Material al ritmo de nuestros encuentros
2 de junio, 2020
Con la Divina Voluntad
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Audio explicativo del gráfico inferior
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CIC 521 : Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros. «El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre»(GS 22, 2). Estamos llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar, en cuanto miembros de su Cuerpo, en lo que Él vivió en su carne por nosotros y como modelo nuestro:
«Debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y misterios de Jesús, y pedirle con frecuencia que los realice y lleve a plenitud en nosotros y en toda su Iglesia […] Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer participar y de extender y continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia […] por las gracias que Él quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotros gracias a estos misterios. Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros» (San Juan Eudes, Tractatus de regno Iesu).CIC
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Este es un resumen gráfico de como abordamos el tema de Jesús
¡Bendigamos a Dios con su misma bendición!
No dejes de escuchar tanto la grabación del encuentro como el audio explicando el gráfico a mano. Son complementarios.
….también Yo gritaré: “Libertad, libertad, vengan todos en mi Voluntad y gozareis la verdadera libertad!” Fuera de mi Voluntad, cuántos obstáculos no encuentra el alma, pero en mi Voluntad es libre, yo la dejo libre de amarme como quiera, es más, le digo: “Deja tus harapos humanos, toma lo divino, Yo no soy avaro ni celoso de mis bienes, quiero que tomes todo, ámame inmensamente, toma todo mi amor, haz tuyo mi poder, mi belleza hazla tuya, por cuanto más tomes tanto más estará feliz tu Jesús”.
Lecturas como complemento
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todo lo que hizo
Este 2 de junio vimos con más detalle el porqué las circunstancias de la vida son la materia prima o un velo con la que nos convertimos en REPETIDORES de la vida de Jesús. Por lo tanto, empezamos a conocer – según se lo revela a Luisa- lo que vino a hacer en la tierra y lo que hizo Jesús durante TODA SU VIDA: esto es lo que se repite en nosotros al llamar a la DV. También vimos que para que esto se de, ha de fundirse con El, con la DV, llamándola y teniendo todo el interior concentrado en «las operaciones del Verbo». Sabiendo esto, ahora, PODEMOS TOMARLO, hacerlo nuestro….trabajar con Dios en la salvación del mundo, pasado, presente y futuro!
23-26,6 Hija mía, en el alma hay dos caracteres: El humano y el divino. El divino desciende de la unidad, y el alma para recibir el carácter divino debe vivir en la unidad de mi Querer; en esta unidad, conforme ella forma sus actos, suben en la unidad de su Creador, en aquel acto único de Dios que, mientras en Dios mismo viene formado un solo acto, la luz de este acto solo desciende a lo bajo, inviste a todos y a todo, y abrazando todo da a cada uno el acto que se necesita con el multiplicar al infinito la multiplicidad de todos los actos posibles e imaginables; entonces, en cuanto la criatura hace sus actos en esta unidad adquieren los caracteres divinos que, mientras es un solo acto, encierran todos los actos juntos. ¡Oh!, cómo es bello hacer todo con un solo acto, sólo Dios tiene esta virtud tan potente,que con un solo acto hace todo, abraza todo, da el obrar a todo. Qué gran diferencia entre el carácter divino y el humano; el humano hace muchos actos, muchas obras pero queda siempre la criatura cercada en sus actos, parece que no tienen luz para extenderse y difundirse a todos, que no tienen pies para caminar: donde se hacen ahí quedan. Así que por cuanto una criatura deba hacer, sus actos son numerados, restringidos, y por eso el carácter del obrar humano es tan disímil del obrar de la unidad divina y de quien obra en ella, porque fácilmente queda anulada y sin germen de fecundidad. He aquí el por qué quiero que el alma viva en la unidad de mi Voluntad, para hacer adquirir los caracteres divinos, que son incancelables , eternos y como luz se difunden, se extienden, se multiplican, se dan a todos, es más, tienen el primado sobre los actos de todos. Si tú supieras cuánto placer toma la Divinidad al ver tu pequeñez subir en la unidad del acto único divino que jamás cesa para unir tus actos en nuestro acto solo, tú para darnos el tuyo y Nosotros para darte el nuestro e imprimir en ti el carácter de nuestro acto solo, nos pones en fiesta y sentimos la felicidad, la alegría de haber creado la Creación. Entonces, para ser más atenta, debes estar convencida de que tu vivir en nuestro Querer es la fiesta que puede dar la criatura a su Creador, y por cuantos actos haces en Él, tantas veces renuevas nuestras alegrías y nuestra felicidad por parte tuya y llevándonos en nuestro seno a toda la Creación, nos das la gloria y la correspondencia del amor porque fue creada por Nosotros”.
Para «subir en la unidad de la luz», hemos de atar nuestro «movimiento» de vida (el impulso vital) a la DV:
23-25,4 “Hija mía, cuando nuestra Divinidad formó la Creación puso como materia prima en todas las cosas la Divina Voluntad, y por eso todas las cosas tuvieron su forma, solidez, orden , belleza y, todo lo que hace el alma con esta materia prima de mi Voluntad- corriendo en ella un acto vital- da a todo lo que hace la forma de las bellas obras, todas ordenadas y sólidas, con la marca en cada obra de la Vida del Fiat Divino. En cambio quien no hace mi Voluntad y no la pone como materia prima en sus obras, tal vez hará muchas cosas, pero todas desordenadas, sin forma, sin belleza, todas desparpajadas, por lo que ella misma no sabrá reunirlas; sucedería como si alguien quisiera hacer el pan sin el agua: quizá tenga mucha harina pero faltando el agua faltaría la vida para poder formar el pan; otro tendría muchas piedras para construir pero no tiene la cal que reúne y solidifica las piedras juntas, así que tendrá un desorden de piedras pero jamás una habitación. Así son las obras sin la materia prima de mi Voluntad, solamente estorban, dan fastidio, disturbio, y si algún bien hacen es aparente, si algún bien hacen es aparente, si se tocan se encuentran frágiles y vacías de todo bien”.
20-27,8 El todo está que tu movimiento esté atado al de tu Creador :
Hija mía, todas las cosas tienen un movimiento continuo, porque habiendo salido de un Ente Supremo que contiene un movimiento lleno de vida, venía por consecuencia que todas las cosas salidas de Dios debían contener un movimiento vital que nunca cesa, y si cesa significa que cesa la vida. Mira, tú misma tienes un murmullo, un movimiento continuo en tu interior; más bien la Divinidad al crear a la criatura le daba la semejanza de las Tres Divinas Personas, ponía en ella tres movimientos que debían murmurar continuamente para unirse a aquel movimiento continuo y murmullo de amor de su Creador, y éstos son: El movimiento del latido del corazón que jamás cesa, la circulación de la sangre que siempre gira sin jamás detenerse, la respiración que jamás se detiene, esto en el cuerpo, y en el alma hay otros tres movimientos que murmuran continuamente: La inteligencia, la memoria y la voluntad. Por eso el todo está en que tu movimiento esté atado al movimiento de tu Creador para murmurar junto con su movimiento eterno,;así seguirás a mi Voluntad en su movimiento que jamás se detiene, en sus actos que jamás cesan y harás regresar tu movimiento al seno de tu Creador que con tanto amor espera el regreso de sus obras, de su Amor y de su murmullo..
27-30,5 Hija mía, cuando mi Querer Divino reina en el alma, Él toma la parte obrante y dirigente, no hay cosa que ella haga en que mi Querer Divino no ponga su acto primero para llamar a su acto divino sobre el acto de la criatura; así que si piensa, ahí forma su primer pensamiento y llama toda la santidad, la belleza, el orden de la inteligencia divina, y como la criatura no es capaz, ni tiene vacío suficiente para recibir nuestra inteligencia, mi Fiat, cada vez que hace su acto primero en la inteligencia de la criatura, con su potencia va ensanchando la capacidad de ella para encerrar nueva inteligencia divina en la mente de la criatura. Y mientras esto hace, da virtud y vuelve capaz a la criatura para poder respirar con el respiro divino, palpitar con su latido de luz, y sentirse circular en todo su ser, más que sangre, toda su Vida Divina. Por eso donde reina mi Querer es el actor continuado que jamás cesa de obrar y, haciéndose espectador, goza sus escenas divinas que Él mismo desarrolla en la criatura, y ella presta su ser como materia en sus manos, para hacerle desarrollar las escenas más bellas y deleitables que mi Fiat quiere hacer en el alma donde mi Querer Divino domina y reina”.
Impulso vital:
30-2 ,3 “Hija mía, mi Voluntad es incansable, queriendo mantener la vida, el orden, el equilibrio de todas las generaciones y del universo entero, no puede ni quiere cesar en su trabajo, mucho más que cada movimiento es como dado a luz por Ella y atado con vínculos inseparables. Imagen del aire que mientras ninguno lo ve, también da a luz el respiro en las criaturas, y es inseparable de la respiración humana, ¡oh! si el aire detuviera su trabajo de hacerse respirar, de un golpe cesaría la vida de todas las criaturas. Más que aire es mi Voluntad; el aire no es mas que un símbolo, imagen y que produce la vida de la respiración por la virtud vital de mi Querer Divino, mientras que la mía es Vida en Sí misma e increada. Ahora, Dios tiene establecidos todos los actos de las criaturas y el número de los actos de ellas; por eso el empeño de estos actos, porque establecidos por Dios vienen tomados por mi Divina Voluntad, los ordena y pone su Vida dentro de ellos, pero, ¿quién da el cumplimiento a estos actos establecidos por el Ser Supremo? Quien coopera y se hace dominar por la Voluntad Divina, con la cooperación y con su dominio siente el vínculo y la inseparabilidad de Ella, y siente correr su Vida Divina en sus actos. Mientras que cuando no coopera pierde el dominio de mi Voluntad Divina y en vez de hacer la mía, hace su voluntad y cada acto de voluntad humana forma un vacío para lo divino en el alma. Estos vacíos desfiguran a la pobre criatura, y como ha sido hecha para Dios, sólo Él puede llenar estos vacíos, porque los actos, cuyo número está establecido, debían servir para llenarla del Ser Divino. ¡Oh! cómo son horribles estos vacíos, se ven en ellos vías torcidas, actos sin principio divino y sin vida, por eso no hay cosa que arruine más a la criatura que su voluntad. Ahora, mi Voluntad es acto obrante e incesante dentro y fuera de la criatura, pero, ¿quién recibe su acto operante? Quien la reconoce en todos sus actos, quien la reconoce, la ama, la estima, la aprecia; con ser reconocida, mi Voluntad hace tocar con la mano su acto operativo e incesante, y la criatura siente los brazos de Ella en los suyos, la potencia de su movimiento en los suyos, su virtud vivificadora en su respiro, la formación de su Vida en el latido de su corazón, por todas partes, por dentro, por fuera, se siente vivificar, tocar, abrazar, besar por mi Voluntad. Y Ella, en cuanto ve que la criatura siente sus abrazos amorosos, se la estrecha más a su seno divino y va formando sus dulces cadenas de inseparabilidad entre Ella y su criatura amada. Parece que se siente pagada con ser reconocida por su trabajo incesante, y con su potencia quita el velo que la escondía a la criatura, y le hace conocer quién es quien forma la vida de todos sus actos. Por eso cuanto más la reconozcas, tanto más sentirás cuánto te ama y tú la amarás más.
(4) Además de esto, tú debes saber que el alma sin mi Divina Voluntad es como una flor cortada de la planta; pobre flor, le han quitado la vida, porque no está más unida a la raíz, y separada de ella no recibe más los humores vitales, que como sangre circulaban y la mantenían viva, fresca, bella, olorosa; ha perdido la raíz que como madre la amaba, la alimentaba y la tenía estrechada a su seno, y mientras la raíz se está bajo tierra, como sepultada viva para dar vida a las flores, hijas suyas, y hacerlas hacer una bella aparición, tanto de llamar la atención humana con su dulce encanto, pero como es cortada de la planta, como si hubiera perdido a la madre, parece que se pone en actitud de tristeza, pierde su frescura y termina por marchitarse. Tal es el alma sin mi Divina Voluntad, se separa de la raíz divina, que más que madre la amaba, la alimentaba, y mientras vive como sepultada, vive en todos sus actos y en el fondo de su alma para suministrarle los humores divinos, que como sangre hace circular en todos sus actos para mantenerla fresca, bella, perfumada por sus virtudes divinas, de formar el más bello y dulce encanto a la tierra y a todo el Cielo. Por lo tanto en cuanto se separa de mi Divina Voluntad, pierde a su verdadera Mamá, que con tantos cuidados maternos la custodiaba, la tenia estrechada a su seno, la defendía de todos y de todo, y termina por desfigurarse y marchitarse a todo lo que es bien, y llegan a sentir la triste melancolía porque viven sin Aquélla que la ha generado, sin la vida, las caricias de su Mamá. Así que se pueden llamar pobres huérfanas abandonadas, sin tutela, y quizá en manos de enemigos y tiranizada por las pasiones del propio yo. ¡Oh! si la raíz tuviera razón, ¿cuántos gritos desgarradores de dolor no emitiría al verse arrancar la vida de sus flores, y que la han obligado, como madre estéril, a permanecer sin la corona de sus hijos? Pero si no llora la planta, llora mi Voluntad al ver a tantos hijos suyos huérfanos, pero huérfanos voluntarios, que sienten todas las penas de la orfandad, mientras que su Madre vive y no hace otra cosa que llorar y llamar a la corona de sus hijos en torno a Sí”.
Para poder tomar hay que saber lo que se toma (que es lo mismo que «hacer uso de ellas»)
29-13,5 Tú debes saber que nuestras obras están llenas de vida, nuestra fuerza creadora tiene virtud de poner el germen vital en todas las obras que hacemos, y de comunicarla a las criaturas que hacen uso de ellas. La Creación está llena de nuestras obras creadoras, la Redención es un campo inmenso de nuestras acciones hechas para que llevaran la vida y el bien que contienen a las criaturas; así que estamos circundados por la magnificencia de nuestras obras, pero tenemos el dolor de que estas obras no son tomadas, y muchas ni siquiera conocidas por las criaturas, y por eso están para ellas como muertas, porque portan vida y producen frutos de vida por cuanto uso hacen de ellas, y tener tantas obras vitales expuestas, tantas propiedades nuestras sin producir los frutos que contienen; y mucho más, ver a las criaturas pobres, débiles y sin la vida del verdadero bien, nos duele tanto que tú no puedes comprender en qué condiciones de dolor nos ponen las criaturas. Nosotros nos encontramos en las condiciones de un padre que,teniendo muchos hijos prepara el alimento y mientras lo prepara, está todo en fiesta pensando que sus hijos no estarán en ayunas, sino que comerán de lo suyo; después pone la mesa, dispone los platos con la diversidad de alimentos que ha preparado, llama a los hijos a fin de que vengan a degustar los ricos alimentos que ha preparado, pero los hijos no escuchan la voz del padre y la comida queda sin que ninguno la toque. Cuál no es el dolor de este padre al ver que los hijos no se sientan a su mesa y no se alimentan de los alimentos que él ha preparado, el sólo ver la mesa llena de alimentos le produce dolor. Así estamos Nosotros al ver que las criaturas no se ocupan de las tantas obras que hemos hecho con tanto amor para ellas. Por eso, por cuanto más tomes de lo nuestro, más Vida Divina recibirás, nos volverás más contentos y nos cicatrizarás la llaga profunda de la ingratitud humana
Si prefieres escuchar todos estos textos:
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Instancias de la vida de Jesús donde se aprecia este «doble sentido» de TODA su Vida:
1.- Jesús EN EL VIENTRE MATERNO EN LOS NUEVE EXCESOS de amor. VER: https://fiatgarabandal.com/los-9-excesos-de-amor-de-jesus/
2.-JESUS DE NIÑO
12-30…..Tampoco mis actos fueron todos aparentemente grandes especialmente cuando Yo, pequeño, gemía, chupaba la leche de mi Mamá, me entretenía en besarla, acariciarla, entrelazar mis manitas a las suyas; más grande cortaba flores, tomaba el agua y otras cosas. Estos eran todos actos pequeños, pero estaban unidos en mi Querer, en mi Divinidad, y esto bastaba; y entonces se volvían tan grandes de poder crear millones y miles de millones de vidas. Así que mientras gemía, de mis gemidos salían vidas de criaturas; mamaba, besaba, acariciaba, pero eran vidas que salían; en mis dedos entrelazados con las manos de mi Mamá corrían las almas, y mientras cortaba las flores y tomaba el agua, eran almas que salían del latido de mi increado corazón y entraban. Mi movimiento fue continuo,
3.- JESÚS EN EL TALLER
11-29 Con su vida oculta, Jesús santificó y divinizó todas las acciones humanas.
(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, para que el alma pueda olvidarse de sí misma, debe hacer de manera que todo lo que hace y que le es necesario, lo haga como si Yo lo quisiera hacer en ella: si reza debe decir, es Jesús que quiere rezar, y yo rezo juntamente con ella; si debe trabajar, es Jesús que quiere trabajar, es Jesús que quiere caminar, es Jesús que quiere tomar alimento, que quiere dormir, que quiere levantarse, que quiere divertirse, y así de todo lo demás de la vida. Sólo así puede el alma olvidarse de sí misma, porque no sólo hará todo porque lo quiero Yo, sino que, porque lo quiero hacer Yo, me necesita propiamente a Mí”.
(3) Ahora, un día estaba trabajando y pensaba: “¿Cómo puede ser que mientras yo trabajo es Jesús que trabaja en mí y que sea Él mismo quien quiere hacer este trabajo?” Y Jesús:
(4) “Precisamente Yo y mis dedos que están en los tuyos, trabajan; hija mía, cuando Yo estuve en la tierra, ¿mis manos no se abajaban a trabajar la madera, a martillar los clavos, a ayudar en los trabajos de carpintería a mi padre putativo José? Y mientras esto hacía, con esas mismas manos, con esos dedos, creaba las almas, a otras las llamaba a la otra vida, divinizaba todas las acciones humanas, las santificaba dando a cada una un mérito divino, en los movimientos de mis dedos llamaba a reseña todos los movimientos de tus dedos y de los de todas las demás criaturas, y si Yo veía que los harían por Mí o porque Yo los quería hacer en ellas, Yo continuaba mi vida de Nazaret en ellas y me sentía como pagado por parte de ellas por los sacrificios, las humillaciones de mi vida oculta, dándoles a ellas el mérito de mi misma Vida. Hija, la vida oculta que hice en Nazaret no es valorizada por los hombres, sin embargo no podía haberles hecho más bien que con esa vida- después de la Pasión- porque abajándome Yo a todos aquellos actos pequeños y bajos, a aquellos actos que los hombres hacen en su vida diaria, como el comer, el dormir, el beber, el trabajar, el encender fuego, el barrer, etc., actos todos que nadie puede dejar de hacer, Yo hacía correr en sus manos una monedita divina y de precio incalculable. Así que si la Pasión los redimió, mi vida oculta cortejaba cada acción humana, aun la más indiferente, con mérito divino y de precio infinito.
(5) Mira, mientras tú trabajas, trabajando porque Yo quiero trabajar, mis dedos corren en los tuyos, y mientras trabajo en ti, en el mismo instante con mis manos creadoras, ¿a cuántos estoy sacando a la luz de este mundo? ¿A cuántos otros los llamo? ¿A cuántos otros santifico, a otros corrijo, a otros castigo, etc.? Entonces, tú estás también junto Conmigo creando, llamando, corrigiendo y demás, y así como tú no estás sola obrando, tampoco lo estoy Yo en mi obrar. ¿Te podría dar honor más grande?”
(6) Pero ¿quién puede decir lo que comprendía, el bien que se puede hacer tanto a nosotros como a todos los demás haciendo las cosas porque Jesús las quiere hacer en nosotros? Mi mente se pierde y por eso pongo punto.
4.- EL SUEÑO DE JESÚS
13-44,4 “Hija mía, brevísimo era mi sueño, pero dormía, pero no dormía para Mí sino para las criaturas. Yo, como cabeza representaba a toda la familia humana y debía extender mi Humanidad sobre todos, para darles reposo. Yo veía a todas las criaturas cubiertas por un manto de turbaciones, de luchas, de inquietudes; quién caía en la culpa y quedaba triste, quién dominado por tiránicas pasiones a las que quería vencer y quedaba turbado, quién quería hacer el bien y luchaba por hacerlo; en suma, no había paz, porque la verdadera paz se posee cuando la voluntad de la criatura regresa a la Voluntad de su Creador, de donde salió; fuera de su centro, separada de su principio no hay paz. Entonces, mi Humanidad durmiendo se extendía sobre todos, envolviéndolos como dentro de un manto, como la gallina cuando llama a sus pollitos bajo sus alas maternas para hacerlos dormir; así, extendiéndome sobre todos, llamaba a todos mis hijos bajo mis alas para dar, a quién, el perdón de la culpa, a quién la victoria sobre las pasiones, a quién la fuerza en la lucha, para dar a todos la paz y el reposo, y para no darles temor y darles ánimo lo hacía durmiendo, ¿quién teme de una persona que duerme?
5.- EL DESIERTO DE JESÚS 24-23-4
Hija mía, la compañía rompe la pena y la disminuye, en cambio el aislamiento la concentra, la duplica y la recrudece, y Yo quise ir solo al desierto para sentir en mi Humanidad toda la crudeza del aislamiento que había sufrido mi Divina Voluntad por tantos siglos por parte de las criaturas. Mi Humanidad debía ascender en el orden divino y descender en el orden humano para poder encerrar las penas del uno y del otro, y tomando Yo toda la parte penosa que dividía al hombre y a Dios, hacerlos entrar de nuevo al abrazo, al beso de su Creador. Pero no fue sólo esta la finalidad de mi ida al desierto, tú debes saber que nuestra Majestad adorable al formar la Creación, establecía que todo debía estar poblado de habitantes, la tierra debía ser fertilísima, rica de abundantes plantas, de modo que todos debían abundar de sus bienes. En cuanto pecó el hombre, se atrajo la indignación de la Justicia divina, y la tierra permaneció desértica, infecunda, y en muchos lugares despoblada, imagen de aquellas familias estériles donde no hay sonrisas, ni fiestas, ni armonía, porque sin prole no hay quien rompa la monotonía de dos cónyuges, y sobre su animo pesa la opresión del aislamiento que les lleva la tristeza, en cambio donde hay prole hay siempre qué hacer, qué decir y ocasión de festejar, tal fue la familia humana. Mira cómo el cielo está poblado de estrellas, la tierra debía ser el eco del cielo, llena de habitantes y debía producir tanto, de volverlos ricos y felices a todos. Entonces, en cuanto el hombre se sustrajo de mi Voluntad cambió su suerte, y Yo quise ir al desierto para volver a llamar las bendiciones de mi Padre Celestial, y volviendo a llamar a mi Voluntad a reinar, restablecer la tierra, poblarla en todas partes y fecundarla, de modo que la tierra producirá otras semillas más bellas para volverla centuplicada, más fecunda y de belleza deslumbrante. ¡Cuántas cosas grandes hará el reino de mi Fiat Divino, tanto, que todos los elementos están a la espera, el sol, el viento, el mar, la tierra y toda la Creación, para poner fuera de su seno todos los bienes y efectos que contienen, porque no reinando en medio de las criaturas aquella Divina Voluntad que domina en ellos, no ponen fuera todos los bienes que encierran en ellos, dándoles sólo lo que les conviene a título de limosna y de siervos, así que la tierra no ha producido todos los gérmenes, el sol, no encontrando todos los gérmenes, no produce todos los efectos y bienes que posee, y así de todo lo demás, por eso todos esperan el reino del Fiat, para hacer ver a éstos cuan ricos son y cuántas cosas admirables ha puesto en ellos su Creador por amor de aquellos que debían ser los hijos de su Querer”.
6.- TODA SU VIDA:
El alma en la Divina Voluntad ora como Jesús, satisface al Padre y repara por todos tal como lo hizo Él.
(1) Mientras estaba rezando, mi amable Jesús se puso junto, y oía que también Él rezaba y yo me puse a oírlo, entonces me dijo:
(2) “Hija mía, reza, pero reza como rezo Yo, es decir, vuélcate toda en mi Voluntad, y en Ella encontrarás a Dios y a todas las criaturas, y haciendo tuyas todas las cosas de las criaturas, las darás a Dios como si fuera una sola criatura, porque el Querer Divino es el dueño de todas y pondrás a los pies de la Divinidad, los actos buenos para darle honor y los malos para repararlos con la santidad, potencia e inmensidad de la Divina Voluntad a la que nada escapa. Esta fue la Vida de mi Humanidad en la tierra, por cuan Santa era mi Humanidad, tenía necesidad de este Divino Querer para dar completa satisfacción al Padre y redimir a las generaciones humanas, porque sólo en este Divino Querer Yo encontraba todas las generaciones pasadas, presentes y futuras y todos sus actos, pensamientos, palabras, etc., como en acto. Y en este Santo Querer, sin que nada me escapara, Yo tomaba todos los pensamientos en mi mente, y por cada uno en particular Yo me presentaba ante la Majestad Suprema y los reparaba y , en esta misma Voluntad descendía en cada mente de criatura, dándole el bien que había impetrado para su inteligencia; en mis miradas tomaba todos los ojos de las criaturas; en mi voz sus palabras; en mis movimientos los suyos; en mis manos sus obras; en mi corazón los afectos, los deseos; en mis pies los pasos; y haciéndolos como míos, en este Divino Querer mi Humanidad satisfacía al Padre y Yo ponía a salvo a las pobres criaturas y el Padre Divino quedaba satisfecho, no podía rechazarme siendo el Santo Querer Él mismo, ¿se habría rechazado Él mismo? Ciertamente que no; mucho más que en estos actos encontraba santidad perfecta, belleza inalcanzable y raptora, amor sumo, actos inmensos y eternos, potencia invencible. Esta fue toda la Vida de mi Humanidad en la tierra, desde el primer instante de mi concepción hasta el último respiro, para continuarla luego en el Cielo y en el Santísimo Sacramento. Ahora, ¿por qué no puedes hacerlo también tú? Para quien me ama todo es posible, unida Conmigo en mi Voluntad, toma y lleva ante la Majestad Divina en tus pensamientos, los pensamientos de todos; en tus ojos, las miradas de todos; en tus palabras, en los movimientos, en los afectos, en los deseos, todos los de tus hermanos para repararlos, para impetrar para ellos luz, gracia, amor. En mi Querer te encontrarás en Mí y en todos, harás mi Vida, rezarás como Yo, y el Padre Divino por esto quedará contento y todo el Cielo te dirá: “¿Quién nos llama en la tierra? ¿Quién es quien quiere encerrar este Santo Querer en sí, encerrando a todos nosotros juntos?” ¿Y cuánto bien no puede obtener la tierra haciendo descender el Cielo a la tierra?”
12-80,4 Y Él: “Hija mía, primero debía hacer conocer lo que hizo y sufrió mi Humanidad por fuera, para poder disponer a las almas a conocer lo que hizo mi Divinidad por dentro; la criatura es incapaz de comprender todo junto mi obrar, por eso voy manifestándome poco a poco. Después, a tu eslabón de conjunción Conmigo serán unidos los demás eslabones de las criaturas, y tendré una multitud de almas, que viviendo en mi Querer reharán todos los actos de las criaturas y tendré la gloria de tantos actos suspendidos hechos sólo por Mi, hechos también por las criaturas, y éstas de todas las clases: Vírgenes, sacerdotes, seglares, según su oficio no obrarán más humanamente, sino que penetrando en mi Querer sus actos se multiplicarán por todos en modo todo divino, y tendré la gloria divina por parte de las criaturas de tantos sacramentos recibidos y administrados en modo humano, otros profanados, otros enfangados por el interés, y de tantas obras buenas en las cuales quedo más deshonrado que honrado. Suspiro tanto este tiempo, tú reza y suspíralo junto Conmigo y no separes tu eslabón de unión con el mío, empezando tú la primera”.
6.- se APRECIA este doble sentido de toda la vida de Jesus muy claramente en las HORAS DE LA PASIÓN. Ver: https://fiatgarabandal.com/horas-de-la-pasion-texto-y-audio/
OTRAS KECTYRAS; 12-81 18-5,3 19-42,2
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EN NOSOTROS / LUISA
Razón de la VIGILIA de Luisa: 12-30
Jesús quiere los actos continuos de la criatura, no importa que sean pequeños, con tal que esté el movimiento, el germen. Él los une a los suyos y los hace grandes.
(1) Continuando mi habitual estado y estando un poco sufriente pensaba entre mí: “Cómo será que no me es dado poder encontrar reposo ni de noche ni de día; más bien, por cuanto más débil y sufriente, tanto más mi mente está despierta e imposibilitada para tomar reposo”. Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú no sabes la razón, pero Yo la sé y ahora te la digo a ti. Mi Humanidad no tuvo reposo, y en mi mismo sueño no tuve tregua, sino que intensamente trabajaba y esto porque debiendo dar vida a todos y a todo y rehacer en Mí todo, me convenía trabajar sin interrumpir un instante, y quien debe dar vida debe ser un continuo movimiento y un acto jamás interrumpido, así que Yo estaba en continuo acto de hacer salir de Mí vidas de criaturas y de recibirlas. Si Yo hubiera querido reposar, ¿cuántas vidas no hubieran salido, cuántas no teniendo mi acto continuo no se hubieran desarrollado y hubieran quedado marchitas, cuántas no hubieran entrado en Mí faltándoles el acto de vida de quien es el único que puede dar vida? Ahora hija mía, queriéndote junto Conmigo en mi Querer, quiero tu acto continuo por lo que tu mente despierta es acto, el murmullo de tu oración es acto, los movimientos de tus manos, los latidos de tu corazón, el mover de tu mirada, son actos, serán pequeños, pero qué me importa, con tal que esté el movimiento, el germen, Yo los uno a los míos y los hago grandes y les doy virtud de producir vidas.
AL COMER
Luisa: 12-59 (6) “Hija mía, ¿qué dices? Calla, calla, no lo digas más. Debes saber que si tú no tuvieras necesidad de alimento, Yo haría morir de hambre a los pueblos, pero teniendo tú necesidad, pudiendo servir a tus necesidades, Yo, por amor tuyo y por causa tuya, doy las cosas necesarias a las criaturas, así que si te escuchara querrías mal a los demás; en cambio, con tomar el alimento y luego devolverlo, haces bien a los demás y tu sufrir me glorifica. Es más, cuántas veces mientras devuelves te veo sufrir, y como sufres en mi Voluntad Yo tomo tu sufrir, lo multiplico y lo divido a bien de las criaturas y gozo y digo entre Mí: Este es el pan de mi hija que Yo doy para bien de mis hijos”.
5-12,4
(4) Y Él: “Hija mía, no temas, cuando un alma hace todo por Mí, todo lo que toma, hasta los mismos consuelos, Yo lo
recibo como si restaurase mi cuerpo sufriente, y aquellos que le son dados los considero como si los dieran a Mí mismo, tanto que si no los dieran Yo sentiría pena por ello; pero para quitarte toda duda, cada vez que te den algún alivio y
sientas la necesidad de tomarlo, no sólo lo harás por Mí, sino que agregarás: “Señor, intento reconfortar tu cuerpo sufriente en el mío”.
PENAS DE ABANDONO, PRIVACION DE JESÚS 12-76
Efectos de las penas sufridas en la Voluntad de Dios.
(1) Continuando mi habitual estado, estaba toda afligida por la privación de mi dulce Jesús, sin embargo, trataba de estarme unida con Él haciendo las horas de la Pasión, estaba haciendo la de Jesús sobre la cruz, cuando lo he escuchado en mi interior, que uniendo las manos y con voz articulada ha dicho:
(2) “Padre mío, acepta el sacrificio de esta hija mía, el dolor que siente por mi privación,
¿no ves cómo sufre? El dolor la deja como sin vida, privada de Mí, tanto, que si bien escondido estoy obligado a sufrirlo junto con ella para darle fuerza, de otra manera sucumbiría. ¡Ah! Padre, acéptalo unido al dolor que experimenté sobre la cruz cuando fui abandonado aun por Ti, y concede que la privación que siente de Mí sea luz, conocimiento, Vida Divina en las demás almas y todo lo que conseguí Yo con mi abandono”.
(3) Dicho esto se ha escondido de nuevo. Yo me sentía petrificada por el dolor, y si bien llorando, he dicho: “Vida mía, Jesús, ¡ah! sí, dame las almas, y el vínculo más fuerte que te obligue a dármelas sea la pena desgarradora de tu privación, y esta pena corre en tu Voluntad a fin de que todos sientan el toque de mi pena y mi grito incesante y se rindan”. Después, ya en la tarde, el bendito Jesús ha venido y ha agregado:
(4) “Hija y refugio mío, qué dulce armonía hacía hoy tu pena en mi Voluntad. Mi Voluntad está en el Cielo, y tu pena encontrándose en mi Voluntad armonizaba en el Cielo y con su grito pedía almas a la Trinidad Sacrosanta, y mi Voluntad corriendo en todos los ángeles y santos, hacía que tu pena les pidiera almas a todos, tanto que todos han quedado tocados por tu armonía, y junto con tu pena todos han gritado ante mi Majestad: “¡Almas, almas!” Mi Voluntad corría en todas las criaturas y tu pena ha tocado todos los
corazones y ha gritado a todos: “¡Salvaos, salvaos!” Mi Voluntad se concentraba en ti y como refulgente sol se ponía como guardia de todos para convertirlos. Mira qué gran bien, sin embargo, ¿quién se ocupa en conocer el valor, el precio incalculable de mi Querer?”
34-29 (5) Ahora, estas almas que viven en mi Voluntad están dispuestas a recibir todas las penas de mi Humanidad, porque Ella está imposibilitada para sufrir, porque está gloriosa en el Cielo, así que mi Voluntad con su aliento omnipotente crea las penas, los dolores, y en ellas forma mi Humanidad viviente, que me suplen en todo, y son ellas las nuevas salvadoras que ponen la vida para salvar al mundo entero. Así que Yo desde el Cielo miro la tierra y encuentro a otros tantos Jesús, que llevados por la misma locura de mi amor, ponen la vida a costo de penas y muerte para decirme: ‘Soy tu copia fiel, las penas me hacen sonreír porque contengo a las almas’. Y Yo, ¡oh! cómo las amo, no me siento más solo, me siento feliz, victorioso, porque tener compañía en el desarrollar la misma vida, en el sufrir las misma penas, en el querer lo que Yo quiero, es mi más grande felicidad y mi paraíso en la tierra. Mira entonces cuántas cosas grandes, portentosas sabe hacer mi Divina Voluntad con tal que vivan en Ella, me forma mi misma Humanidad viviente y me procura las mismas alegrías de mi patria celestial, por eso lo que más te debe importar es vivir siempre en mi Voluntad, no pienses nada más, porque si lo haces siento en ti despedazado mi amor, y si supieras cuánto me cuesta el no ser amado aun por un momento, porque en aquel momento Yo quedo solo, me rompes la felicidad, y en mi delirio de amor voy repitiendo: ‘¡Cómo! Yo la amo siempre, y ella no’. Por eso sé atenta, que no quiero quedarme jamás solo”.
TE LLAMABA PARA DARTE EL DON DE MIS LÁGRIMAS 23-31,2
(2) “Hija mía, tú debes saber que en la Redención, fue encerrado el reino de mi Voluntad Divina, no hubo acto que Yo hiciera donde no encerrara el uno y la otra, con esta sola diferencia, que lo que pertenecía a la Redención lo manifestaba fuera, los hice conocer y de ellos hice don, porque debían servir como preparativo al reino de mi Divina Voluntad; en cambio los que pertenecían al reino de mi Fiat los retuve en Mí mismo, como suspendidos en mi misma Voluntad Divina. Ahora, tú debes saber que cuando nuestra Divinidad decide sacar un acto fuera de Sí misma, el hacer una obra, un bien, primero escogemos la criatura en la cual depositar nuestra obra, porque no queremos que lo que Nosotros hacemos quede en el vacío y sin efecto, y que ninguna criatura deba ser depositaria de nuestros bienes, por eso llamamos al menos a una, así si las otras criaturas, ingratas no quieren recibir nuestros bienes, al menos en ésta vienen depositadas nuestras obras, y cuando estamos seguros de esto, entonces obramos. En la Redención la depositaria de todos mis actos fue mi inseparable Mamá, se puede decir que cuando debía respirar, llorar, rezar, sufrir, y todo lo demás que Yo hice, primero la llamaba a Ella a recibir mis respiros, mis lágrimas, mi sufrir, etc., para depositarlos en Ella, y después respiraba, lloraba y rezaba, me hubiera resultado insoportable y de un dolor tal, que sobrepasaría cualquier otro dolor, si no hubiese tenido a mi Mamá, en la cual podía depositar mis actos. Ahora, estando encerrados en todos los actos de la Redención los del reino de mi Voluntad Divina, desde entonces te llamaba a ti, y así como depositaba en la Soberana del Cielo todo lo que correspondía al reino de la Redención, así depositaba en ti lo que corresponde al reino del Fiat Supremo. He aquí el por qué quiero que me sigas paso a paso, y si como pequeño niño lloraba, te quiero cerca para darte el don de mis lágrimas, que con ellas te conseguí el gran don de mi reino divino; si hablo, te quiero junto para hacerte el don de la palabra de mi
Voluntad; si camino, para hacerte el don de los pasos de Ella; si obro, para dotarte de sus obras; si rezo, para darte el don de mi oración para implorar su reino a la familia humana; si hago milagros, para darte el don del gran milagro de mi Voluntad, y por eso si doy la vista a los ciegos, te quito la ceguera de tu querer humano, para darte la vista de la mía; si doy el oído a los sordos, te hago el don de adquirir el oído de mi Querer; si doy la lengua a los mudos, te libero del mutismo de mi Querer; si enderezo a los lisiados, te enderezo en Él; si tranquilizo la tempestad con mi imperio, ordeno a la tempestad de tu voluntad humana que no ose agitar más el mar pacífico de la mía; en suma, no hay cosa que haga y sufra de la que no te haga un don, para poner en ti el reino de mi Querer, tan amado por Mí y formado en Mí mismo. Habría sido para Mí el más grande de mis dolores, que mientras formaba en Mí, en mi Humanidad, con tanto amor el reino de mi Querer Divino, finalidad primaria por la que vine a la tierra y formaba este mi reino para restablecerlo en las criaturas, no debía estar seguro, como lo estuve para la Redención, de que al menos una criatura debiera recibir el restablecimiento del reino del Fiat Divino, y por eso Yo miraba los siglos como un solo punto y te encontraba a ti, la elegida y desde entonces, dirigía y depositaba mis actos en ti para disponer en ti mi reino, y así como para el reino de la Redención no ahorré nada, ni fatigas, ni penas, ni oraciones, ni gracias, ni siquiera la misma muerte para poder dar a todos gracias y medios suficientes y abundantes para que todos pudiesen salvarse y santificarse, a pesar de que ponía y depositaba al seguro el todo en la Celestial Reina, así para el reino de mi Querer, a pesar de que pongo todo al seguro en ti, estoy dando tanto, no ahorro nada, ni enseñanzas, ni luz, ni gracias, ni alicientes, ni promesas, de modo que si todos quieren recibir el gran bien de mi Voluntad para hacerla reinar en ellos, todos encontrarán medios y ayudas sobreabundantes para vivir un bien tan grande, por eso tu venida a la tierra en el tiempo era esperada por Mí con tanto amor, con tal ansia, que tú no puedes ni siquiera imaginar, porque quería depositar los tantos actos suspendidos, hechos por mi Humanidad para formar el reino del Fiat Supremo; si tú supieras qué significa un acto suspendido hecho por tu Jesús, ¡oh! cómo te apresurarías a recibir todo el depósito de mis actos para dar vida a estos actos suspendidos, porque ellos contienen tantas Vidas Divinas, y te apresurarías a hacerlos conocer a las otras criaturas”.
4-85 Eficacia de las intenciones. (en la Divina Voluntad)
(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía. Entonces, mientras mi mente estaba ocupada en considerar el misterio de la coronación de espinas, me he acordado que estando ocupada otras veces en este misterio, el Señor se complacía en quitarse de su cabeza la corona de espinas y clavarla en la mía, y he dicho en mi interior: “Ah Señor, ya no soy digna de sufrir tus espinas”.
(2) Y Él, ha venido de improviso y me ha dicho:
(3) “Hija mía, cuando tú sufres mis mismas espinas, tú me consuelas, y sufriéndolas tú Yo me siento completamente libre de esas penas; cuando te humillas y te crees indigna de sufrirlas, entonces me reparas los pecados de soberbia que se cometen en el mundo”.
(4) Yo he agregado: “¡Ah! Señor, por cuantas gotas derramaste, por cuantas espinas sufriste, por cuantas heridas, tanta gloria intento darte por cuanta gloria deberían darte todas las criaturas si no existiera el pecado de soberbia, y tantas gracias intento pedirte para todas las criaturas para hacer que este pecado se destruya”.
(5) Mientras esto decía, he visto que Jesús contenía en Él a todo el mundo, como una máquina contiene en sí los objetos, y todas las criaturas se han movido en Él, y Jesús se movía hacia ellas, y parecía que Él tuviese la gloria de mi intención y las criaturas hubieran regresado a Él para poder recibir el bien prestado por mí para ellas. Yo he quedado estupefacta, y Jesús viendo mi estupor ha dicho:
(6) “Parece sorprendente todo esto, ¿no es verdad? No obstante parece cosa de nada lo que tú has hecho, sin embargo no es así; ¿cuánto bien se podría hacer con repetir esta intención y no se hace?”
(7) Dicho esto ha desaparecido
4-2 “Mira cuántas llagas me han abierto y la necesidad del estado continuo de víctima, de tus sufrimientos, porque no hay momento en que dejen de ofenderme, y siendo continuas las ofensas, continuos deben ser los sufrimientos y las plegarias para aliviarme en algo; y si te ves suspendido el sufrir, tiembla y teme, porque no viéndome aliviado en mis penas, no vaya a ser que les conceda a los enemigos esa libertad tan deseada por ellos”.
EN EL OBRAR 12-39
Obrando en el Divino Querer, lo humano queda como suspendido y obra y toma lugar la Vida Divina.
(1) Continuando mi habitual estado, trataba de fundirme en el Divino Querer, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada vez que el alma entra en mi Querer y reza, obra, sufre, etc., tantas nuevas bellezas divinas adquiere, así que un acto de más o de menos hecho en mi Voluntad, es una belleza de más o de menos que el alma adquiere, no sólo, sino que en cada acto de más que hace en mi Voluntad, toma una fuerza, una sabiduría, un amor, una santidad, y otras cosas divinas de más, y mientras toma las cualidades divinas deja las humanas, más bien obrando en mi Querer lo humano queda como suspendido, y obra y toma lugar la Vida Divina, y mi amor tiene el desahogo de tomar actitud de obrar en la criatura”.
12-81, 4 “Hija amada, parto de mi Vida, ven en mi Voluntad, ven a ver cuánto hay que sustituir a tantos actos míos suspendidos aún y no sustituidos por parte de las criaturas. Mi Voluntad debe ser en ti como la primera rueda del reloj, si ella camina todas las demás ruedas caminan, y el reloj señala las horas, los minutos, así que todo el acuerdo está en el movimiento de la primera rueda, y si la primera rueda no tiene movimiento, queda detenido. Así, la primera rueda en ti debe ser mi Voluntad, que debe dar movimiento a tus pensamientos, a tu corazón, a tus deseos, a todo, y como mi Voluntad es la rueda central de mi Ser, de la Creación, y de todo, tu movimiento saliendo de este centro vendrá a sustituir a tantos actos de las criaturas, multiplicándose en los movimientos de todos, como movimiento central, vendrá a poner a mi Trono por parte de las criaturas, los actos de ellas, sustituyéndose a todo. Por eso sé atenta, tu misión es grande, es toda divina”.
14-55 El alma en la Divina Voluntad recibe todos los bienes del obrar de Jesús.
(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando en todo lo que mi dulce Jesús ha hecho y sufrido para salvar las almas, y Él al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que hizo mi Humanidad, oraciones, palabras, obras, pasos y penas, está en acto de darse al hombre, pero, ¿quién lo toma? ¿Quién recibe el injerto de mi obrar? Quien se acerca a Mí y uniéndose Conmigo reza, recibe el injerto de mi oración y los bienes que ella contiene; quien habla, enseña, unido Conmigo, recibe el injerto y los frutos de mis palabras; y así quien obra, quien sufre unido Conmigo, recibe el injerto y los bienes que hay en mis penas y obras, de otra manera todos los bienes que adquirí para la criatura quedan suspendidos, y no quedando injertada Conmigo, no disfruta de los bienes que mi Humanidad con tanto amor quiere dar; si no hay unión los bienes de uno quedan como muertos para el otro. Imagínate una rueda, el centro de la rueda es mi Humanidad, los rayos son todo lo que hice y sufrí, la circunferencia donde quedan fijados los rayos es toda la familia humana que gira en torno al centro; ahora, si esta circunferencia, este segundo círculo de la rueda no se acerca para recibir la fijación de los rayos, éstos quedan suspendidos y no pueden comunicar los bienes que el centro de la rueda contiene. ¡Oh! cuánto sufro al ver tantos bienes míos suspendidos, que la ingratitud humana no sólo no recibe sino desprecia y pisotea, por eso con tanta ansia voy en busca de las almas que quieren vivir en mi Querer, para poder fijar en ellas los rayos de mi rueda, y mi Voluntad les dará gracia para poder formar la circunferencia del segundo círculo de la rueda y recibirán todos los bienes que las demás me rechazan y desprecian”.
EL “TE AMO” DE LA CREATURA, 35-2 —–24-10 24-24 24-9
“Hija mía, te amo, te amo, y tú dime que me amas para poder apoyar mi gran te amo sobre tu pequeño te amo y Yo, lanzándolo en la inmensidad de mi Fiat te hago amar por todos y por todo, y tú me amas por todos y por todo. Soy la inmensidad y me agrada dar y recibir de las criaturas mi amor inmenso, porque doy y recibo las armonías, las múltiples notas, las dulzuras, los sonidos encantadores y raptores que hay en mi amor. Cuando mi Voluntad ama, el cielo, el sol, la Creación toda, los ángeles, los santos, todos aman junto Conmigo, y se ponen atentos para esperar el te amo de aquél a quien ha sido dirigido su te amo, y por eso sobre las alas de mi Querer envío a todos tu te amo, como para pagarles el que todos te hayan amado junto Conmigo. Si se ama es porque se quiere ser amado, no ser correspondido en el amor es la pena más dura que hace dar en delirio, es el clavo más traspasante, que sólo puede ser quitado por la medicina, el bálsamo del amor correspondido”.
CUANDO EL PECADOR SE ARREPIENTE, CORRE EL DOLOR DE JESUCRISTO 18-8,9 (nos podemos confesar «en la DV»)
“Hija mía, Yo tuve un dolor especial por cada pecado, y sobre mi dolor estaba suspendido el perdón al pecador. Ahora, este mi dolor está suspendido en mi Voluntad, esperando al pecador cuando me ofende, a fin de que doliéndose de haberme ofendido descienda mi dolor a dolerse junto con el suyo, y pronto darle el perdón; ¿pero cuántos me ofenden y no se duelen? Y mi dolor y perdón están suspendidos en mi Voluntad y como aislados. Gracias hija mía, gracias por venir en mi Voluntad a hacer compañía a mi dolor y a mi perdón. Continúa girando en mi Voluntad y haciendo tuyo mi mismo dolor, grita por cada ofensa: ‘dolor, perdón’, a fin de que no sea Yo solo a dolerme y a impetrar el perdón, sino que tenga la compañía de la pequeña hija de mi Querer que se duele junto Conmigo”
LA VIDA DIVINA EN ACTO DE SURGIR A CADA LLAMADA 24-8,2
“Hija mía, cuando la luz de mi Fiat quiere manifestarse y el alma no le presta atención, el parto que Él quiere poner fuera para comunicarlo a las criaturas queda abortado, y no reciben la vida de nuestro parto de luz, ¡y si tú supieras lo que significa hacer abortar nuestra luz! Debes saber que cuando nuestro Fiat quiere manifestar una verdad, pone en actividad a todo nuestro Ser, y regurgitando de amor, de luz, de potencia, de sabiduría, de belleza y bondad, forma el parto de la verdad que quiere poner fuera, y como todas nuestras cualidades se ponen en acto de surgir, no podemos contenerlo y desbordamos fuera nuestro parto para hacer don de él a la criatura, y si ella no le presta atención, hace abortar nuestro amor, nuestra luz, hace abortar nuestra potencia, sabiduría, belleza y bondad, las hace morir en el momento de nacer y ella pierde nuestro amado parto y no recibe nuestra Vida que por medio de la verdad le queríamos dar, y Nosotros quedamos con el dolor de haber abortado y sentimos reentrar en Nosotros el bien que queríamos dar a las criaturas, porque si la criatura aborta pierde el parto; en cambio Nosotros no lo perdemos, sino que reentra en Nosotros- es para la criatura que queda abortado. Por eso sé atenta cuando sientas que el mar de luz de mi Fiat forma sus olas para desbordar fuera, para sacar el parto de sus verdades”.
OTROS TANTOS JESUS
11-139 Diciembre 9, 1916
Jesús quiere encontrarse a Sí mismo en el alma, y que haga lo que hizo Él.
(1) Estaba afligida por la privación de mi dulce Jesús, y si viene, mientras siento que respiro un poco de vida, quedo más afligida al verlo más afligido que yo y que no quiere saber de aplacarse, pues las criaturas lo obligan, le arrancan otros flagelos; pero mientras flagela llora por la suerte del mundo y se oculta dentro de mi corazón, casi para no ver lo que sufre el hombre, parece que no se puede vivir más en estos tristes tiempos, y además parece que se está solo al principio de ellos. Entonces mi dulce Jesús, estando yo pensativa por mi dura y triste suerte de deber estar casi continuamente privada de Él, vino y poniéndome un brazo al hombro me ha dicho:
(2) “Hija mía, no acrecientes mis penas con afligirte, son ya demasiadas, Yo no espero esto de ti, es más, quiero que hagas tuyas mis penas, mis oraciones y todo Yo mismo, de modo que pueda encontrar en ti otro Yo mismo, en estos tiempos quiero grandes satisfacciones y sólo quien hace suyo a Mí mismo me las puede dar. Y lo que en Mí encontró el Padre, es decir, gloria, complacencia, amor, satisfacción, completas y perfectas, para bien de todos, Yo lo quiero encontrar en estas almas, como otros tantos Jesús que lo hagan a la par de Mí, y estas intenciones las debes repetir en cada hora de la Pasión que hagas, en cada acción, en todo, y si no encuentro mis satisfacciones, ¡ah, para el mundo será el fin! Los flagelos lloverán a torrentes. ¡Ah hija mía! ¡Ah hija mía!”
(3) Y ha desaparecido.
13-31 Yo en seguida he añadido: “Amor mío, perdóname, creía que me querías dejar a oscuras, por eso he dicho ¿qué haces? Pero tratándose de mi voluntad llévatela y haz lo que quieras”. Ahora, mientras Jesús se llevaba esta pequeña luz en sus manos, no sé decir lo que sucedía, me faltan las palabras para expresarme, sólo recuerdo que la pequeña luz la ponía de frente a su persona, y la pequeña luz recibía todos sus reflejos, de modo que formaba otro Jesús, y cada vez que mi voluntad repetía los actos, tantos Jesús se multiplicaban. Y mi Jesús me ha dicho:
(4) “¿Ves qué significa vivir en mi Querer? Es multiplicar mi Vida por cuantas veces se quiere, es repetir todo el bien que mi Vida contiene”.
16-55 Entonces yo me he abandonado en el Querer Supremo, y girando en Él hacía correr mis pensamientos, mis palabras, mis reparaciones, etc., en cada inteligencia creada y en todo lo demás del obrar humano, y conforme hacía mis actos quedaba formado Jesús, ¡cómo era bello y encantador ver tantos Jesús por doquiera que pasaba el pasaporte de la luz de la eterna Voluntad! Después me he encontrado en mí misma y he encontrado a Jesús que estaba agarrado a mi cuello, y estrechándome toda me parecía que hacía fiesta, como si yo fuera la causa de multiplicar su Vida para darle el honor y la gloria de otras tantas Vidas Divinas. Entonces le he dicho:
(4) “Amor mío, no me parece cierto que yo pueda multiplicar tu Vida para darte el gran honor de tantas Vidas Divinas; además, Tú te encuentras por todas partes, por tanto, es en virtud de Ti mismo que surge a cada acto esta Vida, no en virtud mía, yo quedo siempre la pequeña niña que no es buena para nada”.
(5) Y Jesús: “Hija mía, todo lo que tú dices es verdad, Yo me encuentro por todas partes, pero es mi potencia, inmensidad y omnividencia lo que me hace encontrar, no es el amor y el obrar de la criatura en mi Voluntad lo que me hace encontrar y me multiplica; en cambio cuando el alma entra en mi Querer, es el amor de ella, son sus actos que llenándose de virtud divina hacen surgir mi Vida, según que sus actos más o menos se extienden y sean hechos. He aquí por qué mi fiesta al ver que la criatura toma de lo mío y me da mi amor, mi gloria y hasta mi misma Vida, es tanto mi contento que a la criatura no le es dado comprenderlo mientras vive en el exilio, pero lo comprenderá en la patria celestial, cuando se vea correspondida con otras tantas Vidas Divinas por cuantas ha formado en la tierra”.
21-1 Después de esto, habiendo recibido la santa Comunión, estaba diciendo a mi amado Jesús: “Amor mío y vida mía, tu Voluntad tiene virtud de multiplicar tu Vida por cuantos seres existen y existirán sobre la tierra, y yo en tu Querer quiero formar tantos Jesús para darte todo entero a cada alma del purgatorio, a cada bienaventurado del Cielo, a cada viviente sobre la tierra”. Ahora, mientras esto decía, mi celestial Jesús me ha dicho:
(5) “Hija mía, para quien vive en mi Querer, Éste es exactamente lo que hace: multiplica los actos del alma en virtud suya por cuantos son los seres creados, el alma recibe la actitud divina, y su acto se hace acto de todos. Es precisamente este el obrar divino: Un acto que hace se multiplica en tantos, que todos pueden hacer suyo aquel acto como si hubiera sido hecho por cada uno, mientras que el acto ha sido uno, así que el alma donde reina mi Querer se pone en las condiciones de Dios mismo, sea de gloria, sea de dolor, según que las criaturas lo reciban o lo rechacen; la gloria que su acto puede llevar, el bien y la Vida de Jesús a todos, es grande, exuberante, infinito; el dolor de que no todas las criaturas tomen aquel bien y de que mi misma Vida quede suspendida, sin llevar lo útil de mi Vida Divina, es dolor que supera todo dolor”.
22-9 ….“Son mis acostumbradas necedades, ¿cómo puedo yo formar tantos Jesús? Esto es imposible. Y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, así como en la hostia Sacramental están los pequeños accidentes del pan y dentro de ellos se esconde tu Jesús vivo y verdadero, y tantos Jesús por cuantas hostias hay así, en el alma, están los accidentes de la voluntad humana, no sujetos a consumirse como los accidentes de mi Vida Sacramental, por eso más afortunados y más sólidos y así como la Vida Eucarística se multiplica en las hostias, así mi Voluntad Divina multiplica mi Vida en cada acto de voluntad humana, la cual más que accidente se presta a la multiplicación de mi Vida.
34-12 Ahora, si mi Voluntad te hubiera dado la libertad de hacer actuar a la tuya, incluso en las cosas más pequeñas e inocentes, no habría podido formar tu Jesús en ti, y Yo de voluntad humana no puedo ni quiero vivir, ni mi Querer habría tomado el empeño de formarme en el alma si no estuviera seguro que Yo encontrara mi misma Voluntad, de la que estaba animada mi Humanidad; será propiamente esto su reino sobre la tierra, el formar tantos Jesús por cuantas criaturas quieran vivir de Voluntad Divina; con Jesús en las almas su reino tendrá su suntuosidad, sublimidad, su esplendor de cosas inauditas, y estará seguro, y entonces en el reino de mi Fiat Divino tendré tantos Jesús vivientes que me aman, me glorifican y me darán gloria completa. Por eso suspiro tanto este reino, también tú suspíralo, no te ocupes de otra cosa, déjame hacer, confía en Mí, y Yo pensaré en todo”.
(5) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, la luz, símbolo de mi Querer Divino, la naturaleza de ella es el expandirse cuanto más puede, y se encuentra en todos, no niega a ninguno su luz, la quieran o no la quieran, a lo más puede suceder esto, que quien la quiere utiliza la luz y se sirve de ella también para hacer obras grandes, en cambio quien no la quiere no hace ningún bien, pero no puede negar que ha recibido el bien de la luz. Tal es mi Voluntad, más que luz se expande por todas partes, inviste a todos y todo, y la señal de que el alma la posee es sentir la necesidad junto con Ella de darse a todos, hacer bien a todos, con sus actos corre a todos y quisiera hacer tantos Jesús para darlo a cada uno. Mi Voluntad es de todos, soy Jesús de todos, y por eso sólo estoy contento cuando la criatura hace suya mi Voluntad, mi Vida, y me quiere dar a todos, ella es mi alegría y mi fiesta continua”.
34-13…. por eso exhibo mi fuerza para sostener su debilidad, mis penas para ayuda de las suyas, mi Amor para esconder el suyo en el mío, mi Santidad para cubrirla, mi Vida como apoyo y sostén de la suya y para servirle de modelo, en suma, mi Divina Voluntad debe encontrar tantos Jesús por cuantas criaturas quieran vivir de mi Voluntad y entonces, Ella no encontrará más obstáculo de parte de ellas porque Yo las tendré escondidas en Mí y tendrá que hacer más Conmigo que con ellas, y las criaturas encontrarán todas las ayudas necesarias, sobreabundantes, para vivir de mi Voluntad. Es costumbre de Dios que cuando quiere una cosa, da todo lo que se requiere para hacer que lo que quiere tenga su cumplimiento. Por eso quisiera que sepan las criaturas que Yo me pongo a disposición de aquellos que quieren vivir de mi Voluntad, ellos encontrarán mi Vida que suplirá a todo lo que se requiere para hacerlos vivir en el mar de mi Querer Divino, de otra manera su pequeño campito en mi Inmensidad quedará sin trabajo, y por lo tanto sin fruto, sin felicidad y sin alegría, serán como aquellos que viven bajo el sol sin jamás hacer nada, y el sol servirá para quemarlos y para darles una sed ardiente de sentirse morir. Así que todas las criaturas, por razones de creación se encuentran todas en esta Inmensidad, pero si su voluntad no está con la mía, viven a sus expensas, se sentirán quemar todos los bienes y tendrán la sed de las pasiones, del pecado, de las debilidades, que las atormentarán. Por eso no hay mal mayor que no vivir de mi Voluntad”.
12-41 Abril 8, 1918
Diferencia entre vivir unido con Jesús, y vivir en el Divino Querer.
(1) Volviendo sobre el punto del vivir en el Divino Querer, se me había dicho que es como vivir en el estado de unión con Dios, y mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, hay gran diferencia entre el vivir unido Conmigo, y vivir en mi Querer”.
(3) Y mientras esto decía, me ha extendido los brazos y me ha dicho:
(4) “Ven en mi Querer aunque sea por un solo instante y verás la gran diferencia”.
(5) Yo me he encontrado en Jesús, mi pequeño átomo nadaba en el Querer Eterno, y como este Querer Eterno es un acto solo que contiene todos los actos juntos, pasados, presentes y futuros, yo, estando en el Querer Eterno tomaba parte en aquel acto único que contiene todos los actos, por cuanto a criatura es posible. Yo tomaba parte también en los actos que no existen aún y que deberán existir hasta el fin de los siglos, y hasta que Dios sea Dios, y también por éstos yo lo amaba, lo agradecía, lo bendecía, etc., no había ni un solo acto que se me escapara, y ahora tomaba el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, lo hacía mío, como era mío su Querer, y lo daba a Ellos como mío. Cómo estaba contenta por poder darles el amor de Ellos como mío, y porque Ellos encontraban su pleno contento y su desahogo completo al recibir de mí su amor como mío; ¿pero quién puede decirlo todo? Me faltan las palabras. Entonces el bendito Jesús me ha dicho:
(6) “¿Has visto qué cosa es vivir en mi Querer? Es desaparecer, es entrar en el ámbito de la Eternidad; es penetrar en la omnividencia del Eterno, en la mente increada, y tomar parte en todo por cuanto a criatura es posible, y en cada acto divino; es disfrutar aún estando en la tierra de todas las cualidades divinas; es odiar el mal en modo divino; es expandirse a todos sin agotarse, porque la Voluntad que anima a esta criatura es Divina; es la santidad aún no conocida, que haré conocer, que pondrá el último adorno y el más bello y el más refulgente de todas las demás santidades, y será corona y cumplimiento de todas ellas.
(7) Ahora, vivir unido Conmigo no es desaparecer, se ven dos seres juntos, y quien no desaparece no puede entrar en el ámbito de la eternidad para tomar parte en todos los actos divinos. Pondera bien y verás la gran diferencia”.
Para conocer mejor en qué consiste ese intercambio de vida: lo que le damos y lo que nos da¬¬
Nosotros, lo que le damos [36¬9, 2) “Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas….Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás. Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado. Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.
Dios, lo que nos da [ 34¬20,6 “Hija de mi Querer, cómo gozo al ver que mi Divina Voluntad pone de lo suyo en el acto de la criatura, y como el acto de ella es pequeño, se deleita de perderlo en su acto grande, que no tiene confines, y como triunfante dice: ‘He vencido, la victoria es mía’, y Yo en cada acto de mi Voluntad en ella hago mi fiesta. Ahora, tú debes saber que es tanta la complacencia de nuestro Ser Supremo al ver perdido el pequeño acto humano, perdido, fundido, como si hubiera perdido la vida para dar vida a la nuestra, que elevamos este acto, que llamamos acto nuestro, en la altura de nuestro acto eterno. Toda la eternidad se pone en torno y circunda este acto y todo lo que ha sido hecho y se hará en el giro de Ella, se funden con este acto, de modo que toda la eternidad pertenece a este acto, este acto queda en el seno del Eterno y forma una fiesta de más a nuestro Ser Supremo, por tanto una fiesta de más a todo el Cielo, y una ayuda, fuerza y defensa a toda la tierra.
(Transcripción. Comienzo en el minuto 3:58 del vídeo «Jesús Redentor»)
Va a comentar la lectura 12-81 Febrero 4, 1919
A. Dice Acuña: …… antes de hablar directamente de Luisa y de su doctrina del vivir en la Divina Voluntad, de hacer la Voluntad de Dios, en los diversos grados, sería muy importante primero fundamentar de dónde viene todo este Vivir en la Divina Voluntad en Luisa.
Y el fundamento es siempre Jesús, el Verbo Encarnado,
porque resulta, en general tengo la experiencia, de que la gente, que tiene contacto con Luisa, por leer 2, 3 o 4 capítulos, creemos que estamos en las cumbres de la santidad, fácilmente «se vuelan», como decimos en México, «se vuelan» las almas y no hay un fundamento real sobre el cual se deba construir esta vida, porque es una vida, esta vida en la Divina Voluntad. Obedecer a la Voluntad de Dios o vivir la Voluntad de Dios no es un (uno) acto, no es una sola vez, no es: «yo ya obedecí ayer, por lo tanto: pues ya, no tengo más que hacer con la obediencia, durante el resto de mi vida». No, es todo lo contrario, todo lo contrario: ayer empecé a obedecer, ayer empecé a vivir la Divina Voluntad y tengo el resto de mi vida para llevar a cabo esto, sin fallar, con constancia.
Entonces será muy interesante poner delante de nosotros las verdades, que por por lo demás ya sabemos, acerca de Cristo. ¿Quién es Cristo? Respondernos aquella solemne pregunta, de nuestro Señor, en Cesárea de Filipo, que dirigió a sus apóstoles: y vosotros, ¿Quién decís que soy Yo? Esto es la suprema pregunta que nuestro Señor hace a cada uno de nosotros y que está en constante acto, digamos, de hacernos.
A lo largo de la historia esta respuesta a esta pregunta, bueno, estas respuestas han sido diversas y de diversas clases. La respuesta a esta pregunta ha producido herejes, la respuesta a esta pregunta ha producido cismáticos, apóstatas, la respuesta a esta pregunta ha producido el protestantismo y tantas otras cosas, a lo largo de la iglesia. Nosotros, a estas alturas del siglo 20, no estamos ya habituados a discutir estas cosas que se refieren acerca de la naturaleza de Cristo, parece que las damos por sabidas.
En el catecismo nos enseñan que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Todos los domingos decimos en el Credo: la segunda Persona de la Santísima Trinidad que se encarnó en el seno purísimo de la Santísima Virgen, por nosotros y por nuestra salvación, palabras más palabras menos, pero siempre queda un Jesús supuesto, sobreentendido, y cada uno de nosotros tendremos también que dar nuestra respuesta, tú personalmente ¿quién dices que soy Yo? La respuesta que cada uno de nosotros tenga a esta pregunta, califica, mejor dicho, cualifica nuestra propia relación con Jesús, nuestra vida personal, nuestra vida espiritual personal.
Hay quien pone demasiado énfasis en la Humanidad de Jesús y olvida un poco su Divinidad o la deja sobreentendida, entonces resulta un Jesús demasiado humano, un Jesús demasiado humano y poco divino. De aquí surgen, de interpretaciones como ésta o de respuestas como ésta, surge por ejemplo la teología de la liberación; es una respuesta a la pregunta: ¿y tú quién dices que soy Yo? Los del movimiento dicen: pues para mí tú eres alguien que viene a librarnos de la pobreza, en pocas palabras y es un ejemplo, y podemos ir contra los ricos. Eso tienen por Jesús. Tenemos, para descubrir y para establecer bien la respuesta a esta pregunta, tenemos que verla con los ojos del alma, con los ojos del espíritu, iluminados por el Espíritu Santo, Pero, ¿qué podemos hacer nosotros para poder responder? Tenemos a nuestra Madre, la Iglesia, que con su mirada purísima, -bienaventurados los puros porque verán a Dios- con su mirada purísima sabe y ha sabido decirnos la respuesta a esta pregunta y cada vez más amplia. San Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo«. Con estas solas palabras, la Iglesia, a través de los siglos, ha venido diciéndonos y estableciendo qué cosa quieren decir estas pocas palabras: Jesucristo ¿quién es? -repito que son cosas elementales, pero pues hay que ponerlas delante-
la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Verbo de Dios, generado desde toda la eternidad por el Padre, que toma, que se encarna en la Humanidad Santísima de Jesús, resultando una sola Persona,verdadero Dios y verdadero Hombre. Jesús, como Hombre, la naturaleza humana de Jesús, es, evidentemente, la misma naturaleza humana nuestra, ni le falta nada ni le sobra nada, puesto que fuimos creados a imagen y semejanza de Jesús: nos parecemos a Él, bueno, somos iguales en la naturaleza a Jesús, pero Él tenía su Divinidad, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, que obraba juntamente con todo lo que en Él era humano. Si damos un ejemplo y penetramos un poco en Jesús y en cómo obraba y esto lo hacemos,
B. evidentemente a la luz de los escritos de Luisa y tomándolo de ella: era una Voluntad Divina que junto con una voluntad humana, sin confundirse, sin suprimirse, sino juntas, obraban en todo lo que Jesús hacía. Es decir, esa Voluntad Divina, junto con su voluntad humana hacían que Jesús tuviera Querer Divino, (-el querer es el acto de la voluntad-)
Jesús, con una mano igual que la de nosotros, con una voluntad humana igual que la de nosotros, movía una mano, pero era el Querer Divino el que vivificaba ese movimiento de su mano. En nosotros, movemos una mano, y es nuestro querer humano el que la mueve; este querer humano puede estar en sintonía con el Querer Divino y resulta un movimiento de una mano, un acto humano santo; si esa alma no está en sintonía con Dios, con la Voluntad de Dios, es decir está en pecado, y mueve una mano, a pesar de que es un mismo acto- pero está vivificado y en este caso mortificado porque procede de una voluntad humana que no está en sintonía con Dios-está en pecado, entonces es un acto humano digamos malo. Entonces no es tanto el mover la mano, sino la voluntad con la que la movemos. Jesús no era tanto mover una mano, sino la Voluntad con la que la movía.: un paso de Jesús vivificado por su Querer Divino -que en Él era naturaleza- ¡llena toda la eternidad! Porque el acto de Jesús adquiere todas las cualidades y todas las características del obrar de la Divina Voluntad:
La Divina Voluntad es eterna, los actos que hace la Divina Voluntad son eternos; la Divina Voluntad es infinita, los actos que hace la Divina Voluntad son infinitos… Decimos estas palabras demasiado rápido, pero…
¿qué quiere decir hacer un acto eterno? Que no tiene principio ni tendrá fin, que estará siempre en acto de hacerse.
Pues así todo lo que hizo Jesús, como lo hizo con su Querer Divino, con su Divinidad obrante en su Humanidad, todo en Él es eterno, todo en Él es divino, a pesar de que lo hizo con su Humanidad, pero su Divinidad vivificando sus actos humanos, los convertía en actos divinos.
Por eso la Redención fue posible hacerla Jesús, porque contaba con un Querer Divino en el cual hacía sus actos. Los actos de Jesús son infinitos. Los actos de Jesús hechos por su Humanidad en su Divinidad, son de Santidad Divina. ¡Qué inmensa diferencia entre uno solo de los actos hechos por Jesús, que llenan la eternidad, que están llenos de Santidad Divina, que son infinitos, que no tienen principio ni fin, aunque en el tiempo haya un punto en que los haya hecho, un momento, y entre la santidad que haya producido todos los actos santos de todas las criaturas, desde la primera hasta la última: esto segundo no es ni infinito ni eterno ni divino, esto es santo, pero de santidad humana.
Un solo pestañeo de la Humanidad de Jesús hecho en la Divina Voluntad, no tiene principio ni fin, es eterno, es infinito, es divino, y en el Cielo todas las criaturas juntas nos haremos tan felices de ver qué cosa fue eso: un Dios qué obró con todo lo que Dios es ¡en un simple pestañeo de una Humanidad! Con eso tendríamos todos juntos -y como decimos en México: no nos la acabaríamos- la felicidad eterna, ¡nos rebasaría infinitamente un solo pestañeo de Nuestro Señor! ¡Un solo moverse de sus pupilas cuando volteaba la mirada de un lugar más claro a un lugar más oscuro! ¡Con eso hubiera bastado para redimirnos quién sabe cuántas veces! ¡Para hacernos felices eternamente! Si eso es en un simple pestañeo ¿qué podemos pensar, pensando así, al aproximarnos a toda la Pasión, que no es un simple pestañeo o un simple moverse de sus pupilas, sino un sufrimiento humano vivificado por su Divinidad, con todos los efectos que su Divinidad producía? Mejor digo: produce, porque está en acto. No tenemos realmente (idea) cuando uno piensa así, es un mar tan inmenso, ya no digo toda la vida del Señor, las 24 Horas de la Pasión, si decía yo que un pestañeo no nos lo acabaremos en toda la eternidad y, estarán de acuerdo conmigo, ¿que será cuando uno seriamente -y dentro de este marco- se acerca uno a la Pasión, a cada paso que dio nuestro Señor, a los sufrimientos, a los clavos? Y si agregamos un poco: que uno de los efectos que su Divinidad producía en su Humanidad era multiplicarlo por cuantas criaturas somos, como en la Eucaristía: 10 hostias ponen, 10 veces se multiplica su Vida en las hostias, todo Jesús completo; pues así, uno de los prodigios de su Divinidad obrante en su Humanidad era multiplicar todo lo que hacía y todo lo que sufría tantas veces por cuantos somos, de tal manera que cada uno de nosotros tenemos un Jesús, de estas dimensiones que les estoy diciendo, un Verbo Encarnado, para cada uno de nosotros, no es un Jesús para todos sino un Jesús para cada uno;..
Intercalo esta lectura que arroja luz ( ¿cómo es posible que Jesús pudiera rehacer TODOS los actos humanos y dejarnos una vida de El completa para cada uno???):
4-140 Agosto 2, 1902 Jesús en todo el curso de su vida reparaba por todos en general, y por cada uno en particular.
(2) Esta mañana mi adorable Jesús después de haberme hecho esperar mucho, de improviso ha venido expandiendo rayos de luz, y yo he quedado investida por aquella luz, y no sé cómo me he encontrado dentro de Jesucristo. ¿Quién puede decir cuántas cosas comprendía dentro de aquella Humanidad Santísima? Sólo sé decir que la Divinidad dirigía en todo a la Humanidad, y como la Divinidad en un mismo instante puede hacer tantos actos cuantos cada uno de nosotros puede hacer en todo el período de la vida, y cuantos más quiera hacer, entonces, siendo que en la Humanidad de Jesucristo obraba la Divinidad, comprendía con claridad que Jesús bendito en todo el curso de la vida rehacía por todos en general, y por cada uno en particular todo lo que cada uno está obligado a hacer hacia Dios, de modo que adoraba a Dios por cada uno en particular, agradecía, reparaba, glorificaba por cada uno, alababa, sufría, rogaba por cada uno. Entonces comprendía que todo lo que cada uno debe hacer, ya ha sido hecho primero en el corazón de Jesucristo.
16-12 (2) Agosto 5, 1923
“Hija mía, mi Humanidad, por cuán santa y pura, si mi Voluntad Suprema no le hubiera dado la entrada a mi voluntad humana en la Voluntad Divina, no habría podido formar la completa Redención. A mi voluntad humana le habría faltado la omnividencia, y por lo tanto no habría podido ver a todos; le hubiera faltado la inmensidad, y no habría podido abrazar a todos; la omnipotencia, y no habría podido salvar a todos; la eternidad, y no habría podido tomar todo como en un punto solo y remediar todo. Así que la primera parte en la Redención la tuvo mi Divina Voluntad, la segunda, mi Humanidad; si no fuera por la Voluntad Divina, la Redención hubiera sido de pocos y limitada en el tiempo, porque faltándome la luz de la omnividencia, que hace conocer a todos, no habría podido extenderme a todos. Así que para poder formar la Redención, no hice otra cosa que abrir las puertas de la Voluntad Suprema a mi Humanidad, puertas que el primer hombre había cerrado, y dándole campo libre la hice obrar la Redención propiamente en el seno de Ella.
…y si yo decía que un simple pestañeo de Jesús nos lo íbamos a gozar todos y no nos lo acabamos, ¿qué será con un pestañeo para cada uno? que como, en la misma forma que se multiplica en las hostias, se multiplicaba en su Voluntad, para que cada uno de nosotros tuviera un Jesús de este tamaño para sí solo, una Pasión de Jesús, a estos niveles, para cada uno de nosotros.
otra cita intercalada sobre este punto 36-22 Julio 30, 1938
Ahora quiero decirte otra sorpresa más bella aún, en el Cielo cada uno de los bienaventurados me tendrá dentro de sí como su Creador, Rey, Padre y Glorificador; y me tendrá fuera de sí, propiamente junto a él, en modo de sentirse llevar en mis brazos; amaremos juntos, nos felicitaremos juntos, no seré un Dios para todos, sino un Dios para cada uno, más bien me tendrá bilocado dentro y fuera de él; Yo los poseeré dentro y fuera de Mí, y ellos me poseerán dentro y fuera, como si fuera solamente para cada uno. Si fuera un Dios para todos no sería plena la felicidad, quién estaría cercano, quién lejano, quién a la derecha, quién a la izquierda, por lo tanto, quién gozaría mis caricias, quién no, quién se sentiría más amado y feliz por mi cercana presencia, y quién no. En cambio, con el tenerme cada uno dentro y fuera de sí, no nos perderemos jamás de vista, gozaremos el amor cercano, no lejano; por cuanto nos hayamos amado y conocido en la tierra, más nos amaremos en el Cielo.
Yo no sé, cuando yo pienso así, me pongo a meditar, digo: bueno, es un panorama tan fuerte para mí que no tengo más que continuar viviendo ahí, no puedo vivir en otro lugar, no puedo pasar la vida tan desinteresado de Jesús, con cosas sobreentendidas, porque sí… …Jesús.
Todo este vivir en la Divina Voluntad de Jesús, todo este hacer la Voluntad del Padre, en este sentido que Luisa nos abre, es tan cautivante, es tan iluminante, que con los pocos pensamientos, que hemos examinado ahora, no sé si a ustedes, como a mí, se les haya abierto un panorama verdaderamente infinito:
un clavo, un sufrimiento, un «tengo sed» de Jesús en la cruz por ti, que está en acto de decirse para toda la eternidad, no quedó sólo en el tiempo- en el Cielo para toda la eternidad, verás lo que Jesús sufrió por ti en el tiempo. Por eso San Juan, cuando ve a Jesús en el Cielo, en el Apocalipsis, lo ve como el Cordero Inmolado, porque todo ese sufrimiento de Jesús es eterno y lo veremos cuánto nos amó, en este ámbito, si para redimirme a mí, o a cualquiera de nosotros, hubiera bastado: nada, ¡nada! un… mmm…. alguien dice: una gota de sangre; no, ni eso, ¡es demasiado!, ¡es muchísimo una gota de sangre de Jesús!
Si volteamos la vista hacia arriba, -ahora la hemos volteado hacia nosotros- si volteamos la vista hacia arriba: veamos en este ámbito, lo que Jesús daba a su Padre Celestial cuando en todo daba vida a su Querer Divino en Él, que le era propio por naturaleza, resulta lo mismo o más, porque el Padre sí comprende qué cosas son las cosas eternas, el Padre sí comprende qué son las cosas divinas que el Verbo hacía en su Humanidad. Jesús no sólo hizo, no sólo en relación a nosotros nos redimió y dejó a nuestra disposición lo que Él hizo para que nosotros lo hiciéramos también, sino que dio al Padre una Gloria divina, una Gloria infinita, una Gloria inmensa, por cada cosa que debíamos haber hecho nosotros y no hemos hecho, así como por cada pecado tenemos una Pasión de Jesús que nos perdona, que nos da el perdón con su sangre, así también tenemos por cada pecado y por cada respiro nuestro, un respiro de Jesús que dio al Padre Eterno una Gloria divina y la dará para toda la eternidad, estará en acto de glorificar al Padre por cada respiro que nosotros hicimos, y nos da la posibilidad de que, si vivimos en su Voluntad, podamos decir:
eso que Jesús hizo lo hice también yo,
te doy una Gloria divina, te doy una Gloria eterna, porque me adueño, me apropio, viviéndolo, de todo lo que Jesús hizo hacia el Padre por mí. Y no sólo eso: puedo apropiarme también de lo que Dios hizo al Padre por ti. Porque puedo apropiarme de todo lo que Jesús hizo, e hizo también por ti y por Adán y hasta el último.
Así es como en los escritos de Luisa, más o menos, Jesús le explica -bueno y esto de que Jesús le explica, el último juicio, sabemos que lo dará la Iglesia- así es como Jesús le explica que obraba su Divinidad en su Humanidad, en este panorama.
Y lo más consolador para nosotros es que no sólo le viene a enseñar o a dar noticia de lo que hizo, de cómo nos redimió, de cuánto sufrió y de cuánta gloria dio al Padre para que solamente lo sepamos, sino porque nos los quiere dar en don, nos quiere dar toda esa su Vida como vida nuestra, para que realmente crezcamos y seamos a imagen y semejanza del Verbo Encarnado.
(y esto es el intercambio de vida real!)
MARÍA
La Iglesia, a medida que ha ido respondiendo a aquella pregunta: ¿quién dices tú que soy Yo?, a medida que responde a la pregunta, en relación a Jesús, en esa misma medida, a la par, responde la pregunta: ¿y quién dices que es mi Madre? El conocimiento de Jesús en la Iglesia ha ido progresando, porque Jesús prometió el Espíritu Santo que nos conduciría a toda la verdad. Es mucho más claro verlo -el progreso- en el conocimiento, en el descubrimiento, que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia en relación a la Santísima Virgen María, es más fácil apreciarlo.
A principios de la Iglesia la Santísima Virgen prácticamente no contaba, en el aspecto público y humanamente hablando, claro que en el aspecto sobrenatural pues tan Madre de la Iglesia en aquel tiempo como ahora. Pero, en los evangelios ¿cuántas palabras acerca de Jesús? Muchísimas. ¿Cuántas palabras acerca de la Santísima Virgen? 2 ó 3. Pero, a medida que se fue conociendo a Jesús, a medida que se fue comprendiendo qué querían decir esas palabras: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, se fue comprendiendo quién era la Santísima Virgen, la Madre de Cristo, el Hijo de Dios vivo, y así sucesivamente hasta llegar también a nuestros días y, funcionando igual, con Luisa, así como se ilumina como yo he dado apenas un esbozo qué cosa era Jesús, qué cosa era el Verbo Encarnado, a la par Luisa y esta Divina Voluntad obrante en la criatura, ilumina inmensamente qué cosa es la Santísima Virgen María:
lo mismo se diga de Ella; un pestañeo de la Santísima Virgen, puesto que poseía la Divina Voluntad en su voluntad humana como vida, un pestañeo de la Santísima Virgen era un pestañeo Materno ¡que llena toda la eternidad! Un dolor de la Santísima Virgen al ver sufrir a Jesús -porque siempre estuvo al corriente de todo lo que Jesús sufrió no sólo en su exterior sino en su interior- ¡llena toda la eternidad!… A nosotros…, imaginen -ahora me viene a la mente- nuestros hermanos protestantes que no quieren saber nada de la Santísima Virgen… No sé en qué Cielo pueda Dios ponerlos: ¡no existe un Cielo sin que esté absolutamente lleno a lo divino, a lo infinito, a lo eterno, de los actos de la Santísima Virgen, de los actos maternos de la Santísima Virgen hechos en la Divina Voluntad! De los actos de Jesús tal vez sí quieren tener que ver con ellos, pero con los actos de la Santísima Virgen, con su Maternidad Divina, con su Virginidad -que es precisamente ese no haber dado nunca vida a su voluntad humana sino todo en la Divina- de Ella, mientras no quieran saber nada, Dios no va a saber dónde ponerlos, bueno… Sí va a saber… Porque el Cielo sin la Santísima Virgen se llama infierno… muy sencillo.
Bien, pues éste es el ámbito al que nos llevan, por lo menos al que me han llevado a mí los escritos de Luisa, y como nos recomendaba Monseñor Cassati tan brillante y enérgicamente, no hay que, no quiero hacer jamás decir a Luisa algo que diga yo, ni una letra ni una palabra, entonces quisiera un poco fundamentar esto, no como una charla o ideas simplemente mías, sino cómo están dichas aquí en Luisa, que por supuesto tienen mucha más claridad leídas directamente, que habladas y comentadas un poco así a la ligera, a la memoria. Omito un poco la introducción, voy al grano:
12-81 Febrero 4, 1919 (ve a la pestaña siguiente para encontrar esta lectura completa)
-«Ves hija mía», está hablando acerca de la Pasión, de la Redención. Dice Luisa que se sentía con la mente perdida en Dios, «muchas veces el buen Jesús me atraía al interior de su Santísima Humanidad,» porque en el exterior ¿qué hubiera visto? Las llagas, los clavos, los azotes, la flagelación, todo lo que es la parte exterior de Jesús, la corona de espinas… No la atraía ahí.
Aprovecho: Jesús la iba cada vez más acercando a Él, como decía padre Carlos- primero le mostró su Humanidad por fuera; en aquel «alma ayúdame» eso fue lo que Luisa vio, la parte exterior de Jesús sufriente, maltratado, sangrante; y poco a poco la fue acercando más a Él para hacerla entrar dentro de Él para mostrarle cómo obraba su Divinidad en su Humanidad.
«Me sentía la mente perdida en Dios, muchas veces el buen Jesús me atraía al interior de su Santísima Humanidad y yo nadaba en el mar inmenso de su Divinidad…»
Un poquito lo que acabamos de hacer hace rato cuando yo decía que un pestañeo de Jesús llena el cielo entero, la eternidad… Podíamos decir, nadábamos en ese ámbito de la Divinidad; se nos perdía el pestañeo, el -digamos- la dimensión del ojo y nos aparecía delante lo que, hasta donde nuestra mente puede entender por eternidad y por Cielo y por todo, se nos desaparecía un poco el aspecto material del ojo y nos aparecía este aspecto de su Divinidad.
«Muchas veces el buen Jesús me atraía al interior de su Santísima Humanidad y yo nadaba en el mar inmenso de su Divinidad, ¡oh, cuántas cosas se veían! ¡Cómo se veía claro todo lo que obraba la Divinidad en su Humanidad!» Y aquí ya no dice: «¡Oh, cómo se veía claro cuántos clavos le habían puesto!» Dice: «¡Oh, cuántas cosas se veían! ¡Cómo se veía claro todo lo que obraba la Divinidad en su Humanidad! Muy a menudo mi Jesús interrumpía mi sorpresa y decía»…
Me imagino a Luisa viendo aquellas maravillas del interior de Jesús, como una niña sorprendida, de aquí para allá y Jesús que la detenía para decir mira, fíjate en esto, fíjate en esto otro…
«Ves, hija mía, -me decía Jesús- ves, hija mía, con qué exceso de amor amé a la criatura»...
Pero le dice: «Ves«, es porque Luisa estaba viendo en el interior de la Humanidad de Jesús lo que la Divinidad obraba y nuestro Señor le dice «ves» .
«Ves, hija mía, con qué exceso de amor amé a la criatura: Mi Divinidad fue celosa y no confió a las criaturas el trabajo de la Redención»
… Evidentemente no son las criaturas las que hicieron la Redención, ni aun cuando lo crucificaron, sino que la hizo Él,
«mi Divinidad fue celosa en no confiar a las criaturas el trabajo de la Redención, haciéndome sufrir la Pasión, porque la criatura era impotente para hacerme morir tantas veces por cuantas criaturas habían sido y deberían de salir a la luz de la creación»…
¿Cómo podría hacer esto? Si los hombres hubiéramos entrado un poco más de lleno en la Redención en este plano más material, más corporal, pues yo habría necesitado para mí un solo Jesús delante de mí para matarlo yo por cuantos pecados he tenido la desgracia de cometer. Si no ¿cómo? Y tú uno, y tú, otro; y tú, otro y tú, otro… para que por cada pecado Él expiara.
«La criatura era impotente para hacerme morir tantas veces por cuantas criaturas habrían sido y deberían de salir a la luz de la creación«,
confirma: yo tengo un Jesús que murió por mí; eso es de catecismo…
«Y tantas muertes por cuantos pecados mortales habrían tenido la desgracia de cometer.«
Así que yo no sólo tengo a un Jesús que murió por mí, sino a un Jesús que murió tantas veces por mí por cuantos pecados he tenido la desgracia de cometer. Hermanos, no fue una Redención «en masa», fue una Redención uno por uno, pecado por pecado, pensamiento por pensamiento malo de cada criatura. Claro que para que Jesús pudiera hacer esto se necesitaba el prodigio de su Divinidad obrante en su Humanidad, para que contuviera en Él, entre otras cosas, la Omnividencia de la Voluntad Divina que todo lo tiene presente y todo lo tiene a la vista, y le hacía presente a Jesús ¡todo!:
Nuestros pensamientos: cada uno de toda la familia humana y de cada uno se le hacían presentes a Jesús como si estuviera viendo todo de un solo golpe y por cada cosa, por cada acto de voluntad humana, por cada pecado mortal, ¡una muerte!, ¡una Gloria divina al Padre!, y un dejarnos su Vida a nuestra disposición para resurgir de nuevo en la vida de la Gracia o en la Vida de la Divina Voluntad.
«La criatura era impotente para hacerme morir tantas veces por cuantas criaturas habían sido y deberían salir a la luz de la creación y por cuantos pecados mortales habrían tenido la desgracia de cometer. Mi Divinidad me hacía morir, entre mil espasmos, tantas veces por cuantas eran las criaturas, por cuantas criaturas eran, habían sido y serán, y por cuantos pecados mortales habrían tenido la desgracia de cometer. La Divinidad quería Vida por cada vida de criatura, -Vida divina en Jesús por cada vida de criatura- y Vida por cada muerte que con el pecado mortal la criatura se daba. ¿Quién podría haber sido tan potente sobre Mí y darme tantas muertes sino mi Divinidad? ¿Quién habría tenido la fuerza, el amor, la constancia de verme morir tantas veces, sino mi Divinidad? Si la criatura hubiera participado en esto se hubiera cansado y habría desfallecido en continuar con esta obra. Y no creas que este trabajo de mi Divinidad para hacerme morir de puro espasmo en todos los momentos empezó tarde, por el contrario, apenas fue cumplida mi Concepción -he aquí ¡oh Dios! que vengo para hacer tu Voluntad- así, y no creas que este trabajo de mi Divinidad para hacerme morir de puro espasmo en todos los momentos empezó tarde, por el contrario, apenas fue cumplida mi Concepción, mi Encarnación, desde el seno de mi Madre, que muchas veces tenía conocimiento de mis penas y quedaba martirizada y sentía la muerte junto Conmigo…»
Por eso decíamos hace rato que de un pestañeo…, 24 horas de la Pasión…, 33 años…, más 9 meses… ¿Qué cosa realmente es el Verbo Encarnado? Yo… se me acaban las palabras… y aquí termino. Gracias.
añadido :
25-17 Diciembre 25, 1928 Tú debes saber que mi Vida sobre la tierra no fue otra cosa que sufrir, obrar y preparar todo lo que debía servir para el reino de mi Divina Voluntad, que debe ser reino de felicidad y de posesión, por eso mis trabajos entonces tendrán sus plenos frutos y se cambiarán para Mí y para las criaturas en dulzuras, en alegrías y en posesión”.
34-13 Febrero 4, 1919
Por eso quisiera que sepan las criaturas que Yo me pongo a disposición de aquellos que quieren vivir de mi Voluntad, ellos encontrarán mi Vida que suplirá a todo lo que se requiere para hacerlos vivir en el mar de mi Querer Divino
La Pasión interna que la Divinidad hizo sufrir a la Humanidad de Jesús en el transcurso de toda su Vida.
Continuando mi habitual estado, por cerca de tres días me sentía perdida en Dios; muchas veces el buen Jesús me atraía dentro de su Santísima Humanidad, y yo nadaba en el mar inmenso de la Divinidad. ¡Oh! cuántas cosas se veían, cómo se veía claro todo lo que obraba la Divinidad en la Humanidad, y frecuentemente mi Jesús interrumpía mis sorpresas y me decía:
- “Mira hija mía con qué exceso de amor amé a la criatura, mi Divinidad fue celosa de confiar a las criaturas el trabajo de la Redención haciéndome sufrir la Pasión. La criatura era impotente para hacerme morir tantas veces por cuantas criaturas habían salido y deberían salir a la luz de lo creado, y por cuantos pecados mortales habrían tenido la desgracia de cometer. La Divinidad quería vida por cada vida de criatura, y vida por cada muerte que con el pecado mortal se daba. ¿Quién podría ser tan potente sobre Mí, para darme tantas muertes, sino mi Divinidad? ¿Quién habría tenido la fuerza, el amor, la constancia de verme morir tantas veces, sino mi Divinidad? La criatura se habría cansado y habría desfallecido. Y no creas que este trabajo de mi Divinidad empezó tarde, por el contrario, empezó en cuanto fue cumplida mi concepción, desde el seno de mi Mamá, la cual muchas veces tenía conocimiento de mis penas y quedaba martirizada y sentía la muerte junto Conmigo. Así que desde el seno materno mi Divinidad tomó el empeño de verdugo amoroso, pero precisamente por amoroso más exigente e inflexible, tanto, que ni siquiera una espina fue dispensada a mi gimiente Humanidad, ni un clavo, pero no como las espinas, los clavos, los flagelos que sufrí en la Pasión que me dieron las criaturas, que no se multiplicaban, cuantos me ponían, tantos quedaban; en cambio, los de mi Divinidad se multiplicaban por cada ofensa, así que tantas espinas por cuantos pensamientos malos, tantos clavos por cuantas obras indignas, tantos golpes por cuantos placeres, tantas penas por cuantas fueron las ofensas; por eso eran mares de penas, de espinas, de clavos, de golpes innumerables. Delante a la Pasión que me dio la Divinidad, la Pasión que me dieron las criaturas el último de mis días no fue otra cosa que sombra, imagen de lo que me hizo sufrir mi Divinidad en el curso de mi Vida, por eso amo tanto a las almas, son vidas que me cuestan, son penas inconcebibles a mente creada, por eso entra dentro de mi Divinidad y mira y toca con la mano lo que sufrí”.
- Yo no sé como me encontraba dentro de la inmensidad Divina, que erigía tronos de justicia por cada criatura, a lo cual el dulce Jesús debía responder por cada acto de criatura, sufrir las penas, la muerte, pagar el precio de todo; y Jesús como dulce corderito quedaba muerto por las manos divinas, para resurgir y sufrir otras ¡Oh, Dios!
¡Oh, Dios, qué penas tan desgarradoras, morir para resurgir y resurgir para someterse a muertes más dolorosas! Yo me sentía morir al ver muerto a mi dulce Jesús. Tantas veces hubiera querido evitar una sola muerte a Aquél que tanto me ama. ¡Oh, cómo comprendía bien que sólo la Divinidad podía hacer sufrir tanto a mi dulce Jesús, y que sólo Ella podía gloriarse de haber amado a los hombres hasta la locura y el exceso, con penas inauditas y con amor infinito! Por eso, ni el ángel ni el hombre tenían en su mano este poder, de poder amarnos con tanto heroísmo de sacrificio como un Dios. ¿Pero quién puede decirlo todo? Mi pobre mente nadaba en aquel mar inmenso de luz, de amor y de penas, y yo quedaba como ahogada sin saber salir de él; y si mi amable Jesús no me hubiera atraído al pequeño mar de su Santísima Humanidad, en el que la mente no quedaba tan sumergida sin poder ver ningún confín, yo no habría podido decir ni nada. Después de esto mi dulce Jesús ha agregado:
- “Hija amada, parto de mi Vida, ven en mi Voluntad, ven a ver cuánto hay que sustituir a tantos actos míos suspendidos aún y no sustituidos por parte de las criaturas. Mi Voluntad debe ser en ti como la primera rueda del reloj, si ella camina todas las demás ruedas caminan, y el reloj señala las horas, los minutos, así que todo el acuerdo está en el movimiento de la primera rueda, y si la primera rueda no tiene movimiento, queda Así, la primera rueda en ti debe ser mi Voluntad, que debe dar movimiento a tus pensamientos, a tu corazón, a tus deseos, a todo, y como mi Voluntad es la rueda central de mi Ser, de la Creación, y de todo, tu movimiento saliendo de este centro vendrá a sustituir a tantos actos de las criaturas, multiplicándose en los movimientos de todos, como movimiento central, vendrá a poner a mi Trono por parte de las criaturas, los actos de ellas, sustituyéndose a todo. Por eso sé atenta, tu misión es grande, es toda divina”.
REPASO
Acuña nos dio un esbozo general de la Humanidad del Verbo encarnado, de la potencia de sus actos – su vida- por estar fundidos en la Divina Voluntad; como así en Jesús también en María para desembocar en nosotros: lo mismo que en ellos, en nosotros. Ahora, todas estas maravillas brotan de las vidas sufrientes de María y Jesús. Por esto, el Señor siempre nos exhorta a no quitar de nuestra vista el aspecto doloroso que le costó nuestra redención para poder recuperar la vida en la Divina Voluntad ya que este fue el fin de TODA LA VIDA DE JESÚS.
Catecismo 518 Toda la vida de Cristo es Misterio de Recapitulación. Todo lo que Jesús hizo, dijo y sufrió, tuvo como finalidad restablecer al hombre caído en su vocación primera:
Cuando se encarnó y se hizo hombre, recapituló en sí mismo la larga historia de la humanidad procurándonos en su propia historia la salvación de todos, de suerte que lo que perdimos en Adán, es decir, el ser imagen y semejanza de Dios, lo recuperamos en Cristo Jesús (S. Ireneo, haer. 3, 18, 1). Por lo demás, esta es la razón por la cual Cristo ha vivido todas las edades de la vida humana, devolviendo así a todos los hombres la comunión con Dios (ibid. 3,18,7; cf. 2, 22, 4).
En las Horas de la Pasión queda perfectamente reflejada, particularmente dos de las pasiones de Jesús: la del pecado y la de los Judíos. Esta última ha sido precedida por toda una vida de OTRA pasión: la Pasión del Amor, junto con la del pecado. Estas tres pasiones nos restituyen al orden, puesto y finalidad para las que fuimos creados por Dios.
Arrancamos con la Encarnación de la vida de Jesús y como telón de fondo, como nos decía Acuña, todo está que está en acto presente y para todos pero, especialmente, para mí.
†TODA SU VIDA…. Cuarto exceso de la Novena de Navidad
4º.- “Hija mía, del amor devorante pasa a mirar mi Amor obrante. Cada alma concebida me llevó el fardo de sus pecados, de sus debilidades y pasiones, y mi Amor me ordenó tomar el fardo de cada uno, y no sólo concebí a las almas, sino las penas de cada una, las satisfacciones que cada una de ellas debía dar a mi Celestial Padre. Así que mi Pasión fue concebida junto Conmigo. Mírame bien en el seno de mi Celestial Mamá. Oh cómo mi pequeña Humanidad era desgarrada, mira bien como mi pequeña cabecita está circundada por una corona de espinas, que ciñéndome fuerte las sienes me hace derramar ríos de lágrimas de los ojos, y no puedo moverme para secarlas. Ah, muévete a compasión de Mí, sécame los ojos de tanto llanto, tú que tienes los brazos libres para podérmelo hacer, estas espinas son la corona de los tantos pensamientos malos que se agolpan en las mentes humanas, oh, como me pinchan más estos pensamientos que las espinas que produce la tierra, pero mira qué larga crucifixión de nueve meses, no podía mover ni un dedo, ni una mano, ni un pie, estaba aquí siempre inmóvil, no había lugar para poderme mover un poquito, qué larga y dura crucifixión, con el agregado de que todas las obras malas, tomando forma de clavos, me traspasaban manos y pies repetidamente”. Y así continuaba narrándome pena por pena todos los martirios de su pequeña Humanidad, y que quererlas decir todas sería demasiado extenso. Entonces yo me abandonaba al llanto, y oía decir en mi interior:
“Hija mía, quisiera abrazarte pero no lo puedo hacer, no hay espacio, estoy inmóvil, no lo puedo hacer; quisiera ir a ti pero no puedo caminar. Por ahora abrázame y ven tú a Mí, después cuando salga del seno materno iré Yo a ti”.
Pero mientras con mi fantasía me lo abrazaba, me lo estrechaba fuertemente a mi corazón, una voz interior me decía:
“Basta por ahora hija mía, y pasa a considerar el quinto exceso de mi Amor”.
† EN ACTO 32-1Marzo 12, 1923
……. así que tu Jesús está siempre en acto de concebir, de nacer, de llorar, de sufrir, de morir y resucitar, todos estos actos míos en acto continuo, sin cesar jamás, asedian a cada una de las criaturas, la ahogan de amor, y por desahogo de mi ardiente amor voy repitiendo: ‘Mira, sólo por ti desciendo del Cielo y me concibo y nazco, y tú, ven a quedar concebida junto Conmigo, para nacer junto Conmigo a la nueva vida que te trae tu Jesús, mírame, lloro por ti, sufro por ti, ten piedad de mis lágrimas y de mis penas, suframos juntos a fin de que repitas lo que hice Yo, y modeles tu vida con la mía para poderte decir: ‘Lo que es mío es tuyo, eres la repetidora de mi Vida’. Y así si muero, la llamo a morir junto Conmigo, pero no para hacerla morir, sino resurgir con la misma Vida de Aquél que tanto la ama. Por lo tanto mi Vida es continuamente repetida, un amor pasado o futuro no me satisfaría, ni sería amor y redención de un Dios, es el acto presente el que tiene virtud de herir, de conquistar y de disponer a exponer la vida por amor de quien en acto la está poniendo por ella. Pero hay una gran diferencia por parte de las criaturas, quien me escucha y toma todo lo que hemos hecho tanto en la Creación cuanto en la Redención, en acto de hacerlo, forma su vida junto con Nosotros, siente correr en sus actos nuestros actos divinos, todo habla de Dios para ella. En cambio quien las mira como cosas pasadas, sólo tiene el recuerdo, y el recuerdo no ha formado ni Vida Divina, ni heroísmo de santidad. Por eso toma las cosas como en realidad son, siempre en acto, para amarte siempre y siempre amarme”.
15-30 Junio 18, 1923
II. «¿Por qué dudas? ¿No es acaso éste el obrar de Dios? ¿Y de este acto solo formar tantos actos por cuantos se quiera disfrutar, mientras que es un solo acto? ¿No fue lo mismo para el acto de la Encarnación, de mi Vida y de mi Pasión? Una sola vez me Encarné, una fue mi Vida, una la Pasión, sin embargo esta Encarnación, Vida y Pasión son para todos y para cada uno, como si fuera para él solo, así que están aún como en acto y para cada uno, como si ahora me estuviera Encarnando y sufriendo mi Pasión, si no fuera así no obraría como Dios, sino como criatura, que no conteniendo un poder divino no puede hacerse de todos, ni puede darse a todos.»
† LA PASIÓN DESCONOCIDA Agosto 19, 1922
2.- “Hija mía, mis penas son incomprensibles a la naturaleza humana, las mismas penas de mi Pasión fueron sombras o semejanzas de mis penas internas. Mis penas internas me eran infligidas por un Dios Omnipotente, al cual ninguna fibra podía esquivar el golpe; las de mi Pasión me eran infligidas por los hombres, los cuales no teniendo ni la omnipotencia ni la omnividencia, no podían hacer lo que ellos mismos querían, ni podían penetrar en todas mis fibras internas. Mis penas internas estaban encarnadas y mi misma Humanidad era transformada en clavos, en espinas, en flagelos, en llagas, en martirio, tan crueles que me daban muertes continuas, éstas eran inseparables de Mí, formaban mi misma Vida; en cambio las de mi Pasión eran extrañas a Mí, eran espinas y clavos que se podían clavar, y queriendo se podían también quitar, y el solo pensamiento de que una pena se puede quitar es un alivio; pero mis penas internas, que eran formadas por la misma carne, no había ninguna esperanza de que se me pudieran quitar, ni disminuir la agudeza de una espina, del traspasarme con clavos. Mis penas internas fueron tales y tantas, que las penas de mi Pasión las podría llamar alivios y besos que daban a mis penas internas, que uniéndose juntas daban el último testimonio de mi grande y excesivo amor por salvar a las almas. Mis penas externas eran voces que llamaban a todos a entrar en el océano de mis penas internas, para hacerlos comprender cuánto me costaba su salvación. Y además, por tus mismas penas internas, comunicadas por Mí, puedes comprender en algún modo la intensidad continua de las mías. Por eso date ánimo, es el amor lo que a esto me empuja”.
Esta historia de San Alfonso María de Ligorio será marco para esta y subsiguiente reflexión, con conceptos pertinentes que hemos tocado por encima pero que vale la pena mencionar, intercalados aquí y allá. (Texto en azul pertenece al relato de la Comparación)
La publica San Aníbal:
La enorme ingratitud del hombre que no corresponde amor por amor y se olvida de cuanto por él ha sufrido el Sumo y Eterno Amante, se demuestra con esta comparación, propuesta por el gran Doctor de la Iglesia, San Alfonso M. De Ligorio (siglo XVII no conocía el Don de la DV) y que yo (San Aníbal María Di Francia) quiero reproducir aquí, ampliándola:
UNA COMPARACIÓN
Un esclavo, por sus delitos fue condenado a muerte por un rey. Puesto en la cárcel, entre cadenas esperaba temblando el momento de ser conducido al patíbulo. Pero el rey tenía un hijo único que era toda su delicia. Este joven príncipe, por una bondad incomparable, tiempo hacía que había nutrido un gran afecto, junto con una gran compasión, por aquel mísero esclavo. Habiendo conocido el estado infeliz en que aquel se encontraba, ya próximo a ser ajusticiado, fue invadido por tal dolor, por tan tierno y piadoso amor, que presentándose ante su padre y arrojándose a sus pies, con lágrimas y suspiros le suplicó que perdonara al mísero esclavo y que revocara la terrible sentencia. El padre, que amaba intensamente a aquel su único hijo, fue presa también él de un profundo e inaudito dolor en lo más íntimo de su corazón, y dirigiéndose a su hijo le dijo:
«Oh hijo mío y delicia de mi corazón, grande es mi pena por haber sido obligado a condenar a muerte a aquel culpable esclavo, y tú bien conoces las inevitables exigencias de mi tremenda justicia. Tú sabes que Yo no puedo, sin gran deshonor mío, dispensarme de exigir una satisfacción digna de mi majestad ultrajada; y la satisfacción puede venirme solo de la muerte del culpable, pues se necesita que mi justicia sea satisfecha.»
-Veamos cuando fue la sentencia de la muerte del culpable:
Génesis 2 16 Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.»….
Al hacer un acto separado de la Voluntad de su Dios (comer del fruto prohibido: activar su voluntad humana independientemente de la Divina, venía a conocer el mal), le mereció la muerte pero..¿qué muerte?
23 Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. (osea, que no murió) 24 Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.
Es decir, Adán no murió físicamente pero sí murió en él la operación de la Divina Voluntad que capacitaba sus actos como actos divinos. Se quedó con migajas de pequeñas luces…. Y tampoco supo transmitir los conocimientos que tuvo y que perdió. De ahí en adelante, todo fue con dolor y trabajo. Grande pena la de Adán y Eva, particularmente él, cabeza de misión. Esto era lo que tendría que ocurrir siempre: en cada acto divino: una vida divina. Pero como ha ha sido así, desde entonces † en cada acto humano: una muerte a una vida divina
La justicia demanda una restitución digna de estas infinitas muertes: en cada mirada, paso, latido, palabra, pensamiento, etc….se está dando muerte a la vida divina. Pero ya entonces, por el puro y excesivo amor divino se decreta quien pagará por esto. +++15 .. Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» El linaje de la mujer: primero el Verbo Encarnado y nosotros en El.
Vidas divinas o Vida divina y como se lleva a cabo:
15-21 , Mayo 5, 1923 así la potencia de mi Voluntad multiplicaba una sola Vida, a fin de cada uno me tuviese para sí solo por ayuda, por defensa, por refugio, como me quisiera
23-4 Septiembre 28, 1927
(1) Después seguía mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado: “Hija mía, mi Divina Voluntad fue dada desde el principio de la Creación como vida de las criaturas, y Ella tomó el empeño de mantener esta su vida en ellas, integra, bella, en su pleno vigor, suministrándole en cada acto de criatura un acto divino de Ella, un acto de la altura de su santidad, de su luz, de su potencia y belleza. Ella se ponía a la expectativa esperando los actos de las criaturas para darles de lo suyo, de modo de hacer en ellos un portento de Vida Divina digna de su potencia y sabiduría. Para comprender esto basta sólo el decir que mi Querer Divino debía formar tantas Vidas de Sí mismo en cada una de las criaturas, y por eso ponía en ejercicio de trabajo toda su habilidad y cualidades infinitas que poseía. Cómo habrían sido bellas estas Vidas Divinas en las criaturas, Nosotros mirándolas debíamos encontrar en ellas nuestro reflejo, nuestra imagen, el eco de nuestra felicidad; ¡qué alegría, qué fiesta habría sido la Creación para Nosotros y para las criaturas! Ahora tú debes saber que quien no hace mi Divina Voluntad y no vive en Ella, quiere destruir la propia Vida Divina en ella, Vida que debían poseer. Destruir la propia Vida, ¡qué delito! ¿Quién no condenaría a quien quisiera destruir la propia vida del cuerpo, o bien a quien no quisiera tomar el alimento y se volviera débil, enfermo, inhábil para todo? Así que quien no hace mi Voluntad destruye la propia Vida que la bondad divina quiere darle, y quien la hace, pero no siempre y no vive en Ella, como le falta el alimento continuo y suficiente, es el pobre enfermo, sin fuerza, débil, inhábil para hacer el verdadero bien, y si alguna cosa parece que hace, es sin vida, con fatiga, porque es mi Querer el único que puede darle vida; qué delito hija mía, qué delito, que no merece ninguna piedad”.
20-7 Octubre 6, 1926 “Pequeña hija de mi Querer, ánimo, tú tienes razón que es vida lo que te sientes faltar, porque privándote de Mí te sientes faltar, terminar la Vida de tu Jesús en ti, y con razón tú, pequeñita como eres, sientes el duro martirio de que la vida termina en ti. Pero tú debes saber que mi Voluntad es Vida, y cada vez que las criaturas no la hacen, la rechazan, es una Vida Divina que rechazan y que destruyen en ellas, ¿y te parece poco el dolor, el martirio continuado de mi Querer al sentirse arrancar como por un golpe de un fierro asesino tantos actos de Vida que con tanta bondad quiere hacer surgir en las criaturas? Y en correspondencia de esta Vida Divina truncada en ellas, hacen surgir la vida de las pasiones, del pecado, de las tinieblas, de las debilidades. El no hacer mi Voluntad es Vida Divina que pierden las criaturas, y por eso Ella reinante en ti, te hace sentir, con privarte de Mí, el dolor de tantas Vidas Divinas que le truncan las criaturas, para repararse y rehacerse en ti todos estos actos de Vida que le hacen perder. ¿No sabes tú que para formar el Reino del Fiat Divino debe encontrar en ti tantos actos suyos por cuantos ha perdido? Y por eso la alternativa de mi presencia y de mi ausencia, para darte ocasión de hacerte formar tantos actos de sumisión a mi Voluntad, para hacer reentrar en ti estos actos de Vida Divina que los demás han rechazado. Y además, ¿no te acuerdas que Yo te pedí cuando te manifesté tu misión sobre el Fiat Eterno, el sacrificio de sufrir tantas muertes por cuantas criaturas salían a la luz del día, por cuantos habían rechazado la Vida de mi Voluntad? ¡Ah! hija mía, el no hacer mi Voluntad es Vida Divina que rechazan las criaturas, no es como no practicar las virtudes, donde rechazan las gemas, las piedras preciosas, los ornamentos, los vestidos, que no queriéndolos se pueden hacer a un lado; en cambio, rechazar mi Querer es rechazar los medios para vivir, destruir la fuente de la vida, es el más grande mal que puede existir, y por eso quien hace tanto mal no merece vivir, más bien merece morir a todos los bienes. ¿No quieres tú entonces rehacer a mi Voluntad de todas estas Vidas que le han truncado las criaturas? Y para hacer esto no es suficiente sufrir una pena, sino una falta de Vida Divina, cual es mi privación. Mi Voluntad para formar su Reino en ti, quiere encontrar en ti todas las satisfacciones que las criaturas no le han dado, todas sus Vidas que debía hacer surgir en ellas, de otra manera sería un reino sin fundamento, sin darle los derechos de justicia y sin las debidas reparaciones. Pero debes saber que tu Jesús no te dejará por mucho tiempo, porque lo sé también Yo, que no puedes vivir bajo la presión de un martirio tan duro”.
Es una Vida Divina que se multiplica por cuantos actos hace la criatura en virtud de la Voluntad operante en ella.
Y así es como lo hace:
34-7 Marzo 1, 1926 Ahora hija mía, cada vez que el alma quiere hacer mi Voluntad, mi Padre Celestial primero observa dentro de Sí, llama como en concilio a la Trinidad Sacrosanta, para llenar aquel acto de nuestra Voluntad de todos los bienes posibles e imaginables, después lo saca de Sí y hace investir a la criatura de su Voluntad obrante, comunicante, transformante, y como en la Encarnación las tres Divinas Personas quedaron en el Cielo y descendieron en el seno de la Inmaculada Virgen, así mi Voluntad, con su potencia transporta Consigo en su acto operativo a la Trinidad Divina en la criatura, mientras la deja en el Cielo, y forma en la voluntad humana su acto divino. Ahora, ¿quién puede decirte las maravillas que vienen encerradas en este acto de nuestra Voluntad? Nuestro amor surge y se difunde tanto, de no encontrar lugar dónde ponerse, y cuando todo ha llenado se retira en nuestra fuente; nuestra Santidad se siente honrada con el acto divino de nuestra misma Voluntad obrante en la criatura, y se difunde con gracia sorprendente para comunicar su Santidad a todas las criaturas, son prodigios inenarrables que Ella hace cuando la criatura la llama a obrar en ella. Por eso haz desaparecer todo en mi Voluntad, y Nosotros te daremos todo en tu poder y tú podrás darnos todo, incluso a Nosotros mismos”.
19-45 Agosto 8, 1926 Así que el alma que está fundida Conmigo y se hace dominar por mi Voluntad, es la repetidora de los actos divinos; su amor, sus adoraciones, sus plegarias y todo lo que hace es el desahogo de lo que ha recibido de Dios para poderle decir: ‘Es tu amor que te ama, son tus adoraciones que te adoran, son tus plegarias que te ruegan, es tu Voluntad que invistiéndome me hace hacer lo que haces Tú, para dártelas nuevamente como cosas tuyas”.
Jesús, una Comparación – 27 de julio/21
Derechos pues de la justicia divina
«Padre mío amantísimo, replicó el joven príncipe, es tiempo ya (en María, plenitud de los tiempos) de que yo os manifieste que mi amor por este esclavo es tal y tanto que yo no puedo resistir ante el solo pensamiento de su condena; por tanto, oh Padre mío, ya que vuestra justicia no puede revocar la terrible sentencia, os pido una gracia, pero vos, Padre mío, prometedme que me la concederéis.»
Vimos que el honor Divino demanda restitución, reparación, redención: el pago de la deuda.
Las deudas se pagan, las ofensas se perdonan
Ejemplo:
Si el hijo del vecino te rompe el cristal con la pelota, tú lo perdonas pero el papis tiene que pagarte el nuevo cristal. Este padre tiene una deuda con el vecino. Lo primero es ofensa perdonada pero lo segundo es deuda debida. Dios perdona la ofensa y la deuda – nos perdona las deudas en Jesús- pero ¿qué deudas? : deudas de vidas divinas adeudadas en cada impulso de vida (rotura con la DV) con sus efectos (donde se encierran esta Vida, donde aterriza. Las “paga” Jesús con su vida completa al mismo tiempo que arregla la rotura. La ofensa y las deudas quedan perdonada y ratificado este perdón y pago con su muerte y resurrección.
LAS DEUDAS SE PAGAN, ¿CÓMO?
1. El PADRE
2. EL INTERIOR DEL HOMBRE
3. ACTO POR ACTO
4. PECADO DE ORIGEN-M. Valtorta
1.- El PADRE
Mayo 29, 1923 Dios (Padre) siempre es el primero en obrar en el alma.
(1) Estaba acompañando a mi dulce Jesús en sus penas, especialmente en las que sufrió en el huerto del Getsemaní, y mientras lo compadecía, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) «Hija mía, el primero en formar el trabajo de mis penas en mi Humanidad fue mi Padre Celestial, porque sólo Él tenía la fuerza y el poder de crear el dolor, y de poner en él cuantos grados de dolor se necesitaban para poderse satisfacer de la deuda de las criaturas; las criaturas fueron secundarias, porque no tenían ningún poder sobre de Mí, ni virtud de crear el dolor por cuanta intensidad querían. Esto sucede en todas las criaturas, como al crear al hombre, el primer trabajo tanto en el alma como en el cuerpo lo hizo mi
Padre Divino,
¿cuánta armonía, cuánta felicidad no formó con sus propias manos en la naturaleza humana? Todo es armonía y felicidad en el hombre, sólo la parte externa,
¿cuántas armonías y felicidades no contiene? El ojo ve, la boca habla, los pies caminan, las manos obran y toman las cosas que hay hasta donde han llegado los pies. Si el ojo pudiera ver y no tuviera la boca para expresarse, si tuviera los pies para caminar y no tuviera las manos para obrar, ¿no sería una infelicidad, una desarmonía en la naturaleza humana? Luego, las armonías y felicidad del alma humana, la voluntad, la inteligencia, la memoria, ¿cuántas armonías y felicidad no contienen? Basta decir que son partes de la felicidad y armonía del Eterno, Dios creaba el verdadero edén personal en el alma y en el cuerpo del hombre, edén todo celestial, y después le dio por habitación el edén terrenal; todo era armonía y felicidad en la naturaleza humana, y si bien el pecado trastornó esta armonía y felicidad, pero no destruyó del todo, todo el bien que Dios había creado en el hombre.
(3) Así que como Dios creó con sus propias manos toda la felicidad y armonía en la criatura, así creó en Mí todos los dolores posibles para rehacerse de la ingratitud humana y hacer salir del mar de mis dolores la felicidad perdida, y el arreglo a la armonía trastornada.
(Jesús repite la obra que su Padre hizo en El en la criatura) Y esto sucede a todas las criaturas cuando debo elegirlas a santidad distinta o a designios especiales míos, son mis propias manos que trabajan en el alma, y ahora creo en ellas el dolor, ahora el amor, ahora los conocimientos de las verdades celestiales; es tanto mi celo, que no quiero que ninguno me las toque, y si permito que las criaturas les hagan alguna cosa, es siempre en orden secundario, pero el primado lo tengo Yo y me las voy formando según mi designio».
2.- EL INTERIOR DEL HOMBRE
12-101 Mayo 8, 1919
(1) Hija de mis penas, debes saber que las penas que me dieron los judíos fueron una sombra de las que me dio la Divinidad (si los Tres son Dios, los Tres concurren), y esto era justo para recibir plena satisfacción.
El hombre, pecando, no sólo ofende a la Majestad Suprema externamente, sino también internamente, y desfigura en su interior la parte divina que le fue infundida al crearlo, así que el pecado se forma primero en el interior del hombre, y después sale al exterior, más bien, muchas veces lo que sale al exterior es la parte mínima, y la parte mayor queda en el interior.
Ahora, las criaturas eran incapaces de penetrar en mi interior y hacerme satisfacer con penas la gloria del Padre (esta es la pasión del pecado) , que con tantas ofensas de su interior le habían negado; mucho más que estas ofensas herían la parte más noble de la criatura, cual es la inteligencia, la memoria y la voluntad, donde está sellada la imagen divina. ¿Quién debía entonces tomar este empeño, si la criatura era incapaz? Por esto fue necesario que la Divinidad misma tomara este empeño y me hiciera de verdugo amoroso, pero por cuanto amoroso, más exigente para recibir plena satisfacción por todos los pecados hechos en el interior del hombre. La Divinidad quería la obra completa y la plena satisfacción de la criatura, tanto del interior como del exterior, así que en la Pasión que me dieron los judíos, di satisfacción a la gloria externa del Padre, que las criaturas le habían quitado; en la Pasión que me dio la Divinidad en todo el curso de mi Vida, di satisfacción al Padre por todos los pecados del interior del hombre. De esto podrás comprender que las penas que sufrí de manos de la Divinidad, superan grandemente a las penas que me dieron las criaturas, más bien, casi no pueden compararse y son menos accesibles a la mente humana.
Ejemplo de estas penas en concreto:
6º Exceso de amor – “Hija mía, ven, ruega a mi amada Mamá que te haga un lugarcito en su seno materno, a fin de que tú misma veas el estado doloroso en el cual me encuentro”.
Entonces me parecía con el pensamiento, que nuestra Reina Mamá, para contentar a Jesús me hacía un pequeño lugar y me ponía dentro. Pero era tal y tanta la oscuridad que no lo veía, sólo oía su respiro y Él en mi interior seguía diciéndome:
“Hija mía, mira otro exceso de mi Amor. Yo soy la luz eterna, el sol es una sombra de mi luz, pero ve adonde me ha conducido mi Amor, en qué oscura prisión estoy, no hay ni un rayo de luz, siempre es noche para Mí, pero noche sin estrellas, sin reposo, siempre despierto, ¡qué pena!, la estrechez de la prisión, sin poderme mínimamente mover, las tinieblas tupidas; hasta el respiro, respiro por medio del respiro de mi Mamá, ¡oh, cómo es cansado! Y además, agrega las tinieblas de las culpas de las criaturas, cada culpa era una noche para Mí, las que uniéndose juntas formaban un abismo de oscuridad sin confines.
¡Qué pena! ¡oh exceso de mi Amor, hacerme pasar de una inmensidad de luz, de amplitud, a una profundidad de densas tinieblas y de tales estrecheces, hasta faltarme la libertad del respiro, y esto, todo por amor de las criaturas!”
Y mientras esto decía gemía, casi con gemidos sofocados por falta de espacio, y lloraba. Yo me deshacía en llanto, le agradecía, lo compadecía, quería hacerle un poco de luz con mi amor como Él me decía, ¿pero quién puede decirlo todo? La misma voz interna agregaba:“Basta por ahora. Pasa al séptimo exceso de mi Amor”.
3.- ACTO POR ACTO
16-14 Agosto 13, 1923
…. con mi voluntad humana unida a la Divina no hubo acto humano que no pusiera en relación con el Querer Supremo; con el Querer Divino estaba al día de todos los actos de todas las generaciones, con el querer humano los iba reparando y los vinculaba con el Eterno Querer; no hubo acto que me escapara y que no fuera ordenado por Mí en la luz purísima de la Suprema Voluntad. La Redención, podría decir que me costó poco, habrían bastado mi Vida externa, las penas de mi Pasión, mis ejemplos, mi palabra, y la habría hecho en muy poco tiempo; pero para formar el gran plano de la voluntad humana en la Divina, para unir todas las relaciones y vínculos por ella rotos, debí poner todo mi interior, toda mi Vida oculta, todas mis penas íntimas, que son de más duración y más intensas que mis penas externas, y que aún no son conocidas; basta decir que no era el solo perdón lo que impetraba, la remisión de las culpas, el refugio, la salvación, la defensa en los graves peligros de la vida del hombre, como lo impetré en mi Pasión, sino era el resurgimiento de todo el interior, debía hacer surgir ese Sol del Querer Eterno, que atando con fuerza raptora todo el interior del hombre, aun las más íntimas fibras, debía conducirlo al seno de mi Padre Celestial como renacido en su Eterno Querer. ¡Oh! cómo me fue más fácil conseguirle la salvación que reordenarle su interior en mi Supremo Querer, y si esto no lo hubiera hecho, la Redención no habría estado completa, ni hubiera sido obra digna de un Dios, ni habría ajustado ni ordenado todas las partidas del hombre, ni restituido aquella santidad perdida con haberse sustraído y roto las relaciones con la Divina Voluntad. El plano está ya hecho, pero para hacerlo conocer era necesario que primero el hombre conociera que con mi Vida y Pasión podía obtener el perdón y la salvación, para disponerlo a hacerle conocer cómo le había conseguido la cosa más grande y más importante, que es el resurgimiento de su querer en el mío, para restituirle su nobleza, las relaciones rotas con mi Voluntad, y con esto su estado de origen.
12-81 Febrero 4, 1919
2.- Mira hija mía con qué exceso de amor amé a la criatura, mi Divinidad fue celosa de confiar a las criaturas el trabajo de la Redención haciéndome sufrir la Pasión. La criatura era impotente para hacerme morir tantas veces por cuantas criaturas habían salido y deberían salir a la luz de lo creado, y por cuantos pecados mortales habrían tenido la desgracia de cometer. La Divinidad quería vida por cada vida de criatura, y vida por cada muerte que con el pecado mortal se daba. ¿Quién podría ser tan potente sobre Mí, para darme tantas muertes, sino mi Divinidad? ¿Quién habría tenido la fuerza, el amor, la constancia de verme morir tantas veces, sino mi Divinidad? La criatura se habría cansado y habría desfallecido. Y no creas que este trabajo de mi Divinidad empezó tarde, por el contrario, empezó en cuanto fue cumplida mi concepción, desde el seno de mi Mamá, la cual muchas veces tenía conocimiento de mis penas y quedaba martirizada y sentía la muerte junto Conmigo. Así que desde el seno materno mi Divinidad tomó el empeño de verdugo amoroso, pero precisamente por amoroso más exigente e inflexible, tanto, que ni siquiera una espina fue dispensada a mi gimiente Humanidad, ni un clavo, pero no como las espinas, los clavos, los flagelos que sufrí en la Pasión que me dieron las criaturas, que no se multiplicaban, cuantos me ponían, tantos quedaban; en cambio, los de mi Divinidad se multiplicaban por cada ofensa, así que tantas espinas por cuantos pensamientos malos, tantos clavos por cuantas obras indignas, tantos golpes por cuantos placeres, tantas penas por cuantas fueron las ofensas; por eso eran mares de penas, de espinas, de clavos, de golpes innumerables. Delante a la Pasión que me dio la Divinidad, la Pasión que me dieron las criaturas el último de mis días no fue otra cosa que sombra, imagen de lo que me hizo sufrir mi Divinidad en el curso de mi Vida, por eso amo tanto a las almas, son vidas que me cuestan, son penas inconcebibles a mente creada, por eso entra dentro de mi Divinidad y mira y toca con la mano lo que sufrí”.
3.- Yo no sé como me encontraba dentro de la inmensidad Divina, que erigía tronos de justicia por cada criatura, a lo cual el dulce Jesús debía responder por cada acto de criatura, sufrir las penas, la muerte, pagar el precio de todo; y Jesús como dulce corderito quedaba muerto por las manos divinas, para resurgir y sufrir otras ¡Oh, Dios!
¡Oh, Dios, qué penas tan desgarradoras, morir para resurgir y resurgir para someterse a muertes más dolorosas! Yo me sentía morir al ver muerto a mi dulce Jesús. Tantas veces hubiera querido evitar una sola muerte a Aquél que tanto me ama. ¡Oh, cómo comprendía bien que sólo la Divinidad podía hacer sufrir tanto a mi dulce Jesús, y que sólo Ella podía gloriarse de haber amado a los hombres hasta la locura y el exceso, con penas inauditas y con amor infinito! Por eso, ni el ángel ni el hombre tenían en su mano este poder, de poder amarnos con tanto heroísmo de sacrificio como un Dios. ¿Pero quién puede decirlo todo? Mi pobre mente nadaba en aquel mar inmenso de luz, de amor y de penas, y yo quedaba como ahogada sin saber salir de él;
4.- PECADO DE ORIGEN
María valtorta.
Escrito el 18 de Octubre de 1946).
… Adán y Eva faltaron al primero de los mandamientos dados por Dios al hombre, mandamiento, sobreentendido en el otro de obediencia, dado a los dos: «Comed de todo; Mas de este árbol, no» (1). La obediencia es amor. Si ellos hubiesen obedecido sin ceder ante presión alguna del Mal hecha a su espíritu, a su entendimiento, a su corazón, y a su carne, habrían amado a Dios «con todo su corazón, con toda su alma y con toda sus fuerzas» tal como mucho tiempo después fue explícitamente ordenado por el Señor (2).
Luisa:
16-19Septiembre 6, 1923
tú no ceses jamás, jamás de amarme, no sólo por ti sino también por todos nuestros queridos hermanos. En efecto, ¿quieres tú saber por qué Adán pecó? Porque olvidó que Yo lo amaba y olvidó amarme, fue éste el primer germen de su culpa, si hubiese pensado que Yo lo amaba mucho y que él estaba obligado a amarme, jamás se habría decidido a desobedecerme, así que primero cesó el amor, después comenzó el pecado; y en cuanto cesó de amar a su Dios, cesó el verdadero amor a sí mismo; sus miembros y sus potencias se rebelaron a él mismo; perdió el dominio, el orden y se volvió temeroso, no sólo esto, sino cesó el verdadero amor hacia las demás criaturas, mientras que Yo lo había creado con el mismo amor que reinaba entre las Divinas Personas, en el cual uno debía ser la imagen del otro, la felicidad, la alegría, la vida del otro, por eso, viniendo a la tierra, la cosa a la cual le di más importancia fue que se amasen el uno al otro como eran amados por Mí, para darles mi primer amor, para hacer aletear sobre la tierra el amor de la Santísima Trinidad. Por eso en todas tus penas y privaciones no olvides jamás que Yo te amo mucho, para no olvidarte jamás de amarme, y como hija de nuestro Querer tienes la tarea de amarme por todos, así estarás en el orden y no tendrás temor de nada”.
María Valtorta
Por qué Él, inocente de todo pecado, debe sufrir tanto.- En el principio del dolor hay una desobediencia. El Amor no satisfecho y ofendido exige reparación y ofrecimiento.
* Razones del dolor salvífico de Jesús.
. ● Diversos puntos de vista son expresados por los apóstoles.- ■ Jesús no dispone de mucho tiempo para estar con sus pensamientos. Juan y su primo Santiago, después Pedro y Simón Zelote, le alcanzan y atraen su atención hacia el panorama que se ve desde lo alto del monte. Y, quizás con intención de distraerle, porque está visiblemente triste, evocan hechos acontecidos en esos lugares que se muestran a sus ojos… Sí, son cosas, todas ellas, que tienen intención de alegrar… pero que contienen, para todos o para Él solo, un hilo de tristeza y un recuerdo de dolor. ■ Caen en la cuenta los mismos apóstoles y murmuran: “Verdaderamente que en todas las cosas de la Tierra se encuentra el dolor. Es un lugar de expiación…”. Pero, justamente, Andrés, que se ha unido al grupo con Santiago de Zebedeo, observa: “Es ley justa para nosotros los pecadores, pero para Él ¿por qué tanto dolor?”. Surge una discusión amigable, y sigue así también cuando, atraídos por las palabras de los primeros, que hablan en tono alto, se unen al grupo todos los otros. Menos Judas Iscariote que está ocupadísimo con algunas personas modestas —a las cuales está enseñando—, imitando al Maestro en la voz, en el gesto, en las ideas. Pero es una imitación teatral, pomposa, falta del calor del convencimiento. Y los que le escuchan se lo dicen, incluso sin rodeos, lo que pone nervioso a Judas, que les echa en cara el ser obtusos y el que no comprendan nada por eso. Y Judas declara que los deja porque «no es justo arrojar perlas de la sabiduría a los cerdos». Pero se detiene, porque esta gente sencilla, mortificada, le ruega que sea indulgente, confesándose «inferiores a él, como un animal es inferior a un hombre». ■ Jesús está distraído de lo que dicen en torno a Él los once, para escuchar lo que dice Judas; y, ciertamente, no le agrada lo que oye… Suspira y se queda callado hasta que
Bartolomé directamente le llama la atención señalándole los diversos puntos de vista de por qué Él, que es inocente de todo pecado, debe sufrir. Dice: “Yo sostengo que esto sucede porque el hombre odia a quien es bueno. Hablo del hombre culpable, o sea, de la mayoría. Y esta mayoría comprende que, comparada con quien está libre de pecado, resaltan aún más su culpabilidad y sus vicios, y por rabia se venga haciendo sufrir al bueno”. Judas Tadeo dice: “Yo, sin embargo, sostengo que sufres por el contraste entre tu perfección y nuestra miseria. Aunque ninguno te despreciase en ningún modo, igualmente sufrirías, porque tu perfección debe sentir una dolorosa repulsa de los pecados de los hombres”. Mateo dice: “Yo, por el contrario, sostengo que Tú, no careciendo de humanidad, sufres por el esfuerzo de deber dominar con tu parte sobrenatural los impulsos de tu humanidad contra tus enemigos”. Andrés dice: “Yo, que sin duda me equivoco por ser un ignorante, afirmo que sufres porque tu amor es rechazado. No sufres porque no puedas castigar como tu lado humano puede desear, sino que sufres por no poder hacer el bien como querrías”. Zelote dice: “Bueno. Yo aseguro que sufres porque debes padecer todo el dolor para redimir todo el dolor. No predominando en Ti una u otra naturaleza, sino estando igualmente estas dos naturalezas tuyas en Ti, fundidas, con un perfecto equilibrio, para formar la Víctima perfecta (tan sobrenatural, que puede ser válida para aplacar la ofensa hecha a la Divinidad; tan humana, que puede representar a la Humanidad y llevarla de nuevo al estado inmaculado del primer Adán, para anular el pasado y engendrar una nueva Humanidad; volver a crear una humanidad nueva, conforme al pensamiento de Dios, o sea, una humanidad en que esté realmente la imagen y semejanza de Dios y el destino del hombre: la posesión, el poder aspirar a la posesión de Dios, en su Reino), debes sufrir sobrenaturalmente, y sufres, por todo lo que ves hacer y por lo que te rodea —podría decir— con perpetua ofensa a Dios, y debes sufrir humanamente, y sufres, para arrancar las inclinaciones perversas de nuestra carne que envenenó Satanás. Con el sufrimiento completo de tus dos naturalezas perfectas borrarás completamente la Ofensa hecha a Dios, la culpa del hombre”. ■ Los otros callan. Jesús pregunta: “¿Y vosotros no decís nada? ¿Cuál es según vosotros la mejor opinión?”. Unos dicen que ésta, otros aquélla. Santiago de Alfeo y Juan no dicen nada. Jesús, para hacerlos hablar, les dice: “¿Y vosotros dos? ¿No os gustó ninguna?”. Santiago de Alfeo dice: “Sí. En cada una de ellos encontramos algo de verdad. Mejor dicho, mucho de verdad. Pero nos parece que todavía falta que se diga la verdad completa”. Jesús: “¿Y no podéis encontrarla?”. Santiago de Alfeo: “Tal vez Juan y yo la hemos encontrado. Pero nos parece casi una blasfemia el decirla, porque… Somos buenos israelitas y tememos tanto a Dios que no nos atrevemos a pronunciar su Nombre. Y el pensar que, si el hombre del pueblo elegido, el hombre hijo de Dios, no se atreve a pronunciar casi el Nombre bendito y crea nombres sustitutivos para nombrar a su Dios, el que pueda Satanás atreverse a hacer daño a Dios, nos parece un pensamiento blasfemo. Y, con todo, vemos que el dolor siempre es activo en Ti porque Tú eres Dios y Satanás te odia. Te odia como ningún otro. Te topas con el odio, hermano mío, porque eres Dios”. Juan dice: “Sí, te topas con el odio porque eres el Amor. No son los fariseos, ni los rabinos, ni esto o aquello, los que te causan dolor. Sino que es el Odio el que se apodera de los hombres y los lanza contra Ti, ciegos de odio, porque con tu amor le arrancas muchas presas al Odio”.
. ■ Jesús, insistiendo, dice: “A las muchas definiciones les falta todavía una cosa. Buscad la razón verdadera por la que soy…”. Pero nadie encuentra algo más que añadir. Piensan y piensan. Se rinden diciendo: “No encontramos nada más…”. Jesús: “Es muy sencillo. Está ante los ojos. Resuena en las palabras de nuestros Libros, en las figuras de nuestras narraciones… ¡Ea, buscad! En todo lo que habéis dicho hay algo de verdad, pero falta la razón principal. Buscadla no en el momento actual, sino en el pasado, más allá de los profetas, más allá de los patriarcas, más allá de la creación del Universo…”. Los apóstoles piensan, pero… no encuentran. Jesús sonríe. Luego dice: “Si os acordareis de mis palabras, encontraríais la razón. Pero no podéis hacerlo por ahora. Eso sí, un día la recordaréis.
Escuchad. Atravesemos la corriente de los siglos, hasta más allá de los límites del tiempo. Vosotros sabéis quién fue el que echó a perder el corazón del hombre. Fue Satanás, la Serpiente, el Adversario, el Enemigo, el Odio. Llamadlo como queráis. Pero, ¿por qué le echó a perder? Por ser muy envidioso (1); no pudo soportar que el hombre fuese destinado al Cielo del que había sido él expulsado. ¿Por qué fue expulsado? Por haberse rebelado contra Dios. Esto lo sabéis. ¿En qué se rebeló? No obedeciendo. ■ En el principio del dolor hay una desobediencia. ¿No es pues lógico que, lo que restablezca el orden, que es siempre alegría, sea una obediencia perfecta? Obedecer es difícil, sobre todo si se trata de una materia grave. Lo difícil causa dolor a aquel que lo lleva a cabo. Pensad, pues, si Yo, a quien el Amor solicitó si quería devolver la alegría a los hijos de Dios, no tendré que sufrir infinitamente para cumplir la obediencia al Pensamiento de Dios. Yo, debo, pues, sufrir, para vencer, para borrar no uno o mil pecados, sino el propio Pecado por excelencia que, en el espíritu angélico de Lucifer o en el que animaba a Adán, fue y será siempre, hasta el último hombre, pecado de desobediencia a Dios. ■ Vosotros debéis obedecer limitadamente a eso poco —os parece mucho, pero es muy poco— requerido por Dios, que, en su justicia, os pide solamente aquello que podéis dar. Vosotros, de lo que Dios quiere, conocéis solamente lo que podéis cumplir. Pero Yo conozco todo su Pensamiento, respecto de los grandes y pequeños acontecimientos. Yo no tengo puestos límites en el conocimiento ni en la ejecución. El Sacrificador amoroso, el Abraham divino (2), no perdona a su Víctima e Hijo suyo. Es el Amor no satisfecho y ofendido el que exige reparación y ofrecimiento. Y, aunque viviese millares de años, nada sería, si no consumara el Hombre hasta la última fibra; de la misma forma que nada habría sido, si ab eterno no hubiese dicho Yo «sí» a mi Padre, disponiéndome a obedecer como Dios Hijo y como Hombre, en el momento que mi Padre considerara oportuno”.
* “Si la caridad es la virtud en que uno encuentra al Dios Uno y Trino, la obediencia es la virtud en que soy hallado”.- ■ Jesús: “La obediencia es dolor y es gloria. La obediencia, como el espíritu, jamás muere. En verdad os digo que los verdaderos obedientes serán dioses, pero después de una lucha continua contra sí mismo, contra el mundo, contra Satanás. Un inciso:
4-40 Diciembre 23, 1900 …..no saldrás nunca más de Él, y esto te traerá un gran provecho, porque estando tú en mi Voluntad no tendrás necesidad de combatir con tus pasiones y de estar siempre en armas contra ellas, pues mientras parece que mueren renacen nuevamente más fuertes y vivas, sino que sin combatir, sin estrépito, dulcemente se mueren, porque ante la Santidad de mi Voluntad las pasiones no se atreven a presentarse, y pierden por sí mismas la vida, y si el alma siente los movimientos de sus pasiones, es señal que no hace morada continua en los confines de mi Querer, que hace sus salidas, sus escapaditas a su propio querer, y está obligada a sentir la peste de la naturaleza corrupta. Mientras que si estás fija en mi Voluntad, estarás libre del todo y tu única ocupación será el amarme y ser amada por Mí”.
12-68 Noviembre 15, 1918
(1) Estaba pensando qué sería mejor, pensar en santificarse a sí misma, o bien ocuparse solamente ante Jesús de repararlo, y a cualquier costo buscar junto con Él la salvación de las almas, y el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, quien piensa sólo en repararme y en salvar las almas, vive a expensas de mi Santidad. Viendo Yo que el alma no quiere otra cosa que repararme, y que haciendo eco a mi ardiente latido me pide almas, Yo veo en ella las características de mi Humanidad, y loco por ella la hago vivir a expensas de mi Santidad, de mis deseos, de mi amor, a expensas de mi fuerza, de mi sangre, de mis llagas, etc., puedo decir que pongo a su disposición mi Santidad, sabiendo que no quiere otra cosa sino lo que quiero Yo. En cambio quien piensa en santificarse sólo a sí misma, vive a expensas de su santidad, de su fuerza, de su amor, ¡oh, cómo crecerá miserable, sentirá todo el peso de su miseria y vivirá en continua lucha consigo misma. En cambio quien vive a expensas de mi Santidad, su camino será placido, vivirá en paz consigo misma y Conmigo, Yo le vigilaré los pensamientos y cada una de las fibras de su corazón, y seré celoso de que ni una sola fibra deje de pedirme almas, y de que su ser deje de estar continuamente derramándose en Mí para repararme. ¿No adviertes tú este mi celo?”
Sigue Jesús a M. Valtorta:
La obediencia es luz: cuanto más se es obediente, más luminoso se es y más se ve. La obediencia es paciencia: y, cuanto más se es obediente, más se soportan las cosas y a las personas. La obediencia es humildad: y, cuanto más obediente se es, más humilde se es para con nuestro prójimo. La obediencia es caridad, porque es un acto de amor: y, cuanto más obediente se es, más numerosos y perfectos son los actos. La obediencia es heroísmo. Y el héroe del espíritu es el santo, el ciudadano de los Cielos, el hombre divinizado. ■ Si la caridad es la virtud en que uno encuentra al Dios Uno y Trino, la obediencia es la virtud en que soy hallado Yo, vuestro Maestro. Haced que el mundo os reconozca como mis discípulos por una obediencia absoluta a todo lo santo”.
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Entonces, las deudas se han contrajeron al momento del pecado inicial de desobediencia. : las deudas son las consecuencias, pues, que brotan de la raíz principal. Son los cristales rotos que hay que pagar para que se arreglen, las vidas divinas que se le deben a Dios, actos de amor continuados y que reordenan al hombre. La Vida Divina no es sino el resultado del movimiento de su Voluntad, que desarrolla el Amor Divino – DIOS ES AMOR- -. La desobediencia es la raíz, que Jesús vuelve a conectar en El, y todos en El, con la DV.
Cualquier acto no unido con la DV merece la muerte (se adeuda una Vida), entonces, se comprende mejor esta Pasión del amor y del pecado de Jesús durante toda su vida. En un momento vemos estas muertes de amor y de penas, en qué consisten.
LAS OFENSAS SE PERDONAN
15-27 Junio 6, 1923
…. Si en cambio hubiese sentido desagrado al mirarlo, aburrimiento, fastidio al oír las palabras de Eva, disgusto al comerlo, Adán no habría pecado, más bien habría hecho el primer acto heroico en su vida, resistiendo y corrigiendo a Eva por haber hecho eso, y él habría permanecido con la corona imperecedera de la fidelidad hacia Aquél a quién tanto debía y que tenía todos los derechos de su sujeción.
-Seguimos con la Comparación:
«Hijo mío, agregó el rey, yo empeño mi palabra de que, mientras no me pidas algo que pueda lesionar mi justicia, cualquier otra gracia te la concederé.» Empeñada así la palabra del padre, el hijo, rompiendo en lágrimas de amor le dijo: «Padre mío, padre y señor mío, aceptad otra víctima y dejad libre al esclavo…»
«¿Otra víctima?» exclamó el padre, «Oh hijo mío amadísimo, para poder Yo aceptar otra víctima en lugar del culpable, ésta debería ser no otro esclavo, no un ser cualquiera, sino una víctima digna de mi majestad ofendida, uno igual a mí. ¿Y dónde encontrar a esta tal víctima?»
«Heme aquí, heme aquí padre, esta víctima soy yo», respondió el hijo. «Ecce ego, mitte me (Isaías. 6, 8).
¡Mandadme a mí, mandadme a mí a la muerte! ¡Muera yo y viva el esclavo! ¡Ésta es la gracia que os pido y que habéis empeñado vuestra palabra en concedérmela!».
¿Y de qué muerte se habla aquí?¿de la de la Cruz? Noooo. Son “las muertes “de amor y de penas”
Oh momento tremendo… El rey no puede retirar su palabra… Su justicia no puede evitar el tener una satisfacción… Y queda obligado a aceptar el cambio… y lo acepta.
.Jesús, una Comparación III- 3 agosto/21
«Heme aquí, heme aquí padre, esta víctima soy yo», respondió el hijo. «Ecce ego, mitte me (Isaías. 6, 8).
¡Mandadme a mí, mandadme a mí a la muerte! ¡Muera yo y viva el esclavo! ¡Ésta es la gracia que os pido y que habéis empeñado vuestra palabra en concedérmela!».
¿Y de qué muerte se habla aquí?¿de la de la Cruz? Noooo. Son “las muertes “de amor”
Oh momento tremendo… El rey no puede retirar su palabra… Su justicia no puede evitar el tener una satisfacción… Y queda obligado a aceptar el cambio… y lo acepta.
LA PASIÓN DEL AMOR y DEL PECADO Y DE LOS JUDÍOS
11-45 Enero 22, 1913 “Hija mía, mi primera Pasión fue el amor, porque el hombre al pecar, el primer paso que da en el mal es la falta de amor, por lo tanto, faltando el amor se precipita en la culpa (vimos en María Valtorta y Luisa que la desobediencia -MV- fue por la falta de amor “se olvidó que debía amarme”-Luisa-) ; por eso, el Amor para rehacerse en Mí de esta falta de amor de las criaturas, me hizo sufrir más que todos, casi me trituró más que bajo una prensa, me dio tantas muertes por cuantas criaturas reciben la vida.
El segundo paso que sucede en la culpa es defraudar la gloria de Dios, y el Padre para rehacerse de la gloria quitada por las criaturas me hizo sufrir la Pasión del pecado, esto es, que cada culpa me daba una pasión especial; si la pasión fue una, el pecado en cambio me dio tantas pasiones por cuantas culpas se cometerán hasta el fin del mundo; y así se rehízo la gloria del Padre.
El tercer efecto que produce la culpa es la debilidad en el hombre, y por eso quise sufrir la Pasión por manos de los judíos, esta es mi tercera Pasión, para rehacer al hombre de la fuerza perdida.
Así que con la Pasión del amor se rehízo y se puso en justo nivel el Amor,
con la Pasión del pecado se rehízo y se puso a nivel la gloria del Padre,
con la Pasión de los judíos se puso a nivel y se rehízo la fuerza de las criaturas.
Todo esto lo sufrí en el huerto, fue tal y tanto el sufrimiento, las muertes que sufrí, los espasmos atroces, que habría muerto de verdad si la Voluntad del Padre hubiera llegado a que Yo muriera”.
14-46 Julio 28, 1922
. Mira hija mía, Yo sufrí doble muerte por cada una de las criaturas, una de amor y la otra de pena, porque al crearla la creé un complejo todo de amor, por lo cual no debía salir de ella otra cosa que amor, tanto que mi amor y el suyo debían estar en continuas corrientes, pero el hombre no sólo no me amó, sino que ingrato me ofendió, y Yo debía rehacer a mi Divino Padre de esta falta de amor, y debí aceptar
ü una muerte de amor por cada uno,
ü y otra de dolor por las ofensas”.
Pero mientras esto decía, veía a mi dulce Jesús todo una llama, que lo consumía y le daba muerte por cada uno, es más, veía que cada pensamiento, palabra, movimiento, obra, paso, etc., eran tantas llamas que consumían a Jesús y lo vivificaban……
25-17 Diciembre 25, 1928 . Nosotros nos encontramos en la condición de un artífice que ha hecho su bella estatua que hace quedar admirados al Cielo y a la tierra; el escultor ama tanto esta estatua, que ha puesto su vida dentro de ella (ha puesto su amor, la vida de su amor dentro de ella), así que cada acto o movimiento que ella hace, el escultor siente en sí la vida, el acto, el movimiento de su bella estatua. El escultor la ama con amor de delirio, no sabe separar su mirada de ella, pero en tanto amor la estatua recibe un encuentro, choca y queda despedazada en los miembros y en la parte vital que la tenía vinculada y unida con el escultor. ¿Cuál no será su dolor, y qué no hará aquél para rehacer a su bella estatua? Mucho más que él la ama aún, y al amor delirante se ha agregado el amor doloroso. Tal se encuentra la Divinidad con respecto al hombre, es nuestro delirio de amor y de dolor porque queremos rehacer la bella estatua del hombre, y como el choque sucedió en la parte vital de nuestra Voluntad, que él poseía, restablecida Ella en él, la bella estatua será rehecha y nuestro amor quedará satisfecho. Por eso no quiero otra cosa de ti, sino que mi Divina Voluntad tenga su vida”.
Después ha agregado con un acento más tierno: “Hija mía, en las cosas creadas la Divinidad no creaba el amor, sino las sombras de su luz, de su potencia, de su belleza, etc., así que se puede decir que al crear el cielo, las estrellas, el sol, el viento, el mar, la tierra, eran nuestras obras que poníamos fuera y las flores de nuestras bellas cualidades. Sólo para el hombre este prodigio grandísimo de crear la vida, y la vida de nuestro mismo amor, y por eso está dicHo que fue creado a nuestra imagen y semejanza. Por eso lo amamos tanto, porque es vida y obra que ha salido de Nosotros, y la vida cuesta más que todo”.
LAS MUERTE DE JESÚS DE AMOR y DE PENAS-COMO LAS VIVE
24-8 Abril 22, 1928 Después pensaba entre mí: “¿Pero qué mal hace la criatura cuando hace la voluntad humana?” Y Jesús ha agregado:
6 – “Hija mía, el mal es grande, mi Voluntad es luz y la humana es tinieblas; la mía es santidad, y el querer humano es pecado; la mía es belleza y contiene todo bien, la humana es fealdad y contiene todo mal; así que el alma con no hacer mi Voluntad hace morir la luz, da muerte a la santidad, a la belleza y a todos los bienes, y con hacer la suya hace nacer las tinieblas, da la vida al pecado, a la fealdad y a todos los males; sin embargo a las criaturas les parece nada el hacer la propia voluntad, mientras que se forman un abismo de males que las lleva al precipicio; y además, ¿te parece nada que mientras mi Voluntad les lleva su luz, su santidad, su belleza y todos sus bienes, sólo porque ama a estas criaturas, reciba la afrenta de que vea morir en ellas su luz, su santidad, su belleza y todos sus bienes? Mi Humanidad sintió tanto esta muerte que el querer humano daba a la luz, a la santidad de su Querer en ellas, que se puede decir que fue la verdadera muerte que sintió, porque sintió el desgarro y el peso de una muerte de una luz y una santidad infinita, que la criatura había osado destruir en ella, y mi Humanidad gemía y se sentía triturar por tantas muertes por cuantas veces habían osado dar muerte en ellas a la luz y santidad de mi Querer Divino. ¿Qué mal no harían a la naturaleza si hicieran morir la luz del sol, el viento que purifica, el aire que respiran? Habría tal desorden, que morirían todas las criaturas. No obstante la luz de mi Voluntad es más que sol para las almas, viento que purifica, aire que forma la respiración de ellas, así que del desorden que podría suceder si pudiesen hacer morir la luz del sol, el viento y el aire, puedes comprender el mal que sucede con no hacer mi adorable Voluntad, acto de vida primaria y centro de todas las criaturas”.
¿CÓMO LAS LLEVA A CABO JESÚS? Así:
13-24 Octubre 16, 1921 En cuanto Jesús fue concebido, hizo renacer todas las criaturas en Él.
1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me hacía ver cómo de dentro de su Santísima Humanidad salían todas las criaturas, y todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira el gran prodigio de la encarnación, en cuanto fui concebido y se formó mi Humanidad, así hacía renacer a todas las criaturas en Mí, así que en mi Humanidad, mientras renacían en Mí, sentía todos sus actos distintos: En la mente contenía cada pensamiento de criatura, buenos y malos, los buenos los confirmaba en el bien, los rodeaba con mi gracia, los investía con mi luz, a fin de que renaciendo de la santidad de mi mente, fueran dignos partos de mi inteligencia; los malos los reparaba, hacía la penitencia que les correspondía, multiplicaba mis pensamientos al infinito para dar al Padre la gloria por cada pensamiento de las criaturas. En mis miradas, en mis palabras, en mis manos, en mis pies y hasta en mi corazón, contenía las miradas, las palabras, las obras, los pasos, los corazones de cada uno, y renaciendo en Mí todo quedaba confirmado en la santidad de mi Humanidad, todo reparado, y por cada ofensa sufrí una pena especial. Y habiéndolos hecho renacer a todos en Mí, los llevé en Mí todo el tiempo de mi Vida, ¿y sabes cuando los parí? Los parí sobre la cruz, en el lecho de mis acerbos dolores, entre espasmos atroces, en el último suspiro de mi Vida, y en cuanto morí, así renacían todos a nueva vida, todos sellados y marcados con todo el obrar de mi Humanidad; y no contento con haberlos hecho renacer, a cada uno le daba todo lo que Yo había hecho para tenerlos defendidos y seguros. ¿Ves qué santidad contiene el hombre? La santidad de mi Humanidad, jamás habría podido dar a luz hijos indignos y desemejantes de Mí, por eso amo tanto al hombre, porque es parto mío, pero el hombre es siempre ingrato y llega a no conocer al Padre que lo ha parido con tanto amor y dolor”.
Después de esto se hacía ver todo en llamas, y Jesús quedaba quemado y consumido en aquellas llamas, y no se veía más, no se veía otra cosa que fuego, pero después se veía renacer de nuevo, y después quedaba otra vez consumido en el fuego. Entonces ha agregado:
(3) “Hija mía, Yo ardo, el amor me consume, es tanto el amor, las llamas que me queman, que muero de amor por cada criatura. No fue solamente por las penas por lo que morí, sino que las muertes de amor son continuas, no obstante no hay quien me dé su amor por refrigerio”.
12-7 Mayo 2, 1917
Cómo Jesús moría poco a poco.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba lamentándome con mi dulce Jesús de sus privaciones diciéndole: “Amor mío, ¿quién podía pensarlo, que tu privación me debía costar tanto? Me siento morir poco a poco, cada acto mío es una muerte que siento, porque no encuentro la vida, pero morir y vivir es más cruel aún, más bien, es doble muerte”. Y mi amable Jesús, de carrera ha venido y me ha dicho:
“Hija mía, ánimo y firmeza en todo, o qué, ¿no quieres imitarme? También Yo moría poco a poco, conforme las criaturas me ofendían en sus pasos, Yo sentía el desgarro en mis pies, pero con tal acerbidad de espasmos, capaces de darme la muerte, y mientras me sentía morir no moría; conforme me ofendían con sus obras Yo sentía la muerte en mis manos, y por el cruel desgarro Yo agonizaba, me sentía desfallecer, pero la Voluntad del Padre me sostenía, moría y no moría; conforme las malas palabras, las blasfemias horrendas de las criaturas se repercutían en mi voz, Yo me sentía sofocar, ahogar, amargar la palabra y sentía la muerte en mi voz, pero no moría. Y mi desgarrado corazón conforme palpitaba, sentía en mi latido las vidas malas, las almas que se arrancaban, y mi corazón estaba en continuos desgarros y laceraciones; agonizaba y moría continuamente en cada criatura, en cada ofensa, no obstante el amor, el Querer Divino, me obligaban a vivir. He aquí el por qué de tu morir poco a poco, te quiero junto Conmigo, quiero tu compañía en mis muertes, ¿no estás contenta?”
¿DONDE SON CONTINUAS ESTAS MUERTES todavía?
20-40 Diciembre 24, 1926 “¿Así que no has cambiado? Y bien hija mía, si no has cambiado tú, que tienes una naturaleza sujeta a cambiarse, ¿podría cambiar Yo que soy el irremovible? Tu Jesús no cambia, está segura de eso, ni puede cambiarse”.
Yo he quedado confundida y no supe qué decir, y Él todo bondad ha agregado:
“¿Quieres ver cómo estaba en el seno de mi Mamá Soberana y lo que en él sufría?”
…….. ¡Qué larga noche de nueve meses! La estrechez del lugar que me obligaba a una perfecta inmovilidad, siempre en silencio, no me era dado gemir, ni sollozar para desahogar mi dolor, cuántas lágrimas no derramé en el sagrario del seno de mi Mamá sin hacer el mínimo movimiento, y esto era nada, mi pequeña Humanidad había tomado el empeño de morir tantas veces, para satisfacer a la Divina Justicia, por cuantas veces las criaturas habían hecho morir la Voluntad Divina en ellas
(SI EN CADA ACTO NO DAMOS PASO A LA VIDA DE LA DV O LA VOLUNTAD OBRANTE, DAMOS MUERTE A LA VIDA DIVINA),
haciendo la gran afrenta de dar vida a la voluntad humana, haciendo morir en ellas una Voluntad Divina. ¡Oh! cómo me costaron estas muertes; morir y vivir, vivir y morir, fue para Mí la pena más desgarradora y continua, mucho más que mi Divinidad, si bien era Conmigo una sola cosa e inseparable de Mí, al recibir de Mí estas satisfacciones se ponía en actitud de justicia, y si bien mi Humanidad era santa y también era la lamparita delante al Sol inmenso de mi Divinidad, Yo sentía todo el peso de las satisfacciones que debía dar a este Sol Divino y la pena de la decaída humanidad que en Mí debía resurgir a costa de tantas muertes mías. Fue el rechazar la Voluntad Divina dando vida a la propia lo que formó la ruina de la humanidad decaída, y Yo debía tener en estado de muerte continua a mi Humanidad y voluntad humana, para hacer que la Voluntad Divina tuviera vida continua en Mí para extender ahí su reino. Desde que fui concebido, Yo pensaba y me ocupaba en extender el reino del Fiat Supremo en mi Humanidad, a costa de no dar vida a mi voluntad humana, para hacer resurgir a la humanidad decaída, a fin de que fundado en Mí este reino, preparase las gracias, las cosas necesarias, las penas, las satisfacciones que se necesitaban para hacerlo conocer y fundarlo en medio de las criaturas. Por eso todo lo que tú haces, lo que hago en ti para este reino, no es otra cosa que la continuación de lo que Yo hice desde que fui concebido en el seno de mi Mamá. Por eso si quieres que desenvuelva en ti el reino del Eterno Fiat, déjame libre y no des jamás vida a tu voluntad”.† (Y esto se lleva a cabo según los conocimientos que tenemos de lo que significa la voluntad humana obrante sin la divina)
4-183 Marzo 12, 1903
Encontrándome en mi habitual estado, me veía sola y abandonada, entonces, después de haber esperado mucho se ha hecho ver en mi interior, y yo le he dicho:…..y Jesús le responde:
…….. pero cuando me puse a la obra llegó un momento, especialmente cuando me encontré en el ambiente de las penas, de los oprobios, cargado de todas las maldades de las criaturas, que me quedé solo y abandonado por todos, hasta por mi amado Padre; y no sólo esto, sino que así, cargado de todas las penas como estaba, debía forzar al Omnipotente que aceptara y que me hiciera continuar mi sacrificio por la salvación de todo el género humano, presente, pasado y futuro. Y esto lo obtuve. El sacrificio dura aún, el esfuerzo es continuo, si bien esfuerzo todo de amor, ¿y quieres saber dónde y cómo? En el sacramento de la Eucaristía, en él el sacrificio es continuo, perpetuo, es la fuerza que hago al Padre para que use misericordia con las criaturas y con las almas para obtener su amor, y me encuentro en continuo contraste de morir continuamente, si bien todas muertes de amor. Entonces, ¿no estás contenta de que te haga partícipe de los períodos de mi misma vida?”
Seguimos con la comparación:
Pero el generoso hijo no está aún satisfecho, y le pide a su padre otra gracia más y le dice:
«Padre mío, en este momento no podéis negarme nada, yo os suplico que al esclavo culpable no solo lo perdonéis de corazón, sino que además lo toméis y lo recibáis como hijo en lugar mío, y lo hagáis partícipe en todos los bienes de vuestro reino y heredero de los mismos.»
¡El rey y padre está vencido! Traspasado por el dolor y profundamente conmovido concede todo al hijo… El cual inmediatamente, despidiéndose de su padre y rey, se encamina a la prisión del esclavo, hace abrir la puerta, quita de sus manos las cadenas al culpable, lo besa tiernamente, lo estrecha a su noble corazón con un fuerte abrazo, y llorando le dice:
«¡Oh esclavo, mira cuánto te he amado! Eres ya libre, eres el nuevo hijo y el heredero del rey, mi padre, el cual te acogerá en su seno como a mi misma persona, pero yo voy a morir en lugar tuyo para satisfacer la justicia de mi padre y rey. ¡Adiós, hermano mío amado, hijo de mi dolor y de mi muerte…!¿Ves cuánto te amo? ¡Tú pecaste y yo pago por ti! ¡Antes de morir sufriré, según la ley del reino, mil torturas, que debías sufrir tú, y luego seré llevado al patíbulo! Pero una sola cosa te pido: Que no te olvides de cuánto te amé y de cuánto por ti voy a sufrir. No me seas ingrato y me desconozcas, prométeme que te recordarás siempre de las torturas y de los tormentos a cuyo encuentro voy por amor a ti, y de la muerte ignominiosa que voy por ti solo a sufrir… ¿me lo prometes?».
En este punto considera, oh lector mío, cuál habría sido tu respuesta si tú te hubieras encontrado en el lugar de aquel esclavo culpable…
Seguramente que arrojándote a los pies de tan enamorado príncipe, en medio de un diluvio de lágrimas le hubieras dicho:
«Oh generoso e inapreciable príncipe! ¡Ah nobilísimo corazón, rico de inefable bondad y caridad! ¿Qué habéis encontrado en mí para amarme hasta este exceso? Yo he pecado. Yo, miserable esclavo que nada valgo… seré libre, seré hijo del gran rey, partícipe de los bienes de su reino, su heredero… ¡Mi infelicidad será cambiada en una suerte tan inmensamente grande que no podría ni soñarla! ¡Y todo esto sólo porque vos os habéis ofrecido a sufrir y a morir por mí, oh generosísimo amante mío! Y ahora vos, en este momento en que os encamináis al encuentro de los tormentos y de la muerte en el patíbulo por amor mío, me pedís de favor que yo no olvide vuestros dolores y vuestra muerte, ni el amor con el que, para hacerme feliz los abrazáis. Ah mi ternísimo amante, ¿cómo podré jamás olvidarlos?
¡No, no! ¡Desde este momento mi vida no será sino una vida de lágrimas, pensando en cuánto habéis sufrido y la muerte que habéis encontrado por amor mío! ¡Os prometo, os juro que recorreré todos los días el mismo camino por el que ahora vais a morir, me postraré sobre vuestra tumba, y ahí pensaré en vuestro amor, en las ternuras para mí de vuestro nobilísimo corazón, tendré continuamente en mi pensamiento las torturas que, por el riguroso decreto real, me correspondía sufrir, y que vos las habéis querido sufrir en lugar mío! Meditaré continuamente en la agonía mortal, en la muerte lenta e ignominiosa que os será dada ante todo el pueblo. Y quiero tanto llorar y amaros que querré morir de dolor sobre vuestra tumba».
San Anibal:
El bien espiritual que obtiene el alma de la asidua y cotidiana meditación de los padecimientos de nuestro amorosísimo Buen Jesús, no hay lengua humana que lo pueda dignamente expresar. Ante todo, es imposible que el alma no se sienta inflamar día a día en amor hacia el Divino Redentor Jesús. Aquí se realiza lo dicho por el Profeta: «En la meditación el fuego se enciende”. ¿Y cómo podrá quedar indiferente un alma considerando diariamente los excesos, o mejor los extremos de la Pasión de Nuestro Señor? ¿Y cuáles son estos extremos?
En primer lugar: ¿Quién es Aquél que se somete a padecer y a las humillaciones?
Es el Hijo eterno del Eterno Padre; Dios igual al Padre; Creador, con el Padre, del Cielo y de la Tierra, de los ángeles y de los hombres. Aquél que si mira indignado la Tierra, la Tierra tiembla y los montes eructan. Aquél bajo cuyos pies se inclinan los más sublimes coros de los ángeles. Aquél de quien nadie puede hablar dignamente, y cuyas grandezas son tan infinitas que ni siquiera María Santísima puede llegar a comprenderlas enteramente. Ése es Jesucristo, Hombre y Dios, el Santísimo, de belleza inenarrable; la dulzura, la bondad y caridad infinitas. Y este Hombre Dios, digno de todas las adoraciones y de los homenajes de los ángeles y de los hombres es Aquél que por nuestro amor se hizo como un leproso, escarnecido y humillado, colmado de oprobios y pisoteado como un vil gusano de la tierra.
En segundo lugar: ¿Cuáles son las penas que sufrió? Éstas son de tres clases:
1.- Sufrimientos corporales. 2.- Ignominias, 3.- Sufrimientos interiores.
Cada una de estas tres categorías es un abismo inconmensurable. Si contemplamos los padecimientos que sufrió Jesucristo Nuestro Señor en su cuerpo adorable, nos sentimos estremecer ante el Varón de dolores, como lo llamó Isaías, y en el Cual no había parte sana, porque se hizo una sola llaga, desde las plantas de los pies hasta el extremo de la cabeza…, hasta el punto de quedar irreconocible: «Y lo vimos y no era de mirarse”. (Is. 53, 2).
Meditando en los padecimientos de la Humanidad Santísima de Jesucristo, nuestro Sumo Bien, los Santos se deshacían en lágrimas, se desvanecían de amor y no cesaban de flagelarse y mortificarse de todas maneras a sí mismos.
Otra categoría de inauditos padecimientos son las ignominias sufridas por el Verbo Divino hecho Hombre. Aquí el alma contemplativa se siente desmayar viendo la majestuosa, divina y sacrosanta Persona de Jesucristo, abandonada a la ferocidad, más diabólica que terrena, de los pérfidos y vilísimos hombres que no se saciaban de cubrir de ultrajes e ignominias al Omnipotente, al Eterno, al Infinito… Y golpearlo, arrojarlo a tierra, pisotearlo, arrastrarlo, darle puñetazos, puntapiés, escupirle en su rostro santísimo, en su boca adorable… colmarlo con toda clase de injurias. ¡Qué espectáculo inexpresable, que ha incitado a los siervos de Dios a desear, a suspirar los ultrajes, las ignominias y los desprecios como el más grande tesoro que puede haber en esta tierra!
Una tercera serie de penas inefables del Hombre-Dios, y poco o nada comprendidas, son las que Él sufrió en su alma santísima y en su amorosísimo y sensibilísimo corazón.
¡Aquí entramos en un océano sin playas! En un grado infinito Él sufrió las tristezas, las angustias, los dolores, el abandono, la infidelidad, la ingratitud, los temores, los terrores… Como cuatro inmensas cataratas se derramaban en su interior, por cuatro motivos, las aguas de todas las penas que se dicen del alma:
Primera: De la vista horrenda de todas las iniquidades humanas que Él había tomado sobre Sí como si Él hubiese sido el responsable y el culpable… ¡Él, que era la Santidad Infinita!
Segunda: La vista continúa de las cuentas que debía rendir a la Justicia inexorable de la Divinidad, y las penas con las que debía todo pagar.
Tercera: La vista amarguísima de todas las ingratitudes humanas, y el terrorífico espectáculo de todas las almas que se habrían condenado, y para las cuales su Pasión no habría servido sino para hacerlas más infelices eternamente.
¡Oh, qué dolor para el Corazón Santísimo de Jesús que ama infinitamente a cada alma! Por esto, Él habla con el profeta diciendo: «Los dolores del Infierno me circundaron”. (Sal. 17, 6). Como si dijera: Siento en Mí los acervos dolores en los que serán atormentados eternamente los pecadores que se condenarán.
Cuarta: La vista de todas las aflicciones que habría sufrido su Santa Iglesia. La vista de todas las penas corporales y espirituales a las que habrían sido sometidos inevitablemente todos los elegidos, tanto en esta vida como en el purgatorio, y mucho más la pena del detrimento de los elegidos en las virtudes y en la adquisición de los bienes eternos, habiendo Él dicho que la adquisición de todo el universo no es de compararse a un simple detrimento del espíritu: «¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?” (Mc. 8,36).
Uno de los extremos de estas interminables categorías de padecimientos del alma y del cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo que ha de considerarse también es su duración, la cual no es desde el jueves santo en la tarde hasta el viernes santo, sino desde el primer instante de su Encarnación en el Seno Purísimo de María Virgen hasta el último respiro dado en la cruz. Son treinta y cuatro años de continua agonía y de continuo inefable sufrir del alma y del cuerpo, en lo que se realiza de un modo misterioso la palabra del Profeta: «Un abismo llama a otro abismo, al fragor de tus cataratas”. (Salmo 41, 8).
El alma santísima de Jesucristo, bajo el ímpetu y la caída continua de sus penas espirituales y de las agonías de su corazón divino, pasaba de abismo en abismo, porque un abismo de penas llamaba a otro, y a otro… hasta lo infinito. ¡Ah, Él debía pagar en Sí mismo toda la deuda de culpa y de pena eterna de sus elegidos y sentir todas sus penas temporales!
De aquí venía que Nuestro Señor amorosísimo moría a todo momento, en cuanto que el colmo de sus penas era tal que como puro Hombre Él habría muerto a cada instante, pero que, como Dios, sostenía con un milagro continuo su vida mortal para prolongar hasta el fin sus padecimientos y coronarlos con todos los dolores y los ultrajes de su pasión y de su muerte de cruz.
¡Cuán cierto es entonces que estamos obligados ante Nuestro Sumo Bien Jesús no por una muerte sola, sino por miles y cientos de miles de muertes por amor nuestro!
Y sin embargo, Jesucristo Nuestro Señor, tratando con sus criaturas durante los treinta y tres años y nueve meses de su vida terrena, aparecía calmado, dulce, sereno, tranquilo, manso, conversador, y hasta sonriente. Él mantuvo perfectísimamente y comunicó este estado de paz y serena quietud en medio de abismos absolutamente inescrutables de penas interiores, diciendo por boca del profeta, con una expresión que solo el Espíritu Santo podía dictar: «He aquí en la paz mi amargura amarguísima”. (Is. 38, 17.)
Otro extremo, o mejor, exceso, que se debe meditar en la Pasión adorable de Jesucristo Nuestro Señor es que para salvar las almas nuestras, para redimir el mundo todo, no era en realidad necesario que Él sufriera las penas inefables del Alma y del Cuerpo a que se quiso sujetar, ni todas las ignominias a que se quiso someter. Habiéndose hecho Hombre en el Seno Inmaculado de su Santísima Madre, le bastaba elevar una sola oración a su Padre, hacer un solo acto de adoración a la Divinidad, derramar una sola gota de su sangre preciosísima, cuanta se puede derramar por una pequeña herida hecha con la punta de un alfiler, y con esto habría podido redimir no un mundo solo, sino millones y millones de mundos, pues cada acción, aún la más pequeña, del adorable Señor Nuestro Jesucristo era de valor infinito.
Pero ¿por qué, entonces, quiso ser más que inundado, sumergido en tantos cruelísimos, acerbísimos y dolorosísimos tormentos, penas, ignominias y agonías… que lo hicieron decir con el Profeta: «Me he adentrado en altamar y la tempestad me ha anegado”. (Sal. 68, 3).
¡Oh misterio de amor infinito del corazón de Jesús! Lo que bastaba para redimir millones de mundos era nada para el amor suyo por nosotros. Él quiso mostrarnos cuánto nos ama, hasta dónde se extiende su amor por nosotros, y quiso prepararnos una Redención copiosa de demostraciones, de expiaciones, de ejemplos admirables y de inobjetables argumentos y pruebas de su ternísimo amor. ¿Y qué corazón es el nuestro si somos insensibles a un amor que para convencernos y atraernos se quiso manifestar a nosotros con las pruebas de penas tan inauditas como continuas? ***
Ah, una de las causas de nuestra dureza e insensibilidad es precisamente el imperdonable descuido en meditar y considerar cotidianamente la Pasión adorable de Nuestro Sumo Bien. Jesús no se cansó de sufrir y agonizar treinta y cuatro años, en su alma y en su cuerpo, por nosotros. Y nosotros, ¿nos cansamos en dirigir, por lo menos media hora al día, la mirada del alma a meditar penas tan inefables y por amor a nosotros sufridas por el Hijo de Dios hecho Hombre, por el Santo de los Santos, por el Impecable, que por nosotros se hizo pecado, esto es, víctima de todos los pecados?
Pero otro extremo de tan infinito amor debemos considerar en la dolorosa e ignominiosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Un extremo que es como el golpe decisivo para destrozar la frialdad y dureza de nuestro corazón y encadenarlo todo al amor del Eterno Divino Amante de las almas; extremo que si no sirve para conmovernos, servirá para hacernos reos de la más culpable crueldad, y para precipitarnos por el camino de la perdición. Este extremo, sí, es considerar que todo lo que Jesucristo Nuestro Señor sufrió por amor y salvación de todas las generaciones humanas, es decir, por un número interminable de almas, lo sufrió igualmente por cada alma en particular. Es decir, que si en el mundo no hubiera existido sino una sola alma, por aquella alma sola Nuestro Señor Jesucristo habría hecho y sufrido cuanto hizo y sufrió por la redención de todo el género humano. O sea, oh lector o lectora míos, que si en el mundo no hubiera existido sino sólo tu alma que salvar, por ti sola el Hijo de Dios habría bajado del Cielo a la tierra, se habría encarnado tomando un cuerpo pasible, habría sufrido treinta y cuatro años, sin un solo instante de tregua, en el alma y en el cuerpo; se habría entregado por ti sola en manos de los mismos sufrimientos, de los mismos ultrajes, de las agonías, de los flagelos, de las espinas, de la misma Cruz y de la misma muerte… ¡Sí, así es! Pues es verdad que Nuestro Señor Jesucristo ama tanto a un alma cuanto ama a todas las almas presentes, pasadas y futuras, juntamente tomadas.
¿Quién podrá permanecer indiferente ante esta Caridad Infinita?
El alma que contempla la dolorosa e ignominiosa Pasión del Redentor Divino, debe contemplarla con esta consideración; debe decir: Por mí, Jesús sufrió treinta y cuatro años; por mí sudó Sangre en el Huerto, por mí se hizo capturar, por mí se hizo conducir a los injustos tribunales, por mí soportó ignominias, golpes, escupitinas, empellones; por mí se hizo flagelar, coronar de espinas, condenar a muerte; por mí subió al Calvario, se hizo crucificar, agonizó tres horas, sufrió la sed, la hiel, el vinagre, el abandono; por mí por amor a mí, murió sumergido en un abismo de sufrimientos…
¡Qué ingratitud! Olvidarse de Jesús sufriente; esto es, de cuanto sufrió por amor a nosotros, que no somos más que vilísimos gusanos.¡Qué ingratitud! Olvidarse de Jesús sufriente; esto es, de cuanto sufrió por amor a nosotros, que no somos más que vilísimos gusanos. ¿Qué, acaso Él tenía necesidad de nosotros? ¡Ah! ¡Él, que sin criatura alguna habría sido, por virtud de su misma Divinidad, eterna e infinitamente feliz, como lo es!
(Aquí San Aníbal, no había leído todos los volúmenes pues muere en el 20º. No terminó de comprender que Dios sí que tiene necesidad de nosotros para continuar sacando de Sí nuevas bienaventuranzas. Nosotros ponemos en movimiento a Dios, de ahí la necesidad Suya, el anhelo de que nos conectemos diariamente hasta llegar a vivir plenamente conectados a su Divina Voluntad):
15-33 Julio 1, 1923 (1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino para girar en cada inteligencia de criatura, para dar a mi Jesús la correspondencia de amor de cada pensamiento de criatura; pero mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “¿De qué sirve rezar en este modo? Más bien me parece que sean desatinos en vez de oraciones». Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:(2) «Hija mía, ¿quieres saber de qué sirve y cuál es el efecto de ello? La criatura que viene a arrojar en el mar inmenso de mi Divinidad la piedrita de su voluntad, en cuanto la arroja,
-si su voluntad quiere amar, el mar infinito de las aguas de mi amor se encrespa, se agita, y Yo siento las olas de mi amor que exhalan su celestial perfume, y Yo siento el placer, las alegrías de mi amor agitadas por la piedrita de la voluntad de la criatura;
-si adora mi santidad, la piedrita de la voluntad humana agita el mar de mi santidad, y Yo me siento recrear por las auras purísimas de mi santidad;
-en suma, cualquier cosa que quiere hacer la voluntad humana en la mía, como piedrita se arroja en el mar de cada uno de mis atributos, y agitándolos y encrespándolos, Yo siento darme mis mismas cosas y los honores, la gloria, el amor que en modo divino puede darme la criatura.
Sucede como a una persona que siendo muy rica tiene todos los bienes en su casa, fuentes fresquísimas, fuentes perfumadas, fuentes calientes, y una persona que entra en esta casa no tiene qué darle, porque aquélla posee todo, pero quiere agradarla, quiere amarla, entonces, ¿qué hace? Toma una piedrita y la arroja en la fuente fresca, las aguas agitadas exhalan una delicadísima frescura, y el señor de esa casa goza el placer de la frescura de su fuente, goza de sus mismos bienes que posee, ¿pero por qué? Porque aquella otra persona ha tenido el pensamiento de agitar esa fuente, porque las cosas agitadas exhalan más intenso el perfume, la frescura o el calor que contienen. Esto es lo que significa entrar en mi Voluntad, agitar, remover mi Ser y decirme: ‘Mira cómo eres bueno, amable, amante, santo, inmenso, potente, eres el Todo, y yo quiero moverte todo para amarte y darte placer’. ¿Y a ti te parece poco?”
27-30 Enero 20, 1930
3- “Hija mía, cómo es bello el vivir en mi Querer Divino; todo lo que ha sido hecho por Dios, lo tiene como presente, y la criatura encuentra todo lo que ha hecho su Creador, y toma parte en sus obras, y puede tributarle los honores, el amor, la gloria de aquel acto a su Creador. Se puede decir que quien vive en nuestro Fiat Divino nos pone en condición de renovar nuestras obras más bellas, y ella se hace renovadora de nuestras fiestas.
Mi querido lector, mi devota lectora, vosotros habéis ya comprendido todo el significado de esta comparación, la cual, por cuanto conmovedora sea, está aun inmensamente lejana de poder representar los extremos de amor del Hijo Eterno de Dios por el hombre. Y no sólo por toda la humanidad, sino por cada alma en particular.
Cada uno de nosotros es ese esclavo culpable ante Dios, que es el Rey del Cielo y de la tierra; esclavo digno y merecedor de eterna muerte y eternos tormentos… El Hijo Unigénito de Dios, delicia eterna del Eterno Padre, lleno de amor infinito e incomprensible por este esclavo, se presentó al Padre y le dijo:
«Padre mío, tu Divina Justicia exige una víctima digna de Ti para poder liberar a este mísero esclavo. Nadie podrá jamás darte tan digna satisfacción, excepto Yo.
¡Pues bien… Muera Yo y viva el esclavo! «Ecce ego, mitte me». «Heme aquí envíame a la tierra, fórmame un cuerpo pasible, en el cual yo pueda experimentar los más atroces, los más inauditos tormentos y la muerte más dolorosa e ignominiosa por amor de este esclavo”. Quiero ponerme enteramente en su lugar, me haré Yo el esclavo, me haré encadenar, me haré arrastrar a los tribunales, me someteré al juicio de inicuos jueces; de inocente pasaré a ser declarado reo y malhechor; pues quiero demostrar a este mísero esclavo hasta dónde llega mi amor por él. Y con tal de que él sea libre y feliz, Yo me haré ultrajar, golpear, maldecir; me haré el oprobio, el vituperio de todos; seré semejante a un gusano que todos pisotean; pero te suplico, oh Padre mío, que el esclavo, siempre y cuando te sea fiel y agradecido, entre en tu Gracia como mi misma Persona, que Tú lo ames como me amas a Mí mismo, que él sea hijo adoptivo, que todos nuestros bienes eternos se los partícipes en vida y después de la muerte; que por los méritos de mi muerte en cruz, él sea enriquecido de gracias, sea confortado en sus penas, le sean aliviados los indispensables dolores de la vida, le sirva de mérito eterno la misma necesaria penitencia por el pecado; tenga, en el final de su vida, una muerte tranquila y preciosa, y, de ahí, venga a reinar con Nosotros eternamente en nuestro mismo gozo.»
Y así, o bastante mejor que así, habló el Verbo Divino a su Padre. Y el Padre, encendido de un igual amor por el mísero esclavo culpable que soy yo, que eres tú, oh lector o lectora míos, le concedió todo lo que con lágrimas, suspiros y clamores le pidió. Como dice el Apóstol: «Oró con lágrimas y clamor válido, y fue escuchado con reverencia”. (Hebreos 5, 7).
Y así sucedió que por este mísero esclavo rebelde, el Santo de los Santos, el Impecable, el Inocentísimo, el Cordero Inmaculado, se dio a toda clase de sufrimientos y vivió treinta y cuatro años ahogado en inefables penas, nunca interrumpidas ni por un solo instante, penas en el alma y en el cuerpo, y que luego todas se reunieron en su tremenda Pasión desde la tarde del Jueves hasta el Viernes Santo, en el que expiró como el más abyecto y el más nefando de los culpables, sobre el patíbulo, entonces infame, de la Cruz.
¡Oh hombre! ¿Cómo podrás tú olvidar cuánto te amó y cuánto sufrió y soportó tu Divino Eterno Amante? ¿No eres tú, no soy yo, más duro que el granito y más cruel que la más feroz bestia si olvidamos lo que Jesucristo, sumo Bien, padeció por nuestro amor? Considera, oh alma cristiana, que Jesús yendo a morir y a sufrir por ti, te haya dicho como aquel joven príncipe de la misteriosa narración: «Oh hijito mío, alma que Yo voy a redimirte derramando toda mi Sangre; esta correspondencia y esta compensación de amor te pido: Que no olvides cuánto habré sufrido por amor tuyo. Recuérdate a menudo de los dolores, de las heridas y de las llagas de mi cuerpo santísimo, a que me someteré. Recuérdate que para arrancarte de la muerte eterna venceré una tal lucha con la humana repugnancia al sufrir y al morir que agonizaré y sudaré sangre.
¡Ah, recuérdate de cuánto me cuestas! Recuérdate de cómo, por amor tuyo, presentaré mi adorable rostro a los golpes, a las escupitinas, a los crueles tirones de mi barba, a los puñetazos; mira esta corona de espinas que me traspasará la cabeza con penas tales que ni criatura humana ni angélica comprenderá jamás… Pero he aquí que ya me condenan a muerte, como indigno ya de vivir; he aquí que me cargan con la pesada cruz; adiós, hijito mío amado, delicia de mi corazón, no más esclavo, sino heredero de mi reino, adiós…, otros tormentos más atroces me esperan, seré extendido horriblemente y clavado a un madero en cruz, estaré tres horas en una agonía tan terrible, tan desprovisto de todo socorro, tan abandonado por todos, hasta por mi Padre, tan miserable y oprimido en el alma y en el cuerpo… que estas tres horas no serán tres horas, sino tres siglos de dolores. Todo, todo lo voy a sufrir por ti, por amor tuyo. ¡Pero no me seas tan ingrato que olvides mi sufrir y mi morir! Yo recorreré contento la vía dolorosa, llevaré contento la cruz, contento abrazaré las terribles agonías que me esperan, me será ligera la ignominiosa y amarguísima muerte, con tal de que tú me prometas que no olvidarás mi sufrir ni mi morir, ni el amor infinito con el que, por ti, tanto a uno como a otro me someteré».
Jesucristo, verdadero Hombre y verdadero Dios, tuvo todo presente. El vio la frialdad e indiferencia inexcusables de quienes nunca, o casi nunca, meditan en su adorabilísima pasión y muerte, y también tuvo presente el piadoso y santo fervor de aquellas almas que de esta salutífera y obligada meditación hacen su alimento cotidiano. Subió al calvario con el corazón desolado por los primeros y experimentó un consuelo por la fidelidad y el amor de las segundas.
¿Y qué cosa vio Él de ti, oh mi lector, oh mi lectora? ¿Eres tú el esclavo redimido con tantas penas, que olvidas quién te redimió y lo que por ti sufrió tu Redentor, para pasarla distraído entre bagatelas y vanidades del mundo, y renuevas al amante de las almas todos sus padecimientos y su atrocísima muerte con tus pecados y con tu ingratitud y olvido?
La meditación de la Pasión Santísima de nuestro Señor Jesucristo produce bienes inestimables en quien la hace diariamente. Lectora, vosotros habéis ya comprendido todo el significado de esta comparación, la cual, por cuanto conmovedora sea, está aun inmensamente lejana de poder representar los extremos de amor del Hijo Eterno de Dios por el hombre. Y no sólo por toda la humanidad, sino por cada alma en particular.
Cada uno de nosotros es ese esclavo culpable ante Dios, que es el Rey del Cielo y de la tierra; esclavo digno y merecedor de eterna muerte y eternos tormentos… El Hijo Unigénito de Dios, delicia eterna del Eterno Padre, lleno de amor infinito e incomprensible por este esclavo, se presentó al Padre y le dijo: «Padre mío, tu Divina Justicia exige una víctima digna de Ti para poder liberar a este mísero esclavo. Nadie podrá jamás darte tan digna satisfacción, excepto Yo.
¡Alma! ¿Qué cosa habrías respondido tú en aquel momento a tu Dios, a tu Divino y amorosísimo Redentor?
¡Ah, meditemos, meditemos diariamente en la pasión adorable del amantísimo Redentor nuestro Jesús! «¡No nos cansemos de meditar en lo que Jesucristo no se cansó de soportar por nosotros!”
Horas de la Pasión:
11-122 Abril 23, 1916
(1) “Hija mía, cada pena que sufrí, cada gota de sangre, cada llaga, oración, palabra, acción, paso, etc., produjo una luz en mi Humanidad capaz de embellecerme en modo tal, de tener raptados a todos los bienaventurados. Ahora, el alma a cada pensamiento de mi Pasión, a cada condolencia, a cada reparación, etc., que hace, no hace otra cosa que tomar luz de mi Humanidad y embellecerse a mi semejanza, así que un pensamiento de más de mi Pasión, será una luz de más que le llevará un gozo eterno”.
11-80 Octubre, 1914
(1) Y Jesús: “Si las hacen junto Conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que reciten les daré también un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas horas de mi Pasión está en la mayor o menor unión que tienen Conmigo, y haciéndolas con mi Voluntad, la criatura se esconde en mi Querer, y actuando mi Querer puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra, y esto cada vez que las hagan”….. Cuando escucho estas horas de mi Pasión, escucho mi misma voz, mis mismas oraciones, veo mi Voluntad en esa alma, la cual es de querer el bien de todos y de reparar por todos, y Yo me siento transportado a morar en ella para poder hacer en ella lo que hace ella misma. ¡Oh, cuánto quisiera que aunque fuera una sola por región hiciera estas horas de mi Pasión!, me oiría a Mí mismo en cada lugar, y mi Justicia en estos tiempos tan grandemente indignada, quedaría en parte aplacada”.
14-46 Julio 28, 1922
Entonces Jesús ha agregado: “¿No quisieras tú mi semejanza? ¿No quisieras tú aceptar las muertes de amor como aceptaste las muertes de dolor?”
Y yo: “¡Ah! mi Jesús, yo no sé qué me haya sucedido, siento aún gran repugnancia por haber aceptado las de dolor, ¿cómo podría aceptar las de amor que me parecen más duras? Yo tiemblo al sólo pensarlo, mi pobre naturaleza se aniquila más, se deshace. Ayúdame, dame la fuerza porque siento que no puedo seguir adelante”.
Y Jesús todo bondad y decidido ha agregado: “Pobre hija mía, ánimo, no temas ni quieras turbarte por la repugnancia que sientes; es más, para tranquilizarte te digo que también ésta es una semejanza mía. Debes saber que también mi Humanidad, por cuan santa, deseosa a lo sumo de sufrir, sentía esta repugnancia, pero no era mía, eran todas las repugnancias de las criaturas que sentían en hacer el bien, en aceptar las penas que merecían, y Yo debía sufrir estas penas que me torturaban no poco, para dar a ellas la inclinación al bien y hacerles más dulces las penas, tanto, que en el huerto grité al Padre: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz”. ¿Crees tú que fui Yo? ¡Ah no! Te engañas, Yo amaba el sufrir hasta la locura, amaba la muerte para dar vida a mis hijos, era el grito de toda la familia humana que resonaba en mi Humanidad, y Yo, gritando junto con ellos para darles fuerzas repetí tres veces: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz’. Yo hablaba a nombre de todos, como si fueran cosa mía, pero me sentía aplastar; así que la repugnancia que sientes no es tuya, es el eco de la mía, si fuera tuya me habría retirado, por eso hija mía, queriendo generar de Mí otra imagen mía, quiero que aceptes, y Yo mismo quiero imprimir en tu voluntad ensanchada y consumida en la mía estas mis muertes de amor”.
Y mientras esto decía, con su santa mano me las imprimía, y ha desaparecido. Sea todo para gloria de Dios.
A modo de repaso, un audio del Dr. Thomassiny: Lectura 16-47 Febrero 16, 1924
16-44 Febrero 5, 1924 Comunicación de los sufrimientos de Jesús….
**Por medio del abandono como lo desea Jesús, el alma se incorpora a un victimado que será propio de las almas que vivan en la DV. (ST)
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Continuamos con San Aníbal, sus consideraciones:
Pero otro extremo de tan infinito amor debemos considerar en la dolorosa e ignominiosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Un extremo que es como el golpe decisivo para destrozar la frialdad y dureza de nuestro corazón y encadenarlo todo al amor del Eterno Divino Amante de las almas; extremo que si no sirve para conmovernos, servirá para hacernos reos de la más culpable crueldad, y para precipitarnos por el camino de la perdición. Este extremo, sí, es considerar que todo lo que Jesucristo Nuestro Señor sufrió por amor y salvación de todas las generaciones humanas, es decir, por un número interminable de almas, lo sufrió igualmente por cada alma en particular. Es decir, que si en el mundo no hubiera existido sino una sola alma, por aquella alma sola Nuestro Señor Jesucristo habría hecho y sufrido cuanto hizo y sufrió por la redención de todo el género humano. O sea, oh lector o lectora míos, que si en el mundo no hubiera existido sino sólo tu alma que salvar, por ti sola el Hijo de Dios habría bajado del Cielo a la tierra, se habría encarnado tomando un cuerpo pasible, habría sufrido treinta y cuatro años, sin un solo instante de tregua, en el alma y en el cuerpo; se habría entregado por ti sola en manos de los mismos sufrimientos, de los mismos ultrajes, de las agonías, de los flagelos, de las espinas, de la misma Cruz y de la misma muerte… ¡Sí, así es! Pues es verdad que Nuestro Señor Jesucristo ama tanto a un alma cuanto ama a todas las almas presentes, pasadas y futuras, juntamente tomadas.
¿Quién podrá permanecer indiferente ante esta Caridad Infinita?
El alma que contempla la dolorosa e ignominiosa Pasión del Redentor Divino, debe contemplarla con esta consideración; debe decir: Por mí, Jesús sufrió treinta y cuatro años; por mí sudó Sangre en el Huerto, por mí se hizo capturar, por mí se hizo conducir a los injustos tribunales, por mí soportó ignominias, golpes, escupitinas, empellones; por mí se hizo flagelar, coronar de espinas, condenar a muerte; por mí subió al Calvario, se hizo crucificar, agonizó tres horas, sufrió la sed, la hiel, el vinagre, el abandono; por mí por amor a mí, murió sumergido en un abismo de sufrimientos…
¡Qué ingratitud! Olvidarse de Jesús sufriente; esto es, de cuanto sufrió por amor a nosotros, que no somos más que vilísimos gusanos.¡Qué ingratitud! Olvidarse de Jesús sufriente; esto es, de cuanto sufrió por amor a nosotros, que no somos más que vilísimos gusanos. ¿Qué, acaso Él tenía necesidad de nosotros? ¡Ah! ¡Él, que sin criatura alguna habría sido, por virtud de su misma Divinidad, eterna e infinitamente feliz, como lo es!
Un inciso:
(Aquí San Aníbal, no había leído todos los volúmenes pues muere en el 20º. No terminó de comprender que Dios sí que tiene necesidad de nosotros para continuar sacando de Sí nuevas bienaventuranzas. Nosotros ponemos en movimiento a Dios, de ahí la necesidad Suya, el anhelo de que nos conectemos diariamente hasta llegar a vivir plenamente conectados a su Divina Voluntad). Hacemos un inciso para mencionar porqué SÍ TIENE NECESIDAD DE LA CRIATURA, AL MENOS UNA…
5-33 Julio 1, 1923 (1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino para girar en cada inteligencia de criatura, para dar a mi Jesús la correspondencia de amor de cada pensamiento de criatura; pero mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “¿De qué sirve rezar en este modo? Más bien me parece que sean desatinos en vez de oraciones». Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:(2) «Hija mía, ¿quieres saber de qué sirve y cuál es el efecto de ello? La criatura que viene a arrojar en el mar inmenso de mi Divinidad la piedrita de su voluntad, en cuanto la arroja
-si su voluntad quiere amar, el mar infinito de las aguas de mi amor se encrespa, se agita, y Yo siento las olas de mi amor que exhalan su celestial perfume, y Yo siento el placer, las alegrías de mi amor agitadas por la piedrita de la voluntad de la criatura;
-si adora mi santidad, la piedrita de la voluntad humana agita el mar de mi santidad, y Yo me siento recrear por las auras purísimas de mi santidad;
-en suma, cualquier cosa que quiere hacer la voluntad humana en la mía, como piedrita se arroja en el mar de cada uno de mis atributos, y agitándolos y encrespándolos, Yo siento darme mis mismas cosas y los honores, la gloria, el amor que en modo divino puede darme la criatura.
Sucede como a una persona que siendo muy rica tiene todos los bienes en su casa, fuentes fresquísimas, fuentes perfumadas, fuentes calientes, y una persona que entra en esta casa no tiene qué darle, porque aquélla posee todo, pero quiere agradarla, quiere amarla, entonces, ¿qué hace? Toma una piedrita y la arroja en la fuente fresca, las aguas agitadas exhalan una delicadísima frescura, y el señor de esa casa goza el placer de la frescura de su fuente, goza de sus mismos bienes que posee, ¿pero por qué? Porque aquella otra persona ha tenido el pensamiento de agitar esa fuente, porque las cosas agitadas exhalan más intenso el perfume, la frescura o el calor que contienen. Esto es lo que significa entrar en mi Voluntad, agitar, remover mi Ser y decirme: ‘Mira cómo eres bueno, amable, amante, santo, inmenso, potente, eres el Todo, y yo quiero moverte todo para amarte y darte placer’. ¿Y a ti te parece poco?”
27-30 Enero 20, 1930
3- “Hija mía, cómo es bello el vivir en mi Querer Divino; todo lo que ha sido hecho por Dios, lo tiene como presente, y la criatura encuentra todo lo que ha hecho su Creador, y toma parte en sus obras, y puede tributarle los honores, el amor, la gloria de aquel acto a su Creador. Se puede decir que quien vive en nuestro Fiat Divino nos pone en condición de renovar nuestras obras más bellas, y ella se hace renovadora de nuestras fiestas.
Para esto nos creó y esto ….. gracias a la vida de Jesús entre nosotros hace dos mil años, como ahora nos está revelando
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POR MÍ!!!!!!…..Sigue la comparación
Mi querido lector, mi devota lectora, vosotros habéis ya comprendido todo el significado de esta comparación, la cual, por cuanto conmovedora sea, está aun inmensamente lejana de poder representar los extremos de amor del Hijo Eterno de Dios por el hombre. Y no sólo por toda la humanidad, sino por cada alma en particular.
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«Padre mío, tu Divina Justicia exige una víctima digna de Ti para poder liberar a este mísero esclavo. Nadie podrá jamás darte tan digna satisfacción, excepto Yo.
…… «Oh hijito mío, alma que Yo voy a redimirte derramando toda mi Sangre; esta correspondencia y esta compensación de amor te pido: Que no olvides cuánto habré sufrido por amor tuyo. Recuérdate a menudo de los dolores, de las heridas y de las llagas de mi cuerpo santísimo, a que me someteré. Recuérdate que para arrancarte de la muerte eterna venceré una tal lucha ***con la humana repugnancia al sufrir y al morir que agonizaré y sudaré sangre.
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Jesucristo, verdadero Hombre y verdadero Dios, tuvo todo presente. El vio la frialdad e indiferencia inexcusables de quienes nunca, o casi nunca, meditan en su adorabilísima pasión y muerte, y también tuvo presente el piadoso y santo fervor de aquellas almas que de esta salutífera y obligada meditación hacen su alimento cotidiano…..
¡Alma! ¿Qué cosa habrías respondido tú en aquel momento a tu Dios, a tu Divino y amorosísimo Redentor?
¡Ah, meditemos, meditemos diariamente en la pasión adorable del amantísimo Redentor nuestro Jesús! «¡No nos cansemos de meditar en lo que Jesucristo no se cansó de soportar por nosotros!”
En Divina Voluntad, “meditar” es actualizar, traer al presente como si ahora se estuviera dando, ocurriendo, teniendo lugar, con el añadido que de que nos da como posesión y mérito propio.
***LA VIDA DE JESÚS FUE MI VIDA
14-46 Julio 28, 1922
Entonces Jesús ha agregado: “¿No quisieras tú mi semejanza? ¿No quisieras tú aceptar las muertes de amor como aceptaste las muertes de dolor?”
*Si nos hemos entregado a Jesús, estas muertes de amor podrían traducirse e estados de ánimo incomprensibles como nos han sobrevenido, estados interiores de repentina «oscuridad», repugnancias, como Luisa y Jesús, etc. Estaría Jesús permitiendo que viviéramos «muerte», lo que es la lmuerte de la vida divina en las almas.
Y yo: “¡Ah! mi Jesús, yo no sé qué me haya sucedido, siento aún gran repugnancia por haber aceptado las de dolor, ¿cómo podría aceptar las de amor que me parecen más duras? Yo tiemblo al sólo pensarlo, mi pobre naturaleza se aniquila más, se deshace. Ayúdame, dame la fuerza porque siento que no puedo seguir adelante”.
Y Jesús todo bondad y decidido ha agregado: “Pobre hija mía, ánimo, no temas ni quieras turbarte por la repugnancia que sientes; es más, para tranquilizarte te digo que también ésta es una semejanza mía. Debes saber que también mi Humanidad, por cuan santa, deseosa a lo sumo de sufrir, sentía esta repugnancia, pero no era mía, eran todas las repugnancias de las criaturas que sentían en hacer el bien, en aceptar las penas que merecían, y Yo debía sufrir estas penas que me torturaban no poco, para dar a ellas la inclinación al bien y hacerles más dulces las penas, tanto, que en el huerto grité al Padre: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz”. ¿Crees tú que fui Yo? ¡Ah no! Te engañas, Yo amaba el sufrir hasta la locura, amaba la muerte para dar vida a mis hijos, era el grito de toda la familia humana que resonaba en mi Humanidad, y Yo, gritando junto con ellos para darles fuerzas repetí tres veces: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz’. Yo hablaba a nombre de todos, como si fueran cosa mía, pero me sentía aplastar; así que la repugnancia que sientes no es tuya, es el eco de la mía, si fuera tuya me habría retirado, por eso hija mía, queriendo generar de Mí otra imagen mía, quiero que aceptes, y Yo mismo quiero imprimir en tu voluntad ensanchada y consumida en la mía estas mis muertes de amor”.
Y mientras esto decía, con su santa mano me las imprimía, y ha desaparecido. Sea todo para gloria de Dios.
SUFRIR PARA ALIVIARLE
15-23 Mayo 18, 1923 «Hija mía, yo no pongo atención a las palabras sino en los hechos, ¿crees tú que es fácil encontrar un alma que de verdad quiera sufrir? ¡Oh, cómo es difícil! De palabra hay quienes quieren sufrir, pero en los hechos huyen cuando un dolor las oprime u otras penas las circundan, ¡oh! cómo quisieran liberarse, y Yo permanezco siempre el Jesús aislado en las penas, y es por eso que cuando encuentro un alma que no rehuye el sufrir y quiere hacerme compañía en mis penas, es más, espera y espera que le dé el pan del dolor, esto me da el delirio del amor y me hace llegar a hacer locuras y a ser tan magnánimo con esta alma, de hacer quedar estupefactos Cielo y tierra. ¿Crees tú que era cosa indiferente a mi corazón, que tanto ama, que mientras estabas privada de Mí me esperabas, no para otra cosa sino para que te llevase mis acerbas penas?”
14-53 Agosto 23, 1922
En el alma que vive en la Divina Voluntad se forma la fuente de todos los dolores y también la de todas las alegrías.
Me sentía oprimida y sufriente, y mi interior como si estuviese en continuo acto de sufrir nuevas destrucciones y aniquilamiento de mi pobre ser. Entonces pedía a Jesús que me diese la fuerza, y Él al venir me ha tomado en sus brazos para infundirme nueva vida, pero esta nueva vida era para darme ocasión de sufrir una nueva muerte, para después infundirme otra nueva vida. Entonces me ha dicho:
- “Hija mía, mi Voluntad abraza todo, encierra en Sí todas las penas, todos los martirios, todos los dolores que hay en el giro de todos los siglos, he aquí por qué mi Humanidad abrazó todo, cada pena, cada martirio de criatura, porque mi Vida no fue otra cosa que la Vida de la Divina Voluntad, y esto era conveniente para cumplir la obra de la Redención, y no sólo para ello, sino para poderme constituir Rey, ayuda y fuerza de todos los martirios, dolores y penas.Si no tuviera en Mí la fuente de todos los martirios, dolores y penas, ¿cómo podría llamarme Rey de todos y poseer en Mí la fuente de todas las ayudas, apoyos, fuerza y gracia que se necesitan en cada pena de criatura? Es necesario tener para dar, he aquí por qué te he dicho tantas veces que la misión de llamar a un alma A vivir en mi Querer es la más grande, la más alta y sublime, no hay otra que la pueda igualar. La inmensidad de mi Querer le hará llegar todos los martirios, penas y dolores, mi misma Voluntad le dará la fuerza divina para sostenerlos, y formará en ella fuentes de martirios y dolores, y mi mismo Querer la constituirá reina de todos los martirios, dolores y penas. ¿Ves qué significa vivir en mi Querer? Sufrir no sólo un martirio, sino todos los martirios; no una pena y dolor, sino todas las penas y todos los dolores. He aquí por qué la necesidad de que mi Voluntad le sea vida, de otra manera, ¿quién le daría la fuerza en tanto sufrir? Y si esto no fuera así, ¿cómo se podría decir que el alma que vive en mi Querer es la fuerza del mártir? Si no tuviera en ella la sustancia de esa pena, ¿cómo podría ser fuerza de otro? Sería solamente un modo de decir, una cosa fantástica, no una realidad.
- Veo que te asustas al oír esto, no, no temas, tantos martirios, dolores y penas serán correspondidos con innumerables alegrías, contentos y gracias, de los cuales mi mismo Querer formará fuentes inagotables. Es justo, si en el alma que vive en mi Querer formará la fuente de los dolores para ayuda de toda la familia humana, es también justo que forme la fuente de las alegrías y de las gracias; con esta diferencia, que la de los dolores tendrá un fin, porque las cosas de acá abajo, por cuan grandes sean, están siempre determinadas, en cambio la fuente de las alegrías, son de allá arriba, son divinas, por lo tanto sin termino, por eso ánimo en hacer el camino en mi Voluntad”.
Horas de la Pasión:
11-122 Abril 23, 1916
(1) “Hija mía, cada pena que sufrí, cada gota de sangre, cada llaga, oración, palabra, acción, paso, etc., produjo una luz en mi Humanidad capaz de embellecerme en modo tal, de tener raptados a todos los bienaventurados. Ahora, el alma a cada pensamiento de mi Pasión, a cada condolencia, a cada reparación, etc., que hace, no hace otra cosa que tomar luz de mi Humanidad y embellecerse a mi semejanza, así que un pensamiento de más de mi Pasión, será una luz de más que le llevará un gozo eterno”.
11-80 Octubre, 1914
- (1) Y Jesús: “Si las hacen junto Conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que reciten les daré también un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas horas de mi Pasión está en la mayor o menor unión que tienen Conmigo, y haciéndolas con mi Voluntad, la criatura se esconde en mi Querer, y actuando mi Querer puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra, y esto cada vez que las hagan”….. Cuando escucho estas horas de mi Pasión, escucho mi misma voz, mis mismas oraciones, veo mi Voluntad en esa alma, la cual es de querer el bien de todos y de reparar por todos, y Yo me siento transportado a morar en ella para poder hacer en ella lo que hace ella misma. ¡Oh, cuánto quisiera que aunque fuera una sola por región hiciera estas horas de mi Pasión!, me oiría a Mí mismo en cada lugar, y mi Justicia en estos tiempos tan grandemente indignada, quedaría en parte aplacada”.
** Por medio del abandono como lo desea Jesús, el alma se incorpora a un victimado que será propio de las almas que vivan en la DV.:
Después de haber llegado a la purificación total por medio de la batalla, se inicia una vida toda nueva, se inicia para ella una nueva experiencia, que es la de perder los sentidos y en este estado es donde recibe las lecciones que se le dan. Es en este estado cuando un día ve a Jesús rodeado de enemigos; quién lo golpeaba, quién lo abofeteaba, quién le clavaba las espinas en la cabeza, quién le rompía las piernas, quién los brazos. Después que lo redujeron casi en pedazos lo pusieron en los brazos de la Virgen, entonces Ella lo tomó entre sus brazos, se acercó a Luisa, y llorando le dice:
“Hija, mira como es tratado mi Hijo por los hombres, las horribles ofensas que cometen jamás le dan tregua, míralo como sufre”.
Entonces Luisa trataba de verlo y lo veía todo sangre, todo llagas, y casi despedazado, reducido a un estado mortal. Dice ella que sentía tales penas que hubiera querido morir mil veces antes que verlo sufrir tanto, y se avergonzaba de sus pequeños sufrimientos.
En ese momento, la Santísima Virgen le dice:
“Acércate a besar las llagas de mi Hijo, Él te escoge como víctima, y si tantos lo ofenden, tú ofreciéndote a sufrir lo que Él sufre le darás un alivio en tanto sufrir, ¿no lo aceptas?”
Ante dicho espectáculo, dice Luisa que su naturaleza temblaba, que se sentía tan débil por las penas pasadas, que apenas le quedaba un hilo de vida. Veía a los demonios que alborotaban y hacían mucho ruido, y veía que todo lo que había visto que le habían hecho al Señor debían hacérselo a ella si aceptaba.
O sea, veía lo que debía pasar si aceptaba dicho estado, y éste es un punto importante, puesto que todo aquél que deseé vivir en la Divina Voluntad, a imitación de la vida de Jesús, de alguna manera se incorpora al estado de víctima de Él, por lo que todas las penas que sufra, y aquellas que vengan como consecuencia de este vivir en unidad con Jesús, tomarán su lugar en las del Redentor, como alma víctima.
Aquí, la enseñanza de Jesús la debemos tomar al pie de la letra para nosotros, pues le dice: Lo que quiero de ti es que te abandones como muerta entre mis brazos. Hasta en tanto tú tengas los ojos abiertos para ver lo que Yo hago y lo que hacen y dicen las criaturas, Yo no puedo libremente obrar sobre ti. ¿No quieres fiarte de Mí? ¿No sabes cuánto te amo y que todo lo que permito, o por medio de las criaturas o por medio de los demonios, o por medio mío directamente, es para tu verdadero bien y no sirve para otra cosa que para conducir a tu alma al estado para el cual la he elegido? Por eso quiero que a ojos cerrados te estés entre mis brazos, sin mirar ni investigar esto o aquello, fiándote enteramente de Mí y dejándome obrar libremente. Si en cambio quieres hacer lo contrario, perderás tiempo y llegarás a lo opuesto de lo que quiero hacer de ti.
Enorme enseñanza, es el resumen de lo que más adelante le repetirá una y mil veces, como punto clave para lograr vivir de su Voluntad: “ABANDONO”, ese acto que no logramos aferrar plenamente, pues como decíamos en otra ocasión, no concebimos el «no hacer», el no partir de nuestro “yo” para todo lo que se desarrolla en nosotros, sino dejar que sea Él el que disponga. Salvador Thomassiny (Lección 6, el Abandono) Lecciones textos – La Divina Voluntad (fiatgarabandal.com)
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