Luisa Picarreta, la pequeña hija de la Divina Voluntad

Desde hace algunos días la Librería Editora Vaticana ha publicado el Nuevo Diccionario de Mística a cargo de P. Luego Borriello, P. Edmondo Caruana, la Profesora Maria Rosaria Del Genio y P. Raffaele Di Muro. Considerados sus curadores, hojeando sus 2246 páginas, no nos ha sorprendido encontrar también la voz Luisa Piccarreta (p.1266).

La Obra, que contiene 800 voces redactadas por 257 estudiosos italianos y extranjeros, tiene un alcance mundial y se dirige no sólo a los especialistas del sector. Ciertamente con esta novedad, el mundo académico y científico considera a Luisa un testigo autorizado de la mística y la Obra habla de ella perfilando brevemente los datos biográficos y de su espiritualidad.

Al presentar el diccionario, la misma Editora comenta que «La mística cristiana en sentido estricto es, por naturaleza, conciencia del misterio de Dios revelado en Cristo. Los místicos son los canales por los que los fragmentos de tal Misterio pasan en la existencia de los hombres de todas las temporadas. (…) En esta Obra se habla de la mística como don pasivo de una unión consciente, continua, dinámico con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo amor».

http://www.libreriaeditricevaticana.va/content/libreriaeditricevaticana/it/novita-editoriali/nuovo-dizionario-di-mistica.html

Luisa puede conocerse en un doble aspecto. El asociado a los fenómenos místicos, expresado en los datos biográficos, diríamos exteriores, y el asociado a la auténtica vida mística que emerge en su rico Diario que nos da una vista más interior.

Con respecto al primer aspecto, Luisa se considera una de las «Figuras emblemáticas de la vida mística» junto con Francisco de Asís, Teresa de Ávila, José de Cupertino, Padre Pío de Pietrelcina y Natuzza Evolo, tal como se señala en el Diccionario de los Fenómenos místicos cristianos a cargo de P. Luigi Borriello y P. Raffaele Di Muro (Editora Ancora 2014 p. 166-174). En su vida aparecen varios fenómenos místicos documentados en los testimonios histórico y descritos en sus escritos, como por ejemplo la lactancia, el intercambio del corazón, las estigmas invisibles, el deliquio que Luisa llamaba “el estado usual”, las éxtasis, el matrimonio místico, la regurgitación después de la ingestión de comida y muchos otros. Se trata de la participación visible de su persona en la humanidad de Cristo.

La otra dimensión, diríamos más interior, en cambio, está asociada al largo camino que el Señor con sus revelaciones le hizo hacer en la comprensión y en la vida de de la Divina Voluntad. Esta era como la misma alma de Luisa, su misma vida y, entonces, algo que se expresaba no tanto con un fenómeno místico sino en lo ordinario de los gestos cotidianos. Sólo en este aspecto, su vida podría ser de alguna manera una estela luminosa para nuestra existencia también, que se desarrolla entre trabajo, familia, compromisos de cada tipo. Pero, los fenómenos místicos que Luisa vivió, son importantes para entender cómo el Señor la plasmó y la dispuso a recibir el don del “vivir en el Querer Divino de Jesús”. Ellos representan también la continuidad con el camino de los santos en la vida de la Iglesia. Es cierto que esta continuidad es un juicio que solemnemente y en verdad sólo al Papa corresponde decidir a conclusión del itinerario para la Beatificación y Canonización. Pero en este camino es importante el sentir común de muchos contemporáneos de Luisa y los fieles de cada latitud en nuestros tiempos.

Si leemos con sabiduría estos dos aspectos de la experiencia mística de Luisa, podríamos entender que el Señor quiso hacer en Luisa como un puente entre el antiguo y el nuevo o quizás, sería mejor decir, quiso hacer de Luisa ese «discípulo del Reino de los Cielos» capaz de «sacar de sus reservas lo nuevo y lo viejo». (Mt 13,52).

Por eso, nunca podemos comparar la “Luisa de la Divina Voluntad” con otros santos, casi en una competición a la exclusión. Más bien, toda su vida nos muestra que en ella florece un proyecto de misericordia con el que la criatura humana y todas las criaturas vuelven a ocupar el lugar por el que Dios les ha creado.

Volviendo al diccionario, entonces, comprendemos que con razón la presencia del testimonio de Luisa tiene un valor enorme. No podemos sino estar de acuerdo con lo que dice Alessandra Turco sobre las páginas web del periódico “La Stampa”, presentando el volumen: «El Nuevo Diccionario es fiel a los contenidos de la tradición cristiana y es abierto a las necesidades actuales de cada hombre. Responde a la búsqueda del hombre de sus propias orígenes y, a la vez, quiere conducirlo a una calidad de vida más auténtica y profunda. (…) La Obra se dirige a todos: los teólogos, los estudiosos de las ciencias religiosas, los expertos y no de la mística y a todos los que se comprometen en el descubrimiento del sentido de su existencia y en la respuesta al diseño de Dios, que quiere el hombre inmerso con conciencia en la dinámica de la vida trinitaria».

http://www.lastampa.it/2016/10/06/vaticaninsider/ita/recensioni/il-nuovo-dizionario-di-mistica-h4hycyuz2pkhunodcjnxcn/pagina.html

 

Don Sergio Pellegrini

Datos sobre el estado de los Escritos, el Libro de Cielo.

Antecedentes de su Causa de Beatificación y Canonización

Las Verdades y Conocimientos en estos escritos fueron participados por Jesucristo Nuestro Señor a la ahora Sierva de Dios, Luisa Piccarreta, cuya Causa de Beatificación fue abierta por la Iglesia el 24 de Noviembre de 1994, fiesta Solemnidad de Cristo Rey, como fruto de la directiva dada el Sábado Santo, 2 de abril de 1994 por el entonces Cardenal, José Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y con el voto y aprobación de SS. Juan Pablo II. 

El contenido de estos escritos fue recibido por Luisa directamente del Señor Jesús, y ella, bajo estricta obediencia de sus confesores, los escribió durante un período de 40 años. Estos escritos estuvieron guardados en los Archivos del Vaticano por casi 60 años, hasta que fueron hechos accesible al Tribunal de la Causa de Beatificación el 2 DE FEBRERO DE 1996, Fiesta de la Presentación. Antes de 1927, los escritos de Luisa hasta la fecha (los primeros 19 volúmenes y Las Horas de La Pasión), habían ya obtenido un «Nihil Obstat» por parte del ahora Santo, Aníbal María Di Francia (Censor por parte de la Archidiócesis), y el Imprimatur del Arzobispo del lugar Mons. Giuseppe M. Leo.

En diciembre 18, 1997, el Rev. Cosimo Reho, Profesor de Teología Dogmática, envió su evaluación al Tribunal de la Causa de Beatificación como respuesta a la petición que el Tribunal le había hecho. Lo mismo fue hecho por el Rev. Antonio Resta, Rector del Instituto Teológico Pontificio del Sur de Italia el 2 de junio de 1997. Estos dos teólogos independientemente comisionados por el Tribunal para hacer tales evaluaciones de todos sus escritos, dieron su veredicto POSITIVO.

 El 29 de octubre de 2005, S.E Mons. Giovan Battista Pichierri, Archivescovo di Trani, Barletta – Bisceglie e titolare di Nazaret, en Corato, Italia, dando por terminada la investigación diocesana («Inchiesta diocesana») sobre la fama de santidad, con la recopilación de testimonios y documentos, y con el veredicto POSITIVO de los dos teólogos comisionados por la Diócesis, remitió el juicio definitivo sobre la santidad de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta al Santo Padre.

En comunicado del 30 de Mayo del 2008, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesùs, el señor Arzobispo informó «que la Congregación para la Causa de los Santos, en espera de emitir el decreto sobre la validez jurídica de la investigación diocesana («Inchiesta diocesana»), había sometido los escritos de la Sierva de Dios al examen de otros dos Censores teólogos (cuyos nombres deben permanecer secretos), en conformidad con la normatividad canónica y la praxis vigente «-Comunicado n.2 (Prot.n.098/08/c3) Acerca del proceso de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta.

El Dicasterio ordenó completar este requisito con miras a poder emitir el  decreto sobre la validez jurídica de la investigación diocesana y así iniciar el proceso Romano. Los censores teólogos, nombrados por la Iglesia, deben examinar los escritos y comprobar que no hay nada en ellos contrario a la fe y a las costumbres, deben también describir en su dictamen la personalidad y la espiritualidad de la Sierva de Dios. Como ya dicho, La Santa Congregación para los Santos, asignó este trabajo a dos Censores teólogos, a quienes pidió su veredicto.

Después de casi tres años de espera, fue recibida la siguiente noticia:

 Corato (Italia), 23 de julio 2010.- Sor Assunta Marigliano, Presidenta de la Pía Asociación «Luisa Piccarreta – Piccoli figli del Divino Volere», con sede en Corato, Italia, y responsable de promover la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, dio a conocer el día de hoy, de manera extraoficial, una grandiosa noticia en relación con la Causa de Luisa que nos llena de alegría: 

Hoy (2010) se ha conocido que TAMBIÉN el segundo teólogo encargado por la Santa Sede para la revisión de los escritos de la Sierva de Dios, Luisa Piccarreta, ha terminado su trabajo y ha dado su veredicto oficial POSITIVO.

Luisa Picarreta: FIAT. La Divina Voluntad

 

El nombre de Luisa Piccarreta aún hoy está muy difundido en Corato, una ciudad de la región de la Apulia tierra adentro del norte de Bari, Italia. Luisa nació el 23 de abril de 1865, Dominica in Albis (Segundo domingo de Resurrección), quinta de 8 hijas, y por la tarde del mismo día fue bautizada en la Iglesia Matriz del pueblo. Participó en la vida de su familia, de origen campesino. Su padre administraba los campos de un propietario rico y con su familia se trasladaba por largos períodos a una hacienda ubicada en la altiplanicie de la Murgia. Ya era singular que esta niña dedicara mucho tiempo a esconderse para sumirse por largas horas en la oración. A la edad de 9 años recibió el mismo día la Primera Comunión y la Confirmación, y empieza a escuchar la voz de Jesús en su “interior” sobre todo después de haber comulgado. Como un maestro interior la corrige y la guía en la vida espiritual para que llegue a ser su “perfecta imagen” e inspirándose a la vida de Nazaret la educa en la mortificación de la voluntad por amor. Por eso la Eucaristía llega a ser su “pasión predominante” e intenta participar en ella cada vez que puede. A los 13 años siente que debe introducirse en la meditación de la Pasión de Jesús que empieza hacer cotidianamente. Tiene también una visión de Jesús que conducido a la crucifixión le pide ayuda. Da inicio así a un largo período de desolación y vejación de parte de los demonios.

Se une a las “Hijas de María”, Congregación laical asistida en Corato por el Sacerdote D. Michele De Benedictis y ubicada inicialmente en la Iglesia del ex convento de los Capuchinos. En este lugar se encuentra también un Instituto femenino de señoritas, hijas de familias pudientes, confiado a las Religiosas de la Caridad de la Inmaculada Concepción de Ivrea. Aquí Luisa frecuentará solamente las primeras clases de la escuela elemental, teniendo a las Religiosas como maestras.

Sus padres no notaron la intensa vida interior de Luisa hasta que como a los 17 años, en la primavera, cuando se fueron a la hacienda en la localidad llamada “Torre Desesperada”, Luisa manifestó un misterioso y siempre más frecuente estado de sufrimiento que la hacía perder los sentidos y sucesivamente entraba en un estado de “petrificación” durante el cual tuvo algunas visiones de Jesús quien la escogió como víctima. Los fenómenos se suceden siempre más frecuentemente tanto que la obligan a permanecer en el lecho. Son los preludios de aquello a lo que Luisa llamará su “vida nueva”. Empiezan las incomprensiones familiares y la visita del médico de la familia. Incapaz de dar un diagnóstico certero, el médico no encuentra nada mejor que sugerir la “visita” de un sacerdote. Se obtiene la intervención del agustiniano P. Cosma Loiodice que conocía a Luisa gracias a las Hijas de María. Con gran sorpresa de todos la bendición sacerdotal la liberó inmediatamente del estado de malestar en que se encontraba y esto lo continuará haciendo cada vez que se considere necesario por aproximadamente 4 años.
Luisa se hace terciaria dominica con el nombre de Hna. Magdalena en la cripta santuario de la Iglesia de S. María Greca. En ausencia del P. Cosma los sacerdotes rehúsan ir donde Luisa. Entonces, su madre se dirige al Arzobispo de Trani, Mons. Giuseppe Bianchi dé Dottula, para que ponga a un sacerdote de encargado establemente. El Arzobispo dispone que Don Michele De Benedictis pueda ir donde Luisa en a ausencia del padre agustino. Pero en realidad, a partir de 1886, asume su cuidado espiritual de modo definitivo. A él Luisa le cuenta por primera vez lo que le sucede cuando pierde los sentidos, lo de sus visiones y su vida interior. En este período, da inicio otro fenómeno que luego acompañará a Luisa durante el resto de su vida. Después de haber comido, en un espasmo, se ve obligada a devolver lo que había comido. Todos constatan que el alimento se presenta en óptimo estado y acompañado por un agradable perfume. Pero su Confesor Don Michele no está del todo convencido de lo extraordinario de esos fenómenos, por lo que la pone a  prueba imponiéndole con la “obediencia” muchas cosas que ciertamente no le dan alivio.
En la segunda quincena de noviembre de 1887, Luisa, con el consentimiento del Confesor, acepta quedarse completamente postrada en cama, ofreciéndose como “víctima voluntaria”. Inicialmente cree que debía ser por cuarenta días para implorar la paz por la guerra en África que se estaba llevando a cabo, pero más adelante, comprenderá que Jesús le pide que este sacrificio sea continuo por el resto de su vida. Así hasta su muerte, durante 60 años, permanece en su lecho sin ninguna enfermedad y sin que se le vea llaga alguna de de cúbito. Mientras por la noche cae en su “estado habitual” de malestar con la “petrificación”, frecuentemente su alma deja su cuerpo para estar con Jesús y escuchar sus enseñanzas.
Precisamente durante una de estas “salidas”, el 21 de octubre de 1888, festividad de la Pureza de la Virgen María, vive su primer desposorio místico con Jesús en presencia de la Virgen María y de Santa Catalina de Siena. Éste se renueva el 7 de septiembre de 1890, víspera de la Natividad de María, en la presencia de la SS. Trinidad en el Cielo y obtiene el don de poder percibir sensiblemente la “inhabitación” de las Tres Divinas Personas en su alma. Finalmente, en la Fiesta de la Exaltación de la Cruz de 1894 o 1895, vive el desposorio místico de la cruz en los lugares de la Pasión en Jerusalén. En esta ocasión recibe los estigmas pero que, después de habérselo pedido decididamente, quedarán invisibles. Gracias a esta experiencia recibe también una más profunda conciencia de sus pecados y siente por ellos un vivo dolor. Jesús la conduce, con continuas purificaciones, por el largo recorrido de una progresiva uniformidad, conformidad y consumación en la humanidad de Cristo.
Cuando en 1898 Don Michele De Benedictis a causa de sus múltiples empeños pastorales deja la dirección espiritual de Luisa, deja como su sucesor al Canónico Don Gennaro De Gennaro (1844-1922), párroco de la parroquia de San José en Corato.
A causa de la extrema reserva de Luisa,  habría quedado solamente su Confesor como el único que hubiese sabido lo que pasaba en su alma si el nuevo Confesor, después de haber escuchado lo que le sucedía durante ese “estado habitual”, no le hubiera dado la “obediencia” de escribir en un Diario espiritual en el cual debía anotar con diligencia cuanto escuchaba y veía. Al ofrecimiento de su postración en cama se añade “la cruz de escribir” a la cual será fiel, escribiendo cerca de 10 mil páginas, del 28 de febrero de 1899 al 28 de diciembre de 1938. Dos meses después de haber empezado a escribir el “segundo” cuaderno, el Confesor le pide que escriba lo que le había venido pasando en su vida pasada. Nace así el “primer” cuaderno que constituye una verdadera autobiografía espiritual desde la edad de 9 años.
A causa de su definitiva inmovilidad, ya en 1898, le es concedida la facultad de poder asistir a la Santa Misa en la casa en la que vive con su hermana Angelina que la asiste y con sus padres, que murieron en 1907. Sustenta la alimentación y la ofrenda de la S. Misa con su trabajo de encaje de “bolillos” que aprendió de niña, y acoge a jóvenes que quieren aprender dicho arte. Su casa, además de ser una escuela de esta arte,es una escuela de vida espiritual de la cual no solamente las aprendices-discípulas reciben sino que también muchas otras personas que comienzan a frecuentar su casa para escuchar su consejo y pedir su oración.
Este ir y venir de la gente levanta sospechas en alguno tanto que el Arzobispo Mons. Tommaso de Stefano, en 1902 dispone que el Confesor ya no vaya a donde Luisa para hacerla salir de su “estado habitual”. Pero la prohibición dura solamente pocas semanas. Al año siguiente decide ir él mismo en persona a visitar a Luisa para interrogarla concluyendo con un juicio positivo. También su sucesor, el Arzobispo Mons. Francesco Paolo Carrano, visita a Luisa y en 1908 obtiene de la Santa Sede la facultad para que se pueda celebrar la Santa Misa cotidiana en su casa. Y cuando en 1910 inaugura en Trani el Orfanatorio Femenino Antoniano del P. Aníbal María di Francia (1851-1927- hoy santo), seguramente le cuenta al religioso siciliano sobre Luisa y su Diario. En este período, de hecho, inició su relación con el San Aníbal a quien Luisa le escribe su primera carta el 20 de marzo de 1911.
El santo de Messina, queda conquistado de inmediato por la espiritualidad de Luisa a quien visita repetidamente. De manera particular, le fascina su modo de meditar la Pasión de Nuestro Señor, tanto que le pide que escriba en un cuaderno a parte sus reflexiones. Nace así la obra de la que se encargó él mismo de publicar en 1915 con el título de “El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con afectivas consideraciones y reparaciones”. Ante el gran éxito encontrado, decide publicarlo de nuevo en una nueva edición el mismo año y luego en 1917 y en 1925. El texto fue progresivamente enriquecido con otras “prácticas” y algunas oraciones. Pero sobretodo con un Apéndice que contenía por primera vez algunas páginas del Diario con el título “Tratado de la Divina Voluntad”. Escribe incluso una carta circular dirigida a los obispos para aconsejarles que lo usen en los Institutos presente e sus propias diócesis.
Luego, hasta 1926, el fundador de los Rogacionistas y de las Hijas de Divino Celo, logró revisar los primeros 19 volúmenes del Diario y, como resultado del rico epistolario entre Luisa y él, se preparaba a publicar los textos. De hecho, el Arzobispo de Trani, Mons. Giuseppe María Leo, lo había nombrado “Censor Eclesiástico” para las publicaciones de sus Diócesis y,  tras haber obtenido el Nihil Obstat de P. Aníbal, puso también su “Imprimatur” directamente en los primero 19 volúmenes manuscritos del Diario, dando su permiso para la publicación. La muerte de P. Aníbal, sin embargo, impidió la realización de este proyecto editorial.
Una idea de cómo se presentaba a Luisa a cuantos la encontraban, que con frecuencia venían de lejos, nos la ha dejado precisamente el mismo San Aníbal en el Prefacio que hizo para el Reloj de la Pasión, en donde la describe así: «Esta Esposa de Jesús crucificado que pasa la noche en éxtasis dolorosos y en toda clase de padecimientos, al verla luego durante el día medio sentada en una cama, trabajando entre las agujas y los alfileres, nada, nada se transparenta, en lo más mínimo de una persona que durante la noche haya sufrido tanto, nada, nada que deje entrever algo de extraordinario, de sobrenatural. En cambio se ve en todo su aspecto a una persona sana, contenta y jovial. Habla, conversa, en ocasiones ríe, pero sí tiene pocas amigas. En ocasiones algún corazón atribulado se confía a ella, le pide oraciones. Escucha benignamente, consuela, pero nunca se pone a profetizarle, jamás una palabra que deje entrever alguna revelación. El gran consuelo que ella presenta, es siempre uno, siempre el mismo argumento: la Divina Voluntad».
La estima que Luisa tenía por el P. Aníbal la llevará a aceptar la invitación a trasladarse el 7 de octubre de 1928 a la casa de las Hijas del Divino Celo en Corato, que fue construida y consagrada, por voluntad de su fundador, a la “Divina Voluntad”.
Al morir Don Gennaro es remplazado como Confesor Don Francesco De Benedictis (1868-1926). Pero habiendo también muerto prematuramente fue sustituido por Don Benedetto Calvi (1886-1968) quien, en colaboración con el rogacionista P. Pantaleone Palma, le dio un nuevo impulso a la publicación del Diario. De hecho, en 1939 salió a la luz el libro con el título: “En el Reino de la Divina Voluntad. Historia de un alma. Primera Parte. Alba que surge”, en el cual fueron publicados los volúmenes 1º, 2º, 3º y casi todo el volumen 4º del Diario con muchas correcciones con respecto al manuscrito original de Luisa. Además también, en 1932 se publicó el libro: “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad. Meditaciones para el mes de mayo”. El cual será reeditado en 1933 y en 1937. Finalmente, Don Benedetto, en 1934 publicó la 5ª edición del Reloj de la Pasión con el apéndice del Tratado sobre la Divina Voluntad. Estas obras fueron traducidas en alemán en dos Volúmenes (1936 y 1938) por obra del benedictino P. Ludwig Beda.
Sin embargo, ya a partir de finales de 1930 surgen las primeras incomprensiones y una primera señalación a la Sagrada Congragación del Santo Oficio en el Vaticano acerca del supuesto provecho económico percibido por Luisa de las publicaciones y la cuestión de la necesidad del sacerdote para hacer que volviera en sí de su “estado habitual”.
Las reacciones de los Superiores por la denuncia llegan de inmediato con la prohibición de proseguir con las publicaciones. Surgen polémicas también a nivel doctrinal y en relación a la “misión especial y única” de Luisa de dar a conocer las verdades sobre “el vivir en la Divina Voluntad de Jesús”. Mientras tanto, sin embargo, en la “Casa de la Divina Voluntad” la novena de Navidad era animada cada año leyendo las meditaciones “Excesos de Amor” que Luisa hacía ya desde que tenía 17 años. Lo mismo sucedía en el mes de mayo y octubre con la lectura del libro de la Virgen María.
La investigación del Santo Oficio, seguidamente a otras señalaciones, llegó a su culmen en 1938 y llevó a dos acciones inesperadas y dolorosas. La primera en mayo con el secuestro de parte del carmelitano P. Lorenzo di S. Basilio, Teólogo de la Dataría apostólica, de los 34 cuadernos manuscritos del Diario. Mientras que en julio el Santo Oficio dispuso la inscripción en el Índice de libros prohibido los libros publicados. El Observatorio Romano del 11 de septiembre reporta el decreto y un artículo adjunto, explicando las motivaciones de la sentencia del “excesivo misticismo”.
A pesar de tanta prueba, pocos días después Luisa encontró fuerzas para escribir una carta en la cual se pone totalmente una vez más en manos de la obediencia a la Autoridad de la Iglesia, reprobando y condenando en sus mismos escritos lo que la Iglesia reprueba y condena. Humillada, es obligada a dejar el Instituto Antoniano y se traslada a una habitación privada en donde vivirá los últimos años de su vida.
“Luisa la santa” – como solían llamarla sus conciudadanos – la mañana del 4 de marzo de 1947, después de una fuerte pulmonía muere, pero su cuerpo no sufre la rigidez cadavérica. Por tres días su cuerpo queda expuesto al público y todos pueden constatar que sus miembros están flexibles a excepción de las vértebras de la columna que le impiden ser extendida en el ataúd. Por esta razón se construye un ataúd especial, en el que podrá caber sentada, posición en la que todos la llegaron a conocer. Sus funerales con grandísima afluencia de personas provenientes de todos lados y de una gran relevancia eclesial, son “un día de fiesta para toda Corato”. Luisa es sepultada en el Cementerio de la ciudad en la capilla de la familia de Don Benedetto Calvi.
En abril de 1947 el Arzobispo de Trani, Mons. Francesco Paolo Petronelli emite el mandato de recoger noticias referentes a Luisa para invocar su rehabilitación ante la Santa Sede y un año después el nuevo Arzobispo, Mons. Reginaldo Giuseppe María Addazi O.P., concede el permiso de imprimir una estampa de Luisa con una reliquia, dándole el título de “Sierva de Dios” e implorando con una “oración” su Beatificación. Obtuvo, además, en 1962, que sus restos mortales fueran trasladados al Santuario de la Parroquia de Santa María Greca.
En 1987, el Arzobispo Mons. Giuseppe Carata, promueve la constitución de una Asociación que se encargue de recoger las memorias y los objetos pertenecientes a Luisa Piccarreta. Mientras que el Arzobispo Mons. Carmelo Cassati en 1994 recibe de la Sagrada Congragación para las Causas de los Santos, el nihil obstat para la apertura de la Investigación Diocesana sobre su vida, virtud y fama de santidad. La “Pía Asociación Luisa Piccarreta, Pequeños Hijos de la Divina Voluntad” de Corato se constituye como “Parte actora” de la Causa. Pero será el nuevo Arzobispo Mons. Giovan Battista Pichierri quien cierre la investigación diocesana en el 2005.

ESCRITOS

Diario – 36 volúmenes manuscritos
Fueron escritos del 28 de febrero de 1899 al 28 de diciembre de 1938. El primer volumen es una autobiografía espiritual de la Sierva de Dios. Los otros 35 son narraciones de diálogos que tuvo con el Señor y cuyo tema es la «Divina Voluntad» y de como ella quiere reinar en medio de las criaturas. Jesús mismo le sugerirá el título: “El reino de mi Divina Voluntad en medio de las criaturas. Libro de Cielo. La llamada a la criatura para que regrese al orden, a su puesto y a la finalidad para la cual fue creada por Dios” (vol. XIX – 27 de agosto de 1926).
Los volúmenes originales manuscritos del 1 al 34, están en posesión de la Congregación de la Doctrina de la Fe.
Copias fotográficas y fotostáticas conformes al original de los volúmenes del 1 al 34 están en posesión de la Arquidiócesis de Trani.
Las copias fotostáticas de los volúmenes 35 y 36 se encuentran en posesión de la Arquidiócesis de Trani.
Los volúmenes del 1 al 19 y el 35 y 36 fueron editados en 1971 por la Associazione del Divin Volere ubicada en Via XX settembre, 157 – 20099 Sesto S.Giovanni (Milano). No consta que sean conformes a los manuscritos originales.
El Reloj de la Pasión (Conocido como: Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo) (del cual se posee una copia del manuscrito original, no obstante, constituye solamente una parte del texto publicado en las varias ediciones).
La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad (del cual se posee copia fotostática del manuscrito original).
Memorias de la infancia (del cual se posee copia fotostática del manuscrito original).
70 Cartas dirigidas a San Aníbal María di Francia (escritas de 1911 a 1927 y de las cuales se poseen los manuscritos originales).
130 Cartas dirigidas a diferentes destinatarios de las cuales no se poseen los manuscritos originales, sino la transcripción realizada de parte de algunas discípulas de Luisa. (Dichas cartas han sido recogidas en un volumen para uso interno de la Pía Asociación “Luisa Piccarreta” P.F.D.V. de Corato, por el Padre Pablo Martín Sanguiao, Lettere di Luisa 1990 [Cartas de Luisa 1990]).
109 Cartas dirigidas a diferentes destinatarios de las cuales se poseen los manuscritos originales. (Dichas cartas han sido recogidas por la Pía Asociación “Luisa Piccarreta” P.F.D.V. de Corato, Lettere di Luisa, 2º Volume [Cartas de Luisa, 2º Volumen], Tipografía Miulli, S. Ferdinando di Puglia 2001).
Otras Cartas no publicadas por haber sido recibidas durante el último período de la fase diocesana de la Causa de Beatificación y Canonización.
Oraciones
La peregrinación del alma en la Divina Voluntad (del que se posee una copia fotostática del manuscrito original). Editado de manera reducida por la Pía Asociación “Luisa Piccarreta” P.F.D.V. de Corato, Il giro dell’anima nella Divina Volontà [Los Giros del alma en la Divina Voluntad], Corato 1997.
3 Súplicas: De Jesucristo Rey (atribuido a Luisa Piccarreta); de la Reina del Cielo (del cual se posee copia del original); de Luisa (atribuido a Luisa Piccarreta).
3 Consagraciones: Consagración a Jesús Rey del Universo (atribuido a Luisa Piccarreta); Consagración de la voluntad humana a la Reina del Cielo (Tomada del libro de La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad); Consagración a la Divina Voluntad (atribuido a Luisa Piccarreta). Editadas: a cargo de la Pía Asociación “Luisa Piccarreta” P.F.D.V. de Corato, Un invito per scalare l’alto monte del Fiat supremo. I tre appelli. Le tre consacrazioni, [Una invitación para escalar la alta montaña del Fiat supremo. Las tres súplicas. Las tres consagraciones]. Tipografia Miulli, S. Ferdinando di Puglia 2001.
Los siete dolores de María (del que se posee el manuscrito original)
Las visitas a Jesús Sacramentado (se posee el manuscrito original solamente de la treceava visita. Las primeras doce fueron publicadas en el apéndice del Libro editado por S. Aníbal M. Di Francia, Orologio della Passione di Nostro Signore Gesù Cristo, III edizione [El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, III edición], Nápoles 1917, pp 331-338).
Anhelos de santidad (Transcripción de oraciones atribuidas a Luisa Piccarreta por la Señorita Rosa Musto, Discípula de la Sierva de Dios). Editadas par uso interno de la Pía Asociación “Luisa Piccarreta” P.F.D.V. de Corato, Aneliti di Santità, [Anhelos de Santidad], Corato 1996.
Oraciones encontradas al reverso de estampas sagradas (de las que se poseen los manuscritos originales).
Acto de sumisión de Luisa al Santo Oficio del 19 de septiembre de 1938 (del que se posee el manuscrito original).
Súplica a Su Santidad Pío XII de 1942, para pedir la celebración de la Santa Misa en su casa (del que se posee el manuscrito original).
Apuntes espirituales (transcripciones hechas por discípulas de pensamientos atribuidos a Luisa Piccarreta).
Testamento espiritual (escrito y firmado por Don Benedetto Calvi, último confesor de la Sierva de Dios mientras recogía sus últimas palabras).
EDICIÓN DE LAS OBRAS
El Reloj de la Pasión (Conocido como: Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo) (del cual se posee una copia del manuscrito original, no obstante, constituye solamente una parte del texto publicado en las varias ediciones).
PRIMERA EDICIÓN: Editado por el Can. Aníbal María di Francia, Orologio della Passione di Nostro Signore Gesú Cristo con affettuose considerazioni e riparazioni [El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con afectuosas consideraciones y reparaciones]. Imprimatur A. Can. Laviano V. G., Tipografia e libreria Pontificia Andrea e Sal. Festa, Napoli 1914.
SEGUNDA EDICIÓN: Editado por el Can. Aníbal María di Francia, Orologio della Passione di Nostro Signore Gesú Cristo con affettuose considerazioni e riparazioni. Imprimatur A. Can. Laviano V. G., Tipografia e libreria Pontificia Andrea e Sal. Festa, Napoli 1915.
TERCERA EDICIÓN: Editado por el Can. Aníbal María di Francia, Orologio della Passione di Nostro Signore Gesú Cristo con affettuose considerazioni e riparazioni. Reimprimatur Franciscus Can. Sorrentino Revis. Eccles, Tipografia e libreria Pontificia Andrea e Sal. Festa, Napoli 1917.
CUARTA EDICIÓN: Editado por el Can. Aníbal María di Francia, Orologio della Passione di Nostro Signore Gesú Cristo con affettuose considerazioni e riparazioni e con due Trattati sulla Divina Volontà [El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con afectuosas consideraciones y reparaciones y con dos Tratados sobre la Divina Voluntad], Nihil obstat D. Prestifilippo S. J. Messina 8-7-24. Reimprimatur Messanae die 14 Juilii 1924 Can. P. Giardini V. G., Tipografia Antoniana del Can.co A. M. Di Francia Messina 1921.
QUINTA EDICIÓN: Editado por el Don Benedetto Calvi, L’Orologio della Passione di Nostro Signore Gesú Cristo. Affettuose considerazioni e riparazioni ed un Trattato sulla Divina Volontà [El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con afectivas consideraciones y reparaciones y un Tratado sobre la Divina Voluntad], Nihil obstat Tarenti ex Curia Archiepiscopali 28 Augusti 1934 Delegatus ab Archiepiscopo Archid. Joseph Blandamura, Stabilimento tipografico Arcivescovile, Taranto 1934.
Publicado por P. Beda Ludwig O.S.B. del Monasterio di Andechs (Munich – Alemania), Das Reich des göttlichen Willens, I Band [El Reino de la Divina Voluntad, Volumen I], Imprimatur Ratisbonae die 6 maji 1936. Ad. Num. Exh. 4455. Dr. Höcht., Albert Angerer, Verlagsbuchhandlung,Waldsaffen 1936. [Traducción en alemán del Tratado de la Divina Voluntad en El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, 5ª edición 1934].
Publicado por P. Beda Ludwig O.S.B. del Monasterio di Andechs (Munich – Alemania), Das Reich des göttlichen Willens. Autorisierte Übersetzung aus der italienischen, II Band [El Reino de la Divina Voluntad. Traducción autorizada del italiano, Volumen II], Imprimatur Ratisbonae die 3 Febr 1938. Dr. Höcht., Albert Angerer, Verlagsbuchhandlung,Waldfaffen 1938.(Traducción en alemán del El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, 5ª edición 1934).
EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD (HISTORIA DE UN ALMA) ALBA QUE SURGE (Contiene la transcripción de los volúmenes I-II-III y casi todo el IV del Diario de Luisa. Se trata de transcripciones con muchas correcciones con respecto al manuscrito original de Luisa)
EDICIÓN ÚNICA: Atribuida a Don Benedetto Calvi, Nel Regno della Divina Volontà. Storia di un’anima. Prima parte. Alba che sorge. [En el Reino de la Divina Voluntad. Historia de un Alma. Primera parte. Alba que surge], Nihil obstat Baruli 25 Februarii 1930 Archipr. Franciscus Scuro Can. Poenit. Dominicus Dell’Aquila Revisores, Imprimatur Trani 25 Februarii 1930 Joseph M. Archiepiscopus, Premiato stabilimento tipografico G. Dellisanti, Barletta 1930.
•LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD (del cual se posee copia fotostática del original manuscrito).
PRIMERA EDICIÓN: atribuida a Don Benedetto Calvi, La Vergine Maria nel Regno della Divina Volontà. Meditazioni pel mese di Maggio [La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad. Meditaciones para el mes de Mayo], Imprimatur Montepolitiano ex Curia Ep. Die 30 Martii 1932. Ioseph Ep. Montispolitiani, Tipografia Madonna della Querce, Montepulciano 1932.
SEGUNDA EDICIÓN: atribuida a Don Benedetto Calvi, La Regina del Cielo nel Regno della Divina Volontà [La Reina de Cielo en el Reino de la Divina Voluntad], “Nihil Obstat Quominus Reimprimatur” Taranto 23 IX. 1933, Delegato dell’Arcivescovo, Giuseppe Blandamura, Tipografia Arcivescovile, Taranto 1933.
TERCERA EDICIÓN: editada por Don Benedetto Calvi, La Regina del Cielo nel Regno della Divina Volontà. Meditazioni sulla vita di Maria SS. per chi vuole imparare a vivere di Volontà Divina [La Reina de Cielo en el Reino de la Divina Voluntad. Meditaciones sobre la vida de María SS. para quien quiere aprender a vivir de Voluntad Divina]

LA DOCTRINA LA DIVINA VOLUNTAD

Bien se puede decir que “vivir en la Divina Voluntad” es el centro de la experiencia mística y de cada página de los escritos de Luisa. El lenguaje es simple y rico de ejemplos, relatos e imágenes, con frecuentes expresiones dialectales, captura y dispone al alma de quien se acerca a sumergirse en las profundidades de la expresión del Padre Nuestro “hágase tu voluntad como en el cielo así en la tierra” (Mt 6, 10). El mensaje que Dios le confía se resuelve en comprender su significado, pedirlo como don en la oración y vivir en cada instante estando en la Voluntad Divina de Jesús “como” una única voluntad. En otras palabras, vivir en la Divina Voluntad significa para la criatura “vivir con una sola Voluntad”, la de Dios. Por eso hay una diferencia entre lo que es “hacer” y lo que es “vivir en la” Voluntad de Dios. En general se puede decir que “vivir en la Divina Voluntad” significa “reinar” con Jesús mientras que “hacer su Voluntad” significa “estar a sus órdenes”. El primero es el estado de quien “posee”, el segundo es el de quien “recibe”. Viviendo en la Divina Voluntad la criatura hace la Voluntad de Dios “como algo propio” tanto que puede “disponer de ella”. De hecho, sirviéndose de otra imagen, se puede decir también que “vivir en la Divina Voluntad” es vivir “como hijo” mientras que sólo “hacer la Voluntad de Dios” es vivir “como siervo” y nadie puede quitarle los derechos que posee el hijo sobre los bienes del padre. Se puede comprender cómo este “vivir en la Divina Voluntad” es la vida que más se acerca a la de los bienaventurados del Cielo.
Surge la pregunta espontánea de cómo puede ser posible para una criatura humana no solamente hacer la Voluntad de Dios sin incluso poseerla como propia. Precisamente sobre este punto es que el Señor le ‘muestra todas sus cartas’ a Luisa, declarando solemnemente que se trata de un “don” que ha decidido dar “en estos tiempos tan tristes”. Y el amor llama al amor. Las criaturas comprendiendo que Jesús les ha dado todo y que no tiene otro don más grande que dar para hacer que lo amen que la posesión de su Voluntad, podrán apreciar “el gran Bien que poseen” y en este Bien corresponderán al amor. Evidentemente esta reciprocidad se asemeja mucho ¡al amor celestial que hay entre las tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad!
He aquí entonces la novedad del mensaje de Luisa Piccarreta: La Divina Voluntad operante en la criatura y la criatura operante en modo divino en ella. La novedad es esta Gracia de las gracias, este “don de los dones”; que no solamente se haga lo que Dios quiere sino que su Voluntad sea de la criatura, forme en el hombre “Su vida”, para vivir y reinar con ella y en ella, en un intercambio continuo de voluntad humana y Divina que restituye a la criatura la semejanza perdida con el pecado.
De la voz que interiormente escucha, desde el día en que recibió la primera comunión, Luisa, con la Eucaristía, es conducida gradualmente a una asimilación de la Humanidad de Cristo. A través de un camino de gracias particulares se sumerge “dentro” de la Santísima Humanidad de Jesús y observa cómo en Jesús la Divinidad “dirigía en todo su Humanidad”. Jesús no hacía más que ponerse a merced de la Voluntad de Padre. Su comprensión del misterio de la redención obrada por Jesús, por tanto, progresa. De hecho, dado que en la Humanidad del Señor obraba su Divinidad, comprende con claridad que Jesús durante todo es trascurso de su vida terrena “rehacía por todos en general y por cada uno distintamente” todo lo que cada uno debía haber hecho por Dios. En este ambiente del Querer Eterno él veía todos los actos de las criaturas, los actos que se hubieran podido hacer y que no se hicieron y “los mismos actos buenos mal hechos”. Su obra redentora le hacía hacer los actos no hechos y rehacer “los malhechos”. Todo lo que cada uno debe hacer para amar a Dios, por tanto, ha sido “ya hecho primero en el Corazón de Cristo”. Los actos que no han sido hechos por las criaturas, hechos sólo por Jesús, están todos “suspendidos” en su Querer Divino y espera a las criaturas para que repitan en su Voluntad lo que él hizo o, en otras palabras, que estén dispuestas a “vivir en el Divino Querer de Jesús”.
La Virgen María, la Reina Celestial, fue la primera criatura que “repitió” todos los actos de su Hijo a beneficio de la humanidad. Quien quiere vivir en el Querer Divino tiene una Reina y Madre potente que suplirá lo que a ellos les falta, modelará todos sus actos conformándolos a los de Jesús en ella.
Luisa, estando en su lecho desarrolla una doble misión. Aunque permanezca siendo un alma víctima, vive su “oficio” de una manera nueva y original. Jesús le revela la segunda dimensión de la misión que le confía, o si se quiere un “segundo oficio”, que se desarrolla más sobre el plano del ser que del hacer. Le enseña a ser víctima pero en su Divina Voluntad. De hecho, de ese haber permanecido en cama por más de sesenta años, se habría esperado ‘simplemente’ una actitud de resignación, de obediencia, de abandono incondicional a la Voluntad de Dios, un Fiat de sumisión pasivo delante de Dios. En cambio, Jesús le enseña un modo diferente de estar en la Voluntad de Dios, es decir el de “entrar” o “fundirse en la Voluntad de Dios” sustituyendo en todo lo que hace su propia voluntad con la Voluntad Divina, en una actitud de participación activa y consciente al Querer de Dios.
Luisa “fundiéndose” en el santo Querer de Jesús se une con su Humanidad y constituida, como don, en un solo querer con Jesús como María, repite sus mismos actos. Es llamada a imitar ‘el modo’ mismo con que la Humanidad de Jesús ha cumplido la Voluntad del Padre. Se trata de una santidad “a cargo, a expensas de Jesús”.
Luisa Piccarreta en este modo de vivir es el “principio”, “la primera” a la cual seguirán muchos otros. Es más, con su vida, es solamente el anillo al que se enganchan una “multitud de almas” que, viviendo en el Querer Divino de Jesús, cómo y con María y Luisa reharán todos los actos de las criaturas para dar la gloria a Dios a nombre de todos.

 

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SALVADOR THOMASSINY

Hablar de Luisa Piccarreta sería una empresa difícil,

 se necesitaría llevar a cabo una labor de investigación en los lugares donde ella vivió, recopilar testimonios de aquellas personas que la conocieron y que aún viven en la actualidad, recurrir a aquellos datos que se conservan de las autoridades eclesiásticas y de los teólogos que la examinaron a ella y a sus escritos, hablar de los fenómenos extraordinarios que le fueron concedidos tanto en vida como después de su muerte, en fin, una verdadera labor detectivesca y creo firmemente, que esto sería quedarnos en la superficie de lo que realmente interesa.  A Luisa Piccarreta no se le puede conocer con estos datos, ¿qué podríamos conocer de su interior, de sus dones, de su entrega, de sus sufrimientos, de sus alegrías, de sus anhelos, de lo que Jesús obraba en su interior, etc.?  ¡Nada…!  Pues solamente tendríamos lo que la gente que la circundaba lograba ver, o sea las apariencias, no la enorme realidad que Dios fincaba en su interior y que debía llevar un bien tan grande a toda la familia humana.  Iríamos buscando la superficialidad, y quizá nos quedaríamos pasmados al conocer solamente los efectos de toda aquella enorme realidad que se desarrollaba en su interior, pero sin penetrar en ésta.  Oigamos unas palabras de Jesús respecto a esta Santidad del vivir en su Voluntad:

“…“Hija mía, mi Voluntad es la Santidad de las santidades, así que el alma que hace mi Voluntad, por cuanto fuera pequeña, ignorante, ignorada, deja atrás a todos los demás santos a pesar de los portentos, de las conversiones estrepitosas, de los milagros que hayan hecho.  El alma que hace mi Voluntad parece que no hace nada, pero hace todo, porque estando en mi Voluntad obran a lo divino, ocultamente y en modo sorprendente, así que son luz que ilumina, son vientos que purifican, son fuego que quema, son milagros que hacen hacer los milagros, y quienes los hacen son sólo los canales, porque en ellas es donde reside la potencia para hacerlos, así que son el pie del misionero, la lengua de los predicadores, la fuerza de los débiles, la paciencia de los enfermos, el régimen de los superiores, la obediencia de los súbditos, la tolerancia de los calumniados, la firmeza en los peligros, el heroísmo de los héroes, el valor de los mártires, la santidad de los santos, y así de todo lo demás, porque estando en mi Voluntad concurren a todo el bien que puede haber en el Cielo y en la tierra…” 11-12  Marzo 15, 1912

Después de esto, ¿qué podríamos esperar encontrar en la parte exterior de Luisa?  Otra vez, ¡…nada!  Para conocer este interior y por tanto la realidad de Luisa, necesitamos recurrir a la vida de “La Pequeña Hija de la Divina Voluntad”, no a la vida de Luisa (aunque son la misma persona).  Pero, ¿quién puede hablar de esto sino sólo Jesús?  ¿Y en dónde encontraremos todo el material necesario para conocerla?  La respuesta es contundente:  “En los mismos escritos de Nuestro Señor y de Luisa.”  En alguna ocasión Jesús le dice a Luisa que todo lo que ella escribe es el desahogo de todo lo que Él obra en su interior; o sea, que los escritos son la verdadera biografía de Luisa.  Oigamos otro poco de lo que Jesús le dice a este respecto el día 20 de noviembre de 1929:

“Ahora, también para ti debía tener el orden, y si bien nuestra primera finalidad era el hacerte conocer nuestra Voluntad Divina a fin de que reinase en ti como Rey en su propia morada real -y dándote sus lecciones divinas pudieses ser portavoz para hacerla conocer a los demás-  era necesario, como en la Creación, preparar el cielo en tu alma, adornarlo de estrellas con los tantos conocimientos de las bellas virtudes que te he manifestado. Yo debía descender en lo bajo de tu voluntad humana para vaciarla, purificarla, embellecerla y reordenarla en todo.  Se puede decir que eran tantas especies de creaciones que hacía en ti; debía hacer desaparecer la antigua tierra desordenada de tu voluntad humana para volver a llamar el orden del Fiat Divino en el fondo de tu interior que haciendo desaparecer la tierra antigua de todo tu ser, hiciera resurgir con su fuerza creadora, cielos, soles, mares de verdades sorprendentes.  Y tú sabes cómo todo esto ha sido madurado con la cruz, con el segregarte de todo, haciéndote vivir en la tierra como si para ti no fuese tierra, sino Cielo, teniéndote siempre absorbida o conmigo o en el Sol de mi Fiat Divino.  Así que todo lo que he hecho en ti, no ha sido otra cosa que orden que se necesitaba para darte el gran don de mi Voluntad Divina, como le fue dado al primer hombre en el principio de su creación y por eso hubieron tantos preparativos, porque debían servir a aquel hombre que debía poseer el gran don de nuestra Voluntad como su predilecta heredad; símbolo éste de los grandes preparativos hechos en tu alma.”

Entonces, la mejor forma de conocer a Luisa es interiorizarse en los escritos.  Además, ¿por qué escribir una biografía cuando ella misma, por obediencia la escribe?  A lo más, sería completar con pequeños datos lo que falta, pues ésta es redactada en el año de 1926.

Presentamos a continuación las memorias de la infancia escritas por ella por obediencia.

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«Memorias de la infancia»
de Luisa Piccarreta

La Pequeña Hija de la Divina Voluntad.

Julio 15, 1926

Jesús mío, amor mío, Mamá mía Celestial y Soberana Reina, venid en mi ayuda, tomad entre vuestras manos mi pobre corazón, ¿no veis cómo me sangra por el duro combate por deber comenzar a narrar mi pobre existencia de mi infancia?  A cualquier costo quisiera huir de este dolorosísimo y duro sacrificio, y tanto más duro porque es inesperado, pero una nueva obediencia sale en campo para martirizar mi pobre e insignificante existencia.  Jesús, Mamá, venid en mi ayuda, de otra manera siento que mi voluntad quisiera salir en campo nuevamente para tener vida y poder decir un “no” rotundo a quien me lo ordena.  ¡Ah Jesús! ¿tal vez Tú permitirás que yo tenga qué hacer con mi querer después de tanto tiempo que Tú, con tanto celo lo tienes atado a tus pies como don y triunfo de la pequeña hija tuya?

Me han impuesto el rogar para saber de Ti si debo o no hacerla, y Tú en vez de estar conmigo me has dicho:  “Esto servirá para hacer conocer la tierra que debía iluminar el Sol de mi Voluntad para formar su reino.”

¡Ah Jesús, que me importa a mí hacer conocer mi pequeña tierra!  Y a Ti te debe importar que se conozca tu Querer, ¿no es verdad oh Jesús?  Pero Jesús ha hecho silencio y ha desaparecido, y yo pronuncio con toda la intensa amargura del alma “Fiat, Fiat, y comienzo.

Ahora, para principiar digo lo que mi familia me ha dicho:

Nací el 23 de abril de 1865, el domingo en Albis, de mañana.  La misma tarde me bautizaron.  Mi madre decía que yo nací al revés (nació en presentación sentada), pero ella no sufrió nada en el parto, tanto que yo, en las ocasiones y circunstancias de mi pobre vida, tengo costumbre decir:  Nací al revés, es justo que mi vida sea al revés de la vida de las otras criaturas.

Recuerdo que de la edad de tres o cuatro años hasta cerca de los diez, era de temperamento temeroso, y era tanto el temor que no sabía estar sola, ni dar un paso por mí sola; esto era porque desde la edad de tres años, en la noche tenía casi siempre sueños de terror; soñaba al demonio, que me infundía tal espanto de hacerme temblar; muchas veces lo soñaba que me quería llevar consigo y me atraía fuertemente, y yo hacía todos los esfuerzos por huir; en el mismo sueño sudaba frío, me escondía, huía a los brazos de mi mamá; por eso en el día me quedaba la impresión de los sueños y tal temor, como si de todas las partes el demonio quisiera salir.

Ahora creo que esto me hizo bien, porque desde aquella tierna edad yo recitaba muchas Aves Marías y Padres Nuestros a todos los santos de los cuales yo conocía el nombre, para obtener la gracia de no soñar al demonio; y si me era nombrado otro santo al cual yo no conocía, súbito agregaba un Padre Nuestro si era santo masculino, o un Ave María si era mujer, porque decía que si no los honraba a todos, me harían soñar al demonio.

Recuerdo que las siete Aves Marías a la Mamá dolorosa, las recitaba siempre desde aquella edad, así que tenía una larga cadena de Padres Nuestros y Aves María, y por eso mientras las otras niñas y mis hermanitas jugaban, yo me quedaba un poco distante de ellas, o bien junto con ellas porque tenía miedo, pero no tomaba parte en sus juegos inocentes para recitar mis largas Aves Marías y Padres Nuestros.  Recuerdo también que una ocasión soñé a la Virgen que me alejaba al demonio, y una vez me dijo:  “Hija mía, llora, porque ha muerto mi Hijo.”  Yo quedé sacudida y la compadecía, pero esto me volvía infeliz.  Después, cuando llegué a edad más capaz, en la cual podía hacer la meditación, leer, no podía apartarme por el temor, y por eso no podía hacer lo que quería.

Ahora, habiéndome hecho hija de María a los once años, un día mientras quería rezar y meditar, el temor me sorprendió, y estaba por huir en medio a la familia, pero sentí una fuerza en mi interior que me detenía y oí en el fondo de mi alma una voz que me decía:  “¿Por qué temes?  ¿Está tu ángel junto a tu flanco, está Jesús en tu corazón, está la Mamá Celestial, o el enemigo infernal?  Por eso no huyas, sino quédate y reza, y no tengas temor.”

Oír esto en mi interior me dio tanta fuerza, ánimo y firmeza, que se alejó el temor, y cada vez que me sentía sorprender por el temor oía la misma voz en mi interior que me repetía lo mismo, y yo me sentía llevar como de la mano por mi ángel, por la Soberana Reina y por el dulce Jesús; me sentía triunfante en medio a ellos, de modo que adquirí tal coraje que se alejó todo el temor; mucho más que los sueños pavorosos cesaron del todo.  Así, después de esto pude quedar sola, caminar sola, ir sola al jardín cuando estábamos en la granja, mientras que antes si iba, sólo con que viera que se movía una rama de un árbol huía, porque pensaba que arriba estaba el demonio.

Recuerdo que un día, recordando el miedo de mi pequeña edad, los tantos sueños del enemigo que volvían infeliz mi infancia, le decía a Jesús:  “¿En que aprovechó amor mío el haber pasado mi edad infantil con tanto miedo, con tantos sueños malos, que me hacían temblar, sudar y amargar una edad tan tierna?  Yo no entendía nada ni creo que el enemigo tuviese ningún fin, estando en una edad tan pequeña.  Y Jesús me dijo:  “Hija mía, el enemigo entreveía alguna cosa sobre ti, que me podías servir para alguna cosa para mi gran gloria y que él debía recibir una gran derrota, jamás recibida, mucho más que veía que, por cuanto se esforzaba, no podía hacer penetrar en ti ningún afecto o pensamiento menos puro, porque Yo le tenía cerradas las puertas, y él no sabía por donde entrar; viendo esto se enfurecía y buscaba arrojarte por tierra, no pudiendo de otra manera que con sueños pavorosos y de espanto.  Mucho más que no sabiendo la causa de mis grandes designios sobre de ti, que debían servir a la destrucción de su reino, se ponía atento para indagar la causa, con la esperanza de poderte dañar en todos los modos.”

Nuestro Señor ha sido tan bueno conmigo, dándome padres buenos, que estaban atentos a no hacernos oír ni siquiera una palabra de blasfemia o menos honesta.  Me amaban, pero con amor digno y serio.  Recuerdo que jamás mi padre siendo niña me tomó en brazos, ni de haberle dado ni recibido besos; ni siquiera a mi madre recuerdo haberla besado, y cuando fui grande y me metí a la cama, la mamá, debiendo ir a la granja y estar ausente por largos meses, al despedirse de mí hacía el intento de quererme besar, y yo, viendo esto, antes que lo hiciera le besaba la mano, y ella se abstenía de hacer aquel desahogo materno.

El papá y la mamá eran ángeles de pureza y de modestia.  Han sido magnánimos con sus subordinados; el fraude, el engaño, no tenían lugar en nuestra casa.  Era tanta la custodia que jamás nos confiaron a personas extrañas, sino siempre con ellos.  Yo agradezco que el bendito Jesús haya permitido tanta virtud, y que los haya premiado dándoles por morada la Patria Celestial.

Recuerdo también que yo era de temperamento vergonzoso, y si venían parientes u otros a visitarnos, yo huía a la parte de arriba de la casa para que no me encontraran, o bien me escondía detrás de una cama y rezaba, y sólo salía cuando me llamaban y me decían que se habían ido; cuando mi mamá iba a visitar a los parientes y quería llevarme con ella, lloraba porque no quería ir, y yo y otra hermana mía, casi del mismo temperamento, nos contentábamos de quedarnos solas, encerradas con llave antes que salir.  Esta vergüenza no me dejaba tomar parte en nada, ni en fiestas, ni en diversiones, aun inocentes, que se acostumbran en las familias; era yo la sacrificada de la vergüenza, y si los míos me obligaban, me sentía poner en cruz porque la vergüenza me volvía extrañas todas las cosas.

Ahora, recordando todo esto, que de alguna manera me volvió infeliz mi infancia, el dulce Jesús me dijo:  “Hija mía, también la vergüenza con la cual te circundé en tu tierna edad, fue una de las demostraciones más grandes de celo de amor por ti, no quería que en ti entrase ninguno, ni el mundo, ni las personas, quería volverte extraña a todos, en ninguna cosa quería que tú tomaras parte y que tomaras placer en ella, porque habiendo establecido desde entonces que debía formar en ti el reino del Fiat Supremo, y debiendo tú tomar parte en sus fiestas y en la alegría que en él hay, era justo que ninguna otra fiesta gozaras, y que de los placeres y diversiones que hay sobre la tierra debías quedar en ayunas.  ¿No estás contenta?”

Pero a pesar de que era vergonzosa y miedosa, era de temperamento vivaz, alegre; saltaba, corría y hacía también travesuras.

Ahora, después, cerca de la edad de doce años, comenzó otro periodo de mi vida:  Comencé a oír la voz interna de Jesús, especialmente en la Comunión.  La primera la hice a los nueve años y el mismo día recibí el sacramento de la Confirmación.

Después, no rara vez se hacía oír en mi interior cuando hacía la santa Comunión; a veces, después de ésta permanecía las horas arrodillada, casi sin movimiento y oía la voz interna que decía, y ahora me reprochaba si no había sido buena, atenta, y si en el curso del día alguna vez había estado distraída, ¡oh! cómo me reprendía y terminaba con decirme:  “Con todo esto me dices que me quieres mucho, ¿y donde está este tu mucho?”  Yo me sentía morir al oírme decir esto y prometía ser más atenta, y Jesús agregaba.  “Lo veré, veré si es verdad; las palabras no me bastan, quiero los hechos.”

La Comunión se volvió mi pasión predominante, en ella concentré todos mis afectos.  Estaba cierta de oír hablar a Nuestro Señor y, ¡cuánto me costaba el estar privada de Él! porque era obligada por la familia a ir con ella a la granja, y debía estar largos meses sin misa y sin Comunión.  Cuántas veces rompía en llanto al ver árboles, flores, la creación toda, y decía entre mí:  “Las obras de Jesús están a mi alrededor, sólo Jesús no está conmigo.  ¡Ah, háblame tú, sol; tú, cielo, tú, agua cristalina que te deslizas en nuestro laguito, háblenme de Jesús, sois obras de sus manos, denme noticia de Él…!  Y me parecía que todas me hablaban de Él; cada cosa creada me hablaba de cada una de las cualidades de Jesús, y yo, llorando porque no podía recibir a Aquel al que todas las cosas amaban, y que sabían narrar tan bien de la belleza, del amor, de la bondad de Jesús, lloraba y llegaba hasta enfermarme.

También en la meditación oía la voz de Jesús, pero alguna vez me faltaba; en cambio en la Comunión, jamás.  Y algunas veces meditando quedaba las dos o tres horas sin poderme separar, conforme leía el punto y me detenía, así oía en mi interior la voz de Jesús, que poniéndose en actitud de maestro me explicaba la meditación.

Desde entonces me daba en mi interior el amable Jesús lecciones sobre la cruz, sobre la mansedumbre, sobre su Vida oculta.  A propósito de su Vida oculta, recuerdo que me decía:  “Hija mía, tu vida debe ser en medio de Nosotros en la casa de Nazaret, si trabajas, si rezas, si tomas alimento, si caminas, debes tener una mano en Mí, la otra en nuestra Mamá, y la mirada en San José, para ver si tus actos corresponden a los nuestros, en modo de poder decir:  ‘Hago primero mi modelo sobre lo que hace Jesús, la Mamá Celestial y San José, y después lo sigo.’  Según el modelo que has hecho, Yo quiero ser repetido por ti en mi Vida oculta, quiero encontrar en ti la obra de mi Mamá, la de mi amado San José, y mis mismas obras.”

Yo quedaba confundida y le decía:  “Mi amado Jesús, yo no sé hacer.”  Y Él:  “Hija mía, ánimo, no te abatas, si no sabes hacer, pídeme que Yo te enseñe, y Yo súbito te enseñaré, te diré el modo como hacíamos, mis intenciones, el amor continuo de los tres, que Yo como mar y ellos como ríos estábamos siempre hinchados, de modo que uno desbordaba en el otro, tanto que poco tiempo teníamos de hablarnos, tanto estábamos absorbidos en el amor.  ¿Ves cuánto estás atrás?  Mucho tienes qué hacer para alcanzarnos, te conviene mucho silencio y atención, y Yo no te quiero detrás, sino en medio a Nosotros.”

Así que cuando no sabía preguntaba a Jesús, y Él me enseñaba en mi interior.  Buscaba casi siempre, cuanto más podía, apartarme de la familia para estarme sola; para mantener el silencio tomaba mi trabajo y pedía a la mamá que me permitiera ir a la parte de arriba y ella me lo concedía; así que mi mente estaba en la casa de Nazaret, y ahora veía a uno, ahora a otro, y me confundía al verlos tan atentos en sus humildes labores, tan absorbidos en las llamas de amor que se levantaban tan alto, que sus trabajos quedaban incendiados y transformados en amor; y yo, maravillada pensaba entre mí:  “Ellos aman tanto, ¿y mi amor cuál es?  ¿Puedo decir que mis trabajos, mis oraciones, el alimento que tomo, los pasos que hago, son llamas que se elevan al trono de Dios, y formando ríos desbordan en el mar de Jesús?”  Y viendo que no lo era quedaba afligida, y Jesús en mi interior me decía:  “¿Qué tienes?  No te aflijas, poco a poco llegarás, Yo estaré sobre ti, tú sígueme y no temas.”

Si yo quisiera decir todo lo que pasó en mi interior en la infancia, me extendería demasiado, mucho más que en el primer volumen escrito por mí, sin precisar la época, antes o después, cuando fui más pequeña o más grande, está dada una explicación del trabajo de la Gracia en el fondo de mi alma, porque así me fue dicho, que no importaba nada el que no pusiera el orden de la edad, ni lo que había sido primero ni lo que había sido después, siempre y cuando dijera lo que en mí había pasado, mucho más que después de tantos años me resultaba difícil tener el orden de lo que había pasado en mi interior.  Y ahora, para no hacer repetición sigo adelante.

Recuerdo que de muchacha, tenía casi una manía por quererme hacer religiosa, y como iba a la escuela de monjas, yo sentía un afecto un poco estimulado por ellas, pero las quería bien porque quería ser como una de ellas; pero en mi interior oía reprocharme por este afecto, y mientras prometía no amar a otro que a Jesús, recaía nuevamente, y Jesús regresaba a darme amargos reproches.  Este es el único afecto que recuerdo que he sentido en mi vida en modo especial, porque después no he sentido más amor por ninguno.  Que tiranía es un afecto natural y tal vez aun inocente para el pobre corazón humano.  Lo recuerdo con terror, los reproches internos me ponían en cruz, me parecía que mi afecto tenía en cruz a Jesús, y Jesús por correspondencia me ponía a mí en la cruz, y por eso no gozaba la verdadera paz, porque es la naturaleza del amor humano guerrear a un pobre corazón.  Tener paz y amar a personas con modo especial, no existe en el mundo, y si existe significa no tener conciencia, aunque fuese con un fin santo o indiferente.

Pero el bendito Jesús lo hizo terminar súbito, y he aquí cómo:  Una mañana pedí a la mamá que me mandase a visitar a la superiora, y lo obtuve con trabajo y sacrificio.  Mientras fui pedí que me dejaran ver a la superiora, y después me fue respondido que estaba ocupada y no podía salir; yo quedé como herida al oír esto; fui a la iglesia y desahogué mi pena con Jesús, y Él tomó ocasión de esto para hacérmela terminar.  Me habló de su Amor y de la inconstancia del amor de las criaturas, y cómo quería que absolutamente la terminara, diciéndome que:  “Cuando un corazón no está vacío, Yo lo rechazo, no puedo comenzar el trabajo que he diseñado hacer en el fondo del alma.”  ¿Pero quién puede decir todo lo que me dijo en mi interior?  Recuerdo que la terminé, y mi corazón quedó impávido, sin saber amar más a ninguno.

Después pedía siempre a Jesús que me hiciera llegar a ser religiosa, y frecuentemente le preguntaba cuando lo oía en mi interior, si debía llegar a cumplimiento mi vocación religiosa, y Jesús me aseguraba diciéndome:  “Sí, te contentaré, verás que serás monja.”  Yo quedaba toda contenta al oír que me aseguraba Jesús y buscaba disponer a la familia para obtener el consenso, la cual era contraria, especialmente la mamá, llegaba hasta llorar y me decía que me habría contentado si hubiese querido hacerme monja de clausura, pero de las monjas activas no me lo permitiría jamás.

Yo, para decir la verdad, quería hacerme monja activa, porque aquellas que conocía habían sido mis maestras, pero sobrevino mi larga enfermedad y puso término a mi vocación, y muchas veces me lamentaba con Jesús y le decía: “Con todo eso me decías mentiras, me burlabas prometiéndome que debía llegar a hacerme monja.”  Y Jesús muchas veces me ha asegurado que me decía la verdad, diciéndome: “Yo no sé engañar, ni hacer burlas, la llamada que Yo te hacía era más especial, ¿quién jamás con hacerse monja, aun en las religiones más rigurosas no puede caminar, no puede tomar aire, no gozar nada?  ¿Y cuántas veces en las religiones hacen entrar el pequeño mundo y se divierten magníficamente y Yo quedo como a un lado?  Ah hija mía, cuando Yo llamo a un estado, Yo sé cómo realizar mi llamada; el lugar para Mí es indiferente, el habito religioso para Mí dice nada, cuando en la sustancia del alma está lo que debería ser si hubiese entrado en religión, y por eso te digo que eres y serás la verdadera monjita de mi corazón.

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Ahora, para terminar se pondrá un breve esquema de la vida de Luisa, donde están los puntos más sobresalientes.

Esquema de la Vida de Luisa Piccarreta.

1865    –  23 Abril: Nacimiento y Bautismo de Luisa Piccarreta (Domenica “in Albis”).

1874    – (a los 9 años): Luisa recibe los Sacramentos de la Eucaristía y de la Confirmación.  Comienza a oír la voz de Jesús.

1878    – (a los 13 años): Luisa tiene su primera visión de Jesús con la cruz.

1881    – (a los 16 años): Luisa comienza un período de tres años de purificación por parte de los demonios.

1882    – (a los 17 años): Luisa comienza a rezar la novena de la Navidad.
El padre Cosmo Di Loiodice, O.S.A., comienza el oficio de confesor de Luisa.

1883/84  – Luisa comienza a depender de los sacerdotes para ser liberada de su estado de petrificación.

1887    – Epidemia de cólera.  Luisa se ofrece a Jesús como víctima.
El padre Cosmo Di Loiodice deja Corato.  Don Michele De Benedictis se vuelve el nuevo confesor de Luisa.

1888    – 15 Octubre:  Jesús desposa a Luisa con el Matrimonio Místico.

1889    – 8 Septiembre: (a los 24 años) renovación del Matrimonio Místico.
Luisa recibe entonces el don del Divino Querer.

1890 –  Luisa experimenta el esponsalicio de la Cruz.

1899    – Muere Don Michele De Benedictis.  Don Gennaro Di Gennaro se vuelve el nuevo confesor de Luisa.

28 de Febrero: Luisa comienza a escribir por obediencia.

1907    – Marzo:  Mueren los padres de Luisa.

1910    Luisa conoce al Beato P. Annibale Di Francia.
Un grupo de sacerdotes: el Beato P. Di Francia y los Siervos de Dios Eustacchio Montemurro y Gennaro Braccale, comienzan a encontrarse en el apartamento de Luisa.

1915    – Primera edición de las horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

19?? –   Don Francesco Di Benedictis reemplaza a Don Gennaro Di Gennaro como confesor de Luisa.

1926    – 30 Enero:  Muere Don Francesco Di Benedictis.  Don Benedetto Calvi, párroco de Santa Maria Greca, es el nuevo confesor de Luisa.

Luisa escribe las “Memorias de la infancia” a petición de Don Benedetto Calvi.

1927    – 1 Junio:  Muere el confesor extraordinario de Luisa, el Beato Annibale Di Francia.

1928    – 7 Octubre:  De acuerdo a los deseos del Beato Di Francia, Luisa entra en la Casa de la Divina Voluntad en Corato, un convento de las Hijas del Divino Celo.

1930    – A petición de Don B. Calvi, Luisa escribe “La Virgen Maria en el Reino de la Divina Voluntad”.

1938    – 13 Julio:  La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, publica un decreto con el cual vienen condenados tres versiones de los escritos de Luisa:  Una edición de las Horas de la Pasión, una edición de selección de capítulos de los Diarios de Luisa y una edición de la Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad.

7 Octubre:  Luisa deja el convento de las Hijas del Divino Celo.  Se traslada a un apartamento en la calle Maddalena 20, en Corato.

28 Diciembre: Cesa la obediencia de escribir.

1947    – 4 Marzo: Luisa muere.

1962    – 3 Junio:  Con el permiso de la Santa Sede, el cuerpo de Luisa es trasladado del cementerio de Corato a la Parroquia de Santa Maria Greca.

1990    – El Papa Juan Pablo II beatifica al Padre Annibale Di Francia, confesor extraordinario de Luisa.

1994    – Enero:  El Cardenal Felici, Prefecto de la Congregación de las Causa de los Santos, informa al Arzobispo de Trani-Nazareth, Carmelo Cassati, que puede proceder con la apertura de la Causa de Beatificación de Luisa.

20 Noviembre:  en la fiesta de Cristo Rey, el Arzobispo Cassati abre la Causa de Beatificación de la Sierva de Dios, Luisa Piccarreta.

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Cristina

Vivir en la Divina Voluntad es poseer al mismo Dios, su Vida -que son sus actos los cuales esconden sus atributos- y por lo tanto, es vivir la misma Vida Divina. Se dice pronto.... pero para esto nos creó el Creador. Bendito sea su Nombre: YO SOY. El es un eterno presente y todo lo que hay hecho está en acto de hacerse para tomarlo en cualquier momento.