para profundizar en la oración en la DV.... Podcast :

 

Divinización de los actos

Mi amado Jesús, siguiendo el camino de Luisa, la pequeña hija de tu Divina voluntad, quiero entrar en tu Voluntad, penetrar entre el Cielo y la tierra y pasearme por todo en nombre de todos. Como ella hizo,quiero entrar en cada acto de las criaturas y multiplicar tu Vida en cada uno de ellas para que te plazca el ver que la criatura, en virtud de tu Voluntad, llena el Cielo y la tierra con ¡tantas vidas tuyas como tantas criaturas existen! Por lo tanto, lo que hiciste por Luisa, hazlo también para míbendice mi corazón, mis latidos, mis afectos, mis palabras, mis pensamientos, e incluso mi movimiento más pequeño, para que con tu bendición, todo el mundo pueda quedar revestido de una virtud divina

Querida Madre María, Tú que conoces los caminos de la Voluntad Divina, te ruego vengas conmigo para no perderme. Más bien, contigo y el pasaporte de la Luz de la Divina Voluntad, pueda ser capaz de entrar en los lugares más íntimos, en las fibras más secretas, en el abismo de las mayores profundidades, y en el espacio de las alturas de lo más alto con el fin de cubrir todos los actos de las criaturas: pasado, presente y futuro `

Con mis pensamientos fluyendo al unísono con los tuyos, Jesús mío, voy cubriendo los pensamientos de todos, para dar a Dios, por cada pensamiento, el reflejo de su propio Pensamiento Divino.

Con mis miradas, el uso de mi oído, el gusto, el tacto, el olfato y el de todos los sentidos físicos, voy cubriendo todos los sentidos de las criaturas para que Dios pueda encontrar a las criaturas haciendo uso de los sentidos sólo para cumplimiento de su Santísima Voluntad.

Con las palabras que hablo y cada sonido que mi voz produce, cubro el uso que las criaturas hacen de su voz, para que Dios pueda escuchar en cada sonido que produce la voz humana, el eco perfecto de su propio FIAT Divino pronunciado para nosotros al principio de la creación.

Con los latidos de mi corazón, mis respiraciones y todo lo pasa dentro de mi cuerpo (incluso a nivel celular), cubro los latidos, respiraciones y todo lo que ocurre en el interior de su cuerpo para que Dios pueda escuchar en cada latido, el Latido Eterno del Acto único de su Santísima Voluntad y, en cada respiración, encuentre el aliento de la Vida Divina que nos insufló al principio de la Creación.

Con las obras de mis manos unidas a las tuyas cubro todas las obras de las criaturas para que Dios las encuentre todas perfectas, completas y marcadas con el sello de Gloriam Dei (Vol. 7 Sept. 11, 1906)

Con mis pasos, cubro los pasos de las criaturas para que todos los pasos lleguen ante el Trono Divino para arrodillarse en un acto perfecto de homenaje.

Con los afectos y deseos de mi corazón vertiéndose en tu Voluntad cubro los afectos y deseos de todas las criaturas de manera que Dios pueda encontrar que cada corazón ama sólo lo que El ama y desea sólo lo que Él desea. Esto de forma perfecta y divina.

Con mis oraciones cubro las oraciones de todos para que todas las oraciones suban como incienso de muy agradable fragancia ante tu Trono y así, darte el homenaje perfecto.

Con los movimientos de mi cuerpo, cubro los movimientos de todos para que en ellos Dios encuentre el reflejo perfecto de su propia Moción Divina.

Con mis sufrimientos, cubro los dolores y tristezas de todos para que Dios encuentre en los sufrimientos de las criaturas únicamente los sufrimientos meritorios de su Divino Hijo, Jesús.

El resto de los actos de las criaturas que han quedado sin mencionar las cubro como mis correspondientes actos. Todos los actos que deberían haber hecho y no se han llevado a cabo, los sustituyo con mis propios actos. Estos corresponderán por ellos. Y todos los actos malos los reordeno y reparo al ofrecer todos mis actos hechos en oposición directa al mal realizado, junto con todos mis actos de reparación.

Con todo esto quiero darte, Dios mío, el amor, adoración, gratitud, alabanza y gloria perfectos que te debían las criaturas. Coloco este ofrecimiento en cada uno de mis actos, continuamente y para siempre, en todos los actos de las criaturas, en cada cosa creada y en cada movimiento y cambio de la Creación

 

Otras oraciones aquí


San Gabriel, Ángel de la Anunciación

ENAMORATE DEL LIBRO DE CIELO....

Escuela de oración en la Divina Voluntad 

    P. Pablo Martín

La oración es para el alma lo que la respiración es para el cuerpo. Por eso el Señor ha dicho “orad incesantemente”. La verdadera oración es un encuentro de amor con Dios, es un encuentro de nuestra voluntad con la Voluntad Divina.

Tal encuentro, la oración, demuestra las actitudes y los sentimientos del hombre hacia Dios: el rechazo o la aversión a la oración es impiedad; la falta de oración es ateismo práctico; la incostancia en la oración es señal de un amor muy débil o superficial; las fáciles distracciones dicen que el alma está dominada por otros intereses o gustos o que, de todas formas, su pensamiento todavía da vueltas, demasiado, en torno a ella misma.

Una oración que sabe sólo decir oraciones aprendidas no toca el propio corazón ni la propia vida, y menos aún el Corazón y la Vida de Dios. Rezar con el sólo fin de obtener alguna grazia, hace ver que el alma no es creyente, sino “cliente” de Dios. Rezar para poder decir a la propia conciencia: “ya he dicho mis  oraciones”,  es  como querer hablar con alguien por teléfono marcando el número de sí mismo; es una ocasión perdida…

La oración puede mostrar respecto a Dios una actitud de distancia, de temor, de vana formalidad (que no es el verdadero sentido de respeto), o bien indicar interés, arrepentimiento, necesidad de ayuda, o admiración, complacencia, júbilo, gratitud, compasión, deseo de reparar, intercesión por el prójimo, ¡amor! Y ésta es la verdadera unión de voluntades, con infinitos grados, y por tanto la adoración.

La oración, en una palabra, dice cuánto el hombre sea extraño o familiar hacia Dios, cuánto sea lejano o cercano, cuánto se siente siervo o hijo. Es un encuentro que se traduce en vida, que alimenta la vida y a su vez se alimenta de conocimiento del Señor, ya que la oración tiene necesidad de contenidos.

La oración en la Divina Voluntad es necesario alimentarla con la lectura de los escritos sobre la Divina Voluntad:

“Examina todas las vidas de Santos que quieras, o libros de doctrina: en ninguno

hallarás los prodigios de mi Querer obrando en la criatura y la criatura obrando en el Mío. Todo lo más encontrarás la resignación, la unión de los quereres, pero el Querer Divino obrando en ella y ella en el Mío, en ninguno lo hallarás. Eso significa que aún no había llegado el tiempo en que mi bondad iba a llamar a la criatura a que viviera en este estado sublime. Igualmente, el mismo modo como te hago orar no se encuentra en ningún otro(06-10-1922).

No se trata por tanto de decir o leer determinadas oraciones o expresiones de Luisa, conociendolas tal vez de memoria, por más que sean para nosotros modelo  en sus contenidos; y no es tampoco cuestión de métodos. Se trata de un espíritu nuevo (Ez 36,26-27), de una nueva actitud del alma que se reviste de los mismos modos de obrar y de los sentimientos divinos de Jesucristo.

Ahora, más que “hacer oración”, el Señor quiere que en El “seamos oración”. Oración que sea amor que adora, amor que repara, amor que comparte todo con el Amado, que Le da honor y gloria, que intercede, que da las gracias, amor que Lo ama por todos y en todas Sus obras…

Es muy significativo este texto de Luisa: «Estaba diciendole a mi amado Jesús: “No desprecies mis oraciones; son tus mismas palabras que repito, tus mismas intenciones, las almas que quiero como las quieres Tú y con tu mismo Querer”.

Y Jesús bendito me ha dicho: “Hija mía, cuando te oigo que repites mis palabras, mis plegarias, querer como quiero Yo, me siento atraído hacia tí como por muchos imanes; y al oirte repetir mis palabras, tantos gozos distintos siente mi Corazón y puedo decir que para Mí es una fiesta. Y mientras gozo, me siento debilitado por el amor de tu alma y no tengo fuerza para golpear las criaturas. Siento en tí las mismas cadenas que Yo le ponía al Padre para reconciliar al género humano. Ah, sí, repite  lo que Yo hice, repítelo siempre, si quieres que tu Jesús en tantas amarguras encuentre una alegría de parte de las criaturas”.» (04-06-1919)

Hay que decir que toda la vida de Luisa, destilada en sus escritos, es  una continua oración, porque es un incesante anhelo de amor a Jesús. Parece que en nuestro tiempo algunos han descubierto el Espíritu Santo, la así llamada oración “espontánea”, la alabanza al Señor. Pues bien, todos los Santos la han practicado en su vida; pero, entre todos, de una forma muy singular y original, Luisa. Es suficiente ver ese palpitar de su alma en la continua meditación de “Las Horas de la Pasión” que continuamente hacía, a partir de la “Novena de Navidad” que hizo cuando  tenía 17 años. Esas “horas” son precisamente su “escuela de oración”. Son su “escuela de vida”.

Para hablar de la oración en Luisa haría falta en realidad citar todos sus escritos. Dos de sus libros, en particular, tratándose de la oración, se deberían examinar: “Las Horas de la Pasión” y “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad”.

Veamos algunas enseñanzas de Jesús:

  • La primera condición para orar es el silencio interior: “Ese murmullo continuo en tu mente impide que oigas más clara mi voz,  que sientas en tí mis gracias, que te enamores del todo de Mí” (1° Volumen).
  • La segunda es la paz, incluso cuando es dificil recogerse: “Has hecho mal   en estar tan turbada. ¿No sabes tú que Yo soy Espíritu de paz y que lo primero que te he recomendado ha sido no ofuscarla nunca en tu corazón? Y por lo que se refiere a la oración, cuando no te sientes recogida, no tienes que pensar a por qué no has sabido hacerla, sino a permanecer tranquilamente en ella. Haciendo como tú dices, tú misma te creas la distracción…” (1° Volumen)
  • Es necesaria la constancia en la oración: “Te recomiendo, por tanto, antes que nada, la oración continua aunque sufras penas mortales, no dejando las oraciones que sueles hacer; más aún, cuanto más cerca te veas del precipicio, tanto más me invocarás en la oración confiada, con la plena certeza de que Yo te ayudaré” (1° Volumen).
  • Espíritu de continua oración: “Lo que te recomiendo es el espíritu de continua oración. Esa búsqueda continua del alma de conversar conmigo, ya sea con el corazón, ya sea con la mente, ya sea con la boca e incluso con la simple intención, la hace tan bella en mi presencia, que las notas de su corazón armonizan con las notas del mío (…) Y no sólo eso, sino que es tanta la hermosura que hace adquirir el espíritu de oración continua, que el demonio queda herido como por un rayo y se queda frustrado en las insidias que trama para dañar a esa alma” (28-07-1902).
  • Animo, fidelidad y atención al hacer o seguir lo que hace la D. Voluntad:

“Continuando mi habitual estado, Jesús se dejaba ver dentro de mí, primero El solo, y luego las tres Divinas Personas, pero todo eso en profundo silencio, y yo continuaba mi habitual trabajo interno en su presencia; y parecía que el Hijo se unía conmigo y yo no hacía más que seguirlo. Pero todo sucedía en silencio y en aquel silencio lo único que hacía era identificarme con Dios; y todo mi interior, afectos, pálpitos, deseos, respiros, se convertían en profunda adoración a la Suprema Majestad. Y así, después de haber pasado unos momentos en ese estado, parecía que los Tres hablaban, pero con una sola voz, y me han dicho:

“Hija nuestra querida, ánimo, fidelidad y suma atención en seguir lo que la Divinidad hace en tí, porque todo lo que haces no eres tú la que lo haces. Tú no haces más que entregar tu alma como morada a la Divinidad. A tí te pasa como a una pobre a quien, teniendo una choza, el Rey le pide que se la ceda como morada, y ella se la da, haciendo todo lo que quiere el Rey. Por tanto, viviendo el Rey en esa pequeña choza, en ella hay riqueza, nobleza, gloria y todos los bienes; ¿pero de quién son? Del Rey” (06-06-1904).

  • Nuestra oración ha de ser unidos a Jesús (26-04-1904), más aún, “unifor- mándonos” a El, con sus mismas intenciones, con su mismo Amor:

“Hija mía, esta mañana quiero uniformarte toda a Mí: quiero que pienses con mi mente, que mires con mis ojos, que escuches con mis oídos, que hables con mi lengua, que obres con mis manos, que andes con mis pies y que me ames con mi mismo Corazón”. Después Jesús unía sus sentidos nombrados a los míos y veía  que me daba su misma forma; no sólo, sino que me daba la gracia de usarlos como El mismo los usó (12-08-1899).

  • ¿Para qué sirve orar “fundiendonos” en Jesús, “haciéndonos una sola cosa” con El? Escribe Luisa:

«Mientras rezaba estaba uniendo mi mente a la de Jesús, mis ojos a los de Jesús, y así de todo lo demás, con la intención de hacer lo que Jesús hacía con su mente, con sus ojos, con su boca, con su Corazón, y así lo demás. Y como parecía que la mente de Jesús, sus ojos, etc. se difundían para el bien de todos, igualmente parecía que también yo me difundía para el bien de todos, uniéndome y haciéndome una sola cosa con Jesús. Pero me ha venido un pensamiento: “¿Qué meditación es ésta?

¿Qué oración? ¡Ah, no sirvo para nada! ¡No sé siquiera reflexionar nada!”.

Pero mientras pensaba eso, mi siempre amable Jesús me ha dicho: “Hija mía,

¿cómo, te afliges por eso? En vez de afligirte deberías alegrarte, porque cuando meditabas otras veces y en tu mente surgían tantas bellas reflexiones, tú no hacías más que tomar parte de Mí, de mis cualidades y de mis virtudes. Ahora, habiéndote quedado sólo poder unirte y hacerte una sola cosa conmigo, me tomas por entero y, no siendo tú sola capaz de nada, conmigo eres capaz de todo, porque  desear, querer el bien, produce en el alma una fortaleza que la hace crecer y la afianza en la Vida Divina. Y luego, al unirse a Mí y hacerse una sola cosa conmigo, se une a mi mente y produce así tantas vidas de pensamientos santos en la mente de las criaturas; al unirse a mis ojos, produce así en las criaturas tantas vidas de miradas santas; igualmente, si se une a mi boca, dará vida a las palabras; si se une a mi Corazón, a mis deseos, a mis manos, a mis pasos, así dará una vida a cada latido, vida a los deseos, a las acciones, a los pasos… Pero vidas  santas,  porque  teniendo Yo la Potencia Creadora, junto conmigo el alma crea y hace lo que Yo hago”» (12-06-1913).

  • Orar como ora Jesús, con oración universal, en su Voluntad:

““Hija mía, reza, pero reza como Yo, es decir, derrámate enteramente en mi Voluntad y en Ella encontrarás a Dios y a todas las criaturas; se las darás a Dios como si fueran una sola, porque el Querer Divino es el dueño de todas, y pondrás a los pies de la Divinidad todos los actos buenos, para darle honor, y los actos malos para repararlos con la Santidad, la Potencia y la Inmensidad de la Divina Voluntad, a la que nada se le escapa. Esa fue la vida de mi Humanidad en la tierra. (…) Pues bien, ¿por qué no puedes hacerlo tú también? Para el que me ama, todo es posible unido a Mí. En mi Voluntad reza y presenta los pensamientos de todos, en tus pensamientos, ante la Divina Majestad; en tus ojos las miradas de todos; en tus palabras, en los movimientos, en los afectos, en los deseos, los de tus hermanos, para repararlos, para obtenerles luz, gracia, amor. En mi Querer te hallarás en Mí y en todos, vivirás mi Vida, rezarás conmigo; y el Padre Divino quedará contento y todo el Cielo dirá: “¿Quién nos llama desde la tierra? ¿Quién quiere abrazar en sí este Santo Querer, que nos contiene a todos juntos?” ¡Y cuánto bien puede obtener la tierra, haciendo que el Cielo baje a ella!” (03-05-1916).

  • La oración de quien vive en el Querer Divino es divina, inmensa, universal:

«Habiendo recibido la Comunión, le estaba diciendo a Jesús: “Te amo”, y El me ha dicho: “Hija mía, ¿quieres amarme de verdad? Dí: Jesús, te amo con tu Voluntad; y puesto que mi Voluntad llena Cielo y tierra, tu amor me rodeará por todas partes y tu “Te amo” resonará arriba, en los Cielos, y hasta en lo profundo de los abismos. Y lo mismo, si quieres decir “Te adoro, te bendigo, te alabo, te doy las gracias”, lo dirás unida a mi Voluntad y llenarás Cielos y tierra de adoraciones, de bendiciones, de alabanzas, de agradecimiento en mi Voluntad. Son cosas sencillas, fáciles e inmensas”» (02-10-1913).

  • Quien ora en la Divina Voluntad no necesita poner intenciones propias:

“Hija mía, el que está en mi Voluntad y hace sus cosas porque Yo lo quiero, no hace falta que disponga de sus intenciones. Estando en mi Voluntad, cuando obra, reza, sufre, Yo mismo dispongo todo eso como más me gusta… ¿Me gusta la reparación? Y lo pongo como reparación. ¿Me gusta que sea amor? Y lo tomo como amor. Siendo Yo el dueño, hago lo que quiero. No es así con quien no está en mi Voluntad: él es el que dispone y Yo dependo de su voluntad”. (29-09-1912)

  • Efectos de la oración en el Divino Querer: «He pasado una mañana en oración con Jesús, en su Querer; pero ¡qué sorpresa! al rezar, una sola era la palabra, pero el Querer Divino la difundía en todas las cosas creadas y en ellas dejaba su huella; la llevaba al Cielo y todos los Bienaventurados no sólo recibían su huella, sino que era para ellos motivo de nueva felicidad; descendía a lo profundo  de la tierra y hasta en el Purgatorio, y todos recibían sus efectos. ¿Pero quién podrá decir cómo se reza con Jesús y todos los efectos que produ¬ce?

Así que, tras haber hecho oración juntos, me ha dicho: “Hija mía, ¿has visto lo que significa hacer oración en mi Querer? Como no hay nada en lo que mi Querer no exista, circula en todo y en todos, es vida, actor y expectador de todo; igualmente,  los actos hechos en mi Querer se hacen vida, actores y expectadores de todo, incluso del mismo gozo, de la  dicha y felicidad de los Santos; a todas partes llevan  la luz,  el aire balsámico y celestial que produce alegría y felicidad. Por eso nunca    te separes de mi Querer; Cielo y tierra te esperan para recibir nuevo gozo y nuevo esplendor”» (21-04-1922).

  • Reparaciones completas, acción de gracias y amor en nombre de todos

y en cada cosa, cuando se entra en el  Divino Querer: “Hija mía, derrámate en  mi Querer para darme reparaciones completas. Mi Amor siente una necesidad irresistible; ante tantas ofensas de las criaturas quiere al menos una que, inter- poniéndose entre ellas y Yo, me dé reparaciones completas y amor por todos, y que obtenga de Mí gracias para todos. Y eso lo puedes hacer sólo en mi Querer, en el cual me hallarás a Mí y a todas las criaturas. ¡Oh, con qué deseo estoy esperando que entres en mi Querer, para poder encontrar en tí las complacencias y las reparaciones de todos! Sólo en mi Querer encontrarás todas las cosas en acto, porque Yo soy motor, actor y espectador de todo”.

Entonces, mientras decía eso, me he derramado en su Querer, ¿pero quién puede decir lo que veía? Me hallaba en contacto con cada pensamiento de las criaturas, cuya vida venía de  Dios; en contacto con cada pensamiento, y yo, en su Querer,   me multiplicaba en cada uno y con la santidad de su Querer reparaba todo, decía “gracias” por todos y daba amor por todos; y así me multiplicaba en las miradas, en las palabras y en todo lo demás… ¿Pero quién puede decir cómo sucedía? Me faltan las palabras, y tal vez balbucearían las mismas lenguas de los ángeles; por eso hago punto. Así que he pasado toda la noche con Jesús en su Querer. (15-06-1916).

  • En la Divina Voluntad el alma hace a Jesús lo que todos deberían hacer:

“Hija mía, en quien pide, ama, repara, me besa, me adora en mi Voluntad, Yo siento como si todos me pidieran, me amaran, etc., porque abrazando mi Voluntad todo y a todos, en mi Querer el alma Me da el beso, el amor, la adoración de todos,  y Yo, viendo a todos en ella, le doy tantos besos, tanto amor como el que debería darles a todos. En mi Voluntad el alma no está contenta si no me ve recibir el amor de todos completo, si no ve que todos me besan, me adoran, me rezan. En mi Voluntad no se pueden hacer cosas a medias, sino completas, y Yo no puedo darle al alma que obra en mi Querer cosas pequeñas, sino inmensas, que pueden ser suficientes para todos. Con el alma que obra en mi Querer, Yo hago como haría una persona que quisiera que un trabajo fuera hecho por diez personas. Pues bien, si de esas diez una sola se ofrece a hacer el trabajo y las demás lo rehusan, ¿no es justo que todo lo que quisiera darles a las diez se lo dé a una sola? De lo contrario, ¿cuál sería la diferencia entre quien obra en mi Querer y quien obra en su voluntad?” (02-04-1921).

  • ¿Para qué sirve orar así en la Divina Voluntad?

Scrive Luisa: «Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, para recorrer la inteligencia de cada criatura y darle a mi Jesús la correspondencia de amor de cada pensamiento de las criaturas. Pero mientras estaba haciendo eso, un pensamiento me ha dicho: ¿Para qué sirve rezar así? ¡Me parece que sean más bien desatinos, en vez de oraciones!

Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior, me ha dicho: “Hija mía,

¿quieres saber para qué sirve y cuál es su efecto? La criatura que arroja en el mar inmenso de mi Divinidad la piedrecita de su voluntad, tirándola, si su voluntad quiere amar, las aguas del mar infinito de mi Amor se encrespan, se agitan, y Yo siento que las oleadas de mi Amor exhalan su celestial perfume, y siento el gusto, las alegrías de mi Amor agitado por la piedrecilla de la voluntad de la criatura. Si adora mi Santidad, la piedrecita de la voluntad humana agita el mar de mi Santidad y Yo me siento recreado por las auras purísimas de ella. En una palabra, con cualquier cosa que la voluntad humana quiera hacer en la Mía, se arroja como piedrecilla en el mar de cada uno de mis atributos y, agitándolos y encrespándolos, me hace sentir que

me da mis mismas cosas y los honores, la gloria, el amor que la criatura puede darme de un modo divino. (…) Eso significa entrar en mi Voluntad: es agitar, sacudir mi Ser y decirme: ¿Ves cuánto eres bueno, amable, amoroso, santo, inmenso, potente? Eres el todo y yo quiero sacudirte todo para amarte y darte gusto… ¿Y te parece poco?” (01-07-1923).

  • La oración que busca sólo la Divina Voluntad:

“Hija mía, ¡cómo me hiere el Corazón la oración de quien busca sólo mi Querer! Siento el eco de mi oración que hacía Yo estando en la tierra. Todas mis oraciones se reducían a una sola cosa: que la Voluntad de mi Padre, respecto a Mí como a todas las criaturas, se cumpliera perfectamente. Fue el honor más grande para Mí    y para el Padre Celestial: haber hecho en todo su Stma. Voluntad” (22-02-1925).

  • Este modo de orar es un derecho de Dios y un deber de la criatura:

Luisa dice: «Mientras me estaba fundiendo en el Santo Querer Divino, para corresponder en amor por todo lo que Dios había hecho en la Creación por amor a las criaturas, el pensamiento me decía que no era necesario hacer eso, que no le gustaba a Jesús esa forma de orar, que son cosas que mi cabeza se ha inventado.

Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior, me ha dicho: “Hija mía, has de saber que este modo de orar, dando a Dios la correspondencia de amor por todas las cosas que El ha creado, es un derecho divino y forma parte del primer deber de la criatura. La Creación fue hecha por amor al hombre. Es más, nuestro Amor fue tan grande que, si hubiera hecho falta, habríamos creado tantos cielos, tantos soles, tantas estrellas, tantos mares, tierras, plantas y todo lo demás por cuantas criaturas habían de venir a la luz de este mundo, para que cada una tuviera una Creación para ella, un Universo sólo suyo; como de hecho, cuando todo fue creado, sólo Adán era el espectador de toda la Creación, podía gozar de todo el bien que quisiera. Y si no lo hicimos, fue porque el hombre podía gozar igualmente de todo, como si fuera suyo, aunque otros lo disfruten.

(…) Por tanto, puesto que en todas las cosas creadas Dios ha vinculado su Amor a la criatura, ésta tenía el deber de corresponder con gratitud, dando las gracias a Quien tanto ha hecho por ella. Esa falta de correspondencia de amor a Dios por todo lo que ha hecho en la creación del hombre es el primer fraude que la criatura hace a Dios, es usurpar sus dones, sin reconocer siquiera de donde vienen y quién la ha amado tanto. Por eso es el primer deber de la criatura, y es tan indispensable e importante, que Aquella que tomó a pecho toda nuestra Gloria, nuestra defensa, nuestro interés, no hacía más que dar vueltas por todas las esferas, de la más pequeña a la más grande de las cosas creadas por Dios, para marcarlas con su correspondencia de amor, de gloria, de agradecimiento por todos y en nombre de todas las humanas generaciones. Ah, sí, fue precisamente mi Madre Celestial la que llenó cielos y tierra de la correspondencia por todo lo que Dios había hecho en la creación. Después de Ella fue mi Humanidad la que cumplió ese deber tan sacrosanto, al que tanto había faltado la criatura, e hizo propicio a mi Padre Celestial hacia el hombre culpable. Así que fueron mis oraciones y las de mi inseparable Mamá (las que lo obtuvieron). ¿No quieres tú repetir, por tanto, mis mismas oraciones? Es más, te he llamado en mi Querer para eso, para que te asocies a Nosotros y sigas y repitas nuestros actos”.

Y entonces yo, en la medida de lo posible, trataba de dar vueltas por todas las cosas creadas para darle a mi Dios la correspondencia del amor, de la gloria y del agradecimiento por todo lo que había hecho en la creación…» (09-08-1925).

  • Distintas formas de “fundirse” en la Divina Voluntad (la oración de Luisa):

«Muchas veces digo en mis escritos: “Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino”, y no me explico más…

Ahora, obligada por la obediencia, digo lo que me sucede en esta fusión en el Divino Querer. Mientras me fundo en él, ante mi mente se presenta un vacío inmenso, todo de luz, en el que no se ve ni hasta dónde llega la altura, ni adónde llega la profundidad, ni los confines a derecha ni a izquierda, ni delante, ni atrás… En medio a esa inmensidad, en un punto altísimo, me parece ver a la Divinidad, o bien a las Tres Divinas Personas que me esperan; pero eso siempre mentalmente. Y no sé cómo, una niña pequeña sale de mí, que soy yo misma; tal vez es mi pequeña alma…; pero es conmovedor ver cómo esa niñita se pone de camino en ese vacío inmenso, completamente sola, caminando tímida, de puntillitas, dirigiendo los ojos siempre hacia donde ve a las Tres Divinas Personas, porque teme que si baja la mirada en ese vacío inmenso, no sabe a dónde puede ir a parar. Toda su fuerza depende de esa mirada fija en lo alto, porque siendo correspondida con la mirada de la Alteza Suprema, toma fuerza para el camino… Pues bien, mientras la pequeñita llega ante Ellos, se postra con la cara en el vacío para adorar la Divina Majestad; pero una mano de las Divinas Personas levanta a la niñita y le dicen: “La hija nuestra, la pequeña Hija de nuestra Voluntad: ven a nuestros brazos”

Ella, oyendo eso, se llena de alegría y llena de alegría a las Tres Divinas Personas, que complaciéndose de ella esperan que cumpla la tarea que le han asignado. Y ella, con una gracia de niña, dice: “Vengo a adoraros, a bendeciros, a daros las gracias por todos; vengo a vincular a vuestro Trono todas las voluntades humanas de todas las generaciones, desde el primer hombre hasta el último, para que todos reconozcan vuestra Voluntad Suprema, La adoren, La amen y Le den vida en sus almas”.

Después añade: “Oh Majestad Suprema, en este vacío inmenso estan todas las criaturas, y yo quiero tomarlas todas para ponerlas en tu santo Querer, para que todas vuelvan al principio del han salido, es decir, a tu Voluntad. Por eso he venido a tus brazos paternos, para traerte todos tus hijos y hermanos míos y vincular todos a tu Voluntad; y yo, en nombre de todos y por todos, quiero darte reparación y el homenaje y la gloria como si todos hubieran hecho tu Stma. Voluntad. ¡Pero, ah, te ruego, que se acabe la separación entre la Voluntad Divina y la humana! Es una niñita la que te lo pide y a los pequeños sé que Tú no le sabes negar nada”…

¿Pero quién podrá decir todo lo que hace y dice? Me prolongaría demasiado, además de que me faltan las palabras que digo ante la Alteza Suprema. Me parece que aquí, en el bajo mundo, no se usa ese lenguaje de aquel vacío inmenso.

Otras veces, mientras me fundo en el Divino Querer y ese vacío inmenso se presenta ante mi mente, voy dando vueltas por todas las cosas creadas y pongo un Te amopara esa Majestad Suprema, como si yo quisiera llenar toda la atmósfera con tantos Te amo, para darle al Amor Supremo la correspondencia de tanto amor hacia las criaturas; es decir, recorro cada pensamiento de las criatura e imprimo en  él mi Te amo; cada mirada y pongo en ella mi Te amo; cada boca y sello cada palabra con mi Te amo; cada pálpito, obra y paso y los cubro con mi Te amo, que dirijo a mi Dios…; desciendo a lo más hondo del mar, al fondo del océano, al nadar de los peces, en cada gota de agua, y quiero llenarlos con mi Te amo.

Luego, después que ha obrado por todas partes, como si hubiera sembrado su Te amo, la niñita vuelve ante la Divina Majestad y, como si quisiera hacerle una grata

sorpresa, Le dice: “Creador y Padre mío, Jesús mío y Eterno Amor mío: mirad    todas las cosas y oíd cómo de parte de todas las criaturas os dicen que os aman. En todas partes está el “Te amo” a Vosotros; Cielo y tierra estan llenos: por lo tanto, ¿es que no vais ahora a conceder a la pequeñita que vuestra Voluntad descienda en medio de las criaturas, que se dé a conocer, que haga las paces con la voluntad humana y que, tomando su justo dominio, su puesto de honor, ninguna criatura vuelva a hacer su propia voluntad, sino siempre la Vuestra?”

Otras veces, mientras me fundo en el Divino Querer, quiero dolerme de todas las ofensas hechas a mi Dios y emprendo de nuevo mi recorrido en ese vacío inmenso, para hallar todo el dolor que mi Jesús tuvo por todos los pecados; lo hago mío y doy vueltas por todas partes, en los sitios más recónditos y secretos, en los lugares públicos, en todos los actos humanos malos, para dolerme por todas las ofensas…; y por cada pecado siento que quisiera gritar en cada movimiento de todo lo creado, recogiendo en mí todo el dolor por todas las culpas: Perdón, perdón”. No hay ofensa a Dios, hasta la más ligera, por la que yo no me duela y pida perdón.

Y para hacer que todos sientan esa súplica mía de perdón por todos los pecados, Lo imprimo en el retumbar del trueno, para que truene en todos los corazones el dolor de haber ofendido a mi Dios; ¡perdón!, en el estallido del rayo; doloroso arrepentimiento en el silbar del viento, que grite a todos ¡arrepentimiento y súplica de perdón!; en el retoque de las campanas, ¡dolor y perdón!; es decir, en todo.

Y luego le llevo a mi Dios el dolor por todos e imploro perdón por todos, diciendo: “¡Gran Dios, haz que tu Voluntad descienda a la tierra, para que se acabe el pecado! Sólo la voluntad humana produce tantas ofensas, que parece que inunda de pecados la tierra; tu Voluntad será la que destruya todos los males. Por eso, Te ruego, acontenta a la pequeña Hija de tu Voluntad, que no quiere sino que tu Voluntad sea conocida y amada y reine en todos los corazones”» (10-05-1925).

«…Ahora añado que, mientras se presenta ante mi mente ese vacío inmenso, al fundirme en el Supremo Querer, la niñita prosigue su camino y elevándose a lo alto quiere corresponder a su Dios por todo el amor que tuvo hacia todas las criaturas   en la Creación.

Quiero honrarlo como Creador de todas las cosas y por eso recorro las estrellas, y en cada destello de luz imprimo mi Te amoy Gloria a mi Creador; en cada átomo de luz del sol que desciende a lo bajo, mi Te amoy Gloria; en toda la extensión de los cielos, en la distancia que hay de un paso a otro, mi Te amoy Gloria…; en el gorjeo del pajarillo, en el aleteo de sus alas, “Amor” y Gloria a mi Creador; en la hierbecilla que brota de la tierra, en la flor que se abre, en el perfume que difunde, Amory Gloria; en las cumbres de los montes y en la profundidad de los valles, Amory Gloria. Doy vueltas por todos los corazones de las criaturas, como si quisiera encerrarme en ellos y gritar desde dentro de cada corazón mi Te amoy Gloria a mi Creador”…

Y después, como si hubiera reunido todo junto, de modo que todo dé correspondencia de amor y testimonio de gloria por cuanto Dios ha hecho en la Creación, me presento ante su Trono y Le digo: “Majestad Suprema y Creador de todas las cosas, esta niñita viene a tus brazos para decirte que toda la Creación, en nombre de todas las criaturas, no sólo te da la correspondencia de amor, sino también la justa gloria por tantas cosas que has creado por amor nuestro. En tu Voluntad, en este vacío inmenso, he dado vueltas por todas partes, para que todas las cosas Te glorifiquen, Te amen y Te bendigan; y ya que he establecido las

relaciones de amor entre el Creador y la criatura, que la voluntad humana había roto, y la gloria que todos te deben, haz que tu Voluntad descienda a la tierra, para que vincule y reafirme todas las relaciones entre el Creador y la criatura, y así todas las cosas vuelvan al orden inicial, establecido por Tí. Por tanto, hazlo pronto, no te demores: ¿no ves cómo está llena de males la tierra? Sólo tu Voluntad puede detener esa corriente, puede salvarla, o sea, tu Voluntad conocida y dominante…”

Después de eso siento que mi tarea no está completa. Por eso desciendo a lo bajo de ese vacío, para corresponder a mi Jesús por  la Obra de  la Redención  y, como si encontrase en acto todo lo que El hizo, quiero darle mi correspondencia por todos los actos que hubieran debido hacerle todas las criaturas al esperarlo y recibirlo en  la tierra; y luego, como si quisiera convertirme toda en amor a Jesús, vuelvo a mi estribillo y le digo:

Te amo en el acto de bajar del Cielo a encarnarte e imprimo mi “Te amo” en el acto en que fuiste concebido en el seno purísimo de la Virgen María, Te amo en la primera gota de sangre que se formó en tu Humanidad; Te amo en el primer latido de tu Corazón, para signar todos tus latidos con mi “Te amo”; Te amo en tu primer respiro, Te amo en tus primeras penas, Te amo en tus primeras lágrimas que derramaste en el seno materno.

Quiero corresponderte por tus oraciones, por tus reparaciones, por las veces que te ofreciste, con mi “Te amo”… Quiero sellar cada instante de tu vida con mi ‘“Te amo”: Te amo en tu nacimiento; Te amo en el frío que sufriste; Te amo en cada gota de leche que mamaste de tu Madre Santísima. Quiero llenar con mis “Te amo” los pañales con que tu Mamá te fajó; extiendo mi “Te amo” sobre ese suelo en el que tu Madre querida Te puso en el pesebre, y tus tiernísimos miembros sintieron la dureza de la paja, pero más que de la paja, la dureza de los corazones… Pongo mi “Te amo” en cada vagido tuyo, en todas las lágrimas y las penas de tu infancia.

Hago correr mi “Te amo” en todas las relaciones y comunicaciones de amor que tuviste con tu Madre Inmaculada; Te amo en sus besos amorosos, en todas las palabras que dijiste, en el alimento que tomaste, en los pasos que diste, en el agua que bebiste. Te amo en el trabajo que hiciste con tus manos; Te amo en todos los actos que hiciste en toda tu vida oculta; sello con mi “Te amo” cada acto interno tuyo y las penas que sufriste…

Extiendo mi “Te amo” en los caminos que recorriste, en el aire que respiraste, en todas las enseñanzas que hiciste en tu Vida pública; mi “Te amo” corre en la potencia de los milagros que hiciste, en los Sacramentos que instituíste… En todo, oh Jesús mío, hasta en las fibras más íntimas de tu Corazón, imprimo mi “Te amo” por mí y  por todos.

Tu Querer me ha hecho presente todo y yo no quiero dejar nada en que no esté impreso mi “Te amo”… Tu pequeña Hija de tu Querer siente el deber, si no sabe hacer otra cosa, de que por lo menos Tú recibas un pequeño “Te amo” por todo lo que has hecho por mí y por todos… Por tanto, mi “Te amo” Te sigue en todas las penas de tu Pasión, en todos los salivazos, desprecios e insultos que te hicieron; mi “Te amo” sella cada gota de tu Sangre que derramaste, cada golpe que recibiste, en cada llaga que se formó en tu Cuerpo, en cada espina que traspasó tu cabeza,  en los dolores crueles de la crucifixión, en las palabras que pronunciaste en la Cruz… Hasta en tu último respiro quiero imprimir mi “Te amo”; quiero encerrar toda tu Vida, todos tus actos, en mi “Te amo”.

Por todas partes quiero que Tú toques, que veas, que sientas mi continuo “Te amo”. Mi “Te amo” nunca te dejará: tu mismo Querer es la vida de mi “Te amo”.

¿Pero sabes qué es lo que quiere esta niñita? Que ese Divino Querer del Padre tuyo, que tanto amaste e hiciste en toda tu vida en la tierra, se haga conocer por todas las criaturas, para que todas lo amen y cumplan tu Voluntad, así en la tierra como en    el Cielo. La niñita quisiera vencerte en amor, para que des tu Voluntad a todas las criaturas… Ah, haz felíz a esta pobre pequeñita que no quiere sino lo que Tú quieres: que tu Voluntad sea conocida y reine en toda la tierra”.

(…) “Hija mía, a lo que has dicho sobre el fundirte en mi Querer hay que añadir otro recorrido, el de fundirse en el orden de la Gracia, en todo lo que el Santificador, el Espíritu Santo, ha hecho y hará en los que santifica; a mayor motivo que, si la Creación se atribuye al Padre –aunque siempre estamos unidas las tres Divinas Personas en el obrar– y la Redención al Hijo, el “Fiat Voluntas Tua” se atribuirá al Espíritu Santo; y precisamente en el “Fiat Voluntas Tua” es donde el Divino Espíritu hará alarde de su obra. Tú lo haces cuando viniendo ante la Majestad Suprema dices: Vengo a corresponder con amor por todo lo que hace el Santificador a los que santifica; vengo a entrar en el orden de la Gracia, para poder daros la gloria y la correspondencia del amor, como si todos se hubieran hecho santos, y a ofrecer reparación por todas las oposiciones, las faltas de correspondencia a la Gracia…     Y por cuanto de tí depende, buscas en nuestra Voluntad los actos de la Gracia del Espíritu Santificador, para hacer tuyo su dolor, sus gemidos secretos, sus suspiros angustiosos en el fondo de los corazones, al verse tan mal recibido; y como el primer acto que hace es llevar nuestra Voluntad como acto completo de su santificación, al verse rechazado gime con gemidos inenarrables… Y tú, en tu infantil sencillez, le dices: ¡Espíritu Santificador, date prisa, Te suplico, Te insisto; haz conocer a todos tu Voluntad, para que conociéndola La amen y acojan tu primer acto de su santificación completa, como es tu santa Voluntad!

Hija mía, las Tres Divinas Personas somos inseparables y distintas: así queremos manifestar a las generaciones humanas las Obras que hemos hecho por ellas, pues mientras estamos unidos entre Nosotros, cada uno de Nosotros quiere manifestar distintamente su propio Amor y la Obra que ha hecho por las criaturas”. (17-05- 1925).

 
   

En conclusión: hay personas que “alegremente” dicen que hacen “los giros” en la Divina Voluntad…, lo cual es algo muy hermoso si realmente viven (o se esfuerzan por vivir) en la Divina Voluntad. Es evidente que no es lo mismo “dar vueltas” a pie    o en bicicleta, que darlas en avión…, es decir, hacer eso a la manera humana, “pedaleando” nosotros, y no en la manera divina, la cual nace espontáneamente cuando se vive en la Voluntad de Dios. Por lo tanto: esta forma de oración no  es  una “técnica” o una moda, sino una Vida se se vuelve nuestra vida poco a poco, a medida que muere nuestro querer humano para dejar todo el espacio al Querer Divino.