Texto que acompaña la presentación en audio

 

11-123                                                                Mayo 3, 1916

  • El alma en la Divina Voluntad ora como Jesús, satisface al Padre y repara por todos tal como lo hizo El

 (1) Mientras estaba rezando, mi amable Jesús se puso junto, y oía que también Él rezaba y yo me puse a oírlo, entonces me dijo:

 (2) “Hija mía, reza, pero reza como rezo Yo, es decir, vuélcate toda en mi Voluntad, y en Ella encontrarás a Dios y a todas las criaturas, y haciendo tuyas todas las cosas de las criaturas, las darás a Dios como si fuera una sola criatura, porque el Querer Divino es el dueño de todas, y pondrás a los pies de la Divinidad los actos buenos para darle honor, y los malos para repararlos con la santidad, potencia e inmensidad de la Divina Voluntad a la que nada escapa. Esta fue la Vida de mi Humanidad en la tierra, por cuan Santa era mi Humanidad, tenía necesidad de este Divino Querer para dar completa satisfacción al Padre, y redimir a las generaciones humanas, porque sólo en este Divino Querer Yo encontraba todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, y todos sus actos, pensamientos, palabras, etc., como en acto.

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27-9                                                                Octubre 24, 1929

En la Divina Voluntad el alma tiene todo en su poder,

porque encuentra la fuente de las obras divinas, y las puede repetir cuanto quiere.

(1) Me sentía toda abandonada en el Fiat Divino, siguiendo y ofreciendo todos sus actos, tanto de la Creación como aquellos de la Redención, y llegando a la Concepción del Verbo decía entre mí: “Cómo quisiera, en el Querer Divino, hacer mía la Concepción del Verbo para poder ofrecer al Ente Supremo el amor, la gloria, la satisfacción, como si otra vez el Verbo se concibiera”.  Pero mientras esto decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

(2) “Hija mía, en mi Divina Voluntad el alma tiene todo en su poder, no hay cosa que nuestra Divinidad haya hecho, tanto en la Creación como en la Redención, de la que nuestro Fiat Divino no posea la fuente, porque Él no pierde nada de nuestros actos, es más, es la depositaria de todo; y quien posee nuestro Querer Divino posee la fuente de mi Concepción, de mi nacimiento, de mis lágrimas, de mis pasos, de mis obras, de todo; nuestros actos no se agotan jamás, y conforme hace memoria y quiere ofrecer mi Concepción, viene renovada mi Concepción como si de nuevo me concibiera, resurjo a nuevo nacimiento; mis lágrimas, mis penas, mis pasos y obras resurgen a nueva vida y repiten el gran bien que Yo hice en la Redención.  Así que quien vive en nuestro Querer Divino es la repetidora de nuestras obras, porque, así como de la Creación nada se ha perdido de lo que fue creado, así de la Redención, todo está en acto de surgir continuamente, pero, ¿quién nos da el impulso?  ¿Quién nos da la ocasión de mover nuestras fuentes para renovar nuestras obras?  Quien vive en nuestro Querer. 

14-65                                                               Octubre 6, 1922

Luisa, la primera en vivir en la Divina Voluntad

Además, es tan cierto que te he llamado a ti por primera, que a ninguna otra alma, por cuan querida por Mí le he manifestado el modo de vivir en mi Querer, los efectos de Él, las maravillas, los bienes que recibe la criatura obrante en mi Querer Supremo, que busca en cuantas vidas de santos quieras, o en libros de doctrina, y en ninguno encontrarás los prodigios de mi Querer obrante en la criatura y la criatura obrante en el mío, a lo más encontrarás la resignación, la unión de los quereres, pero el Querer Divino obrante en la criatura y ella en el mío, en ninguno lo encontrarás, esto significa que no había llegado el tiempo en que mi bondad debía llamar a la criatura a vivir en este estado sublime. Aun el mismo modo como te hago rezar no se encuentra en ningún otro.  Por eso sé atenta, mi justicia lo exige, mi amor delira, por eso mi sabiduría dispone todo para obtener el intento, son los derechos, la gloria de la Creación lo que queremos de ti”.

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17-4                                                                   Julio 1, 1924

La sangre de Jesús es defensa de las criaturas ante los derechos de la Divina Justicia.

(2) “Hija mía, recemos juntos; hay ciertos tiempos tan tristes en los cuales mi justicia, no pudiendo contenerse por los males de las criaturas quisiera inundar la tierra de nuevos flagelos, y por eso es necesaria la oración en mi Voluntad, la que extendiéndose sobre todos se pone en de las criaturas, y con su potencia impide que mi justicia se acerque a la criatura para golpearla”.

(3) ¡Cómo era bello y conmovedor oír rezar a Jesús!  Y como lo estaba acompañando en el doloroso misterio de la flagelación, se hacía ver chorreando sangre, y oía que decía:

(4) “Padre mío, te ofrezco esta mi sangre, ¡ah! haz que esta sangre cubra todas las inteligencias de las criaturas y haga vanos todos sus malos pensamientos, disminuya el fuego de sus pasiones y haga resurgir inteligencias santas.  Esta sangre cubra sus ojos y haga velo a su vista, a fin de que no le entre el gusto de los placeres malos, y no se ensucien con el fango de la tierra.  Esta sangre mía cubra y llene su boca y deje muertos sus labios a las blasfemias, a las imprecaciones, a todas sus malas palabras.  Padre mío, esta mi sangre cubra sus manos y le dé terror de tantas acciones infames.  Esta sangre circule en nuestra Voluntad Eterna para cubrir a todos, para defender y para ser arma defensora en favor de las criaturas ante los derechos de nuestra justicia”.

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2-43                                                                   Junio 25, 1899

Continúa en lo mismo y Jesús habla de la Fe.

(1) Esta mañana Jesús continúa haciéndose ver de vez en cuando, participándome un poco de sus sufrimientos y a veces veía al confesor con Él, y como él me había dicho que rezara por ciertas necesidades suyas, viéndolo junto con Nuestro Señor he comenzado a rogar a Jesús que le concediera lo que él quería. Mientras yo le rogaba, Jesús, todo bondad se dirigió al confesor y le ha dicho:

 (2) “Quiero que la fe te inunde por todas partes, como aquellas barcas que son inundadas por las aguas del mar, y como la fe soy Yo mismo, siendo inundado por Mí, que todo poseo, puedo y doy libremente a quien en Mí confía, sin que tú pienses en lo que vendrá, y al cuándo y el cómo y qué harás, Yo mismo, según tus necesidades me prestaré a socorrerte”.

(3) Después ha agregado: “Si te ejercitas en esta fe, casi nadando en ella, en recompensa te infundiré en el corazón tres gozos espirituales: El primero, que penetrarás las cosas de Dios con claridad y al hacer cosas santas te sentirás inundado por una alegría, por un gozo tal, que te sentirás como empapado, y esto es la unción de mi gracia.

(4) El segundo es un fastidio de las cosas terrenas y sentirás en tu corazón alegría por las cosas celestiales.

(5) El tercero es un desapego total de todo, y en donde antes sentías inclinación, sentirás un fastidio, como desde hace tiempo lo estoy infundiendo en tu corazón, y tú ya lo estás experimentando. Y por esto tu corazón será inundado por la alegría que gozan las almas totalmente desapegadas, que tienen su corazón tan inundado de mi amor, que de las cosas que las rodean externamente no reciben ninguna impresión”.

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27-32                                                                 Enero 30, 1930

Sobresalto de alegría y de dolor de Jesús.

Y si tú supieras cómo me es agradable tu regresar a este Edén para ponerme delante lo que de bello, de santo, de grande se hizo en la creación del hombre, me das el contento, la alegría de hacerme repetir mi sobresalto de alegría, y de poner un calmante a mi sobresalto de dolor, que si no hubiera sido seguido por la esperanza cierta de que mi hijo, en virtud de mi Fiat debe regresarme feliz, dándome sus alegrías inocentes como fue establecido por Nosotros al crearlo, mi sobresalto de dolor no tendría tregua, y daría gritos tan fuertes que haría llorar a los mismos Cielos.  Por eso al oír tu continuo estribillo: ‘Quiero el reino de tu Querer Divino’, mi corazón divino se siente detenido el estremecimiento de dolor, y estremeciéndome de alegría digo: ‘La pequeña hija de mi Querer quiere y pide mi reino’.  Pero, ¿por qué lo quiere?  Porque lo conoce, lo ama y lo posee, por eso ruega que lo posean las otras criaturas.  Porque siendo mi Divina Voluntad principio de vida de la creación del hombre, Ella sola le da la capacidad de poder recibir todo de su Creador, y de poderle dar todo lo que quiere, que Él quiere.  Mi Fiat tiene virtud de cambiar las condiciones del hombre, su fortuna, con Él todo le sonríe, todos lo aman, todos lo quieren servir, y se tienen por afortunados de servir a mi Querer Divino en él, esto es, en la criatura donde reina mi Divina Voluntad”.