar su Vida a todos, haciéndolo conocer, amar y reinar”.

+ + + +

27-16
Noviembre 26, 1929

Cada acto que se hace en la Divina Voluntad es una Vida Divina que se encierra. Cómo rapta a Dios.


(1) Me sentía muy afligida por las continuas privaciones de mi dulce Jesús, sin Él sentía que todo me faltaba; con Jesús todo es mío, todo me pertenece, me parece que estoy en casa de Jesús, y Él dulcemente, con una suavidad admirable me dice:
(2) “Todo lo que es mío es tuyo, es más, no quiero que me digas: Tu cielo, tu sol, las tantas cosas tuyas creadas, sino debes decirme: Nuestro cielo, nuestro sol, nuestra Creación, porque en mi Voluntad Divina tú creabas Conmigo, y continuando tu vida en Ella te ponía junto Conmigo a conservarla. Por eso hija mía, todo es nuestro, y si tú no consideras tuyo todo lo que es mío, te pones a debida distancia y haces ver que no eres una de la familia celestial, y que no vives en casa de tu Padre Divino, y romperías el vínculo familiar con tu Jesús”.
(3) Así que sin Él me siento puesta fuera de su familia, fuera de su casa, y ¡oh! qué cambio funesto y doloroso siento en mi pobre alma, me siento privada de Aquél que es el único que puede darme vida, siento el verdadero abandono y qué significa estar sin Jesús.
¡Oh, cómo me pesa el exilio y siento a lo vivo la necesidad extrema de mi patria celestial! Pero mientras en mi mente se agolpaban tantos pensamientos abrumadores que herían a mi pequeña y pobre alma, y la reducían como si estuviera en extrema agonía, mi amada Vida, mi dulce Jesús, como sol ha despuntado, los pensamientos opresivos han huido, y con un acento dulce me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, no te abatas demasiado, ¿no sabes tú que debes recorrer tu camino en mi Divina Voluntad? Y este camino es largo, y estas opresiones, estos pensamientos que te abruman, son altos que haces, y si bien no sales de Ella, pero el camino que deberías hacer de algún modo viene interrumpido, y tu Jesús no quiere esta interrupción, quiere que camines siempre, sin detenerte jamás, porque tú debes saber que cada paso que haces en mi Divina Voluntad, son Vidas Divinas que encierras, así que un paso de menos, es una Vida Divina que no viene formada, y tú privas a nuestro Ser Supremo de la gloria, del amor, de la felicidad y complacencia que nos puede dar otra Vida nuestra, ¡y si supieras qué significa darnos la gloria, el amor, la felicidad de nuestra misma Vida! Con la fuerza de nuestro mismo Querer, porque la afortunada criatura tiene el gran bien de vivir en Él, nos sentimos raptar, y es tal y tanta su fuerza raptora, que Nosotros bilocamos nuestro Ser Divino y lo encerramos en el paso, en el acto, en el pequeño amor de la criatura, para tener el sumo contento de recibir por medio de ella nuestra Vida, nuestra gloria y todos nuestros bienes. Por eso cuando tú caminas siempre en nuestro Querer, sentimos el dulce encanto de tu rapto que nos haces, en cambio cuando no caminas, no sentimos el dulce encanto de tu rapto, el dulce pisar de tus pasos y decimos: ‘La pequeña hija de nuestro Querer no camina, y por eso no sentimos el dulce rapto de sus actos’. Y yo solícito te reclamo diciéndote: ‘Hija, camina, no te detengas, nuestro Fiat es movimiento continuo y tú debes seguirlo’.
(5) Ahora, tú debes saber que ésta es la gran diferencia entre quien vive en nuestro Divino Querer, y entre quien está resignada y en las circunstancias hace nuestra Divina Voluntad: La primera son Vidas Divinas que nos ofrece por medio de sus actos; la otra, en el obrar encierra los efectos de nuestro Querer, y Nosotros no sentimos nuestra misma fuerza raptora que nos rapta en sus actos, sino sólo los efectos; no sentimos todo nuestro amor, sino una pequeña partecita de él; no encontramos la fuente de nuestra felicidad, sino apenas su sombra; y de la Vida a los efectos hay tal diferencia, como entre las vidas y las obras. ¿Quién puede decir que la obra tiene todo el valor que puede poseer una vida de criatura? Mucho más que no se puede comparar la Vida Divina que se forma por la criatura en mi Divina Voluntad, y sus obras fuera de Ella”.

+ + + +

27-17
Noviembre 30, 1929


Condición del hombre antes de pecar. Cómo en cada acto suyo buscaba a Dios, encontraba a su Creador, daba y recibía. La voluntad humana es noche para el alma.

(1) Estaba según mi costumbre comenzando mi giro en la Divina Voluntad, y quería reordenar todas las inteligencias creadas en orden a Dios, desde el primero al último hombre que vendrá sobre la tierra, y decía: “Pongo mi te amo sobre cada pensamiento de criatura, a fin de que en cada pensamiento pida el dominio del Fiat Divino sobre cada inteligencia”. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Cómo puedo yo llegar a cubrir con mi te amo cada pensamiento de criatura?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, con mi Querer puedes todo y puedes llegar a todo. Ahora, tú debes saber que el hombre antes de la culpa, en cada pensamiento suyo que hacía, en cada mirada, palabra, obra, paso, latido, daba a Dios su acto, y Dios daba al hombre su acto continuado, así que las condiciones de él eran de siempre dar a su Creador y de siempre recibir. Había tal armonía entre Creador y criatura, que ambos no podían estar si el Uno no daba y el otro no recibía, para dar nuevamente su acto, aunque fuese un pensamiento, una mirada; por eso cada pensamiento del hombre buscaba a Dios y Dios corría para llenar su pensamiento de gracia, de santidad, de luz, de vida, de Voluntad Divina. Se puede decir que el más pequeño acto del hombre amaba y reconocía a Aquél que le había dado la vida, y Dios lo amaba correspondiéndole con su amor y con hacer crecer en cada pequeño y gran acto del hombre su Vida Divina. El hombre era incapaz de recibir toda junta la Vida Divina, era demasiado estrecho, y Dios se la daba a sorbos en cada acto que hacía por amor suyo, tomando deleite en darle siempre, para formar en él su Vida Divina. Así que cada pensamiento y acto del hombre desembocaba en Dios y Dios vertía en él; este era el verdadero orden de la Creación: Encontrar en el hombre, en cada acto suyo, a su Creador, para poderle dar su luz y lo que había establecido darle. Nuestra Divina Voluntad que estaba en Nosotros y en él, se hacía portadora del uno y del otro, y formando en él el pleno día, ponía en común los bienes del Uno y del otro. ¡Cómo eran felices las condiciones del hombre cuando nuestro Fiat Divino reinaba en él, se puede decir que crecía sobre nuestras rodillas, adherido a nuestro pecho, de donde tomaba su crecimiento y su formación! He aquí por qué quiero que en mi Querer Divino cada acto de criatura tenga tu te amo, para llamar nuevamente el orden entre Creador y criatura, porque tú debes saber que el hombre con el pecar no sólo rechazó nuestro Fiat, sino que rompió el amor hacia Aquél que tanto lo había amado, se puso a distancia con su Creador, y el amor lejano no puede formar vida, porque el verdadero amor siente la necesidad de ser alimentado por el amor de Aquél que ama y de estarse de tal forma cercano que le resulta imposible el separarse. Así que la vida del amor creado por Nosotros al crear al hombre, quedó sin alimento y casi muriendo; mucho más que cada acto humano que hacía sin nuestra Voluntad Divina, eran tantas noches que formaba en su alma: si pensaba era noche que formaba, si miraba, hablaba y otras cosas más, todo era tinieblas que formaban una noche oscura. Sin mi Fiat no puede haber día, ni sol, a lo más alguna pequeña llamita que trabajosamente le alumbra el paso.
¡Oh! si supieran qué significa vivir sin mi Querer Divino, aunque no fuesen malos y hagan algún bien; la voluntad humana es siempre noche para el alma, que la oprime, la amarga, le hace sentir el peso de la vida. Por eso sé atenta, no dejes escapar nada que no entre en mi Fiat Divino, el cual te hará sentir el pleno día que te restituirá el orden de la Creación, llamará nuevamente la armonía que pondrá en vigor el dar continuo de tus actos y el recibir continuado de tu Creador, y abrazando a toda la familia humana podrás impetrar que regrese el orden del como fueron creadas, que cese la noche de la voluntad humana y surja el pleno día de mi Divina Voluntad”.

+ + + +


27-18
Diciembre 3, 1929

Diferencia entre la santidad fundada en las virtudes y la fundada en la Voluntad Divina.

(1) Mi pequeña mente se perdía en el Fiat Supremo y pensaba entre mí: “¿Cuál será la diferencia que hay entre quien ha fundado su santidad en las virtudes y entre quien la ha fundado sólo en el Querer Divino?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡si supieras qué diferencia hay! Escucha, y además tú lo sabes, la tierra florida es bella, la variedad de las plantas, de las flores, de los frutos, de los árboles, la diversidad de los colores, de las dulzuras, de los gustos, todo es bello, pero, ¿sabrías encontrar una planta, una flor, aunque sea de las más preciosas, que no esté circundada de tierra, la cual tiene a cada raíz en su regazo, pegada a su pecho para alimentarla? Se puede decir que al hombre le resulta imposible tener una planta si no la confía a su madre tierra. Tal es la santidad fundada en las virtudes, la tierra humana debe poner de lo suyo, cuántas satisfacciones humanas en las obras más santas, en las virtudes que practican; la tierra de la estima, de la gloria humana corre siempre y ahí forma su pequeño lugarcito, de modo que se ven las virtudes como tantas bellas flores perfumadas, de color tan vivo, que despiertan admiración, pero a su alrededor, en la parte de abajo, hay siempre un poco de tierra humana, así que la santidad fundada en las virtudes se puede llamar tierra florida, y según las virtudes que practican, quién forma la flor, quién la planta, quién el árbol, y tienen necesidad de agua que las riegue y de sol que las fecunde y les comunique los diversos efectos que a cada una requiere, cual es mi Gracia, de otra manera pasarían peligro de morir en el momento de nacer. En cambio la santidad fundada en mi Querer Divino es sol, está en lo alto, la tierra no tiene nada que hacer con ella, ni tiene necesidad de agua para alimentar su luz; su alimento lo toma directamente de Dios, y en su movimiento de luz continuo produce y alimenta todas las virtudes en modo divino; las satisfacciones humanas, aun santas, la vanagloria, la estima propia, han perdido el camino, no tienen razón de existir, porque sienten a lo vivo la Voluntad Divina que todo hace en ellos y reconocen que este Sol Divino, abajándose, habita en ellos y alimentándolos con su luz los hace sufrir su transformación para formar una sola luz con este Fiat Divino. Además de esto, su luz tiene virtud de eclipsar dulcemente el querer humano, porque está vetado el que aun un átomo de tierra entre en mi Querer Divino, son naturalezas contrarias, luz y tierra, tinieblas y luz; se puede decir que se rechazan mutuamente, ni la luz puede soportar un solo átomo de tierra y por eso la eclipsa, le sirve de centinela, de defensa para que todo se vuelva Voluntad Divina en la criatura, y así como el sol todo da a la tierra, pero nada recibe, y es causa primaria de sus bellas florituras, así quien funda su vida, su santidad en mi Querer, junto con Él son los alimentadores de la santidad fundada en las virtudes”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino para encontrar todos los actos de las criaturas pasadas, presentes y futuras, para pedir a nombre de todos el reino de la Divina Voluntad, pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, todo lo que de bueno ha sido hecho desde el principio del mundo fuera de mi Divina Voluntad, son pequeñas luces, como efectos de mi Fiat Divino, porque a pesar de que no han obrado dentro de Él, conforme las criaturas se disponían a hacer el bien, sus rayos se fijaban sobre ellos, y a sus reflejos se formaba la pequeña llamita en sus almas, porque siendo mi Querer luz eterna e inmensa, no sabe producir más que luz. Estas llamitas, como efectos de Él, están en torno al Sol de mi Divina Voluntad como honor y gloria de sus efectos y como frutos del buen obrar de las criaturas, porque conforme ellas quieren hacer el bien, así sus rayos se fijan sobre ellas y da los efectos del bien que quieren hacer, se puede decir más que sol, que en cuanto encuentra la buena semilla en la

tierra, su luz la calienta, la acaricia y le comunica los efectos para formar la planta de aquella semilla. No hay bien sin mi Querer; así como no hay color, dulzura, madurez, sin los efectos de la luz del sol, así no puede haber bien sin Él. ¿Pero quién puede formar el sol con sus actos? Quien vive en mi Divina Voluntad, Ella no fija sólo sus rayos sobre esta criatura, sino que hace descender todo su Sol y con su virtud creadora y vivificadora forma otro Sol en el acto de la criatura. ¿Ves entonces la gran diferencia que hay? Como entre plantas y sol, como entre sol y llamitas”.

+ + + +

27-19
Diciembre 10, 1929

Perfecto equilibrio de Dios en sus obras. Triple equilibrio.

(1) Me sentía toda abandonada en la Divina Voluntad, y al seguir haciendo mis actos en Ella, he oído una voz que me susurraba al oído: “¡Cómo estoy cansado!” Yo me he sentido sacudida por esta voz y quería saber quién era el que estaba cansado, y mi dulce Jesús moviéndose y haciéndose oír en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, soy propiamente Yo, que siento todo el peso de tanto esperar, y me produce tal cansancio, de sentir todo el peso de querer hacer el bien, y por indisposición de quien lo debe recibir no poderlo hacer. ¡Oh! cómo es duro querer hacer el bien, tenerlo preparado y listo para darlo, y no encontrar quien lo reciba.
(3) Ahora tú debes saber que mi Fiat cuando se pone en actitud de obrar, tiene la misma potencia, sabiduría, inmensidad y multiplicidad de efectos que produce su único acto; sólo con que se decida a salir en su campo divino de acción, su acto posee perfecto equilibrio entre el uno y el otro, y contiene el mismo valor, peso y medida. Mi Divina Voluntad al salir en su campo de acción en la Creación, hizo alarde de tanta magnificencia de obras, tanto que el mismo hombre es incapaz de numerarlas todas y de comprender el justo valor de cada obra, y a pesar de que las ve, las toca y goza sus benéficos efectos, también se puede llamar el primer ignorante de la Creación. ¿Quién puede decir cuánta luz y calor contiene el sol? ¿Cuántos efectos produce y de qué cosa está formada esta luz? Ninguno. No obstante todos lo ven y sienten su calor, y así de todas las otras cosas. Ahora, mi Redención se da la mano con la Creación, y posee tantos actos por cuantos posee la Creación, están en perfecto equilibrio la una y la otra, porque un acto de mi Divina Voluntad fue la Creación, y un acto de Ella fue la Redención. Ahora, debiendo hacer otro acto en el gran Fiat Voluntas Tua como en el Cielo en la tierra, están preparados en mi Fiat Divino tantos otros actos, de modo que tendrán el triple equilibrio de actos, el mismo valor, peso y medida. Y viéndome obligado a esperar, y sintiendo en Mí la multiplicidad de los actos que quiero hacer, y no haciéndolos porque el reino de mi Fiat no es conocido, ni reina sobre la tierra, siento tal cansancio que doy en delirio y digo: ‘¿Será posible que no quieran recibir mis bienes?’ Y quedo afligido porque mis actos, la Potencia de mi Divino Querer, su luz, su felicidad y belleza no se hermanan con las criaturas y no corren en medio a ellas. Por eso, compadéceme si me ves y me oyes taciturno, es tanto el cansancio que siento por tanto esperar, que me reduce al silencio”.

+ + + +

27-20
Diciembre 16, 1929

Jesús de nada tenía necesidad, poseyendo en Sí mismo la fuerza creadora de todos los bienes. Cómo el Divino Querer

es portador de todas las cosas creadas. La virtud generadora.

(1) Estaba siguiendo mi giro en el Fiat Divino para unirme a todos los actos hechos por Él por amor de todos nosotros, sus criaturas; pero habiendo llegado al punto donde mi amable Jesús descendió en lo bajo de los actos humanos, como el mamar la leche de su Mamá, y tomar el alimento, el beber el agua, y abajarse hasta el trabajo, yo me admiraba al ver que Jesús, por su naturaleza no tenía necesidad de nada, porque poseyendo en Sí mismo la fuerza creadora de todos los bienes, no debía hacer menos que servirse de sus mismas cosas creadas por Él; pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndose ver y oír en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú tienes razón que de nada tenía necesidad; pero mi amor habiendo descendido de la altura de los Cielos a lo bajo de la tierra, no sabía estar quieto ni detenido, sentía la irresistible necesidad de sacar mi amor, y de amar en aquellos mismos actos que la criatura hacía por necesidad, Yo los hacía para hacer correr mi amor hacia ellos, y así poderle decir: ‘Mira cuánto te he amado, he querido descender en tus más pequeños actos, en tus necesidades, en tu trabajo, en todo, para decirte que te amo, darte mi amor y recibir tu amor’. Pero, ¿quieres saber la causa primaria por la que me abajé a hacer tantos actos bajos y humanos? La necesidad en Mí no existía, pero lo hacía para cumplir en cada acto la Divina Voluntad; todas las cosas se presentaban ante Mí tal como eran en sí mismas, de donde habían salido, selladas por el Fiat Divino, y Yo las tomaba porque eran queridas por Él. Se puede decir que había una competencia entre mi Divina Voluntad que por naturaleza, como Verbo del Padre Celestial poseía en Mí, y entre mi misma Divina Voluntad esparcida en todo lo creado. Así que en todas las cosas Yo no conocía, ni veía otra cosa que mi Divina Voluntad, era Ella mi alimento, mi agua, mi trabajo, todo me desaparecía y era siempre con mi Divina Voluntad con la que tenía que hacer; y mientras mi Divina Voluntad me hacía descender en los actos humanos de las criaturas, Yo llamaba a todos los actos humanos de cada una de ellas, a fin de que recibieran el gran don de hacer descender mi Querer Divino como acto primero y como vida de sus actos.
¡Oh! si las criaturas mirasen las cosas creadas tal como son en sí mismas, su origen, quién las alimenta y conserva, y quién es el Portador de tantas cosas que sirven a la vida humana, ¡oh! cómo amarían mi Querer Divino y tomarían la sustancia de las cosas creadas; en cambio miran la exterioridad de las cosas y por eso apegan a ellas su corazón y se alimentan de la cáscara de ellas, y pierden la sustancia que se encuentra en las cosas creadas, salidas de Nosotros para hacerlas cumplir tantos actos de nuestra Divina Voluntad. Pero con mi dolor estoy obligado a ver que las criaturas no toman el alimento, el agua, ni hacen el trabajo para recibir y cumplir mi Querer Divino, sino por necesidad y para satisfacer su voluntad humana, y mi Fiat Divino es puesto fuera de sus actos, mientras que creamos tantas cosas para poner como en el banco a nuestra Divina Voluntad en medio a las criaturas, y ellas no sirviéndose de esto, la tienen como en acto de continua bancarrota; todo el bien que deberían tomar si en todas las cosas cumpliesen y tomasen mi Querer Divino queda para ellas malogrado, y Nosotros quedamos con el dolor de no verla como dominadora y Reina en los actos humanos de las criaturas”.
(3) Después continuaba mi abandono en el Fiat Divino, sentía la gran necesidad de Él y de estarme siempre en su mar de luz, para no salir jamás, me lo sentía como latido, como respiro, como aire que me infundía la vida y mantenía en mí el orden, la armonía, la dispersión de mi pequeño átomo en su mar divino. Pero mientras mi pequeña mente estaba llena de pensamientos de Divina Voluntad, mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, no hay orden, ni reposo, ni verdadera vida, sino en mi Fiat Divino, porque la vida de cada una de las criaturas, su primer acto de vida, viene formado en el seno de su Creador y después, como parto nuestro lo ponemos fuera, a la luz del día, y así como tenemos en Nosotros la virtud generadora, el hombre, como hijo nuestro lleva consigo la semilla que genera, y con esta semilla la criatura forma tantos otros partos, y conforme va desenvolviendo su vida, así forma el parto de sus santos pensamientos, de sus castas palabras, el bello encanto de sus obras, el dulce pisar de sus pasos, los refulgentes rayos

de sus latidos, y todos estos partos, en cuanto vienen formados por las criaturas, toman el camino para subir a su Creador para reconocerlo como su Padre, amarlo, cortejarlo, y formar su larga filiación como gloria nuestra y de nuestra virtud generadora. Pero para fecundar, nuestra virtud generadora necesita nuestra Divina Voluntad como dominante en el parto salido de Nosotros, de otra manera hay peligro de que se transforme en bruto, y de perder la virtud generadora del bien, y si genera, genera las pasiones, las debilidades, el vicio, y éstos no solo no tienen virtud de subir a Nosotros, más bien están condenados como partos que no nos pertenecen”.

+ + + +

27-21
Diciembre 18, 1929

Arrebato de amor. Especialidad de los tres arrebatos de amor de Nuestro Señor. El amor devorante y cómo devoraba
a todas las almas. Lágrimas de Jesús niño.

(1) Estaba pensando en la Encarnación de mi dulce Jesús en el seno materno de la Soberana Celestial, y mi dulce Jesús, saliendo de mi interior me ha estrechado entre sus brazos con una ternura indecible y me ha dicho:
(2) “Hija mía, arrebato de amor fue la Creación, y fue tan grande y tan intenso, que desbordando de nuestro Ser Divino invistió todo el universo y se difundió por todas partes, y nuestro Fiat pronunciándose y obrando en esta nuestra carrera de amor, que corría, corría sin poderse detener, hasta que se esparció dondequiera y dio su beso de amor a todas las criaturas que aún no existían; su beso de amor fue beso de alegría, de felicidad, que imprimía sobre todas las generaciones. Y nuestro Fiat Divino que corría junto no se contentó sólo con besos, sino que pronunciándose formó soles, cielos, estrellas, mares y tierra, y todo lo que se ve en el gran vacío del universo. Así que el arrebato de nuestro amor en la Creación fue un arrebato de amor festivo, de felicidad, de alegría, con el cual debíamos acariciar y hacer felices a todas las criaturas. En cambio al encarnarme en el seno materno, nuestro arrebato de amor, no pudiendo contenerlo, desbordó de Nosotros he hizo la misma carrera de la Creación, fue arrebato de amor de ternura, de compasión, de misericordia, y ponía en riesgo la Vida de un Dios para reencontrar al hombre y darle sus besos de amor, tiernos, compasivos, sus besos de perdón, y encerrando la vida de todas las criaturas en su mar de amor, les daba el beso de vida, poniendo su Vida de amor para dar vida al hombre. Nuestro amor llegó al exceso en la Encarnación, porque no fue como en la Creación amor que festeja, que se regocija, sino amor doliente, amor penante, amor sacrificado, que dará la Vida para hacer presa de la vida del hombre. Pero nuestro amor no está contento aún, pon la mano sobre mi corazón y siente cómo me late fuerte, hasta sentírmelo romper, pon atento tu oído y escucha como desborda, casi como mar en tempestad, que formando sus olas altísimas quiere desbordar fuera para invadir todo y a todos; quiere hacer su tercera carrera de arrebato de amor, y en este arrebato quiere formar el reino de mi Divina Voluntad. Este nuestro arrebato de amor unirá a aquél de la Creación y el de mi Encarnación y formará con ellos uno solo, y será arrebato de amor triunfante, y dará su beso de amor triunfador, de amor conquistador, de amor que vence todo para dar su beso de paz perenne, su beso de luz que pondrá en fuga la noche del querer humano y hará surgir el pleno día de mi Querer Divino, que será portador de todos los bienes. ¡Cómo lo suspiro! Me desborda tanto mi amor, que siento la necesidad de desbordarlo fuera. Y si tú supieras qué alivio siento cuando desahogando contigo te hablo de mi Querer Divino, el arrebato de mi amor que me da la fiebre delirante se calma, y sintiendo refrigerio me pongo a la obra para hacer que todo sea Voluntad mía en tu alma. Por eso sé atenta y déjame hacer”.

(3) Después de esto, mi pobre mente se perdía en el amor de mi dulce Jesús, y veía ante mí una gran rueda de luz que quemaba más que el fuego, la cual contenía tantos rayos por cuantas criaturas habían salido y saldrán a la luz del día, y estos rayos investían a cada una de las criaturas, y con una dulce fuerza raptora las raptaban en el centro de la gran rueda de luz, donde estaba Jesús que las esperaba en el regazo de su amor para devorarlas, pero no para hacerlas morir, sino para encerrarlas en su pequeña Humanidad, para hacerlas renacer, crecer y alimentarlas con sus llamas devoradoras para darles vida nueva, la vida toda de amor; mi pequeño Jesús, apenas concebido encerró en Sí el gran parto de todas las generaciones, más que una tierna madre que encierra su parto para sacarlo a la luz formado por su amor, pero con penas inauditas, y aun con la muerte. Entonces mi tierno Jesús, en medio a aquella vorágine de llamas, pequeño, pequeño me ha dicho:
(4) Mírame y escúchame. Hija mía, en medio a esta vorágine de llamas Yo no respiro otra cosa que llamas, y en mi respiro siento que las llamas de mi amor devorante me traen el respiro de todas las criaturas, mi pequeño corazoncito palpita llamas, las cuales, alargándose raptan los latidos de todas las criaturas y me las deposita en el corazón, y siento todos los latidos palpitando en mi pequeño corazón. Todo es llamas: Llamas arrojan mis pequeñas manitas, mis inmóviles piecitos. ¡Ah, mi amor, cómo es exigente! Para encerrarme todo y para hacerme dar vida a todos me ha puesto en medio a un fuego devorador, y ¡oh! cómo siento a lo vivo las culpas, las miserias, las penas de todos. Soy pequeño aún, y sin embargo nada se me ahorra. Puedo decir: ‘Todos los males han caído dentro y fuera de Mí’. Y en medio a estas llamas devoradoras, cargado de tantas penas, miro a todos y exclamo llorando: ‘Mi amor me ha dado nuevamente a todos, me los dio en la Creación y huyeron de Mí; ahora, al concebirme en el seno de mi Mamá me los dona nuevamente, ¿pero estoy seguro que no huirán? ¿Serán míos para siempre? ¡Oh, cómo sería feliz si no me huyera ninguno; sus penas me serían refrigerio si todos mis amados hijos, mi amado parto concebido en mi pequeña Humanidad estuviese al seguro; y llorando y sollozando miraba a la cara a cada uno para enternecerlos con mis lágrimas y repetía: ‘Amados hijos, no me dejen, no se alejen más de Mí, soy vuestro Padre, no me abandonen,
¡ah! reconózcanme, al menos tengan compasión del fuego que me devora, de mis lágrimas ardientes, y todo por causa vuestra, porque os amo demasiado, os amo como Dios, os amo como Padre apasionado, os amo como Vida mía’. ¿Pero sabes tú pequeña hija de mi Querer Divino, cuál fue el interés más grande de mi amor? Devorar en las criaturas su voluntad humana, porque es el origen de todos los males, y a pesar de todas sus llamas devoradoras, esta voluntad formaba nubes para no dejarse quemar. ¡Oh, lo que más me torturaba era la voluntad humana que no sólo formaba nubes, sino formaba las escenas más dolorosas en mi misma Humanidad. Por eso ruega que mi Divina Voluntad sea conocida y reine, y entonces me podrás llamar el Jesús feliz, de otra manera mis lágrimas no cesarán, tendré siempre que llorar la suerte de la pobre humanidad, porque yace bajo la opresión de su mísera voluntad”.


+ + + +

27-22
Diciembre 22, 1929

Cómo las obras más grandes no se pueden hacer estando solo, morirían al nacer. Las tres cárceles de Jesús. Las dos mamás.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, y mi tierno Jesús se hacía ver como pequeño niño en mi corazón, o en el seno de la Mamá Celestial, pero muy pequeño y con una belleza raptora, todo amor, con su rostro bañado en lágrimas, y llora porque quiere ser amado, y sollozando dice:
(2) “¡Ah! ¿Por qué no soy amado? Yo quiero renovar en las almas todo el amor que tuve al encarnarme, pero no encuentro a quién darlo. Al encarnarme encontré a mi Reina

Mamá que me daba campo para desahogar mi amor y para recibir en su corazón materno todo el amor que me rechazaban las criaturas. ¡Ah, era Ella la depositaria de mi amor rechazado, la dulce compañía de mis penas, su amor ardiente era el que me enjugaba las lágrimas! Las obras más grandes no se pueden hacer por alguien solo, sino que se necesitan al menos dos o tres, como depositarios y alimento de la misma obra, sin alimento las obras no pueden tener vida, hay peligro de que mueran al nacer. Tan es verdad, que en la Creación estuvimos las Tres Divinas Personas al crearla, y después hicimos al hombre como depositario de nuestra obra; pero no contentos, porque las obras por sí solas no llevan felicidad, le dimos la compañía de la mujer. En la Encarnación, las Tres Divinas Personas fueron concurrentes y en mi compañía, más bien inseparables de Mí, con el agregado de la Reina Celestial, y fue Ella la Divina depositaria de todos los bienes de la Encarnación. Mira entonces cómo me es necesaria, para formar mis obras, la compañía de la criatura, que se ponga a mi disposición para recibir el gran bien que quiero darle. Por eso, ¿quieres tú ser mi segunda mamá? ¿Quieres tú recibir el gran bien de la renovación de mi Encarnación, como dote del reino de mi Fiat Divino? Así tendré dos mamás, la primera que me hizo formar el reino de la Redención, la segunda que me hará formar el reino de mi Divina Voluntad”.
(3) Y poniendo sus pequeñas manitas sobre mi cara, acariciándome me decía:
(4) “¡Mi mamá, mi mamá! El amor materno supera todos los amores, así que tú me amarás con amor de madre insuperable”.
(5) Después de esto ha hecho silencio queriendo ser arrullado en mis brazos, y después ha continuado:
(6) “Hija mía, tú debes saber a dónde me conduce el exceso de mi amor; al descender del Cielo a la tierra me condujo dentro de una prisión estrechísima y oscura, cual fue el seno de mi Mamá, pero mi amor no estuvo contento, en esta misma prisión me formó otra cárcel, cual fue mi Humanidad, que encarceló a mi Divinidad; la primera cárcel me duró nueve meses, la segunda cárcel, la de mi Humanidad, me duró treinta y tres años. Pero mi amor no se detuvo, ya casi para terminar la cárcel de mi Humanidad, me formó la cárcel de la Eucaristía, la más pequeña de las cárceles, una pequeña hostia en la cual mi amor encarceló mi Humanidad y Divinidad, en la cual debía contentarme con estarme como muerto, sin hacer sentir ni respiro, ni movimiento, ni latido, y no por pocos años, sino hasta la consumación de los siglos. Así que fui de cárcel en cárcel, estas son inseparables de Mí, por eso puedo llamarme el Divino encarcelado, el Celestial prisionero. En las dos primeras cárceles, en la intensidad de mi amor maduré el reino de la Redención; en la tercera cárcel, la de la Eucaristía, estoy madurando el reino de mi Fiat Divino. Por eso te llamé a ti a la cárcel de tu cama, a fin de que juntos, prisioneros los dos, en nuestra soledad, poniéndonos de acuerdo, podamos hacer madurar el bien del reino de mi Querer. Si me era necesaria una Mamá para la Redención, así también necesito una mamá para el reino de mi Fiat, y mi amor exigente ha querido a esta madre encarcelada, para tenerla a mi disposición. Por eso Yo seré tu prisionero no sólo en la pequeña hostia, sino también en tu corazón, y tú serás mi amada prisionera toda atenta a escucharme y a romper la soledad de mi larga prisión. Y a pesar de que estemos prisioneros, seremos felices, porque maduraremos el reino de la Divina Voluntad para darlo a las criaturas”.

+ + + +

27-23
Diciembre 24, 1929

Cuando Jesús habla de sus verdades hace salir luz. Las verdades leídas y releídas son como el fierro forjado. Carrera en la Divina Voluntad.

(1) Estaba pensando en todo lo que mi dulce Jesús, con tanta bondad se benigna decir a mi pobre alma, y que releyéndolas en las circunstancias, hacen salir luz, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando Yo hablo hago salir luz de verdad, y quiero que sea aceptada y acariciada por el alma; si esta Luz es aceptada y puesta en el puesto de honor en el interior de ella, llama a otra luz, así que una llama a otra, de otra manera regresa a su fuente. Y cuando el alma vuelve a leerlas si están escritas, y a ponderarlas, mis verdades son como el fierro forjado, que con golpearlo se incendia y hace salir chispas de luz; en cambio, si no es golpeado, el fierro es duro, negro y un metal helado. Así es de mis verdades: ‘Si el alma las lee y relee para extraer de ellas la sustancia que hay dentro, mis verdades que han sido comunicadas a su alma, que simboliza el fierro, lo negro y su hielo, queda incendiada, y con el ponderarlas da los golpes sobre de sí misma, porque ha recibido el bien de oír mi verdad, la cual sintiéndose honrada centellea luz de otras verdades. Pero si mis verdades manifestadas son puestas en el olvido, y no son puestas en un puesto de honor, quedan como sepultadas, pero los vivos no se sepultan, porque ellas son luz, que poseen y llevan vida, por eso, vendrá el tiempo, porque ellas no están sujetas a morir, en que otros harán tesoro de ellas y condenarán a aquellos que las han tenido olvidadas y como sepultadas. Si tú supieras cuánta luz hay en todo lo que te he manifestado acerca de mi Divina Voluntad, y cuánta más luz resplandecería si fueran leídas y releídas, tú misma quedarías eclipsada y maravillada por el gran bien que harían”.
(3) Después seguía mis actos en el Querer Divino, y pensando en la soledad de Jesús en el seno de su Mamá, Él ha agregado:
(4) “Hija mía, cómo me es dulce y agradable la compañía de la criatura, pues fue por ella que descendí del Cielo a la tierra, para encontrarla y para hacerla mía, así que teniéndola en mi compañía me siento como compensado por mi descendimiento a la tierra. Pero debes saber que si estoy contento con la simple compañía de la criatura que me ama y busca romper mi soledad, no estoy contento sólo con la compañía de quien vive en mi Querer Divino, la quiero siempre junto Conmigo, como espectadora de mis lágrimas infantiles, de mis gemidos, de mis sollozos, penas, obras y pasos míos, y también de mis alegrías, porque quiero hacer depósito de todo esto en ella. Porque estando mi Voluntad en ella, me sería demasiado duro si no la tuviere siempre junto Conmigo, hacerla estar al día de todo. Mi Divina Voluntad siente la irresistible necesidad de participar a la criatura todo lo que hace en mi Humanidad, a fin de que no sea una Voluntad dividida la que reina en Mí y la que reina en la criatura. Esta es la causa por la que en cada acto mío te llamo y quiero que conozcas lo que he hecho y lo que hago, para hacerte don de ello y poder decir: Quien vive en mi Querer Divino no me deja jamás, estamos estrechados y somos inseparables”.
(5) Y yo: “Amor mío, tu carrera de amor no se detiene jamás, corres, corres siempre, y yo me siento que no soy capaz de hacer mis carreras de amor como las haces Tú, soy demasiado pequeña y no tengo el vuelo de correr dondequiera para amarte”. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, también tú puedes hacer las carreras de amor en el mar inmenso de mi Divina Voluntad, harás como hace la nave, cuando quiere navegar el mar ella se arroja en el mar, las aguas se abren, le dan el paso y mientras camina veloz, deja atrás de sí una estela blanca como señal de que la nave pasó por aquel punto de mar, que después poco a poco se desvanece y nada queda que señale que la nave pasó, pero a pesar de esto la nave ha hecho su carrera en el mar, y ha llegado a donde se había prefijado ir. Así el alma, si quiere amar se arrojará en el mar de mi Fiat Divino y formará su carrera de amor, girará toda la eternidad y no hará como la nave, que nada queda en el mar porque pasó, sino que orgullosas las aguas se cierran detrás no dejando ninguna huella de que la nave pasó, sino que en el mar de mi Querer Divino, conforme el alma se arroja para hacer su carrera, nuestras aguas divinas regurgitan y en su gosrgoteo forman la estela, la cual no se desvanece sino que queda la huella y señala a todos su carrera de amor hecha en nuestro mar, en modo que Nosotros podemos decir: ‘Por aquí pasó e hizo su carrera de amor

quien vive en nuestro Querer, porque lo que se hace en Él queda imborrable’. Así si quieres hacer tus adoraciones, si quieres embellecerte, si quieres santificarte, si quieres ser potente, sabia, arrójate en nuestro Querer y mientras harás tu carrera quedarás toda amor, toda bella, toda santa, adquirirás la ciencia, conocerás quién es tu Creador, y todos tus movimientos serán adoraciones profundas y dejarás en nuestro mar tantas estelas por cuantas diversas carreras has hecho en el Fiat Divino, de modo que Nosotros diremos: ‘En esta carrera que hizo en nuestro mar la pequeña hija de nuestro Querer Divino, formó la estela de la santidad, y Nosotros la santificamos y ella quedó santa; en esta otra carrera se arrojó en el mar de nuestra belleza y formó su estela, y Nosotros la embellecimos y ella quedó embellecida; en esta otra carrera formó la estela de nuestros conocimientos, y ella nos conoció y Nosotros le hablamos y nos hicimos conocer, y le hablamos largamente de nuestro Ser Divino, nuestra palabra la ató, la ensimismó con Nosotros, y sentimos la irresistible necesidad de hacernos conocer siempre más, y de hacerle el don más grande el de manifestarle nuestras verdades. Así que en cada carrera que haces en nuestro Fiat Supremo, tomas siempre de lo nuestro, y nuestro amor desbordando nos habla de ti y nos señala tus carreras con su gorgoteo, como señal de que tú has estado en nuestro mar divino”.

+ + + +

27-24
Diciembre 25, 1929

Cómo el nacimiento de Jesús fue el renacimiento de la Divina Voluntad en su Humanidad, y todo lo que hizo eran renacimientos de Ella, formados en Él para hacerla renacer en las criaturas.
Jesús fue el verdadero sacrificado de su Querer.

(1) Estaba pensando en cuando mi dulcísimo Jesús niño penando de amor salía del seno de su Mamá Celestial, ¡qué alegría para Ella el poderlo estrechar entre sus brazos, besarlo y ponerse en competencia en amar a Aquél que tanto la amaba! Pero mientras tantos pensamientos se agolpaban en mi mente acerca del santo nacimiento del infante divino, lo he sentido moverse en mi interior, y saliendo fuera se ha puesto entre mis brazos y poniendo sus pequeñas manitas en mi cuello me ha dicho:
(2) “Hija mía, también tú bésame y estréchame, y Yo te beso y te estrecho a Mí, y amémonos con tal competencia de amor de no terminarla jamás”.
(3) Y abandonándose en mis brazos como pequeño niño ha guardado silencio. ¿Pero quién puede decir los abrazos de amor, los besos afectuosos? Creo que es mejor pasarlo en silencio. Después, retomando la palabra ha agregado:
(4) “Hija mía, mi nacimiento en el tiempo fue el renacimiento de mi Divina Voluntad en mi Humanidad, y como renacía en Mí, traía la alegre nueva del renacimiento en las humanas generaciones. Mi Fiat es eterno, pero se puede decir como si naciera en Adán para formar la larga generación de su renacimiento en la criatura, pero como Adán rechazó esta Voluntad Divina, con rechazarla impidió los tantos renacimientos que debía hacer en cada criatura, y con amor constante e invencible esperó a mi Humanidad para renacer de nuevo en medio de la humana familia. Por eso todo lo que Yo hice en todo el curso de mi Vida, las lágrimas infantiles, mis gemidos y sollozos, no eran otra cosa que renacimientos de mi Divina Voluntad que eran formados en Mí para hacerla renacer en las criaturas, porque habiendo renacido en Mí, y poseyéndola como mía, tenía el derecho y el poder de darla y hacerla renacer en la criatura. Así que todo lo que hacía mi Humanidad: Pasos, obras, palabras, penas, aun mi respiro y mi misma muerte, formaban tantos renacimientos de mi Divina Voluntad por cuantas criaturas habrían tenido el bien del renacimiento de mi Fiat Divino. Siendo Yo la cabeza de la familia humana, y ella mis miembros, Yo como cabeza

llamaba con mis actos a los tantos renacimientos de mi Querer Divino en Mí, para hacerlos pasar a renacer en mis miembros de las criaturas. Por eso en cada acto que Yo hice, aun mi misma Vida Sacramental, cada una de las Hostias consagradas son continuos renacimientos de mi Supremo Querer que prepara a la criatura. Por tanto Yo soy el verdadero sacrificador 2 de una causa tan santa, que mi Querer reine. Soy propiamente Yo el que formé en Mí su reino, y haciéndolo renacer tantas veces en Mí por en cuantas criaturas debía renacer, formaba su imperio santísimo y su reinar en medio a mis miembros.
(5) Ahora hija mía, después que puse al seguro el reino de mi Divina Voluntad en mi Humanidad, debía manifestarlo para hacerlo conocer, por eso vine a ti y comencé a narrarte la larga historia de mi Fiat Divino. Ahora tú debes saber que tantas manifestaciones he hecho y haré, tantas verdades, tantas palabras he dicho, por cuantos renacimientos Ella hizo en mi Humanidad; estarán en perfecto equilibrio sus renacimientos en Mí y sus conocimientos que te manifiesto; cada renacimiento de mi Querer Divino hecho en Mí y en cada hostia consagrada, encontrará una manifestación y una verdad suya que la confirma, y le dará el renacimiento en la criatura, porque en Dios la palabra forma la vida del bien que quiere formar en la criatura, nuestra palabra es portadora de vida, ¿no fue acaso nuestra palabra Fiat la que pronunciándose creó el cielo, el sol y todo lo que se ve en el universo entero, y también la misma vida del hombre? Mientras no pronunciamos Fiat todo estaba en Nosotros; en cuanto se pronunció pobló cielos y tierra de tantas obras bellas y dignas de Nosotros, y daba principio a la larga generación de vidas humanas. Mira entonces que todo lo que te digo acerca de mi Divina Voluntad llevará con la potencia de mi palabra creadora sus tantos renacimientos hechos en Mí en medio a la familia humana. Esta es la gran razón de una historia tan larga y de mi hablar tan continuado, Ella estará equilibrada con todo lo que fue hecho por Nosotros en la Creación y con todo lo que hice en la Redención; y si parece que alguna vez hago silencio, no es porque haya cesado mi decir, sino porque hago reposo, pues es mi costumbre reposarme en mi misma palabra y obras que salen de Mí, como hice en la Creación, no siempre se pronunció, decía Fiat y hacía un alto y después lo pronunciaba de nuevo; así hago en ti, hablo, te doy mi lección y tomo reposo, primero para gozarme en ti los efectos de mi palabra y para disponerte a recibir la nueva vida de mi lección. Por eso sé atenta y tu vuelo en mi Divina Voluntad sea continuo”.

+ + + +

27-25
Diciembre 29, 1929

Cómo Jesús al descender del Cielo a la tierra formó el nuevo Edén. Cómo la Divina Voluntad ha sido siempre Reina.

(1) Mi pequeña inteligencia me la sentía raptar y como transportar a mirar en el regazo de mi Mamá Celestial a mi pequeño recién nacido Jesús, que ahora llora y ahora gime, y ahora todo entumecido tiembla de frío, y ¡oh! cómo quisiera mi pequeña alma deshacerse en amor para calentarlo y para calmarle el llanto, pero mi celestial y gracioso niño llamándome junto con Él en los brazos de su Mamá me ha dicho:
(2) “Mi hija del Divino Querer, ven a escuchar mis lecciones. Al descender del Cielo a la tierra para formar la Redención, debía formar el nuevo Edén, debía restablecer el primer acto y el principio de la creación del hombre en mi Humanidad. Así que Belén fue el primer Edén; Yo sentía en mi pequeña Humanidad toda la fuerza de nuestra potencia creadora, el arrebato de nuestro amor con el cual fue creado el hombre, sentía las fibras de su inocencia, de su santidad, de su dominio, con las cuales él estaba investido. Sentía en Mí

2 Sacrificador en el sentido del que ofrece algo material a Dios con la mira de realizar un ideal.

a aquel hombre feliz, ¡oh, cómo lo amaba! Porque habiendo perdido su puesto de honor, Yo retomaba su puesto, porque me convenía primero poner en Mí el orden del cómo fue creado el hombre, y después descender en su desventura para levantarlo y ponerlo a salvo. Por eso estaban en Mí dos actos continuados, fundidos en uno, el Edén feliz con el cual debía poner en vigor toda la belleza, la santidad, la sublimidad de la creación del hombre; era él inocente y santo, y Yo sobrepasándolo no sólo era inocente y santo, sino era el Verbo Eterno, y teniendo en Mí toda la potencia posible e imaginable, y Voluntad inmutable, debía reordenar todo el principio de la creación del hombre y levantar nuevamente al hombre caído, de otra manera no obraría como Dios, ni lo amaría como obra nuestra salida y creada en un arrebato de nuestro amor. Nuestro amor se sentiría detenido y como impotente, lo que no puede ser, si no hubiera ajustado toda la condición del hombre caído y la condición del cómo fue creado. Habría sido una afrenta a nuestra Creación y nos habrían acusado de debilidad si no hubiésemos regenerado del todo al hombre. Por eso Belén fue mi primer Edén, en el cual hacía y abrazaba todos los actos que hizo Adán inocente y que habría hecho si no hubiese caído; nuestra Divinidad esperaba con justicia mi correspondencia en lugar de él, y conforme iba rehaciendo lo que debería haber hecho el Adán inocente, así me abajaba y extendía la mano para levantarlo. Entonces mi Humanidad no hacía otra cosa que conforme giraba y me detenía, formaba nuevos Edenes, porque en Mí estaban todos los actos del principio de la creación del hombre, y en cualquier parte que me detenía podía formar un nuevo Edén con mi inocencia y santidad. Así que Edén fue Egipto, Edén fue Nazaret, Edén fue el desierto, Edén fue Jerusalén, Edén fue el monte Calvario, y estos Edenes que formaba llamaban al reino de mi Divina Voluntad a reinar, y estos son pruebas ciertas que así como cumplí el reino de la Redención y está haciendo su giro para establecerse por todo el mundo, así estos Edenes en los cuales fueron hechos por Mí todos los actos como si el hombre no hubiese caído, seguirán los actos de la Redención y harán su giro para establecer el reino de mi Fiat Divino. Por eso te quiero siempre junto Conmigo, a fin de que me sigas en todos mis actos, y todo lo ofrezcas para hacer que mi Divina Voluntad reine y domine, porque esto es lo que más interesa a tu Jesús”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, mi Divina Voluntad obraba en Mí como Reina, porque realmente siempre ha sido tal, porque Ella por naturaleza es Reina, en nuestra misma Divinidad tiene el primer puesto, rige y domina todos nuestros atributos, no hay acto nuestro en que no tenga su puesto de Reina. Así que es Reina en el Cielo, en la tierra, en la Creación, en todo y en todas partes reina. Por eso el querer que el hombre hiciera nuestra Voluntad Divina y que le diese el puesto de Reina, era el honor más grande y el amor más insuperable que le dábamos, y reinando una sola Voluntad lo hacíamos sentar a nuestra mesa celestial, participándole nuestros bienes divinos. Lo queríamos feliz, y queríamos la gloria de ver feliz a aquél que con tanto amor habíamos creado con nuestras manos creadoras. Nuestro Querer Divino y nuestro amor no podían ni contentarse ni detenerse con la sola obra de la Redención, sino que quieren ir más adelante hasta tener la obra cumplida, mucho más que no sabemos hacer obras a la mitad, y teniendo los siglos a nuestra disposición podemos llegar a donde queremos”.

+ + + +

27-26
Enero 2, 1930

Diversidad de actos y efectos del Fiat Divino. Cuántos bienes puede producir un acto de Él. Ejemplo del sol.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y siguiendo mi giro en sus obras me sentía circundada por ellas, y cada una esperaba que yo la reconociera como obra de mi Creador

para vincularnos con vínculos inseparables; me parecía que la Divina Voluntad con su luz corriese en toda la Creación, como corre nuestra sangre en el cuerpo, así corría también en todos los actos, palabras, pasos, penas y lágrimas de Jesús, y yo iba en busca de todo como cosas mías para amarlas y reconocerlas como cosas que me pertenecen. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad está en comunicación con todas las cosas creadas por Nosotros, porque Ella es de todos y pertenece a todos; siendo una la Voluntad que domina y obra, todas las cosas le son como miembros al cuerpo, de los cuales la Cabeza es Dios, que tiene tantos vínculos a todas las cosas, porque en ellas corre nuestro Divino Querer como acto primario de vida, que le son inseparables. Sólo la voluntad humana, si quiere obrar por sí sola, sin la unión de la nuestra, puede romper esta bella unión, este vínculo de inseparabilidad entre Dios, entre las cosas creadas, y entre las criaturas, por eso mi Divina Voluntad es la portadora a la criatura de todos nuestros actos hechos en la Creación y en la Redención, es la reveladora de nuestros secretos; siendo una la Voluntad nuestra con la criatura que vive en Ella, ¿cómo puede esconderse? Y Yo hija mía, cómo me sentiría mal si no te pusiera al día de mis lágrimas, de las penas más íntimas y de lo que Yo hice estando sobre la tierra, y en mi dolor diría: ‘Ni siquiera la pequeña hija de mi Querer conoce todo lo que he hecho y sufrido para tener la correspondencia, aunque sea de su pequeño y repetido te amo y hacerle el don de lo que me pertenece’. Entonces, cada cosa que tú conoces de Mí y amas como tuya, Yo te hago don de ella, y haciendo fiesta digo: Tengo siempre qué dar a mi hija, y ella tiene siempre qué recibir, por eso estaremos siempre juntos, porque estamos ocupados en el intercambio que hacemos, Yo en dar y ella en recibir”.
(3) Después de esto seguía mi giro en todos los actos buenos hechos desde el principio de la Creación por todas las criaturas, no excluido mi primer padre Adán, para ofrecerlos para obtener el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, no hay cosa buena que no salga de mi Divina Voluntad, pero hay diferencia entre actos y efectos de Ella. La Creación fue un acto de mi Fiat, y ¡oh! cuántas cosas bellas no salieron, cielos, soles, estrellas, aire que debía servir para la vida natural de la criatura; mar, viento, todo fue plenitud y multiplicidad de obras, porque un acto de mi Divina Voluntad es capaz de llenar todo y de hacer todo. La creación del hombre fue un acto de Ella, ¿y qué cosa no encerró en la pequeña circunferencia del hombre? Inteligencia, ojos, oídos, boca, palabra, corazón, y hasta nuestra semejanza, por la cual lo hacíamos el portador de su Creador, ¿cuántos prodigios no encierra? No sólo eso, sino le fue puesta toda la Creación en torno para servirlo, como si un primer acto de nuestro Fiat hecho en la Creación quisiera servir al segundo acto hecho al crear al hombre. Otro acto de nuestra Voluntad Divina fue la creación de la Virgen Inmaculada, fueron tales y tantos los prodigios obrados en Ella, que Cielos y tierra quedaron estupefactos, tanto que llegó a hacer descender al Verbo Divino sobre la tierra, lo que formó otro acto de mi Fiat, el cual fue mi Encarnación, y tú sabes que fue portador de todos los bienes a la familia humana. Todo el resto de los bienes que ha habido en medio de las criaturas, virtudes, oraciones, obras buenas, milagros, son efectos de mi Querer Divino, los cuales obran según las disposiciones de las criaturas, y por eso son siempre limitados, no con aquella plenitud que llena Cielos y tierra. En cambio los actos de mi Fiat Divino son independientes de ellas, y por eso se ve la gran diferencia entre actos y efectos. Y esto se ve muy bien también en el sol y entre los efectos que él produce; el sol como acto está siempre fijo en su plenitud de luz, que con majestad llena la tierra, jamás cesa de dar su luz y su calor, en cambio los efectos del sol, que se puede decir que están a disposición de la tierra, son inconstantes, ahora se ve la tierra florida con la variedad de tantos colores, y ahora se ve despojada y sin belleza, como si el sol no tuviese la virtud comunicativa para comunicar siempre sus admirables efectos a la tierra, mientras que se puede decir que la culpa es de la tierra. Al sol no le falta nunca nada, aquél de ayer, es hoy y será. Ahora, cuando te veo girar aun en los efectos de mi Fiat Divino, como si no quisieras perder nada, para encerrarlos en Él y

darle los homenajes, el amor de los efectos que produce, para pedirle que venga a reinar sobre la tierra, tú dispones a nuestro Querer a formar otro acto de Él, porque tú debes saber que el Fiat Voluntas Tua come in Cielo cosí in Terra, será otro acto de nuestro Fiat Supremo, no será un efecto, sino un acto, pero con tal magnificencia que todos quedarán asombrados. Ahora, tú debes saber que el hombre fue creado por Nosotros con este prodigio, que debía poseer en él nuestro acto continuo de Voluntad Divina; con rechazarla perdió el acto y se quedó con los efectos, porque sabíamos que así como la tierra no puede vivir sin tener al menos los efectos que produce el sol si no quiere vivir en la plenitud de su luz y de su calor, así el hombre no podía vivir al menos sin los efectos de nuestra Divina Voluntad, ya que había rechazado la Vida de Ella. Por lo tanto su reino no será otra cosa que llamar nuevamente el acto continuo de nuestro Fiat Divino obrante en la criatura. Esta es la razón de mi largo hablar sobre Él, no es otra cosa que el principio del acto continuo de mi Fiat Divino que no termina jamás cuando quiere obrar en la criatura, y es tan múltiple en las obras, en la belleza, en la gracia y en la luz, que no se ven los confines. Por eso sigue girando en todo lo que ha hecho y produce mi Fiat Divino, no te canses jamás si quieres obtener un reino tan santo”.
(5) Después ha agregado: “Hija mía, así como los efectos son producidos por la sola y única Voluntad mía, y obran según las disposiciones de la criatura, así los actos de nuestro Querer Divino, independientes de ellas, son producidos por la unidad del acto único de nuestro Fiat Divino. Así que en Nosotros es siempre uno nuestro acto, porque en Nosotros no hay sucesión de actos, y si a la criatura le parece que ahora hacemos la Creación, ahora la Redención, y ahora que queremos formar el reino de nuestra Divina Voluntad en medio de las criaturas, es la manifestación que les hacemos de lo que posee nuestro solo y único acto, que mientras a ellos les parece que hacemos y sacamos tantos actos distintos, para Nosotros todo estaba encerrado en un solo acto. En la unidad de nuestro Querer Divino que encierra un solo acto, nada le puede huir, encierra todo, hace todo, abraza todo y es siempre un solo acto. Así que, tanto los efectos que produce nuestro Fiat, como los actos de Él, parten siempre de la unidad del solo y único acto nuestro”.

+ + + +

27-27
Enero 7, 1930

Intercambio de dones entre Dios y la criatura. Cómo quien vive en el Querer Divino es el banco Divino sobre la
tierra y forma un resplandor de Cielo.

(1) Me sentía toda abandonada en el Fiat Supremo, y pensaba entre mí qué cosa podría dar a mi amado Jesús, y Él rápidamente: “Tu voluntad”. Y yo: “Amor mío, ya te la di, y habiéndola dado creo que no soy más dueña de dártela, ya que es tuya”. Y Jesús:
(2) “Hija mía, cada vez que tú quieras hacerme el don de tu querer, Yo lo acepto como un nuevo don, porque Yo dejo la voluntad humana en su libre albedrío, de modo que la criatura puede estar en acto de dármela siempre, y Yo tantas veces la acepto por cuantas veces me la da, porque ella tantas veces se sacrifica por cuantas veces me hace el don, y Yo al ver que la criatura es constante en hacerme su don continuado, veo que hay verdadera decisión por parte suya, y ama y estima el don de mi Voluntad, y Yo, conforme ella me hace el don continuo de la suya, le hago el don continuo de la mía, y ensanchando su capacidad, porque la criatura es incapaz de tomar toda la interminabilidad de mi Querer, voy aumentando continuamente más santidad, más amor, más belleza, más luz y más conocimiento de mi Divina Voluntad. Así que en el intercambio que hacemos, tú de tu voluntad y Yo de la mía, duplicamos los dones, y queda tantas veces vinculada por cuantas veces hacemos el intercambio. Así que Yo tengo siempre qué darte, y tú también, porque

en mi Divina Voluntad las cosas no terminan jamás, surgen a cada instante, y habiéndome dado tu voluntad, al contacto de la mía la tuya adquiriere las prerrogativas de la mía, de poderse dar continuamente a tu Jesús”.
(3) Después seguía los actos del Fiat Divino, acompañándolos con mi “te amo”, y comprendía la gran diversidad de la grandeza y magnificencia de las obras del Fiat Divino, y de mi pequeño “te amo”, ¡oh! cómo me sentía pequeña y verdaderamente recién nacida apenas ante aquel Fiat que todo puede y todo abraza; y mi amable Jesús, estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(4) “Hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad es mi banco sobre la tierra, y conforme dices tu ‘te amo’ Yo lo invisto con el mío, y de pequeño se vuelve grande, se difunde en el infinito, de modo que las riquezas de mi amor se vuelven inmensurables, y Yo las pongo en el banco de tu alma, y conforme continúas tus actos, así los invisto con los míos y los pongo en tu banco para tener mi banco divino sobre la tierra. Por eso tus pequeños actos hechos en mi Querer Divino me sirven para darme qué hacer, para hacer correr nuestras cualidades divinas que son infinitas en tus pequeños actos que son finitos, mezclarlos juntos y hacer de ellos tantos actos nuestros y ponerlos en el banco de tu alma, a fin de que nuestro Querer encuentre en ti su Cielo. ¿No sabes tú que quien debe vivir en nuestro Fiat Divino debe ser un resplandor de Cielo? Que abajándose sobre la tierra, pero tanto de quitar cualquier distancia, de modo que en aquel punto de la tierra en que se encuentre aquella afortunada criatura se debe ver Cielo, no tierra; ni mi Divina Voluntad estaría sin su Cielo, ya Ella misma se lo formaría y los habitantes del Cielo se abajarían para rendir homenaje a aquel Fiat, del cual reconocen su existencia. Por eso todos los bienaventurados quedan admirados al ver un resplandor de Cielo sobre la tierra, pero rápido cesa su estupor cuando ven que aquella Divina Voluntad que forma su Cielo y toda su felicidad, se encuentra reinante en aquella criatura, propiamente en aquel punto donde ven que los habitantes del Cielo abajándose circundan a aquella criatura para alabar a mi Fiat Supremo. Por eso sé atenta hija mía, y si esto te digo es para hacerte conocer el gran bien de hacerte conocer mi Querer, y cómo quiere formar su reino en ti, a fin de que me agradezcas y lo reconozcas”.


+ + + +

27-28
Enero 10, 1930

Quien vive en el Divino Querer pertenece a la familia divina. Diversidad de modos en que se puede pertenecer a Dios.
Ejemplo de un reino. Quién vive en Dios, y quién fuera de Dios.

(1) Me sentía, si bien abandonada en el Fiat Divino, también toda aniquilada, pero tanto, que me veía más pequeña que un átomo y pensaba entre mí: “Cómo soy miserable, pequeña e insignificante”. Y mi adorable Jesús interrumpiendo mi pensamiento, haciéndose oír y ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, seas pequeña o grande, perteneces a nuestra familia divina, eres un miembro de ella y esto te basta, más bien es todo para ti y es la gloria y el honor más grande que podrías poseer”.
(3) Y yo: “Amor mío, todos hemos salido de Ti y todos te pertenecemos, así que no es maravilla que te pertenezca”.
(4) Y Jesús: “Es cierto que todos me pertenecen por vínculos de creación, pero hay gran diferencia para quien me pertenece no sólo por vínculos de creación, sino con vínculo de fusión de Voluntad, esto es, que la mía es la sola y única voluntad suya; de éstos puedo decir que me pertenecen con vínculos de verdadera familia nuestra, porque la voluntad es la cosa más íntima que puede existir, tanto en Dios como en la criatura, es la parte esencial de la vida, es la dirigente, es la dominadora que tiene virtud de vincular con vínculos inseparables a Dios y a la criatura, y de esta inseparabilidad se reconoce que pertenece a

nuestra familia divina. ¿No sucede esto dentro de un reino? Todos pertenecen al rey, pero en cuántos diversos modos pertenecen, quién pertenece como pueblo, quién como ejército, quién como ministro, quién como centinela, quién como cortesano, quién como reina del rey, y quién como hijo. Ahora, ¿quién pertenece a la familia real? El rey, la reina, los hijos; todos los demás del reino no puede decirse que pertenecen a la familia real, pero pertenecen al reino, están obligados a la ley, a la sujeción, y a los rebeldes se les mete a la cárcel. Por lo tanto, a pesar de que todos le pertenecen, pero en cuántos diversos modos. Sólo quien vive en nuestro Querer Divino vive en medio a Nosotros; nuestro Fiat Divino nos la trae en su regazo de luz a lo íntimo de nuestro seno divino, no podemos ponerla fuera de Nosotros, para hacerlo deberíamos poner nuestro Querer Divino fuera de Nosotros, lo que no podemos hacer ni queremos hacerlo;.es más, estamos contentos de tenerla, de cuidarla como nuestro amado recuerdo de cuando nuestro amor desbordante sacó fuera la Creación, porque quería que la criatura viviera en nuestra heredad de la Divina Voluntad, y que con sus inocentes sonrisas se entretuviera con su Creador. Y si te ves pequeña, es el amor exuberante de mi Fiat, que es todo atención y celo sobre ti y no te concede un acto de tu voluntad humana, así que lo humano no tiene crecimiento y tú te sientes siempre pequeña, y esto es porque mi Querer quiere formar su Vida en tu pequeñez, y cuando crece su Vida Divina, la vida humana no tiene razón de crecer; por eso te debes contentar con quedar siempre pequeña”.
(5) Después seguía mi abandono en el Santo Querer, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, quien vive en mi Fiat Divino vive en Dios, por eso posee y puede dar los bienes que posee. El Ser Divino la circunda por todas partes, de modo que no ve, no oye, no toca otra cosa que Dios, en Él se hace feliz, sólo a Él comprende y conoce, todo le desaparece y sólo le queda el recuerdo de que mientras se encuentra en su Dios, es viadora aún, y como viadora debe abogar por sus hermanos, porque encontrándose en condición de dar los bienes que posee, debe dar según las disposiciones de las criaturas. No recuerdas tú, años atrás cuando te hacía ver que te ponía en mi corazón y todo te desaparecía, y tú te lo gozabas y no querías salir más, y Yo para hacerte recordar que eres viadora te sacaba a la puerta de mi corazón, si bien entre mis brazos para hacerte ver los males del genero humano a fin de que tú abogaras por ellos, y tú te disgustabas Conmigo porque no querías salir de mi corazón. Era el principio del vivir en mi Querer Divino que tú sentías en mi corazón, exento de cualquier peligro, libre de todos los males, porque Dios mismo se pone en torno a la feliz criatura para tenerla defendida de todo y de todos. En cambio para quien hace mi Voluntad Divina y no vive en Ella, se encuentra en condición de poder recibir pero no de dar, y como vive fuera de Dios, no en Dios, ve la tierra, siente las pasiones que la ponen en peligro continuo y le dan una fiebre intermitente, por la que ahora se sienten sanos, ahora enfermos, ahora quieren hacer el bien, y ahora se cansan, se aburren, se fastidian, y dejan el bien. Son propiamente como aquellos que no tienen una casa dónde estar al seguro, sino que viven en medio de la calle, expuestos al frío, a la lluvia, al sol ardiente, a los peligros, y viven de limosna. Justa pena de quien podía vivir en Dios, y en cambio se contenta con vivir fuera de Dios”.

+ + + +

27-29
Enero 16, 1930

Cómo en la Creación, Redención y reino de la Divina Voluntad, la parte obrante es de la Divina Voluntad, y las tres Divinas Personas son concurrentes.
La Creación quiere narrar la historia de la Divina Voluntad. Quien vive en Ella recibe todo, puede dar todo, y toma parte en todas las cualidades divinas.

(1) Estaba siguiendo al Fiat Divino en la obra de la Creación y, ¡oh! cómo me parecía bella, pura, majestuosa, ordenada, digna de Aquél que la había creado; me parecía que cada cosa creada tenía que decirme su pequeña historia que encerraba de aquel Fiat que le había dado la vida, y que sacándolas a la luz del día, debían narrar para hacer conocer lo que sabían de la Divina Voluntad, y unidas juntas debían narrar la larga historia de aquel Fiat que no sólo las había creado, sino que conservándolas les daba el trabajo de narrar su larga historia, dando a cada cosa creada una lección para narrar a las criaturas, para hacer conocer aquella Divina Voluntad que las había creado. Pero mientras mi pobre mente se perdía en mirar la Creación, y quería escuchar las tantas bellas lecciones que quería darme cada cosa creada sobre el Fiat Divino, mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Eterno Querer, quiero hacerte saber que la obra de la Creación, de la Redención y la del reino de nuestro Querer, es todo obra de nuestro Fiat Supremo. Él tomó la parte obrante y las Tres Divinas Personas tomaron la parte concurrente, pero fue a nuestro Fiat Divino al que le dimos el trabajo de crear la Creación, de formar la Redención y de restablecer el reino de nuestra Divina Voluntad. Porque en las obras que salen de dentro de la Divinidad es siempre nuestro Querer Divino el que toma la parte activa, si bien todo nuestro Ser Divino concurre junto, porque Él tiene virtud y oficio dirigente y obrante de todas las cosas nuestras. Así como tú tienes las manos para obrar y los pies para caminar, y si quieres obrar no te sirves de los pies sino de las manos, si bien todo tu ser es concurrente a la obra que quieres hacer, así es de nuestro Ser Divino, no hay parte de Nosotros que no concurra, pero nuestra Voluntad Divina toma la parte dirigente y obrante. Mucho más que Ella tiene su sede en la Divinidad, su Vida corre en nuestro seno divino, es Vida nuestra, y mientras sale de nuestro seno divino, más bien sale y queda, lleva fuera de Nosotros la virtud creadora de lo que quiere hacer, dirigir y conservar. Ahora, como tú ves todo es obra de nuestro Fiat Divino, y por eso todas las cosas creadas están como tantos hijos que quieren decir la historia de su Mamá, porque sintiendo su Vida en ellas, y conociendo el origen de donde vienen, sienten la necesidad de decir cada una de ellas quién es su Mamá, cuán buena es, cómo es bella y cómo ellas son felices y bellas porque han sido dadas a luz por una Madre como Ella. ¡Oh! si las criaturas poseyeran como vida a mi Divina Voluntad, conocerían tantas bellas cosas de Ella, y conocerla y no hablar de Ella les resultaría imposible, así que no harían otra cosa que hablar de Ella, amarla, y exponer su vida para no perderla”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, nuestra Divina Voluntad es todo, y estando por todas partes, el alma que vive inmersa en Ella no hace otra cosa que tomar continuamente de Dios, y Dios está en acto continuo de verterse dentro de ella, pero tanto, que no sólo la llena, sino que no pudiendo contener todo dentro, forma mares en torno a ella, porque nuestro Querer Divino no estaría contento si al alma que vive en Él no pudiese hacerle parte de todas las partículas de nuestras divinas cualidades, por cuanto a criatura es posible, de modo que el alma debe poder decir: ‘Todo me das, y todo te doy, en tu Querer Divino puedo darte todo Tú mismo’. He aquí por qué quien vive en nuestro Fiat es nuestra inseparable, su pequeñez nos la sentimos correr en nuestra potencia y se llena de potencia nuestra hasta no poder más, y honra nuestra potencia porque la pone en condiciones de comunicarse a la criatura. Nos la sentimos correr en nuestra belleza, y se llena de belleza; en nuestro amor, y se llena de nuestro amor; en nuestra santidad y queda llena de ella. Pero mientras queda llena, nos honra, porque nos pone en condición de embellecerla con nuestra belleza divina, de llenarla con nuestro amor, de sellar nuestra santidad, en modo de poner en actitud todas nuestras cualidades divinas, en una palabra, nos pone en condición de obrar y darnos qué hacer para comunicarnos a ella, porque no nos conviene tenerla en nuestra Divina Voluntad disímil de Nosotros; será pequeña, no puede encerrar todo nuestro Ser Divino, pero participarle todas nuestras cualidades divinas por cuanto a criatura es posible, en modo que nada le debe faltar, esto es posible, por eso nada queremos negarle, y además, lo negaríamos a nuestra Divina Voluntad, y sería lo mismo que negárnoslo a Nosotros mismos, lo que Nosotros mismos queremos hacer. Por eso sé

atenta hija mía, en nuestro Fiat encontrarás la verdadera finalidad para la que fuiste creada, tu origen, tu nobleza divina, encontrarás todo, recibirás todo, y todo nos darás”.

+ + + +

27-30
Enero 20, 1930

Cómo es bello el vivir en el Querer Divino. El alma pone a Dios en condición de repetir sus obras. Cómo el Fiat Divino hace de actor y espectador.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad, y habiendo llegado al momento cuando fue creada la Reina del Cielo, donde la Divinidad se quitaba la vestidura de justicia, y como vistiéndose para fiesta renovaba el acto solemne del principio de la Creación, llamando a vida a la noble criatura, que con vivir en el Querer Divino, –finalidad única por la cual Dios había creado al hombre, que no debía salir de la casa de su Padre, porque sólo nuestro querer humano nos pone fuera de Dios, de su habitación, fuera de sus bienes, de su Santidad, de su luz– Dios al crear a la Virgen Santa retomaba la fiesta de la Creación, sus dulces sonrisas, sus santos coloquios con la criatura, y desbordó tanto en amor, que rápido la hizo Reina de todo el universo, ordenando a todo y a todos que como a tal la honrasen, y postrados a sus venerables pies la reconocieran y alabaran como Reina. Entonces yo, según mi costumbre, alababa a mi Madre Reina, saludándola a nombre de todos Reina del Cielo y de la tierra, Reina de los corazones, y celestial Emperatriz que impera sobre todo y hasta en su Creador. ¡Ah! le decía, con tu imperio universal impera sobre todos, a fin de que la voluntad humana ceda los derechos a la Divina Voluntad; impera sobre nuestro Dios, a fin de que el Fiat Divino descienda en los corazones y reine como en el Cielo así en la tierra.
(2) Mientras esto hacía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y se unía conmigo a ensalzar a la Mamá Celestial como Reina, y estrechándome a Sí me ha dicho:
(3) “Hija mía, cómo es bello el vivir en mi Querer Divino; todo lo que ha sido hecho por Dios, lo tiene como presente, y la criatura encuentra todo lo que ha hecho su Creador, y toma parte en sus obras, y puede tributarle los honores, el amor, la gloria de aquel acto a su Creador. Se puede decir que quien vive en nuestro Fiat Divino nos pone en condición de renovar nuestras obras más bellas, y ella se hace renovadora de nuestras fiestas. La creación de la Virgen dice claramente qué significa y qué puede hacer nuestro Querer Divino; en cuanto se posesionó de su virginal corazón, no esperamos ni siquiera un minuto, sino que en el instante la hicimos Reina; era a nuestra Voluntad a la que coronábamos en Ella, porque no era conveniente que una criatura que poseyese nuestro Querer, no tuviese la corona de reina y el cetro de mando. Nuestra Divina Voluntad no quiere escatimar nada, todo quiere dar a quien le hace formar su reino en su alma. Tú debes saber que así como tú, en mi Fiat encuentras presente la creación de la Soberana Señora y la alabas como Reina, así Ella te encontraba a ti presente, en el mismo Fiat Divino y oía tus alabanzas. La Mamá no quiere ser menos que la hija, y desde entonces te ensalzaba a ti para honrar a aquel Querer Divino que debía poseerte, y para corresponderte por tus alabanzas, cuántas veces llama al cielo, al sol, a los ángeles, y a todo a alabar a su pequeña hija que quiere vivir en aquel Fiat que formó toda su gloria, su grandeza, belleza y felicidad”.
(4) Después seguía mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, cuando mi Querer Divino reina en el alma, Él toma la parte obrante y dirigente, no hay cosa que ella haga, en que mi Querer Divino no ponga su acto primero para llamar a su acto divino sobre el acto de la criatura; así que si piensa, ahí forma su primer pensamiento y llama toda la santidad, la belleza, el orden de la inteligencia divina, y como la criatura no es capaz, ni tiene vacío suficiente para recibir nuestra inteligencia, mi

Fiat, cada vez que hace su acto primero en la inteligencia de la criatura, con su potencia va ensanchando la capacidad de ella para encerrar nueva inteligencia divina en la mente de la criatura. Por eso se puede decir que mi Querer, donde reina, es el primero en respirar, el primero en latir, el primer acto de la circulación de la sangre, para formar en la criatura su respiración divina, su latido de luz, y en la circulación de la sangre la total transformación de su Querer Divino en el alma y en el cuerpo. Y mientras esto hace, da virtud y vuelve capaz a la criatura para poder respirar con el respiro divino, palpitar con su latido de luz, y sentirse circular en todo su ser, más que sangre, toda su Vida Divina. Por eso donde reina mi Querer es el actor continuado, que jamás cesa de obrar, y haciéndose espectador goza sus escenas divinas que Él mismo desarrolla en la criatura, y ella presta su ser como materia en sus manos, para hacerle desarrollar las escenas más bellas y deleitables, que mi Fiat quiere hacer en el alma donde mi Querer Divino domina y reina”.


+ + + +

27-31
Enero 26, 1930

Cada palabra dicha por Jesús sobre su Fiat, es como un hijo que sale de su seno, y tiene la fuerza comunicativa de comunicarse a toda la Creación. Imperio de la oración hecha en la Divina Voluntad.

(1) Mi vuelo continúa en el Fiat Divino, y yo comprendo más cómo cielo y tierra están llenos de Él, no hay cosa creada que no sea portadora de una Voluntad tan Santa. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas, por fuerza de mi Divina Voluntad en la cual ellas viven, advierten cuando mi Querer Divino quiere manifestar una verdad que le pertenece, un conocimiento suyo, o bien que quiere hacer una obra suya; siendo una la Voluntad que domina toda la Creación, sienten en ellas la virtud comunicativa, creadora y conservadora que quiere obrar y darse a conocer, por eso sienten como si otra hermana se agregara en medio a ellas y festejan a la recién llegada; así que cada palabra que te he dicho sobre mi Querer Divino ha sido un Fiat pronunciado por Nosotros, el cual ha salido como un hijo del seno de nuestro Querer. Este Fiat es el mismo Fiat de la Creación, que formando su eco hace sentir su fuerza vital donde reside nuestra Voluntad. Cuando nuestro Fiat quiere obrar, quiere pronunciarse con hacerse conocer y manifestar otras verdades suyas, sucede como a una familia cuando ven que su madre está por dar a luz otros hijos, toda la familia festeja, porque la familia se hace más numerosa, y cada vez que se acrecienta otro hermanito o hermanita hacen fiesta, y gozan del recién llegado en medio a ellos. Tal es la Creación, habiendo salido del seno de mi Divina Voluntad, todas mis obras forman una familia, y están de tal manera ligadas entre ellas, que parece que no pueden vivir la una sin la otra, mi Voluntad las tiene de tal manera unidas, que las vuelve inseparables, porque todas sienten que una es la Voluntad que las domina. Ahora, oyendo un decir tan prolongado de mi Fiat, los tantos conocimientos que te va manifestando, sienten que se acrecienta el número de la divina generación de mi Fiat en medio a ellos, entonces la familia de la Creación se siente engrandecer y festeja el preludio del reino de mi Querer Divino. Por eso cuando te hablo de mi Fiat, y Él se pronuncia con manifestarse, los cielos reverentes se abajan para recibir el nuevo parto y su hijo en medio a ellos, para tributarle los honores y festejar al recién llegado. Hija mía, mi Voluntad Divina cuando quiere pronunciarse, se extiende dondequiera y hace oír su eco y su fuerza creadora en todas las cosas donde Ella reina”.
(3) Después de esto seguía rezando para que el bendito Jesús se apresurara en hacer venir el tan suspirado reino de la Divina Voluntad sobre la tierra, y mi amado Jesús, como

herido por tal petición, que Él mismo tanto suspira de ver el triunfo del Querer Divino sobre la tierra, me ha dicho:
(4) “Hija mía, las oraciones hechas en mi Querer Divino para obtener el advenimiento de su reino sobre la tierra, tienen un gran imperio sobre Dios. Dios mismo no puede desentenderse ni puede no escucharla favorablemente, porque la criatura rogando en mi Fiat Divino, sentimos la fuerza de nuestro Querer, que con su imperio ruega, con su inmensidad se extiende dondequiera, y abrazando la fuerza universal, la oración se extiende por todas partes, de modo que nos sentimos cercados por todos lados, sentimos nuestra misma Voluntad en Nosotros que ruega, y de oración se cambia en orden y dice: ‘Quiero’. E imperando sobre nuestro Ser Divino con su dulce imperio, decimos: ‘Queremos’. Por eso las oraciones hechas en nuestro Fiat Divino se pueden llamar decisiones, órdenes, que llevan el reescrito firmado de lo que se quiere, y si no se ve al instante lo que se quiere, es porque estamos disponiendo las causas secundarias para sacar de Nosotros lo que hemos decidido dar. Por eso no hay que dudar, porque tarde o temprano verá descender del cielo lo que con decisión le ha sido concedido. Por eso continúa las oraciones en nuestro Fiat, oraciones que mueven Cielos y tierra, y hasta al mismo Dios, si amas ver mi reino sobre la tierra, y Yo rogaré junto contigo para obtener el intento. Mucho más que el único fin de la Creación fue propiamente esto: Que nuestro Querer Divino debía reinar como en el Cielo así en la tierra”.

+ + + +

27-32
Enero 30, 1930

Así como se desarrolló la Redención, así se desarrollará el reino de la Divina Voluntad. Analogía entre una y otra.
Sobresalto de alegría y de dolor de Jesús.

(1) Estaba pensando en cómo podía venir el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra, en qué modo se podrá desarrollar, y quiénes serán los primeros afortunados que tendrán un bien tan grande. Y mi dulce Jesús haciéndose ver me ha estrechado a Sí, y dándome tres besos me ha dicho:
(2) “Hija mía, del mismo modo como se desarrolló el reino de la Redención, así se desarrollará el reino de mi Voluntad. Se puede decir que la Redención va haciendo el giro por todo el mundo, giro que aún no ha cumplido del todo, porque no todos los pueblos conocen mi venida a la tierra, y por eso están privados de sus bienes; Ella va preparando y disponiendo los pueblos al gran reino de mi Divina Voluntad.
(3) Ahora, así como mi Redención tuvo su principio no en todo el mundo, sino en el centro de la Judea, porque en esta nación estaba el pequeño núcleo de aquellos que me esperaban, estaba Aquélla que me había escogido por Madre, estaba san José que debía ser mi padre putativo, en esta nación me había manifestado a los profetas haciéndoles conocer que vendría a la tierra. Era justo que donde se conocía fueran los primeros en tenerme en medio a ellos, y si bien fueron ingratos y muchos no me quisieron conocer, pero, ¿quién puede negar que mi Mamá Celestial, los apóstoles, los discípulos, fueron de la nación hebrea y que fueron ellos los primeros anunciadores que expusieron su vida para hacer conocer a las otras naciones mi venida a la tierra y los bienes que hay en mi Redención? Así será del reino de mi Fiat Divino; los países, las provincias, el reino, que hayan sido los primeros en conocer los conocimientos de mi Divina Voluntad y su expresa Voluntad de querer venir a reinar en medio a las criaturas, serán los primeros en recibir los bienes que traerá su reino; y después, haciéndose camino con sus conocimientos hará su giro en medio de las generaciones humanas. Hija mía, hay mucha analogía del modo como se desarrolló la Redención y el cómo se desarrollará el reino de mi Divina Voluntad.

Mira, en mi Redención escogí una Virgen, aparentemente no tenía ninguna importancia según el mundo, ni de riqueza, ni de altura de dignidad o de puestos que la señalaran, la misma ciudad de Nazaret no era importante, una pequeña casita era toda su habitación, pero a pesar de que la escogí de Nazaret, quise que perteneciera a la ciudad capital de Jerusalén, en la cual estaba el cuerpo de los pontífices y sacerdotes que entonces me representaban y anunciaban mis leyes. Para el reino de mi Divina Voluntad he escogido otra virgen, que aparentemente no tiene ninguna importancia, ni de grandes riquezas, ni de altura de dignidades, la misma ciudad de Corato no es ciudad importante, pero pertenece a Roma, donde reside mi representante en la tierra, el romano Pontífice, del cual parten mis leyes divinas, el cual, así como se hace un deber el hacer conocer a los pueblos mi Redención, así se hará un deber el hacer conocer el reino de mi Divina Voluntad. Se puede decir que la una y el otro irán a la par en el modo y en el cómo, cómo se debe desarrollar el reino de mi Fiat Supremo”.
(4) Después de esto seguía mi giro en el Querer Divino, y habiendo llegado al Edén rogaba a Jesús que pronto restableciera la finalidad de la creación del hombre como salió de sus manos creadoras; pero mientras esto hacía, mi amado Jesús, haciéndose oír en mi interior, me hacía sentir que su corazón divino se estremecía fuertemente, y todo ternura me ha dicho:
(5) “Hija mía, cada vez que se menciona el Edén, mi corazón se sobresalta de alegría y de dolor al recordar el modo, el cómo fue creado el hombre, su estado feliz, su belleza raptora, su soberanía, nuestras y sus alegrías inocentes con las que nos deleitábamos juntos, cómo era bello nuestro hijo, parto digno de nuestras manos creadoras; ahora, al recordar esto, es tan dulce y agradable a mi corazón, que no puedo hacer menos de estremecerme de alegría y de amor; pero después, al verlo cambiado en su suerte y descendido de su felicidad en los males de su voluntad humana, porque nuestra Divina Voluntad era el preservativo a todos sus males y la conservadora del como salió de nuestras manos creadoras, que poniéndolo en competencia con su Creador lo ponía en condiciones de poder dar su amor, sus alegrías inocentes a Aquél que lo había creado. Entonces, al verlo infeliz, mi sobresalto de alegría súbito viene seguido de un sobresalto de fuerte dolor. Y si tú supieras cómo me es agradable tu regresar a este Edén para ponerme delante lo que de bello, de santo, de grande se hizo en la creación del hombre, me das el contento, la alegría de hacerme repetir mi sobresalto de alegría, y de poner un calmante a mi sobresalto de dolor, que si no hubiera sido seguido por la esperanza cierta de que mi hijo, en virtud de mi Fiat debe regresarme feliz, dándome sus alegrías inocentes como fue establecido por Nosotros al crearlo, mi sobresalto de dolor no tendría tregua, y daría gritos tan fuertes que haría llorar a los mismos Cielos. Por eso al oír tu continuo estribillo: ‘Quiero el reino de tu Querer Divino’, mi corazón divino se siente detenido el estremecimiento de dolor, y estremeciéndome de alegría digo: ‘La pequeña hija de mi Querer quiere y pide mi reino’. Pero, ¿por qué lo quiere? Porque lo conoce, lo ama y lo posee, por eso ruega que lo posean las otras criaturas. Porque siendo mi Divina Voluntad principio de vida de la creación del hombre, Ella sola le da la capacidad de poder recibir todo de su Creador, y de poderle dar todo lo que quiere, que Él quiere. Mi Fiat tiene virtud de cambiar las condiciones del hombre, su fortuna, con Él todo le sonríe, todos lo aman, todos lo quieren servir, y se tienen por afortunados de servir a mi Querer Divino en él, esto es, en la criatura donde reina mi Divina Voluntad”.

+ + + +

27-33
Febrero 6, 1930

Efectos de vivir en el Querer Divino y en el querer humano. Cómo el modo de obrar en el alma simboliza la Creación. Cómo primero hace las cosas pequeñas y después las grandes.

(1) Continúo mi abandono en el Querer Divino, mi pobre mente está siempre llena con lo que respecta a un Querer tan Santo, es más, me parece que mis pensamientos se arrojan en su mar de luz, y después salen como tantos mensajeros, que llevan tantas bellas noticias de dentro de aquel mar donde han estado, y quién quiere decir una cosa, y quién otra de aquel Fiat, del cual se glorían de conocerlo y de recibir de Él la vida. Yo me deleito en escucharlos, y muchas veces no sé decir con palabras las tantas bellas noticias que mis pensamientos me traen del mar de luz del Querer Divino, y siento la necesidad de que Jesús me guíe, que me sugiera las palabras, de otra manera no sabría decir nada. Después, mientras me encontraba en el mar del Fiat Divino, mi dulce Jesús, haciéndose ver en acto de ayudarme a cambiar en palabras lo que mi mente pensaba, me ha dicho:
(2) “Hija mía, los efectos del vivir en mi Querer Divino son admirables. Mi Fiat tiene a la criatura siempre dirigida hacia el Cielo y la hace crecer no de tierra, sino de Cielo, y como mi Voluntad es una con la misma Voluntad que obra en la criatura, esta mi misma Voluntad pone al alma en orden a su Creador y le va manifestando quién es Aquél que la ha creado, cuánto la ama, y cómo quiere ser amado, y poniéndola de frente a los reflejos divinos, hace deleitar a su Creador a vía de reflejos, para que haga crecer y pintar su imagen en aquélla que posee y hace una su voluntad con la de Aquél que la ha creado. Y como mi Fiat la tiene siempre vuelta hacia el Cielo, no tiene tiempo de mirar la tierra, porque está absorbida por el Ente Supremo, y aunque la mirase, todas las cosas se convierten en Cielo, porque donde Ella reina tiene virtud de cambiar naturaleza a las cosas. Por eso para la criatura que vive en mi Querer Divino, todo es Cielo, crece para el Cielo, porque el Cielo de mi Divina Voluntad reina en su alma. En cambio quien vive de voluntad humana está siempre vuelta hacia sí misma, y con el mirarse a sí misma, el querer humano le va descubriendo lo que es humano, y la pone a los reflejos de lo que existe en el bajo mundo, de modo que se puede decir que vive de tierra y crece sin la semejanza de Aquél que la ha creado. Hay tal diferencia entre una y otra, que si las criaturas la pudiesen ver, todos amarían y suspirarían vivir en mi Fiat, y aborrecerían el vivir de voluntad humana y lo tendrían como la más grande desventura, que les hace perder la finalidad y el origen por el cual fueron creadas. Sucedería como a un rey que depone su corona, sus vestidos reales, desciende de su morada real y viste con harapos sucios, se alimenta de alimentos inmundos y vive en un establo junto con las bestias de sus pasiones. ¿No sería para llorar la suerte de aquél? Tal es quien se hace dominar por su voluntad humana”.
(3) Después de esto seguía pensando a las tantas cosas que mi amado Jesús ha obrado en la pobre y pequeña alma mía, a sus tantos modos amorosos, que el querer decirlos todos me sería imposible. ¿Quién puede decir lo que pensaba, y la causa por la que mi pequeña inteligencia estaba como llena de lo que me había sucedido en mi existencia? Pero mientras me encontraba en poder de tantos pensamientos, mi sumo y único bien Jesús, estrechándome toda a Él, con ternura indecible me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi modo de obrar en tu alma simboliza toda la Creación. Obra grande fue la Creación, pero como nuestras obras son ordenadas, nos contentamos primero con crear las cosas pequeñas, el cielo, las estrellas, el sol, el mar, las plantas y todo lo demás, esto es, pequeñas en comparación de la creación del hombre, que todo debía superar y tener la supremacía sobre todo; y cuando las cosas deben servir a aquél que las debe dominar y ser el rey de ellas, por cuanto fuesen o parecieran grandes, son siempre pequeñas en comparación de aquél a quien deben servir. Entonces, después de que el universo fue creado y todas las cosas estaban en su puesto de orden, esperando a aquél, a quien como

un ejército ordenado, debían alinearse en torno a él para servirlo y obedecer sus órdenes, creamos al hombre. Todas las cosas creadas y su mismo Creador se volcaron sobre de él para cantarle nuestros eternos amores y decirle: ‘Todos tenemos la marca de nuestro Creador y la ponemos sobre de ti, que eres su imagen’. Cielos y tierra hicieron fiesta completa, y nuestra misma Divinidad festejó con tanto amor la creación del hombre, que al sólo recordarlo rebosa tan fuerte nuestro amor, que desbordando forma mares inmensos en torno a Nosotros.
(5) Ahora, el reino de mi Divina Voluntad es más grande que la obra de la Creación, y por eso se puede decir que es la llamada a nuestro Ser Divino a obrar más que en la misma Creación. Por eso todo lo que hice al principio en tu alma simboliza la Creación, te quise toda para Mí y toda mía para estar libre de hacer lo que Yo quisiera; quise el vacío de todo en tu alma para poder extender mi cielo; el tanto hablar sobre las virtudes que te decía eran estrellas, que practicadas por ti, en el modo querido por Mí, me servía de ellas para adornar el cielo que había extendido en ti. Así que quería reparar en ti y rehacerme de todo lo que de mal e indigno había hecho la familia humana; para llamar al sol de mi Fiat Divino era necesario preparar con decoro a aquélla que debía recibir, por primera, la Vida de mi Divina Voluntad. He aquí el por qué hacía correr los mares de gracia, las más bellas florituras, casi como en la creación del hombre, en el cual debía reinar mi Fiat Divino; así en ti, todo lo que Yo hacía se ponía a la expectativa para cortejar como un ejército divino el sol de mi Eterno Querer. Y como en la Creación abundamos tanto en el crear tantas cosas que debían servir al hombre, porque este hombre debía hacer reinar en él a mi Divina Voluntad, así en ti, todo ha sido hecho para que Ella encontrase su puesto de honor y de gloria. Por eso era necesario que primero debía prepararte con tantas gracias y enseñanzas, como cosas pequeñas en comparación del gran sol de mi Querer Divino, que con tantas manifestaciones suyas, mientras se hacía conocer formaba su Vida para reinar y formar su primer reino en la criatura. Así que no te maravilles, es el orden de nuestra sabiduría y providencia, que primero hace las cosas pequeñas y después las grandes, por cortejo y por decoro de las cosas grandes. ¿Qué cosa no merece mi Fiat Divino? ¿Qué no se le debe? ¿Y qué cosa no ha sido hecha por Él? Por eso cuando se trata de Ella o de hacerla conocer, Cielos y tierra se postran reverentes y todos adoran en mudo silencio un solo acto de mi Divina Voluntad”.

+ + + +

27-34
Febrero 11, 1930

El hombre fue creado para vivir familiarmente con Dios y en su casa; pero habiéndose sustraído de su Voluntad, por bondad de Dios le fue dada la justificación.

(1) Mi pobre mente sufre el dulce encanto del refulgente sol del eterno Fiat, y ¡oh! cuántas bellas escenas conmovedoras desarrolla en mí, que si yo las pudiese decir como las veo, todos sufrirían el dulce encanto y en coro dirían: “Queremos hacer la Divina Voluntad”. Pero ¡ay de mí! Soy siempre la pequeña ignorante, y apenas balbuceando sé decir alguna cosa. Pero al comprender el gran bien de este Querer Divino y el cómo nadamos en sus olas altísimas de luz, de belleza indecible, de santidad inalcanzable, pensaba entre mí: “¿Cómo es posible que no se conozca un bien tan grande? Y mientras nadamos dentro ignoramos el gran bien que nos circunda, que nos inviste por dentro y por fuera, que nos da la vida, y sólo porque lo ignoramos no gozamos los admirables efectos de todos los grandes bienes que contiene un Querer tan Santo ¡Ah! devélate, oh Fiat Omnipotente, y la faz de la tierra se cambiará”. Y además pensaba: “¿Por qué Nuestro Señor bendito no se ha complacido en manifestar, desde el principio de la Creación, las

tantas cosas admirables que quiere hacer y dar a las criaturas esta Santísima Voluntad?” Y mientras mi mente se perdía como raptada en el dulce encanto del Querer Divino, mi amor, mi vida Jesús, el celestial maestro que cautiva con su bello hablar sobre su mismo Querer, haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, la criatura no puede vivir, ni el alma ni el cuerpo, sin mi Divina Voluntad, y como es su primer acto de vida, por eso se encuentra en las condiciones o de recibir su acto de vida continua de Ella, o de no poder tener existencia; y como el hombre fue creado para vivir en la opulencia de los bienes de esta Divina Voluntad, su preciada herencia, por eso él debía vivir de Nosotros y en nuestra casa, como un hijo que vive con su padre, de otra manera, ¿cómo podía ser nuestro entretenimiento, nuestra alegría y felicidad, si no debía vivir cerca, junto con Nosotros en nuestra Divina Voluntad? Un hijo lejano no puede formar la alegría de su padre, su sonrisa, su diversión, su familiar conversación; de lejos no se puede jugar juntos, ni sonreír de felicidad, es más, la sola lejanía rompe el amor y lleva la amargura de no poder gozar de aquél a quien se ama. Mira entonces, el hombre fue creado para vivir a lo familiar con Nosotros, en nuestra casa, en nuestra misma Voluntad, para asegurarnos nuestras y sus alegrías y felicidad perenne. Pero el hombre, nuestro hijo, mientras era feliz en la casa de su Padre se rebeló y salió de su casa paterna, y con hacer su voluntad perdió la sonrisa de su Padre, sus alegrías puras, y como no podía vivir sin el concurso de nuestra Divina Voluntad, la hicimos de Padre y le dimos la legitimación de nuestra Divina Voluntad, no más como vida que lo llevaba en su regazo para volverlo feliz y santo, sino como concurrente para conservarlo con vida; no para hacerlo feliz como antes, sino para darle las cosas de estrecha necesidad y según se hubiese comportado; sin mi Voluntad Divina no puede haber vida. He aquí el por qué de mi Fiat Divino se conoce tan poco, porque las criaturas sólo conocen de Ella su legitimación, y muchas veces esta legitimación ni siquiera es del todo reconocida, porque quien vive de legitimación no vive en la casa de su Padre, está lejano de Él, y muchas veces se encuentra en las condiciones de estropear con actos indignos la misma legitimación recibida. Por eso no te maravilles si poco se conoce de mi Divina Voluntad, si no se vive en Ella, si no se está en continuo contacto de recibir su Vida que hace feliz, que santifica, y que estándole cerca abre sus secretos y hace conocer quién es, qué puede darle, y cómo suspira por tener en su regazo a la criatura para formar en ella su Vida Divina. Mucho más que el hombre con hacer su voluntad se puso en condición de siervo, no de heredero, y el siervo no tiene derecho a la herencia de su amo, sino a la mísera paga para vivir con penurias la vida. Por eso hija mía, se puede decir que contigo he abierto las puertas para hacerte entrar a vivir en nuestra casa, en nuestra Divina Voluntad, y teniéndote con Nosotros te hemos manifestado tanto de nuestro Querer Divino, no como legitimada, sino como nuestra afortunada heredera”.
(3) Después de esto ha agregado: “Hija mía, mucho más que aquél poco que se ha escrito en toda la historia del mundo acerca de mi Divina Voluntad, habiendo conocido de Ella sólo la legitimación, han escrito de Ella lo que han conocido de mi Fiat después de la culpa, en qué relaciones está con las criaturas a pesar de que la ofenden y no viven en nuestra casa. En cambio, qué relaciones había entre mi Fiat y Adán inocente antes de pecar, nada han escrito; y, ¿cómo podían escribir si ninguno ha vivido en mi Divina Voluntad como en su casa? ¿Cómo podían conocer sus secretos y el gran prodigio que puede hacer la Vida obrante de un Querer Divino en la criatura? Por eso podían y pueden decir de mi Fiat Divino que dispone todo, que ordena, que concurre, pero decir de mi Querer Divino cómo obra en Sí mismo, en su casa, la potencia de su inmensidad que en un instante hace todo, envuelve todo, como en Sí mismo así en la criatura, esta es ciencia que hasta ahora la criatura ignoraba; no podía ser escrita sino después de las manifestaciones de mi Fiat Divino, y a quien llamaba a vivir en nuestra casa como hija nuestra, cercana dentro de mi Querer, no lejana, que pudiéndonos entretener con ella la poníamos al tanto de nuestros secretos más íntimos. Y si hubiéramos querido manifestar lo que respecta a nuestra Voluntad con relación a la criatura y no viviese en Ella, no nos habría entendido, habría sido para ella como un dialecto extraño e ininteligible”.


+ + + +

27-35
Febrero 17, 1930

La Divina Voluntad es el latido, la criatura el corazón; la Divina Voluntad es el respiro, la criatura el cuerpo.
Inseparabilidad de la una y de la otra.

(1) El Querer Divino continúa ocupando mi pequeña inteligencia, y yo sumergiéndome en Él siento su fuerza vivificadora, que dentro y fuera me circunda, y mi dulce Jesús que parece que se esconde dentro de las olas altísimas de luz de su Querer Divino, frecuentemente se mueve en estas olas de luz, y haciéndose ver, con ternura indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divina Voluntad es latido sin corazón, la criatura es corazón, Ella es el latido. Mira que unión inseparable hay entre mi Fiat y la criatura: el corazón es nada, no tiene ningún valor sin el latido, con el latido se constituye vida de la criatura, pero el latido no puede palpitar sin el corazón. Tal es mi Divina Voluntad, si no tiene la nada del corazón de la criatura, no tiene donde formar su latido de vida para desarrollar y formar su Vida Divina. Entonces mira, mi Divina Voluntad no teniendo corazón, lo ha creado en la criatura para tener su corazón dónde poder formar su latido. Además de esto mi Divina Voluntad es respiro sin cuerpo, la criatura es el cuerpo, Ella es el respiro; el cuerpo sin el respiro está muerto, así que quien forma el respiro de la criatura es mi Divina Voluntad, por eso se puede decir: ‘El cuerpo de Ella es el de la criatura, y el respiro de ella es el de mi Querer Divino’. Mira qué gran unión hay entre una y la otra, unión que no puede separarse, porque si cesa el respiro cesa la vida. Por eso mi Divina Voluntad es todo para la criatura: es palabra sin boca, es luz sin ojo, es oído sin orejas, es obra sin manos, es paso sin pies, y por eso el alma que vive en mi Querer Divino le sirve de boca, de ojo, de orejas, de manos y de pies. Ella se restringe para encerrase en la criatura, mientras permanece inmensa, y victoriosa forma en ella su reino, sirviéndose de ella como si fuese su cuerpo, donde late, respira, habla, obra y camina. Por eso el dolor de mi Fiat Divino es incomprensible porque las criaturas no se prestan para hacerlo desarrollar todas sus operaciones en ellas, para hacerlo reinar, y lo obligan al silencio y a la inactividad, y con paciencia divina e indecible espera a quien debe vivir en su Querer para reemprender su hablar y su obrar divino, para formar su reino en medio a las criaturas. Por eso sé atenta hija mía, escucha el hablar de mi Fiat Divino, dale la vida en todos tus actos, y verás los portentos inesperados que mi Divina Voluntad hará en ti”.
Sea todo para gloria de Dios y para cumplimiento de su Santísima Voluntad.

Deo Gratias


1
I. M. I.


Fiat!!!
¡In Voluntate Dei!.
Deo Gratias.

28-1
Febrero 22, 1930

Quien vive en la Divina Voluntad queda circundado por la Inmutabilidad divina. Muerte del bien; sacrificio de la vida para hacerlo resurgir.

(1) Estoy siempre en poder del Fiat Divino que sabe conquistar dulce y fuertemente; con su dulzura me atrae en modo irresistible, con su fuerza me vence, de modo que puede hacer de mí lo que quiere. ¡Oh! Querer Santo, ya que Tú me conquistas, haz que con tu misma fuerza y dulzura te venza a Ti, y cediendo a mis súplicas continuas ven a reinar sobre la tierra, forma tu dulce encanto al querer humano, y todo llegue a ser Voluntad Divina sobre la tierra.
(2) Mientras estaba pensando acerca del Querer Divino, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior y haciéndose ver me ha dicho:
(3) “Hija mía, si tú supieras qué significa darse en poder de mi Divina Voluntad. El alma queda circundada por nuestra inmutabilidad, y todo se vuelve para ella inmutable: ‘La santidad, la luz, la gracia, el amor’. Así que no siente más lo cambiante de los modos humanos, sino la estabilidad de los modos divinos, por eso quien vive en mi Querer Divino se puede llamar cielo que está siempre fijo y estable en su puesto de honor con todas sus estrellas, y si gira, como es todo el conjunto de la Creación que gira, por eso no cambia de puesto, ni varía, sino que queda siempre inmutable el cielo con todas sus estrellas. Así es el alma que vive en mi Divina Voluntad, podrá girar, hará varias acciones, pero como girará en la fuerza motora de mi Fiat Divino y en el conjunto de mi Voluntad, será siempre cielo, e inmutable en sus bienes y en las prerrogativas con las que la ha dotado mi Suprema Voluntad. En cambio quien vive fuera de mi Fiat Divino, sin su fuerza motriz, se puede llamar como aquellas estrellas errantes que se precipitan en el espacio, como si no hubiese un puesto fijo para ellas, y son obligadas, como estrellas errantes, a correr como al precipicio, como si se hubieran extraviado de la bóveda del cielo. Así es el alma que no hace ni vive en mi Divina Voluntad, ella se cambia a cada ocasión, siente en sí tanta variedad de cambios, que siente fastidio de repetir un bien continuado, y si algún resplandor de luz hace salir de sí, es como el centelleo de las estrellas errantes, que rápidamente desaparece. Se puede decir que la señal para conocer si se vive de Voluntad Divina es ésta: ‘La inmutabilidad en el bien’; y cambiarse a cada pequeña incitación, es la señal si es que se vive del querer humano”.
(4) Después de esto seguía los actos del Fiat Divino, giraba en las obras de la Creación, en el Edén, en los lugares y personas más notables de la historia del mundo para pedir a nombre de todos el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(5) “Hija mía, el hombre con sustraerse de mi Divina Voluntad, dio muerte a los bienes que mi Querer Divino habría hecho surgir en él si no hubiese sido rechazado. En cuanto él salió, en ese instante moría el acto continuo de la Vida Divina en el hombre, moría la santidad que siempre crece, la luz que siempre surge, la belleza que jamás se detiene para siempre embellecer, el amor incansable que jamás dice basta, que siempre, siempre quiere dar, mucho más que rechazando a mi Divina Voluntad moría el orden, el aire, el alimento que debía nutrirlo continuamente. Mira entonces cuántos bienes divinos hizo morir en sí mismo el hombre al sustraerse de mi Divina Voluntad; ahora, donde ha estado la muerte del bien, se requiere el sacrificio de la vida para hacer resurgir el bien destruido. He aquí

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

por qué, justa y sabiamente, cuando he querido renovar el mundo y dar un bien a las criaturas, he pedido el sacrificio de vida, como pedí el sacrificio a Abraham, que me sacrificara a su único hijo, como en efecto lo hizo, pero impedido por Mí se detuvo, y en aquel sacrificio que le costaba a Abraham más que su propia vida, resurgía la nueva generación donde debía descender el Divino Libertador y Redentor, que debía hacer resurgir el bien muerto en la criatura. Con el andar del tiempo permití el sacrificio de Jacob, con el gran dolor de la muerte de su amado hijo José, y si bien no murió, pero para él fue como si en realidad hubiese muerto; era la nueva llamada al celestial Libertador la que resurgía en aquel sacrificio, que llamaba a hacer resurgir el bien perdido. Además de esto, Yo mismo al venir a la tierra quise morir, pero con el sacrificio de mi muerte llamaba al resurgimiento de tantas vidas y el bien que la criatura había hecho morir, y quise resucitar para confirmar la vida del bien y la resurrección a la familia humana. Qué gran delito es hacer morir el bien, tanto, que se requiere el sacrificio de otras vidas para hacerlo resurgir. Ahora, con toda mi Redención y con el sacrificio de mi muerte, no reinando mi Divina Voluntad, no todo el bien ha resurgido en la criatura, Ella está reprimida y no puede desarrollar la santidad que quiere, el bien sufre intermitencias, ahora surge, ahora muere, y mi Fiat queda con el dolor continuo de no poder hacer surgir todo el bien que quiere en la criatura. Es por esto por lo que me quedé Sacramentado en la pequeña Hostia, partí para el cielo, pero al mismo tiempo me quedé en la tierra, en medio a las criaturas, para nacer, vivir y morir, si bien místicamente, para hacer resurgir todo el bien en ellas, que el hombre rechazó con sustraerse de mi Divina Voluntad. Y a mi sacrificio quise unido el sacrificio de tu vida, para hacer resurgir su reino en medio de las generaciones humanas, y desde cada Tabernáculo estoy como espiando para hacer obra completa, Redención y Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra, contentándome con sacrificarme y morir en cada Hostia para hacer resurgir el Sol de mi Fiat Divino, la nueva era y su pleno triunfo. Yo al partir de la tierra dije: ‘Voy al cielo y quedo sobre la tierra en el Sacramento, estaré contento de esperar siglos, sé que me costará mucho, ultrajes inauditos no me faltarán, quizá más que en mi misma Pasión, pero me armaré de paciencia divina, y desde la pequeña Hostia haré obra cumplida, haré reinar mi Querer en los corazones y continuaré estando en medio de ellos para gozarme los frutos de los tantos sacrificios que he sufrido.’ Por eso, únete junto Conmigo al sacrificio por una causa tan santa, y por el justo triunfo de que mi Voluntad reine y domine”.

+ + + +

28-2
Febrero 26, 1930

Cómo es necesario desear un bien. Si no se forma el pueblo a la Divina Voluntad, no puede tener su reino. Quien vive en el
Fiat es dueño y señor, quien hace su querer es siervo.

(1) Estaba pensando en el gran interés que mi siempre amable Jesús tiene de hacer conocer su Santa Voluntad, y decía entre mí: “Ama, suspira, quiere que venga su reino, y después tarda en hacerlo surgir en medio a las criaturas; si lo quisiera, todo puede, potencia no le falta, en un momento puede arrollar cielo y tierra, ¿quién puede resistir a su potencia? Ninguno. Mucho más que en Jesús, querer y poder es lo mismo, ¿por qué entonces tarda hasta ahora?” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose y haciéndose sentir en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el suspirar, desear y querer un bien, es disponerse a recibirlo, y cuando se recibe un bien que tanto se ha suspirado, se ama, se aprecia, se custodia, se le considera bienvenido por ser el portador del bien que suspiraba. No sólo eso, sino que esto es otro exceso de nuestro amor, que hacemos suspirar el bien que queremos dar, porque queremos que la criatura ponga algo de lo suyo, al menos sus suspiros, sus oraciones, su

voluntad de querer el bien, para poderle decir: ‘Mira, te lo has merecido, porque por parte tuya has hecho lo que has podido por obtenerlo, y Nosotros, con todo el corazón te lo damos’, mientras que todo es efecto de nuestra bondad. Y es esta la causa por la que hacemos saber antes a las criaturas lo que queremos dar; se puede decir que nos ponemos en correspondencia mandando nuestras cartas de aviso, enviamos nuestros mensajeros haciéndolos decir lo que queremos dar, y todo esto para disponerlas, para hacerlas suspirar el gran don que queremos dar. ¿No hicimos lo mismo para el reino de la Redención? Fueron cuatro mil años de espera, y por cuanto más se acercaba el tiempo, más urgentes eran los avisos, más frecuentes las cartas, y todo para disponerlos. Así es para el reino de mi Divina Voluntad, tardo porque quiero que lo sepan, que rueguen, que suspiren que venga a reinar, que comprendan el gran don de Ella, y así poderles decir: ‘Lo habéis querido, os lo habéis merecido, y Ella ya viene a reinar en medio de ustedes; con conocerla, pedirla y suspirarla, habéis formado su pueblo elegido donde pueda dominar y reinar’. Sin pueblo no se puede formar un reino, y he aquí la otra causa por la que quiero que se sepa que mi Voluntad Divina quiere reinar sobre la tierra: ‘Que pidan, que la suspiren, que se dispongan para formar su pueblo donde descienda en medio a ellos y formar su morada real, su sede, su trono.’ Por eso no te debe maravillar que mientras ves tanto interés por parte mía que quiero que mi Voluntad reine, después veas que tarda, son las disposiciones de nuestra sabiduría inalcanzable que todo dispone con orden, y el retardo sirve para poner en camino sus conocimientos que harán de cartas, de telégrafos, de teléfono, de mensajeros, para formar el pueblo a mi Divina Voluntad. Por eso ruega y tu vuelo en Ella sea continuo”.
(3) Después de esto seguía mi giro en el Fiat Divino, y llegando al Edén me he detenido a pensar en el amor que se intercambiaba entre Dios y Adán inocente, cómo la Divinidad no encontrando ningún obstáculo por parte del hombre, se vertía a torrentes sobre de él, con su amor lo raptaba a Sí con dulces atractivos, haciéndole oír su voz toda suavidad que le decía: “Hijo, te amo, te amo mucho”. Y Adán, herido y raptado por el eterno amor repetía su estribillo: “Te amo, te amo”. Y lanzándose en los brazos de su Creador se estrechaba tanto, que no sabía separarse, como del único amor que conocía y que vivía sólo para amarlo. Pero mientras mi mente se perdía en este amor recíproco de Dios y la criatura, mi dulce Jesús, todo bondad me ha dicho:
(4) “Hija mía, qué dulce recuerdo es la creación del hombre. Él era feliz y Nosotros también, sentíamos el fruto de la felicidad de nuestra obra, sentíamos mucho gusto en amarlo y en ser amados. Nuestra Voluntad Divina nos lo conservaba fresco y bello, y llevándolo entre sus brazos de luz nos hacía contemplar cómo era bella la obra creada por Nosotros, nuestro amado hijo, y como hijo lo teníamos en nuestra casa, en nuestros bienes interminables, y por consecuencia, como era hijo, actuaba como dueño. Habría sido contra la naturaleza de nuestro amor no hacer dueño a quien tanto amábamos y nos amaba; en el verdadero amor no hay tuyo y mío, sino todo es en común. Y además, con hacerlo dueño nada nos venía de mal, nos alegraba, nos hacía sonreír, nos entretenía, nos daba las bellas sorpresas de nuestros mismos bienes, y además ¿cómo no debía ser dueño si poseía nuestra Voluntad Divina que señorea todo y domina todo? Para no hacerlo dueño debíamos poner en servidumbre a nuestra Voluntad, lo que no podía ser, donde Ella reina no existe servidumbre, sino todo es dominio. Por eso, hasta en tanto que el hombre vivió en nuestro Fiat Divino, no conoció servidumbre; en cuanto pecó, sustrayéndose de nuestro Querer Divino, perdió el señorío y se redujo a esclavitud. ¡Qué cambio, de hijo a siervo! Perdió el mando sobre las cosas creadas, se volvió el siervo de todos. El hombre con retirarse de nuestro Fiat Divino se sintió sacudido hasta en lo más profundo, y su misma persona la sintió vacilante, sintió qué cosa es debilidad, y se sintió siervo de pasiones que lo hacían avergonzarse de sí mismo, y llegó a perder su dominio. Así que no estaba más en su poder, como antes, la fuerza, la luz, la gracia, la paz, sino que la debía mendigar de su Creador con lágrimas y oraciones. ¿Ves entonces lo que significa vivir en mi Querer Divino? Ser dueña; quien hace su voluntad es siervo”.

(5) Y yo sorprendida por lo que Jesús decía le he dicho: “Amor mío, por cuan consolador es oírte hablar de tu Querer Divino, otro tanto es doloroso oír los males de la voluntad humana”. Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, si es necesario hablarte de mi Fiat Divino que servirá como invitación, alicientes, voces suaves, dulces y fuertes para llamar a todos a vivir en la morada regia de mi Divina Voluntad, a fin de que no sean más siervos sino dueños, así es necesario hablarte de los males de la voluntad humana, porque Yo no quitaré jamás el libre albedrío al hombre, por eso es necesario que en el reino de mi Voluntad Divina haga montar las guardias, los nobles centinelas que tengan en guardia a las criaturas, haciéndoles conocer el gran mal del querer humano, a fin de que estén muy atentos, y aborreciéndolo, amen la felicidad y el señorío que les da mi Divina Voluntad”.

+ + + +

28-3
Marzo 5, 1930

Jesús quiere ver su Fiat palpitante en la criatura. El vivir en Él es
el llamado a todos los actos en la Unidad Divina. Qué significa Unidad.

(1) Vivo siempre en el dolor de la privación de mi dulce Jesús; ¡qué duro martirio! Si no fuera porque su Querer Santo ha tomado su lugar, haciéndose sentir continuamente, que mientras me da vida me tiene siempre ocupada y perdida en Él, yo no sé como haría para vivir, pero a pesar de todo esto, los tantos queridos recuerdos de Jesús al que yo creía que no perdería jamás de vista, sus dulces y repetidas visitas, sus tantas estratagemas amorosas, sus tantas sorpresas, que me parecía vivir más en el cielo que en la tierra, al sólo recordarlo son heridas crueles que me hacen más crudo mi doloroso martirio. ¡Ah Jesús, Jesús! Cómo te es fácil hacer a un lado y olvidar a quien te ama, y así formas su martirio, y Tú mismo habías dicho tantas veces que me amabas. ¡Ah Jesús, regresa porque no puedo más! Pero mientras mi pobre alma sentía la fiebre por querer a Jesús, y delirando desatinaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior y estrechándome entre sus brazos, casi para poner termino a mis desatinos me ha dicho:
(2) “Hija mía, tranquilízate, tranquilízate, estoy aquí, no te he puesto a un lado, ni la naturaleza de mi amor sabe olvidar a ninguno, más bien estoy en ti para dirigir todos tus actos en mi Divina Voluntad, porque no quiero que ningún acto tuyo, aun mínimo, no sea noble y divino y que no tenga el sello de mi Fiat Divino, quiero verlo palpitando en todos tus actos, éste es todo mi empeño, formar la primera copia del alma que debe vivir en mi Querer Divino”.
(3) Dicho esto ha hecho silencio, y yo seguía mi giro en el Fiat Divino, quería recoger todo lo que han hecho las criaturas para encerrar todo en la Divina Voluntad, y mi Sumo Bien Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, el vivir en mi Querer Divino es la llamada a todos los actos de las criaturas en la unidad de Ella. Todo ha salido de dentro de su unidad, de nuestro acto único que da vida a todos los actos, por eso es derecho nuestro, de justicia, que todo nos regrese para reconocer de dónde han salido. El reconocer de dónde viene un acto, quién es el que hace salir a vida a tantos actos, en qué modo y cómo, es el más bello homenaje a nuestra potencia y sabiduría, que con un solo acto es vida de todos los actos. Y sólo quien vive en mi Fiat, abrazando todo junto con Él, toma como en un puño todo, y encerrando todo en aquel Querer en el cual vive, sube a nuestra unidad para traernos todo, y darnos los verdaderos homenajes de todos los efectos de nuestro único acto. He aquí por qué el girar en nuestra Voluntad Divina no sólo recoge todo, sino comunica tu acto a todas las cosas creadas, de modo que todo el cielo se pone en actitud de adoración junto con tus adoraciones, el sol en actitud de amarnos junto con tu amor, el viento a glorificarnos junto contigo, en suma, todas las cosas creadas, sintiendo en mi Voluntad de la cual están todas

investidas, tu acto que haces en Ella, todas se ponen en actitud de amarnos, de adorarnos, darnos gloria y agradecimientos, de modo que sentimos que en nuestro Fiat Divino la criatura nos da la plenitud del amor, la totalidad de la adoración, la gloria completa. Por eso sigue tu vuelo en mi Querer Divino y no te ocupes de otra cosa, porque en Él tienes mucho qué hacer”.
(5) Entonces yo he quedado pensativa acerca de la unidad del Querer Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, ¿sabes tú qué significa unidad de Voluntad Divina? Significa que de dentro de esta única Voluntad, no hay cosa de bello, de bueno y de santo que no salga de Ella. Esta nuestra única Voluntad Divina, una es su unidad, uno es su acto, pero mientras es una se extiende por todas partes la Voluntad, la unidad y el acto; y como se extiende dondequiera, como dentro de un solo aliento hace todo, abraza todo y da vida a todo. Entonces, quien vive en nuestro Querer se funde en nuestra unidad, y todo lo que hace no sale fuera de Nosotros, sino queda dentro de Nosotros. En cambio quien vive fuera de Ella, sentimos el dolor del desgarro que hace de sus actos de dentro de nuestra Voluntad, y mientras los arranca no nos los regresa, porque nuestra Voluntad Divina no es una con la suya. Por eso la gran diferencia de quien vive fuera de nuestro Fiat, todos sus actos son actos divididos y arrancados, no fundidos juntos, por lo tanto no tendrá el bien de sentir en sí la plenitud de la luz, de la felicidad y de todos los bienes, sino que todo será miseria, debilidad y escasez de luz”.

+ + + +

28-4
Marzo 9, 1930

Los conocimientos sobre la Divina Voluntad contienen la ciencia de formar su Vida y el pueblo de su reino. Al
solo recuerdo de lo que Jesús hizo y padeció, su amor se renueva, se inflama y desborda fuera para bien de las criaturas.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, me siento estrechada entre sus brazos de luz, y tan fuertemente que no me es dado el separarme ni siquiera un poquito, y mucho menos yo quiero hacerlo, me cuidaría muy bien de separarme de su seno de luz; me parece que sea un acuerdo entre el Querer Divino y yo, que ambos no nos podemos separar. ¡Oh Querer Santo, cómo eres amable y potente! Con tu amabilidad me atraes, me raptas, me fascinas, y yo extática no sabría cómo hacer para no estar fija en Ti, y con tu potencia te mantienes firme sobre mi pequeñez, te viertes a torrentes, de modo que he perdido el camino para salir de tu luz interminable, pero feliz pérdida. ¡Oh Fiat adorable, haz perder a todos el camino, a fin de que no conozcan otro camino que aquél que conduce a tu Divina Voluntad!
¿Pero cómo podrán hacer las criaturas para conocer un bien tan grande? Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndose oír en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, los conocimientos sobre mi Querer Divino son caminos que pueden conducir a las criaturas a los brazos de luz de mi Fiat Divino. Los conocimientos son semillas, y esta semilla hace nacer el principio de la Vida de mi Divina Voluntad en la criatura; los conocimientos, cada uno de los cuales será como sorbos de vida, que formarán en la criatura la maduración de esta Vida Divina; por eso te he dicho tantas cosas sobre mi Fiat Divino, cada conocimiento llevará, quién el germen, quién el nacimiento, quién el alimento, quién el respiro, quién el aire, quién la luz y el calor para madurar la Vida de mi Querer en las almas. Cada conocimiento contiene un grado de más de maduración, por eso, por cuanto más busquen conocer lo que he manifestado sobre mi Fiat Divino, más se sentirán madurados. Mis conocimientos sobre Él moldearán las almas, y con su toque apagarán los males del querer humano; estos conocimientos harán de madre piadosa, que a cualquier costo quiere sanar a su hijo y verlo sano y bello. Si supieras qué significa un

conocimiento sobre mi Divina Voluntad, ellos contienen la ciencia de formar la Vida de Ella, la ciencia para formar el pueblo de su reino. Mira, también en el orden natural sucede así, quien quiere hacerse maestro es necesario que conozca lo que concierne a las ciencias, y si no se quiere aplicar a conocer las ciencias, jamás estará maduro para ser maestro, y según los grados de las ciencias que ha estudiado, poseerá más o menos los grados de instrucción: si pocas ciencias, podrá ser maestro elemental, y si ha estudiado muchas ciencias, podrá ser profesor de escuelas superiores. Así que según se conoce, tanto en las artes como en las ciencias, tanto más son maduros en aquel bien que conocen, y son capaces de hacer madurar en los demás el bien, las ciencias, las artes que poseen. Ahora, con el haberte dicho tantos conocimientos sobre mi Divina Voluntad, no ha sido para darte una bella noticia, no, no, ha sido para formar la ciencia de Ella primero en ti, y después en medio a las criaturas, a fin de que conocida esta ciencia divina y toda de cielo, pueda hacer madurar la Vida de mi Fiat Divino y formar su reino”.
(3) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino, y ahora me detenía en un punto, y ahora en algún otro de lo que había hecho y padecido mi amado Jesús, y Él, como herido por sus mismos actos que yo le ponía alrededor con decirle: “Amor mío, mi te amo corre en el tuyo; mira oh Jesús, cuánto nos has amado, sin embargo te falta otra cosa por hacer, no has hecho todo, te falta darnos el gran don de tu Fiat Divino como vida en medio a las criaturas, a fin de que reine y forme su pueblo; pronto, oh Jesús, ¿qué esperas? Tus mismas obras, tus penas, reclaman el Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuando un alma recuerda lo que Yo hice y sufrí en el curso de mi Vida acá abajo, me siento renovar mi amor, por lo cual se inflama y desborda, y el mar de mi amor forma olas altísimas para verterse en modo duplicado sobre las criaturas. Si tú supieras con cuanto amor te espero cuando giras en mi Querer Divino en cada uno de mis actos, porque en Él todo lo que Yo hice y sufrí, está todo en acto como si realmente lo estuviese haciendo, y Yo con todo amor te espero para decirte: ‘Mira hija, esto lo hice para ti, lo sufrí por ti, ven a reconocer las propiedades de tu Jesús, que son también tuyas’. Mi corazón sufriría si la pequeña hija de mi Querer Divino no reconociera todos mis bienes; tener ocultos nuestros bienes a quien vive en nuestro Fiat Divino, sería no tenerla como hija, o bien, no tener con ella nuestra plena confianza, lo que no puede ser, porque nuestra Voluntad nos la unifica tanto, que lo que es nuestro es suyo. Así que para Nosotros sería más bien una pena, y nos encontraríamos en las condiciones de un padre riquísimo que posee muchas propiedades, y los hijos no saben que el padre posee tantos bienes, por lo que no conociéndolos se habitúan a vivir como pobres, a tener modos rústicos, ni se preocupan de vestir noblemente; ¿no sería un dolor para el padre que tiene ocultas sus propiedades a estos hijos? Mientras que con hacerlas conocer cambiarían hábitos en el vivir, vestir, y usarían modos nobles según su condición. Si dolor sería para un padre terreno, mucho más para tu Jesús, que es Padre Celestial. Conforme te hago conocer lo que he hecho y padecido, y los bienes que posee mi Querer Divino, así mi amor crece hacia ti, y tu amor crece siempre más hacia Mí, y mi corazón se alegra al ver a la pequeña hija nuestra rica de nuestros mismos bienes. Por eso tu girar en mi Querer Divino es un desahogo de mi amor, y me dispone a hacerte conocer cosas nuevas y a darte una leccioncita de más de todo lo que nos pertenece, y te dispone a ti a escucharla y a recibir nuestros dones”.

+ + + +

28-5
Marzo 12, 1930

Dios no toma en cuenta el tiempo, sino los actos que hacemos.
Ejemplo de Noé. El bien que posee un sacrificio prolijo y

continuo. Cada acto de criatura posee su germen distinto.

(1) Mi vuelo en el Fiat Divino continúa, mi pobre mente no sabe estar sin girar en sus actos innumerables, siento que una fuerza suprema me la tiene como fijada en las obras de mi Creador, y ella gira y vuelve a girar siempre, sin cansarse jamás, y ¡oh! cuántas bellas sorpresas encuentra, ahora en la Creación, ahora en la Redención, y en las que me sorprenden el bendito Jesús se hace narrador, y esto no es otra cosa que una invención más grande de su amor. Después, mientras giraba en el Edén y en los tiempos antes de su venida a la tierra, pensaba entre mí: “¿Y por qué Jesús tardó tanto tiempo para venir a redimir al género humano?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestra sabiduría infinita cuando debe dar un bien a la criatura, no cuenta el tiempo, sino los actos de las criaturas, porque ante la Divinidad no existen días y años, sino sólo un día perenne, y por eso no medimos el tiempo, sino que vienen contados por Nosotros los actos que han hecho. Así que en aquel tiempo que a ti te parece tan largo, no habían sido hechos los actos queridos por Nosotros para venir a redimir al hombre, y sólo los actos determinan hacer venir el bien, y no el tiempo. Mucho más que obligaban a nuestra Justicia a exterminarlos de la faz de la tierra, como sucedió en el diluvio, que sólo Noé mereció, con el obedecer a nuestra Voluntad y con la prolijidad de su largo sacrificio de fabricar el arca, el salvarse con su familia y encontrar en sus actos la continuación de la nueva generación en la cual debía venir el prometido Mesías. Un sacrificio prolijo y continuo posee tal atractivo y fuerza raptora sobre el Ente Supremo, que lo hacen decretar dar bienes grandes y continuación de vida al género humano. Si Noé no hubiese obedecido y no se hubiese sacrificado en cumplir un trabajo tan largo, habría sido arrollado también él en el diluvio, y no salvándose a sí mismo, el mundo, la nueva generación habría terminado. Mira qué significa un sacrificio prolijo y continuo, es tan grande que pone a salvo a sí mismo y hace surgir la vida nueva en los demás, y el bien que hemos establecido dar. He aquí el por qué para el reino de mi Divina Voluntad he querido tu largo y continuo sacrificio de tantos años de cama. Tu largo sacrificio te ponía a ti a salvo, más que arca en el reino de mi Divina Voluntad, e inclina a mi bondad a dar un bien tan grande, como es el de hacerla reinar en medio a las criaturas”.
(3) Después de esto continuaba mi giro en el Fiat Divino para llevar todos los actos de las criaturas en homenaje a mi Creador, y pensaba entre mí: “Si llego a recoger todo lo que ellas han hecho y encerrar todo en el Querer Divino, ¿no se cambiarán en actos de Divina Voluntad?” y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, todos los actos de las criaturas, cada uno de ellos posee su germen según como ha sido hecho, si no ha sido hecho en mi Fiat Divino no posee su germen, por lo tanto no podrá jamás ser acto de mi Voluntad, porque en el acto de hacerlo faltaba su germen de luz, que tiene la virtud de cambiarlo en sol, que pone su germen de luz como acto primero en el acto de la criatura. En los actos de las criaturas sucede como si una persona tiene la semilla de flores, sembrándola tendrá flores, y si siembra la semilla de frutos, tendrá frutos, y ni la semilla de flores dará frutos, ni la de los frutos dará flores, sino que cada una dará según la naturaleza de su semilla. Así los actos de las criaturas, si en el acto ha estado un fin bueno, una finalidad santa, para agradarme, para amarme, en cada uno de los actos se verá: en uno el germen de la bondad, en otro el germen de la santidad, el germen de agradarme, el germen de amarme; estos gérmenes no son luz, pero simbolizan: quién la flor, quién el fruto, quién una plantita y quién una gema preciosa, y Yo siento el homenaje de la flor, del fruto, y así de lo demás, pero no el homenaje que me puede dar un Sol; y recogiendo tú todos estos actos para encerrarlos en mi Fiat, quedan tal como son, cada uno la naturaleza que la semilla le ha dado, y se ven que son actos que puede hacer la criatura, no actos que puede hacer mi Divina Voluntad con su germen de luz en el acto de ellas. El germen de Voluntad Divina no viene cedido por Ella, sino cuando la criatura vive en Ella, y en sus actos le da el primer puesto de honor”.

+ + + +

28-6
Marzo 24, 1930

La criatura no es otra cosa que efecto de los reflejos de Dios. Amor de Dios al crearla. La firmeza en repetir los mismos actos, forma en el alma la vida del bien que se quiere.

(1) Estaba haciendo el giro en el Fiat Divino para seguir todos sus actos, y habiendo llegado al Edén, comprendía y admiraba el acto magnánimo de Dios, y su amor exuberante y rebosante en la creación del hombre, y mi siempre amable Jesús, no pudiendo contener sus llamas de amor me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestro amor se apasionó tanto en el acto en que creamos al hombre, que no hicimos otra cosa que reflejar sobre él, a fin de que fuese obra digna de nuestras manos creadoras, y conforme nuestros reflejos llovían sobre él, así en el hombre le venía infundida la inteligencia, la vista, el oído, la palabra, el latido en el corazón, el movimiento a las manos, el paso a los pies. Nuestro Ser Divino es purísimo espíritu, y por eso no teníamos sentidos, en el conjunto de todo nuestro Ser Divino somos luz purísima e inaccesible, esta luz es ojo, es oído, es palabra, es obra, es paso. Esta luz hace todo, mira todo, siente todo, escucha todo, se encuentra por todas partes, ninguno puede huir del imperio de nuestra luz. Por eso, mientras creamos al hombre fue tanto nuestro amor, que nuestra luz llevando nuestros reflejos sobre él lo formaba, y formándolo le llevaba los efectos de los reflejos de Dios. Ve entonces hija mía con cuánto amor fue creado el hombre, hasta llegar a deshacerse nuestro Ser Divino en reflejos sobre él, para comunicarle nuestra imagen y semejanza; ¿se podía dar amor más grande? No obstante se sirve de nuestros reflejos para ofendernos, mientras que se debía servir de estos nuestros reflejos para venir a Nosotros, y con estos reflejos dados por Nosotros decirnos: Cuán bello me creó tu amor, y yo por correspondencia te amo, te amaré siempre, y quiero vivir en la luz de tu Divina Voluntad”.
(3) Después continuaba a seguir los actos en el Fiat Divino, y pensaba entre mí: “Estoy siempre aquí, repetir, repetir siempre la larga historia de mis actos en el Querer Divino, la larga cantaleta de mi ‘te amo’, ¿pero cuáles son los efectos? ¡Oh! si pudiese obtener que la Divina Voluntad fuese conocida y reinase sobre la tierra, al menos me sería de ganancia”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús me ha estrechado a su corazón divino y me ha dicho:
(4) “Hija mía, la firmeza en el pedir forma la vida del bien que se pide, dispone al alma a recibir el bien que quiere, y mueve a Dios a dar el don que se pide. Mucho más que con los tantos actos repetidos y oraciones que ha hecho, ha formado en sí la vida, el ejercicio, la costumbre del bien que pide. Dios, vencido por la firmeza del pedir le hará el don, y encontrando en la criatura, en virtud de sus actos repetidos, como una vida del don que le hace, convertirá en naturaleza el bien pedido, de modo que la criatura se sentirá poseedora y victoriosa, se sentirá transformada en el don que ha recibido. Por eso tu pedir incesantemente el reino de mi Divina Voluntad formará en ti su Vida, y tu continuo ‘te amo’ forma en ti la Vida de mi amor; y habiéndote Yo hecho el don del uno y del otro, sientes en ti como si tu misma naturaleza no sintiese otra cosa que la virtud vivificadora de mi Querer y de mi amor. La firmeza en el pedir es certeza de que el don es suyo; y con el pedir para todos el reino de mi Divina Voluntad, es preludio de que los otros pueden recibir el gran don de mi Fiat Supremo. Por eso continúa repitiendo y no te canses”.

+ + + +

28-7
Abril 1, 1930


Qué significa entrar en el acto primero del Querer Divino; las gotitas que la criatura forma en su mar de luz. Cómo Dios en todas las cosas creadas pone tantos actos de amor por cuantas veces se debía servir de ellas la criatura. Cómo la vida tiene necesidad de alimento.

(1) Mi pobre inteligencia se siente como atraída a navegar el mar inmenso del Fiat Divino, y en su mar va en busca de sus actos para amarlos, adorarlos y hacerles compañía, así que mi pobre mente está bajo el influjo de una fuerza irresistible, que la hace ir siempre vagando en busca de los actos del Supremo Querer. Pero mientras esto hacía pensaba: “¿Qué bien hago en girar y volver a girar en el mar del Fiat Divino?” Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuantas veces giras en el mar de mi Querer Divino, tantos puestos tomas en Él, y formas tus gotitas en nuestro mar, las cuales se pierden en él y quedan inseparables, y Nosotros sentimos tus gotitas que nos aman y hacen una sola vida con Nosotros y decimos: ‘La recién nacida de nuestro Querer nos ama en nuestro mar, no fuera de él, es justo que le cedamos los derechos de hacerla venir cuantas veces quiera a nuestro mar, mucho más que ella no quiere otra cosa que lo que queremos Nosotros, y ésta es la alegría más grande que nos trae, como si nos trajese en su pequeño regazo toda nuestra Divina Voluntad, que desbordándola por todas partes queda eclipsada en su luz, y Nosotros gozamos al ver tu pequeñez encerrada en nuestra luz’. Y si tú sientes la fuerza irresistible de venir a hacer tus giros en el mar de nuestro Fiat, es la fuerza imperante de Él, que ama tanto el ver tu pequeñez formar las gotitas de luz en su mar. He aquí lo que significa entrar en el acto primero de nuestro Querer, la criatura que toma su puesto en Él y ahí forma sus gotitas. Por eso, ten como gran fortuna tu girar siempre en nuestro Fiat”.
(3) Después seguía los actos del Fiat Divino en la Creación, y me parecía que todos palpitaban de amor de su Creador hacia las criaturas. El cielo, las estrellas, el sol, el aire, el viento, el mar, y todas las cosas creadas están en perfecto acuerdo entre ellas, tanto, que si bien son distintas entre ellas, pero viven como fundidas juntas, tan es verdad, que donde está la luz del sol, en el mismo espacio está el aire, el viento, el mar, la tierra, pero cada una tiene su latido de amor distinto hacia la criatura. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi siempre amable Jesús estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(4) “Hija mía, nuestro amor en la Creación fue exuberante, pero siempre hacia el hombre, en cada cosa creada poníamos tantos actos de amor por cuantas veces se debía servir de ellas la criatura. Nuestro Fiat Divino que mantiene el equilibrio en toda la Creación y es vida perenne de ella, en cuanto ve que la criatura está por servirse de la luz del sol, pone en ejercicio a nuestro amor para hacerlo encontrar en la luz que la criatura recibe; si bebe agua, nuestro amor se hace encontrar para decirle mientras bebe: ‘Te amo’; si respira el aire, nuestro amor le dice repetidamente: ‘Te amo’; si camina, la tierra le dice bajo sus pasos: ‘Te amo.’ No hay cosa que la criatura tome, toque o vea, en que nuestro amor no haga su feliz encuentro con la criatura con decirle: ‘Te amo’, para darle amor. ¿Pero saber tú cuál es la causa de tanta insistencia de nuestro amor? Para recibir en cada cosa que tome la criatura el encuentro de su amor. Por eso el amor infinito quería encontrarse con el amor finito y formar uno solo para poner en la criatura el equilibrio de su amor. Y como la criatura se sirve de las cosas creadas sin ni siquiera pensar que nuestro amor le va al encuentro en las cosas que toma, para oír nuestro repetido estribillo: ‘Te amo, te amo’, y se sirve de ellas sin tener una mirada para Aquél que se las manda, el amor de la criatura queda desequilibrado, porque no encontrándose con nuestro amor, pierde el equilibrio y queda desordenado en todos sus actos, porque ha perdido el equilibrio divino y la fuerza del amor de su Creador. Por eso sé atenta con tu correspondencia de amor para repararme por tanta frialdad de las criaturas”.
(5) Después seguía mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “Pero, ¿para qué sirven las tantas veces que giro y vuelvo a girar en el Fiat Supremo para seguir sus actos? Y mi dulce Jesús ha agregado:

(6) “Hija mía, todas las vidas tienen necesidad de alimento, sin alimento ni se forma ni crece la persona, y si éste falta, hay peligro que le sea quitada la vida. Ahora, el seguir a mi Voluntad, unirse a sus actos, girar y volver a girar en Ella, sirve para formar el alimento para alimentar, formar y hacer crecer su Vida en tu alma. Ella no sabe alimentarse de otros actos sino de aquellos que se hacen en su Querer, ni se puede formar en la criatura, ni crecer, si no entra en Ella, y con la unión de sus actos forma su parto de luz, para formar su Vida de Divina Voluntad en la criatura. Y por cuantos más actos de Divina Voluntad forma, tanto más se une con sus actos y vive en Ella, tanto más alimento abundante forma para alimentarla y hacerla crecer siempre más rápido en su alma. Por eso tu girar en Ella es Vida que forma, es alimento que sirve al desarrollo de la Vida a mi Divina Voluntad en tu alma, y sirve para preparar el alimento para alimentar mi Voluntad en las otras criaturas. Por eso sé atenta y no quieras detenerte”.

+ + + +

28-8
Abril 12, 1930

Los actos hechos en el Querer Divino son muros de luz en torno a Jesús. El sol, sembrador de amor de su Creador. El Sol de la Divina Voluntad forma su Sol en la criatura, y hace de sembrador divino.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y siguiendo sus actos estaba pensando y acompañando las penas amarguísimas de mi dulce Jesús, y decía entre mí: “¡Oh, cómo quisiera defender e impedir que Jesús recibiese nuevas ofensas!” Y Él moviéndose en mi interior y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, si me quieres defender de modo que las ofensas no lleguen a Mí, repárame en mi Divina Voluntad, porque conforme tú repares en Ella formarás un muro de luz en torno a Mí, y si me ofenden, las ofensas quedarán por fuera de este muro de luz, no entrarán, y Yo me sentiré defendido por este muro de luz, o sea por mi misma Voluntad y me estaré al seguro. Así que tu amor en mi Querer Divino me formará muro de amor, de luz; tu adoración, tus reparaciones me formarán muro de luz, de adoraciones y de reparaciones, de modo que el desamor, los desprecios de las criaturas no llegarán hasta Mí, sino que quedarán fuera de estos muros, y si los sentiré, los sentiré como de lejos, porque la hija mía me ha circundado por el muro inexpugnable de mi Divina Voluntad. Hija mía, el amor, las reparaciones, las oraciones fuera de mi Fiat son apenas gotitas, en cambio en mi Divina Voluntad, las mismas cosas, los mismos actos, son mares, muros altísimos, ríos interminables; tal cual es mi Voluntad inmensa, así vuelve a los actos de la criatura”.
(3) Después seguía al Fiat Supremo en la Creación, y mi mente se perdía en comprender el acto continuo de Él hacia las criaturas, que por medio de las cosas creadas, o directamente nos lleva como en brazos para ser nuestro movimiento, el respiro, el latido, nuestra vida. ¡Oh, si las criaturas pudiesen ver qué cosa hace esta Divina Voluntad por nosotros, cómo la amarían y se dejarían dominar por Ella. Pero, ¡ay de mí! Mientras somos inseparables de la Divina Voluntad, todo nos viene por medio suyo, es más que nuestra misma vida, no se reconoce, no se mira y se vive como si estuviésemos lejanos de Ella. Después, mientras giraba en la Creación, mi amado Jesús, saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, todas las cosas creadas dicen amor, pero el sol, que con su luz y calor tiene la supremacía sobre todo, es el sembrador de mi amor. En cuanto surge la mañana así comienza su siembra de amor; su luz y su calor invisten la tierra, y conforme pasa de flor en flor, con su puro toque de luz siembra la diversidad de los colores y de los perfumes, y vierte la semilla del amor, de las diversas cualidades divinas y de sus perfumes amorosos; conforme pasa de planta en planta, de árbol en árbol, así con su beso de luz

vierte, dónde la semilla de la dulzura del amor divino, dónde la diversidad de nuestros gustos amorosos, dónde la sustancia del amor divino, en suma, no hay planta, flor, hierba, que no reciba la semilla de nuestro amor que le lleva el sol, se puede decir que pasa su día sembrando amor e irradiando toda la tierra, montes y mares con su luz, siembra dondequiera el amor de la luz eterna de su Creador. Pero ¿sabes el por qué de esta siembra continua, jamás interrumpida que hace el sol de nuestro amor sobre la faz de la tierra, y en tantos modos? ¿Tal vez por la tierra? ¿Por las plantas? ¡Ah, no, no, todo por las criaturas! ¡Oh sí, por amor de ellas y para tener la correspondencia del amor de ellas! Y ¡oh! cómo quedamos heridos y amargados cuando vemos que las criaturas se sirven de las flores, frutos y todas las cosas sin reconocer que en todo lo que toma está la semilla de nuestro amor, que por medio del sol hemos vertido sobre cada cosa creada. Y a tanto amor se nos niega un te amo”.
(5) Dicho esto ha hecho silencio. Yo he quedado afligida ante tanto dolor de Jesús y continuaba mis actos en el Fiat Divino, y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, el sol, si bien incansable en hacer de sembrador de nuestro amor sobre la tierra, en el ocaso, al retirarse para formar el día a otras regiones, parece que da la paz a la tierra, dándole la libertad de producir o no producir la semilla que ha sembrado, reservándose el nuevo asalto de la siembra de amor. En cambio el Sol de mi Divina Voluntad no deja jamás al alma, en ella pone sus reflejos, y con su luz, más que sol hace de sembrador divino, con sus reflejos forma su Sol en la criatura. Por eso, para quien vive en mi Querer Divino no hay noches, ni ocasos, ni alba, ni aurora, sino siempre pleno día, porque su luz se da en naturaleza a la criatura, y lo que es naturaleza queda como propiedad. Mucho más que el Sol de mi Divina Voluntad posee la fuente de la luz, y cuantos Soles quiere formar, tantos forma. Pero con todo esto, a pesar que para quien vive en mi Querer posee su Sol sin jamás retirarse, el Sol de mi Fiat tiene siempre para dar nueva luz y calor, nueva dulzura, nuevos gustos, nueva belleza, y el alma tiene siempre qué tomar, no hay pausas como con el sol que está bajo la bóveda del cielo, porque no poseyendo la fuente de la luz no puede formar tantos soles según la tierra gira en torno a él. Pero para el Sol de mi Querer Divino que posee la fuente, su luz golpea siempre, y llamando a la criatura a continuo trabajo con Él, le da siempre su acto nuevo, jamás interrumpido”.

+ + + +

28-9
Abril 18, 1930

Cómo todos los primeros actos fueron hechos por Dios en Adán.
Celo del amor Divino. Garantía y seguridad del Fiat Divino para la criatura. Cómo en la Creación del hombre todos estábamos presentes y en acto. Virtud vivificadora y alimentadora del Querer Divino.

(1) Mi pobre alma siente la irresistible necesidad de navegar el mar interminable del Fiat Supremo. Más que por un imán potente me siento atraída a hacer mi dulce morada en mi amada heredad que mi amado Jesús me ha dado, la cual es su adorable Voluntad; me parece que Jesús me espera ahora en un acto hecho por su Fiat Divino, ahora en otro, para darme sus admirables lecciones. Entonces mi mente se perdía en el girar en sus actos innumerables, y habiendo llegado al amado Edén, donde todo fue fiesta, mi amado Jesús deteniéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú supieras con cuánto amor fue formada la creación del hombre. Al sólo recordarlo nuestro amor se inflama y forma nuevas inundaciones, y mientras se pone en actitud de fiesta al recordar nuestra obra, bella, perfecta, y donde se puso tal maestría de arte que ningún otro puede formar una similar, era tan bella que llegó a suscitar en nuestro amor el celo de que toda fuera para Nosotros. Además, el hombre había sido hecho por

Nosotros, era nuestro, entonces el ser celoso era un derecho de nuestro amor; tan es verdad que nuestro amor llegó a tanto, que todos los primeros actos hechos en Adán fueron hechos por su Creador; así que el primer acto de amor fue creado y hecho por Nosotros en Adán, el primer latido, el primer pensamiento, la primera palabra, en suma, en todo lo que él pudo hacer después, estaban nuestros actos primeros hechos en él, y sobre nuestros primeros actos seguían los actos de Adán. Por eso, si amaba, surgía su amor de dentro de nuestro primer acto de amor; si pensaba, su pensamiento surgía de dentro de nuestro pensamiento; y así de todo lo demás. Si Nosotros no hubiésemos hecho los primeros actos en él, no habría podido ni hacer nada, ni saber hacer nada; en cambio, con el hacer el Ente Supremo los primeros actos, poníamos en Adán tantas fuentecitas por cuantos actos primeros hicimos en él, de modo que cada vez que quisiera repetir nuestros primeros actos, tuviese a su disposición estas fuentecitas, como tantas fuentes de amor, de pensamientos, de palabras, de obras y de pasos. Así que todo era nuestro, dentro y fuera del hombre, por eso nuestro celo no sólo era un derecho, sino también justicia que todo debía ser para Nosotros y todo nuestro. Mucho más que le dábamos nuestro Querer Divino a fin de que nos lo conservase bello, fresco y nos lo hiciera crecer con una belleza divina. Nuestro amor no estaba contento ni satisfecho con tanto que le había dado, quería continuar dando siempre, no quería decir basta, quería continuar su obra de amor, y para tenerlo Consigo, para tener qué hacer con el hombre, le daba nuestro mismo Querer, a fin de que lo volviese capaz de poder recibir siempre y de tenerlo siempre con Nosotros con una sola Voluntad, con Ella todo estaba garantizado y al seguro para él y para Nosotros. Así que debía ser nuestro entretenimiento, nuestra alegría y felicidad, objeto de nuestra conversación. Por eso al recuerdo de la creación del hombre, nuestro amor se pone en actitud de fiesta, pero al verlo sin el depósito de garantía de nuestro Fiat, sin seguridad y por lo tanto vacilante, desfigurado y como lejano de Nosotros, se pone en actitud de tristeza y siente todo el peso de nuestro amor infinito como encerrado en Sí mismo, porque no puede darse a él, pues no lo encuentra en nuestra Divina Voluntad. Pero esto no es todo, no fue sólo en Adán donde tanto se vertió nuestro amor, sino llegó a hacer todos los primeros actos de los cuales debían tener vida todos los actos humanos, cada criatura que debía venir a la luz del día estuvo presente en aquel acto de la creación del hombre, y nuestro Fiat unido a nuestro amor corría, corría, y abrazando a todos y amando con un solo amor a todos, ponía el primado de nuestros actos en cada una de las criaturas que habrían venido a la existencia, porque para Nosotros no hay pasado ni futuro, sino todo es presente y en acto, si esto no fuese, nuestro Fiat se encontraría restringido y obstaculizado, no podría engrandecer tanto sus llamas para encerrar a todos en su luz, de modo de hacer en todos lo que hace en una sola criatura. Por eso no fue sólo Adán el afortunado de la Creación, sino todas las otras criaturas venían enriquecidas de todos los bienes, y en él, poseedoras de sus mismos bienes. Mucho más que todo lo que Dios hace en una sola criatura, todas las otras criaturas adquieren el derecho de nuestros actos, a menos quien no quiera servirse de ellos. ¿No sucedió esto en la misma Redención? Como la Soberana del cielo tuvo el bien de concebirme y de darme a la luz, todas las otras criaturas adquirieron el derecho de los bienes de la Redención, y no sólo esto, sino de poderme recibir cada una en sus corazones, y sólo quien ingrata no me quiere, permanece privada de Mí. Ahora hija mía, Adán con desobedecer a nuestros quereres perdió nuestro reino, y todos los bienes de nuestro Fiat permanecieron para él sin la Vida alimentadora y vivificadora de nuestra Divina Voluntad. Se puede decir que fue como el destructor de los bienes del reino de mi Divina Voluntad en su alma, porque a todos los bienes, si les falta la virtud vivificadora y el alimento continuo, poco a poco pierden la vida.
(3) Ahora, tú debes saber que para llamar de nuevo a vida a estos bienes en la criatura, se necesitaba quién llamase de nuevo a mi Fiat en su alma y que nada le negase, haciéndolo dominar libremente, y así poderle suministrar de nuevo su virtud vivificadora y alimentadora, para llamar de nuevo a vida los bienes destruidos. He aquí por esto que mi Divina Voluntad con el dominarte, y tú con hacerte dominar, ha puesto nuevamente su virtud vivificante en tu alma y llamándote a su morada te alimenta, para volver a llamar en ti

todos sus bienes; y todos tus actos que haces en Ella, tus giros en sus actos, tu pedir continuamente su reino sobre la tierra, no son otra cosa que alimentos que te da, y constituye el derecho a las otras criaturas de poder recibir de nuevo el reino de mi Divina Voluntad con la vida de todos sus bienes. Yo cuando quiero hacer un bien a todas las criaturas, pongo la fuente surgidora en una criatura, de esta fuente abro tantos canales y doy el derecho a todos de tomar los bienes que la fuente posee. Por eso sé atenta y tu vuelo en mi Divina Voluntad sea continuo”.

+ + + +

28-10
Abril 23, 1930

Dios al crear al hombre no lo separó de Sí. Condición de necesidad de amarlo. El gran don de la Voluntad Divina.
Orden que Dios tuvo al crear al hombre.

(1) Me parece que mi dulce Jesús tiene deseos de hablar del amor rebosante con el cual fue creado el hombre, quiere decir su historia como desahogo de su intenso amor para ser compadecido por su pequeña hija, y decirle la causa por la que nos ama tanto, y el derecho que tiene de ser amado.
(2) Después, girando en los actos de su Querer Divino, y habiendo llegado al Edén ha dicho:
(3) “Hija de mi Querer Divino, quiero hacerte conocer todas las particularidades con las cuales fue creado el hombre, para hacerte comprender el exceso de nuestro amor y el derecho de nuestro Fiat de reinar en él. Tú debes saber que la condición del amor de nuestro Ser Divino en la creación del hombre, era la necesidad de amarlo, porque todo lo que le dimos no quedó separado de Nosotros, sino fundido en Nosotros. Tan es verdad, que con el aliento le infundimos la vida, pero no retiramos nuestro aliento de aquél creado en él, sino que lo dejamos fundido con el nuestro, de modo que conforme el hombre respiraba sentíamos y sentimos su aliento en el nuestro. Si con nuestro Fiat creamos la palabra al pronunciarse sobre sus labios, gran don dado a él desde dentro de nuestro Querer Divino, ésta no quedó separada de nuestro Fiat. Si creamos en él el amor, el movimiento, el paso, este amor quedó vinculado con nuestro amor, con nuestro movimiento y la virtud comunicativa de nuestros pasos en sus pies. Así que sentíamos al hombre dentro de Nosotros, no fuera de Nosotros; no el hijo lejano, sino cercano, más bien fundido con Nosotros. ¿Cómo no amarlo si era nuestro, y su vida estaba en la continuación de nuestros actos? No amarlo sería ir en contra de la naturaleza de nuestro amor. Y además,
¿quién es aquél que no ama lo que es suyo y lo que ha sido formado por él? Por eso nuestro Ser Supremo se encontraba y se encuentra todavía ahora en la condición de necesidad de amarlo, porque el hombre es aún hoy aquél creado por Nosotros, su aliento lo sentimos en el nuestro, su palabra es el eco de nuestro Fiat, no hemos retirado todos nuestros dones, somos el Ser inmutable y no estamos sujetos a cambiar, lo amamos y lo seguimos amando, y es tanto este nuestro amor, que Nosotros mismos nos ponemos en la condición de amarlo. He aquí por qué nuestras tantas estratagemas de amor, y el último asalto que queremos darle es el gran don de nuestro Fiat, a fin de que lo haga reinar en su alma, porque sin nuestro Querer el hombre siente los efectos de su Vida, pero no descubre la causa, y por eso no pone atención en amarnos, en cambio nuestra Divina Voluntad hará sentir quién es Aquél que le da la vida, y entonces también él sentirá la necesidad de amar a Aquél que es causa primaria de todos sus actos y que tanto la ama”.
(4) Después seguía mi giro en la Creación, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, mira qué orden hay en la creación de todo el universo, hay cielo, estrellas, soles, todos ordenados. Mucho más al crear al hombre, nuestro Ser Divino extendía en el fondo de su alma el orden de nuestras cualidades divinas como tantos cielos, así que

extendíamos en él el cielo del amor, el cielo de nuestra bondad, el cielo de nuestra santidad, de nuestra belleza, y así de todo lo demás. Y después de haber extendido el orden de los cielos de nuestras cualidades divinas, nuestro Fiat en la extensión de estos cielos se constituyó Sol del alma, que con su luz y calor reflejando en él, debía hacer crecer y conservar nuestra Vida Divina en la criatura. Y así como nuestras cualidades divinas hacen conocer al Ser Supremo, así estos cielos extendidos en el hombre hacen conocer que él es nuestra habitación. ¿Quién puede decirte el modo, el amor con el cual nos deleitamos al crear al hombre? ¡Oh, si él conociera quién es, qué posee, cómo se estimaría más y estaría atento a no manchar su alma, y amaría a Aquél que con tanto amor y gracia lo ha creado!”

+ + + +

28-11
Mayo 2, 1930

La Divina Voluntad corre siempre hacia la criatura para abrazarla y volverla feliz, y tiene virtud de vaciarla de todos los males. La carrera del “te amo” en el Querer Divino.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, su luz me eclipsa, su fuerza potente me encadena, su belleza me rapta, tanto, de sentirme clavada sin poderme apartar de pensar y mirar a un Querer tan Santo. Su Vida abate la mía y me pierdo en su inmensidad, pero mientras mi mente se perdía en el Fiat omnipotente, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Divina Voluntad corre siempre como acto primero de vida hacia la criatura, y corre para felicitarla, para abrazarla, para vaciarla del peso de todos los actos humanos, porque todo lo que no es Voluntad mía en la criatura, es duro, pesado y oprimente, y Ella vacía todo lo que es humano y con su soplo vuelve ligera cualquier cosa. Por eso la señal si el alma vive en mi Divina Voluntad, es si siente en sí la felicidad, porque Ella es por naturaleza feliz, y no puede dar a quien vive en Ella la infelicidad, porque no la posee, y no puede ni quiere cambiar naturaleza. Por eso quien vive en mi Fiat siente en sí la virtud felicitante, y en todo lo que hace siente correr una vena de felicidad, la cual vuelve ligero cualquier acto, cualquier pena y sacrificio; esta felicidad lleva consigo el vaciamiento de todos los males y llena a la criatura de fuerza invencible, de modo que con toda verdad puede decir: ‘Todo puedo, a todo puedo llegar, porque me siento transmutada en la Divina Voluntad que ha desterrado de mí las debilidades, las miserias, las pasiones; mi misma voluntad felicitada por la suya quiere beber a grandes sorbos su felicidad divina, y no quiere saber nada más que de vivir de Voluntad Divina’. La infelicidad, las amarguras, las debilidades, las pasiones, no entran en mi Voluntad, están fuera de Ella; su aire balsámico endulza y fortifica todo, y por cuanto más el alma vive en Ella y repite sus actos en mi Querer Divino, tantos más grados de felicidad, de santidad, de fuerza y belleza divina adquiere, y también en las mismas cosas creadas siente la felicidad que le llevan de su Creador. Mi Divina Voluntad quiere hacer sentir la naturaleza de su felicidad a la criatura que vive en Ella, y por eso le da la felicidad en la luz del sol, en el aire que respira, en el agua que bebe, en el alimento que come, en la flor que la recrea, en suma, en todo hace sentir que no sabe dar más que felicidad a la criatura, por eso el cielo no está lejano de ella, sino dentro de ella, porque en cualquier cosa la quiere volver feliz”.
(3) Por eso continuaba mi giro en la Creación para seguir al Fiat Divino en todas las cosas creadas, y dondequiera buscaba poner mi acostumbrado ‘te amo’ para corresponderlo por todo su amor esparcido en todo el universo. Pero mi mente quería interrumpir mi carrera de mi ‘te amo’ continuo con decirme: ¿Pero existe en mí la vida de este ‘te amo’ que voy siempre repitiendo? Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús estrechándome a Sí me ha dicho:

(4) “Hija mía, has olvidado que un ‘te amo’ en mi Divina Voluntad tiene la virtud de que dicho una vez no termina jamás de decir ‘te amo’; el ‘te amo’ en mi Divina Voluntad es vida, y como vida no puede cesar de vivir, debe tener su acto continuo. Mi Fiat no sabe hacer actos finitos, y todo lo que la criatura hace en Él adquiere vida continua, y así como a la vida le es necesario el respiro, el latido, el movimiento continuo para vivir, así los actos hechos en mi Voluntad Divina, teniendo su principio en Ella, se cambian en vida, y como vida adquieren la continuación del mismo acto, sin cesar jamás. Por tanto tu ‘te amo’ no es otra cosa que la continuación de tu primer ‘te amo’; él, como vida quiere el alimento para crecer, el respiro, el latido, el movimiento para vivir, y con el repetir tu ‘te amo’ siente el latido, el respiro, el movimiento, y crece en la plenitud del amor, y sirve para multiplicar tantas vidas de amor por cuantos ‘te amo’ tú dices. ¡Si tú supieras cómo es bello el ver tantas vidas de amor esparcidas en toda la Creación por cuantos ‘te amo’ dices! Por eso un ‘te amo’ llama y reclama con insistencia al otro ‘te amo’. He aquí el por qué tú sientes una necesidad de amor de seguir la carrera del tu ‘te amo’ ; el verdadero bien jamás queda aislado, mucho más en mi Divina Voluntad que siendo Vida que no tiene principio ni fin, todo lo que en Ella se hace no está sujeto ni a terminar ni a ser interrumpido. Entonces un ‘te amo’ sirve para mantener y llamar a vida otro ‘te amo’, son pasos de vida de amor que la criatura hace en mi mismo Querer. Por eso no te detengas y sigue la carrera de tu ‘te amo’ para Quien tanto te ha amado”.

+ + + +

28-12
Mayo 10, 1930

Todas las cosas creadas son felices porque han sido creadas por una Voluntad Divina. Dios amó al hombre con amor perfecto
y le donó amor, santidad, y belleza completas.

(1) Mi pequeña alma continúa su curso en las obras que creó la Divina Voluntad, y mientras miraba la Creación para unirme a los homenajes que dan a mi Creador, veía que todo era felicidad en ellas: El cielo, feliz en su extensión que se extendía a todos los puntos, parece que su extensión dice plenitud de felicidad, y todas sus estrellas son grados de felicidad que el cielo posee, que elevándose hacia su Creador lo glorifica con la felicidad de su extensión y con tantas categorías de estrellas que posee; el sol es feliz en su luz, en la fecundidad de su calor, en la belleza de sus variados colores, en la dulzura y distintos gustos que posee, ¡oh! cómo es feliz, cómo se eleva a Aquél que lo ha creado para llevarle la gloria, los homenajes de tanta felicidad que posee. Pero mientras mi mente se perdía en las tantas felicidades que posee la Creación, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas son felices, felices porque han sido creadas por una Voluntad Divina que por Sí misma es eternamente feliz, felices por el oficio que ocupan, felices en el espacio en el cual se encuentran, felices porque glorifican a su Creador. Ninguna cosa creada por Nosotros ha sido creada infeliz, por eso todas poseen la plenitud de la felicidad.
(3) Ahora, si tanta felicidad pusimos en toda la Creación, al crear al hombre no sólo lo creamos doblemente feliz, dándole la vena de la felicidad en la mente, en la mirada, en la palabra, en el latido, en el movimiento, en el paso, sino que le dimos en su poder la misma felicidad, para que la multiplicara en cada acto bueno, palabra, paso, y lo demás que hubiera hecho, no hubieron límites de felicidad para él como en las cosas creadas, al hombre le fue dada la virtud de crecer siempre más en la felicidad, pero esto siempre y cuando se hiciera dominar por mi Divina Voluntad; sin Ella no puede reinar la felicidad.
¡Oh, si las cosas creadas pudiesen salir de nuestro Fiat, perderían al instante la felicidad y se cambiarían en obras, las más infelices! Por eso si quieres ser feliz déjate dominar por mi Querer Divino, porque sólo Él tiene la virtud de dar la felicidad a la criatura, y de cambiar

en el néctar más dulce las cosas más amargas. Hija mía, tú debes saber que Nosotros amamos con amor perfecto a la criatura, y por eso al crearla poníamos en ella felicidad completa, amor, santidad y belleza completa, a fin de que la criatura pudiera ponerse en competencia con Nosotros y correspondernos con felicidad, amor y santidad completos, de modo de podernos deleitar tanto en ella, de poder decir: ‘Cómo es bella la obra creada por Nosotros’. Y para estar seguros de que nuestros dones no sufrieran detrimento en la criatura, la confiamos a nuestra Divina Voluntad, a fin de que le sirviera de vida para custodiar en ella nuestra felicidad, nuestro amor, nuestra santidad y belleza, haciéndolos crecer siempre. Por eso todo el bien del hombre estaba ligado a nuestra Divina Voluntad; rechazada Ésta todos los bienes terminan, no hay desventura más grande que la de no hacerse dominar por mi Divina Voluntad, porque sólo Ella es la conservadora y el llamado de nuestros bienes en la criatura”.

+ + + +

28-13
Mayo 20, 1930

Toda la Creación es miembro de Dios, y cómo participa en todas las cualidades divinas. La Divina Voluntad, recolectora de todos los actos que le pertenecen.

(1) Estaba según mi costumbre siguiendo los actos de la Divina Voluntad en la Creación. Comprendía que está totalmente unida con su Creador, y parece que como miembro goza la unión con su cuerpo, y en virtud de esta unión el miembro siente el calor, el movimiento, la vida. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada cosa creada es un miembro mío distinto, y tal me sirve para mantener el orden, la vida de la Creación, y por medio de ella me sirvo, ahora para hacer uso de la misericordia, ahora de mi potencia y ahora de mi justicia; mucho más que estando la Creación inmersa en mi Divina Voluntad, no se puede mover ni obrar si mi Fiat Divino no le da el movimiento, ni la actitud de obrar. Ahora, al igual que la Creación, la criatura es miembro de Dios, y hasta en tanto que quede unida con Dios participa de todas las cualidades de Dios, del mismo modo que un miembro unido al cuerpo participa de la circulación de la sangre, del calor, del movimiento del mismo cuerpo. ¿Pero quién mantiene firme esta unión, permanente y en pleno vigor este miembro de la criatura unido a su Creador? Mi Divina Voluntad. Ella es vínculo de unión y comunicación de calor y movimiento, en modo de hacer sentir a cada movimiento la Vida de su Creador, y pone, más que sangre, en circulación con este miembro la santidad Divina, la fuerza, la bondad, en suma, todas las cualidades de su Creador; pero si no está mi Voluntad, será un miembro separado que no puede fluir a la comunicación del cuerpo, y si aparentemente parece unido, será como un miembro paralizado que vivirá con dificultad, sin movimiento, y será de fastidio y de dolor a la cabeza divina, el tener un miembro y no poder comunicar el bien de su Vida”.
(3) Después de esto ha agregado: “Hija mía, mi Divina Voluntad es la recolectora de todo lo que le pertenece. Ella, celosa de sus actos no pierde uno solo, porque cada uno de sus actos contiene un acto infinito, una eternidad toda entera, una interminabilidad que no termina jamás, así que son actos no sujetos a perderse, y mi Fiat cuando forma sus actos es tanto el amor, el celo de su acto, que se lo tiene en su regazo de luz como gloria y triunfo de la potencia de su obrar. Ahora, cuando el alma vive en mi Divina Voluntad y encierra en Ella sus actos, se vuelve un acto de Voluntad Divina, y entonces repite por sí todos los actos que hace la Divina Voluntad, y le da la gloria, la correspondencia de sus actos divinos, y ¡oh! cómo mi Fiat Divino se siente triunfante de esta criatura, porque encuentra en ella un acto puro de su Voluntad, y se hace recolectora de todo lo que puede hacer esta criatura, no pierde ni siquiera un respiro, porque en todo encuentra su Voluntad

obrante, y esto le basta para tener actos dignos de Ella, y la ama tanto que la tiene estrechada en su regazo de luz para darle la Vida continua de su Querer, y para recibir de ella la correspondencia. Por eso hija mía, sé atenta a recibir esta Vida de Voluntad Divina, para poder decir: Vida de Voluntad Divina me das, y Vida de Voluntad Divina te doy”.

+ + + +

28-14
Junio 2, 1930

La Divina Voluntad es paz y seguridad. Dudas y temores. Sólo Jesús es autor de las leyes. Necesidad de las venidas de Jesús.
La desconfianza, el acto débil de nuestros siglos.

(1) Me sentía oprimida por las privaciones de mi dulce Jesús. ¡Oh Dios, qué pena! Es pena sin misericordia, sin alivio, sin apoyo, faltando Jesús falta todo, por eso se siente que falta la Vida de quien puede dar vida; es pena que convierte a todo el pobre ser humano en voces que llaman a Aquél que puede darle la vida; es pena de luz que revela con más claridad quien es Jesús. Pero mientras nadaba en el duro dolor de su privación, otro dolor se agrega, que me martillaba mi pobre inteligencia, me habían dicho que se dudaba de mis escritos porque se encontraba en ellos que Jesús me había besado, abrazado, y casi diariamente había venido a mí. Mi pobre mente no soportaba y disparatando decía: “Mira Amor mío qué significa el no hacerte ver y no darte a conocer a todos, si lo hicieras ellos caerían en la red de no poder estar sin Ti y te harían caer a Ti para no poder estar sin ellos”. Yo me sentía torturada por las dudas, por temores que no es necesario poner sobre el papel. Y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, tranquilízate, tranquilízate, tú sabes que jamás he tolerado en ti dudas y temores, porque son harapos viejos de la voluntad humana; mi Fiat Divino, donde Él reina no admite estas miserias, porque por su naturaleza es paz y seguridad, y así vuelve al alma que se hace dominar por su luz. Por eso Yo no quiero nada más de ti, sino que tu respiro, tu latido, todo tu ser, no sea otra cosa que Voluntad mía y amor. El amor y la Divina Voluntad unidos juntos forman el más grande ofrecimiento, el más bello homenaje que la criatura puede hacer a su Creador, el acto que más se asemeja a nuestro acto. Por eso estémonos en nuestro puesto de amarnos siempre y de no interrumpir jamás nuestro amor. Una Voluntad Divina siempre cumplida y un amor nunca interrumpido, es la cosa más grande que se puede encontrar en el cielo y en la tierra, y esto es sólo de nuestro Ser Divino y de quien se da en poder de nuestro Querer. Además hija mía, ¿por qué ¿por qué te afliges tanto por lo que han dicho? Yo soy el autor de las leyes y ninguno me puede someter a ninguna ley, y por eso hago lo que quiero y lo que más me agrada. El disponer de las almas, el cumplir en quién un designio mío, en quién algún otro, es derecho que he reservado para Mí solo, y además, ¿qué es más, el recibirme Sacramentado cada día, entrar en su boca, descender en el estomago y aun en personas llenas de pasiones para comunicar mi Vida, mi sangre para mezclarla con la sangre de ellos, o dar un beso, un abrazo a quien me ama y vive sólo para Mí? ¡Oh! cómo es verdad que la vista humana es corta, y hacen grandes las cosas pequeñas, y las cosas grandes las hacen pequeñas por la sola razón de que no son comunes a todos. Además de esto, todo lo que ha pasado entre Yo y tú, tantas intimidades, tantos excesos de mi amor, mis repetidas venidas, lo requería el decoro de mi Divina Voluntad que debía hacer conocer por medio tuyo. Si Yo no hubiera venido frecuentemente, ¿cómo podía decirte tantas cosas acerca de mi Divina Voluntad? Si no hubiera hecho en tu corazón mi sede, como mi templo vivo, no habrían sido tan continuas mis lecciones, por eso deberían comprender que todo lo que he hecho a tu alma debía servir a mi Divina Voluntad, la cual todo merece, y el oír mis tantas condescendencias amorosas debía servir para hacer comprender cuánto amo a la criatura, y cuánto puedo amarla, para elevar a la criatura a mi puro amor y a la plena confianza que

debe tener hacia quien tanto la ama, porque si entre la criatura y Yo no hay plena confianza, no se pueden elevar a vivir en mi Divina Voluntad. La desconfianza siempre pone obstáculo a la unión entre Creador y criatura, es la que le impide el vuelo hacia quien tanto la ama, la hace vivir a ras de tierra, y a pesar de que no caiga, le hace sentir a lo vivo sus pasiones. Mucho más que la desconfianza ha sido el acto débil en el curso de los siglos, y a veces aun las almas buenas han retrocedido en el camino de las virtudes por causa de la desconfianza, y Yo para quitar este entorpecimiento que produce el espectro de la desconfianza, he querido mostrarme contigo todo amor, y a lo familiar más que padre e hija, para volver a llamar no sólo a ti, sino a todos los demás a vivir como hijos, como arrullados en mis brazos, y Yo he gustado, y también tú, cómo es bello tener a la criatura toda amor y toda confianza Conmigo. Yo puedo dar lo que quiero, y ella no tiene ningún temor de no recibir lo que quiere, así que puesta en orden la verdadera confianza entre la criatura y Yo, viene quitado el mayor obstáculo para hacer reinar mi Divina Voluntad en sus almas. Entonces hija mía, Yo sé hacia dónde tienden mis miras, y a qué deben servir, sé lo que hago de grande y bello cuando elijo a una criatura, y ¿ellos qué saben? Y además, siempre tienen algo que decir sobre mi obrar, mi breve vida acá abajo no fue perdonada cuando mi Santísima Humanidad estaba en medio a ellos y Yo era todo amor para ellos, no obstante si me acercaba demasiado a los pecadores tenían qué decir, decían que no era decoroso para Mí tratar con ellos, y Yo los dejaba decir, y sin dar importancia a su hablar hacía mis actos, me acercaba más a los pecadores, los amaba de más para atraerlos a amarme; si hacía milagros tenían qué decir, pues como me creían hijo de San José decían que no podía salir de un artesano el Mesías prometido, e iban suscitando dudas sobre mi Divina Persona, tanto de formar nubes en torno al Sol de mi Humanidad, y Yo suscitaba los vientos para desembarazarme de las nubes y reaparecía más refulgente en medio a ellos para cumplir la finalidad de mi venida a la tierra, la cual era la Redención. Por eso no te maraville el que hayan encontrado qué decir sobre el modo como me he comportado contigo, y si bien han formado nubes en torno al modo de obrar que he usado contigo, pero Yo suscitaré mis vientos para desembarazarme de estas nubes, y si aman la verdad conocerán que el modo como me he comportado contigo, a pesar de que no lo he usado con otras almas, era necesario para nuestro amor, porque debía servir a nuestra misma Voluntad para hacerla conocer y hacerla reinar”.
(3) Después ha agregado con un acento más tierno:
(4) “Hija mía, pobrecitos, no están habituados a caminar en los campos de la luz de mi Divina Voluntad, por eso no es maravilla que su inteligencia haya quedado como deslumbrada, pero si se habitúan a mirar la luz verán claro que sólo mi amor podía llegar a tanto; y como amo tanto que se conozca mi Divina Voluntad para hacerla reinar, he querido ser exuberante en el exceso de mi amor que contenía en mi corazón. Es más, todo lo que he hecho contigo se pueden llamar preludios de lo que haré a aquellos que se harán dominar por mi Fiat. Pero te digo que así como todos aquellos que tuvieron qué decir sobre mi Humanidad estando en la tierra, y que no se rindieron a creer ante la santidad de mis obras, quedaron en ayunas del bien que Yo vine a traer a todos, y quedaron fuera de mis obras, así será de aquellos que dicen del cómo, del modo de lo que he dicho, si no se rinden, también ellos quedarán en ayunas y fuera del bien que con tanto amor quería traer a todos”.

+ + + +

28-15
Junio 18, 1930

Todas las cosas creadas llaman a la criatura a cumplir la Divina Voluntad. Dios al crear al hombre lo
ponía dentro de sus recintos divinos.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y mientras mi pobre mente seguía la Creación para hacer compañía a los actos que la Divina Voluntad hace en Ella, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada cosa creada llama a la criatura a hacer la Divina Voluntad; son sin voz y hablan, pero hablan según el acto que el Querer Divino desarrolla en ellas, porque cada cosa creada desarrolla un acto distinto de Voluntad Divina, y con ese acto llama a la criatura a cumplir su Divina Voluntad. Cada cosa creada para este fin, ha tenido de Dios un deleite especial, para atraer con modo misterioso a la criatura a hacer su Divina Voluntad. He aquí la razón del orden, la armonía de toda la Creación en torno a la criatura, de modo que el sol llama con su luz, y haciendo salir su calor la llama a cumplir la Voluntad de su Creador, y mi Fiat Divino escondido bajo los velos de la luz, llama con insistencia, sin retirarse jamás, a recibir su Vida para poderla desarrollar como la desarrolla en el sol, y casi para asaltarla para hacerse escuchar, inviste a la criatura por todos los lados, a la derecha, a izquierda, sobre la cabeza, se extiende hasta bajo los pies para decirle con su mudo lenguaje de luz: ‘Escúchame, mírame como soy bello, cuánto bien hago a la tierra, porque una Voluntad Divina reina y domina mi luz, y tú, ¿por qué no escuchas con mi toque de luz, para recibir la Vida del Querer Divino para hacerlo reinar en ti?’ El cielo te habla con el apacible centelleo de las estrellas, el viento con su imperio, el mar con su murmullo y con sus olas alborotadas, el aire te habla en la respiración, en el latido, la florecita con su perfume, en suma, todas las cosas creadas hacen competencia en llamarte a recibir mi Voluntad para hacerla reinar, de modo que cielo y tierra no fuesen otra cosa que un acto de Voluntad Divina. ¡Oh, si las criaturas escuchasen las tantas voces de la Creación, que si bien mudas, pero reales y siempre en medio a ellas, se rendirían y la harían reinar como reina con su pleno triunfo en todas las cosas creadas por Nosotros!’.
(3) Después seguía mi giro en la Creación, y habiendo llegado al Edén seguía lo que Dios hizo en la Creación del hombre, y mi amado Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, en cuanto llegas a este punto de la creación del hombre, nos sentimos heridos y tenemos presente la escena conmovedora de cómo fue creado por Nosotros; nuestro amor se inflama, se desborda, corre para encontrar al hombre como fue creado por Nosotros; nuestro amor delira y en su delirio quiere abrazarlo, estrecharlo a nuestro seno, bello y santo como salió de nuestras manos creadoras, y no encontrándolo, nuestro amor se cambia en delirio de amor doliente y suspira a aquél que tanto ama. Tú debes saber que fue tanto nuestro amor al crear al hombre, que apenas creado fue puesto por Nosotros en nuestros recintos divinos, y le dimos como pequeño átomo la voluntad humana inmersa en la inmensidad de la Divina Voluntad, por lo que era como connatural para él, que siendo pequeño átomo debiese vivir de Voluntad Divina. Nuestra Divinidad le decía: ‘Te damos nuestra Divina Voluntad a tu disposición, a fin de que tu pequeño átomo de la tuya sienta la necesidad de vivir de su inmensidad, de crecer con su santidad, de embellecerse con su belleza, de servirse de su luz; viéndose pequeño se sentirá feliz de vivir en los recintos de nuestro Fiat para vivir de nuestras cualidades divinas’. Y Nosotros nos deleitábamos de ver este pequeño átomo de la voluntad humana vivir en nuestros interminables recintos, a cuidado nuestro, bajo nuestra mirada crecía bello y gracioso, de una rara belleza, tanto, de raptarnos y encontrar en él nuestras delicias. Pero fue breve su felicidad y nuestras alegrías por haber creado al hombre, este átomo del querer humano no quiso vivir de Voluntad Divina, sino de sí mismo, se puede decir que reprimió la nuestra para vivir de la suya, porque por cuanto quisiera salir de nuestra Voluntad, no encontraba ni siquiera un pequeño espacio a donde irse, porque no hay punto donde Ella no se encuentre, así que, aunque no quiso vivir de la nuestra, no tenía a dónde ir, así que mientras estaba en nuestro Fiat Divino, pero vivía como si no estuviera, y voluntariamente vivía de sus miserias y de las tinieblas que se formaba él mismo. Ésta es la razón de nuestro suspiro continuo, que no tenga más reprimido nuestro Querer, sino que más bien reprima el átomo de su querer para vivir feliz y santo, y poder encontrar en él nuestras delicias”.

+ + + +

28-16
Julio 4, 1930

Todas las cosas creadas poseen la virtud repetidora del Fiat Divino.

(1) Me sentía aplastar bajo el peso de opresiones tremendas que circundan mi pobre existencia. ¡Oh, cómo suspiraba la patria celestial! Habría querido desaparecer de la tierra sin volver a oír ni ver a ninguno; amo, suspiro el lanzarme en los brazos de Jesús para decirle: “Amor mío, tenme estrechada entre tus brazos, no me dejes más, porque sólo en tus brazos me siento segura y no tengo miedo de nada, Jesús, piedad de mí, Tú que sabes lo que pasa en mi alma no me abandones”. Y buscaba por cuanto más podía el abandonarme en el Fiat Supremo. Y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí, haciéndose ver, todo ternura me ha dicho:
(2) “Pobre hija mía, ánimo, debes saber que no estás sola en el sufrir, tienes a tu Jesús que sufre junto contigo, es más, sufre más que tú, porque son cosas que corresponden más a Mí que a ti, y Yo las siento tan a lo vivo que me siento desgarrar mi corazón traspasado. Pero lo que nos debe consolar es que son cosas del foro externo, entre tú y Yo nada se ha cambiado, las cosas tal como eran son, los juicios humanos no tienen ningún poder en nuestras intimidades y comunicaciones, por eso no nos pueden dañar. Así que tu vuelo en mi Divina Voluntad no quiero que sea interrumpido jamás; Ella tiene la virtud repetidora, y todas las cosas creadas por Nosotros que hacen continua morada en nuestro Querer, poseen la virtud de repetir el acto continuo recibido de Dios en la Creación, y de dar a las criaturas cada día su acto continuo: El sol cada día da su luz, el aire se hace respirar continuamente, el agua repite cada día el darse al hombre para quitarle la sed, lavarlo y refrescarlo, y así todas las otras cosas creadas repiten la virtud repetidora de mi Fiat Divino, y si alguna de estas cosas creadas pudieran salir de dentro de Él, perderían al instante la virtud de repetir su acto continuo, que mientras es antiguo es siempre nuevo en provecho de las criaturas. La señal más cierta de que las cosas creadas están en mi Divina Voluntad, y la señal de que el alma vive en Ella y se hace dominar, es si sus actos, si bien antiguos, tienen virtud como si fuesen siempre nuevos, y que sean continuos sus actos. En mi Divina Voluntad no hay detenciones, el alma siente la facilidad y virtud de su acto continuo; ¿tal vez se detiene el sol en su curso de dar siempre luz? Ciertamente que no. Tal es el alma que vive en mi Divina Voluntad, siente en sí toda la plenitud y convertidos como en naturaleza la virtud vivificadora de los bienes divinos y del acto continuo del Fiat Divino.
(3) Ahora, así como las cosas creadas repiten su acto continuo, así mis actos y los de mi Mamá Celestial, porque fueron hechos en la Divina Voluntad y animados por Ella, poseen la virtud repetidora, y más que sol dardean a las criaturas y hacen llover sobre sus cabezas todos los bienes de todos nuestros actos, que si bien antiguos son siempre nuevos, en provecho de la mísera humanidad, porque poseen el acto continuo. Pero a pesar de que llueven sobre sus cabezas sin cesar jamás, no son tomados por las criaturas, sólo reciben el fruto de nuestros actos continuos cuando los reconocen, los imploran y los quieren recibir, de otra manera nada reciben. Sucede como al sol, si la criatura no sale fuera para gozar y recibir el bien de su luz continua, no recibe todo el bien de su luz, lo recibe sólo aquellas veces que se toma el pensamiento de salir; y si alguna otra no abre las puertas, a pesar de que el sol inviste la tierra con su acto continuo de luz, quedará a lo oscuro. Por eso hija mía, si quieres tomar todo el bien de tu Jesús y de la Soberana del cielo, en nuestro Fiat los encontrarás todos en acto, implóralos sobre de ti, reconócelos, y te sentirás bajo la lluvia de nuestros actos continuos”.

+ + + +

28-17
Julio 9, 1930

Valor de la voluntad humana cuando entra en la Divina. Temores por causa de juicios competentes. Respuesta de Jesús y sus enseñanzas.

(1) Mi pequeña inteligencia siente la extrema necesidad del Querer Divino, porque sólo Él es mi apoyo, mi fuerza, mi vida. ¡Oh Voluntad Divina, no me abandones! Y si yo, ingrata, no he sabido seguir tu vuelo, tu luz, perdóname, y reforzando mi debilidad absorbe en Ti el pequeño átomo de mi existencia, y viva perdida en Ti para vivir sólo y siempre de tu Voluntad Suprema. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat Divino, mi dulce Jesús haciendo su pequeña visita a mi alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, estoy Yo contigo, ¿de qué temes? Si conocieras la belleza, el valor que adquiere la voluntad humana cuando entra y hace continua morada en el Fiat Divino, no perderías un instante de vivir en Él. Tú debes saber que en cuanto la voluntad humana entra en la Divina, nuestra luz la inviste y la embellece de una rara belleza, el alma queda tan ensimismada que no se siente extraña con su Creador, más bien se siente que ella es toda del Ser Supremo y el Ser Divino es todo suyo, y con libertad de hija, sin temor y con confianza raptora se eleva en la unidad de la Voluntad de su Creador, y en esta unidad, el átomo de la voluntad humana emite su ‘te amo’, y mientras forma su acto de amor, todo el amor divino corre, circunda, abraza, se cambia en el ‘te amo’ de la criatura, y lo hace tan grande cuanto es grande nuestro amor, y Nosotros sentimos en el pequeño ‘te amo’ de la criatura las fibras, la vida de nuestro amor, y Nosotros le damos el valor de nuestro amor, y sentimos en el pequeño ‘te amo’ la felicidad de nuestro amor. Este pequeño ‘te amo’ no sale más de dentro de la unidad de nuestro Querer, y mientras queda, se expande tanto en la orbita del Fiat, que no hace otra cosa que seguir por todas partes a la Divina Voluntad, y así de todos los otros actos que se propone hacer en nuestra Voluntad. Tú debes pensar que una Voluntad creadora entra en el acto de la criatura, y por eso debe hacer actos dignos, cuales sabe hacer y convienen a una Divina Voluntad”.
(3) Después me sentía oprimida más que nunca, mi pobre mente estaba entristecida por pensamientos que me aplastaban y me quitaban la bella tranquilidad del día de la paz gozada siempre por mí, y que Jesús mismo tanto estimaba y era celoso de mi paz, y no permitía que ninguna cosa me turbara. Y ahora oigo que ruidos de tempestad quieren hacer llover sobre mi cabeza, y esto porque habiendo leído personas competentes algún volumen de mis escritos, han encontrado dificultades sobre la intimidad que Jesús había usado conmigo, el verter sus amarguras en mi indigna alma, y tantas otras cosas, que no era de la dignidad divina obrar en este modo con la criatura, y como yo estaba en mi simplicidad, habiéndome asegurado mis pasados confesores y también personas santas y competentes, a las cuales yo, temerosa preguntaba si fuese Jesús o no que obraba así conmigo, y ellos me aseguraban que era Jesús, diciéndome que es su costumbre entretenerse sobre la faz de la tierra con sus criaturas, y yo creía sus aseveraciones, y dándome en poder de Jesús lo dejaba hacer lo que quería de mí, y aunque me sometiera a penas atroces, y aun a la misma muerte, yo me sentía feliz como tantas veces sucedía, porque, contento Jesús, decía, me basta, mucho más que lo que ha hecho conmigo mi dulce Jesús, sea que vertiera, sea que me llevase junto con Él, o cualquier otra cosa que me hiciera, yo no recuerdo jamás haber sentido en mí sombra de pecados, tendencias no buenas y santas, más bien su toque era puro y santo y me sentía más pura, su verter de su boca en la mía, que como una fuentecita salía de la boca de Jesús y se vertía en la mía, a las penas que yo sentía tocaba con la mano cuánto sufre Jesús, cuán feo es el pecado, y habría puesto mil veces la vida, antes que ofenderlo, y me sentía convertir mi pequeño ser todo en reparaciones para poder defender a mi dulce Jesús. Por eso, al pensar que había sido interpretado tan mal un acto tan santo de Jesús, me sentía tan mal, que no tengo palabras para expresarme. Entonces el bendito Jesús, teniendo compasión de mí, se ha hecho ver, y todo afligido y ternura me ha dicho:

(4) “Hija mía, no temas, mi modo de obrar es siempre puro y santo, cualquiera que sea, y aunque parezca extraño a las criaturas, porque toda la santidad no está en el acto externo del modo de obrar, sino depende de la fuente de la santidad interna de donde sale, y de los frutos que produce mi modo de obrar, si los frutos son santos, ¿por qué querer juzgar mi modo? Así me agradaba y por eso lo hacía. Por los frutos se conoce el árbol, si es bueno, mediocre o malo, y me disgusta sumamente que en vez de juzgar los frutos, han juzgado la corteza del árbol y no la sustancia y la vida del mismo árbol. Pobrecitos, ¿qué cosa pueden comprender con mirar la corteza de mis modos sin descender a los frutos que he producido? Quedarán más a lo oscuro y pueden incurrir en la desgracia de los fariseos, que mirando en Mí la corteza de mis obras y palabras, no la sustancia de los frutos de mi Vida, permanecieron ciegos y terminaron con darme la muerte. Y además, ¿así se da un juicio, sin implorar la ayuda del Autor y Dador de las luces, y sin interpelar a aquella que con tanta facilidad ellos juzgan? Y además, ¿qué males hacía Yo, y qué era lo que tú recibías cuando Yo vertía de mi boca en la tuya la fuentecita que salía de la fuente de mis amarguras que me dan las criaturas? No vertía en ti el pecado, sino parte de los efectos y por eso tú sentías la intensidad de las amarguras, la nausea, cómo es fea la culpa, y tú al sentir estos efectos aborrecías el pecado y comprendiendo por ello cuánto sufre tu Jesús, cambiabas tu ser, y también cada gota de tu sangre en reparación para tu Jesús. ¡Ah! tú no habrías amado tanto el sufrir para repararme si no hubieras sentido en ti los efectos de la culpa, y cuánto sufre tu Jesús al ser ofendido. Pueden decir que porque lo hacía de la boca, lo podía hacer de otra manera, pero así me agradaba. Yo he querido hacer contigo como un padre hace con su pequeña hija, porque pequeña se deja hacer lo que quiere, y su padre se vierte en su pequeña, con modos tan afectuosos y amorosos como si encontrase en ella su propia vida, porque sabe que nada rechazaría a su padre, aunque se requiriera el sacrificio de la propia vida. ¡Ah hija mía! mi delito es siempre el amor y es también el delito de quien me ama; no encontrando otra materia de qué juzgar, juzgan mi demasiado amor, y aquél de mis hijos, que tal vez han puesto la vida por ellos mismos. Y además, ahora pueden juzgar como quieran, pero ¿cuál no será su confusión cuando vengan ante Mí y conozcan con claridad que he sido propiamente Yo Aquél que he obrado en ese modo condenado por ellos, y que su juicio me ha impedido una gran gloria mía, y un gran bien en medio a las criaturas, cual es el conocer con más claridad qué significa hacer mi Divina Voluntad y hacerla reinar? No hay delito más grave que el de impedir el bien, por eso hija mía, te recomiendo que no quieras turbarte ni alejar nada de lo que pasa entre Yo y tú, asegúrame que mi obrar tenga su cumplimiento en ti, no me quieras dar ningún dolor por parte tuya. Yo quería difundir el bien fuera de ti, pero la voluntad humana pone obstáculos a mis designios, por eso ruega que sea vencida la voluntad humana y que no quede sofocado el reino de mi Divina Voluntad en medio a las criaturas.
(5) Pero te digo que los conocimientos sobre mi Divina Voluntad no quedarán sepultados, ellos son parte de mi Vida Divina, y como Vida no están sujetos a morir, a lo más podrán quedar escondidos, pero morir jamás, porque es decreto de la Divinidad que el reino de mi Divina Voluntad sea conocido, y cuando Nosotros decretamos no hay potencia humana que nos pueda resistir, a lo más será cuestión de tiempo. Y a pesar de las oposiciones y juicios en contra de estas personas competentes, Yo me haré camino, y si éstos con sus juicios querrán sepultar tanto bien y tantas Vidas Divinas de mis verdades, Yo los pondré a un lado y me haré camino, disponiendo a otras personas más humildes y simples, y más fáciles para creer en mis modos admirables y múltiples que Yo uso con las almas, y con su simplicidad, en lugar de encontrar cavilaciones y dificultades, reconocerán como don de cielo lo que Yo he manifestado sobre mi Divina Voluntad, y éstos me servirán admirablemente para propagar en el mundo los conocimientos sobre mi Fiat. ¿No sucedió lo mismo en mi venida sobre la tierra? Los sabios, los doctos, las personas de dignidad no quisieron escucharme, es más, tenían vergüenza de acercárseme, su doctrina les hacía creer que Yo no podía ser el Mesías prometido, de modo que llegaron a odiarme y Yo los hice a un lado y escogí humildes, simples y pobres pescadores, los cuales me creyeron y me serví admirablemente de ellos para formar mi Iglesia y propagar el gran bien de la

Redención. Así haré de mi Divina Voluntad, por eso hija mía, no te abatas al oír tantas dificultades que ponen, y no nos separemos en nada de lo que pasa entre tú y Yo, y sigue haciendo lo que te he enseñado que hagas en mi Divina Voluntad. Yo nada dejé de hacer de lo que debí hacer para la Redención, a pesar de que no todos me creyeron, todo el mal quedó para ellos, a Mí me convenía hacer mi curso que había establecido hacer por amor de las criaturas. Así harás tú, sigue tu abandono en mi Divina Voluntad y tus actos en Ella, y Yo no te dejaré, estaré siempre junto contigo”.

+ + + +

28-18
Julio 16, 1930

La Divina Voluntad es Vida, el amor es alimento. Un solo acto no forma vida ni acto completo. Necesidad de la repetición de los actos para formar la Vida de la Divina Voluntad.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, ¡oh! sí, yo lo siento que como aire se hace respirar por mi pobre alma, siento su luz purísima que tiene reprimidas las tinieblas de la noche de mi voluntad humana, que en cuanto hace por surgir, por ponerse en acción, la luz de la Divina Voluntad, dulcemente imperante sobre la mía, no sólo reprime las tinieblas para no darles vida, sino potentemente me llama y me atrae a seguir sus actos. Después, siguiendo sus actos divinos tocaba con la mano cuánto nos ama, porque en cada acto suyo salían mares de amor para las criaturas. Y mi siempre amable Jesús, haciendo ver su corazón investido por llamas ardientes por amor de las criaturas me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi amor hacia las criaturas es tanto, que no cesa un solo instante de amarlas; si cesara un solo instante de amarlas, toda la máquina del universo y todas las criaturas se resolverían en la nada, porque la existencia de todas las cosas tuvo el primer acto de vida de mi amor pleno, entero, completo, interminable e incesante, y para hacer que mi amor tuviese toda su plenitud, hice salir de Mí, como acto de vida de todo el universo y de cada acto de criatura, mi Voluntad Divina. Así que mi Voluntad es vida de todo, mi amor es alimento continuo de toda la Creación. La vida sin el alimento no puede vivir; el alimento si no encuentra la vida no tiene a quién darse ni a quién nutrir. Por eso toda la sustancia de toda la Creación es mi Voluntad como vida y mi amor como alimento, todas las otras cosas son superficiales y como adorno. Así que cielo y tierra están llenos de mi amor y de mi Voluntad, no hay punto, donde como viento impetuoso no se derramen sobre las criaturas, y esto siempre, siempre, sin cesar jamás, está siempre en acto para derramarse sobre las criaturas, tanto, que si la criatura piensa, mi Divina Voluntad se hace vida de su inteligencia, y mi amor, alimentándola, la desarrolla; si mira se hace vida de su ojo y mi amor alimenta la luz del ver; si habla, si late, si obra, si camina, mi Voluntad se hace vida de la voz, mi amor alimento de la palabra; mi Divina Voluntad se hace vida del corazón, mi amor, alimento del latido; en suma, no hay cosa que la criatura haga en que mi Voluntad no corra como vida, y mi amor como alimento. Pero cuál no es nuestro dolor al ver que la criatura no reconoce a quien forma su vida y a quien alimenta todos sus actos”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Querer Divino, y en mi mente pensaba entre mí: “¿Qué gloria doy a mi Dios y qué bien me viene con repetir siempre los mismos actos?” Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, un solo acto no forma vida, ni obras completas en las criaturas, la misma Divinidad en la Creación quiso hacer la repetición de su Fiat por seis veces para formar toda la máquina del universo; podíamos con un solo Fiat hacer todas las cosas creadas, pero no, nos agradó el repetirlo para tomar placer al ver salir de Nosotros, con nuestra fuerza creadora, ahora el cielo azul, ahora el sol, y así todas las otras cosas creadas por Nosotros, y el último Fiat fue repetido sobre del hombre como cumplimiento de toda la obra de la Creación. Y si bien nuestro Fiat no agregó otro Fiat para crear otras cosas, pero hace

siempre su repetición, para mantener y conservar como en su aliento del Fiat todas las cosas en acto, como si las acabase de crear. Y ¡oh! cómo es necesaria la repetición, con el repetir crece el amor, se duplica el gozo, se aprecia de más lo que se repite, y se siente la vida del acto que se repite. Ahora, con el continuar tus actos en mi Divina Voluntad, vienes a formar la Vida de mi Divina Voluntad en ti, con repetirlos la haces crecer y la alimentas. ¿Crees tú que con haberlos repetido alguna vez habrías podido formar su Vida en ti? No hija mía, a lo más habrías podido sentir su aire balsámico, su fuerza, su luz, pero no formar su Vida; se necesitan los actos que no cesan jamás para poder decir: ‘Poseo la Vida del Fiat’. ¿No sucede lo mismo a la vida natural? No se da una sola vez el alimento, el agua, y se ponen aparte sin darlos nunca más, sino que se dan cada día; si se quiere conservar la vida es necesario alimentarla, de otra manera por sí misma se apaga. Por eso continúa tus actos en mi Fiat si no quieres que su Vida se apague y no tenga su cumplimiento en ti”.


+ + + +

28-19
Julio 24, 1930

La Divina Voluntad está en continua actitud en el Ser Divino.
Prodigio de cuando obra en la criatura. Agrado de Dios.

(1) Mi pobre corazón se encuentra entre dos potencias insuperables, el Fiat Divino y el dolor de la privación de mi dulce Jesús, potentes ambas sobre mi pobre corazón, porque mientras siento toda la amargura de estar privada de Aquél que formaba toda la felicidad de mi pobre existencia, y que ahora faltándome se me ha convertido en intensa amargura, el Querer Divino dominándome me absorbe en su Divina Voluntad para transmutarla en Ella. Ahora, mientras me encontraba bajo opresiones tremendas, mi dulce Jesús dándome una sorpresa me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no temas, estoy aquí contigo, y la señal es que sientes en ti la Vida de mi Fiat, Yo soy inseparable de Él. Tú debes saber que nuestra Voluntad está en continua actitud en nuestro Ser Divino, su movimiento no cesa jamás, sus obras están siempre en acto, por eso está siempre en actividad. Pero las sorpresas maravillosas que suceden cuando la criatura entra en nuestra Voluntad son encantadoras y prodigiosas; en cuanto ella entra nuestro Querer se encierra en la criatura, y mientras se encierra hasta llenarla toda, no pudiendo ella abrazarla toda ni encerrarla toda dentro de sí, desborda fuera de sí, llenando cielo y tierra, en modo que se ve que la pequeñez de la criatura encierra una Voluntad Divina, la cual mantiene en ella su movimiento incesante y sus obras en operación; no hay cosa más santa, más grande, más bella, más prodigiosa, que el obrar de mi Querer en la pequeñez de la criatura. Mientras obra, como ella no puede ni encerrarla ni abrazarla toda porque es finita, por eso no tiene capacidad de encerrar lo inmenso y lo infinito, pero toma cuanto más puede contener, hasta desbordar fuera, y mientras desborda, se ve la criatura bajo una lluvia de luz y de varias e insólitas bellezas dentro y fuera, que nuestro Ser Divino por ello toma tanto deleite que nos sentimos raptar, porque vemos a la pequeñez humana, en virtud de nuestro Fiat que la llena, transformada en las bellezas de nuestras cualidades divinas, las cuales tienen tal fuerza que nos raptan y nos hacen gozar en la criatura nuestras puras alegrías y nuestras felicidades indecibles.
(3) Ahora, tú debes saber que cada vez que la criatura llama a mi Querer como vida obrante en ella, y se arroja para permanecer sumergida en Él, es tanta nuestra satisfacción, que todo nuestro Ser concurre y ponemos tal valor por cuanto valor contiene nuestro Ser Divino; mucho más que nuestro Fiat Divino tiene su primer acto de vida en el acto de la criatura, ella no ha sido mas que concurrente, así que como acto nuestro ponemos en él todo el peso de nuestra Vida Divina. Mira entonces qué significa hacer un acto en nuestra Voluntad, qué significa multiplicarlos y la gran pérdida de quien no obra en Ella”.


+ + + +

28-20
Agosto 2, 1930

Todas las cosas creadas están veladas, sólo en el cielo todo está develado. Condiciones necesarias y trabajo que se requiere para conocer las verdades.

(1) Estaba pensando en las tantas verdades que el bendito Jesús me había dicho sobre la Divina Voluntad, y que sólo por obedecer había escrito en el papel, y que algunos, leyéndolas, no sólo no quedan raptados por estas verdades, sino me parece que las tienen como verdades que no vale la pena poner atención en ellas; yo me sentía en pena por eso, porque mientras a mí me parecen tantos soles, uno más bello que el otro, capaces de poder iluminar a todo el mundo, para algunos al contrario, parece que no tienen virtud ni siquiera de calentarlo y darle un poquito de luz. Mientras esto pensaba, mi amable Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas acá abajo, tanto en el orden sobrenatural como en el orden natural, todas están veladas, sólo en el cielo están develadas, porque en la Patria Celestial no existen velos, sino que las cosas se ven como son en sí mismas, así que allá arriba no debe trabajar la inteligencia para comprenderlas, porque por sí mismas se muestran como son, y si algún trabajo hay que hacer en la bienaventurada morada, si es que se puede llamar trabajo, es el de gozar y felicitarse en las cosas que sin velos ve; en cambio acá abajo no es así, como la naturaleza humana es espíritu y cuerpo, el velo del cuerpo impide al alma el ver mis verdades, los sacramentos y todas las otras cosas están veladas. Yo mismo, Verbo del Padre, tenía el velo de mi Humanidad, todas mis palabras, mi Evangelio bajo formas de ejemplos y de semejanzas, y sólo me comprendía quien se acercaba a escucharme con la fe en el corazón, con la humildad, y con el querer conocer las verdades que Yo les manifestaba para ponerlas en práctica; haciendo esto rompían los velos que escondían mis verdades y encontraban el bien que había en ellas. Con la fe, con la humildad y con el querer conocer mis verdades, era un trabajo que hacían, y con este trabajo rompían el velo y encontraban mis verdades como son en sí mismas, y por eso quedaban atados a Mí y con el bien que contenían mis verdades. Otros que no hacían este trabajo, tocaban el velo de mis verdades, no el fruto que había dentro, por eso quedaban en ayunas, de ellas no entendían nada y dándome la espalda se alejaban de Mí.
(3) Así son mis verdades que Yo con tanto amor te he manifestado sobre mi Divina Voluntad; para hacer que resplandezcan como soles develados, cuales son, deben hacer su trabajo, el camino para tocarlas, que es la fe, deben desear quererlas conocer, rogar y humillar su inteligencia para abrirla, para hacer entrar en ellos el bien y la vida de mis verdades; si esto hacen romperán el velo y las encontrarán más que refulgente sol, de otra manera quedarán ciegos, y Yo les repetiré el dicho del Evangelio: ‘Tenéis ojos y no miráis, oídos y no escucháis, lengua y sois mudos’. Mira, también en el orden natural todas las cosas están veladas, las frutas tienen el velo de la cáscara; ¿quién tiene el bien de comerlas? Quien hace el trabajo de acercarse al árbol, de cogerlo, de quitar la cáscara que esconde el fruto, éste gusta y hace del fruto deseado su alimento; los campos están velados de paja, ¿quién toma el bien que aquella paja esconde? Quien los despoja de aquella paja tiene el bien de tomar el grano para formar el pan, para hacer de él su alimento cotidiano. En suma, todas las cosas tienen acá abajo el velo que las cubre, para dar al hombre el trabajo y la voluntad, el amor de poseerlas y gustarlas. Ahora, mis verdades superan en gran medida a las cosas naturales y se presentan a la criatura como nobles reinas veladas en acto de darse a ellas, pero quieren su trabajo, quieren que acerquen los pasos de su voluntad a ellas para conocerlas, poseerlas y amarlas, condiciones necesarias para romper el velo que las esconden, una vez roto el velo, con su

luz se hacen camino por ellas mismas, dándose en posesión de quien las ha buscado. Ésta es la razón por la que quien lee las verdades sobre mi Divina Voluntad y hacen ver que no comprenden lo que leen, es más, a veces se confunden, es porque falta la verdadera voluntad de quererlas conocer, se puede decir que falta el trabajo para conocerlas, y sin trabajo no se adquiere nada, ni merecen tanto bien, y Yo con justicia les niego lo que abundantemente doy a los humildes y que suspiran el gran bien de la luz de mis verdades.
(4) Hija mía, cuántas verdades mías sofocadas por quien no ama conocerlas y no quiere hacer su pequeño trabajo para poseerlas, siento que quisieran, si pudieran, ahogarme a Mí mismo, y Yo en mi dolor estoy obligado a repetir lo que dije en mi Evangelio, y lo hago con los hechos, que quito a quien no tiene o tiene alguna pequeña cosa de mis bienes, y lo dejo en la escuálida miseria, porque éstos, no queriéndolos y no amándolos, los tendrán sin estimarlos y sin fruto, y daré más abundantemente a aquellos que tienen, porque éstos los tendrán como preciosos tesoros, que los harán fructificar siempre más”.

+ + + +

28-21
Agosto 12, 1930

El desánimo duplica el peso de las penas. En qué modo nos visita Jesús. El primer motor en Dios es el amor,
y la Divina Voluntad la vida.

(1) Estoy bajo el imperio del Fiat Divino que es el único que conoce mis llagas profundas que va siempre exacerbando y multiplicando en mi pobre alma, pero toda mi esperanza es que reine en ella sólo el Querer Divino en las circunstancias dolorosas de mi existencia acá abajo, y que apresuren mi partida a la patria celestial. Mientras me encontraba bajo la prensa de penas amarguísimas, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te abatas, porque el abatimiento llama al desánimo, el cual duplica el peso de las penas, tanto, que la pobre criatura, con este peso duplicado apenas puede arrastrarse en el camino que debe recorrer, mientras que mi Querer quiere que no te arrastres, sino que vueles en su luz interminable. Y además, el dolor soy Yo, en el cual hago mis pequeñas visitas, el velo es el dolor, pero dentro está mi persona, que escondida dentro del velo del dolor visita a la criatura; la necesidad soy Yo que escondido en ellas hago las más bellas visitas para hacerme ayuda de las necesidades que dispongo. No es con el sólo hacerme ver que visito a las criaturas, sino en tantos modos que se puede decir que en cada encuentro, en cada circunstancia, en cada cosa que le sucede, grande o pequeña, es una visita que me dispongo a hacerle para darle lo que necesita. Para quien vive en mi Querer Divino, siendo mi presencia permanente en ella, no sólo la visito, sino le voy ensanchando los confines de mi Querer”.
(3) Después continuaba mis actos en el Fiat Supremo, para poder seguir con mis actos de amor el amor incesante e interminable de mi Creador, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, si supieras cómo me es dulce tu amor, porque siento en el tuyo el eco nuestro, nuestras fibras divinas, que elevando tu amor en el nuestro, corre, corre tan dulce en nuestro amor al decirnos: ‘Quiero amaros cuanto y como me has amado; cuantas veces me habéis dicho que me habéis amado quiero decirlo también yo’. Y es tanto nuestro agrado, porque queremos que la criatura sea la repetidora de nuestro amor, que ensanchamos tanto el amor de la criatura, de modo de sentir en todo nuestro amor el dulce sonido del amor de ella. Mucho más que en todo lo que hemos hecho por las criaturas, el primer motor, el primer acto ha sido el amor, y como nuestro amor habría sido como fuego sin luz sin nuestra Voluntad, y Ella habría sido como luz sin calor sin nuestro amor, por eso lo que ha dado vida a nuestro amor ha sido el Fiat. Así que lo que nos movió fue el amor, pero lo que dio y da vida a todo es nuestra Divina Voluntad. Por esto quien quiere

encontrar la verdadera vida debe venir en Ella, en la cual encontrará la plenitud de nuestro amor, y el alma adquirirá las prerrogativas de nuestro amor, que son: ‘Amor fecundo, amor que surge, amor que todo abraza, amor que todo mueve en amor, amor insuperable y sin término, amor que todo ama y conquista.’ Por eso cuando te siento correr de una cosa creada a otra para poner en ellas tu ‘te amo’, sobre cada uno de los actos de persona para investirlos con tu ‘te amo’, Yo escucho el dulce sonido de tu amor en el nuestro y te amo de más”.
(5) Después ha agregado con un acento ternísimo:
(6) “Hija mía, es tanto nuestro amor hacia las criaturas, que en cada acto que hace corre el nuestro para amarla, y nuestro Querer para formar la vida de su acto. Así que en cada pensamiento que forma en su mente es un acto de amor que le mandamos, y nuestra Voluntad se presta a formar la vida de su pensamiento; en cada palabra que pronuncia, en cada latido de su corazón, en cada paso que da, son tantos actos de amor nuestro que corren hacia ella, y nuestro Fiat que se presta a formar la vida de su palabra, el latido de su corazón, el paso de sus pies. Por eso la criatura está cubierta de nuestro amor, vive bajo la dulce tempestad de nuestro amor, sobre de ella pende nuestro amor incesante que la ama tanto, y nuestro Fiat que corre en modo rápido a darle la vida a cada uno de sus actos, aunque fuese el más pequeño. ¡Oh! si las criaturas supiesen cuánto las amamos, cómo estamos inclinados hacia ellas para amarlas siempre, siempre, que no dejamos escapar ni siquiera un pensamiento suyo en el cual no le mandemos un amor nuestro especial y distinto, cómo nos amarían, y nuestro amor no quedaría como aislado sin el amor de las criaturas. Nuestro amor desciende continuamente hacia las criaturas, y su pequeño amor no se digna subir hacia su Creador, qué dolor hija mía, amar y no ser amado, he aquí la causa por la que cuando encuentro una criatura que me ama, siento que su amor armoniza con el mío, y conforme desciende mi amor hacia ella, así su amor sube hacia Mí, yo la abundo tanto de gracias, de favores y de carismas divinos, de hacer maravillar a cielos y tierra”.

+ + + +

28-22
Agosto 15, 1930

Cómo la vida de la Soberana Reina fue formada en el Sol divino.

(1) Estaba pensando en mi Mamá Celestial en el momento cuando fue asunta al cielo, y ofrecía mis pequeños actos hechos en el Fiat Divino para darle mis homenajes, mis alabanzas, para su honor y gloria. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la gloria, la grandeza, la potencia de mi Mamá Celestial en nuestra patria es insuperable, ¿sabes por qué? Su vida en la tierra fue hecha dentro de nuestro Sol divino, no salió jamás de dentro de la habitación de su Creador, no conoció otra cosa que nuestra sola Voluntad, no amó otra cosa que nuestros intereses, no pidió otra cosa que nuestra gloria; se puede decir que formó el sol de su vida en el Sol de su Creador. Así que quien la quiera encontrar en la celestial morada, debe venir en nuestro Sol, donde la Soberana Reina, habiendo formado su sol, expande sus rayos maternos en provecho de todos, y resplandece de tal belleza que rapta a todo el cielo, sintiéndose todos doblemente felices por tener una Madre tan santa, y una Reina tan gloriosa y potente. La Virgen es la primera hija, y única, que posee a su Creador, y es la única que ha hecho vida en el Sol del Ente Supremo, y que habiendo tomado su vida de este Sol eterno, no es maravilla que habiendo vivido de luz haya formado su sol fulgidísimo que alegra a toda la corte celestial.
(3) Es propiamente esto lo que significa vivir en mi Divina Voluntad: ‘Vivir de luz y formar su vida en nuestro mismo Sol.’ Ésta era la finalidad de la Creación, tener a las criaturas creadas por Nosotros, nuestros amados hijos, en nuestra misma casa, alimentarlos con nuestros mismos alimentos, vestirlos con hábitos reales y hacerles gozar nuestros mismos

bienes. ¿Qué padre y madre terrena piensa en poner fuera de su casa al parto de sus entrañas, a sus amados hijos, y no darles su herencia a los propios hijos? Creo que ninguno, más bien, cuántos sacrificios no hacen para volver ricos y felices a sus propios hijos. Si a esto llega un padre terreno y una madre, mucho más el Padre Celestial; quería y amaba que sus hijos permanecieran en su casa para tenerlos a su alrededor, para hacerse feliz con ellos y tenerlos como corona de sus manos creadoras, pero el hombre ingrato abandonó nuestra casa, rechazó nuestros bienes y se contentó con ir errante, viviendo en las tinieblas de su voluntad humana”.

+ + + +

28-23
Agosto 24, 1930

La Divina Voluntad toma todas las formas para darse a la criatura. La creación del hombre, instalación
del centro del amor y del Fiat Divino.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, siento que su potencia invencible me absorbe hacia Sí, y en tantos modos que no puedo hacer menos que seguir sus actos. Ahora, mientras seguía los actos de la Divina Voluntad hechos en la Creación, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, es tanto el amor de mi Fiat Divino hacia las criaturas, que toma todas las formas para darse a la criatura: Toma la forma de cielo para permanecer extendido sobre su cabeza, y con el permanecer ahí perennemente distendido, la abraza por todos lados, la guía, la protege, la defiende, sin retirarse jamás, permaneciendo siempre cielo, para formar su cielo en el corazón de la criatura; toma forma de estrellas y dulcemente hace descender su apacible centelleo sobre la criatura, para acariciarla con su beso de luz y dulcemente insinuarse, para que forme las estrellas de las más bellas virtudes en el cielo de su alma; toma forma de sol para irradiarla de luz, y con su calor vibrante descender en el fondo del alma, y con la fuerza de su luz y calor forma las tintas de los más bellos colores para formar el Sol de su Fiat en la criatura; toma la forma de viento para purificarla, y con su imperio, soplando, mantiene encendida la Vida Divina, y conforme sopla así la hace crecer en el corazón de la criatura. Mi Divina Voluntad se abaja a todo, y es tanto su amor, que de todo aquello que puede servir a la criatura se constituye vida, y llega a tomar forma de aire para hacerse respirar, de alimento para alimentarla, de agua para quitarle la sed, en suma, no hay cosa de la que la criatura se sirva, que mi Querer no corra junto para darse incesantemente a la criatura, pero ¿cómo corresponde a los tantos múltiples modos que mi Fiat toma para asediar a la criatura, a las tantas formas amorosas a fin de que si no la reconoce en un modo la reconozca en el otro; si no le hace brecha una forma, le haga brecha otra, para recibir al menos una mirada, una sonrisa de complacencia, una invitación para hacerla descender en su alma para reinar, un gracias de reconocimiento a sus tantas locuras de amor? ¡Ah, cuántas veces mi Divina Voluntad queda sin que la criatura le preste ninguna atención! ¡Qué dolor, cómo queda traspasada! Pero con todo esto no se detiene, continúa incesantemente con su firmeza toda divina a hacer correr su Vida Divina en todas las cosas creadas, para llevar bajo el velo de ellas su Vida a todos, esperando con paciencia invencible a quien la debe reconocer y recibir, para formar su Vida dentro de las apariencias y forma humana, y así reinar completamente en todas las cosas creadas por Nosotros”.
(3) Después de esto seguía a la Divina Voluntad en los actos de la Creación, y habiendo llegado al Edén donde fue creado el hombre, mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la creación del hombre fue el centro donde nuestro Fiat y nuestro amor se instalaron para tener ahí su sede perenne. Nuestro Ser Divino tenía todo dentro de Nosotros, el centro de nuestro amor y el desarrollo de la Vida de nuestro Querer; con crear

al hombre quiso formar el segundo centro de nuestro amor, para hacer que nuestro Fiat pudiese desarrollar las vidas humanas con su imperio y dominio, como hacía en nuestro Ser Supremo. Por eso tú debes saber que en el acto de crear a Adán, todas las criaturas venían creadas en él, todas estuvieron presentes, ninguna faltó; amábamos como él y en él a todas las criaturas. Y cuando con tanto amor formábamos su humanidad, plasmándola y modelándola con nuestras manos creadoras, formando los huesos, extendiendo los nervios, cubriéndolos de carne, formando todas las armonías de la vida humana, en Adán venían plasmadas, manejadas todas las criaturas, en todas formábamos los huesos, extendíamos los nervios y cubriéndolos de carne dejábamos el toque de nuestras manos creadoras, la marca de nuestro amor, la virtud vivificadora de nuestro Querer, e infundiéndole el alma con la potencia de nuestro aliento omnipotente, venían formadas las almas en todos los cuerpos con la misma potencia con la que venía formada el alma de Adán. Mira entonces cómo cada criatura es una nueva creación, como si hubiésemos creado al nuevo Adán, porque en cada una de ellas queríamos renovar el gran prodigio de la creación, la instalación del centro de nuestro amor, el desarrollo de la Vida de nuestro Fiat. Fue tanto el exceso de nuestro amor al crear al hombre, que hasta en tanto no venga la última criatura sobre la tierra estaremos en continuo acto de creación, para dar a cada uno lo que fue dado al primer hombre creado, nuestro amor desbordante, el toque de nuestras manos creadoras por la formación de cada una de ellas. Por eso hija mía, te recomiendo que sepas reconocer y conservar en ti la instalación de nuestro amor y la Vida obrante de nuestro Fiat, y sentirás los prodigios de la continua creación y nuestro amor desbordante, que ahogándote de amor no sentirás otra cosa que amor y Voluntad mía”.

+ + + +

28-24
Agosto 29, 1930

Las cosas creadas están preñadas de la Divina Voluntad.
Las cruces forman el camino que conduce al cielo.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, una fuerza invencible me transporta en sus actos divinos, y yo siento y conozco la Divina Voluntad obrante en todas las cosas creadas, la cual me hace la dulce invitación a seguirla en sus actos para tener mi compañía, pero mientras esto hacía, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas están preñadas de mi Divina Voluntad, la cual se dejó en ellas, no para Nosotros que no teníamos necesidad, sino por amor de las criaturas, dándose en tantos modos distintos por cuantas cosas creaba. Ella, haciendo de verdadera madre quería asaltar a las criaturas con tanto amor por cuantas cosas sacaba a la luz del día, quería darse a cada instante sin interrupción, para darse a sorbos para formar su Vida y extender su reino en cada alma, por eso tú ves que no hay cosa donde mi Fiat no quiera darse, y se puede decir que cada cosa creada forma su trono de amor, de donde hace descender su misericordia, sus gracias, y camino para comunicar su Vida Divina. Ella está como vigilando para ver qué bien puede hacer a sus hijos si le abren el corazón para recibir sus bienes, y para conformarse a sus modos divinos. Así que cada cosa creada es una llamada que hace a la criatura para recibir el don que quiere hacerle mi Divina Voluntad, cada cosa creada es un nuevo amor que quiere comunicarle, y un acto de su Vida de más que quiere desarrollar alrededor y dentro de la criatura. Pero, ¡ay de Mí! cuántas ingratitudes por parte de ellas, mi Divina Voluntad las abraza, se las estrecha a su seno con sus brazos de luz, y ellas huyen de dentro de su luz sin restituirle el abrazo y mirarla para saber quién es que la ama tanto. Por eso hija mía, sé tú su reparadora, síguela en todas las llamadas que te hace por medio de cada cosa creada, para darle amor por amor y recibir todos los sorbos de su Vida Divina en el fondo de tu alma, para darle la libertad de hacerla reinar”.

(3) Después seguía sus actos y mi abandono en el Querer Supremo, pero mi pobre mente estaba ocupada en los tantos incidentes que Nuestro Señor había dispuesto y dispone sobre mi pobre existencia, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, las cruces, los incidentes, las mortificaciones, los actos, los abandonos de las criaturas, todo lo que se puede sufrir por amor mío, no son otra cosa que piedrecillas que señalan el camino que conduce al cielo, así que en el punto de la muerte la criatura verá que todo lo que ha sufrido le ha servido para formarse el camino, que ha señalado con modos incancelables y con piedras irremovibles la vía recta que conduce a la Patria Celestial. Y si todo lo que mi Providencia ha dispuesto que sufra, lo ha sufrido para cumplir mi Divina Voluntad, para recibir no la pena sino un acto de su Vida Divina, formará tantos soles por cuantos actos ha hecho y penas ha sufrido, de modo que se verá su camino a derecha e izquierda señalado por soles, que tomándola e invistiéndola con su luz la conducirán a las regiones celestiales. Por eso los tantos incidentes de la vida son necesarios, porque sirven para formarse el camino y trazarse la ruta del cielo; si no se forman los caminos resulta difícil ir de un país a otro, mucho más resulta difícil llegar a la gloria eterna”.

+ + + +

28-25
Septiembre 20, 1930

Las amarguras son el lento veneno del bien. La Divina Voluntad, cuna del alma. Jesús, administrador divino de su Santísima Voluntad.

(1) Me sentía toda inmersa en el Fiat Divino, su luz deslumbra mi inteligencia, y mientras me absorbe en su luz me hace seguir sus actos que hizo en la Creación. Pero mientras esto hacía, sentía una amargura y una opresión tales, que me hacían fatigar en el cumplir mis actos en el Querer Divino. Y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo me da pena tu amargura, siento que se vierte en mi corazón, por eso, ánimo; no sabes tú que las opresiones, las amarguras, son el lento veneno del bien, el cual produce una fatiga tal, de reducir al alma a una extrema agonía, de modo que siente la agonía en el corazón, y mi amor agoniza en su corazón; siente la agonía sobre sus labios, y agoniza mi plegaria; siente la agonía en las manos, en los pasos, y mis pasos y mis obras se sienten agonizantes. Mucho más en la criatura que quiere tener por vida mi Divina Voluntad, siendo una su voluntad con la mía, me siento verter su agonía en mi Divina Persona. Por eso, ánimo, abandónate en mis brazos y Yo haré surgir de mi Divina Voluntad otra luz más brillante, que tomando forma de cuna, te arrullaré en ella para comunicarte mi reposo divino, y con su luz y con su calor destruirá el lento veneno de tus amarguras, cambiándolas en dulzuras y en fuentes de contentos, y reposando en la cuna de mi Divina Voluntad tomarás un dulce reposo, y al despertarte encontrarás que tus amarguras y opresiones han sido desterradas, y te tendré en mis brazos con tu acostumbrada dulzura y serenidad para hacer crecer más en ti la Vida de mi Divina Voluntad”.
(3) Después seguía por cuanto podía mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, las amarguras, las opresiones y todo lo que no pertenece a mi Querer, ocupan un puesto en tu alma, y mi Divina Voluntad no se siente libre para poder extender su luz, ni para que con su virtud creadora y vivificadora haga surgir su Vida en cada partícula y rinconcito de tu alma; se siente rodeada como de nubes, que a pesar de que está el sol, las nubes interponiéndose entre el sol y la tierra impiden que los rayos solares desciendan con la plenitud de la luz a dar luz a la tierra. Así el Sol de mi Divina Voluntad, se siente estorbado por las nubes de las amarguras y opresiones para extender su luz en el fondo de la criatura y poder decir: ‘Todo da de mi Voluntad, todo me pertenece, todo es

mío’. Y tu Jesús que ha tomado el empeño de formar un alma toda de mi Voluntad, sufro por eso, y quedo impedido en mi trabajo, porque tú debes saber que Yo soy el administrador divino de mi Fiat en la criatura, y cuando la veo dispuesta a hacer en todo mi Voluntad, en cada acto que hace Yo me pongo al trabajo de preparación; supón que tú quieras hacer un acto de amor, Yo, rápido me pongo a trabajar, en él pongo mi aliento, pongo una dosis de mi amor, lo embellezco con la variedad de las bellezas que Él contiene, y después, divino administrador que soy de mi Querer, suministro mi Voluntad Divina sobre aquel acto de amor, de manera que en aquel acto no se reconoce el acto de la criatura, sino un acto de amor como si hubiese salido del centro de mi Divinidad. Yo soy demasiado celoso de los actos que la criatura quiere hacer animados por mi Voluntad Divina, no admito disparidad de sus actos con los míos, y para tener esto debo poner en él de lo mío y mi trabajo, y esto en todos sus actos; si quiere hacer actos de adoración, de plegarias, de sacrificio, en ellos pongo mi trabajo, a fin de que su adoración sea el eco de la adoración divina, su oración sea el eco de la mía, su sacrificio sea el repetidor del mío. En suma, debo encontrarme a Mí mismo en cada uno de los actos de la criatura; tu Jesús, como Señor, poseedor de mi Divina Voluntad, no la administraría si no encontrase la santidad, la pureza, el amor de mi Humanidad en el acto de la criatura. Por eso quiero encontrarla libre de cualquier nube que pudiese hacer sombra a mi Divina Voluntad. Por eso sé atenta hija mía, no obstaculices mi trabajo que quiero hacer en tu alma”.

+ + + +

28-26
Septiembre 30, 1930

El Edén, campo de luz. Diferencia entre quien obra en la Divina Voluntad y quien obra en el humano querer. El pequeño terreno de la criatura; el sembrador Celestial.

(1) Estaba continuando mis acostumbrados actos en el Querer Divino, y mi pobre mente se ha detenido en el Edén, donde Dios creaba al hombre para dar principio a la vida de la criatura. Y mi amado Bien Jesús, haciéndose ver todo ternura y bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, el Edén campo de luz en el cual nuestro Ser Supremo creaba al hombre, se puede decir que él fue creado en la luz de nuestro Fiat, su primer acto de vida fue luz, la cual extendía detrás y delante a él, a derecha e izquierda, un campo interminable de luz, él debía recorrer su camino para formar su vida tomando en sus actos tanta luz por cuantos actos hacía, para formar una luz toda propia, como propiedad suya en virtud de sus actos, si bien tomada de mi Divina Voluntad. Ahora, la diferencia de quien obra en Ella como su principio y fin, en la cual todos sus actos están unidos al principio de la luz donde fue formada su vida, y tuvo su primer acto de vida, la luz tiene en custodia esta vida, la defiende, y nada de extraño deja entrar en su luz para formar uno de los portentos que sólo sabe formar la luz. En cambio, quien desciende de esta luz entra en la oscura cárcel de su voluntad, y al hacer sus actos toma tinieblas, y toma tantas tinieblas por cuantos actos hace, para formarse una propiedad toda suya de tinieblas. Las tinieblas no saben custodiar, ni defender a aquél que vive en ellas, y si algún acto bueno hace es siempre tenebroso, porque están atados por tinieblas, y como ellas no tienen virtud de saber defender, entran cosas extrañas a las mismas tinieblas, entran las molestias de las debilidades, los enemigos de las pasiones, los ladrones aguerridos que precipitan a la criatura en el pecado, y llegan a precipitarla en las tinieblas eternas donde no hay esperanza de luz. ¡Qué diferencia entre quien vive en la luz de mi Divina Voluntad y entre quien vive como aprisionada en su voluntad humana!”
(3) Después continuaba siguiendo el orden que la Divina Voluntad había tenido en la Creación, y mi pequeña y pobre inteligencia se detuvo en el punto cuando Dios creó a la Virgen Inmaculada, y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(4) “Hija mía, todos los actos buenos y santos de los profetas, patriarcas, y del pueblo antiguo, formaron el terreno donde el Ente Supremo sembró la semilla para hacer desarrollar la Vida de la Celestial niña María, porque su germen fue tomado de la estirpe humana. La Virgen, teniendo en Sí la Vida obrante de la Divina Voluntad, amplió este terreno con sus actos, lo fecundó y divinizó, hizo correr en él, más que lluvia benéfica y restauradora, la santidad de sus virtudes, el calor de su amor, y dardeándolo con la luz del Sol de la Divina Voluntad que poseía como propia, preparó el terreno para desarrollar al Celestial Salvador, y nuestra Divinidad abrió el cielo e hizo llover el Justo, el Santo, el Verbo, dentro de este brote, y así fue formada mi Vida Divina y humana para formar la Redención del genero humano. Mira entonces, en todas nuestras obras dirigidas a bien de las criaturas queremos encontrar un apoyo, un lugar, un pequeño terreno dónde poner nuestra obra y el bien que queremos dar a las criaturas, de otra manera, ¿dónde la ponemos? ¿En el aire? ¿Sin que al menos uno lo sepa y que nos atraiga con sus actos formando su pequeño terreno, y Nosotros como celestial sembrador sembrar el bien que queremos dar? Si esto no fuese, que de ambas partes, Creador y criatura, la formaran juntos, ella preparándose con sus pequeños actos para recibir, y Dios con el dar, sería como si nada hiciéramos o quisiéramos dar a la criatura. Así que los actos de la criatura preparan el terreno al Sembrador Divino; si no hay tierra no hay que esperar la siembra, ninguno va a sembrar si no tiene un pequeño terreno, mucho menos Dios, Sembrador Celestial, arroja la semilla de sus verdades, el fruto de sus obras, si no encuentra el pequeño terreno de la criatura. La Divinidad para obrar, primero se quiere poner de acuerdo con el alma, después de que lo hemos hecho y vemos que ella quiere recibir aquel bien, hasta rogarnos y formarnos el terreno donde ponerlo, entonces con todo amor lo damos, de otra manera sería exponer a la inutilidad nuestras obras”.

+ + + +

28-27
Octubre 7, 1930

Cómo la Redención se debe a la fidelidad de la Virgen Santísima. La fidelidad es dulce cadena que rapta a Dios. El Agricultor Celestial.
Necesidad de la semilla para poder difundir las obras divinas.

(1) Estaba siguiendo a la Divina Voluntad, y mi pobre mente estaba ocupada pensando en las tantas cosas que me había dicho mi dulce Jesús sobre el reino de su Fiat Divino, y en mi ignorancia decía: “¡Oh, cómo es difícil que llegue a reinar sobre la tierra en medio de las criaturas!” Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la Redención se debe a la fidelidad de la Virgen Reina. ¡Oh! si no hubiese encontrado a esta Celestial Criatura que nada me negó, que jamás se rehusó a ningún sacrificio; su firmeza en pedir la Redención sin jamás dudar, su fidelidad sin jamás cansarse, su amor ardiente y fuerte sin jamás detenerse, siempre en su puesto, toda de su Creador, sin jamás apartarse por cualquier cosa o incidente que pudiese ver, por parte de Dios o por parte de las criaturas, formó tales vínculos entre el cielo y la tierra, adquirió tal ascendencia, tal dominio sobre su Creador, que se volvió digna de hacer descender al Verbo Divino sobre la tierra. A una fidelidad jamás interrumpida, y a nuestra misma Voluntad Divina que tenía su reino en su virginal corazón, no tuvimos la fuerza de rehusarnos. Su fidelidad fue la dulce cadena que me ató y me raptó del Cielo a la tierra. He aquí el por qué lo que no obtuvieron en tantos siglos las criaturas, lo obtuvieron por medio de la Soberana Reina. ¡Ah, sí! Fue solamente Ella la que mereció que el Verbo Divino descendiera del Cielo a la tierra, y que recibiera el gran bien de la Redención, de modo que si quieren todos pueden recibir el bien de ser redimidos.
(3) La firmeza, la fidelidad, la irremobilidad en el bien y en el pedir el bien conocido, se pueden llamar virtudes divinas, no humanas, y por eso sería negarnos a Nosotros mismos

lo que la criatura nos pide. Ahora, así en el reino de la Divina Voluntad, queremos encontrar un alma fiel donde podamos obrar, que con la dulce cadena de su fidelidad nos ate por todo y por todas partes de nuestro Ser Divino, en modo de no poder encontrar razón para no darle lo que nos pide, queremos encontrar nuestra firmeza, apoyo necesario para poder encerrar en ella el gran bien que nos pide; no sería decoroso para nuestras obras divinas confiarlas a almas inconstantes y no dispuestas a afrontar cualquier sacrificio por Nosotros, el sacrificio de la criatura es la defensa de nuestras obras, y es como ponerlas al seguro. Así que cuando hemos encontrado a la criatura fiel, y la obra sale de Nosotros para tomar su lugar en ella, todo está hecho, la semilla ha sido arrojada y poco a poco germina y produce otras semillas, que difundiéndose, quien quiera puede procurarse aquella semilla para hacerla germinar en su alma; ¿no hace así el agricultor? Si tiene el bien de tener una sola semilla, que puede ser su fortuna, la siembra en su terreno, y aquella semilla germinando puede producir diez, veinte, treinta semillas, y el agricultor no nada más siembra una sola semilla, sino todas aquellas que ha recogido, y tantas veces llega a sembrarlas hasta poder llenar todo su terreno, y llega a poder dar a los demás la semilla de su fortuna. Mucho más puedo hacer Yo, Agricultor celestial, con tal de que encuentre una criatura en que esté preparado el terreno de su alma, donde pueda arrojar la semilla de mis obras; aquellas semillas germinarán y poco a poco harán su camino, se harán conocer, amar y desear por pocos, y después por muchos, que sea sembrado en el fondo de sus almas la semilla celestial de mi Divina Voluntad. Por eso hija mía, sé atenta y fiel, haz que esta semilla celestial pueda sembrarla en tu alma, y no encuentre ningún obstáculo para hacerla germinar; si hay semilla hay la esperanza cierta de que germinando pueda producir otras semillas, pero si la semilla no existe, todas las esperanzas cesan y es inútil esperar el reino de mi Divina Voluntad, como habría sido inútil esperar la Redención si la Celestial Reina no me hubiese concebido como fruto de sus entrañas maternas, fruto de su fidelidad, de su firmeza y sacrificio. Así que déjame hacer y seme fiel, y Yo pensaré en todo lo demás”.

+ + + +

28-28
Octubre 12, 1930

El temor es el flagelo de la pobre nada. Amor que Dios tiene con la criatura, hasta ponerla en competencia con Él. Dios establecía todos los actos que debían hacer todas las criaturas.

(1) Estoy siempre en mi amada y santa heredad del Fiat Divino, siento la extrema necesidad de no salir de ella jamás, porque mi pequeño átomo de mi existencia siente su nulidad, y como nada, no es buena para hacer nada si el Querer Divino no la llena de su Todo, haciéndola hacer lo que Él quiere. ¡Oh, cómo siento la necesidad de que el Querer Divino me tenga en su Vida, y yo de estarme siempre en Él! Sentía que no podía vivir sin el Fiat Divino, me sentía toda temor, y mi dulce Jesús con una bondad indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, el temor es el flagelo de la pobre nada, de modo que la nada es golpeada por los azotes del temor, se siente faltar y perder la vida. En cambio el amor es el arrojo de la nada en el Todo, que llenándola de Vida Divina, la nada siente la verdadera Vida que no está sujeta a faltar sino siempre a vivir.
(3) Ahora tú debes saber que es tanto el amor que nutre nuestro Ser Divino hacia la criatura, que le damos de lo nuestro para ponerla en condición de poder hacer competencia con su Creador, he aquí el por qué le damos nuestra Voluntad, nuestro amor y nuestra misma Vida, a fin de que las haga todas suyas para llenar el vacío de su nada, y así podernos dar Voluntad por Voluntad, amor por amor, Vida por Vida, y Nosotros, a pesar de que se los hemos dado Nosotros, lo aceptamos como si fueran suyos, gozando el que la

criatura nos pueda hacer competencia, ella a darnos y Nosotros a recibir, para darle de nuevo lo que nos ha dado, a fin de que tenga siempre qué darnos, a menos que la criatura no quiera recibir, y entonces sienta el vacío de su nada, sin verdadera vida, sin una Voluntad Divina que la santifique, sin el amor que la hace portar y amar a su Creador, y entonces sobre esta nada caen todos los males, azotes de temor, tinieblas de terror, lluvias de todas las miserias, debilidades, tanto, que se siente faltar la vida. Pobre nada que no es llenada del Todo”.
(4) Después seguía rezando toda abandonada en el dulce imperio de la Divina Voluntad, y mi amado Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, nuestro sumo Querer al crear al hombre establecía todos los actos que debían hacer todas las criaturas, y se constituía vida de todos estos actos. Así que no hay acto humano que no tenga su puesto en nuestra Divina Voluntad, y cuando la criatura cumple cada uno de sus actos, Ella sale en campo de acción en el acto humano de la criatura, por eso en el acto de cada una de ellas entra toda la potencia y santidad de una Divina Voluntad. Cada acto entraba en el orden de toda la Creación, tomando cada uno de ellos su puesto, casi como estrellas, en que cada una tiene su puesto bajo el azul del cielo. Y como todo fue ordenado y formado por nuestro Fiat Divino en la Creación, todo el género humano con todos los actos de ellos, cuando la criatura hace una acto viene movido todo el orden de la Creación, y nuestro Querer se encuentra en acto como si entonces estuviese creando toda la Creación, porque en Él todo está en acto, y el acto de la criatura entra en su acto y tomando su puesto establecido por Dios, se renuevan los efectos de toda la Creación, y el acto humano entra en la carrera de todas las cosas creadas, y entre ellas tiene su puesto distinto, y está siempre en movimiento en el movimiento divino para adorar y amar a su Creador. Por eso el obrar de la criatura en nuestra Divina Voluntad se puede llamar el campo fecundo y divino de nuestra misma Voluntad en el pequeño campo de la criatura”.

+ + + +

28-29
Octubre 18, 1930

Valor de los besos y abrazos de la Virgen al niño Jesús, porque poseyendo la Divina Voluntad, todos sus actos
se volvían infinitos e inmensos para Jesús. Resurrección de los actos hechos en el Divino Querer. Efectos del “te amo”.

(1) Continúo en mi acostumbrado estado, y deteniéndome en el acto cuando la Soberana Reina dio a luz al niñito Jesús, y estrechándolo a su seno lo besaba y lo volvía a besar, y deleitándose en Él le daba su leche dulcísima, ¡oh, cómo suspiraba el darle también yo mis besos afectuosos y mis tiernos abrazos a mi niñito Jesús! Y Él haciéndose ver en acto de recibirlos me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, todo el valor de los actos de mi Mamá Celestial fue porque salían del seno inmenso de mi Divina Voluntad, de la cual Ella poseía su reino, su Vida; no había movimiento, acto, respiro y latido que no estuviera pleno de Querer Supremo, hasta desbordar fuera: Sus besos amorosos que me daba, salían de la fuente de Él; sus castos abrazos con los cuales abrazaba a mi infantil Humanidad, contenían la inmensidad; su leche purísima con la cual me nutría, Yo chupando a su seno virginal chupaba el seno inmenso de mi Fiat, y en aquella leche chupaba sus alegrías infinitas, sus dulzuras inefables, el alimento, la sustancia, el crecimiento infantil de mi Humanidad, del inmenso abismo de mi Divina Voluntad. Así que en sus besos Yo sentía el beso eterno de mi Querer, que cuando hace un acto no cesa jamás de hacerlo, en sus abrazos sentía una inmensidad divina que me abrazaba, y con su leche me nutría divina y humanamente, y me daba nuevamente mis alegrías celestiales y los contentos de mi Querer Divino, de los que

la tenía toda llena. Si la Soberana Reina no hubiera tenido una Voluntad Divina en su poder, Yo no me habría contentado con sus besos, de su amor, de sus abrazos y de su leche, a lo más se habría contentado mi Humanidad, pero mi Divinidad, Yo, Verbo del Padre, que tenía lo infinito, lo inmenso en mi poder, quería besos infinitos, abrazos inmensos, leche llena de alegrías y dulzuras divinas, y sólo así quedé apagado, porque mi Mamá poseyendo mi Voluntad Divina, me podía dar besos, abrazos, amor, y todos sus actos que daban de lo infinito.
(3) Ahora, tú debes saber que todos los actos que se hacen en mi Divina Voluntad son inseparables de Ella, se puede decir que forman una sola cosa, acto y voluntad, se puede llamar luz a la voluntad, y al acto calor, que son inseparables la una del otro. Así que todos aquellos que poseerán como vida a mi Fiat, tendrán en su poder todos los actos de la Mamá Celestial, y Ella tenía en su poder todos los actos de ellos, de modo que en sus besos y abrazos Yo me sentía besado y abrazado por todos aquellos que debían vivir en mi Voluntad, y en ellos me siento volver a besar y abrazar por mi Mamá, todo es en común y en perfecto acuerdo en mi Querer, cada acto humano desciende de su seno y con su potencia lo hace volver a subir al centro de donde ha salido. Por eso sé atenta y no dejes que se te escape nada que no hagas entrar en mi Divina Voluntad, si quieres darme todo y recibir todo”.
(4) Mi pobre mente continuaba su curso dentro de la Divina Voluntad según las circunstancias en las cuales me encuentro, pero es siempre Ella mi punto de apoyo, mi principio, el medio, el fin de mis actos, su Vida corre en mí como el dulce murmullo del mar que jamás se detiene. Y yo por correspondencia de homenaje y de amor, le doy el murmullo de mis actos que el mismo Fiat Divino me hace hacer. Y mi siempre amable Jesús continúa diciéndome:
(5) “Hija mía, cada acto hecho en mi Divina Voluntad forma una resurrección divina en el alma. La vida está formada no de un solo acto, sino de muchos actos unidos juntos, así que por cuantos más actos se hacen, tantas veces resurge en mi Querer, en modo de poder formar una Vida completa toda de Divina Voluntad. Y así como la vida humana está formada de tantos miembros distintos para poder formar su vida, y si hubiera un solo miembro no se podría llamar vida, y si faltase algún miembro se llamaría vida defectuosa, así los repetidos actos hechos en mi Querer sirven como si formasen los diversos miembros de Voluntad Divina en la criatura, y mientras sirven para reunir juntos estos actos para formar la Vida, sirven para alimentar la misma Vida. Y así como mi Divina Voluntad no tiene termino, así cuantos más actos se hacen en Ella, tanto más crece su Vida Divina en la criatura. Y mientras Ésta resurge y crece, la voluntad humana recibe la muerte por estos mismos actos hechos en mi Divino Querer, no encuentra alimentos para alimentarse y se siente morir a cada acto hecho en mi Divina Voluntad. ¡Pero qué dolor! cuantas veces la criatura hace su voluntad en sus actos, tantas veces hace morir la mía en su acto. ¡Oh! cómo es escalofriante ver que un querer finito pone fuera de su acto a un Querer infinito que quiere darle vida de luz, de belleza, de santidad”.
(6) Después continuaba mis actos en el Querer Divino con mi acostumbrado estribillo: “Te amo, te amo en todo lo que has hecho por amor nuestro”. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Jesús bendito no tomará en cuenta mi estribillo ‘te amo’, ‘te amo’, entonces, ¿en qué aprovecha decirlo?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(7) “Hija mía, el verdadero amor acompañado también de las palabras te amo, no me da jamás cansancio, porque siendo Yo un complejo de amor, y un acto continuado de amor, que jamás ceso de amar, cuando encuentro mi amor en la criatura, me encuentro a Mí mismo, y la señal de que el amor de ella es parto de mi amor, es cuando es continuo; un amor interrumpido no es señal de amor divino, a lo más puede ser un amor de circunstancias, un amor interesado, que una vez que cesan estas cosas cesa el amor; y también las palabras te amo, te amo, no son otra cosa que el aire que produce mi amor en la criatura, que condensado en ella produce como tantos rayos de fuego hacia Aquél que ama, y Yo cuando oigo decir te amo, te amo, ¿sabes que digo? Mi hija relampaguea en el

aire de su amor hacia Mí, y un relámpago no espera al otro. Y además, todos los actos continuos son los que tienen virtud de conservar, alimentar y crecer la vida de las criaturas; mira, también el sol surge cada día y tiene su acto continuado de luz, no se puede decir que con el surgir cada día cansa a los hombres y a la tierra, todo lo contrario, todos suspiran el surgir del sol, y sólo porque surge todos los días forma el alimento de la tierra, día por día va poco a poco alimentando la dulzura en los frutos, hasta que los hace llegar a perfecta maduración, alimenta las variadas tintas de los colores a las flores, el desarrollo a todas las plantas, y así de todo lo demás. Un acto continuado se puede llamar milagro perenne, si bien las criaturas no le ponen atención, pero tu Jesús no puede hacer menos de poner atención, porque conozco la virtud prodigiosa de un acto jamás interrumpido. Entonces tu amor sirve para conservar, alimentar y hacer crecer la Vida de mi amor en ti; si tú no la alimentas no puede crecer, ni recibir la multiplicidad de las dulzuras y variedad de los colores divinos que mi amor contiene”.

+ + + +

28-30
Noviembre 9, 1930

Diferencia entre el amor creado y el amor creante.
Dotes que Dios dio a las criaturas. Ejemplo.

(1) Vivo entre continuas privaciones de mi dulce Jesús, ¡ah! sin Él no encuentro mi centro a dónde emprender el vuelo para reposarme, no encuentro la guía a la que pueda confiarme, no encuentro a Aquél que con tanto amor, haciéndome de maestro, me daba las lecciones más sublimes, sus palabras eran lluvia de alegrías, de amor, de gracias sobre mi pobre alma. Y ahora todo es silencio profundo. Quisiera que el cielo, el sol, el mar, toda la tierra, vertieran lágrimas para llorar a Aquél que no encuentro más, y que no sé a donde dirigió sus pasos. Pero, ¡ay de mí! Ninguno me lo señala, ninguno tiene piedad de mí. ¡Ah Jesús, regresa, regresa a aquella a la cual Tú mismo le dijiste que no querías otra cosa, sino que sólo viviera para Ti y contigo! Y ahora, y ahora todo ha terminado, mi pobre corazón está lleno, y quién sabe cuántas cosas quiere decir de la pena que siente por la privación de su Jesús, de su Vida, de su Todo, por eso paso adelante y pongo punto. Después, mientras me encontraba en el arrebato de las amarguras, estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, en un instante todo se me hizo presente, y mi siempre amable Jesús haciéndose ver, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, mi amor no tiene término, y por eso amo a la criatura con amor infinito e insuperable. Tú dices amarme, ¿pero qué diferencia hay entre el amor creado y el amor creante? Una imagen de diferencia te la da la Creación, mira el sol, su luz y su calor llenan tu ojo, invisten toda tu persona, sin embargo ¿cuánta luz tomas? Poquísima, apenas una sombra de la suya, y aquella luz del sol que ha quedado es tan vasta, que puede investir toda la tierra, esto es símbolo de tu pequeño amor creado, que por cuanto te sintieses llena hasta el borde, es siempre pequeño. El amor de tu Creador, más que sol, queda siempre inmenso e infinito, y señoreando sobre todo lleva a la criatura en su triunfo de amor, haciéndola vivir bajo la lluvia continua de su amor creante. Otro símbolo es el agua, tú la bebes, ¿pero cuánto bebes en comparación del agua que existe en los mares, en los ríos, en los pozos, en las entrañas de la tierra? Se puede decir que poquísima, y la que queda simboliza al amor creante, que en virtud propia posee mares inmensos y sabe amar con amor inmenso a la pequeña criatura. La misma tierra te señala tu pequeño amor,
¿de cuánta tierra tienes necesidad para apoyar tus pies? Apenas un pequeño espacio, y aquella que sobra, ¡oh! cómo es grande. Así que entre el amor del Creador y el de la criatura hay una diferencia distante e inmensurable. Además de esto, debes agregar que el Creador al crear al hombre lo dotó de sus propiedades, así que lo dotó de su amor, de su santidad, de su bondad, lo dotó de inteligencia y de belleza, en suma, de todas nuestras

cualidades divinas dotamos al hombre, dándole el libre albedrío para que pudiera poner en comercio nuestra dote, engrandeciéndola siempre más según que más o menos crecía, metiendo también de sus actos en nuestras mismas cualidades divinas, como encargo de trabajo que recibía para conservarse y engrandecer la dote dada por Nosotros, porque nuestra sabiduría infinita no quiso poner fuera la obra de nuestras manos creadoras, parto nuestro e hijo nuestro, sin darle de lo nuestro. Nuestro amor no soportaría ponerlo fuera, a la luz del día, despojado y sin propiedades, no habría sido obra digna de nuestras manos creadoras, y si nada le hubiésemos dado, nuestro amor no se sentiría tan llevado a amarlo, porque es nuestro, tiene de lo nuestro, y costó tanto a nuestro amor, lo amamos tanto, hasta poner en él mi Vida. Las cosas cuando nada cuestan y nada se da, no se aman, y es propiamente esto lo que mantiene siempre encendida, siempre viva la hoguera ardiente de nuestro amor, porque mucho dimos y damos todavía ahora a la criatura.
(3) ¿Ves entonces qué gran diferencia hay entre el amor de la criatura y el del Creador? Si ella nos ama toma de nuestras mismas propiedades dadas a ella para amarnos, pero a pesar de que es pequeño el amor creado comparado al amor creante, sin embargo queremos este pequeño amor, más bien lo suspiramos, lo codiciamos, y cuando no nos lo da damos en delirio. A Nosotros nos sucede como a un padre amante de su hijo, que dota al hijo con sus propiedades, y este hijo amando a su padre, frecuentemente toma los frutos de las propiedades que le dio y los manda en don a su padre. ¡Oh! cómo goza el padre, a pesar de que no tiene necesidad, al recibir los dones, en el don se siente amado por su hijo, el don es el amor hablante y obrante de su hijo, y el amor del padre crece siempre por él, y se siente honrado, satisfecho de haber dado sus propiedades a aquél que lo ama y que nutre el afecto por su padre. ¿Pero cuál sería el dolor de este padre si el hijo no le mandase jamás nada de los bienes que le dio? Quebrantaría el más sacrosanto de los deberes, el amor entre hijo y padre, y convertiría en dolor la alegría, la felicidad de la paternidad. Más que padre amamos a la criatura, y toda nuestra felicidad está en el ser reamados; y si no nos ama, si él pudiese, convertiría en dolor nuestra paternidad. Por eso hija mía, cuanto más nos ames, tantos dones de más mandas a tu Padre Celestial, los cuales nos son tan agradables, porque son frutos de nuestras propiedades divinas, dadas a ti con tanto amor por tu Creador”.

+ + + +

28-31
Noviembre 20, 1930

El temor de perder un bien significa poseerlo. ¿Quién tiene el derecho de pedir el reino de la Divina Voluntad? Alimento para formar y hacer crecer la Vida de la Divina Voluntad en la criatura.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, si bien con el temor de que por mi infidelidad pudiese tener la gran desventura de ser rechazada de vivir dentro del bello cielo del Fiat Supremo. ¡Oh Dios, qué pena! Mi Jesús, no permitas que yo salga de mi amada heredad que Tú con tanto amor me has dado, y que con tanto celo me has tenido siempre custodiada, te lo pido por amor del cielo que con tanto amor extendiste sobre mi cabeza, símbolo del cielo que con amor más grande aún encerrabas en mi pobre alma, cual es tu Voluntad, haz que Ella reine siempre en mí y que su reino se extienda en todo el mundo; te lo pido por aquel amor con el cual creaste el sol que bate continuamente la tierra, sin jamás detener su curso para entregarme tu amor de luz, imagen viva y real del Sol de tu Querer, en el cual, más que en un mar de luz envolvías a tu pequeña hija; te lo pido por el laberinto de penas en las cuales he estado envuelta y asediada, penas que me llenan de hiel continuamente, que me hacen sentirme bajo la lluvia de tempestades que amenazan con sofocarme, penas que no me es dado confiar al papel. Jesús, Jesús, ten piedad de mí, y

haz que reine en mí y en todos tu Divina Voluntad. Pero mientras desahogaba mi dolor, mi dulce Jesús, mi amada Vida, me ha extendido los brazos para sostenerme y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, el temor de perder un bien significa poseerlo, conocerlo y amarlo, y poseerlo no por usurpación sino con derecho de propiedad, y cuando un bien se posee con derecho de propiedad, ninguna ley, ni humana ni divina puede con modos legítimos quitar los bienes que se poseen, mucho más que la absoluta Voluntad de tu Jesús es que tú poseas con derecho de propiedad la heredad de mi Fiat Divino, que con tanto amor te he dado, para hacer que pudieses pedir con derecho que su reino venga sobre la tierra, porque sólo quien posee mi Voluntad tiene y puede con derecho pedir que su reino venga sobre la tierra y se extienda por todas partes. Y como mi Querer llena cielos, sol, mar, y todo, a pesar de que no tienen razón, son dominados libremente por la Fuerza potente y Razón de mi Fiat, del cual jamás se han apartado. Por eso a nombre del cielo, sol y todo, puedes con derecho pedir su reino, porque la más pequeña cosa y la más grande, animada y dominada por mi Divina Voluntad, es siempre superior al hombre, porque sin Ella el hombre ocupa el último puesto, es él el degradado y el más humillado en medio a todas las cosas creadas, es el más necesitado, el más pobre, que para vivir debe tender la mano a todas las cosas creadas para recibir la caridad de sus benéficos efectos, y a veces le viene negado por expresa Voluntad de quien las domina, es más, pone a los elementos en contra del hombre para hacerle tocar con la mano lo que significa no vivir en la heredad de Ella. Sólo mi Voluntad da la exaltación a las obras de nuestras manos creadoras, las pone en puesto de honor, las provee de todos los bienes, en modo que de ninguno tendrá necesidad, es más, la vuelve dominante de sí y dominadora de todo; en virtud de mi Voluntad que poseen, todos se inclinan y se sienten honrados de hacerse dominar, por eso no temas, porque el temor vuelve infeliz el bien que se posee y amarga las alegrías más puras, más santas y divinas que hay en mi Fiat. Mucho más, pues cada acto hecho en mi Divina Voluntad forma el alimento para alimentar los actos pasados hechos en Ella, porque tantos actos unidos juntos han formado su Vida en el alma, y la vida no se puede conservar y crecer sin alimento, por eso un acto sirve para conservar el otro y para formar la Vida de mi Voluntad en la criatura, los repetidos actos forman el agua para regarla, el aire para darle el respiro continuo a esta Vida toda de cielo, el latido para hacerle sentir el continuo latido de mi Querer, el alimento para conservarla en vida. Y así como el cuerpo no puede vivir sin alimento, sin aire que lo haga respirar continuamente, y sin latido que le dé el movimiento a toda la vida, y no basta haber tomado el alimento alguna vez, respirar y palpitar a intervalos para poder formar la vida humana, sino siempre, siempre, porque sólo los actos continuos tienen virtud de formar vida, de otra manera la vida se apaga, así quien quiere formar en ella la Vida de mi Querer, tiene la necesidad de actos repetidos, de modo que a esta Vida no le debe faltar ni el aire para hacerla respirar, ni el alimento para alimentarla, ni el calor, ni la luz, para hacerle sentir la Vida del cielo en su alma. Por eso no te preocupes de otra cosa, sino siempre adelante en mi Divina Voluntad”.

+ + + +

28-32
Noviembre 24, 1930

Cómo no hay punto donde la Divina Voluntad no ejercite su acto obrante hacia las criaturas, y éstas los reciben según sus disposiciones. Jesús habla de castigos.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, pero mi pobre existencia se desarrolla frecuentemente entre las amarguras de las privaciones de mi dulce Jesús, y mientras lo suspiro, llegando hasta sentir que me falta la vida, porque mi vida es Él, no conozco otra vida ni otro placer que Jesús. Ahora, si por poco viene, mientras me siento revivir, ¡ah! aquél soplo de vida que me da me lo amarga porque no me dice otra cosa que los grandes

castigos que la Divina Justicia tiene preparados, me dice cómo todos los elementos se pondrán en contra del hombre, el agua, el fuego, el viento, las piedras, los montes, se cambiarán en armas asesinas, y fuertes terremotos harán desaparecer muchas ciudades y gente, y en todas las naciones, ni siquiera la nuestra será perdonada, y además, las revoluciones en las cuales son y serán arrolladas, y las guerras que están por estallar, parece que casi todos serán tomados en la red que ellos mismos se están preparando, pero lo dice con tal amargura, y además me deja sin las acostumbradas penas que Él tenía costumbre de comunicarme. Mientras estaba amargada, seguía mis actos en el Querer Divino, y mi dulce Jesús haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, elévate, ven en mi Voluntad obrante, Ella es inmensa, pero en su inmensidad no hay punto donde no ejercite actos especiales y distintos hacia el género humano. Y si bien mi Voluntad es una, una es su inmensidad, uno es su acto, pero en su inmensidad tiene el orden de todos los efectos que como actos salen de un solo acto para verterse sobre de cada criatura, la cual los recibe según sus disposiciones. Si ella se encuentra dispuesta a amarme, recibe los efectos del amor que está vertiendo mi Querer obrante; si está dispuesta a ser buena, recibe los efectos de su bondad obrante; si está dispuesta a hacerse santa, recibe los efectos de su santidad, así que según sus disposiciones, la inmensidad de mi Fiat vierte sobre cada una de las criaturas sus diversos efectos, que se convierten en actos para ellas, y quien no está dispuesta nada recibe, a pesar de que mi Divina Voluntad está siempre obrante sobre cada una de ellas, y como no quieren recibir el bien que les quiere dar, mi Justicia convierte en castigos estos bienes que la criatura rechaza. Ésta es la causa de que mi Divina Voluntad, desde dentro de los elementos está como vigilando, para ver si están dispuestas a recibir el bien de su continuo obrar, y viéndose rechazada, cansada arma los elementos contra de las criaturas. Así que castigos imprevistos y fenómenos nuevos están por suceder, la tierra con su casi continuo temblor advierte al hombre para que tenga cordura, de otra manera se hundirá bajo sus pasos porque no puede sostenerlo más, los males que están por suceder son graves, de otra manera no te habría suspendido frecuentemente de tu acostumbrado estado de victima. Ahora, la criatura que entra en mi Divina Voluntad, no hay acto que deje huir, ella corre a cada uno de los actos obrantes de Ella, adora sus actos, los agradece, los ama, y honra dondequiera al Supremo Querer, les hace compañía, y en su pequeñez quisiera cubrir todos sus actos con su pequeño amor. Por eso sólo quien vive en Él puede defender los derechos de un Querer tan santo. Por lo tanto, te quiero siempre en mi Voluntad, no quieras salir jamás de Ella”.

+ + + +

28-33
Noviembre 30, 1930

La causa por la que Dios no es conocido y amado, es porque piensan que es el Dios lejano de las criaturas, mientras que es inseparable.
La Divina Voluntad atrae al alma, y ella atrae a sí al Fiat Divino.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos que hace el Fiat Divino en las cosas creadas, y habiendo llegado al Edén, me ha parecido que mi amable Jesús me esperaba para poderme comunicar el amor, la bondad, la santidad, la potencia y todo lo que hizo al crear al hombre, vertiéndose todo en él, hasta llenarlo todo de Sí y de sus cualidades divinas, pero tanto, hasta desbordar fuera, dándole el trabajo, como el más alto honor del hombre, de servirse de su amor, de su bondad, santidad y potencia para desarrollar su vida en los mismos bienes de Aquél que lo había creado. Yo me sentía como empapada de las cualidades divinas, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el hombre fue creado para ser inseparable de Dios, y si no es conocido y amado, es exactamente porque se piensa que Dios es el Ser lejano del hombre, como si no

tuviéramos qué hacer, ni él con Nosotros, ni Dios con él; el creerlo lejano hace que el hombre pierda a Dios, y se pierda todo lo que le di al crearlo, nuestras mismas cualidades divinas quedan debilitadas, sofocadas, y para muchos como si no tuviesen vida; mientras que nuestra Divinidad no está lejana, sino cercana, más bien dentro del hombre, y en todos sus actos somos actores y espectadores, por eso nuestro dolor es grande al ver que las criaturas nos tienen junto, pero creen que estamos lejanos de ellas, y por eso ni nos conocen ni nos aman. El pensarnos lejanos es el arma asesina que mata el amor de la criatura hacia su Creador, la lejanía rompe cualquier amistad, ¿quién puede pensar en amar, en conocer y esperar a un ser lejano? Ninguno, y Nosotros somos obligados a repetir: ‘Estamos con ella, dentro de ella, y parece que no nos conoce, y mientras su amor, su voluntad, con no amarnos están lejanos de Nosotros, dicen que Nosotros estamos lejanos de ella’. Ésta es la causa por la que algunos que han leído mis intimidades contigo, han llegado hasta dudar, es propiamente esto, porque piensan que soy el Dios lejano, y como lejano no podían desarrollarse tantas intimidades entre Yo y tú. Ahora hija mía,
¿quieres saber quién hace sentir a Dios vivo en el corazón de la criatura? Mi Voluntad reinante en ella, porque no dando vida al querer humano, mi Fiat hace sentir a lo vivo su amor, su potencia, su bondad y su santidad, que corren en todos los actos de las criaturas, es por mi Voluntad que no existe el Dios lejano, sino Dios cercano, y es Vida primaria de su vida y de todos sus actos. Por lo tanto, el vivir en mi Divina Voluntad mantiene en vigor todos los bienes que dimos al hombre al crearlo, y hace de él el trono de Dios y su gloria, donde domina y reina”.
(3) Después de esto continuaba siguiendo todo lo que de admirable y sublime ha hecho el Fiat Divino en la Creación, y decía entre mí: “Quiero entrar en el sol para encontrar la Divina Voluntad obrante en su luz para darle todo lo bello, lo puro, lo santo, la potencia que puede tener una voluntad humana obrante en su luz; quiero entrar en el azul cielo para abrazarlo y darle mi voluntad obrante en la vastedad de los cielos, en la multiplicidad de las estrellas, para darle la gloria, el amor de un cielo, y tantos actos profundos de adoración por cuantas son las estrellas”. Y así seguía todas las cosas creadas, pero mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “Las cosas creadas no tienen razón, ellas son velos que esconden aquél Fiat, y que con su razón divina, más que si tuvieran razón, con su potencia las domina, mantiene el perfecto equilibrio y se adora, se ama, se glorifica por Sí mismo”. Mientras esto pensaba, mi amado Jesús haciéndose ver me ha estrechado entre sus brazos, y todo ternura me ha dicho:
(4) “Mi pequeña hija de mi Querer Divino, mi Voluntad es una, y como tiene la virtud bilocadora, se biloca a cada instante, en cada cosa, en cada acto, en modo que todos la pueden tener como acto y vida propia, sin embargo no pierde jamás su unidad, es siempre una, y con su Fuerza única mantiene donde Ella reina, la unión, la armonía, el orden, la comunicación, la inseparabilidad, y tiene todo en Sí, encerrado dentro de un solo acto, el acto es uno, mi Voluntad es una, pero se distiende dondequiera, sin dejar ni siquiera un átomo de las cosas creadas sin su Vida obrante y vivificante. ¡Ah, sí, son propiamente velos que la esconden, Ella se vela de luz y extendiéndose en el sol, con su luz va modelando a las criaturas, las abraza, las besa, las calienta, las ama; se extiende en el cielo y se hace toda ojo por cuantas estrellas hay, para mirarlas, y el apacible centellear de ellas son voces silenciosas, como si muy quedito llamaran a las criaturas a la patria celestial; se vierte en el aire, y llenándolo todo se hace respiro de ellas, y se hace respirar y les da la vida. En todas las cosas creadas corre hacia las criaturas para darles tantos efectos distintos, para llevarles su amor, la vida, la conservación, pero uno es el acto, una es la Voluntad que llena cielo y tierra.
(5) Ahora hija mía, quien hace mi Voluntad y vive en Ella, cuando hace sus actos atrae en sí todos los actos de mi Fiat que ha hecho y que continúa haciendo, y Ella atrae a la criatura, y su acto en el acto suyo, así que en virtud de su única Voluntad, la atrae en el cielo, en el sol, en el aire, en todo, y entonces, ¿sabes qué sucede? Que no más una sola Razón y Voluntad Divina llenan cielo y tierra, sino que hay otra razón y voluntad humana, que se pierde en la Razón y Voluntad Divinas, se puede decir que ella queda como el velo

de las cosas creadas, pero velo que tiene razón y voluntad, pero sacrificada y fundida en la Razón y Voluntad Divinas, y entonces sucede que mi Fiat no está más solo a amarse, honrarse y glorificarse en las cosas creadas, sino que está otra voluntad humana que la ama, la adora, la glorifica, como cielo, como sol, como aire, en suma, dondequiera que Ella se encuentre y en cada cosa distinta donde Ella reina. Así que, tal como mi Voluntad Divina atrae en Sí a la voluntad humana y en sus actos para hacerse amar, adorar, y glorificar con su mismo amor, adoración y gloria, así la criatura que no quiere vivir más que de mi Voluntad, atrae en sí todos los actos hechos por Ella, y se hace amar, santificar, como sabe amar y santificar una Divina Voluntad, la cual extiende su cielo, forma su Sol, en suma, continúa su arte divino, como lo comenzó y está continuando en la Creación.
¿Ves entonces qué significa hacer mi Divina Voluntad? Y no hacerla significa perder su cielo, su Sol, su aire, sus mares de gracia, su arte divino. Por eso siempre en Ella quiero encontrar a la hija de mi Divina Voluntad”.

+ + + +

28-34
Diciembre 21, 1930

Triunfos por parte de la Divina Voluntad cuando la criatura se hace trabajar por el Fiat Divino. Intercambio de triunfos de ambas partes.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, me parece que yo lo llamo, porque me faltaría la vida sin Él; me faltaría la vida del bien, la vida del amor, la vida de la luz, la vida de la paz, y mi voluntad humana viéndose sola me daría el asalto y pondría en vida mis pasiones, por eso temo tanto que aun un solo instante quedase privada del Fiat obrante en mí, porque estando Él, mi voluntad se está escondida y no osa moverse delante a una Voluntad tan santa y tan potente. Así que yo la llamo y Ella me da la mano para llevarme en sus actos, a fin de que la siga y le haga compañía. Y como todo lo ha creado por amor de las criaturas, cuando se la siente junto, y fundida con Ella, toma tal gusto, que se siente correspondida por las tantas cosas que sacó de sus manos creadoras. Después, mientras seguía los actos de la Divina Voluntad hechos en la Creación, mi dulce Jesús haciéndose ver, mirándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo me es dulce mirar a un alma que se hace trabajar por mi Divina Voluntad, sucede un triunfo para ambos lados. Mi Voluntad inviste la inteligencia de la criatura y ella se hace investir, en suma, forman un acuerdo por ambas partes, y entonces mi Voluntad forma su triunfo sobre cada uno de los pensamiento de la criatura, y ella adquiere y hace triunfo de los tantos pensamientos divinos en su mente. Así que mi Divina Voluntad triunfa con dar y tomar posesión de ella, y el alma triunfa con quererlo y recibirlo. Entonces, si mira, si habla, si late, si obra y camina, son todos triunfos de mi Voluntad sobre la criatura, y ella triunfa y toma posesión de tantos actos divinos. Entre estos intercambios de triunfos y posesiones se forma tal alegría y felicidad de ambas partes, que tú no puedes comprenderlos todos, porque debes saber que el bien, el triunfo, la posesión, sólo lleva alegría y felicidad cuando se hace entre dos; el bien aislado no ha hecho feliz a ninguno, pues cuando se ve solo pierde todo lo bello de la felicidad, por eso mi Divina Voluntad va buscando a su criatura para formar sus triunfos, para poder formar junto con ella sus alegrías, su felicidad sobre la faz de la tierra”.

+ + + +

28-35
Febrero 8, 1931

Acusaciones, calumnias, condena. A Dios le cuesta más el

querer que el poder. Efectos de la Divina Voluntad querida, y efectos de la Divina Voluntad permisiva. Giro de castigos que hará por todas las naciones.

(1) Hace ya algún tiempo que no escribo, porque mi pobre corazón está lleno de amarguras intensas, hasta arrollarme toda en las olas altísimas y tempestuosas del dolor y humillaciones profundas, no tenía la fuerza de escribir esta página, la más dolorosa de mi existencia acá abajo. En el ímpetu de mi dolor he repetido muchas veces el dicho de Nuestro Señor: “Busqué un consolador en tantas penas y no lo encontré, un amigo que dijera una palabra en mi defensa y no estuvo”. Es más, quien debía sostenerme y darme un respiro de ánimo lo sentía cambiado, como si fuera mi más cruel enemigo. ¡Ah! Sí, muy bien puedo repetir con mi dulce Jesús: “Una jauría de perros me ha circundado para despedazarme y devorarme”. Creo que los cielos han llorado sobre mi dura suerte, como tantas veces ha llorado conmigo mi dulce Jesús. ¡Oh! cómo es verdad que sólo Jesús permanece en el dolor y humillaciones, las criaturas saben estar a nuestro alrededor cuando todo nos sonríe y nos trae alegría y honor, pero cuando sucede lo contrario huyen y dejan a la pobre víctima sola y abandonada. ¡Oh! mi Sumo Bien Jesús, no me dejes sola en un periodo tan doloroso de mi vida, o quédate conmigo o llévame Contigo, me siento ahogada, me faltan las fuerzas, ¡ah, ayúdame, ayúdame oh Jesús! Pero lo que más me atormenta son las mismas luchas que debo sostener con mi dulce Jesús; por causa de la publicación de la Divina Voluntad me acusan al Santo Oficio de cosas que yo no conozco, ni donde habitan, ni donde están, y están lejanas de mí tanto como el cielo de la tierra; hace cuarenta años que vivo en la cama, se puede decir que soy una pobre sepultada en vida, la tierra no la conozco, no recuerdo haber tenido jamás amor al interés, mi dulce Jesús ha vigilado siempre mi corazón y me lo ha tenido en pleno desapego, sean siempre dadas las gracias al Señor; han acudido también al Santo Oficio por la venida del sacerdote que viene a llamarme a la obediencia en el estado de mis sufrimientos, por consiguiente imposiciones y prohibiciones. Debido a esto, aquí se inicia una lucha con mi amado Jesús, yo le ruego que me libere o bien que todo lo hiciera Él, esto es, el hacerme caer en las penas y el liberarme cuando a Él le agrade. Y Jesús todo bondad decía:
(2) “Hija mía, ¿pero crees tú que no lo puedo? Lo puedo, pero no lo quiero, a Mí me cuesta más el querer que el poder, para Mí el poder es nada, en un instante puedo hacer cielo y tierra, en otro instante lo puedo destruir, tanta es la fuerza de mi Poder, pero destruir un acto de mi Querer, ni lo quiero ni lo puedo, destruiría el orden de los actos de mi Voluntad, que desde la eternidad han sido establecidos por la Divinidad, iría contra mi sabiduría, contra mis mismos designios, contra mi amor, actuaría no como Dios sino como hombre, que fácilmente cambia según las cosas son de su gusto o disgusto, y si le parece y le agrada. Yo soy el Inmutable, y no cambio en los designios y actos que ha establecido hacer, con suma sabiduría, mi Santa Divina Voluntad. Y además, no obraría como Dios, sólo porque han querido acusarte de negras calumnias sirviéndose de su autoridad y malvada perfidia, hasta llegar al Santo Oficio, (porque ahí se llega cuando un mal llega al exceso, y que ninguna otra autoridad puede poner remedio, y sólo por esto se ve suma perfidia) ¿Yo debería cambiar mis designios y los modos que por tan largos años he tenido sobre ti? ¡Oh! si tú supieras qué dolor han dado a mi corazón, que no pudiendo soportar el desgarro, estoy obligado a golpear a todos aquellos que han contribuido a una acusación tan negra, y no creas que lo haré propiamente hoy, sino que a tiempo y circunstancia mi Justicia está armando su brazo en contra de ellos, ninguno, ninguno será perdonado, es demasiado el dolor que me han dado”.
(3) Y yo: “Amor mío, si Tú me dejas caer y no me ayudas a liberarme, ¿cómo haré? Tú no quieres cambiar tus modos que has tenido sobre de mí, y si la autoridad, que quieren diversamente, no querrán ceder a lo que Tú quieres, ¿cómo haré? Al menos asegúrame que me llevas al cielo y quedaremos Tú, yo y ellos, todos contentos; no ves en qué laberinto me han puesto, soy la acusada, la condenada, como si hubiese llegado a ser la criatura más infame que existe sobre la tierra, y una maldición llueve sobre mi pobre

existencia. ¡Jesús, Jesús, ayúdame, no me abandones, no me dejes sola, si todos han sido tan bárbaros que me han dejado, no me lo harás Tú! ¿No es verdad, oh Jesús?” Y era tanto mi dolor que rompía en llanto amarguísimo, y Jesús desahogándose en llanto también Él, me decía:
(4) “Hija mía buena, ánimo, tú debes saber que mi Voluntad Divina obra en dos modos, en modo querido y en modo permisivo; cuando obra en modo querido son designios que cumple, santidad que forma, y la criatura que recibe este acto querido de mi Voluntad, lo recibe dotado de luz, de gracia, de ayuda, nada debe faltar a esta afortunada criatura para cumplir este acto querido por mi Voluntad. En cambio cuando obra en modo permisivo, y esto sucede cuando las criaturas con el libre albedrío de la voluntad que tienen, buscan atar las manos al Omnipotente, como en esto que quieren de ti, que quieren cambiar las cosas a su modo y no como Yo con tanto amor y para bien de todos he dispuesto hasta hoy, y me obligan a obrar en modo permisivo, y mi Voluntad permisiva es, con justicia y castigo, enceguecedora, y quién sabe a donde irán a precipitarse; así que obraré con mi Voluntad permisiva. Ya que no quieren en el modo querido por Mí, te tendré suspendida del estado de víctima, y mi Justicia no encontrando su apoyo, se desahogará libremente contra las gentes, estoy haciendo el primer giro por todas las naciones, tanto que frecuentemente te suspendo del estado de víctima porque te veo demasiado amargada por causa mía y por causa de lo que quieren, y por tanta perfidia que han tenido contra ti, y al verte así tan amargada no me da el corazón ponerte en tu habitual estado de penas, que tú con tanto amor recibías, y Yo con amor más grande te comunicaba; por eso paso adelante, pero si tú supieras mi dolor, y en mi dolor voy repitiendo: ‘Ingratitud humana, cómo eres horrenda’. Y estoy por reemprender el segundo giro de los castigos por todas las naciones, repitiendo terremotos, mortalidad, fenómenos imprevistos, males de todo género, de arrojar terror y espanto; los castigos lloverán como neblina densa sobre los pueblos y muchos quedarán desnudos y en ayunas, y cuando haya terminado el segundo giro, haré el tercero, y donde más se recrudecerán los castigos, allá serán más encarnizadas las guerras y las revoluciones.
(5) Hija mía, te recomiendo paciencia, ¡ah! no me des el dolor de que tu voluntad se opone a la mía, recuerda cuántas gracias te he dado, con cuánto amor te he querido para vencer tu voluntad para hacerla mía; si quieres hacerme contento asegúrame que no harás jamás, jamás tu voluntad”.
(6) Y yo mientras le aseguro a Jesús que no haré jamás mi voluntad, las circunstancias presentes son tantas, que vivo con un temor continuo que me envenena continuamente, que pudiese incurrir en la gran desgracia de no hacer siempre la Divina Voluntad. Dios mío, qué pena, qué desgarro a mi pobre corazón, mucho más por mi estado inconstante, porque paso días sin caer en el estado de sufrimientos, y sólo soy torturada porque Jesús me ha dejado, no tendré más el bien de verlo, y en mi dolor voy repitiendo: “Adiós oh Jesús, no nos veremos más, todo ha terminado”. Y lloro a Aquél que era para mí más que mi misma vida, y paso dos o tres días en estas torturas. Y cuando me persuado de que no caeré más en aquél estado de penas, entonces Jesús de improviso me sorprende y me hace caer en los sufrimientos, y entonces soy torturada, ¿cómo haré para obedecer? Así que, o en un modo o en otro, siento tal tristeza y amargura que no sé yo misma cómo puedo continuar viviendo, y en mi dolor espero que mi dulce Jesús tendrá piedad de mí y llevará a su pobre exiliada a su patria celestial. Sólo te pido ¡oh! Jesús, que pongas fin a esta tempestad, con tu potencia ordena que se calme y dando luz a quien la ha suscitado, puedan conocer el mal que han hecho, a fin de que se puedan servir para santificarse.
+ + + +

Deo Gratias.

1
I. M. I.


¡In Voluntate Dei! Deo Gratias.

29-1
Febrero 13, 1931

Quien vive en el Querer Divino vive en el centro de su luz, en cambio quien no vive en Él, vive en la circunferencia de su luz. Cómo Dios encuentra su apoyo. La creación es muda, la criatura es creación parlante. El eco de Dios en la criatura. Dios con manifestar las verdades sale del reposo
y continúa su trabajo.

(1) Vida mía, dulcísimo Jesús mío, ¡ah! ven en mi ayuda, no me abandones, con la potencia de tu Santísimo Querer inviste mi pobre alma y quítame todo lo que me turba y me tortura. ¡Ah! haz que surja en mí el nuevo sol de paz y de amor, de otra manera no siento fuerzas de continuar haciendo el sacrificio de escribir, me tiembla la mano y la pluma no corre sobre el papel, amor mío, si Tú no me ayudas, si no remueves de mí tu Justicia que justamente me abate en el estado doloroso en que me encuentro, me siento imposibilitada de escribir ni siquiera una palabra. Por eso ayúdame, y yo me esforzaré por cuanto pueda a obedecer a quien me ordena escribir todo lo que Tú me has dicho sobre tu Santísima Voluntad, y como son cosas pasadas haré una pequeña reseña de cada cosa que corresponde a tu Divina Voluntad.
(2) Entonces, sintiéndome oprimida y toda llena de amarguras intensas, mi dulce Jesús haciéndose ver y sosteniéndome entre sus brazos me dijo:
(3) “Hija mía, ánimo, piensa que un Querer Divino reina en ti, que es fuente de felicidad y de alegría continua, pero tus amarguras y opresiones forman las nubes en torno al Sol de mi Voluntad, las cuales impiden que sus rayos brillen en todo tu ser, y que queriéndote hacer feliz se siente rechazar por tus amarguras la felicidad que quiere darte, y a pesar de que tienes a un Sol Divino a tu disposición, en virtud de tus amarguras tú sientes la lluvia que te oprime, que llena hasta el borde tu alma. Tú debes saber que quien vive en mi Voluntad vive en el centro de la esfera del Sol Divino, y puede decir, el Sol es todo mío, en cambio quien no vive en Ella vive en la circunferencia de la luz que el Sol Divino expande por todas partes, porque mi Querer no puede con su Inmensidad negarse a ninguno, ni quiere negarse, se encuentra como el sol que está obligado a dar luz a todos, aunque no todos la quisieran, ¿y por qué esto? Solamente porque es luz, y la naturaleza de la luz es darse a todos, a quien no la quiere y a quien la quiere; pero qué gran diferencia hay entre quien vive en el centro de mi Sol Divino, y entre quien vive en su circunferencia, la primera posee las propiedades de la luz y todos sus bienes que son infinitos, la luz la tiene defendida de todos los males, así que el pecado no puede tener vida en esta luz, y si surgen amarguras, son como nubes que no pueden tener vida continua, basta un pequeño vientecito de mi Voluntad para poner en fuga las nubes más densas, y el alma se encuentra sumergida en el centro del Sol que posee. Mucho más porque las amarguras de quien vive en mi Querer son siempre por causa mía, y Yo puedo decir que estoy amargado junto contigo, y si te veo llorar, lloro junto contigo, porque mi Voluntad me hace inseparable de quien vive en Ella, y siento sus penas más que si fueran mías. Es más, mi misma Voluntad que reside en el alma llama a mi Humanidad en quien sufre, para hacerla repetir su Vida viviente sobre la tierra, y ¡oh!, prodigios divinos que suceden, las nuevas corrientes que se abren entre el Cielo y la tierra por la nueva Vida de penas que Jesús tiene en su criatura. Y mi corazón, mientras es humano es divino, posee las más dulces ternuras, son tales y tantos los atractivos y potentes ternuras de mi corazón, que en cuanto veo sufrir a quien me ama, mi amor ternísimo derrite mi corazón y todo se vierte sobre las penas y sobre el corazón de mi criatura amada. Por eso estoy contigo en el sufrir y hago dos

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

oficios, de actor de penas y espectador, para gozarme los frutos de mis penas que en ella voy desarrollando; por eso para quien vive en mi Divina Voluntad soy Sol y centro de su vida, así que somos inseparables, Yo siento su vida palpitante en Mí, y ella siente mi Vida palpitante en lo íntimo de su alma. En cambio para quien vive en la circunferencia de la luz que el Sol de mi Divina Voluntad expande por todas partes, no es dueña de la luz, porque se dice verdadera dueña cuando un bien reside en sí misma, y el bien de adentro ninguno se lo puede quitar, ni en vida ni después de muerta, por el contrario el bien de afuera está sujeto a peligro, no tiene poder de tenerlo al seguro, y el alma sufre debilidad, inconstancia, pasiones que la atormentan, y llega a sentirse como lejana de su Creador. Por eso siempre en mi Voluntad te quiero, para hacerme continuar mi Vida sobre la tierra”.
(4) Después continuaba mis pequeños actos de adoración, de amor, de alabanza, de bendiciones en el Fiat Divino a mi Creador, y conforme hacía mis actos así el Querer Divino los extendía por dondequiera y por todas partes donde se encontraba la Divina Voluntad, que no hay punto donde no se encuentre; y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(5) “Hija queridísima de mi Voluntad, tú debes saber que mi Querer no sabe hacer actos a medias, sino completos, y con tal plenitud que puede decir: ‘Donde está mi Voluntad está mi acto’. Y nuestra Divinidad, viendo en nuestra Voluntad Divina extendida la adoración, el amor de su criatura, encuentra su apoyo en su Inmensidad, en cualquier punto quiere apoyarse; entonces sentimos nuestra adoración profunda que la criatura nos ha puesto en nuestra Voluntad y nos apoyamos y reposamos, sentimos que dondequiera nos ama y nos apoyamos en su amor, y así de sus alabanzas y bendiciones. Así que la criatura en nuestra Voluntad se vuelve nuestro apoyo y nuestro reposo, no hay cosa que más nos agrade que el encontrar nuestro reposo en nuestra criatura, símbolo del reposo que tomamos después de haber creado toda la Creación.
(6) Además de esto, nuestra Divina Voluntad está por todas partes, y Cielo y tierra, y todo, están llenos hasta el tope de Ella, así que todos son velos que la esconden, pero velos mudos, y si en su mutismo elocuentemente hablan de su Creador, no son ellos, sino mi misma Voluntad escondida en las cosas creadas, habla por vía de signos como si no tuviera palabra, habla en el sol por vía de signos de luz y de calor, en el viento dando signos penetrantes e imperantes, en el aire da signos mudos al formarse respiro de todas las criaturas; ¡oh!, si el sol, el viento, el aire, y todas las otras cosas creadas tuvieran el bien de la palabra, cuántas cosas dirían de su Creador. En cambio, ¿quién es la obra parlante del Ser Supremo? Es la criatura, Nosotros al crearla la amamos tanto que le dimos el gran bien de la palabra, nuestra Voluntad se quiso hacer palabra de la criatura, quiso salir del mutismo de las cosas creadas, y formando el órgano de la voz en ella formó la palabra para poder hablar, por eso la voz de las criaturas es velo hablante en el cual mi Voluntad habla elocuentemente, sabiamente, y como la criatura no dice ni hace siempre la misma cosa, como las cosas creadas que no cambian jamás acción, sino que están siempre en su puesto para hacer aquella misma acción que Dios quiere de ellos, por eso mi Voluntad mantiene la actitud continua de la multiplicidad de modos que hay en la criatura. Entonces, se puede decir que no sólo habla en la voz, sino que se hace hablante en las obras, en los pasos, en la mente y en el corazón de las criaturas. Pero, ¿cuál no es nuestro dolor al ver esta creación parlante servirse del gran bien de la palabra para ofendernos, servirse del don para ofender al donador e impedir el gran prodigio que puedo hacer de gracias, de amor, de conocimientos divinos, de santidad que puedo hacer en la obra hablante de la criatura? Pero para quien vive en mi Voluntad, son voces que hablan, y ¡oh! cuántas cosas le voy manifestando, están en movimiento y actitud continua, gozo la plena libertad de hacer y decir cosas sorprendentes y cumplo el prodigio de mi Voluntad hablante, amante y obrante en la criatura. Por eso dame plena libertad y verás lo que sabe hacer mi Querer en ti”.
(7) Después estaba pensando en todo lo que mi dulce Jesús me había dicho, y mi amado Bien ha repetido:

(8) “Hija mía, la sustancia 2 de nuestro Ser Divino es una inmensidad de Luz purísima, que produce una inmensidad de amor; esta Luz posee todos los bienes, todas las alegrías, felicidad interminable, bellezas indescriptibles, esta luz inviste todo, ve todo, encierra todo, para Ella no existe ni pasado ni futuro sino un acto solo, siempre en acto, que produce tal multiplicidad de efectos de llenar Cielos y tierra. Ahora, la inmensidad de amor que produce esta nuestra luz, nos hace amar a nuestro Ser y a todo lo que sale de Nosotros con tal amor, de volvernos verdaderos y perfectos amantes, así que no sabemos hacer otra cosa que amar, dar amor y pedir amor. Para quien vive en nuestra Voluntad, nuestra luz y nuestro amor hacen el eco en la criatura y la transforma en luz y amor, y ¿cuál no es nuestra felicidad al formar los tipos y modelos nuestros de la obra de nuestras manos creadoras? Por eso sé atenta y haz que tu vida no esté formada de otra cosa que de luz y de amor si quieres volver contento a tu querido Jesús”.
(9) Entonces hacía cuanto más podía por abandonarme toda en la Divina Voluntad, y pensaba en las tantas verdades que el bendito Jesús me había manifestado sobre su Santo Querer; cada verdad abrazaba el infinito y contenía tanta luz de llenar Cielo y tierra, y yo sentía la fuerza de la luz y el peso de lo infinito, que invadiéndome toda con un amor indecible me invitaban a amarlas y a hacerlas mías con ponerlas en práctica. Pero mientras mi mente se perdía en tanta luz, mi dulce Jesús me ha dicho:
(10) “Hija mía, nuestro trabajo hacia la criatura comenzó con la Creación, y nuestro trabajo está en la palabra, porque conteniendo ella nuestra fuerza creadora habla y crea, habla y forma las obras más bellas y maravillosas. En efecto, con el trabajo de seis Fiat que pronunciamos fue formada toda la gran máquina del universo, comprendido el hombre que debía habitarlo y ser el rey de las tantas obras nuestras. Entonces, después de haber ordenado todo, nuestro amor nos llamó al reposo, pero el reposo no es cumplimiento de trabajo, sólo significa un breve alto para volver de nuevo al trabajo. Ahora, ¿quieres tú saber cuándo reemprendemos de nuevo nuestro trabajo? Cada vez que manifestamos una verdad volvemos al trabajo de la creación, así que todo lo que fue dicho en el antiguo testamento fueron otros tantos reinicios de trabajo; mi venida sobre la tierra no fue otra cosa que reemprender el trabajo por amor de las criaturas; mi doctrina, las tantas verdades dichas por mi boca, señalaban claramente mi intenso trabajo por las criaturas. Y así como en la Creación nuestro Ser Divino se reposó, así con mi muerte y resurrección quise reposarme también para dar tiempo a hacer fructificar entre las criaturas los frutos de mi trabajo, pero es siempre reposo, no cumplimiento de trabajo, nuestro trabajo hasta el fin de los siglos estará alternado de trabajo y reposo, de reposo y trabajo. Ves entonces hija buena qué largo trabajo he debido hacer contigo al manifestarte tantas verdades sobre mi Divina Voluntad, y cómo la cosa que más interesa a nuestro Ser Supremo es el hacerla conocer, por eso no he escatimado nada para un trabajo tan largo, si bien he tomado frecuentemente los pequeños altos de reposo para darte tiempo a recibir mi trabajo y prepararte a las otras sorpresas del trabajo de mi palabra creadora. Por eso sé atenta en conservar y a no perder nada del trabajo de mi palabra, que contiene un valor infinito que basta para salvar y santificar un mundo entero”.

+ + + +


2 sustancia.
f. Ser, esencia o naturaleza de algo.
Aquello que constituye lo más importante de algo. Realidad que existe por sí misma y es soporte de sus cualidades o accidentes.
esencia.
f. Aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas. Lo más importante y característico de una cosa.
(Diccionario de la Real Academia Española)

29-2
Febrero 15, 1931

La Vida Divina tiene necesidad de alimentos para crecer en la criatura.
La criatura con su amor forma en Dios mismo su Vida Divina. El amor Divino tiene el germen de generar vida continua.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, si bien vivo bajo la opresión de intensas amarguras, de lágrimas continuas, y estoy obligada a vivir del aire malsano de las agitaciones, que me quitan el bello día sereno de la paz gozada siempre por mí. Estoy resignada, beso la mano que me golpea, pero siento a lo vivo el fuego que me quema de las tantas tempestades que están cayendo sobre mi pobre existencia. Jesús mío, ayúdame, no me abandones, ¡ah! dame la paz, aquella paz que Tú tanto querías que yo poseyera. Y si bien Jesús frecuentemente rasga los velos de las densas nubes que me circundan con decirme alguna palabrita, sin embargo, aunque un poco reanimada, después regreso a mi estado inquieto. Entonces mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, ánimo, no temas que Yo te pueda abandonar, siento mi Vida en ti, y si Yo te abandonara, esta Vida mía en ti permanecería sin alimento para hacerla crecer, sin luz para hacerla feliz, faltaría el cortejo real a mi Vida Divina que Yo mismo he formado en ti; porque tú debes saber que mi Vida en Mí mismo no tiene necesidad de nada, ni de crecer, ni está sujeta a decrecer, pero mi Vida que voy formando en la criatura, para hacerla crecer tiene necesidad de alimentos divinos, de modo que poco a poco mi Vida Divina llene toda la criatura. Por eso no puedo dejarte, y mientras parece que te dejo y parece que todo ha terminado entre tú y Yo, de improviso regreso a mi pequeña hija para ponerte en la boca el alimento de mi Voluntad, porque tú debes saber que mi Voluntad es luz, y al alma que vive en Ella le vienen suministradas las propiedades de la luz, y mientras obra, sus obras se llenan de luz, pero tanto, de desbordarse fuera, de modo que se ve que fueron hechas en las propiedades de la luz de su Creador; si ama, las propiedades del amor Divino llenan el amor de la criatura; si adora, las propiedades de la adoración divina llenan la adoración de la criatura; en suma, no hay acto que haga la criatura, que las propiedades divinas no llenen estos actos. En mi Voluntad lo humano cesa, queda anulado, y la criatura tiene siempre qué tomar, las propiedades divinas están a su disposición. ¡Oh! si todos supieran qué significa vivir en mi Querer Divino, el gran bien que les viene, y en el modo más simple”.
(3) Después continuaba mi abandono en el Fiat Divino, y no sabiendo hacer otra cosa, iba diciendo y poniendo mi pequeño ‘te amo’ en los actos divinos, y no sólo esto, sino que decía entre mí: “Jesús mío, Amor mío, mi ‘te amo’ corra en tu latido, en tu respiro, sobre tu lengua, en tu voz, hasta en las más pequeñas partículas de tu adorable persona”. Pero mientras esto hacía, mi querida Vida, haciéndose ver me hacía poner mi “te amo” en su corazón, dentro y fuera de toda su Divina Persona, y lo agradecía tanto que me incitaba a repetir cuantos más “te amo” podía, para poder encontrar en todo su Ser el querido “te amo”, y después estrechándome a Sí me ha dicho:
(4) “Hija mía, el amor es vida, y cuando este amor sale del alma que vive en mi Voluntad, tiene virtud de formar en Dios mismo la Vida de amor, y como la sustancia de la Vida Divina es el amor, por eso la criatura con su amor forma en Dios otra Vida Divina, y Nosotros sentimos en Nosotros mismos nuestra Vida formada por la criatura. Esta Vida que con su amor unido a nuestra Voluntad, porque es Ella la que suministra la potencia para que la criatura pueda llegar a formar la misma Vida Divina toda de amor en Dios, esta Vida es el triunfo de Dios y el triunfo de la criatura, y en acto de triunfo tomamos esta Vida Divina que la criatura ha formado en Nosotros mismos, y la damos para bien de todas las criaturas como precioso regalo que hace a todos la pequeña hija de nuestro Querer, y con ansia esperamos que con su amor venga a formar otras Vidas Divinas en nuestro Ser Supremo. Hija mía, nuestro amor no es estéril, sino que tiene el germen de generar vida continua, así que conforme tú decías ‘te amo’ en mi latido, en mi respiro, así generaba otro

latido, otro respiro, y así de todo lo demás, de modo que Yo sentía en Mí mismo la nueva generación de tu ‘te amo’ que formaba la nueva Vida de mi amor, y ¡oh! cómo me sentía feliz pensando que mi hija me estaba formando dentro de Mí mi misma Vida toda de amor. Si tú supieras cómo es conmovedor este acto de la criatura que con su amor da Dios a Dios, ¡oh! cómo nos rapta, y sintiéndonos raptados damos otro amor para tener el contento de hacerla repetir nuestras nuevas Vidas de amor. Por eso ama, ama mucho y harás más feliz a tu dulce Jesús”.

+ + + +

29-3
Febrero 17, 1931

Imposiciones, lágrimas amarguísimas; Jesús la consuela asegurándole que le concede la gracia de no hacerla caer en los sufrimientos. El sufrir voluntario constituye la verdadera víctima.

(1) Paso días amarguísimos, mi pobre existencia se desarrolla bajo la pesadilla de una tragedia. Jesús mío, ¡ayúdame! ¡No me abandones! Tú que has sido siempre tan bueno conmigo y que con tanto amor me has sostenido en las luchas de mi vida, ¡ah! no me dejes ahora que las luchas son más tremendas y encarnizadas. Amor mío, muestra tu potencia, mira ¡oh! Jesús, no son demonios que luchan conmigo, que con una señal de la cruz los haría huir quién sabe a dónde, sino que son superiores que sólo Tú los puedes poner en su lugar; soy la pobre condenada, y yo misma no sé qué he hecho, ¡oh! cómo es dolorosa mi historia. Me han dicho que me quieren poner otro sacerdote asignado por el Obispo, el cual llamará médicos y hará todas las pruebas que quiera, dejándome abandonada por todos los otros en poder de éste. Ante tal anuncio he roto en llanto, sin poder cesar de llorar, mis ojos se han vuelto fuentes, toda la noche la he pasado llorando y rogaba a Jesús que me diese la fuerza y que pusiera término a tantas tempestades; mira, decía, Amor mío, ya son dos meses y más en luchas continuas, luchas con las criaturas, luchas contigo para que no me hicieras caer en los sufrimientos, y ¡oh! cuánto me cuesta el luchar con mi Jesús, pero no porque no quisiera sufrir, sino porque así quieren quienes tienen derecho sobre mí, pero ahora no puedo más, y sólo dejaré de llorar cuando me diga que me concede librarme del fastidio que doy al sacerdote, por esto es toda la guerra, y lloraba y lloraba con tal amargura, que me sentía envenenar la sangre en las venas, tanto que a menudo me sentía como sin vida, sin respiro, pero como me sentía así, continuaba a llorar y sollozar. Entonces mientras me encontraba en un mar de lágrimas, mi dulce Jesús me ha estrechado a Sí entre sus brazos, y con voz tierna como si quisiera también Él llorar me ha dicho:
(2) “Mi hija buena, no llores, mi corazón no puede más, tus lágrimas han descendido hasta el fondo de él, y siento tu amargura tan viva que me lo siento estallar; hija mía, ánimo, tú sabes que te he amado mucho, mucho, y ahora este amor me obliga a contentarte, si hasta ahora te he tenido suspendida del estado de sufrimiento algún día, para hacerlos comprender que mi Voluntad era la de continuar teniéndote como te he tenido durante cuarenta y seis años. Pero ahora que te quieren poner de espaldas a la pared, me ponen en condición de hacer uso de mi Voluntad permisiva, no querida, de suspenderte del estado de víctima. Por eso no temas, de ahora en adelante no te comunicaré más mis penas, no me extenderé más en ti de modo que tú quedabas rígida y sin movimiento; por eso quedarás libre sin tener necesidad de ninguno. Estate tranquila hija, hasta en tanto que no se aquieten y que no quieran que tú caigas en los sufrimientos, no lo haré más. Ahora, tú debes saber que el estado de sufrimientos en los cuales Yo te ponía correspondían a mi Humanidad, la cual quería continuar su Vida de penas en ti. Ahora te queda la cosa más importante, mi Voluntad; ¿me das tu palabra de que vivirás siempre en Ella? ¿Que serás la sacrificada, la víctima de mi Voluntad, que haciéndola

dominar en ti no cederás un solo acto de vida a tu voluntad? Asegúrame hija buena que nada omitirás de lo que te he enseñado a hacer, y de seguir lo que has hecho hasta ahora en mi Fiat. Éste es el punto culminante de tu Jesús sobre ti, poner a salvo los derechos de mi Voluntad en tu alma. Por eso hazlo pronto, dime que me contentarás”.
(3) Y yo: “Jesús mío lo prometo, lo juro, lo quiero, seguir lo que Tú me has enseñado, pero Tú no me debes dejar, porque Contigo sé hacer todo, sin Ti no soy buena para nada”. Y Jesús ha vuelto a decir:
(4) “No temas, no te dejo; debes saber que te amo y si me han inducido a ceder en que tú no caigas en el estado de sufrimiento, no ha sido otra cosa que un amor grande, intenso, excesivo hacia ti, mi amor al verte llorar tanto ha vencido a mi Voluntad y ha puesto un basta por ahora, pero debes saber que los flagelos lloverán como lluvia tupida, lo merecen, cuando no quieren las víctimas como me agrada a Mí, y en el modo querido por Mí, justamente merecen que sean golpeados severamente, y no te creas que lo haré hoy mismo, pero deja que pase un poco de tiempo y entonces verás y oirás lo que mi Justicia tiene preparado”.
(5) Entonces he pasado el primer día libre sin luchar con mi Jesús, porque habiéndome Él asegurado que no me habría hecho caer en los sufrimientos, no me sentía más incitar, empujar, a que aceptara someterme a las penas que Jesús quería darme. Por eso mientras la lucha había cesado, me había quedado aún un temor de que mi amado Jesús de improviso me sorprendiera, y para tranquilizarme me ha dicho:
(6) “Hija mía, no temas, te lo ha dicho Jesús, y basta, no soy una criatura que puedo faltar a la palabra, soy Dios, y cuando hablo no cambio, te he dicho que hasta en tanto no se tranquilicen y no quieran las cosas, no te haré caer, y así será, y aunque el mundo se ponga de cabeza, porque mi Justicia quiere castigar a las criaturas, Yo no cambiaré mi palabra, porque tú debes saber que no hay cosa que aplaque más mi Justicia, y que llegue a cambiar los más grandes castigos en reescritos de gracias, que el sufrir voluntario, y se pueden llamar verdaderas víctimas no aquéllas que sufren por necesidad, por enfermedad, por infortunio, todo el mundo está lleno de estos sufrimientos, sino aquéllas que voluntariamente se exponen a sufrir lo que Yo quiero y en el modo como quiero, éstas son las víctimas que me semejan, mi sufrir fue todo voluntario, ninguna pena podían darme, incluso mínima, si Yo no lo quisiera. Es por eso que casi siempre te preguntaba cuando debía hacerte caer en los sufrimientos, si tú voluntariamente aceptabas, para tener tu sufrir voluntario, no forzado; no es algo grande ante Dios un sufrir forzado o por necesidad, lo que enamora, que rapta y que llega a atar al mismo Dios, es el sufrir voluntario. Si tú supieras cómo me hería el corazón cuando te ponías en mis manos como una corderita, a fin de que te atara y te hiciera lo que quisiera, te quitaba el movimiento, te petrificaba, puedo decir que te hacía sentir penas mortales, y tú me dejabas hacer, y esto era nada, el nudo más fuerte era que tú no podías salir de aquel estado de penas en el cual tu Sacrificador Jesús te había puesto si no venía mi ministro a llamarte a la obediencia; era esto lo que te constituía verdadera víctima, a ningún enfermo, ni siquiera a los mismos encarcelados les es negado el movimiento y el pedir ayuda en las necesidades extremas, sólo para ti mi amor había preparado la cruz más grande, porque cosas grandes quería y quiero hacer de ti, cuanto más grandes son mis designios tanta más cruz singular forma, y puedo decir que no ha habido jamás en el mundo cruz similar a aquella que con tanto amor tu Jesús había preparado para ti. Por eso mi dolor es indescriptible al verme contrariado por las criaturas, por cuanta autoridad tienen, en los modos que quiero tener con las almas quieren imponerme las leyes como si ellos las entendieran mejor que Yo. Por eso mi dolor es grande, y mi Justicia quiere castigar a aquellos que han sido causa de tanto dolor mío”.

+ + + +

29-4
Marzo 2, 1931

Cómo el ofrecer el sacrificio de los santos duplica la gloria. La Divina Voluntad tiene la virtud de hacer resurgir. Quien hace la Divina Voluntad adquiere los derechos a los bienes divinos.

(1) Estaba continuando mis actos en la Divina Voluntad, e iba ofreciendo los sacrificios que hicieron los santos del antiguo testamento, los de mi Mamá Celestial, todos los sacrificios de mi amado Jesús, y así uno a uno de todo el resto. El Divino Querer me los ponía todos en orden ante mi mente, y yo los iba ofreciendo como el más bello homenaje a mi Creador. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, no hay cosa sufrida y obrada por todos los santos de la historia del mundo, en que mi Voluntad no haya tomado parte haciéndose actora y concurrente de fuerza, de ayuda, de sostén en aquel sacrificio u obra que hayan hecho. Ahora, el alma ofreciéndolos a Dios como homenaje de gloria, trae a la memoria aquel sacrificio y obra, y mi Divina Voluntad reconoce lo que ha puesto de suyo en tales actos, y da la virtud de duplicar la gloria de aquel sacrificio, para Dios y para quien ha tenido el bien de sacrificarse y obrar para cumplir mi Divina Voluntad. El verdadero bien no cesa jamás, ni en el Cielo ni en la tierra, basta una criatura que lo recuerde y lo ofrezca, y se renueva la gloria en el Cielo y descienden los efectos de aquel bien en la tierra a favor de las criaturas. Por eso la vida del verdadero bien no está sujeta a morir, de hecho, ¿quién es la vida de mi Iglesia?
¿Quién la alimenta y le hace de Maestro? Sino el breve curso de mi Vida acá abajo; puedo decir que son mis penas que la sostienen, es mi doctrina quien la enseña, son los sacramentos que la alimentan, así que todo el bien que Yo hice no murió, sino que permanece con la plenitud de la vida, y vida que vivifica, conserva, alimenta y hace crecer continuamente, y se da a quien la quiera. Y en cuanto la criatura lo recuerda, se pone en relación con mis bienes, y conforme los va ofreciendo así se duplican para darse a ella, y Yo me siento duplicar la gloria de lo que hice por amor de las criaturas. Mucho más que quien obra en mi Divina Voluntad adquiere la virtud de hacer resurgir; conforme el alma va haciendo sus actos, sus ofrecimientos en Ella, así mi Fiat corre para poner el germen de la luz, y su luz posee la virtud de surgir en cada instante y acto. Parece como el sol que surge para cada plantita, para cada flor, porque no da la misma cosa a todos, como si surgiera para cada una; da a la plantita un efecto, a la flor un color, y colores distintos uno del otro. Así son los actos hechos en mi Divina Voluntad, se exponen a los rayos de mi Sol Divino, y reciben el germen de luz, la cual hace surgir en cada acto de criatura tal variedad de bellezas y colores distintos, y un acto llama a surgir al otro. Así que quien vive en mi Voluntad con el germen renovado de mi luz, me da siempre cosas nuevas, y ella está siempre en acto de resurgir continuamente en el amor, en la gloria y en la misma Vida de su Creador”.
(3) Después continuaba mis actos en la Divina Voluntad, quería abrazar todo para poner en cada cosa creada mi adoración, mi amor, mi gratitud para Aquél que tanto me había amado y que tantas cosas había creado por amor mío. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija buena, quien vive en mi Divina Voluntad y obra en Ella, es tanto el amor de mi Fiat al ver la pequeñez de la criatura que gira en todas las cosas creadas para poner en ellas sus pequeños actos, para decir que no sólo ama esta Divina Voluntad, sino que quiere reconocer todos sus actos como tantas prendas de amor; el amor hace surgir otro amor, y mi Querer da los derechos al alma en los bienes divinos, así que cada acto que hace la criatura es un derecho que adquiere en las propiedades de su Creador. Entonces sucede que por derecho se siente amar por el Ser Supremo, porque ha puesto su amor en el amor eterno, y ha adquirido el derecho de ser amada; el amor de la criatura y el amor divino se han fundido juntos, y por ambas partes sienten el derecho de amarse, por derecho goza de la luz del sol, por derecho respira el aire, bebe el agua, se alimenta de los frutos de la tierra, y así de todo lo demás. Y ¡oh! la gran diferencia de quien toma con derecho los bienes divinos, ésta se puede llamar hija, los otros se pueden llamar siervos, y la criatura con estos derechos nos da el amor de hijo, amor de desinterés, amor que dice

verdadero amor. Por eso vive siempre en mi Voluntad, a fin de que sientas en ti, y goces todo el amor de la Paternidad Divina”.

+ + + +

29-5
Marzo 6, 1931

Cómo sólo Jesús ha sido el autor del estado de sufrimiento de Luisa, y porque lo han obligado ha permitido una pausa. Cómo en Dios
es reposo absoluto, fuera de Dios trabajo.

(1) Continúo viviendo entre las amarguras de mi estado presente, el pensamiento de que el bendito Jesús está haciendo llover flagelos, y que los pueblos permanecen desnudos y en ayunas, me tortura; y el pensar que mi amado y sumo Bien Jesús ha permanecido solo en su sufrir, y yo no estoy más junto con Él en las penas, ¡oh, cómo me atormenta! Me parece que Jesús es todo atención sobre mí para no hacerme caer como antes en los sufrimientos, más bien esconde en Sí todas las penas para dejarme libre. Y viéndome afligida, me parece que su intenso amor lo hace poner de lado sus penas para poner atención a mi aflicción, y me dice:
(2) “Hija buena, hija mía, ánimo, tu Jesús te ama todavía, nada ha disminuido mi amor por ti, y esto porque no has sido tú quien me ha rechazado el sufrir, no, mi hija no lo habría hecho jamás, te han obligado, y Yo para darte la paz y para hacerles ver que he sido Yo quien te ha tenido en aquel estado de sufrimiento por tan largos años, que no era ni la enfermedad ni otra causa natural, sino mi Paterna bondad que quería tener quien me supliera en la tierra en mis penas, y éstas para bien de todos. Y ahora que te han obligado a ti y me han obligado también a Mí con sus imposiciones, lo he hecho cesar del todo, dándote una pausa, esto dice claramente que sólo tu Jesús era el autor de tu estado, pero no puedo esconder mi dolor, es tan grande que puedo decir que en toda la historia del mundo no he recibido jamás un dolor similar de las criaturas. Mi corazón está de tal manera adolorido y desgarrado por este dolor, que estoy obligado a ocultarte el desgarro profundo para no amargarte de más, y además al ver la indiferencia de algunos, y tú sabes quienes son, como si nada me hubiesen hecho, acrecienta mi dolor y obligan a mi Justicia a continuar enviando los flagelos, y continuaré enviándolos; te lo decía antes, que si llegase a tenerte suspendida de tu estado de sufrimiento un solo mes, sentirán y verán cuántos castigos lloverán sobre la faz de la tierra. Y mientras mi Justicia hará su curso, nos ocuparemos juntos de mi Divina Voluntad, Yo en hacértela conocer, y tú en recibir el bien de sus conocimientos, porque cada conocimiento lleva el crecimiento de la Vida de mi Voluntad en ti, y a cada acto tuyo hecho en el nuevo conocimiento, mi Fiat toma más terreno en tu alma, y en ella extiende mayormente su reino. Mucho más que las criaturas no tienen poder de entrar en mi Divina Voluntad para perturbarnos y dictarnos leyes, por eso somos libres de hacer lo que queramos, tenemos libertad absoluta, por eso sé atenta en continuar navegando sus mares interminables”.
(3) Entonces, mientras esto decía, mi pequeña inteligencia me la he sentido transportar en un abismo de luz inaccesible; esta luz escondía todas las alegrías, todas las bellezas, aparentemente parecía luz, pero mirando dentro, no había bien que no poseyera. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, nuestro Ser Divino es luz purísima, luz que contiene todo, llena todo, ve todo, obra todo; luz que ninguno puede alcanzar a ver hasta dónde llegan nuestros confines, su altura y profundidad, la criatura se pierde en nuestra luz porque no encuentra su playa, su puerto para salir fuera de Ella. Y si la criatura toma de ésta nuestra luz, son gotitas apenas que le sirven para llenarse toda de luz, hasta desbordar fuera, pero nuestra luz no disminuye porque la criatura haya tomado de lo nuestro, sino que viene reemplazada al instante por la virtud renovadora de nuestra luz. Así que nuestro Ser Supremo está

siempre a un nivel, en perfecto equilibrio. Podemos dar cuanto queramos sin perder nada, si encontramos almas que quieran tomar de lo nuestro. Es más, si encontramos quién quiera tomar, nos ponemos a trabajar, porque tú debes saber que dentro de Nosotros es reposo absoluto, no tenemos qué hacer, no hay ni qué quitar ni qué poner, nuestra felicidad es plena y completa, nuestras alegrías son siempre nuevas, nuestra única Voluntad como obrante en Nosotros nos da el perfecto reposo de las bienaventuranzas de nuestro Ser Divino, que no tiene principio ni tendrá fin. Así que este abismo de luz que tú ves contiene un abismo de alegría, de potencia, de belleza, de amor, de tantos etcétera, y Nosotros mientras nos felicitamos, nos reposamos en ellas, porque sólo se puede llamar verdadero y absoluto reposo cuando nada falta y nada hay que agregar. En cambio fuera de nuestra Divinidad sale nuestro trabajo en campo, y este campo son las criaturas; nuestras mismas cualidades divinas que dentro de Nosotros nos dan reposo, fuera de Nosotros mismos nos dan trabajo, y ahora hacemos trabajar a nuestra Voluntad en favor de las criaturas, aquel Fiat Divino que sacamos en campo en la Creación, del cual salieron todas las cosas, no cesa jamás de trabajar; incesantemente trabaja, trabaja conservando todo, trabaja porque quiere ser conocido, porque quiere reinar, trabaja al sacar nuevas almas a la luz del mundo y en ellas forma sus designios admirables para desarrollar su trabajo y para tener ocasión de trabajar siempre, trabaja en el retirar a las almas en el seno de la eternidad. A nuestra Voluntad Divina la podemos llamar la trabajadora que no escatima jamás su trabajo continuo, y aun a favor de quien no la reconoce. Trabaja nuestro amor, trabaja nuestra misericordia, nuestra potencia, y también nuestra Justicia trabaja a favor de las criaturas, de otra manera nuestro Ser Supremo no sería un Ser equilibrado y perfecto, sino tendría el defecto de la debilidad si nuestra Justicia se pusiera aparte, arrinconándola cuando tiene toda la razón de hacer su curso para castigar. Mira entonces, nuestro trabajo son las criaturas, porque habiéndolas sacado de dentro de nuestra hoguera de amor, nuestro amor nos lleva al trabajo para amarlas siempre, siempre. Porque si cesara nuestro trabajo cesaría el amor y la Creación se resolvería en la nada”.

+ + + +

29-6
Marzo 9, 1931

El primer amor de Dios hacia el hombre fue externado en la Creación. Amor cumplido en la creación del hombre.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, y como estaba haciendo mis actos en Él para poderme unir a sus actos, toda la Creación se alineaba ante mi mente, y en su mudo lenguaje decía que tantas veces de más me había amado el Querer Divino por cuantas cosas de más había creado, y que ahora tocaba mi turno de amarlo en cada cosa creada, para corresponderle con otros tantos actos míos de amor, a fin de que su amor y el mío no estuvieran aislados, sino que se hicieran dulce compañía. Ahora, mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha salido del fondo de mi alma, que parecía que estaba tan adentro de ella, que no me era dado verlo y me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestro amor por la criatura fue ‘ab eterno’, dentro de Nosotros la amamos siempre, pero fuera de Nosotros fue externado nuestro primer amor en la Creación. Conforme nuestro Fiat se iba pronunciando y paso a paso creaba el cielo, el sol, y todo lo demás, así iba externando en cada cosa creada, casi paso a paso nuestro amor contenido desde la eternidad por amor de las criaturas. Pero debes saber hija mía, que un amor llama al otro; habiéndose externado en la creación del universo y habiendo probado cómo es refrescante, cómo es dulce el desahogo del amor, y sólo con externarlo se desahoga, y se siente cómo es dulce amar, por eso nuestro amor habiéndose comenzado a externar no se dio más paz si no creaba a aquél, por causa del cual había dado principio a externar su amor, como sembrándolo en todas las cosas creadas. Por tanto rebosaba fuerte dentro de

Nosotros, queriendo hacer acto cumplido de amor, llamándo de la nada a aquél para darle el ser y crear en él nuestra misma Vida de amor; si no creábamos en él la Vida de amor para ser amados, no había ninguna razón, ni divina ni humana de externar tanto amor hacia el hombre; si tanto lo amamos era razonable y con derecho que él nos amara, pero no teniendo nada de sí mismo, convenía a nuestra sabiduría el crear Nosotros mismos la Vida del amor para ser amados por la criatura. Pero escucha hija el exceso de nuestro amor, antes de crearlo no estábamos contentos de haber externado nuestro amor en la Creación, sino que llegó a tanto que poniendo fuera de nuestro Ser Divino nuestras cualidades, pusimos fuera mares de potencia y lo amamos en nuestra potencia, mares de santidad, de belleza, de amor, y así de lo demás, y lo amamos en nuestra santidad, en nuestra belleza, en nuestro amor, y estos mares debían servir para investir al hombre, a fin de que encontrara en todas nuestras cualidades el eco de nuestro amor potente, y nos amara con amor potente, con amor santo, y con amor de belleza raptora. Por eso cuando estos mares de nuestras cualidades divinas fueron puestos fuera de Nosotros, creamos al hombre enriqueciéndolo de nuestras cualidades por cuanto más podía contener, a fin de que también él tuviera un acto que pudiera hacer eco en nuestra potencia, en nuestro amor, en nuestra bondad, para podernos amar con nuestras mismas cualidades. Queríamos al hombre, no siervo, sino hijo; no pobre, sino rico; no fuera de nuestros bienes, sino dentro de nuestra heredad, y como confirmación de esto le dábamos por vida y por ley nuestra misma Voluntad. Ésta es la causa por la que amamos tanto a la criatura, porque tiene de lo nuestro, y no amar las cosas propias es contra la naturaleza y contra la razón”.

+ + + +

29-7
Marzo 16. 1931

El cielo y toda la Creación simbolizan la jerarquía celestial. Cómo se forma un acto de amor puro.

(1) Mi pobre mente me la sentía inmersa en la luz interminable de la Divina Voluntad, y trataba de seguir sus actos hechos en la Creación y decía para mí: “Quisiera ser cielo para poder extender en todos y por todas partes, y en todos los puntos, y sobre todos, mi amor, mi adoración, mi gloria hacia mi Creador; quisiera ser sol, y tener tanta luz de llenar cielo y tierra y convertir todo en luz, y en esta luz tener mi grito continuo: te amo, te amo”. Pero mientras mi mente decía disparates, mi dulce y sumo bien Jesús, haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la Creación simboliza a Dios, el orden de la diversidad de los santos y de las almas. Su armonía, la unión que posee toda la Creación, el orden, la inseparabilidad, simboliza la jerarquía celestial con su Creador a la cabeza. Observa el cielo que se extiende por todos lados y tiene bajo su bóveda azul todas las cosas creadas, imperando sobre todas, de modo que ninguno puede huir de su vista y de su imperio; ¡oh! cómo simboliza a Dios, que donde quiera extiende su dominio y que ninguno puede huir de su vista. Este cielo contiene todo, pero se ve una gran diversidad en las cosas creadas, algunas están como inmediatas al cielo, y son las estrellas, que si bien desde lo bajo aparecen pequeñas, más allá son tan grandes y con tal variedad de colores y bellezas, y tienen una sinfonía en su curso vertiginoso con toda la Creación, de formar una de las más bellas músicas, su movimiento es sonido tan dulce y vibrante, que no se puede comparar con ninguna de las más bellas músicas de acá abajo. Estas estrellas parece que viven de cielo, tan uniformadas están con él, símbolo de las almas que vivirán de la Divina Voluntad, estarán ellas tan inmediatas y fundidas con Dios, de recibir todas las variedades de las cualidades divinas, y vivir de ellas en modo de formar el más bello adorno al cielo de su Creador. Mira todavía hija mía, bajo este cielo, pero como separado de él, entre el cielo y la tierra se ve el sol, astro puesto a beneficio de la tierra, su luz desciende en lo bajo y se

eleva a lo alto como si quisiera abrazar cielo y tierra, por eso se puede decir que su luz tocando el cielo vive de cielo, símbolo de aquellas almas escogidas por Dios para hacer descender las gracias del cielo y hacerlas descender sobre la tierra para llamarla a vivir en la Divina Voluntad, y la primera es mi Mamás Celestial, única como el sol que extiende sus alas de luz, y esta luz se eleva en lo alto, desciende en lo bajo para reunir a Dios y al hombre, para reconciliarlo y conducirlo por medio de su luz a su Creador; las estrellas parece que viven para sí, unidas con el cielo divino, en cambio el sol vive de Dios pero se da a todos, su misión es la de hacer bien a todos, así es la Soberana Reina, pero no será sólo este Sol, surgirán otros tantos pequeños soles que tomarán la luz de este gran Sol, y serán aquellos pocos que tendrán por misión el hacer conocer mi Divina Voluntad. Lo bajo de la tierra, el mar, las plantas, las flores, los árboles, los montes, las selvas floridas, simbolizan a los santos, las almas buenas y todos aquellos que entran en el puerto de la salvación. Pero ve la gran diferencia: El cielo, las estrellas, el sol, no tienen ninguna necesidad de la tierra, más bien dan mucho a la tierra, le dan la vida, la sostienen, y no sólo esto, sino que todas las cosas creadas por Nosotros que están en lo alto, están siempre en su puesto, no cambian jamás, ni crecen ni decrecen, porque tienen tal plenitud que no tienen necesidad de nada, en cambio la tierra, las plantas, el mar, y todo lo demás, son cambiantes, ahora hacen una bella aparición, y ahora llegan a desaparecer del todo, tienen necesidad de todo, del agua, de la luz, del calor, de la semilla para reproducirse. Qué diferencia, las cosas creadas que están en lo alto pueden dar y tienen necesidad sólo de Dios para ser conservadas, en cambio la tierra tiene necesidad no sólo de Dios, sino de todo, y si la mano humana no la trabajara quedaría estéril, sin hacer nada de bien. Tal es la diferencia, quien vive en mi Voluntad siente sólo la necesidad de Dios para vivir de su Vida, en cambio quien no tiene por principio su Vida, va mendigando apoyo y ayuda de todos, y cuando no los encuentra queda como tierra que no sabe producir nada de bien. Por eso tu vida y el principio de todos tus actos sea sólo mi Voluntad Divina, si quieres sentir sólo la necesidad de tu Jesús, a Mí me encontrarás siempre pronto, deseoso más Yo de dártelo que tú de recibirlo; en cambio las ayudas de las criaturas vienen dadas con trabajos y de malas, tanto que quien las recibe siente la amargura de la ayuda que le viene dada por la criatura. En cambio mis ayudas llevan la alegría y la felicidad”.
(3) Después continuaba mi te amo en el Fiat Divino, y pensaba entre mí: “¿Pero es puro mi amor?” Y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, para poderme dar un amor puro, una mirada a tu interior lo dice todo, si tu corazón palpita, suspira, desea sólo mi amor, si tus manos obran sólo por mi amor, si tus pies caminan sólo por amor, si tu voluntad quiere sólo mi amor, si tu inteligencia busca siempre cómo amarme, tu te amo con la palabra ¿sabes qué hace? Recoge todo el amor que tienes dentro de ti y hace uno sólo, y forma un acto de puro amor y completo a tu Jesús, así que tu palabra no hace otra cosa que externar la extensión del amor que tienes dentro de ti; pero si dentro no es todo amor, faltando la fuente pura de adentro, no puede ser ni amor puro, ni completo”.

+ + + +

29-8
Marzo 23, 1931

Sentir la propia voluntad es una cosa, quererla es otra. El más bello reposo que quiere dar la Divina Voluntad. Actos triples en el acto de la criatura.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, pero son tales y tantas las circunstancias en las que actualmente me encuentro, que mi pobre voluntad humana quisiera como salir de todas las partes de mi ser para tener algún acto de vida, y yo siento todo el peso enorme, me siento aplastar, triturar bajo mi humano querer, ¡oh! cómo es verdad que es el

más cruel tirano. Jesús mío ayúdame, no me abandones, no me dejes en poder de mi voluntad, si Tú quieres puedes, ponla bajo el dulce imperio de tu Divina Voluntad. Y mi amado Jesús haciéndose ver y oír me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no te preocupes tanto, sentir el peso de la propia voluntad dice nada, es una pena más dolorosa que todas las otras penas, y si tú lo hubieras querido no sería más pena, sino que la pena se cambiaría en satisfacción; sentir es una cosa, querer es otra, por eso quítate el pensamiento de que cometes siempre pecados porque sientes tu voluntad. Por eso no temas, Yo te estoy mirando, y cuando veo que ella quiere la vida en tus cosas, Yo te doy la pena para hacerla morir de pena, por eso fíate de tu Jesús, porque lo que te hace más mal es la desconfianza, ¡ah! es siempre ella la que me hace estar inquietas a las almas, aun cuando las tengo estrechadas en mis brazos. Y además, esta pena de sentir el peso de la voluntad humana, ¡oh! cuánto la sintió más a lo vivo tu Jesús, me duró toda la vida, por eso la mía y la tuya unámoslas, y ofrezcámoslas por el triunfo de mi Voluntad en las almas. Haz todo a un lado y ven a reposarte en mi Divina Voluntad, Ella con todo amor te espera en el centro de mi corazón para amarte, y el más bello amor que quiere darte es el reposo en las penas que tú sufres, ¡oh! cómo es dulce y refrescante ver reposar a nuestra hija que amamos y nos ama, y mientras reposa quiere hacer llover sobre ti el celestial rocío de la luz de mi Divina Voluntad; Ella en la unidad de su luz hace siempre un acto, no cesa jamás de hacerlo, y un acto solamente se puede llamar completo cuando no está sujeto a interrupciones, este acto jamás interrumpido dice todo, abraza, ama a todos; desde la altura en la cual este acto jamás dice basta, hace salir una infinidad de efectos, que le hace tener como en un puño cielo y tierra, y comunica a las criaturas el rocío celestial de los efectos de su santidad, de su amor y de su Vida Divina, pero estos efectos para las criaturas se convierten en actos, de modo que siente en sí el acto de la Vida Divina, de la luz, de la santidad, del amor, y la criatura que vive en mi Voluntad de ellos forma su vida, su alimento, y crece bajo la lluvia del rocío celestial, del acto único de su Creador. Y estos efectos cambiados en actos en la criatura, forman su pequeño sol, que con sus pequeños reflejos dice: ‘Amor, gloria, honor continuos a quien me ha creado’. Así que el Sol Divino y el sol formado por mi Voluntad Divina en la criatura se encuentran continuamente, se hieren, se trasforma el pequeño sol en el inmenso Sol del Eterno y forman vida juntos, amándose con amor recíproco y jamás interrumpido. Este amor continuo embriaga y adormece al querer humano, y da el más bello reposo a la criatura”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en la Divina Voluntad, y comprendía cómo cuando nos disponemos a hacer un acto, el Querer Divino antes que nosotros hagamos el acto pone su acto primero para dar la vida del acto en la criatura; y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, en cada acto de criatura hay un triple acto: Primero forma el acto la fuerza creadora; la criatura sobre el acto de la fuerza creadora forma el acto de su amor obrante, que viene alimentado por la fuerza creadora, y según la intensidad del amor de la criatura, su prolijidad, el bien, el valor, que contiene su acto, así recibe más o menos alimento del acto de la fuerza creadora, porque no hay gusto y deleite para Dios, más bello y grato, que alimentar los actos de la criatura, y esto porque viendo de lo nuestro en el acto humano, nos sentimos dueños, reconocidos por ellos, nos los sentimos unidos, no los hijos lejanos sino cercanos, más bien ensimismados con Nosotros, que como tantos hijos nos hacen corona, que justamente quieren de lo nuestro, y Nosotros con todo amor, de buena gana damos nuestro alimento a los actos de ellos, mucho más que alimentados por Nosotros crecerán como nobles hijos dignos de su Padre Celestial. Ahora, al acto de la fuerza creadora y al acto del amor obrante de la criatura, sigue el acto del amor de cumplimiento; cada acto no se podría decir completo, ni dársele el justo valor, si faltara una coma, un punto, una pincelada cualquiera; un trabajo si no es completo no sólo no se puede dar el valor, sino que no se puede rescatar honor y gloria. Entonces, después del amor obrante surge el amor de reconocimiento, de agradecimiento y de dar a Dios lo que es de Dios, la criatura ha recibido de Dios el acto primero de su obrar, lo ha seguido con su amor obrante, pero alimentada por Dios lo completa con un amor más grande, con dar a Dios lo que de

Dios ha tenido principio. Éste es el último punto y la más bella pincelada del acto de la criatura, al cual Dios mismo benignamente da su apreciación divina y se siente honrado y glorificado del pequeño don recibido. Y en virtud de esto, da otras ocasiones de hacer otros actos a la criatura para tenerla siempre junto y en continua correspondencia”.

+ + + +

29-9
Marzo 30, 1931

Las humillaciones, portadoras de gloria. Las ternuras del corazón de Jesús. Un corazón duro es capaz de todos
los males. Invitación a tomar las migajas de los bienes divinos.

(1) Estoy de nuevo bajo la opresión de mis acostumbrados sufrimientos. Después de un mes de descanso estoy de cabeza, me sentía como vacía de todas las penas, mi dulce Jesús no me hacía caer más en mi estado de rigidez, ni me dejaba inmóvil y sin movimiento; me sentía como si mi vida terminara al quedar sin movimiento y rígida, sin embargo vivía, pero con una vida destrozada, sin el mínimo control de mí misma, esperando con paciencia, que sólo Jesús me podía dar, a aquél que debía llamarme a la obediencia para darme el movimiento y hacerme salir del abismo en que me encontraba; así que viéndome libre, por cuanto amara el dividir las penas junto con Jesús, también mi naturaleza me la sentía triunfante, mucho más que no tenía más necesidad de ninguno, por eso al encontrarme de nuevo atada, impedida dentro del abismo primero, mi pobre naturaleza siente tal repugnancia, que si mi amado Jesús no me ayuda, no me fortalece, no me alienta con gracias especiales, yo no sé qué cosa haría para no caer en aquél estado de sufrimientos. ¡Ah! Jesús mío ayúdame, Tú que me has sostenido por tantos años en un estado tan doloroso. ¡Ah! si quieres que yo continúe, continúa Tú a sostenerme y usa tu misericordia sobre esta pobre pecadora, a fin de que no me oponga a tu Santísima Voluntad. Entones mientras me encontraba entre repugnancias y miedo de ser sorprendida por mis acostumbrados sufrimientos, mi adorable Jesús haciendo ver que sufría mucho me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué pasa? ¿No quieres sufrir más junto conmigo? Cómo, ¿quieres dejarme solo? ¿Quieres quitarme los derechos que tantas veces me has dado, de que pudiera hacer de ti lo que Yo quiero? Hija buena, no me des este dolor, abandónate entre mis brazos y déjame hacer lo que quiero”.
(3) Y yo: “Amor mío, perdóname, Tú conoces las luchas en que me encuentro, y en qué humillaciones profundas he sido puesta; si las cosas estuvieran como al principio, ¿cuándo te he rechazado algo? Por eso ten cuidado y piensa ¡oh! Jesús en lo que me haces, y en qué laberinto me pones si me haces caer en los acostumbrados sufrimientos, y si te digo Fiat es tanto el esfuerzo que hago, que me siento morir. ¡Jesús! ¡Jesús! Ayúdame”.
(4) Y Jesús: “Hija mía buena, no temas, la humillación es portadora de gloria, al desprecio de las criaturas surge el aprecio divino, y el abandono de ellas es el llamado de la fiel compañía de tu Jesús, por eso déjame hacer. Si tú supieras cómo está armada la Divina Justicia, no te opondrías, más bien me rogarías que te hiciera sufrir para perdonar en parte a tus hermanos, serán devastadas otras regiones y la miseria está a las puertas de las ciudades y de las naciones. Mi corazón siente tales ternuras al ver a qué estado de desolación y de desorden se reducirá la tierra, y esta mi ternura tan sensible por las criaturas viene ofendida por la dureza del corazón humano. ¡Oh! cómo me es intolerable la dureza del corazón humano, mucho más ante el mío que es todo ternura amorosa y bondad hacia ellos. Un corazón duro es capaz de todos los males, y llega a tanto de hacer burla de las penas de otros, y cambia las ternuras de mi corazón para él en dolores y llagas profundas. La prerrogativa más bella de mi corazón es la ternura, todas las fibras, los afectos, los deseos, el amor, los latidos de mi corazón, tienen por principio la ternura, así

que mis fibras son tiernas, mis afectos y deseos son ternísimos, mi amor y latidos son tan tiernos, que llegan a derretirme el corazón por ternura, y este amor tierno me hace llegar a amar tanto a las criaturas, que me contento de sufrir Yo, antes que verlos sufrir a ellos; un amor cuando no es tierno es como un alimento sin condimento, como una belleza envejecida que no sabe atraer a ninguno para hacerse amar, y como una flor sin perfume, como un fruto árido sin jugo y dulzura. Un amor duro, sin ternura, es inaceptable y no tendría virtud de hacerse amar por ninguno. Por eso mi corazón sufre tanto al ver la dureza de las criaturas, que llegan a cambiar mis gracias en flagelos”.
(5) Después de esto me he encontrado, debido a una fuerza suprema a la cual no me era dado poder resistir, en mi estado doloroso, y si bien sentía gran repugnancia, he tratado de abandonarme en la Divina Voluntad, mi único refugio. Y Jesús para darme la fuerza, por poco tiempo se ha hecho ver y me ha dicho:
(6) “Hija mía, al crear al hombre nuestra Divinidad puso fuera de Nosotros mismos: santidad, amor, bondad, belleza, y así de lo demás, que debían servir al hombre para hacerse santo, bueno, bello, y darnos amor por amor. Ahora, nuestros bienes no han sido del todo tomados por él, y esperan quién los tome. Por eso ven en nuestros bienes, ven a tomar las migajas de la santidad, del amor, de la bondad, las migajas de la belleza, de la fortaleza; digo migajas en comparación de lo que dejarás, porque nuestros bienes son inmensos y aquello que puede tomar la criatura se pueden llamar migajas respecto de lo que deja, pero a ella la llenarán tanto hasta desbordar fuera. Nuestro amor sólo está contento cuando ve a la criatura amada en nuestros bienes, llena hasta el borde. Ahora, estas migajas forman tantos diversos alimentos, uno más bello que el otro, que toma de nuestra mesa celestial, y se nutre abundantemente de estos alimentos divinos, y como nos da de aquél alimento que tomó, así al darnos sus actos quien se ha nutrido de estas migajas divinas que dan de santidad, bondad, fortaleza, amor, y llena de tal belleza, rápidamente reconocemos que es alimento de nuestras migajas que nos da en sus actos, y
¡oh! cómo quedamos contentos de que la criatura nos da sus actos que dan de lo divino, sentimos nuestros perfumes, tocamos nuestra santidad y bondad, y nos sentimos correspondidos por las migajas que le habíamos dado”.

+ + + +

29-10
Abril 2, 1931

Lo más precioso que tiene la criatura es la voluntad. Potencia de las penas voluntarias. El apoyo. Cómo se enciende la llama en el alma y cómo se alimenta.

(1) Mi abandono continúa en el Santo Querer, pero por cuan abandonada, siento a lo vivo mis repugnancias al caer en el estado de mis habituales sufrimientos, y estas repugnancias son causadas por las luchas y por las imposiciones que hay sobre mí. Entonces en la amargura de mi alma decía a mi dulce Jesús: “Amor mío, quieres hacerme caer en los sufrimientos, hazlo entonces, pero de mi parte no quiero poner mi voluntad, lo harás Tú, estaré contenta, pero de mí no quiero poner nada”. Y Jesús todo afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué hago con tus penas sin tu voluntad? No tengo qué hacer con ellas, ni podrán servirme para desarmar a la Divina Justicia, ni para aplacar mi justo enojo, porque lo más bello y precioso que tiene la criatura es la voluntad, ella es el oro, todo el resto de ella son cosas superficiales, cosas sin sustancia, y las mismas penas sin valor. En cambio si corre el hilo de oro de la voluntad espontánea en las penas, tiene virtud de cambiarlas en oro purísimo, dignas de Aquél que todo sufrió voluntariamente, e incluso la misma muerte por amor de las criaturas. Si Yo quisiera penas sin voluntad, son tan abundantes en el mundo, que cuando las quisiera las podría tomar, pero como falta el hilo de oro de su

voluntad, no son para Mí, no me atraen, no me hieren el corazón ni encuentro el eco de mis penas voluntarias en ellas, por eso no tienen virtud de cambiar los flagelos en gracia. Así que las penas sin voluntad están vacías por dentro, sin plenitud de gracia, sin belleza, sin potencia sobre mi divino corazón, basta un cuarto de hora de penas voluntarias para suplir y sobrepasar a todas las penas más atroces que hay en el mundo, porque éstas son en el orden humano, las voluntarias son en el orden divino. Y además, de la pequeña hija de mi Querer no aceptaría jamás sus penas sin la espontaneidad de su voluntad; era ésta la que te hacía bella y agraciada a mi vista, que abría la corriente de mis manifestaciones sobre mi Divina Voluntad, y que con fuerza magnética me atraía a hacer mis visitas tan frecuentes a tu alma. Tu voluntad sacrificada voluntariamente por amor mío era mi sonrisa, mi entretenimiento, y tenía virtud de cambiar mis dolores en alegrías, por eso me contentaré más con tener sólo para Mí las penas, antes que hacerte sufrir sin la aceptación espontánea de tu voluntad. ¡Oh! cómo te degradarías y descenderías en lo bajo de los hijos del querer humano, perdiendo el noble título, la preciosa característica de hija de mi Voluntad. En mi Voluntad no existe el esfuerzo, en efecto, ninguno la forzó a crear el cielo, el sol, la tierra, al mismo hombre, sino que lo hizo voluntariamente sin que ninguno le dijera nada, por amor de las criaturas; no obstante sabía cuánto debía sufrir por causa de ellas, así quiero a quien quiera vivir de mi Voluntad; el esfuerzo es de la naturaleza humana, el esfuerzo es impotencia, es mutabilidad, el esfuerzo es el verdadero carácter de la voluntad humana. Por eso sé atenta hija buena, no cambiemos las cosas y no quieras dar este dolor a mi corazón tan amargado”.
(3) Entonces yo en mi amargura he dicho: “Jesús mío, sin embargo aquellos que están sobre mí me dicen: ¿Cómo puede ser posible, por cuatro o cinco personas que han querido hacer el mal, debía mandar tantos castigos? Mas bien que Nuestro Señor tiene razón, que los pecados son muchos y por eso los flagelos, y tantas otras cosas que dicen y que Tú sabes”. Y Jesús todo bondad ha agregado:
(4) “Hija mía, cómo se engañan, no es por el pecado de los cuatro o cinco que con tanta perfidia han llegado hasta a las calumnias, estos serán castigados individualmente, sino el puntal que me han quitado, tus sufrimientos me servían de puntal, habiéndoseme quitado el puntal mi Justicia no encuentra quien la sostenga y permaneciendo sin apoyo ha hecho llover en el tiempo que tú has estado libre de tus acostumbradas penas, flagelos continuos y terribles. En cambio si hubiera estado el puntal, los sucesos habrían sido la décima o la quinta parte. Mucho más que este puntal estaba formado de penas voluntarias y queridas por Mí, y en las penas voluntarias entra una fuerza divina, podría decir que Yo mismo en tus penas me hacía puntal para sostener mi Justicia, ahora faltándome tus penas me falta la materia para formar el puntal, y por eso mi Justicia queda libre de hacer lo que quiera. De esto deberían comprender el gran bien que he hecho a todos y al mundo entero al tenerte por tantos años en el estado de penas voluntarias. Por eso si no quieres que mi Justicia continúe a destrozar la tierra, no me niegues tus penas voluntarias, y Yo te ayudaré, no temas, déjame hacer”.
(5) Después de esto me he abandonado toda en el Fiat Divino, con temor de que yo pudiera negar alguna cosa a Jesús y de poder negarme a hacer siempre la Divina Voluntad. Este temor me desgarra el alma y me inquieta, y sólo en la presencia de Jesús me siento en paz, pero en cuanto lo pierdo de vista regreso bajo la tempestad de los temores, de los miedos y repugnancias, y mi dulce Jesús para animarme ha agregado:
(6) “Hija buena, ánimo, levántate, no te abatas; ¿quieres saber cómo se forma la Luz de mi Divina Voluntad en tu alma? Los deseos repetidos son como tantos soplos que soplando sobre tu alma llaman la flama, las gotitas de luz a encenderse dentro de ella, y por cuanto más intensamente deseas, tanto más sopla para alimentar la llama y engrandecerla de más, si cesa el soplo hay peligro que la llama se apague. Así que para formar y encender la llama se requieren los deseos verdaderos e incesantes, y para madurar y engrandecer la luz se requiere el amor que contiene el germen de la luz, en vano soplarías con tus deseos si faltara la materia inflamable sobre tus soplos repetidos. Pero ¿quién puede poner al seguro esta llama en modo de hacerla imperecedera, sin

peligro de apagarse? Los actos hechos en mi Divina Voluntad, ellos toman la materia para encender la llama de nuestra luz eterna que no está sujeta a apagarse, y la mantienen siempre viva y siempre creciente, y la voluntad humana ante esta luz se eclipsa y se vuelve ciega, y viéndose ciega no siente más el derecho de actuar y da la paz a la pobre criatura. Por eso no temas, Yo te ayudaré a soplar, soplaremos juntos, así la llama será más bella y más brillante”.

+ + + +

29-11
Abril 4, 1931

El te amo es trueno, la Divina Voluntad es Cielo, nuestra humanidad es tierra. Las penas del corazón de Jesús. Intercambio de vida.
La Divina Voluntad principio, medio y fin.

(1) Continúa mi abandono en los brazos de la Santísima Voluntad Suprema, y si bien me siento bajo las densas nubes de amarguras inenarrables, las cuales me quitan lo bello de la Luz divina, y si la siento está atrás de las nubes, sin embargo en cuanto digo mi ‘te amo’ y hago mis actos en el Fiat, se forma el trueno, y haciendo salir su luz deslumbrante desgarra las nubes, y por entre aquellos desgarros entra la luz brillante en mi alma y me lleva la luz de la verdad que Jesús quiere manifestar a su pequeña criatura. Me parece que por cuanto más repito mi te amo, tanto más seguido trueno y relampagueo, y estos relámpagos rasgando las nubes hieren a mi sumo Bien Jesús, el cual herido me manda su luz como anunciadora de su visita a su hija amargada. Después, mientras me encontraba en este estado, mi amado Jesús ha venido en un estado que daba compasión, y afligido tenía los brazos destrozados por las graves ofensas recibidas, y lanzándose en mis brazos me pedía ayuda en tantas penas; yo no he sabido resistir, y mientras me lo he estrechado entre mis brazos, me he sentido comunicar sus penas, pero tantas de sentirme morir, entonces he caído en el abismo de mi estado doloroso. ¡Fiat…! ¡Fiat…! Pero el pensamiento de poder aliviar a Jesús con mis pequeñas penas me daba la paz. Y si bien Jesús me había dejado sola en las penas, después ha regresado y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el verdadero amor no sabe hacer nada, ni sufrir, si no hace partícipe a aquella que me ama; cómo es dulce la compañía de las personas queridas en las penas, su compañía me mitiga las penas y me siento como si me dieran de nuevo la vida, y sentirme dar de nuevo la vida por vía de penas es el amor más grande que Yo encuentro en la criatura, y Yo le doy de nuevo mi Vida en correspondencia. Así que es tanto el amor, que se intercambian el don de la vida la una por el otro. Pero ¿sabes tú quién me ha atraído en tus brazos para pedirte ayuda en mis penas? El continuo tronar de tu ‘te amo’, que relampagueando me ha atraído para venirme a arrojar en tus brazos para pedirte alivio. Además de esto tú debes saber que mi Divina Voluntad es Cielo, tu humanidad es tierra; ahora, conforme vas haciendo tus actos en Ella, tú tomas Cielo, y por cuantos más actos haces, tantos más puestos tomas en este Cielo de mi Fiat, y mientras tú tomas el Cielo, mi Voluntad toma tu tierra, y Cielo y tierra se funden juntos y quedan perdidos la una en el otro”.
(3) Después de esto continuaba mi abandono en el Fiat Divino, y el bendito Jesús ha regresado con el corazón abierto, del cual derramaba sangre, y en aquél corazón divino se veían todas las penas de Jesús, que sufría en todas las partes de su Divina Persona, concentradas todas en el corazón, más bien en él estaba la sede y el principio de todas sus penas que derramándose por toda su santísima Humanidad, como tantos ríos salían de su santísimo corazón llevando el desgarro que sufría toda su Divina Persona. Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cuánto sufro; mira mi corazón, cuántas heridas, cuántos dolores, cuántas penas esconde. Él es el refugio de todas las penas, no hay dolor, ni espasmo, ni ofensa

que no se vierta en este mi corazón. Son tantas mis penas, que no pudiendo sostener su acerbidad voy buscando quien quiera aceptar alguna pequeña partecita de estas penas para tener un respiro de alivio, y cuando la encuentro la quiero tanto, que no sé dejarla nunca más, ni me siento más solo, tengo a quién hacer comprender mis penas, a quién confiar mis secretos, y en quién derramar mis llamas de amor que me consumen. Por eso frecuentemente te pido que aceptes parte de mis penas, porque son muchas; y si no voy a mis hijos a pedir alivio, ¿a quién debo ir? Quedaría como un padre sin hijos, que, o no tiene prole, o bien los hijos ingratos lo han abandonado. ¡Ah! no, no, tú no me abandonarás, ¿no es verdad hija mía?”
(5) Y yo: “Jesús mío, jamás te abandonaré, pero Tú me darás la gracia, me ayudarás en mis condiciones presentes, que Tú sabes cómo son penosas. Jesús mío, ayúdame, y también yo te digo de corazón, ¡ah! no me abandones, no me dejes sola, ¡oh! cómo siento a lo vivo la necesidad de Ti. ¡Ayúdame, ayúdame!” Y Jesús tomando un aspecto más dulce, tomaba mi pobre alma entre sus manos, y en el fondo de ella escribía: “Pongo mi Voluntad Divina en esta criatura, como principio, medio y fin”. Y después ha repetido:
(6) “Hija mía, pongo mi Divina Voluntad en tu alma como principio de vida, de la cual descenderán todos tus actos como de un solo punto, que difundiéndose en todo tu ser, en el alma y en el cuerpo, te harán sentir la Vida palpitante de mi Querer Divino en ti, el cual esconderá en Sí mismo, como dentro de un sagrario, todos tus actos, como compañía de su principio Divino. Ahora con tener mi Divina Voluntad como principio, quedarás toda ordenada en tu Creador, y reconocerás que todo principio viene de Dios, y nos darás la gloria y la correspondencia del amor de todas las cosas creadas que han salido de nuestras manos creadoras. Con hacer esto abrazarás la obra de la Creación, de la cual fuimos el principio, la vida y la conservadora de ella.
(7) Del principio pasarás al medio, tú debes saber que el hombre sustrayéndose de nuestra Voluntad Divina desconoció el principio y se desordenó, y quedó vacilante, sin apoyo, sin fuerza, a cada paso se sentía empujado a caer como si se sintiera faltar el terreno bajo sus pies, y el Cielo sobre su cabeza en acto de descargarse sobre él en una fiera tempestad. Ahora se requería un medio para reafirmar la tierra y hacer sonreír al Cielo, y he aquí mi venida sobre la tierra como medio para reunir Cielo y tierra, Dios y hombre. Por eso quien tiene mi Divina Voluntad como principio, le develará el medio y abrazará toda la obra de la Redención, y me dará la correspondencia del amor y la gloria de todas las penas que sufrí para redimir al hombre.
(8) Ahora, si está el principio y el medio, debe estar el fin; fin del hombre es el Cielo, y quien tiene mi Divina Voluntad como principio, todos sus actos corren en el Cielo, hasta donde debe llegar su alma y como principio de su bienaventuranza que jamás tendrá fin. Y si tú tienes mi Divina Voluntad como fin, me darás la gloria y la correspondencia del amor con que he preparado una Patria Celestial a las criaturas para su feliz estancia. Por eso sé atenta hija mía, y Yo sello en tu alma mi Divina Voluntad como principio, medio y fin, la cual te servirá de vida, de guía segura, de sostén, y te conducirá entre sus brazos a la Patria Celestial”.

+ + + +

29-12
Abril 16, 1931

El coraje es de las almas decididas. Seis ángeles con Jesús a la cabeza. Los actos hechos en la Divina Voluntad son prendas de valor infinito, vínculos eternos, cadenas no sujetas a romperse.

(1) Mi vida continúa bajo el imperio del Fiat eterno, el cual me envuelve dentro y fuera de mí y me hace sentir su peso infinito, y yo como átomo quedo envuelta por esta infinitud que no tiene límites, y por cuanto lo amo y suspiro, siento a lo vivo el dolor de mi voluntad

humana destrozada y casi muriendo bajo el imperio de una Divina Voluntad inmensa y eterna. Jesús mío, ayúdame y dame la fuerza en el estado doloroso en que me encuentro, mi pobre corazón sangra y busca un refugio en tantas penas, sólo Tú, Jesús mío, puedes ayudarme, ¡ah! ayúdame, no me abandones… Y mientras la pobre alma se ahogaba en el dolor, mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior crucificado, con seis ángeles, tres a la derecha y tres a la izquierda de su adorable persona, dichos ángeles tenían cada uno su corona entre las manos, adornadas de gemas brillantísimas, en acto de ofrecerlas a Nuestro Señor. Yo he quedado maravillada al ver esto, y mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Ánimo hija mía, la firmeza es de las almas resueltas a hacer el bien, ellas son imperturbables bajo cualquier tempestad, y mientras oyen el estruendo de los truenos y relámpagos, hasta ser sacudidos por ellos, y quedan bajo la abundante agua que les llueve encima, se sirven del agua para lavarse y salir más bellas, y sin poner atención a la tempestad, están más que nunca resueltas y animosas a no apartarse del bien comenzado. El desánimo es de las almas indecisas, que no llegan jamás a cumplir un bien. El coraje le muestra el camino, el coraje pone en fuga cualquier tempestad, el coraje es el pan de los fuertes, el coraje es el luchador que sabe vencer cualquier batalla. Por eso hija buena, ánimo, no temas; y además ¿de qué temes? Te he dado seis ángeles para tu custodia, cada uno de ellos tiene la misión de guiarte por los caminos interminables de mi Eterno Querer para hacer que tú pudieras corresponder con tus actos, con tu amor, lo que hizo la Divina Voluntad al pronunciar seis Fiat en la Creación. Por eso cada ángel tiene en custodia un Fiat y lo que salió de este Fiat, para llamarte a corresponder cada uno de estos Fiat, incluso con el sacrificio de tu vida. Estos ángeles recogen tus actos y con ellos forman corona, y postrados los ofrecen a la Divinidad como correspondencia de lo que hizo nuestra Divina Voluntad, a fin de que sea conocida y forme su reino sobre la tierra. Pero esto no es todo, a la cabeza de estos ángeles estoy Yo que te guío y vigilo en todo, y que formo en ti los mismos actos y aquel amor que se requiere para que tú puedas tener amor suficiente para poder corresponder tantas obras grandes de nuestro Querer Supremo. Por eso no te detengas, hay mucho qué hacer, tienes que seguirme a Mí que no me detengo jamás, tienes que seguir a los ángeles porque quieren cumplir su cometido asignado, tienes qué cumplir tu misión de hija de la Divina Voluntad”.
(3) Después de esto me sentía pensativa, y temiendo pensaba entre mí: “Las circunstancias de mi vida son dolorosísimas, tanto, que muchas veces me siento sucumbir bajo una tempestad tan grande que no da señas de terminar, más bien parece que arrecia más, y si Nuestro Señor no me da ayuda y gracia sobreabundante, mi debilidad es tanta, que me siento como si quisiera salir de la Divina Voluntad, y si, jamás sea, esto sucede, pobre de mí, todo se perderá”. Pero mientras esto pensaba, mi adorable Jesús extendiéndome sus brazos para sostenerme me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú debes saber que los actos hechos en mi Divina Voluntad son imperecederos e inseparables de Dios, y permanecen como continuo recuerdo de que el alma ha tenido el bien de obrar junto con una Voluntad Divina, y que Dios ha tenido junto con Él a la criatura para hacerla obrar con su misma Divina Voluntad. Este recuerdo feliz, obrante y santo, nos hace tener siempre ante la vista a Dios y al alma, de modo que quedamos inolvidables el uno y el otro, tanto, que si la criatura tuviera la desventura de salir de nuestra Voluntad, irá vagando, girará lejana, pero sentirá el ojo de su Dios sobre sí que la llama dulcemente, y su ojo mirará hacia Aquél que la mira continuamente; y si bien va vagando, siente la irresistible necesidad, las fuertes cadenas que la atraen a los brazos de su Creador. Esto le sucedió a Adán, porque el principio de su vida fue hecho en mi Voluntad Divina; a pesar de que pecó y fue expulsado del Edén, que estuvo vagando toda su vida, pero ¿acaso él se perdió? ¡Ah no! Porque sentía sobre de sí la potencia de nuestra Voluntad en la cual él había obrado, sentía nuestro ojo que lo miraba y que atraía su ojo a vernos, y el amado recuerdo que las primicias que sus actos habían tenido vida en nuestra Voluntad. Tú no puedes comprender todo el bien y qué significa obrar en nuestra Voluntad; con obrar en Ella el alma adquiere tantas prendas de valor infinito por cuantos actos hace en nuestro Fiat, y estas prendas quedan en Dios mismo, porque la criatura no

tiene capacidad ni lugar dónde tenerlas, tanto es el valor que contienen, y además ¿puedes tú creer que mientras tenemos estas prendas de valor infinito de la criatura, debemos permitir que se pierda aquél a quien pertenecen estas prendas tan preciosas? ¡Ah no!
¡No! Por eso no temas, los actos hechos en nuestro Querer son vínculos eternos, cadenas no sujetas a romperse, y supón que tú salieras de nuestro Querer Divino, lo que no será, tú puedes salir, pero tus actos quedan, no pueden salir, porque han sido hechos en nuestra casa, y la criatura tiene derechos sobre ellos hasta en tanto está en nuestra casa, esto es en nuestra Voluntad, en cuanto sale pierde sus derechos, pero estos actos tendrán tal potencia de hacer volver a aquella que era poseedora de ellos. Por eso no quieras estropear la paz de tu corazón, abandónate en Mí y no temas”.

+ + + +

29-13
Abril 24, 1931

Dios en el obrar requiere de los actos de las criaturas como pequeño terreno donde apoyar sus obras. Quién forma el respiro, el latido de la Creación. Las obras de Dios son portadoras de vida.

(1) Continuaba haciendo mis actos en el Fiat Divino, ¡oh! cómo desearía no dejar escapar nada de lo que ha hecho, tanto en la Creación como en la Redención, para poder hacer competencia con mi pequeño ‘te amo’ incesante, te adoro, te agradezco, te bendigo, y te ruego que venga el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestro obrar divino, si bien sobreabunda, pero tanto que la criatura no puede llegar a tomar toda la sobreabundancia de los bienes que ponemos en nuestras obras creadoras, sin embargo para obrar requerimos siempre el pequeño obrar de la criatura, y según el más o el menos obrar de ella, así disponemos el más o el menos de los bienes que queremos dar en la obra que queremos hacer en provecho de las criaturas, porque el obrar de ellas nos sirve como pequeño terreno o espacio donde apoyar nuestros bienes; si un terreno o espacio es pequeño, poco podemos poner, si es grande podemos poner mucho, y si queremos poner de más, será incapaz de tomarlo y de comprender lo que Nosotros le hemos dado. Mira entonces cuán necesario es el pequeño obrar de la criatura para hacer que nuestras obras tengan vida en medio a las humanas generaciones, mucho más que en cuanto la criatura comienza sus pequeños actos, sus plegarias, sus sacrificios para obtener el bien que le queremos dar, así se pone en comunicación con su Creador, abre una especie de correspondencia, y todos sus actos no son otra cosa que cartitas que le hace llegar, en las cuales ahora ruega, ahora llora, y ahora le ofrece su misma vida para moverlo a dar el bien que le queremos dar. Esto dispone a la criatura a recibirlo, y a Dios a darlo; si esto no fuera faltaría el camino y todas las comunicaciones estarían cerradas, faltaría el conocimiento de Aquél que quiere dar el don, y sería dar y exponer nuestros dones a personas enemigas, que no son ni amadas por Nosotros, ni amantes de Nosotros, lo que no puede ser; mientras que cuando Nosotros queremos hacer una obra elegimos siempre a quien nos ama y amamos, porque el amor es el germen, la sustancia, la vida de nuestras obras, y cuando falta el amor falta la respiración, el latido de una obra y no se aprecia el don recibido, y con no apreciarlo corre peligro de morir al nacer. He aquí la necesidad de tus actos y del sacrificio, incluso de tu vida, para hacer conocer mi Querer Divino y hacerlo reinar; no hay obra más grande de Ella, y por eso quiero tus actos repetidos, tus oraciones incesantes, y tu sacrificio prolijo de una vida sepultada viva, no es otra cosa que el terreno amplio donde apoyar tanto bien. Cada acto tuyo es una cartita que nos mandas, y Nosotros leyéndola decimos: ¡Ah sí, hay quien quiere nuestro Querer sobre la tierra y quien nos quiere dar su misma vida para hacerlo reinar! Con esto disponemos las cosas, las gracias, los eventos, para llenar tu pequeño terreno, y esperamos que lo

agrandes de más para apoyar el gran don del reino de nuestra Voluntad. Esto sucedió en la Redención, esperé largo tiempo para descender del Cielo a la tierra para dar el tiempo suficiente al pueblo elegido para preparar con sus actos, plegarias y sacrificios, el pequeño terreno donde podía apoyar los frutos de la Redención, que fueron tan sobreabundantes, que las criaturas todavía deben tomar todo, y si más hubieran hecho, más habría dado; y si hubiera querido dar más, sin ni siquiera una coma, un punto de sus actos, habría sido para ellos como un libro ilegible del cual no se conoce la lengua, como un tesoro sin llave que no se conoce lo que está adentro, porque el acto de la criatura es el ojo que lee y la llave que abre para tomar mis dones. Y además, dar sin ser conocido el bien que se da, habría sido un dolor, y no habría sido digno de nuestra sabiduría. Por eso sé atenta en seguir mi Voluntad Divina, cuanto más la sigas más la reconocerás y más será sobreabundante en dar sus bienes”.
(3) Después de esto estaba siguiendo mi giro en la Creación para unirme a los actos hechos por la Divina Voluntad en ella, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, el respiro, el latido, la circulación de la sangre de la Creación es el amor, la adoración, la gloria nuestra. Nosotros poníamos en ella lo que Nosotros somos en Nosotros mismos; nuestra Naturaleza es amor purísimo, y nuestra santidad es tanta, que lo que produce este amor no es otra cosa que adoración profunda y gloria perenne a nuestro Ser Divino. Por eso poniendo fuera la Creación debíamos poner lo que Nosotros poseemos, no podíamos poner cosas que a Nosotros no pertenecieran, por eso el latido de la Creación es el amor, y conforme late, así la adorna con nuevo amor, que dándole la carrera de la circulación repite incesantemente: ‘Adoración y gloria a nuestro Creador.’ Ahora la criatura, si gira en las cosas creadas poniendo su amor, pone el suyo y toma nuestro amor, y hace surgir otro amor para esperarla de nuevo para recibir y dar su amor, así que sucede un intercambio y una competencia entre las cosas creadas y la criatura, que uniéndose juntas, dan amor, adoración, gloria a nuestro Ser Supremo. Por eso si quieres amor, piensa que todas las cosas creadas tienen nuestro mandato de darte amor siempre que reciban el tuyo, así será mantenida la fiesta de nuestro amor entre el Cielo y la tierra, y tú sentirás la felicidad de nuestro amor y te será sustituido el respiro del amor, el latido de la adoración, y circulará en tu sangre gloria perenne a tu Creador.
(5) Tú debes saber que nuestras obras están llenas de vida, nuestra fuerza creadora tiene virtud de poner el germen vital en todas las obras que hacemos, y de comunicarla a las criaturas que hacen uso de ellas. La Creación está llena de nuestras obras creadoras, la Redención es un campo inmenso de nuestras acciones hechas para que llevaran la vida y el bien que contienen a las criaturas; así que estamos circundados por la magnificencia de nuestras obras, pero tenemos el dolor de que estas obras no son tomadas, y muchas ni siquiera conocidas por las criaturas, y por eso están para ellas como muertas, porque portan vida y producen frutos de vida por cuanto uso hacen de ellas, y tener tantas obras vitales expuestas, tantas propiedades nuestras sin producir los frutos que contienen; y mucho más, ver a las criaturas pobres, débiles y sin la vida del verdadero bien, nos duele tanto que tú no puedes comprender en qué condiciones de dolor nos ponen las criaturas. Nosotros nos encontramos en las condiciones de un padre, que teniendo muchos hijos prepara el alimento, y mientras lo prepara está todo en fiesta pensando que sus hijos no estarán en ayunas, sino que comerán de lo suyo; después pone la mesa, dispone los platos con la diversidad de alimentos que ha preparado, llama a los hijos a fin de que vengan a degustar los ricos alimentos que ha preparado, pero los hijos no escuchan la voz del padre y la comida queda sin que ninguno la toque. Cuál no es el dolor de este padre al ver que los hijos no se sientan a su mesa y no se alimentan de los alimentos que él ha preparado, el sólo ver la mesa llena de alimentos le produce dolor. Así estamos Nosotros al ver que las criaturas no se ocupan de las tantas obras que hemos hecho con tanto amor para ellas. Por eso, por cuanto más tomes de lo nuestro, más Vida Divina recibirás, nos volverás más contentos y nos cicatrizarás la llaga profunda de la ingratitud humana”.

+ + + +

29-14
Mayo 4, 1931

Potencia de la palabra de Jesús. Los actos repetidos son como la sabia a las plantas. Las penas forzadas pierden la frescura. Jesús quiere estar libre en el alma.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, su dulce imperio alienta mi pobre voluntad, que si bien frecuentemente quisiera salir como en campo para hacer su vida, dadas las circunstancias dolorosas en las que me encuentro, pero el Fiat omnipotente, con la fuerza irresistible de su luz, se fija sobre la noche de mi voluntad, y me impide el paso, y formando su día de luz en mi alma me atrae para hacer mis pequeños actos en su Querer Divino. Y yo pensaba entre mí: “¿Por qué Jesús tiene tanto interés que no interrumpa mis repetidos actos en su adorable Voluntad?” Y Jesús todo ternura y bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, porque todos los actos que haces en tu interior son actos enseñados y formados por Mí, así que son actos míos, y Yo no quiero que tú te quedes atrás, sin unirte conmigo para seguirlos. Porque tú debes saber que cuando hago un trabajo en el alma, cuando hablo y enseño, tu Jesús tiene tal potencia, de convertir en naturaleza el bien enseñado y obrado en la criatura, y el bien en naturaleza no se puede destruir, sería como si tú tuvieras el ojo dado a ti por Dios como propiedad de tu naturaleza y no te sirviera para ver; la voz, las manos, los pies, y no te sirvieran para hablar, para obrar y caminar, ¿no serías digna de condena? Ahora, así como doy los dones en naturaleza al cuerpo, así cuando hablo, mi palabra creadora tiene la potencia de dar al alma, como en naturaleza, el don que intento dar con mi palabra, porque un Fiat mío puede encerrar un cielo, un sol, una plegaria incesante por don, con la cual mi Fiat tiene la potencia de convertir como en naturaleza del alma estos dones. Por eso lo que tú haces en tu interior son dones en naturaleza que mi palabra ha formado en ti, por eso estarás atenta para no tener inútiles mis dones, Yo los he puesto en ti para hacer que con estos actos repetidos en mi Querer podamos juntos impetrar el gran don de que mi Divina Voluntad venga a reinar sobre la tierra. Mucho más hija buena, que los actos repetidos son como la sabia a la planta, si la planta no tiene sabia está seca y no puede producir ni flores ni fruta, la sabia es como la sangre vital de la planta, que circulando en ella la conserva, la hace crecer y le hace producir los frutos más bellos y sabrosos, que llegan a formar la gloria y la utilidad del agricultor; pero esta sabia no se forma por sí misma en la planta, es el agricultor que debe estar atento a regarla y cultivarla, pero no una vez, sino siempre, dándole como en naturaleza la sabia suficiente para hacer que la pobre planta encuentre el alimento diario para vegetar y crecer, para poder dar sus frutos a aquél que la cultiva, pero si el agricultor es un holgazán, la planta pierde la sabia y muere. Ve entonces qué cosa son los actos repetidos, son la sangre del alma, el alimento, la conservación y el crecimiento de mis dones, a los cuales Yo, como Agricultor Celestial no ceso jamás de regarte, por lo que no hay peligro de que pueda ser holgazán, pero tú debes recibir esta sabia vital, y sólo la recibes cuando repites los actos en mi Voluntad en el fondo de tu alma, entonces abre la boca, y Yo regándote te doy la sangre en tu alma para darte el calor divino, el alimento celestial, y agregándote otras palabras mías te conservo y te acreciento mis dones. ¡Oh! si la planta tuviera razón y rechazara ser regada por el agricultor, ¿qué suerte correría la pobre planta? ¡La suerte de perder la vida! Y ¡qué dolor del pobre agricultor! Por eso el repetir los actos es querer la vida, es tomar el alimento; el repetir es amar, apreciar y apagar las ansias y contentar a tu Agricultor Celestial, que con tanto amor ha trabajado en el campo de tu alma, y conforme te siento repetir tus actos junto Conmigo, o sola, me das los frutos de mi trabajo, y Yo me siento amado nuevamente y correspondido por los tantos dones que te he dado, y me dispongo a darte dones mayores. Por eso sé atenta y haz que tu constancia sea la fuerza vencedora, que vence y domina a tu Jesús”.

(3) Después de esto me sentía como si debiera caer en mi acostumbrado estado de sufrimiento, y dadas las imposiciones que hay, sentía repugnancia de aceptar, mi pobre naturaleza temblaba y sentía la necesidad de decir junto con mi dulce Jesús: ‘Padre, si es posible pase de mí este cáliz, pero hágase tu Voluntad no la mía’. Y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, no quiero en ti las penas forzadas, sino voluntarias, porque las penas forzadas pierden la frescura, la belleza y el dulce encanto de la semejanza con las penas de tu Jesús, que todas fueron sufridas por Mí en forma voluntaria, y son como aquellas flores marchitas, como aquellos frutos inmaduros que la vista desdeña y la boca no puede comer, tanta es la falta de sabor y dureza de aquellas frutas. Tú debes saber que cuando elijo un alma, Yo formo en ella mi habitación, y quiero ser libre de hacer en mi casa lo que Yo quiero, y de estar como me agrada, no quiero restricciones de parte de la criatura, quiero absoluta libertad, de otra manera me volvería infeliz y estaría obstaculizado en mi modo de actuar; sería la más grande desventura, incluso al más pobre, el no gozar la libertad en su pequeño tugurio, e incurriría en la desventura de un pobre individuo que habiéndose formado con tanto amor una habitación, cuando la ha acondicionado y puesto en orden, entra para habitarla, pero con su dolor le vienen hechas imposiciones y restricciones, y se le dice: ‘En esta habitación no puedes dormir, en ésta no puedes recibir, en ésta otra no puedes pasar’. En suma no puede estar como quiere ni hacer lo que quiere, así que pobrecito, se siente infeliz porque ha perdido su libertad, y está arrepentido de los sacrificios que ha hecho para fabricarse esta habitación. Así soy Yo, cuántos trabajos, cuántos sacrificios, cuántas gracias no he derramado para convertir una criatura en mi habitación, y cuando tomo posesión, más que todo amo y quiero la libertad en mi casa, y cuando encuentro, ahora la repugnancia, ahora las restricciones, en vez de adaptarse la habitación a Mí, Yo me debo adaptar a ella, por eso no puedo desarrollar mi Vida, ni mis modos divinos, ni me es dado el cumplir la finalidad para la cual con tanto amor, me he escogido esta habitación. Por eso quiero libertad, y si quieres hacerme feliz déjame libre de hacer lo que quiero”.

+ + + +

29-15
Mayo 10, 1931

Quien quiere recibir debe dar. Modos que tiene Jesús. Los dones divinos, portadores de paz. La Divina Voluntad tiene la virtud de fermentar.
Bien que encierra un acto completo de Divina Voluntad.

(1) Estoy siempre en la querida heredad de la Divina Voluntad, a donde quiera que dirijo la mente, el paso, la encuentro como Reina imperante, que con su dulce imperio quiere reinar sobre mi pobre alma, y con la voz más elocuente, suave y fuerte, me dice emanando amor, de poder convertir en fuego todo el mundo entero: ‘Como Reina te espero en cada obra mía, para que tú vengas a formar y extender tu pequeño reino divino en mis mismas obras; mírame, soy Reina, y quien es Reina tiene el poder de dar a sus hijos lo que quiere, mucho más que mi reino es universal, mi poder es sin límites, y como Reina amo el no estar sola en mi reino, sino que quiero el cortejo, la compañía de mis hijos, y de dividir con ellos mi imperio universal. Por eso tu camino sean mis obras, que como tantas señales te llevarán a tantos encuentros con tu Celestial Reina que te espera para darte sus dones como prenda cierta de su reino”.
(2) Entonces, mientras mi pobre mente se perdía en la inmensa luz de la Divina Voluntad, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(3) “Hija mía, quien quiere recibir debe dar; el dar dispone a la criatura a recibir, y a Dios a dar. Muchas veces también tu Jesús tiene este modo, cuando quiero algo de la criatura doy, y si quiero grandes sacrificios, doy mucho, para que ella viendo lo mucho que le he

dado, se avergonzará y no tendrá el ánimo de negarme el sacrificio que le pido. El dar es casi empeñar a la persona que recibe, es atraer su atención, su amor, el dar es apreciar, el dar es esperanza, el dar es hacer surgir en el corazón el recuerdo del donador; y ¿cuántas veces personas que no se conocían se vuelven amigos por medio de un regalo? Ahora, en el orden divino el donador siempre es Dios, quien es el primero en mandar sus dones a la criatura, pero si ella no se mueve a dar nada a su Creador, aunque sea su pequeño amor, su gratitud, un pequeño sacrificio, porque si habíamos dado es porque queríamos, no enviamos más otros dones, porque con no darnos nada ha cerrado la correspondencia y ha interrumpido la bella amistad que debía hacer surgir nuestro don. Ahora hija mía, dar y recibir son actos primeros e indispensables que claramente indican que Nosotros amamos a la criatura y ella nos ama; pero no basta, se debe saber recibir convirtiendo en naturaleza el bien recibido, comiéndolo y masticándolo muy bien, de modo de convertir el don en sangre del alma. Este es nuestro propósito al dar nuestros dones, querer ver convertido en naturaleza el don que hemos dado, porque entonces nuestros dones no corren peligro, y nos disponen a dar dones más grandes; y la criatura habiéndolo convertido en naturaleza, pone al seguro nuestro don, queda poseedora y sentirá en sí el bien, la fuente, y convertido en naturaleza el don recibido. Y así como nuestros dones son portadores de paz, de felicidad, de fortaleza invencible, de aire celestial, por eso sentirá en sí la naturaleza de la paz, de la felicidad, de la fuerza divina, que formarán en sí el aire del Cielo. Ésta es la causa por la que cuando te hago el gran don de mi palabra después hago silencio, es porque estoy esperando que tú te alimentes y mastiques bien mi palabra, de manera de ver en ti cambiado en naturaleza lo que te he dicho, y cuando veo esto, entonces siento la irresistible necesidad de amor de hablarte de nuevo, porque un don mío llama a otro, no saben estar solos, y Yo tengo siempre qué dar, siempre qué decir y qué hacer con quien convierte en naturaleza mis dones”.
(4) Después de esto estaba pensando en la Divina Voluntad, cómo me parecía difícil que viniera su reino. Y mi amado Jesús ha continuado:
(5) “Hija mía, así como la levadura tiene la virtud de fermentar el pan, así mi Voluntad es la fermentadora de los actos de la criatura; en cuanto ella llama a mi Voluntad Divina en sus actos, así quedan fermentados por Ella y forman el pan del reino de mi Querer. Ahora, no basta la levadura para hacer mucho pan, sino se requiere mucha harina, se requiere quien debe unir harina y levadura, se requiere el agua, vínculo de unión para poder revolver harina y levadura, para hacer que la levadura comunique la virtud fermentadora y la harina la reciba, además se requiere el fuego para cocer este pan, pan que se pueda digerir y que alimente. Ahora, ¿no se requiere más tiempo, más actos para formarlo que para comerlo? El sacrificio está en el formarlo, comerlo es rápido y se siente el gusto del sacrificio. Entonces hija mía, no basta la levadura de mi Fiat Divino que tiene virtud de fermentar tus actos, vaciarlos del querer humano para convertirlos en pan de Voluntad Divina, sino se requiere una continuación de actos, de sacrificios y por largo tiempo, de modo que mi Querer con su virtud fermentadora fermentará todos estos actos para formar mucho pan y tenerlo preparado y en reserva para los hijos de su reino. Cuando todo esté formado, queda disponer los eventos, y esto es más fácil y se hace más rápido, porque está en nuestro poder mover las causas secundarias para hacer lo que Nosotros queremos. ¿No hice otro tanto por la Redención? Mis treinta largos años de mi Vida oculta fueron como la levadura en que quedaron fermentados todos mis actos para formar y fermentar el gran bien de la Redención, lo breve de mi Vida pública y mi Pasión fue mi pan fermentado que mi Voluntad Divina formó y fermentó en mis actos, que como pan lo dividió para todos y dio a comer para hacer que todos recibieran el pan de los redimidos, para conquistar las fuerzas necesarias para ponerse a salvo. Por eso no pienses en nada más, sino en hacer tu deber y no dejar huir ningún acto tuyo en que no se ponga la levadura de mi Divina Voluntad, para que tu ser quede fermentado por Ella, y Yo pensaré en todo lo demás”.
(6) Entonces continuaba pensando: “¿Pero qué cosa quiere Jesús de este mi pobre estado, y por qué tiene tanto interés que yo caiga en mis habituales sufrimientos con tanta

molestia y fastidio que me hace dar a los otros, que podría llamarlo mi martirio? ¡Oh! cómo es duro tener que hacer con las criaturas, sentir por pura necesidad la necesidad de ellas, esto me humilla tanto que quedo como aniquilada en mi propia nada”. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(7) “Hija mía, ¿quieres saber por qué? Quiero el cumplimiento de mi Divina Voluntad, y esto es todo para Mí; un acto cumplido de mi Voluntad encierra todo el cielo, el sol, la tierra, e incluso a Mí mismo, no hay amor que no encuentre, bienes que no posea, gloria que no me dé, todo queda concentrado en un acto cumplido en mi Voluntad, y la feliz criatura que lo cumple puede decirme: ‘Te he dado todo, incluso a Ti mismo, no tengo más que darte’. Porque mi Divina Voluntad contiene todo, no hay cosa o bien que le huya, por eso cumpliéndola en lo que Yo quiero, la criatura encuentra lo que es en sí misma mi Voluntad, y Yo puedo decir: ‘Con el darte la gracia de hacerte cumplir un acto en Ella, todo te he dado’. Más bien con cumplirla, mis penas surgen, mis pasos, mis palabras, mis obras se duplican y se ponen en movimiento para darse a las criaturas, porque mi Divina Voluntad obrante, incluso en la criatura, pone en movimiento todas nuestras obras para hacerlas surgir a nueva vida. Y tú me preguntas el ¿por qué? Hija mía, piensa en hacerla y haz que tu vida pueda ser un acto continuado de mi Voluntad”.

+ + + +

29-16
Mayo 16, 1931

La Divina Voluntad es la que da forma a los actos de la criatura. Ímpetu de amor divino al crear al hombre; toques de las cualidades divinas.

(1) Estoy siempre en mi querida heredad del Fiat Divino, me parece que me susurra al oído: “Como era en el principio, seré siempre, en los siglos de los siglos, también tú si estás en mi Divina Voluntad serás siempre igual a ti misma, jamás cambiarás acción, harás siempre mi Voluntad, y la variedad de tus acciones las podrás llamar efectos de aquel acto primero y único de Ella, que corre en tus actos para hacer de ellos uno sólo, que tiene virtud de producir como sol, el bello arco iris de la variedad de los colores como efecto de su luz, sin cambiar su acto único de dar siempre luz”. Qué felicidad se siente en el alma al poder decir: “Hago siempre la Divina Voluntad”. Ahora, mi pequeña y pobre inteligencia me la sentía absorbida en la luz de la Voluntad Divina, sentía en mí la fuerza única y potente de Ella, y la variedad de sus innumerables efectos haciéndome corona e invistiéndome eran portadores de alegría, de paz, de fortaleza, de bondad, de amor, de santidad, de belleza indescriptible; estos efectos eran como tantos besos de vida que daban a mi alma, de los cuales quedaba poseedora. Yo he quedado maravillada por esto, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todos los actos hechos por la criatura en la Divina Voluntad son confirmados por Dios como actos divinos, y esta confirmación forma la vida de los mismos actos, y vienen sellados con el sello divino como actos imperecederos, siempre nuevos, frescos, y de una belleza encantadora. Los actos hechos por la criatura en mi Voluntad, podría llamarlos nueva creación que Yo hago en la criatura; conforme ella va haciendo su acto en mi Voluntad, mi Fiat se impone con su fuerza creadora, y forma ahí su acto, y con derecho lo confirma. Sucede como sucedió en la Creación, como corría la fuerza creadora de mi Voluntad en el crear tantas cosas, quedaron inmutables, sin cambiarse jamás;
¿acaso se ha cambiado el cielo, las estrellas, el sol? En absoluto, tal como fueron creados tales son, porque donde mi Querer pone su fuerza creadora, queda la vida perenne de su mismo acto, y como confirmación no se puede cambiar jamás. Ve entonces qué significa hacer y vivir en mi Divina Voluntad: ‘Estar bajo el imperio de una fuerza creadora y confirmadora, que pone al seguro todos los actos de la criatura volviéndolos inmutables’. Así que con vivir en mi Querer ella quedará confirmada en el bien que hace, en la santidad

que quiere, en el conocimiento que posee, en el triunfo del sacrificio. Nuestra Divinidad, de nuestra espontánea Voluntad, está bajo el imperio de un amor que corre irresistiblemente porque quiere dar a la criatura, tanto que al crear al hombre fue creado en nuestro ímpetu de amor por los toques de nuestras cualidades divinas. Nuestro Ser Divino, siendo purísimo espíritu no tenía ni manos ni pies, nuestras cualidades divinas nos sirvieron de manos para formar al hombre, y volcándose sobre él como un impetuoso torrente lo modelamos, y tocándolo le infundimos los efectos de nuestras cualidades supremas. Estos toques permanecen en el hombre, y por eso se ven en él ciertas bellas cualidades de bondad, de ingenio, de inteligencia y otras, son la virtud de nuestros toques divinos, que continuando a modelar al hombre producen sus efectos, son nuestras prendas de amor con las cuales lo amasamos, y que a pesar de que él no se recuerda y tal vez ni siquiera nos conoce, continúan su oficio perenne de amarlo. Y así como cuando se toca un objeto o una persona, quién toca siente la impresión de la persona tocada, por eso, así como nuestros toques de las cualidades divinas quedaron en el hombre, así quedó en nuestras cualidades supremas la impresión de haberlo tocado. Así que lo sentimos en Nosotros mismos, ¿cómo no amarlo? Por eso, por cuanto haga el hombre, le vamos al encuentro con nuevos encuentros de amor, y con nuestro agradable estribillo de amarlo siempre”.

+ + + +

29-17
Mayo 19, 1931

Escenas del Edén. Caída del hombre. La Reina del Cielo aplasta la cabeza a la serpiente infernal. Las palabras de Jesús tienen la virtud comunicativa. Habla acerca de las dudas y dificultades.

(1) Continuaba haciendo mis actos en el Querer Divino uniéndome a sus actos que hizo en la Creación, para darle el homenaje, el amor, la adoración por cada cosa creada por amor de las criaturas, y mi pobre mente se ha transportado al Edén, en el acto de la caída del hombre, cuando la serpiente infernal con su astucia y mentira indujo a Eva a sustraerse de la Voluntad de su Creador, y Eva con sus modos lisonjeros indujo a Adán a caer en el mismo pecado. Y mientras esto pensaba, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi amor no se extinguió por la caída del hombre, sino que se encendió de más, y si bien mi justicia justamente lo castigó y lo condenó, mi amor besando mi justicia, sin dejar pasar un solo instante prometió el futuro Redentor y dijo a la serpiente engañadora con el imperio de mi potencia: ‘Tú te has servido de una mujer para arrancarme al hombre de mi Divina Voluntad, y Yo por medio de otra mujer que tendrá en su poder la potencia de mi Fiat, abatiré tu orgullo, y con su pié inmaculado te aplastará la cabeza’. Estas palabras quemaron más que el mismo infierno a la serpiente infernal, y encerró tanta rabia en su corazón, que no podía estar más quieto, no hacía otra cosa que girar y girar la tierra para descubrir a Aquella que debía aplastarle la cabeza, no para hacérsela aplastar, sino para poder con sus artes infernales, con sus astucias diabólicas, hacer caer a Aquella que debía derrotarlo, debilitarlo, y atarlo en los oscuros abismos. Por eso por cuatro mil años anduvo siempre girando, y cuando veía mujeres más virtuosas y buenas, armaba su batalla, las tentaba en todos los modos, y sólo las dejaba cuando se aseguraba, por medio de cualquier debilidad o defecto, que no era Aquella por medio de la cual debía ser derrotado, y seguía su girar. Entonces vino la Celestial Criatura que le aplastó la cabeza, y el enemigo sentía tal potencia en Ella, que lo arrojaba por tierra y no tenía la fuerza de acercársele; esto lo consumía de rabia y ponía todas sus armas infernales para combatirla, ¡pero qué! Hacía por acercarse y se sentía paralizado, se sentía romper las piernas y obligado a retroceder, y desde lejos espiaba sus admirables virtudes, su potencia y santidad, y Yo para confundirlo y hacerlo dudar le hacía ver a la Soberana Celestial, sus cosas humanas, como el tomar alimento, el llorar, el dormir y las

demás cosas, y él se persuadía de que no era Aquella, porque siendo tan poderosa y santa no debía estar sujeta a las necesidades naturales de la vida, pero después volvía a dudar y quería regresar al ataque, pero en vano. Mi Voluntad es potencia que debilita todos los males y todas las potencias infernales, es luz que se hace conocer por todos, y donde Ella reina hace sentir su potencia, que ni siquiera a los mismos demonios les es posible desconocer, por eso la Reina del Cielo era y es el terror de todo el infierno. Ahora la serpiente infernal siente sobre su cabeza mi palabra fulminante dicha en el Edén, mi condena irrevocable de que una mujer le aplastará la cabeza, por eso sabe que con ser aplastada la cabeza será derrotado su reino sobre la tierra, perderá su prestigio, y todo el mal que él hizo en el Edén por medio de una mujer, será rehecho por otra mujer, y si bien la Reina del Cielo lo debilitó, le aplastó la cabeza, y Yo mismo lo até a la cruz, y por eso no es más libre de hacer lo que quiere, sino sólo a quien desafortunadamente se acerca, de él hace desgarro; mucho más que ve que la voluntad humana no está sujeta a la Divina, y su reino no está formado todavía, teme que otra mujer tenga que terminar de quemarle las sienes para hacer que la condena divina tenga sobre su cabeza aplastada por el pié de la Inmaculada Reina su cumplimiento, porque sabe que cuando Yo hablo mi palabra tiene la virtud comunicativa a otras criaturas. Entonces, cuando se aseguró que Aquella a la que él temía era la Virgen Santísima, y no pudiéndola combatir más retomó su giro, está observando y como vigía para ver si otra mujer tiene el encargo de Dios, de hacer conocer la Divina Voluntad para hacerla reinar, y habiéndote visto escribir tanto sobre mi Fiat, la sola duda de que esto pudiera ser, ha levantado a todo el infierno contra ti, esta es la causa de todo lo que has sufrido, sirviéndose de hombres malvados, haciéndolos inventar calumnias y cosas que no existen. Entonces, al verte llorar tanto se ha persuadido que no eres tú quien puede llevarle la ruina que tanto teme para su reino diabólico. Esto es lo que corresponde a la Reina del Cielo por parte de la serpiente infernal, ahora quiero decirte lo que concierne la parte de las criaturas a favor de Ella.
(3) Hija mía, la Celestial criatura era pobre, sus dotes naturales aparentemente eran comunes, nada de extraordinario aparecía en lo externo; toma por esposo un pobre artesano que gana su pan diario con su modesto trabajo. Supón que se hubiera sabido por los grandes del mundo, por los doctores y sacerdotes, antes que fuera Madre del Verbo, que Ella era la Madre del futuro Mesías; le habrían hecho una guerra encarnizada, ninguno lo habría creído, habrían dicho: ‘¿Es posible que no haya habido ni haya mujeres en Israel, que debía ser esta pobre la Madre del Verbo Eterno? Había una Judith, una Esther y tantas otras’. Por eso ninguno lo habría creído y habrían puesto dudas y dificultades sin número, si pusieron dudas sobre mi Divina Persona, de no creerme que Yo fuera el Mesías suspirado, y muchos llegan a no creerme todavía que Yo descendí sobre la tierra a pesar de que Yo hice muchos milagros, de inducir a los más incrédulos a creerme, ¡ay! cuando en los corazones entra la dureza, la obstinación, se vuelven incapaces de recibir ningún bien, las verdades, los mismos milagros están para ellos como muertos y sin vida; por eso mucho más la Madre Celestial, que nada de milagroso se veía en su exterior. Ahora hija mía, escúchame, las dudas más serias, las dificultades más graves que han encontrado en tus escritos son propiamente éstas: ‘Que Yo te he dicho que te llamaba a vivir en el reino de mi Divina Voluntad, dándote la misión especial y única de hacerla conocer, a fin de que como Yo mismo dije en el Pater Noster, y la Santa Iglesia lo dice hasta ahora: ‘Venga tu reino’. Esto es, que tu Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra’. No dice en el Pater que este reino está sobre la tierra, sino dice venga, y Yo no habría compuesto una oración si no debiera tener sus efectos. Por eso para llegar a esto, ¿no debía elegir a otra mujer, que la serpiente infernal tanto teme, y que él por medio de la primera mujer me arruinó al género humano, y Yo para confundirlo me sirvo de la mujer para rehacerme de su ruina y hacer surgir el bien a todos, bien que él trató de destruir? He aquí la necesidad de los preparativos, de las gracias, de mis visitas y comunicaciones. Esto ha sonado mal ha quien ha leído, por eso, dudas y dificultades, que no puede ser posible que de tantos otros grandes santos ninguno haya vivido en el reino de mi Voluntad, así que es ella sola que se prefiere a todos; y cuando han leído que Yo te ponía junto a la Soberana Reina,

porque habiendo vivido Ella en el reino de mi Fiat Divino tú pudieras imitarla, queriendo hacer de ti una copia que la semejara, y te ponía en sus manos para que te guiara, te asistiera, te protegiera, para que pudieras imitarla en todo, les ha parecido tan absurdo, y tergiversando siniestramente el sentido, han dicho, como si te hubiera dicho, como si tú fueras otra reina; cuántos desatinos, no he dicho que tú seas como la Celestial Reina, sino que te quiero similar a Ella, como he dicho a tantas otras almas queridas por Mí, que las quería similares a Mí, pero con esto no se volvían Dios como Yo, y además, siendo la Celestial Señora la verdadera Reina del reino de mi Voluntad, es trabajo suyo el ayudar y enseñar a las afortunadas criaturas que quieren entrar a vivir en él. Con esto hacen ver como si Yo no tuviera poder de elegir a quien quiero y cuando quiero; pero del resto, el tiempo dirá todo, y así como no pueden desconocer que la Virgen de Nazaret es mi Mamá, así no podrán desconocer que te he elegido para el único propósito de hacer conocer mi Voluntad, y que por medio tuyo me serviré para que el, venga tu reino, tenga su cumplimiento. Es cierto que las criaturas son instrumento en mis manos y no miro quién sea, sino que miro si mi Divina Voluntad ha decidido obrar por medio de este instrumento, y eso me basta para cumplir mis más altos designios, y de las dudas y dificultades de las criaturas me sirvo a su tiempo para confundirlos y humillarlos, pero no me detengo y sigo adelante en la obra que quiero hacer por medio de la criatura. Por eso también tú sígueme y no retrocedas. Del resto se ve del modo de pensar de ellos que han calculado sólo tu persona, pero no han calculado lo que puede hacer mi Divina Voluntad, y lo que sabe hacer, y cuando decide obrar en una criatura para cumplir sus más grandes designios en medio a las humanas generaciones no se deja dictar leyes por ninguno, ni quién debe ser, ni el tiempo, ni el modo, ni el lugar, sino que en modo absoluto actúa, no toma en cuenta a ciertas mentes cortas que no se saben elevar en el orden divino y sobrenatural, ni inclinar la frente ante las obras incomprensibles de su Creador, y mientras quieren razonar con su razón humana, pierden la razón divina y quedan confundidos e incrédulos”.

+ + + +

29-18
Mayo 27, 1931

La vida del bien no muere y es defensa de todas las criaturas. Un bien prolijo pone al seguro a Dios y al alma.

(1) Mi pobre mente nadaba en el mar inmenso del eterno Fiat, yo corría en Él como un pequeño río, y en mi pequeñez quería abrazar su Inmensidad para llenarme toda de un Querer tan santo, para poder tener el contento de poder decir: “Mi pequeño ser no es otra cosa que un acto solo de Voluntad Divina, mi pequeño querer está lleno dentro y fuera de aquel Querer que llena Cielo y tierra. ¡Oh! Querer Santo, sé tú la Vida, el Actor y el Espectador de todos mis actos, a fin de que resurgiendo todos en Ti, puedan ser la llamada a todos los actos de las criaturas para hacerlos resurgir en tu Fiat, a fin de que su reino se extienda en todas las criaturas”. Pero mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “¿Cuál es el bien que hago con llamar a los actos de las criaturas a resurgir en la Divina Voluntad?” Y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el bien no está sujeto a morir, y en cuanto la vida del bien surge, se pone en defensa de todas las criaturas, y si las criaturas dispuestas toman aquel bien, no sólo quedan defendidas, sino que toman la vida de aquel bien, y el bien surge y forma tantas otras vidas por cuantas criaturas lo toman; y para las indispuestas queda siempre en su defensa, esperando que se dispongan. Los actos hechos en mi Querer adquieren el germen de la luz, y así como la luz, si bien una, tiene virtud de dar luz a cualquier ojo que quiere el bien de la luz para hacerla suya, así los más pequeños actos hechos en mi Querer Divino, como es inmenso y envuelve a todos, el más pequeño acto se convierte en luz y defensa de todos, y no sólo esto, sino que corresponde a su Creador del amor, gloria

y adoración que con derecho espera y exige de las criaturas. Los actos hechos en mi Querer tienen siempre lo prodigioso, y por sí mismos dicen: ‘Somos la defensa de todos, estamos entre el Cielo y la tierra para defender a las criaturas, y con nuestra luz somos luz de cada mente, somos los defensores de nuestro Creador con repararle con nuestros actos perennes las ofensas que de la tierra se elevan’. Y además, el bien es siempre bien,
¿crees tú que todo lo que Yo hice estando sobre la tierra ha sido tomado todo por las criaturas? ¡De ningún modo, cuánto queda todavía! Pero con esto no se puede decir que no hay bien, pasarán siglos y siglos y vendrá el tiempo que todo el bien que Yo hice tendrá vida en medio a las criaturas, lo que no se toma hoy, otras criaturas lo pueden tomar mañana, en otras épocas, por eso la verdadera vida del bien no se cansa de esperar, y con aire de triunfo dicen: ‘No estamos sujetos a morir, por eso con certeza vendrá el tiempo en que daremos nuestros frutos, los cuales harán resurgir tantas otras vidas que nos asemejen’. ¿Tú crees que por no ver ningún efecto de todos tus actos en nuestro Fiat Divino no habrá nada de bien? De ninguna manera, hoy así parece, pero espera los tiempos y ellos dirán el gran bien que vendrá, por eso continúa y no retrocedas, porque tú debes saber que la prolijidad del bien es sólo la prueba más cierta, que asegura a Dios y al alma del estado en que se encuentra. Un estado prolijo de paciencia en los sufrimientos y encuentros dolorosos de la vida, una oración continua sin jamás cansarse de repetirla, una fidelidad, constancia e igualdad de modos en todas las circunstancias, forman un terreno suficiente, regado por la sangre del propio corazón, donde Dios se siente llamado por todos los actos de la criatura, como tantas certificaciones de que puede cumplir sus más grandes designios, y la misma criatura siente en la prolijidad de sus actos el dominio de sí misma y la seguridad de que no vacilará. El bien de un día dice nada, un bien, hoy sí y mañana no, dice debilidad y volubilidad, todos frutos de la voluntad humana, un bien inconstante dice que la criatura no es dueña de aquel bien, aquella virtud, y por eso no están en su poder, el bien se cambia en mal y la virtud en vicio. Ve entonces que el alma para estar segura que posee un bien, una virtud, debe sentir en sí la vida de aquella virtud, y con constancia férrea de años y años, y por toda la vida debe ejercitarse en aquel bien. Y Dios se siente seguro de poner de lo suyo y obrar cosas grandes en la constancia de la criatura. Esto hice con la Reina del Cielo, quise la prolijidad de quince años de vida pura, santa y toda de Voluntad Divina para descender del Cielo a la tierra en su seno virginal; hubiera podido hacerlo antes, pero no quise, quise primero sus actos de confirmación, y la prolijidad de su vida santa, casi para darle el derecho de ser mi Mamá, y a mi sabiduría infinita darle la razón de haber obrado en Ella prodigios inauditos. Y, ¿no es acaso esta la causa, la larga prolijidad de los largos sufrimientos, porque quería estar seguro de ti, y no de palabra, sino con los hechos; no ha sido acaso la causa de mis tantas visitas y de las tantas verdades que te he manifestado en la prolijidad de tu vida sacrificada? Puedo decir que me hacía ver y te hablaba en el centro de la hoguera de tu sacrificio, y cuando te oigo decir, ¿es posible Jesús mío, tan largo mi exilio, cómo no tienes piedad de mí? Y Yo, ¿sabes qué digo? ‘¡Ah! mi hija no conoce bien el secreto que contiene un sacrificio prolijo’. Y cuanto más largo, más grandes son nuestros designios por cumplir, por eso fíate de Mí y déjame hacer”.

+ + + +

29-19
Mayo 31, 1931

La felicidad de Jesús es encontrar a su criatura en la Divina Voluntad.
Dios se vuelca en la criatura y ella en Dios. La pequeña casita de Nazaret.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, y mi pobre mente ahora se detiene en un punto y ahora en otro, como si quisiera tomar reposo en cada uno de los efectos de la Divina Voluntad, que si bien su acto es uno, sus efectos son innumerables, tanto, que yo no

llego jamás a encontrarlos todos, mucho menos a comprenderlos, y por eso viendo que no me es dado el abrazarlos todos, siendo demasiado pequeña, me detengo en uno de sus efectos para gozármelo y reposarme. Y mi dulce Jesús que se complace tanto en encontrarme en su adorable Voluntad, detenida para respirarla como vida me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo me es dulce encontrarte en mi Divina Voluntad, y no como aquellas criaturas que se encuentran en Ella forzadas, por necesidad y porque no pueden hacer de otra manera, y mientras están en Ella no la conocen, ni la aman, ni la aprecian; sino que encontrándote te encuentro voluntariamente, la conoces y amas, y llegas hasta a encontrar tu dulce reposo, y me siento muy atraído a ti; mucho más que la misma potencia de mi Voluntad se impone sobre tu Jesús para develarme, y Yo no sé negarle nada, porque podría decir que la única felicidad que me viene de la tierra es encontrar a la criatura en mi Divina Voluntad, y cuando la encuentro quiero corresponderle por la felicidad que me da, primero con hacerla feliz, y después con prepararla y disponerla a hacer un acto en mi Voluntad, preparo el espacio, porque es tanta la grandeza, la santidad, la potencia que contiene un acto hecho en Ella, que la criatura no podría contenerlo si Yo no le diera la capacidad. Por eso quien vive en mi Querer es inseparable de Mí, porque mientras ha hecho un acto debo prepararla para otro acto, mucho más que Yo no dejo jamás a la criatura en un punto, sino que la hago crecer siempre hasta poder decir: ‘No tengo más qué darle, estoy contento porque le he dado todo’. Porque tú debes saber que cada vez que la criatura hace un acto en mi Divina Voluntad se arroja en Ella, y Dios se arroja en la criatura, entonces en el arrojarse recíprocamente Dios comunica su acto nuevo jamás interrumpido, y la voluntad humana queda en poder de la Voluntad Divina y siente nuevo amor, nueva potencia, nueva frescura, con todos los refrigerios divinos, de modo que en cada acto se siente renacer nuevamente en la Vida Divina, sin perder lo que ha recibido en los otros actos adquiere e incorpora en sí la nueva Vida que le ha sido comunicada, tanto que se siente crecer, alimentar con nuevo crecimiento y con alimentos nuevos. Entonces quien vive en nuestra Voluntad adquiere siempre nuevos conocimientos de su Creador, y el nuevo conocimiento le lleva la corriente del continuo acto nuevo que Dios posee. No ves tú el cielo, las estrellas, el sol, ¿ves acaso algún cambio en ellos? O bien después de tantos siglos, ¿no están siempre frescos, bellos, nuevos, como fueron creados? ¿Y por qué? Porque están bajo el imperio de la fuerza creadora de nuestro Fiat que los creó, y permanece en ellos como vida perenne. Por eso la permanencia de mi Voluntad en la criatura produce con su imperio dominante vida nueva de paciencia, de oración, de paz, de sacrificio y de alegrías infinitas. Así como es mi Voluntad, tal quiere volver a quien vive en Ella”.
(3) Después continuaba pensando en el Querer Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando mi Divina Voluntad hace un acto, Ella no lo retira jamás, más bien se hace vida perenne de su acto. La misma Creación lo dice, con el hacer continuamente aquellos actos que mi Querer puso en las cosas al crearlas, las cosas creadas se pueden llamar las repetidoras de los actos de mi Divina Voluntad, el cielo está siempre en su lugar, no se retira jamás de ningún punto, y con el estar siempre extendido hace siempre repetidos actos de Voluntad Divina; el sol da siempre luz y está todo afanado en cumplir los innumerables actos de Voluntad Divina que le fueron confiados en su luz, y conforme da el color y el perfume a cada flor, la múltiple dulzura y sabores a los frutos, el desarrollo a las plantas, la luz y el calor a cada criatura, y tantos otros actos que hace, tantos actos de mi Voluntad va cumpliendo, parece que hace su curso con toda la majestad imperante al cumplir tantos actos confiados a él, verdadero símbolo del modo majestuoso e imperante de mi Voluntad. El mar cuando murmura, el agua cuando se da a las criaturas, la tierra cuando reverdece y produce plantas y flores, tantos múltiples actos de mi Voluntad cumplen, Ella es la motriz de todo y tiene a toda la Creación en acto de hacer cumplir su Voluntad, y por eso son todos felices, no pierden jamás su lugar de honor ni están sujetos a morir, porque mi Voluntad obrante en las cosas creadas les da vida perenne. Sólo la criatura, quien debía ostentar más en el hacer un continuado acto de mi Voluntad, es la

única que sale del motor de Ella y llega hasta ponerse en contra de un Querer tan Santo,
¡qué dolor! Y ¿qué cuentas no me dará?”
(5) Mi dulce Jesús ha hecho silencio, y retirándose me ha dejado en la luz de su Voluntad, y ¡oh! cuántas cosas comprendía; pero, ¿quién puede decirlas todas? Mucho más que en Ella se habla con palabras celestiales, y al encontrarme en mí misma debo adaptar las palabras celestiales a las humanas, y temiendo hacer un embrollo me contento con pasar adelante, esperando que si Jesús quiere se adaptará a hablar con las palabras del bajo mundo. Después de esto continuaba mis actos en el Fiat Divino, y mi pobre mente se ha detenido en la pequeña casa de Nazaret, donde la Reina del Cielo, el Celestial Rey Jesús, y San José, estaban en posesión y vivían en el reino de la Divina Voluntad, así que este reino no es extraño a la tierra, la casa de Nazaret, la pequeña familia que vivía en Ella, pertenecían a este reino y lo tenían en pleno vigor; pero mientras esto pensaba, mi gran Rey Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, cierto que el reino de mi Divina Voluntad ha existido sobre la tierra, y por eso hay la esperanza cierta que regrese de nuevo en su pleno vigor; nuestra casa de Nazaret era su verdadero reino, pero estábamos sin pueblo. Ahora tú debes saber que cada criatura es un reino, por eso quien hace reinar mi Voluntad en ella se puede llamar un pequeño reino del Fiat Supremo, así que es una pequeña casita de Nazaret que tenemos sobre la tierra, y por cuan pequeña, estando en ella nuestra Voluntad reinante, el Cielo no está cerrado para ella, observa las mismas leyes de la patria celestial, ama con el mismo amor, se alimenta con los alimentos de allá arriba, y es incorporada en el reino de nuestras regiones interminables. Ahora para formar el gran reino de nuestra Voluntad sobre la tierra, haremos primero las tantas casitas de Nazaret, esto es las almas que la querrán conocer para hacerla reinar en ellas. Yo y la Soberana Reina estaremos a la cabeza de estas pequeñas casitas, porque habiendo sido Nosotros los primeros que hemos poseído este reino en la tierra, es nuestro derecho que no cederemos a ninguno el ser los dirigentes de ellas. Entonces estas pequeñas casitas, repetidoras de nuestra casa de Nazaret, formarán tantos pequeños estados nuestros, tantas provincias, que después de que se hayan formado bien, y ordenadas como tantos pequeños reinos de nuestra Voluntad, se fundirán juntos y formarán un solo reino y un gran pueblo. Por eso para tener nuestras obras más grandes, nuestro modo de actuar es el de comenzar primero solos, al tú por tú con una sola criatura; cuando hemos formado a ésta, la hacemos canal para encerrar en nuestra obra otras dos, tres criaturas, después agrandamos formando un pequeño núcleo, y después lo agrandamos tanto de tomar todo el mundo entero; nuestras obras comienzan en el aislamiento de Dios y el alma, y terminan continuando su vida en medio a pueblos enteros. Y cuando está el principio de una obra nuestra, es señal cierta que no morirá al nacer, a lo más podrá vivir escondida por algún tiempo, pero después saldrá y tendrá su vida perenne. Por eso siempre adelante te quiero en mi Divina Voluntad”.

+ + + +

29-20
Junio 5, 1931

Cómo es necesario hacerse de amigos en los buenos tiempos. Dolor de Jesús por el abandono de los apóstoles. La voluntad humana, cárcel de la criatura.

(1) Estoy siempre en el mar del Querer Supremo, ¡oh! cuántas cosas bellas se encuentran en Él, están todos los actos de Jesús como en acto, están aquellos de la Soberana Señora, los de nuestro Padre Celestial, que ha hecho y que hará; es un mar no dividido, sino único, interminable, es todo. En este mar no hay peligros, ni temores de caídas, porque la feliz criatura que entra en él deja sus vestiduras y toma las vestiduras

divinas. Entonces, mientras estaba en este mar, mi dulce Jesús me ha hecho presente cuando en su Pasión los apóstoles se dispersaron, huyeron de Él dejándolo solo y abandonado en medio a los enemigos. Y mi Sumo Bien Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el dolor más grande que tuve en mi Pasión, el clavo que más me traspasó el corazón, fue el abandono y la dispersión de mis apóstoles, no tenía un ojo amigo en el cual pudiera poner mi mirada; el abandono, las ofensas, la indiferencia de los amigos, supera, ¡oh! por cuánto a todos los dolores e incluso la muerte que pueden dar los enemigos. Yo sabía que los apóstoles me debían dar este clavo, y vilmente habrían huido de Mí, pero no puse atención a esto, porque hija mía, quien quiere hacer una obra no debe preocuparse por sus penas, más bien debe hacerse de amigos en los buenos tiempos, cuando todo le sonríe alrededor, paso a paso siembra triunfos y prodigios, y no sólo esto, sino que comunica la fuerza milagrosa a quien se hace su amigo y discípulo, entonces todos se vanaglorian de ser amigos de quien está rodeado de gloria y honor, todos esperan, y cuantos amigos y discípulos se quieren, se tienen, porque la gloria, los triunfos, los buenos tiempos, son imanes potentes que atraen a las criaturas a seguir al triunfador.
¿Quién quiere seguir y ser amigo o discípulo de un pobre calumniado, humillado, despreciado? Ninguno, por el contrario sienten miedo, horror de acercarse, y llegan a desconocer a aquél con quien antes tenían amistad, como hizo Conmigo San Pedro. Así que es inútil esperar amigos cuando la pobre criatura se encuentra bajo la opresión de las humillaciones, desprecios y calumnias, por eso se necesita hacer amigos cuando el Cielo nos sonríe y la fortuna nos quisiera poner sobre el trono, si queremos que el bien, las obras que se quieren tengan la vida y la continuación en las otras criaturas. Yo con hacerme de amigos cuando sembraba milagros y triunfos, que llegaban a creer que Yo debía ser su Rey sobre la tierra, y que por haber sido mis discípulos debían ocupar los primeros puestos junto a Mí, a pesar que me abandonaron en mi Pasión, cuando mi Resurrección proclamó mi pleno triunfo, los apóstoles volvieron a creer, se reunieron entre ellos y como triunfadores siguieron mi doctrina, mi Vida, y formaron la Iglesia naciente. Si Yo hubiera puesto atención a que debían huir de Mí y no los hubiera hecho mis discípulos en el tiempo de mis triunfos, no habría tenido quién hablara de Mí después de mi muerte, quién me hiciera conocer. Por eso es necesario el buen tiempo, la gloria, es también necesario recibir clavos traspasantes y tener paciencia para sufrirlos, para tener material en mis obras más grandes, para que tuvieran vida en medio a las criaturas. Ahora, ¿no ha sido todo esto una semejanza de mi Vida en tu estado doloroso de humillaciones, de calumnias y desprecios que has pasado? Yo sentía en ti repetirme el clavo del abandono y dispersión de mis apóstoles, al ver a quien tanto habíamos tenido para asistirte, alejarse de ti y con la voluntad de abandonarte, y viéndote abandonada te veía sola, sola en mis brazos con el clavo del abandono de quien debía sostenerte, y en mi dolor decía: ‘Mundo malvado, cómo sabes bien repetir las escenas de mi Pasión en mis hijos.’ Y Yo ofrecía tu amargura por el triunfo de mi Voluntad y para ayuda de aquellos que deberían hacerla conocer; por eso ánimo en las circunstancias dolorosas de la vida, pero debes saber que tu Jesús no te abandonará jamás, Yo no sé hacer estas cosas, mi amor no es de naturaleza voluble, sino firme y constante, y lo que digo con la boca me sale de la vida del corazón; en cambio las criaturas dicen una cosa y sienten otra en el corazón, mezclan muchos fines humanos incluso en el hacer amigos, por esto cambian de acuerdo a las circunstancias. Por eso la dispersión de quienes parecía que querían poner la vida en los buenos tiempos y que vilmente huyen en el tiempo de las humillaciones y desprecios, son todos efectos de la voluntad humana, ella es la verdadera cárcel de la criatura, y es hasta en el arte de saber formar tantas pequeñas estancias, pero todas sin ventanas, porque ella no pretende formar aperturas para recibir el bien de la luz, por eso las pasiones, las debilidades, el miedo, los temores excesivos, la inconstancia, son tantas estancias oscuras de su cárcel, y que ahora queda obstaculizada por una, y ahora por otra, y el miedo la hace temer y alejarse de quien esta poniendo la vida por amor suyo. Por el contrario, en quien reina mi Voluntad vive en mi morada real, donde hay tanta luz que las penas, las humillaciones, las calumnias, no son otra cosa que escalones de triunfos y de gloria, y cumplimiento de obras grandes y

divinas, por eso, en vez de huir del pobre mártir que ha sido arrojado en el polvo por la perversidad humana, se estrecha más a él, esperando con paciencia la hora del nuevo triunfo. ¡Oh! si en los apóstoles hubiese reinado plenamente mi Voluntad, con certeza no habrían huido en una hora en la que Yo sentía la necesidad de su presencia, de su fidelidad en tantas penas mías; en medio a los enemigos que querían devorarme Yo quería a mis fieles cercanos, porque no hay consuelo mayor que tener un amigo cerca en tiempos de amarguras, Yo habría visto en mis queridos apóstoles cercanos a Mí, los frutos de mis penas, y ¡oh! cuántos dulces recuerdos se habrían suscitado en mi corazón que me habrían servido de bálsamo a mis intensas amarguras, mi Divina Voluntad les habría impedido con su luz el paso para huir de Mí, y entonces se habrían estrechado más a mi alrededor; pero como vivían en la oscura cárcel de la voluntad humana, su mente se oscureció, el corazón se enfrió, el miedo los invadió, en un momento olvidaron todo el bien que habían recibido de Mí, y no sólo huyeron de Mí, sino que se dispersaron entre ellos; todo esto son efectos del querer humano que no sabe mantener la unión, y sólo sabe dispersar en un día el bien que se ha hecho en tantos años, con tantos sacrificios. Por eso tu único temor sea el de no hacer mi Voluntad”.

+ + + +

29-21
Junio 8, 1931

Dios agradece cuando se recuerda lo que hizo en la Creación. Los actos repetidos forman el alimento del
alma. Cómo en la tierra se comienza y en el Cielo se cumple.

(1) Siento la fuerza potente del Fiat Divino que me llama en Él a seguir sus actos. Mi pequeña inteligencia se ha detenido en el Edén, en el acto de la creación del hombre.
¡Qué acto solemne! Después de haber creado todas las cosas como preparación, como para festejar a aquél por el cual había creado toda la Creación como morada real donde el hombre debía habitar con toda suntuosidad y comodidad, donde nada debía faltarle, basta decir que era una morada formada por nuestro Padre Celestial, por la potencia de su Fiat Divino. Y mientras esto pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija bendita, el más dulce recuerdo que más inmensamente agradezco, es cuando la criatura recuerda mi amor en la Creación, de modo especial la del hombre; nuestro amor se desahogó más que una madre cuando pone fuera, a la luz del día a su querido hijo. Nuestro amor corría, corría para encerrarlo en Él, a fin de que dondequiera, dentro y fuera de sí, pudiese encontrar el apoyo de nuestro amor que le dice: ‘Te amo, te amo.’ El dulce sonido de nuestro amor le susurra al oído, late en su corazón, resuena fuerte, le da ardientes besos en los labios, apretados abrazos, para llevarlo en nuestros brazos paternos como triunfo de nuestro amor, que a cualquier costo quiere amar a la criatura. Así que no hay cosa más dulce, más amada, que más agradezcamos, que el recordarnos con cuánto amor creamos al hombre y todas las cosas. Es tanto nuestro agradecimiento, que a la afortunada criatura que viene ante nuestra Majestad adorable para recordarnos este nuestro amor tan grande, le duplicamos nuestros vínculos amorosos con ella, le damos nuevas gracias, nueva luz, y la llamamos la repetidora de nuestra fiesta, porque en la Creación todo era fiesta para Nosotros y para todos. Y la criatura con recordarnos lo que hicimos en la Creación pone en fiesta nuestro amor, nuestra potencia, nuestra sabiduría creadora, que con tanta maestría inimitable había creado todo el universo, y después la maestría en el crear al hombre que supera todo. Por eso todas nuestras cualidades divinas festejan, y mirando a la criatura que con su recuerdo y con su pequeña correspondencia de amor las han puesto en fiesta, hacen competencia entre ellas, y quién le duplica el amor, quién la bondad, quién la santidad, en suma, cada una de nuestras cualidades divinas quiere dar de lo suyo para repetir con ella lo que hacemos en la Creación. Por eso repite

frecuentemente el dulce recuerdo de nuestro amor insuperable que tuvimos en la Creación. Era una criatura nuestra, una imagen nuestra, un hijo nuestro que sacábamos a la luz, y por eso desahogamos tanto amor, y al sentírnoslo recordar sentimos amarlo más. Así que toda la Creación no es otra cosa que un desahogo de nuestra Voluntad amante de la criatura, y en su desahogo amoroso va repitiendo: ‘Fiat, Fiat’, para emperlar la Creación toda con su desahogo de amor. Mucho más que cada acto, palabra, pensamiento, hecho en nuestro Querer Divino, forman el alimento del alma; el alimento conserva la vida, la hace crecer y le mantiene la fuerza necesaria para poder formar alimentos suficientes para no quedar en ayunas. Por eso los actos continuados no son otra cosa que alimentos que se preparan de un día para otro, para tener siempre de qué nutrirse; si los actos no se hacen, no tendrá alimento, así que la pobre criatura no tendrá con qué quitarse el hambre, por eso la vida de los actos buenos, santos y divinos morirá en ella; si los actos no son continuados, sino de vez en cuando, tendrá escasos alimentos, y cuando el alimento no es suficiente la vida del bien crece débil, y la debilidad hace perder el gusto y el apetito de nutrirse. En cambio cuando los actos son continuados, cada acto tiene su ejercicio, quién se hace alimento, quién agua, quién fuego para cocinarlos, quién condimento para hacerse saborear, de manera de estimular el apetito. En suma, los actos repetidos no son otra cosa que cocina divina, que forman la mesa celestial a la criatura. Y ¡oh! cómo es bello ver a la criatura que con la continuación de sus actos en nuestro Fiat se prepara alimentos divinos, y se alimenta de los alimentos de su patria celestial; porque tú debes saber que un pensamiento santo llama a otro, una palabra, un acto bueno llama a otro, y uno se sirve del otro para alimentarse, y el alimento forma la vida”.
(3) Después continuaba pensando en la Divina Voluntad y en el gran bien que se recibe con vivir toda abandonada en sus brazos. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija buena, el gran bien de vivir de un Querer Divino es sorprendente y casi incomprensible a la criatura humana. Tú debes saber que todo lo que se hace de bueno, de santo en mi Divina Voluntad, no son otra cosa que semillas que germinan en el campo del alma, poniendo como tantas semillas de luz divina, que ponen un principio que no tendrá fin, porque todo lo que se hace en mi Divina Voluntad se siembra, germina, crece de manera admirable sobre la tierra mientras se vive, pero el cumplimiento será formado en el Cielo, el último desarrollo, la variedad de las bellezas, los matices, los colores más bellos y hermosos, le serán dados en la patria celestial. Así que cada acto hecho en la tierra será un tomar más puesto en el Cielo, un derecho de más, y una posesión anticipada en la morada Celestial. La criatura, por cada acto de más que haya hecho, llevará consigo nuevas beatitudes, nuevas alegrías comunicadas por mi Querer. Mi Fiat Divino jamás dice basta a la criatura, la quiere hacer crecer en santidad, en gracia, en belleza, hasta el último respiro de la vida acá abajo, y por eso se reserva de dar la última pincelada y cumplimiento como su pleno triunfo en las regiones Celestiales. Así que en mi Voluntad no hay pausas, y las circunstancias de la vida, ahora de penas, ahora de humillaciones, y ahora de gloria, forman las carreras para poder siempre correr en Ella, para darle el campo libre de hacerla poner en la criatura nuevas semillas divinas, que el Fiat Divino tomará el empeño de cultivarlas y hacerlas crecer de manera admirable, y darles el cumplimiento en la gloria Celestial. Así que en el Cielo nada se inicia, sino que todo se comienza en la tierra, y en el Cielo se cumple”.

+ + + +

29-22
Junio 16, 1931

Jesús ruega. La necesidad de poseer un bien para poderlo comunicar a los demás. Las pequeñas luces se entrelazan a la gran luz de la Divina Voluntad.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, si bien bajo la opresión de las privaciones de mi dulce Jesús; pobre de mi corazón, cómo es torturado, afligido porque no encuentra a Aquél que le hace respirar su aire celestial, y palpitar la vida de su mismo latido. Jesús mío, Vida mía, ¿no me decías Tú mismo que querías que viviera y respirara tu aire divino, y que formara mi vida en tu mismo latido a fin de que la mía se perdiera en la tuya y viviera de tu latido, y por lo tanto de tu amor, de tus penas y de todo Tú mismo? Pero mientras mi pobre corazón se desahogaba por el dolor de la privación de mi amado Jesús, lo he sentido moverse sensiblemente en mi interior, y con voz clara sus palabras sonaban en mi oído, y decía con ternura indecible: “Padre Santo, te ruego por mis hijos, y por todos aquellos que me has dado y que yo reconozco que son míos, Yo los estrecho en mis brazos a fin de que queden defendidos y al seguro de la tempestad que están armando contra mi Iglesia”. Después ha agregado:
(2) “Hija mía, cuántas traiciones habrá, cuántas máscaras se caerán. Yo no podía soportar más su hipocresía, mi Justicia estaba llena de tantos fingimientos, y por eso no han podido tener más la máscara que los cubrían. Por eso ruega junto Conmigo, a fin de que se salven aquellos que deben servir a mi gloria, y confundidos los que quieren golpear a mi Iglesia”.
(3) Después ha hecho silencio, y mi pobre mente veía tantas cosas funestas y trágicas, y mientras rezaba mi sumo Bien Jesús ha repetido:
(4) “Hija mía, para comunicar el bien a los demás es necesario poseer la plenitud del mismo bien, porque con poseerlo se conocen los efectos, la sustancia, la práctica de cómo se adquiere aquel bien; por eso tendrá virtud de poderlo infundir en los demás, de saber decir las bellezas, las prerrogativas, los frutos que produce aquel bien. En cambio, si el alma apenas ha conquistado un sorbo de un bien, de una virtud, y quiere comenzar a enseñarla a los demás, no conocerá a fondo la plenitud de aquella virtud, por eso no sabrá repetir su gran bien, ni dar la práctica de cómo adquirirla; por eso será como un niño, que habiendo aprendido apenas las vocales quiere hacer de maestro a los otros, pobre niño, será el maestro de burla porque no podrá seguir adelante en las enseñanzas. He aquí por qué los verdaderos santos primero se han llenado ellos de amor, de conocimientos divinos, de paciencia invicta y demás, y cuando se han llenado de tal manera que no pueden contenerlos más dentro de ellos, el desahogo que salía de los bienes que poseían lo han comunicado a los pueblos, y su palabra era fuego, era luz, y enseñaban no en modo superficial, sino en modo práctico y sustancioso el bien que poseían. Ésta es la causa por la que tantos quieren hacer de maestros y no hacen ningún bien, porque si falta el alimento suficiente en ellos, ¿cómo pueden nutrir a los demás?”
(5) Entonces después de esto me he abandonado toda en el Fiat Supremo, y mi pobre mente se perdía en Él y he quedado como raptada al ver frente a mí al Ser Divino, y una luz interminable dispuesta en innumerables rayos que salían del centro de Él, estos rayos eran entretejidos frecuentemente por pequeñas luces que estaban atadas a los rayos interminables de la Majestad Adorable, las cuales parecían parto de la misma luz, y que se nutrían de luz para formarse la vida de luz y crecer como Dios las quería. Qué encanto es la Alteza Divina, su presencia rapta, el ojo se pierde en su inmensidad y es tanta su belleza, la multiplicidad de sus alegrías infinitas, que parece que más que tupida lluvia caen de su Ser Divino, así que uno se siente enmudecer y por eso poco o nada se sabe decir. Entonces, mientras estaba toda inmersa en lo que estaba presente a mi mente, mi amado Jesús me ha dicho:
(6) “Hija de mi Querer Divino, mira, esta Luz inmensa no es otra cosa que las emanaciones de nuestra Voluntad del centro de nuestro Ser Divino; conforme pronunciamos el Fiat, así se extendía para formar con su fuerza creadora cada cosa creada, y para hacer que ninguna cosa saliera de dentro de su luz, permanecía en Ella lo que salía de nuestras manos creadoras. Así que aquellos entretejidos que tú ves a los rayos de nuestra luz, no son otra cosa que todas las cosas creadas, algunas están como en custodia en nuestra luz a fin de que no sufran ningún cambio, otras, y son las criaturas que viven en nuestro Querer, están no sólo en custodia, sino en acto de recibir

continuamente de Dios para crecer, para alimentarse de luz, y con sus pequeñas luces formar entretejidos al mismo Querer Divino para hacerlo obrar en la pequeña luz; así que estas pequeñas luces dan lugar a nuestro Fiat Divino para hacerlo obrar continuamente en ellas, parece que nos dan qué hacer y nos hacen continuar el trabajo que con tanto amor comenzamos en la Creación. Y cuando la criatura nos da ocasión de continuar nuestro trabajo dándonos libertad de obrar en su pequeña luz, nosotros se lo agradecemos tanto, que volvemos obrante la pequeña luz junto con nuestro trabajo, y no nos sentimos aislados por parte de las criaturas, sino que gozamos lo bello de su compañía y ella goza la nuestra. Por eso con vivir de Voluntad Divina no nos dejas jamás solos, y tú tendrás el gran bien de gozar nuestra compañía”.

+ + + +

29-23
Junio 23, 1931

La Creación manifiesta la Paternidad Divina, y Dios se siente Padre de quien lo reconoce en sus obras.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos hechos en ella por la Divina Voluntad, me parecía que en cada cosa creada estaba como noble Reina, como centro de vida, la Voluntad adorable, para hacer en cada cosa su dulce encuentro con las criaturas, pero recibía este encuentro quien la reconocía en cada cosa creada. En este encuentro feliz se abren las correspondencias de ambas partes, se festeja juntos, y la Divina Voluntad da y la criatura recibe. Pero mientras mi mente se perdía al girar en las cosas creadas, mi sumo Bien Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la Creación manifiesta la Paternidad Divina, la potencia, el amor, la armonía de Aquél que la ha creado. ¿Pero sabes tú de quién nos sentimos Padre? De quien recuerda y reconoce toda la Creación como propiedad de su Creador, que queriendo manifestar su Paternidad por las criaturas ha creado tantas cosas bellas por amor suyo, por eso quien lo reconoce para corresponderle amándolo y agradeciéndole, se estrecha en torno a su Padre Celestial como hija que reconoce sus bienes, y que si los ha creado significa que quiere que su hija posea sus posesiones en las posesiones de su Padre. ¡Si tú supieras cual es nuestra alegría y felicidad al sentirnos Padre, y al ver a nuestros hijos estrechados a nuestro alrededor por medio de nuestras cosas creadas! Así que la criatura con recordar y reconocer lo que Dios ha hecho por ella nos ama como Padre, y Nosotros la amamos como hija, sentimos que nuestra Paternidad no es Paternidad estéril, sino fecunda. Así quien recuerda y reconoce lo que hice y sufrí en mi Vida y Pasión, me hace sentir Redentor, y doy a poseer los bienes de la Redención, así que mis penas, mis obras, mis pasos, se ordenan en torno a la feliz criatura para ayudarla, santificarla, y hacerle sentir los efectos en ella de toda mi Vida. Y por quien reconoce lo que nuestro amor ha hecho y puede hacer en el orden de la Gracia, me siento Amante apasionado y le doy la posesión de mi amor, de manera que sentirá tal amor por Mí de no poder vivir sin amarme, y como el verdadero amor está en el hacer siempre mi Voluntad, Yo hago de ella un prodigio de mi amor y de mi Querer. ¿Qué dolor no sería para un padre tener hijos y no verlos a su alrededor para amarse recíprocamente, y gozarse el fruto de sus entrañas? Y si estos hijos no poseyeran los bienes del padre, ¿no sería un dolor mayor? Tal es nuestra Divinidad, hemos extendido nuestra Paternidad en modo infinito en toda la Creación, como Padre somos todo ojos sobre nuestros hijos para que nada les falte, nuestros brazos sienten la extrema necesidad de amor de estrecharlos a nuestro seno para darles amor y recibir amor, y cuando vemos a la criatura que corre a Nosotros, quiere nuestros abrazos,
¡oh! cómo nos sentimos felices de que nuestra Paternidad es reconocida y puede desarrollar el oficio de Padre hacia nuestros hijos. Nuestra generación es casi innumerable, sin embargo pocos hijos nos circundan, todos los otros están lejanos de

Nosotros, lejanos con el corazón, con la voluntad, lejanos de nuestra semejanza, y en nuestro dolor al ver los pocos hijos en torno a Nosotros decimos: ‘¿Y nuestros otros hijos dónde están? ¿Cómo no sienten la necesidad de tener un Padre Celestial, de recibir nuestras caricias paternas, de poseer nuestros bienes?’ Por eso sé atenta, reconoce nuestros bienes, nuestras obras, y sentirás nuestra Paternidad en el cielo adornado de estrellas, que en su callado centelleo te llaman hija y te atestiguan el amor de tu Padre; nuestra Paternidad se extiende en el sol, que con su luz vibrante te llama hija y te dice: ‘Reconoce en mi luz el gran don de tu Padre, que te ama tanto que quiere que seas la poseedora de esta luz’; nuestra Paternidad se extiende por todas partes, en el agua que bebes, en el alimento que tomas, en la variedad de las bellezas de toda la naturaleza, todas tienen una voz común, todas te llaman hija del gran Padre Celestial, y como hija suya quieren ser poseídas por ti. Ahora, cuál sería nuestro contento si en todas las cosas creadas por Nosotros, a nuestra voz tierna de llamarte hija, oyéramos tu voz que nos llamara Padre y nos dijera: Esto es don de mi Padre, ¡oh! cómo me ama, y yo quiero amarlo mucho, mucho”.

+ + + +

29-24
Junio 30, 1931

La gracia más grande que Dios hizo al hombre en la Creación, fue el poder hacer sus actos en la Divina Voluntad. Cómo este reino existe, y hay Humanidades que han vivido y lo han poseído.

(1) Estaba pensando en el Santo Querer Divino: “¿Cómo podrá venir su reino sobre la tierra, dados los tiempos tempestuosos que amenazan tempestades, y las tristes condiciones de las generaciones humanas? Es imposible. Y me parece que aumenta la imposibilidad la indiferencia e indisposición de aquellos que al menos se dicen buenos, porque no tienen ningún interés de hacer conocer un Querer tan santo, y su Voluntad que quiere dar la gran gracia de querer reinar en medio de las criaturas, entonces, ¿cómo podrá tener vida un bien que no se conoce?” Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, lo que es imposible a la vista humana, para Dios todo es posible. Tú debes saber que la gracia más grande que hicimos al hombre en su creación, fue que podía entrar en nuestra Voluntad Divina para poder hacer sus actos humanos, y como el querer humano era pequeño y el Divino grande, por eso tenía virtud de absorber el pequeño en el grande, y de cambiar el humano en el Divino Querer. Por eso Adán, en el principio de su creación entró en el orden de nuestra Voluntad Divina, y en Ella hizo muchos de sus actos, y mientas con sustraerse de nuestro Querer él salió de dentro de Él, pero sus actos humanos hechos en nuestro Querer quedaron como prenda y derecho del hombre, y como principio y fundamento de un reino divino que él adquiría; en la Divina Voluntad, lo que se hace en Ella es imborrable, Dios mismo no puede cancelar un solo acto de la criatura hecho en el Fiat Supremo. Ahora, siendo Adán el primer hombre creado, era como consecuencia, siendo él como la raíz, el tronco de todas las generaciones humanas, que ellas heredaran, casi como ramas, lo que poseyera la raíz y el tronco del árbol del hombre; y así como todas las criaturas, como por naturaleza heredaron el germen del pecado original, así heredaron los primeros actos suyos hechos en nuestro Querer, que constituyen el principio y el derecho del reino de nuestro Querer Divino para las criaturas. Para confirmar esto vino la humanidad de la Virgen Inmaculada a obrar y a seguir los actos de Adán, para cumplir por completo el reino de la Divina Voluntad, para ser la primera heredera de un reino tan santo y para dar los derechos a sus queridos hijos de poseerlo; y para completar todo esto vino mi Humanidad que poseía en naturaleza mi Divina Voluntad, lo que Adán y la Soberana Reina poseían por gracia, para confirmar con el sello de sus

actos este reino de la Divina Voluntad. Así que este reino existe en realidad, porque humanidades vivientes han formado sus actos en Ella, como materiales necesarios para formar este reino, para dar el derecho a las otras humanidades de poseerlo. Y para confirmarlo mayormente enseñé el Padre Nuestro, a fin de que con la plegaria se dispusieran y adquirieran los derechos para recibirlo, y Dios se sintiera como con el deber de darlo. Con enseñar el Padre Nuestro, Yo mismo ponía en sus manos el derecho de recibirlo, y me empeñaba en dar un reino tan santo, y cada vez que la criatura recita el Padre Nuestro adquiere una especie de derecho de entrar en este reino, primero porque es oración enseñada por Mí, que contiene el valor de mi oración; segundo, porque es tanto el amor de nuestra Divinidad hacia las criaturas, que ponemos atención en todo, registramos todo, incluso los más pequeños actos, los santos deseos, las pequeñas oraciones, para corresponderlos con grandes gracias; podemos decir que son pretextos, ocasiones que vamos buscando para decirle: ‘Tú has hecho esto, y Nosotros te damos esto, tú has hecho lo pequeño, y Nosotros te damos lo grande.’ Por eso el reino existe, y si tanto te he hablado de mi Divina Voluntad, no ha sido otra cosa que los preparativos de tantos siglos de mi Iglesia, las oraciones, los sacrificios y el continuo recitar el Padre Nuestro lo que ha inclinado a nuestra bondad a escoger una criatura para manifestarle los tantos conocimientos sobre nuestra Voluntad, sus grandes prodigios, así vinculaba mi Voluntad a las criaturas dándoles nuevas prendas de su reino. Y conforme tú escuchabas y tratabas de modelarte a mis enseñanzas que te daba, así formabas nuevos vínculos para vincular a las criaturas en mi Voluntad.
(3) Tú debes saber que Yo soy el Dios de todos, y cuando hago un bien no lo hago jamás aislado, lo hago a todos, a menos que, quien no quiere tomar, no toma, y cuando una criatura me corresponde Yo la veo no como una sola, sino perteneciente a toda la familia humana, y por eso el bien de una viene comunicado a las otras. Ahora, sí existe el reino, humanidades que han vivido lo han poseído y han hecho vida en él, y ahora mi Voluntad quiere reinar en medio de las criaturas, mis mismos conocimientos lo dicen claramente, ¿cómo entonces tú piensas que es imposible que venga este reino? Para Mí todo es posible, me serviré de las mismas tempestades y de nuevos sucesos para preparar a aquellos que deben ocuparse en hacer conocer mi Voluntad. Las tempestades sirven para purificar el aire malo, y también para quitar cosas nocivas; por eso Yo dispondré el todo, sé hacer todo, tengo los tiempos a mi disposición. Por eso deja hacer a tu Jesús, y verás cómo mi Voluntad será conocida y cumplida”.

+ + + +

29-25
Julio 2, 1931

La Divina Voluntad tiene virtud de convertir en naturaleza el bien que se hace. El regreso de las obras a su Creador. La Creación tiene un acto determinado, la criatura un acto creciente.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad para seguir sus actos, y habiendo llegado al punto donde el Celestial Niño se encontraba en Egipto, y la Celestial Mamá arrullándolo trataba de hacerlo dormir, y al mismo tiempo se ocupaba con sus manos maternas de hacer la ropita al divino Niño, yo uniéndome con su Mamá hacía correr entre sus dedos y en el hilo, mi ‘te amo’ a Jesús, para hacer formar y tejer la ropita junto con mi ‘te amo’, y sobre el pie de la Reina que movía la cuna ponía el mío, para poder también yo arrullar a Jesús y hacerle lo que le hacía su Mamá. Y mientras esto hacía, el Celestial Niño entre la vigilia y el sueño decía: ‘Mis dos Mamás.’ Entonces yo, recordando esto que está escrito en el volumen 24, pensaba entre mí: ¿Pero repite todavía mi querido Jesús las dulces palabras, mis dos Mamás? Después de una tempestad tan terrible, que como granizada devastadora ha golpeado mi pobre alma, quién sabe cuántos defectos he

cometido, Jesús no sentirá más aquel tierno amor de decir tan dulcemente, mis dos Mamás. Y mientras esto pensaba, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú no has cesado de repetir, de unirte con nuestra Mamá Celestial, de arrullarme, de poner tu ‘te amo’ para Mí en lo que Ella hacía, ¿podría Yo cesar de decir: ‘Mis dos Mamás’? En tal caso sería menos que tú en el amarte, mientras que Yo no me dejo superar jamás por el amor de la criatura; y no solo esto, sino que tú debes saber que todo lo que la criatura hace en mi Voluntad, Ella tiene la virtud de convertir en naturaleza el bien que hace, y el verdadero bien, por naturaleza, no se pierde jamás, ni hay cansancio en repetirlo cuantas veces se quiere, ¿acaso te cansas de respirar o latir? Porque está en la naturaleza, es más, si no quieres hacerlo debes hacer un esfuerzo, pero un esfuerzo que si lo pudieras hacer te costará la vida. Y es éste el más grande prodigio de mi Voluntad, convertir en naturaleza la plegaria, el amor, la santidad, sus conocimientos, y Yo cuando veo que la criatura se ha dado en poder de mi Voluntad, pero tanto que Ella ha podido cambiar en naturaleza los bienes divinos, mis palabras resuenan en el alma con mi potencia creadora y dan en naturaleza la maternidad, y ¿cómo puedo no repetir, mis dos Mamás? Cuando Yo hablo es realidad lo que digo, ¿no es acaso verdadero que mi Mamá es mi Madre según el orden natural, y me es también Madre en el orden divino en virtud de la Voluntad Divina que Ella poseía? Si Ella no poseyera mi Querer no podía ser mi Madre en el orden humano, ni en el orden divino. ¡Oh! cuántas cosas sabe hacer en quien se hace dominar por Ella, sabe hacer descender el orden divino en el humano, y convierte en naturaleza el orden divino, y con eso hace tantos prodigios de sorprender Cielo y tierra, por eso hazte dominar por mi Voluntad, y Yo haré resonar en ti mi dulce palabra: Mi querida mamá que mi Fiat me tiene sobre la tierra”.
(3) Después de esto, seguía al Fiat Divino en la Creación y decía entre mí: “Quiero entrar en el sol para vaciarlo del amor que Dios puso en él por amor de las criaturas, y sobre las alas de su luz volverlo a llevar a mi Creador como correspondencia de mi amor; quiero vaciar el viento, para llevarle la correspondencia del amor impetuoso, del amor gimiente, dominante, a fin de que impere sobre el corazón divino para arrebatarle el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra; quiero vaciar el cielo del amor que contiene para volver a darle el amor que no termina jamás, que jamás dice basta, para tomarlo por todos lados y llevarle la correspondencia de amarlo por todas partes y en todos”. Pero, ¿quién puede decir todos los disparates que decía en cada cosa creada? Sería muy largo, por eso no continúo. Y mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija de mi Voluntad, cómo me es agradable el alma que entra en mi Querer para encontrar en Él todas mis obras, y sobrevolando de una cosa creada a la otra, hace con su pequeña capacidad sus cálculos para encontrar cuánta dosis de amor, de bondad, de potencia, de belleza, y otras cosas más he puesto en cada cosa creada, y como quien está en mi Voluntad lo que es mío es suyo, lo abraza todo y me lo lleva a mi seno, lo pone a mi alrededor como correspondencia de su amor, y Yo me siento regresar el amor que sacamos al crear toda la Creación, la bondad, la potencia, la belleza con que adornamos toda la Creación, y en nuestro énfasis de amor decimos: ‘La hija de nuestra Voluntad nos regresa nuestras obras, nuestro amor, nuestra bondad, y lo demás, y al mismo tiempo que nos las regresa las deja en su puesto’. Y nos sentimos repetir la alegría, la felicidad, como si de nuevo pusiéramos fuera toda la Creación. Ahora, tú debes saber que al crear todo el universo, la variedad de tantas múltiples cosas, pusimos un acto determinado, un basta a cada cosa, de manera que no pueden sobrepasar ningún límite del como fueron creadas, pero aunque fue un acto determinado y no pueden ir más allá, pero fue un acto pleno, tanto, que las criaturas no pueden, ni tienen la capacidad de tomar todo el bien que cada cosa creada contiene. Tan es verdad, que ¿quién puede decir?: Yo puedo tomar toda la luz del sol, el cielo no basta sobre mi cabeza, no me alcanzan todas las aguas para quitarme la sed, la tierra no es suficiente bajo mis pies, y tantas otras cosas, y esto porque nuestra Divinidad al hacer un acto, al crear las cosas, es tanto nuestro amor, la sobreabundancia que poseemos, que ponemos la suntuosidad, el lujo, la magnificencia, ninguna obra nuestra se puede decir que es pobre, todas llevan con ostentación, quién un

lujo de luz, quién hace ostentación de belleza, quién de variedad de colores y más, parece que dicen en su mudo lenguaje: ‘Nuestro Creador es inmensamente rico, bello, poderoso, sabio, y por eso todas nosotras como obras dignas de Él, hacemos derroche de lujo en el oficio dado a nosotros por Dios”.
(5) Ahora hija mía, no fue así al crear al hombre, en él no fue puesto un acto determinado, sino un acto siempre creciente, nuestro amor no quiso decir un basta al hombre, habría sido como obstaculizar nuestro amor, detener nuestro arrebato, no, no, nuestro basta no se pronunció en la creación del hombre, no puse un límite, sino un acto siempre creciente, dejando casi a su elección hasta donde quería llegar, poniendo a su disposición nuestro acto creciente a fin de que nuestro desahogo de amor no tuviera un término, sino que pudiera hacer ostentación de lujo, de gracia, de santidad, de belleza, de bondad y demás, por cuanto más le agradara; atábamos nuestro acto creciente a su libre voluntad, para que no tuviera ningún obstáculo para hacer cuanta más ostentación pudiera. Y para hacer que este nuestro acto creciente tuviera en el hombre todas las ayudas posibles e imaginables, le dábamos también nuestra Voluntad Divina a su disposición, para que pudiera mantener a sus expensas todo el lujo que quisiera, y la sobreabundancia de los bienes de su Creador. Nuestro amor no quiso decir basta al hombre, decirle, hijo nuestro, hasta aquí puedes llegar; no, no, habría sido como si un padre quisiera decir a su hijo: ‘Hasta tal día te sentarás en mi mesa, y después basta’. Esto no sería amor de paternidad sino de autoridad; que el hijo pueda poner un término de recibir los alimentos de su padre, puede darse, pero que el padre le diga que estará en ayunas, no lo hará jamás. Así es nuestra bondad, jamás diremos basta a la criatura, nuestro acto creciente le servirá de alimento continuo para crecer siempre y conservarse, y si ingrata no se servirá de nuestro acto creciente, don grande dado por su Creador, tendremos el dolor de ver a nuestro querido hijo en ayunas, pobre, y nuestro acto obstaculizado y sin vida, y cambiará nuestro arrebato de amor en arrebato de dolor. Por eso si quieres que nuestro acto creciente tenga vida en ti, no salgas jamás de nuestra Divina Voluntad, la cual será celosa de hacerte crecer siempre, siempre”.

+ + + +

29-26
Julio 6, 1931

El libro del Fiat en el fondo del alma. El libro del Fiat en la Creación. La Divina Voluntad tiene bajo la lluvia de su acto continuo a todas las criaturas.

(1) Mi pobre mente parece que no sabe hacer otra cosa que pensar en la Divina Voluntad, en cada cosa que veo voy encontrando su Vida, y haciendo esto en lo interno, en lo externo no encuentra otra cosa que aquel Fiat Divino que tanto la ama y quiere amor. Siento la necesidad de encontrarla en todas las cosas para respirarla, para sentir su latido de luz que como sangre circula en el alma, y se constituye vida primaria de mi pobre ser, y donde no sé encontrarla me siento que me falta un latido continuo, una bocanada de aire para facilitar la Vida de la Divina Voluntad en mi alma. Y rogaba a Jesús que me enseñara a encontrarla en todas las cosas, para hacer que en mí jamás pudiera faltar su Vida perenne. Y mi sumo Bien Jesús con toda bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien hace mi Voluntad y vive en Ella, forma en su alma el libro del Fiat Divino, pero este libro debe de estar lleno, no vacío, o bien alguna página escrita, si no está lleno terminará pronto de leerlo, y no teniendo qué leer se ocupará de otra cosa, y entonces la Vida de mi Divina Voluntad será interrumpida y como destrozada en la criatura. En cambio si está lleno, tendrá siempre qué leer, y si parece que termina Yo agregaré otras páginas más sublimes para hacer que jamás le falte la vida, el conocimiento siempre nuevo y el alimento sustancioso de mi Querer Divino. Así que el interior debe ser como tantas

páginas para formar este libro: Página la inteligencia, página la voluntad y la memoria, página el deseo, el afecto, el latido, página la palabra que debe saber decir lo que ha leído, de otra manera quedará un libro que no hará bien a ninguno, mientras que quien hace un libro, su primer objetivo es propagarlo. Por eso todo el interior debe estar escrito de páginas de mi Divina Voluntad, y debe estar tan lleno este libro, de no poder encontrar otra cosa que leer sino sólo mi Voluntad. Ahora, cuando el alma tiene lleno su libro interior, conocerá muy bien el libro exterior de la Divina Voluntad; toda la Creación no es otra cosa que un libro de Ella, cada cosa creada es una página que forma un libro grandísimo y de muchos volúmenes. Por eso habiendo formado su libro interior y habiéndolo leído muy bien, sabrá leer muy bien el libro exterior de toda la Creación, y en todas las cosas encontrará mi Divina Voluntad en acto de darle su Vida, sus lecciones altísimas y sublimes, y su alimento exquisito y santo. Sucederá a quien ha formado en su interior este libro del Fiat Divino y leído muy bien, como a quien ha poseído un libro, lo ha leído y releído, ha estudiado bien las cosas más difíciles, ha superado todas las dificultades, dilucidado los puntos más oscuros, de manera que ha consumido su vida sobre aquel libro, si una persona le diera otro libro similar, lo sabrá leer con certeza y reconocerá en aquel libro al suyo. Mucho más que mi Divina Voluntad ha encerrado a la criatura en su cerco santísimo, y ha puesto en el fondo del alma el libro de su Fiat, y en la Creación ha repetido su libro divino, de modo que uno hace eco en el otro y se entienden admirablemente. Por esto es necesario reconocer el libro del Fiat Divino en el fondo de la propia alma, leerlo muy bien para hacer de él vida perenne, y así con facilidad podrá leer las bellas páginas y el gran libro de mi Voluntad de toda la Creación”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Querer Divino tiene su acto continuo que no cesa jamás de derramar sobre todas las criaturas su acto continuo y de investirlas con su acto de luz continuo, de santidad, de belleza, de amor, de ayuda, de potencia, de felicidad; es tanto su amor que un acto no espera al otro y a torrentes, más que tupida lluvia, se derraman sobre todas las criaturas. Este acto continuo es reconocido y recibido por todos los habitantes de la Patria Celestial, de modo que forma la siempre y nueva sorpresa de alegrías inefables y de felicidad sin fin, se puede decir que forman la vida y la sustancia de la bienaventuranza de todos los bienaventurados. Ahora, como mi Divina Voluntad posee en naturaleza este acto continuo, no puede ni quiere cambiar régimen, así como da en el Cielo este acto continuo de bien, así lo da a toda la Creación y a todas y a cada una de las criaturas, para que todos reciban vida de este su acto continuo; si éste cesara, cesaría la vida de todos, a los más puede haber cambio de efectos, porque obra según las disposiciones de cada uno, y por eso su mismo acto continuo, en quién produce un efecto, en quién otro, y quién, desgraciadamente mientras está bajo la lluvia de este acto continuo de luz, de santidad, de belleza, y de otras cosas, no queda ni siquiera bañado, ni iluminado, ni santo, ni bello, y convierte en sí mismo el acto continuo de bien en tinieblas, en pasiones e incluso también en pecado. Pero con todo esto mi Querer no cesa jamás su acto continuo de hacer llover sus bienes divinos sobre todos, porque se encuentra en las condiciones en que se encuentra el sol, que a pesar de que los seres humanos no quisieran recibir su luz, ni árboles, ni plantas, ni flores, a los que podría comunicar los admirables efectos que contiene su acto de luz continuo, es decir, de dulzura, sabor, el bello arco iris de todos los colores, continuaría su acto de dar siempre luz; pero si el sol tuviera razón, lloraría con lágrimas de luz ardiente por el dolor de ver en la gran rueda de su luz todos los bienes que en realidad da, pero no son recibidos. Más que sol es mi Querer Divino, tiene envuelto en su luz infinita a todos y a todo, su naturaleza es de querer siempre dar, y de hecho da; si todos tomasen todos serían santos, el mundo se cambiaría en felicidad, pero con sumo dolor sus bienes no son recibidos, sino rechazados en su misma luz, pero no se detiene, con amor tierno e insuperable continúa su acto continuo de dar lo que su luz posee”.

+ + + +

29-27
Julio 13, 1931

El movimiento es signo de vida. El pasaporte para entrar en el reino de la Divina Voluntad; el lenguaje y el ciudadano de él. La pacificadora entre Dios y la criatura

(1) Estaba siguiendo mis actos en la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “¿Cómo se puede saber si reina en la criatura el Fiat Divino y en mi pobre alma, o lo bien o mal que Él reina?” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “El movimiento es la señal de vida, donde no hay movimiento no puede haber vida. Por lo tanto para conocer si la criatura posee mi Voluntad, es si en lo íntimo de su alma siente como primer movimiento de todo lo que se desarrolla en ella, solamente mi Voluntad, porque siendo Ella movimiento primario, donde reina hará sentir su primer movimiento divino, del cual penden todos los actos internos y externos, como del centro del primer movimiento de mi Divina Voluntad. Por este motivo será el primer movimiento, la palabra de orden, el comandante, el regidor, de modo que cada acto estará a la expectativa de recibir el primer movimiento para moverse y obrar. Por esto, si la criatura siente en sus actos el primer movimiento de mi Querer, es señal de que reina en su alma; pero si en cambio siente en su primer movimiento el fin humano, el propio placer, las satisfacciones naturales, el gusto de agradar a las criaturas, mi Voluntad no sólo no reinará, sino que de Reina hará de sierva, sirviéndola en sus actos, porque no hay acto que pueda hacer la criatura si mi Divina Voluntad no concurre, ya sea dominándola o sirviéndola.
(3) Ahora tú debes saber hija mía, que el pasaporte para entrar en mi reino es la voluntad resuelta de no hacer jamás la propia voluntad, incluso a costo de la propia vida y cualquier sacrificio. Este acto decidido y verdadero, es como la firma que pone sobre el pasaporte para partir al reino de mi Divina Voluntad, y mientras la criatura firma para partir, Dios firma para recibirla; esta última tendrá tanto valor que todo el Cielo irá a su encuentro para recibirla en el reino del Fiat Divino en el cual ellos viven, y serán todo ojo sobre esta criatura que desde la tierra tiene por vida y por reino la misma Voluntad que ellos tienen en el Cielo. Pero no basta el pasaporte, sino se debe estudiar la lengua, los modos, las costumbres de este reino divino, y éstos son los conocimientos, las prerrogativas, las bellezas, el valor que contiene mi Voluntad, de otra manera estaría como extranjera, no tomaría amor ni sería amada; si no se sacrifica en estudiar para poder hablar con este mismo lenguaje, y no se adapta a las costumbres de aquellos que viven en este reino tan santo, vivirá aislada, porque no entendiendo la apartarán, y el aislamiento no hace feliz a ninguno. Además se necesita pasar del estudio a la práctica de lo que se ha aprendido, y después de una larga práctica, al final viene declarada ciudadana del reino de mi Divina Voluntad, y entonces disfrutará todas las felicidades que hay en un reino tan santo, es más, serán propiedad suya, y adquirirá el derecho de vivir en él como en su patria”.
(4) Después de esto ha agregado: “Hija mía, quien vive en mi Querer se convierte en la pacificadora entre Dios y las criaturas, todos sus actos, palabras, pasos, sus plegarias, sus pequeños sacrificios, son como tantos vínculos de paz entre el Cielo y la tierra, son como armas pacificadoras que combaten a su Creador con armas de paz y de amor para desarmarlo y hacerlo propicio, y cambiar los flagelos en misericordia. Y como la humana voluntad formó la guerra para guerrear a Aquél que la había creado, y no solo esto, sino que rompió el acuerdo, el orden y la paz, entonces mi Querer, con la fuerza de su Omnipotencia reinando en la criatura, convierte lo que la criatura hace en vínculos de acuerdo, de orden, de paz y de amor. Así que de ella sale como una nubecita blanca, que elevándose se expande y se eleva hasta el trono divino, y prorrumpiendo en tantas voces por cuantos actos ha hecho dice: ‘Gran Dios, paz te llevo de la tierra, y Tú dame tu paz para llevarla como vínculo de paz entre Tú y las generaciones humanas’. Esta nubecita

sube y desciende, desciende y sube y hace el oficio de pacificadora entre el Cielo y la tierra”.

+ + + +

29-28
Julio 17, 1931

Lluvia benéfica. Creación continua de la Divina Voluntad; orden externo e interno de Ella. La criatura es llevada en sus brazos.

(1) Me sentía toda inmersa en el Fiat, su aire es tan dulce, refrescante, que se siente a cada instante renacer a nueva vida; ¿pero qué cosa se respira en este aire del Querer Divino? Se respira aire de luz, de amor, de dulzura, de fortaleza, de conocimientos divinos, y así de lo demás, de manera que se siente renovada a vida nueva; este aire benéfico y balsámico, conforme se respira así hace crecer la Vida Divina en la criatura, y como cuando se respira el aire, con el respiro se encierra dentro, y con repetir el respiro se pone fuera, porque es tanta la fuerza del aire, que se puede tener dentro cuanto basta para vivir, lo que sobra, con el mismo respiro se debe poner fuera, ¿pero qué cosa pone fuera? Lo que ha recibido después que se ha llenado; amor, luz, bondad ha respirado, amor, luz, bondad da. Pero mientras mi pobre mente se perdía en este aire divino, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todos los actos buenos que hace la criatura en mi Divina Voluntad se elevan a Dios, porque Ella tiene la potencia divina para atraer arriba, a la patria celestial lo que se hace en su Querer, y después con su misma potencia lo hace descender como lluvia benéfica sobre la misma criatura, de manera que si la criatura ama, bendice, adora, agradece, alaba, Dios la corresponde con nueva lluvia de amor, de bendiciones, lluvia de agradecimientos, porque se ha sentido amar y agradecer por la criatura, y prorrumpiendo en lluvia de alabanzas, la alaba frente a toda la corte celestial. ¡Oh! cómo nuestra bondad divina está esperando las adoraciones, el agradable te amo de la criatura, para poder dar a nuestro amor el desahogo de poder decirle: ‘Hija, te amo’. Por eso no hay acto que la criatura haga por Nosotros, en que nuestra ternura toda paterna no le dé la correspondencia multiplicada”.
(3) Después continuaba mis actos en el Fiat Divino, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la criatura es llevada en brazos por mi Divina Voluntad, y es tanto su amor, que le tiene a su alrededor toda la Creación, como si en acto la estuviera siempre, siempre creando para darle placer y hacerla feliz y decirle: ‘Mi fuerza creadora mantiene toda esta máquina del universo, si Ella se retirara, el sol como por encanto desaparecería, el cielo y todas las otras cosas se resolverían en la nada, como de la nada salieron, así que mi potencia creadora mantiene el crearla continuamente, y puede decir con toda certeza, propiamente por ti estoy creando el sol para que tu vida, tu camino fueran esparcidos de luz, por ti el cielo azul, a fin de que tu ojo se extienda y se deleite en su extensión, todo estoy creando por ti, mantengo todo en orden porque te amo’. Mi Divina Voluntad se hace Vida en acto de todas las cosas, las sostiene y conserva, las pone en torno a la criatura para hacerla sentir en todas las cosas y por todas partes su Vida inamovible, su fuerza inmutable, su amor invencible. Se puede decir que la estrecha por todas partes como triunfo de su amor. Y no sólo mantiene el orden externo y todas las cosas en acto, como si las estuviera creando, sino que mantiene internamente con su fuerza creadora todo el orden interno de la criatura, así que está siempre en acto de crear el latido, el respiro, el movimiento, la circulación de la sangre, la inteligencia, la memoria, la voluntad; corre como vida en el latido, en el respiro, en todo, sostiene y conserva sin jamás retirarse del alma y del cuerpo. Ahora, no obstante que mi Suprema Voluntad es todo, hace todo, da todo, no es reconocida, más bien olvidada; podría decir como Yo dije a los apóstoles: ‘Hace tanto tiempo que estoy con ustedes y no me conocen todavía’. Tratan de conocer tantas cosas

que no forman la vida de la criatura, y mi Voluntad que forma la vida y es acto continuo de vida, de otra manera no podría vivir, no la conocen en nada. Por eso hija mía sé atenta, reconócela en ti y fuera de ti, en todo, más que tu misma vida, y sentirás cosas admirables, su acto continuo que con amor incansable te ama, y sólo porque te ama te da la vida”.

+ + + +

29-29
Julio 23, 1931

Fecundidad de luz. La Creación, fiesta de Dios y de la criatura. La Divina Voluntad régimen y regla.

(1) Estoy de regreso en los brazos del Fiat Divino, me parece que su luz inmensa corre como mar a mi alrededor, y conforme yo hago mis actos de amor, de adoración, de agradecimiento, tomo de dentro de esta luz, el amor que posee la Divina Voluntad, pero tomo cuanto puedo tomar, porque como criatura no me es dado el tomarlo todo, pues es inmenso y yo no tengo ni capacidad ni espacio donde encerrar este amor interminable, sin embargo me lleno toda, de modo que a pesar de que soy criatura, mi amor hacia quien me ha creado es pleno y total; así mi adoración, porque los actos hechos en el Querer Divino deben poseer tal plenitud, que la criatura debe poder decir: “Mi ser se ha resuelto todo en amor, en adoración, nada me ha quedado”. Y el Creador debe poder decir: “Todo el amor que podía darme me ha dado, nada se ha quedado para sí”. Ahora, conforme hacía mis pequeños actos en este mar se formaban las pequeñas olas, que descargándose en mi inteligencia se cambiaban en luz de conocimientos sobre la Divina Voluntad. Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad tiene siempre qué hacer con la luz, jamás con las tinieblas; y como la luz es fecunda, da a luz en el alma las verdades que ella posee. La virtud de la luz es maravillosa y milagrosa, y mientras que al mirarla no se ve otra cosa que luz, por dentro posee la plenitud de los bienes, pero comunica estos bienes no a quien sólo la ve, sino a quien se hace tocar, modelar, estrechar, besar con sus besos ardientes; conforme toca purifica, conforme modela transforma, conforme estrecha así encierra su luz en el alma, y con su fecundidad que no sabe estar jamás ociosa, su trabajo es incesante, comunica el bello arco iris de los colores y bellezas divinas, y con sus besos infunde las verdades más bellas y los secretos inefables de su Creador. Vivir en la luz de mi Divina Voluntad y no estar al día de las cosas divinas, de nuestros secretos, no sentir la virtud fecundadora de esta luz, sería como si Dios quisiera hacer vida separada de su criatura; en cambio fue este el único objetivo, que queremos que nuestra Voluntad sea también la de la criatura, porque queremos hacer vida junto y permanente con ella. Por eso sería absurdo vivir en mi Querer y no sentir la fecundidad de los bienes que esta luz posee, la cual es la de hacer vivir del mismo Dios a la criatura”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, por eso en la Creación hubo tantos preparativos, como preparación a una de las más grandes fiestas solemnes, que nuestra Divinidad quería solemnizar con la criatura; desde el principio de su existencia, ¿qué cosa no preparamos para hacer que esta fiesta fuera una de las más solemnes? Cielos tapizados de estrellas, sol resplandeciente de luz, vientos refrescantes, mares, flores y frutos encantadores con la variedad de tantos sabores y dulzuras. Después de haber preparado todo creamos al hombre para que festejara, y Nosotros junto con él; era justo que el Señor de la fiesta, que con tanto amor la había preparado, asistiera y gozara junto con él. Mucho más que la sustancia de la fiesta la forman la compañía de los invitados que se quisieron en la fiesta, y para hacer que esta fiesta no fuera jamás interrumpida entre Nosotros y el hombre, le dábamos nuestra misma Voluntad que regulaba nuestro Ser Divino, a fin de que uno fuera el régimen y la regla entre Dios y la criatura. En cuanto el hombre se sustrajo de nuestra Voluntad, perdió nuestro régimen y nuestra regla, y terminamos de festejar por

ambas partes. Por eso, conforme tú haces tus actos en Ella y nos recuerdas todo lo que hicimos en la Creación para preparar nuestra fiesta a la criatura, sentimos que nuestro Fiat es tu régimen y tu regla, esto nos ata y estrecha de nuevo y nos forma la nueva fiesta, y nos hace repetir la de la Creación”.
(4) Y yo: “Mi amado Jesús, por cuanto más quiero vivir en tu Querer y morir antes que no hacer tu Santísima Voluntad, sin embargo me siento mala, sucia, entonces ¿cómo puedo repetirte esta fiesta? Y Jesús ha respondido:
(5) “Es tanto nuestro amor por quien está decidida a vivir en Ella y hacerla siempre, que se hace pincel de luz, y pintando con su toque de luz y calor, purifica a la criatura de cualquier mancha, a fin de que no se avergüence en nuestra presencia adorable, y la pone con toda confianza y amor a festejar junto con Nosotros. Por eso déjate pintar por mi Divina Voluntad, aun a costa de sufrir cualquier pena, y Ella pensará en todo”.

+ + + +

29-30
Julio 27, 1931

El gran mal de quien no hace la Divina Voluntad. Ejemplo de Adán, interesantísimo.

(1) Mi abandono en el Santo Querer Divino continúa, y comprendía el gran bien que mi pequeña alma sentía al vivir en poder de un Querer tan Santo. Él tiene tal celo, la ama tanto, toma empeño de todo, incluso de las cosas más pequeñas de esta criatura, que parece que dice: “Ninguno me la toque, y hay de quien se atreva”. Entonces yo pensaba: Me ama tanto, y yo ¿he tenido alguna vez la gran desventura de oponerme a una Voluntad tan amable y adorable? Yo dudo fuertemente, en especial en este último periodo de mi existencia, en lo que he pasado, que haya habido alguna ruptura entre mi voluntad y la Voluntad Divina. Y mientras mi pobre mente estaba afligida por la triste duda, mi dulce Jesús, no soportando el verme angustiada, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, ánimo, aleja de tu mente toda duda y angustia, porque éstas te debilitan y te hacen interrumpir el vuelo hacia aquel Querer que tanto te ama; es verdad que ha habido reflexiones, miedos, faltas de pleno abandono, de modo que tú sentías el peso de tu voluntad como si quisiera salir en campo para hacer su camino, y te volvía como una niña pequeña que teme de todo, tiene miedo de todo, y tanto, que frecuentemente llora, y Yo te tenía estrechada entre mis brazos para sostenerte, y vigilaba más que nunca tu voluntad para tenerla segura. Por eso hija, verdaderas rupturas entre mi Divina Voluntad y la tuya no hay, ni ha habido, y si, jamás sea, esto hubiera sido, el Cielo te libre hija mía, habrías incurrido en la misma desgracia de Adán. De cuántos preparativos no fue precedida su existencia, nuestro amor no se daba paz, ponía fuera el cielo y el sol, un agradable jardín y tantas otras cosas, todos actos preparatorios como desahogo de nuestras obras por amor de este hombre, y al crearlo se vertió nuestra Vida Divina en él, haciéndose vida permanente de éste, de manera que nos sentía dentro como vida perenne, y nos sentía fuera en nuestras obras creadas por amor suyo. Nuestro amor fue tanto, que se hizo revelador de nuestro Ser Divino en el interior del hombre, porque había establecido nuestra Vida permanente en él, y revelador por fuera, de modo que cada cosa creada era una revelación de nuestro amor que le hacía. Mucho más que en la Creación le fueron dados al hombre, tanto nuestra Vida como todas las cosas creadas de manera permanente, no a intervalos. Un bien, hoy sí y mañana no, es un amor roto, y la naturaleza de nuestro amor no se adapta a un amor interrumpido, Él es eterno y jamás dice basta. Así que Adán en cuanto rompió con nuestra Voluntad Divina, se jugó toda la Creación y también nuestra Vida en él; es tan grande la ofensa de sustraerse de nuestra Divina Voluntad, que ponemos a un lado todos nuestros preparativos, el gran bien que habíamos puesto fuera, y nos retiramos del hombre, y con Nosotros queda ofendida toda la Creación.

Así que en cuanto Adán formó la ruptura con nuestra Voluntad, se ofendió el cielo, las estrellas, el sol, el aire que respiraba, el mar, la tierra que pisaba, todos se sintieron ofendidos, porque mi Divina Voluntad es como latido y circulación de sangre de todas las cosas creadas, por eso todos sintieron el dolor de la ruptura del querer humano, sintiéndose tocar el latido del que recibían vida y conservación. Ahora, si jamás sea, hubiera habido ruptura de voluntad entre la tuya y la mía, habría hecho a un lado mis tantos preparativos hechos en tu alma, mis tantas gracias derramadas y me habría retirado haciéndote a un lado. Si continúas oyéndome es señal de que mi Voluntad está firme en ti, y la tuya está en su puesto.
(3) ¡Si tú supieras qué significa no hacer mi Divina Voluntad! La criatura trataría de impedir y de hacer morir aquel movimiento que jamás termina, y dar muerte a los actos santos que mi Voluntad Divina ha establecido cumplir en la criatura. Ella quiere dar Vida Divina, y mientras está por darla, si la voluntad humana no la recibe y se opone, se hace cuchillo para matar y sofocar esta Vida Divina en su alma; parece que sea nada el no hacer mi Voluntad, mientras que es todo el mal de la criatura, es la ofensa más grande para nuestra Majestad Suprema. Por eso sé atenta, y tu abandono en Ella sea continuo.

+ + + +

29-31
Agosto 3, 1931

Cada acto hecho en el Querer Divino forma el alimento para hacer crecer la Vida Divina en la criatura. El
don más grande que hace Dios: “La verdad.”

(1) Estoy siempre ahí, en el centro del Fiat Divino, si bien bajo la opresión de la privación de mi dulce Jesús, ¡oh! cómo es doloroso sentirse huir a aquel Jesús que me ama y amo, y que formando mi vida de fuerza, de amor, de luz, huye de dentro de mi vida su Vida de amor, de fuerza, de luz. ¡Oh Dios, qué pena, sentir la vida, pero la verdadera Vida no está, qué tortura, qué tormento! ¡Oh, cómo siento el deseo de repetir: “No hay dolor similar a mi dolor, cielo y tierra lloren conmigo, y todos imploren el regreso de aquel Jesús que me ama y amo!” Entonces me abandonaba más que nunca en aquel Fiat Divino que ninguno me puede quitar, ni siquiera el mismo Jesús; si Él se esconde, se me escapa, pero su Querer Divino jamás me deja, está siempre conmigo, y mi pobre mente gira entorno a todo lo que el Fiat Divino ha hecho y hace por amor nuestro, y como pensaba en su gran amor al crearnos, mi amado Jesús saliendo de su escondite me ha dicho:
(2) “Hija mía, la creación del hombre fue el centro donde nuestra Divinidad concentraba todos los bienes que debían surgir en la criatura, poníamos en ella Vida Divina y Voluntad Divina, vida humana y voluntad humana; la vida humana debía servirnos de habitación, y las dos Voluntades fundidas juntas debían hacer vida en común, con sumo acuerdo, más bien la voluntad humana debía tomar de la nuestra para formar sus actos, y la nuestra debía estar en acto continuo de dar de lo suyo para hacer que la voluntad humana quedase modelada y toda uniformada en la Divina Voluntad. Ahora, no hay vida, tanto humana, espiritual y Divina, que no tenga necesidad de alimento para crecer, para fortalecerse, embellecerse y felicitarse. Nosotros poníamos nuestra Vida Divina en el hombre porque era incapaz de recibir toda la plenitud de nuestro Ser Divino, pusimos en él cuanto podía contener de nuestra Vida, dándole libertad de hacerla crecer cuanto más pudiera y quisiera, pero nuestra Vida en el hombre, para crecer, tenía necesidad de alimento, he aquí la necesidad de poner en él una Voluntad Divina; nuestra Vida Divina no se habría adaptado a alimentos de voluntad humana. Por esto todos los actos de la criatura hechos en virtud, y en nuestra Voluntad Divina, servirían para alimentar y hacer crecer nuestra Vida Divina en ella, de modo que conforme iba haciendo sus actos en nuestro Fiat, ahora tomaba nuestro amor y nos alimentaba, ahora tomaba nuestra fuerza, ahora nuestra

dulzura infinita, ahora nuestras alegrías divinas para alimentarnos. Qué orden, qué armonía poníamos al crear al hombre entre él y Nosotros, hasta pedirle nuestros mismos alimentos por medio suyo, no porque tuviéramos necesidad, no, sino para mantener el ímpetu de amor, la correspondencia, la unión inseparable entre él y Nosotros; y mientras él se ocupaba de Nosotros, Nosotros nos ocupábamos de alimentarlo a él y de conservar nuestra amada habitación, y no sólo eso, sino que le dábamos otros dones más bellos para hacerlo más feliz, amarlo de más y hacernos amar más. ¿Pero quieres saber tú cuáles son nuestros dones más bellos que dimos a la criatura? Manifestarle un conocimiento de nuestro Ser Supremo, una verdad que nos pertenece, un secreto nuestro, esto es el don más bello que les hacemos; cada uno de estos dones es un vínculo de más que ponemos entre ella y Nosotros, cada verdad nuestra es una propiedad que ponemos en su alma. Es por esto que en el alma donde reina nuestra Voluntad, encontramos nuestros alimentos divinos, nuestras propiedades por cuanto a criatura es posible, nuestra habitación, por tanto nos encontramos en nuestra casa, en nuestro centro, en medio de nuestras propiedades. Mira entonces qué significa hacer reinar nuestra Voluntad y el gran bien de hacerte conocer nuestras verdades, cada conocimiento nuestro lleva cada uno un don distinto: Quién lleva la luz, quién la fuerza, quién la bondad, quién la sabiduría, quién el amor, y así de lo demás, cada uno de ellos vincula a la criatura en modo especial a Dios, y Dios a ella. Por eso debes saber corresponder a los tantos dones que tu Jesús te ha hecho, y vive siempre en nuestro Querer”.

+ + + +

29-32
Agosto 10, 1931

Fealdad de la naturaleza humana sin la Divina Voluntad; belleza de quien vive en Ella. Sonrisa del Cielo sobre la tierra.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, siento su fuerza raptora que dulcemente se impone sobre mí, pero sin forzarme, porque las cosas forzadas no le agradan, no son para Él, son cosas que no le pertenecen. Por eso es todo ojos para hacer que todos mis actos reciban la Vida de la Divina Voluntad y se vuelvan como si fueran actos suyos, y me parece que cada acto mío hecho en su Voluntad adorable es una victoria que hace sobre la pequeñez de mi voluntad. Entonces pensaba entre mí: “Cómo es fea la naturaleza humana sin la Divina”. Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, fea es la naturaleza humana que vive sin mi Voluntad, porque ella fue creada por el Ente Divino para vivir unida con el Fiat Divino, así que con vivir sin Él se da un cambio en la naturaleza humana, en éste viene cambiado el orden, la fuerza, el amor, la luz, la santidad, la misma razón; todas estas bellas dotes están en la criatura, porque fueron puestas por Dios como dentro de un sagrario, pero están fuera de su lugar, todos en desorden, y como están fuera de su lugar, una está contra otra, las pasiones combaten a la santidad, la debilidad combate a la fuerza, el amor humano combate al divino, la criatura al Creador, y así de lo demás. La naturaleza humana sin la Divina Voluntad se transforma en fea, se trastorna, y en su desorden hace guerra a su Creador. Sucede como al alma y al cuerpo, que han sido creados por Dios para hacer vida juntos, si el cuerpo quisiera hacer vida separada del alma, ¿no le tocaría la triste suerte de sufrir tal transformación de no reconocerse más por lo que era? Al crear al hombre nuestra Divinidad, concurrió nuestra infinita sabiduría, que como artífice y como perito que posee toda la ciencia del arte de saber crear, en nuestra Omnividencia vio que para hacer que este hombre fuera nuestro honor, y obra digna de nuestras manos creadoras, y nuestra gloria y también la suya, debía ser formado cuerpo y alma, y poníamos nuestra Voluntad como vida primaria del alma y del cuerpo, así que lo que es el alma al cuerpo, nuestra Voluntad debía ser para la una y para el otro. Así que la criatura ha sido creada y ha tenido en su principio: Cuerpo, alma,

voluntad humana y Divina, todo junto, los cuales debían hacer vida en común con sumo acuerdo. Y nuestra Voluntad que tenía el primado debía hacerse alimentadora, conservadora y dominadora de esta criatura.
(3) Ahora, si la naturaleza humana sin nuestra Voluntad Divina es fealdad, unida con la nuestra es de una belleza singular y encantadora; en su creación le fue puesto por Nosotros el germen de la luz, y nuestro Fiat, más que madre ternísima, se extiende con sus alas de luz sobre este germen y lo acaricia, lo alienta, lo besa, lo alimenta, lo hace crecer y le comunica con su calor y luz todas las variedades de las bellezas divinas, y la naturaleza humana recibe la participación, si está bajo el influjo impetuoso y continuo de una fuerza, de una santidad, de un amor todo Divino, y crece bella, amable y admirable a todos. Por eso, la naturaleza humana tal como fue creada por Nosotros, no es fea sino bella, ni Nosotros sabemos hacer cosas feas, pero se puede volver fea con no estar en los modos como fue creada y querida por Nosotros. Ve entonces cómo es necesario que las criaturas hagan y vivan en nuestra Voluntad, porque Ella entra en el primer acto de su creación. Entonces, destruido esto, queda desfigurada y sin verdadera vida. Todas las cosas creadas fueron creadas con dos, e incluso con tres elementos juntos: El sol posee luz y calor, si la luz quisiera vivir aislada sin calor, sería luz estéril, sin fecundidad, y si el calor quisiera aislarse de la luz, se cambiaría en tinieblas, y quedaría desfigurado el más bello planeta que forma el encanto de todo el universo, y con su luz domina y hace bien a todos. La tierra esta formada del elemento de tierra y agua, si la tierra quisiera apartar el agua se volvería polvo, y no formaría el sólido pavimento donde el hombre podría levantar edificios, caminar con paso firme, todo vacilaría bajo sus pies; pero no basta, si la tierra no quisiera recibir la semilla en su seno no formaría las bellas flores, la abundancia de los frutos; así que tierra, agua y semilla, deben vivir juntas, una debe ser vida de la otra, deben estar unidas como fue en el principio de su creación, de otra manera darían terror y quedarían sin la vida del bien asignado a ellas por Dios, que debían hacer a las criaturas. Todas las cosas no fueron creadas aisladas, y todo el bien está en mantenerse como fueron creadas por Dios. Y también las ciencias, si una persona quisiera aprender a leer y no quisiera aprender las vocales, y también la unión de las consonantes, que son los principios, el fundamento, la sustancia, de la que derivan las ciencias, ¿podría aprender a leer? ¡Jamás! Podría volverse loco sobre sus libros, pero aprender, nunca. Ve entonces la estrecha necesidad de ajustarse al modo como han sido formadas las cosas al principio de su existencia, si no se quieren cambiar de bellas en feas, de bien en mal, de vida en muerte. Ahora, ¿qué cosa puede esperar de bien la criatura si no vive unida con nuestra Voluntad Divina, en la cual fue establecido el principio de su creación? ¡Oh! si todos lo comprendieran, cómo estarían atentos en hacerse dominar, alimentar, crecer por mi Voluntad, que siendo principio de su existencia formaría en ellos todo lo bello, lo bueno, lo santo y la gran fortuna de la vida acá abajo, y después la gran gloria de su vida allá arriba”.
(4) Después de esto continuaba mis actos en la Divina Voluntad, y me parecía que estos actos hechos en Ella tenían virtud de unir Cielo y tierra, y de atraer a todos los habitantes celestiales a mirar a la criatura que se hace investir por el Querer Divino, para darle el campo de acción en sus actos. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, no hay cosa más bella, más santa, más agraciada y que posee una fuerza y virtud raptora, que un alma que se hace dominar por mi Divina Voluntad; ella es la sonrisa del Cielo y de la tierra, cada acto suyo forma un éxtasis a su Creador, el Cual siente la fuerza de su Voluntad en la criatura, y dulcemente se deja raptar, y todos los bienaventurados sienten que de la tierra hay quien rapta la Voluntad del Cielo para hacerla suya y vivir en común con ellos. ¡Oh! cómo se sienten doblemente felices al ver que también en la tierra reina aquel Fiat, que mientras los beatifica y forma su suprema felicidad, reina en un punto de la tierra, obrante y triunfante. Por eso se ve en aquel punto de la tierra un pedazo de Cielo, una Voluntad Divina obrante, una sonrisa de la Patria Celestial que llama la atención de todo el Cielo sobre aquel punto, para tenerlo defendido y gozarse la sonrisa que forma la Voluntad Divina en aquella criatura, porque los santos son inseparables de todos los actos de Ella, y gozan y toman parte según sus méritos. Mucho

más, porque los actos hechos en mi Divina Voluntad son tantas cadenas de amor que corren entre el Cielo y la tierra, y aman a todos sin hacer a un lado a ninguno, y como ama a todos, es la bien querida de todos. Por eso hija mía sé atenta, vuela, corre siempre en mi Querer Divino, a fin de que formes la sonrisa del Cielo sobre la tierra; es bello ver sonreír al Cielo, pero como son propiedades suyas la felicidad y la sonrisa, por eso se vuelve más bella la tierra, más atractiva, ya que no es su propiedad la celestial sonrisa que forma mi Divina Voluntad en la criatura”.

+ + + +

29-33
Agosto 22, 1931

Mensajeros divinos que portan la bella noticia a la Patria Celestial. La Divina Voluntad no se contenta con palabras, quiere los hechos.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, y trato por cuanto puedo de unir mis pequeños actos a los de la Divina Voluntad para formar uno sólo con los suyos, casi para poder decir: “Lo que haces Tú hago yo, me sumerjo en tu luz para extenderme junto Contigo, y así puedo abrazar y amar a todos con tu misma Voluntad”. Pero mientras esto hacía, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, los actos hechos en mi Divina Voluntad tienen tal virtud y potencia, que se transforman en mensajeros divinos, que parten de la tierra hacia el Cielo. Y como estos mensajeros parten de dentro de mi Divina Voluntad, pero enviados por una criatura que obra y vive en Ella, llevan consigo la entrada libre en nuestra Patria Celestial, y llevan la alegre noticia que la tierra quiere el reino de nuestro Querer, ya que una pequeña exiliada vive y obra en Ella, y no hace otra cosa que servirse de aquel mismo Querer que reina en el Cielo para pedir que descienda a reinar sobre la tierra como reina en el Cielo. Estos mensajeros de luz, cuántos secretos no esconden; ya por sí misma la luz de nuestro Querer Divino es la secretaria de todas las cosas divinas y humanas, y sabe mantener el verdadero secreto, y mientras aparentemente se ve luz, dentro de esta luz esconde todos los secretos y todas las cosas, ninguno le puede huir. Esta luz contiene el gran secreto de toda la historia de la Creación, y sólo confía sus secretos a quien quiere vivir en su luz, porque la luz tiene virtud de disponer a la criatura a vivir y a comprender sus secretos divinos, y si es necesario, la dispondrá a poner la vida para hacer dar vida a sus íntimos secretos y al propósito de la Creación, que fue el que nuestra Voluntad reinara como en el Cielo así en la tierra. Por eso hija mía, si tú estás atenta a vivir siempre de mi Voluntad, Ella te confiará todos los secretos de la historia de la Creación, hará el depósito en tu alma de todas sus alegrías e íntimos dolores suyos, y como secretaria suya, con su luz vibrante transformándose en pincel, pintará en ti el sol, el cielo, las estrellas, el mar, las bellas flores, porque Ella cuando habla no se contenta con las solas palabras; a su inextinguible amor y a su luz interminable no les bastan las palabras, sino que quiere los hechos, y por eso con su virtud creadora, mientras confía sus secretos habla y forma la nueva creación en la criatura, no se contenta con decir sus secretos, sino que quiere hacer las obras que contienen sus secretos. Por eso en la criatura que vive en mi Voluntad se verán nuevos cielos, soles más brillantes que los de la misma Creación, porque tú debes saber que Ella tiene una inquietud, un deseo ardiente de querer obrar siempre, pero va buscando quién la quiere escuchar, y quién quiere recibir su virtud creadora para no exponer a la inutilidad sus obras, y para estar segura va buscando su misma Voluntad en el alma, y encontrándola encuentra sus obras garantizadas por su mismo Fiat Divino, por eso no toma en cuenta nada y hace sus obras más bellas y los prodigios más grandes. ¡Oh! potencia de mi Querer Omnipotente, si todos te conocieran te amarían y te harían reinar, y la tierra se cambiaría en Cielo”.

+ + + +

29-34
Agosto 30, 1931

Dios quiere consigo a la criatura para darle la sorpresa de nuevos dones; el amor, el orden, la inseparabilidad de todas las cosas creadas, y cómo la criatura está vinculada con ellas.

(1) Estaba haciendo mis actos en el Querer Divino, rogándole que invistiera todo mi ser, a fin de que pudieran salir de mí latidos, respiros, palabras, plegarias, como tantos actos repetidos de Divina Voluntad. ¡Oh! cómo amaría ser un acto continuado de Ella para poder decir: “Tengo en mi poder todos tus actos, tu mismo amor, y por eso hago lo que haces, y no soy menos que Tú al amarte”. Me parece que el verdadero amor no se sabe restringir, sino que se quiere extender tanto, que quiere en su poder el amor infinito, y como a la criatura no le es dado el poderlo abrazar, recurre a la Divina Voluntad para tenerlo, y sumergiéndose en Ella dice con sumo contento: “Amo con amor infinito”. Pero mientras mi pequeña inteligencia se perdía en el Fiat Divino, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien se contenta con el pequeño amor que posee la criatura, no es de la naturaleza del verdadero amor, mucho más que el pequeño amor está sujeto a acabarse, y al contentarse viene a faltar la fuente necesaria que da la vida para alimentar la llama del verdadero amor. Es por esto hija mía que la Paterna bondad al crear al hombre, le daba toda la libertad de poder venir a Nosotros cuantas veces lo quisiera, no le fue puesto ningún límite, al contrario, para estimularlo mayormente a venir frecuentemente a Nosotros, le prometíamos que cada vez que viniera le sería dada la bella sorpresa de un nuevo don. A nuestro amor inextinguible le habría sido doloroso si no tuviera siempre qué dar a sus hijos, al contrario, con ansia espera su venida para darles ahora una sorpresa, y luego otra, de dones uno más bello que el otro; nuestro amor quiere tomar un banquete junto con la criatura, y se contenta con prepararlo a sus expensas para tener ocasión de dar siempre. Hace igual que un padre que quiere la corona de sus hijos a su alrededor, no para recibir, sino para dar y preparar fiestas y banquetes para divertirse junto con sus hijos, ¿qué dolor sería para un padre amante si los hijos no acudieran, o no tuviera qué darles? Para nuestra Paterna bondad no hay peligro que no tengamos qué darles, pero sí hay peligro de que los hijos no vengan, y nuestro amor delira porque quiere dar. Y para estar más seguro de que la criatura tiene dónde poner nuestros dones, quiere encontrar en ella nuestra Divina Voluntad, la cual conservará el valor infinito de nuestros dones, y la criatura no se sentirá más pequeña en su amor, en sus oraciones, en sus actos, sino sentirá junto con nuestra Voluntad que corre en ella, una vena infinita, de modo que todo se vuelve infinito para ella: Amor, oraciones, actos y todo. Por eso sentirá en sí el contento de que no es menos que Nosotros en amarnos, porque tiene un Querer Divino en su poder y corre en sus actos”.
(3) Después seguía mi giro en los actos que el Fiat Omnipotente había hecho en la Creación, para amar, honrar, y agradecer lo que había hecho en ella, y comprendía el orden, la unión, la inseparabilidad que poseen todas las cosas creadas, y esto sólo porque una Voluntad Divina las domina, así que la Creación toda se puede llamar un solo acto continuo de Voluntad Suprema, la cual siendo una la Voluntad que reina, mantiene la paz, el orden, el amor, la inseparabilidad entre todas las cosas creadas, de otra manera, si no fuera una sola voluntad la que las dominara, sino más de una, no habría verdadera unión entre ellas, por el contrario, el cielo haría guerra al sol, el sol a la tierra, la tierra al mar, y así de lo demás, imitarían a los hombres que no se hacen dominar por un solo Querer Supremo, que no hay verdadera unión entre ellos, sino uno contra el otro. Jesús mío, Amor mío, ¡oh! cómo quisiera ser un acto solo de tu Voluntad para estar en paz con todos, y poseer la unión, la inseparabilidad del cielo, del sol, de todo, y Tú encontrarías en mí el amor que pusiste en el cielo, en el sol, en todo. Y mi dulce Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, todas las cosas creadas por Nosotros poseen la fuerza que une y el vínculo de la inseparabilidad; nuestro Fiat Divino, por cuanto sepa hacer cosas distintas una de la otra, de modo que una cosa creada no puede decir, yo soy como la otra, el cielo no puede decir que es sol, el sol no puede decir que es mar, sin embargo no sabe hacer cosas aisladas y separadas entre ellas; le agrada tanto la unión, que las pone en condiciones de que una no puede separarse de la otra, y mientras son distintas y cada una hace su oficio, pero en el movimiento, en el giro que hacen, es tanto el orden y la unión que tienen, que uno es el movimiento, uno es el giro incesante que hacen, pero ¿por qué mi Fiat las hace mover y girar continuamente? Para darles el curso del amor hacia Aquél que las ha creado y para hacerlas correr hacia las criaturas, para hacerlas ejercitar su oficio de llevar el amor de su Creador a aquellas por causa de las cuales fueron creadas. Ahora la criatura posee el vínculo de todas las cosas creadas y gira junto con ellas, y he aquí cómo si tú respiras, es el aire que te hace respirar, latir, circular la sangre en tus venas; ahora, el aire te da el respiro, el latido, y se lo toma para dártelo nuevamente, y mientras incesantemente da y toma tu respiro, él gira, corre junto con todas las cosas creadas, y tu respiro gira, corre junto con el aire; tu ojo con llenarse de luz corre en el sol; tus pies corren junto con la tierra.
¿Pero quieres saber quién tiene el gran bien de sentir a lo vivo la fuerza, la unión, el orden, la inseparabilidad de todas las cosas creadas, y el curso de todo su ser hacia su Creador? Quien se hace dominar y posee la Vida de mi Voluntad. Ella nada ha cambiado del cómo tuvieron principio todas las cosas, más bien es la criatura quien ha cambiado las cosas al no hacer mi Voluntad; pero para quien la hace y se hace dominar, tiene su puesto de honor como ha sido creada por Dios, y por eso la encontramos en el sol, en el cielo, en el mar, junto con la unión de todas las cosas creadas. Y ¡oh! cómo es bello encontrarla junto con todas las cosas creadas por Nosotros, porque sólo por amor suyo fueron creadas por Nosotros”.

+ + + +

29-35
Septiembre 7, 1931

El llamado a todas las obras salidas del Fiat. La vida palpitante de la criatura en Ella. Defensas, voces parlantes, asaltantes.

(1) Mi pobre mente girando en los actos hechos por la Divina Voluntad, va encontrando todo lo que Ella ha hecho, para reconocerlos, amarlos, apreciarlos y después ofrecerlos como el más bello homenaje a la misma Divina Voluntad, como frutos dignos de sus obras. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es agradable a mi corazón, y cómo me suena dulce al oído tu encontrar todo lo que ha hecho mi Divina Voluntad, para reconocer sus obras, amarlas, y dárnoslas como el más bello homenaje por el amor que hemos tenido por las criaturas al crear tantas cosas por amor de ellas. Tu alma con encontrarlas suena la campana como para llamar a todas las obras salidas del Fiat Divino, para decirnos: ‘Cuántas cosas bellas has creado para mí, para dármelas como dones y prendas de vuestro amor, y yo haciéndolas mías te las doy nuevamente como dones y prendas de mi amor por Vosotros’. Así que sentimos la vida palpitante de la criatura en nuestras obras, su pequeño amor correr en el nuestro, y la finalidad de la Creación realizada. Conocer nuestras obras y la finalidad por la cual fueron hechas, es el punto de apoyo de la criatura, donde encuentra una Voluntad Divina en su poder, y es nuestro pretexto para dar otras sorpresas de nuevos dones y gracias”.
(3) Y yo: “Amor mío, un pensamiento me aflige, temo que me falte la continuación de mis actos en tu Divina Voluntad, e interrumpiendo el sonido de mi campana, Tú, ofendido por mí me hagas a un lado, y no me des más la gracia de hacerme vivir en tu Voluntad”. Y Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, no temas, tú debes saber que un paso da vida al otro paso, un bien es vida y sostén del otro bien, un acto llama a vida al otro acto, y también el mal, la culpa, es vida de otros males y de otras culpas; las cosas jamás quedan aisladas, sino que tienen casi siempre su cortejo. El bien es como la semilla, que tiene la virtud generativa, con tal que se tenga la paciencia de arrojarla en el seno de la tierra, ella producirá el diez, el veinte por ciento. Así la criatura, si tiene paciencia y está atenta a encerrar en su alma la semilla del bien que ella misma ha hecho, tendrá la generación, la multiplicidad, el céntuplo de los actos buenos que ha hecho; ¡y si tú supieras qué significa hacer un acto bueno! Cada acto es una protección que adquiere y una voz que habla ante nuestro trono de quien ha hecho un bien, cada acto de más de bien, tantos defensores de más tiene la criatura en su defensa, y si las circunstancias de la vida la hacen encontrar en tales estrecheces y peligros que parece que quiera vacilar y caer, los actos buenos que ha hecho toman el aspecto de asaltantes y nos asaltan a fin de que quien nos ha amado y ha tenido un séquito de muchos actos buenos no vacile, y corren en torno a la criatura como sostenedores a fin de que no ceda en la prueba. Y supón que hubiera habido una secuela de actos hechos en nuestra Voluntad, ¡oh! entonces en cada acto hay un valor, una virtud divina que defiende a la criatura, vemos en cada acto suyo como comprometida nuestra Voluntad, por eso Nosotros mismos nos hacemos defensores y sostenedores de aquella que ha dado vida en sus actos a nuestro Fiat Divino. ¿Podemos acaso negar nada a Nosotros mismos? ¿O desconocer nuestra Voluntad obrante en la criatura? No, no, por eso no temas, más bien abandónate como pequeña recién nacida en nuestros brazos, a fin de que sientas nuestro sostén y la protección de tus mismos actos. ¿Crees tú que sea nada un bien repetido, continuado? Son propiedades divinas que se adquieren, son ejércitos que se forman, que hacen conquistar la Patria Celestial. Sucede a quien ha continuado tantos actos buenos, como a aquél que ha adquirido muchas propiedades, si éste tiene un revés, no le podrá dañar tanto, porque las muchas propiedades llenarán el vacío del revés que ha sufrido; si por el contrario, poco ha adquirido o nada tiene, basta un pequeño revés para lanzarlo sobre el empedrado de la más escuálida miseria. Igual es el hacer mucho bien, o bien, poco o nada. Por eso te repito siempre, sé atenta, séme fiel y tu vuelo en mi Voluntad sea continuo”.
(5) Después de esto ha agregado:
(6) “Hija mía, tú debes saber que cuando tú te vas disponiendo a hacer tus actos en mi Divina Voluntad, Ella queda concebida en tu acto, y conforme lo haces, le das el campo para formar su Vida en el acto que haces; y no sólo esto, tus actos nuevos sirven de alimento a aquellos ya hechos. Porque mi Divina Voluntad siendo vida, siente la necesidad, cuando ha sido encerrada en los actos de la criatura, de aire, de respiro, de latido, de alimento, he aquí la necesidad de nuevos actos, porque éstos sirven para mantener su aire divino, su respiro continuo, su latido no interrumpido y el alimento para crecer mi misma Voluntad en la criatura. Ve entonces la gran necesidad de la continuación de los actos para hacerla vivir y reinar en la criatura, de otra manera mi Querer se encontraría a disgusto sin su pleno triunfo en todos los actos de ella”.

+ + + +

29-36
Septiembre 12, 1931

El verdadero amor forma la hoguera donde consumirse a sí mismo, para revivir a Aquél que ama. La jornada de Jesús en la Eucaristía.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, y mientras hacía mis actos pensaba entre mí: “¿Pero será cierto que mi dulce Jesús agradece la continuidad de mis pequeños actos?” Y Jesús haciéndose oír me ha dicho:

(2) “Hija mía, un amor interrumpido jamás puede ser heroico, porque con no ser continuo forma muchos vacíos en la criatura, los cuales producen debilidad, frialdad, y casi están en acto de apagar la llama encendida, y por eso le quitan la fortaleza del amor, que con su luz hace comprender a quién es que ama, y con su calor mantiene encendida la llama que produce el heroísmo del verdadero amor, tanto, que se siente feliz de dar la vida por Aquél que ama. Un amor continuo tiene virtud de generar en el alma de la criatura a Aquél que siempre ama, y esta generación viene formada en el centro de su amor continuo. Ve entonces qué significa un amor incesante: ‘Formarse la hoguera dónde consumir y quemarse a sí misma para poder formar en aquella hoguera la Vida de tu amado Jesús’. Se puede decir: ‘En el amor continuo consumo mi vida para hacer revivir a Aquél que incesantemente amo’. ¡Oh! si Yo no hubiera amado siempre a la criatura, y no la amara con un amor que jamás dice basta, jamás habría descendido del Cielo a la tierra para darle mi Vida, con tantas penas y heroísmo por amor suyo. Fue mi amor continuo que como dulce cadena me atrajo y me hizo hacer el acto heroico de dar mi Vida para conquistar la suya. Un amor continuo a todo puede llegar, todo puede hacer, facilita todo, y sabe convertir todo en amor. En cambio un amor interrumpido se puede llamar amor de circunstancia, amor interesado, amor vil, que puede llegar, si las circunstancias cambian, a desconocer e incluso a despreciar a Aquél que amaba. Mucho más que sólo los actos continuos forman vida en la criatura, ella, en cuanto forma su acto, surge en su mismo acto la luz, el amor, la santidad, la gracia, de acuerdo al acto que hace. Por eso un amor y un bien interrumpido no se pueden llamar, ni verdadero amor, ni verdadera vida, ni verdadero bien”.
(3) Después ha agregado con un acento más tierno:
(4) “Hija mía, si quieres que tu Jesús cumpla en ti sus amorosos designios, haz que tu amor y tus actos sean continuos en mi Querer, porque Él cuando encuentra la continuidad encuentra su modo de actuar divino, y queda comprometido en el acto perenne de la criatura, y apremiado a hacer lo que ha establecido para ella, encontrando en virtud de sus actos incesantes el espacio, los preparativos necesarios y la misma vida donde poder formar sus admirables designios, y cumplir sus obras más bellas. Mucho más que cada acto hecho en mi Voluntad es una unión de más que viene formada entre la Voluntad Divina y humana, es un paso de más que hace en el mar del Fiat, es un derecho mayor que el alma conquista”.
(5) Después de esto seguía rogando ante el Tabernáculo de amor, y en mi interior decía para mí: “¿Qué haces Amor mío en esta prisión de amor?” Y Jesús todo bondad me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿quieres saber qué hago? Hago mi jornada, tú debes saber que toda mi Vida pasada acá abajo la encierro dentro de un día. Comienza mi jornada al concebir y nacer, los velos de los accidentes sacramentales me sirven de fajas para mi infancia, y cuando por la ingratitud humana me dejan solo y buscan ofenderme, hago mi exilio, dejándome sólo la compañía de alguna alma amante, que como segunda madre no se sabe separar de Mí, y me hace fiel compañía. Del exilio paso a Nazaret, haciendo mi Vida oculta en compañía de aquellos pocos buenos que me rodean. Y siguiendo mi jornada, en cuanto las criaturas se acercan a recibirme hago mi vida pública, repitiendo mis escenas evangélicas, dando a cada uno mis enseñanzas, las ayudas, los consuelos que le son necesarios, hago de Padre, de Maestro, de Médico, y si se necesita también de Juez; por tanto paso mi jornada esperando a todos y haciendo bien a todos. Y ¡oh! cuántas veces me toca quedarme solo, sin un corazón que palpite cerca de Mí, siento un desierto a mi alrededor y quedo solo, solo a orar, siento la soledad de mis días que pasé en el desierto acá abajo, y ¡oh! ¡cómo me es doloroso! Yo que soy para todos latido en cada corazón, que celoso estoy en guardia de todos, sentirme aislado y abandonado. Pero mi jornada no termina sólo con el abandono, no hay día que almas ingratas no me ofendan y me reciban sacrílegamente, y me hacen terminar mi jornada con mi Pasión y con mi muerte de cruz.
¡Ah! la muerte más despiadada que recibo en este Sacramento de amor es el sacrilegio. Así que en este Tabernáculo hago mi jornada al cumplir todo lo que hice en los treinta y

tres años de mi Vida mortal. Y así como todo lo que Yo hice y hago, el primer objetivo, el primer acto de vida es la Voluntad de mi Padre, que se haga como en el Cielo así en la tierra, así en esta pequeña Hostia no hago otra cosa que implorar que una sea mi Voluntad con mis hijos; y te llamo a ti en esta Divina Voluntad en la cual encuentras toda mi Vida en acto, y tú siguiéndola, rumiándola y ofreciéndola, te unes Conmigo en mi jornada Eucarística para obtener que mi Voluntad se conozca y reine sobre la tierra. Y así también tú podrás decir: Hago mi jornada junto con Jesús”.

+ + + +

29-37
Septiembre 16, 1931

Admirables efectos de la luz de la Divina Voluntad. Cómo el Cielo se abre sobre las almas actuantes. Cómo nuestros actos son como tantos soplos que hacen madurar el bien.

(1) Mi pobre mente parece que no sabe hacer otra cosa que perderse en el Fiat Divino, y
¡oh! cómo me resulta doloroso, cuando aun por breves instantes estoy afligida por cualquier sombra o pensamiento que no sea todo Voluntad de Dios; ¡oh! entonces me siento interrumpir mi felicidad, interrumpir la corriente de la luz, de la paz. ¡Pobre de mí! Siento el peso de mi infeliz voluntad. Por el contrario, si nada que no sea Voluntad de Dios entra en mí, me siento feliz, vivo en la inmensidad de su luz, es más, no sé ni siquiera ver dónde debe terminar esta luz, la cual forma en mí la celestial morada de la paz perenne.
¡Oh! potencia del Querer Supremo, Tú que sabes cambiar lo humano en divino, lo feo en bello, las penas en alegrías, aun cuando quedaran penas, no me dejes un instante, tus brazos de luz me tengan tan estrechada, que todas las otras cosas, ahuyentadas por tu luz, no osen molestarme e interrumpir mi felicidad. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús, como si quisiera aprobar y confirmar lo que yo pensaba me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bella mi Divina Voluntad ¿no es cierto? ¡Ah! es Ella sola la portadora de la verdadera felicidad, y de la más grande fortuna a la pobre criatura, la cual con hacer su voluntad no hace otra cosa que interrumpir su felicidad, interrumpir la corriente de la luz, y cambiar su fortuna en la más grande desventura; y conforme la criatura se dispone a hacer mi Voluntad, así la va rehabilitando en los bienes perdidos, porque la sustancia de mi Divina Voluntad es luz, y todo lo que obra se puede llamar efectos de esta luz. Así que quien se hace dominar por Ella, uno será el acto, pero como posee sustancia de luz, sentirá sus tantos efectos, que producirá como efecto de su luz las obras, los pasos, la palabra, los pensamientos, los latidos de mi Voluntad en la criatura; por eso puede decir: ‘Soy un acto solo de Voluntad Suprema, todo el resto no es otra cosa que los efectos de su luz’. Los efectos de esta luz son admirables, toman todas las similitudes, todas las formas: De obras, de pasos, de palabras, de penas, de plegarias, de lágrimas, pero todas animadas por la luz, que forman tal variedad de bellezas, que tu Jesús queda raptado por ellas. Semejanza del sol que anima todo con su luz, pero no destruye ni cambia las cosas, sino pone en ellas de lo suyo y comunica la variedad de los colores, la diversidad de las dulzuras, haciéndolas conquistar una virtud y belleza que no poseían. Tal es mi Divina Voluntad, sin destruir nada de lo que hace la criatura, sino que las anima con su luz, las embellece y les comunica su potencia divina”.
(3) Después de esto continuaba mi abandono en el Fiat Divino siguiendo sus actos, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cada bien sale de Dios madurado, y esta maduración se forma entre Dios y el alma. Mira, con hacer tus actos te expones a los rayos del Sol Divino, y conforme recibes el calor y la luz, tus actos no permanecen áridos, insípidos, sino madurados, y tú junto con ellos quedas madurada en el amor, en los conocimientos divinos, en todo lo que haces. Y Yo viéndote madurada en aquellos actos, preparo en Mí otro amor para darte, y

otras verdades para decirte, y como de todo lo que sale de Mí nada es estéril, sino que todo es fecundo y bien madurado en la viva llama de mi amor, tú recibes la virtud de formar en ti nuevas maduraciones. Por eso muchas veces estoy esperando el cumplimiento de tus actos para darte la sorpresa de hacerte conocer otras verdades; éstas, como tantos soplos de luz y de calor acaban de madurar en tu alma los bienes y las verdades que tu Jesús te ha comunicado. Ve entonces la necesidad de tus actos para disponerte a recibir otros conocimientos sobre mi Fiat Divino, es para hacerme encontrar en ti la continuación de tus actos para volverlos maduros, de otra manera, ¿qué cosa podrías hacer? Quedarías como sol que mientras recorre la tierra no encuentra ni una flor que colorear, ni un fruto que madurar, así que todos los admirables efectos que contiene el sol quedarían en su luz, y la tierra nada recibiría. Por eso el Cielo se abre sobre las almas obrantes, la fuerza milagrosa de la luz de mi Querer Divino, no sobre las almas ociosas, sino sobre aquellas que trabajan, que se sacrifican, que aman, que tienen siempre que hacer alguna cosa por Mí. Es más, tú debes saber que las bienaventuranzas del Cielo se derraman sobre la tierra y van a depositarse en el alma que vive y obra en mi Voluntad, porque no quieren dejarla privada de las alegrías y felicidad celestiales, mientras forma una sola Voluntad con el Cielo; los bienaventurados, mientras nadan en las alegrías divinas nada adquieren de mérito, en cambio para el alma viadora no sólo la felicitan, sino agregan el mérito, porque para quien hace mi Voluntad en la tierra, todo es meritorio, la palabra, la oración, el respiro y las mismas alegrías se convierten en mérito y en nuevas adquisiciones”.

+ + + +

29-38
Septiembre 21, 1931

Cómo la Divina Voluntad forma el día en el acto de la criatura, y cómo con hacer su voluntad se forma el camino para salir; los pasos dolorosos, la noche de las vigilias.

(1) Estaba siguiendo mis actos en el Querer Divino y rogaba a mi sumo Bien Jesús que hiciera surgir en cada acto mío el Sol de la Divina Voluntad, a fin de que pudiera darle en cada acto mío el amor, el homenaje, la gloria, como si le formara en cada acto mío un día de luz divina, de amor, de adoración profunda, comunicado a mí, en mi acto, por su misma Voluntad. ¡Oh! cómo quisiera decir en cada acto mío, grande o pequeño: “Hago un día a Jesús para amarlo más”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús me ha dicho al repetir su acostumbrada visita a mi alma:
(2) “Hija mía, mi Divina Voluntad es el verdadero día para la criatura, pero para formar este día quiere ser llamada en el acto de ella, porque en cuanto es llamada se encierra en el acto para hacer surgir su día divino, tiene virtud de cambiar el acto, la palabra, el paso, las alegrías y las penas, en días esplendidísimos y encantadores. Así que mi Voluntad está esperando, en cuanto la criatura surge de su reposo nocturno, para ser llamada a formar su jornada de acción en ella, y como es luz purísima no se adapta a trabajar en el acto oscuro de la voluntad humana, sino que con su luz cambia el acto en día, y forma en él su espléndida jornada llena de acciones heroicas y divinas, con tal orden y belleza, digna sólo de su virtud vivificadora y operadora. Se puede decir que está esperando detrás de las puertas del acto de la criatura, así como el sol detrás de las ventanas de las habitaciones, en que a pesar de que afuera hay mucha luz, las habitaciones están a oscuras, porque todavía no se abren las puertas; así mi Divina Voluntad, a pesar de que es luz que todo llena, el acto humano esta siempre oscuro si no se le llama a surgir en él. Por eso llámala a surgir en cada acto tuyo si quieres que forme en ti su bella jornada, y Yo pueda encontrar en ti y en cada acto tuyo mis días de amor que me circunden de alegría y de delicias, que me harán repetir: ‘Mis delicias son el estarme con los hijos de mi Divina

Voluntad’. Pasaré en ti mis días feliz, no en la infeliz noche de tu voluntad humana, sino en la plena estancia de mi luz y de la paz perenne de mi Patria Celestial. ¡Ah! sí, repetiré: ‘Soy feliz en esta criatura, en ella oigo el eco de mi jornada pasada acá abajo sobre la tierra, y el eco de mi jornada que hago en mi prisión en el Sacramento de amor, jornada toda llena de mi Divina Voluntad’. Así que si quieres hacerme feliz, haz que encuentre en ti la virtud obrante de mi Divina Voluntad, que me sabe formar mis bellos días de luz fulgidísima, todos empapados de alegrías inefables y de felicidad celestial.
(3) Mucho más que la criatura desde el principio de su creación fue puesta por Dios en el día feliz y pacífico de nuestra Voluntad Divina, dentro y fuera de ella todo era luz, mejor dicho pleno medio día, dentro de su corazón, ante sus ojos, sobre su cabeza, y hasta bajo de sus pasos veía y sentía la Vida palpitante de mi Santo Querer, el cual, mientras la tenía inmersa en la plenitud de la luz y de la felicidad, le cerraba todos los caminos y los pasos de la infelicidad humana. Y la criatura con hacer su voluntad humana se formó las salidas, los caminos infelices, los pasos dolorosos, las densas oscuridades, en las cuales ella misma se formaba la infelicidad, las torturas, el dolor, la noche oprimente, no de reposo, sino de desvelos, de pasiones, de agitaciones y de tormentos, y esto en mi misma Voluntad Divina, y esto porque habiendo sido creada la criatura sólo por Ella y para vivir de Ella y en Ella, no hay lugar para la criatura, ni en la tierra ni en el Cielo, ni en el mismo infierno, fuera de mi Fiat Divino. Entonces quien trata de vivir en mi Voluntad Divina cierra estas salidas, cada acto suyo en Ella suprime los caminos infelices que se ha formado, hace desaparecer los pasos dolorosos, sofoca la noche, surge el reposo y pone término a todos sus males. Es más, mi mismo Querer en cuanto ve que quiere vivir en Él, la acaricia, la pone en fiesta y le ayuda a suprimir las salidas, cierra las puertas a sus males, porque no queremos, ni amamos a la criatura infeliz, esto nos deshonra y forma nuestro dolor y el suyo, por eso la queremos ver feliz y de nuestra misma felicidad. ¡Oh! cómo es doloroso para nuestro corazón paterno poseer inmensas riquezas, alegrías infinitas, y ver a nuestros hijos en nuestra misma casa, esto es, en nuestra misma Voluntad, pobres, en ayunas, e infelices”.

+ + + +

29-39
Septiembre 29, 1931

Crecimiento de la criatura ante la Majestad Divina. El vivir en la Divina Voluntad es don que Dios hará a la criatura.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad para seguir sus tantos actos hechos por amor nuestro, y habiendo llegado al Edén me he detenido en el acto en que Dios creaba al hombre; ¡qué momentos solemnes! ¡Qué arrebato de amor! Así que aquel acto se puede llamar un acto purísimo, completo, sustancioso, jamás interrumpido de amor divino. El hombre fue formado, tuvo principio, nació, en el amor de su Creador, por eso era justo que debía crecer como fundido y recibiendo el aliento, como una llama, del soplo de quien tanto lo amaba. Pero mientras esto pensaba, mi dulcísimo Jesús visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, la Creación del hombre no fue otra cosa que un desahogo de nuestro amor, pero tanto, que no lo pudo recibir todo dentro de sí, no teniendo capacidad de poder encerrar en su interior un acto de Aquél que lo sacaba a la luz. Por lo tanto nuestro acto permanecía dentro y fuera de él, a fin de que le pudiera servir de alimento para poder crecer ante Aquél que con tanto amor lo había creado, y que tanto lo amaba. Y como no fue sólo nuestro amor que desahogó al crear al hombre, sino todas nuestras cualidades divinas, por eso desahogó la potencia, la bondad, la sabiduría, la belleza, y así de lo demás, por eso nuestro amor no se contentó con amarlo, sino desahogando todas nuestras cualidades divinas, quedaba la mesa siempre preparada y a disposición del hombre, para que cada vez que lo quisiera pudiera venir a sentarse a esta mesa celestial para

alimentarse de nuestra bondad, potencia, belleza, amor y sabiduría, y así crecer ante Nosotros con nuestras mismas cualidades divinas, con el modelo de nuestra semejanza, y cada vez que venía a nuestra presencia para tomar los sorbos de nuestras cualidades divinas, Nosotros debíamos arrullarlo sobre nuestras rodillas para hacerlo tomar reposo y hacerle digerir lo que había tomado, a fin de que pudiera alimentarse de nuevo de nuestros desahogos divinos para formar su crecimiento completo de bondad, de potencia, de santidad, de belleza, como nuestro amor lo deseaba y nuestro Querer lo quería. Nosotros cuando hacemos una obra, es tanto nuestro amor que todo damos y preparamos, a fin de que nada falte a nuestra obra creadora; hacemos obras completas, jamás a medias, y si alguna cosa parece que falta, es la parte de la criatura que no toma todo lo que Nosotros hemos puesto fuera para su bien y para gloria nuestra”.
(3) Después continuaba pensando en la Divina Voluntad, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, el vivir en mi Voluntad es un don que hacemos a la criatura, don grande que supera en valor, en santidad, en belleza y en felicidad todos los otros dones, en modo infinito e inenarrable. Cuando hacemos este don tan grande, no hacemos otra cosa que abrir las puertas para hacerla poseedora de nuestras posesiones divinas, lugar donde no tienen más vida las pasiones, los peligros, ni ningún enemigo la puede dañar o hacerle algún mal; este don confirma a la criatura en el bien, en el amor, en la misma Vida de su Creador, y el Creador queda confirmado en la criatura, por tanto se da la inseparabilidad entre uno y el otro; con este don la criatura sentirá cambiada su suerte: De pobre, rica; de enferma, perfectamente curada; de infeliz, sentirá que todas las cosas se cambian para ella en felicidad. Hay gran diferencia entre vivir en nuestra Voluntad como don, y entre hacerla, lo primero es premio y nuestra decisión de vencer a la criatura, y con una fuerza invencible e irresistible llenar la voluntad humana con la nuestra en modo sensible, de modo que tocará con la mano y con claridad el gran bien que le viene, y que sólo un loco podría huir de tanto bien, porque mientras el alma es viadora, no se cierran las puertas detrás del don, sino que quedan abiertas para que libremente, no forzada, pueda vivir en nuestro don; mucho más que este don no lo hará nuestra Voluntad por necesidad, sino porque la ama y es toda suya. En cambio el hacer nuestra Voluntad no es premio, sino deber y necesidad, porque quiera o no quiera debe someterse, y las cosas que se hacen por deber y por necesidad, si se pueden rehuir se rehuyen, porque en ellas no entra el amor espontáneo que hace amar y reconocer nuestra Voluntad como digna de ser amada y conocida, la necesidad esconde el bien que contiene, y hace sentir el peso del sacrificio y del deber. En cambio el vivir en nuestro Querer no es sacrificio sino conquista, no es deber sino amor, siente en nuestro don a sí misma perdida en Él, y lo ama no sólo como Voluntad nuestra, sino también porque es exclusivamente suya, y no dándole el primer lugar, el régimen, el dominio, no se amaría a sí misma.
(5) Ahora hija mía, es esto lo que queremos dar a las criaturas, nuestra Voluntad como don, porque mirándola y poseyéndola como cosa propia, resultará fácil el hacerla formar su reino. Este don fue dado al hombre en el Edén, e ingrato nos lo rechazó, pero Nosotros no cambiamos Voluntad, lo teníamos en reserva, y lo que uno nos rechaza, con gracias más sorprendentes lo tenemos preparado para darlo a los otros, no nos preocupa el tiempo, porque los siglos para Nosotros son como un solo punto. Sin embargo se necesitan grandes preparaciones por parte de las criaturas, conocer el gran bien del don para suspirarlo, pero tiempo vendrá en que nuestra Voluntad será poseída como don por la criatura”.

+ + + +

29-40
Octubre 4, 1931

Las dudas, los temores, son heridas al amor. La Divina Voluntad es un solo acto. La más grande de las maravillas. La noche y el día del alma.

(1) Me sentía oprimida por las privaciones de mi dulce Jesús, que clavo desgarrante que ninguno puede quitar ni endulzar para dar un pequeño alivio a tanto martirio. Sólo su regreso, su amable presencia puede destruir como por encanto el clavo y el dolor, y hace surgir las alegrías más puras que sólo Jesús sabe dar con su amable presencia. Entonces no hacía otra cosa que abandonarme en los brazos de la Divina Voluntad, rogándole que me develara a Aquél que tanto suspiraba; y mientras esto hacía, mi amable Jesús como relámpago ha alumbrado mi pobre alma y me ha dicho:
(2) “Hija buena, ánimo, tú te oprimes demasiado, y tu opresión te reduce a los extremos y te hace surgir la triste duda de que tu Jesús no te ama, y que tal vez no vendrá más a ti. No, no, no quiero esa duda; las opresiones, las dudas, los temores, son heridas a mi amor y debilitan tu amor por Mí, quitándote el arrojo y el vuelo de correr siempre hacia Mí para amarme, e interrumpida la corriente continua de amor hacia Mí, tú quedas como una pobre enferma, y Yo no encuentro más el imán potente de tu amor continuo que me atrae a ti. Ahora, tú debes saber que todos los actos de mi Divina Voluntad, que son innumerables, se reducen todos a un punto y a un acto solo, y esta es la más grande maravilla de nuestro Ser Supremo, formar, poseer, ver todos los actos posibles e imaginables en un solo acto. Así todos los actos hechos por la criatura en nuestra Voluntad se reducen a un acto solo; ahora, para tener virtud de encerrar todos los actos en un solo acto, debe formar y poseer en sí el amor continuo, mi Voluntad perenne, la cual dará principio y hará partir todos los actos desde dentro de la virtud de un solo acto. Mira entonces, todo lo que has hecho en mi Voluntad se ha unificado junto en un acto solo, y forman tu cortejo, tu sostén, tu fuerza, tu luz que jamás se apaga, y te aman tanto, que haciéndose brazos te custodian como la amada predilecta de mi Fiat, porque en Él han sido formadas y han recibido la vida; por eso no te oprimas, goza los frutos de mi Querer, y si vez que tardo en venir, espérame con amor paciente, y cuando menos lo pienses Yo te sorprenderé y haré mi acostumbrada visita, y seré feliz de encontrarte en mi misma Voluntad siempre en acto de amarme”.
(3) Después de esto ha agregado:
(4) “Hija mía, nuestro Ser Divino es grande, inmenso, potente, etc., esto no despierta tanta maravilla porque todas estas nuestras cualidades divinas son en naturaleza, las cuales forman todo el conjunto de nuestro Ser Supremo. Así que en naturaleza somos inmensos en la potencia, inmensos en el amor, en la belleza, en la sabiduría, en la misericordia, y así de lo demás, y como somos inmensos en todas las cosas, todo lo que sale de Nosotros queda en las redes de nuestras inmensas cualidades divinas. Ahora, lo que despierta la más grande admiración, es ver al alma que vive en nuestra Divina Voluntad, la cual encierra en su pequeño acto el acto poderoso e inmenso de su Creador, ver como ordenados en los pequeños actos del ser finito el amor inmenso, la sabiduría inmensa, la belleza infinita, la misericordia sin límites, la santidad interminable de Aquél que la ha creado. Lo pequeño encerrar a lo grande es más maravilloso que lo grande que encierra a lo pequeño; a nuestra grandeza le es fácil abrazar todo, encerrar a todos, no se requiere arte ni ingenio, porque de nuestra inmensidad ninguno puede huir, pero que lo pequeño encierre a lo grande, se requiere un arte especial, un ingenio divino que sólo nuestra potencia y nuestro grande amor puede formar en la criatura; si no ponemos de lo nuestro, por sí sola no podría hacerlo, por eso el vivir en nuestro Fiat Divino es la maravilla de las maravillas, es el más grande de los prodigios; el alma se hace tan hermosa, que es un encanto verla, se puede decir que en cada pequeño acto suyo concurre un milagro nuestro, de otra manera no podría ser que lo pequeño encierre a lo grande, y nuestra

bondad es tanta, que toma sumo placer y espera con tanto amor que la criatura le dé la ocasión de hacerle hacer este arte divino de milagros continuos. Por eso el vivir en nuestro Querer te debe importar más que todo, así estarás tú más contenta, y Nosotros más contentos de ti, y serás en nuestras manos creadoras nuestro campo de acción y nuestro trabajo continuo. Si supieras cuánto nos agrada nuestro trabajo en las almas que viven en nuestro Querer, estarías más atenta a no salir jamás de Él”.
(5) Después seguía mi abandono en el Fiat, pero acompañada de una tristeza por tantas cosas que afligen y que se acumulan en mi pobre mente, pero no es necesario poner sobre el papel ciertos secretos íntimos, es justo que los sepa sólo, sólo Jesús; y mi amado Jesús ha repetido con un acento ternísimo:
(6) “Hija mía, tú debes saber que así como la naturaleza tiene la noche y el día, así el alma tiene su noche, la aurora, el despuntar del día, el pleno mediodía, y su ocaso. La noche llama al día, y el día a la noche, se puede decir que se llaman recíprocamente. Ahora, la noche del alma son mis privaciones, pero para quien vive en mi Voluntad son noches preciosas, no de reposo perezoso, de sueño inquieto, no, no, sino noches de reposo activo, de sueño pacífico, porque en cuanto ve que se hace de noche se abandona en mis brazos para apoyar su cabeza cansada sobre mi corazón divino y sentir en él mis latidos para tomar en su sueño nuevo amor y decirme durmiendo: ‘Te amo, te amo, ¡oh! mi Jesús’. El sueño de quien me ama y que vive en mi Voluntad, es como el sueño de la pequeña que en cuanto siente que sus ojos se cierran por el sueño, llama medio dormida: Mamá, mamá, porque quiere sus brazos y su seno materno para dormir, y en cuanto se despierta la pequeña, la primera palabra es mamá, la primera sonrisa, la primera mirada es para la mamá. Tal es el alma que vive en mi Querer, es la pequeña niña que en cuanto llega la noche busca a Aquél que ama, para tomar nueva fuerza y nuevo amor para amarme más, y ¡oh! cómo es bello verla en el sueño pedir, desear, suspirar Jesús; este pedir, desear y suspirar, llaman al alba, forman la aurora y hacen despuntar el pleno día, el cual llama al Sol, y Yo surjo y formo el curso del día y su pleno mediodía. Pero tú sabes hija mía, que aquí sobre la tierra las cosas se alternan, sólo en el Cielo es siempre pleno día, porque mi presencia es perenne en medio a los bienaventurados. Por eso cuando ves que estoy por dejarte, ¿sabes donde me quedo? Dentro de ti, después instruyo tu alma dándote mis lecciones ante la luz de mi presencia para que las comprendas bien y te sirvan de alimento y de trabajo durante el día, luego Yo me retiro y formo el ocaso, y escondido en ti en la breve noche, me hago actor y espectador de todos tus actos, y mientras para ti parece noche, para Mi es el más bello reposo, porque después de haberte hablado tomo reposo en mi misma palabra, y los actos que tú haces me sirven de arrullo, de alivio, de defensa y de dulce refrigerio a mis espasmos de amor. Por eso déjame hacer, Yo sé cuando es necesaria la noche o el día para ti y para Mí en tu alma; lo que quiero es la paz perenne en ti, a fin de que pueda cumplir lo que quiero, si tú no estás en paz me siento molestado en mi trabajo, y con dificultad, no con facilidad, voy cumpliendo mis designios”.

+ + + +

29-41
Octubre 8, 1931

La Divina Voluntad depositaria de todos los actos de todos los santos.
Cómo Dios y la criatura se dan la mano. Cuáles son los actos extraviados de la finalidad de nuestro Creador.

(1) Mi pobre mente gira en torno al Sol del Fiat Supremo, y lo encuentro circundado por todas las obras, sacrificios, penas, heroísmos, que han hecho todos los santos antiguos y nuevos, los de la Reina del Cielo, como también lo que ha hecho por amor nuestro el bendito Jesús. El Querer Divino todo conserva, habiendo sido Él el primer actor de todos los actos buenos de las criaturas, celosamente los custodia, los tiene en depósito en Sí

mismo, y se sirve de ellos para glorificarse y para glorificar a aquellos que los han hecho. Y yo, viendo que todo era de la Voluntad de Dios, siendo Ella también mía, todo era mío, y girando en cada acto los ofrecía como míos para glorificar mayormente al Eterno Querer, y para rogar que venga su reino sobre la tierra. Pero mientras esto hacía, mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, escucha los admirables secretos de mi Querer, si la criatura quiere encontrar todo lo que ha sido hecho de bello, de bueno, de santo, en toda la historia del mundo, por Mí, por la Mamá Celestial, y por todos los santos, debe entrar en la Divina Voluntad; en Ella todo se encuentra en acto. Conforme tú ponías atención a cada acto, lo recordabas, lo ofrecías, así el santo que había hecho aquel acto, aquel sacrificio, se sentía llamar por el alma viadora y veía su acto de nuevo palpitante sobre la tierra, y por lo tanto duplicada la gloria a su Creador y a él mismo, y tú que lo ofrecías, cubierta por el rocío celestial del bien de aquel acto santo, y según el propósito noble y alto con que es ofrecido, así más intensa y grande es la gloria y el bien que produce. ¡Cuántas riquezas posee mi Voluntad! Están todos mis actos, los de la Reina Soberana, que están todos en espera de ser llamados, recordados, ofrecidos por la criatura para duplicar el bien a favor de las criaturas y para darnos doble gloria, quieren ser recordados, llamados, para palpitar como nueva vida en medio a las criaturas, pero por falta de atención hay quién muera, quién se fatiga por debilidad, quién tiemble por el frío, quién no tiene con qué alimentarse. Nuestros bienes, actos y sacrificios, no se dan si no son llamados, porque con recordarlos y ofrecerlos se disponen a reconocerlos y a recibir el bien que nuestros actos contienen. Además, no hay honor más grande que puede dar a todo el Cielo, que ofrecer los actos que hicieron en la tierra, por la finalidad noble, altísima y sublime de que venga el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra”.
(3) Después continuaba pensando en el Querer Divino, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, un acto, una oración, un pensamiento, un afecto, una palabra, para ser aceptos, perfectos, ordenados, completos, deben elevarse a la misma finalidad querida por Dios mismo. Porque conforme la criatura en su acto se eleva a la finalidad querida por el Ente Supremo, abraza el principio y toma en su acto la finalidad con que Dios la ha creado, Dios y la criatura se dan la mano y quieren y hacen la misma cosa; con hacer esto entra en el acto de la criatura el orden divino, el acto divino, y la misma finalidad con la cual Dios quiere que se haga aquel acto. Entonces, entrando la finalidad divina, el acto por sí mismo se vuelve completo, santo, perfecto y todo ordenado. Tal como es el autor de la finalidad de aquel acto, tal se vuelve el acto; en cambio si la criatura no se eleva a la finalidad querida por Dios en su acto, desciende del principio de su creación y no sentirá la vida del acto divino en el suyo, quizá hará muchos actos, pero incompletos, imperfectos, desordenados; serán como actos extraviados de la finalidad de su Creador. Por eso la cosa que más nos agrada es ver nuestra misma finalidad en el acto de la criatura; se puede decir que ella continúa nuestra Vida sobre la tierra, y nuestra Voluntad obrante en sus actos, palabras, y en todo”.

+ + + +

29-42
Octubre 12, 1931

Aliento incesante de Dios. Vida Divina y acto completo de Dios en la criatura. Las copias, el pueblo, los príncipes, la corte noble, y el ejército real del reino celestial.

(1) Siento la fuerza omnipotente del Fiat Divino que toda me inviste, me absorbe y me transforma en su luz; esta luz es amor y hace palpitar en mí la Vida de mi Creador, esta luz es palabra y me da las más bellas noticias del principio de mi existencia, las relaciones, los vínculos de unión, la virtud comunicante, la inseparabilidad que existe hasta ahora entre

Dios y yo; pero ¿quién mantiene todo esto en pleno vigor sino el Querer Divino? ¡Oh! potencia del Fiat Supremo, postrada en la inmensidad de tu luz yo te adoro profundamente, y mi pequeña nada amándote se pierde en Ti. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, sólo mi Querer mantiene y conserva intacto, con un acto continuo, el principio de la creación de la criatura. Nuestro Ente Supremo daba el principio y animaba su vida con la potencia de nuestro aliento divino, este aliento no debía jamás ser interrumpido, mucho más que cuando Nosotros damos y hacemos un acto no lo retiramos jamás, y esto sirve para formar obras completas del ser que sacamos a la luz. Este nuestro primer acto, mientras sirve para dar principio y formar la vida, la continuación sirve para hacer de la criatura un acto nuestro completo, y conforme le damos el aliento así formamos en ella nuestros actos continuos para completar nuestra Vida Divina. Nuestro aliento, en cuanto lo damos, forma paso a paso el crecimiento de esta Vida nuestra en la criatura; nuestro aliento, en cuanto se da, así forma nuestro acto completo de santidad, de belleza, de amor, de bondad, y así de lo demás, y cuando la hemos llenado tanto, de modo que no tenemos más dónde poner del acto nuestro en la criatura, porque ella es limitada, nuestro aliento cesa y termina su vida en la tierra, y para eternizar nuestro aliento en el Cielo, transportamos nuestra Vida formada en ella, nuestro acto completo, a nuestra patria celestial como triunfo de nuestra Creación. No hay cosas más bellas que estas vidas y actos completos nuestros en la celestial morada, ellas son las narradoras de nuestra potencia, del ímpetu de nuestro amor, son voces que hablan de nuestro aliento omnipotente, que era el único que podía formar la Vida Divina, nuestro acto completo en la criatura. ¿Pero sabes tú dónde podemos formar esta Vida y este nuestro acto completo, por cuanto a criatura es posible e imaginable de recibir de su Creador? ¡Ah! sólo en el alma que vive en nuestra Divina Voluntad y se hace dominar por Ella, sólo en ella podemos formar la Vida Divina y desarrollar nuestro acto completo; nuestro Querer dispone a la criatura a recibir todas las cualidades y colores divinos, y nuestro aliento jamás interrumpido, como pincel expertísimo pinta con maestría admirable e inimitable los más bellos matices y forma las copias de nuestro Ser Supremo; si no fuera por estas copias no habría sido una gran cosa la obra de la Creación, ni una gran obra de la potencia de nuestras manos creadoras; crear el sol, el cielo, las estrellas y todo el universo habría sido una bella nada para nuestra potencia, por el contrario, toda nuestra potencia, el arte de nuestras artes divinas, el indescriptible exceso de nuestro intenso amor, es hacer nuestro acto completo en la criatura, con formar nuestra Vida en ella, y es tanta nuestra complacencia, que Nosotros mismos quedamos raptados en nuestro acto que desarrollamos. Para Nosotros hacer un acto completo es la gloria más grande, que más nos glorifica; es el amor más intenso, que más nos ensalza; es la potencia que nos alaba continuamente. Pero ¡ay de Mí! Para quien no vive en nuestro Querer, cuántos actos nuestros interrumpidos, sin cumplimiento, cuántas Vidas Divinas nuestras apenas concebidas, o a lo más nacidas, sin crecer. Interrumpen la continuación de nuestro trabajo y nos atan los brazos sin poder seguir adelante, nos ponen en la impotencia de un señor que tiene su terreno y le es impedido por sus siervos ingratos hacer el trabajo que se requiere en su terreno, de sembrarlo, de sembrar las plantas que quiere, pobre señor, tener el terreno estéril sin el fruto que podría recibir, por causa de sus siervos inicuos. Nuestro terreno son las criaturas, y el siervo ingrato es el querer humano, que oponiéndose al nuestro nos pone en la impotencia de formar nuestra Vida Divina en ellas. Ahora tú debes saber que en el Cielo no se entra si no se posee nuestra Vida Divina, o al menos concebida o nacida, y tal será la gloria, la bienaventuranza del bienaventurado, por cuanto crecimiento ha formado de nuestra Vida en él. Ahora, ¿cuál será la diferencia de quien apenas ha sido concebida, nacida, o crecida en pequeñas proporciones, con quien nos ha hecho formar Vida completa? Será tanta la diferencia que se vuelve incomprensible a la criatura humana. Aquellos serán como el pueblo del reino celestial, en cambio nuestras copias serán como príncipes, ministros, la corte noble, el ejército real del gran Rey. Por eso quien

hace mi Divina Voluntad y vive en Ella, puede decir: Hago todo y pertenezco aun desde esta tierra a la familia de mi Padre Celestial”.

+ + + +

29-43
Octubre 20, 1931

Encuentro de pasos entre Dios y la criatura. Dios ha formado a la criatura como centro de la Creación.

(1) Mi pequeña existencia gira siempre en el Santo Querer Divino, siento que me atrae siempre más a Sí, y cada palabra suya, luz o conocimiento de Él es una nueva Vida que me infunde, una alegría insólita que siento, y una felicidad sin fin, que no pudiendo contener más porque soy muy pequeña, me siento como si me quisiera estallar el corazón de alegría y de felicidad divina. ¡Oh! Voluntad Divina, hazte conocer, poseer y amar, para que todos sean felices, pero de felicidad celestial, no terrenal. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndome su pequeña visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cada acto que haces en mi Divina Voluntad, tantos pasos das hacia Dios, y Dios hace sus pasos hacia ti. El paso de la criatura es la llamada que mueve el paso divino para irle al encuentro, y como no nos dejamos jamás vencer ni superar por sus actos, si ella da un paso, Nosotros damos cinco, diez, porque nuestro amor siendo más grande que el suyo, acelera, multiplica los pasos para hacer más rápido el encuentro y sumergirse el uno en el otro. Es más, muchas veces somos Nosotros que movemos el paso para llamar al paso de la criatura para venir a Nosotros; queremos a nuestra criatura, queremos darle cualquier cosa de lo nuestro, queremos que nos asemeje, queremos hacerla feliz, y por eso hacemos sonar el paso para llamarla, y quien está en nuestra Voluntad, ¡oh! en cuanto escucha el dulce golpeteo de nuestros pasos, corre para venir a Nosotros, para recibir los frutos de nuestros pasos. ¿Pero quieres saber cuáles son estos frutos? Nuestra palabra creadora; en cuanto sucede el encuentro, la criatura se arroja en el centro de nuestro Ser Supremo, Nosotros la recibimos con tanto amor, que no pudiendo contenerlo, la ensimismamos, y con nuestra palabra vertemos sobre ella nuestros conocimientos, haciéndole parte de nuestro Ser Divino. Así que cada palabra nuestra es un desahogo que hacemos sobre la criatura, y por cuantos grados de conocimiento adquiera por medio de nuestra palabra, tantos grados de participación de más recibe de su Creador. Ve entonces, cada acto hecho en mi Divina Voluntad es el camino que te formas para mover el paso para formarte toda de Voluntad Divina, y mi palabra te servirá de formación, de luz y de participación de nuestra Divinidad”.
(3) Después de esto mi abandono en el Fiat Divino continuaba, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que la finalidad única de la Creación fue nuestro amor, que saliendo de Nosotros formaba su centro, donde mostrándose debía concentrarse para desarrollar la finalidad por la cual nuestro amor había salido de Nosotros, así que nuestro centro era la criatura, donde fijándose debíamos hacer sentir nuestra Vida palpitante y nuestro amor obrante en ella. Y toda la Creación debía ser la circunferencia de este centro, casi como rayos solares que debían circundar, embellecer, sostener este centro, que fijándose en Nosotros debían darnos campo para exteriorizar siempre nuevo amor, para hacer más bello, más rico, más majestuoso el centro donde nuestro amor se apoyaba, para hacer de él una obra digna de nuestras manos creadoras. Ahora, todas las criaturas debían formar unidas el lugar de centro de nuestro amor externado, pero muchas se dispersaron del centro, y nuestro amor quedó suspendido, no tenía donde fijarse para concentrarse, para tener su finalidad primaria, el por qué había salido. Ahora, el orden de nuestra sabiduría, la vida obrante de nuestro amor externado, no podía tolerar el fracaso de nuestra finalidad, he aquí el por qué en todos los siglos ha

estado siempre alguna alma que Dios ha formado como centro de toda la Creación, y en ella nuestro amor se apoyaba y nuestra Vida palpitaba y obtenía la finalidad de toda la Creación; es por medio de estos centros que es mantenida toda la Creación, y la razón de que el mundo exista todavía, de otra manera no tendría ninguna razón de existir, porque faltaría la vida y la causa de todo. Por eso no ha habido siglo, ni habrá, en que no elijamos almas queridas por Nosotros, más o menos portentosas, que formarán el centro de la Creación, en las cuales tendremos nuestra Vida palpitante y nuestro amor obrante, y según las épocas, los tiempos, las necesidades, las circunstancias, se han ofrecido para bien de todos, se han dado a todos, han defendido a todos, han sido sólo ellas las que han sostenido mis sacrosantos derechos y me han dado campo para mantener el orden de mi sabiduría infinita. Ahora, tú debes saber que estas almas han sido escogidas por nuestro Ser Divino en cada siglo como centro de toda la Creación, de acuerdo a lo que Nosotros queríamos, al bien que queríamos hacer, y lo que queríamos hacer conocer, y también de acuerdo a las necesidades de los centros desunidos, y esta es la causa de la diversidad de su modo, del decir y del bien que han hecho, pero toda la sustancia de estas almas era mi Vida palpitante y mi amor externado, apoyado y obrante en ellas. Ahora, en este siglo te hemos escogido a ti como centro de toda la Creación, para hacer el gran bien de hacer conocer con más claridad qué significa hacer nuestra Voluntad, a fin de que todos la suspiraran y la llamaran a reinar en medio a ellos, así los centros separados se unirán al único centro para formar uno solo. La Creación es parto salido de la potencia de mi Divina Voluntad, y es justo y necesario que todos reconozcan quién es esta Madre que con tanto amor los ha parido y puesto fuera a la luz del día, a fin de que todos sus hijos vivan unidos con la Voluntad de su Madre, y teniendo una sola Voluntad resultaría fácil formar un solo centro, donde esta Madre Celestial haría palpitar nuestra Vida Divina y nuestro amor obrante. Mucho más que el vicio predominante de este siglo, el ídolo de muchos, es el querer humano, aun en el mismo bien que hacen, y por eso se ve que de dentro del bien salen muchos defectos y pecados, esto indica que la fuente por la cual era animado el bien, no era pura sino viciosa, porque el verdadero bien sabe producir frutos buenos, y en esto se conoce si es verdadero o falso el bien que se hace. Por eso hay una extrema necesidad de hacer conocer mi Divina Voluntad, vínculo de unión, arma potente de paz, reparadora benéfica de la sociedad humana”.

+ + + +

29-44
Octubre 26, 1931

Los actos buenos hechos en la Divina Voluntad se cambian en luz. Efectos admirables del abandono en los brazos de Jesús. Quien se hace dominar por la Divina Voluntad se convierte en pueblo de su reino.

(1) Estoy siempre en los brazos de la Divina Voluntad, la cual forma su día de luz en mi pequeña alma, y si bien alguna nube se asoma en este día, la potencia de su luz la fija, y la nube viéndose fijada escapa, se disipa, y parece que dice: “Se ve que no hay lugar para mí en este día que forma la Voluntad Divina en la criatura”. Y Ella parece que le responde: “Donde estoy Yo no hay lugar para ninguna, porque de la criatura quiero hacer un acto solo de mi Voluntad, la cual no admite nada que a Mí no pertenezca”. ¡Oh! Voluntad Divina, cómo eres admirable, potente y amable, y sumamente celosa donde Tú reinas, ¡ah! ponme siempre en fuga mis miserias, las debilidades, las nubes de mi voluntad, a fin de que mi día sea siempre perenne, y el cielo de mi pequeña alma sea siempre sereno. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el bien es luz, y si este bien se hace en mi Divina Voluntad, se forman tantos rayos por cuantos actos buenos se hacen, y mi Fiat fija estos rayos de luz en la circunferencia de su luz eterna. Así que estos actos toman lugar en nuestros actos y hacen

doble oficio, de alabanza, de adoraciones, de amor perenne hacia nuestra Majestad adorable, y de defensa, de misericordia, de ayuda, de luz hacia el género humano, de acuerdo a las circunstancias en que se encuentra. Por el contrario si los actos buenos no son hechos en mi Voluntad y con su potencia, por cuanto son luz, no tienen la fuerza de extenderse para fijarse en la circunferencia de nuestra luz, y quedan sin sostén y como rayos divididos, y por eso no tienen vida perenne, y faltando la fuente de la luz hay peligro de que poco a poco se extingan”.
(3) Después de esto, siguiendo mi abandono en el Querer Divino, me sentía toda afligida por la privación de mi dulce Jesús, su privación es como un martillo que siempre golpea para recrudecer mayormente el dolor, y sólo cesa de golpear cuando el Huésped Divino sale de su escondite para hacer su visita a su amada criatura; su dulce presencia, su trato amable, hace resurgir del mismo dolor la alegría, y el martillo detiene su trabajo cruel; pero en cuanto el Celestial Visitante se retira, comienza su golpear de nuevo, y mi pobre alma se siente toda ojos, toda oídos, quién sabe si pudiera verlo y oírlo de nuevo, y ansiosa espera y sigue esperando a Aquél que habiéndome herido, sólo Él tiene el poder de cicatrizar la herida que me ha hecho, ¡ay de mí! demasiado dolorosa. Pero mientras desahogaba mi dolor, mi dulce Jesús ha regresado y abrazando mi pobre alma me ha dicho:
(4) “Hija, estoy aquí, abandónate en mis brazos y repósate en Mí, tu abandono en Mí llama a mi abandono en ti y forma mi dulce reposo en tu alma. El abandono en Mí forma la dulce y potente cadena que me ata tanto al alma, que no puedo desvincularme de ella, hasta volverme su amado y dulce prisionero. El abandono en Mí da a luz la verdadera confianza, y ella tiene confianza en Mí, y Yo tengo confianza en ella, tengo confianza en su amor que jamás disminuirá, tengo confianza en sus sacrificios que no me rechazará jamás nada de lo que quiero, y tengo toda la confianza de que puedo cumplir mis designios. El abandono en Mí dice que me da libertad y soy libre de hacer lo que Yo quiero, y Yo confiándome a ella le manifiesto mis más íntimos secretos. Por eso hija mía, te quiero toda abandonada en mis brazos, y cuanto más abandonada en Mí, más sentirás mi abandono en ti”.
(5) Y yo: “Amor mío, ¿cómo puedo abandonarme en ti si me huyes? Y Jesús ha agregado:
(6) “El abandono sólo es perfecto cuando viéndome huir te abandonas más, esto no me da lugar para dejarme huir, más bien me ata más”.
(7) Después ha agregado: “Hija mía, la vida, la santidad, consisten en dos actos: Dios en dar su Voluntad, y la criatura en recibirla, y después que ha formado la vida en sí de aquel acto de Voluntad Divina que ha recibido, darlo de nuevo como acto de su voluntad, para recibirla de nuevo, dar y recibir, recibir y dar, en esto está todo. Dios no podría dar de más que su acto continuo de su Voluntad a la criatura; la criatura no podría dar de más a Dios, por cuanto a criatura es posible, que su Voluntad Divina recibida en ella como formación de Vida Divina. En este modo, dar y recibir, recibir y dar, mi Fiat Divino toma el dominio y ahí forma su reino, y todo el interior de la criatura forma como el pueblo del reino de la Divina Voluntad: La inteligencia, pueblo fiel que se gloría de ser dirigida por el Soberano Comandante del Fiat Divino, y la multitud de los pensamientos que se estrechan en torno y ambicionan conocer siempre más y amar al gran Rey que se sienta como en un trono en el centro de la inteligencia de la criatura; los deseos, los afectos, los latidos que salen del corazón, aumentan el número al pueblo de mi reino, y ¡oh! cómo se juntan alrededor de su trono, están todos atentos para recibir las órdenes divinas, y poner aun la vida para seguirlas; qué pueblo obediente, y ordenado, es el pueblo del reino de mi Fiat, no hay discusiones, no divergencias, sino toda esta multitud de pueblo del interior de esta afortunada criatura quieren una sola cosa, y como ejército aguerrido se ponen en la fortaleza del reino de mi Querer Divino. Entonces, cuando el interior de la criatura se convierte todo en pueblo mío, sale fuera del interior y aumenta el pueblo de las palabras, el pueblo de las obras, de los pasos, se puede decir que cada acto que forma este pueblo celestial, contiene la palabra de orden escrita con caracteres de oro: ‘Voluntad de Dios’. Y

cuando esta multitud de pueblo se mueve para ejercitar cada uno su oficio, ponen enfrente la bandera con el emblema Fiat, seguido de las palabras escritas de viva luz: ‘Pertenecemos al gran Rey del Fiat Supremo’. Ve entonces, cada criatura que se hace dominar por mi Querer forma un pueblo para el reino de Dios”.

Siempre Deo Gratias
y bendita la Divina Voluntad.

1
I. M. I.

In Voluntate Dei! Deo G.


30-1
Noviembre 4, 1931

La confianza forma los brazos y los pies del alma. Dios continúa el trabajo de la creación en el alma que hace su Voluntad.
La Voluntad Divina cemento de la humana voluntad.

(1) Jesús mío, centro y vida de mi pequeña alma, mi pequeñez es tanta, que siento la extrema necesidad de que Tú, Amor mío, me tengas estrechada entre tus brazos y te muevas a piedad de mi gran debilidad. Soy pequeña, y Tú sabes que las pequeñas tienen necesidad de fajas para afirmarse los miembros y de la leche de la mamá para alimentarse y crecer, y yo siento la viva necesidad que Tú me fajes con las fajas del amor, y estrechándome a tu pecho divino me des por alimento la leche de tu Divina Voluntad para alimentarme y crecer. Escucha, ¡oh! Jesús, siento la necesidad de tu Vida para vivir; quiero vivir de Ti, y entonces Tú escribirás, no yo, y podrás escribir lo que quieras y como quieras. Por eso el trabajo es tuyo, no mío y yo sólo te prestaré mi mano y Tú harás todo el resto. Así quedamos de acuerdo, oh Jesús. Entonces, abandonándome en los brazos de Jesús escuchaba susurrarme al oído su voz dulcísima que me decía:
(2) “Mi pequeña hija, por cuanto más abandonada estés en Mí, tanto más sentirás mi Vida en ti, y Yo tomaré el puesto de vida primaria en tu alma. Debes saber que la verdadera confianza en Mí forma los brazos del alma, y los pies para subir hasta Mí y estrecharme tan fuerte, de no poderme separar de ella, por lo tanto quien no tiene confianza no tiene brazos ni pies, así que es una pobre lisiada, por eso tu confianza será tu victoria sobre Mí, y Yo te tendré estrechada en mis brazos, pegada a mi pecho para darte la leche continua de mi Divina Voluntad.
(3) Ahora, tú debes saber que cada vez que el alma hace mi Voluntad, Yo me reconozco a Mí mismo en la criatura, reconozco mis obras, mis pasos, mis palabras, mi amor; por ello sucede que el Creador se reconoce a Sí mismo y sus obras en la criatura, y la criatura obrando se proyecta en el Creador y se reconoce en Él. Este reconocerse recíprocamente, Dios y el alma, llama al primer acto de la Creación, y Dios sale de su reposo y continúa el trabajo de la Creación con esta criatura que vive y obra en mi Querer, porque nuestro trabajo no ha terminado, sólo hemos tomado un reposo, y la criatura, con hacer nuestra Voluntad nos llama al trabajo, pero dulce llamada, porque para Nosotros el trabajo es nueva felicidad, nuevas alegrías y prodigiosas conquistas. Por eso no hacemos otra cosa que continuar nuestros desahogos de amor, de potencia, de bondad y de sabiduría inalcanzable, los cuales dieron principio en la Creación, y la criatura siente que su Dios no reposa para ella, sino que continúa el trabajo de su obra creadora; y conforme obra en nuestro Querer, así siente sobre su alma la lluvia del amor obrante de Dios, su potencia y sabiduría que no están inactivas, sino que trabajan en su alma. ¡Oh! si tú supieras el agrado, el placer que sentimos cuando la criatura nos llama al trabajo: Con llamarnos nos reconoce, con llamarnos nos abre las puertas, nos da el dominio y nos da toda la libertad de hacer lo que queremos en su alma. Por lo tanto haremos un trabajo digno de nuestras manos creadoras, por eso no dejes escapar jamás nuestra Voluntad Divina si quieres que nuestro trabajo sea continuo, Ella será tu portavoz y el nuestro, donde tú emitirás tu voz para llamarnos, y Nosotros oiremos el dulce susurro, y rápido descenderemos en nuestro mismo Querer en tu alma para continuar nuestro trabajo, porque tú debes saber que los actos continuos forman vida y obras completas, lo que no es continuo se puede llamar efecto de mi Querer, no vida que se forma en la criatura, y los

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

efectos poco a poco se desvanecen y se queda en ayunas. Por eso, ánimo y confianza, y siempre adelante a navegar el mar de la Divina Voluntad”.
(4) Después de esto estaba siguiendo los actos que mi sumo bien Jesús había hecho en su Humanidad cuando estaba en la tierra, y haciéndose oír ha agregado:
(5) “Hija mía, mi voluntad humana no tuvo ningún acto de vida, sino que estaba en acto de recibir el acto continuo de mi Divina Voluntad, que Yo como Verbo del Padre Celestial poseía, por eso todos mis actos y penas, oraciones, respiros, latidos que hacía, recibiendo mi voluntad humana la Vida de la Voluntad Divina, formaba tantas ataduras para volver a anudar las voluntades humanas a la mía, y como estas voluntades humanas eran como habitaciones, algunas en ruinas, otras lesionadas, y otras reducidas a escombros, mi Voluntad Divina obrando en mi Humanidad, con mis actos preparaba las ayudas para sostener a las que se encontraban en peligro de caer, para cimentar las lesionadas, y para volver a construir sobre los mismos escombros las habitaciones destruidas. Yo nada hacía para Mí, no tenía ninguna necesidad, hacía todo para rehacer, rehabilitar las voluntades humanas, mi única necesidad era el amor y que quería ser amado. Ahora, para recibir todas mis ayudas y todas mis penas y obras como obras actuantes, voz hablante, y mensajeros que ayudan, la criatura debe unir su voluntad a la mía, y rápidamente se sentirá atada de nuevo con la mía, y todos mis actos se dispondrán alrededor para hacer su oficio, para sostener, cimentar, y levantar nuevamente la voluntad humana. En cuanto la criatura se une y se decide a hacer mi Voluntad Divina, todos mis actos, como ejército aguerrido se ponen a defensa de la criatura, y forman la barca de seguridad en el mar tempestuoso de la vida. Pero para quien no hace mi Voluntad, podría decir que nada recibe, ni puede recibir, porque sólo Ella es la dadora de todo lo que Yo hice por amor de las criaturas”.

+ + + +

30-2
Noviembre 9, 1931

Dios tiene establecidos los actos de la criatura. Acto obrante e incesante de la Divina Voluntad. Quien no hace la Divina Voluntad queda sin Madre y permanece huérfana y desamparada.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, ¡oh! con qué ternura me espera en su regazo materno para decirme: “Hija de mi Querer, no me dejes sola, tu Mamá te quiere junto; quiero tu compañía en el trabajo incesante que hago para todas las criaturas. Yo hago todo para ellas, no las dejo un instante, porque si las dejara perderían la vida. Sin embargo hay quien no me reconoce, es más, me ofenden, mientras que Yo soy toda para ellas. ¡Oh! cómo es dura la soledad, por eso te suspiro hija mía, ¡oh, cómo me es querida tu compañía en mis actos! La compañía vuelve dulce el trabajo, aligera el peso y es portadora de nuevas alegrías”.
(2) Pero mientras mi mente se perdía en la Divina Voluntad, mi amable Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
(3) “Hija mía, mi Voluntad es incansable, queriendo mantener la vida, el orden, el equilibrio de todas las generaciones y del universo entero, no puede ni quiere cesar en su trabajo, mucho más que cada movimiento es como dado a luz por Ella y atado con vínculos inseparables. Imagen del aire que mientras ninguno lo ve, también da a luz el respiro en las criaturas, y es inseparable de la respiración humana, ¡oh! si el aire detuviera su trabajo de hacerse respirar, de un golpe cesaría la vida de todas las criaturas. Más que aire es mi Voluntad, el aire no es mas que un símbolo, imagen, y que produce la vida de la respiración por la virtud vital de mi Querer Divino, mientras que la mía es Vida en Sí misma e increada. Ahora, Dios tiene establecidos todos los actos de las criaturas y el número de

los actos de ellas; por eso el empeño de estos actos, porque establecidos por Dios vienen tomados por mi Divina Voluntad, los ordena y pone su Vida dentro de ellos, pero, ¿quién da el cumplimiento a estos actos establecidos por el Ser Supremo? Quien coopera y se hace dominar por la Voluntad Divina, con la cooperación y con su dominio siente el vínculo y la inseparabilidad de Ella, y siente correr su Vida Divina en sus actos. Mientras que cuando no coopera pierde el dominio de mi Voluntad Divina, y en vez de hacer la mía, hace su voluntad, y cada acto de voluntad humana forma un vacío para lo divino en el alma. Estos vacíos desfiguran a la pobre criatura, y como ha sido hecha para Dios, sólo Él puede llenar estos vacíos, porque los actos, cuyo número está establecido, debían servir para llenarla del Ser Divino. ¡Oh! cómo son horribles estos vacíos, se ven en ellos vías torcidas, actos sin principio divino y sin vida, por eso no hay cosa que arruine más a la criatura que su voluntad. Ahora, mi Voluntad es acto obrante e incesante dentro y fuera de la criatura, pero, ¿quién recibe su acto operante? Quien la reconoce en todos sus actos, quien la reconoce, la ama, la estima, la aprecia; con ser reconocida, mi Voluntad hace tocar con la mano su acto operativo e incesante, y la criatura siente los brazos de Ella en los suyos, la potencia de su movimiento en los suyos, su virtud vivificadora en su respiro, la formación de su Vida en el latido de su corazón, por todas partes, por dentro, por fuera, se siente vivificar, tocar, abrazar, besar por mi Voluntad. Y Ella, en cuanto ve que la criatura siente sus abrazos amorosos, se la estrecha más a su seno divino y va formando sus dulces cadenas de inseparabilidad entre Ella y su criatura amada. Parece que se siente pagada con ser reconocida por su trabajo incesante, y con su potencia quita el velo que la escondía a la criatura, y le hace conocer quién es quien forma la vida de todos sus actos. Por eso cuanto más la reconozcas, tanto más sentirás cuánto te ama y tú la amarás más.
(4) Además de esto, tú debes saber que el alma sin mi Divina Voluntad es como una flor cortada de la planta; pobre flor, le han quitado la vida, porque no está más unida a la raíz, y separada de ella no recibe más los humores vitales, que como sangre circulaban y la mantenían viva, fresca, bella, olorosa; ha perdido la raíz que como madre la amaba, la alimentaba y la tenía estrechada a su seno, y mientras la raíz se está bajo tierra, como sepultada viva para dar vida a las flores, hijas suyas, y hacerlas hacer una bella aparición, tanto de llamar la atención humana con su dulce encanto, pero como es cortada de la planta, como si hubiera perdido a la madre, parece que se pone en actitud de tristeza, pierde su frescura y termina por marchitarse. Tal es el alma sin mi Divina Voluntad, se separa de la raíz divina, que más que madre la amaba, la alimentaba, y mientras vive como sepultada, vive en todos sus actos y en el fondo de su alma para suministrarle los humores divinos, que como sangre hace circular en todos sus actos para mantenerla fresca, bella, perfumada por sus virtudes divinas, de formar el más bello y dulce encanto a la tierra y a todo el Cielo. Por lo tanto en cuanto se separa de mi Divina Voluntad, pierde a su verdadera Mamá, que con tantos cuidados maternos la custodiaba, la tenia estrechada a su seno, la defendía de todos y de todo, y termina por desfigurarse y marchitarse a todo lo que es bien, y llegan a sentir la triste melancolía porque viven sin Aquélla que la ha generado, sin la vida, las caricias de su Mamá. Así que se pueden llamar pobres huérfanas abandonadas, sin tutela, y quizá en manos de enemigos y tiranizada por las pasiones del propio yo. ¡Oh! si la raíz tuviera razón, ¿cuántos gritos desgarradores de dolor no emitiría al verse arrancar la vida de sus flores, y que la han obligado, como madre estéril, a permanecer sin la corona de sus hijos? Pero si no llora la planta, llora mi Voluntad al ver a tantos hijos suyos huérfanos, pero huérfanos voluntarios, que sienten todas las penas de la orfandad, mientras que su Madre vive y no hace otra cosa que llorar y llamar a la corona de sus hijos en torno a Sí”.

+ + + +

30-3
Noviembre 16, 1931

Cada acto humano es un juego, una prenda para vencer las gracias celestiales. El acto humano es tierra donde el Querer Divino pone su semilla. Cómo el amor constituye un derecho.

(1) Me siento en poder de la Divina Voluntad, pero no forzada, sino voluntaria, y siento la viva necesidad de lograr también yo una presa que me haga feliz en el tiempo y en la eternidad, y por eso en todos mis actos trato de tomar presa a la luz de la Divina Voluntad, a su santidad, a su misma Vida. Por eso la llamo, la tomo para raptarla en mis actos, para encerrarla en ellos y poder decir: “Cada acto mío es una presa y una conquista que hago”. Presa y conquista de Voluntad Divina, mucho más, que habiendo apresado la mía, sin voluntad no puedo vivir, por lo tanto es justo y derecho, que yo haga presa de la suya, y en este tomarnos como presa recíprocamente me parece que mantenemos la correspondencia, el juego, y el amor de ambas partes se enciende más. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús parecía que se complacía al oír mis desatinos, y yo decía entre mí: “Además soy pequeña y recién nacida apenas, si digo desatinos no es gran cosa, más bien hay que compadecerme, porque los pequeños es fácil que digan desatinos, y muchas veces el amado Jesús se deleita de los desatinos hechos por puro amor, y toma ocasión de ellos para dar una leccioncita, como de hecho lo ha hecho”. Visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, es cierto que todo lo que pasa entre el Creador y la criatura, los actos que ella hace, y lo que recibe de Dios, sirve para mantener la correspondencia, para conocerse más, para amarse más y para mantener el juego entre uno y otro, para conseguir el intento de lo que quiere Dios de la criatura, y de lo que ella quiere de Dios. Así que cada acto es un juego que se prepara para hacer las más bellas victorias y tomarse en prenda recíprocamente. El acto sirve como materia para jugar y como prenda para tener qué dar a quien vence. Dios con dar pone su prenda, la criatura con hacer su acto pone la suya y organizan el juego, y nuestra bondad es tanta, que nos hacemos débiles para hacer vencer a la criatura, otras veces nos hacemos fuertes y vencemos Nosotros, y esto lo hacemos para ponerla en el punto de que haciendo más actos, ponga más prendas y así poder vencer para rehacerse de la derrota. Además,
¿cómo se podría mantener la unión si nada debíamos dar, y nada debía darnos la criatura? Mira entonces, cada acto es un empeñarnos para dar gracias mayores, y una correspondencia que abres entre el Cielo y la tierra, y un juego donde llamas a tu Creador a entretenerse contigo. Mucho más que cada acto hecho por la Divina Voluntad en el acto de la criatura, es una semilla divina que germina en ella, el acto prepara la tierra donde mi Voluntad arroja su semilla para hacerla germinar en planta divina, porque de acuerdo a la semilla que se arroje en el seno de la tierra, esa planta nace; si la semilla es de flores, nacen flores; si la semilla es de fruto, nace el fruto. Ahora, mi Divina Voluntad en cada acto de criatura arroja una semilla diferente, dónde arroja la semilla de la santidad, dónde la semilla del amor, en otros la semilla de la bondad, y así de lo demás, cuantos más actos hace en Ella, tanta más tierra prepara donde mi Querer pone su semilla distinta para llenar la tierra de estos actos humanos. Entonces, quien se hace dominar por mi Voluntad Divina es bella, es hermosa, cada acto suyo conteniendo la variedad de semillas divinas, es una nota de su Creador: Un acto dice santidad, otro misericordia, otro justicia, sabiduría, belleza, amor, en suma, se ve una armonía divina, con tal orden que señala el dedo de Dios obrante en ella. ¿Ves entonces la necesidad del acto de la criatura para poder encontrar la tierra dónde poner nuestra semilla divina? De otra manera, ¿dónde la pondríamos? Nosotros tierra no tenemos, por eso nos la debe formar con sus actos, para poder con nuestras semillas germinar nuestro Ser Divino en la criatura. Por eso quien

hace y vive en nuestro Querer Divino, se puede llamar aquél que reproduce a su Creador, y alberga en ella a Aquél que la ha creado”.
(3) Después continuaba mis actos en el Divino Querer, y mi pequeñez quería abrazar todo en mi abrazo de amor, para poder hacer correr mi pequeño amor en todas las cosas y por todas partes. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha continuado:
(4) “Hija mía, amar significa poseer y querer hacer suya a la persona o al objeto que se ama. Amar significa vínculo, o de amistad o de parentesco o de filiación, de acuerdo más o menos a la intensidad del amor. Así que si entre la criatura y Dios no hay ningún vació de amor divino, si todos sus actos corren hacia Dios para amarlo, si del amor tienen principio y en el amor terminan, si mira todas las cosas que pertenecen al Ser Supremo como suyas, esto dice amor de hijo hacia su Padre, porque en este modo no se sale ni de las propiedades divinas ni de la habitación del Padre Celestial, porque el amor verdadero constituye un derecho en la criatura, derecho de filiación, derecho de participación de bienes, derecho de ser amado. Cada acto suyo de amor es una nota vibrante que late en el corazón divino y con su sonido dice ‘te amo, y ámame’, y el sonido no termina si no escucha la nota de su Creador, que haciendo eco al sonido del alma le responde, ‘te amo oh hijo’. ¡Oh! cómo esperamos el ‘te amo’ de la criatura para hacerla tomar su lugar en nuestro amor, para tener el dulce gusto de poderle decir, ‘te amo, oh hijo’, y así poderle dar mayor derecho de amarnos y de hacerlo pertenecer a nuestra familia. Un amor interrumpido y que no hace suyas nuestras cosas, ni las defiende, no se puede llamar amor de hijo, a lo más podrá ser amor de amistad, amor de circunstancia, amor de interés, amor de necesidad, que no constituye un derecho, porque sólo los hijos tienen derecho de poseer los bienes del Padre, y el Padre tiene el sacrosanto deber, incluso con leyes divinas y humanas de hacer poseer los bienes a sus hijos. Por eso ama siempre, a fin de que encuentres en todos tus actos el amor, el encuentro, el beso de tu Creador”.

+ + + +

30-4
Noviembre 29, 1931

Arrojo e imperio de los actos hechos en la Divina Voluntad. Intercambio de vida entre Creador y criatura.
Dulce murmullo en el Ser Divino.

(1) Siento el santo deber, la fuerza irresistible, la necesidad extrema de vivir en la habitación dada a mí por el Celestial Jesús, esto es, su adorable Voluntad, y si alguna vez hago las pequeñas salidas, ¡oh! cuánto me cuestan, siento que todos los males me llueven encima, y sintiendo el gran contraste que hay entre el vivir en mi querida habitación donde el amado Jesús me ha dado mi lugar, y fuera de ella, me vuelvo a tomar mi lugar que Él me ha asignado, y bendigo a Aquél que me ha dado una habitación tan feliz y me ha dado el gran bien de hacerme conocer su Santísima Voluntad.
(2) Pero mientras mi pequeña inteligencia navegaba el gran mar del Fiat Supremo, mi amado Bien Jesús se ha hecho oír en mi pobre alma, y me ha dicho:
(3) “Hija mía, estar en la habitación de mi Divina Voluntad es estar en su puesto de honor, dado por Dios cuando la criatura fue puesta fuera a la luz del día, y a quien está en su puesto Dios no le hace faltar nada, ni santidad, ni luz, ni fuerza, ni amor. Es más, pone a disposición de la criatura lo que quiere tomar de dentro de la fuente divina, así que vive en la abundancia de todos los bienes, todos los actos hechos en la Divina Voluntad tienen la virtud operativa de Dios, el Cual se siente, por su misma potencia, atraído a obrar en el acto de la criatura, y por eso estos actos tienen virtud de arrojarse con tal ímpetu e imperio en el mismo mar de la Divina Voluntad, para moverla y ponerla en actitud de duplicar su gloria, y hacerla obrar nueva bondad, nueva misericordia, nuevo amor y luz hacia todas las

criaturas, así que con sus actos, no hace otra cosa que girar el motor divino para hacerlo obrar. Es verdad que por Nosotros mismos somos movimiento continuo que produce obras incesantes, pero también es verdad que con hacer ella sus actos en nuestro Querer, entra en este movimiento, pone en él de lo suyo, y nuestro movimiento se siente poner a girar y mover por la criatura para producir nuestras obras, y sentimos su acto inmediato con todas nuestras obras. Por eso sentirla junto con Nosotros, con nuestros actos, es la gloria y la felicidad más grande que podemos recibir. ¿Te parece poco que le demos a ella la virtud de mover todo nuestro Ser Divino? Y así como gozamos por que está en su puesto, así le hacemos hacer lo que quiere, porque estamos seguros que no hará sino lo que queremos Nosotros. Todo al contrario para quien vive de voluntad humana, sus actos no tienen poder divino, están sin impulso, quedan en lo bajo y muchas veces amargan a su Creador”.
(4) Después de esto decía entre mí: “¡Oh! cómo quisiera dar a mi Jesús, para atestiguarle mi amor, tantas vidas por cuantos actos yo hago”. Y mi Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, tú debes saber que en cada cosa que hace la criatura, damos el acto de vida que sale de Nosotros, si piensa, le damos la vida del pensamiento de nuestra Inteligencia; si habla, le damos en su voz la vida de nuestra palabra; si obra, corre la vida de nuestras obras en la suya; si camina, damos la vida de nuestros pasos en los suyos; mira, son dos actos de vida que deben concurrir en cada uno de los actos de la criatura: Primero el acto de Vida Divina, e inmediatamente el acto de ella. Ahora, si en todas las cosas que hace, las hace por amor de Quien le da la vida, se forma un intercambio de vida; vida damos y vida recibimos. Y aunque hay gran diferencia entre los actos de Vida nuestra y los de la criatura, sin embargo quedamos glorificados y satisfechos, porque eso nos puede dar, y eso nos da, mucho más que todos los actos hechos por ella para darnos el intercambio de vida, quedan no fuera de Nosotros, sino dentro de Nosotros, como testimonios de vida perenne de la criatura; sentimos el intercambio de su vida a la Vida que le hemos dado. En nuestro Ser Divino, en nuestro Querer y en nuestro amor, nos lleva el dulce murmullo de la vida de sus pensamientos en nuestra Inteligencia, el suave murmullo de su palabra en nuestra voz, sus obras murmuran dulcemente en nuestras obras, y el pisar de sus pasos, conforme caminan, así murmuran amor y testimonios de vida a mi Creador. Y Nosotros, en nuestro énfasis de amor decimos: ‘¿Quién es quien murmura en nuestro Ser Divino con la vida de sus actos? Quien está en nuestro Querer y obra por puro amor nuestro’. Pero cuál no es nuestro dolor cuando damos vida a los actos de la criatura y nada recibimos, estos actos suyos quedan fuera de Nosotros y como dispersos, porque falta la corriente de nuestro Querer y de nuestro amor que nos los trae, y estos actos, la mayor parte llevan el sello de la ofensa a quien les ha dado la vida. ¡Oh! si las criaturas comprendieran con claridad qué significa hacer su voluntad, morirían de pena al comprender el gran mal en el cual se precipitan, y el gran bien que pierden con no hacer nuestra Voluntad Divina. Sé atenta hija mía si no quieres perder los ojos del alma, cual es mi Voluntad, y perdidos éstos, tú misma no comprenderás tu gran desventura, como no la comprenden tantas otras criaturas que se juegan la Divina Voluntad para hacer la propia; pero ¿para hacer qué? Para volverse infelices”.

+ + + +

30-5
Diciembre 6, 1931

El bien de la prolijidad del tiempo. Dios cuenta las horas y los minutos para llenarlos de gracias. Quien hace la Divina Voluntad rompe el velo que esconde a su Creador. Baño de luz que da la Divina Voluntad.

(1) Me sentía oprimida por las privaciones de mi dulce Jesús y como cansada de mi largo exilio, y pensaba entre mí: “Jamás lo habría creído, una vida tan larga. ¡Oh! si hubiera sido más breve, como tantas otras, no habría pasado tanto, pero ¡Fiat! ¡Fiat!” Sentía que mi mente quería desatinar, por eso he rogado a Jesús que me ayudara y le he jurado que quiero hacer siempre su Voluntad adorable. Y el Soberano Jesús alejando las tinieblas que me circundaban, ha hecho su visita a mi alma y me ha dicho con ternura indecible:
(2) “Hija buena, ánimo, como tu Jesús te quiere dar más y recibir más de ti, permito la prolijidad del tiempo. No hay comparación posible entre quien me ha dado pruebas por pocos años, y quien por largos años. Un tiempo prolongado dice siempre de más: Más circunstancias, más ocasiones, más pruebas, más penas, y mantenerse fiel, constante, paciente en tantas circunstancias, y no por poco sino por largo tiempo, ¡oh! cuántas cosas dice de más. Tú debes saber que cada hora de vida bajo el imperio de mi Divina Voluntad, son nuevas Vidas Divinas que se reciben, nuevas gracias, nuevas bellezas, nuevas ascendencias hacia Dios, correspondientes a nueva gloria. Nosotros medimos el tiempo por lo que damos, y esperamos la correspondencia del acto de la criatura para dar de nuevo; y a la criatura le es necesario el tiempo para digerir lo que le hemos dado, y así hacerla dar otro paso hacia Nosotros; si nada agrega a lo que le hemos dado, Nosotros no damos súbito, sino que esperamos su acto para dar de nuevo. Por eso no hay cosa más grande, más importante, más aceptable ante Nosotros, que una vida larga, santamente vivida, ya que cada hora es una prueba más de amor, de fidelidad, de sacrificio que nos ha dado, y Nosotros contamos también los minutos, a fin de que ninguno de ellos no sea llenado de gracias y de nuestros carismas divinos. A una vida breve, pocas horas podemos contar, y no le podemos dar gran cosa, por eso déjame hacer, y quiero que quedes contenta de lo que Yo hago, y si quieres estar contenta piensa que cada hora de tu vida es una prenda de amor que me das, la cual servirá para empeñarme en amarte de más, ¿no estás contenta?”.
(3) Después de esto estaba siguiendo mis actos en la Divina Voluntad y sentía sobre mí el imperio, su inmensidad que toda me arrollaba dentro, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija amada de mi Voluntad, el vivir en Ella significa reconocer su Paternidad, y sintiéndose hija quiere estar abrazada, estrechada sobre las rodillas de su Padre, y vivir en su casa, y con derecho, porque se reconoce como parto suyo, que con tanto amor lo ha generado y dado a la luz, y mira todas las otras cosas como extrañas, y sin el dulce vínculo, ni de Paternidad ni de filiación; por eso ve con claridad que saliendo de la casa de su Padre, será una hija extraviada que no tendrá ni siquiera un nido donde poder formar su habitación. Quien hace y vive en mi Querer Divino rompe los velos de nuestra potencia, y encuentra que su Creador potentemente la ama y atrae con su potencia a su criatura para hacerse amar potentemente, desgarrando el velo encuentra el sagrario de la potencia divina y no teme más, porque si es potente, es potente para amarla y para hacerse amar, y amando con amor potente, se hace osada y rompe el velo de la sabiduría divina, de la bondad, de la misericordia, del amor y de la justicia, y encuentra como tantos sagrarios divinos que sabiamente la aman, y con una bondad ternísima y excesiva, unida a misericordia inaudita, la aman, encuentra el amor rebosante, que inmensamente la ama, y siendo el Ser Divino orden, la ama con justicia, y la criatura pasando de un sagrario a otro, no fuera sino dentro de estos velos, siente los reflejos de su Creador y lo ama sabiamente, con bondad y ternura, unidas a misericordia, que no teniendo necesidad su Dios, lo dirige para bien de todas las generaciones, y sintiéndose el amor que le rebosa en el seno, ¡oh! cómo quisiera deshacerse en amor para amarlo, pero la justicia conservándola le da el amor justo por cuanto a criatura es posible y la confirma en vida. Hija mía, cuántas cosas esconden estos velos de nuestras cualidades divinas, pero a ninguno es dado el romper estos nuestros velos, sino a quien hace y vive en nuestro Querer, ella sola es la afortunada criatura que no ve a su Dios velado, sino como Él es en Sí mismo. Pero como no somos reconocidos cuales somos en Nosotros mismos, de nuestro Ser Supremo tienen ideas tan

bajas e incluso también torcidas, y esto es porque no teniendo en ellos nuestra Voluntad, no sienten en sí mismos la Vida de Aquél que los ha creado, tocan nuestros velos, pero no lo que hay dentro, y por eso sienten nuestra potencia como opresiva, nuestra luz eclipsante como en acto de alejarlos de Nosotros y ponerlos a distancia, sienten nuestra santidad velada que les da vergüenza, y desconfiados viven inmersos en su pasiones, pero la culpa es toda de ellos, porque existe una sentencia dicha por Nosotros en el paraíso terrenal: ‘Aquí no se entra, este es lugar sólo para quien hace y vive en nuestra Voluntad’, y por eso las primeras criaturas fueron puestas fuera, poniendo un ángel de guardia a fin de que les impidiera la entrada. Nuestra Voluntad es paraíso terrestre en la tierra, y celestial en el cielo de las criaturas, y se puede decir que un ángel es puesto a guardia de Ella. Quien no la quiere hacer, y no quiere vivir en sus brazos y hacer vida común en su habitación, sería un intruso si esto hiciera, pero ni siquiera lo puede hacer, porque nuestros velos se hacen tan densos que no encontraría el camino para entrar; y así como un ángel le prohíbe el ingreso, así otro ángel guía y da la mano a quien quiere vivir de nuestra Voluntad. Por eso conténtate con morir miles de veces antes que no hacer nuestra Voluntad, tú debes saber que Ella es toda ojos sobre la feliz criatura que quiere vivir de Ella, y conforme hace sus actos, así le hace su baño de luz divina; este baño la refresca y le hace sentir los refrigerios divinos, y así como la luz, conforme se forma, así produce por propia naturaleza suya, dentro de sus velos de luz, fecundidad, dulzura, gustos, colores, así que mientras aparentemente parece sólo luz, dentro esconde tantas bellas riquezas e innumerables cualidades, que ningún otro elemento puede decirse similar a ella, es más, es de la luz que imploran la fecundidad y el bien que cada elemento debe hacer en el orden en el cual ha sido puesto por Dios. La luz se puede llamar el alma de las cosas creadas, símbolo de nuestra luz increada de nuestro Fiat Divino que anima todo. Por eso con este baño de luz divina, mientras está por hacer sus actos en Ella, el alma se siente endulzar, embalsamar, fortalecer, purificar e investir por el bello arco iris de los colores divinos que vuelven al alma tan agraciada, hermosa y bella, que Dios mismo se siente raptar por una belleza tan especial. Este baño de luz es como el preparativo para poder atravesar el umbral y romper el velo que esconde nuestro Ser Divino a las criaturas humanas. Mucho más, que es nuestro interés, que quien viva en nuestro Querer nos asemeje, y no haga nada que sea indigno de nuestra Majestad tres veces Santa, por eso piensa en que, cada vez que te dispongas a hacer tus actos en su luz interminable, mi Voluntad te da un baño de luz, a fin de que seas atenta a recibirlo”.

+ + + +

30-6
Diciembre 8, 1931

La Reina del Cielo retira los actos buenos de las criaturas en sus mares de gracia. La inmutabilidad de Dios
y la mutabilidad de la criatura.

(1) Continúo mi abandono en el Fiat Divino, sus dulces cadenas me estrechan tanto, pero no para quitarme la libertad, no, no, sino para volverme más libre en los campos divinos y para tenerme defendida de todos y de todo, así que yo me siento más segura encadenada por la Divina Voluntad. Y mientras hacía mis actos en Ella, sentía la necesidad de mi Mamá Celestial, que me ayudara y que sostuviera mis pequeños actos, a fin de que pudieran encontrar la complacencia y la sonrisa divina. Y el Celestial Consolador que nada sabe negarme cuando se trata de agradarle, visitando mi pobre alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestra Mamá Celestial tiene el primado sobre todos los actos buenos de las criaturas. Ella, como Reina, tiene el mandato y el derecho de retirar todos los actos de

ellas en sus actos; es tanto su amor de Reina y de Madre, que en cuanto la criatura se dispone a formar su acto de amor, así desde la altura de su trono hace descender un rayo de su amor, inviste y circunda el acto de amor de ellas para poner en él el suyo como primer amor, y en cuanto es formado, lo pone nuevamente en su mismo rayo de amor en la fuente de su amor y dice a su Creador: ‘Majestad adorable, en mi amor que siempre surge para Ti, está el amor de mis hijos fundido en el mío, que Yo, con derecho de Reina, he retirado en mi mar de amor, para que puedas encontrar en mi amor el amor de todas las criaturas’. Si las criaturas adoran, si ruegan, si reparan, si sufren, descienden de la altura de su trono, el rayo de la adoración, el rayo de su oración, el rayo de su reparación, emite el rayo vivificante de dentro del mar de sus dolores, e inviste y circunda la adoración, la oración, la reparación, los sufrimientos de las criaturas, y cuando han hecho y formado el acto, el mismo rayo de luz los eleva hasta su trono y se funden en la fuente de los mares de la adoración, de la oración, de la reparación, de los dolores de la Mamá Celestial, y repite: ‘Majestad Santísima, mi adoración se extiende en todas las adoraciones de las criaturas, mi plegaria ruega en la plegaria de ellas, repara con sus reparaciones, y como Madre, mis dolores invisten y circundan sus penas, no me sentiré Reina si no corro y pongo mi acto primero sobre todos los actos de ellas, ni gustaré las dulzuras de Madre si no corro para circundar, ayudar, suplir, embellecer, fortificar todos los actos de las criaturas, y así poder decir: Los actos de mis hijos son uno con los míos, los tengo en mi poder junto a Dios para defenderlos, ayudarlos y como prenda segura que me alcanzarán en el Cielo”.
(3) Por eso hija mía, tú jamás estás sola en tus actos, tienes a la Mamá Celestial junto contigo, que no sólo te circunda, sino que con la luz de sus virtudes alimenta tu acto para darle la vida, porque tú debes saber que la Soberana Reina, desde su Inmaculada Concepción, fue la primera y única criatura que formó el anillo de conjunción entre el Creador y la criatura, roto por Adán. Ella aceptó el divino mandato de vincular a Dios y a los hombres, y los vinculaba con sus primeros actos de fidelidad, de sacrificio, de heroísmo de hacer morir su voluntad en cada acto suyo, no una vez, sino siempre, para hacer revivir la de Dios. De esto brotaba una fuente de amor divino que cimentaba a Dios y al hombre y todos los actos de ellos, así que sus actos, su amor materno, su dominio de Reina, son cemento que corre, que consolida los actos de las criaturas para volverlos inseparables de los suyos, a menos que algún ingrato rechace recibir el cemento del amor de su Mamá. Por lo tanto, tú debes estar convencida que junto a tu paciencia está la paciencia de la Mamá Reina, que circunda, sostiene y alimenta la tuya en torno a tus penas; te circundan sus dolores que sostienen y alimentan como aceite balsámico la dureza de tus penas, en resumen, en todo. Ella es la Reina hacendosa que no sabe estar ociosa en su trono de gloria, sino que desciende, corre como Madre en los actos y necesidades de sus hijos, por eso agradécele por sus tantos cuidados maternos, y agradece a Dios que ha dado a todas las generaciones una Madre tan santa, amable, y que ama tanto, que llega a ser la que recoge todos los actos de ellos para cubrirlos con los suyos, y para suplir a lo que en ellos falta de bello y de bueno”.
(4) Después continuaba mi acostumbrado giro en las cosas creadas, para seguir lo que había hecho la Divina Voluntad en ella, y ¡oh! cómo me parecía bella y encantadora, cada vez que giro en ella encuentro sorpresas que me raptan, noticias que antes no había entendido, el antiguo y el nuevo amor de Dios que jamás se cambia. Pero mientras mi mente se extendía en los horizontes de la Creación, mi amable Jesús sorprendiéndome ha agregado:
(5) “Mi pequeña hija de mi Querer, cómo son bellas nuestras obras, ¿no es verdad? Todo es solidez, equilibrio perfecto, inmutabilidad que no está sujeta a cambiarse ni puede mudarse. Mira, toda la Creación dice y revela nuestro Ser Divino, nuestra firmeza en nuestras obras, nuestro equilibrio es universal en todas las cosas, y por cuantas cosas agradables y desagradables pueden suceder, nuestra inmutabilidad está siempre en su puesto de honor. Nada hemos cambiado del cómo fue creada, y si la criatura ve y siente

tantos y múltiples cambios, es ella que se cambia, se cambia a cada circunstancia, y como está dentro y fuera de ella el cambiarse, siente como si nuestras obras se cambiaran para ella, son sus cambios que la rodean los que tienen fuerza para alejarla de nuestra inmutabilidad. Todo es continuado y equilibrado en Nosotros; lo que hicimos en la Creación continúa todavía, y como todo fue hecho para quien debía vivir de nuestra Voluntad, en cuanto la criatura se pone en orden con Ella, nuestra obra creadora desarrolla en ella su acto continuado, y siente la vida de nuestra inmutabilidad, el perfecto equilibrio de nuestras obras, nuestro amor que la ama siempre sin jamás cesar. Donde encontramos nuestra Voluntad continuamos la obra de nuestra Creación, no porque la nuestra sea interrumpida, porque no se hace nuestra Voluntad, no, no, no hay peligro, es porque falta en ellos la causa por la que fueron creados, cual es el hacer nuestra Voluntad, y por tanto no tienen ojos para ver nuestro perfecto equilibrio, que está sobre ellos para equilibrar sus obras y hacerlos inmutables junto con nuestra inmutabilidad, ni oídos para escuchar qué cosa dicen nuestras obras, ni manos para tocarlas y recibir nuestro amor continuado que les ofrecemos, por eso ellos mismos se hacen como extraños en la casa de su Padre Celestial, y nuestros actos continúan, hacen su curso, pero para ellos quedan como suspendidos y sin efectos”.

+ + + +

30-7
Diciembre 14, 1931

Quien hace la Divina Voluntad es llevada entre los brazos de su inmensidad. El hombre fortaleza de Dios. Diferencia entre quien vive y entre quien hace la Divina Voluntad.

(1) Estoy siempre de regreso en el Querer Divino. Mi pequeña alma me parece que toma su vuelo en su luz para consumirse y perder mi vida en ella, ¿pero qué? Mientras me consumo resurjo a nuevo amor, a nueva luz, a nuevo conocimiento, a nueva fuerza, a nueva unión con Jesús y con su Divina Voluntad. ¡Oh! feliz resurrección que tanto bien lleva a mi alma, me parece que mi alma en la Divina Voluntad, está siempre en acto de morir para recibir la verdadera vida y formar poco a poco la resurrección de mi voluntad en la suya. Después mi sumo Bien Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestra Voluntad es el punto primero y el apoyo irremovible e inquebrantable de la criatura, ella es llevada entre los brazos de nuestra inmensidad, de modo que dentro y fuera de ella nada vacila, sino todo es firmeza y fortaleza insuperables, por eso no queremos otra cosa sino que se haga nuestra Divina Voluntad, para encontrar en el fondo de su alma nuestro sagrario divino, el fogón que siempre arde y jamás se apaga, la luz que forma el día divino y perenne. Y como nuestra Voluntad cuando reina en la criatura se desembaraza de todo lo que es humano, por eso sucede que del centro de su alma nos da actos divinos, honores divinos, oraciones y amor divino, que poseen fuerza invencible y amor insuperable, tanto, que conforme tú en mi Querer querías abrazar todas las obras de aquellos que están en el Cielo, y de las criaturas que están en la tierra, para que todas pidieran que se haga la Divina Voluntad como en el Cielo así en la tierra, todas las obras quedaban marcadas por el gran honor de pedir que mi Fiat sea la vida de cada criatura, y que en ellas reine y domine, y nuestra Divinidad recibía el honor más grande, que todas las obras pidieran la vida, el reino de la Divina Voluntad. Ningún reescrito de gracia es concedido por Nosotros si no está firmado con la firma de oro de nuestro Querer, las puertas del Cielo no se abren sino a quien quiere hacer nuestra Voluntad, nuestras rodillas paternas no se adaptan a tomar en nuestros brazos, para hacerla reposar en nuestro seno amoroso, sino a quien viene como hija de nuestro Querer. He aquí por esto la gran diferencia que nuestro Ser Supremo tuvo al crear el cielo, el sol, la tierra y lo

demás, con el crear al hombre; en las cosas creadas puso un basta, de modo que no pueden ni crecer ni decrecer, si bien les puso toda la suntuosidad, belleza y magnificencia de obras salidas de nuestras manos creadoras, en cambio al crear al hombre, debiendo tener nuestra sede en él, y por tanto nuestra Voluntad dominante y obrante, no puso un basta, no, sino le di virtud de hacer multiplicidad de obras, de pasos, de palabras, pero una diferente de la otra. Nuestra Voluntad en el hombre quedaría obstaculizada si no le diera virtud de hacer obras siempre nuevas, no sujeto a hacer una sola obra, de decir la misma palabra, de caminar sobre un mismo camino, él fue creado por Nosotros como rey de la creación, porque debiendo habitar en él su Creador, el Rey de reyes, era justo que aquél que formaba la habitación a nuestro Ente Supremo, debía ser el pequeño rey que debía dominar las mismas cosas creadas por Nosotros, y él mismo por amor nuestro debía tener el poder de hacer no una sola obra, sino muchas obras nuevas, ciencias para poder iniciar cosas nuevas, también para dar honor a Aquél que lo habitaba dentro, y que entreteniéndose con él en familiar conversación, le enseñaba tantas cosas bellas que hacer y que decir. Por eso nuestro amor al crear al hombre fue insuperable, pero tanto, que debía arrollar todos los siglos para dar amor y pedir amor, y formar en él el reino de nuestra Divina Voluntad. No tenemos otra mira sobre las criaturas, ni pedimos otro sacrificio, sino que hagan nuestra Voluntad, y esto para darle el derecho de rey de sí mismo y de las cosas creadas, y para poder habitar en él con nuestro decoro y honor como nuestra fortaleza y palacio real que nos pertenece”.
(3) Después de esto, continuando mi abandono en el Querer Divino, mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía buena, tú debes saber que nuestra Voluntad tiene su Vida, su dominio, su sede, su centro, en nuestro Ser Divino, forma una sola cosa con Nosotros y nuestra misma Vida, de su centro emanan sus rayos plenos de su Vida que llena Cielo y tierra. Ahora quien vive en nuestro Querer, sus actos vienen formados en el centro de su Vida, es decir en nuestro Ser Divino, en cambio quien hace sólo nuestra Voluntad, hace también el bien, pero no vive en Ella, sus actos son formados en los rayos que emanan de su centro. Hay diferencia entre quien pudiera obrar en la luz que el sol expande del centro de su esfera, y entre quien pudiera subir a su centro de luz, ésta sentiría la consumación de su ser y el resurgimiento de su ser en aquel centro de luz, de modo que le resultaría difícil separarse de dentro de aquella esfera de luz, en cambio los otros que obran en la luz que llena la tierra, no sienten la fuerza intensa de la luz que los consume, ni la fuerza de resurgir en la misma luz, a pesar de que hace el bien, permanece tal cual es. Tal es la diferencia entre quien vive y quien hace mi Voluntad; por tanto, cuantos actos hace en Ella, tantas veces resurge a Vida Divina, y consume y muere a lo que es humano. Cuán bellas son estas resurrecciones en el alma, basta decir que vienen formadas por la sabiduría y maestría del Artífice Divino, y esto lo dice todo, todo lo bello y todo lo bueno que podemos hacer de la criatura”.

+ + + +

30-8
Diciembre 21, 1931

Un acto continuado es como juez, orden y centinela de la criatura. Quiénes son las depositarias de Jesús. Campos y mares divinos.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, su potencia se impone sobre mí, y quiere que yo lo reconozca en cada uno de mis actos, como vida de mi acto, para poder extender con su potencia los nuevos cielos de belleza, de amor, para poder reconocer en mi acto el acto suyo, que no sabe hacer cosas pequeñas sino grandes, que deben maravillar a todo el cielo y que puedan hacer competencia con todas sus obras. En cambio, si yo no lo

reconozco, mi acto no se presta a recibir la potencia del acto de la Divina Voluntad, y mi acto queda acto de criatura y su potencia queda aparte. ¡Oh! Voluntad Divina, haz que yo te reconozca siempre, para poder encerrar en mi acto tu potencialidad obrante y glorificante de obras de tu Voluntad adorable. Después, mientras esto pensaba, mi amado Jesús ha hecho su breve visita a mi pobre alma, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el reconocer lo que puede hacer mi Voluntad en el acto de la criatura, forma el acto divino en ella, y en este acto, como fondo pone el principio divino, y conforme se va formando así la inviste de su inmutabilidad, de modo que la criatura sentirá en su acto un principio divino que no termina jamás, y una inmutabilidad que jamás se cambia, oirá en sí el sonido de la campana de su acto continuado que hace su curso continuo. Esta es la señal si el alma ha recibido en sus actos el principio divino: ‘La continuación’, un acto prolijo dice que Dios habita en ella y en sus actos, dice confirmación en el bien, porque es tanto el valor, la gracia, la potencia de un acto continuado, que llena los pequeños vacíos de intensidad de amor, las pequeñas debilidades a que la naturaleza humana está sujeta. Se puede decir que un acto, una virtud continuada es como el juez, el orden, el centinela de la criatura. Por eso me importa tanto que tus actos sean continuos, porque tienen de lo mío dentro, y si no son continuos Yo sentiría deshonrado mi acto en el tuyo. Mira hija mía, es tanto el ímpetu de amor, que quiero ser reconocido en todo lo que he hecho por amor de las criaturas, pero esto no por otra cosa sino para dar, siento una necesidad de dar, quiero formar las depositarias de mi Vida, de mis obras, de mis penas, de mis lágrimas, de todo, pero éstas no salen de Mí si no son reconocidas, con no reconocerlas me impiden el acercarme para poner en ellas lo que con tanto amor quiero dar, y además quedarían sin efectos, serían como tantos ciegos que no ven lo que los rodea. En cambio, el reconocer es vista al alma, que hace surgir el deseo y el amor, y por lo tanto la gratitud hacia Mí que tanto quiero dar, y con celo custodian mi tesoro depositado en ellas, y en las circunstancias se sirven de mi Vida como guía, de mis obras para confirmar sus obras, de mis penas como sostén de las penas de ellas, y de mis lágrimas para lavarse si están manchadas, y ¡oh! cómo estoy contento de que se sirvan de Mí y de mis obras para ayudarse. Fue esta mi finalidad al venir a la tierra, para quedar como su hermanito en medio a ellas, y dentro de ellas como ayuda en sus necesidades. En cuanto me reconocen, Yo no hago otra cosa que reflejar en ellas para sellar el bien que han conocido, casi como sol, que con reflejar, con su luz sobre las plantas y sobre las flores comunica la sustancia de la dulzura y de los colores, no aparentemente sino en realidad. Entonces, si quieres recibir mucho, trata de conocer lo que hizo y hace mi Voluntad en la Creación, y lo que hizo en la Redención, y Yo seré magnánimo y nada te negaré de lo que te hago conocer. Es más, debes saber que si no me detengo ahora para hacerte de maestro, para hacerte conocer tantas otras cosas que me pertenecen, es porque quiero darte todavía lo que te hago conocer. No quedaría contento si no tuviese qué dar, y siempre cosas nuevas para dar a mi hija, por eso espero con ansia que pongas en su lugar en tu alma lo que has conocido, a fin de que lo tengas como cosa tuya, y mientras las pones en su lugar, para ayudarte a ordenarlas te voy acariciando, modelando, fortificándote, ensancho tu capacidad, en suma renuevo lo que hice en la creación de la primera criatura. Mucho más que siendo cosas mías que tú has conocido y que quiero ponerlas en ti, no quiero fiarme de ninguno, ni siquiera de ti, quiero ser Yo mismo, con mis mismas manos creadoras preparar el lugar y ponerlas en ti, y para tenerlas seguras las circundo con mi amor, con mi fuerza y pongo por guardia mi luz. Por eso sé atenta, no dejes escapar nada, y así me darás el campo para poderte hacer las más bellas sorpresas”.
(3) Después de esto, mi pequeña inteligencia continuaba navegando el mar interminable de la Divina Voluntad, y mi sumo Bien Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, Nosotros tenemos campos y mares divinos interminables, que están llenos de alegrías, de bienaventuranzas, de bellezas encantadoras de toda especie, y poseen la virtud de hacer surgir alegrías siempre nuevas y bellezas tales, que una no asemeja a la

otra, pero en estos nuestros mares y campos divinos, aunque hay cosas y bienaventuranzas innumerables, no tenemos vidas que palpiten, mientras que Nosotros somos vida y latido de todo, también de nuestras alegrías; nos falta el latido de la criatura que palpite en el nuestro y como vida llenen estos nuestros campos y mares innumerables. Ahora, ¿quieres tú saber quién nos da su vida, no una cosa nueva, pues tenemos tantas? Quien viene a vivir en nuestra Voluntad, porque Ella, desbordando de Nosotros nos forma nuestros campos y mares divinos, llenos de todas las felicidades posibles e imaginables, y la criatura viene a ellos como vida, y tenemos el gran contento y la gran gloria que nos puede dar una vida, y si bien esta vida ha salido de Nosotros, pero es libre de estar o no estar en nuestros campos divinos, y ella pierde, sacrifica su libertad humana, y en nuestra Voluntad toma la libertad divina, y como vida vive en nuestros campos y mares sin confines. Y ¡oh! cómo es bello ver esta vida que agranda su puesto en medio a los apretados grupos de nuestras felicidades y alegrías, y en ellas arroja su semilla, su grano de trigo, imagen de su voluntad que ahí forma su espiga, tan alta, pero como realidad, y no aparente, de la vida palpitante y obrante en nuestro campo celestial, o bien como pececito, símbolo también de su voluntad, que como vida palpita, nada en nuestro mar, vive y se nutre, se entretiene, nos hace miles de bromas y recrea, no como alegría sino como vida, a su Creador. Hay gran diferencia entre aquellas que nos pueden dar nuestras alegrías, y aquellas que nos puede dar una vida. Y por esto podemos decir: ‘Nuestros campos están desiertos, nuestros mares están sin peces’. Porque falta la vida de las criaturas para llenarlos, para poder dar y recibir vida por vida, pero vendrá el tiempo que estarán llenos, y tendremos el pleno contento y la gran gloria de tener en medio a nuestras muchas alegrías, multitudes de vidas que vivirán dentro de estos campos y nos darán vida por vida.
(5) Ahora, tú debes saber que estos nuestros campos y mares están a disposición de aquellos que viven en la tierra y que quieren hacer vida en nuestra Divina Voluntad, no para aquellos que viven en el Cielo, porque ellos no pueden agregar ni siquiera una coma de más de lo que han hecho, estos son las vidas gozosas en nuestros campos divinos, no las vidas obrantes, se puede decir de ellos: ‘Lo que ha hecho ha hecho’. En cambio, son las vidas obrantes y conquistantes de la tierra las que suspiramos, y que mientras están en la tierra entren en estos nuestros campos y obren y hagan de conquistadoras en modo divino, mucho más, que desde que el hombre pecó, salió de nuestra Voluntad, y le fueron, con justicia, cerradas las puertas de estos nuestros campos. Ahora queremos abrir estas nuestras puertas, después de tantos siglos, a quien quiera entrar, no forzarlas, sino libremente, para hacerlos poblar estos nuestros campos divinos, para dar una nueva forma, un modo de vida todo nuevo a la criatura, y poder recibir, no obras de ella, sino en cada acto suyo, vida formada en nuestra misma Vida. Esta es la causa de mi tanto hablar sobre mi Voluntad, la fuerza de mi palabra creadora las dispondrá, les dará el deseo, cambiará la voluntad humana, y sabiendo que quiero abrir las puertas, tocarán, y Yo rápido les abriré a fin de que Yo mismo quede satisfecho, y tenga mi pueblo afortunado que me dará a cambio de mi Vida que he dado por ellos, su vida a cambio de la mía. Jamás he hablado sin obtener nada, o en vano, hablé en la Creación, y mi palabra sirvió para formar las cosas admirables de todo el universo, hablé en la Redención, y mi palabra, mi Evangelio, sirve de guía a mi Iglesia, sirve de luz, de sostén, se puede decir que mi palabra es la sustancia y mi Vida palpitante en el seno de la Iglesia. Ahora, si he hablado y hablo todavía sobre mi Divina Voluntad, no será en vano, no, sino que tendré sus admirables efectos, y la Vida de mi Voluntad conocida, obrante y palpitante en medio a las criaturas. Por eso déjame hacer y Yo dispondré las cosas de modo que mi palabra no será palabra muerta, sino viva, que dará vida con todos sus admirables efectos. Mucho más, que estos nuestros campos y mares celestiales harán de madre a las almas afortunadas que quieran vivir en ellos, las educarán en modo divino, las nutrirán con alimentos exquisitos tomados de la mesa celestial y las crecerán de manera noble y santas, que en todos sus actos, pasos y palabras se verá claramente escrito: ‘Son similares a su Creador’. Dios oirá la melodía de su voz en la palabra de ellas, su potencia en sus obras, su dulce movimiento

de los pasos que corren junto a todos porque los quiere consigo, en los pasos de ellos, y como raptado dirá: ‘¿Quién es quien me asemeja? ¿Quién sabe imitar mi voz dulce, armoniosa y fuerte de poder sacudir Cielo y tierra? ¿Quién tiene tanta fuerza de raptarme en sus obras para hacerme obrar junto con ella? ¿Quién es? ¿Quién es?’ ¡Ah! es quien vive en nuestros campos divinos, es justo que nos asemeje en todo, por cuanto a criatura es posible, es nuestra hija, y basta, dejémosla que nos imite, que nos asemeje, será nuestra gloria de nuestra obra creadora, la suspirada de su Padre Celestial, estas almas formarán la nueva jerarquía en la patria celestial, donde hay un puesto reservado para ellos, que a ningún otro es dado ocupar”.

+ + + +

30-9
Diciembre 25, 1931

Deseo de Jesús de la compañía de la criatura. Extrema necesidad del niño Jesús de ser amado con amor divino por su Madre Celestial.

(1) Me siento como inundar por el mar de luz de la Divina Voluntad, ¡oh! cómo quisiera ser en verdad el pececito en este mar, de modo de no ver mas que luz, tocar, respirar, vivir de luz, ¡oh! cómo sería feliz de oírme decir que soy la hija del Padre Celestial. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi querida vida, el dulce y soberano Jesús, visitando mi pequeña alma, hacía ver que de dentro de su adorable persona salían mares de luz interminable, y de dentro de ella salían almas que poblaban la tierra y todo el Cielo, y Jesús llamándome me ha dicho:
(2) “Hija mía, ven en esta luz, aquí te quiero, la virtud de mi luz, su movimiento como fuente de vida, no hace otra cosa que hacer salir de dentro de su seno de luz almas, es decir, vida de criaturas, su potencia es tanta, que conforme se mueve hace salir almas, y Yo quiero a mi amada junto Conmigo, en el seno de mi luz, es decir de mi Voluntad, porque conforme las almas vengan formadas y salgan fuera, no quiero estar solo, quiero tu compañía a fin de que reconozcas el gran portento de la creación de las almas, nuestro amor excesivo, y como te quiero en mi Voluntad quiero ponerlas en ti, confiártelas, no dejarlas solas mientras peregrinan la tierra, quiero tener junto Conmigo quién me las proteja y defienda. ¡Oh! cómo es dulce la compañía de quien tiene cuidado de las vidas salidas de Mí, me es tan grato, que hago, a quien vive en mi Voluntad, depositaria de la creación de las almas, canales por los cuales las hago salir a la luz, y canales para hacerlas entrar de nuevo a nuestra patria celestial. Todo quiero dar a quien quiere vivir en mi Fiat, su compañía, necesidad a mi amor, a mis desahogos y a mis obras, que quieren ser reconocidas; hacer y no ser reconocidas, son como obras que no saben producir triunfo, ni cantar victoria y gloria. Por eso no me niegues tu compañía, negarías un desahogo de amor a tu Jesús, y a mis obras les faltaría el cortejo y el contento de la criatura, y quedarían como obras aisladas, y mi amor contenido se cambiaría en justicia”.
(3) Después de esto estaba pensando en el nacimiento del Niñito Jesús, especialmente en el acto cuando salió del seno materno, y el celestial Infante me ha dicho:
(4) “Hija queridísima, tú debes saber que en cuanto salí del seno de mi Mamá sentí la necesidad de un amor y afecto divinos. Yo dejé a mi Padre Celestial en el Empíreo, que nos amábamos con amor todo divino, todo era divino entre las Tres Divinas Personas: Afectos, santidad, potencia, y así de lo demás. Ahora, Yo no quise cambiar modos viniendo a la tierra, mi Divina Voluntad me preparó la Madre Divina, de modo que tuve Padre Divino en el Cielo, y Madre Divina en la tierra, y en cuanto salí del seno Materno, sintiendo extrema necesidad de estos afectos divinos, corrí a los brazos de mi Mamá para recibir, como el primer alimento, el primer respiro, el primer acto de vida a mi pequeñita humanidad, su amor divino, y Ella hizo salir de Sí los mares de amor divino que mi Fiat

había formado en Ella, y me amó con amor divino, como me amaba mi Padre en el Cielo. Y ¡oh! cómo estuve contento, encontré mi paraíso en el amor de mi Mamá. Ahora, tú sabes que el verdadero amor jamás dice basta, si pudiera decir basta perdería la naturaleza del verdadero amor divino, y por eso, desde los brazos de mi Madre, mientras tomaba el alimento, el respiro, el amor, el paraíso que Ella me daba, mi amor se extendía, se hacía inmenso, abrazaba los siglos, buscaba, corría, llamaba, deliraba, porque quería las hijas divinas, y mi Voluntad para tranquilizar a mi amor, me presentó a mis hijas divinas, que en el transcurso de los siglos me habría formado, y Yo las miré, las abrasé, las amé y recibí el respiro de sus afectos divinos, y vi que la Reina Divina no habría quedado sola, sino que habría tenido la generación de mis y sus hijas divinas. Mi Voluntad sabe cambiar y dar la transformación y formar el noble injerto de humano en divino. Por eso cuando te veo obrar en Ella, me siento dar y repetir el paraíso que me dio mi Mamá cuando de niño me recibió en sus brazos. Quien hace y vive en mi Divina Voluntad, hace surgir y forma la dulce y bella esperanza de que su reino vendrá sobre la tierra, y Yo me deleitaré en el paraíso de la criatura que mi Fiat ha formado en ellas”.
(5) Y mientras mi mente continuaba pensando en lo que Jesús me había dicho, con un amor más intenso y tierno ha agregado:
(6) “Mi buena hija, nuestro amor corre continuamente hacia la criatura, nuestro movimiento amoroso que no cesa jamás corre en el latido del corazón, en los pensamientos de la mente, en el respiro de los pulmones, en la sangre que circula, corre, corre siempre y vivifica con nuestra nota y movimiento de amor el latido, el pensamiento, el respiro, y quiere el encuentro del amor palpitante, del respiro amante, del pensamiento que recibe y nos da amor, y mientras nuestro amor corre con rapidez inalcanzable, el amor de la criatura no se encuentra con el nuestro, se queda atrás, y no sigue la carrera de nuestro amor que corre sin jamás detenerse, y no viéndonos ni siquiera seguir mientras continuamos a girar en el latido, en el respiro, en todo el ser de la criatura, delirantes exclamamos: ‘Nuestro amor no es conocido, ni recibido, ni amado por la criatura, y si lo recibe es sin conocerlo’. ¡Oh! cómo es duro amar y no ser amado. Sin embargo si nuestro amor no corriera, cesaría al instante la vida de ellas; sucedería como al reloj: si tiene cuerda hace oír su tic tac, y admirablemente señala las horas y los minutos, y sirve para mantener el orden del día, el orden público, si termina la cuerda, el tic tac no se oye más, queda detenido, como sin vida, y puede haber muchos desordenes por causa del reloj que no camina. La cuerda de la criatura es mi amor, que conforme corre esta cuerda celestial, late el corazón, circula la sangre, forma el respiro, se pueden llamar las horas, los minutos, los instantes del reloj de la vida de la criatura, y al ver que si no hago correr la cuerda de mi amor, no pueden vivir, y no obstante que no soy amado, mi amor continúa su curso, pero poniéndose en actitud de amor doloroso y delirante. Ahora, ¿quién nos quitará este dolor y endulzará nuestro delirio amoroso? Quien tendrá por vida nuestra Divina Voluntad. Ella como vida formará la cuerda en el latido, en el respiro y así de lo demás de la criatura, formará el dulce encuentro con nuestro amor, y nuestra cuerda y la de ellas caminarán juntas. Nuestro tic continuo será seguido del tac de ellas, y nuestro amor no estará más solo en el correr, sino que tendrá su curso junto con la criatura. Por eso no quiero otra cosa, que Voluntad mía, Voluntad mía en la criatura”.

+ + + +

30-10
Enero 3, 1932

Certeza de la venida del reino de la Divina Voluntad a la tierra. Todas las dificultades se derretirán como nieve frente a un sol ardiente.
La voluntad humana es la estancia oscura de la criatura.

(1) Mi abandono continúa en el Fiat Divino, pero me sentía preocupada por el pensamiento, ¿cómo podrá venir este reino de la Voluntad Divina? El pecado abunda, los males empeoran, las criaturas me parecen indispuestas para recibir un bien tan grande, tanto, que no hay alma, por cuan buena fuera, que verdaderamente quiera ocuparse en hacer conocer lo que respecta a la Divina Voluntad. Si Dios no obra un prodigio de su Omnipotencia, el reino del Fiat Divino podrá estar en el Cielo, pero para la tierra es inútil pensarlo. Mientras esto y otras cosas pensaba, mi amado Jesús haciendo su acostumbrada visita a mi alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo es posible para Nosotros. Las imposibilidades, las dificultades, los obstáculos insuperables de las criaturas, se disuelven ante nuestra Majestad Suprema como nieve frente a un sol ardiente; todo está en si Nosotros queremos, todo lo demás es nada. ¿No sucedió así en la Redención? El pecado abundaba más que nunca, apenas un pequeño núcleo de gente suspiraba al Mesías, y en medio de este núcleo, cuántas hipocresías, cuántos pecados de todas las especies, frecuentemente idolatraban, pero estaba decretado que Yo debía venir a la tierra, y frente a nuestros decretos, todos los males no pueden impedir lo que queremos hacer. Un acto solo de nuestra Voluntad nos glorifica más de lo que nos ofenden todos los males y pecados que cometen las criaturas, porque nuestro acto de Voluntad es divino e inmenso, y en su inmensidad abraza toda la eternidad, todos los siglos, se extiende a todos; por eso no es de nuestra infinita sabiduría el no dar vida a un solo acto de nuestra Voluntad por los males de las criaturas, Nosotros nos ponemos de nuestro lado divino y hacemos lo que debemos hacer, y a las criaturas las dejamos en el lado humano, y haciendo de Soberanos, señoreamos todo y a todos, aun sobre el mal, y ponemos fuera nuestros decretos.
(3) Ahora, así como fue decreto nuestro mi venida sobre la tierra, así es decreto nuestro el reino de nuestra Voluntad sobre la tierra, más bien se puede decir que el uno y el otro es un solo decreto, y que habiendo cumplido el primer acto de este decreto, nos queda por cumplir el segundo. Es verdad que nos sujetamos a la buena disposición de las criaturas para dar el gran bien que puede producir un acto de nuestra Voluntad, y por eso, a lo más tomamos tiempo y nos abrimos camino en medio a sus males para disponerlos. Es verdad que los tiempos son tristes, los mismos pueblos están cansados, se ven cerrados todos los caminos, no encuentran caminos de salida, aun para los necesarios medios naturales, las opresiones, las exigencias de los gobernantes son insoportables, justa pena por haber elegido por gobernantes hombres sin Dios, de mala vida, sin justo derecho para ser cabezas, que merecían más una cárcel que el derecho de regir. Muchos tronos e imperios han sido arrollados, y los pocos que han permanecido están todos vacilantes y a punto de destruirse, así que la tierra permanecerá casi sin rey, en manos de hombres inicuos. Pobres pueblos, pobres hijos míos, bajo el régimen de hombres sin piedad, sin corazón, y sin la gracia de poder servir de guía a sus dependientes; se está repitiendo la época del pueblo hebreo, que cuando Yo estaba próximo a venir sobre la tierra, estaba sin rey, y estaba bajo el dominio de un imperio extranjero, hombres bárbaros e idólatras que ni siquiera conocían a su Creador, sin embargo era esta la señal de mi próxima venida en medio a ellos. Entre aquella época y ésta, en muchas cosas se dan la mano, y la desaparición de los tronos y de los imperios, es el anuncio de que el reino de mi Divina Voluntad no está lejano. Debiendo ser una reino universal, pacífico, no habrá necesidad de rey que lo domine, cada uno será rey para sí mismo; mi Voluntad será para ellos ley, guía, sostén, vida y Rey absoluto de todos y de cada uno, y todas las cabezas arbitrarias y sin derecho se reducirán a pedazos, como polvo al viento. Las naciones continuarán debatiéndose entre ellas, quién para guerra, quién para revoluciones entre ellas y contra mi Iglesia, tienen un fuego que las devora en medio a ellas que no les da paz, y no saben dar paz, es el fuego del pecado y el fuego del hacer sin Dios lo que no les da paz, y no harán jamás la paz si no llaman a Dios en medio a ellos, como régimen y vínculo de unión y de paz, y Yo los dejo hacer, y haré tocar con la mano qué significa hacer sin Dios. Pero esto no impide que venga el reino de mi Fiat Supremo, estas son cosas de la criatura, del

bajo mundo, que mi potencia cuando quiere, arroja por tierra y destruye, y hace surgir de la tempestad el cielo más sereno y el sol más refulgente. En cambio, el reino de mi Divina Voluntad es de lo alto, de los Cielos, formado y decretado en medio a las Divinas Personas, ninguno nos lo pueda tocar ni destruir. Primero lo trataremos con una sola criatura, formando el primer reino en ella, después con pocos, y después, haciendo uso de nuestra Omnipotencia lo divulgaremos por todas partes. Estate segura, no te preocupes porque los males empeorarán, nuestra potencia, nuestro amor vencedor que tiene virtud de siempre vencer, nuestra Voluntad que todo puede y que con paciencia invicta sabe esperar incluso siglos, pero lo que quiere y debe hacer vale más que todos los males de las criaturas; ante su potencia invencible y su valor infinito, serán como gotitas de agua los males de ellas, como tantas pequeñeces que servirán al triunfo de nuestro amor y a la mayor gloria de nuestra Voluntad cumplida. Y después, cuando tengamos la gran gloria de formar este reino dentro de una sola criatura, ella será como sol, que todos tienen derecho de gozar y poseer su luz, más que sol dará el derecho a todas las criaturas de hacer poseer un reino tan santo, y Nosotros con sabiduría infinita abundaremos de gracias, de luz, de ayudas, de medios sorprendentes, para que hagan reinar el reino de mi Voluntad en medio a ellos. Por eso déjame hacer, si te lo ha dicho Jesús, es suficiente, es como si ya estuviera hecho. Todas las criaturas y todos los males juntos no tienen poder ni derecho sobre nuestra Voluntad, ni pueden impedir un solo acto de nuestra Voluntad querida con decretos de nuestra sabiduría”.
(4) Después seguía pensando en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Voluntad es luz, la voluntad humana es la estancia oscura en la cual vive la pobre criatura; en cuanto mi Querer entra en esta estancia oscura, así queda toda investida de esta luz que todo ilumina, incluso los más remotos y pequeños escondites del alma. Se hace luz del pensamiento, de la palabra, de las obras, de los pasos, pero con una diversidad maravillosa; el pensamiento toma una variedad de colores animados por la luz, la palabra toma otra variedad de colores, la acción, el paso, otras variedades de colores, y conforme repite el pensamiento, la palabra, la acción, el paso, animados por la luz de mi Voluntad, así se forman los matices de los colores divinos, y la belleza es que todos los colores están animados por la luz. ¡Oh! cómo es bello ver a la criatura animada por el arco iris de nuestros colores divinos, es una de las escenas más bellas que ella nos presenta, y nos hace gozar, la miramos y vemos que no son otra cosa que los reflejos de nuestros pensamientos, de nuestras acciones, y así de lo demás, que ha formado la variedad de nuestros colores divinos, y nuestra Voluntad que hace alarde de luz en los actos de la criatura, que con su dulce encanto nos rapta y nos hace espectadores de nuestros actos, y ¡oh! cómo esperamos con todo amor la repetición de estas escenas tan bellas y deleitables”.

+ + + +

30-11
Enero 7, 1932

La Divina Voluntad puede ser querida, ordenada, obrante y cumplida. Ejemplo: La Creación.

(1) Continúo siguiendo al Querer Divino, lo siento siempre sobre de mí, en acto de encerrase en mis actos para tener el contento de decirme: “Tu acto es mío, porque dentro está mi Vida que lo ha formado”. Me parece que con una paciencia invicta, pero paciencia amorosa, dulce, amable, que rapta mi pobre alma, numera, observa cuando debo obrar, dar un paso y lo demás, para encerrar su Vida obrante y el mover su paso en el mío, como si se quisiera encerrar en mi acto, si bien permanece inmensa cual es. ¿Pero quién puede decir lo que experimento y siento bajo el imperio de la Divina Voluntad? Soy siempre la

pequeña ignorante que apenas sé decir el a, b, c, de la Divina Voluntad. En muchas cosas me faltan las palabras, mientras que mi mente está llena y quién sabe cuántas cosas quisiera decir, pero hago por decirlo y no encuentro las palabras para expresarme, y por eso sigo adelante. Después, mi dulce Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad tiene modos sorprendentes y diferentes de obrar, y obra según las disposiciones de las criaturas. Muchas veces hace conocer lo que Ella quiere, pero deja a decisión de las criaturas el hacerlo o no hacerlo, y ésta se llama Voluntad querida. Otras veces, al querer agrega la orden, y da gracias duplicadas para hacer que se cumpla dicha orden, y esto es de todos los cristianos, el no hacer esto significa no ser ni siquiera cristianos. El otro modo es obrante, en éste, desciende en el acto de la criatura y obra como si el acto de la criatura fuera acto suyo, y por eso como acto suyo pone en él su Vida, su santidad, su virtud operativa; pero para llegar a esto, el alma debe estar habituada a la Voluntad querida y ordenada, éstas preparan el vacío en el acto humano para recibir el acto obrante del Fiat Divino, pero no se detiene ahí, el acto obrante llama al acto cumplido y completo, y éste es el acto más santo, más potente, más bello, más refulgente de luz que puede hacer mi Divina Voluntad, y siendo su acto completo, todo lo que ha hecho viene encerrado en este acto, de modo que se ve correr y encerrado en él: El cielo, el sol, las estrellas, el mar, las bienaventuranzas celestiales, todo y todos”.
(3) Y yo como sorprendida: “¿Pero cómo puede ser que un solo acto pueda encerrar todo? Parece increíble”.
(4) Y Jesús ha agregado: “¿Cómo que increíble? ¿No puede acaso mi Voluntad hacer todo y encerrar todo, tanto en el grande como en el más pequeño acto? Tú debes saber que en los actos cumplidos de mi Voluntad, entra la inseparabilidad de todo lo que ha hecho y hará, de otra manera no sería un acto solo, sino que estaría sujeto a sucesión de actos, lo que no puede ser, ni en nuestro Ser Divino, ni en nuestra Voluntad, y la Creación es un ejemplo palpable: Todas las cosas creadas son inseparables entre ellas, pero distintas una de la otra, mira el cielo, acto cumplido del Fiat, el cual por la parte de arriba sirve de escabel a la patria celestial, donde corren todas las felicidades y alegrías, ocupado por todos los ángeles y santos y donde formamos nuestro trono. Ese mismo cielo forma la bóveda azul sobre la cabeza de las criaturas, y en el mismo espacio se ven multitud de estrellas, pero no se extienden más allá del cielo; más abajo está el sol, el viento, el aire, el mar, pero bajo aquel mismo espacio de cielo, y mientras cada uno hace su oficio, es tanta su inseparabilidad, que al mismo tiempo y en el mismo lugar se siente y se ve que el sol golpea con su luz, el viento sopla y da sus ráfagas refrescantes, el aire se hace respirar, el mar hace oír su murmullo, parece que están fundidos juntos, tanta es su inseparabilidad, tanto, que la criatura en el mismo tiempo y lugar puede gozar el cielo, el sol, el viento, el mar, la tierra florida. Los actos cumplidos de mi Divina Voluntad no están sujetos a separarse, porque de la Voluntad única de donde han salido, han salido con la fuerza y potencia unitiva, por eso no es ninguna maravilla si en los actos cumplidos que hace en la criatura encierra todo, y se ven delineadas como si se pudiera ver dentro de un vidrio todas sus obras, mientras que cada cosa está en su lugar, pero se reflejan con una potencia admirable en el acto cumplido de mi Voluntad en el acto de la criatura. Es esta la razón que en un acto cumplido de mi Voluntad, tanto en la criatura como fuera de ella, es tanto el valor, que por cuanto damos quedamos siempre por dar, porque no tiene la capacidad de tomar todo el valor que contiene. Se llena hasta el borde, derrama fuera, se forma los mares alrededor, ¿y qué cosa ha tomado? Se puede decir que poquísimo, porque este acto encierra el infinito y la criatura es incapaz de tomar el valor de un acto infinito de mi Fiat Divino, sería más fácil que encerrara toda la luz del sol en el breve giro de su pupila, lo que también es imposible, puede llenarse el ojo de luz, pero cuántos mares de luz no quedan fuera de su pupila, ¿por qué? Porque hay un Fiat Divino en aquel sol, por lo cual a todas las pupilas no les es dado encerrarlo, tomarán cuanta luz quieran, pero agotarla jamás; tendrán siempre qué tomar; verdadera imagen de un acto cumplido de mi Voluntad en la criatura. Por eso sé atenta y haz que Ella sea la vida en tus actos”.


+ + + +

30-12
Enero 12, 1932

Giro en la Divina Voluntad. Garantías, anticipos y compromisos por parte de las criaturas. Capital de parte del Creador. Eco que forma la Divina Voluntad en las criaturas.

(1) Estaba según mi costumbre haciendo mi giro en los actos de la Divina Voluntad, sentía que en Ella y con Ella podía abrazar todo, recordar todo, admirar todo lo que había hecho la Divina Voluntad. Era el teatro infinito que se presentaba ante mi pequeña mente, que con escenas divinas e innumerables, hacía gustar dulzuras indecibles y las escenas más bellas y encantadoras que la potencia del Fiat Divino ha puesto fuera, en el giro de la Creación, Redención y Santificación. Parece que es un giro que ha hecho en el curso de los siglos, y en este giro ha hecho tantas cosas bellas, maravillosas, de hacer estremecer Cielo y tierra, y este giro lo ha hecho para hacernos girar a nosotros alrededor, para hacernos conocer cuánto puede hacer, y sabe hacer por amor nuestro. Entonces, mientras giraba en el giro infinito del Querer Divino, mi amable Jesús visitando a su pequeña recién nacida me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, si tú supieras cuánto gozo al verte girar en el infinito giro de mi Fiat Supremo, y al ver que te detienes como suspendida frente a sus prodigios, a sus obras admirables y adorables, a sus escenas encantadoras y que raptan, en mi ímpetu de amor digo: ‘Cómo estoy contento de que mi hija sea espectadora y goce las escenas admirables de Aquélla que la ha creado.’ Pero esto no basta, tú debes saber que para adquirir una propiedad, se requiere que quien la quiere ceder, debe dar la libertad a quien debe tomarla, de visitarla, llevarla casi de la mano para hacerle conocer todos los bienes que hay en ella, las fuentes que posee, la rareza y preciosidad de las plantas, la fertilidad del terreno, y esto sirve para enamorar a quien la debe adquirir; y quien debe adquirirla es necesario que dé los anticipos, haga los compromisos relevantes para comprometer a aquél que debe ceder la propiedad, a fin de que no pueda retractarse.
(3) Ahora, hija bendita, queriendo dar el reino de mi Divina Voluntad, es necesario que tú gires en sus propiedades divinas, y Yo, llevándote de la mano, te hago conocer sus mares interminables, los bienes, los prodigios, las maravillas sorprendentes, las alegrías, las felicidades, cosas todas de valor infinito que posee, a fin de que tú conociéndolo lo ames, y te enamores tanto, que no sólo no sabrías vivir si él, sino que darías la vida para adquirir un reino tan santo, pacífico y bello. Pero no es todo aún, se requiere tu parte, tus garantías, tus anticipos y compromisos. Y nuestro amor y bondad es tanta, que quieren dar nuestra Voluntad como propiedad que le pertenece a la criatura, que pone a su disposición lo que Ella ha hecho, a fin de que se sirva de ello como garantías y compromisos equivalentes para recibir un don tan grande. Ahora, cuando tú giras en la Creación y ves el cielo y te regocijas al ver la bella bóveda azul tapizada de estrellas, el sol rebosante de luz, y reconozcas y sientas al Fiat Divino palpitante todavía, que lo ha creado por amor de las criaturas, y tú haciendo salir de tu corazón tu pequeño amor, ama a Aquél que tanto te ha amado, tu amor se sella en el acto del cielo, en la luz del sol, y nos da como prenda el cielo, por anticipo las estrellas, por compromiso el sol, porque fue creado para ti, y basta que poseas como vida tuya nuestra Voluntad, y ya todo es tuyo y puede ser el válido compromiso para obtener su reino. Y así conforme gires en todas las otras cosas creadas, las reconozcas y nos ames, y cuantas veces repitas tus giros, tantas veces repites las prendas, haces los compromisos, y nos comprometes a disponer las cosas, a dar gracias, ayudas, para dar como reino el gran don del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Nosotros sabemos que la criatura no tiene qué darnos, y nuestro amor se impone para darle nuestros actos como si fueran suyos, poniendo en sus manos nuestras obras como moneda divina, para que tenga medios suficientes para poder contratar con nuestro Ser Supremo. Pero si no tiene nada, tiene su pequeño amor,

desprendido del nuestro en el acto de crearla, por eso tiene una partecita del amor infinito de Dios, y cuando la criatura nos ama, pone el infinito en actitud, sentimos la fuerza magnética de la partecita de nuestro amor infinito, que haciéndose sentir nos ama en ella, se eleva, se extiende, llega hasta Nosotros y quiere entrar en el infinito de donde salió, ¡oh! cómo nos rapta, y en el ímpetu de nuestro amor decimos: ‘¿Quién puede resistir a la fuerza de nuestro amor infinito que sale de la criatura y nos ama?’ Dar cielos y tierra nos parece poco para corresponderla por su pequeño amor, que si bien es pequeño, posee la partecita del infinito, y esto nos basta. ¡Oh! cómo es dulce y querida la preciosa prenda del amor de la criatura, y como no hay cosa que en el giro de los siglos no haya salido de nuestra Voluntad, tu girar en la creación del hombre es una visita que le haces, para conocer lo que obró, y conocer en qué mares de gracias, de santidad, de amor fue puesto en el acto de ser creado, y tú quisieras hacer todo tuyo aquel amor para amarnos, y nos comprometes con los mismos actos con los cuales creamos al hombre. Y así cuando giras en la creación de la Virgen, en sus mares de gracias, en mi venida a la tierra y en todo lo que Yo hice y sufrí, tú pones por compromiso a la Reina del Cielo, mi misma Vida y todos mis actos. Mi Voluntad es todo, y para darse a la criatura quiere ser reconocida, quiere tener qué hacer, quiere contratar con ella, y cuanto más la visites en sus actos, tanto más se encuentra empeñada y comprometida y comienza el desembolso de su capital; todas las verdades, los conocimientos que te he dado sobre la Divina Voluntad, ¿no ha sido acaso capital que he puesto en tu alma? Y es tan exuberante, que puede llenar de luz, de amor, de santidad, de gracias, de paz, todo el mundo entero, ¿y no ha sido acaso después de un giro que has hecho en sus actos, que ya te esperaba con todo amor para darte sus prendas y anticipos de que su reino habría venido sobre la tierra? Tú dabas tus prendas y mi Fiat te daba las suyas, se puede decir que cada verdad y palabra que decía respecto a Él, eran disposiciones que tomaba de cómo formar este reino, leva que llamaba para formar su ejército, capital que desembolsaba para mantenerlo, alegrías y delicias para atraerlos, fuerza divina para vencerlos, porque primero Nosotros hacemos los actos, ordenamos todo, y después mostramos y hacemos conocer los actos que hemos hecho. Y como este bien lo queremos dar a las criaturas, es necesario, justo y razonable que nos entendamos al menos con una criatura, a fin de que de una pase a la otra. Nosotros no hacemos nuestras obras en el aire, sino queremos un pequeño apoyo donde formar nuestras obras más grandes, ¿no fue nuestro pequeño apoyo la Reina del Cielo en la obra grande de la Redención, que después se extendió a todos y a quien la quiera? Por eso tu vuelo en mi Voluntad sea continuo, a fin de que intercambiemos, tú tus garantías y Ella sus capitales, para acelerar su reino sobre la faz de la tierra”.
(4) Después de esto me sentía más de lo acostumbrado toda inmersa en el Fiat Divino, y mi soberano Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, rápidamente se conoce cuando mi Divina Voluntad obra en el alma, en cuanto Ella obra extiende en el ser humano suavidad, dulzura, paz, fortaleza, firmeza, antes de que obre sopla e imprime su Fiat Omnipotente, el cual extiende su cielo en torno a la obra que quiere hacer, parece que sin su cielo mi Voluntad no sabe obrar, y mientras obra hace resonar su eco dulce, armonioso en las Tres Divinas Personas, poniéndolas al día de lo que está haciendo en el alma, porque siendo una la Voluntad que está obrando en ella, con la de las Divinas Personas, sucede que lo que hace en las Divinas Personas, hace resonar su eco potente en la criatura, y en este eco le lleva los admirables secretos, las dulzuras inefables, el amor inseparable, como se aman las Divinas Personas, el dulce acuerdo entre Ellas. Este eco es el portador de las cosas más íntimas del Ente Supremo a la criatura; donde está obrando mi Voluntad, el eco de uno se funde en el otro, el de arriba se hace revelador divino, aquel de abajo, resonando en Dios, tiene virtud de hablar potentemente con los modos divinos del bien de las criaturas y del mismo amor con que Ellos la quieren. Mi Voluntad con su potencia forma las dulces cadenas, y funde y transforma a Dios y a la criatura, de manera que Dios se siente rehecho en la criatura, y ella se sienta rehecha en Dios. ¡Oh! Voluntad mía, cómo eres admirable y potente,

extiende tus dulces cadenas y ata a Dios y a las criaturas, a fin de que todos regresen a mi seno divino”.

+ + + +

30-13
Enero 12, 1932

Modos dominantes, hablantes y felicitantes de la Divina Voluntad.
Cómo el cielo queda atrás. Victoria de Dios y conquista de la criatura. La Divina Voluntad recolectora de sus obras. Ejemplo de una madre que llora a su hijo lisiado.

(1) Mi pequeña alma continúa navegando el mar interminable del Fiat Divino, y ¡oh! cómo quedo sorprendida, porque mientras me parece que he hecho un largo camino, hago por mirar y no encuentro otra cosa que pocos pasos en comparación de los que me quedan por hacer. Su interminabilidad es tanta, que aunque debiera caminar siglos me encontraría siempre al principio, y hay tanto por conocer del Querer Divino, que encontrándome en su mar me siento siempre la pequeña ignorante que apenas ha aprendido las vocales de la Divina Voluntad, y tal vez las consonantes las iré a aprender en la patria celestial, que espero alcanzar pronto. ¡Oh! cómo quisiera mover a piedad a todo el Cielo, para que termine mi largo exilio; pero del resto ¡Fiat! ¡Fiat! ¡Fiat! Y mi siempre amable Jesús, teniendo compasión de mí, me ha estrechado entre sus brazos diciéndome:
(2) “Hija bendita, ánimo, no te aflijas demasiado, por ahora quiero que tu Cielo sea mi Divina Voluntad, Ella será tu patria celestial en la tierra, y no dejará de felicitarte y de darte las puras alegrías de allá arriba; donde Ella reina tiene múltiples modos para dar nuevas sorpresas de alegrías, de contentos, para hacer que el alma que la posee pueda gozar su paraíso en la tierra, y por eso ahora toma modos dominantes, y su dominio se extiende en la mente, en la palabra, en el corazón, en todo el ser de la criatura, hasta en el más pequeño movimiento, y ¡oh! cómo es dulce su dominio, es dominio y vida, es dominio y fuerza, es dominio y luz que se hace camino, y su luz aleja las tinieblas, quita las barreras que pueden impedir el bien, y su dominio pone en fuga a los enemigos, en suma, la criatura se siente llevada por el dominio de la Divina Voluntad, y mientras es dominada queda dominadora de sí misma, de sus actos y de la misma Divina Voluntad que mientras domina e impera, es tanta su suavidad, fuerza y dulzura, que se funde con la criatura y quiere que domine junto, porque su dominio es pacífico, y a todos los actos que hace la criatura da su beso de paz dominante. Este beso, suavidad y dulzura raptan la voluntad humana en la Divina y extienden el dominio juntos para formar el reino divino en el fondo del alma. No hay cosa más bella, más querida, más grande, más santa, que sentir correr el dominio de mi Voluntad en todos los actos, y en todo el conjunto de la criatura, podría decir que el Cielo queda atrás ante el dominio de mi Voluntad en el corazón de la criatura viadora, porque en los santos no tiene nada qué agregar, no queda otra cosa que hacerlos felices continuamente; en cambio en el alma viadora hay obras que puede hacer, nueva vida que puede infundir, nuevas conquistas que puede adquirir para agrandar y extender mayormente su dominio. El dominio total de mi Voluntad Divina en la criatura es nuestra victoria continuada, por cada acto suyo que hace en ella con su dominio, tantas victorias hacemos, y la criatura queda vencedora de mi Divina Voluntad en sus actos; en cambio en el Cielo no tenemos nada qué vencer, porque todo es nuestro, y cada bienaventurado cumple su trabajo en el acto de expirar, por eso nuestra obra conquistante es sobre la tierra, en las almas viadoras, no en el Cielo; en el Cielo no tenemos ni qué perder ni qué adquirir.
(3) Ahora, cuando mi Divina Voluntad se ha asegurado su total dominio en la criatura, toma su modo hablante, tú debes saber que cada palabra suya es una creación, donde

Ella reina no sabe estar ociosa, y como posee la virtud creadora no sabe hablar si no crea,
¿pero qué cosa crea? Quiere crearse a Sí misma en la criatura, quiere hacer desahogo de sus cualidades divinas, y lo hace palabra por palabra, casi como hizo en la Creación del universo, en que no dijo una sola palabra, sino tantas palabras por cuantas cosas distintas quiso crear. El alma nos cuesta más que todo el universo, y cuando está segura de su dominio, no ahorra sus palabras, más bien, conforme la criatura recibe el acto de su palabra creadora, así ensancha su capacidad y prepara otra. Así que habla y crea la luz, habla y crea la dulzura, habla y crea la fuerza divina, habla y crea su día de paz, habla y crea sus conocimientos, cada palabra suya es portadora de creaciones del bien que Ella posee y revela; su palabra se hace anunciadora de los bienes que quiere crear en el alma.
¿Quién puede decirte el valor que posee una sola palabra de mi Divina Voluntad? ¿Y cuántos cielos, mares de riquezas, variedad de bellezas pone en la afortunada criatura que posee su dulce y feliz dominio?
(4) Ahora, después del trabajo surge la alegría, la felicidad. Mi Voluntad por su naturaleza está llena de alegrías innumerables, Ella ve a la criatura que se ha prestado a recibir la creación de sus palabras y, ¡oh! cómo se siente feliz, porque ve que cada creación recibida da a luz una alegría y felicidad sin fin, y Ella pasa del modo hablante al modo felicitante, y para hacer que la criatura goce de más, no se aparta, no, sino que se felicita junto, y para hacerla gozar más, le va explicando la naturaleza y diversidad de las alegrías que ha creado en su alma sólo porque la ama y quiere verla feliz, y como las alegrías, la felicidad, en la soledad no son plenas, parece que mueren, por eso me deja junto contigo para poderte felicitar siempre y preparar las nuevas alegrías con el trabajo de mi palabra creadora. Por eso nuestra única fiesta y felicidad que tenemos sobre la tierra, es el alma que se hace poseer por el dominio de mi suprema Voluntad, en ella encuentra lugar nuestra palabra, nuestra Vida, nuestras alegrías, se puede decir que la obra de nuestras manos creadoras está en el orden, donde fue establecido por nuestra sabiduría infinita, esto es en nuestra Divina Voluntad, está en su puesto de honor. Por el contrario quien se hace dominar por la voluntad humana, está en el desorden y es nuestro continuo fallo de nuestra obra creadora. Por eso sé atenta hija mía, y haz feliz a quien quiere volverte feliz en el tiempo y en la eternidad”.
(5) Después de esto continuaba nadando en el mar de luz del Fiat Divino, me sentía ahogar de luz, y eran tantos sus conocimientos, que yo no sabía a cuáles de ellos poner atención, dada mi pequeñez no sabía dónde ponerlos, y se perdían en su misma luz, y yo quedaba sorprendida sin saber de nada, y mi dulce maestro Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, mi Voluntad es la recolectora de todas sus obras, en su luz todo esconde, con su luz las defiende y pone a salvo todas sus obras, esta luz, ¿cuánto no hace por poner a salvo a la criatura, a la obra más bella de nuestras manos creadoras, y para hacerla regresar bella, preciosa como la sacamos? La recoge en su seno de luz, y le pone tanta luz encima, de hacerle desaparecer todos los males: Si está ciega, por vía de luz le da la vista; si está muda, por vía de luz le quiere dar la palabra; la luz la toma por todos los lados, y le da el oído si es sorda; si lisiada la endereza; si es fea, a vía de luz la hace bella. Una madre no hace cuanto hace mi Divina Voluntad para hacer bella y regenerar a su criatura, sus armas son de luz, porque no hay potencia que la luz no esconda y bien que no posea. Qué no haría una madre que habiendo dado a luz un bello niño, que la raptaba con su belleza, y la madre se sentía feliz en la belleza del hijo, pero que una desventura lo golpea y lo deja ciego, mudo, sordo, lisiado; pobre madre, ve a su hijo y no lo reconoce más, el ojo apagado que no la ve más, no escucha más su voz argentina que la hacía estremecer de alegría al oírse llamar mamá; sus piecitos que corrían para ir a su regazo, con dificultad se arrastran. Este hijo es el dolor más traspasante para una pobre madre, ¿y qué no haría si supiera que su hijo pudiera regresar de nuevo a sus rasgos originales? Recorrería todo el mundo si pudiera obtener esto, y le sería dulce el poner la propia vida con tal que pudiera ver a su hijo bello como lo dio a luz; pero pobre madre, no está en su poder restituir la belleza original a su querido hijo, y será siempre su dolor y la espina más

traspasante de su corazón materno. Tal se ha vuelto la criatura con hacer su voluntad: Ciega, muda, lisiada, nuestra Voluntad la llora con lágrimas de luz ardiente de nuestro amor, pero lo que no puede hacer la madre por su hijo lisiado, a mi Voluntad Divina no le falta el poder, Ella, más que madre pondrá a disposición sus capitales de luz, que poseen la virtud de restituir todos los bienes y belleza de la criatura. Ella, Madre tierna, amante y vigilante de la obra de sus manos, que más que hijo queridísimo lo sacó a luz, recorrerá no todo el mundo, sino todos los siglos para preparar y dar los remedios potentes de luz, que vivifica, transforma, endereza y embellece, y sólo se detendrá cuando vea en su regazo materno, bella como la sacó, la obra de sus manos creadoras, para rehacerse de tantos dolores y gozársela para siempre. ¿No son acaso remedios los tantos conocimientos sobre mi Voluntad? Cada manifestación y palabra que digo es una fortaleza que pongo en torno a la debilidad de la voluntad humana, es un alimento que preparo, es una carnada, un gusto, una luz, para hacerla readquirir la vista perdida. Por eso sé atenta y no pierdas nada de lo que mi Voluntad te manifiesta, porque a su tiempo todo servirá, nada se perderá. ¿Crees tú que Ella no lleva cuenta incluso de una palabra de lo que dice? Todo numera y nada pierde, y si en tu alma ha formado su cátedra para poner sus verdades, sin embargo la cátedra principal la tiene reservada en Sí misma, como el más grande tesoro que le pertenece, de modo que si tú pierdes cualquier palabra o manifestación que le pertenece, conserva en Sí el original, porque lo que concierne a mi Divina Voluntad es de valor infinito, y lo infinito no puede, ni está sujeto a perderse; es más, celosa conserva en los archivos divinos sus verdades. Por eso, aprende también tú a ser celosa y vigilante, y a apreciar sus santas lecciones”.

+ + + +

30-14
Enero 24, 1932

Cada visita de Jesús es portadora de verdades celestiales. Quien vive en la Divina Voluntad está bajo la lluvia del acto nuevo de Dios.
Ejemplo de la flor. Cada acto hecho en la Divina Voluntad es un escalón. Oficio de madre.

(1) Me sentía toda pensativa sobre las tantas verdades que Jesús bendito me ha dicho sobre su Divina Voluntad, y mientras sentía en mí el sagrado depósito de sus verdades, sentía al mismo tiempo un santo temor del cómo las custodiaba en mi pobre alma, y muchas veces malamente expuesto, sin la atención que conviene a verdades que contienen valor infinito, y ¡oh! cómo quisiera imitar a los bienaventurados, que mientras conocen tanto de la Divina Voluntad, no dicen nada a ninguno de los pobres viadores, se las tienen todas con ellos, se beatifican, se felicitan, pero de allá arriba no mandan ni siquiera una palabra para hacer conocer una sola verdad de las muchas que conocen. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús, visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada palabra que te he dicho sobre mi Divina Voluntad, no han sido otra cosa que tantas visitas que te he hecho, dejando en ti la sustancia del bien que cada una de mis palabras contiene, y no fiándome de ti, porque tú eres incapaz de custodiar una sola palabra mía, me dejaba Yo en custodia del valor infinito de mis verdades que ponía en tu alma. Por eso tus temores no son justos, estoy Yo en guardia de todo, son verdades celestiales, cosas de Cielo, desahogos de amor reprimidos de mi Voluntad, y de tantos siglos. Y antes de decidirme a hablarte, ya me había decidido a quedarme en ti para custodiar lo que ponía en ti, tú entras en el orden secundario, el primer custodio soy Yo. Ahora, siendo estas mis visitas portadoras de cosas celestiales, te las llevarás contigo a la patria celestial como triunfo de mi Voluntad, y como garantía de que su reino no sólo

vendrá sobre la tierra, sino que ha establecido el principio de su reinar. Aquellas que quedarán sobre el papel quedarán como memoria perenne de que mi Voluntad quiere reinar en medio a las humanas generaciones, y serán estímulos, incitaciones, súplicas divinas, fuerza irresistible, mensajeros celestiales, conductores del reino de mi Fiat Divino, y también reproches potentes a quien debería ocuparse en hacer conocer un bien tan grande, y que por indolencia y por vanos temores no las dejarán girar por todo el mundo, a fin de que lleven la jubilosa nueva de la era feliz del reino de mi Voluntad. Por eso abandónate en Mí y déjame hacer”.
(3) Después continuaba mis actos en la Divina Voluntad, en la cual todo lo que ha hecho en la Creación está todo en acto, como si ahora la estuviera creando, para darlas como desahogo de su amor a la criatura, y como soy demasiado pequeña no puedo tomarlas todas juntas, y voy poco a poco hasta donde puedo llegar; y el divino amor me espera en cada cosa creada para repetir y duplicar el acto creante y decirme: “Mira cuánto te amo, para ti las creé, por ti conservo el acto creante en acto, para decirte no sólo con palabras, sino con los hechos: ‘Te amo’, te amo tanto que estoy ahogado de amor, ansío, deliro, porque quiero ser amado, tanto, que con crear la Creación antes que a ti, te preparaba el camino todo de amor, con mantener el acto creante en acto, te digo a cada instante te amo y quiero amor”. Por eso yo recorría las cosas creadas, para no dejar doliente al artífice amoroso por no haber yo recibido su amor que había puesto en cada cosa creada, y que lo había puesto por mí, y habiendo llegado al acto exuberante del amor de la creación del hombre, yo me sentía bajo la lluvia de este amor intenso, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(4) “Hija bendita, nuestro modo con las criaturas no se cambia jamás, como fue al principio al externarse en la creación, así continúa y continuará siempre, siempre. Ahora, quien entra en nuestra Voluntad toca con la mano nuestro acto creante, siempre en acto, y nuestro amor siempre nuevo en acto de darse a la criatura; pero no es sólo nuestro amor, sino el gran amor nuestro, nos hace sacar de nuestro seno y pone en vida sobre de ellas nueva bondad, nueva potencia, nueva santidad, nueva belleza, de modo que tenemos a la criatura bajo la lluvia de nuestros actos nuevos, siempre nuevos y siempre en acto. Así que toda la Creación está siempre en acto de repetirse y de darse a ellas. Y así como nuestros modos son siempre iguales y no se cambian jamás, lo que hacemos con los bienaventurados en el Cielo, alimentando su bienaventuranza con nuestro acto nuevo sin jamás cesar, así hacemos para quien vive en nuestra Divina Voluntad en la tierra, alimentamos su vida con nueva santidad, nueva bondad, nuevo amor, la tenemos bajo la lluvia de nuestros actos nuevos y siempre en acto, con esta diferencia: Que los bienaventurados nada adquieren de nuevo, sólo nadan en las nuevas alegrías de su Creador; en cambio la afortunada viadora que vive en nuestro Querer, está siempre en acto de hacer nuevas conquistas. Entonces, quien no hace y no vive en nuestra Voluntad Divina se vuelve extraña de la familia celestial, no conoce los bienes de su Padre Celestial, y apenas las gotitas toma del amor y de los bienes de su Creador, ella misma se vuelve hija ilegítima que no tiene plenos derechos en las posesiones de su Padre Divino. Sólo mi Voluntad da el derecho de filiación, y la libertad de tomar lo que quiere de la casa de su Padre Celestial. Quien vive en nuestra Voluntad es como la flor que permanece en la planta, y la madre tierra siente el deber de dar lugar a la raíz de la flor en su propia casa, de alimentarla con sus humores vitales que ella posee, de tenerla expuesta a los rayos del sol para darle color, y espera el rocío nocturno para que su flor reciba humores suficientes para hacerla resistir los besos ardientes del sol, para hacerla desarrollar y recibir el colorido y el perfume más intenso y más bello; así que la madre tierra se puede decir que es el alimento y la vida de la flor. Así es el alma que vive en nuestra Voluntad, debemos darle el lugar en nuestra casa, y más que madre alimentarla, crecerla, y darle tanta gracia de poder sostener y estar expuesta delante y dentro a la luz ardiente de la inmensidad de nuestra Voluntad. En cambio quien no hace y no vive en Ella, es como la flor arrancada de la planta y puesta en los floreros, pobre flor, ya ha perdido a su mamá que con tanto amor la

alimentaba, la tenía expuesta al sol para calentarla y darle color, y si bien hay agua en el florero, no es la madre que se la da, por eso no es agua que alimenta, y con todo y que es conservada en el florero, pero está sujeta a marchitarse y morir. Tal es el alma sin mi Voluntad, le falta la Mamá Divina que la ha generado, le falta la virtud alimentadora y fecundadora, le falta el calor materno que la calienta y con su luz le da sus pinceladas de belleza para hacerla bella y florida. Pobre criatura sin las ternuras y el amor de quien le ha dado la vida, cómo crecerá débil y sin belleza, y como marchita en el verdadero bien”.
(5) Después de esto giraba en la Divina Voluntad para encontrar todos los actos de las criaturas para poner en ellos mi te amo, y pedir en cada acto de criatura el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, mi Divina Voluntad en el acto de la criatura cuando es invocada, quita la aspereza a la voluntad humana, endulza sus modos, reprime los modos violentos, y con su luz calienta las obras entumidas por el frío del humano querer. Así que quien vive en mi Divina Voluntad prepara la gracia preventiva a las humanas generaciones para hacer que la conozcan, y cada acto suyo en Ella forma el escalón para subir, primero ella y junto las criaturas a los conocimientos del Fiat Supremo. Así que quien vive en mi Divina Voluntad, Ella le da las virtudes maternas y le da el oficio de hacer hacia Dios y hacia las criaturas el oficio de verdadera mamá. Ve entonces la necesidad de tus actos en mi Voluntad, para formar una escalera larga que debe tocar el Cielo, de modo de violentar con su misma fuerza divina, que mi Fiat venga sobre la tierra y forme su reino, haciendo encontrar sobre esta escalera el primer pueblo que lo reciba y se preste a hacerlo reinar en medio a ellos. Sin escalera no se puede subir, por eso es necesario que una criatura la haga para dar el campo para hacer subir a los otros, y para hacer que ésta se preste, debemos darle el oficio de madre, que amando a las criaturas como hijas suyas, las cuales le han sido dadas por mi Divina Voluntad, ella acepte el mandato y no ahorre ni fatigas, ni sacrificios, y si es necesario aun la misma vida por amor de estos hijos. Mucho más que al dar el oficio de madre, mi Querer Divino dota al alma de amor materno y la hace sentir en el propio corazón estos hijos, y le da ternura divina y humana para vencer a Dios y a la criatura, y unirlos juntos para hacerlos hacer su Divina Voluntad. No hay honor más grande que podamos dar a la criatura que la maternidad, ella es portadora de generaciones y le damos la gracia de formarse nuestro pueblo predilecto. Y si bien la maternidad dice dolor, pero sentirá la alegría toda divina de ver salir de dentro del dolor los hijos de mi Voluntad. Por eso repite siempre tus actos, y no retrocedas, el retroceder es de los viles, de los mediocres, de los inconstantes, no de los fuertes, mucho menos de los hijos de mi Voluntad”.


+ + + +

30-15
Enero 30, 1932

La Divina Voluntad espía, centinela, Madre y Reina. Su aliento forma en el alma el apoyo de amor para encerrar sus verdades. Éxtasis de amor del Creador, alimentos que da a sus dones.

(1) Estaba siguiendo los actos del Fiat Divino, y me parecía que en cada acto suyo que yo seguía me preparaba su aliento de amor, que contenía en Sí y que suspiraba por hacerlo salir de Sí, para hacerlo prisionero en mi pobre alma, y yo sintiendo su amor, desde dentro de su mismo amor hacía salir mi amor hacia quien tanto me amaba, y suspiraba su nuevo aliento de amor para decirle con afecto más intenso: “Te amo”. Me parecía que es tanto el deseo de la Divina Voluntad de querer ser amada, que Ella misma pone en el alma la dosis de su amor para hacerse amar, y después espera el amor de la criatura para poderle decir: “Cómo estoy contenta de que me ames”. Pero mientras esto pensaba, mi adorado Jesús, haciendo su breve visita me ha dicho:

(2) “Hija mía, tú debes saber que nuestro amor da en lo increíble. Nuestra Divina Voluntad es la espía de la criatura, y va espiando cuando ella está dispuesta a recibir su aliento de amor contenido, porque Ella sabe que la criatura no posee una gran cantidad de amor divino, apenas tiene una partecita del amor infinito cuando fue creada, y si ésta no ha sido alimentada, está como el fuego cuando está bajo las cenizas, que aunque el fuego existe, las cenizas lo tienen cubierto y reprimido, de modo que no hace sentir ni siquiera el calor. Amor humano no queremos, y por eso nuestra Voluntad Divina usa sus estratagemas amorosas, espía las disposiciones y hace salir su aliento, éste, como ligero vientecillo pone en fuga las cenizas que ha producido el querer humano, la partícula de nuestro amor infinito se reaviva, se enciende; mi Querer Divino continúa mandando su aliento y agrega otro amor divino, el alma se siente vaciar, calentar, prueba los refrigerios amorosos, y desde dentro de la partícula del amor infinito que posee nos ama, y nos da como suyo nuestro amor divino. Tú debes saber que es tanto el amor de esta mi Divina Voluntad, que usa todas las artes, la hace de espía y le da su aliento, le hace de Madre y la arrulla en sus brazos, le hace de centinela y la vigila, le hace de Reina y la domina, le hace de Sol y la ilumina, y se presta hasta a servirla, y cuando quiere poner en ti sus conocimientos, sus verdades, aun una sola palabra que dice, te infunde tanto su aliento, que forma en ti, primero, su apoyo de amor, de luz, para encerrar sus verdades dentro del apoyo de su amor y de su luz que ha formado en ti. Así que confía sus verdades a su mismo amor, a su luz, sabiendo que sólo su amor podrá tener verdadero interés de conservarlas, de incitarte a fin de que no queden ocultas. ¡Oh! si no fuera por este mi apoyo de amor que encierra todos los conocimientos de mi Fiat, cuántas cosas habrías sepultado en tu alma, sin que ninguno supiera nada. Esta es la causa por la que antes de que te deba manifestar sus verdades hace el trabajo en torno a ti, para prepararte, para ponerte nuevo amor, para formar el nuevo apoyo a sus verdades, y ponerlas en el banco seguro de su amor divino. Y si te espero en sus actos con tanto amor, son acostumbrados pretextos, ocasiones que vamos buscando para encontrar la coma, el punto de la criatura para darle nuevo amor, nuevas gracias, pero mucho más porque queremos su compañía; sin quien quiere hacer nuestra Voluntad no sabemos estar, Ella misma nos la lleva entre sus brazos a nuestros actos, a fin de que esté con Nosotros, y con todo lo que Nosotros hacemos”.
(3) Después de esto seguía mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y habiendo llegado al punto de la creación del hombre, me he detenido para ser espectadora de aquel amor con que el Artífice Divino lo había creado. Y mi sumo Bien Jesús ha agregado:
(4) “Pequeña hija de mi Divina Voluntad, a los pequeños nos sentimos llevados a decir nuestros inefables e infinitos secretos, queremos decir nuestra historia, mucho más, que entra su origen en medio, para hacerle tocar con la mano con cuál amor ha sido amada y vuelta a amar por Nosotros su pequeñez, porque ella estaba presente, ya estaba en Nosotros en el acto de la creación del hombre, y esto para hacerla festejar y Nosotros festejar junto el acto solemne de su creación. Ahora, tú debes saber que nuestro Ser Supremo se encontró en el acto de crear a la criatura en una especie de éxtasis profundo, nuestro amor raptó a nuestro Ser Divino, nuestro amor nos raptó y nuestro Fiat se puso en acto de obrar con su virtud creadora, y fue en este éxtasis amoroso que fueron puestas fuera de Nosotros todas las gracias, los dones, las virtudes, las bellezas, las santidades y así de lo demás, con los que debían ser dotadas y enriquecidas todas las criaturas; nuestro amor no se contentó, sino cuando puso en orden, fuera de Nosotros, todo lo que debía servir a todas y a cada una de las criaturas, todas las diversidades de santidades y especialidad de bellezas y dones para ser cada una la copia de su Creador. Estas dotes y riquezas están ya a disposición de todos, así que cada criatura al nacer ya tiene lista su dote, que Dios desde que fue creado el hombre sacaba de Sí para cada uno. Pero cuántos no la conocen, ni hacen uso de los derechos que Dios les ha dado, y mientras son ricos llevan una vida pobre, y están tan lejanos de la verdadera santidad, como si no fueran seres salidos de aquel Dios tres veces santo, que no sabe hacer otra cosa que criaturas

santas, bellas y felices, similares a Él; pero no terminarán los siglos, ni vendrá el último de los días, si todo lo que hemos sacado en nuestro éxtasis de amor no es tomado por las criaturas, porque se puede decir que poquísimo ha sido tomado de lo que hemos puesto a su disposición. Pero escucha hija buena otro exceso de nuestro ardiente amor: Al poner fuera de Nosotros las dotes, las gracias, los dones, no los separamos de Nosotros; fuera de Nosotros, sí, pero inseparables de Nosotros, a fin de que la criatura tomando nuestros dones, con nuestra inseparabilidad recibiera el alimento continuo para alimentar nuestros dones, nuestra santidad, nuestra belleza, nuestras gracias, así que, junto con nuestros dones volvíamos a la misma criatura inseparable de Nosotros, porque ella no tiene los alimentos necesarios y santos para alimentar nuestros dones, y Nosotros nos ofrecimos a dar dones y alimentos para alimentar nuestra santidad, nuestras gracias celestiales. Así que estamos en acto continuo de estar junto con ella para darle ahora el alimento para alimentar nuestra santidad, ahora el alimento para alimentar nuestra Fortaleza, ahora el alimento distinto para alimentar nuestra belleza, en suma estamos en torno a ella y siempre ocupados en dar los diversos alimentos a cada don que le hemos dado, y esto sirve para conservar, crecer y coronar nuestros dones, y junto queda coronada la feliz criatura con nuestros, y en nuestros mismos dones. Por lo tanto, dar un don a la criatura sirve para empeñarnos con ella, no solo de alimentarlo, sino le damos por prenda nuestro trabajo, nuestra inseparabilidad y nuestra misma Vida, porque si queremos nuestra semejanza debemos dar nuestra Vida, para poder producir nuestra semejanza en ella, y esto lo hacemos con mucho gusto, es más, nuestro amor nos repite nuestro éxtasis y nos hace dar todo, para hacernos tomar la pequeñez de la criatura, que es también nuestra, y que de Nosotros salió. De esto puedes comprender cuáles son nuestras premuras, nuestros éxtasis de amor, cuando damos no un don, sino nuestra misma Voluntad por vida de la criatura, alimentar nuestros dones es una cosa, alimentar nuestra Voluntad es otra. Ya la criatura en virtud de Ella nos rapta continuamente a sí, y Nosotros sufrimos continuos éxtasis de amor, y en estos éxtasis no hacemos otra cosa que desahogar amor a torrentes, mares de luz, gracias indescriptibles, nada viene dado a medida, porque no sólo debemos alimentarla, sino que debemos tenerla cortejada y honrada con honores divinos en la criatura. Por eso hija mía, sé atenta, y haz que de ti nada salga de humano, para poder también tú honrar con actos divinos a mi Voluntad en ti”.

+ + + +

30-16
Febrero 6, 1932

Quien vive en la Divina Voluntad, Dios la hace crecer con rasgos y modos divinos. La carrera en el Fiat. Los actos hechos en Él
son puestos sobre la balanza eterna y guardados en el banco divino.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, me siento siempre el pequeño átomo que voy de arriba para abajo, como errante en sus actos para encontrar su Vida y la mía en sus actos, y mi átomo no se detiene, corre, corre siempre, porque siento la extrema necesidad de encontrar la vida en el Fiat. De otra manera siento que no puedo vivir sin su Vida, y sin sus actos me siento en ayunas, y por eso debo correr para encontrar vida y alimento. Mucho más, que la Divina Voluntad me espera con un amor indecible en sus actos para preparar su alimento a su pequeña hija. Pero mientras mi mente se perdía en su luz, el dulce y Soberano Celestial Jesús, haciendo su escapadita a su pequeña hija me ha dicho:
(2) “Hija bendita, cómo es bella tu carrera en nuestra Voluntad, y si bien eres el pequeño átomo, podemos hacerte crecer como Nosotros queremos; a los pequeños se les puede hacer crecer con nuestros rasgos que nos semejan, les enseñamos nuestros modos divinos, nuestra ciencia celestial, de modo que ella olvida los modales rústicos y la

ignorancia de la voluntad humana. De aquellos que son grandes, están ya formados, y poco o nada podemos rehacer, y además están acostumbrados a vivir como grandes, según el querer humano, y para destruir las costumbres se requieren los milagros, si es que se logra. En cambio con los pequeños nos resulta fácil, no nos cuesta tanto, porque no tienen costumbres radicadas, a lo más algún movimiento fugaz, que basta una palabrita nuestra, un soplo de nuestra luz para hacer que no lo recuerde más. Por eso sé siempre pequeña si quieres que mi Divina Voluntad, haciéndote de verdadera Madre, te haga crecer, a fin de que sea toda nuestra gloria y también tuya. Ahora, tú debes saber que un acto repetidamente renovado forma la costumbre, y como un acto que no cesa jamás es sólo del Ente Supremo, por eso si la criatura se siente en posesión de un acto que repite siempre, significa que Dios en aquel acto ha encerrado su Vida, su modo; un acto continuo es Vida y acto divino, y sólo quien vive en mi Voluntad Divina puede sentir en sí la potencia, la virtud, la fuerza milagrosa de un acto que no cesa jamás, porque habiéndola hecho crecer Nosotros, no es fácil apartarse de nuestros modos, y de no sentir en sí la Vida y los actos continuos de Aquél que la ha hecho crecer, por eso tu correr, el sentir siempre la extrema necesidad de encontrar nuestra Vida y la tuya en el Fiat, en sus actos, y Nosotros que corremos en ti para estarnos en nuestros actos incesantes, y mientras Nosotros corremos tú corres junto, a fin de que nuestros actos que están en ti hagan vida común con nuestros actos que están fuera de ti, y así como tú sientes la extrema necesidad, así sentimos Nosotros la extrema necesidad de amor de hacer girar tu pequeñez en todos los actos de nuestro Fiat, porque no siendo tú capaz de encerrarlos todos en ti, con tu girar en ellos tomas parte por cuantos más puedes. Por eso corre, corre siempre, más bien digo corramos siempre, porque no hay gracia más grande que puedo dar a la criatura, que hacerle sentir en sí la virtud de un acto continuo”.
(3) Después continuaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cada vez que formas un acto tuyo en el acto de mi Divina Voluntad, tantos vínculos de más formas en Ella, quedando confirmada tantas veces por cuantos actos haces en el Fiat Divino, y Ella queda confirmada tantas veces de más en ti, y cada vínculo y confirmación que haces, mi Voluntad agranda sus mares en torno a ti, y por confirmación, como sello, pone una verdad suya, un conocimiento suyo y te manifiesta un grado de valor de más que mi Voluntad contiene, ¿pero sabes tú qué hacen en tu alma estos vínculos, confirmaciones, verdades, conocimientos, valores de más que tú vienes a conocer? Hacen crecer la Vida de mi Voluntad en ti, y no sólo eso, sino que repitiendo tus actos, tendrán tantos grados de valores de más por cuanto has conocido de más, tus actos vienen puestos en la balanza del valor divino, y tanto valen por cuanto has conocido, y por cuanto valor ha sido comunicado por Nosotros en tu acto. Así que tu acto de ayer, repitiéndolo hoy, no tiene el mismo valor de ayer, sino que ha conquistado el nuevo valor que Nosotros hemos hecho conocer. Por eso la repetición de los actos, acompañados de nuevas verdades y conocimientos, adquieren día a día nuevos grados siempre crecientes de valor infinito. Nosotros, a los actos de la criatura hechos en nuestra Voluntad, no sólo los ponemos en nuestra balanza eterna para darles el peso de un valor infinito, sino los conservamos en nuestro banco divino para darles el céntuplo, por eso cada vez que repites tus actos, tantas veces vienes a poner tus moneditas en nuestro banco divino, y entonces adquieres tantos derechos de más qué recibir de Nosotros. Ve entonces hasta dónde llega el exceso de nuestro amor, que nos queremos hacer deudores de la criatura, recibiendo las moneditas de sus actos en nuestro banco inmenso, y que aunque poseemos tanto, sin embargo amamos el recibir las pequeñas moneditas para darle el derecho de darle de lo nuestro. Nuestro amor a cualquier costo quiere tener qué hacer con la criatura, quiere estar en continua relación con ella, y esto a fuerza de dar, y quizá también de perder; cuántas veces, mientras Nosotros queremos darle, queremos hacerle conocer tantas bellas cosas nuestras, queremos hacerle sentir qué dulce y potente es nuestra palabra, y ella se muestra fría, indiferente, si es que no nos voltea la espalda, y nuestro

amor queda como derrotado por parte de la ingratitud humana, pero la hija pequeña no lo hará jamás, ¿no es verdad? Tu pequeñez te hace sentir la extrema necesidad de tu Jesús, de su amor, y de su Voluntad”.

+ + + +

30-17
Febrero 10, 1932

Trabajo de Dios en el alma que vive en la Divina Voluntad. Acuerdo entre Dios y la criatura. Vigilancia de Jesús para tener la compañía de la criatura en sus obras.

(1) Mi dulce Jesús con su fuerza raptora me atrae siempre en su adorable Voluntad, para hacerme recorrer la multiplicidad de sus obras, que parece que me esperan para darme alguna cosa de más de lo que me han dado, y yo quedo sorprendida de tanta bondad y generosidad divina. Y el amado Jesús para infundir en mí mayor amor y deseo de seguir los actos de la Divina Voluntad, me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Querer, cada vez que te elevas en Ella para unirte a cada acto que ha hecho, y al suyo unir el tuyo, el acto divino surge y te da un grado de gracia, de amor, de santidad, un grado de Vida Divina y de gloria; estos grados unidos forman la sustancia necesaria para formar la Vida Divina en la criatura: quién forma el latido, quién el respiro, quién la palabra, quién el ojo, quién la belleza, quién la santidad de Dios en el fondo del alma. Nuestros actos surgen conforme se acerca la criatura, para dar lo que poseen, con ansia la esperan para ponerse en actitud de surgir, para formar sus desahogos divinos, para ponerse y repetir los actos en ella. Así que quien se une con los actos de nuestra Voluntad Divina, nos da ocasión de ponernos a trabajar, ¿pero para hacer qué cosa? Formar nuestra Vida con nuestro trabajo en la criatura. Tú debes saber que la criatura con elevarse en nuestra Divina Voluntad, deja todo y se reduce en su nada, esta nada reconoce a su Creador y el Creador reconoce la nada que sacó a la luz, no la nada llena de cosas que a Él no pertenecen, no, y encontrándola nada la llena del Todo. He aquí lo que significa vivir en mi Voluntad, despojarse de todo, y ligera volar al seno del Padre Celestial, para hacer que esta nada reciba la Vida de Aquél que la creó. Además de esto, nuestra Voluntad es nuestra Vida y nuestro alimento, y como Nosotros no tenemos necesidad de alimentos materiales, por eso Ella nos da el alimento de sus obras santas, y como la criatura es una de nuestras obras, queremos encontrar en ella nuestra Voluntad como vida, a fin de que no sólo ella, sino todas sus obras nos sirvan de alimento, y Nosotros por correspondencia le damos el alimento de las nuestras. Este alimentarnos de los mismos alimentos forma el acercamiento entre Dios y la criatura, este acercamiento produce paz, comunicación de bienes, inseparabilidad; parece que el aliento divino sopla en la criatura y el de ella en Dios, y los une tanto, de sentirse como si el aliento del uno fuera uno solo con el del otro. Por eso sucede un acuerdo de Voluntad, acuerdo de amor, de obras, sentimos aquel aliento que sacamos en la creación del hombre, que interrumpió al hacer su voluntad, renacido de nuevo en la criatura, nuestra Voluntad tiene virtud y oficio de regenerar en ella lo que ha perdido con el pecado, y de reordenarla como salió de nuestras manos creadoras”.
(3) Después de esto estaba girando en las obras de la Creación y Redención y mi Soberano Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, nuestras obras sufren el aislamiento si no son reconocidas como obras hechas por amor de las criaturas, porque no hubo otro objetivo al crear tantas obras maravillosas en la Creación, que darles tantos testimonios de amor. Nosotros no teníamos ninguna necesidad, todo fue hecho con un amor intenso para ellas. Ahora, si este nuestro amor no es reconocido en cada cosa creada, nuestras obras quedan solas, sin cortejo, sin

honores y como separadas de las criaturas, así que el cielo, el sol, las otras cosas creadas están solas, lo que Yo hice en la Redención, mis obras, mis penas, mis lágrimas y todo lo demás están aisladas. Ahora, ¿quién forma la compañía a nuestras obras? Quien las reconoce y girando en ellas encuentra nuestro amor palpitante para ella, que suspira su compañía para dar y recibir amor; tanto, que cuando tú giras en nuestra Voluntad para encontrar nuestras obras, y reconocer nuestro amor y poner el tuyo, me siento tan atraído que casi siempre te espero en cada obra para gozar tu compañía, tu cortejo, y me siento como correspondido por lo que he hecho y sufrido, y cuando alguna vez tú tardas en venir, Yo espero y me pongo a vigilar desde dentro de mis obras, para ver cuando estás por venir, para gozarme tu dulce compañía. Por eso sé atenta, no me hagas esperar”.

+ + + +

30-18
Febrero 16, 1932

Los actos hechos sin la Divina Voluntad están vacíos de lo infinito. Se necesita hacer todo y esperar los eventos para hacer venir el reino de la Divina Voluntad. Los actos hechos en Ella parten
para el Cielo como propiedad de la Patria Celestial.

(1) Estaba continuando mis actos en la Divina Voluntad para encontrar todos sus actos y fundirlos juntos, y así poder decir: “Hago lo que Ella hace”. ¡Oh! qué felicidad se siente al pensar que yo estoy haciendo lo que hace la Divina Voluntad. Y mi amable Jesús, visitando a su pequeña hija me ha dicho:
(2) “Hija buena, si tú supieras qué vacío se forma en el acto de la criatura cuando no está lleno del todo de mi Voluntad, así que en aquel acto falta la plenitud de la santidad, falta lo infinito, y como falta lo infinito se ve un abismo de vacío que sólo lo infinito podía llenar, porque la criatura con todos sus actos ha sido hecha para lo infinito, y cuando en sus actos corre mi Voluntad, le pone lo infinito y se ve el acto de ella lleno de luz, que lo tiene en su regazo de luz, y con la infinitud dentro que lo vuelve acto completo. Por el contrario, cuando en el acto de la criatura no entra mi Voluntad como vida, principio, medio y fin, el acto está vacío, y ninguno puede llenar el abismo de aquel vacío, y si está el pecado, se ve en aquel acto un abismo de tinieblas y de miserias que hace horrorizar, ¡ah! hija mía, cuántos de estos actos vacíos de lo infinito han habido a lo largo de los siglos, lo infinito rechazado por el acto humano. Mi Voluntad Divina tiene derecho sobre cada acto de criatura, y para venir a reinar quiere que quien viva en Ella vaya encontrando todos estos actos vacíos para rogarle, presionarla que en cada acto ponga lo infinito, a fin de que reconozca en cada acto su acto para hacer que su dominio sea completo, y aunque estos actos fueran actos pasados, hay siempre, para quien vive en mi Voluntad, el poder hacer y reparar, porque en Ella está la potencia de poder ajustar y rehacer todo, con tal que encuentre una criatura que se preste; y mucho más, porque son actos de criatura sin mi Voluntad, así que otra criatura unida con mi Voluntad puede ajustar, ordenar cada cosa. Por esto hija mía, te lo he dicho otras veces y lo repito: ‘Hagamos todo lo que se requiere para hacer conocer la Divina Voluntad y hacerla reinar’. Nada debe faltar de parte nuestra: Oraciones, sacrificio de la propia vida, tomar en la mano todos los actos de las criaturas para llamarlas a poner de lo suyo, a fin de que estén mi te amo y el tuyo, mi plegaria y la tuya, que griten: ‘Queremos la Divina Voluntad’. Así que la Creación toda y todos los actos estarán todos cubiertos de Voluntad Divina, y Ella se sentirá llamada por cada acto de criatura desde todos los puntos, desde cada cosa creada, porque Yo y tú hemos hecho ya la llamada, queriendo poner aun el sacrificio de la vida en cada cosa y en cada acto, para que venga a reinar. Esto será potencia ante el trono de Dios, fuerza magnética, imán irresistible, el que todos los actos griten que quieren la Divina Voluntad reinante en medio a

las criaturas, ¿pero quién es el que grita? Yo y la pequeña hija de mi Querer. Entonces, como raptada descenderá a reinar. He aquí el por qué los giros y más giros en la Creación, en mis mismos actos, en los de la Mamá Celestial, para empeñar a nuestros mismos actos divinos por un reino tan santo, y en aquellos de las criaturas para copiarlos y poner lo que les pueda faltar, pero todos deben tener una sola voz, directa, o indirectamente por medio de quien quiere hacer el sacrificio de hacerse suplidora y reparadora, para obtener que venga a reinar en medio a las generaciones. Por eso, lo que te hago hacer y que hago Yo junto contigo, son actos necesarios, preparativos, formaciones, sustancias, capitales que se requieren, cuando todo hayamos hecho por parte mía y por parte tuya, de modo que nada falte, podremos decir: ‘Todo hemos hecho, no nos queda otra cosa qué hacer’. Así como Yo dije en la Redención, todo he hecho para redimir al hombre, mi amor no sabe qué otra cosa inventar para ponerlo a salvo, y me fui al Cielo esperando que tomara el bien que con el sacrificio de mi Vida les había formado y dado, así cuando nada más nos quede por hacer por el reino de mi Voluntad sobre la tierra, también tú podrás venirte al Cielo, esperando en la Patria Celestial que las criaturas tomen las sustancias, el capital, el reino que ya está formado del Fiat Supremo. Por eso te digo siempre sé atenta, no omitas nada; cuando no se puede hacer otra cosa, hagamos nuestra parte, el resto, las circunstancias, los eventos, las cosas, diversidad de personas harán el resto, y como está ya formado, saldrá de sí e irá adelante en su reinar. Una cosa se necesita, más sacrificio para formarlo, que para sacarlo se hace rápido, pero para formarlo se requiere quién ponga la propia vida y el sacrificio de una voluntad sacrificada con actos continuos en la mía”.
(3) Después de esto ha hecho silencio y después ha agregado: “Hija mía, tú debes saber que cada acto de criatura tiene su puesto en torno a Dios, así como cada estrella tiene su puesto bajo la bóveda del cielo, así los actos de ellas, cada uno tiene su lugar, pero ¿quienes son los que van por el camino regio como propiedad de la Patria Celestial, y toman los puestos más honorables y dan gloria divina a su Creador? Los actos hechos en mi Voluntad. Cuando uno de estos actos parten de la tierra, se inclinan los Cielos, todos los bienaventurados le salen al encuentro y acompañan aquel acto al puesto de honor en torno al trono supremo. En ese acto se sienten todos glorificados, porque la Voluntad eterna ha triunfado en el acto de la criatura, y ahí ha puesto su acto divino. En cambio los actos no hechos en mi Voluntad, y quizá aun buenos, no parten por el camino regio, parten por las vías tortuosas y hacen una larga parada para ir al purgatorio, y ahí esperan a la criatura para purificarse juntos a vía de fuego, y cuando terminan de purificarse, entonces parten para el Cielo para tomar su puesto, pero no en los puestos de primer orden, sino en los puestos secundarios. ¿Ves la gran diferencia? Los primeros actos, no apenas formados, no quedan ni siquiera junto con la criatura, porque siendo cosa de Cielo no pueden quedar sobre la tierra, y por eso rápidamente emprenden el vuelo a su patria, y no sólo eso, sino que todos los ángeles y santos reclaman en el Cielo lo que ha sido hecho por la Divina Voluntad como cosa de ellos, porque todo lo que es hecho por Ella, tanto en la tierra como en el Cielo, todo es propiedad de la Patria Celestial. Por eso cada pequeño acto suyo es reclamado por todo el Cielo, porque todos son fuentes de alegrías y bienaventuranzas eternas, que pertenecen a ellos. Todo lo contrario para quien no obra en mi Voluntad”.

+ + + +

30-19
Febrero 24, 1932

Renacimientos continuos de la criatura en la Divina Voluntad.
La criatura se vuelve protectora de las obras divinas.

(1) Estoy siempre entre los brazos de la Divina Voluntad, la cual más que madre me tiene estrechada entre sus brazos, circundada de su luz para infundirme su Vida de Cielo, me parece que es toda atención para tener su gran gloria de tener una hija toda de Voluntad Divina, que no ha tomado otro alimento, que no conoce otra ciencia, ni otra ley, ni otros gustos o placeres, que su sola Voluntad, y por eso para tenerme ocupada y alejada de todo me hace tantas sorpresas, me dice tantas cosas bellas, una más bella que la otra, pero siempre cosas que le pertenecen, de modo que mi pobre mente queda como raptada y abismada en sus brazos de luz; y como todo lo que ha hecho, a pesar que lo haya puesto fuera, todo lo tiene concentrado en Sí, tanto, que si se ve dentro de su Voluntad, se encuentra un solo acto, si se ve fuera se encuentran obras y actos innumerables que no se pueden numerar, yo sentía en Ella el principio de mi existencia, como si en aquel punto estuviera por salir a la luz, y yo he quedado sorprendida, y mi amado Jesús, haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, nacida y renacida en mi Querer, cada vez que con plena conciencia te abandonas en sus brazos de luz y permaneces dentro, tantas veces renaces en Ella, y estos renacimientos son uno más bello y atrayente que el otro. Por eso te he llamado tantas veces la pequeña recién nacida de mi Voluntad, porque mientras renaces, vuelves a renacer, porque Ella no sabe estar ociosa con quien vive junto con Ella, sino que quiere ocuparse siempre con renacer en modo continuo en la criatura, absorbiéndola continuamente en Sí, tanto, que mi Fiat renace en ella y ella renace en mi Voluntad. Estos renacimientos de ambas partes, son vidas que se intercambian mutuamente, y este es el testimonio de amor más grande, el acto más perfecto, renacer, intercambiarse la vida mutuamente para poderse decir el uno al otro: ‘Mira cuánto te amo, que te doy, no actos, sino vida continua.’ He aquí el por qué hija mía, para quien vive en mi Divina Voluntad, Ella pone a esta afortunada criatura en el primer acto de su creación, siente su principio en Dios, la virtud creadora, vivificadora y conservadora de su aliento omnipotente, que si se retira regresa a su nada de donde salió, y por eso siente a lo vivo su renacimiento continuo en los brazos de su Creador, y sintiéndose en su principio, la criatura restituye a Dios el primer acto de vida que de Él recibió, que es el acto más santo, más solemne, más bello, acto de Dios mismo”.
(3) Después de esto seguía mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y ¡oh! cómo quisiera abrazar todo, también lo que han hecho todos los bienaventurados, para dar en cada acto un honor y gloria a Dios y a los santos, y servirme por medio de los mismos actos hechos por ellos para honrarlos, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cuando la criatura recuerda, honra, glorifica lo que ha hecho su Creador por amor suyo, y su Redentor para ponerla a salvo, y todos los santos, se vuelve protectora de todos estos actos. El cielo, el sol y toda la Creación se sienten protegidos por la criatura, mi Vida terrenal de acá abajo, mis penas, mis lágrimas, sienten un refugio en ella y encuentran a su protectora, los santos encuentran en su recuerdo, no sólo la protección, sino los actos de ellos mismos vivificados, renovados en medio a las criaturas, en suma, se sienten dar nuevamente la vida en sus actos. ¡Oh! cuántas bellas obras y virtudes quedan como sepultadas en el bajo mundo, porque no hay quien las recuerde y honre. El recuerdo llama las obras del pasado y las hace como presentes, ¿pero sabes tú qué sucede? Sucede un intercambio, la criatura se vuelve protectora con su recuerdo, y todas nuestras obras, la Creación, la Redención, y todo lo que han hecho los santos, se hacen protectores de su protectora, se ponen en torno a ella para protegerla, defenderla, le hacen de centinela, y mientras se refugian en ella para ser protegidos, cada obra nuestra, todas mis penas, y todas las obras y virtudes de mis santos, hacen competencia turnándose en hacerle guardia de honor para que quede defendida de todo y de todos. Y además, no hay honor más grande que tú puedas dar, que cuando pides en cada acto el reino de la Divina Voluntad, se sienten llamados y puestos a hacer de mensajeros entre el Cielo y la tierra, de un reino tan santo. Tú debes saber que pasado, presente y futuro, todo debe servir al reino del Fiat Divino. Ahora tu recuerdo, el pedir por medio de nuestras

obras, virtudes y actos de todos este reino, todos se sienten puestos al servicio de Él y toman su oficio y puesto de honor. Así que tu girar es necesario porque sirve para preparar el reino de la Divina Voluntad. Por eso sé atenta y continúa”.

+ + + +

30-20
Marzo 6, 1932

Quien vive en la Divina Voluntad siente la necesidad de girar en torno a las obras divinas, y cómo todas las obras divinas giran en torno a la criatura. La finalidad, germen de luz.

(1) Seguía mi giro en las obras divinas, mi pobre mente la siento como fija en torno a las obras de mi Creador, y hace su carrera casi continua en torno a ellas, porque siendo obras hechas por amor mío, siento el deber de reconocerlas, de servirme de ellas como escalera para subir a Aquél que tanto me ha amado, me ama, y darle mi pequeño amor porque quiere ser amado. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “¿Y por qué mi mente debe correr siempre? Me parece que una fuerza potente está sobre mí y mantiene mi carrera”. Y mi dulce Jesús, haciéndome su pequeña visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo gira alrededor de la criatura: Gira el cielo y no la deja huir de debajo de su bóveda azul, gira el sol y con sus giros de luz le da luz y calor, gira el agua en torno a la criatura, el fuego, el aire, el viento, dándole cada elemento las propiedades que contienen; mi misma Vida y todas mis obras están en continuo giro en torno a las criaturas para estar en continuo acto de darme a ellas, es más, tú debes saber que en cuanto el niño es concebido, mi concepción gira en torno a la concepción del niño para formarlo y tenerlo defendido; y en cuanto nace, mi nacimiento se pone en torno al recién nacido para girarle alrededor y darle las ayudas de mi nacimiento, de mis lágrimas, de mis gemidos, y hasta mi respiro gira alrededor para calentarlo. El recién nacido no me ama, pero inconscientemente, y Yo lo amo hasta la locura, amo su inocencia, mi imagen en él, amo lo que debe ser, mis pasos giran en torno a sus primeros pasos vacilantes para reafirmarlos, y siguen girando hasta el último paso de su vida, para tener custodiados en el giro de mis pasos sus pasos. En suma, mis obras giran en torno a sus obras, mis palabras en torno a las suyas, mis penas en torno a sus penas, y cuando está por dar el ultimo suspiro de su vida, mi agonía le gira en torno para sostener la suya, y mi muerte con fuerza inexpugnable gira en torno para darle ayudas inesperadas, y con celo todo divino se estrecha en torno para hacer que su muerte no sea muerte, sino verdadera vida para el Cielo; y puedo decir que mi misma Resurrección gira en torno a su sepulcro, esperando el tiempo propicio para llamar con el imperio de mi Resurrección su resurrección del cuerpo a vida inmortal. Ahora, todas las obras salidas de mi Voluntad, todas giran y giran en torno, por cuyo fin fueron creadas. Detenerse significa no tener vida y no producir el fruto establecido por Nosotros, lo que no puede ser, porque el Ser Divino no sabe hacer ni obras muertas, ni obras sin fruto. Entonces quien entra en mi Divina Voluntad toma su puesto en el orden de la Creación, y siente la necesidad de girar junto con todas las cosas creadas, siente la necesidad de hacer sus rápidos giros en torno a mi concepción, a mi nacimiento, a mi edad infantil, y a todo lo que Yo hice sobre la tierra. Y lo bello es que mientras ella gira en torno a todas nuestras obras, las obras nuestras giran en torno a ella, en suma, hacen competencia en girarse recíprocamente, pero esto es todo efecto y fruto de mi Querer Divino, que siendo movimiento continuo, quien está en Él siente la vida de su movimiento, por eso la necesidad de correr juntos, más bien te digo, si tú no sientes la carrera continua de girar en torno a nuestras obras, es señal de que tu vida no es permanente en mi Voluntad, sino que haces las salidas, las escapadas, y por eso la carrera cesa, porque falta quién les dé la vida de correr, y conforme entras en Ella, así te pone en el orden y sigues la

carrera, porque otra Voluntad Divina obrante ha entrado en ti. Por eso sé atenta, porque debes tener qué hacer con una Voluntad Omnipotente, que corre siempre y todo abraza”.
(3) Después de esto pensaba entre mí: “¿Cuál será el bien, la utilidad de esta mi carrera, de este girar y girar en los actos de la Divina Voluntad?” Y el Celestial Rey Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que cada acto de criatura contiene el valor de la finalidad con la cual anima su acto, la finalidad es como la semilla, que sepultada bajo la tierra se pulveriza con la tierra, pero no para morir sino para renacer y formar la plantita cargada de ramas, de flores y frutos que a aquella semilla pertenecen. La semilla no se ve, está escondida en la plantita, pero por los frutos se conoce la semilla, si es buena o mala. Tal es la finalidad, es semilla de luz, y se puede decir que queda como sepultada y se pulveriza en el acto de la criatura. Y si la finalidad es santa, todos los actos que vienen de aquella finalidad, todos serán actos santos, porque está la primera finalidad, la primera semilla que anima y da vida al séquito de los actos de la primera finalidad, y estos actos forman la vida de la finalidad, en los cuales se ven flores y frutos de verdadera santidad. Y hasta en tanto la criatura con todo el conocimiento de su voluntad no destruye la primera finalidad, puede estar segura que sus actos son encerrados en la primera finalidad. Ahora tu carrera en mi Divina Voluntad tendrá la finalidad que tú quieres, que se forme su reino, y por eso todos tus actos vienen concentrados en mi Fiat, y convirtiéndose en semillas de luz, todos se vuelven actos de mi Voluntad, los cuales elocuentemente, con voces arcanas y divinas, piden este reino tan santo en medio a las humanas generaciones”.

+ + + +

30-21
Marzo 13, 1932

La prisionera y el Prisionero divino. La Virgen, anunciadora, mensajera, conductora del reino de la Divina Voluntad. Quien vive en la Divina Voluntad forma la creación parlante.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, pero siento a lo vivo mi pobreza extrema, mi nulidad, el dolor continuo de las privaciones de mi dulce Jesús. Si no fuera por su Querer Divino que me sostiene, y que frecuentemente me hermana con el Cielo, de modo que me infunde nueva vida, yo no habría podido seguir adelante sin Aquél que frecuentemente se desaparece, se esconde, y yo quedo sobre la hoguera del amor a esperarlo, que me consume lentamente, y entonces repite su breve visita cuando llego a los extremos. Entonces pensaba entre mí: “Jesús me ha aprisionado y atado con cadenas, que no hay peligro que se puedan romper, soy en realidad la pobre prisionera. ¡Oh! cómo quisiera a mi Mamá Celestial en mi compañía, a fin de que bajo su guía pudiera vivir como se necesita vivir en la Divina Voluntad. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha repetido su breve visita, y todo ternura me ha dicho:
(2) “¡Mi querida prisionera! Cómo estoy contento porque te he aprisionado y atado, porque mis ataduras y mis cadenas dicen que mi amor, sólo por tenerte a mi disposición, ha usado ataduras y cadenas para volverte prisionera sólo para Mí, ¿pero sabes? El amor quiere quien lo iguale, si te he hecho prisionera, primero me he hecho prisionero Yo por ti en tu propio corazón, y no queriendo estar solo, te hice prisionera, en modo de poder decir: ‘Somos dos prisioneros, que el uno no sabe estar sin el otro’. Así podremos preparar el reino de mi Divina Voluntad. Las obras hechas a solas no son agradables, pero la compañía las vuelve agradables, empuja al trabajo, endulza el sacrificio y forma las obras más bellas, y al verte llamar a nuestra Mamá Celestial como tu guía, tu prisionero Jesús ha exultado de alegría al tener su dulce compañía en nuestro trabajo. Tú debes saber que fue Ella la verdadera y celestial prisionera de mi Divina Voluntad, así que conoce todos los

secretos, los caminos, posee las llaves de su reino, es más, cada acto que hacía la Reina Prisionera, preparaba en su acto el puesto para recibir los actos de la criatura hechos en la Divina Voluntad, y ¡oh! cómo la Soberana Celestial está a la expectativa y muy atenta para ver si la criatura obra en mi Fiat, para tomar con sus manos maternas estos actos y encerrarlos en sus actos como prendas de que se quiere el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Así que este reino fue ya formado por Mí y por la Celestial Señora, ya existe, sólo que se debe dar a las criaturas; para darlo es necesario conocerlo, y como Ella es la criatura más santa, más grande y que no conoció otro reino que el de mi Divina Voluntad, ocupa el primer lugar en Ella, y por derecho la Celestial Reina será la anunciadora, la mensajera, la conductora de un reino tan santo, por eso ruégale, invócala, y Ella te servirá de guía, de maestra, y con amor todo materno recibirá todos tus actos y los encerrará en los suyos, y te dirá: ‘Los actos de mi hija son como los actos de su Mamá, por eso pueden estar con los míos para duplicar el derecho de las criaturas para que se les dé el reino de la Divina Voluntad’. Y como este su reino, Dios lo debe dar y la criatura lo debe recibir, se requieren los actos de ambas partes para obtener el intento, por eso Aquélla que tiene más ascendencia, más poder, más imperio sobre el corazón divino, es la Soberana del Cielo, sus actos estarán a la cabeza seguidos de los otros actos de las criaturas cambiados en divinos en virtud de mi Voluntad, para dar el derecho a ellas de recibir este reino, y Dios al ver estos actos se sentirá movido a darlo por aquel amor que tuvo en la Creación, que todo lo creó para hacer que su Voluntad se hiciera como en el Cielo así en la tierra, y que cada criatura fuera un reino de su Voluntad, para que tuviera su total dominio. Por eso siempre adelante en el obrar y vivir en el Fiat Supremo”.
(3) Después de esto, mi mente se perdía en el Querer Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, el alma que entra en mi Voluntad se convierte en luz, y todos sus actos sin perder nada de su diversidad, de su naturaleza, y de lo que son en sí mismos, son vivificados y animados por la luz, así que cada acto, si bien distintos entre ellos, tienen por vida la luz de mi Fiat, y Él se deleita ahora en formar con su Vida de luz el pensamiento, la palabra, la obra, el paso, y así de lo demás, y el alma como cielo primero animado por el Fiat, forma con sus actos el sol, las estrellas, el mar que siempre murmura, el viento que gime, que habla, que ulula, que silva, que acaricia y que forma sus refrigerios de luz divina a su Creador, a sí misma, y desciende hasta lo bajo de las criaturas, y como la luz es fecunda y tiene la virtud que por sí misma se expande por todas partes, forma las más bellas floraciones, pero toda investida de luz. Y he aquí que mi Divina Voluntad repite su amada Creación en el alma que vive en su luz, es más, más bella aún, porque si la Creación es muda, y si habla elocuentemente es siempre en su mudo lenguaje, por el contrario la creación que forma en el alma es toda parlante, habla el sol de sus obras, el mar de sus pensamientos, el viento de sus palabras, el pisar de sus pasos, que conforme camina deja las flores de sus virtudes, y todo lo que hace, hablan como estrellas brillantes, que con su destello ruegan, aman, alaban, bendicen, reparan y agradecen continuamente, sin jamás detenerse, a aquel Fiat Supremo que con tanto amor se deleita de formar en ellos la bella creación parlante, animada toda de su luz divina. Por eso no es maravilla si tu Jesús forma su continua morada en medio a esta creación hablante que me forma mi Divina Voluntad, sería más maravilla si Yo no estuviera en ella, porque faltaría el Señor, el Rey que con tanto amor se la ha formado. ¿Para qué formarla si Yo no debiera morar dentro y gozarme mi agradable creación parlante? Mucho más que en esta creación parlante hay siempre qué hacer, siempre qué agregar. Cada acto suyo es una voz de más que adquiere, y que con toda elocuencia me habla de mi amor y de su amor, y Yo debo escucharla; y no sólo esto, sino quiero gozarme sus gustos que ella me da. Me agradan tanto que los suspiro, y por eso no puedo ponerlos aparte. Además hay siempre qué dar, y siempre qué tomar, por eso no puedo dejarla ni siquiera un instante sin Mí, a lo más ahora hablo y ahora hago silencio, ahora me hago sentir y ahora me estoy escondido, pero dejar a quien vive en mi Divina Voluntad no puedo. Por eso está segura que hasta en tanto tú

no salgas de Ella, tu Jesús no te deja, estará siempre contigo, y tú estarás siempre Conmigo”.

+ + + +

30-22
Marzo 20, 1932

Tres condiciones necesarias para obtener el reino de la Divina Voluntad.
Cómo todos viven en la Divina Voluntad. Modo diverso de vivir.

(1) Estaba pensando en la Divina Voluntad y decía entre mí: “Si Nuestro Señor ama tanto el hacer conocer un Querer tan santo, y quiere que reine en medio a las criaturas,
¿por qué entonces quiere que se ruegue para obtenerlo? Mientras que una vez que lo quiere lo puede dar, incluso sin tanto pedirlo. Y mi dulce Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, el conocer mi Divina Voluntad es la cosa más grande que Yo puedo dar y la criatura puede recibir, y su reinar es la confirmación de su gran don, y el desarrollo de su Voluntad conocida. Por eso es necesario pedirlo; con pedirlo se dispone, forma en sí la morada real dónde recibirlo; con pedirlo adquiere el amor para amarlo, adquiere las dotes de sacrificio que se requieren para poseerlo, y conforme se pide, el querer humano pierde su terreno, se debilita, pierde la fuerza y se dispone a recibir el dominio del Querer Supremo, y Dios viendo que le ruegan se dispone a darlo. Se necesitan las disposiciones de ambas partes para dar nuestros dones celestiales, ¡cuántos dones queremos dar! Pero como no son pedidos los retenemos en Nosotros mismos, esperando darlos cuando sean pedidos. El pedir es como si se abriera el comercio entre el Creador y la criatura; si no se pide, el comercio está cerrado, y nuestros dones celestiales no descienden para ponerse en giro sobre la faz de la tierra, por eso, la primera necesidad indispensable para obtener el reino de la Divina Voluntad, es pedirlo con plegarias incesantes, porque conforme se pide, así nos llegan las cartitas, ahora de premuras, ahora de súplicas, ahora de acuerdo que quieren hacer con nuestra Voluntad, hasta que llegue la última carta del acuerdo final.
(3) Segunda necesidad, más indispensable que la primera, para obtener este reino, es necesario saber que se puede tener. ¿Quién puede pensar en un bien, desearlo, amarlo, si no sabe que lo puede obtener? Ninguno. Si los antiguos no hubieran conocido que debía venir el futuro Redentor, ninguno lo habría pensado, ni pedido, ni esperado salvación, porque la salvación, la santidad de aquellos tiempos estaba fijada, concentrada en el futuro Salvador Celestial. Fuera de esto no se podía esperar ningún bien. Conocer que se puede tener un bien forma la sustancia, la vida, el alimento de aquel bien en la criatura. He aquí el por qué los tantos conocimientos sobre mi Voluntad que te he manifestado, a fin de que se pueda conocer que pueden tener el reino de mi Voluntad. Cuando se conoce que un bien se puede tener, se usan las artes, las industrias, y se empeñan los medios para obtener el intento.
(4) El tercer medio necesario es conocer que Dios quiere dar este reino, esto pone los fundamentos, la esperanza cierta para obtenerlo, y forma los últimos preparativos para recibir el reino de mi Divina Voluntad. Un bien que se quiere y suspira, saber que quien lo puede dar, ya lo quiere dar, se puede llamar el último golpe de gracia, y acto final para obtener lo que se quiere. En efecto, si Yo no te hubiera manifestado que puedo dar, y quiero dar mi Voluntad Divina dominadora y reinante en medio a las criaturas, tú habrías sido indiferente, como todos los demás, a un bien tan grande, así que tu interés, tus plegarias, han sido efectos y partos de lo que has conocido. Y Yo mismo cuando vine sobre la tierra, los treinta años de mi Vida oculta, se puede decir que aparentemente no hice bien a ninguno, ni siquiera uno me conoció; estaba en medio a ellos inobservado, todo el bien se desarrollaba entre Yo y el Padre Celestial, mi Celestial Madre y el amado San

José, porque sabían quién era Yo; todos los otros nada. En cambio cuando salí de mi ocultamiento, y abiertamente me hice conocer diciendo que era propiamente Yo el Mesías prometido, su Redentor y Salvador, y si bien con hacerme conocer me atraje calumnias, persecuciones, contradicciones, ira, odio de los hebreos, y la misma Pasión y muerte, todos estos males que como lluvia tupida llovían sobre Mí, tuvo origen porque Yo haciéndome conocer, afirmaba lo que Yo era en realidad, el Verbo Eterno descendido del Cielo para salvarlos. Tan es verdad, que mientras estuve en la casa de Nazaret, no conociendo quién fuera Yo, ninguno me dijo nada, ni me calumniaron, ni me hicieron algún mal; en cuanto me develé, todos los males me llovieron encima. Pero el hacerme conocer era necesario, de otra manera habría regresado al Cielo sin cumplir la finalidad por la cual vine a la tierra. En cambio con el hacerme conocer, a pesar que me atrajo tantos males, en medio a esta vorágine de males formé a mis apóstoles, anuncié el Evangelio, obré prodigios, y mi conocimiento instigó a mis enemigos a hacerme sufrir tantas penas hasta darme la muerte de cruz. Pero obtuve mi intento, que muchos me conocieran en medio a tantos que no quisieron conocerme, y de cumplir mi Redención. Yo lo sabía, que con hacerme conocer, la perfidia y soberbia de los hebreos me habrían hecho tanto, pero era necesario hacerme conocer, porque una persona, un bien si no se conoce, no es portador de vida, ni de bien. El bien, la verdad no conocidos, quedan obstaculizados en sí mismos, sin fecundidad, como tantas madres estériles que termina con ellas su generación. Ve entonces cómo es necesario que se conozca que puedo dar el reino de mi Voluntad y que quiero darlo. Puedo decir que hay la misma necesidad como aquélla de hacer conocer que Yo era el Hijo de Dios que vino sobre la tierra. Es también verdad que muchos al conocer esto, repetirán lo que me hicieron cuando hice conocer que Yo era el suspirado Mesías; calumnias, contradicciones, dudas, sospechas, desprecios, como ya lo han hecho en cuanto se inició la impresión con la que se iniciaba el dar a conocer mi Divina Voluntad; pero esta no es la causa principal, es el bien, que poseyendo la fuerza que hiere al mal, las criaturas, el infierno, sintiéndose heridos se arman contra el bien y quisieran aniquilar el bien, y a aquélla o a aquél que quiere hacer conocer el bien. Pero a pesar de todo lo que han querido hacer al principio del querer nacer el conocimiento de mi Voluntad y que quiere reinar, que la han como sofocado, sin embargo ha dado sus primeros pasos, y lo que no creían algunos otros lo han creído, los primeros pasos llamarán a los segundos, a los terceros, y así poco a poco, a pesar que no faltarán aquellos que suscitarán contradicciones y dudas, pero es de absoluta necesidad que se conozca mi Divina Voluntad, que puedo darla, y quiero darla. Estas son condiciones, que sin ellas Dios no puede dar lo que quiere dar, y la criatura no puede recibir. Por eso ruega, y no des marcha atrás en hacer conocer mi Divina Voluntad. El tiempo, las circunstancias, las cosas, las personas, cambian, no son siempre las mismas, por eso lo que no se obtiene hoy, se podrá obtener mañana, y será para confusión de quien ha sofocado un bien tan grande. Pero mi Voluntad triunfará y tendrá su reino sobre la tierra”.
(5) Después continuaba pensando en la Divina Voluntad, y toda me abandonaba en sus brazos divinos, y mi amado Jesús ha agregado:
(6) “Hija buena, tú debes saber que mi Divina Voluntad posee y contiene dentro de Sí todo, todas las alegrías, todas las bellezas, de Ella todo sale y sin perder nada todo contiene en Sí, se puede decir que lleva a todos y todo en su regazo inmenso de luz. Así que todos viven en Ella, con esta diferencia, que quien con toda su voluntad quiere vivir en Ella, y se hace dominar por su dominio, vive como hija, y como hija es constituida heredera de las alegrías, de las bellezas, de los bienes de su Madre, de modo que esta Madre Divina está toda atenta a embellecer, enriquecer, y a hacer gozar a su hija. En cambio quien quiere vivir de voluntad humana y no se hace dominar por su dominio, vive en esta Santa Voluntad, pero vive no como hija, sino como extraña, y todas las alegrías se convierten para la criatura en amargura, las riquezas en pobreza, las bellezas en fealdad, porque viviendo como extraña vive como apartada de los bienes que mi Divina Voluntad posee, y justamente merece que nada posea de bien, su querer humano que la domina le

da lo que tiene, pasiones, debilidades, miserias. Nada huye de mi Divina Voluntad, ni siquiera el infierno, y como no la han amado en vida, han vivido como miembros separados de Ella, pero siempre dentro, no fuera, ahora, en aquellas tétricas prisiones, las alegrías, la felicidad, las bienaventuranzas de mi Divina Voluntad se convierten en penas y tormentos eternos, por eso el vivir en mi Voluntad no es nuevo como algunos creen, todos viven en Ella, buenos y malos, si se quiere decir nuevo, es el modo de vivir, quién la reconoce como acto continuo de vida, quién le da el dominio en todos sus actos, porque el vivir en Ella es la santidad de cada instante que recibe la criatura, se puede decir que crece continuamente en santidad, pero santidad dada por mi Voluntad, crecida junto con Ella, así que siente por vida, más a mi Voluntad que a su misma vida. En cambio quien no vive en Ella, a pesar de que está dentro no la reconoce en cada acto suyo, y vive como si viviera lejano de Ella y no recibiera el acto continuo de su vida, a pesar que lo recibe. De esta manera no se forma la santidad del vivir en mi Querer, sino a lo más la santidad de las circunstancias, así que se acuerdan de mi Divina Voluntad cuando las oprime una necesidad, un dolor, una cruz, entonces se oyen exclamar: ‘Sea hecha la Divina Voluntad.’ Y en todo el resto de su vida, mi Voluntad ¿dónde estaba? ¿No estaba ya con ellas contribuyendo a todos sus actos? Estaba, pero no la reconocían. Sucede como a una madre que vive en su palacio, la cual ha dado a luz muchos hijos, algunos de estos están siempre junto a la madre, la cual infunde en los hijos sus modos nobles, los nutre con alimentos delicados y buenos, los viste con vestidos decentes, les confía sus secretos y los hace herederos de sus bienes. Se puede decir que la madre vive en los hijos y los hijos en la madre, se hacen felices mutuamente y se aman con amor inseparable; los otros hijos viven en el palacio de la madre, pero no están siempre junto a ella, encuentran placer en vivir en estancias lejanas de la de su madre, por eso no aprenden sus modos nobles, no visten con decencia, los alimentos que toman les hacen más mal que bien, y si alguna vez van a la madre no es por amor, sino por necesidad. Por eso la gran diferencia entre uno y otro de estos hijos, pero a pesar de todo esto, en el palacio de la madre viven el uno y otro. Así es, todos viven en mi Voluntad, pero sólo quien quiere vivir de Ella, vive en Ella como hijo con su Madre, todos los demás, a pesar que viven en Ella, ni siquiera la conocen, otros viven como extraños, otros la conocen para ofenderla”.

+ + + +

30-23
Marzo 27, 1932

Condiciones para asegurar la venida del reino del Fiat sobre la tierra.
Las manifestaciones sobre la Divina Voluntad serán ejército aguerrido de amor, armas, redes para vencer a la criatura.

(1) Me sentía inmersa en el Querer Divino, y ¡oh! cuántos pensamientos se agolpaban en mi mente, y su luz formaba sus olas, una seguía a la otra, y estas olas se convertían en voz, en murmullo, en música celestial, pero ¡oh! cómo es difícil retener el lenguaje de aquella luz interminable. Cuando se está dentro de Ella parece que se comprende mucho, pero en cuanto se retira queda sólo alguna gotita y el dulce, inolvidable y amado recuerdo de haber estado en la luz del eterno Fiat. Si el bendito Jesús no obrara un milagro, abajándose Él con modo más adaptable a la naturaleza humana, yo nada habría sabido decir. Entonces veía en mi mente el cuadro del reino de la Divina Voluntad, y quería que Jesús me dijera cuáles eran sus condiciones para estar segura de su venida, y mi Maestro Celestial, visitando a la pequeña recién nacida de su Querer me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, las condiciones absolutas, necesarias y de suma importancia, que forman la vida y el alimento para asegurar el reino de mi Divina Voluntad, es pedir de la criatura grandes sacrificios y prolijidad de continuo sacrificio; entonces nuestra bondad, en

virtud del sacrificio que pide, debe dar gracias sorprendentes a quien pide este sacrificio, de modo que a la criatura fascinada por mi amor, por mis dones y por mis gracias, le parecerá nada el sacrificio que Yo le pido, a pesar de conocer que su vida ha terminado, que no tendrá más derecho sobre sí misma, y que todos los derechos serán de quien le pidió el sacrificio; si no conociera toda la magnitud del sacrificio que acepta, no tendría todo el valor, porque por cuanto más se conoce la grandeza, el peso del sacrificio, tanto más valor viene puesto dentro. El conocimiento pone el valor exacto y completo en el sacrificio, por el contrario quien no conoce todo el peso de un sacrificio, ¡oh! cuánto disminuye el valor, la gracia, el bien que debe obtener, además nuestro amor queda herido, nuestra potencia se siente impotente ante una criatura a la que le pedimos grandes sacrificios, haciéndole conocer el peso a que se debe someter, y ella, sólo por nuestro amor y para cumplir nuestra Voluntad, acepta todo. El sacrificio prolijo trae la prolijidad de la oración, y ¡oh! cómo nuestros oídos se ponen atentos, nuestras miradas quedan raptadas al ver que en medio de la hoguera del sacrificio querido por Nosotros, ruega, y
¿qué cosa pide y quiere? Lo que Nosotros queremos: ‘Que nuestra Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra.’ ¡Ah! si ella pudiera, arrollaría Cielo y tierra, quisiera todo en su poder para hacer que todos pidieran lo que quiere, a fin de que su sacrificio obtenga la finalidad y lleve el fruto querido por Dios. Nuestra paterna bondad es tanta, que nos resulta imposible no oír favorablemente el propósito de un sacrificio prolongado y una plegaria prolija. Estas son las condiciones por parte de las criaturas, y esto lo hemos hecho contigo y queremos que lo conozcas, porque Nosotros no damos nuestras cosas a los ciegos, que por su ceguera no conocen los bienes que le son dados, ni aquellos que le están alrededor, mucho menos a los mudos, que por su mutismo no tienen palabras para manifestar nuestras verdades y nuestras gracias. La primera cosa que damos es el conocimiento de lo que queremos hacer de ella, y después damos y hacemos lo que hemos dispuesto. El conocimiento se puede llamar el principio, el vacío, la semilla donde poner el sacrificio, nuestras cosas, y hacer surgir la bella oración que nos debilita, nos encadena con cadenas, con ataduras inseparables, y nos hace dar lo que quiere. Mucho más que siendo nuestra Voluntad vida y obra que da vida a todo y a todos, para venir a reinar sobre la tierra quería de parte de la familia humana una vida de criatura a su disposición, y que sin oponerse estuviera en poder de su Voluntad Divina, a fin de que de ella hiciera lo que quiere; esto le servirá de apoyo y condición para asegurar su reino por parte de las criaturas. Ahora vienen las aseguraciones por parte de Dios, pero ¿a quién podía hacerlas sino a quien había pedido el sacrificio? Así que mi gran prolijidad en manifestar tantas verdades sobre mi Divina Voluntad, mi largo decir sobre su reino y sobre el bien que quiere y debe hacer, su prolongado dolor de cerca de seis mil años porque quiere reinar y la han rechazado, las muchas promesas que quiere dar de bienes, de felicidad, de alegría si la hacen reinar, no han sido otra cosa que aseguraciones que he dado a la criatura de este reino de mi Fiat, y estas aseguraciones venían hechas y selladas en la cosa más bella, más sagrada, más preciosa, esto es en el centro de la hoguera de tu sacrificio querido por Nosotros. Puedo decir que no me canso jamás de hacer aseguraciones, digo, vuelvo a decir siempre con nuevos modos, nuevas verdades, nuevas formas, semejanzas sorprendentes siempre sobre mi Divina Voluntad, jamás habría dicho tanto si no fuera cierto que mi reino debía tener su dominio sobre la tierra. Por eso es casi imposible que un decir mío tan prolijo, y un sacrificio tuyo tan continuo, no deban tener los suspirados frutos de parte de Dios y de parte de las criaturas, por eso continúa tu vuelo en aquel Fiat que tiene potencia de hacerse camino, de abatir todas las dificultades, y a fuerza de amor hacerse los más fieles amigos y defensores de sus más despiadados enemigos”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, mi concepción, mi nacimiento, mi Vida oculta, mi evangelio, los milagros, mis penas, mis lágrimas, mi sangre derramada, mi muerte, reunido todo junto, formaron un ejército invencible para cumplir mi Redención. Así todas mis manifestaciones sobre mi Divina Voluntad, desde la primera hasta la última palabra que diré, deben servir para formar el ejército aguerrido, todo de amor, de fuerza invencible, de

luz irresistible, de amor que transforma, ellas colocarán en torno a la criatura una red, que si quieren salir caerán dentro, se enredarán tanto, que no sabrán cómo salir, y mientras tratará de salir, mis tantas manifestaciones sobre Ella continuarán cubriéndola, de modo de hacer más extendida su red, entonces, viéndose enredada tomará gusto de las tantas bellezas de verdad, y se sentirá feliz de haber sido enredada en la red de tantas verdades mías manifestadas. ¡Así que ellas formarán el cumplimiento del reino de mi Divina Voluntad! Por eso cada manifestación mía sobre Ella es un arma que debe servir para completar un reino tan santo. Si Yo la manifiesto y tú no la dices, harás faltar las armas necesarias, por eso sé atenta.
(4) Además de esto, tú debes saber que cada palabra salida de la increada sabiduría contiene vida, sustancia, obra, enseñanzas, así que cada verdad manifestada sobre nuestra Divina Voluntad tendrá en nuestro reino su propio oficio, muchas verdades tendrán el oficio de formar y hacer crecer la Vida de la Divina Voluntad en la criatura, otras ocuparán el oficio de alimentarla, otras harán de maestro, otras verdades tendrán el oficio de defensores, de modo que se pondrán como un ejército en torno a la criatura para que ninguno la pueda tocar. Ve entonces la necesidad de mi decir tan prolijo y de las tantas verdades que he manifestado, es un reino que debo formar, el cual no se forma con pocas palabras, con pocos actos y oficios; ¡se requieren tantas! Y cada verdad mía tiene virtud de ocupar un oficio para mantener el orden perfecto, paz perenne, será el eco del Cielo y nadarán dentro de un mar de gracias, de felicidad, bajo un sol que no conoce nubes, el cielo será siempre sereno. Mis verdades sobre mi Divina Voluntad serán las únicas leyes que dominarán a las criaturas que entrarán a vivir en este reino, leyes no de opresión sino de amor, que dulcemente se harán amar, porque en ellas encontrarán la fuerza, la armonía, la felicidad, la abundancia de todos los bienes. Por eso ánimo y siempre adelante en mi Divina Voluntad”.

+ + + +

30-24
Abril 2, 1932

El poder divino pondrá un límite a los males del hombre, y les dirá: Basta, hasta aquí. Nuestro Señor muestra con los hechos que quiere dar el reino de su Voluntad.

(1) Estoy siempre de regreso en el Santo Querer Divino, no puedo hacer otra cosa, porque siendo vida, la vida se siente siempre, se siente el respiro, el movimiento, el calor; así es la Divina Voluntad, en cuanto se siente, así se siente su Vida, su calor, su movimiento y todo lo que Ella encierra, con esta sola diferencia, que cuándo se pone atención en una cosa que como vida encierra, y cuándo en alguna otra. Entonces pensaba entre mí: “¿Cómo es que la criatura puede regresar bella y santa como salió de las manos creadoras de Dios, para realizar el reino de su Fiat en medio a la familia humana?” Y mi amado Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las obras de nuestro Ser Supremo son perfectas y completas, ninguna obra nuestra está a medias. La Creación está toda completa y perfecta, es más, hay muchas cosas que no son de absoluta necesidad, sino como lujo y ostentación de nuestra potencia, amor y magnificencia. ¿Sólo el hombre, por quien todas las cosas fueron creadas, debe quedar como nuestra obra imperfecta e incompleta, sin la finalidad por la cual fue creado, la cual es que nuestro Fiat tenga su reino en cada criatura? ¿Y esto porque pecó y quedó manchado y afeado, que lo volvió como una habitación a punto de derrumbarse, expuesto a los ladrones y a sus enemigos? ¿Como si nuestra potencia fuera limitada y no tuviera todo el poder de hacer lo que quiere, como quiere y cuando quiere? Quien piensa que el reino de nuestra Voluntad no puede venir, pone en duda la

misma potencia suprema. Todo podemos, el querer nos puede faltar, pero cuando lo queremos nuestro poder es tanto, que lo que queremos hacemos, no hay cosa que se pueda resistir frente a nuestra potencia; así que tenemos poder de rehabilitarlo, de hacerlo más bello que antes, fortalecer y ponerle cemento a su habitación derrumbada, de modo de volverla más fuerte que antes, y con el soplo de nuestro poder encerrar en los oscuros abismos a los ladrones y enemigos suyos. Así que el hombre, aunque se salió de dentro de nuestra Divina Voluntad, no dejó de ser obra nuestra, y si bien se desordenó, nuestra potencia por decoro de nuestra obra, que debe ser perfecta y cumplida como Nosotros la queremos, con su poder pondrá un límite a sus desórdenes, a sus debilidades, y le dirá con su imperio: ‘Basta, hasta aquí, regresa al orden, toma tu puesto de honor como obra digna de tu Creador.’ Son prodigios de nuestra Omnipotencia que obrará, y que el hombre no tendrá fuerza de resistir, pero sin esfuerzo, espontáneo, alentado y atraído por una fuerza suprema, por un amor invencible. ¿No fue un prodigio de nuestra potencia la Redención querida por nuestra Voluntad y por nuestro amor, que sabe vencer todo, incluso las ingratitudes más negras, las culpas más graves, y corresponder en amor donde el hombre ingrato lo ha ofendido de más? Si se trata del hombre, ciertamente que no podrá levantarse con todas las ayudas de mi Redención, porque no está dispuesto a tomarlas, muchos no cesan de ser pecadores, débiles, ensuciados con las culpas más graves. Pero si se trata de mi potencia, de mi amor, cuando las dos balanzas desborden un poco de más y lo toquen con voluntad de vencerlo, el hombre se sentirá sacudido y arrojado por tierra, de manera que resurgirá del mal en el bien y entrará de nuevo en nuestra Voluntad Divina de donde salió, para tomar su heredad perdida. ¿Sabes tú dónde está el todo? El todo está en si nuestra Voluntad lo quiere y con decretos divinos lo ha decidido; si esto hay, todo está hecho, y es tan cierta esta decisión, que ya están los hechos. Tú debes saber que cuando vine sobre la tierra, mientras hacía el oficio de Redentor, al mismo tiempo todo lo que hacía mi Santa Humanidad encerraba tantos actos de mi Voluntad Divina como depósito para dar a la criatura, Yo no tenía necesidad porque era la misma Divina Voluntad, así que mi Humanidad hacía como una madre ternísima, encerraba en Sí tantos partos de mi Voluntad por cuantos actos hacía, para darlos a la luz y parirlos en el seno de los actos de las criaturas, para formar en sus actos el reino de los actos de mi Fiat. Por eso está como una madre, esperando con un amor que la hace sufrir, el dar a luz estos sus partos divinos. El otro hecho es que Yo mismo enseñé el Pater Noster, a fin de que todos rogaran que venga mi reino, para que se haga mi Voluntad como en el Cielo así en la tierra. Si no debiera venir habría sido inútil enseñar tal oración, y Yo cosas inútiles no sé hacer, y además las tantas verdades manifestadas sobre mi Divina Voluntad, ¿no dicen claramente que su reino vendrá sobre la tierra, no por obra humana sino por obra de nuestra Omnipotencia? Cuando Nosotros queremos todo es posible, tan fácilmente hacemos las cosas pequeñas como las grandes, porque toda la virtud y potencia está en nuestro acto, no en lo bien que recibe el acto de nuestra potencia. En efecto, cuando estaba sobre la tierra, como en todos mis actos corría mi potencia, se volvía potente el toque de mis manos, el imperio de mi voz, y así de todo lo demás, y con la misma facilidad llamé a vida a la niña muerta hacía pocas horas, que llamé a vida a Lázaro, muerto desde hacía cuatro días, el cual ya se había corrompido y despedía un hedor insoportable; ordené que le quitaran las vendas y después lo llamé con el imperio de mi voz: ‘Lázaro, ven fuera.’ A mi voz imperante Lázaro resucitó, la corrupción desapareció, el hedor cesó y regresó sano y vigoroso como si no hubiera muerto. Verdadero ejemplo de cómo mi potencia puede hacer resurgir el reino de mi Fiat en medio a las criaturas, este es un ejemplo palpable y cierto de cómo mi potencia, a pesar de que el hombre esté corrompido, el hedor de sus culpas más que a cadáver lo infecte, se puede llamar un pobre vendado que tiene necesidad del imperio divino para quitarse las vendas de sus pasiones, pero si el imperio de mi potencia lo inviste y quiere, su corrupción no tendrá más vida, y resurgirá sano y más bello que antes. Por eso, a lo más se puede dudar que mi Divina Voluntad lo

quiera, porque podría no merecer tanto bien, pero que mi potencia no lo pudiera, eso jamás”.

+ + + +

30-25
Abril 9, 1932

Jesús va modelando a la criatura para hacerla resurgir en la nueva vida de su verdad. Sólo Jesús podía manifestar tantas verdades sobre la Divina Voluntad, porque posee su fuente.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, me siento la pequeña niña que sorbo a sorbo es nutrida de este alimento celestial, el cual produce en mi alma, fuerza, luz, suavidad indescriptible, y además, cada verdad que mi amado Jesús manifiesta a su pequeña recién nacida es una de las escenas más conmovedoras y deliciosas, y de las más bellas que pone en mi mente como portadora de las beatitudes de la patria celestial, por eso me sentía inmersa en tantas verdades del Fiat Supremo, y mi siempre amable Jesús visitando a su pequeña niña me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que si nuestro Ente Supremo diera a la criatura todo el cielo, el sol, la tierra, el mar, no daría tanto como cuando comunica las verdades sobre la Divina Voluntad, porque todas las otras cosas permanecerían en lo externo de las criaturas, mientras la verdad penetra en las más íntimas fibras de su alma, y Yo voy plasmando los latidos, los afectos, los deseos, la inteligencia, la memoria, la voluntad, para transformarla toda en la vida de la verdad, y mientras la voy plasmando, voy repitiendo los prodigios de la creación del hombre, y con el toque de mis manos destruyo los gérmenes del mal y hago resurgir los gérmenes de la nueva vida, la criatura siente mi toque y conforme la voy plasmando, siente la nueva vida que le viene dada. Mientras el cielo, el sol, el mar no tienen la virtud transformadora de formar de la criatura un cielo, un sol, un mar, todo el bien se reduce a lo externo y nada más. ¿Ves entonces cuántos bienes encierras con haberte manifestado tantas verdades? Por eso sé atenta en corresponder a un bien tan grande”.
(3) Después continuaba pensando en las tantas verdades sobre la Divina Voluntad, cuántas alegrías, cuántas transformaciones divinas. Han sido propiamente ellas las reveladoras del Ente Supremo, jamás habría conocido a mi Creador, a mi Padre Celestial, si las santas verdades no hubieran hecho de mensajeras, llevándome las tantas bellas noticias de su adorable Majestad, y mientras se agolpaban en mi mente tantas verdades, una duda ha surgido en mí: “¿Ha sido Jesús quien me ha manifestado tantas verdades, o el enemigo, o mi fantasía?” Y Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(4) “Mi buena hija, ¡cómo! ¿Dudas? La multiplicidad de las tantas verdades sobre mi misma Divina Voluntad es prueba segura de que sólo tu Jesús podía decir tantas cosas sobre el mismo tema, con argumentos variados y fuertes, porque poseyendo la fuente no es maravilla que te lo haya manifestado a ti, y en tantos modos, podría decir las pequeñas gotas de luz de los conocimientos sobre mi adorable Voluntad, digo gotas para Mí, confrontándolas a lo mucho y al mar infinito que me queda por decir, porque si Yo quisiera hablar toda la eternidad, tengo tanto qué decir sobre los conocimientos que pertenecen a mi Fiat Supremo, que no terminaría jamás, pero para ti lo que he manifestado han sido mares, porque lo que son gotas para Mí, que soy un Ser infinito, es mar para ti que eres criatura finita. Por eso la sola prolijidad y mi tanto decir, es la prueba más cierta y más convincente, de que sólo tu Jesús podía tener tantas razones y que sólo Él puede conocer tanto lo que pertenece a mí mismo Querer. El enemigo no posee la fuente, y además él tocaría una tecla que lo quemaría más, porque la cosa que más odia y que más lo atormenta es mi Divina Voluntad, y si estuviera en su poder pondría la tierra pies arriba,

usaría todas las artes y astucias para hacer que ninguno conociera e hiciera mi Voluntad; mucho menos tu fantasía, tan limitada y pequeña, ¡oh! cómo súbito quedaría apagada la luz de la razón, y cuando hubieras dicho dos o tres razones, habrías hecho como aquellos que quieren hablar y se sienten enmudecer y no saben seguir más adelante, por eso confusa te reducirías al silencio. Por eso sólo tu Jesús tiene la palabra siempre nueva, penetrante, plena de frescura divina, de suavidad admirable, de verdad sorprendente, por lo cual la inteligencia humana está obligada a inclinar la frente y decir: ‘Aquí esta el dedo de Dios.’ Por eso reconoce un bien tan grande, y tu punto de centro en todas las cosas sea sólo mi Voluntad”.

+ + + +

30-26
Abril 13, 1932

La naturaleza humana que se hace dominar por la Divina Voluntad, es campo de su acción, y tierra florida. La Divina Voluntad posee la inseparabilidad.

(1) Estoy siempre entre los brazos de la Divina Voluntad, como una niña estrechada entre los brazos de la mamá, la cual me tiene tan estrechada entre sus brazos de luz, que no me deja ver, sentir o tocar otra cosa que la Divina Voluntad. Y yo pensaba entre mí: “¡Oh! si yo estuviera libre de la cárcel de mi cuerpo, mis vuelos serían más rápidos en el Fiat, habría conocido más, de hecho sería un solo acto con Ella, pero mi naturaleza me parece que me lleva a hacer interrupciones, como si me pusiera obstáculos y me hiciera sentir fatiga para correr siempre en la Divina Voluntad”. Pero mientras esto pensaba, mi divino Maestro Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija bendita, tú debes saber que para quien vive en mi Divina Voluntad, Ella tiene virtud de tener ordenada la naturaleza de la criatura, y en vez de ser obstáculo, le es de ayuda para poder hacer más actos de Voluntad Divina, más bien sirve como tierra a las flores, que se presta para formar las bellas floraciones, las que casi la esconden y la cubren con la variedad de sus bellezas, a las cuales el sol les comunica la variedad de los más bellos colores y las va abrillantando con su luz. Si no fuera por la tierra, a las flores les faltaría el lugar para formarse la vida para poder nacer y hacer su bella aparición, y el sol no encontraría a quién comunicar el desahogo de sus bellos colores y de sus puras dulzuras. Así es la naturaleza humana para el alma que vive en mi Divina Voluntad, es como tierra fecunda y pura, que se presta para dar el campo de acción y hacerla formar no solo las bellas floraciones, sino para hacer aparecer tantos soles por cuantos actos va haciendo. Hija mía, es un encanto de belleza ver la naturaleza humana que vive en mi Divina Voluntad, cubierta y escondida como bajo de un prado florido, todo investido de luz fulgidísima, el alma por sí sola no habría podido formar tantas variedades de belleza, mientras que unida encuentra las pequeñas cruces, las necesidades de la vida, las variedades de las circunstancias, ahora dolorosas, ahora alegres, que como semillas se sirve de ellas para sembrarlas en la tierra de la naturaleza humana para formar su campo florido. El alma no tiene tierra y no podría producir ninguna floración; en cambio unida con el cuerpo, ¡oh! cuántas más bellas cosas puede hacer, mucho más que esta naturaleza humana fue formada por Mí, la plasmé parte por parte, dándole la más bella forma, puedo decir que hice de artífice divino y puse en ella tal maestría, que ninguno otro puede alcanzar. Así que la amé, veo todavía el toque de mis manos creadoras impreso sobre la naturaleza humana, por eso también ella es mía, me pertenece. El todo está en el acuerdo completo: Naturaleza, alma, voluntad humana, y Divina; cuando está esto, que la naturaleza se presta como tierra, la voluntad humana está en acto de recibir la Vida de la Voluntad Divina en su actos, se hace dominar en todo, no conoce otra cosa en todas sus

cosas sino sólo mi Voluntad, como vida, actora, portadora, conservadora de todo, ¡oh! entonces todo es santo, todo es puro y bello, mi Fiat está sobre ella con su pincel de luz para perfeccionarla, divinizarla, espiritualizarla. Por eso tu naturaleza no puede ser obstáculo a los vuelos en mi Voluntad, más bien puede servirte de obstáculo tu querer, al cual debes tener siempre en la mira para no darle vida, que de tu tierra no hay que temer, aquella, si tiene recibe, y da lo que ha recibido, es más, da de más y cambia las semillas en flores, en plantas, en frutos, y si no tiene se está en su mudo silencio y queda como tierra estéril”.
(3) Después agradecía a Jesús por su bella lección y me sentía contenta de que mi naturaleza humana no podía dañarme, más bien me podía ayudar a hacer crecer la Vida de la Divina Voluntad en mi alma, y continuaba mis giros y vuelos en sus actos, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, mi Divina Voluntad posee la inseparabilidad de todos sus actos y efectos, tanto si obra sola en Sí misma y fuera de Sí misma, tanto si obra en la criatura o la criatura obra en Ella, o bien para llevar a cabo lo que quiere mi Divina Voluntad. En este modo de obrar pone de lo suyo y lo retiene como acto y propiedad suyos, inseparables de Ella. Ahora, si la criatura vive en mi Divina Voluntad, estos actos se vuelven propiedad común de la una y de la otra; si después se sale, pierde sus derechos, primero porque fueron hechos en nuestra casa, y después la sustancia, la vida del acto, la santidad, la belleza, las prerrogativas que se requieren para poder formar un acto nuestro, han sido puestos por nuestro Querer Divino, la criatura no ha hecho otra cosa que asistir y concurrir con su voluntad de obrar junto con la nuestra, pero de sustancia nada ha puesto de lo suyo. Por eso si persiste en vivir en nuestro Querer, señorea junto; si sale, con justicia nada le toca, pero si vuelve a entrar adquiere de nuevo el derecho de señorear. Pero hay gran diferencia entre quien vive en mi Divina Voluntad y obra junto, y entre quien no viviendo en Ella sigue y cumple en las circunstancias lo que quiere mi Fiat, ésta toma en su acto mi Voluntad limitada, y en cuanto termina el acto así queda, no sigue más adelante, y si bien también estos actos son inseparables de Ella, pero se ve en estos actos que no tienen el obrar continuo; limitada tomaron mi Divina Voluntad, y limitada quedó; en cambio quien vive en Ella y obra, su acto adquiere el acto incesante de obrar continuamente, éstos estarán siempre obrantes en mi Fiat, no perderán jamás la actitud, cual es el obrar de mi Querer, que no cesa jamás, así se hacen los actos de la criatura. Por eso siempre en mi Fiat te quiero, si quieres tomarlo no limitado y como a gotas, sino como mares, de manera de quedar tan llena, que no tocarás ni verás otra cosa que mi Divina Voluntad”.

+ + + +

30-27
Abril 23, 1932

Cómo la criatura es llamada por la Divina Voluntad. Cuantas veces hace sus actos en Ella, tantas veces renace en sus actos.
Competencia entre Creador y criatura.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, siento su llamada en todos sus actos, esto es, en el cielo, en el sol, en el mar, en el viento, en los actos que hizo en la Redención, porque no hay cosa que exista, que del Querer Divino no haya salido, y me llama para decirme: “Todo lo he hecho para ti, ven a gozar y a poseer todo lo que con tanto amor he creado para ti, no te vuelvas extraña de todo lo que a ti pertenece, no dejes aisladas y desiertas nuestras y tus posesiones, ven y haz resonar tu voz, a fin de que resuene en todas nuestras cosas creadas, haznos oír el dulce pisar de tus pasos, la soledad nos abruma, la compañía nos pone en fiesta y nos da las dulces sorpresas de las alegrías que

nos puede dar nuestra amada criatura”. Pero mientras mi mente giraba en sus obras, mi siempre amable Jesús, visitando mi pobre alma, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Querer, como todas las cosas creadas fueron hechas para las criaturas, en cada una de ellas mi Divina Voluntad se quedaba para llamarlas, porque no quería quedar sola, sino que quería a aquélla por la cual las cosas fueron hechas, para darle los derechos sobre ellas, y así no quedar defraudada en su finalidad por la cual las había creado. Ahora, ¿quién escucha esta llamada? Quien posee mi Voluntad como vida. El eco de mi Voluntad que está en las cosas creadas forma el mismo eco en el alma que la posee, y entre sus mismos brazos la lleva donde mi Querer la llama, y como tiene sus derechos dados por Mí, si ella ama, todas las cosas creadas dicen amor; si adora, dicen adoración; si agradece, dicen agradecimientos, de modo que se ve moverse en el cielo, en el sol, en el mar, en el viento, en todo, aun en el pequeño pajarito que canta, el amor, la adoración, el agradecimiento de la criatura que posee mi Divina Voluntad, cómo es basto el amor y todo lo que puede hacer y decir, Cielos y tierra están en su poder. Pero esto es nada todavía, tú debes saber que el alma que posee mi Divina Voluntad, en su acto entra su Omnipotencia divina y potencia verdadera, lo que significa difundirse en todos y todo, llamar a todos en aquel acto, con su imperio hacerse sentir por todos, llamar la atención de todos, de modo que sienten la potencia obrante de mi Fiat en el acto de la criatura, porque puedo llamarlo no acto suyo, sino mío, y quien se encuentra en posesión de Él, como son los ángeles, los santos, la Creación, sienten correr una vena de su potencia y se ponen todos atentos para recibirla, e inclinándose adoran, agradecen, aman la Divina Voluntad obrante. Un acto de Ella es la cosa más grande, más bella para todo el Cielo y para toda la tierra; un acto suyo, como posee potencia completa, tanto si obra en el acto humano, como si obra solo, puede llevar innovaciones, transformaciones sobre todo y hacer resurgir cosas nuevas, que antes no existían. Así que un acto en mi Divina Voluntad toma lugar en el orden divino, y con su imperio potente impera sobre todos, impera con su amor atrayente, con su belleza raptora, con sus alegrías y dulzuras infinitas, es un acto que encierra el conjunto de todo, y aquellos que no sienten lo bello de él están obligados a sentir el peso de la justicia divina sobre ellos, pero todos sentirán el toque de la potencia de un acto de mi Voluntad, ninguno será excluido. Y sólo estos actos se alinean para dar continuo homenaje a Dios mismo, porque los que más dan gloria a Dios y homenaje continuo, son los actos hechos en el Fiat, porque son actos hechos por Dios mismo, y toman parte en su acto incesante”.
(3) Después de esto estaba haciendo mis actos en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, el alma que vive en mi Voluntad está en continuo acto de renacer en los actos que hace en Ella, si ama está en acto continuo de renacer en el amor divino, y mientras nace forma la vida del amor en ella, y como vida toma el primado en todo su ser, de modo que su latido, su respiro, el movimiento, la mirada, el paso, la voluntad, y todo lo demás, se vuelve amor, y cuantas veces renace, tantas veces más crece el amor, este amor como vida y en acto de siempre nacer y crecer, tiene la fuerza raptora y que hiere, y mientras nos hiere nos rapta, pero con nuestra misma potencia divina, y Nosotros sintiéndonos heridos desbordamos amor de nuestras heridas, y herimos a nuestra amada criatura, y en cada renacimiento duplicamos nuestro amor por ella. Así si repara, y cuantas veces repara en nuestra Voluntad, tantas veces renace en la reparación divina y forma la vida de la reparación en su alma, así que el respiro, el movimiento, la voluntad y todo su ser adquiere la vida de la reparación; y como no es con un solo acto que nos repara, sino con una vida entera, como vida tiene la potencia que desarma, y desarmándonos convierte los flagelos en gracias, así de todo lo demás que la criatura puede hacer en nuestra Divina Voluntad, son vida que adquiere, las cuales son alimentadas por nuestra fuentes divinas. Así si nos alaba en nuestra Divina Voluntad, nos agradece, nos bendice, forma una vida entera de agradecimientos, de alabanzas y de bendiciones hacia su Creador, y cada vez que lo hace, mientras renace en estos actos y crece, forma la plenitud de la vida, de modo

que el respiro, el latido, si piensa, si habla, si da un paso, si circula la sangre por sus venas, todo el conjunto de la criatura, no hay partícula de su ser que no diga os agradezco, os alabo, os bendigo. ¡Oh! cómo es bello verla, que posee tantas vidas por cuantas veces permanece en sus mismos actos hechos en nuestro Fiat Divino, que por cuantas vidas posee sentimos en su latido tantos latidos en uno, tantos respiros, movimientos y pasos en uno, y cada uno, quién dice amor, quién reparaciones, quién agradecimientos, quién alabanza y quién bendiciones; estos renacimientos y vidas forman la más bella armonía en la afortunada criatura que ha tenido el bien de adquirirlas; es tanta nuestra complacencia, que nuestra mirada está siempre fija en verla, nuestros oídos siempre atentos a escucharla, la potencia de nuestro Querer llama nuestra atención continua, y en cuanto nos dice os amo, así Nosotros le repetimos, te amamos, ¡oh! hija. En cuanto nos repara, así nos la estrechamos al corazón; conforme nos agradece, alaba y bendice, así le vamos repitiendo: ‘Te agradecemos que nos agradezcas, te alabamos que nos alabes, te bendecimos que nos bendigas’. Podemos decir que nos ponemos en competencia con ella, Cielos y tierra se maravillan de que el Creador se ponga en competencia con su amada criatura. Por eso siempre en mi Voluntad te quiero, porque en Ella nos das qué hacer y qué decir y formas nuestro desahogo de amor”.

+ + + +

30-28
Abril 30, 1932

El vivir en la Divina Voluntad es un don. Ejemplo del pobre y ejemplo del rey. Cómo el don es exceso de amor y magnanimidad de Dios, el cual ni pone atención, ni quiere hacer cuentas
del gran valor que da.

(1) Me sentía inmersa en el Querer Divino, una multitud de pensamientos preocupaban mi mente, pero siempre sobre el mismo Fiat, porque en Él no se puede pensar en otra cosa, su dulce encanto, su luz que todo inviste, sus tantas verdades que como formidable ejército se alinean alrededor, alejan todo lo que a Él no pertenece. La feliz criatura que se encuentra en la Divina Voluntad se encuentra como en una atmósfera celestial, toda feliz, en la plenitud de la paz de los santos y si quiere alguna cosa, es sólo que todos conocieran un Querer tan amable, tan santo, quisiera que todos vinieran a gozar su felicidad, pero pensaba entre mí: “Pero, ¿cómo puede ser que las criaturas puedan venir a vivir en la Divina Voluntad para poder formar su santo reino? Y mi amado Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡cómo eres pequeña! Se ve que tu pequeñez no se sabe elevar en la potencia, inmensidad, bondad y magnanimidad de tu Creador, y desde tu pequeñez mides nuestra grandeza y generosidad. Pobre pequeña, te pierdes en nuestras interminables posesiones, y no sabes dar el justo peso a nuestros modos divinos e infinitos. Es cierto que humanamente hablando, la criatura rodeada por los males, tal como está, vivir en mi Querer, formar su reino en medio a ellas, es como si quisiera tocar el Cielo con el dedo, lo que es imposible, pero lo que es imposible a los hombres es posible a Dios. Tú debes saber que el vivir en nuestra Voluntad es un don que nuestra magnanimidad quiere dar a las criaturas, y con este don la criatura se sentirá transformada de pobre en rica, de débil en fuerte, de ignorante en docta, de esclava de viles pasiones, dulce y voluntaria prisionera de una Voluntad toda santa que no la tendrá prisionera, sino reina de sí misma, de los dominios divinos y de todas las cosas creadas. Sucederá como a un pobre que viste míseros harapos, habita en una cuartucho sin puertas, por lo tanto expuesto a los ladrones y enemigos, no tiene pan suficiente para quitarse el hambre y está obligado a mendigarlo; si un rey le diese por don un millón, el pobre cambiaría su suerte y no daría más el aspecto

de un pobre mendigo, sino de un señor que posee palacios, villas, viste con decencia, tiene alimentos abundantes, y está en condiciones de poder ayudar a los demás. ¿Qué ha cambiado la suerte de este pobre? El millón recibido en don. Ahora, si una vil moneda tiene virtud de cambiar la suerte de un pobre infeliz, mucho más el gran don de nuestra Voluntad, dada como don cambiará la suerte infeliz de las generaciones humanas, menos de quien voluntariamente quiera quedarse en su infelicidad. Mucho más que este don fue dado al hombre en el principio de su creación, e ingrato nos lo rechazó con hacer su voluntad, sustrayéndose de la nuestra. Ahora, quien se dispone a hacer nuestro Querer prepara el puesto, el decoro, la nobleza donde poder poner este don tan grande e infinito, nuestros conocimientos sobre el Fiat ayudarán y prepararán en modo sorprendente a recibir este don, y lo que no han obtenido hasta hoy, lo podrán obtener mañana. Por eso estoy haciendo como haría un rey que quisiera elevar una familia, con vínculo de parentesco, a su familia real; para hacer esto se toma primero un miembro de ella, lo tiene en su morada real, lo hace crecer, se nutren juntos, lo adiestra en sus modos nobles, le confía sus secretos, y para hacerlo digno de sí, lo hace vivir de su voluntad, y para estar más seguro y para no hacerlo descender a la bajeza de su familia, le hace don de su querer, a fin de que lo tenga en su poder. Esto que el rey no puede hacer, Yo lo puedo hacer bilocando mi Voluntad parar hacer de Ella don a la criatura. Por eso el rey tiene los ojos fijos sobre ella, la va siempre embelleciendo, la viste con vestidos preciosos y bellos de modo que se siente enamorado, y no pudiendo seguir así, la vincula con vínculo duradero de casamiento, de manera que el uno se vuelve don del otro. Con esto, ambas partes tienen el derecho de reinar y aquella familia adquiere el vínculo de parentesco con el rey, y el rey, por amor de aquélla que se ha donado a él, y que él se ha dado a ella, llama a aquella familia a vivir en su morada real, dándole el mismo don que ha dado a aquélla que ama tanto. Así hemos hecho Nosotros, primero hemos llamado a una de la familia humana a vivir en la morada real de nuestro Querer; poco a poco le hacíamos don de sus conocimientos, de sus secretos más íntimos, y al hacer esto sentíamos contentos y alegrías indecibles, y sentíamos cómo es dulce y querido hacer vivir a la criatura en nuestro Querer, y nuestro amor nos empujó, más bien nos violentó a hacerle don de nuestro Fiat Omnipotente, mucho más que nos había hecho don del suyo, ya estaba en nuestro poder, y nuestra Voluntad Divina podía estar segura y en su puesto de honor en la criatura. Ahora, después que hemos hecho don de nuestro Fiat a un miembro de esta familia humana, ella adquiere el vínculo y el derecho de este don, porque Nosotros no hacemos jamás obras y dones para una sola, sino que cuando hacemos obras y dones los hacemos siempre en modo universal, por lo tanto este don estará listo para todos, con tal que lo quieran y se dispongan. Por eso el vivir en mi Voluntad no es propiedad de la criatura, ni está en su poder, sino que es don, y Yo lo doy cuando quiero, a quien quiero, y en los tiempos que quiero. Él es don de Cielo dado por nuestra gran magnanimidad y por nuestro amor inextinguible. Ahora, con este don, la familia humana se sentirá de tal manera vinculada con su Creador, que no se sentirá más lejana de Él, sino de tal manera cercana como si fuera de su misma familia y conviviera en su misma morada real. Con este don se sentirá de tal manera rica, que nunca más sentirá las miserias, las debilidades, las pasiones turbulentas, sino que todo será fuerza, paz, abundancia de gracia, y reconociendo el don, dirá en la casa de mi Padre Celestial: ‘Nada me falta, tengo todo a mi disposición, siempre en virtud del don que he recibido’. Los dones los damos siempre por efecto de nuestro gran amor y por nuestra suma magnanimidad; si esto no fuera, o quisiéramos poner atención en si la criatura lo merece o no, si ha hecho sacrificios, entonces no sería más un don, sino un pago, y nuestro don se volvería como derecho y esclavo de la criatura. Mientras que Nosotros y nuestros dones no somos esclavos de ninguno. En efecto, el hombre no existía todavía, y antes de que él fuera ya habíamos creado el cielo, el sol, el viento, el mar, la tierra florida y todo lo demás para hacer de ello don al hombre. ¿Qué cosa había hecho para merecer dones tan grandes y perennes? Nada, y en el acto de crearlo le dimos el gran don que superó todos los otros, nuestro Fiat

Omnipotente, y si bien lo rechazó, Nosotros sin embargo no interrumpimos el darlo, no, sino que lo tenemos guardado para dar a los hijos el mismo don que nos rechazó el padre. El don viene dado en el exceso de nuestro amor, el cual es tanto, que no sabe hacer, ni pone atención a las cuentas, mientras que el salario que se da si la criatura hace las obras buenas, se sacrifica, se da con justa medida y según merece, no así en el don. Por eso, quien pueda dudar significa que no entiende de nuestro Ser Divino, ni de nuestra generosidad, ni hasta dónde puede llegar nuestro amor, pero queremos la correspondencia de la criatura, la gratitud y su pequeño amor”.

+ + + +

30-29
Mayo 8, 1932

La criatura con hacer su voluntad impide el curso a los dones de Dios, y si pudiera lo pondría en la inmovilidad. Dios en todas sus obras da el primer puesto a la criatura.

(1) Continuaba pensando acerca de la Divina Voluntad, y en los graves males del humano querer, y cómo éste, sin la Vida del Fiat está sin guía, sin luz, sin fuerza, sin alimento, ignorante porque no tiene al maestro que le enseña la ciencia divina. Así que sin Ella la criatura nada conoce de su Creador, se puede decir que es analfabeta, y si conoce alguna cosa, son apenas las sombras o cualquier vocal, pero no con claridad, porque sin la Divina Voluntad no hay luz, sino siempre noche. He aquí la causa que de Dios se conoce tan poco, el lenguaje celestial, las verdades divinas, no son entendidas porque no reina como vida, ni como acto primero la Divina Voluntad. Me parecía ver la voluntad humana frente a mi mente, como muriendo de hambre, andrajosa, idiota, toda manchada, vacilante y envuelta en densas tinieblas, y como no está habituada a vivir de luz y a mirarla, cada pequeña luz de verdad le eclipsa la vista, la confunde y se ciega de más. ¡Oh! cómo hay que llorar sobre la gran desventura de la voluntad humana, sin la Divina parece que le falta la vida del bien y los alimentos necesarios para vivir. Pero mientras esto pensaba, mi Celestial Maestro Jesús, haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, es tan grave el hacer la propia voluntad, que sería un mal menor si la criatura impidiera el curso del sol, del cielo, del viento, del aire, del agua, y a pesar de que impidiendo este curso sucedería tal desorden y terror que el hombre no podría vivir más, no obstante este gran mal sería nada frente al grave mal de hacer la propia voluntad, porque con esto impide el curso no a las cosas creadas, sino a su mismo Creador. Adán con sustraerse de nuestra Voluntad detuvo el curso de los dones que debía dar a su amada criatura, si hubiera podido, habría forzado a Dios a la inmovilidad. Nuestro Ente Supremo al crear a la criatura quería estar en correspondencia continua con ella, quería dar ahora un don y ahora otro, quería darle tantas bellas sorpresas, jamás interrumpidas. En cuanto hace su voluntad, sin hablar dice a su Creador: ‘Retírate, no tengo dónde poner tus dones, si Tú me hablas no te entiendo, tus sorpresas no son para mí, yo me basto a mí misma’. Y con razón dice esto, porque sin mi Voluntad, que es su vida primaria, ha perdido la vida y la capacidad dónde poner mis dones, de comprender nuestro lenguaje celestial, y se hace extraña a nuestras más bellas sorpresas. La criatura, con no hacer nuestra Voluntad pierde la Vida Divina, el acto más bello, más interesante, más necesario de su creación y del como fue creado por Dios. He aquí por qué en cuanto el hombre se sustrajo de nuestro Fiat, se desordenó, de modo que a cada paso vacilaba porque se separó, rechazó el acto vital de su vida, y del acto estable y permanente que debía vivir con él como una sola vida, cual es nuestra Divina Voluntad. De modo que nos sentimos inmovilizados por el hombre, porque queremos dar y no podemos, queremos decir y no nos entiende, y como si de lejos hiciéramos oír nuestros dolorosos lamentos con decirle:

‘¡Oh! hombre basta, vuelve a llamar en ti aquella Voluntad que rechazaste, Ella no toma en cuenta tus males, y si la llamas está pronta a tomar posesión y a formar su reino en ti, reino de dominio, de paz, de felicidad, de gloria, de victoria para Mí y para ti’. No quieras ser más esclavo ni vivir en el laberinto de tus males y miserias, así no te crié, sino te crié rey de ti mismo, rey de todo. Por eso llama a mi Voluntad como vida, y te hará conocer tu nobleza y la altura de tu puesto en que fuiste puesto por Dios. ¡Oh! ¡cómo estarás contento, y contentarás a tu Creador!”
(3) Después de esto ha agregado: “Hija mía, por lo tanto, sólo siente la verdadera vida en sí cuando entra en mi Divina Voluntad, porque en Ella la criatura ve con claridad su nada, y como esta nada siente la necesidad del Todo, es decir de Aquél que la trae de la nada para vivir, y conforme se reconoce, el Todo la llena de Sí. Esta nada siente la verdadera vida, se encuentra en contacto inmediato de la santidad, de la bondad, potencia, amor y sabiduría Divina, reconoce en sí la potencia de la obra creadora, su vida palpitante y la necesidad extrema de esta Vida Divina. De otra manera siente como si en sí no hubiera vida. Es sólo mi Voluntad que hace reconocer su verdadera nada a la criatura, y a esta nada le va infundiendo su aliento continuamente para mantener siempre encendida la Vida Divina en ella, para hacerla crecer como obra digna de nuestras manos creadoras. Por el contrario, sin nuestra Voluntad la criatura se siente como si fuera alguna cosa, y el Todo queda fuera de la nada”.
(4) Después continuaba mis actos en la Divina Voluntad, y mi pobre mente se perdía en la multiplicidad de sus obras, las cuales corrían en busca del hombre para abrazarlo y alinearse en torno a él para defenderlo, prestarle todas las ayudas, felicitarlo y hacerle sentir sus amorosos lamentos, sus notas dolorosas hasta en el fondo del corazón, porque mientras el Fiat Divino en todo lo que hace busca al hombre, quiere encontrarlo, amarlo, y él en sus actos no lo busca, no lo circunda, ni le hace oír sus notas amorosas, ni sus dulces lamentos por querer a Aquél que tanto la amó y al que debería amar. Ahora mientras me perdía en sus obras divinas, mi dulce Jesús ha vuelto a decir:
(5) “Hija mía, todas nuestras obras ad extra han sido hechas y serán hechas sólo para las criaturas, nuestra finalidad es sólo para ellas, porque Nosotros no tenemos necesidad. Por eso en el obrar que hacemos brilla en nuestro acto la criatura, corre en él como finalidad de nuestro obrar, y como en el efecto y en cada acto, la causa que nos mueve a obrar es la criatura, por eso en todas nuestras obras el primer puesto es ocupado por ella, ella brilla y corre en nuestro acto, por eso podemos decir: ‘Tú estabas con Nosotros cuando extendíamos el cielo y formamos el sol, en aquel azul y en aquella luz te dábamos el lugar de honor y tú corrías en ellos. En cada acto del Verbo hecho sobre la tierra, en cada pena, en cada palabra, tú tenías tu puesto central y corrías en ellos como propiedad tuya. Ahora, no dábamos a la criatura en nuestro acto el puesto para hacerla estar inútilmente y para hacerla correr en ellos casi holgazaneando, no, no, el ocio no ha hecho santo a ninguno, lo poníamos en nuestros actos para que dentro de ellos pusiera sus actos; el nuestro debía servir como modelo, como espacio para poder poner dentro, con más seguridad, sus actos. También Nosotros trabajamos, amar es trabajar, y nuestro trabajo, como es amor, es obrante, vivificante, creante, sostiene todo y a todos. Por eso, a pesar de que la criatura tiene su puesto en nuestras obras, ¡oh! cuántas obras nuestras se ven vacías de los actos de las criaturas, es más, ni siquiera las conocen y viven como si nada les hubiéramos dado; por eso nuestras obras tienen un dolor y llaman incesantemente a aquélla, que mientras tiene su puesto en ellas, no se vale de ellas, ni con su amor trabaja junto con el trabajo de su Creador. Sin embargo no finalizarán los siglos sin que nuestras obras no tengan la finalidad para la que fueron hechas, esto es, la criatura dentro de ellas obrando como centro de sus actos. Y estos serán aquellos que harán reinar mi Divina Voluntad como vida en sus almas”.

+ + + +

30-30
Mayo 15, 1932

Cómo los conocimientos sobre la Divina Voluntad formarán el ojo y la capacidad para mirar y recibir el don del Fiat Divino, y acostumbrarán a las criaturas a vivir como hijas. Desorden de la voluntad humana.

(1) Estoy siempre de regreso en el Fiat Supremo, y sintiendo en mí el dulce encanto de su luz, de su paz, de su felicidad, ¡oh! cómo quisiera que el mundo entero conociera tanto bien, a fin de que todos rogaran que viniera su reino sobre la tierra. Pero mientras esto decía, pensaba para mí: “Si el vivir en el Querer Divino es un don que debe dar a las generaciones humanas, Jesús ama tanto, quiere, suspira que se conozca esta Voluntad Divina para hacerla reinar, ¿por qué no se apresura a dar este don?” Y mi Sumo Bien Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que si bien ardo por el deseo de ver reinar mi Divina Voluntad, sin embargo no puedo dar este don, si antes con las verdades que he manifestado, conociéndolas las criaturas, tendrán el gran bien de formar la vista para ser capaces de comprenderlo, y por lo tanto disponerse para recibir un don tan grande. Se puede decir que ahora les falta el ojo para ver y la capacidad para comprenderlo, y por eso primero he manifestado tantas verdades sobre mi Divina Voluntad, y conforme las criaturas conozcan estas mis verdades, así ellas formarán la órbita dónde poner la pupila dentro, y animarla con la luz suficiente para poder mirar y comprender el don que más que sol les será donado y confiado. Si Yo quisiera darlo hoy, haría como si quisiera dar un sol a un ciego: Pobrecito, con todo y el sol donado sería siempre ciego, no cambiaría su suerte, ni recibiría ningún bien, más bien tendría un dolor, tener un sol por don y ni siquiera verlo, ni recibir de él sus benéficos efectos. En cambio uno que no fuera ciego, cuántos bienes no recibiría al tener un sol por don a su disposición, su fiesta sería continua, y se pondría en condiciones de dar luz a los demás, y sería rodeado y amado por todos para obtener el bien de la luz que él posee. Entonces, dar hoy el gran don de mi Divina Voluntad, que más que sol cambiará la suerte de las generaciones humanas, sería darlo a los ciegos, y darlo a los ciegos sería darles dones inútiles, y Yo cosas inútiles no sé dar. Por eso espero con paciencia divina y delirante que mis verdades hagan el camino, preparen las almas, entren en ellas y formen el ojo animado por luz suficiente, que puedan no sólo mirar el don de mi Fiat, sino que tengan capacidad para encerrarlo en ellas, a fin de que ahí forme su reino y extienda su dominio. Por eso, paciencia y tiempo hacen hacer las cosas como conviene y como amerita nuestra soberanía en el obrar. Nosotros hacemos, nuestro Ser Supremo, como haría un padre que quiere dar un gran don a su pequeño hijo, el padre llama al pequeño y le hace ver el don y le dice: ‘Este regalo está preparado para ti, será tuyo.’ Pero no se lo da, el hijo queda sorprendido, raptado al ver el don que su padre le quiere dar, y estando junto al padre le ruega que le dé el don, y no sabe separarse, ruega y vuelve a rogar porque quiere el regalo. En tanto, el padre viéndolo junto a él, aprovecha para instruir al hijo para hacerle comprender la naturaleza del don, el bien, la felicidad que recibirá por este don. El hijo ante las manifestaciones del padre, se vuelve maduro y capaz no sólo de recibir el don, sino de comprender qué cosa encierra de bien, de grande, el don que debe recibir. Por eso se estrecha más junto al padre, ruega y vuelve a rogar, suspira el don, llega a llorar y no sabe estar más sin el don, se puede decir que ha formado en sí, con sus ruegos y suspiros, con el adquirir los conocimientos del don que su padre le ha dado, la vida, el espacio donde como en sagrado depósito recibir el don. Esta tardanza del padre para dar el don a su hijo ha sido amor más grande, él ardía, suspiraba por dar el don a su hijo, pero lo quería capaz y que comprendiera el don que recibía, y en cuanto lo ve maduro para recibir un bien tan grande, rápidamente se lo da. Así hacemos Nosotros, más que padre suspiramos por dar el gran don de nuestra Voluntad a nuestros hijos, pero queremos que conozcan lo que deben recibir, los conocimientos de Ella maduran y vuelven

capaces a nuestros hijos de recibir un bien tan grande. Las tantas manifestaciones que he hecho serán los verdaderos ojos del alma para poder mirar y comprender lo que nuestra paterna bondad desde hace tantos siglos quiere dar a las criaturas. Mucho más que los conocimientos que he manifestado sobre mi Divina Voluntad, en cuanto sean conocidos por las criaturas, arrojarán en ellas la semilla para hacer germinar el amor de filiación hacia su Padre Celestial, sentirán nuestra paternidad, que si quiere que hagan su Voluntad, es porque las ama y quiere amarlas como hijas para participarles sus bienes divinos. Por tanto nuestros conocimientos sobre el Fiat Divino las harán habituarse a vivir como hijas, y entonces cesará toda maravilla, porque nuestro Ente Supremo da el gran don de nuestra Voluntad a sus hijos. Es derecho de los hijos recibir las propiedades del padre, y es deber del padre dar sus bienes a los hijos. Quien quiere vivir como extraño no merece las posesiones del padre, mucho más que nuestra paternidad ansía, suspira, arde por el deseo de querer dar este don, a fin de que una sea la Voluntad con sus hijos. Entonces sí, nuestro amor paterno reposará cuando veamos la obra salida de nuestras manos creadoras en el seno de nuestro Querer, en nuestra casa, y nuestro reino poblado por nuestros queridos hijos”.
(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, me parece que no sé estar si no pienso en Ella, y mi Celestial Maestro ha agregado:
(4) “Hija bendita, todos los actos que hace mi Divina Voluntad están de tal manera unidos entre ellos, que son inseparables, de manera que si se quieren encontrar, a primera vista se encuentra un solo acto, pero entrando más adentro se encuentran tantos actos distintos el uno del otro, pero tan fundidos y atados juntos que no pueden separarse; esta fuerza de unión y de inseparabilidad forma la naturaleza del obrar divino. La misma Creación lo dice, si una sola estrella se pudiera separar de su puesto, en el cual está unida junto con todas las otras creadas, se precipitaría y provocaría un trastorno general en todas las otras cosas creadas, tal es la inseparabilidad y unión que tienen todas juntas, todas tienen vida, si bien distinta entre ellas, y forman la bella armonía de toda la Creación, separadas se pueden decir que pierden la vida y ponen trastorno por todas partes. Así es la voluntad humana separada de la Voluntad de su Creador, no sólo se precipita ella, sino que va provocando trastorno por todas partes, y si pudiera trastornaría todo y el mismo orden de su Creador, no sería de maravillar, la voluntad humana creada por Nosotros y separada de la nuestra, sería como una estrella separada de su puesto, donde poseía la fuerza divina, la unión de común acuerdo y de todos los bienes con su Creador. Separándose pierde la fuerza, la unión y los bienes para vivir, por eso, por necesidad le toca la suerte de precipitarse y de provocar trastorno por todas partes. Ahora, el vivir en mi Divina Voluntad, en cuanto el alma hace su primer acto, así siente la fuerza y la unión de todos los actos del Fiat Divino, así que un acto comprende y encierra todos los otros actos, y siente la necesidad de continuar sus actos para concatenarse juntos para desarrollar la fuerza de la Voluntad Divina que siente en sí, que como vida no sabe estar sin hacerse sentir, quiere respirar, latir, obrar, un acto llama al otro y así forma la secuencia de los actos con la unión de los actos de mi Voluntad. Para formar una vida no basta un acto, un respiro, un latido, no, se requiere el continuo respirar, palpitar y obrar, y conforme el alma vive en mi Voluntad Divina, así la hace respirar y palpitar, y mi Fiat forma su Vida entera de obras, por cuanto a criatura es posible de contener en sí. Por eso si quieres su Vida en ti, haz que tus actos sean continuos en Ella”.

+ + + +

30-31
Mayo 22, 1932

Escenas agradables que forma el alma a su Creador.
La Divina Voluntad dará a la criatura el don de la

ciencia infusa, que le será como ojo divino.

(1) Mi pobre mente nada en el mar inmenso de la Divina Voluntad, en este mar se murmura continuamente, ¿pero qué cosa se murmura? Amor, alabanzas, agradecimientos, y el Ente Supremo se hace encontrar con su murmullo al de la criatura, y da amor para recibir amor; qué dulce encuentro entre el Creador y la criatura, que se dan amor recíprocamente, y en este intercambio de amor se forman las olas de amor, de luz, de bellezas indescriptibles, las cuales la pobre criatura no siendo capaz de encerrarlas todas en sí, se siente ahogar, y mientras ha tomado quién sabe cuánto, el ahogo que siente le impide decir lo que siente en sí, de los secretos inefables de amor, de luz, de conocimientos divinos, que el murmullo del Eterno ha encerrado en su alma. Pero mientras me perdía en tantos conocimientos de no saber decirlos, me siento balbuceante, me faltan las palabras adecuadas, y para no decir disparates sigo adelante. Entonces, mi amable Jesús, compadeciendo mi incapacidad y pequeñez, me ha estrechado a Sí entre sus brazos y me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú tienes razón en decir que tu pequeñez se siente ahogar bajo la inmensidad de mi luz, de mi amor y de las innumerables verdades que contiene nuestro Ser adorable y santo, pero nuestra potencia e inmensidad se deleita en llenar tanto a la criatura de luz, de amor, de variados conocimientos nuestros, de santidad, hasta ahogarla, es una de las escenas más bellas, ver a la criatura como ahogada en nuestra inmensidad, que quiere hablar y se ahoga de luz, de amor, de verdades sorprendentes. ¡Oh! cómo es bello que quiere hablar de lo que siente, y nuestras olas la invisten y la reducen al silencio. Sin embargo Nosotros con este modo hacemos desahogo de Nosotros con nuestra amada criatura, y hacemos como un maestro que quiere hacer desahogo de su ciencia a su pequeño discípulo, pone fuera todo lo que sabe y el discípulo escucha, se llena la mente, el corazón; pero como han sido tantas las cosas que le ha dicho, no sabe repetir nada, pero le sirve para apreciar y amar al maestro y saber hasta donde puede llegar la altura de su ciencia. Estando bajo su dirección le sirve al maestro para hacerse conocer y rescatar la atención, el afecto y la fidelidad del discípulo. Así hacemos Nosotros para hacernos conocer y para hacernos amar, cuando vemos a la criatura vacía de todo, que no quiere otra cosa que nuestra Divina Voluntad, nos deleitamos tanto, hasta ahogarla de luz, de amor y de nuestras verdades que nos pertenecen, y después le vamos desmenuzando poco a poco lo que le habíamos infundido todo junto, y así también nos deleitamos de adaptarnos a su pequeña capacidad.
(3) Ahora, tú debes saber que quien vive en la Divina Voluntad, readquirirá, entre tantas prerrogativas, el don de la ciencia infusa, don que le servirá de guía para conocer nuestro Ser Divino, que le facilitará el desarrollo del reino del Fiat Divino en su alma, le servirá de guía en el orden de las cosas naturales, será como la mano que la guía en todo y hará conocer la vida palpitante del Querer Divino en todas las cosas creadas y el bien que continuamente le ofrece. Este don fue dado a Adán en el principio de su creación, junto con nuestra Divina Voluntad poseía el don de la ciencia infusa, de modo que conocía con claridad nuestras verdades divinas, y no sólo esto, sino todas las virtudes benéficas que poseían todas las cosas creadas para bien de la criatura, desde la cosa más grande hasta el más pequeño hilo de hierba. Ahora, en cuanto rechazó nuestra Divina Voluntad con hacer la suya, nuestro Fiat retiró su Vida y el don del cual había sido portador, por lo tanto quedó a obscuras sin la verdadera y pura luz del conocimiento de todas las cosas. Ahora, con regresar la Vida de mi Voluntad en la criatura, regresará su don de la ciencia infusa. Este don es inseparable de mi Divina Voluntad, como es inseparable la luz del calor, y donde Ella reina forma el ojo lleno de luz en el fondo del alma, la cual, mirando con este ojo divino, adquiere el conocimiento de Dios y de las cosas creadas por cuanto a criatura es posible. Así que retirándose mi Voluntad el ojo queda ciego, porque Aquélla que animaba la vista ha partido, es decir, no es más Vida obrante de la criatura. Sucede como al cuerpo, mientras que el ojo está sano ella ve, distingue los colores, los objetos, las

personas, pero si la pupila se oscurece y pierde la luz, permanece ciego, por eso no sabe distinguir más nada, a lo más se ayudará del oír para saber y comprender alguna cosa, pero su luz se ha apagado y se ha terminado. Quizá tendrá el ojo, pero no más lleno de vida de luz, sino de densas tinieblas que son portadoras de dolor a la vista perdida. Así es mi Voluntad, donde Ella reina concentra en el alma este don de la ciencia infusa, que más que ojo ve y comprende, pero sin esfuerzo, las verdades divinas, los conocimientos más difíciles de nuestro Ente Supremo, pero con una facilidad maravillosa, sin artificio y sin estudio, mucho más las cosas naturales, ninguno puede conocer la sustancia, el bien que hay dentro, sino quien las ha creado, por eso no es ninguna maravilla si nuestro Querer Divino se hace revelador, en el alma donde reina, de nuestro Ser Divino y de las cosas que Él mismo ha creado, y no reinando todo es tinieblas para la pobre criatura, nuestros hijos son ciegos y no conocen, ni aman a Aquél que los ha creado, que más que padre los ama y suspira el amor de sus hijos. Mi Voluntad Divina, donde reina, no va con las manos vacías, sino lleva todos los bienes que posee, y si ingratos la obligan a retirarse, todo se lleva Consigo, porque es inseparable de sus bienes. Ella hace como el sol, en cuanto surge en la mañana hace don de su luz y de sus benéficos efectos a la tierra, y cuando se retira en la tarde, toda la luz se la lleva consigo, nada queda, ni siquiera una gota de luz por la noche, y ¿por qué? Porque no puede, ni le es dado el poder separar una sola partícula de luz, porque es inseparable de su luz y donde va, con la plenitud de luz que posee forma el pleno día. Por eso sé atenta, porque donde reina mi Voluntad quiere hacer cosas grandes, quiere dar todo, no se adapta a hacer cosas pequeñas, sino que quiere formar el pleno día y desahogar en dones, y con magnificencia”.

+ + + +

30-32
Mayo 30, 1932

La Divina Voluntad busca el acto de la criatura para formar su Vida en ella. Diferencia entre los Sacramentos y la Divina Voluntad.
Cómo Ella es vida y aquellos son los efectos de Ella.

(1) Mi pequeña mente continúa navegando el mar inmenso del Fiat Divino, me parece que en todas las cosas, y también sobre el Ente Supremo tiene el primer puesto de dominio y de mando, y dice: “En vano me huyes, en todas las cosas puedo decir estoy aquí, Yo soy, estoy aquí por ti, para darte vida, soy el insuperable, ninguno me puede superar ni en el amor, ni en la luz, ni en mi inmensidad, en la cual formo tantas Vidas de Mí mismo por cuantas Vidas quiero dar a las criaturas”. ¡Oh! potencia del Querer Divino, que en tu inmensidad buscas el acto de la criatura para formar tantas Vidas de Ti en cada uno de los actos de ellas; y ¡oh, en cuántos de estos actos no te reciben y te rechazan, y tu Vida queda sofocada en Ti, en tu inmensidad, pero Tú sin jamás cansarte, con amor que todo vence, continúas tu búsqueda de los actos humanos para dar tu Vida, y bilocarla a cada instante. Pero mientras mi mente se perdía en el mar del Fiat, mi Celestial Maestro Jesús, visitando a su pequeña hija me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Querer, cada acto de la criatura hecho en mi Voluntad es un paso que da para acercarse a Dios, y Dios a su vez da un paso para acercarse a ella, se puede decir que el Creador y la criatura están siempre en camino el uno hacia el otro, no se detienen jamás, y mi Voluntad desciende en el acto de la criatura para formar su paso de Vida Divina y ella sube en el Fiat, en las regiones divinas para hacerse conquistadora de luz, de amor, de santidad, y conocimientos celestiales. Así que cada acto, palabra, respiro, latido en mi Voluntad, son tantos pasos de Vida Divina que hace la criatura, y Ella suspira estos actos para tener su campo de acción, para poder formar tantas Vidas Divinas en la criatura. Fue esta la finalidad de la Creación, formar nuestra Vida en la criatura, tener

nuestro campo de acción divino en ella, y por eso amamos tanto que haga nuestra Divina Voluntad, para poner a salvo nuestra Vida, no en Nosotros, pues no tenemos necesidad de ninguno, somos más que suficientes a Nosotros mismos, sino en la criatura. Este era el gran portento que queríamos y queremos hacer en virtud de nuestra Voluntad, formar nuestra Vida en la vida de la criatura, por eso si esto no hacemos, la Creación quedaría sin nuestra finalidad inicial, sería un obstáculo a nuestro amor, una amargura continua el observarla y ver una obra tan grande y de tanta magnificencia, y no realizada, y fallida nuestra finalidad. Y si no estuviera en Nosotros la certeza que nuestra Voluntad debe reinar en la criatura para formar nuestra Vida en ella, nuestro amor quemaría la Creación toda y la reduciría a la nada, y si tanto soporta y se tolera, es porque vemos más allá de los tiempos nuestra finalidad realizada.
(3) Ahora, en cuanto la criatura hace su voluntad así retrocede y da un paso hacia atrás de su Creador, y Dios retrocede, y se forma una distancia infinita entre uno y otro. Ve entonces la necesidad de perseverar en modo continuo de obrar en mi Divina Voluntad, para disminuir la gran distancia entre Dios y la criatura, producida por la voluntad humana, y no te creas que sea distancia personal, Yo estoy por todas partes, en todos, en el Cielo y en la tierra, la distancia que forma el querer humano sin el mío, es distancia de santidad, de belleza, de bondad, de potencia, de amor, son distancias infinitas que sólo mi Querer obrante en la criatura puede reunir y unir juntos y volver inseparables el uno del otro. Esto sucedió en la Redención, cada manifestación que Nosotros hacíamos sobre la venida del Verbo a la tierra, era un paso que dábamos hacia el género humano, y conforme lo suspiraban y rogaban y manifestaban al pueblo nuestras manifestaciones, profecías y revelaciones, así daban tantos pasos hacia el Ente Supremo, así aquellos estaban en camino hacia Nosotros y Nosotros hacia ellos, y conforme se acercaba el tiempo de deber descender del Cielo a la tierra, así aumentábamos los profetas para poder hacer más revelaciones, para poder apresurar el camino de ambas partes, tan es cierto, que en los primeros tiempos del mundo no hubo ningún profeta, y nuestras manifestaciones eran tan escasas que se puede decir que se daba un paso cada siglo. Esta tardanza de camino producía frialdad por parte de las criaturas, y casi se tenía por todos como un modo de decir, una cosa absurda mi venida a la tierra, no una realidad. Así como se piensa hoy sobre el reino de mi Voluntad, un modo de decir, y casi como una cosa que no puede ser. Posteriormente vinieron después de Moisés los profetas, casi en los últimos tiempos, cerca de mi venida a la tierra, con los cuales después de nuestras manifestaciones se apresuró el camino de ambas partes, y después vino la Soberana del Cielo, la cual no sólo caminó, sino corrió para apresurar el encuentro con su Creador, para hacerlo descender y hacerlo cumplir la Redención. Mira entonces como mis manifestaciones sobre la Divina Voluntad son pruebas ciertas de que Ella camina para venir a reinar sobre la tierra, y que la criatura a la cual han sido hechas, con una constancia férrea camina y corre para recibir el primer encuentro, para darle su alma y hacerla reinar, y así darle el paso para hacerla reinar en medio a las criaturas. Por eso tus actos sean continuos, porque sólo los actos continuos son los que apresuran el camino, superan todo obstáculo, y son los únicos vencedores que vencen a Dios y a la criatura”.
(4) Después de esto continuaba la multitud de mis pensamientos sobre la Divina Voluntad, y habiendo recibido la santa Comunión pensaba entre mí: “¿Qué diferencia hay entre los Sacramentos y la Divina Voluntad?” Y mi Soberano Jesús rompiendo sus velos eucarísticos se ha hecho ver, y dando un suspiro doloroso me ha dicho:
(5) “Hija mía bendita, la diferencia es grande entre el uno y la otra. Los Sacramentos son los efectos de mi Voluntad, en cambio Ella es Vida, y como Vida, con su potencia creadora forma y da vida a los Sacramentos. Los Sacramentos no tienen virtud de dar vida a mi Voluntad, porque Ella es eterna, no tiene ni principio ni fin. En cambio mi Voluntad adorable ocupa siempre el primer puesto en todas las cosas, y poseyendo la virtud creadora en su naturaleza, crea las cosas y su misma Vida donde quiere, cuando y como quiere. Se puede decir que la diferencia es como una imagen entre el sol y los

efectos que produce el sol, éstos no dan vida al sol, sino que reciben la vida del sol y deben estar a su disposición, porque la vida de los efectos viene producida por el sol. Y además, los Sacramentos se reciben a tiempo, lugar y circunstancia: El bautismo se da una sola vez y no más, el Sacramento de la penitencia se da cuando se cae en el pecado, mi misma Vida Sacramental se da una sola vez al día, y la pobre criatura en este intervalo de tiempo no siente sobre sí la fuerza, la ayuda de las aguas bautismales que la regeneran continuamente, ni las palabras sacramentales del sacerdote que la fortalecen de manera continua con decirle: ‘Yo te absuelvo de tus pecados’, ni encuentra en sus debilidades y pruebas de la vida, ni siquiera a su Jesús Sacramentado que pueda recibirlo en todas las horas del día. En cambio mi Divina Voluntad poseyendo el acto primero de vida y de poder dar vida, con su imperio tiene el acto continuo sobre la criatura, a cada instante se da como vida, vida de luz, de santidad, de amor, vida de fortaleza, en suma, para Ella como vida no existen tiempos, circunstancias, lugares, horas, no hay restricciones, ni leyes, especialmente porque debe dar vida y la vida se forma con actos continuos, no a intervalos. Y por eso en el ímpetu de su amor, con su imperio continuo, se puede decir que es bautismo continuado, absolución jamás interrumpida, y comunión a cada instante. Mucho más que esta nuestra Voluntad fue dada al hombre en el principio de su creación como vida perenne habitante en él. Esta era la sustancia, el fruto de la Creación, nuestra Voluntad que debía formar nuestra Vida en la criatura. Con esta Vida Nosotros dábamos todo, no había cosa de la que él pudiera tener necesidad, que no pudiera encontrar en nuestra Voluntad, se puede decir que habría tenido a su disposición todo lo que quisiera: ayuda, fuerza, santidad, luz, todo venía puesto en su poder, y mi Voluntad tomaba el empeño de darle todo lo que quería, con tal que le diera el dominio y la hiciera habitar en su alma; por eso no era necesario instituir los Sacramentos cuando fue creado el hombre, porque en mi Voluntad poseía el principio y la vida de todos los bienes; los Sacramentos como medios de ayuda, de medicina, de perdón, no tenían ninguna razón de existir; pero cuando el hombre rechazó nuestra Voluntad, retirándose Ella el hombre quedó sin Vida Divina, por lo tanto sin la virtud alimentadora, sin el acto continuo de recibir nueva y creciente vida, y si no moría del todo, eran los efectos que de acuerdo a sus disposiciones, circunstancias y tiempos, le daba mi Divina Voluntad. Ahora viendo nuestra paterna bondad que el hombre iba siempre precipitándose más, para darle un sostén, una ayuda, le dio la ley como norma de su vida, porque en la Creación no le dio ni leyes, ni ninguna otra cosa, sino mi Voluntad Divina, la cual con dar vida continua le daba en naturaleza nuestra ley divina, de modo que debía sentirla en sí mismo como vida propia, sin tener necesidad que Nosotros le dijéramos, ni mandáramos. Mucho más que donde reina mi Voluntad no hay leyes, ni mandatos, las leyes son para los siervos, para los rebeldes, no para los hijos; entre Nosotros y aquellos que viven en nuestro Querer, todo se resuelve en amor. Pero con toda la ley el hombre no se rehizo, y como nuestro ideal de la Creación había sido el hombre, y sólo por él todo fue hecho, por eso quise venir a la tierra en medio a ellos, y para darles apoyos más válidos, medicinas más saludables, medios más seguros, ayudas más potentes, instituí los santos Sacramentos, y éstos obran a tiempos y circunstancias, y según las disposiciones de las criaturas, como efectos y obras de mi Divina Voluntad. Pero si con todo este gran bien el alma no hace entrar a la Divina Voluntad en ella como vida, tendrá siempre sus miserias, una vida mediocre, sentirá a lo vivo sus pasiones, la santidad, la misma salvación estarán siempre peligrando, porque sólo mi Voluntad que se da como vida continua forma el dulce encanto a las pasiones, a las miserias y forma los actos opuestos de santidad, de fortaleza, de luz, de amor, en los males de las criaturas, de manera que el querer humano, sintiendo el dulce encanto, siente correr en sus males lo bello, lo bueno, lo santo del acto continuo de vida, que bajo su suave y dulce imperio le da mi Voluntad y se deja hacer lo que Ella quiere, porque un acto continuo que da vida perenne no puede jamás ser alcanzado por otros actos, ayudas y medios, por cuan fuertes y santos sean, para hacer el bien que puede hacer un acto continuo. Por eso no hay mal mayor que la criatura pueda hacerse, ni ofensa más grande

que pueda hacer a nuestra paterna bondad, que el no hacer reinar a nuestra Voluntad en ella. Si estuviera en su poder nos induciría a destruir toda la Creación, porque la criatura fue hecha porque debía ser nuestra habitación, y no sólo ella, sino todas las cosas creadas: Cielos, sol, tierra, todo, siendo obras salidas de nuestra Alteza Suprema, teníamos el derecho de habitarlas, y con habitarlas las conservamos con decoro, bellas y siempre nuevas, como en el acto en que las sacamos a la luz. Ahora, la criatura con no hacer nuestra Voluntad, se pone fuera de nuestra habitación y nos sucede a Nosotros como sucedería a un rico señor, que queriéndose fabricar un grande y bello palacio, cuando lo ha terminado va a habitarlo, y se cierran las puertas en su cara, se le lanzan las piedras encima, de manera que es obligado a no poner un pié dentro, y a no poder habitar las habitaciones formadas por él, ¿no merecería que fuera destruida por aquél que la ha formado? Pero no lo hace, porque ama su obra, sino espera y espera, quién sabe y a lo mejor pueda vencer con amor, y por sí misma le abra las puertas para hacerlo entrar dándole la libertad de hacerlo habitar. En tales condiciones nos pone la criatura al no hacer reinar nuestra Voluntad en su alma, nos cierra la puerta en la cara y nos lanza las piedras de sus culpas contra Nosotros, y Nosotros con paciencia invencible y divina esperamos, y no queriendo en sí nuestra Voluntad como vida, con paterna bondad le damos los efectos de Ella, como son las leyes, los sacramentos, el evangelio, las ayudas de mis ejemplos y plegarias, pero todo este gran bien no puede igualar el gran bien que puede hacer mi Voluntad como vida perenne de la criatura, porque Ella es todo junto: Leyes, sacramentos, evangelio, vida. Ella significa todo, poder dar todo, poseer todo, y esto basta para poder comprender la gran diferencia que hay entre mi Voluntad como vida continua en la criatura, y entre sus efectos que puede producir no en modo perenne, sino a circunstancia, a tiempo, en los mismos Sacramentos, y si bien los efectos pueden hacer gran bien, pero jamás pueden llegar a producir todos los bienes que puede producir la Vida de mi Divina Voluntad reinante y dominante en la criatura, por eso sé atenta hija mía, y dale la santa libertad de hacer lo que quiere en tu alma”.

+ + + +

30-33
Junio 12, 1932

Para quien vive en la Divina Voluntad, todas las obras de Dios las encuentra en acto y hechas para ella. Quien vive en la Divina Voluntad forma el oficio de vientecillo en las obras divinas.

(1) Mi pequeña alma gira siempre en el Fiat Divino, siente la irresistible necesidad de vivir en Él, porque en Él encuentro todo a mi disposición, todo es mío, es más, siento como una invitación secreta que todas las cosas creadas me hacen en el fondo de mi corazón, que con voces mudas me dicen: “Ven en medio a nosotras, ven a poseernos y a gozar las tantas bellas obras que hizo por ti y para darnos a ti nuestro Creador”. ¡Oh! qué dulce encanto tiene todo lo creado mirado a través de los velos de la Divina Voluntad. Pero mientras mi pequeña alma era envuelta en el dulce encanto de todo lo creado, mi amado Jesús repitiéndome su amada visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, para quien vive en mi Divina Voluntad todo es presente, el pasado y el futuro no existen para ella, todo está en acto, y como entra en el orden divino, nuestra paterna bondad no quiere dar un amor pasado que tuvo en la Creación, ni un amor que debe venir, esto no haría camino en el corazón de la criatura, porque a ella le parecería que el amor que salió de nuestro seno en la Creación, sería como un amor y obra no directa para ella, y aquellos por venir, como amores y obras de esperar, mucho más que en Nosotros tampoco existe pasado y futuro. Pasado y futuro es para quien vive fuera de nuestra Voluntad, porque mira sólo lo externo de nuestras obras, no dentro de ellas,

mientras quien vive en Ella ve nuestras obras dentro de Nosotros, y ve nuestra creación continua y para cada criatura. Así que a la feliz criatura que vive en nuestro Querer, le hacemos ver y tocar con la mano nuestro acto de extender el cielo, de crear el sol, el viento, el aire, el mar, y así de lo demás, todo para ella, la cual ve y comprende con claridad nuestro intenso amor en cada cosa creada para ella, nuestra potencia y sabiduría en ordenarlas por amor suyo, de manera que se siente comprometida y como ahogada bajo las olas de nuestro amor, potencia, sabiduría y bondad de cada cosa creada, y mientras se siente ahogada, ve que no da señales de terminar la Creación para ella, no dice jamás basta, sino que continúa, continúa siempre el acto creante, y ella viendo que nuestro acto creante y obrante no cesa jamás, hace eco a nuestro amor y no cesa jamás de amarnos. ¡Oh! cómo es bello encontrar en la criatura un amor continuo que jamás termina, así como no termina el nuestro; antes bien, viéndose ahogada por nuestro amor continuo de sostener el acto creante por amor suyo, para correspondernos hace uso de sus estratagemas para imitarnos y nos dice: ‘Majestad Suprema, ¡oh! si tuviera poder también yo haría tantos cielos, soles y todo lo que sabéis hacer Vosotros, por amor vuestro, pero ya que no puedo os doy cielo y sol y todo lo que me habéis dado, para deciros que quiero amaros mucho, mucho’. Y ¡oh! cómo quedamos contentos, correspondidos, porque la criatura se sirve y nos da de nuestro amor, habiéndolo hecho suyo para amarnos. Por eso en nuestra Voluntad no hay cosas desemejantes entre Creador y criatura, si ama, se sirve de nuestro amor para amarnos; si obra, obra en nuestras obras, no ama, ni obra fuera de nuestro amor y de nuestras obras, podemos decir que nuestro amor es suyo y el suyo es nuestro, y nuestras obras las hemos hecho juntos. Es por esto que vivir en nuestro Querer nos felicita a Nosotros y a la criatura, porque Nosotros la creamos porque queremos tener qué hacer con ella, estar juntos, obrar juntos, felicitarnos y amarnos juntos. Nuestra finalidad no era tenerla lejana, no, no, sino junta y fundida con Nosotros, y para tenerla absorbida le dábamos nuestro acto creante y obrante, el cual, conforme creaba la cosas, así formaba sus olas de amor y abría venas de felicidad en la criatura, de modo que debía sentir dentro de sí, no sólo nuestra Voluntad, nuestra Vida palpitante y obrante, sino el océano de nuestras alegrías y felicidad, tanto, de sentirse el paraíso en su alma. Y no sólo la Creación está siempre en acto, sino también la Redención está siempre en acto, y quien vive en mi Voluntad Divina siente el acto continuo de mi descendimiento del Cielo a la tierra, y propiamente para ella, por amor suyo, desciendo, me concibo, nazco, sufro y muero, todo es por ella, y para no quedarse atrás Yo desciendo y ella me recibe, se concibe en Mí, renace Conmigo, hace vida junto Conmigo y muere Conmigo para resurgir Conmigo. No hay cosa que Yo haya hecho que ella no quiera hacer junto Conmigo. Así que la siento inseparable de la Creación, inseparable de la Redención, y de todo lo que hice, y si es inseparable de todas nuestras obras, de mi misma Vida, ¿qué cosa no debo dar a quien vive en nuestra Voluntad?
¿Cómo no debo concentrar todo en ella? Si no lo hiciera mi amor no lo soportaría, por eso si quieres todo, vive en mi Voluntad, Yo no sé dar cosas a medias, sino todo, y tendrás el gran bien de sentir en ti nuestro obrar en acto continuo, y ¡oh! cómo comprenderás cuánto has sido amada por tu Creador, y cuánto estás obligada a amarlo”.
(3) Después de esto me he abandonado toda en los brazos de la Divina Voluntad, pero mi mente, por ciertos dolorosos recuerdos estaba inquieta, y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí ha venido y me ha bendecido. Su bendición ha sido como rocío benéfico, el cual me ha puesto en perfecta calma, y me sentía como una pequeña niñita toda tímida, salida y liberada de una tempestad, y mi amado Jesús todo bondad me ha dicho:
(4) “Mi hija buena, ánimo, no temas, porque el ánimo es el arma potente que mata la timidez y pone en fuga todo temor, haz todo, todo a un lado y ven en mi Divina Voluntad a formar tu vientecillo a todas nuestras obras, ellas están todas en orden en nuestro Fiat, pero no se mueven, quieren el vientecillo de la criatura para dirigirse hacia ellas, y si el vientecillo es fuerte corren, vuelan para ser portadores del bien que cada obra nuestra

posee. Así que el alma que entra en nuestra Voluntad, en cuanto entra se une con nuestros actos para hacer los suyos en los nuestros, y en cuanto se une, así forma el vientecillo y con la misma fuerza de nuestra Voluntad mueve, llama, rapta, fuerza con su dulce y penetrante vientecillo todas nuestras obras y las pone en camino hacia las criaturas. ¡Oh! cómo quedamos contentos, cómo suspiramos este dulce y refrescante vientecillo que la criatura nos lleva en nuestro Querer. Por eso sé atenta, no quieras perder la paz, de otra manera no podrás venir a nuestra Voluntad a formar tu vientecillo, los dulces refrigerios, la frescura a nuestro ardiente amor y el movimiento a nuestras obras, porque en nuestro Querer no entran sino las almas pacificas, para los otros no hay puesto, y no sintiéndote seguir sus pasos, y sus obras no cortejadas por tu vientecillo, con dolor dice: ‘¡Oh! la hija de mi Voluntad ha quedado atrás, y me ha dejado sola sin su compañía. Ahora hija mía, tú debes saber que nuestro Ser Divino, en cuanto creó al hombre, se quedó sobre él en acto de llover de Nosotros santidad, luz, amor, bondad, belleza, y así de lo demás, entonces con sustraerse de nuestra Voluntad Divina se sustrajo de debajo de nuestra lluvia. Por eso el alma que está en nuestra Voluntad, así como con sus actos en los nuestros nos forma el vientecillo y mueve todas nuestras obras, Nosotros formamos la lluvia y nos derramamos primero sobre la afortunada criatura, y después sobre todos. Y así como el vientecillo favorable en nuestro Fiat llama la lluvia, la invoca, la suspira de nuestro Ser Supremo, así el obrar de la voluntad humana fuera de la nuestra forma el viento contrario y aleja nuestra lluvia benéfica, y nos la hace quedar en el aire, he aquí por qué se ven muchas criaturas como tierras áridas, sin flores y sin frutos. Pero esto no daña a quien vive en nuestro Querer Divino, ella se aparta de todos y viene a vivir con su familia divina, y siente sobre de sí nuestra continua lluvia que forma sobre de ella nuestra Divinidad”.

+ + + +

30-34
Junio 17, 1932

Quien vive en la Divina Voluntad, obra, encierra y entrelaza sus actos con los de la Virgen y los de Nuestro Señor, y forma una unión entre todas las cosas que
pertenecen a la Divina Voluntad.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, siento su fuerza Omnipotente que toda me inviste, y mi pequeña alma como deshecha, de modo que no quiero, no siento, no toco otra cosa que la Divina Voluntad, y si alguna pequeña nube inviste mi mente, su luz divina súbito, casi sin darme tiempo me inunda y me la pone en fuga, y yo, o me arrojo en los brazos de mi Mamá Celestial como a mi refugio, o bien en los brazos de mi dulcísimo Jesús, para reencontrar mi querida Vida y ruego, ahora al uno, ahora a la otra que me encierren en medio a sus actos para poder estar segura y defendida de todo y de todos. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi sumo Bien Jesús, estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija bendita, mis actos y los de la Reina Mamá, nuestro amor, nuestra santidad, están en acto de espera continua de encerrar tus actos en medio de los nuestros, para darles la forma de nuestros actos, y poner sobre tus actos el sello de los nuestros, porque tú debes saber que los actos de la Soberana del Cielo están entrelazados con mis actos, por eso son inseparables, y quien vive en nuestro Querer Divino viene a obrar en medio a nuestro entretejido, y ahí quedan encerrados en medio a nuestros actos, los cuales los tienen en custodia como triunfo y obras del Fiat Santo, nada entra en nuestros actos si no son parto de Él. Ve entonces dónde viene formada la santidad de quien vive en nuestra Voluntad, en medio a nuestra santidad, ama en medio de nuestro amor, y obra en medio a

nuestras obras; así que quien obra en nuestro Querer sentirá como en naturaleza la inseparabilidad, ella de nuestros actos y Nosotros de los suyos, así como es inseparable la luz del calor, y el calor de la luz, y por eso son nuestro triunfo continuo, nuestra gloria, nuestra victoria sobre la voluntad humana, son nuestras propiedades divinas, que Nosotros formamos en ella, y ella forma en Nosotros. El querer humano y el Querer Divino se besan continuamente, se funden juntos, y Dios desarrolla su Vida en la criatura y ella desarrolla su vida en Dios. Además de esto, quien vive en mi Voluntad, no hay cosa que pertenezca a mi Fiat en que la criatura no adquiera sus derechos: Derecho sobre nuestro Ser Divino, derecho sobre su Mamá Celestial, sobre de los ángeles, de los santos, derecho sobre del cielo, del sol, de la Creación toda. Y Dios, la Virgen y todos, adquieren el derecho sobre de ella. Sucede como cuando dos jóvenes esposos se unen con vínculo indisoluble, en que ambas partes adquieren el derecho sobre sus mismas personas, y sobre todo lo que a ambos pertenece, derecho que ninguno les puede quitar. Así para quien vive en nuestro Querer, forma el nuevo, verdadero, real matrimonio con el Ser Supremo, y con esto viene formada una unión con todo lo que a Él pertenece. ¡Oh! cómo es bello ver a esta criatura desposada con todos, la amada, la preferida, la amada de todos, y con derecho todos la quieren, suspiran el gozarla y tenerla junto con ellos, y ella ama a todos, da el derecho a todos sobre de ella, y se da a todos; es la nueva y gran parentela que ha adquirido de su Creador. ¡Oh! si se pudiese ver desde la tierra, verían que Dios la lleva entre sus brazos, la Soberana Reina la alimenta con el alimento exquisito del Querer Divino, ángeles y santos la cortejan, el cielo se extiende para cubrirla y protegerla, y ay de quien la toque; el sol la fija con su luz y la besa con su calor, el viento la acaricia, no hay cosa creada por Nosotros que no se preste a hacer su oficio en torno a ella. Mi Voluntad mueve todo alrededor de ella, a fin de que todos y todo la sirvan y la amen. Por eso quien vive en Ella da qué hacer a todos, y todos sienten la felicidad de poder extender su campo de acción dentro y fuera de la afortunada criatura. ¡Oh! si todas las criaturas comprendieran qué significa vivir en mi Divina Voluntad, ¡oh! cómo todos ambicionarían y harían competencia de hacer en Ella su celestial morada”.
(3) Entonces me sentía más que nunca toda abandonada en la inmensidad de la luz del Querer Divino, y veía y sentía dentro a mi dulce Jesús, todo atento a la pequeñez de mi pobre alma, tenía cuidado de todo, me quería dar todo, hacer todo, de manera que se veía que con el toque de sus dedos me formaba el latido, animaba el respiro, el movimiento, tenía en orden los pensamientos, las palabras y todo, pero con tanto amor y ternura que raptaba, y Jesús bendito al verme maravillada me ha dicho:
(4) “Mi pequeña hija, no te asombres de mis tantas atenciones y ternuras amorosas que hago dentro y fuera de ti. Tú debes saber que en el alma donde reina mi Divina Voluntad, Yo me sirvo a Mí mismo, así que por decoro de mi Divinidad y santidad presto estos actos míos, como si fuera a mi misma Vida, por eso pongo la intensidad de mi amor, el orden de mis pensamientos, la santidad de mis obras, y al ver la docilidad de la criatura que se presta como hija a recibir los oficios de su padre, sus ternuras amorosas, la Vida del padre en su hija, ¡oh! cómo me siento feliz y honrado de servirla, mucho más que me sirvo a Mí mismo en mi hija, y quien se sirve a sí mismo no es esclavitud, sino honor, gloria, es saberse custodiar en la dignidad, en la santidad, en el orden de su estado, sin descender en lo bajo. La servidumbre comienza cuando se sirve a otras personas, pero servirse a sí mismo es mantener la alteza de su estado. Por otra parte, donde reina mi Divina Voluntad es mi interés que todo lo que hace la criatura sean actos dignos de Ella, y que sean parto de mis actos, no sería conveniente, la Voluntad Divina y los actos humanos, por eso Yo me ofrezco a hacer todo para servir a mi misma Voluntad”.
(5) Después de esto, mientras seguía mi abandono en los brazos de Jesús, Él ha agregado:
(6) “Hija bendita, mi Humanidad amó tanto a la familia humana, que la llevé y la llevo todavía en mi corazón y estrechada entre mis brazos, y cada pena, obra, oración que hacía eran nuevos vínculos de unión entre Yo y ellos. Así que todo mi Ser y todo lo que Yo

hacía, corría, corría como torrente impetuoso hacia cada una de las criaturas, que deshaciéndose en amor se constituían vínculos de unión, de amor, de santidad, de defensa, que formando voces arcanas de amor insinuante, sufriente, delirante, decía a cada uno de ellos: ‘Os amo hijos míos, os amo mucho, y quiero ser amado.’ Mi Humanidad reordenaba y establecía la verdadera unión entre Creador y criatura, y vinculaba a todas entre ellas como miembros unidos con la cabeza, y era Yo mismo el que me hacía cabeza de toda la familia humana. Por eso la virtud tiene por sí misma la fuerza vinculadora de vincularse con Dios, y no sólo esto, sino de vincularse con las criaturas, de modo que una ejercita la paciencia, y entonces su paciencia se vincula con todos aquellos que tienen paciencia y dispone a los otros a tener paciencia; así quien es obediente, humilde, caritativo, forman las diversas categorías en mi Iglesia. Qué decirte además de los vínculos extensísimos que forma quien hace y vive en mi Divina Voluntad, como Ésta se encuentra en el Cielo y en la tierra, en todas partes pone sus vínculos, con sus actos vincula Cielo y tierra, y llama a todos a vivir de Voluntad Divina”.

+ + + +

30-35
Junio 26, 1932

Sublimidad y potencia del sacrificio. Cómo Dios cuando quiere dar un gran bien, pide el sacrificio de la criatura; ejemplo de Noe y de Abraham.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad para encontrar todo lo que ha hecho, para hacer míos sus actos para poder decir: “Yo estaba y estoy contigo, y hago lo que haces tú, así que lo que es mío es tuyo, y lo que han hecho los santos en virtud tuya es también mío, porque tú eres la fuente que se derrama por todas partes y produce todos los bienes. Y mientras giraba, he llegado al punto de la historia del mundo cuando Dios pedía de Noé el sacrificio de fabricar el arca. Y yo ofrecía aquel sacrificio como si fuese mío, para pedir el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra, pero mientras esto hacía, el bendito Jesús deteniéndome en aquel punto de la historia me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo el bien de la historia del mundo está fundado en el sacrificio querido para las criaturas por mi Voluntad suprema, y cuanto más grande es el sacrificio que pedimos de ella, tanto más bien encerramos dentro. Y estos grandes sacrificios los pedimos cuando con sus pecados merecen que el mundo fuera destruido, haciendo salir de dentro del sacrificio, en vez de la destrucción, la nueva vida de las criaturas. Ahora, tú debes saber que en este punto de la historia del mundo, merecía que las criaturas no existieran más, todos debían perecer. Noé con aceptar nuestro mandato y con disponerse al gran sacrificio, y por tan largos años, de fabricar el arca, recompró el mundo y todas las futuras generaciones; conforme se sacrificaba en un tiempo tan largo, de esfuerzos, de trabajos, de sudores, así desembolsaba las monedas, no de oro o de plata, sino de todo su ser en acto de seguir nuestro Querer, así ponía bastantes monedas para recomprar lo que estaba por destruirse. Así que si el mundo existe hasta ahora, lo deben a Noé, que con sus sacrificios y con hacer nuestra Voluntad como Nosotros queríamos que la hiciera, salvó al hombre y todo lo que debía servir al hombre, un sacrificio prolijo, querido por Dios, dice cosas grandes, bienes universales, dulce cadena que ata a Dios y a los hombres. Nosotros mismos no queremos huir del laberinto de esta tan larga cadena que la criatura nos forma con un sacrificio prolijo, más bien, nos es tan dulce y querida que nos hacemos atar por ella misma como le parece y guste. Ahora, Noé con su sacrificio prolijo recompró la continuación de las generaciones humanas.
(3) Después de otro periodo de tiempo de la historia del mundo, vino Abraham, y nuestro Querer le ordenó que sacrificara a su hijo. Era un sacrificio duro para un pobre padre, se

puede decir que Dios ponía a prueba al hombre, y exigía una prueba inhumana y casi imposible de cumplir, pero Dios tiene el derecho de pedir lo que quiera, y cualquier sacrificio que quiera. Pobre Abraham, fue puesto en tales aprietos que le sangraba el corazón y sentía en sí mismo la muerte, el golpe fatal que debía vibrar sobre su único hijo; el sacrificio era exuberante, tanto que nuestra paterna bondad no quiso la ejecución, sino el cumplimiento, sabiendo que él no habría podido vivir, habría muerto por el dolor después de un acto tan desgarrador, de matar a su propio hijo, porque era un acto que superaba las fuerzas de la naturaleza humana, pero Abraham todo aceptó, no puso atención a nada, ni al hijo, ni a sí mismo, que se sentía consumir de dolor en el propio hijo. Si nuestro Querer, así como lo mandó no hubiera impedido el acto fatal, a pesar de que hubiera muerto junto con su amado hijo, habría ya hecho el sacrificio querido por Nosotros. Ahora, este sacrificio fue grande, exuberante y único, querido por Nosotros en la historia del mundo. Y bien, este sacrificio lo elevó tanto, que fue constituido por Nosotros cabeza y padre de las generaciones humanas, y con el sacrificio de sacrificar a su hijo, desembolsó monedas de sangre y de dolor intenso para recomprar al futuro Mesías para el pueblo Hebreo y para todos. En efecto, después del sacrificio de Abraham, lo que no hacíamos antes, nos hacíamos oír frecuentemente en medio a las criaturas; el sacrificio tiene virtud de acercarnos a ellas, formamos los profetas, hasta en tanto que vino el suspirado Mesías.
(4) Ahora, después de otro tiempo larguísimo, queriendo dar el reino de nuestra Voluntad, queríamos el sacrificio donde apoyarlo, y que mientras la tierra está inundada por los pecados y merece ser destruida, el sacrificio de la criatura la recompra, y con el suyo y en su sacrificio vuelve a llamar la Divina Voluntad a reinar, y hace renacer en el mundo la Vida nueva de mi Querer en medio a las criaturas. He aquí el por qué pido el sacrificio prolijo de tu vida sacrificada dentro de un lecho, y esto era nada, porque otras almas han estado dentro de un lecho de dolor, era la nueva cruz que no he pedido ni dado a ninguno, la que debía formar tu martirio diario, y tú sabes cuál es, que tantas veces te has lamentado conmigo. Hija, cuando quiero dar un bien grande, un bien nuevo a las criaturas, doy cruces nuevas y quiero sacrificio nuevo y único, cruces que el humano no se sabe dar razón, pero está mi razón divina, la cual el hombre está obligado a no investigarla y a inclinar su frente y adorarla. Y además se trataba del reino de mi Voluntad, y mi amor debía inventar y querer cruces nuevas y sacrificios jamás recibidos para poder encontrar pretextos, apoyo, fuerza, monedas suficientes y cadena larguísima para hacerse atar por la criatura. Y la señal cierta cuando queremos dar un bien grande y universal al mundo, es pedir de una criatura un gran sacrificio, y la prolijidad en él son aseguraciones y certezas del bien que queremos dar, y cuando encontramos quien acepta, lo hacemos un portento de Gracia, y en su sacrificio formamos la vida de aquel bien que queremos dar. Así que mi Voluntad quiere formar su reino en el sacrificio de las criaturas, circundarse de él para estar seguro, y con su sacrificio deshacer la voluntad humana y erigir la suya, y con esto viene a formar tantas monedas de luz divina ante nuestra Divinidad para recomprar el reino de nuestra Divina Voluntad y darlo a las generaciones humanas. Por eso no te maravilles de tu largo sacrificio, ni de lo que hemos dispuesto y hacemos en ti, era necesario a nuestra Voluntad, y no estés pensativa porque no ves ni sientes en los otros los efectos de tu sacrificio, es necesario que con tu sacrificio hagas la compra con nuestra Divinidad, y cuando hayas contratado con Dios, la compra es segura, a su tiempo con certeza tendrá la vida el reino del Querer Divino, porque la compra fue hecha con el sacrificio de una perteneciente a la familia humana”.

+ + + +

30-36
Junio 29, 1932

Prodigios y secretos que encierra el vivir en la Divina

Voluntad. Escenas conmovedoras. Generación de los actos divinos en la criatura. Custodia y celo divino.

(1) Estoy entre los brazos del Fiat Divino, su dominio se extiende en todo y sobre mi pequeñez, pero su imperio no es esclavitud, no, sino unión, transformación, de modo que la criatura siente que domina junto, y haciéndose dominar adquiere la virtud de dominar la misma Voluntad suprema. Pero mientras mi mente nadaba en el mar del Fiat Divino, en modo que me sentía como ahogada por sus olas, mi Celestial Jesús visitando mi pobre alma me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el vivir en mi Querer encierra tantos prodigios y secretos de hacer maravillar Cielo y tierra. Tú debes saber que conforme la pequeñez de la criatura entra en Él, se pierde en su inmensidad, y la Divina Voluntad la recibe en sus brazos para hacer de ella conquista, y el querer humano se hace conquistador de la Divina. Ahora en estas conquistas de ambas partes, la Divina Voluntad festeja la conquista de la humana, dándole el uso que quiere, y la voluntad humana festeja la gran conquista hecha de la Divina, y queriéndole dar el uso que quiera, la envía al Cielo como conquista suya y portadora de nuevas alegrías y felicidad que posee. Mi Voluntad conquistada por el alma no se queda atrás, bilocándose, queda y parte para su patria celestial sólo para secundar a aquélla que la ha conquistado, y lleva la nueva conquista que ha hecho del querer humano, y las alegrías y felicidad que encierra la Divina Voluntad conquistante; mi Voluntad felicitante y beatificante que está en el Cielo, y mi Voluntad conquistadora que está en la tierra se funden juntas e inundan las regiones celestiales con las nuevas alegrías que posee mi Divina Voluntad conquistadora, porque tú debes saber que las alegrías de mi Voluntad conquistadora son muy distintas y diversas de aquéllas de mi Voluntad felicitante, las alegrías de mi Voluntad conquistadora no están en poder de los bienaventurados, sino en poder de la criatura, que las debe mandar desde la tierra y vienen formadas en medio de la hoguera del dolor y del amor, y sobre el aniquilamiento del propio querer. En cambio las alegrías felicitantes están en poder de ellos, y son frutos y efectos de la celestial morada en la cual se encuentran. Hay gran diferencia entre las alegrías de mi Voluntad conquistante y las de mi Voluntad felicitante, puedo decir que no existen en el Cielo mis alegrías conquistantes, sino sólo en la tierra, y ¡oh! cómo es bello ver a la criatura, que cuantas veces hace sus actos en mi Querer, tantas veces se hace conquistadora de Ella y la hace partir para el Cielo, para el purgatorio, en medio a las criaturas terrestres, por donde quiere, mucho más que estando mi Voluntad por todas partes y por todos lados, no debe hacer otra cosa que bilocarse para dar el fruto, las alegrías de la nueva conquista que la criatura ha hecho de Ella. Hija mía, no hay escena más conmovedora, más deliciosa, más útil, que ver la pequeñez de la criatura venir en nuestra Voluntad Divina, hacer sus pequeños actos y hacer su dulce conquista de una Voluntad Inmensa, Santa, Potente, Eterna, que todo encierra, puede todo y posee todo. La pequeñez de la criatura al verse conquistadora de un Fiat Divino tan interminable, queda sorprendida, no sabe dónde ponérsela, quisiera encerrarla toda en sí pero le falta el espacio, por eso toma por cuanto puede, hasta llenarse toda, pero ve que le quedan mares inmensos aún, y haciéndola de playa quisiera que todos tomaran un bien tan grande, por esto la envía al Cielo como sagrado derecho de la patria celestial a cualquiera que la quiera, y con ansia se dispone a hacer otros actos en Ella para readquirirla tantas veces por cuantos actos va haciendo. Es el verdadero comercio Divino que forma Dios y la criatura entre el Cielo y la tierra.
(3) Después mi mente continúa perdiéndose en aquel Fiat que quiere siempre darse a la criatura, y que mientras da no termina jamás de dar. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la voluntad humana es la fuente y sustancia de la vida de la criatura, de ella toma la vida de sus obras, los pensamientos de su mente, la variedad y multiplicidad de sus palabras. Si la vida humana no tuviera una voluntad libre, sería una vida sin fuente y sin sustancia, así que perdería todo lo bello, la perfección, el entrelazado admirable que

puede tejer la vida humana. Así la Divina Voluntad donde reina se hace fuente, sustancia y vida de los actos hechos en Ella, por eso en cuanto piensa, habla, obra, camina, esta fuente se difunde en los actos de la criatura, y pone en ellos la sustancia divina, y ¡oh! la variedad de estos actos distintos entre ellos en santidad, en belleza, en luz, en amor, cuando esta fuente se difunde en los actos de ella, hace siempre actos nuevos y forma la armonía del obrar divino en la criatura. Ahora, tú debes saber que toda nuestra premura es por estos actos, porque en ellos se forma la generación de nuestros actos divinos en el fondo de la criatura, y ¡oh! nuestro contento porque podemos continuar la generación de nuestros actos, y en esta generación nos sentimos Dios obrante, no el Dios atado que no podemos desarrollar la generación de nuestros actos, porque en ella no está nuestra Voluntad. Por eso a nuestra premura se agrega nuestra custodia y celo de estos actos, tu Jesús se está dentro y en torno de la criatura para custodiarla, mi celo tiene la mirada fija para mirarlos, para felicitarme y tomarme todo el gusto que posee la generación de sus actos obrantes en ella. Por otra parte nuestra Voluntad posee un valor infinito, y no custodiar un solo acto de Ella sería ir en contra de Nosotros mismos. Es más, tú debes saber que siendo fuente y sustancia de nuestro Ser Supremo, nuestra potencia, santidad, bondad y todos nuestros atributos se hacen corona en torno a nuestra Voluntad y a todos sus actos, para depender de Ella y hacerle homenaje y custodia de todos sus actos que hace, tanto en Nosotros como en la criatura. Por eso sé atenta y déjate dominar por mi Querer si no quieres perder jamás a tu Jesús que tanto suspiras, amas y quieres”.

+ + + +

30-37
Julio 9, 1932

Hambre que produce la Divina Voluntad. Prisión del amor. Dios forma la persecución del amor a la criatura.

(1) Me siento bajo el imperio de la Divina Voluntad, y si algún minuto no siento su imperio, me siento sin vida, sin alimento, sin calor, siento que la Vida Divina termina, porque no está ni quien la forma, ni quien la alimenta, y en mi dolor voy repitiendo: “Jesús, ayúdame, sin tu Querer yo muero de hambre, ¡ah! hazme sentir su dulce imperio, a fin de que alimentándome tu Vida viva en mí y yo viva de Ti”. Y mi amado Jesús teniendo piedad de mí, todo amor y ternura me ha estrechado entre sus brazos y me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, ánimo, no te abatas, la Vida Divina formada y alimentada por mi Querer no puede morir, y si sientes hambre, es más bien que no siempre escuchas mi decir sobre las otras maravillas y novedades que posee mi Voluntad, este mi decir interrumpido te hace sentir el hambre del alimento siempre nuevo que Ella posee, pero esto te prepara a recibir el nuevo alimento de sus conocimientos, para hacerte crecer y alimentar sólo de Querer Divino, ni tú te sujetarías a tomar otro alimento, sentirías repugnancia y te contentarías con morir de hambre, porque quien lo ha gustado tantas veces, no se sabe adaptar a tomar otros alimentos. Pero esta hambre es también una fortuna, porque te puede servir como medio para llegar a la patria celestial, y tú debes saber que el único alimento de estas divinas regiones es el acto nuevo, jamás interrumpido de mi Divina Voluntad. Este alimento posee todos los gustos, todas las delicias, es el alimento diario y de todos los instantes de la celestial Jerusalén. Y además, el sentir hambre dice vida, no muerte, por eso espera con paciencia invicta el alimento de mi Voluntad, el cual te rehará del hambre sufrida, con tal abundancia, que no serías capaz de tomarlo todo”.
(3) Y yo interrumpiendo el hablar de Jesús, he dicho: “Amor mío, el corazón me sangra al decírtelo, a mí más bien me parece que no tienes más aquel amor continuado por mí, que te hacía siempre decir, y haciéndome tantas nuevas sorpresas encantadoras de tu Ser

y de tu Querer, yo sentía y tocaba con la mano tu amor palpitante por mí, tanto que estaba obligada a decir: ‘Cuánto me ama Jesús.’ Ahora, por este tu decir interrumpido me parece que no soy siempre amada por ti, y pasar de un amor continuo a un amor interrumpido es el más crudo de los tormentos, y voy repitiendo: ¡No soy amada, no soy amada por Aquél que tanto amo!” Y Jesús, interrumpiéndome ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿qué dices? Tú debes saber que cuando la criatura nos ama, si no la amaramos obraríamos contra la naturaleza de nuestro Ser Divino, ser amado y no amar no es del Ente Supremo, y si esto se pudiera dar, y fuésemos capaces de pena, el amor de la criatura nos pondría en una prisión de tormentos, y se volvería nuestro perseguidor, no nos daría paz hasta en tanto que fundidos juntos, el amor del uno y del otro se besaran y reposaran juntos. ¡Ah! tú no sabes qué significa amar y no ser amado por aquél o aquélla que se ama, toda la pena, la inquietud la lleva quien no ama, porque quien ama está en su puesto, cumple el más sacrosanto de los deberes. En tal estado se encuentra nuestro Ser Divino, porque amamos mucho y el hombre no nos ama, nuestro amor persigue a aquél que amamos, lo pone en prisión, lo atormenta, no le da paz, la inquietud es la señal cierta de que la criatura ha sido puesta en la mira de nuestro amor, que quiere vencer por medio de perseguir el amor de la criatura. Por eso tranquilízate, si tú nos amas, nuestro amor te ama primero a ti, y es tanta la inseparabilidad de nuestro amor y el tuyo, que el tuyo forma el pequeño calor, y el nuestro, alimentando al tuyo, forma la inmensidad de la luz, de manera que el uno y el otro pierden la virtud de separarse, y como si fueran una sola naturaleza viven siempre juntos para formar una la vida de la otra. Por eso si mi decir no es continuo, no significa amor interrumpido, no, sería interrumpido si no sintieras el querer hacer aun a costa de tu vida mi Voluntad, esto sería no tenerla más en tu poder, y si mi bondad ha llegado a tanto, de dártela en tu poder, esto te asegura que mi amor es continuo por ti, porque tú debes saber que quien hace y vive en mi Querer Divino, no es otra cosa que la Vida obrante de Dios mismo en la criatura. Nuestro amor es tanto por quien se hace dominar por nuestro Querer Divino, que se hace dulce prisionero de ella; se restringe, se empequeñece y toma un sumo placer: Amar, obrar en su alma. Pero mientras se restringe queda inmenso y obra con modos infinitos, como amamos y obramos en Nosotros mismos, porque nuestra naturaleza es aquélla, la inmensidad, la infinitud, y todo lo que hacemos queda inmenso e infinito como somos, y ¡oh! nuestro contento que mientras nos restringimos en su pequeñez, damos curso al amor y a nuestras obras, y ella queda llena, derrama fuera, llena Cielo y tierra y Nosotros tenemos la gran gloria y honor de amar y obrar como Dios en su pequeñez, y si tú supieras qué significa un solo acto de amor, una sola obra hecha por Nosotros en ti, tú morirías de alegría, y no te bastaría toda la eternidad para agradecernos por tanto bien. Por eso déjame hacer, hazme hacer lo que quiero de ti, y está segura que quedaremos contentos tú y Yo”.

+ + + +

30-38
Julio 14, 1932

Atmósfera celestial, Jesús se pone en guardia del acto de la criatura; trabajo del uno y del otro. Los actos hechos en la Divina Voluntad miran y abrazan los siglos, y son los cuidadores y los
centinelas de las criaturas.

(1) Estoy siempre ocupada del y en el Querer Divino, en Él hay siempre qué trabajar, pero no es un trabajo que cansa, no, más bien da fuerza, hace crecer la Vida Divina, e inunda de alegría, de paz, se siente una atmósfera celestial dentro y fuera. Pero mientras nadaba en las olas eternas del Divino Querer, mi sumo Bien Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:

(2) “Hija bendita, soy Yo quien forma la atmósfera celestial dentro y fuera de la criatura, porque en cuanto ella entra en mi Querer Divino, Yo me pongo en guardia del acto que va haciendo, y ella forma el terreno con sus actos, y Yo formo la semilla divina para arrojarla en el acto de la criatura. Así que sus actos sirven como tierra, y Yo, Agricultor Celestial, con llenarla con mis semillas, me sirvo de ello para recoger la cosecha de los trabajos que se hacen en mi Voluntad. ¿Ves entonces para qué sirve la continuación de los actos hechos en la Divina Voluntad? Sirven para darme el trabajo y la ocasión de no dejar jamás a la criatura, porque me da siempre qué hacer, y Yo no quiero, ni puedo dejar vacío un terreno tan precioso, formado en mi Voluntad, y expuesto a los rayos vivificantes del Sol Divino. Por eso Ella te llama al trabajo en mi Querer, y tú me llamas a Mí, y ¡oh! cómo es dulce trabajar juntos en mi Fiat, es un trabajo que no cansa; más bien es portador de reposo y de las más bellas conquistas”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, tú debes saber que nuestros actos que hacemos en la criatura contienen tres actos en uno, el acto conservante, el acto que alimenta y el primer acto creador. Con estos tres actos en uno damos la vida perenne a nuestros actos, y la criatura que los posee siente en sí la fuerza creadora, la cual le quita todas las debilidades de la naturaleza humana; el alimentador la tiene siempre ocupada al darle su alimento para impedirle que tome otro alimento, y la preserva de todos los males, este alimento es como el embalsamamiento que impide la corrupción; y el acto conservante reafirma y conserva el bien puro y bello. Estos tres actos nuestros en uno, son como fortalezas inexpugnables que damos a la criatura que hace reinar nuestra Voluntad en ella, que la vuelven de tal manera fortificada, que ninguno la puede dañar”.
(4) Después de esto mi pequeña mente continuaba mi giro en la Divina Voluntad, buscando sus actos para encerrar mis actos en los suyos y hacer de ellos uno solo, y todo esto es el contento de mi largo exilio, poder obrar junto con el Querer Supremo, hacer desaparecer mis actos en los suyos, me siento que tomo como en un puño el Cielo, correr en ellos las bienaventuranzas eternas, de modo que no me siento ni lejana ni extraña de mi amada patria celestial. Entonces, mientras mi mente estaba como llena de pensamientos sobre la Divina Voluntad, mi Sumo Bien Jesús, repitiendo su breve visita me ha dicho:
(5) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, quiero que sepas que por cada acto tuyo en Ella, tantas veces regeneras y creces en modo todo nuevo en nuestro Fiat, así que tú sientes el Cielo, y el Ente Supremo tiene el gran contento de regenerar en el acto de la criatura. Formar nuestra Vida en el acto de ella es nuestra fiesta, nuestros suspiros, unimos todas nuestras estratagemas de amor y recibimos la completa gloria que nos puede dar la criatura. Ahora, tú debes saber que el sacrificio con voces potentes llama a Dios, y el hacer nuestra Voluntad lo hace descender en el alma para hacerlo obrar como el Dios que es”.
(6) Y yo: “Amor mío, a pesar que trato de obrar siempre en tu Querer, y ruego y vuelvo a rogar que venga su reino sobre la tierra, nada se ve todavía”.
(7) Y Jesús: “Hija buena, esto dice nada, porque tú debes saber que las plegarias, los actos hechos en nuestro Querer, en cuanto entran en nuestro acto divino tienen tal potencia que deben llevar a las criaturas el bien que contienen. Ellos se ponen en guardia de los siglos, y los ven con mucho amor, y con paciencia invicta esperan y esperan, y con la luz que poseen llaman a la puerta de los corazones, se hacen luz a las mentes y sin jamás cansarse, porque no están sujetos ni a cansancio, ni a disminuir de potencia, hacen como los vigilantes, los fieles centinelas que no se apartan sino cuando han dado el bien que poseen. Estos actos son los poseedores de mi Querer, y en modo absoluto lo quieren dar a las criaturas, y si una les huye, a otra la toman en la mira; si un siglo no los recibe, ellos no se detienen, ni se marchan, porque les hemos dado los siglos en su poder y forman y formarán nuestro ejército divino en medio a las generaciones humanas para formar el reino de nuestra Voluntad. En estos actos está lo humano coronado por la potencia divina, y dan el derecho a las criaturas de poseer este reino; en estos actos está nuestra Voluntad obrante, y da el derecho a Dios de reinar y dominar con nuestro Fiat

Omnipotente en la criatura; ellos son como anticipo y capital que pagan a Dios por las criaturas, y tienen derecho de dar a las generaciones humanas lo que han pagado, y como sol que ni se retira, ni se cansa jamás de golpear la tierra con su luz para dar los bienes que posee, así ellos, más que soles giran por cada corazón, giran los siglos, están siempre en movimiento, no se dan jamás por vencidos hasta en tanto que no han dado mi Voluntad obrante que poseen, mucho más que saben con certeza que obtendrán el intento y la victoria. Por eso si nada ves, no te preocupes, tú continúa tu vida y tus actos en mi Voluntad, esto es lo más necesario de todo, formar la moneda para pagar por tus hermanos un reino tan santo. Y además, tú debes saber que mi misma Vida pasada sobre la tierra, y mis mismos actos, se encuentran en las mismas condiciones, Yo pagué por todos, y mi Vida y lo que hice está a disposición de todos, y se quieren dar a todos para dar el bien que poseen. Y si bien partí para el Cielo, partí y quedé para girar en los corazones, en los siglos, para dar a todos el bien de mi Redención. Son cerca de veinte siglos, y mi Vida y mis actos continúan girando, pero no todos han sido tomados por las criaturas, tanto, que varias regiones no me reconocen aún, así que mi Vida, la plenitud de mis bienes y de mis actos, no se retiran, corren y giran siempre, abrazan los siglos como uno solo para dar a todos el bien que poseen. Por eso es necesario hacer, pagar, formar el capital, el resto vendrá de por sí. Por eso sé atenta, y tu vuelo en mi Fiat sea continuo”.

Deo Gratias.


1
I. M. I.


Fiat!!!
In Voluntate Dei!


31-1
Julio 24, 1932

Jesús con su palabra genera su santidad, bondad, etc., en la criatura.
Locuras de amor para ponerla a la par y en competencia con Él.

(1) Vida mía dulcísima, Jesús, mi celestial maestro, toma mi pequeña alma en tus manos, y si quieres continúa tus lecciones divinas sobre tu Voluntad, siento la extrema necesidad de ser alimentada por tu palabra, y además, Tú mismo me has acostumbrado así, Tú mismo me has dado esta forma de vida, me has hecho vivir de Ti y de tu dulce palabra. Ciertamente que no me he formado yo este modo de vivir, no, sino Tú, ¡oh, Jesús! tanto, que yo te sentía más a Ti que a mí, y cuando Tú callas me siento despedazar esta vida, y si bien es el más duro de los martirios, sin embargo estoy pronta, si quieres cesar tu decir, diré ¡Fiat!, ¡Fiat!, ¡Fiat! Pero ten piedad de mí y no me dejes sola y abandonada.
(2) Después me sentía toda abandonada en los brazos de la Divina Voluntad, y no suspiraba otra cosa que el Cielo, me parece que no me queda nada más que hacer, sino terminar mi vida en la Divina Voluntad en la tierra para reiniciarla en el Cielo. Y mi Celestial Jesús visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(3) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú te oprimes demasiado y Yo no lo quiero, al estar oprimida en medio de tantos bienes míos, haces ver que pones más atención a ti misma que a los bienes que tu Jesús te ha dado, y con ello haces ver que no has comprendido aún los dones y los bienes que tu Jesús te ha dado. Tú debes saber que cada palabra mía es un don, y por ello encierra un bien grande, porque mi palabra tiene la virtud creadora, comunicativa, formadora, y conforme viene pronunciada por Nosotros, así forma el nuevo bien para dar a la criatura; mira, por cuantas palabras te he dicho y cuantas verdades te he hecho conocer, tantos dones te daba, y tales dones encierran bienes divinos, distintos uno del otro, y el todo está en que sale de Nosotros la palabra, en la cual viene formado el bien que queremos sacar de Nosotros, cuando este bien ha salido, con seguridad tendrá su vida en medio de las criaturas, porque estos dones están animados y formados por nuestra potencia creadora, y conservados dentro de nuestra misma palabra para asegurar el bien que queremos dar, y nuestra palabra moverá cielo y tierra para dar el fruto del bien que posee.
(4) Ahora hija mía, tú debes saber otra sorpresa de nuestro decir, supón que Yo te hablo de mi santidad, esta mi palabra encierra el don de la santidad divina para dar a la criatura, por cuanto a criatura es posible; si hablo de la bondad divina, mi palabra encierra el don de la bondad; si hablo de la Voluntad Divina, encierra el don de nuestra Voluntad; en suma, la cosa que dice nuestra palabra de bello, de bueno, de grande, de santo, ese bien encierra. Ahora escucha una característica de nuestras estratagemas amorosas, es como si no nos contentáramos jamás de formar nuevas invenciones de amor para dar a la criatura. Por tanto, si nuestra palabra dice santidad, es porque queremos dar el don de nuestra santidad divina, a fin de que ella esté a la par con nuestra santidad y pueda estar en competencia con Nosotros, y ¡oh! nuestro contento cuando vemos a nuestra santidad divina obrante en la criatura, y si escuchamos que ella dice: ‘Siento impresa en mí la santidad de mi Creador, cómo me siento feliz al poder amarlo con su misma santidad’. ¡Oh! entonces nuestro amor da en la locura, y se vierte sobre ella, de modo tan exuberante, que llegamos a los excesos; y así si nuestra palabra dice bondad, Voluntad Divina, es porque queremos dar el don de nuestra bondad y Voluntad Divina, a fin de que ella pueda estar a la par con nuestra bondad y Voluntad, y pueda sostener la competencia con el Ente Supremo. Tú no

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

puedes comprender cuál es nuestro contento al ver a la criatura dotada de nuestras cualidades divinas, de las que nuestra palabra es portadora, y como es nuestra costumbre dirigir a una criatura nuestra palabra, pero ella es tan fecunda, potente y llena de luz, que hace como el sol formado por una de nuestras palabras, que con un golpe de luz ilumina a todos y da el bien que la luz posee. Ahora, ¿por qué te oprimes si ves que tu Jesús frecuentemente hace uso de su palabra para agregar dones a dones? Y estos dones no sólo tendrán vida en ti, sino en tantas otras criaturas, porque poseen la fuerza generativa, dan y generan, para dar y generar de nuevo. Nuestra palabra es parto de nuestro seno, por tanto es hija nuestra, y como hijas llevan el bien que han generado en su Padre. Así que en vez de oprimirte, piensa más bien que tu Jesús quiere hacerte nuevas sorpresas con sus palabras divinas, a fin de que te dispongas a recibir tanto bien”.
(5) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y mi dulcísimo Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, cuando el alma se hace dominar, investir, sojuzgar por mi Divina Voluntad, de modo que cada partecita de su ser, tanto en el alma como en el cuerpo, todas poseen mi Voluntad obrante, de modo que la mente la posee animada por su ciencia, la voz la posee hablante, las manos la poseen obrante, los pies poseen sus pasos divinos, el corazón la posee amando, y como sabe amar mi Voluntad, ahora, todo esto unido forma la santidad divina en la criatura, y entonces encontramos todos nuestros derechos en ella, derechos de creación, porque todo es nuestro, encontramos los derechos de nuestra santidad, de nuestras obras, derechos de nuestro Fiat Divino, de nuestra bondad, de nuestro amor, en suma, no hay cosa nuestra que no encontremos en ella como derecho nuestro, y la criatura encuentra en correspondencia sus derechos en su Creador, porque siendo una la Voluntad de ambas partes, los derechos de uno son los derechos del otro. He aquí qué significa vivir en nuestro Querer, recibir nuestra santidad, el amor, la ciencia, nuestra bondad, con derecho, porque no se puede hacer menos que darlas, porque son propiedad suya, como lo son de nuestro Fiat, porque su vida vive ya en Él. Mucho más, que quien vive en mi Voluntad crece siempre en la santidad, en el amor, en nuestra belleza y así de lo demás, este continuo crecer forma en la criatura un acto nuevo para dar a su Creador, Nosotros le damos a ella el acto nuevo que poseemos en naturaleza, y ella nos lo da a Nosotros en virtud de nuestra Voluntad, y ¡oh! el contento de ambas partes, la felicidad que se siente al poder recibir de la criatura, y Nosotros poder dar, dar y recibir mantiene el alimento de la correspondencia, conserva la unión siempre creciente, y es como el soplo que mantiene siempre encendido el fuego y viva la llama del amor, sin peligro de poder apagarse. Por ello siempre adelante en mi Voluntad, y todo irá bien”.

+ + + +

31-2
Agosto 7, 1932

La luz de la Divina Voluntad hace perder la vida a todas las demás cosas, da la frescura divina, y quien vive en Ella es confirmado en el bien y adquiere el derecho de ciudadano del Cielo.

(1) Estoy en los brazos de la Divina Voluntad, si bien bajo el tormento de las privaciones de mi dulcísimo Jesús; sin Él las horas son siglos, los días son interminables, y ¡oh! cómo lloro al no tener su dulce y amable presencia, y siento toda la dureza de mi largo exilio. Pero mientras gimo y suspiro, el Fiat Divino hace correr su luz sobre mi dolor, y calmándolo me hace correr en las olas eternas de sus actos para unir los míos con los suyos, y hacer de ellos uno solo. ¡Ah! me parece que no me da tiempo ni siquiera para dolerme de estar privada de Aquél que tanto me ama y amo, su luz se impone sobre todo, eclipsa y absorbe todo, quiere todo para Sí, no permite perder tiempo, aun sobre las cosas más santas, cual

es la privación de Jesús. Pero mientras nadaba en el mar del dolor, mi querida vida apenas como relámpago que huye, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija buena, ánimo, déjate guiar por la luz de mi Divina Voluntad, la cual te sabrá convertir los dolores, las penas, mis mismas privaciones en paz perenne, y en conquistas divinas. La naturaleza de su luz es eclipsante, corroborante, fortificante, y donde llega su luz, el dolor pierde la fuerza y la vida, y lo cambia en conquistas y en alegrías, porque la fuerza de su luz supera todo, y donde toma su puesto todas las otras cosas pierden la vida; y si delante a la luz de mi Divina Voluntad se sienten otros efectos y deseos, significa que la plenitud de su luz no es plena en el alma, ni reina en ella en modo absoluto; su reino es reino absoluto, no condicionado, por ello tiene el derecho supremo de absorber todo, de hacer perder la vida a todas las otras cosas y de convertir todo en Voluntad Divina. Tú debes saber que cada vez que la criatura hace sus actos en mi Voluntad, un rocío benéfico le cae encima, el cuál le conserva la frescura divina y le da el opio a todo aquello que no pertenece a Ella, y ¡oh! cómo es bello verla siempre fresca en sus actos, fresca en su amor, en su dolor, en espera de recibir su rocío para recibir el opio, para convertirlo en dulce conquista del Querer Divino. La frescura vuelve amable, atrayente, tanto a una persona como a un objeto; las cosas viejas no gustan a nadie, y por eso Yo amo tanto a quien vive en mi Divina Voluntad, porque siento en ella nuestra frescura divina, nuestros suaves perfumes, en suma, es cosa nuestra, y tu Jesús encierra en su corazón divino a esta amada criatura, y la voy formando, creciendo toda de mi Voluntad. Así que esta noble legión de los hijos de mi Querer, será formada en mi corazón santísimo, como tantas reinitas, hijas del gran Rey”.
(3) Después continuando mi estado de opresión por las privaciones de mi dulce Jesús, pensaba entre mí: “Sin embargo, a pesar de que estoy privada de Aquél que es para mí más que mi misma vida, no obstante siento una profunda paz, ni temo nada, ni tengo ningún temor de si es por culpa mía que el Celestial Jesús me priva de Él, ni tengo ningún miedo de que me pudiese perder, no siento ninguna otra cosa en mi pequeña alma, sino un mar plácido, que si bien murmura, pero su murmullo no es otro que, ‘te amo’, y este mi pequeño ‘te amo’ no te pide otra cosa sino que venga el reino de tu Voluntad sobre la tierra, y sin jamás dejar de murmurar, formo mis pequeñas olas, muy frecuentemente, para librarme de mi exilio y tomar el Cielo por asalto para encerrarme en mi patria celestial”.
¡Pero qué, todo es en vano, mis olas caen en mi mar y continúo plácidamente murmurando, ‘te amo, te amo!’ Y pongo al Cielo y a la tierra a pedirte tu Fiat. Pero mientras mi mente pensaba desatinos, mi Sumo Bien Jesús, estrechándome entre sus brazos, todo ternura me ha dicho:
(4) “Mi recién nacida de mi Voluntad, parece que vas buscando cómo turbarte, pero Yo no lo quiero, no quiero las tempestades en el mar de tu alma, sino paz perenne. Los temores, los miedos, las dudas, son las tempestades, y éstas impedirían el continuo murmullo de tu plácido ‘te amo’, que debe correr y murmurar siempre para vencer a tu Creador, a fin de que mande su Querer a descender sobre la tierra para hacerlo reinar.
(5) Ahora, tú debes saber que en quien se hace dominar por mi Voluntad y vive en Ella, los males pierden la vida; el temor de ofenderme, los miedos, las turbaciones, pierden la semilla para renacer, el alma y el cuerpo quedan confirmados en el bien, se encuentra en las condiciones de los bienaventurados, para los cuales el mal no tiene más vida, porque en las regiones celestiales, en mi Voluntad, el mal absolutamente no puede entrar, así que quien vive en Ella, se puede llamar y adquiere el derecho de ciudadano del Cielo, y si se encuentra sobre la tierra, es como un ciudadano extraviado de la patria celestial, en la que lo tiene mi Divina Voluntad para sus grandes designios, y para bien de la miserable humanidad. Pero a pesar de que está sobre la tierra no pierde los derechos de ser ciudadano del Cielo, ni de no vivir con las mismas propiedades de la patria celestial, y si bien se siente como extraviada, pero por derecho debe poseer el Cielo en su alma, para vivir no de tierra, sino de Cielo. ¡Ah! el vivir en mi Voluntad llama el Cielo a la tierra, y su luz escribe sobre su frente, con caracteres imborrables: ‘Amor perenne, paz imperturbable, confirmación de todos los bienes, hija del Ente Supremo’. Por esto siempre en mi Voluntad

te quiero, a fin de que goces las propiedades de tu patria celestial, que son: Amor continuo, suma paz y Voluntad Divina como vida de todos los bienaventurados”.

+ + + +

31-3
Agosto 14, 1932

Quien no vive en la Divina Voluntad, se encuentra en las condiciones de los ociosos ante la luz del sol. Quien vive en Ella posee a la Santísima Trinidad en acto.

(1) Estaba pensando en la Divina Voluntad y cómo quien se hace dominar por Ella, dándole el pleno dominio, todos los derechos son suyos y todo lo que los demás obtienen por piedad, por misericordia, por bondad de Dios, ella lo obtiene por derecho: Por derecho obtiene la santidad, porque Aquélla que la domina es Santa y tiene virtud de transformar alma y cuerpo en santidad, en bondad, en amor, así que todas las victorias, las conquistas, los derechos, son suyos y como dueña toma el Cielo por asalto. ¡Qué gran diferencia entre quien vive en la Divina Voluntad y entre quien vive de voluntad humana! Pero mientras esto pensaba, mi adorable Jesús repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija bendita, la diferencia entre una y otra es grande e incalculable; para quien no vive en mi Voluntad, Ella es como el sol para los ociosos, por cuanto los inviste con su luz y los saetea con su calor, ellos no hacen nada, nada aprenden y nada ganan, y vuelven estéril para ellos la luz del sol, y como están sin hacer nada, se cansan, se aburren de la misma luz y buscan la oscuridad como reposo de su infeliz ociosidad. En cambio para quien trabaja, la luz es obrante: Es luz al ojo para hacerle ver lo que debe hacer, porque por cuanta luz tenga afuera, si su ojo no tiene la vida de la luz, de nada le servirá la luz que la circunda, y si no tiene la luz externa, de nada le aprovechará tener la vida de la luz en su ojo; mi paterna bondad ha puesto tal unión entre la luz externa que puede tener la criatura, y la de su ojo, que una no puede obrar sin la otra; es luz para las manos si quiere obrar, si quiere escribir, si quiere leer, y así de lo demás. Así que la primera parte obrante en la criatura la toma la luz, sin ella, le resultaría sin duda difícil poder hacer algún bien, y poderse ganar un trozo de pan para vivir. Ahora, tal es la luz de mi Voluntad para quien no vive en Ella, Ella inviste y existe para todos, más no es obrante ni dominante en el acto de la criatura, ésta, con toda su luz permanece ociosa, no aprende nada de divino, ni hace ninguna conquista, y las cosas más bellas la cansan y la fastidian. La voluntad que quiere vivir en la mía es como el ojo lleno de luz, que se vuelve capaz de unificarse con la luz de mi Voluntad, que poniéndose de acuerdo entre ellas, hacen y forman trabajos y obras prodigiosas, capaces de hacer maravillar Cielos y tierra. Ve entonces qué significa vivir en mi Voluntad: No estar ocioso, ponerse de acuerdo la pequeña luz del alma con la luz del Fiat eterno, para volverlo obrante en sus actos, y así formar la inseparabilidad entre uno y otro”.
(3) Por eso la multitud de pensamientos sobre la Divina Voluntad continuaba en mi mente, y mi Celestial Jesús ha agregado:
(4) “Hija bendita, mi Voluntad produce la luz en el alma, la luz genera el conocimiento, luz y conocimiento se aman y generan al amor. Así que donde reina mi Voluntad Suprema reina la Trinidad Sacrosanta en acto. Nuestra Divinidad adorable es llevada por naturaleza, en modo irresistible, sin jamás cesar, a generar continuamente, y el primer acto generador lo hacemos en Nosotros mismos. El Padre me genera continuamente, y Yo, su Hijo, me siento generado continuamente en Él, el Padre Celestial me genera y me ama, Yo soy generado y lo amo, y del uno y otro procede el amor. En este acto generativo que no cesa jamás, se encierran todos nuestros conocimientos admirables, nuestros secretos, nuestras felicidades, los tiempos, nuestras disposiciones, nuestra potencia y sabiduría, todo cuanto la eternidad encierra, en un solo acto generador que forma todo el conjunto de nuestro Ser

Divino. Por ello, este nuestro amor recíproco que forma a la Tercera Persona de nuestro Ente Supremo, inseparable de Nosotros, parece que no se contenta con nuestro acto generador en Nosotros, sino que quiere generar fuera de Nosotros mismos, en las almas, y he aquí que la tarea la confiamos a nuestra Voluntad animada por nuestro amor, que descienda en las almas y vaya a formar con su luz nuestra generación divina, pero esto lo puede hacer en quien vive en nuestro Querer, fuera de Él no hay lugar para formar nuestra Vida Divina, nuestra palabra no encontraría el oído para hacerse escuchar, y faltando nuestros conocimientos, el amor no encontraría la sustancia para generar, y he aquí a nuestra Trinidad Santísima desordenada en la criatura. Por eso sólo nuestra Voluntad es la que puede formar nuestra generación divina, por eso sé atenta a escuchar lo que te quiere decir esta luz, para darle el campo a su acto generador”.

+ + + +

31-4
Agosto 21, 1932

Deseo de Jesús y necesidad que siente del “te amo” de la criatura.
Cómo su amor queda frustrado. El amor, sangre del alma.
Anemia que existe en el mundo.

(1) Estaba girando en los actos de la Divina Voluntad, y ¡oh! cómo quisiera dar la correspondencia de mis actos a sus actos, y siendo demasiado pequeña e incapaz de poder hacer actos equivalentes como correspondencia de los suyos, salgo con mi pequeño “te amo”, pero a pesar de que es pequeño, Jesús lo quiere, lo espera para decirme: “La recién nacida de mi Voluntad ha puesto de lo suyo en nuestros actos, así que no están más solos, sino que tienen la compañía de aquélla por causa de la cual fueron creados, y ésta fue, y es, nuestra Voluntad, para dar el campo de acción a la criatura en nuestros mismos actos, para poderle decir: Amamos y obramos dentro de un solo campo”. Pero pensaba entre mí: “¿Qué tiene de especial, este mi pequeño “te amo” que Jesús quiere y tanto ama?” Y mi amado Jesús, todo bondad me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que Yo amo tu ‘te amo’ y estoy siempre en acto de esperarlo, Yo te amo siempre, no ceso jamás de amarte, y si tú haces interrupciones en el amarme, siento que Yo te doy mi amor continuo, y tú no me lo das, y mi amor se siente como robado por ti. En cambio cuando mi ‘te amo’ corre, y el tuyo se hace pronto encontrar para darme y recibir mi ‘te amo’, el mío se siente pagado, y sucede que tu ‘te amo’ no da tiempo al mío, y el mío no da tiempo al tuyo, se da una carrera, una competencia de amor entre Creador y criatura. Mucho más, cuando veo que estás por decirme ‘te amo’, mi Voluntad inviste tu ‘te amo’ para hacerlo de pequeño grande, y Yo encuentro mi amor en el tuyo, ¿cómo no debo amarlo y quererlo? Hija, son mis acostumbradas estratagemas, mis industrias, que doy para recibir, éste es mi comercio, amo, doy amor para recibir amor, y cuando no soy amado mi comercio fracasa, y como mi pasión es el amor, no me canso, ni me retracto, vuelvo a empezar, repito, repito las industrias, abundo de estratagemas y de ternuras para rehacerme de mi amor frustrado en la criatura. ¡Oh! si supieras cómo queda herido y doliente mi corazón cuando Yo digo ‘te amo’ y ella no escucha la llamada que le hace el mío para tener el suyo. Además de esto, tú debes saber que el amor es la sangre del alma, como mi Voluntad es la vida, y así como en el orden natural la vida no puede funcionar sin la sangre, y la sangre no puede circular si no tiene una vida, y según la abundancia de la sangre así goza de salud, así en el orden sobrenatural, el alma, mi Divina Voluntad, no puede funcionar sin la sangre del amor, cuanto más amor tanto más se sentirá fuerte, robusta, activa en el obrar, de otro modo sufrirá de anemia y podrá terminar en tisis, así que cuando no hay la sangre suficiente del amor, mi misma Voluntad por cuanto es vida, se vuelve enferma en el alma e inoperante, porque le falta la sangre del amor para funcionar; todas las virtudes se vuelven anémicas, y

en vez de paciencia, de fortaleza, de santidad, se verán todas descoloridas estas virtudes, cambiándose en defectos. Por esto hay mucha anemia en el mundo, porque falta la sangre pura de mi amor, y como consecuencia van al encuentro de una tisis terrible, que los lleva a la ruina del alma y del cuerpo. He aquí porque amo tanto tu ‘te amo’, y lo quiero en todos mis actos, en todas las cosas creadas, en cada acto de criatura, para poder formar mucha sangre como antídoto y remedio para la anemia que existe, y esto será preparativo al reino de mi Voluntad. Por ello siento la necesidad de tu amor, es verdad que es pequeño, pero Yo no veo si es pequeño o grande, más bien miro si ha sido hecho en la potencia de mi Voluntad, ya que los actos más pequeños me los hace grandes y los inviste de tal belleza de sentirme raptado. Por tanto te baste saber que lo quiero, me agrada, me vuelve feliz, para hacerlo, si es pequeño o grande es mi problema, y este tu ‘te amo’ lo quiero en el latido de tu corazón, en el aire que respiras, en el cielo, en el sol, en suma, en todo. ¡Oh! cómo quisiera ver que tu ‘te amo’ inviste Cielo y tierra, criaturas y Creador”.

+ + + +

31-5
Agosto 28, 1932

Alternativas Divinas, trabajo y reposo. Cómo Dios toma a la criatura siempre por vías de amor. Amor universal y amor especial.

(1) Mi pequeña mente continúa perdiéndose en el Querer Divino, me parece que no sé estar si no me arrojo en sus olas para encontrar en acto lo que ha hecho por amor nuestro, pero en medio de tanta inmensidad de amor, mi corazón tenía sus gemidos dolorosos por las privaciones de mi dulce Jesús, su silencio profundo; siento que en mi alma, si bien hay un aire puro, un cielo tersísimo cubierto de centellantes estrellas de todos los colores, un sol fulgidísimo, que con su luz golpea continuamente sobre mi pequeñez, para hacer que todo fuese en mí Voluntad Divina, todo es paz y serenidad, no hay ni siquiera un ligero soplo de viento que pueda hacer ruido, más todo esto es efecto y propiedad del Fiat eterno, sin embargo decía entre mí: “Me parece que me falta el Rey, me falta Aquél que con un amor que no sé describir, todo ha obrado y ordenado en mí, y faltándome Él me siento sola; pero dime, ¿por qué me has dejado? ¿Por qué no hablas?” Y mi querido Jesús haciéndose herir por mis gemidos y sosteniéndome en sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te maravilles, es mi costumbre, que después del trabajo quiero encontrar descanso en mi mismo trabajo, en medio de mis mismas obras, que más que suave lecho se prestan en acto de adoración profunda y en mudo silencio a darme reposo; el reposo después del trabajo es la recompensa del trabajo, es el gusto y contento que sabe dar el sacrificio. ¿No hice lo mismo con la Creación? Primero la creé con mi Fiat, porque nuestra palabra es obra, es paso, es todo, y después, todo ordenado y realizado, encontré el más bello y dulce reposo; éstas son las alternativas de nuestro Ser Supremo, trabajo y descanso, el trabajo nos llama al descanso, y el descanso nos llama al trabajo. Entonces, ¿no quieres tú que descanse en tu alma? Todo lo que ves en ti no es otra cosa que trabajo de tu Jesús, cada palabra que te decía era un trabajo que Yo hacía, y de dentro de mi palabra formaba la nueva creación en ti, más bella que la misma Creación, porque aquélla debía servir a los cuerpos, ésta debía servir a las almas para darles la Vida de mi Voluntad. Si no hiciera la alternancia de trabajo y reposo, sería señal de que no me has dado la libertad de obrar con mi fuerza creadora mi trabajo en tu alma, por tanto habría continuado mi trabajo hasta que obtuviese mi fin, para después descansar. Yo, si no termino, no descanso, y si después del descanso vuelvo al trabajo, es porque tomo nuevos trabajos, no quieres tú que me repose bajo este cielo tan sereno, estas estrellas y sol que me llueven encima como dulces refrigerios, que haciéndome los más bellos arrullos me invitan al descanso y en mudo silencio me dicen: ‘¡Cómo son bellas tus obras, tu Voluntad obrante, tu potencia creadora que nos ha dado la vida! Somos obras tuyas, descansa en

nosotras y nosotras formaremos tu gloria, tu adoración perenne’. Ante palabras tan dulces tomo reposo, y al mismo tiempo vigilo y conservo mi trabajo, y preparo otros trabajos para hacer; y si supieras cuál es el primer trabajo que realizo después del descanso; abro mi trabajo con decirle a la criatura un dulce ‘te amo’ mío, quiero iniciar mi trabajo con mi amor, a fin de que la criatura sintiéndose herir y raptar por la fuerza irresistible de mi amor, me deja hacer y me da el campo de acción en su alma; y Yo la tomo siempre, inicio mis trabajos, pido sacrificios por vía y fuerza de amor, mi amor la felicita, la inviste, la absorbe, la embriaga, y de frente a mi amor, ebria como está me hace hacer lo que quiero y llega a sacrificarme la propia vida, porque un ‘te amo’ mío saliendo del fondo de mi Divinidad, que contiene la inmensidad que se encuentra por todas partes, la infinitud que no termina jamás, la potencia que todo puede, la sabiduría que dispone todo, todo lo que existe siente la fuerza de mi ‘te amo’, y todos lo dicen junto Conmigo: Se lo dice el Cielo con toda la corte celestial, lo dicen las estrellas y su centellear se cambia en ‘te amo’. El sol, el viento, el aire, el agua, le dicen ‘te amo’, porque habiéndolo dicho Yo, mi ‘te amo’ ha resonado en todo y en todas partes, y todos lo dicen junto Conmigo, y la criatura se siente bajo la lluvia de un ‘te amo’ inmenso, y sintiéndose ahogada por mi amor me deja hacer, se queda sin aliento, y se presta para hacerme cumplir mis obras más bellas; y si bien también ella siente la necesidad de decirme ‘te amo’, pero ve que el suyo es demasiado pequeño de frente al mío, porque no tiene las armas de la inmensidad, potencia e infinitud, sin embargo no quiere quedarse atrás, y utiliza la industria de decirlo en la potencia de mi Voluntad, y
¡oh! cuánto me agrada, y me es un incentivo no sólo al trabajo, sino a repetirle un ‘te amo’ mío directo y especial, porque es verdad que amo a todos, mi amor no cesa nunca para nadie, pero cuando quiero hacer trabajos especiales, nuevas obras, proyectos diferentes, no me contento con mi amor general, sino que agrego un amor especial y distinto, que mientras sirve para atraer a la criatura, sirve como materia, como terreno donde formar mi trabajo y extender mis obras. Por eso déjame hacer, Yo sé cuándo es necesario el trabajo, la palabra, el silencio y el reposo”.

+ + + +

31-6
Septiembre 4, 1932

La correspondencia, necesidad del amor divino. La Divina Voluntad obrante, continuación de la Creación.

(1) Estoy siempre en el mar del Querer Divino, el cual me hace presente toda la Creación. Qué teatro inmenso, en el cual hay escenas tan conmovedoras, que a claras voces revelan el gran amor de Dios hacia las criaturas, y que raptan el corazón a amarlo. Y pensaba en la gran ingratitud humana, pues la criatura no se deja raptar para amarlo. Y mi dulce Jesús sorprendiéndome, con su corazón lleno de amor, me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, la Creación fue hecha por nuestro Ente Supremo para dar amor, y para recibir la correspondencia del amor de las criaturas. No hay cosa creada por Nosotros en la que no haya sido esta nuestra finalidad, hacerla para recibir en ella la correspondencia, de otra manera nuestras obras no habrían sido obras comunicativas, fructíferas, alimentadoras y llenas de vida para hacer feliz al hombre, habrían sido como obras pintadas, que a lo más cautivan la vista, pero que no harían bien a nadie. En cambio con querer la correspondencia, Nosotros poníamos en marcha la comunicación de la luz para darles la vida de la luz, el aire para darles la vida de la respiración, el agua, el alimento, el fuego para darles la vida y el bien que ellos poseen, y así de todo lo demás,
¡cuántos actos de vida poníamos en torno a la criatura para hacer crecer, alimentar y sostener su vida! Ahora, querer su correspondencia era una necesidad de nuestro amor, las obras sin correspondencia son obras sin cortejo, que no son apreciadas, y aunque se sirvan de ellas quedan obras aisladas, como si no fuesen agradecidas; la correspondencia

no toma la obra sólo para servirse de ella, sino que entra dentro de ella para reconocer a Aquél que por amor suyo la ha creado; la correspondencia da vida a la gratitud, al agradecimiento, se puede decir que la correspondencia mantiene la conversación, la amistad, la correspondencia entre el donador y entre quien recibe el don, de otra forma todo queda despedazado.
(3) Ahora escucha hija mía otro arrebato de nuestro intenso amor hacia el hombre. Para tener esta correspondencia, al crearlo poníamos en él nuestra Voluntad obrante unida con la suya, a fin de que así como nuestra Voluntad en la obra de la Creación hizo tantas obras por amor suyo, así en su alma, poseyendo nuestra Voluntad Divina, en virtud de Ella pudiese tener igual fuerza y poder para darnos la correspondencia por Nosotros querida. Nuestro Fiat obrante en la Creación y obrante en la criatura, debía poner en juego al humano querer para servirse de todos sus actos, pequeños y grandes para formar la justa correspondencia de todas sus obras que había hecho en la Creación, mucho más que sabía el número, la variedad, la belleza, el peso de todas sus obras; en la criatura obrante no debía hacer menos que obrar con la misma multiplicidad, suntuosidad y belleza de lo que había obrado en el universo, y así corresponderse Él mismo de sus obras externas, y sus obras internas hechas en el fondo del alma. La Voluntad Divina debía servirse de la voluntad humana como materia en sus manos, para continuar su Creación. He aquí por qué el hombre con rechazar nuestra Voluntad hizo cesar su Vida obrante en sus actos, de los cuales podía servirse para continuar su creación en ellos, y transformarlos en cielos, en estrellas, en soles, en mares, etc., obstaculizó nuestra obra, la detuvo, arruinó nuestras dulces armonías, las queridas correspondencias que sólo en virtud de nuestro Querer podían existir; todo podíamos hacer en él si nuestra Voluntad tuviera su Vida obrante en él. He aquí por qué nuestra urgencia, nuestros suspiros, las insistencias, nuestros dolores, para que la tierra humana pudiese volverse nuestro campo de acción, en el cual nuestro Querer tuviese plena libertad de hacer lo que quiere. Y no creas que sólo el Ente Supremo quiere la correspondencia en sus obras, también la criatura, la primera finalidad en sus obras es la correspondencia, si hay esto, o al menos lo espera, tiene manos y pies para moverse, boca para hablar, fuerza para sacrificarse, tiempo para obrar, pero si no hay correspondencia, le parece que no tiene ni manos, ni pies, ni boca, ni fuerza, ni tiempo, se siente que la vida muere para aquella obra. Parece que la correspondencia sea nada, más no es verdad, más bien es el principio y la vida de cada obra, por eso la correspondencia es una necesidad de mi amor, y me hace continuar la obra de la Creación”.
(4) Después de esto, continuaba mi abandono en el Fiat Divino, y una multitud de pensamientos, dudas y dificultades surgían en mi mente. Y mi Celestial Maestro ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Voluntad tiene virtud de hacer la concentración de todo el ser humano en un solo acto. Si obra con su virtud unitiva concentra en ella los pensamientos, el corazón, los pasos, y todo, de modo que la criatura siente que no es sólo la obra, sino todo su ser investido por su fuerza obrante, que siente el imperio de mi Voluntad obrante, y entre todos hacen una sola cosa. Esta fuerza unitiva vuelve dominante y ordenada a la criatura, porque la primera dote que sabe dar mi Fiat es el dominio de sí mismo y el orden, y entonces toma su dominio divino y se convierte en materia moldeable en sus manos, que se presta a sus obras maravillosas. En cambio sin mi Voluntad, la criatura no posee la fuerza unitiva en sus actos, y por tanto se ve toda dispersa y sin orden, y se ve como materia dura que no cede a las formas que nuestro Querer le quiere dar”.

+ + + +

31-7
Septiembre 8, 1932

Prodigio del nacimiento de la Reina del Cielo. Vías de comunicación entre Creador y criatura. Quién forma la nobleza.


(1) Mi pequeña mente hace siempre sus giros dentro y fuera del Querer Divino, y por cuanto giro a su alrededor no me canso jamás, siento una fuerza misteriosa que alentándome no me dice basta, sino dice: “Corre, busca sus actos, ámalos, adóralos, bésalos, y transforma los tuyos en los suyos, y forma toda tu vida de Voluntad Divina”. Y si no sé decir nada, en mis correrías y giros digo mi pequeño estribillo, “te amo, te adoro, te bendigo, oh, Voluntad adorable en todas tus obras.” Y siendo hoy la natividad de la Reina del Cielo, me he detenido a pensar en el gran portento de su nacimiento, del cual parecía que Cielos y tierra estaban pendientes para adorar este prodigio divino. Y mi sumo bien Jesús, con amor y ternura indecibles me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Voluntad, el nacimiento de mi Mamá Celestial encierra todas las maravillas, todos los prodigios juntos, ¿pero sabes por qué? No nacía Ella sola, la Pura, la Santa, la Bella, la Inmaculada, no, no, sino que junto con la Celestial niñita nacía en Ella mi Voluntad Divina, concebida ya y encerrada en Ella para formar su Vida obrante y creciente en la graciosa niña. Encerrarse mi Voluntad para nacer junto, servirse del órgano de la Celestial criatura para obrar y formar su Vida Divina, esto fue un prodigio que sólo el eterno amor, la Divina sabiduría y potencia podían obrar, no era solamente la vida que se daba, ni el sólo don de librarla de la mancha de origen, esto habría sido nada para nuestra potencia, lo que hizo maravillar y que llamó la atención de todos, era mi Voluntad que nacía junto con Ella en el mundo, tanto que Cielos y tierra quedaron conmocionados, se pusieron atentos, sentían una fuerza misteriosa, la misma fuerza que los dominaba y conservaba toda la Creación, era nuestra misma Voluntad que movía todo y se ponía a Sí misma y a toda la Creación al servicio y disposición de esta recién nacida niñita. Así que este nacer de mi Voluntad junto con Ella, fue el origen que llamó a todos los demás prodigios a concentrarse en Ella. Donde reina mi Fiat no hay bien que no encierre, ni prodigio que no realice, quiere hacer desahogo de su amor y potencia con el formar su Vida obrante y poner de lo suyo por cuanto a criatura es posible contener. Por ello admira y agradece a nuestro Ser Supremo, que llega a tanto amor hacia esta recién nacida niña, de hacer renacer en Ella nuestra Voluntad no nacida, que no tiene ni principio ni fin, ni límites en sus confines”.
(3) Después seguía el obrar de la Divina Voluntad en todas las cosas creadas, y mi amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, las cosas creadas fueron hechas por Nosotros para formar muchos caminos, para hacer que el hombre se pudiese servir de ellos para venir a Nosotros, porque los dejamos todos abiertos a fin de que cuando quisiere venir no tuviese necesidad ni de tocar, ni de abrir para venir a Nosotros. Era nuestro hijo, era justo y razonable que tuviese todos los caminos abiertos para ir a su Padre Celestial, y entretenerse juntos para amarlo y ser amado, y como hijo pedirle gracias y favores, ¿pero sabes qué hizo el ingrato hijo? Él mismo cerró los caminos, formó las barreras y con el pecado formó las puertas, cerrando las correspondencias con quien le había dado la vida. Ahora, ¿quieres tú saber quién vuelve a abrir las puertas, a quemar las barreras? Quien me ama y vive en mi Divina Voluntad; el amor y mi Fiat son fuerzas potentes que queman y quitan todo, y abren todos los caminos para poner de nuevo al hijo lejano en los brazos de su Padre Celestial.
(5) Ahora, tú debes saber que todas las virtudes, las obras buenas, el amor, el hacer mi Divina Voluntad, forman la nobleza del hombre, pero la sustancia de esta nobleza es la riqueza de mi Gracia, todo el bien viene fundado sobre Ella, del que se hace fuente y conservadora de todo el bien que se puede hacer, de otro modo se puede decir noble de origen, como lo es el hombre, pero como le falta la riqueza se encuentra casi por necesidad haciendo actos indignos de su nobleza; de hecho, si uno es noble y no es rico, no puede vestir como noble, ni vivir en palacios, así que su nobleza se reduce al solo recuerdo de que era noble; así quien no posee la riqueza de mi Gracia, todo el bien se reduce a escuálidas virtudes, que muy frecuentemente hacen ver que no es rico de paciencia, de oración, de caridad, y así de lo demás. Ahora, el bien forma la nobleza, la riqueza de mi Gracia la conserva, mi Voluntad forma al Rey que domina y con maestría divina regula y ordena todo”.


+ + + +

31-8
Septiembre 18, 1932

La página escrita en la Divina Voluntad, historia de la criatura. Dios no nos quiere siervos, sino príncipes de su reino. El amor Divino en busca de todas las criaturas para amarlas.

(1) Mi abandono continúa en el Querer Divino, me siento esconder por sus olas eternas, en las cuales todo esconde, nada se le escapa de su inmensidad, así que quien quiere encontrar todo, abrazar todo, escuchar la historia de todos, debe entrar en este mar del Fiat Supremo. Pero mientras mi mente se perdía en Él, mi dulce Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija bendita, mi Voluntad encierra todo, mejor dicho, para cada criatura tiene su página escrita del cómo se debe desarrollar su historia y formar su vida, y esta página escrita fue ‘ab eterno’ escrita en la luz de nuestra Voluntad, así que la vida de cada criatura, en el tiempo tuvo su principio, pero en nuestro Ente Supremo no tuvo principio, y fue amada por Nosotros con amor sin principio y sin fin. Así que la Creación toda no existía aún, y Nosotros ya la amábamos, porque ya estaba dentro de Nosotros, teníamos encerrado dentro del sagrario de nuestra Divinidad el gran parto de todas las criaturas, veíamos en cada una de ellas nuestra página escrita, sus vicisitudes, su pequeña historia, y según lo que estaba escrito, lo más o menos que debía ser cumplida y glorificada nuestra Voluntad Santísima, así más intensamente la amábamos. Tú no existías, pero nuestra Voluntad te encerraba, y Nosotros amándote te dábamos el lugar, el descanso sobre nuestras rodillas paternas, te dábamos las diversas lecciones sobre nuestro Fiat, y ¡oh! cuánto gusto nos daba el verte escuchar y escribir en tu alma, como copiando, lo que estaba escrito en nuestra página eterna, porque tú debes saber que lo que queremos que la criatura haga de nuestra Voluntad, primero viene hecho por Nosotros, formado por Nosotros en nuestro mismo Querer, y después, desbordándose de Nosotros quiere hacerlo y formarlo en la criatura, haciendo de ella su campo de acción divina. Es tanto nuestro amor, que no queremos que ella haga otra cosa, sino lo que hemos hecho Nosotros, dándole el modelo de nuestro acto, a fin de que lo copie, y cuántas ayudas, asistencia no damos mientras hace la copia, dándole nuestra misma Voluntad como acto suyo, como materia prima, a fin de que la copia resulte según nuestro designio. Ahora, quien hace su voluntad, cada uno de sus actos no hacen otra cosa que arruinar nuestro proyecto, hacer tachaduras sobre nuestra página escrita, cada palabra nuestra escrita contenía un amor especial y eterno, contenía el desarrollo de su vida según nuestra semejanza, en la que debía encerrar su historia de amor y de cumplimiento de su Voluntad Divina hacia su Creador. El querer humano no hace otra cosa que desfigurar esta página, alterar nuestra semejanza, y en lugar de formar la copia de nuestra página escrita con tanto amor para ella, se ha formado su página escrita con notas de dolor, de confusión y con una historia tan vil y baja, que los siglos no la recordarán, y el Eterno no encontrará en ella el eco de la historia escrita en su página, en la cual debía ser ensalzada su historia divina en la criatura.
(3) Hija mía, hay un conocimiento equivocado en el bajo mundo, y creen que la criatura puede vivir como apartada de Nosotros, ¡qué equivocación! ¡Qué equivocación! Toda la Creación no es otra cosa que una herencia salida de Nosotros, por tanto es nuestra, nos pertenece, tanto, que si bien la hemos puesto fuera, pero la hemos dejado inseparable de Nosotros, y queremos el honor, la gloria de nuestra herencia, y que las criaturas no sean viles siervos nuestros, sino hijos y como tantos príncipes de nuestro reino, y este principado le venía dado de la inseparabilidad de nuestra Voluntad, tanto que la criatura no puede hacerse a un lado de ella, ni puede vivir, ni separarse, ni siquiera en el mismo infierno, a lo más, quién la tiene obrante y quién la tiene conservadora de su ser sin darle la

oportunidad de hacerla obrar el bien. Vivir sin mi Voluntad sería como el vivir el cuerpo sin el alma, cosa que sería imposible, y se ve que cuando un miembro es amputado del cuerpo no tiene movimiento, pierde el calor y se pudre porque falta el alma, así sería si faltase mi Voluntad, todo se reduciría a la nada.
(4) Ahora, el vivir en mi Voluntad es exactamente esto, sentirse correr en todo el ser, en todos los actos, la luz, la fuerza divina, la Vida de mi Voluntad, porque donde no esta su Vida obrante, aquel acto permanece sin Vida, sin Calor, sin fuerza y luz divina, está como muerto para el bien, y cuando no tiene el bien adentro, se forma el mal y termina por pudrirse. ¡Oh! si la criatura se pudiese ver sin la Vida obrante de mi Querer, se vería tan deforme, que ella misma tendría horror a verse, por ello déjate llevar siempre por las olas eternas de mi Querer, en el cual encontrarás tu página escrita, tu historia tejida con tanto amor sobre ti, y así no te hará más impresión lo que de ti hemos dispuesto, encontrarás todo como cosas que te pertenecen y que por necesidad absoluta deben formar tu vida, llenar tu historia y satisfacer a nuestra necesidad de amor, que ‘ab eterno’ queríamos hacer conocer nuestra Voluntad. Sé fiel y no obstaculices nuestro amor, danos la libertad de realizar nuestros admirables designios formados sobre ti”.
(5) Después de esto continuaba mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija buena, quien hace y vive en mi Querer se eleva en la unidad de mi Voluntad, y desciende con Ella en todas las cosas para darnos su amor en cada una de ellas, en todas las criaturas y actos de ellas”.
(7) Y yo: “Amor mío, por cuanto hago por amarte en todas las criaturas y en todos sus actos, queriéndolos cubrir todos con mi amor, a fin de que Tú no recibas sino amor de todos, no obstante veo que no todos te aman, esto es un dolor para mí, porque pienso que mi amor no tiene fuerza vital, y por ello no sé hacerte amar por todos”.
(8) Y Jesús: “Hija mía, es la fuerza de la unidad de mi Querer que te arroja sobre todos y sobre todo, para amar en todo y darme la correspondencia del amor de todos, y si no me aman, no puedo decir que el tuyo no lo recibo, más bien en tu amor oigo las notas del amor que todos me deberían dar, y ¡oh, cómo estoy contento! Tú debes saber que éste es nuestro oficio divino: De la altura de nuestro único y solo acto que jamás interrumpimos, desciende nuestra luz, amor, potencia y bondad, y va buscando todos los actos, los latidos, los pasos, las palabras, los pensamientos, para plasmarlos, investirlos, sellarlos con nuestro amor; sentimos la irresistible necesidad de amor de ir en busca de todo y de todos, y no nos dejamos escapar nada, ni siquiera un latido, si no le damos un ‘te amo’ nuestro, sin embargo no nos aman, más bien hay quien escapa de la lluvia de nuestro amor, pero con todo esto continuamos, no nos detenemos, porque nuestra naturaleza divina es amor y debe amar, y sentimos el contento, la felicidad que nuestro amor nos da con el amar, que tiene virtud de amar a todos, de extenderse a todos y dondequiera; no habría plena felicidad en Nosotros si nuestro amor sufriera de impotencia de poder amar todo, o bien detenerse si no se viese correspondido. Así tú, continúa amándonos por todos, y a arrollar a todos en nuestro amor, y a pesar de que no obtengas todo tu intento, oirás las notas de nuestro amor felicitante, porque quieres amarnos por todos”.

+ + + +

31-9
Septiembre 25, 1932

La Divina Voluntad llama la Vida de nuestro Señor en el alma, el abandono llama sus obras. Derecho que da la Divina Voluntad a quien vive en Ella.

(1) Estoy siempre en los brazos del Querer Divino, como una pequeña niña que quiere ser arrullada en los brazos de la mamá para tomar su dulce sueño, y si la mamá no la

arrulla, la pobre pequeña no se siente segura, se oprime y llora, e implora los brazos de la madre como lecho y reposo, y sólo se tranquiliza cuando obtiene el intento. Tal soy yo, soy la pequeña niña recién nacida apenas, y siento la gran necesidad, para estar segura, de los brazos del Fiat para ser arrullada y defendida, y siendo inexperta en su mar divino, porque soy apenas recién nacida, siento la necesidad de ser guiada e instruida de lo que debo hacer en su misma Voluntad. Y como me sentía oprimida por las privaciones de mi dulce Jesús, y por otros incidentes que me han sucedido, mi sumo bien Jesús, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña recién nacida de mi Querer, ven entre mis brazos, tú tienes razón que sólo en mis brazos puedes estar segura, no hay peligros en mi Voluntad, que más que mamá te tiene estrechada a su seno, te alimenta con su luz y con su amor; en Ella no hay opresiones, ni tristeza, ni temor, éstas son cosas fuera de mi Voluntad, no dentro de Ella, donde no hay otra cosa que paz, alegría, actitud continua, hay tanto qué hacer, que el alma no encuentra ni tiempo, ni lugar para oprimirse, y además, la opresión es falta de abandono total en mis brazos, el abandono produce el dulce sueño, y en el mismo sueño sueña con Aquél que ama y que la ama tanto que la tiene estrechada a su seno; en cambio la opresión, el temor, produce la vigilia y la criatura se vuelve toda ojos para mirarse a sí misma, no a Aquél que ama y es todo ojos para ella. Tú debes saber que el hacer y el vivir en mi Voluntad, llama mi Vida a formarse en ti, y el abandono total en Mí, llama a mis obras, y quien no vive abandonada obstaculiza en ella mi Vida y mis obras, y Yo me sentiría mal si no pudiese desarrollar lo que quiero hacer en la criatura. Por ello abandónate totalmente en Mí, y Yo pensaré en todo”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en la Creación para poner en ella mi correspondencia de amor por todo lo que ha creado y conserva sólo por puro amor, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la gran mole del mundo unida a la gran mole Divina gira continuamente, animada por nuestro movimiento incesante, nos gira alrededor para volver a darnos la gloria, el honor, el amor, con el cual la sacamos fuera de Nosotros. Así que estamos en medio a nuestras obras que mientras nos giran, alaban con voces secretas y arcanas nuestro Ser Supremo. Por lo cual Nosotros sentimos en las cosas creadas nuestra Vida esparcida en ellas, sentimos volver a darnos el latido de nuestro amor, la profundidad de nuestra adoración, el cortejo de nuestra gloria, la aureola de nuestra fúlgida belleza, la vida de nuestra luz. Ahora, quien gira en nuestras obras se une para darnos todo lo que nos da toda la Creación, mi Divina Voluntad le da el lugar en todas las cosas creadas para hacer que lo que hacen ellas, lo haga también ella, y sucede que conforme gira, así toma más amor, más luz de conocimiento, se embellece de más, es un encanto el ver que conforme gira toma en sí la Vida de su Creador y la copia, y mi Fiat Divino le da el derecho de tener su puesto de honor en sus obras. Quien vive en nuestra Voluntad es inseparable de Nosotros, y desde la más grande hasta la más pequeña obra por Nosotros creada, su fuerza creadora y unitiva la une con todo, con vínculo indisoluble y perenne”.

+ + + +

31-10
Octubre 9, 1932

Dios creó al hombre en un éxtasis de amor. La Creación, ajuar del hombre. El dulce sonido de la campanilla, éxtasis recíproco del Creador y de la criatura. Prodigio de la Concepción de la Virgen.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y cuanto más me abandono, tanto más siento su fuerza que me fortifica, su Vida que anima la mía, su luz que me conforta, me ilumina y haciéndose reveladora me revela a Aquél en cuyos brazos estoy toda abandonada, y con atracción potente me hace girar en sus obras, ama y quiere que su pequeña hija sea

espectadora de lo que ha hecho por amor de las criaturas. Ahora, mientras giraba, mi divino y soberano Jesús, deteniéndome en el acto de la creación del hombre me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué dulce recuerdo la creación del hombre, él fue creado en un éxtasis de nuestro amor; fue tanto nuestro amor, que quedamos raptados delante a nuestra misma obra que sacábamos a la luz; nos raptaba la belleza con que lo habíamos investido, nos raptaba la santidad con que lo habíamos llenado, nos raptaba la forma, la armonía con que lo habíamos formado, sus prerrogativas, cada una de sus cualidades era un éxtasis de amor que sentíamos y que nos raptaba a amarlo; así que nuestro amor quedó sacudido, sojuzgado, y poniéndonos en éxtasis, hacía surgir en Nosotros el amor obrante e imperecedero hacia el hombre, y en este éxtasis de amor, raptados como estábamos, no nos ocupábamos de nada, no se ponían límites, desahogábamos tanto en el amarlo y en enriquecerlo de todos los bienes, que no le dejamos ningún vacío, a fin de que su amor fuese pleno para Nosotros, y así nos pudiera raptar para amarlo continuamente; por eso el sólo recuerdo de como fue creado el hombre, nos repite nuestro éxtasis amoroso hacia él. Ahora, quien gira en nuestra Voluntad, en cuanto encuentra nuestras obras, que fueron como preparativo para después crear al hombre, toca la campana para llamar a todas las criaturas a reconocer este amor de Dios hacia el hombre, y su dulce sonido llama nuestra atención, reaviva nuestro amor, y hace surgir en Nosotros nuestro éxtasis de amor hacia él. Éxtasis significa volcarse totalmente sobre quien se ama, y quien viene en nuestra Voluntad, tiene la fuerza de hacernos sufrir nuestro éxtasis de amor a fin de que nos volquemos en ella, y Nosotros ponemos con nuestra potencia a la criatura en éxtasis para Nosotros, a fin de que nada le quede, y toda se vuelque en nuestro Ser Supremo. Acontece un volcarse recíproco, el uno en el otro, por ello no hay cosa que nos guste más, que ver a la criatura en aquella misma Voluntad en la que fue creado. Contemplar nuestras obras, conocerlas, sentir los latidos de nuestro amor que cada cosa creada posee, era el ajuar que preparábamos y dábamos al hombre al crear tantas cosas y toda la Creación. Ahora, ¿quién recibe la vida del bien que las cosas creadas contienen? Quien hace uso de este ajuar tan espléndido, y con derecho; quien las conoce, y conociéndolas encuentra nuestro amor palpitante, nuestra Voluntad obrante, y las ama y ama en ellas a aquel Ente Supremo que tanto la ama. Por eso sé atenta y constante en el girar en nuestras obras, a fin de que nos demos la mano en el amarnos, nos pongamos mutuamente en éxtasis, y con provecho harás uso del gran ajuar que con tanto amor te ha dado tu Creador”.
(3) Después, mi pequeña mente se extendía en los actos hechos por la Divina Voluntad, y pasando de un acto al otro, llegué a la Concepción de la Virgen Santísima. ¡Oh Dios! Los Cielos quedan mudos ante este acto cumplido de la Divina Voluntad; los ángeles parecen tartamudos, y por cuanto dicen, parece que no saben decir todo sobre este prodigio tan grande. ¡Ah! sólo Dios puede hablar de él, porque es el autor del prodigio que obró en esta Concepción. Y mientras yo permanecía maravillada, mi amable Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(4) “Hija mía, la Concepción de la Virgen Inmaculada fue un acto nuevo de nuestra Voluntad, nuevo en el modo, nuevo en el tiempo, nuevo en la gracia; en Ella fue renovada toda la Creación. En nuestra Omnividencia e inmensidad llamamos a todas las criaturas, todos sus actos buenos presentes, pasados y futuros como si fuesen uno solo, a fin de que sobre todos y sobre todo fuese formada esta Concepción, para dar el derecho a todos, y darles el derecho no con las palabras, sino con los hechos sobre todo. Cuando nuestra Voluntad hace un acto que debe servir al bien universal de todos, no hace a ninguno a un lado, y haciendo uso de su Omnipotencia reúne todo junto, criaturas y sus actos, fuera del pecado, porque el mal no entra en nuestros actos, y cumple el acto que quiere hacer. Mira, tus actos también contribuyeron, pusiste tu parte, por ello con derecho eres su hija, y la Virgen Reina con derecho es tu Mamá. ¿Pero sabes por qué tenemos este modo de sacar a la luz a esta Santa Criatura? Para renovar a toda la Creación, para amarla con nuevo amor y para poner al seguro a todos y todo bajo las alas de esta Criatura y Madre Celestial. Nuestras obras no las hacemos jamás aisladas, sino que partimos siempre de nuestro acto único y solo, y mientras es único une todo y hace todo como si fuese uno solo. Es esta

nuestra Omnipotencia, nuestra fuerza creadora, en un solo acto hacer todo, encontrar todo, y hacer bien a todos”.

+ + + +

31-11
Octubre 16, 1932

La Divina Voluntad, de todos los siglos forma uno solo. Ella simplifica, forma el vacío, y forma la Naturaleza Divina y su camino en la voluntad humana.

(1) El Querer Divino va tejiendo siempre en mi alma su Vida Divina, con su dulce encanto la hace crecer, la modela, la alimenta, y con sus alas de luz la cubre, la esconde, a fin de que ningún soplo de viento la pueda dañar y pudiese impedir el crecimiento de su Vida en mi alma. ¡Oh! si no fuese por la Divina Voluntad, que más que tierna y amorosa madre me tiene en sus brazos, cubierta con su luz en las circunstancias de mi vida, ¡ay de mí, demasiado dolorosas! Yo no sé que cosa haría, pero su luz me calma, me fortifica y sigo adelante. ¡Oh! Voluntad adorable, cuánto debo agradecerte por un bien tan grande, te ofrezco la infinitud de tu mismo Querer para agradecerte como mereces. Ahora, mientras mi mente se sentía bajo su luz, mi amado Jesús repitiendo su breve visita a mi alma, me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, cómo es bello ver a la criatura crecer bajo las alas de luz de mi Voluntad; ella, envuelta en esta luz no ve, no siente, no toca sino a su madre luz que la tiene envuelta, y si las criaturas la hieren, la golpean, la afligen, se siente adentrar más y estrecharse por sus brazos de luz, y responde con la sonrisa de la luz a quien la quiere amargar y herir, y burlándose de ellos confunde su perfidia humana. ¡Oh! Potencia de mi Voluntad obrante, Ella se escapa de todo, triunfa sobre todo, y con su luz forma su trono de gloria imperecedera en el alma que le da la libertad de obrar. Tú debes saber que su potencia es tanta, que de todos los siglos forma uno solo, y su imperio se extiende dondequiera, y de todos los actos forma un solo acto. Los siglos desaparecen delante a su poder, y todos los actos buenos de las criaturas no son otra cosa que tantos átomos, que unidos forman un solo acto, los cuales reconocen su potencia y postrados a sus pies forman la gloria, la adoración de las humanas generaciones a esta Voluntad Suprema. Símbolo de ello es el sol, que no es otra cosa que tantos átomos de luz, que unidos forman el sol que da luz a toda la tierra; pero aquellos átomos están armados de una potencia divina, y cada uno contiene una potencia maravillosa, tanto que sólo con tocar la tierra, las plantas, comunican bienes y efectos maravillosos que forman una vida distinta en cada planta y flor. Así los actos de las criaturas, si bien son átomos, contienen la potencia maravillosa de mi Voluntad, por lo tanto están preñados de admirables efectos. Tú debes saber que cuando la criatura se dispone a hacer un acto en mi Voluntad, Ella arma su potencia y simplifica, forma el vacío, y forma Naturaleza Divina en la voluntad humana, y como triunfadora forma su camino en la voluntad de la criatura, y camina, camina siempre, y sólo se detiene y le viene impedido el paso, cuando el querer humano le pone las barreras con el hacer, no la mía, sino su voluntad. ¡Qué delito, impedir el camino, el paso a mi Querer en la voluntad de la criatura! Por ello creé a las criaturas, para formarme tantos caminos en las voluntades humanas, para poder tener mi camino continuo, y por tanto mi acto obrante en ellas, y quien impide mi camino quisiera impedirme la continuación de mi Creación, obstaculizar mis pasos, atarme las manos a fin de que no obre. ¡Ay! el no hacer mi Voluntad parece que sea cosa de nada, sin embargo es el más grande de los delitos, que clama venganza delante de la Majestad Divina para las pobres criaturas, especialmente cuando se conoce que mi Voluntad quiere que se haga una acción, que quiere un sacrificio, y no haciéndolo es como si se quisiera rebatir la verdad, y esto es pecado contra el Espíritu Santo y clama venganza delante de Dios. Conocer mi Voluntad y

no hacerla, es cerrar el Cielo, romper las relaciones divinas, y no reconocer el dominio divino que cada criatura está obligada a conocer y someterse a lo que mi Querer quiere, aun cuando le costase la vida. Por ello sé atenta, adora mi Voluntad y lo que ha dispuesto de ti, si quieres contentar a tu Jesús”.

+ + + +

31-12
Octubre 21, 1932

La criatura, cielo tachonado de estrellas. La Creación encerrada en la criatura. La práctica del bien forma la vida del bien en
la criatura. Señal de si Jesús vive en el alma.

(1) Estoy siempre en poder del Fiat Divino. Él me espera en todas las cosas creadas para duplicar el amor que tuvo al crear tantas cosas para mí, parece que el Querer Divino suspira el amor de su amada criatura para poder encontrar el pequeño apoyo de amor donde apoyar su gran amor. Por lo que, cielos, soles, vientos, no son otra cosa que llamadas insinuantes y continuas para decirnos: “Yo te he precedido con mi amor, tú no me dejes sin el tuyo”. Pero mientras escuchaba que todos me llamaban a amar a mi Creador, mi amado Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como creé un cielo que se extiende sobre tu cabeza, tachonado de estrellas, así creé un cielo dentro de ti, y este cielo es tu alma que se extiende dondequiera, desde la punta de la cabeza hasta la punta de los pies, no hay parte de ti donde este cielo no se extienda, así que hay un cielo fuera, y un cielo dentro, más bello aún, y todo lo que hace este cielo por medio de tu naturaleza, esto es, si piensa, si habla, si obra, si sufre, no son otra cosa que estrellas fulgidísimas con las cuales se va adornando este cielo del alma; el sol que resplandece dentro de él es mi Voluntad, el mar que corre es mi Gracia, el viento mis sublimes verdades que forman los prados floridos de las más bellas virtudes, la Creación está toda encerrada en la criatura. No era ni de nuestra sabiduría, ni de nuestro potente amor, crear la Creación sólo por fuera de la criatura, y por dentro, la parte vital y sustancial de ella, sin cielo, estrellas y soles, no, no, cuando Nosotros hacemos una obra la llenamos dentro y fuera de nuestras obras y de nuestra misma Vida, pero tanto, que no debe haber partícula de su ser en que no deba sentir nuestra Vida y la fuerza de nuestras obras creadoras. Por ello amamos tanto a la criatura, porque es obra nuestra, y dejamos nuestra Vida en ella para conservar lo que Nosotros habíamos hecho. He aquí el por qué quien no sienta en sí la Vida de mi Divina Voluntad, significa que la conoce teóricamente, pero no en la práctica, porque cuando se conoce un bien y se practica, tiene la virtud de formar la sustancia de la vida del bien que se conoce, de otra forma quedaría sin práctica, como una pintura dibujada, que no teniendo vida no tiene virtud de formar su vida en quien la mira. Mi Voluntad es vida, nuestras obras son obras vivas, no muertas, sin embargo para quien no las conoce, o no busca conocerlas, o no las ponga en práctica, pueden ser para ella obras muertas y sin vida. Por ello es la práctica lo que espero de la criatura para realizar, formar y hacer crecer la Vida de mi Querer, y volver vivas para ella nuestras obras”. 2
(3) Después de esto sentía un temor, una duda, de si en mi alma estuviese mi dulce Jesús, o bien se había retirado dejándome sola y abandonada. ¡Ay de mí! Qué espina cruel que hiere y hace sentir la muerte más despiadada, pero mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:

2 He aquí la parte fundamental de toda la obra de Luisa: No basta el ‘saber’, el ‘conocer’ acerca de la Divina Voluntad, sino que debemos hacerla vida, pues un conocimiento lo tenemos, lo poseemos en nuestra mente, lo podemos usar en tiempo y circunstancia, pero no se convierte en vida; la vida no es así, siempre se manifiesta y no podemos dejar de sentirla, pues si se pudiera, estaríamos muertos.

(4) “Hija mía, no temas, para tranquilizarte quiero decirte la señal de cuando estoy en ella y cuando parto: Si el alma se somete a mi Voluntad, la ama, le da el primer lugar, es señal que Yo moro en ella, porque mi presencia tiene la virtud de tener a la voluntad humana sometida a la mía; en cambio, si se siente rebelde a mi Voluntad, entonces es señal cierta de que Yo me he retirado. Por ello tranquilízate y no temas”.

+ + + +

31-13
Octubre 30, 1932

Quien vive en nuestra Voluntad Divina emite tres actos: Concurrente, asistente y receptor. Todas las cualidades divinas llaman continuamente a quien vive en su Voluntad, para formarla y hacerla crecer semejante a ellas.

(1) El mar del Querer Divino continúa murmurando en mi alma, ¡oh! cómo es dulce, penetrante y arrollador su murmullo, me arrolla tanto, que murmuro junto con él como si fuese mío este mar divino, y fundida en él no sé hacer otra cosa que lo que hace la misma Voluntad Suprema. Pero mientras murmuraba amor, adoración, alegrías, felicidad, belleza, las cuales como tantas venas entraban en mí, mi dulce Jesús visitando a su pequeña hija me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tu pequeñez en el mar interminable de nuestro Querer es nuestra alegría más grande, tú debes saber que quien vive en Él realiza tres actos: Concurrente, asistente y receptor. En el primero concurre con los mismos actos de su Creador, siendo una la Voluntad de uno con la del otro, esta Divina Voluntad no hay cosa que haga, en la que no ponga a la criatura a concurrir juntamente en su obrar, y he aquí que mi Querer no está más solo, siente la inseparabilidad de quien vive en Él, en sus actos siente una voluntad finita en la Infinita, que ama juntamente y concurre en la multiplicidad y acto incesante de nuestras obras, así que quien vive en nuestra Voluntad rompe nuestra soledad, y como connatural nos la sentimos concurrir en nuestro mar divino, y con el derramarse continuo de su pequeñez en Nosotros, adquiere los derechos de nuestro Querer para hacer lo que Él hace. ¡Ah! tú no puedes comprender cuál es nuestro contento, nuestra alegría al sentir a la criatura concurrir con Nosotros para no hacer otra cosa, sino sólo lo que Nosotros hacemos. Del acto concurrente surge el acto asistente, concurre y asiste, no hay cosa que Nosotros hagamos que ella no conozca y asista, así que ¿cómo escondernos de quien ya está con Nosotros, concurre y tiene su lugar en nuestro Querer?
¿Pero concurrirá y asistirá solamente? ¡Ah, no! Otro acto surge, y es aquél de recibir como suyo, y como nuestro, la infinitud de nuestro amor y de nuestras obras, tanto, que su pequeñez no tiene donde poner un amor y un obrar tan grande, y por eso ella se queda en nuestro Querer con todo el depósito de los bienes que ha recibido, y esto con derecho, porque tiene de lo suyo. Tú debes saber que todo lo que se hace en nuestra Voluntad es tan grande, que la criatura es incapaz de poderlo poseer y restringirlo en sí misma, por ello siente la necesidad de servirse de la misma Voluntad en la que ha obrado para tener el depósito. Mucho más que todo lo que hace la criatura en nuestro Querer, aun el pequeño ‘te amo’, los pequeños ofrecimientos de sus acciones, su pequeñez en poder de nuestra Voluntad, no son otra cosa que puestos que toma en nuestra Voluntad, y por cuanto más puesto toma, tantos más derechos adquiere, y siente en sí la fuerza divina que continuamente la rapta, le da el vuelo para hacer que su vida venga formada toda en la Divina Voluntad. Y como este modo de vivir debía ser de todas las criaturas, esta era la finalidad de nuestra Creación, pero con suma amargura nuestra vemos que casi todos viven en lo bajo de su voluntad humana. Ahora, quien vive en lo alto de nuestro Querer, ve el gran mal de quien vive en lo bajo, y teniendo a su disposición nuestro acto receptor, esto es la infinitud de nuestro amor y la multiplicidad de nuestras obras, las pone a nuestra disposición y de las criaturas, a fin de que Nosotros quedemos correspondidos del amor de todos, y ellas reciban gracias, luz, amor, por cuanto corresponde a su pequeñez. Así que entre el Cielo y la tierra tenemos a la intermediaria junto a Nosotros, y junto a las criaturas, que con la potencia de nuestro Fiat Divino quiere vincular Cielo y tierra, y ¿cómo no contentar a quien vive en nuestra Voluntad? Sería como si quisiésemos descontentarnos a Nosotros mismos”.
(3) Después continuaba mi abandono en el Querer Supremo, y ¡oh!, cómo me sentía feliz al pensar que en el Fiat yo concurría a todo lo que hacía el Ente Supremo, mi voluntad

fundida en la Suya era el gran secreto, y el portentoso prodigio, que mi pequeñez era tomada como en el lazo de hacer y concurrir a todo lo que hace la Majestad Divina; ni yo me podía hacer a un lado, ni Ellos se podían deshacer de mí, porque era su misma Voluntad quien me había puesto en medio, la cual era tan inmensa que yo no encontraba el camino para salirme de ahí, y dondequiera que pudiese ir encontraba a la Divina Voluntad obrante, que me encerraba en su misma obra para concurrir, no era yo una intrusa, Ella misma me había extendido los brazos para tenerme como su conquista, mucho más que de ambas partes había suma felicidad, yo en estarme, y el Querer Divino de tener mi pequeñez atada en Sí. Por lo tanto no sé decir con claridad cómo me extendía en esta luz interminable, y mientras estaba toda sorprendida, mi querida vida, mi soberano Jesús, ha agregado:
(4) “Mi pequeña hija de mi Querer, el vivir en mi Voluntad es una llamada continua que hacemos a la criatura en nuestras cualidades divinas. Nuestro Ser está siempre obrante y nuestros atributos están siempre en movimiento, pero como nuestro Querer es lo que forma la obra y el movimiento dentro de nuestro Ser, por ello quien vive en Él escucha que nuestro Querer la llama ahora en la potencia, ahora en nuestra sabiduría, ahora en nuestro amor, ahora en la misericordia, ahora en la justicia, bondad y belleza divinas, en suma, todos nuestros atributos con voces potentes llaman a la criatura dentro de ellos, para que se forme y crezca según sus cualidades; se sentirían deshonrados, si se pudiese dar, que quien vive con aquel mismo Querer con el que están animados, no fuese conforme a ellos, no gozara sus prerrogativas, porque toleran la pequeñez, ésta no los perjudica, porque se sabe que lo finito no puede alcanzar jamás lo infinito, así que la pequeñez, más bien le da más honor, porque todo lo bello y lo bueno que ven en ella es todo obra suya, pero que sea diferente de ellos, eso jamás. He aquí por qué el susurro y el grito continuo que escucha quien vive en nuestra Voluntad, son las llamadas continuas que nuestro Ente Supremo, por medio de sus cualidades, hace a su amada criatura, primero porque no quiere y no sabe estar, y no puede estar solo, porque nuestra Voluntad siendo una, tiene tal virtud de unión y de inseparabilidad, que todo lo que libremente entra en Ella pierde la virtud separativa, y nuestra suma bondad siente la necesidad de amor de tener consigo lo que es suyo, y que forma una partecilla de su misma Voluntad. He aquí por qué nuestras cualidades divinas reclaman a quien está animada por su misma Voluntad en el movimiento y obras de ellas, para hacer vida juntos, si no la tuviesen con ellas sentirían como si se la arrancaran de su Voluntad. ¿No fue una ruptura lo que hizo el primer hombre desde dentro de nuestra Voluntad, con el sustraerse de Ella? Y este desgarro fue tan grave, que trastornó todo el orden de la Creación para él, y llegó a rechazar a su Creador con toda la corriente de sus gracias divinas. Por ello quien vive en nuestro Querer es la reparación de este desgarro tan doloroso que nos costó tanto, y nuestro Ser Divino pone todos nuestros atributos en torno a ella, a fin de que no se nos repita la misma situación, y viviendo junto con Nosotros quedamos felices, ella y Nosotros, y si tú quisieras dudar de esto que digo, es señal de que no has comprendido bien cuánto amo a la criatura, y para tenerla conmigo y toda mía, mi amor me hace llegar a los excesos, al delirio y a las locuras; además tengo todo el derecho de amarla, porque es mía y hecha por Mí, y si tú eres mía, Yo soy tuyo, y por eso también tú tienes el derecho de amarme, y si no me amas faltarías a un deber sacrosanto hacia quien te ha dado el ser y te ama tanto. Por ello, de ambas partes amémonos siempre y mucho, y el amor no se estará tranquilo, hará surgir nuevas estratagemas de amor”.

+ + + +

31-14
Noviembre 6, 1932

Dios hace hechos y no palabras. Quien obra en la Divina Voluntad obra en la eternidad, quien obra fuera de Ella obra en el tiempo. Las palabras de Jesús son obras.


(1) Mi pequeña mente se sentía llena de las dulces lecciones de mi amable Jesús, y pensativa quería suscitarme dudas y temores, y si bien sé que cuando Jesús quiere, hace llegar al alma adonde quiere y como quiere, ni hay leyes para Él, ni se hace dictar leyes por nadie, ni presta atención a los intereses humanos, más bien hace siempre cosas nuevas para confundirlos, ni permite que nadie se adelante a la potencia de su amor, quienquiera que sea, por cuantas dudas y dificultades puedan decir y hacer, más bien se burla de ellos y los hace permanecer en su decir y realiza los hechos con el alma que ha elegido, pero con todo ello, mi fragilidad recordaba mis dolorosas vicisitudes y me sentía turbada y decía: “Quién sabe cuántas dudas surgirán sobre este modo de hablar de Jesús”. Y me sentía toda afligida y oprimida, pero Jesús que vigila mi pobre alma, repitiendo su visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija bendita, no te preocupes por nada, mi Voluntad tiene la virtud de hacer morir todo aquello que a Ella no pertenece, y de cambiar en vida de luz las mismas debilidades y miserias de la criatura, todo lo que te digo no es virtud de ella, sino es virtud y potencia de mi Voluntad que todo puede; mi Voluntad es simbolizada por el sol, que conforme surge pone en fuga las tinieblas, las hace desaparecer y morir, y conforme inviste la tierra, así da a todas las cosas su vida de luz, así mi Querer, en cuanto la criatura se hace investir por la potencia de su luz, así las tinieblas la dejan, sus males mueren y son cambiados en vida de luz, y quien esto no comprende significa que es analfabeto, y por ello no comprende ni qué cosa es mi Voluntad, ni qué puede hacer, ni a dónde puede llegar quien vive en Ella y que se hace investir de su luz. Por ello déjalos hablar, Yo haré las obras y ellos quedarán con las palabras, si no han hecho un estudio profundo, ¿qué quieres que comprendan? Quizá sean doctos, doctores de otras cosas, pero de mi Voluntad serán siempre ignorantes, por ello dejémoslos a un lado y pensemos en hacer no palabras, sino hechos verdaderos.
(3) Tú debes saber que quien obra en mi Divina Voluntad, sus obras, sus actos, sus adoraciones, su amor hacia Dios, vienen hechos y formados en el ámbito de la eternidad, porque mi Divina Voluntad es eterna, y todo lo que se puede hacer en Ella no sale de dentro de la eternidad, y quedan confirmadas para siempre como obras, adoraciones, amor divino y perenne, se pueden llamar obras de la criatura transfundidas en Dios, en las cuales Dios mismo ha obrado, lo humano no entra ni en el Querer Divino ni en la eternidad, y si entra debe perder la vida para readquirir la vida y las obras de Dios mismo, por eso quien vive en nuestro Querer es visto por Nosotros no en el tiempo, sino en la eternidad, y por decoro y honor nuestro sus actos deben ser actos nuestros, su amor, amor nuestro. Sentimos que la criatura viene en nuestro Querer para darnos la ocasión de hacernos obrar y de darle nuestro amor para hacernos amar con nuestro mismo amor. Todo debe ser nuestro y todo lo que hace debe ser acuñado con la imagen de su Creador, en cambio quien obra fuera de mi Voluntad Divina obra en el tiempo, ama, adora en el tiempo, viene visto en el tiempo, y todo lo que se hace en el tiempo, son obras sin confirmación, más bien deben esperar el juicio para ser, o confirmadas o condenadas, o bien purificadas por el fuego del purgatorio, y son vistas como obras de criaturas en las cuales puede faltar plenitud de santidad, plenitud de amor y plenitud de valor infinito. Todo lo contrario para quien vive y obra en nuestra Voluntad, siendo actos nuestros, todo es plenitud de santidad, de amor, de belleza, de Gracia, de luz y de Valor infinito. Hay tal distancia entre el uno y el otro, que si todos la comprendiesen, ¡oh! cómo estarían atentos a vivir en nuestro Querer, a fin de que quedaran vacíos del acto humano y llenos del acto obrante de una Voluntad Divina. Por eso sé atenta, y no hagas nada que no sea cernido y vaciado por la luz de mi Voluntad, y me darás el sumo contento de ponerme a la obra, y de hacerme obrar como el Dios que soy. Por eso en Ella te espero siempre, para dar el paso para venirte al encuentro, para extenderte los brazos, a fin de que obre en ti, para abrir la boca y entretenerme contigo en dulce conversación para manifestarte los arcanos secretos de mi Fiat Supremo”.

(4) Después de esto estaba pensando en todo lo que mi sumo Bien Jesús me había dicho, como si quisieran surgir en mí dudas y dificultades, y Él con una maestría indecible me ha dicho:
(5) “Mi buena hija, no te maravilles de lo que te digo, todo es posible a mi Voluntad, lo imposible no existe, con tal de que la criatura se haga conducir por Ella todo está hecho. Tú debes saber que todo lo que te digo debe servir para formar, ordenar, armonizar el reino de mi Divina Voluntad; estoy repitiendo el modo que tuve en la Creación: ‘Pronunciaba el Fiat y callaba, y si bien dicen días, en aquellos tiempos el día no existía, por tanto podían ser también épocas en las que formé la gran máquina del universo, hablaba y obraba, y era tanta mi complacencia de la obra que producía mi palabra, que con un Fiat mío me disponía y me raptaba otro Fiat mío, y después otro más, tanto que mi Fiat sólo se detuvo cuando vio que nada faltaba a su obra, más bien todo era suntuosidad, belleza, orden y armonía, y para gozarme mis obras quedé como vida y haciendo guardia a mi mismo Fiat. Mi mismo Fiat con su potencia me ató en mis obras, y me volvió inseparable de ellas. El todo está en pronunciar mi primer Fiat, dar mis primeras lecciones, depositar en el alma la potencia y la obra de mi Fiat, y cuando he comenzado, puedo decir que no me detengo más, hasta terminar la obra. ¿Qué habrías dicho si hubiese hecho la Creación a la mitad? No habría sido una obra digna de Mí, ni un amor exuberante el mío, por ello un Fiat atrae y rapta al otro, forma en la criatura el vacío dónde poner el orden, la armonía de mi Fiat obrante, la dispone y se impone sobre Mí para hacerme dar otras lecciones, para poder formar tantos actos juntos, los cuáles unidos entre ellos forman la nueva creación más bella, más esplendorosa que la máquina del universo, la cual debe servir para el reino de mi misma Voluntad. Por ello cada palabra mía es una obra, es un desahogo de amor de más, es un poner fin a mi primer Fiat comenzado, el cual, dándose la mano el primero y el último que será pronunciado, formarán la trama de la nueva creación de mi reino en el fondo del alma, el cuál trasmitido a la posteridad será portador del mismo universo, de bienes, de santidad, de gracias a las humanas generaciones. Mira entonces qué significa una palabra de más, una palabra de menos, una lección de más, una lección de menos. Son obras, las cuales si no vienen recibidas, con no tomarlas en cuenta, mi Fiat no atrae y rapta a pronunciar otros Fiat, y por lo tanto no será completa, y Yo esperaré y repetiré mis lecciones, y si las repito es señal de que no han tenido en cuenta lo que te he dicho, y Yo no quiero que falte nada, porque está establecido todo lo que debo decirte sobre mi Voluntad. Por ello sé atenta y déjame hacer lo que quiero”.
(6) Después de esto estaba pensando en lo que está escrito al principio de este capítulo, esto es, que quien obra en la Divina Voluntad obra en la eternidad, quien obra fuera de Ella obra en el tiempo, y pensaba entre mí: “¿Y por qué esta gran diferencia?” Y mi sumo amor Jesús ha agregado:
(7) “Hija mía, es fácil comprenderlo. Supón que te fuese dado un metal de oro, con el cual tú, trabajándolo, formarías tantos bellos objetos de oro, pero si en vez del oro te fuese dado un metal de cobre, de fierro, tú no podrías cambiar el cobre y el fierro en metal de oro, por tanto harías objetos de cobre, o bien de fierro. Ahora compara los objetos de fierro con los de oro, ¿cuál es la diferencia de valor? Si bien has empleado el mismo tiempo en trabajarlos, has hecho objetos similares, mas por la diversidad del metal, los de oro superan en modo sorprendente en valor, en belleza, en finura, a los de fierro. Ahora quien obra aun el bien con su voluntad humana, puesto que se encuentra en el tiempo viviendo su vida, se puede decir que todo lo que hace son obras temporales, sujetas a mil miserias, serán siempre obras humanas de mínimo valor, porque les falta el hilo de oro de luz de mi Voluntad. En cambio quien obra en Ella, tendrá el hilo de oro en su poder, no sólo esto, sino tendrá a su Creador obrante en su acto, tendrá no el tiempo, sino la eternidad en su poder. Por tanto la diferencia entre Voluntad Divina y humana, no hay parangón que rija entre la una y la otra. Es propiamente esto el vivir en mi Voluntad, Ella tiene el acto primero y obrante en la criatura, hace como un maestro que quiere desarrollar el tema que ha dado a su alumno, él mismo le da el papel, le pone la pluma en la mano, pone su mano sobre la misma mano del discípulo y desarrolla el tema, escribiendo juntamente la mano

del maestro y la del discípulo. Ahora, ¿no se debe decir que el maestro ha estado obrando, y ha puesto en aquel tema su ciencia, su bella caligrafía, de modo que ninguno podrá encontrar sombra de defecto? Sin embargo el alumno no se ha apartado, ha recibido la obra del maestro, se ha hecho conducir la mano sin ninguna resistencia, más bien feliz al ver las bellas ideas, los preciosos conceptos en los cuales se sentía raptar. Ahora ¿no se debe decir que el afortunado discípulo posee el valor, el mérito del trabajo de su maestro? Así le sucede a quien vive en mi Voluntad: La criatura debe recibir el acto que quiere hacer mi Querer, no se debe hacer a un lado, y Ella debe poner lo necesario que conviene a su acto divino, y es tanta nuestra bondad, que la hacemos poseedora de nuestros mismos actos. En cambio, a quien no vive en nuestro Querer, le sucede como cuando el maestro da el tema a su discípulo, pero no se hace él actor del tema del discípulo, lo deja a su libertad, de modo que puede cometer errores y lo hace según su pequeña capacidad, porque no siente sobre y dentro de sí, ni la capacidad, ni el acto obrante de su maestro, y el tema no es otro, porque nuestra Gracia no deja jamás a la criatura aun en el pequeño bien que hace, y según las disposiciones de la criatura, se presta o como acto obrante, o como acto asistente, porque no hay bien que se haga que no venga ayudado y sostenido por la Gracia Divina”.

+ + + +

31-15
Noviembre 13, 1932

Industrias y comunicaciones de Jesús en el Sacramento.
Quién forma su paraíso y quién forma su purgatorio.

(1) Me sentía toda abismada en mi nada, y sintiéndome privada de mi dulcísimo Jesús, sentía mi nada vacía de su vida, sin apoyo y sin fuerza, y habiendo recibido la santa Comunión, sentía que no tenía qué ofrecer a Jesús, y me sentía oprimida y amargada, y Él compadeciéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, tu nada con tu Jesús es todo y puedes darme todo, porque tú debes saber que Yo no desciendo solo cuando me recibes en el Sacramento, sino que desciendo con todas mis obras, y así como te hago dueña de mi Vida Sacramental, así te hago dueña de todas mis obras, por lo tanto, si quieres, tienes mucho que darme, porque tienes mis obras en tu poder, mucho más que mi Vida Sacramental que recibes en la hostia santa, está circundada por los actos que me hizo mi Humanidad cuando me recibí a Mí mismo al instituir el Santísimo Sacramento, y circundado por los actos que me hizo mi Mamá Celestial cuando me recibió Sacramentado, y circundado por todos los actos de aquellos que viven de mi Voluntad, porque estos actos son inseparables de Mí, y quedan unidos Conmigo como parte de mi misma Vida. Por ello todo me puedes dar, porque ellos sirven para cubrir tu miseria, para suplir a tu amor, para que no sientas vergüenza de que viniendo a ti no tengas qué darme, más bien como tú te sirves de ellos para dármelos y poderme complacer, y amarme por medio de estos actos, ellos se bilocan y se convierten en actos tuyos y actos míos, actos de la Soberana Reina y de las almas que viven de mi Voluntad, de modo que Yo en vez de tener uno, tengo dos, y mi Vida Sacramental queda circundada por dobles actos, por doble amor, por mayor gloria. Éstos son mis comercios que hago cuando me comunico a las almas: ‘Doy de lo mío para tener el doble de ellos, y así me ingenio para comerciar mi misma Vida Sacramental, para recibir la correspondencia de Ella’. Pero ¡ay de Mí! Cuántos no se sirven de Ella, y ellos permanecen sin tener, ni saber qué darme, y Yo quedo sin nuevo cortejo, en ayunas de sus actos, y con el dolor de no poderme ni siquiera ingeniar en mis comercios amorosos. Esto no me lo harás tú, porque si vengo no es sólo por venir, sino es más bien porque quiero darme y recibir por cuanto puede la criatura, esto forma mi satisfacción, mi contento y mi paraíso en el Santísimo Sacramento; darme y nada recibir de ellas forma mi purgatorio en mi pequeña

prisión de la hostia sacramental, purgatorio que me forma la ingratitud humana. Por esto sé atenta, y con valor y sin ninguna reserva dame de lo mío y toda tú misma a Mí, a fin de que pueda decir: ‘Todo le he dado, y todo me ha dado’. Así formarás mi contento y mi comercio de amor”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y me parecía que todas las cosas creadas me invitaban, una después de la otra, para hacerse conocer como obras del Fiat Omnipotente, en las cuales esperaba mi pequeña correspondencia de amor, y por cuan pequeña, la quería, lo exigía, para obtener su finalidad por haber puesto fuera toda la Creación. Y mientras buscaba seguir a la Divina Voluntad, mi amable Jesús repitiendo su breve visita, me ha dicho:
(4) “Hija mía bendita, todo lo que nuestra paterna bondad ha obrado en la Creación y Redención, no ha recibido aún la correspondencia de la criatura, y la razón es porque nuestra finalidad por la cual fue creada la Creación, fue que el hombre cumpliese en todo nuestra Voluntad, aquella misma Voluntad obrante en la Creación debía obtener su acto continuo obrante en la criatura, de modo que el eco de una debía formar el mismo eco en el otro, en modo de formar uno solo. Pero mi virtud obrante de mi Voluntad, permanece sola con toda su magnificencia, potencia, sabiduría y belleza, permanece en las esferas celestiales, pero en el hombre es reprimida y como no tiene mi Voluntad obrante en él, no tiene el oído para escuchar el eco de su virtud obrante en la Creación. Por esto, no habiendo obtenido la finalidad, nuestras obras están sin correspondencia, la finalidad forma la correspondencia de cualquier obra pequeña o grande que se haga. Y tú debes estar convencida de que ninguno, tanto en el orden divino como en el humano, obra sin finalidad y para obtener su correspondencia, la finalidad se puede llamar el principio y la vida de una obra, la correspondencia el cumplimiento. ¡Oh! cuántas obras no tendrían principio si no estuviese la finalidad, y cuántas dejarían a medias si no se tuviese la seguridad de la correspondencia. La correspondencia hace soportar sacrificios inauditos y da el heroísmo excesivo a Dios y a las criaturas. Ahora si mi Divina Voluntad no forma su reino en las almas, y ellas no le dan la libertad de hacerse dominar con su virtud creadora y obrante, verdadera correspondencia no nos será dada, y por tanto estaremos siempre en espera y veremos nuestras obras más bellas como a medias y sin el cumplimiento de nuestra finalidad, así que falta la cosa más bella, el acto más importante, faltándonos la finalidad por la cual todas las cosas fueron creadas. Mira entonces como es necesario que venga el reino de mi Divina Voluntad, mucho más que no habiendo tenido la verdadera correspondencia, nuestra obra creadora ha permanecido como suspendida, y no ha podido seguir adelante en la obra de la Creación, porque está establecido que de la creación externa que ellas poseen, debía proseguir la creación interna en el fondo de las almas, y esto se podía hacer si mi Voluntad tuviera el primer lugar, la libertad de obrar en la voluntad humana, y no teniéndola, no puede seguir adelante en su obra creadora, queda obstaculizada no pudiendo crear en ella los nuevos cielos, estrellas, soles, y así de lo demás para corresponderse por aquellos que le dio en la creación de todas las cosas, y el no poder seguir adelante en nuestras obras, no poder proseguir lo que hemos establecido hacer en las criaturas en virtud de nuestra Voluntad. ¿Cómo podemos correspondernos si aún no hemos terminado de hacer lo que queremos, y no está terminada la obra de la Creación comenzada desde hace tantos siglos? Porque en la obra de la Creación va incluido todo junto lo que debía hacer mi Fiat en todas las criaturas, para poderse llamar obra nuestra terminada. Y si nuestro Querer aún no ha hecho todo lo que quiere hacer,
¿cómo puedo decir que he terminado mi obra, mucho menos corresponderse de todo lo que ha hecho? Por ello, cuando Nosotros obtengamos la finalidad de que la criatura haga en todo nuestra Voluntad y viva en Ella, y ella tenga por finalidad vivir de nuestra Voluntad y hacerla reinar para darle el campo a la magnificencia de sus obras, entonces, cuando la finalidad de uno será la del otro, entonces podremos recibir la verdadera correspondencia de todo lo que hemos hecho por amor de las criaturas. Por eso sé atenta y siempre adelante en mi Voluntad”.

+ + + +

31-16
Noviembre 20, 1932

Dios en sus obras ponía la felicidad para volver feliz a la criatura. Cada acto hecho en la Divina Voluntad es una obra, un paso, un amor que Dios cede a la criatura.

(1) Estoy siempre girando en los actos de la Divina Voluntad, y mientras me parece haber girado en sus obras, y comprendido todo lo bello, lo santo, los bienes infinitos que contienen, al girar de nuevo me siento analfabeta, pequeña ignorante y veo que hay mucho aún por comprender, tomar y aprender de las obras de la Voluntad Suprema. Pero mientras mi pequeña inteligencia quedaba como raptada al mirar la magnificencia de sus obras, mi Celestial Rey Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, todas mis obras contienen valor y bienes infinitos, por eso mientras te parece que has comprendido todo, regresando nuevamente en medio a nuestras obras, encuentras que te falta mucho y mucho por comprender, y esto sucede porque lo infinito no puede ser encerrado en lo finito, a lo más se puede llenar, pero encerrar todo el infinito le será imposible, y siendo tu inteligencia finita, se agota delante al infinito, se llena, y le parece que ha comprendido todo, pero no es verdad, es más bien, que habiéndose llenado no tiene dónde poner los otros conocimientos divinos; pero después, pensándolos y volviéndolos a pensar forma el nuevo lugarcito en su inteligencia, y encontrándose de nuevo en medio a nuestras obras, encuentra nuevas cosas para tomar y aprender. He aquí por que tú te sientes siempre analfabeta cada vez que te encuentras de frente a la magnificencia de nuestras obras divinas.
(3) Tú debes saber que tanto en las obras de la Creación como en las de la Redención, Nosotros poníamos en cada una de ellas la plenitud de la Felicidad, de la luz, de la Gracia, de la bondad y así del resto de todas las cualidades divinas, y todas estas prerrogativas en acto de derramarse sobre la criatura para volverla feliz. La felicidad de nuestras obras, como aire celestial, lleva el perfume, el embalsamamiento divino a quienquiera que se acerca para comprenderlas, y desbordándose de ellas comunican los bienes infinitos que poseen. Nosotros poníamos a la criatura por medio de nuestras obras, bajo la lluvia de nuestra felicidad, para volverlas felices, pero como no se acercan para comprenderlas son infelices y sienten el aire venenoso de su voluntad humana. Ninguno obra con la finalidad de volverse infeliz o de ser portador de infelicidad y de no tomar lo útil, el bien de su obra, mucho más el Ente Supremo que todo ha hecho para formar la escalera de la felicidad a la criatura. Ahora, nuestro único contento es ver a la criatura en medio de nuestras obras para unificarse, gozárselas, comprenderlas y formarse la norma de cómo debe actuar en sus obras, y como nuestra Voluntad no sabe hacer obras diferentes, repite en la criatura el facsímil de nuestras obras”.
(4) Después de esto continuaba sintiéndome toda inmersa en la Divina Voluntad, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, no te maravilles, todo es posible en mi Voluntad, con Ella la criatura tiene el todo en su poder y todo puede hacer, más bien siente su imperio sobre su ser, y ningún acto sale de ella si no es investido por un acto, poder y fuerza divina. Lo humano muere en nuestra Voluntad, pero muerte feliz y gloriosa, muere para resurgir con la vida de los actos de un poder divino y de una Voluntad que no es suya, y es tanto el imperio que siente sobre sí, que si le viniera dado hacer otras cosas con su propio querer, aun santas y buenas, ella no las haría jamás, se contentaría de estar aun siglos sin hacer nada, en vez de hacer un solo acto, en que no sienta sobre su acto el imperio del acto obrante de mi Voluntad, porque en Ella, la criatura comprende con claridad qué significa un acto solo de mi Voluntad obrante en su acto, que comparado con sus miles de actos, sin el acto divino, serían casi nada.

(6) Tú debes saber que en cuanto la criatura entra en nuestro Querer, nuestra bondad es tanta y gozamos tanto de tenerla con Nosotros, que le cedemos nuestras obras, nuestros pasos, nuestro amor, por cuanto a criatura es posible; así que cada vez que hace un acto en la Divina Voluntad, adquiere, ahora un paso nuestro, ahora una obra, ahora toma nuestro amor, nuestra bondad en su poder, y toda feliz nos dice: ‘En vuestro Querer tengo vuestro amor en mi poder, por tanto puedo amaros mucho, mi amor no es disímil del vuestro, así que puedo amaros cuanto os amáis Vosotros mismos; tengo vuestras obras en mi poder para glorificaros, y vuestros pasos en los míos para recorrer el mismo camino que Vosotros recorristeis en busca de todas las criaturas, para conducirlas a todas ante vuestra adorable Majestad’. Y como nuestro Ente Supremo con su inmensidad se encuentra por todas partes, por eso es vida de cada obra, paso de cada pie, y latido de cada corazón, la criatura que vive en nuestra Voluntad, habiéndole cedido de lo nuestro, nos la sentimos caminar junto con Nosotros en los pasos de todos, en las obras de cada uno, y nos ama en el latido de cada corazón, y cuando ve que las criaturas nos ofenden, ¡ah! ella como fiel nuestra nos quisiera esconder en su pequeñez, y poner su vida, que es también nuestra, para nuestra defensa. ¡Oh! ¿cómo no amar a esta criatura? En nuestra Voluntad hay prodigios inauditos, y como no es conocida, no es de extrañar que no crean lo que te digo, pero tú no te detengas, sigue su luz y haz que tú seas su presa feliz”.

+ + + +

31-17
Noviembre 27, 1932

La voluntad humana es como papel en el cual viene acuñada la imagen divina, y Dios pone en él el valor del número que quiere.
Ejemplo. Dios encerrado en el acto de la criatura.

(1) Estoy siempre en manos del Fiat Divino, mi pequeñez no se cansa de girar en torno y dentro de Él, con la esperanza cierta de consumirme en su luz, y con el apetito de adentrarme siempre más en sus conocimientos para poder probar nuevos gustos divinos, porque cada conocimiento de más, es un gusto de más que se recibe, y estimula el apetito para querer gustar otro. A veces se siente un hambre insaciable que no se sacia jamás, y se quisiera estar siempre con la boca abierta para recibir este alimento celestial. Por eso mi mente estaba tan llena de las tantas cosas que respectan a la Divina Voluntad, que si yo quisiera escribirlo todo, no sé dónde tomaría el papel, por ello me limito por cuanto puedo, y como alguna duda serpenteaba en mi mente, mi celestial maestro Jesús, visitando a su pequeña recién nacida me ha dicho:
(2) “Hija bendita, un acto tiene más valor cuando se conoce el bien que hay dentro, y cuanto más se conoce, tanto más adquiere, porque la criatura hace aquel acto sobre la base del valor que conoce, y nuestra paterna bondad no sabe engañar, ni burlar a ninguno, si hacemos conocer que está aquel valor en aquel acto, es porque queremos dar el valor por Nosotros manifestado, y la señal cierta es el mismo conocimiento, que ya posee por sí mismo, aquel valor. Nosotros hacemos como un rey que toma un papel que no tiene valor y escribe, dónde cien, dónde mil, dónde un millón, el papel sigue siendo el mismo, tiene la misma forma, pero según el número así posee su valor, por eso quien da el valor al papel es el número y la imagen del rey, el cual sirve como moneda del reino. Ahora así hacemos Nosotros: El papel es el acto de la criatura, el conocimiento es nuestra imagen divina, el valor es el número que ponemos. Por lo tanto, ¿qué maravilla si decimos que un acto solo en nuestra Voluntad supera en valor a todos los actos juntos de todas las otras criaturas hechos fuera de Ella? Es nuestra imagen que se acuña sobre el papel en el acto humano, y el valor de nuestro conocimiento que le pone el número; ¿no somos Nosotros libres de poner el número que queremos sobre el papel del humano querer? Si es libre el rey de poner el número que quiere sobre un vilísimo papel, mucho más Nosotros para formar la

moneda que debe correr en nuestra patria celestial. Además de esto, nuestra Voluntad fue un don gratuito que dimos al hombre, nada nos pagó para tenerlo, ni él tenía monedas o medios suficientes para pagarnos, sino el vilísimo papel de su voluntad humana, que por su desventura ni siquiera nos la quiso prestar para poder tener nuestro gran don, y además, Nosotros éramos su Padre ternísimo y amantísimo, y entre padre e hijos no se hacen cuentas, porque se sabe que el padre debe dar a los hijos, y ellos están obligados con deber de justicia a amar y tener con estima lo que les da el padre. He aquí por qué la necesidad de los conocimientos sobre la Divina Voluntad, y los revelamos poco a poco a fin de que la criatura aprecie este don tan grande, que gratuitamente le queremos dar. El conocimiento genera el apetito, el deseo de conocer más, y el humano querer se dispone poco a poco a recibir la transformación, la unificación de la Divina Voluntad, y Nosotros sin hacer cuentas, ni fijarnos si nos puede pagar o no, ponemos nuestra imagen y el número incalculable de un valor divino, y estaremos contentos al ver a nuestros hijos ricos y felices, con nuestra misma felicidad y riqueza divina”.
(3) Además de esto, mi dulcísimo ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que conforme la criatura obra en nuestra Voluntad, recibe en su acto la fecundidad divina, la cual forma el germen divino en todos sus actos, que difundiéndose en toda el alma, forma el germen divino en el pensamiento, en la palabra, en todo, de modo que se ve en su pequeño acto el dulce encanto de su Creador, feliz de dar vida con su amable presencia al acto de la criatura. ¡Oh, si se pudiese ver por todos la dulce sorpresa, el prodigio inaudito, el Ente Supremo encerrado en el breve giro del acto humano, quedarían de tal manera sorprendidos, que todo el prodigio del universo sería nada en comparación de éste. Por ello hay gran diferencia entre quien obra en mi Voluntad, y entre quien obra sin Ella: La primera es manantial, cuya fuente se puede gloriar que jamás se termina su agua, y que puede dar agua a quien quiere sin jamás secarse; la segunda es fuente que no brota y se seca. La primera es tierra fecunda y sus prados están siempre floridos, la segunda es tierra estéril que apenas produce alguna planta selvática. La primera tiene el sol a su disposición, el cuál le hace beber sus grandes sorbos de luz, de dulzura, de santidad, de paciencia invicta, de heroísmo, de sacrificios; la segunda tiene la noche que le da sus sorbos para mantener sus pasiones, para debilitarlo y hacerle perder la vista del Cielo. La diferencia entre una y otra es grande, por eso sé atenta y haz que mi Voluntad Divina te consuma y te transforme toda en su luz”.

+ + + +

31-18
Diciembre 6, 1932

Valor de un acto hecho en la Divina Voluntad. Cómo se vuelve potente sobre todos y es la única trabajadora que mueve
todo para hacer amar a su Creador.

(1) Mi abandono en el Fiat continua, su fuerza raptora, dulcemente rapta, inviste y absorbe, y mi pequeña alma se siente pequeña, pequeña, apenas un átomo, también siente su inmensidad que no le es dado encerrar en su pequeño cerco; pero a pesar de mi pequeñez no quiere estar ociosa, quiere amar, bendecir, glorificar, agradecer a Aquél que la ama tanto, que le ha dado su misma Voluntad Divina a su disposición. Pero mientras mi mente se perdía en Ella, mi Celestial Soberano Jesús visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú no puedes comprender todo el valor que contiene un acto hecho en mi Divina Voluntad. Es tanto su valor, su grandeza, que la misma criatura que lo ha hecho no lo puede encerrar todo dentro de sí misma, se llena y no pudiéndolo contener se desborda fuera, y corre en la misma inmensidad del Fiat eterno, y todo lo que Él envuelve y que encierra en su inmensidad repiten el mismo acto de la criatura, así que si tú amas, adoras,

me bendices, me agradeces, das la ocasión a todas las cosas creadas para repetir tu acto, de modo que cielos y tierra, sol y viento, mares y ríos, plantas y flores, todos a coro dicen, os amamos, os adoramos, os rogamos, y así de todo lo demás, es como un eco que resuena en todo y en todos, y con su fuerza investidora que posee mi Voluntad, absorbe y hace que todas las cosas reciban el mismo acto que ha hecho la criatura en mi Voluntad, y,
¡oh! qué dulce sorpresa, qué encanto maravilloso, el que un acto impere sobre todo y hace repetir a todos su acto, este pequeño átomo que entra en nuestro Querer se vuelve potente sobre todos, y dulcemente da a todos su mismo acto para hacer amar a su Creador. Por eso nuestro Ente Supremo siente que la criatura que entra en nuestro Querer mueve todo, hace correr su voz en todas las cosas, y no queriendo estar sola, inviste, impera, y hace decir a todas las cosas que son investidas por el Fiat lo que ella quiere: ¿Quiere amar? Y hace decir a todas las cosas amor. ¿Quiere adorar, bendecir? Y todos se prestan para adorar y bendecir, en suma, es la que manda sobre toda la Creación, y Nosotros la dejamos hacer. Es nuestro mismo Querer que quiere que esto haga, su misma potencia, su imperio del cual ha sido investida, y Nosotros nos deleitamos tanto al ver la pequeñez de la criatura correr en nuestra inmensidad, y sentimos la compañía de la criatura, porque darnos compañía significa reconocer que ya estamos junto con ella, reconocer el acto que hace, su valor, a fin de que pueda decirnos cuánto nos ama, porque por cuanto más conoce que su acto es grande, más nos da, y más nos sentimos amados, y más la amamos. Así que es solamente ella la que viene de la tierra a romper nuestra soledad, y la única trabajadora que quiere mover todas las cosas para hacernos amar, bendecir, agradecer; es verdad que las otras criaturas están en nuestra Voluntad Divina, pero no conociendo que estamos con ellas, por quién obran, y el valor de sus obras, viven como extrañas y como lejanas de Nosotros, y esto es un gran dolor para Nosotros, el tener hijos, tenerlos en nuestra casa, esto es en nuestra Voluntad, como si no los tuviésemos, y que no reconozcan a Aquél que les da la vida y los ama tanto. Esto no sucede para quien ya conoce que vive en nuestra Voluntad, nos conocemos mutuamente, vivimos como entre hijos y padre, más bien ella vive en Nosotros, y Nosotros en ella, y formamos una sola Voluntad”.

+ + + +

31-19
Diciembre 16, 1932

El bien hace surgir en naturaleza la gloria, y esta gloria se hace narradora de aquélla que lo ha hecho. Cada ‘te amo’ es un triunfo de Jesús, y cómo para ser amado pone en
él su amor escondido.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, si bien bajo la opresión de las repetidas privaciones de mi amado Jesús, a pesar de que la luz del eterno Fiat no me deja nunca, sus oleadas de luz me invisten dentro y fuera de mí, y se hacen latido, respiro, movimiento, alimento de mi pequeña alma. ¡Ay! si no fuera por la Divina Voluntad que como vida se sustituye a todo, aun al mismo Jesús, de un golpe terminaría la vida, y la misma luz me llevaría al Cielo, pero, ¡ay de mí! decía entre mí: “Cómo es prolongado mi exilio, ¿cuál es el bien que hago, y aunque lo hiciera, qué gran cosa es el bien que podría hacer?” Mientras esto pensaba, mi amada Vida, el dulce Jesús, repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, mi Voluntad te está consumiendo en su luz para formar en ti su copia divina, y es tanto su celo, que no cesa un instante de mandarte luz, para no darte tiempo de hacer tu voluntad sino siempre la mía. Y además, ¿qué gran cosa es el bien que haces? El todo está en el obrar el bien, él es la sustancia de la santidad y el sol que resplandece por medio de sus santas palabras, obras y pasos en medio a las criaturas, que

mientras da luz a sí mismo y lo calienta, da luz y calienta a quien le está junto. El bien produce la gloria imperecedera en la tierra y en el Cielo, ¿quién puede jamás quitar la gloria de un bien que uno ha hecho? Ninguno, ni Dios, ni las criaturas, más bien en el acto bueno surge de dentro de sí, como naturaleza, la gloria que el mismo acto contiene, tanto que muchas veces lo olvidan las criaturas, pero el bien obrado permanece como vida en medio de ellas, y no es fácil olvidarlo; por eso cada bien hecho canta la gloria y se hace narrador de quién lo ha hecho. Así que si tú hicieras aunque fuera un solo acto bueno estando en vida, toda la eternidad te cantaría una gloria mayor”.
(3) Después seguía mi giro en el Querer Divino, según mi costumbre animaba a todas las cosas creadas con mi pequeño ‘te amo’, y quería dejarlo impreso en todas las cosas, a fin de que se hiciese voz y pidiese el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Y Jesús bendito, sorprendiéndome de nuevo ha agregado:
(4) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que es tanto el afán, el delirio de querer amar y ser amado por las criaturas, que escondido, sin hacerme advertir, pongo en el fondo de sus almas una dosis de mi amor, y según sus disposiciones así aumento la dosis, y sintiendo en ellas mi amor, me dicen con el corazón, ‘te amo, te amo’. Yo al sentirme amado, triunfo en el amor de la criatura, así que en cada ‘te amo’ suyo es un triunfo que obtengo, y si bien lo he puesto Yo sin dejarme ver, no me fijo que ha sido un artificio mío para hacerme amar, me fijo más bien que ha pasado por el canal de ellas, esto es, de su voluntad, de su voz, y sintiéndome herir lo miro como amor que me viene de la criatura. Así que cada uno de tus ‘te amo’ es un triunfo de más que haces obtener a tu Jesús, y conforme tú buscas cubrir Cielo y tierra, las cosas animadas e inanimadas con tu ‘te amo’, Yo miro todo cubierto por la belleza del amor de la criatura, y quedando raptado digo con todo el énfasis de mi amor: ¡Ah sí, cómo estoy contento! Ya soy amado, y mientras Yo triunfo en su amor, ella triunfa en mi amor”.
(5) Dicho esto ha hecho silencio, y era tanto el ímpetu de su amor, que como desvanecido buscaba reposo en mis brazos. Y después como restablecido, ha repetido con un énfasis más fuerte:
(6) “Hija mía queridísima, tú debes saber que lo que quiero y que más me interesa, es que quiero hacer conocer que Yo amo a la criatura, quiero decir al oído de cada corazón: ‘Hijo, te amo’. Y estaría contento si oyese que me responde con mi mismo estribillo: ‘Jesús, te amo’. Siento la irresistible necesidad de amar y de ser amado, ¡oh! cuántas veces quedo sofocado en mi amor, porque mientras Yo amo, no sintiendo que me amen mi amor no encuentra desahogo, y quedo ahogado en mi mismo amor. He aquí por qué amo tanto tu ‘te amo’, conforme tú lo dices toma la forma de una llamita reparadora, que viniendo en mi gran fuego de amor me trae el alivio, y esparciéndose como rocío benéfico sobre las llamas que me queman, lleva la tranquilidad a mi amor, a mis delirios, a mis afanes amorosos, porque si he sido amado puedo dar lo mío, y pudiendo dar lo mío mi amor se desahoga. Hija mía, Cielos y tierra están llenos y colmados de mi amor, no hay punto donde mi amor no sienta la necesidad de desbordarse para bajar su nivel y correr, y correr en busca de corazones para decirles su palabrita: ‘Hijo, te amo, te amo tanto, y tú, dime que me amas’. Y es todo oídos para escuchar si la criatura le dice que lo ama, si esto le viene afirmado, siente calmado su amor en ella, y ahí toma su dulce reposo. En cambio si no le viene afirmado, corre, recorre cielo y tierra, no se detiene si no encuentra quién le dice que lo ama. Ahora, cada ‘te amo’ de la criatura es un desahogo a mi amor, el cual entrando en el mío se incorpora en mi mismo amor, y tiene virtud de abrirlo, mientras queda todo entero cual es, y formando como las fisuras forma los caminos para hacer desahogar mi amor; pero este amor sólo es puro cuando está animado por mi Voluntad.
¿Ves entonces qué cosa es tu larga cantaleta de tu ‘te amo’? Son tantos desahogos que das a tu Jesús, y me llaman al reposo en tu alma, por eso quiero que me digas siempre tu ‘te amo’, lo quiero ver en todas las cosas que he hecho por ti, amo escucharlo siempre, siempre, y cuando no me lo dices, suspirando digo: ‘¡Ay de Mí, ni siquiera la pequeña hija de mi Querer me da el continuo desahogo para poderme desahogar en su pequeño amor, y quedo todo afligido y espero tu amado estribillo, ‘te amo, te amo’. Ámame hija mía,

ámame, ten piedad de mi corazón herido que sufre, se agita, delira, y anhelante te pide amor, y delirando te abrazo, te estrecho fuerte, fuerte a mi corazón para hacerte sentir cómo ardo en amor, a fin de que sintiendo mis llamas, esto te mueva a piedad de Mí y me ames. ¡Oh! hazme feliz, ámame, cuando no soy amado me siento desdichado en mi amor, y por ello llego al delirio, y cuando un corazón piadoso se mueve a piedad de Mí y me ama, me siento cambiar la desventura en felicidad. Y además, cada ‘te amo’ tuyo no es otra cosa que un pequeño leño que arrojas en el océano inmenso de mi amor, que convirtiéndose en llamita acrecienta un grado de más de amor para tu sufriente Jesús”.

+ + + +

31-20
Diciembre 21, 1932

Intercambio de dones, de voluntad entre Dios y el alma. Renacimiento continuo en la Vida Divina, vínculo de esponsalicio, fiesta de todos.
La Divina Voluntad tiene asediada a la criatura.

(1) Me siento como una pequeña niña en los brazos de la Divina Voluntad, ¡oh! cómo me parece verdad que soy la pequeña recién nacida, que mientras estoy por nacer, otro acto suyo de Voluntad Divina se vierte sobre mí, o bien otro conocimiento suyo que me manifiesta, y yo renazco nuevamente en aquel acto y en aquel conocimiento como a una vida nueva en su Voluntad Divina, que primero no tenía en mi poder, ni siquiera la conocía, y en el acto de recibirlo yo me siento renacida de nuevo, pero mientras estoy por renacer me da otro acto suyo, me inviste de otro conocimiento suyo, y yo estoy siempre en acto de renacer. ¡Oh! potencia del Fiat Supremo, Tú no sabes dejar jamás a la criatura, más bien me parece que me pones en el laberinto de tu luz inmensa, en acto de darle siempre nueva vida, y yo siento la necesidad de recibir de Ti tu Vida continua, por lo tanto quedarme perdida en Ti, pero feliz pérdida, porque no es pérdida sino conquista de nueva Vida Divina que hace la criatura. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat Divino, mi Maestro Celestial, visitando a su pequeña recién nacida, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija, mi amor es tanto, que estoy siempre en acto de hacer don de mi Voluntad en todos los actos que hace la criatura para recibir el don de la suya, Yo soy el primero en cederle el don de la mía, estoy al acecho para ver cuándo la criatura está por hacer un acto para darle el don de mi Voluntad en su acto, a fin de que en vista del gran don que le hago me dé el pequeño don de su querer. Ahora, con este mi don de mi Querer que voy dando en todos los actos de la criatura, recibe un acto nuevo de Vida Divina, y la hago renacer en aquel acto nuevo que le doy, y ella siente la nueva Vida Divina que adquiere, y mientras está por formarse en aquella Vida Divina, Yo no espero, sino que prontamente le hago de nuevo el don de mi Querer, y así voy alternando la vida de la criatura, con el dar mi don y con querer recibir el suyo, a fin de que sienta el crecimiento y el renacimiento continuo de su vida en la Divina. Ahora, es tan grande este don que hago, que mientras estoy por hacerlo, los Cielos se maravillan y reverentes se abajan para adorar un don tan grande, y alaban a su Creador por tanta generosidad, y todos se ponen atentos para ser espectadores del cómo se desenvuelve este don en el acto de la criatura, y cuando ven el nuevo renacimiento que hace en la Vida Divina, ellos están temblorosos al ver el gran portento, pues renace a nueva Vida Divina por cuantas veces le viene dado este don de mi Voluntad, y ¡oh! cómo me agradecen por tanta bondad mía, porque todos se sienten más felices al ver este don de mi Querer obrante en el acto de la criatura. Se puede decir que en este intercambio de voluntad, en estos dones recíprocos de ambas partes, sucede un esponsalicio entre el alma y Dios, esponsalicio repetido, siempre nuevo, y cuando hay boda todos hacen fiesta a los nuevos esposos, y alaban a su Creador, porque con este don de mi Fiat no es sólo un don que hago, sino que junto con el don doy mi Vida, que forma el vínculo de la inseparabilidad, en el cual consiste la sustancia del

verdadero esponsalicio entre lo humano y lo Divino, y ¡oh! la suma ingratitud de quien no recibe el don de mi Querer en su acto, especialmente al ver mis premuras porque quiero darlo, ruego y suplico que lo reciban, y muchas veces me ingenio para procurar nuevos incidentes, circunstancias no esperadas, para tener nuevas ocasiones para poderles dar más frecuentemente mi don del Fiat, y cuando veo que no lo aceptan, me siento cambiar en dolor mis industrias de amor, y podría decir que los Cielos lloran junto Conmigo, porque cuando actúa este don de mi Voluntad en el acto de la criatura, los Cielos están comprometidos junto con Ella, y todos sienten, o la fiesta si viene aceptado, o el dolor si viene rechazado. Por eso sé atenta, no quiero otra cosa sino que en tus pequeños actos, en todo lo que haces, si oras, si sufres, si trabajas, en todo, que el intercambio sea continuo, que tomes el don de mi Voluntad y me des la tuya. ¡Oh! cómo me volverás feliz, Yo seré todo ojos sobre tu acto, a fin de que tenga todos los requisitos de un acto digno de mi Divina Voluntad”.
(3) Después me sentía toda investida por el Querer Divino, lo sentía palpitante en mi pequeña alma, su aire celestial y balsámico formaba el cielo en mí y probaba la felicidad de allá arriba, más bien me sentía más feliz que los ciudadanos celestiales, porque ellos no tienen un don de acto de Voluntad Divina como conquista, como nuevo renacimiento en Dios, sino que tienen el don de Ella sólo para hacerse felices y beatificase, pero como conquista no, yo en cambio puedo hacer nuevas conquistas y puedo encerrar en mi acto una Voluntad Divina obrante. Pero mientras mi mente desvariaba, el dulce Jesús sorprendiéndome ha agregado:
(4) “Hija bendita, quiero decirte la razón por la que quiero que la criatura reciba el don de mi Voluntad en todos sus actos, y me dé otras tantas veces la suya, porque si en un acto sucede este intercambio y en otro no, en el acto donde no hay intercambio se forma el vacío en el alma, y este vacío es llenado de miserias, de debilidades, de pasiones, con esto, la Vida Divina queda despedazada y como separada en ella, así que los verdaderos renacimientos no pueden suceder, porque faltaría el alimento, la materia prima del acto continuo de mi Fiat que forma estos nuevos renacimientos en Dios, mucho más que sólo Ella posee y forma el acto continuo, por eso sin su acto continuo es imposible recibir tan grandes dones y bienes de hacer maravillar Cielos y tierra”.
(5) Entonces al escuchar esto he dicho: “Dime Amor mío, ¿por qué te interesa tanto el que quieres la voluntad de la criatura y quieres dar la tuya?” Y Jesús:
(6) “¿Quieres saber el por qué? Porque con tomar su voluntad pongo a la criatura al seguro, y con darle la mía la tomo por todos lados y pongo al seguro mi Vida en ella, y como mi Voluntad Divina no hay cosa o persona en que no tenga sus vínculos de dominio y de conservación, la afortunada criatura la siento junto Conmigo en todo y en todos, y entonces puedo decir con los hechos, no con las palabras: ‘Lo que es mío es tuyo, y todo lo he hecho por ti’. Con esto mi finalidad está realizada, mi obra creada con tanto amor, cual es la criatura, no me preocupa más, ni hay más peligro porque mi Divina Voluntad la tiene asediada en sus infinitos confines, así que no queda otra cosa que gozármela y volvernos felices, con una felicidad jamás interrumpida por ambas partes. He aquí por qué hasta en tanto no vea a la criatura dotada con el don de mi Fiat, no me doy paz, estoy en guardia continua, porque sé que su querer puede traicionarla a ella y a Mí, por eso debo utilizar estratagemas, industrias amorosas, debo trabajar siempre, para Mí no hay descanso. En cambio cuando su querer está en mi poder y el mío en su poder, Yo reposo sobre su suerte, no hay más peligro, y si quiero el intercambio continuo entre Yo y ella, es para tener ocasión de tener qué hacer, ocasión de decir y de entretenerse dulcemente en conversación, y como quiero darle siempre de lo mío, uso el pretexto de querer el intercambio de la suya para darle de nuevo mi Voluntad, pero la suya ya era mía, y la mía ya era suya, sólo que con darla de nuevo, acreciento nueva Vida Divina y gracias más sorprendentes. Por eso siempre en mi Querer te quiero, y así podremos estar seguros, tú de estar siempre Conmigo, y Yo contigo”.

+ + + +

31-21
Diciembre 25, 1932

El nacimiento del Niñito Jesús fue universal, nació en todo y en cada uno. Para tenernos seguros vino a cubrirnos con la vestidura de su Humanidad. Ejemplo del sol.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y siendo hoy el día de la Santa Navidad he pasado toda la noche sin ver a mi celestial niño, y sentía un quebranto en el corazón sin Aquél que forma mi vida y mi todo. ¡Ah! vivir sin Él es vivir como si no se tuviese vida, torturada, sin fuerza, sin apoyos, lo que forma la más terrible de las muertes para la pobre y pequeña alma mía, y entre las ansias y el temor, rogaba al Querer Supremo que me develara a Aquél que me amaba y que formaba mi duro martirio. Mientras tanto, mi mente ha quedado como raptada por una luz inmensa que llenaba Cielos y tierra, y ¡oh! maravilla, veía al pequeño niño divino renacido en cada cosa creada, en cada corazón, en todo, el pequeño niñito Jesús multiplicado, bilocado, renacido en modo infinito, en todo y en cada uno, así que todos tenían el bien de sentir nacido en ellos al celestial niño. ¡Oh! cómo era bello verlo pequeño, pequeño en el sol, en las estrellas, en todos los elementos, en todas las criaturas, que todos alababan y tenían el gran honor, el bien inmenso de tenerlo renacido en cada uno, y de poseer como propia la dulce prenda del niñito Jesús. Ahora, entre la maravilla y el estupor veía que también en mí había nacido Aquél que con tantos suspiros y ansias buscaba, y me lo estrechaba fuertemente entre mis brazos, y Él me dejaba hacer, es más, gozaba de que hiciera eso, y todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, ámame, ámame, he nacido para amar y para ser amado, y para obrar como Dios mi nacimiento es universal, no habría obrado como Dios si no hubiese renacido en modo universal, de modo que todos pueden decir con los hechos: ‘El Celestial niño ha nacido para mí, es mío, y es tan verdadero que ya lo poseo’. Mi amor quedaría obstaculizado si no hubiese podido renacer en todos, mi potencia limitada, mi inmensidad restringida si no fuese universal mi nacimiento, y no es maravilla, conforme mi Divinidad llenaba Cielos y tierra, así incorporándose en mi pequeña Humanidad, la multiplicaba y bilocaba de modo que me hacía renacer en todos y en cada uno. Son nuestros modos divinos e infinitos que tenemos, que todos deben tomar el bien que hacemos, y ser preñados de nuestras obras. Mucho más, que Yo bajado del Cielo a la tierra quise tomar carne humana para glorificar completamente la gloria del Padre Celestial, para suplir a todo lo que el hombre no había hecho, he aquí por qué quiso renacer mi pequeña Humanidad aun en las cosas creadas, porque el hombre no nos había dado la gloria, la correspondencia del amor por el que habíamos creado un cielo, un sol y tantas otras cosas, y mi Humanidad renaciendo en ellas glorificaba a mi Padre Celestial completamente por toda la obra de la Creación. El hombre con rechazar mi Divina Voluntad se había vuelto impotente para todo, y Yo venía para ser su salvador, reparador, glorificador, defensor, y lo cubría dentro de la vestidura de mi Humanidad, para tenerlo seguro, y en cada cosa responder Yo por él a mi Padre Celestial. Era tanto mi amor, que mi Divinidad para dar un desahogo a mi amor, me llevaba a nacer en cada corazón y en todas las cosas, tan es verdad, que los primeros en reconocerme y en alabarme fueron las cosas creadas, porque sintiendo mi nacimiento en ellas exultaron de alegría y me hicieron fiesta, ¿pero sabes tú quiénes son aquellos que me hacen fiesta al nacer en sus corazones? Aquellos que poseen mi Divina Voluntad, éstos advierten pronto que Yo he nacido en sus corazones, y me hacen fiesta perenne, en cambio los demás me hacen llorar, me causan dolor, y con el pecado me preparan el cuchillo para herirme o para matarme”.
(3) Después de esto he quedado toda sumergida en su amor, la escena conmovedora del nacimiento del celestial niño, tanto universal como en cada uno, me hacía comprender quién sabe cuántas cosas, pero creo que sea mejor pasarlas en silencio, porque no

sabiéndolas decir bien podría decir disparates. Ahora, a fin de hacer la fiesta al celestial niño me abandonaba toda en la Divina Voluntad, y Él, regresando de nuevo, era tan gracioso, con una belleza tan especial, que no se encuentra otra semejante, y todo amor, encerrándose en mi corazón como lugar de su nacimiento, repetía en mí sus llantos infantiles, los gemidos amorosos, sus repetidos sollozos. ¡Oh! cómo era conmovedor el verlo ahora llorar, ahora sollozar, ahora gemir, y hacía el primer ingreso de renacimiento en cada uno y en todo, con las armas de sus lágrimas, con las estratagemas de sus sollozos, con las oraciones de sus gemidos, con esto se hacía raptor y a base de raptar con la fuerza de un Dios que poseía, entraba en los corazones para formar su nuevo renacimiento. ¡Oh Cielos! inclínense y junto conmigo amen y adoren al celestial niño. Pero mientras mi mente se perdía en un misterio tan grande, el dulce niñito entre las lágrimas y los sollozos mezclados con una celestial actitud de sonrisa ha agregado:
(4) “Hija bendita, mi nacimiento no sólo fue universal, porque como Dios no podía obrar de otro modo, me encontré en las condiciones del sol, que, quieran o no quieran, todas las cosas creadas, la Creación toda y todas las criaturas deben recibir su luz, su calor; desde lo alto de donde desciende con su imperio de luz y con su supremacía que posee sobre todos y sobre todo, parece que el sol dice en su mutismo, pero más fuerte que si hablase: ‘O me recibes con amor, o te invisto con los derechos que poseo de darte luz, y si no me quieres recibir te circundaré por todos lados, de modo que no podrás huir de mi luz y tendré la gran gloria de haber dado mi luz a todos’. Símbolo de mi nacimiento, el sol, porque también él renace en todos los días, para todo y para cada uno, y Yo no sólo renazco en modo universal, sino que mientras renazco hago una invasión, no sólo renazco en el corazón, sino que invado la mente con mis pensamientos, los ojos con mis lágrimas, la voz con mis gemidos, de modo que hago la invasión universal de todas las criaturas, la tomo por todos lados, a fin de que no me pueda escapar; si me reciben con amor, mi Vida no sólo nace en ellas, sino que crece en modo sorprendente, si después no me reciben con amor, renazco en ellos con mis derechos de Dios que poseo, pero no crezco en ellos, permanezco pequeño y solo, y me quedo a reserva, esperando, quién sabe si con mis gemidos y lágrimas se muevan a amarme, y si esto no logro, mi Vida se cambia para ellos en justicia. Y ¡oh! cómo me destroza mi corazoncito el ver mi nacimiento todo amor cambiado en justicia para la pobre criatura. Por eso, ya que he nacido en ti, dame el bien de hacerme crecer, así me cambiaras en alegrías mis lágrimas y mis gemidos”.

+ + + +

31-22
Enero 6, 1933

Quien obra en la Divina Voluntad, Dios se esconde en la criatura con todos sus actos; agradecimiento que siente por quien le hace producir su Vida. Derechos de ambas partes.
La pequeña embarcación.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos que la Divina Voluntad había hecho en ella, y me parecía que cada cosa creada me daba la entrada para recibir mi acto y ponerlo como cortejo y correspondencia para la Divina Voluntad que poseían como actora y conservadora de las cosas creadas. Ahora, mientras esto hacía, el celestial niñito me ha hecho su breve visita y me ha dicho:
(2) “Hija mía, en quien hace la Divina Voluntad, al hacer sus actos se vierte en Ella, no hay parte de su ser que no tome lugar en el Querer Supremo, y entonces, todo lo que Dios ha creado, todo lo que ha hecho y hará, estando todo encerrado en mi Querer, como un solo acto se vierte todo sobre el acto de la criatura, de modo que el acto de ella queda lleno, embellecido, circundado de todo lo que ha hecho y hará mi Voluntad, tanto, que se ven en el acto de la criatura impresos, fundidos, circundados, todos los actos divinos.

Cuando mi Voluntad obra, tanto en nuestra Divinidad, cuanto en el acto humano, no sabe, ni quiere separar un acto suyo del otro acto, sino que los une todos juntos y forma el nuevo acto que quiere hacer, se puede decir que todo nuestro Ser Divino con todos nuestros actos nos vertemos sobre la criatura, nos escondemos en ella, nos encerramos, mientras permanecemos en nuestra inmensidad y potencia interminable cual somos. Sin embargo nuestra felicidad queda duplicada por parte de la criatura, porque nos ha dado la ocasión de bilocar nuestra Vida junto con nuestros actos, y Nosotros recibimos la gloria, el honor, el amor de nuestra misma Vida, y de todos nuestros actos por parte de quien se hace poseer por nuestra Voluntad. Nos sucede como al sol, que cuando desde la altura de su esfera se da a la tierra, parece que da sólo luz, pero no es verdad, junto con la luz da todo lo que posee, y tan es verdad, que se ve la tierra florida con tanta variedad de colores, variedad de dulzuras, de sabores, ¿quién ha dado tanta belleza, tantas sustancias, tantos colores?
¿Sólo la luz? ¡Ah, no! Es porque la luz ha dado las sustancias, las propiedades que posee la luz. Se puede decir que la tierra es rica, embellecida por las propiedades que posee el sol, pero mientras el sol da, nada pierde de lo que posee. ¡Oh! si el sol tuviese razón, cómo se sentiría más feliz, más glorificado por el gran bien que hace a la tierra. Reproducir nuestra Vida, nuestros actos en nuestra amada criatura, para Nosotros es felicidad, y nos sentimos como agradecidos hacia ella, porque nos ha dado el campo para hacer uso de nuestra potencia comunicativa para reproducirnos en ella”.
(3) Entonces yo al oír esto pensaba entre mí: “¿Y si estuviese el pecado, las pasiones, cómo puede recibir este gran bien la criatura?” y Jesús ha agregado:
(4) “Hija bendita, cuando el alma se da en poder de mi Voluntad, Ella tiene la virtud de hacer perder la vida del mal, no hay pecado o pasiones que no sientan darse más que por armas mortales la muerte, más bien, por sí mismas mueren, en cuanto mi Voluntad reina en el alma así se sienten perder la vida. Ella es para el mal como el hielo a las plantas, que las quema, las seca y las hace morir; es como la luz a las tinieblas, las cuales en cuanto aparece la luz, desaparecen y mueren, es más, ni siquiera se sabe dónde han ido; mi Voluntad es como el calor al frío, el frío muere bajo la virtud del calor. Si el hielo, la luz, el calor, tienen virtud de hacer morir las plantas, las tinieblas, el frío, mucho más mi Divina Voluntad tiene virtud de hacer morir todos los males juntos; pero si el alma no se hace dominar siempre por mi Voluntad, donde no reina siempre Ella no puede comunicar todos los bienes y convertir en Vida Divina todo el conjunto de la criatura, y donde falta la Vida Divina surge el mal, y puede suceder como a las plantas si se retira la fuerza del hielo, las plantas si bien penosamente, comienzan a reverdecer; si se retira la luz, las tinieblas surgen de nuevo; y si se retira el calor, el frío adquiere de nuevo su vida. He aquí por qué la gran necesidad de hacer siempre, siempre mi Voluntad y de vivir en Ella si quieres desterrar todos los males y erradicar también las raíces de las pasiones. Mucho más que mi Querer Divino quiere dar siempre a la criatura, pero para dar está a la expectativa, para ver cuando obra en su Voluntad, porque cada acto que hace en Ella adquiere un derecho divino, así que por cuantos actos hace, tantos derechos adquiere en el mar de mi Fiat, y Ella adquiere tantos derechos sobre la criatura, estos derechos de ambas partes vuelven dueños a Dios y a la pobre criatura, y mi Voluntad bilocada y encerrada en el alma, por cuanto es capaz de contener, como quiere dar siempre, la lleva a navegar en el mar inmenso de su Querer que reina en Dios mismo, y volviéndola más capaz toma de su mar y agranda el marecillo de su Querer en el fondo del alma, se puede decir que hace de ella su pequeña embarcación, para ir a veranear en su mar inmenso de su Querer, y según se dispone y obra, así encierra nuevas dosis de Voluntad Divina. Por eso siempre en Ella te quiero, así me darás el derecho de poderte siempre dar y tú de siempre recibir”.

+ + + +

31-23
Enero 14, 1933

La página de la vida. La Creación, página celestial. El ‘te amo’, puntuación de estas páginas. El artífice y el escritor divino.

(1) Estaba según mi costumbre girando por toda la Creación, para encontrarme con la Divina Voluntad dominante en ella, y corresponderle con mi amor a su tanto amor por mí, al crear tantas cosas por amor mío, y me parecía que cada cosa creada estaba a la expectativa de recibir la marca de mi te amo, esto era un derecho, un tributo, una pequeña señal que exigían de la tierra a aquella Voluntad que tanto había dado a todas la criaturas, y que era su actriz y conservadora; pero mientras esto hacía, parecía que mi dulce Jesús, con sus mismas manos tomaba mi ‘te amo’ y lo ponía como sello a aquellas cosas creadas hacia las que yo lo dirigía, y poniéndolas a parte, esperaba que siguiera el trabajo del ‘te amo’ a todas las otras cosas creadas, y yo maravillándome al ver el interés de Jesús, su esperar, pensaba entre mí: “¿Pero qué gran cosa es mi pequeño ‘te amo’, que llega a ser la ocupación y el interés de Jesús?” y Él, deteniéndose para hablarme me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ¿sabes qué cosa es tu ‘te amo’? Él es como la puntuación a una carta, una carta sin puntuación es una confusión, sin ideas precisas, sin expresiones formadas, de modo que quien lo lee, no encontrando el verdadero sentido puede tener las ideas que quiera, bellas o feas, como le plazca, por ello, faltando la puntuación se puede llamar un escrito sin verdadero valor, y claramente habla de la ignorancia y el poco valor de quien lo ha escrito. Y sin embargo ¿qué es un punto, una coma, una interrogación y todo el resto de la puntuación? Se puede decir nada en comparación del trabajo, de la extensión de una carta. Tal es tu ‘te amo’, es la puntuación a la carta de tu vida, de tus palabras, obras, pasos, y hasta de tu corazón, la puntuación de tu ‘te amo’ pone el orden en todos tus actos, pone las ideas precisas, da las expresiones más bellas y te hace conocer a Aquél, por amor del cual viene formada la página y la carta de tu vida. Pero esto es nada aún, este punto, esta pequeña coma de tu ‘te amo’, sube a lo alto y pone la puntuación a nuestra página divina, nuestras cartas celestiales de toda la Creación. Qué cosa es toda la Creación sino nuestra página divina puesta fuera de Nosotros, y nuestras letras celestiales impresas en toda la página de la Creación, puntuada con tal orden y armonía, con las ideas más precisas, con las expresiones más bellas y conmovedoras, hechas con tal valor de arte, que ningún artífice puede imitar. Ahora, tu ‘te amo’ se une a la puntuación divina y puntuando conoce el valor de nuestras letras, aprende a leer nuestra página, comprende con ideas justas cuánto hemos hecho por amor suyo, y recibe las expresiones más bellas y conmovedoras de su Creador y nos da el pequeño tributo, nos paga el pequeño interés que Nosotros con amor de justicia esperamos de la criatura. No sólo, como el ‘te amo’ tiene virtud por su naturaleza de convertirse en luz, Yo con todo amor tomo estos puntos y comas de tu ‘te amo’, y pongo tu pequeña luz sobre nuestra puntuación divina, y viendo toda la Creación, siento tales estrecheces de amor, porque veo la puntuación de la pequeña hija de mi Querer unida a nuestra puntuación celestial. Pero dime hija mía, ¿por qué me dices te amo y quieres investir todas las cosas creadas, mis mismos actos con tu ‘te amo’?”
(3) Y yo: “Porque te amo y quiero ser amada por Ti”.
(4) Y Él: “Entonces, porque me amas me dices ‘te amo’, ¿y no es esto el más grande de mis contentos, de mis suspiros, de mis ansias, de mis delirios, ser amado por la criatura? Ahora, debes saber que a cada ‘te amo’ tuyo, Yo te susurro al oído del corazón,
‘te amo’, y pongo mi puntuación celestial a la página y letras de tu vida, ¿no estás contenta?”
(5) Y yo: “Amor mío, no me basta sólo tu puntuación, no, no estoy contenta, puede bastarte a Ti únicamente mi puntuación, porque siendo yo pequeña y buena para nada no sé hacer otra cosa, pero Tú que sabes hacer todo, para dejarme contenta quiero que Tú mismo formes la página y las letras de mi vida”.
(6) Y Jesús: “Sí, sí, te contentaré y podría decirte que lo estoy haciendo. Ahora, debes saber que para tener una página escrita se necesita el papel, la tinta, la pluma, todo es materia prima para formar una página escrita, si falta una el escrito no puede tener vida.

Ahora, el papel es mi Divina Voluntad, la cual como fundamento de todo debe formar la página de la vida. Mira, puedo decir que mi Voluntad se extendió como fundamento de toda la Creación, más que papel para recibir nuestros caracteres distintos de nuestro amor incesante, en el cual poníamos más que caracteres imborrables nuestras cualidades y obras divinas, nuestros caracteres vienen formados de obras y amor incesante. Así el alma debe poseer como fondo de todo mi Divina Voluntad, pero no basta, se necesita el amor incesante para formar la tinta para escribir sobre este papel de luz, pero papel y tinta no son suficientes para formar los caracteres, se necesita la pluma de las obras santas, la diversidad de los sacrificios, las circunstancias de la vida para formarse la pluma y así escribir los caracteres ordenados, las expresiones más bellas y conmovedoras que ahora hacen llorar, y ahora llenan el corazón de alegría, de modo que quien los pueda leer se sentirá transformado y dada nuevamente la vida del bien que posee aquella página, y Yo, artífice y escritor divino, cuando encuentro papel, tinta y pluma, así como formé y escribí la página de la Creación, así me ocupo con sumo deleite mío en formar y escribir la página de esta criatura, quizá más bella que la misma página de la Creación. Por eso ten siempre listo papel, tinta y pluma, y Yo te prometo escribir la página de tu vida, en la cual se verá que Yo sólo he sido Aquél que la he formado y escrito, y así quedarás contenta tú, y contento Yo”.

+ + + +

31-24
Enero 18, 1933

Soledad en que es puesto Jesús por parte de aquellos que lo reciben Sacramentado, sus lágrimas, sus dolores. Las especies mudas y las especies vivientes. Continuación de la Vida de Jesús en la criatura.

(1) Habiendo recibido la santa Comunión, estaba haciendo mis acostumbrados agradecimientos, y mi Sumo Bien Jesús se hacía ver afligido y taciturno como si sintiera la necesidad de compañía, y yo estrechándome a Él trataba de consolarlo con ofrecerme a estar siempre unida con Él, para no dejarlo jamás solo, y Jesús parecía todo contento y para desahogar su dolor me ha dicho:
(2) “Hija mía, seme fiel en no dejarme jamás solo, porque la pena de la soledad es la más oprimente, porque la compañía es el alimento del desahogo de quien sufre, en cambio sin compañía se sufre el dolor y se está obligado a sentir el hambre, porque falta quien le dé el desahogo del alimento, falta todo, y quizá falta quien pudiese ofrecer el alivio, aunque fuera una medicina amarga. Hija mía, cuántas almas me reciben Sacramentado en sus corazones y me ponen en soledad, me siento en ellas como dentro de un desierto, como si no les perteneciese, me tratan como extraño, ¿pero sabes por qué no toman parte en mi Vida, en mis virtudes, en mi santidad, en mis alegrías y en mis dolores? Compañía significa tomar parte en todo lo que hace y sufre la persona que le está cerca, por tanto recibirme y no tomar parte en mi Vida, es para Mí la soledad más amarga, y quedando solo no puedo decirle cuánto ardo en amor por ellas, y por eso queda aislado mi amor, aislada mi santidad, mis virtudes, mi Vida, en suma, todo es soledad en Mí y fuera de Mí. ¡Oh! cuántas veces desciendo en los corazones y lloro, porque me veo solo, y cuando desciendo, viéndome solo, me siento no atendido, no apreciado, no amado, tanto, que estoy obligado por su desatención a reducirme al silencio y a la tristeza, y como no toman parte en mi Vida Sacramental, me siento apartado en sus corazones, y viéndome que no tengo qué hacer, con paciencia divina e invencible espero la consumación de las especies sacramentales, dentro de las cuales mi Fiat eterno me había aprisionado, dejando apenas los rastros de mi descendimiento, porque nada he podido dejar de mi Vida Sacramental, quizá sólo mis lágrimas, porque no habiendo tomado parte en mi Vida faltaba el vacío donde poder dejar las cosas que me pertenecen, y que Yo quería poner en común con

ellas. Por eso se ven tantas almas que me reciben Sacramentado y no dan de Mí, son estériles de virtud, estériles de amor, de sacrificio, pobrecillas, se alimentan de Mí, pero como no me hacen compañía quedan en ayunas. ¡Ay! en qué estrechura de dolor y de cruel martirio es puesta mi Vida Sacramental, muchas veces me siento ahogado de amor, quisiera liberarme y suspiro descender en los corazones, pero ¡ay de Mí! estoy obligado a salir de ellos más sofocado que antes. ¿Cómo podía desahogarme si ni siquiera han puesto atención a las llamas que me quemaban? Otras veces la plenitud del dolor me inunda, suspiro un corazón para tener un alivio a mis penas, ¡pero qué! quisieran que Yo tomase parte en las de ellas, no ellas en las mías, y lo hago, escondo mis dolores, mis lágrimas para consolarlas, y Yo quedo sin el alivio suspirado. ¿Pero quién puede decirte los tantos dolores de mi Vida Sacramental, y cómo son más los que me reciben y me dejan en soledad en sus corazones, pero soledad amarga, que los que me hacen compañía? Y cuando encuentro un corazón que me hace compañía, pongo en comunicación mi Vida con ella, dejándole el depósito de mis virtudes, el fruto de mis sacrificios, la participación de mi Vida, y Yo la escojo como mi morada, para escondite de mis penas y como lugar de mi refugio, y me siento como correspondido por el sacrificio de mi Vida Eucarística, porque encuentro quién rompe mi soledad, quién me enjuga las lágrimas, quién me da libertad para que pueda desahogar mi amor y mis dolores, son ellas quienes me sirven como especies vivientes, no como las especies sacramentales que nada me dan, solamente me esconden, el resto lo hago todo Yo solo, no me dicen una palabra que rompa mi soledad, son especies mudas. En cambio en las almas que me sirven como especies vivientes, desarrollamos la vida juntos, palpitamos con un solo latido, y si la veo dispuesta le comunico mis penas y continúo en ella mi Pasión, puedo decir que de las especies sacramentales paso a las especies vivientes para continuar mi Vida sobre la tierra, no solo, sino junto con ella. Tú debes saber que no están más en mi poder las penas, y les voy pidiendo por amor a estas especies vivientes de las almas, que me suplan en lo que a Mí me falta. Por eso hija mía, cuando encuentro un corazón que me ama y me hace compañía, dándome la libertad de hacer lo que quiero, Yo llego a los excesos, no me fijo en nada, doy tanto, que la pobre criatura se siente ahogar por mi amor y por mis gracias, y entonces no queda más estéril mi Vida Sacramental cuando desciendo en los corazones, no, me reproduce, bilocando y continuando mi Vida en ella, y éstas son mis conquistadoras que suministran a este pobre indigente de penas, su vida y me dicen: ‘Amor mío, Tú tuviste tu turno de penas y terminó, ahora es mi turno, por eso déjame que te supla y que yo sufra en lugar tuyo’. Y ¡oh! cómo quedo contento por esto, mi Vida Sacramental queda en su puesto de honor, porque reproduce otras Vidas suyas en las criaturas. Por eso siempre junto conmigo te quiero, a fin de que hagamos vida juntos y tú tomes a pecho mi Vida y Yo tome la tuya”.

+ + + +

31-25
Enero 22, 1933

Jesús no quiere hacer cuentas con las criaturas. El jardinero celestial; la voluntad humana campo de Jesús; dote y herencia que Dios da a la criatura.

(1) Estaba pensando en el Querer Divino, y miles de pensamientos se agolpaban en mi mente y decía entre mí: “¿Pero por qué Jesús ama tanto el querer mi voluntad? Si ama el darme la suya yo gano, al tener una Voluntad Divina en mi poder, poseo todo, encierro todo, aun al mismo Dios, pero querer Él la mía, nada más por intercambio de la suya, es para maravillarse, ¿en qué cosa le podrá beneficiar, serle de utilidad una voluntad tan débil e insignificante, que sabe producir más mal que bien? Se ve que Jesús no entiende de cuentas, ni sabe dar, o mejor dicho, no quiere dar el justo valor a lo que da, a la

correspondencia que recibe, porque con tal de obtener su intento, no se fija si obtiene poco o nada en comparación de lo mucho que ha dado, pero aquí se ve que su amor es verdadero amor, porque es desinteresado”. Pero mientras mi mente desatinaba, mi dulcísimo Jesús se hacía ver que estaba todo atento en escuchar mis disparates, y complaciéndose todo me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, si Yo quisiera hacer las cuentas a la criatura, no tendría jamás nada que darle, porque, en primera, lo que ella me puede dar, todo le ha sido dado por Mí, por lo tanto dándome no me da otra cosa que lo mío, y por ello mi amor me hace siempre hacer a un lado las cuentas; hacer cuentas con las criaturas, sería obstruir mi amor y hacerlo perder la libertad de darles lo que quiere dar a la criatura, y se encontraría a disgusto. Además de esto, para darte mi Divina Voluntad es necesario que des la tuya, porque dos voluntades no pueden reinar dentro de un corazón, se harían guerra mutuamente, y la tuya sería de obstáculo a la mía, y por tanto no sería libre de hacer lo que quiere, y Yo para volver libre a la mía, con tanta insistencia te pido la tuya, pero esto no es todo aún, tú debes saber que tu voluntad estando en ti es débil, insignificante, pero en cuanto llega a mis manos creadoras y transformadoras, cambia de aspecto, Yo la vuelvo potente, la vivifico y encierro en ella el valor productor del bien, y Yo me sirvo de esto para no estar ocioso, y haciéndome celestial jardinero trabajo en este campo de tu voluntad y la hago un bello prado florido y un jardín de mis delicias. Así que lo que en tus manos es insignificante y quizá aun dañino, en las mías cambia naturaleza y me sirve para divertirme y tener un poco de tierra a mi disposición para formar las más bellas flores. Y además, para poder dar, Yo quiero lo pequeño, lo insignificante, también como pretexto para poder dar lo grande y así decir: ‘Me ha dado y he dado’. Es verdad que me ha dado lo pequeño, pero eso tenía, y despojándose aun de lo pequeño por Mí, es el don más grande, y lo confío a la exuberancia de mi amor a fin de que supla lo que le falta a la criatura”.
(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad y mientras buscaba seguir sus actos, mi amado Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía bendita, tú debes saber que conforme tú buscas seguir los actos de mi Divina Voluntad, tú te pones en camino en Ella, y mi Fiat te viene al encuentro para recibirte, para darte sus actos, a fin de que los hagas uno con los tuyos, y Yo recibo las dulces sorpresas de tus atenciones, el encanto de tu amor, y Yo no te pierdo nunca de vista y asisto a las escenas más conmovedoras de tu nada en el Todo, de tu pequeño ser en el Grande, de lo finito en el infinito, parece un alternarse mutuo entre Dios y la criatura, y en este sucederse, uno se vierte en el otro por puro amor. Ahora, tú debes saber que cuando sacamos a la luz del día a la criatura, Nosotros le dimos la dote, el ajuar de nuestras partículas divinas. La dote es nuestra Voluntad, no pusimos un límite, más bien le dimos la libertad de aumentar su dote; ahora, los actos que hace en nuestra Voluntad son nuevas propiedades que adquiere, aparte de las que le ha dado su Creador, y Nosotros en el énfasis del amor le decimos: ‘Cuantos más actos hagas en nuestro Querer, tanto más campo divino te daremos para darte el lugar dónde poner tus actos, así tú trabajarás en nuestro campo celestial, y Nosotros te daremos cuanto más campo quieras, basta con que no lo tengas vacío, y sé atenta en ponerlo en circulación, más bien tendremos el gran contento de ver tus propiedades más extensas’. Nosotros hacemos como un padre cuando da su dote al hijo, este hijo trabaja, se sacrifica tanto, de modo que aumenta su dote, extiende más sus propiedades, y el padre goza más que si fuesen suyas las propiedades y la fortuna del hijo. Así hacemos Nosotros, más aún, cuando la vemos toda atención, pronta a cualquier sacrificio, Nosotros no la dejamos sola, sino que trabajamos junto, le prestamos todo lo que se necesita, Voluntad, santidad, nuestros actos, todo, para tener el contento de ver a nuestra hija poseedora de muchas propiedades”.

+ + + +

31-26
Enero 29, 1933


Potencia de las verdades, pasos de ambas partes, Dios y la criatura. Aspecto insólito del Ente Supremo.

(1) Estaba pensando en las tantas verdades que mi adorable Jesús me ha manifestado sobre la Divina Voluntad, y ¡oh! cuántos pensamientos se agolpaban en mi mente, de sorpresa, de alegría, de conmoción sobre estas verdades, me parecía que descendían del Cielo todas ordenadas para llenar la tierra, y su trabajo era el formar el camino en ellas mismas, para hacernos entrar nuevamente en estas verdades, y ellas se levantaban como muros alrededor de las criaturas para no dejarlas salir. Y mi celestial Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que cada verdad que he manifestado sobre mi Divina Voluntad, no ha sido otra cosa que un acercamiento de más hacia las criaturas, nuestro Ser Supremo, conforme hablaba así daba un paso de más hacia ellas, ponía una partícula divina de más a su disposición y ponía nuevos vínculos de unión y de amor, nuestra palabra es siempre parto nuestro, es nuestro Verbo que ponemos en camino del Cielo para buscar a nuestra suspirada criatura, y nuestra Trinidad Sacrosanta atraída por la potencia del Verbo, porque es inseparable de Nosotros, damos nuestros pasos junto, y paso a paso nos acercamos a donde nuestra palabra llega. Ahora tú debes saber que cuando nos decidimos a manifestar una verdad por medio de nuestro Verbo, como es una parte de Nosotros mismos que ponemos fuera, nuestro Ente Supremo toma un aspecto insólito, una nueva alegría nos inviste, sale de Nosotros una fuerza comunicativa de nuevas bienaventuranzas; todo el Cielo al ver nuestro aspecto insólito, intuye ya que estamos por sacar una palabra nuestra de verdad, porque los primeros en festejar las verdades que sacamos, somos las Tres Divinas Personas, y después todo el Cielo junto con Nosotros. Son los dones del gran Rey, que sabe mover todo, inviste todo, es nuestra palabra que tiene virtud creadora, vivificadora, transformadora, y a veces derriba, tritura, hace pedazos todo, y sobre las ruinas hace surgir la vida de nuestra palabra y ahí forma las cosas más bellas, la nueva creación, las obras de magnificencia que hacen maravillar al Cielo y tierra, ¿qué cosa no puede nuestro Fiat? Todo, ¿y qué no hará la cadena de tantos Fiat nuestros? Nuestro Fiat transformado en palabra de verdad posee virtud invencible, potencia inalcanzable, firmeza inamovible del bien que quiere formar en la potencia de mi Fiat hablante. Tú no puedes comprender el gran don y el gran bien que encierra una sola palabra mía de verdad divina, pero lo comprenderás con el tiempo, cuando veas los hechos, las obras que han producido mis verdades, porque mis verdades no sólo tienen la potencia de atraer a nuestro Ser Divino a su lado, de hacernos dar los pasos, y muchas veces nos hacen también correr para acercarnos a las criaturas, sino que les dan a ellas las gracias para hacerles dar los pasos y hacerlas correr al encuentro de Aquél que ya está viniendo para encontrarse, y darle el gran bien que pronunció nuestro Fiat. Así que nuestras verdades obran potentemente sobre nuestro Ser Divino cuando las sacamos, porque si salen quieren dar la vida y el bien que poseen, y mientras tanto quieren disponer a las criaturas a acercarse a la fuente de donde han partido, para transformarlas en el bien de la misma verdad. El todo está en si sale de Nosotros una nueva verdad, a lo más podrá pasar tiempo, siglos, esto es nada, ya que están armadas no sólo de potencia, sino de paciencia invicta y divina, y no se cansan de esperar, son infatigables, son inflexibles, primero deben dar lo que tienen de bien, la vida que poseen, y después triunfantes y victoriosas envían al Cielo los frutos que han conquistado. Por eso hija mía, sé atenta en escuchar mis verdades, primero debes pensar de dónde vienen, quién te las trae, el bien que te quieren hacer, los pasos de acercamiento de ambas partes, y no querer dudar porque no ves en el mundo los efectos, el bien, la vida que poseen mis verdades, el tiempo hará y dirá todo, por ahora toma tu parte, en el resto pensará tu Jesús.
(3) Además de esto, tú debes saber que primero formamos el apoyo, el lugar, el alma donde deben descender nuestras verdades, y después nos decidimos a sacarlas de dentro de nuestro seno paterno, porque nuestro Ente Supremo al sacar de Nosotros las verdades,

que para las criaturas se cambian en obras, al sacarlas no las dejamos en el aire y ociosas, no, nuestra sabiduría no hace jamás cosas inútiles, si las sacamos deben ser portadoras del bien que encierran, he aquí por qué la necesidad del apoyo donde nuestra bondad las dirige, para comenzar prontamente su trabajo de participación y de transformación del bien que poseen, quizá sea una sola alma al principio, y después se difunden tanto, de formar ejércitos de vidas del bien que nuestras verdades poseen, y cuando han formado estos nobles ejércitos, nuestras verdades nos las llevan a nuestro regazo en nuestra patria celestial. Son ellas las conquistadoras que pueblan el Cielo, hacen de mensajeros, recorren la tierra, arrojan la semilla, la trabajan, la recogen y triunfantes para ponerla al seguro, la llevan a las regiones celestiales, son incansables, jamás se detienen si no han obtenido su intento. Por eso sé atenta y no transgredas nada de lo que tu Jesús te ha enseñado”.

+ + + +

31-27
Febrero 12, 1933

Dios posee en su naturaleza la fuerza creadora, necesidad de amar. Dios, prisionero voluntario de la criatura. El
divino pescador, pesca diaria.

(1) Estaba siguiendo mis actos en el Querer Divino y sentía una fuerza potente que me arrollaba, me unificaba, me fundía en las mismas obras divinas. Podría decir que mi ser se había empequeñecido tanto, que se perdía en el mar inmenso que sentía desbordar dentro y fuera de mí, sus olas eternas me elevaban y me sumergían, y yo sentía más la Vida Divina que la mía, y mi siempre amable Jesús que derriba y levanta, que da la muerte y en el mismo instante hace renacer a nueva vida, visitando a su pequeña hija me ha dicho:
(2) “Hija bendita, nuestro amor es exuberante, y por cuanto más damos más queremos dar a las criaturas, es más, en el dar nuestro amor nos desborda por todas partes y quisiera ahogarlas de amor, de santidad, de belleza, de luz, de bondad nuestra, cuanto más damos más crece en Nosotros la pasión de amarlas y de hacernos amar. Tú debes saber que nuestro Ente Supremo posee en naturaleza la fuerza creadora, la virtud Redentora y la Vida que todo vivifica y santifica. Ahora, al crear la Creación, obramos solos, sin la criatura, pero después de creada, nuestro amor es tanto hacia ella, que queremos continuar y desarrollar la fuerza creadora junto con ella, y mientras con el conservar la Creación es como si en acto la estuviésemos creando, esta fuerza creadora unifica e inviste a las almas y continúa la creación en el interior de cada una, ¿y qué cosa creamos? Nuevos cielos de amor, nuevos soles de conocimientos, nuevos mares de gracias, nuevo aire de santidad, nuevos vientos de refrigerio que embalsaman a la criatura, nueva Vida siempre creciente de nuestra Voluntad Divina, nuevas flores de belleza, de santos deseos, en suma, el eco de la creación de todas las cosas, nuestra virtud creadora hace eco en las almas, y con una sabiduría y bondad toda nuestra, creamos siempre, sin cesar jamás; si cesara, lo que no puede ser, deberíamos restringir esta nuestra naturaleza creadora que tiene virtud de crear siempre. Pero más que todo esto, nuestra Alteza Divina se abaja tanto, descendemos en el fondo de las criaturas, y ahí desarrollamos juntamente nuestra virtud creadora, solos no queremos obrar, la soledad nos destrozaría los brazos, y pondría un límite a nuestra fuerza y virtud creadora. Nosotros para poder amar más, Nosotros mismos nos hemos formado una ley de amor, y hemos creado en Nosotros la necesidad de amar, así que amar en Nosotros es necesidad, pero necesidad querida, no forzada por alguien, y es esta necesidad de amar la que nos hace hacer tantas cosas inauditas, nos hace llegar a excesos y locuras hacia las criaturas. Habría sido absurdo y no modos de un Ser perfecto, cual es el nuestro, crear las cosas y los seres vivientes y no amarlos, más bien primero los amamos, hacemos correr como acto primero nuestro amor,

y después los sacamos a la luz como parto, desahogo y triunfo de nuestro amor, si esto no fuese así, la Creación nos habría sido de peso insoportable y no de gloria y de honor, las cosas que no se aman se rehuyen; en cambio Nosotros las amamos tanto, que nos encerramos en ellas, haciéndonos prisioneros voluntarios para formar nuestra Vida Divina en la criatura y llenarla de Nosotros, por cuanto son capaces, y para hacer que la amásemos más y para ser más amados, queremos que lo sepa y la queremos en nuestra compañía, para hacer que ella misma vea y toque por sí misma lo que estamos haciendo, y cómo desarrollamos nuestra Vida Divina en su alma; nuestro amor no se da reposo, y según las disposiciones y cooperación de la criatura, ahora desarrollamos la fuerza creadora, ahora la redentora, y ahora la santificadora, según sus necesidades y la correspondencia que nos da, pero todo esto siempre junto con ella, jamás solos; queremos usar la virtud creadora, pero queremos que la conozca y reciba; queremos usar la virtud redentora si el pecado la tiraniza, pero queremos que sienta el bien que queremos hacerle, y lo reciba con amor y gratitud; Queremos usar la virtud santificadora, pero queremos que se preste a recibir la transformación de nuestros santos actos en los suyos, para recibir nuestra virtud santificadora. Si el alma no estuviese junto con Nosotros y no uniera su pequeño trabajo a nuestro gran trabajo, para Nosotros sería como si quisiésemos desarrollar nuestro trabajo de amor sobre cosas inanimadas, que no sienten y no saben nada del bien que reciben, y para ellas sería como el Dios lejano, que ni conocen, ni aman. Tú debes saber que nuestro amor es tanto, que todas las criaturas nadan y están dentro de este mar inmenso de nuestro amor, y como si no estuviésemos contentos de tanta inmensidad de este nuestro amor, nuestro Ente Supremo se hace pescador y va pescando las pequeñas gotitas de amor de las criaturas, sus pequeños actos, los pequeños sacrificios, las penas sufridas por amor nuestro, un te amo de corazón que nos ha dicho. Todo pescamos de dentro de nuestro mismo mar para darnos el contento, la felicidad de la correspondencia del amor de la criatura, y lo anhelamos tanto que de ello hacemos nuestra pesca diaria y preparamos nuestra mesa celestial. El amor verdadero tiene virtud de transformar las cosas, pone un dulce encanto a nuestras pupilas divinas y nos vuelve bellos, graciosos, simpáticos, los pequeños actos amorosos de las criaturas, en modo que nos rapta, nos hiere, nos felicita. Nosotros nos volvemos raptores, haciendo de ellos nuestra más agradable conquista, por eso si quieres hacernos felices y ser portadora a tu Dios de alegrías y de felicidad, ama, ama siempre, no ceses jamás de amarnos, y para estar más segura, enciérrate toda tú misma en el Fiat Divino, el cual nada dejará que hagas que no sea amor para tu Creador”.

+ + + +

31-28
Febrero 24, 1933

La verdad es semilla; agricultor celestial y sembrador humano. Inmutabilidad de los modos divinos. Para qué sirven las penas y las contradicciones.

(1) Mi pequeña mente estaba toda ocupada con las tantas verdades que el bendito Jesús me había manifestado sobre la Divina Voluntad, y cada una de ellas se me presentaba como un portento distinto uno del otro, pero portento divino, no humano, no de tierra sino de Cielo y estaban todas como en acto de querer asaltar a la criatura para comunicarle y transformarla en su portentosa virtud toda celestial y divina, pero mientras mi mente estaba ocupada de esta forma, pensaba entre mí: “Sin embargo, ante verdades tan celestiales y divinas, en las cuales la sombra de lo humano no existe, tan amables, tan penetrantes, santas, llenas de luces, cada una de las cuales encierra la Vida, el amor, la santidad de Aquél que las ha manifestado, hay quien leyendo alguna cosa de estas verdades las pone en duda, ponen dificultades, y Tú lo sabes, oh Jesús, a Ti todo es

conocido”. Y me sentía toda oprimida y suspiraba a mi dulce Jesús para decirle mi pena, y Él sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, no te aflijas por esto, tú debes saber que para conocer una verdad se necesita amarla, el amor hace surgir el apetito, el apetito da el gusto, el gusto hace surgir el hambre de comer de ella hasta saciarse y masticar muy bien la sustancia de un alimento, o sea de mis verdades, la masticación produce la fácil digestión, en modo que se siente la posesión del gran bien que posee y produce mi verdad, y entonces las dudas cesan, las dificultades se disuelven como nieve ante los rayos de un sol ardiente. Ahora, si apenas las han tocado sin comerlas con un estudio profundo, con un amor que produce el apetito,
¿qué maravilla que tengan dudas y dificultades? ¡Oh! cómo habrían hecho mejor diciendo: ‘No es alimento para nosotros, ni tenemos voluntad de comerlo’, en lugar de hacer juicios. Pero se sabe que mis verdades encuentran lugar, más en los corazones simples que en los doctos. Esto sucedió en mi Redención, con mi dolor, ningún docto me siguió, sino todos los pobres, ignorantes y sencillos. Tú debes saber que mis verdades son semillas que Yo, agricultor celestial continúo sembrando en las almas, y si hago mi siembra, con certeza debo recoger el fruto. Muchas veces me sucede a Mí como al pobre sembrador que arroja su semilla en la tierra, la cual por falta de humedad, la tierra no tiene la fuerza de comerse la semilla para digerirla y convertirla en tierra, y de la sustancia que ha absorbido de la semilla dar al pobre agricultor el diez, el veinte, el ciento de la semilla que se ha comido; otras veces, mientras arroja la semilla, por falta de lluvia la tierra se hace dura sobre la semilla, y no encuentra el camino para hacer salir la vida, la sustancia de la semilla que encierra, y el pobre agricultor debe tener paciencia para recibir la cosecha de sus semillas. Sin embargo, con haber sembrado la semilla, ha hecho ya una cosa y puede tener esperanza, quizá una lluvia dé la humedad a la tierra, la cual poseyendo la sustancia de su semilla hará surgir lo que ha sembrado, o bien, quitando la dureza, removiéndola, forma los caminos para reproducir su semilla, así que el sembrador a pesar de que la tierra no produce súbito la multiplicidad de la semilla que ha recibido, el tiempo, las circunstancias, la lluvia, puede hacer producir una cosecha más abundante, que no se esperaba. Ahora, si el agricultor a pesar de todas las dificultades de la tierra puede esperar y recibir una abundante cosecha, mucho más Yo, agricultor celestial, habiendo sacado de mi seno divino tantas semillas de verdades celestiales para sembrarlas en el fondo de tu alma, y con la cosecha llenar todo el mundo. ¿Quieres entonces tú creer que por dudas y dificultades de algunos, que quién como tierra sin humedad, y quién como tierra endurecida, Yo no debo tener mi cosecha sobreabundante? Hija mía, te equivocas, el tiempo, las personas, las circunstancias cambian, y lo que hoy se puede ver negro, mañana se podrá ver blanco, porque muchas veces se ve según las predisposiciones que tienen, y según la vista larga o corta que la inteligencia posee. ¡Pobrecitos! se necesita compadecerlos, pero el todo está en que Yo he hecho ya la siembra, la cosa más necesaria, más sustanciosa, más interesante, era manifestar mis verdades. Si mi trabajo lo he hecho, la parte principal ha sido puesta en acción, he encontrado tu tierra para arrojar mi semilla, el resto vendrá por sí, y las dudas, las dificultades, las penas, servirán como al pobre agricultor podrían servir la leña, el fuego, para cocer la semilla cosechada y hacerla su alimento. Así pueden servirme a Mí y a ti como soles para hacerlas madurar en los corazones, como leña y fuego para darlas no con las solas palabras, sino con la práctica y con el sacrificio del fuego de la propia vida cocerlas, para convertirlas en alimento dulcísimo y ponerlo en la boca de las criaturas. Hija mía, si Yo hubiese querido prestar oídos a lo que se decía de Mí, y a las contradicciones que hacían a las verdades que manifesté cuando vine a la tierra, no habría formado ni la Redención, ni manifestado mi Evangelio. Sin embargo eran los más doctos, la parte noble, aquellos que habían estudiado las escrituras y que enseñaban al pueblo la religión, los dejé decir y soporté con amor y paciencia invicta sus continuas contradicciones, y me serví de las penas que me dieron como leña para quemarme y consumirme sobre la cruz por amor de ellos y de todos. Así hoy, si Yo quisiera prestar oído a lo que dicen sobre las verdades de mi Divina Voluntad, habría tenido que poner fin a las manifestaciones sobre Ella y a los designios que

quiero cumplir con manifestarlas; pero no, no sufrimos de mutabilidad, el obrar divino es inmutable, el obrar humano tiene esta debilidad y obra según la estima que le dan los demás, pero Nosotros no, cuando decidimos no hay quien nos aparte, ni todas las criaturas, ni todo el infierno, pero esperamos con nuestro amor inextinguible, tiempos, circunstancias y personas que deben servirnos para lo que hemos establecido. Por eso no quieras preocuparte, y haciendo tuyo nuestro modo divino, si es necesario pon el sacrificio de tu vida para obtener que mi Divina Voluntad sea conocida y reine en todo el mundo”.
(3) Mi dulce Jesús ha hecho silencio y yo continuaba pensando en la imposibilidad de que la Divina Voluntad pueda reinar como en el Cielo así en la tierra, y Jesús suspirando ha agregado:
(4) “Hija bendita, lo que es imposible a los hombres, todo es posible para Dios, y si fuese imposible que mi Voluntad pudiese reinar como en el Cielo así en la tierra, mi bondad toda paterna no habría enseñado la oración del Padre Nuestro, porque hacer pedir cosas imposibles no lo habría hecho, ni Yo lo habría recitado con tanto amor, poniéndome a la cabeza de todos, ni la habría enseñado a los apóstoles a fin de que la enseñasen a todo el mundo como la oración más bella y la más sustanciosa de mi Iglesia. Cosas imposibles Yo no las quiero, ni pretendo de la criatura, ni Yo mismo les hago las cosas imposibles. Por lo tanto, si fuera imposible que mi Voluntad Divina reinara como en el Cielo así en la tierra, habría enseñado una oración inútil y sin efecto, y Yo cosas inútiles no sé hacer, a lo más espero aun siglos, pero debo hacer surgir el fruto de mi oración enseñada, mucho más que gratuitamente, sin que ninguno me lo hubiese dicho, que Yo diera este gran bien de que mi Voluntad se hiciese como en el Cielo así en la tierra, Yo mismo como una segunda creación, sin que nadie me rogara, Yo extendí los cielos, creé el sol y todo. Así por mi Voluntad, todo espontáneo Yo dije: ‘Rueguen que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra”. Y cuando espontáneamente se dice rueguen que esto suceda, sin que ninguno me lo haya pedido, significa que primero observé todo en mi Omnividencia, ponderé muy bien las cosas y cuando vi que esto era posible, entonces me decidí a enseñar el Padre Nuestro, queriendo la voluntad humana unida a la nuestra, que suspirase que viniese a reinar como en el Cielo así en la tierra. Así que todo lo que he manifestado sobre mi Voluntad, está encerrado en aquellas solas palabras: ‘Hágase tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra’. En estas pocas palabras están encerrados abismos de gracias, de santidad, de luz, y abismos de comunicaciones y transformaciones divinas entre Creador y criatura. Hija mía, era el regalo que hacía tu Jesús a las generaciones humanas, como cumplimiento de mi Redención, mi amor no estaba contento aún, mis penas no me habían dado plena saciedad, quería, quería dar aún, quería ver mi Cielo en la tierra en medio de mis hijos, por eso pocos días antes de partir para el Cielo, decidí primeramente dar mi Voluntad como en el Cielo así en la tierra, y después enseñé el Padre Nuestro, en el cual Yo quedé comprometido de dar este gran don, y tu Jesús cuando se compromete, no se hecha para atrás, por eso no tengas dudas, y si los demás dudan, déjalos hacer, qué saben ellos de cómo debo desarrollar las cosas, Yo tengo poder y querer en mis manos, y esto me basta, y tú queda en paz y sigue siempre mi Querer, confíate a tu Jesús y verás”.

+ + + +

31-29
Marzo 5, 1933

La voluntad humana reduce al alma a jirones y forma las pequeñas ciudadelas desordenadas, sin rey y sin defensa. Llanto de Jesús.

(1) Mi pobre mente, mientras navegaba el mar del Fiat Divino, según mi pequeña capacidad, comprendía su valor, su santidad y el gran prodigio que la criatura, con tal que viviese en Ella, puede encerrar en ella una Voluntad tan Santa e Interminable, y se hace

portadora y poseedora de este Querer tan santo, que incluye y encierra todo. Que lo grande encierre lo pequeño no hay nada de maravilloso, pero que lo pequeño encierre lo grande, da en lo increíble, y sólo Dios puede hacer estos prodigios. Bondad Divina, cómo eres admirable, y más que madre tierna y amorosa que quiere encerrarse en el hijo para ponerlo al seguro, y hacerse repetidora de la vida de su mismo parto, para tener la gloria de poder decir: “El hijo es en todo semejante a su madre”. Pero mientras mi mente se regocijaba en las puras alegrías del Fiat Divino, un triste torbellino ha afligido mis alegrías, y comprendía el gran mal y la afrenta terrible que se hace a Dios cuando erigiéndonos como nuestros propios jueces hacemos nuestra voluntad. Y el amado Jesús repitiendo su breve visita, todo amargado me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, ¡Ay, la voluntad humana!, ella hace la guerra a Dios y se hace la guerra a sí misma, las armas que mueve contra su Creador la hieren a sí misma, y su alma queda como un cuerpo hecho pedazos delante de Dios; cada acto de voluntad humana la divide de su Creador, de su santidad, de su fuerza, potencia, de su amor e inmutabilidad. Sin mi Divina Voluntad la criatura se vuelve como una ciudad asediada, que los enemigos la obligan a morir de hambre, y a martirizarla en todos sus miembros, con esta diferencia, que los carniceros que le arrancan los miembros es la propia voluntad, no son los enemigos que la atormentan, sino ella misma, se hace enemiga de sí misma. Si tú supieras el dolor que siento cuando veo a las almas hechas pedazos, cada acto de su voluntad es una división que forma entre Dios y ella, es un apartarse de la belleza de su creación, es un enfriarse del verdadero y puro amor, es extraviarse de su origen, es un prepararse si la voluntad se precipita en el mal grave, o un infierno anticipado, o un purgatorio si el mal es leve. La voluntad humana es como la gangrena al cuerpo, que tiene virtud de hacer caer la carne a pedazos, y de deformar la belleza de la criatura. Pobres almas sin mi Voluntad Divina, porque sólo Ella tiene la virtud unificadora que unificando todo junto, el pensamiento, el deseo, el afecto, el amor, la voluntad humana, da la bella forma unitiva al alma de la criatura. En cambio, sin mi Voluntad, el pensamiento quiere una cosa, la voluntad otra, el deseo quiere otra, el afecto otra, de modo que se debaten entre ellos, se pelean, se dividen, ¡ah! no hay paz ni unión sin mi Voluntad, falta quién ponga el cemento para reunir las partes divididas y volverla fuerte contra todos los males que pueden surgir. Por eso tu Jesús no hace otra cosa que llorar sobre las ruinas de estas más que Jerusalenes trastornadas, que en lugar de reconocer a su Mesías lo desconocieron y le dieron la muerte. Así mi Voluntad viene desconocida mientras está en medio de ellas y en ellas, y forman de sus almas pequeñas ciudades trastornadas que me obligan a repetir la amenaza, que de ellas no quedará piedra sobre piedra, porque sin mi Voluntad son ciudades sin rey, por tanto no tienen ni quién las proteja, ni quién las defienda, ni quién les suministre los alimentos necesarios para hacer el bien y para no hacerlas familiarizarse en el mal. Y Yo lloro sobre su suerte, y ruego que reconozcan mi Voluntad, la amen y la hagan reinar, y tú ruega junto Conmigo”.
(3) Después de esto seguía los actos que mi dulce Jesús hizo estando sobre esta tierra, y le rogaba de corazón que en virtud de sus actos hiciese conocer a todos su Voluntad, y siguiéndolo por los caminos que recorría, mi mente se ha detenido en el acto cuando mi eterno amor Jesús atravesaba los campos y se complacía en mirar las flores y tomarlas con sus manos creadoras, y yo quería poner mi ‘te amo’ sobre cada flor a fin de que se cambiasen en voces y flores parlantes que pidiesen que su Querer fuese conocido y amado. Y Jesús haciéndose oír, todo bondad ha agregado:
(4) “Hija bendita, quiero decirte mis dolores y el secreto de mi corazón, tú debes saber que la voluntad humana fue el clavo más traspasante de mi corazón, Yo al recorrer los caminos, los campos, veía los campos floridos, los árboles cargados de frutos y sentía las alegrías de mi Creación, y aquellos campos floridos me simbolizaban, más que flores, las bellezas, la vivacidad, la frescura y el bello colorido de la criatura, y Yo gozaba con ello, pero súbito el clavo del querer humano me las hacía ver transformadas en flores marchitas, descoloridas, secas, caídas sobre el tallo en acto de morir, el perfume cambiado en un mal olor, y los frutos de los árboles, amargos y podridos, símbolo del mal en el que reduce la

voluntad humana a la criatura, la obra más bella de nuestras manos creadoras. Yo tenía un dolor y aquellas flores me arrancaban las lágrimas de los ojos, porque me sentía clavar con más fuerza el clavo del querer humano. Y es tan fuerte mi dolor, que espero tu ‘te amo’ para que me pida que se conozca el bien de mi Voluntad, y el mal de la voluntad humana, a fin de que se haga la mía y aborrezcan la de ellos. Muchas veces miraba el cielo azul cubierto de estrellas, y el sol con su majestad resplandeciendo de luz que dominaba toda la tierra, símbolo del cielo del alma y el sol de mi Voluntad que debía resplandecer dentro de este cielo tan encantador, que debía dominar con su luz el cielo del alma y la bella tierra florida de sus cuerpos, y mi corazón tenía estremecimientos de alegría, pero qué, eran breves instantes, pronto el clavo del querer humano salía en campo y formando nubes negrísimas, cargadas de truenos, relámpagos, granizo, ocultaba el sol, ocultaba la bella vista del cielo sereno y descargándose sobre la pobre criatura devastaba el cielo del alma y la tierra de sus cuerpos, arrojando dondequiera desolación y horror. Puedo decir que no di un paso cuando viví aquí abajo, que el clavo del querer humano no me traspasase, desde que nací hasta que morí, fue propiamente él quien formó mi más duro y continuo martirio, porque me transformó de bella en fea la más bella obra creadora, y Yo en todo lo que hacía y sufría, tenía siempre como meta la voluntad humana para ponerla a salvo. Y ¡oh! cómo amo a quien llama a mis actos, se une junto conmigo, y sobre el fuego de mi mismo sacrificio y de mi amor se sacrifica a sí misma, para obtener el gran bien de que mi Voluntad sea conocida y domine el querer humano, fuente de todos los males de la pobre criatura. Por eso siempre junto conmigo te quiero, no me dejes jamás solo para poder repetir mi Vida en ti”.


Deo Gratias.


1
I. M. I.


Fiat!!!
In Voluntate Dei! Deo Gratias

32-1
Marzo 12, 1923

Las cosas creadas son la corteza que cubre a la Divina Voluntad. Ejemplo de un rey disfrazado. La Creación y la Redención están siempre en acto para llamar a la criatura a obrar juntos.

(1) Mi Celestial Soberano Jesús, escóndeme dentro de tu corazón divino, a fin de que, no fuera de Ti, sino dentro del sagrario de tu corazón, yo dé principio al presente volumen; la pluma será la luz de tu Querer Divino entintada en la hoguera de tu amor, y Tú dictándome lo que quieres decirme, yo haré de simple oyente, y te prestaré el papel de mi pequeña alma a fin de que Tú mismo escribas lo que quieras, como quieras y cuanto quieras. Cuida mi amable Maestro en no dejarme escribir nada de mí, de otra manera diré miles de disparates. Y Tú, Soberana Reina, escóndeme bajo de tu manto, tenme defendida de todo, jamás me dejes sola, a fin de que pueda cumplir en todo la Divina Voluntad.
(2) Después continuaba pensando en el Fiat adorable y me sentía circundada por todas las cosas creadas, las cuales, cada una decía: “Yo soy la Divina Voluntad, lo que tú ves por fuera de nosotras son sus velos, la vestidura que la cubre, pero dentro de nosotras está su Vida palpitante y obrante, y ¡oh! cómo nos sentimos gloriosas, honradas, porque formamos la vestidura a la Divina Voluntad: El sol le forma la vestidura de luz, el cielo la vestidura azul, las estrellas la vestidura de oro, la tierra la vestidura de flores, en suma, todas las cosas tienen el honor de formar la vestidura a la Divina Voluntad, y todas en coro hacemos fiesta”.
(3) Yo he quedado maravillada, sorprendida, y decía entre mí: “¡Oh, si también yo pudiera decir que soy la vestidura de la Divina Voluntad, cómo me sentiría feliz!” Y mi gran Rey Jesús, visitando a su pequeña hija me ha dicho:
(4) “Mi buena hija, Rey, Creador, Voluntad Divina, significa dominar, investir y tener nuestra Vida dentro de cada cosa creada por Nosotros; crear significa extender la propia vida, esconder nuestra Voluntad creadora en la misma cosa creada por Nosotros. Esto es crear, llamar las cosas de la nada, encerrar en ellas al Todo para conservarlas en la integridad de la belleza como las hemos creado. Ahora, tú debes saber que mi Voluntad es como un rey disfrazado en cada una de las cosas creadas, si las criaturas lo reconocen bajo aquellos vestidos, se revela y abunda en el dar sus actos divinos y sus dones reales, que sólo puede dar este Emperador Celestial; si no es reconocido, se queda inobservado, escondido sin hacer estrépito, ni alarde de su real persona, ni abunda en el dar sus dones, que sólo puede dar un Querer tan santo, y las criaturas tocan la vestidura, pero de Él y de sus dones no saben nada y nada reciben, y mi Fiat queda con el dolor de no haber sido reconocido, y con la pena de no haber dado sus dones divinos, porque no conociéndolo faltaba la capacidad y la voluntad de recibir dones reales. Yo hago como un rey, que disfrazándose va en medio a los pueblos; si le ponen atención, a pesar de que no lleva los vestidos reales lo conocerán por los modos, por el rostro, y poniéndose a su alrededor le darán los honores de rey y pedirán dones y favores, y el rey premiará la atención de aquellos que lo reconocen disfrazado, y les dará de más de lo que quieren; a aquellos que no lo reconocen pasará inobservado sin darles nada, mucho más, que ellos mismos no le piden nada creyéndolo uno cualquiera del pueblo. Así hace mi Voluntad cuando es reconocida bajo las vestiduras de las cosas creadas, Ella se revela y no espera como el rey

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta

a que le pidan dones y favores, sino que Ella misma dice: ‘Estoy aquí, ¿qué quieres?’ Y sobreabunda en el dar dones y favores celestiales, y sigue más adelante del rey, bilocándose da a la criatura que la ha conocido su misma Vida, lo que no hace el rey. Ahora, también tú puedes decir soy Voluntad de Dios, y hacer de ti la cáscara, la vestidura que esconda a mi Divina Voluntad, no sólo si la reconoces en todas las cosas creadas, sino si la reconoces en ti, si le das el dominio en todos tus actos, y todo lo que hace la cáscara de tu ser lo pones a su servicio para hacer crecer su Vida en ti, Ella te llenará tanto, que no quedará de ti más que el solo vestido, y se servirá de él para cubrirse y serás más feliz que todas las cosas creadas, porque serás el velo viviente, que dividirás junto con Ella sus alegrías, su felicidad, y también sus infinitos dolores, porque quiere ser vida de cada criatura, pero ingratas no le dan el pleno dominio. En suma, harás siempre vida junto, haciéndoos perenne compañía, formando una sola vida”.
(5) Después de esto continuaba siguiendo los actos hechos por la Divina Voluntad en la Creación, y como está siempre en acto de crearla en virtud de la conservación que incesantemente ejercita en cada cosa creada, yo la encuentro siempre en el acto creante, para decir con los hechos a todos y a cada uno: “Cuánto os amo, propiamente por ti estoy creando toda esta máquina del universo, ¡ah, reconoce cuánto te amo!” Pero lo que más me sorprendía era que el eterno Fiat me esperaba, me quería junto en el acto creante para decirme: “Ven en mi acto, hagamos juntos lo que estoy haciendo”. Yo me sentía toda confundida, y mi eterno amor Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(6) “Pequeña hija de mi Querer, ánimo, ¿por qué te confundes? En mi Voluntad no hay tuyo ni mío, el acto del uno debe unificarse con el del otro y hacer uno solo, es más, en cuanto la criatura entra en nuestro Querer, queda confirmada en el acto que mi Fiat está haciendo. Es tanto su amor, sus industrias amorosas, que quiere decir a la criatura: ‘Lo hemos hecho juntos’. Así que el cielo distendido, el sol resplandeciente de luz y todo lo demás, es tuyo y mío, tenemos derechos en común, por eso tengo siempre presente el acto, porque quiero a la criatura junto Conmigo, aquella por la cual, sólo por amor suyo estoy siempre obrando, para oír que me dice en el mismo acto que estoy haciendo: ‘Te amo, te amo, te amo’. No tener un te amo en obras tan grandes y maravillosas, no ser reconocido, sería como si nuestro amor quedase vencido, ¡pero no, no! Entre tantos debemos encontrar alguno que esté junto con Nosotros amando y obrando, que nos dé la pequeña correspondencia, para hacer que nuestro amor encuentre su desahogo y su felicidad por parte de la criatura, y en cuanto ella entra en nuestro Fiat, queda confirmada y vinculada en sus actos divinos, en modo que su virtud vinculadora vincula a Dios y a la criatura.
(7) Y así como en la Creación, así en la Redención no hay actos pasados, sino todos son actos en acto y presentes; para el Ente Supremo el pasado y el futuro no existen, así que tu Jesús está siempre en acto de concebir, de nacer, de llorar, de sufrir, de morir y resucitar, todos estos actos míos en acto continuo, sin cesar jamás, asedian a cada una de las criaturas, la ahogan de amor, y por desahogo de mi ardiente amor voy repitiendo: ‘Mira, sólo por ti desciendo del Cielo y me concibo y nazco, y tú, ven a quedar concebida junto Conmigo, para nacer junto Conmigo a la nueva vida que te trae tu Jesús, mírame, lloro por ti, sufro por ti, ten piedad de mis lágrimas y de mis penas, suframos juntos a fin de que repitas lo que hice Yo, y modeles tu vida con la mía para poderte decir: ‘Lo que es mío es tuyo, eres la repetidora de mi Vida’. Y así si muero, la llamo a morir junto Conmigo, pero no para hacerla morir, sino resurgir con la misma Vida de Aquél que tanto la ama. Por lo tanto mi Vida es continuamente repetida, un amor pasado o futuro no me satisfaría, ni sería amor y redención de un Dios, es el acto presente el que tiene virtud de herir, de conquistar y de disponer a exponer la vida por amor de quien en acto la está poniendo por ella. Pero hay una gran diferencia por parte de las criaturas, quien me escucha y toma todo lo que hemos hecho tanto en la Creación cuanto en la Redención, en acto de hacerlo, forma su vida junto con Nosotros, siente correr en sus actos nuestros actos divinos, todo habla de Dios para ella. En cambio quien las mira como cosas pasadas, sólo tiene el recuerdo, y el

recuerdo no ha formado ni Vida Divina, ni heroísmo de santidad. Por eso toma las cosas como en realidad son, siempre en acto, para amarte siempre y siempre amarme”.

+ + + +

32-2
Marzo 19, 1933

Alimento que da a la criatura el Ser Supremo, que sirve para hacer crecer al alma y hacer crecer la Vida Divina en el alma. La Divina Voluntad, depositaria de todos y de todo

(1) Estoy siempre en poder del Fiat Divino, su amor es tanto, que no me deja un instante sin alimentar mi pobre mi alma, pero para alimentarme me quiere Consigo en poder de sus actos, para preparar juntos el alimento que quiere darme. Después, siguiendo sus actos me he detenido en el acto cuando Dios creaba al hombre, y mi sumo Bien Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, nuestra bondad suprema no se contentó con amar al hombre, con darle todo el universo a su disposición, sino que para dar desahogo a nuestro intenso amor, poníamos nuestras cualidades divinas para alimentar su alma, así que poníamos nuestra potencia, sabiduría, bondad, amor, santidad, fuerza, como su alimento celestial y divino. Así que cada vez que venía a Nosotros le poníamos nuestra mesa celestial para alimentarlo y saciarlo; no hay cosa que más nos una, nos identifique con la criatura que el alimento, el cual llega a convertirse en sangre, calor, fuerza, crecimiento y vida de ella, así nuestra Divinidad, queriendo alimentarla con nuestras cualidades divinas, se hacía calor, fuerza, crecimiento y vida de la criatura. Pero esto no bastó, este alimento digerido no sólo hacía crecer a la criatura toda bella y santa con las virtudes de los alimentos que tomaba, sino que servía para hacer crecer la Vida Divina, la cual no se adapta a alimentos humanos, sino que quiere sus mismos alimentos divinos para crecer y formar su misma Vida en el fondo del interior del alma. Mira, ¿se puede dar amor más grande, unión más íntima e inseparable, que exponer nuestro Ser Divino, nuestras cualidades inmensas e infinitas por alimento, para hacerla crecer con nuestras similitudes? Y además, servirnos de ellas para suministrarle los alimentos para no hacernos quedar en ayunas en su alma, y así pueda decir: ‘Dios alimenta mi alma, y yo con el alimento que me da alimento su Vida y la hago crecer en mí’. El amor sólo está contento cuando puede decir: ‘Tú me has amado, y yo te he amado; lo que tú has hecho por mí, yo lo he hecho por ti’. Y como sabemos que la criatura no nos puede igualar jamás, le damos de lo nuestro, y así igualamos las partes y quedamos contentos y felices, ella y Nosotros, porque el verdadero amor sólo se siente feliz y satisfecho cuando puede decir: ‘Lo que es tuyo es mío’. Y no creas que esto fue para el primer hombre, lo que hacemos una vez lo continuamos siempre, todavía ahora estamos a disposición de las criaturas, cada vez que se une con nuestra Voluntad, que pierde la suya en la nuestra, que la hace dominar, son como tantas visitas que viene a hacer a nuestro Ser Supremo, y Nosotros, ¿la dejaremos ir en ayunas? ¡Ah! no, no sólo la alimentamos, sino que le damos de lo nuestro, a fin de que tenga alimentos suficientes para crecer como nuestro Querer la quiere, y a fin de que no le falten los medios necesarios para hacer crecer siempre más nuestra Vida en ella. Mucho más, que por parte nuestra no le hacemos faltar jamás nada, más bien damos siempre en modo sobreabundante, si falta alguna cosa será siempre por parte de la criatura, pero por Nosotros, jamás”.
(3) Después de esto mi pobre mente continuaba a perderse en el Querer Divino, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, mi Divina Voluntad es depositaria de todo lo que ha sido hecho por Nosotros, y de todo lo que han hecho las criaturas, ni siquiera un pensamiento, una palabra, las obras más grandes como las más pequeñas, los pasos, los latidos, los

respiros, las penas, todo lo tiene depositado en Ella, nada se le escapa, así que todo lo que tú haces toma puesto en mi Voluntad, ni tú puedes esconder nada, porque con su inmensidad te envuelve, con su potencia es actriz de todo lo que tú haces, y con sus derechos divinos es dueña de poseer, de conocer, y de conservar todo lo obrado por las generaciones humanas, y de premiarlas y de castigarlas según merezcan. Es tanta su bondad y potencia al mismo tiempo, que así como no pierde ni una estrella, ni una gota de luz que posee el sol, ni una gota de agua del mar, así no pierde ni siquiera un pensamiento de criatura, y aunque lo quisiera perder no lo puede, su omnividencia lo encuentra en acto en su Voluntad. ¡Oh! si las criaturas comprendiesen que una Voluntad Divina recibe en depósito todo lo que hacen y piensan, cómo estarían atentas a que todo fuese santo y recto, y llamarían a esta Voluntad Suprema como vida de todo lo que hacen, a fin de que ningún juicio desfavorable pudiesen recibir sus actos, porque estarían en depósito en el mismo Querer Divino como actos y efectos suyos, a los cuales nadie puede tener la audacia de juzgarlos, y serán premiados como actos de un Querer Divino obrante en la criatura.
(5) Además de esto, como la Divina Voluntad es depositaria de todos y de todo, así la voluntad humana es depositaria de todos sus pensamientos, palabras, obras y pasos, etc., nada pierde de todo lo que hace, más bien forman una sola cosa con ella, y queda escrito y sellado con caracteres imborrables cada uno de los pensamientos, palabras, penas sufridas, todo; se puede dar que la memoria no lleve cuenta de todo, muchas cosas las ha olvidado, pero la voluntad todo esconde y nada pierde, así que es la depositaria y portadora de todos sus actos. Así que el Querer Divino es depositario y portador de todos y de todo, y el querer humano es depositario y portador individual de sí mismo. ¡Qué triunfo será eternamente, qué honor y gloria de quien santamente ha pensado y obrado! Y qué confusión de quien ha depositado en el querer humano pecados, pasiones, obras indignas, y se volverá él mismo portador de sus mismos males. Y si los males son graves será pasto de las llamas infernales, y si menos graves, será pasto de las llamas purgantes, que por camino de fuego y de penas purificarán aquella voluntad humana ensuciada, pero no podrán restituirle el bien, las obras santas que no ha hecho. Por eso sé atenta, porque todo viene numerado y escrito, ni tú ni Nosotros perdemos nada, aun un pensamiento, una palabra, tendrá su vida perenne, y serán como fieles amigos e inseparables de la criatura, por eso es necesario que te formes los amigos santos y buenos, a fin de que puedan darte paz, felicidad y gloria perenne”.

+ + + +

32-3
Marzo 26, 1933

La pequeñez en la Voluntad Divina. Cómo las obras más grandes, Dios las hace gratuitamente. Ejemplo: la Creación y Redención, así el reino de la Divina Voluntad. En la Encarnación los Cielos se abajan.

(1) Me siento como asediada, investida por la luz del Eterno Querer, mi pequeñez es tanta, que temiendo de mí misma no hago otra cosa que esconderme siempre más en esta dulce morada. ¡Oh! cómo desearía destruir esta mi pequeñez, a fin de no sentir otra cosa que al Querer Divino, pero comprendo que no lo puedo, ni Jesús quiere que sea del todo destruida, sino que la quiere pequeña, pero viva, para poder obrar dentro de un querer vivo, no muerto, para poder tener su pequeño campito de acción en mi pequeñez, la cual siendo pequeña, incapaz, débil, con razón debe prestarse a recibir el gran obrar del Fiat Divino. Ahora, en esta morada a veces todo es silencio, pacífico, con una serenidad que ni siquiera un soplo de viento se siente, otras veces sopla un leve vientecillo que refresca y fortifica, y el Celestial Habitante Jesús se mueve, se deja ver, y con todo amor habla de su

morada y de lo que ha hecho y hace su amable y adorable Querer. Mientras estaba en esto, mi amada Vida haciéndose ver me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, tú debes saber que la pequeñez de la criatura nos sirve como espacio donde poder formar nuestras obras, nos sirve como la nada de la Creación, y porque es nada, llamamos a vida dentro de ella nuestras obras más bellas; queremos que esta pequeñez esté vacía de todo lo que a Nosotros no pertenece, pero viva, a fin de que sienta cuánto la amamos, y sienta la vida de las obras de nuestra Voluntad que desarrolla en ella, por eso te debes contentar con quedar viva sin que tú seas la dueña, porque éste es el gran sacrificio y heroísmo de quien vive de Voluntad Divina, sentirse viva para sufrir el dominio divino, a fin de que haga lo que quiere, como quiere, cuanto quiere, éste es el sacrificio de los sacrificios, el heroísmo de los heroísmos. ¿Te parece poco sentir la vida del propio querer para servirse no a sí mismo, como si no tuviera derechos, perder la propia libertad voluntariamente para que sirva a mi Voluntad, dándole sus justos derechos?”
(3) Jesús ha hecho silencio, y después, como si leyera en mi alma ciertas dudas pasadas mías acerca de la Divina Voluntad, ha agregado:
(4) “Hija mía, las más grandes obras hechas por nuestro Ente Supremo, todas han sido hechas gratuitamente, sin tomar en cuenta si las criaturas se las merecían o nos lo sugirieran; si pusiéramos atención a esto nos convendría atarnos los brazos y no hacer más obras, porque las criaturas ingratas no nos glorificarían; y quedarnos sin ni siquiera tener el bien de hacernos glorificar y alabar por nuestras mismas obras, ¡ah no, no! una sola obra nuestra nos glorifica más que todas las obras unidas juntas de todas las generaciones humanas, un acto cumplido de nuestra Voluntad llena Cielo y tierra, y con su virtud y potencia regenerativa y comunicativa nos regenera tanta gloria que no termina jamás, y que a las criaturas apenas las gotitas les es dado comprender. En efecto, ¿qué mérito tenía el hombre cuando creamos el cielo, el sol, y todo lo demás? Él no existía aún, nada nos podía decir, así que la Creación fue una obra grande, de magnificencia maravillosa, toda gratuita de Dios.
(5) Y la Redención, ¿crees tú que el hombre la mereciese? De ninguna manera, fue toda gratuita, y si nos rogó fue porque Nosotros le hicimos la promesa del futuro Redentor, y no fue él el primero en decírnoslo, sino Nosotros, era nuestro decreto todo gratuito que el Verbo tomase humana carne, y fue cumplido cuando el pecado, la ingratitud humana galopaban y llenaban toda la tierra, y si alguna cosa pareció que hacían, eran apenas gotitas que no podían bastar para merecer una obra tan grande, que da en lo increíble, que un Dios se haga similar al hombre para ponerlo a salvo, y que por añadidura lo había ofendido tanto.
(6) Ahora, la obra grande de hacer conocer mi Voluntad a fin de que reine en medio a las criaturas, será una obra nuestra toda gratuita; y aquí está el engaño, que creen que habrá mérito y la parte de las criaturas, ¡ah! sí, estará, como las gotitas de los hebreos cuando vine a redimirlos, pero la criatura es siempre criatura, por eso nuestra parte será toda gratuita, que abundándola de luz, de gracia, de amor, la arrollaremos en modo que sentirá una fuerza jamás sentida, amor jamás probado, sentirá más viva nuestra Vida palpitante en su alma, tanto, que le será dulce el hacer dominar a nuestra Voluntad. Esta nuestra Vida existe todavía en el alma, le fue dada por Nosotros desde el principio de su creación, pero está tan reprimida y escondida, que está como si no la tuviese, está como el fuego bajo las cenizas, que cubierto y como aplastado bajo de ellas no hace sentir el beneficio de la vida de su calor, pero supón que un viento fuerte aleja las cenizas del fuego, y éste hace ver y sentir su vida; así el viento fuerte de la luz de mi Fiat pondrá en fuga los males, las pasiones, que como cenizas esconden la Vida Divina en ellas, y sintiéndola viva tendrán vergüenza de no hacer dominar a nuestra Voluntad. Hija mía, el tiempo dirá todo, y los que no creen quedarán confundidos”.
(7) Después de esto seguía la Divina Voluntad en la Encarnación del Verbo, para hacer correr mi amor, mi adoración y agradecimiento en este acto tan solemne y lleno de ternura y de amor excesivo que, Cielo y tierra son sacudidos y quedan mudos, no encontrando

palabras dignas para alabar un exceso de amor tan sorprendente, y mi dulce Jesús con una ternura que me hace romper el corazón me ha dicho:
(8) “Hija amadísima, en mi Encarnación fue tanto el amor, que los Cielos se abajaron y la tierra se elevó; si los Cielos no se abajaban, la tierra no tenía virtud de elevarse, fue el Cielo de nuestro Ente Supremo que llevado por un exceso de amor, el más grande jamás oído, se abajó, besó la tierra elevándola a Sí, y se formó las vestiduras de mi Humanidad para cubrirse, ocultarse, identificarse, unificándose juntos para hacer vida común con ella; y formando no un solo exceso de amor, sino una cadena de continuos excesos, restringía mi inmensidad en el pequeño cerco de mi Humanidad, para Mí la potencia, la inmensidad, la fuerza, eran naturaleza, y usarlas no me habría costado nada, lo que me costó fue que en mi Humanidad debía restringir mi inmensidad y quedarme como si no tuviese ni potencia, ni fuerza, mientras estaban conmigo e inseparables de Mí, y debía adaptarme a los pequeños actos de mi Humanidad, y sólo por amor, no porque no podía, así que descendí en todos los actos humanos para elevarlos y darles la forma y el orden divino. El hombre con hacer su voluntad destruyó en sí el modo y el orden divino, y mi Divinidad cubierta por mi Humanidad vino a rehacer lo que él había destruido; ¿se puede dar amor más grande hacia una criatura tan ingrata?”

+ + + +

32-4
Abril 2, 1933

El respiro y el latido de Dios es el “te amo”. Su amor es generativo y obrante. El más grande prodigio es encerrar su Vida en la criatura.

(1) Mi pequeña alma siente la necesidad extrema de vivir entre los brazos del Fiat Divino, y como soy recién nacida apenas, soy débil y no sé dar un paso por mí misma, y si quisiera probar a hacerlo no tendría éxito, y corro peligro de hacerme mal, por eso, temiendo de mí misma me abandono de más en sus brazos diciéndole: “Si quieres que haga, hagámoslo juntos, porque por mí no sé hacer nada”. Y entonces siento en mí un amor continuo, un movimiento, un respiro que no son míos, pero tan fundidos que no sé decir bien si es mío o no es mío, y mientras estaba pensativa, mi soberano Jesús sorprendiéndome, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú debes saber que nuestro Ser Divino no es otra cosa que una sustancia toda de amor, así que como consecuencia, todo, dentro y fuera de Nosotros, todo es amor, por lo que nuestro respiro es amor, y el aire que respiramos es amor; nuestro latido es amor, y mientras palpitamos amor, forma la circulación de puro amor en nuestro Ser Divino, con una carrera que no se detiene jamás, y esta circulación mientras conserva nuestra Vida en el puro y perfecto equilibrio de amor, da amor a todos y quisiera amor de todos, y todo lo que no es amor no entra en Nosotros, ni puede entrar, ni encontraría el lugar donde ponerse, la plenitud de nuestro amor quemaría todo lo que no fuese puro y santo amor. ¿Pero quién dirige esta nuestra Vida toda de amor? La luz, la santidad, la potencia, la omnividencia, la inmensidad de nuestra Voluntad que llena Cielo y tierra de nuestro Ser Supremo, de manera que no hay punto donde no se encuentre, porque no sabe hacer otra cosa que amar y dar amor, pero no es un amor y Voluntad estéril, no, no, es fecundo y genera continuamente, es obrante y dentro de un solo respiro de amor forma las obras más bellas y maravillosas, los prodigios más inauditos, tanto, que todas las ciencias humanas se sienten ignorantes ante nuestra más pequeña obra, y confundidas enmudecen. Ahora escúchame hija buena, el gran prodigio de nuestra Vida en la criatura, que ningún otro, por cuanto amor y potencia tenga puede decir: ‘Yo puedo bilocarme, y mientras quedo lo que soy, puedo formar otra vida mía dentro de una persona que amo’. Sería una locura y un absurdo el decirlo, ni el ángel, ni el santo tienen este poder, sólo tu Dios, tu Jesús tiene este poder, porque nuestro Ser es plenitud, es totalidad, es todo y llena

todo, y en la inmensidad en la cual se encuentra, que todo envuelve, respira y con un simple respiro formamos nuestra Vida Divina en la criatura, y nuestra Voluntad la domina, la alimenta, la hace crecer y forma el gran prodigio de encerrar nuestra Vida Divina en el pequeño cerco del alma de la criatura. He aquí el por qué tu ‘te amo’ continuo es nuestro, es el respiro de nuestra Vida, es nuestro latido que no sabe palpitar otra cosa que te amo, te amo, te amo, esto sirve al mantenimiento de nuestra Vida, que no sabe hacer otra cosa que amar, dar amor y querer amor, así que mientras es nuestro este ‘te amo’, es nuestro respiro y también tuyo, que mientras te damos amor nos das amor, y fundidos juntos se entrelazan nuestro ‘te amo’ con el tuyo, se encuentran, se identifican y se escucha un solo ‘te amo’, mientras que son dos, que raptándose mutuamente forman uno solo. ¿Pero quién siente esta Vida viva y palpitante en ella? Quien vive en nuestra Voluntad, ella siente la nuestra, y Nosotros sentimos la suya, y hacemos vida juntos, todas las otras criaturas la tienen ahogada y viven como si no la tuviesen, y mi amor da y no recibe, y vivo en ellos con un amor doliente y delirante, sin ni siquiera conocerme que estoy en ellos, por eso sé atenta y tu ‘te amo’ sea continuo, porque no es otra cosa que un desahogo del mío”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en la Creación, y en virtud de la inmensidad de la Divina Voluntad, sentía su Vida palpitante en las cosas creadas, que con amor indecible esperaba el latido del “te amo” de mi pequeñez. Entonces yo pensaba entre mí: “¿Cuál será la diferencia que hay entre el modo en el cual Dios está en la Creación, y el modo con el cual está en el alma de la criatura?” Y mi siempre amable Jesús, todo bondad ha agregado:
(4) “Hija mía, hay una gran diferencia entre la una y la otra: En las cosas creadas nuestra Divinidad está en acto creante y conservante, ni agrega ni quita nada de lo que ha hecho, porque cada una de las cosas creadas posee la plenitud del bien que encierra, el sol posee la plenitud de la luz, el cielo la totalidad de la extensión de su manto azul, el mar la plenitud de las aguas, y así de todo lo demás, todos pueden decir: ‘No tenemos necesidad de nada, es tal la abundancia que poseemos, que podemos dar sin agotarnos, y por eso damos gloria perfecta a nuestro Creador’. En cambio en la criatura humana, nuestro acto divino es creante, conservante, obrante y creciente, nuestro amor no dijo basta para ella, no, sino que quiere siempre dar y obrar cosas nuevas, y si nos corresponde, nuestra virtud obrante está siempre en movimiento, ahora le damos nuevo amor, ahora nueva luz, ahora nueva ciencia, nueva santidad, nueva belleza, nuestra virtud obrante no cesa jamás, queremos dar siempre, y con el dar obramos. Con crear a la criatura abríamos el comercio entre el Cielo y la tierra y poníamos en tráfico nuestro modo obrante, Nosotros a dar y ella a recibir, y lo que es más, la queremos junto a obrar, no queremos hacerlo solos, si fuésemos capaces de dolor, nos amargaría nuestra felicidad si no la tuviésemos junto con Nosotros, y de nuestro amor y acto obrante surge nuestro acto siempre creciente, así que la criatura está bajo la lluvia de nuestro amor y acto creante, conservante, obrante y creciente”.

+ + + +

32-5
Abril 9, 1933

Es tanto el amor divino, que llega a agotarse en sus obras. Celo de la Divina Voluntad. El pequeño camino de la criatura en Ella.

(1) El Querer Divino se extiende siempre en torno a mí y dentro de mí, el celo de su luz maravillosa es tanto, que no quiere que entre en mí sino lo que le pertenece, para hacerme cumplir y crecer la Vida de la Divina Voluntad, y para hacerme mirar sus modos divinos a fin de que los pudiese copiar, contentándose con suministrarme lo que se necesita para poderme decir: “Las obras de nuestra hija serán pequeñas, porque la criatura jamás nos puede alcanzar, pero están modeladas y semejan a las nuestras”. Pero mientras mi mente

seguía la luz de la Divina Voluntad, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía, un acto sólo se dice completo cuando quien obra agota en él todo lo que era necesario para cumplirlo, si falta alguna cosa, o se puede agregar algo, jamás se puede decir obra completa. Así ha sido siempre nuestro modo de obrar, hemos agotado todo: Amor, potencia, maestría, belleza, para volver plena, perfecta, completa la obra salida de Nosotros. No que Nosotros nos agotemos, porque el Ente Supremo no se agota jamás, pero en la obra que hemos hecho, nada entraba de más para volverla completa, y si quisiéramos poner de más, habría sido inútil y no provechoso lo que podíamos meter. Esto lo hemos hecho en la obra de la Creación, en la Redención, y de los designios que hacemos de la santidad de cada una de las criaturas. ¿Quién puede decir que le falta alguna cosa a la Creación? ¿Quién puede decir que nuestro amor obrante no se agotó en la Redención, que fue tanto, que aún hay mares interminables que las criaturas pueden tomar y que no han tomado, y estos mares rebosan en torno a ellas porque quieren darles su fruto, esconderlas en sus olas para hacer que el amor, las obras, las penas infinitas del Dios humanado tomen vida en ellas? Si no nos agotamos no estamos contentos, el amor agotado nos trae el reposo y la felicidad, pero si tenemos algo más que dar, que hacer en nuestras obras, nos deja como despiertos, somos todo ojo, nuestro Ser Divino está todo en movimiento sobre lo que estamos haciendo, para dar tanto, hasta en tanto que no encuentre nuestro acto cumplido con la plenitud de nuestro agotarnos. Ahora, en la Creación y en la Redención no hubieron oposiciones a nuestro amor, ni impedimento para podernos agotar para volver completas nuestras obras, porque obrábamos independiente de todos, ninguna voluntad humana entró en medio para impedirnos el podernos agotar como queríamos, toda la lucha la sufrimos por parte de las criaturas, por cada uno de los diseños de santidad que queremos cumplir de ellas, y ¡oh! en qué estrechuras nos ponen si la voluntad humana no está unida con la nuestra, si no se da en nuestras manos en modo que podamos manejarla como queremos para darle la forma establecida por Nosotros, para cumplir nuestros designios y así agotarnos con formar nuestro acto completo, ¡ah! Nosotros no podemos dar lo que queremos, sino apenas las migajas, las pequeñas chispas de nuestro amor, porque el querer humano está siempre en acto de rechazarnos y de hacernos la guerra. Por eso cuando encontramos una voluntad que se presta, abundamos, sobreabundamos tanto en el dar, que nos ponemos sobre de ella más que una madre sobre su niño, para hacerlo crecer bello y gracioso, para poder formar de él su gloria, el honor del niño y el bien del mundo entero. Así Nosotros, no la dejamos un instante, damos siempre para tenerla no sólo ocupada, sino para no darle tiempo de poderse ocupar de otra cosa, de modo que podemos decir: ‘Todo es nuestro, podemos agotarnos sobre de esta criatura’. Y como nuestro amor es exigente, con justicia quiere que ella, en todos sus actos, ponga todo lo que puede: Su amor, toda su vida, para poder decir: ‘Tú te has agotado por mí, tanto, que no puedo contener lo que me has dado, así también yo me agoto por Ti’. Y así va modelándose con nuestras obras, y copia nuestros actos divinos. Es por esto el celo de la Voluntad Divina, la luz que te golpea dentro y fuera de ti, porque quiere todo para Sí, y que tu voluntad mientras la sientes viva, no debe tener vida, a fin de que la mía forme su Vida en ella y cumpla sus actos divinos, y así poderse dar la gloria de que todo lo que quería dar ha dado; me he agotado en esta criatura y ella se ha agotado por Mí. No hay felicidad más agradable, ni fortuna más grande, que el agotamiento de ambas partes, de Dios y de la criatura, ¿pero quién produce todo este bien? Un acto de nuestra Voluntad obrante y cumplida”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Fiat Divino, y siguiendo sus actos he llegado al edén, donde el amor divino me ha detenido, y el soberano Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, nuestro Ser Divino es luz purísima, y nuestros atributos tantos soles distintos el uno del otro, pero tan unificados juntos e inseparables, que nos hacen corona. Ahora, al crear a la criatura, venía puesta en estos soles inmensos para formar su pequeño camino; pero, ¿quién viene a formar este pequeño camino? Quien vive de nuestra Voluntad. Nuestros atributos divinos se alinean a derecha e izquierda de ella, le

hacen valla para darle el paso y hacerla caminar, para hacerla formar su pequeño camino, y mientras camina no hace otra cosa que recoger gotitas de luz, de las cuales queda toda embellecida, y es un encanto el verla, así que se alimenta de luz, la luz la embellece, y ella no se entiende ni sabe hablar de otra cosa sino de luz. Mis atributos se cierran a su alrededor y aman a esta criatura como a la pupila de sus ojos, sienten la vida de ella en ellos, y su vida en ella, y se dan el trabajo de hacerla crecer cuanto más bella puedan, y de no dejarla salir un paso del camino que le han formado en su luz interminable, así que quien vive en nuestra Voluntad se puede llamar el pequeño camino en la Voluntad Divina, esto en el tiempo, pero en la eternidad no será el pequeño camino, sino largo, más bien no se detendrán jamás, porque esta luz no tiene término, y tendrán siempre camino para caminar, para tomar nuevas bellezas, nuevas alegrías, nuevos conocimientos de esta luz que jamás termina. Nuestro amor más que nunca desahogó en este Edén al crear al hombre, y por cumplimiento de nuestro desahogo y para tenerlo más seguro, le formamos el camino a recorrer en la luz de nuestros atributos, pero él se salió porque no quiso hacer nuestra Voluntad, pero nuestra bondad fue tanta, que no cerró este camino, sino que lo dejó abierto a quien quiera vivir sólo de Voluntad Divina”.

+ + + +

32-6
Abril 16, 1933

Cómo en todas las cosas creadas, Dios tiene siempre un ‘te amo’ que decirnos. Cómo Jesús en todos los actos de su Vida encerraba amor, conquistas y triunfos.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Querer Divino; siento que soy la pequeña mariposa que gira siempre en torno y dentro de su luz y de su amor ardiente, queriendo girar tanto, hasta que quede quemada y consumida por su luz divina, para llegar a sentirme una sola cosa con su Santísima Voluntad, y como el primer punto de partida es la Creación, sobre la cual mientras giro, encuentro siempre nuevas sorpresas de amor, por eso quedo maravillada, y mi sumo Jesús para hacerme comprender mayormente, me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo me es agradable tu giro en los actos que hizo nuestro Ser Supremo en la Creación, por eso me siento como raptado y obligado por mi amor a narrarte nuestra historia de amor que tuvimos en la Creación y en todo lo demás que hemos hecho sólo por puro amor hacia las criaturas; venir en nuestros actos es lo mismo que venir a nuestra casa, y no decirte nada de las tantas cosas que tenemos que decir, sería como mandarte en ayunas, lo que nuestro amor no sabe hacer ni quiere hacer. Ahora, tú debes saber que nuestro Fiat se pronunció y extendió esta bóveda azul, y nuestro amor la entretejió de estrellas, poniendo en cada estrella un acto de amor continuo hacia las criaturas, así que cada estrella dice: ‘Tu Creador te ama, no cesa jamás de amarte, estamos aquí, no nos apartamos ni siquiera un poco para decirte siempre te amo, te amo’. Pero sigue adelante, nuestro Fiat creó el sol, lo llenó de tanta luz de poder dar luz a toda la tierra, y nuestro amor, poniéndose en competencia con el sol, lo llenó de tantos efectos, que son innumerables: Efectos de dulzura, variedad de belleza, de colores, de gustos, los cuales la tierra, sólo porque es tocada por esta luz, recibe como vida estos admirables efectos y su admirable e incesante estribillo: Te amo con mi amor de dulzura, te amo y quiero hacerte bella, quiero embellecerte con mis colores divinos, y si embellezco a las plantas por ti, a ti te quiero hacer más bella aún. Mira, en esta luz desciendo hasta ti para decirte te amo con gusto, tomo gusto en amarte y soy todo oídos para oír que me dices te amo. Puedo decir que el sol está lleno de mis continuos y repetidos te amo, pero ¡ay de Mí! La criatura no se da ningún pensamiento, ni pone atención en recibir este nuestro amor incesante en tantos modos y variadas formas que bastarían para ahogarla y consumirla de amor, pero no nos detenemos, seguimos adelante, nuestro Fiat creó el viento, y nuestro amor lo llenó de

efectos, así que la frescura, las oleadas, el silbido, los gemidos, los aullidos del viento, son repetidos te amo que decimos a la criatura, y en la frescura le damos nuestro amor refrescante, en las oleadas le damos la respiración con nuestro amor, hasta gemir y aullar con nuestro amor imperante e incesante, y así de lo demás. El mar, la tierra, fueron creados por nuestro Fiat, los peces, las plantas que produce el mar y la tierra son los efectos de nuestro amor, que potentemente y repetidamente dice te amo en todas las cosas, te amo por todas partes, te amo en ti, y a tanto amor mío, ¡ah! no me niegues tu amor. No obstante parece que no tienen oídos para escucharnos, ni corazón para amarnos, y por eso cuando encontramos quien nos escucha, la tenemos como desahogo de nuestro amor y como pequeña secretaria de la historia de la Creación”.
(3) Dicho esto ha hecho silencio, y yo continuaba en los actos de la Divina Voluntad, y habiendo llegado a los de la Redención, mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, escucha mi larga historia de amor, podría decir que es una cadena interminable de amor incesante, jamás interrumpida: Creé a la criatura para amarla, para tenerla unida Conmigo, y no amándola iría en contra de mi misma Voluntad, obraría contra mi misma naturaleza que es toda amor, y además, la creé porque sentía la necesidad de externar mi amor y de hacerle oír el dulce susurro continuo: ‘Te amo, te amo, te amo’. Tú debes saber que desde que fui concebido, y en todo el curso de mi Vida, en todos los actos que hacía, encerraba dentro amor, conquista, triunfo, mi obrar era muy diverso del de las criaturas, el hacer y no hacer, el sufrir, y no sufrir estaba en mi poder, mi omnividencia no me escondía nada, y Yo primero ponía mi Voluntad en mis actos, encerraba plenitud de santidad, plenitud de amor, plenitud de todos los bienes, y después, con todo conocimiento me disponía a obrar o sufrir, según Yo mismo quería, y con esto me volvía conquistador y triunfador de mis actos, ¿pero sabes para quien hacía estas conquistas y estos triunfos? Para las criaturas, las amaba demasiado y quería dar, quería ser el Jesús vencedor, dándole Yo mismo mis conquistas y mis triunfos para vencerlos, así que mi Vida acá abajo no fue otra cosa que un acto continuo de amor heroico que jamás dice basta, de conquistas y de triunfos, para volver felices a mis hijos, y esto lo hacía en todo, si me ponía en camino, Yo tenía la virtud de poderme encontrar de una ciudad a la otra sin hacer uso de mis pasos, pero quise caminar para poner en cada paso mi amor, y así en cada paso que daba corría, corría y me volvía conquistador y triunfador de mis pasos, ¡oh! si las criaturas me pusieran atención, habrían oído en mis pasos el grito continuo: ‘Corro, corro en busca de las criaturas para amarlas y para ser amado’. Así si trabajaba con San José para procurar lo necesario a la vida, era amor que corría, eran conquistas y triunfos que hacía, porque me bastaba un Fiat para tener todo a mi disposición, y haciendo uso de mis manos para una pequeña ganancia, los Cielos quedaban admirados, los ángeles quedaban raptados y mudos al verme abajar a las acciones más humildes de la vida. Así mi amor tenía su deshago, llenaba, desbordaba en mis actos, y Yo era siempre el divino conquistador y triunfador. Para Mí el tomar el alimento no era necesario, pero lo tomaba para hacer correr más amor y hacer nuevas conquistas y triunfos, así que daba el curso a las cosas más humildes y bajas de la vida, que para Mí no eran necesarias, pero lo hacía para formar tantas vías distintas para hacer correr mi amor y formar nuevas conquistas y triunfos sobre mi Humanidad, para hacer de Ella un don a quien tanto amaba, y por eso, quien no recibe mi amor y no me ama, forma mi más duro martirio y pone en la cruz a mi amor. Pero sigo adelante, para formar la Redención bastaba una lágrima, un suspiro, pero mi amor no habría quedado contento pudiendo dar y hacer de más, habría quedado obstaculizado en sí mismo y no habría podido darse la gloria de decir: ‘Todo he hecho, todo he sufrido, todo te he dado, mis conquistas son sobreabundantes, mi triunfo es completo’. Puedo decir que he llegado hasta confundir a la ingratitud humana con mi amor, con mis excesos y con penas inauditas, por eso, Yo mismo en cada pena ponía la intensidad del dolor más intenso y acerbo, las confusiones más humillantes, las barbaries más crueles, y después de que las circundaba de todos los efectos más dolorosos, que sólo un Hombre y Dios podía sufrir, me exponía a sufrirla, y ¡oh! las admirables conquistas en mis penas y el pleno triunfo que hacía mi amor, ninguno habría podido tocarme si Yo no lo quisiera, y aquí está todo el

secreto, mis penas eran voluntarias, queridas por Mí, y por eso contienen el milagroso secreto, la fuerza vencedora, el amor que compunge, y tienen virtud de arrollar todo el mundo y cambiar la faz de la tierra”.

+ + + +

32-7
Abril 23, 1933

La Vida de Jesús fue un continuo abandono en las manos del Padre.
Quien vive en la Divina Voluntad jamás interrumpe su camino.
Ejemplo del reloj. Toma el Cielo en un puño y por asalto.

(1) Continúo pensando en las penas de mi apasionado Jesús, y habiendo llegado al último instante de su Vida, he oído resonar en el fondo de mi corazón: “En tus manos, ¡oh! Padre, encomiendo mi espíritu”. Era la más sublime lección para mí, el llamado a todo mi ser en las manos de Dios, el pleno abandono en sus brazos paternos, y mientras mi mente se perdía en tantas reflexiones, mi penante Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi Vida acá abajo, como comenzó así terminó, desde el primer instante de mi concepción fue un acto mío continuado, puedo decir que a cada instante me ponía en las manos de mi Padre Celestial, era el homenaje más bello que le daba su Hijo, la adoración más profunda, el sacrificio más heroico y completo, el amor más intenso de filiación que le daba; mi pleno abandono en sus manos volvía mi Humanidad hablante, y con voz imperante, que pedía todo y obtenía todo lo que Yo quería; mi Padre Celestial no le podía negar nada a un Hijo suyo abandonado en sus brazos, mi abandono de cada instante era el acto más agradable, tanto, que quise coronar el último aliento de mi Vida con las palabras: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’. La virtud del abandono es la virtud más grande, es comprometer a Dios a que tome el cuidado del abandonado en sus brazos, el abandono dice a Dios: ‘Yo no quiero saber nada de mí mismo, esta mi vida es tuya, no mía, y la tuya es mía’. Por eso si quieres obtener todo, si me quieres amar de verdad, vive abandonada en mis brazos, hazme oír el eco de cada instante de mi Vida: ‘En tus manos toda me abandono’. Y Yo te llevaré en mis brazos como la más querida de mis hijas”.
(3) Después de esto estaba siguiendo todo lo que ha hecho la Divina Voluntad, y sentía sus actos en mí, en orden, uno después del otro, y yo debía seguirlos. Entonces yo he quedado sorprendida, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que quien hace mi Divina Voluntad y vive en Ella, no puede hacer menos que tener siempre presente todos los actos hechos por la misma Voluntad, porque Ella tiene todo en Sí y siempre en acto todo lo que ha hecho, por lo tanto, no es maravilla que en el alma donde Ella reina tenga todos sus actos con todo el orden que ha tenido al crearlos, y la criatura con toda facilidad los sigue uno por uno para unirse junto, como si quisiera hacer lo que ha hecho mi misma Voluntad; si se encuentra junto, ¿cómo puede abstenerse de hacer lo que Ella hace, y de poner en campo de acción, fundida con Ella, su pequeño amor, su adoración, su gracias, sus atenciones y maravillas por obras tan grandes?
(5) Es más, tú debes saber que mi Voluntad da la cuerda al alma, y ella se presta a recibirla, en esta cuerda vienen tomadas todas nuestras obras, y ella siguiendo la cuerda, sigue y se pone al día en todas nuestras obras. Sucede como al reloj, si se da cuerda mueve las manecillas, señala los minutos, las horas, y quien lo posee tiene el bien de conocer todas las horas del día, pero si no se le da cuerda, el reloj nada señala, es como si no tuviera vida, y quien lo posee no tiene el bien de conocer las distintas horas de la jornada. Ahora, a quien hace reinar nuestra Voluntad, la podemos llamar nuestro reloj, que dándole la cuerda señala los minutos y las horas de nuestras obras, y tiene el bien de estar en conocimiento de las horas del día de nuestra Divina Voluntad. Ahora, si se le da

cuerda, el reloj camina hasta que se termina la cuerda, no interrumpe su camino, así el alma si recibe la cuerda de mi Voluntad, debe hacer su camino, y si se quiere detener no puede, porque la cuerda mueve los engranes de su alma y la hace seguir adelante en el gran día de las horas de nuestras obras. Por eso sé atenta para recibir el gran bien de esta cuerda divina si quieres conocer las horas del día del Fiat Supremo. Mucho más que cuando el alma se dispone a hacer mi Voluntad y seguirla, todo lo que Ella ha hecho, hace competencia para entrar en aquél acto, porque siendo un acto solo, no tiene actos separados, por eso todo lo que ha hecho en el orden de la Creación, de la Redención, en los ángeles, en los santos, todo encierra en la obra de la criatura que obra en Ella, porque si se da, no se da a mitad, sino toda entera, y así como el sol si se da a la tierra, no se da a mitad, sino todo entero, con la plenitud de su luz, y por eso suceden maravillas sobre la faz de la tierra, así mi Voluntad, si la criatura la llama como vida en sus actos, Ella se da con toda la plenitud de su luz, santidad, potencia y obras suyas, si no llevase todo, sería entrar en la criatura y en sus actos como un rey sin cortejo, sin ejército, sin potencia creadora, y por lo tanto tener ociosas nuestras maravillas que podemos hacer, ¡ah, no, no! Quien obra en nuestra Voluntad debe poder decir: Tomo el Cielo en un puño, tomo el Cielo por asalto y lo encierro en mi acto”.

+ + + +

32-8
Abril 29, 1933

Quien hace el querer humano toma tierra, y quien hace el Divino toma Cielo.
Cómo Jesús sabe hacer todas las artes. Gusto que toma en trabajar. La criatura es la noble princesa que desciende de la altura del Cielo.

(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, siento que para mí es una extrema necesidad el vivir en Él, y si no lo hiciera me sentiría faltar la tierra bajo los pies, el cielo sobre la cabeza, el aire para respirar, el sol que me ilumina y calienta, el alimento que me nutre, así que, ¿cómo podría vivir? Y si viviese, ¿qué vida infeliz sería la mía? Dios mío, líbrame de vivir un solo instante fuera de tu Voluntad. Pero mientras esto pensaba, el siempre amable Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, el vivir fuera de mi Divina Voluntad es vivir sin la conexión de la Vida Divina, apartada del Cielo, como si no tuviera conocimiento, amistad, relación con su Padre Celestial, se puede decir que mientras sabe que tiene Padre, pero no lo conoce, vive como lejano y por eso no participa en sus bienes divinos, mucho más, que en cada acto de voluntad humana que hace, siempre toma tierra, y a ésta conoce y ama, y participa en las infelicidades que produce el terreno que va adquiriendo con sus actos humanos, así que la voluntad humana sin la conexión con la Divina, sabe producir mucha tierra, la que siembra pasiones, espinas, pecados, y recoge miserias, tristezas, que le amargan la vida. Por eso, cada acto de voluntad humana no hace otra cosa que tomar un poco de tierra, en cambio cada acto que hace de mi Voluntad, la criatura pierde el terreno humano y adquiere el terreno del Cielo, por eso a cada acto que va haciendo de Querer Divino, toma Cielo y va agrandando sus propiedades celestiales, y Yo mismo le suministro la semilla, y haciéndome agricultor celestial siembro junto con ella las más bellas virtudes, y ahí formo mi habitación, mi refugio, mis delicias, y no encuentro diferencia en estarme en el Cielo junto con los santos en las regiones celestiales, o estarme en el cielo de esta criatura, es más, siento más placer en estarme en el cielo de la voluntad humana en la tierra, por la razón de que en él tengo que trabajar para poder engrandecer de más este cielo, así que puedo hacer nuevas adquisiciones, recibir nuevo amor, y el trabajo, si bien es sacrificio, pero tiene virtud de producir nuevas invenciones, nuevas bellezas, nuevas artes; es del trabajo de donde surgen las cosas más estrepitosas, las ciencias más altas y profundas, y Yo que entiendo de todas las artes, de todas las ciencias, trabajo en este cielo y en él

formo los trabajos más bellos, las invenciones más artísticas y nuevas, y comunico las ciencias más altas y profundas, así que ahora me hago maestro y enseño las ciencias más sublimes, ahora artífice y formo las estatuas vivas en este cielo, ahora la hago de agricultor y mis manos creadoras cambian, transforman el pequeño terreno de la criatura en cielo, siento gran placer en usar todas las artes y me divierto, porque ahora hago un trabajo y ahora otro, y ahora invento cosas nuevas, y las novedades llevan siempre más placer, más gusto y más gloria, y estos cielos terrestres servirán también de nueva sorpresa y contento a toda la corte celestial; donde reina mi Voluntad Divina como vida en la criatura, Yo todo puedo hacer, ella se vuelve en mis manos materia prima para poder desarrollar mis trabajos divinos, y el poder trabajar es para Mí la cosa más agradable, es el reposo más dulce, parece que se alternan juntos trabajo y reposo. Ahora, en el Cielo, en mi patria celestial no hay trabajos, ni de parte mía, ni de parte de las criaturas, quien entra en aquellas regiones celestiales pone su basta y se dice a sí misma: ‘Mi trabajo ha terminado, lo que he hecho está hecho, no puedo agregar ni siquiera una coma de más a mi trabajo, a mi santidad’. Y Yo no puedo hacer nuevas conquistas en sus almas, porque la muerte dice confirmación, no pueden hacer un paso más adelante, por eso no hay trabajos en la patria celestial, sino que todo es triunfo y gloria, puedo decir que toda la suntuosidad que hago de dar nuevas alegrías, nueva felicidad y bienaventuranzas continuadas, con las que tengo raptado a todo el Cielo, es todo por parte mía, pero de ellos no me es dado adquirir más nada. He aquí el por qué me agradan más, porque las conquistas, los trabajos, los gustos que encuentro en estos cielos terrestres del querer humano, no pueden existir donde todo es triunfo y gloria, ni siquiera en las regiones de mi patria divina, por eso sé atenta y no salgas nunca de mi Voluntad, y Yo te prometo no suspender jamás mis trabajos divinos en tu alma”.
(3) Después seguía pensando en el gran bien que trae la Divina Voluntad a la criatura, y mi soberano Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, tú debes saber que es tanto nuestro amor y el deseo ardiente de tener junto con Nosotros a la criatura, que no apenas creada le asignamos el puesto real en nuestra Voluntad Divina, así que cada una de las criaturas tiene su puesto de honor en nuestra morada divina, así que su principio, su primer acto de vida, tanto en la eternidad como en el tiempo, es en nuestro Fiat; ella no estaba en el mundo y Nosotros la amábamos, y mirándola con amor, no sólo le dábamos el puesto, sino que poníamos en su cortejo a nuestro amor, nuestra santidad, nuestra potencia, luz y belleza, ella es la noble princesa que desciende de la altura de los Cielos para navegar el exilio, pero nuestro Querer no la deja, desciende junto con ella, se cierra a su alrededor, navega el exilio junto con ella, en cada acto que hace, penas o alegrías, o encuentros, pone en ellos su primer acto divino, a fin de que mantenga su nobleza y su estado de princesa, y cuando la ha llenado de todos los bienes, tanto que no tiene más espacio dónde poner más bienes, la lleva nuevamente al Cielo, en las alturas de las esferas, y como triunfador la muestra a toda la corte celestial. Es esto lo que quiere hacer y sabe hacer mi Voluntad Divina de la criatura, pero con nuestro dolor vemos que en cuanto desciende en el exilio, no piensa más en su puesto regio, ni en la nobleza de su origen, y quisiera desvincularse de nuestra Voluntad, que más que tierna madre la lleva estrechada entre sus brazos, y sirviéndose de las puertas de los sentidos que le hemos dado, desciende en lo bajo de su voluntad humana; estas puertas se las habíamos dado para que volviera a subir a Nosotros, a fin de que desde su exilio pudiese hacer sus escapaditas al seno de su Creador, ella en cambio se sirve de ellos para hacer sus escapaditas en las miserias, en las debilidades, en las pasiones, las cuales le quitan su nobleza y no se reconoce más que es la princesa del Cielo, sino la sierva de la tierra. Pero a pesar de esto no cerramos nuestras puertas, las cuales son nuestro amor, nuestra paterna bondad, nuestra compasiva misericordia, las expectativas que hacemos, y no apenas vemos que cierra sus puertas para venir en nuestra Voluntad, vamos a su encuentro, abrimos las nuestras, y mirándola de bella fea, con los vestidos de princesa desgarrados, sucios, no le hacemos ningún reproche, sino con compasión toda paterna le decimos: ‘¿Dónde has estado?’ Pobre hija, cómo te has

reducido, ¿has visto cuánto mal has hecho con vivir en lo bajo de tu voluntad humana, desunida de la nuestra? Has caminado sin guía, sin luz, sin alimento, sin defensa, por eso no lo hagas más, a fin de que encontrándote rehagas el bien perdido’. Nosotros lo sabemos, que la criatura sin nuestra Voluntad Divina no puede hacer ningún bien, es como si quisiera ver sin ojos, caminar sin pies, vivir sin alimento. Por eso sé atenta en no salir jamás de mi Querer Divino si quieres encontrar la fuerza, la luz, el apoyo y a tu mismo Jesús a tu disposición”.

+ + + +

32-9
Mayo 7, 1933

La voluntad, símbolo del soplo, que o enciende o apaga. La Divina Voluntad pone sus actos en el acto de la criatura.

(1) Mi abandono continúa en el Querer Divino, y mi pobre mente muchas veces está bajo el imperio de dos corrientes, esto es, el gran bien de la Divina Voluntad que eleva al alma sobre todo y la lleva hasta los brazos de su amado Padre Celestial, donde todo es alegría, fiesta y sonrisas divinas, las cuales embriagan al alma, y ésta olvida todo, la tierra, las miserias, porque en la Divina Voluntad ni siquiera el recuerdo se puede tener del mal, de otra manera no sería plena la felicidad; y en la otra corriente el abismo del querer humano, que arroja al alma en todas las miserias, y la lleva casi a los brazos del demonio, a fin de que la tiranice como le plazca. Pero mientras esto pensaba, mi soberano Jesús haciéndose sentir junto a mí me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, en cuanto el alma entra en mi Querer, Él con su imperio le dice: ‘Olvida todo, hasta la casa de tu madre tierra, aquí se vive de Cielo, no hay lugar para las miserias y para la infelicidad, mi luz destruye todo, y los males los transforma en bien’. Tú debes saber que la voluntad es símbolo del soplo, el cual tiene virtud de encender o apagar; si la voluntad es de encender, soplando sobre una pequeña chispa puede encender un gran fuego; si después se quiere apagar, soplándole le quita la vida y la reduce a cenizas. Tal es la voluntad humana, si quiere la mía sopla en todos sus actos, y mi Voluntad con su potencia anima este soplo, y sus pequeños actos, como pequeñas chispas se cambian en llamas, y conforme repite los actos, así repite el soplo, de modo de formarse la pequeña criatura una llama de luz de Voluntad Divina. En cambio si quiere hacer su voluntad, conforme la hace sopla y apaga todo y permanece en una noche profunda, sin ni siquiera el bien de las pequeñas chispas, así que quien vive en mi Voluntad adquiere la luz en naturaleza, y en todos sus actos ve luz y le hablan de luz; en cambio, quien hace la suya, adquiere las tinieblas y la noche en naturaleza, y de todos sus actos hace salir tinieblas que le hablan de miserias, de miedos, de temores, que le vuelven la vida insoportable”.
(3) Después mi mente seguía pensando en la Divina Voluntad, y me la sentía dentro y fuera de mí toda atenta, tanto que me quería dar todo, y hacer todo junto conmigo, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Pequeña hija de mi Voluntad, tú debes saber que en cuanto el alma se decide a vivir en mi Voluntad, es tanto su amor hacia ella, que conforme se dispone a hacer un acto, mi Fiat pone lo suyo en aquel acto, de modo que el querer humano queda como campo, y mi acto como vida. Así que conforme palpita, pone su latido divino; conforme respira, pone su respiro; conforme está por hablar, pone su palabra en la voz de la criatura; conforme piensa, pone su pensamiento; y así si obra, si camina, pone su movimiento y sus pasos, así que mi Divina Voluntad es la que pone de sus actos en los actos de la criatura. He aquí el por qué su amor incesante, sus atenciones incansables, porque quiere formar su Vida entera por cuanto a criatura es posible, en ella quiere encontrar su santidad, su latido, su respiro, su palabra, y así de todo lo demás, ¿y cómo lo puede encontrar si no lo da y pone

continuamente? Por eso, hay tanta compenetración entre la Divina Voluntad y la criatura que quiere vivir en Ella, que se vuelven inseparables la una y la otra, ni mi Querer toleraría la más mínima separación en quien se presta a hacerla formar su Vida. Por eso sé atenta, y tu vuelo sea continuo en mi Divina Voluntad”.

+ + + +

32-10
Mayo 14, 1933

Puesto de amor que el alma tiene en su Creador, y puesto que Dios tiene en el alma. La santidad es formada por los grados del amor. Semilla que arroja Jesús; cómo primero hace los actos y después las palabras.

(1) Me sentía toda inmersa en el Fiat Supremo, y repitiendo mi giro en Él, en cuanto me unía a sus actos me sentía venir sus oleadas de amor, que vertiéndose sobre de mí me traían el amor de mi Creador. ¡Oh! cómo me sentía feliz al sentirme amada por Dios, creo que no haya felicidad mayor, ni en el Cielo ni en la tierra, que la criatura ocupe un puesto en el seno del Padre Celestial, el cual hace surgir sus olas de amor para amarla. Pero mientras me sentía bajo de estas olas, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el girar en nuestros actos que hemos hecho, tanto en la Creación como en la Redención por amor de las criaturas, hace surgir nuevo amor de dentro de nuestro Ser Divino, e inviste a aquella que se une con nuestros actos divinos; ella con unirse con nuestras obras, prepara el lugarcito donde recibir nuestras olas de amor, y conforme las recibe, también ella nos ama con nuevo amor, y forma sus olas de amor a su Creador, de modo que ella tiene su lugarcito de amor en nuestro Ser Divino, y Nosotros tenemos nuestro puesto en la criatura. Tú debes saber que la verdadera santidad viene formada por los grados de amor con los cuales sois amados por Dios, y de este amor se toma posesión cuando la criatura ama. Cuando recibe el amor divino y ella ama, Dios se dispone a amarla de más con nuevo amor; ser amada por Dios con nuevo amor, es el acto más grande que Dios hace para la criatura, y toda la santidad, la gloria, es constituida por cuantas veces ha sido amada por Dios, y por cuantas veces ella lo ha amado. Porque tú debes saber que nuestro Ente Supremo ama a todos y siempre en modo universal y general, a esto agrega un amor especial y directo hacia quien amándola nos da su amor; así que si la criatura ha sido amada por Dios con amor especial una vez, tres, diez, cien, según el número, tantos grados de santidad adquiere, y por lo tanto de gloria. Mira, el girar en mi Voluntad, unirte a sus actos, nos llama a amarte con amor especial y nuevo, y Dios te llama a ti para hacerse amar con tu amor nuevo y especial, y Dios mismo será tu testigo que dirá a todo el Cielo y a la tierra: ‘Es verdad, la he amado, pero me ha amado’. Puedo decir que mi amor llamaba al suyo, y el suyo llamaba al mío a amarnos, por eso quien vive en nuestra Voluntad pone al seguro nuestro amor, no tenemos el dolor de que nos pueda ser rechazado, más bien, la señal de que lo ha recibido es que nos responde dándonos su amor”.
(3) Después estaba pensando en la Divina Voluntad, y miles de pensamientos se acumulaban en mi mente, de dudas, de ansias, de certezas, de suspiros por querer la Divina Voluntad como vida primaria de mi vida, quería su dulce imperio dentro y fuera de mí. Ahora, mientras esto hacía, mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que cuando Yo manifiesto un bien, una verdad, es la señal más cierta de que quiero dar aquel bien, o el don de una verdad mía como propiedad de la criatura, si esto no fuese, Yo la ilusionaría, la engatusaría, le haría perder el tiempo en mil deseos inútiles, sin la posesión del bien que le he hecho conocer. Yo no sé ilusionar a nadie, ni hacer cosas inútiles, más bien primero decido dar el

bien, y después manifiesto la naturaleza de dicho bien, y mientras lo manifiesto pongo la semilla en el fondo del alma, a fin de que ella comience a sentir el principio de la nueva vida del bien que le he hecho conocer, y lo continuo de mis manifestaciones que le hago conocer, sirve para hacer germinar la semilla, a rociarla y regarla para formar la vida entera del don que quiero darle, y la señal de que el alma ha aceptado y agradecido la nueva vida del don que quiero darle, es que Yo continúo manifestando las diversas cualidades, las bellas prerrogativas, el valor inmenso que posee mi don, y después de que estoy seguro que ya posee toda entera la vida del don que quería darle, entonces le hago conocer mis miras, el trabajo que he hecho en ella, y el don que ya posee; mi sabiduría es infinita, mis industrias de amor son innumerables, primero hago los hechos y después las palabras que sirven para enseñar a la criatura el cómo hacerla recibir, conservar y servirse del bien que le he dado y hecho conocer. Dar un bien sin hacerlo conocer es como si se quisiese dar el alimento a los muertos, y Yo jamás he tenido qué hacer con los muertos, sino con los vivos; hacerlo conocer y no darlo sería una burla, no sería modo de nuestra naturaleza divina. Por eso, si tantas verdades te he manifestado sobre mi Divina Voluntad, es porque quiero darte el don de su Vida obrante en ti, si esto no fuera, jamás te habría dicho tanto, mi solo decir es mensajero, portador y depositario del gran don de mi Divina Voluntad, no sólo a ti sino al mundo entero. Por eso sé atenta, a fin de que mi semilla se espolvoree en ti hasta cambiarse en naturaleza, y entonces sentirás con los hechos el bien del reinar de mi Voluntad en tu alma.
(5) En efecto, ¿no hice así con mi Madre Celestial? Primero la formé, la preparé, la doté, preparé el puesto, extendí mi Cielo en el fondo de su alma, la hice conocer tantas cosas, y conforme se las hacía conocer le hacía el don de ellas, podría decir que Madre e Hijo primero hicimos los actos, y cuando nada faltaba a mi santidad, a mi decencia divina, al nuevo Cielo que venía a habitar sobre la tierra, entonces le manifesté el secreto, que ya la había elegido por Madre mía, y en cuanto le manifesté el secreto, así se sintió Madre de su Creador. Mira entonces la necesidad de manifestar lo que quiero hacer con la criatura, a fin de que Dios y la criatura quieran la misma cosa, tan es así, que mi misma encarnación no sucedió primero, sino en el acto mismo en que supo que Yo la quería por Madre mía y Ella aceptó serlo. Por eso se necesita gran atención cuando hago conocer un bien que quiero hacer a la criatura, ella no sabe mis miras dónde van a terminar, Yo no hago conocer todo al principio, sino voy poco a poco, manifestando y obrando para llegar al punto donde quiero, y si no está atenta y no me sigue, puede ser que quede a medio camino, y Yo tendré el dolor de no poder dar mis dones y de no poder cumplir mis designios”.

+ + + +

32-11
Mayo 25, 1933

La Divina Voluntad es milagro permanente. Quien vive en Ella es la portadora de las obras divinas, y sus campos son la Creación y la Redención.

(1) Estoy siempre en torno al Fiat Supremo, su dulce imperio, sus potentes atractivos, su beso de luz, con los cuales hace el encuentro a todos mis actos para ponerlos en ellos y encerrase dentro para formar su Vida, es el más dulce encanto a mi pequeña alma, y entre la maravilla y el estupor exclamo: “¡Oh Voluntad Divina, cuánto me amas, hasta abajarte en mi pequeño acto para encerrar en él tu Vida obrante!” Pero mientras mi mente se perdía en Ella, mi dulce Jesús, que gozaba también Él el atractivo, los modos admirables de su Querer, todo ternura y bondad me ha dicho:
(2) “Hija amadísima de mi Voluntad, mi Querer Divino es por Sí mismo un milagro continuado; descender en la bajeza del acto de la criatura para formar en él su acto, su

Vida, es el más grande de los milagros, que a ninguno le es dado poderlo hacer; su virtud investidora penetra dondequiera, con su beso de luz rapta el acto de la criatura, lo mueve, lo transforma, lo conforma, y con su virtud milagrosa forma su acto en el acto de la criatura, y sin destruir el de la criatura, más bien se sirve de él como espacio para colocar su acto, como vacío para formar su Vida, tanto, que por fuera se ve el acto humano, pero por dentro las maravillas, la santidad, el gran milagro del acto divino. Por lo tanto, quien hace mi Voluntad y vive en Ella, no tiene necesidad de milagros, vive bajo la lluvia de los milagros de mi Querer, y posee en sí misma la fuente, el manantial que transforma a la criatura en la virtud milagrosa de mi Divina Voluntad, de modo que se ve en ella milagro de paciencia invicta, milagro de amor perenne hacia Dios, milagro de oración continua y sin cansarse jamás, y si se ven penas, son milagros de conquistas, de triunfos, de gloria que encierra en sus penas. Para quien vive en mi Voluntad, Ella quiere dar al alma el milagro del heroísmo divino, y en las penas pone el peso y el valor infinito, pone la marca, el sello de las penas de tu Jesús.
(3) Tú debes saber hija mía, que es tanto nuestro amor hacia quien vive en la Divina Voluntad, que le hacemos don de todo lo que hicimos en la Creación y Redención, y ella hace suyo todo lo que es nuestro, y como es suyo y nuestro, y como cosa connatural en sus actos, y busca la Divina Voluntad, ahora se encuentra en el cielo, en el sol, en el mar, y así de lo demás, siente en sí toda la santidad de nuestras obras, que son también suyas, y sintiéndose fundida con Ella, comprende qué significa tener un cielo siempre extendido, un sol que siempre da luz, un mar que siempre murmura, un viento que con sus ráfagas lleva a todos las caricias de su Creador, y ella se siente cielo, estrellas, sol, mar, viento, y ¡oh! cómo nos ama, y con la fuerza raptora de su amor, que es amor nuestro, viene a deponer todo ante nuestro trono divino, y ¡oh! cómo nos sentimos raptar por sus notas y corrientes de amor que nos hace, podemos decir que si esta criatura la tenemos en la tierra, la tenemos para hacerla ser la portadora de nuestras obras, Nosotros las hemos esparcido en la Creación, y ella parece que nos las recoge para venir a decirnos: ‘Cuánto me habéis amado’. Y cuánto nos ama, pero es más bella cuando pasa al reino de mis actos de la Redención, con cuánto amor pasa de un acto al otro, cómo los besa, los abraza, los adora, los agradece, los encierra en su corazón y toda amor me dice: ‘Jesús, tu Vida terminó sobre la tierra, quedaron tus obras, tus palabras, tus penas, ahora me toca a mí continuar tu Vida, por eso todo lo que Tú hiciste debe servir a mi vida, de otra manera no puedo formar de mí misma otro Jesús, si no me das todo no puedo ni formar, ni continuar tu Vida en la tierra’. Y Yo todo amor le digo: ‘Hija mía, todo es tuyo, toma de Mí lo que quieras, es más, por cuanto más tomes más estaré contento y más te amaré’. Pero lo más bello de esta feliz criatura, que mientras quiere todo, toma todo, siente que no puede contener lo que ha recibido, y viene a su Jesús y me da todo, se vierte toda en Mí, también su pequeñez, su pequeño querer, y ¡oh! cómo estoy contento, puedo decir que son intercambios continuos de vida que hacemos, Yo a ella, y ella a Mí. Es tanta la fuerza de la unión de quien vive en nuestra Voluntad, entre ella y Nosotros, que ni Nosotros la podemos poner a un lado en todas nuestras obras, ni ella se puede poner; si esto pudiera ser, sucedería como si se quisiera dividir la luz del sol en dos, lo que es imposible, dividir la unidad de su luz, y si uno quisiera intentar dividirla, quedaría burlado, y la luz con la fuerza de su unidad se reiría de él; o bien como si se quisiera rasgar el cielo, separar la fuerza del viento, la unidad del aire, todas cosas imposibles, porque toda su vida, la fuerza que poseen está en la unidad. En tal condición se encuentra quien vive en nuestra Voluntad, toda su fuerza, su valor, lo bello de ella, su santidad, está en la fuerza única y unidad con su Creador. Por eso sé atenta, y tu vida sea en Nosotros, con Nosotros y con nuestras obras”.

+ + + +

32-12

Mayo 28, 1933

Precipicio, puertas e infierno viviente del querer humano. Puertas, escaleras y paraíso viviente de la Divina Voluntad. Necesidad de sus conocimientos, grandeza que adquiere. La hija del gran Rey.

(1) Mi pobre mente muchas veces se debate entre la infinita belleza, potencia, valor y prerrogativas innumerables del eterno Querer, y entre los precipicios, fealdades y males del querer humano. Dios mío, qué contraste, si todos lo pudiesen ver estarían dispuestos a perder la vida antes que hacer la propia voluntad. Y mientras me sentía toda temerosa por los graves males en los cuales me podía precipitar mi voluntad, mi amado Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ánimo, es necesario que te haga conocer hasta donde se puede llegar teniendo por vida a mi Divina Voluntad, y en qué abismo se precipita quien se hace dominar por el propio querer, es más, cada mal que te hago conocer de él, es una puerta que te hago cerrar a la voluntad humana y una guardia que te doy, a fin de que si tú quisieras entrar de nuevo y descender en el precipicio del querer humano, la guardia te impida el paso y mantenga cerrada la puerta, y cada vez que te hago conocer otros males del querer humano, no son otra cosa que defensas y guardias que agrego, a fin de que no te dejen descender en el fondo de su abismo, porque tú debes saber que cada mal de la voluntad humana, no son otra cosa que tantas puertas distintas que ella posee para descender en el reino de los males, de los vicios, de los terrores espeluznantes del infierno viviente, hasta volverse nauseante e insoportable a Dios y a sí misma, y Yo con hacer conocer sus males, no hago otra cosa que amurallar las puertas y poner en ellas mi sello y decir: ‘Esta puerta no se abre más’. Ahora, así como la voluntad humana tiene sus puertas, sus escaleras para descender en el abismo de los males, no para subir, así mi Divina Voluntad tiene sus puertas, sus escaleras para subir a sus cielos, a sus bienes inmensos, y forma el paraíso viviente de quien la posee; cada conocimiento de Ella es una puerta que se abre, es una escalera que se forma, es un camino que se te pone delante, que tú debes recorrer para poseer con los hechos lo que has conocido. Mira entonces el gran bien de los tantos conocimientos que te he manifestado, son tantas puertas que te facilitan la entrada en su reino, y en cada puerta he puesto un ángel como custodio, a fin de que te dé la mano y te conduzca segura en las regiones de la Divina Voluntad; cada conocimiento es una invitación y una fuerza divina que te cede, y te hace sentir la necesidad extrema, la necesidad absoluta de vivir de Voluntad Divina. Ella, conforme se hace conocer te extiende los brazos para tomarte, y te conduce entre ellos en aquel mismo conocimiento que te ha manifestado, lo adapta a tu capacidad, modela tu alma a fin de que entre en ti como humor vital, como sangre, como aire, y produzca en ti la vida, los bienes que su conocimiento posee, y haciéndose conductora, más que una madre te está a guardia para ver cuando su hija ha absorbido la última gota del bien que le ha hecho conocer, para abrirle su seno de nuevo y derramarse en su hija, y hacerle conocer otro valor, otros efectos que contiene la Vida de mi Querer, y repite su trabajo porque quiere ver en ella el valor de su Vida, los efectos, la sustancia de sus bienes. Ahora, los conocimientos sobre mi Divina Voluntad instruyen al querer humano, y éste adquiere ciencia y razón, por lo que entiende que no sólo es justicia el hacerla reinar y dominar como vida primaria en su alma, sino es un bien sumo que recibe, honor y gran gloria que este Querer Santo, con el dominar, llegue a darle el estado de realeza divina, porque se siente hija del gran Rey, así que la realeza también es suya.
(3) Cuando la criatura ha llegado a comprender todo esto por caminos de conocimientos y de lecciones que le ha dado mi Querer Divino, todo está hecho, mi Voluntad ha vencido al querer humano, y éste ha vencido a la Divina Voluntad. Los conocimientos sobre de Ella son tan necesarios, que sirven para disecar los humores malos y los sustituyen con los humores santos, ellos son como soles que lanzan dardos al querer humano y le comunican

su vida, su santidad, y el deseo ardiente de poseer el bien que conoce. Por eso sé atenta a escuchar sus lecciones, y corresponde a un bien tan grande.”

+ + + +

32-13
Junio 4, 1933

Quien vive en la Divina Voluntad recibe la fuerza creadora de la creación continua. Acuerdo con la Divina Voluntad.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, soy recién nacida apenas y siento la necesidad de estarme en sus brazos para beber a grandes sorbos la leche de sus verdades, para recibir las oleadas de su luz, el dulce refrigerio de su calor, siento que también el Querer Divino quiere tenerme en sus brazos, estrechada a su seno de luz para poderme infundir el acto continuo de su Vida obrante en mí, porque vida significa tener actos que no cesan jamás, de otra manera no se podría llamar vida. Por eso, si yo no quisiera estar en sus brazos para recibir estos continuos reflejos de su Vida, o no me quisiera tener, no podría formar su Vida en mí, y entonces la palabra vida se reduciría a palabras no en realidad, o bien en una pintura pintada. Jesús mío, ¡ah! no lo permitas, y haz que se forme su Vida real en mi alma. Pero mientras buscaba estarme en los brazos de la Divina Voluntad, mi soberano Jesús, visitando mi pequeñez me ha dicho:
(2) “Hija de mi corazón, tú tienes razón de que sientes la extrema necesidad de estar en los brazos de la Divina Voluntad, porque estar en sus brazos significa ponerse a su disposición y empeñarla para formar su Vida en la criatura, y si no se pone en sus brazos, se pone como a gran distancia, y la vida no se forma de lejos, sino de cerca, más bien fundida con la misma vida que se quiere recibir; ninguna madre concibe a su hijo de lejos, sino dentro de su mismo seno, ninguna semilla germina y forma su planta si no se funde y esconde bajo tierra. Así, decir: ‘Quiero formar la Vida de la Divina Voluntad en mí y no estarse en sus brazos, unida con Ella para vivir de su mismo aliento omnipotente, es imposible’. Tú debes saber que nuestro Ente Supremo usa la misma potencia creadora que usó en la Creación, y la continúa usando en los actos que la criatura hace en la Divina Voluntad. Cada acto que hace en Ella sufre una nueva creación, y mi Fiat, en virtud de su potencia creadora, queda concebido en el acto de la criatura. Sucede un alternarse continuo, ella presta el acto, y mi Voluntad Divina crea y se concibe en su acto, y mientras se concibe forma su Vida y la hace crecer con el alimento de su luz y de su amor. Los Cielos quedan admirados, y es tanta la maravilla, que enmudecen ante un acto solo de la criatura que dentro contiene la fuerza creadora de la concepción del Fiat Divino; y así como ella con el estarse en sus brazos se pone a nuestra disposición, así con tenerla en nuestros brazos nos ponemos a su disposición, y nos da su dulce garantía, para hacer lo que Nosotros queremos, así que su vida, sus actos, son tantas garantías que nos da, y Nosotros teniendo sus garantías nos sentimos seguros de poder poner fuera nuestra Virtud creadora y obrar como Dios en el acto de la criatura. Tú debes saber que cuando obra nuestra Voluntad, tanto en Nosotros mismos, cuanto en el acto humano, no pone jamás a un lado su Virtud creadora, ni la puede poner, porque la posee en naturaleza, por eso su hacer es siempre creación, por lo tanto quien vive en nuestra Voluntad recibe en sus actos su acto creante, y ¡oh! cuantas maravillas suceden. Por eso sé atenta, reverente y agradecida, recibe en ti, en tus actos, esta Virtud creante que quiere hacer cosas grandes, no pequeñas, y que son las únicas dignas de nuestra adorable Voluntad”.

+ + + +

32-14

Junio 15, 1933


La intención forma la vida de la acción, forma el velo para esconder la acción divina. El actor escondido.

(1) Mi pobre mente está siempre ocupada por el Fiat Divino, que no sólo quiere hacerse vida, sino también alimento, porque no basta la vida, pues sin tener con qué saciar el hambre, sería morir de hambre. He aquí el por qué frecuentemente me da el alimento suculento y celestial de alguna otra verdad que respecta al Querer Divino, a fin de que no sólo me alimente, sino que haga crecer su Vida en mí, y ¡oh! cuántas veces siento la necesidad de que el bendito Jesús me diga alguna cosa que respecta a su Querer, porque me siento morir de hambre, y mi amable Jesús, porque Él mismo quiere y me da esta hambre, al visitar mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, tu deseo de ser alimentada por mi palabra alimentadora me hiere el corazón, y Yo, herido, corro a ti para darte mi alimento divino que sólo Yo puedo darte. Mi palabra es vida y forma en ti la Vida Divina, es luz y te ilumina y queda en ti la virtud iluminadora que te da siempre luz, es fuego y te hace surgir el calor, es alimento y te alimenta.
(3) Ahora, tú debes saber que Yo no miro la acción externa de la criatura, sino la intención que forma la vida de la acción, ella es como el alma de la acción, ésta se vuelve como el velo de la intención. Sucede como el alma al cuerpo, que no es el cuerpo el que piensa, el que habla, palpita, obra y camina, sino que el alma da vida al pensamiento, a la palabra, al movimiento, así que el cuerpo es velo del alma, la cubre y se hace portador de ella, pero la parte vital, la acción, el paso, es del alma. Tal es la intención, verdadera vida de las acciones. Ahora, si tú llamas a mi Divina Voluntad como vida de tu mente, como latido de tu corazón, como acción de tus manos y así de todo lo demás, tú formarás la vida de la inteligencia de mi Voluntad en tu mente, la vida de sus acciones en tus manos, su paso divino en tus pies, de modo que todo lo que hagas servirá de velo a la Vida Divina que con tu intención has formado en el interior de tus actos, ¿pero qué cosa es esta intención? Es tu voluntad que haciendo una llamada a la mía se vacía de sí misma, y forma el vacío en su acto para dar el puesto a la acción de mi Voluntad, y ella haciéndose velo esconde en las acciones, aun en las más ordinarias y naturales, la acción extraordinaria de un Dios, tanto, que de fuera se ven acciones comunes, pero si se quita el velo del querer humano se encuentra encerrada la Virtud obrante de la acción divina, y esto forma la santidad de la criatura, no la diversidad de las acciones, no las obras que hacen rumor, no, sino la vida común, las acciones necesarias de la vida, de las cuales la criatura no puede prescindir, todas son velos que pueden esconder nuestra Voluntad, y hacerse campo donde Dios mismo se abaja para hacerse actor escondido de sus acciones divinas. Y así como el cuerpo vela al alma, así la voluntad vela a Dios, lo esconde y forma por medio de sus acciones ordinarias la cadena de las acciones extraordinarias de Dios en su alma. Por eso sé atenta, llama en todo lo que haces a mi Voluntad, y Ella no te negará jamás su acto, para formar en ti, por cuanto a criatura es posible, la plenitud de su santidad”.

+ + + +

32-15
Junio 25, 1933

Si reina la Divina Voluntad, Dios se busca a Sí mismo y se encuentra en la criatura; la criatura se busca en Dios
y se encuentra en su centro divino.

(1) Mi pobre y pequeña inteligencia la sentía llena por tantos pensamientos respecto a la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “¿Y por qué Jesús tienen tanto interés, insiste, suspira, pide y quiere que se pida que venga a reinar su Divina Voluntad? Es verdad que para la criatura será la adquisición más grande, tener un su poder un Querer inmenso, una potencia que no se agota jamás, un amor que siempre arde, una luz que no se extingue jamás, una santidad que da en lo increíble y siempre crece, se puede decir que no le queda otra cosa qué desear, ni poseer, porque todo lo posee, pero para Dios, ¿cuál puede ser su ganancia, su gloria, su honor?” Así, mientras esto y otras cosas pensaba, mi soberano Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, hija amadísima de mi Voluntad, la razón, la causa, la finalidad por la que tanto suspiro que mi Divina Voluntad tome su puesto, su dominio y la haga de soberano en la criatura, es porque nuestro Ente Supremo va en busca de encontrarse a Sí mismo en la pequeñez humana. Piensa bien qué significa un Dios que va en busca de Sí mismo, pero,
¿dónde? ¿Tal vez en la extensión de los cielos? No. ¿En la inmensidad de la luz que llena toda la tierra? No. ¿Acaso en la multiplicidad de las aguas del mar? No. Sino en el pequeño corazón humano, queremos esconder nuestra inmensidad, nuestra potencia, nuestra sabiduría y todo nuestro Ser Divino en la criatura; escondernos en las cosas grandes no es una gran cosa, pero en las pequeñas desahogamos más en amor, potencia, etc., y como podemos todo y hacer todo, nos deleita más y tomamos más gusto en el escondernos en la pequeñez humana que en las cosas grandes, y si no encontramos nuestra Voluntad en la criatura, no podemos ni buscarnos ni encontrarnos en ella, nos faltaría el lugar dónde poner todos nuestros atributos divinos, y se sentirían impotentes para esconder nuestra Vida Divina donde no está nuestra Voluntad. Mira entonces la razón por la que queremos, suspiramos que la criatura suspire y ruegue vivir del Querer Divino, es porque andamos en busca de Nosotros mismos en ella, y queremos encontrarnos como en nuestro propio centro. ¿Y te parece poco la gran ganancia que hacemos, la gloria, el honor que recibimos, que el pequeño corazón humano esconda nuestra Voluntad y a nuestra misma Vida para darnos duplicado amor, doble potencia, sabiduría, bondad, para ponerse en competencia con Nosotros mismos? Si esto no comprendes significa que aún eres ciega en los caminos interminables de mi Divina Voluntad. Ahora, si Nosotros con querer que nuestro Fiat reine en las criaturas, buscamos y encontramos a Nosotros mismos en ella, la criatura con quererla, se busca a sí misma en Dios y en Él se encuentra. Mira entonces qué intercambio, qué trabajo de ambas partes, qué estratagemas e ingenios amorosos, Dios que continuamente se busca en la criatura,
¿pero dónde se encuentra? En el centro de ella, así que se busca, se llama en donde su mismo amor lo llama, donde su misma Vida reside; y la criatura imita a su Dios, gira y vuelve a girar, se busca y se vuelve a buscar, se llama y se vuelve a llamar, pero ¿dónde se encuentra? En el centro Divino. Esto muestra el intercambio de vida entre la una y el otro, la misma Voluntad que domina a la criatura y a Dios, el mismo amor con el cual son animados, así que no es maravilla que lo que hace uno hace el otro, y sólo nuestra Voluntad sabe hacer estos prodigios, sin Ella todo es estéril, todo es obstáculo por parte de Dios y por parte de las criaturas, sentimos que somos prisioneros de Nosotros mismos, y ella se siente aprisionada por su voluntad humana, sin vuelo y toda obstaculizada en sí misma y sin Vida Divina. Ahora, estando todo esto, ¿no es justo que no queramos otra cosa sino que nuestra Voluntad domine y reine?”

+ + + +

32-16
Junio 29, 1933

En la Divina Voluntad no hay interrupciones; Ella se hace repetidora de la Vida Divina. Trabajo que le viene confiado.
Dios se adapta a la pequeñez humana.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, siento que si no continuara me faltaría la vida para vivir, el alimento para quitarme el hambre, la luz para ver, los pies para caminar, ¡ay de mí! quedaría inmovilizada, envuelta en una noche profunda, perdería la vía y quedaría a medio camino. Dios mío, mi Jesús, Mamá Santa, libérenme, y cuando me vean en peligro de detenerme, vengan en mi ayuda, denme la mano a fin de que no me detenga, o bien llévenme al Cielo, donde no hay estos peligros de interrupciones, y yo pueda darme la gloria de decir: “Jamás me he detenido, y por eso no me ha faltado jamás ni alimento, ni luz, ni Aquél que mientras me conducía, con su dulce decir me instruía y me raptaba”. Pero mientras mi mente estaba abismada en la Divina Voluntad, mi sabio maestro Jesús, sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, quien vive en mi Divina Voluntad siente la necesidad de no interrumpir jamás su camino, no hay peligro de detenerse, ni en la tierra ni en el Cielo, porque siendo Ella eterna, sus caminos y sus pasos son interminables, y quien vive en Ella recibe en naturaleza el bien de poder caminar siempre. Detenerse en mi Voluntad sería hacer faltar un acto de vida a nuestra Vida Divina que va formando en su alma, porque tú debes saber que quien vive en mi Voluntad Divina llega a tanto, y puede tanto, hasta repetir nuestra Vida Divina; nuestro Fiat da todo lo necesario a la criatura que vive en Ella, que con sus actos se hace la repetidora de la Vida misma de Dios, y si tú supieras qué significa repetir nuestra Vida, la gloria, el honor, el amor que nos da, el bien que hace descender sobre todas las generaciones; es incalculable lo que hace, y sólo nuestra Voluntad tiene esta potencia, de hacer este prodigio tan grande, que a ninguno le es dado, de hacerse repetidora de nuestra misma Vida Divina en la criatura”.
(3) Entonces yo al oír esto he dicho: “Amor mío, ¿qué dices? ¿Cómo es que se puede llegar a tanto? Me parece que llega a lo increíble”. Y Jesús interrumpiéndome ha agregado:
(4) Hija mía, no te maravilles, todo es posible a mi Voluntad, aun el repetir nuestra Vida. Tú debes saber que nuestro Ente Supremo, en su naturaleza tiene virtud de poderse repetir cuantas veces quiere, como en efecto repetimos nuestra Vida Divina entera por cada individuo, por cada cosa creada, dondequiera, en cada lugar y por todas partes, nuestra inmensidad nos lleva, nuestra potencia nos forma, y de nuestra Vida única que poseemos, repite, biloca, multiplica tantas Vidas Divinas nuestras, que sólo quien no la quiere no la toma, de otra manera lo que se dice: ‘¿Dónde está Dios? En el Cielo, en la tierra y en todo lugar’, se quedaría en palabras, pero no en los hechos. Ahora, quien vive en nuestra Voluntad, con sus actos se hace concurrente de nuestra Vida, que continuamente se repite por amor de las criaturas, y por eso nos sentimos repetir nuestra Vida por su pequeñez, y
¡oh! el contento, la felicidad que sentimos, y cómo nuestro amor encuentra su desahogo, su correspondencia, al sentir su misma Vida repetida por su amada criatura, y en su énfasis de amor y de alegría indecible que sentimos, decimos: ‘Todo le hemos dado y todo nos ha dado, no podía darnos más, porque sentimos que por dondequiera que nos lleva nuestra inmensidad, ella aparece por todas partes, no hay punto en que no se hace sentir, y ¡oh! cómo es dulce y agradable oírla por todas partes en nuestra Vida que posee, ‘te amo, te adoro, te agradezco, te bendigo’. Así que el trabajo que confiamos a quien vive en nuestro Querer, es de repetir nuestra misma Vida Divina, por eso sé atenta y tu camino sea continuo”.
(5) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y mi siempre amable Jesús ha agregado:

(6) “Hija mía, si tú supieras las dulces y agradables sorpresas que nos hace la criatura en nuestra Voluntad, ella es pequeña, y encontrándose en nuestro Fiat se encuentra circundada por una inmensidad que no tiene fin, por una potencia que no tiene límites, por un amor que no sólo la envuelve toda, sino que se siente que ella misma no es otra cosa que amor, nuestra belleza la inviste y queda raptada. Así que la pequeña mueve el piecito y mira la inmensidad que la circunda, y mientras mueve el paso quiere tomar quién sabe cuánto de nuestra inmensidad, pero qué, no logra tomar más que pocas gotitas de nuestra potencia, amor y belleza nuestras, las cuales, si bien gotas, pero bastan para llenarla tanto, hasta desbordar fuera, hasta formarse en torno ríos de amor, de potencia y de belleza nuestra, y la pequeña se afana, se fatiga por querer tomar de más, pero no puede, porque le falta el espacio dónde poder encerrar lo que quiere tomar, y nuestro Ente Supremo la hace hacer, es más, gozamos de sus esfuerzos y de sus afanes, nos deleitamos, le sonreímos, y la pequeña nos mira pidiéndonos ayuda, porque siente la necesidad de extenderse de más en nuestra inmensidad, potencia y amor, ¿pero sabes por qué? Nos quiere dar de más, quiere el contento de decirnos: ‘Mis esfuerzos, mis afanes son, porque quiero deciros que os amo de más, ¡oh! cómo estaría contenta si pudiera poseer todo vuestro amor para poder deciros: Os amo tanto por cuanto me amaste’. Esta pequeña con sus esfuerzos, con sus afanes, con su decir, nos hiere, nos rapta, nos encadena, y entonces ¿sabes qué hacemos? Tomamos a la pequeña y nos adaptamos a ella, con un prodigio de nuestra omnipotencia hacemos correr nuestra inmensidad, nuestra potencia, santidad, amor, belleza, bondad, de modo que nuestro Ser Divino queda dentro y fuera de ella, inseparable de ella, y se ve que todo es suyo, y la pequeña en su énfasis de amor nos dice: ‘Cómo estoy contenta y feliz, puedo deciros que vuestra inmensidad es vuestra y mía, y Os amo con amor inmenso, con amor potente, a mi amor no le falta nada, ni vuestra santidad, ni vuestra bondad, ni vuestra belleza que todo rapta, vence y obtiene’. No contentar a la pequeñez humana en nuestra Voluntad nos resulta imposible, y como por su pequeñez no puede adaptarse a Nosotros, Dios se adapta a ella, y nos resulta fácil, porque no hay elementos extraños a Nosotros, sino que todo es nuestro, a lo más será pequeña, pero esto no importa, será más cosa nuestra el hacerla cuanto más bella podamos. En cambio quien no vive en nuestra Voluntad Divina, hay tantos elementos extraños a Nosotros en su pequeñez humana: voluntad, deseos, afectos, pensamientos que no son nuestros, y se puede decir que ella debería adaptarse a Nosotros con el quitarse lo que no es nuestro, de otra manera no podrá comprender nuestra Voluntad, mucho menos podrá elevarse y entrar en sus esferas celestiales, y por lo tanto quedará vacía de Dios, llena de miserias en las estrechuras de la vida humana. Cuántas vidas se encontrarán sin crecimiento de Vida Divina porque no han hecho mi Voluntad, ni se han ocupado en comprender lo que significa vivir de Ella, y el gran bien que pueden recibir. Por eso serán tantos ignorantes y analfabetas de su Creador”.

+ + + +

32-17
Julio, 8, 1933

Cada acto hecho en la Divina Voluntad es anillo de unión, vínculo de estabilidad, fecundidad perenne. Qué significa un acto cumplido en la Divina Voluntad.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, soy siempre pequeña y tengo necesidad de mi Mamá eterna, la cual es la Divina Voluntad, necesidad de que me lleve siempre en sus brazos, que use conmigo todos los cuidados, me defienda, me asista, me alimente, y con su dulce imperio tenga mi querer humano reprimido, vivo pero sin vida, recibiendo en sus actos la actitud de la Voluntad Suprema. Pero mientras me reposaba en sus brazos,

sentía arcanas delicias y el reposo de la patria celestial. Y mi soberano Jesús haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, cómo estoy contento de encontrarte en los brazos de mi Divina Voluntad, Yo estoy seguro y tú también cuando estás en sus brazos, y mientras tú reposas Ella trabaja en lugar tuyo, y sus trabajos son divinos y de valor infinito, y Yo al verte poseedora de sus trabajos, gozo y hago fiesta diciendo: ‘¡Oh, cómo es rica mi hija’. Debes saber que cada acto de Voluntad Divina que la criatura experimenta y voluntariamente se presta a recibir, es un anillo de unión que forma y adquiere con su Creador, se puede decir que este anillo encierra dentro a Dios y al alma, los une, los hace vivir de una sola Vida y forma la inseparabilidad del uno y del otro, así que por cuantos actos de mi Voluntad, tantos anillos, de modo que se ve una larga cadena en la cual quedan, ambas partes, entrelazadas y unidas juntas, y no sólo es anillo, sino es vínculo de estabilidad y de inmutabilidad divina, así que la criatura no está más sujeta a cambiarse, tan firme y estable se siente en el seno de su Padre Celestial; así que puede decir con toda seguridad: ‘Mi morada está en Dios, ni sé, ni conozco otra cosa sino a mi Creador.’ Ahora, este anillo de unión y este vínculo de estabilidad produce fecundidad perenne, la criatura con esta fecundidad genera continuamente amor, bondad, fuerza, gracia, paciencia, santidad, todas las virtudes divinas, las cuales poseen la virtud bilocadora, de modo que mientras la criatura las posee, las puede bilocar, dándolas a quien quiera y a quien las quiera. En cambio quien no hace obrar a mi Divina Voluntad, sus actos son como anillos rotos, los cuales no tienen virtud de contener a Dios y a la criatura, y como están rotos huyen de dentro de Ella, y por lo tanto no pueden formar ni vínculo de estabilidad, ni fecundidad, sino que son actos estériles que no producen generación de bien”.
(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “Pero, ¿cómo se cumple un acto completo de Querer Divino, y qué cosa significa?” Y mi amado Jesús, siempre bueno con esta pequeña ignorante ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿cómo se cumple un acto completo de Querer Divino? Tú debes saber que para formar este acto completo se necesita la potencia de mi Voluntad, la criatura por sí sola no puede hacerlo, por eso sucede que mi Voluntad inviste la pequeñez humana, y la humana se presta a dejarse investir, haciéndose presa la una de la otra. Ahora, en este investir, la potencia de mi Fiat vacía a la criatura de todo lo que a Él no pertenece, y la llena hasta el borde del Ser Divino, de manera que siente en sí la plenitud de la Vida de su Creador, no hay partecita, aun la más pequeña, que no quede llena, de modo que se siente correr como a torrentes la Vida Divina en todo su ser, así que siente en sí misma la plenitud, la totalidad del Ente Supremo, por cuanto criatura es capaz. Por lo tanto, teniendo en sí esta plenitud y totalidad, no tiene ni qué agregar, ni qué quitar a su acto, porque por todos los lados posee a Dios, el cual no sabe hacer actos incompletos, y la criatura poseyéndolo se pone en las condiciones divinas de no poder hacer sino actos completos. Mira entonces qué significa y cómo se puede hacer un acto completo, se debe poseer a Dios con toda su plenitud, y el Dios obrante en su acto. Estos actos completos tienen tal potencia que llaman la atención de todos, y los Cielos se inclinan para ver qué cosa hace de grande su Creador en el acto de la criatura. Ahora, poseyendo esta plenitud y totalidad divina, sucede que todo lo que hace, saliendo de un fondo que todo posee y que nada le falta, si reza, su oración posee la plenitud del valor divino, sus virtudes son completas y alimentadas por la Vida que posee, así que si quiere dar sus actos, o a Dios como homenaje, o a las criaturas como ayuda, dará al mismo Dios en sus actos. Imagina tú misma cuál será el gran bien que estos actos cumplidos en mi Querer producirán”.

+ + + +

32-18
Julio 30, 1933

Quien hace la Divina Voluntad le forma su habitación, la cual sirve de custodia, de defensa y de comodidad a la misma Divina Voluntad. Sus conocimientos forman su Vida.

(1) Estoy siempre en poder del Querer Divino, siento su Vida palpitante en mí como portadora de bondad, de luz hablante, que mientras es muda habla con los hechos, habla con el siempre amarme, habla con formar su Vida, habla con hacerla crecer, habla con hacerse oír, ¡oh! dichoso mutismo que sabes convertir en voces arcanas tu movimiento, tu santidad, tu amor, todo tu ser en voz obrante. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat, mi dulce Jesús sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú debes saber que quien hace mi Voluntad Divina forma la habitación a mi Querer Supremo, y como una habitación no tiene razón, ni es dueña de hacer lo que quiere, y sólo sirve de custodia, de defensa y para comodidad de quien la habita, así el alma pierde su razón en la razón divina, cede los derechos de señorío voluntariamente a mi Divina Voluntad, y permanece en custodia, en defensa y para comodidad de mi Querer Divino, el cual desarrolla su Vida como mejor le place. Ahora, la voluntad humana con hacer la mía no sólo se cambia en habitación para la mía, sino quedará una habitación honrada, a la cual mi Fiat adornará con adornos divinos, esta su habitación formará su morada real, por la cual los mismos ángeles quedarán admirados, hará desahogo de su amor, de su santidad, de su luz, de su belleza increada, y ahí formará su Vida, pero Vida obrante en la voluntad de la criatura; obrar en Nosotros cosas grandes son derechos que tenemos en nuestra naturaleza, nuestra potencia no tiene límites, todo puede y a todo puede llegar, y si tantas cosas no las hacemos, es porque no las queremos, no porque no podamos, pero armar nuestra potencia con el volvernos obrantes en el pequeño cerco de la voluntad humana, podemos decir que ponemos más amor, más arte divino, más potencia, porque en ella debemos restringir lo que en Nosotros es inmenso, por eso nuestro amor desahoga de más en el volvernos obrantes en la criatura, y ella sentirá mi Voluntad habitante en ella, de modo que dondequiera se sentirá correr su Vida Divina, en sus obras, en sus pasos, en su corazón, en su mente, hasta en su voz, de su ser formará tantas estancias para dar oportunidad a mi Divina Voluntad de hacerla ahora hablar, ahora obrar, ahora caminar, ahora amar, en suma lo que quiere”.
(3) Después continuaba pensando en las tantas verdades que Jesús me había dicho sobre su Divina Voluntad, y mi amado Bien Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, toda vida tiene necesidad de alimento, no sólo esto, sino de materia adecuada para formarse aquella vida, debe tener su principio, su crecimiento. Sólo en Nosotros las cosas no tienen principio, pero en la criatura cada cosa tiene su principio, por lo tanto, para tener principio la Vida obrante de mi Divina Voluntad en la criatura, debía suministrar la materia prima para formarla, ¿pero sabes tú cuáles son estas materias primas? Los primeros conocimientos y verdades que te he manifestado sobre mi Divina Voluntad, ellos han formado el humor, el calor y el primer acto de vida para dar principio a su Vida. Ahora, después de haber formado el principio de esta Vida, era necesario formarla, hacerla crecer y alimentarla, así que conforme han seguido mis manifestaciones sobre mi Querer, quién ha servido para formarla, quién para hacerla crecer y quién para alimentarla. Si Yo no hubiera continuado mi decir sobre Él, podía quedar ahogada, o bien una Vida sin crecimiento, porque ella no se alimenta de otra cosa, sino sólo de verdades y conocimientos que le pertenecen. Mira entonces la necesidad de mi prolongado decir sobre mi Fiat, era necesario para hacerlo conocer a la criatura, era necesario para formar su Vida y no hacerle faltar el alimento divino de sus mismas verdades, que son las únicas que le pueden servir para alimentarse, porque fuera de la criatura mi Voluntad no tiene necesidad de nada y de ninguno, por Sí misma en su naturaleza es vida, alimento y todo, en cambio en la criatura, queriendo su parte concurrente, por vía de conocimientos y

verdades que le pertenecen forma su Vida más o menos según ella conoce, y estos conocimientos forman una unión indisoluble entre el uno y la otra, la sustancia, el calor, el crecimiento, el alimento de la Vida de mi Voluntad en la criatura. He aquí por qué regreso a mi decir, porque sirve a mi misma Voluntad en ti, y a ti para hacértela conocer más, amar y apreciar.
(5) Ahora, cuando las criaturas oigan que mi largo decir, mis visitas casi continuas, mis tantas gracias, servían para formar la Vida de mi Voluntad Divina en ti, no más se maravillarán de los modos que he tenido, de las gracias que he hecho, de las tantas verdades que he dicho, era Vida que debía formar y la vida tiene necesidad de actos continuados; ¿qué vida puede decir que no tiene necesidad de actos continuados? Ninguna, las obras no tienen necesidad de actos continuos, pero la vida los necesita, el respiro, el latido, el movimiento continuo, un alimento que cada día la sostiene, un vestido que la cubre, una habitación que la tiene al seguro. Mira entonces cómo todo lo que he hecho y haré era necesario para Mí, para formar esta Vida de mi Voluntad Divina, y era necesario para ti, para recibirla y poseerla, y para no hacerle faltar nada de lo que convenía a una Vida Divina. Cuando Yo obro, obro con sabiduría, orden y armonía divina, ¿debía decirte que quería formar esta Vida de mi Divina Voluntad en ti sin hacértela conocer, sin darte las materias divinas para formarla, y el alimento continuo para hacerla crecer? Yo no sé hacer estas cosas, si digo qué quiero, debo dar todo lo que es necesario, y en modo sobreabundante para hacer que la criatura pueda hacer lo que quiero. Y como las criaturas no conocen mi modo de obrar, se maravillan, dudan, y algunos llegan a condenar mi obrar, y la criatura que he tomado en la mira para cumplir mis grandes designios, que ayudarán a todo el mundo entero, porque la Vida de mi Voluntad Divina obrante en la criatura no está sujeta ni a morir, ni a terminar, sino que tendrá su perpetuidad en medio a las generaciones humanas. Por eso déjame hacer y sigue siempre tu vuelo en mi Divina Voluntad”.

+ + + +

32-19
Agosto 6, 1933

Cómo la Celestial Reina crecía junto con la Divina Voluntad, y cómo poseía el sol hablante. Alegrías de Dios en la creación del hombre, poder que le daba.

(1) Estoy siempre en los brazos del Fiat Divino, el cual ahora me detiene en una obra suya, y ahora en alguna otra, parece que me quiere hacer comprender bien lo que ha hecho por amor nuestro, por eso, mientras giraba en sus obras me ha detenido en el acto de la Concepción de la Virgen, veía cómo la Divina Voluntad tenía su primer puesto y crecía y se difundía en aquellos pequeños miembros conforme crecía la misma pequeña Reinita, crecían juntas las dos, ¡qué feliz crecimiento, qué gran prodigio! La Divina Voluntad abajarse, encerrarse en la pequeñez de la Virgen Santa para crecer junto. Pero mientras yo quedaba admirada, mi amado Maestro divino, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, el hacer vivir a la Celestial Reina en el Fiat Divino fue el acto más grande, más heroico, más intenso de amor que hizo nuestro Ente Supremo, y aunque nuestros bienes son inmensos e innumerables, con dar nuestra Voluntad para vivir en Ella, no podíamos darle de más, ni agregar otra cosa, porque con Ella le dábamos todo, y formaba en Sí misma la fuente y el manantial de todos los bienes divinos, por cuanto a criatura es posible. Ahora, la Soberana Pequeña con crecer junto con nuestra Voluntad, conforme crecía así formaba en su alma, en su corazón, en sus obras y pasos, tantos soles hablantes, que con voces de luz y de amor irresistible nos hablaban, nos hablaban tanto, nos hablaban de amor, nos hablaban de nuestro mismo Ser Divino, nos hablaban del género humano, nos hablaban sus pasos, sus manitas, los latidos de su corazón, que con voz de luz llegaba hasta nuestro seno divino, y hablaba hasta dentro de Nosotros mismos.

Su decir no cesaba jamás, porque viviendo en la Reina Celestial nuestro Querer, tenía su Ser todo hablante, que no con voces humanas, sino con voces arcanas y divinas tiene siempre qué decir, que no se agota jamás, mucho más que el Fiat Divino es palabra, y palabra obrante, palabra creadora; ¿cómo podía cesar su decir si lo tenía en su poder? Por lo tanto su decir nos tenía asediados, raptados, circundados por todos los lados, ocupados, en modo que se volvía irresistible e invencible para darle lo que quería, su palabra era potente y hacía ceder a nuestra potencia, era suave y dulce y hacía que nuestra justicia se replegara, era luz y se imponía sobre nuestro Ser Supremo, sobre nuestro amor, sobre nuestra bondad, en suma, no había cosa nuestra que dulcemente no se plegara ante las voces potentes de esta Celestial Criatura”.
(3) Pero mientras mi dulce Jesús esto decía, me hacía ver a la Celestial Reina, que de dentro de su corazón salía un Sol que invadía toda la corte celestial, toda la tierra, y sus rayos estaban formados de luz fulgidísima, de voces que hablaban a Dios, a los santos y a los ángeles, a todas las criaturas de la tierra. Así que mi Mamá Celestial posee todavía su decir continuo, su Sol hablante que con voces de luz hablante habla a su Dios y lo ama y glorifica divinamente, habla a los santos y les hace de Madre beatificante y portadora de alegrías a toda la corte celestial, habla a la tierra y como Madre nos forma el camino para conducirnos al Cielo; y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Mira entonces lo que significa vivir de Voluntad Divina, se adquiere el hacer, el decir, el amor continuo; lo que sale de dentro de mi Voluntad tiene virtud obradora, iluminadora y continuadora, y por eso son actos triunfadores que vencen a Dios”.
(5) Después de esto continuaba mi giro en los actos del Fiat Divino, y me he detenido en la creación del hombre, y ofrecía los mismos actos divinos que hizo al crear al hombre, y los de Adán inocente, para impetrar el reino de la Divina Voluntad, y mi sumo Bien Jesús ha dicho:
(6) “Hija mía bendita, conforme ofrecías nuestros actos al crear al hombre, y los de Adán inocente para impetrar el reino de mi Divina Voluntad, así nos has repetido las alegrías que sentimos al crear al hombre, y has formado nuevos vínculos de unión entre la Voluntad Divina y humana, son los mismos actos nuestros que formaron el lugar donde crear al hombre y le suministraron la vida para animarlo, así los mismos actos nuestros formarán el camino para hacerlo reentrar en nuestra Voluntad. Por eso el ofrecimiento de nuestros actos, que están armados de potencia, nos hacen decidir a dar lo que la criatura pide, mucho más que son portadores de alegrías, pero tanto que nos ponen en fiesta y, ¿quién no sabe que en las fiestas se abunda en el dar dones nunca dados? Ahora, tú debes saber que en ninguna otra cosa creada por Nosotros sentimos tanta alegría como al crear al hombre, ¿pero sabes por qué? Ni al cielo, ni al sol, ni a las estrellas, ni al viento, ni a todo lo demás, dábamos el poder de podernos dar nuestro latido, nuestra Vida, nuestro amor; si dábamos, dábamos Nosotros, pero ellas no tenían ningún poder de darnos nada, por eso la alegría del recibir, no, no existe en las otras cosas creadas, a lo más la alegría de dar, porque no estando la correspondencia la alegría queda aislada y sin compañía, en cambio al crear al hombre le dábamos el poder de darnos nuestra Vida, nuestro latido eterno que palpita y da amor, nuestra alegría fue mucha al dar este poder al hombre, de sentir nuestro latido en él y de dar nuestra Vida a su disposición para podernos amar con una Vida Divina; así que el hombre podía felicitarnos y correspondernos con sus alegrías, y alegrías que podían estar a la par con las nuestras. Ahora, al ver nuestra Vida en él, al sentir nuestro latido palpitar en él, sentimos tal alegría que quedábamos estáticos ante un portento tan grande de la creación del hombre, y ahora, ofreciéndonos estos actos nuestros, nos sentimos repetir las alegrías y el dulce recuerdo de su creación. Por eso repite tus ofrecimientos si quieres darnos alegrías e inclinarnos a dar nuestra Voluntad reinante sobre la tierra”.

+ + + +

32-20
Agosto 13, 1933

Delirio y pasión divina del Querer Divino por querer vivir junto con la criatura. Su acto nuevo y el Pintor divino.
Qué significa vivir en el Querer Supremo.

(1) Estoy siempre de regreso en los brazos de la Divina Voluntad, parece que suspira el tenerme siempre con Ella para darme su Vida continua, y yo suspiro por recibirla, sin Ella sentiría que me falta la tierra bajo los pies, el latido en mi corazón, y sufriría un hambre tremenda, sin que ninguna otra cosa me pudiera dar ni siquiera una migaja para saciar el hambre. ¡Oh! Voluntad Divina, si quieres volverme feliz vivamos juntas, y pueda encontrar en mí la felicidad de tu misma Vida. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat, mi amado Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, podría decir que es un delirio, una pasión divina de mi Voluntad, que quiere hacer vida junto con la criatura, cediendo la suya para tener la pequeñez humana, pero, ¿sabes por qué? Tú debes saber que mi Querer Divino tiene siempre pronto un acto nuevo para dar a la criatura, pero si no vive junto, no se habitúa a hacer sus actos unida con mi Querer para formar de ellos uno solo, y no lo puede dar, primero porque no sería digna de recibirlo, segundo porque no entendería el valor del gran don que recibe, y no tendría virtud de absorberlo en sí como vida propia. Con el vivir junto con mi Divina Voluntad se adquiere nueva vida, modos divinos, ciencia celestial, penetración de las cosas más profundas, en suma, como mi Fiat es el Maestro de los maestros y el que crea la ciencia más alta, hace conocer las cosas, no veladas, sino como son en realidad, por lo tanto, viviendo junto con la criatura no la quiere tener ignorante, la instruye, le hace sus sorpresas, le cuenta su historia divina, y esto la transforma y la vuelve capaz de recibir su acto nuevo que mi Querer le quiere dar, y el alma en cada acto que hace unida con Ella, adquiere una nueva prerrogativa de semejanza divina. Con el vivir junto con mi Querer el alma se afina, se embellece, y se vuelve en nuestras manos creadoras como la tela adecuada en manos del pintor, que por cuánto más bella, más fina es la tela, tanto más bella queda la imagen que quiere pintar sobre esa tela, parece que sus pinceles y sus colores adquieren más arte, son más capaces, mucho más porque ponen a lo vivo los colores sobre de una tela finísima. Así que la tela se cambia en imagen, que dando a lo vivo los colores adquiere tal valor, de volverse admirada quién sabe por cuántos pueblos. Ahora, más que pintor divino es mi Voluntad, y no se cansa jamás de dar nueva belleza, santidad y ciencia nueva, y está esperando un acto hecho junto con Ella para enriquecerla, para hacerse conocer de más y hacer uso de sus pinceles divinos, para elevarla a tal altura y especial belleza, de hacerla ser admirada quién sabe por cuántas generaciones, de modo que todas la llamarán bienaventurada, y quien tiene el bien de mirarla se sentirá feliz; todos los actos nuevos recibidos de Dios, en virtud de que ha obrado en mi Querer, la alabarán y ensalzándola la harán conocer como la obra más bella de mi Fiat Divino; su quererse abajar a vivir con la criatura, su delirio divino, es señal de que quiere hacer cosas grandes de ella y dignas de su potencia creadora, por eso vivir junto con mi Fiat es la fortuna más grande, y debería ser el delirio, la pasión vehemente y la ambición de todos”.
(3) Después de esto oía en mí y fuera de mí el mar murmurante del Fiat Divino, ¡oh! cómo es dulce, suave su murmullo, murmura y habla, murmura y acaricia a su amada criatura, murmura y la besa, y estrechándola entre sus brazos le dice: ‘Te amo.’ Y pide amor. No hay cosa más bella, más agradable, que el que un Querer tan Santo le diga ‘te amo’, y pide por correspondencia el pequeño amor de la criatura. Yo me sentía correr este murmullo divino como vida en todo mi ser, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿quieres saber qué significa hacer y vivir en mi Voluntad Divina? Conocer dónde se encuentra, con quién tiene qué hacer, qué puede recibir, no olvidar el bien que ha recibido, todo esto es señal de que el alma vive en mi Divina Voluntad, porque decir que vive en Ella y no conocer dónde se encuentra la morada divina que se presta a hacerle de

habitación, sería no apreciar, porque las cosas, las personas, los lugares cuando no se conocen, no se aprecian, decir vivo en el Querer Divino y no saberlo es absurdo, y si no lo conoce no es una realidad, sino un modo de decir, mientras que la primera cosa que hace mi Voluntad es develarse, hacerse conocer a quien quiere vivir junto con Ella. Por lo tanto, conociendo dónde se encuentra, conoce qué tiene que hacer con un Querer tan Santo que quiere todo para darle todo. Por eso se pone en acto de recibir su santidad, su luz, y se pone en acto de vivir de los bienes de Aquél que convive junto, porque conociéndolo no siente más el deseo de abajarse en su voluntad humana, mucho más que ya no es suya. Con este conocimiento la criatura adquiere el oído para escucharlo, la voz para hablar de él, la mente para comprenderlo, la confianza en modo divino para pedir todo y recibir todo, así que no ignora los bienes que posee, más bien es toda ojo para custodiarlos y agradece a Aquél que tanto se ha abajado a vivir con ella. Ahora, si alguno leerá estas líneas que te he hecho escribir y no comprenderá lo que está escrito, y quedando maravillado pondrá en duda verdades tan sacrosantas, y hasta dónde puede llegar la criatura con vivir junto con mi Querer, es señal de que no vive con Él; ¿cómo lo puede comprender si no tiene en sí esta Vida tan Santa, no ha probado jamás sus delicias, no ha escuchado jamás sus bellas lecciones, su paladar no ha gustado jamás este alimento celestial que sabe dar mi Voluntad? Por eso ignoran lo que sabe hacer y dar mi Fiat, y si lo ignoran, ¿cómo pueden comprenderlo? Cuando un bien no se conoce, si no se sienten al menos las disposiciones de quererlo creer, lleva la ceguera de la mente y la dureza del corazón, y se puede llegar aun a despreciar aquel bien, que para quien lo conoce y lo posee forma su fortuna y su gloria, y daría su vida humana para poseer la Vida de mi Fiat y sus bienes que ha conocido, y conociéndolo es toda oído para escucharlo, es toda ojo para mirarlo, es toda corazón para amarlo, es toda lengua para hablar de Él, más bien quisiera tener quién sabe cuántas lenguas para decir el bien que conoce, las prerrogativas de Aquél que posee como vida, porque la suya no le basta para poder decir todo lo que conoce. Por eso cuando quiero dar un bien, un don, especialmente el gran don de mi Voluntad como vida en la criatura, la primera cosa que hago es la de hacerla conocer, no quiero dar la luz y ponerla en lugar oculto como si no la tuviera, ni mis dones para esconderlos y como para sepultarlos en ella, ¿en qué aprovecharía darlos? Y si no los conoce, ¿cómo podría la pobre criatura corresponderme, amarlos y apreciarlos? Si doy es porque quiero que hagamos vida junto y unidos gocemos el bien que le he dado. Es más, tu Jesús se hace vigilante centinela para custodiar lo que he dado a mi amada criatura. Así que conocer significa poseer, poseer significa conocer, para quien no conoce, las verdades se vuelven difíciles y sin vida. Por lo tanto sé atenta y goza lo que tu Jesús te ha dado y hecho conocer”.

+ + + +

32-21
Agosto 20, 1933

La Divina Majestad se inclina hacia la criatura cuando la ve dispuesta a hacer un acto de su Voluntad. Diferencia que hay entre quien hace la Divina Voluntad, y entre quien vive en Ella.
Cómo queda mezclada en el Fiat.

(1) Mi pobre mente continúa recorriendo el mar del Fiat, me parece que estoy siempre dentro, pero abarcarlo todo no me es dado, soy demasiado pequeña e incapaz, y mientras camino, ¡oh, cuánto me queda por caminar y comprender! Toda la eternidad no será suficiente para recorrerlo todo, pero mientras mi mente se perdía en su inmensidad, mi amado Bien Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, es cierto que toda la eternidad no te bastará para recorrer el inmenso mar de mi Querer, mucho menos las pocas horas de tu vida; te basta estar dentro

para ser feliz, sé atenta para tomar las gotitas que tu pequeña capacidad puede tomar, porque tú debes saber que es tanto nuestro contento cuando vemos a nuestra criatura que está dentro de nuestro mar del Fiat, y que quiere comprender más y encerrar en sí otro conocimiento suyo para poder formar un acto más de Vida de nuestra Voluntad, que nuestra adorable Majestad se inclina hasta lo bajo de la criatura, y tocando con nuestras manos creadoras su pequeña inteligencia, la volvemos capaz, y con nuestra potencia formamos el espacio donde debe encerrar el nuevo acto de nuestra Voluntad, porque no hay acto más grande, que más nos glorifica y nos ama, que un acto cumplido de nuestra Voluntad en la criatura, tanto que los Cielos se abajan, toda la Creación se inclina y adoran a mi Voluntad cumplida en la pequeña criatura. Ella misma, que invade todo y no hay punto donde no se encuentre, llama todo, cielo y tierra a hacer honor a sus actos cumplidos en la pequeñez humana”.
(3) Después seguía pensando en la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “¿Pero qué diferencia hay entre quien hace la Divina Voluntad y entre quien vive en Ella?” Y mi amable Jesús todo bondad ha agregado:
(4) “Hija mía, hay gran diferencia entre la una y la otra, quien vive en mi Divina Voluntad posee la Vida de Ella, y recibe vida continua de Dios para conservar, alimentar y hacer crecer esta Vida de mi Voluntad en la criatura, Vida posee y Vida recibe. En cambio quien hace mi Divina Voluntad recibe los efectos de Ella, y entre la Vida y los efectos hay tal distancia, que no hay comparación posible. ¿No hay diferencia entre la vida y la obra? La vida palpita, piensa, habla, ama, camina, y repite cuantas veces quiere lo que posee como vida, en cambio la obra, siendo efecto de la vida, no palpita, no piensa, no habla, no ama, no camina, ni es capaz de repetirse, y puede darse que la misma obra con el tiempo se consuma y no se encuentre más, cuántas obras hechas, quién sabe con cuánto ruido, no existen más, en cambio la vida no se consume, y si se consume el cuerpo por la muerte, es por poco tiempo, pero el alma no muere, ni puede consumirse aunque lo quisiera. Mira entonces que gran diferencia hay entre la vida y los efectos que puede producir la vida, los efectos se producen a tiempo, circunstancias y lugares, en cambio la vida no se interrumpe jamás, palpita siempre y tiene en su poder el poder producir diversos efectos según las circunstancias. Ahora, quien vive en mi Voluntad, poseyendo la Vida de Ella, tiene en su poder, y siempre, no a intervalos: Santidad, gracia, sabiduría, bondad, todo, y como es Vida que posee, tanto en el alma como en el cuerpo, de modo que todas las más pequeñas partecitas de su ser contienen el Fiat Omnipotente, y corre más que sangre en toda la criatura, tanto, que si palpita, palpita Fiat; si piensa, en sus pensamientos está impreso el Fiat; si habla, se escucha en su voz correr mi Fiat y habla de Él; si obra, sus obras están mezcladas con mi Fiat, y si camina, sus pasos dicen Fiat; es Vida hija mía, y como Vida se la debe sentir en todo su ser, no puede hacer menos que sentirla. No así para quien hace mi Voluntad, para percibirla la debe invocar, rogar, pero, ¿cuándo la invoca? En las circunstancias dolorosas de la vida, en las necesidades, cuando se ve acosada por enemigos, casi como aquellos que llaman al médico cuando están enfermos, pero si están bien el médico es siempre un extraño para ellos, por lo que la Vida perenne de mi Querer Divino no existe en ellos, y por eso son cambiantes en el bien, la paciencia, la oración, la luz, no las sienten como vida en ellos, y por lo tanto no sienten la necesidad de poseerlas como propiedad suya, ni las aman con verdadero amor, porque cuando los actos no son continuos no se tiene el dominio sobre de ellos, ni se tienen en propio poder, por lo que el amor queda roto, por eso la diferencia es grande entre la vida y los efectos, la vida hace sentir la necesidad de vivir de Voluntad Divina, en cambio los efectos no, si se tienen, se tienen, si no se tienen quedan indiferentes, por eso el querer siempre mi Voluntad significa que se posee la Vida de Ella”.

+ + + +

32-22
Septiembre 2, 1933

Canales, comercio entre el Cielo y la tierra, comercio del alma que vive en la Divina Voluntad. Competencia de amor entre criatura y Creador.

(1) Soy siempre el pequeño átomo en el Querer Divino, recién nacida apenas y siento la extrema necesidad de ser alimentada y crecer en sus brazos paternos, de otra manera surge en mí el querer humano para formar su vida infeliz. Dios mío, ten piedad de mí y no permitas que yo conozca ni adquiera otra vida sino la de tu Voluntad, y sintiéndome afligida, oprimida por las casi continuas privaciones de mi dulce Jesús, que me tienen sacrificada sobre la hoguera de un dolor, y que sólo Dios es testigo de un martirio tan duro, por lo que tenía temor de que mi infeliz querer humano me hiciera una jugarreta, y mi amado Jesús para infundirme ánimo, sosteniéndome en sus brazos porque no podía más, me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ánimo, aleja de tu corazón todo temor, esta es el arma que, o mata o hiere el amor y hace perder la familiaridad con tu Jesús, y Yo, ni sé estar, ni quiero estar con quien quiere vivir de mi Voluntad, sin intimidad, sería como si no fuese una sola cosa Conmigo, si esto fuera no podría decir que es una la Voluntad que nos ánima y forma tu vida y la mía, sino que debería decir: ‘Tú tienes tu voluntad, y Yo tengo la mía’. Y Yo no quiero esto, porque el vivir en mi Querer no existiría más en ti, más bien quiero que en cada pena que sufras, aun en mi privación, en cada cosa que hagas de todo tu ser, llames siempre a mi Voluntad, a fin de que todos tus actos formen el canal donde Ella pueda encontrar el camino, el lugar dónde encerrar sus bienes y hacerlos correr en abundancia, según el canal que has preparado; cada acto que tú haces puede ser un canal de gracias, de luz, de santidad, que prestes a mi Voluntad, la cual te hará propietaria de los bienes que encierra en tus actos, y los hará correr para bien de todos. Mira entonces para qué debe servirme tu ser, tus penas, tus actos, deben servir como tantos canalitos en los cuales pueda poner siempre de lo mío; el poner de lo mío es felicidad para Mí, es el darme qué hacer, es el sentirme amado y conocido. Y es tanto mi deseo de poner en los actos de la criatura mis propiedades divinas, para volverla dueña, que estoy a la espía, hago de vigilante centinela, uso todas mis atenciones amorosas para ver si sus actos están vacíos del querer humano y si hace la llamada a mi Divina Voluntad, la cual encontrando el vacío en los actos humanos, se sirve de ellos como canales para poner en ellos las gracias más grandes, los conocimientos más sublimes, la santidad que más los asemeja, y con esto forma la dote divina a su amada criatura”.
(3) Luego de esto ha hecho silencio, y después ha agregado con un acento más tierno:
(4) “Hija mía, tú debes saber que para quien vive en mi Divina Voluntad no hay tiempo que perder, ni se puede poner atención a ciertas minucias, a temores, a opresiones, a agitaciones, a dudas, quien tiene que hacer lo más, lo menos lo debe hacer a un lado, quien debe tomar el sol y gozárselo, es necesario que no ponga atención a las pequeñas luces, y quien posee el día no debe poner atención a la noche, porque el sol es más que las pequeñas luces y el día tiene más valor que la noche, y si quiere poner atención al uno y al otro, corre peligro de no gozar toda la plenitud de la luz del sol, ni haga todo lo que puede hacer el día, y puede ser que por poner atención a lo menos, pierda lo más. Mucho más que mi Divina Voluntad para quien vive en Ella, quiere estar siempre en acto de dar, y la criatura debe estar siempre en acto de recibir, y si se quiere poner atención a otras cosas, mi Voluntad es obligada a hacer pausas en el dar, porque no la encuentra atenta a recibir lo que quiere dar, y esto es interrumpir la corriente divina, y si supieras qué significa, cómo estarías atenta.
(5) Además de esto, tú debes saber que conforme la criatura hace sus actos en mi Divina Voluntad, entra en los bancos divinos y hace su comercio de valor infinito, ella como viene en nuestro Querer, si bien es pequeña, pero viene como dueña, y se hace dueña de

lo que nuestros bancos divinos poseen y toma cuanto más puede tomar, y como lo que toma no lo puede encerrar todo dentro de sí, lo deja en depósito junto con nuestros mismos tesoros, y Nosotros la hacemos hacer, gozamos con su comercio, y es tanta nuestra bondad, que le damos el interés a las adquisiciones que ha hecho. Así que, cada vez que hace sus actos en nuestro Querer, abre el comercio entre el Cielo y la tierra, y pone en comercio nuestra santidad, potencia, bondad, amor, y Nosotros para no quedarnos atrás de nuestra amada criatura, ella sube y Nosotros descendemos en lo bajo del querer humano, y abriendo nuestro comercio hacemos la adquisición del querer humano, comercio tan querido y agradable para Nosotros, y así hacemos competencia y nos conquistamos mutuamente. Hija buena, vivir en nuestro Querer y no tener ella qué hacer con Nosotros y Nosotros con ella, ni tener qué decir, ni hacernos sentir, nos resulta imposible, si esto fuera no sería más Vida nuestra que desarrollamos en la criatura, sino un modo de decir, no una realidad. La vida siente la necesidad absoluta de moverse, de hacerse sentir, de respirar, de palpitar, de hablar, de dar calor; ¿cómo se puede sofocar una vida, estar, vivir, y no hacerse sentir? Esto le es imposible a Dios y a la criatura. Por eso no te alarmes cuando oyes que todo es silencio en ti, son breves incidentes, porque soy Yo mismo el que siento la necesidad de hacer sentir que mi Vida existe en ti. Estar y no hacerme sentir sería mi más crudo martirio, lo puedo hacer por poco, pero no siempre, por eso no estés pensativa, vive toda abandonada en Mí, y Yo pensaré en todo”.

+ + + +

32-23
Septiembre 10, 1933

Nuestro Señor desembolsa el precio para comprar su Divina Voluntad, para darla a las criaturas. El baño en el Querer Divino. El marecillo del alma y el gran mar de Dios.

(1) Estaba siguiendo a la Divina Voluntad en sus actos, tanto de la Creación como de la Redención, veía cómo todos tenían una conexión con la voluntad humana para que pudiera tener su puesto la Divina, y como muchos actos humanos huían de recibir la santidad del acto divino, no dándole el primer puesto, pensaba entre mí: “Cómo es difícil que el Fiat Supremo extienda su reino en los actos humanos de las criaturas, porque parece que no reconocen ni siquiera el acto divino que corre en ellos, por lo tanto no lo aprecian ni le dan la supremacía debida, más bien parece que los actos humanos son como un pueblo sin rey, sin orden, y muchos son enemigos de los actos divinos que les quieren dar la vida, porque mientras corren en ellos no los reconocen”. Dios mío, decía entre mí, ¿cómo puede ser que tu Voluntad forme su reino? Y mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome, todo ternura, ahogado de amor, como si tuviera necesidad de un desahogo me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Voluntad, no hay que tener dudas, es más que cierto que mi Querer tendrá su reino en medio a las criaturas, como fue cierto mi descendimiento del Cielo a la tierra. Yo, haciéndola de rey, debía constituir el reino a mi Fiat, el cual el hombre había rechazado, por eso mi Divinidad unida a mi Humanidad descendía del Cielo para comprar mi Divina Voluntad para las criaturas; cada acto que hacía era un adelanto del precio que se requería, y que daba a la Divina Majestad para volver a comprar lo que el hombre había rechazado y perdido, así que cada acto mío, pena, lágrima, y la misma muerte de cruz, no fue otra cosa que desembolsar el precio suficiente para comprar mi Voluntad Divina y darla a las criaturas. Así que si la compra fue hecha, pagado el precio, la Divinidad aceptó, y fue concluido el pago con el sacrificio de mi Vida, ¿cómo no debe venir su reino? Tú debes saber que conforme mi Humanidad obraba, sufría, oraba, así mi Fiat Divino descendía en lo bajo de mis actos humanos y formaba su reino, y como Yo era la cabeza, el hermano mayor de todas las generaciones humanas, el reino pasaba a mis miembros, a mis hermanos menores. Pero primero era necesaria la Redención, porque

ésta debía servir para labrar el terreno de las voluntades humanas, para purificarlas, prepararlas, embellecerlas, y para hacerles conocer cuánto le ha costado a este Hombre y Dios la compra que ha hecho de esta Voluntad Divina para darla a las criaturas, a fin de que puedan recibir la gracia de poder recibir el gran don de ser dominadas por mi Voluntad; si no hubiera estado primero la Redención, faltaría el desembolso del precio y el acto preparatorio para un bien tan grande. Es más, te digo que la Divinidad, antes de que Yo descendiera del Cielo había decretado la Redención y el reino de mi Voluntad, debiendo servir la una al desembolso de la otra, porque siendo Ella Divina y de valor infinito, se necesitaba un Hombre Dios que pudiese pagar y adquirir un Querer Divino, para darlo de nuevo a quien lo había perdido, y si esto no fuese, no me habría movido del Cielo para venir sólo a redimir, sobre todo que me interesaba más el restituir los derechos a nuestra Voluntad ofendida y rechazada que la misma Redención, y además no habría actuado como Dios si ponía a salvo a mis criaturas, y mi Voluntad la hacía a un lado, no dándole los derechos debidos y de restituirle su reino en medio a las criaturas. Por eso está cierta, vendrá su tiempo, me armaré de potencia y de amor, y sonará la hora del triunfo del reino de mi Fiat, y además, lo dicen mis tantas verdades que he manifestado sobre mi Divina Voluntad, ¿para qué decirlas si no debiera venir su reino? Habría sido un jueguito mi largo decir, o bien un bien individual, pero no, no, puedo decir que mi hablar era el continuo desembolso que hacía para hacer conocer qué cosa es mi Voluntad, y que debe venir a formar su reino divino. Por eso sé atenta, sufre y ruega por una finalidad tan santa”.
(3) Después de esto continuaba sumergiéndome en el Fiat Divino, sentía la necesidad de entrar en su mar para tomar los alimentos necesarios para alimentar y conservar su misma Voluntad en mi alma, el nuevo acto que Ella tiene, y que también en mí siente la necesidad de tener su acto nuevo continuado, sus refrigerios infinitos. Por lo tanto, mientras me sumergía en su mar divino, mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija bendita, tu pequeño riachuelo de mi Querer encerrado en ti, siente la necesidad de arrojarse en el gran e inmenso mar de mi Voluntad. Así que para quien vive en mi Querer, tiene por su pequeñez el marecito de mi Querer dentro de sí, y el mar inmenso fuera de sí, y el pequeño siente la necesidad de arrojarse en el grande para engrandecer siempre más su pequeño mar, y esto lo hace cada vez que quiere hacer los actos en mi Voluntad, ella viene a hacer su baño en el grande, y mientras se baña toma los alimentos, los refrigerios divinos, nuestra frescura, en modo que se siente renovar toda a nueva Vida Divina, y como mi Voluntad tiene la virtud comunicativa, no hace salir de su gran mar a la criatura si no la ha llenado hasta el borde de nuevos actos de su Voluntad. Mira entonces, Ella está esperando tus actos para darte su baño y comunicarte sus nuevas prerrogativas que tú no poseías, y si supieras qué significa tomar un nuevo baño en el mar de mi Querer Divino, cada vez que lo toma se siente renacida a nueva vida, adquiere nuevos conocimientos de Aquél que la ha creado, se siente amada de más por su Padre Celestial, y surge en sí nuevo amor por Aquél que ama, en suma, es la hija que conoce y quiere conocer más a su Padre, y no quiere hacer nada sin su Voluntad; es el Padre Divino que llama a su hija para tenerla junto con Él, para formar en ella su modelo, por eso sé atenta y no dejes huir ningún acto que no tome posesión en mi Fiat Supremo”.

+ + + +

32-24
Septiembre 17, 1933

La Divina Voluntad es el motor y la asaltante, da vida, llama a vida y hace surgir el recuerdo de todo. Campamento divino.
El movimiento de mi Voluntad Divina forma su Vida en la criatura.

(1) Estoy bajo las olas eternas del Querer Divino, y me parece que quiere que ponga atención a estas olas, las reconozca, las reciba en mí, las ame, para decirme: “Soy el

Querer eterno que te estoy encima, que te circundo por todas partes, invisto tu movimiento, tu respiro, tu latido, para hacerlos míos, para hacerme el lugar y así poder distender mi Vida en ti; soy el inmenso que me quiero restringir en la pequeñez humana, soy el potente que me deleito en formar mi Vida en la debilidad creada, soy el santo que quiero santificar todo, ponme atención y verás qué sé hacer, y qué haré en tu alma”. Pero mientras mi mente estaba toda ocupada por el Querer Divino, mi siempre amable Jesús, repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi Voluntad es el motor que con constancia férrea asalta a la criatura por todos lados, dentro y fuera, para tenerla Consigo, y formar el gran prodigio de formar su Vida Divina en la criatura; Ella, se puede decir que la ha creado para formar y repetir su Vida en ella, y a cualquier costo quiere lograr su intento, y en todas las cosas gira en torno a ella y parece que le dice: ‘Mírame, soy Yo, conóceme, vengo para formar mi Vida en ti, y haciéndola de asaltante, la asalta dentro y fuera, en modo que quien le presta atención siente a mi Divina Voluntad regurgitante dentro y fuera de sí, que está formando el prodigio de su Vida Divina, a la cual no le es dado de resistir a su potencia, y ¿sabes qué cosa hace esta mi Divina Voluntad? Da vida, llama a vida a todo, hace surgir en esta Vida todo lo que ha hecho y todo lo que ha sido hecho de bien por todas las criaturas, suscita el dulce recuerdo de sus obras, como presentes y en acto, como si las repitiera, nada huye de esta Vida, siente la plenitud de todo, y ¡oh! cómo la criatura se siente feliz, rica, potente, santa, siente la compañía de todos los actos buenos de los demás y por todo ama, glorifica al Fiat Divino como si fueran suyos, y mi Querer se siente dar por ella sus obras, o sea el amor, la gloria de sus obras divinas, y repetir con el recuerdo la gloria y el amor de las otras criaturas. ¡Oh! cuántas obras puestas en el olvido, cuántos sacrificios, cuántos actos heroicos olvidados que han sido hechos por las generaciones humanas, que no se piensan más, y por lo tanto no hay ni la repetición continua de la gloria, ni quién renueve el amor de aquellos actos, y mi Divina Voluntad formando su Vida en la pequeñez humana, hace surgir el recuerdo de todo; para dar y para recibir todo, concentra todo en ella y forma su campamento divino. Por eso sé atenta a recibir estas olas de mi Querer, ellas se verterán sobre ti para cambiar tu suerte, y si tú las recibes, serás la más afortunada criatura”.
(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “¿Pero cómo se puede formar esta Vida Divina en el alma? Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la vida humana está compuesta de alma y cuerpo, de miembros, distintos el uno del otro, pero ¿quién es el movimiento primario de esta vida? La voluntad, así que sin ella no podría hacer las bellas obras, ni adquirir ciencia, ni ser capaz de enseñarla, por eso todo lo bello de la vida desaparecería de la criatura, y si belleza, dote, valor, ingenio posee, se debe atribuir al movimiento de orden que tiene la voluntad sobre la vida humana. Ahora, si este movimiento de orden lo toma mi Divina Voluntad sobre la criatura, se forma dentro de ella la Vida Divina, así que con tal que la criatura se someta a recibir el movimiento de orden de mi Voluntad, dentro y fuera de sí, como movimiento primario de todos sus actos, ya viene formada mi Vida Divina, y toma su puesto regio en el fondo del alma. El movimiento dice vida, y si el movimiento tiene principio de una voluntad humana, se puede llamar vida humana, si en cambio el principio es de mi Voluntad, se puede llamar Vida Divina. Mira cómo es fácil formar esta Vida con tal que la criatura lo quiera: Yo no quiero, ni pido jamás de la criatura cosas imposibles, más bien primero las facilito, las vuelvo adaptables, factibles, y después las pido, y mientras las pido, para estar más seguro de que pueda hacer lo que quiero, me ofrezco Yo mismo a hacer junto con ella lo que quiero que haga, puedo decir que me pongo a su disposición a fin de que encuentre fuerza, luz, gracia, santidad no humana sino divina, Yo no pongo atención ni a lo que doy ni a lo que hago, cuando la criatura hace lo que quiero la abundo tanto, de hacerle sentir no el peso, sino la felicidad del sacrificio que sabe dar mi Divina Voluntad.
(5) Y así como la vida humana tiene su vida, sus miembros distintos, sus cualidades, así nuestro Ser Supremo tiene sus cualidades purísimas, no materiales, porque en Nosotros no existe materia que forme nuestra Vida; unidas juntas santidad, potencia, amor, luz, bondad, sabiduría, omnividencia de todo, inmensidad, etc., forman nuestra Vida Divina,

¿pero quién constituye el movimiento, quién regula, quién desarrolla con un movimiento incesante y eterno todas nuestras cualidades divinas? Nuestra Voluntad, Ella es el motor, la dirigente que da a cada una de nuestras cualidades la vida obrante, así que si no fuese por nuestra Voluntad, nuestra potencia estaría sin ejercicio, nuestro amor sin amar, y así de todo lo demás. Mira entonces cómo el todo está en la Voluntad, y por eso con darla a la criatura damos todo, y como son nuestras pequeñas imágenes creadas por Nosotros, nuestros alientos, las pequeñas llamitas de amor esparcidas por Nosotros en todo lo creado, por eso le dimos una voluntad libre unida a la nuestra, para formar nuestros facsímiles queridos por Nosotros, no hay cosa que más nos glorifique, que más nos ame, que nos vuelva contentos, que encontrar nuestra Vida, nuestra imagen, nuestra Voluntad en nuestra obra creada por Nosotros, por eso el todo lo confiamos a la potencia de nuestro Fiat para obtener el intento.
(6) Hija mía, tú debes saber que tanto en nuestra Divinidad en el orden sobrenatural, cuanto en el orden natural de las criaturas, hay una virtud en naturaleza, una prerrogativa innata, de querer producir vida, imágenes que lo asemejen, y por eso una manía de amor, un deseo ardiente de derramarse a sí mismo en la vida y obra que se produce; en toda la Creación no hay cosa que no nos asemeje: El cielo nos asemeja en la inmensidad; las estrellas en la multiplicidad de nuestras alegrías y bienaventuranzas infinitas; en el sol está la semejanza de nuestra luz; en el aire la semejanza de nuestra Vida que se da a todos, es de todos y ninguno le puede huir, aunque lo quisieran; en el viento que mientras se hace sentir, ahora con ímpetu, ahora como acariciando dulcemente a las criaturas y a todas las cosas, pero no lo ven, nuestra potencia y omnividencia que todo vemos, todo sentimos y como en un puño encerramos todo, pero no nos ven; en suma no hay cosa en que no esté una similitud nuestra, todas nuestras obras dan de Nosotros, nos alaban y cada una tiene el oficio de hacer conocer cada una de las cualidades de su Creador. Ahora, en el hombre no era solamente obra que hacíamos, sino vida humana y Vida Divina que creamos en él, por eso anhelamos, queremos, suspiramos el reproducir en él la Vida y nuestra imagen, llegamos hasta ahogarlo de amor, y cuando no se deja ahogar, porque es libre de sí mismo, llegamos a perseguirlo de amor, no haciéndole encontrar paz en todo lo que huye de Nosotros; no encontrando a Nosotros mismos en él, le movemos guerra incesante, porque queremos nuestra imagen bella, nuestra Vida reproducida en él. Todas las cosas son hechas e injertadas por Nosotros, también en el orden natural hay esta virtud de querer producir cosas y vida similar; mira, una madre genera un niño, todas sus ansias y deseos es que lo quiere similar a sí, y suspira por verlo similar a sus padres, y si el niño es similar a ellos, ¡oh! cómo están contentos, es su orgullo, lo quieren hacer ver por todos, lo hacen crecer con sus costumbres, con sus modos, en suma, este niño se vuelve su preocupación y su gloria, pero si en cambio es desemejante de los padres, feo, deforme, ¡oh! cómo quedan amargados, atormentados y llegan a decir con sumo dolor: ‘Parece que no sea hijo nuestro, de nuestra sangre’. Casi quisieran esconderlo para no hacerlo ver a ninguno, sintiéndose humillados y confundidos, y este niño será la tortura de sus padres por toda la vida. Todas las cosas poseen la virtud de reproducir cosas similares, la semilla produce otra semilla, la flor otra flor, el pájaro otro pajarito, y así de todo lo demás; no producir cosas similares es ir contra naturaleza divina y humana. Por eso el no tener a la criatura similar a Nosotros es uno de nuestros más grandes dolores, y sólo quien viva de nuestra Voluntad podrá ser de alegría, y portadora de gloria y de triunfo para nuestra obra creadora”.

+ + + +

32-25
Septiembre 24, 1933

La Humanidad de Nuestro Señor, sagrario y custodia de todas las obras de las criaturas. El amor jamás dice basta.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, no puedo hacer menos que oír el murmullo de su Vida, sería no tener más vida el no oír su murmullo que murmura y da luz, murmura y fortifica, murmura y hace sentir su Vida que calienta y transforma en la suya. Voluntad Divina, cómo eres amable, admirable, ¿cómo no amarte? Después seguía sus obras, las cuales, conforme las seguía, así se vertían sobre mí para darme amor y para decirme: ‘Somos obras tuyas, hechas para ti, tómanos, poséenos y haznos tuyas, a fin de que en lo que haces tengas listo el modelo de las nuestras’. Y mientras seguía las obras de la Redención, mi dulce Jesús deteniéndome me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, en todas nuestras obras hubo siempre un exceso de amor hacia el hombre, y un exceso me impulsaba para hacer otro. No me bastó descender del Cielo a la tierra para rehacerlo de nuevo, cada acto que hacía, cada pena, puedo decir que también cada respiro, era dirigido a él, lo llamaba en mi omnividencia, me lo estrechaba en mis brazos, lo modelaba de nuevo para restablecerlo y darle la nueva vida que le había traído del Cielo, lo hermanaba conmigo para ponerlo en la filiación de mi Padre Celestial. Pero esto no me bastó, para tenerlo más seguro hice de mi Humanidad la depositaria de todas las obras, sacrificios y pasos del hombre. Mira como todo tengo encerrado en Mí, y esto me lleva a amarlos doblemente en cada acto que hacen. Con el Encarnarme en el seno de la Inmaculada Reina formé esta mi Humanidad, y me constituí cabeza de la familia humana para unificar a todas las criaturas Conmigo, y hacerlas miembros míos, por eso todo lo que hacen es mío, en el sagrario de mi Santa Humanidad encierro todo, custodio tanto el pequeño bien como el grande, ¿pero sabes por qué? Porque pasando en Mí les doy el valor como si fueran obras, oraciones y sacrificios míos, la virtud de la cabeza desciende en los miembros, hace una mezcla de todo, y doy el valor de mis meritos a ellos. Así que la criatura se encuentra a sí misma en Mí, y Yo como cabeza me encuentro en ellas.
¿Pero crees tú que mi amor dijo o dice basta? ¡Ah! no, jamás dirá basta, la naturaleza del amor divino es de formar siempre nuevas invenciones de amor, para dar amor y recibir amor, si esto fuera, que dijera basta, sería poner un límite y encerrar en nuestro cerco divino a nuestro amor, pero no, el nuestro es inmenso, y por su naturaleza debe siempre amar, he aquí el por qué después a mi Humanidad quiero hacer seguir el extenso campo de mi Divina Voluntad, la cual hará cosas increíbles por amor de las criaturas. He aquí por qué sus conocimientos, su querer reinar, si no reina cómo puede ser generosa, ostentar en sus sorpresas de amor, por eso sé atenta y verás qué cosa sabe hacer mi Voluntad”.

+ + + +

32-26
Octubre 1, 1933

Escenas encantadoras que Jesús goza en el alma que vive en su Voluntad. Llamadas continuas que hacen Dios y la criatura.

(1) El Querer Divino no me deja jamás, me parece que siempre está dentro y fuera de mí, como en acto de sorprenderme, porque quiere poner su acto en todo lo que hago, si ruego, si sufro, si trabajo, y también si duermo quiere darme su reposo divino en mi sueño, quiere darse siempre para obrar y en cada cosa me llama diciéndome: “Hazme descender en lo bajo de tus actos, y Yo te haré subir en la altura de los míos, nos pondremos en competencia, tú a subir y Yo a descender”. ¿Pero quién puede decir lo que dice la Divina Voluntad en mi alma? Su amor excesivo, su condescendencia, su continuo ocuparse de mi

pobre alma; pero mientras me encontraba bajo el imperio del Querer Divino, derramándose sobre de mí, mi sumo Bien Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, no hay escena que más me conmueva y me rapte, que el ver a la pequeñez humana bajo el imperio de mi Voluntad, lo divino en lo humano, lo grande en la pequeñez, lo fuerte en lo débil, aquel esconderse el uno en el otro, vencernos mutuamente, es tan bello, tan encantador, que encuentro las puras alegrías, la felicidad divina que puede darme la criatura, si bien veo que es mi Voluntad la que me las da, pero me las da por medio del canal de la voluntad humana; si tú supieras cuánto me deleito, para darme placer te harías vencer siempre por mi Voluntad, puedo decir que dejo el Cielo, mientras quedo en él, para venir a gozar las puras alegrías que me sabe dar mi Voluntad Divina en el pequeño cerco de la criatura en la tierra. Tú debes saber que quien hace mi Divina Voluntad, y deja que su Vida corra en sus actos, llama continuamente a Dios y a todos sus atributos, Dios se siente llamar siempre por la criatura, ahora lo llama porque quiere su potencia, ahora porque quiere su amor, ahora porque quiere su santidad, su luz, su bondad, su paz imperturbable, en suma, está siempre llamándolo porque quiere de lo suyo, y Dios está siempre esperándola para dar lo que pide, y para corresponderle, se siente llamado y la llama, para darle confianza y decirle: ‘¿Qué otra cosa quieres de mi Ser Divino? Toma lo que quieras, es más, en cuanto tú me llamas, Yo ya te preparo mi potencia, mi amor, mi luz, mi santidad que se necesitan en tu acto’. Así que Dios llama al alma, y el alma llama a Dios, y este llamarse siempre mutuamente, la criatura para pedir y recibir, y Dios para dar, forma la Vida de mi Voluntad en la criatura, la madura, la hace crecer y forma el dulce encanto a su mismo Creador. Un acto continuado encierra tal potencia, que Dios no se sabe desvincular de la criatura, ni ella de Dios, más bien sienten la irresistible necesidad de permanecer unidos el uno con el otro, y sólo mi Voluntad sabe producir estos actos continuos que no cesan jamás, y forman el verdadero carácter del vivir en mi Voluntad. En cambio un carácter cambiante, un obrar interrumpido, es la verdadera señal de vivir del querer humano, el cual no sabe dar ni firmeza, ni paz, y no sabe producir otra cosa que espinas y amarguras”.

+ + + +

32-27
Octubre 15, 1933

Maestría y arte divinos. El pequeño paraíso de Dios. Laberinto de amor, virtud generadora del Fiat. Dios en poder de la criatura.

(1) Mi abandono en el Fiat continúa, siento su aliento Omnipotente que soplándome quiere hacer crecer, engrandecer su Vida en mí, quiere llenarme tanto, de no hacer quedar de mi ser humano más que el solo velo que lo recubre. Entonces pensaba entre mí: “¿Pero qué cosa gana este Querer Santo, que tiene tanto interés de formar su Vida en la criatura, que mueve Cielo y tierra para obtener el intento, y qué diferencia hay entre la Divina Voluntad como vida, y entre la Divina Voluntad como efecto?” Y mi siempre amable Jesús, estrechándome entre sus brazos, con una bondad indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, no hay cosa más bella, más santa, más agradable y que más nos agrada y glorifica, que el formar la Vida de nuestro Querer Divino en la criatura; en ella viene formado un pequeño paraíso, donde nuestro Ente Supremo se deleita en descender para hacer ahí su morada. Mira, en lugar de un paraíso tenemos dos, en los que encontramos nuestras armonías, la belleza que nos rapta, las puras alegrías que duplican nuestra felicidad por causa de haber formado una Vida nuestra de más en el pequeño cerco de la criatura. En este paraíso, por cuan pequeño, por cuanto criatura puede ser capaz, encontramos todo, todo es nuestro, es más, encontramos la pequeñez que más nos enamora y miramos nuestro arte divino, que en lo pequeño, con la virtud de nuestra potencia, hemos encerrado lo grande, podemos decir que con nuestro laberinto de amor

hemos cambiado las cosas, lo grande en lo pequeño y lo pequeño en lo grande; sin un prodigio divino nuestro no podíamos formar ni nuestra Vida ni nuestro paraíso en la criatura; ¿y te parece poco tener una Vida nuestra de más y un paraíso duplicado a nuestra disposición para hacernos felices mayormente? Tú debes saber que ni el cielo, ni el sol, ni toda la Creación nos cuesta tanto, no hemos puesto ni tanta maestría de arte, ni tanto amor, cuánto hemos puesto en formar nuestra Vida toda de Voluntad nuestra en la criatura, para formarnos un paraíso de más donde señorear a nuestro antojo y gozar nuestras delicias. El cielo, el sol, el mar, el viento y todo, narran a Aquél que los ha creado, nos señalan, nos hacen conocer, nos glorifican, pero no nos dan una Vida nuestra, ni nos formamos otro paraíso, más bien sirven a aquél o aquélla, en la cual nuestra paterna bondad ha tomado el empeño de formar nuestra Vida en ella, y nos cuesta tanto, que nuestro Fiat usa su virtud obrante y repetidora de su Fiat continuo sobre de su afortunada criatura para cubrirla con su potencia, de modo que un Fiat no espera al otro, de manera que si le infunde el aliento le dice Fiat, si la toca repite Fiat, si la abraza usa su Fiat obrante y la va modelando, y como mezclando en su Vida Divina. Se puede decir que con su aliento forma su Vida en la criatura, y con su virtud creadora la regenera y forma en ella su pequeño paraíso, ¿y qué cosa no encontramos en Él? Basta decirte que encontramos todo lo que queremos, y esto es todo para Nosotros. Ve entonces la gran diferencia que hay entre la Divina Voluntad como vida, y aquella como efecto; como vida, todos los bienes, las virtudes, la oración, el amor, la santidad, se convierten en naturaleza en la criatura, son manantiales que se forman en ella, que siempre surgen, de modo que siente en sí la naturaleza del amor, de la paciencia, de la santidad, así como naturalmente siente en sí la mente que piensa, el ojo que ve, la boca que habla, ningún esfuerzo en esto, porque Dios los ha dado en naturaleza, y se siente dueña de hacer con ellos lo que quiere. Así, con poseer la Divina Voluntad como vida, todo es santo, todo es sagrado, las fatigas terminaron, la inclinación al mal no existe más, y a pesar que cambia acción, y ahora hace una cosa, y ahora otra, la virtud unitiva de mi Voluntad las une juntas y forman un solo acto, con la distinción de tantas variadas bellezas por cuantos actos ha hecho, y llega a sentir que su Dios es todo suyo, hasta sentir que en el exceso de su amor se ha dado en poder de la criatura, en virtud de la Divina Voluntad que posee como vida se lo siente como parto suyo, y lo hace crecer con tal fineza de amor y de adoración profunda, que queda como naturalmente absorbida en su Creador, que ya es todo suyo, y es tanta la plenitud de amor, la felicidad que siente, que no pudiendo contenerla quisiera dar a todos la Divina Voluntad como vida, para volver a todos felices y santos.
(3) No así para quien no la posee como vida, sino sólo como virtud o efecto, todo es cansancio y siente el bien a tiempo y circunstancia, cesa la circunstancia y siente el vacío del bien, y este vacío produce inconstancia, variedad de carácter, cansancio, siente la infelicidad del querer humano, no goza de paz ni sabe dar paz a ninguno, siente en sí el bien como si se sintiese los miembros dislocados o en parte separados, que no es dueña de servirse de ellos y debe estar sujeta a los demás para hacerse servir; el no vivir de mi Voluntad es el hacerse esclavo y sentir todo el peso de la esclavitud”.

+ + + +

32-28
Octubre 22, 1933

Jesús encuentra su Cielo en la criatura; su Mamá Celestial y todos en el Todo, y el Todo en todos. La Divina Voluntad se hace reveladora y cede su Ser Divino a la criatura.

(1) Me sentía pequeña, pequeña, tanto de no saber dar un paso, y habiendo recibido la santa Comunión, sentía la necesidad, como pequeña, de refugiarme en los brazos de Jesús para decirle: “Te amo, te amo mucho”, no sabiendo decirle otra cosa porque soy

demasiado ignorante, pero mi dulce Jesús esperaba que le dijera otra cosa, y yo he agregado: “Jesús, te amo junto con el amor de nuestra Mamá Celestial”. Y Jesús me ha dicho:
(2) “Cómo me es dulce, refrescante, el sentirme amar con el amor de la hija y de nuestra Mamá juntos, siento sus ternuras maternas, sus ímpetus de amor, sus castos abrazos, sus besos ardientes, que vertiéndose en la hija, Mamá e hija me aman, me besan y me estrechan entre sus brazos con un solo abrazo; encontrar a la hija junto con mi Mamá Celestial que me quiere amar y me ama como me ama mi Mamá, son mis más amadas delicias, mis desahogos de amor, y encuentro la más agradable correspondencia a los tantos excesos de mi amor. Pero dime, ¿junto con quién otro me quieres amar?”
(3) Y ha hecho silencio, esperando que yo le dijera junto con quién otro lo quisiera amar. Y yo, un poco cohibida he agregado: “Mi divino Jesús, quiero amarte junto con el Padre y con el Espíritu Santo”. Pero parecía que no estaba contento aún. Y yo: “Quiero amarte junto con todos los ángeles y santos”.
(4) Y Él: “¿Y con quién otro?”
(5) Y yo le dije: “Con todos los viadores y hasta la última criatura que exista sobre la tierra, quiero llevarte a todos y a todo, hasta el cielo, el sol, el viento, el mar, para amarte junto con todos”. Y Jesús todo amor, que parecía que no podía contener sus llamas ha agregado:
(6) “Hija mía, he aquí mi cielo en la criatura, la Trinidad Sacrosanta que cede su amor para amarme junto con ella, los ángeles y santos que hacen competencia en ceder su amor para amarme junto con ella, este es el gran acto, llevar a todos en el Todo que es Dios, y al Todo en todos. Tu pequeñez, tus modos infantiles, en mi Divina Voluntad abrazan todo y a todos, quieres darme todo, hasta a la misma Trinidad adorable, y como eres pequeña, ninguno quiere negarte nada, más bien se unen contigo y aman junto con la pequeñita, y con el llevarme a todos en el Todo, y con amarme, difundes el Todo en todos. Siendo mi amor vínculo de unión y de inseparabilidad, Yo encuentro todo en el alma, mi paraíso, mis obras y a todos, y puedo decir: ‘Nada me falta, ni el Cielo, ni mi Mamá Celestial, ni el cortejo de los ángeles y santos, todos están Conmigo, y todos me aman’. Estas son estratagemas e industrias amorosas de quien me ama, que llama a todos, pide amor de todos para amarme y hacerme amar por todos”.
(7) Después de esto continuaba pensando en el Querer Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:
(8) “Hija mía bendita, quien posee mi Voluntad como vida, siente en sí el movimiento divino, Dios se mueve en el Cielo, y ella siente su movimiento, nuestro movimiento es obra, es paso, es palabra, es todo, y como nuestra Voluntad es una con la que posee la criatura, se siente correr dentro de sí el mismo movimiento con el cual Dios se mueve, por lo tanto la obra, el paso, la palabra divina, mi misma Voluntad, lo que hacen en Nosotros hacen en la criatura, de modo que siente dentro de sí no sólo la Vida, sino la nobleza y el modo de Aquél que la ha creado, así que no siente la necesidad de pedirlo, porque se siente poseedora, nuestra Voluntad la ocupa tanto, que le da su amor para hacerse amar, su palabra para hacerla hablar, su movimiento para hacerla mover y obrar, y ¡oh! cómo es fácil que sepa lo que quiere de ella, no hay secretos, ni cortinas para quien vive en nuestra Voluntad, sino que todo está develado, podemos decir que no nos podemos esconder de ella, porque nuestra misma Voluntad nos devela; ¿quién puede esconderse de sí misma?
¿De no saber sus secretos y lo que quiere hacer? Ninguno. De los otros se puede esconder, pero de sí misma le será imposible. Tal es nuestra Voluntad, se hace reveladora y pone al día a la criatura de lo que hace, de lo que quiere hacer, y le hace grandes sorpresas de nuestro Ser Divino; pero, ¿quién puede decirte hasta dónde puede llegar la criatura y qué cosa puede hacer con poseer como vida a nuestra Voluntad? Sucede la verdadera transformación y consumación de la criatura en Dios, y Dios toma la parte activa y dice: ‘Todo es mío y todo hago en esta criatura’. Es el verdadero esponsalicio divino en el cual Dios cede su Ser Divino a su amada criatura; en cambio quien vive de voluntad humana, sucede como quien descendiendo de la nobleza de su familia toma por esposa

una aldeana, rústica, mal educada, éste poco a poco perderá sus modos nobles y educados, y adquirirá modos aldeanos y rústicos, que no se reconocerá más. Qué distancia entre quien vive de Voluntad Divina y entre quien vive de voluntad humana, los primeros forman el reino celestial sobre la tierra, enriquecidos de bondad, de paz, de gracias, se pueden llamar la parte noble. Los segundos forman el reino de las revoluciones, de las discordias, de los vicios, que no tienen paz y no saben dar paz”.

+ + + +

32-29
Octubre 30, 1933

La Voluntad Divina guía del alma, y ella es la recolectora de las obras de su Creador. Quien vive en la Divina Voluntad recibe la transmisión de lo que ha sido hecho primero en Dios, y después comunicado a ella.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación, y me parecía que todas las cosas creadas querían el gran honor de ser ofrecidas como homenaje y gloria a su Creador, y yo pasaba de una cosa a otra, y me sentía tan rica porque tenía tantas cosas qué dar a Aquél que tanto me ama, y que mientras todo había hecho para mí, yo podía dar todo a Dios para poderle decir: ‘Te amo por medio de tus obras, las cuales están preñadas de tu amor, y me enseñan a amarte’. Pero mientras esto hacía, mi sumo Bien Jesús, sorprendiéndome, todo bondad me ha dicho:
(2) “Cómo es bello encontrar a nuestra hija en medio de nuestras obras, sentimos que se quiere poner en competencia con Nosotros. Nosotros para amarla hemos creado todo para ella, y todo le hemos dado, a fin de que las poseyera, las gozara y fueran las narradoras de nuestra potencia, y las portadoras de nuestro amor, y por eso ella en cada cosa creada siente nuestro amor que la abraza, que la besa, y que moldeándola le dice fuerte y tiernamente, ‘te amo’, siente nuestros abrazos de amor con los que la estrechamos a nuestro seno divino, y ella en medio a tanto amor se pierde, se confunde, y para hacernos la competencia hace nuestro mismo camino que hicimos al crear tantas cosas para descender a ella, y poniéndose en camino en cada cosa creada, siente qué cosa hicimos para ella y cómo la amamos, y ella nos repite a nosotros lo que hicimos para ella, nos repite nuestros abrazos amorosos, nuestros besos ardientes, nuestros ímpetus de amor, y
¡oh! nuestros contentos al ver que la criatura sube a Nosotros y nos trae lo que con tanto amor le dimos y le damos. Nuestra Voluntad le hace de guía y la lleva hasta Nosotros para hacernos dar la correspondencia de lo que le hemos dado, así que quien vive en nuestra Voluntad es la recolectora de todas nuestras obras, y nos las trae a nuestro seno para decirnos: Os amo con vuestro mismo amor, os glorifico por medio de vuestra potencia, todo me habéis dado y todo os dono”.
(3) Después continuaba mi giro en la Divina Voluntad, y habiendo llegado al edén pensaba entre mí: “¡Oh! cómo quisiera el amor, la adoración de Adán inocente, para poder también yo amar a mi Dios con el mismo amor con el cual amó a la primera criatura creada por Él; y mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(4) “Hija mía bendita, quien vive en mi Divina Voluntad, encuentra en Ella lo que quiere, porque todo lo que se hace en Ella, nada sale fuera, sino que todo permanece dentro, junto con Ella, inseparable de Ella, más bien forman su misma Vida, así que Adán, de todo lo que hizo en mi Divina Voluntad, nada pudo llevarse consigo, a lo más el feliz recuerdo del cómo había amado, de los mares de amor que lo inundaban, de las puras alegrías que había gozado, y de lo que había hecho en nuestro Fiat, que le servía para amargarlo de más; un acto hecho en nuestra Voluntad, un amor, una adoración formada en Ella, es tan grande que la criatura no tiene capacidad, ni lugar dónde ponerlo, por eso sólo en mi Voluntad se pueden hacer y poseer estos actos. Por lo tanto, quien entra en Ella encuentra en acto todo lo que Adán inocente hizo en Ella, su amor, sus ternuras de hijo hacia su

Padre Celestial, la Paternidad Divina que por todos los lados cubría a su hijo para amarlo. Todo hace suyo y ama, adora y repite lo que hizo Adán inocente; mi Divina Voluntad no se cambia, ni se muda, cual era, tal es y será; con tal que la criatura entre en Ella y haga vida junto con Ella, no pone límites, ni impone los confines, más bien dice: ‘Toma lo que quieras, ámame como quieras’. En mi Fiat lo que es tuyo es mío, sólo fuera de Él comienzan las divisiones, las separaciones, los alejamientos, y el principio de vida del tuyo y mío. Es más, tú debes saber que todo lo que debe hacer la criatura en nuestra Voluntad, viene hecho primero en Dios, y ella en el acto de hacerlos recibe la transmisión del amor y de los actos divinos en ella, y continúa haciendo lo que ha sido hecho en nuestro Ser Supremo. Cómo son bellas estas vidas que reciben la transmisión de lo que ha sido hecho primero en Nosotros, son nuestras obras más bellas; la magnificencia de la Creación, el cielo, el sol, quedan atrás, ellas sobrepasan a todas, son la santidad absoluta decidida por Nosotros, que no nos pueden huir, Nosotros le damos tanto de lo nuestro que la ahogamos de nuestros bienes, en modo que no encuentra el vacío de pensar si debe corresponder o no, porque la corriente de la luz y del amor divino la tienen asediada y como fundida en su Creador, y le damos tal conocimiento de las cosas, que le sirve de libre arbitrio, a fin de que nada haga forzado, sino de voluntad espontánea y resuelta, por eso estas celestiales criaturas son nuestra ocupación, nuestro trabajo continuo, las tenemos siempre ocupadas, porque nuestra Voluntad no sabe estar en ocio, porque Ella es vida, trabajo y movimiento perenne. Por eso quien vive en Ella tiene siempre qué hacer, y da siempre qué hacer a su Creador”.

+ + + +

32-30
Noviembre 10, 1933

La Divina Voluntad no cambia ni acción, ni modo, lo que hace en el Cielo hace en la tierra, su acto es universal y único. Quien no vive de la Divina Voluntad, reduce al ocio al Artífice
divino, y escapa de sus manos creadoras.

(1) Mi pobre mente parece que no sabe hacer otra cosa que pensar en la Divina Voluntad, siento sobre mí una fuerza potente, que no me da tiempo a pensar y a querer otra cosa, sino sólo aquel Fiat que es todo para mí. Después pensaba entre mí: “¡Oh! cómo quisiera hacer y vivir de Voluntad Divina, como se hace y se vive en el Cielo”. Y mi dulce Jesús sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, en mi patria celestial reina el acto único y universal, una es la Voluntad de todos, lo que quiere uno quiere el otro, ninguno cambia acción ni Voluntad, cada bienaventurado siente como vida propia a mi Querer, y con el tener todos una sola Voluntad, forma la sustancia de la felicidad de todo el Cielo. Mucho más que mi Divina Voluntad no sabe hacer, ni puede hacer actos interrumpidos, sino continuos y universales, y como en el Cielo Ella reina con su pleno triunfo y con la totalidad de su dominio, todos sienten como en naturaleza su Vida universal, y están llenos hasta el borde de todos los bienes que Ella posee, a lo más puede ser según la capacidad de cada uno, y del bien que han hecho en vida, pero ninguno podrá cambiar ni Voluntad, ni acción, ni amor. La potencia de mi Divina Voluntad tiene a todos los bienaventurados absorbidos, identificados, fundidos en Sí misma, como si fueran uno solo. ¿Pero crees tú que el acto universal de Ella se extiende sólo en el Cielo, y su Vida palpitante y comunicativa a cada criatura? No, no, lo que hace en el Cielo hace en la tierra, no cambia ni acción, ni modo, su acto universal se extiende a cada uno de los viadores, y quien vive en Ella siente su Vida Divina, su santidad, su latido increado, que mientras se constituye vida de la criatura, con su movimiento incesante se vierte siempre en ella, sin cesar jamás, y la feliz criatura que la hace reinar se la siente por todas partes, por dentro y fuera su acto universal la tiene

circundada por todos lados, de modo que no puede ir fuera de mi Voluntad, y su continuo dar la tiene ocupada siempre en recibir, así que aunque lo quisiera no tiene tiempo de hacer o de pensar en otra cosa. Por eso la criatura puede decir y puede estar convencida, que como se vive en el Cielo, así ella vive en la tierra, sólo hay diferencia de lugar, pero uno es el amor, una es la Voluntad, una la acción. ¿Pero sabes tú quién no siente la Vida del Cielo en su alma, y no siente el acto universal, la fuerza única de mi Voluntad? Quien no se hace dominar por Ella, no dándole libertad de reinar, ésta sí que cambia acción, amor, voluntad, a cada momento, pero no es mi Voluntad que cambia, Ella no puede cambiar, sino que es la criatura la que cambia, porque viviendo de voluntad humana no tiene virtud, ni capacidad de recibir el acto universal y único de mi Voluntad, y, pobrecita, se siente mutable, sin firmeza en el bien, siempre una caña vacía que no tiene fuerza de resistir a cada pequeño soplo de viento; las circunstancias, los encuentros, las criaturas, le sirven de viento para ponerla en giro, ahora para hacer una acción, ahora alguna otra, ahora a amar una cosa, ahora otra, y por eso se ve ahora triste, ahora alegre, ahora toda fervor, y ahora toda frialdad, ahora inclinada a las virtudes, ahora a las pasiones, en suma, en cuanto cesa la circunstancia así cesa el acto en ellas. ¡Oh! voluntad humana, cómo sin mi Voluntad eres débil, cambiante, pobre, porque te falta la vida del bien que debería animar tu voluntad, por eso la vida del Cielo está lejana de ti. Hija mía, no hay desgracia mayor, ni mal que merezca ser más llorado, que el hacer el propio querer”.
(3) Después seguía pensando: “¿Pero por qué Dios tiene tanto interés en que se haga la Divina Voluntad? Y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, ¿quieres saber por qué tengo tanto interés en que se haga mi Voluntad? Porque esta fue la finalidad por la que creé a la criatura, y no haciéndola me destruye la finalidad por la que la creé, me quita mis derechos que con toda razón y sabiduría divina tengo sobre ella, y se pone en contra mía, ¿no te parece grave que los hijos se pongan en contra del padre? Y además, Yo creé a la criatura para que fuese y formase la materia prima en mis manos para poderme deleitar y formar de esta materia mis más grandes trabajos y mis más bellas obras, a fin de que me sirvieran para adornar mi patria celestial, y recibir de ellas mi más grande gloria. Ahora, esta materia de la criatura se me escapa de mis manos, se pone en contra mía, y a pesar de tantas materias que he formado, no puedo hacer mis trabajos establecidos y me reducen al ocio, porque no estando mi Voluntad en ellas, no se prestan a recibir mis trabajos, se vuelven como piedras duras, que por cuantos golpes se les puedan dar, no tienen la suavidad de recibir la forma que se quiere dar, se rompen, se reducen en polvo bajo los golpes, pero no me es dado el formar el más pequeño objeto, y permanezco como aquel pobre artífice, que habiéndose formado tantas materias primas, oro, fierro, piedras, las toma en sus manos para formar las más bellas estatuas que había establecido, y estas materias no se prestan, más bien se ponen en contra de él y no le es dado desarrollar su bello arte, así que las materias sirven sólo para obstaculizar el espacio, pero no para cumplir sus grandes designios, y ¡oh! cómo le pesa el ocio a este pobre artífice. Así soy Yo, porque no estando mi Voluntad en ellas, no son capaces de recibir mis trabajos, no hay quién las vuelva blandas, ni quién las cueza para recibir mi virtud creadora y obradora, y si tú supieras qué significa saber hacer, poder hacer, tener materias para hacer, sin poder hacer nada, llorarías Conmigo por tanto dolor y por una afrenta tan grave; ¿te parece poco ver tantas criaturas que ocupan la tierra, y porque falta en ellas la Vida obrante de mi Voluntad, no me es dado desarrollar mi arte y hacer lo que quiero? Por eso lo que más te debe importar es hacer vivir sólo a mi Voluntad Divina en tu alma, porque sólo Ella sabe disponer a las almas para recibir toda la habilidad de mi arte, y así no pondrás a tu Jesús en el ocio, sino que seré el trabajador asiduo, para formar de ti lo que quiero”.


“Deo Gratias Sempre ed in Eterno”.


1
I. M. I.


Fiat!!!
In Voluntate Dei! Deo Gratias

33-1
Noviembre 19, 1933

Quien se dispone a hacer la Divina Voluntad forma el pasaporte, la vía, el tren. Jesús quiere rehacerse a Sí mismo en la
criatura. El firmante y el motor celestial.

(1) Mi soberano celestial Jesús, y mi gran Señora Reina del Cielo, vengan en mi ayuda, pongan a esta pequeña ignorante en medio a vuestros corazones santísimos, y mientras yo escribo, mi querido Jesús me sugiera lo que debo escribir, y mi Mamá Celestial, como a hija suya, me lleve la mano sobre el papel, de modo que mientras escribo estaré en medio de Jesús y de mi Mamá, a fin de que ni siquiera una palabra de más escriba de lo que ellos me dicen y quieren. Con esta confianza en el corazón doy principio a escribir el volumen 33, tal vez será el último, pero no lo sé, si bien tengo toda la esperanza de que todo el Cielo tenga compasión de la pequeña exiliada, y que pronto la hagan repatriarse con ellos, pero del resto ¡Fiat! ¡Fiat!
(2) Después continuaba pensando en la Divina Voluntad, vida y centro de mi pobre existencia, y mi dulce Jesús repitiendo su fugaz visita me ha dicho:
(3) “Mi buena hija, tú debes saber que en cuanto el alma se dispone a hacer mi Divina Voluntad, forma el pasaporte para entrar en los interminables confines del reino del Fiat; pero, ¿sabes tú quién te presta lo necesario para formarlo, y quién se presta a firmarlo y darle el valor de pasaje en mi reino? Hija, es tan grande el acto de disponerse a hacer mi Voluntad, que mi misma Vida, mis méritos, forman el papel, la escritura, y tu Jesús es el firmante para hacerla conocer y darle libre entrada; se puede decir que todo el Cielo corre en ayuda de quien quiere hacer mi Voluntad, y Yo siento tanto amor que tomo lugar en la afortunada criatura y me siento amado por ella por mi misma Voluntad. Ahora, viéndome amado por ella por mi misma Voluntad, mi amor se hace celoso y no quiere perder ni siquiera un respiro, un latido de amor de esta criatura. Imagina tú misma mis premuras, las defensas que tomo, las ayudas que doy, las estratagemas amorosas que uso, en una palabra quiero rehacerme en ella, y para rehacerme me expongo Yo mismo para formar otro Jesús en la criatura, por eso pongo todo mi arte divino para obtener mi intento, no ahorro nada, hago todo, doy todo, donde reina mi Voluntad no puedo negar nada, porque me lo negaría a Mí mismo.
(4) Ahora, el disponerse a hacer mi Voluntad forma el pasaporte, el comenzar el acto forma la vía que debe recorrer en Ella, vía de Cielo, santa, divina, por eso a quien entra en Ella Yo le susurro al oído del corazón: ‘Olvida la tierra, ya no es más tuya, de ahora en adelante no verás otra cosa que Cielo, mi reino no tiene confines, por lo tanto tu vía será larga, por eso conviene que con tus actos apresures el paso para formarte muchas vías y así tomar mucho de los bienes que hay en mi reino. Entonces, el comenzar el acto forma la vía, el cumplirlo forma el tren, y Yo cuando veo formado el tren hago de motor para ponerlo en veloz camino, y ¡oh! cómo me es bello, agradable, pasear en estas vías que la criatura se ha hecho en mi Voluntad. Estos actos hechos en mi Voluntad son siglos que encierran de méritos y de bienes incalculables, porque está el motor divino que camina, el cual tiene tanta velocidad que en minutos encierra los siglos, y vuelve de tal manera rica a la criatura, bella y santa, de darnos el honor ante toda la corte celestial, señalándola como el más grande prodigio de su arte creador.

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

(5) Además de esto, conforme la criatura va formando su acto en mi Divina Voluntad, así las venas del alma se vacían de lo que es humano, y corre en ellas, podría decir, una sangre divina, la cual hace sentir en sustancia las virtudes divinas en la criatura, que tienen virtud de correr casi como sangre en la misma vida que anima a su Creador, que los vuelve inseparables Uno de la otra, tanto que quien quiere encontrar a Dios lo puede encontrar en su puesto de honor en la criatura, y quien quiere encontrar a la criatura la encontrará en el centro Divino”.

+ + + +

33-2
Noviembre 26, 1933

Las obras de Dios preparan la mesa a la criatura, y viviendo en su Querer Divino hace de reina en los mares del Ente Supremo.
Quien hace su querer se aparta de todos y queda solo, y queda la abandonada y la extraviada de la Creación.

(1) Estaba haciendo mi giro en las obras del Fiat Divino, y como soy demasiado pequeña siento la necesidad de ser llevada entre sus brazos, de otra manera, o me extravío en la inmensidad y multiplicidad de sus obras, o no sé seguir adelante, pero como me quiere hacer conocer sus obras, dónde se encuentra su amor hablante y operante, y dice cuánto y cómo me ha amado, por eso me lleva entre sus brazos y me conduce por las interminables vías de su Santa Voluntad; pero esto no basta, en cada obra suya encierra en mí, por cuanto puedo contener, el amor de cada obra, quiere oír en mí el sonido del amor que cada obra contiene; yo también soy una obra suya, un acto de su Voluntad, y habiendo hecho todo por amor mío quiere que encierre en mí todos los sonidos y teclas de amor que contienen sus obras. Entonces mientras giraba en sus obras, el amado Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, no puedes comprender cuánto me agrada verte girar en las obras creadas por Nosotros, ellas están preñadas de amor, y conforme tú giras en medio de ellas, ellas desbordan amor y te dan el amor del que están llenas, y es esta una de las razones por las que quiero que gires en nuestras obras, ellas preparan la mesa de nuestro amor a las criaturas, y se sienten honradas por tener una hermanita en medio de ellas, que se alimenta y que forma en ellas tantos sonidos de amor a su Creador por cuantas obras fueron creadas. Pero esto no es todo, mi Divina Voluntad no se contenta con hacerla girar en nuestras obras, sino que después que la ha hecho girar haciéndole conocer tantas cosas de la Creación y llenándola hasta el borde de amor, la conduce entre sus brazos al seno del Ente Supremo, el cual como una pequeña piedrita la arroja en los mares interminables de sus atributos, y la pequeña hija de nuestro Querer ¿qué hace? Como una piedra arrojada en el mar hace encrespar todas las aguas del mar, así ella mueve todo el mar de nuestro Ser Divino, y mientras nada en Él se ahoga de amor, de luz, de santidad, de sabiduría, de bondad, y así de lo demás, y ¡oh! cómo es bello verla, oírla que dice mientras se siente ahogada: ‘Todo tu amor es mío, y yo lo pongo en acto de rogarte que hagas venir el reino de tu Voluntad sobre la tierra. Tu santidad es mía, tu luz, tu bondad, tu misericordia es mía, no es mi pequeñez que te ruega, no, sino tus mares de potencia, de bondad que te ruegan, que te presionan, que te asaltan, y quieren tu Voluntad reinante sobre la tierra’. Así que se ve la pequeñez de la criatura hacer de reina en nuestro Ser Divino, reunir juntas nuestra inmensidad y potencia y hacernos pedir a Nosotros mismos lo que ella quiere y Nosotros queremos, ella comprende bien que no hay otro bien que nuestra Voluntad, y para obtener el intento nos la hace pedir por la infinitud de nuestras cualidades divinas, y se ve la pequeña niña, pequeña y potente, enriquecida con las prerrogativas de nuestras cualidades divinas, como si fueran suyas, que le da tal encanto

de belleza de raptarnos, debilitarnos, para hacernos hacer lo que ella quiere y Nosotros queremos, ella se vuelve nuestro eco, y no sabe decirnos otra cosa ni pedir otra cosa, sino que nuestra Voluntad invada todo y forme una sola Voluntad con todas sus criaturas. Así que cuando la criatura ha entendido qué significa Voluntad Divina y siente correr en ella su Vida, no siente más necesidad de nada, porque poseyendo mi Querer posee todos los bienes posibles e imaginables, le queda sólo el delirio, las ansias, los suspiros porque quiere que mi Voluntad abrace a todos y se constituya vida de todos, y esto porque ve que mi Voluntad eso quiere, y esto quiere su pequeñez”.
(3) Después seguía pensando en la Divina Voluntad, y el gran mal que lleva el hacer la voluntad humana, y mi amado Jesús suspirando ha agregado:
(4) “Hija mía, quien hace la propia voluntad se aparta de todos y obra por sí mismo, no hay quién le ayude, ni quién le dé la fuerza, ni quién le dé la luz para hacer lo mejor de lo que hace, así que todos la dejan en poder de sí misma, aislada, sin apoyo, y sin defensa, se puede llamar la desamparada, la extraviada de la Creación, justa pena de quien quiere hacer su voluntad, sentir todo el peso de la soledad en la que ella misma se ha metido, y la falta de todas las ayudas, y ¡oh! el dolor que siento al ver tantas criaturas apartadas también de Mí, y Yo para hacerle sentir qué significa hacer sin mi Voluntad, me quedo como lejano, haciéndole sentir todo el peso del querer humano, el cual no le da jamás descanso y se vuelve su más cruel tirano. Todo lo contrario para quien hace mi Voluntad, todos están con ella, el Cielo, los santos, los ángeles, porque por honor y respeto de mi Querer Divino todos tienen el deber de ayudar a aquella criatura y sostenerla en aquellos actos donde entra mi Voluntad. Ella misma la pone en comunicación con todos, y a todos manda que ayuden, defiendan, y le hagan el cortejo de su compañía, ya le sonríe la gracia, la luz brilla en su alma, y le suministra el mejor, el más bello de sus actos, Yo mismo quedo empeñado en quien hace mi Voluntad y hago correr en su actos los míos, para tener el honor, el amor, la gloria de mis actos en el acto de la criatura que ha obrado en mi Voluntad, es por eso que siente la conexión con todos, la fuerza, el apoyo, la compañía, la defensa de todos. Así que quien hace mi Voluntad y vive en Ella, se puede llamar la reencontrada de la Creación, la hija, la hermana, la amiga de todos. Ella hace como el sol que desde la altura de su esfera hace llover luz, y extendiéndose contiene todo en su luz, se da a todos, no se niega a ninguno, y como fiel hermana se abraza con todas las cosas, y da como prenda de su amor a cada cosa creada su benéfico efecto, constituyéndose vida del efecto que da: En quién forma la vida de la dulzura, en otras cosas creadas la vida del perfume, en otras la vida de los colores, y así de lo demás. Así mi Voluntad, desde la altura de su trono hace llover su luz, y donde encuentra la criatura que la quiere recibir para hacerse dominar, la circunda, la abraza, la calienta, la modela para hacerla madurar, y así encerrar su Vida admirable como si fuera vida de la criatura, y con esta Vida todo y todos están con ella, como todo es de mi Voluntad adorable”.

+ + + +

33-3
Diciembre 10, 1933

La primera palabra que pronunció Adán. Cuál fue la primera lección que Dios le dio. La Divina Voluntad operante en el hombre.

(1) Soy siempre la pequeña ignorante del Ser Supremo, y cuando el Querer Divino me sumerge en sus mares, veo que apenas las vocales, si acaso, conozco de su Majestad adorable, es tanta mi pequeñez que apenas algunas gotas sé tomar de tanto que posee el Creador. Entonces girando en las obras del Fiat Divino me he detenido en el Edén, donde se me ha hecho presente la creación del hombre y pensaba para mí: “Cuál pudo ser la primera palabra que Adán dijo cuando fue creado por Dios”. Y mi Sumo Bien Jesús,

visitándome con su breve visita, todo bondad, como si Él mismo quisiera decírmelo me ha dicho:
(2) “Hija mía, también Yo siento el deseo de decirte cuál fue la primera palabra pronunciada por los labios de la primera criatura creada por Nosotros. Tú debes saber que apenas Adán sintió la vida, el movimiento, la razón, vio a su Dios ante él, comprendió que Él lo había formado, sentía en sí, en todo su ser todavía frescas las impresiones, el toque de sus manos creadoras, y agradecido, en un ímpetu de amor pronunció su primera palabra: ‘Te amo Dios mío, Padre mío, autor de mi vida’. Pero no fue sólo la palabra, sino que el respiro, el latido, las gotas de su sangre que corrían por sus venas, el movimiento, todo su ser unido, a coro dijeron: ‘Te amo, te amo, te amo’. Así que la primera lección que aprendió de su Creador, la primera palabra que aprendió a decir, el primer pensamiento que tuvo vida en su mente, el primer latido que formó en su corazón, fue: ‘Te amo, te amo’. Se sentía amado y amó. Podría decir que su te amo no terminaba jamás, fue tan prolongado que sólo fue interrumpido cuando tuvo la desgracia de caer en pecado. Por eso nuestra Divinidad se sintió herida al oír sobre los labios del hombre, te amo, te amo, era la misma palabra que Nosotros habíamos creado en el órgano de su voz que nos decía: ‘Te amo’. Era nuestro amor, creado por Nosotros en la criatura que nos decía te amo, ¿cómo no quedar herido, cómo no corresponderlo con un amor más abundante, mas fuerte, digno de nuestra magnificencia? En cuanto lo oímos decir te amo, así Nosotros le repetimos ‘te amo’, pero en nuestro ‘te amo’ hicimos correr en todo su ser la Vida obrante de nuestra Divina Voluntad, así que encerramos en el hombre, como dentro de nuestro templo, nuestra Voluntad, para que encerrada en el círculo humano, mientras permanecía en Nosotros, obrara cosas grandes y fuera Ella el pensamiento, la palabra, el latido, el paso, la obra del hombre; nuestro ‘te amo’ no podía dar cosa más santa, más bella, más potente, que pudiera formar la Vida del Creador en la criatura, que nuestra Voluntad obrante en él, y ¡oh! cómo nos resultaba agradable ver que nuestra Voluntad tenía su puesto de actriz, y el querer humano deslumbrado por su luz gozaba su paraíso, y dándole plena libertad lo hacía hacer lo que quería, dándole el primado en todo, y el puesto de honor que a un Querer tan Santo convenía. Ve entonces cómo el principio de la vida de Adán fue un acto pleno de amor hacia Dios de todo su ser, qué lecciones sublimes, cómo el principio del amor debía correr en todo lo obrado por la criatura. La primera lección que recibió de nuestro Ser Supremo en la correspondencia de su ‘te amo’, fue que mientras la amaba tiernamente respondiéndole ‘te amo’, le daba la primera lección sobre nuestra Divina Voluntad, y mientras lo instruía le comunicaba la Vida de Ella y la ciencia infusa de qué significaba nuestro Fiat Divino, y cada vez que nos decía ‘te amo’, nuestro amor le preparaba otras lecciones más bellas sobre nuestro Querer; él quedaba raptado y Nosotros nos deleitábamos en conversar con él, y hacíamos correr sobre él ríos de amor y de alegrías continuas, así que la vida humana era encerrada por Nosotros en el amor y en nuestra Voluntad. Por eso hija mía, no hay dolor más grande para Nosotros que ver nuestro amor como destrozado en la criatura y nuestra Voluntad obstaculizada, sofocada, sin su Vida obrante y como sometida al humano querer. Por eso sé atenta y en todas las cosas ten por principio el amor y mi Divina Voluntad”.

+ + + +

33-4
Diciembre 18, 1933

Cómo la criatura ha sido formada por Dios ab eterno, amada con eterno amor. La voluntad humana es el trastorno de las obras de su Creador.

(1) Mi pobre mente continúa navegando el mar infinito del Fiat, y por cuanto se camina no termina jamás, el alma en este mar siente a su Dios, el cual la llena hasta el borde, toda

de su Ser Divino, de modo que puede decir: “Dios me ha dado todo Sí mismo, y si no me es dado el encerrar en mí su inmensidad es porque soy pequeña”. Ahora, en este mar se encuentra en acto el orden, la armonía, los misterios arcanos de cómo ha creado Dios al hombre, y ¡oh! los prodigios son inauditos, el amor es exuberante, la maestría es insuperable, hay tanto de misterioso, que ni el hombre mismo, ni la ciencia pueden repetir con claridad sobre la formación del hombre. Por eso he quedado sorprendida de las magnificencias y prerrogativas que posee la naturaleza humana, y mi amado Jesús al verme tan sorprendida me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, terminará tu maravilla si viendo bien en este mar de mi Querer ves dónde, quién, cómo y cuándo fue creada cada criatura. ¿Dónde? En el seno eterno de Dios. ¿Quién? Dios mismo le daba origen. ¿Cómo? El Ente Supremo, Él mismo formaba la serie de sus pensamientos, el número de sus palabras, el orden de sus obras, el movimiento de sus pasos y el continuo palpitar de su corazón, así que Dios le daba tal belleza, orden y armonía de poderse encontrar Él mismo en la criatura, con tal plenitud que ella no encontraría lugar para poner algo de lo suyo, que no le hubiera sido puesto por Dios, Nosotros al verla quedábamos raptados al ver que en el pequeño cerco humano, nuestra potencia había encerrado nuestro obrar divino, y en nuestro énfasis de amor le decíamos: ‘Cuán bella eres, tú eres obra nuestra, tú serás nuestra gloria, el desahogo de nuestro amor, el reflejo de nuestra sabiduría, el eco de nuestra potencia, la portadora de nuestro eterno amor’. Y la amábamos con amor eterno, sin principio y sin fin; ¿y cuándo fue formada esta criatura en Nosotros? Ab eterno, por eso ella no existía en el tiempo, pero en la eternidad ha existido siempre, tenía su puesto en Nosotros, su vida palpitante, el amor de su Creador. Así que la criatura ha sido siempre para Nosotros nuestro ideal, el pequeño espacio dónde desarrollar nuestra obra creadora, el apoyo de nuestra Vida, el desahogo de nuestro eterno amor. He aquí el por qué tantas cosas humanas no se comprenden, no se saben explicar, porque está lo obrado de lo incomprensible divino, están nuestros misteriosos arcanos celestiales, nuestras fibras divinas, por lo cual sólo Nosotros sabemos los misteriosos secretos, las teclas que debemos tocar cuando queremos hacer cosas nuevas e insólitas en la criatura, y como no conocen nuestros secretos ni pueden comprender nuestros modos incomprensibles que habíamos puesto en la naturaleza humana, llegan a juzgar a su modo, y no saben comprender lo que Nosotros estamos obrando en la criatura, mientras está obligado a inclinar la frente a lo que él no comprende.
(3) Ahora, quien no hace nuestra Voluntad pone en desorden todos nuestros actos, ordenados ab eterno en la criatura, por eso se desfigura y forma el vacío de nuestros actos divinos formados y ordenados por Nosotros en la humana criatura. Nosotros nos amábamos a Nosotros mismos en ella, la serie de nuestros actos formados por nuestro puro amor, y poniéndola fuera en el tiempo, la queríamos como concurrente en lo que Nosotros habíamos hecho, pero para que la criatura tuviera esta habilidad se requería nuestra Voluntad, que dándole su virtud divina la hacía hacer en el tiempo lo que habíamos hecho Nosotros sin ella en la eternidad, no era ninguna maravilla si el Ser Divino la había formado en la eternidad, el mismo Querer Divino confirmaba y repetía en el tiempo, es decir, continuaba su obra creadora en la criatura. Pero sin mi Voluntad Divina, ¿cómo puede elevarse, conformarse, unificarse, semejarse a aquellos mismos actos que Nosotros con tanto amor habíamos formado y ordenado en ella? Por eso la voluntad humana no hace otra cosa que trastornar nuestras obras más bellas, romper nuestro amor, vaciar nuestras obras, las cuales permanecen en Nosotros, porque Nosotros nada perdemos de lo que habíamos hecho, todo el mal queda para la pobre criatura, porque siente el abismo del vacío divino, sus obras son sin fuerza y sin luz, sus pasos son vacilantes, su mente confusa. Así que, ella queda sin mi Voluntad, como un alimento sin sustancia, como un cuerpo paralizado, como un terreno sin cultivar, como un árbol sin fruto, como una flor que manda feo olor. ¡Oh! si nuestra Divinidad estuviera sujeta a las lágrimas, lloraríamos amargamente a aquélla que no se hace dominar por nuestra Voluntad”.


+ + + +

33-5
Enero 2, 1934

Cuando el alma hace la Divina Voluntad, Dios puede hacer libremente lo que quiere hacer en ella, obra las cosas más grandes, porque encuentra capacidad, espacio para lo que quiere dar a las criaturas.

(1) Mi pequeña alma, si bien nada en el mar de la Divina Voluntad, también siente el clavo traspasante de la privación de mi dulce Jesús. Dios mío, ¡qué pena desgarradora que tortura mi dolorosa existencia! ¡Oh! cómo quisiera verter ríos de lágrimas, quisiera si me fuera posible, transformar la inmensidad de la misma Divina Voluntad en llanto amargo para mover a piedad a mi dulce Jesús, que se va de mí sin ni siquiera decirme adiós, sin decirme el lugar de su morada, ni hacerme ver el camino, la huella de sus pasos para poderlo alcanzar. ¡Dios mío! ¡Jesús mío! ¿Cómo no te mueves a compasión de esta pequeña exiliada atormentada sólo por ti, y por causa tuya? Pero mientras deliraba por su privación, pensaba entre mí en la Divina Voluntad y temía que no estuviera en mí su dominio, su Vida, y por eso mi eterno amor Jesús me deja, se esconde y no se ocupa de mí, y de corazón le pedía perdón, y mi amado Jesús, después de mucho esperar, teniendo compasión de mí porque no podía más, por poco tiempo ha regresado y mirándome con amor, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, se ve que eres pequeña, y basta que Yo haga una pequeña pausa para que te extravíes, temas, dudes, te oprimas, pero ¿sabes dónde te extravías? En mi misma Voluntad, y Yo viéndote en Ella no me doy prisa en venir, porque sé que estás en lugar seguro. Ahora, tú debes saber que cuando el alma hace mi Divina Voluntad, Yo puedo hacer libremente lo que quiero en el alma, obrar las cosas más grandes, mi Querer me la vacía de todo y me forma el espacio donde puedo poner la santidad de un acto infinito mío, y el alma se pone a nuestra disposición, nuestra Voluntad la ha madurado y la ha vuelto adaptable y factible a recibir la virtud creadora y obrante de nuestro Ser Supremo. En cambio, cuando no se hace mi Divina Voluntad, Nosotros debemos adaptarnos, restringirnos, no podemos ser magnánimos según nuestro modo divino, debemos dar sorbo a sorbo nuestras gracias, mientras podemos dar ríos. ¡Oh! cómo nos pesa obrar en quien no hace nuestra Voluntad, si queremos hacernos conocer, se vuelve incapaz, porque la inteligencia humana sin nuestra Voluntad es como un cielo brumoso, que oscureciendo la bella luz de la razón está como ciega frente a la luz de nuestros conocimientos, así que estará en medio de la luz, pero incapaz de comprender nada; será siempre analfabeta de frente a la luz de nuestras verdades; si queremos dar nuestra santidad, bondad y amor, los debemos dar a pequeñas dosis, como desmenuzados, porque el querer humano está lleno de miserias, de debilidades y defectos, por eso se hace incapaz y también indigno de recibir nuestros dones, y lo que le queremos dar; pobre querer humano, sin nuestra Voluntad no se sabe adaptar a recibir la virtud de nuestras obras creadoras, los fuertes abrazos de su Creador, nuestras estratagemas amorosas, las heridas de nuestro amor, y muchas veces cansa nuestra paciencia divina y nos obliga a no poder darle nada, y si nuestro amor nos obliga a dar alguna cosa, es para ella como un alimento que no sabe digerir, porque no estando unida con nuestra Voluntad le falta la fuerza y la virtud digestiva para digerir lo que pertenece a Nosotros; por eso se ve rápidamente cuando no está nuestra Voluntad en el alma, el verdadero bien no es para ella, ante la luz de mis verdades se ciega y se vuelve más tonta, no ama el conocerlas, más bien las ve como si a ella no pertenecieran. Todo lo opuesto para quien hace y vive en mi Voluntad”.

+ + + +

33-6
Enero 14, 1934

Dulce encanto de ambas partes: De Dios y de la criatura. Cómo adquiere el poder de hacer suya la Divina Voluntad.
Las penas sonríen ante la gloria, los triunfos, las conquistas. Jesús oculto en las penas.

(1) Estoy bajo la lluvia del Fiat Divino, que bañándome toda, dentro y fuera y penetrándome hasta la médula de los huesos, hace decir a todo mi pobre ser, Fiat, Fiat, Fiat. Me siento entre sus brazos, y conforme lo llamo con mi decir incesante para que forme su Vida en mis actos, su latido en mi corazón, su respiro en el mío, su pensamiento en mi mente, así un destello de luz sale de mí y quisiera como atar al Santo Querer Divino para hacerlo todo mío, a fin de que estuviera en mi poder el formar su Vida en mí, toda de Voluntad Divina. Entonces me sentía pensativa por este mi modo de hacer, y mi Sumo Bien Jesús repitiendo su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que en cuanto la criatura invoca, llama a mi Fiat implorando su Vida para formarla en la suya, así hace salir luz y forma el encanto a Dios que rapta su pupila divina, la cual, raptada, mira a la criatura y forma la correspondencia de su dulce encanto y el vacío en el acto de la criatura para poder dar y encerrar en el acto de ella la Divina Voluntad, la cual mientras forma, desarrolla su Vida, la feliz criatura adquiere el poder de hacerlo suyo, y como es suyo lo ama potentemente, más que vida propia. Hija mía, hasta en tanto que mi Voluntad no es tenida como vida propia, exclusivamente suya, que ninguno la pueda quitar a pesar de que sabe que es un don recibido de Dios, pero a pesar de que es recibido ya es afortunada y victoriosa por tener la posesión, jamás se puede amar como conviene a mi Divina Voluntad, ni sentir la necesidad de su Vida, ni Ella podrá desarrollar plenamente con toda libertad su Vida Divina en la criatura. Por eso el llamarla te dispone, al hacerla tuya se hará conocer y sentirás el gran bien de poseer su Vida y la amarás como merece ser amada, y serás celosa de custodiarla con tal atención, de no perder ni siquiera un respiro de Ella”.
(3) Después, encontrándome un poco más sufriente que lo acostumbrado, pensaba para mí: “¡Oh! cómo quisiera que mis penas me formaran las alas para poder volar a mi patria celestial”. Y en lugar de afligirme, mis pequeñas penas me hacían fiesta, y yo me sentía pensativa por esto, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, no te asombres, las penas frente a la gloria sonríen, se sienten triunfantes al ver las conquistas que han adquirido, las penas confirman y establecen la gloria más o menos grande en la criatura, y según las penas, así se siente pintar las más bellas y variadas tintas de belleza, y viéndola transformada en la belleza más rara, festejan. Así que las penas en la tierra lloran, ante las puertas del Cielo comienzan su sonrisa eterna que no termina nuca más; las penas en la tierra son portadoras de humillaciones, ante las puertas de la eternidad son portadoras de gloria; en la tierra vuelven infeliz a la pobre criatura, pero con el secreto milagroso que poseen, trabajan en las más íntimas fibras y en todo el ser humano el reino eterno, de modo que cada pena toma su oficio distinto, quién se hace cincel, quién martillo, quién lima, quién pincel, quién color, y sólo dejan a la criatura confiada a ellas, cuando cada pena ha cumplido su trabajo y triunfantes la conducen al Cielo, y sólo la dejan cuando ven cambiada cada pena en distintas alegrías y en felicidad continua, pero solamente cuando la criatura las recibe con amor y sienten y reciben en cada pena el beso, los abrazos y los fuertes apretones de mi Divina Voluntad, sólo entonces las penas poseen esta virtud milagrosa, de otra manera se vuelven como si no tuvieran instrumentos apropiados para cumplir su trabajo. Pero, ¿quieres saber tú quién es la pena? La pena soy Yo, que me escondo dentro de ella para formar los

profundos trabajos para mi patria celestial, y correspondo con usura la breve morada que me han dado sobre la tierra. Me he hecho prisionero en la pobre cárcel de la criatura para continuar mi Vida de penas aquí abajo, es justo que esta mi Vida reciba sus alegrías, su felicidad, su intercambio de gloria en las regiones celestiales, por eso cesen tus maravillas al ver que tus penas sonríen ante las victorias, ante los triunfos y ante las conquistas”.

+ + + +

33-7
Enero 28, 1934

El Ente Supremo y la criatura se hermanan en la tierra, se hermanan en la gloria. Poder sobre el mismo Jesús. Quien obra en la Divina Voluntad adquiere la fuerza unitiva, comunicativa y difusiva.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, y mi pobre mente ahora se detenía en un punto de sus actos divinos, ahora en algún otro, para mirar en quién la belleza, en quién la potencia, en quién la interminabilidad, y lo demás de la Divina Voluntad creadora. Me parecían todas las cualidades supremas expuestas en todo lo creado para amar a las criaturas, para hacerse conocer, hermanarse con ellas y tomarlas como en su regazo y llevarlas al seno del Creador, de donde todo había salido, así que todos los actos de la Divina Voluntad son ayudas poderosas, reveladoras a quien se hace dominar por ellos, y se hacen portadores de las almas a la patria celestial. Después he llegado a detenerme cuando el Fiat Divino hizo el acto solemne de la creación del hombre, y mi amado Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, detengámonos juntos a mirar con cuánta maestría, suntuosidad, nobleza, potencia y belleza fue creado el hombre, todas nuestras cualidades divinas se volcaron sobre él, cada una de ellas quiso desahogar y verterse más que lluvia tupida sobre él, porque querían hermanarse con ellos. Todas pusieron manos a la obra: Nuestra luz se volcó sobre él para formar su hermano de luz, la bondad se vertió para formar su hermano todo bondad, el amor se volcó para llenarlo de amor y formar su hermano todo amor, la potencia, nuestra sabiduría, la belleza, la justicia, se volcaron sobre él para formar su hermano potente, sabio, justo y de una belleza encantadora, y nuestro Ser Supremo gozaba al ver todas nuestras cualidades divinas trabajando para hermanarse con el hombre, y nuestra Voluntad, que tomando vida en el hombre, mantenía el orden de nuestras mismas cualidades divinas para hacerlo cuanto más agraciado y más bello podían. Así que nuestra ocupación era el hombre, nuestra mirada estaba fija sobre él para hacernos imitar, copiar y hermanarlo con Nosotros, y esto no sólo al crearlo, sino por todo el curso de su vida, nuestras cualidades se ponían al continuo trabajo de mantener el hermanamiento con aquél que tanto amábamos, y después de haberlo hermanado en la tierra, preparábamos la gran fiesta de hermanarnos en la gloria en la patria celestial, hermanamiento de alegría, de bienaventuranza, de felicidad continua, por eso lo amo tanto, porque fue creado por Nosotros, por eso es todo nuestro; lo amo porque nuestro Ser Divino corre siempre sobre él y se vierte sobre él más que torrente impetuoso para dejar de lo nuestro y volver a tomar la nueva carrera para siempre dar. Entonces, como él posee de lo mío, por eso me amo a Mí mismo en él, lo amo porque está destinado a poblar el Cielo y a ser mi hermano de gloria, que nos glorificaremos mutuamente. Yo seré su gloria como vida, y él será mi gloria como obra mía. Por esto amo tanto el que se haga y se viva en mi Voluntad, porque con Ella mis cualidades divinas encuentran su puesto de honor y pueden mantener el hermanamiento con la criatura, sin Ella no encuentran puesto, ni saben dónde ponerse, el hermanamiento queda interrumpido y mi Vida queda sofocada. Hija mía, qué cambio funesto, cuando la criatura se sustrae de mi Voluntad Yo no encuentro más mi imagen, ni mi Vida creciente en ella, mis cualidades se avergüenzan de

estar hermanadas con ella, porque el querer humano desunido del Divino todo lo ha trastornado y entorpecido. Por eso lo que más te importe sea el no salir de mi Voluntad, con Ella estarás hermanada con todo lo que es santo, serás la hermana de todas nuestras obras y tendrás en tu poder a tu mismo Jesús”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Querer Divino, y mi Soberano Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, todo lo que se hace en mi Voluntad queda fundido con Ella, adquiere la fuerza unitiva, comunicativa y difusiva, y así como nuestros actos divinos se extienden a todos, no hay criatura que sea puesta a un lado, así quien obra en nuestro Querer, junto con nuestro acto se extiende a todos, quiere hacer bien a todos y queda honrado y glorificado por haber sido portador universal de bien a todo y a todos”.
(5) Y yo: “Amor mío, sin embargo no se ve en las criaturas el fruto de tanto bien universal, ¡oh! si todos lo recibieran, cuántas transformaciones habría en el bajo mundo”. Y Jesús ha repetido:
(6) “Esto significa que no lo reciben con amor, y sus corazones son como tierra estéril que no tiene ninguna semilla generadora, a la cual nuestra luz no puede llevar la fecundidad. Sucede como al sol, que a pesar de que ilumina y calienta toda la tierra, pero si no encuentra la semilla para fecundarla no puede comunicar su virtud generativa y productiva, y a pesar que con su luz y calor ha plasmado aquellas tierras, ningún bien han recibido, han permanecido como estaban, en su esterilidad, pero con esto el sol ha quedado honrado y glorificado porque a todo ha dado su luz, ninguno ha podido huir de ella, y queda triunfante sólo porque ha dado su luz en modo universal a todos y sobre todo. Así son nuestras obras, nuestros actos, sólo porque poseen la virtud extensible de poderse dar en modo universal a todos y de hacer bien a todos, es el más grande honor y la más grande gloria para Nosotros, no hay honor mayor, gloria más grande que poder decir: ‘Soy el portador de bien a todos, en mi acto tomo en mi mano a todos, abrazo a todos, y tengo virtud de generar el bien sobre todo”. Y como mi ideal es la criatura, por eso la llamo en mi Voluntad a fin de que junto con Ella se vuelva extensible a todos, y conozca con cuánto amor y cómo obra mi Voluntad”.

+ + + +

33-8
Febrero 4, 1934

Amor de Dios oculto en la Virgen. La Paternidad Divina le da la Maternidad Divina, y genera en Ella las generaciones humanas como sus hijos. La inmensidad Divina vuelve inseparables todas sus obras.

(1) Mi abandono continúa en el Querer Divino, y encontrando todo lo que ha hecho Él, el pequeño átomo de mi alma gira y vuelve a girar para dar también un pequeño te amo mío por todo lo que en el giro de la eternidad ha hecho por amor de todas las criaturas, y mi amado Jesús me ha detenido en las olas de amor interminable de la Concepción de mi Mamá Celestial, y todo bondad me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, tu te amo, por cuan pequeño sea, hiere a nuestro amor, y de aquellas heridas que nos hace nos da ocasión para hacer salir nuestro amor escondido, y hacerse revelador de nuestros íntimos secretos y de cuánto hemos amado a las criaturas. Tú debes saber que Nosotros amábamos a todo el género humano, pero estábamos obligados a tener oculto en nuestro Ser Divino todo el fuego inmenso de nuestro amor, porque no encontrábamos en ellos ni belleza que raptara nuestro amor, ni amor que hiriéndonos hiciera salir nuestro amor para inundarlos para hacerse conocer, amarlos y hacerse amar, más bien estaban inmersos en el letargo de las culpas, tanto de hacernos horrorizar al sólo verlos. Pero nuestro amor ardía, lo amábamos y queríamos

hacer llegar nuestro amor a todos, ¿cómo hacer? Debíamos usar una gran invención de nuestro amor para llegar a esto, y he aquí cómo: Llamamos a vida a la pequeña Virgencita María, y creándola toda pura, toda santa, toda bella, toda amor, sin mancha de origen, y haciendo concebir junto con Ella nuestra misma Voluntad Divina, a fin de que entre Ella y Nosotros hubiera libre acceso, perenne unión e inseparabilidad. Ahora, la Celestial Reina con su belleza nos raptaba, y nuestro amor corría, corría; con su amor nos hería y nuestro amor desbordando se escondía en Ella, y mirando a través de su belleza y de su amor a todas las criaturas, nuestro amor se desahogaba y amaba con amor oculto en esta Celestial Reina a todas las criaturas. Así que a todos amamos en Ella, a través de su belleza no nos parecen más feas, nuestro amor no estaba más restringido en Nosotros, sino difundido en el corazón de una criatura tan santa, que comunicándole nuestra Paternidad Divina y amando a todos en Ella, adquirió la Maternidad Divina para poder amar a todos como hijos suyos, generados por su Padre Celestial; en cuanto sentía que Nosotros amábamos a todas las criaturas en Ella, así sentía que nuestro amor formaba la nueva generación de todo el género humano en su corazón materno. ¿Se puede dar invención más grande de amor, estratagemas más amorosas, que el que nuestra Paterna bondad para amar a las criaturas, y también a aquéllas que nos ofendían, eligiera de esta misma estirpe a una criatura, formarla cuanto más bella podíamos a fin de que nuestro amor no pudiese encontrar obstáculos para poder amar a todos en Ella, y hacerla amar a todos? En esta Celestial Reina todos pueden encontrar nuestro amor escondido en Ella, mucho más que poseyendo nuestra Voluntad Divina nos dominaba y nos hacía amar a todos, y Nosotros con nuestro dulce imperio la dominábamos a Ella para ser la Madre más afectuosa de todas. El verdadero amor no sabe estar sin amar y usa todas las artes, toma ocasión de las más pequeñas cosas, como de las más grandes para amar, nuestro amor ahora se esconde, ahora se hace patente, ahora directamente, y ahora por vía indirecta, para hacer conocer que amamos con amor incesante a aquélla que sacamos del fondo de nuestro amor. Don más grande no podíamos dar a todas las generaciones, que dar a esta inigualable criatura como Madre de todos, y como portadora de nuestro amor escondido en Ella, para darlo a todos sus hijos”.
(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, el pensamiento de que mi Mamá Celestial poseía en su materno corazón el amor escondido con el cual me amaba mi Creador, me llenaba de alegría, y el pensar que yo era mirada por Dios desde dentro de mi querida Madre Celestial, a través de su santidad y de su belleza raptora, ¡oh! cómo me sentía feliz y llena de confianza, porque ya no debía ser amada y mirada sola, sino amada y mirada junto con mi Mamá. ¡Ah! Ella para hacerme amar más por mi Jesús me cubrirá con sus virtudes, me vestirá con su belleza y esconderá mis miserias y mis debilidades. Pero un pensamiento quería afligir mi alegría: “Que Nuestro Señor hizo esto mientras la Reina del Cielo vivió sobre la tierra, pero cuando se la llevó al Cielo esta invención de amor divino terminó”. Y mi dulce Jesús regresando ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, nuestras obras continúan siempre y son inseparables de Nosotros, así que nuestro amor oculto continúa en la Reina del Cielo y continuará siempre, no sería obrar como Dios si todo lo que hacemos pudiera separarse de Nosotros y no tener vida perenne. Por eso Nosotros amamos, nos vertemos sobre las criaturas, parece que nuestro amor parte de Nosotros, pero no, parte y queda con Nosotros, y el amor que se vuelca sobre las criaturas es inseparable de Nosotros y vuelve inseparable a aquélla que ha recibido nuestro amor, así que todas nuestras obras: Cielo y tierra, criaturas que salen a la luz del día, parece que parten de Nosotros, pero no, todas son inseparables de Nosotros, y esto es en virtud de nuestra inmensidad, que envolviendo todo, no hay punto donde no se encuentra y vuelva inseparable todo lo que Nosotros hacemos, por eso ni nuestras obras se pueden separar de Nosotros, ni Nosotros de ellas, se puede decir que forman un solo cuerpo para Nosotros, y nuestra inmensidad y potencia es como circulación de la sangre que mantiene a todo y a todos la vida, a lo más pueden ser obras distintas una de la otra, pero separables jamás”.

(5) Entonces yo al oír esto, maravillándome he dicho: “Sin embargo Amor mío, los réprobos ya están separados de Ti, pero también ellos son obras salidas de Ti, ¿cómo es entonces que no te pertenecen más?”
(6) Y Jesús: “Te equivocas hija mía, no me pertenecen por vía de amor sino por vía de justicia, mi inmensidad que los envuelve tiene su poder sobre ellos, y si no me pertenecieran, mi justicia que castiga no tendría qué castigar, porque si las cosas no me pudieran pertenecer al instante perderían la vida, pero si esta vida existe es que hay quién la conserva y quién justamente la castiga. Por eso nuestro amor escondido hacia cada criatura la Soberana Señora lo posee todavía en el Cielo, es más, es su más grande triunfo y contento, porque siente que su Creador ama en su materno corazón a todas las criaturas, y Ella haciendo de verdadera Madre, cuántas veces me las esconde en su amor para hacerlas amar, en sus dolores para hacerlas perdonar, en sus oraciones para hacerles dar las gracias más grandes. ¡Ah! Ella es la que cubre y que sabe cubrir y disculpar a sus hijos ante el trono de nuestra Majestad, por eso hazte cubrir por tu Mamá Celestial, la cual pensará en las necesidades de su hija”.

+ + + +

33-9
Febrero 10, 1934

Quien vive en la Divina Voluntad crece en sus brazos, la cual con su fuerza la forma como la pequeña vencedora. Ella es la pequeña reina que con su Jesús en el corazón repite su Vida.

(1) Me siento la pequeña hija, pero tan pequeña que siento la extrema necesidad de que la Divina Voluntad, más que Madre mía me lleve entre sus brazos, me ponga las palabras en la boca, me suministre el movimiento a mis manos, me sostenga el paso, me forme el latido en el corazón y el pensamiento en mi mente. ¡Oh! Voluntad Divina, cuánto me amas, me siento verter tu Vida en mí para darme vida, y siento cómo está en espera de querer los átomos de mis actos para investirlos con su fuerza creadora y decirme: “Los átomos de mi hija me igualan, porque poseen mi fuerza invencible”. Pero mientras mi mente quedaba sorprendida al ver los inventos amorosos y maternos de la Divina Voluntad, mi siempre amable Jesús que está siempre en guardia para ser espectador de lo que hace el Querer Divino en mí, me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija, tú debes saber que mi Supremo Querer mira a quien quiere vivir en Él como parto suyo, que quiere crecer en sus brazos, con sus cuidados maternos, y en cuanto ve que su pequeña quiere dar de sí con sus pequeñas obras para decirle que la ama, esta Madre Divina se estrecha al pecho a su hija y fortifica con su fuerza el movimiento, la palabra, el paso de su hija, esta fuerza la inviste toda, la transforma, y si bien pequeña, se ve pequeña y fuerte, pequeña y vencedora, y esta Madre toma gusto de hacerse vencer por su pequeña hija, así que se ve fuerte en el amor, fuerte en el sufrir, fuerte en el obrar, la fuerza es la aureola de esta criatura, ella es la invencible ante Dios y sobre de sí misma, sus debilidades y pasiones tiemblan ante esta pequeña vencedora, Dios mismo sonríe y cambia la justicia en amor, en perdón ante la infantil fuerza de esta criatura; es la fuerza de su Mamá, su cuidado continuo, que la vuelven fuerte e invencible. Por eso si quieres ser la vencedora sobre todo, crece en los brazos de mi Voluntad, Ella se verterá en ti y sentirás su Vida palpitante en ti, y te crecerá a su semejanza y serás su honor, su triunfo y su gloria”.
(3) Después continuaba pensando en la Divina Voluntad, y ante mi mente se presentaban las escenas más bellas del obrar divino, todas como en acto de darse a mí para hacerse conocer, para recibir mi pequeño amor, mi gratitud y mi agradecimiento, y mi amado Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía bendita, para quien vive en mi Voluntad todos los tiempos son los suyos, y Yo amo el sentirme repetir por ella lo que no me han hecho y lo que me han hecho las criaturas, porque con tanto amor he obrado por ellas, por eso quien vive en mi Voluntad encuentra en acto la Creación, y ella en el cielo azul, en el sol brillante, en las estrellas centelleantes, me da sus besos, su amor filial, y ¡oh! cómo me siento contento de que en tantas cosas creadas encuentro el amor, los besos, el acto reconociente de mi hija, y Yo todas las cosas las convierto para ella en alegría, en defensa, en propiedad suya. ¡Oh! cómo es bello ser reconocido, amado en aquellas mismas obras, porque las hemos hecho porque hemos amado; encuentra la pequeña época del Adán inocente, y ella junto con él me dan sus inocentes abrazos, sus castos besos, su amor de hijo, y Yo, ¡oh! cómo me siento feliz porque veo mi Paternidad reconocida, amada, honrada, ¡oh! cómo es bello sentirme Padre, y como tal sentirme amado por mis hijos, y Yo correspondo con mis besos, mis paternos abrazos, y le doy como derecho de propiedad suya la alegría infinita de mi Paternidad. ¿Qué cosa no daré a mis hijos después de que he sido amado y reconocido como Padre? Todo, no les negaré nada, y ellos me dan el derecho, la alegría de mis hijos. Para quien vive en mi Voluntad no sé negarle nada, si esto hiciera me lo negaría a Mí mismo, por eso doy todo, y ella me repite las escenas de darme todo. Por eso en Ella hay intercambios de obras, amor recíproco, que forman tales escenas conmovedoras de formar el paraíso de Dios y del alma. ¡Oh! mil y mil veces bienaventurado quien viene a vivir en la celestial morada de mi Voluntad. Tú debes saber que quien hace la Divina Voluntad, entra en Ella como reina, y como tal viene delante a Nosotros cortejada por todas nuestras obras, así que hace suya la Concepción de la Virgen y fundiéndose con Ella y con Nosotros, nos da lo que Nosotros le dimos a Ella, y lo que Ella nos dio a Nosotros, y nos sentimos dar el amor, la gloria de los mares inmensos con los cuales dotamos a esta Virgen, y remover todos sus actos como si en acto nos los estuviera repitiendo, y ¡oh! qué abismos de gracia se renuevan entre el Cielo y la tierra. El alma en nuestra Voluntad, Ella la pone en condiciones de hacerla ser la repetidora de sus obras, y mientras las repite dota con ellas a aquélla que le ha dado la ocasión, y como la criatura es incapaz de darnos todo en un acto, lo que en Nosotros se forma en un acto solo, su pequeñez va extendiendo en nuestra Voluntad, y ahora toma una obra nuestra, y ahora otra, y con el dominio que le da nuestra Voluntad, desciende en la Encarnación del Verbo, y ¡oh! cómo es bello verla investida de su amor, embellecida con sus lágrimas, adornada con sus heridas, poseedora de sus plegarias, todas las obras del Verbo la circundan dentro y fuera, y lo que es más, convertidas para ella en alegrías, en bienaventuranzas, en fuerza, con la inseparabilidad de su Jesús, que como en un templo sagrado, que tiene en su corazón, para hacerla la repetidora de su Vida. Y ¡oh! qué escenas conmovedoras hace ante Dios, con su Jesús en el corazón ruega, sufre, ama junto con Jesús, y en su pequeñez infantil dice: ‘Poseo a Jesús, Él me domina y yo a Él, es más, yo le doy lo que Él no tiene, mis penas para formar su Vida completa en mí; Él es pobre de penas porque glorioso no puede tenerlas, y yo lo suplo en lo que no tiene, y Él me suple en lo que a mí me falta’. Así que en nuestra Voluntad la verdadera reina es la criatura, todo es suyo, y nos da tales sorpresas de nuestras obras, que nos rapta y forma nuestra felicidad que la criatura nos puede dar en nuestra Voluntad Santísima”.

+ + + +

33-10
Febrero 24, 1934

La criatura con hacer su voluntad pierde la cabeza, la razón divina, el orden, el régimen. Jesús es cabeza de la criatura.

(1) Mientras continuaba mi giro en la Divina Voluntad, su dulce imperio, su fuerza irresistible, su amor y su luz inextinguible se vierten sobre mi pequeñez, la cual como raptada se encuentra en el mar de la Divina Voluntad, y ¡oh! las dulces sorpresas, sus modos siempre nuevos, su belleza raptora, su inmensidad que lleva como en su regazo a todos y a todo; pero lo que más impresiona es su amor por la criatura, parece que es toda ojo para mirarla, toda corazón para amarla, toda manos y pies para llevarla estrechada a su seno y para darle el paso. ¡Oh! cómo suspira el dar su Vida a la criatura a fin de que pueda vivir de la suya, parece que sea un delirio que tiene, un empeño que ha tomado, una victoria que a cualquier costo quiere obtener, que su Vida forme la vida de la criatura. Entonces mi mente se perdía en medio de este espectáculo de amor de la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, el hombre con hacer su voluntad perdió la cabeza, la razón divina, el régimen, el orden de su Creador, y como perdió la cabeza, todos los miembros querían hacer de cabeza, pero no siendo oficio de los miembros tener virtud y habilidad de hacer de cabeza, no supieron tener el régimen, ni el orden entre ellos, y un miembro se puso contra el otro y se dividieron entre ellos, así que quedaron como miembros separados, porque no poseían la unidad de la cabeza. Pero nuestro Ente Supremo amaba al hombre, y viéndolo sin cabeza, nos daba pena y era el más grande de los deshonores a nuestra obra creadora, no podíamos tolerar un desgarro tan grande en aquél que tanto amábamos. Por eso nuestra Voluntad Divina nos dominó, y nuestro amor nos venció, y haciéndome descender del Cielo a la tierra me constituí cabeza del hombre y reuní todos los miembros esparcidos bajo mi cabeza, y los miembros adquirieron el régimen, el orden, la unión y la nobleza de la cabeza. Así que mi Encarnación, todo lo que hice y sufrí, y mi misma muerte, no fue otra cosa que camino que hice para buscar estos miembros esparcidos, y hacer fluir de la virtud de mi cabeza divina, la vida, el calor y la resurrección de los miembros muertos, para formar de todas las humanas generaciones un solo cuerpo bajo mi cabeza divina; cuánto me costó, pero mi amor me hizo superar todo, afrontar todas las penas y triunfar sobre todo. Ahora hija mía, mira entonces qué significa no hacer mi Voluntad, perder la cabeza, dividirse de mi cuerpo, y como miembros separados, a duras penas y a tientas caminar aquí abajo como tantos monstruos, de dar piedad. Todo el bien de la criatura está concentrado en mi Voluntad Divina y forma nuestra gloria y la de las humanas generaciones; he aquí el por qué nuestro delirio, nuestro empeño, y queremos vencer por vía de amor y de sacrificios inauditos, para que la criatura viva en nuestra Voluntad. Por eso sé atenta y contenta a tu Jesús”.

+ + + +

33-11
Marzo 4, 1934

Los actos hechos en la Divina Voluntad forman los caminos, abrazan los siglos. Quién forma la cárcel. El Ingeniero Divino y el Artífice insuperable.

(1) Mi pobre inteligencia gira siempre en el Fiat Divino para encontrarme con sus actos, fundirme con ellos, cortejarlos, amarlos y poderle decir: “Tengo el amor de tus actos en mi poder, por eso te amo como me amas Tú, y lo que haces Tú hago yo”. ¡Oh! cómo es bello poder decir: “He desaparecido en la Divina Voluntad, y por eso su fuerza, su amor, su santidad, su obrar, son míos, hacemos un solo paso, tenemos un solo movimiento y un solo amor”. Y la Divina Voluntad toda en fiesta parece que dice: “Cómo estoy contenta, no estoy más sola, siento en Mí un latido, un movimiento, una voluntad que corre en Mí, y fundida junto Conmigo no me deja jamás sola, y hace lo que hago Yo”. Entonces, mientras mi mente se perdía en el Querer Divino, pensaba entre mí: “Pero qué bien hacen

estos actos míos hechos en la Divina Voluntad, mientras que yo no hago nada Ella hace todo, y como estoy junto, dentro de Ella, me dice que hago lo que Ella hace, y lo dice con razón, porque estando en Ella y no hacer lo que Ella hace es imposible, porque su potencia es tanta, que inviste mi nada y la hace hacer lo que hace el Todo, no puede hacer ni sabe hacer de manera diferente”. Entonces mi dulce Jesús sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, cómo es bello, honor más grande no puede recibir la criatura que aquél de ser admitida dentro de Ella; los instantes, los más pequeños actos hechos en Ella, abrazan los siglos, y como son divinos, están investidos de tal poder, que lo que se quiere hacer con ellos, todo se puede hacer y todo obtener, el Ser Divino queda atado en estos actos, porque son actos suyos y debe darles el valor que merecen. Además de esto, tú debes saber que los actos hechos en mi Voluntad forman los caminos que deben servir a las almas para hacerlas entrar en Ella, y son tan necesarios, que si primero no surgen almas heroicas que vivan en Ella para formar los caminos principales de su reino, las generaciones no encontrando los caminos, no sabrán cómo hacer para entrar en mi Voluntad. Hija mía, para formar una ciudad primero se forman los caminos que forman el orden que debe tener una ciudad, y después se ponen los fundamentos para construirla; si no se forman los caminos, las salidas, las comunicaciones que debe tener, hay peligro de que en vez de una ciudad, los ciudadanos puedan formarse una cárcel, porque no siendo dotada de caminos, no saben por dónde salir; mira cómo son necesarios los caminos. Ahora, la ciudad sin caminos es la voluntad humana, que encerrada en su cárcel ha cerrado todos los caminos para entrar en la ciudad celestial de mi Divina Voluntad. Ahora, el alma que entra en Ella rompe la cárcel, derriba la infeliz ciudad sin caminos, sin salidas, y unida con la potencia de mi Querer, Ingeniero Divino, forma el plano de la ciudad, ordena los caminos, las comunicaciones, y haciéndola de artífice insuperable, forma la nueva ciudadela del alma, con tal maestría, de formar las vías de comunicación para hacer entrar a las otras almas y formar tantas ciudades para poder formar un reino, la primera será el modelo de las otras. Ve entonces para qué sirven los actos hechos en mi Voluntad, me son tan necesarios, que sin ellos faltaría el camino para hacerla reinar. Por eso siempre en mi Voluntad te quiero, no salgas jamás si quieres volver contento a tu Jesús”.

+ + + +

33-12
Marzo 11, 1934

Quien no vive en la Voluntad Divina la pone en soledad y la reduce al silencio. Quién es el templo de Dios. La Divina Voluntad templo del alma. La pequeña hostia. Señal para conocer si se vive en la Divina Voluntad.

(1) Me parece oír el eco continuo del Fiat Divino que resuena en mi alma, que con su potencia invencible llama mis pequeños actos en sus actos para formar uno solo, y parece que se deleita con su criatura, no se siente solo, tiene a quien contar sus alegrías y sus dolores, en suma, no se siente ni en soledad ni reducido al silencio; en cambio con quien no vive en el Querer Divino siente el peso de la soledad, y si quiere hablar y confiar sus secretos no es entendido, porque falta la luz de su Voluntad que le hace entender su lenguaje celestial, y ¡oh! cómo queda dolorido por eso, porque mientras es todo voz y todo palabra, no tiene a quién decir nada. ¡Oh! Voluntad adorable, hazme vivir siempre en Ti, a fin de que rompa tu soledad y te dé campo para hacerte hablar. Pero mientras mi mente se perdía en los bastos horizontes del Fiat Divino, mi dulce Jesús repitiendo su visita, todo bondad me ha dicho:

(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, es verdad que quien no vive en nuestra Voluntad la pone en soledad y la reduce al silencio; tú debes saber que cada criatura es un trabajo nuevo y distinto que tenemos que hacer, y por eso nuevas cosas que decir; y si no vive en nuestro Querer sentimos que aquella criatura está lejana de Nosotros, porque su voluntad no está en la nuestra, por eso por parte de ella nos sentimos solos, impedidos en nuestro trabajo, y si quisiéramos hablar, es como si quisiéramos hablar a los sordos, a los mudos. Por eso quien no vive en nuestro Querer es nuestra cruz, nos impide el paso, nos ata los brazos, echa por tierra nuestras obras más bellas, y Yo que soy el Verbo me reduzco al silencio.
(3) Ahora, tú debes saber que el alma en gracia es el templo de Dios, pero cuando el alma vive en nuestra Voluntad, Dios se hace templo del alma, y ¡oh! la gran diferencia entre la criatura templo de Dios, y entre Dios templo del alma; el primero es un templo expuesto a los peligros, a los enemigos, sujeto a pasiones, muchas veces nuestro Ente Supremo se encuentra en estos templos como en los templos de piedra, no cuidado, no amado como conviene, y la pequeña lamparita de su amor continuo que debía tener como homenaje a su Dios que reside en ella, sin el aceite puro está apagada, y si jamás sea, cae en pecado grave, nuestro templo se derrumba y queda ocupado por ladrones, nuestros enemigos y suyos, que lo profanan y de él hacen masacre. El segundo templo, es decir Dios templo del alma, no está expuesto a peligros, los enemigos no pueden acercarse, las pasiones pierden la vida, el alma en este nuestro templo divino es como la pequeña hostia que tiene consagrado en ella a su Jesús, la cual con el amor perenne que toma, recibe y se alimenta, forma la lámpara viva que siempre arde, sin que jamás se apague; este nuestro templo ocupa su puesto real, su Querer completo y es nuestra gloria y nuestro triunfo; y la pequeña hostia, ¿qué hace en este nuestro templo? Ruega, ama, vive de Voluntad Divina, suple a mi Humanidad sobre la tierra, toma mi puesto de penas, llama a todo el ejército de nuestras obras para hacernos cortejo, la Creación, la Redención las tiene como suyas y hace de comandante sobre ellas, y ahora nos las pone como ejército alrededor en acto de oración, de adoración, ahora como ejército en acto de amarnos y glorificarnos, pero ella siempre a la cabeza para hacer lo que quiere que hagan nuestras obras, y termina siempre con su estribillo tan agradable a Nosotros: ‘Tu Querer sea conocido, amado y reine y domine en el mundo entero’. Así que todas las ansias, los suspiros, los intereses, las premuras, las plegarias de esta pequeña hostia que vive en nuestro templo divino son: Que nuestro Fiat abrace a todos, haga a un lado todos los males de las criaturas, y con su soplo omnipotente se haga lugar en los corazones de todos para hacerse vida de cada criatura; ¿se puede dar oficio más bello, más santo, más importante, más útil al Cielo y a la tierra, que el de esta pequeña hostia que vive en nuestro templo? Además de esto, nuestro amor, nuestra potencia, hacen todos los desahogos, todas las industrias, todas las estratagemas con quien vive en nuestra Voluntad: Nuestro amor se hace pequeño y se encierra en el alma para formar su Vida, y de ésta quedan sólo los despojos para quedar cubierta; nuestra potencia se hace inmensa cual es, y se forma templo suntuoso para tenerla dentro, al seguro, y gozar de su compañía. Para quien hace nuestra Voluntad ella está siempre ocupada de Nosotros, y Nosotros siempre estamos ocupados de ella, por eso trata de encontrarte siempre en nuestra Voluntad”.
(4) Después de esto seguía pensando en el Querer Divino, y mi amado Jesús ha agregado:
(5) “La señal si el alma vive en mi Voluntad, es si todas las cosas internas y externas son portadoras de mi Voluntad, porque decir que posee su Vida y no sentirla es imposible, por eso se la sentirá en el latido, en el respiro, en la sangre que circula en sus venas, en el pensamiento que formula en su mente, en la voz que da vida a su palabra, y así de lo demás. Entonces el acto interno haciendo eco al externo, hace encontrar mi Voluntad en el aire que respira, en el agua que bebe, en el alimento que toma, en el sol que le da luz y calor, en suma, lo interno y lo externo se dan la mano y forman tantos actos para formar la Vida de mi Voluntad en ellos, un solo acto no forma vida, sino actos continuos y repetidos

forman la vida. Además, en mi Voluntad todo está presente, como en acto de hacer todo lo que ha sido hecho por Nosotros, y la criatura en Ella entra en la potencia de nuestros actos presentes y hace lo que hacemos Nosotros, ella queda investida con nuestra fuerza creadora, por nuestro amor que siempre surge, comprende que es propiamente para ella que todo hace, y ¡oh! cómo ama y cómo quiere hacer todo para su Creador, en cambio fuera de nuestro Fiat, lo que nosotros hemos hecho se ven como cosas pasadas, hechas para todos, no para ella sola, por eso el amor no se despierta, duerme, queda como en letargo y piensan en un amor lejano, no en acto. Por eso hay tal diferencia entre quien vive en mi Voluntad y entre quien vive fuera de Ella, que no hay comparación que valga. Por eso sé atenta y agradéceme por el gran bien que te he hecho de hacerte conocer qué significa vivir en mi Querer”.

+ + + +

33-13
Marzo 25, 1934

La oración en la Divina Voluntad se hace portavoz de los actos del Fiat Divino. La Humanidad de Nuestro Señor posee la virtud generadora.
El amor divino consiste en reproducirse en todos y en cada uno.

(1) Mi pobre mente parece que no sabe estar sin ir en busca de los actos hechos por la Divina Voluntad, si esto no hiciera me parece que me faltaría el lugar donde morar, el alimento para nutrirme, el aire para respirar, el paso para poderme mover en sus interminables confines. ¡Ah! son los actos de la Voluntad Divina que mientras yo busco, me llaman, y unificándose conmigo parece que me susurran al oído: “Estamos en tu poder, y con la potencia de estos actos tienes monedas suficientes para pedir, para impetrar el reino de nuestro Fiat Supremo; para obtener un Querer Divino se requieren actos divinos, y la criatura conforme viene en Él, nuestros actos se extienden alrededor de los suyos y nuestro acto toma como en triunfo el acto de ella, y pide junto con ella el triunfo, el dominio de nuestra Voluntad sobre la tierra”. Pero mientras mi mente gozaba la vista encantadora de mis pequeños actos circundados por los mares de los actos divinos, mi pequeño amor rodeado por el mar del amor divino, que con voz arcana e incesante no sabían pedir otra cosa que Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, mi Soberano Jesús sorprendiéndome, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, cómo es dulce, consolador, potente, oír a mi Voluntad con todos sus actos, en el pequeño acto, amor, adoración de la criatura, pedir el Fiat reinante sobre la tierra. Ella se sirve del pequeño amor de la criatura como portavoz para hacerla resonar en todos sus actos, para hacerla pedir su reino, no quiere hacerlo sola, sino que quiere la intermediación de ella para hacerlo. Pero ¿quieres saber para qué sirve esta plegaria que contiene potencia, valor, y armas divinas que nos hacen guerra con modos incesantes? Sirve para llamar a Dios sobre la tierra para hacer vida en cada criatura, sirve para hacer rogar a mi misma Voluntad Divina y a todas sus obras, que venga a reinar sobre la tierra, sirve para preparar el lugar en Dios mismo a la criatura, es una oración divina, prodigiosa, que sabe obtener todo”.
(3) Después de esto seguía mi abandono en los brazos de Jesús, su corazón Divino se estremecía muy fuerte de amor, de alegría, de felicidad y de dolor, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, todos los actos de mi Humanidad poseen la virtud generativa, por lo tanto la mente piensa y genera pensamientos santos, piensa y genera luz, ciencia, sabiduría, conocimientos divinos, verdades nuevas, y mientras genera se vierte a torrentes en las mentes de las criaturas, sin jamás cesar de generar, así que cada criatura tiene en su mente el desván de estos mis hijos generados por mi mente, con la diferencia que, quién

los tiene honrados, cortejados, dándoles la libertad de hacerlos producir el bien que poseen, y quién los tiene sin cuidarlos y como sofocados; mis miradas generan miradas de amor, de compasión, de ternura, de misericordia, no pierdo jamás de vista a ninguno, mis miradas se multiplican por todos, y ¡oh!, la potencia de mis miradas, con cuánta piedad se vuelcan sobre las miserias humanas, es tanta que para ponerlos a salvo encierra en mi pupila a la criatura para tenerla defendida y circundada de afecto y de ternura indecible, de hacer maravillar a todo el Cielo; mi lengua habla y genera palabras que dan vida, enseñanzas sublimes, genera plegarias, habla y genera heridas y dardos de amor para dar la generación de mi ardiente amor a todos y hacerme amar por todos; mis manos generan obras, llagas, clavos, sangre, abrazos, para hacerme obra de cada uno, bálsamo para endulzar sus llagas, clavos para herirlos y purgarlos, sangre para lavarlos, abrazos para abrazarlos y llevarlos como en triunfo en mis brazos. Toda mi Humanidad genera continuamente para reproducirla en cada criatura, nuestro amor divino consiste propiamente en esto, en reproducirse en todos y en cada uno, y si no tuviéramos la virtud generativa no podría ser una realidad, sino un modo de decir, mientras que en Nosotros primero hacemos los hechos, y si usamos el decir es para confirmar los hechos. Mucho más que mi Humanidad es inseparable de mi Divinidad, la cual posee en naturaleza la virtud generativa, y está sobre las criaturas como una madre con los brazos abiertos y genera en modo admirable su Vida en ellas. Pero ¿sabes tú quién recibe los efectos, el fruto completo de este mi generar continuo? En quien reina mi Voluntad, la cual no sólo recibe la generación de mis actos, sino los reproduce en modo admirable”.

+ + + +

33-14
Abril 28, 1934

La Divina Voluntad en cada acto que hace, llama a todas las criaturas para dar el bien que su acto contiene. Ejemplo del sol.

(1) Estoy siempre en mi querida heredad del Fiat, siento su dulce imperio que me tiene absorbida y tan investida, que no me deja tiempo para dolerme de las privaciones de mi amado Jesús, para mí demasiado dolorosas. La multiplicidad e infinitud de sus actos continuos se imponen sobre mí, para tenerme presente y participarme el bien que contienen y decirme cuánto me aman, y preguntarme: Y tú ¿cuánto nos amas? Entonces mi mente se perdía y quedaba raptada al ver que siempre quería darme de lo suyo, y por eso me quería presente en sus actos; ¡qué bondad, qué amor! Después, mi Soberano Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tu Jesús tiene el trabajo de manifestar los secretos de mi Voluntad Divina, y manifestar su amor que da, porque no sabe estar ni puede estar si no da de lo suyo de manera continua a la criatura. Tú debes saber que cuando mi Voluntad hace un acto, llama en su acto a todas las criaturas, las quiere a todas Consigo para dar a cada una el bien que posee aquel acto, así que todas son encerradas en su acto, y reciben el bien de la herencia divina, con esta diferencia, que quien está en nuestra Voluntad voluntariamente y por amor, de él queda poseedora, y quien no está, el bien no queda perdido, sino que espera a su heredera, quién sabe y se decida a hacer vida en nuestra Voluntad para darle la posesión, y por generosidad toda divina le damos el interés del bien que le habíamos asignado, esto es, los efectos, para hacer que no muera de hambre de los bienes de su Creador, porque nuestra Voluntad posee en naturaleza la virtud universal, y por eso en cada acto suyo llama a todos, abraza a todos, envuelve a todos, y da a todos sus bienes divinos. Símbolo e imagen es el sol, que habiendo sido creado por mi Fiat con su virtud universal, da su luz a todos, no la niega a ninguno, y si alguno no quisiera tomar el bien de su luz, el sol no destruye la luz que a aquél tal

pertenece, ni la puede destruir, sino que espera hasta que aquél tal se decida a tomar el bien de la luz, y entonces no se niega, rápido se da, y hasta en tanto que no se decida a tomar directamente el bien de la luz, le da el interés por medio de las otras cosas creadas en las cuales el sol tiene su acto primero, en todas las cosas creadas, a quién da la fecundidad y la maduración, a quién el desarrollo y la dulzura, no hay cosa creada a la cual el sol no le dé de lo suyo, por eso la criatura tomando el alimento, sirviéndose de las plantas, toma los efectos y los intereses que le da la luz que a él pertenece y que voluntariamente no toma. Más que sol es mi Voluntad, en todos los actos que hace llama y tiene presentes a todas las criaturas, y a todas da sus bienes divinos.
(3) Ahora quien vive en nuestra Voluntad, como posee como propiedad suya el bien que en cada acto mi Querer le ha dado, siente en sí la naturaleza del bien, ya que el bien está en su poder; la bondad, la paciencia, el amor, la luz, el heroísmo del sacrificio están a su disposición, y si tiene la ocasión de ejercitarlos, sin esfuerzo los ejercita, y si no tiene la ocasión de ejercitarlos los posee siempre, como tantas nobles princesas que forman el honor, la gloria de las propiedades que le ha dado mi Voluntad. Sucede como al ojo que posee la vista, si es necesario que vea, que se ayude con la vista, lo hace, si no es necesario no pierde la vista, sino que tiene su ojo como gloria y honor porque posee su ojo que ve. Poseer mi Voluntad y no poseer las virtudes como en naturaleza suya, es casi imposible, sería como un sol sin calor, como un alimento sin sustancia, como una vida sin latido. Por eso quien posee mi Voluntad posee todo, como dones y propiedades que lleva consigo mi Querer Divino”.

+ + + +

33-15
Mayo 6, 1934

Primer propósito de la Redención: Restablecer la Vida de la Divina Voluntad en la criatura. Dios hace las cosas menores para dar el lugar a sus obras mayores.

(1) Estoy bajo las olas altísimas del Fiat Divino, el cual, las cosas y todos sus actos divinos, hace ver y tocar con la mano que todos tienen origen del Querer Divino, y todos son portadores de un Querer tan Santo. Así que el fin primario de Dios, tanto en la Creación como en la Redención, no fue otro su objetivo que formar su Vida palpitante de Voluntad Divina en cada criatura y en todo, quería su puesto regio, la inserción de todas las cosas y de cada acto en su Voluntad, y con justicia y con razón, siendo Ella la autora de todo y de todos, ¿qué maravilla que quiera su lugar de derecho en todo? Después, siguiendo a la Divina Voluntad en sus actos, he llegado a la Redención, y mi amado Jesús deteniéndome y suspirando me ha dicho:
(2) “Hija mía, el fin primario de la Redención, en nuestra mente divina, fue el restablecer el reino de la Divina Voluntas en la criatura; era esto de divino que habíamos puesto en ella, nuestra Voluntad obrante, el acto más noble, más bello, y que en virtud de esto Nosotros amábamos a la criatura hasta la locura, porque tenía de lo nuestro, Nosotros nos amábamos a Nosotros mismos en ella, y por eso nuestro amor era perfecto, pleno e incesante, y como si no nos pudiéramos separar de ella, sentíamos a nuestra misma Voluntad que desde dentro de la criatura nos imponía a amarla, y si descendí del Cielo a la tierra, fue el imperio, la potencia de mi Fiat que me llamó, porque quería sus derechos y ser restablecido y puesto a salvo su acto noble y divino. Nos habría faltado el orden y habríamos actuado contra natura si descendiendo del Cielo hubiera puesto a salvo a las criaturas, y a nuestra Voluntad, lo que de divino y nuestro acto más bello puesto en ellas, principio, origen y fin de todo, no ponerlo a salvo y restituirle su reino en ellas. Pero,
¿quién hay que no piense en salvarse primero a sí mismo y después a los demás?

Ninguno, y si no puede salvarse a sí mismo, es señal de que no tendrá ni virtud, ni poder de salvar a los demás. Con restablecer el reino de mi Voluntad en la criatura, Yo hacía el acto más grande, acto que sólo puede hacer un Dios, esto es, poner a salvo mi misma Vida en la criatura, y salvándome a Mí mismo todos eran puestos al seguro, no más peligros, porque tenían una Vida Divina en su poder, en la cual habrían encontrado todos los bienes que quisieran. Por eso mi Redención, mi Vida, mis penas, mi muerte, servirán para disponer a las criaturas a un bien tan grande y como preparativo al gran portento del reino de mi Voluntad en las generaciones humanas, y si aún no se ven los frutos, la vida de él, esto no dice nada, porque en mi Humanidad está el germen, la Vida de mi Fiat, y este germen posee la virtud de formar la gran generación de tantas otras semillas en los corazones, para regenerar en ellos el restablecimiento de la Vida de mi Voluntad en las criaturas. Por eso no hay acto hecho por el Ente Supremo que no salga de nuestra Voluntad, y es tanto su amor, que se pone como vida en nuestro acto, y como vida reclama sus derechos, porque quiere desarrollar su Vida; por eso, ¿cómo podía Yo venir a redimir si no restituía estos derechos a mi Voluntad? Estos derechos para venir a redimir le fueron restituidos en mi Madre Celestial, en mi Humanidad, y sólo porque tuve estos primeros derechos pude venir a redimir, de otra manera no encontraría ni el camino, ni el lugar dónde descender, y mi Humanidad se comprometió con Ella, por vía de penas, a restituirle estos derechos de hacerla reinar a su tiempo en la familia humana. Por eso tú ruega, y unida Conmigo no escatimes el sacrificio de tu vida por una causa tan santa y divina, y de amor más heroico y grande hacia todas las criaturas”.
(3) Entonces he quedado pensativa por lo que está escrito arriba y pensaba para mí: “¿Cómo puede ser que mientras dice que su fin primario de su venida sobre la tierra fue para establecer el reino de la Divina Voluntad, si bien estaba unida junto la Redención, mientras los frutos de la Redención se ven abundantemente, y los de su Fiat reinante no se ven casi nada aún?” Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, sería absurdo y contra el orden divino no dar el primado a nuestra Voluntad, como de hecho lo dimos. Puedo decir que primero comenzó el reino de la Voluntad Divina en mi Madre Celestial, después en mi misma Humanidad, la cual poseía toda la plenitud de la Voluntad Suprema, y después vino la Redención, y como Yo y la Reina del Cielo, en virtud de este reino que poseíamos en su pleno vigor, representábamos a toda la humana familia, como cabezas para reunir todos los miembros esparcidos, por eso pudo venir la Redención. Fue propiamente de adentro del reino de mi Voluntad que saqué la Redención; si Yo y mi Madre no lo hubiéramos poseído, habría sido un sueño y quedado en nuestra mente divina. Ahora, siendo la Cabeza, el Rey, el Salvador y el verdadero santificador del género humano, lo que hay en la Cabeza tienen derecho los miembros, lo que posee la Madre, tienen derecho de heredar los hijos, he aquí por eso la Redención: La Cabeza quiere sanar los miembros y vincularlos por vía de penas y de muerte para disfrutar en ellos las virtudes de la Cabeza; la Madre quiere reunir a los hijos, hacerse conocer, para constituirlos herederos de lo que Ella posee; he aquí la necesidad del tiempo, de modo que del reino de mi Voluntad salió la Redención como acto primero, y la Redención servirá como medio potente para comunicar a los miembros el reino que posee la Cabeza, el uno y el otro se dan la mano. Y si amo tanto, quiero, insisto que las criaturas en todas las cosas tengan sólo por principio únicamente mi Voluntad. Yo que poseo su Vida y que debía descender del Cielo a la tierra, y que tanto me debía costar,
¿no debía dar el primado a mi Voluntad? ¡Ah! hija mía, esto quiere decir que no se conoce a fondo, mientras que tiene más valor un acto de mi Voluntad que todas las criaturas juntas, y es tan cierto, que de mi Voluntad tuvo vida la Redención, mientras la Redención no tenía virtud de dar vida a mi Voluntad. Mi Fiat es eterno, no tuvo principio ni en la eternidad, ni en el tiempo, mientras la Redención tuvo su principio en el tiempo, y como mi Querer no tiene principio, y es el único que puede dar vida a todo, por eso posee en su naturaleza el primado sobre todo, y no hay cosa que hagamos en que no tengamos nuestro fin primario: ‘Que nuestra Voluntad tenga su Vida dominante, obrante y reinante’.

Pero tú dices que los frutos de la Redención se ven, mientras que de aquellos del reino de la Divina Voluntad no se ve nada; esto dice que no se comprenden nuestros modos divinos; hacemos las cosas menores para dar lugar a nuestras obras mayores y para efectuar nuestro fin primario. Escúchame hija mía, en la Creación nuestra finalidad primaria era el hombre, pero en vez de crear al hombre, primero creamos cielos, soles, mares, tierra, aire, vientos, como habitación dónde poner a este hombre y hacerle encontrar todo lo que era necesario para hacerlo vivir; en la misma creación del hombre primero hicimos el cuerpo y después le infundimos el alma, más preciosa, más noble, y que contiene más valor que el cuerpo; muchas veces es necesario hacer primero las obras menores, para preparar la decencia, el puesto a nuestras obras mayores. ¿Qué maravilla entonces, que al descender del Cielo a la tierra, en nuestra mente divina nuestro fin primario era constituir el reino de nuestra Voluntad en medio a la familia humana? Mucho más que la primera ofensa que nos hizo el hombre fue propiamente dirigida a nuestra Voluntad, por eso con justicia, nuestra primera finalidad debía ser dirigida a afianzar la parte ofendida de nuestra Voluntad y a restituirle su puesto real, y luego venía la Redención; y la Redención vino en modo sobreabundante, con tales excesos de amor de hacer estremecer Cielo y tierra. Pero, ¿por qué primero? Porque debía servir para preparar con decencia, con decoro, con suntuosidad, con el ajuar de mis penas y de mi misma muerte, como reino, como ejército, como habitación y como cortejo para hacer reinar mi Voluntad. Para sanar al hombre se requerían mis penas, para darle la vida se requería mi muerte, sin embargo habría bastado una lágrima mía, un suspiro mío, una sola gota de mi sangre para salvar a todos, porque todo lo que Yo hacía estaba animado por mi Voluntad Suprema. Puedo decir que era Ella en mi Humanidad que corría en todos mis actos, en mis penas más desgarradoras, para buscar al hombre y ponerlo a salvo, ¿cómo entonces se puede negar el primer propósito de un Querer tan santo, tan potente, que abraza todo, y que no hay vida, ni bien sin Él? Por eso es absurdo el sólo pensarlo. Por lo tanto quiero que en todas las cosas la reconozcas como acto primero de todo, así te pondrás en nuestro orden divino, que no hay cosa en que no demos el primado a nuestra Voluntad”.

+ + + +

33-16
Mayo 12, 1934

Extrema necesidad del abandono en el Querer Divino, virtud de Él. Cómo todos giramos en torno a Dios; sólo la voluntad humana va vagando y es la turbadora de todos.

(1) Mi abandono en el Fiat es una necesidad extrema de mi pobre corazón, porque me hace sentir su Paternidad y Maternidad Divina, que con sus brazos de luz me tiene estrechada a su seno para verterse en mí como Madre ternísima, que ama con amor inseparable a su hija, pero tanto, que quiere generar su Vida en su hija. Parece que sea un delirio, una pasión divina de esta Madre Santa, que la vuelve toda ojo, toda atención y premura, toda corazón, y en continuo acto de trabajar para concebir, nacer y crecer su Vida en su hija toda abandonada en sus brazos. Así que el abandono en la Divina Voluntad facilita los cuidados y vuelve realizables las premuras de esta Madre Celestial, de formar su Vida toda de Voluntad Divina en la criatura. Mamá mía bella, ¡ay! no me separes de tu seno de luz a fin de que pueda sentir tu Vida en mí, que pintándome continuamente me haga conocer cuánto me amas, quién eres Tú y cuán bella, amable y adorable eres. Pero mientras mi mente se perdía en el abandono total en el Querer Divino, mi dulce Jesús repitiendo su breve visita me ha dicho:

(2) “Hija mía bendita, cuanto más se comprende de mi Querer, tanto más se goza de su belleza y santidad, y tanto más se recibe de sus bienes, y el abandono en Él destruye todos los obstáculos y estrecha al alma tan fuerte entre sus brazos, que sin esfuerzo mi Fiat puede regenerar su Vida Divina en la criatura; el verdadero y pleno abandono dice con los hechos: ‘Haz de mí lo que quieras, mi vida es la tuya, y de la mía no quiero saber nada más’. Así que el abandono tiene virtud de poner a la criatura en poder de mi Divina Voluntad. Porque tú debes saber que todas las cosas y la misma naturaleza humana toman del movimiento eterno de Dios, de modo que todo gira a su alrededor, toda la Creación, el respiro, el latido, la circulación de la sangre, están bajo el imperio del movimiento eterno, y como todos y todo tienen vida de este movimiento, son inseparables de Dios, y como tienen vida, con una carrera unánime giran en torno al Ente Supremo, así que el respiro, el latido, el movimiento humano, no está en poder de ellos el respirar, latir, moverse, quieran o no quieran, estando bajo el movimiento incesante del Eterno, sienten también ellos el acto incesante del respiro, del latido y del movimiento, se puede decir que hacen vida junto con Dios y con todas las cosas creadas que le giran en torno sin jamás detenerse; sólo la voluntad humana, habiéndola creado con el gran don del libre albedrío para que pudiera decirnos que libremente nos amaba, no obligada como es obligado el respiro a respirar, el corazón a latir y a recibir el movimiento de su Creador, sino por voluntad querida, no forzada, pudiera amarnos y estarse junto con Nosotros para recibir la Vida obrante en nuestro Querer; era el honor y el don más grande que dábamos a la criatura, y ella, ingrata, se aparta de nuestra unión e inseparabilidad, y por lo tanto de la unión de todos y de todo, y por eso se pierde, se degrada, se debilita, pierde la fuerza única, y es la única en toda la Creación que pierde su curso, su puesto de honor, su belleza, su gloria, y va vagando separada de su puesto que tiene en nuestra Voluntad que la llama, la suspira a su puesto de honor, así que todos tienen un puesto, también el respiro y el latido humano, y como todos y todo tienen un puesto, no pierden jamás la vida y su movimiento incesante, ninguno se siente pobre, débil, sino ricos en el movimiento eterno de su Creador. Sólo la voluntad humana, porque no quiere estar en el puesto real de nuestro Querer Divino, es la extraviada y la más pobre de todos, y así como se siente pobre, se siente infeliz, y es la turbadora de la humana familia. Por eso si quieres ser rica, feliz, no desciendas jamás de tu puesto de honor, que es dentro de nuestra Voluntad, entonces tendrás todo en tu poder, fuerza, luz, y también mi misma Voluntad”.

+ + + +

33-17
Mayo 20, 1934

La Divina Voluntad consume todo, como dentro de un solo aliento todos los actos hechos en Ella, y forma de ellos uno solo. La Divina Voluntad forma las vestiduras de la Humanidad de Nuestro
Señor y la hace presente a las criaturas.

(1) Me sentía pobre, pobre de amor, pero con la voluntad de quererlo amar mucho; había recibido al dulce Jesús Sacramentado, y Él estaba como ahogado de amor y yo apenas unas gotitas nada mas, sin embargo me pedía amor para darme amor, pero ¿cómo hacer para poderlo igualar de algún modo? Entonces he pensado entre mí: “Mi Mamá Celestial quiere que yo ame mucho a nuestro Jesús, por eso estas gotitas mías de amor las quiero verter en sus mares de amor, y así le daré y le diré: Te amo tanto que te amo como te ama tu Mamá”. Ahora me parecía que la Soberana Señora se alegraba y se sentía feliz de que su hija amaba a Jesús con su amor, y Él más contento todavía, porque se sentía amado por mí con el amor de su Mamá, y todo contento me ha dicho:

(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que quien vive en mi Fiat no está jamás solo en sus actos, está incorporado en todo lo que mi Mamá ha hecho, hace y hará, tanto en Sí misma como en todas las criaturas, así que Yo sentía en el amor de mi Madre el amor de mi hija, y en el amor de la hija el amor de mi Madre Divina. ¡Oh! cómo eran bellas tus pequeñas gotitas de amor investidas por los mares de amor de mi Mamá. Para quien vive en mi Querer, Yo siento correr el Cielo en sus actos, en su amor, en su voluntad, y siento a la criatura en el Cielo, y sus actos, su amor, su voluntad, investir el empíreo, invadir a todos y formar un solo acto, un solo amor y una sola voluntad, y todo el Cielo se siente amado y glorificado en la criatura, y ella se siente amada por todo el Cielo. En mi Voluntad todo es unidad, la separación no existe, ni existe distancia de lugares o tiempos, los siglos desaparecen en mi Querer y con su potencia devora todo en un solo respiro, y de todo forma un solo acto continuado. Qué fortuna para quien vive en mi Querer que puede decir: ‘Yo hago lo que se hace en el Cielo, y mi amor no es diferente de su amor’. Sólo para quien no vive en mi Querer, sus actos son separables, sufren de soledad, y son diferentes de nuestros actos, porque no estando investidos por su poder, que tiene virtud de convertir en luz lo que se hace en Él, por eso no siendo luz no pueden incorporarse con los actos de nuestra Voluntad, que siendo luz inaccesible sabe convertir todo en luz, y no es maravilla que luz y luz se incorporen juntas”.
(3) Después me he abandonado en los brazos del niño Jesús, así se hacía ver, y Él ahogado de amor se abandonaba en los míos para gozarse del amor de nuestra Mamá que yo le daba, y después ha agregado:
(4) “Hija mía, si tú me ves niñito es en virtud de mi Voluntad Divina que posee en Sí misma todos los periodos de mi Vida aquí abajo, mis lágrimas, mis penas y todo lo que Yo hice, por eso Ella en cualquier instante repite los diversos periodos de mi Vida, para dar a las criaturas sus admirables efectos, y ahora me forma niñito para dar los frutos de mi infancia, mi amor ternísimo, tanto que llego a llorar por tener el amor de ellas, y hacerme recibir la ternura, la compasión a mis lágrimas; ahora me forma muchacho, con belleza encantadora para hacerme conocer y raptarlas a amarme; ahora joven, para encadenarlas con unión inseparable; ahora crucificado, para hacerme reparar y compadecer, y así de todo el resto de la Vida de mi Humanidad acá abajo. ¡Oh! potencia y amor inseparables de mi Voluntad, lo que Yo hice en el pequeño giro de treinta y tres años, después de los cuales me fui al Cielo, Ella lo hará por siglos y siglos, teniendo lista mi Vida para darla a cada criatura.
(5) Ahora, tú debes saber que si la santa Iglesia tiene el gran honor de tener almas que tienen el bien de verme, de oírme hablar como si Yo estuviera de nuevo viviendo junto con ellas, todo se debe a mi Voluntad Divina, es Ella que forma mis vestiduras y me hace como presente a las criaturas; mi Humanidad está encerrada en su inmensidad, y tiene en virtud de Ella el acto presente, como si en acto naciera y me da la vestidura de niño, crezco y me da la vestimenta de muchacho, toda mi Vida está en su poder, y la forma que me quiere dar, en cualquier edad que me quiere mostrar, me forma la vestidura y mantiene toda mi Vida como acto presente en medio a las criaturas. Mi Voluntad tiene a tu Jesús viviente, y según sus disposiciones así me da las vestiduras, y me da a ellos y les hace oír que Yo lloro, sufro, continúo a nacer y a morir, y ardo de amor porque quiero ser amado. ¿Qué cosa no hace mi Voluntad? Ella hace todo, no hay cosa en la cual no tenga su primado, su virtud conservadora y el equilibrio perfecto y continuo, sin cesar jamás, de todas nuestras obras. Hija mía, con dolor digo que lo que falta es el conocimiento de lo que hace mi adorable Voluntad, el gran bien que continuamente ofrece a las criaturas, y por eso quiere ser conocida. Y porque no es conocida, no es ni apreciada ni amada, y no le dan el primado a todas nuestras obras, mientras mi Voluntad es la fuente primaria y todas nuestras obras son como tantas fuentecitas que reciben y toman la vida y los bienes que dan a las criaturas. ¡Oh! si se conociera qué significa Voluntad de Dios, el bien que lleva a las criaturas, la tierra quedaría transformada y tan atraída, que quedaría con su mirada fija para mirarla y para recibir sus bienes perennes, pero como no es conocida ni siquiera

piensan en Ella, y pierden en parte sus bienes, porque quieran o no quieran, conozcan o no conozcan, crean o no crean, es mi Fiat Divino que da vida, movimiento y todo, es el que mueve toda la Creación. Y por eso amo tanto que sea conocido lo que Ella hace y puede hacer, toda su historia divina, para poder abundar con nuevos dones y hacer alarde de amor con más abundancia hacia las criaturas, porque para hacer esto he querido el sacrificio de tu vida, sacrificio que no he pedido a ninguno, sacrificio que te cuesta tanto, si bien tú calculas este sacrificio cuando surgen las dificultades, las circunstancias, pero Yo lo calculo todos los días, mido la intensidad, la dureza y la pérdida de vida diaria a la que tú te sometes. Hija buena, este sacrificio tuyo era necesario a mi Voluntad para hacerse conocer, para dar sus conocimientos, quería servirse de ti como canal para hacerse conocer, y tu sacrificio como arma potente para hacerse vencer, para develarse, abrir su seno de luz y manifestar quién es Ella. Mucho más que la criatura con hacer su voluntad humana, rechazaba y perdía la Vida de la Divina Voluntad, por eso era necesario que una criatura se sometiera al sacrificio de perder su vida, perdiendo la autoridad sobre sí misma, para hacer que mi Querer se moviera a hacerse conocer para restituir su Vida Divina. Es siempre así en nuestro obrar, cuando queremos sobreabundar de más hacia la criatura, pedimos el sacrificio de una criatura como pretexto, y después hacemos conocer el bien que queremos hacer, y el bien viene dado según los conocimientos que adquieran. Por eso sé atenta y no te quieras ocupar de pensamientos inútiles del por qué de tu estado, era necesario a nuestra Voluntad y basta, y tú debes estar contenta y agradecerle.”

+ + + +

33-18
Junio 16, 1934

La voluntad humana, creada reina en medio a la Creación.
Todo corre entre los dedos de nuestro Creador.

(1) Continúo mi abandono en el Fiat Divino, sus actos son para mí como tantos alimentos, que alimentándome siento el crecimiento de su Vida en mí, su fuerza que imponiéndose sobre mi voluntad humana la conquista y la rapta en la suya para decirle: “Vivamos juntos y tú serás feliz de mi misma felicidad, te he sacado fuera, a la luz del día, no para tenerte lejana, sino junto Conmigo en mi misma Voluntad, si te he creado es porque sentía la necesidad de amarte y de ser amado, así que tu creación era necesaria a mi amor, al apoyo de mi Voluntad, como mi pequeño campito; quiero hacer desahogo de mis obras, de mi maestría, y esto para formar y dar desahogo a mi amor”. ¡Oh! Voluntad adorable, cómo eres amable y admirable, así que me quieres en Ti para dar vida a tu desahogo de amor, y si amas tanto que la criatura viva en tu Querer Divino, por qué no nos creaste como el cielo, el sol, sin voluntad, a fin de que pudiéramos hacer lo que Tú quieres. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús sorprendiéndome, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija bendita, tú debes saber que la cosa más bella creada por Nosotros fue la voluntad humana, entre todas las cosas creadas es la más bella, la que más nos semeja, por eso se puede llamar la reina entre todas, como de hecho lo es. Todas las cosas son bellas: Bello es el sol, que con su luz vivificadora alegra y sonríe a todos, con su luz se hace ojo, mano y paso de todos; bello es el cielo que con su manto estrellado cubre a todos; pero por cuán bellas sean todas las cosas creadas, ninguna puede darse el lujo de habernos hecho el más pequeño acto propio para amarnos, ni hay ningún desahogo de correspondencia, todo es mudo silencio, y todo lo que hacemos, lo hacemos solos, ningún eco que nos responda a los tantos mares de amor que hay en todas las cosas creadas, ni siquiera el más pequeño desahogo nos es dado, porque el desahogo es formado entre dos voluntades que tienen razón y conocen si hacen bien o mal. Por eso la voluntad humana fue creada reina en medio a la Creación, reina de sí misma, desahogo de amor con su

Creador, reina de todas las cosas creadas; libremente puede hacer un mundo de bienes, prodigios de valor, heroísmo de sacrificio si se pone de parte del bien, pero si se pone de parte del mal, como reina puede hacer un mundo de ruinas y puede precipitarse desde el más alto puesto hasta lo bajo de las más grandes miserias. Por eso entre todas las cosas amamos la voluntad humana, porque la hicimos reina, puede decirnos que nos ama, puede alimentar nuestro desahogo de amor, puede ponerse en competencia con Nosotros: Nosotros a amarla y ella a amarnos, por eso la dotamos de tales prerrogativas hasta darle nuestra semejanza, ella no es otra cosa que simple acto, sin embargo es la mano, el pie, la voz de su ser humano. Si la criatura no tuviera voluntad sería similar a las bestias, esclava de todos, sin la marca de la nobleza divina; nuestra Divinidad, purísimo Espíritu, no hay sombra en Nosotros de materia, no obstante investimos a todos y a todo, y somos la vida, el movimiento, el pie, la mano, el ojo de todos, la vida humana corre en medio a nuestros dedos como actor y espectador, respiro y latido de cada corazón, y lo que Nosotros somos para todo y para todos, la voluntad humana lo es para sí misma; se puede decir que por las prerrogativas que posee, ella se puede espejear en Nosotros, y Nosotros encontramos nuestro pequeño espejo en ella, nuestra potencia, sabiduría, bondad y amor pueden formar sus reflejos en el simple acto de la voluntad humana. ¡Oh! voluntad humana, cómo has sido creada bella por tu Creador, bello es el cielo, el sol, pero tú los superas, y aunque no tuvieras nada más de bello, sólo porque puedes decirnos que nos amas, posees la más grande gloria, el encanto que puede raptar a tu Creador”.

+ + + +

33-19
Junio 24, 1934

Quien vive en nuestra Voluntad siente el latido divino en sus obras, conoce su intención, obra junto y es la bienvenida en nuestro Fiat.

(1) Me siento entre los brazos de la Divina Voluntad, la cual con una bondad insuperable me hace presente todo lo que ha hecho por amor de las criaturas, para recibir el placer de hacérmelo conocer, y para ser renovada la gloria de todo lo que ha hecho por amor nuestro, y como todo lo ha hecho por puro amor, parece que no está contenta si no se siente conocida y amada por quien fue la causa de que hiciera obras tan grandes y de magnificencia indescriptible. Pero mientras mi mente se perdía en la multiplicidad de tantas obras divinas, mi siempre amable Jesús, repitiendo su visita me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija, nuestro amor, nuestras obras, quieren tener vida en la criatura, quieren hacerse sentir palpitantes, para darles el amor y los frutos que contienen nuestras obras, las cuales como pariendo en ellas, éstas producen también amor y frutos divinos. Todo lo que Nosotros hemos hecho está siempre en acto, y nosotros llamamos a la criatura en el acto que estamos obrando para hacerla conocer nuestras obras, cuánto amor contienen, con cuánta sabiduría y potencia han sido formadas, y cómo en todo lo que hacemos, nuestra mira es siempre ella; nada hemos sacado de Nosotros si no palpitaba amor y llamaba al latido de la criatura para hacernos amar, Nosotros de nada teníamos necesidad, porque poseemos en Nosotros mismos, en nuestro propio Ser Divino todos los bienes posibles e imaginables, y poseyendo la virtud creadora, cuantos bienes queremos crear están en nuestro poder, por eso todas nuestras obras externas fueron hechas para ella, para darle amor, para hacer conocer quién es el que la ha amado tanto, y como escalera para hacerla subir a Nosotros y darnos su pequeño amor; Nosotros nos sentimos robados por quien no nos conoce, y por quien no nos ama nos sentimos traicionados. Ahora hija mía, ¿quieres saber quién recibe nuestro latido de las cosas creadas, nuestra atención, los conocimientos, y nos da su latido y su correspondencia de amor? Quien vive en nuestra Voluntad. Conforme la criatura entra en Ella, con sus alas de luz como brazos

se la estrecha a su seno, y como posee su acto incesante dice: ‘Mírame cómo estoy obrando, más bien hagámoslo juntos a fin de que conozcas lo que hago, mi amor distinto entre una cosa creada y la otra, y tú recibas todos estos grados de mi ardiente amor, de manera de cubrirte y hacerte quedar ahogada de amor, pero tanto, que no sabrás decir mas que me amas, me amas, me amas; si tú no conoces no serás capaz de recibir la plenitud del amor, ni gustar los frutos de nuestras obras. Ahora quiero decirte otra sorpresa: En cuanto la criatura entra en nuestra Voluntad, en lo que hemos hecho en la Creación, en la Redención, en todo, no sólo queda en modo admirable enriquecida de las obras de su Creador, sino que nos da la nueva gloria, como si nuestras obras fueran repetidas de nuevo. Todo lo que hemos hecho pasa por el canal de la criatura, como es nuestra Voluntad que esto sucediera, y nos sentimos repetir, en virtud de Ella, la gloria como si extendiéramos un nuevo cielo, como si hiciéramos una nueva creación, y conforme la sentimos venir en nuestro Querer, le damos la bienvenida y desbordando nuevo amor le decimos: ‘Ven, toca con la mano lo que hemos hecho, nuestras obras están vivas para ti, no muertas, y con conocerlas repetirás la nueva gloria y la nueva correspondencia de amor’. Es verdad que nuestras obras nos alaban y nos glorifican por sí mismas, más bien somos Nosotros mismos que nos alabamos y glorificamos continuamente, pero la criatura en nuestra Voluntad nos da alguna cosa de más, nos da su voluntad obrante en nuestras obras, su inteligencia para conocerlas y su amor para amarnos, por lo tanto sentimos la gloria de que una voluntad humana nos repite la gloria, como si nuestras obras fueran repetidas. Por eso siempre en mi Fiat Divino te quiero, para recibir sus secretos y beber a grandes sorbos sus admirables conocimientos. Con el ser conocido se comunica la vida, se repiten las obras, y se obtiene la finalidad”.

+ + + +

33-20
Junio 29, 1934

La atención, ojo del alma. En la Divina Voluntad no hay ciegos. El imán, la impresión de la imagen divina en nuestros actos.
Dios se hace prisionero de la criatura.

(1) El Querer Divino no me deja jamás sola, me parece que me mira siempre para investir mi pensamiento, mi palabra, el más pequeño de mis actos, pero quiere mi atención, quiere que yo sepa que quiere investir mis actos, y que mirándonos mutuamente Él da y yo recibo, y si no pongo atención me reprende, pero con un modo tan dulce de sentirme destrozar el corazón, y me dice:
(2) “La atención es el ojo del alma que sabe conocer el don que quiero darle, y dispone la acción a recibir mi investidura. Yo no quiero dar mis bienes a los ciegos, quiero que los veas y los sepas, ¿pero sabes por qué? Con verlo aprecias mi don, y con saberlo lo conoces y lo amas, y Yo te hago sentir a lo vivo mi luz, mi potencia, mi amor, y siento repetir en tu pequeño pensamiento, palabra y acción, lo que sabe hacer, cómo sabe amar mi misma Voluntad Divina, por eso la primera cosa que Yo hago a quien quiere vivir en Ella, es dar el ojo para mirarnos recíprocamente y conocernos, cuando nos hemos conocido todo está hecho, el vivir en mi Voluntad Divina está asegurado con su pleno vigor”.
(3) Entonces mi mente se perdía en un mar de luz y de pensamientos, y mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(4) “¡Ah! hija mía, el vivir en mi Voluntad es el vivir de Cielo, es sentir en el alma la vida de la luz, del amor, la vida de la acción divina, la vida de la plegaria; lo que hace, para ella todo es vida palpitante en sus actos. Tú debes saber que quien hace la Divina Voluntad y vive en Ella, se vuelve el imán de los actos divinos, su pequeño movimiento, pensamiento y

obras, quedan imantados por un imán tan potente de imantar a su Creador, de modo que este imán lo atrae tanto que no puede alejarse de la criatura. Nuestro Ser Supremo siente imantada la mirada, y está siempre mirándola; siente el imán en los brazos, y la tiene estrechada a su seno; imanta nuestro amor y derramamos tanto, que llegamos a sentir que nos ama como nos amamos Nosotros mismos. Ahora, cuando la criatura nos ha formado este imán, nuestro amor llega a los excesos, cuando forma sus actos, incluso el más mínimo, acuñamos en ellos nuestra imagen divina y los hacemos pasar como actos nuestros, con la marca de nuestra Imagen Suprema y los ponemos en nuestros tesoros divinos, como monedas nuestras que nos ha dado la criatura, y si tú supieras qué significa poder decir que nuestro Ser Supremo ha recibido de la criatura nuestras monedas, nuestras porque lo asegura nuestra imagen acuñada por Nosotros mismos, te estallaría el corazón de puro amor. Dar Nosotros a las criaturas es un poder que tenemos, porque poseyendo todo, dar no es otra cosa que un desahogo de nuestro amor, pero poner en condiciones a la criatura de poder dar a Nosotros, y darnos actos nuestros, no suyos, monedas acuñadas con nuestra imagen, es el amor que supera todo, que no pudiéndolo contener, en nuestro énfasis de amor decimos: ‘Tú nos has herido, el imán de tus actos nos ha raptado y nos ha vuelto dulces prisioneros en tu alma, y Nosotros te pagaremos con la misma moneda de herirte, raptarte y aprisionarte en Nosotros’. Por eso hija mía, te quiero toda atenta, a fin de que veas y conozcas bien lo que quiere hacer mi Divina Voluntad en ti”.

+ + + +

33-21
Julio 8, 1934

Qué se necesita para formar la Vida de la Divina Voluntad en la criatura. Velo que la esconde, intercambio de vida.

(1) Me parece que el Querer Divino, con ojo indagador va siempre mirando si en todo mi interior corre como acto primero su adorable Voluntad, y con un celo admirable y divino inviste todo, todo circunda, no ve si el acto es pequeño o grande, sino que observa si corre en él la Vida de su Voluntad, porque todo el valor y la grandeza de un acto estriba en si está dentro su Voluntad, todo el resto se reduce, por cuán grande fuera, a un sutilísimo velo que basta para cubrir y esconder el gran tesoro, la Vida incomparable de la Divina Voluntad. Ahora, mientras mi mente estaba toda ocupada en la Divina Voluntad, mi Sumo Bien Jesús, que parece que toma un gusto indecible cuando quiere hablar de su Voluntad, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, para hacer que un acto me sea agradable y mi Voluntad pueda formar Vida entera en él, todo el interior de la criatura debe estar concentrado en mi Fiat: La voluntad, debe quererlo; el deseo, debe ardientemente desear lo que quiere el querer; los afectos, las tendencias, deben apetecer y tender sólo a recibir la Vida de mi Voluntad en el acto de ellos; el corazón, amar y encerrar en su latido la Vida de mi Voluntad; la memoria, recordarlo; la inteligencia, comprenderlo; así que todo debe estar concentrado en el acto en el cual mi Voluntad quiere formar su Vida. Ahora, así como para formar una vida se necesita voluntad, deseo, corazón, afectos, tendencias, memoria, inteligencia, de otra manera no se podría llamar vida entera y perfecta, así mi Divina Voluntad queriendo formar su Vida en el acto de la criatura, quiere todo junto lo de la criatura concentrado en su acto o Vida que quiere formar, de otra manera no se podría decir vida entera y perfecta. He aquí el por qué mi Voluntad quiere todo, para poder poner la vida de su amor en el amor de la criatura, sus deseos y tendencias divinas en los de ella, su latido increado en el latido creado, su memoria eterna en la memoria finita, en suma todo, quiere ser libre en todo para poder formar Vida entera, no a mitad, y conforme la criatura cede de lo suyo, así mi

Voluntad Divina hace el cambio de la suya, y entonces su Vida es fecunda y genera en el velo de la criatura que la cubre: Amor, deseos, tendencias, memoria toda suya, y forma el gran prodigio de su Vida en ella, de otra manera no se podría decir vida, sino simple adhesión a mi Voluntad, ni siquiera en todo, sino en parte, por eso no llevaría ni los efectos ni los bienes que Ella posee. Imagen sería el sol si su luz no poseyera calor, dulzuras, gustos, perfumes, colores, no podría formar el bello arco iris de los colores, la variedad de las dulzuras, la suavidad de los gustos y perfumes; si los da a la tierra es porque los posee, y si no los poseyera no sería verdadera vida de luz, sino luz estéril sin fecundidad. Así la criatura, si no cede el puesto de todo su interior a mi Voluntad, no podrá poseer su amor que jamás se apaga, las dulzuras y gustos divinos, y todo lo que compone la Vida de mi Voluntad. Por eso no te reserves nada de ti y para ti, y nos darás la gran gloria de tener una Vida de nuestra Voluntad sobre la tierra, velada por tus despojos mortales, y tú el gran bien de poseerla, sentirás en tus despojos, como rápido mar, correr la felicidad, las alegrías, la firmeza en el bien, el amor que siempre ama, las dulzuras, los gustos, las conquistas de tu Jesús serán también tuyas. Tus despojos continuarán el oficio de penas aquí abajo, pero tendrán una Vida de Voluntad Divina que las sostendrán, y se servirá de ello para desarrollar la Vida de sus conquistas y victorias divinas en los despojos humanos. Por eso siempre adelante en mi Voluntad”.

+ + + +

33-22
Julio 15, 1934

Quien vive en la Divina Voluntad se pone en condiciones de recibir y de poder dar siempre a su Creador. Quien ruega desembolsa la moneda, forma el vacío y adquiere la capacidad de poseer lo que pide.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad, y mi pequeño querer humano perdido en Ella, ardía en deseos de encontrar todos sus actos para hacerlos míos, para poder dominar sobre todo, y tener en mi poder una gloria infinita, un amor eterno, actos innumerables, distintos el uno del otro, que no terminan jamás, para poder siempre dar amor, gloria y obras a mi Creador. Como hija de su Voluntad siento la necesidad de poseer todo, para tener el amor que jamás dice basta, y actos divinos dignos de la Majestad Suprema. Y mi siempre adorable Jesús, casi para confirmarme lo que yo pensaba me ha dicho:
(2) “Hija mía, para quien hace mi Voluntad y vive en Ella, todo es suyo, Ella si se da a la criatura no se da sola, sino que lleva todas sus obras, porque son inseparables de Ella, y se sirve de ellas para hacer mover, alimentar, felicitar, enriquecer con sus riquezas inmensas a aquélla que vive en Ella, y ponerla en condiciones de poder recibir siempre de la criatura. Si mi Querer Divino no pudiera dar todo, y siempre dar y siempre recibir de quien vive en su Querer, no sería verdadera vida feliz en Ella, porque la sustancia de la felicidad viene formada por las nuevas sorpresas, por los intercambios de dones, por las variadas y múltiples obras, poseyendo cada una, una fuente de variadas alegrías, que el uno hace don al otro, y recíprocamente se declaran el amor, el uno se vierte en el otro, y en este verterse se comunican los secretos, y la criatura hace los nuevos descubrimientos de la Divinidad y adquiere otros conocimientos del Ente Supremo; la vida en mi Voluntad no es un juego, sino vida obrante y de actividad continua. Es más, tú debes saber que no hay cosa que haya sido hecha por Dios, por los santos y por todos, que no se dé a quien vive en mi Querer, porque no hay cosa de bien que a Él no pertenezca, y así como tú sientes la necesidad de poseer todo, así todos sienten la necesidad de darse a ti, pero
¿sabes por qué quieren pasar por el canal del querer humano? Para dar el bien que poseen y ser duplicado el bien, la gloria de sus actos a su Creador. Así que como tú

deseas encontrarlos, así nuestras obras y las de todo el Cielo desean ser encontradas, parece que dicen uno detrás del otro: ‘Y a mí, y a mí, no me pases de largo, tómame en tu poder, únenos todos juntos a fin de que uno sea el amor de todos, la gloria a aquella Voluntad Suprema que nos ha dado la luz en su regazo y nos ha dado la vida’. Por eso el vivir en mi Voluntad es el prodigio de los prodigios, es la unidad de todo, es poseer todo, recibir y dar todo, y como quiero siempre dar a la criatura, ardientemente la suspiro en mi Fiat para darle lo que quiero y para dejar cumplidos mis deseos”.
(3) Después de esto pensaba entre mí: “¿Pero cuál bien recibo, y qué gloria doy a mi Dios con pedir siempre que su Voluntad sea conocida y tome su puesto real que le corresponde en las criaturas? Me parece que no sé pedir otra cosa, me parece que Jesús mismo está cansado de oírme decir la misma historia: Quiero tu Fiat como vida, para mí y para todos”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, tú debes saber que cuando la criatura ruega incesantemente para obtener un bien, adquiere la capacidad de poseer aquel bien, y poseyéndolo tendrá virtud de hacerlo poseer por los demás. La plegaria es como el desembolso de la moneda para comprar el bien que quiere, la plegaria forma la estima, el aprecio, el amor que se requiere para poderlo poseer. La plegaria forma el vacío en el alma donde poder encerrar el bien querido, de otra manera, si Yo lo quiero dar no tendrá dónde ponerlo, y además no puedes darme gloria mayor que pedirme que mi Voluntad sea conocida y reine; esta es mi misma plegaria, es el suspiro y el latido de mi corazón, son mis ansias ardientes, y tú debes saber que es tanto mi amor por querer hacer conocer mi Voluntad, que no pudiendo retenerlo se vierte sobre de ti, y te hago decir: ‘Venga tu Fiat, tu Voluntad sea conocida’. Así que soy Yo que ruego en ti, no eres tú, son mis desahogos de amor, mis desahogos amorosos que sienten la necesidad de unificarme con la criatura para no estar solo rogando por un bien tan grande, y para dar más valor a esta plegaria, pone en tu poder mis obras, toda la Creación, mi Vida, mis lágrimas, mis penas, a fin de que no sea una plegaria sólo de palabras, sino plegaria avalada por mis obras, Vida, penas y lágrimas mías. ¡Oh! cómo suena dulce a mi oído tu estribillo, tu cántico amoroso en el cual hace eco el mío: ‘Venga tu Fiat, tu Voluntad sea conocida’. Y si esto no hicieras, sofocarías mi plegaria en ti, y Yo quedaría amargado y quedaría solo, solo a orar. Pero debo decirte aún, ¿sabes quién siente la necesidad de encontrar todas mis obras y penas para pedirme que mi Voluntad sea conocida y reine? Quien la ha conocido y la ama; en vista del gran bien no puede abstenerse de pedir repetidamente que todos la conozcan y la posean, por eso piensa que Yo estoy contigo y ruego junto contigo cuando sientes que no puedes hacer otra cosa que rogar por el triunfo de mi Voluntad”.

+ + + +

33-23
Julio 20, 1934

Todo lo que sale de Dios, todo es inocente y santo. Cómo la Creación es un acto solo de Voluntad Divina. Quién es la triunfadora en el espacio del universo.

(1) Mi pequeña inteligencia siente la fuerza irresistible del Querer Divino que la llama, la quiere en medio a toda la Creación para hacerme ver y comprender la armonía, el orden de todas las cosas creadas, y cómo cada una da su tributo a su Creador. No hay cosa creada, por cuan pequeña o grande, destinada a ocupar el gran espacio de la atmósfera, que no dé su distinto tributo a Aquél que la ha creado, y a pesar de que no tienen razón, que están mudas, sin embargo con el no cambiar jamás acción, con no apartarse jamás del puesto en el cual Dios las ha puesto, es gloria perenne que dan. Entonces pensaba entre mí: “También yo ocupo el espacio del gran vacío de la Creación, y ¿puedo decir que

estoy en el puesto querido por Dios? ¿Mi voluntad hace siempre un acto solo de Voluntad de Dios como hace toda la Creación?” Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús sorprendiéndome, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, todo lo que sale de nuestro Ente Supremo, todo es inocente y santo, de nuestra santidad y sabiduría infinitas no pueden salir seres o cosas con sombra de mancha y que no contengan la utilidad de un bien, todas las cosas creadas sienten en su naturaleza la virtud creadora, y por eso el tributo continuo y la gloria que nos corresponde porque las hemos puesto fuera a la luz del día, ni Nosotros sabemos hacer cosas manchadas mínimamente, ni cosas inútiles, así que todo lo que es creado por Nosotros, todo es santo, puro y bello, y por todos recibimos el tributo, y nuestra Voluntad su acto completo. Hija mía, no hay cosa creada, animada o inanimada, que no comience la vida cumpliendo nuestra Voluntad y dándonos su tributo. La Creación toda no es otra cosa que un acto solo de nuestra Voluntad, está en su puesto regio, y si bien inconsciente, también Ella tiene su Vida obrante de luz en el sol, su Vida obrante de fuerza e imperio en el viento, Vida obrante de inmensidad en la inmensidad del espacio, en cada cosa creada desarrolla su Vida, y tiene en su regazo a todos y a todo, de modo que ninguno se puede mover, ni hacer un movimiento si no lo quiere, y los velos de las cosas creadas nos dan el tributo continuo y la gran gloria del gran honor porque vienen dominadas por nuestra Voluntad. Ahora queda la criatura, ¿quién puede decir, quitada la mancha original, que el recién nacido no es inocente y santo? ¿Y si se agrega el Bautismo, un periodo de la vida del niño, hasta en tanto el pecado actual no entra en su alma, no sea el niño un acto de mi Voluntad? Y si camina, si habla, si piensa, si mueve sus manitas, queridos y dispuestos todos estos pequeños actos por mi Voluntad, ¿no son tributo y gloria que recibimos? Quizá sean inconscientes, pero mi Voluntad recibe de aquella pequeña naturaleza lo que Ella quiere, es sólo el pecado el que hace perder la santidad y pone fuera de la criatura la Vida obrante de mi Voluntad, porque si no hay pecado, Nosotros la llevamos en el regazo, la circundamos de nuestra santidad, y por eso no podrá hacer menos de sentir en ella la Vida obrante de mi Voluntad. Ve entonces cómo todos y todo tienen principio y nacen junto con mi Voluntad inocentes, santos y dignos de Aquél que los ha creado, pero ¿quién conserva esta inocencia y santidad? Quien está siempre en su puesto en mi Voluntad, ella sola es la triunfadora en el espacio del universo, es la abanderada y reúne todo el ejército de la Creación para llevarle a Dios con voz hablante y con pleno conocimiento la gloria, el honor y el tributo de todo y de todos. Por eso se puede decir que mi Voluntad es todo para la criatura, es su primer acto de nacer, es la continuación de su conservación, no la deja jamás, o por vía de amor o por vía de gracia, o por vía de obras obrantes, así como quien de voluntad vive y conoce que vive en Ella, y si el pecado la arrolla tampoco la deja, la envuelve con su dominio en su justicia castigadora, así que la criatura y todas las cosas son inseparables de mi Voluntad, por eso lo que más te importe sea mi Voluntad, reconócela como vida, como madre que te hace crecer y te alimenta y quiere formar de ti su más grande gloria y honor”.

+ + + +

33-24
Julio 24, 1934

Dios ha establecido las verdades que debe manifestar sobre la Divina Voluntad. Ella biloca, repite, acecha la Vida Divina.
Cómo la Creación no terminó, sino que continúa.

(1) Me sentía toda inmersa en el Querer Divino, todas las verdades que le pertenecen y que me han sido manifestadas, se agolpaban en mi mente, y querían decir y decir para hacerse conocer. Pero ¡ay de mí! Su hablar era de Cielo, demasiado alto, muchas

palabras me faltan para poder repetir sus lecciones celestiales, sólo oía que eran portadoras de santidad de Cielo y de alegrías divinas. Pero mientras me sentía toda inmersa en el Fiat, mi siempre amable Jesús, con un amor indecible me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, como a hija suya siento la necesidad de amor de que la hija conozca sus secretos; si no hiciera esto frecuentemente quedaría sofocado por las olas altísimas de amor que salen de Mí, así que el hablarte de mi Voluntad es para Mí refrigerio, es alivio, es bálsamo, que mitigan mis llamas para no hacerme quedar sofocado y quemado por mi amor. Soy Jesús todo amor, y mi más grande amor lo manifiesto hablando de mi Querer Divino. ¿Pero sabes por qué? La esencia de nuestra Vida viene reconocida con hablar de Él, y mi Fiat en mi palabra biloca y repite nuestra Vida en medio a las criaturas, no hay gloria más grande para Nosotros, ni real plenitud de desahogo de nuestro amor excesivo, que ver nuestra Vida bilocada para darse, tomar posesión, hacerlas nuestro lugar de centro, por cuanto la criatura es capaz; es un reino de más, de amor y de Voluntad nuestra que adquirimos. Así que nuestra obra creadora no ha terminado, sino que continúa, pero no creando nuevos cielos y soles en el universo, no, no, sino que nuestro Fiat Divino se ha reservado el continuar la Creación en virtud de su potencia creadora, que en cuanto pronuncia su Fiat, crea, biloca, repite nuestra Vida en medio a las criaturas; continuación de Creación más bella no puede haber, por eso préstame atención y escúchame. Nuestra Majestad Suprema tiene establecido ‘ab eterno’ todas las verdades de la Divina Voluntad que debe manifestar, las cuales están como tantas reinas en nuestro Ente Divino, esperando con amor invicto tomar el camino para la tierra para llevar como reinas el gran bien a las criaturas de estos conocimientos de nuestro Fiat, las cuales tendrán el oficio de maestros para formar a las criaturas según las verdades que anuncian. Estas reinas de mis verdades darán el primer beso de la Vida del Fiat, y estarán dotadas de virtudes transformadoras para transformar en la misma verdad a aquellos que las escuchan, y se quedarán con ellos, prontas a sus necesidades para ayudarlos, para instruirlos, serán todo amor para ellas, dispuestas a darle lo que quieran, siempre y cuando las escuchen, y se harán conducir y manejar por ellos. Ahora, de todas las verdades sobre nuestra Voluntad, no todas han salido, y aquellas que faltan esperan con ansia partir de dentro de nuestra Divinidad para cumplir su oficio y ser portadoras y transformadoras del bien que poseen, y cuando todas las verdades que hemos dispuesto sacar sean manifestadas, todas juntas estas nobles reinas, asaltarán a nuestro Ser Divino, y como ejército invencible, con nuestras mismas armas divinas nos vencerán, y obtendrán el triunfo del reino de la Divina Voluntad sobre la tierra; el resistirlas nos será imposible, y con vencer a Dios vencerán también a las criaturas. He aquí el por qué continúa aún mi decir, porque todas las reinas no han salido fuera de nuestra Divinidad para cumplir su oficio. Y así como el hablar de mi Voluntad es continuación de la creación del Fiat que creó el universo, y así como entonces la creación del universo fue preparación a la creación del hombre, así hoy, mi hablar sobre mi Fiat no es otra cosa que continuación de la creación para preparar la suntuosidad, la decencia a mi reino y a aquellos que lo poseerán. Por eso sé atenta y no dejes escapar nada, de otra manera sofocarías un acto de mi Voluntad y me obligas a repetir mis lecciones”.

+ + + +

33-25
Agosto 5, 1934

Historia de amor de Dios, la Creación encerrada en el hombre. Notas dolorosas en el amor divino.

(1) Estaba haciendo mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y pasando de una obra a otra he llegado a la creación del hombre, y mi dulce Jesús, deteniéndome, con un amor indecible que no podía contener me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi amor me hace sentir la necesidad de hablar de la creación del hombre, toda la Creación está llena de nuestro amor, y dice, si bien en mudo lenguaje, y si no habla lo dice con los hechos, y es la más grande narradora de nuestro amor hacia el hombre, y cuando en todo fue extendido nuestro amor, de modo que no debía encontrar punto donde nuestro amor no lo cubriera y corriera hacia él, y más que sol no lo flechara; cuando todo estuvo completo en la Creación, creamos al hombre, pero antes de crearlo, escucha la historia de nuestro amor hacia él: Nuestra Majestad adorable había establecido el constituir al hombre rey de toda la Creación, darle el dominio sobre todo y hacerlo señorear sobre todas nuestras obras, pero para decirse verdadero rey, de hecho no de palabras, debía poseer en él todo lo que habíamos esparcido en la Creación, así que para ser rey del cielo, del sol, del viento, del mar y de todo, debía poseer dentro de él un cielo, un sol, y así lo demás, de modo que la Creación debía reflejar en él, y él debía, poseyendo las mismas cualidades, reflejar en la Creación y dominarla. En efecto, si no tuviera un ojo lleno de luz,
¿cómo podía gozarse la luz del sol y tomar de ella cuanto quisiera? Si no tuviera pies y manos para recorrer la tierra y tomar lo que la tierra produce, ¿cómo podría decirse rey de la tierra? Si no tuviera el órgano respiratorio para respirar el aire, ¿cómo podría servirse de él? Y así de todo lo demás. Por eso, antes de crear al hombre miramos toda la Creación, y en nuestro énfasis de amor exclamamos: ‘Cómo son bellas nuestras obras, pero entre todas haremos al hombre más bello, concentraremos todo en él, de modo que la Creación la encontraremos fuera y dentro de él. Y conforme lo íbamos modelando, así encerrábamos en él el cielo de la razón, el sol de la inteligencia, la rapidez del viento en el pensamiento; la extensión del espacio, la fuerza, el imperio en la voluntad; el movimiento en el alma, en la cual encerrábamos el mar de la Gracia, el aire celestial de nuestro amor y todos los sentidos del cuerpo como la más bella floración. ¡Oh! hombre, cómo eres bello, pero no contentos con esto poníamos en él el gran Sol de nuestra Voluntad, y dándole el gran don de la palabra, a fin de que fuera con los hechos y con las palabras el elocuente narrador de su Creador; era él nuestra imagen, la cual Nosotros nos complacíamos en enriquecerla de nuestras más bellas cualidades. Pero no contentos de todo esto, fuimos presas de un amor tan exuberante hacia él, que nuestra inmensidad lo envolvía por todas partes, dondequiera y a cada instante nuestra Omnividencia lo veía en cada cosa, y hasta en las fibras de su corazón nuestra potencia lo sostenía, llevándolo por todas partes en nuestros brazos paternos; nuestra Vida, nuestro movimiento, palpitaba en su latido, respiraba en su respiro, obraba en sus manos, caminaba en sus pies, y llegaba a hacerse escabel hasta bajo sus pasos; nuestra paterna bondad para tener al seguro a este nuestro amado hijo, lo ponía en condiciones de que él no se podía separar de Nosotros, ni Nosotros de él. ¿Qué más podíamos hacer y no hicimos? He aquí por qué lo amamos tanto, porque mucho nos costó, desembolsábamos por él nuestro amor, nuestra potencia, nuestra Voluntad, y poníamos en actitud nuestra sabiduría infinita, y no queríamos otra cosa mas que nos amara y que libremente viviera en todo en nuestra Voluntad, y reconociera cuánto lo hemos amado y hecho por él. Estas son nuestras pretensiones amorosas, ¿quién, cruel, querrá negárnoslas? Pero ¡ay de Mí! Existe desgraciadamente quien nos las niega y forma sus notas dolorosas en nuestro amor. Por eso sé atenta y tu vuelo en nuestra Voluntad sea continuo”.
(3) Después de esto continuaba mi giro en la Creación, y no sabiendo hacer otra cosa ofrecía a Dios la extensión del cielo para adorarlo, el centelleo de las estrellas como genuflexiones profundas, la luz del sol para amarlo, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Pero el cielo, las estrellas, el sol, no son seres animados, no tienen razón,
¿cómo pueden hacer lo que yo quiero?” Y mi amado Jesús, siempre benigno ha agregado:

(4) “Hija mía, para crear la Creación primero se necesitó nuestra Voluntad querida y decidida de crearla, y cuando nuestra Voluntad quiso, entonces convirtió en obras lo que quiso. Así que en cada cosa creada está nuestra Voluntad querida y obrante, la cual quedó siempre en acto de querer y obrar. Por eso ofreciendo a nuestra Majestad Suprema el cielo, el sol y lo demás, se ofrece no la cosa material y superficial que se ve, sino la misma Voluntad querida y obrante de Dios que hay dentro de cada cosa creada, y si no tienen razón, hay dentro una razón divina y una Voluntad querida y obrante de Dios que todo anima, y ofreciéndolas nos ofrece el acto más grande, la Voluntad más santa, las obras más bellas y no interrumpidas, sino continuas, en las cuales están las adoraciones más profundas, el amor más perfecto, la más grande gloria que la criatura nos puede dar, por medio de nuestra Voluntad querida y obrante en toda la Creación, y si el cielo, las estrellas, el sol, el viento, no entienden nada, lo entiende mi Voluntad y la tuya, que queremos servirnos de ellas, y basta”.

+ + + +

33-26
Septiembre 24, 1934

Quien vive en la Divina Voluntad se vuelve miembro de Ella, y adquiere la inseparabilidad de todas las obras de su Creador.

(1) Me siento como si nadara en el inmenso abismo de la Divina Voluntad, y como soy demasiado pequeña hago por tomar, y no logro otra cosa que tomar pequeñas gotitas de Ella, y lo poco que tomo queda en mí, e inseparables del Fiat Supremo, y me hacen sentir la inseparabilidad de Él y de todos sus actos. ¡Oh! Voluntad Divina, Tú amas tanto a quien vive en Ti, que no quieres hacer nada, ni sabes hacer nada, si no haces tomar parte en eso a aquélla que ya en Ti vive, es tanto tu ímpetu de amor que dices: “Lo que hago Yo, debes hacer tú que vives en Mí”. Me parece que te volverías infeliz si no pudieras hacer y decir: “Lo que hace la criatura hago Yo, lo que hago Yo hace ella”. Pero mientras mi mente se perdía en Ella y sentía los fuertes vínculos de su inseparabilidad, mi dulce Jesús repitiendo su visita a mi alma me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que es tal y tanta la inseparabilidad de quien vive en mi Voluntad de Ella, que no hay cosa que haga en el Cielo y en toda la Creación, en que no le dé parte a quien vive en Ella. Así como el cuerpo posee la inseparabilidad de sus miembros, y lo que hace un miembro, todos los otros miembros se concentran en el miembro que obra, están al día de todo, y todos toman parte, así quien vive en mi Voluntad se vuelve miembro de Ella, y como connatural de ambas partes sienten tal inseparabilidad, y lo que hace uno hace el otro. Entonces, mi Querer en el Cielo felicita, beatifica, con sus sonrisas de amor encanta a toda la corte celestial y hace gustar alegrías inauditas; en la tierra, en quien vive en su Querer, desarrolla su Vida obrante, santifica, fortifica, y haciéndole de conquistadora hace tantas conquistas por cuantos actos, latidos, palabras, pensamientos, pasos, hace en Ella. Ahora en el Cielo, los bienaventurados sienten y toman parte en la Vida obrante y conquistante que hace mi Voluntad sobre la tierra en las almas que viven en Ella, sienten la inseparabilidad de sus actos, respiros y latidos, y la felicidad de mi Voluntad conquistante, por lo cual se sienten las nuevas alegrías, las bellas sorpresas que sabe dar mi Fiat conquistante en las criaturas, y como son conquistas de una Voluntad Divina, se sienten los bienaventurados, que ya viven de Ella, conquistadores de sus bienes y obras suyas, y ¡oh! cuántos nuevos mares de felicidad gozan. Y he aquí que el Cielo se siente inseparable hasta de los respiros de la criatura que vive en mi Voluntad sobre la tierra, y la criatura siente en virtud de Ella la inseparabilidad de las alegrías y felicidad del Cielo, la paz de los santos es suya, la firmeza y confirmación en el bien se convierten en naturaleza, la vida del Cielo la siente

correr en sus miembros, más que sangre en sus venas, todo es inseparable para quien vive en mi Voluntad, del cielo, del sol, de la Creación toda, no hay cosa que pueda separarse de ella, parece que todos y todo le dicen: ‘Somos inseparables de ti’. Mis mismas penas sufridas sobre la tierra, mi Vida, mis obras, le dicen: ‘Somos tuyas’. La circundan, la invisten y toman el puesto de honor, y se vinculan con modos inseparables de ella. He aquí el por qué la criatura que vive en mi Querer se siente siempre pequeña, porque sintiendo la inseparabilidad de tantas obras mías, grandes e innumerables de mi amor, de mi luz y santidad, es la verdadera pequeña en medio a todas mis obras, pero pequeña afortunada, amada por todos, que llega hasta dar las bellas, las nuevas conquistas, las nuevas alegrías al Cielo. Por eso si quieres todo, vive siempre en mi Querer y te sentirás la criatura más feliz”.

+ + + +

33-27
Octubre 7, 1934

Amor recíproco entre Dios y la criatura, intercambio de acciones, laberinto de amor en el que viene puesto quien vive en el Fiat. Dios, sembrador del campo de las almas.

(1) Estoy bajo las olas eternas del Fiat Divino, y mi pobre mente siente su dulce encanto, su potencia y virtud obrante, que invistiéndome me hace hacer lo que hace Él, me parece que con su ojo de luz da vida y hace surgir todo, y con su imperio domina sobre todo, lleva cuenta de todo, ni siquiera un respiro se le escapa, da todo y quiere todo, pero con tanto amor que llega a lo increíble, y lo que maravilla más es que quiere que la criatura sepa lo que hace para tenerla inseparable de Sí y hacerla hacer lo que hace la misma Divina Voluntad. Yo he quedado encantada, mi pequeñez se perdía y si no fuera porque mi dulce Jesús me sacudía haciéndome su visita, hubiera permanecido ahí quién sabe cuanto, y todo bondad y amor me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, no te asombres, todo es posible para quien vive en mi Voluntad. Hay un amor recíproco de ambas partes, entre Dios y la criatura, pero tanto que la pequeñez humana llega a querer y a hacer suyos los actos de Dios, y como suyos los ama tanto, que pondría la vida para defender, amar y darles toda la gloria, el primer puesto de honor a uno solo de estos actos divinos. Dios en correspondencia hace suyos los actos de la criatura, se encuentra a Sí mismo en estos actos, el desahogo de su amor, la altura de su santidad, y ¡oh! cómo los ama, y en este amor recíproco se aman tanto, que quedan aprisionados el uno en el otro, pero prisión voluntaria, que mientras los vuelve inseparables se sienten felices, porque Dios se siente amado y encuentra su puesto en la criatura, y ella se siente amada por Dios y tiene su puesto en el Ente Supremo. No hay felicidad mayor para la criatura que poder decir y estar segura de ser amada por Dios, y no hay felicidad mayor para Nosotros, que ser amados por quien fue creado por Nosotros sólo para amarnos y para cumplir nuestra Voluntad. Ahora, la criatura mientras se encuentra en su Creador, quisiera que todos lo amaran, que lo reconocieran, y en virtud del Fiat Divino por el cual está animada, quiere hacer surgir y llama nuevamente a todos los actos de las criaturas en Dios para decirle: ‘Todo te doy, y por todos te amo’. Por lo tanto se hace junto con el Querer Divino pensamiento por cada inteligencia, mirada por cada ojo, palabra por cada voz, latido por cada corazón, movimiento por cada obra, paso por cada pie, ¿qué cosa no me quiere dar quien vive en mi Voluntad? A todos y todo, por eso dice a mi Voluntad: ‘Siento la necesidad de poseer tu amor, tu potencia, para poder tener un amor que te diga por todos: Te amo’. Así que en ella nuestra Voluntad nos hace encontrar el amor y la correspondencia de todos los actos de las criaturas. ¡Oh! Voluntad mía, en qué potencia y en qué laberinto de amor arrojas al alma que vive en ti, es tal y tanta, que la pequeñez

humana se siente ahogada de amor, y como refrigerio siente la necesidad de encontrar a todos para decir su continuo estribillo: ‘Te amo, te amo’ como desahogo del gran amor que le da mi Divina Voluntad. Esta es nuestra Vida toda de amor, nuestra historia tejida ab eterno toda de amor, y así debe de ser quien vive en nuestra Voluntad, debe haber tal acuerdo entre ella y Nosotros, de formar un solo acto y un solo amor. Ahora hija mía bendita, quiero hacerte conocer cómo amamos a las criaturas, y nuestros continuos desahogos de amor que derramamos sobre ellas; nuestro primer acto de nuestra felicidad es amor y dar amor, si no damos amor nos falta el respiro, el movimiento y el alimento a nuestro Ser Supremo; si no damos amor, y con los hechos amamos, detendríamos el curso a nuestra Vida Divina, lo que no puede ser. Por esto nuestros inventos, las industrias, las estratagemas de amor son innumerables, y amor no sólo de palabra sino de hechos y obras que jamás cesan. Ahora, así como en la Creación creamos un sol que con su luz obrante y calor da luz a todos, transforma la faz de la tierra y va sembrando en cada planta, en quién el color, en quién el perfume, en quién la dulzura, no hay cosa en la que el sol no ponga su efecto, casi como semilla de maduración para volver a todas las plantas aptas para alimentar al hombre y darle placer con tantos gustos, casi innumerables. Así nuestro Ser Supremo, reservándose para Sí la parte más noble del hombre, la cual es el alma, más que sol fijamos su interior, lo dardeamos, lo modelamos, y conforme lo tocamos, más que luz solar, ponemos la semilla del pensamiento en la inteligencia, la semilla de nuestro recuerdo en la memoria, la semilla de nuestra Voluntad en la suya, la semilla de la palabra en la voz, la semilla del movimiento en las obras, la semilla de nuestro amor en el corazón, y así de todo lo demás. Ahora, si nos pone atención trabajando el campo de su alma junto con Nosotros, porque jamás retiramos nuestro Sol Divino, de noche y de día estamos sobre él más que tierna madre, ahora para alimentarlo, ahora para calentarlo, ahora para defenderlo, ahora para trabajar juntos, y para cubrirlo y esconderlo en nuestro amor. Entonces haremos una bella cosecha que les servirá para alimentarse de Nosotros, y alabarnos nuestro amor, nuestra potencia y sabiduría infinita, y si no nos pone atención, queda sofocada nuestra semilla divina, sin producir el bien que posee, y él queda en ayunas, sin los alimentos divinos, y Nosotros quedamos en ayunas de su amor. Cómo es doloroso sembrar sin recoger, pero a pesar de todo esto, es tanto nuestro amor, que no lo dejamos, continuamos a dardearlo, a calentarlo, casi como sol que no se cansa de hacer su pasadita de luz, a pesar que no encuentra ni plantas, ni flores dónde poner la semilla de sus efectos. ¡Oh! cuántos bienes de más haría el sol si no encontrara tantas tierras estériles, pedregosas y abandonadas por el hombre. Así Nosotros, si encontráramos más almas que nos pusieran atención, daríamos tantos bienes de transformar a las criaturas en santos vivientes y en copias fieles de Nosotros. Pero en nuestra Voluntad Divina no hay peligro de que no reciba nuestra semilla diaria, y que no trabaje junto con su Creador en el campo de su alma. Por eso siempre en mi Fiat te quiero, no pienses otra cosa, así haremos una bella cosecha, y tú y Yo tendremos alimentos abundantes, para poder abastecer a los otros, y seremos felices de una sola felicidad”.

+ + + +

33-28
Octubre 21, 1934

La característica y propiedad de la Divina Voluntad es la espontaneidad. Todo lo bello, lo santo, lo grande, está en ella.

(1) Estoy siempre en camino en el Fiat Divino, mi pequeña inteligencia no se detiene jamás, corre, corre siempre para poderme encontrar, por cuanto me es posible, junto al curso de los actos incesantes que hace la Divina Voluntad por amor de las criaturas;

pensar que Ella me ama siempre, y no cesa jamás de amarme, y yo no correr en su amor para amarla, no lo puedo, siento que le hago un agravio, es más, me siento en el laberinto de su amor, y sin esfuerzo la amo y quiero investigar su amor para ver cuánto me ama de más, y quedo sorprendida al ver sus mares inmensos de amor, y mi amor, gotitas apenas, y lo que es más, tomadas de su mismo mar. Por eso me conviene estar en su mismo mar y decirle: “Tu amor es mío, por eso amémonos con un solo amor”. Así me tranquilizo, y el Querer Divino está contento, es necesario tomar de lo suyo, ser atrevida, de otra manera quedo sin dar nada, con un amor tan pequeño que muere sobre los labios. Pero mientras mi mente disparataba, mi dulce Jesús, mi amada vida, haciendo su breve visita, parecía que sentía gusto de escucharme, y me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija, el amor, los actos, los sacrificios espontáneos, sin ser forzados, que me hace la criatura, me son tan agradables, que para gozármelos más los encierro en mi corazón, y es tanto mi contento que voy siempre repitiendo: ‘Cómo son bellos, cómo es dulce su amor’. ¡Ay! encuentro en ellos mi modo divino, mis penas espontáneas, mi amor que siempre ama, sin que ninguno me obligue o me ruegue. Tú debes saber que una de las características más bellas, y como su legítima propiedad y virtud en naturaleza que posee mi Divina Voluntad, es la espontaneidad, todo es espontáneo en Ella, si ama, si obra, si con un solo acto da vida y conserva todo, no es forzado, ni se hace rogar por ninguno, su movimiento es: ‘Quiero y hago’. Porque lo forzado dice necesidad, y Nosotros no tenemos necesidad de nada, ni de ninguno; lo forzado dice falta de potencia, mientras que somos potentes por naturaleza y todos dependen de nuestra potencia, y en un instante podemos hacer todo, y en otro instante, si queremos, podemos derribar todo; lo forzado dice falta de amor, mientras que es tal y tanto nuestro amor, que llega a lo increíble. Es por esto que todo creamos sin que ninguno nos rogara o nos dijera nada, y en la misma Redención, ninguna ley estaba sobre Mí, ninguno podía obligarme a sufrir tanto hasta morir, mi ley fue el amor y la virtud obrante de mi espontaneidad divina, tanto, que las penas primero se formaban en Mí, les daba la vida, y después invistiendo a las criaturas, ellas me las daban, y Yo con aquel amor espontáneo con el que les había dado la vida, así las recibía, ninguno habría podido tocarme si Yo no lo quisiera. Así que todo lo bello, lo bueno, lo santo, lo grande, está en el obrar con modos espontáneos, mientras quien obra y ama forzado, pierde lo más bello, y se pueden llamar y son obras y amor sin vida, y por consecuencia sujetas a los modos cambiantes, mientras que la espontaneidad produce la firmeza en el bien.
(3) Ahora hija mía, la señal si el alma vive en mi Voluntad Divina es amar, obrar, y también sufrir espontáneamente, el esfuerzo no existe; mi Voluntad que la tiene Consigo le comunica su espontaneidad para tenerla Consigo en su amor que corre en sus obras que jamás cesan, de otra manera le sería de fastidio tenerla en su regazo de luz sin la característica de su modo espontáneo; más bien la criatura es toda ojos para ver mi Fiat Divino porque no quiere quedarse atrás, sino que quiere correr junto para amar con su amor y para encontrarse en sus obras para corresponderle, y para alabar su potencia y magnificencia creadora. Por eso, corre, corre siempre, y haz que tu alma, sin esfuerzo, se arroje en mi Querer Divino para recorrer juntos sus caminos amorosos y llenos de estratagemas por amor de las criaturas”.

+ + + +

33-29
Noviembre 5, 1934

El verdadero amor en la criatura se forma el lugarcito en las obras divinas, para poder encerrar la Vida de la Divina Voluntad.

(1) Siento una fuerza irresistible que no me deja jamás inmóvil, y parece que cada cosa creada, todo lo que ha hecho mi dulce Jesús, ha hecho y sufrido, me dice: “Para ti las he creado, por amor tuyo, y tú, ¿nada quieres poner por amor mío, nada de lo tuyo en lo que he hecho por ti? He llorado por ti, he sufrido, he muerto por ti, y tú nada quieres poner en mis lágrimas, en mis penas, en mi muerte, todo mi Ser te busca a ti, y tú, ¿no quieres investir y buscar todas mis cosas para investirlas y encerrarlas en tu te amo? Yo soy todo amor, y tú no quieres ser toda amor para Mí”. Yo quedo confundida y mi pobre mente toma el curso de los actos hechos de la Divina Voluntad para poder decir: “También yo he puesto de lo mío en tus actos, aunque sea un pequeño te amo, pero en mi te amo me pongo toda yo misma”. Pero mientras hacía mi curso, mi dulce Jesús sorprendiéndome con su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú debes saber que el verdadero amor en la criatura me pone en condiciones de hacerme olvidar todo, y de disponerme a conceder que venga a reinar mi Voluntad sobre la tierra, no que Yo sufra de olvido, lo que no puede ser en Mí, sería defectuoso, más bien siento tanto gusto en el verdadero amor de la criatura cuando encuentro que todas las partículas de su ser me dicen que me aman, y desbordando este su amor por mí, me inviste y corre en todo mi Ser, en mis obras, y como mezclándose Conmigo me hace sentir por todas partes su amor. Yo para gozarme este amor de la criatura hago a un lado todo, y como si lo olvidase, me inclina tanto, que me dispone y se impone sobre Mí para darle cosas sorprendentes y lo que quiere, y hasta el reino de mi Voluntad; el verdadero amor tiene tal potencia que llama a mi Voluntad como vida en el ser humano. Tú debes saber que cuando extendí el cielo, cree el sol, desde entonces, en mi Omnividencia, veía tu amor correr en el cielo, investir la luz del sol y en todas las cosas creadas formarte un lugarcito para amarme, y ¡oh! cómo gozaba, y mi Voluntad desde entonces corría hacia ti y hacia aquellos que me habrían amado, para darse como vida en aquel lugarcito de amor. Ve entonces, mi Voluntad recorría los siglos, los reducía a un solo punto, todos en acto, y encontraba el puesto de amor dónde poner su Vida para continuarla con toda su Majestad y decoro divinos. Yo vine sobre la tierra, ¿pero sabes en quién encontraba el lugarcito para encerrar mi Vida? En el verdadero amor de la criatura. Desde entonces Yo ya veía tu amor, que haciéndome corona investía toda mi Humanidad y corría en mi sangre, en todas mis partículas, casi fusionándose Conmigo. Todo estaba en acto para Mí y como presente, y mis lágrimas encontraban el lugarcito donde verterse, mi amor, mis penas, mi Vida, el refugio dónde poderse estar en lugar seguro, y mi muerte encontraba hasta la resurrección en el amor verdadero de la criatura, y mi Voluntad Divina encontraba su reino donde reinar. Por eso si quieres que mi Divina Voluntad venga a reinar como vida en las criaturas, hazme encontrar tu amor por todas partes, dondequiera y en cada cosa házmelo sentir siempre, con esto formarás la hoguera dónde quemar todo, la cual consumiendo todo lo que no es de mi Voluntad, formará el lugar dónde poderse encerrar mi Voluntad, y entonces todas mis obras encontrarán lugar, su escondite dónde poder continuar el bien y la virtud obrante que poseen, y así haremos los dos intercambio de puesto, tú encontrarás tu lugarcito en Mí y en todas mis obras, y Yo lo encontraré en ti y en todos tus actos. Por eso siempre adelante en mi Divina Voluntad para formar la hoguera del amor donde te quemarás a ti, y a todos los impedimentos que impiden su reinar en medio a las criaturas”.

+ + + +

33-30
Noviembre 18, 1934

Amor de Dios en la Creación, la gloria que le habría dado si tuviera razón. Sacrificio que hace el amor de su gloria, su grito continuo. El ejército armado de amor, intercambio de amor entre Dios y la criatura.


(1) Estoy siempre en busca de los actos que continuamente hace la Divina Voluntad, y como no se encuentra jamás sin hacer nada, sino siempre en acto obrante, ¡oh! cómo es bello poder decir a mi Creador que su Fiat Divino me ama tanto, que está extendiendo el cielo, creando el sol, dando vida al viento y a todas las otras cosas porque me ama, y es tanto su amor que me dice con los hechos y con las palabras: “Por ti hago esto, no hice sino hago; a Nosotros tanto nos cuesta el crear como el conservar nuestras obras”. Después giraba en la Creación, y el cielo, las estrellas, el sol y todo, parecía que me venían al encuentro con su estribillo: “Por ti nos ha creado nuestro Creador, porque te ama, por eso ven a amar a quien tanto te ha amado”. Yo me perdía en las cosas creadas, y mi siempre amable Jesús haciéndose encontrar, deteniéndome me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer Divino, nuestro amor fue tanto, y lo es todavía en la Creación, que si la criatura pusiera atención quedaría ahogada por nuestro amor, y no sabría hacer otra cosa que amarnos. Escucha hija mía hasta dónde llega nuestro amor por la criatura, Nosotros creamos la Creación toda sin razón, ¡oh! si le hubiésemos dado la razón, ¿qué gloria no nos habría dado un cielo siempre extendido, sin jamás apartarse de su puesto, porque esa era nuestra Voluntad? Un sol que mientras actúa fielmente, sin jamás cambiarse de administrador de nuestra luz, de nuestro amor, de nuestra dulzura, de nuestros perfumes y de todos nuestros bienes, sin cambiar jamás acción, y sólo porque así queríamos Nosotros, si tuviese razón, ¿qué gloria no nos habría dado? Un viento que siempre sopla imperante en el gran vacío del universo, un mar que siempre murmura, si tuvieran razón, ¿qué gloria no nos habrían dado? Pero no, el grito de nuestro amor gritó más fuerte que nuestra gloria, y casi nos impidió dar la razón a la Creación, y gritando fuerte nos dijo: ‘Es por amor de la criatura que hemos creado todo, por eso a ella la razón, a fin de que venga al cielo para correspondernos en amor incesante y en perenne gloria porque extendemos un cielo sobre su cabeza, y en cada estrella oigamos su grito de amor que nos ama con amor inquebrantable; venga en el sol y transformándose en él como si fuera suyo, nos corresponda con amor de luz, con amor de dulzura, y nos dé la correspondencia de amor por la administración de nuestros bienes que el sol le da’. Por eso queremos a la criatura en todas las cosas creadas con derecho de justicia, para que nos dé la correspondencia que nos habría dado si toda la Creación tuviese razón. He aquí el por qué la dotamos de razón, y queremos que nuestra Voluntad la domine y tenga su puesto real como lo tiene en la Creación, a fin de que unificándola con todas las cosas creadas, comprendiese todas nuestras notas de amor hacia ella, y nos correspondiese con sus notas de amor incesante y de gloria perenne. Nosotros jamás cesamos de amarla con los hechos y con las palabras, y ella está obligada a amarnos siempre y no quedarse atrás, sino venirnos al encuentro y poner su amor sobre nuestras mismas notas amorosas.
(3) Además de esto, nuestro amor que jamás dice basta quiere siempre dar a la criatura, no queda contento si no encuentra nuevas invenciones de amor para decirle: ‘Te he amado siempre con amor obrante’. Por eso en cada cosa creada nuestro Fiat ponía dentro y las investía de un amor distinto el uno del otro, dónde ponía la potencia de su amor para decirle te amo potentemente, en otra ponía la dulzura de nuestro amor, y dónde la amabilidad, y dónde la suavidad, y dónde nuestro amor que rapta, que ata, que vence, de modo que la criatura no nos habría podido resistir, en suma, en cada cosa creada poníamos el arma de nuestro amor distinto. Podemos decir que nuestro Fiat ponía en la Creación un ejército armado de amor, con armas, la una más potente que la otra, y dotando a la criatura de razón debía comprender y recibir todas estas armas de amor por medio de las cosas creadas, y quedando ella investida por estas especialidades de armas de amor, debía podernos decir, no sólo con las palabras, sino con los hechos, como hacemos Nosotros: ‘Te amo con amor potente, mi amor es dulce, es amable y suave para Ti, tanto que me siento languidecer, desfallezco, siento la necesidad de tus brazos para sostenerme, y sostenida por Ti siento que mi amor te rapta, te ata, te vence, son tus mismas armas de amor con las cuales me has armado que te aman, que mueven batalla

para amarnos’. Hija mía, cuánto amor oculto contiene la Creación y como la criatura no se eleva en nuestra Voluntad, no viene a vivir en Ella, con todo y que tiene razón no comprende nada, y Nosotros quedamos sin la correspondencia debida a Nosotros con justicia; y nuestro amor, ¿qué hace? Con paciencia invencible espera y continúa su grito, pues quiere ser amado por la criatura, porque por amor suyo sacrificó una gloria interminable que habría recibido si hubiese dado la razón a toda la Creación. Por eso sé atenta a vivir en nuestro Querer Divino, a fin de que haciéndose revelador de nuestro amor te ceda las armas para hacernos amar con las cualidades de nuestro mismo amor, y ¡oh! cómo estaré contento, y también tú estarás contenta”.

+ + + +

33-31
Noviembre 25, 1934

Vivir en la Divina Volunta es como si se viviera entre padre e hijo.
Sus actos son visitas al Padre Celestial. Abismo divino en el cual es puesto quien vive en la Divina Voluntad.

(1) Estoy siempre de regreso en la heredad celestial del Fiat Divino, en cada acto que hago me parece que regreso a los brazos de mi Padre Celestial, pero, ¿para hacer qué? Para recibir una mirada, un beso, una caricia, una palabrita de amor, un conocimiento de más de su Ser Supremo, para poderlo amar de más, y no sólo para recibir, sino también para darle la correspondencia de sus ternuras paternas. En el Querer Divino no se hace otra cosa que: Dios desarrollar su Paternidad con un amor tierno e indecible, como si estuviera esperando a la criatura para arrullarla en sus brazos y decirle: ‘Debes saber que Yo soy tu Padre, y tú eres mi hija’. ¡Oh! cómo amo la corona de mis hijos en torno a Mí, con ellos en torno a Mí me siento más feliz, me siento Padre, y no hay contento mayor que poseer una prole numerosa que manifieste el amor y la filiación a su Padre; y la criatura con entrar en el Querer Divino, no hace otra cosa que ser la hija para su Padre, en cambio fuera del Querer Divino, los derechos de paternidad y de filiación cesan. Pero mientras mi mente se perdía en la multitud de tantos pensamientos sobre el Fiat Divino, el Soberano Celestial Jesús, mi amada vida, sorprendiéndome con un amor más que paterno, en acto de tomarme entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, hija mía, si tú supieras cuáles son mis ansias, mis suspiros, y cómo espero y espero verte regresar en mi Voluntad, tú estarías más atenta a regresar más a menudo, mi amor llega a ponerme inquieto cuando no te ve saltar en mis brazos para darte mi amor, mis ternuras paternas, y recibir las tuyas, pero ¿sabes cuando saltas a mis brazos? Cuando viéndote pequeña, pequeña, quieres amarme y no sabes amarme, me dices un ‘te amo’, y tu ‘te amo’ forma el salto para lanzarte en mis brazos, y como ves que tu ‘te amo’ es pequeño, osada tomas mi amor y me dices un ‘te amo’ grande, grande, y Yo gozo de que mi hija me ama con mi amor, y me deleito mucho de hacer intercambio, mis actos con los de la criatura; además, en mi Voluntad no es a los extraños que doy, con los que debo usar el peso, la medida, sino que doy a mis hijos, por eso hago que tomen lo que quieran. Así que en toda ocasión te recuerdo que hagas correr tus actos en mi Voluntad; tu plegaria, tus penas, tu ‘te amo’, tu trabajo, son visitas que haces a tu Padre para pedir alguna cosa, y Él para decirte: ‘Dime, ¿qué quieres?’ Y ten por seguro que siempre obtendrás otros dones y favores”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo sentía la necesidad extrema de reposarme entre sus brazos, para reanimarme de sus tantas privaciones, pero con mi sorpresa, veía al dulce Jesús con un pincel en la mano, y con una maestría admirable pintaba en mi alma, a lo vivo, los actos de la Divina Voluntad hechos en la Creación y Redención, y después tomando la palabra ha agregado:

(4) “Mi Voluntad encierra todo, dentro y fuera de Sí, y donde Ella reina no sabe estar, ni puede estar sin la vida de sus actos, porque sus actos se pueden llamar los brazos, el paso, la palabra de mi Voluntad, por lo tanto, estar mi Voluntad en la criatura sin sus obras, sería como una vida despedazada, lo que no puede ser, por eso Yo no hago otra cosa que pintar sus obras, a fin de que donde esté la Vida vengan concentradas sus obras, mira entonces en qué abismo divino se encuentra la criatura que posee mi Voluntad, dentro de sí siente su Vida con todas sus obras concentradas en su pequeñez, por cuanto a criatura es posible, fuera de sí siente su interminabilidad, de la cual no se ven los confines; como mi Voluntad posee la fuerza comunicativa, la criatura se siente como bajo de una lluvia tupida, que como lluvia le pone encima sus obras, su amor, la multiplicidad de sus bienes divinos. Mi Divina Voluntad encierra todo y quiere dar todo a la criatura, quiere poder decir: Nada he negado, todo he dado a quien vive en mi Voluntad”.

+ + + +

33-32
Enero 20, 1935

El vivir en el Querer Divino hace sentir la Paternidad de su Creador, y siente el derecho de ser hija suya. Tres prerrogativas que adquiere quien vive en Él.

(1) Mi pobre mente se pierde en el Querer Divino, pero tanto, que no sé decir lo que comprende, ni lo que experimento en la celestial morada del Fiat Divino, sólo sé decir que siento la Paternidad Divina, que con todo amor me espera entre sus brazos para decirme: “Estamos como entre hijos y Padre, ven a gozar mis ternuras Paternas, mis tratos amorosos, mis dulzuras infinitas, déjame que te haga de Padre, no hay gusto mayor que sienta, que el poder desarrollar mi Paternidad, y tú, ven sin temor, ven a darme tu filiación, dame el amor, las ternuras de hija. Siendo mi Voluntad una con la tuya, a Mí me da la Paternidad sobre ti, y a ti te da el derecho de hija”. ¡Oh! Voluntad Divina, cómo eres admirable y potente, sólo Tú tienes la virtud de unir cualquier distancia y desemejanza con nuestro Padre Celestial, me parece que es propiamente esto el vivir en Ti, sentir la Paternidad Divina y sentirse hija del Ente Supremo. Pero mientras mi mente estaba llena de tantos pensamientos sobre Ella, mi dulce Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, vivir en mi Voluntad es propiamente esto, adquirir el derecho de hija, y Dios adquirir la supremacía, el mando, el derecho de Padre, sólo Ella sabe unir a uno y a la otra y formar una sola vida. Ahora, tú debes saber que quien vive en mi Querer Divino adquiere tres prerrogativas:
(3) 1°.- ‘Derecho de Vida Divina’. Todo lo que hace es vida que siente, si ama siente la vida del amor, y como vida se la siente correr en la mente, en el respiro, en el corazón, en todo, siente la virtud vital que forma en sí no el acto que está sujeto a cesar, sino la continuación de un acto que forma la vida; si ruega, si adora, si repara, siente la vida incesante de la plegaria, de la adoración, de la reparación divina, no humana, que no está sujeta a interrupción, así que cada acto hecho en mi Voluntad es un acto vital que el alma adquiere, en Ella todo es vida, y el alma adquiere la vida del bien que hace en Ella, qué gran diferencia entre un bien que posee la vida, y un bien o acto que en cuanto lo hace, termina la vida de aquel acto, como vida lo tiene en su poder y siente la continuación de la vida de aquel bien, en cambio como acto no lo tendrá en su poder, ni sentirá la continuación de él, y lo que no es continuo no se puede llamar vida. Sólo en mi Voluntad se encuentran estos actos llenos de vida, porque tienen por principio la Vida Divina, la cual no está sujeta a terminar, y por eso puede dar vida a todo y a todos, en cambio fuera de Ella todas las cosas, incluso las obras más grandes, encuentran el fin, y ¡oh! qué bella

prerrogativa que sólo mi Voluntad puede dar, sentir en el alma cambiados sus actos en Vida Divina perenne.
(4) 2°.- Ahora, a la primera prerrogativa sigue la 2ª, esto es: ‘El derecho de propiedad.’ Pero, ¿quién es el que la da? ¿Quién la constituye propietaria? Mi misma Voluntad, porque en Ella no hay pobreza, todo es abundancia: Abundancia de santidad, de luz, de gracias, de amor, y como éstas las posee como vida, es justo que posea como suyas estas propiedades divinas, así que se siente dueña de la santidad, dueña de la luz, de la gracia, del amor, y de todos los bienes divinos, y sólo en mi Voluntad existe este dominio, fuera de Ella se da todo con medida y sin volverlas propietarias, qué diferencia entre uno y otro.
(5) 3°.- De la segunda nace la 3ª prerrogativa: ‘Derecho de gloria.’ No hay cosa que haga, pequeña o grande, natural o sobrenatural, que no tenga el derecho de gloria, derecho de glorificar en cada cosa, incluso en el respiro, en el latido, a su Creador, derecho de quedar glorificados ellos mismos en la gloria de Aquél que no hay gloria que de Él no venga. Por eso en mi Voluntad encontrarás todo, y todo a tu disposición, y con derecho no humano sino Divino, del cual mi misma Voluntad ama cederte estos sus derechos divinos, amando a la criatura como su verdadera hija”.

+ + + +

33-33
Febrero 24, 1935

La razón es el ojo del alma, es luz que la hace conocer lo bello de sus obras buenas. Cuáles son los derechos de la Divina Voluntad, cómo en Ella no hay intenciones sino actos.

(1) Estoy siempre entre los brazos de la Divina Voluntad, y si bien entre las intensas amarguras de las privaciones de mi dulce Jesús, que más que mar inundan mi pobre alma, su luz inaccesible que no me es dado ni encerrarla toda en mi alma, ni comprenderla, no me deja jamás, es más, superando el mar de mis amarguras, se sirve de ellas como victoria y conquista que hace sobre mi pobre voluntad humana. Después, pensaba entre mí que todo el valor, todo el bien, me parece que es todo de la Divina Voluntad, y a mí no me queda nada, pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús, mi amada vida, haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú debes saber que Nosotros dotamos a la criatura de razón para que conociera el bien y el mal que hiciera, y en cada acto que hiciera, si bueno, fuera dotada de nuevo mérito, nueva gracia, nueva belleza y mayor unión con su Creador; si malo, por él sufriera una pena, la cual hace sentir la debilidad y el alejamiento de Aquél que la ha creado. La razón es el ojo del alma, y luz que mientras abre camino a la criatura, le hace conocer lo bello de sus obras buenas, los frutos de sus sacrificios, y sabe afligirla cuando hace el mal. La razón tiene esta virtud: Si la criatura obra el bien, se siente en su puesto de honor, y como rey de ella tiene al orden, y en virtud del mérito que adquiere siente la fuerza y la paz; y si hace el mal, se siente toda perturbada y esclava de sus mismos males. Ahora si la criatura hace los actos buenos en mi Voluntad Divina en virtud de la razón que tiene, le damos el mérito de actos divinos, el mérito le viene dado según lo que conoce y según la voluntad humana quiere obrar: Si quiere obrar en la nuestra, ella se eleva tanto que no queda en lo bajo de las acciones humanas, aun buenas, sino que viene en nuestro Querer Divino, y como esponja se sumerge dentro e impregna sus actos de luz, de santidad, de amor, de modo que su acto desaparece en el nuestro y reaparece nuestro acto divino, por eso con justicia debe correr el merito divino, y como en nuestra Voluntad Divina pierde el prestigio humano, se cree que la criatura no haga nada, pero no es verdad, si Ella obra es en virtud del hilo del querer humano que ha recibido en sus manos, que forma el triunfo y sus conquistas sobre el acto de la criatura, y la razón humana que

voluntariamente viene a ceder sus derechos recibidos, como homenaje y sujeción a Aquél que la ha recibido, y esto es más que hacer, porque Dios ha recibido la correspondencia de los dones más bellos que dio a la criatura, esto es la razón y la voluntad, con esto nos da todo lo que puede darnos, nos reconoce, se despoja de sí misma, nos ama con amor puro, y es tanto nuestro amor que la vestimos de Nosotros mismos, le damos nuestras obras, de modo que Nosotros y ella podemos decir: ‘Hagamos juntos’. Nos pondremos en las condiciones en que la criatura no podrá hacer nada sin nuestra Voluntad, y es tanta nuestra bondad, que aun cuando la criatura hace el bien humanamente, como en el bien corre siempre la razón, le damos el mérito humano, porque es nuestra costumbre el no dejar sin premio ningún acto bueno de la criatura. Se puede decir que somos todo ojo sobre ella para ver en qué debemos recompensarla”.
(3) Después de esto ha hecho silencio, y yo continuaba pensando en cómo esta Divina Voluntad es toda ojo sobre nosotros, nos ama tanto y no nos deja un instante, y mi dulce Jesús ha vuelto a decir:
(4) “Hija mía, mi Divina Voluntad es todo para la criatura, sin Ella no podría vivir ni siquiera un minuto, todos sus actos, movimientos y pasos, se pueden llamar desembocaduras, partos que le hace mi Querer, y la criatura los recibe, los siente en sí misma y no conoce ni quién los desemboca, ni quién da vida a su vida, y por eso para muchos es como si mi Voluntad no estuviera para ellos, y no le dan los debidos derechos que conviene darle. Por eso es necesario que se conozca cuáles son estos derechos de mi Querer Divino, para hacer que conociéndolos puedan corresponderle y conocer quién es Aquélla que es Vida de su vida, y que ellos no son otra cosa que la vestidura, las estatuas animadas de Ella. Ahora, los derechos son innumerables: Derecho de creación, derecho de conservación, de animación continua, todo lo que ha creado y que sirve al bienestar del hombre, constituye un derecho suyo sobre de él, por eso el sol, el aire, el viento, el agua, la tierra, y todo, han sido creados y dados al hombre por mi Voluntad, así que por cuantas cosas le ha dado, tantos derechos de más tiene sobre el hombre; mi Redención, el perdón después de la culpa, mi Gracia, el buen obrar, son derechos mayores que Ella adquiere sobre él. Se puede decir que está como unida en mi Voluntad, sin embargo no es conocida. ¡Qué dolor el no ser reconocida! Ahora, para tener el triunfo, la Vida de mi Voluntad en la criatura, es necesario que se conozca qué cosa ha hecho, qué hace por amor de ellas, y cuáles son sus justos derechos, y cuando haya conocido esto, se pondrá en orden con mi Querer, sentirá quién es quien le da la vida, quién se mueve en su movimiento, quién late en su corazón, y mientras recibirá de Ella la Vida que forma su vida, dará a Ella como homenaje, amor y gloria, aquella misma Vida que forma en ella, y mi Voluntad recibirá sus derechos y regresará a su seno de luz todo lo que es suyo, que con tanto amor le había dado, en suma se sentirá renacida de nuevo en sus brazos a aquélla que con tanto amor había creado. ¡Oh! si todos conocieran los derechos de mi Voluntad, su amor ardiente y constante, que es tanto, que mientras le da la vida la pone fuera a la luz del día, más que madre es tanto su celo de amor, que no la deja ni un instante, la inviste dentro y fuera, por encima y por abajo, a derecha e izquierda, y aunque la criatura no la conociera, ni la amara, Ella con heroísmo divino continúa amándola y haciéndose vida y portadora y dadora de los actos de la criatura. ¡Oh! Voluntad mía, sólo Tú sabes amar con amor heroico, fuerte, increíble e infinito a aquélla que creaste, y que ni siquiera te reconoce. ¡Ingratitud humana, cómo eres grande!”
(5) Entonces sentía que tocaba con la mano el gran amor del Fiat Divino, y pensaba entre mí: “¿Cómo se puede vivir en Él, tal vez poniendo siempre la intención de vivir en Él?” Y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(6) “Mi buena hija, el vivir en mi Voluntad no son intenciones, las intenciones sirven cuando no se pueden hacer los actos, porque falta quien tiene virtud de dar vida a todo lo que de bien quiere hacer la criatura, y esto está fuera del vivir en mi Querer, y Yo doy el mérito a ellas no como actos, sino como santas intenciones. En cambio en mi Voluntad está la virtud vivificadora, actora y obradora, de modo que todo lo que la criatura quiere

hacer, encuentra quién forme la vida a sus actos, siente la fuerza vivificadora que vivifica su acto y lo convierte en obra. Por eso en mi Voluntad todas las cosas cambian, todas las cosas poseen la vida, el amor, la plegaria, la adoración, el bien que se quiere hacer, todas las virtudes están llenas de vida, por lo tanto no sujetas a terminar, a cambiarse, porque quien les suministra la vida las tiene consigo para que hagan vida juntos, y Yo les doy el mérito de obras animadas por mi Voluntad. Qué diferencia entre las intenciones y las obras, la intención simboliza a los pobres, a los enfermos, que no pudiendo quisieran al menos con la buena voluntad ejercitar la caridad, propagar el bien, hacer quién sabe cuántas bellas cosas, pero la pobreza, la enfermedad, se los impiden y los hacen casi prisioneros, sin poder hacer el bien que quieren hacer. En cambio el obrar en mi Divina Voluntad simboliza al rico, que teniendo la riqueza a su disposición, la intención no tiene valor, porque si quiere puede hacer la caridad, puede ir donde quiere, puede hacer el bien a todos, ayudar a todos. Son tales y tantas las riquezas de mi Querer, que la criatura se pierde en Ella, y a manos llenas puede tomar lo que quiere para ayudar a todos, y sin hacer ni estrépito, ni ruido, casi como luz silenciosa lleva la ayuda y se retira”.

+ + + +

33-34
Marzo 10, 1935

Todo lo que se hace en la Divina Voluntad, no queda en lo bajo de la tierra, sino que parte para el Cielo para tomar su puesto real en la patria celestial.

(1) Estoy siempre de regreso en el mar interminable de la Divina Voluntad, para tomar sus gotitas que alimentan, conservan y hacen crecer la Vida de la Divina Voluntad que siento en mí, así que cada verdad que le pertenece, es una comida que Jesús me da, toda celestial y divina, para alimentarme a mí y al Fiat Supremo, cada verdad es una nube de Cielo que desciende en mí, y circundándome espera hasta que yo cumpla mis actos para llevárselos a la patria celestial. Después, mientras me perdía en su luz divina, mi amado Bien Jesús, repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el Cielo está siempre abierto para quien vive en mi Voluntad, Ella se abaja y hace junto con la criatura lo que ella hace: Ama junto, obra, ruega, sufre, adora, repara, y ama tanto estos actos hechos junto con Ella, que no los deja en lo bajo de la tierra, sino que se los lleva a la morada celestial, para hacerlos tomar su puesto real como conquistas hechas en el bajo mundo, que pertenecen a Ella y a su amada criatura. Lo que se hace en mi Querer pertenece al Cielo, la tierra no es digna de poseerlo, y ¡oh! la seguridad, la felicidad que adquiere la criatura, pensando que sus actos están en poder del Fiat Divino y se encuentran en el Cielo como su propiedad, no humana sino divina, los cuales la esperan porque quieren cortejarla y formar su trono de gloria. Es tanto el amor, su celo, la unión que siente con estos actos hechos en su Querer, que no los deja ni siquiera en la criatura, sino que se los tiene Consigo, como partes de su Vida y partes de la criatura, para gozárselos y sentir el gusto de ser amado, y como un anticipo que debe darle de la gloria en la patria celestial. Estos actos hechos en mi Querer hacen de narradores de la historia de amor que hay entre el Creador y la criatura, y no hay gusto mayor que oír narrar cuánto he amado, cómo mi amor llega al exceso, hasta abajarme a querer hacer junto con ella lo que hace, y no sólo esto, sino que me narra su amor porque ha recibido mi acto en el suyo, por eso se forma un amor recíproco entre uno y otro, que nos felicita mutuamente. ¡Oh! cómo es bello ver que mientras ella todavía vive en el exilio, sus actos están en el Cielo, como conquistas mías que he hecho en la voluntad humana, y ellos toman cada uno su oficio, quién me ama como Yo sé amar, quién me adora con adoraciones divinas, y quién me forma las músicas celestiales para alabarme, elogiarme y

agradecerme por el gran portento del obrar de mi Voluntad. Por eso sé atenta y no dejes escapar nada en lo que no llames a la mía, a fin de que lo que hagas quede animado por mi Divina Voluntad”.
(3) Luego seguía pensando en el Fiat Supremo, y miles de pensamientos se agolpaban en mi mente, y mi amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la criatura fue creada por Nosotros toda en orden a Nosotros, por eso es su deber sacrosanto, que en cada acto que hace, llame a Aquél que la ha creado para darle el dominio y el puesto real en su acto que por derecho le corresponde, y así el acto de la criatura recibiría el honor de poseer en su acto una fuerza, una luz, un acto divino. Es nuestra Voluntad que debe estar llena toda del Ser Divino, y si esto no hace nos niega un derecho nuestro, nos pone fuera de sus actos, y sus actos quedan actos humanos, vacíos de fuerza y de luz divina, con unas tinieblas tan densas, que su inteligencia ve tantas sombras negras, que a tientas da algún paso; justa pena de quien puede encender la luz y no la enciende, de quien puede llamar la fuerza y no la llama, y mientras se sirve del acto y de la obra conservadora y actuante de Dios, lo pone fuera de su acto. Ahora, es nuestro decreto que ninguno entra al Cielo si su alma no está llena hasta el borde, toda de nuestra Voluntad y de nuestro amor, basta un pequeño vacío de esto, para que el Cielo no se abra para ella, he aquí la necesidad del Purgatorio, para vaciarse por vía de penas y de fuego de todo lo que es humano, y llenarse por vía de ansias, de suspiros y de martirios, de puro amor y de Divina Voluntad, para poder entrar en la patria celestial, y sin adquirir con tantas penas, ni mérito, ni gloria mayor, sino sólo las condiciones que se necesitan para ser admitido en la morada Celestial. En cambio, si lo hubieran hecho en la tierra con llamar nuestra Vida en sus actos, cada acto sería una gloria mayor, una belleza de más, sellado por las obras de su Creador. ¡Oh! con cuánto amor son recibidas estas almas que en sus actos han dado lugar al acto divino, al encontrarse con Nosotros, Nosotros nos reconocemos en ella y ella se reconoce en Nosotros, y reconociéndonos mutuamente es tal y tanta la felicidad de ambas partes, que todo el Cielo queda sorprendido al ver las alegrías, la gloria, las bienaventuranzas que el Ente Supremo derrama sobre esta afortunada criatura. Por eso siempre te quiero en mi Voluntad y en mi amor, a fin de que el amor consuma todo lo que a Mí no pertenece, y mi Voluntad con su pincel de luz forme nuestro acto en tu acto”.

+ + + +

33-35
Marzo 19, 1935

La Voluntad Divina y el querer humano son dos potencias espirituales. Todo el hombre está en la voluntad. Jesús no enseña ni quiere cosas imposibles.

(1) Me siento como arrollada en las olas eternas del Querer Divino, siento su movimiento continuo que como vida murmura continuamente, pero ¿qué cosa murmura? Murmura amor y da amor a todos, murmura y felicita, murmura y fortifica, murmura y da luz, murmura y da vida a todos, conserva a todos, y forma el acto de todos, inviste todo, envuelve y esconde todo en Sí para darse a todos y recibir todo. ¡Oh! potencia del Querer Divino, cómo quisiera poseerte como vida en el alma, vivir de Ti para no conocer otra Vida que la tuya, pero ¡oh! cómo estoy lejana de ello, demasiado se necesita para llegar a vivir de Voluntad Divina. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús, mi amada vida, sorprendiéndome, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, dime, ¿qué quieres? ¿Quieres tú que mi Voluntad reine y viva en ti como Vida? Si verdaderamente lo quieres todo está hecho, porque es tanto nuestro amor y el deseo ardiente de que la criatura posea nuestra Voluntad como vida, para hacerla vivir

de Ella, que en cuanto su voluntad humana verdaderamente lo quiere, así la nuestra llena el querer humano de nuestro Supremo Querer para formar en él su Vida, y vivir en ella como en su propio centro. Tú debes saber que la Voluntad Divina y la humana son dos potencias espirituales, la Divina, inmensa, de una potencia inalcanzable; la humana, pequeña potencia, pero aunque pequeña tiene su potencia, y siendo las dos espirituales, la una se puede verter en la otra y formar una sola vida; toda la potencia está en el querer, y siendo potencia espiritual tiene espacio para poder poner dentro de su voluntad el bien que quiera, y también el mal. Así que lo que quiere la voluntad eso se encuentra dentro de ella: Si quiere la propia estima, la gloria, el amor a los placeres, a las riquezas, se encontrará dentro de su querer la vida de la estima propia, de la gloria, la vida de los placeres, de las riquezas, y si quiere el pecado, también el pecado formará su vida. Mucho más si quiere la Vida de nuestra Voluntad en la suya, querido, ordenado por Nosotros con tantos suspiros, si de veras la quiere tendrá el gran bien de poseer nuestra Voluntad como vida, y si esto no fuera, la santidad del vivir en mi Querer sería una santidad difícil y casi imposible, y Yo no sé ni enseñar cosas difíciles, ni quiero cosas imposibles, más bien es mi costumbre facilitar por cuanto es posible a la criatura las cosas más arduas y los sacrificios más duros, y si es necesario pongo de lo mío para hacer que la pequeña potencia de su querer venga sostenida, ayudada, animada por la invencible potencia del mío, y así volver fácil el bien, o la Vida de mi Querer que quiere poseer la criatura, y es tanto mi amor, que para facilitarla mayormente le susurro al oído del corazón: ‘Si de veras quieres hacer este bien, lo haré Yo junto contigo, no te dejaré sola, pondré a tu disposición mi gracia, mi fuerza, mi luz, mi santidad, seremos dos en hacer el bien que quieres poseer’. Por eso no se necesita mucho para vivir de mi Voluntad, el todo está en el querer, si éste se decide y lo quiere firmemente y perseverantemente, ya ha vencido a la mía y la ha hecho suya.
¡Oh! ¿cuántas cosas puede encerrar el querer humano siendo potencia espiritual que mucho cosecha y nada pierde, se asemeja a la luz del sol, cuántas cosas no contiene el sol mientras que no se ve otra cosa que luz y calor? Sin embargo los bienes que encierra son casi innumerables, y se ve que conforme toca la tierra, así comunica bienes admirables, sin embargo no se ve otra cosa que luz; así es la voluntad humana, cuántos bienes no puede encerrar si quiere, puede encerrar amor, santidad, luz, reparaciones, paciencia, todas las virtudes y también a su mismo Creador. Siendo potencia espiritual tiene virtud y capacidad de encerrar todo lo que quiere, y no sólo tiene la potencia de encerrar el bien que quiere, sino de transmutarse en el bien que encierra. Así que la voluntad humana se cambia en la naturaleza del bien que quiere, y aunque muchas cosas que verdaderamente quiere no las haga, en la voluntad quedan como hechas, y se ve que a la ocasión de hacer aquel bien que quería, poseyendo la vida de ese bien, con prontitud, con todo amor, sin dudar un instante hace aquel bien que desde hacía tanto tiempo quería hacer; símbolo del sol que no encontrando ni la semilla, ni la flor, no da ni el bien de madurar la semilla, ni el bien del color a las flores, pero en cuanto le viene dado tocarlas con su luz, poseyendo la vida, rápidamente da la maduración a la semilla, el color a las flores. La voluntad humana posee con caracteres indelebles todo lo que hace y que quiere hacer, y si la memoria olvida, pero la voluntad nada pierde, contiene el depósito de todos sus actos sin que pueda perder nada. Por eso se puede decir: ‘Todo el hombre está en la voluntad.’ Si ésta es santa, también las cosas más indiferentes son santas para él; si es mala, tal vez aun el bien se cambia para él en acto perverso, por eso si quieres verdaderamente mi Voluntad Divina como vida, no se necesita mucho, mucho más que unida a la tuya está la mía que lo quiere, hay una potencia que todo puede, y por parte tuya se verá con los hechos si en todas las cosas te comportaras como poseedora de una Voluntad Divina. Por eso sé atenta hija mía, y tu vuelo sea siempre continuo en el Fiat Supremo”.

+ + + +

33-36
Abril 12, 1935

Quien vive en la Divina Voluntad deja sus despojos, se reduce a la nada, y el Todo forma su Vida en la nada. No hay voluntad que no posea su vida. Cómo nos amó la Celestial Reina en su Concepción, prodigios que hizo el Querer Divino en Ella.

(1) Me siento el pequeño átomo, más bien la nada perdida en el Todo del Querer Divino.
¡Oh! cómo este Todo siente en la nada de la criatura su Vida libre, la potencia obrante, su virtud creadora que todo lo que quiere puede hacer dentro de esta nada. Se puede decir que esta nada es el juego del Fiat Divino, que con su dominio la inviste, la atrae, la rapta, la llena, y la nada todo se deja hacer, y nada pierde de los bienes que recibe. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando el alma vive en mi Divina Voluntad, deja sus despojos, se vacía de todo, de modo que queda la pura nada, y mi Querer la inviste, la llena del Todo, la domina y forma en ella los prodigios de santidad, de gracia, de belleza, dignos de su potencia creadora. Pero lo que es más, en este vacío de la nada genera su amor, y ahí forma su Vida Divina, y se vuelve dominadora de la nada y de su misma Vida Divina formada en ella, y ¡oh! su amor por esta nada llega a tanto, que la vuelve al mismo tiempo dominadora junto con el Fiat Supremo, y como su dominio le viene del Todo que posee, siente su misma virtud dominadora, y domina a la misma Divina Voluntad, así que ambas son dominantes, pero con sumo acuerdo, poseyendo un solo amor y una sola Voluntad. El querer humano siente su vida en la mía, y no hace nada si no siente mi acto obrante que quiere obrar, para hacerlo junto, y la mía siente mi Vida en la suya, y con su dominio se impone sobre la nada para hacerla obrar en el Todo. Así que en cuanto la criatura se decide con una firme voluntad a vivir en la mía, mi Querer da principio a formar su Vida en ella, no hay voluntad que no posea su vida, por medio de la cual desarrolla su bondad, su potencia, su santidad, la plenitud de su amor; la vida es la manifestación de la voluntad que posee, es el vestido que la cubre, es el sonido de su voz, es la narradora de sus maravillas, de su infinitud, de su potencia, por eso mi Divina Voluntad no se contenta con hacer vivir a la criatura en Ella, la nada en el Todo, no, no, sólo se contenta cuando encierra el Todo en el nada y ahí forma su Vida obrante y dominadora, y hace de la nada lo que quiere. He aquí el por qué cuando te hablo de mi Voluntad, es tu Jesús que te habla, porque Yo soy su Vida, su voz, su representante, el narrador de mi Fiat que esconde en Mí. Por esto el prodigio más grande es formar mi Vida Divina en la nada de la criatura, y que sólo mi Querer tiene esta virtud, porque poseyendo la fuerza creadora, se puede crear a Sí misma, su Vida en quien la quiere recibir. Ahora, poseyendo mi Vida, el alma toma parte en mi santidad, en mi amor, y ¡oh! cómo es bello oír que la nada dice junto con el Todo, amor, gloria y con la fuerza dominadora que siente, se difunde en los actos divinos y domina junto con mi Voluntad. Para Nosotros no hay contento mayor que sentir la nada obrante y dominante en nuestro Ser Divino, por eso sé atenta de vivir siempre en mi Voluntad”.
(3) Después de esto seguía mi giro en la Divina Voluntad, y habiendo llegado a la Inmaculada Concepción, mi dulce Jesús me ha detenido diciéndome:
(4) “Hija mía, quiero hacerte penetrar más adentro en la Inmaculada Concepción de mi Madre Santísima, sus prodigios, cómo amó a su Creador y cómo por amor nuestro amó a todas las criaturas. La pequeña Reina en el acto de quedar concebida, comenzó su vida junto con la Divina Voluntad, y por lo tanto junto con su Creador, por eso sentía toda la fuerza, la inmensidad, el ímpetu del amor divino, y era tanto, que se sentía perdida, ahogada de amor, y no sabía hacer otra cosa que amar a Aquél que tanto la amaba, se sentía amada, pero tanto, hasta darle su Voluntad en su poder para tenerla como vida propia, que se puede llamar el más grande amor de Dios, el amor más heroico, el amor que sólo puede decir: ‘No tengo más que darte, todo te he dado’. Y la pequeña Reina se

servía de esta Vida para amarlo por cuanto era amada, no perdía un instante sin amarlo y trataba de igualarlo en amor. Ahora, nuestra Voluntad Divina que posee la omnividencia de todo, nada le esconde, hizo presente a esta Santa Criatura todas las humanas generaciones, cada culpa que habían hecho y que debían hacer, y desde el primer instante de su Concepción, la celestial pequeña, que no conocía otra vida que la sola Voluntad Divina, comenzó a dolerse con dolor divino por cada culpa de criatura, tanto, que formaba en torno a cada culpa de ellas un mar de amor y dolor divino. Mi Voluntad que no sabe hacer cosas pequeñas, formaba en su bella alma mares de dolor y de amor por cada culpa y por cada criatura, por eso la santa Virgencita desde el primer instante de su vida, era Reina de dolor y de amor, porque nuestra Voluntad que todo puede, le daba tal dolor y amor, que si no la hubiera sostenido con su potencia, habría muerto por cada culpa y tantas veces consumida de amor por cuantas criaturas debían existir. Y nuestra Divinidad comenzó a tener, en virtud de nuestra Voluntad, el dolor divino y el amor divino por todos y por cada uno. ¡Oh! cómo nos sentimos satisfechos y pagados por todos, y en virtud de este dolor y amor divino, nos sentimos inclinados hacia todos; su amor era tanto, que dominándonos nos hacía amar a aquellos que Ella amaba, tanto que el Verbo Eterno, en cuanto vino a la luz esta excelsa criatura, corrió para venir a buscar al hombre y salvarlo.
¿Quién puede resistir a la potencia obrante de nuestra Voluntad en la criatura, y qué cosa no puede hacer y obtener de cuánto quiere? ¡Oh! si todos supieran el gran bien que hicimos a las humanas generaciones con darles a esta Celestial Reina, fue Ella quien preparó la Redención, que venció a su Creador y que fue la portadora del Verbo Eterno sobre la tierra, ¡ah! todos se estrecharían en torno de sus rodillas maternas para implorar de Ella aquella Divina Voluntad de la cual posee la Vida”.

+ + + +

33-37
Mayo 14, 1935

Quien hace la Divina Voluntad no tiene necesidad de leyes. Quien vive en Ella da trabajo a todos: Al Padre Celestial,
a la Madre Celestial y al mismo Jesús.

(1) Estoy en los brazos de mi adorable Querer Divino, si bien inmersa en el dolor de la privación de mi dulce Jesús bendito, las horas son siglos sin Él, qué pena, qué muerte continua, sin piedad ni misericordia, justamente me castiga porque he sido muy ingrata y no he correspondido. Pero ¡ay! Amor mío, esconde mis miserias en tus llagas, cúbreme con tu sangre, mis penas las uno a tus penas a fin de que griten juntas: “Perdón, piedad de esta pobre criatura”. Pero sin Ti no puedo más, y mientras desahogaba mi dolor, mi dulce Jesús movido a compasión de mi prolongado martirio, como relámpago que huye me ha hecho su breve visita y me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ánimo, no te alarmes, mi Divina Voluntad te da todo en tu poder, de modo que puedes decir todo es mío; mis penas, mis llagas, mi sangre, todo es tuyo, así que no tienes necesidad de pedírmelas, sino tómalas y sírvete de ellas para tus necesidades, tan es verdad, que en quien reina mi Divina Voluntad no hay necesidad de leyes, sino que siente en sí misma la naturaleza cambiada en ley divina. Así como en naturaleza siente la fuerza del respiro, del latido, así siente la fuerza de la ley como parte sustancial de su vida; y como mi ley es ley de amor, de santidad, de orden, por eso siente en sí la naturaleza del amor, de la santidad, del orden. Donde reina mi Voluntad, es tanto su amor, que transforma en naturaleza los bienes que quiere dar a la criatura, a fin de que sea propietaria de ellos, ninguno se los puede quitar, y Yo mismo me hago custodio de los dones concedidos en naturaleza a esta criatura”.

(3) El dulce Jesús ha hecho silencio, y mi mente nadaba en el mar de la Divina Voluntad, y retomando su decir ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que quien vive en mi Voluntad da trabajo a todos; mi Padre Celestial viendo a la criatura en su Querer Divino, se pone alrededor para formar el trabajo de su imagen y semejanza, mucho más que encontrando su Voluntad en ella, encuentra las materias adaptables que se prestan a recibir su trabajo para formar la más bella imagen que le asemeje, y ¡oh! su contento que con su trabajo puede producir imágenes suyas. Da el trabajo a la Madre Celestial, porque encontrando mi Voluntad Divina en la criatura, encuentra quién le haga compañía, quién reciba su Maternidad como hija, encuentra a quién puede comunicar su fecundidad, sus actos hechos en mi Querer, encuentra en quién puede hacer su modelo y su copia fiel, y ¡oh! el contento de esta Madre Celestial, su trabajo asiduo, sus cuidados, sus premuras maternas porque puede hacer de verdadera Madre y porque puede dar su herencia, y siendo una la Voluntad de la Madre y de la hija, puede hacerse comprender y poner en común sus gracias, su amor, su santidad; en su trabajo se siente feliz porque encuentra quién la corteja, quién la asemeja y vive de su misma Voluntad Divina. Quien vive en Ella es su hija predilecta, su preferida, su secretaria, se puede decir que en virtud de mi Querer Divino posee un imán potente que atrae de tal manera las miradas de esta Madre Celestial, que no puede apartarlas de ella, y la gran Señora para tenerla segura, trabaja poniéndole alrededor sus virtudes, sus dolores, su amor y la misma Vida de su Hijo. Pero esto no es todo, Yo, tu Jesús, en cuanto veo que el alma ha puesto a un lado su voluntad para vivir de la mía, me pongo a trabajar para formar mis miembros; mi cabeza es santa y siento la necesidad de los miembros santos para apoyar mi cabeza, y así poder comunicar su virtud en ellos, y ¿quién puede formarme los miembros santos sino mi Voluntad? Por eso mi trabajo es incesante hacia quien vive en Ella, se puede decir que me pongo en guardia dentro y fuera de ella, a fin de que ninguno entre para interrumpir mi trabajo, y para formarme estos miembros repito el trabajo de concebirme de nuevo para regenerarlos; renazco para hacerlos renacer; lloro, sufro, predico, muero, para comunicar mis humores vitales y divinos en estos miembros, a fin de que queden fortificados y divinizados, dignos de mi cabeza santísima, y ¡oh! mi contento, que si bien trabajo, repito mi Vida y formo las repetidoras de Ella; ¿pero qué cosa no haría y daría en quien vive en mi Voluntad? Ella me encierra en la criatura para hacerme trabajar y hacerme formar miembros dignos de mis manos creadoras, y en cuanto el alma recibe mi trabajo, así me siento feliz y correspondido por la obra de la Creación y Redención. Ahora, los ángeles, los santos, viendo al Padre Celestial, a la Soberana Reina y a su Rey, todos atentos en trabajar en esta criatura, también ellos quieren ayudarnos en el trabajo, y alineándose en torno a la afortunada criatura trabajan en defenderla, alejan a los enemigos, la libran de los peligros y forman muros de fortaleza, a fin de que ninguno la pueda molestar. Ve entonces como quien vive en mi Querer Divino da trabajo a todos, y todos se ocupan de ella”.

+ + + +

33-38
Mayo 26, 1935

El temor, virtud humana; el amor, virtud divina. La confianza rapta a Jesús. Quien hace la Divina Voluntad se encuentra con todas las obras divinas y queda confirmado en ellas.

(1) Si bien me siento abandonada en los brazos del Querer Divino, pero mi mente la sentía llena de aprensiones y temores, pero los ofrecía a mi dulce Jesús a fin de que los invistiera con su Fiat y me los cambiara en paz y amor, y Él haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:

(2) “Hija mía bendita, el temor, aun cuando sea santo, es siempre virtud humana, rompe el vuelo del amor y hace nacer el miedo y el cansancio al caminar en el camino del bien, hace mirar siempre a derecha e izquierda, y llega a temer de Aquél que tanto la ama, quita el dulce encanto a la confianza que la hace vivir en los brazos de su Jesús, y si teme demasiado pierde a Jesús y la hace vivir de sí misma. En cambio el amor es virtud divina, y con su fuego tiene la virtud purificadora de purificar al alma de cualquier mancha, la une y la transforma en su Jesús, y le da tal confianza, de hacerse raptar por su Jesús, el dulce encanto de la confianza es tal y tanto, que se raptan recíprocamente, y uno no puede estar sin el otro, y si mira, mira sólo si ama a Aquél que tanto la ama. Así que todo su ser viene encerrado en el amor, y como el amor es hijo inseparable del Querer Divino, por eso da el primer puesto de dominio a mi Divina Voluntad. Ella se extiende en todos los actos de la criatura, humanos y espirituales, ennoblece todo, y si bien los actos humanos quedan en la forma y materia de la cual son formados, no sufren ningún cambio externo, todo el cambio queda en el fondo de la voluntad humana, quedando todo lo que hace, aun las cosas más insignificantes, cambiadas en divino y confirmadas por la Divina Voluntad. Su trabajo es incesante y sobre todo lo que hace la criatura extiende su morada de paz, y como verdadera Madre no hace otra cosa que enriquecer con conquistas divinas a su amada hija. Por eso aparta cualquier temor, en mi Querer no tienen razón de existir ni temores, ni miedos, ni desconfianza, no son cosas que nos pertenezcan, y tú no debes hacer otra cosa que vivir de amor y de mi Voluntad. Tú debes saber que una de las más puras alegrías que me puede dar la criatura, es la confianza en Mí, con ella me la siento hija mía, y puedo hacer lo que quiero, puedo decir que la confianza me hace conocer quién soy Yo, que soy el Ser Inmenso, mi bondad sin término, mi misericordia sin límites, y por cuanta más confianza encuentro, más la amo y más abundo sobre las criaturas”.
(3) Después seguía mi abandono en el Querer Divino, y le rogaba que se vertiera sobre mi pequeña alma y me hiciera resurgir toda en el Fiat Divino. ¡Oh! cómo quisiera ser un acto solo de Divina Voluntad, y mi dulce Jesús retomando su decir me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú debes saber que todas las cosas creadas, y todo lo que hice y sufrí en la Redención, corren en pos de la criatura para decirle: ‘Te traemos el amor de tu Creador para recibir el tuyo, somos sus mensajeros que mientras descendemos en lo bajo de la tierra, volvemos a subir a lo alto para llevar como en triunfo tu pequeño amor a nuestro Creador’. Pero ¿sabes el gran bien que recibes? Tú quedas confirmada en su amor y en sus obras, en su Vida, en sus penas, en sus lágrimas, en todo. Así que, hija mía, tú te encuentras y corres en todas nuestras obras, nuestra Voluntad te lleva por todas partes, y Nosotros nos encontramos confirmados en ti; sucede un intercambio de actos y de vida, la criatura en el Creador y el Creador en la criatura, ella se hace repetidora de los actos divinos. Gracia más grande no podría hacer, ni la criatura recibir, esta confirmación en nuestras obras reproduce en ella todos nuestros bienes. Nuestra santidad, bondad, amor, nuestros atributos vienen trasmitidos a ella, y Nosotros raptados la contemplamos, y en nuestro énfasis de amor decimos: “Bello, santo, perfecto es nuestro Ser en nuestra inmensidad, luz, potencia, sabiduría, amor, bondad interminable, pero bello también ver encerrada esta nuestra inmensidad de atributos en la criatura. ¡Oh! cómo nos glorifica y nos ama, parece que nos dice: ‘Soy pequeña, no me es dado el encerrar y contener toda tu inmensidad, pero tal cual Tú eres, tal soy yo, tu Divina Voluntad te ha encerrado en mí, y te amo con tu mismo amor, te glorifico con tu luz, te adoro con tu santidad, todo puedo dar porque poseo a mi Creador’. ¿Qué cosa no puede hacer mi Voluntad Divina en la criatura cuando se hace dominar por Ella? Todo. Por eso sé atenta si quieres todo y dar todo”.

+ + + +

33-39
Mayo 31, 1935

La potencia Divina no tiene límites. Certeza de que debe venir el reino de la Divina Voluntad. Cómo la Redención y su reino son inseparables.

(1) Estoy entre los brazos de mi amable Jesús, el cual me circunda tanto de su Santo Querer, que no sabría vivir sin Él, lo siento dentro de mí, que con su dulce imperio domina sobre todo mi interior, y con un amor indecible se hace vida de mi pensamiento, de mi latido y respiro, y piensa, late, respira junto conmigo, y parece que me dice: “Cómo soy feliz de que tú sientas, conozcas que la vida de tu pensamiento, de tu latido, de toda tú, soy Yo, tú me sientes en ti y Yo te siento en Mí, somos felices los dos con hacer una sola cosa; esta es mi Voluntad, que la criatura sienta, conozca que estoy junto con ella, me abajo a todos sus actos y los hago junto con ella para darle la semejanza de mi Vida y de mis actos divinos; cuánto me duele cuando me ponen aparte y no reconocen mi dominio, y que soy propiamente Yo quien forma su vida”. Mientras tanto pensaba entre mí: “Me parece imposible que pueda venir el reino de la Divina Voluntad, ¿cómo puede venir si los males abundan en modo espantoso?” Y mi dulce Jesús disgustándose me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, si tú dudas de esto, no crees ni reconoces mi potencia que no tiene límites y cuando quiero todo puedo. Tú debes saber que al crear al hombre fue puesta nuestra Vida en él, y él era nuestra habitación. Ahora, si no ponemos a salvo esta nuestra Vida, con su decoro, con su dominio, con nuestro pleno triunfo, haciéndonos conocer que estamos en esta habitación, y que ella se siente honrada de ser dominada y habitada por un Dios, si esto no hacemos significa que nuestra potencia es limitada, su poder no es infinito, y quien no tiene la potencia para salvarse a sí mismo, mucho menos puede salvar a los demás, es más, el verdadero bien, la potencia que no tiene límites, primero sirve y pone a salvo a sí mismo y después se vierte en los demás. Ahora, con venir a la tierra, sufrir y morir, vine a poner a salvo al hombre, esto es, a mi habitación, ¿no te parecería extraño aun a ti, si mientras ponía a salvo la habitación, el propietario, el habitante de ella sin sus derechos, sin dominio y sin poder ponerse a salvo? ¡Ah! no, no hija mía, habría sido absurdo y sin el orden de nuestra sabiduría infinita; la Redención y el reino de mi Voluntad son uno, inseparables entre ellos. En mi venida a la tierra vine a formar la Redención del hombre y al mismo tiempo vine a formar el reino de mi Voluntad para salvarme a Mí mismo, para retomar mis derechos que por justicia me son debidos como Creador. Y así como en la Redención me expuse a tantas humillaciones, a penas inauditas hasta morir crucificado, me sometí a todo para poner a salvo mi habitación y restituirle toda la suntuosidad, la belleza, la magnificencia con la cual la había formado, para que de nuevo fuera digna de Mí, y cuando parecía que todo había terminado y mis enemigos satisfechos de que me habían quitado la Vida, mi potencia que no tiene límites volvió a llamar a la vida a mi Humanidad, y con resucitar todo resurgía junto Conmigo, las criaturas, mis penas, los bienes adquiridos para ellas, y en cuanto mi Humanidad triunfó sobre la muerte, así mi Voluntad resurgía y triunfaba en las criaturas, esperando su reino. Si mi Humanidad no hubiera resucitado, si no hubiera tenido esta potencia, la Redención habría fallado y se podría dudar que fuera obra de un Dios, así que fue mi Resurrección la que hizo conocer quién era Yo, y puso el sello a todos los bienes que vine a traer a la tierra; así mi Divina Voluntad será el doble sello, la transmisión en las criaturas de su reino que poseía mi Humanidad, mucho más que para las criaturas formé este reino de mi Voluntad Divina en mi Humanidad, ¿por qué entonces no debo darlo? A lo más será cuestión de tiempo, y para Nosotros los tiempos son un punto solo, nuestra potencia hará tales prodigios, abundará al hombre de nuevas gracias, nuevo amor, nueva luz, que nuestras habitaciones nos reconocerán, y ellos mismos por voluntad espontánea nos darán el dominio, y nuestra Vida estará al seguro, con sus plenos derechos en la criatura. Con el tiempo verás lo que sabe hacer y puede hacer mi potencia, cómo sabe conquistar todo y arrojar por tierra a los más obstinados rebeldes, quién jamás puede resistir a mi potencia, que con un solo soplo derribo, destruyo y rehago todo como más me place. Por eso tú

ruega y sea tu grito continuo: Venga el reino de tu Fiat, y tu Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra”.

+ + + +

33-40
Junio 6, 1935

Quien vive en el Querer de Dios tiene a Dios mismo en su poder. La Reina del Cielo gira por todas las naciones para poner a salvo a sus hijos.

(1) Mi pobre mente continúa su vuelo en la luz interminable del Querer Divino, no hay cosa ni en el Cielo, ni en la tierra que no sea parto suyo, y todo y todos tienen algo que decir de Aquél que los ha generado, más bien no se cansan jamás de narrar su origen eterno, su santidad inalcanzable, su amor que siempre genera, sin cesar jamás, su Fiat que siempre habla, habla a la mente, habla en el corazón, habla sobre la lengua, y ahora habla con voz articulada, ahora con gemidos, ahora suplicante, ahora con imperio, ahora con tal dulzura de conmover los corazones más duros y más obstinados. Dios mío, qué potencia contiene tu Querer, ¡ah! haz que yo viva siempre en Él, pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndome su breve visita, con una bondad indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡mi Voluntad! ¡Mi Voluntad! Es todo, hace todo, da todo; ¿quién puede decir que no ha recibido todo de Ella? Tú debes saber que la misma criatura, tanto de santidad posee por cuanto está en orden, en relación con mi Voluntad; tanto más se eleva a la unión con Dios por cuanto más está unida con Ella; su valor, sus méritos, son medidos por las relaciones que ha tenido con mi Voluntad, así que todo el fundamento, la base, la sustancia, el origen de los bienes en la criatura, dependen de cuántos actos ha hecho de mi Voluntad, de cuánto conoce de Ella. Así que si en todos sus actos ha hecho entrar mi Querer, puede decir: ‘Todo es santo, todo es puro y divino en mí’. Y todo le podemos dar, también nuestra Vida en su poder; en cambio si nada ha hecho de mi Voluntad, y nada conoce, no tenemos qué darle, porque nada merece, porque le falta la semilla de generar el bien que nos pertenece, por eso ningún derecho de recibir la paga de su Padre Celestial; si no ha trabajado en nuestro campo, podemos decir: ‘No te conozco’. Por eso, si en todo, o al menos en parte, no ha hecho nada de mi Voluntad, el Cielo está cerrado para la criatura, no tiene ningún derecho a la Patria Celestial. Esta es la causa por la que insistimos tanto que nuestra Voluntad se haga siempre, que sea conocida, porque queremos poblar el Cielo de nuestros amados hijos, y como todo ha salido de Nosotros, queremos que todo nos regrese a nuestro regazo divino”.
(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y rogaba que se apresurara, y que con su Omnipotencia que todo puede, venciera todos los obstáculos e hiciera venir su reino, y que su Voluntad reinara como en el Cielo así en la tierra. Pero mientras esto pensaba, ante mi mente mi dulce Jesús hacía ver tantas cosas funestas y horripilantes, ante las cuales se conmovían los corazones más duros y quedaban aterrados los más obstinados, todo era terror y espanto. Yo he quedado tan afligida de sentirme morir, y rogaba que evitara tantos flagelos. Y mi amado Jesús, como si tuviera piedad de mi aflicción me ha dicho:
(4) “Hija mía, ánimo, todo servirá para el triunfo de mi Voluntad, si golpeo es porque quiero sanar, mi amor es tanto, que cuando no puedo vencer por vía de amor y de gracias, trato de vencer por vía de terror y de espanto, la debilidad humana es tanta, que muchas veces no cuida mis gracias, se hace la sorda a mis voces, se ríe de mi amor, pero basta tocarle la piel, quitarle las cosas necesarias para la vida natural, que abaja su altanería, se siente tan humillada que se hace un harapo, y Yo hago lo que quiero, sobre todo si no tienen una voluntad pérfida y obstinada, basta un castigo, verse a la orilla del sepulcro,

para que regrese a mis brazos. Tú debes saber que amo siempre a mis hijos, a mis amadas criaturas, me desviviría por no verlas golpeadas, tanto, que en los tiempos funestos que vendrán, los he puesto a todos en las manos de mi Mamá Celestial, a Ella los he confiado para que me los tenga seguros bajo su manto, le daré a todos aquellos que Ella querrá, la misma muerte no tendrá poder sobre aquellos que estarán en custodia de mi Mamá”.
(5) Ahora, mientras esto decía, mi querido Jesús me hacía ver con hechos que la Soberana Reina descendía del Cielo con una Majestad indecible, y una ternura toda materna, y giraba en medio a las criaturas en todas las naciones y marcaba a sus queridos hijos y a aquellos que no debían ser tocados por los flagelos, a quienquiera que tocaba mi Mamá Celestial, los flagelos no tenían poder sobre de ellos; el dulce Jesús daba el derecho a su Mamá de poner a salvo a quien Ella quería. Cómo era conmovedor ver girar en todas las partes del mundo a la Emperatriz Celestial, que los tomaba entre sus manos maternas, se los estrechaba a su pecho, los escondía bajo su manto a fin de que ningún mal pudiera dañar a aquellos que su materna bondad tenía bajo su custodia, custodiados y defendidos.
¡Oh! si todos pudieran ver con cuánto amor y ternura hacía este oficio la Celestial Reina, llorarían de consuelo y amarían a Aquélla que tanto nos ama.

+ + + +

33-41
Junio 10, 1935

Lluvia de amor que Nuestro Señor derrama de dentro de las cosas creadas sobre las criaturas, y cómo se biloca en ellas, y se ve igualado en su amor.

(1) Estaba haciendo mi giro en los actos de la Divina Voluntad, pero mientras esto hacía sentía que me llovía encima una lluvia de actos de amor que me hacía mi dulce Jesús. Así que conforme giraba en el sol, en el cielo, en el viento, y en todas las otras cosas creadas, así me llovían múltiples actos de amor. Ser amado por Dios es la más grande de las felicidades, es la gloria más bella que se puede encontrar en el Cielo y en la tierra, y también yo sentía la necesidad extrema de amarlo, y ¡oh! cómo quisiera ser el mismo Jesús para hacerle también yo mi lluvia de amor. ¡Pero qué! Sentía una gran distancia, porque en Él eran hechas obras reales, pero yo, pobrecita, debía servirme de sus obras para decirle que lo amaba, así que todo mi amor se reducía en la voluntad y por eso me sentía afligida, porque no lo amaba como me podía amar Jesús. Pero mientras esto pensaba, mi Sumo Bien Jesús, con un amor y bondad indescriptibles me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, no te aflijas, ¿no sabes que Yo tengo potencia de remediar todo y de hacerme igualar por el amor de la criatura? Cuando se trata de que ella quiere amarme, Yo no la dejo jamás descontenta, porque el amor es una de mis pasiones, y
¿sabes qué hago para contentar a quien me ama? Me biloco y tomo puesto en cada cosa creada y le lluevo amor, después tomo puesto en la criatura y le doy virtud de hacerme llover su amor sobre Mí, el amor que le he dado lo ha hecho suyo, y con derecho puede dármelo como si fuera de ella, y Yo siento el contento de que me ama como la he amado Yo, y si bien sé que es mío, Yo no pongo atención a esto, no soy avaro, sino que me fijo si en su voluntad quiere amarme como la amo Yo, y si pudiera haría lo que he hecho Yo por ella, esto me basta y estoy contento de poder decir: ‘Me has amado como Yo te he amado’. Además de esto, tú debes saber que Yo creé todo el universo para darlo como don a la criatura, y me quedé en cada cosa creada para llover amor sobre ellos. Ahora, quien reconoce este don como un amor grande que le da su Creador, el don es suyo, la lluvia de nuestro amor es suya, por eso dándolo de nuevo a Nosotros, con todo su ser que nos ama, Nosotros nos sentimos igualados por el amor de la criatura, y vencidos por su

amor se lo devolvemos de nuevo para encontrar el intercambio continuo de nuestro amor y del suyo. Y si tú supieras cómo estoy contento y queda herido mi amor al oírte repetir que quieres amarme y me amas en cada cosa creada, me amas en mi Concepción, en mi Nacimiento, en cada lágrima infantil, me siento adornado de tu amor, en cada pena, en cada gota de sangre siento la vida de tu amor, y Yo para corresponderte, en cada cosa que hice en mi Vida acá abajo, no hago otra cosa que formarte lluvia de amor. ¡Oh! si tú pudieras ver cuánto amor derramo en ti, es tal y tanto, que llevado por el ímpetu de mí mismo amor, abrazo y beso a mi amor en ti, y al ver que tú sientes mis abrazos y mis besos, cómo estoy contento, y espero los tuyos como para ser pagado y correspondido por tanto amor”.
(3) Después seguía mi abandono en el Querer Supremo, y girando en la extensión del cielo que sirve como pavimento y escabel de la Patria Celestial y como bóveda a los viadores de aquí abajo, aquella bóveda azul me parecía que hacía doble oficio, servía como suntuoso piso a los habitantes del Cielo y como lugar real a los viadores, unificando a unos y a otros juntos para hacer que una fuera la voluntad y el amor de todos. Por eso postrándome junto con el cielo, llamaba a los de allá arriba y a los de la tierra a adorar a mi Creador, postrándonos todos juntos, para que una fuera la adoración, la voluntad, el amor de todos. Entonces, mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha continuado:
(4) “Hija mía, el primer deber de la criatura es adorar a Aquél que la ha creado, el primer acto que habla de santidad es el deber; el deber llama al orden, y el orden hace surgir la más bella armonía entre el Creador y la criatura, armonía de voluntad, armonía de amor, de modos y de imitaciones, el deber es la sustancia de la santidad, y como todas las cosas creadas poseen y tienen como en naturaleza la marca de la verdadera adoración, por eso la criatura unida con ellas puede dar la más perfecta adoración a Aquél que la ha creado. Por eso cada cosa creada es una adoración profunda que mandan a Aquél que las ha creado, y la criatura uniéndose junto en virtud de nuestro Querer, las pone todas en adoración, dando a Dios lo que cada una debiera, y elevándose sobre todas nos lleva a todos y viene a latir en nuestro latido y a respirar en nuestro respiro. ¡Oh! cómo es dulce y agradable este latido y respiro en el nuestro, y Nosotros para corresponderlo palpitamos en su corazón y respiramos en su respiro, dándole el latido y el respiro divino como Vida, patrimonio, y crecimiento de nuestro Ser Supremo en ella. Y por eso al deber de la adoración, surge el primer deber del acto de la Creación, el de dar vida a su Creador en la propia alma, dándole el dominio, la libertad de formarse, de palpitar y respirar, llenarla de amor para poder decir con hechos: ‘Esta criatura es la portadora de su Creador, y me deja hacer lo que Yo quiero’. Tan es verdad, que su latido lo poseo Yo, nada tiene de suyo, lo que es suyo es mío y lo que es mío es suyo, Yo tengo mi puesto de amor en ella, y ella tiene el puesto de honor en el mío. Así que Cielo y tierra se dan el beso de paz y de unión permanente”.

+ + + +

33-42
Junio 17, 1935

Dios, con darnos la voluntad humana libre, se ponía a nuestra disposición, para sentírsela, adaptarse con ella, como si Él tuviera necesidad de la criatura.
Condiciones amorosas en las que Dios se puso por amor de las criaturas.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Querer Divino, y me he detenido en todo lo que mi Mamá Celestial había hecho en la Divina Voluntad; ¡Dios mío, qué sorpresas! Este Fiat Divino bilocado, multiplicado, obrante, que formaba tales encantos de belleza, de gracia, de obras, de hacer sorprender no sólo al Cielo y a la tierra, sino a Dios mismo, viéndose encerrado en la Soberana Reina y obrar Dios en Ella como obra en Sí mismo. Y ¡oh! cómo

habría querido dar de mi parte, a mi Dios toda aquella gloria, que le daba la Soberana Señora de todos aquellos actos que había hecho la Divina Voluntad en el Sagrario, en el escondite, dentro de los velos de la Inmaculada Señora. Pero mientras esto pensaba, mi Sumo Bien Jesús sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer Divino, no hay prodigio mayor, ni bondad y amor más grandes, ni magnanimidad de parte nuestra que no tiene límites, que descender en la bajo de la voluntad humana y obrar como Dios, cual somos, en ella, como si obráramos en Nosotros mismos. Por eso nuestra sabiduría infinita, llevada por un exceso de amor hacia la criatura, nos hizo darle la pequeña voluntad humana libre, independiente de todos; con darle esta voluntad libre nos poníamos a su disposición si quisiera que descendiéramos en su pequeñez y bajeza y obrar como Dios, y nuestra Voluntad hacer en ella lo que puede hacer en nuestro Ser Supremo. Este era el prodigio más grande y el amor que ningún otro amor puede igualar, dar la voluntad humana a la criatura, casi para estarle sujetos, y como si quisiéramos que dependiera de ella el bien que queremos obrar en ella, las obras que debemos desarrollar, no es esta una fineza de amor insuperable, y además darle esta voluntad a su libre arbitrio, para que la criatura nos pudiera decir: ‘Has venido a mi casa y yo debo ir a tu casa, por eso Tú haz lo que quieras en mí, y a mí me dejarás hacer lo que quiero en Ti’. Era el acuerdo que poníamos entre ella y Nosotros, y dándole la voluntad libre, podía decirnos que nos daba cualquier cosa que tenía en su poder; ¿no es esta una generosidad, un amor que supera todo, que sólo nuestro Ente Supremo podía y quiere hacer? Pero esto no es todo, nuestro amor contemplaba esta voluntad libre de la criatura y se formaba tantos centros para bilocarse en ellos, y formarse tantos reinos de dominio donde debíamos desahogar en nuestras obras divinas, multiplicándolas al infinito, sin restricciones, sin límites, obrando en estos centros como Dios, como si obráramos en Nosotros mismos. Mucho más que en la pequeña voluntad humana nuestro amor desahogaba de más, usaba más potencia, porque se requiere más arte para restringir nuestra inmensidad en el pequeño cerco de las voluntades humanas, casi poner un límite a nuestra potencia para abajarse a lo bajo del humano querer, y luego aquel sentírsela con Él en lo que debíamos hacer, porque la queremos obrante junto con Nosotros, casi ella adaptarse a Nosotros, y Nosotros debíamos adaptarnos a ella, y nuestro amor es tanto que se adapta también a sus modos humanos, esto nos da más qué hacer, nuestro amor se desahoga de más y ama hasta los excesos a esta voluntad humana que le da su puesto real, su libre dominio. En cambio obrando fuera del cerco humano, quién no sabe que todo podemos hacer y tenemos una inmensidad que a todo puede llegar, una potencia sin límites, que si quiere todo puede, una sabiduría que todo dispone, un amor que ama a todos, envuelve todo, aunque no sea amado. Nuestro Ente Supremo es libre, no tiene necesidad de ninguno y puede hacer lo que quiere, y como todo podemos no trabajamos en hacer las obras más grandes, sino que basta quererlo para que en un instante todo hagamos; por el contrario cuando queremos obrar en la criatura, casi como si tuviéramos necesidad de ella, debemos seducirla, debemos decirle lo bien que la queremos, y lo que queremos hacer, no queremos una voluntad forzada, por eso queremos que lo sepa y espontáneamente nos abra las puertas, sintiéndose honrada de darnos el puesto obrante en su voluntad. En estas condiciones nos puso nuestro amor en la creación del hombre, lo amó tanto que llegó a darle la voluntad libre para que pudiera decir: ‘Puedo dar a mi Creador’. ¿Podía amarlo más? Por eso la gloria, el honor que me da la criatura cuando me hace obrar en su voluntad es tan grande, que ninguno la puede comprender, es nuestra misma gloria y honor que nos da, en todos sus actos corre nuestra Vida, nuestro amor puede decir: ‘Doy Dios a Dios’. Es el punto más alto a donde puede llegar la criatura, y el amor más excesivo a donde puede llegar un Dios. ¡Oh! si las criaturas comprendieran el amor, el gran don que les di con darles una voluntad libre, la elevé por encima del cielo, del sol, del universo entero, puedo hacer todo lo que quiero sin que ninguno sepa nada, por el contrario con la criatura me abajo, le pido con amor un lugarcito en su voluntad para poder obrar en él y hacerle el bien. Pero, ¡ay de Mí! Muchos me lo

niegan y vuelven a mi Voluntad inactiva en la voluntad humana, mi dolor es infinito por tanta ingratitud. Ahora ¿qué admirarías más, un rey que obra en su palacio real donde tiene todo en su poder, la autoridad sobre todo, hace bien a todos, su palacio se presta a todo lo que quiere hacer el rey, o bien un rey que desciende en lo bajo de un tugurio y hace la misma acción que haría en su palacio real? ¿No se admiraría de más, no sería más sacrificio, más intensidad de amor, actuar como rey en el pequeño tugurio que en el reino? En el palacio todas las cosas se prestan a hacerlo actuar como rey, en cambio en el tugurio el rey debe adaptarse al tugurio e ingeniarse mucho para hacer las mismas acciones que haría en su palacio. Así somos Nosotros, obrar en el palacio real de nuestra Divinidad, hacer cosas grandes, en Nosotros es naturaleza, pero hacerlas en el tugurio del humano querer llega a lo increíble, es el exceso de nuestro amor más grande”.

+ + + +

33-43
Julio 8, 1935

Inseparabilidad de quien vive en la Divina Voluntad con su Creador. La Reina del Cielo junto con Jesús en instituir el Santísimo Sacramento. Los hijos de la Divina Voluntad serán soles y estrellas que coronarán a la Soberana Celestial.

(1) Me parece que no sé encontrar reposo si no me abandono en los brazos de la Divina Voluntad, la cual me arroja en su mar interminable donde encuentro lo que ha hecho por amor de las criaturas, y yo ahora me detengo en un punto, y ahora en algún otro de sus múltiples obras, y las admiro, las amo, las beso y le agradezco por tanta magnificencia y por tantas industrias amorosas hacia nosotros, míseras criaturas. Pero mientras giraba, para mi sorpresa me he encontrado frente a la gran Señora Reina y Mamá nuestra, la más bella obra de la Trinidad Sacrosanta. He permanecido contemplándola, pero no tengo palabras para decir lo que comprendía, y mi amable Jesús, con una dulzura y un amor indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bella mi Mamá, su imperio se extiende por todos lados, su belleza rapta y encadena a todos, no hay ser que no doble su rodilla para venerarla. Tal me la hizo mi Divina Voluntad, me la hizo inseparable de Mí, de manera que no hubo acto que Yo hiciera en que la Soberana Reina no lo hiciera junto Conmigo; la potencia de aquel Fiat Divino pronunciado por Mí y por Ella, que me hizo quedar concebido en su seno virginal dando la Vida a mi Humanidad, aquel Fiat siempre idéntico, cada vez que Yo obraba, el Fiat Divino de mi Madre tenía el derecho en mi Fiat Divino de hacer lo que hacía Yo. Ahora, tú debes saber que cuando instituí el Sacramento de la Eucaristía, su Fiat Divino estaba junto con el mío, y juntos pronunciamos el Fiat para que el pan y el vino fueran transubstanciados en mi cuerpo, sangre, alma y Divinidad. ¡Ah! así como al concebirme quise su Fiat, así lo quise en este solemne acto que daba principio a mi Vida Sacramental;
¡quién habría tenido corazón de hacer a un lado a mi Mamá en un acto en el cual mi amor se desahogaba con excesos tan exuberantes que llega a lo increíble! Es más, no sólo estuvo junto Conmigo, sino que la constituí Reina del amor de mi Vida Sacramental, y Ella con amor de verdadera Madre mía, me ofreció su seno de nuevo, su bella alma para tenerme defendido y reparado por las ingratitudes horrendas y sacrilegios enormes que desdichadamente habría recibido en este Sacramento de amor. Hija mía, este es mi objetivo, quiero que mi Voluntad sea vida de la criatura, para tenerla junto Conmigo para hacerla amar con mi amor, obrar en mis obras, en suma, es la compañía que quiero en mis actos, no quiero estar solo, y si no fuera así, ¿para qué entonces llamar a la criatura en mi Voluntad si Yo debía permanecer como Dios aislado, y ella sola, sin tomar parte en nuestras obras divinas? Y no sólo al instituir el Santísimo Sacramento, sino en todos los

actos que hice en todo el curso de mi Vida, en virtud del único Querer del cual estábamos animados, lo que hacía Yo hacía mi Mamá: Si hacía milagros estaba junto Conmigo a obrar el prodigio, sentía en la potencia de mi Voluntad a la Soberana del Cielo, que junto Conmigo llamábamos a vida a los muertos, si sufría estaba junto Conmigo a sufrir, no hubo cosa en la que no tuviera la compañía de Ella, y su obrar y el mío fundidos juntos. Era este el más grande honor que le daba mi Fiat, la inseparabilidad con su Hijo, la unidad con sus obras; y la Virgen, era la gloria más grande que me daba, tanto que Yo depositaba y Ella recibía el depósito de las obras hechas en su materno corazón, celosa de custodiar incluso el respiro. Esta unidad de Voluntad y de obras encendía tal amor entre uno y otro, que era bastante para incendiar todo el mundo entero y consumirlo de puro amor”.
(3) Jesús ha hecho silencio y yo he permanecido en los mares de la Soberana Celestial, pero ¿quién puede decir lo que comprendía? Y mi Sumo Bien Jesús ha retomado su decir:
(4) “Hija mía, cómo es bella mi Mamá, su Majestad es encantadora, ante su santidad se abajan los Cielos, sus riquezas son interminables e incalculables, ninguno puede decirse similar a Ella, por eso Ella es Señora, Madre y Reina; ¿pero sabes cuáles son sus riquezas? Las almas. Cada alma vale más que un mundo entero, ninguno entra en el Cielo si no es por medio suyo y en virtud de su Maternidad y de sus dolores, así que cada alma es una propiedad suya, por eso se le puede dar de hecho el nombre de verdadera Señora. Mira entonces cómo es rica, sus riquezas son especiales, están llenas de vidas parlantes, amantes, que alaban a la Celestial Señora. Como Madre tiene sus hijos innumerables, como Reina tendrá su pueblo del reino de la Divina Voluntad. Estos hijos y este pueblo formarán su corona más refulgente, quién como sol y quién como estrella coronarán su augusta cabeza con tal belleza, de raptar todo el Cielo. Así que los hijos del reino de mi Divina Voluntad serán los que le darán los honores de Reina, y transformándose en soles le formarán la más bella corona. Por eso suspira tanto que venga este reino, porque a su corona refulgente con la cual la coronó la Santísima Trinidad, aguarda la corona de su pueblo, que alabándola como Reina le ofrecen su vida transformada en sol como testimonio de amor y de gloria. ¡Oh! si se comprendiera qué significa vivir en mi Querer, cuántos secretos divinos serían revelados, cuántos descubrimientos harían de su Creador. Por eso conténtate de morir antes que no vivir de mi Voluntad”.

+ + + +

33-44
Julio 14, 1935

Certeza del reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Viento impetuoso para purificar a las generaciones. La Reina del Cielo puesta a la cabeza de este reino.

(1) Mi mente está siempre de regreso en el mar interminable del Querer Divino, el cual, conforme murmura sonríe de amor a la criatura, y quiere sus sonrisas de amor, no quiere que le quede detrás y no le pague con la misma moneda. No hacer lo que hace la Divina Voluntad mientras se vive en Ella es casi imposible, pero ¿quién puede decir qué siente la criatura en este mar divino? La pureza de sus besos, sus castos abrazos que le infunden paz celestial, Vida Divina, tal fuerza de vencer al mismo Dios. ¡Oh! cómo amaría el que todos lo probaran, que vinieran a vivir en este mar, seguramente que no saldrían jamás. Pero mientras esto pensaba decía entre mí: “Pero quién sabe quién verá este reino del Fiat Divino cuando venga, ¡oh! cómo parece difícil”. Y mi amado Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, sin embargo vendrá, tú mides a lo humano los tiempos tristes que envuelven a las presentes generaciones, y por eso te parece difícil, pero el Ente Supremo

tiene las medidas divinas, las cuales son tan largas, que lo que al humano es imposible, para Nosotros es fácil, no debemos hacer otra cosa que un viento impetuoso, el cual será tan fuerte, que se harán llevar por las corrientes del viento que purificará el aire malsano de la voluntad humana, y de todas las cosas tristes de estos tiempos hará un montón y las esparcirá como polvo investido por un viento impetuoso. Nuestro viento será tan fuerte, impetuoso y obrante, que no les resultará fácil el resistirlo, mucho más que sus ráfagas estarán repletas de gracias, de luz, de amor, que ahogarán a las generaciones humanas y se sentirán transformadas. ¿Cuántas veces un viento fuerte no derriba ciudades enteras y transporta hombres, árboles, tierra, agua a otros lugares, e incluso lejanos, sin que se puedan oponer? Mucho más nuestro viento divino, querido, decretado por Nosotros, con nuestra fuerza creadora. Y además está la Reina del Cielo, que con su imperio ruega continuamente que venga el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra, ¿y cuándo le hemos negado nada? Sus plegarias son vientos impetuosos para Nosotros, que no podemos resistir, y la misma fuerza que Ella posee de nuestra Voluntad, es para Nosotros imperio, orden, Ella tiene todo el derecho de impetrarlo, porque lo poseía en la tierra y lo posee en el Cielo, por eso como poseedora puede dar lo que es suyo, tanto que este reino será llamado el reino de la Emperatriz Celestial, hará de Reina en medio a sus hijos en la tierra, pondrá a su disposición sus mares de gracias, de santidad, de potencia, pondrá en fuga a todos los enemigos, los crecerá en su regazo, los esconderá en su luz, cubriéndolos con su amor, alimentándolos con sus propias manos, con el alimento de la Divina Voluntad. ¿Qué no hará esta Madre y Reina en medio a este su reino, con sus hijos y con su pueblo? Dará gracias jamás oídas, sorpresas jamás vistas, milagros que sacudirán Cielos y tierra, le daremos todo el campo libre para que nos forme el reino de nuestra Voluntad sobre la tierra, será la guía, el verdadero modelo, será también el reino de la Soberana Celestial. Por eso ruega también tú junto con Ella, y a su tiempo obtendrán el intento”.

+ + + +

33-45
Julio 21, 1935.

La pena más íntima y más dolorosa de Jesús es la espera; sus invenciones, delirios, reencuentros de amor.

(1) Estoy entre los brazos de la Divina Voluntad, pero con el clavo en el corazón de la privación de mi dulce Jesús; espero y espero, y el solo esperar es la pena que más me tortura, las horas me parecen siglos, los días interminables, y si jamás sea, se presenta la duda de que mi querida Vida, el dulce Jesús no vendrá, ¡oh! entonces no sé qué me sucede, quiero deshacerme de mí, de la misma Divina Voluntad que me tiene aprisionada en esta tierra y con rápido vuelo irme al Cielo, pero esto no me es dado, porque sus cadenas son tan fuertes que no están sujetas a romperse, y me siento atar más fuerte, tanto que apenas me es dado el pensarlo y termino con un abandono más intenso en el Fiat Supremo. Pero mientras deliraba, no pudiendo más, mi siempre amable Jesús ha regresado a su pequeña hija haciéndose ver con una herida en el corazón que derramaba sangre y llamas, como si quisiera cubrir todas las almas con su sangre y quemarlas con su amor, y todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, también tu Jesús sufre, y las penas que me dan más dolor son las penas íntimas, que me hacen verter sangre y llamas, pero mi pena mayor es el continuo esperar, mis miradas están siempre fijas en las almas y veo que una criatura ha caído en el pecado, y espero y espero su regreso a mi corazón para perdonarla, y no viéndola venir espero con el perdón en mis manos, ese esperar me recrudece la pena y me forma un tormento tal, de hacerme verter sangre y llamas de mi traspasado corazón, las horas, los

días que espero me parecen años, ¡oh! cómo es duro esperar. Pasemos adelante, mi amor ama tanto a la criatura, que al ponerla a la luz del día establezco cuántos actos de amor debe hacerme, cuántas plegarias, cuántas obras buenas debe hacer, y esto para darle el derecho de que Yo la amase siempre, que le concediera las gracias, las ayudas para bien obrar, pero las criaturas se sirven de esto para formarme la pena de esperar.
¡Oh! cuántas esperas entre un acto de amor y el otro, si es que me lo hacen, cuánta lentitud en el obrar el bien, en el rogar, si es que lo llegan a hacer, y Yo espero y vuelvo a esperar, siento la inquietud de mi amor que me da el delirio, los desvaríos y me da tal pena íntima, que si estuviera sujeto a morir habría muerto tantas veces por cuantas veces no soy amado por las criaturas. Además de esto está la larga espera en el Sacramento de mi amor, Yo espero a todos, llego a contar los minutos, ¡pero qué! A muchos en vano los espero, otros vienen con una frialdad glaciar, de ponerme al colmo el duro martirio de mis esperas, pocos son aquellos que nos esperamos mutuamente, y sólo en estos me fortalezco, me siento como repatriado en sus corazones, desahogo mi amor y encuentro un alivio al duro martirio de mi continuo esperar, a algunos parece que sea nada esta pena, sin embargo es la máxima que constituye el más duro martirio, y tú puedes decir cuánto te cuesta el esperarme, tanto que si Yo no viniera a poner término y a sostenerte, no habrías podido durar. Y además hay otra espera más dolorosa aún, el suspiro, el deseo ardiente, las largas ansias del reino de mi Divina Voluntad, son cerca de seis mil años que espero que la criatura vuelva a entrar en Ella, la amo tanto que quiero, suspiro el verla feliz, pero para obtener esto debemos vivir de una sola Voluntad, así que cada acto opuesto a la mía es un clavo que me atraviesa. Pero ¿sabes por qué? Porque me la vuelve mayormente infeliz y diferente de Mí, y Yo viéndome en el mar inmenso de mis felicidades, y mis hijos infelices, ¡oh! cómo sufro, y mientras espero y sigo esperando, estoy a su alrededor, la abundo de gracias, de luz, de modo que ellos mismos pueden correr para hacer vida junto Conmigo, y con un solo Querer, se cambiará su suerte, tendremos bienes comunes, felicidad sin término, las otras penas me dan alguna tregua, pero la pena de esperar no me deja jamás, me tiene siempre de centinela, me hace usar las estratagemas más enormes, me hace formar las invenciones de amor de hacer estremecer Cielos y tierra, me hace llegar a rogar a la criatura, a suplicarle que no me haga más esperar, porque no puedo más, me pesa demasiado. Por eso hija mía únete siempre Conmigo a esperar el reino de mi Voluntad, y a todas las esperas que me hacen sufrir las criaturas, al menos seremos dos, y tu compañía me dará un descanso a una pena tan dura”.

+ + + +

33-46
Septiembre 28, 1935

El amor divino inviste cada acto de criatura. Dios en todas sus obras llama a todos y hace bien a todos. Cómo se forma la Vida Divina en la criatura, cómo se alimenta y se hace crecer.

(1) Estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, la cual me transportaba en un mar de luz interminable, en el cual me hacía presente con cuánto amor Dios había amado a la criatura, es tan grande, que si se pudiera comprender le estallaría el corazón de puro amor, no pudiendo resistir al arrebato, a las estratagemas, a las industrias, a las finezas de este amor de Dios, y siendo yo muy pequeña, estas llamas me devoran, y mi amado Jesús visitando mi pequeña alma, para sostenerme me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, hazme desahogar mi amor, escúchame, tú debes saber que la criatura ha estado siempre con Nosotros en nuestra mente divina, ha tenido siempre su puesto en el seno de su Creador, y ‘ab eterno’ era adornado cada acto suyo, pensamiento,

palabra, obra y paso, con un amor nuestro especial. Así que en cada acto suyo está la cadena de tantos actos nuestros de amor, que envuelve el acto, el pensamiento, etc., de la criatura, y este nuestro amor da vida, alimenta las repeticiones de todos los actos de ella, y
¡oh! cómo es bella en nuestra mente divina, porque ella viene formada por el soplo continuo de nuestro amor, amor querido, no forzado, amor no de necesidad, sino más bien virtud generativa de nuestro Ser Supremo, el cual genera siempre y pone su amor continuo sobre sus obras, virtud de nuestro Fiat Omnipotente que si no generase nuevas obras y no tuviese el acto continuo de amar, se sentiría como sofocado en sus llamas y paralizado en su movimiento continuo. Ahora, queriendo sacar a la criatura de nuestro seno divino, le hacemos hacer su pequeño camino en el tiempo, y nuestro amor no deja de asaltar, investir, cortejar todos sus actos con su amor especial, si esto faltara, faltaría la fuerza generativa, vivificadora y motriz del ser humano. ¡Oh! si las criaturas supieran que en cada pensamiento suyo corre un amor nuestro distinto, en cada palabra y obra, también en su respiro y latido, ¡oh! cómo nos amarían y no profanarían con actos indignos nuestro amor tan grande. Mira entonces cómo te ama y te sabe amar tu Jesús, por eso aprende de Mí a amarme. Esta es la prerrogativa de nuestro amor, todo lo que ha salido de Nosotros, amarlo siempre, hacer surgir de dentro de nuestro amor todos los actos de la criatura”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo he permanecido pensando en el exceso del amor divino, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, escúchame aún, es tanto nuestro amor, que en cada obra que hacemos llamamos a todos, como si fueran uno solo, para dar a cada uno el bien de la obra que hacemos, no obraríamos como Dios si nuestros actos no tuvieran virtud de poderse dar a todos para dar el bien que ellos contienen. Ve entonces, mi Concepción en el seno de una Virgen fue la obra más grande de toda la historia del mundo, sólo que nuestro Fiat quiso y se encarnó, sin que ninguno nos forzara, sin que ninguno lo mereciera, sin tener Nosotros ninguna necesidad, la necesidad fue nuestro amor, y sólo porque quiso, fue un acto tan grande que encerraba y abrazaba a todos, y contenía tanto amor que llega a lo increíble, tanto, que Cielos y tierra están sorprendidos y raptados todavía y todos se sintieron invadidos de tanto amor, de poder sentir mi Vida concebida en todos. Mira entonces en donde mi amor me lleva a concebir, en cada alma, en cada instante y siempre, concebido una vez me concibo siempre. ¿No es como si me concibiera en la hostia consagrada el concebirme en cada acto de criatura que me ama y hace mi Divina Voluntad? Pero no es todo aún, si mi amor no da en excesos de poder decir: ‘Mira cuánto te he amado, no tenía nada más qué hacerte y darte para amarte’, no se contenta. Escucha hasta dónde llego, así cómo en el seno de la Virgen Santa respiraba a través de su respiro, era calentado por su calor, alimentado por su sangre, así espero de la criatura que me posee, el respiro, el calor, el crecimiento para desarrollar mi Vida. Pero ¿sabes tú en qué aprietos me pone mi amor? Cuando la criatura me ama, me da el respiro, me da el calor, cada bien que hace, si ruega, si sufre por Mí, si me adora y glorifica, me hace crecer, me da el movimiento, contribuye a formarme en su alma, así que si no me ama y nada me da, me siento faltar el respiro, el calor, el alimento, y no crezco; ¡ay de Mí! en qué condiciones me pone mi amor y la ingratitud de la criatura. Ahora, si ella me da el bien de hacerme crecer, de manera de hacerme llenar toda su alma de mi Vida, entonces desarrollo mi Vida en ella, camino en sus pies, obro en sus manos, hablo en su voz, pienso en su mente, amo en su corazón, y tengo mi contento, cómo soy feliz, de la criatura no queda otra cosa que un velo que me cubre, Yo soy el Señor, el Actor, formo mi campo de acción, puedo hacer lo que quiero, mi Voluntad Divina repite su Fiat Omnipotente continuamente, mi amor ha recibido su concepción, da en locura porque ha formado su Vida en la criatura. Por eso no hay cosa que haga, tanto en la Creación, en la Redención, en la Santificación, en mi Vida Sacramental, en el Cielo y en la tierra, en que mi amor con rápido vuelo no corra para dar a todos el bien que hago, la santidad de mis obras, por eso ninguno puede decir esto no lo ha hecho para mí, este bien no lo he recibido; que después ingratos no lo reciban, la culpa es toda de ellos, mi parte no le falta a ninguno. Pero ve hasta donde llega mi amor, a

pesar de que no me hacen crecer, haciéndome faltar el respiro de su amor, el alimento de mi Voluntad, me hacen temblar de frío porque sus voluntades no están Conmigo, llego a permanecer sin vestidos, como el más perverso y despreciable, porque sus obras no son rectas, santas y alejadas de complacerme a Mí solo, que me debían servir para cubrirme, sin embargo no me alejo, soportando tanta ingratitud humana y esperando con paciencia inquebrantable y preparando una sorpresa de amor, una gracia de más que lo golpee para hacerme dar lo que es necesario, para hacerme crecer en su alma, porque a cualquier costo quiero formar mi Vida en la criatura, uso todas las artes para obtener mi intento, y muchas veces estoy obligado a echar mano de los flagelos, para hacerme conocer que estoy en su alma. Hija mía, compadéceme y repárame tanta ingratitud humana, Yo que soy todo para ellos les doy el respiro y el latido continuo, el movimiento, el calor, el alimento, y ellos ingratos me niegan a Mí lo que doy a ellos, después de haberles dado el gran honor de formar de ellos mi templo vivo, mi morada real sobre la tierra. ¡Qué pena, qué dolor! Por eso te recomiendo que no me hagas faltar el respiro de tu amor, dame al menos lo que necesito para hacerme crecer, haz que mi Voluntad sea tu vida para hacerme estar en tu morada real con decoro y con la suntuosidad que merece tu Jesús”.

+ + + +

33-47
Octubre 4, 1935

Toda la gloria, el honor, está en poder decir con los hechos: “Soy un acto continuo de Voluntad de mi Creador”.
Necesidad de diversidad de oficios y de acciones.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad para encontrar todos sus actos hechos en la Creación, para poner en ellos mi pequeño te amo y unirme con todas las cosas creadas, para glorificar a mi Creador y poder decir: “Estoy en mi puesto de honor, hago mi oficio, soy un acto continuo de Voluntad Divina, puedo decir que soy nada, que hago nada, pero hago todo, porque hago la Divina Voluntad”. Pero mientras esto pensaba, mi Sumo Bien Jesús, haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, cada cosa creada tiene un oficio distinto, y si bien la voluntad de todas es una, pero no todas hacen la misma cosa; no sería orden, ni virtud de sabiduría divina, el que una cosa creada repitiera lo que hace otra, pero como una es la Voluntad que las domina, la gloria que obtengo de una, me da la otra, porque toda la sustancia que poseen y el bien y el valor del cual están investidas, es que pueden decir: ‘Soy un acto continuo de Voluntad de mi Creador’. Gloria, honor, virtud más grande no podía darme que ser un acto solo de Voluntad Divina, tanto que el pequeño hilo de hierba, con su pequeñez, el pequeño espacio que ocupa de la tierra, parece que no hace nada, ninguno lo mira, sin embargo, porque así lo quiso mi Voluntad y porque no trata de hacer más de lo que puede hacer un hilo de hierba, por hacer mi Voluntad iguala la gloria que me da el sol, que con tanta majestad señorea la tierra, que se puede llamar milagro continuo de toda la Creación. Y como todas las cosas creadas están unidas entre ellas, el sol con toda su majestad, con su luz besa y calienta, el pequeño hilo de hierba, el viento lo acaricia, el agua lo riega, la tierra le da el lugarcito donde formar su pequeña vida, sin embargo ¿qué cosa es un hilo de hierba? Se puede decir que nada, pero como posee mi Voluntad, tendrá su virtud de hacer bien a las generaciones humanas, porque habiendo creado todo por amor, y para hacer bien a las criaturas, por eso todas tienen una virtud secreta de dar el bien que poseen. Mira entonces que el todo está en hacer mi Voluntad, no salir jamás de sus recintos divinos e interminables; con hacer mi Voluntad, aunque parece que no haga nada, pero no es verdad, ya se encuentra junto con el obrar divino y puede decir: ‘Lo que hace Dios, hago yo’. ¿Y te parece poco? Dios hace todo y el alma toma parte en

todo. Así que no es la diversidad de las acciones o de los oficios por lo que la criatura puede decir que hace cosas grandes, sino mi Voluntad que da el valor a las naderías, las pone en el orden divino, y pone en ellas su imagen como sello de sus obras. En referencia a la diversidad de oficios y de acciones, más bien es orden, armonía de mi sabiduría infinita, también en el Cielo hay diversidad de coros de ángeles, diversidad de santos, quién es mártir, quién es virgen, quién es confesor. Sobre la tierra mi providencia mantiene tantos oficios diversos, quién es rey, quién es juez, quién sacerdote, quién es pueblo, quién manda, quién depende, si todos tuvieran un solo oficio, ¿qué sería de la tierra? Un desorden completo. ¡Oh! si todos entendieran que sólo mi Divina Voluntad sabe hacer las cosas grandes, y aunque fueran pequeñas e insignificantes, ¡oh! cómo estarían todos contentos y cada uno amaría el lugarcito, el oficio en el cual Dios la ha puesto, pero como se hacen dominar por el querer humano, quisieran dar de ellos, hacer acciones grandes que no pueden hacer, por eso están siempre descontentos de la condición o puesto en el cual la Divina Providencia los ha puesto para su bien. Por eso conténtate de hacer lo poco unida con mi Voluntad, y no lo grande sin Ella, mucho más que siendo inmensa te encontrará en todos sus actos, y tú te encontrarás en su amor, en su potencia, en sus obras, de modo que tú no podrás hacer nada sin Ella, y Ella no podrá hacer nada sin ti. He aquí el por qué con vivir en mi Querer corren juntos tales prodigios que llega a lo increíble, la nada de la criatura en poder del Todo, la nada presa por una Voluntad que puede hacer todo. ¿Qué cosa no hará de esta nada? Hará obras dignas de un Fiat Supremo. Por eso el acto más bello, más solemne, más agradable para Nosotros, es la nada de la criatura dada a Nosotros libremente para hacernos hacer lo que queramos”.

+ + + +

33-48
Octubre 7, 1935

Quien no vive de Voluntad de Dios forma su purgatorio viviente sobre la tierra. El amor divino. Una tempestad impetuosa, escenas desgarradoras.

(1) Mi pobre mente siente la necesidad de verterse en el Querer Divino como a su centro, en el cual arrojándose siente el respiro, el latido, el amor, la Vida Divina como suya.
¿Quién puede decir que puede vivir sin respiro, sin latido? Ninguno, así la pobre alma se formaría el purgatorio más desgarrador sin el Fiat, y mi voluntad humana me arrojaría en el abismo de todos los males. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús sorprendiéndome, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Querer, cómo me siento feliz porque has entendido que no puedes vivir sin mi Fiat; para quien no vive en Él, no sólo se forma ella su purgatorio viviente, sino que impide todos mis bienes preparados para ella, me los encierra en mi corazón, y haciéndome sufrir, forma el purgatorio a mi amor, me suprime mis llamas sin el alivio de poder comunicar mi respiro, mi Vida, por eso siento mi respiro sofocado, mi Vida impedida sin el bien de poderme comunicar con la criatura. Ahora tú debes saber que no hay cosa hecha por Mí en la cual no esté mi objetivo primario de hacerla vivir de mi Voluntad. La Creación sirve propiamente para esto, para hacer vivir a la criatura de mi Voluntad, y no viviendo sofoca esta mi Vida en las cosas creadas, y mi venida sobre la tierra era la Vida de Ella que vine a darles. Tú debes saber que en cuanto el alma se decide a querer vivir en mi Querer, mi Santísima Humanidad toma puesto en ella, mi sangre como lluvia tupida llueve sobre ella, mis penas como muro inexpugnable la circundan, la fortalecen, la embellecen en modo admirable, de raptar a esta mi Voluntad Divina a vivir en ella, mi misma muerte forma la resurrección continua del alma,

resurrección de vivir en Ella. Así que la criatura se siente regenerada continuamente en mi sangre, en mis penas, en mi amor, hasta en mi respiro, en el cual encuentra gracia suficiente para vivir de mi Voluntad Divina, porque Yo pongo todo a su disposición, como estuvo mi Santísima Humanidad a disposición de mi Querer Divino, así la pongo dentro y fuera de la criatura, para dar vida a mi Voluntad en ella. Ahora, hasta en tanto que no se decida a vivir en Ella, mi sangre no le llueve, porque no tiene qué regenerar en Divino; mis penas no forman el muro de defensa, porque el querer humano forma el derrumbe continuo a mis obras, y vuelve como impotente a mi muerte, para que resurgiera del todo en mi Querer. Ahora, mi Vida, mis penas, mi sangre, si el alma no vive de Ella, están a la puerta del querer humano esperando con paciencia invencible para entrar, asaltarla por todas partes para darle la gracia de vivir de mi Querer, y no entrando todo queda sofocado en Mí, mi sangre, mis penas, mi Vida, y ¡oh! cómo sufro al ver que no me da la libertad de darle el bien que quiero, mi amor me tortura, mis penas, mis llagas, mi sangre, mis obras, como tantas voces piadosas me dicen continuamente: ‘Esta criatura nos obstaculiza, nos hace inútiles y como sin vida para ella, porque no quiere vivir de Voluntad Divina’. Hija mía, cómo es doloroso querer hacer el bien, poderlo hacer y no hacerlo”.
(3) Después de esto, continuaba mi abandono en el Querer Divino, el cual me ha transportado fuera de mí misma, y ¡oh! cómo era espantoso ver la tierra, yo habría querido retirarme en mí misma para no ver nada, pero mi dulce Jesús, como si quisiera que viera escenas tan desgarradoras, me ha detenido y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cómo es doloroso ver tanta perfidia humana, una nación que engaña a otra y arrastran mutuamente a los pobres pueblos en el tormento y en el fuego, pobres hijos míos. Tú debes saber que la tempestad será tan fuerte, que sucederá como cuando un viento impetuoso transporta con su fuerza, piedras, tierra, árboles, de modo que queda despejada de todo, tanto que con más facilidad se pueden poner nuevas plantas. Así esta tempestad servirá para purificar los pueblos y hacer surgir el día sereno de la paz y de la unión fraterna. Tú ruega para que todo sirva para mi gloria, para el triunfo de mi Voluntad y para el bien de todos”.

+ + + +

33-49
Octubre 13, 1935

Es tanto el amor de Jesús, que siente la necesidad de desahogarse con la criatura. Él está entre su Padre Celestial y las criaturas, y queda golpeado por amor de ellas.

(1) Me sentía según la costumbre toda abandonada en los brazos de mi dulce Jesús, el cual sentía la necesidad de desahogar su amor ardiente; hablar de su amor es un desahogo, hacer comprender en cuáles penas, apuros, impedimentos lo pone su amor, es para Él el más grande consuelo. Y ¡oh! cómo es desgarrador oírlo con voz sofocada en el llanto, anhelante, a media voz: “Ámenme, ámenme, no quiero otra cosa que amor, el no ser amado es el más grande de mis dolores, ¿y por qué no soy amado? Porque no se hace mi Voluntad. Ella es portadora de mi amor y me hace amar por la criatura con amor divino, y Yo sintiendo mi amor me siento liberado de la intensidad de mis llamas, y siento el dulce descanso, el reposo, el alivio en mi mismo amor que me da la criatura”. Ahora, mientras esto pensaba, mi Sumo Bien Jesús, visitando mi pequeña alma se hacía ver envuelto en sus llamas y me ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú supieras en qué estrecheces me pone mi amor. Escúchame, mi Padre Celestial era mío, lo amaba con tal intensidad de amor, que me consideraría feliz de poner la Vida para que ninguno me lo pudiera ofender, era una sola cosa con Él, mi misma Vida, y no amarlo, no lo podía, ni lo quería, nuestra virtud divina formaba un solo amor con

mi Padre Celestial, por eso inseparable. Las criaturas por parte de mi Humanidad eran mías, incorporadas en Mí, podría decir que formaban mi misma Humanidad, ¿cómo hacer para no amarlas? Sería como no amar la propia vida, y ¡oh! en qué condiciones, intrigas, impedimentos me ponía mi amor; escucha: ‘Amaba a mi Padre, verlo ofendido era el más grande de mis martirios; amaba a las criaturas, eran mías, me las sentía en Mí, y éstas no había ofensa que no hicieran, ingratitudes que no cometieran. Mi amado Padre Celestial justamente quería golpearlas, deshacerse de ellas, y Yo en medio de uno y otro, quedaba golpeado por Aquél que tanto amaba, y quedaba a sufrir las penas de aquellos, dolerme por ellos, y mientras junto con el Padre quedaba ofendido también Yo, las amaba hasta la locura, y ponía la Vida para salvar a cada criatura, no podía ni quería sustraerme de mi Padre Celestial, porque era mío y lo amaba, más bien era mi deber, como su verdadero Hijo, darle toda la gloria, el amor, la satisfacción que le debían todas las criaturas, y si bien golpeado por penas indescriptibles, Yo mismo quería hacerme golpear, porque lo amaba y amaba a aquellos por los cuales era golpeado. ¡Ah! sólo mi amor, por ser divino, sabe formar tales invenciones amorosas, tales estratagemas que llegan a lo increíble, y forma el heroísmo del verdadero amor, tanto que se termina con quedar quemado, consumido sobre la hoguera del amor, por quien amaba y los tenía como seres incorporados en Sí, que forman su propia Vida. !Ay¡ en qué estrecheces me pone mi amor, me llena tanto, que siento la necesidad de un desahogo de hacer salir de Mí obras, penas, luz, gracias sorprendentes para dar desahogo a mi amor, y es tal y tanto, que estoy siempre dentro y fuera de ella para servirla, y ahora la sirvo en la luz del sol para poder continuar este desahogo de amor, ahora la sirvo en el aire para hacerla respirar, ahora la sirvo en el agua para apagarle la sed, ahora en las plantas para alimentarla, ahora en el viento para acariciarla, en el fuego para calentarla, no hay cosa hecha por Mí, tanto en la Creación como en la Redención, en la cual mi amor no pudiéndose contener dentro de Sí, no saliera fuera para dar desahogo de amor hacia las criaturas. Ahora, quién puede decirte cuánto sufro al no verme amado, cómo mi amor queda torturado por la ingratitud humana. Yo llego hasta hacer mías sus culpas para dolerme como si fueran mías, hasta hacer la penitencia debida a ella, tomo sobre mis espaldas todos sus males para corresponderlos en bien, la hago mía, toda mía, hasta darle el puesto en mi Humanidad como un miembro para Mí más querido, voy inventando siempre nuevos encuentros de amor para hacerle sentir cómo la amo, y no viéndome amado, qué pena, qué dolor. Por eso hija mía,
¡ámame, ámame! Cuando me siento amado mi amor encuentra su reposo, y sus torturas amorosas son cambiadas en dulces alivios”.

+ + + +

33-50
Octubre 20, 1935

El amor y la Divina Voluntad van de la mano, el amor forma la materia prima moldeable para formar la Vida de Dios en la criatura.

(1) Mi pobre mente siente la necesidad de reposarse en el Querer Divino, de sentirse amada por quien es el único que sabe amarla, siente la vida en Él y la más grande felicidad con su dulce compañía, pero mientras siente la necesidad de ser amada, siente la fiebre ardiente de amarlo, y quisiera consumirse de amor, salir del exilio para poderlo amar con más perfecto amor en el Cielo. ¡Jesús mío! Cuándo tendrás compasión de mí. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús, repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, amor y Voluntad de Dios van de la mano, no se separan jamás, y forman una sola Vida. Así que mi Voluntad creó, obró tantas cosas, pero creó y obró amando, no habrían sido obras dignas de nuestra sabiduría infinita si no amáramos lo que era creado por Nosotros, por eso cada cosa creada, incluso la más pequeña, posee la fuente de

nuestro amor, y tiene un suspiro, un latido, una voz continua: ‘Amor, soy Voluntad Divina y soy santa, pura, potente, bella, soy amor y amo, no cesaré jamás de amar hasta en tanto que no convierta todo en amor’. Mira entonces hija mía, mi Divina Voluntad primero amó y después creó lo que amaba, el amor es nuestro respiro, nuestro latido, nuestro aire, y así como el aire es comunicativo y no hay persona o cosa que pueda huir del aire, así nuestro amor, verdadero aire, inviste a todos, ama a todos y a todo, con derecho quiere dominar sobre todo y quiere ser amado por todos, y se siente quitar el respiro, el latido, el aire, la vida cuando no es amado y le impiden su virtud comunicativa. Ahora, si la criatura hace mi Voluntad y no ama, no se puede decir con hechos que hace mi Voluntad, será tal vez Voluntad de Dios de circunstancia, de necesidad, de tiempo, porque sólo el amor divino tiene virtud unitiva, que une y concentra todo en mi Divina Voluntad para formar la vida, pero faltando mi amor, que es el único que sabe cambiar en materia maleable a la criatura, para formar de ella la Vida de la Divina Voluntad, sería como objeto duro que no puede recibir ninguna impresión del Ser Supremo, y mi amor que como cemento puede llenar todas las lesiones del humano querer, lo vuelve suave de modo que puede dar la forma que quiere, y se imprime como sello de la Vida Divina. Por eso, Voluntad de Dios y amor son inseparables; si hicieras mi Voluntad amarías, y si amas pones al seguro mi Voluntad en ti, uno y el otro se dan la mano, mi Voluntad crea, el amor se presta como materia para recibir el acto creante, para poner fuera nuestras obras más bellas. Por eso cuando no somos amados, damos en delirio, nos sentimos romper los brazos, nuestras manos creadoras no encuentran la materia para formar nuestra Vida en la criatura. Por eso corramos juntos en el amarnos, amemos siempre y seremos felices por ambas partes, es más, si vives en mi Querer pondré a tu disposición mi amor, y tendrás en tu poder el amor heroico e incesante que jamás dice basta”.

+ + + +

33-51
Octubre 27, 1935

La Divina Voluntad desciende en el acto humano y crea su Vida palpitante en él. Cómo anticipa el purgatorio a quien vive en su Voluntad.

(1) Siento en mí la potencia del Querer Supremo, pero tanto, que quiere que yo reciba en mis pequeños actos la potencia de su acto divino, pero mientras lo quiere, quiere ser llamado por la criatura, no quiere ser intruso, ni entrar por la fuerza, sino que quiere que lo sepa, y el querer humano dando el beso al Querer Divino le cede el puesto a su obrar, y él se pone en cortejo al acto divino, sintiéndose honrado de que un Querer Divino haya obrado en su acto. Mi mente se perdía, y ¡oh! cuántas cosas comprendía, pero soy incapaz de poderlas decir con palabras, y mi amado Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú no has entendido aún qué significa mi Voluntad obrante en el acto humano de la criatura. Ella desciende en el acto humano con su potencia creadora, con su majestad, con su luz y con su suntuosidad de gracias innumerables, y volcándose en el acto humano hace uso de su potencia y crea su acto en él, y el acto humano queda como materia de la cual se ha servido para crear su acto, y crear significa que crea tantos actos cuantos actos quiere crear, y crea tantos por cuantas criaturas están dispuestas y pueden recibir aquel acto suyo, el cual contiene prodigios inauditos de gracias, de luz, de amor, contiene la Vida palpitante y creante de un Querer Divino. He aquí por qué, debiendo hacer un acto tan grande, no lo quiere hacer si la criatura no lo sabe y que ella misma no suspira y quiere, y que lo llama a recibir en su acto la Voluntad creadora de un Querer tan Santo y potente. Qué diferencia hija mía entre quien obra el bien, ruega, porque siente el deber de hacerlo, o porque la necesidad se lo impone, o bien sufre porque

no puede liberarse, por cuan buenos, son siempre actos humanos sin virtud de multiplicarse cuantas veces quieran, no poseen plenitud de bienes, ni de santidad, ni de amor, y a veces son mezcla de vilísimas pasiones, porque falta la fuerza creadora de quien crea el bien y sabe y puede deshacerse de todo lo que no pertenece a su santidad. Así que el alma que hace obrar a mi Divina Voluntad en su acto, le da el campo a la continua creación, y ¡oh! cómo se siente glorificada, amada, porque puede crear lo que quiere, en el acto de ella siente la Soberanía, su dominio, la realeza reconocida, amada y respetada. Por eso los Cielos están temblorosos y todos se ponen atentos y en acto de adoración profunda cuando ven a mi Voluntad Divina creante en el acto de la criatura. ¡Oh! si las criaturas conocieran qué significa vivir en mi Querer Divino, harían competencia para vivir en Él, y estaría poblado de hijos de mi Voluntad, y como en mi Voluntad la voluntad humana se siente incapaz de obrar, no sería otra cosa que recibir la continuidad de actos de Querer Divino, y es la continuación de los actos, de un bien que forma el orden, la armonía, la diversidad de las bellezas, lo que forma el encanto y la formación de la vida y del bien que se quiere adquirir, ¿no es acaso nuestra misma Vida repetición continua? Amamos siempre, repetimos la conservación del universo, y con esto mantenemos el orden, la armonía, la vida del universo. ¡Oh! si no repitiéramos siempre, aun por un solo instante, se vería el desorden en todas las cosas, por eso siempre en mi Voluntad, repite tus estribillos continuos, recibe siempre mi Voluntad en tus actos, a fin de que repita en ti su acto creante, así podrá formar no sólo el acto, sino la plenitud de su Vida”.
(3) Después de esto pensaba en todo lo que concierne a la Divina Voluntad y decía entre mí: “¿Será posible que la criatura pueda llegara a tanto?” Y mi dulce Jesús volviendo a hablar me ha dicho:
(4) “Hija mía, tú debes saber que en cuanto la criatura se decide verdaderamente a querer vivir en mi Divina Voluntad, y a cualquier costo no hacer jamás la suya, mi Fiat, con un amor indecible forma el germen de su Vida en el fondo del alma, esto tiene tal potencia, tal santidad, que no crece si primero no pone en su lugar al alma, liberándola de sus debilidades, miserias y manchas si las hay, se puede decir que forma el purgatorio anticipado, purgándola de todo lo que pudiera impedir que una Vida de Voluntad Divina se formara en ella, porque Voluntad mía y pecados no pueden coexistir, ni estar juntos, a lo más se podría dar alguna debilidad aparente, que con su luz y calor es rápidamente purificada. Ella tiene siempre el acto purificador en sus manos, a fin de que ningún impedimento haya en el alma que impidiera no sólo crecer, sino desarrollar sus actos en los actos de la criatura. Por eso la primera cosa que hace mi Voluntad es quitar de enfrente el purgatorio, haciéndolo hacer anticipado para estar más libre de hacerla vivir en Ella, y de formar su Vida como más le place. Por lo que si la criatura muriera después de un acto decidido y querido de vivir en mi Querer, tomará el vuelo hacia el Cielo, más bien, mi Voluntad la llevará en sus brazos de luz como triunfo, como parto suyo, y como su querida hija, y si esto no fuera, no se podría decir: ‘Hágase tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra’, sería un modo de decir, no una realidad; en el Cielo, porque Ella reina, no hay pecados ni purgatorio, así en la tierra, si reina en el alma, no puede haber ni pecado, ni temor de purgatorio; Ella se sabe desembarazar de todo, porque quiere estar sola en su puesto reinante y dominante”.

+ + + +

33-52
Noviembre 4, 1935

Quien vive en la Divina Voluntad posee a su Jesús en modo perenne, y Él repite el milagro que obró al instituir el Santísimo Sacramento, de recibirse a Sí mismo.

(1) Mi abandono continúa en el Querer Divino, pero cuanto más camino en su mar, tanto más siento la necesidad de su Vida para continuar viviendo, y habiendo recibido la santa comunión sentía la necesidad de amarlo. Pero mi pobre nada no tenía amor suficiente para amar a Aquél que tanto me ama, era tan escaso mi amor, que sentía vergüenza ante el amor de Jesús, que tenía tanto, que no se ven los confines, sin embargo quería amarlo. Y mi amado Jesús, animándome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, no te abatas, para quien vive en mi Voluntad, la nada la tiene en el Todo, y queriéndome amar me ama con mi mismo amor, Yo encuentro en él mi amor potente, sabio, atrayente, inmenso, de modo que esta nada de la criatura me toma por todos los lados, y Yo me siento atado por su amor que es mi mismo amor, de modo que no puedo huirle, y ahora me hiere, ahora me arroja flechas hasta hacerme venir a menos, y siento la necesidad de reposarme en los brazos de su amor. Pero esto no es todo, quien vive en mi Voluntad posee a su Jesús de modo perenne, porque Ella tiene virtud de formar, crecer y alimentar mi Vida en la criatura, y recibiéndome en el Sacramento Yo encuentro a otro Jesús, esto es, a Mí mismo que me ama, me adora, me agradece, me repara, puedo decir que repito el gran milagro que hice al instituir el Sacramento de la Eucaristía, en que me comulgué a Mí mismo, es decir tu Jesús recibió a Jesús, era el honor más grande, la satisfacción más completa, la correspondencia del heroísmo de mi amor, recibirme a Mí mismo, nada me faltaba de todo de lo que era debido a mi Vida Sacramental, un Dios pagaba con la misma moneda al mismo Dios, podía decir que lo que Yo daba se me daba nuevamente. Ahora, para quien vive en mi Voluntad, el no poseer a su Jesús es imposible, por eso recibiéndome en el Sacramento Yo puedo decir: ‘Yo voy a encontrarme a Mí mismo en la criatura, y encuentro lo que Yo quiero, mi Vida que unificándose junto forma una sola, encuentro mi morada real, encuentro el amor que siempre me ama, encuentro la compensación del gran sacrificio de todo lo que hago y sufro en mi Vida Sacramental. Mi amor excesivo me lleva con una fuerza irresistible a repetir el milagro de recibirme a Mí mismo, pero me es dado hacerlo sólo en la criatura donde reina mi Divina Voluntad”.

+ + + +

33-53
Noviembre 17, 1935

Todo lo que se hace en la Divina Voluntad toma su puesto en Dios.

(1) Me siento en los brazos de la Divina Voluntad, me parece que me espera para obrar en mi pequeño acto para darme el reposo en sus obras, y para reposarse también Ella, y mi dulce Jesús sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto la criatura obra en mi Voluntad, así sus actos toman su puesto en nuestro Ser Divino, nuestra bondad es tanta, que tiene tantos vacíos para recibir todos los actos humanos que poseen la virtud creadora en nuestro Querer, ellos vienen a su Creador todos festivos y llenan estos vacíos que nuestro amor tiene a propósito formados en Nosotros, para poder decir con hechos: ‘Son actos nuestros, lo que hacemos Nosotros hace la criatura, lo que se hace en nuestra Voluntad nada queda fuera de Nosotros, ni pueden quedar, sería, si esto se pudiera dar, como si nuestra Vida estuviera sujeta a separarse, lo que no puede ser, porque poseemos no sólo la inseparabilidad de nuestro Ser Supremo, sino de todos nuestros actos y de quien vive en nuestro Querer, tenemos puestos para todos y de todo formamos un solo acto. Ahora, estos actos encuentran en Nosotros no sólo su puesto de honor, la vida perenne y su reposo, y Nosotros sentimos la felicidad, la alegría que la criatura ha encerrado en su acto con hacerlo en nuestra Voluntad, sentimos que nuestro Fiat nos ama, nos glorifica, nos felicita, nos beatifica en el acto de la criatura como Nosotros merecemos. ¡Oh! cómo nos sentimos felices, sentir la felicidad en Nosotros es naturaleza, pero al sentir la felicidad que nos puede dar la criatura,

sentimos la correspondencia de la obra de la Creación, ¿y te parece poco que damos la virtud a la criatura de poder felicitar a su Creador? Es tal y tanta la alegría que sentimos, que nos abandonamos en los brazos de la criatura, y estrechándola en los nuestros reposamos en ella, y ella reposa en Nosotros, y sólo viene roto nuestro reposo cuando nos sorprende con otros actos suyos, para gozarnos la felicidad que nos trae. Así que no hacemos otra cosa que pasar de la felicidad al reposo, y del reposo a la felicidad, feliz criatura que viviendo en nuestra Voluntad Divina puede felicitar a Aquél que posee el océano de las infinitas alegrías y felicidad sin fin”.

+ + + +

33-54
Noviembre 24, 1935

El verdadero amor llama siempre a aquél que ama, y lo encierra dentro. Sin la Divina Voluntad todo está velado. Ejemplo.

(1) Mi pobre mente se encuentra bajo las olas impetuosas del Querer Divino, impetuosas pero pacíficas, portadoras de felicidad, tanto que la pobre criatura se siente impedida e incapaz de poderlas recibir todas, y mientras seguía los actos del Fiat, he llegado al punto de la creación del hombre, y pensaba entre mí: “Con cuánto amor podía amar Adán inocente al Señor antes de pecar”. Y mi amado Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, me amó tanto por cuanto a criatura es posible. Él era un complejo de amor, ni siquiera una fibra estaba vacía del amor hacia su Creador, sentía a lo vivo, palpitante en su corazón la Vida de su Creador, el verdadero amor llama a cada instante a Aquél que ama, y que dándole con su amor su vida, retoma por vida propia a Aquél que ama. Ahora, amando mi Voluntad Divina encuentra en la criatura a Sí misma, la facilidad de su régimen, nada se opone a su dominio, su puesto noble es de Rey dominante, forma su suspirado reino en ella. Cuando la criatura me ama cuanto más puede, ningún vacío de Dios se puede encontrar en ella, antes bien, con su amor me encierra en el centro de su alma, de modo que no puedo salir, ni puedo librarme de ella, y si pudiera salir, lo que Yo no hago jamás, se vendría junto a Mí, sin podernos ni Yo, ni ella separarnos, porque el amor soy Yo mismo. Por eso quien me ama en verdad puede decir: ‘He vencido a Aquél que me ha creado, lo tengo dentro de mí, lo poseo, es todo mío, ninguno me lo puede quitar’. Ahora hija mía, el amor en Adán antes de pecar era perfecto, total, mi Voluntad tenía su Vida en él, de modo que la sentía más que su misma vida; en cuanto pecó, la Vida de mi Fiat se retiró y le dejamos la luz, porque sin Él no podía vivir, habría regresado a la nada. Al crearlo hicimos como un padre que pone en común sus bienes y su misma vida con su propio hijo. Ahora, éste desobedece, se rebela al propio padre, el padre con dolor es obligado a ponerlo fuera de sus habitaciones, no haciéndole más poseer ni sus bienes en común, ni su vida, pero es tanto su amor, que aunque lejano no le hace faltar las cosas necesarias, los medios de estricta necesidad, porque sabe que si el padre se retira, la vida del hijo se termina. Así hizo mi Divina Voluntad, retiró su Vida, pero dejó su luz como ayuda, sostén, y como medio necesario para que su hijo no pereciera del todo. Ahora con retirar su Vida, todas las cosas y obras de Dios quedaron veladas para el hombre. Él mismo, velada la inteligencia, la memoria, la voluntad, quedó como aquellos pobres infelices moribundos, que cubriéndose la pupila con un velo delgado, no ven más clara la vida de la luz. Mi misma Divinidad al descender del Cielo a la tierra se veló de mi Humanidad. ¡Oh! si las criaturas poseyeran como vida mi Voluntad, súbito me hubieran conocido, porque Ella misma habría develado quién soy Yo, mi Querer en ella, y aquél mismo Divino Querer en Mí, se habrían rápidamente conocido, amado, se habrían puesto a mi alrededor, no se habrían podido separar de Mí, reconociéndome bajo la semejanza de su parte humana como Verbo Eterno, Aquél que los amaba tanto, que se había vestido

como uno de ellos. Así que Yo no hubiera tenido necesidad de manifestarme, mi Voluntad residiendo en ellos me habría develado, ni Yo habría podido ocultarme, en cambio debí decirles quién era Yo, ¿y cuántos no me creyeron? Por eso hasta en tanto que no reine mi Voluntad en las criaturas, todo está velado, los mismos sacramentos, que más que nueva creación, con tanto amor dejé en mi Iglesia, están velados para ellas, cuántas sorpresas, cuántos bellos secretos y cosas maravillosas impide comprender, ver, gustar, una pupila velada, mucho más que este velo es el humano querer el que lo forma e impide ver las cosas cual son en sí mismas. Entonces, mi Voluntad reinante en las criaturas como vida quitará este velo y todas las cosas serán develadas, y entonces verán las caricias que les hacemos por medio de las cosas creadas, los besos, los abrazos amorosos, en cada cosa creada sentirán nuestro latido ardiente que los ama, verán en los sacramentos correr nuestra Vida para darse continuamente a ellos, y sentirán la necesidad de darse a Nosotros. Este será el gran prodigio que hará mi Divina Voluntad, romper todos los velos, abundar de gracias inauditas, tomar posesión de las almas como vida propia, de modo que ninguno le podrá resistir, y así tendrá su reino sobre la tierra”.
(3) Jesús, apresura y cumple lo que Tú dices y quieres, y tu Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra.


Deo Gratias!
Siempre y en cada instante.


1
I. M. I.


Fiat!!!
In Voluntate Dei. Deo Gratias


34-1
Diciembre 2, 1935

La Divina Voluntad dardea a la criatura y le forma la nobleza divina, y haciéndola de Actor hace inseparable a Dios y la criatura. Ejemplo, el sol.

(1) Mi Rey de amor Jesús y mi Reina Mamá Divina, ¡ah! entrelacen mi voluntad con la vuestra y hagan de ellas una sola, más bien enciérrenme en vuestros corazones, a fin de que escriba no fuera de vosotros, sino, o dentro del corazón de mi Jesús, o en el regazo de mi Madre Celestial, a fin de que pueda decir: “Es Jesús que escribe y mi Mamá la que me sugiere las palabras”. Por eso ayúdenme y denme la gracia de vencer la gran repugnancia que siento al comenzar otro volumen, ustedes que sabéis mi pobre estado, siento la necesidad de ser sostenida, fortalecida y toda renovada por la Potencia de vuestro Fiat Divino para poder hacer en todo y siempre vuestra Divina Voluntad.
(2) Después me sentía inmersa en el Querer Divino, el cual tomaba el aspecto de Actor para poder entrar en los más íntimos rincones de mi alma, y formar su acto obrante en mí; yo he quedado sorprendida, y mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(3) “Hija mía bendita, cuando la criatura hace y vive en la Divina Voluntad, nuestro Ser Supremo la dardea con su luz continuamente, le dardea la mente y pone en ella la nobleza de los pensamientos divinos, de modo que siente en su inteligencia, memoria y voluntad, la santidad, el recuerdo de su Creador, el amor, la Voluntad de Aquél que haciéndole de Actor forma en ella el orden, la sabiduría divina; dardeándola pone con sus besos de luz la sustancia divina en su mente, de modo que todo es noble, todo es santo, todo es sagrado en ella. Este Actor de mi Querer, formando su sede en la inteligencia creada, con su potencia y maestría forma en ella su imagen; le dardea el corazón y forma la nobleza del amor, de los deseos, de los afectos, de los latidos; dardea la boca y forma la nobleza de las palabras; dardea las obras y los pasos y forma las obras santas, la nobleza de los pasos; y no sólo dardea al alma, sino también el cuerpo, y con su Luz inviste la sangre y la ennoblece, de modo que la criatura se siente correr en su sangre, en sus miembros, la plenitud, la santidad, la sustancia de la nobleza divina. Este Actor de mi Divina Voluntad toma el oficio de Artífice insuperable, de transformar a Dios en la criatura, y la criatura en Dios. Cuando mi Voluntad ha llegado a esto, que es el acto más grande que puede hacer,
– esto es, formar de Dios y de la criatura una sola Vida, volviéndolos inseparables el uno del otro –, se reposa en su obra y siente tal felicidad, porque ha vencido a la criatura, ha formado su trabajo en ella, y ha cumplido su Voluntad. Entonces parece que dice en el énfasis de su amor: He hecho todo, no me queda otra cosa que poseerla y amarla”.
(4) Yo he quedado pensativa al escuchar esto, y mi amable Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, ¿por qué dudas? ¿No hace también el sol este oficio? En cuanto dardea la flor con su luz, así le da la sustancia del color y del perfume; en cuanto dardea el fruto, así le infunde la dulzura y el sabor; conforme dardea las plantas, así comunica a cada una la sustancia, los efectos que ellas requieren. Si esto lo hace el sol, mucho más mi Voluntad Divina que todo puede, y todo sabe hacer, y así como el sol va buscando la semilla para dar lo que posee, así mi Divina Voluntad va buscando las disposiciones de las criaturas que quieren vivir de mi Voluntad, y rápidamente las dardea y comunica la sustancia y nobleza divina, y forma y hace crecer su Vida”.

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.


+ + + +

34-2
Diciembre 8, 1935

Prodigios de la Inmaculada Concepción. Comunicación de los derechos divinos. Dios no quiere hacer nada sin su Madre Celestial.

(1) Estaba haciendo mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y habiendo llegado al acto en que el Fiat Omnipotente creó a la Virgen Inmaculada me he detenido, y ¡oh! qué sorpresa de prodigios jamás escuchados unidos juntos, el encanto del cielo, del sol y de toda la Creación no podían compararse, ¡oh! cómo quedaban atrás ante la Soberana Reina, y mi dulce Jesús al verme tan sorprendida me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú debes saber que no hay belleza, ni valor, ni prodigios que puedan compararse a la Inmaculada Concepción de esta celestial criatura, mi Fiat Omnipotente hizo de Ella una nueva creación, ¡oh! cuánto más bella, más prodigiosa que la primera, mi Querer Divino en Sí mismo no tiene principio ni fin, y el prodigio más grande fue como si en esta criatura renaciera, y no sólo, sino en cada instante, acto, oración que hacía, crecía, y en este crecimiento mi Voluntad multiplicaba sus prodigios en modo infinito. La creación del universo fue hecha por Nosotros en modo admirable, y es mantenido por Nosotros bajo el imperio de nuestro acto creante y conservante, sin que agregáramos nada, en cambio en esta Virgen, manteníamos el acto creante, conservante y creciente, esto es el prodigio de los prodigios, la Vida de nuestro Querer renacida en Ella y su crecer continuo en cada acto que hacía, y nuestro Fiat para renacer en Ella se pronunció en el acto de su Concepción, y cuando Éste se pronuncia, nuestro acto tiene tal suntuosidad, sublimidad, alteza, inmensidad, potencia, que toma a todos en la red de su Amor, no pone a ninguno a un lado, todos pueden tomar el bien que posee nuestro Fiat obrante, a menos que alguno no lo quisiera. Nuestra Divinidad al ver en esta Santa criatura como renacida a nuestra Voluntad, le participó sus derechos divinos, de modo que era dueña de nuestro Amor, Potencia, Sabiduría y Bondad, y Reina de nuestro Fiat. Ella con su acto creciente de nuestro Querer nos raptaba, nos amaba tanto, que llegó a amarnos por todos, a todas las criaturas las cubría, las escondía en su amor y nos hacía oír el eco del amor de todos y de cada uno. ¡Oh! cómo nos sentíamos atados y como hechos prisioneros por el amor de esta Virgen Santísima, mucho más que como nos amaba, adoraba, rogaba, obraba con el acto creciente de nuestro Fiat que poseía, encerraba en sí a su Creador, conforme nos amaba así nos sentíamos absorbidos en Ella sin poderle resistir, era tanta su potencia que nos dominaba y encerraba en sí nuestra Trinidad Sacrosanta, y Nosotros la amábamos tanto que la hacíamos hacer lo que Ella quería; ¿quién tenía corazón para negarle algo? Más bien nos sentíamos más felices de contentarla, porque un alma que nos ama es nuestra felicidad, porque oímos el eco, la alegría de nuestra felicidad en ella, y quien posee nuestra Voluntad como vida es todo para Nosotros. Este es el gran prodigio de quien posee nuestra Voluntad como vida, sentir en sí el participar en sus mismos derechos divinos, con esto siente que su amor no termina jamás, y tiene tanto que puede amar por todos y dar amor a todos; con su acto creciente no dice jamás basta a su santidad. Mucho más que la Soberana Reina con poseer nuestra Voluntad como vida, tenía siempre qué darnos, siempre qué decir, nos tenía siempre ocupados y Nosotros teníamos siempre qué dar, y siempre nuestros secretos amorosos para comunicarle, tanto que nada hacemos sin Ella, primero nos entendíamos con Ella, después lo poníamos en su materno corazón, y de su corazón desciende en el afortunado que debe recibir aquel bien. Así que no hay gracia que descienda sobre la tierra, no hay santidad que se forme, no hay pecador que se convierta, no hay amor que parta de nuestro trono, que primero no sea puesto en su corazón de Madre, la cual forma la maduración de aquel bien, lo fecunda con su amor, lo enriquece con sus gracias, y si es necesario con la virtud de sus dolores, y después lo

pone en quien lo debe recibir, de modo que quien lo recibe siente la Paternidad Divina y la Maternidad de su Madre Celestial. Podemos hacer sin Ella, pero no queremos, ¿quién tendrá corazón de hacerla a un lado? Nuestro Amor, nuestra Sabiduría infinita, nuestro mismo Fiat se impone sobre Nosotros, y no nos hace hacer nada que no descienda por medio suyo. Ve entonces hasta dónde llega nuestro Amor por quien vive de la Voluntad Divina, hasta no querer hacer nada sin Ella, es la armonía de nuestra Sabiduría infinita, que así como la Creación del universo gira siempre en torno a Nosotros, y conforme gira fecundan la tierra y mantienen la vida natural a todas las criaturas, así esta nueva creación de la Concepción de la Inmaculada Señora gira siempre en torno a Dios, y Dios gira siempre en torno a Ella, y mantienen la fecundidad del bien, forman la santidad de las almas y la llamada a las criaturas a Dios”.

+ + + +

34-3
Diciembre 15, 1935

El verdadero amor quiere hacerse conocer, se expande, corre y vuela en busca de quien ama, porque siente la necesidad de ser amado. Potencia del acto creante que se recibe cuando se gira en la Creación.

(1) Mi pobre mente es siempre transportada en el mar de la Divina Voluntad, la cual me hace presente y tiene como en acto todo lo que ha hecho por amor de las criaturas, y suspira que ellas reconozcan lo que ha hecho, cuánto nos ha amado, y nos espera en sus actos para decir: “Hagamos juntos, no me dejes obrar sola, a fin de que lo que Yo hice, lo hagas tú, y así podremos decir, con igual amor nos hemos amado”. Cómo es bello poderse decir mutuamente: “Me has amado y te he amado”. Es la recompensa de las obras más grandes y de los sacrificios más dolorosos.
(2) Después mi mente giraba en la Creación, en aquel acto cuando el Fiat Omnipotente pronunciándose creaba y extendía el cielo azul, y mi eterno amor para tenerme junto con Él en este acto, y mi dulce Jesús, hacía fiesta porque tenía su compañía, y deteniéndome me ha dicho:
(3) “Hija mía buena, amar y no hacerse conocer es contra la naturaleza del verdadero amor, porque el verdadero amor por sí mismo se expande y corre, vuela en busca de quien ama, y sólo se detiene cuando encontrándola la encierra, la esconde en su amor, y transformándola en sus mismas llamas quiere encontrar su mismo amor en ella, sus mismas obras hechas por quien ama por amor suyo. Y como la criatura jamás puede hacer lo que hacemos Nosotros por ella, nuestro Amor para conseguir lo que quiere llama a la criatura a Sí, la esconde en su mismo amor y la hace obrar junto con nuestro acto creante y conservante, y así en realidad la criatura puede decir: ‘Te he amado, lo que has hecho Tú por mí, lo he hecho yo por ti’. Y Nosotros nos sentimos en realidad amados por ella con nuestro Amor y con nuestras mismas obras. Tú debes saber que cuando la criatura se eleva con su voluntad en la nuestra en las cosas creadas por Nosotros, nuestro Ente Supremo renueva sobre ella el acto creante, y ¡oh! las maravillas que hacemos de gracias, de santidad, de cielo, de soles en su alma, nuestro acto se deleita en repetirse, y cuando ella gira en las cosas creadas, nuestro amor quiere hacerse conocer, quiere que sienta cuánto la ama, y repite sobre ella nuestro acto creante que no está jamás sujeto a cesar, de modo que siente todo el ímpetu de nuestro amor, la potencia de nuestras obras, y presa de estupor nos ama con nuestra fuerza creadora que hemos infundido en ella; y ¡oh! nuestro contento al vernos conocidos y amados por quien tanto amamos. Por esto creamos tantas cosas, porque esperábamos a la criatura para hacer conocer cuánto la amamos, y para dar a ella en cada cosa creada el potencial de nuestro amor para hacernos amar; el amor cuando no es conocido se vuelve infeliz, y cuando no es amado por quien

ama siente perder la vida, impedido, romper los pasos, y poner en el olvido sus obras más bellas. En cambio cuando es conocido y amado, su vida se multiplica, y he aquí nuestro acto creante sobre la criatura para ser amado como Nosotros la amamos, nuestros pasos son libres, más bien vuelan para tomar a la amada criatura, estrecharla a nuestro seno para amarla y hacernos amar, nuestro amor siente la felicidad del amor que ella le lleva. Por eso no hay honor más grande que pueda darnos que venir en nuestra Divina Voluntad, Nosotros en cuanto la vemos venir ponemos a su disposición toda la Creación, porque es suya, para ella fue hecha, y conforme gira en cada cosa creada encuentra nuestra potencia creadora, que invistiéndola comunica nuestro amor que cada una posee, y nos pueda amar con nuestra fuerza creadora, que es fuente, y nos pueda amar como quiera y cuanto quiera, y así el amor del Creador y de la criatura se dan el beso, uno se reposa en el otro y ambos sienten el contento de amarse verdaderamente. ¡Oh! cómo es bella la compañía de quien nos ama, es tanto nuestro contento, que nuestro amor surge e inventa otras obras más bellas, otras industrias amorosas para amar y hacernos amar”.

+ + + +

34-4
Diciembre 29, 1935

El puesto regio de la criatura en la unión de la Unidad Divina, cómo queda encerrada en Ella y cómo puede formar las bellezas más raras y el encanto a su mismo Creador.

(1) Estoy entre los brazos del Fiat Divino que me atrae tanto, que mi pequeña nada se siente perdida en el Todo, y si bien perdida siente su vida sostenida, alimentada, vivificada por el Todo, y si jamás sea, quisiera sustraerme, lo que no puede ser, porque no encontraría ni siquiera un agujero dónde poderme esconder en que no encontrara a mi Todo, ¡oh! entonces sentiría mi pequeña nada sin vida. Sentía que el Querer Divino daba el aliento a mi nada y me hacía sentir su Vida, su amor, su potencia, pero mientras mi mente nadaba en el Todo, en su luz interminable, mi amado Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, cómo es sorprendente, maravilloso, sublime el obrar en mi Querer Divino, en cuanto la criatura hace su acto en Él, su acto queda despojado de lo humano, y unificándose adquiere la unión de la Unidad del acto divino. Ahora, la criatura tiene su puesto regio, su acto en la unidad de nuestro acto único, y por eso si ama, ama en nuestra unidad; si nos adora, si nos bendice, es dentro de nuestra unidad; si nos comprende, es dentro de nuestra unidad; nada ve, nada hace ni siente fuera de Nosotros, sino todo dentro de nuestro Ser Divino, ella puede decir: ‘No conozco otra cosa, ni amo, ni quiero, sino sólo al Querer Divino, porque su unidad me tiene encerrada dentro”.
(3) Ahora, la fortuna más grande, la gracia más sublime para la criatura; la gloria, el honor más grande para Nosotros, es poseer la voluntad humana, su acto en nuestra Unidad, ¿y sabes por qué? Porque podemos dar amor cuando queremos, y hacernos amar cuando deseamos, enriquecerla de gracia, de santidad, de belleza, de sentirnos raptar por los bienes y belleza que le hemos infundido. En suma podemos tener qué hacer con la criatura, amarla, confiar el Todo a la nada, ya que tiene de lo nuestro, y sentirá tal potencia y amor de poder defender al Todo, y Nosotros nos sentimos seguros en esta nada, porque le hemos cedido nuestras armas para tenernos seguros y defendidos. Pero esto no es todo, todo lo que la criatura puede hacer, las acciones naturales, los actos más indiferentes, las palabras, las obras, los pasos, poseyendo su acto en nuestra unidad se vuelven efecto de su acto unido con el nuestro, símbolo del sol que con los efectos de su luz forma la belleza, las floraciones, el encanto a todo lo creado, así ella investida por la luz de mi Fiat, todo se vuelve efecto suyo, uno es el acto, una es la Voluntad, pero los efectos son innumerables, pueden formar las bellezas más raras y el encanto más seductor a

Aquél que la ha creado, y que la posee en su Unidad. Hija mía, nuestro Ente Supremo posee un solo acto, así que toda la Creación, cada criatura, no son otra cosa que efecto de la unidad de nuestro acto, por lo que la voluntad humana unificándose se vuelve nuestro efecto continuo. Y este efecto ¿sabes qué significa? Darle siempre y recibir siempre de la criatura”.
(4) Yo he quedado sorprendida y fija en el Querer Divino, y comprendía tantas cosas de esta unión en la unidad divina, que mientras era una encerraba toda la Creación, y todos eran encerrados en esta unidad y todos salían de ella, pero sostenidos, unificados, vinculados en esta unidad, y como es una y todo, sostiene y da vida a todo. Mientras estaba en esto he visto el cielo, y se veían tantas luces de variadas bellezas que poseían toda la variedad de los colores, pero con un modo admirable que raptaban, estas luces serpenteaban en la bóveda azul, y mientras eran tantas formaban una sola, penetraban en los Cielos, descendían en lo bajo, querían dar vida de luz a todos, no se detenían jamás, corrían, volaban, y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, estas luces son las maravillas de los actos hechos en mi Querer Divino, cómo son bellas, llevan la marca de su Creador”.

+ + + +

34-5
Enero 5, 1936

Quien vive en el Querer Divino forma la pequeña Vida de la Divina Voluntad en la criatura. Cómo viene amada con nuevo y duplicado amor por Dios.

(1) Mi pequeña y pobre voluntad siente la extrema necesidad del Querer Divino, sin Él me siento en ayunas, sin fuerza, sin calor y sin vida, es más, siento la muerte a cada instante, porque faltándome no hay quién pueda sustituirse a alimentar su Vida en mí. Por eso voy repitiendo: “Tengo hambre, ven oh Voluntad Divina a darme tu Vida para saciarme de ti, de otra manera yo muero”. Pero mientras deliraba porque quería sentir en mí la plenitud de la Divina Voluntad, mi dulce Jesús repitiéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tus delirios, tu hambre que siente la extrema necesidad porque quieres sentir a cada instante la Vida de mi Voluntad, son heridas a mi corazón, son desgarros de amor que violentándome me hacen correr, volar para venir a hacer crecer la Vida de mi Voluntad en ti. Tú debes saber que en cuanto la criatura quiere hacer mi Voluntad para vivir y hacer sus actos en Ella, llama a su Creador, el Cual se siente llamado por la potencia de su mismo Querer en la criatura, a la cual no le es dado resistir o poner la más mínima demora. Es más como no nos dejamos vencer jamás en amor, en cuanto vemos que está por llamarnos, no le damos tiempo, Nosotros la llamamos a ella y ella corre en nuestro Ser Divino como en su propio centro, se arroja en nuestros brazos, y Nosotros la estrechamos tanto, de transformarla en Nosotros, sucede un acuerdo perfecto entre el Creador y la criatura, y es tanto nuestro énfasis de amor, que la amamos con nuevo y duplicado amor; pero esto no basta, le damos tal comunicación de nuestro Ser Supremo, de hacernos amar con amor nuevo y duplicado por ella, y si tú supieras qué significa ser amado por Dios con nuevo y duplicado Amor, y poderlo amar con amor nuevo y duplicado, sólo en nuestra Voluntad Divina hay estas maravillas y prodigios. Dios se ama a Sí mismo en la criatura, todo es suyo, por eso no es maravilla que ponga en campo su siempre nuevo Amor, lo duplica, lo centuplica cuanto quiere, y da la gracia a la criatura de amarlo con su mismo Amor, si esto no fuese se vería gran disparidad entre quien puede amar y entre quien no puede amar, y la pobre criatura quedaría humillada, anulada, sin arrojo y unión de amor con su Creador, y cuando dos seres no se pueden amar con igual amor, la desigualad produce la infelicidad, mientras que nuestra Voluntad es Unidad, y libremente

da a la criatura su Amor para hacerse amar, da su Santidad para hacerla santa, su Sabiduría para hacerse conocer, no hay cosa que posea que no quisiera darle. Mucho más que con vivir en nuestro Fiat, como ha puesto a un lado su voluntad para dar vida a la nuestra en sus actos, ha formado la pequeña Vida de nuestro Querer en ella, la cual reclama, suspira el crecimiento, y basta un acto de más en Él para crecer, un suspiro para quitarse el hambre, un deseo total de que mi Querer corra en todo su ser para formarse alimento suficiente para sentirse satisfecha de todo lo que pertenece a su Creador. Se requiere atención suma, y mi Voluntad hará todo lo que se necesita para formar su Vida en la criatura”.

+ + + +

34-6
Enero 22, 1936

Quien vive en la Divina Voluntad forma el teatro de las obras de su Creador, y repite en ella la escena conmovedora de la Redención.

(1) Estaba haciendo el giro en los actos de la Divina Voluntad, y buscaba investir con mi pequeño amor el cielo, el sol y la creación toda, y el Fiat Divino para corresponderme formaba el lugar en mi voluntad para encerrar el cielo y la creación toda; después giraba en los actos de la Redención, y el dulce Jesús encerraba sus actos en mí, y repetía las escenas más conmovedoras para corresponderme por mi pequeño amor. Yo he quedado sorprendida, y mi amado Jesús todo ternura y amor me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, hija de mi Voluntad, tú debes saber que mi amor es tanto, que para desahogarme quiero repetir mis obras, pero ¿en quién puedo repetirlas? ¿En quién puedo encontrar lugar para encerrarlas para sentirme amar? En quien vive en mi Voluntad. Conforme la criatura gira en mis obras para conocerlas, amarlas y llamarlas a sí, se reproducen en ella y forma el teatro de nuestras obras, cuántas escenas conmovedoras: Ahora se extiende el cielo, ahora surge el sol con toda su majestad, ahora murmura el mar y formando sus olas quisiera inundar a su Creador con su amor, ahora forma el más bello prado florido, y en cada flor nos hace decir su estribillo: ‘Te amo, te glorifico, te adoro, y tu Fiat venga a reinar sobre la tierra’. No hay ser que no llame a sí para hacernos decir su historia: ‘Te amo, te amo’. Hija mía, nuestro amor no está contento si no se da todo y no repite nuestras obras en quien vive en nuestra Voluntad.
(3) Pero no es todo, escucha: Si con girar en los actos de la Creación repite mis obras y tomo sumo placer y me deleito en asistir a las escenas esplendidísimas de la Creación en la criatura, cuando ella gira en los actos de la Redención para hacerlos suyos, Yo repito mi Vida, así que repito mi concepción, mi nacimiento, en el cual los ángeles repiten el gloria en los Cielos y paz a los hombres de buena voluntad, y si la ingratitud humana me obliga a llorar, voy a llorar en ella, porque sé que mis lágrimas serán correspondidas y adornadas con su te amo. Por eso paso a repetir mi Vida, mis pasos, mis lecciones, y cuando las culpas me renuevan las penas, la crucifixión, la muerte, no las sufro jamás fuera de esta criatura, sino que voy a ella a sufrir mis penas, las cruces, la muerte, porque ella no me dejará solo, tomará parte en mis penas, quedará crucificada Conmigo, y me dará su vida en correspondencia por mi muerte. Así que en quien vive en mi Voluntad encuentro el teatro de mi Vida, las escenas conmovedoras de mi infancia y de mi pasión, encuentro los cielos hablantes, los soles que me aman, los vientos que gimen de amor por Mí, en suma todas las cosas creadas tienen que decirme una palabrita, un te amo, un testimonio de reconocimiento, pero ¿quién me las hace hablantes? ¿Quién es quien da la voz a todas las cosas? Quien vive en mi Voluntad; Ella la transforma tanto, que no hay amor que no se haga dar, ni obras que no pueda repetir en ella, por eso se pueden llamar su Vida viviente y la repetidora de las obras de su Creador”.

+ + + +

34-7
Marzo 1, 1926

Prodigios de la Encarnación del Verbo Divino. Cómo los Cielos quedaron estupefactos y los ángeles quedaron mudos. Prodigios cuando la Divina Voluntad obra en la criatura. La Trinidad Divina llamada a concilio.
Dios al crearnos pone una dosis de su Amor en la criatura.

(1) Estoy bajo la prensa de la privación de mi dulce Jesús, me siento triturada, deshecha, como si mi vida quisiera terminar, pero el Querer Divino triunfante sobre mi pequeño ser surge en mi alma, y me llama a hacer mi jornada en su Voluntad, me parece que mientras me siente morir sin morir, Ella forma su victoria y es su triunfo, y su Vida resurge más bella, toda llena de majestad y de duplicado Amor sobre mi voluntad que muere. ¡Oh! Voluntad Divina, cuánto me amas, Tú me haces sentir la muerte para concentrar mayormente tu Vida en mí. Después continuaba mi jornada en sus actos divinos, y habiendo llegado a la Encarnación del Verbo se sentía tal amor, de sentirse quemar, consumir en sus llamas divinas. Y mi sumo bien Jesús, como ahogado en sus llamas de amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi Amor fue tanto al Encarnarme en el seno de mi Madre Celestial, que Cielos y tierra no podían contenerlo, el acto de Encarnarme ocurrió en un acto de amor tan intenso, tan fuerte, tan grande, que era más que suficiente para quemar todo y a todos de amor. Tú debes saber que antes de Encarnarme, mi Padre Celestial vio en Sí mismo, y en el ímpetu de su Amor, no pudiendo contenerlo sacaba de Sí torrentes, mares de Amor, en este ímpetu de amor vio a su Hijo, y Yo me encontraba en sus mismas llamas de amor y me ordenó que me encarnara; Yo lo quería, y en un ímpetu de amor, sin dejar a mi Padre ni al Espíritu Santo, sucedió el gran portento de la Encarnación. Quedé con mi Padre, y al mismo tiempo descendí al seno de mi Madre. Las tres Divinas Personas eran inseparables, no sujetas a separarse, por eso puedo decir: ‘Quedé en el Cielo y descendí a la tierra, y el Padre y el Espíritu Santo descendieron Conmigo a la tierra y quedaron en el Cielo’. Por eso, en este acto tan grande nuestro Ser Divino desbordó tanto en amor, que los Cielos quedaron maravillados y los ángeles sorprendidos y mudos, todos envueltos en nuestras llamas de amor. La Encarnación no fue otra cosa que un acto de nuestra Divina Voluntad, ¿qué cosa no sabe hacer y puede hacer? Todo; llega con su Potencia y con su Amor infinito hasta obrar el prodigio jamás oído, ni hecho, de hacernos quedar en el Cielo y descender en la prisión del seno Materno. Así quiso nuestra Voluntad que se hiciera.
(3) Ahora hija mía, cada vez que el alma quiere hacer mi Voluntad, mi Padre Celestial primero observa dentro de Sí, llama como en concilio a la Trinidad Sacrosanta, para llenar aquel acto de nuestra Voluntad de todos los bienes posibles e imaginables, después lo saca de Sí y hace investir a la criatura de su Voluntad obrante, comunicante, transformante, y como en la Encarnación las tres Divinas Personas quedaron en el Cielo y descendieron en el seno de la Inmaculada Virgen, así mi Voluntad, con su potencia transporta Consigo en su acto operativo a la Trinidad Divina en la criatura, mientras la deja en el Cielo, y forma en la voluntad humana su acto divino. Ahora, ¿quién puede decirte las maravillas que vienen encerradas en este acto de nuestra Voluntad? Nuestro amor surge y se difunde tanto, de no encontrar lugar dónde ponerse, y cuando todo ha llenado se retira en nuestra fuente; nuestra Santidad se siente honrada con el acto divino de nuestra misma Voluntad obrante en la criatura, y se difunde con gracia sorprendente para comunicar su Santidad a todas las criaturas, son prodigios inenarrables que Ella hace cuando la criatura la llama a obrar en ella. Por eso haz desaparecer todo en mi Voluntad, y Nosotros te daremos todo en tu poder y tú podrás darnos todo, incluso a Nosotros mismos”.
(4) Después de esto mi pequeña inteligencia la sentía tan llena de la Voluntad Divina, que no podía contenerla, y seguía mi giro en sus actos divinos, y habiendo llegado al acto cuando fue concebida la Inmaculada Reina, comprendía cómo el Ente Supremo antes de

llamarla a la vida, le infundió tanto amor, que en cuanto sintió la vida sintió la necesidad de amar a su Creador, sentía en Sí misma aquel amor que sacaba fuera. Yo he quedado sorprendida, y mi amado Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, no te maravilles, es nuestra costumbre que a cada criatura cuando la ponemos fuera a la luz del día en el acto de crearla, damos una dosis de amor, dándole así parte de nuestra sustancia divina, y según nuestros designios que hacemos sobre ella, así incrementamos la dosis de nuestro amor. Así que cada criatura tiene en sí misma la parte de la sustancia del amor divino, de otra manera ¿cómo podría amarnos si Nosotros mismos no poníamos de lo nuestro para hacernos amar? Sería pedir lo que no tenía, Nosotros ya lo sabíamos, que la criatura nada tiene suyo, por eso debíamos encerrar como dentro de un sagrario nuestro amor, nuestra Voluntad, para pedir que nos ame y haga nuestro Querer. Y si pedimos es porque sabemos que tiene en su poder nuestro amor, y nuestro Querer, que Nosotros mismos hemos puesto en el fondo de su alma. Ahora, si nos ama, esta dosis de nuestro amor surge, se engrandece, y siente más potentemente la necesidad de amarnos y de vivir de la Voluntad de su Creador; si no nos ama no crece, y las debilidades humanas, las pasiones, forman las cenizas sobre nuestro amor, de modo que llega a no sentir ninguna necesidad de amarnos, las cenizas han cubierto y sofocado nuestro fuego divino, y mientras el fuego existe, ella no lo siente, mientras que cada vez que nos ama, no hace otra cosa que soplar para quitar las cenizas, así sentirá el vivo fuego que le quema en el seno, y lo agrandará tanto de no poderse estar sin amarnos.
(6) Ahora hija mía, la Inmaculada Reina, desde el primer instante de su concepción, dado que sentía en Sí el amor por su Creador y nuestra Voluntad obrante más que su misma vida, nos amó tanto que no perdió ni un instante sin amarnos, y con amarnos y amarnos engrandeció tanto esta dosis de amor, de podernos amar por todos y dar amor a todos, y amar a todos siempre, sin cesar jamás; tú debes saber que nuestro amor es tanto, que con poner esta dosis de amor en la criatura, Nosotros poníamos el germen de la felicidad dentro de ella, porque la verdadera felicidad debe tener su puesto real dentro del alma, la felicidad de afuera si no reside dentro, no se puede llamar verdadera felicidad, más bien amarga a la pobre criatura y es como un viento impetuoso, que rápido la disipa, dejando los rastros apenas convertidos en espinas que la amargan, no así la felicidad de adentro, puesta por Nosotros, ella es duradera y crece siempre; y además amar es felicitarse y felicitarnos, quien no ama no puede ser jamás feliz, quien no ama no tiene ninguna finalidad ni interés de cumplir obras, ni siente el heroísmo de hacer bien a ninguno, el sacrificio que da las más bellas tintas al amor no existe para ella. Entonces la Virgen Santísima poseía el mar de la felicidad, porque poseía tantas vidas de amor por cuantas criaturas existen, y no sólo esto, sino con no hacer jamás su voluntad, sino siempre la mía, formaba tantas Vidas de mi Voluntad Divina en Ella, de modo que puede dar a cada criatura una Vida de Amor y una Vida de Querer Divino. He aquí por qué con derecho es Reina del amor, y Reina de la Voluntad Suprema. Por eso la Soberana Reina ama, suspira sacar estas Vidas para ponerlas en las criaturas y formar el reino del puro amor y el reino de nuestra Voluntad, y así llegará al punto máximo de amar a su Creador, y al punto máximo de amar y de hacer bien a las criaturas”.

+ + + +

34-8
Abril 21, 1936

Desahogo divino por quien vive en su Voluntad; cómo la hace partícipe de sus obras. Cómo tiene siempre qué dar y obra junto con la criatura.

(1) Estoy siempre en el mar del Querer Divino, donde encuentro la fuerza, la paz, el amor, más bien cuando entro en Él, viendo mi pequeñez y que no soy buena para hacer

nada, la Divinidad, que ama tanto el hacer obrar su Voluntad en mi pequeñez, arma en torno a mí su Santidad, su Sabiduría, la Bondad, la Fuerza, la Luz Divina, para hacer que su Voluntad encuentre en mí sus cualidades divinas, para poder hacer en mí su acto obrante, así que pone de lo suyo para dar gracias a la criatura de hacerla obrar en Ella. Después seguía los actos de la Divina Voluntad, y Ella me llevaba en sus brazos, me sostenía, me daba el respiro para hacerme recibir la participación de sus actos. Entonces he llegado al acto de la Concepción de la Virgen, y yo me he encontrado en el pequeño corazón de la Virgen concebida. Dios mío, no sé decir, no sé seguir adelante, pero mi dulce Jesús para hacerme comprender me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Querer, tienes razón, las olas de mi Querer te inundan, te ahogan, y tu pequeña capacidad se pierde, y se necesita a tu Jesús para explicarte mejor lo que tú ves, porque no sabes decir. Debes saber hija mía que es tal y tanto nuestro amor por quien quiere vivir y vive en nuestro Querer Divino, que la queremos hacer partícipe de todas nuestras obras, por cuanto a criatura es posible, dándole también el mérito de nuestras obras divinas. En cuanto la criatura entra en nuestra Voluntad, Ella llama en acto a su obrar divino, como si en aquel instante lo estuviera obrando, y fundiéndola en su acto le hace ver los prodigios de su obrar, y recibir y confirmarla en el bien, haciéndole sentir la nueva vida de su acto. Tú has visto la Concepción de la Soberana Reina, y cómo tú, estando en mi Voluntad te has encontrado concebida en su materno corazón; mira la gran diferencia, para quien vive en mi Querer los prodigios de la Inmaculada Concepción fueron inauditos; mi Voluntad que animaba esta Inmaculada Concepción, de la cual ninguno puede huir de Ella, llamó para estar presentes a todas las criaturas, para que quedaran concebidas en su virginal corazón, y recibieran su maternidad, su ayuda, su defensa, encontraran el refugio, el apoyo en esta Madre Celestial. Ahora, quien vive en nuestro Querer se encuentra en el acto en que se Concibe, es la hija que espontáneamente, por su voluntad, busca a su Mamá, y toma su puesto, se encierra en su materno corazón para hacerse hacer de Mamá de la Celestial Reina. Ahora, ésta tomará parte en las riquezas de la Soberana Señora, en sus méritos, en su amor, sentirá en sí la nobleza, la Santidad de Ella, porque conoce a quién pertenece, y Dios la hará partícipe de los bienes infinitos y del amor exuberante que tuvo en la Concepción de esta Santa Criatura. Y así de todas nuestras obras, en cuanto la criatura las busca, las llama en nuestra Voluntad para conocerlas y amarlas, Nosotros llamamos en acto nuestras obras, la ponemos en el centro de ellas, le hacemos sentir y probar todo nuestro amor, la potencia de nuestra fuerza creadora, y la pequeñez de la criatura recibe en sí, se llena hasta no poder contener más. Hija mía, no hacer partícipe de nuestras obras a quien vive en nuestra Voluntad nos resulta imposible, no sería verdadero amor el nuestro, porque Nosotros poseemos en naturaleza la fuerza comunicativa, y queremos comunicar a todos nuestros bienes divinos, son las criaturas que los rechazan, pero para quien vive en nuestro Querer desahogamos en comunicar nuestros bienes, no encontramos en ella ninguna oposición, y si esto no fuera impediríamos nuestro Ser Divino, más bien es una de nuestras felicidades: ‘Amar, dar, abundar a nuestras amadas criaturas’.
(3) Mira entonces la gran diferencia de quien vive en nuestra Voluntad, las otras criaturas se encuentran en nuestras obras, en la Concepción de la Virgen Santa, en la Encarnación del Verbo, en mis penas, en mi muerte y hasta en mi Resurrección, pero se encuentran en virtud de nuestra potencia e inmensidad, casi diría por necesidad, no por amor, ni porque conozcan nuestros bienes y amen el hacer su habitación en ellos para gozárselos, de hecho, es porque de nuestro Ser Divino ninguno puede huir, mientras quien vive en nuestro Querer es la criatura que busca nuestras obras, las conoce, las ama, las aprecia, y viene a tomar su puesto dentro de ellas, y ama y obra junto con Nosotros, en consecuencia participa, adquiere nuevos conocimientos y nuevo amor, mientras las otras están y no las conocen, no nos aman, no tienen una palabra que decirnos, si se pudiera decir están por obstaculizar nuestra Inmensidad, y muchos para ofendernos. Por eso es nuestro suspiro ardiente que el alma viva en nuestro Querer, Nosotros teníamos siempre qué dar y qué hacer siempre con ella, y ella tiene qué hacer junto con Nosotros, no nos damos tiempo, un

acto llama a otro, y nos conocemos bastante, nuestra Voluntad primero nos hace conocer, nos hace amar, y después forma la unión perenne de la criatura en nuestra Voluntad”.

+ + + +

34-9
Mayo 20, 1936

Diferencia que hay entre quien llama la Divina Voluntad en sus actos, y entre quien hace las obras buenas sin Ella. La Ascensión; cómo partía para el Cielo y quedaba en la tierra.

(1) Mi pobre mente continúa girando en los actos de la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “Cuál es la diferencia de quien llama la Divina Voluntad en sus actos, y de aquellos que hacen las obras buenas y no la llaman, no le dan el primer lugar en sus actos”. Y mi dulce Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, no hay comparación entre uno y otro, el primero con llamar mi Voluntad en sus actos se despoja de lo que es humano, y forma el vacío en su querer humano dónde dar el lugar a mi Voluntad; Esta embellece, santifica, forma su luz en aquel vacío, después pronuncia su Fiat Creante y llama a vida su obrar divino en el humano, y la criatura no sólo participa, sino queda propietaria del acto divino, el cual posee la Potencia, la Inmensidad, la Santidad y el valor Divino que no se agota jamás. Por eso, en quien vive en nuestro Querer Nosotros miramos y encontramos a Nosotros mismos y a nuestros actos que nos honran y nos hacen corona. En cambio aquellos que hacen las obras buenas, pero no animados por nuestro Querer, Nosotros no nos encontramos a Nosotros mismos, sino al acto finito de la criatura, y como Nosotros no sabemos tener nada del bien que ellas hacen donde no participen nuestros actos, les damos el mérito como pago; el pago no es propiedad que puede siempre producir, por eso simboliza a aquellos que viven al día, que si bien viven trabajosamente del salario que tienen, pero no se hacen jamás ricos, sienten siempre la necesidad de que les sea pagado su trabajo para vivir, y si no trabajan hay peligro de morir de hambre, esto es, de no sentir la saciedad del bien, la vida de las virtudes, sino la escuálida miseria de las pasiones. En cambio para quien vive en nuestro Querer todo es abundancia, Nosotros le decimos: Toma lo que quieras, y cuanto más puedas tomar, más ponemos a tu disposición nuestras riquezas, nuestra luz, nuestra santidad, nuestro amor, porque lo que es nuestro es tuyo, y lo que es tuyo es nuestro, no queda otra cosa que vivir y obrar juntos”.
(3) Después de esto estaba siguiendo la Ascensión de Jesús al Cielo, cómo era bello, todo majestad, vestido de luz fulgidísima que raptaba y encadenaba los corazones a amarlo, y mi dulce Jesús todo bondad y amor me ha dicho:
(4) “Hija mía bendita, no hay suceso de mi Vida que no simbolice el reino de mi Divina Voluntad, en este día de mi Ascensión Yo me sentía victorioso y triunfante, mis penas habían terminado, más bien dejaba mis penas ya sufridas en medio a mis hijos que dejaba sobre la tierra, como ayuda, fuerza y sostén, y como refugio dónde esconderse en sus penas, para tomar de las mías el heroísmo en sus sacrificios, puedo decir que dejaba mis penas, mis ejemplos y mi misma Vida como simiente, que madurándose y creciendo debía hacer surgir el reino de mi Divina Voluntad. Así que partía y quedaba, quedaba en virtud de mis penas, quedaba en sus corazones para ser amado, después que mi Santísima Humanidad subía al Cielo sentía más estrecho el vínculo de la familia humana, por consiguiente no me habría adaptado a no recibir el amor de mis hijos y hermanos que dejaba en la tierra; quedé en el Santísimo Sacramento para darme continuamente a ellos, y ellos a darse a Mí para hacerles encontrar el reposo, el descanso y el remedio a todas sus necesidades. Nuestras obras no sufren de mutabilidad, lo que hacemos una vez lo repetimos siempre. Además de esto, en este día de mi Ascensión Yo tenía doble corona, la corona de mis hijos que llevaba Conmigo a la Patria Celestial, y la corona de mis hijos

que dejaba en la tierra, símbolo ellos de aquellos pocos que serán el principio del reino de mi Divina Voluntad; todos los que me vieron ascender al Cielo recibieron tantas gracias, que todos pusieron la vida para hacer conocer el reino de la Redención, y pusieron los fundamentos para formar mi Iglesia, y hacer que recogiera en su regazo materno a todas las generaciones humanas; así los primeros hijos del reino de mi Voluntad, serán pocos, pero serán tales y tantas las gracias de las que serán investidos, que pondrán la vida para llamar a todos a vivir en este santo reino. Una nube de luz me invistió, la cual quitó de la vista de los discípulos mi presencia, los cuales estaban estáticos viendo mi persona, que era tanto el encanto de mi belleza que tenía raptadas sus pupilas, no sabían bajar su mirada para ver la tierra, tanto que se requirió de un ángel para sacudirlos y hacerlos regresar al cenáculo. También esto es símbolo del reino de mi Querer, será tal y tanta la luz que investirá a sus primeros hijos, que llevarán lo bello, el encanto, la paz de mi Fiat Divino, de modo que fácilmente se dispondrán a querer conocer y amar un bien tan grande. Ahora, en medio a los discípulos estaba mi Mamá que asistía a mi partida para el Cielo, este es el más bello símbolo. Así que Ella es la Reina de mi Iglesia, la asiste, la protege, la defiende, así se pondrá en medio a los hijos de mi Voluntad, será siempre Ella el motor, la vida, la guía, el modelo perfecto, la Maestra del reino del Fiat Divino que tanto aprecia, son sus ansias, sus deseos ardientes, sus delirios de amor materno, que quiere a sus hijos en la tierra en el reino donde Ella vivió, no está contenta con tener a sus hijos en el Cielo en el reino de la Divina Voluntad, sino que los quiere también sobre la tierra, siente que la tarea dada a Ella por Dios como Madre y Reina no la ha completado, su misión no ha terminado hasta en tanto que no reine la Divina Voluntad sobre la tierra en medio a las criaturas. Quiere a sus hijos que la semejen y que posean la herencia de su Mamá, por eso la gran Señora es toda ojos para mirar, todo corazón para amar, para ayudar a quien ve en algún modo dispuesto a querer vivir de Voluntad Divina. Por eso en las dificultades piensa que Ella está junto a ti, te sostiene, te fortalece, toma tu querer en sus manos maternas para hacerlo recibir la Vida del Fiat Supremo”.

+ + + +

34-10
Mayo 31, 1936

La Divina Voluntad encierra todos los actos de la Vida de Jesús como en acto de repetirlos siempre por amor de las criaturas. La Vida de Jesús simboliza la llamada del reino de la Divina Voluntad sobre la tierra.

(1) Mi pobre inteligencia seguía la Vida de mi dulce Jesús en la Divina Voluntad, en la cual lo encontraba en acto de continuar su Vida cuando estaba sobre la tierra, y ¡oh! cuántas maravillas, cuántas sorpresas de amor jamás pensadas. Así que el Fiat Divino encierra todos los actos de la Vida de Jesús como en acto de repetirlos siempre por amor de las criaturas, para dar a cada una su Vida entera, sus penas, su amor ardiente. Entonces mi dulce Jesús, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, mi Amor quiere desahogarse, siente la necesidad de hacer conocer a quien quiere vivir de mi Voluntad, lo que Yo hice y hago para que vuelva a reinar y dominar en medio a las criaturas; tú debes saber que toda mi Vida no fue otra cosa que el llamado continuo de mi Voluntad en medio a ellas, y el llamado de las criaturas en mi Fiat Supremo, tanto, que cuando me concebí simbolizaba el llamado, el regreso para hacerla concebir en las criaturas que con tanta crueldad la habían puesto fuera de sus almas, y las llamaba a ellas a concebirse en Ella. En cuanto nací, llamaba a renacer a mi Querer en todas las obras humanas; en todas mis lágrimas infantiles, gemidos, plegarias y suspiros, llamaba con mis lágrimas y suspiros a mi Voluntad en las lágrimas, penas y suspiros de las criaturas, para que nada hicieran en que no sintieran la fuerza, el imperio de mi Voluntad reinante en ellas, la cual apiadándose de mis lágrimas y de las de ellas, les

habría dado la gracia del regreso de su reino. También mi exilio simbolizaba cómo las criaturas se habían exiliado de mi Querer, y Yo quise ser exiliado para llamar a mi Voluntad en medio a los pobres exiliados, a fin de que los llamara y convirtiera el exilio en patria, donde no más serían tiranizados por los enemigos, por gente extranjera, por viles pasiones, sino que estarían con la plenitud de los bienes de mi Voluntad. Y mi regreso a Nazaret simboliza muy bien mi Divina Voluntad, Yo vivía en Ella escondido, su reinar estaba en pleno vigor en la sagrada familia, Yo era el Verbo, la Voluntad Divina en persona velada por mi Humanidad, aquella misma Voluntad que reinaba en Mí se difundía a todos, los abrazaba, era movimiento y vida de cada uno, Yo sentía en Mí el movimiento y la vida de cada uno, de la cual mi Fiat era el actor; qué pena, qué dolor el no ser reconocido, ni recibir un gracias, un te amo, un acto de reconocimiento, ni del mundo entero, ni del mismo Nazaret, porque no sólo mi Voluntad, sino también mi Santa Humanidad vivía en medio a ellos, la cual no cesaba de dar luz a quien pudiera verme y acercarse a Mí para hacerme conocer, pero que en mi dolor quedaba siempre el Dios escondido. Tal es la suerte de mi Querer Divino, el hombre fue creado con la fuerza creadora del Fiat, nació, fue unido, empapado en Él, le suministra el movimiento continuo, el calor, la vida, terminará su vida en el Fiat, sin embargo ¿quién lo conoce? ¿Quién es agradecido por este acto divino continuo, sin jamás cansarse, que con tanto amor envuelve la vida de la criatura para darle vida? Casi ninguno hija mía; hacer el bien, ser causa primaria de conservación y dar vida perenne a la criatura, mantener el orden de todas las cosas creadas en torno a ella y sólo para ella, y no ser reconocido, es el dolor de los dolores, y la paciencia de mi Voluntad llega a lo increíble, ¿pero sabes tú el por qué de esta paciencia tan invencible y constante? Porque sabe que vendrá su reino, será reconocida su Vida palpitante en medio a las criaturas, y en vista de la gran gloria que recibirá al ser conocida que es vida de cada vida, y mientras es vida recibirá cada vida para reinar en ella, no estará más escondida sino develada y reconocida; en vista de esto soporta tanto desconocimiento, y sólo una paciencia divina podría soportar la prolijidad de tantos siglos de tanta ingratitud humana. De Nazaret pasé al desierto donde había máxima soledad, la mayor parte habitado por animales feroces que ensordecían el desierto con sus rugidos que me rodeaban, símbolo de mi Divina Voluntad, que cuando no es conocida se forma el desierto en torno a la criatura y una soledad que da horror y espanto, se aridece el bien y el alma se siente circundada más que por animales feroces, esto es, por sus pasiones brutales que mandan rugidos de rabia, de bestial furor, de crueldad, de toda suerte de males. Mi Santa Humanidad iba paso a paso buscando y encontrando todos los dolores que había sufrido mi Divina Voluntad para repararla y llamarla de nuevo a reinar de nuevo en medio a las criaturas, puedo decir que cada latido, respiro, palabra, paso y pena míos, era el llamado continuo a mi Voluntad a hacerse conocer por las criaturas para hacerla reinar, y las llamaba a ellas en Ella para hacerles conocer el gran bien, la santidad, la felicidad del vivir en el Fiat. Del desierto pasé a la vida pública, en la que pocos fueron los que me creyeron que Yo era el Mesías, especialmente de los doctos casi ninguno, y Yo quise usar mi Potencia sembrando milagros para formarme el pueblo, a fin de que si no creían en mis palabras creyeran a la potencia de mis milagros, eran mis industrias divinas y amorosas que a cualquier precio quería hacerme conocer que era su Salvador, porque si no me conocían no podían recibir el bien de la Redención, por eso era necesario hacerme conocer para hacer que mi venida sobre la tierra no fuera inútil para ellos. ¡Oh! cómo mi vida pública simboliza el triunfo del reino de mi Fiat en medio a las criaturas, que con verdades sorprendentes lo haré conocer, y para conseguirlo haré milagros y prodigios, con la Potencia de mi Querer llamaré a vida a los muertos a la gracia, repetiré el milagro de la resurrección de Lázaro, que a pesar que están podridos en el mal, que se han vuelto cadáveres pestilentes como Lázaro, mi Fiat los llamará a vida, hará cesar la peste del pecado, los hará resurgir en el bien, en suma, usaré todas mis industrias divinas para hacer dominar mi Querer en medio a las gentes. Ve entonces, en cada palabra mía que decía y en cada milagro que hacía, llamaba a mi Voluntad a reinar en medio a ellas, y llamaba a las gentes a vivir en Ella. De la vida pública pasé a la pasión, símbolo de la Pasión de mi

Voluntad que por tantos siglos había sufrido tantas voluntades rebeldes de las criaturas, que con no querer someterse a Ella habían cerrado el Cielo, roto las comunicaciones con su Creador, y se habían convertido en infelices esclavos del enemigo infernal. Mi Humanidad lacerada, perseguida hasta la muerte, crucificada, representaba la humanidad infeliz sin mi Querer ante la Divina Justicia, y en cada pena llamaba a mi Fiat a darse el beso de paz con las criaturas para hacerlas felices, y las llamaba a ellas en Él para hacer cesar la Pasión dolorosa a mi Voluntad. Finalmente la muerte, que maduró mi Resurrección, la que llamaba a todas a resurgir en mi Fiat Divino, y ¡oh! cómo simboliza a lo vivo mi Resurrección el reino de mi Voluntad, mi Humanidad llagada, deformada, irreconocible, resurgía sana, de una belleza encantadora, gloriosa y triunfante. Ella preparaba el triunfo, la gloria a mi Voluntad, llamando a todos en Ella e impetrando que todos resurgieran en mi Querer, de muertos vivos, de feos bellos, de infelices felices. Mi Humanidad resucitada asegura el reino a mi Voluntad sobre la tierra, fue mi único acto lleno de triunfo y de victoria, y esto me convenía porque no quería partir para el Cielo si primero no daba todas las ayudas a las criaturas para hacerlas entrar en el reino de mi Querer, y toda la gloria, el honor, el triunfo a mi Fiat Supremo para hacerlo dominar y reinar. Por eso únete Conmigo y haz que no haya acto que hagas, y pena que sufras, que no llames a mi Voluntad a tomar su puesto real y dominante, y como vencedora conquiste a todos para hacerse conocer, amar y querer por todos”.

+ + + +

34-11
Junio 14, 1936

Dios y su Voluntad; su Voluntad con la Creación; su Voluntad con los seres celestiales; su Voluntad en desacuerdo con la humana familia.

(1) El Querer Divino con fuerza potente me llama en el mar interminable de su Voluntad, y ¡oh! cómo se está bien en Ella, cuántas sorpresas, cuántas cosas bellas se comprenden, las cuales producen alegrías infinitas, Vidas Divinas, amor que jamás dice basta, pero lo que más felicidad da es ver y sentir que todo es Voluntad Divina, toda la Creación forma un solo acto de Querer Supremo. Pero mientras mi mente se perdía en Ella, el dulce Jesús haciéndome su breve visita, con un amor indecible me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Querer, tú debes saber que a la cabeza del reino de mi Divina Voluntad está Dios mismo, nuestra Divinidad no hace otra cosa que un acto continuo de nuestra Voluntad, no hacemos jamás la voluntad de ninguno sino siempre la nuestra, la corona de nuestros atributos son dominados por nuestro Fiat, su reino está dentro de Nosotros y se extiende fuera de Nosotros en nuestra Inmensidad, en nuestro Amor, Potencia y Bondad, en todo, así que para Nosotros todo es Voluntad nuestra.
(3) En segundo lugar viene la Creación, cielos, soles, estrellas, vientos, aguas, también el pequeño hilo de hierba, no hacen otra cosa que un acto continuo del Fiat, entre ellas y Nosotros hay un acto de respirar, Nosotros emitimos el respiro de nuestra Voluntad, y la Creación lo recibe, y emitiéndolo nos da el respiro que le habíamos dado, esto es, todos los efectos que ha producido nuestra Voluntad respirada por ella, y se une a nuestro acto único; cuánta gloria y honor no recibimos, cómo viene exaltado nuestro Ser Supremo sólo porque hacemos respirar nuestra Voluntad a toda la Creación, y ella nos regresa el respiro que le habíamos dado, hay tal unidad de Voluntad con toda la Creación, que todo lo que sale y entra forma un solo acto de Voluntad Suprema, y la multiplicidad y diversidad de las cosas que se ven y suceden, no son otra cosa que los efectos que produce el único y solo acto nuestro. Porque nuestro Fiat no se cambia jamás, ni está sujeto a mutarse, toda su Potencia está en esto, hacer un solo acto para poder producir todos los efectos posibles e imaginables.

(4) En tercer lugar vienen todos los ángeles, santos y bienaventurados de la Patria Celestial, ellos giran en torno a nuestro Ser Supremo y respiran la fuerza, la santidad, el amor, las alegrías infinitas, las felicidades sin número del Querer Divino, forman una sola Vida con Él, esta Vida la sienten dentro como vida propia, la sienten por fuera, en la cual les lleva el océano siempre nuevo de las felicidades divinas, pero uno es el acto que se forma en el Cielo, Voluntad Divina; uno el respiro; una sola cosa se quiere, Voluntad Divina; si jamás sea, en el Cielo pudiera entrar un solo acto, un solo respiro que no fuera Voluntad Divina, la Patria Celestial perdería todo el encanto, lo bello, el atractivo del que está investida, pero esto no puede ser. Ve entonces que toda la supremacía la tiene mi Fiat; los bienaventurados con solo respirarlo quedan llenos de mares de alegrías y felicidad incomprensible, y mientras emiten el respiro, nuestra Divinidad siente la felicidad que gozan todos los santos, y todos magnificamos nuestro Querer Supremo como principio, fuente, origen de todos los bienes.
(5) En cuarto lugar viene la familia humana, ella gira entorno a Nosotros, pero como su voluntad no es una con la nuestra, no respiran nuestro Querer, que pone el orden, la santidad, la unión, la armonía con su Creador, y por eso quedan esparcidas, desordenadas, y como extraviadas de Nosotros, son seres infelices, la paz, la felicidad, la abundancia de los bienes están alejadas de ellos, y todo el mal viene de que nuestra Voluntad no es la de ellos, no nos respiramos recíprocamente, y esto impide la comunicación de nuestros bienes, la perfecta unión con nuestro Ente Supremo. Nuestra mano creadora que debía formar su obra maestra y la más bella en cada criatura, es detenida porque falta nuestra Voluntad, no encuentra sus almas que se presten, adaptables para volver factible nuestro arte divino, donde falta nuestro Querer no sabemos qué hacer con aquella criatura. Esta es la causa por la que suspiramos tanto que reine nuestra Divina Voluntad y forme su Vida en ellas, porque nuestra obra creadora esta impedida, nuestros trabajos suspendidos, la obra de la Creación está incompleta, y para obtener esto, una debe ser la Voluntad del Cielo y de la tierra, una la Vida, uno el amor, uno el respiro, y este es el más grande bien que queremos dar a las criaturas, tenemos que hacer todavía tantas obras bellas, pero el querer humano nos impide el paso, ata nuestros brazos e inmoviliza nuestras manos creadoras. Por eso quien quiere hacer nuestra Voluntad y vivir en Ella, nos da el trabajo y hacemos de ella lo que queremos.
(6) Ahora, tú debes saber que en cuanto la criatura se decide a vivir de Voluntad Divina, asegura su salvación, su santidad, Nosotros estamos en ella como en nuestra casa, y su voluntad nos sirve como materia en la cual en cada acto suyo pronunciamos el Fiat para formar nuestras obras dignas de Aquél que la habita; hacemos como un rey que se sirve de las piedras, grava, ladrillos y cal para formarse una suntuosa morada real, de dejar atónito a todo el mundo, pobre rey si no tuviera las piedras, los materiales necesarios para formarse la morada real, con todo y que tuviera toda su buena voluntad y monedas para gastar para formarlo, faltando las materias primas quedaría sin palacio. Así somos Nosotros, si nos falta la voluntad del alma, con toda nuestra Potencia y Voluntad que tenemos, faltándonos la materia no podemos formar en el alma la bella morada digna de ser nuestra habitación, por eso cuando la criatura nos da su voluntad y toma la nuestra, estamos al seguro, encontramos todo a nuestra disposición, cosas pequeñas y cosas grandes, cosas naturales y cosas espirituales, todo es nuestro, y de todo nos servimos para hacer obrar nuestro Fiat Omnipotente. Y como nuestra Voluntad no sabe estar sin sus obras, hace el llamado de todas sus obras en la morada que con tanto amor se ha formado en la criatura, se rodea de todas las obras de la Creación, cielos, soles, estrellas le hacen homenaje, pone en orden en ella todo lo que Yo hice en la Redención, mi Vida, mi nacimiento, mis lágrimas infantiles, mis penas y oraciones, todo, donde está mi Voluntad nada debe faltar, porque todo de Ella ha salido, por lo que con derecho todo es suyo, y por eso donde Ella reina forma la concentración de todas sus obras. Y ¡oh! las bellezas, el orden, la armonía, los bienes divinos que se ven en esta criatura, los cielos quedan estupefactos y todos admiran el Amor, la Potencia de la Divina Voluntad, y temblorosos la adoran. Por eso déjate trabajar por Ella, y Ella hará cosas grandes de hacerte asombrar.

(7) Además de esto, nuestro Amor, nuestra eterna Sabiduría, ha establecido todas las gracias que debemos dar a la criatura, los grados de santidad que debe adquirir, la belleza con que debemos adornarla, el amor con el que nos debe amar, y los mismos actos que ella debe hacer; donde reina nuestro Fiat todo viene realizado, el orden divino está en pleno vigor, ni siquiera una coma es cambiada, nuestro obrar está en plena armonía con las obras de la criatura, y ¡oh! cómo nos deleitamos, y cuando le hemos dado nuestro último amor en el tiempo, y ella ha cumplido el último acto nuestro de Voluntad Divina en su vida mortal, nuestro Amor le dará el vuelo a la patria celestial, y nuestra Voluntad la recibirá en el Cielo como triunfo de su Voluntad obrante y conquistadora, que con tanto amor conquistó sobre la tierra. Así que su último acto será la desembocadura que hará en el Cielo, para dar principio en nuestra Voluntad felicitante, que no tendrá jamás fin. En cambio donde no reina nuestro Querer, el orden divino no existe, cuántas obras nuestras rotas y no efectuadas, cuántos vacíos divinos y llenos tal vez de pasiones, de pecados, no hay belleza sino deformidad de dar piedad. Por eso sé atenta y haz que nuestro Querer reine y viva en ti”.

+ + + +

34-12
Julio 4, 1936

Cómo un acto de voluntad humana puede arruinar el orden Divino y sus obras más bellas. La primera cosa que Dios quiere es la libertad absoluta. La Divina Voluntad formará tantos Jesús donde Ella reina.

(1) Mi pobre mente no sabe estar sin girar y volar en el Querer Divino, y mi pobre voluntad humana se siente como bajo la presión de la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “¡Ah! sí, es bello, se siente la victoria, el triunfo, el dominio, la felicidad, las bellas conquistas del vivir en el Querer Divino, pero el querer humano mientras se siente vivo debe continuamente morir, es verdad que es el más grande honor, el Amor más grande de Dios, el dignarse descender en la voluntad de la criatura y con su Majestad y Potencia obrar, hacer lo que Él quiere, y el humano quedarse en su lugar y sólo puede hacer lo que hace Dios, pero lo suyo todo lo debe abandonar, este es el sacrificio de los sacrificios, especialmente en ciertas circunstancias; ¡oh! cómo es doloroso sentir la vida y tenerla como si no la tuviera, porque el Fiat Divino no tolera que ni siquiera una fibra de querer humano actúe en el suyo”. Y una multitud de pensamientos ocupaba mi pobre mente, y mi dulce Jesús compadeciendo mi ignorancia y el estado doloroso en que me encontraba, con ternura indecible, poniéndome su mano santísima sobre mi cabeza me ha dicho:
(2) “Hija bendita, ánimo, no te abatas, mi Querer Divino quiere todo, porque sabe que un pequeño acto, un deseo, una fibra de querer humano le arruinaría sus obras más bellas, el orden divino, su santidad quedaría obstaculizada, su amor restringido, su potencia limitada, por eso no tolera que ni siquiera una fibra de querer humano tenga vida; es verdad que es el sacrificio de los sacrificios, ningún otro sacrificio puede igualar el peso, el valor, la intensidad del sacrificio de vivir sin voluntad, tanto que se requiere la Vida perenne, el milagro continuado de mi Querer Divino para poder resistir a este sacrificio, que frente a los otros, éstos se pueden llamar sombras, cuadros pintados, juego de niños que lloran por una insignificancia, porque está el querer humano que en las penas, en los encuentros dolorosos, en las obras, no se siente deshecho, sin vida, sin satisfacciones, por eso los sacrificios se sienten, ¡oh! cuanto más ligeros, pero vacíos de Dios, de santidad, de amor, de luz, de verdadera felicidad, y quizá ni siquiera exentos de pecados, porque el querer humano sin el mío no puede hacer jamás cosas buenas y santas. Además, si mi Fiat no tuviera virtud de tener consigo al querer humano sin darle vida, más bien encerrar su Vida en él para hacer que no encuentre ni lugar ni tiempo de poder actuar, no podría obrar con aquella ostentación, suntuosidad y pompa divina que Nosotros estamos acostumbrados de

hacer en nuestras obras; si en la Creación hubiera estado otra voluntad, nos habría impedido la suntuosidad, la ostentación, la pompa divina que tuvimos en toda la Creación, nos habría podido impedir la extensión del cielo, la multiplicidad de las estrellas, la vastedad de la luz del sol, la variedad de tantas cosas creadas, nos habría puesto un límite. Por eso nuestro Querer quiere estar solo para hacer lo que sabe y quiere hacer, por eso quiere la voluntad humana consigo, concurrente, espectadora, admiradora de lo que quiere hacer en ella, pero debe estar convencida, si quiere vivir en mi Voluntad, que la suya no puede actuar más y que debe servir para encerrar la mía en la suya, para dejarla hacer con toda libertad sus obras, con toda la suntuosidad, con la magnificencia de la gracia y con la pompa de sus variedades divinas. La primera cosa que queremos es la libertad absoluta, queremos ser libres hija mía, sea cualquiera el sacrificio que queremos y las obras que queremos hacer, si esto no fuera, el vivir en mi Voluntad será un modo de decir, pero en realidad no existe”.
(3) El querido Jesús ha hecho silencio, y yo pensaba en todo lo que me había dicho y decía entre mí: “Él tiene razón de que no puede el querer humano actuar ante la Santidad y Potencia de la suya, y por sí mismo se pone en su puesto de nulidad, se requiere de mucho para obrar ante una Voluntad Divina, se siente incapaz y ella misma le rogaría que no le diese la gran desventura de hacerle formar un movimiento, una fibra del propio querer; pero mi cruz, y Tú sabes en que laberinto me has puesto, me siento impedida y humillada hasta el polvo, tenía necesidad y Tú sabes de quién, sin poderme yo misma ayudar, y no un día, un año, ¡oh! cómo es duro, sé que sólo tu Querer me da la fuerza, la gracia, que por mí misma no habría podido resistir”. Y sentía tal amargura de sentirme morir. Y mi siempre amable Jesús, compadeciéndome me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuando mi Divina Voluntad quiere hacer un acto completo en la criatura, y
¿sabes tú qué significa un acto completo de mi Voluntad? Significa acto completo de Dios, en el cual encierra Santidad, Belleza, Amor, Potencia y Luz de hacer estremecer Cielos y tierra, Dios mismo se debe sentir raptar, pero tanto, de formar su sede, su trono de gloria en este su acto completo suyo, el cual servirá a Sí mismo y descenderá como benéfico rocío a favor de todas las criaturas. Por eso para hacer este acto completo, debía disponer sobre ti una nueva cruz, no dada a ningún otro, para madurarte y hacer surgir en ti las disposiciones que se requerían, tú para recibir y Dios para hacer este acto suyo completo de su Voluntad; sin nada no se hace nada, por eso tú para recibir y Nosotros para dar cosas nuevas debíamos disponer cruces nuevas, que unidas al trabajo continuo de nuestro Querer, debía preparar todo para un acto tan grande. Tú debes saber que mi Fiat no te ha dejado jamás, por eso tú sientes su dulce impresión e imperante sobre cada fibra, movimiento, deseo de tu querer, celoso de ti y de su mismo acto completo que quería hacer, tenía y mantenía su real dominio, pero ¿sabes por qué? Un dulce y querido secreto, escúchame: Conforme mi Querer dominaba tu mente, tu mirada, tu palabra, así formaba tu Jesús en tu mente, su mirada en la tuya, su palabra en la tuya; conforme dominaba las fibras, el movimiento, el corazón, así formaba sus fibras, el movimiento, el corazón de tu Jesús en ti; y conforme te dominaba la obras, los pasos, todo tu ser, así formaba sus obras, sus pasos, todo Jesús en ti. Ahora, si mi Voluntad te hubiera dado la libertad de hacer actuar a la tuya, incluso en las cosas más pequeñas e inocentes, no habría podido formar tu Jesús en ti, y Yo de voluntad humana no puedo ni quiero vivir, ni mi Querer habría tomado el empeño de formarme en el alma si no estuviera seguro que Yo encontrara mi misma Voluntad, de la que estaba animada mi Humanidad; será propiamente esto su reino sobre la tierra, el formar tantos Jesús por cuantas criaturas quieran vivir de Voluntad Divina; con Jesús en las almas su reino tendrá su suntuosidad, sublimidad, su esplendor de cosas inauditas, y estará seguro, y entonces en el reino de mi Fiat Divino tendré tantos Jesús vivientes que me aman, me glorifican y me darán gloria completa. Por eso suspiro tanto este reino, también tú suspíralo, no te ocupes de otra cosa, déjame hacer, confía en Mí, y Yo pensaré en todo”.
(5) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:

(6) “Hija mía, la luz, símbolo de mi Querer Divino, la naturaleza de ella es el expandirse cuanto más puede, y se encuentra en todos, no niega a ninguno su luz, la quieran o no la quieran, a lo más puede suceder esto, que quien la quiere utiliza la luz y se sirve de ella también para hacer obras grandes, en cambio quien no la quiere no hace ningún bien, pero no puede negar que ha recibido el bien de la luz. Tal es mi Voluntad, más que luz se expande por todas partes, inviste a todos y todo, y la señal de que el alma la posee es sentir la necesidad junto con Ella de darse a todos, hacer bien a todos, con sus actos corre a todos y quisiera hacer tantos Jesús para darlo a cada uno. Mi Voluntad es de todos, soy Jesús de todos, y por eso sólo estoy contento cuando la criatura hace suya mi Voluntad, mi Vida, y me quiere dar a todos, ella es mi alegría y mi fiesta continua”.

+ + + +

34-13
Agosto 23, 1936

El pequeño campito asignado a la criatura en la inmensidad de la Divina Voluntad. Jesús pone a disposición de las criaturas
su Vida, basta que obtenga que vivan en el Querer Divino. El gran prodigio de la creación de la Virgen.

(1) Continúo mi abandono en el Fiat, mi pobre mente nada en su mar divino y comprende arcanos celestiales, pero no sé decirlos porque no son palabras de acá abajo; mientras me encuentro en este mar divino miro su inmensidad, no hay ser o cosa que le pueda huir, todos y todo forman la vida y la reciben en el Querer Divino, pero ¿qué cosa puede tomar la criatura de esta inmensidad? Apenas las gotitas, tanta es su pequeñez; pero mientras toma las gotitas no puede salir de esta inmensidad, se la siente correr dentro y fuera, a derecha e izquierda, por todas partes, no pudiendo por un solo instante desembarazarse de Ella. ¡Oh! Voluntad Divina, cómo eres admirable, eres toda mía, me haces crecer en Ti, por todas partes te encuentro, me amas siempre hasta formar la vida de mi vida; pero mientras mi mente se perdía en este mar, mi dulce Jesús, todo bondad ha salido de dentro de este mar, y acercándose a mí me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, ¿has visto como la inmensidad de mi Fiat es inalcanzable? Ninguna mente creada, por cuán santa sea puede abrazarla y ver dónde terminan sus confines, todos tienen su lugar en Ella, más bien, cada criatura tiene su pequeño campo en la inmensidad de mi Divina Voluntad, pero ¿quién trabaja este pequeño campo que le ha sido asignado? Quien vive en Ella, porque viviendo en Ella se hace la primera trabajadora, y Ella tomando en su regazo a la criatura la tiene ocupada, fundida en el trabajo que quiere que haga en el pequeño campito que le ha sido dado en mi Voluntad, y como posee su Fuerza creadora, lo que la criatura podría hacer en un siglo, junto con Ella lo hace en una hora, así que en una hora puede adquirir un siglo de amor, de obras, de sacrificios, de conocimientos divinos, de adoraciones profundas, y después del trabajo llama al alma al reposo para felicitarse y reposarse juntos, y oh, la alegría que sienten viendo lo bello del campito, y para felicitarse de más regresan al trabajo, es un alternarse entre el trabajo y el reposo, porque entre las tantas cualidades que posee mi Divina Voluntad, es movimiento y actitud continua, no está ociosa, antes bien a cada cosa creada ha dado su trabajo continuo para glorificarse y para hacer bien a todos; los ociosos no existen en mi Voluntad, más bien en Ella todo es trabajo, si ama es trabajo, si se ocupa en conocernos es trabajo, si nos adora, si sufre, si ruega, es trabajo, y trabajo divino, no humano, que convirtiéndose en moneditas de infinito valor pueden conseguir cómo volver su campito más grande. Ahora hija mía, tú debes saber que es mi Voluntad absoluta que la criatura haga mi Voluntad; cómo suspiro verla reinante y obrante en ella, cómo quiero oír decir: ‘La Voluntad de Dios es la mía, lo que quiere Dios quiero yo, lo que hace Dios hago yo’. Ahora, siendo mi Voluntad que vive en ella, debía darle los medios, las ayudas necesarias,

y por eso mi Humanidad se pone a disposición de la criatura en el pequeño campito de la inmensidad de mi Voluntad asignado a ella, por eso exhibo mi fuerza para sostener su debilidad, mis penas para ayuda de las suyas, mi Amor para esconder el suyo en el mío, mi Santidad para cubrirla, mi Vida como apoyo y sostén de la suya y para servirle de modelo, en suma, mi Divina Voluntad debe encontrar tantos Jesús por cuantas criaturas quieran vivir de mi Voluntad, y entonces Ella no encontrará más obstáculo de parte de ellas, porque Yo las tendré escondidas en Mí y tendrá que hacer más Conmigo que con ellas, y las criaturas encontrarán todas las ayudas necesarias, sobreabundantes, para vivir de mi Voluntad. Es costumbre de Dios que cuando quiere una cosa, da todo lo que se requiere para hacer que lo que quiere tenga su cumplimiento. Por eso quisiera que sepan las criaturas que Yo me pongo a disposición de aquellos que quieren vivir de mi Voluntad, ellos encontrarán mi Vida que suplirá a todo lo que se requiere para hacerlos vivir en el mar de mi Querer Divino, de otra manera su pequeño campito en mi Inmensidad quedará sin trabajo, y por lo tanto sin fruto, sin felicidad y sin alegría, serán como aquellos que viven bajo el sol sin jamás hacer nada, y el sol servirá para quemarlos y para darles una sed ardiente de sentirse morir. Así que todas las criaturas, por razones de creación se encuentran todas en esta Inmensidad, pero si su voluntad no está con la mía, viven a sus expensas, se sentirán quemar todos los bienes y tendrán la sed de las pasiones, del pecado, de las debilidades, que las atormentarán. Por eso no hay mal mayor que no vivir de mi Voluntad”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en los actos de la Divina Voluntad en la Creación, y llegando a la Concepción de la Virgen Santísima, mi dulce Jesús me ha detenido y me ha dicho:
(4) “Hija mía, el más grande prodigio de la Creación es la Virgen, el Querer Divino que dominó desde el primer instante de su Concepción su querer humano, y el querer de esta santa criatura que dominó el Fiat Divino, el uno venció al otro, fueron vencedores los dos, y en cuanto el Querer Divino entró como Rey dominante en su querer humano, comenzaron las cadenas de los grandes prodigios divinos en esta excelsa criatura, la fuerza increada se volcó en la fuerza creada, pero tanto, que podía sostener como si fuera una hoja de paja la Creación toda, y todas las cosas creadas sentían la fuerza creada en la fuerza increada que las sostenía y contribuía a su conservación, ¡oh! cómo se sintieron honrados y más felices, de que una fuerza creada corría en todo como su Reina para sostenerlas y conservarlas. Su fuerza era tanta que imperaba sobre todos, incluso sobre su Creador, era la invencible, que con la fuerza del Fiat Divino vencía a todos y todo, más bien todos se hacían vencer por esta Emperatriz Divina, porque tenía una fuerza potente y raptora que ninguno podía resistirle, los mismos demonios se sentían debilitados y no sabían dónde esconderse de esta fuerza insuperable. Todo el Ser Supremo se volcó en esta voluntad creada que había sido dominada por la Divina Voluntad, y el amor infinito se volcó en el amor finito y todos y todo se sentían amados por esta Santa Criatura, su amor era tanto, que más que aire se hacía respirar por todos, de modo que esta Reina de amor sentía la necesidad de amar a todos, como Madre y Reina de todos; nuestra belleza la invistió, pero tanto, que poseyó la fuerza, el amor, la bondad, la gracia raptora, que mientras ama se hace amar por todos, aun por las cosas que no poseen razón. Así que no hubo acto, amor, plegaria, adoración, reparación, que no quedara lleno Cielo y tierra, Ella señoreaba todo, y su amor y todo lo que hacía corría en el cielo, en el sol, en el viento, en todo, y nuestro Ente Supremo se sentía amado, rogado en todas las cosas creadas por esta Santa Criatura, una nueva vida corría en todo, nos amaba por todos y nos hacía amar por todos. Era la Voluntad increada que había tenido su lugar de honor en la voluntad creada que podía hacernos todo, y darnos la correspondencia porque habíamos puesto a su disposición toda la Creación. Así que con la Concepción de esta gran Reina comenzó la verdadera Vida de Dios en la criatura, y la vida de ella en Dios, y ¡oh! los intercambios de amor, de fuerza, de belleza, de luz entre uno y otra. Por eso los prodigios eran continuos y jamás oídos, que se alternaban en Ella, Cielos y tierra estupefactos, los ángeles quedaban raptados ante mi Voluntad Divina obrante en la criatura. Hija mía, esta gran Señora con

vivir en el Querer Divino, se sentía con los hechos Reina de todos y de todo, y también Reina del gran Rey Divino, pero tanto, que fue Ella la que formó la puerta en el Cielo para hacer descender al Verbo Eterno, le preparó el camino y la estancia de su seno donde debía hacer su morada, y en el énfasis de su amor imperante me decía: ‘Desciende oh Verbo Eterno, encontrarás en Mí tu Cielo, tus alegrías, aquella misma Voluntad que reina en las Tres Divinas Personas’. Y no sólo esto, sino que formó la puerta y el camino para hacer subir a las almas a la Patria Celestial, y sólo porque esta Virgen vivió en la tierra de Voluntad Divina como se vive en el Cielo, pudieron los bienaventurados entrar en las regiones celestiales y gozar sus delicias, porque esta Madre Celestial los tiene cubiertos, envueltos, y como escondidos en su gloria y en todos los actos que hizo en la Voluntad Divina, así que los bienaventurados sienten en sus alegrías el amor, las obras, la potencia de esta Madre y Reina, que los hace felices. ¿Qué cosa no puede hacer mi Voluntad? Todos los bienes posibles e imaginables, y en la criatura donde Ella reina le da tal poder, que llega a decir: ‘Haz lo que quieras, manda, toma, da, Yo no te negaré jamás nada, tu fuerza es irresistible, tu potencia me debilita, por eso pongo todo en tus manos, para que hagas de Dueña y de Reina’. Ahora, tú debes saber que esta Santa Criatura desde su Concepción sentía el latido de mi Fiat en el suyo, y en cada latido me amaba, y la Divinidad la amaba con amor duplicado en cada latido suyo; en su respiro sentía el respiro del Querer Divino, y nos amaba en cada respiro, y Nosotros la correspondíamos con nuestro amor duplicado en cada respiro suyo; sentía el movimiento del Fiat en sus manos, en su paso, en sus pies, en todo su ser sentía la Vida del Querer Divino y lo que hacía, y en todo nos amaba por sí y por todos, y Nosotros la amábamos siempre, siempre, a cada instante corría nuestro Amor como rápido torrente, por eso nos tenía siempre atentos y en fiesta, para recibir su amor y dar el nuestro, tanto que llegó a cubrir todos los pecados y a las mismas criaturas de nuestro Amor. Por eso nuestra Justicia quedó desarmada por esta invencible amante, y podemos decir que hizo del Ente Supremo lo que quiso. ¡Oh! cómo quisiera que todos comprendieran qué significa vivir en el Querer Divino, para volver a todos felices y santos”.

+ + + +

34-14
Noviembre 3, 1936

Reflejos entre el Creador y la criatura. Inseparabilidad entre ambos. Dios a cada instante pide a la criatura que reciba la Vida de su Voluntad. Quien se
decide a vivir de Ella, Dios cubre todo lo que ha hecho con su Voluntad Divina.

(1) Estoy siempre entre los brazos del Querer Divino, siento su Potencia creadora dentro y fuera de mí, que no dándome tiempo a ninguna otra cosa, no quiero, no pido otra cosa para mí y para todos, sino que venga a reinar la Divina Voluntad sobre la tierra. Dios mío, qué fuerza magnética posee, que mientras se da todo, inviste por todas partes, pero al mismo tiempo toma todo lo que pertenece a la pequeñez de la pobre criatura. Mientras mi mente estaba inmersa en la multitud de tantos pensamientos respecto al Fiat Divino, mi siempre amable Jesús, visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, nuestro amor infinito es siempre excesivo y llega a lo increíble, basta decirte que es tanto, que no hacemos otra cosa que reflejar continuamente en la criatura, ella vive bajo nuestros continuos reflejos: Si nos movemos, nuestro movimiento incesante refleja en ella para darle vida; nuestro amor refleja en ella para decirle continuamente ‘te amo’; nuestra potencia refleja en ella para sostenerla; en suma, nuestra sabiduría refleja y la dirige, nuestra luz refleja y la ilumina, nuestra bondad refleja y la compadece, nuestra belleza refleja y la embellece, nuestro Ser Supremo se vuelca sin cesar jamás sobre la criatura; pero esto no es todo, así como Nosotros reflejamos en ella, así ella refleja en Nosotros, así que si piensa sentimos el reflejo de sus pensamientos, si

habla refleja en Nosotros su palabra, sentimos el reflejo de su latido hasta en nuestro seno, el movimiento de sus obras, el pisar de sus pasos; hay tal inseparabilidad entre el Ser Divino y el humano, que continuamente el uno se vierte en el otro; es tanto nuestro amor, que nos ponemos en condiciones como si no pudiéramos estar sin la criatura. Pero esto no es nada todavía, si nuestro amor no da en excesos, no se contenta; ahora, sabiendo que si la criatura no posee la Vida de nuestro Querer Divino hay gran diferencia entre sus reflejos y los nuestros, poniéndose Él en actitud de amor suplicante, en cuanto la criatura piensa le ruega que haga reinar nuestra Voluntad en su mente, si habla le suplica que la haga reinar en sus palabras, si late, obra y camina, le suplica que haga reinar en todo a mi Divina Voluntad, en suma, en cada cosa que hace tiene un gemido, un suspiro, una oración, que envolviéndola continuamente le dice: ‘Recibe mi Fiat, hazte investir por mi Fiat, ¡ah! posee mi Fiat, hazme ver en ti la Vida de mi Fiat reinante, dominante y festivo, te ruego que no me niegues tu querer, y Yo te daré el mío’. Y si lo obtiene, como si hubiera obtenido la cosa más preciosa, lo encierra en su amor, lo vela con su luz, y da principio a su fiesta perenne en la criatura, cambia sus gemidos y suspiros en alegrías, y poniéndose en guardia, como triunfadora escucha en ella las notas de su amor, que en ambas partes le dice: ‘Nos amamos con un solo amor, tenemos y hacemos la misma Vida, tu Fiat es tuyo y mío’. Así que surge en ella la armonía, el orden de su Creador. Nuestra Voluntad, nuestro amor ha obtenido su propósito, no le queda otra cosa que gozarse a su amada criatura. Por eso hija mía, nos importa tanto el dar nuestra Voluntad como vida, que es nuestro largo suspiro de todos los siglos, más bien nuestro suspiro eterno, que anhelábamos a la criatura con el portento de nuestra Vida en ella, sentíamos la alegría, la felicidad de tantas vidas nuestras bilocadas, multiplicadas y formadas en ellas. De otra manera no habría sido gran cosa la Creación, y si tantas cosas creamos y sacamos a la luz del día, fue porque debían servir al portento de los portentos de formar en virtud de nuestro Fiat nuestra Vida en la criatura, y si esto no fuera, habría sido para Nosotros como si nada hubiéramos hecho. Por eso contenta a tu Jesús, da paz a mi amor que da siempre en delirio, y unificándote Conmigo, suspira, ruega, pide que mi Voluntad reine en ti y en todos”.
(3) Y mientras decía esto tomaba un velo de luz y me cubría toda, y yo no sabía salir de dentro de él. Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y ¡oh! cuántas dulces y queridas sorpresas pasaban por mi mente, ¡oh! si supiera decirlas con palabras dejaría sorprendido a todo el mundo, y todos amarían el poseer la Divina Voluntad, pero
¡ay de mí! el lenguaje del Cielo no se adapta al lenguaje de la tierra, y por eso estoy obligada a seguir adelante, y mi amado Jesús regresando a su pequeña y pobre hija ignorante, con un amor indecible me ha dicho:
(4) “Hija de mi Querer, escúchame, préstame atención, quiero decirte el acto más bello, más tierno, y de amor intenso de mi Fiat; tú debes saber que todos los actos, pensamientos, palabras, pasados, presentes y futuros, están todos presentes ante el Ente Supremo, así que la criatura no existía aún en el tiempo, y sus actos brillaban ante Nosotros, y ¿por qué esto? Porque el acto primero de la criatura lo hace mi Fiat, no hay pensamiento, palabra, obra, que mi Fiat no inicie. Se puede decir que primero está formada en Dios con todos sus actos, y después la sacamos a la luz del día. Ahora, la criatura con hacer su voluntad se separa de los actos divinos, pero no puede destruir que la vida de sus actos haya tenido por principio el Fiat, todos eran propiedad suya, pero que tomando sobre ella los derechos ha cambiado en humanos los actos divinos, pero si el hombre desconoce quién ha dado la vida a sus actos, mi Querer no desconoce sus actos. Así que escucha el exceso más grande del Amor de mi Querer: En cuanto la criatura se decide con firmeza inmutable a querer vivir de mi Voluntad, haciéndola reinar y dominar en ella, nuestra Bondad infinita es tanta, nuestro Amor que no sabe resistir a una decisión verdadera de la criatura, mucho más que no quiere ver actos disímiles de los nuestros en ella, escucha qué hace, cubre todo lo que ha hecho hasta entonces con mi Voluntad, los modela, los transforma en su luz, de modo que ve que con el prodigio de su Amor transformante todo es Voluntad suya en la criatura, y con Amor todo Divino continúa formando su Vida y sus actos en la criatura. ¿No es esto un amor excesivo y asombroso

de mi Querer, y al mismo tiempo, para hacer decidir a todos, incluso a los más ingratos a hacer vivir mi Voluntad en ellos, conociendo que quiere poner todo a un lado y cubrir y suplir a lo que falta de mi Voluntad en ellos? Esto dice también absolutamente que nuestra Voluntad quiere reinar en medio a las criaturas, que no quiere poner atención a nada, ni a lo que les falta, queriéndoles dar no como paga que va buscando si lo merece o no, sino como don gratuito de nuestra gran liberalidad, y como cumplimiento de nuestra misma Voluntad. Y el cumplir nuestra Voluntad, para Nosotros es todo”.

+ + + +

34-15
Diciembre 8, 1936

La Reina del Cielo en su Concepción, fue concebida en los méritos, en la Vida, en el amor y penas del futuro Redentor, para después poder concebir al Divino Verbo en Ella
para venir a salvar a las criaturas.

(1) Mi pobre mente sumergiéndose en el Fiat Divino encontraba en acto la Concepción de la Reina Inmaculada. Todo era fiesta y llamaba a todos en torno a Sí, ángeles, santos, para hacerles ver el prodigio inaudito, las gracias, el amor con el cual llamaba de la nada a esta excelsa Criatura, para que todos la conocieran y alabaran como su Reina y Madre de todos. Pero mientras yo quedaba sorprendida, y habría quedado ahí quién sabe cuánto si mi dulce Jesús no me hubiera llamado diciéndome:
(2) “Quiero honrar a mi Madre Celestial, quiero narrar la historia de su Inmaculada Concepción, sólo Yo puedo hablar de ésta, porque soy el autor de tan gran prodigio. Ahora hija mía, el primer acto de esta Concepción fue un Fiat nuestro, pronunciado con tal solemnidad y con tal plenitud de gracias, que encierra a todo y a todos, todo concentramos en esta Concepción de la Virgen; en nuestro Fiat Divino, en el cual no existe pasado ni futuro, tuvo presente la Encarnación del Verbo, y la hizo concebir y encarnar en mi misma Encarnación, futuro Redentor; mi sangre, que estaba en acto como si la estuviera esparciendo, la regaba, la embellecía, la confirmaba, la fortalecía continuamente en modo divino. Pero no bastaba a mi Amor, todos sus actos, palabras y pasos, primero eran concebidos en los actos, palabras y pasos míos, y después tenían la vida. Mi Humanidad era el refugio, el escondite, la incorporación de esta Celestial Criatura, así que si nos amaba, su amor era encarnado y concebido en mi Amor, y ¡oh! conforme nos amaba, su amor encerraba todo y a todos, puedo decir que amaba como sabe amar un Dios, tenía nuestras mismas locuras de amor por Nosotros y por todas las criaturas, y que amando una vez, ama, ama siempre sin jamás cesar; su oración era concebida en mi oración, y por eso tenía un valor inmenso, una potencia sobre nuestro Ser Supremo, y ¿quién podía negarle nada? Sus penas, sus dolores, sus martirios, que fueron tantos, primero fueron concebidos en mi Humanidad, y después sentía en sí la vida de las penas y de los martirios desgarradores, todos animados por una Fuerza divina. Entonces se puede decir que se concibió en Mí, de Mí salió su vida, todo lo que Yo hice y sufrí se alineó en torno a esta Santa Criatura para cortejarla y volcarme continuamente sobre de Ella y poderle decir: ‘Eres la Vida de mi Vida, eres toda bella, eres la primera redimida, mi Fiat Divino te ha modelado, te ha dado el aliento y te ha hecho concebir en mis obras, en mi misma Humanidad’.
(3) Ahora hija mía, este concebir en el Verbo Encarnado a esta Celestial Criatura, fue hecho por Nosotros con suma Sabiduría, con Potencia inalcanzable, con Amor inagotable, y con el decoro que conviene a nuestras obras. Debiendo Yo, Verbo del Padre, descender del Cielo para encarnarme en el seno de una Virgen, no era suficiente a la Santidad de mi Divinidad la sola virginidad y haberla exentado de la mancha de origen, por eso fue necesario a nuestro Amor y a nuestra Santidad, que esta Virgen primero fuera concebida

en Mí con todas las prerrogativas, virtudes y bellezas que debía poseer la Vida del Verbo Encarnado, y por eso después pude concebirme en quien había sido concebida en Mí, y encontré en Ella mi Cielo, la Santidad de mi Vida, mi misma sangre que la había generado y derramado tantas veces, encontré mi misma Voluntad, que comunicándole la Fecundidad Divina formó la Vida a su Hijo e Hijo de Dios. Mi Fiat Divino para hacerla digna de poderme concebir, la tuvo investida y bajo su imperio continuo que posee todos los actos como si fuera un solo acto para darle todo, llamaba en acto mis méritos previstos, toda mi Vida y la vertía continuamente dentro de su bella alma. Por eso sólo Yo puedo decir la verdadera historia de la Inmaculada Concepción, y de toda su vida, porque la concebí en Mí y estoy al día de todo, y si la Santa Iglesia habla de la Celestial Reina, pueden decir sólo las primeras letras del alfabeto de su santidad, grandeza y dones con los que fue enriquecida. Si tú supieras el contento que siento cuando hablo de mi Madre Celestial, quién sabe cuantas preguntas me harías para darme la alegría de hacerme hablar de quien tanto amo, y me ha amado”.

+ + + +

34-16
Diciembre 20, 1936

El Fiat Divino hizo concebir a la Virgen en cada criatura, a fin de que todos tuvieran una Madre toda suya. Dote que Dios dio a la Virgen. Triunfos y victorias de Dios, victorias y triunfos de la Virgen, de los que son dotadas todas las criaturas.

(1) Mi Sumo Bien Jesús me tiene como inmersa en el gran prodigio de la Soberana Reina, y parece que tiene la voluntad de querer decir lo que Dios obró en esta gran Señora, y poniéndose en actitud de fiesta y con alegría indecible me dice:
(2) “Escúchame, – luego sigue el mismo argumento de lo que está escrito antes – hija mía bendita, los prodigios son inauditos, las sorpresas que te narraré harán asombrar a todos, siento la necesidad de amor de hacer conocer qué cosa hemos hecho con esta Madre Celestial y el gran bien que han recibido todas las generaciones. Tú debes saber que en el acto de concebir a esta Virgen Santa, nuestra Voluntad Divina que posee todo y con su inmensidad abraza todo y posee la omnividencia de todos los seres posibles e imaginables, y con su virtud toda propia, que cuando obra hace siempre obras universales, por eso cuando la concibió, con su Virtud creadora llamó a todas las criaturas a concebir en el corazón de esta Virgen; pero no bastó a nuestro amor, dando en los excesos más increíbles hizo Concebir a esta Virgen en cada criatura, a fin de que cada una tuviera una Madre para sí, toda suya, sintiesen su Maternidad en el fondo de sus almas, su amor, que más que hijos, que mientras los tiene concebidos en sí, bilocándose se concibe en cada criatura para ponerse a disposición de ellos, para crecerlos, guiarlos, librarlos de los peligros, y con su potencia materna ponerles en la boca la leche de su amor y el alimento con el cual se nutre Ella misma, el cual es el Fiat Divino. Nuestra Voluntad teniendo Vida libre en Ella, su dominio total, con su potencia mientras llamaba a todos en esta Celestial Criatura, para tener la alegría de ver a todos encerrados en Ella, para oírse decir: ‘Están ya todos mis hijos y tuyos en Mí, por eso te amo, te amo por todos’. Después la bilocaba en todos y en cada uno para sentir en cada alma el amor de esta Hija nuestra, toda bella y toda amor; podemos decir: ‘No hay criatura en la que Ella no tome el empeño de amarnos’. Nuestro Fiat la elevó tanto, de darle todo, desde el primer instante de su vida la constituimos Reina de nuestro Fiat, Reina de nuestro amor, y cuando nos amaba se sentía en su amor su Maternidad, y armonizaba el amor de todas las criaturas, y ¡oh! cómo era bella porque formaba de todo un solo amor, cómo nos hería, nos felicitaba hasta sentirnos desfallecer, su amor nos desarmaba, nos hacía ver todas las cosas, cielo, sol, tierra, mares y criaturas, cubiertos y escondidos en su amor. ¡Oh! cómo era bello verla, oírla que hacía

de Madre en cada criatura, y formando en ellas su mar de amor mandaba sus notas, sus flechas, sus dardos amorosos a su Creador. Y haciéndola de verdadera Madre se las llevaba ante nuestro trono en el mar de su amor para hacérnoslas ver, para volvernos propicios, y con la Fuerza de nuestro Querer Divino se imponía sobre Nosotros, nos las ponía en los brazos, nos las hacía acariciar, besar, y nos hacía dar gracias sorprendentes; cuántas santidades fueron formadas e impetradas por esta Madre Celestial, y para estar segura quedaba en guardia su amor.
(3) Además de esto, tú debes saber que desde el primer instante de la vida de esta Celestial Criatura, fue tanto nuestro amor, que la dotamos de todas nuestras cualidades Divinas, así que tenía por dote nuestra potencia, sabiduría, amor, bondad, luz, belleza, y todo el resto de nuestras cualidades Divinas. Ahora, a todas las criaturas al sacarlas a la luz del día les damos la dote, ninguna nace si no está dotada por su Creador, pero conforme se apartan de nuestra Voluntad, se puede decir que ni siquiera la conocen. En cambio esta Virgen Santa no se apartó jamás, hizo vida perenne en los mares interminables de nuestro Fiat, por eso crecía junto con nuestros atributos, y conforme formaba sus actos en nuestras cualidades divinas, así formaba mares de potencia, de sabiduría, de luz y demás. Podemos decir que viviendo con nuestra ciencia le dábamos continuas lecciones de quién era su Creador, crecía en nuestros conocimientos, y supo tanto del Ente Supremo, que ningún ángel y santo pudo igualarla, más bien todos son ignorantes ante ella, porque ninguno creció e hizo vida junto con Nosotros. Ella entró en nuestros secretos divinos, en los más íntimos rincones de nuestro Ser Divino sin principio ni fin, en nuestras alegrías y bienaventuranzas imperecederas, y con nuestra potencia que tenía en su poder nos dominaba y señoreaba y Nosotros la hacíamos hacer, más bien gozábamos de su señorío, y para hacerla más feliz le dábamos nuestros castos abrazos, nuestras sonrisas de amor, nuestras condescendencias diciéndole: ‘Haz lo que tú quieras”.
(4) Nuestro Querer, es tanto el amor hacia las criaturas y su gran deseo de hacerlas vivir en Él, que si lo obtiene las pone en un abismo de gracias, de amor, hasta ahogarlas, y la pequeñez humana está obligada a decir: ‘Basta, ya estoy ahogada, me siento devorar por tu mismo amor, no puedo más’. Ahora, tú debes saber que nuestro amor no se contenta, jamás dice basta, mientras más da más quiere dar, y cuando damos es nuestra fiesta, ponemos la mesa a quien nos ama y la apresuramos a quedar con Nosotros para hacer vida juntos. Ahora hija mía, escucha otro prodigio de nuestro Fiat en esta Celestial Criatura, y cómo Ella nos amaba e hizo extensible su maternidad a todas las criaturas: En cada acto que hacía, si amaba, rogaba, adoraba, si sufría, todo, incluso el respiro, el latido, el paso, estando nuestro Fiat, nuestro Ser Supremo, eran triunfos y victorias que hacía en los actos de la Virgen, la Celestial Señora triunfaba y vencía en Dios en cada instante de su vida admirable y prodigiosa, eran triunfos y victorias entre Dios y la Virgen; pero esto es nada, haciéndole de verdadera Madre llamaba a todos sus hijos, y cubría y escondía todos sus actos en los suyos y los cubría con sus triunfos y con sus victorias, dándoles como dote todos sus actos con todas sus victorias y sus triunfos. Y además, con una ternura y amor de partir los corazones y sentirnos vencidos nos decía: ‘Majestad adorable, míralos, son todos mis hijos, mis victorias y triunfos son de mis hijos, son mis conquistas que dono a ellos, y si ha vencido y triunfado la Mamá, han vencido y triunfado los hijos’. Y tantos triunfos y victorias hizo en Dios, por cuantos actos habrían hecho todas las criaturas, a fin de que todos pudieran decir: ‘Estoy dotado de los actos de mi Mamá Reina, y por sello me los ha investido con sus triunfos y victorias que hizo con su Creador’. Así que quien quiere hacerse santo encuentra la dote de su Madre Celestial y sus triunfos y victorias para llegar a la santidad más grande, el débil encuentra la fuerza de la santidad de su Mamá y sus triunfos para ser fuerte, el afligido, el que sufre, encuentra la dote de las penas de su Madre Celestial para obtener el triunfo, la victoria de la resignación, el pecador encuentra la victoria y el triunfo del perdón, en suma, todos encuentran en esta Soberana Reina la dote, el sostén, la ayuda al estado en que se encuentran. Y ¡oh! cómo es bello, es la escena más conmovedora, raptora y encantadora, ver a esta Madre Celestial en cada criatura que

hace de Mamá, la sentimos que ama y ruega en sus hijos. Este es el prodigio más grande entre el Cielo y la tierra, bien más grande no podíamos dar a las criaturas.
(5) Ahora hija mía, debo decirte un dolor de la Madre Celestial a tanto amor suyo, las ingratitud de las criaturas, esta dote que con tantos sacrificios, hasta el heroísmo de sacrificar la Vida de su Hijo Dios, con tantas penas atroces, quién no la conoce, quién apenas toma un ligero interés y hacen vida pobre de santidad, y ¡oh! cómo sufre al ver a sus hijos pobres; poseer inmensas riquezas de amor, de gracia, de santidad, porque no son riquezas materiales, sino las riquezas de esta Madre Celestial son riquezas que ha puesto su vida para adquirirlas, y no verlas poseer por sus hijos, y tenerlas sin la finalidad por la que las ha adquirido, es un dolor continuo, y por eso quiere hacer conocer este gran bien a todos, porque si no se conoce no se puede poseer. Y como estas dotes las adquirió en virtud del Fiat Divino que reinaba en Ella, que la amaba tanto que la hacía hacer lo que quería y por donde quisiera llegar para bien de las criaturas. Por eso será mi Querer Divino reinante que las pondrá al día de estas dotes celestiales y las hará tomar posesión. Por eso ruega que sea conocido y querido por las criaturas un bien tan grande”.

+ + + +

34-17
Diciembre 24, 1936

La Madre Celestial y Divina, y la Madre humana. Carrera veloz del amor de Dios, en la cual hace generar de esta Madre en virtud del Fiat a su Jesús en cada criatura.

(1) Sigue el mismo argumento sobre la Virgen Santísima. Una luz que desciende del seno del Eterno inviste mi pobre mente, pero es una luz parlante que dice tantas cosas de la Soberana Celestial, que yo no sé cómo hacer para decirlas todas. Pero mi amado Jesús con su acostumbrada bondad me dice:
(2) “Ánimo hija mía, Yo te ayudaré, te suministraré las palabras, siento la irresistible necesidad de hacer conocer quién es mi Madre, las dotes, los privilegios, y el gran bien que hace y que puede hacer a todas las generaciones. Por eso escúchame y te diré cosas jamás pensadas ni por ti, ni por otros, de modo de estremecer a los más incrédulos, ingratos y pecadores, y hacerte conocer hasta dónde llega nuestro amor. Entonces, nuestro amor no se daba paz, corría, corría, pero con una rapidez tal, que comprometía todo nuestro Ser Divino a dar en tales excesos, de dejar atónitos Cielo y tierra, de hacer exclamar a todos: ‘¿Será posible que un Dios haya amado tanto a las criaturas?’ Ahora escucha hija mía qué hace nuestro gran amor: Las criaturas tenían un Padre Celestial, pero nuestro amor no estaba contento, y en su delirio y locura de amor quiso formarles una Madre Celestial y una Madre terrena, a fin de que si no le fueran suficientes las premuras, el amor, la ternura de la Paternidad Celestial para amarlo, el amor, las ternuras indecibles de esta Madre Celestial y humana habrían sido el anillo de conjunción, que habiendo desterrado toda distancia, miedos y temores, se habrían abandonado en sus brazos para hacerse vencer por su amor, para amar a Aquél que la había formado por amor suyo y para hacerse amar, por eso eran necesarios portentos estrepitosos y un amor que jamás dice basta, y que sólo un Dios puede tener; ahora escucha qué hace para conseguir el intento, llamamos de la nada a esta Santa Criatura y sirviéndonos del mismo germen de las generaciones humanas, pero purificado, le dimos la vida; desde el primer instante de esta vida se unió la virtud celestial de nuestro Fiat Divino y formó junto Vida Divina y vida humana, el cual la crecía divinamente y humanamente, y participándole la fecundidad divina formaba en Ella el gran prodigio de poder concebir un hombre y un Dios; con el germen humano pudo formar la Humanidad al Verbo encarnado, y con el germen del Fiat pudo concebir al Verbo Divino. Con esto la distancia cesaba entre Dios y el hombre, esta Virgen con ser humana y Celestial acercaba al hombre y a Dios, y daba el hermano a todos

sus hijos para que todos pudieran acercársele, hacer vida juntos y mirando en Él y en Ella las mismas facciones, investidas por la misma naturaleza humana, habrían tenido tal confianza y amor de hacerse conquistar, y amar a quien tanto la amaba; ¿cuánto amor no cosecha una buena madre de sus propios hijos? Mucho más que era poderosa, rica, y habría puesto la vida para poner a salvo a sus propios hijos, y ¿qué cosa no ha hecho para volverlos felices y santos? Así que la Humanidad del Verbo y la Madre Celestial y humana son como garantías para ganarse el amor de todos y decirles con todo amor: ‘No teman, vengan a Nosotros, nos semejamos en todo, vengan y todo les daremos, mis brazos estarán siempre listos para abrazaros y para defenderos, os encerraré en mi corazón para daros todo, basta deciros que soy Madre y que es tanto mi amor, que os tengo concebidos en mi corazón’.
(3) Pero todo esto no es nada todavía, Yo era Dios, debía obrar como Dios, nuestro amor corría, corría, e iba inventando otros encuentros más excesivos de amor, tú misma quedarás sorprendida al oírlos, y cuando las humanas generaciones los oigan, nos amarán tanto, de correspondernos en gran parte de la gran carrera de nuestro amor. Ahora ponme atención y agradéceme hija mía bendita de lo que estoy por decir: A nuestro amor no le bastó, como dije antes, que en virtud de nuestro Fiat todos fueran concebidos en el corazón de esta Virgen para tener la verdadera Maternidad no con palabras sino con hechos, y Ella fue concebida en cada una de las criaturas para que cada una tuviera una Madre toda suya, y tener el pleno derecho y la posesión que todos fueran hijos suyos, ahora nuestro amor pasó a otro exceso. Por tanto debes primero saber que esta Celestial Reina poseyendo toda la plenitud de nuestro Fiat Divino, el que posee por naturaleza suya la virtud generativa y bilocadora, Ella junto con el Fiat Divino puede generar y bilocar cuantas veces quiere a su Hijo Dios, entonces nuestro amor se impone sobre esta Celestial Criatura, y dando en delirio, con la virtud de mi Fiat que poseía, le da la potencia de hacer generar a su Jesús en cada criatura, lo hace nacer, lo hace crecer, le hace todo lo que conviene para formar la Vida de su querido Hijo, suple a lo que no le hace la criatura: Si llora le enjuga las lágrimas, si tiene frío lo calienta, si sufre, sufre junto, y mientras hace de Madre y crece a su Hijo, hace de Madre y crece a la criatura, así que se puede decir que los crece juntos, los ama con un solo amor, los guía, los nutre, los viste, y con sus brazos maternos forma dos alas de luz, y cubriéndolos los esconde en su corazón, para darles el más bello reposo. Por lo que no bastó a nuestro Amor que el Verbo se encarnara para generar un solo Jesús para todos, y dar una sola Madre a todas las generaciones humanas, no, no, no habría sido excesivo nuestro Amor, su carrera era tan veloz, que no encontró quién le pusiera un basta, y sólo se aquietó de algún modo cuando con su Potencia generó a esta Madre en cada alma, e hizo generar a su Jesús, a fin de que cada uno tuviera Madre e Hijo a su disposición. ¡Oh! cómo es bello ver a esta Madre Celestial, toda amor y toda atenta en cada criatura para generar a su Jesús, para formar un portento de amor y de gracia, y este es el honor y la gloria más grande que su Creador le ha dado, y el amor más fuerte que Dios podía dar a las criaturas. No hay de qué maravillarse, nuestro Fiat todo puede y puede llegar a todos lados, todo está en que lo quiera, si lo quiere ya está hecho. Más bien la maravilla está en conocer a cuáles excesos nos ha llevado el amor hacia el hombre”.

+ + + +

34-18
Diciembre 28, 1936

La Celestial Heredera llama a sus hijos a heredar sus bienes. Cómo llega a dotar a las almas con su amor materno para formar otras mamás a Jesús.

(1) Sigue el mismo argumento. Estaba pensando en lo que está escrito arriba y decía entre mí: “¿Será posible toda esta cadena excesiva de amor que parece que no termina jamás? Sé que Nuestro Señor todo puede, pero llegar a tanto, hasta hacer descender de la altura de su Santidad a esta Madre Celestial en el fondo de nuestra almas, y hacernos crecer como una de sus hijas ternísimas, y no sólo eso, sino generar a su Hijo Jesús y hacernos crecer juntos, llega a lo increíble”. Y si bien me sentía romper el corazón por amor y alegría, mucho más que me la sentía en mí, cubierta por su luz, que con un amor indecible me hacía crecer como hija suya, y junto conmigo crecía su querido Hijo; también sentía el deseo de no decirlo ni escribirlo, incluso para no suscitar dificultades y dudas, pero mi amado Jesús tomando un aspecto imponente, de no poderlo resistir, me ha dicho:
(2) “Hija mía, quiero que escribas lo que te he dicho, en lo que te he dicho hay mares de amor, con los cuales serán investidas las criaturas, y no quiero ser sofocado, por eso si no escribes Yo me retiro; ¿has olvidado que debo vencer al hombre por vía de amor, pero amor que le resultará difícil de resistirnos?”
(3) Yo rápidamente he dicho Fiat, y mi amado Jesús tomando su acostumbrado aspecto dulce y amable, con un amor que me sentía romper el corazón ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, no hay nada que dudar, mi Ser es todo amor, y cuando parece que he llegado a tales excesos de amor de no poder mostrar otros excesos de amor, como si comenzara de nuevo invento otros nuevos excesos de amor, otros inventos, de sobrepasar, ¡oh! mucho los otros excesos. Ahora escucha hija mía y te convencerás de lo que te he dicho: Adán con pecar heredó todos los males a las generaciones humanas, y habiendo salido de la bella heredad de la Divina Voluntad en la cual vivía en la opulencia, lujo y suntuosidad de los bienes de su Creador, perdió el derecho de nuestros bienes, y con él todos sus descendientes. Pero estos bienes no fueron destruidos, existen y existirán, y cuando un bien no es destruido, hay siempre la certeza que vendrán quienes tendrán el bien de poseerlos. Ahora, la gran Reina dio principio a su vida en la heredad de esta Divina Voluntad, es más, con tal abundancia que se sentía ahogada en los bienes de su Creador, pero tanto, que puede volver felices y ricas a todas las otras criaturas. Ahora, en esta heredad del Fiat, heredó la fecundidad, la maternidad humana y divina, heredó el Verbo del Padre Celestial, heredó todas las generaciones humanas, y éstas heredaron todos los bienes de esta Madre Celestial. Así que, como sus herederos y como Madre tiene el derecho de generar en su materno corazón a sus hijos, pero no bastó a nuestro Amor ni al suyo, quiso generar en cada criatura, y como era heredera del Verbo Divino, tiene el poder de hacerlo generar en cada una de ellas. ¿Cómo? Si se pueden heredar los males, las pasiones, las debilidades, ¿por qué no se pueden heredar los bienes? Por esto la Celestial Heredera quiere hacer conocer la herencia que quiere dar a sus hijos, quiere dar su maternidad a las criaturas a fin de que mientras lo genera, le hagan de mamás y lo amen como Ella lo amó, quiere formar tantas mamás a su Jesús para ponerlo al seguro, y a fin de que ninguno más lo ofenda. Porque el amor de Madre es bien diverso de los otros amores, es un amor que arde siempre, y un amor que pone la vida por su querido Hijo. Mira, quiere dotar a las criaturas con su amor materno y hacerlas herederas de su mismo Hijo. ¡Oh! cómo se sentirá honrada al ver que las criaturas aman a su Jesús con su amor de Madre. Tú debes saber que es tanto su amor hacia Mí y hacia las criaturas, que se siente ahogada, y no pudiendo contenerlo más, me ha rogado que te manifieste lo que te he dicho, su gran herencia, que espera a sus herederos, y lo que puede hacer por ellos, diciéndome: ‘Hijo mío, no esperes más, hazlo pronto, manifiesta mi gran herencia y lo que puedo hacer por ellos, me siento más honrada, más glorificada con que Tú digas lo que puede hacer tu Mamá, que si lo dijera Yo misma. Pero todo esto tendrá su pleno efecto, su vida palpitante de esta Soberana Señora, cuando mi Voluntad sea conocida y las criaturas en la heredad de la Madre, ellas tomarán la posesión”.
(5) Después de esto, mi dulce Jesús me ha dado un beso diciéndome:
(6) “En el beso se comunica el aliento, y por eso he querido besarte, para comunicar con mi aliento omnipotente la certeza de los bienes, y el gran prodigio que hará mi Madre a las generaciones humanas, mi beso es la confirmación de lo que quiero hacer”.

(7) Yo he quedado sorprendida, y ha agregado:
(8) “Y tú dame tu beso para recibir el depósito de todos estos bienes y reconfirmar tu voluntad en la mía. Si no hay quién da y quién recibe, un bien no se puede ni formar ni poseer”.

+ + + +

34-19
Enero 1, 1937

La fiesta que preparó la Reina del Cielo a su Hijo Jesús en su nacimiento. Cómo el amor es imán, transforma y embellece.

(1) Estaba pensando en la Encarnación del Verbo y en los excesos de amor de la Divinidad, que parecían mares que envolviendo a todas las criaturas querían hacer sentir cuánto las amaban, para ser amado, e invistiéndolas dentro y fuera de ellas, murmuraban continuamente sin jamás cesar: “Amor, amor, amor, amor damos y queremos amor”. Y nuestra Madre Celestial, sintiéndose herida por el grito continuo del Eterno, que daba amor y quería amor, se veía toda atenta para corresponder a su querido Hijo, el Verbo Encarnado, formando Ella una sorpresa de amor. Ahora, mientras estaba en esto, el Celestial Infante salía del seno Materno, y yo, ¡oh! cómo lo suspiraba, y lanzándose en mis brazos, todo en fiesta me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿sabes? Mi Mamá me preparó la fiesta en mi nacimiento, ¿pero sabes cómo? Ella estaba al día de los mares de amor que descendían del Cielo en el descendimiento del Verbo Eterno, oía el grito continuo de Dios, que quería ser amado, nuestras ansias, los suspiros ardientes, había oído mis gemidos en su seno, a menudo me oía llorar y sollozar, y cada gemido mío era un mar de amor que mandaba a cada corazón para ser amado, y no viéndome amado lloraba, hasta sollozar, pero cada lágrima y sollozo duplicaba mis mares de amor para vencer por vía de amor a las criaturas. Pero qué, ellas me convertían en penas estos mares, y Yo me servía de las penas para convertirlas en otros mares de amor por cuantas penas me daban. Ahora, mi Mamá quería hacerme sonreír en mi nacimiento y preparar la fiesta a su Hijo niño. Ella sabía que no puedo sonreír si no soy amado, ni tomar parte en ninguna fiesta si no corre el amor. Por eso amándome como verdadera Madre, y poseyendo en virtud de mi Fiat mares de amor, y siendo Reina de toda la Creación, envuelve el cielo con su amor y sella cada estrella con el ‘te amo oh Hijo, por mí y por todos’; envuelve el sol en su mar de amor e imprime en cada gota de luz su ‘te amo oh Hijo’, y llama al sol a investir con su luz a su Creador, y calentándolo sintiera en cada rayo de luz el ‘te amo’ de su Mamá; inviste el viento con su amor, y en cada respiro sella el ‘te amo oh Hijo’, y luego lo llama para que con sus respiros lo acaricie e hiciera oír en cada soplo de viento: ‘Te amo, te amo oh Hijo’; envuelve todo el aire en sus mares de amor, a fin de que respirando oyera el respiro de amor de mi Madre; cubrió todo el mar con su mar de amor, cada serpenteo de los peces, y el mar murmuraba ‘te amo oh Hijo mío’, y los peces deslizaban el ‘te amo, te amo’; no hubo cosa que no invistiera con su amor, y con su imperio de Reina mandaba a todos que recibieran su amor, para dar a su Jesús el amor de su Mamá. Así que cada pajarito, quién cantaba amor, quién gorjeaba amor, hasta cada átomo de tierra era investido por su amor, el aliento de las bestias me venía con el ‘te amo’ de mi Madre, el heno era investido por su amor, por eso no había cosa que Yo viera o tocara en que no sintiera la dulzura del amor de Ella. Con esto me preparó la fiesta más bella en mi nacimiento, la fiesta toda de amor, era la correspondencia a mi gran amor que me hacía encontrar mi dulce Madre, y era su amor que me hacía calmar el llanto, me calentaba mientras en la cuna estaba tiritando de frío; mucho más que encontraba en su amor el amor de todas las criaturas, y por cada una me besaba, me estrechaba a su corazón, y me amaba con amor de Madre por todos sus hijos, y Yo sintiendo en cada uno su amor materno, sentía amarlos como sus hijos y como mis

queridos hermanos. Hija mía ¿qué no puede el amor animado por un Fiat Omnipotente? Se hace imán y nos atrae en modo irresistible, quita toda desemejanza, con su calor transforma y confirma a Aquél que se ama, después embellece en modo increíble, de sentirse cielos y tierra raptados a amarla. No amar a una criatura que nos ama nos resultaría imposible, toda nuestra potencia y fuerza divina se vuelven impotentes y débiles ante la fuerza vencedora de quien nos ama. Por eso también tú dame la fiesta que me dio mi Madre al nacer, envuelve cielos y tierra con tu ‘te amo oh Jesús’, no dejes huir nada en lo cual no corra tu amor, hazme sonreír, porque no nací una sola vez, sino renazco siempre, y muchas veces mis nacimientos son sin sonrisas y sin fiesta, y me quedan sólo mis lágrimas, los sollozos, los gemidos, y un hielo que me hace temblar y helar todos mis miembros. Por eso estréchame a tu corazón para calentarme con tu amor, y con la Luz de mi Voluntad fórmame los vestidos para vestirme, así también tú me harás la fiesta, y Yo te la haré a ti con darte nuevo amor y nuevo conocimiento de mi Voluntad”.

+ + + +

34-20
Enero 4, 1937

Cada criatura tiene desde el principio de su existencia un acto querido y decidido de Voluntad Divina, la cual la crea, la crece, la forma.
Fiesta de Jesús en cada acto de criatura que hace su Voluntad.

(1) Estoy entre los brazos del Fiat Divino, que me circunda con su luz y llama sobre mi pobre existencia su acto continuo de su Voluntad, pero un acto que me da vida, que me ama, sin el cual no podría vivir, ni encontrar quién verdaderamente me ame, por eso me quiere toda atenta a recibir este acto de vida de su Voluntad, a fin de que no la exponga a no cumplir sobre mí lo que quiere hacer, ni le impida su amor, porque Voluntad de Dios y amor hacen competencia, una no puede estar sin el otro. Ahora, mientras me encontraba bajo este acto del Fiat, mi amado Jesús con una bondad que no sé decir, todo ternura me ha estrechado a su corazón divino y me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi Voluntad es todo para las criaturas, sin Ella no podrían tener ni siquiera la vida. Tú debes saber que cada criatura tiene, desde el principio de su existencia, un acto querido y decidido de mi Voluntad, el cual lleva consigo un acto intenso de amor hacia aquél o aquélla que comienza la vida. Mira entonces cómo comienza la creación de la criatura bajo el imperio de un acto de amor y de Voluntad Divina querido con toda la plenitud del conocimiento, tanto, que estos dos actos, amor y Voluntad mía, están dotados de todas las gracias, de potencia, sabiduría, santidad y belleza, de los que vivirá y cumplirá su vida la criatura. Ahora, como ha formado su primer acto querido, no se aparta más de ella, la crea, la forma, la crece, desarrolla su acto obrante para reafirmarla en su acto querido, así que mi Voluntad, mi amor, corren en cada acto humano, se hacen vida, sostén, defensa, refugio, y circundándola con su potencia alimentan esta vida, mi amor la abraza y la tiene estrechada a su seno, mi Voluntad la circunda por todos lados, más que habitación, para tener al seguro su acto querido que mi Fiat pronunció para llamarla a la existencia.
(3) Ahora, este acto querido por nuestro Fiat es el acto más grande, más potente y que más glorifica a nuestro Ser Divino, que ni siquiera los Cielos pueden contener y comprender; te parece poco que nuestra Voluntad corra en cada acto de criatura, y le diga no con palabras, sino con hechos: ‘Soy tuya, estoy a tu disposición, ¡ah! reconóceme, soy vida tuya, acto tuyo, si me reconoces me darás tu pequeña correspondencia de amor, y aunque sea pequeño, lo quiero, lo reclamo para tranquilizarme de mi trabajo continuo y de la vida que pongo por ti’. Y mi amor para no quedarse atrás de mi Fiat, siente la irresistible necesidad de correr a amar cada acto de criatura, que le dice en cada acto suyo, te amo y ámame.

(4) Además de esto, el todo está en si es reconocido este acto querido de mi Fiat, entonces hace prodigios inauditos de santidad y de belleza, que formarán los más bellos adornos de la patria celestial y las vidas más brillantes que se asemejan a su Creador, porque nuestra Voluntad no sabe hacer seres que no nos semejen, la primera cosa que pone es nuestra semejanza, porque quiere encontrarse a Sí misma en el acto obrante que desarrolla en la criatura, de otra manera diría: ‘No me asemeja, por lo tanto no me pertenece’. Si además no es reconocida y no amada, entonces forma el dolor de mi Querer, si bien corre en cada acto de criatura, si no corriera debería quitarle la vida, por eso en su dolor siente rechazar su Vida Divina, estorbada la santidad que quiere desarrollar, encerrados en su acto querido los mares de gracias que deberían inundarla, la belleza que debería cubrirla. Por eso mi Voluntad pude decir: ‘No hay dolor similar a mi dolor’. Mucho más que no había bien que no quisiera darle, no hay acto suyo en que no haya puesto del mío. Por eso hija mía sé atenta, piensa que cada acto tuyo pende de una Voluntad Divina que lo envuelve, lo forma y le da la vida, y porque te ama quiere que conozcas la vida que te da, y esto como confirmación de sus actos en ti, por eso conténtate con morir antes que impedir este acto querido de mi Voluntad desde el principio de tu existencia. Cómo es bello poder decir: ‘Soy Voluntad de Dios, porque Ella ha hecho todo en mí, me ha creado, me ha formado y me llevará en sus brazos de luz a las celestiales regiones como victoria y triunfo del Fiat Omnipotente y de su amor”.
(5) Después de esto mi mente continuaba nadando en el mar del Fiat, y ¡oh! cómo era bello verlo que estaba muy atento, que en cuanto yo respiraba, latía, amaba, investía mi respiro para formar su respiro divino, el latido divino, y sobre mi pequeño amor formaba su mar de amor y se complacía tanto, que con ansia esperaba mis pequeños actos humanos para formar su trabajo divino, y mi amado Jesús festejaba el triunfo, el trabajo del Fiat en mi pequeña alma, y todo bondad me ha dicho:
(6) “Hija de mi Querer, cómo gozo al ver que mi Divina Voluntad pone de lo suyo en el acto de la criatura, y como el acto de ella es pequeño, se deleita de perderlo en su acto grande, que no tiene confines, y como triunfante dice: ‘He vencido, la victoria es mía’, y Yo en cada acto de mi Voluntad en ella hago mi fiesta. Ahora, tú debes saber que es tanta la complacencia de nuestro Ser Supremo al ver perdido el pequeño acto humano, perdido, fundido, como si hubiera perdido la vida para dar vida a la nuestra, que elevamos este acto, que llamamos acto nuestro, en la altura de nuestro acto eterno. Toda la eternidad se pone en torno y circunda este acto y todo lo que ha sido hecho y se hará en el giro de Ella, se funden con este acto, de modo que toda la eternidad pertenece a este acto, este acto queda en el seno del Eterno y forma una fiesta de más a nuestro Ser Supremo, por tanto una fiesta de más a todo el Cielo, y una ayuda, fuerza y defensa a toda la tierra. El hacer la criatura nuestra Voluntad, hacerla vivir en ella, es la única satisfacción que tenemos, es la verdadera correspondencia que recibimos por haber creado la Creación, es la competencia de amor entre el Creador y la criatura, es el movernos para dar nuevas sorpresas de gracias, y ella a recibirlas. Por eso si la criatura corre en nuestro Fiat para darle libre campo de acción, en nuestro énfasis de amor decimos: ‘La criatura nos paga por todo lo que hemos hecho, del resto ¿no hicimos todas las cosas y a la misma criatura para que hiciera en todo nuestro Querer? Esto lo hace, y esto nos basta, aunque no hiciera nada más. Si esto nos basta a Nosotros, mucho más debería bastar a ellas el hacer, el vivir siempre en nuestra Voluntad, con esto ella es nuestra y Nosotros somos todo suyo, y te parece poco poder decir: ‘Dios es mío, todo es mío, no me puede escapar porque su Fiat Omnipotente lo tiene atado en mí”.


+ + + +

34-21
Enero 10, 1937

Entretejido entre el Querer Divino y el humano. La ternura de Jesús por quien vive en su Querer, lo lleva hasta sentirse feliz

por haber llorado y sufrido. El refugio de las obras de Dios.

(1) Me siento bajo las olas eternas del Fiat, y mi pobre mente corre, corre siempre para ser investida, y las olas corren para investirme, y este investirnos recíprocamente forma el más bello reposo de ambas partes. Pero mientras corría, mi Sumo Bien Jesús, deteniéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bella la carrera de mi Fiat junto con la hija de mi Divina Voluntad, hay un entretejido entre una y otra, todas las cosas creadas en las cuales corre mi Querer, y mi Fiat, entrelazándolo, lo hace extensible en todos sus actos, parece que no está contento si no ve este hilo del querer humano en el cielo, en el sol, en todo, es una competencia que se forma: El Querer Divino quiere investir al humano, y el querer humano se quiere hacer investir’.
(3) Yo, sorprendida he dicho: “¿Pero cómo puede ser que el humano querer tan pequeño, se pueda extender en todas las cosas creadas, y junto con el Fiat abrazar la gran extensión de toda de la Creación?” Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, no te maravilles, como todas las cosas fueron creadas para la criatura, era justo y decoroso que el alma y la voluntad humana pudieran investir y abrazar todo, que señoreara sobre todo y poseyera maravillas más grandes que no posee la misma Creación, mucho más, unida con mi Voluntad, ¿a dónde no puede llegar la criatura? No puede abrazar nuestra Inmensidad, porque a ninguno le es dado el poderla abrazar, pero a todo lo que ha sido hecho por ella, con tal que esté en nuestro Fiat, le fue dado por Nosotros el derecho de poder entrar dondequiera, de abrazar todo, y de hacer suyas nuestras obras. Y mi Fiat no podría estar, se sentiría arrancar la finalidad si no encontrara el querer humano en sus obras, que queriendo hacer vida juntos reconoce en ellas sus obras, cuánto la ha amado, y cómo quiere ser amado. Por eso mi Voluntad es toda ojos, está como espiando para ver cuando la criatura está por hacer un pequeño acto, un acto de amor, un respiro, un latido, para investirlo con la potencia de su Fiat y decirle: ‘Mis obras las he hecho para ti, y tú debes obrar para Mí, por eso lo que tú haces es mío, es derecho mío, como derecho tuyo son mis obras’. Estas son las leyes del vivir en mi Querer: ‘El tuyo y el mío cesa de ambas partes, forman un solo acto, y poseen los mismos bienes’. Pero esto no es todo, para quien vive en nuestro Fiat, este hilo del querer humano corre en mi Concepción, en mi nacimiento, en mis lágrimas infantiles, en mis penas. Escucha una cosa muy tierna, cuando este hilo del humano querer entrelaza al mío, y el mío el suyo, invistiendo todos los actos y penas de tu Jesús, siento la alegría y la finalidad de haber sido Concebido y nacer, me siento feliz de haber llorado por amor suyo, es más, mis lágrimas se detienen sobre mi rostro, y viendo que el querer humano me las adorna con el suyo, me las besa, las adora, las ama, ¡oh! cómo me siento feliz y victorioso de que mis lágrimas y penas han vencido al querer humano, ya que me lo siento correr en todos mis actos, y hasta en mi misma muerte. Por tanto, como no hay cosa que no hayamos hecho por amor de ellos, así no hay cosa que mi Querer no llame en este querer humano, para estar más seguro lo entrelaza con el suyo y con sus obras, no hay peligro que los deje atrás, y con un énfasis de amor indecible le dice: ‘Mi Voluntad es tuya, mis obras son tuyas, reconócelas, ámalas, no te detengas, corre, vuela, no dejes huir nada, perderías un derecho en lo que no conoces y posees, y me darías el dolor de que en mi Voluntad no encuentre tu entretejido en mis obras, y me siento arrancar la finalidad, traicionado en el amor y como un padre que mientras tiene hijos, no los encuentra en sus obras, en sus posesiones, en su habitación, se están lejanos y llevan una vida pobre e indigna de tal padre. Por eso las ansias, los suspiros, los deseos de mi Fiat son incesantes, movería Cielos y tierra, no escatimaría nada con tal que la criatura viviera unida con Él y fuera poseedora de sus mismos bienes.
(5) Además de esto, todo lo que hemos hecho, tanto en la Creación como en la Redención, está todo en acto de darse al hombre, penden sobre su cabeza, pero están como suspendidos, sin poderse dar, porque no los conoce, no los llama y no los ama, para encerrarlos en su alma para recibir tanto bien. Ahora, quien posee nuestro Querer, nuestras obras, toda mi Vida que pasé acá abajo, encuentra el refugio, el espacio, la

estancia dónde poder continuar mi Vida, mis obras, y el alma adquiere el acto practicante y convierte en naturaleza suya mis obras y mi Vida. Así que esta criatura es el refugio de nuestra santidad, de nuestro amor y la Vida de nuestra Voluntad. Y cuando nuestro amor, no pudiendo contenerlo, quiere dar en excesos, nos refugiamos en ella y damos salida a nuestro amor y derramamos tales carismas de gracias, que los Cielos quedan estupefactos y temblando adoran nuestra Voluntad Divina obrante en la criatura”.

+ + + +

34-22
Enero 24, 1937

La Divina Voluntad, con quien vive en Ella, forma la repetidora de su Vida y de su amor, y forma y extiende en ella toda la Creación y todo lo que hizo Jesús. Cómo le dará un
nombre nuevo llamándola: “Fiat mío”.

(1) Estoy en poder del Fiat Supremo, el cual siempre quiere darme de lo suyo, para tenerme ocupada y tener siempre qué hacer por mi pobre alma, y si descubre cualquier pequeño vacío que no sea Voluntad suya, con una actividad admirable e inimitable, ve qué cosa falta en mí de todos sus actos que ha hecho por amor de las criaturas, y todo en fiesta lo sella en mi alma, dándome una pequeña leccioncita. Yo he quedado sorprendida y mi siempre amable Jesús, visitando a su pequeña hija me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, no te maravilles, el amor de mi Querer es exuberante, pero con suma sabiduría, porque quiere hacer con quien vive en su Querer obras dignas de Él, las pequeñas repetidoras de su Vida, de su amor, y esconder en ellas la santidad y la multiplicidad de sus obras; quiere continuar su obra creadora, quiere formar, repetir y extender toda la Creación, y aún más en quien viva en su Querer. Escucha hasta dónde llega su amor: Mi Fiat creó la Creación, y a cada cosa creada le puso un valor, un amor y un oficio distinto, de deber producir un bien distinto a las criaturas, tanto que el cielo posee un valor, un amor y un oficio todo propio; el sol, el viento, el mar, poseen otro, y hacen distintos oficios, y así de todas las cosas creadas. Ahora, escucha qué hace mi Voluntad para quien vive en Ella: Todo lo que hace es suyo, así que en un acto encierra el valor, el amor y el oficio que hace el cielo, y da a la criatura el amor y el valor del cielo; en otro acto pronuncia su Fiat, y encierra el valor, el amor que tuvo al crear el sol, y lo hace hacer el oficio de sol; en otro encierra el valor del viento, su amor imperante, y pronunciando su Fiat lo hace hacer el oficio del viento; en otro encierra el valor del mar, y pronunciando su Fiat le hace hacer el oficio del mar y le da virtud de murmurar siempre amor, amor, amor; en suma, no hay acto que ella haga en que no se deleite de pronunciar su Fiat, y dónde encierra el valor del aire, dónde el dulce canto de los pájaros, el balido de los borregos, dónde la belleza de las flores, y si los actos de la criatura no llegan a extender la obra de la Creación, se sirve del latido, del respiro, de la rapidez como circula la sangre en sus venas, todo anima con su Fiat, y forma la Creación completa. Y cuando todo ha completado de todo lo que ha hecho en la Creación por amor de las criaturas, ahí extiende su dominio, y con su fuerza creadora conserva todo, mantiene el orden de la nueva Creación que ha formado en los actos de la criatura, y se siente de tal manera amado y glorificado, porque no encuentra la Creación sin razón, sin voluntad y sin vida, sino encuentra la fuerza de una razón, de una voluntad y vida que voluntariamente han recibido la potencia de su Fiat, en sus actos su virtud creadora, su misma Vida Divina, su amor imperante e infatigable, en una palabra, la ha hecho hacer de sí, hasta de su respiro y de sus actos, lo que quería.
(3) Hija mía bendita, continúa escuchándome, hazme desahogar mi amor, no puedo contenerlo más, quiero decirte hasta dónde llega mi amor y hasta dónde puede llegar y puede hacer a quien vive en mi Fiat. ¿Crees tú que mi Querer se ha contentado, ha dicho basta porque ha encerrado el valor, el amor, y los diversos oficios de toda la Creación en la

criatura que vive como unificada con Ella por una sola Voluntad? No, no, tú debes saber que Yo vine sobre la tierra, y en el ímpetu de mi amor ofrecí mi Vida, mis penas y mi misma muerte, para volver a comprar mi Voluntad Divina en favor de las criaturas, que con tanta ingratitud la habían rechazado, y por lo tanto perdido; así que mi Vida sirvió como desembolso del precio que se requería para readquirirla y darla en posesión de mis hijos, por eso se necesitaba un Dios, para poder tener valor suficiente para poder comprar una Voluntad Divina, mira entonces cómo es cierto que vendrá el reino de mi Querer, porque la compra fue hecha por Mí. Ahora, mi Voluntad después de haber formado el orden de la Creación, con toda la suntuosidad y sublimidad de su obra creadora, conforme la criatura va repitiendo sus actos, en un acto pronuncia su Fiat y en él forma mi Vida y encierra su valor, en otro acto pronuncia su Fiat y encierra en sus penas el valor de mis penas, pronuncia su Fiat sobre sus lágrimas y pone en ellas el valor de las mías, pronuncia su Fiat en sus obras, en sus pasos, en su latido, y encierra en ellos el valor de mis obras, de mis pasos y de mi amor, no hay oraciones y actos incluso naturales que haga, en que no encierre el valor de mis actos. Así que, en quien vive en mi Voluntad me siento repetir mi Vida, y duplica el precio para comprar mi Divina Voluntad a favor de las generaciones humanas; se puede decir que hay una competencia entre Yo y ella, para ver quién quiere dar más para hacer que mi Voluntad sea poseída de nuevo por la familia humana. Pero no es todo aún, si no hace obras completas no se contenta, al valor de la Creación y Redención que ha encerrado en el alma, agrega con un amor increíble, el encerrar en ella la Patria Celestial, y hace resonar su gloria, sus alegrías, las bienaventuranzas eternas, como sello y confirmación de la obra Creadora y Redentora que ha formado en ella. Después de esto, para estar más segura, crea su latido, su respiro, hace circular más que sangre su Vida, su luz, y como triunfante le da un nombre nuevo, llamándola: ‘Fiat mío’. Este nombre es el nombre más bello, que hará sonreír a todo el Cielo y temblar a todo el infierno, nombre que no puedo dar sino a quien viva en mi Querer, y me ha hecho hacer en ella lo que quiero. Hija mía, ¿qué cosa no puede hacer y dar mi Fiat Omnipotente? Llega a tanto que da sus derechos sobre su misma potencia, sobre su amor, sobre su justicia, incorpora Consigo la voluntad de la criatura y le dice: Sé atenta, no quiero otra cosa de ti sino que hagas lo que hago Yo, por eso es necesario que tú estés siempre junto Conmigo, y Yo contigo”.

+ + + +

34-23
Febrero 10, 1937

El reino del Querer Divino será el reino de la Reina del Cielo. Sus deseos ardientes y plegarias incesantes son asaltos de amor que da a la Divinidad para obtenerlo. Cómo pondrá su Vida a disposición de las criaturas
para darles la gracia de hacerlas vivir de Voluntad Divina.

(1) Me sentía toda inmersa en el Querer Divino, me parecía que Cielos y tierra suspiran, ruegan que venga su reino sobre la tierra, a fin de que una sea la Voluntad de todos y reine como en el Cielo así en la tierra, a esto se unía la Reina del Cielo, que con sus suspiros ardientes investía todo, movía, unía todo a Sí, ángeles, santos, y a toda la Creación, para pedir con sus mismos suspiros y con la misma Voluntad Divina que Ella posee, aquel Fiat, que descienda en los corazones y forme en ellos su Vida. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús haciéndose ver, todo amor suspiraba fuerte, el corazón le latía tanto, como si le quisiera estallar, y me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, escúchame, mi amor está por sumergirme, no puedo contenerlo más, a cualquier costo, aunque debiese arrollar Cielo y tierra, quiero que venga a reinar mi Voluntad sobre la tierra. A esto se une mi Mamá Celestial, la cual sin jamás cesar me dice, me repite: ‘Hijo, hazlo pronto, no tardes más, usa tus estratagemas de amor, obra como el

Dios potente que eres, haz que tu Querer invista a todos, y con su potencia y majestad, unidos a un amor que ninguno los podrá resistir, tome posesión de todos y reine como en el Cielo así en la tierra’. Y esto me lo dice con tales suspiros ardientes, con tales latidos candentes, con tales estratagemas de amor de Madre, que no puedo resistir. Y llega a agregar: ‘Hijo mío, Hijo de mi corazón, me has hecho Reina y Madre, ¿y mi pueblo, y mis hijos, dónde están? Si Yo fuera capaz de infelicidad sería la Reina y la Madre más infeliz, porque poseo mi reino pero no tengo mi pueblo que viva de la misma Voluntad de su Reina, y si no tengo mis hijos a los cuales pueda confiar la gran herencia de su Madre,
¿dónde encontraré la alegría, la felicidad de mi Maternidad? Por eso haz que reine el Fiat Divino, y entonces tu Mamá será feliz y tendré mi pueblo y mis hijos que vivirán junto conmigo, con la misma Voluntad de su Madre’. ¿Crees tú que Yo pueda permanecer indiferente ante este hablar de mi Madre, que me lo hace resonar continuamente al oído, y que dulcemente inviste mi corazón, y que son flechas y heridas de amor continuo? No lo puedo, y ni siquiera lo quiero. Mucho más que Ella jamás me ha negado nada, por lo que me falta la fuerza de negarme a Ella, mi corazón divino me empuja a contentarla; tú únete con Nosotros y suspira y ruega que mi Voluntad sea conocida y venga a reinar sobre la tierra, y para mayormente confirmarte a esto, quiero hacerte oír a mi dulce Mamá”.
(3) Mientras estaba en esto me la he sentido junto, que escondiéndome bajo su manto azul y tomándome en su regazo materno, con un amor que no sé decir me ha dicho:
(4) “Hija de mi materno corazón, el reino de la Divina Voluntad será mi reino, la Trinidad Sacrosanta me lo ha confiado a Mí; así como me confió al Verbo Eterno cuando descendió del Cielo a la tierra, así me confió su y mi reino, por eso mis suspiros son ardientes, mis plegarias incesantes, no hago otra cosa que asaltar a la Trinidad Santísima con mi amor, con los derechos de Reina y de Madre que me dio, a fin de que lo que me confió venga a la luz, forme su Vida, a fin de que mi reino triunfe sobre la faz de la tierra; tú debes saber que es tanto mi deseo, que me quema, que me siento como si no tuviese gloria, mientras que tengo tanta que Cielos y tierra están llenos de ella, si no veo formado el reino de la Divina Voluntad en medio a mis hijos, porque cada uno de estos hijos que vivirán en él, me dará tanta gloria, de duplicarme la gloria que poseo, por eso viéndome privada me siento como si no tuviese gloria de Reina y no fuera amada como Madre por mis hijos, por eso en mi corazón los llamo siempre y voy repitiendo: ‘Hijos míos, hijos míos, vengan a su Mamá, ámenme como Madre como Yo os amo como hijos, si no llegan a vivir de la misma Voluntad de la que Yo viví, no podéis darme el amor de verdaderos hijos, ni podéis conocer hasta dónde llega mi amor por ustedes’. Debes saber que es tanto mi amor y mis deseos ardientes por querer que este reino exista sobre la tierra, que desciendo del Cielo, giro por las almas para ver quién está más dispuesto a vivir del Querer Divino, los espío, y cuando los veo dispuestos, entro en sus corazones y formo mi Vida en ellos como preparación, honor y decoro de aquel Fiat que tomará posesión y formará su Vida en ellos. Por eso Yo seré inseparable de ellos, pondré mi Vida, mi amor, mis virtudes, mis dolores a su disposición, como muro de fortaleza insuperable, a fin de que puedan encontrar en su Madre lo que se necesita para vivir en este reino tan santo. Y entonces mi fiesta será completa, mi amor se reposará en mis hijos, mi Maternidad encontrará quién me ama como hijo, y daré gracias sorprendentes y pondré en fiesta Cielo y tierra, la haré de Reina prodigando generosamente gracias inauditas. Por eso hija mía, mantente unida con tu Mamá, a fin de que ruegues y suspires Conmigo el reino de la Divina Voluntad”.

+ + + +

34-24
Febrero 26, 1937

Qué cosa es un acto de más que la criatura hace en la Divina Voluntad: Es la armonía, la música, es el arrollar Cielos y tierra, es el asentamiento que ella forma en Dios, y Dios en ella.

(1) Siento a mi pequeña y pobre alma circundada de Voluntad Divina, dentro y fuera de mí, a derecha e izquierda, me corre hasta debajo de mis pies, corre por todas partes para decirme: “Soy Yo la que formo tu vida, que te caliento con mi calor, que formo tu movimiento, tu respiro, reconoce que tu vida está animada por la mía, y Yo haré cosas dignas de Mí en ti. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat, mi dulce Jesús haciéndome su breve visita, como si sintiera una necesidad de amor de hablarme de su Querer, me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, mi amor reprimido en Mí siente la necesidad de desahogarse, de otra manera me da tales delirios, que me siento sofocar por mis mismas llamas, por eso mi hablar es un desahogo de amor, es un alivio a mi corazón, y para aliviarme voy buscando quién quiera escucharme. Ahora escucha hasta dónde llega mi amor y el gran prodigio de la Vida obrante de mi Voluntad en la criatura. Un acto de más que hace la criatura en mi Voluntad, es una armonía de más que pone entre el Cielo y la tierra, es una nueva música celestial que forma a su Creador, la cual le es muy agradable, mucho más que le viene de la tierra, porque las cosas del Cielo son todas nuestras, ninguno puede decir en la patria celestial que nos da a Nosotros, sino que somos Nosotros los que les damos a ellos, que felicitamos y beatificamos a todos, en cambio el alma de la tierra puede decir: ‘Doy a mi Creador’. Y Nosotros sintiéndonos raptados damos de nuevo nuestra Voluntad como vida obrante en ella, a fin de que nos forme otras más bellas músicas. Cómo es bello oír nuestro Cielo en tierra, oír las nuevas músicas celestiales que se desprenden del alma viadora, todo el Cielo hace nueva fiesta y sentimos que la tierra también es nuestra y la amamos de más. Cada acto de más que se hace en mi Voluntad Divina, es un arrollar en él Cielo y tierra, porque todos los ángeles, santos, corren en aquel acto, también la misma Creación, para tomar su puesto de honor en el acto obrante de mi Voluntad, ninguno quiere quedar fuera del acto de mi Fiat Divino. Sucede la verdadera concentración de todo y de todos, mi Voluntad no podría hacer diversamente, debe dar parte en su acto a todos aquellos donde Ella reina. Mi Voluntad cuando obra quiere encerrar todo y dar todo, porque Ella no sabe hacer actos incompletos, sino completos y con la plenitud de todos los bienes. ¿Pero quién puede decirte hija mía qué cosa sucede en ese arrollar Cielo y tierra en el acto obrante de mi Querer en la criatura? En aquél moverse de todos, en ese querer cada uno su puesto en aquel acto, suceden tales maravillas, tales prodigios inauditos, tales escenas conmovedoras, que los Cielos se maravillan y quedan extasiados ante la potencia obrante de mi Voluntad, pero ¿dónde? En el pequeño cerco de la criatura, y quedan con el ansia de ser arrollados de nuevo en el acto obrante de mi Voluntad en ella, ¡oh! cómo lo suspiran, se sienten más embellecidos y prueban la bella felicidad del acto conquistante de mi Voluntad en la criatura, lo que les falta en el Cielo, porque allá conquistas no hay, ni pueden adquirirlas, lo que han hecho en tierra les pone un basta, y no más. Pero no es todo aún, un acto de más que se hace en mi Voluntad, es un incorporarse Dios en la criatura y la criatura en Dios; es un instalarse recíprocamente, y la vida del uno corre en el otro casi como sangre en las venas; es la fusión del latido humano en el latido eterno, y siente en sí como vida el amor, la santidad, la Vida de su Creador, y el Eterno siente correr en Sí el pequeño amor de la criatura, que viviendo en Él forma un solo amor y una sola Voluntad; cada respiro, latido y movimiento, son heridas, flechas, dardos de amor que da a Aquél que la ha creado, y ¡oh! cómo todo el Cielo queda sorprendido porque miran a Dios y encuentran a la criatura fundida en Él, que ama con su amor, y con amor conquistante; miran a la criatura en la tierra y encuentran a su Creador, que mientras tiene su trono en ella hace vida junto con ella. Estos son los

excesos más grandes de nuestro amor hacia quien tanto amamos; cuando encontramos a la criatura que se presta y nada nos niega, Nosotros no miramos su pequeñez, sino que miramos más bien a lo que sabemos y podemos hacer Nosotros, que podemos hacer todo, y haciendo ostentación de nuestro amor y de todo nuestro Ser Divino, investimos a la criatura y nos hacemos investir, y hacemos cosas grandes dignas de Nosotros, pero con tal magnanimidad, que todos quedan sorprendidos y admirados, basta decirte que cada acto de más que se hace en mi Voluntad, como si tuviéramos necesidad de la criatura, damos tanto que agregamos mayores vínculos de unión, de amor, de ambas partes y llegamos a dar a ella nuevos derechos sobre nuestro Ser Divino, y Nosotros sobre ella. Es tan grande este acto obrante de nuestro Fiat en ella, que no bastan los siglos para decir lo que sucede en él, ni los ángeles, ni los santos pueden decir todo el bien que contiene, sólo tu Jesús puede decirte todo el bien que se forma en este acto, porque siendo Yo el que obra, sé decir lo que hago y el gran valor que pongo dentro. Por eso sé atenta, contento, amor, gloria mayor no puedes darme que prestarme tus pequeños actos, tu pequeño amor, para hacer descender a mi Voluntad en ellos para hacerla obrar; es tanto su amor, que siente la necesidad de tener su campo de acción en los pequeños actos de la criatura”.

+ + + +

34-25
Marzo 6, 1937

La Creación, primer medio de ayuda para formar la Vida de la Divina Voluntad en nosotros; segundo medio, Dios directamente; tercer medio, las circunstancias de la vida.

(1) Continúo nadando en el mar inmenso del Querer Divino, y pensaba entre mí: “¿Pero cómo puede la criatura formar esta Vida del Fiat en ella? Yo me siento tan pequeña que me parece imposible, tal vez vivir dentro de Ella es más fácil, porque encuentro tanto espacio que no puedo ver hasta dónde llegan los confines, pero encerrarla dentro de mí, siento que me falta el espacio para hacer esto”. Y mi siempre amable Jesús, con su acostumbrada bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que nuestra potencia es tanta, que tomamos deleite en formar nuestra Vida en la pequeñez de la criatura, siempre y cuando no esté obstruida por otras cosas que no nos pertenezcan, es más, muchas veces obramos sobre la pura nada las cosas más grandes, y como es Voluntad nuestra que forme y posea en su alma esta Vida de nuestro Querer, todo lo que hemos creado y que existe en el cielo y en la tierra, tienen el mandato de Nosotros, que todas deben ayudar y servir a la criatura como medios para formar y hacer crecer esta Vida en ella. Así que la primera que se presta a comunicar y a hacer sentir la potencia, el amor de nuestra Voluntad, es toda la Creación; ella tiene la virtud dada por Nosotros, de que mientras hace crecer, alimenta, ayuda y sostiene la vida natural, así mismo, penetrando en el interior del alma a través de los actos humanos, penetran en el alma y hacen doble oficio, y si encuentran la pequeña Vida de mi Voluntad, mi misma Voluntad que se encuentra en las cosas creadas besa a mi Voluntad que encuentra en ella, la forma, le da el aliento, ensancha la capacidad, y encontrando su pequeño paraíso se reposa y suministra las ayudas, los medios que contiene aquella cosa creada para hacer que nada le falte para hacer crecer y mantener la Vida de mi Voluntad en la criatura. Así que el cielo está siempre extendido sobre su cabeza para hacerle guardia, a fin de que nada entre en ella que no sea Voluntad de Dios; el sol se acerca de más, y desahogando más en amor hace sentir su calor, le llena el ojo de luz, le inviste las manos, los pasos, y adentrándose en el alma la llena del amor, de la luz, de la fecundidad de la cual está llena por mi Voluntad, y deja el depósito de su calor, de su luz, a fin de que no viva mas que de amor y de luz, cosas que pertenecen a mi Voluntad, y este sol haciendo su curso forma la bella floración, la variedad de los colores y todo lo demás por

amor de quien posee mi Voluntad. Se puede decir que cada vez que el sol inviste a la criatura, mi Voluntad visita a la criatura para ver si quiere alguna cosa, si no le falta nada para hacer crecer su Vida en ella; ¿qué cosa no he hecho y no haría para lograr el intento de formar esta Vida de mi Fiat en la criatura? Por eso, el aire mientras sirve para dar el respiro al cuerpo, sirve para dar el respiro de mi Voluntad al alma; el viento mientras sirve para purificar el aire a la naturaleza, sirve para dar las caricias, los besos, el imperio de mi Voluntad a mi Vida que ella posee. Así que no hay cosa creada, que saliendo de dentro de ella mi Querer, no corra dentro del interior del alma para ayuda, defensa, y para hacerla crecer como Yo la quiero. Pero esto no es todo, mi Voluntad en las cosas creadas va velada para formar esta su Vida en ellos, pero cuántos no la reciben y queda reprimida en sus velos, sin poder dar los bienes que posee.
(3) Ahora, está el segundo modo, más espléndido, más ostentoso de amor, es tanto el amor que nos consume, el deseo de querer que la criatura posea nuestra Voluntad como vida, que cada acto, pensamiento, palabra, latido, obra y paso que ella hace, es una emanación divina que le hacemos, nuestro Ser Divino corre en cada acto suyo para darle de lo nuestro, lo circundamos, lo vivificamos para hacerlo renacer en nuestra Voluntad, podemos decir que nos ponemos Nosotros mismos a su disposición para formar esta Vida,
¿pero sabes por qué es tanto nuestro interés? Porque queremos que nuestra Voluntad forme la bella generación de la Voluntad Divina en la voluntad de la criatura, y entonces tendremos tantas Vidas nuestras que nos aman, que nos glorifican. Cómo será bella la Creación, todo será nuestro, dondequiera encontraremos nuestro trono, nuestra Vida palpitante.
(4) Después está el tercer modo, las circunstancias de la vida, las ocasiones, el orden de mi providencia en torno a cada uno, las mortificaciones, los dolores, todos son medios para hacer crecer y desarrollar en modo admirable esta Vida de mi Voluntad en ellos, por lo tanto no hay cosa en la cual Ella no prepare su primer acto de vida para dar a las criaturas;
¡oh! si todos pusieran atención, cómo se sentirían felices, seguros bajo la lluvia de un Querer tan Santo, que los ama tanto, que llega al exceso de querer formar su Vida en la pobre criatura”.

+ + + +

34-26
Marzo 14, 1937

La Voluntad Divina es Vida, y como Vida forma la generación de su Vida en los actos de la criatura que vivirá en Ella, y ahí forma la gran generación de los hijos de su Fiat Divino.

(1) El Querer Divino no me deja jamás, me parece que para confirmarme mayormente y hacerme suspirar el vivir en Él, no sólo a mí, sino a todos aquellos que querrán hacerlo, quiere decir cosas nuevas, y qué significa un acto de más que se puede hacer en su Santísima Voluntad. Y mi dulce Jesús que hace de portavoz a un Querer tan santo, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, quiero decirte más todavía acerca del bien que encierra un acto de más que la criatura puede hacer en mi Querer. Mi Voluntad es Vida, y no sabe obrar, ni hacer nada, si no genera Vida, ni puede hacer menos. Ahora, en cada acto de más que se hace en Ella, viene encerrado el acto generativo que posee, la criatura con hacer su acto en Ella le presta el velo donde formar y esconder este parto divino, en cuanto es cumplido el acto, así mi Voluntad gira por el mundo entero para encontrar las almas más dispuestas y pone en ellas su parto generado, y forma un hijo suyo del reino de su Fiat. Mira entonces qué cosa es un acto de más, es formar un hijo de más en mi reino, así que cuantos más actos se hagan en Ella, tanto más será poblado el reino de mi Querer. Hija mía, nuestro Ser Supremo tiene delirio, queremos que la criatura viva en nuestro Querer, y usaremos

todas las astucias de amor para obtener esta finalidad. Cómo es bello ver que nuestros primeros hijos del Fiat servirán con sus actos para formar la nueva generación de la Vida de nuestra Voluntad en la criatura. Nuestro amor es tanto, que tomamos ocasión del acto de ellas para dar este gran bien que encierra Cielo y tierra”.
(3) Mientras esto decía, mi dulce Jesús hacía ver que tenía en su corazón divino todos los actos hechos en su Querer, incluidos también aquellos de la Mamá Celestial, que eran muchos, y dentro de cada uno de los actos, generada la Vida de la Divina Voluntad; como si no los pudiera más contener movía el paso para girar por todas las generaciones, y donde encontraba alguna alma más dispuesta se acercaba, la abrazaba, le hablaba al oído, le daba su aliento como si quisiera renovar la nueva creación, y después, como en fiesta ponía junto con el acto la Vida de su Querer, no quería desunir el acto de la Vida de su Querer, porque siendo acto primario donde había generado su Vida, no quería separarlo, queriéndose servir de él como custodia de su misma Vida. Yo al ver esto he quedado maravillada, y pensativa decía entre mí: “¿Será posible todo esto? Me parece que da en lo increíble”. Y mi dulce Jesús ha retomado su decir:
(4) “Hija, ¿por qué te maravillas? ¿Acaso mi Voluntad no puede hacer lo que quiere? Basta el quererlo, y todo está hecho. Y además si lo hace el sol que se puede llamar la sombra de mi Fiat, que en cuanto encuentra la flor, las plantas, con el toque de su luz genera el color, el perfume, madura las plantas y genera la dulzura en los frutos, y tantos colores y tanta diversidad de dulzuras por cuantas flores y frutos toca con su luz y calienta con su calor, pero si el sol no encuentra ni flores, ni frutos, ni inviste nada con su luz y con su calor, nada da, retiene en sí todos los bienes que posee; tal es mi Voluntad, más que sol, conforme encuentra a la criatura que la quiere, la llama en su acto, desciende en lo bajo del acto humano, lo inviste, lo calienta, lo transforma, y como posee la Vida, genera Vida y forma un portento divino; y como el sol, si no encuentra quién quiera vivir en mi Querer y formar sus actos en Él, las tantas Vidas Divinas mías que podría dar, quedan en Él, esperando con paciencia invicta y divina quien me haga generar mi Vida en sus actos. Mi Voluntad está como una tierna madre, que siente en sí la gran generación de sus vidas que quiere sacar a la luz para formarse la larga generación de sus hijos, que deben formar su reino, y por eso va buscando quién le preste sus actos, ¿pero sabes por qué va buscando los actos de la criatura? Debiendo Ella descender en lo bajo de los actos humanos para formar su Vida, quiere hacerse camino por medio de ellos para dar su misma Vida a las criaturas, mucho más que la Vida no se puede formar fuera de las personas, sino siempre dentro, de otra manera le faltarían las cosas necesarias, los humores vitales para formar una Vida. Así mi Voluntad no puede formar desde el Cielo, ni fuera de la criatura su Vida, sino que debe descender dentro de ellas, y la voluntad humana debe ceder el puesto a la Divina, debe ser concurrente, porque cosas forzadas no queremos; y cuando la hemos encontrado, ¿quién puede decirte lo que hacemos, las gracias que derramamos, el bien que le queremos? No se trata de obras, sino Vida nuestra que debemos crecer, así que no ahorramos nada, y sólo en el Cielo se sabrá lo que hemos hecho. Por eso sé atenta y vive siempre bajo la lluvia de mi Querer, así, invistiendo todos tus actos los anima con su Vida, y así me darás tantos hijos por cuantos actos harás”.


+ + + +

34-27
Marzo 18, 1937

La Divina Voluntad hace don de todas sus obras a quien vive en Ella. El respiro de Dios en sus obras y en todas las obras santas de las criaturas.
La Divina Voluntad se hace suplidora de lo que le falta a la criatura.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, para seguir por cuanto me es posible, sus actos divinos, esto es: La Creación, y todos los actos santos de las criaturas, no excluidos

ni los de mi Madre Celestial, ni los de mi amado Jesús, pero lo grande era que, conforme yo los encontraba se hacían míos, el Querer Divino me los donaba, y yo como si tuviera derecho sobre todo los ofrecía a mi Creador como el homenaje más bello, el amor más intenso, la adoración más profunda, a Aquél que me ha creado. Yo me he sentido investida por el sol, por el cielo con todas las estrellas, por el viento, por todo; todo era mío porque todo era de la Divina Voluntad. Yo he quedado maravillada, y mi dulce Jesús repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ¿por qué te maravillas? Tú debes saber que todo lo que es santo y bueno pertenece a mi Fiat, el cual todo quiere dar a quien viva junto con Él, sucede un cambio de ambas partes, la criatura no quiere tener nada para sí, todo lo quiere dar, y mi Querer quiere dar todo a ella, aun a Sí mismo. Mucho más que la Creación, la Redención, la Reina del Cielo, todos los actos buenos y santos, no son otra cosa que respiro de Dios: respiró y dijo Fiat y creó toda la Creación, respiró y llamó a la Virgen Santísima a vida, respiró e hizo descender al Verbo sobre la tierra, respira y da vida a las obras buenas de todas las criaturas. Ahora, quien vive en mi Voluntad no hace otra cosa que encontrar todas sus obras, para encontrar el respiro divino para dárselo de nuevo a Dios, como frutos y potencia del respiro de su Creador. ¡Oh! cómo se siente glorificado, amado, porque encuentra en las obras ofrecidas a Él por la criatura su respiro, su misma Vida, y por cuantas veces gira en sus obras, tantas veces se siente dar su Vida, su gloria, su amor. Y
¡oh! cómo espera estos presentes, porque se siente dar lo que ha dado, se siente amar en sus obras como Él ha amado, siente su amor, su potencia reconocida, y es tanta la complacencia divina, que vierte torrentes de amor y de gracias sobre quien ha conocido sus obras y su amor. He aquí por eso hija mía, que mi Voluntad conforme la criatura vive junto con Ella, así con un amor sin par hace don de todo lo que posee, la vuelve dueña de todo, porque si una cosa no es propia no se tiene el derecho de poderla dar a los demás, por eso mi Querer, haciéndole don de todo, le da campo de poder dar a su Creador, y de recibir duplicada su correspondencia. Pero sólo le viene dado este don cuando reconoce nuestras obras, las aprecia, las ama. Él amor le da el derecho de hacer suyo lo que pertenece a mi Querer eterno, si mi Querer no pudiera hacer don a la criatura de todo lo que es suyo, se sentiría impedido en el amor, separado en sus obras, porque no podría decir: ‘Lo que es mío es tuyo, lo que hago Yo haces tú’. Esto no lo soportaría mi Voluntad y diría: ‘Vivir junto, formar la misma Vida y no poder darle todo, esto es imposible a mi amor, sería como si no me pudiera fiar de ella’. No, no, todo quiero dar a quien viva en mi Voluntad.
(3) Tú debes saber que es tanto el amor de mi Fiat hacia quien vive en Él, que si la criatura, no por voluntad, sino por debilidad e impotencia no sigue los actos de mi Querer, o bien por necesidad de sufrimientos o de otra cosa no corre su vida en Él, es tanto su amor que hace Ella lo que debería hacer la criatura, la suple en todo, llama su disposición, su orden, su amor, a fin de que el alma se sacuda y reemprenda su vida juntos, y esto para hacer que la vida humana no quede ni dividida, ni separada de la suya; si esto no hiciera quedaría el vacío divino, pero su amor no lo tolera, y hace de suplidora de lo que le falta a la criatura, porque quiere que su Vida Divina no debe faltar jamás en ella, sino que debe ser continua. ¿Se puede dar amor más grande que llegue a decir: ‘Ánimo, no temas, ven con toda confianza a vivir Conmigo, fíate de Mí, y si tú llegaras a faltar de correr siempre en mi Fiat, Yo te compadeceré y tomaré Yo la parte obrante que tú no puedes hacer, y te supliré en todo’? El reino de mi Querer es reino de amor, de confianza, de acuerdo de ambas partes”.

+ + +

34-28
Marzo 22, 1937

Necesidad de amor que siente el Fiat Divino de ser amado. Cómo a quien vive en Él le da tanto amor, de hacerlo amar en todos los corazones y en toda la Creación, para ser correspondido por el amor de todos. Cómo el alma sin el Fiat es como la tierra sin agua. Los males de la turbación.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, me parece que no hace otra cosa que derramar amor sobre las criaturas, las cuales viéndose amadas tan intensamente, no pudiendo contener este amor tan grande, sienten la necesidad de amar a Aquél que tanto las ama; se puede decir que el amor divino es tanto, que sacude, mueve en modo irresistible a las criaturas a amarlo. Las flechas de amor que Él manda para herir a las criaturas, les sirven para flechar a Aquél que las ha flechado. Ahora, mientras me encontraba bajo este abismo de amor, mi amado Jesús, mi dulce vida, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija de mi Voluntad, tú debes saber que nuestro amor es tanto, que si en nuestro Ser Divino pudiera entrar la infelicidad, la inquietud, lo que no puede ser, el Ser Divino se volvería el ser más infeliz e inquieto. Como Nosotros amamos con amor infinito e incesante, que podemos todo, y ahogar a todos en nuestro amor, por eso sentimos la necesidad de ser amados, ¿pero qué? En vano esperamos, y nuestro amor gime, da en delirio, y en vez de detenerse corre de más, ¿pero sabes a dónde va a derramarse y deteniéndose reposa un poco, para rápidamente volver a tomar su vuelo para derramar su amor continuo? En las almas que viven en mi Voluntad, porque ellas están ya ahogadas en mi amor, oyen mis gemidos, sienten mi necesidad de ser amado, y rápidamente me corresponden en el amor, y así como Nosotros sentimos la necesidad de ser amados, así sienten ellas la necesidad de ser amadas por Aquél que tanto las ama.
(3) Ahora hija mía, nuestro Querer circula como sangre en todos los corazones de las criaturas, en toda la Creación, no hay punto donde no se encuentre, su sede es extensible a todas partes, y con su amor potente y creante, como dentro de un solo aliento, conserva y da vida a todo y a todos, y en cada cosa desarrolla su Vida de amor. Así que, ¿por qué crea? Porque ama; ¿por qué conserva y circula en todos? Porque ama. Ahora, quien vive en nuestro Querer, queremos sentirla que nos ama en todos los corazones, y oh, cómo es bella la nota de amor de la criatura en cada corazón, y si éstos no nos aman, está quien nos ama; queremos sentir que nos ama en los pasados y en los futuros; en el cielo, en el sol, en el viento, en el mar, en todo queremos su nota de amor. Mucho más que nuestro Querer dondequiera que la transporta; viviendo en Él, el primer don que le hace es el amor, pero da tanto para poder recibir la correspondencia del amor de todos y de todo. Es tanto el delirio de amor de nuestro Fiat Divino, que transporta esta nota de amor de la criatura hasta el empíreo y dice a todos los bienaventurados: ‘Escuchen cómo es bella la nota de amor que vive en la tierra en mi Voluntad’. Y hace resonar esta nota amorosa en los santos, en los ángeles, en la Virgen, en la Trinidad Sacrosanta, de modo que todos sienten la doble gloria y festejan a la Divina Voluntad obrante en la criatura, y junto festejan a la criatura que la ha hecho obrar, así que ella está en la tierra y es festejada en el Cielo. Mi Divina Voluntad no toleraría que quien vive en Ella no le diera la correspondencia del amor de todo y de todos. Mi Fiat Divino en el amor de la criatura encuentra todo lo que quiere, encuentra la vida de ella como suya, encuentra la gloria que le debe, encuentra el aprecio, la estima que le es debida, encuentra la verdadera confianza filial para poderle dar todo. Así que el amor es generativo, que genera todos los bienes divinos. Por eso hija mía sé atenta, ama, pero ama en mi Voluntad, y encontrarás tanto amor, que podrás amar a todos y amar por todos a Aquél que tanto te ama”.
(4) Después de esto, por las míseras circunstancias de mi vida que no es necesario ponerlas sobre el papel, mejor que se sepan en el Cielo, me sentía oprimida, fastidiada y

casi turbada, sin mi acostumbrada paz y pleno abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(5) “Hija mía, ¿qué haces? ¿No sabes tú que el alma sin la plenitud de mi Voluntad y el pleno abandono en Ella, es como la tierra sin agua, como las plantas sin sol, como el cuerpo sin el alma? Y la pobre criatura, como tierra sin agua que no es capaz de producir ni un hilo de hierba, así ella muere de sed, y es incapaz de hacer un pequeño bien, arde de sed y no hay quién le calme esta sed, y faltándole el Sol de mi Fiat morirá en las tinieblas, las cuales le oscurecerán los ojos y no podrá mirar el bien para conocerlo, para hacerlo, y le faltará el calor para madurar el mismo bien. Y además, sin mi Voluntad se sentirá sin Vida Divina, y así como el cuerpo sin el alma se pudre, y por lo tanto se entierra, así sin la Vida de mi Querer, las pasiones la pudren y la sepultan en las culpas. Además de esto, las opresiones, las turbaciones, detienen el vuelo en mi Voluntad, pierde la velocidad y no puede seguir todas sus obras, y por eso, si no ha seguido todas nuestras obras, no puedo llevarla a tomar reposo en el seno de nuestra Divinidad. Por lo tanto sé atenta, pon en las manos de tu Jesús las opresiones, los fastidios, lo que te turba, y Yo los pondré en la luz y calor de mi Fiat, a fin de que queden quemados, y tú, sintiéndote libre, seguirás más veloz el vuelo en mi Querer, no quiero que te preocupes, Yo pensaré en todo. Hija mía, estémonos en la paz, de otra manera no podré desarrollar y crecer como quiero la Vida de mi Voluntad en ti, y esto será el más grande dolor para Mí, no me sentiré libre de respirar, palpitar, me sentiré impedido para continuar mi Vida en ti”.

+ + + +

34-29
Marzo 26, 1937

La Creación y la Humanidad de Nuestro Señor, son los campos en los cuales desarrolla sus actos quien vive en la Divina Voluntad. Cómo Ella forma la Humanidad de Nuestro Señor y el paraíso a Jesús en la tierra.

(1) Mi vuelo en el Fiat Divino continúa, y en Él siento que todo es mío, y siento la necesidad de conocer, de amar lo que me pertenece, y que con tanto amor me ha dado. Mientras giraba en las obras del Querer Divino, el amado Jesús, mi dulce vida, repitiéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, cómo es verdad que para que surja el amor se debe poseer lo que se ama, si no se posee el amor no surge, no amar las cosas propias es casi imposible, es un amor connatural y de justicia el amar lo que es suyo. Por estoYo amo tanto a las criaturas, las conservo, les doy la vida, porque son obras mías, las he creado, las he sacado a la luz, son mías, soy el latido de su latido, su respiro, la vida de su vida, no puedo hacer menos que amarlas, si Yo no las amara mi amor me reprocharía continuamente, me diría: ‘¿Por qué las has creado si no debías amarlas?’ Es un derecho del amor amar lo que es suyo, mi Justicia me condenaría, todos mis atributos me harían la guerra. He aquí el por qué para ser amado por las criaturas digo: ‘Soy vuestro Dios, vuestro Creador, vuestro Padre Celestial, soy todo vuestro’. Como en efecto lo soy. He aquí también la causa por la que digo a quien quiere vivir en mi Querer: ‘Todo es tuyo, el cielo, el sol, toda la Creación es tuya, mi Vida es tuya, mis penas, aun mi respiro es tuyo’. Por esto tú sientes la necesidad de amar, como la siento Yo, de amar lo que es tuyo, lo que tu Jesús te ha dado en posesión.
(3) Ahora, tú debes saber que la Creación, mi Humanidad, son los campos en los cuales desarrolla sus actos el alma que hace y vive en mi Voluntad Divina, habiéndole dado la posesión de Ellas, siente la necesidad de circular como sangre en las venas, en las obras de su Creador, quiere conocer su valor, el bien que hacen, el oficio que ocupan, para amarlas de más, para apreciarlas y también para sentirse más feliz, más rica de los tantos bienes que posee. Es por esto que ahora se acerca al sol para conocer los secretos de su

luz, el iris de sus colores, la virtud de su calor, su milagro continuado que desarrolla sobre la faz de la tierra, que sólo con tocarla con su luz, vivifica, colorea, endulza, transforma, y
¡oh! cómo ama al sol porque es suyo, y ama de más a Aquél que lo ha creado, y así hace con todas las otras cosas, quiere conocer la virtud secreta que contienen para amarlas de más, y para reconocer de más y amar más a Aquél que le ha dado la posesión. Por lo tanto no es maravilla que quien vive en mi Fiat Divino es llamada la heredera de toda la Creación.
(4) Ahora, del campo de la Creación pasa al campo de mi Humanidad, pero qué decirte hija mía de las maravillas que suceden en este campo vivo, no sólo de obras como en la Creación, sino de vida humana y Divina, ellas se ponen en mi lugar, Yo no puedo negarme porque soy de ellas, tienen derecho sobre Mí, y Yo soy feliz de que me posean, porque me amarán de más. Ahora, estas criaturas en este mi campo, repiten mi Vida, aman con mi mismo amor, sus actos fundidos con los míos forman tantos soles, cielos y estrellas, ¡oh! cuánto más bellos que aquellos de la Creación, que llenan el campo de mi Humanidad.
¡Oh! cómo me siento amado y glorificado, porque estos soles, cielos y estrellas, no son mudos como los de la Creación, sino que son soles hablantes, con la plenitud de la razón, y cómo hablan bien de mi amor, hablan y me aman, hablan y me dicen la historia de las almas y la de mi amor, y por eso se imponen sobre de Mí y me dicen que debo ponerlas a salvo, hablan y se cubren de mis penas para repetir mi Vida, y Yo me las siento correr estas almas en mis lágrimas, en mis palabras, en mis obras y pasos, y encuentro en ellas el refrigerio de mis penas, mi apoyo, mi defensa, mi refugio, y es tanto mi amor por ellas, que llego a llamarlas: ‘Vida mía’. ¡Oh! cómo las amo, Yo las poseo, y ellas me poseen a Mí, poseer y amar hasta la locura es lo mismo.
(5) Ahora, estas almas que viven en mi Voluntad están dispuestas a recibir todas las penas de mi Humanidad, porque Ella está imposibilitada para sufrir, porque está gloriosa en el Cielo, así que mi Voluntad con su aliento omnipotente crea las penas, los dolores, y en ellas forma mi Humanidad viviente, que me suplen en todo, y son ellas las nuevas salvadoras que ponen la vida para salvar al mundo entero. Así que Yo desde el Cielo miro la tierra y encuentro a otros tantos Jesús, que llevados por la misma locura de mi amor, ponen la vida a costo de penas y muerte para decirme: ‘Soy tu copia fiel, las penas me hacen sonreír porque contengo a las almas’. Y Yo, ¡oh! cómo las amo, no me siento más solo, me siento feliz, victorioso, porque tener compañía en el desarrollar la misma vida, en el sufrir las misma penas, en el querer lo que Yo quiero, es mi más grande felicidad y mi paraíso en la tierra. Mira entonces cuántas cosas grandes, portentosas sabe hacer mi Divina Voluntad con tal que vivan en Ella, me forma mi misma Humanidad viviente y me procura las mismas alegrías de mi patria celestial, por eso lo que más te debe importar es vivir siempre en mi Voluntad, no pienses nada más, porque si lo haces siento en ti despedazado mi amor, y si supieras cuánto me cuesta el no ser amado aun por un momento, porque en aquel momento Yo quedo solo, me rompes la felicidad, y en mi delirio de amor voy repitiendo: ‘¡Cómo! Yo la amo siempre, y ella no’. Por eso sé atenta, que no quiero quedarme jamás solo”.

+ + + +

34-30
Abril 4, 1937

Conforme la criatura da su voluntad a Dios, así Dios adquiere sus derechos sobre ella. Cómo vienen formados tres muros de fortaleza para no dejarla salir de dentro del Fiat.

(1) Estoy bajo las olas eternas del Querer Divino, y si algún pensamiento me huye, estas olas se hacen más fuertes y sofocan mi pensamiento y mis temores, de modo que rápido

me tranquilizo y corro junto con el Fiat Divino. Por eso el pensamiento frecuentemente me atormenta si salgo de dentro de Él. Dios mío, qué pena, me siento morir sólo con pensarlo, me parece que ya no sería más hermana de las cosas creadas, quitaría mi puesto de en medio a ellas, ya no serán mías, y yo, ¿qué cosa daré entonces a mi Dios? No me queda otra cosa que la pura nada. Me sentía tan mal al pensar esto, que me sentía torturada, y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí y del estado al cual me había reducido, ha corrido para sostenerme en sus brazos, y todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué haces? Ánimo, tú te oprimes demasiado y tu Jesús no lo quiere, y además, la misma pena que sientes significa que no quieres salir de mi Divina Voluntad, y a Mí me basta tu voluntad, ella es la garantía más cierta, y Yo la tengo encerrada en mi corazón divino como la cosa más preciosa, a fin de que ninguno me la toque. Yo no tomo en cuenta el sentir de la criatura, para Mí es como si no fuera, y muchas veces sirve para que se arroje en mis brazos, a fin de que Yo la libere de este enemigo que le hace perder la paz.
(3) Ahora, tú debes saber que cuando el alma me ha dado su voluntad con decisión firme, y con conocimiento cierto de lo que hacía, sin quererla conocer más, ya ha tomado lugar en la mía, y Yo con derecho soy dueño de ella, y ella con derecho es dueña de la mía. Por eso, ¿crees tú que Yo sea fácil a ceder estos derechos? De ninguna manera, usaré todas las artes, pondré en campo mi misma potencia para que no me sea quitado lo que tanto me interesa; tú debes saber que el vínculo más fuerte entre el Creador y la criatura es el ceder su voluntad, y queda inseparable de no poderse apartar más de Nosotros, su vida la sentimos como nuestra, porque una es la Voluntad que nos anima. Ahora, ¿crees tú que con un pensamiento, con un sentir se puedan romper estos vínculos, perder nuestra inseparabilidad, y Nosotros ceder lo que es nuestro, sin actos decididos, repetidos, de que quiere su voluntad? Te engañas hija mía, mucho más que es tanto nuestro amor por ella, que no apenas nos ha dado su querer, Nosotros amurallamos a la criatura, primero con un muro de luz, de modo que si quisiera salir, la luz la eclipsa y no sabe a dónde mover el paso, porque dondequiera encuentra luz, y no sabiendo a dónde ir, retrocede y se esconde en el seno de su Creador. El segundo muro es todo lo que hizo mi Humanidad estando sobre la tierra, mis lágrimas, mis obras, pasos y palabras, mis penas, mis llagas, mi sangre, se amurallan en torno a la feliz criatura para impedirle la salida, porque Ella contiene el secreto, la fuerza, la vida para dar vida a quien vive en el Querer Divino, y ¿crees tú que después de haber obtenido el intento de vencer por vía de penas a esta voluntad humana, Yo deje huir lo que me cuesta sangre, vida y muerte? ¡Ah! tú no has entendido bien aún mi amor, si se tratase de simple resignación, es fácil hacer y no hacer mi Voluntad, porque estos no me han cedido sus derechos, aman su voluntad, y por eso ahora están resignados, ahora impacientes, ahora aman el Cielo, y ahora la tierra, pero quien me ha dado su voluntad ha tomado puesto en el orden divino, quiere y hace lo que hacemos Nosotros, se siente reina, por eso es casi imposible salir de nuestro Fiat, y si saliera de nuestro Querer no se adaptaría a ser la sierva, la esclava. El tercer muro es toda la Creación, la cual siente en ella la virtud obrante del Querer Divino, de la cual todas las cosas poseen la vida, y para darle homenaje se amurallan en torno, el sol con su luz, el viento con su imperio, en suma, todas las cosas creadas sienten la fuerza creadora, la virtud obrante y siempre nueva que obra en la criatura, mientras que ellas no pueden hacer más de lo que hacen, y corren en torno para gozarse las obras de aquel Fiat del cual están animadas. Por eso no te preocupes, goza la paz de aquel Querer que te posee, y tu Jesús pensará en todo”.

+ + + +

34-31
Abril 8, 1937

Todo lo que se hace en el Querer Divino constituye un derecho para todos, y todos pueden hacer aquel bien. Estos derechos fueron dados por Adán, por la Reina del Cielo, por Nuestro Señor, quien nos preparó la vestidura real.

(1) Mi pobre mente no hace otra cosa que arrojarse en el mar del Fiat Supremo, y por cuanto siento el cielo del Querer Divino en mí, muchas veces pierdo a Jesús en la inmensidad de este cielo y no lo encuentro, y su privación es el más duro martirio de mi pobre existencia acá abajo, y cuánto se necesita para encontrarlo, hasta hacerme quedar reducida a un estado en que me siento morir, digno de compasión, y entonces viene, y ahora con una estratagema de amor, o con una verdad más sorprendente, hace que sienta que me regresa la vida, hasta olvidarme de las penas sufridas. ¡Ah! Jesús, cuánto sabes hacer. Entonces pensaba: “¿Y por qué Jesús no me lleva a las regiones celestiales, por qué hacermefatigarme tanto?” Me parece que veo el puerto y estoy por dar un salto para entrar, pero qué, una fuerza potente me hace retroceder, y vuelvo a ser la pobre exiliada. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús, todo bondad y compadeciéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ánimo, el coraje abate las plazas más fuertes, vence los ejércitos más aguerridos, debilita nuestra potencia, más bien se la apropia y animosa vence lo que quiere, y Nosotros viéndola que no tiene la más mínima duda de obtener lo que quiere, porque la duda disminuye el ánimo, damos más de lo que quiere. Hija mía, el ánimo, la confianza, la insistencia sin cesar jamás, el amor, en nuestra Voluntad son las armas que nos hieren, y debilitándonos hacemos que ella misma tome lo que quiere.
(3) Ahora quiero decirte el por qué te mantengo aún sobre esta tierra, tú sabes que nuestra Voluntad Divina es inmensa, y a la criatura le falta la capacidad, el espacio de poderla abrazar toda junta, por eso le conviene tomarla sorbo a sorbo, los cuales los tomas, ahora cuando haces tus actos en mi Querer, ahora cuando te manifiesta una verdad que le pertenece, si oras, si deseas que venga mi reino, si sufres para obtenerlo, todos estos son sorbos que ensanchan tu capacidad y forman el espacio dónde encerrar los sorbos de Ella, y mientras haces esto vienes a encerrar ahora una generación, ahora alguna otra que deben poseer el reino del Fiat Divino. Tú debes saber que las generaciones son como una familia en que todos tienen derecho a la herencia del padre, y como miembros que forman un solo cuerpo, del cual Yo soy la cabeza, cuando un miembro hace un bien, lo obtiene y lo posee, los otros miembros adquieren el derecho de hacer y de poseer aquel bien. Ahora, aún no has encerrado a todas las generaciones que deben poseer mi Voluntad como vida, por lo tanto se requieren todavía las cadenas de tus actos, tu insistencia, tus penas, para beber otros sorbos para formar el espacio para dar el derecho de que, queriendo, puedan poseer mi reino; en cuanto hayas hecho el último acto que se requiere, rápidamente te traeré a la patria celestial.
(4) Ahora hija mía, mi Divina Voluntad con su Inmensidad envuelve a todos y a todo, no hay ser que no nade en Ella, por eso todo lo que se hace se vuelve derecho de todos, y todos pueden repetir aquel acto, menos quien no quiere repetirlo y poseerlo, y no quiere reconocer que vive en Ella, que su vida está animada por el Fiat Divino, estos son como ciegos, que mientras el sol los dardea con su luz, ellos no ven y yacen como si fuera noche para ellos; están como paralizados, que mientras pueden tener el uso de los miembros para hacer el bien, se contentan con quedar inmovilizados, son como mudos que no saben hablar, pero son ciegos, paralíticos y mudos voluntarios; pero todos los demás, como mi Voluntad es vida y está en comunicación con todos, así todo lo que se puede hacer en Ella es vida, bien, y derecho de todos, y todos pueden repetir aquel acto para formar la Vida Divina obrante en ellos. Los primeros derechos de hacer poseer el reino de mi Querer a las generaciones humanas fueron dados a Adán, porque él, en la primera época de su vida, sus actos fueron hechos en el Querer Divino, y si bien pecó y perdió voluntariamente la Vida obrante de mi Voluntad en él, y él en Nosotros, pero sus actos quedaron, pues lo

que se hace en nuestro Querer no sale, porque son nuestros triunfos, nuestras victorias sobre el querer humano, así que son nuestros, y Nosotros jamás ponemos fuera lo que es nuestro. Por lo tanto quien entra en Él encuentra el primer amor de Adán, sus primeros actos que le dan el derecho de poseer nuestro Fiat y de repetir los mismos actos que él hizo, sus actos aún son hablantes, su amor aún está fundido en el nuestro, e incesantemente nos ama con nuestro mismo amor. Por eso el obrar en el Querer Divino se vuelve eterno con Nosotros, y no está sujeto a terminar y se pone a disposición de todos, de modo que sólo quien es ingrato no lo toma y no se quiere servir de la Vida para recibir vida. Estos derechos de poseer mi Voluntad como vida, fueron dados por la Reina del Cielo, porque también Ella es de la estirpe humana, pero en modo más extenso y con más sacrificio, porque le costó la Vida de su mismo Hijo y Dios para dar la posesión del reino de nuestro Fiat a las generaciones humanas, y habiéndole costado tanto, es la que más suspira y ruega que entren sus hijos en este reino tan santo. Después fue mi descendimiento del Cielo a la tierra, en que tomando carne humana, cada acto mío, pena, oración, lágrima, suspiro, obra y paso, constituía un derecho de hacer poseer el reino del Fiat a las generaciones humanas. Puedo decir, mi Humanidad es vuestra y de todos, y quien quiere entrar en este reino encontrará en Ella la puerta, los derechos y la vestidura real para entrar, mi Humanidad es la vestidura que debe cubrir y vestir con decencia a todos aquellos que lo poseerán. Mi amor es tanto, que llamo a otras criaturas que con gracias portentosas y con el sacrificio de su vida, las hago vivir en mi Querer, las cuales constituyen nuevos derechos, pagando con su vida para dar la posesión de mi reino a la familia humana. Por eso tu voluntad corra siempre en la mía, a fin de que completos tus actos, puedas dar el salto a la patria celestial”.

+ + + +

34-32
Abril 18, 1937

Encuentros continuos entre el Querer Divino y la criatura. Cómo quien vive en Él, ha formado el pequeño mar del Fiat. Cómo corre siempre en cada cosa para dar nuevas gracias y nuevo amor.

(1) Mi vuelo en el Fiat continúa, más bien siento que me viene al encuentro a cada instante, en cada cosa que toco, que hago, en las penas y en las alegrías, en cada cosa creada; siento que me las pone alrededor para hacerme servir por ellas, me parece que está como a la espía para hacerse conocer y decirme: “Estoy aquí, dime que quieres, me harás más feliz si me pones en condición de poderte abundar más, a fin de que felicitándote Yo me sienta más feliz por la felicidad de mi hija”. Ahora, mientras mi mente se ahogaba en su mar divino, mi amado Jesús, sorprendiéndome con su breve visita, con un amor que no podía contener, me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el amor excesivo de mi Divina Voluntad da en lo increíble; cuando la criatura vive en Ella, ha formado su pequeño mar del Fiat en su alma, entonces Ella, atraída por su misma potencia quiere siempre engrandecer más este su marecillo en el cerco del alma, escucha qué hace: Llevada por un amor irresistible corre, corre siempre en cada acto que la criatura hace, si ve que debe hacer uso de la palabra, corre, le va al encuentro, inviste la palabra con su Fiat y acrecienta su potencia divina en la palabra de la criatura; si ve que debe obrar, corre, le toma las manos, se las estrecha, las inviste con su Fiat y aumenta su potencia divina en las obras de ella; si ve que está por mover el paso, corre, los inviste y les da tal potencia, de correr siempre hacia Quien corre siempre hacia ella; si ama, corre para darle nuevo amor; si ve que desea, que quiere ser siempre más buena, corre y aumenta su bondad; no hay pensamiento, latido y respiro que no invista con su Fiat para hacer crecer su sabiduría, su belleza, el latido de su eterno amor.

(3) Pero aún no es todo, ¿crees tú que mi Querer puede hacer paradas en el correr siempre hacia quien posee su Querer? De ningún modo, para correr se sirve de todo, si el sol la inviste, corre para darle más luz, y como la criatura es más que el sol, le da las propiedades que contiene la luz, es más, las aumenta, le da su dulzura divina, su fecundidad, la variedad de sus perfumes celestiales, el gusto de sus sabores divinos, sus cualidades supremas como las más bellas variedades de los colores, y con la potencia de su Fiat hace de manera, que de su amada criatura, más que sol, no quede otra cosa de ella más que luz y calor para investirla y hacerse investir; si sopla el viento, corre, la inviste, y con su Fiat aumenta la potencia de su amor imperante, sus gemidos divinos para hacerla gemir con sus mismos gemidos y suspiros que venga su reino sobre la tierra, la besa, la acaricia, se la estrecha fuerte para hacer sentir cuánto la ama y cómo quiere ser amado; si bebe el agua, corre para investirla con su frescura y refrigerios celestiales; si toma el alimento, corre para alimentarla con el alimento de su Voluntad, a fin de que la Vida Divina crezca en la criatura, se reafirme y se confirme mayormente en ella. En suma, no hay cosa en la cual mi Querer no corra, y ¡oh! la fiesta que hace cuando ve que ella recibe este dulce encuentro y recibe el bien que sin cesar jamás le quiere dar, y si la criatura, también ella corre en cada cosa hacia Quien corre hacia ella, ¡oh! entonces mi Fiat es tomado por tanto amor, que su mar interminable crece, forma sus olas altísimas y las descarga en el pequeño marecillo, agrandando en modo maravilloso y prodigioso la capacidad y extensión del suyo en el marecillo del alma. Hija mía, estos son nuestros modos divinos, amar siempre sin cesar jamás, dar siempre sin jamás terminar de dar, si esto no fuera, deberíamos poner un límite a nuestra potencia, un basta a nuestro amor, pero no lo podemos, porque siendo nuestro Ser infinito, por Sí mismo corre en busca de quien ama y que quiere ser amado, por eso los límites no tienen valor y el basta no existe para Nosotros. A lo más, quien ingrato no nos quiere reconocer, y no reconociéndonos, le sucede como al ciego, que a pesar de que el sol no le niega su luz, más bien lo inviste por todas partes, no lo ve ni lo conoce, pero no puede negar que no siente su calor. Esto no puede suceder a quien vive en nuestro Querer, pues Él mismo lo tiene en estado vigilante, en acto de espera continua para recibir nuestros encuentros, para encontrarnos; nuestras carreras para correr hacia Nosotros, y si nuestro amor, para hacerla correr de más le esconde nuestras carreras, mientras corremos lo mismo, ¡oh! cómo sufre la pobre hija, tanto, que estamos obligados a romper rápidamente el velo del escondite y decirle: ‘Estamos aquí, tranquilízate, no temas, pues jamás dejaremos a nuestra hija, a la hija de nuestro Querer’. Y para tranquilizarla le hacemos sentir más a lo vivo nuestro amor, y la abundamos de gracias mayores”.

+ + + +

34-33
Abril 25, 1937

Prodigio del acto obrante de la Divina Voluntad en la criatura. Cómo quien la hace obrar en ella, es la suspirada, la bienvenida, la preferida de toda la corte celestial. Todo lo que se hace
en Ella, adquiere la virtud de producir Vida Divina.

(1) Estaba pensando en la Divina Voluntad obrante en la criatura. Dios mío, cuántas sorpresas, cuántas escenas conmovedoras, cuántas maravillas y prodigios que sólo un Dios puede hacer, y la pequeñez humana queda admirada, encantada al ver la Inmensidad del Fiat Divino, que mientras queda inmenso, se encierra en su pequeño acto, y con la potencia creadora forma en él su acto obrante, con una cadena de prodigios divinos inauditos, pero tales y tantos, que los Cielos quedan maravillados y la tierra tiembla ante el acto obrante del Querer Divino en la criatura; pero mientras mi mente se perdía en estas sorpresas, mi Sumo Bien Jesús, repitiendo su breve visita, todo bondad me ha dicho:

(2) “Mi pequeña hija del Fiat Supremo, es tanto nuestro amor, que no apenas la criatura llama a nuestro Querer en su acto, corre y desciende en el acto de ella. El llamarlo no es otra cosa que preparar el lugarcito donde debe obrar, llamarlo significa amarlo, y que siente la necesidad del acto obrante de mi Voluntad para que la suya no sólo no obre, sino que quede como escabel y admiradora de un Querer tan Santo. Después, descendiendo lleva Consigo su virtud creadora, sus alegrías y bienaventuranzas celestiales, a la misma Trinidad Sacrosanta como espectadora y actora de su obrar, y mientras en el lugarcito de la criatura pronuncia su Fiat, forma tales prodigios y maravillas, que el cielo, el sol, se quedan detrás, y supera todo lo bello de la Creación, ahí crea su música divina, los soles más refulgentes, en él crea su Vida obrante, sus nuevas alegrías; es tal y tanto este acto, que los ángeles, los santos, quisieran vaciar las regiones Celestiales para gozarse el acto obrante de su Fiat creador. Es tal y tanta la belleza, la suntuosidad, la Virtud vivificadora de este acto divino, que mi Querer Divino se lo lleva al Cielo como conquista y triunfo del alma en la cual ha obrado, para recrear con nuevas alegrías y bienaventuranzas a toda la corte celestial; es tal la alegría, la gloria que reciben, que no hacen otra cosa que agradecer a mi Querer Divino que con tanto amor ha obrado en la criatura, porque no hay ni gloria, ni alegría mayor, que su acto obrante y conquistante en ella”.
(3) Yo al oír esto, sorprendida he dicho: “Amor mío, si este acto se lo lleva al Cielo, la pobre criatura queda sin él y como en ayunas de este acto”. Y Jesús ha agregado:
(4) “No, no hija mía, el acto es siempre suyo, ninguno se lo puede quitar, y mientras alegra a la patria celestial, queda como base, fundamento y propiedad en el fondo del alma, la conquista es suya, y mientras alegra la corte celestial, ella nada pierde, es más, siente en sí la virtud creadora y continua de mi Fiat en acto de hacer siempre nuevas conquistas, y mientras queda en el alma, al mismo tiempo se lo lleva al Cielo como nueva gloria y alegría de los santos y como lluvia benéfica a todos los viadores, mucho más que la familia humana está vinculada con el Cielo, y el Cielo con la tierra, hay un vínculo entre ellos, el que todos tienen derecho de participar en el bien que ellas hacen, son miembros unidos entre ellos, y como connaturalmente el bien corre para darse a todos. Y además, en cuanto mi Voluntad obra en el alma, el Cielo se pone en espera, porque nadando ellos en el Fiat sienten que está por obrar, y por eso se ponen atentos, reclaman, suspiran recibir las nuevas conquistas y alegrías de la Vida de la Divina Voluntad que ellos poseen. Ella es vida primaria de los santos en el Cielo, por eso en los actos que Ella hace todos concurren, y con derecho quieren recibir las nuevas alegrías y las bellas conquistas que sabe hacer mi Voluntad. Por lo tanto quien la hace obrar en sus actos, es la nueva alegría del Cielo, la bienvenida, la preferida, la suspirada de toda la corte celestial, mucho más que alegrías de conquistas no hay allá arriba, y por eso las esperan de la tierra. ¡Oh! si todos conocieran todos estos secretos de mi Fiat Divino, darían la vida para vivir de Él y hacerlo reinar en el mundo entero”.
(5) Después continuaba pensando en la Divina Voluntad, no puedo hacer menos, la siento dentro de mí que me da vida, la siento fuera de mí, que como la más tierna de las madres me lleva entre sus brazos, me alimenta, me hace crecer y me defiende de todo y de todos, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, cómo es bella mi Voluntad, ninguno puede vanagloriarse de amar a la criatura como Ella la ama, es tanto su amor, que Ella quiere hacerle todo, no la quiere confiar a ninguno, con su Fiat la crea, la hace crecer, la alimenta, la lleva siempre entre sus brazos de luz, le hace de maestra enseñándole las ciencias más sagradas, le revela los secretos más recónditos y escondidos de nuestro Ser Supremo, le da el conocimiento de nuestro amor, de las llamas que nos consumen para consumirla junto con Nosotros, en cada acto que hace jamás la deja sola, corre para poner en ella su Vida. Así que cada acto está animado por su Vida Divina, y posee la virtud de poder producir Vida Divina; y mi Voluntad toma estas Vidas de dentro de los actos de la criatura para dar Vida Divina, vida de gracia, vida de luz, vida de santidad a las otras criaturas, y vida de gloria a toda la corte celestial, Ella es la verdadera trabajadora, quiere darse a todos por medio de quien vive en su Querer. Y cuando ha formado la plenitud de su obra maestra, se la lleva al Cielo como

triunfo, victoria de su potencia y arte divino que sabe y puede hacer en la criatura con tal que se preste a vivir con Ella y se haga llevar en sus brazos. Por eso sé atenta y hazte trabajar por un Querer tan Santo, que tanto ama y que quiere ser amado”.

+ + + +

34-34
Mayo 6, 1937

Jesús no sabe qué hacer con un alma que no posee la paz. A quien vive en el Querer Divino, Dios le hace don de todas sus obras, y también de su misma Vida, para hacerle ver cuánto y cómo quiere ser amado.

(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, mi pobre mente oprimida por los incidentes de la vida, para mí demasiado dolorosos, busca refugio en el centro del Fiat, en el cual me siento renacer a nueva vida, rejuvenecer, reponerme de mis dolorosas pausas, pero en cuanto me aparto de su centro, mis opresiones resurgen, tanto, de oír los justos reproches de mi amado Jesús, hasta decirme: “Hija mía, pon atención, pues Yo no sé qué hacer con un alma que no es pacífica, la paz es mi celestial morada; la campana que con sonidos vibrantes y dulces llama a mi Querer a reinar, es la paz. La paz posee voces tan potentes que llama a todo el Cielo, lo pone atento para hacerlo ser espectador de las bellas conquistas del obrar del Querer Divino en la criatura. La paz pone en fuga las terribles tempestades y hace surgir la celestial sonrisa de los santos, el encanto más bello de una primavera que jamás termina, por eso no me des este dolor de no verte en paz”. Entonces trataba por cuanto más podía de sumergirme en el Querer Divino, para no sentirme más a mí misma, siguiendo sus actos tanto de la Creación como de la Redención, y mi amado Jesús ha investido mi inteligencia y con su voz creadora, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, déjate a ti misma y ven en mi Voluntad, sentimos la extrema necesidad de hacer conocer hasta dónde llega nuestro amor por quien vive en Ella, y es tanto, que con ansia esperamos que se una, se una a nuestras obras para darle el derecho como si fueran suyas. Y como nuestra fuerza creadora está siempre en acto, en cuanto se funde con Nosotros, como si renovásemos nuestras obras le hacemos don de ellas y le decimos: ‘Son obras tuyas, haz con ellas lo que quieras; con nuestras obras en tu poder puedes amarnos cuanto quieras, puedes darnos gloria en modo infinito, puedes hacer bien a quien quieras, tú tienes derecho no sólo sobre nuestras obras, sino sobre Aquél que ha creado todo, y Nosotros tomamos el derecho sobre de ti, que ya eres nuestra’. Cómo son dulces estos derechos de la pequeñez humana en nuestro Ser Divino, son dulces y amorosas cadenas que nos hacen amar con amor más intenso y fuerte nuestra obra creadora, y en nuestro énfasis de amor vamos repitiendo: Cómo es bella, es nuestra, toda nuestra, y Nosotros somos todos de ella, no nos queda otra cosa qué hacer que amarnos, la amaremos con amor eterno, y ella nos amará con eterno amor”.
(3) Yo he quedado sorprendida, como si quisiera hacer surgir dudas, y Jesús ha agregado:
(4) “Hija, no te maravilles, es la pura verdad que te dice tu Jesús, que queriendo ser amado quiere hacer conocer hasta dónde puede llegar la criatura y cuánto la ama, como si no estuviera contento de nuestras alegrías interminables, queremos el contento que ella posea lo que poseemos, y nos ame como sabemos amar Nosotros; mira, para quien vive en nuestro Querer Divino, es casi connatural, ella encuentra nuestro Fiat en acto de crear el cielo, el sol, ella se une a aquel acto para hacer lo que hace Él, es tanta nuestra bondad, que con la unión hemos formado el enlace juntos, y en nuestro Querer hemos formado el acto decidido de dar el cielo, el sol, como adorno a la criatura; con este don ella nos da la gloria de un cielo extendido, nos ama en cualquier punto de él, hace el bien a las criaturas de hacerles poseer y gozar un cielo, y como tiene un sol en su poder nos da la gloria de que el globo terrestre posee la luz, y cada hombre que queda investido por la luz y el calor

del sol, es una gloria de más que nos da, es una cancioncita de amor que nos hace, que rapta a nuestro amor a amar más cada planta, cada fruto y flor fecundados y calentados por su calor, es un grito de más de gloria y amor que nos da, el pajarito que canta al surgir el sol, el corderito que bala, todos son acentos de gloria y de amor que nos manda; y el mérito de tantos bienes que hace el sol a la tierra, que son incalculables, ¿de quién son? De quien vive en nuestro Querer, en Él, lo que es nuestro es suyo, y como Nosotros no tenemos necesidad de méritos, habiendo hecho don de ellos a la criatura, dejamos a ella la parte meritoria, y por correspondencia queremos su grito de amor siempre y en cada cosa, y así del bien que hacen todas las cosas creadas, el viento, el aire, el agua y todo”.
(5) Entonces yo al oír esto, no sólo he quedado maravillada, sino que quería poner muchas dificultades, y pasando a los actos de la Redención me he encontrado inmersa en sus penas, y mi siempre amable Jesús, tal vez para convencerme, se hacía ver en mi interior en acto de sufrir la dolorosa crucifixión, yo tomaba parte en sus penas y moría junto con Él, su sangre divina corre, sus llagas estaban abiertas. Y Él con un acento tierno y conmovedor, de sentir que se me rompía el corazón me ha dicho:
(6) “Estoy dentro de ti, soy tuyo, estoy a tu disposición, mis llagas, mi sangre, todas mis penas, son tuyas, puedes hacer de Mí lo que quieras, es más, hazla de magnánima, de valiente, de amante, de verdadera imitadora mía, toma mi sangre para darla a quien quieras, toma mis llagas para sanar las llagas de los pecadores, toma mi Vida para dar vida de gracia, de santidad, de amor, de Voluntad Divina a todas las almas, toma mi muerte para hacer resucitar tantas almas muertas en el pecado; te doy toda la libertad, obra tú, aprende a obrar hija mía, me he donado y basta, pensarás tú en que todo me redunde en gloria, y en cómo hacerme amar, mi Voluntad te dará el vuelo para hacerte llevar mi sangre, mis llagas, mis besos, mis ternuras paternas, a mis hijos, a tus hermanos, por eso no te maravilles, es propiamente este el obrar divino, tener sus obras en acto de repetirlas continuamente para darlas, para hacer don a las criaturas, y así cada uno puede decir: ‘Todo es mío, aun el mismo Dios es mío’. Y ¡oh! cómo gozamos al verla dotada de nuestras obras, poseedora de su Creador, son los excesos de nuestro amor, que para ser amado queremos hacer ver cuánto la amamos y los dones que queremos darle. A quien viva en nuestro Querer, nos sentiríamos como si defraudásemos a la criatura si no le hacemos don de todo, y esto Nosotros no lo sabemos hacer, por eso sé atenta, haz que tu alma sea embalsamada por nuestra paz divina, que no conocemos qué cosa sea turbación, y todas las cosas te llevarán la sonrisa, la dulzura, el amor de tu Creador”.

+ + + +

34-35
Mayo 10, 1937

Dios se hace alimento de la criatura; el intercambio, el darse el aliento, el hablarse mutuamente, forman las obras más bellas. La Reina del Cielo
continúa el oficio de Madre y hace crecer a su Hijo en las criaturas.

(1) El mar del Querer Divino continúa inundándome, y siendo incapaz e inhábil para todo, parece que se deleita, como a pequeña niña, con ponerme en la boca, con sus manos más que maternas, el alimento de su Fiat, y enseñarme palabra por palabra, silaba por silaba las primeras vocales de la ciencia de la Divina Voluntad, y cuando parece, en algún modo, que la he entendido, ¡oh! cómo hace fiesta, porque tiene toda la certeza de formar un alma toda de Voluntad Divina. Y yo al ver sus maternos cuidados, cómo estoy contenta y le agradezco de corazón. Y mi amado Jesús como portavoz de su Querer, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, cada verdad que te manifiesto sobre mi Fiat es un crecimiento que haces en Él; es un bocado de más que sirve para fortificarte, calentarte y

confirmarte mayormente en Él; es un sorbo de más que bebes del inmenso mar de mi Voluntad; es una propiedad divina de más que adquieres. Ahora, tú debes saber que a cada acto de más que haces en Ella, ponemos ante ti nuestra mesa celestial, y si amas, te alimentas de nuestro amor; si nos comprendes, te alimentas de nuestra sabiduría, y ¡oh! cuántas bellas noticias y conocimientos te da de tu Creador, así que tu Dios se vuelve tu alimento exquisito, por eso en todo lo que haces, ahora te alimenta de nuestra potencia, ahora de nuestra bondad, ahora de nuestra dulzura, de nuestra fuerza, luz y misericordia nuestras. Así que la pequeñez humana, con vivir en nuestro eterno Querer nos absorbe sorbo a sorbo, bocado a bocado, porque siendo pequeña no le es dado, aun por cuanto a criatura es posible, tomar todo junto lo que debe tomar de nuestro Ser Divino, mucho más que esto sirve a deleitarnos mutuamente, Nosotros en dar y ella en recibir, Nosotros a dar de lo nuestro y ella a darnos su pequeñez, Nosotros a trabajarla como queremos y ella que se presta a hacernos trabajar; es el intercambio de ambas partes, el darnos mutuamente el aliento, el hablarnos, lo que forma nuestras obras más bellas, y desarrollamos la Vida de nuestra Voluntad en la criatura. Sin hacer nada no se hace nada, por eso es necesario obrar, hablar, hacernos comprender, trabajar, para hacer las bellas estatuas, las repetidoras de nuestra Vida. Por lo tanto, cuando encontramos quién quiere escucharnos, darse a Nosotros para recibir, no ahorramos nada de lo que podemos y sabemos hacer por la criatura. Ahora hija mía, cuando la criatura se ha alimentado de nuestro Fiat, hasta no conocer otro alimento, y habiendo formado la cadena de sus actos, todos sellados por las características de las virtudes divinas, Dios queda aprisionado en sus virtudes divinas en la criatura, y entonces, si ama, es Dios que hace alarde de la potencia de su amor, de su bondad, santidad, etc., en los actos de la criatura, así que es tal la potencia que sale por medio de estos actos que Dios hace en su criatura, que inviste Cielo y tierra, se mueve sobre todas las almas, y con su amor potente las inviste, las arrolla, les hace dar el beso del Querer Divino, de modo que la familia humana sentirá su potencia, su amor, que quiere reinar. Mucho más, que este derecho se los da el Dios escondido por medio de una criatura que pertenece a su raza humana, derechos que no podrán desconocer, sólo algún pérfido lo haría, pero mi potencia lo sabrá aterrar y vencer. Por eso déjame cumplir el trabajo de mi Voluntad en ti, no te opongas a nada, y tú y Yo estaremos contentos de verla reinar en las otras criaturas”.
(3) Después de esto he recibido la Santa Comunión, y en mi interior se hacía ver mi amado Jesús, pequeño, pequeño, y la Madre Celestial que extendía su manto azul sobre mí y sobre el pequeñito divino, después, no sé cómo me lo he sentido dentro de mí, que besaba, acariciaba, tomaba en sus brazos a su amado Hijo, se lo estrechaba al corazón y lo hacía crecer, lo nutría, le hacía mil estratagemas de amor, yo era espectadora y quedaba maravillada. Y la Soberana Mamá Celestial me ha dicho, pero con un amor que hacía quedarse estupefacto:
(4) “Hija mía, no hay por qué maravillarse, Yo soy inseparable de mi amado Jesús; donde está el Hijo debe estar la Madre, y este es mi trabajo, el hacerlo crecer en las almas. Él es pequeño, las almas no saben cómo lo deben hacer crecer, ni tienen la leche del amor para alimentarlo, para tranquilizarle el llanto, para calentarlo cuando lo hacen temblar por el frío, Yo que soy la Mamá sé las pequeñas necesidades de mi pequeñito divino, ni Él sabría estar sin su Mamá, somos inseparables los dos, Yo repito en las almas lo que hice en su edad infantil, y mientras hago crecer a mi Hijo prestándole todos los cuidados para hacerlo feliz, al mismo tiempo tomo cuidado de mi hija para hacerla crecer según la quiere mi Hijo. Esta es mi misión más que celestial, en cuanto veo a mi Hijo en las almas, así corro, desciendo en ellas y me ocupo de su crecimiento. Mucho más que siendo una la Voluntad de mi Hijo con la mía, es como connatural que donde se encuentra Él ahí estoy también Yo, y por consecuencia mi amor se impone el desarrollar el oficio de Madre a Aquél que tanto me ama, y a aquellos que tanto amamos, porque me siento como gemelos nacidos en un parto, a mi Hijo y a la criatura, ¿cómo no amarlos?”.
(5) Después, con un acento más tierno y conmovedor ha agregado:

(6) “Hija mía, cómo es bella, grande, prodigiosa la virtud de la Divina Voluntad. Ella vacía todo lo que no es ni luz, ni divino, une las distancias más lejanas, repite en acto lo que fue hecho por siglos y siglos y vuelve como connatural el acto humano en el divino, es su fuerza creadora que llega a bilocar, a multiplicar, a transformar su misma Vida en la criatura. Por eso ámala mucho y no le niegues nada”.

+ + + +

34-36
Mayo 16, 1937

Las verdades, parto divino, son el más grande milagro que Dios puede hacer, y el gran bien que lleva a las criaturas.

(1) Estoy siempre de regreso en el mar del Querer Divino, las tantas verdades que me han sido manifestadas se amontonaban en mi pequeña mente como tantos soles refulgentes, cada uno de los cuales querían decir la historia del Fiat Divino, pero uno distinto del otro, quién quería decir la historia de su luz eterna, quién de su santidad, quién del modo como forma su Vida en el centro del alma, en suma, todas tenían qué decir de un Querer tan santo, y todas tenían un trabajo especial, el de ser portadoras del bien que cada una encerraba, y que unidas juntas formaban una sola Vida; pero, para poder deponer el bien que encerraban, querían ser escuchadas, querían abiertas las puertas del alma, y querían ser reconocidas y casi rogadas y apreciadas, para hacerlas deponer la Vida que contenían. Yo me perdía en medio a tantos mensajeros, porque todos querían decir la historia eterna del Fiat, y mi Sumo Bien Jesús, repitiéndome su breve visita, con un amor indecible me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija del Querer Divino, tú debes saber que el milagro más grande que nuestro Ser Divino puede hacer, es el manifestar una verdad que nos pertenece, porque ella, primero viene formada, madurada en nuestro seno, y como parto nuestro la sacamos fuera como portadora de Vida Divina para bien de las criaturas. Y sólo sacamos este parto cuando nuestro amor eleva tanto sus llamas, que para no quedar ahogado sentimos la necesidad de poner fuera nuestros partos divinos. Mira entonces qué cosa ponemos fuera con manifestar una verdad, no el cielo, el sol, el viento, sino nuestra Vida como portadora de Vida Divina a las criaturas, los otros milagros, la misma Creación son obras nuestras, no Vida, en cambio las verdades son Vida perenne, y si encuentran quién las recibe, se bilocan, se multiplican en modo increíble para cada una de las criaturas, tanto, que cada una la puede tener para sí como Vida que le pertenece. Estas verdades como partos nuestros semejan en todo a nuestro Ente Supremo, no son voz y hablan, y hacen hablar; no tienen pies y caminan, pero tan veloces, que ninguno los puede alcanzar, ni impedir el paso; entran en las inteligencias, y forman el pensamiento para hacerse conocer; transmutan la voluntad para hacerse poseer; renuevan la memoria para no hacerse olvidar; caminan en las vías del corazón para hacerse amar. Así que no tienen manos y obran, no tienen ojos y miran, no tienen corazón y generan amor. Las verdades no son otra cosa que Vidas palpitantes de nuestro Ser Divino en medio a las criaturas, latido sin corazón, porque nuestro corazón es la criatura, y Nosotros como Espíritu purísimo que nos encontramos por todas partes, somos el latido, que mientras no se ve, se siente y formamos la vida y la damos a todas las generaciones humanas. Por lo que no hay milagro similar al gran milagro de cuando sacamos de Nosotros una verdad, es una Vida nuestra que exponemos, la cual más que sol se hará luz de las criaturas, que flechándolas con su calor vital, madurará su Vida, primero en aquélla a quien va dirigida, y después se difunde en quien la quiera recibir, y si encuentran ingratos que no quieran recibir bien tan grande, ellas no están sujetas ni a morir, ni a perder la vida, sino que esperan con paciencia invicta, si es necesario aun por siglos, nuevas generaciones a las cuales darán los bienes que poseen, y

cumplirán la finalidad por la que han salido del seno divino. Nosotros al sacar nuestras verdades miramos los siglos, y cuando estamos seguros que bilocarán, multiplicarán nuestras Vidas en medio a las criaturas, entonces las sacamos para dar el bien que poseen, y para recibir el honor y la gloria divina que nuestras verdades poseen. Nosotros jamás hacemos cosas inútiles, ¿crees tú que las tantas verdades que con tanto amor te hemos manifestado sobre nuestra Voluntad, no llevarán su fruto y no formarán su Vida en las almas? De ningún modo, si las hemos sacado es porque ciertamente sabemos que llevarán su fruto y establecerán el reino de nuestro Querer en medio a las criaturas, y si no hoy, porque a las criaturas les parece que no sea alimento apto para ellas, y tal vez desprecian lo que les podría formar la Vida Divina en ellas, vendrá el tiempo en que harán competencia para ver quién podrá conocer estas verdades, con el conocerlas las amarán, el amor las volverá alimento adecuado para ellas, y así formarán la Vida que mis verdades les llevarán. Por eso no te preocupes, es cuestión de tiempo, Yo que conozco cómo irán las cosas, no me detengo, continúo manifestando mis verdades, y tú sigue tu vuelo, y préstate a escucharme y a ponerlas en práctica”.

+ + + +

34-37
Mayo 23, 1937

La Divina Voluntad es orden y paz, y esta es la señal de que Ella reina. Quien vive en el Querer Divino viene siempre renovado en la santidad, amor y frescura divina, y en su acto corre el
acto creante y creciente de los bienes divinos.

(1) El mar del Querer Divino murmura continuamente, pero con armonía, orden y paz, sus olas si bien altísimas, son siempre pacíficas, y en cuanto invisten a las criaturas, Cielo y tierra, primero les dan el abrazo y el beso de paz, y después entran en sus almas; si no reciben el beso de paz, parece que siguen adelante, porque donde no hay paz el Querer Divino no se adapta, no es lugar para Él. Pero mientras mi mente se perdía en este mar, mi siempre amable Jesús visitando mi pequeña alma, con una dulzura y paz divinas me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi Voluntad es orden, y la señal de si reina en el alma es el orden perfecto, el cual genera la paz. Así que la paz es hija del orden, el orden es hijo inmediato y generado por mi Fiat. Pero tú no sabes el gran bien que produce el orden, éste da el dominio a la criatura y la vuelve dominadora de sí misma, dominadora de todas las cosas creadas, y como su dominio es divino, porque es generado por mi Querer, domina sobre mi misma Voluntad y sobre todos. Pero no es todo aún, la virtud del orden es admirable, se vincula con todos, se da a todos, y con sus olas pacíficas y dominadoras toma y hace suya la fuerza de la Creación, la de los santos que están en el Cielo, la misma fuerza divina la hace suya, sus modos ordenados y pacíficos son tan penetrantes e insinuantes, que todos la dejan hacer, mucho más que ella a todos se ha dado, no ha retenido nada para sí, es justo que todos se den a ella. Por eso siente en sí la paz, la alegría, la felicidad de la celestial morada; todos se sienten unidos, vinculados con unión inseparable, porque lo que une mi Voluntad no está sujeto a separación. Por eso el verdadero orden lleva la unión, el acuerdo con todos, y ella tiene un puesto en todos, y todos encontrarán un lugarcito en ella, que amará con el mismo amor con el cual los ama su mismo Creador. Son los prodigios que sabe hacer mi Fiat omnipotente, donde Él reina no sabe hacer otra cosa que obras que lo semejan, y generan en el alma los efectos que forman su misma Vida, tanto que ninguna podrá decir nada, y debo poder decir: ‘Ninguno me la toque, ni la podrán tocar porque es Voluntad mía, y si alguno se atreviera, sabré defenderme a Mí mismo, mi amor se convertirá para ellos en fuego de justicia y los humillaré hasta el polvo’. Por eso sé atenta

a que todo sea orden y paz en ti, si adviertes alguna cosa en contra ponte en guardia y ruégame, apresúrame para que con mi dominio eche por tierra todo lo que no es orden y paz perenne”.
(3) Después seguía pensando en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, en cuanto la criatura llama mi Voluntad en sus actos para vivir en Ella, Ella inviste a la criatura y a su acto con su fuerza creadora, y ahí renueva su Vida Divina; ahora, supón que la llama mientras está obrando, escucha qué hace mi Querer: Llama en acto cuantas veces ha obrado la criatura, las une juntas como si fuera un acto solo, y poniendo su fuerza creadora transforma en divino todo lo que ha hecho y está haciendo, ahí sella la santidad de sus obras y les da el nuevo mérito y gloria como si todo de nuevo lo hubiese obrado por amor suyo; si ama, llama a vida cuantas veces ha amado y de ellas hace un solo amor; si sufre, llama a vida cuantas veces ha sufrido, las une juntas y ahí pone el sello de penas divinas, y les da el nuevo mérito de cuantas veces ha amado y sufrido, en suma todo lo que ha hecho, y lo repite, todas regresan en acto con el unirse juntas, para recibir la nueva belleza, santidad, gracia, frescura, amor, y nuevo mérito; en mi Voluntad no hay actos separados, ni divididos, sino unidad suma, todo debe dar de Mí, con esta sola diferencia, que en la criatura está nuestro acto creante y creciente, en cambio nuestro Ser Supremo no está sujeto ni a crecer ni a decrecer, es tanta nuestra plenitud, inmensidad, e infinitud, que para desahogo de nuestro amor sentimos la necesidad de dar y de amar a las criaturas, de ser amados, pero sin que en nada disminuyamos. He aquí el por qué somos todo ojos, estamos como en guardia para ver cuando quiere hacer vida en nuestro Querer, para tener ocasión de amarla de más y enriquecerla de nuestro amor, para recibir amor. Podemos decir que la cubrimos de nuestro Ser Divino, le damos el aliento, la unimos con Nosotros para gozárnosla y darle de lo nuestro, y cuando ella, sacudida por la fiebre de nuestro amor, por nuestro aliento quemante que le dice continuamente: ‘Te amo, te amo oh hija’. Y ella hace suyo nuestro eco y nos repite: ‘Te amo, te amo Vida de mi vida, amor de mi amor, Padre mío, Creador mío, todo mío, te amo’. Ella nos pone en fiesta y nos da las puras alegrías que queremos, porque le hemos dado la vida. Por eso la queremos en nuestra Voluntad, para tenerla como la queremos, para darle lo que queremos darle, y para recibir lo que queremos de ella. Fuera de nuestro Fiat, nuestro amor queda impedido por ella, hay tal separación entre ella y Nosotros, que ella se llega a sentir lejana de Nosotros, y Nosotros lejanos de ella, y llega aun a temernos y a tener temor de Nosotros. ¡Oh! voluntad humana, dónde me arroja la criatura que tanto amo”.

+ + + +

34-38
Mayo 28, 1937

La Reina, portadora de Jesús, el gran don que le fue entregado. Trabajo que tuvo del Ente Supremo.

(1) El vivir en el Querer Divino continúa, es tanto su amor que me esconde en su luz a fin de que no vea, no oiga, no toque más que su Santísima Voluntad. Esta mañana, mi Madre Celestial me ha dado una dulce y querida sorpresa: Habiendo recibido la Santa Comunión se hacía ver en mi interior, que estaba con el niño Jesús, lo tenía tan estrechado a su materno corazón, cubierto con sus brazos, que para mirarlo y recrearlo con mi pequeño amor, debía abandonarme entre sus brazos para estarme también yo unida con ellos, a fin de que pudiese amar como se amaban Jesús y la Mamá Reina. ¡Oh! cómo estaban contentos de que yo quería hacer vida junto con ellos. Ahora, mientras me estaba estrechada con ellos, la Soberana Reina, toda bondad y ternura me ha dicho:
(2) “Amada hija mía, tú debes saber que Yo soy la portadora de Jesús, esto fue un don que el Ente Supremo me confió, y cuando fue una realidad que Yo tuve la gracia, el amor,

la potencia y la misma Voluntad Divina para tenerlo custodiado, defendido, amado, entonces me hizo la entrega del don, esto es, el Verbo Eterno, que se encarnó en mi seno diciéndome: ‘Hija nuestra, te hacemos el gran don de la Vida del Hijo Dios, a fin de que tú seas la dueña de Ella y lo dones a quien quieras, pero debes saber cómo tenerlo defendido, jamás lo dejes solo en aquellos a quien lo dones, para suplir si no lo aman, para repararlo si lo ofenden, harás de modo que nada le falte a la decencia, a la santidad, a la pureza que le conviene, sé atenta, es el don más grande que te hacemos, y te damos el poder de bilocarlo cuantas veces quieras, a fin de que quien lo quiera pueda recibir este gran don y poseerlo’. Ahora, este Hijo es mío, es don mío, y como mío conozco sus secretos amorosos, sus ansias, sus suspiros, pero tanto, que llega a llorar y con sollozos repetidos me dice: ‘Mamá mía, dame a las almas, quiero las almas’. Yo quiero lo que quiere Él, puedo decir que suspiro y lloro junto, porque quiero que todos posean a mi Hijo, pero debo poner al seguro su Vida, el gran don que Dios me confió; he aquí por qué si desciende en los corazones Sacramentado Yo desciendo junto por garantía de mi don, no puedo dejarlo solo; pobre Hijo mío si no tuviera a su Mamá que desciende junto, cómo me lo tratan mal, quién no le dice un te amo de corazón, y Yo debo amarlo; quién lo recibe distraído, sin pensar en el gran don que reciben, y Yo me derramo sobre Él para no dejarlo sentir sus distracciones y frialdades; quién llega a hacerlo llorar, y Yo debo quitarle el llanto y hacer los dulces reproches a la criatura, que no me lo hagan llorar. Cuántas escenas conmovedoras suceden en los corazones que lo reciben Sacramentado; hay almas que jamás se contentan de amarlo, y Yo les doy mi amor, y también el suyo para hacerlo amar, estas son escenas de Cielo, y los mismos ángeles quedan raptados, y nos reanimamos de las penas que nos han dado las otras criaturas. ¿Pero quién puede decirte todo? Soy la portadora de Jesús, ni Él quiere estar sin Mí, tanto, que cuando el sacerdote está por pronunciar las palabras de la Consagración sobre la Hostia Santa, hago alas con mis manos maternas, a fin de que descienda por medio de mis manos para consagrarse, para que si manos indignas lo tocan, Yo hago sentir las mías que lo defienden y lo cubren con mi amor. Pero esto no basta, estoy siempre en guardia para ver si quieren a mi Hijo, tanto, que si algún pecador se arrepiente de sus graves pecados y la luz de la gracia despunta en su corazón, Yo, rápidamente le llevo a Jesús como confirmación del perdón, y Yo pienso en todo lo que se necesita para hacer que se quede en aquel corazón convertido. Soy la portadora de Jesús, y lo soy porque poseo en Mí el reino de su Voluntad Divina; Ella me revela quién lo quiere, y Yo corro, vuelo para llevarlo, pero sin jamás dejarlo, y no sólo soy portadora, sino espectadora, escucha de lo que hace y dice a las almas. ¿Crees tú que Yo no estaba presente para escuchar las tantas lecciones que mi amado Hijo te daba sobre su Divina Voluntad? Yo estaba presente, escuchaba palabra por palabra lo que te decía, y en cada palabra Yo agradecía a mi Hijo y me sentía doblemente glorificada porque hablaba del reino que Yo ya poseía, que había sido toda mi fortuna y la causa del gran don de mi Hijo, y al oírlo hablar Yo veía injertada la fortuna de mis hijos con la mía; ¡oh! cómo exultaba, todas las lecciones que te ha dado, y aún más, están ya escritas en mi corazón, y al ver que te las repetía a ti, Yo gozaba en cada lección un paraíso de más, y cuantas veces tú no estabas atenta y olvidabas, Yo pedía perdón por ti y le rogaba que repitiese sus lecciones, y Él para contentarme, porque no sabe negar nada a su Mamá, te repetía sus bellas lecciones. Hija mía, Yo estoy siempre con Jesús, pero a veces me escondo en Él, y parece que Él hace todo, como si hiciera sin Mí, pero Yo estoy dentro, concurro junto con Él y estoy al día de lo que hace; otras veces se esconde Él en su Mamá y me hace hacer a Mí, pero siempre es concurrente conmigo; otras veces nos hacemos presentes los dos, y las almas ven a la Madre y al Hijo, quienes los aman tanto según las circunstancias y el bien que ellas requieren, y muchas veces es el amor que no podemos contener que nos hace dar en excesos hacia ellas; pero ten por seguro que si está mi Hijo, estoy Yo, y que si estoy Yo, está mi Hijo, es un trabajo que me fue dado por el Ente Supremo, del cual Yo no puedo ni quiero retirarme, mucho más que estas son las alegrías de mi maternidad, los frutos de mis dolores, la gloria del reino que poseo, la Voluntad y el cumplimiento de la Trinidad Sacrosanta”.


+ + + +

34-39
Junio 6, 1937

Interés que Dios tiene de que la criatura viva en su Voluntad. Dote que dará. Vigilancia de Jesús para suplir en lo que falta, y si es necesario hará milagros. Ejemplo de un rey.

(1) Me siento entre los brazos del Querer Divino, y pensaba entre mí: “Me parece difícil que se pueda vivir perfectamente en Él, la vida está llena de obstáculos, de penas y de circunstancias tales, que queda como absorbida por ellas y pierde su rápido curso, que como respiro y latido debería correr en aquel Fiat Divino, y el suyo que como respiro y latido debería correr siempre, sin jamás detenerse, en el nuestro, para darnos vida”. Y mi dulce Jesús compadeciendo mi ignorancia, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú debes saber que la primera cosa más interesante, es que nuestro Ente Supremo quiere que la criatura haga vida en nuestra Voluntad, siendo este el único fin por el cual le hemos dado la vida. Ahora, cuando Nosotros queremos, damos todos los medios, las ayudas, las cosas necesarias que se necesitan para hacer que pueda darnos lo que queremos de ella, y si es necesario un milagro continuado por parte nuestra, lo hacemos, con tal de obtener nuestro intento. Tú no sabes qué significa un acto querido por Nosotros y cumplido en la criatura, es tanto su valor, la gloria que nos da, que llega a hacerse nuestra corona, abraza al Eterno, y es tanto el contento que nos da, que ponemos nuestro Ser Divino a disposición de la criatura, para hacer que nuestro acto querido y cumplido tenga su vida en ella. Ahora, la primera dote que damos a quien quiere vivir en nuestra Voluntad Divina, el primer apoyo, la defensa segura, son las verdades, éstas abren el ingreso, le muestran el camino y celosas se ponen como fieles centinelas en torno a quien quiere vivir en mi Fiat, la luz de nuestras verdades que pertenecen a Él no se aparta jamás de la afortunada criatura, la inviste, la acaricia, la modela, la besa, y se da sorbo a sorbo a su inteligencia para hacerse comprender, y esto por cortejo de la Vida de mi Querer que reina en ella. Las verdades cuando se desprenden de nuestro seno, tienen su trabajo del bien que deben hacer, las almas que deben encerrar en la luz que poseen, y por eso son todo ojo sobre de ellas, las fijan tanto, que no les pueden huir, ni se cansan, aunque pasaran siglos están siempre en su puesto. Mira entonces qué gran dote daré a quien debe vivir en nuestro eterno Querer, todos los conocimientos que he manifestado sobre de Ella, los valores inmensos, sus prerrogativas, su amor, y el amor que me ha empujado a manifestarlas, será la gran dote, y dote divina que daré a quien quiera vivir en mi Fiat, en la cual encontrarán todas las ayudas sobreabundantes para volverse ricos y felices. Encontrarán en estas verdades la madre tierna, que tomándolas en su regazo como pequeñas niñas, les pone las fajas de luz, les pone en la boca el alimento, las hace dormir sobre su seno; para tenerlas seguras camina en sus pasos, obra en sus manos, habla en su voz, ama y late en sus corazones, y para tenerlas atentas y divertidas les hace de maestra, diciéndoles las escenas encantadoras de la patria celestial. En estas verdades encontrarán quién llora y sufre junto con ellas, quién sabe poner en comercio aun su respiro; las más pequeñas cosas, las mismas naderías las cambiará en conquistas divinas, y eternos valores”.
(3) Y yo: “Jesús mío, Tú tienes razón, pero la debilidad humana es tanta, que yo temo que haga sus escapadas de dentro de tu Voluntad”. Y Jesús retomando la palabra ha agregado:
(4) “Hija mía, tu temor me desagrada, tú debes saber que es tanto mi interés, el amor que me quema por querer que el alma viva en mi Voluntad, que tomo el empeño de todo, la suplo en todo, pero hago esto cuando ha habido una decisión firme y constante de querer

vivir en Ella, y por parte suya no falta, hace cuanto más puede. Hija mía, escucha un secreto mío, y hasta dónde me hace llegar mi amor, escucha qué hago cuando por estrecha necesidad de la vida humana, esta vida que es también mía, por penas que Yo mismo dispongo queda atontada y extraviada, y por lo tanto no sabe seguir los actos de la Vida que reina en ella, Yo, que quiero que esta Vida no quede despedazada, porque siendo Ella Vida, no virtud, en que se pueden hacer actos a intervalos y a circunstancias, sino que para la Vida hay toda la necesidad del acto continuo, Yo que estoy de guardia y celoso mantengo la vigilancia, en cuanto veo que ella interrumpe su curso, Yo hago lo que debería hacer ella, entonces mi obrar en mi Fiat la sacude y regresa en sí misma, y sigue su curso en mi Querer, y Yo sin ni siquiera decirle nada de su detenerse, anudo de donde dejó y donde siguió mi acto, de modo que la Vida de mi Fiat no queda despedazada en ella, porque Yo he suplido a todo, mucho más que en su voluntad, ella quería, pero la debilidad la ha interrumpido. Así que es tanto mi amor por querer que se viva en mi Voluntad, que a cualquier costo, aunque se requirieran milagros continuados, Yo los haré.
¿Pero has notado mi ternura y mi fuerte amor? Porque habiendo faltado a su curso Yo no le reprocho, no le digo nada, y si veo que advierte que ha faltado le doy ánimo, la compadezco para no despertarle desconfianza, y todo bondad le digo: ‘No temas, Yo te he suplido, y tú estarás más atenta, ¿no es verdad?’ Y ella al ver mi bondad me ama de más. Yo sé que debo dar de lo mío para hacer que la criatura viva en mi Voluntad, y por eso haré como un rey que ama mucho que su reino sea poblado; aquél hace oír a todo el mundo que quiere saber si hay alguien que quiera venir a su reino para mandarle el dinero para el viaje, que le hará encontrar una habitación a su disposición, vestidos y alimentos abundantes; el rey se compromete a darle tales riquezas, de volverlo rico y feliz; será tanta la bondad de este rey, que hará vida junto con el pueblo, que lo ama tanto porque con sus riquezas los ha rescatado de las miserias e infelicidad de la vida. Tal soy Yo, haré saber al mundo entero que quiero el pueblo de mi Querer Divino, y con tal que me den su nombre y me hagan conocer que quieren venir a mi reino, Yo les daré todos los bienes; en él la infelicidad no tendrá lugar, cada uno poseerá su reino, será rey de sí mismo, y harán vida junto con su Creador. Yo desahogaré tanto en el dar, que todos quedarán raptados.
(5) Hija mía, ¡oh! cómo suspiro este vivir de la criatura en mi Voluntad, tú ruega y suspíralo junto Conmigo, y te sea dulce el poner la vida por un reino tan santo”.

+ + + +

34-40
Junio 18, 1937

Qué se obtiene y qué significa el someterse a la Divina Voluntad. Intercambio de abandonos entre la Voluntad Divina y el alma; mérito que se adquiere. Desahogo de amor. Cómo en cada cosa creada está el depósito de amor para nosotros.

(1) Estaba siguiendo al Querer Divino en sus actos, y ¡oh! cuántas sorpresas, cuántas cosas consoladoras, se siente tal amor que se queda uno como ahogado en las llamas divinas, y mi dulce Jesús queriéndome hacer conocer más qué significa una sumisión, un acto de más en el Querer Divino, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, si supieras cómo mi amor siente una extrema necesidad de desahogarse, y de hacer conocer qué cosa vierte en la criatura cuando se somete a mi Voluntad y viene como hija nuestra a vivir en Ella. En cuanto se somete y la vemos en nuestros recintos divinos, que son interminables, nos sentimos raptar y vertemos en ella un nuevo mar de amor, pero tan grande, que se siente ahogada, y no pudiendo contenerlo todo, hace don a todos, a todas las cosas creadas, a los santos, a los ángeles, a su mismo Creador, y también a los corazones dispuestos de la pobre tierra, del mar de amor que ha recibido;

nos sentimos dar a todos para hacernos amar por todos. Qué comercio, cuántas industrias amorosas, nos sentimos repetir nuestras sorpresas de amor, intercambiar nuestros modos divinos. En cuanto la criatura se somete a nuestra Voluntad para hacerla reinar, nos forma el lugar en la suya para hacernos obrar como Dios en su pequeño campito, y son tales y tantos los prodigios que hacemos, nuestras industrias de amor, que los Cielos se abajan, se sacuden y miran estupefactos lo que hacemos en la criatura donde reina nuestro Fiat Divino. Tú debes saber que nuestra Creación no terminó en el hombre, porque fue interrumpida por la sustracción que hizo de nuestro Querer, no reinando en él no podíamos fiarnos de él, y por eso quedó como suspendida la continuación de nuestra obra creadora; por eso con ansia esperamos que vuelva a los brazos de nuestro Fiat, para que lo haga reinar, y entonces reemprenderemos la Creación, y ¡oh! cuántas cosas bellas haremos, daremos dones sorprendentes, nuestra sabiduría pondrá fuera todo su arte divino, y ¡oh!, cuántas bellas imágenes que nos semejan pondrá fuera de su luz divina, todas bellas, pero distintas la una de la otra en la santidad, en la potencia, en la belleza, en el amor, en los dones, nuestro amor no estará más obstaculizado, encontrando nuestro Querer podrá hacer y dar lo que quiera, así que desahogará tanto en el dar para rehacerse de su amor reprimido. Y como estaremos libres en el dar, los llamaremos los tiempos nuestros, haremos conocer quiénes somos, cuánto los amamos y cómo nos deben amar, les daremos nuestro amor a su disposición, a fin de que nos podamos amar con un solo amor. Así que quien llegue a vivir en nuestro Querer será nuestro triunfo, nuestra victoria, nuestro ejército divino, la continuación de nuestra Creación y su cumplimiento. ¿Crees tú que sea nada para Nosotros el querer dar y no poder dar? ¿El poder crear innumerables prodigios de gracias, de santidad, y porque no reina nuestra Voluntad en las almas estamos como rechazados e impedidos de poder crear nuestras obras más bellas? Este es nuestro máximo dolor, por eso con el no hacer jamás tu voluntad podrás aliviarnos este dolor, y con el hacer siempre la nuestra tendrás nuestra potencia, nuestro amor en tu poder, así podrás raptar a nuestro Fiat para hacerlo reinar en medio a las generaciones humanas”.
(3) Después continuaba pensando en la Divina Voluntad, y decía entre mí: “¿No basta darse una vez en poder del Fiat Divino? ¿Cuál puede ser el bien de darse siempre?” Y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4)“Hija mía bendita, tú no sabes los secretos de nuestro amor y nuestras estratagemas infinitas, que llegan hasta el exceso; se necesita amar en verdad para saber encontrar tantos inventos de amor para poderse dar y recibir de quien se ama. Tú debes saber que cada vez que la criatura se da a Nosotros, en poder de nuestro Querer, Nosotros nos damos a ella, como abandonándonos en el seno de la criatura, y si tú supieras qué significa este nuestro abandonarnos, la gracia, el bien que le dejamos, la renovación de nuestra Vida que le repetimos, tu corazón estallaría de alegría, de felicidad y de amor. Pero esto es nada, cada vez que se da a Nosotros, Nosotros le damos el mérito por habernos dado su vida, y si se da diez, veinte, cien, mil veces, y aún más, tantas veces le damos el mérito como si nos hubiese dado tantas vidas por cuantas veces se ha dado, y Nosotros tantas veces le damos nuestra Vida, la renovamos en la nuestra, le repetimos el bien, más bien lo acrecentamos por cuantas veces se ha dado a Nosotros. Es tanta nuestra complacencia, el gusto que sentimos cuando la criatura se da a Nosotros, que prodigamos tanto hacia ella, que tantas veces le damos el mérito de poseer tantas Vidas Divinas, y bilocando la suya le damos el mérito de tantas vidas por cuantas veces se ha dado. Este es nuestro comercio divino: ‘Queremos para darnos, nos damos para recibir la vida de la criatura en nuestro Ser Supremo’. Este intercambio de vidas mantiene la conversación, hacemos conocer quiénes somos, les hacemos sentir los latidos ardientes, el amor que nos consume, cómo la amamos y cómo queremos ser amados. Y además, si no sintiese la necesidad de darse continuamente a Nosotros, es señal que no nos ama, y su corazón no está en posesión de nuestro amor irresistible. Esta es la señal del verdadero amor: ‘Quererse dar siempre, casi a cada instante a quien ama’. Pero mientras se da, la fuerza del amor se impone, porque quiere recibir, y si no recibe se sentiría ahogado y estallaría en gritos de dolor, tanto, de ensordecer a Cielos y tierra. Por eso, para no llegar a tales

estrechuras de dolor, mi amor espera que la criatura se done a Mí, y Yo rápidamente me dono a ella, con toda la infinitud de nuestra Voluntad”.
(5) Después seguía mi giro en la Creación, y ¡oh! cuántas bellas sorpresas, cada cosa creada me decía cuánto me ama Dios, cada una de ellas poseía el espacio que contenía un deposito de amor, que debía decirme siempre: “Te ama, te ama tu Creador”. Yo he quedado sorprendida, y mi dulce Jesús regresando me ha dicho:
(6) “Hija mía, tú sabes que la Creación fue un desahogo de nuestro amor, y mientras sacamos la Creación a la luz del día teníamos a todos presentes, ninguna criatura nos huyó y poníamos para cada una de ellas, en cada cosa creada, un depósito de amor que debía amarla y decirle siempre: ‘Te ama, te ama tu Creador’. Así que si las cosas creadas corren para darles el bien que poseen, es nuestro amor que las hace correr. Si el cielo se extiende sobre la cabeza de todos, es nuestro depósito de amor que les da el derecho. Si el sol da su luz a todos, es la herencia del amor que cada uno tiene en el Sol de su Creador. Si la tierra está firme bajo sus pasos, es nuestro depósito de amor que hace tomar como en el seno de la madre tierra a la criatura, y asegurándole el paso le dice bajo sus plantas: ‘Te ama, te ama Aquél que te ha creado’. Si el agua te quita la sed, es nuestro grito de amor que corre en el agua y te quita la sed, te lava, da el humor a las plantas, y tantos otros bienes que hace. Si el fuego no te quema, es nuestro depósito de amor, que son las propiedades de las criaturas que gritan: ‘Calienta a mi hija, no le hagas ningún mal’. Y así de todas las otras cosas. Ahora quiero decirte una cosa consoladora, si la criatura entra en las cosas creadas, reconoce este nuestro depósito de amor en cada una de ellas y hace resonar su amor en el nuestro, prepara la mesa a su Creador. Mira, sólo en el sol cuánta diversidad de alimentos de amor puedes prepararnos, en aquella luz está la dulzura de nuestro amor, y tú, amándonos, al toque del nuestro endulzas el tuyo y nos das el alimento del amor que nos endulza; en aquella luz están los gustos de nuestro amor, y tú amándonos nos das las alegrías de los tantos gustos de nuestro amor; en aquella luz está nuestro amor fecundo, el amor que hiere, quema y consume, y tú amándonos adquirirás la fecundidad divina en tu amor, la virtud de herirnos, de quemarte y consumirte por Nosotros; está también la variedad de los colores que todo embellecen, y tú amándonos adquirirás la virtud del bello amor, en el cual quedarás como revestida de una belleza encantadora, y ¡oh! cómo nos sentiremos raptados. Hija, si te quisiera decir la multiplicidad y diversidad de amor que hemos puesto en cada cosa creada para cada una de las criaturas, y cómo ella tiene el deber de conocer este nuestro múltiple amor para encontrar el modelo de amarnos con tantos amores distintos, como la hemos amado, no terminaría jamás. Pero, ¡ay de Mí! Nuestro amor queda aislado, sin la compañía del amor de la criatura, y esto es un dolor para Nosotros, que nuestro amor no es reconocido en cada cosa creada, mientras que todas tienen el mandato de Nosotros de amarla con amor distinto: En el viento corren los soplos de nuestros besos, las ráfagas de nuestras caricias amorosas, los gemidos de nuestro amor sofocado; en la impetuosidad del viento nuestro amor imperante que quiere hacerse conocer para imperar sobre todos, y a veces llega como a hablar casi con gritos ensordecedores, para hacer que ninguna otra cosa pueda oír, sino sólo nuestro amor que la ama. ¡Oh! si la criatura reconociera nuestro amor que corre en el viento, nos restituiría nuestros besos y nuestras caricias con las suyas; si reconociera que la besamos y la acariciamos porque queremos ser besados y acariciados por ella, gemiría junto con nuestro amor para no hacernos sofocar, nos amaría con su y nuestro amor imperante, y gritando junto con nuestro amor ensordecería a todos al decirles: ‘Amemos, amemos a Aquél que tanto nos ama’. También en el aire que todos respiramos, ¿cuánto amor no corre? Pero no, no a intervalos como en las otras cosas creadas, sino a cada instante, en cada respiro, si duerme, si trabaja, si camina, si come, corre siempre nuestro amor, pero con un amor distinto y nuevo de todas las otras cosas creadas, en el aire corre nuestro amor que da vida, con una rapidez encantadora que ninguno le puede resistir, corre en el corazón, en la sangre, en los huesos, en los nervios, en todo, y se constituye acto vital del ser humano y calladamente le dice: ‘Te traigo el amor continuo de tu Creador, y porque es continuo te puedo dar vida’. ¡Oh! si nos reconocieran

en el aire que respiran, el acto de vida que hemos puesto en él, el ímpetu de nuestro amor que corre, corre siempre sin detenerse jamás, nos daría por correspondencia su vida para amarnos, para decirnos nuestra historia de amor y repetir nuestro estribillo: ‘Te amo, te amo siempre, en todo y en cada cosa, como Tú me has amado’. De la cosa creada más grande hasta la más pequeña, está un amor nuestro nuevo y distinto para las criaturas, y como no lo conocen no nos corresponden, es más, con suma ingratitud corresponden nuestro amor con ofensas. Y por esto esperamos que nuestra Voluntad sea conocida y domine en medio a las generaciones humanas, la cual será la reveladora de nuestro amor, y entonces nos reharemos y nos amaremos con un solo amor. Cómo estaremos contentos, y viéndonos amados agregaremos otros nuevos y distintos amores, así no estará más reprimido nuestro amor, sino que tendrá su desahogo de amor y de ser amado. Por eso ruega que venga nuestro reino, y tú reconoce nuestro amor, y si quieres amor ámanos, si no encontramos nuestro amor en la criatura no sabemos qué darle, ni qué hacer con ella, porque falta el apoyo dónde poner nuestras gracias, y el primer elemento que forma nuestra Vida en ella”.

+ + + +

34-41
Junio 28, 1937

Lo que Dios hace a la criatura cuando se decide a vivir en su Voluntad. En cuanto se decide a vivir en el Querer Divino, su nombre es escrito en el Cielo y queda confirmada en el bien, en el amor y santidad divina, y viene agregada a la milicia celestial. Ejemplo.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, me siento llevada en sus brazos, pero con tal amor y ternura, de sentirme confundida al verme tan amada, y circundada por todas partes por su materna bondad. Y mi dulce Jesús repitiéndome su breve visita, con un amor tal que sentía que me estallaba el corazón, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía de mi Querer, si tú supieras cuál es nuestro contento al ver entrar en el alma nuestra Voluntad, se puede decir que ella corre hacia Nosotros, y Nosotros hacia ella, y en cuanto nos encontramos, nuestra Voluntad la inviste de luz, nuestro amor la besa, nuestra potencia la toma en brazos, nuestra sabiduría la dirige, nuestra santidad la inviste y se pone como sello, nuestra belleza la embellece, en suma, todo nuestro Ser Divino se pone en actitud en torno a ella para darle de lo nuestro, ¿pero sabes por qué? Porque entrando en nuestro Querer, no para vivir del suyo sino del nuestro, Nosotros recibimos lo que salió de Nosotros, nos sentimos restituir la finalidad por la cual la creamos y por eso hacemos fiesta. No hay acto más bello, escena más encantadora, que el entrar la criatura en nuestra Voluntad, y cada vez que entra, tantas veces la renovamos en nuestro Ser Divino, dándole nuevos carismas de amor, por eso quien vive en nuestro Querer nos tiene en fiesta, ella siente la necesidad de vivir en él para ser acariciada por su Creador, y Nosotros sentimos la necesidad de ser acariciados por ella, y darle nuevos carismas de gracias y santidad”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo me sentía abismada en el Eterno Querer y maravillada al oír cuánto somos amados por Dios si vivimos en su Querer; miles de pensamientos se acumulaban en mi mente, y mi amado Jesús, retomando su hablar me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te maravilles por lo que te he dicho, es más, te diré cosas más sorprendentes aún, pero cuánto quisiera que todos las escucharan para hacer que todos decidieran vivir en mi Querer. Escucha cómo es consolador y bello lo que mi amor me empuja a decirte, es tanto mi amor, que siento la necesidad de decirte hasta dónde llegamos para quien vive en nuestro Querer. Tú debes saber que en cuanto el alma se decide repetidamente y firmemente de no vivir más de su voluntad, sino de la nuestra, su

nombre es escrito en el Cielo con caracteres de luz imborrables, y viene alistada en la milicia celestial como heredera e hija del reino de la Divina Voluntad. Pero esto no basta a nuestro amor, la confirmamos en el bien, de modo que sentirá tal horror por cada mínima culpa, que no será capaz de volver a caer en ellas, y no sólo eso, sino que quedará confirmada en los bienes, en el amor, en la santidad, etc., de su Creador; será investida por la prerrogativa de comprensor, no más será mirada como exiliada, y si estará sobre la tierra, será como oficial de la milicia celestial, no como exiliada, tendrá todos los bienes a su disposición, podrá decir: ‘Siendo toda mía su Voluntad, lo que es de Dios es mío’. Más bien se sentirá poseedora de su Creador, y como no obra más con su voluntad, sino con la mía, se han roto todas las barreras que le impedían sentir a su Creador, las distancias han desaparecido, las desemejanzas entre ella y Dios no existen más, se sentirá de tal manera amada por Aquél que la ha creado, de sentirse estallar el corazón de amor para amar a Aquél que la ama; y sentirse amada por Dios es la alegría, el honor, la gloria más grande para la criatura. Hija mía, no te maravilles, son nuestras miras, la finalidad para la cual fue creada la criatura, de encontrar en ella nuestra Vida, nuestra Voluntad reinante, nuestro amor, para ser amados y para amarla, si esto no fuera, toda la Creación sería una obra indigna de Nosotros”.
(5) Yo sentía que me estallaba el corazón de alegría al oír esto que mi amado Jesús me ha dicho, y decía entre mí: “¿Será posible todo este gran bien?” Y el dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija, ¿no soy Yo dueño de hacer y de dar lo que quiero? Basta con que lo quiera y todo está hecho, y además, también en el bajo mundo suceden cosas que en algún modo semejan esto: Si un hombre da su nombre inscribiéndose en el ejército del gobierno, éste para estar seguro de aquél lo hace jurar fidelidad al gobierno, este juramento lo hace quedar atado al ejército, se viste con los uniformes de la milicia, de modo que viene reconocido por todos que pertenece al ejército, y cuando ha mostrado habilidad y fidelidad recibe la paga de por vida, con esta paga que ninguno le puede quitar, no le puede faltar nada, puede tener siervos que lo sirvan, puede vivir con todas las comodidades de la vida, aun cuando con el tiempo se retire. ¿Y qué cosa ha dado al gobierno? Sólo la parte externa de su vida, la que le ha dado el derecho de recibir la paga durante la vida. En cambio, quien con decisión firme me ha dado su voluntad, me ha dado la parte más noble, más preciosa, cual es su voluntad, en ella me ha dado todo el interior y el exterior, también el respiro, y con esto ha merecido ser inscrita en el ejército divino, de modo que todos la conocerán que pertenece a nuestra milicia. ¿Cómo podré hacerle faltar algo, cómo no amarla? Si esto pudiera ser, para tu Jesús habría sido el dolor más grande, me habría quitado la paz que en naturaleza poseo, el no amar a aquélla que todo me ha dado y que con amor indecible la poseo, la tengo en mi corazón y la hago hacer mi misma Vida”.

+ + + +

34-42
Julio 4, 1937

Dios quiere formar tantas Vidas Divinas suyas en cada una de las criaturas.
Quien vive en el Querer Divino se hace portadora de todos y de todo a su Creador.

(1) Me encontraba toda investida por el Querer Divino, dondequiera y por todas partes lo encontraba en acto de querer darme su Vida, y ¡oh! cómo me sentía feliz al sentir su imperio que a cualquier costo, con sus estratagemas amorosas quería encerrar en mí su Vida perenne. Yo he quedado sorprendida, y mi siempre amable Jesús, visitando mi pobre y pequeña alma, con su acostumbrada bondad y dulzura me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, si tú supieras cómo gozo y cómo se desahoga mi amor al manifestarte nuestros arcanos celestiales, en qué estado de amor se encuentra nuestro

Ente Supremo, nuestra Voluntad adorable, para darme gusto me apresurarías a hacerme decir en qué modo nos encontramos en medio a las criaturas, y el gran bien que les podemos hacer. Ahora, tú lo sabes, que nuestra inmensidad envuelve todo, nuestra potencia y fuerza es tanta, que llevamos como en brazos a todo y a todos como si fueran una pequeña pluma; todo esto es naturaleza en nuestro Ser tres veces Santo, tanto, que si nos quisiéramos empequeñecer no lo podemos, nuestra inmensidad y potencia corre en cada fibra del corazón, en todos los respiros, en la rapidez de la sangre que corre en las venas, en la velocidad del pensamiento, somos actores y espectadores y estamos al día de todo. Pero esto es nada, no son otra cosa que las cualidades de nuestro Ente Supremo, lo que es más de maravillar es que queremos formar tantas Vidas nuestras en cada criatura; esto es obrar como Dios, tener virtud de poder formar tantas Vidas Divinas por cuantas criaturas ha puesto fuera a la luz del día; del resto, la criatura es nuestra, creada por Nosotros, vivimos juntos, y porque la amamos nuestro amor nos lleva con una fuerza irresistible y potencia toda nuestra a formarnos como vida en ella, y nuestro arte creador, que no se contenta con crear a las criaturas, en el ímpetu de su amor quiere crearse a Sí mismo en la persona creada. Mira entonces en qué condiciones nos encontramos en medio de la familia humana, en acto de formar siempre Vidas nuestras en ellas, pero nuestro arte creador queda rechazado, sofocado, sin poder continuar nuestra Creación Divina; mientras vivimos junto con ellas, viven a expensas de nosotros, viven porque viven de Nosotros, sin embargo tenemos el gran dolor de no poder formar nuestra Vida en ellas, mientras que esto sería nuestro máximo contento, la más grande gloria que nos darían si nos dieran la libertad de hacernos vida de cada criatura. Pero ¿sabes donde somos libres de formar esta Vida nuestra? En quien vive en nuestra Voluntad, nuestro Fiat Divino nos prepara las materias primas para formar nuestra Vida, pone en actitud a su potencia, a su santidad, a su amor, y nos llama en el fondo del alma, y Nosotros encontrando las materias adaptables y posibles, formamos con amor indecible nuestra Vida Divina, no sólo la formamos sino que la hacemos crecer, y con sumo gusto y deleite desarrollamos nuestro arte creador en torno a esta celestial criatura, y comenzamos la cadena de los prodigios. Ahora, ella poseyendo a su Creador, a nuestra Voluntad obrante en ella, se vuelve la portadora de todos y de todo: Si piensa nos trae los pensamientos de todos, y se hace suplidora y reparadora de todas las inteligencias humanas; si habla, si obra, si camina, lleva las palabras, las obras, los pasos de todos, la misma Creación le hace decoroso cortejo, y se hace portadora del cielo, de las estrellas, del sol, del viento, de todo, no deja nada atrás, nos trae el homenaje, la gloria de todas nuestras cosas creadas, hasta el homenaje del dulce canto del pequeño pajarito; poseyendo la Vida de Aquél que la ha creado, todas le hacen corona, más bien todas quieren ser llevadas por aquélla que posee el acto hablante, a fin de que por cada una le diga la historia hablante de amor, por la que han sido creadas por su Creador. Así que quien posee nuestro Querer, adquiere nuestro celo de amor, que todo queremos para Nosotros, y esto con suma justicia, porque no hay cosa que Nosotros no hayamos dado, por lo tanto con justicia todo queremos. Así, ella, llevada por nuestra misma locura de amor quiere todo para darnos todo, y celosa quiere traernos todo para decirnos por todos y por cada cosa creada su palabrita de amor. Por eso quien vive en nuestro Querer no está jamás sola, primero está con su Creador, con el cual está siempre en competencia de amor para ver cómo se pueden amar más, y estando todas las cosas a su alrededor, se hace portadora de todo a Aquél que ama, que siendo amor infinito, quiere ver en la criatura todas las cosas convertidas en amor por amor suyo”.

+ + + +

34-43
Julio 12, 1937

Cómo las reflexiones humanas quitan el puesto a las divinas, y son piedras que enturbian la fuente del alma. Cómo la Divina Voluntad convierte en naturaleza su amor, y lo que hace en el punto de la muerte lo anticipa a quien vive en Ella.

(1) Estoy entre los brazos del Querer Divino, el cual más que vigilante centinela, no sólo quiere hacerse vida de cada uno de mis actos, sino que penetrando en cada rincón de mi corazón y de mi mente, me reprende si todo lo que entra en mí no es parto del Fiat. Y mi siempre amable Jesús, visitando mi pequeña alma, y poniéndose en actitud de maestro que en todo quiere enseñar a su hija, me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Voluntad, tú debes saber que las reflexiones propias, las impresiones, las opresiones, las melancolías, las dudas, los pequeños temores, impiden las reflexiones divinas, las impresiones santas, el rápido vuelo hacia el Cielo, las alegrías del verdadero bien, la paz celestial; ellas son como tantas piedras arrojadas dentro de un lago mientras la persona se está mirando reflejada en aquellas aguas limpias como dentro de un espejo, y ve toda entera su persona, bella y ordenada como es; ahora, ¿qué sucede? Mientras se está mirando en aquellas aguas tersísimas, viene arrojada en aquel lago una pequeña piedra, el agua se encrespa, se enturbia y forma tantas ondas y ondas que se enturbia toda el agua, y de la pobre persona que se estaba mirando, ¿qué ha sucedido? Conforme se formaban las ondas en el agua, así se llevaban, quién un pie, quién un brazo, quién una mano, quién la cabeza, de modo que se veía toda destrozada por las ondulaciones de aquellas aguas; ¿quién ha sido la que ha hecho perder la limpieza de aquellas aguas de modo que no se ve más entera su imagen, sino en modo de dar piedad?
¿Quién ha sido? Una pequeña piedra. Tal es el alma creada por Dios, más que fuente tersísima, en la cual Dios debía mirarse en ella, y ella en Dios; ahora; las reflexiones, las opresiones, las dudas, temores, etc., son como tantas piedras arrojadas en el fondo de su alma, y Dios mirándose en ella, no lo siente todo entero, sino como dividido en tantas partes, por lo tanto dividida la fuerza, la alegría divina, la santidad, la unidad de la paz, esto le impedirá conocer quién es Dios, cuánto la ama y qué quiere de ella; y queriéndose mirar ella en Dios, estas piedras le impedirán el paso haciéndola tropezar en el camino, impidiéndole el vuelo para mirarse en Aquél que la ha creado, mientras que parecen cosa de nada. No obstante en esto viene formado el conocimiento de Dios en la criatura, la unión, la santidad, el mirarse Dios en la criatura, y ella en Dios. Si el alma no es turbada por estas piedras que se pueden llamar bagatelas del alma, que faltando la solidez y sustancia del verdadero amor, están siempre enturbiadas y Dios no se puede espejear en ellas para formar su bella imagen, por eso sé atenta y busca siempre mi Voluntad”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo he quedado pensando en el gran mal que hacen las reflexiones propias, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, sólo en mi Voluntad el alma puede llegar al ápice de la santidad más alta, y encerrar en sí, por cuanto a criatura es posible, un acto completo, de llenarse tanto, de no dejar ningún vacío en ella, tanto de convertirse en naturaleza propia el bien que hace; si ama en mi Fiat, la ola del amor le llueve por todas partes, le inviste las más íntimas fibras, y mientras le llueve encima arrollándola toda en el amor, se constituye reina y convierte en naturaleza su amor en la criatura, pero tanto, que se sentirá el respiro, el latido, el movimiento, el paso, todo su ser, que no sabe hacer otra cosa que amar; esta ola de amor se eleva hasta el Cielo, sin cesar de lloverle encima y toma por asalto a su Creador, y lo ama siempre, porque cuando el bien se convierte en naturaleza, se siente la necesidad de repetir el bien recibido como acto que constituye su vida. Si adora, se sentirá cambiada la naturaleza en adoración, así que en todo se sentirá sacar adoraciones profundas a su Creador. Si repara, sentirá el movimiento de ir buscando todas las ofensas para poner en ellas su reparación. En suma, mi Voluntad con su fuerza creadora no deja ningún vacío y

convierte en naturaleza todo lo que la criatura hace en Ella; mira qué diferencia entre quien vive en mi Voluntad y la posee como Vida obrante, y entre quien la reconoce como virtud, y tal vez en las ocasiones más dolorosas de la vida, y en todo el resto como si no existiera para ellos.
(5) Ahora quiero decirte otra sorpresa consoladora: Es tanta nuestra complacencia cuando la criatura se decide con firmeza irremovible a vivir en nuestro Querer, que lo que debemos hacer en el punto de la muerte, de confirmarla en el bien en el cual se encuentra, porque tú debes saber que todo lo que ella ha hecho en vida, oraciones, virtudes, penas sufridas, obras buenas, sirven para formar nuestra pequeña Vida Divina en su alma, ningún bienaventurado entra en el Cielo si no posee esta Vida Divina, según el bien que hayan hecho, y si más me han amado y cumplido mi Voluntad, así la tendrán, quién más pequeña, quién más grande, porque la verdadera felicidad, las verdaderas alegrías se deben poseer dentro, así que cada uno tendrá dentro y fuera de ellos a su Dios, que le dará siempre nuevas alegrías, tanto, que si las almas, muriendo no están llenas hasta el borde de amor y de Voluntad mía, las confirmo, sí, pero no entran al Cielo, las mando al purgatorio a llenar estos vacíos de amor y de Voluntad mía por caminos de penas, de ansias y de suspiros, y cuando del todo se han llenado, de modo que se ve en ellas que están ya todas transformadas en mi amor y en mi Voluntad, entonces toman el vuelo hacia el Cielo. Ahora, para quien no quiere hacer más su voluntad, sino sólo la mía, no queremos esperar aquel punto, nuestro amor nos lleva con una fuerza irresistible a anticipar la confirmación en el bien, y convertir en naturaleza nuestro amor y nuestra Voluntad, así que sentirá que mi amor, mi Querer son suyos, sentirá más mi Vida que la suya, pero ¡oh! con qué diferencia de aquellos que son confirmados en el punto de la muerte, ellos no crecerán más en el bien, sus méritos han terminado; en cambio en éstos mi Vida crecerá siempre, los méritos no terminan, es más, tendrán los méritos divinos, conforme continúen a amarme y a vivir de mi Voluntad, así me conocerán de más, y Yo los amo de más y aumento su gloria, puedo decir que corro en cada acto suyo para darles mi beso, mi amor, para reconocerlos que son míos y darles el valor, el mérito como si los hubiese hecho Yo. ¡Ah! tú no puedes comprender qué cosa sentimos por quien vive en nuestro Querer, cómo lo amamos, queremos volverlo contento en todo, porque en él encontramos realizado el fin de la creación, concentrada toda la gloria que todas las cosas nos deberían dar; y además, nuestra Voluntad cumplida es todo para Nosotros”.

+ + + +

34-44
Julio 25, 1937

Cómo un acto en el Querer Divino puede ser un viento impetuoso, un aire, una atmósfera celestial. Tres círculos. Dios, si ama obra, si habla dona.

(1) El mar del Querer murmura siempre, y muchas veces forma sus olas impetuosas para asaltar a las criaturas, para envolverlas en sus olas amorosas, para darles su Vida, pero con tal insistencia y astucias amorosas, como si tuviese necesidad de nosotros, pobres criaturas, y uno queda raptado. ¡Oh! cómo es verdad que sólo Dios sabe amarnos. Ahora, mientras mi mente se perdía en este mar, mi dulce Jesús sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Querer, ¿has visto cómo era dulce el murmullo del mar de mi Voluntad? También las almas que viven en Ella no hacen otra cosa que murmurar junto en este mar, ellas, eco perfecto de mi Fiat, no cesan jamás de murmurar amor, gloria, adoración, pero en modo simple: Si respiran murmuran amor, si laten, si circula la sangre en las venas, si piensan, si se mueven, en todo murmuran amor, amor, gloria a nuestro Creador, y si llaman a mi Voluntad en sus actos forman las olas impetuosas para envolver

a Dios y a las criaturas, a fin de que todos, Cielo y tierra hagan una sola voluntad. Un acto en mi Voluntad puede ser un viento impetuoso que transporte, extirpe con su fuerza las pasiones, las debilidades, las malas costumbres, el aire putrefacto del pecado, y sustituirlos por las virtudes, la fuerza divina, las santas costumbres, el aire santificante de mi Voluntad. Un acto en mi Querer puede ser un aire universal, que penetrando dondequiera y en todos, de noche y de día puede hacerse respirar para infundir su Vida, su santidad, y quitando el aire malsano del querer humano, lo sustituye por el aire saludable de mi Fiat, de modo de quedar endulzadas, embalsamadas, vivificadas, sanadas por este aire divino. Un acto en mi Fiat puede ser una atmósfera celestial, que encerrando en sí todas nuestras obras, la misma Creación, y con la fuerza de nuestras obras asaltar a nuestra Divinidad e imponerse sobre de Nosotros, haciéndonos dar gracias y dones para volver capaces a las criaturas de poder recibir el reino de nuestro Querer. Un acto en nuestra Voluntad puede contener tales maravillas, que la criatura es incapaz de poder comprender todo su valor”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo he quedado como sumergida en este mar, y no sé cómo, me he sentido transportar a la patria celestial, en medio a tres círculos de luz, a la cabeza de ellos estaba la Reina del Cielo en un punto, y Nuestro Señor del otro, con una belleza encantadora y amor indecible, en medio a éstos estaba una multitud de almas, todas transformadas en la luz en la cual vivían y crecían, pero custodiadas, dirigidas y alimentadas por Jesús y por la Madre Celestial; cuántas bellas sorpresas se veían, estas almas poseían la semejanza y la Vida de su Creador, y mi dulce Jesús y su Madre me han dicho:
(4) “Estos círculos de luz que tú ves son símbolo de la Trinidad Sacrosanta, y las almas son las que formarán el reino de la Divina Voluntad, este reino será formado en el seno de la Divinidad, los regidores de este reino serán la Madre y el Hijo, que lo custodiaremos con celo. Mira entonces la certeza de este reino, ya está formado, porque en Dios las cosas están como ya hechas, por eso ruega que lo que está en el Cielo se realice sobre la tierra”.
(5) Después de esto me he encontrado en mí misma, con el sumo dolor de encontrarme de nuevo en mi pobre prisión de mi cuerpo. Después mi sumo Bien Jesús, todo bondad me ha dicho:
(6) “Hija mía, nuestro Ser Divino es todo amor, y es tanto este amor que sentimos la necesidad de sacar fuera de Nosotros este amor, no ponemos atención en si la criatura lo merece o no; si hubiéramos querido poner atención al mérito, la Creación toda estaría aún en nuestro seno. Nosotros cuando amamos obramos, en efecto, amamos y creamos la Creación, y como don de nuestra generosidad y del exceso de nuestro amor obrante, hicimos don al hombre; a Nosotros no nos agrada dar nuestros dones como pago, o como mérito, ¿y dónde podría encontrar monedas suficientes para pagarnos nuestros dones, o tantos actos para merecerlos? Sería obstaculizar nuestro amor, reprimirlo en Nosotros y no dar nada a la criatura, y ni siquiera amarla, porque si amamos debemos obrar y dar. Nuestro Ente Supremo se encuentra frecuentemente en tales delirios de amor, que sentimos la necesidad de sacar de nuestro seno divino dones y gracias para darlos a las criaturas, pero para formar estos dones debemos amar y manifestarlos para hacerlos conocer. Por lo tanto si amamos obramos, si hablamos, nuestra palabra creadora entrega el don, lo confirma y dota a la criatura de nuestros dones. Nuestra palabra es la portadora y nos pone en las condiciones de desahogar nuestro amor reprimido. Pero ¿quieres saber por qué no damos nuestros dones como pago o como mérito? Porque los damos a nuestros hijos, y cuando los dones se dan a los hijos no se pone atención en si lo merecen, se dan porque se ama, a lo más se hacen comprender, he aquí la necesidad de la palabra, a fin de que los aprecien, los custodien y amen a Aquél que se los ha dado y que tanto los ama. En cambio se dan como pago o mérito a los siervos, a los extraños, y ¡oh! con cuánta medida. Por eso en el exceso de nuestro amor, sin que ninguno nos rogase o lo merecieran, hicimos la Creación, para hacer de ella don al hombre; en otro exceso creamos a la Virgen, para darla en don; en otro exceso, Yo, Verbo Eterno, descendí del Cielo para donarme y hacerme dulce presa del hombre; en otro exceso más grande de amor, le daré el gran don del reino de mi Querer. La Virgen Celestial, heredera de este

reino, llamará a las criaturas como hijos suyos para que reciban en don su gran heredad. Ahora hija mía, si el alma hace reinar mi Divina Voluntad, su amor no será más estéril, sino fecundo, no se reducirá a sólo palabras, o bien en obras, sentirá en sí la fuerza creadora de nuestro amor, y se pondrá en nuestras mismas condiciones, que si amamos obramos, si obramos damos, ¿pero qué cosa damos? El gran don de nuestro Ser Divino, nuestro amor es tanto, que si damos queremos dar todo, aun a Nosotros mismos en poder de la criatura, nuestro amor no quedaría contento si no dice: ‘He dado todo, no tenía más que darle’. Mucho más que poseyendo nuestra Voluntad estamos al seguro, estamos en nuestra casa, con todo el decoro, los honores, la decencia que nos conviene. Así la criatura, poseyendo nuestra misma fuerza creadora, si nos ama, nos dará en su amor, en correspondencia de nuestro don, el don de su vida, así que es vida que nos daremos mutuamente, y cada vez que nos ame, nuestra fuerza creadora multiplicará su vida para dárnosla en don, su amor no quedará aislado, sino con la plenitud de su vida que se da en poder de su Creador, y he aquí igualadas las partes entre el Creador y la criatura, Vida recibe en don, y vida dona, y si la criatura tiene sus limites, mi Voluntad la suple, mucho más que en el darnos por don su vida, nos da todo, nada se queda para sí, por eso nuestro amor queda satisfecho y correspondido. Así que si quieres darnos todo y recibir todo de Nosotros, haz que reine en ti nuestra Voluntad, y todo te será concedido”.

+ + + +

34-45
Agosto 2, 1937

La Creación posee la perfecta felicidad, de poder dar la felicidad terrenal a las criaturas. Cómo el pecado detuvo la felicidad. El gran mal de quien se aparta del principio. Ejemplo.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos de la Divina Voluntad en Ella, y ¡oh! cuántas sorpresas, cada una contenía tal felicidad, de poder volver felices a todo y a todos, y mi siempre amable Jesús, viéndome sorprendida, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestro Ente Supremo posee la fuente de la felicidad, por eso de Nosotros no podían salir cosas o seres que no fuesen felices. Así que toda la Creación posee tal plenitud de felicidad, de poder dar a toda la tierra la perfecta felicidad terrestre. Por lo tanto Adán gozaba la plenitud de la felicidad, todas las cosas creadas le llovían encima alegrías y felicidad, y además, en su interior, poseyendo mi Querer, contenía mares de contentos, de bienaventuranzas y alegrías sin fin, para él todo era felicidad dentro y fuera. En cuanto pecó sustrayéndose de mi Voluntad, la alegría partió de él, y todas las cosas creadas se retiraron en su seno las alegrías que poseían, dando al hombre sólo los medios necesarios, no como a dueño y señor, sino como a siervo ingrato. Mira entonces, de Nosotros no salió la infelicidad, ni podíamos darla porque no la teníamos, dar lo que no se tiene es imposible, así que fue el pecado el que arrojó en el hombre la semilla de la infelicidad, del dolor y de todos los males que lo asedian dentro y fuera. En cuanto vino sobre la tierra la Celestial Señora, y después mi Santísima Humanidad, la Creación toda se puso en actitud de fiesta, nos sonreían de alegría y retomaron el curso de llovernos encima alegrías y felicidades, y en cuanto salíamos al exterior, corrían, se inclinaban y hacían salir sobre Nosotros alegrías y felicidad: el sol nos daba las alegrías de su luz, alegraba nuestra vista con la variedad de sus colores, nos daba la alegría de los besos de amor que poseía, y reverente se extendía bajo nuestros pasos para adorarnos; el viento nos llovía las alegrías de la frescura, y con sus soplos nos alejaba el aire pútrido de tantas culpas; los pájaros nos corrían en torno para darnos las alegrías de sus cantos y trinos, cuántas bellas músicas nos hacían, tanto, que Yo estaba obligado a ordenarles que se alejaran de Mí, que tomaran el vuelo en el aire

para alabar a su Creador; la tierra florecía bajo mis pasos para darme las alegrías de tantas floraciones, y Yo le ordenaba que no me hicieran tales demostraciones, y me obedecía; el aire me llevaba las alegrías de nuestro aliento omnipotente cuando dando el aliento al hombre le dábamos la vida, colmándolo de alegrías y felicidad divinas, y conforme Yo respiraba así me sentía venir nuestras alegrías y felicidad que sentimos en la Creación del hombre. Así que no había cosa creada que no diera las alegrías que poseían, no sólo para felicitarme, sino para darme los homenajes, los honores como a su Creador, y Yo los ofrecía a mi Padre Celestial para darle la gloria, el honor, el homenaje, el amor, por tantas magnificencias y obras maravillosas que hicimos en la Creación por amor del hombre. Ahora hija mía, estas alegrías en las cosas creadas existen aún; la Creación, como fue hecha por Nosotros, con tanto alarde y suntuosidad y con la plenitud de la felicidad, nada ha perdido, porque esperamos a nuestros hijos, los hijos de nuestra Voluntad, que con derecho gozarán las alegrías, la felicidad terrestre que posee toda la Creación, y puedo decir que por amor de éstos existe aún, y las criaturas disfrutan, si no la plenitud de la felicidad, pero al menos las cosas necesarias para poder vivir. Este existir aún la Creación después de tantas ingratitudes humanas, culpas que hacen horrorizar, da la certeza del reino de mi Voluntad sobre la tierra, porque la criatura, poseyéndola, se volverá capaz de recibir las alegrías de la Creación, de darnos la gloria, el amor, la correspondencia de cuanto hemos hecho por ella, y de hacer todo el bien posible e imaginable que puede hacer la criatura. Por eso el todo está en poseer nuestro Querer, porque así tuvo el principio la Creación toda, incluido el hombre, todo era Voluntad nuestra, todos vivían encerrados en Ella, y en Ella encontraban lo que querían, alegrías, paz, orden perfecto, todo estaba a su disposición. Quitado el principio todas las cosas cambiaron aspecto, la felicidad se cambió en dolor, la fuerza en debilidad, el orden en desorden, la paz en guerra. Pobre hombre sin mi Voluntad, es el verdadero ciego, el pobre paralizado, que si algún bien hace, todo es fatiga y amarguras.
(3) Todas las cosas, si se guían por el principio del cual han tenido la existencia, encuentran la vía, el paso firme y el resultado feliz de las obras o bien que han emprendido; si pierden el principio, se trastornan, vacilan, pierden la vía y terminan con no saber hacer nada, y si parece que hacen alguna cosa, dan piedad. También en las cosas humanas sucede así, si el maestro quisiera enseñar al niño las consonantes y no las vocales, como las vocales se usan en toda palabra, en cada letra, desde la ciencia más baja hasta la más alta, pobre niño, no aprendería jamás a leer y si lo quisiera podría enloquecer. Todo este mal, ¿quién lo ha producido? El alejamiento del principio de la ciencia, el cual son las vocales. ¡Ah! hija mía, hasta en tanto que el hombre no regrese en su principio, no reentre en mi Divina Voluntad, mi obra creadora será una obra rota, fuera de su puesto, pobre hombre sin las primeras vocales de mi Divina Voluntad, por cuanto les pueda dar luz, les pudiese hablar, no me entenderá, porque le falta el principio, le faltan las primeras vocales para poder leer mis lecciones sobre mi Fiat, por lo tanto sin base, sin fundamento, sin maestro, sin defensa, es tanta su tontería que no conoce su pobre estado, y por lo tanto no implora el reentrar en mi Querer para aprender las primeras vocales con las cuales fue creado por Dios, para poder seguir aprendiendo la verdadera ciencia celestial, y así formarse toda su fortuna, tanto en la tierra como en el Cielo. Por eso Yo le susurro siempre al oído del corazón: ‘Hijo mío, reentra en mi Voluntad, ven a tu principio si quieres parecerte a Mí, si quieres que te reconozca por hijo mío’. ¡Oh! cómo es doloroso tener hijos que no me asemejen, sin su nobleza, pobres, degradados, infelices, y ¿por qué todo esto? Porque rechazaron la gran herencia del Padre Celestial, y me obligan a llorar sobre su suerte. Hija, ruega que todos reconozcan a mi Voluntad, y tú reconócela y apréciala, ámala más que a tu misma vida y no la dejes huir ni siquiera un instante”.

Deo Gratias.

Todo para la gloria de Dios y para cumplimiento de su Voluntad.

Luisa Piccarreta Volumen 35 1

1
I. M. I.


In Voluntate Dei.
Fiat!!!


35-1

(1) Dulce vida mía, mi sumo bien Jesús, ven en mi ayuda, mi pequeñez y miseria es tanta, que siento la extrema necesidad de sentirte en mí como vida palpitante, obrante y amando, de otra manera me siento incapaz de decirte aun un pequeño te amo. Por eso te pido, te suplico que no me dejes nunca sola, y que la tarea de escribir sobre la Divina Voluntad sea todo tuyo, yo no haré otra cosa que hacerme llevar la mano por Ti y poner atención en escuchar tus santas palabras, todo lo demás lo harás Tú, así que piensa en esto, ¡oh! Jesús. Y además llamo a mi Mamá Celestial en mi ayuda, para que mientras escribo me tenga en su regazo, me dé el aliento en su corazón materno para hacerme sentir las dulces armonías que posee del Fiat Divino, a fin de que pueda escribir lo que Jesús quiere que escriba de su adorable Voluntad.

+ + + +

35-2
Agosto 9, 1937

Prodigios de amor en el Querer Divino. Cómo duplica su amor para hacerse amar con su mismo amor. Cómo la Reina del Cielo formará la nueva jerarquía en su heredad.

(1) Mi vuelo continúa en el Querer Divino, y Él me espera con tanto amor que me toma entre sus brazos de luz y me dice:
(2) “Hija mía, te amo, te amo, y tú dime que me amas para poder apoyar mi gran te amo sobre tu pequeño te amo, y Yo, lanzándolo en la inmensidad de mi Fiat te hago amar por todos y por todo, y tú me amas por todos y por todo. Soy la inmensidad y me agrada dar y recibir de las criaturas mi amor inmenso, porque doy y recibo las armonías, las múltiples notas, las dulzuras, los sonidos encantadores y raptores que hay en mi amor. Cuando mi Voluntad ama, el cielo, el sol, la Creación toda, los ángeles, los santos, todos aman junto Conmigo, y se ponen atentos para esperar el te amo de aquél a quien ha sido dirigido su te amo, y por eso sobre las alas de mi Querer envío a todos tu te amo, como para pagarles el que todos te hayan amado junto Conmigo. Si se ama es porque se quiere ser amado, no ser correspondido en el amor es la pena más dura que hace dar en delirio, es el clavo más traspasante, que sólo puede ser quitado por la medicina, el bálsamo del amor correspondido”.
(3) Después pensaba entre mí: “Dios mío, ¿quién podrá corresponderte y pagarte por tanto amor tuyo? ¡Ah! tal vez sólo la Reina del Cielo puede vanagloriarse de haber correspondido a su Creador en amor, ¿y yo? ¿Y yo?” Y me sentía oprimida, y mi siempre amable Jesús haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(4) “Hija de mi Voluntad, no temas, para quien vive en Ella hay sumo acuerdo en el amor, porque mi Voluntad poseyendo su Vida en la criatura, duplica su amor, y cuando quiere amar ama en Sí misma y ama dentro del alma, porque en ella posee su Vida; en mi Querer el amor está en sumo acuerdo, las alegrías, la felicidad del puro amor están en pleno vigor. Nuestra paterna Bondad es tanta para quien vive en nuestro Querer, que numeramos los respiros, los latidos, los pensamientos, las palabras, los movimientos, para corresponderlos con los nuestros y llenarlos todos de amor, y en nuestro énfasis de amor

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

le decimos: ‘Nos ama y la debemos amar’. Y mientras la amamos hacemos desahogo de tales dones y gracias, de dejar estupefactos a Cielo y tierra. Esto hicimos con nuestra Reina, desahogamos tanto, ¿pero sabes tú qué significa este nuestro desahogar? Nos miramos a Nosotros mismos y queremos dar lo que somos y lo que poseemos, la desemejanza nos pondría en pena, y la criatura viéndose desemejante de Nosotros no estaría con Nosotros con la confianza de hija y con el dominio de cuando se poseen los mismos bienes, los mismos dones, esta disparidad sería un obstáculo para formar una sola vida y para amarnos con un solo amor, mientras que el vivir en nuestro Querer Divino es propiamente esto, una sola Voluntad, un solo amor, bienes comunes, y todo lo que podría faltar a la criatura se lo damos de lo nuestro para suplirla en todo y poder decir: ‘Lo que queremos Nosotros quiere ella, nuestro amor y el suyo es uno solo, y así como la amamos Nosotros ella nos ama’.
(5) Hija mía, nos faltaría la fuerza si no eleváramos a la criatura que vive en nuestra Voluntad al nivel de nuestra semejanza y hacerla poseer nuestros bienes, tan es verdad, que mi Madre Celestial, como vivía en mi Fiat, poseía la misma Vida de Él, nos amamos con un solo amor, amamos a las almas con un amor gemelo. Y es tanto nuestro amor por Ella, que así como Nosotros tenemos la jerarquía de los ángeles en el Cielo, la diversidad de las órdenes de los santos, Ella, por ser la Emperatriz Celestial, la heredera de la gran herencia de nuestra Voluntad, cuando este reino se forme sobre la tierra, la gran Señora llamará a sus hijos a poseer su herencia y le daremos la gran gloria de hacerla formar la nueva jerarquía, semejante a los nueve coros de los ángeles, así que tendrá el coro de los serafines, el de los querubines, y así de todos los demás coros, como también formará el orden de los santos que han vivido de su heredad, y después que los haya formado en la tierra, los transportará al Cielo, circundándose de la nueva jerarquía, regenerados en el Fiat Divino, en su mismo amor, habiendo vivido en su heredad. Esto será el cumplimiento de la obra de la Creación, nuestro ‘Consumatum resta’, porque hemos tenido el reino de nuestro Querer en las criaturas en virtud de la celestial heredera, que quería dar la vida por cada uno para hacerlo reinar. Y, ¡oh! cómo quedaremos glorificados, felices de que la soberana Señora tenga su jerarquía como la tenemos Nosotros, mucho más que la nuestra será suya, y la suya será nuestra, porque todo lo que se hace en nuestro Querer es inseparable. Si tú supieras cuánto ama a las almas esta Celestial Reina, Ella, copia fiel de su Creador, mira en Sí misma y encuentra sus mares de amor, de gracia, de santidad, de belleza, de luz; mira a las criaturas y quiere darse toda Sí misma con todos sus mares, a fin de que posean a la Mamá con todas sus riquezas. Ver a los hijos pobres mientras la Madre es tan rica, y sólo porque no viven en la heredad de la Madre, es un dolor, Ella los quisiera ver en sus mares de amor que amaran a su Creador como Ella lo ama, escondidos en su santidad, embellecidos con su belleza, llenos de su gracia, y no viéndolos así, si no fuese por el estado de gloria en que se encuentra, donde las penas no tienen lugar, por puro dolor habría muerto por cada criatura que no viviera en el Querer Divino. Por eso Ella ruega incesantemente, pone en oración todos sus mares, para impetrar que la Divina Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra. Es tanto su amor, que en virtud de nuestro Querer se biloca en cada una de las criaturas para preparar el interior de sus almas, las pone de acuerdo a su corazón materno, se las estrecha entre sus brazos para disponerlas a recibir la Vida del Fiat Supremo, y ¡oh! cómo ora en cada uno de los corazones a nuestra Majestad adorable diciéndonos:
(6) “Hacedlo pronto, mi amor no puede más contenerse, quiero ver a mis hijos vivir junto Conmigo en esa misma Voluntad Divina que forma toda mi gloria, mi riqueza, mi gran herencia, confiad en Mí y Yo sabré defender tanto a mis hijos como a la misma Voluntad vuestra que es también mía”.
(7) El amor de esta Celestial Reina y Madre es insuperable, y solamente en el Cielo conocerán cuánto ama a las criaturas y qué ha hecho por ellas. Su acto más exuberante, magnánimo y grande, es querer que posean el reino de mi Querer como lo poseía Ella, y

¡oh! qué no haría esta Celestial Señora para obtener su intento. También tú, únete con Ella y ruega por esta finalidad tan santa”.

+ + + +

35-3
Agosto 15, 1937

Imperio que poseen los actos hechos en la Divina Voluntad.
Dios es cabeza de los actos de quien vive en Ella.

(1) Mi vuelo continúa en el Querer Divino, sus sorpresas son siempre nuevas, investidas de tal amor, que queda uno arrobado y con el alma desbordante de alegría, y se quisiera estar escondida en Él sin salir jamás. ¡Oh! Voluntad adorable, cómo quisiera que todos te conocieran, te amaran, te hicieran reinar y se hicieran tomar en tu red de amor. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer, las sorpresas, las novedades, los secretos, los atractivos que mi Querer posee son sin número, y quien entra en Él queda renovado, magnetizado, tanto, que no puede ni quiere salir de Él, siente su imperio divino que lo inviste, el bálsamo celestial que cambiando su naturaleza lo hace resurgir a nueva vida. Ahora, tú debes saber que mi Divina Voluntad da tal imperio a la criatura que vive en Ella, que conforme hace sus más pequeños actos, siente su imperio: si ama, siente el imperio de su amor; si habla, siente su fuerza creadora; si obra, siente el imperio, la virtud de sus obras que se agolpan alrededor de las suyas, y dándole su mismo imperio la llevan a cada corazón para hacerla imperar y dominar sobre cada uno. Mi Querer siente su imperio en el acto de la criatura y se siente obligado a ceder lo que la criatura quiere en aquel acto: Si quiere amar, con su acto nos hace amar y nos hace dar amor; si quiere que nuestra Voluntad reine, con su imperio nos hace llegar a pedir a las almas que la reciban. Un acto hecho en nuestro Querer no se detiene, nos dice: ‘Soy acto tuyo, debes darme lo que quiero’. Se puede decir que toma en un puño nuestra potencia, la duplica, la multiplica, e imperante no pide sino que toma lo que su acto quiere, mucho más que en nuestro Querer, Nosotros mismos no queremos que haya actos disímiles de los nuestros, por eso somos Nosotros mismos los que nos hacemos imperar y dominar”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo no sé ni siquiera decir lo que sentía, mi mente estaba tan magnetizada por sus palabras e investida por su imperio, que habría querido poner la vida para que todos conocieran la Divina Voluntad. Y mi amado Jesús, retomando su decir me ha dicho:
(4) “Hija mía, no hay nada de qué maravillarse, lo que te digo es la pura verdad, mi Voluntad es todo y puede todo, y no poner en nuestras condiciones a quien vive en Ella no es de nuestro Ser Supremo, a lo más se puede ver que en Nosotros es naturaleza, y para quien vive en Ella es gracia, participación, desahogo de nuestro amor, Voluntad nuestra que quiere que así sea la criatura. Por eso queremos que viva en nuestro Querer, para hacer que sus actos y los nuestros estén fundidos juntos y suenen con un mismo sonido, tengan un mismo valor, un solo amor. Resistir a un acto nuestro ni podemos ni queremos, es más, tú debes saber que el vivir en nuestro Querer es unidad, tanto, que si la criatura ama, Dios está a la cabeza de su amor, así que el amor del uno y de la otra es uno solo; si piensa, Dios está a la cabeza de su pensamiento; si habla, Dios es principio de su palabra; si la criatura obra, Dios es el primer actor y obrador de sus obras; si camina, se pone a la cabeza de sus pasos. Por eso el vivir en mi Voluntad no es otra cosa que la vida de la criatura en Dios, y la de Dios en ella; dejar separada de nuestro amor, de nuestra potencia, de nuestros actos a quien vive en nuestro Querer, nos resulta imposible, si una es la Voluntad todo lo demás va junto, unidad de amor, de obras y de todo. Es por eso que el

vivir en nuestro Fiat Divino es el prodigio de los más grandes prodigios, jamás visto ni oído, es nuestro amor exuberante, que no pudiendo contenerlo queríamos hacer este prodigio que sólo un Dios podía hacer en la criatura, pero que ingrata no aceptó, pero Nosotros no hemos cambiado Voluntad, y a pesar de que hemos sido combatidos y de que nuestro amor ha sido reprimido en tal forma que nos hace sentir espasmos, usaremos tales excesos de amor, tales industrias y estratagemas, que lograremos nuestro intento, que una sea nuestra Voluntad con la de la criatura”.

+ + + +

35-4
Agosto 23, 1937

La Divina Voluntad quiere crecer y formar su plenitud en la criatura.
Quien vive en Ella está al día de todas las obras de su Creador, el Cual la hace poseedora de todas las obras divinas.

(1) Me siento en las olas del Querer Divino, que invistiéndome quieren penetrar hasta el fondo de mi alma para hacerse conocer y hacerme sentir su Vida, sus alegrías celestiales, los bienes inmensos que quiere dar a quien quiere vivir junto con Él. Y mi amado Jesús, que parece que con ansias está esperando para volver a hablar sobre su Fiat Divino, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, cómo estoy contento cuando veo al alma dispuesta, que quiere escucharme y recibir el gran don del cual mi palabra es portadora. Yo no hablo jamás si no veo al alma dispuesta, porque si no está dispuesta mi palabra no puede entregarle el don del cual es generadora. Ahora, tú debes saber que por cuanto más la criatura busca mi Voluntad, la quiere conocer, la ama, no la deja escapar de ninguno de sus actos, tanto más crece su plenitud en ella; para hacerla crecer basta una atención de más, un suspiro, un deseo de querer su Vida y, ¡oh! cómo crece admirablemente y la eleva tan alto, hasta llegar a las alturas de las esferas divinas y conocer los más altos e íntimos secretos. Mi Voluntad es vida, y como vida no quiere detenerse sino que quiere siempre crecer, y para crecer espera el más pequeño acto, una invitación amorosa de la criatura, mucho más que no quiere crecer por la fuerza, sino quiere que también la criatura quiera que siempre crezca mi Voluntad y forme su plenitud en ella. Ahora, conforme crece su plenitud así crece la fuerza divina en el alma, la santidad, la belleza, la felicidad, el conocimiento, la plenitud de los bienes innumerables que posee mi Fiat Divino. Ve entonces qué significa un acto de más, un suspiro, un quererla, un llamarla: Es adquirir más fuerza divina, embellecerse de más, pero tanto, que Nosotros mismos quedamos arrobados, la miramos, la volvemos a mirar y reconocemos en ella nuestra fuerza, nuestra belleza y, ¡oh! cómo la amamos, nos sentimos más felices porque ella es para Nosotros la portadora de nuestras alegrías, de nuestros bienes. Delante a esta criatura nuestro amor se ensancha, se desborda de Nosotros y se vierte tanto en ella, que la llena toda, hasta formar en torno y dentro de ella nuestro laberinto de amor, el cual le da las ansias, los deseos ardientes de hacer crecer la plenitud de nuestra Voluntad. Hija mía, hay gran diferencia entre quien es todo atención, todo ojo, todo corazón porque quiere mi Voluntad, y entre quien la quiere pero sin gran atención, que parece que no tienen ojo para mirarla en todas las cosas, corazón para amarla, voz para llamarla, tal vez éstos poseen mi Voluntad en pequeña parte, pero su plenitud está lejana de ellos”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo he quedado en las olas eternas del Divino Querer, tanto, que mi pobre mente no sabía salir de Él y yo decía: “Jesús, basta por ahora, mi mente no puede contener más lo que Tú quieres decirme”. Y el dulce Jesús me ha puesto su mano en la frente, y ha continuado:

(4) “Hija mía, escucha hasta donde puede llegar el alma que vive en nuestra Voluntad, Ella la pone al día en todas nuestras obras, nuestro Ente Supremo tiene siempre en acto continuo todas sus obras, para Nosotros el pasado y el futuro no existen, así que el Padre Celestial Genera continuamente a su Hijo, y entre el Padre y el Hijo Procede el Espíritu Santo; esto es vida en Nosotros y es como el latido y el respiro que forma nuestra Vida: ‘Generar y Proceder continuamente’. Nos faltaría la vida si esto no fuera, como faltaría la vida a la criatura si no tuviese un latido y un respiro continuo. Ahora, en este Generar y Proceder continuamente, vienen formadas alegrías inmensas, felicidad y contentos tales, que no pudiéndolos contener dentro de Nosotros se desbordan fuera y forman las alegrías y la felicidad de todo el Cielo. De los bienes inmensos que produce la Generación continua del Verbo y el Proceder del Espíritu Santo, se desbordó fuera la suntuosidad y magnificencia de la máquina de toda la Creación; la creación del hombre, la concepción de la Virgen Inmaculada y el descendimiento del Verbo a la tierra, todo esto y otras cosas más están siempre en acto en nuestro Ser Divino, como está siempre en acto que el Padre Genera a su Hijo y el Proceder del Espíritu Santo. Ahora, quien vive en nuestra Voluntad es espectador de estos prodigios divinos, y siente volver a darse del Padre el Hijo que siempre Genera, el Espíritu Santo que siempre Procede, y ¡oh! los contentos, el amor, las gracias que recibe, y nos da la gloria que siempre Generamos. En nuestro Querer encuentra en acto la Creación, y le damos con derecho todos los bienes de ella, y es la primera glorificadora por tantas cosas que hemos creado; encuentra en acto a la Virgen concebida, sus mares de amor, toda su vida, y la Virgen la hace poseedora de todo, y ella toma y nos glorifica por el gran bien que hicimos al crear a esta Celestial Criatura; encuentra en acto el descendimiento del Verbo, su Nacimiento, sus lágrimas, su Vida palpitante, también sus penas y la hacemos poseedora de todo, y ella toma todo, nos glorifica, nos ama por todos y por todo. En nuestro Querer la criatura puede decir: ‘Todo es mío, aun el mismo Dios, como es mía la Divina Voluntad’. Por eso ella siente el deber de glorificarnos y amarnos en cada cosa y por todos. No dar lo que hemos hecho y hacemos a quien vive en nuestro Querer nos resulta imposible, nuestro amor no lo soportaría, nos causaría pena, mucho más que Nosotros nada perdemos con dar, más bien nos sentimos más glorificados, más felices con que las criaturas vivan con Nosotros, estén al día en nuestras obras y de ellas sean poseedoras. Poder decir: ‘Lo que es nuestro es tuyo’, es nuestra más grande felicidad, las desuniones no acarrean jamás el bien, el ‘tuyo’ y el ‘mío’ rompe el amor y produce la infelicidad; en nuestra Voluntad no existe la desunión, ni el ‘tuyo’ o el ‘mío’, sino que ‘todo es nuestro’ y todo está en sumo acuerdo”.

+ + + +

35-5
Agosto 29, 1937

Como Dios quiere ver su Vida en quien vive en su Voluntad, llega a hacerse su modelo. Dones que Dios da a la criatura. El espacio del querer humano es la estancia divina de las maravillas de Dios.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, sus atractivos, sus modos fascinantes se hacen más insistentes, su querer vivir en el alma es tanto, que se pone en actitud ahora de pedir, ahora de súplica, ahora de promesa, hasta prometerle nuevos dones más bellos e insospechados, con tal de que lo haga reinar, y sólo quien es ingrato puede resistir a tantas premuras suyas. Pero mientras mi mente era abrumada por tantas súplicas y suspiros del Fiat Divino, mi dulce Jesús, mi amada vida, repitiéndome su breve visita, todo bondad, como si quisiera dar desahogo a su amor me ha dicho:

(2) “Hija bendita de mi Voluntad, si tú supieras en qué laberinto de amor nos pone quien no vive en nuestro Querer, puedo decir que en cada acto que hace, en cada palabra, pensamiento, latido y respiro en que no vemos correr la Vida de nuestro Querer, nuestro amor queda reprimido, siente un dolor, da en sollozos y en llanto, gime y suspira porque no encuentra en la criatura su Vida, su acto, su latido, su palabra, la santidad de nuestra Inteligencia, y al ver que es puesto fuera de todo lo que la criatura hace, siente su amor apagado, siente que le atan los brazos, siente que no puede desarrollar su trabajo en ella. Hija mía, ¡qué dolor! Poder dar vida y no darla, poder hablar en la palabra humana y reducirse al silencio porque la criatura no le da el lugar en su palabra, poder amar con nuestro amor en su corazón y no encontrar el lugar donde ponerlo, ¡oh! cómo nuestro amor queda obstaculizado y como sin vida por quien no vive en nuestra Voluntad.
(3) Ahora, tú debes saber que cuando el alma hace un acto en nuestra Voluntad Divina, Dios se hace modelo, y el acto se vuelve materia para recibir el modelo divino, así que nuestra más que paterna bondad es toda atención para ver todo lo que hace quien vive en nuestro Querer, y cuando está por pensar, por hablar, por obrar, así va imprimiendo en ella el modelo de su sabiduría, el modelo de su palabra creadora, y la santidad de sus obras; es tanto nuestro amor, que queremos hacernos vida de su vida, latido de su corazón, amor de su amor. Es tanto nuestro delirio de amor, que queremos hacer nuestros facsímiles, y sólo en quien vive en nuestro Querer podemos obtener nuestro intento, porque en él no nos faltaría la materia adaptable para recibir nuestro modelo”.
(4) Después de esto ha agregado con mayor énfasis:
(5) “Hija mía, es tanto nuestro amor, que no hacemos otra cosa que dar continuos dones a la criatura: El primer don fue toda la Creación, luego vino la creación del hombre y,
¿cuántos dones no le dimos? Don de inteligencia, en el cual pusimos el modelo, el espejo de nuestra Trinidad Sacrosanta; el ojo, el oído, la palabra, todos eran dones que le hacíamos, y no sólo le dábamos los dones, sino que tomábamos nuestra parte conservante y creadora para custodiarle estos dones y estar en acto de siempre darlos; es tanto nuestro amor al dar nuestros dones, que no nos separamos del don que damos, sino que quedamos en el don que hemos dado para tenerlo más seguro y custodiado. ¡Oh! cómo es exuberante nuestro amor, cómo nos ata por todas partes, y mientras nos hace dar no deja el don en poder de la criatura, porque ésta no tendría virtud de conservarlo, y por eso nos ofrecemos Nosotros mismos para custodiarlos, y para amar más a esta criatura nos ponemos en acto de dárselos continuamente. ¿Qué decirte además hija mía del gran don que le hicimos al crear la voluntad humana en la criatura? Nosotros, como primera cosa creamos el espacio y después creamos el cielo, las estrellas, el sol, el aire, el viento, y así todo lo demás, así que el espacio debía servir para poder crear nuestras otras obras, crearlas y no tener dónde ponerlas no sería obra digna de nuestra sabiduría. Así mismo, al crear la voluntad humana creamos el espacio, el lugar dónde poder poner el gran don que hacíamos al hombre de nuestra Santísima Voluntad, este espacio debía servir a nuestra Voluntad obrante para poner en él cielos más extensos, soles más refulgentes, y no sólo uno, sino uno por cada vez que obrara. Por eso, la Creación debía servir al hombre, y este espacio de la voluntad humana debía servir a su Dios para formar en él sus delicias, para poder siempre obrar y formarse su apoyo, su trono, su estancia divina. Le hacía este don, le formaba este espacio para poder tener un lugar para conversar con él y estarme al tú por tú en dulce compañía, quería tener mi gabinete secreto, mi amor quería decirle tantas cosas, pero quería la habitación dónde poder hablarle, y mi amor llegaba a tanto, hasta darse en poder del hombre y el hombre en poder de Dios. Por eso amo tanto el que la criatura viva en mi Voluntad, porque quiero lo que creé sólo para Mí, reclamo mi apoyo, mi trono, mi estancia divina. Por eso, hasta en tanto el hombre no regrese en mi Voluntad Divina y me dé mi puesto real en la suya, Yo no puedo concluir la Creación, tenemos tantas otras cosas bellas qué hacer en nuestro espacio del querer humano, tantas otras cosas qué decir, pero no podemos ni hacer ni decir, porque faltando nuestra Voluntad encontramos nuestro espacio obstaculizado, y es por eso que no tenemos dónde poner

nuestras obras, y si queremos hablar no nos comprenderá ni tendrá oídos para escucharnos, por eso haremos prodigios jamás oídos para readquirir lo que es nuestro, el espacio y nuestra estancia divina. Tú, ruega y sufre para que readquiera lo que es mío, y jamás me niegues el espacio de tu querer humano, a fin de que mi amor se desahogue y mis obras regresen a continuar la obra de la Creación”.

+ + + +

35-6
Septiembre 6, 1937

Finalidad de la Creación: Vida hablante y obrante de Dios en la criatura. Su palabra es la Divina Voluntad.
Quien hace la propia voluntad se juega la Divina.

(1) Estoy entre los brazos del Querer Divino, el cual me ama tanto, que no quiere que descienda de sus brazos más que paternos para tenerme custodiada y hacerme crecer como Él quiere y le place, y si me oye decir que lo amo, ¡oh!, cómo festeja, y forma en torno a mí mares de su amor que a cada instante me dicen te amo, te amo. Y mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, y encontrándome en los brazos de su Querer, todo contento me dice:
(2) “Hija mía bendita, cómo amo el encontrarte siempre toda abandonada en estos brazos, tu suerte está asegurada, vivirás de nuestro mismo alimento, tendremos bienes comunes. Tú debes saber que la finalidad única por la cual creamos la Creación fue propiamente ésta: La Creación debía servir como habitación del hombre, y el hombre debía servir como habitación nuestra, queríamos formar tantas Vidas nuestras por cuantas criaturas sacábamos a la luz del día, cada una de ellas debía poseer nuestra Vida, pero Vida hablante y obrante, no sabemos estar donde estamos sin decir nada y sin obrar, si esto fuera sería formarnos tantas cárceles que nos impondrían al silencio y a la inutilidad. Nuestro Ente Supremo habla y obra, la palabra llama a la obra, y la obra manifiesta quiénes somos Nosotros y nos forma tales bienaventuranzas y alegrías, de volvernos felices a Nosotros y a todos aquellos que conviven con Nosotros; así que cada palabra y obra nuestra es una nueva alegría y felicidad que nos creamos. He aquí por qué queremos formar en el hombre nuestra Vida hablante y obrante, porque debíamos formar tales maravillas de nuestro Ser Divino para crear nuevas y siempre más bellas creaciones, porque queríamos desahogar y dar curso a lo que podemos y sabemos hacer, y dar curso a las nuevas alegrías y felicidades, ¿y dónde sería todo esto? En nuestra habitación del hombre. ¿Pero quieres saber tú quién es nuestra palabra? Nuestra Voluntad, Ella es la obradora de nuestras obras, la narradora de nuestro Ser Divino, la portadora y la conservadora de nuestra Vida en la criatura; sin Ella Nosotros no nos movemos de nuestro trono ni formamos vida en ninguna habitación. Ve entonces la gran necesidad de que se posea y se viva en nuestra Divina Voluntad, porque con Ella podemos hacer todo, poner fuera nuestras obras más bellas, mantener en vigor nuestra finalidad, formar de nuestro Ser cuantas Vidas queramos; sin Ella todo es obstáculo, queda impedido nuestro amor, nuestra potencia, quedan detenidas nuestras obras, se puede decir que quedamos el Dios mudo para las criaturas. Qué ingratitud, qué delito, reducirnos al silencio mientras queríamos honrar a las criaturas con nuestra Vida en ellas, como habitación de nuestras delicias y maravillas, nos han rechazado no dándonos la libertad de formarla, y en lugar nuestro han dado la habitación a las pasiones, al pecado y a los vicios más horribles. Pobre hombre sin nuestra Voluntad, sin finalidad divina, sería como si quisiera vivir sin respiro, sin latido, sin circulación de sangre, que son los fundamentos de la vida humana,
¿qué vida tendría? ¿No sería darse la muerte de un solo golpe? Tal sería nuestra Vida en la criatura sin nuestra Voluntad, estaríamos sin respiro, sin latido, sin movimiento, sin

palabra, sería una vida desgarradora, oprimente, que terminaría por morir. Es verdad que con nuestra potencia e inmensidad envolvemos a todos, nos encontramos en todos y por todas partes, pero faltando nuestro Querer Divino en ellos jamás nos oyen hablar, no comprenden nada de nuestro Ser Supremo, viven en nuestra inmensidad porque ninguno puede escapar de Nosotros, pero faltándoles nuestro Querer no se sienten hijos nuestros, sino como extraños de Nosotros, ¡qué dolor, tener que decir tantas cosas y callar, poder obrar quién sabe cuántas maravillas y no poderlas hacer porque nuestra Voluntad no reina en ellos! Sin embargo nuestro amor es tanto que no se detiene, somos todo ojos para ver quién quiere vivir en Ella, somos todo oídos para escuchar quién la llama a vivir en ella, somos todo amor para apoyar nuestro gran amor sobre el pequeño amor de la criatura, y en cuanto la vemos dispuesta formamos nuestra Vida hablante y le narramos la historia de nuestra Voluntad, la larga historia de nuestro eterno amor, le decimos cuánto la amamos y le damos a conocer nuestros suspiros por querer ser amados, porque tú debes saber que cuando Nosotros amamos y no encontramos quién nos ama, nuestro amor no tiene dónde apoyarse para ser correspondido, por eso va errante, delira y desvaría, y si no encuentra aunque sea un pequeño te amo de criatura dónde apoyarse, se retira en Nosotros, donde tenemos nuestro centro de amor, pero con tal dolor que es incomprensible a mente creada, las penas del amor no correspondido son inenarrables, sobrepasan a todas las otras penas. Nosotros queremos dar siempre, estamos en acto continuo de dar, pero queremos encontrar su voluntad que quiera recibir, un deseo suyo, un suspiro, que forman el lugar, los pequeños apoyos donde debemos apoyar nuestra Voluntad y lo que queremos dar y hacer. Estos deseos y suspiros son como oídos que nos escuchan, como ojos que nos miran, corazones que nos aman, mentes que nos comprenden, y si no encontramos estos pequeños apoyos no podemos darle nada, y ella queda ciega, sorda, muda y sin corazón; así que nuestra Vida es puesta en fuga, replegándose en nuestras regiones celestiales”.
(3) Después he continuado pensando en la Divina Voluntad, me sentía toda investida por Ella y rogaba a mi amado Jesús que me ayudase y me tuviese encerrada en su corazón, a fin de que viviera y no conociera ninguna otra cosa sino solamente su Querer Divino, y Él, regresando, ha continuado diciéndome:
(4) “Hija mía, todo el bien de la criatura está ligado a mi Divina Voluntad, si se desliga de Ella todos sus bienes terminan. Tú debes saber que cada vez que se hace el humano querer se juega la Divina Voluntad con todos sus bienes, así que se pierde todo lo bello, todo lo que es santo y bueno, esto es una pérdida incalculable, la pobre criatura es arrojada en la miseria más escuálida, pierde los derechos a todos los bienes, es investida de tal infelicidad, que jamás le da paz, y si parece que tiene algún bien, es aparente y la termina de torturar. En cambio cada vez que con toda firmeza decide hacer mi Voluntad Divina, se juega el querer humano, las miserias, las pasiones, se juega todos los males, los miserables harapos, los vestidos sucios que le había formado la voluntad humana; qué feliz pérdida, perder los males, las miserias, es gloria, es victoria, es honor, pero perder los bienes es vileza y deshonor. Ahora mira, si la criatura quiere puede rehacerse de la gran pérdida que ha hecho de mi Voluntad con hacer la suya, mucho más que tendrá en su ayuda nuestra potencia, nuestro amor y nuestra misma Voluntad. Con adquirir de nuevo los derechos de todos los bienes, todos la defenderán para rehacerse del juego perdido”.

+ + + +

35-7
Septiembre 12, 1937

Las verdades son los más grandes dones que Dios nos da. Parto Divino.
Delirio extremo por querer vernos poseedores de sus dones. Su palabra es desahogo de amor. El gran bien de un acto hecho en la Divina Voluntad.

(1) Mi pobre mente está como asediada por la Divina Voluntad, quiere decir tanto de las verdades que le pertenecen, que yo no puedo contenerlas, porque mi capacidad es demasiado pequeña, y estoy obligada a decir: “Basta Jesús por ahora, Tú quieres decirme tanto, pero yo soy incapaz de retenerlas, no sabré decirlas todas, mucho menos escribirlas como Tú quieres”. Y mi dulce Jesús compadeciendo mi pequeñez, todo ternura me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, no temas, tu pequeñez se pierde en mi Voluntad, y no eres tú quien debe manifestar sus verdades, sino que Ella misma tomará el empeño de hacerse narradora de lo que quiere hacer conocer, por eso investirá tu mente, se hará palabra sobre tus labios y se hará conocer, hará conocer quién es Ella; ciertamente que por ti misma no lo puedes hacer, pero siempre y cuando nos des tu voluntad en la nuestra, Nosotros remediaremos todo y haremos conocer lo que queremos decir. Tú debes saber que cuando queremos hacer un bien a las criaturas, decir una verdad, que es el bien más grande que podemos darles, porque con decirla, de esa misma verdad les hacemos don, primero lo maduramos en el seno de nuestra Divinidad, y cuando ya no podemos contenerlo más, porque nuestro amor es tanto que quiere ver aquel don poseído por las criaturas, nos hace llegar al desvarío, al delirio, y llega a hacernos languidecer porque quiere ver aquel bien transmitido a ellas; nos encontramos en las dolorosas condiciones de una pobre madre que habiendo formado su parto, si no lo saca a la luz se siente morir; Nosotros no podemos morir, pero si el bien que queremos dar como parto nuestro no lo sacamos a la luz, nuestro amor da en tales excesos, que si se pudieran ver por las criaturas, comprenderían cómo sabe amar un Dios y en qué estrechuras nos ponen cuando no reciben el bien que queremos darles, por eso cuando encontramos quien lo recibe, confirmamos el don, hacemos fiesta y nos sentimos victoriosos por el bien que le hemos dado, porque habiéndolo recibido una sola criatura, nuestro parto salido con tanto amor, por sí mismo se hará camino, girará por todas las criaturas y con su virtud generativa generará otros muchos partos, llenará todo el mundo, y Nosotros tendremos la gran gloria de ver llenos cielos y tierra de nuestro don, de nuestros bienes, y poseedores de quien lo quiere recibir. Oiremos por todas partes las voces amorosas, las notas de nuestro amor hablante, que nos dan la correspondencia a nuestro amor reprimido, porque no podíamos sacar a la luz este parto nuestro si no encontráramos al menos una criatura que lo quisiera recibir. Para Nosotros el hacer el bien es pasión, el dar es delirio continuo de nuestro amor, y al encontrar quién lo reciba sentimos en el don nuestra Vida y nuestro reposo. Por eso, a la que como primera se presta a recibir nuestro parto, la amamos tanto que nos fiamos de ella, la hacemos nuestra secretaria, y ella, al verse tan amada por Nosotros, toma el empeño de amarnos por todos, y ¡oh! la competencia que se forma entre ella y Nosotros. Tú debes saber que cada palabra nuestra es un desahogo de amor que hacemos con la criatura, así que cada palabra dicha sobre nuestra Voluntad Divina es un desahogo de amor que hemos hecho, y recibiendo refrigerio por este desahogo hemos continuado hablando, para formar la cadena de nuestros desahogos de amor, porque era un amor reprimido que teníamos en Nosotros, y si tú supieras qué significa este nuestro desahogo de amor, los bienes que hace; este nuestro desahogo de amor llena cielos y tierra, inviste a todos, embalsama las penas, se hace día en la noche de la culpa, convierte los pecadores, refuerza a quien titubea en el bien, reafirma a los buenos, en suma, no hay bien que no pueda hacer una palabra nuestra que contenga un desahogo de nuestro amor. Así que el hacernos hablar es el más grande bien que se pueda hacer a las criaturas, y nuestro amor correspondido y el dar Vida Divina a las criaturas es la más grande gloria que podemos recibir. ¿Qué cosa no puede hacer una palabra nuestra? Todo, y quien está dispuesto a escucharla, se puede decir que da vida a nuestra palabra, porque Nosotros jamás hablamos si no encontramos quién quiera escucharnos. Por eso, quien nos escucha nos ama tanto, que sentimos como si nos quisiera dar vida en medio a las criaturas, y Nosotros le damos nuestra Vida a su disposición. Por eso sé atenta a

escucharnos, haznos desahogar en amor, porque muchas veces cuando no tenemos con quien hacer estos desahogos de amor, justamente se convierten en justicia”.
(3) Jesús ha hecho silencio, pero quién puede decir qué cosa ha quedado en mi mente, no tengo palabras para expresarlo, por eso mejor termino y me abandono en los brazos de Jesús para reposarme junto con Él, que me ama tanto y tanto quiere ser amado, que me da todo Sí mismo, para ser amado como Él me ama. Después seguía mi giro en la Creación para encontrar los actos hechos por el Querer Divino, hacerlos míos para poderlo amar como Él me ha amado, y llegando al cielo azul pensaba entre mí: “Este cielo sirve como techo a los habitantes de la tierra, y como piso a los habitantes del Cielo, entonces, como sirve a todos, todos están obligados a adorar a Aquél que con tanto amor ha creado este cielo para dárnoslo”. Así que llamaba a todos los ángeles, a los santos y a todos los habitantes de la tierra junto conmigo, para que todos unidos correspondiéramos en amor, en adoración, gloria y agradecimientos a nuestro Creador, porque nos ha amado tanto que nos ha dado este cielo; en el Querer Divino yo llamaba, abrazaba a todos, y como si fuesen uno solo amaban junto conmigo. El dulce Jesús ha quedado correspondido en amor por tantas voces, y con un amor indecible me ha dicho:
(4) “Hija mía, es tanta la potencia de un acto hecho en mi Querer, que llega a lo increíble; conforme tú llamabas a todos me he sentido amado por todos, y teniendo tú una voluntad libre y meritoria, en cuanto tú has hecho tu acto, mi Voluntad ha hecho salir de Sí un amor, una gloria, una felicidad mayor, de la cual todos se han sentido investidos, y los ángeles y santos sienten una gloria y felicidad mayor y se sienten más amados por Dios, la tierra recibe más ayudas, más gracias, según sus disposiciones. Todos los actos hechos en mi Querer reciben este gran bien, porque mi Voluntad es de todos, y todos tienen derecho a aquel acto, y como es un acto de un viador, que es lo que hace que corra el mérito en todo lo que hace de bien, el mérito se vuelve mérito común, y por lo tanto, alegrías, amor y gloria comunes, y si tú supieras qué significa ser más amado por Dios, qué significa alegrías y gloria que da un Dios, ¡oh! cómo estarías más atenta; los ángeles, los santos, que sí lo saben, suspiran por tu llamada para tener este gran bien, y cuando tú no los llamas, presurosos dicen: ‘¿No nos llama hoy?’ Así que tú estás en la tierra y tu mérito corre en el Cielo para dar nuevo amor y nueva felicidad a los habitantes celestiales.
¡Oh!, cómo quisiera que todos conocieran qué significa obrar en mi Voluntad, porque el conocimiento es como el apetito, que hace desear y saborear el alimento que se come, en cambio sin el apetito se siente aversión a esa misma comida y no se saborea. Tal es el conocimiento, es el portador de mis dones, del bien que quiero hacer a las criaturas, es la confirmación de la posesión. Además, el conocimiento genera la estima, el aprecio a mis verdades, y Yo solamente hablo cuando sé que mis palabras son amadas, escuchadas y apreciadas, es más, cuando veo la estima, el amor, me siento atraído por mi mismo amor a manifestar otras verdades, pero si esto no veo, hago silencio y siento el dolor de mi amor reprimido. Tú no me harás esto, ¿no es verdad?”

+ + + +

35-8
Septiembre 20, 1937

La Divina Voluntad no se detiene jamás y sella con su eterno amor todo el obrar de la criatura. Intercambio de imitación y de vida entre el Creador y la criatura.

(1) Mi vuelo continúa en el Fiat Divino y, ¡oh! cómo se muestra contento al tener a su criatura en su regazo, con el estar siempre juntos y que obre junto con Él, la compañía de la criatura lo vuelve más feliz de lo que es, porque encuentra quién lo mira, quién lo ama, quién quisiera igualarlo en ser toda suya como el Querer Divino lo es de la criatura; si ama, encuentra quién lo ama; si obra, encuentra quién recibe sus obras; si es ofendido,

encuentra quién lo defiende, y muchas veces le hace cambiar la justicia en gracias, por eso todas las estratagemas de amor las hace con esta criatura. Pero mientras mi mente se perdía en el Querer Divino, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el amor de mi Querer no se detiene jamás, va buscando siempre nuevos reencuentros, nuevas invenciones de amor, es más, llega a encerrar a quien vive en Él en los íntimos escondites de sus secretos amorosos, y le hace ver su íntima creación de siempre nuevo y creciente amor, con el cual mantiene a los bienaventurados y a los viadores como dentro de un solo aliento de amor, le descubre nuevos arcanos celestiales de nuestra Divinidad, le da nuevas noticias de hasta dónde puede llegar su potencia amorosa, sus prodigios que puede obrar en quien vive en Él. Siempre y cuando la encuentre en su Voluntad, toma gusto en decirle siempre cosas nuevas y darle nuevas sorpresas de amor; es más, escucha lo que hace: Se empequeñece en la criatura y al mismo tiempo permanece inmenso, y ama en ella para decir: ‘¡Ah! la criatura me ama como la sé amar Yo’. Y como nada entra en Nosotros que no sea amor, esta mi Voluntad, como empequeñecida en la criatura, todo lo que ella hace lo convierte en amor, si reza, si adora, si obra, convierte todo en amor, y con una potencia toda divina, mi misma Voluntad conduce estos actos de la criatura al seno de nuestra Divinidad y toman su puesto en nuestro amor, y Nosotros estos actos los vemos que son actos nuestros, y sentimos en ellos la plegaria eterna de nuestro amor, nuestra adoración toda de amor, nuestras obras eternas de amor y, ¡oh! cómo quedamos glorificados y felices porque la criatura puede decirnos: ‘Mi oración, mi adoración, mis actos, son eternos y están investidos por vuestro eterno amor, así me los ha hecho vuestra Voluntad Divina, por eso te amo como Tú me amas’. Y es propiamente esta nuestra locura, nuestro delirio de amor, que queremos hacer y amar en la criatura como hacemos y amamos en Nosotros mismos, pero sólo nuestra Voluntad reinante y obrante en ella puede llegar a tanto, porque Nosotros, si nos abajamos, no es para perder nuestro Ser Divino en lo finito, sino para elevar a la criatura a lo infinito y darle de lo nuestro, y sellar sus más pequeños actos, aun su respiro, su movimiento, con nuestro eterno amor, a fin de que sintamos en ella nuestro respiro de eterno amor, nuestro movimiento en el suyo, que no se mueve si no hace brotar amor. Por eso toda la Creación no fue otra cosa que un desahogo de amor, queríamos hermanarnos con nuestras obras, con las criaturas que sacábamos a la luz para amarnos con un solo amor. Hija mía, qué dolor al no haber sido comprendido esto por las criaturas, por eso no podemos tener el bien de decirle quiénes somos, de hacernos conocer y decirle que no somos otra cosa que amor, y que queremos dar amor para recibir amor; cómo quisiera que todos lo supieran”.
(3) Jesús ha hecho silencio como ahogado en sus llamas de amor, después, como si tuviera necesidad de desahogarse aún, ha vuelto a decir suspirando, como si quisiera incendiar a todo el mundo con su amor:
(4) “Escucha hija mía otra sorpresa más grande de nuestro intenso amor, y hasta dónde llegan nuestros delirios de amor: Nuestro Ente Supremo ama tanto a la criatura, que llegamos al exceso de imitarla, nos empequeñecemos, nos encerramos en ella y queremos caminar con sus pies, obrar con sus manos, hablar con su boca, mirar con sus ojos, pensar con su inteligencia, latir y amar en su corazón. Así que para hacer en todo lo que hace y como lo hace la criatura, queremos tener pies, manos, boca, ojos y corazón como los tiene la criatura, y esto se lo pedimos a ella como si Nosotros no fuéramos los dueños absolutos de todo, y le decimos: ‘Amémonos, Nosotros te damos de lo nuestro y tú danos de lo tuyo’. Porque nuestro Ser Supremo, siendo purísimo Espíritu, es paso sin pies, sin caminar se encuentra por todas partes; hace todo, obra todo sin necesidad de manos; es palabra sin boca; es luz, ve todo sin ojos. Y como la amamos mucho nos agrada imitarla, y esto es un invento inmenso de nuestro amor que sólo un Dios puede hacerlo. Ahora, para poder decirle a la criatura, tú debes imitarnos, debes hacer como Nosotros hacemos, le decimos: ‘Queremos imitarte y hacer como haces tú’. Además, es criatura nuestra, obra

de nuestras manos creadoras, salida de Nosotros, de dentro de la potencia de nuestro amor creante, por eso no es maravilla si queremos descender en ella como para imitarla y hacer lo que hace y como lo hace ella, esto no es otra cosa que honrarnos a Nosotros mismos y dar mayor importancia a nuestras obras; pero esto solamente lo podemos hacer en la criatura donde reina nuestra Voluntad, en ella todo podemos hacer, desahogarnos en amor, imitarnos recíprocamente, porque en todo se presta a hacer lo que Nosotros queremos; en cambio donde no reina nuestra Voluntad, podemos decir que no podemos hacer nada.
(5) Ahora escucha otra sorpresa de amor que llega a lo increíble. Cuando la criatura nos ha dado la libertad de imitarla, nos ha dado Vida en ella, nos ha dado los pies, las manos, la boca, Nosotros la llamamos a nuestra imitación, y haciéndola entrar en nuestro Ser Divino, la potencia de nuestro Fiat le da el paso sin pies y la hace encontrarse por todas partes, en los ángeles, en los santos, en la Celestial Reina, hasta en nuestro seno divino, y
¡oh! cómo estamos contentos, la criatura no más cercada por la naturaleza humana, sino libre junto con Nosotros, que obra sin manos, habla sin boca, y ¡oh! cuántas palabras, con nuestra palabra nos dice la larga historia de nuestro amor y de nuestro Fiat obrante; siente verterse en ella nuestra eterna sabiduría, y ¡oh! cuántas cosas nos dice de nuestro Ser Divino, habla, habla siempre, y ¡oh! cómo gozamos al escuchar narrar por la criatura lo que Nosotros somos, y tomada por nuestras mismas llamas de amor siente la necesidad de amarnos sin corazón, porque el corazón tiene sus límites, mientras que nuestro amor sin corazón no tiene límites, es inmenso, y la criatura se desembaraza del corazón y ama en nuestro amor infinito. Mira hija mía, ¿se pueden dar sorpresas de amor más bellas que éstas? ¿Sentir el placer, el gusto de imitarla, hacer lo que ella hace como pretexto de amor para luego llamarla a imitarnos y para hacerla hacer lo que hacemos Nosotros? Los abismos de nuestro amor son tantos, y lo que es más, va buscando siempre nuevos inventos de amor”.
(6) Yo no sé decir qué cosa sentía en mi mente, una inmensidad de luz que convirtiéndose en palabras decían tantos inventos de amor de mi Creador; y mi dulce Jesús ha agregado:
(7) “Hija mía, escúchame un poco más, nuestro amor es tanto, que parece que no nos da paz si no hacemos nuevas invenciones de amor para amar y hacernos amar, si esto no hiciéramos nos condenaríamos al ocio, lo que no puede ser en nuestro Ente Supremo porque somos un acto continuado de amor que siempre arde, de obras que nunca tienen fin, nuestra sabiduría es tanta, que siempre hace cosas nuevas. Ahora, en la criatura en la que reina nuestra Voluntad nos encerramos en ella y damos amplio desahogo a nuestro amor, concentramos todo lo que hemos hecho, hacemos, y todo lo que haremos, repetimos en el alma nuestras obras más bellas, nuestros desahogos de amor, las nuevas invenciones de nuestra sabiduría, que sabe hacer tantas, que a la criatura no le es dado el numerarlas todas, y ¡oh! cuántas escenas conmovedoras hacemos, la criatura se convierte en nuestro teatro de amor, en el depósito de nuestras obras que jamás cesan de obrar, en el refugio de nuestras delicias, alegrías, felicidad, en el escondite de nuestros secretos y arcanos celestiales, en la exposición de nuestras variadas bellezas, ¿pero sabes tú para qué? Para gozárnoslas juntos, porque donde reina nuestra Voluntad nada debe faltar de nuestras obras, Ella nos encierra en el alma y nos hace hacer en ella lo que hacemos en Nosotros mismos, y esto porque queremos que sepa quiénes somos Nosotros, qué sabemos hacer, cómo amamos, y para darle una prueba más cierta le damos nuestro amor, la hacemos amar como amamos Nosotros, a fin de que toque con sus propias manos cómo ama y sabe amar un Dios, y para gozar juntos la hacemos hacer juntos lo que hacemos Nosotros. Esto no te debe maravillar, esta es la naturaleza de nuestra Voluntad y del verdadero amor, unificar a la criatura con Nosotros, amarla y hacernos amar por ella como Nosotros la amamos; las disparidades no deben existir, de otra manera sería hacer infeliz a la criatura, viendo que Nosotros la amamos tanto y ella no; al ver que Nosotros sabemos hacer tantas cosas, y ella que no sabe hacer nada, pobre hija, estaría

en nuestro Ser Divino bajo el peso de una profunda humillación, como extraña, sin confianza, como una pobre delante a un rico; estas cosas Nosotros no las sabemos hacer, si está con Nosotros, lo que es nuestro debe ser suyo, el vivir en nuestro Fiat es unidad, obras y alegrías comunes, y es esto lo que nos hace más felices y nos da un amplio campo al desahogo de nuestro amor”.

+ + + +

35-9
Septiembre 26, 1937

Dios siempre da dones a la criatura sin cesar jamás. Dones que hace a quien vive en su Querer. La Vida palpitante de Dios. La pequeña vencedora.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, y yo quedo asombrada al ver que siempre quiere darme, y como yo soy pequeña no me es dado el encerrar en mí su inmensidad, y Él, con una paciencia y un amor invencibles, espera a que yo encierre en mí las verdades que me ha dicho, cortejadas con sus gracias para hacerme tomar posesión de ellas, y en cuanto me ve poseedora de inmediato se pone en actitud de quererme dar y decir cosas aún más sorprendentes. ¡Oh, Voluntad de Dios, cuánto me amas! ¿Cómo podré corresponderte? Y mi amable Jesús haciéndome su acostumbrada visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija bendita, es nuestra Divinidad que posee en su naturaleza el querer siempre dar; así como tú posees el respiro que quiere siempre respirar aunque tú no lo quisieras, así Nosotros poseemos el acto continuo de siempre dar, y si la criatura, ingrata, no toma lo que Nosotros damos, todo queda en torno a Nosotros para exaltar y alabarnos la perfección, la bondad, la santidad, la liberalidad de nuestro Ente Supremo, todo queda como triunfo de nuestro amor y como prueba de cuánto amamos a la criatura, y esperamos con una paciencia que sólo Nosotros podemos tener, a otras criaturas que tomen lo que las otras nos han rechazado. Es tanto nuestro amor, que nos adaptamos a la criatura en darle poco a poco, porque siendo pequeña no puede tomar todo junto lo que le queremos dar, pero nuestro dar debe ser continuo, nos sentiríamos como si nos faltara o se nos sofocara el respiro si no diéramos. Nuestra Divina Voluntad quiere ser vida de la criatura, el acto más grande, el amor más exuberante que sólo un Dios puede y sabe hacer. Ahora, para hacerse poseer, nuestra Voluntad le da a la criatura el don de su virtud suplicante, y Ella se pone a la cabeza para confirmar este don, y hace suplicar a todas las cosas creadas, se impone sobre nuestro amor, sobre nuestra potencia y nuestra bondad, y hace rogar a nuestro amor, a nuestra potencia y bondad, y todos nuestros atributos ruegan, aun la justicia, la misericordia, nuestra fuerza se cambian en ruegos, ninguno puede faltar cuando nuestra Voluntad quiere que hagamos un acto y que se haga un don, todo y todos doblamos las rodillas para hacer lo que Ella quiere. Cuando todos han suplicado, aun nuestros atributos divinos, confirmamos el don, la plegaria de esta criatura se vuelve universal, y cada vez que ruega tiene tal potencia, que todas nuestras cosas ruegan, aun nuestros atributos, porque en el don le ha sido dado el derecho sobre todos, ¿qué cosa no se puede obtener con este don de la plegaria suplicante? Se puede decir que los Cielos se mueven, nuestro mismo Ser se siente vencido, atado, y cede.
(3) Al don suplicante paso a hacerle el don del amor, y para confirmarla en el amor, ama con un nuevo amor en el sol, en el cielo, en las estrellas, en el viento, hasta en nuestro Ser Divino, de modo que adquiere el derecho de amar a todos y de ser amada por todos con un nuevo amor continuo, y si tú supieras qué significa ser amado con un amor siempre creciente y nuevo por todos, y tener el poder de amar con creciente y nuevo amor a todo, poder decir a tu Creador: ‘Creciente y siempre nuevo es tu amor por mí, creciente y

siempre nuevo es mi amor por Ti’. Este amor sobrepasa los Cielos, llena la patria celestial, y sus olas van a romper y descargarse en nuestro seno divino y, ¡oh! las maravillas que suceden, todos quedan asombrados y glorifican a mi Querer Divino por el don tan grande que da a las criaturas. Ahora, conforme le hacemos el don ensanchamos su capacidad, de modo que ella comprende el don que ha recibido y hace uso del don.
(4) Después pasamos a hacerle el don de la inseparabilidad, de la unión con Dios, con el que llega a sentir más nuestra Vida que la suya, Dios se vuelve para ella su actor y espectador, y ella queda como la portadora de su Creador, viviendo con su misma Vida, con su amor y potencia. Con este don todo es suyo, tiene derecho sobre todo, y Nosotros cuando la vemos poseedora, agregamos el don de volverla triunfadora sobre todo: Triunfadora sobre sí misma, triunfadora sobre Dios, todo es triunfo en ella, triunfo de gracia, de santidad, de amor, y la llamamos nuestra vencedora; sobre todo la hacemos vencer, porque es don que le hemos dado, y cuando Nosotros damos queremos ver los frutos que nuestro don contiene. Así que en cada acto que hace en nuestro Querer, en cada palabra, obra y paso, se forman entre ella y Nosotros tantas distintas armonías, una más bella que la otra, nos tiene siempre ocupados, y es tanto nuestro amor, que la circundamos en el exterior con todas nuestras obras, y en el interior la investimos y repetimos todos nuestros actos que han sido portadores de vida: La Vida de la Reina, la Vida del Verbo en la tierra, que fue un exceso de amor continuo que daba vida nueva a todos. Así que damos siempre, no terminamos jamás; quien vive en nuestro Querer es el pleno día de nuestras obras continuas, y nuestra vida que palpita y repite nuestros actos que están siempre en acto sin cesar jamás, por eso es nuestro triunfo y nuestra pequeña vencedora, y es éste nuestro delirio de amor: ‘Que queremos ser vencidos por la criatura’. Cuando ella vence, nuestro amor se desahoga y nuestros desvaríos y delirios encuentran la vida en la criatura y se reposan”.

+ + + +

35-10
Octubre 3, 1937

Prodigios de la Creación. Dosis de potencia y de santidad que Dios ponía fuera por amor del hombre. Los actos hechos en el Fiat serán siempre nuevos, pero distintos y bellos uno más que el otro. Estos actos encerrarán todo y formarán los mares, las obras, los pasos hablantes de su Creador.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para encontrar todos los actos del Querer Divino para hacerlos míos, abrazarlos, adorarlos y poner en ellos mi pequeño te amo como reconocimiento de cuánto me ha amado y obrado por mí y por todos, y, ¡oh, cuántas sorpresas, cuántas cosas nuevas se comprenden, cuántos secretos divinos contienen las cosas creadas de su Creador! Y mi siempre amable Jesús visitando mi pequeña alma, viéndome sorprendida me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestras obras son siempre nuevas y armonizan con su Creador, hay tal armonía entre ellas y Nosotros, que siempre saben decir cosas nuevas de Aquél que las ha creado, mucho más, pues siendo inseparables de Nosotros reciben el nuevo contacto de nuestro Ser Divino, por eso tú al seguir los actos de mi Querer Divino encuentras siempre nuevas sorpresas y comprendes cosas nuevas que nuestras obras poseen. Ahora, tú debes saber que cuando sacamos la Creación de dentro del seno de nuestra Divinidad, porque ‘ab eterno’ estaba dentro de Nosotros, al sacarla fuera nuestro Fiat, dentro de un mar de amor poníamos fuera todo lo que la criatura debía hacer, así que todo salió de Nosotros, nos hacíamos proveedores de todo lo que ella debía hacer, por eso toda la Creación está llena de todas las obras que se deben hacer, hasta el último de los

hombres, y si bien invisibles a los ojos humanos, pero visibles y palpitantes para Nosotros en nuestra Voluntad, lo que forma una creación más bella que la misma Creación, por lo cual es tanto nuestro amor, que mientras ocupa toda la atmósfera, al mismo tiempo la llevamos en nuestro seno divino, y conforme sacamos a la luz del día a las criaturas, así comenzamos a proveerlas con nuestras manos creadoras de las obras que deben hacer; al principio de cada acto que la criatura debe hacer ponemos como fundamento la Vida de nuestro Fiat, y por alimento del acto nuestro amor, porque Nosotros no hacemos nada, ni damos nada, si no tiene por principio nuestro Querer y por alimento y ajuar a nuestro amor; no serían obras dignas de nuestra Majestad Suprema el proveer obras que no den Vida nuestra y que no posean nuestro alimento, cual es el amor. Toda la Creación era un parto, con todos los actos que debían hacer las generaciones humanas, que ‘ab eterno’ teníamos en nuestro Seno Divino, y que no pudiendo contenerlo más, porque nuestro amor sentía la necesidad de ponerlo fuera pues quería desahogarse, y como cuando hacemos un acto hacemos un acto completo, por eso poniendo fuera a la Creación sacábamos junto todo lo que debía hacer la criatura. Nuestro Fiat Divino encerrando todo en Sí mismo, Creación y actos humanos, se ponía a la expectativa de sacar a la criatura a la luz del día para suministrarle los actos que a ella le pertenecían. ¿No es esto un amor exuberante que solamente un Dios podía tener: Ordenar, formar los actos y después sacar a la luz a aquélla a la que debían servir estos actos como formación de santidad, de amor, de gloria, para sí y de Aquél que la había creado? Pero esto no es todo, nuestro amor no se detiene jamás, conforme sacó este parto nuestro, poníamos fuera de Nosotros una dosis de nuestra potencia para sostener a la criatura y a sus actos, armándola y cortejándola de potencia divina, así que tiene nuestra potencia que la sostiene; poníamos fuera también una dosis de nuestra sabiduría, con la cual debía estar animada su inteligencia y todos sus actos, por eso si en la criatura se ven nuevas ciencias, nuevos inventos, descubrimientos que llegan a lo increíble, es por nuestra sabiduría que la inviste; también poníamos fuera una dosis de amor, de santidad, de bondad y de todos nuestros atributos para suministrarle el amor, la santidad, la bondad y así de todo lo demás. La criatura no existía aún, y Nosotros ya estábamos ocupados en ella; mirábamos con complacencia en ella nuestra potencia, sabiduría, amor, santidad y bondad, nos poníamos a su disposición para hacerla lo más bella que podíamos, y poder decirle: ‘Nos semejas en todo, más bella no te podíamos hacer’. Este poner fuera nuestras cualidades divinas y todos sus actos que debía hacer, antes de que el hombre viniese a la luz del tiempo, fue para Nosotros un amor tan intenso que llega a lo increíble, e íbamos diciendo en nuestro delirio de amor: ‘¡Oh hombre, cuánto te amo! Te amo en mi potencia, te amo en mi sabiduría, en mi amor, en mi santidad, te amo en mi bondad, en los mismos actos que harás, te amo tanto que los pongo todos en espera de ti; mi Querer Divino al cual todo confiamos, nuestras dotes divinas y tus mismos actos que serán ya tuyos, está en acto de darlos como desahogo de su amor por ti’.
(3) Ahora, tú debes saber que nuestro Ser Supremo posee como en naturaleza suya un acto siempre nuevo, por lo cual estos actos establecidos para cada una de las criaturas serán nuevos y distintos uno del otro, distintos en la santidad, siempre nuevos en la belleza, uno más bello que el otro, nuevos en el amor, en la potencia, nuevos en la bondad, son actos formados y alimentados por Nosotros, por lo que poseen todas nuestras características, todos bellos, variados en la santidad, en el amor, en la belleza, pero el uno no es como el otro, serán ellos nuestro orden, el tipo de las variadas bellezas nuestras, la fecundidad de nuestro amor, la armonía de nuestra sabiduría, como se ve en la Creación, en que todas nuestras obras, todas, son bellas, pero el cielo no es sol, el viento no es mar, las flores no son frutos, pero por cuan distintas sean entre ellas, todas son bellas, es más, forman la armonía de las variadas bellezas, verdadera imagen de los actos y de las mismas criaturas. Tú debes saber que estos actos en mi Voluntad Divina forman un ejército de nuevas bellezas, de nuevo amor y santidad, que Nosotros sólo con mirarlos nos sentimos raptados, y esperamos con ansia que vengan las criaturas que poseyendo

nuestro Querer serán proveídas con ellas, y las poseerán. Ve entonces cómo es cierto que debe venir su reino a la tierra, pues ya están los actos, y entonces saldrán de su prisión de dentro de mi Querer como noble ejército que se harán poseer por las criaturas. Hija mía, de dentro de mi Fiat salió la Creación, y todos y todo en mi Querer me debe regresar como obra digna de nuestra potencia, entonces quedaremos plenamente glorificados cuando nos reconozcamos a Nosotros mismos en la criatura y en sus actos. Todo podemos dar y ella todo puede recibir, siempre y cuando reine nuestro Querer Divino en ella, en cambio si Él no reina se forma un abismo de distancia entre ella y Nosotros, y nada podemos darle. Pero no es todo aun hija mía, pues como es decisión firme el dar el reino de nuestro Querer a las criaturas, queremos que conozca los bienes que hay en Él, y hasta dónde pueden llegar sus actos hechos en nuestro Querer Divino, porque si no conocen sus bienes tendremos hijos ciegos, sordos, mudos, que no saben hablar de su Creador, y no conociéndolos, ni siquiera amarán y apreciarán los mismos bienes que poseen; en nuestro Querer todos tienen vista clara, oído fino y palabra animada por la fuerza creadora, por lo tanto tendrán un hablar que tendrá siempre qué decir, y todos quedarán estupefactos, y los mismos Cielos, complacidos, se abajarán a escucharlos. Los hijos de mi Voluntad serán la alegría de todos y los verdaderos narradores de su Creador, sólo entonces encontraremos quién sepa hablar de Nosotros, porque no hablarán ellos, sino nuestra misma Voluntad será la que hablará en ellos, la cual es la única que puede y sabe hablar de nuestro Ente Supremo, por eso continúa escuchándome. Cuando la criatura posea nuestro Querer, todos sus actos, pequeños y grandes, humanos y espirituales, serán animados por mi Voluntad, y así, animados por Ella se elevarán entre el Cielo y la tierra, investirán y entrelazarán juntos el cielo, el sol, las estrellas, la Creación toda; se elevarán más arriba e investirán todos los actos de la Reina del Cielo, fundiéndose con ellos, tendrán la potencia de investir los actos de nuestra Divinidad, nuestras alegrías y bienaventuranzas, las de todos los santos; y cuando todo hayan encerrado en sus actos, sin que nada quede fuera de ellos, victoriosos se presentarán ante nuestra Majestad Divina y nos los ofrecerán como actos completos a los que nada falta, y ¡oh, cuál será nuestra alegría, nuestra gloria, al encontrar en estos actos al cielo, al sol, todos los actos de la Reina del Cielo, el amor con el cual Ella nos amó, a todos nuestros actos, nuestras alegrías, nuestro amor que jamás cesa! Estos actos hechos en nuestro Querer Divino nos duplican la gloria de la Creación; duplican la gloria, el amor que nos dio la Soberana Reina; duplican nuestra gloria y la de todos los santos; basta decir que ha entrado nuestra Voluntad de por medio para decir todo y que encierra todo. Ella, donde entra sabe hacer furor de amor, de gloria y de concentración de todo, porque todo es suyo, y por eso tiene derecho sobre todo. Ahora, las maravillas que forman en el alma estos actos hechos en nuestro Querer, son indecibles, nuestro Fiat Divino se sirve de ellos para formar por su medio mares de amor, pero no mares que murmuran, sino mares que hablan, y hablan con tal elocuencia de nuestro amor, que nos agrada tanto que queremos estar siempre escuchándolos, sus voces son heridas que nos manda, sus palabras son dardos, tienen qué decir sobre la historia de nuestro amor, y como nos agrada tanto estamos siempre atentos para escucharla, porque nada queremos perdernos de lo que concierne a nuestro amor. Cómo es bello oír que la criatura tiene nuestro mar de amor hablante, que habla siempre de nuestro amor. Así que mi Voluntad siendo poseedora de quien vive en Ella, en ella hace de todos las formas, forma las obras que hablan de nuestras obras, los pasos que hablan de nuestros caminos, en suma, como nuestra Voluntad es palabra, donde Ella reina da la palabra a todo lo que hace la criatura y forma de esos actos un prodigio divino. Por eso no hay cosa más grande, más santa, más bella y que más nos glorifica, que el vivir en nuestra Voluntad, ni hay bien mayor que podamos dar a las criaturas que éste. Por eso sé atenta y sígueme si no quieres detener mi hablar”.

+ + + +

35-11
Octubre 12, 1937

Para quien vive en el Querer Divino, sus oraciones son órdenes, sus actos son mensajeros entre el Cielo y la tierra. Para quien vive en el Querer Divino, todas las cosas se vuelven Voluntad Divina.

(1) Estoy en poder de la Divina Voluntad, siento sus ansias, sus delirios de amor porque quiere hacerse conocer, no para hacerse temer, sino para hacerse amar, poseer, identificarse, para decir a la criatura: “Hagamos vida juntos, de modo que lo que hago Yo hagas tú. Siento que mi amor me da la necesidad de vivir corazón con corazón, más bien con un solo corazón contigo. ¡Ah! no me niegues tu compañía, sé que muchas cosas te faltan para vivir junto Conmigo, pero no temas, Yo pensaré en todo, te vestiré con mis vestiduras reales de luz, te armaré con mi potencia, te haré alarde de mi amor haciendo correr en tus más íntimas fibras la Vida, el amor de mi Voluntad, basta con que tú lo quieras y todo está hecho”. Yo he quedado sorprendida y pedía que me diese la gracia de vivir de Voluntad Divina, porque mucho temía de mí misma, y mi dulce Jesús haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, ¿por qué temes? En mi Voluntad no hay temores sino sumo amor, ánimo y firmeza, y decidida una vez no se cambia jamás, tanto, que para quien vive en Ella sus plegarias no son ruegos sino órdenes, y ella misma como dueña puede tomar lo que quiere, ponemos todo a su disposición, y esto porque todo en ella es sagrado, todo es santo, mucho más que viviendo en nuestro Querer no querrá ni nos ordenará sino lo que queremos Nosotros, por eso sus órdenes nos deleitan, nos hacen gozar y Nosotros mismos le decimos: ‘Toma, ¿qué otra cosa quieres? Es más, por cuanto más tomes más nos harás felices’. Cuando la criatura quiere nuestra Voluntad, todos sus actos son como tantos mensajeros entre el Cielo y la tierra, descienden y suben continuamente, haciéndola ahora de mensajeros de paz, ahora de mensajeros de amor, ahora de gloria, y a veces llegan a ordenar a la divina justicia que se detenga, tomando sobre de ellos su justo furor. Cuánto bien hacen estos mensajeros, cuando los vemos venir ante nuestro trono nos reconocemos a Nosotros mismos en estos actos, que disfrazados por los velos humanos de los actos de la criatura esconden nuestra Voluntad, pero es siempre Ella, y complaciéndonos decimos: ‘Cuánto arte de amor tiene, se esconde en los actos de la criatura para no hacerse conocer’. Pero Nosotros la conocemos igual, y amando también Nosotros la hacemos hacer lo que quiere; por eso a estos actos los llamamos actos nuestros, y por tales los reconocemos, sólo que la criatura ha concurrido, y con sus actos les ha dado como los vestidos para cubrirse, por eso ella es el apoyo donde se apoya mi Voluntad Divina, y donde se deleita desenvolviendo su Vida, haciendo prodigios inauditos, escondiéndose en la criatura, como cubriéndose de sus vestidos, mucho más que la Creación, todas las criaturas, tuvieron origen de su Fiat, viven, crecen y son conservadas en Él, Él es actor y espectador de todos sus actos, cumplirán su vida en el Fiat y volará al Cielo en un acto querido por su Querer; así que todo es suyo, todos los derechos son suyos, ninguno puede escapársele, la única diferencia, es que quien vive en Él hace vida junto, lo conoce, está al día de lo que hace, lo alegra con su compañía, forma su alegría y la confirmación de lo que quiere hacer mi Voluntad en ella. En cambio, quien no vive en Él no lo conoce, queda aislado y forma su dolor continuo”.
(3) Después de esto ha agregado con una ternura de amor indecible:
(4) “Hija mía bendita, cómo es bello el vivir en mi Querer, esta criatura nos tiene siempre en fiesta, ella no conoce ninguna otra cosa sino sólo nuestra Voluntad, y todo se vuelve para ella Voluntad de Dios: El dolor, Voluntad Divina; la alegría, su latido, el respiro, el movimiento, se vuelven Voluntad Divina; sus pasos, sus obras, sienten los pasos de mi Querer y la santidad de las obras de mi Fiat; el alimento que toma, el sueño, las cosas más naturales se vuelven para ella Voluntad de Dios; lo ve, siente, oye y toca, ve, siente, oye y

toca la Vida palpitante de mi Querer; mi Voluntad la tiene tan ocupada e investida de Ella, que celosa no permite que ni siquiera el aire no sea Voluntad Divina. Y como para ella todo es Voluntad nuestra, así para Nosotros, nos la sentimos en todo nuestro Ser Divino, en el latido, en el movimiento, no sabemos hacer nada, ni queremos hacer nada sin quien vive en nuestro Querer; nuestro amor es tanto que la hacemos correr en todas nuestras obras, y junto con Nosotros mantiene y participa en nuestro acto creante y conservante, así que está junto con Nosotros para hacer lo que hacemos Nosotros, y querer lo que queremos Nosotros; no podemos dejarla a un lado siendo una la Voluntad que poseemos, uno el amor, uno el acto que hacemos, y es propiamente esto el vivir en nuestro Querer, vivir siempre juntos, hacer una sola cosa; era esta la necesidad que sentía nuestro amor, tener la compañía de la criatura, alegrarnos juntos, tenerla en nuestro regazo para hacernos felices juntos, y como la criatura es pequeña le queremos dar nuestra Voluntad para tener ocasión en cada acto suyo de darle nuestra Vida, nuestro acto, nuestros modos, Nosotros por naturaleza y ella por gracia; y ésta es nuestra alegría, la gloria más grande para Nosotros, ¿te parece poco dar nuestro Ser y que la criatura no pudiendo contenerlo, porque es pequeña, nos lo dé nuevamente junto con ella, y Nosotros de nuevo volvemos a darnos? Es un continuo darnos mutuamente, y esto hace surgir tal amor y gloria que nos sentimos como pagados por ella por haberle dado la vida. Por eso en cada cosa que hace en la que no hace entrar a nuestra Voluntad, es un desgarro que sentimos, un derecho que nos sentimos quitar, una gloria, una alegría que perdemos. Por eso sé atenta y haz que todo se vuelva para ti Voluntad Divina.
(5) Además de esto, a cada acto que la criatura hace en nuestro Querer Divino duplicamos nuestro amor hacia ella, este nuestro amor, conforme la inviste, lleva consigo nuestra santidad, nuestra bondad y sabiduría, así que ella queda duplicada en la santidad, en la bondad, en el conocimiento de su Creador, y así como Nosotros la amamos con amor duplicado, así ella nos ama con amor duplicado, con santidad y bondad duplicadas. Nuestro amor es operativo, conforme parte de nuestro Ser Supremo para amar a la criatura con doble amor, así le da la gracia de hacernos amar a Nosotros con amor siempre creciente. No dar nada de más a un acto tan grande hecho en nuestra Voluntad, nos resulta imposible, estos actos, podemos decir, son los raptores de nuestro amor, nos raptan nuestra santidad y se forman los caminos para conocer quiénes somos Nosotros y cuánto la amamos”.

+ + + +

35-12
Octubre 19, 1937

Cómo en quien vive en la Voluntad Divina, Ella forma la Trinidad en la criatura. El verdadero amor comienza de sí mismo. La Voluntad Divina es la fecundadora y la inseminadora de la Vida Divina en las almas.

(1) El Querer Divino continúa invistiéndome, siento su movimiento en mí, que conforme se mueve habla, pero con tal elocuencia, que si no hiciera un prodigio para hacerse entender, yo no podría repetir lo que dice, es más, se adapta a mi capacidad, porque si habla, siendo su palabra creadora quiere crear el bien que posee su palabra, y si yo no lo entendiera no podría hacer mío aquel bien, ni darlo a los demás como propiedad del Fiat Supremo. Por lo anterior estaba pensando en ¿cómo puede ser que su movimiento es palabra? Y mi dulce Jesús visitando mi pobre alma, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija bendita del Querer Divino, tú debes saber que donde reina mi Voluntad con su potencia creadora, su movimiento es palabra, habla en las obras, en los pasos, habla en la mente, en el respiro; y como quiere extender su reino, así habla para crear su Vida Divina en cada acto de criatura. Por eso se necesita suma atención para oír dónde quiere iniciar

sus enseñanzas. Con la potencia de su palabra inviste el acto humano, el respiro, el latido, el pensamiento, la palabra humana, y en ellos forma su obra divina, el respiro, el latido, el pensamiento, la palabra divina; estos actos se elevan al Cielo, se presentan ante la Trinidad Sacrosanta, nuestra Divinidad mira estos actos y, ¿qué cosa encuentra? Se encuentra a Sí misma en estos actos, reproducida su Vida, la misma Trinidad Santísima ve el prodigio que ha hecho nuestra Voluntad, que con su potencia ha investido a la criatura haciendo de ella la repetición de nuestra Vida y, ¡oh! cómo quedamos contentos, raptados, porque encontramos en ella la santidad que nos semeja, nuestro amor que nos ama, la inteligencia que nos comprende, nuestra potencia y bondad que nos lleva con los vínculos de nuestra dulzura a amar al género humano; nos reconocemos en ella y encontramos la obra de la Creación tal como Nosotros la queremos. Uno solo de estos actos contiene tales maravillas, que no encuentran lugar dónde poderse poner, tanta es su grandeza, sólo en nuestra inmensidad encuentran el lugar donde pueden ponerse y permanecer, y estos actos quedan fundidos con nuestros actos. ¿Qué gloria no será la nuestra, y también de la criatura, de que sus actos en virtud de nuestro Fiat tienen su puesto en los actos de su Creador? ¡Oh! si todos conocieran qué significa vivir en el Querer Divino, hacerlo reinar, harían competencia para hacerse investir para hacerlo hacer que la criatura sea la repetidora de la Vida Divina”.
(3) El amado Jesús ha hecho silencio y yo he quedado inmersa en el mar del Querer Divino, y como asombrada decía: “¡Dios mío, hasta dónde puede llegar quien vive en tu Querer!” Y una cantidad de pensamientos, como tantas voces decían y decían, pero no sé repetirlos, tal vez sabré hacerlo cuando esté en la patria celestial, porque poseeré el mismo lenguaje de allá arriba. Después, estando como preocupada, mi sumo bien Jesús ha continuado su decir:
(4) “Hija mía, no te maravilles, todo es posible a mi Voluntad. El verdadero amor, cuando es perfecto, comienza de sí mismo, el verdadero modelo es la Trinidad Sacrosanta: Mi Padre Celestial se amó a Sí mismo, y en su amor generó a su Hijo, cuando se amó a Sí mismo en el Hijo. Yo, su Hijo, me amé a Mí mismo en el Padre, y de este amor procedió el Espíritu Santo. En este amarse a Sí mismo, el Padre Celestial generó un solo amor, una sola potencia y santidad, y así de todo lo demás, vinculó la unión inseparable de las Tres Divinas Personas. Y cuando creamos la Creación nos amamos a Nosotros mismos, así que nos amamos a Nosotros mismos en el extender el cielo, en el crear el sol, fue el amor de Nosotros mismos lo que nos impulsó a crear tantas cosas bellas dignas de Nosotros e inseparables de Nosotros. Y cuando creamos al hombre, el amor de Nosotros mismos se hizo más intenso, y amándonos a Nosotros mismos en él, nuestro amor reprodujo nuestra Vida y semejanza en el fondo de su alma. No se puede dar sino lo que se tiene, y como nuestro amor era perfecto, amándonos a Nosotros mismos no nos podíamos separar de lo que salía de Nosotros. Ahora, nuestra Voluntad, con el querer a la criatura para que viva en Ella para formar su reino, se ama a Sí misma, y amándose a Sí misma quiere dar lo que posee, y sólo está contenta cuando forma la repetición de nuestra Vida, cuando obra en los actos de la criatura, y triunfante y victoriosa, con suma gloria y honor nuestros, nos la lleva a nuestro seno divino para hacer que Nosotros reconozcamos nuestra Vida en el obrar de quien vive en su Querer. Es propiamente esto lo que significa amarse a Sí misma en lo que quiere hacer y producir: Darse a Sí misma para poder formar otro ser similar a Ella. Nuestra Voluntad es la fecundadora y la inseminadora de nuestra Vida, y donde encuentra almas dispuestas se ama a Sí misma, con su amor las fecunda y siembra en ellas sus actos divinos, los cuales, unidos juntos forman el gran prodigio de la Vida Divina en la criatura. Por eso déjate en poder de mi Voluntad, y haz que haga de ti lo que Ella quiere hacer, y seremos felices tú y Nosotros”.

+ + + +

35-13

Octubre 25, 1937

La soberana Reina, heredera de la Divina Voluntad, por lo tanto heredera de la Vida Divina. Cómo formó de Sí, en las manos creadoras, una prenda preciosa. El gran bien que contiene un acto hecho en el Fiat Divino.

(1) Estaba haciendo mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y habiendo llegado a la Concepción de la Virgen Santísima me he detenido para ofrecer a la Divinidad la potencia, el amor que tuvieron al hacer concebir a esta Celestial Señora, para obtener que venga el reino de la Divina Voluntad a la tierra, y mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, en cuanto fue concebida esta Virgen Santa comenzó nuevamente nuestra fiesta con el género humano, porque desde el primer instante de su Concepción heredó nuestra Voluntad Divina, la cual comenzó de inmediato su trabajo divino en su bella alma, y en cada latido, pensamiento, respiro de Ella, con su potencia creadora formaba prodigios encantadores de santidad, de belleza, de gracia, ante los cuales, Nosotros mismos que éramos actores y espectadores junto con nuestro Querer Divino, quedábamos extasiados, y en nuestro énfasis de amor decíamos: ‘Cómo es bella la criatura junto con nuestro Querer, ella nos da la oportunidad de formar nuestras obras más bellas y nos da vida a nuestra Vida en ella’. Nuestro amor gozaba, festejaba, porque había salido a la luz del tiempo nuestra heredera divina, la heredera de nuestra Voluntad y de nuestra misma Vida, y como en virtud de nuestra Voluntad obrante en Ella era toda nuestra, exclusivamente nuestra, mirándola sentíamos nuestro respiro, nuestro latido, nuestro amor que siempre arde y ama, nuestros movimientos en los suyos, nuestra belleza se transparentaba en el mover de sus pupilas, en el gesticular de sus manitas, en el dulce encanto de su voz arrebatadora; nos tenía tan ocupados y en fiesta, que ni siquiera un instante podíamos separar de Ella nuestras miradas, así que era nuestra, toda nuestra. Nuestra Voluntad por derecho ya era suya, y reconocíamos en esta santa criatura a nuestra heredera divina, la cual, por poseer nuestra Voluntad ya había tomado posesión de esta herencia. Ahora, esta Virgen santa tenía su humanidad en la cual vinculaba a toda la familia humana, casi como miembros al cuerpo, y Nosotros por amor suyo, mirando en Ella a todo el género humano, en cuanto fue concebida dimos el primer beso de paz a toda la humanidad y la constituimos heredera de nuestra heredad divina, excepto a alguno que ingrato no quisiera recibirla.
(3) Ahora, mira entonces cómo es cierto que el reino de nuestra Voluntad debe venir a la tierra, ya que existe quien lo heredó, y habiéndolo heredado una criatura que pertenece a la raza humana, todas las criaturas adquirieron el derecho de poderlo poseer. Esta Soberana Celestial, llevada por el amor, formó de Sí una prenda en nuestras manos creadoras para hacer que todos recibieran este reino, y como esta prenda poseía la Vida de mi Voluntad, contenía un valor infinito, que por todos podía empeñarse. Qué dulce y preciosa prenda era en nuestras manos esta Santa Criatura, Ella, con hacer correr su vida, sus actos en nuestro Querer Divino, formaba monedas divinas para podernos pagar por aquellos que debían heredar nuestro Fiat Divino.
(4) Después vino mi Humanidad unida al Verbo Eterno, que con mi Vida, penas y muerte desembolsé el precio suficiente para recomprar a esta nuestra Voluntad Divina y darla a las criaturas como herencia que les pertenecía. Un acto, un respiro, un movimiento en mi Voluntad contiene tal valor, que puede comprar Cielo y tierra, y todo lo que quiera. Por eso, sea solamente mi Voluntad tu vida y tu todo”.
(5) Después continuaba profundizándome en el Querer Divino, ¡qué fuerza raptora posee! Es tanta la dulzura, los atractivos de su encanto, que no se quisiera perder ni siquiera un respiro, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, los prodigios de mi Voluntad son inauditos, es tanta su potencia, que conforme la criatura obra en mi Querer llama en acto a todo lo que ha hecho antes, lo une junto y da nuevamente a cada uno de estos actos el mérito, el bien y la potencia como si

de nuevo los estuviera haciendo, enriqueciéndolos con tanta gracia y belleza, de formar el encanto de todo el Cielo, y después, como celestial rocío invisten a todos los santos y les dan la nueva gloria y felicidad que encierra lo obrado por la criatura en mi Voluntad, este rocío cae sobre todos los viadores a fin de que sientan la potencia, la gracia de mi Voluntad en los actos de ellos. Cuántas almas quemadas por las pasiones, por el pecado, por brutales placeres, sienten la frescura de este rocío divino y se cambian al bien. Un acto en mi Voluntad arrolla el Cielo, y si no encuentra almas dispuestas que quieran recibir un bien tan grande, se pone a la expectativa espiando las circunstancias, las ocasiones, los desengaños de la vida para investirlos, embalsamarlos y darles el bien que poseen; los actos en mi Voluntad jamás están ociosos, están preñados de luz, de amor, de santidad, de dulzura divina, y sienten la necesidad de dar luz a quien vive en las tinieblas, de dar amor a quien es frío, de dar la santidad a quien vive en el pecado, de dar la dulzura divina a quien se encuentra amargado. Estos actos, verdaderos hijos de mi Fiat Divino, no se detienen jamás, giran siempre, y si es necesario, aun por siglos, para dar el bien que poseen, y como están animados y armados por su potencia, pueden decir: Podemos hacer todo, porque un Querer Divino que puede todo nos ha dado la vida”.

+ + + +

35-14
Octubre 31, 1937

Un acto de Voluntad Divina contiene tal potencia y amor, que si Dios no hiciera un prodigio, la criatura no podría contener este acto infinito. El pasaporte.

(1) Mi pobre mente continúa navegando el mar del Querer Divino, me parece que quiere decir siempre cosas nuevas de lo que quiere y puede hacer en la criatura donde Él reina. Y como el dulce Jesús siente mucho deleite al hablar de su Voluntad, en cuanto ve a la criatura dispuesta, que quiere oír su historia, toma la primera parte de narrador para hacerla conocer y amar, por eso repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía, si te quisiera hablar siempre de mi Fiat, tendría siempre cosas nuevas que decirte, porque siendo eterna su historia, no termina jamás ni lo que es en Sí mismo, ni lo que puede hacer en la criatura. Ahora, tú debes saber que un acto de mi Voluntad en la criatura contiene tal potencia, gracia, amor, santidad, que si mi Querer no obrara un prodigio la criatura no lo podría contener, porque es un acto infinito, y a lo finito no le es dado abrazar todo. Escucha hasta donde llega su amor, en cuanto la criatura se presta, la llama en su acto, mi Voluntad Divina obra, y al obrar llama a su infinitud, a su Vida eterna, a su potencia que sobre todo se impone, a su inmensidad que llama y abraza a todos y a todo, ninguno se puede poner aparte de su obrar, y cuando todo ha encerrado, mi Voluntad forma su obra. Mira entonces qué cosa es un acto de Ella, es un acto infinito, eterno, armado de potencia divina, tan inmenso que ninguno puede decir yo no estaba en aquel acto. Ahora, estos actos no pueden quedar sin producir una gran gloria divina a nuestra Majestad Suprema y un bien inmenso a las criaturas, y como son actos hechos junto con la criatura, obran como Dios y atan a Dios y a la criatura, a Dios para dar y a la criatura para recibir, son como pretextos a nuestro amor, el cual nos dice: ‘La criatura nos ha dado lugar en su acto, nos ha dado la libertad de hacer lo que queremos’. Por eso nuestro amor se impone sobre Nosotros para hacernos dar lo que somos, también para honrarnos a Nosotros mismos y por honor de nuestra Voluntad obrante. Nuestro amor llega a tales pretextos y delirios de amor, que no quiere que jamás terminemos de dar, y nos pone delante nuestra inmensidad que no termina, nuestra potencia que todo puede dar, nuestra sabiduría que todo puede disponer; estos actos son actos divinos y pueden formar el pasaporte a las demás criaturas para hacerlas entrar en el reino de nuestro

Querer, estos actos darán hijos a nuestro reino, así que por cuantos más actos sean hechos en Él, tanto más será poblado, y todo el bien redundará en aquellos que han sido los primeros en dar vida a mi Voluntad en sus actos. Ahora, tú debes saber que los primeros pasaportes fueron formados por Mí y por mi Madre Celestial a los primeros hijos de mi Querer, los cuales contienen mi firma escrita con mi sangre y con los dolores de la Virgen Santísima; en todos los demás pasaportes también corre mi firma, de otra manera no serían reconocidos. Por eso quien vive en mi Querer tiene por principio mi Vida, por latido mi amor, por dote mis obras y pasos, por palabra mi misma Voluntad, me siento a Mí mismo en ella, y ¡oh! cómo la amo y me siento correspondido con mi mismo amor, y el alma siente tal alegría y contento porque me ama no más con su pequeño amor, sino con mi eterno amor, me abraza con mis obras, corre a mi lado con mis pasos, siente que su vida soy Yo, todo encuentra en Mí, y Yo encuentro todo en ella. Por eso sé atenta hija mía si quieres hacerte y hacerme feliz”.
(3) Después de esto me sentía un poco más sufriente, y tosía fuerte, y a cada golpe de tos pedía que la Divina Voluntad viniera a reinar sobre la tierra, y mi amado Jesús, todo ternura, me ha estrechado entre sus brazos diciéndome:
(4) “Hija mía, Yo sabía que a cada golpe de tos me pedirías mi Voluntad, y mi corazón me lo sentía herir y estallar de amor, y me sentía dar en tu toser mi inmensidad que me envolvía y me pedía mi Voluntad, sentía mi potencia y mi infinitud que me hacían pedir por todos mi Voluntad reinante, así que Yo mismo estaba obligado a decir: ‘Voluntad mía, ven a reinar, no tardes más’. Siento tal violencia que no hago otra cosa que hacer y decir lo que hace y dice la criatura, por eso quiero que me pidas mi Voluntad en tus penas, en el alimento que tomas, en el agua que bebes, en el trabajo que haces, en el sueño, quiero que empeñes tu respiro y latido en pedirme que mi Voluntad venga a reinar. Así que todo será para ti ocasión de pedirme mi Voluntad, también en el sol que llena de luz tus ojos, en el viento que sopla sobre ti, en el cielo que ves extenderse sobre tu cabeza, todo debe ser para ti ocasión de pedirme mi Voluntad reinante en medio de las criaturas; con esto me pondrás tantas prendas en mis manos, y la primera prenda será todo tu ser, porque no te moverás si no me pides que mi Voluntad sea conocida y suspirada por todos”.

+ + + +

35-15
Noviembre 7, 1937

Todas las verdades escritas sobre la Divina Voluntad formarán el día a quien debe vivir en Ella. La Reina del Cielo sufre de amor porque quiere dotar a sus hijos.

(1) Mi pobre mente me la sentía como llena por las tantas verdades que mi dulce Jesús me ha hecho escribir sobre la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “Quién sabe cuando saldrán a la luz estas verdades escritas sobre el Fiat Divino, y cuál será el bien que ellas harán” Y mi amado Jesús sorprendiéndome con su visita, todo bondad y ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, también Yo siento la necesidad de amor de hacerte conocer el orden que tendrán estas verdades y el bien que harán. Estas verdades sobre mi Voluntad Divina formarán el día de mi Fiat en medio de las criaturas, y conforme las conozcan, así se irá formando el día. Así que, conforme comiencen a conocer las primeras verdades que te he manifestado, siempre y cuando tengan buena voluntad y disposición de hacer de ellas vida propia, así se formará una esplendidísima aurora; estas verdades tendrán también la virtud de disponerlas y de dar la luz a tantos ciegos que no la conocen y aman. Entonces, surgida la aurora se sentirán investidos por una paz celestial, se sentirán más reafirmados en el bien, y por tanto ellos mismos suspirarán por conocer otras verdades, las cuales

formarán el principio del día de mi Querer Divino, este principio del día aumentará la luz, el amor, todas las cosas se convertirán en bien para ellos, las pasiones perderán la fuerza de hacerlas caer en el pecado, se puede decir que es el primer orden del bien divino que sentirán, este orden les facilitará sus acciones, sentirán una fuerza con la que todo pueden hacer, porque es propiamente esta su virtud primaria que pone en el alma: ‘El transmutar la naturaleza en bien’. Por eso, sintiendo el gran bien del principio del día de mi Querer, suspirarán que el día se adentre, querrán conocer otras verdades, las cuales formarán el pleno día. En este pleno día sentirán a lo vivo la Vida de mi Voluntad en ellos, su alegría y felicidad, su virtud obrante y creadora, se sentirán en posesión de mi misma Vida, porque soy el portador de mi Voluntad Divina. El pleno día les dará tales ansias de conocer otras verdades, las cuales una vez conocidas formarán el pleno medio día, en este pleno medio día la criatura no se sentirá más sola, entre ella y mi Querer no habrá más separación, lo que hace Él lo hará ella, obrarán juntos, todo por derecho será suyo, el Cielo y la tierra y aun el mismo Dios. Mira entonces para qué fin tan noble, divino y precioso servirán estas verdades que te he hecho escribir sobre mi Divina Voluntad, servirán para formar su día, a quién le formará la aurora, a quién el principio del día, a quién el pleno día, y a quién, en último, el pleno medio día. Estas verdades, según se conozcan, formarán las diversas categorías de las almas que vivirán en mi Querer, un conocimiento de más o de menos los hará subir o quedar en las diversas categorías, el conocimiento será la mano para hacerla subir a las categorías superiores, será la misma vida de la plenitud de mi Voluntad en ellas. Por eso puedo decir que con estas verdades he formado el día a quien quiera vivir en mi Querer Divino, día de Cielo, más que día de la misma Creación, no de sol y estrellas, porque cada verdad tiene virtud de crear nuestra Vida en la criatura, y ¡oh! cómo sobrepasa a toda la Creación, por eso, nuestro amor ha superado todo al manifestar tantas verdades sobre mi Divina Voluntad, y nuestra gloria será plena por parte de las criaturas, porque tendrán nuestra Vida en su poder para glorificarnos y amarnos.
(3) Respecto al cómo saldrán a la luz, así como he tenido potencia y amor para manifestarlas a quien debía, así tendré potencia y amor para investirlos y transmutarlos en las mismas verdades, porque sintiendo en ellos su vida, sentirán necesidad de sacar a la luz lo que sienten en ellos, por eso no te preocupes, Yo que todo puedo, haré y pensaré en todo”.
(4) Después de esto estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, en la cual estaban todas las obras, el amor, las plegarias, los dolores, la vida palpitante, los respiros y todo lo que ha hecho la Reina del Cielo, como si los estuviese haciendo ahora mismo; yo los abrazaba, los besaba, los adoraba y los ofrecía para obtener el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra, y mi amado Jesús volviendo a hablar ha agregado:
(5) “Hija mía bendita, quien vive en mi Voluntad puede entrar en todas partes y todo me puede dar: Me puede dar a mi Mamá Celestial como si fuese suya, me puede dar la forma como me amó y todo lo que hizo; puede llegar a duplicar mi Vida y dármela para amarme como si fuese suya. Ahora, tú debes saber que al igual que Yo con manifestarte tantas verdades sobre mi Querer Divino he formado su día para las criaturas, la Soberana del Cielo con su amor, con sus dolores, con sus oraciones y actos que hizo, que como fueron hechos todos en mi Divina Voluntad, llenan Cielo y tierra, forman la dote suficiente para aquellos que deben vivir en Ella; con qué ansia espera y suspira por poder dotar a sus hijos, Ella se ve inmersa en tantas riquezas de gracia, de amor, de santidad, y no encuentra a sus hijos para dotarlos porque no viven en ese Querer en el que Ella vivió. Mira hija mía cómo en todo lo que hizo y sufrió está escrito: ‘Para mis hijos’. Por eso, si ama, llama a sus hijos para recibir la dote de su amor, para hacerlos conocer como hijos suyos e hijos nuestros, y amarlos como la amamos a Ella; si reza, quiere dar la dote de su oración; en suma, quiere dotarlos con su santidad, con sus penas y con la misma Vida de su Hijo. Cómo es conmovedor oírla, mirarla que en su materno corazón tiene como dentro de un sagrario a sus hijos, y en todos sus actos y respiros llama a sus hijos y dice a nuestro Ser Supremo: ‘Todo lo que soy y poseo es todo para mis hijos, ¡ah! escúchame,

siento rompérseme el corazón por amor, tengan piedad de una Madre que ama y que quiere dotar a sus hijos para volverlos felices. Mi felicidad no está completa, la siento a la mitad porque no tengo a mis hijos para gozar junto Conmigo, por eso hacedlo pronto, que el Querer Divino sea conocido a fin de que conozcan también los espasmos de su Madre, que conozcan cómo quiero dotarlos y hacerlos felices y santos’. ¿Crees tú que quedemos indiferentes ante este espectáculo conmovedor de una Madre que tanto sufre por amor, que con sus ternuras maternas y con los derechos de Madre nos ruega y nos suplica?
¡Ah, no! Cuántas veces tras estas sus premuras manifiesto otras sorprendentes verdades sobre mi Fiat, para darle desahogo haciéndola dotar con dote más extensa a sus hijos, porque les será dado según conozcan. Por eso también tú entra en mi Querer Divino, y junto con esta Madre Celestial ruega y suplica que nuestra Voluntad sea conocida y reine en todas las criaturas”.

+ + + +

35-16
Noviembre 12, 1937

Un acto hecho en la Divina Voluntad ama a Dios por cada uno, y le da lo que la criatura está obligada hacia Dios. Quien vive en el Fiat Divino
da la ocasión a Dios de repetir sus obras en acto. Dios quiere obrar al tú por tú con la criatura. El te amo, joyel divino.

(1) El Querer Divino continúa inundándome con su luz, la cual hace salir tal potencia, que forma prodigios inmensos en los actos de la criatura, ante los cuales queda como raptada; se ve la potencia creadora que encierra todo y hace todo en el pequeño acto humano. ¡Oh potencia y amor de la Divina Voluntad, cómo eres insuperable, tu potencia vence todo, tu amor da en lo increíble! Y mi amable Jesús, que quiere hacer comprender los prodigios inauditos que puede hacer su Fiat Divino en la criatura, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, las llamas de mi amor son tantas, que me siento sofocar, y para dar un poco de desahogo a mi amor que me quema, que me hace delirar, regreso a decir lo que puede hacer mi Voluntad en la criatura. Para reinar debe conocerse quién es, hasta dónde llega su amor, cuál es su potencia, y qué cosa puede hacer. Ahora escúchame, en cuanto la criatura le da la libertad de obrar, mi Voluntad llama a su inmensidad y a su potencia, encierra a todos y a todo en aquel acto, y nuestra Divinidad Santísima recibe en aquel acto el amor de cada una de las criaturas, oímos en aquel acto las voces, los latidos de todos los corazones que nos dicen: ‘Os amamos, os amamos’, nos da la adoración de cada uno y todo lo que están obligados hacia su Creador. Mi Voluntad anima todo, y escuchamos en aquel acto que también el sol, el cielo, las estrellas, y toda la Creación nos dicen: ‘Os amamos, os adoramos, os glorificamos’. Así que por parte de nuestra Voluntad obrante en la criatura recibimos todo, y por cada una nuestro amor queda correspondido y nuestra gloria completada. Ella todo puede darnos, si bien se sirve del acto de la criatura para dárnoslo, y llevada por el amor hacia quien le ha hecho obrar en su acto dice: ‘Todo a ti te cedo hija mía, delante a nuestra Majestad Suprema te hago encontrar que tú has amado por todos, y que por cada uno nos has dado la gloria, la adoración de todos, que nos has hecho amar también por el sol, por el cielo, toda la Creación armonizaba y decían entre ellos: Amor, amor a nuestro Creador. Por eso te cedo a ti el mérito de todo, todo es tuyo’. Mi Voluntad no sabe ni quiere obrar si no encierra todo y no hace todo”.
(3) Yo he quedado sorprendida y decía entre mí: ¿Será posible todo esto? Y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, no te maravilles, un solo acto de mi Voluntad es más grande que el cielo y que la tierra, su inmensidad no tiene confines, su potencia no tiene límites, tiene en su

propio puño a todo y a todos, en su obrar tiene un acto de amor infinito que puede decir por todos: ‘Amor’. Y después de que ha amado por todos, ¡oh, cuánto avanza! Y además, nuestro amor es perfecto, primero nos amamos a Nosotros mismos, ponemos al seguro nuestros intereses, nuestra gloria, nuestro amor, y después descendemos en las criaturas y amamos en ellas con nuestro mismo amor, nos glorificamos con nuestras obras. ¿Quién es aquél que no piensa primero en sí mismo? Por eso nuestra Voluntad, tanto si obra en Nosotros como en las criaturas, primero, por derecho, debe darnos lo que a Nosotros corresponde y conviene, por todos y por cada uno, y después las criaturas tendrán según sus disposiciones”.
(5) Después continuaba siendo inundada por las olas del Querer Divino, pero olas de luz, llenas de verdades, de amor, que quieren hacer conocer sus prodigios, su potencia y qué cosa quiere dar a la criatura. Yo seguía sus actos que hizo en la Creación para hacerlos míos, para poder decir: “Lo que es de Jesús es mío”. Y mi siempre amable Jesús, regresando, ha retomado su decir y me ha dicho:
(6) “Hija de mi Voluntad, en cuanto la criatura regresa a nuestras obras para cortejarlas, amarlas y hacerlas suyas, así nuestro amor nos hace correr para ir a su encuentro para admitirla junto a Nosotros, y renovarlas para ella sola como si en un acto repitiésemos nuestras obras sólo para ella. Así que concentramos todo nuestro amor en ella, nuestra potencia, nuestras alegrías, las estratagemas, las locuras de amor que tuvimos al crear y poner fuera toda la Creación, y en nuestro énfasis de amor la miramos y la encontramos cielo, y encontramos en ella el amor que tuvimos al extender la bóveda azul; volvemos a mirarla y encontramos en ella la multiplicidad de las estrellas, que a cada una da su voz para hacerlas decir: ‘Te amo, te amo, te amo’. Estas voces de ‘te amo’ forman la más bella de las músicas celestiales, y es tanta su armonía y el dulce sonido que nos forma, que nos sentimos embriagados, y en nuestra embriaguez le decimos: ‘Hija, cómo eres bella, nos eres portadora de alegrías infinitas, ni siquiera cuando todo fue creado recibimos estas músicas y alegrías, porque faltaba una criatura unida a nuestra Voluntad que hiciera que nuestras obras nos dijeran te amo, te amo, te amo’. Ante tal espectáculo de amor renovamos la creación del sol, del viento, del mar, del aire, y concentramos en ella todo el amor, nuestra armonía divina que tuvimos al crear todos estos elementos, y ¡oh! nuestra alegría, la correspondencia de amor que nos da al mirarla y encontrarla sol que arde de amor por Nosotros, viento que nos murmura y gime de amor, y que formando arcanas voces humanas de amor nos quisiera abrazar con su amor para decirnos: ‘Me has amado y te amo, amor me has dado, amor te doy’. Y con su amor nos forma las olas impetuosas hasta llegar a darnos aire de amor por cada respiro de criatura, Nosotros nos sentimos herir continuamente y desfallecer por su amor. Un alma que vive en nuestra Voluntad es todo para Nosotros, nos tiene siempre ocupados, nos ama siempre, pero con nuestro amor, y cada vez que hace sus actos en nuestro Fiat, Nosotros renovamos las obras de la Creación, y para divertirnos, amarla y hacernos amar en cada acto que hace, nos servimos de estos actos como materia para renovar nuestras diversas obras creadas, es más, nuestro amor no se contenta, quiere agregar más cosas, y crea nuevos prodigios de gracia, hasta crear nuestra misma Vida en la amada criatura. A Nosotros nos agrada mucho el obrar al tú por tú con ella, como si para ella sola hiciésemos todo, esto hace surgir más amor hacia Nosotros, más estima, más aprecio hacia Nosotros que tanto la amamos. Entonces, según se nos une, si se nos une en las obras de la Creación, renovamos en ella nuestras obras de la Creación; si se nos une en las obras de la Redención, renovamos en ella nuestras obras, repito mi nacimiento en acto, y mirándola encuentro en ella mi nacimiento, el amor por el cual nací, y me ama con aquel mismo amor, ¿y te parece poco que yo encuentre mi amor que me hizo nacer, llorar, sufrir, caminar, obrar? Y junto con ella, al tú por tú repito mi Vida acá abajo, y mi Querer Divino me hace amar por ella con aquel mismo amor con el que Yo amé cuando estando sobre la tierra desarrollaba mi Vida redentora, por eso el vivir en mi Querer Divino es todo para la criatura, y todo para Nosotros”.

(7) Después seguía los actos de la Divina Voluntad en sus obras, y pensaba entre mí:
¿Cuál será más gloria para Dios, seguir los actos de la Creación o los de la Redención? Y Jesús regresando ha agregado:
(8) “Hija mía, la una y la otra me son sumamente agradables, pero con esta diferencia: En las obras de la Creación la criatura encuentra a nuestra Majestad en fiesta, y que si creaba tantas obras, nuestro fin primario era que todo debía servir a nuestra Voluntad reinante en la criatura, y todas las cosas creadas debían servir como depósito de su correspondencia de amor, de adoración, de gloria hacia Nosotros. Todas las cosas creadas dicen nuestro amor hacia la criatura, y ella por medio de estas debía amar a su Creador. Tú debes saber que cada ‘te amo’ tuyo que escondes en el sol, en el cielo, y en las otras cosas creadas son nuestras joyas, y Nosotros las amamos, los besamos, los abrazamos, y nos felicitamos con ellas, nos sentimos glorificados y correspondidos por todo lo que hemos hecho. ¿Crees tú que a tantos ‘te amo’ tuyos con los cuales has investido la Creación, Nosotros seamos indiferentes? ¡De ninguna manera! Los miramos uno por uno, y como nuestras joyas nos dan la alegría que tuvimos en la Creación, por eso haces continuar nuestra fiesta, y si estos ‘te amo’ no se ven, sino sólo por Nosotros, es porque nuestra Voluntad, siendo inmensa, también en la Creación su luz eclipsa tus ‘te amo’, y celosa se los tiene escondidos en su seno. Sucede como al sol, que siendo más grande su luz y más intenso su calor, todas las preciosidades de los efectos que contiene no se ven, pero ciertamente los posee, tan es verdad, que si su luz toca la flor le da el color y pinta en ellas, como si fuese pintor, la variedad de las bellezas, de los colores, para formar el más dulce encanto a las generaciones humanas; si toca las plantas y los frutos, les da la multiplicidad de las variadas dulzuras y sabores, esto dice que el sol no es solamente luz y calor, sino que esconde otros bienes en su seno de luz. Así es la criatura que vive en nuestra Voluntad, conforme ama, adora, mi Voluntad forma la belleza del iris del amor de ella en sus obras, la variedad de las alegrías y dulzuras de sus actos buenos, que celosa esconde en su seno. Mi Voluntad es el escondite del amor, y todo lo que la criatura hace en Ella forma el más bello ornamento a nuestras obras divinas y el dulce encanto a nuestras pupilas, y es tanta nuestra complacencia, que la mostramos a toda la corte celestial para hacerlos gozar junto con Nosotros. Por lo tanto, la gloria más grande que nos puede dar, es siguiendo nuestros actos de la Creación, porque se une a nuestra misma finalidad, se entrelaza con nuestro amor, sentimos que besa nuestro amor, y Nosotros besamos el suyo y hacemos de ellos uno solo. Qué alegría, qué felicidad, tener a la criatura junto con Nosotros para amarnos y hacer lo que queremos hacer Nosotros.
(9) Ahora, en la Redención cambia la finalidad, en ésta vamos en busca del hombre culpable, en la Creación todo era fiesta, nuestras obras nos sonreían de alegría, de amor, de gloria, en cambio en la Redención, penas, lágrimas, amarguras, remedios, medicinas para sanar al hombre. Y la criatura entrando en nuestro Querer puede investir con sus tiernos y compasivos ‘te amo’ mis penas, amarguras y lágrimas, y esconde sus joyas del ‘te amo’ en ellas, y Yo, besando estas joyas no me sentiré solo, sino confortado, sostenido, acompañado por quien vive en mi Querer; en las joyas de sus ‘te amo’ encontraré quién me enjugue las lágrimas, quién divide Conmigo mis penas, quién me defiende. Por eso siempre en mi Voluntad te quiero, y así, en fiesta o en pena te tendré siempre Conmigo”.

+ + + +

35-17
Noviembre 20, 1937


Cómo la Divina Voluntad hace surgir el amor, de modo que dondequiera y por todas partes se siente amada por la criatura. Donde está la Voluntad Divina, Dios encuentra la materia adaptable para
hacer concebir, nacer y crecer la Vida Divina.

(1) Mi pobre mente continúa nadando en el mar del Querer Divino, y son tales y tantas las sorpresas, sus ansias por querer hacer vida en la criatura, y es tanto su hablar acerca de esto, que me resulta imposible poder decirlo todo. Y mi amado Jesús visitando mi pequeña alma, con amor indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el hablar de mi Voluntad es para Mí la fiesta más grande, el Cielo se une Conmigo para festejar, y cuando me ven hablar de mi Querer todos se ponen atentos para escucharme, no hay fiesta más bella que pueda dar a toda la corte celestial que hablar de mi Divina Voluntad, Ella hace surgir el amor obrante en las almas en la tierra y el beatificante en el Cielo. Donde no hay amor Yo no me muevo, ni voy, ni sé qué hacer con la criatura, y además, el amor que hace surgir mi Voluntad es inmenso, y quien vive en Ella, no hay punto donde no se encuentre toda investida y como envuelta por mi amor; esta criatura sufre nuestra misma suerte, que amamos dondequiera y por todas partes, amamos a todos y siempre; así que sentimos que nos ama en los corazones de todos, su amor corre por doquier y nos ama en el sol, en el cielo, en el centelleo de las estrellas, en los gemidos del viento, en el murmullo del mar, en el movimiento de los peces, en el canto del pajarillo, sentimos que nos ama también en los corazones de los ángeles y de los santos, hasta en nuestro seno divino. Todos le dicen: ‘Sé la bienvenida, oh, cómo te esperábamos, ven a tomar tu puesto de honor, ven a amar en nosotros a nuestro Creador’. Mi Voluntad, celosa, la tiene estrechada Consigo, e inundándola siempre con nuevo amor se hace hacer los cantos de amor, los largos relatos de amor, los dulces encantos de amor, las heridas de amor, y parece que diga: ‘He encontrado quien me ama y quiero gozármela, no me sentiría feliz si no me dice siempre y por todas partes: Te amo, te amo’. Así que el alma que viva en nuestra Voluntad será nuestro triunfo, nuestra victoria, la depositaria de nuestro amor, nuestra gloria continua. Mi amor siente la necesidad de la compañía de esta criatura para desahogar mi amor y tener el suyo, por eso quiero respirar junto con ella, latir y obrar junto con ella; la unión sabe producir alegrías más bellas, contentos inefables, obras más grandes, amor más intenso.
(3) Ahora, mi Voluntad dará tanto amor a esta criatura que viva en Ella, que podrá inundar a toda la Creación, extenderá un nuevo cielo de amor sobre todas las generaciones humanas, de manera que se sentirá abrazada, amada por el amor de esta criatura, dado por Ella misma, dondequiera, en cada uno y por todas partes; y mientras la abraza y la ama, le dirá: ‘¡Ven, oh Querer Supremo a reinar sobre la tierra, inviste a todas las generaciones, vence y conquista a todos, ¿no ves cómo es bello el vivir en Ti, poseer tu amor que contiene tal potencia y virtud que ninguno podrá resistir?’ Por eso, cuando este amor haya llegado a investir todo y a todos, como es amor de una criatura que ha vivido en nuestro Fiat, que lleva consigo el vínculo de la familia humana, nos haremos vencer, abatiremos todos los obstáculos y tendremos nuestro reino sobre la faz de la tierra. Por eso ruega y sírvete de todas las cosas para pedirme que venga a reinar como en el Cielo así en la tierra”.
(4) Después continuaba siendo inundada por el Fiat Divino, que llovía sobre mí luz y amor; luz para hacerse conocer más, amor para hacerse amar, y mi dulce Jesús, regresando, ha agregado:
(5) “Hija mía, ¡cómo es bello el vivir en mi Querer! No sabemos estar sin esta criatura, no hacemos otra cosa que pensar qué sorpresa debemos hacerle, qué de nuevo darle, qué decirle, a fin de que conozca más nuestro Fiat, y según lo conozca así podemos engrandecer más el mar de nuestro amor en ella. El conocimiento es la campanita que mientras suena llama con sonidos tan dulces a nuestra potencia, santidad, bondad y amor

a encerrarse en la criatura que vive en Él, para hacernos obrar nuestros prodigios inauditos. Ahora, tú debes saber que cuando encontramos nuestra Voluntad en la criatura, nos sentimos beatificados, y sentimos tanto placer al verla, que para gozárnosla más le miramos la mente y hacemos concebir, nacer y crecer nuestra Inteligencia en ella; le miramos la boca y hacemos concebir, nacer y crecer nuestra palabra, de modo que hablará de nuestro Ser Supremo con tal elocuencia y gracia, que nos hará amar por aquél que tenga el bien de escucharla; le miramos la voluntad y hacemos renacer y crecer a nueva vida la nuestra; le miramos el corazón y hacemos concebir en él nuestro amor, sus armonías, sus estratagemas para hacernos vencer y hacerla renacer siempre en nuestro amor; le miramos las manos y los pies y hacemos concebir, nacer y crecer nuestras obras y nuestros pasos. Podríamos hacer todo esto junto, pero no lo hacemos para tomar más tiempo para estarnos con ella y gozárnosla más. Es tanto nuestro amor, que queremos formar con nuestras manos creadoras nuestra misma Vida en la criatura, lo que somos queremos darle, nuestro amor no queda contento si no repetimos nuestra Vida en ella, y sólo encontramos la materia adaptable cuando encontramos a nuestra Voluntad que nos ha formado el terreno, lo ha purificado y embellecido, y mientras formamos nuestra Vida cantamos victoria y gloria a nuestro Ser Divino, ¿y la criatura qué hace? Nos da el alimento para alimentarnos y hacernos crecer en ella, nos da el agua para quitarnos la sed, su ser para vestirnos, su alma por habitación, su corazón como lecho de reposo, y nos da todos sus actos para tenernos entretenidos y rodeados por nuestras mismas alegrías celestiales. ¿Pero quién puede decirte hija mía qué cosa podemos hacer y dar a quien vive en nuestro Querer? Damos todo, hacemos todo, y nos da todo”.

+ + + +

35-18
Noviembre 29, 1937

Las penas unidas con las penas de Jesús forman su Vida en nosotros, y no hay bien que no surja de ellas.
Cómo el no amar vuelve mártir al amor divino.

(1) Mi pobre mente nada en el mar del Querer Divino, es más, lo siento que respira, late en mí, y más que sangre circula en las venas de mi alma y me dice: “Estoy aquí, dentro y fuera de ti, más que vida tuya, corro en cada acto tuyo, y con mi amor te facilito todo y al mismo tiempo te hago feliz”. Y mientras estaba en esto, me hacía ver todas las penas sufridas por mí, investidas de luz, que las tenía estrechadas a su seno como conquistas de su Querer. Yo he quedado pensativa, y mi siempre amable Jesús visitándome me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer Divino, tú debes saber que todas mis penas sufridas por mi Humanidad Santísima en la tierra, cada lágrima que derramé, cada gota de mi sangre, cada paso y movimiento, y también mi respiro, eran y son investidos por una sola voz con la que hablan y gritan continuamente: ‘Queremos el reino del Divino Querer reinante y dominante en medio de las criaturas, queremos nuestros derechos divinos puestos en vigor’. Y ruegan, hablan, gimen en torno a nuestro trono supremo sin cesar jamás, que una sea la Voluntad del Cielo y de la tierra. Ahora, quien se une con mis penas, con mis latidos, respiros, pasos y obras, ruega, habla y gime junto con todo lo que Yo hice y sufrí en la tierra. No hay bien que no surja de mis penas, y unidas las mías con las de la criatura, las mías forman el depósito, el albergue, para recibir las penas de ella, formando juntas una sola plegaria, una sola voz, una sola Voluntad, es más, mis penas transportan las penas de la criatura y todo lo que hace ante nuestra Majestad, para hacerla querer y hacer lo que hice Yo; las penas de las criaturas atraen y raptan a las mías a la tierra para envolverlas todas en mis penas y suyas, para disponerlas a recibir la Vida de mi

Divina Voluntad. La unión Conmigo, sus penas con las mías, forman el gran prodigio de mi Vida en la criatura, la cual obra, habla y sufre como si de nuevo Yo estuviese sobre la tierra, y Yo animo todo su ser con la potencia de mis actos, aun en sus pequeñas naderías corre mi Vida para hacer que todo sea mío, animada por mi potencia creadora, y me dé el amor, la gloria de mi misma Vida. ¿Crees tú que todo lo que has sufrido, mi Voluntad no lo tenga en cuenta? ¡De ningún modo! Conserva en su seno de luz todas tus penas, pequeñas y grandes, tus suspiros angustiosos y dolientes, tus privaciones, es más, se ha servido de esto como materia para hacer concebir, nacer y crecer su Vida; en cada pena era un crecimiento que hacía, y esta Vida alimentaba a esas penas con su santidad, las llenaba con el ímpetu de su amor, las embellecía con su inenarrable belleza. Hija mía, cómo debes agradecerme por todo lo que he dispuesto sobre ti, y por todo lo que te he hecho sufrir, porque todo ha servido para formar mi Vida en ti y para el triunfo de mi Voluntad. Qué fortuna para la criatura el ver que sus penas han servido a mi Vida tan santa, que tendrá por cumplimiento mi Divina Voluntad palpitante en ella. ¿Te parece poco que el Creador haga ver que tiene necesidad de la criatura, Aquél que todo puede y da vida a todo? ¿No es este el más grande exceso de nuestro amor?”
(3) Jesús ha hecho silencio, y yo me he quedado pensando en lo que me había dicho, y veía en mí alineadas todas mis penas sufridas, que esparcían rayos de luz, que transformadas en las penas de Jesús formaban el apoyo divino, la defensa de las criaturas, que formaban voces, gemidos continuos que pedían que viniera a reinar la Divina Voluntad. Entonces Jesús ha continuado:
(4) “Hija mía buena, nuestro amor por la criatura es tanto, que dondequiera y por todas partes, aun sobre el pequeño hilo de hierba, en el aire que respira, en el agua que bebe, hasta debajo de sus pasos mientras pisa la tierra, le hacemos llegar nuestras voces, nuestro grito apasionado de amor: ‘Te amo, te amo, te amo’. Pero nuestro amor no queda tranquilo si no es escuchado por las criaturas y no escucha que le repitan: ‘Te amo, te amo’, y en nuestro delirio de amor y de dolor decimos: ‘¡Ah! ¿ninguno nos escucha?
¿Ninguno nos repite ‘te amo, te amo?’ ¿Para qué entonces decir ‘te amo, te amo’, si ninguno nos lo corresponde? ¿A quién decimos te amo, al aire, al viento, al vacío? Nuestro ‘te amo’ no encuentra a quién dirigirse, dónde apoyarse si no encuentra el ‘te amo’ de la criatura, que lo recibe para corresponderlo con el suyo, a fin de que su amor encuentre el refugio en nuestro inmenso amor, para apoyarse y engrandecerse siempre más. Cuando la criatura escucha nuestro ‘te amo’ y nos lo corresponde, en nuestro énfasis de amor y como pacificados por su amor decimos: ‘Así que hemos sido escuchados, nuestro amor ha encontrado a quién dirigirse, dónde refugiarse, hemos sido reconocidos, porque hemos encontrado quién nos dice ‘te amo’. Y entonces nuestro amor hace fiesta; en cambio cuando no encontramos quién nos dice ‘te amo’, no encontramos quién nos reconoce, ni quién nos escuche, ni quién nos ame. Cómo es duro amar y no ser amado, cómo quisiera que todos lo supieran, que con mi amor los sostengo, los abrazo; los amo y los hago respirar, los amo y les doy el latido, los amo y les doy la palabra, los amo y les doy el paso, los amo y les doy el movimiento, el pensamiento, el alimento, el agua, todo lo que son y reciben es efecto de mi amor que corre. Entonces, ¿no es una ingratitud horrenda el no amarme, volver mártir a nuestro amor, porque amamos y no somos amados?”
(5) Después de esto pensaba entre mí: ¿Pero cómo puede la criatura saber cuando nuestro Señor le dice sus repetidos e ininterrumpidos “te amo”, para corresponderlos con los suyos? Y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, es muy fácil saberlo si la criatura posee como vida propia a mi Voluntad Divina, porque Ella le da su oído divino y le hace escuchar cuando su Creador le dice ‘te amo’; pero no sólo le da el oído, sino también su palabra divina, de modo que el oído escucha y la palabra dice ‘te amo’, más bien, antes de que le diga ‘te amo’ advierte que debe recibir el ‘te amo’ de su Dios, y la criatura dice su ‘te amo’ junto con el ‘te amo’ divino, casi poniéndose en competencia con su Creador. Mi Voluntad quiere dar todo a quien vive

en Ella, le da sus brazos para que la abrace, y le da sus pasos para que corra tras Ella; y así como Nosotros sentimos nuestra naturaleza divina toda amor, y la necesidad de amar, tanto, que si se nos pudiera impedir el amar nos sofocarían, quitándonos como el respiro a nuestra Vida Divina, porque en Nosotros nuestro respiro, nuestro movimiento, nuestro mismo Querer es amor, el no amar para Nosotros es imposible; así quien posee nuestra Voluntad siente la necesidad de amarnos, y de amarnos siempre; por eso solamente Ella sabe poner el orden entre el Creador y la criatura, y la hace estar al día de nuestro amor, de nuestra santidad, y la pone en comunicación con nuestro Ser Supremo”.

+ + + +

35-19
Diciembre 6, 1937

Conforme se obra en el Querer Divino, Jesús hace sonar su campanita para llamar a los habitantes del Cielo, y a los de la tierra. La compañía de la criatura urge al amor divino.

(1) Siento en mí la Vida rebosante de amor del Querer Divino, que conforme se mueve hace brotar de sí mares de amor, con los cuales, invistiendo a todos dice a cada uno: “¡Ah! mírenme, conózcanme, recíbanme en vuestros corazones, denme el dominio, vengo cargado de todos mis bienes para hacer vida junto con ustedes. Pero, ¡ay de Mí! no soy reconocido, es más, me rechazan, y no siendo conocido, mis leyes supremas del amor no tienen vigor para ellos, mis bienes permanecen Conmigo sin poderlos dar a mis hijos”. Después seguía los actos de la Divina Voluntad, y llegando al firmamento azul tachonado de estrellas, llamaba junto conmigo a los habitantes del Cielo y a los habitantes de la tierra, a fin de que todos juntos correspondiéramos con nuestro pequeño amor el amor infinito de Dios, que con tanto amor había creado la extensión del cielo, como para cubrirnos y escondernos en su amor, y por lo tanto, todos, sin exceptuar a ninguno, tenemos el deber de amar a Aquél que tanto nos ha amado. Mientras esto hacía, mi Sumo Bien Jesús visitando mi pequeña alma, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, si supieras con cuanto amor esperaba que tú hicieras tu llamada a todos, para sentir en tu acto la correspondencia del amor de todos. En cuanto tú comienzas a llamarlos, Yo toco la campana a los habitantes celestiales y a aquellos de la tierra, y solamente ceso de tocarla cuando veo que todos han concurrido en tu acto; los primeros son los habitantes celestiales, que viviendo en mi Querer ni pueden ni quieren hacerse a un lado, sienten la Divina Voluntad unitiva que los une en aquel acto, es más, ellos esperan con ansia quién los llame para poderme corresponder en amor, y como quien los llama es una criatura de la tierra que posee su voluntad libre, en ella ellos sienten que pueden darme nuevo amor, y ¡oh! cómo gozan al sonido de mi campana, y vuelan para ponerse en aquel acto de la criatura que quiere amarme. En cuanto a los habitantes de la tierra, no viviendo todos en mi Querer, poquísimo oyen el vibrante sonido de mi campana. Y cuando veo a todos juntos en aquel acto, nuestra Divinidad se pone muy atenta, en espera amorosa, y, ¡oh! cómo es bello oír en aquel acto voces innumerables que nos dicen: ‘Os amamos, os amamos, reconocemos en vuestras obras cuánto nos habéis amado, y por todas os correspondemos en amor’. Nuestro Ente Supremo herido por tantas voces, hace salir otros mares de amor, y cubre e inviste a todos con tales gozos y felicidad, que todos quedan raptados, gozando por medio de aquella criatura un paraíso de más. Quien vive en nuestro Querer nos da el campo para obras nuevas, hace brotar más fuerte nuestro amor, y no pudiéndolo contener hacemos salir nuevos mares de amor para amar a la criatura y para hacernos amar, y ¡oh! cuánto la amamos. Tú debes saber que la cosa que más urge a nuestro Ser Supremo es la compañía de la criatura, no queremos ser el Dios aislado, ni tenerla lejana de Nosotros; el aislamiento jamás ha sido portador de

grandes obras y de felicidad, la compañía madura el parto del bien y hace surgir a la luz las obras más bellas. Por esto creamos tantas cosas, para tener ocasión de tener tantas veces su compañía por cuantas cosas creamos, y como lo que hicimos una vez estamos siempre en acto de hacerlo, quien vive en nuestro Querer está siempre en compañía con Nosotros, ella recibe nuestro acto creante, y Nosotros recibimos la gloria, la correspondencia del amor creado. Por eso tenemos su compañía en las esferas celestiales, en el refulgente sol, en las brisas del viento, en el aire que todos respiran, en el murmullo del mar, dondequiera y por todas partes nos sigue, nos defiende y nos corresponde en el amor, ella no sabe vivir sin Nosotros y sin amarnos, y Nosotros no podemos estar sin ella, y celosos nos la tenemos estrechada a nuestro seno divino”.
(3) Después ha agregado: “La compañía de la criatura nos es tan querida, que formamos con ella nuestra recreación, con ella tomamos las decisiones más grandes para nuestra gloria y para el bien de las generaciones humanas, y junto con ella cumplimos nuestros designios; mientras estamos en compañía nuestro amor surge a nueva vida y va inventando nuevas tretas de amor y nuevas sorpresas para encadenar a las criaturas a amarnos siempre más. Si no fuera por la compañía, ¿con quién debíamos desahogarnos?
¿Sobre quién podríamos formar nuestros designios? ¿Dónde podríamos apoyar nuestro amor que siempre surge? Por lo tanto, nuestros bienes sin la compañía vendrían a ser deprimidos, sin poder dar vida a lo que queremos hacer por amor de las criaturas. Mira entonces cómo es necesaria su compañía a nuestro amor, a nuestras obras, y para poder dar cumplimiento a nuestro Querer”.

+ + + +

35-20
Diciembre 8, 1937

Acerca de la Concepción de la Reina. Su carrera de amor, donde se encontraba su Creador se encontraba Ella para amarlo. Cómo quedaba concebida en
cada cosa creada y era constituida Reina del cielo, del sol y de todo.

(1) Hoy, mi pobre mente nadando en el Querer Divino encontraba en acto la Concepción de la Reina del Cielo y, ¡oh! maravilla, las sorpresas son indescriptibles. Y pensaba para mí: “¿Pero qué más puede decir sobre la Inmaculada Concepción después de haber dicho tanto?” Y mi amable Jesús sorprendiéndome, todo en fiesta como si quisiera festejar la Concepción de la Celestial Reina me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ¡oh! cuántas otras cosas tengo que decir sobre la Concepción de esta Celestial Criatura, era una vida que creábamos, no una obra, de la obra a la vida hay gran diferencia; y además Vida Divina y humana, en la cual debía haber sumo acuerdo de santidad, de amor, de potencia, que la una debía poder igualarse con la otra. Fueron tales los prodigios que hicimos al crear esta vida, que debimos hacer el prodigio más grande, y una cadena de milagros para hacer que esta vida pudiese contener los bienes que en Ella depositamos. Esta Santa Criatura, concebida sin mancha de origen, sentía la Vida de su Creador, su Voluntad obrante, la cual no hacía otra cosa que hacer surgir nuevos mares de amor, y ¡oh! cómo nos amaba, nos sentía dentro y fuera de Sí, y ¡oh! cómo corría para poderse encontrar dondequiera y por todas partes donde estaba la Vida de su Creador. Para Ella habría sido el más duro y cruel martirio si no se hubiera podido encontrar por todas partes para amarnos; nuestra Voluntad la ponía en vuelo, y nuestra Vida mientras se encontraba en Ella, se hacía encontrar por todas partes para hacerse amar y para gozarse a Aquella que tanto amaba y por quien era amada.
(3) Ahora escucha otra sorpresa, en cuanto fue concebida comenzó su carrera, y Nosotros la amábamos con amor infinito, el no amarla habría sido para Nosotros el más grande martirio, por eso, conforme corría para encontrar fuera de Ella nuestra Vida que

poseía dentro, porque un bien jamás es completo si no se posee por dentro y por fuera, así, conforme corría así quedaba concebida en el cielo, en las esferas celestiales, y las estrellas le hacían corona y la alababan y aclamaban como su Reina, y adquiría los derechos de Reina sobre todas las esferas celestes. Nuestra inmensidad la esperaba en el sol, y Ella corría y quedaba concebida en el sol, el cual haciéndose diadema a su cabeza adorable la investía de luz y la alababa como Reina de la luz. Nuestra inmensidad y potencia la esperaban en el viento, en el aire, en el mar, y Ella corría, corría sin detenerse jamás en su carrera, y quedaba concebida en el viento, en el aire, en el mar, y adquiría los derechos de Reina sobre todo. Así que la Soberana Señora hace correr su potencia, su amor, su maternidad, en el cielo, en el sol, en el viento, en el mar, hasta en el aire que todos respiran, así que dondequiera y por todas partes y en todos quedó concebida; donde estaba nuestra potencia e inmensidad Ella erigía su trono para amarnos y amar a todos. Este fue el más grande milagro que hizo nuestro amor potente, bilocarla, multiplicarla en todas las cosas y seres creados, para que la encontrásemos en todos y por todas partes. La Celestial Reina hace como el sol, que si alguno no quisiera su luz, la luz se impone y dice, me quieras o no me quieras debo hacer mi curso, debo darte luz; sin embargo alguno se puede esconder de la luz del sol, pero de la Soberana Señora no se puede esconder ninguno; si esto no fuera así, no se podría decir con los hechos Reina y Madre universal de todos y de todo, y Nosotros no sabemos decir palabras si no hacemos los hechos. Mira entonces hasta dónde llegó nuestra potencia, nuestro amor en la Concepción de esta Santa Criatura, hasta elevarla a tal altura y gloria, de poder decir: Donde está mi Creador estoy Yo para amarlo, me ha investido de tal potencia y gloria, que soy Soberana de todo, todo depende de Mí, mi dominio se extiende por doquier, tanto, que mientras estoy concebida en todas las cosas, tengo concebido en Mí el cielo, el sol, el viento, el mar, y todo, todo poseo en Mí, aun a mi Creador, y soy Soberana y Señora de todos. Esta es toda mi altura inalcanzable, mi gloria que ninguno puede igualar, mi gran honor, que con mi amor abrazo a todos, amo a todos y soy de todos, hasta la Madre de mi Creador”.

+ + + +

35-21
Diciembre 14, 1937

Así como la naturaleza tiene su día, así la Divina Voluntad forma su día en el fondo del alma de quien vive en Ella.

(1) Me sentía como inmersa en el Querer Divino, más bien me parecía que sus olas de luz, conforme yo iba haciendo mis actos en el Fiat, su luz aumentaba y se concentraba más en mí, y crecía en mí la necesidad de amarlo, de respirarlo más que vida mía, así que sin Él yo me sentía sin respiro, sin calor, sin latido, y conforme regresaba a hacer mis actos en el Querer Divino, me sentía regresar el respiro, el calor, el latido divino y alegrar mi pobre existencia. Por lo tanto para mí es una necesidad, y necesidad de vida el vivir en el Querer Divino. Y mi dulce Jesús, regresando a visitar mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, así como la naturaleza tiene su día para la vida humana, en el cual se desenvuelven todas las acciones de la vida, así mi Divina Voluntad forma su día en el fondo de la criatura que vive en Ella. En cuanto la criatura comienza a formar sus actos en Ella, llamándola como vida suya, así da principio a su día, formando una aurora esplendidísima en el fondo del alma; esta aurora reúne y renueva en la criatura la potencia del Padre, la sabiduría del Hijo, la virtud y amor del Espíritu Santo, así que su día lo comienza junto con la Santísima Trinidad Sacrosanta, la cual desciende en los más pequeños actos y escondites de la criatura para hacer vida junto con ella y hacer lo que ella hace. Esta aurora pone en fuga todas las tinieblas del alma, de manera que todo es

luz para ella, y se pone toda atenta, como vigilante centinela para que todos sus actos puedan recibir la luz de la Divina Voluntad. Esta aurora es el primer reposo de Dios en la habitación del alma, es el principio del día eterno en el cual comienza la Vida del Ente Supremo junto con la criatura. Mi Voluntad no se mueve, ni puede, ni sabe hacer nada sin la Trinidad adorable, a lo más va adelante, hace de actor, pero la arrastra a su lado con modo irresistible y le forma el gabinete divino donde gozarse a su criatura tan amada por Ellos. Mi Voluntad tiene poder, donde Ella reina, de concentrar todo, aun nuestra Vida Divina. Cómo es bello el principio del día de quien vive en nuestro Fiat, es el encanto de todo el Cielo, y si toda la corte celestial pudiese estar sujeta a envidia, envidiaría a aquella criatura que es tan afortunada de poseer en su alma, mientras aún vive en el tiempo, el principio del día eterno, día precioso en el cual Dios da principio a desarrollar su Vida junto con la criatura.
(3) Ahora, en cuanto pasa a hacer sus segundos actos en el Querer Divino, surge el Sol de mi Eterno Querer; es tanta su plenitud de luz que inviste toda la tierra, visita todos los corazones, y lleva el buen día de luz, de nuevas alegrías a toda la corte celestial. Esta luz está llena de amor, de adoraciones, de agradecimientos, de reconocimiento, de gloria, de bendición, pero, ¿de quién son? De la criatura que con su acto en mi Querer ha hecho surgir el Sol que resplandece sobre todos, de modo que todos encuentran quién ha amado a Dios por ellos, quién lo ha adorado, agradecido, bendecido, glorificado; cada uno encuentra lo que estaban obligados a hacer hacia Dios, todos son suplidos. Un acto en mi Voluntad debe encerrar todo, tiene potencia y capacidad de suplir por todos y de hacer bien a todos, de otra manera no se podría llamar acto hecho en mi Voluntad, estos actos están llenos de prodigios inauditos, dignos de nuestra obra creadora.
(4) Ahora, conforme regresa a hacer su tercer acto en nuestro Querer, se forma el pleno mediodía de nuestro Sol eterno en la criatura, ¿y sabes tú qué cosa nos da ella en este pleno mediodía? Nos prepara la mesa, ¿y sabes qué cosa nos da por alimento? El amor que Nosotros le hemos dado, nuestras cualidades divinas; todo tiene la marca de nuestra belleza, de nuestros castos y puros perfumes, y nos agradan tanto que de ellos tomamos a saciedad, y si falta alguna cosa a nuestro decoro, la criatura estando en nuestra Voluntad es dueña de todos nuestros bienes, por eso toma lo que quiere de nuestros tesoros, y nos prepara la más bella mesa, digna de nuestra Majestad Suprema, y Nosotros invitamos a todos los ángeles y santos a sentarse a esta mesa celestial, a fin de que perciban, se alimenten con Nosotros de aquel amor que nos ha dado la criatura que vive en nuestro Querer.
(5) Ahora, después de que hemos comido juntos, los otros actos que hace en nuestro Querer sirven para formarnos, quién la música celestial, quién los cantos amorosos, quién las escenas más bellas, quién sirve para repetir nuestras obras que están siempre en acto, en suma, nos tiene siempre ocupados, y cuando ha dado curso a todas sus acciones en nuestro Querer, le damos el reposo y nos reposamos junto con ella, y después del reposo damos campo al trabajo de dar principio al otro día, y así sucesivamente. Muchas veces esta nuestra hija fiel, porque la verdadera fidelidad está en el vivir en la Divina Voluntad, si ve que sus hermanos e hijos nuestros, por culpa de ellos están por ser golpeados por merecidos flagelos, ella no cierra su jornada, sino que ruega y sufre para impetrar reescritos de gracia, tanto para las almas como para los cuerpos. Por eso la vida de quien vive en mi Querer Divino es la nueva alegría y gloria del Cielo, la ayuda y gracias de la tierra”.

+ + + +

35-22

Diciembre 18, 1937

Todo lo que se hace en la Divina Voluntad adquiere la Vida Divina,
y estas vidas nadan y navegan en los mares de amor del Querer Divino.

(1) Estoy en poder del Querer Divino, el cual no hace otra cosa que hacer salir de Sí mares de luz y de amor, pero parece que no está contento si no ve la vida de la luz de su Voluntad y al pequeño amor de la criatura, que saliendo de ella, se encuentren juntos, se besen, se amen con un solo amor y, ¡oh! si ve esto cómo hace fiesta, y en su énfasis de amor dice: “La Vida de mi Voluntad está dentro y fuera de la criatura, así que la poseo, es toda mía”. Entonces yo pensaba: “El pequeño amor de la criatura, ¿no desaparece en el mar inmenso del amor Divino? Y mi siempre amable Jesús, volviendo a visitar mi pequeña alma, como inundado en sus llamas de amor me ha dicho:
(2) “Hija de mi Voluntad, todo lo que hace la criatura que tiene por principio y por vida mi Voluntad, aunque fueran cosas pequeñas, cada una contiene una Vida Divina, así que en el mar interminable de mi Querer y de mi amor se ven nadar, flotar tantas pequeñas vidas de amor, de luz, que han tomado lugar en nuestro mar y, ¡oh!, cómo nos sentimos correspondidos, porque es vida de amor que nos ha dado en su pequeño amor, y vida de luz que nos ha dado al hacer sus actos, porque han sido formados en el centro de la Vida de nuestro Fiat, que poseyendo la verdadera vida, todo lo que sale de Él son vidas, que primero las crea, las forma en Él, y después las pone fuera, como dándolas a luz de su seno Divino. Por eso cada ‘te amo’ posee la vida del amor, cada adoración posee la vida de la adoración divina, cada virtud que ejercita posee, quién la vida de la bondad divina, quién la vida de la sabiduría, quién la de la fuerza, quién la de la potencia, quién la de la santidad, pero como son pequeñas vidas que han recibido la vida de nuestra Vida, no saben estar aisladas, sino que corren y vienen a continuar su pequeña vida en nuestros mares interminables y, ¡oh! cómo nos aman, serán pequeñas, pero Nosotros sabemos que la criatura sólo nos puede dar lo pequeño, porque las cosas grandes, inmensas, son las nuestras, y la criatura no tiene ni siquiera lugar dónde ponerlas si queremos darle, por eso es necesario que se refugie en Nosotros, y Nosotros viéndola en nuestros mares nos sentimos correspondidos con el amor que queremos de la criatura”.
(3) Yo he quedado pensativa acerca de lo que Jesús me ha dicho, y Él ha agregado:
(4) “¿Quieres verlo para que te convenzas de lo que te digo?
(5) Ahora, mientras estaba en esto, mi amado Jesús me hacía ver sus mares interminables, los cuales investían cielos y tierra, y el pequeño amor de la criatura y todo lo demás hecho en su Querer Divino, como tantas vidas, pequeñas pero bellas, que nadaban en estos mares; quién permanecía en la superficie para mirar fijamente a su Creador, quién corría a sus brazos, una lo abrazaba, otra lo besaba, alguna otra se adentraba en el mar, en suma, le hacían miles de mimos, caricias y estratagemas a Aquél de quien habían recibido la Vida. El Ser Supremo las miraba, pero con tal amor, que llamaba a toda la corte celestial a festejar junto con Él, y decía a todos: ‘¡Mírenlas cómo son bellas! Estas vidas formadas por los actos de la criatura, por mi Voluntad, son mi gloria, mi triunfo, mi sonrisa, son el eco de mi amor, de nuestra armonía, de nuestra felicidad’. Ahora, estas vidas se veían en el sol, en las estrellas, en el aire, en el viento, en el mar; cada ‘te amo’ era una vida de amor, la cual corría a tomar su puesto de honor en los mares divinos.
¡Qué encanto, qué bellezas, cuántas sorpresas indecibles! Yo he quedado muda y no sabía qué decir, y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, ¿has visto cuántas raras bellezas de vida sabe hacer mi Voluntad? Su amor, su celo es tanto, que los custodia en su propio mar.
(7) Pero aún no es todo hija mía, quiero decirte otra sorpresa: Si la criatura que vive en mi Querer, un ‘te amo’ no hace esperar a otro con la pequeña vida de amor que contiene dentro el prodigioso ‘te amo’, quién corre delante, quién va hacia atrás, quién vuela para tomar puesto en nuestros mares interminables, hacen competencia entre ellas para ver

quién corre más veloz, quién se quiere poner más adelante, quién quiere ser el primero en arrojarse en nuestros brazos, y quién da un salto hasta encerrase en nuestro seno divino; la vida no puede estar detenida, estas pequeñas vidas, si bien pequeñas, tienen un respiro, un latido, un paso, una voz, son todo ojos para mirarnos, por eso respiran amor y nos dan amor, laten de amor, tienen nuestro paso, que nos movemos y caminamos porque amamos; sus voces nos hablan siempre de amor, y aman tanto que quieren oír siempre nuestra historia de eterno amor; estas pequeñas vidas no mueren jamás, son eternas con Nosotros. El ‘te amo’, los actos hechos en mi Querer, pueblan el Cielo, estas pequeñas vidas se difunden dondequiera, en toda la Creación, en los santos, en los ángeles y,
¿cuántas no corren en torno a la Reina? Dondequiera quieren su puesto, llegan a descender en los corazones de las criaturas de la tierra y dicen entre ellas: ‘¿Cómo es que nuestro Creador debe estar sin nuestra pequeña vida de amor en los corazones humanos?
¡Ah, no, no, somos pequeñas, podemos entrar en ellos y amamos a nuestro Creador por ellos!’ Estas pequeñas vidas son el encanto de todo el Cielo, son las más grandes maravillas de nuestro Ente Supremo, son las que verdaderamente corresponden a nuestro eterno amor, tienen locuras tan extrañas de amor, que al solo mirarlas se conoce que son hijas nuestras, vidas formadas y creadas por nuestro Querer Divino”.
(8) ¿Pero quién puede decir mis sorpresas? Y Jesús ha agregado:
(9) “No te maravilles, también mi Vida acá abajo no hacía otra cosa que hacer salir vida de Mí, tanto, que mis pasos caminan aún junto a todos, no se detienen jamás, es más, todos los siglos tendrán la vida de mis pasos; mi boca habla aún, porque cada palabra mía contenía una vida, y por eso habla todavía, solamente no oye mi voz quien no quiere escucharme; mis lágrimas están llenas de vidas, y están siempre en acto de verterse sobre el pecador para enternecerlo, compungirlo y convertirlo, y sobre las almas justas y buenas para embellecerlas y arrebatarles su corazón para hacerme amar. Cada pena, cada gota de mi sangre, son Vidas mías distintas que contienen, y por eso forman la fuerza de las penas de las criaturas y el lavado de todos sus pecados. Son los prodigios de mi Querer, donde reina mi Voluntad con su Virtud creadora en naturaleza, sobre de cada pequeño acto, y aun naderías, crea vida para hacernos amar. Tú debes estar convencida de que ante tanto amor nuestro, sin que ninguno nos ame, no podemos estar, por eso nuestra Voluntad que piensa en todo y sabe hacer todo, crea tantas vidas de los actos de la criatura que vive en Ella, hace de suplidora a nuestro amor, y vuelve menos delirantes nuestras ansias de amor y nuestros eternos delirios por querer ser amados; por eso vive siempre en nuestro Querer; ama siempre y serás el nuevo encanto de todo el Cielo y nuestra fiesta perenne, y Nosotros seremos la tuya, nos festejaremos mutuamente”.

+ + + +

35-23
Diciembre 21, 1937

Cómo está decretado en el consistorio de la Trinidad adorable el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. El nuevo aliento de Dios con el que será restablecida la criatura. Diferencia entre vidas y obras.

(1) Mi pobre mente estaba ocupada por las grandes maravillas y prodigios que sabe hacer el Querer Divino si reina en la criatura, y pensaba entre mí: “¡Qué suerte tan feliz el vivir en Él, fortuna más grande no puede haber ni en el Cielo ni en la tierra! Pero, ¿cómo puede venir a reinar sobre la tierra, si los males, los pecados abundan tanto que hacen horrorizar? Sólo una potencia divina, con un prodigio suyo de los más grandes puede hacerlo, de otra manera el reino de la Divina Voluntad estará en el Cielo, pero no sobre la tierra”. Mientras esto pensaba, mi amado Jesús, mi dulce vida, visitando mi pobre alma, con una bondad indecible me ha dicho:

(2) “Hija mía buena, está decretado en el consistorio de la Trinidad Sacrosanta, que mi Voluntad Divina tendrá su reino sobre la tierra, y cuantos prodigios se necesiten, los haremos, no ahorraremos nada para tener lo que Nosotros queremos. Pero Nosotros en el obrar usamos siempre los modos más simples, pero potentes, tanto de arrollar Cielo y tierra, todas las criaturas en el acto que queremos. Tú debes saber que en la Creación, para infundir la vida al hombre no se necesitó más que nuestro aliento omnipotente, ¡pero cuántos prodigios encerrados en aquel aliento! Creamos al alma dotándola con las tres potencias, verdadera imagen de nuestra Trinidad adorable; con el alma tuvo el latido, el respiro, la circulación de la sangre, el movimiento, el calor, la palabra, la vista. Ahora,
¿qué cosa se necesitó para hacer todos estos prodigios en el hombre? Nuestro acto más simple, armado de nuestra potencia, esto es, nuestro aliento, y de la carrera de nuestro amor, que no pudiendo contenerlo, corría, corría hacia él, hasta hacer de él el más grande prodigio de toda la obra creadora. Ahora hija mía, el hombre con no vivir en nuestro Querer Divino, sus tres potencias han sido oscurecidas y deformada nuestra imagen adorable en él, de modo que ha perdido el primer latido de amor de Dios en el suyo; ha perdido el respiro divino en su respiro humano, más bien, no que lo haya perdido, sino que no lo siente, por eso no siente la circulación de la Vida Divina, el movimiento del bien, el calor del amor supremo, la palabra de Dios en la suya, la vista para poder mirar a su Creador, todo ha quedado oscurecido, entorpecido, debilitado y quizá también deformado. Ahora, ¿qué cosa se necesita para restablecer a este hombre? Volveremos a infundirle nuestro aliento con más fuerte y creciente amor, le infundiremos el aliento en el fondo del alma, pondremos nuestro aliento más fuertemente en el centro de su voluntad rebelde, pero tan fuerte de sacudirle los males a los cuales está unido, sus pasiones quedarán aterradas y aterrorizadas ante la potencia de nuestro aliento; se sentirán quemar por nuestro fuego divino, y la voluntad humana sentirá la Vida palpitante de su Creador, que ella, como velo, lo esconderá en sí misma, y volverá a ser la portadora de su Creador.
¡Oh, cómo se sentirá feliz! Con nuestro aliento la restableceremos, la sanaremos, haremos como una madre ternísima que teniendo a su hijo deforme, por medio de su aliento, de respiraciones, de soplos, se vierte sobre su hijo y solamente deja de darle el aliento y la respiración cuando lo ha sanado y lo ha vuelto bello como ella lo quería. La potencia de nuestro aliento no lo dejará, sólo dejaremos de dárselo cuando lo veamos regresar a nuestros brazos paternos bello como Nosotros lo queremos, y entonces sentiremos que nuestro hijo ha reconocido nuestra paterna bondad, y lo mucho que lo amamos.
(3) Mira entonces qué se necesita para hacer venir a reinar nuestra Voluntad sobre la tierra: La potencia de nuestro aliento omnipotente, con él renovaremos nuestra Vida en el hombre. Todas las verdades que he manifestado, los grandes prodigios del vivir en mi Querer, serán las propiedades más bellas, más grandes, de las cuales les haré don. También esto es una señal segura de que vendrá el reino de mi Voluntad a la tierra, porque si hablo, primero hago los hechos y después hablo, mi palabra es la confirmación del don, de los prodigios que quiero hacer; por eso, ¿qué finalidad tendría el manifestar mis propiedades divinas, hacerlas conocer, si no debiera venir su reino a la tierra?”
(4) Ahora continúo sobre el mismo argumento del día 18 de Diciembre, cómo nuestros actos hechos en el Querer Divino se cambian en Vida. Entonces pensaba entre mí: “¿Y tantas obras buenas, pero que no han salido de dentro del Querer Divino, y que faltándoles su germen de Vida no pueden ser Vida, sino solamente obras, qué cosa serán en el orden divino?” Y mi dulce Jesús, siempre benigno ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Querer poseyendo en naturaleza su Vida creadora, no es maravilla que cada acto de criatura, aun un pequeño te amo hecho en mi Querer, sea como madurado en el centro de su Vida Divina, y como connatural adquiera la Vida; todo lo que se hace en Él es regenerado en nuestro eterno amor y adquiere la gran filiación de tantas Vidas Divinas que son exclusivamente nuestras. Ahora, las obras buenas no hechas en mi Querer, pueden ser en nuestra obra creadora como tantos bellos adornos, cuál más, cuál

menos bello, pero vida, jamás. También en el orden de la Creación hay vidas y hay adornos: Las flores no son vidas, no obstante forman un bello adorno a la tierra, pero no permanente; los frutos no son vida, pero sirven para alimentar al hombre y para hacerlo gustar las tantas variadas dulzuras, pero no son duraderas y no siempre las puede gustar cuantas veces quiera; si las flores, los frutos fuesen vidas, el hombre las podría gozar cuantas veces quisiera. El sol, el cielo, las estrellas, el viento, el mar, no son vidas, pero como son obras nuestras, ¿cuántos bienes no hacen? Primero sirven como la más bella, primaria habitación del hombre. ¿Qué cosa son sus habitaciones en comparación con la gran habitación que hicimos Nosotros de todo el universo? En ella hay una bóveda azul adornada de oro que jamás se decolora, hay un sol que jamás se apaga, hay un aire que haciéndose respirar da vida, hay un viento que purifica y refresca, y tantas otras cosas. A nuestro amor le era necesario hacer una combinación de vidas y de obras, porque debían servir para hacer feliz al hombre y para decoro y decencia de la habitación de aquél que con tanto amor habíamos creado. Por eso, habiendo hecho Nosotros las obras más que suficientes, a él le tocaba gozarse nuestras obras y vivir en nuestro Querer para formar tantas vidas de amor, de gloria, para Aquél que tanto lo amaba.
(6) La diferencia entre las obras y la vida es grande, la vida no perece, pero las obras están sujetas a tantos cambios, y si no son rectas y santas, en lugar de formar el adorno forman nuestro deshonor y su confusión, y tal vez hasta su condena”.

+ + + +

35-24
Diciembre 25, 1937

El descendimiento del Verbo Divino. Cómo partió del Cielo y al mismo tiempo quedó en él. Prodigios de la Encarnación. El inicio de la fiesta
de la Divina Voluntad. Dios en sus obras pone a un lado la ingratitud humana.

(1) Estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, y mi pobre mente se ha detenido en el acto del descendimiento del Verbo Divino a la tierra. ¡Dios mío, cuántas maravillas, cuántas sorpresas de amor, de potencia, de sabiduría divina, son tales y tantas que no se sabe por donde empezar a decirlas! Y mi amado Jesús, como inundado en su mar de amor, que levantando sus olas, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, en mi descendimiento a la tierra fueron tales y tantas las maravillas, nuestro arrebato de amor, que ni a los ángeles, ni a las criaturas, les es dado comprender lo que obró nuestra Divinidad en el misterio de la Encarnación. Tú debes saber que nuestro Ser Supremo posee en naturaleza el movimiento incesante; si este movimiento pudiese cesar incluso un instante, lo que no puede ser, todas las cosas quedarían paralizadas y sin vida, porque todas las cosas, la vida, la conservación y todo lo que existe en el Cielo y en la tierra, todo depende de aquel movimiento. Por eso al descender del Cielo a la tierra, Yo, Verbo e Hijo del Padre, partí de nuestro movimiento primero, esto es, quedé y partí; el Padre y el Espíritu Santo descendieron junto Conmigo, fueron concurrentes, Yo no hice ningún acto que no lo hiciera junto con Ellos, y al mismo tiempo quedaron sobre su trono llenos de Majestad en las regiones celestiales. Así mismo, al partir, mi inmensidad, mi amor, mi potencia, descendían junto Conmigo, y mi amor que llega a lo increíble y no se contenta si no forma de mi Vida tantas Vidas por cuantas criaturas existen, y no sólo eso, sino que por doquier y por todas partes formaba mi Vida, la multiplicaba, y teniendo mi inmensidad en su poder la llenaba de tantas Vidas mías a fin de que cada uno tuviese una Vida mía propia, y la Divinidad tuviese la gloria y el honor de tantas Vidas Divinas nuestras por cuantas criaturas y cosas sacamos a la luz del día. ¡Ah! nuestro amor nos pagaba por la obra de la Creación, y con formar tantas Vidas nuestras, no sólo nos correspondía, sino que nos daba de más de lo que habíamos hecho. Nuestra

Divinidad quedó raptada y tuvo un encanto tan dulce al ver los inventos, las estratagemas de nuestro amor, al ver tantas Vidas nuestras esparcidas, sirviéndose de nuestra inmensidad como circunferencia donde ponerlas; así que mientras se veía mi Vida como centro, mi inmensidad y potencia como circunferencia en la cual eran depositadas estas Vidas innumerables, encontrando todo y a todos se daban para amarnos y hacerse amar”.
(3) Yo he quedado sorprendida al escuchar esto, y mi dulce Jesús no dándome tiempo, pronto ha agregado:
(4) “Hija mía, no te maravilles, Nosotros cuando obramos hacemos obras completas, de modo que ninguno puede decir: ‘Esto no lo ha hecho para mí, su Vida no es toda mía’.
¡Ay! el amor no surge cuando las cosas no son propias y no se tienen en el propio poder. Además, ¿no hace también esto el sol, obra creada por Nosotros, que mientras se hace luz a los ojos hasta llenarlos todos de luz, al mismo tiempo es luz plena a la mano que obra, al paso que camina? De modo que todos pueden decir, cosas creadas y criaturas: ‘El sol es mío’. Y mientras el centro del sol está en lo alto de la atmósfera, su luz parte y queda, y con su circunferencia de luz inviste a la tierra y se hace vida y luz de cada uno, hasta de la florcita y del pequeño hilo de hierba. El sol no es vida, luz tiene y luz da, junto con todos los bienes que contiene su luz. Nuestra Divinidad es Vida y es autora y vida de todo, por eso al descender del Cielo a la tierra debía hacer actos completos, y más que sol hacer desahogo de mi Vida, y multiplicarla en tantas Vidas, a fin de que Cielo, tierra y todos pudiesen poseer mi Vida. No habría sido obra de nuestra sabiduría y de nuestro infinito amor si esto no fuera así”.
(5) Jesús ha hecho silencio, y yo continuaba pensando en el Nacimiento del niñito Jesús, y Él ha agregado:
(6) “Hija pequeña de mi Querer, la fiesta de mi Nacimiento fue la fiesta y como el inicio de la fiesta de mi Divina Voluntad. Conforme los ángeles cantaron gloria a Dios en lo más alto de los Cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, los ángeles, la Creación, se pusieron en actitud de fiesta, y mientras festejaban mi Nacimiento festejaban la fiesta de mi Divina Voluntad, porque con mi Nacimiento nuestra Divinidad recibía la verdadera gloria, hasta en lo más alto de los Cielos, y los hombres tendrán la verdadera paz cuando reconozcan mi Voluntad, le den el dominio y la hagan reinar, entonces su voluntad se hará buena, sentirán la fuerza divina. Entonces cantarán juntos Cielos y tierra, gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la tierra a los hombres que poseerán la Divina Voluntad; todo se abonará en ellos y poseerán la verdadera paz”.
(7) Después continuaba pensando en el Nacimiento del pequeño Rey Jesús y le decía: “Amado niñito, dime qué cosa hiciste cuando viste tanta ingratitud humana hacia tu amor”. Y Jesús:
(8) “Hija mía, si hubiera tenido en cuenta la ingratitud humana hacia tanto amor mío, habría tomado el camino para regresarme al Cielo, y por eso habría entristecido y amargado a mi amor y cambiado la fiesta en luto. ¿Quieres saber qué hago en mis obras más grandes para hacerlas más bellas, con pompa y con la suntuosidad más grande de mi amor? Pongo todo a un lado, la ingratitud humana, los pecados, las miserias, las debilidades, y doy curso a mis obras más grandes como si todo lo anterior no existiera. Si Yo quisiera poner atención a los males del hombre no habría podido hacer obras grandes, ni dar curso a todo mi amor; habría quedado impedido, sofocado en mi amor. En cambio, para estar libre en mis obras y para hacerlas cuanto más bellas puedo, pongo todo a un lado, y si es necesario, cubro todo con mi amor, de modo que no veo más que amor y Voluntad mía, y así sigo adelante en mis obras más grandes y las hago como si ninguno me hubiese ofendido, porque para gloria nuestra nada debe faltar al decoro, a lo bello y a la grandeza de nuestras obras. Por eso quisiera que también tú no te ocuparas de tus debilidades, de las miserias y de tus males, porque por cuanto más se piensan, tanto más débil se siente, tanto más los males ahogan a la pobre criatura, y las miserias se estrechan más fuertemente en torno a ella. Con pensarlas, la debilidad alimenta la debilidad, y la pobre criatura va cayendo más, los males cobran más fuerza, las miserias la hacen morir

de hambre; en cambio con no pensarlas, por sí mismas se desvanecen. Lo mismo le sucede al bien, un bien alimenta a otro bien, un acto de amor llama a otro acto de amor, un abandono en mi Querer hace sentir en sí la nueva Vida Divina; así que el pensamiento del bien forma el alimento, la fuerza para hacer otro bien. Por eso quiero que tu pensamiento no se ocupe de otra cosa que de amarme y de vivir de mi Voluntad; mi amor quemará tus miserias y todos tus males, y mi Querer Divino se constituirá vida tuya, y se servirá de tus miserias para formarse el escabel donde erigir su trono”.
(9) Después seguía pensando en el pequeño Jesús nacido y, ¡oh, cómo se me desgarraba el corazón al verlo llorar, sollozar, gemir, temblar de frío, hubiera querido poner un mi “te amo” por cada pena y lágrima del pequeño divino para calentarlo y calmarle el llanto! Y Jesús ha agregado:
(10) “Hija mía, a quien vive en mi Querer me lo siento en mis lágrimas, en mis gemidos, me lo siento correr en mis sollozos, en los temblores de mis miembros infantiles, y en virtud de mi Querer que posee, me cambia las lágrimas en sonrisas, los sollozos en alegrías de Cielo; con sus cantos de amor me calienta y me cambia las penas en besos y abrazos. Es más, tú debes saber que quien vive en mi Querer recibe continuos injertos de todo lo que hace mi Humanidad: Si pienso, injerto sus pensamientos; si hablo y rezo, injerto su palabra; si obro, injerto sus manos; no hay cosa que haga Yo de la cual no forme injertos para injertar a la criatura y hacer de ella la repetición de mi Vida, mucho más que estando mi Divina Voluntad en ella, encuentro mi potencia, mi santidad, mi misma Vida, para hacerme hacer lo que Yo quiero de ella. ¿Cuántos prodigios no puedo hacer en la criatura donde encuentro mi Voluntad? Yo vine a la tierra para cubrir todo con mi amor, para ahogar los mismos males y quemar todo con mi amor. Por justicia quería resarcir a mi Padre, porque era justo que fuese reintegrado en el honor, en la gloria, en el amor y gratitud que todos le debían, por eso mi amor no se daba paz, llenó los vacíos de su gloria, de su honor, y llegó a tanto, que por vía de amor pagó a la Divinidad por haber creado un cielo, un sol, un viento, un mar, una tierra florida y todo el resto, por lo cual el hombre no había dicho ni siquiera un gracias por los tantos bienes recibidos, había sido el verdadero ladrón, el ingrato, el usurpador de nuestros bienes. Mi amor corría, corría para llenar los abismos de distancia entre el Creador y la criatura, pagaba por vía de amor a mi Padre Celestial, y por vía de amor recompraba todas las generaciones humanas, para darles de nuevo la Vida de mi Voluntad; ya había formado tantas Vidas de Ella para formar con Ellas el rescate, y cuando mi amor paga es tanto su valor, que puede pagar por todos y readquirir lo que quiere. Por eso ya has sido comprada por mi amor, así que deja que te goce y te posea”.

+ + + +

35-25
Diciembre 28, 1937

Así como la Redención sirvió para poner a salvo las habitaciones, así el reino de la Divina Voluntad servirá para poner a salvo y para restituir la habitación a Aquél que la había creado. En cada
acto hecho en la Divina Voluntad Dios crea su Vida.

(1) Continuaba pensando en la Divina Voluntad. Cuántas escenas conmovedoras ante mi mente, un Jesús que llora, que ruega, que sufre, porque quiere ser vida de cada criatura, y una turba de hijos lisiados: Quién ciego, quién mudo, quién cojo, quién paralizado, quién cubierto de llagas de dar piedad; y el amado Jesús, con un amor que sólo Él puede tener, que corre ahora a uno, ahora al otro, les da el aliento, se los estrecha al corazón, los toca con sus manos creadoras para sanarlos y les dice quedito, quedito al corazón: “Hijo mío, te amo, recibe mi amor y dame el tuyo, y Yo por vía de amor te

sanaré”. Mi Jesús, amada vida mía, cuánto nos amas. Ahora, mientras me sentía sofocar por su amor, darme el aliento con su aliento ardiente, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija de mi amor, hazme desahogar porque no puedo contenerme más, cómo es duro amar y no ser amado; no tener a quién decir mis sorpresas de amor es la pena más indecible para nuestro Ente Supremo, por eso escúchame: Tú debes saber que Yo vine a la tierra para poner a salvo mis habitaciones; el hombre es mi habitación que con tanto amor me había formado, y en la cual, para hacerla digna de Mí, había concurrido mi potencia y el arte creador de mi sabiduría; esta habitación era un prodigio de nuestro amor y de nuestras manos divinas. Ahora, con sustraerse de nuestra Voluntad, nuestra habitación se pone en ruinas, queda obscura y queda como habitación de enemigos y de ladrones. ¡Qué dolor no fue para Nosotros! Así que mi Vida acá abajo sirvió para restituir, restablecer y poner a salvo esta habitación que con tanto amor nos habíamos formado. También ella era nuestra, convenía salvarla para poderla habitar de nuevo, por eso para salvarla di todos los remedios posibles e imaginables, di mi misma Vida para fortificarla, cimentarla de nuevo; derramé toda mi sangre para lavarla de todas las suciedades, y con mi muerte quise darle nuevamente la vida para hacerla digna de recibir de nuevo como habitante a Aquél que la había creado.
(3) Ahora, habiendo dado todos los medios para salvar nuestra habitación, era decoroso para Nosotros poner a salvo al Rey que debía habitarla. Nuestro amor había quedado a la mitad de su recorrido, impedido y como detenido en su camino, por eso el reino de nuestra Voluntad servirá para poner a salvo aquel Fiat rechazado por la criatura, darle la entrada en su habitación y hacerlo reinar y dominar como soberano que es. No sería una obra digna de nuestra sabiduría creadora salvar las habitaciones, y que Aquél que las debe habitar anduviera errante en campo abierto, sin reino y sin dominio; salvar las habitaciones y no salvarse a Sí mismo, ni poder habitar las habitaciones salvadas, sería absurdo, como si no tuviéramos potencia suficiente para salvarnos Nosotros mismos; esto no será jamás, si hemos tenido potencia para salvar nuestra obra creadora, tendremos potencia para poner a salvo nuestra Vida en nuestra obra. ¡Ah sí, tendremos nuestro reino, haremos prodigios inauditos para tenerlo, nuestro amor cumplirá su camino, no se quedará a la mitad, se desembarazará de las cadenas, continuará su carrera llevando el bálsamo a las heridas del querer humano, adornará con adornos divinos estas habitaciones, y con su imperio llamará a nuestro Fiat a habitar y a reinar, dándole todos los derechos que le son debidos! Si no fuese cierto el reino de mi Voluntad, ¿en qué aprovecharía componer y restablecer las habitaciones?
(4) ¡Ah! hija mía, tú no comprendes bien qué significa no hacer nuestra Voluntad, nos son quitados todos los derechos, nos sofocan tantas Vidas Divinas nuestras. Nuestro amor era y es tanto, que en cada acto de criatura queríamos crearnos a Nosotros mismos para hacernos amar, hacernos conocer, y para estar en continuo intercambio de vida entre las criaturas y Nosotros. ¡Hacer esto sin nuestra Voluntad es imposible! Solamente Ella tiene potencia y virtud de volver adaptable a la criatura para recibir nuestra Vida Divina, y pone en camino a nuestro amor para crearnos a Nosotros mismos en el acto de la criatura. Tú debes saber que en cada acto que la criatura hace en nuestra Voluntad, una fuerza irresistible nos llama, la miramos, nos reflejamos en ella y con un amor que no nos es dado resistir, creamos nuestra Vida, y si tú supieras qué significa crear nuestra Vida. En eso entra un desahogo de amor tan grande, que en nuestro énfasis de amor decimos: ‘¡Ah, la criatura nos ha hecho formar nuestra Vida en su acto.’ Sentimos paridad de amor, de santidad, de gloria nuestra, y quedamos con ansia esperando la continua repetición de sus actos hechos en nuestro Querer para repetir nuestra Vida, para tener en su acto a Nosotros mismos, que nos amamos, que nos glorificamos, y sólo entonces tenemos el verdadero fin de la Creación: el que todo debe servir a Nosotros, aun el más pequeño acto de la criatura sirve para repetir nuestra Vida y para hacer desahogo de nuestro amor. Por eso el vivir en nuestro Querer será todo para Nosotros, y todo para la criatura”.

+ + + +

35-26
Enero 2, 1938

En el Querer Divino las miserias, las debilidades, se cambian en las más bellas conquistas. Todo lo que se hace en el Querer Divino, es formado primero en el Cielo.

(1) Continúo mi vuelo en el Querer Divino, y pensaba entre mí: “El vivir en el Querer Divino da en lo increíble, pero, ¿cómo se puede vivir en Él? Son tantas las miserias, las debilidades que se sienten, los encuentros, las circunstancias de la vida; y por cuanto se sienten, parece que el Querer Divino con su luz quiere investir todo y con su amor quemar todo, para hacer que entre la criatura y Él nada exista que no sea amor y Voluntad suya”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús que está atento para ver si hay alguna cosa en mí que no sea Voluntad suya, me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, es tanto mi celo por quien vive en mi Voluntad, que no tolero ni un pensamiento, ni una debilidad u otra cosa que no tenga vida en Ella. Ahora, tú debes saber que para pasar a vivir en mi Voluntad, se necesita decisión por parte de Dios, y decisión firme por parte de la criatura de vivir en Ella. Esta decisión viene animada por una vida nueva, por una fuerza divina, para volverla inexpugnable a todos los males y circunstancias de la vida; esta decisión no sufre cambios, porque cuando Nosotros decidimos no nos ponemos a decidir con niños que hacen juego de sus decisiones, sino con quien sabemos que debe resistir, por eso ponemos de lo nuestro, a fin de que no venga a menos. Puede ser que sienta las miserias, los males, las debilidades, pero esto no dice nada, porque delante a la potencia y santidad de mi Querer, estos mueren, sienten la pena de la muerte y huyen; mucho más que estas miserias no son parto de la voluntad humana, porque ella está abismada en mi Querer, por eso no puede querer sino lo que quiero Yo, y muchas veces mi Querer se sirve de estas miserias para hacer de ellas las más bellas conquistas, y extender sobre de ellas su Vida, formar su reino, extender su dominio, y convertir las debilidades en victorias y triunfos, porque para quien vive en mi Querer todo debe servirle como el más bello amor que la criatura da a Aquél que forma su vida, casi como sirven las piedras, los ladrillos, el cascajo a quien quiere hacerse una bella habitación.
(3) Ahora, tú debes saber que antes de entrar a vivir en nuestro Querer, purificamos todo, cubrimos y escondemos todo en nuestro amor, de modo que no debemos ver en ella más que amor. Cuando nuestro amor todo lo ha escondido, aun las miserias, entonces toma lugar en nuestro Querer; es más, cada vez que hace sus actos, primero es purificada y después la inviste, y en ella hace lo que quiere. Hija mía, en mi Voluntad no hay ni juicios ni jueces, porque es tal y tanta la santidad, el orden, la pureza, la utilidad de nuestros modos, que deben inclinar la frente y adorar lo que hacemos; por eso no pierdas la paz, ni te ocupes de las miserias y circunstancias, sino déjalas en poder de mi Voluntad a fin de que de ellas haga sus portentos de amor”.
(4) Después ha agregado: “Hija mía, todo lo que la criatura hace en mi Divina Voluntad, primero viene formado en el Cielo, en el día eterno que no conoce noche; toda la corte celestial está al día de que una criatura de la tierra se ha refugiado en su patria celestial, que ya es suya, ¿pero para hacer qué? Para entrar en el centro del Fiat y llamar su potencia, a su virtud creadora, para darle la ocasión de hacerlas obrar en su acto. ¡Oh! con cuánto amor es recibida no sólo por el Querer Divino, sino también por la Trinidad Sacrosanta, se ponen de acuerdo, embalsaman el acto y ponen su aliento dentro con su potencia creadora, y forman tales maravillas de aquel acto, que todo el Cielo siente tal alegría y felicidad, que hacen resonar las regiones celestiales con sus voces armoniosas: ‘Gracias, gracias porque nos habéis dado el gran honor de ser espectadores de vuestra

Voluntad obrante en el acto de la criatura’. Así que el Cielo viene inundado de nuevas alegrías y nuevos contentos, de manera que todos quedan ligados, agradecidos, y todos la llaman nuestra bienvenida. Esta más que celestial criatura se siente amada por Dios con doble amor, se siente inundada por nuevos mares de gracias, y así como ha subido al Cielo haciéndose portadora de sus actos, haciendo formar en ellos las maravillas de Dios, así desciende nuevamente haciéndose portadora de lo que Dios ha obrado en su acto, con eso inunda la tierra, inviste toda la Creación, a fin de que todos puedan recibir la gloria, la alegría de las maravillas que el Fiat Divino ha obrado en el acto de la criatura. No existe homenaje, amor, gloria más grande que nos pueda dar la criatura, que hacernos hacer lo que queremos en sus actos. Podemos hacer las maravillas más grandes sin que ninguno nos preste nada y sin que ni siquiera nos lo digan, como hicimos en la Creación, en ella nadie nos dijo nada, no obstante, ¿cuántas maravillas no creamos? Pero en ese entonces no había ninguno, ni quién nos pudiera prestar ni siquiera un suspiro como pretexto a nuestro amor y refugio dónde apoyar nuestras maravillas creadoras; pero ahora están los que nos lo pueden decir y darnos la multiplicidad de sus pequeños actos, aun los naturales, porque también la naturaleza es nuestra y todo puede servirnos para formar en ella las más grandes maravillas. Nuestro amor siente más gusto, nuestra potencia queda más exaltada al hacer nuestras maravillas más grandes en el pequeño cerco del acto de la criatura, que fuera de él, y además, estos son los acostumbrados pretextos de nuestro amor, que para dar va buscando la ocasión de poder decir: Me ha dado, le he dado, es verdad que es pequeño, pero nada se ha retenido para sí, así que es justo que Yo deba darle todo, incluso a Mí mismo”.

+ + + +

35-27
Enero 7, 1938

Quien vive en el Querer Divino forma el refugio de la Vida de la Divina Voluntad. El ‘te amo’, refrigerio del amor divino. Cómo Dios se siente obligado hacia quien vive en Él.

(1) Mi pobre mente corría en el Querer Divino, y veía las ansias, los deseos, el contento que siente al ver a la criatura que quiere hacer vida junto con Él para amarlo con su mismo amor, y si no sabe hacer otra cosa, al menos para recoger en su alma sus ansias, sus suspiros ardientes, y decirle: “Estoy aquí Contigo, no te dejaré jamás solo, para calmar tus ansias de amor y para volverte contento”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús, mi dulce vida, ha visitado mi pequeña alma, y era tanto su amor como si le quisiera estallar su corazón adorable, y me ha dicho:
(2) “Hija mía amadísima, cielos y tierra, todas las criaturas, están envueltas y como encerradas en la intensidad de nuestro amor. Nuestro Querer corre con tal rapidez en cada fibra, en cada átomo, en cada instante, con tal velocidad y plenitud, que no queda nada, ni siquiera un respiro que no sea Vida de su Voluntad, y nuestro amor ama ardientemente, pero con tal intensidad, que siente la necesidad de alguien que lleve un pequeño refrigerio a la inmensidad de su amor. Ahora, ¿quieres saber quién puede dar un refrigerio a la intensidad, a la totalidad y plenitud de nuestro amor? El ‘te amo’ de la criatura, y por cuántas más veces lo diga, tantos refrigerios de más nos da. Este ‘te amo’ entra en nuestras llamas, las destruye, las alivia, las calma, y como el más dulce refrigerio dice: ‘Te amo, te amo; amáis porque queréis amor, y yo estoy aquí para amaros’. Este ‘te amo’ se hace camino en nuestra inmensidad, y ahí forma su lugarcito, el pequeño espacio donde poner su ‘te amo’. Así que el ‘te amo’ de la criatura es el apoyo del nuestro, es el alivio, es la calma de nuestro amor para no hacerlo delirar demasiado.

(3) Hija mía, amar y no ser amado es como si se quisiera impedir el curso a nuestro amor, restringirlo en Nosotros mismos, y hacernos sentir toda la pena y la dureza de nuestro amor no amado, por eso vamos buscando quién nos ame. Es tan dulce y refrescante para Nosotros el ‘te amo’ de la criatura, que quién sabe qué cosa le daremos con tal de obtenerlo. Mira entonces, en quien vive en nuestra Voluntad encontramos el refugio de nuestra Vida, y no hacemos otra cosa que intercambiarnos continuamente vida: Ella nos da la suya, y Nosotros damos la nuestra. En este intercambio de vida encontramos quién recibe la nuestra y nos dé la suya, donde podemos poner de lo nuestro, hacer lo que queremos, nos sentimos Dios tal como somos. Por eso la criatura que vive en nuestro Querer nos sirve de refugio, de teatro de nuestras obras, nos sirve como refrigerio de nuestro amor, como correspondencia de toda la Creación, no hay cosa que no encontremos en ella, por eso la amamos tanto, que nos sentimos obligados a darle lo que quiere; y cada acto de más que hace en nuestro Querer, tanto más nos estrecha, tantas cadenas de más agrega para ligarnos a ella. Pero, ¿sabes qué cosa nos da para hacernos quedar obligados? ¡Nuestra Vida, nuestras obras, nuestro amor, nuestra misma Voluntad! ¿Te parece poco? Lo que nos da es tan exuberante, que si no fuera porque tenemos en nuestro poder, la potencia con la cual todo podemos hacer, nos faltarían los medios para desobligarnos; por eso nuestro amor que no se deja jamás vencer ni superar por el amor de la criatura, va buscando reencontrarse con la criatura, inventando nuevas estratagemas, hasta darle nuevamente tantas veces nuestra Vida para desobligarse con su amada criatura, y en su énfasis de amor dice: ‘Cómo estoy contento de que vivas en mi Querer, eres mi alegría, mi felicidad, tanto, que me siento como obligado a darte el aire para respirar, y como me siento obligado respiro junto contigo. El sol, su luz, te los llevo en mis manos, pero no te dejo sola, me quedo contigo’. Así que no hay cosa, agua, fuego, alimento, y todo lo demás, que no se lo lleve con mis manos, porque me siento obligado y quiero quedarme junto con ella para ver cómo las toma, quiero hacer todo por Mí, y si mientras las toma me dice: ‘Tomo todo en tu Voluntad porque te amo; quiero amarte y glorificarte con tu mismo Querer’. ¡Oh! entonces quién puede decirte los refrigerios que me da, y busca desobligarse Conmigo, y Yo la hago hacer, pero después vuelvo con mis sorpresas de amor. Por esto te recomiendo que me hagas feliz viviendo siempre corazón con corazón y fundida con mi Voluntad, seremos felices y contentos, tú y Yo”.

+ + + +

35-28
Enero 10, 1938

La primera predicación que hizo el pequeño rey Jesús a los niños de Egipto.

(1) Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino y, ¡oh! cómo suspiro que ningún acto se me escape de lo que ha hecho, tanto en la Creación como en la Redención. Me parece que me falta alguna cosa si todo lo que ha hecho yo no lo reconociera, no lo amara, no lo besara, no me lo estrechara al corazón como si fuera mío; y el Divino Querer quedaría como descontento si quien vive en Él no conociera todos sus actos, y si no encontrara en todo lo que Él ha hecho el pequeño ‘te amo’ de aquél a quien tanto ama, y mucho más porque no hay cosa que no ha hecho para él. Así, he llegado al momento en el cual el celestial Niño se encontraba en Egipto, en el momento cuando daba sus primeros pasos, y yo besaba sus pasos, ponía mi ‘te amo’ en cada paso que daba y le pedía los primeros pasos de su Voluntad para todas las generaciones humanas. Yo buscaba seguirlo en todo, si oraba, si lloraba, le pedía que su Voluntad animase todas las plegarias de las criaturas, y que sus lágrimas regenerasen la Vida de su Fiat en la familia humana.

Entonces, mientras estaba atenta a seguirlo en todo, el pequeño Rey Niño, visitando mi pobre alma me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, cómo estoy contento cuando la criatura no me deja solo, pues me la siento por delante, por detrás, en todos mis actos. Ahora, tú debes saber que mi exilio en Egipto no estuvo exento de conquistas, cuando llegué a la edad de cerca de tres años, desde nuestra pequeña casita oía a los niños que jugaban, gritaban en medio de la calle, y Yo, pequeño como era, salía en medio de ellos, y en cuanto me veían corrían a mi alrededor, todos querían estar cerca de Mí, porque era tanta mi belleza, el encanto de mi mirada, la dulzura de mi voz, que se sentían raptados a amarme, por eso se apiñaban a mi alrededor y me amaban tanto, que no sabían separarse de Mí. También Yo amaba a estos niñitos, y como el amor cuando es verdadero busca hacerse conocer, y no sólo eso, sino busca dar lo que puede hacer feliz en el tiempo y en la eternidad, por eso, a estos pequeños Yo les di mi primera predicación, adaptándome a su pequeña capacidad, mucho más que poseyendo la inocencia me podían entender más fácilmente. Ahora, ¿quieres oír cuál fue mi predicación? Yo les decía: ‘Niñitos míos, escúchenme, Yo os amo mucho, y quiero haceros conocer vuestro origen. Miren el cielo, allá arriba tienen un Padre Celestial que os ama mucho, pero os ama tanto que no se contentó con haceros de Padre desde el Cielo, de miraros, de crearos un sol, un mar, una tierra florida para volveros felices, sino que amándoos con un amor exuberante quiso descender en vuestros corazones, formar su morada real en el fondo de vuestra alma, haciéndose dulce prisionero de cada uno de ustedes, ¿pero para hacer qué? Para dar vida a vuestro latido, respiro y movimiento; así que caminan ustedes, y Él camina en vuestros pasos, se mueve en vuestras manitas, habla en vuestra voz; y mientras camináis, os movéis, etc., como os ama mucho, ahora os besa, os estrecha, os abraza y os lleva como en triunfo, porque sois sus amados hijos. Cuántos besos y abrazos escondidos no os da este nuestro Padre Celestial, y ustedes por estar desatentos no habéis hecho que vuestro beso encuentre al suyo, vuestros abrazos a su paterno abrazo, y Él ha quedado con el dolor de que sus hijos no lo han ni besado ni abrazado. Ahora, niñitos míos amados, ¿sabéis qué quiere de ustedes este Padre Celestial? Quiere ser reconocido en ustedes, que tiene su sede en el centro de vuestra alma, y como Él da dado todo, no hay cosa que Él no os dé, quiere vuestro amor en todo lo que hacéis. Ámenlo, que el amor no se aparte jamás de vuestros corazoncitos, de vuestros labios, de vuestras obras, de todo, y esto será el alimento delicioso que daréis a su Paternidad. Él os ama mucho y quiere ser amado. Ninguno puede llegar a amaros como Él os ama, tan es verdad, que tenéis también un padre terreno, pero cómo es diferente del amor del Padre Celestial, él no os sigue siempre, no vigila vuestros pasos, no duerme junto con ustedes, no late en vuestro corazón, y si os caéis ni siquiera lo sabe; en cambio el Padre Celestial no os deja jamás, si estáis por caer os da la mano para no dejaros caer, si dormís os vigila, y también si jugáis o hacéis impertinencias está con ustedes y conoce todo lo que hacéis. Por eso ámenlo mucho, mucho’. Y encendiéndome de más en amor les decía: ‘Denme su palabra de que lo amaréis siempre, siempre, digan junto Conmigo: Os amamos, Padre nuestro que estás en los Cielos, os amamos Padre nuestro que resides en nuestros corazones”.
(3) Hija mía, por estas palabras dichas a los niños, quién se conmovía, quién lloraba de alegría, quién quedaba arrobado, quién se estrechaba tan fuerte a Mí, que no me querían dejar más. Yo les hacía sentir la Vida palpitante de mi Padre Celestial en sus corazoncitos, y ellos gozaban por esto, hacían fiesta porque tenían no ya un Padre lejano, sino en su propio corazón, y Yo para fortalecerlos y para darles la fuerza de alejarse de Mí, los bendecía, renovando sobre aquellos niños nuestra fuerza creadora, invocando la potencia del Padre, la sabiduría de Mí, Hijo, y la virtud del Espíritu Santo, y les decía: ‘Vayan y después regresen’. Y así se alejaban, pero volvían los siguientes días. Una muchedumbre de niños se ponían a espiar cuando debía salir, y para ver qué cosa hacía Yo en nuestra casita, y cuando Yo salía me aplaudían con sus manitas, me hacían fiesta, y gritaban tanto, que mi Mamá salía a la puerta para ver qué cosa sucedía y, ¡oh! cómo quedaba admirada

al ver a su pequeño Hijo hablar con tanta gracia a aquellos niños, tanto, que sentía que le estallaba el corazón por amor, y veía en ellos las primicias de mi Vida acá abajo, porque de estos niños que me escuchaban ninguno se perdió. El conocer que tenían un Padre en sus corazones fue como una garantía y prenda de poder poseer la patria celestial, para amar a aquel Padre que ya estaba también en el Cielo. Hija mía, esta predicación que Yo, pequeño niño, hacía a los niños de Egipto, era el fundamento, la sustancia de la creación del hombre, contiene la doctrina más necesaria, la santidad más alta, hace surgir el amor a cada instante para amarse el Creador y la criatura. Qué dolor al ver tantas pequeñas vidas que no conocen la Vida de un Dios en sus almas, crecen sin Paternidad Divina, como si estuviesen solos en el mundo, no sienten ni conocen cuánto son amados; ¿cómo pueden amarme? Por eso, quitado el amor, el corazón se endurece, la vida se afea y, pobre juventud, se da en brazos de los más graves delitos. Esto es un dolor para tu Jesús, y quiero que sea un dolor para ti, a fin de que ruegues por tantos que enseñan que estoy en sus corazones, que amo y quiero ser amado”.

+ + + +

35-29
Enero 16, 1938

La Divina Voluntad llama en sus actos a la criatura para hacerle don de sus obras. Intercambio de voluntad entre las criaturas y Dios.

(1) El Querer Divino está siempre en torno a mí, y ahora me llama, ahora me estrecha a su seno de luz, y si respondo a su llamada, si le correspondo con mi abrazo, me ama tanto y me quiere dar tanto, que no sé donde poner lo que me quiere dar; y en medio de tanto amor y generosidad yo quedo confundida, y amo a aquel Santo Querer que tanto me ama. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, con ternura indecible me ha dicho:
(2) “Hija de mi Querer, tú debes saber que solamente tu Jesús conoce todos los secretos de mi Fiat, porque siendo Yo el Verbo del Padre me glorío de hacerme narrador de lo que ha hecho por la criatura. Ahora, por esto te digo que su amor es exuberante: En cada cosa que hacía te llamaba, tanto en las obras de la Creación como en las obras de mi Redención, y si tú escuchabas su llamada y decías: ‘Estoy aquí, ¿qué quieres?’ Él te hacía don de sus obras; si tú no respondías, Él quedaba en actitud de llamarte siempre, hasta en tanto no lo hubieses escuchado. Si creaba el cielo, te llamaba en aquella extensión azul al decirte: ‘Hija mía, ven y ve cuan bello es el cielo que he creado para ti, lo he creado para hacerte don de él, ven a recibir este gran don; si tú no me escuchas Yo no puedo dártelo, y me haces quedar con el don suspendido en mis manos, y en actitud de llamarte siempre, no cesaré de llamarte hasta en tanto no te vea poseedora de mi don. El cielo contiene una extensión grandísima, tanto que la tierra se puede llamar un pequeño agujero comparada con él, por eso todos tienen en él su puesto y un cielo para cada uno, y Yo los llamo a todos por su nombre para hacerles el don’. ¿Pero cuál no es su dolor, llamar y volver a llamar y no ser escuchado, y miran el cielo como si no fuera un don que les ha dado? Este mi Querer ama tanto, que conforme creaba el sol así te llamaba con sus voces de luz, e iba en busca de ti y de todos para hacerte de ellos un don, así que tu nombre está escrito en el sol con caracteres de luz, Yo no lo puedo olvidar; y conforme su luz desciende de su esfera y llega hasta ti, así te va llamando siempre, así que no se contenta con llamarte desde la altura de su esfera, sino que amándote siempre más quiere descender hasta lo bajo, y por caminos de luz y calor te dice: ‘Recibe mi don, este sol lo he creado para ti’. Y si es escuchado, ¡oh, cómo hace fiesta porque ve que la criatura posee el sol como propiedad suya y don que le ha hecho su Creador! Donde quiera y por todas partes te llama: Te llama en el viento, ahora con imperio, ahora con gemidos, ahora

como si quisiera llorar para moverte a escucharlo a fin de que recibas el don de este elemento; te llama en el mar por caminos de murmullo para decirte: ‘Este mar es tuyo, tómalo como don que Yo te hago’. Hasta en el aire que respiras, en el pajarito que canta, te llama para decirte: ‘De todo te hago don’. Ahora, si a la llamada el alma responde, el don es confirmado; si no responde, los dones quedan como suspendidos entre el cielo y la tierra. porque si mi Voluntad llama, es porque quiere ser llamada para mantener el comercio entre Ella y las criaturas, para hacerse conocer y para hacer surgir el amor incesante entre Ella y quien vive de su Fiat, porque sólo a quien vive en su Querer Divino le es más fácil escuchar sus tantas llamadas, porque mientras la llama en sus obras se hace oír en el fondo de su alma, oyendo así su llamada en ambas partes. Y después,
¿qué decirte de cuántas veces te llamé y llamo en todos los actos de mi Humanidad? Me concebí y te llamé para hacerte el don de mi Concepción; Nací y te llamé más fuerte, y llegué a llorar, a gemir y llorar para moverte a compasión, para que pronto me respondieras para hacerte el don de mi Nacimiento, de mis lágrimas, gemidos y vagidos. Si mi Mamá Celestial me fajaba, te llamaba para fajarte junto Conmigo; en suma, te llamaba en cada palabra que decía, en cada paso que daba, en cada pena que sufría, en cada gota de mi sangre, hasta en el último respiro que di sobre la cruz te llamé, para hacerte don de todo, y para ponerte al seguro te puse junto Conmigo en las manos de mi Padre Celestial. ¿Dónde no te he llamado para hacerte don de lo que Yo hacía, para desahogar mi amor, para hacerte sentir cuánto te amaba y para hacer descender en tu corazón la dulzura de mi voz raptora, que rapta, crea y conquista, y también para oír tu voz que me dijera: ‘Aquí estoy contigo, dime Jesús, ¿qué quieres?’ Esto como correspondencia de mi amor y como protesta de que aceptas mis dones, y así poder decir: ‘He sido escuchado, mi hija me ha reconocido y me ama’. Es verdad que estos son excesos de nuestro amor, pero amar y no ser reconocido, ni amado, no se puede soportar por largo tiempo, ni se puede seguir viviendo así. Por eso continuaremos nuestras locuras de amor, nuestras estratagemas para dar curso a nuestra Vida de amor”.
(3) Después ha agregado con un énfasis de más intenso amor:
(4) “Hija mía, son tantos nuestros suspiros, nuestras ansias por querer que la criatura esté siempre con Nosotros, que queremos darle siempre de lo nuestro, ¿pero sabes qué queremos darle? ¡Nuestra Voluntad! Porque dándole Ésta, no hay bien que no le demos, por eso, teniéndola como ahogada de nuestro amor, de nuestra belleza, santidad, y de todo lo demás, le decimos: ‘Nosotros te hemos dado tanto, y tú, ¿nada nos das?’ Y la criatura, como confundida porque no tiene nada que darnos, y si tiene alguna cosa es nuestra, por eso mira su voluntad y nos la da como el más bello homenaje a su Creador; y Nosotros, ¿sabes qué hacemos? Si su voluntad nos la diera a cada instante, tantas veces le damos el mérito como si tuviera tantas voluntades por cuantas veces nos la ha dado, y tantas veces le damos la nuestra por cuantas veces nos ha dado la suya, duplicando tantas veces en ella nuestra santidad, nuestro amor, etc.”.
(5) Al oír esto he dicho: “Mi amado Jesús, yo gano mucho al recibir tantas veces el mérito por cuantas veces te doy mi voluntad, y tener por correspondencia la tuya es la más grande ganancia para mí; y tu ganancia, ¿cuál es?” Y Él, sonriendo me ha dicho:
(6) “A ti el mérito, y a Mí la ganancia de recibir toda la gloria de mi Divina Voluntad; y por cuantas veces te la doy, tantas veces se duplica, se multiplica, se centuplica mi gloria divina que recibo por medio de la criatura, así que puedo decir: Me da todo, y le doy todo”.

+ + + +

35-30
Enero 24, 1938

Cómo Nuestro Señor partió al Cielo, pero al mismo tiempo se quedó en la tierra, en los tabernáculos, para ultimar el

reino de la Divina Voluntad. Quien vive en el Querer Divino puede decir como Jesús: Parto y quedo.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, y mientras estaba haciendo la visita a Jesús en el Sacramento, quería abrazar todos los tabernáculos y cada una de las Hostias Sacramentales, para hacer vida junto con mi prisionero Jesús, y pensaba entre mí: “¡Qué sacrificio, qué larga prisión, no de días sino de siglos! ¡Pobre Jesús, si al menos fuera correspondido!” Y mi amado Jesús, visitando mi pequeña alma, todo sumergido en sus llamas de amor me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, mi primera prisión fue el amor, me aprisionó tanto, que no tenía libertad ni de respirar, ni de latir, ni de obrar, sino todo aprisionado en mi amor. Así que fue mi amor quien me aprisionó en el tabernáculo, pero con razón y con suma y divina sabiduría. Ahora, tú debes saber que las cadenas de mi amor me hicieron partir del Cielo en mi Encarnación. Partí para descender a la tierra en busca de mis hijos y hermanos para formarles con mi amor tantas prisiones de amor, que no pudieran salirse, pero mientras partí, al mismo tiempo me quedé en el Cielo, porque mi amor haciéndome prisión me ató en las regiones Celestiales. Ahora, habiendo cumplido mi camino acá abajo, partí para el Cielo, y al mismo tiempo quedé aprisionado en cada Hostia Sacramental, ¿pero sabes por qué? Porque mi amor formándome una dulce prisión me dijo: ‘La finalidad por la que descendiste del Cielo a la tierra no está cumplida, el reino de nuestra Voluntad,
¿dónde está? Ni existe ni es conocido, así que quédate prisionero en cada Hostia Sacramental, así no será un solo Jesús como en tu Humanidad, sino tantos Jesús por cuantas Hostias Consagradas existirán; tantas Vidas tuyas harán brecha y furor de amor ante la Divinidad, y brecha y furor de amor a cada corazón que te recibirá. Estas Vidas tendrán una palabrita qué decir para hacer conocer nuestro Querer, porque estas Vidas cuando desciendan en los corazones, no serán Vidas mudas, sino hablantes, y Tú hablarás en lo íntimo de sus corazones de nuestro Fiat, serás el portador de nuestro reino’. Yo vi justas las pretensiones de mi amor, y de buena gana me quedé en la tierra para formar el reino de mi Voluntad hasta que sea obra completa. Mira, si Yo partí para el Cielo y al mismo tiempo me quedé en la tierra, mi Vida esparcida en tantas Hostias Sacramentales no será inútil acá abajo, no, sino que formaré con certeza el reino de mi Querer. Yo no me habría quedado si supiera que no iba a obtener mi intento, mucho más que me cuesta más sacrificio que mi misma Vida mortal. ¡Cuántas lágrimas secretas, cuántos amargos suspiros en medio a tantas llamas de amor que me devoran! ¡Ah! Quisiera devorar a todos en mi amor para hacer resurgir a nueva vida a las almas que deben vivir en mi Querer Divino! Desde el centro de mi amor saldrá este reino, él quemará los males de la tierra, no pondrá atención a nada, solamente se tomará en cuenta a Sí mismo, armará su omnipotencia, y con tantas victorias suyas vencerá nuestro reino en medio de las criaturas para dárselo a ellas. Pero no estuve contento con quedarme prisionero, sino que mi amor, inflamándome de más, me hizo escogerte a ti para hacerte prisionera con cadenas tan fuertes que no me puedas huir, como desahogo de mi amor y compañía de mi prisión, para poderte hablar largamente de mi Querer, de sus ansias y suspiros porque quiere reinar, y como un pretexto de mi amor para decir ante la Majestad Suprema: ‘Una criatura de la raza humana es ya nuestra prisionera, con ella hablamos de nuestra Voluntad para hacerla conocer y extender en ella su reino’. Esta prisionera es como una prenda y una garantía para toda la familia humana, de que con derecho debemos darle nuestro reino. Puedo decir que cada Vida mía Sacramentada son tantas prendas que les doy, suficientes para poder entregar mi reino a mis hijos; pero a tantas prendas mías, mi amor ha querido agregar la prenda de una simple criatura que lleva las marcas de mi prisión, y así unir de nuevo las partes entre criatura y Creador, y así dar cumplimiento y ultimar el reino de nuestra Voluntad en medio a las criaturas.
(3) Desde cada tabernáculo mis oraciones son incesantes para que las criaturas conozcan mi Voluntad para hacerla reinar, y todo lo que sufro, lágrimas y suspiros, los

envío al Cielo para mover a la Divinidad a conceder una gracia tan grande, y las envío también a cada corazón para moverlos a compasión de mis lágrimas y penas, para hacerlos rendirse para recibir este bien tan grande”.
(4) Jesús ha hecho silencio y yo pensaba entre mí: “Mi amado Jesús con hacerse prisionero ha hecho un acto de heroísmo tan grande, que solamente un Dios podía hacer, pero mientras es prisionero al mismo tiempo está libre, tan es así, que en el Cielo está libre, goza la plenitud de su libertad, y no sólo en el Cielo, sino también en la tierra,
¿cuántas veces no viene a mí sin los velos Sacramentales? Pero con haber convertido en prisionera a mi pobre existencia, sí que me la hizo grande, y Él sabe en qué estrecha prisión me pone y cómo son duras mis cadenas; yo no puedo hacer como hace Él, que mientras está prisionero al mismo tiempo está libre, mi prisión es continua”. Pero mientras esto pensaba, Jesús, ha vuelto a hablar diciéndome:
(5) “Hija mía, pobre hija mía, has sufrido mi misma suerte, cuando mi amor quiere hacer un bien no ahorra nada, ni sacrificios, ni penas, parece como si no quisiera entrar en razón, todo su intento es el de hacer surgir el bien que quiere. Y además, ciertamente debería haberla hecho grande, no se trataba de un bien cualquiera, sino de establecer sobre la tierra un reino de Voluntad Divina. Este bien será tan grande, que ningún otro bien podrá compararse a éste; todos los otros bienes serán como tantas gotitas de agua frente al mar, serán como pequeñas lucecitas de frente al sol. Por eso no te maravilles si la he hecho grande como tú dices, tu continua prisión entraba como necesidad de mi amor para darme la compañía y hacerme hablar de los conocimientos de mi Voluntad que tanto me importan y siento la necesidad de hacerlos conocer; además, debes saber que conforme te hablo de Ella, mi amor te corresponde y te libera de las cadenas de tu voluntad humana, y te deja libre en los campos de los dominios del reino de mi Querer. A esto son dirigidos los conocimientos acerca de mi Querer, a liberar a la criatura de su voluntad, de sus pasiones, de sus miserias; por eso agradéceme por todo lo que he dispuesto sobre ti, mi amor te sabrá pagar y tendrá cuenta aun de un respiro tuyo, de un instante de tu prisión”.
(6) Después de esto seguía pensando en los prodigios del Querer Divino, y mi amado Jesús ha agregado:
(7) “Hija de mi Querer, así como tu Jesús dijo al descender del Cielo a la tierra: ‘Parto y me quedo’, así cuando subí al Cielo dije: ‘Me quedo y parto’. Mi misma palabra se repite al descender Sacramentado en las criaturas: ‘Parto y permanezco en los tabernáculos’. Así quien vive en mi Voluntad, en todos sus actos puede decir mis mismas palabras, pues conforme comienza su acto así viene formado su Jesús en ese acto; mi Vida tiene virtud de multiplicarse al infinito cuantas veces quiero, por eso puede decir con toda verdad: ‘Parto y permanezco. Parto para el Cielo para beatificarlo, para alcanzar mi sede y hacer conocer a todos a mi amado Jesús que he encerrado en mi acto, a fin de que lo gocen y lo amen; y este mismo Jesús encerrado en mi acto permanece en tierra como vida mía, sostén y defensa de todos mis hermanos.’ ¡Oh, cómo es bello un acto en mi Voluntad!”

+ + + +

35-31
Enero 30, 1938

Quien vive en el Querer Divino, todo lo que hace adquiere la Naturaleza Divina. La verdadera correspondencia de toda la Creación.

(1) Mi pobre mente nada en el mar del Querer Divino, su murmullo es continuo, ¿pero qué cosa murmura? Amor, almas, luz que quisiera investir, que quisiera reinar en cada uno de sus hijos y, ¡oh! cuántas estratagemas de amor usa para hacerlos entrar nuevamente en el seno de su luz, de donde salieron. Y en su dolor dice: “Hijos míos, hijos míos, háganme reinar y Yo os daré tanta gracia, para reconoceros que sois los hijos de

vuestro Padre Celestial”. Pero mientras mi mente se perdía en este mar divino, mi amado Jesús, mi dulce vida, ha renovado su breve visita, y todo bondad me ha dicho:
(2) “Pequeña hija de mi Querer Divino, son tantas las ansias, los suspiros, porque mi Voluntad quiere obrar en el acto de la criatura, que se pone a espiar para ver si el alma la llama como acto primario de sus actos, y si es llamada se pone en fiesta, corre, y con su aliento imprime su fuerza creadora y convierte en naturaleza divina el acto de la criatura. Así que la criatura siente la naturaleza del amor divino que la inviste, la circunda, le corre como sangre en sus venas, y hasta en la médula de sus huesos, en el latido de su corazón; por eso todo su ser no dice otra cosa más que amor. Convertir en naturaleza divina los actos humanos, son los prodigios más grandes que puede hacer mi Divina Voluntad, Ella no sabe dar sino lo que tiene, amor posee, amor da, y ¡oh! cómo se siente feliz la criatura de que no ve, que no siente más que amor, ni puede hacer menos que amar. Mi Voluntad, con dar el amor en naturaleza a la criatura, la ha puesto en el orden divino, todo es armonía entre Dios y ella, se puede decir que la ha arrojado en nuestro mismo laberinto de amor, así que si adora, agradece, bendice, su fuerza creadora corre para cambiar en naturaleza divina la adoración, los agradecimientos, las bendiciones, así que la criatura tiene en su poder, como naturaleza suya, el siempre adorar a la Majestad Suprema, agradecerla y bendecirla, porque lo que mi Voluntad comunica en naturaleza tiene el acto continuado que jamás cesa. Por eso la tenemos a nuestra disposición, porque nuestro amor encuentra quién lo ama con su mismo amor, y si siente la necesidad de desahogarse, tiene con quién hacer sus desahogos. Nuestra Majestad encuentra sus eternas adoraciones en la criatura, y que ésta verdaderamente puede decirle un gracias, un te bendigo divino, en suma, encontramos quién nos puede dar de lo nuestro, y ¡oh! cómo amamos a esta más que celestial criatura, nos tiene siempre en actividad porque podemos darle lo que queremos, y el dar para Nosotros es beatificarnos y felicitarnos de más. Mientras que, quien no vive en nuestro Querer nos tiene como en el ocio, sin actividad, y si damos alguna cosa, todo es medido, porque no tenemos en dónde ponerla, y tememos que de aquél poco que le damos haga despilfarro y no sepa apreciarlo”.
(3) Un poco después, con un ansia aún más fuerte ha agregado:
(4) “Hija mía buena, los prodigios que mi Fiat obra en el acto de la criatura que vive en Él son inauditos. Conforme ve que la criatura está por hacerlo, corre, toma el acto en sus manos, lo purifica, lo plasma, lo inviste de luz, después lo mira para ver si aquel acto puede recibir su santidad, su belleza, puede encerrarlo en su inmensidad 2, si puede hacer correr dentro su potencia, su amor, y cuando todo ha hecho, porque nada debe faltar como acto suyo, lo besa, lo abraza, y vertiéndose todo sobre de él, con una solemnidad y amor indescriptibles pronuncia en él su Fiat Omnipotente y se crea a Sí mismo en aquel acto. Los Cielos se ponen atentos cuando mi Querer está por obrar en el acto de la criatura, se conmueven, quedan admirados y arrobados, y exclaman: ‘¿Será posible que un Dios, que su Querer tres veces Santo llegue a tanto amor, hasta crearse a Sí mismo en el acto de la criatura?’ Mi mismo Fiat regresa a mirar lo que ha hecho en el acto humano y se siente raptar, se felicita al ver su nueva Vida, y lleno de alegría indescriptible hace fiesta a todo el Cielo, y generosamente vierte gracias sobre toda la tierra. A estos actos los llamo Vida mía, acto mío, eco de mi potencia, prodigios de mi amor. Hija mía, hazme feliz, son estas las alegrías de mi Creación, las fiestas de mi virtud creadora: Poder formar tantas Vidas mías por cuantos actos hace la criatura. Por eso llámame siempre en tus actos, no me pongas jamás a un lado y Yo haré siempre cosas nuevas en ti, que llegarán a dejar sorprendidas a todas las gentes, y entonces tendré la correspondencia, la gloria de toda la Creación, cuando haya llenado Cielos y tierra con tantas Vidas mías nuevas”.

2 Aunque por el contexto en que Jesús dice esto, se podría esperar que dijera que ve si puede encerrar en el acto su inmensidad, pues por fuerza el acto, aunque sea realizado en voluntad humana, cabe en su inmensidad, así es como está en el manuscrito, y respetando la norma que nos impusimos al emprender la traducción, no se hace ninguna corrección.


+ + + +

35-32
Febrero 7, 1938

Dios no ama lo forzado sino la espontaneidad. Desahogo que el Querer Divino hará en quien viva en Él. La Creación no ha terminado.

(1) Estoy bajo el imperio del Querer Divino, su virtud creadora tiene tal fuerza que hace sentir su dulce imperio sobre la pobre criatura, que dulcemente, no forzada, se pone de acuerdo con el Fiat y le da amplia libertad de hacer lo que quiera con ella, es más, le dice: “Cómo me siento honrada de que de mi ser quieras hacer un portento, pero tanto, que quieres usar tu fuerza creadora y obradora en mi pobre alma”. Pero mientras mi mente estaba atenta a recibir la virtud creante del Fiat Divino, mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome con su breve visita, con amor indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía de mi Querer, cómo es bello mi Fiat al obrar con su virtud creadora, tú has visto que no usa la violencia, sino la dulzura, pero dulzura irresistible, más que la misma violencia. Con su dulzura embalsama a la criatura, le hace sentir lo bello de lo divino, de modo que ella misma dice: ‘Hazlo pronto, ¡oh! Querer Santo, no tardes más, me siento languidecer si no te veo en mí que obras con tu virtud creadora’. Hija mía, las cosas, una voluntad forzada, no nos han agradado jamás, es más, ni siquiera las queremos, dan mucho de humano y no están en armonía ni con nuestro amor, ni con nuestras obras, donde todo es espontaneidad y Voluntad plena, que lo queremos, suspiramos hacer el bien, y lo hacemos, y por eso lo hacemos con tal plenitud de amor y de gracia que ninguno puede igualarnos. Tanto, que si no vemos la espontaneidad, la voluntad de querer recibir el bien que queremos hacer en ella, no hacemos nada; a lo más esperamos, hacemos sentir nuestros suspiros, nuestras ansias, pero no nos movemos a obrar si antes no vemos que con amor quiere recibir lo obrado por su Creador.
(3) Ahora, tú debes saber que a cada acto que la criatura hace en nuestro Querer, así va creciendo su Vida en ella, y cuando llega a la plenitud en que todo es Voluntad mía en ella, entonces comenzamos el desahogo de nuestro amor, de nuestras gracias, de modo que a cada instante le damos nuevo amor y nuevas gracias sorprendentes, ponemos fuera nuestras demostraciones de magnificencia divina, la suntuosidad, el lujo de nuestras estratagemas de amor, todo lo que le hacemos lleva la marca de la abundancia de su Creador. Cuando el alma está llena de nuestra Voluntad Divina no ponemos atención en nada más, lo que tenemos damos, y lo que quiere es suyo. Es tanta la magnificencia que hacemos, que en cada acto suyo hacemos correr una nota de nuestras músicas divinas, a fin de que ni siquiera nuestra música nos falte en ella, y ella a menudo nos hace bellas sonatinas con nuestras notas divinas y, ¡oh, cómo nos sentimos felices, armonizar nuestras armonías, nuestros sonidos divinos! Tú debes saber, que para quien vive en nuestra Voluntad superamos el lujo, la ostentación, la magnificencia, la suntuosidad que tuvimos en la Creación, donde todo fue abundancia: Abundancia de luz que ninguno la puede medir, abundancia en la extensión del cielo que con lujo de belleza adorné con tantas estrellas. Cada cosa creada era creada con tal abundancia, investida con tal magnificencia de lujo, que ninguna puede tener necesidad de la otra, es más, todas pueden dar sin necesidad de recibir. Sólo la voluntad humana pone los límites, las estrechuras a la criatura, la arroja en las miserias e impide a mis bienes el darse a ellas. Por eso espero con ansias que mi Voluntad sea conocida y que vivan en Ella, y entonces haré tal desahogo de magnificencia, que cada alma será una nueva creación, bella, pero distinta una de la otra; me recrearé, la haré de artífice insuperable, pondré fuera mi arte creador.
¡Oh, cómo lo espero, lo quiero, lo suspiro! Así que la Creación no ha terminado, tengo que

hacer las obras más bellas. Por eso hija mía hazme trabajar, pero ¿sabes cuándo trabajo? Cuando te manifiesto una verdad sobre mi Divina Voluntad súbito la hago de artífice, y con mis manos creadoras trabajo en ti para hacer que esa verdad se haga vida en tu alma y,
¡oh, cómo gozo en el trabajo! El alma se hace como blanda cera en mis manos, y en ella formo la Vida que quiero, por eso sé atenta y déjame hacer”.

+ + + +

35-33
Febrero 14, 1938

Los actos de quien vive en la Divina Voluntad se extienden sobre todos y se hacen narradores del Ser Supremo. Al crear a la Virgen creaba el perdón.

(1) Mi vuelo continúa en el Querer Divino y, ¡oh, cómo me siento perdida en su inmensidad! Es tanta su potencia y actividad, que cuando obra en el acto de la criatura, ese acto lo quiere dar a todos, quiere llenar Cielos y tierra para hacer ver y oír lo que sabe hacer, y cómo sabe amar. Yo he quedado sorprendida, y mi amado Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, es tanto el amor de mi Voluntad al obrar en el acto de la criatura, que da en lo increíble; Ella, conforme obra, quiere que todos reciban aquel acto y lo hagan como acto propio. Mi Voluntad con su soplo omnipotente pone en vuelo aquel acto y lo hace subir al sol, al cielo, a las estrellas, al viento, al mar, hasta en el aire que todos respiran, luego vuela más arriba, hasta en las regiones Celestiales, y todos, ángeles y santos, la Reina Madre, hasta nuestra misma Divinidad, reciben aquel acto, de manera que recibiéndolo cada uno debe poder decir: ‘Este acto es mío’. ¿Pero sabes por qué? Porque es tanto su amor, que quiere que su acto lo posean todos y dé vida a cada uno; quiere decorar, adornar, investir con su virtud creante todo y a todos para recibir la gloria, el amor, el honor que posee mi Querer por todo y por cada uno. Mi Querer no se detiene jamás, y sólo está contento cuando ve que su acto ha llenado todo, y como triunfo lleva Consigo a la criatura que le ha dado la libertad de hacerlo obrar en su acto para hacerlo conocer y amar por todos. Estas son nuestras fiestas, nuestras alegrías más puras de la Creación, el poder poner de lo nuestro en la criatura, como si quisiéramos duplicar nuestra potencia, inmensidad, amor y gloria hasta el infinito en el acto humano de la criatura. Esto no es para maravillarse, nuestra Voluntad Divina se encuentra por todas partes, por eso nuestros actos con los cuales son animados los actos de las criaturas, vuelan y se refugian en nuestro Querer, hasta en los más pequeños escondites donde Él se encuentra, y éstos nos sirven como correspondencia de amor de toda la Creación, nos sirven como nuestra más dulce compañía y como narradores de nuestro Ente Supremo. Por eso nuestro amor es exuberante para quien quiere vivir en nuestro Fiat, somos todo ojo sobre esta criatura, estamos casi espiándola para ver cuando nos presta su acto para hacernos poner en obra nuestra virtud creante, ella es para Nosotros nuestro desahogo de amor, la actividad de nuestra potencia, y se hace repetidora de nuestra misma Vida”.
(3) Después de esto seguía mi giro en el Querer Divino, y mi dulce Jesús transportaba mi pequeña voluntad en el acto creante de la suya. ¡Dios mío, cuántas sorpresas! Mi pobre inteligencia se pierde, no sabe decir nada, y mi siempre amable Jesús, repitiendo su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(4) “Mi buena hija, nuestro Fiat en la Creación hizo alarde de nuestro amor obrante, potente y sabio, de modo que todas las cosas creadas están impregnadas de nuestro amor, potencia, sabiduría y belleza inenarrable, por eso podemos llamarlas las administradora de nuestro Ente Supremo. En cambio, en la creación de la Soberana Reina fuimos más allá, nuestro amor no se contentó con el alarde y suntuosidad, sino que quiso

ponerse en actitud de piedad, de ternura, de compasión tan profunda e íntima, como si se quisiera convertir en lágrimas por amor de las criaturas. Es por eso que conforme se pronunció nuestro Fiat para crearla y llamarla a vida, creaba el perdón, la misericordia, la reconciliación entre Nosotros y el género humano, y lo depositamos en esta Celestial y Santa Criatura, como administradora entre nuestros hijos y suyos. Así que la Soberana Señora posee mares de perdón, de misericordia, de piedad, y mares llorosos de nuestro amor, en los cuales puede envolver a todas las generaciones, regeneradas en estos mares creados por Nosotros en Ella, mares de perdón, de misericordia y de una piedad tan tierna, que ablanda los corazones más duros. Hija mía, era justo que todo fuera depositado en esta Madre Celestial, porque debiendo poseer el reino de nuestra Voluntad, todo le era confiado a Ella; solamente nuestra Voluntad tiene lugar suficiente para poder poseer nuestros mares creados por Nosotros, con su potencia creante y conservante mantiene íntegro lo que crea, sin que jamás disminuya a pesar que damos siempre, por eso, donde no está nuestra Voluntad no podemos ni dar, ni confiar, ni depositar, pues no encontramos el lugar para hacerlo, nuestro amor queda impedido para las tantas bellas obras que queremos hacer en las criaturas. Sólo en esta Soberana Señora no encontró impedimento nuestro amor, y por eso desahogó tanto, e hizo tantas maravillas, hasta darle la fecundidad divina para hacerla Madre de su Creador”.
(5) Después, mi amado Jesús me hacía presentes todos los actos que hacía junto con su Mamá Celestial, y mientras obraban, los mares de amor del Uno y de la Otra se fundían y formaban uno solo, y levantando sus olas hasta el Cielo investían todo, hasta nuestra Divinidad, y formando una lluvia tupida de amor sobre nuestro Ser Divino3 nos daban el amor de todos, el refrigerio, el bálsamo con el cual quedaba endulzado, y cambiaba la justicia en arrebato de amor por las criaturas. Se puede decir que nuestro amor generó nuevamente con nuevo amor a la humana familia, y Dios la amó con doble amor, ¿pero dónde? En la Reina y en su amado Hijo.
(6) Ahora escucha otra sorpresa: Cuando Yo, siendo un pequeño Niño chupaba la leche de mi Mamá, Yo chupaba las almas, porque Ella las tenía en depósito, y al darme la leche depositaba en Mí a todas las almas, porque quería que Yo las amara, les diera el beso a todas, y en ellas formase su y mi victoria, y no solo esto, sino que al darme la leche me hacía succionar su maternidad, sus ternuras, y se imponía sobre de Mí con su amor para que Yo amara a las almas con amor materno y paterno, y Yo recibía en Mí su maternidad, sus ternuras indecibles, y así amaba a las almas con amor divino, con amor materno y con amor paterno. Después de que las había depositado a todas en Mí, Yo con una estratagema de amor, con un respiro, con una dulce mirada, las depositaba de nuevo en su materno corazón, y para corresponderle le daba mi paterno amor, mi amor divino que es incesante, firme, irremovible, que jamás se cambia, porque el amor humano fácilmente se cambia, y Yo quería que mi inseparable Madre tuviese las mismas prerrogativas de mi amor, y las amase como las sabe amar un Dios. Así que en cada acto que hacíamos, desde el más pequeño hasta el más grande, eran intercambios de depósito de almas lo que hacíamos, Yo en Ella y Ella en Mí; es más, puedo decir que duplicábamos este depósito de almas, porque lo que Yo recibía de mi amada Mamá, lo custodiaba con sumo celo en mi corazón divino como el más grande don que me hacía, y Ella recibiendo mi don, tenía tal cuidado, que ponía toda su maternidad en actitud de custodiar el don que le hacía su Hijo. Ahora, en estos intercambios de depósito que hacíamos, nuestro amor crecía y amaba con nuevo amor a todas las criaturas, formábamos los proyectos de cómo amarlas más, y cómo vencerlas a todas por vías de amor, y poníamos nuestra Vida para ponerlas a salvo”.

+ + + +


3 Luisa pasa insensiblemente, de hablar ella, a hablar Jesús.

35-34
Febrero 20, 1938

Jesús al encarnarse formaba de Sí tantos Jesús por cuantas criaturas debían existir, a fin de que cada una tuviese un Jesús a su disposición.

(1) Estoy entre los brazos del Querer Divino, el cual me ama mucho, y para hacerme ver cuánto me ama, me quiere decir siempre su larga y eterna historia de amor, agregando nuevas sorpresas, por las cuales queda uno tan arrobado que resulta imposible no amarlo, y solamente quien es ingrato y sin criterio podría hacerlo. Después, el Fiat Divino me hacía presente lo que había obrado en el descendimiento del Verbo a la tierra, y mi dulce Jesús repitiendo su acostumbrada visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que mi amor es tanto, que siente la necesidad de desahogarse y de confiar sus secretos a quien vive en mi Querer, a fin de que estando al día de todo, amemos con un solo amor, y repita en ella lo que Yo hice en Mí mismo. Escucha entonces hija mía hasta dónde llega el exceso de mi amor, el cual me hacía hacer cosas inauditas e increíbles a las mentes creadas: Al venir Yo a la tierra, quise formar de Mí tantos Jesús por cuantas criaturas habían existido, existían y existirán, así que cada una debía tener a su Jesús todo suyo, a su disposición; por lo tanto debía tener mi concepción para quedar concebida en Mí, mi nacimiento para renacer, mis lágrimas para lavarse, mi edad infantil para restablecerse y dar principio a su nueva vida, mis pasos por vida y guía de los suyos, mis obras para hacer surgir sus obras en las mías, mis penas como bálsamo y fuerza de las suyas, y como satisfacción de cualquier deuda contraída con la Divina Justicia, mi muerte para reencontrar su vida, mi resurrección para resurgir del todo en mi Voluntad y a la gloria completa que debía dar a su Creador. Y esto con sumo amor, con razón, con justicia y con suma sabiduría.
(3) Mi Padre Celestial debía encontrar en Mí, para satisfacerse, glorificarse, para ser correspondido por tanto amor suyo, tantas Vidas mías por cuantas criaturas había sacado y debía sacar a la luz del día, y aunque no todos tomen esta Vida mía, mi Padre Celestial exigía mi Vida para glorificarse por todo lo que había hecho en la obra de la Creación y de la Redención. Puedo decir que en cuanto el hombre se sustrajo de nuestra Voluntad cesó la gloria que le era debida a mi Divino Padre, por lo tanto, si no formaba de Mí tantos Jesús por cuantas criaturas existen, la gloria del Padre Celestial habría quedado incompleta, y Yo no podía hacer obras incompletas, mi amor me habría hecho la guerra si no hubiera formado de Mí tantos Jesús, primero por decoro y gloria nuestra, y después para dar el bien completo a cada una de las criaturas. Por eso nuestro sumo dolor es que a pesar de tantas Vidas mías que están a disposición de cada uno, quién no las reconoce, quién no las mira, quién no se sirve de ellas, quién las ofende, quién toma apenas las migajas de mi Vida. Pocos son aquellos que dicen: ‘Hago la Vida de Jesús, con Jesús, y amo como ama Jesús, y quiero lo que quiere Él’. Estos últimos son la correspondencia, junto Conmigo, de la gloria y amor de la Creación y Redención, pero a pesar de que no todas estas Vidas mías sirven a la criatura, sin embargo sirven admirablemente a la gloria de mi Divino Padre, porque no vine a la tierra solamente por las criaturas, sino para reintegrar los intereses y la gloria de mi Padre Celestial. ¡Oh!, si tú pudieses ver qué bello cortejo forman tantas Vidas mías en torno a nuestra Divinidad, y cuánto amor y gloria salen de Ellas, tú quedarías de tal manera extasiada, que te resultaría difícil volver en ti misma”.
(4) Jesús ha hecho silencio, y yo veía ante mi mente a tantos Jesús por cuantas criaturas existían. Pero como tenía una espina en el corazón que me torturaba, me amargaba hasta la médula de mis huesos por una persona tan querida por mí, y necesaria a mi pobre existencia, pues estando en peligro de morir yo habría querido a cualquier costo salvarla, por eso tomaba la Divina Voluntad, la hacía toda mía y en mi dolor decía: “Jesús, tu Voluntad es mía, tu potencia e inmensidad están en mi poder, yo no quiero que muera, y

también Tú no debes quererlo”. ¡Dios mío, sentía como si luchara con una potencia! Y para vencer, mi mente se ha puesto ante la Divinidad y ponía en torno a Ella la extensión del cielo con todas las estrellas en oración, la vastedad de la luz del sol con la fuerza de su calor, a la Creación toda en oración, además ponía los mares de amor, de potencia, de la Reina del Cielo, las penas, la sangre derramada por Jesús, como tantos mares en torno a la Divinidad, todo en oración, y además, a los tantos Jesús de cada una de las criaturas para que tuviesen un suspiro, una oración para obtener lo que yo quería. Pero ¿cuál no ha sido mi sorpresa y conmoción al mismo tiempo, al ver y oír que los tantos Jesús de cada una de las criaturas rogaban para obtener lo que yo quería? Yo he quedado confundida al ver tanta bondad y condescendencia divina.
(5) Sea siempre agradecido y bendecido, y todo sea para gloria suya.

+ + + +

35-35
Febrero 26, 1938

Dios se reconoce a Sí mismo en quien busca reconocer a Dios en sus obras. Felicidad que recibe Dios por el amor de la criatura. Puesto que tiene el hombre en la Creación y
en la misma Divinidad si vive en el Querer Divino.

(1) Estoy bajo el imperio del Querer Divino, el cual ama, suspira por querer ser reconocido en todas sus obras, parece que toma de la mano a la pequeña criatura y llevándola en vuelo le señala lo que ha hecho, cuánto la ha amado en cada una de las cosas creadas, y cómo, por derecho, quiere ser amado; amar y no ser correspondido en el amor es su más grande dolor. Yo he quedado sorprendida, y mi siempre amable Jesús, visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, amar y ser amado es el más grande refrigerio a nuestro amor; a la felicidad del Cielo se une la felicidad de la tierra, que dándose un beso la una a la otra, sentimos que también la tierra nos felicita, llevándonos el amor de la criatura que nos reconoce y ama, nos da las más bellas alegrías y la más grande felicidad; mucho más, puesto que las alegrías del Cielo son nuestras y nadie nos las puede quitar, en cambio, las que tenemos a través del amor de la criatura son nuevas para Nosotros, y forman nuestras nuevas conquistas. Además, al ser reconocidos en nuestras obras, la criatura se pone en vuelo para subir a reconocer a Aquél que la ha creado; para Nosotros el ser reconocidos es la gloria más grande, el amor más intenso que recibimos, y con ser reconocidos nos formamos nuestro ejército, la milicia divina, nuestro pueblo, del cual no exigimos otra cosa que el tributo de ser amados, y ponemos a su disposición todas nuestras obras para servirlo, abundándolo de todo lo que puede hacerlo feliz. En cambio, si no nos reconocen, quedamos como el Dios sin ejército y sin pueblo. ¡Cómo es doloroso sacar a tantas criaturas a la luz del día y no tener ni un ejército, ni un pueblo! Ahora escúchame un poco más, conforme la criatura nos reconoce en las cosas creadas y nos ama, así sella en ella una nota de amor y de felicidad para su Creador, y elevándose a reconocer a su Creador, ella nos conoce a Nosotros y Nosotros reconocemos nuestro Ser Divino en ella, y si tú supieras qué significa reconocerse mutuamente. Nuestro amor al ser amado se apacigua y ama más intensamente a aquélla que lo ama, y llega a tal exceso, que para reconocerse en la criatura se crea a Sí mismo, ¿pero para hacer qué? Para reconocerse en ella y ser amado. ¡Cómo es bello cuando nos reconocemos a Nosotros mismos en la criatura! Ella se vuelve para Nosotros nuestro trono, nuestra estancia divina, nuestro cielo; los mares de nuestro amor la inundan, sus más pequeños actos forman olas de amor que nos aman, nos glorifican, nos bendicen, y nos reconoce en Nosotros, nos reconoce en sí misma, nos reconoce en todas las cosas creadas, y Nosotros la reconocemos en todas nuestras obras,

en el cielo, en el sol, en el viento, en todo. Nuestro amor unido a nuestro Fiat nos pone en todas partes, y la ponemos en orden en nuestras obras”.
(3) Después de esto, mi pobre mente continuaba nadando en el mar del Querer Divino,
¡Dios mío, cuántas sorpresas, cuántas maravillas! Y mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo inundado en sus llamas de amor me ha dicho:
(4) “Hija bendita de mi Voluntad, mi amor no me da paz si no me hace decir nuevas sorpresas de mi Fiat Divino; quiere hacerte conocer la sublimidad, la nobleza y el puesto que ocupa, tanto en la Creación como en nuestro Ser Divino quien vive en nuestro Querer. Tú debes saber que en la Creación ocupa el primer puesto, todas las cosas creadas se sienten tan juntas y unidas, que se vuelven para ella como miembros suyos inseparables, así que el sol es miembro suyo, la extensión del cielo, el viento, el aire que todos respiran, son miembros suyos; todas las cosas creadas se sienten felices, honradas de ser miembros de esta afortunada criatura, y quién la hace de corazón, quién de mano, quién de pies, quién de ojo, quién de respiro, en suma, no hay cosa creada que no tenga su puesto distinto y ejercite el oficio de miembro en ella; y su alma, como cabeza tiene en orden a sus miembros, y recibe y da a Dios todo el amor, la santidad, la gloria, y todos los bienes que las cosas creadas contienen, mucho más, pues todas las cosas creadas son también miembros nuestros, así que para quien vive en nuestro Querer, sus miembros son los nuestros, y los nuestros son los suyos, los cuales tienen en comunicación a nuestro Ser Supremo con la criatura, y Nosotros nos volvemos para ella más que sangre que circula en las venas del alma, latido continuo de amor que latimos en su corazón, respiro divino que respiramos en su alma. Y Nosotros, amando con amor excesivo a esta más que celestial criatura, ponemos en circulación en nuestro Ser Divino su pequeño amor, sus actos, somos celosos de su latido, de su respiro, y los encerramos en los nuestros, nada sale de ella que no quede encerrado en Nosotros para corresponderla con nuestro amor y para escuchar su querido y dulce estribillo: ‘Te amo, te amo, te amo’. Así que en quien vive en nuestro Querer vemos la continua cadena de amor que jamás se rompe, y nuestro amor ve su apoyo donde apoyarse para poder decir incesantemente: ‘Te amo, te amo, te amo’. Nuestro amor cuando no encuentra el amor de la criatura queda suspendido y da en gritos de dolor, casi como queriendo ensordecer a la criatura para decirle: ‘¿Por qué no me amas?’ El no amarnos es la herida más cruel para Nosotros.
(5) Pero esto no es todo aún, nuestro amor si no da en el exceso no se contenta,
¿quieres saber el por qué hacíamos de la Creación tantos miembros que debían servir como miembros nuestros y miembros de la criatura? En cada cosa creada poníamos nuestros dones, nuestra santidad, nuestro amor, como portadores de lo que queríamos dar a la criatura y como portadores de lo que ella hacía para Nosotros. Todas las cosas creadas están llenas y son depositarias de todo lo que queríamos darle: El cielo con la multiplicidad de sus estrellas simboliza los tantos actos nuestros nuevos y distintos que queríamos darle; el sol simboliza nuestra luz eterna con la cual la queremos inundar, y su calor y los efectos que posee simbolizan nuestro amor que quiere casi ahogarla para hacerla sentir cuánto la amamos, y en los efectos, nuestras variadas bellezas con las cuales queríamos investirla; en el viento poníamos, en cada soplo, nuestros besos, nuestras caricias amorosas, y en sus ráfagas impetuosas nuestro amor imperante para arrollarla en nuestro amor con nuestros abrazos, para volverla inseparable de Nosotros; en suma, cada cosa creada posee nuestros dones para dar a la criatura; ¿pero quién los toma? Sólo quien vive en nuestro Querer. Puedo decir que las cosas creadas están preñadas de nuestros dones, pero no pueden darlos, no pueden hacer el papel de portadores porque no encuentran quién viva en nuestro Fiat Divino, el cual tiene virtud y potencia de poner a la criatura en comunicación con todas nuestras obras, más que miembros suyos, y con su mismo Creador, más que vida suya. ¡Cuántos prodigios inauditos pondremos fuera de nuestro seno divino para quien hará reinar a nuestra Voluntad! Nuestras obras cantarán victoria y triunfo, y a manos llenas serán generosas en dar los dones, los bienes que poseen de su Creador, todos serán felices, quien da y quien

recibe. Por eso sé atenta, no tengas cuidado de nada, sino de vivir en mi Querer, porque tengo mucho que darte y tú que recibir”.
(6) Yo he quedado sorprendida al oír esto y decía entre mí: “¿Será posible todo lo que ha dicho? Parece increíble”. Y mi dulce Jesús ha continuado:
(7) “Hija mía, no te maravilles, tú debes saber que todo lo que hicimos debía servir a la criatura que debía poseer como vida mi Divina Voluntad, y esto era necesario para nuestro decoro, sabiduría, potencia y majestad nuestra. Ahora, la criatura al sustraerse de nuestra Voluntad, nuestra justicia quiso que retirásemos de ella lo que debía servir como convenía a nuestra Majestad Suprema, y la criatura quedó como una cabeza sin miembros, pobre cabeza sin miembros, ¿qué cosa podía hacer de bien? Es verdad que la cabeza tiene la supremacía sobre los miembros, pero sin los miembros la cabeza no puede hacer nada, está como sin vida, sin obras. Ahora, queriendo regresar mi Querer a las criaturas, mi amor quiere, exige que sean restituidos los miembros, y no solo éstos, sino la misma Vida de Aquél que las ha creado. Nuestra Voluntad reinante pondrá en vigor todas sus obras y restituirá a la criatura todo lo que perdió con hacer su voluntad, la cual es devastadora de todos los bienes, rompe todas las comunicaciones con nuestras obras y con su mismo Creador, y se vuelve como un hueso dislocado, que pierde la comunicación con todos los miembros, y sólo sirve para dar dolor”.

+ + + +

35-36
Marzo 6, 1938

Las opresiones, las melancolías, no tienen razón de existir en el Querer Divino; forman las nubes, las gotas amargas que amargan a Dios y a la criatura. Prodigios del abandono en el Querer Divino. Todas las cosas creadas quedan animadas por quien vive en el Fiat Divino.

(1) El Mar del Querer Divino no cesa de sumergirme en sus olas, como si quisiera que ninguna otra cosa entrara en mí sino sólo su luz, para hacer crecer en mí por caminos de luz y calor solamente la Vida de su Voluntad. Pero a pesar de todo esto me sentía oprimida, con un aire de melancolía por las circunstancias, ¡ay de mí! demasiado dolorosas de mi existencia acá abajo, las cuales me forman las nubes para impedirme gozar lo bello de la luz, y la suavidad del calor en el cual el alma queda fecundada, renacida y creciendo en su mismo Creador. Y mi dulce Jesús que con celo vigila mi pobre alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, ánimo, las opresiones, las melancolías, el pensamiento del pasado, no tienen razón de existir para quien vive en mi Voluntad, éstas son notas discordantes con nuestras notas de alegría, de paz y de amor, y forman sonidos tristes que suenan mal a nuestros oídos divinos, son como gotitas amargas que arrojadas en nuestro mar, quisieran amargar nuestro mar divino; mientras que con vivir en nuestro Querer, Nosotros la hacemos propietaria de nuestros mares de alegría, de felicidad, y si es necesario le damos nuestra potencia en su poder para hacer que todo le sea propicio y que nada la pueda dañar, porque no hay potencia que valga contra nuestra Voluntad, es más, Ella tiene poder de allanar y triturar todo, como polvo bajo el imperio de un viento impetuoso, por eso, cuando vemos a la criatura afligida y oprimida en nuestra Voluntad, ¡cómo nos suena mal! y como vive en nuestro Querer estamos obligados por la única Voluntad que nos anima, a sentir sus aflicciones y opresiones; ponernos a un lado cuando la criatura está afligida, no es de nuestro Ser Divino, ni de nuestro amor, antes bien hacemos uso de nuestra potencia, la inundamos de más con nuestro amor, a fin de verla nuevamente con la sonrisa sobre sus labios y con la alegría en el corazón.

(3) Además, el pensamiento del pasado es absurdo, es un querer arbitrarse de los derechos divinos. Tú debes saber que todo lo bello y bueno que la criatura ha hecho, está depositado dentro de Nosotros para testificarnos su amor, y la gloria que nos da, y forma su corona para coronarla a su ingreso en nuestra patria celestial; por eso, el más bello acto de la criatura es arrojarse en nuestros brazos, abandonarse de tal modo de dejarnos hacer a Nosotros lo que queramos hacer de ella, tanto en el tiempo como en la eternidad, y entonces Nosotros tomamos el gusto de hacer de ella una de las estatuas más bellas que debe adornar nuestra celestial Jerusalén”.
(4) Después ha agregado: “Hija mía, cuando la criatura se abandona en nuestra Voluntad, es tanta nuestra complacencia, que ella se vierte en Nosotros, y Nosotros nos vertemos en ella, y le damos nueva vida nuestra, nuevo amor, nueva santidad, nuevos conocimientos de nuestro Ente Supremo. Cuando la criatura se abandona en nuestro Querer Divino, Nosotros podemos hacer en ella los prodigios más grandes, las gracias más sorprendentes, porque está nuestra misma Voluntad que recibe y hace el depósito de lo que queremos dar a la criatura; el abandonarse en nuestro Querer toma el Cielo por asalto, y es tanto su imperio, que se impone sobre nuestro Ser Divino, lo encierra en su pequeñez, y ella, triunfante se encierra en nuestro Seno Divino. Los Cielos quedan asombrados, los ángeles y santos quedan extasiados, y todos sienten correr en ellos una nueva vida en virtud del acto del abandono que ha hecho la criatura aún viadora, y Nosotros, encontrándola abandonada en nuestro Fiat, encontramos que en ella podemos hacer lo que queremos, toda se presta a nuestra potencia, y entonces damos principio al trabajo y formamos en su alma tantas fuentecitas, de amor, de bondad, de santidad, de misericordia, y así de todo lo demás, de modo que cuando nuestro amor quiere amar, con nuestro aliento omnipotente movemos las fuentecitas del amor, y ella nos ama y hace salir de la fuente tanto amor para inundar a toda la corte celestial; cuando queremos hacer uso de la bondad, de la misericordia, de la gracia, movemos estas fuentes y la tierra es inundada de nuestra bondad y misericordia, y quién se convierte, quién recibe gracia. Todo esto lo podemos hacer directamente por Nosotros mismos, pero sentimos más gusto, más placer al servirnos de las fuentes que Nosotros mismos hemos formado en la criatura. Por medio suyo nos sentimos más empujados a usar misericordia sobre todos; tenemos la intermediaria entre el Cielo y la tierra, que con su abandono nos hace verter gracias y nos hace amar con nuevo amor a todas las criaturas, así que, por cuanto más estés abandonada en nuestra Voluntad, más magnánimos seremos hacia ti y hacia todos los demás, al menos los más dispuestos encontrarán nueva fuerza, nueva luz, nueva guía”.
(5) Yo he quedado sorprendida y Él ha agregado: “Hija mía buena, cómo quisiera que todos conocieran qué significa vivir en mi Querer Divino, lo que parece que llega a lo increíble, ¿pero sabes por qué? Porque no conocen qué cosa es mi Voluntad y toda la serie de prodigios que sabe hacer y quiere hacer en la criatura, por eso, no conociéndola, creen que no sea posible que pueda hacer en la criatura todo lo que digo, ¡oh, si la conocieran, es poco lo que hace y lo que dice! El conocimiento es lo que nos hace ponernos en camino hacia la criatura, y nos prepara el lugar, forma el vacío donde poner nuestros prodigios inauditos; es el conocimiento el que forma los ojos para poder mirar y apreciar nuestras maravillas divinas. ¡Todo es prodigio para quien vive en nuestra Voluntad! Tú debes saber que conforme se hacen los actos en nuestra Voluntad, todas las cosas creadas quedan animadas por la voluntad y palabra de aquella criatura, y entonces todas poseen una voz y, quién dice amor, quién dice gloria, quién dice adoración, quién dice gracias, quién bendiciones a nuestro Creador. Qué armonía forman en la atmósfera, qué dulce encanto, hasta sentirnos raptar, ¿pero de quién son todas estas voces? De quien vive en nuestro Querer. Sucede como cuando por caminos de ingenio se encierran las voces, los cantos, en los instrumentos de madera y de metal, los instrumentos cantan y hablan. Así quien vive en mi Querer, es tanto su amor porque quiere verme amado y glorificado, que encierra su voluntad, su voz, su amor en las cosas creadas, y quién me narra la historia de mi amor, quién me canta la gloria, parece que todas tienen alguna cosa

que decirme y, ¡oh, cómo quedo contento porque veo que la criatura domina toda la Creación, y como reina cual es, anima todo y me hace amar por todo! ¡Oh, cómo suena dulce a nuestro oído divino! Todo le he dado y todo me da, y Yo vuelvo a darle todo nuevamente”.

+ + + +

35-37
Marzo 12, 1938

Cómo Dios mismo ama y ruega a Sí mismo para dar el reino de la Divina Voluntad. Quien vive en Ella, su vida viene formada en Dios. Siembra de Vidas Divinas.

(1) Me siento entre los brazos del Querer Divino, el cual, dominándome, está muy atento aun sobre mis pequeñas naderías para investirlas con su Vida, con su luz, para encerrar en esa pequeña nadería el todo. ¡Qué bondad, qué amor, parece que en todos los modos quiere tener qué hacer con la criatura! ¿Pero para hacer qué? Para dar siempre, con el dar se desahoga, con el dar se siente obrante, porque da de Sí tantas cosas bellas que lo aman, lo alaban y dicen quién es Él. Después, mi amado Jesús que toma siempre sumo deleite en decir siempre cosas nuevas de su adorable Voluntad, visitando mi pobre alma, como si sintiera la necesidad de confiarme sus secretos me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el vivir de la criatura en nuestro Querer es nuestro entretenimiento, nuestra diversión, nuestra ocupación perenne. Debes saber que conforme la criatura se une y entra en nuestro Querer, Éste besa a la voluntad humana y ella besa nuestra Voluntad, y Nosotros mismos amamos, rogamos y nos pedimos a Nosotros mismos que venga a reinar nuestra Voluntad en las generaciones humanas, la criatura desaparece en nuestro mar divino como una gotita de agua, y queda nuestra oración, que con su potencia quiere investir todo y obtener lo que nos hemos pedido a Nosotros mismos; es oración nuestra, no podemos hacer menos que escucharla favorablemente. Después de que hemos rogado nos ponemos en camino, recorremos todas las naciones, cada uno de los corazones para ver si encontramos aunque sea una pequeña disposición de alguien que quiera vivir en nuestro Querer; si la encontramos, tomamos esa pequeña disposición en nuestras manos creadoras, la purificamos, la santificamos, la embellecemos y ponemos dentro el primer acto de nuestra Voluntad, y esperamos para poner el segundo, el tercer acto de Vida de nuestro Fiat, y así continuamos. Por lo tanto, todo lo que la criatura hace en nuestro Querer, somos Nosotros mismos que lo hacemos: Nosotros amamos, Nosotros oramos, se puede decir que nos comprometemos Nosotros mismos a dar lo que queremos, y el no oírnos a Nosotros mismos es imposible. ¿Ves entonces qué significa vivir en nuestro Querer? Es imponerse sobre Nosotros, y hacernos hacer lo que quiere y hacernos dar lo que quiere que demos”.
(3) Después de esto mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la vida de quien vive en nuestra Voluntad viene formada en nuestro Ser Divino; se concibe, nace y renace continuamente; así como nuestro Ser Divino está siempre en acto de generar, así ella está siempre en acto de renacer, y conforme renace, así renace a nuevo amor, a nueva santidad, a nueva belleza, y mientras renace crece y toma siempre de Nosotros. Estos renacimientos son su más grande fortuna y también la nuestra, porque sentimos que la criatura no sólo vive en Nosotros, sino que renace y crece en nuestra misma Vida, viene renovada en nuestro mismo acto, siempre nuevo, y conforme renace sentimos gusto en mirarla, porque conforme renace adquiere una nueva belleza, más bella, más atrayente que la de antes. ¿Pero permanecerá tal vez ahí? ¡Ah, no, otras bellezas la investirán, no cesarán jamás, pero serán tantas, que nuestra mirada quedará extasiada, sin poderla apartar de ella, para podernos gozar en esta criatura

nuestras interminables bellezas! Y amamos estas nuestras bellezas con las cuales la vamos invistiendo incesantemente, y mientras la miramos bajo la lluvia de nuestras variadas bellezas, nuestro amor no se queda atrás, sino que la hace renacer a cada instante en nuestro amor que es siempre nuevo, así que nos ama siempre con nuevo amor, que siempre crece y no se detiene jamás. ¿Quién puede decirte qué cosa es esta vida de criatura formada en Nosotros? Es nuestro paraíso que formamos en ella; con renacer en Nosotros nos da siempre nuevas alegrías, nuevas sorpresas de felicidad, porque conforme renace, así renace en nuestra potencia, en nuestra sabiduría, bondad y santidad nuestras. Entonces, descubriendo en ella nuestra Vida, la amamos como nos amamos a Nosotros mismos. Ahora, habiendo renacido tantas veces en Nosotros, le damos la virtud de poder recibir nuestra siembra, esto es, el poder sembrar en ella tantas Vidas Divinas nuestras por cuantas queramos. Y he aquí que sale en campo nuestra Divina Voluntad, y con su Fiat habla y crea, habla y siembra Vida Divina, y con su aliento las hace crecer, con su amor las alimenta, con su luz les da los tintes de todas las variadas bellezas. Mucho más, pues habiendo renacido tantas veces esta vida en Nosotros, crecida en Nosotros mismos, le hemos infundido todas las prerrogativas para poder recibir la siembra de nuestras Vidas Divinas. Estas Vidas son las más preciosas, poseen la virtud creadora, tienen nuestro mismo valor, podemos decir: ‘Somos Nosotros mismos que, habiendo formado tantas Vidas de Nosotros mismos, las hemos sembrado en la criatura’. Estas Vidas comparadas con el sol, la luz de éste queda como sombra delante a ellas; la extensión del cielo es pequeña en comparación a Ellas. Pero, ¿quieres saber para qué servirán estas nuestras Vidas, formadas con tanto amor en la criatura? Servirán para poblar la tierra y para generar en la humana familia la Vida de nuestra Voluntad. Son Vidas nuestras hija mía, nuestra Vida no muere, es eterna con Nosotros, por eso están todas en expectativa de tomar posesión de las criaturas para formar con ellas una sola Vida. Y es también ésta la causa, nuestra gran razón divina de hablar tan largamente de nuestro Querer Divino; cada palabra que decimos sobre Él es una Vida nuestra que exponemos, la cual se pone en comunicación con las criaturas; cada conocimiento que manifestamos lleva nuestro beso, que dándole el aliento forma nuestra Vida, y como la Vida tiene el movimiento, el calor, el latido, el respiro, por eso debe sentir, también por necesidad, esta nuestra Vida en ella, la cual tendrá virtud de transformar en Sí misma la vida de la afortunada criatura. Por eso amada hija nuestra, sé atenta, no dejes escapar ninguna palabra sobre nuestro Fiat, porque son Vidas, y Vidas que vivimos en las otras criaturas. El valor de una sola palabra sobre nuestro Fiat es tanto, que toda la Creación,
¡oh! cómo queda atrás, porque la Creación es obra nuestra, en cambio una palabra sobre nuestro Fiat es Vida, y la vida vale siempre más que todas las obras. Además de eso, es tanto nuestro amor por esta criatura que recibe la siembra de nuestras Vidas Divinas, que conforme le hablamos de nuestro Querer, así nuestro eterno amor se vierte sobre de ella, se desahoga, se siente amado; el peso de la ingratitud humana porque no nos aman, queda vaciado, pues encontramos quién nos ama con nuestro amor, el cual tiene virtud de resarcirse de todo el amor que nos deberían dar todas las criaturas, y de quemar todos sus males, de llenar y acercar las distancias más lejanas. Es por esto que nuestro amor encuentra en ella nuestros refrigerios, nuestras victorias, y por eso la amamos infinitamente; pero no estamos contentos con amarla Nosotros solos, la hacemos amar por la Celestial Reina más que como tierna hija, por los ángeles y santos como su inseparable hermana, la hacemos amar por el cielo, por el sol, por el viento, por todos, y todos sienten en ella la fuerza, la virtud de nuestro amor, y sienten ser afortunados en amarla, porque ella es la portadora de alegrías para todos. Y es tanto nuestro amor, el contento que sentimos, que la llamamos nuestra consoladora, nuestro Fiat que tenemos sobre la tierra, nuestra depositaria, todo es nuestro en ella”.

+ + + +

35-38
Marzo 16, 1938

El Fiat Divino llega a contar los respiros, los minutos para hacer regresar a las criaturas a vivir en Él. En la Divina Voluntad las cosas, las penas, se cambian, de humanas se vuelven divinas.

(1) Me parece que el Querer Divino me espera, me quiere, suspira que en cada instante yo entre en Él, para que Él entre en todos mis actos, y si, jamás sea, el Cielo me guarde, me aparto algún instante, se siente aislado y llora inconsolablemente la compañía de su criatura, y en su dolor dice: “¿Cómo, me dejas? Por ti me quedé en las estrellas, en el sol, en el aire, para hacerte compañía y recibir la tuya, ¿pero sabes para qué? Para amarte y ser amado y para poder decir: ‘Lo que hago en el Cielo en nuestro Ser Divino, lo que hago en las esferas celestes, lo quiero hacer en mi amada criatura’. Pero si tú no estás en mi Querer, tú te apartas de Mí y Yo de ti, y quedo aislado, pero en mi dolor no dejo de llamarte”. ¡Oh Voluntad Divina, cuánto me amas, cómo eres amable y admirable! Entonces yo sentía el dolor de su soledad, y mi dulce Jesús repitiéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía buena de mi Querer, la espera es una de nuestras penas más grandes, nos tiene como centinelas, llegamos a contar los respiros, los latidos, los minutos en que no tenemos a la criatura con Nosotros para hacer sentir nuestro amor en el suyo, y amarnos con un solo amor, queremos sentimos como puestos de acuerdo con la criatura y llevarla como victoria en nuestro regazo divino; por eso, sin ella los minutos nos parecen siglos, y suspiramos su regreso. Esta criatura en cuanto entra en nuestro Querer y nos pide que nuestra Voluntad venga a reinar sobre la tierra, hacemos fiesta porque quiere lo que queremos Nosotros, que es cosa grande y la más bella de todas, el que la criatura quiere lo que quiere su Creador, esto forma nuestro reposo, y nuestro amor sonríe y se calma.
(3) Ahora, conforme pide que nuestro Querer venga a reinar, ella llama a todas las cosas creadas, al sol, al viento, al cielo, a las estrellas, a todo, y Yo que gobierno dominante en ellas, en cuanto oigo llamar abro todas las puertas y me pongo en camino para venir a reinar, pero no se detiene ahí, sube más alto y llama a nuestra Divinidad, a todos los ángeles y santos, y por todos me hace pedir que venga mi Fiat. ¡Cómo es dulce su llamado penetrante, imperante, todos abren, se ponen atentos, y da qué hacer a todos, y todos piden lo que ella quiere! Por eso el vivir en nuestro Querer mueve Cielo y tierra, pone en actitud a nuestras obras por una causa tan santa”.
(4) Después de esto ha agregado: “Hija mía, ¿quieres saber el por qué queremos que la criatura viva en nuestro Querer Divino? Porque queremos darle siempre nuevos dones, nuevo amor, nuevos carismas, queremos decirle siempre cosas nuevas de nuestro Ser Divino, y ella, que debe recibir y escucharnos, si no vive en nuestro Querer no tendrá lugar dónde poner nuestros dones, y Nosotros no sacamos nuestros dones si no tenemos dónde depositarlos, y nos quedamos con el dolor de querer dar y no poder hacerlo, estamos como sofocados por el amor y no podemos aligerarnos porque no hay quién lo tome, y estamos obligados a ver a la criatura pobre, débil, ignorante. ¡Qué dolor! Mientras en nuestro Querer ponemos en común nuestros bienes y le vamos siempre diciendo: ‘Toma lo que quieras, y como reconocimiento danos el pequeño tributo de tu amor y de tu voluntad’. Por eso hija mía, hagamos los pactos, pongámonos de acuerdo, porque Yo debo darte siempre y tú debes darme siempre tu pequeño amor, así estaremos siempre en comunicación, tendremos siempre qué hacer juntos, amaremos con un solo amor, seremos felices de una misma felicidad”.
(5) Después, estando sufriendo con una intranquilidad tal que no sabía cómo calmarme, mi dulce Jesús regresando me ha dicho:
(6) “Hija mía, mis penas besan las tuyas, las abrazan, les dan el aliento con su amor, las funden en ellas y las hacen tomar vida en las mismas penas mías, y reciben el valor infinito

y el bien que hacen mis mismas penas. En mi Voluntad, las cosas, las penas, se cambian, de humanas se vuelven divinas, siento que no es la criatura que sufre, sino Yo mismo me las formo, me creo esas penas para sufrirlas en mi amada criatura, es mi Vida repitiéndose en ella con el cortejo de mis penas, y por eso las llamo penas mías, y si tú supieras qué hago con estas penas, las pongo entre el Cielo y la tierra como gloria y amor perenne a mi Celestial Padre, como defensa y refugio de las criaturas, como remordimiento a quien me ofende, como grito de amor a quien no me ama, como luz a quien no me conoce; en suma, las hago hacer todos los oficios de bien que se requieren hacia las criaturas, por eso déjame hacer, son trabajos que quiere hacer tu Jesús, y solamente los puedo hacer en quien vive en mi Voluntad”.

+ + + +

35-39
Marzo 20, 1938

Encuentros de amor de la criatura que vive en el Querer Divino. Dios desarrolla su obra creadora en quien vive en su Querer.

(1) Estoy entre los brazos del Fiat, el cual ama tanto a su amada criatura que vive en Él, que la tiene siempre estrechada entre sus brazos, más aún, su amor es tanto, que la pone en su movimiento incesante. Las más pequeñas distancias, los instantes de intervalo en que no la siente consigo en su misma Vida, le formarían el más doloroso martirio de amor, y en su dolor le diría: “Hija, no te apartes de Mí ni siquiera por un solo instante, amargarías mi amor, porque tu vida la sentimos como nuestra; por lo tanto nos sentiríamos desgarrar, torturar nuestro amor, porque tú debes saber que tu respiro hace vida, respira en el nuestro, y conforme respira nos sentimos amar y te amamos; haz que tu movimiento se mueva en el nuestro, haz la misma Vida nuestra, obra con Nosotros, habla con nuestra misma palabra”. A esta criatura nos la sentimos circular en nuestro Ser Divino como sangre que circula en las venas de las criaturas, y dice y repite siempre: “Te amo, te amo”. No contenta emprende el vuelo, gira por todas las cosas creadas, recoge nuestro amor esparcido en toda la Creación, y viene a refugiarse en nuestro Ser Supremo y nos da la sorpresa de traernos todo el amor que nos deberían dar todas las cosas creadas, si tuviesen razón. Va buscando siempre nuevos encuentros para amarnos. Otras veces va hasta su Madre Reina y le pide todo su amor, y nos da la sorpresa de traernos el amor de la gran Señora duplicado, y festejando nos dice: “Os traigo el amor de mi Mamá Celestial para amaros”. Y ¡oh! cómo quedamos contentos. Estar sin quien vive en nuestro Querer nos resulta imposible”.
(2) ¡Oh Voluntad Divina, cuánto amor, cuánta potencia encierras para quien vive en Ti! Me sentía tan maravillada que no sabía decir más, y mi amado Jesús repitiendo su breve visita, con un amor indecible me ha dicho:
(3) “Hija mía nacida y renacida en nuestro Querer, tú debes saber que el vivir en nuestro Querer contiene tales prodigios y maravillas inauditas, que los mismos Cielos se cimbran, y reverentes se abajan al escucharlos, porque en esa criatura podemos desarrollar nuestra obra creadora, podemos depositar nuestro amor, nuestros delirios, nuestras ansias y suspiros, nuestra Voluntad que le hará comprender nuestra Majestad Suprema, le hará amar con nuestro amor. Sin esta criatura nos encontramos como un maestro que posee todas las ciencias, podría impartir sus lecciones a todas las universidades, a todas las escuelas, pero qué, no encuentra ni siquiera un alumno a quién enseñar sus ciencias. Qué dolor para este maestro, poseer tantas ciencias y tenerlas inútiles en sí mismo, sin poder hacer conocer el valor de las ciencias que posee. ¡Oh, si este maestro encontrase un solo alumno que quisiera aprender sus ciencias, se lo pondría sobre sus rodillas, lo tendría consigo noche y día, sentiría que su ciencia no morirá, sino que vivirá en su alumno, y

sentiría casi como duplicar su vida! ¡Oh, cómo lo amaría, se sentiría renacido en su alumno, sentiría rota su soledad, se sentiría amado por aquél a quien imparte sus lecciones, por lo tanto se cambiaría su vida amarga en alegrías! Así es nuestro Ente Supremo, si no encontramos quién viva en nuestra Voluntad Divina, somos como ese maestro, que no tenemos a quién impartir nuestras lecciones; poseemos ciencias infinitas, y sin embargo no tenemos a quién decir una sola palabra, porque falta la luz de nuestro Querer que le hará comprender lo que Nosotros queremos enseñarle, en cambio si vive en nuestro Querer nos sentiremos revivir en la criatura, podemos enseñarle nuestras ciencias divinas, más bien se formarán vida en ella, nuestro lenguaje celestial lo entenderá de maravilla, nos amará como queremos que nos ame, y he aquí nuestra suerte y su suerte cambiada, la soledad no existirá más, la compañía será perenne, tendremos siempre qué decir, y tendremos quién nos escuche, nuestro eterno dolor se cambiará en alegrías, en fiestas, porque tendremos a la criatura que vive en nuestro Querer. Ahora, cuando no encontramos quién viva en nuestra Voluntad, para Nosotros sucede como para quien posee inmensas riquezas, pero tantas, que se siente como ahogar por ellas, no obstante no encuentra ni a quién dar, ni quién tome sus bienes. Pobrecito, en sus riquezas es bien infeliz, sufre una cruel soledad, no hay quién lo ame, quién lo respete, quien le diga un gracias, es más, parece que le huyen, porque no encuentra ni a quién darle, ni quién las tome. Sin la compañía la alegría muere, y con no darlas a ninguno siente que sus bienes, su vida, no viven en los demás, y el aislamiento es la más grande de las amarguras. ¡Oh, cuántas veces queremos dar y no tenemos a quién dar, la criatura con no hacer nuestra Voluntad nos cierra las puertas, nos impide el paso, es más, se pone a distancia de Nosotros y se circunda de miserias, de debilidades, de las pasiones más feas! He aquí por qué el vivir en nuestro Querer despierta admiración en todos, y Nosotros mismos quedamos maravillados, debiendo encerrar el infinito en lo finito, la inmensidad en la pequeñez. Es necesario que hagamos tales maravillas y prodigios, que sólo nuestro amor imperando sobre nuestro Ser Divino nos induce a hacer las maravillas más estrepitosas, pero tanto, que los mismos ángeles y santos quedan sorprendidos y mudos por el estupor”.

+ + + +

35-40
Marzo 22, 1938

En cuanto la criatura se decide a vivir en el Divino Querer, todas las cosas se cambian para ella, y viene puesta en las mismas condiciones divinas. Para qué servirán los hijos del Fiat Divino, y cómo llevarán en ellos la Vida de su Padre Celestial. La última espía de amor en el punto de la muerte.

(1) Continúo mi vuelo en el Querer Divino, conforme se entra en Él se siente su aire balsámico, sus olas pacíficas, todo es paz, su fuerza es tanta, que el alma se siente investir por tal fuerza, que en un instante puede hacer todo, llegar a todo, hasta hacer lo que hace el mismo Dios. ¡Oh Voluntad Divina, cómo sabes cambiar la voluntad humana, tu potencia es tanta que renuevas a la pobre criatura, la haces renacer a vida nueva! Mientras estaba en esto, mi amable Jesús haciéndome su breve visita, todo ternura me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, en cuanto la criatura se decide a vivir en mi Querer, todas las cosas cambian para ella, nuestro dominio divino la inviste y la hacemos dominadora de todo: Dominadora de nuestra fuerza, de la bondad, de nuestra santidad, dominadora de la luz; Cielos y tierra por derecho son suyos. La ponemos en una atmósfera de seguridad, de paz imperturbable, nada debe faltarle de bueno, de santo, de bello, de alegrías divinas a esta criatura que vive en nuestro Querer; sus más pequeños

actos están llenos de tales contentos, que raptan la sonrisa de todo el Cielo y de nuestro mismo Ente Supremo, por eso estamos todos atentos para ver cuándo ama, cuándo obra, para gozárnosla y sonreír juntos. Es tanto nuestro amor que la ponemos en nuestras mismas condiciones: Nosotros si no somos amados, amamos; si no recibimos la atención de las criaturas, y tal vez aun somos ofendidos, continuamos dando vida, y si la criatura regresa pidiéndonos perdón, no le hacemos ningún reproche, nos la abrazamos y nos la estrechamos a nuestro seno divino. Así que se puede decir que el hombre se puede fiar solamente de Nosotros, porque en las criaturas no sólo no puede fiarse, sino que encontrará mutabilidad, engaños, y cuando crea poderse apoyar le vendrán a menos. Ahora, también se puede fiar de quien vive en nuestra Voluntad, pues ella hará como hacemos Nosotros: No amada, amará; no estimada y ofendida, correrá al lado de quien la ofende para ponerla a salvo. Nosotros nos sentimos a Nosotros mismos en quien vive en nuestro Querer, y por eso la amamos tanto que no hacemos otra cosa que verter torrentes de amor sobre de ella, para ser amados siempre más con doble y creciente amor”.
(3) Después ha agregado con amor más tierno y conmovedor:
(4) “Hija mía, toda la Creación fue hecha en un desahogo de nuestro más intenso amor, por eso los hijos de nuestro Fiat servirán a la necesidad de nuestro amor. Mi amor siente la necesidad de desahogarse, de otra manera nos sentimos sofocar en nuestras llamas. He aquí la necesidad de los hijos de nuestro Querer, como desahogo continuo de nuestro amor; Nosotros mismos las pondremos en nuestras condiciones de sentir la necesidad de desahogarse en amor con Nosotros, y nos desahogaremos mutuamente. Entonces, así como comenzó la Creación en un desahogo de nuestro amor, así la cerraremos junto con nuestros hijos, en un desahogo de amor. Estos hijos nuestros servirán a la completa gloria de toda la Creación; no sería obra digna de Nosotros si no rescatásemos la gloria que las criaturas nos deberían dar por haber creado tantas cosas por amor de ellas. Pero además está el punto más alto, más noble, santo y sublime, o sea, que todo lo creamos para que todo fuese encerrado y animado por nuestra Voluntad. Entonces, tal como la sacamos, así nos debe regresar, en nuestro Fiat adorable. Si no hiciéramos esto, parecería que no tenemos potencia suficiente con la que todo podemos hacer, amor con el que todo podemos vencer, sabiduría con la que de todo podemos disponer. Así que los hijos de nuestro Querer servirán para hacernos cumplir nuestra Voluntad en ellos, y por eso ellos serán nuestra gloria, nuestro triunfo, nuestra victoria; serán nuestros verdaderos hijos que llevarán no solamente nuestra imagen, sino la Vida del mismo Padre Celestial como Vida propia, residente en ellos. Estos nuestros hijos serán Vida nuestra, cielos nuestros, soles nuestros, y ¡oh, cómo nos deleitaremos de crear en ellos vientos que soplen amor, mares que murmuren te amo, te amo! Todo encontraremos en ellos, no habrá más diversidad entre el Cielo y la tierra, para Nosotros formarán una sola cosa, tanto tenerla con Nosotros en el Cielo, como tenerla con Nosotros en la tierra. Por eso la cosa que más te debe interesar es el vivir en nuestro Querer Divino; nuestro amor encontrará su reposo, su desahogo, su paz en ti, y el principio de nuestra felicidad sobre la tierra en el corazón de la criatura. Nuestra Voluntad te estará siempre encima para hacer crecer nuestra Vida en ti, y nuestro amor te dará su aliento continuo para amarte siempre con nuevo amor, y para recibir el tuyo como desahogo y correspondencia del suyo”.
(5) Después de esto, mi amado Jesús ha agregado con una ternura indecible, que me hacía sentir como si se me rompiese el corazón:
(6) “Hija mía buena, el decirte qué cosa hace mi Voluntad con la criatura, cómo está con ella, si todos lo supieran se arrojarían en sus brazos sin separarse jamás. Tú debes saber que Ella la hace de verdadera Mamá, con sus manos creadoras la crea y la hace concebir en el seno materno, jamás la deja sola ni siquiera un instante; en este seno materno, como dentro de un sagrario la forma, le da el uso de los miembros, la hace crecer con su aliento, le da el calor, y cuando la ha formado bien la hace nacer a la luz del día, pero jamás la deja sola, más que una madre le está siempre encima, la vigila, la asiste, le da el movimiento, la articulación a los miembros, el respiro, el latido, y conforme crece le da el uso de la

palabra, el paso a los pies; no hay cosa que haga la criatura que no la haga junto con ella para darle el uso de la vida humana. Así que el principio de la vida humana, tanto del alma como del cuerpo, es formado por mi Voluntad, y Ella se queda dentro, como en un refugio, para darle vida perenne.
(7) Ahora hija mía, hasta en tanto que no comienza la culpa en la criatura, todo es Voluntad mía, y en cuanto comienza la culpa, así comienzan las lágrimas, los dolores de esta Madre Celestial. ¡Oh, cómo llora por su hijo! Pero no lo deja, su amor la ata a vivir en aquella criatura para darle vida, y si bien se siente como sofocar su Vida Divina, la cual ni siquiera es conocida ni amada, su amor es tanto que sigue su Vida, aunque la ofendiese, para darle una sorpresa de amor para salvar a su hijo. Nuestra bondad, nuestro amor es tanto, que intentamos todos los caminos, usamos todos los medios para arrancarlo del pecado, para ponerlo a salvo, y si no lo logramos en vida, le hacemos la última sorpresa de amor en el punto mismo de la muerte. Tú debes saber que en aquel punto es la última espía de amor que hacemos a la criatura, la circundamos de gracias, de luz, de bondad; ponemos tales ternuras de amor, de ablandar y vencer los corazones más duros, y cuando la criatura se encuentra entre la vida y la muerte, entre el tiempo que termina y la eternidad que está por comenzar, casi en el acto en el que el alma está por salir del cuerpo, Yo, tu Jesús, me hago ver con una amabilidad que rapta, con una dulzura que encadena y endulza las amarguras de la vida, especialmente las de aquel punto extremo; después la miro, pero con tanto amor de arrancarle un acto de dolor, un acto de amor, una adhesión a mi Voluntad. Ahora, en aquel punto de desengaño, al ver, al tocar con la mano cuánto la hemos amado y la amamos, sienten tal dolor que se arrepienten de no habernos amado, y reconocen nuestra Voluntad como principio y cumplimiento de su vida, y como satisfacción aceptan la muerte, para cumplir un acto de nuestra Voluntad. Porque tú debes saber que si la criatura no hiciera ni siquiera un acto de Voluntad de Dios, las puertas del Cielo no son abiertas, ni es reconocida como heredera de la patria celestial, ni los ángeles ni los santos la pueden admitir entre ellos, ni ella quisiera entrar, porque conocería que no le pertenece. Por eso, sin nuestra Voluntad no hay ni santidad verdadera ni salvación, y cuántos son salvados en virtud de esta nuestra última espía toda de amor, excepto los más perversos y obstinados, si bien les convendrá hacer una larga etapa de purgatorio. Por eso el punto de la muerte es nuestra pesca diaria, el reencuentro del hombre extraviado”.
(8) Después ha agregado: “Hija mía, el punto de la muerte es la hora del desengaño, y todas las cosas se presentan en aquel punto, la una después de la otra, para decirle: ‘Adiós, la tierra para ti ha terminado, comienza la eternidad’. Sucede para la criatura como cuando se encuentra encerrada en una habitación y le es dicho que detrás de esta habitación hay otra, en la cual está Dios, el paraíso, el purgatorio, el infierno, en suma, la eternidad, pero ella nada ve, escucha que otros se lo aseguran, pero como aquellos que lo dicen tampoco lo ven, lo dicen de tal manera que casi no se hacen creer, no dando una gran importancia para hacer creer con realidad, con certeza, lo que dicen con las palabras, pero un buen día caen los muros y ve con sus propios ojos lo que antes le decían, ve a su Padre Dios que con tanto amor la ha amado, ve uno por uno los beneficios que le ha hecho, ve cómo están lesionados todos los derechos de amor que le debía, ve cómo su vida era de Dios, no suya, todo se le pone delante: Eternidad, paraíso, purgatorio, infierno; la tierra le huye, los placeres le voltean la espalda, todo desaparece, y solamente queda presente lo que está en aquella estancia de la cual han caído los muros, lo cual es la eternidad. ¡Qué cambio sucede para la pobre criatura! Mi bondad es tanta por querer a todos salvados, que permito que estos muros caigan cuando las criaturas se encuentran entre la vida y la muerte, entre el salir el alma del cuerpo para entrar en la eternidad, a fin de que al menos hagan un acto de dolor y de amor, y reconozcan a mi Voluntad adorable sobre de ellas. Puedo decir que les doy una hora de verdad para ponerlas a salvo. ¡Oh, si todos supieran mis industrias de amor que hago en el último punto de la vida, a fin de que no huyan de mis manos más que paternas, no esperarían llegar a aquel punto, sino que me amarían por toda la vida!”


+ + + +

35-41
Marzo 28, 1938

Para quien vive en el Divino Querer, la Creación le sirve como tantas ciudades donde repatriarse. El acto humano para ser completo debe comenzar y terminar en el Querer Divino. El dolor más grande de Jesús es el ver que no se vive en su Voluntad.

(1) Mi pobre mente va siempre en busca de los actos hechos por el Querer Divino, me parece que yo los busco y ellos me esperan para hacerse encontrar, porque estos actos suspiran el hacerse encontrar por la criatura para recibir su “te amo” y para hacerle conocer cuánto la aman; y el alma se siente como repatriada en los actos de su Creador, y como inmersa en el océano de las alegrías y de la felicidad. Entonces mi siempre amable Jesús, al verme maravillada, repitiendo su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, como el hombre fue hecho por Nosotros para vivir en nuestro Querer, todos nuestros actos debían servir como tantas diversas ciudades o naciones, en las cuales el hombre debía encontrar con derecho su patria, las diversas ciudades en las cuales debía tener sus diversiones, sus alegrías, las escenas encantadoras y deleitables que con tanto amor le había preparado su Creador, así que se puede decir que ciudad es el sol, y cuando el alma entra en nuestro Querer encuentra esta ciudad de luz con todas las variadas bellezas de colores, de dulzuras, encuentra nuestro acto creante y festejante, lleno de alegrías, de amor y de felicidad indecible, y ella se sumerge en estos océanos de bellezas, de dulzuras, de amor y alegrías, y como en patria suya hace sus largos paseos y se vuelve dueña de los bienes que en esa ciudad encuentra, y ¡oh, cómo Nosotros quedamos contentos al ver nuestras obras, nuestras ciudades creadas solamente para el hombre, no más desiertas sino pobladas por nuestros hijos, porque entrando en nuestro Querer encuentran el camino que los conduce a las diversas ciudades que hemos formado en la Creación y, dónde encuentran un deleite, dónde una alegría distinta, dónde un conocimiento de más acerca de su Creador, y dónde un amor tan intenso que los abraza, los besa, y les comunica la Vida de amor! Cada cosa creada posee de lo nuestro, pero no para sí, sino para darlo a las criaturas, pero deben vivir en nuestro Querer, de otra manera las puertas están cerradas y a lo más gozan los efectos, pero no la plenitud de los bienes que hay en nuestras obras. Por eso hija mía, para ser completo y perfecto el acto de la criatura debe comenzar y terminar en nuestra Voluntad, la cual le suministra su misma Vida de luz y de amor, para hacer que el acto sea completo y nada le falte de bello, de santo y de bueno. Si el acto no comienza en nuestra Voluntad, falta el orden, la santidad, la belleza, y por lo tanto el acto humano no puede ser firmado con la firma de nuestro Querer como acto suyo. Es para llorar hija mía el ver tantos actos humanos trastornados, desordenados, quedados algunos al principio, algunos a la mitad, algunos a los que les falta un punto, y otros a los que les falta algún otro, y lo que es peor aún, alguno ensuciado con fango, alguno con podredumbre, alguno como empapado en la culpa, que no hacen otra cosa que irritar nuestra justa justicia, por eso, sin nuestra Voluntad no puede haber bien en la criatura, y si parece que hacen algún bien, es bien aparente, y como falta la sustancia de la Vida de nuestro Fiat, no puede ser duradero, basta con que surja un obstáculo, un disgusto, y el bien termina y se arrepienten de haberlo hecho. En cambio, todo lo que se hace en mi Voluntad posee firmeza irremovible, y delante a los disgustos y obstáculos no se detienen, sino que corren de más para dar la vida del bien que poseen.
(3) Ahora, tú debes saber que quien hace sus actos en nuestro Querer, hace actos completos y perfectos, en cambio quien vive siempre en Él, se encuentra bajo una lluvia continua de luz, que conforme se mueve, late, respira, así le llueven encima todos los

efectos y variadas bellezas de nuestra luz divina; nuestro Ser Divino es luz purísima, luz interminable, encierra todos los bienes posibles e imaginables; mientras es luz es palabra, y toda ojo mira dondequiera, no hay cosa que se pueda esconder de Nosotros; esta luz es obra, es paso, es vida que da vida a todo y a todos, esta luz encierra bellezas que no se agotan, alegrías y felicidad sin fin. Ahora, quien vive siempre en nuestro Querer Divino se encuentra bajo la lluvia de luz de nuestra palabra imperante y creante, y ¡oh, cómo la transforma nuestra palabra! Le habla siempre de nuestro Ente Supremo y produce todos nuestros efectos divinos sobre la criatura, con tal variedad de bellezas, que Nosotros mismos quedamos raptados. Nuestra mirada de luz la mira siempre, nuestro paso corre siempre hacia ella, nuestras obras con sus brazos de luz la abrazan y se la estrechan al seno, y todas le llueven luz para comunicarle nuestra mirada de luz, nuestras obras y pasos de luz. Así que quien vive siempre en nuestro Querer está siempre en comunicación directa con su Creador, y recibe todos los efectos que sabe producir un Dios. En cambio, quien obra en Ella está en comunicación con nuestras obras, y las suyas vienen modeladas con nuestras obras”.
(4) Después seguía buscando los actos de la Divina Voluntad, y habiendo llegado a lo que hizo Nuestro Señor en la Redención, uno por uno los besaba, los adoraba, los bendecía, los agradecía, y tomando el mismo Amor con el cual Jesús los amaba, los amaba también yo. Y Jesús, todo conmovido y enternecido al ver sus actos amados con su mismo Amor, me ha dicho:
(5) “Hija mía, es siempre el amor el que me golpea, me hiere y me induce a hablar para revelar a mi amada criatura mis secretos, escondidos a quien no me ama, porque no amándome no entendería mi dialecto de amor. Ahora, tú debes saber que todos estos actos hechos por Mí en la tierra, contienen cada uno un dolor tan intenso, que si mi Divinidad no me hubiera sostenido, habría sido suficiente para hacerme morir. Así que mi Voluntad Divina, conforme Yo obraba, así me creaba el dolor de no encontrar a la voluntad humana en la mía, para encerrarla en mis actos y darle virtud y gracia de hacerla vivir en mi Voluntad; en todo lo que hacía, aun si respiraba, latía, miraba, caminaba, buscaba a la voluntad humana para encerrarla y darle el puesto primario en mi respiro, en mi latido, en mi mirada y en mis pasos. ¡Qué dolor hija mía, querer hacer el bien y no encontrar a quién hacerlo, querer ponerla en lugar seguro donde habría sido feliz, porque mis penas, mis obras, mi misma Humanidad habrían estado no solamente a su defensa, sino le habrían formado su palacio real donde la habrían tenido como reina! Pero en lugar de ser agradecida y escucharme, escapa de mis manos, de mis penas, para vivir infeliz en medio de peligros y de enemigos, sin nadie que la defienda. ¡Qué dolor, qué dolor! Puedo decir que mi dolor más grande acá abajo, que me daba la muerte continua, fue el ver a las criaturas que no vivían ni hacían mi Voluntad, porque veía que mis actos permanecían sin la finalidad con la cual los hacía, o sea, sin dar la Vida de la cual estaban investidos, y si no hubiera sido por mi omnividencia que me hacía ver todos los siglos como un acto presente, y por eso veía a mis hijos amados que debían vivir de mi Querer Divino, los cuales debían servirse de lo que hizo y sufrió mi Humanidad para establecer mi reino, y servirse de esta mi Humanidad como la más bella de sus habitaciones, Yo no habría podido soportar tanto dolor. Por eso continúa encontrando mis actos, mis pasos, mis penas, para pedirme que venga a reinar mi Voluntad sobre la tierra, y mi dolor se endulzará y se cambiará en amor para abreviar el tiempo para hacerla conocer, amar y reinar. Y Yo te tendré como refrigerio mío y como portadora de bálsamo a mis penas, y cuando vea a mis actos y a mis penas exacerbadas por el dolor porque las criaturas huyen de mi Voluntad, vendré a refugiarme en ti para endulzarme y embalsamar mis penas demasiado amargadas por el dolor”.

+ + + +

35-42
Marzo 30, 1938

Cuando los sacrificios se hacen de buena voluntad, Jesús pone en ellos sus gustos divinos, y los vuelve agradables y amables. Cómo Dios creaba en ellos la pasión de amor.

(1) Me siento entre los brazos del Fiat Divino, y es tanto su amor, que me alimenta con su luz, me calienta con su calor, y si estoy cansada me arrulla sobre sus rodillas para darme su reposo que me hace resurgir a nueva vida. ¡Oh Voluntad Divina, cómo eres amable, solamente Tú me sabes amar de verdad, y sólo en Ti encuentro el refugio a todos mis males! Pero me sentía oprimida al ver que aquellos que me rodean sufren y hacen grandes sacrificios por causa mía, cómo es doloroso ver sacrificados a los demás; y mi dulce Jesús, estrechándome entre sus brazos en acto de compadecerme, todo ternura me ha dicho:
(2) “Pobre hija mía, ánimo, no quiero que pienses en esto. Tú debes saber que Yo puedo y sé pagar bien aun los pequeños sacrificios, las atenciones, y mucho más los grandes sacrificios; Yo numero todo, y ni siquiera un respiro hecho por Mí lo dejo sin recompensa, y mucho más si estos sacrificios son hechos a quien me ama, a quien quiere vivir en mi Querer, entonces siento como si me los hicieran a Mí mismo, y Yo para hacer que estos sacrificios sean hechos de buena voluntad, pongo en ellos mi gusto divino, de modo que hago sentir el gusto, el placer de hacer esos sacrificios, de modo que sienten la necesidad de hacerlos, el gusto, el placer en el sacrificio; son como la sal, los condimentos a los alimentos, como el aceite a las ruedas que antes caminaban con dificultad, pero puesto el aceite corren. El gusto divino vacía el sacrificio y lo vuelve ligero y agradable. Esta es la causa por la que en nuestro amor creamos una pasión santa, un gusto, un placer, que no sabemos estar si no amamos a la criatura. Fue esta nuestra pasión de amor, la que nos hacía sentir la extrema necesidad de testificar con nuestras obras el amor hacia las criaturas, tanto, que ninguno nos rogó que creásemos un cielo, un sol, y tantas otras cosas, y después de creadas las miramos y sentimos tanto gusto y placer, que en nuestro énfasis de amor exclamamos: ‘Cómo son bellas nuestras obras, pero nos darán más gloria, sentiremos más gusto, cuando nuestras obras se den a las criaturas para amarlas y para hacernos amar por ellas’. Entonces, a nuestra pasión de amor, a la extrema necesidad de amar se agregaba la locura, el delirio de amor, tanto, que no nos contentamos solamente con las obras, el amor llegó a tanto, que sentimos la necesidad de poner también la Vida. En efecto, ¿qué cosa no me hizo hacer esta necesidad de amor que sentía en Mí? Me hizo sufrir penas inauditas, sufrí las humillaciones más humillantes y hasta la misma muerte entre espasmos atroces.
(3) Ahora, esta nuestra pasión de amor no se contenta si no participa esta nuestra misma pasión de amor a la criatura, por eso, en los sacrificios que hacemos hacer, creamos en ellos la pasión santa, la dotamos de gustos, de contentos, para hacerlas hacer las más bellas conquistas. Esta pasión se vuelve ingeniosa, se industria en mil modos, y si no se vuelve obrante parece que no sabe ni estar ni vivir. Si no hay pasión, aun en las obras santas, y gusto en los sacrificios, parece que son obras pintadas, no vivas, tienen un frío, una apatía, que produce más disgusto que gusto, y tal vez más mal que bien. Por eso hija mía no pienses en los sacrificios que hacen por ti, más bien debo decirte que los hacen por Mí, no por ti, y Yo pondré en estos sacrificios tal gracia, gusto y agrado, de vaciar el sacrificio, y después, de acuerdo al amor con el que los hagan, Yo me verteré en ellos, y conforme hagan el sacrificio querido por Mí, así haré crecer mi Vida en ellos. ¿No es tal vez mi pasión de amor la que me hace decir tanto acerca de mi Voluntad, para crear en el hombre la pasión de vivir en mi Querer? Con este tanto decir quiero ahogar a la voluntad humana con nuestros gustos divinos, pero tanto, de hacerla decidir, en virtud del gusto que siente, de la felicidad que prueba, a vivir en mi Voluntad Divina. Además, lo

puedes decir tú misma, ¿cuántos gustos, contentos, alegrías, te he dado en el estado de sacrificio en el cual te he puesto? Entonces, deja hacer a tu Jesús, que sabe ajustar el sacrificio y lo vuelve amable, fácil, y aun deseable; mucho más, pues en el sacrificio de la criatura pongo la fuerza, el sostén, la vida de mi sacrificio, puedo decir que mi sacrificio toma en su regazo el sacrificio de la criatura, y hace de guía, da vida, da luz a aquél o aquélla que de buena voluntad quiera sacrificarse por Mí”.

+ + + +

35-43
Abril 4, 1938

Dios creaba la necesidad de la Divina Voluntad en la criatura, como creaba la necesidad del agua y del sol a la tierra. Quien no vive en Ella quiere ocultar a Dios en el Cielo. Cada palabra de más sobre la Divina Voluntad, da una Vida nueva y distinta.

(1) Mi pobre mente siente la necesidad extrema de encontrar los actos del Querer Divino como latido y respiro de mi pobre existencia, y si no lo hiciera me sentiría faltar el aire para respirar, el corazón para palpitar. Mi Dios, ¿cómo se puede vivir sin el aire y la Vida de tu Voluntad? Me parece imposible. Y mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi buena hija de mi Voluntad, mi amor fue tanto en la creación del hombre, que le daba mi Voluntad como su vida primaria y de absoluta necesidad, tanto, que sin Ella no podía producir nada de bien. Como la tierra no produce nada sin el agua, porque al agua se le puede llamar el alma de la tierra, pero si a lo anterior no se agrega el sol, que con su luz y calor fecunda, purifica y embellece la tierra, el agua serviría para enmohecer la tierra y volverla una cloaca fangosa, de la cual saldría un aire contagioso que podría apestar la tierra; pero no bastan estos tres elementos, agua, tierra y sol, se necesita la semilla para poder formar de la tierra las más bellas florituras, las plantas, los frutos que alegran al agricultor, y forman el alimento a todas las generaciones humanas. Mira, uno de estos elementos que faltara y la tierra sería infecunda, tétrica, oscura, de dar espanto. Ahora, la necesidad de unión de estos elementos forma lo bello, lo útil, la fecundidad de nuestra obra creadora, separados pueden hacer daño y ser nocivos para las pobres criaturas, unidos pueden hacer un mundo de bienes. De la misma manera creaba la estrecha necesidad de mi Voluntad en la criatura: Creaba el alma como agua a la tierra, la cual debía correr más que agua en la tierra de su cuerpo; ponía mi Voluntad en ella como sol, luz y calor, el cual debía vivificarla, fecundarla, embellecerla, pero con tan raras bellezas de raptarnos continuamente a amarla, y así como el agricultor se ocupa de arrojar la semilla en la tierra para hacerla producir, así mi Voluntad tomaba el empeño de arrojar en la criatura tantas semillas divinas, para las cuales debían surgir tantos soles, uno más bello que el otro, que debían producir flores y frutos celestiales que debían servir como su alimento, como alimento de las criaturas y del mismo Creador, porque nuestro alimento, nuestra Vida, es nuestra Voluntad. Mira entonces la necesidad de la unión de los actos, que como semillas forma en la criatura el crecimiento de mi Voluntad en ella, comunica la virtud de nuestras cualidades divinas, y forma tales prodigios de gracia, de belleza, que Nosotros mismos la amamos tanto, de volvernos no sólo inseparables, sino obrantes continuamente en ella, porque sabemos que si amamos ama, si obramos obra, no sabe hacer nada sin Nosotros, porque faltando nuestra unión se reduciría en la inutilidad, como la tierra sin agua, sin sol, sin semillas, por eso Nosotros, amándola mucho, hacemos todo en ella. Mira en qué punto doloroso, nocivo y casi horrible se pone la criatura sin nuestra Voluntad”.
(3) Después ha agregado con un acento más doloroso y conmovedor:

(4) “Hija mía, cómo nos duele no ver vivir a la criatura en nuestra Voluntad; con no vivir en Ella nos quiere confinar en nuestra patria celestial, no quiere que vivamos juntos sobre la tierra; con esto nuestra Voluntad le es de peso, huye de nuestra santidad, cierra las puertas a la luz y busca las tinieblas. Pobrecita, con hacer su voluntad morirá de frío, de hambre, y podrá decir: ‘El Cielo no me pertenece’. Viven exiliadas sobre la tierra, sin apoyo, sin defensa, sin fuerza, el mismo bien para ellas se convierte en amarguras, y en ocasiones aun en defectos, por eso forman nuestro dolor y sofocan continuamente nuestro amor. Es tanto el amor de nuestra Voluntad, que cada palabra o conocimiento que manifiesta de Ella, es una Vida Divina suya, y no sólo eso, sino nueva y distinta la una de la otra, nueva en la santidad, en la belleza, en el amor, por eso gozamos tanto y hacemos fiesta en el hacer conocer qué cosa es nuestra Voluntad, lo que sabe hacer y puede hacer en el cerco de la criatura, y hasta qué punto noble, sublime, alto, quiere colocarla en nuestro seno divino. Porque con hacerla conocer no hacemos otra cosa que hacer salir nuevas Vidas Divinas, y conforme se hacen poseer, así recibimos de las criaturas nuestro nuevo amor, nuestra nueva belleza, bondad, y así de todo lo demás. ¡Oh, cómo nos sentimos glorificados, amados por medio de nuestras mismas Vidas, por aquél a quien nos hemos hecho conocer! Por eso el hacernos conocer, el encontrar a quien nos quiere conocer, es el acto que más nos glorifica; nuestro amor encuentra con quién desahogar y a quién poder dar lo que queremos. Y además, ¿en qué aprovecharía crear a la criatura si no queríamos hacernos conocer? El conocimiento es lo que nos hace descender en la criatura y le da el vuelo para hacerla subir hasta Nosotros. Por eso, cuando te vemos que suspiras por conocer de más nuestro Querer, Yo, súbito te hago las más bellas sorpresas de nuestro Fiat omnipotente, pero no para hacerte sólo conocer, sino para darte el bien que te hacemos conocer”.
(5) Después de esto ha agregado todo conmovido:
(6) “Hija mía, quien vive en mi Voluntad es la suspirada de todos, porque todos se sienten amados por ella, su amor corre a todos, abraza a todos, se pone en los corazones de todos para hacernos amar por todos; aun el más pequeño ‘te amo’, ‘te adoro’, ‘te bendigo’ de quien vive en nuestro Querer Santo, tiene el derecho de encerrase en todos, es más, los mismos santos y ángeles se sienten honrados de dar el puesto en ellos al más pequeño ‘te amo’ de esta afortunada criatura, y nos aman con este ‘te amo’. ¿Cuál no será su contento cuando llegue a la patria celestial y vea sus ‘te amo’ en todos los bienaventurados, que aman a su Dios? Y esto en el modo más simple, pues encontrándose nuestra Voluntad por todas partes, lo que se hace en Ella dondequiera que toma su puesto y adquiere el acto continuo de siempre amar, así que también el sol, el cielo, las estrellas, la Creación toda, poseerán estos actos para amarnos y bendecirnos”.

+ + + +

35-44
Abril 10, 1938

En quien vive en la Divina Voluntad, Jesús quiere encontrar todo en ella, y la quiere encontrar en todos. Dios quiere encontrar en nuestro amor el apoyo de sus obras, el escondite de su Vida.

(1) Mi pobre mente está siempre de regreso en el Querer Divino, y habiendo recibido la santa comunión estaba diciendo a mi amable Jesús: “En tu Querer todo es mío, por eso te amo con el amor de mí y tu Mamá Reina, te beso con sus labios, te abrazo fuertemente con sus brazos, te llevo conmigo y me refugio en su corazón para darte sus alegrías, sus delicias, su maternidad, a fin de que encuentres las dulzuras, la custodia que te sabe hacer tu Mamá”. Pero mientras me encerraba junto con Jesús en mi Mamá, el dulce Jesús, todo ternura me ha dicho:

(2) “Hija mía e hija de mi Madre, cómo estoy contento de encontrar a la hija con mi Madre, y a la Mamá con la hija, porque Ella quiere que las criaturas me amen con su mismo amor, y se sirvan de su boca para besarme, y de sus brazos para abrazarme, quiere darles su maternidad para ponerme al seguro y hacer que me hagan de mamá. Encontrar a la Madre y a la hija que me aman con un solo amor, es para Mí el más grande contento, siento que ambas me dan un nuevo paraíso en la tierra. Pero esto no me basta, en quien vive en mi Voluntad quiero encontrar todo, si falta alguna cosa no puedo decir que esté completa mi Voluntad en la criatura; y no sólo quiero encontrar en su puesto de honor, de Reina y de Madre a mi Madre en ella, sino que quiero encontrar también a mi Celestial Padre y al Espíritu Santo, y haciendo suyo su amor me ame con la inmensidad e infinitud de su amor. Hija mía, dame el gusto de decirme que me amas con el Padre y con el Espíritu Santo”.
(3) Jesús ha hecho silencio para esperar que le dijese como Él quería, y yo, si bien indigna, para contentarlo le he dicho: “Te amo en la potencia y amor inmenso del Padre, con el amor interminable del Espíritu Santo, te amo con el amor con el cual te aman todos los ángeles y santos, te amo con el amor con que te aman o deberían amarte todas las criaturas presentes, pasadas y futuras, te amo por todas las cosas creadas y con aquel amor con el cual las creaste”. El amado Jesús ha dado un largo suspiro y ha agregado:
(4) “Finalmente siento apagadas mis ansias de encontrar todo en la criatura. Encuentro nuestros mares de amor que jamás terminan, encuentro las delicias de mi Mamá que me ama, encuentro todo y a todos, así que en quien vive en mi Voluntad debo encontrar todo y a todos, y a esta criatura la debo encontrar en todos. Y además, mi Padre Celestial me Generó en el amor, y a quien me ama y no deja escapar nada de nuestro amor, me lo siento Conmigo en acto de darme y recibir amor continuo”.
(5) Después de esto ha agregado: “Hija mía, he aquí por qué sentimos en nuestro amor una necesidad extrema de que las criaturas nos conozcan y conozcan nuestras obras. Si no nos conocen quedamos como apartados de ellas, mientras que vivimos dentro y fuera de ellas, y mientras estamos al día de lo que hacen y piensan, amándolas en cada acto de ellas, no sólo no nos aman, sino que ni siquiera nos reconocen. ¡Qué dolor! Si no nos reconocen el amor no surge, y si falta el amor no tenemos dónde apoyar nuestras obras, ni nuestro amor encuentra un refugio dónde desahogarse y alojarse, todo queda como suspendido. Por eso queremos encontrar en nuestras obras el ‘te amo’ de la criatura, y amándola con nuestra Potencia podemos apoyar nuestras obras más grandes, y ¡oh, cómo quedamos contentos al encontrar el pequeño ‘te amo’ de ellas por apoyo de nuestras obras! Obrar y no encontrar dónde apoyar estas obras, es un dolor para Nosotros, parece que nos falta la vida de nuestro amor, nuestro amor obrante viene reprimido, sofocado; poder hacer y no hacer, y sólo porque la criatura ingrata ni nos reconoce ni nos ama. Y como todas nuestras obras están dirigidas a beneficio de las criaturas, no pudiéndolas dar, porque faltando el conocimiento y el amor falta el espacio dónde poder poner nuestras obras, es por eso que nos atan los brazos y nos ponen en la inutilidad, y además, ¿en qué aprovecharía obrar si no encontramos quién las quiera recibir? Es más, tú debes saber que antes de obrar miramos quién las debe conocer, recibir y amar, y después obramos. Mi misma Humanidad no hacía ningún acto si antes no encontraba a quién debía amar y dar aquel acto, y aun cuando no encontrase quién las recibiera entonces, Yo miraba los siglos y dirigía mi acto a quien lo habría amado, conocido y recibido. Tanto que, aun niño recién nacido, Yo lloraba, y aquellas mis lágrimas eran dirigidas a quien debía compungirse, dolerse de sus pecados y lavarse para readquirir la Vida de la Gracia; si caminaba, mis pasos eran ya dirigidos a aquellos que debían caminar el camino del bien, como fuerza y guía de su camino. No hubo obra que hice, palabra que dije, pena que sufrí, en la cual no haya buscado las obras de las criaturas por apoyo de las mías, mi palabra para apoyarla en las palabras de ellas, mis penas buscaban el apoyo en sus penas para dar el bien que contenía lo que Yo hacía. Era mi pasión de amor que no me dejaba hacer otra cosa sino lo que podía ser útil para mis hijos; y es esta una de las razones más

potentes por las que quiero que se viva en mi Querer, porque sólo entonces todas mis obras, la Creación, la Redención, aun un suspiro mío, encontrarán dónde apoyarse para hacerse obras de sus obras, penas de sus penas, pasos de sus pasos, vida de su vida; y entonces todo lo que he hecho y sufrido se cambiará en gloria y victoria, para abatir a todos los enemigos y llamar en medio de las criaturas el orden, la armonía, la paz, la celestial sonrisa de la patria celestial”.
(6) Yo he quedado sorprendida al oír esto, y mi amado Jesús ha agregado:
(7) “Hija mía bendita, el vivir en mi Voluntad encerrará tales sorpresas y múltiples novedades divinas, de dejar admirados a los mismos ángeles y santos, mucho más que en mi Voluntad no hay palabras, sino hechos, las mismas palabras, los deseos, las intenciones, las convierte en hechos y obras cumplidas. Fuera de mi Voluntad, lo que la criatura quiere se reduce a palabras, deseos e intenciones, pero dentro de Ella, estando en Ella la virtud creante, lo que quiere la criatura adquiere hechos cumplidos, obras llenas de Vida. Mucho más que estando en nuestro Querer, está al día de lo que Nosotros hacemos, siente lo que Nosotros queremos, por eso nos sigue en las obras, quiere lo que queremos, no puede hacer menos, ni ponerse a un lado, para ella nuestro Fiat se vuelve la más grande de sus necesidades, de la cual no puede apartarse, para ella es más que respiro que debe dar y recibir, más que movimiento que siente la extrema necesidad de moverse. En suma, mi Voluntad es todo para ella, vivir sin mi Voluntad le resulta imposible, por eso sé atenta, y tu vuelo sea siempre en nuestro Fiat”.

Sea todo para gloria de Dios y para cumplimiento de la Divina Voluntad. Deo Gratias.


1
I. M. I.


¡In Voluntate Dei!

36-1
Abril 12, 1938

Quien vive en el Querer Divino, en cada acto pronuncia el Fiat y forma en él tantas Vidas Divinas. En cuanto se da en poder de la criatura, la hace hacer lo que quiere. Diferencia que hay entre quien vive en Ella y entre quien está resignada.

(1) Estoy siempre entre los brazos del Fiat Divino y, ¡oh! cómo siento la necesidad de su Vida que respire, palpite, circule en mi pobre alma; sin Ella me siento que todo muere para mí, muere la luz, la santidad, la fuerza, aun el mismo Cielo, como si no me perteneciera más. En cambio, en cuanto siento su Vida todo resurge en mí: Resurge la luz con su belleza que vivifica, purifica y santifica; resurge mi mismo Jesús con todas sus obras; resurge el cielo, al cual el Querer Santo lo encierra en mi alma como dentro de un sagrario para hacerlo todo mío. Así que si vivo en su Voluntad todo es mío, nada me debe faltar. Por eso, ¡oh! Querer Santo, al dar principio a este 36° volumen, te pido, te suplico, te invoco que no me dejes un solo instante sin Ti, a fin de que Tú hables, Tú escribas, Tú mismo hagas conocer quién eres, y cómo quieres ser vida de todos, para dar tus bienes a todos. Si me dejas hacer a mí, yo no sabré hacerte conocer como Tú quieres, porque soy incapaz, pero si lo haces Tú, triunfarás, te harás conocer y tendrás tu reino en el mundo entero. ¡Oh! Querer Santo, con tu potencia eclipsa todos los males de las criaturas, pon tu basta omnipotente, a fin de que extravíen el camino del pecado y se reencuentren en el camino de tu Divina Voluntad.
(2) Y a Ti, Mamá Reina del Fiat Divino, consagro en modo especial este volumen, a fin de que tu amor, tu maternidad, se extiendan en estas páginas para llamar a tus hijos a vivir junto Contigo, en aquél mismo Querer del cual poseíste su reino, y mientras comienzo, imploro inclinada a tus pies tu materna bendición.
(3) Ahora, mientras mi mente estaba inmersa en el Fiat Divino, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, con una bondad indecible me ha dicho:
(4) “Hija mía bendita de mi Voluntad, cuántas maravillas sabe hacer mi Querer en la criatura, siempre y cuando le dé el primer puesto y le dé toda la libertad de hacerlo obrar, Él toma la voluntad, la palabra, el acto que quiere hacer la criatura, lo unifica Consigo, lo inviste con su virtud creante, pronuncia su Fiat y de él forma tantas Vidas por cuantas criaturas existen. Mira, tú estabas pidiendo en mi Voluntad el bautismo para todos los recién nacidos que saldrán a la luz del día, y por consiguiente su Vida reinante en ellos. Mi Voluntad no ha dudado un instante, inmediatamente ha pronunciado su Fiat y ha formado tantas Vidas de Sí, por cuantos recién nacidos salían a la luz, bautizándolos como tú querías, primero con su luz, y después dando a cada uno su Vida, y si estos recién nacidos, por incorrespondencia o por falta de conocimiento no llegarán a poseer esta Vida nuestra, pero para Nosotros esta Vida queda, y tenemos tantas Vidas Divinas que nos glorifican, nos bendicen, y nos aman como amamos en Nosotros mismos. Estas nuestras Vidas Divinas son nuestra más grande gloria, pero no hacen a un lado a aquél que dio la ocasión a nuestro Fiat Divino de formar tantas Vidas nuestras por cuantos recién nacidos salían a la luz, más bien lo tienen escondido en Ellas para hacerlo amar como Ellas aman y hacerlo hacer lo que Ellas hacen. Tampoco ponen a un lado a los recién nacidos, sino que son todo ojos sobre de ellos, los vigilan, los defienden para poder reinar en sus almas. Hija mía, ¿quién puede decirte cuánto amamos a esta criatura que vive en nuestro Querer? La amamos tanto, que le damos nuestro Querer en su poder, a fin de que de Él haga lo que

1 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

quiera: Si quiere formar Vidas nuestras, la hacemos hacer; si quiere llenar Cielo y tierra con nuestro amor, le damos la libertad de hacerlo, tanto, que nos hace decir por todos que nos aman, aun en el pequeño pajarillo que trina, que gorjea y canta oímos el “te amo” de quien vive en nuestro Querer; si en el ímpetu de su amor quiere amarnos de más, entra en nuestro acto creante y se deleita creándonos nuevos soles, cielos y estrellas que nos dicen sin cesar jamás, “os amamos, os amamos”, y toma la parte narradora para narrar nuestra gloria. En nuestra Voluntad la vista es larga y ella es toda atención, toda ojos para ver qué cosa queremos y cómo puede amarnos de más”.
(5) ¡Dios mío, cuántas maravillas, cuántas sorpresas hay en tu Querer! Su dulce encanto es tanto, que no sólo se queda uno embelesado, sino como embalsamado, transformado en las mismas maravillas del Fiat, de modo que no se sabe cómo hacer para salir de ÉL. Después pensaba entre mí: “¿Pero cuál será la diferencia entre quien vive en el Querer Divino, entre quien se resigna en las circunstancias dolorosas de la vida, y entre quien de hecho no hace la Divina Voluntad?” Y mi dulce Jesús, regresando ha agregado:
(6) “Hija mía bendita, la diferencia es tanta, que no hay comparación que sirva; quien vive en mi Querer tiene el dominio sobre todos, y Nosotros la amamos tanto, que la hacemos llegar a dominarnos a Nosotros mismos, y gozamos tanto al ver la pequeñez de la criatura dominarnos, que sentimos alegrías insólitas, porque vemos que nuestra Voluntad domina en la criatura, y ella domina junto con nuestro Querer, y ¡oh! cuántas veces nos hacemos vencer, y muchas veces es tanta nuestra alegría, que hacemos vencer nuestra Voluntad en la criatura antes que en Nosotros mismos. Además de esto, con vivir en nuestro Querer, a su continuo contacto adquiere los sentidos divinos, adquiere la vista larga, su luz es tan penetrante y clara que llega a fijarse en Dios, en el cual ve los arcanos divinos; nuestra santidad y belleza le son palpables, las ama y las hace suyas; con este ojo de luz dondequiera encuentra a su Creador, no hay cosa en la cual no lo encuentre, y Él con su majestad y con su amor envuelve a la criatura y le hace sentir cuánto la ama; al sentirse amado la ama, y ¡oh! las alegrías indescriptibles de ambas partes al sentirse amada y amarlo en cada cosa; adquiere el oído divino y de inmediato escucha lo que Nosotros queremos, está siempre atenta a escucharnos, no hay necesidad de decir y volver a decir lo que queremos, basta una pequeña señal y todo está hecho; adquiere el olfato divino, y con sólo olfatear advierte si lo que la circunda es bueno, santo, y si pertenece a Nosotros; adquiere el gusto divino, tanto, que a saciedad se alimenta de amor y de todo lo que es cielo; finalmente, en nuestro Querer adquiere nuestro tacto, de manera que todo es puro y santo, no hay temor de que el más mínimo aliento pueda ensombrecerla. Toda bella, hermosa y encantadora es la criatura que vive en mi Fiat.
(7) En cambio, quien solamente está resignada no vive con nuestro continuo contacto, se puede decir que no sabe nada de nuestro Ente Supremo, su vista es muy débil y enferma, le hace mal si quiere mirar, sufre una miopía en último grado, por la cual, muy dificultosamente puede descubrir los objetos más necesarios; con mucha dificultad escucha, y cuánto se necesita para hacerla oír, si es que nos escucha; el olfato, el gusto, el tacto, olfatean lo que es humano, se alimentan de lo que es tierra y sienten el tacto de las pasiones, la dulzura de los placeres mundanos, y además, con el hacer mi Voluntad en las circunstancias, en los encuentros dolorosos, se alimentan no todos los días, sino cuando tienen la ocasión de que mi Voluntad les ofrezca un dolor. ¡Oh! cómo crecen débiles, nerviosos, enfermos, de dar piedad; pobre criatura sin mi Voluntad continua, cómo me dan piedad.
(8) Ahora, para quien no está ni siquiera resignado, está ciego y sordo, no tiene olfato, pierde el gusto a todos los bienes, es un pobre paralizado que no puede servirse ni siquiera de sí mismo para ayudarse, él mismo se forma una red de infelicidad y de pecados de la cual no sabe salir”.

+ + + +


36-2
Abril 15, 1938

Quien vive en nuestro Querer Divino, conforme respira, se mueve en el Fiat, toda la corte celestial siente en sí el respiro, el movimiento de ella, y la virtud conquistante y felicitante de la cual es portadora. Condiciones
dolorosas en las cuales se encuentra la Divina Voluntad cuando es rechazada.

(1) Mi pobre mente corre, vuela en el Querer Divino como a su centro para reposarse, para dejar sus harapos y tomar a cambio los vestidos de su luz, su respiro, su latido, su movimiento que se mueve en todos y en todo, y que da vida a todos y a todo. Ahora, mientras nadaba en el mar de las alegrías del Fiat Divino, mi siempre amable Jesús haciéndome su breve visita, con un amor indecible me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, cómo es bello el vivir en mi Voluntad, en cuanto el alma entra en Ella, respira con nuestro respiro, late con nuestro latido, se mueve en nuestro movimiento, se pone en comunión con todos y hace lo que hacen los ángeles, los santos, y todas las cosas creadas, y hace hacer a todos lo que ella hace. Las maravillas que hay en nuestro Querer son sorprendentes, las escenas son tan conmovedoras, que ponen a todos atentos para gozarse escenas tan singulares, por las cuales quedan raptados, y ¿quién sabe qué harían con tal de ser espectadores y gozarse escenas tan deleitables de quien vive en nuestro Querer?
(3) Ahora, tú debes saber que en cuanto el alma entra en nuestro Querer, respira, late y se mueve en nuestro movimiento, pero su respiro, latido y movimiento no los pierde, ni se separan de los nuestros; y como nuestra Voluntad se encuentra por todas partes y circula más que respiro, latido y movimiento de todos, ¿qué cosa sucede? Sucede que los ángeles y santos, nuestra misma Divinidad, la Creación toda, sienten junto con mi Voluntad el respiro, el latido de la criatura en ellos, y se la sienten mover en su movimiento, hasta en el centro de sus almas; este movimiento de la criatura hecho en mi Querer está lleno de felicidad, de alegrías indecibles y nuevas, de las cuales el alma viadora, no gozando sino sufriendo y conquistando con su libre arbitrio, es portadora para cada uno de los bienaventurados sólo con respirar, latir o moverse. Y en la plenitud de la alegría de la cual el alma es portadora, de la cual mi Querer no separa jamás sus siempre nuevas alegrías, aun del respiro hecho en su Voluntad, y como está el libre arbitrio que forma el acto conquistante de la criatura, en ellos pone su nuevo gusto conquistante, y ¡oh!, cómo quedan felicitados todos los bienaventurados, nuestra misma Divinidad y la Creación toda, y en su énfasis de amor y en la plenitud de la alegría dicen: ‘¿Quién es aquél que respira, late y se mueve en nosotros? ¿Quién es aquél que de la tierra nos trae el acto conquistante de las puras alegrías y del nuevo amor, lo que no tenemos en el Cielo y que tanto nos felicita y acrecienta nuestro amor hacia quien tanto nos ama?’ Y todos en coro dicen: ‘¡Ah, es un alma que vive en la Divina Voluntad sobre la tierra!’ ¡Qué prodigios, qué maravillas, qué escenas tan encantadoras, un respiro que respira en todos, hasta en su Creador, que se mueve en todos, hasta en el cielo, en las estrellas, en el sol, en el aire, en el viento, en el mar, que toma todo en un puño en su propio movimiento y da a Dios amor, adoración, todo lo que cada uno debería y que no da y no ha dado, y da a todos a su Dios, su amor, su Voluntad! La criatura se hace portadora de todo a Dios, y de Dios a todos. Y aunque ninguna criatura nos tomase, Nosotros quedamos igualmente amados y glorificados, porque un acto, un movimiento en nuestra Voluntad, es tanta su plenitud, que las criaturas y todo quedan como tantas gotitas de agua de frente a un inmenso mar, como tantas pequeñas llamitas ante la gran luz del sol. Por eso, este movimiento, respiro y latido de la criatura en nuestra Voluntad, sobreabunda sobre todo, abraza la eternidad, en ellos se forman soles y mares extensísimos que todo nos pueden dar, y si otros actos de la criatura no son hechos en mi Voluntad, quedan tan pequeños como si no existieran. ¡Oh Voluntad mía, cómo eres admirable, potente y amable! La criatura en Ti todo nos puede

dar, y todo podemos darle, ella cubre todo y a todos con tu luz, hace surgir el amor y nos da amor por todos, podemos decir que es la verdadera reparadora, porque cuando las criaturas nos ofenden, encontramos que en su amor nos puede esconder para amarnos, en su luz para defendernos, y por caminos de luz poner en fuga a aquellos que nos quieren ofender. Por eso, lo que más te importe sea el vivir en nuestro Querer”.
(4) Después ha agregado: “Hija mía, es tanto el amor por quien vive en nuestra Voluntad Divina, pues conforme respira nos da todo lo que hemos hecho: La Creación, los ángeles, los santos, nuestro mismo Ser Supremo, como homenaje, amor y gloria nuestra. Y Nosotros, tomados por tal exceso de amor, le damos nuevamente a ella lo que nos ha dado, así que conforme respira nos da a Nosotros lo que somos, y en cuanto retira el respiro, Nosotros le damos nuevamente lo que nos ha dado, por eso estamos en continuas relaciones y nos intercambiamos continuos dones. Con esto mantenemos en continuo vigor el amor, la inseparabilidad, de no podernos separar el uno del otro y sentimos tal complacencia que le damos lo que quiere”.
(5) Pero mientras me sentía sumergida en el Querer Divino, un pensamiento me atormentaba acerca de mi pobre estado, el tener que sucumbir a una especie de muerte cada noche, y ya por cerca de cincuenta años o más, y además tener necesidad de los demás para salir de ese estado. ¡Dios mío, siento una pena que sólo Tú sabes cuanto me cuesta, y sólo el temor de disgustarte y de no cumplir tu Voluntad me hace seguir adelante, de otra manera quién sabe qué haría para no someterme. Y mi dulce Jesús ha corrido hacia mí, y estrechándome fuertemente entre sus brazos me ha dicho:
(6) “Hija mía buena, ánimo, no te aflijas tanto, Yo no quiero que te aflijas. Es tu Jesús el que quiere este tu estado tan doloroso. Este sucumbir como si perdieses la vida lo sufro Yo junto contigo, y el verdadero amor no sabe negar nada a quien ama. Además, este tu estado tan doloroso, como si perdieras la vida, era necesario y querido por mi Divina Voluntad, pues ha querido encontrar en ti la reparación, la correspondencia por tantas muertes que le hacen sufrir las criaturas cuando la rechazan, no dándole vida en ellas. Tu someterte por tanto tiempo a esta pena de muerte, resarcía a mi Divina Voluntad de las tantas muertes sufridas, la llamaba a besar la humana voluntad para reconciliarse mutuamente, y por eso he podido hablar tanto de mi Voluntad para hacerla conocer, y así pudiese reinar, porque tenía quien me correspondiera y me resarciera las tantas Vidas mías, perdidas para ellas, y para Mí rechazadas, como sofocándolas en la luz inaccesible de mi Voluntad. Porque tú debes saber que en todo lo que hace la criatura, mi Voluntad corre para dar y formar una Vida suya en ella, y no recibiéndola, esta Vida mía muere para la criatura, ¿y te parece poco? ¡Oh, cuán grande es mi dolor al ver tantas Vidas Divinas mías muertas para las criaturas! Por esto era necesario encontrar quién, en algún modo, me resarciera, para volver al intento de formar mi Vida en ellas. Mi Voluntad se encuentra en las condiciones de una pobre madre que está por dar a la luz su parto ya maduro, y se impide que salga a la luz, sofocándolo en el propio seno; ¡pobre madre, siente morirse el parto en sus propias entrañas, y ella por el dolor muere junto! Así es mi Voluntad, Ella siente en Sí tantos partos de Vidas Divinas ya maduras, que quiere sacarlas para darlas a las criaturas, pero mientras quiere sacarlas se las siente sofocar en el propio seno, y el parto muere para Ella, y mientras muere el parto muere también Ella, porque sin mi Voluntad no puede haber verdadera vida de santidad, de amor, y de todo lo que pertenece a nuestra Vida Divina. Por eso hija mía, tranquilízate y no pienses más en ello, si esto hemos hecho, ha sido hecho con suma sabiduría, con amor que no podíamos contener, y por el orden que tenemos en nuestro modo de obrar. Por eso es necesario inclinar la frente y adorar lo que Nosotros disponemos por amor de las criaturas”.

+ + + +

36-3
Abril 20, 1938

Cómo el “tengo sed” de Jesús en la cruz, continúa aún a gritar a cada corazón: “Tengo sed”. La verdadera resurrección está en resurgir en el Querer Divino. A quien vive en Él nada le es negado.

(1) Mi vuelo continúa en el Querer Divino, y siento la necesidad de hacer mío todo lo que ha hecho, poner en ello mi pequeño amor, mis besos afectuosos, mis adoraciones profundas, mi gracias por todo lo que ha hecho y sufrido por mí y por todos, y habiendo llegado al momento cuando mi amado Jesús fue crucificado y levantado en la cruz entre espasmos atroces y penas inauditas, con acento tierno y lastimero, tanto que me sentía romper el corazón, me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, la pena que más me traspasó sobre la cruz fue mi sed ardiente, me sentía quemar vivo, todos los humores vitales habían salido por mis llagas, que como tantas bocas quemaban y sentían una sed ardiente que querían apagar, tanto, que no pudiendo contenerme grité: ‘Sitio’. Este ‘sitio’ permanece siempre en acto de decir: ‘Tengo sed’. No termino jamás de decirlo, con mis llagas abiertas y con mi boca quemada digo siempre: ‘Yo ardo, tengo sed, ¡ah! dame una gotita de tu amor para dar un pequeño refrigerio a mi sed ardiente’. Así que en todo lo que hace la criatura Yo le repito siempre con mi boca abierta y quemada por la sed: ‘Dame de beber, tengo sed ardiente’. Y como mi Humanidad dislocada y llagada tenía un solo grito: ‘Tengo sed’, por eso, conforme la criatura camina, Yo grito a sus pasos con mi boca ardida: ‘Dame tus pasos hechos por mi amor para calmar mi sed’; si obra, le pido sus obras hechas sólo por mi amor para refrigerio de mi sed ardiente; si habla, le pido sus palabras; si piensa, le pido sus pensamientos como tantas gotitas de amor para alivio a mi sed ardiente. No era solamente mi boca la que se quemaba, sino toda mi Santísima Humanidad sentía la extrema necesidad de un baño de refrigerio al fuego ardiente de amor que me quemaba, y como era por la criatura que Yo me quemaba en medio de penas desgarradoras, por eso solamente ellas podían, con su amor, extinguir mi sed ardiente y dar el baño de refrigerio a mi Humanidad. Ahora, este grito: ‘Sitio’, lo dejé en mi Voluntad, y Ella tomaba el empeño de hacerlo oír a cada instante en los oídos de las criaturas, para moverlas a compasión de mi sed ardiente, para darles mi baño de amor y recibir su baño de amor, aunque sean pequeñas gotitas, como alivio de mi sed que me devora, pero, ¿quién me escucha? ¿Quién tiene compasión de Mí? Sólo quien vive en mi Voluntad, todos los demás se hacen los sordos y acrecientan con su ingratitud mi sed, lo que me deja intranquilo, sin esperanza de alivio. Y no solamente mi ‘sitio’, sino todo lo que hice y dije lo dejé en mi Voluntad; estoy siempre en acto de decir a mi Mamá doliente: ‘Madre, he ahí a tus hijos’. Y la pongo a su lado como ayuda, por guía, para hacerla amar por hijos, y Ella a cada instante se siente poner por su Hijo al lado de sus hijos, y ¡oh, cómo los ama como Mamá, y les da su Maternidad para hacerme amar por ellos como Ella me ama! Y no sólo esto, sino que con dar su Maternidad pone el amor perfecto entre las criaturas, a fin de que se amen entre ellas con amor materno, que es amor de sacrificio, de desinterés y constante. ¿Pero quién recibe todo este bien? Quien vive en nuestro Fiat. Esta criatura siente la Maternidad de la Reina; Ella, se puede decir que pone su corazón materno en la boca de sus hijos para que succionen y reciban la Maternidad de su amor, sus dulzuras y todas sus dotes, de las cuales está enriquecido su materno corazón.
(3) Hija mía, quien quiera encontrarnos, quien quiera recibir todos nuestros bienes y a mi misma Madre, debe entrar en nuestra Voluntad y debe permanecer dentro, Ella no sólo nos es Vida, sino que forma en torno a Nosotros con su inmensidad, nuestra habitación, en la cual mantiene todos nuestros actos, palabras, y todo lo que somos, siempre en acto. Nuestras cosas no salen de nuestra Voluntad, quien las quiera se debe contentar con hacer vida junto con Ella, y entonces todo es suyo, nada le es negado; mientras que si queremos darle y no vive en nuestro Querer, no las apreciará, no las amará, no se sentirá con el derecho de hacerlas suyas, y cuando las cosas no se hacen propias, el amor no surge y muere”.

(4) Después de esto continuaba mi giro en todo lo que hizo Nuestro Señor sobre la tierra, y me he detenido en el acto de la Resurrección. ¡Qué triunfo, qué gloria! El Cielo se volcó sobre la tierra para ser espectador de una gloria tan grande. Y mi amado Jesús ha regresado y me ha dicho:
(5) “Hija mía, en mi Resurrección venía constituido el derecho a todas las criaturas de resurgir en Mí a nueva vida, era la confirmación, el sello de toda mi Vida, de mis obras, de mis palabras, y confirmación de que si vine a la tierra fue para darme a todos y a cada uno como Vida que les pertenecía. Mi Resurrección era el triunfo de todos y la nueva conquista que todos hacían de Aquél que había muerto por todos, para darles vida y hacerlos resurgir en mi misma Resurrección. ¿Pero quieres saber en donde consiste la verdadera resurrección de la criatura? No al final de los días, sino mientras aún vive en la tierra; quien vive en mi Voluntad resurge a la luz y puede decir: ‘Mi noche ha terminado’; resurge en el amor de su Creador, de modo que no existe más para ella el frío, las nieves, sino que siente la sonrisa de la primavera celestial; resurge a la santidad, la cual pone en precipitosa fuga a las debilidades, a las miserias, a las pasiones; resurge a todo lo que es Cielo, y si mira la tierra, el cielo, el sol, los mira para encontrar las obras de su Creador, para tener ocasión de narrarle su gloria y su larga historia de amor. Por eso quien vive en mi Querer, puede decir como dijo el ángel a las piadosas mujeres cuando fueron al sepulcro: ‘Ha resucitado, no está más aquí’, y dice: ‘Mi voluntad no está más conmigo, ha resucitado en el Fiat’. Y si las circunstancias de la vida, las ocasiones, las penas, circundan a la criatura como buscando su voluntad, ella puede responder: ‘Mi voluntad ha resucitado, no la tengo más en mi poder, en sustitución tengo a la Divina Voluntad y con su luz quiero investir todo lo que me circunda: Circunstancias, penas, para formar en ellas tantas conquistas divinas’. Quien vive en nuestro Querer encuentra la vida en los actos de su Jesús, y corre siempre en ella nuestra Voluntad obrante, conquistante y triunfante, y nos da tal gloria que el Cielo no la puede contener. Por eso vive siempre en nuestro Querer, no salgas jamás de Él si quieres ser nuestro triunfo y nuestra gloria”.

+ + + +

36-4
Abril 25, 1938

La señal de que la Divina Voluntad reina en el alma, es sentir la necesidad de amarlo incesantemente. El gran mal de no obrar el bien en el Querer Divino. La pequeña llamita alimentada por la gran luz de Dios.

(1) Mi pobre mente corre, vuela en el Fiat Divino, y si esto no lo hago me siento inquieta, sin fuerza, sin alimento, sin aire para respirar, me siento sin pies para caminar, sin manos para obrar, sin corazón para amar, y por eso siento la necesidad de correr en su Querer para encontrar sus actos, para formarme con ellos pies que corran, manos que abracen todo y que obren, amor sin corazón que tome el amor del Eterno para no cesar jamás de amar. Pero mientras pensaba tantos disparates, mi siempre amable Jesús repitiendo su breve visita, complaciéndose de mis desatinos, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, no te asombres de tus desatinos, es propiamente esto lo que sucede. Quien vive en mi Voluntad deja su ser y su voluntad, y entrando en la mía se sirve de nuestras obras para formarse los nuevos miembros que se necesitan para vivir en Ella, por eso adquiere nuevos pasos, nuevos movimientos, nuevo amor, para poder ensimismarse y fundirse con nuestras obras y hacer lo que hacemos Nosotros. Por eso, la señal más cierta de que mi Voluntad Divina reina y domina en el alma, es el movimiento continuo del amor. Ahora, la criatura sabiendo que no tiene un amor que jamás cesa, ni obras múltiples para dármelas para amarme, ¿qué hace? Entra en los interminables recintos de mi Querer, ve el gran teatro de la Creación, la suntuosidad y la magnificencia del amor del cual están investidas nuestras obras, y corre de una obra nuestra a otra y va

recogiendo todo nuestro amor que hemos esparcido en toda la Creación, se lo pone en su regazo y viene delante a nuestra majestad para darnos las tantas variedades distintas de amor que hemos puesto en lo creado, y hace resonar sus notas de amor en las múltiples notas de amor de nuestro amor creante, y ¡oh, los contentos que nos da, las fiestas que nos abre entre el Cielo y la tierra, los mares de amor con los que circunda nuestro trono! Luego, después de que nos ha hecho la fiesta de toda la Creación, para amarnos mayormente y con duplicado amor, desciende de nuestro trono y va esparciendo de nuevo sobre todas las cosas creadas nuestro duplicado amor, y con la potencia de nuestra Voluntad que tiene en su poder, nos hace decir por todos: ‘Amor, amor a nuestro Creador’. A quien vive en nuestra Voluntad la podemos llamar nuestra fiesta continua, el desahogo de nuestro amor”.
(3) Después ha agregado con acento doloroso:
(4) “Hija mía, ¡cómo desciende en lo bajo la criatura cuando no vive en nuestra Voluntad! Y aunque hiciera el bien, como le falta la luz de mi Voluntad, la fuerza de nuestra santidad, el bien que hace queda cubierto de humo que ciega la vista y produce estima propia, vanagloria, amor de sí mismo; se puede decir que queda envenenada, de modo que no puede producir un gran bien, ni para sí ni para los demás. Pobres obras buenas sin mi Voluntad, son como campanitas sin sonido, como metales sin la imagen del rey, que no tienen valor de monedas; estas obras a lo más se convierten en satisfacción propia, y Yo que mucho amo a las criaturas estoy obligado muchas veces a amargar el bien que hacen, a fin de que entren en sí mismas y traten de obrar recta y santamente. En cambio, para quien vive en nuestro Querer no hay peligro de que el humo de la propia estima entre, aun en las obras más grandes que pueda hacer, pues esta criatura es la pequeña llamita alimentada por la gran luz que es Dios, y la luz se sabe desembarazar de las tinieblas de las pasiones, del humo de la propia estima, y como es luz, la criatura conoce que en todo lo que hace de bien es Dios que obra en su propia nada, y si esta nada no está escombrada de todo lo que no pertenece a Dios, Dios no desciende en lo bajo de su propia nada para hacer obras grandes, dignas de Él. Así que en nuestro Querer ni siquiera la humildad entra, sino solamente la propia nada, reconocer que se es nada y que todo lo que entra de bien en ella no es otra cosa que el obrar Divino; y entonces sucede que Dios es el portador de la nada, y la nada es la portadora de Dios. Por eso en mi Querer todas las cosas cambian para la criatura, ella no es otra cosa que la pequeña luz, que debe recibir por cuanto pueda, la gran luz de mi Fiat, de modo que no hace otra cosa que alimentarse de luz, de amor, de bondad, de santidad divina, ¡qué honor ser alimentada por Dios! Por lo tanto no es maravilla que siendo la criatura la pequeña llamita, Dios se alimente de ella”.
(5) Después ha agregado: “Además del amor incesante, hay otra señal para saber si el alma vive en mi Querer, y si Éste reina en ella, y esta señal es la inmutabilidad; no cambiarse jamás del bien al mal es sólo de Dios, un carácter firme, constante, no ser fácil para cambiar acción, que sólo una paciencia divina puede tener, la constancia de hacer siempre un acto sin cansarse jamás, sin jamás sentir fastidio, desagrado, es sólo de Dios. Ahora, quien vive en nuestro Fiat siente su inmutabilidad, y se siente investir por tal firmeza, que no cambiaría acción ni por el Cielo ni por la tierra, se contentaría con morir antes que dejar de hacer, y repetir continuamente lo que está haciendo, mucho más que lo que se hace con ánimo firme, sin jamás cambiarse, ha tenido por principio a Dios, y por lo tanto siente a Dios en su acto, y conforme repite el acto se lo siente correr en su acto, y Dios mismo anima su acción. ¿Cómo puede dejar de repetir lo que comenzó junto con nuestro Ser Supremo? Debería salir de nuestra Voluntad para cambiar acción; Ella cuando obra no cambia jamás, y así vuelve a quien vive en su Querer, y ¡oh! cómo se distingue pronto quien no vive mi Voluntad, hoy quiere hacer una cosa, mañana alguna otra; una vez le agrada hacer un sacrificio, en otra ocasión le huye. No se puede fiar de ella, es siempre una caña que se mueve al soplo de los vientos de sus pasiones. La mutabilidad de la voluntad humana es tanta, que llega a convertir a la criatura en el hazmerreír de sí misma, y tal vez también de los mismos demonios. He aquí el por qué llamo a la criatura a vivir en nuestro Querer, para que sea sostenida y reforzada por Él, y así pueda hacer honor a

nuestra obra creadora, porque sólo el hombre es voluble, mientras que todas nuestras demás obras no se cambian jamás, el cielo está siempre fijo, no se cansa jamás de estar distendido; el sol hace siempre su curso, no cambia jamás su acción de dar su luz para bien de toda la tierra; el aire está siempre en acto de hacerse respirar, todas las cosas, tal como han sido creadas por Nosotros, así se mantienen, y hacen siempre la misma acción, sólo el hombre con no querer vivir en nuestro Querer Divino, desciende de los modos de su Creador y no sabe conducir a término sus obras, por lo tanto no las sabe amar, ni apreciar, ni recibir el mérito de sus obras”.

+ + + +

36-5
Mayo 2, 1938

Cómo la Divina Voluntad pide a cada instante la voluntad humana para decirle: “No me has negado nada, ni Yo puedo negarte nada”. Cómo forma su marecito de amor en el mar divino. La Creación. Dulce encanto de las manifestaciones del amor divino hacia la criatura.

(1) Mi vuelo continúa en el Querer Divino, y ¡oh! cómo quedo sorprendida al ver que a cada instante pide la voluntad humana para hacer en ella alguno de sus portentos amorosos, cómo queda uno conmovido al ver que un Fiat Divino pide a la criatura su voluntad humana. Y mi dulce Jesús, al verme conmovida, repitiéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, es siempre nuestro amor el que nos empuja con una fuerza irresistible hacia la criatura, y nos pone en actitud de pedir, como si tuviéramos necesidad de ella, para decirle: ‘Me has amado y te amo, te has donado a Mí y me dono a ti’. Ahora, tú debes saber hasta donde llega nuestro amor, cada vez que le pedimos su voluntad y ella nos la da, tantas vidas nos da por cuantas veces nos la dona, y Nosotros, para darle la ocasión, el mérito de darnos no una vez su vida, sino tantas veces por cuantas veces se la pedimos, estamos siempre en acto de pedírsela. ¿Y te parece poco que la criatura pueda decirnos: ‘Tantas vidas os he dado, y no una vez, sino miles de veces, por cuantas veces me la habéis pedido?’ Y Nosotros no sólo la amamos con duplicado amor por cuantas veces nos da su voluntad, y la recompensamos cada vez, sino que nos sentimos glorificados y amados de más por cuantas vidas nos ha dado. Esto no es otra cosa que nuestro amor exuberante, las finezas, las estratagemas, los excesos, las locuras de nuestro amor obrante, que no sabe estar sin inventar nuevos modos para tener qué hacer con la criatura y para poder decir: ‘Cuantas veces se la hemos pedido, no nos la ha negado jamás, tampoco Nosotros podemos negarle nada’. ¿No es esto un trato de amor insuperable que sólo un Dios puede hacer? Además de esto, nuestro amor no se detiene, buscamos siempre fundirla con Nosotros, y conforme la criatura ama en nuestra Voluntad, así le hacemos formar su pequeño mar de amor en la interminabilidad de nuestro mar inmenso de amor, y esto para sentir que su amor está en el nuestro y ama con el nuestro; será más pequeño, y esto lo sabemos, que el amor creado no puede alcanzar jamás al amor creante, pero nuestro contento indecible es que ama en nuestro amor, y con nuestro amor. Un amor dividido, separado de Nosotros, no nos puede agradar jamás, ni nos puede herir, y además perdería lo más bello del amor. Y cada vez que nos ama en nuestro Fiat, tanto más crece su pequeño mar de amor en nuestro mar divino, y Nosotros nos sentimos más glorificados y amados al ver aumentado el amor de nuestra criatura”.
(3) Después de esto estaba haciendo mi giro en la Creación para encontrar todos los actos hechos por la Divina Voluntad, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía bendita, la Creación es el más dulce encanto de la manifestación de nuestro amor hacia las criaturas, está el azul del cielo con sus estrellas, el refulgente sol, el aire, el viento, el mar, siempre fijos, jamás se apartan, para decir al hombre nuestro amor que

jamás cesa. Hay además en la baja tierra: Plantas, flores, árboles, hierba, y todos tienen una voz, un movimiento, una vida de amor de su Creador, para decir a todos, aun al más pequeño hilo de hierba, la historia de amor de Aquél que los ha creado para el hombre. Ahora, las cosas creadas en la baja tierra parece que mueren, pero no es verdad, más bien resurgen más bellas, esto no es otra cosa que la nueva resurrección del amor de Dios hacia las criaturas, y para hacer una dulce sorpresa de amor, mientras parece que mueren resurgen más bellas, y pone ante el ojo humano el nuevo encanto de las flores y de los frutos para ser amado, se puede decir que cada flor y planta lleva el beso, el te amo de su Creador a aquél que las mira y se hace poseedor de ellas. Por eso nuestro amor supremo espera que en cada cosa nos reconozca y nos mande su te amo, pero en vano esperamos. En todas las cosas creadas nuestro Ser Supremo manifiesta nuestra potencia, sabiduría, bondad, orden de nuestro amor, y se lo damos al hombre a fin de que nos ame con amor potente, sabio, lleno de bondad, esto es, que esté en él la imagen de nuestro amor divino, y esto sólo lo puede recibir quien vive en nuestra Voluntad, porque podemos decir que vive de nuestra Vida; en cambio fuera de Ella, el amor es débil, la sabiduría es insípida, la bondad se cambia en defectos, el orden en desorden. ¡Pobre criatura sin nuestra Voluntad, cómo nos da piedad! Mucho más que Nosotros amamos con amor incesante a la criatura, y quiere encontrar en ella el amor que jamás cesa, y cuando no nos ama forma grandes vacíos de nuestro amor en su alma, y nuestro amor no encontrando su amor en estos vacíos, no tiene donde apoyarse, queda suspendido, va errante, corre, vuela y no encuentra quién lo reciba, y grita, sufre por el dolor y dice: ¡No soy amado, Yo amo y no encuentro quien me ame!”
(5) Después ha agregado con un acento más tierno: “Hija amadísima, si tú supieras hasta donde llega mi amor por quien vive en mi Divina Voluntad, me amarías tanto, que te estallaría el corazón por la alegría, y tu amor y mi amor te harían quedar consumida, devorada de puro amor por Mí. Ahora, tú debes saber que mi Divina Voluntad es la recolectora de todo lo que hace la criatura que vive en Ella; todo lo que es hecho en mi Fiat, no sale, sino que queda en nuestros campos de luz, y mi Voluntad, para deleitarse, va recogiendo el movimiento, el amor, el respiro, el paso, las palabras, los pensamientos, todo lo que la criatura ha hecho en nuestro Querer para incorporarlo en nuestra misma Vida; si no hiciera esto nos faltaría un respiro, un movimiento, y todo lo que ha hecho la criatura en nuestro Querer a nuestra Vida. Por lo tanto, siendo partes de nuestra Vida, sentimos como la necesidad de que continúen su respiro en el nuestro, su movimiento, su paso en los nuestros, por eso llamamos a quien vive en nuestro Querer: ‘Respiro nuestro, latido, movimiento, amor nuestro’. Separar de Nosotros aun el respiro de quien vive en nuestro Querer no lo podemos hacer, ni lo queremos hacer, nos sentiríamos arrancar la Vida, por eso, conforme la criatura se mueve, respira, etc., mi Voluntad se pone en fiesta y va recogiendo lo que hace la criatura, y siente amarla tanto, como si Ella contribuyese a formar el respiro, el movimiento en la criatura, y como si la criatura contribuyese a dar el respiro, el movimiento a Dios. Son los excesos y las invenciones de nuestro amor, que solamente está contento cuando puede decir: ‘Lo que hago Yo hace ella, nos movemos, respiramos y amamos juntos’. Y entonces sentimos la felicidad, la gloria, la correspondencia de nuestra obra creadora, que así como salió de nuestro Seno Paterno en una llama de amor, así nos regresa, toda amor a nuestro Seno Divino”.

+ + + +

36-6
Mayo 6, 1938

Para vivir en el Querer Divino es necesario quererlo y hacer los primeros pasos. La Divina Voluntad posee la virtud generativa, y donde reina genera sin detenerse jamás. Inseparabilidad de
las obras de Nuestro Señor de quien vive en su Querer.


(1) Mi pobre mente está bajo una multitud de pensamientos concernientes al Querer Divino, me parecen tantos mensajeros que traen tantas noticias de este Querer tan santo. Yo me sentía sorprendida, y mi dulce Jesús regresando a su pequeña hija, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, para entrar en mi Voluntad el modo es simplísimo, porque tu Jesús no enseña jamás cosas difíciles, mi amor me hace adaptarme mucho a la capacidad humana, a fin de que la criatura sin dificultad pueda hacer lo que Yo le enseño y quiero. Ahora, tú debes saber que para entrar en mi Fiat, la primera cosa indispensable es querer, suspirar con toda firmeza el querer vivir en Él. La segunda cosa es hacer el primer paso; hecho el primero, mi Divina Voluntad la circunda de luz y de tales atractivos, que la criatura pierde el deseo de hacer su voluntad, porque apenas ha dado un paso y se siente dominadora, la noche de las pasiones, de las debilidades, de las miserias, se ha cambiado en día, en fuerza divina, por lo tanto siente la extrema necesidad de hacer el segundo paso, el cual llama al tercer paso, luego al cuarto, al quinto, y así paso a paso. Estos pasos son pasos de luz, la cual embellece a la criatura, la santifica, la felicita, le facilita el camino y le participa la semejanza de su Creador, pero tanto, que no sólo siente la extrema necesidad de vivir en mi Querer, sino que se lo siente como vida propia, de la cual no puede desunirse. Ve entonces cómo es fácil, pero es necesario quererlo como lo quiere mi paterna bondad. Yo rodeo a aquella voluntad de gracia, de amor, de bondad, y como también Yo lo quiero, pongo de lo mío, y si es necesario, mi misma Vida para darle todas las ayudas, los medios, y también mi Vida como vida suya para hacerla vivir en mi Querer Divino, Yo no escatimo nada cuando se trata de hacer vivir a la criatura en mi Querer.
(3) Ahora hija mía, es tanto nuestro amor, que fijamos diversos grados de santidad y diversos modos de santidad y de belleza para adornar al alma en nuestra Divina Voluntad. De ellas haremos una distinta de la otra, distintas en la belleza, en la santidad, en el amor, todas bellas, pero distintas entre ellas; algunas quedarán en el océano de la luz y gozarán los bienes que posee mi Querer, otras quedarán bajo la acción de mi luz obrante, y éstas serán las más bellas, usaremos todo nuestro arte creador, nuestro acto obrante; encontrando a la criatura en nuestro Querer podremos hacer lo que queremos, se prestará a recibir nuestra potencia creadora, y nos deleitaremos en crear bellezas nuevas, santidades jamás vistas, amor que jamás hemos dado a la criatura porque faltaba en ella la Vida, la luz, la fuerza de nuestro Querer para poderlo recibir, sentiremos en ella el eco nuestro, la fuerza generativa que siempre genera amor, gloria, repetición continua de nuestros actos y de nuestra misma Vida. La Vida de nuestro Fiat es propiamente este generar, y donde Él reina genera continuamente sin terminar jamás: Genera en Nosotros y conserva la Vida, la virtud generativa de la Trinidad Sacrosanta; genera en la criatura donde reina, y genera imágenes nuestras, amor, santidad. Es por eso que tenemos aún mucho que hacer en la obra de la Creación, tenemos que reproducir nuestros actos, nuestras obras, que servirán como el más bello adorno de nuestra patria celestial”.
(4) Después de esto, mi mente se perdía en el mar del Fiat, el cual todo me hacía presente, y todo me parecía que fuese mío, como todo era de Dios. Y mi amado Jesús, como sofocado en sus llamas de amor ha agregado:
(5) “Hija mía bendita, quien vive en mi Voluntad ha sido siempre inseparable de su Creador, desde la eternidad estaba ya con Nosotros, a esta criatura nuestro Querer Divino nos la llevaba en brazos a nuestro seno y nos la hacía amar, cortejar y gozarla, y desde entonces sentíamos su amor palpitante en Nosotros, y nos llamaba al trabajo de nuestras manos creadoras para hacer de ella una de las más bellas imágenes nuestras. ¡Oh, cómo gozábamos al encontrar en nuestra Voluntad a la criatura en la cual podíamos desarrollar nuestra obra creadora! Ahora, tú debes saber que estas almas que viven o vivirán en mi Fiat, siendo inseparables de Nosotros, cuando Yo, Verbo Eterno, en el exceso de mi amor descendía del Cielo a la tierra, ellas descendían junto Conmigo, y con la Celestial Reina a la cabeza formaban mi pueblo, mi ejército fiel, mi morada real viviente en la cual Yo me

constituía verdadero Rey de estos hijos de mi Querer Divino; descender del Cielo sin el cortejo de mi pueblo, sin reino donde no pudiese dominar con mis leyes de amor, no lo habría hecho jamás. Para Nosotros todos los siglos son como un solo punto, en el cual todo es nuestro, todo encontramos como en acto, por eso Yo descendía del Cielo como dominador y Rey de mis hijos, me veía cortejado y amado como sabemos amar Nosotros mismos, y fue tanto mi amor que los hice quedar concebidos junto Conmigo, estar sin ellos me era imposible, no encontrar a mis hijos que me amasen no lo habría podido tolerar, por eso hicieron vida junto Conmigo en el seno de mi Mamá Soberana, nacieron junto Conmigo, lloraban junto, lo que hacía Yo hacían ellos: Si caminaba, si obraba, si rezaba, si sufría, ellos lo hacían junto Conmigo, y puedo decir que aun sobre la cruz estaban Conmigo para morir y para resucitar a la nueva vida que Yo vine a traer a las generaciones humanas. Por eso el reino de nuestra Voluntad está ya establecido, sabemos su número, sabemos quienes son, su nombre, ya nuestra Voluntad nos los hace sentir palpitantes, ardientes de amor, ¡oh!, cómo los amamos y suspiramos por que llegue el tiempo de hacerlos salir a la luz del día en nuestra misma Voluntad sobre la tierra. Así que los hijos de mi Querer tendrán en su poder mi concepción, mi nacimiento, mis pasos, mis penas, mis lágrimas, y cuantas veces quieran quedar concebidos, renacidos, tantas veces lo podrán hacer; sentirán mis pasos, mis penas en las de ellos, porque en mi Voluntad, mi Vida, mi nacimiento, se repiten, se renuevan a cada instante y por eso los pueden tomar para ellos y los pueden dar a los demás. Haré lo que ellos quieran, sabiendo que ellos no harán jamás lo que Yo no quiero. Estos nuestros hijos renacidos, crecidos, formados, alimentados por nuestro Querer, serán la verdadera gloria de nuestra Creación, coronarán nuestra obra creadora y pondrán el sello de su amor en cada cosa creada para Aquél que todo ha hecho por ellos, y que tanto los ha amado”.

+ + + +

36-7
Mayo 10, 1938

Dios, para ser amado pone en el corazón de la criatura su amor y lo convierte en monedas. Las vigilias de Jesús, la paternidad divina y la filiación de quien vive en la Divina Voluntad. Cómo la escribe
con caracteres imborrables como “la hija mía”.

(1) Siento que el Querer Divino me llama a cada instante porque quiere ser amado, y como a mi amor apenas puedo llamarlo gotitas, Él quiere darme el suyo a fin de que yo tenga mares de amor, no gotas, para decirle que lo amo mucho, mucho. ¡Qué bondad! Quiere poner de lo suyo para tener el contento de poder decir que la criatura lo ama. Luego, mi siempre amable Jesús ha regresado a visitar mi pobre alma, el corazón le latía fuertemente y estrechándome a Sí entre sus brazos, me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi amor, Yo ardo, me siento desfallecer, deliro porque quiero ser amado, ¿y para obtener mi intento sabes qué hago? Pongo mi amor en el corazón de la criatura, se lo hago correr en la mente, en las palabras, en las obras, en los pasos, y convierto todo este amor que le corre por todas partes en monedas de amor divino, y para hacerlas correr como monedas que nos pertenecen, en ellas acuño una imagen escrita sobre su canto que dice: ‘Jesús, Rey del reino de la Divina Voluntad’. Estas monedas de amor son un medio que damos a la criatura para poder decir con derecho: ‘Te he amado’. Este amor convertido por nuestra bondad en monedas puede comprar lo que quiere y ama, por lo tanto puede comprar nuestra santidad, nuestra misma Voluntad, nuestras virtudes, y si quiere más amor, tiene monedas suficientes para comprarlo, y ¡oh!, cómo gozamos al ver que la criatura ya no es pobre, sino rica, y tiene tanto que puede llegar hasta comprar nuestras virtudes, nuestra misma santidad. Cómo es bello ver que tiene nuestra moneda de amor que la vuelve propietaria de nuestros mismos bienes. Pero esta moneda de amor

la damos a quien vive en nuestro Querer, porque esta criatura no hará despilfarro de ella, la sabrá conservar, la multiplicará para podernos amar siempre más y darnos un alivio a nuestras llamas que nos devoran”.
(3) Después seguía mi giro en los actos del Querer Divino, me sentía sufriente y con un desvelo tal, que no podía estar calmada, los minutos me parecían siglos, ¡qué noche eterna! Esperaba a mi dulce Jesús que viniera a calmarme, finalmente, después de mucho esperar, mi amado Jesús se hacía ver todo afligido, y todo bondad me ha dicho:
(4) “Pobre hija, cómo es dura la vigilia, ¿no es verdad? Cuántas veces tu Jesús se encuentra con estas penas tan crudas y desgarradoras, cuántas vigilias me hacen hacer las criaturas, puedo decir que estoy siempre en vela y sufro las inquietudes de mi amor; si la criatura peca, la siento huir de mis brazos, y Yo velo, la miro y la veo rodeada por los demonios que hacen fiesta y llegan a burlarse del bien que ha hecho; pobre bien, cómo es cubierto por el fango de la culpa, pero Yo, como todavía la amo, le mando algún resplandor de luz, y vigilo; le mando remordimientos para hacerla levantarse de nuevo, y vigilo; los minutos me parecen siglos, no puedo calmarme si no la veo regresar a mis brazos, y vigilo, vigilo siempre, le espío los latidos de su corazón, los pensamientos de su mente para suscitar el recuerdo de cuánto la amo, pero qué, todo es en vano y estoy obligado a velar y vigilar. Qué dura vigilia! Si esta criatura regresa a Mí, reposo un poco, de otra manera continúa mi vigilia. Si alguna otra criatura quiere hacer un bien y toma tiempo y jamás se decide, Yo velo y vigilo, busco alentarla con mi amor, con inspiraciones y aun con promesas, pero no se resuelve, encuentra tantos pretextos, dificultades, y me tiene siempre en vigilia. ¡Cuántas vigilias me hacen hacer las criaturas y en tantos modos! He aquí la razón de tu vigilia, para tener un poco de compañía en mi vigilia continua, por eso suframos juntos, ámame y encontraré un pequeño reposo a mis tantas vigilias”.
(5) Después de esto ha agregado con un acento más tierno:
(6) “Hija de mis penas, ¿quieres saber quién no me da esta pena tan dura de hacerme velar? Quien vive en mi Voluntad, es más, en cuanto se decide a vivir en Ella Yo la declaro hija mía y llamo a todo el Cielo, a la Trinidad Sacrosanta para festejar a la nueva hija que he adquirido; todos la reconocen porque la he escrito con letras imborrables en mi corazón, en mi amor que siempre arde, como: ‘La hija mía’. Ahora, en mi Querer está siempre Conmigo, todo lo que hago Yo lo hace ella, por lo tanto, en mis nacimientos continuos renace junto Conmigo, y Yo la escribo como: ‘La hija de mi nacimiento’. Si la ingratitud humana me obliga a llorar, ella llora junto Conmigo, y Yo la escribo hasta en mis lágrimas como: ‘La hija de mis lágrimas’. En suma, si sufro, si obro, si camino, la escribo como: ‘La hija de mis penas, de mis obras, la hija de mis pasos’. Dondequiera la llevo escrita. Ahora, tú debes saber que entre paternidad y filiación hay vínculos imborrables, ninguno puede desconocer, ni en el orden sobrenatural ni en el orden natural los derechos de paternidad y de filiación, así que, Yo como Padre siento el deber de constituir como heredero de mis bienes, de mi amor, de mi santidad, a quien con tanta solemnidad he declarado que es hija mía, hasta llevarla escrita en mi corazón divino. Si no la amara sentiría que defraudo mi paterno amor, por eso no lo puedo hacer. Ahora, esta criatura tiene el deber de amarme y de poseer los bienes de su Padre, tiene el deber de defenderlo, de hacerlo conocer, y aun de poner su vida a fin de que ninguno me ofenda. Y ¡oh, cómo es bello ver a estos hijos míos que viven en mi Querer, que llegan a decirme: ‘Padre mío, has velado y vigilado demasiado, ya estás cansado, repósate, y para hacer que tu reposo te sea dulce, repósate en mi amor y yo me pondré en vela, tomaré tu puesto junto a las almas, tal vez tenga éxito en hacerte encontrar alguna cuando te despiertes! Y Yo me fío de ellas y me reposo por algún tiempo. ¿Qué cosa no puede hacer quién vive en mi Voluntad? Puede hacerme todo, porque su luz la hace estar al día de todas mis penas, y Yo hago todo a ella, nos alternamos mutuamente la vigilia y el reposo. ¡Cómo es bello el vivir en mi Querer! La criatura se pone en nuestras mismas condiciones, lo que queremos Nosotros quiere ella, y ésta es la cosa más santa, más grande, más noble, llena de majestad y de pureza: ‘Querer lo que quiere Dios’. Ningún otro acto puede llegar a una altura tan sublime y a un valor que no termina jamás, como el querer lo que Dios quiere; Dios es santo y puro, es orden, es

bondad, con querer lo que quiere Dios, la criatura quiere lo que es santo, puro, bueno, y con la plenitud del orden, se siente renacida en Dios, hace lo que hace Dios; Dios hace todo, abraza todo, se mueve en todos, y ella es concurrente a lo que hace Dios. ¿Puede hacer bien mayor? Por eso al vivir en mi Querer no hay cosa que lo pueda ni alcanzar ni sobrepasar, por lo tanto vive siempre en mi Fiat y seremos felices, tú y Yo”.

+ + + +

36-8
Mayo 15, 1938

La palabra de Dios es vida, y encierra todos los siglos. Cómo mira en todas las generaciones humanas. Jesús no sabe qué hacer con quien no lo ama. Cómo en las necesidades de las criaturas
se hace encontrar Jesús.

(1) Me sentía inmersa en el Querer Divino, su luz me hacía comprender tantas verdades, pero me sentía incapaz de encerrarlas en mi mente tan pequeña, y con una repugnancia de manifestarlas y escribirlas en el papel. Entonces mi dulce Jesús visitando mi pobre alma, todo ternura y compadeciendo mi incapacidad me ha dicho:
(2) “Pobre hija, delante a la inmensidad de mi Querer se confunde y quisiera estarse en dulce reposo para gozarse las alegrías, la felicidad de la cual te sientes llena, pero no hija mía, se necesita también el trabajo; en el Cielo es siempre gozo, pero en la tierra hay alternativa de gozo y de trabajo, para ti el manifestar, el escribir, es trabajo, el entrar en mi Voluntad es poseer las alegrías más puras y la felicidad más grande, pero en el trabajo no te dejo jamás sola, hago más Yo que tú, sin Mí no habrías podido hacerlo. Ahora, tú debes saber que nuestro amor es tanto, que cuando nuestra bondad se decide a hacer salir una palabra, a manifestar una verdad fuera de nuestra majestad suprema, formamos el acto en Nosotros mismos, encerramos el bien que debe producir aquella verdad que hacemos salir, y cuando todo está madurado, y completado el bien que debemos dar a las criaturas en virtud de aquella verdad que manifestamos, entonces se la damos a la criatura como portadora del bien que queremos dar a las humanas generaciones, y como nuestra palabra encierra todos los siglos, y como nuestras palabras son vidas, poseen la fuerza creante, a donde quiera pueden llegar, y la criatura sentirá que se crea en ella la vida y el bien del cual nuestra verdad es portadora. Así que detener nuestras palabras con no manifestarlas, quiere decir detener todo el bien y las tantas Vidas nuestras que nuestras palabras pueden producir, y Yo sé hija mía que tú no quisieras darme este disgusto e impedir este gran bien a las generaciones humanas, ¿no es verdad? Quien me ama no sabe negarme nada, ni siquiera el sacrificio de la propia vida, por eso sé atenta, no quieras volverte responsable de tantas Vidas Divinas nuestras que deben tomar vida en las criaturas”.
(3) Después de esto me sentía sufriente, pero tanto, como si quisiera dar el último respiro; Jesús ha corrido pronto para sostenerme en sus brazos y me ha dicho:
(4) “Qué, ¿te quieres venir?”
(5) Y yo: “Sí, quiera el Cielo que te decidas a llevarme”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, ¿y de la tierra qué hacemos?”
(7) Y yo: “No sé nada, ni soy buena para nada, y además, ¿qué me interesa a mí la tierra?”
(8) Y Él me ha dicho: “Hija mía, no obstante debe interesarte porque le interesa a tu Jesús, y tu interés y el mío deben ser uno solo. Ahora, tú debes saber que es pronto aún, pues no del todo se ha manifestado la Divina Voluntad, y mientras más se manifiesta, tantas más almas son tomadas en la red de su luz, y no sólo eso, sino que por cuanto más es madurada y crece en una criatura, tanto más derecho adquieren las otras criaturas de recibirla, y Nosotros más nos sentimos llevados a agraciar a las humanas generaciones, de hacerles poseer la Vida de nuestra Voluntad, porque nuestra bondad, nuestro amor es

tanto, que en una criatura miramos a todas, y por amor de una hacemos el bien a todas.
¿Pero en quién redunda el bien de todos? En quien ha sido la primera en recibir este bien, quien ha tenido el bien de escucharnos, y ha tenido cuenta de nuestras verdades más que si fueran vida propia, y quien no cuidando la propia vida está pronta a sacrificarla a cada instante por amor nuestro para hacernos hacer lo que queremos hacer de ella. Esto tiene tanta fuerza sobre nuestro Ente Supremo, nos rapta tanto, que basta una criatura para hacer que todas reciban este bien; mucho más que las generaciones humanas están vinculadas juntas, más que miembros al cuerpo, por eso no es maravilla que un miembro sano y bueno haga correr sus humores vitales y santos en los otros miembros, por eso, la fuerza de una sola criatura que vive en nuestra Voluntad es omnipotente, y es tanta que puede arrollar Cielo y tierra, reunir a todos y vencer a Dios y a las criaturas, por lo tanto déjame terminar, y después pronto te traeré”.
(9) Después ha agregado: “Hija mía, cuanto más sufre uno, más siente la necesidad de ser amado. El que más ha sufrido soy Yo, por eso mis penas, mi sangre derramada, mis lágrimas, se cambian en voces amorosas, suplicantes, porque quiero ser amado por quien amé tanto, por quien me hizo penar y llorar tanto. Quien me ama me da el más dulce refrigerio a mis penas, me enjuga las lágrimas, y mi sangre se convierte para ella en un baño de amor. ¿Pero sabes tú quién cambia mis penas, mis lágrimas, en alegrías, en contentos? Quien vive en mi Divina Voluntad, porque en ella encuentro el amor que me ama siempre, el cual es sostén de mis penas, mi refrigerio continuo, y me siento como un Rey victorioso, que si bien herido, he vencido con las armas de mis penas y de mi amor la voluntad de la criatura. ¡Oh, cómo me siento feliz al sentirme amado y hacer vida junto a aquél por quien he sostenido una tan dolorosa y sangrienta batalla! Mucho más que todo lo creé para ser amado, y si me falta el amor no sé qué hacer con la criatura, porque no encuentro lo que Yo quiero; a lo más puede haber diversidad de amor, puede haber amor de reparación, amor de compasión, amor de imitación, pero siempre amor quiero; si no encuentro el amor no son cosas para Mí, y como el amor es hijo de mi Voluntad, si encuentro al hijo encuentro a la Madre, por lo tanto encuentro todo lo que a Mí pertenece, por eso me reposo y me felicito en ella, y ella se felicita y se reposa en Mí, y nos amamos con un solo amor”.
(10) Y yo: “Mi amado Jesús, si tanto ansías ser amado y que las criaturas obren lo que Tú quieres, ¿por qué no las abundas tanto de tus gracias de modo que sientan la fuerza de obrar y de amarte como Tú quieres?”
(11) Y Jesús: “Hija mía, Yo doy a las criaturas la fuerza necesaria, es más, las sobreabundo de esta fuerza solamente en el momento en que se mueven a obrar lo que Yo quiero, no antes; cosas inútiles no sé dar, porque me quedarían más deudores si sienten la fuerza y no hacen lo que Yo quiero. Cuántos, antes de hacer una acción se sienten impotentes, pero en cuanto se ponen en acto de obrar se sienten investidos por una nueva fuerza, por una nueva luz, soy Yo que los invisto, porque Yo jamás dejo de dar la fuerza necesaria que se necesita para hacer un bien, la necesidad me ata y me empuja, si es necesario, a hacer junto con la criatura lo que ésta hace, por eso la verdadera necesidad soy Yo, Yo que quiero las cosas, y Yo me encuentro siempre junto con la criatura en su necesidad. Pero si lo que hacen no es necesario, Yo me pongo a un lado y los dejo hacer a ellos mismos”.
(12) Después de esto pensaba entre mí: “Cómo soy miserable, siento como si nada hubiese hecho por Jesús; a tantas gracias suyas, ¿quién sabe cómo debería de amarlo? En cambio soy fría, es verdad que no sé amar a otro que no sea Jesús, pero debería ser toda una llama, y no lo soy”. Mientras esto pensaba, ha regresado y dulcemente me ha reprochado diciéndome:
(13) “Hija mía, ¿qué haces? ¿Quieres perder el tiempo? ¿No sabes que lo que más te debe importar es hacer y conocer si estás en mi Voluntad? En Ella todo es amor: El respiro, el latido, el movimiento, la misma voluntad humana no quiere saber otra cosa que amarme. Mi Voluntad, celosa de esta criatura le forma el aire de amor, de modo que no respira otra cosa que amor, además, tu Jesús no mira jamás el sentir de la criatura, pues

muchas veces este sentir la puede traicionar, en cambio Yo miro la voluntad y lo que ella quiere, y eso me tomo. Cuántas cosas se sienten y no se hacen, en cambio, si se quiere, todo está hecho, y además, en mi Voluntad no se pierde nada, para quien vive en Ella, mi Voluntad numera todo, los respiros, los latidos, el pequeño ‘te amo’, todo lo que se hace en Ella queda escrito con caracteres de luz imborrable y forman la misma Vida de mi Querer en la criatura, y muchas veces los dones que le he dado, los actos que ha hecho, quedan escondidos como propiedad suya en el fondo de la voluntad, y por eso se siente como si no hubiera hecho nada, pero no es verdad, ante las circunstancias se hacen sentir, hacen sentir que la luz más que sol está en su alma, que la santidad está en su puesto de honor, que las virtudes están todas en acto de llegar al heroísmo si hubiera necesidad de ejercitarlas. Mi Voluntad sabe mantener la armonía, su orden divino donde Ella reina, y todo lo que la criatura hace en Ella adquiere la marca de lo eterno, por eso vive en Ella y no te des ningún pensamiento de otras cosas, es más, mi Voluntad pensará más que tú en tu bien”.

+ + + +

36-9
Mayo 17, 1938

El alma es la voz, el canto y las manos para tocar; el cuerpo es el órgano. El Querer Divino quiere los más pequeños actos para hacer surgir su Sol.
Siembra que hace el sol a la tierra, siembra que hace la Santísima Voluntad. Esponsalicio que Dios prepara con sus verdades.

(1) Continuando mi vuelo en el Querer Divino, siento que me inviste por dentro y por fuera, y quiere tomar su puesto real en mis más pequeños actos, aun en los naturales, y tal vez sobre mis mismas naderías, y si esto no hiciera, no puede decir que la plenitud de su Voluntad reina en la criatura. Después, mi amado Jesús repitiendo su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas. Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro. Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos. ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación? Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja? Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás. Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre

las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado. Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.
(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:
(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas. Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana. He aquí por qué quiero al alma viviendo en mi Querer, no sólo para sembrar, sino para hacer que mi siembra no se pierda, haciéndome Yo mismo el cultivador para poder producir las más variadas bellezas”.
(5) Después ha agregado con un amor más tierno:
(6) “Hija mía buena, mi amor siempre quiere vincularse más con la criatura, y por cuantas más verdades manifiesta sobre mi Voluntad, tantos más vínculos de unión pongo entre Dios y ella, y conforme manifiesta las verdades, así prepara el esponsalicio entre Dios y el alma, y por cuanto más manifiesta, con tanta más ostentación y suntuosidad será hecho el esponsal. ¿Quieres saber algo más? Mis verdades servirán como dote para poderse unir con Dios, lo estas verdades harán conocer quien es Aquél que se abaja, y que solamente es su amor lo que lo induce a vincularse con atadura de esponsalicio con la criatura. Mis verdades tocan y retocan a la criatura, la modelan, le forman la nueva vida, le restituyen y embellecen nuestra imagen y semejanza como cuando fue creada por Nosotros, le imprimen su beso de unión inseparable. Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla. Por eso, ocultar una verdad que Nosotros con tanto amor hacemos salir fuera de nuestro seno paterno es el más grande delito, y priva a las generaciones humanas del bien más grande. Además de esto, quien vive en nuestro Querer, esposándose con Nosotros, forma la fiesta a todos los santos, todos toman parte en las nupcias divinas, y en virtud de esta criatura tienen una fiesta toda propia en el Cielo y otra en la tierra. Cada acto que hace la criatura que vive en nuestro Querer, es una fiesta y un banquete que ofrece a las regiones celestiales, y los santos le corresponden con nuevos dones e imploran a Dios que le manifieste otras verdades para ensanchar siempre más los confines de la dote que Dios le ha dado”.

+ + + +

36-10
Mayo 19, 1938

La Divina Voluntad forma la parálisis a todos los males, y el querer humano paraliza los bienes. Amar es poseer. Cómo viene formado Dios en la criatura, y la criatura en Dios. Temores sobre los escritos.

(1) Estoy siempre en el mar del Querer Divino, el cual parece como si me quisiera poner en guardia para estar atenta a no hacer entrar en mí al pobre e inquieto querer humano. Yo he quedado pensativa acerca de esto, y mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, date valor, no temas, la virtud, la potencia de mi Voluntad es tanta, que en cuanto se entra en Ella para vivir quedan paralizados todos los males, paralizadas las pasiones, los pasos y las obras malas, la voluntad humana sufre tal derrota de sentirse morir, pero sin morir, y sin embargo comprende con gran contento suyo, que mientras se siente paralizar el mal, siente resurgir la vida del bien, la luz que jamás se apaga, la fuerza que jamás disminuye, el amor que siempre ama; surge en ella el heroísmo del sacrificio, la paciencia invicta; puedo decir que mi Voluntad pone el ‘basta’ a los males de la criatura, porque no hay principio y vida de bien sino en mi Voluntad. Ahora, si mi Fiat tiene el poder de paralizar los males, el querer humano cuando domina solo en la criatura, hace que todo bien quede paralizado. Pobre bien bajo la parálisis del querer humano, quiere caminar y apenas se arrastra, quiere obrar y se siente caer los brazos, quiere pensar el bien y se siente entontecido y como necio; así que la voluntad humana sin la mía es el principio de todos los males y la ruina total de la pobre criatura”.
(3) Después, mi amado Jesús ha agregado con un acento conmovedor:
(4) “Hija mía, quien me quiera poseer me debe amar. Amar y poseer es lo mismo; conforme tú me amas, así quedo formado en tu alma, y cuando vuelves a amarme crezco, porque sólo el amor me hace crecer, y conforme repites tu amor así me hago conocer para hacerme amar de más; así que conforme tú me amas, así Yo te hago sentir cuánto te amo. Ahora, conforme tú me amas, Yo te amo a ti y te poseo, y conforme nos alternamos en el amarnos, así quedas formada en Mí, creces, te alimento con mi amor, te formo en la Vida de mi Querer, te inundo con mis mares de amor para hacerte sentir cuánto te amo, con cuánta ternura te hago crecer en mi corazón, cómo te tengo celosamente custodiada, y te hago sentir todo esto a fin de que tú me ames de más y uses Conmigo aquella misma ternura que uso Yo contigo, para tenerme custodiado y con un celo de amor, por el cual tú seas toda ojo, toda atención para darme tu vida a cada instante para amarme, para volverme feliz y contento en tu alma, como Yo te vuelvo contenta y feliz en mi corazón. El amor quiere reciprocidad; si ama y no es amado siente la infelicidad, la amargura por quien lo debería amar y no lo ama. Por eso ámame siempre, y si quieres amarme de verdad, ámame en mi Querer, en el cual encontrarás el amor que no cesa jamás, y me formarás cadenas tan grandes de amor, de llegar a aprisionarme, de modo tal que no sabré desaprisionarme de tu amor”.
(5) Después de esto pensaba en el gran sacrificio de escribir, en mis repugnancias, en las luchas que he sufrido para escribir, que sólo el pensamiento de poder disgustar a mi amado Jesús me ha hecho hacer el sacrificio de obedecer a quien me ordenaba el hacerlo, no obstante decía entre mí: “Quién sabe donde irán a terminar estos escritos, en qué manos podrán estar? ¿Quién sabe cuántas cavilaciones, cuántas oposiciones harán, cuántas dudas? Y me sentía intranquila, mi mente era afligida por tal aprensión que me sentía morir, y mi dulce Jesús para tranquilizarme ha regresado diciéndome:
(6) “Hija mía, no te turbes, estos escritos son míos, no tuyos, y no importa en qué manos puedan estar, ninguno podrá tocarlos para deteriorarlos, Yo los sabré custodiar y defender, porque me pertenecen, y cualquiera que los tome con buena y recta voluntad, encontrará en ellos una cadena de luz y de amor, con las cuales amo a las criaturas. Estos escritos

los puedo llamar desahogo de mi amor, locuras, delirios, excesos de mi amor, con el cual quiero vencer a la criatura, a fin de que regrese en mis brazos para hacerle sentir cuánto la amo. Y para hacerle conocer mayormente cuánto la amo, quiero llegar al exceso de darle el gran don de mi Voluntad como vida, porque sólo con Ella el hombre podrá ponerse al seguro y sentir las llamas de mi amor, mis ansias de cuánto la amo. Así que quien lea estos escritos con la intención de encontrar la verdad, sentirá mis llamas y se sentirá transformado en amor y me amará de más; quien los lea para encontrar cavilaciones y dudas, su inteligencia quedará cegada y confundida por mi luz y por mi amor.
(7) Hija mía, el bien, mis verdades, producen dos efectos, uno contrario al otro: ‘Para los dispuestos son luz para formar el ojo en su inteligencia, y vida para dar la vida de santidad que mis verdades encierran; a los indispuestos los ciega y les priva del bien que mis verdades encierran”.
(8) Después ha agregado: “Hija mía, date valor, no quieras turbarte, lo que ha hecho tu Jesús era necesario a mi amor y a la importancia de lo que te debía manifestar acerca de mi Divina Voluntad., puedo decir que debía servía a mi misma Vida y para hacerme cumplir la obra de la Creación, por eso era necesario que al principio de este tu estado usara contigo tantas estratagemas de amor, que haya tenido tantas intimidades contigo que llega a parecer increíble el cómo llegué a tanto, y también por qué te hice sufrir tanto para ver si tú te sometías a todo, y después te ahogaba con mis gracias, con mi amor, y te sometía nuevamente a las penas para estar seguro de que no me habrías negado nada, y esto para vencer tu voluntad. ¡Oh!, si Yo no te hubiera mostrado cuánto te amo, si no te hubiera dado generosamente tantas gracias, ¿crees tú que hubiera sido fácil someterte a este estado de pena, y por tan largo tiempo? Era mi amor, mis verdades, que te tenían y te tienen aún como imantada en Quien tanto te ama. Todo lo que he hecho al principio de este tu estado era necesario, porque debía servir como fondo, como decencia, decoro, preparación, santidad y disposición a las grandes verdades que te debía manifestar sobre mi Divina Voluntad. Por eso, de los escritos tendré más interés Yo que tú, porque son míos, y una sola verdad sobre mi Fiat me cuesta tanto, que supera el valor de toda la Creación, porque la Creación es obra mía, en cambio mi verdad es Vida mía, y Vida que quiero dar a las criaturas, y lo puedes comprender por lo que has sufrido y por las gracias que te he hecho para llegar a manifestarte mis Verdades sobre mi Santo Querer. Por eso tranquilízate y amémonos hija mía, no rompamos nuestro amor, porque nos cuesta demasiado a los dos, tú con tener tu vida sacrificada a mi disposición, y Yo con el sacrificarme por ti”.
(9) Pero con todo el hablar de Jesús no me sentía plenamente tranquila. Mientras me hablaba me ha regresado la paz, pero después, pensando nuevamente en lo que me ha sucedido en estos días, que no es necesario decirlo aquí, he vuelto a turbarme. Entonces, por cerca de dos días mi dulce Jesús ha hecho silencio, por eso me sentía sin fuerzas y con una debilidad extrema; y mi amado Jesús teniendo compasión de mí, todo bondad me ha dicho:
(10) “Pobre hija mía, estás en ayunas, por eso te sientes sin fuerzas, son dos días ya que no tomas alimento, porque no estando tú en paz, Yo no podía darte el alimento de mis verdades, porque ellas, mientras alimentan al alma comunican también la fuerza al cuerpo, y tú, estando turbada, no me habrías entendido ni habrías estado dispuesta a tomar un alimento tan exquisito, porque tú debes saber que la paz es la puerta por donde entran las verdades, y es el primer beso e invitación que les hacen las criaturas para escucharlas y para hacerlas hablar, por eso, si quieres que te dé mucho alimento regresa a tu estado pacífico. Es más, en estos días en que tú estabas turbada, el Cielo, los ángeles, los santos, estaban como temblorosos sobre ti, porque sentían salir de ti un aire malsano que a ellos no pertenecía, por eso todos han rogado para que te regresara la perfecta paz.
(11) La paz es la sonrisa del Cielo, la fuente de donde brotan las alegrías celestiales. Y además, tu Jesús, por cuantas ofensas me puedan hacer, jamás está turbado, puedo decir que mi trono es la paz; así te quiero a ti, toda pacífica. Hija mía, también en el modo nos

debemos adaptar, semejar, pacífico Yo, pacífica tú, de otra manera el reino de mi Voluntad no podrá establecerse en ti, porque Ella es reino de paz”.

+ + + +

36-11
Mayo 27, 1938

Los actos repetidos y continuos vinculan más a Dios a la criatura, y forman la fuerza del alma. Cómo es bello vivir en el Querer Divino.
Cómo Dios le suplica. Lluvia de amor que Dios hace sobre las criaturas, y lluvia de amor que hace quien vive en el Fiat.

(1) Siento la necesidad de encerrarme en el Querer Divino para continuar mi vida en Él.
¡Oh, cómo amaría el que me aprisionase en su luz, a fin de que nada viese o sintiese sino solamente lo que respecta a su Voluntad. Y mi amado Jesús regresando a visitar mi pobre alma, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, aquí te quiero, aprisionada en mi Querer, a fin de que todas las otras cosas no tengan vida en ti. Debes saber que toda la armonía de la criatura está en la continuación de sus actos buenos hechos en mi Querer, un acto no forma armonía ni variedad de bellezas, en cambio muchos actos continuos unidos juntos, llaman la atención de Dios, el Cual se pone en actitud de esperar los actos de la criatura, y conforme ella los va formando, así Dios les comunica, a quien la belleza, a quien la santidad, a otros la bondad, la sabiduría, el amor; en suma, quedan dotados por Dios con sus adornos y cualidades divinas. Los actos repetidos, en la criatura forman la fuerza del alma, atan más a Dios a la criatura, forman el Cielo en el fondo del alma, y conforme va repitiendo sus actos, quién se forma estrella, quién sol, quién viento que gime y sopla de amor, quién mar que murmura continuamente amor, gloria, adoración a mi Creador, en suma, se ve la atmósfera copiada en esa criatura. En cambio, cuando los actos no son continuos y repetidos, falta la fuerza única, en que uno es fuerza del otro, falta el modo divino, que cuando Dios hace un acto no cesa jamás de hacerlo, lo sostiene con su fuerza creante en acto de hacerlo continuamente. Y además, un solo acto jamás ha formado santidad; los actos cuando no son continuos no tienen fuerza, no poseen la vida del amor, porque el verdadero amor jamás dice basta, no se detiene jamás, y si dice basta se siente morir. Además, son los actos continuos y repetidos los que forman las bellas sorpresas al Cielo, porque mientras llega un acto y se lo están gozando, otro más llega; la criatura no hace otra cosa que mandar continuos actos al Cielo, los cuales forman el encanto de la patria celestial, por eso en mi Querer hay siempre qué hacer, no se puede perder el tiempo”.
(3) Después, con un acento más tierno y más fuerte de amor ha agregado:
(4) “Hija mía, cómo es bello cuando un alma ama el hacer la Divina Voluntad, el Cielo se abaja y todos se ponen en actitud de venerar y adorar al Querer Supremo, porque ven su majestad, su alteza y potencia encerradas en el pequeño cerco de la criatura, pero ¿para hacer qué? Para hacer lo que hace en su morada celestial, para hacer alarde de su amor y de sus obras; la Divina Voluntad se siente tan honrada, que se pone en actitud de Reina para tener tantas vidas de Reinas por cuantos actos hace la criatura; en su Querer siente su régimen divino, su cetro imperante que desenvuelve con sus modos reales, y la criatura le da los honores que le convienen, y como mi Fiat abraza a todos, se siente de tal manera glorificado como si todos lo hiciesen reinar. Por eso, belleza más extraordinaria no podemos encontrar, amor más grande no podemos recibir, prodigios más estrepitosos no podemos hacer, y esto solamente en quien ama vivir en nuestro Querer.
(5) Es tanto mi deseo, mis ansias, mis suspiros ardientes por que el alma viva en mi Querer, que le voy repitiendo al oído del corazón: ‘¡Ah! conténtame, no me hagas más suspirar, si tú vives en mi Fiat cesará para ti la noche, gozarás el pleno día, es más, cada acto hecho en Él será un nuevo día, portador de nuevas gracias, de nuevo amor, y alegrías

inesperadas; todas las virtudes te festejarán, tendrán su puesto de honor como tantas princesas que cortejarán a tu Jesús y a tu alma; me formarás en ti mi trono de luz fulgidísima donde Yo reinaré como Rey dominante, pues en ti he formado mi reino y con toda libertad dominaré todo tu ser, aun tu respiro; te cortejaré de todas mis obras, de mis penas, de mis pasos, de mi amor, de mi misma fuerza, que te servirán de defensa, de ayuda y de alimento; no hay cosa que no te daré si vives en mi Voluntad!”
(6) Ahora, tú debes saber que nuestro Ente Supremo tiene a la criatura bajo una lluvia abundante de amor, todas las cosas creadas le llueven encima amor: El sol le llueve luz de amor; el viento le llueve soplos, oleadas, frescuras y caricias de amor; el aire le llueve continuas vidas de amor; mi inmensidad que la envuelve, mi potencia que la sostiene, la llevan como en sus brazos, mi acto creante que la conserva, le llueven amor inmenso, amor potente, amor que crea a cada instante amor; estamos siempre sobre la criatura para envolverla y ahogarla de amor. Por eso nos hace dar en delirio si a tanto amor nuestro la criatura no se deja vencer para amarnos. ¡Oh, qué pena, qué dolor! ¿Pero quieres saber quién tiene un exacto conocimiento de ésta nuestra lluvia de amor jamás interrumpida? Nosotros mismos que la hacemos a quien vive en nuestro Querer, esta criatura siente nuestra continua lluvia de amor, mucho más que viviendo en Él todo es suyo, y ella para darnos la correspondencia, no sabiendo qué hacer para darnos su lluvia de amor, toma todas las cosas creadas, nuestra inmensidad y potencia, nuestra virtud creante que está siempre en acto de crear sólo porque amamos, se eleva en nuestra misma Voluntad y nos hace llover encima, sobre nuestro Ser Divino, amor de luz, caricias de amor, amor inmenso y potente, como si quisiera pagarnos con la misma moneda de llevarnos en sus brazos para decirnos: ‘Mira cuánto te amo, Ustedes me llevan a mí y yo los llevo a Ustedes, tengo en mi poder vuestra inmensidad y potencia que me dan la virtud de poderos llevar’. Hija mía, tú no puedes comprender que alivio sentimos, cómo nuestras llamas quedan refrescadas y aligeradas bajo esta lluvia de amor que nos hace la criatura, es tanto nuestro contento, que nos sentimos como pagados por haber creado toda la Creación, pero pagados con nuestra misma moneda de amor, con el cual la hemos amado tanto. Nuestro amor tiene virtud de hacer surgir en la criatura monedas suficientes y sobreabundantes para pagarnos por todo lo que le hemos dado y hecho por ella, por eso en el océano de nuestra alegría le decimos: ‘Dime, ¿qué quieres? ¿Quieres que inventemos otras estratagemas de amor? Por ti lo haremos. Di, di, ¿qué quieres? Te contentaremos en todo, nada te negaremos, negarte alguna cosa, no contentarte en todo, sería como si nos lo negásemos a Nosotros mismos, y como si quisiéramos poner un descontento en nuestras alegrías que jamás terminan. Por eso, en quien vive en nuestro Querer todo encontramos, y ella encuentra todo en Nosotros”.

+ + + +

36-12
5 de Junio de 1938

La señal si la criatura vive en el Querer Divino, es si siente su Vida en ella, su acto obrante, que es el más grande don que hace a la criatura.
Concentración de Dios en la criatura, y de la criatura en Dios.

(1) Mi vuelo continúa en el Querer Divino, siento que quiere respirar, latir, moverse y pensar en mí, me parece que pone a un lado su inmensidad, su altura y profundidad, su potencia, y se empequeñece en mí para hacer como hago yo, parece que se deleita en descender de su altura para abajarse en mí y respirar como respiro yo, palpitar y moverse en mi movimiento, mientras que fuera de mí queda siempre Aquél que es, inmenso y potente, que todo inviste y circunda. Por eso mi mente, mientras quería gozarlo dentro de mí para darle mi vida y recibir la suya, quería también salir fuera de mí para recorrer su inmensidad, su potencia, su altura y profundidad, de las cuales no se encuentran los

confines. ¡Qué abismo de luz, en el cual no se pueden encontrar ni el fondo, ni la altura, ni los confines! Y mientras mi mente se perdía, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, mi Voluntad inviste y envuelve todo y a todos en su regazo de luz, posee todo, no hay quien le pueda huir; todos viven en Ella, sólo que no la reconocen, no reconocen quién es quien les da la vida, el movimiento, el paso, el calor, y les da hasta el respiro; podemos decir que la criatura vive en nuestro Querer como si viviese en nuestra casa, la proveemos de lo que le es necesario, la alimentamos con ternura más que paterna, y no nos reconoce, y muchas veces se atribuye a sí misma lo que hace, mientras que lo hacemos Nosotros, y llega hasta ofender a Aquél que le da la vida y se la conserva. Podemos decir que tenemos en nuestra casa a tantos enemigos nuestros que viven a expensas de Nosotros, como tantos ladrones de nuestros bienes. Pero nuestro amor es tanto, que nos obliga a darles la vida y alimentarlos como si fuesen amigos. ¡Cómo es doloroso que nuestra Voluntad sirva de habitación a quien no nos reconoce y nos ofende! Están en Ella por razón de creación, de nuestra inmensidad, porque si no quisieran estar en nuestro Querer no habría lugar para ellos, porque no hay punto ni en el Cielo ni en la tierra en el cual Ella no se encuentre.
(3) Ahora, la criatura para decir que vive en nuestro Querer, lo debe querer, lo debe reconocer; con quererlo siente que todo es Voluntad de Dios para ella, y con reconocerlo siente nuestro acto obrante sobre de ella; y esto es el vivir en mi Querer Divino: ‘Sentir nuestra potencia obrante dentro y fuera de sí’. Y conforme siente que Él obra, ella obra junto; si siente que amamos, ama junto; si queremos hacernos conocer más, ella es toda atención para escucharnos, y recibe con amor la nueva vida de nuestro conocimiento; en suma, siente nuestra Vida obrante, y quiere hacer, y hace, lo que hacemos Nosotros, nos sigue en todo. Esto es el vivir en nuestro Querer: Sentir nuestra Vida que le da vida a ella, sentir nuestro acto obrante que se mueve, respira y obra en su ser. Estos son nuestros habitantes celestiales, nuestra gloria en nuestra habitación; estamos como hijos y Padre, lo que es nuestro es de ellos, pero lo reconocen, no son ciegos y ladrones que no tienen ojos para mirar nuestra luz, ni oídos para escuchar nuestras premuras paternas, ni sienten nuestro acto obrante sobre de ellos; mientras que quien vive en nuestro Querer siente la virtud de nuestro acto obrante, y éste es el más grande don que podemos hacer a la criatura. Por eso sé atenta, reconoce que tu vida viene de Nosotros, que te damos todo, el respiro, el movimiento, para hacer vida junto contigo”.
(4) Después de esto continuaba pensando en las grandes maravillas del Querer Divino.
¡Cuántas sorpresas, cuántos prodigios inauditos que sólo el Fiat Divino puede hacer! Y mi siempre amable Jesús, regresando ha agregado:
(5) “Hija mía bendita, Yo creé la Creación y a todas las criaturas para formar en ellas mis delicias, y para poner fuera de nuestro Ente Supremo los excesos de nuestro amor y la potencia prodigiosa de nuestras obras. Ahora, si tanto nos deleitamos en el crear tantas variadas y múltiples obras en el orden de la Creación, que debía servir al hombre, mucho más nos debíamos deleitar al obrar prodigios inauditos, obras jamás pensadas, bellezas que raptan en quien debía servir a Nosotros. Era el hombre el primer acto de la Creación, por lo tanto nos debíamos deleitar tanto en él, para tenernos siempre ocupados, en todas las obras bellas que podíamos hacer en él, y él debía estar siempre con Nosotros para amarnos y para hacerse amar y recibir los grandes prodigios de nuestras obras. Fue el sustraerse de nuestro Querer lo que detuvo nuestras delicias y el curso de nuestras obras que con tanto amor queríamos hacer en el hombre; pero lo que fue establecido por Nosotros debe tener su cumplimiento, he aquí el por qué volvemos al asalto de llamar a las criaturas a vivir en nuestro Querer, para hacer que lo que fue decretado y establecido de obrar, sea puntualmente cumplido. Ahora, tú debes saber que conforme el alma cumple sus actos en nuestro Querer, nuestro amor es tanto, que concentramos en ella nuestro Ser Supremo con todas nuestras obras; y ¡oh! qué delicias y alegrías sentimos al ver en ella a nuestra majestad dominante, circundada de todas nuestras obras; los ángeles, los santos, se vuelcan y se concentran en ella para honrar a su Creador, porque a donde está Dios

todos corren y quieren su puesto de honor en torno a Nosotros. Pero mientras todo queda concentrado en ella, otra maravilla más grande sucede, ella queda concentrada en todos y en cada cosa creada. Nuestra Voluntad la ama tanto, que dondequiera que se encuentra la multiplica y le da el lugar dondequiera para tenerla unida con Ella en todas sus obras. Estar sin esta criatura que vive en nuestro Querer Divino no lo podemos, deberíamos dividir nuestra Voluntad en dos partes para no tenerla en todos y en nuestras obras, pero esto no lo podemos, porque Ella no está sujeta a dividirse, es siempre una y un acto solo, y además, nuestro amor nos haría guerra si pusiéramos a un lado a quien vive en nuestro Querer, más bien es esta la razón por la cual la queremos viviendo en nuestra Voluntad, porque la queremos junto con Nosotros, le queremos hacer conocer nuestras obras, queremos hacerle sentir los latidos y las notas de nuestro amor, a fin de que nuestro amor nos ame en ella. De lejos las obras no se conocen, y nuestro amor no se siente, por eso tenemos necesidad de estar juntos para amarnos, conocernos y obrar, de otra manera la criatura hace su camino y Nosotros hacemos el nuestro, y quedamos privados de nuestras delicias y de poder obrar lo que queremos, y esto con sumo dolor nuestro. Por eso sé atenta, vive siempre en nuestro Querer si quieres que Nosotros vivamos en ti y tú en Nosotros”.

+ + + +

36-13
Junio 12, 1938

Las verdades son portadoras de semillas divinas. Los conocimientos forman las nuevas Vidas Divinas. Correspondencia de gloria que tendrá en el Cielo. Quien vive abandonada en los brazos de
Jesús es su preferida.

(1) Estoy siempre de regreso en el Querer Divino, su inmensidad es tanta, que mientras estoy en su mar queriendo abrazar todos sus actos, y no habiéndolo hecho aún porque se necesitan siglos para hacerlo, más bien, todos los siglos no me bastarían para poder abrazar todos sus actos, es por eso que a mi pequeñez le parece como que regreso, mientras que estoy. Así, mientras me perdía en el Fiat, mi dulce Jesús que siente la necesidad de amor de querer decir hasta donde puede llegar el alma que quiere vivir en su Querer, me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi amor sólo se apacigua y se aquieta en sus ansias, se calma en sus delirios, cuando Yo hablo de mi Divina Voluntad; en mi palabra, en las verdades que manifiesto acerca de Ella, mi amor toma un dulce reposo, porque ve que su amor toma lugar en las criaturas para a su vez ser amado, y mi Voluntad forma su Vida. Es necesario manifestar los méritos, los bienes que hay en mi Voluntad para atraer, enamorar, arrebatar a las criaturas a vivir en Ella, de otra manera no se moverán. Tú debes saber que cada conocimiento que manifiesto, y cada acto hecho en mi Querer cortejado por el conocimiento que he manifestado, es una semilla divina que el alma adquiere; esta semilla producirá nueva ciencia divina, y ¡oh! cómo sabrá hablar el lenguaje de su Creador. Cada verdad será un nuevo lenguaje celestial que tendrá virtud de hacerse entender por quien lo escucha y quiera recibir esta semilla divina, esta semilla producirá nueva vida de santidad, nuevo amor, nueva bondad, nuevas alegrías y felicidad; estas semillas de mis verdades serán tantas nuevas propiedades divinas que el alma adquirirá, y es tanta la gloria que recibimos cuando el alma obra en nuestro Querer, que la comunicamos a todos los bienaventurados. Tú debes saber que por cuantas semillas divinas el alma adquiere en virtud de los conocimientos sobre mi Fiat, tantos más grados de nuestro conocimiento y gloria nuestra le participaremos, cuando habiendo terminado su vida acá abajo, se vendrá a nuestra patria celestial. Ahora, al conocimiento adquirido en la tierra le corresponderá el doble de conocimiento, que adquirirá de nuestro Ente Supremo en nuestra morada

celestial, y cada semilla divina que haya recibido será un grado más de gloria, de alegría y de felicidad. Así que la felicidad, la alegría, el gozo, la gloria de los bienaventurados, será proporcionada por cuanto nos hayan conocido. Nosotros con los bienaventurados, nos encontramos en las condiciones de un tal que no ha estudiado las diversas lenguas, y oyéndolas hablar no entenderá nada, y no sólo esto, sino que no lo podrán ocupar como maestro para enseñar las diferentes lenguas y hacerlo ganar un mayor salario, por lo tanto se deberá contentar con enseñar lo poco que sabe y ganar poco. Así nos encontramos Nosotros, si no nos conocen en la tierra, no forman el lugar en sus almas para recibir todas nuestras alegrías y felicidad, y si les queremos dar, no les entrarán y no entenderán nada, así que la gloria de los bienaventurados corresponderá a cuantos actos de voluntad han hecho en nuestro Querer Divino; y aumentará la gloria, las alegrías, de acuerdo a los conocimientos de más que hayan adquirido, un conocimiento de más hará subir al bienaventurado a una altura tan grande, que hará que se maraville toda la corte celestial, porque un conocimiento de más es una nueva Vida Divina que el alma adquiere, la cual posee bienes y alegrías infinitas; ¿y te parece poco que el alma posea tantas nuevas Vidas Divinas nuestras como propiedad suya? Y Nosotros, ¿qué cosa no podemos dar de alegría, de felicidad, de amor, como correspondencia de estas nuestras nuevas Vidas Divinas que como propiedad suya posee? Por eso esperamos a nuestros hijos que vivirán en nuestro Querer, para hacernos conocer en la tierra, porque nuestro Querer hará de maestro para enseñarles las nuevas ciencias de su Creador, y los formará bellos, sabios, santos, nobles, según las ciencias adquiridas. Los esperamos en nuestra corte celestial para inundarlos de nuestras nuevas alegrías, bellezas y felicidad, que hasta ahora no hemos podido dar. Y como en el Cielo todos los bienaventurados están vinculados entre ellos como familia que se aman con amor perfecto, participarán en la gloria, en la alegría de éstos, no como alegría y gloria directa, sino indirecta, por el vínculo de unión y de amor que poseen entre ellos. Por eso nuestro Ser Supremo espera con ansia a los hijos de nuestro Querer, para hacerse conocer en la tierra, para después hacer salir del fondo de nuestro Seno Divino nuevas alegrías y felicidad que no terminan jamás, porque quien vive en nuestro Querer ha adquirido en sus actos el infinito y las alegrías que no se agotan jamás”.
(3) Después ha agregado con ternura indecible: “Hija mía buena, Yo amo mucho a las criaturas, pero me siento más atraído a amar, raptado y vencido, por el alma que vive abandonada en mis brazos como si ninguno hubiese en el mundo sino sólo su Jesús, se fía sólo de Mí, y si le vienen ofrecidos otros apoyos, los rechaza, para tener sólo el apoyo de su Jesús que la tiene estrechada entre sus brazos, la defiende y sobre de ella toma todos los cuidados. Estas son las almas que amo mucho, mucho, mis preferidas, a las que circundo con mi potencia divina, a ellas les formo a su alrededor el muro de mi amor, de modo que, ¡ay, de quien me las toque, mi amor las sabrá defender y mi potencia sabrá echar por tierra a aquellos que me las quieran disgustar! Las almas abandonadas en Mí viven sólo de Mí, y Yo vivo sólo de ellas, como si viviésemos de un solo aliento y de un solo amor, y si algún apoyo humano se presenta, miran si estoy Yo en aquél apoyo, si no estoy, huyen para venirse a refugiar en mis brazos. Solamente de estas almas puedo fiarme, confiarles mis secretos, apoyarme también Yo sobre de ellas; estoy seguro de que no salen de mi Voluntad porque están siempre junto Conmigo. En cambio quienes no viven todos abandonados en Mí, escapan de mis brazos, no rechazan los apoyos humanos, más bien sienten gusto por ellos; son inconstantes, ahora me buscan a Mí, ahora a las criaturas; están obligadas a sentir el desengaño de las criaturas, lo que abre en sus almas desgarros profundos; sienten la tierra en sus corazones, y mi Voluntad como vida está lejana de ellas.
¡Oh! si se abandonasen en mis brazos, la tierra desaparecería para ellas, no tomarían cuidado de ninguno, porque sólo Yo basto por todos. Amo tanto a quien vive abandonado en mis brazos, que le manifiesto mis excesos de amor más grandes, mis finezas de amor, mis caricias son para ellos, llego a inventar nuevas estratagemas de amor para tenerlos ocupados y todos ensimismados en mi amor. Por eso, vive sola, abandonada en mis

brazos, y en todas las cosas encontrarás a tu Jesús que te defiende, te ayuda y te sostiene”.

+ + + +

36-14
Junio 16, 1938

Cómo el Querer Divino quiere dar siempre a la criatura, y quiere recibir; entrega de ambas partes, derechos que pierde e imperios que adquiere. Cómo Dios encuentra todo en el acto hecho en su Voluntad.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, siento que no me da tiempo, sino que siempre quiere darme de lo suyo, pero quiere también recibir siempre lo mío, y si no tengo qué darle, porque soy la pura nada, quiere mi voluntad en acto de darla siempre, y ésta es toda su felicidad: Recibir como don la voluntad de la criatura, y si es necesario, quiere las mismas cosas que ha dado para recibir siempre, y se contenta con recibirlas para darlas nuevamente, pero duplicadas con nuevo amor, con nueva luz, con nueva santidad. ¡Oh Voluntad Divina, cuánto me amas y cuánto quisiera amarte! Yo me sentía abismada en el Fiat, y mi siempre amable Jesús, visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, tú no sabes hasta donde me hace llegar mi amor por quien vive en Ella, cuántas invenciones me hace hacer y cuántas combinar, llego a hacerle nuevas sorpresas para tener siempre qué hacer con ella, y para tenerla siempre sorprendida y ocupada de Mí, no le doy tiempo, ahora le digo una verdad, ahora le hago un don, ahora le hago ver nuestra belleza que la rapta, nuestro amor que gime, que arde, que delira porque quiere ser amado, en suma, no le doy tiempo, pero lo que más quiero, es que tampoco ella me dé tiempo a Mí, quiero siempre dar. Ahora escucha qué hago para dar y recibir siempre, llamo a la criatura a vivir en mi Voluntad y le hago don de su santidad, de su luz, de su Vida, de su amor, de sus alegrías infinitas, por cuanto ella pueda contener; después de que ha vivido por algún tiempo, encontrándola fiel voy a ella y le digo: ‘Hazme la entrega de lo que te he dado’. Y ella que quiere hacerme ver cuánto me ama, sin dudar un instante, prontamente me entrega todo, aun su respiro, su latido, su movimiento, todo, todo me da, no se queda nada para sí, y queda feliz de que ha dado todo a su Jesús. Yo tomo todo, miro y vuelvo a mirar lo que me ha dado para gozarme y felicitarme en sus dones, me los pongo en mi corazón para gozármelos como propiedad de mi hija. ¿Pero crees que Yo quedo contento? Por parte de la criatura, sí, quedo contento, pero por parte mía, no, jamás, mi amor no me da paz, crece, se desborda y me hace dar en los excesos más grandes, ¿y sabes qué hago? Hago la entrega de mi Ser a mi amada criatura, le duplico todo lo que me ha dado, le doy amor, luz, santidad duplicadas, le entrego mi respiro, mi movimiento, mi misma Vida, de modo que respiro en su respiro, me muevo en su movimiento, amo en su amor, no hay cosa que no haga en ella. Hacer algo sin ella no lo quiero, me sentiría como si no la amase en todas mis cosas, y esto a mi amor le sería insoportable, a quien me ha dado todo debo dar todo; ¿y te parece poco que tu Jesús te entregue su Vida para hacerte vivir de Mí, y me haga entregar la tuya para vivir de ti? Y todo esto casi como para encontrar pretextos para poder dar siempre y recibir siempre, para tener ocasión de decirle mi larga historia de mi Voluntad y mi eterna historia de amor; y esto no para darle una simple noticia, para hacerle ver cuán bueno soy, santo, potente, sino para dotarla de mi amor, de mi Voluntad, de mi santidad, bondad y belleza mías. ¿No es esto acaso un amor excesivo que da en lo increíble? El solo quererla tener Conmigo ya es mi amor más grande, porque si la quiero tener Conmigo es porque quiero darle de lo mío, y como ella no tiene nada que sea digno de Mí, le doy de lo mío a fin de que haciéndolo suyo me pueda decir: ‘Tú me has dado, y yo te doy’. ¿No es esto un amor para ablandar y enternecer los corazones más duros? Sólo tu Jesús puede y sabe amar de esta manera, ninguno puede decir que puede igualarme en mi amor. Y Yo, esto sólo

puedo hacerlo con quien vive en mi Querer, porque cada acto que hace en Él es un sol que surge con toda la plenitud de la gloria y de la santidad, y Yo me voy a refugiar en estos soles para deleitarme y tomar reposo, y encontrando a mi amada criatura investida por estos soles, cómo me parece bella, mucho más que viviendo en mi Querer nada hay de humano en ella, pierde los derechos sobre su voluntad y sobre todo lo que es humano, todos los derechos sobre su querer son nuestros, y ella adquiere el imperio sobre todo lo que es divino. Y ¡oh! cómo es bello, cómo estamos contentos y felices al verla imperar con derecho sobre todo lo que nos pertenece, impera sobre nuestro amor y toma de él cuanto quiere para amarnos, e impera sobre este nuestro amor para hacerse amar; impera sobre nuestra sabiduría y nos hace decir cosas, verdades jamás dichas de nuestro Ser Supremo; impera sobre nuestra bondad y nos la hace llover más que lluvia benéfica sobre todas las criaturas; su imperio es dulce y potente sobre nuestro seno paterno y nos hace llegar a decir: ‘¿Quién te puede resistir hija nuestra? lo quieres tú, lo queremos Nosotros’. Por eso, si quieres todo, no salgas jamás de nuestra Voluntad, todo será tuyo y tú serás toda nuestra”.
(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, en sus grandes maravillas, y en cómo a veces, mientras se navega su mar todo es serenidad, paz profunda, su sol divino refulgente de luz, pero todo es silencio, y como su palabra es vida, la criatura se siente faltar la nueva vida que quisiera recibir. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, el sol de mi Querer habla siempre, la luz no calla, habla con su calor, con su fecundidad y con el imprimir en el alma que vive en Él sus variadas bellezas; y además estoy Yo, que soy el portador de su palabra, y que abajándome de más a la inteligencia humana, facilito con palabras más adaptables la altura de la palabra de la luz de mi Fiat, por eso donde reina no puede callar, tiene su decir continuo, o por caminos de luz o por medio de mi palabra; más bien, cuando no estás atenta no rumias bien, no comes, y por lo tanto no digieres lo que te digo, entonces, no rumiándolo lo olvidas y dices que no te he dicho nada. Ahora, tú debes saber que en cada palabra o acto hecho en mi Voluntad, vienen abrazados todos los siglos, todas las criaturas son encerradas y están presentes, el pasado y el futuro no existen para Nosotros ni para quien vive en nuestro Querer, es más, nuestras verdades encierran todos los tiempos, todos los siglos, y son las portadoras de todas las criaturas en el acto de quien vive en nuestro Fiat, por eso encontramos en aquel acto a Nosotros mismos, encontramos el amor y la gloria que todos nos deberían dar, por eso, cuando la criatura está por obrar y por recibir el acto obrante del Fiat Divino, los Cielos se abajan por reverencia y quedan admirados al ver un Querer Divino obrante en el acto humano, y todos se sienten que toman parte en aquel acto. Así que todo encontramos en el acto hecho por la criatura en nuestra Voluntad, encontramos nuestra potencia que nos honra como merecemos, nuestra inmensidad que todo encierra y pone todo a nuestra disposición, nuestra sabiduría que nos exalta con las notas más bellas nuestro Ser Divino, a los ángeles que nos alaban, a los santos que raptados repiten santo, santo, tres veces santo el Señor Dios nuestro, que con tanta bondad obra y hace alarde de su amor en el acto de la criatura’. Podemos decir que nada nos falta, nuestra gloria es completa y nuestro amor encuentra su dulce reposo y la correspondencia perfecta. Por eso tanto suspiramos que viva en nuestro Querer, y nos parece como si no hubiésemos hecho nada en la Creación, porque nos falta el acto más grande que podemos hacer, cual es nuestra Vida repetida en el acto humano, en el cual nos encontraremos a Nosotros mismos, encontramos todo y a todos. No hay bien que no daremos a nuestra amada criatura, y no habrá amor y gloria que ella no nos dará. Ella encontrará todo lo que quiere en Nosotros, y Nosotros encontraremos todo en ella. Hija, poder dar todo y dar solamente una pequeña parte de nuestros bienes, es un dolor para Nosotros, es tener nuestro amor restringido e impedido y sólo porque falta nuestra Voluntad como vida en la criatura; no poder recibir todo de ella es la pena más grande de nuestra obra creadora. Así que lo exige nuestro amor, nuestra potencia y sabiduría, toda nuestra obra creadora, que la criatura viva en nuestro Querer. Por eso no terminarán los siglos si nuestro Fiat no forma antes su reino, y

mientras dominará dará todos los bienes y dará el dominio de estos sus bienes a las generaciones humanas. Por eso, ruega, y tu vida sea un acto continuo de mi Voluntad para obtener que venga a reinar”.

+ + + +

36-15
Junio 20, 1938

Quien vive en el Querer Divino está en continua comunicación con Dios. Resurrección y amor que surge, cómo felicita y da alegría a todos. Cómo Jesús mismo se hará vigilante custodio de estos escritos, y el interés será todo suyo.

(1) Estoy bajo el imperio del Querer Divino, su potencia me eleva hasta su centro; su amor, embalsamándome me trae su aire celestial; su luz me purifica, me embellece, me transforma, y me encierra en el ámbito del Querer Divino, de modo que todo se olvida, porque son tales y tantas las alegrías, las escenas encantadoras del Ente Supremo, que uno permanece arrobado. ¡Oh, Voluntad Divina, cómo amaría el que todos te conocieran para hacer gozar a todos alegrías tan puras, contentos tan inefables, que sólo en Ti se encuentran! Pero mientras mi mente sentía una felicidad indecible, mi amado Jesús, repitiéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, ¿has visto cómo es bello vivir en mi Querer? Estamos en continuas comunicaciones con la criatura, le preparamos nuevas alegrías en cada acto que hace para volverla siempre más feliz en nuestra morada. Las acciones hechas en el Fiat están siempre en acto de hacerse, nuestra Vida renace continuamente, nuestro amor surge y formando sus olas inviste a todos y llama a todo en aquel acto, a fin de que todos lo repitan, y oímos el eco que todos nos aman y nos glorifican. Los ángeles y santos están todos a la expectativa, y con ansia suspiran el acto de la criatura hecho en la Divina Voluntad, ¿pero sabes por qué? Porque ellos reciben doble gloria, la del Cielo, y la nueva gloria, alegría y felicidad del acto hecho en mi Fiat. ¡Cómo me agradecen y aman a la criatura que les duplica los nuevos contentos y alegrías sin término! ¿Quién puede no amar a quien vive en mi Querer Divino, que da alegría y felicidad a Nosotros, que nos da la gran gloria de hacernos hacer lo que queremos en ella, que da felicidad y alegrías a todos, y no hay bien que de ella no descienda? Por eso quien vive en nuestro Querer no está sujeto a desconfianza, a temores, la desconfianza no encuentra las puertas para entrar en ella porque todo es suyo, se siente dominadora de todo, es más, toma lo que quiere, su vida no es otra cosa que amor y Voluntad nuestra, tanto, que llega a sufrir nuestras mismas locuras de amor, y se contentaría con dar su vida por cada uno para darnos la gloria de hacer conocer nuestra Voluntad”.
(3) Después de esto me sentía pensativa por estos benditos escritos, y por la insistencia de mi amado Jesús al querer que continúe escribiendo y además, después de tantos sacrificios, ¿a donde irán a terminar? Y mi amado Jesús interrumpiendo mi pensamiento me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te preocupes, Yo seré vigilante custodio, porque me cuestan demasiado, me cuestan mi Voluntad, la cual entra en estos escritos como vida primaria. Podría llamarlos: ‘Testamento de amor que hace mi Voluntad a las criaturas’. Ella se hace donadora de Sí misma y las llama a vivir en su heredad, pero con modos tan suplicantes, atrayentes, amorosos, que sólo los corazones de piedra no se moverán a compasión, y no sentirán la necesidad de recibir un bien tan grande. Entonces, estos escritos están llenos de Vidas Divinas, las cuales no se pueden destruir, y si alguno quisiera intentarlo, le sucedería como a aquél que quisiera destruir el cielo, el cual, ofendido, le caería encima por todas partes y lo aniquilaría bajo su bóveda azul; así que el cielo permanecería en su puesto y todo el mal caería sobre aquél que quisiera destruir el cielo; o bien quien quisiera

destruir el sol, el sol se reiría de éste y lo quemaría; o como otro que quisiera destruir las aguas del mar, el mar lo ahogaría. Demasiado se necesita para tocar lo que te he hecho escribir sobre mi Voluntad, porque puedo llamarlo nueva creación viviente y hablante. Todo esto será el último desahogo de mi amor hacia las generaciones humanas; es más, tú debes saber que cada palabra que te hago escribir sobre mi Fiat, duplico mi amor hacia ti y hacia quienes las leerán, para hacerlos quedar embalsamados por mi amor. Por eso, conforme escribes me das el campo para amarte de más; veo el gran bien que harán, siento en cada palabra mía las vidas palpitantes de las criaturas que conocerán el bien de mi palabra y formarán la Vida de mi Voluntad en ellas. Por eso el interés será todo mío, y tú abandona todo en Mí. Tú debes saber que estos escritos han salido del centro del gran sol de mi Voluntad, cuyos rayos están llenos de las verdades salidas de este centro, los cuales abrazan todos los tiempos, todos los siglos, todas las generaciones. Esta gran cantidad de rayos de luz llena Cielo y tierra, y por caminos de luz llama a todos los corazones, y ruega y suplica que reciban la Vida palpitante de mi Fiat, que nuestra paterna bondad se ha dignado dictar desde dentro de su centro con los modos más insinuantes, atrayentes, afables, llenos de dulzura, y con amor tan grande que da en lo increíble, y hace quedar estupefactos a los mismos ángeles. Cada palabra puede llamarse un portento de amor, uno más grande que otro, por eso, querer tocar estos escritos es quererme tocar a Mí mismo, el centro de mi amor, mis finezas amorosas con las cuales amo a las criaturas; Yo sabré defenderme a Mí mismo y confundir a quien quiera mínimamente desaprobar aún una sola palabra de lo que está escrito sobre mi Divina Voluntad. Por eso continúa escuchándome hija mía, no quieras estorbar a mi amor, ni me quieras atar los brazos con el hacer retroceder en mi seno lo que quiero que continúes escribiendo. Demasiado me cuestan estos escritos, me cuestan cuanto cuesto Yo mismo. Por eso tendré tal cuidado, que ni siquiera una palabra dejaré que se pierda”.

+ + + +

36-16
Junio 26, 1938

La voluntad humana unida a la Divina, también ella sabe hacer prodigios; sin Ella es una pobre lisiada. Quien vive del Querer Divino adquiere el acto conquistante.

(1) Estoy siempre en los brazos del Querer Divino, su luz pone en fuga la noche de mi voluntad, su belleza me rapta, su amor me encadena, tanto, que no sé encontrar el camino para salir de dentro de su seno de luz, pero no sé el por qué tenía miedo y temor de mi voluntad. Y el amado Jesús visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, la voluntad humana junto con la mía, también ella sabe hacer prodigios, en cambio sin la mía es una pobre lisiada que no puede ayudarse ni siquiera por sí misma. Sin mi Voluntad queda como un discípulo sin el maestro, pobrecito, sin el maestro quedará siempre ignorante, sin ciencia, sin arte, incapaz de ganarse un pedazo de pan para vivir; sin mi Voluntad será como una persona que tiene las piernas sin pies, los brazos sin manos, los ojos sin pupilas, la cabeza sin razón, la boca sin lengua, ¡pobre criatura, en qué abismo de miserias se encuentra! Se diría que sería mejor que jamás hubiese nacido. Así que la cosa que debería dar más terror y espanto es el no vivir unida con mi Voluntad, todas las desventuras le llueven encima, en cambio unida con mi Voluntad, dentro de ella tendrá al maestro a su disposición que le enseñará ciencias más altas y difíciles, las artes más bellas, tanto, de ser un portento de ciencia en la tierra y en el Cielo. La voluntad humana unida con la mía tendrá piernas humanas y pies divinos, que la harán correr en el camino del bien sin cansarse jamás. Tendrá brazos humanos con manos y movimiento divino, que tendrán virtud de hacer las obras más grandes, que la semejarán a su Creador, y con nuestro movimiento divino abrazará al Eterno, nos tendrá

siempre cortejados y estrechados a su corazón. Unida con nuestra Voluntad tendrá la boca humana, pero la palabra, la voz, serán divinas, y ¡oh! cómo hablaremos bien de nuestro Ser Supremo, en suma, tendrá nuestra pupila, por lo cual, mirando todas las cosas creadas reconocerá en ellas nuestra Vida, nuestro amor y cómo debe amarnos. Unida con nuestra Voluntad tendrá la razón divina, sentirá una especie de ciencia infusa, la cual formará el hombre ordenado, todo en orden a su Creador, todo se convertirá en bien, más bien no hay bien que no poseerá si vive en nuestra Voluntad. Ella es la causa de la ruina de todos los males, de todas las desventuras, y llama a vida todos los bienes, porque de ellos posee la fuente de donde salen. Además de esto, para quien viva en nuestro Querer, cada movimiento, respiro, latido, todo lo que pueda hacer, son continuas conquistas que hace, y conquistas divinas, puedo decir que viviendo en mi Querer respira con mi respiro, se mueve con mi movimiento, late con mi latido eterno, así que adquiere el acto conquistante en todos sus actos, y esto le viene dado con justicia y con amor exuberante, porque con el vivir en nuestro Querer, no dando más vida a su querer, por derecho debía estar en las regiones celestiales para hacerse feliz y gozarse nuestra Voluntad felicitante. Ahora, para vivir de nuestra Voluntad en la tierra, la pobre hija se priva de las alegrías del Cielo, y esto es el acto más heroico, el amor más intenso, por lo cual todo el Cielo, nuestra Divinidad, la Soberana del Cielo, todos quedamos heridos y admiramos el heroísmo de esta criatura, y ¡oh, cómo todos la amamos! Y nuestro amor que no se deja jamás vencer por ninguno, cede en cada respiro suyo, a cada pequeño movimiento, si piensa, si mira, si habla, el acto conquistante y divino; las conquistas son innumerables, sentimos que no es la criatura la que respira, la que se mueve, sino Nosotros, y le damos el valor que contiene nuestro respiro y movimiento, que contiene todos los valores posibles e imaginables. Así que es la conquistadora de nuestra Vida y de nuestros actos. Esta feliz criatura, con su acto conquistante se vuelve nuestro desahogo de amor continuo, nuestra misma felicidad, nuestro reposo, y sus conquistas son firmas continuas sobre nuestro decreto de la venida del reino de nuestro Querer sobre la tierra, estas conquistas abrevian el tiempo, mucho más que nuestra Vida obrante no es más extraña sobre la tierra, sino que ya existe y ha formado su reino en esta afortunada criatura. Por lo tanto sé atenta, no te detengas jamás, y Yo tendré cuenta de todo, aún del respiro, para amarte de más y para hacerte hacer tantas conquistas, una más bella que la otra”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, en cuanto la criatura me hace don de su voluntad para vivir en la mía, le hago don de la mía, ¿pero sabes tú qué hace mi Voluntad antes de donarse? Se vierte sobre el acto de ella, lo embellece, forma en él su día, lo santifica, pone en él sus alegrías divinas, y después se encierra Ella misma en el acto de la criatura. Conforme mi Fiat obra en este acto, todas las cosas creadas reciben nueva vida, nueva creación, se sienten renovadas en la belleza, en el amor, en la alegría de su Creador; y en cuanto completa su acto divino, el acto queda de la criatura, y todos quedan a la expectativa para ver qué cosa hace la criatura de este acto, porque es un acto que encierra todo, y todos se sienten encerrados en aquel acto; ¿y la feliz criatura qué hace? Se lo goza, lo besa, lo abraza, y sabiendo que un acto tan grande no puede quedar para sí sola, en su énfasis de amor, de la alegría, dice: ‘Voluntad adorable, Voluntad Divina me has dado, y Voluntad Divina te doy para darte la correspondencia, el agradecimiento, la gloria, la alegría, el amor que me has dado, soy incapaz de poderlo contener, por eso este acto corre a todos, santifica, embellece, felicita, da amor a todos’. Éste es el acto más bello que puede darme la criatura, ninguno puede igualar este acto, esto es, dar mi Voluntad, para recibirla y darla de nuevo”.

+ + + +

36-17
Junio 30, 1938

El verdadero Amor quiere encontrarse a Sí mismo en la persona amada. Cómo Nuestro Señor formó tantos caminos para hacerse encontrar. El conocimiento abre todas las puertas entre Dios y la criatura.

(1) Mi pobre mente se siente bajo el imperio del Fiat, que atrayéndola hacia Sí la hace seguir lo que ha hecho por amor de las criaturas. Y mientras seguía los actos de la Redención, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija de mi Voluntad, mi amor siente la necesidad de desahogarse con quien me ama, y de confiarle mis más íntimos secretos. El verdadero amor tiene esta virtud, de romper cualquier secreto, porque quiere encontrar en la persona amada lo que posee Él mismo, sus alegrías, sus dolores, todas sus mismas prerrogativas, el amor quiere encontrarse a Sí mismo en la persona amada.
(3) Ahora debes saber hija mía, que cuando vine a la tierra, mi amor no me dio reposo. Apenas concebido comencé a formar tantos caminos que debían servir a las criaturas para venir a Mí; estos caminos, mientras los formaba, los extendía, pero no los separaba de Mí, Yo permanecía siendo el centro de donde todos los caminos partían, así que cada acto, palabra, pensamiento, paso que daba, eran caminos de luz, de santidad, de amor, de virtud, de heroísmo, que formaba, así que cada acto que hace la criatura encuentra mi camino para venir a Mí. A la cabeza de estos caminos, que son innumerables, ponía como Reina a mi Voluntad, y Yo me ponía a esperar a la cabeza de cada camino para recibirlas en mis brazos, pero muchas veces espero en vano, y mi amor, no dándome ni paz ni reposo, me pongo en camino para encontrarlas al menos a la mitad de la vía, y si las encuentro, invisto el acto de la criatura, de modo que me hago acto y camino de ella, y con un amor exuberante la cubro, la escondo en mi mismo amor, la cubro con mis mismos actos, pero tanto, de encontrarme a Mí mismo en ellas, y las llevo para tenerlas al seguro en los brazos de mi Voluntad. Por eso cada pensamiento de la criatura tiene el camino de mis pensamientos, cada palabra tiene el camino de mis palabras, cada obra tiene el camino de mis obras, cada paso tiene el camino de mis pasos, si sufre tiene el camino y la vida de mis penas, y si quiere amarme tiene el camino de mi amor. He circundado a las criaturas de tantos caminos míos, de modo que no me puedan huir, y si alguna me huye, doy en delirio, corro, vuelo para encontrarla, y sólo me detengo cuando la he encontrado y la encierro en mis caminos para no dejarla salir más. Es por eso que mi venida a la tierra no fue otra cosa que desahogar mi amor reprimido por tantos siglos, por el cual llegué a los excesos, formé la nueva creación, más bien la superé en la multiplicidad de las obras y en la intensidad de mi amor. Pero mi amor está reprimido aún, y como desahogo quiero dar mi Voluntad como vida, para darles el bien más grande que puedo darles, y para recibir la gran gloria de tener a sus hijos en nuestro reino.
(4) En cuanto la criatura entra en nuestro Querer, es tanto nuestro contento, que nos da el campo para repetir en ella todo lo que hemos hecho en la Creación y en la Redención, nuestro amor quiere ver en acto, como si ahora lo estuviésemos haciendo, el cielo extendido, el sol refulgente de luz, los vientos que soplan continuamente en quien vive en nuestro Querer oleadas de gracias y de amor, mares que murmuran amor, gloria, adoración a mi Creador; en acto repite el descendimiento del Verbo. Mi Voluntad es la repetidora y la portadora en la criatura de lo que hizo mi Humanidad, así que estamos siempre en acto de obrar en ella, no cesamos jamás, porque nada debe faltar en quien vive en nuestro Querer; nuestros mismos actos serán nuestro trono, nuestro cortejo y la misma vida de la criatura. Por eso nuestro amor por ella da en lo increíble, somos todo ojo sobre ella para ver si no encierra todo, y cuántas veces, porque la amamos demasiado, repetimos nuestro acto obrante y ponemos nueva belleza, nueva santidad a nuestras obras maestras que hemos hecho en ella; nos place siempre darle y tenerla ocupada bajo la lluvia de nuestros actos obrantes, para darle ocasión de amarla y de hacernos amar de más. Por eso vive siempre en nuestro Querer, y en Él sentirás el desahogo continuo de nuestro

amor, nuestro acto obrante que no solamente repetirá nuestras obras en acto, sino que agregará cosas nuevas que harán quedar estupefactos a Cielo y tierra”.
(5) Después ha agregado con un acento piadoso: “Hija mía, todos viven en mi Querer, y si no quisieran vivir en Él no encontrarían espacio donde poder vivir. ¿Pero quién siente nuestra Vida Divina? ¿Quién se siente envolver por nuestra Santidad? ¿Quién prueba el contento de sentirse tocar por nuestras manos creadoras para sentirse embellecido con nuestra belleza? ¿Quién se siente ahogar por nuestro amor? Quien quiere vivir en nuestro Querer, no quien se encuentra por necesidad de creación, porque nuestra inmensidad envuelve a todos y a todo, éstos están sin conocernos, como verdaderos usurpadores de nuestros bienes, como hijos desleales e ingratos, degenerados, y como no nos conocen, ni nos aman, Nosotros no encontramos lugar en ellos donde poner nuestra santidad, nuestro amor; sus almas son incapaces de recibir nuestra siempre creciente belleza. No nos dan nada, ni siquiera los derechos de Creador, y mientras viven junto en nuestro mar divino, están como lejanos de Nosotros, con no conocernos han puesto las barreras, han cerrado las puertas y han roto las comunicaciones entre ellos y Nosotros. El conocimiento es el primer anillo de unión entre ellos y Nosotros, y el querer vivir en nuestro Querer es lo que quita las barreras y abre todas las puertas para hacer venir a la criatura en nuestros brazos para deleitarse con Nosotros; es el amarnos lo que nos hace verter a torrentes nuestro amor, nuestras gracias, hasta cubrirla de nuestras cualidades divinas. Si no está el conocimiento nada podemos dar, ni ellas recibir. En cambio quien vive en nuestro Querer nos conoce, en cuanto entra en Él da su beso a su Padre, lo abraza, nos pone en torno su pequeño amor, y Nosotros le damos nuestros mares de amor; se besa con todo el Cielo, podemos decir que se abren las fiestas entre ella y Nosotros, entre el Cielo y la tierra, Nosotros mismos la llamamos bienaventurada y le decimos: Tú eres la más feliz y afortunada criatura, porque vives en nuestro Querer, vives y nos conoces, vives y nos amas, y Nosotros te tenemos escondida en nuestro amor, cubierta por nuestros brazos, bajo la lluvia de nuestras gracias”.

+ + + +

36-18
Julio 6, 1938

En el Querer Divino todo es triunfo, alegrías y conquistas. El oficio de madre del Querer Divino. Ejemplo del mar.

(1) Estoy entre los brazos del Querer Divino, y puedo decir que cada día hago mi jornada en su mar. Todo lo que ha hecho tanto en la Creación como en la Redención, se me hace presente y me dicen: “Ya somos tuyos, mira con cuánto amor te hace don de nosotros tu Creador. Tú, pon en nosotros tu pequeño amor, a fin de que el amor creante ame en el amor creado, y el amor creado ame en el amor creante, y queden victoriosos los dos”.
(2) Pero mientras seguía los actos del Querer Divino, quería tomar por asalto el Cielo, encerrarme en la región celestial para no salir de ella nunca más. ¡Oh! cómo me pesa el exilio, si no fuera porque el Fiat Divino hace correr en mí sus ríos de gozos y de felicidad celestial, yo no sé cómo haría para soportarlo, y me sentía amargada. Y mi amado Jesús que me vigila en todo y no quiere que me ocupe de otra cosa sino sólo de vivir en su Querer, compadeciéndome y reprochándome dulcemente, me ha dicho:
(3) “Mi buena hija, ¿por qué te afliges? En mi Voluntad suenan mal las amarguras, porque Ella es fuente de todas las dulzuras, de triunfos y conquistas, y si las criaturas están amargadas es porque no viven en Ella, y su voluntad las tiraniza, sufren amarguras y quedan vencidas. Por eso, ánimo hija mía, tú debes saber que cuando la criatura vive en mi Voluntad, siente la necesidad de su patria celestial, ya se siente poseedora de ella, y privándose por amor mío de la gloria celestial, en cada acto que hace me siento dar a Mí mismo por ella, me dona todo el Cielo y el océano de las alegrías y felicidad que hay en las

regiones celestiales. Entonces, ¿no quieres dar este contento a tu Jesús? Y además, si no termino de formar en ti el reino de mi Querer, ¿cómo puedo transmitirlo a los demás? Por eso déjame hacer”.
(4) Después de esto ha agregado: “Hija mía, es tanto mi amor por quien vive en mi Querer, que hago como una mamá que tuviese un hijo lisiado, y que ella tuviese el poder de dar a su hijo la belleza más sublime; la madre se extiende sobre de él, lo calienta con su calor, y por medio de besos y de abrazos le da nuevamente al hijo el uso de los miembros, lo vuelve bello, y mirándolo como fruto de su amor materno se siente feliz. Pero la mamá no tiene este poder, y por lo tanto será siempre infeliz con su hijo. Pero lo que no tiene la madre lo tengo Yo, mi amor es tanto, que conforme la criatura entra en mi Voluntad me extiendo sobre de ella, la caliento con mi amor para llamarla a nueva vida, la beso y la vuelvo a besar, me la estrecho al corazón para quitarle cualquier mal que pudiese ensombrecerla y quitarle la frescura y belleza divinas, después soplo sobre de ella, le mando mi aliento regenerador para generarla a nueva vida y restituirle la belleza más sublime. No contento aún, formo el trono con todas mis obras y sobre él pongo a mi Querer como Rey sobre su trono, reinante y dominante en esta criatura. Puedo decir: ‘¿Qué otra cosa podía hacer y no hice? ¿Podía tal vez amarte de más y no te he amado?’ Tú debes saber que mi amor llega al exceso; conforme la criatura hace sus actos en mi Querer, Yo llamo en aquél acto a todos nuestros actos que hemos hecho, posibles e imaginables, también mi misma Generación del Verbo, de la cual procedió el Espíritu Santo, toda la Creación, mi Encarnación en el tiempo, todo, todo lo encierro en aquel acto para poder decir: ‘Es acto nuestro, es acto completo’. Nada debe faltar, y la criatura debe podernos decir: ‘En tu Voluntad todo es mío y todo puedo daros, aun a Ustedes mismos’. Así que nuestra gloria, nuestro amor, se difunden en todas nuestras obras, y reuniendo todo se vierte hasta nuestro seno divino. ¡Oh! cómo es dulce oír resonar en todas las cosas: ‘Gloria, amor a nuestro Creador!’ ¿Pero quién nos ha dado la ocasión de recibir tanta gloria nuestra? Quien vive en nuestro Querer”.
(5) Después de esto ha agregado: “Hija mía, en cuanto la criatura llama a mi Voluntad en sus actos, en su oración, Ella repite aquel acto y ora junto con la criatura, y como con su inmensidad se encuentra por todas partes, la Creación, el sol, el viento, el cielo, los ángeles y santos, sienten en ellos mismos la fuerza de la oración creadora, y todos oran.
¡Oh! los prodigios de esta oración, es omnipotente, envuelve a todos, se da a todos, sólo en quien ingrato no la quiere recibir queda sin efectos, así que mi Voluntad posee la virtud orante, y ¡oh! cómo es bello verla orar en su modo divino y con su virtud creadora, que se impone sobre todos y hace orar a todos, esta plegaria se impone sobre nuestros atributos divinos y nos hace verter lluvia de misericordia, de gracias, de perdón y de amor. Basta decir que es oración nuestra, para decir: ‘Todo puede dar’.
(6) Ahora, tú debes saber que la criatura, haga o no haga nuestra Voluntad, viva o no viva en Ella, está en su inmensidad, más bien es Vida de su vida y acto de sus actos, y la asiste continuamente con su acto creante y conservante, pero quien vive en Ella siente su Vida, su potencia, su santidad, y ¡oh, cuánto la ama! Sucede a esta criatura como al pez que está en el mar y lo conoce, siente este mar divino que le hace de lecho, la lleva en los brazos de sus aguas celestiales, la alimenta, la hace caminar en su mar, la recrea, la embellece, y si quiere dormir le forma el lecho en el fondo de su mar para hacer que ninguno la despierte, es más, duerme junto con ella. Es tanto el amor de mi Voluntad por quien está en su mar y conoce que está dentro, que hace en esta criatura todas las artes que quiere hacer: Si quiere pensar, piensa en ella; si quiere mirar, mira en sus ojos; si quiere hablar, habla y la tiene en continua comunicación, y le dice tantas maravillas de nuestro eterno amor; si quiere obrar, obra; si quiere caminar, camina; si quiere amar, ama. Mi Fiat tiene siempre qué hacer con esta criatura, y ella no solamente lo reconoce, sino que no lo deja jamás solo, se profundiza más en su mar, porque sabe que si sale pierde la vida, le sucedería como al pez, que si sale del mar pierde la vida. Estas criaturas que viven en nuestro Querer son nuestros habitantes celestiales, y con su amor se deleitan en formar las olas en nuestro mar para recrearnos y felicitarnos. En cambio, quien está en la inmensidad

de nuestro mar y no nos conoce, nada siente de todo esto, no sienten nuestras premuras paternas que las estrechan al seno, viven en nuestro mar como si no vivieran, son muy infelices, como si no fueran hijos nuestros, viven como extraños, y Nosotros no siendo conocidos, estamos obligados por su ingratitud a no decirle ni siquiera una palabra y a retener reprimidos en nuestro seno los bienes que debíamos dar. El ver a nuestros hijos pobres, desemejantes de Nosotros sólo porque no nos conocen, es un dolor para Nosotros, y si diéramos sería como dice el Evangelio: ‘No den las perlas a los puercos, porque no conociéndolas las ensuciarían y las pisarían bajo sus pies’. Por eso el conocimiento hace conocer donde estamos, con quién estamos, qué podemos recibir y qué debemos hacer. Así que, quien no conoce es el verdadero ciego; por cuantos bienes se le pongan a su alrededor, él no ve nada y es el vagabundo de la Creación”.

+ + + +

36-19
Julio 11, 1938

Cómo el verdadero amor, lo que quiere uno lo quiere el otro. Cada acto de Voluntad Divina es un camino que se abre entre el Cielo y la tierra. El Fiat de Dios en la criatura.

(1) Estoy siempre entre los brazos del Querer Divino, y mientras escribía sentía el peso del gran sacrificio de escribir, y lo ofrecía a mi amado Jesús para obtener que la Divina Voluntad sea conocida, deseada y amada por todos. ¡Oh, cómo quisiera dar mi vida para poderla hacer conocer por todos! Y como me sentía sufriente, con trabajo continuaba escribiendo, y mi dulce Jesús para fortificarme me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, ánimo, Yo estoy contigo, y es tanta mi complacencia mientras escribes, que en cada palabra que escribes te doy un beso, un abrazo, una Vida Divina mía por don, ¿y sabes por qué? Porque veo copiada en estos escritos nuestra Vida de eterno amor, la copia de nuestra Divina Voluntad Obrante, y además, nuestro amor reprimido por casi seis mil años que se desahoga, que tiene sus refrigerios a nuestras llamas, que hace conocer cuánto ama a la criatura, y que la ama tanto que quiere darle su Voluntad como vida, y esto para que podamos decir tanto Yo como la criatura: ‘Lo que es mío es tuyo’. El verdadero amor solamente está contento cuando puede decir: ‘Nos amamos con un amor igual, lo que quiero Yo lo quiere ella’. Si hubiera disparidad de amor volvería infeliz al amor del Uno y del otro, y si el Uno quisiera una cosa, y el otro quisiera otra distinta, la unión, el amor cesarían. Entonces, como mi amor es verdadero amor, y sabiendo que la criatura posee amor y voluntad finitas, le doy mi amor y Voluntad infinita y así podemos decir: ‘Nos amamos con un solo amor, tenemos una sola Voluntad’. Si el uno no llega a ser voluntad del otro, el verdadero amor no existe, ni posee la fuente. Por lo tanto deberías estar contenta por el sacrificio que haces de escribir, sabiendo que sirve al desahogo de mi amor por tantos siglos reprimido y para el refrigerio de mis llamas, que son tantas, que me hacen llegar al delirio; por eso amémonos con un solo amor y digamos juntos: ‘Lo que quieres tú, quiero yo’. Di, Jesús, mi voluntad piérdela en la tuya, y dame la tuya para vivir”.
(3) Después de que los dos hemos declarado querer vivir con un solo Querer, mi amado Jesús ha agregado con más ternura:
(4) “Mi buena hija, tú debes saber que cada acto hecho en mi Querer, es tanta su potencia, que abre un camino para el Cielo, para sí mismo y para los demás que vienen detrás, así que cada acto es un camino que conduce al Cielo. Estos caminos descienden del Cielo, entrelazan la tierra, se difunden dondequiera, y para cualquiera que quiera entrar se hacen caminos seguros y conductores seguros que lo guían hasta el seno de su Creador. Mira entonces qué cosa es un acto hecho en mi Voluntad, es un camino de más que se abre entre el Cielo y la tierra. Cómo es bello el vivir en mi Querer, no sólo es un camino, sino que en cuanto el alma está por hacer su acto, el aliento divino desciende en

su acto y dándoselo llena todo lo creado con su aliento omnipotente, y todos sienten el refrigerio, el amor, la potencia del aliento creante, que tiene poder de encerrar a todos y a todo, embalsamándolos con su aire divino y celeste.
(5) Mi Voluntad, obrante tanto en Nosotros mismos como en la criatura, debe obrar prodigios, pero tanto, que debe poder decir: ‘Soy un acto divino, puedo hacer todo’. Así que no hay honor más grande que podamos darle, ni Nosotros recibir gloria que más nos glorifique, nos felicite y nos vuelva gloriosos y triunfadores por parte de las criaturas, que hacer obrar a nuestra Voluntad en sus actos; nos sentimos encerrados en el acto de ellas mientras quedamos libres, y obrar en el cerco humano como sabemos obrar como Dios. Hacer esto es para Nosotros un amor exuberante, amamos nuestro acto en el cual vemos desarrollar nuestra potencia y belleza inaccesible, nuestra santidad, amor y bondad, que cubren todo, besan y se abrazan con todos, porque quisieran transmutar a todos y a todo en nuestras dotes divinas. ¿Cómo no amar un acto tan grande? Amamos a aquélla que nos ha llamado y nos ha prestado su acto para hacernos hacer un acto tan grande. ¿Cómo no amarla si nos ha servido como portadora para obrar tantas maravillas nuestras? ¿Qué cosa no daremos a ella, y quién podría negarle algo? Basta decirte que quien vive en nuestro Querer deja atrás a todos, es la primera en la santidad, en la belleza, en el amor; sentimos nuestro eco, nuestro aliento en el suyo; ella no ruega, sino que toma lo que quiere de nuestros tesoros divinos, por eso, lo que más te debe interesar es vivir en nuestro Querer Divino”.
(6) Después de esto ha agregado: “Hija mía, nuestra Voluntad circula en todas las cosas creadas como sangre en las venas. El acto primario, el movimiento, el calor, es siempre suyo, pero, si encuentra una criatura que la reconozca y viva en Ella, mientras continúa circulando en todo, en esta criatura se detiene y forma su apoyo para obrar sus maravillas, y mientras con su potencia e inmensidad no deja a ninguno, con esta criatura abre sus comunicaciones, porque tendrá oídos para escucharla, inteligencia para comprenderla, corazón para recibirla y amarla; en ésta hará el depósito de sus gracias, de sus finezas de amor. La voluntad humana que vive en Ella le servirá como espacio donde continuar su acto obrante, en ella formará su centro, su estancia divina y su desahogo de amor continuo, y conforme haga sus actos en mi Querer, así renace en Dios y Dios en ella, y estos renacimientos hacen surgir nuevos horizontes, cielos más bellos, soles más refulgentes, nuevos conocimientos divinos. Cada acto de más que hace en mi Querer, nos sentimos más llevados a hacernos conocer, sentimos más confianza de confiarnos a ella, porque estando nuestra Voluntad en ella sabrá custodiar con celo lo que le decimos y lo que le damos, y por eso en cada renacimiento, renacerá a nuevo amor, a nueva santidad, a nueva belleza. Así que, mirándola, en el delirio de nuestro amor le decimos: ‘Nuestro Querer te hace siempre más bella, más santa, y por cuanto más estás en Ella tanto más creces y renaces en nuestro Ser Divino. Cada acto de más que haces, nuestra Voluntad se impone sobre Nosotros para hacernos darte de lo nuestro, decirte nuevos secretos y hacerte nuevos descubrimientos de nuestro amor. Si no diéramos siempre a esta criatura nos sentiríamos faltar el movimiento a nuestra Vida Divina, lo que no puede ser; y ella tampoco podría estar si no recibe, se sentiría faltar el alimento del amor, las ternuras de su Padre Celestial. Por eso sé atenta y reconoce que eres llevada por los brazos de nuestra Paternidad Divina”.

+ + + +

36-20
Julio 18, 1938

Cómo es bello ver a la criatura en la Divina Voluntad. Cómo las cosas creadas la esperan para amar a su Creador. El amor exuberante de Dios para quien vive en Ella.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, su potencia e inmensidad sienten como la necesidad de la compañía de su amada criatura para llevarla a todas partes donde Él se encuentra, y conforme encuentra sus obras la detiene para decirle la diversa historia que cada obra suya posee, y la diversidad de amor con el cual están animadas; y se deleita tanto en el hacer conocer la fuente, la especialidad de sus obras, que no sólo hace don de sus obras a quien lo escucha, sino que festeja junto con ella sus obras. Ahora, mientras mi mente era sorprendida y arrebatada, mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, no hay encanto más bello, que más deleite a nuestro Ser Supremo, que ver entrar a la criatura en nuestra Voluntad. Esta criatura conforme entra, nos toma como en sus brazos y se reviste por dentro y por fuera de nuestro Ser Divino, y Nosotros para corresponderle la tomamos en nuestros brazos para gozárnosla, y ¡oh! cómo es bello verla, pequeña pero bella, pequeña y potente, pequeña y sabia, pequeña y fuerte, tanto, de poder llevar a su Creador; no hay cosa en la cual no nos semeje, así que con sólo entrar en nuestro Querer adquiere y se viste de nuestras cualidades divinas, y con derecho dado por Nosotros domina sobre todo, se da a todos, ama a todos y quiere ser amada por todos, y quiere que todos nos amen. Ver a una criatura que quiere que todos nos amen es nuestra alegría más pura, más bella, más grande, propiamente oímos nuestro eco, que queremos que todos nos amen y amamos a todos; y si muchos no nos aman, nos sentimos ofendidos y robados nuestros derechos de Creador, de Padre que ama mucho a sus hijos. Así que nos sentimos retratados por esta criatura, encontramos en ella nuestras mismas locuras de amor, ¿cómo no amarla? Por eso a ella nuestro primer beso, nuestros abrazos, las estratagemas de amor que le hacemos son inauditas, y por cuánto más la amamos, más queremos amarla”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y después ha agregado:
(4) “Hija mía, todas las cosas creadas te esperan, ¿pero sabes por qué? Porque sienten en virtud de mi Fiat del cual todas están animadas, la unión, la inseparabilidad contigo, y como a la criatura le es dada la supremacía sobre todo, te esperan en medio de ellas a fin de que junto con ellas nos glorifiques, nos ames, según el oficio que cada una de las cosas tiene para darnos. Cada una de las cosas creadas posee la plenitud del propio bien: El sol posee la plenitud de la luz, y cada acto de luz que emite, cada efecto y bien que hace salir de su seno de luz, es una continua cancioncita de gloria, de amor que nos da, pero no nos la quiere dar por sí solo, sino que quiere junto a aquella criatura por la cual ha sido creado, y sólo quedamos verdaderamente amados y glorificados cuando la criatura animada por nuestra Voluntad, corre en aquel acto de luz y nos ama, y nos glorifica con amor y gloria de luz; vemos realizada nuestra finalidad, la causa por la cual creamos la luz, cuando encontramos a la criatura que, escondida en aquella luz, nos ama con la plenitud de la luz y del calor; encontramos en ella amor que nos hiere, amor que nos endulza, amor que dice siempre ‘amor’. Por eso dábamos a la criatura un sol en su poder, para que nos amase. Si no la encontramos en las cosas creadas no estamos contentos, ellas se vuelven como instrumentos sin sonido y sin vida, a lo más nos amamos y nos glorificamos Nosotros mismos en ellas, pero no es la criatura que nos ama y nos glorifica, y entonces nuestra finalidad queda malograda. Te espera el viento, a fin de que tu voz corra en sus gemidos, para oír tu amor gimiendo hacia su Creador, ¡oh! cómo se siente honrado cuando ve en la impetuosidad del viento, tu amor impetuoso, casi imperante hacia Aquél que lo ha creado, y cuando ve sus oleadas, sus alientos investidos por tu te amo; y mientras nos sentimos soplar de amor por ti, Nosotros te damos nuestro aliento de amor para ser más amados. Te espera el aire que todos respiran, a fin de que quede animado con tu voz, y en cada respiro que las criaturas reciban, reciban el ‘te amo’ de su Creador, y en cada respiro que emitan corra tu ‘te amo’ para traernos en el regazo de ‘tu te amo’ todas las vidas y respiros cambiados en tantas voces de amor. Todos te esperan para recibir la nueva vida de amor de la cual es portadora el alma que vive en mi Querer, también los santos, los ángeles, la misma Reina del Cielo te esperan para recibir la frescura, la alegría del amor obrante de la criatura, que si bien vive en la tierra, pero vive en aquél mismo Querer con el cual ellos

viven, para ser como regados por el amor de esta feliz criatura; sienten el nuevo amor del cual mi Querer la ha llenado, que invistiendo a todos sienten la alegría del amor conquistante del cual es portadora. Qué orden, qué armonía hija mía pone quien vive en mi Voluntad entre el Cielo y la tierra, todos sus actos, movimientos y pensamientos se cambian en voces, en sonidos, en armonías, que invistiendo todas las cosas creadas hacen decir a todas ellas que nos aman, y mientras Nosotros quedamos amados, junto con Nosotros quedan todos amados con nuevo amor. Todo el Cielo queda embelesado al ver las maravillas, el dulce encanto de quien vive en nuestro Fiat Divino.
(5) Ahora, tú debes saber que mi amor no está contento si no hago y doy nuevas sorpresas de amor a quien vive en mi Querer, si no agrego cosas nuevas para hacerlas conocer, así que escucha hija mía cuánto te he amado: Mi Padre Celestial me generaba, y Yo lo amaba, y en aquél amor te amaba también a ti, porque mi Voluntad te llevaba siempre presente. Yo Genero continuamente, y del arrebato e ímpetu de nuestro amor de Padre e Hijo Procedió el Espíritu Santo, y en aquel arrebato te amé también a ti con amor continuo. Creé toda la Creación, y en cada cosa que creaba, primero te amaba a ti y después la creaba y la extendía a tu servicio. También en el amor entre Yo y mi Mamá Celestial te amé, y ¡oh, cuánto te amé al encarnarme en su seno virginal! Te amé en cada respiro, en cada movimiento, en cada lágrima, mi Voluntad te hacía presente para que te amase, y tú recibieras como don mío mi respiro, mis lágrimas, mi movimiento. Ha llegado a tanto mi amor por quien debía vivir en mi Querer, que también cuando hacía gracias a mis santos y los amaba, en aquel amor ella venía encerrada. Puedo decir: ‘Te he amado siempre, te he amado en todos y en todo, te he amado en todos los tiempos, en todo lugar, te he amado dondequiera y por todas partes’. ¡Oh! si todos supieran lo que significa vivir en mi Querer, los mares de amor y de gracias de los cuales son inundados; un Dios que los ama con amor siempre nuevo; entonces, así como en nuestro Ser Divino podemos tener nuestra pasión divina y predominante, que es el que la criatura viva en nuestro Querer, así también se volvería su pasión predominante, y a cualquier costo pondrían su vida para vivir en aquel Fiat que tanto los ama”.

+ + + +

36-21
Julio 24, 1938

Diferencia que hay entre la Voluntad Divina y el Amor. Quien vive en el Divino Querer recibe el depósito del amor de todas las cosas creadas, y forma el apoyo a los actos
de Nuestro Señor. Llamado a todos.

(1) Me siento investida por el Fiat, me parece que me llama en todas las cosas creadas para darme su amor, y así poderlo amar de más, pero pensaba entre mí: “¿Qué diferencia hay entre el amor y la Divina Voluntad?” Y mi adorable Jesús repitiéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija de mi Voluntad, mi Voluntad es vida, mi amor es alimento. La vida no puede estar sin el alimento, y si existiese el alimento sin la vida que lo toma, se volvería inútil, y Dios cosas inútiles no sabe hacer; la vida hace surgir el alimento, así que la una y el otro se vuelven necesarios. La vida no puede formarse, ni crecer, ni desarrollar sus obras grandes sin alimentarse; el alimento quedaría sin obras, sin dar de sí en cosas maravillosas, si no tuviese una vida que lo recibe. Además de esto, mi Voluntad es luz, el amor es calor, inseparables entre ellos, no puede estar la luz sin el calor, ni el calor sin la luz, parece que sean gemelos nacidos en un parto, sin embargo la primera en nacer es la luz y después surge el calor, así que el calor es hijo de la luz; así mi Voluntad tiene su acto primero, el amor es su hijo predilecto, su primogénito inseparable. Si mi Voluntad no quiere, no se mueve, no quiere obrar, entonces el amor se está escondido dentro de su Mamá sin hacer

nada; en cambio, si mi Voluntad quiere obrar, el amor corre, vuela, es todo ojo, movimiento, obras y pasos, sin cansarse jamás. Así también en la criatura, si se hace mover por mi Voluntad tendrá verdadero amor, será firme, constante e irremovible en el bien; pero si no está animada por Ella, su amor será un amor pintado, sin vida, inconstante; pobre amor, donde no está la Vida de mi Voluntad, el bien, las obras que hará estarán expuestas al frío intenso, a las heladas nocturnas, al sol ardiente, los cuales tienen virtud de quemar y hacer secar las obras más bellas. Mira entonces hija mía la diferencia entre mi Voluntad y el amor, no puede nacer el hijo sin la madre, por eso lo que más te debe importar es el poseer su Vida si no quieres ser estéril en el bien, sin generación, para poder poblar Cielo y tierra”.
(3) Después de esto ha agregado: “Hija mía bendita, el vivir en mi Voluntad Divina pone orden a todo y hace conocer el bien que todas las cosas creadas poseen, el amor con el cual están investidas, y cómo se derraman sobre la criatura para hacerla amar por cada uno de los amores distintos que cada una de las cosas creadas posee. Así que encontramos en quien vive en nuestro Fiat Divino, el amor con el cual creamos y extendimos el cielo, y la multiplicidad de nuestro amor distinto con el cual lo adornamos de estrellas; cada estrella es un amor distinto, y lo vemos sellado en la criatura, la cual amándonos con tanta diversidad de amor por cuantas estrellas hay, sentimos coronar a nuestro amor inmenso e infinito con la corona del amor de la criatura. ¡Oh, cómo quedamos contentos al encontrar en ella su amor que corona el nuestro! Y para corresponderle duplicamos nuestro amor en ella para hacernos amar de más, a fin de que supere al cielo con todas sus estrellas en el amarnos. Encontramos en ella el amor con el cual creamos el sol; el sol es uno, pero la multiplicidad de los efectos y bienes que produce es innumerable, cada efecto es un amor distinto, puede ser un beso, una caricia de luz que da el Creador a su criatura, un abrazo de amor, tantos actos de vida que hacemos surgir de dentro de aquellos efectos, que se pueden llamar alimentos con los cuales viven las criaturas; y Nosotros encontramos en quien vive en nuestro Querer el amor y la multiplicidad de los efectos con los cuales creamos al sol, y ¡oh! cómo nos sentimos restituir el amor, los besos, los abrazos, la multiplicidad de los efectos de amor que posee la luz, y nos sentimos coronar nuestra luz inaccesible con la corona de luz de amor de la criatura. ¿Qué cosa no nos hace encontrar nuestra Voluntad en quien vive en Ella? Nos hace encontrar el amor con el cual creamos el viento, el aire, el mar, la florecita del campo, a todo y a todos, y ella nos da nuevamente este amor, es más, nos lo duplica y Nosotros duplicamos el amor con el cual creamos todas las cosas creadas. Nuestro amor hace fiesta, se siente amado, correspondido y prepara nuevas sorpresas de amor y forma la creación obrante en la criatura. Este amor vincula todo, Cielo y tierra, corre dondequiera y se pone como cemento para restablecer la inseparabilidad entre Dios y la criatura, la cual había sido rota por la falta de amor entre Dios y la criatura.
(4) Ahora, es tanto mi amor por quien vive en mi Querer Divino, que lo que hago Yo se lo hago hacer a ella, le doy el derecho sobre mis actos como si fueran suyos, y estoy esperando con ansia que tome mis pasos para hacerla caminar, que tome mis manos para hacerla obrar, mi voz para hacerla hablar, tanto, que si alguna vez deja de servirse de Mí, mi amor le reprocha dulcemente y con ternura indecible le digo: ‘Hoy no me has hecho caminar, mis pasos estaban esperándote para caminar en ti, y tú me los has dejado parados; hoy mis obras están suspendidas, porque tú no me has dado el espacio para obrar en tus manos; hoy he estado siempre en silencio porque no me has hecho hablar en tu voz; mira, también mis lágrimas las tengo sobre mi rostro, porque tú no me las has quitado para servirte de ellas para lavarte, para refrescarte en mi amor y para hacer con ellas un baño para quien me ofende, y Yo por eso me siento aún el rostro bañado en llanto; hoy mis penas están sin los besos y los alivios de quien me ama, y por eso me las siento más encrudecidas’. Por eso tómame todo, no me dejes nada, hazme apoyar mi Ser con todos mis actos sobre de ti y sobre todos tus actos, y así te llamaré mi apoyo, mi refugio. Pondré en ti, en el banco de mi Voluntad que reina en ti, todo lo que hice y sufrí estando en la tierra, lo multiplicaré, lo centuplicaré, lo haré resurgir continuamente a nueva vida, a fin

de que tomes para ti lo que quieras, y me darás a todos para que todos me conozcan y me amen. Debes saber que en cuanto la criatura entra en mi Voluntad para hacer sus actos, hace el llamado a todas las cosas creadas, a los santos y a los ángeles, a fin de que todos sean encerrados en aquel acto, y ¡oh! cómo es bello sentir en aquel acto que todos me aman, que todos me reconocen y adoran, que todos hacen la misma cosa. Mi Voluntad llama a todos, se impone sobre todos, y todos quedan felicitados, honrados de ser encerrados en aquel acto hecho en el Querer Divino, para amar con nuevo amor y con el amor de todos a Aquél que tanto los ama”.

+ + + +

36-22
Julio 30, 1938

Cómo en el Cielo hay innumerables mansiones. Cada uno de los bienaventurados tendrá un Dios para sí, todo suyo.
Cómo Jesús nos ama en todas las cosas creadas.
Espontaneidad de Jesús en las penas.

(1) Mi pobre mente es frecuentemente investida por el arrebato del amor del Querer Divino, sus maravillas son siempre sorprendentes, la una más bella que la otra, y mi amable Jesús, sorprendiéndome con su breve visita, con un amor que raptaba mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Voluntad, los prodigios, las maravillas, las escenas encantadoras que hago en quien vive en mi Querer, son múltiples, y tan bellas y encantadoras, que a ninguno le es dado el imitarlas. Tú debes saber que en el Cielo hay innumerables habitaciones, pero aquéllas preparadas a las almas que han vivido en mi Querer sobre la tierra serán las más bellas, y distintas de las otras, poseerán armonías y escenas divinas encantadoras, alegrías siempre nuevas que surgirán del fondo de mi Voluntad en la cual han vivido, tendrán en su poder alegrías y felicidad siempre nuevas, y por cuantas quieran tantas formarán, porque mi Fiat tiene virtud de crear siempre nuevas alegrías, estas habitaciones serán el nuevo encanto de aquella celestial morada.
(3) Ahora quiero decirte otra sorpresa más bella aún, en el Cielo cada uno de los bienaventurados me tendrá dentro de sí como su Creador, Rey, Padre y Glorificador; y me tendrá fuera de sí, propiamente junto a él, en modo de sentirse llevar en mis brazos; amaremos juntos, nos felicitaremos juntos, no seré un Dios para todos, sino un Dios para cada uno, más bien me tendrá bilocado dentro y fuera de él; Yo los poseeré dentro y fuera de Mí, y ellos me poseerán dentro y fuera, como si fuera solamente para cada uno. Si fuera un Dios para todos no sería plena la felicidad, quién estaría cercano, quién lejano, quién a la derecha, quién a la izquierda, por lo tanto, quién gozaría mis caricias, quién no, quién se sentiría más amado y feliz por mi cercana presencia, y quién no. En cambio, con el tenerme cada uno dentro y fuera de sí, no nos perderemos jamás de vista, gozaremos el amor cercano, no lejano; por cuanto nos hayamos amado y conocido en la tierra, más nos amaremos en el Cielo. Y además, lo que daré a quien ha vivido en mi Querer en la tierra será tan grande, que todos los bienaventurados gozarán doble felicidad. Es verdad que tengo mi trono de donde salen mares de alegría para anegar a toda la patria celestial, pero mi amor no está contento si no me biloco y desciendo a estar al tú por tú con mi amada criatura, para amarnos de más y gozárnosla juntos; y además, ¿cómo poder estar lejano de quien vive en mi Querer, si entre ella y Nosotros se forma la inseparabilidad de Voluntad y de amor? ¿Cómo poder estar lejano, aun un solo paso, si uno solo es el amor con el cual nos amamos y una la Voluntad con la cual obramos? Es más, tú debes saber que quien vive en nuestro Querer es inseparable de todos, aun de las mismas cosas creadas. En cuanto la criatura hace su acto en mi Querer, llama y abraza a todos, encierra a todos en su acto, se impone sobre todos para hacer que todos hagan lo que ella hace. Es por eso

que en un acto hecho en mi Querer Yo recibo todo, aun mi misma Creación para amarme y glorificarme”.
(4) Después de esto ha agregado: “Hija mía, Yo hago como un rey que tiene muchas reinas, que se aman con un amor tal, que el uno no puede estar sin la otra; este rey forma tantos palacios suntuosos, pone dentro de ellos música, las escenas más encantadoras para volver felices a sus reinas y a él junto con ellas; después me biloco para cada una de ellas, de modo que todas me poseen y son felicitadas por mi posesión. El rey no puede bilocarse para hacer felices a sus reinas, y se debe contentar con estar ahora con una, ahora con otra, y esto ya vuelve infeliz su amor, y son tiranizados por un amor interrumpido y no gozado por siempre; y si Yo no tuviese virtud de darme a cada una como si fuese solamente para ella, mi amor me volvería infeliz al dejar a la criatura aun un solo instante sin Mí. En cambio, Yo soy Rey que cortejo siempre a mis reinas, y ellas me cortejan a Mí; si esto no fuera así faltaría en la morada celestial la plenitud de la felicidad”.
(5) Después continuaba mi giro en el Fiat Divino, y me he detenido en lo que hizo Jesús cuando estuvo sobre la tierra, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, para quien vive en mi Querer y me ama, me pesa el silencio, mi amor quiere siempre decir y descubrir hasta donde llega Él, y en cuantos modos la he amado. Ahora, tú debes saber que estando Yo sobre la tierra, no había cosa que hacía en la cual no buscara a mis amadas criaturas, las besaba, me las estrechaba al corazón, las miraba con ternura paterna, así que si me encontraba con el sol, Yo encontraba en su luz a mis amadas criaturas, porque habiéndolo creado para ellas, ellas con derecho señoreaban en su luz; no se puede decir que se es dueño de un bien si no se posee y se está dentro, por lo tanto Yo encontraba en el sol a mis criaturas, me las besaba, las abrazaba y estrechaba al corazón, y como también las tenía dentro de Mí, me las besaba fuera y dentro de Mí, estrechándolas tan fuerte, de fundirlas con mi misma Vida. Si me encontraba en el viento, corría a besarlas; si bebía el agua, también en ella las encontraba, y ¡oh! con cuanto amor las miraba y las besaba, también en el aire que respiraba las encontraba a todas, sentía su respiro y en cada respiro eran besos y amor con los cuales las sellaba. Por eso en cada cosa creada, en el cielo estrellado, en el mar, en las plantas, en las flores, en todo me encontraba con mis amadas criaturas para duplicarles mi amor, para hacerles fiestas, para abrazarlas nuevamente y decirles: ‘Ha terminado vuestra infelicidad porque he venido del Cielo a la tierra para volveros felices, soy Yo que he tomado vuestra infelicidad sobre de Mí, pueden estar seguras, y además, un Dios que os ama será vuestra fortuna, vuestra defensa, vuestra potente ayuda’. Y además, la más bella característica de mi amor es la espontaneidad, tan es así, que las mismas penas que me dieron en la Pasión, primero las formaba en Mí mismo, las amaba, las cubría de besos y después las ponía en las mentes de las criaturas para que me las hicieran sufrir a mi Humanidad; no hubo pena que las criaturas me dieran que no hubiese sido primero querida por Mí, en orden secundario vinieron las criaturas, por eso mis penas estaban empapadas por mi amor, cubiertas por mis besos ardientes, y poseen la virtud creadora para hacer resurgir a las almas a amarme. El verdadero amor se ve por la espontaneidad, un amor forzado no se puede decir verdadero amor, pues pierde la frescura, la belleza, la pureza, y ¡oh! cómo se vuelven infelices en los sacrificios, inconstantes, y mientras parece que aman, como es forzado, o por necesidad, o por personas de las que no pueden librarse, se sienten infelices y amargadas. Un amor forzado vuelve esclavas a las pobres criaturas, en cambio mi amor fue libre, querido por Mí, Yo no tenía necesidad de ninguno. Amé, me sacrifiqué hasta dar la Vida, porque quise y amé. Por eso cuando veo en el alma un amor espontáneo, me rapta y digo: Mi amor y el tuyo se dan la mano, por lo tanto podemos amarnos con un solo amor”.
(7) Después de esto ha agregado: “Hija mía, quien vive en mi Voluntad viene custodiado en mi estancia divina, posee todos nuestros bienes; la fuerza, la luz están en su poder. en cambio quien hace mi Voluntad se forma el camino para llegar a entrar en Ella, ahora, en el camino hay peligros, debe estar expuesto al calor y al frío, no encontrará el agua para beber, alimentos buenos para nutrirse, un lecho para reposar, se puede decir que será un

pobre caminante que no llegará jamás a su habitación. Qué diferencia entre quien vive en mi Querer y quien hace mi Voluntad, pero sin embargo es necesario formarse el camino, esto es, vivir resignado, hacer mi Voluntad en todas las circunstancias de la vida, para poder llegar a vivir en mi Querer, donde encontrará su estancia divina, el centro de su reposo, el exilio cambiado en patria”.

+ + + +

36-23
Agosto 6, 1938

Intercambio de vida entre la Voluntad Divina y humana. Victoria de Jesús. No hay ofensa mayor que sustraerse de la Divina Voluntad. La Creación hablante.
El latido y el respiro divino. Necesidad de Dios de hablar con la criatura.

(1) Siento la necesidad de darme continuamente a la Divina Voluntad, soy la pequeña niña que busco el seno de mi Madre para refugiarme en Ella, para estar al seguro y toda abandonada en sus brazos. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú buscas tu refugio en Mí, y Yo busco mi refugio en ti para gozarme a mi criatura y reposarme en ella, a fin de que su amor me tenga defendido de todas las ofensas de las criaturas. Debes saber que cada vez que la criatura entra en mi Voluntad para hacer sus actos, tantas veces le doy mi Vida Divina, y ella tantas veces me da su vida humana, así que ella queda dotada de tantas Vidas Divinas por cuantos actos ha hecho en mi Voluntad, y Yo quedo honrado, glorificado, circundado por tantas vidas humanas, porque un acto en mi Voluntad debe ser completo; Yo me doy todo, no me reservo nada de mi Ser Supremo, y ella me da todo de su ser humano. Entonces, ¿cuál no será el bien que recibe la criatura con poseer tantas Vidas Divinas mías? Y conforme va repitiendo sus actos, tantas Vidas mías se agregan, y le doy virtud de bilocar su vida para poder decir: ‘¡Por cuantas Vidas mías le he dado, tantas me ha dado!’ Puedo decir que solamente entonces encuentro todo mi contento, cuando a cada instante veo darme la vida de ella, para poder dar la mía. Ver que la criatura me da su voluntad humana es mi más grande triunfo, y llevado por el amor canto mi victoria, victoria que me cuesta mi Vida y la espera de cerca de seis mil años, en los cuales he suspirado con tantas ansias y suspiros amargos y ardientes el retorno de la voluntad humana en la mía, por eso, habiéndolo obtenido, siento la necesidad de reposarme y cantar victoria. Así que no hay alegría más bella que la criatura pueda darme que vivir en mi Voluntad, ni puede haber dolor mayor que pueda darme, que sustraerse de Ella, porque entonces me siento ofendido en todas las cosas creadas, porque dondequiera y por todas partes se encuentra mi Querer, y Yo siento que me llega la ofensa en el sol, en el viento, en el cielo, y hasta dentro de mi seno. ¡Qué dolor el ver el gran don de la voluntad humana que di a la criatura, que debía servir para intercambio de amor y de Vida entre Yo y ella, convertido en arma asesina para ofenderme! Ahora, quien viene a vivir en mi Voluntad es la medicina, el bálsamo, el opio que me hace desaparecer este dolor tan duro. ¿Cómo no debo darme todo Yo mismo en su poder y darle lo que quiere?”.
(3) Después ha agregado: “Es tanto mi amor por quien vive en mi Fiat, que en cuanto la criatura siente la necesidad de respirar, de alimentarse, de moverse, así Yo siento la necesidad de formar una sola Vida con ella, porque mi Voluntad, como la criatura vive en Ella, me la hace respiro mío, latido mío, movimiento mío, alimento mío. Mira entonces cómo me es necesaria su unión permanente Conmigo y dentro de Mí; de otra manera me sentiría faltar el respiro, el movimiento, el latido y el alimento de mi amor por parte de toda la Creación, ¡oh! cómo me sentiría mal, porque quien vive en mi Querer está dentro de nuestro Ser Supremo, es la creación hablante, que se mueve y late, que a nombre de todas las cosas creadas nos trae el alimento del amor que todos deberían darnos. Podemos

decir que nuestro amor alimenta todas las cosas creadas, por eso sentimos la necesidad de recibir la correspondencia de amor para no quedar en ayunas, y sólo quien vive en nuestro Querer, que abraza todo y nos ama en todo, puede darnos la correspondencia de alimentarnos con su amor. ¡Cómo es bello ver a la criatura recoger nuestro amor esparcido por toda la Creación, y también nuestro amor que no ha sido tomado por la ingratitud humana, y nos lo trae para darnos el alimento del amor a nombre de todo y de todos! Ella forma el encanto a todo el Cielo, y Nosotros la llamamos nuestra bienvenida, la portadora de todas nuestras obras, la correspondencia de nuestro amor, en la cual podemos repetir nuestras maravillas”.
(4) Después, con un afecto más tierno ha agregado:
(5) “Hija mía, es tanto nuestro amor por quien vive en nuestro Fiat Divino, que una mamá puede estar, le resulta más fácil el separarse de su hija que a Nosotros, Nosotros no lo podemos, porque nuestra Voluntad la une, la transforma en Nosotros, le hace querer lo que Nosotros queremos y hacer lo que hacemos. En cuanto entra en Ella, así la transporta dondequiera y le da el puesto en todas las cosas creadas para tenerla por todas partes y dondequiera, siempre junto, unida con Ella y decirle en cuántos modos la he amado; estar sin ella nos resulta imposible, deberíamos separarnos de nuestra Voluntad para hacerlo, pero esto no lo podemos hacer, por consiguiente le doy el puesto en el cielo estrellado y,
¡oh! cómo es bello tenerla junto Conmigo en esa bóveda azul, en la interminable extensión de cielo que no se ve punto donde termina, y le digo la historia de nuestro eterno amor, que no tiene principio, ni puede tener fin, ni puede sufrir cambios, y como nuestro amor no cesa jamás, tomamos a la criatura por todos lados, por encima, por debajo, a la derecha, a la izquierda, para adornarla con nuestro amor. Y así como el cielo esconde y cubre el mundo entero bajo su bóveda adornada de estrellas para tenerlo defendido y cubierto, así nuestro amor inmutable, más que cielo, tiene cubiertos y escondidos a todos en el cielo de nuestro amor. Sentimos la necesidad de decir a la criatura cuánto y en cuántos modos la amamos; amarla y hacerle conocer cuánto la amamos para hacernos amar, forma el refrigerio de nuestro amor, y ella, amándonos, si bien es pequeña, pero nos sentimos dar un cielo de amor, y con sus actos repetidos de amor nos sentimos como adornar por tantas estrellas que nos llueven encima: ‘Amor, amor, amor’. Entonces mira: Necesidad de nuestro amor darle el puesto a la criatura en cada cosa creada para decirle la historia distinta de amor que cada una de ellas contiene; le doy el puesto en el sol, y ¡oh! cuantas cosas le digo de nuestro Ente Supremo, de nuestra luz inaccesible que inviste todo con su amor ardiente, que inviste y se esconde en cada una de las fibras del corazón, en cada pensamiento y palabra; con mi luz embalsamo, purifico, embellezco, y formo con mi luz, más que sol, mi Vida de amor en la criatura, y ella siente mi luz y por caminos de luz quiere entrar en los más íntimos escondites de nuestro Ser Supremo para amarnos y ser amada. Cómo es bello encontrar a quien nos ama, nuestro amor encuentra su refugio, su reposo, su desahogo, su correspondencia, por eso dondequiera le damos el puesto, porque en cada cosa creada tenemos que decirle un secreto nuestro de amor. ¡Cuántas cosas tenemos que decir aún, y si la criatura no vive en nuestro Querer, no nos entenderá y nos obliga al silencio! Tú debes saber que conforme la criatura hace sus actos en mi Voluntad, tantos soles surgen, y como un acto en mi Voluntad es tanto que no puede estar sin hacer bien a todos, estos soles conforme surgen, corren en medio de la gente y llevan, a quién el beso de luz, a quién la fuerza, a quién le ponen en fuga las tinieblas, a quién le enseñan el camino, a quién con voz fuerte de luz la llaman al bien. Un acto en mi Voluntad no puede estar sin producir grandes bienes; como el sol que surge en el horizonte, con su luz corre para hacerse luz de cada ojo, corre y madura las plantas, da color a las flores, purifica el aire, se da a todos, se puede decir que renueva y vigoriza la tierra y forma su alegría y su fiesta, así que si el sol no saliese, la tierra se vestiría de luto y estallaría en llanto. Más que sol es un acto en mi Voluntad, su luz corre y hace bien a todos, renueva y vigoriza a todos en su luz, menos a aquél que no lo quiera recibir; y aunque no lo quisieran recibir están obligados a recibir el bien de su luz, como quien no quisiera recibir la luz del sol, está obligado por el imperio de la luz a sentir su calor. Tal es el imperio de un acto hecho en mi

Fiat, no puede estar si no obra prodigios de gracia y de bienes incalculables, por eso quien vive en nuestro Querer hace todo, abraza a todos y nos da todo: Si queremos amor, nos da amor; si queremos gloria, nos da gloria; si queremos hablar, tenemos quién nos escucha; y si queremos hacer obras grandes, tenemos en quién hacerlas y quién nos dará la correspondencia. He aquí por qué te quiero siempre en mi Querer. No salgas jamás de Él”.

+ + + +

36-24
Agosto 12, 1938

Cuando la criatura entra en el Querer Divino, el Cielo se abaja y la tierra se eleva para darse el beso de paz. Amor de Dios al manifestar las verdades. Cómo todas las cosas se vuelven vida, y cómo todas las cosas creadas son miembros de Jesús. Diversidad de amor.

(1) El Querer Divino me está siempre alrededor porque quiere investir mis actos con su luz para extender en ellos su Vida, me parece que está tan atento, que llega a perseguirme de amor y de luz, porque quiere que en todo lo que hago encierre su Vida. ¡Oh, cómo me siento feliz al sentirme acosada de amor y de luz por el Fiat Supremo! Y mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira a qué punto excesivo llega mi amor porque quiere que la criatura viva en mi Querer, que llego a perseguirla de amor y de luz. La luz le eclipsa todos los males, de modo que viendo sólo mi Voluntad se abandona en Ella y nos hace hacer lo que queremos. El amor la halaga, la felicita, y ella se hace vencer por Nosotros. Tú debes saber que en cuanto la criatura entra en nuestro Querer para formar su acto, el Cielo se abaja, la tierra se eleva y se encuentran juntos, ¡qué feliz encuentro! El Cielo sintiéndose transportado a la tierra por la fuerza creadora del Fiat Divino, besa a la tierra, esto es, a las generaciones humanas, y a cualquier costo quieren los habitantes celestiales darles lo que poseen, para contentar al Querer Divino que los ha transportado a la tierra porque quiere reinar en todos; la tierra sintiéndose elevada al Cielo, los viadores sienten una fuerza desconocida que los arrastra al bien, un aire celestial que se impone sobre de ellos, que les hace respirar una nueva vida. Un acto en mi Voluntad da en lo increíble, estos actos formarán el nuevo día, las generaciones humanas se sentirán renovar por medio de ellos, rejuvenecer en el bien; formarán las disposiciones para disponerlos a recibir su Vida para hacerla reinar. Estos actos de la criatura hechos en mi Querer serán el equipo, los potentes preparativos, los medios más eficaces para obtener tanto bien”.
(3) Después de esto ha agregado:
(4) “Hija mía, nuestro amor llega a lo increíble. Cuando debemos manifestar una verdad concerniente a nuestra Voluntad, primero la amamos en Nosotros mismos, la facilitamos, la adaptamos a la inteligencia humana, a fin de que a la criatura le resulte fácil comprenderla y hacerla vida propia, la proveemos con nuestro amor y después la hacemos conocer, como anhelante de amor, que quiere darse a las criaturas como vida que siente la necesidad de querer formarse en ellas. Pero no contentos con esto, purificamos la inteligencia humana, la investimos con nuestra luz, la renovamos a fin de que conozca nuestra verdad, la bese, la encierre en sí misma y le dé toda la libertad de formar su Vida en ella para quedar transformada en la misma Verdad. Por eso cada verdad nuestra lleva nuestra Vida Divina a la criatura, una Vida anhelante, que ama y quiere ser amada, y nuestro amor es tanto, que nos adaptamos a la condición humana para facilitar el conocimiento, porque si nos conocemos, es fácil vencer a la voluntad humana para hacerla nuestra, y ella tendrá interés de poseer a su Dios. Sin conocimiento los caminos están cerrados, rotas las comunicaciones y Nosotros quedamos como el Dios lejano de la criatura, mientras que estamos dentro y fuera de ellos, y ellos quedan lejanos de Nosotros.

Ninguno puede poseer un bien si no lo conoce, por eso queremos hacer conocer que para quien vive en la Divina Voluntad y obra en Ella, todo se vuelve Vida Divina en ella; poseyendo mi Fiat, su virtud creadora, en todo lo que ella hace, si piensa, si habla, si obra, si camina, si ama, mi Fiat extiende su Vida y piensa, habla, obra, camina y ama, forma la creación obrante y hablante; la criatura le sirve para continuar su creación, es más, para hacer cosas más bellas aún. Por lo tanto la Creación no ha terminado, sino que continúa aún en las almas que viven en nuestro Querer, y si en la Creación se ve el orden, la belleza, la potencia de nuestras obras, en la criatura se verá el amor, el orden, la belleza, nuestra virtud creadora que repite tantas Vidas nuestras por cuantas veces nos ha prestado sus actos para hacernos obrar.
(5) La criatura es vida, no es obra como la Creación, por eso sentimos un amor irresistible de formar Vidas nuestras en ella, y ¡oh! cómo nos deleitamos, cómo estamos contentos, cómo nuestro amor encuentra su reposo, y nuestra Voluntad su cumplimiento, el cual es de formar nuestra Vida en ella. En cambio quien no vive en nuestro Querer, sus obras y pasos son sin vida, como pinturas que no pueden ni recibir vida ni darla, ni pueden producir ningún bien, porque no puede haber vida ni bien sin mi Voluntad”.
(6) Después estaba continuando mis actos en la Divina Voluntad, y habiendo recibido la Santa Comunión, mi dulce Jesús me ha dicho:
(7) “¡Cómo es bello cuando desciendo Sacramentado en los corazones y los encuentro en mi Voluntad, pues encuentro todo en ella: Encuentro a mi Madre Reina y me siento dar nuevamente la gloria como si de nuevo me encarnase; encuentro todas mis obras que me circundan, me honran, me aman, y como mi Voluntad circula como sangre y late en todas las cosas creadas, por eso están unidas Conmigo como miembros que parten de Mí y permanecen en Mí, así que todo lo que Yo hice en la tierra y todas las cosas creadas, quién me hace de brazos, quién de pies, quién de corazón, quién de boca, y me aman y me glorifican en modo infinito. La criatura con el vivir en mi Querer, todo es suyo, como es mío, y me puede dar mi Humanidad viviente para amarme, para tenerme reparado y defendido de todo, me puede dar el amor que tuve al crear el sol, ¿cuántas especialidades de amor no contiene la luz? Esta luz está llena de tan variados e innumerables efectos de dulzura, de colores, de perfumes, y en cada efecto hay un amor mío distinto, y lo puedes ver por las diferentes dulzuras que cada uno de los frutos posee, en la que una dulzura no es como la otra; es mi amor insuperable, que no contento con hacer gustar al hombre una sola dulzura de mi amor, de alegrarlo con un solo color, con un solo perfume, ponía tantos diferentes para ahogarlo y alimentarlo con mi amor, así que mi primer alimento era mi amor, las otras cosas venían en orden secundario. Así que el sol que hace tanto bien a la tierra, que con su luz se extiende bajo los pasos del hombre, que le llena el ojo de luz, lo inviste por todas partes, que va junto al hombre a dondequiera que va, es mi amor que corre en su luz y que amándolo se hace pisar por sus pasos, mi amor le llena el ojo de luz, lo inviste por todas partes, lo sigue a dondequiera, y en aquella luz están mis innumerables distinciones de amor: Está mi amor que languidece, que hiere, que rapta; está mi amor que quema, que endulza todo, que da nuevamente la vida a todo; está mi amor que toma por todos los lados a la criatura y la lleva como en brazos. Mira hija mía la luz, tú misma no podrías numerar las tantas variedades de mi amor, y si tú vives en mi Voluntad el sol será tuyo, miembro tuyo, y me podrás dar tantas diversidades de amor por cuantas te he dado. Todas las cosas creadas son miembros míos, el cielo y cada estrella es un amor mío distinto hacia la criatura. El viento como miembro mío no hace otra cosa que, conforme sopla, así sopla un amor mío distinto, y por eso ahora le sopla la frescura de mi amor, ahora la acaricia con mi amor, ahora le sopla con mi amor impetuoso, ahora con su soplo le lleva los refrigerios de mi amor. También el mar, las gotas de agua se estrechan entre ellas para no cesar jamás de murmurar las diversidades de amor con las cuales amo a la criatura. También en el aire que respira le mando en cada respiro mi te amo distinto.
(8) Por eso, descendiendo Sacramentado en la criatura llevo junto Conmigo las cosas creadas como miembros míos, con las escenas encantadoras de tan variado y múltiple amor mío, y como un ejército las pongo dentro de la criatura para amarla y hacerme amar.

Cómo es duro y doloroso amar y no ser amado, por eso vive siempre en mi Voluntad, y Ella te pondrá al día de los tantos modos con los cuales te he amado, y me amarás como quiero que tú me ames”.

+ + + +

36-25
Agosto 15, 1938

La fiesta de la Asunción es la fiesta más bella, más sublime, es la fiesta de la Divina Voluntad obrante en la Reina Celestial.

(1) Mientras mi mente nadaba en el mar del Querer Divino, me he detenido en el acto en el cual mi Mamá Reina fue asunta al Cielo. ¡Cuántas maravillas, cuántas sorpresas de amor ante las cuales queda uno arrobado! Y mi dulce Jesús, como si sintiera la necesidad de hablar de su Madre Celestial, todo en fiesta me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, hoy, la fiesta de la Asunción, es la fiesta más bella, más sublime, más grande, en la cual quedamos más glorificados, amados y honrados. Cielos y tierra son investidos por una alegría insólita, jamás sentida; los ángeles, los santos, se sienten investidos por mares de nuevas alegrías y nueva felicidad, y alaban con nuevos cánticos a la Soberana Reina, que con su imperio impera sobre todo y da alegría a todos. Hoy es la fiesta de las fiestas, y la única y nueva fiesta que no ha habido otra que la iguale. Hoy, el día de la Asunción, venía festejada por primera vez la Divina Voluntad obrante en la Soberana Señora; las maravillas son encantadoras, en cada pequeño acto suyo, aun en su respiro, en su movimiento, se ven tantas Vidas Divinas nuestras que corren como tantos Reyes en sus actos, que más que refulgentes soles la inundan, la circundan, la embellecen y la vuelven tan bella, que forma el encanto de las regiones Celestiales. ¿Te parece poco que cada respiro suyo, movimiento, obra y pena, estuvieran llenos de tantas Vidas Divinas nuestras? Es propiamente éste el gran prodigio del obrar de mi Voluntad en la criatura, formar tantas Vidas Divinas nuestras por cuantas veces ha tenido entrada en el movimiento, en los actos de la criatura, y como mi Fiat posee la virtud bilocadora y repetidora, y repite siempre sin cesar jamás lo que hace, por eso la gran Señora siente en Sí multiplicar estas Vidas Divinas, las cuales no hacen otra cosa que extender mayormente sus mares de amor, de belleza, de potencia, de sabiduría infinita. Tú debes saber que son tales y tantas nuestras Vidas Divinas que posee, la multiplicidad de sus actos que posee, que en cuanto entró en el Cielo pobló todas las regiones celestiales, que no pudiéndolas contener a todas, llenaron toda la Creación, así que no hay punto donde no corran sus mares de amor, de potencia y tantas Vidas nuestras, de las cuales es la poseedora y la Reina. Podemos decir que nos domina y la dominamos, y vertiéndose en nuestra inmensidad, potencia y amor, pobló todos nuestros atributos con sus actos y con las tantas Vidas Divinas nuestras que había conquistado. Así que, dondequiera y por todas partes nos sentimos amar, glorificar por dentro y por fuera de Nosotros, desde dentro de las cosas creadas, en los más remotos escondites, por esta Celestial Criatura, y por lo tanto por las tantas Vidas nuestras que nuestro Fiat ha formado en Ella. ¡Oh! potencia de nuestro Querer, sólo Tú puedes hacer tantos prodigios, hasta crear tantas Vidas nuestras en quien te hace dominar, para hacernos amar y glorificar como merecemos y queremos. He aquí por qué Ella puede dar su Dios a todos, porque lo posee, es más, sin perder ninguna de nuestras Vidas Divinas, en cuanto ve a la criatura dispuesta, que quiere recibir nuestra Vida, tiene la virtud de reproducir, de dentro de nuestra Vida que posee, otra Vida Divina nuestra para darla a quien nos quiere. Esta Virgen Reina es un prodigio continuado, lo que hizo en la tierra lo continúa en el Cielo, porque nuestra Voluntad cuando obra, tanto en la criatura como en Nosotros, ese acto no termina jamás, y mientras queda en Ella se puede dar a todos. ¿Termina tal vez el sol de dar su luz porque ha dado tanta a las generaciones humanas? ¡De ningún modo! Aunque ha dado tanta es siempre rico en su luz, sin perder

ni siquiera una gotita de luz. Por eso la gloria de esta Soberana Reina es insuperable, porque tiene en posesión nuestra Voluntad obrante, que tiene virtud de formar en la criatura actos eternos e infinitos; nos ama siempre, no cesa jamás de amarnos con nuestras Vidas que posee, nos ama con nuestro amor, nos ama por todas partes y dondequiera, su amor llena Cielos y tierra, y corre a descargarse en nuestro seno divino, y Nosotros la amamos tanto que no sabemos estar sin amarla, y mientras nos ama, ama a todos y nos hace amar a todos. ¿Quién puede resistir y no dar lo que quiere? Y además, es nuestro mismo Querer que pide lo que Ella quiere, que con sus vínculos eternos nos ata por todas partes, y no podemos negarle nada. Por eso la fiesta de la Asunción es la más bella, porque es la fiesta de mi Voluntad obrante en esta gran Señora, que la hizo tan rica y bella que los Cielos no pueden contenerla, los mismos ángeles se sienten mudos, no saben hablar de lo que hace mi Voluntad en la criatura”.
(3) Después de esto mi mente ha quedado aturdida al pensar en los grandes prodigios que el Fiat Divino obró y continúa obrando en la Celestial Reina, y mi amado Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, su belleza es inenarrable, encanta, fascina, conquista; su amor es tanto, que se da a todos, ama a todos, y deja atrás de Sí mares de amor. Se puede llamar Reina de amor, vencedora de amor, porque amó tanto, que por caminos de amor venció a su Dios. Tú debes saber que el hombre, con hacer su voluntad, rompió los vínculos con su Creador y con todas las cosas creadas; esta Celestial Reina con la potencia de nuestro Fiat que poseía, vinculó a su Creador con las criaturas, vinculó a todos los seres juntos, los unió, los reordenó de nuevo, y con su amor daba la nueva vida a las generaciones humanas; fue tanto su amor, que cubrió y escondió en su amor las debilidades, los males, los pecados y a las mismas criaturas en sus mares de amor. ¡Oh! si esta Virgen Santa no poseyese tanto amor, nos resultaría difícil mirar la tierra, pero su amor no sólo nos la hace mirar, sino que queremos dar nuestra Voluntad reinante en medio a las criaturas, porque Ella así lo quiere, quiere dar a sus hijos lo que posee, y por caminos de amor nos vencerá a Nosotros y a sus hijos”.


+ + + +

36-26
Agosto 21, 1938

Diferencia que hay entre las Vidas que forma en las Hostias Sacramentales, y las que forma en quien vive en su Querer.

(1) Estoy siempre en camino en el Querer Divino, y me sentía pensativa y decía entre mí: “¿Cómo puede ser que se puedan formar tantas Vidas Divinas en nosotros por cuantos actos hacemos en Él?” Y mi amable Jesús, siempre benigno, para hacerme comprender mayormente me ha dicho:
(2) “Hija mía, para Nosotros todo es fácil, con tal que encontremos que la voluntad humana se presta a vivir en la nuestra, nos deleitamos formando aun en el movimiento, en el respiro, en el paso, Vidas nuestras que se mueven, que respiran, que caminan, que hablan. La voluntad humana nos presta como tantos velos en los cuales podemos formar tantas Vidas nuestras, éste es el último desahogo de nuestro amor, y nos agrada tanto, que con tal de que la voluntad humana nos preste su pequeño velo, Nosotros poblamos todos sus actos con la multiplicidad de nuestras Vidas Divinas. Ahí está mi Vida Eucarística que da prueba y confirmación de lo que te digo, ¿no son tal vez pequeños velos los accidentes del pan en el cual quedo consagrado vivo y verdadero, en alma, cuerpo, sangre y Divinidad? Y si hay mil hostias, mil Vidas mías formo, una para cada hostia, y si hay una sola hostia, formo una sola Vida mía. Y además, ¿qué cosa me da la hostia? Nada, ni un ‘te amo’, ni un respiro, ni un latido, ni un paso de compañía; estoy solo, y muchas veces la soledad me oprime, me amarga y estallo en llanto; cómo me pesa el no tener a quién decirle una palabra, estoy bajo la opresión de un silencio profundo. ¿Qué cosa me da la

hostia? El escondite para esconderme, la pequeñita prisión para volverme, estaría por decir, para volverme infeliz, pero como es mi Voluntad la que quiere que Yo quede Sacramentado en cada hostia, Ella, que jamás es portadora de infelicidad, ni a Nosotros ni a las criaturas que viven en Ella, hace correr en mi Vida Sacramental nuestras alegrías celestiales, que son inseparables de Nosotros, pero esto es siempre por parte nuestra, la hostia no me da jamás nada, no me defiende ni me ama. Ahora, si esto hago, o sea formar tantas Vidas mías en la hostia que nada me da, mucho más en quien vive en mi Voluntad. La diferencia entre mis Vidas Sacramentales y las tantas Vidas mías que formo en quien vive en mi Querer es incalculable, hay más distancia que la que existe entre el Cielo y la tierra. Primero, porque no estamos jamás solos, y tener compañía es la más grande alegría, que hace felices a la Vida Divina y a la humana. Ahora, tú debes saber que cuando formo mi Vida en el pensamiento de la criatura que vive en mi Querer, siento la compañía de la inteligencia humana que me corteja, me ama, me comprende, y me da su memoria, su inteligencia, su voluntad en mi poder, y como en estas tres potencias fue creada nuestra imagen, me siento dar por compañía a nuestra eterna memoria, que no olvida jamás nada, siento la compañía de mi sabiduría que me comprende, y además la compañía de la voluntad humana fundida con la mía, que me ama con eterno amor. Cómo no multiplicar en cada pensamiento suyo otras tantas Vidas nuestras; cuando encontramos que más nos comprende y nos ama, podemos decir: ‘Encontramos nuestra ganancia’. Porque por cuanta más Vida formamos, tanto más nos hacemos comprender, le damos duplicado amor y nos ama de más. Si formamos nuestra Vida en la palabra, encontramos la compañía de la suya, y como nuestro Fiat es suyo, encontramos todos los prodigios que ha obrado cuando nuestro Fiat se ha pronunciado. Si la formamos en su respiro, encontramos su respiro que respira junto, y es la compañía de nuestro aliento omnipotente cuando al crearla le infundimos la vida. Si la formamos en su movimiento, encontramos sus manos que nos abrazan, nos estrechan fuerte, porque no nos quieren dejar más. Si la formamos en los pasos, nos siguen por doquier. Qué bella compañía; quien vive en nuestra Voluntad no hay peligro de que nos deje jamás solos, ambos somos inseparables. Por eso el vivir en nuestro Querer es el prodigio de los prodigios, donde hacemos desahogo de nuestras tantas Vidas Divinas, hacemos conocer quienes somos, lo que podemos hacer, y ponemos a la criatura en orden con Nosotros, tal como la creamos, porque tú debes saber que estas nuestras Vidas llevan Consigo mares de luz, de amor, mares de sabiduría, de belleza, de bondad, que invisten a la criatura para hacerla poseer la luz que siempre crece, el amor que jamás se apaga, la sabiduría que siempre comprende, la belleza que siempre se embellece de más. Por eso amamos tanto que la criatura viva en nuestro Querer, porque queremos dar, queremos que nos comprenda, queremos poblar todos sus actos humanos con nuestras Vidas Divinas, no queremos estar encerrados, reprimidos en nuestro cerco divino. Poder dar y no dar, cuánto nos duele, y hasta en tanto que la criatura no viva en nuestro Querer, ella será siempre la ignorante de nuestro Ser Supremo, incapaz de aprender ni siquiera las vocales de cuanto la amamos y de cuanto le podemos dar, serán siempre los hijos desemejantes de Nosotros, que tal vez ni siquiera nos conozcan, hijos desemejantes de su Padre”.

+ + + +

36-27
Agosto 28, 1938

Un acto en la Divina Voluntad contiene todo, puede amar por todos. Cómo todos corren en este acto. Cada acto hecho en la Divina Voluntad es un día que se adquiere.

(1) Continúo navegando el mar del Querer Divino, en el cual me parece que todo es mío, luz, santidad, amor, siento que por todas partes me asaltan, porque quieren darse a mí. Y mi dulce Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, no te maravilles, en cuanto la criatura entra en mi Voluntad, todos los seres creados sienten una fuerza irresistible de correr hacia quien está obrando en Ella, porque mi Voluntad para obrar quiere el cortejo de todas sus obras, primero porque es inseparable de todo lo que ha hecho; y segundo, porque al obrar, todo y todos deben tomar parte en lo que hace, para que Ella pueda decir con los hechos: ‘Mi acto es de todos, se eleva al Cielo y hace felices a todas las regiones Celestiales, desciende a lo más bajo de la tierra y se hace paso, obra, palabra y corazón de todos’. Si no concentrase todo y a todos en mi acto, faltaría la fuerza comunicativa para que todos puedan recibir mi acto lleno de vida, que con un solo acto puede dar vida a todos, sostener y hacer felices a todos, hacer bien a todos. Por eso cuando Yo obro, todas las cosas que han salido de Mí corren, se encierran en mi acto para recibir la nueva vida, la nueva belleza, la nueva felicidad, y todas se sienten honradas y glorificadas en mi acto. He aquí el por qué cuando la criatura entra en mi Voluntad y Ella está por obrar, por amar, ninguno quiere ponerse a un lado, todos corren, corre la Trinidad Sacrosanta, la Virgen Reina, más bien quieren el primado en aquel acto, y después todo y todos, menos aquél que ingrato, no conociendo un bien tan grande no lo quiera recibir, por lo tanto, en un acto en mi Voluntad puede haber tantos prodigios, que a la criatura le resulta difícil el poderlos decir todos. Ahora, tú debes saber que esta criatura que obra en mi Voluntad hace todo lo que deberían hacer todas las otras criaturas: Si piensa en mi Voluntad, Ella circula en cada pensamiento de criatura, y la criatura estando en mi Voluntad circula junto con Ella y me da el homenaje, el amor, la gloria, la adoración de cada uno de los pensamientos de las criaturas; las criaturas no saben nada de esto, pero Yo que estoy al día de todo, recibo la gloria de todas las mentes creadas. Si habla en mi Voluntad, como la mía es voz de cada una de las palabras, me siento dar la gloria, el amor de cada palabra. Si camina en mi Fiat, siendo paso de cada pie, me da el amor, la gloria de cada paso, y así de todas las otras cosas, pero las criaturas no saben nada, de que por medio de quien vive en mi Querer Yo recibo el amor, la gloria que deberían darme, son secretos que existen entre Yo y entre quien vive en mi Querer. Pero hay más aún, llega a darme la gloria, el amor que deberían darme las almas perdidas. La virtud comunicativa de mi Fiat llega a todo y a todos, da todo y se hace tener todo. Quien todo hace y da, tiene derecho sobre todo, y derecho de recibir, pero para recibir todo, el alma debe vivir en nuestro Querer, unida por medio del aliento con Nosotros, debe querer lo que queremos Nosotros. Esto hizo mi Voluntad en mi Humanidad, que en un solo acto que hacía se sentía amada, glorificada, recibía la satisfacción por todos; lo hizo en la Reina del Cielo, porque si no hubiese encontrado en sus actos el amor que amaba por todos, la gloria, la satisfacción por todos, entonces Yo, Verbo Eterno, no habría encontrado el camino para descender del Cielo a la tierra. Por eso, un acto en mi Voluntad puede darme todo, amarme por todos, y puede hacerme hacer los excesos más grandes de amor y de obras hacia las criaturas. Y es tanto mi contento cuando en mi Querer la encuentro que me ama en los pasos de todos, en los pensamientos, en las palabras, que en mi énfasis de amor le digo: Estás haciendo lo que hice Yo, así que te llamo eco mío, amor mío, pequeña repetidora de mi Vida”.
(3) Era tanta la plenitud de su amor mientras esto decía, que ha hecho silencio, y después ha continuado:
(4) “Hija mía bendita, cada acto hecho por la criatura en mi Divina Voluntad es un día para ella, día pleno de felicidad y de todos los bienes, y si hace diez, veinte actos, tantos días adquiere. Ahora, en estos días toma el Cielo como suyo, y como está aún sobre la tierra, toma el sol, el viento, el aire, el mar como suyo, y su naturaleza toma las más bellas flores para adornarse y embellecerse, pero flores que no se marchitan jamás, y ¡oh! que bella llegada hará cuando llegue a nuestra patria celestial, por cuantos actos haya hecho en mi Querer, tantos días poseerá, cada uno tendrá su sol distinto, su cielo azul adornado de estrellas, su mar que murmura amor, su viento que silba, que aúlla, que gime y sopla

amor impetuoso, amor que impera; no faltarán ni siquiera las más bellas flores, una distinta de la otra por cuantos actos haya hecho en mi Voluntad, nada faltará de bello y de bueno a quien ha vivido en mi eterno Fiat”.
(5) Después continuaba girando en los actos de la Divina Voluntad, y mi pobre mente se perdía en el encanto de la Creación; cuántas maravillosas sorpresas, cuántos secretos de amor hay en ella, y además, la obra más bella, la creación del hombre. Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(6) “Hija mía, la creación de los seres y la creación del hombre, puedo llamarlas mis dos brazos, porque ‘ab eterno’ estaban en la Divinidad, y al hacerlas salir no las separé de Mí, sino que las retuve como miembros míos en los cuales hacía correr la vida, el movimiento, la fuerza, la virtud creante y conservante continua. El brazo de la creación de los seres sirve al brazo de la creación del hombre, pero en aquel brazo era Yo mismo que debía servir al hombre y lo sirvo todavía: Ahora como luz, ahora como viento, ahora como aire para hacerlo respirar, ahora como agua para quitarle la sed, ahora como alimento para alimentarlo, y hasta como tierra para hacerle gozar las más bellas florescencias y abundancia de los frutos. En este brazo me ponía al servicio del hombre, mi amor no me dejaba ocuparme de nada, corría a él por medio de las cosas creadas, llevándolo como en brazos para que todas las cosas le llevasen alegría y felicidad; en este brazo encuentra todas las cosas tal como las hice salir, no se ha perdido ni siquiera una gotita de luz, ni de agua, nada se ha cambiado, todo lo que salió está en su puesto de honor dándome la gloria de mi eterno amor, y le revelan Quién es Aquél que las ha creado, revelan mi potencia, mi luz inaccesible, mi belleza insuperable, cada cosa creada es una historia de mi eterno amor, y dicen cuánto amo a aquél por el cual todas las cosas fueron creadas.
(7) Ahora, de la creación de los seres pasé a la creación del hombre, ¡cuánto amor al crearlo! Nuestro Ser Divino hacía correr amor, y al formarlo corría nuestro amor e investía cada una de las fibras de su corazón, cada pequeña partícula de sus huesos, extendíamos nuestro amor en sus nervios, hacíamos correr en su sangre nuestro amor, investíamos sus pasos, su movimiento, su voz, su latido, cada uno de sus pensamientos con nuestro amor. Cuando nuestro amor lo modeló, lo formó, lo llenó tanto de nuestro amor, de modo que en cada cosa, aun en su respiro debía darnos amor, así como Nosotros lo amábamos en todo. Nuestro amor llegó al exceso de infundir en él su aliento para dejarle nuestro aliento de amor; luego, por cumplimiento y corona creamos nuestra imagen en su alma, dotándola de las tres potencias: Memoria, inteligencia y voluntad, quedándonos en él como nuestro portador. Así que el hombre está unido a Nosotros como miembro, y Nosotros estamos en él como en una habitación nuestra; ¿pero cuánto dolor no encontramos en él? Nuestro amor no está en vigor; nuestra Imagen está, pero no se reconoce; nuestra habitación está llena de enemigos que nos ofenden; podemos decir que ha cambiado nuestra suerte y la suya, ha puesto de cabeza nuestros designios sobre de él, y no hace otra cosa que llevar dolor a nuestro brazo que continúa amándolo y dándole vida. Ahora hija mía, nuestro amor quiere llegar a los excesos más grandes, quiere salvar nuestro brazo, que es el hombre, a cualquier costo quiere reordenarlo, seremos obligados por nuestro amor a darle de nuevo nuestro aliento, para expulsar a sus y nuestros enemigos, lo cubriremos de nuevo con nuestro amor, y haremos entrar en él la Vida de nuestra Voluntad. No conviene ni a nuestra majestad ni a nuestra santidad, potencia y sabiduría, que en nuestra obra creadora haya este desorden que nos deshonra tanto, ¡ah, no, triunfaremos sobre el hombre, y la señal más cierta es que estamos manifestando los prodigios de nuestro Querer y cómo se vive en Él! Si no hiciéramos esto estaría en entredicho nuestra potencia, como si fuésemos impotentes para salvar nuestra obra, nuestro mismo brazo, lo que no puede ser, sería como si no pudiésemos hacer lo que queremos. ¡Ah, no, no, nuestro amor y nuestra Voluntad vencerán y triunfarán sobre todo!”

+ + + +

36-28

Septiembre 5, 1938

La voluntad humana, cruz de la Divina, y la Divina, cruz de la humana.
Cómo en el Querer Divino las cosas cambian, las desemejanzas no existen.
Cómo Jesús suple a todo lo que puede faltar a quien vive en su Querer.

(1) Siento la Vida del Fiat Divino en mi alma, la Cual quiere ser mi movimiento, mi respiro y latido, quiere tal unión con la voluntad humana, que ésta en nada se debe oponer a lo que quiere hacer, de otra manera se lamenta, se aflige y se siente puesta en la cruz por el querer humano. Mientras estaba en esto, mi amado Jesús repitiéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, cuánto sufre mi Voluntad en la criatura, basta decirte que cada vez que la criatura hace su voluntad, pone en la cruz a la mía, así que la cruz de mi Voluntad es el querer humano, pero no con tres clavos como Yo fui crucificado sobre la cruz, sino con tantos clavos por cuantas veces se opone a la mía, por cuantas veces no es reconocida, y mientras quiere hacer el bien es rechazada con los clavos de la ingratitud.
¡Cómo es desgarradora esta crucifixión de mi Voluntad en la criatura! Cuántas veces se siente poner los clavos a su respiro, a su latido, a su movimiento, porque no siendo conocida, y que Ella es vida del respiro, del latido y del movimiento, entonces el respiro, el latido y el movimiento humanos le sirven de clavos que le impiden desarrollar en ellos el bien que quiere. ¡Oh, cómo se siente poner en la cruz por el querer humano! Ella con su movimiento divino quiere hacer despuntar el día en el movimiento humano, y la criatura pone en la cruz al movimiento divino, y con su movimiento hace despuntar la noche y pone en la cruz a la luz; ¡cómo se duele mi luz al verse reprimida, crucificada, puesta en un estado de inhabilidad por el querer humano! Mi Voluntad con su respiro quiere hacer respirar al respiro de la criatura para darle la vida de su santidad, de su fuerza, y la criatura con no recibirla le pone el clavo del pecado, de sus pasiones y debilidades; pobre de mi Voluntad, en qué estado de dolor y de continua crucifixión se encuentra en el querer humano, éste no hace otra cosa que poner en la cruz a nuestro amor, y todos los bienes que queremos darle son llenados con sus clavos. Sólo quien vive en mi Voluntad no la pone en la cruz, más bien puedo decir que Yo formo su cruz, pero es muy diferente su cruz de la mía, mi Querer sabe poner clavos de luz, de santidad, de amor, para volverla fuerte con nuestra misma fuerza divina, estos clavos no dan dolor, más bien la vuelven feliz, bella, con una belleza encantadora, y son portadores de grandes conquistas; y quien los ha probado, es tanta la felicidad que siente, que nos ruega, nos suplica que la tengamos siempre en la cruz con nuestros clavos divinos. Esto no puede cambiar, si las dos voluntades, humana y Divina no están unidas, la suya formará nuestra cruz, y la nuestra la suya. Es más, es tanto nuestro amor y nuestro celo, que no le dejamos libre ni siquiera un respiro sin nuestro clavo de luz y de amor para tenerla siempre con Nosotros, para poder decir: Lo que hacemos Nosotros hace ella, y quiere lo que Nosotros queremos”.
(3) Tú debes saber que en cuanto la criatura entra en nuestro Querer, todo se transforma, las tinieblas se cambian en luz, la debilidad en fuerza, la pobreza en riqueza, las pasiones en virtud, sucede tal mutación que no se reconoce más aquélla de antes, su estado no es más de vilísima esclava, sino de noble reina, nuestro Ser Divino la ama tanto, que corre en sus actos para hacer lo que ella hace, y como nuestro movimiento es continuo, nos movemos y la amamos, nos movemos y la abrazamos; nuestro movimiento se mueve y la besa, la vuelve más bella, la santifica de más, en cada movimiento le damos de lo nuestro, y en el énfasis de nuestro amor le hablamos de nuestro Ente Supremo, nos hacemos conocer quienes somos y cuánto la amamos, hay tal identificación entre ella y Nosotros, siendo una nuestra Voluntad con la suya, que la sentimos en nuestro movimiento divino, y haciendo suyo lo que es nuestro nos ama con nuestro amor, nos da nuestra luz inaccesible para glorificarnos, nuestra santidad para alabarnos y decirnos: ‘Santo, Santo, tres veces Santo eres Tú, Tú encierras todo, eres todo’. Cómo es bello ver a la pequeñez humana en nuestro Querer, que tiene en su poder todo nuestro Ser Divino para dárnoslo

nuevamente a Nosotros para amarnos y glorificarnos como Nosotros queremos y justamente merecemos. En nuestro Querer las partes se hacen iguales, las desemejanzas desaparecen, nuestra unidad une todo y a todos, y vuelve uno solo el acto de todos, para hacerse acto de todos”.
(4) Al oír esto comprendía la santidad, la belleza, la grandeza del vivir en el Querer Divino, y pensaba entre mí: “Me parece difícil el vivir en Él; ¿cómo puede la criatura llegar a tanto? Las debilidades humanas, las circunstancias de la vida muchas veces demasiado dolorosas, los encuentros inesperados, las tantas dificultades que no se sabe ni siquiera cómo hacer, ¿no desvían a la pobre criatura de un vivir tan santo, en el cual se necesita suma atención?” Y mi dulce Jesús retomando su palabra, con una ternura indecible, que hacía rompérseme el corazón ha agregado:
(5) “Mi pequeña hija de mi Querer, es tanto mi interés, mi suspiro continuo por querer que la criatura viva en mi Querer, que cuando hemos tomado el acuerdo Yo y ella, con decisión firme de que debe vivir en mi Fiat, siendo ésta mi Voluntad, el primero en hacer el sacrificio soy Yo, para obtener el intento de que pueda vivir en Él me pongo a su disposición, le doy todas las gracias, luz, amor, conocimientos de mi misma Voluntad, de modo que ella misma debe sentir la necesidad de vivir en Ella. Cuando Yo quiero una cosa y ella con prontitud acepta hacer lo que Yo quiero, soy Yo el que piensa en todo, y cuando por debilidad, por las circunstancias, no lo hace, no por voluntad o negligencia, Yo llego a suplir y hago lo que ella debía hacer, y le cedo lo que he hecho como si lo hubiese hecho ella. Hija mía, el vivir en mi Querer es vida que debo formar, no es virtud, y la vida tiene necesidad de movimiento y de actos continuos; si esto no fuese no sería más vida, a lo más podría ser obra, que no tiene necesidad de actos continuos, pero no vida; por eso, cuando por indisposición involuntaria, por debilidad, no hace lo que Yo quiero, no interrumpo la vida, sino que la continúo, y tal vez en esas mismas indisposiciones está también mi Voluntad que permite esas debilidades, pues la voluntad de la criatura corre ya en la mía, y además, entre todo esto miro el acuerdo que hemos tomado juntos, la firme decisión hecha, de la cual no ha habido ninguna otra decisión en contra, y en vista de esto continúo el empeño de suplirla en lo que le falta; es más, le duplico las gracias, la circundo de nuevo amor, de nuevas estratagemas amorosas, para hacerla estar más atenta, y le suscito en el corazón una necesidad extrema de vivir en mi Voluntad. Esta necesidad le sirve, porque conforme siente las debilidades, así se lanza en los brazos de mi Voluntad, y le ruega que la tenga tan estrechada, a fin de que pueda vivir siempre junto con Ella”.

+ + + +

36-29
Septiembre 11, 1938

Un acto cumplido de Divina Voluntad es todo. Jesús hace crecer su Vida en quien vive en Ella. Estado horrible de Dios en quien vive de voluntad humana. Cada vez que se entra en el Divino Querer, tantas veces se renuevan las obras de Dios.

(1) Siento que el mar del Querer Divino murmura siempre dentro y fuera de mí, y muy frecuentemente forma sus olas altísimas y me inunda tanto, que la siento más que vida propia; ¡oh! Voluntad Divina, cuánto me amas, que quieres darte siempre, sin cesar jamás, para formar tu Vida en mi pobre alma, y es tanto tu amor, que llega hasta circundarme de luz, de amor, de suspiros para obtener tu intento. Y mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, en nuestra Voluntad cumplida viene encerrada toda la gloria que la criatura nos puede dar, el amor con el cual debemos amarla, y el amor con el cual ella nos debe amar. Así que en un acto de nuestra Voluntad cumplida podemos decir que hemos hecho todo, todo hemos dado, aun a Nosotros mismos, y todo hemos recibido, porque con el vivir en Ella todo damos, y todo toma, y todo nos puede dar; en cambio, si no vive en

nuestro Querer, si nuestra Voluntad no es cumplida, no podemos dar todo, será incapaz de recibir nuestro amor, ni ella tendrá capacidad de amarnos cuanto Nosotros queremos ser amados. Nosotros no estamos contentos con dar de lo nuestro en pequeñas porciones, como si fuésemos pobres, dar a mitades nuestras cosas no nos agrada, poder dar y no dar es siempre un dolor para Nosotros, nuestro amor queda reprimido y nos hace dar en delirio. He aquí por qué queremos al alma viviendo en nuestro Querer Divino, porque queremos dar todo y siempre, sin cesar jamás de dar, nuestro Ser Divino no se agota jamás, por cuanto más damos tanto más podemos dar, y el dar para Nosotros es alivio, es felicidad, es desahogo de amor y comunicación de Vida nuestra que hacemos; y es tanto mi amor, que me estoy en el alma para hacerme crecer a Mí mismo en ella. Ahora, debiendo hacerme crecer Yo mismo, la vigilo continuamente, a fin de que lo que haga sirva para hacer crecer mi Vida en ella, dispongo de sus actos, de su amor, quién para formar mis miembros, quién mi corazón, quién el alimento para alimentarme, quién los vestidos para cubrirme y calentarme. Estoy siempre en actitud para unificar su movimiento al mío, su respiro al mío, para encontrar su movimiento en el mío, y su respiro como si fuese movimiento y respiro míos; no dejo que se me escape nada de lo que hace, piensa, habla, obra, sufre, porque debe servirme a Mí mismo para hacer crecer mi Vida en ella. Por lo tanto estoy siempre en actitud, jamás me doy reposo, y ¡oh! cómo estoy contento por esto, cómo me siento feliz de estar siempre ocupado en mi trabajo de hacerme crecer a Mí mismo en ella. No hice a la criatura para que quedase aislada, absolutamente no, era obra mía y por lo tanto debía desarrollar mi trabajo para formar una obra digna de Mí, por eso, si no vive en mi Voluntad no encuentro la materia prima para formar y hacer crecer mi Vida, vivimos como lejanos, como aislados, y la soledad me aflige, el silencio me pesa, y con no poder desarrollar mi trabajo doy en delirios de amor y me siento volver el Dios infeliz por parte de las criaturas. Por eso hija mía, sé atenta, vive siempre en mi Voluntad, préstame tus actos para que me hagas trabajar, para no tenerme en ti como un Dios que no puede ni sabe hacer nada, mientras que tengo que hacer el trabajo más grande, como es el de formar y hacer crecer mi Vida, la cual será tan bella que formará el dulce encanto a toda la corte celestial; en cambio en quien no vive en nuestra Voluntad, nuestro estado es horrible, nuestra Vida queda como estrangulada, rota, dividida por la voluntad humana, sus actos no pueden servir para formar y hacer crecer nuestra Vida, más bien sirven para despedazarla, de modo que, dónde se ve un pie nuestro, dónde una mano, dónde un ojo. Cómo nos da compasión vernos tan destrozados, porque solamente nuestra Voluntad es unidad, y donde Ella reina, de tantos actos forma uno solo para formar una sola Vida, en cambio la voluntad humana no hace otra cosa que actos separados entre ellos, que no tienen virtud de unirse, más bien ponen en pedazos nuestra Vida Divina en ellos. No hay cosa más horrible, escena que haría llorar aun a las piedras, que ver en el alma que hace su voluntad el modo desgarrador como reduce nuestra Vida en ella, sus actos indignos que descienden del origen de su creación, disímiles de su Creador, forman el cuchillo para hacer pedazos nuestra Vida Divina. Cómo nos aflige, cómo nuestra obra creadora queda deformada, deshonrada, y nuestra finalidad de la Creación destruida. ¡Ah! si fuésemos capaces de sentir dolor, la voluntad humana amargaría el océano de nuestras alegrías y felicidad inmensas”.
(3) Después estaba siguiendo todo lo que ha hecho la Divina Voluntad, tanto en la Creación como en la Redención, y todo encontraba en acto, como si todo se quisiera dar a mí, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, todo lo que ha sido hecho por nuestro Ente Supremo está todo en acto, como si lo estuviésemos haciendo por amor de las criaturas, porque todas nuestra obras fueron hechas para ellas. Ahora, la criatura que entra en nuestro Querer Divino las encuentra todas, y todas quieren darse a ella, y ella al verse tan amada las hace suyas, las ama y nos ama por tantos dones que le hacemos, y en cada don que le hacemos quisiera darnos la correspondencia de su vida, por gratitud y reconocimiento, y para agradecernos por los tantos dones que le hemos dado. Por lo tanto siente que le ha sido dado el don del sol, del cielo estrellado, del mar, del viento, de toda la Creación; siente que le ha sido

donado mi nacimiento, mis lágrimas, mis obras, mis pasos, mis penas, mi amor con el cual la amé y la amo, y ¡oh! cómo se siente feliz, y haciendo suyas todas nuestras obras y mi misma Vida, nos ama en el sol con el mismo amor con el cual lo creé, y así en todas las otras cosas; me ama en mi nacimiento, en mis lágrimas, en mis pasos, en mis penas, en todo, y ¡oh, cómo nos hace felices y nos glorifica! Es tanto nuestro contento, que nos da la ocasión de poder renovar nuestras obras como si de nuevo las hiciéramos, así que nuestro amor se desborda de Nosotros e inviste todo con nuevo amor, se duplica, nuestra potencia para sostener todo, nuestra sabiduría que ordena toda nuestra obra creadora corre en toda la Creación y Redención para decir a la criatura: ‘Todo es tuyo, y cada vez que entras en nuestro Querer los reconoces y los haces tuyos todos estos dones, nos das la ocasión y la gloria como si repitiésemos de nuevo todo lo que hemos hecho por amor de las criaturas’. Nuestra Voluntad es la repetidora de todas nuestras obras, las repite, las renueva siempre, en cada instante, cada vez que la criatura las quiere recibir, y mientras se dan quedan en su puesto, se dan y quedan, y con el darse no pierden nada, más bien quedan más glorificadas, por eso, sé atenta a vivir siempre en nuestro Querer”.

+ + + +

36-30
Septiembre 18, 1938

Cómo Jesús en nuestras penas se siente repetir las suyas.
Jesús no se aparta jamás de sus obras y del amarnos. Ejemplo de la flor para quien no vive en el Querer Divino.

(1) Estoy en el mar del Querer Divino entre inmensas amarguras y humillaciones de las más humillantes, y como una pobre condenada. 2 Si no fuera porque mi Jesús se hace mi sostén, fuerza y ayuda, no sé cómo podría vivir, y mi dulce Jesús tomando parte en mis penas, sufría junto conmigo, y en el ímpetu de su dolor y amor me ha dicho:
(2) “Hija mía amada, si tú supieras cuánto sufro, si Yo te lo hiciera ver te morirías de pena. Estoy obligado a esconder todo, todo el desgarro y crudeza de la pena que siento para no afligirte de más. Debes saber que no es a ti a quien han condenado, sino a Mí junto contigo, siento de nuevo mi condena, cuando se condena el bien es condenarme a Mí mismo. Tú, sin embargo, une en mi Querer mi condena y la tuya a aquélla que sufrí cuando fui crucificado, y te daré el mérito de mi condena y todos los bienes que ella produjo: Me hizo morir, llamó a vida mi resurrección en la cual todos debían encontrar la vida, y la resurrección de todos los bienes. Con su condena creen hacer morir lo que he dicho sobre mi Divina Voluntad, en vez de esto permitiré tales flagelos, incidentes tristes, que haré resurgir mis verdades más bellas, más majestuosas en medio de los pueblos. Por eso, por parte mía y tuya no nos apartemos en nada, sigamos haciendo lo que hemos hecho, aunque todos se pongan en contra. Éste es mi modo divino de obrar, que por cuantos males hagan las criaturas no aparto jamás mis obras, las conservo siempre con mi potencia y virtud creadora por amor de quien me ofende, las amo siempre, sin cesar jamás. Con no apartarnos nunca, nuestras obras son cumplidas, quedan siempre bellas, hacen bien a todos; si nos apartáramos, todas las cosas irían a la ruina, ningún bien se podría cumplir. Así que también en esto te quiero junto Conmigo, siempre firme, sin apartarte jamás de dentro de mi Voluntad, y hacer lo que has hecho hasta ahora, atenta a escucharme para ser la narradora de mi Voluntad.
(3) Hija mía, lo que no aprovecha hoy aprovechará mañana, lo que ahora parece tinieblas porque encuentra mentes ciegas, mañana, para otros que tienen ojos se

2 El 31 de Agosto de 1938, el Santo Oficio emitió un decreto de condena y puesta en el índice de libros prohibidos a tres libros publicados de luisa. El 11 de Septiembre fue publicado en el Observador Romano, con un comentario anónimo, la medida disciplinaria.

cambiarán en sol, y cuánto bien harán. Por eso continuemos lo que hemos hecho, hagamos por parte nuestra lo que se necesita, a fin de que nada falte de ayuda, de luz, de bien, de verdades sorprendentes, para que sea conocida mi Voluntad y reine. Yo me serviré de todos los medios, de amor, de gracias, de castigos, tocaré por todos los lados de las criaturas para hacer reinar mi Voluntad, y cuando parezca como si el verdadero bien debiese morir, resurgirá más bello y majestuoso”.
(4) Mientras esto decía, me hacía ver un mar de fuego en el cual estaba por ser envuelto el mundo entero; yo he quedado sacudida, y mi amable Jesús atrayéndome hacia Él, me ha dicho:
(5) “Hija mía bendita, ánimo, no tengas miedo, ven en mi Divina Voluntad a fin de que su luz te quite la triste visión en la cual corre el mundo, y hablándote de mi Querer mitiguemos las penas que desdichadamente los dos sufrimos. Escucha cómo es bello el vivir en mi Querer: Lo que hago Yo, hace ella; conforme escucha que le digo te amo, ella pronto me repite te amo, y Yo al sentirme amado la transformo tanto en Mí, que con una sola voz decimos: ‘Amamos a todos, hacemos bien a todos, damos vida a todos’. Si bendigo bendecimos juntos, adoramos, glorificamos juntos, corremos juntos en ayuda de todos, y si me ofenden sufriremos juntos, y ¡oh, cómo estoy contento al ver que una criatura no me deja jamás solo! ¡Cómo es bella la compañía de quien quiere lo que quiero y hace lo que hago! La unión hace surgir la felicidad, el heroísmo en el hacer el bien, la tolerancia en el soportar, mucho más que es una criatura humana, que pertenece a la familia humana que no hace otra cosa que mandarme clavos, espinas y penas; y Yo, encontrando en esta criatura mi escondite y mi deseada compañía, conociendo que ella se disgustaría si Yo los castigase como merecen, para no disgustarla me abstengo de hacerlo. Por eso no me dejes jamás solo, la soledad es una de las penas más duras e íntimas de mi corazón; el no tener a quién decirle una palabra, tanto en las penas como en las alegrías, me hace llegar a tal delirio de dolor y de amor, que si tú los pudieses sentir morirías de puro dolor. Y es exactamente esto el no vivir en mi Voluntad: El dejarme solo. El querer humano aleja a la criatura de su Creador, y conforme se aleja huye la paz y toman su puesto las turbaciones que la atormentan, la fuerza se debilita, la belleza se decolora, el bien muere y surge el mal, las pasiones le hacen compañía. ¡Pobre criatura sin mi Voluntad, en qué abismo de miserias y de tinieblas se arroja! Le sucede como a la flor que no es regada, ésta siente que pierde la vida, se decolora, declina sobre su tallo para esperar la muerte, y si el sol la inviste, no encontrándola regada la quema y la termina de secar. Así es el alma sin mi Voluntad, es como flor sin agua, mis mismas verdades, que son más que espléndido sol, no encontrándola regada por la Vida de mi Voluntad, la queman de más, la ciegan y se vuelve incapaz de comprenderlas y de recibir el bien, la vida que poseen, y llegan a tal exceso, que hacen la guerra al bien y a mis mismas verdades, portadoras de vida a las criaturas. Por eso siempre en mi Voluntad te quiero, a fin de que ni tú ni Yo suframos la dura pena de la soledad”.

+ + + +

36-31
Septiembre 27, 1938

El mar, símbolo de la Divina Voluntad. Cómo junto a las penas de Jesús corrían mares de alegrías. Potencia de las penas inocentes.
Las verdades manifestadas son nueva Creación.

(1) Estoy siempre en el mar del Querer Divino, y mis penas y amarguras indecibles las hago correr en Él, a fin de que queden investidas por su fuerza divina, y se cambien en luz para mí y para todos. Y mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho:

(2) “Hija mía bendita, así como el mar da lugar a todas las cosas que se sumergen dentro de él, tanto, que da el lugar a los peces y los tiene abismados en sus aguas, dándoles todo lo que se necesita para tenerlos con vida; los peces son los más afortunados, los más ricos, que nada les falta porque viven siempre en el mar, ¡oh! si los peces salieran del mar terminaría su vida. El mar recibe todo, se presta a todos, baña todo y a todos, y esconde a todos en sus aguas. Si el navegante quiere atravesar el mar e ir a diversas regiones, el agua del mar recibe la nave, se hace camino, lo acompaña, no lo deja jamás, hasta que llega a su destino; todos pueden encontrar puesto en el mar. Así es mi Voluntad, todos pueden encontrar su puesto en Ella, y con amor indecible se hace vida de cada uno, se hace camino para conducirlos, luz para hacer huir las tinieblas de la vida, fuerza para sostenerlos, no los deja jamás solos, lo que hacen ellos, lo quiere hacer Ella junto con ellos. ¡Oh, cómo se aflige cuando ve a su criatura fuera de su mar, porque la ve fea, sucia, tan disímil que le da repugnancia. Por lo tanto, los más afortunados son aquellos que viven en mi Querer, son llevados en el seno de sus olas, y a condición de que vivan en Él, Él pensará en todo lo que se necesita para su bien”.
(3) Después de esto seguía a mi dulce Jesús en sus penas, y unía las mías a las suyas para recibir la fuerza de sus penas para sostener las mías, porque me sentía como aplastada; y mi amado Jesús ha agregado con una ternura indecible:
(4) “Hija mía bendita, Yo sufrí penas inauditas, pero junto a estas mis penas corrían mares de alegrías, de gozos sin fin; veía el bien que debían producir, veía encerradas en ellas a las almas que debían salvarse, y mis penas como estaban preñadas de amor, con su calor maduraban las santidades más bellas, las conversiones más difíciles, las gracias más sorprendentes. Y Yo sentía en mis penas dolores acerbísimos que me daban la muerte más despiadada y cruel, y al mismo tiempo sentía mares de alegrías que me sostenían y me daban la vida. Si no hubiera estado sostenido por los gozos que mis penas contenían, Yo habría muerto a la primera pena que sufrí, tan grande era el desgarro y la amargura, no habría podido continuar con vida. Ahora, tus penas no sólo son similares a las mías, sino que puedo decir que tus penas son mías, y si tú supieras cuanto sufro por ellas; siento la crudeza, el desgarro que me amarga hasta el fondo del corazón, pero también en estas penas veo correr los mares de gozos que harán resurgir a mi Voluntad bella y majestuosa en medio de las criaturas. Tú no sabes qué cosa es una pena inocente sufrida por causa mía, es tal su potencia, que los Cielos quedan atónitos y todos quieren la satisfacción, el bien de una pena inocente sufrida; ella puede formar con su potencia mares de gracias, de luz, de amor para bien de todos, si no fuese por estas penas inocentes que sostienen mi justicia, mandaría a la ruina a todo el mundo entero, por eso, ánimo, no te abatas hija mía, fíate de Mí y Yo pensaré en todo y en defender los derechos de mi Voluntad para hacerla reinar.
(5) Todo lo que he dicho sobre mi Voluntad, puedo decir que es una nueva Creación, más bella, más variada, más majestuosa que la misma Creación que ven todos, es más,
¡oh! cómo ésta queda atrás; y así como le es imposible al hombre el destruirla, sofocar la luz del sol, impedir la impetuosidad del viento, el aire que todos respiran, y de todas las cosas hacer ruina, así también no pueden sofocar, mucho menos destruir nada de lo que he dicho con tanto amor sobre mi Divina Voluntad, porque lo que he dicho es una nueva Creación hablante, y cada verdad lleva la marca, el sello de nuestra Vida Divina. Así que en las verdades que te he manifestado están los soles hablantes, los vientos que hablan y abaten en mi Querer, hasta poder asediar a la criatura con el imperio de su potencia; en estas verdades están mis variadas bellezas que raptarán a las criaturas, los mares de amor con los cuales serán continuamente inundadas, y que con su dulce murmullo vencerán los corazones y los llevarán a amarme. En estas verdades he puesto todos los bienes posibles e imaginables, amor que vence, que rapta, que endulza, que sacude; no falta nada para dominar a la criatura y para hacer descender mi Voluntad con decoro y majestad junto con el ejército de mis verdades a reinar en medio de ellas. Dañar esta mi nueva Creación, a la criatura no le será dado, Yo sabré defenderla y guardarla, y además hija mía, esta nueva Creación me cuesta el trabajo no de seis días, sino de cincuenta años y más, ¿cómo

podré permitir que sea reprimida, que no tenga su vida y no salga a la luz? Esto sería no tener potencia suficiente, lo que no puede ser; la sabré defender, no podrán tocar ni destruir una sola palabra mía, me cuesta demasiado, y cuando las cosas cuestan mucho se usan todos los medios, todas las artes, y se empeña aun la propia vida para obtener el intento. Por eso hazme cumplir el trabajo de esta nueva Creación, no te preocupes por lo que dicen o hacen, es la acostumbrada volubilidad humana, que a un soplo de viento ven negro, y a otro soplo se quitan la venda y ven blanco. Yo sabré arrollar a todos y hacer salir mis verdades como ejército aguerrido a dominar a las criaturas, se necesita paciencia, por parte mía y por parte tuya, y sin apartarnos jamás sigamos adelante”.

+ + + +

36-32
Octubre 2, 1938

Es decreto divino que el reino de la Divina Voluntad debe venir sobre la tierra.
La Reina Celestial llora y ruega. La Divina Voluntad es como la linfa a las plantas.

(1) Estoy siempre en el Querer Divino, si bien entre amarguras indecibles, como si quisieran volver turbio su mismo mar, pero este mar del Fiat forma sus olas, me cubre, me esconde dentro, me endulza las amarguras, me da nuevamente la fuerza y me hace continuar el camino en su Voluntad. Su potencia es tanta, que reduce a la nada mis amarguras y hace resurgir de dentro de ellas su Vida llena de dulzura, toda bella y majestuosa, y yo la adoro, le agradezco, le ruego que no me deje jamás sola y abandonada. Después, mi dulce Jesús, repitiéndome su breve visita me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, ánimo, si tú te abates perderás la fuerza de vivir siempre en mi Querer, no te preocupes por lo que dicen y hacen, toda nuestra victoria está en que no nos pueden impedir hacer lo que queremos; así que Yo puedo hablarte de mi Querer Divino, y tú puedes escucharme, ninguna potencia nos lo puede impedir. Lo que Yo te digo acerca de mi Querer no es otra cosa que el desarrollo de nuestro decreto, hecho ‘ab eterno’ en el consistorio de nuestra Trinidad Sacrosanta, que nuestro Querer debe tener su reino sobre la tierra; y nuestros decretos son infalibles, nadie nos puede impedir que se lleven a cabo. Así como fue decreto la Creación, la Redención, así es decreto nuestro el reino de nuestra Voluntad sobre la tierra, por eso, para cumplir este nuestro decreto, Yo debía manifestar los bienes que hay en él, sus cualidades, sus bellezas y maravillas, he aquí la necesidad por la cual Yo debía hablarte tanto, para poder cumplir este decreto. Hija, para llegar a esto Yo quería vencer al hombre por caminos de amor, pero la perfidia humana me lo impide, por eso usaré la justicia, barreré la tierra, quitaré a todas las criaturas nocivas, que como plantas venenosas envenenan las plantas inocentes. Cuando haya purificado todo, mis verdades encontrarán el camino para dar a los sobrevivientes la Vida, el bálsamo, la paz que mis verdades contienen, y todos las recibirán, les darán el beso de paz, y para confusión de quien no las haya creído, más bien las ha condenado, reinará y tendré mi reino sobre la tierra: ‘Que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra’. Por eso te repito, no nos apartemos en nada, hagamos nuestro camino y cantaremos victoria, y ellos hagan su camino, en el cual encontrarán confusión y vergüenza de ellos mismos. Les sucederá a ellos como a los ciegos que no creen en la luz del sol porque ellos no la ven, ellos quedarán en su ceguera y aquellos que la ven y creen gozarán, se llenarán de júbilo con los bienes de la luz, con sumo contento de ellos”.
(3) Jesús ha hecho silencio, y mi pobre mente ha quedado afligida por los tantos males espeluznantes de los cuales está investida, y será investida la tierra. Mientras estaba en esto, se hacía ver la Soberana Reina con los ojos rojos y como ensangrentados por tanto que había llorado, ¡oh, qué amargura para el corazón ver llorar a mi Mamá Celestial! Y Ella con su acento materno, y con una ternura indecible, llorando me ha dicho:

(4) “Hija mía amadísima, ruega junto Conmigo. Cómo me duele el corazón al ver los flagelos en los cuales será envuelta la humanidad entera. La volubilidad de los dirigentes que hoy dicen y mañana se desdicen, arrojará a los pueblos en un mar de dolores y también de sangre; ¡pobres hijos míos! Ruega hija mía, no me dejes sola en mi dolor, y pon la intención de que tu dolor sea por el triunfo del reino de la Divina Voluntad”.
(5) Después seguía a la Divina Voluntad en sus actos, abandonándome toda en sus brazos, y mi dulce Jesús ha vuelto a decir:
(6) “Hija mía, conforme la criatura entra en nuestra Voluntad para hacerla suya, ella hace suya la nuestra, y Nosotros hacemos nuestra la suya, y en todo lo que hace, si ama, si adora, si obra, si sufre, si reza, nuestro Querer forma el germen divino en sus actos, y ¡oh! cómo crece bella, fresca, santa. Nuestra Voluntad es como la linfa a las plantas, si hay linfa las plantas crecen bellas, son verdes, tupidas de hojas y producen frutos maduros, abundantes y sabrosos, si en cambio comienza a faltar la linfa, la pobre planta pierde lo verde, las hojas caen, no tiene virtud de producir sus bellos frutos, y termina por secarse, porque la linfa es como el alma de la planta, como los humores vitales que sostienen y hacen florecer la planta. Así es el alma sin mi Voluntad, pierde el principio, la vida, el alma del bien, pierde la vegetación, la frescura, el vigor, se decolora, se afea, se debilita y termina con perder la semilla del bien. Si tú supieras cuánta compasión me da un alma que vive sin mi Voluntad, podría llamarla: ‘Mis escenas dolorosas de la Creación’. Yo, que todas las cosas las creé con tal belleza y armonía, estoy obligado por la ingratitud humana a ver a mis más bellas criaturas que creé, pobres, débiles, cubiertas de llagas, de dar piedad. No obstante, mi Voluntad está a disposición de todos, no se niega a ninguno, sólo quien la rechaza, quien ingrato no la quiere recibir, voluntariamente se priva de Ella con sumo dolor nuestro”.

+ + + +

36-33
Octubre 10, 1938

Primer campo de acción de Dios: “La Creación.”

(1) Estoy siempre en el mar del Fiat Supremo, y es tanto su amor, que no pudiéndolo contener en Sí quiere hacer ver a su criatura las nuevas sorpresas de su amor, quiere hacerle ver cuánto la ha amado y la ama, y si encuentra que la criatura lo ama, hará surgir nuevo amor, para hacerle tocar con la mano que su amor no se detiene jamás, y la amará siempre con nuevo y creciente amor. Y mi siempre amable Jesús, repitiéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Mi pequeña hija de mi Divina Voluntad, tú debes saber que nuestro primer campo de acción fue la Creación. Ésta era un parto que ‘ab eterno’ teníamos en nuestro seno divino, y en cada cosa que debíamos sacar a la luz del día amábamos al hombre, porque sólo por él, porque lo amamos tanto, habíamos decretado el crear tantas cosas, hasta formarle el día de luz, la bóveda azul que no debía palidecer jamás, una tierra florida que debía servirle de piso, y además, la cosa más grande, la concentración de nuestro amor en cada cosa creada, que debía servirle como si fuera nuestro regazo, donde llevarlo en nuestros brazos para hacerlo feliz y darle vida continua. Y ¿sabes por qué todos estos preparativos, hasta hacernos salir fuera de nuestro interior, como en un campo de acción, como al trabajo? Por amor de quien debía hacer reinar a nuestra Voluntad en él. A tanto trabajo nuestro queríamos nuestra utilidad, nuestro fin divino, que el hombre y todas las cosas creadas debían tener por vida, por régimen, por alimento, a nuestro Querer. Este nuestro campo de acción dura todavía, nuestro amor corre con una velocidad increíble, porque no estamos sujetos a cambiar, somos ‘El Inmutable’, y lo que hacemos una vez, hacemos siempre. Mucho más, que a pesar de este nuestro extenso campo de acción, de tanto trabajo, de tanto amor nuestro palpitante en cada cosa creada y en cada una de las fibras

del hombre, nuestro fin no se ha realizado, esto es: ‘Que nuestro Querer reine y domine en el corazón del hombre’. ¿Podíamos Nosotros formar un campo de acción tan extenso, permanecer aun en el trabajo sin obtener nuestro objetivo? Esto no será jamás. Y el solo hecho de que la Creación existe aún, es la señal cierta de que el reino de mi Querer tendrá su vida y su pleno triunfo en medio de las criaturas. Nosotros cosas inútiles no sabemos hacer, más bien, primero aseguramos con suma sabiduría el bien, el provecho, la gloria que debemos recibir, y después hacemos.
(3) Ahora quiero decirte otra sorpresa: En cuanto la criatura entra en nuestro Querer para hacerlo reinar, Nosotros nos ponemos de nuevo en campo de acción, renovamos nuestro trabajo, y sólo para ella concentramos nuestro nuevo amor en cada cosa creada, y en nuestro énfasis de amor le decimos: ‘Mira cuánto te amamos, que solamente por ti desarrollamos nuestro campo de acción, sólo por ti repetimos todas nuestras obras; pon atento el oído y escucharás en cada cosa nuestras nuevas notas de amor que te dicen cómo te amamos, cómo estás cubierta y escondida en nuestro amor, y ¡oh! los contentos, las alegrías que nos das, porque podemos repetir nuestro campo de acción por quien vive y no quiere conocer otra cosa que nuestra Voluntad’. Ahora, toda la Creación, Nosotros mismos, encontrando en ella nuestro Querer, la reconocemos como hija nuestra; toda la Creación queda concentrada en ella, y ella en Nosotros, se vuelve inseparable de todas las cosas creadas, porque nuestro Querer le da el derecho sobre todo, y nuestro campo de acción encuentra su ganancia, la correspondencia a nuestro trabajo, el que ya una criatura viviendo en nuestro Querer trabaja junto con Nosotros, quiere hacer lo que hacemos Nosotros, nos quiere amar con igual amor, porque siendo una la Voluntad que nos anima, no puede haber ni desemejanza ni disparidad. Por eso no nos sentimos más aislados en el campo de la Creación, tenemos nuestra compañía, y esto es todo nuestro triunfo, nuestra victoria, y el más grande bien que podemos dar a las criaturas. Mucho más que la Creación que la circunda por fuera, desenvolvemos nuestro campo de acción en el interior de su alma, y creamos en ella los soles más refulgentes, las estrellas más bellas, vientos que soplan amor continuo, mares de gracias y de belleza, aire divino y balsámico, y ella todo recibe y nos deja libres en nuestro campo de acción, verdadera Creación nuestra que no se opone en nada a lo que queríamos hacer; todas nuestras obras encuentran su puesto donde ponerse. Así el alma que vive en nuestro Querer, podemos poner en ella todas nuestras obras más bellas, y nuestro Querer nos prepara el espacio donde ponerlas; así que nuestro campo de acción no termina jamás en quien vive en nuestro Fiat, por eso sé atenta a recibir lo que queremos hacer de ti”.
(4) Después de esto, ha agregado con un amor que no sé decir:
(5) “Hija mía, nuestro principal interés, nuestra atención más asidua, es sobre el alma que vive en nuestro Querer, somos todo ojos sobre de ella, nos parece que no sabemos, ni podemos hacer nada si no desenvolvemos sobre de ella nuestra virtud obrante y creadora. Nuestro amor nos lleva a mirarla para ver qué cosa quiere hacer: Si quiere amar, nuestra virtud creadora crea nuestro amor en el fondo del alma; si quiere conocernos, creamos nuestro conocimiento; si quiere ser santa, nuestra virtud creadora crea la santidad; en suma, en todo lo que la criatura quiere hacer, nuestra virtud creadora se presta para crear el bien que quiere, de manera que siente en sí la naturaleza, la vida del bien que quiere. No podemos, ni queremos negar nada a quien vive en nuestro Querer, sería como negárselo a nuestro mismo Querer, esto es, negárnoslo a Nosotros mismos. Sería demasiado duro no servirnos de nuestra virtud creadora para Nosotros mismos. Mira entonces en qué punto tan alto, noble y sublime se encuentra quien vive en nuestro Querer, por eso sé atenta, no pongas atención en nada, sino solamente en vivir en Él, así sentirás nuestra virtud creadora y obrante”.

+ + + +

36-34

Octubre 19, 1938

Quien vive abandonado en Dios, encuentra en Él su Paternidad, el refugio, el escondite. El Fiat, sostén y vida de toda la Creación.
Cómo Dios da la cuerda a quien quiere vivir en Él.

(1) Estoy entre los brazos del Querer Divino, si bien bajo la opresión de penas durísimas, tanto, de mover a piedad a todo el Cielo y hacerlo correr en mi ayuda para darme la fuerza en un estado tan doloroso. Jesús mío, ayúdame, no me abandones, me siento sucumbir, cómo es duro mi estado. Pero mientras esto decía, mi dulce Jesús, más que una ternísima madre me ha extendido los brazos estrechándome a Él, y uniendo sus lágrimas a las mías, todo bondad me ha dicho:
(2) “Pobre hija mía, tus penas son las mías y sufro junto contigo, por eso, ánimo, abandónate en Mí y encontrarás la fuerza a tus penas. Quien se abandona en Mí crece como un niño cuidado por su mamá, la cual lo faja para hacerlo afirmar en sus miembros, lo alimenta con su leche, lo tiene entre sus brazos, lo besa, lo acaricia, y si llora, une sus lágrimas con las de su hijo, así que la mamá es la vida de su hijo. ¡Oh! si el pequeño niño no tuviese a su mamá, cómo crecería mal, sin quien lo alimentara con su leche, sin fajas, sin quien lo calentara; crecería enfermizo, débil, y solamente un milagro lo podría hacer vivir. Así es el alma que vive abandonada en mis brazos, tiene a su Jesús que le hace más que de madre; la alimento con la leche de mis gracias; la fajo con la luz de mi Voluntad, a fin de que sea fortalecida y confirmada en el bien; la tengo estrechada a mi pecho, a fin de que no sienta otra cosa que mi amor y los latidos ardientes de mi corazón; la arrullo entre mis brazos; si llora, lloro junto con ella, de modo que siente más mi Vida que la suya, crece junto Conmigo y de ella hago lo que quiero. En cambio quien no vive abandonada en Mí, vive en sí misma, aislada, sin leche, sin quien tome el cuidado de su existencia. Quien vive abandonada en Mí encuentra su refugio en sus penas, el escondite donde esconderse para hacer que ninguno me la toque, y si quisieran tocarla sabré defenderla, porque quien toca a quien me ama, es más que si me tocase a Mí mismo, y Yo la escondo en Mí y confundo a aquellos que quieren golpear a quien me ama. Y Yo amo tanto a quien vive abandonada en Mí, que hago de ella el más grande portento, que hace quedar maravillado a todo el Cielo, y así hago quedar confundidos a aquellos que creían golpearla para hacerla quedar cubierta de confusión y humillaciones. Así que, a las tantas penas que sufrimos no agreguemos esta pena, que sería la más dolorosa, el no vivir tú abandonada en Mí y Yo en ti. Hija mía, dejémoslos decir y hacer, con tal que no nos toquen nuestra unión, ni puede entrar ninguno en nuestros secretos, en los abismos de mi amor, ni impedirme lo que quiero hacer con mi criatura. Vivamos de un solo Querer y todas las cosas estarán en su lugar entre Yo y tú”.
(3) Después ha agregado con amor aún más tierno:
(4) “Hija mía bendita, mi Fiat es el sostén de toda la Creación, todo se apoya sobre de Él, no hay cosa que no sea animada por su potencia, si no fuera por mi Fiat, todas las cosas, las mismas criaturas, no serían otra cosa que como tantos cuadros pintados, o como estatuas inanimadas, incapaces de generar, vegetar, o de producir ningún bien. ¡Pobre Creación si no fuera por mi Voluntad! No obstante no se quiere reconocer. ¡Qué dolor, ser vida de todo y sentirnos sofocar en las mismas cosas creadas por Nosotros, y todo porque no nos conocen! ¡Qué amargura! Si no fuese por nuestro amor, y si fuésemos capaces de cambiar, retiraríamos nuestra Voluntad de todos y de todo, y todo se reduciría a la nada. Pero como somos inmutables y sabemos con certeza que nuestra Voluntad será conocida, deseada, querida, amada, y que cada uno la tendrá más que vida propia, por eso con paciencia invencible, que sólo nuestra Divinidad puede tener y soportar, esperamos que sea reconocida, y esto con justicia y suma sabiduría nuestra, porque jamás hacemos cosas inútiles, si hacemos es porque queremos nuestra utilidad, esto es, obtener gloria, honor de todas nuestras obras, aun de la más pequeñita florecilla del campo. Si esto no fuese, seríamos como un Dios que no supiera ni apreciar, ni dar el justo valor a nuestras obras,

por eso, es de justicia nuestra que nuestra Voluntad sea conocida como vida de todo, a fin de que obtengamos la finalidad por la cual creamos toda la Creación.
(5) Ahora, tú debes saber que conforme la criatura quiere hacer nuestra Voluntad y entra en Ella, queda rehabilitada en la nuestra, se rehabilita en la santidad, en la pureza, en el amor; resurge en la belleza y finalidad con la cual la creamos; pierde los males del querer humano, y comienza la vida del bien. Mi Voluntad, en cuanto ve que el alma quiere vivir junto con Ella, hace como se le hace al reloj que está parado, que con darle cuerda comienza a caminar y señala las horas, los minutos, y se hace guía de la jornada del hombre. Así mi Voluntad, viéndolo detenido en el bien por el humano querer, cuando la criatura entra en Ella le da la cuerda divina, de manera que todo el ser humano y espiritual siente la nueva vida y la virtud de la cuerda divina por la cual se siente investida, la cual corre en la mente, en el latido, en todo, y con una fuerza irresistible corre en todo lo que es santo y bueno. Esta cuerda señala los minutos y las horas eternas de la Vida Divina en el alma y, ¡oh! cómo corre en todo lo que es divino, Nosotros la rehabilitamos en todo, la hacemos correr por doquier en la inmensidad de nuestro mar y le hacemos tomar lo que quiere, y si bien no puede abrazar toda nuestra inmensidad, sin embargo vive en nuestro mar, se alimenta de él, se va siempre embelleciendo con nuestra belleza, se viste con los vestidos reales de nuestro Querer; en nuestro mar encuentra su reposo, los castos abrazos de su Jesús, su recíproco amor, divide junto con Él sus alegrías y sus penas, crece siempre en el bien. Mi Voluntad se vuelve para ella su vida, su pasión predominante. Nuestra cuerda la hace correr tanto, que llega a formarse su pequeña morada divina en nuestro mar, la cual viene habitada por la Trinidad Sacrosanta, que se gozan a esta afortunada criatura, colmándola siempre con nuevas gracias y dones. Por eso lo que más te importe sea el vivir en nuestro Fiat, a fin de que encontremos en ti las alegrías, la gloria de toda la Creación, la finalidad con la cual la creamos”.

+ + + +

36-35
Octubre 26, 1938

Los tristes efectos de la turbación. La pequeña enferma en el Querer Divino. Quien vive en la Divina Voluntad forma el apoyo a su Creador y pone a salvo sus intereses.

(1) Mi pobre existencia siente la necesidad extrema de vivir en el Querer Divino, las amarguras, las penas que me envuelven son tantas, que siento como si me quisieran arrancar de dentro del Fiat Divino, y por eso siento más que nunca la necesidad de vivir en Él, pero a pesar de todos los esfuerzos que hago por vivir abandonada en sus brazos, no puedo hacer menos que sentirme amargada, aturdida y turbada por las tantas molestias y duras penas que me circundan, hasta no poder más. Jesús mío, Mamá Celestial, ayúdenme, ¿no ven que estoy por sucumbir? Si no me tenéis en vuestros brazos, si no continúan inundándome con las olas de vuestro Querer Divino, yo tiemblo y temo por lo que será de mí. ¡Ah! no me dejen, no me abandonen a mí misma en un estado tan duro. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús ha corrido para sostenerme en sus brazos, y todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía buena, ánimo, no temas, Yo no te dejo, ni puedo dejarte, pues están las cadenas de mi Voluntad que me atan y me vuelven inseparable de ti, y además, ¿por qué temes salir de mi Voluntad? Así como para entrar en Ella hubo un acto firme y decidido de querer vivir en Ella, así también para salir de Ella se necesitaría otro acto firme y decidido, esto tú no lo has hecho, ni mi hija lo hará jamás, ¿no es verdad? Lo que quiero es que no te dejes sorprender por la turbación, la cual te decolora, te hace perder la frescura, te debilita la fuerza, te hace perder la vivacidad de la luz del Fiat, y mi amor queda reprimido, la atención pierde el paso, y si bien estás en mi Voluntad, pero estás como si estuvieras

dentro de una casa, y no pones atención en hacer lo que deberías hacer, lo que te conviene hacer para adornarla, ordenarla y darle toda la suntuosidad que te conviene. Así, estando turbada en mi Voluntad, no pones atención en recibir mi acto creante y obrante, por lo tanto ni Yo puedo darte ni tú puedes recibir, estás como en ocio. Sin embargo, ánimo, pues como tus penas son por causa mía, te tenemos en nuestra Voluntad como la pequeña enferma, de la cual Yo, el primero, mientras sufro junto contigo, porque son penas mías, y sufro más que tú, te hago de enfermero, te asisto, te hago de cama con mis brazos, te pongo mis penas a tu alrededor para fortificarte. Nuestra Mamá Reina corre para ponerte en su regazo, para tener defendida a su pequeña hija enferma. Y como quien ha obrado en mi Querer ha sido la portadora de la gloria y alegría a todo el Cielo, por eso todos corren en torno a nuestra pequeña enferma, los ángeles, los santos, para asistirla y prestarse a sus necesidades. En nuestra Voluntad no entran cosas extrañas que no nos pertenezcan, las mismas penas deben ser penas nuestras, de otra manera no encuentran el camino para entrar, por eso, ánimo, lo que quiero es que estés en paz. Cuántas veces también Yo bajo la presión de duras penas me volvía enfermo, y los ángeles corrían a sostenerme, mi mismo Padre Celestial al verme entre penas desgarradoras corría y me tomaba entre sus brazos para reforzar a mi gimiente Humanidad. Y mi Madre, cuántas, cuántas veces caía enferma en mi Querer al ver las penas de su Hijo, hasta sentirse morir, y Yo corría a sostenerla, la estrechaba a mi corazón para no dejarla sucumbir. Por eso lo que quiero es ánimo, paz, no te abatas demasiado, y Yo pensaré en todo”.
(3) Después ha agregado: “Hija mía, tú no sabes aún todo el gran bien que recibe la criatura con vivir en mi Voluntad, y la gran gloria que da a su Creador. Cada acto que hace en Ella es un apoyo que Dios hace sobre su criatura, apoyo de su potencia, de amor, de santidad. Cuantos más actos va repitiendo, tanto más nos confiamos de ella, y más podemos apoyar en ella lo que es nuestro, porque está nuestra Voluntad que le da capacidad y fuerza a la criatura para recibir lo que queremos darle; en cambio, si no encontramos nuestra Voluntad y sus actos repetidos en Ella, no encontramos donde apoyarnos, no posee ni fuerza, ni capacidad, ni espacio donde poder recibir nuestros dones, ni gracia para podernos fiar de ella. Pobre criatura sin nuestra Voluntad, es la verdadera ciudadela sin puertas, sin centinelas que la defiendan, expuesta a todos los peligros; y si queremos darle algo, sería exponer nuestros dones y nuestra misma Vida a la inutilidad y a peligros de sufrir ofensas e ingratitudes, tanto, de hacernos cambiar los dones y las gracias en castigos. Porque tú debes saber que cuando la criatura hace nuestra Voluntad, ponemos en su lugar nuestros intereses; no obramos jamás a nuestro perjuicio, primero ponemos a salvo nuestros intereses, nuestra gloria, y después obramos, de otra manera sería como si no tuviéramos cuidado de nuestra santidad, ni apreciáramos nuestros dones, ni lo que hacemos, sería como si no nos conociéramos a Nosotros mismos, ni nuestra potencia, ni lo que podemos hacer. ¿Quién emprende una empresa sin poner a salvo primero sus intereses? Ninguno, porque puede suceder que por desgracia en su empresa pueda tener pérdidas, pero con haber pensado antes en poner a salvo sus intereses, le servirá para no descender de su condición, y se puede mantener en su estado; en cambio, si no hubiera puesto a salvo sus intereses, podría llegar a morir de hambre. He aquí por qué queremos a la criatura en nuestra Voluntad, porque queremos poner a salvo nuestros intereses. Lo que damos, amor, santidad, bondad, y todo lo demás, nuestro Querer toma el trabajo de hacérnoslo restituir como otros tantos actos divinos, así que, amor divino hemos dado, y amor divino nos da. Ella transforma a la criatura en nuestra santidad, bondad, y hace que nos dé actos santos y buenos, así que también su respiro, su movimiento, su paso, es puro y santo. Sentimos en sus actos la semejanza de los nuestros, porque tal los vuelve nuestra Voluntad, y cuando recibimos de la criatura lo que es nuestro, cambiado en divino por nuestro Fiat, nuestro interés está en su lugar, nuestro amor festeja, nuestra gloria va en triunfo, y preparamos nuevas sorpresas de amor, de dones y de gracias. Cuando nuestro interés nos es dado, no ponemos más atención en nada, y abundamos tanto, que los Cielos quedan admirados”.

+ + + +

36-36
Octubre 30, 1938

Conforme la criatura ama en nuestro Querer, le duplicamos nuevo amor. Estupor del Cielo. Cómo adquiere el derecho de juzgar.

(1) Mi pequeño camino en el Querer Divino continúa, si bien me parece que lo hago con dificultad, paso a paso, pero mi dulce Jesús parece que se contenta con tal que no me desvíe y salga fuera de su Fiat. Puedo decir que estoy verdaderamente enferma por los tantos incidentes dolorosos de mi pobre existencia, y por eso se contenta con lo poco que hago; sin embargo no deja de incitarme, de estimularme al decirme nuevas sorpresas de su Querer para hacerme retomar el vuelo. Después, visitando mi pequeña alma me ha dicho:
(2) “Hija bendita de mi Voluntad, cómo suspiro que el alma viva en nuestro Querer Divino, es tanta mi complacencia, que conforme va repitiendo sus actos en Ella, así voy preparando nuevos dones, nuevas gracias, nuevo amor, nuevos conocimientos, para hacerle conocer siempre más mi Voluntad y hacerle apreciar y estimar la celestial morada en la cual ha tenido el gran honor de morar. Así que, si ama, Yo le duplico mi nuevo amor, y si ella vuelve a amarme, Yo vuelvo siempre a sorprenderla con mi nuevo amor, tanto, que la criatura se siente tan inundada, que confusa repite: ‘¿Será posible que un Dios me ame tanto?’ Y mientras esto dice, tomada por el arrebato de mi amor, vuelve a amarme, y Yo de nuevo la sorprendo con mi amor. Sucede una competencia de amor; la pequeñez humana armoniza con el amor de su Creador, y no sólo me ama por ella, sino que es tanto mi amor que siente, que me ama por todos y por todo; y mi Fiat, ¿qué hace? Con su potencia e inmensidad pone en vuelo este amor que hemos dado a la criatura, lo hace circular por doquier, y Nosotros sentimos que nos ama en cada paso, en cada movimiento, en cada pensamiento, palabra y latido de todas las criaturas; nos ama en el sol, en el viento, en el aire, en el mar; no hay cosa donde no nos ame, y ¡oh! cómo nos sentimos felices, glorificados, porque la criatura nos ama en todos y por todas partes; con esto no sólo la amamos a ella con nuevo amor, sino a todas las criaturas. A un acto de amor en mi Voluntad suceden tales prodigios, que los Cielos ambicionan ser espectadores para gozarse las nuevas sorpresas de nuestro amor, y en nuestra misma Divinidad esperamos con alegría indecible que la criatura venga en nuestro Querer a amarnos, para poder hacer desahogo de nuestro amor, para sentirnos amados por todos. Nuestro amor sale en campo para hacer su camino, y no sólo nuestro amor, sino que conforme la criatura va repitiendo sus actos en nuestro Fiat, así ponemos fuera nueva potencia, nueva bondad, nueva sabiduría, de modo que se sentirá animada por nueva potencia, bondad y sabiduría, en las cuales todos tomarán parte, y Nosotros tendremos la alegría de ver investidas a las humanas generaciones de nuestra nueva potencia, bondad y sabiduría nuestras. ¿Qué cosa no podemos hacer de esta criatura que vive en nuestro Querer? Llegamos a tanto, que le damos el derecho de juzgar junto con Nosotros, y si vemos que ella sufre porque el pecador debe sufrir rigurosos juicios, para no hacerla sufrir hacemos más benignos nuestros justos rigores, y ella nos hace dar el beso del perdón, y para hacer que se contente le decimos: ‘Pobre hija, tienes razón, eres nuestra, pero perteneces también a ellos, sientes en ti los vínculos de la familia humana, por eso quisieras que perdonásemos a todos, haremos cuanto más podamos para contentarte, con tal que no desprecien o rechacen nuestro perdón”.
(3) Esta criatura en nuestra Voluntad es la nueva Esther que quiere poner a salvo a su pueblo, y ¡oh! cómo estamos contentos de tenerla siempre junto con Nosotros en nuestro Querer, porque por medio suyo nos sentimos más inclinados a usar misericordia, a conceder gracias, a perdonar a los pecadores más obstinados, y a volver más breves las penas de las almas purgantes. Pobre hija, tiene un pensamiento por todos, un dolor

semejante a nuestro dolor, porque ve a la familia humana como nadando en nuestro Querer y no lo reconocen, y viven en medio a los enemigos en la más escuálida miseria”.
(4) Después ha agregado: “Hija mía, tú debes saber, que conforme la criatura reconoce nuestra Voluntad, la ama, quiere hacer su vida en Ella, así se vierte en su Dios, y Dios se vierte en ella. Con este mutuo verterse Dios hace suya a la criatura, le hace tomar parte en todos sus actos, se reposa en ella, la alimenta y la hace crecer siempre más en sus actos, y la criatura hace suyo a su Dios, se lo siente por todas partes y toma su dulce reposo en Aquél que ama y que forma su vida y su todo. Además de esto, conforme la criatura hace su acto en nuestro Fiat, así sentimos el vínculo de todos los seres creados, en aquel acto nos quiere dar y hacer encontrar a todos y a todo, parece que nos hace hacer la visita de todos los seres, para que todos nos reconozcan, nos amen y hagan su deber hacia su Creador, y ella se hace suplidora de todos, ama por todos y en todo; nada nos debe faltar en un acto hecho en nuestro Querer, de otra manera no podemos decir que sea acto nuestro. Nuestra Voluntad, por decoro y honor, se hace portadora y dadora a la criatura de todo lo que deberían darnos todas las otras criaturas y toda la Creación si tuviera razón. Si no encontrásemos en nuestra Voluntad, en la cual obra la criatura, toda nuestra gloria, el honor, la correspondencia que nos conviene por haber dado la vida a tantos y creado tantas cosas para mantener estas vidas, ¿dónde la podríamos encontrar? Nuestra Voluntad difundida en todos, vida y sostén de todo, es nuestra más grande gloria, y a la criatura que vive en Ella le suministra la ocasión de hacerle cumplir lo que cada criatura debería darnos de gloria y correspondencia por haberlas creado. Nosotros sabíamos que la criatura era finita, su pequeñez no podía darnos ni amor ni gloria completa, y por eso exponíamos nuestro Ser Divino, la potencia de nuestro Querer, para recibir lo que a Nosotros era debido; y la criatura viviendo en nuestro Querer, era garantía de que por todos nos podía amar y glorificar. Por eso son derechos que exigimos, que la criatura viva en Él: Derechos de Creación, derechos de Redención, derechos de potencia, de justicia y de inmensidad, que al menos lo que no puede hacer por sí sola, lo haga unida con nuestro Querer, y así podamos decir: ‘La criatura nos ama y nos glorifica como Nosotros queremos y merecemos.’ Por lo tanto, si quieres darnos todo, amarnos por todos, vive siempre en nuestro Querer y Nosotros encontraremos todo en ti, y nuestros derechos serán satisfechos”.

+ + + +

36-37
Noviembre 6, 1938

Un acto en el Querer Divino encierra y abraza todo. Todo lo que la criatura debe hacer está en Dios. Cómo los actos humanos encuentran a los actos divinos.

(1) Mi pobre mente se siente transportada por una fuerza suprema en el mar de la Divina Voluntad, y por cuanto giro y vuelvo a girar en Ella, jamás me es dado el recorrerlo todo, su inmensidad es tanta, que no le es dado a mi pequeñez, ni mirarla toda ni abrazarla, y por cuanto camino, es tanta su inmensidad que me parece haber hecho apenas solamente unos pocos pasos, por eso he quedado maravillada, y mi amable Jesús sorprendiéndome con su breve visita me ha dicho:
(2) “Mi buena hija, mi inmensidad es inalcanzable, y la criatura no puede abrazarla toda, y por cuanto le damos de lo nuestro, comparado con nuestra inmensidad, apenas se puede llamar gotitas. Basta decirte que, aun un solo acto de nuestra Voluntad es tanta su grandeza, que sobrepasa a todos los seres posibles e imaginables, encierra y abraza a todos y a todo, por eso la gloria que recibimos cuando la criatura ofrece su acto y lo hace investir por nuestro Querer es tan grande, que supera toda la Creación, porque la Creación no tiene razón, mientras que en el acto en el cual nos hace obrar, la criatura tiene la

plenitud de la razón humana, que investida por la divina sobrepasa el cielo, el sol y todo. Por lo tanto, si nuestra gloria es grande, la correspondencia de amor que recibimos da en lo increíble, el bien que recibe la criatura es incalculable. En cuanto ella nos da su acto y Nosotros lo hacemos nuestro, todos se quieren dar a ella: El sol con su luz, el cielo con su inmensidad, el viento con su potencia e imperio, todos encuentran su puesto en aquel acto, y se quieren dar para que su Dios sea glorificado con la plenitud de una razón humana, de la cual ellos están privados”.
(3) Jesús ha hecho silencio y yo pensaba entre mí: “¿Cómo puede ser que con sólo entrar en la Divina Voluntad nuestros actos adquieran tanto bien?” Y Jesús retomando su palabra ha agregado:
(4) “Hija mía, esto sucede en modo simple y casi natural, porque nuestro Ser Divino es simplísimo, y así también nuestros actos. Ahora, tú debes saber que todo lo que la criatura debía hacer de bien, ha sido hecho, formado, alimentado por nuestro Querer Divino, se puede decir que sus actos existían, existen y existirán en Él, están como alineados, ordenados, y todos tienen su puesto en nuestro Querer, mucho más, que primero son formados en Nosotros, y después, a su tiempo, los sacamos a la luz. Ahora, al entrar en nuestro Querer el alma encuentra todo lo que ya es suyo y que Nosotros queremos que tome, por lo tanto los actos humanos encuentran nuestros actos divinos establecidos por Nosotros para ella, y se arrojan sobre ellos, se transforman, se besan, se encierran en nuestros actos divinos, que ya son suyos, y el acto humano se vuelve acto divino, y como nuestro acto divino es grande e inmenso, y el humano es pequeño, se siente perder en el divino, como si perdiese la vida, pero no es verdad, la pequeña vida existe, la razón humana se ha retirado, se ha encerrado, se ha hecho ocupar por la nuestra, con sumo honor suyo y con suma gloria nuestra, porque hemos dado de lo nuestro a la criatura. Y jugando el pequeño átomo del querer humano hacemos tales prodigios de amor, de santidad, de gloria nuestra, de hacer quedar estupefactos a Cielo y tierra, y sentirnos como correspondidos porque hemos creado a la criatura con toda la Creación. Ahora, tú debes saber que todo lo que la criatura hace en nuestra Voluntad queda escrito con caracteres imborrables de luz en nuestro Fiat, y estos son actos que con su valor infinito tendrán poder de dar a la criatura su reino, y por eso esperamos que estos actos sean cumplidos, ellos nos darán tal correspondencia de amor y de gloria, y darán tales gracias a los vivientes, para igualar las partes entre el Creador y la criatura, para que nuestra Voluntad pueda reinar en medio a la familia humana. Un acto en nuestra Voluntad es tan grande, que podemos hacer y dar todo”.
(5) Después de esto ha agregado: “Hija mía, en cuanto el alma entra en nuestro Querer encuentra todas las verdades que le he manifestado y que ha conocido acerca de mi Divina Voluntad. Cuando le han sido manifestadas ha recibido la semilla de cada una de ellas, y de ellas se siente poseedora. Ahora, conforme entra en mi Voluntad, mientras se las siente en sí misma, al mismo tiempo las encuentra en mi Fiat como tantas reinas, que dándole la mano la hacen subir en Dios, haciéndose conocer mayormente, dándole nueva luz y nuevas gracias; así que mis verdades forman la rampa para ir a Dios, y Dios, viendo subir a la criatura a sus brazos siente tanto amor, que desciende en el fondo de la criatura para gozarse sus verdades y reafirmarla e instruirla en cómo debe desarrollar su vida en las verdades que ha conocido. Se puede decir que el alma y Dios forman una sociedad divina, que trabajan juntos, y aman con un solo amor.
(6) Ahora, has de saber que los actos hechos en mi Querer unen los tiempos y de ellos forman uno solo, lejanía no existe entre ellos, están tan ensimismados, que mientras son, se puede decir innumerables, forman uno solo, tanto que, cuando se obra en mi Querer se ama, se adora, y uniendo los tiempos se encuentran unidos con los mismos actos que hizo el Adán inocente cuando amaba y obraba en nuestros campos divinos de nuestro Fiat, se unen con los actos y el amor de la Celestial Reina, y hasta con los mismos actos y amor de nuestro Ente Supremo. Éstos tienen el poder de fundirse con todos, de tomar su puesto de honor dondequiera. Donde está mi Voluntad, estos actos pueden decir: ‘Es puesto nuestro’. Estos actos hechos en nuestro Querer están dotados de valor divino, cada uno

de ellos posee una felicidad, una alegría nueva, de modo que la criatura se forma en sus actos innumerables alegrías, contentos y felicidad sin fin, tanto de formarse ella misma un paraíso de delicias y de bienaventuranzas, además de aquél que le dará su Creador. Y esto es como connatural, porque mi Voluntad cuando obra, tanto en Nosotros mismos como en la criatura, hace surgir la plenitud de sus alegrías y delicias que posee, e inviste lo que obra. Poseyendo en su naturaleza mares siempre nuevos de alegrías infinitas, no puede obrar si no genera nuevas alegrías y delicias. Por eso todo lo que se hace en mi Querer adquiere en virtud de Él la naturaleza de las alegrías celestiales, la inseparabilidad de todos los bienes, y la criatura puede decir: ‘Todos los tiempos son míos y de ellos hago uno solo’. Qué alegría poder decir: Yo misma me he formado el paraíso, porque el Fiat Divino ha obrado junto conmigo”.

+ + + +

36-38
Noviembre 13, 1938

Cómo las verdades sobre la Divina Voluntad formarán el régimen, las leyes, el ejército aguerrido. Los conocimientos darán los ojos para hacer poseer un bien tan grande. El distintivo de la Trinidad Santísima. Señal para conocer si se vive en la Divina Voluntad

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, no puedo hacer menos pues me sentiría como si yo misma diera muerte a mi alma. ¡El Cielo me guarde! Y además, ¿cómo podría vivir sin vida? Después pensaba entre mí en las tantas verdades que Jesús me había dicho acerca de su Divina Voluntad, y como si quisiera formar dudas y no comprendiese bien, decía entre mí: “¿Será posible que se pueda llegar a tanto viviendo en el Querer Divino?” Y mi amado Jesús sorprendiéndome, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, no te maravilles, mi Voluntad tiene poder de hacer llegar a la criatura a donde quiere, siempre y cuando esté junto con Ella. Tú debes saber que su reino será formado, fundado sobre las verdades que ha manifestado; por cuantas más verdades manifiesta, tanto más suntuoso, bello, majestuoso y más sobreabundante de bienes y de alegrías será este reino. Mis verdades formarán el régimen, las leyes, el alimento, el ejército aguerrido, la defensa y la misma vida de quien vivirá en él; mis verdades tomarán cada una un oficio distinto: Quién hará de maestro, quién de padre amorosísimo, quién de madre ternísima que para no exponer al peligro a su hija la lleva en su regazo, la arrulla en sus brazos, la alimenta con su amor, la viste de luz, en suma, cada verdad será portadora de un bien especial. Mira cómo será rico el reino de mi Voluntad del que tanto estoy diciendo, y me disgusta cuando tú no estás atenta a escribir todo, porque harás faltar un bien de más, porque gozarán según conozcan; el conocimiento llevará la vida, la luz, el bien que posee. Poseer un bien sin conocerlo es casi imposible, sería como si no tuviese ojos para mirar, inteligencia para comprender, manos para obrar, pies para caminar, corazón para amar. En cambio, la primera cosa que hace el conocimiento es dar los ojos para no dejarlo ser un pobre ciego, y haciéndose mirar se hace comprender y hace desear el bien, la vida que le quiere dar; mucho más que al conocer mi verdad, ella misma se hace actora y espectadora para transmitir su vida en la criatura. Ahora, tú debes saber que los actos hechos en mi Querer son inseparables, pero muy distintos entre ellos, distintos en la santidad, en la belleza, en el amor, en la sabiduría; tendrán el distintivo de la Trinidad Sacrosanta, que mientras las Divinas Personas son distintas entre Ellas, son inseparables, una es la Voluntad, una la santidad, una la bondad y así de todo lo demás; así, estos actos serán inseparables y distintos, encerrarán en ellos el distintivo de la Trinidad Suprema: ‘Una y Tres, Tres y Una’. Es más, la poseerán como vida propia. Estos actos serán la más grande gloria nuestra y de todo el Cielo, al ver en ellos tantas

veces multiplicada nuestra Vida Divina por cuantos actos ha hecho la criatura en nuestro Querer Divino”.
(3) Después pensaba entre mí: “¿Cómo se puede conocer si se vive en el Querer Divino?” Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, es fácil saberlo, tú debes saber que mi Fiat Divino cuando reina en el alma tiene su acto obrante y continuo, no sabe estar sin hacer nada, Él es Vida, y la vida debe respirar, moverse, latir, hacerse sentir, debe tener su primer acto obrante, y la criatura se siente bajo su imperio y sigue sus actos casi en modo continuo en el Querer Divino; así que la continuación es una señal cierta de que se vive en Él, con esta continuación siente la necesidad del respiro, del movimiento, de la actitud divina, por eso si interrumpe sus actos continuos siente que le falta la vida, el movimiento y todo, y ella pronto reemprende sus actos continuos, porque sabe que le cuesta mucho el no continuar sus actos, le cuesta la Vida Divina, y quien la ha poseído difícilmente la deja perder.
(5) Ahora, este obrar de la criatura en Él, ¿sabes tú qué cosa es? Es el desarrollo de la Vida de mi Voluntad que hace en la criatura, porque solamente Ella tiene la virtud de nunca cesar en sus actos continuos, y si esto se pudiese dar, lo que no puede ser, todo y todos quedarían como paralizados y sin vida. Ahora, la criatura por sí sola no tiene esta virtud de obrar continuamente, en cambio unida con mi Querer tiene virtud, fuerza, voluntad, amor de hacerlo. ¡Oh, cómo sabe cambiar las cosas! Con tal que la criatura se deje llevar, poseer por Ella, sabe hacer tales cambios que la criatura no se reconoce más, ni siquiera le queda un lejano recuerdo de su vida pasada. Además hay otra señal, mi Voluntad para reinar, cuando ve al alma dispuesta, primero le embalsama la voluntad, sus penas con un aire de paz, y después forma en ella su trono, por lo que quien vive en mi Querer posee una fuerza que jamás viene a menos, posee un amor que mientras no ama a ninguno, ama con verdadero amor a todos en Dios, y además, a cuántos sacrificios se expone por todos y por cada uno en particular. Pobre hija, es la verdadera mártir y víctima de todos y, ¡oh! cuántas veces al verla sufrir la miro con tal ternura y compasión, que para reanimarla le digo: ‘Hija mía, has sufrido mi misma suerte, pobre hija, ánimo, tu Jesús te ama de más’. Y ella al sentirse más amada por Mí, sonríe en las penas y se abandona en mis brazos. Hija mía, para probar y poseer lo que sabe hacer mi Voluntad, se necesita estar dentro de Ella, de otra manera no entenderán nada”.

+ + + +

36-39
Noviembre 20, 1938

El Querer Divino se vuelve el esperador del alma que quiere vivir en Él. En quien vive en el Fiat Divino, Dios tiene su campito donde desarrollar su trabajo.

(1) Me parece que el Querer Divino está dentro y fuera de mí, en acto de sorprenderme cuando estoy por hacer mis pequeñas acciones, decir mi pequeño “te amo”, para investirlos con su luz y hacerlos suyos; tiene una atención admirable e inimitable que llega a lo increíble, y si la criatura no está atenta a darle sus pequeños actos, ¡oh! cómo sufre por eso. Cómo quisiera ser también yo toda atención para imitarlo, no dejando que nada se me escape, a fin de que nos podamos sorprender mutuamente. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo amor me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el alma que quiere vivir en mi Querer llega a ser su gran esperada: Él la espera si ama porque quiere amar junto, si obra la espera porque quiere ser el actor y el espectador de su obra, así que mi Voluntad está en continuas ansias y esperas de todo lo que hace la criatura para investirlos, para ser el actor y hacerlos suyos. Has de saber que en cuanto el alma entra en mi Voluntad, encuentra la santidad de Dios que la inviste, su belleza que la embellece, su amor que la transforma en Dios, su pureza que la vuelve

tan nítida de no reconocerse más, encuentra su luz que le da la semejanza divina. ¡Oh, cómo la potencia de mi Voluntad sabe cambiar la suerte humana! Es por eso por lo que la espera, porque quiere desarrollar su trabajo que ‘ab eterno’ tiene preparado, que debe hacer en aquella criatura, no quiere ser reprimida en su movimiento incesante, y llega hasta encerrar a la criatura en su movimiento eterno, a fin de que reciba y dé, para no sufrir esperas, porque si quien vive en su Querer no hace vida junto con Él, no lo tolera, si no se la siente en su movimiento divino siente su santidad dividida, su amor detenido y sofocado, por eso, en quien vive en nuestro Fiat tenemos nuestro campito divino, donde podemos desarrollar nuestro trabajo; nuestra Voluntad nos suministra la materia adaptable para hacernos hacer las obras más bellas, porque Nosotros cuando queremos trabajar en el campito del alma, queremos encontrar la materia de nuestra santidad, porque Nosotros no ponemos jamás nuestras santas manos en el fango humano. Para hacer nuestras obras más bellas queremos encontrar nuestra pureza que nos atrae, nuestra belleza que nos rapta, nuestro amor que se impone sobre Nosotros para hacernos obrar, y sólo nuestra Voluntad sabe suministrar estas nuestras materias divinas para hacernos obrar; todo es adaptable para Nosotros, y por eso hacemos tales obras de dejar maravillados a Cielo y tierra. En cambio, donde no está nuestro Querer estamos obligados a no poder hacer nada, pues no hay materia nuestra que sea adaptable para Nosotros, y si algún bien hay, es bien aparente, corrompido por la propia estima y gloria, por torcidas intenciones, y Nosotros rehuimos el obrar en ella porque pondríamos en peligro nuestras obras más bellas; Nosotros primero nos aseguramos y después obramos. Tú debes saber que por cuantos más actos hace en nuestro Querer, tanto más entra en Dios y más ensanchamos el campito en nuestro seno divino, y más obras más bellas podemos hacer, podemos dar más de lo nuestro; así que la criatura se encuentra siempre bajo el acto creciente de nuestra Vida Divina, nuestro amor la ama tanto, que la lleva en brazos y nos hace decir continuamente: ‘Te hacemos a nuestra imagen y semejanza’. Y la hace crecer con nuestro aliento divino, con nuestra santidad, potencia y bondad; la miramos y encontramos en ella nuestro reflejo, nuestra sabiduría y belleza encantadora. ¿Cómo poder estar sin esta criatura si estamos atados a ella con nuestras prerrogativas divinas? ¿Cómo estar sin ella si posee de lo nuestro y para amarnos y para desendeudarse de cuanto le hemos dado nos da continuamente lo que le hemos dado? Mucho más, que viviendo en nuestro Querer ella ha recibido de Nosotros la virtud de poder producir vida, no obras, porque Nosotros al dar nuestra santidad, nuestro amor y todo lo demás, damos la virtud generativa, y ella genera continuamente vida de santidad, vida de amor, vida de luz, de bondad, de potencia, de sabiduría, y nos las ofrece, nos circunda y no termina jamás de darnos cambiado en vida lo que le hemos dado, y ¡oh! nuestra complacencia, nuestra fiesta, nuestra gloria al ver regresar a Nosotros tantas vidas que nos aman, que glorifican nuestra santidad, que hacen eco a nuestra luz, sabiduría, y a nuestra bondad. Las otras criaturas nos pueden dar, a lo más, obras de santidad, de amor, pero no vida, sólo a quien vive en nuestro Querer le es dado el poder formar tantas vidas con sus actos, porque ha recibido de Nosotros la virtud generativa para poder generar cuantas vidas quiera, para podernos decir: ‘Vida me has dado y vida te doy’. Mira entonces la gran diferencia, la vida habla, no está sujeta a terminar, puede generar, mientras que las obras no hablan, no generan y están sujetas a destruirse. Por eso lo que nos puede dar quien vive en nuestro Querer, cómo nos puede amar, ninguno lo puede igualar, por cuantas obras pudieran hacer serán siempre las gotitas de agua frente al mar, las pequeñas luces de frente al sol; un solo ‘te amo’ de esta criatura deja atrás a todo el amor de todas las demás criaturas unidas juntas. Este ‘te amo’, por cuan pequeño sea, corre, abraza y se eleva sobre todo, viene a nuestros brazos y nos abraza con los suyos, nos hace mil caricias, nos dice tantas cosas bellas de nuestro amor, se refugia en nuestro seno y lo oímos decir siempre: ‘Te amo, te amo, te amo Vida de mi vida, Tú me has generado y yo te amaré siempre’. Cualquier cosa que quiera hacer, no hace otra cosa que formar vida: Si hace actos buenos y santos, poseyendo la Vida de nuestra Voluntad, genera la vida de nuestra bondad y de nuestra santidad, y viniendo en nuestros brazos nos hablan de la historia de nuestra bondad y santidad, y, ¡oh! cuántas

cosas bellas nos dicen, con cuánta gracia nos narran hasta dónde llega nuestra bondad, qué altura y grandeza de santidad poseemos, no terminan jamás de decir cuán buenos y santos somos, y arrojándose en nuestro seno divino penetran en los más íntimos escondites para conocer más lo buenos y santos que somos, y quedan a alabarnos por cuanto somos buenos y santos; y ¡oh! cómo es bello el oír narrar nuestra historia divina por una voluntad humana unida con la nuestra, que le inspira quién es su Creador. En suma, si quiere glorificarnos genera la vida de nuestra gloria, y nos narra nuestra gloria; si admira nuestra potencia, sabiduría y belleza, siente en sí como vida nuestras cualidades divinas y nos narra cómo somos potentes, sabios y bellos; nos dice: ‘Vida de mi vida, te he conocido y siento la necesidad de hablar de Ti y de narrarte tu historia Divina’. Estas vidas son nuestra más grande gloria, son nuestra extensa generación inseparable de Nosotros, están siempre en movimiento, tienen siempre qué decir acerca de nuestro Ser Supremo, y una vida no espera a la otra, sino que mientras una viene, la otra corre detrás y después otra aún, no terminan jamás. Nuestro contento es pleno, la finalidad de la Creación está realizada, esto es: La compañía de la criatura que nos conoce; y mientras la gozamos y está con Nosotros la hacemos crecer en nuestra Semejanza. ¿Quién es aquél que no ama la compañía de quien le pertenece? Mucho más Nosotros amamos la compañía de la criatura, porque somos Vida de su vida. Por eso nuestro dolor fue grande cuando Adán, nuestro primer hijo, descendió de dentro de nuestro Querer para hacer el suyo, ¡pobrecito! Perdió la virtud generativa de generar con sus actos Vidas Divinas, a lo más pudo hacer obras, no vidas; él, unido con nuestro Querer tenía la virtud divina en su poder, y por eso podía formar con sus actos cuantas vidas quería. Le sucedió como a una madre estéril a la que no le es dado el poder generar, o bien como a una persona que quiere hacer un trabajo, y que posee un hilo de oro purismo y refulgente, pero aparta de sí el hilo de oro, lo pone bajo sus pies, así que el hilo de oro se alejó de él; éste hilo de oro es mi Voluntad como vida y lo sustituyó el hilo de su voluntad, que se puede llamar hilo de fierro. Pobrecito, no pudo más hacer trabajo de oro, investidos por el refulgente sol de mi Querer, debió contentarse con hacer trabajos de fierro, y en ocasiones, trabajos sucios, llenos de pasiones. La suerte de Adán sufrió tal cambio, que casi no se reconocía más, descendió en el abismo de las miserias, la fuerza, la luz no estaban más en su poder. Antes de pecar, en todos sus actos crecía en él nuestra imagen y semejanza, porque era un trabajo que tomamos en el acto de crearlo, y queríamos mantener nuestro trabajo, tener en vigor nuestra palabra creadora por medio de sus mismos actos, también para tenerlo siempre junto con Nosotros y estar en continua comunicación con él. Así que nuestro dolor fue grande, si nuestra omnividencia no nos hubiese hecho presente que nuestra Voluntad debía reinar como vida en los siglos futuros, lo que fue como un bálsamo a nuestro intenso dolor, por la fuerza del dolor hubiéramos reducido a la nada toda la Creación, porque no reinando nuestra Voluntad en ella, no nos servía más, y debía servir sólo a la criatura, mientras que Nosotros habíamos creado todas las cosas para servirnos a Nosotros y a ellas, por eso ruega que regrese mi Voluntad como vida, y sé tú su víctima”.

+ + + +

36-40
Noviembre 26, 1938

La disposición llama al trabajo divino. La Divina Voluntad pone el movimiento divino en quien vive en Ella. Cómo puede dar todo a su Creador. Encanto de las pupilas divinas. Diferencia
entre los bienaventurados y las almas viadoras.

(1) Estoy bajo las olas eternas del Querer Divino, el cual quiere darse siempre a la criatura, pero quiere que también ella lo quiera, no quiere ser un intruso que se hace encontrar dentro sin que ella lo sepa del todo, quiere ser buscado, quiere darle su beso de

amor, y después como triunfador cargado de dones entra en ella y la llena con sus dones. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús que siente la necesidad de confiar sus secretos a su criatura, me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi Querer quiere dar, pero quiere encontrar la disposición de la criatura para poner en ella sus dones. La disposición es como la tierra en manos del agricultor, que por cuantas semillas tuviese, si no tiene una tierra dónde arrojar sus semillas, jamás podrá sembrar, y si la tierra tuviera razón y no estuviera dispuesta a recibir sus semillas, el pobre agricultor se sentiría arrojar a la cara, en los ojos, las semillas con las cuales quería enriquecer a la tierra. Así es mi Voluntad, quiere dar, pero si no encuentra al alma dispuesta, no encontraría el lugar dónde poner sus dones, se los sentiría arrojar en la cara con sumo dolor suyo, y si le quisiera hablar, la encontraría sin oído para hacerse escuchar. Por eso, la disposición prepara al alma, abre las puertas divinas, da el oído, se pone en comunicación para que el alma oiga primero lo que mi Querer quiere darle, de modo que ame y suspire lo que debe recibir. Si no está dispuesta nada damos, porque no queremos exponer nuestros dones a la inutilidad. En cambio la disposición sirve como la tierra al agricultor, que se somete a lo que él quiere hacer, se deja trabajar, se deja labrar, formar los surcos para poner al seguro la semilla con la cual quiere llenarla; así nuestro Ente Supremo, si encontramos la disposición hacemos nuestros trabajos, la preparamos, la purificamos, con nuestras manos creadoras preparamos el lugar dónde poner nuestros dones y formar nuestras obras más bellas. En cambio si no está dispuesta, con toda nuestra potencia nada podemos hacer, porque su interior está obstaculizado por piedras, por espinas, por viles pasiones, y como no está dispuesta no se presta para que se le quiten. ¡Cuántas santidades se vuelven humo por la falta de disposición! Mucho más, que si no está dispuesta no se adapta a vivir en nuestro Querer Divino, más bien parece que no es para ella, su santidad la aterra, su pureza la hace avergonzarse, su luz la ciega; en cambio, si está dispuesta se arroja en sus brazos y se deja hacer todo lo que le queremos hacer, es más, se está como una pequeña niña recibiendo nuestros trabajos, con tal amor que nos sentimos raptar; y nuestro Querer, ¿qué hace? Hace correr en ella su movimiento divino, y con este movimiento encuentra en acto todas nuestras obras, las besa, las abraza, las inviste con su pequeño amor; encuentra mi concepción, mi nacimiento en acto, y con su amor quiere concebirse y renacer Conmigo, y Yo no sólo la dejo hacer, sino que siento tal contento que me siento correspondido por haber nacido sobre la tierra, pues encuentro quien renace junto Conmigo. Pero sigue más adelante aún, el movimiento divino que posee la hace correr dondequiera, y encuentra como ejército aguerrido todo lo que hizo mi Humanidad, mis lágrimas, mis palabras y oraciones, mis pasos, mis penas, todo lo toma, lo besa, lo adora, no hay cosa hecha por Mí que no invista con su amor, ¿y después qué hace? Todo lo hace suyo, y con un modo y gracia infantil encierra todo en su regazo, se eleva en lo alto, viene delante a nuestra Divinidad y alinea a nuestro alrededor todas nuestras obras, y con énfasis de amor nos dice: ‘Majestad adorable, cuántas obras bellas os traigo, todo es mío y todo os traigo para que todas te amen, te adoren, te glorifiquen y te correspondan por tanto amor que tienes por mí y por todos’. Este movimiento divino que mi Querer pone en la criatura que vive en Él, es la nueva Vida que recibe, con este movimiento tiene derecho sobre todo, lo que es nuestro es suyo, por eso todo nos puede dar, y ¡oh! cuántas sorpresas nos da, tiene siempre qué darnos. Con este movimiento divino tiene virtud de correr dondequiera, y ahora nos trae la Creación para amarnos como la hemos amado en todas las cosas creadas, ahora nos trae a todas las criaturas para amarnos por todos y con todos, ahora nos trae todo lo que Yo hice estando en la tierra para decirnos: ‘Os amo como Vosotros os amáis’. No se detiene jamás, parece que no sabe estar si no nos da nuevas sorpresas de amor, quiere poder decir: ‘Lo amo, lo amo siempre’. Y Nosotros la llamamos nuestra alegría, nuestra felicidad perenne, porque no hay alegría más bella para Nosotros que el amor continuo de la criatura, porque tú debes saber que un acto hecho en nuestro Querer es más que sol que surge, el cual con su luz inviste toda la tierra, el mar, las fuentes de agua, aun el más pequeño hilo de hierba no es puesto aparte, todos son investidos de luz. Así un acto hecho en mi Querer corre, busca,

inviste todo, forma su manto de plata refulgente dentro y fuera de las criaturas, y así adornadas nos las trae delante a nuestra majestad adorable, y nos hace implorar por nuestra misma Voluntad con voz de luz, de amor hablante por todos, y poniendo un dulce encanto a nuestras pupilas divinas nos hace ver a todas las criaturas envueltas en nuestra luz divina, y Nosotros mismos exaltamos la potencia de nuestro Fiat, que con la potencia de su luz sabe esconder las miserias humanas y las convierte también en luz. A un acto suyo no se le niega nada, porque tiene poder de darnos todo y suplir por todos”.
(3) Yo al oír esto pensaba entre mí: “Si tanto puede hacer una criatura viadora que viva en su Querer con un solo acto, ¿qué cosa no harán los bienaventurados en el Cielo, que hacen vida perenne en Él?” Y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, hay una gran diferencia entre los bienaventurados y el alma viadora. Los bienaventurados no tienen nada que agregar; su vida, sus actos, su voluntad, quedó fijada en Nosotros, y pueden decir: ‘Cumplimos nuestra jornada’. Hacer más no les es dado, a lo más, Nosotros podemos dar nuevas alegrías y nuevo amor. En cambio, la viadora, su jornada no ha terminado, y si quiere y vive en nuestro Querer puede obrar prodigios de gracia, de luz para el mundo entero, y prodigios de amor para su Creador. Por eso, toda nuestra premura es por el alma viadora, porque nuestro trabajo está aún en curso, no ha terminado, y si se presta hacemos trabajos jamás hechos, trabajos tan bellos que hacen quedar estupefactos a Cielo y tierra. Por eso nuestro dolor es grande cuando encontramos al alma viadora que no se presta para hacernos hacer las obras más bellas que queremos hacer. Cuántos trabajos nuestros comenzados y no terminados, otros, rotos en lo más bello, porque sólo en nuestro Querer y por quien vive en Él, podemos cumplir nuestras obras con una belleza inenarrable, porque Él nos suministra la materia adecuada para hacer lo que queremos hacer, fuera de Él no encontramos ni luz suficiente, ni amor que surge, ni materia divina, estamos obligados a cruzarnos de brazos sin poder seguir adelante, ¿y cuántos no viven en nuestro Querer? Y además, para la viadora está la moneda del mérito que corre, y en todos sus actos animados por nuestro Querer viene acuñada nuestra imagen divina, conteniendo valor infinito, así que cuando quiere tiene la moneda para pagarnos lo que quiere. Por eso nuestro trabajo e interés es por las almas que están en el camino, porque es tiempo de conquistas, mientras que en el Cielo no hay ya más adquisiciones, sino sólo alegría y felicidad”.

+ + + +

36-41
Noviembre 30, 1938

Quien gira en el Querer Divino y reconoce sus obras, recibe la dote que Dios le ha dado, y forma sus jornadas, se hace mensajera de paz entre el Cielo y la tierra. La generación divina, la portadora.

(1) Estaba haciendo mi giro en los actos del Querer Divino hechos por amor nuestro, y me parecía que todos querían ser reconocidos, qué cosa habían hecho, cuánto nos habían amado y cómo nos aman, no estando sujeto a terminar su amor. Después pensaba entre mí: “¿Cuál es el bien que hago con el regresar siempre a los actos del Querer Divino?” Y mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, tú debes saber que en todo lo que hemos hecho, tanto en la Creación como en la Redención, no hacíamos otra cosa que formar la dote para dotar a las criaturas con nuestros mismos bienes y obras nuestras; ahora, quien viene en nuestro Querer viene a tomar posesión de su dote, a reconocerla y amarla, y conforme gira en Él para conocer la dote extensísima que le ha dado su Creador, así forma su jornada en el tiempo, así que por cuantas veces gira, camina, ama, conoce, tantas jornadas forma, y Yo por eso le he dado esta gran dote, que puede recibir y conocer en el tiempo, para que haga sus jornadas, las cuales serán las jornadas que coronarán el día eterno de la eternidad que

jamás termina. Por lo tanto, por cuanto más gira en Él, tantas más jornadas forma, que la volverán más rica y gloriosa en el Cielo. Y si la criatura no se tomase el cuidado de reconocer, de poseer, de amar esta gran dote, sería una pobre infeliz que vive en la miseria y está obligada a morir de hambre mientras posee tantos bienes; sucedería como a un padre que dota a su hijo de sus propiedades extensísimas, el cual no toma cuidado de conocerlas ni de ir frecuentemente a ellas para poseer y gozar la dote que le ha dado su propio padre; este hijo, con toda la dote que podría poseer, porque no pone cuidado de ella y no la reconoce, de rico es pobre, y se puede decir que ha descendido de la nobleza del padre, como si no fuese su hijo legítimo. ¿Qué dolor no sería el de aquel pobre padre, que mientras él es tan rico ve a su hijo pobre, cubierto de andrajos y mendigando el pan a los demás? Este hijo, si tuviese poder haría morir de dolor al propio padre. En tal estado se encuentra nuestro Ente Supremo, todo lo que hemos creado era la dote que debíamos dar a la criatura para volverla feliz y rica, y para hacerle conocer quiénes somos, cuánto la hemos amado y cuánto hemos hecho por ella; por lo tanto, quien no gira en nuestras obras no las reconoce, ni las posee, ni forma el mérito de sus jornadas en el tiempo; ¿no es esto para Nosotros un gran dolor? Por eso ven siempre en nuestras obras; por cuanto más vengas tanto más las reconocerás, las amarás, y con derecho tendrás la posesión de ellas.
(3) Además de esto, cada acto hecho en mi Voluntad es un mensajero de paz que parte de la tierra y viene al Cielo, viene a poner paz entre el Cielo y la tierra; cada palabra dicha sobre mi Querer lleva el vínculo de la paz, y quien viene a vivir en Él, el primer bien que recibe es el vínculo de la paz entre ella y Nosotros, se siente como embalsamada en nuestra paz divina; con este vínculo de paz siente en sí la virtud de hacer de pacificadora entre el Cielo y la tierra, todo es paz en ella, pacíficas son las palabras, las miradas, los movimientos; ¡oh! cuántas veces con una sola palabra pone paz entre Nosotros y las criaturas, una sola mirada suya, dulce y pacífica, nos hiere y nos hace cambiar los flagelos en gracias, por eso todos sus actos no son otra cosa que vínculos de paz, mensajeros pacíficos que llevan el beso de paz de las criaturas a Dios, y de Dios a las criaturas, mucho más que, por cuanto más vive la criatura en nuestra Voluntad, más se adentra en nuestra Familia Divina, adquiere de más nuestros modos, le son dados a conocer nuestros secretos, nos semeja de más, la amamos y nos ama de más, y nos pone en condiciones de darle siempre nuevas gracias, nuevas sorpresas de amor. La tenemos en nuestra casa, y perteneciendo a nuestra Familia, podemos decir que come a nuestra mesa, que duerme sobre nuestras rodillas. Vivir sin ella no podemos, nuestro Querer la vincula en tal modo, que la vuelve tan amable y atrayente, que no podemos estar sin ella, ni ella puede estar sin Nosotros”.
(4) Después de esto ha agregado: “Hija mía, nuestro deseo de que las criaturas vivan en nuestro Querer es grande, nos encontramos en las condiciones de una pobre madre que siente la necesidad de poner fuera su parto y no lo puede hacer, no tiene dónde ponerlo ni a quién confiarlo, ni tiene quién lo reciba; pobre madre, cuánto sufre. Así se encuentra nuestro Ser Supremo, sentimos la necesidad de generarnos a Nosotros mismos; pero,
¿dónde ponernos? Si nuestra Voluntad no es vida de la criatura no hay lugar para Nosotros, no tenemos a quién confiarnos, ni quién nos alimente, ni el cortejo que requiere nuestra majestad adorable, y como nuestra Trinidad Santísima está siempre en acto de generar, estos nuestros partos permanecen reprimidos en Nosotros mismos, mientras que queremos generar nuestra Trinidad Divina en las criaturas, pero como no viven en nuestro Querer no hay quién reciba nuestra generación divina. ¡Qué dolor, ver permanecer a esta nuestra generación divina en Nosotros mismos, sin poder desarrollar el gran bien que puede hacer nuestra generación eterna en las criaturas! Nuestra Voluntad abraza todo, y quien vive en Ella, en cuanto forma sus actos se hace la portadora de todos, si ama nos trae el amor de todos, si adora nos trae la adoración de todos, si sufre encierra la satisfacción de todos; un acto en nuestro Querer debe sobrepasar, encerrar, abrazar a todos y a todo, y llega hasta hacerse portador de nuestro Ente Supremo, porque Nosotros no salimos jamás de nuestro Querer, y quien vive en Él nos puede encerrar en cada acto suyo para llevarnos a donde quiere: Nos lleva a las criaturas para hacernos conocer; nos

lleva a la Creación toda para decirnos: ¡Cómo son bellas tus obras! Nos lleva a Nosotros mismos para decirnos: ¡Mira cuánto os amo, que llego hasta llevaros a Vosotros mismos! Nosotros nos encontramos en las condiciones en las cuales se encuentra la esfera del sol, que no sale jamás de dentro del círculo de sus rayos, y si éstos descienden hasta lo bajo de la tierra, inviste todo, aun a la pequeña plantita; su esfera, desde la altura donde se encuentra no se separa jamás de su luz, camina junto a ella y hace lo que hacen sus rayos. Así somos Nosotros, somos los portadores de nuestra Voluntad, y Ella es nuestra portadora, somos una sola Vida, y quien vive en Ella se hace portador de nuestro Ser Divino, y Nosotros nos hacemos portadores de la pequeña voluntad humana, y la amamos tanto que forma nuestra victoria, y la alegría más bella al ver cumplida en ella nuestra Voluntad”.

+ + + +

36-42
Diciembre 5, 1938

Suspiros de Dios porque se viva en su Querer. Cómo tiene establecido que hará tantas Vidas Divinas por cuantas cosas ha creado, y por cuantos actos hará la criatura en su Querer.
Cómo quedará formada su santidad, su amor en ellas.

(1) El mar del Querer Divino murmura siempre, forma sus olas altísimas para investir a las criaturas, ahora de luz, ahora de amor, ahora de encantadora belleza, y ahora con gemidos, porque quiere su puesto en las criaturas para vivir en ellas. Su amor es indecible y llegaría a los excesos, usaría todas sus estratagemas de amor con tal que tuviese la libertad de hacernos vivir en su Fiat. Yo he quedado sorprendida al ver esto, y mi amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija de mi Voluntad, tú no sabes hasta donde llega nuestro amor y qué cosa haremos para hacer vivir a la criatura en nuestra Voluntad. Este es el punto más bello de la Creación, y si esto no lo hacemos podemos decir que nuestro trabajo no está cumplido, ni hemos hecho lo que sabemos y podemos hacer, podemos decir que no hemos hecho nada en comparación con lo que nos queda por hacer. Debes saber que ‘ab eterno’ ha sido establecido por nuestra Divinidad, que tantas Vidas haremos de Nosotros mismos por cuantas cosas hemos creado y por cuantos actos hará la criatura en nuestra Voluntad. Siendo nuestro Ser superior a todo, es justo que supere en sus Vidas al número de todas las cosas creadas y de todos los actos de la familia humana. Ahora, si la criatura no vive en nuestra Voluntad no lo podemos hacer, nos faltaría la materia divina para formar nuestra Vida en sus actos, nos faltaría el lugar dónde ponerlas, y además, formar estas nuestras Vidas sin quien las quiera recibir, sin quien las conozca y las ame, ¿en qué aprovecharía? Ves entonces como se trata del acto más bello, más potente y sabio, se trata de poner fuera nuestras Vidas que ya tenemos generadas en nuestro seno, y no podemos sacarlas porque no reina nuestro Querer. ¿Te parece poco lo que falta al gran trabajo de la Creación? Falta el acto más importante, el punto más culminante, en el cual será envuelta la Creación y todos los actos de una belleza tan singular, de una gloria tan grande, que hará quedar como pequeñas gotitas la belleza que han conocido de Nosotros y la gloria que nos han dado en el pasado. ¡Oh, hija mía, cómo lo suspiramos, cómo nuestro amor se estremece, gime, delira porque la criatura viva en nuestro Querer! Y como sabemos que muchas cosas les faltan para podernos servir de sus actos para formar nuestra Vida, estamos dispuestos a nuestro trabajo continuo para suplirla en todo; en cada acto suyo le daremos nuestro amor, nuestra santidad, nuestra bondad y nuestra belleza, para que nada falte de lo que es necesario para formar nuestra Vida, y así generaremos y nos reproduciremos a Nosotros mismos y, ¡oh! cuánta correspondencia de amor, de santidad, de bondad tendremos, nos felicitaremos en el dulce encanto de nuestra belleza. ¿Cómo no

debemos suspirar que se viva en nuestro Querer, si no es solamente a la criatura a la que tendremos con Nosotros, sino a nuestra misma Vida generada en sus actos? Y mientras nos gozaremos una Vida nuestra, otra le seguirá, y después otra más, y así según los actos que hará. Nosotros, conforme veamos que está por hacer su acto, pondremos de lo nuestro y nos haremos actores para formar una Vida nuestra, y nos haremos también espectadores. ¡Qué alegría, qué felicidad hija mía, poder formarnos a Nosotros mismos, tener quién nos conozca y ame, y poseer nuestra morada en la criatura!
(3) Además de esto, el gran bien que tendrá la criatura: Su pequeña santidad quedará en la nuestra, su pequeño amor quedará en el nuestro, su bondad y belleza quedarán en las nuestras, de modo que si hace un acto santo tendrá nuestra santidad en su poder; si ama amará con nuestro amor; y así de todas las demás cosas, de modo que sus actos surgirán de dentro de nuestros actos, porque todo lo que se hace en nuestro Querer no sale, ni de Nosotros ni de dentro de nuestros actos, así que nos amará siempre y nos sentiremos siempre amados, crecerá siempre en santidad, bondad y belleza, con esto adquirirá siempre nuevos conocimientos de su Creador, porque se lo sentirá palpitante en sus actos. Mi Voluntad se hará reveladora, le dirá siempre cosas nuevas de nuestro Ser Divino para hacerle apreciar mayormente nuestra Vida que posee. El conocimiento hace surgir nuevo amor, comunica otras variedades de nuestra belleza; no le dará tiempo al tiempo para decirle cosas nuevas, como alimentándola de lo que somos. La feliz criatura se sentirá atrapada en las redes de nuestro amor, se sentirá investida por nuestra luz y por el encanto de nuestra belleza, y Nosotros quedaremos de tal manera raptados por su amor, que nos refugiaremos en ella para amar y para dar desahogo a nuestro amor, y la embelleceremos tanto, de hacernos sufrir el encanto de una belleza tan sublime. Por eso todas las demás cosas las podemos llamar pequeñas gotitas en comparación del vivir la criatura en nuestro Querer, por lo tanto sé atenta, me darás el más grande contento, me volverás feliz, si vives en mi Voluntad”.
(4) Después de esto continuaba pensando en el gran bien de vivir en el Querer Divino, y el dulce Jesús me ha dicho:
(5) “Hija mía, es tan grande este bien, que siento a lo vivo nuestra Vida palpitante en ella, tanto, que no tenemos más necesidad de palabras para hacernos entender. Nuestro respiro en el suyo es palabra, la cual inviste al ser humano, lo transmuta en nuestra palabra, y oye que habla en la mente, en las obras, en los pasos, y la virtud de nuestra palabra creadora la inviste, en modo que se hace oír en las más íntimas fibras del corazón, y cambia en mi misma palabra a la criatura. Mi palabra se vuelve naturaleza en ella, y no hacer lo que digo y quiero sería como si fuese contra ella misma, lo que no puede ser; así que para quien vive en mi Querer, Yo soy palabra en el respiro, en el movimiento, en la inteligencia, en la mirada, en todo, tanto que, mientras se siente fundida y empapada en mi palabra, no habiendo oído el sonido de mi voz se maravilla y dice: ‘Cómo siento cambiada mi naturaleza en su palabra, y no sé cuando me lo ha dicho’. Y Yo le digo: ‘¿No sabes que soy palabra a cada instante? Y aunque tú no me escuches Yo hablo, sabiendo que cuando entres en el gabinete de tu alma la encontrarás y tomarás el don de mi palabra’. Mis palabras no huyen, sino quedan y transforman a la naturaleza humana en ellas mismas. Sucede tal unión y transformación entre quien vive en nuestro Querer y Nosotros, que nos entendemos sin hablar y hablamos sin palabras, y éste es el más grande don que podemos hacer a la criatura: ‘Hablar con el respiro, con el movimiento’. Está tan fundida con Nosotros, que usamos con ella los mismos modos que usamos con Nosotros mismos, que a pesar de que nuestro Ser Divino es todo palabra y voz, cuando no queremos no nos hacemos escuchar por ninguno, por eso sé atenta y déjate guiar en todo por mi Querer”.

+ + + +

36-43
Diciembre 8, 1938

Cómo la Humanidad de nuestro Señor servía de velo a su Divinidad, y a los prodigios del Querer Divino. Cómo todas las cosas creadas y la misma criatura son velos que esconden la Divinidad.
La Inmaculada Concepción, renacimiento de todos.

(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, me parece que en todas las cosas, naturales y espirituales se hace encontrar, y con un amor indescriptible dice: “Estoy aquí, obremos juntos, no hagas nada sola, sin Mí no sabrías hacer como hago Yo, y Yo quedaría con el dolor de haber sido puesto aparte, y tú quedarías con el dolor de no tener en tus actos el valor de un acto de una Voluntad Divina”. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús, repitiéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, mi santísima Humanidad fue la depositaria de mi Divina Voluntad; no hubo acto, pequeño o grande, hasta el respiro, el movimiento, en el cual mi Humanidad haciéndose velo no escondiese en todo a mi Fiat Divino, es más, Yo no habría sabido respirar, ni moverme, si no lo hubiera encerrado en Mí, así que mi Humanidad me sirvió de velo para esconder mi Divinidad y el gran prodigio del obrar de mi Querer en todos mis actos. Si esto no hubiese sido, ninguno hubiera podido acercarse a Mí, mi majestad, la luz resplandeciente de mi Divinidad los habrían eclipsado y arrojado por tierra, y todos habrían huido de Mí. ¿Quién habría osado darme la más pequeña pena? Pero Yo amaba a la criatura y no vine a la tierra para hacer alarde de mi Divinidad, sino de mi amor, y por eso quise esconderme dentro del velo de mi Humanidad para hermanarme con el hombre y hacer lo que hacía él, hasta hacerme dar penas inauditas y la misma muerte. Ahora, quien se une con mi Humanidad en todos sus actos, en sus penas, con el querer encontrar mi Voluntad para hacerla suya rompe el velo de mi Humanidad, y encuentra en mis actos el fruto, la Vida, los prodigios que Ella hizo en Mí y recibe como vida suya lo que hice en Mí, y mi Humanidad le servirá de ayuda, de guía, le hará de maestra para enseñarle cómo se vive en Ella, de modo que Yo me tendré en la tierra a Mí mismo en la criatura, la que continuará a hacerme de velo para esconder lo que quiere hacer mi Voluntad. En cambio, si me buscan sin mi Querer, encontrarán sólo mi velo, pero no encontrarán la Vida de mi Querer, el cual no podrá producir los prodigios que obró en el escondite de mi Humanidad. Es siempre mi Voluntad la que sabe esconder en la criatura los prodigios más grandes, los soles más refulgentes, las maravillas jamás vistas, y cuantas Humanidades mías vivientes habría tenido sobre la tierra, pero, ¡ay de Mí! las busco y no las encuentro porque no hay quien busque con toda firmeza mi Voluntad”.
(3) El amado Jesús ha hecho silencio, y yo he quedado pensativa acerca de lo que me había dicho, y tocaba con la mano que todo lo que Jesús había hecho, dicho y sufrido, eran portadores del Querer Divino, y retomando su palabra ha agregado:
(4) “Hija mía buena, no sólo mi Humanidad escondía en modo especial a mi Divinidad y Voluntad, sino todas las cosas creadas, y la misma criatura, son velos que esconden a nuestra Divinidad y Voluntad adorable: El cielo es velo que esconde nuestra Divinidad inmensa, nuestra firmeza e inmutabilidad, y la multiplicidad de las estrellas esconde los múltiples efectos que posee nuestra inmensidad, firmeza e inmutabilidad. ¡Oh! si el hombre pudiese ver bajo esa bóveda azul nuestra Divinidad develada, sin los velos de aquel azul que nos cubre y nos esconde, su pequeñez quedaría aplastada por nuestra majestad y caminaría temblorosa, sintiendo sobre ella la mirada continua de un Dios puro, santo, fuerte y potente, pero como Nosotros amamos al hombre, nos velamos, prestándonos a lo que le sea necesario pero en forma escondida. El sol es velo que esconde nuestra luz inaccesible, nuestra majestad refulgente, es más, debemos hacer un milagro para restringir nuestra luz increada para no infundirle espanto, y velados por esta luz creada por Nosotros nos acercamos, lo besamos, lo calentamos, extendemos este velo de luz hasta debajo de sus pasos, a derecha e izquierda, sobre su cabeza; llegamos a llenarle el ojo de luz, pues quién sabe, tal vez la delicadeza de su pupila nos reconozca, pero qué, todo en vano, toma el velo de luz que nos esconde y Nosotros permanecemos el Dios desconocido en medio a las criaturas. ¡Qué dolor! Así que el viento es velo que

esconde nuestro imperio, el aire es velo que esconde nuestra Vida continua que damos a las criaturas, el mar es velo que esconde nuestra pureza, nuestros refrigerios y frescura divina, su murmullo esconde nuestro amor continuo, y cuando vemos que no nos escucha llegamos a formar olas altísimas como para alborotar y que nos reconozca, porque queremos ser amados; cualquier bien que recibe el hombre, velada dentro está nuestra Vida que se lo lleva. Nuestra Divinidad que ama tanto al hombre, llega a velarse aún en la tierra para volverla firme y estable bajo sus pasos, para no hacerlo trastabillar; hasta en el pájaro que canta, en los prados floridos, en las variadas dulzuras de los frutos, nuestra Divinidad se vela para llevarle nuestras alegrías y hacerle gustar las delicias inocentes de nuestro Ser Divino. Y además, qué decirte, con cuántos prodigios de amor estamos velados y escondidos en el hombre: Nos velamos en el respiro, en el latido, en el movimiento, en la memoria, en la inteligencia y voluntad; nos velamos en su pupila, en su palabra, en su amor, y ¡oh! cómo nos duele el no ser reconocidos ni amados, podemos decir: ‘Vivimos en él, lo llevamos y nos hacemos llevar por él, no podría hacer nada sin Nosotros, no obstante vivimos juntos sin conocernos, ¡qué dolor! Si nos conociera, la vida del hombre debería ser el más grande prodigio de nuestro amor y omnipotencia; de dentro de sus velos no debíamos hacer otra cosa que llevarle nuestra santidad, nuestro amor, cubrirlo con nuestra belleza, hacerlo gozar nuestras delicias, pero como no nos reconoce, nos tiene como el Dios lejano de él. Nosotros, si no somos reconocidos no podemos dar, sería como dar a los ciegos nuestros bienes, y es obligado a vivir bajo la opresión de sus miserias y pasiones; pobre hombre que no nos conoce, ni en los velos que nos esconden en él, ni en los velos de todas las cosas creadas, no hace otra cosa que huir de nuestra Vida y de la finalidad para la que fue creado, y muchas veces no pudiendo soportar su ingratitud, los bienes que contienen nuestros velos se cambian para él en castigos. Por eso reconoce en ti misma que no eres otra cosa que un velo que escondes a tu Creador, a fin de que recibas y podamos suministrarte en todos tus actos nuestra Vida Divina, que se reconoce en los velos de todas las cosas creadas, a fin de que todas te ayuden a recibir tan grande bien”.
(5) Después de esto estaba haciendo mi giro en los actos del Querer Divino, cuántas sorpresas en este Querer tan santo, y lo que es más, Él espera a la criatura para tenerla al día de sus obras, para hacerle conocer cuánto la ama y para hacerle don de lo que hace. Siente el delirio de dar siempre, sin cesar jamás, y por correspondencia se contenta con el pequeño ‘te amo’ de la criatura. Después he llegado al momento de la Concepción de mi Mamá Reina, ¡cuántas maravillas! y mi dulce Jesús, retomando su palabra me ha dicho:
(6) “Hija mía bendita, hoy es la fiesta de la Inmaculada Concepción, esta es la fiesta más bella, más grande para Nosotros y para el Cielo y la tierra. Nosotros en el acto de llamar de la nada a esta Celestial Criatura obramos tales prodigios y maravillas, que Cielos y tierra quedaron llenos de ellas. Llamamos a todos, ninguno fue puesto a un lado, a fin de que todos quedaran renacidos junto con Ella, así que fue el renacimiento de todos y de todo. Nuestro Ser Divino desbordó tanto de Nosotros, que pusimos a su disposición en el acto de Concebirla mares de amor, de santidad, de luz, con los cuales podía amar a todos, hacer santos a todos y dar luz a todos. La Celestial Pequeña sintió renacer en su pequeño corazón a un pueblo innumerable. Y nuestra paterna bondad, ¿qué hizo? Primero la hicimos don a Nosotros mismos, a fin de que nos la gozásemos y la cortejásemos, y Ella gozase y nos cortejase a Nosotros, y después la hicimos don a cada una de las criaturas.
¡Oh! cómo nos amó, y amó a todos con tal intensidad y plenitud, que no hay punto en el cual no haga surgir su amor. Toda la Creación, el sol, el viento, el mar, están llenos del amor de esta santa criatura, porque también la Creación se sintió renacer junto con Ella a nueva gloria, mucho más que tuvieron la gran gloria de poseer a su Reina, tanto que, cuando Ella nos ruega por el bien de su pueblo, con un amor al cual no nos es dado resistir, nos dice: Majestad adorable, recuerda que me los has donado, ya soy vuestra y soy de ellos, por lo tanto, con derecho debes escucharme favorablemente”.

+ + + +

36-44
Diciembre 18, 1938

Dios no da si la criatura no quiere recibir. Dolorosas condiciones cuando no se vive del Querer Divino. La depositaria de toda la Creación. El alimento divino: ‘El amor’. Condiciones de Dios cuando no se vive
del Querer Divino. Cómo se desciende de su semejanza.

(1) Estoy siempre entre los brazos del Querer Divino, el cual me hace todo presente para decirme: “Todo lo he hecho para ti, pero quiero que reconozcas a qué excesos ha llegado mi amor”. Pero mientras mi mente se perdía en esto, mi siempre amable Jesús, que quiere ser siempre el primer narrador del Fiat y de las obras de Ellos, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía bendita, el hacer conocer que cosa hemos hecho para las criaturas, es para Nosotros como la correspondencia de todo lo que hemos hecho, ¿pero a quién podemos hacérselo conocer? A quien vive en nuestro Querer, porque Él da la capacidad para que nos puedan comprender, el oído para que nos escuchen, y lleva a la voluntad humana a querer lo que le queremos dar. Nosotros no damos jamás si la criatura no quiere recibir y no conoce lo que queremos dar. Mira entonces en qué dolorosas condiciones nos ponen cuando no se vive de nuestra Voluntad, nos vuelven el Dios mudo, no podemos hacer conocer cuánto las amamos y cómo deberían amarnos, se puede decir que quedan rotas las comunicaciones entre el Cielo y la tierra. Ahora, tú debes saber que todo fue creado para hacer don de ello a las criaturas; cada cosa creada la hacíamos portadora del don y del amor con el cual dotábamos aquel don, pero, ¿sabes por qué? La criatura no tenía nada que darnos, y Nosotros, amándola con sumo amor y queriendo que tuviese qué darnos, porque si no se tiene qué dar, la correspondencia termina, la amistad viene rota, el amor muere, por eso proveíamos a la criatura de tantos dones nuestros, para que como si fueran suyos tuviese qué darnos, por eso a la criatura que vive en nuestro Querer la hacemos la depositaria de toda la Creación, y ¡oh! qué alegría, qué contento, cuando sirviéndose de nuestros dones y para amarnos nos dice: ‘Miren cuánto os amo, os doy el sol para amaros y os amo con el amor con el cual me amasteis en el sol, os doy los homenajes, las adoraciones de su luz, los múltiples efectos suyos para amaros, su acto continuo de luz para expandirme dondequiera y poner mi ‘te amo’ en todo lo que toca con su luz’. Ahora, ¿sabes tú qué cosa sucede con esto? Vemos adornada toda la luz del sol, todos sus efectos, por dondequiera que pasa la luz con el ‘te amo’, con las adoraciones, los homenajes de la criatura, es más, hay mucho más, el sol lleva como en triunfo el amor del Creador y el de la criatura, así que nos sentimos unidos en el sol por una sola Voluntad y por un solo amor. Y si la criatura sintiendo que quiere amarnos de más, osada nos dice: ‘Mira cuánto os amo, pero no me basta, quiero amaros de más, por eso entro en tu luz inaccesible, inmensa y eterna, que no termina jamás, y dentro de esta luz quiero amaros para amaros con vuestro eterno amor’. Si esto sucede, tú no puedes llegar a comprender nuestra alegría al ver que no sólo nos ama en nuestros dones, sino también en Nosotros mismos, y Nosotros, como vencidos por su amor le correspondemos duplicándole el don y con el darnos en su poder para hacernos amar no sólo como amamos en nuestras obras, sino como amamos en Nosotros mismos, y para amarla. Y así en todas las otras cosas creadas, la criatura se sirve de ellas para darnos sus nuevas sorpresas de amor, para correspondernos los dones, para mantener la correspondencia y para decirnos que continuamente nos ama, y Nosotros que no sabemos recibir si no damos, duplicamos los dones, pero el don más grande es cuando la vemos llevada en los brazos de nuestra Voluntad, entonces nos sentimos de tal manera atraídos, que no podemos hacer menos que hablar de nuestro Ente Supremo; decirle un conocimiento de más de lo que somos es el don más grande que podemos hacer, éste supera a toda la Creación; conocer nuestras obras es don, hacerle conoce a Nosotros mismos es Vida nuestra que damos, es admitirla

a nuestros secretos, es fiarse el Creador de la criatura. Vivir en nuestro Querer, ser amados, es todo para Nosotros, mucho más que el amor de Nosotros mismos forma nuestro alimento continuo. Mi Padre Celestial genera sin cesar jamás a su Hijo, porque ama; con el generarme forma el alimento para alimentarnos. Yo, su Hijo, amo con su mismo amor y procede el Espíritu Santo, con esto formamos otro alimento para alimentarnos. Si creamos la Creación fue porque amamos, y si la sostenemos con nuestro acto creante y conservante, es porque amamos; este amor nos sirve de alimento. Si queremos que la criatura nos conozca en nuestras obras y en Nosotros mismos, es porque queremos ser amados, y de este amor nos servimos para alimentarnos. No despreciamos jamás el amor, con tal que sea amor nos sirve, es cosa nuestra, nuestro amor se sacia con el ser amado, y habiendo hecho todo por amor, queremos que Cielo y tierra, todas las criaturas, sean para Nosotros todos amor, y si no son todo amor entra el dolor, que nos hace llegar al delirio, porque amamos y no somos amados.
(3) Ahora, nuestra Voluntad es Vida nuestra, el amor es alimento. Mira a qué punto tan alto, noble, sublime, queremos a la criatura que forma en ella la Vida de nuestra Voluntad, la cual, todas las cosas, las circunstancias, las cruces, hasta el aire que respira las convertirá en amor para alimentarla, de modo de poder decir: ‘La Vida de nuestro Querer es tuya y es nuestra, y nos alimentamos con el mismo alimento’. Con esto vemos crecer a la criatura a nuestra imagen y semejanza, y estas son nuestras verdaderas alegrías en la Creación, poder decir: ‘Nuestros hijos nos semejan’. Y cuál no debería ser la alegría de la criatura al poder decir: ‘Semejo a mi Padre Celestial’. Por eso quiero que se viva en mi Querer, porque quiero mis hijos, los hijos que me semejen. Si estos hijos no me regresan en mi Querer, nos encontramos en las condiciones de un pobre padre, que mientras él es noble, posee una ciencia con la cual podría dar lecciones a todos, es rico y dotado de bondad y de belleza singular, en cambio los hijos no lo semejan del todo, han descendido de la nobleza del padre, se ven pobres, tontos, feos, sucios, de dar asco; el pobre padre se siente deshonrado en los hijos, es más, los mira y casi no los reconoce, y al verlos ciegos, lisiados, enfermos, y que ni siquiera llegan a reconocer al propio padre, estos hijos forman el dolor del padre. Así somos Nosotros, quienes no viven en nuestro Querer nos deshonran y forman nuestro dolor. ¿Cómo pueden semejarnos si nuestra Voluntad no es la de ellos? La cual alimenta a nuestros hijos con nuestro mismo alimento, el cual no hace otra cosa que, conforme se alimentan, así se forma en ellos nuestra santidad, quedan embellecidos con nuestra belleza, adquieren tal conocimiento de su Padre porque nuestro Fiat con su luz les habla, les dice tantas cosas de su Padre, hasta enamorarlos tanto, que no pueden estar sin Él, y esto produce la semejanza.
(4) Hija, sin mi Voluntad no hay ni quién los alimente ni quién los instruya, ni quién los forme, ni quién los haga crecer como hijos que nos semejen. Salen de nuestra habitación y no saben ni lo que hacemos ni quién somos, ni cómo los amamos, ni qué deben hacer para semejarnos; por lo tanto nuestra semejanza está lejana de ellos. ¿Cómo pueden semejarnos si no nos conocen y no hay quién les hable de nuestro Ser Divino?”

+ + + +

36-45
Diciembre 25, 1938

El descendimiento del Verbo. Cómo es fácil hacer nacer a Jesús, con tal que se viva en su Querer. El paraíso que la Reina del Cielo hizo encontrar en la tierra a su pequeño Jesús.

(1) Mi pobre mente continúa su camino en el Querer Divino y, ¡oh! cómo Él se siente feliz al ver que su pequeña recién nacida va en busca de sus actos para conocerlos, besarlos, adorarlos, hacerlos suyos y decirle: “¡Cuánto me has amado!” Después me he detenido en

el descendimiento del Verbo a la tierra, y yo lo compadecía al verlo solo. Y mi dulce Jesús, con una ternura indecible, sorprendiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía amadísima, tú te equivocas, la soledad fue por parte de la ingratitud humana, pero por la parte Divina y de nuestras obras, todas me acompañaron, no me dejaron jamás solo, es más, debes saber que junto Conmigo descendieron el Padre y el Espíritu Santo; mientras Yo quedé con Ellos en el Cielo, Ellos descendieron Conmigo a la tierra. Somos inseparables, y aunque Nosotros mismos lo quisiéramos, no podemos separarnos, a lo más nos bilocamos, y mientras tenemos nuestro trono en el Cielo, formamos nuestro trono en la tierra, pero separarnos jamás. En el descendimiento sobre la tierra el Verbo tomó la parte actuante, pero siempre concurrentes el Padre y el Espíritu. En el acto en que descendí del Cielo, todos se movieron para hacerme cortejo y para darme los honores a Mí debidos, me cortejó el cielo con todas sus estrellas, dándome los honores de mi inmutabilidad y de mi amor que jamás termina; me cortejó el sol, dándome los honores de mi eterna luz, ¡oh! cómo me alabó bien con la multiplicidad de sus efectos, puedo decir que haciéndome cuna con su luz y con su calor, en su mudo lenguaje me decía: ‘Tú eres luz, y yo te honro, te adoro, te amo con la misma luz con la cual me creaste’. Todos me circundaron: El viento, el mar, el pequeño pajarillo, todos y todo para darme el amor, la gloria con la cual los había creado, y quién alababa mi Imperio, quién mi Inmensidad, quién mis alegrías infinitas. Las cosas creadas me hacían fiesta, y si Yo lloraba, también ellas lloraban, porque mi Voluntad, residiendo en ellas, las tenía al día de lo que Yo hacía y, ¡oh! cómo se sentían honradas al hacer lo que hacía su Creador. Además tuve el cortejo de los ángeles que no me dejaron nunca solo, y como todos los tiempos son míos, tuve el cortejo de mi gran pueblo que habría vivido en mi Querer, el cual me lo llevaba en sus brazos, y Yo me lo sentía palpitante en mi corazón, en mi sangre, en mis pasos, y con sólo sentirme investido por este pueblo, amado con mi misma Voluntad, me sentía como correspondido por mi descendimiento del Cielo a la tierra. Esto era mi fin primario, el reordenar el reino de mi Voluntad en medio de mis hijos. Jamás habría creado el mundo si no debiese tener a mis hijos que me semejan, y si no vivieran de mi misma Voluntad, Ella se encontraría en las condiciones de una pobre madre estéril, que no tiene poder de generar y que no puede formarse una familia propia, pero mi Voluntad tiene poder de generar y de formarse su gran generación, para formarse su familia divina”.
(3) Después continuaba pensando en el descendimiento del Verbo Divino y decía entre mí: “¿Cómo puede nacer Jesús en nuestras almas?” Y el amado niño ha agregado:
(4) “Hija mía, el hacerme nacer es la cosa más fácil, mucho más que Nosotros no sabemos hacer cosas difíciles, nuestra potencia facilita todo; con tal que la criatura viva en nuestro Querer, todo está hecho. En cuanto quiere vivir de Él, forma la habitación a tu pequeño Jesús; conforme quiere dar principio a hacer sus actos, así me concibe, y conforme cumple su acto me hace nacer; conforme ama en mi Querer, me viste de luz y me calienta de las tantas frialdades de las criaturas; y cada vez que me da su voluntad y toma la mía, Yo me entretengo y formo mi juego y canto victoria por haber vencido al querer humano, me siento el pequeño Rey vencedor. Mira entonces hija mía cómo es fácil por parte de tu pequeño Jesús, porque cuando encontramos nuestra Voluntad en la criatura podemos hacer todo, Ella nos suministra todo lo que se necesita y queremos para formar nuestra Vida y nuestras obras más bellas. En cambio, cuando no está nuestro Querer, quedamos impedidos, dónde nos falta el amor, dónde la santidad, dónde la potencia, dónde la pureza y todo lo que es necesario para renacer y formar nuestra Vida en ellos. Por eso, el todo está por parte de las criaturas, porque por nuestra parte nos ponemos a su disposición.
(5) Además de esto, en mi nacimiento mi Mamá Divina me formó una bella sorpresa: Con sus actos, con su amor, con la Vida de mi Voluntad que poseía me formó mi paraíso en la tierra, no hacía otra cosa que entretejer con su amor toda la Creación, y dónde extendía mares de belleza para hacerme gozar nuestras bellezas divinas, dentro de las cuales refulgía su belleza, ¡cómo era bella mi Mamá! Al encontrarla en toda la Creación me hacía gozar su belleza y la belleza de sus actos; dónde extendía su mar de amor para

hacerme sentir que en todas las cosas me amaba, y encontraba mi paraíso de amor en Ella, y me felicitaba y alegraba en los mares de amor de mi Mamá; ahora, en mi Querer me formaba las músicas más bellas, los conciertos más deliciosos, a fin de que a su pequeño Jesús no le faltaran las músicas de la patria celestial. En todo pensó mi Mamá, a fin de que no me faltase nada de los gozos del paraíso dejado; no hacía otra cosa en todos sus actos que formar alegrías para volverme feliz; sólo con apoyarme sobre su corazón sentía tales armonías y contentos que me sentía raptar. Mi amada Mamá, con vivir en mi Querer, tomaba en su regazo el paraíso y lo hacía gozar a su Hijo, y todos sus actos no servían para otra cosa que hacerme feliz y duplicarme mi paraíso en la tierra. Ahora hija mía, tú no sabes otra sorpresa, quien vive en mi Querer es inseparable de Mí, y cada vez que Yo renazco, renace junto Conmigo, así que jamás estoy solo, a esta criatura la hago renacer junto Conmigo a la Vida Divina, renace al nuevo amor, a la nueva santidad, a la nueva belleza, renace en los conocimientos de su Creador, renace en todos nuestros actos, es más, en cada acto que hace me llama a renacer y forma un nuevo paraíso a su Jesús, y Yo la hago renacer junto Conmigo para volverla feliz. Hacer feliz a quien vive junto Conmigo es una de mis alegrías más grandes, por eso sé atenta a vivir en mi Querer si quieres hacerme feliz, si quieres que en tus actos encuentre mi paraíso en la tierra, y Yo pensaré en hacerte gozar el océano de mis alegrías y felicidad, nos volveremos felices mutuamente”.

+ + + +

36-46
Diciembre 28, 1938

Cómo se forma el eco entre Creador y criatura. Cómo un acto en el Querer Divino se encuentra por todas partes. El Rey
y el ejército. La Maternidad de la Reina del Cielo.

(1) Aunque mi pobre mente se encuentra bajo la opresión de penas desgarradoras, hasta sentirme morir, hago cuanto puedo por seguir los actos del Querer Supremo, si bien muy fatigosamente, pero lo busco como mi refugio y para tomar fuerza en el estado tan doloroso en el cual me encuentro. Y mi amado Jesús, teniendo compasión de mí, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija de mi Voluntad, ánimo, no te abatas demasiado, el abatimiento hace perder la fuerza y hace sentir lejano a Aquél que vive en ti y te ama tanto. Tú debes saber que en cuanto la criatura entra en nuestro Querer para dejar el suyo y tomar el nuestro, comienza en ella nuestro eco divino, que resuena en nuestro Ser Divino, y Nosotros al oírlo decimos: ‘¿Quién es aquél que tiene tanta virtud, que llega hasta hacer oír el eco de su amor, de su respiro, de su latido en nuestro Ser Supremo? ¡Ah, es una criatura que habiendo reconocido nuestra Voluntad ha entrado a vivir en Ella, sea bienvenida! Nosotros para corresponderle haremos oír nuestro eco en ella, de manera que respiraremos con un solo respiro, amaremos con un solo amor, latiremos con un solo latido, y Nosotros sentiremos que la criatura hace vida en Nosotros, no nos sentiremos solos, y ella sentirá que hacemos vida en ella, que está en compañía de su Creador que jamás la deja sola. Has de saber que cada acto hecho en nuestro Querer no termina jamás, viene repetido continuamente, y como mi Voluntad se encuentra por todas partes, así el acto viene repetido en el Cielo, en las cosas creadas y en todos; por eso, un acto en nuestra Voluntad sobrepasa todo, llena Cielo y tierra y nos da tal amor y gloria, que todas las demás obras quedan como tantas pequeñas gotitas de frente al mar, porque somos Nosotros mismos que nos glorificamos y nos amamos en la criatura que se cubre de su Creador y obra junto con Él. Por eso, por cuantas cosas bellas parece que hagan fuera de nuestro Querer, no pueden agradarnos jamás, porque no dan de Nosotros, no se pueden difundir dondequiera, el amor es tan pequeño que apenas, si bien, cubre la obra que ha hecho.

(3) Ahora, tú debes saber que Nosotros amamos mucho a la criatura, pero a pesar de que la amamos, no toleramos que esté junto a Nosotros indecente, sucia, sin belleza, desnuda, o bien cubierta con míseros andrajos. No sería digno a nuestra majestad suprema tener hijos que no nos semejen y que en algún modo no estén bien vestidos, con los vestidos reales de nuestro Fiat, sería como un rey que tiene su ejército y sus súbditos mal vestidos, cubiertos de porquerías, tanto, de dar asco al mirarlos, quién ciego, quién cojo, quién deforme. ¿No sería un deshonor para este rey el estar circundado por un ejército tan miserable, de dar piedad? ¿No se condenaría al rey que no tiene cuidado de formarse un ejército digno de él, de modo que todos deberían quedar admirados no sólo al mirar la majestad del rey, sino también el orden, la belleza del ejército, la prestancia de los jóvenes, el modo como están vestidos? ¿No sería un honor para el rey estar circundado por ministros, por un ejército tal, que él tomara placer al verlos? Ahora, nuestro amor invencible, con sabiduría infinita, queriendo tratar al tú por tú con la criatura, ha dispuesto dar mi Voluntad a ella, a fin de que con su luz la embellezca, con su amor la vista, con su santidad la santifique. Mira entonces cómo es necesario que nuestra Voluntad reine en la criatura, porque sólo Ella tiene potencia de purificarla y embellecerla, de modo de formar nuestro ejército divino, y Nosotros nos sentiremos honrados de vivir con ellos y en ellos, serán nuestros hijos que nos circundan, vestidos con nuestros vestidos reales, embellecidos con nuestra semejanza. Por eso nuestra Voluntad primero purifica, santifica, embellece, y después los admite en nuestro Querer a hacer vida junto con Nosotros. Mucho más que, en cuanto la criatura entra en nuestro Querer, es tanto nuestro amor, que nuestro Ser Divino le llueve encima su lluvia de amor; y al verla tan amada por Nosotros todos corren a su alrededor, ángeles y santos para amarla, la misma Creación exulta de alegría al ver a nuestra Voluntad triunfadora en aquella criatura y le llueve amor, y ¡oh! cómo es bello ver que todos la aman, y ella se siente tan obligada al verse amada por todos, que ama a todos”.
(4) Después de esto seguía mi giro en el Querer Divino, y habiendo llegado al punto del nacimiento del pequeño Jesús, que temblaba de frío, lloraba y sollozaba amargamente, y con sus ojos llenos de lágrimas me miraba pidiéndome ayuda, y entre sollozos y gemidos me ha dicho:
(5) “Hija mía buena, la falta de amor de las criaturas me hace llorar amargamente. Como no me veo amado me siento herido, y me da tal dolor, que me hace dar en sollozos; mi amor corre sobre de cada una de las criaturas, las cubre, las esconde y me constituyo vida de amor para ellas, las cuales, ingratas, no me dicen ni siquiera un ‘te amo’. ¿Cómo no debo llorar? Por eso ámame si quieres calmarme el llanto.
(6) Ahora hija mía, escúchame y préstame atención, quiero decirte una gran sorpresa de nuestro amor y quiero que no se te escape nada, quiero hacerte conocer hasta donde llega la Maternidad de mi Madre Celestial, qué cosa hizo y cuánto le costó y le cuesta todavía ahora. Tú debes saber que la gran Reina no sólo me hizo de Madre con el concebirme, con el darme a la luz, con nutrirme con su leche, con darme todos los cuidados posibles que se necesitaron en mi infancia; esto no era suficiente ni a su materno amor ni a mi amor de Hijo, por eso su amor materno corría en mi mente, y si pensamientos dolorosos me afligían, extendía su Maternidad en cada uno de mis pensamientos, los escondía en su amor, los besaba, así que mi mente me la sentía escondida bajo el ala materna que no me dejaba jamás solo; cada pensamiento mío tenía a mi Mamá que me amaba y me daba todos sus cuidados maternos. Su maternidad se extendía en cada respiro, en cada uno de mis latidos, y si mi respiro y latido eran sofocados por el amor y por el dolor, Ella corría con su Maternidad para no dejarme sofocar por el amor y poner el bálsamo a mi corazón traspasado. Si miraba, si hablaba, si obraba, si caminaba, Ella corría para recibir en su amor materno mis miradas, mis palabras, mis obras, mis pasos, los investía con su amor materno, los escondía en su corazón y me hacía de Mamá; también en el alimento que me preparaba hacía correr su materno amor, así que Yo, comiéndolo, sentía su Maternidad que me amaba, y qué decirte del alarde de Maternidad que hizo en mis penas, no hubo pena, ni gota de sangre que vertiera, en la que no sintiera a mi amada Mamá. Después

que me hacía de Mamá, tomaba mis penas, mi sangre, las escondía en su materno corazón para amarlas y continuar su Maternidad. ¿Quién puede decirte cuánto me amó y cuánto la amé? Mi amor fue tanto, que Yo no sabía estar en todo lo que hice sin sentir su Maternidad junto Conmigo, puedo decir que Ella corría para no dejarme jamás, aun en el respiro, y Yo la llamaba, su Maternidad era para Mí una necesidad, un alivio, un apoyo a mi Vida acá abajo.
(7) Ahora hija mía, escucha otra sorpresa de amor de tu Jesús y de nuestra Mamá Celestial, porque en todo lo que se hacía entre mi Mamá y Yo, el amor no encontraba obstáculos, el amor del uno corría en el amor del otro para formar una sola Vida. Ahora, queriendo hacerlo con las criaturas, cuántos obstáculos, rechazos e ingratitudes, pero mi amor no se detiene jamás, tú debes saber que en cuanto mi inseparable Mamá extendía su Maternidad dentro y fuera de mi Humanidad, Yo la constituía y la confirmaba como Madre de cada uno de los pensamientos de las criaturas, de cada respiro, de cada latido, de cada palabra, y hacía extender su Maternidad en las obras, en los pasos, en todas sus penas; su Maternidad corre en todas partes, cuando la criatura está en peligro de caer en pecado, corre, los cubre con su Maternidad a fin de que no caigan, y si han caído deja su Maternidad como ayuda y defensa para hacerla levantarse. Su Maternidad corre y se extiende sobre las almas que quieren ser buenas y santas, y como si encontrase a su Jesús en ellas, hace de Madre a su inteligencia, guía sus palabras, las cubre y esconde en su amor materno para hacer crecer a otros tantos Jesús. Su Maternidad hace alarde sobre el lecho de los moribundos, y valiéndose de los derechos de autoridad de Madre, dados por Mí, me dice con acento tan tierno que Yo no puedo negarle nada: ‘Hijo mío, soy Madre, y son hijos míos, debo ponerlos a salvo; si no me concedes esto mi Maternidad quedará afligida’. Y mientras esto dice, los cubre con su amor, los esconde en su Maternidad para ponerlos a salvo. Mi amor fue tanto que le dije: ‘Madre mía, quiero que seas la Madre de todos, y lo que me has hecho a Mí lo harás a todas las criaturas, tu Maternidad se extienda en todos sus actos, de modo que a todos los veré cubiertos y escondidos en tu amor materno’. Mi Mamá aceptó y quedó confirmado que no sólo debía ser Madre de todos, sino que debía investir cada uno de sus actos con su amor materno. Esta fue una de las gracias más grandes que hice a todas las generaciones humanas. ¿Pero cuántos dolores no recibe mi Mamá? Llegan a no querer recibir su Maternidad, a desconocerla y por eso todo el Cielo ruega, espera con ansia que la Divina Voluntad sea conocida y reine, y entonces la gran Reina hará a los hijos de mi Querer lo que hizo a su Jesús, su Maternidad tendrá vida en sus hijos. Yo cederé mi puesto en su corazón materno a quien viva en mi Querer; Ella los hará crecer, guiará sus pasos, los esconderá en su Maternidad y santidad, en todos sus actos se verá impreso su amor materno y su santidad, serán verdaderos hijos suyos, que me semejarán en todo, y ¡oh! cómo suspiro que todos lleguen a saber que quien quiere vivir en mi Querer tiene una Reina y Madre potente, que suplirá a lo que les hace falta a ellos, que los hará crecer en su regazo materno y que en todo lo que hagan estará junto con ellos para modelar sus actos a los suyos, tanto, que se conocerá que son hijos crecidos, custodiados, educados por el amor de la Maternidad de mi Mamá, y éstos serán los que la volverán contenta y serán su gloria y honor”.

Fiat!!!

ORACIONES

Consagración a la Divina Voluntad
Oh Voluntad Divina y adorable, heme aquí delante de la inmensidad de tu Luz, para que tu eterna bondad me abra las puertas y me haga entrar en ella, para formar mi vida toda en Ti, Voluntad Divina.
Por eso, postrado ante tu Luz, yo el más pequeño entre todas las criaturas, vengo, oh adorable Voluntad, a la pequeña hilera de los hijos de tu FIAT Supremo.
Postrado en mi nada, suplico, ruego a tu Luz que quiera investirme y eclipsar todo lo que no Te pertenece, de modo que no haga otra cosa que contemplar, comprender y vivir en Ti, Voluntad Divina. Ella será me vida, el centro de mi inteligencia, la que me arrebate mi corazón y todo mi ser. En este corazón quiero que no tenga más vida el querer humano, lo desterraré de él y formaré el nuevo Edén de paz, de felicidad y de amor. Con Ella estaré siempre feliz; tendré una fuerza única y una santidad que todo santifica y todo lleva a Dios.
Postrado aquí invoco la ayuda de la Trinidad Sacrosanta, que me admita a vivir en el claustro de la DivinaVoluntad, a fin de que retorne a mi el orden primero de la Creación, tal como fue creada la criatura.
Madre Celestial, Soberana Reina del FIAT DIVINO, tómame de la mano y enciérrame en la Luz del Querer Divino. Tú serás mi guía, mi tierna Madre, y me enseñarás a vivir y a mantenerme en el orden y en los recintos de la Divina Voluntad. Celestial Soberana, a tu Corazón confío todo mi ser. Tú me darás clases de Divina Voluntad y yo estaré atento a escucharte. Extenderás tu manto sobre mí, para que la serpiente infernal no ose penetrar a este sagrado Edén para seducirme y hacerme caer en el laberinto del humano querer.
Corazón de mi Sumo bien, Jesús, Tú me darás tus llamas para que me quemen, me consuman y me alimenten, para formar en mí la Vida del Supremo Querer.
San José, tú serás mi protector, el custodio de mi corazón, y tendrás las llaves de mi querer en tus manos. Custodiarás mi corazón celosamente y no me lo darás más, a fin de que yo esté seguro de no hacer ninguna salida de la Voluntad de Dios.
Angel mío Custodio, hazme de guardián, defiéndeme, ayúdame en todo, a fin de que mi Edén crezca florido y sea el señuelo de todo el mundo a la Voluntad de Dios.
Corte Celestial, ven en mi ayuda, y yo viviré siempre en la Voluntad Divina. AMEN!

humana a la Reina del Cielo


Madre dulcísima, heme aquí postrado a los pies de tu trono. Soy tu pequeño hijo, que quiero darte todo mi amor filial, y como hijo tuyo quiero entretejer todas las florecillas, las jaculatorias, mis promesas que tantas veces he hecho de no hacer nunca mi voluntad y, formando una corona, quiero ponerla en tu regazo como testimonio de amor y de agradecimiento a mi Madre.
Pero esto no basta, quiero que la tomes entre tus manos como señal de que aceptas mi don, y al toque de tus dedos maternos me las conviertas en otros tantos Soles, al menos por cuantas veces he tratado de hacer la Voluntad Divina en mis pequeños actos.
Ah sí, Madre Reina, este hijo tuyo quiere darte los homenajes de luz y de Soles fulgidísimos. Sé que Tú tienes muchos de estos Soles, pero no son los Soles de este hijo tuyo; en cambio yo quiero darte los míos, para decirte que te amo y para comprometerte a amarme. Madre Santa, Tú me sonríes y con toda bondad aceptas mi don, y yo te doy gracias de corazón… Pero quiero decirte muchas cosas, quiero encerrar en tu Corazón Materno mis penas, mis temores, mis debilidades y todo mi ser como en el lugar de mi refugio; quiero consagrarte mi voluntad.
¡Ay, oh Madre mía, acéptala, haz de ella un triunfo de la Gracia y un campo donde la DivinaVoluntad extienda su Reino! Esta mi voluntad consagrada a Ti, nos hará inseparables y nos tendrá en continuas relaciones; las puertas
del Cielo no se cerrarán para mí, porque habiéndote consagrado mi voluntad, en cambio me darás la Tuya. De modo que o la Madre vendrá a estar con este su hijo, o el hijo irá con su Madre al Cielo. ¡Oh, que feliz seré!
Escucha Madre queridísima, para hacer más solemne la consagración de mi voluntad a Ti, llamo a la Trinidad Sacrosanta, a todos los Angeles, a todos los Santos y delante de todos prometo, y con juramento, hacer solemne consagración de mi voluntad a mi Madre Celestial.
Y ahora Soberana Reina, para cumplimiento te pido tu Santa Bendición, para mí y para todos. Tu bendición sea el celestial rocío que baje a los pecadores y los convierta, a los afligidos y los consuele, baje sobre el mundo entero y lo transforme en el bien; baje sobre las almas purgantes y apague el fuego que las quema. Tu bendición materna sea prenda de salvación para todas las almas.

AMEN.

Acto Mayor Durante el Día


Oh Dios Todopoderoso y Eterno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, he aquí a tu hijo(a). He venido para hacer y vivir en tu Voluntad. Hágase en mí según tu Palabra!
Señor Jesús, refugiado en el Inmaculado Corazón de Nuestra Santísima Madre, me fundo totalmente en Tí, para que seas Tú, Señor Quien lo haces TODO en mí y conmigo. A Tí Señor entrego TODO mi ser, mi vida, mis actos, absolutamente TODO; A Tí entrego mi voluntad, y con tu Gracia, acojo y tomo posesión de la Tuya Señor, porque Tú me la quieres dar.
Ven Divina Voluntad a obrar en mí, Ven a reinar en mí. Ven a ser mi vida, mi alimento, mi TODO. Anima mi cuerpo, mi alma, mi espíritu, mi inteligencia, mi memoria, mi voluntad, mis sentidos, mis latidos, mis respiros, mis movimientos, mis pensamientos, mis deseos, mis sufrimientos, mis oraciones y absolutamente todos mis actos voluntarios e involuntarios; todo mi ser y toda mi vida. Purifícame y santifícame. Lléname con el fuego de tu Amor.
Ayúdame Señor a vivir en la Plenitud de tu Divino Querer, para que pueda yo darte todo el amor, honor y gloria que de todos y de cada uno a Ti pertenece.
Oh Madre Santísima, a Ti entrego mi voluntad para que Tú me la cambies por la Voluntad Divina. Átala junto con la tuya Oh Madre, a los pies del Trono Celestial y dame la Voluntad Divina como centro de mi vida.
Luisa, pequeña hija del Divino Querer, enséñame y ayúdame a vivir en el Divino Querer.
Oh Santísima Trinidad, refugiado en el Inmaculado Corazón de nuestra Santísima Madre, fundido totalmente en Jesucristo nuestro Señor, y sumergido totalmente en el Infinito Mar de tu Divino Querer, y con Él reinante en mí y yo obrante en Él, quiero con tu Gracia, acoger y tomar posesión de Él, con todo lo que Él contiene, con todo tu Ser, tu Vida, tu Amor, todos tus Actos y Obras, tus Atributos y Cualidades Divinas; absolutamente TODO.
Señor, con tu Divino Querer reinante en mí, vengo a …..
Ejemplo: …rezar este Rosario, poniendo en acto todo lo que en estos misterios se encuentra, acogiendo y tomando posesión de todo lo que en ellos se encierra, haciéndolos vida en mí, sellándolo todo con mi te amo, te adoro, te bendigo, te alabo, te glorifico, te reparo, te consuelo, te pido perdón, te doy gracias, y pidiéndote Señor, que venga tu Reino y que tu Voluntad Reine en la tierra como en el Cielo.
(La misma oración puede ser adaptada para usarla antes de la Santa Misa, del Rosario de la Divina Voluntad, de la lectura y meditación de la Biblia y de los escritos, etc., etc., pero siempre meditando su contenido en constante actitud de Vida en la Divina Voluntad. También podemos rezarla antes de comenzar a meditar, trabajar, estudiar o cualquier otra actividad mayor. Esto se convierte eventualmente en una actitud de constante oración y entrega, con todos nuestros actos y vida animados siempre por la Voluntad Divina, hasta que eventualmente esta actitud de oración y vida constante en la Voluntad de Dios, se hace parte íntegra de nuestra naturaleza, se hace VIDA nuestra).

DEO GRATIAS